psicoanalisis - Asociación Psicoanalítica Colombiana

Transcripción

psicoanalisis - Asociación Psicoanalítica Colombiana
PSICOANALISIS
REVISTA DE LA ASOCIACIÓN PSICOANALÍTICA COLOMBIANA
SOCIEDAD COMPONENTE DE LA ASOCIACIÓN PSICOANALÍTICA INTERNACIONAL
JULIO - DICIEMBRE 2008
VOLUMEN XX NÚMERO 2
EDITORA
Hilda Botero Cadavid
COMITÉ EDITORIAL
Pedro Vargas Navarro
Mario González Velásquez
Italo di Ruggiero Cozzarelli
COMITÉ CIENTÍFICO
Geny Talberg - Miembro Asociado Sociedad Brasilera de Psicoanálisis de Río de Janeiro. SBPRJ. BRASIL
Johanna Trip - Miembro Titular Asociación Venezolana de Psicoanálisis Asovep VENEZUELA
Scarlett Garbán de Ayala - Miembro Titular de la Asociación Venezolana de Psicoanálisis Asovep VENEZUELA
Sergio Nick - Miembro Asociado Sociedad Brasilera de Psicoanálisis de Río de Janeiro. SBPRJ. BRASIL
Eduardo Laverde Rubio - Miembro Titular Didacta Sociedad Colombiana de Psicoanálisis SCP.
y Miembro Titular Asociación Psicoanalítica Colombiana APC. COLOMBIA
Mario González Velásquez - Miembro Titular Didacta Asociación Psicoanalítica Colombiana APC. COLOMBIA
Fabio Eslava Cerón - Miembro Titular Didacta Asociación Psicoanalítica Colombiana APC. COLOMBIA
Ismail Yildiz – Miembro Asociado Asociación Psicoanalítica Colombiana. APC. COLOMBIA
ASESOR EXPERTO DEL COMITÉ EDITORIAL
Ernesto L. Ravelo C.
CORRECTOR DE ESTILO
Alvaro J. Botero C.
Dirección electrónica: [email protected]
ASOCIACIÓN PSICOANALÍTICA COLOMBIANA (A.P.C.)
SOCIEDAD COMPONENTE DE LA INTERNACIONAL PSYCHOANALYTIC ASSOCIATION (I.P.A.)
Calle 134 # 17-71 Teléfonos: (57 1) 522 7627 - (57 1) 259 6000 Ext. 6112
E-mail: [email protected] - Página web: www.asociacionpsicoanaliticacolombiana.org.co
Bogotá - Colombia
ASOCIACIÓN PSICOANALÍTICA COLOMBIANA
SOCIEDAD COMPONENTE DE LA ASOCIACIÓN PSICOANALÍTICA INTERNACIONAL
MIEMBROS TITULARES
Alberto Álvarez Arboleda
Horacio Arias Duque
Sonia Bialikamien Goldband
Aura Victoria Carrascal Márquez
Julio Roberto Correa Miranda
Roberto De Zubiría Consuegra
Danilo Diazgranados Moncada
Juan Manuel Escobar Guerrero
Fabio Eslava Cerón
Marcela Eslava de Angel
Henry García Moncaleano
Eduardo Gómez Escallón
Mario González Velásquez
Iván Jiménez Rojas
Eduardo Laverde Rubio
José A. Márquez Cuervo
Álvaro Méndez Peñaranda
Liborio Orejuela Devis
Luz María Pinilla Perdomo
Guillermo Sánchez Medina
Pedro Vargas Navarro
Edgard Yamhure Kattah
MIEMBROS ASOCIADOS
Hilda Botero Cadavid
Gabriel Augusto Castillo Castelblanco
Gladys Patricia Chávez Sabogal
María Victoria Niño Villamarín
Luz Stella Núñez Sánchez
Diana Isabel Robles
María Clara Syro Morales
Ismail Yildiz
MIEMBROS HONORARIOS
Horacio Etchegoyen
Jaime Heresi +
Otto E. Kernberg
Juan Francisco Jordán
Romualdo Romanowsky
MIEMBROS ADHERENTES
Italo di Ruggiero Cozzarelli
Robert Silverman
COMISIÓN DIRECTIVA PARA EL PERÍODO 2008 – 2010
PRESIDENTE: Aura Victoria Carrascal Márquez
TESORERO: Henry García Moncaleano
SECRETARIA: María Victoria Niño Villamarín
DIRECTOR DE RELACIONES SOCIETARIAS: Pedro Vargas Navarro
DIRECTORA DE PUBLICACIONES Y DIFUSIÓN: Hilda Botero Cadavid
VOCALES: José A. Márquez Cuervo-Mario González Velásquez
DIRECTOR DEL INSTITUTO DE PSICOANÁLISIS: Edgard Yamhure
DIRECTOR DE LA BIBLIOTECA: Italo di Ruggiero C.
Las opiniones expresadas en esta publicación corresponden
a sus autores y no comprometen a los editores de la Revista.
PSICOANALISIS
Volumen XX No. 2, Julio - Diciembre 2008
EDITORIAL
Hilda Botero Cadavid .............................................................................................................................................
5
ARTÍCULOS
¿IDENTIFICACIÓN ADHESIVA EN LA PARED DEL ESPACIO VACÍO DEL INTERIOR DE
LA MADRE? LA MASCULINIDAD APLANADA
ADHESIVE IDENTIFICATION IN AN EMPTY CLAUSTRUM? THE FLATTENED MASCULINITY
IDENTIFICAÇÃO ADESIVA NA PAREDE DO ESPAÇO VAZIO DO INTERIOR DA MÃE?
A MASCULINIDADE ACHATADA
Cecilia Muñoz Vila .....................................................................................................................................................
9
ANGUSTIAS Y ATAQUES DE PÁNICO. Convergencias, suplementos y divergencias
ANXIETIES AND PANIC ATTACKS.
ANGUSTIAS E ATAQUES DE PÂNICO. Convergências, suplementações e divergências
Ismail Yildiz .........................................................................................................................................................
21
LAS IMÁGENES VISUALES EN EL PROCESO ANALÍTICO
VISUAL IMAGES IN THE PSYCHOANALYTICAL PROCESS
AS IMAGENS VISUAIS NO PROCESSO ANALÍTICO
María Inés Nieto M. ..........................................................................................................................................
51
EN LA FRONTERA DEL SENTIDO
AT THE BOUNDARIES OF SENSE
NA FRONTERA DO SENTIDO
Carlos Tamm L. de Sá .......................................................................................................................................
61
EL MUNDO DE LOS OBJETOS INTERNOS
THE WORLD OF THE INTERNAL OBJECTS
O MUNDO DOS OBJETOS INTERNOS
Eduardo Angarita Rojas .................................................................................................................................
73
VICISITUDES DE LAS IDENTIFICACIONES SEXUALES EN LA INFANCIA.
Un acercamiento clínico.
VICISSITUDES OF SEXUAL IDENTIFICATIONS IN CHILDHOOD. A clinical approach
VICISSITUDES DAS IDENTIFICAÇÕES SEXUAIS NA INFÂNCIA. Aproximação clínica.
Mónica Cardenal ...............................................................................................................................................
83
EL NIÑO DEL CARRETEL. UNA VISITA A ERNEST FREUD
THE CHILD OF THE WOODEN REEL. A VISIT WITH W. ERNEST FREUD.
O MENINO DO CARRETEL. UMA VISITA A ERNEST FREUD
Adriana Prengler Benveniste ........................................................................................................................
93
¿QUÉ ES LA OBSERVACIÓN DE BEBÉS? ALGUNAS CONSIDERACIONES
WHAT IS BABY OBSERVATION? SOME CONSIDERATIONS
O QUE É A OBSERVAÇÃO DE BEBÊS? ALGUMAS CONSIDERAÇÕES
Hilda Botero Cadavid .....................................................................................................................................
103
ENSAYOS
DIVERGENCIAS EN LA PRÁCTICA PSICOANALÍTICA
María Victoria Niño ................................................................................................................................................
127
PROBLEMAS Y VICISITUDES EN LA FORMACIÓN ANALÍTICA
Pedro Andrés Oróstegui H. .............................................................................................................................
131
¿EN BUSCA DE UNA IDENTIDAD?
Alba Lucía Arias ................................................................................................................................................
132
ANÁLISIS DIDÁCTICO Y SUPERVISIÓN
Pedro Andrés Oróstegui H. .............................................................................................................................
135
PROCESO DE CAPTACIÓN DE PACIENTES PARA PSICOANÁLISIS
Josefina Sarmiento Nova ...............................................................................................................................
138
PROMOCIÓN Y DIFUSIÓN
Lilian Morales ....................................................................................................................................................
139
IDENTIDAD Y CRISIS DEL ANALISTA EN FORMACIÓN
Betty Acosta Zuleta ..........................................................................................................................................
141
RESEÑAS
VIII CONGRESO INTERNACIONAL DE OBSERVACIÓN DE LACTANTES ...............................................
147
IXXVIICONGRESO
CONGRESOLATINOAMERICANO
LATINOAMERICANODE
DEPSICOANÁLISIS
PSICOANÁLISIS“PERSONA
“PERSONAYYPRESENCIA
PRESENCIADEL
XXVII
DEL ANALISTA”
ANALISTA”
Betty Acosta Zuleta .........................................................................................................................................
149
III SIMPOSIO DE PSICOLOGÍA PERINATAL. CLÍNICA COLSANITAS ......................................................
149
NOTAS
PRESENTACIÓN Y LANZAMIENTO ........................................................................................................................
153
ACTIVIDADES INSTITUCIONALES 2009 ..............................................................................................................
157
NORMAS DE PUBLICACIÓN ............................................................................................................................
161
PSICOANÁLISIS XX (2); 5-6, 2008
EDITORIAL
REVISTA PSICOANÁLISIS
HILDA BOTERO CADAVID*
CADAVID
Presentamos un nuevo número de Psicoanálisis, la Revista de la Asociación Psicoanalítica Colombiana. Contamos en esta
edición con la presencia de destacados autores quienes comparten con todos los lectores
sus experiencias, pensamientos, disciplinas
investigativas, y en especial, la experiencia
emocional de depurar su capacidad comunicativa hasta alcanzar el lenguaje escrito,
que evidencia su ejercicio profesional y lo
convierte en alimento intelectual, claves de
comprensión y estímulo en la búsqueda del
conocimiento.
En la presente edición iniciamos el abordaje de la Observación de Bebés, Método Esther Bick, con una introducción a su teoría y
su práctica. Desde 1948 hasta ahora, éste ha
sido un método que ha crecido para aportar
al Psicoanálisis hallazgos asombrosos sobre
la vida mental temprana, sobre las vicisitudes
que acompañan las relaciones primarias medre-hijo-padre-familia, tanto en la conformación del sujeto, como en la instauración
de la salud mental. La revista continuará,
en cada una de sus ediciones, “observando”
cómo esta tarea descubre y comunica detalles íntimos del desarrollo psíquico. Con
el Método Psicoanalítico, base para la comprensión y la aplicación de la técnica; la Observación de Bebés irá encontrando el justo
lugar que merece dentro de nuestro quehacer profesional.
En nuestra pasada edición comenzamos
a hacer efectiva la cooperación y el aporte
de varios escritores extranjeros, invitados a
*
Editora de la revista.
compartir pensamiento y conocimiento. Nos
acompañan en este número, psicoanalistas
con generosidad y entusiasmo, quienes han
llegado a nuestra ‘casa’ para conversar en
el idioma que compartimos: el Psicoanálisis.
Carlos Tamm, y su maravillosa sensibilidad
puesta el servicio de la recuperación del
niño y el adolescente; Mónica Cardenal nos
comparte sus inquietudes acerca de la salud
mental y el desarrollo psíquico con niños en
momentos difíciles de su organización emocional; Adriana Prengler nos lleva de paseo
hasta Freud, literalmente; comparte con nosotros la experiencia de hallarse en los terrenos
emocionales en los que nació el Psicoanálisis.
Agradezco enormemente a todos estos autores aquí presentes por su trabajo y dedicación, su vivencia y su esfuerzo comunicativo.
No es fácil lograr la creativa reunión de
material como el que se logró en esta edición,
dado que los temas desarrollados por varios
colegas son de una importancia indiscutible:
Cecilia Muñoz V., generosa y amable, comparte con nosotros su sensibilidad asombrosa
y su capacidad de comprensión. Su artículo
deja en nosotros el sabor y el sentir de los esfuerzos por asomarnos al alma humana, con
sus inquietantes complejidades; alma, como
refería Freud que hallaba en sus intensas y
profundas investigaciones. Maria Inés Nieto
presenta la evocación de imágenes parlantes,
guías del conocimiento, y nos alumbra caminos por transitar. Eduardo Angarita entra al
mundo de los Objetos Internos y nos hace escuchar los ecos de su existencia; Ismail Yildiz
6
HILDA BOTERO CADAVID
con su intensa capacidad investigativa, nos
ubica en la atmósfera de la Angustia y el Pánico, analiza y comprende este estado mental
inquietante e intensamente explorado; Hilda
Botero nos invita a entrar en contacto con
ese mundo primario de cada uno, desconocido, asombroso, y que promete creatividad,
sensibilidad y comprensión. Como vemos,
tenemos un universo enorme para viajar y
permitirnos explorar las inmensidades del
psiquismo, la insania mental, la salud mental
y las posibilidades de seguir dialogando sobre
nuestra naturaleza y cómo la ejercemos.
En la sección de Ensayos, miembros y candidatos hacen su arribo presentando, ahora
en lenguaje escrito, lo que nos ha reunido en
varios momentos con el afán de mantener
el diálogo y el intercambio. Presentamos algunas Notas acerca de eventos en los cuales
hacemos presencia, no sólo como individuos,
sino como grupo que comparte conocimiento y ejercicio profesional.
Cerramos nuestra edición con una invitación a formar parte de momentos de riqueza
intelectual y ánimo investigativo. Varias actividades institucionales pueden consultarse
para comenzar a compartir, en mayor medida, inquietudes y aspiraciones. La Asociación
Psicoanalítica Colombiana espera que este
intercambio logre iniciar una relación más
asidua con el conocimiento y la comprensión
que nos aporta el Psicoanálisis como ruta
para conocernos cada vez más como individuos y como Grupo Humano.
Reitero mis agradecimientos a la Asociación por su confianza y a todos quienes colaboraron para que este esfuerzo tuviera el
resultado que ofrecemos en este Volumen.
ARTÍCULOS
LOS AUTORES
CECILIA MUÑOZ VILA: Psicóloga de la Universidad Nacional de Colombia, realizó estudios de postgrado en Sociología
en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales en Chile, en la Universidad Católica de Lovaina, en la Universidad
de Münster y en la Universidad de Cornell, y en Psicoanálisis
en la Sociedad Colombiana de Psicoanálisis. Actualmente
es profesora de Cátedra en la Maestría de Sicología Clínica
desde el vértice psicoanalítico en la Pontificia Universidad
Javeriana. Realiza práctica privada como psicóloga-psicoanalista y lleva a cabo investigaciones sobre análisis crítico
de medios y sobre historia de niñez. Recientemente terminó
una investigación sobre Duelo en niños y adolescentes y
otra sobre la manera como desde la academia y los medios
de comunicación se enfrentan la desmovilización y la reinserción de miembros de grupos insurgentes.
Publicaciones: Gamines-testimonios, La niñez en el siglo
XX-Comienzos de siglo, La aventura infantil a mediados de
siglo, Réquiem por los niños muertos con Ximena Pachón;
Niño trabajador-testimonios con Martha Palacios, Algarabías de paz y guerra con Leonor Esguerra y Reflexiones
sobre crianza con Alejandro Rojas y Los Viejos-testimonios
y El niño trabajador migrante del cual autora única.
ISMAIL YILDIZ: Nació en Ankara, Turquía. Graduado en
Medicina y Cirugía en la Universidad Católica de Lovaina
(Bélgica). Magíster en Ciencias Biomédicas e investigador
y docente en la misma universidad. Vive en Colombia
desde 1988. Trabajó como investigador y docente en
Neurociencias en la Universidad Nacional de Colombia y
en colaboración con Colciencias. Psicoanalista, Miembro
Asociado de la Asociación Psicoanalítica Colombiana y de
la Asociación Psicoanalítica Internacional.
MARÍA INÉS NIETO M.: Psicóloga de la Universidad Javeriana, Especialista en Psicología Clínica de la Universidad de
los Andes, Psicoanalista de la Sociedad Psicoanalítica Freudiana de Colombia. Miembro Titular de la Sociedad Psicoanalítica Freudiana de Colombia y Miembro de la Asociación
Psicoanalítica Internacional. Ha sido docente universitaria
en Psicopatología y Psicología Clínica, además de conferencista en temas relacionados con Psicoanálisis y Educación.
Al mismo tiempo que se dedica a la práctica privada, participa en la gestión de El Taller de psicoanálisis, un espacio de
tertulia permanente, en la ciudad de Bogotá.
CARLOS TAMM L. DE SÁ: Es Psiquiatra y Psicoanalista
Miembro Titular de la Sociedad Brasilera de Psicoanálisis de
Río de Janeiro, donde, hasta 2007, dictó el curso Desarrollo
emocional de niños y adolescentes. También es Miembro
Invitado de la British Psico –Analytical Society. Ha publicado varios trabajos sobre las relaciones entre Psicoanálisis,
Lenguaje y Literatura, focalizados, especialmente, en los
estados mentales carentes de representación.
Actualmente reside en Londres. Paralelo a su práctica privada trabaja en el Brent Adolescent Centre en la Tavistock
Clinic, donde desarrolla una investigación sobre Núcleos
Autistas y Procesos de desarrollo del Lenguaje.
EDUARDO ANGARITA ROJAS: Médico Psiquiatra de la
Universidad Javeriana, Psicoanalista de la Sociedad Psicoanaítica Freudiana de Colombia Paralelo a su práctica privada participa en la gestión de El Taller de psicoanálisis, un
espacio de tertulia permanente, en la ciudad de Bogotá.
MÓNICA CARDENAL: Psicoanalista, Miembro Titular de la
Asociación Psicoanalitica de Buenos Aires (APdeBA). Especialista en Psicoanálisis de niños y adolescentes (IPA) Profesora de la Carrera de Especializacion en Psicoanalisis del
Instituto Universitario de APdeBA. Coordinadora de la Secretaría de Extensión de APdeBA. Co-coordinadora General
y Profesora del Curso: “Estudios observacionales: aplicación
de los conceptos psicoanalíticos al trabajo con lactantes,
niños, adolescentes y familias”, modelo Tavistock, que se
dicta en el Hospital Italiano y Hospital de Niños Pedro Elizalde de Buenos Aires. Co-editora de la “Revista internacional de observación de lactantes y sus aplicaciones”, editada
por la Fundación Kamala, Bs. As., Argentina. Supervisora
del Área de Primera Infancia del Servicio de Salud Mental
Pediátrica del Hospital Italiano de Buenos Aires. Profesora
Titular en la Carrera de Psicología, de la Universidad del Salvador de Buenos Aires. Profesora invitada y colaboradora
docente de Cursos de Postgrado sobre Clínica de niños de
la Universidad de Buenos Aires (UBA).
ADRIANA PRENGLER: Miembro Titular de la Sociedad
Psicoanalítica de Caracas [Asociación componente de la
International Psychoanalytical Association (IPA) y de la
Federación Psicoanalítica de América Latina (FEPAL)], Licenciada en Psicología. Universidad Católica Andrés Bello,
UCAB, con Post grado en Psicología Clínica (Hospital General Carlos Arvelo en Caracas).
Miembro del Board de la IPA (2005-2009), Chair del Comité
de Préstamos para candidatos (IPA). Conferencista en congresos nacionales e internacionales y docente del Instituto
de Psicoanálisis de la Sociedad Psicoanalítica de Caracas y
de diversos post-grados de Psiquiatría y Psicologia Clínica
en Caracas. Ha publicado articulos sobre Psicoanalisis en
varias revistas nacionales e internacionales.
HILDA BOTERO CADAVID: Psicóloga U. Javeriana. Psicoanalista, Miembro Asociado Asociación Psicoanalítica
Colombina y Asociación Psicoanalítica Internacional (IPA).
Docente de maestría en Clínica y Psicoterapia Psicoanalítica, Universidad Javeriana. Experta en trabajo emocional
con la díada madre-hijo. Directora Seminarios de Observación de Bebés Método Esther Bick. Trabaja en la implementación de proyectos de atención emocional en las
Unidades de Recién Nacidos, Hospital San Ignacio, Hospital
Meissen y con grupos de salud en la Clínica Reina Sofía,
Bogotá. Trabaja en la organización y gestión de El Taller de
Psicoanálisis en la ciudad de Bogotá.
PSICOANÁLISIS XX (2); 9-20, 2008
¿IDENTIFICACIÓN ADHESIVA EN LA PARED DEL ESPACIO VACÍO
DEL INTERIOR DE LA MADRE? LA MASCULINIDAD APLANADA
CECILIA MUÑOZ VILA*
Recibido noviembre 06 08
Aprobado diciembre 20 08
Resumen
Tres partes conforman este artículo. En la primera, la autora establece algunas conjeturas imaginativas sobre las formas de construcción y encuentro del continente-contenido como abstracción (Bion) y sobre los estados, formas y funciones de la dimensionalidad del espacio psíquico
en el interior del claustro materno (Meltzer), que pueden ser utilizados como instrumentos de
observación, tanto de la realidad psíquica como de la realidad social. En la segunda parte, revisa
algunos de sus trabajos clínicos anteriores (1990-1998), en los que ha explorado la relación
de estos conceptos con la estructuración de la mente y con la visión del mundo. En la tercera
parte, a partir de un sueño reflexivo propio, plantea una hipótesis sobre la posibilidad de una
identificación adhesiva en el interior del claustro materno, que permitiría entender la condición
de masculinidad aplanada en algunos pacientes hombres que perdieron a sus padres en la
pubertad.
Palabras clave: identificación adhesiva, identificación proyectiva intrusiva, abandono y masculinidad
ADHESIVE IDENTIFICATION IN AN EMPTY CLAUSTRUM?
THE FLATTENED MASCULINITY
Summary
The article can be sum up in three points: 1) the author establishes some imaginative conjectures
over the construction forms and encounters between container and contained as abstraction
(Bion) and over the estates, forms and functions of the psychic space dimensionality (Meltzer),
as possible observation instruments of the psychic and social realities. 2) she does a summary
revision of her previous works in which she explores the relationship of these two concepts with
mind structures and world visions. 3) emerging from a reflexive dream of her own, she establishes an hypothesis over an adhesive identification inside the mother’s claustrum that could
explain the flatten masculinity of some men patients who lost their fathers in their puberty.
Key words: adhesive identificaton, proyective and intrusive identification, abandonment and
masculinity.
*
Psicóloga, Psicoanalista Sociedad Colombiana de Psicoanálisis. [email protected]
CECILIA MUÑOZ VILA
10
IDENTIFICAÇÃO ADESIVA NA PAREDE DO ESPAÇO VAZIO
DO INTERIOR DA MÃE? A MASCULINIDADE ACHATADA
Resumo1
Este artigo é composto por três partes. Na primeira, a autora nos fala de algumas conjecturas
imaginativas sobre as formas de construção e encontro do continente-contido como abstração
(Bion) e sobre os estados, formas e funções da dimensionalidade do espaço psíquico no interior
do claustro materno (Meltzer), que podem ser utilizados como instrumentos de observação,
tanto da realidade psíquica como da realidade social.
Na segunda parte, a autora faz a revisão de seus trabalhos clínicos anteriores (1990-1998) nos
quais explorou a relação destes conceitos com a estruturação da mente e com a visão do mundo.
Na terceira parte, a partir de um sonho reflexivo seu, propõe uma hipótese sobre a possibilidade
de uma identificação adesiva no interior do claustro materno, que permitiria entender a condição
de masculinidade achatada em alguns pacientes homens que perderam seu pai na puberdade.
Palavras chave: identificação adesiva, identificação projetiva intrusiva, abandono
e masculinidade
INTRODUCCIÓN
Hay dos conceptos que, por su carácter
multidimensional, metapsicológicamente hablando, por la riqueza morfológica y funcional que sugieren y por su gran utilidad clínica me han interesado teóricamente y los he
utilizado en varios de mis trabajos, no sólo
psicoanalíticos, sino sociológicos de los últimos años. Uno de ellos ha sido la relación
dinámica continente-contenido de Bion y el
otro el de la dimensionalidad del espacio psíquico de Meltzer.
En este trabajo, a partir de un sueño reflexivo propio sobre la calidad del estado
mental de algunos pacientes hombres que
tengo en este momento en consulta, intento
explorar una nueva idea sobre la identificación adhesiva masculina en las paredes del
espacio interior cúbico y estéril de la madre.
Estos hombres perdieron a su padre amado
y admirado cerca de la pubertad. Como hijos mayores, o como hijos únicos o cercanos
1
Traducción al portugués de Geny Talberg.
afectivamente a la madre, se quedaron al cuidado de ella como sus edecanes, remplazaron
al padre ausente en calidad de protectores,
pero se adhirieron a los aspectos femeninos
o masculinos de la madre y perdieron su propia existencia masculina y femenina combinada de los dos padres, por estar presos en el
interior de ella. Antes de entrar al sueño y a la
descripción de los estados mentales de estos
“hombres actuales”, quisiera explorar someramente los conceptos de relación dinámica
continente-contenido, de dimensionalidad
del espacio psíquico y las modalidades del
encuentro continente-contenido.
I. UNA NUEVA MIRADA AL CONCEPTO
DE RELACIÓN DINÁMICA CONTINENTECONTENIDO DE BION Y AL CONCEPTO
DE DIMENSIONALIDAD DEL ESPACIO
PSÍQUICO DE MELTZER
La relación dinámica continente-contenido fue descrita inicialmente por Bion de
¿IDENTIFICACIÓN ADHESIVA EN LA PARED DEL ESPACIO VACÍO DEL INTERIOR DE LA MADRE?
manera amplia y sistemática desde su origen,
con respecto a su inicio en la relación madre-bebé en Aprendiendo de la experiencia
(1962). y un año después fue expuesta de
manera abstracta en Elementos de psicoanálisis (1963). Más tarde, en Atención e interpretación (1970) Bion realizó algunos intentos de aplicación de este concepto al funcionamiento del grupo frente a la idea nueva,
a sus reacciones frente al individuo que se
opone al funcionar dogmático, rutinario e
institucionalizado del grupo, pero que puede
llegar a contribuir al cambio catastrófico de
la mentalidad y el funcionamiento del grupo,
si es aceptado, o bien que, por el contrario,
puede reforzar al grupo antiguo y merecer su
expulsión porque pone en peligro la integridad pasmada del mismo. Al final de su vida,
en Memorias del Futuro (1991) usó este concepto y lo amplió en todos sus componentes
sobre la relación masculino-femenino del ser
humano, no sólo en la realidad externa, sino
en la realidad multiestructural y multifuncional de las partes de la mente. Todos estos
trabajos de Bion se convirtieron en un estímulo para pensar en una morfología mental
compleja, en una geometría mental no suficientemente explorada y en una dinámica alterada por las formas geométricas, tanto del
continente como del contenido cuando estos
dos componentes entran en contacto.
La construcción del continente y del
contenido, las formas que estos elementos
pueden adquirir, antes de entrar en contacto, o las formas que tienen que asumir para
entrar en contacto me inquietan, no sólo de
manera abstracta, sino como instrumento
para reflexionar sobre la realidad psíquica y
sobre la realidad social. De manera abstracta
las posibilidades son infinitas. En términos del
continente y del contenido, puede variar la
calidad de las paredes: las formas redondas o
cuadradas, alargadas o achatadas, puntiagudas o romas, ásperas o suaves, gruesas o del-
11
gadas, flexibles o rígidas que pueden adquirir
las paredes que los conforman. En términos
del continente puede variar notoriamente la
permeabilidad misma de las paredes, su disponibilidad a recibir o rechazar los contenidos
que se acercan y quieren entrar en él. En términos del contenido puede variar igualmente
la calidad de la fuerza que usa para acercarse
y para entrar en el continente, así como la calidad de la fuerza utilizada por el contenido
en el interior del continente, que puede determinar el que permanezca o sea expulsado
de él, o inclusive, que el uso de una fuerza
violenta y destructiva aniquile las dos partes.
No es lo mismo un encuentro entre un
continente de pared delgada y flexible con
un contenido de forma delgada y penetrante,
que plácidamente y con fuerza no violenta
lo atraviesa para unirse e iniciar una relación
creativa y lúdica que da origen a nuevos seres,
a nuevas ideas, que uno entre un continente áspero, de pared rígida, con un contenido
de vértices puntiagudos que no le permite
la entrada, o que exige una fuerza tal para
ser perforado, que en el encuentro lo que
se produce es una explosión que aniquila el
continente; o la entrada fácil a un continente que es aparentemente receptivo, pero que
por la cualidad violenta interior se convierte
en un continente que apresa al contenido y
finalmente lo destruye; como, tampoco, el
encuentro entre un continente y un contenido rígidos, ásperos, inflexibles tanto en la
receptividad como en la violencia de entrada
que conduce al alejamiento indiferente o al
encuentro explosivo y destructivo.
Si volvemos a las ideas de Bion sobre la
relación pecho-pezón-boca, a la relación
madre-bebé, a la relación entre las mentes,
entre partes de una mente, entre el analista
y el analizando, entre el grupo y el individuo
que trae una idea nueva, entre la mujer y el
hombre -lo femenino y lo masculino-, entre grupos diferentes, naciones diferentes, o
12
CECILIA MUÑOZ VILA
ideologías diferentes, nos encontramos con
un instrumento, que por su carácter de gran
abstracción, nos permite explorar las múltiples modalidades tanto de la conformación
de las unidades que entran en contacto,
como la de la modalidad de los encuentros
entre las unidades y de la resultante de éstos.
Si le añadimos, además, la relación integradora o desintegradora (PS↔D) al encuentro
que puede llevar a la modificación creativa
del encuentro, a la destrucción maligna del
mismo, y la calidad de los vínculos (A, O, C /
-A,-O,-C) que se establecen entre las partes, y
que tiñen el encuentro de benignidad o malignidad, el cuadro se complejiza aún más.
Es fácil ver los extremos. Están los encuentros plácidos, amorosos, interesados, que se
defienden de quienes los atacan: parejas o familias, grupos o naciones que se interesan en
el bienestar de todos, bienestar que conlleva la
aceptación de la evolución diferente de cada
uno, el funcionar diferente de las partes, la
búsqueda de objetivos paralelos, complementarios o diferentes, que por último, se convierten en continentes que evolucionan para dar
cabida a existencias y mentalidades diferentes, pero que saben que hay que limitar la violencia destructiva y explosiva y la indiferencia
aniquilante. Están, también, los desencuentros
que conllevan un intento de encuentro o un
rechazo del mismo por su cualidad destructiva, o que implican modificaciones aceptadas
mutuamente para poder lograrlo. Finalmente,
están los encuentros violentos llenos de vínculos negativos que sólo intentan imponer
con violencia en el continente la cualidad del
contenido, con dominación violenta, pero de
la que tal vez es posible salir con igual calidad
de violencia para alejarse o diferenciarse del
continente o contenido enemigo, situación
que se ve fácilmente en esa oscilación entre
dominación y liberación.
Otras veces, como sucede con el parasitismo mental, los encuentros producen un
encerramiento de la confusión que se produce entre partes no diferenciadas, amorfas
o bizarras del continente y del contenido,
donde la desintegración produce una mezcla imposible de discriminar y los vínculos
positivos y negativos se entrelazan erráticamente haciendo imposible la separación,
y produciendo en cambio, ese movimiento
oscilante y atrapador entre el sadismo y el
masoquismo, entre la destrucción y la protección. Esta situación se ve con claridad en
las relaciones de los hijos con madres violentas en su dulzura, pero impenetrables, de las
cuales es difícil alejarse o diferenciarse. Está
presente también en el Síndrome de Estocolmo, cuando el enemigo amoroso que puede
matarme se convierte en mi salvador, o en
la defensa de la democracia de algunos pueblos que conllevan una tiranía violenta y una
destrucción aparatosa de la nación que se intenta proteger. Son los abrazos de la muerte,
en medio de la confusión entre el amor y el
odio, del continente y del contenido.
Con el descubrimiento de la dimensionalidad del espacio psíquico descrito por
Meltzer en Exploración del autismo (1975), y
posteriormente con el desarrollo de sus ideas
alrededor del claustro en su libro Claustrum
(1992), la mirada psicoanalítica se desplazó
hacia los procesos diferentes de identificación
(adhesiva y proyectiva) y hacia la vida en el
interior del objeto materno. Se exploraron entonces las consecuencias en cuanto a la conformación de la mente y la calidad de la vida
en la realidad social cuando se vive desde la
cabeza-pecho, con la mirada idealizante: o en
los genitales con una mirada y una existencia
erotizada y excitada hacia el sí mismo, hacia
los otros y hacia el mundo: o en el ano con
una mirada y una existencia sadomasoquista
donde la dominación y tiranía se hacen sentir
en el interior de la mente y en la vida social.
Surgió también la idea de una carencia de
continente, cuando lo que hay es solamen-
¿IDENTIFICACIÓN ADHESIVA EN LA PARED DEL ESPACIO VACÍO DEL INTERIOR DE LA MADRE?
te un contenido que se mueve sin destino, o
cuando su intención de encuentro no halló
un continente receptivo y amable: situación
que es clara en el narcisismo del yo, que no
es más que un contenido omnipresente en el
mundo que quiere imponer su tiranía sobre
otros contenidos, que para él no tienen existencia propia, sino que tienen que estar a su
servicio cada vez que se los encuentra. Son
sólo puntos que se mueven, se encuentran,
chocan y se alejan, pero no producen ningún
cambio en el yo que sigue existiendo sin conciencia de los otros. Apareció también la idea
de una superficie-continente-abierto que no
se cierra, con el cual el contenido se estrella o
se resbala o se abre y se pega como lapa a la
superficie plana de la bidimensionalidad. Es
solamente en la tridimensionalidad cuando
el continente y el contenido se encuentran
en el espacio interior del cuerpo de la madre.
Unas veces, la calidad del continente –amoroso y receptivo- permite el desarrollo del
contenido, pero otras veces, la voracidad
del continente hace que el contenido quede
apresado y pierda el hilo que lo conduce a su
salida, a la huida del continente destructivo.
Meltzer nos llevó a pensar en tres espacios continentes apresadores: cabeza, pecho
y útero o ano, lugares en los cuales el contenido que los ocupa desarrolla modalidades
de patología psicótica. El análisis de Meltzer
se centra en la función del espacio interno de
la madre y los contenidos existentes, previos
a la entrada del yo, como los determinantes
de lo que le sucede a la existencia psíquica, a
los estados de la mente y a las cualidades del
funcionamiento social. Es a partir de las ideas
anteriores que es posible pensar no sólo en
la función, sino en las formas de estos tres
espacios y en la calidad de sus paredes y
orificios, y en la calidad de los continentes
previos. Nueva área del conocimiento por explorar sobre la realidad psíquica y social.
13
II. UNA MIRADA SOMERA A ALGUNOS
DE MIS TRABAJOS ANTERIORES EN LOS
CUALES EXPLORÉ ESTOS DOS CONCEPTOS
En varios de mis trabajos he explorado,
con base en material clínico, algunos aspectos de estos conceptos, tanto con relación a
la estructuración de la mente como con relación al vínculo analista-paciente. En mi trabajo “Una expresión clínica de la configuración
continente-contenido” (1989), a través de un
caso de postautismo pude observar cómo la
conformación progresiva del psiquismo desde un continente inexistente, superficie inicialmente plana que no tiene capacidad de
recibir y en la cual los contenidos se resbalan,
pasó al estado de un continente que recibía
de manera rígida sólo ciertos contenidos y
posteriormente a un continente que adquiría
movilidad no sólo en cuanto a la calidad de
los contenidos que recibía, sino en cuanto a
la función alterna y flexible de contenido o
continente que se desarrollaba, proceso este
que se reflejaba en el juego y en la forma
de aprender de la paciente, desde una copia
confusa del habla del objeto, hasta la posibilidad de concebir ideas nuevas. Esta paciente
pasó del embadurne mental repetitivo y obsesivo a la posibilidad de crear ideas, figuras
o combinaciones nuevas.
En otro trabajo, “Un material clínico a la luz
de modelos neokleinianos” (Muñoz, 1994a), exploré el material clínico recogido por una colega a la luz del modelo continente-contenido
de Bion y de la dimensionalidad de Meltzer. De
esa mirada analítica surgieron algunas ideas
sobre la cualidad tanto del continente como
del contenido en los que apareció la piel como
continente sin firmeza, que opera “laxamente estructurado” y dificulta la conformación
de identidad, la utilización de pieles ajenas
que conforman identidades ajenas y variables
que se copian; además, la imagen de la boca
14
CECILIA MUÑOZ VILA
que, como un continente sin capacidad de
expansión suficiente, no puede conservar el
contenido sino que lo expulsa y reincorpora
repetidamente en un círculo vicioso producto de su rigidez y limitación. Igualmente, se
veía la imposibilidad de establecer relaciones
interpersonales adecuadas bajo un continente
propio laxamente estructurado que se expandía y confundía en la relación con los otros,
o no lograba relacionarse porque no tenía la
flexibilidad adecuada, y pasaba constantemente del encuentro al desencuentro. Allí sugerí la
necesidad de un continente adecuado -flexible
pero con límites propios- que ayude a la conformación de uno flexible y estructurado, que
permita detectar, diferenciadamente, los contenidos del interior propio de los contenidos
externos y ajenos.
En el trabajo “Las narraciones de recuerdos, de vida cotidiana y de sueños son coordenadas que permiten conceptualizar los
estados de la mente” (Muñoz, 1998), exploré
la morfología psíquica de los objetos y los
procesos de identificación, y tuve la oportunidad de observar en un paciente joven cómo
la cualidad del objeto externo e interno podía variar. Éste podía ser inexistente (ausente,
abandónico, deprimido) peligroso (traicionero,
persecutorio) o aniquilador, (violento, explosivo, destructivo). Pero, estas cualidades no permanecían aisladas sino que se cruzaban con
lo femenino (madre) y lo masculino (padre), y
surgían entonces una madre-mujer inexistente, peligrosa o aniquiladora y un padre-hombre inexistente, peligroso o aniquilador.
El self identificado con ellos (proyectivamente unas veces y adhesivamente otras) se
convertía en inexistente, peligroso o aniquilador. Adicionalmente, lo femenino se relacionaba con lo pasivo y lo masculino con lo activo y
surgían cambios en las formas de los objetos.
Lo femenino-mamá se volvía pasivo y predominaba su inexistencia. Lo masculino-papá se
volvía activo y se resaltaba lo peligroso y agre-
sivo de su ser. Esto le dificultaba, indudablemente, su identificación sexual. La alternativa
era volverse mujer-hombre-pasivo-inexistente, o bien hombre-hombre-activo-peligrosoaniquilador. Adicionalmente, observé cómo
los objetos padre-madre no habían podido
asumir una diferenciación adulto-niño, y en
su indiscriminación predominaba lo polimorfo
perverso. Esa manera de funcionar guiaba al
paciente en la misma dirección, en la misma
indiscriminación y confusión. Para evitar las
confusiones zonales, producto de la confusión
femenino-masculina, activo-pasivo, adultoniño que lo orientaban hacia el vacío en la
relación con el otro o hacia la aniquilación del
otro y del sí-mismo, el paciente se paralizaba,
se sumía en una pasividad-impotente, en una
incapacidad, muy cercana a una vagina inútil
y estéril.
Cuando las cualidades masculino y activo
se valoraban positivamente, pero aún persistía la conexión femenino-peligroso-destructivo, la identidad homosexual entraba en
crisis; ya no quería ser vagina inútil, ni pene
agresivo; ya no era posible dejarse penetrar,
pero tampoco era posible penetrar. El paciente entró en un estado de “limbo sexual”. Sin
embargo, esta situación se hizo insoportable
y el paciente regresó a estados mentales femeninos pasivos y volvió a ser una vagina
inútil. Sus intentos de construir infructuosamente una heterosexualidad-activa terminaban en fracaso. Finalmente, el pene no pudo
entrar en una vagina clara y fértil y quedó
convertido en un pene potente pero sin continente adecuado donde ubicarse.
Como producto de la recuperación de
relaciones buenas con objetos hombres más
discriminados (analistas y padres anteriores
y nueva mirada a su padrastro actual), que
tenían formas psíquicas no peligrosas y no
destructivas, sino más bien continentes,
presentes y benignas, las cualidades femenino-masculino pudieron diferenciarse y
¿IDENTIFICACIÓN ADHESIVA EN LA PARED DEL ESPACIO VACÍO DEL INTERIOR DE LA MADRE?
desaparecieron las mezclas rígidas antiguas
con masculino-activo-peligroso y femeninopasivo-inexistente, para surgir la diferenciación niño-adulto. El paciente pudo buscar su
identidad sexual del lado de lo masculino-activo-adulto-protector, un hombre adulto que
podía hacerse cargo de sí mismo y de otros,
de sus lados infantiles y de otros niños. Pero,
como no pudo aclararse suficientemente las
cualidades femeninas inexistentes, peligrosas
o destructivas, la única posibilidad que tuvo
fue convertirse en un padre-protector-activo
que seguía confundido al identificarse con la
madre no aclarada y persistió en su posición
homosexual. El objeto elegido para establecer una relación afectiva era el reflejo del objeto materno: un hombre-mujer-pasivo-niña
que él cuidaba desde su posición de hombre
activo y protector, identificado con el objeto
padre-masculino-activo, más discriminado y
valorado.
En el trabajo “El edecán de la madre: una
depresión melancólica” (1994b), pude observar cómo fallaba la función continente-contenido en la mente de un paciente. Su funcionamiento mental era el de una madre que
diera de mamar a su hijo, y en lugar de mirar
el efecto de la mamada en el bebé pensara:
“¿será que la leche es buena?”, “¿tendrá vitaminas?”, “¿será dulce?” y en ningún momento se preocupara por el bebé que recibe la
leche, en cuyas actitudes podría encontrar el
reflejo del efecto de la mamada. Lo que hacía
o decía sólo lo evaluaba en términos de bondad en sí-misma del contenido que emitía y
no con relación a la reacción del continente
que recibía su producto. Predominaba en él
una pregunta: “¿estaré haciendo o diciendo
lo mejor?” Al no tener en cuenta la reacción
del depositario, sino la cualidad de lo emitido,
no se establecía un vínculo con el objeto sino
una mirada narcisista hacia su producto.
El movimiento de las identificaciones que
se observaba en la mente de este paciente
15
podría resumirse de la siguiente manera:
muerte del padre, sentimiento de abandono
y tristeza, que no pudo ser contenido por la
madre deprimida. En ese momento él, a pesar
de sus deseos y con una gran decepción por
no lograr reemplazar plenamente al padre, se
vio forzado a convertirse en el acompañante
de la madre triste, silenciosa e inactiva. No
pudo sentir la rabia hacia la madre que no lo
aceptó como compañero sustituto del padre
y pasó entonces a convertirse en la madre
triste, silenciosa y pasiva y a sentir rabia contra estos rasgos de carácter de la madre, convertidos ahora en propios. Después de año y
medio de análisis, comenzó a aparecer una
relativa tolerancia a la tristeza y al silencio
y tomó contacto con la gran rabia hacia el
padre, por haberse muerto cuando todavía lo
necesitaba para ubicarse en el mundo, y hacia
la madre, por no haberlo aceptado como marido sustituto, ni recuperar su alegría con su
compañía, después de la muerte del padre.
Un interrogante surgió de ese trabajo.
Me pregunté si la melancolía era producto
solamente de un proceso de internalización
del objeto como parte del sí-mismo crítico a
través de un proceso de incorporación canibalística, pero a la vez de expulsión y destrucción previas, exclusivamente, como lo
planteara Abraham (1924), o podría tratarse
en algunos casos de un proceso de identificación proyectiva tanto con el padre como con
la madre y una doble mirada desde dentro
de cada uno de estos objetos. Pensé que era
posible que el melancólico se encontrara perdido dentro de la madre y, a la vez, dentro del
padre, como objetos internos, y que el proceso analítico pudiera permitirle salir de estos
encierros en el claustro materno y dentro
del pene apresado en el claustro combinado
y confuso de papá-bebé-mamá, en un gran
edén (cabeza/pecho-pezón), pero viviendo
dentro de los objetos y sin poder salir porque
no sabía cómo hacerlo. Sugerí que el daño
16
CECILIA MUÑOZ VILA
en la melancolía estuviera dado, en algunos
casos, por la doble identificación narcisística
proyectiva. Metido dentro del padre se quedó
acompañando, lleno de amor y dedicación a
la madre, y metido en la madre se quedó triste, silencioso y vacío como la madre, echando
de menos al padre. Enclaustrado no pudo experimentar, desde él mismo, la doble pérdida
de sus padres.
En otro trabajo, “Fantasías de final de análisis” (1991), en el cual exploré las últimas sesiones del análisis de cuatro niños a la luz de
los conceptos de dimensionalidad de Meltzer
y de continente-contenido de Bion, encontré
algunas variaciones. La primera niña, con una
imagen de columpio en su mente, sin noción
de continente, oscilaba entre dos situaciones
sin límites claramente definidos. No había la
concepción de espacio diferenciado adentroafuera, sino un oscilar entre dos situaciones
planas que no tenían configuración de continente. Permaneció en un estado en el cual
el acercamiento y alejamiento de los objetos
era de carácter fortuito. La segunda niña se
sentía expulsada del consultorio-continente a
un espacio exterior no definido notoriamente.
Sólo existía el espacio claro que quedaba clausurado para ella y carecía de una concepción
clara sobre el lugar al que se enfrentaba. En
el tercer niño, con la fantasía del cordón umbilical que lo ligaba todavía a la matriz, como
espacio continente, y que le permitía salir sin
perder su origen, se desplazó del continente
a un espacio no bien definido, pero al menos
podría volver. La cuarta niña se fue de un espacio que se modificaría con el tiempo hacia
un espacio en el que la esperaba un nuevo
objeto continente: la madre.
En ese artículo concluí que en la unidimensionalidad no había ninguna concepción
de espacio, en la bidimensionalidad había la
noción de ir y venir entre dos situaciones planas, en la tridimensionalidad aparecerían dos
momentos: uno donde la noción de espacio
continente implicaba que el contenido era
pasivamente expulsado y otra donde el contenido puede entrar y salir del continente en
forma activa. Pero en ambos casos el espacio
nuevo no estaba claramente definido. En la
tetradimensionalidad, finalmente el espacio
viejo es un lugar en el cual es posible entrar
y salir en forma activa pero a la vez éste se
va modificando a medida que el tiempo pasa.
El espacio no es nunca igual y no hay regreso posible a un espacio infinito sino a otros
espacios que contienen objetos que pueden
servir de nuevos continentes.
III. EL CONTENIDO DEL SUEÑO
Este sueño lo tuve al regresar de vacaciones el día antes de entrar de nuevo al trabajo.
Es Navidad, voy de visita a la casa de los
padres de una pareja mayor amiga mía que
no ha tenido hijos, una pareja estéril. Estando
en la casa de los padres de él, observo adheridos al piso, a las paredes y al techo, trozos no continuos de lo que sería un árbol de
navidad, de color verde oscuro y verde claro.
Es un árbol de Navidad construido en casa
de los padres de él-ella, son como dibujos al
óleo o en papier maché. El árbol surge en el
piso y se eleva hacia la pared, luego viene un
espacio en blanco y continúa en la parte alta
de la pared para pasar al techo, donde vuelve a haber un espacio en blanco, y del otro
lado del techo vuelve el mismo proceso en
dirección contraria. Siempre con pedazos en
blanco y trozos de verde claro y verde oscuro.
Lo observo desde la mitad del cuarto y veo
la construcción en lo que sería la bóveda del
espacio. No veo la pared del fondo porque
estoy de espaldas a ella y no hay pared enfrente porque ahí continúa la casa, sólo se ve
el marco de madera que enmarca el espacio
que continúa. Ellos me muestran la construc-
¿IDENTIFICACIÓN ADHESIVA EN LA PARED DEL ESPACIO VACÍO DEL INTERIOR DE LA MADRE?
ción, están orgullosos de ella y yo pienso “es
como una instalación conceptual” pero en
espacio ajeno, en el interior de la casa de la
madre de él-ella. Me dicen que de allí saldrán
a su propia casa donde van a armar concretamente el árbol de navidad.
Este sueño me inquietó mucho. ¿Qué representa socialmente el árbol de navidad? Es
un árbol-padre lleno de regalos, que entrega
sus frutos a la casa familiar. Pero en la imagen
del sueño hay partes que se ven claras y otras
oscuras y otras son parte de la imagen, están
perdidas. Son seguramente las imágenes de
partes del padre, unas claras, otras oscuras y
otras que se perdieron. Trozos de imágenes en
el piso, las paredes y el techo de una bóveda. ¿Serán pedazos de las imágenes del padre
pegadas al interior de la bóveda materna? Ni
el padre, ni la madre tendrían vida en esta
imagen. No hay luces, ni frutos, sólo dos superficies incompletas. Ni continente cerrado,
ni árbol-padre en tercera dimensión. Hay una
construcción que pareciera tener lugar con vivencias pasadas no claramente entrelazadas,
espacios perdidos e imágenes reconocidas en
pedazos, no plenamente recuperadas.
IV. UNA MIRADA SOMERA A LA
CONDICIÓN MENTAL Y EL PROCESO
ANALÍTICO DE TRES PACIENTES HOMBRES
JÓVENES QUE NO LOGRABA ENTENDER
Durante el año anterior tuve tres pacientes hombres con características mentales y
vitales similares. Dos de ellos habían perdido,
al terminar su infancia e iniciar la pubertad
(once y doce años), a sus padres, por la ruptura de la relación con la madre. Uno de ellos
era hijo único y el otro el mayor de cinco
hermanos. Ambas madres habían quedado
deprimidas y ellos habían tenido que hacerse
cargo de su dolor. Desde ese momento se habían convertido en los protectores de la ma-
17
dre y de las hermanas. Ambos eran exitosos
profesionalmente, pero ambos, también, habían tenido problemas en sus matrimonios.
Sus propias mujeres se habían convertido
en una carga de dolor y necesidad y ellos se
mantenían allí porque no podían alejarse de
estas mujeres necesitadas que se convertirían en dolientes con su ida. Tenían una actitud ambivalente hacia el padre ido, pero no
totalmente ido. Por una parte lo admiraban;
habían sido exitosos económicamente, pero
se habían quebrado, y estos hijos habían tenido que hacerse cargo de lo que quedaba
de la quiebra del padre, que finalmente no se
alejaba del todo.
El otro hombre, el tercer paciente, que
había tenido que reemplazar al padre frente
a su madre y sus hermanos, era también el
hermano mayor. Por razones de trabajo, el
padre viajaba constantemente y la madre era
incapaz de resolver los asuntos domésticos
cuando el padre no estaba. Esta situación determinó que el hijo se hiciera cargo de estos
asuntos y se convirtiera en el todero de la
casa, modelo que se trasladó posteriormente
a su trabajo, en donde se convirtió en el gerente todero de una empresa exitosa que lo
usaba de manera abusiva.
En los procesos analíticos de estos tres
hombre empecé a ver en ellos una parte
mental de apariencia madura que era clara,
precisa, cuidadosa, respetuosa, amable en
su funcionar en sesión y fuera de ella, y
una parte más infantil, necesitada y entristecida, que se hallaba detrás de la relación
con sus mujeres necesitadas y entristecidas
a quienes complacían. Eran hombres-mujeres protectores eficientes, con exceso de demandas de parte de sus mujeres necesitadas,
entristecidas y nada generosas. La imagen
era, más bien, la de mujeres a quienes ellos
acompañaban. Mi sensación en terapia era
la de encontrarme con unos hombres que
habían aprendido a cuidar pero que nunca
18
CECILIA MUÑOZ VILA
habían aprendido a pedir, a demandar, porque el objeto no recibía, no podía oír, ver, ni
entender sus necesidades. En el análisis con
estos hombres tuve la sensación de que me
veían a mí misma como otra mujer a la que
no podían abandonar, una mujer mayor necesitada. Hombres que vivían con deseos de
ser libres, moverse por el mundo como los
padres, pero que habían quedado atrapados
en el cuidado de sus madres y esposas demandantes, necesitadas y entristecidas. Alejarse de ellas significaba convertirse en los
padres adorados pero irresponsables que los
abandonaron, y quedarse a su lado significaba permanecer en una cárcel con cadenas
construidas por ellos mismos a las cuales les
era imposible renunciar.
V. UNA NUEVA FORMA DE
IDENTIFICACIÓN ADHESIVA PERO EN EL
INTERIOR DEL CLAUSTRO MATERNO
Estos tres hombres habían experimentado
grandes sufrimientos en su niñez, en la soledad de sus cuartos, al lado de seres que sufrían como ellos y que no encontraban salida
porque estaban en un espacio desconocido:
el abandono. Los tres niños abandonados
por sus padres y convertidos en cuidadores
del dolor de la madre, para lograr sobrevivir
establecieron una relación de identificación
proyectiva en el interior de la madre. Supervivencia, apresamiento y adhesión parecían
estar vinculadas como salida a la tristeza, al
desamparo, a la soledad y al peligro en que
cayeron ellos y sus madres cuando el padre
su fue. Pareciera que ellos se sumergieron en
el hueco negro de la depresión de la madre
y trataron de remplazar al padre para devolverlas a la vida, sin lograrlo.
¿Cómo entender entonces el sueño? Pensé
que tal vez la imagen estaba representando
la esterilidad de las identificaciones adhe-
sivas de los hijos construidas en el interior
de madres abandonadas y entristecidas por
la ausencia de sus maridos. Madres que ya
no tenían el hombre a su lado, ni el hombre
dentro de ellas, sino que habían caído, bajo
el dolor de la pérdida, en un estado mental
inundado de dolor y abandono, carente de
capacidad para recibir el dolor de los hijos.
Impotentes e inactivas no respondían a sus
demandas sino que por el contrario se convirtieron en objetos perdidos para sus hijos.
Huérfanos ahora de padre y de madre, estos
niños se vieron forzados a convertirse en
hombres protectores de la madre y los hermanos sin recursos propios suficientes para
hacerlo.
Ubicados en el interior de sus madres internas, adheridos a las cualidades protectoras de los padres perdidos, construidos con
pedazos no siempre vinculados, recuperando
la imagen del padre, que no era la propia, trataban de contener el dolor y las necesidades
de la madre, sin lograrlo plenamente. El dolor
de la madre los inundaba y los metía al foso
negro de su dolor. Estos hombres no eran
una caricatura del padre, sino una imagen
incompleta del mismo, con aspectos claros y
oscuros sobre su manera de ser. Necesitados
de protección y enfrentados a su propia carencia, se adhirieron al objeto necesitado que
encontró alivio a su dolor con su presencia
cercana, no diferenciada, que los inquietaba
y sumía en la misma condición mental. No
es que yo proteja, parecían afirmar estos
pacientes, es que demando protección, y al
no lograrla, me vuelvo protector copiando el
modelo antiguo de mi padre protector, hoy
también perdido, a quien sólo recuerdo a pedazos. Trato de reemplazarlo en el interior de
mi madre pero no lo logro. Por eso los trozos
en blanco, por eso la imagen plana, por eso la
carencia de tercera dimensión de los objetos
internos padre-hijo, porque el espacio no es
el propio, es el espacio interno de la madre.
¿IDENTIFICACIÓN ADHESIVA EN LA PARED DEL ESPACIO VACÍO DEL INTERIOR DE LA MADRE?
VI. CONSIDERACIONES FINALES
En la evolución histórica del concepto de
identificación adhesiva, Bick y Meltzer nos
mostraron su carácter bidimensional de apariencias sensoriales que se copian, Klein nos
permitió contactar la identificación proyectiva como una forma de entrar en el objeto
y controlarlo desde adentro para apropiarse
abusivamente de sus cualidades, Meltzer nos
describió los efectos que el apresamiento y
la vida en el interior de la madre tienen sobre la mente y sobre la visión del mundo en
los procesos de identificación proyectiva, y
Freud nos señaló las ventajas para el desarrollo psíquico de la identificación introyectiva que elige cualidades admirables de los
objetos y las hace propias, no por control,
no por robo, sino por emulación y por transformación. En mi trabajo “Identificación por
aferramiento” (1997, inédito), quise mostrar
una identificación proyectiva que se daba
en los obsesivos, por apresamiento del continente sobre el contenido que convertía la
identificación proyectiva en adhesiva. Un espacio continente totalmente cerrado sobre el
contenido de manera que nada puede entrar
y nada puede salir, unión estéril paralizante
en su repetición obsesiva de la que no pueden salir. Vinculé esta identificación con una
falla temprana en el mecanismo prensil.
Ahora quisiera proponer una nueva modalidad de identificación adhesiva dentro
del interior de la madre que se da cuando el
objeto paterno protector al abandonar a la
madre la deja en condición de tristeza y necesidades no resueltas, y fuerza, en los hijos
más sensibles o con mayores recursos, una
identificación proyectiva, no para controlar a
la madre, sino para proyectar en su interior
los restos del antiguo objeto paterno protector de la madre en la realidad externa y en
la realidad interna, ahora perdido para siempre. Al producirse la inversión de funciones,
19
el hijo se siente forzado a quedarse cerca de
la mujer-madre-esposa-novia necesitada y
carente de hombre. En función de protector,
asume un papel que no le corresponde por
derecho propio sino que es recuperado parcialmente de la imagen proyectada del padre protector en las paredes del interior de
la casa-madre. Por eso, en el sueño aparece
la pareja estéril que dibuja en pedazos el árbol-padre de navidad, época del nacimiento
del salvador con padre putativo, árbol lleno
de regalos, pero en este caso un árbol bidimensional, casi reptante y en pedazos por las
paredes internas de la madre.
Estos hombres se sienten orgullosos de
la instalación y construcción realizada pero
sólo pueden recuperar pedazos de la función
paterna y pegarla, adherirla al interior del
cuerpo de la madre, pedazos de la protección
idealizada, de la protección erotizada y de la
protección violentada, confundidos entre el
amor y el odio, entre la necesidad y la protección, entre la tristeza y la alegría, entre lo
interno y lo externo. Es una nueva forma de
identificación adhesiva con el objeto paterno,
pero bajo la condición de identificación proyectiva intrusiva en el interior del cuerpo de
la madre, perdiendo en ambos casos su propia identidad separada de los objetos. Están
apresados por la identificación con el padre,
en su cualidad protectora y por la identificación con la madre, en su aspecto necesitado
y triste.
Por esta razón, la masculinidad de estos
hombres aparece aplanada. Son hombres
construidos con el recuerdo parcial del ser
hombre de sus padres adheridos a la pared
del interior de la madre, como una construcción del sí-mismo-padre no claramente definido porque está pegada a la pared solitaria
del interior de la madre. Esta situación es
una expresión clara de un incesto estéril. Ni
el continente está cerrado adecuadamente,
ni el hijo puede fantasear con la entrada y
20
CECILIA MUÑOZ VILA
la posesión de la madre. Simplemente, en su
apresamiento, dibuja la imagen entrecortada
de su padre ido y no logra poseer a la madre,
sino que está apresado en ella, en el dolor de
la madre que lo ha aspirado dentro de ella,
que lo ha forzado a la intrusión. Es un medio
padre y un medio hijo, tan entristecido como
la madre, tan desamparado como ella y tan
ausente como el padre, pegado a una función protectora aniquilante y estéril.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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MELTZER, D. y otros (1975), Exploración del autismo. Paidós, Buenos Aires, 1979.
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(1994a), Un material clínico a la luz de
modelos neokleinianos, en Revista de la Sociedad colombiana de psicoanálisis, Bogotá, Vol.
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depresión melancólica, en Revista de la Sociedad colombiana de psicoanálisis, Bogotá, Vol.
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(1997), Identificación por aferramiento, (Inédito).
(1998), Las narraciones de recuerdos,
de vida cotidiana y de sueños, son coordenadas que permiten conceptualizar los estados
de la mente, (Inédito).
PSICOANÁLISIS XX (2); 21-49, 2008
ANGUSTIAS Y ATAQUES DE PÁNICO
Convergencias, suplementos1 y divergencias
ISMAIL YILDIZ2
Recibido septiembre 11 08
Aprobado diciembre 2 08
Resumen
Se describe la evolución de las diferentes formas de angustia de una paciente (P) con ataques
de pánico, durante los siete años del proceso psicoanalítico. Se considera inicialmente a P como
con una organización fronteriza de la personalidad.
Su angustia de separación, que inducía a veces ataques de pánico y somatizaciones, se reactualizaba repetitivamente en transferencia y se elaboró durante los primeros años. Varias
formas de angustia se relacionan con re-vivencias traumáticas o se producen por anticiparlas y,
eventualmente, para evitar estas vivencias desbordantes Esos y otros síntomas disminuyeron su
intensidad paulatinamente, y luego desaparecieron o dejaron de ser una preocupación.
Con el propósito de buscar convergencias, suplementos y divergencias en las teorías, se revisan
las conceptualizaciones construidas sobre las diferentes formas de angustias. Las de P corresponden más a las pre-edípicas que a las de las posiciones posteriores.
Palabras clave: angustias, ataque de pánico, angustia de separación, angustia de muerte, insomnio.
ANXIETIES AND PANIC ATTACKS
Summary
The evolution of the different forms of anxiety of a patient (P) with panic attacks is described
during seven years of the psychoanalytic process. The P is considered initially like having a
borderline organization of personality.
Her anxieties of separation that was inducing, sometimes, panic attacks and somatisations,
were reedited repetitively in transference and were elaborated during the first years. Several
forms of anxieties are related to relieve traumatic experiences or they take place to anticipate
them and to possibly avoid these overflowing experiences Those and other symptoms diminished gradually of intensity, and disappeared or they stopped being a preoccupation.
In order to look for convergences, supplementations and divergences in the theories, are reviewed the conceptualisations constructed on the different forms of anxiety. The anxieties of P
correspond more to pre-oedipus anxieties than to those of later positions.
Key words: anxieties, panic attack, anxiety of separation, anxiety of death, insomnia.
1
2
El autor originalmente utiliza el término suplementaciones, por su carácter dinámico, pero, finalmente, después de varias
consideraciones, se ha decidido por este término, eso sí, haciendo siempre el énfasis en el aspecto mencionado. (N. de la E.)
MD, MSc. Miembro asociado de la APC. E-mail: [email protected]
ISMAIL YILDIZ
22
ANGUSTIAS E ATAQUES DE PÂNICO
Convergências, suplementações e divergências
Resumo3
O autor descreve a evolução das diferentes formas de angustias de uma paciente (P) que sofria
de ataques de pânico durante sete anos do processo analítico. Inicialmente considerou P como
uma personalidade de organização fronteiriça (borderline). Suas angustias de separação, que as
vezes induziam ataques de pânico e somatizações, se reatualizaram na transferência e foram
sendo elaboradas durante os primeiros anos. Varias formas de angustias se relacionavam com
revivências traumáticas ou surgiam por antecipá-las e eventualmente para evitar estas vivencias que transbordavam. Estes e outros sintomas diminuíram paulatinamente de intensidade,
logo desapareceram ou deixaram de ser fonte despreocupação.
Com o propósito de encontrar convergências, algo que acrescente e divergências nas teorias,
são revistos os conceitos construídos a partir de diferentes formas de angustia. As angustias de
P correspondem mais a posições pré-edípicas do que a posições posteriores.
Palavras chave: angustias, ataque de pânico, angustia de separação, angustia de morte, insônia.
I. INTRODUCCIÓN
II. CASO CLÍNICO
Las múltiples formas de angustia hacen
parte de los afectos más dolorosos que vivencia el ser humano. Vemos en ellas también
un motor esencial para el proceso psicoanalítico. De otra parte, las teorías explicativas
de angustias de diferentes enfoques psicoanalíticos son también diferentes. Éstas no
son únicamente de orden teórico, sino que
tienen también consecuencias en la práctica
psicoanalítica: determinan las modalidades
del pensar del analista, afectan su manera de
escuchar y comprender, y orientan los modos
y los contenidos de sus intervenciones (Yildiz,
2006a y 2006b).
En el presente trabajo describo brevemente las angustias y los ataques de pánico de
una paciente, y discuto algunas convergencias, suplementos y divergencias de las teorías explicativas más pertinentes. Incluyo también algunas consideraciones personales.
II.1. Entrevistas
La paciente, que llamaré con el seudónimo de Esperanza o P, me pide una cita de
urgencia en diciembre de 2000. Cuenta que
tiene ataques de pánico desde hace más de
un año pero su frecuencia aumentó últimamente, y tuvo una crisis espantosa esa mañana. Estaba en “psicoanálisis” (dos sesiones
semanales durante un año y una vez los últimos seis meses) pero su analista se ausenta
con frecuencia y salió de vacaciones por tres
meses al inicio de noviembre. Es por esto que
quiere cambiar de terapeuta y me pregunta
si yo puedo tratarla también durante las vacaciones. Justifica su petición diciendo que
sus ataques de pánico ocurren con mayor
frecuencia durante este tiempo y los fines de
semana.
Ante mi indagación, explica que sus ataques de pánico se manifiestan con angustias
3
Traducción al portugués de Geny Talberg.
ANGUSTIAS Y ATAQUES DE PÁNICO. CONVERGENCIAS, SUPLEMENTOS Y DIVERGENCIAS
muy intensas acompañadas de una sensación de muerte inminente. Durante sus crisis
más fuertes llega a no sentir partes de sus
piernas, su espalda y la parte posterior de su
tronco, y siente que está a punto de desmayarse y morirse. No pierde el conocimiento,
no obstante tiene que sentarse o acostarse
para no caerse. Teme también morir de un
ataque al corazón, derrame cerebral o tener
catalepsia. Consultó con algunos médicos
que le dijeron que no tiene hipoglicemia, ni
la tensión arterial baja, que su cuerpo funciona perfectamente, y que lo que tiene es de
origen psicológico. El neurólogo le prescribió
un calmante (Lexotán) pero ella no quiso tomarlo pensando que si tiene algo psicológico
tiene que tratarse psicológicamente y no con
drogas. No reconoce ningún factor desencadenante de sus ataques de pánico. Tiene
también una angustia anticipatoria constante de tener ataques. Además, tiene varias
fobias que incluyen miedo a la muerte, a los
perros y gatos, a estar sola en la calle y en su
casa, a viajar en avión y en buses de transporte público.
Esperanza tiene entonces 21 años y estudia en cuarto semestre de universidad (U), en
un campo de ciencias sociales. Vive con su
madre y una hermana menor. Considera que
todo su sufrimiento se debe a su padre, por
haberla separado de su mamá cuando tenía
6 años, después de peleas y pleitos. Dice estar
nerviosa desde entonces y que nunca lo perdonará por haberlas separado. Ella y su hermana volvieron a vivir con su madre un año
después, también después de pleitos. Dice
que él, aunque sea tacaño, le paga todo, le
da toda la plata que quiere, hasta le paga un
conductor, pero que no están relacionados
afectivamente. Considera ambivalentes (sic)
las relaciones con su madre, dice ser muy celosa de ella y cree que fue uno de los factores
para que no volviera a casarse. Reconoce
parcialmente la anormalidad de acostarse
23
en el mismo cuarto que su mamá para poder
dormirse desde hace muchos años, pues siempre temió acostarse sola en un cuarto. Aun
acostada al lado de ella, tiene a veces ataques
de pánico pero no le cuenta para no asustarla
porque es muy nerviosa. Además cuando tienen disputas, ella la llama loca, y por eso no
quiere que sepa de sus ataques de pánico.
Esperanza, con cara y voz muy angustiada, me pregunta qué es lo que tiene, si es una
enfermedad genética incurable lo que provoca estos ataques. Le explico que no es una
enfermedad genética ni incurable, pero que
se necesita más investigación, y le propongo
una segunda entrevista.
Esta primera entrevista fue muy espontánea, pero en algunos momentos me sentí
tensionado, como si no supiera cómo hacerla. Esperanza explicaba muy poco sus cosas,
respondía con generalidades y enseguida
quedaba en silencio, por lo que yo tenía que
preguntar para aclarar y precisar sus relatos.
Además, después de la entrevista me quedé
con un malestar inexplicable y sentí como si
hubiera realizado mi peor trabajo. Llegué a
comprender posteriormente (en la supervisión) mi “tensión” durante nuestro encuentro
y mi malestar subsiguiente, como resultado
de mi captación inconsciente de las angustias aterradoras de P.
En la segunda entrevista, comenta que la
noche anterior en una fiesta de matrimonio
estuvo muy nerviosa y tampoco durmió, sino
tal vez una hora, por miedo a tener crisis de
pánico con alguna pesadilla. Al contrario de
lo que relataba, ella me parecía radiante, a pesar de trasnochar, comparada con su estado
muy ansioso durante su primera entrevista.
Investigué más activamente su pasado y
presente, incluyendo las relaciones con sus
terapeutas anteriores. Nació de parto normal.
No tomó pecho porque no le bajó leche a su
madre. Caminó a los 11 meses, habló temprano y leyó como a los 3 años. Desde siempre se
24
ISMAIL YILDIZ
sintió nerviosa, pero esa sensación aumentó
después de la separación de sus padres. Inicialmente la trató el psicólogo de la escuela.
Cuando tenía entre 13 y 14 años fue tratada por un terapeuta hombre, a causa de su
depresión y anorexia leve. Hace año y medio
empezó otro tratamiento con una terapeuta
mujer, por estar muy angustiada. Dice que
ésta es psicoanalista y amiga de la familia.
Antes de su salida por sus vacaciones, Esperanza le manifestó su desacuerdo y la posibilidad de buscar otro terapeuta. Su analista
aceptó esta posibilidad.
Generalmente se sentía nerviosa en el colegio y la U, y actualmente teme mucho tener
allí un ataque de pánico, o algo peor. Ha podido estudiar y pasar los semestres, aunque
sea con dificultad, a pesar de su nerviosismo
y sus angustias. Añade que perdió dos semestres en la primera carrera, y le tocó cambiar
a la que está estudiando por ser más fácil. En
la nueva no ha perdido hasta ahora ningún
semestre, pero sí algunas materias. Comenta
que su vida afectiva es caótica y conflictiva,
que tuvo novios con problemas emocionales,
y piensa que tal vez ésto se deba a sus propias dificultades. Incluso, se separó mal de su
último novio hace unos tres meses.
Repite que tiene miedo a desmayarse, a
que la hospitalicen o a morir por sus crisis
de pánico. Me pregunta si no está loca o si
tiene una enfermedad biológica incurable. Le
explico que no es una locura en el sentido de
perder contacto con la realidad, como tampoco una enfermedad biológica incurable; es
más bien un trastorno emocional importante,
principalmente de origen psicológico.
Después de que acordamos trabajar cuatro sesiones semanales, comenta que sus
padres no creen en su necesidad de un tratamiento psicológico y consideran el psicoanálisis como uno de sus caprichos, pero ella
considera que sí necesita el tratamiento.
Cuando le anuncio la finalización de la
entrevista, Esperanza se angustia y me pregunta si puede llamarme durante el fin de
semana en caso de tener ataques de pánico.
Explica que durante los fines de semana siente que no puede contar con nadie si los tiene,
por lo que llamaba a su terapeuta anterior.
Añade, además, que aumentó la frecuencia
de sus crisis desde que su terapeuta se fue de
vacaciones. Yo acepto, con cierto desagrado,
y le doy los datos de mi buscapersonas.
En esta segunda entrevista yo ya tenía
más conciencia de la gravedad de la situación de P y de mis preocupaciones por las
dificultades del tratamiento, así que acepté
sus llamadas eventuales como un Parámetro
ante sus ataques de pánico. Decidí también
llevar el caso a una supervisión.
II.1.1. Diagnóstico hipotético
Esperanza consulta por ataques de pánico aparentemente espontáneos acompañados de una sensación de muerte inminente,
asociados a veces a síntomas de despersonalización en forma de pérdida de la sensibilidad de partes de su cuerpo. Tiene también
múltiples fobias e insomnio. Además, tiene
hipocondría sobre su salud corporal y mental: consultó médicos para averiguar cómo
funcionan su cuerpo y su cerebro, teme tener
una enfermedad genética incurable, morir de
un derrame cerebral o de un infarto cardíaco,
tener catalepsia, y estar loca o enloquecerse.
Con los síntomas descritos y basándome también sobre mi contratransferencia
(predominio de malestar y preocupación por
ella y por el tratamiento), consideré graves
sus perturbaciones emocionales y pensé en
primer lugar en una organización fronteriza de la personalidad, según los criterios de
Kernberg (1984). Consideré a favor de este
diagnóstico “presuntivo” el conjunto de los
síntomas descriptivos de ansiedad crónica,
difusa y flotante, que incluyen los ataques
ANGUSTIAS Y ATAQUES DE PÁNICO. CONVERGENCIAS, SUPLEMENTOS Y DIVERGENCIAS
de angustias, neurosis polisintomática, difusión de su identidad (percepción disociada
y contradictoria de sí mismo y de otros). La
petición de llamarme en casos de ataques de
pánico refleja el uso de mecanismos primitivos de defensa, la idealización primitiva, e
indica que no es capaz de hacer frente sola a
sus angustias abrumadoras (debilidad yóica).
P. venía con la explicación de su terapeuta
anterior: sus angustias y síntomas se deberían
a la no resolución de su complejo edípico. Sin
embargo yo pensé en un predominio de déficit y conflictos pre-edípicos. Consideré el hecho de acostarse en el mismo cuarto con su
madre para poder dormirse como evidencia
de una insuficiente separación-individuación
o de una regresión al estado simbiótico con
la madre (Bleger, 1967; Mahler y col., 1975).
Parece también evidente, que sus ataques de
angustias, sobre todo durante los fines de
semana y las vacaciones, y su exacerbación
reciente con las vacaciones de su terapeuta, la consulta urgente conmigo con deseo
de cambiar de terapeuta y su querer tratarse
durante las vacaciones, son manifestaciones
de su angustia de separación (pánico) de su
terapeuta-madre primitiva.
II.1.2. Analizabilidad e indicación del
psicoanálisis
Consideré en favor de la analizabilidad
de P, su gran motivación expresada para tratarse psicológicamente, su edad joven, haber
estado ya en un tratamiento psicológico en
el diván, el hecho de que podía estudiar a
pesar de sus angustias permanentes y cierto
grado de introspección manifestado en las
entrevistas.
Ante la urgencia y la gravedad de su situación, pensé en la posibilidad de utilizar
parámetros, como la aceptación de llamadas
telefónicas en casos de ataques de pánico y
el uso de algún psicofármaco como un tratamiento suplementario si fuese indispensable.
25
II.1.3. Pronóstico inicial
Considerando que P tiene múltiples fobias, hipocondriasis, ataques de angustias
con despersonalización y angustia anticipatoria constante de tener ataques de pánico,
preví un tratamiento difícil y largo, similar a
los casos de organizaciones fronterizas de la
personalidad. Preví también metas terapéuticas menos ambiciosas, por ejemplo, pasar
de un nivel bajo a un nivel más alto de la
organización fronteriza de la personalidad
(Kernberg, 1984).
II.2. Evolución de la situación psicoanalítica
Describí y discutí ampliamente en mi libro
(Yildiz, 2008) la evolución de la situación psicoanalítica, los sentimientos, las emociones,
las pasiones y los síntomas de Esperanza durante los siete años que duró el tratamiento.
Aquí consideraré brevemente la evolución de
sus angustias y ataques de pánico.
Durante los cuatro primeros meses, hubo
incertidumbre para mantener el encuadre,
a causa de dificultades en el pago de mis
honorarios por parte de sus padres, así que
finalmente concertamos una rebaja con el
fin de mantener las cuatro sesiones semanales. Después de las primeras semanas de
tratamiento, disminuyeron la frecuencia e
intensidad de sus ataques de pánico, pero
aparecieron somatizaciones como polaquiuria con angustia y disnea y más tarde ahogos
durante las comidas. Consideré esas somatizaciones como una fijación de sus angustias
difusas sobre algunos órganos y sus funciones, también como una llamada de ayuda a
sus padres para que pagaran la terapia y para
que yo no la abandonara. Volvió a comer mejor después de llegar a un acuerdo económico para la continuación de la terapia, pero se
empeoró hasta poner en peligro su nutrición
durante la separación de las vacaciones de
fin de año. Su temor a ahogarse comiendo
predominó periódicamente durante varios
26
ISMAIL YILDIZ
años, y sólo durante los dos últimos de análisis no volvió a mencionarlo.
Sus angustias de separación de los fines
de semana se intensificaron después de dos
meses de tratamiento y me llamó varias veces
por muy intensos ataques de pánico, calmándose generalmente durante la conversación.
Esperanza reaccionó fuertemente al anuncio
de mis vacaciones de mitad de 2001, y ante
sus angustias intensas a causa de esa separación le indiqué que tomara Lexotán. Desde
entonces, tomó Lexotán cuando aumentaban
la intensidad de sus angustias o ante situaciones que imaginaba que la aumentarían.
Después de esta primera separación por
mis vacaciones, P reaccionó con más silencios
en las sesiones, y quiso abandonar la terapia.
Revivió de cierta manera sus ira, rabia, resentimiento, tristeza y agonía de otras separaciones
traumáticas, llorando muchas veces durante
las sesiones. De hecho, ella había sido separada violentamente de su madre cuando tenía
seis años, a causa del divorcio de sus padres.
Estaba convencida que esa separación era la
causante de sus sufrimientos desde entonces
y culpaba de esto a su padre. Consideré como
progreso el hecho de que P pudiera sentir y
expresar sus emociones en transferencia (rabia, resentimiento, etc.), sin terror a la retaliación. Durante todo este tiempo, la transferencia predominante fue pre-edípica (idealización
primitiva, simbiosis y angustia de separación)
y mi contratransferencia fue de preocupación
por sus síntomas amenazantes y por la posibilidad de que interrumpiera el tratamiento.
Durante la separación de fin de 2001, me
llamó dos veces por ataques fuertes de pánico y soportó agonías y dificultades para comer, por terror a asfixiarse mientras tragaba
y morirse. Tuvo gastritis y úlcera duodenal,
y perdió mucho peso. Se mejoró progresivamente de esos síntomas en los siguientes
meses, al mismo tiempo que disminuía también la intensidad de mi contratransferencia.
Esperanza soportó mejor la separación
por mis vacaciones de mitad y fin de 2002.
No obstante, volvió a reaccionar más fuerte
a la separación de mitad de 2003 y se hospitalizó tres días en el servicio de neurología
por jaquecas y vómitos persistentes. Un mes
antes de esta separación, las relaciones con
su padre habían empeorado y sentía que él
nunca volvería hablarle de nuevo. Además,
había fracasado en mantener un trabajo
debido a sus angustias. Consideré que esas
nuevas tensiones se juntaron con la angustia
de separación de la terapia, desbordaron sus
capacidades para elaborar esas emociones y
provocaron las somatizaciones citadas.
Otra área de preocupación de Esperanza y de angustias intensas y frecuentes era
el temor a no pasar sus semestres en la U.
Ya había perdido dos en su primera carrera,
y venía pasándolos con dificultad en esta
nueva y con deuda de una u otra materia en
cada uno. Además, sentía que estudiaba por
obligación hacia sus padres y pensaba que su
carrera no serviría para nada. Pensó varias
veces en abandonar sus estudios en los momentos de mayor angustia. También se consideraba como no inteligente de nacimiento y
no tenía esperanzas de mejorar. Sin embargo,
por primera vez pasó directamente el primer
semestre de 2002 y lo logró también en el
segundo. Empezó el año de 2003 con ánimo
de estudiar mejor y pensando que, tal vez, su
carrera sí podría servirle para realizarse en su
vida, y al final tuvo el mejor promedio de su
facultad. Con esas mejorías rompió el círculo
vicioso en sus estudios y ganó mayor confianza en sus capacidades.
Las relaciones objetales internas y externas predominantes eran inicialmente de
objetos no diferenciados (simbióticos) o de
objetos parciales: unos totalmente malos y
persecutorios, proyectados principalmente
sobre su padre, y otros simbióticos, totalmente buenos y protectores proyectados princi-
ANGUSTIAS Y ATAQUES DE PÁNICO. CONVERGENCIAS, SUPLEMENTOS Y DIVERGENCIAS
palmente sobre su madre, su terapeuta anterior y sobre mí. La vivencia de los persecutorios predominaba generalmente sobre la
vivencia de los protectores, en forma de demonios en su sueño, que la paralizaban, con
temor a ser poseída por espíritus malignos
y finalmente, ataques de pánico que amenazaban su vida mental y corporal. Los buenos
eran vivenciados de manera más primitiva
(simbiótica), con necesidad de cercanía del
cuerpo de su madre para poder tranquilizarse y dormir, o necesidad de comunicarse
conmigo durante los fines de semana y vacaciones. La angustia de separación del objeto
simbiótico se manifestaba con agorafobia,
claustrofobia, insomnio y ataques de pánico.
En general, la necesidad del objeto protector
no era reconocida (renegada) era rechazada
(como su rechazo a la terapia), y en su parte
más madura sentía gran vergüenza por esta
dependencia .
P contaba también con la parte protectora de su padre, aunque no lo reconociera,
porque se alteró mucho con el empeoramiento de sus relaciones. También empezó
a descubrir progresivamente que tiene más
terror a su madre que a su padre. Como consecuencia de la simbiosis persistente, la insuficiente separación-individuación, y la no
integración de objetos parciales y de partes
de sí misma disociadas, Esperanza no tenía
suficiente constancia objetal, tenía una identidad difusa, sus emociones eran primitivas
(violentas) con actitudes de todo o nada con
los objetos simbióticos y parciales.
A semejanza de sus relaciones objetales
internas y externas, la transferencia fue inicialmente de idealización primitiva y de fusión (transferencia narcisista y simbiótica). La
intensidad de la identificación proyectiva de
su terror sin nombre (desvalimiento psicológico), produjo en mí una gran preocupación
por su salud mental y corporal durante el primer año de tratamiento. Al lado de la ideali-
27
zación primitiva y de la fusión, emergieron en
pocos meses rebeldía, rechazo y desprecio en
la transferencia, que se manifestaron repetidamente de varias formas, desde silencios
prolongados, renegación de la utilidad del
tratamiento hasta deseos de interrumpirlo.
Pero, con el progreso del proceso psicoanalítico, se produjo cierto grado de acercamiento
de partes persecutorias (malas) y protectoras
(buenas) de sus objetos y de su self, que se
reflejó en la disminución de sus terrores hacia sus padres y en transferencia conmigo. En
efecto, empezó a contarme progresivamente
sus “secretos”, incluyendo sus vivencias abrumadoras (traumáticas) durante la separación
de su madre. Lo que mostró un mayor grado
de confianza en mí y en ella para atreverse a
revivir y a elaborar así esas emociones traumáticas.
Después del primer año de terapia, volvió
a tener algunos ataques de pánico (generalmente, durante las separaciones de fines de
semana o de mis vacaciones); sin embargo,
ya sabía aguantar en general y temía menos enloquecerse o morir durante las crisis.
Mientras tanto, su sensación de ahogo comiendo era como si fuese a morir inmediatamente, aunque ella se daba cuenta que podía
seguir respirando. Desde el mes de mayo de
2002, las dificultades con la comida dejaron
también de ser una de sus preocupaciones
principales. Aunque durante mucho tiempo
temió estar sola en la U y aun en su propia
casa, en septiembre de 2002 empezó a mejorar de su agorafobia y claustrofobia.
Esperanza había tenido colecho con su
madre desde los siete hasta los doce años y
después dormía en el mismo cuarto, aunque
tenía la posibilidad de hacerlo en otro. Al
inicio, racionalizaba esta situación diciéndose que no veía nada malo en ello. Ante mis
interpretaciones repetitivas sobre el origen
de sus angustias y ataques de pánico como
resultantes de la no separación-individua-
28
ISMAIL YILDIZ
ción suficiente de ella, comprendió, desde los
primeros meses de la terapia, la necesidad de
sacar su cama a otro cuarto. Desde entonces, pensó en la posibilidad de separación,
empero se sentía incapaz para intentarla.
Después lo intentó varias veces, en tiempos
diferentes, pero no pudo porque se despertaba con angustia después de pocas horas y
a la noche siguiente volvía al cuarto con su
madre. Finalmente, sacó su cama en enero de
2003, y la mantuvo separada desde entonces. Como otras señales de la disminución de
la intensidad de su simbiosis, disminuyeron
también la intensidad de sus angustias de
separación durante los fines de semana y las
vacaciones.
Después de los tres primeros años de tratamiento psicoanalítico, la disminución de la
intensidad de simbiosis patológica, el progreso del proceso de la separación-individuación
y cierto grado de integración de sus objetos
parciales y de su self se reflejaron, entre otros,
en la adquisición de una mejor capacidad para
relacionarse con los otros. Efectivamente, la
relación con su novio de entonces fue menos
angustiante, menos compulsiva, de mayor
confianza, y con menos terror de ser abandonada, que con los anteriores. Por momentos,
llegó hasta a sentirse bien y alegre en esta
relación, como nunca antes se había sentido.
A pesar de temer mucho, se arriesgó a tener
sus primeras relaciones sexuales con él.
Durante el año 2004, Esperanza aguantó
las incertidumbres y angustias normales y
exageradas de su graduación, y empezó a trabajar enseguida. Sus angustias aumentaron,
generalmente, con las responsabilidades de
los trabajos (que cambió cuatro veces, durante los tres años siguientes) y, fácilmente, llegó
a tener relaciones persecutorias con sus jefes
y colegas. Sin embargo, poco a poco, aprendió
de sus experiencias y ganó cada vez mayor
confianza en sus capacidades. Al mismo tiempo empezó a valorar progresivamente, mu-
cho más, las sesiones psicoanalíticas, al darse
cuenta de que le ayudaban a comprender sus
relaciones conflictivas en el trabajo y, eventualmente mejorarlas. Así que disminuyeron
paulatinamente sus silencios en las sesiones
hasta que acabaron por desaparecer. Poco a
poco, mejoraron también las relaciones con
sus padres y con sus colegas de trabajo.
A partir del inicio de 2006, tanto su trabajo
como su vida se transformaron muy lentamente, pasando de ser un sufrimiento continuo y
de aguante, hasta momentos de disfrute y de
realización. El inicio de estos momentos coincidió con un noviazgo nuevo, más sereno. Con
este novio pudieron cultivar más la confianza
mutua y decidieron vivir juntos y, desde mayo
de 2007, lo están haciendo en otro país. Esta
determinación, la de separarse de su madre y
de mí, fue elaborada en análisis durante más
de un año, y antes de decidir marcharse de
Colombia, habíamos acordado que, eventualmente, podíamos seguir la terapia por Internet, como efectivamente lo hicimos, desde el
mes de mayo hasta final de 2007. Durante su
estancia en otro país, después de sus angustias
de viaje y de los grandes cambios de las primeras semanas, Esperanza siguió mejorando
mucho más; entre otras cosas, dejó de utilizar el ansiolítico que tomaba ocasionalmente,
aprendió a usar el bus (en Colombia nunca lo
había hecho, y se consideraba incapaz de ello
para siempre), a quedarse en su residencia sin
angustiarse sobremanera, a hacer compras,
etc., todo ello sola.
Los meses antes de su viaje, Esperanza
no solamente se sentía mejor, sino que tomó
conciencia de sus mejorías en muchas áreas.
Asimismo, reconoció la importancia del tratamiento y me agradeció por mi compromiso
con ella. Fue en este momento que le pedí su
autorización para publicar su caso en un libro.
Ella lo aceptó, considerando que su mejoría podría dar esperanza a otras personas que sufren
intensamente, así como ella había sufrido.
ANGUSTIAS Y ATAQUES DE PÁNICO. CONVERGENCIAS, SUPLEMENTOS Y DIVERGENCIAS
Después de su viaje, empezamos a trabajar
con miras a finalizar el tratamiento. Efectivamente lo hicimos de común acuerdo en una
sesión en mi consultorio en enero de 2008
(Esperanza estaba de vacaciones en Bogotá).
Puedo decir que la evolución de Esperanza,
hasta entonces, fue mucho mejor que lo que
yo mismo había pronosticado inicialmente.
III. DISCUSIÓN
III.1. Diagnóstico psicodinámico
Aunque ciertas corrientes de psiquiatría
expliquen la angustia de un trastorno de pánico como de origen puramente biológico
(Restrepo, 1994), nosotros buscamos mecanismos psicodinámicos como ante cualquier
tipo de angustia. No obstante, la existencia
de diferentes enfoques psicoanalíticos hace
posible también explicaciones psicodinámicas diferentes de la misma sintomatología.
Según las teorías freudianas, Esperanza
sufre de una neurosis mixta que incluye las
neurosis actuales (neurosis de angustia e hipocondría) y las psiconeurosis. Sus ataques
de pánico son muy similares a los ataques
de angustia de neurosis de angustia (Freud,
1895a, 1895b, 1898; Yildiz, 2006c). El trastorno de pánico sería un ataque de angustia
abrumadora que rebasa las capacidades yóicas (protección antiestímulo) e inunda al yo,
volviéndose así una angustia traumática.
Según la escuela kleiniana, nuestra P vivía la mayor parte del tiempo en la posición
esquizoparanoide, cuya exacerbación explicaba sus angustias primitivas (psicóticas)
de fragmentación corporal y mental (Klein,
1957; Rosenfeld, 1987; Steiner, 1987, 1991;
Hinshelwood, 1989; Yildiz, 2007a). Los ataques de pánico se producirían por la confusión de partes del self con el objeto, debido
a la identificación proyectiva patológica. De
hecho, nuestra P sufría generalmente de an-
29
gustias persecutorias, muchas veces internas
(hipocondriasis) y otras veces proyectadas
hacia afuera (fobias). No parecía sufrir generalmente de angustias depresivas por haber
dañado sus objetos, penar por ellos y eventualmente tratar de reparar y recrearlos. Sus
fobias se explicarían por la proyección de objetos parciales persecutorios (malos) internos
en el mundo exterior.
Los psicoanalistas poskleinianos, como
Bleger (1967), Garbarino (1968) y Ogden
(1989, 1991), para explicar las angustias y
síntomas considerados aun más primitivos,
propusieron otra posición que existiría antes
de la posición esquizoparanoide (antes de la
discriminación entre el objeto bueno y malo,
yo y no-yo). Según Bleger (1967) y Garbarino (1968), el remanente de núcleos de indiferenciación primitiva en una personalidad
“madura” es el responsable de la persistencia
de la simbiosis o de la posición umbilical, respectivamente. Cuando se rompe esta simbiosis, la invasión masiva del yo, más integrado
por este núcleo, lo desorganiza con sensaciones de ansiedad y estados confusionales
catastróficos, despersonalización, amenaza
de locura y de desintegración. Según Ogden
(1989), la angustia de la posición autistacontigua involucra la experiencia de la desintegración inminente de la cohesión del self y
de la superficie sensorial.
Los ataques de pánico y la despersonalización de P podrían corresponder a lo descrito por estos autores. Más particularmente,
las sensaciones de despersonalización durante sus ataques de pánico fuertes, el temor
a no poder controlar su orina y el acostarse
cerca de su madre para poder dormir, pueden
equipararse a las angustias y a las defensas
de la posición autista-contigua. Sus actitudes
de estar cerca de su madre sin comunicarse
íntimamente y de venir a las sesiones con
gran dedicación, pero quedándose en silencios prolongados, pueden ser expresiones de
30
ISMAIL YILDIZ
las necesidades apremiantes de los objetos
autistas (Tustin, 1987, 1991), y de utilizar la
terapia como una segunda piel, para conservar la cohesión precaria de su self (función
sostenedora o contenedora de la terapia y del
terapeuta [Bick, 1968; Kogan, 1988]).
Dentro de los desarrollos de la “psicología del yo”, las conceptualizaciones de Mahler
(1979a, 1979b; y Mahler & col., 1975) sobre la
fase autista normal, la fase de simbiosis normal, la fase de separación-individuación y el
logro de constancia objetal, explican con otro
enfoque el desarrollo biopsicosocial “normal”.
Los defectos de elaboraciones de estas etapas
dan cuenta también de los estados autistas,
las angustias de separación, las simbiosis patológicas (incluyendo la psicosis simbiótica) y
los estados fronterizos. En Esperanza se observó, con toda evidencia, la insuficiente separación-individuación y la simbiosis patológica con su madre primitiva y con los objetos
en transferencia (con su terapeuta anterior,
conmigo, con sus novios, etc.).
Había considerado a P como fronteriza
después de las entrevistas. Sin embargo,
persisten imprecisiones y desacuerdos en el
campo de la clínica del fronterizo (Frosch,
1988), aunque la mayoría lo considere, como
Kernberg (1975) y Paz & col. (1976, 1977a,
1977b, 1991), una estructura psicopatológica
diferente de las psicosis esquizofrénicas y de
las neurosis “clásicas”. La coincidencia de la
mayoría de los autores en que los fronterizos
no se psicotizan de manera permanente, a
pesar de sus indudables oscilaciones regresivas tanto en su vida cotidiana como en un
proceso terapéutico, acentúa la posibilidad
de que constituyan una sola estructura psicopatológica predominante.
Kernberg considera, que aunque los fronterizos han logrado la diferenciación de las re4
presentaciones del self del objeto, sin embargo,
no han podido integrar las representaciones
disociadas del self ni las representaciones de
los objetos parciales, que se manifiestan como
una difusión característica de la identidad
(Yildiz, 2007b). Mientras que Paz y col. (1976)
piensan que los fronterizos tienen principalmente una falta de separación-individuación
y partes simbióticas con el objeto (partes psicóticas). Podemos destacar esas explicaciones
contradictorias de los fronterizos como una
divergencia entre esas teorías. Considero que
P no solamente tiene la no integración de su
self y sus objetos parciales, lo que explica la
difusión de su identidad (al inicio de su tratamiento me dijo que quería ser otra persona),
sino que también tiene partes simbióticas -o
no-diferenciadas- con su madre primitiva.
Esperanza tenía, también, un narcisismo
patológico manifestado por medio de una
gran vulnerabilidad a la frustración, muy
baja autoestima y falta de confianza en sí
misma. Al mismo tiempo, manifestaba una
omnipotencia de su self grandioso primitivo
que inducía la devaluación y el desprecio de
otros (Kohut, 1969, 1971, 1977; 1984; Green,
1983; Bleichmar, 1983; Lizarazo, 1990; González, 1993, 2003).
Hemos constatado que P estaba viviendo
su adolescencia alterada, vivía en la posición
esquizoparanoide predominante, padecía un
narcisismo patológico, sufría enormemente
por estar sola, agorafobia, ataques de pánico y somatizaciones como consecuencias de
una insuficiente separación-individuación y
de una simbiosis patológica con su madre
primitiva-analista, de manera similar a las
descripciones y conceptualizaciones convergentes y suplementarias4 de Bleger (1967),
Garbarino (1968), Mahler (1979a, 1979b) y
Ogden (1989, 1991).
Quiero aclarar que uso el concepto suplementario diferente de complementario. El concepto complementario implica la
totalidad, la saturación y el cien por ciento. Mientras que el de suplementario implica no saturación, la incompletud y
la abertura a más posibilidades de explicación que pueden ampliar nuestra comprensión.
ANGUSTIAS Y ATAQUES DE PÁNICO. CONVERGENCIAS, SUPLEMENTOS Y DIVERGENCIAS
III.2. Analizabilidad e indicación del
psicoanálisis
Se puede cuestionar la analizabilidad e
indicación de psicoanálisis en nuestro caso
considerado inicialmente como una organización fronteriza de la personalidad, dado
que no existe unanimidad sobre la analizabilidad de los fronterizos. Kohut (1971) considera que no es capaz de empatizar con uno.
Kernberg (1984, 1991), en cambio, propone
un psicoanálisis modificado, que llama psicoterapia expresiva, con utilización eventual
de Parámetros, pero no excluye totalmente
el psicoanálisis como una indicación “heroica” en casos menos graves. Paz & col. (1976,
1977a, 1977b, 1991) y Lizarazo (1987a,
1987b, 1988, 1989) aceptan la organización
fronteriza como una organización psicológica particular, indicando el psicoanálisis en la
mayoría de los casos, y en casos más graves
ven la necesidad de parámetros como la utilización de psicofármacos e intervenciones
en el medio familiar. Mientras que para los
kleinianos no existe esta frontera y todas las
personas tienen partes psicóticas que hay
que tratar en psicoanálisis.
Aunque pensé, al inicio, que era un caso
difcil para el psicoanálisis, en las primeras semanas me di cuenta de que me había
equivocado en mi estimación sobre la capacidad de introspección de P. Muchas veces la
alianza de trabajo no había funcionado, en
el sentido de asociar libremente, porque ella
prefería quedarse callada. Ante sus angustias
intensas, acepté que podía llamarme en casos de ataques de pánico. Durante la primera
separación por mis vacaciones aconsejé que
tomara un ansiolítico, así que tomó Lexotán
como un tratamiento suplementario según
sus necesidades. Después de tres años de
tratamiento, consideré que ella seguía fronteriza, con narcisismo patológico y partes
psicóticas (simbióticas) predominantes, que
dificultaban el proceso psicoanalítico. Desde
31
el inicio se añadió otro factor que dificultó
aún más el proceso terapéutico: el “sabotaje”
del tratamiento por parte de los padres que
amenazaron periódicamente con no pagar la
terapia. Sin embargo, después de siete años
de tratamiento, frente a los resultados alcanzados, podemos afirmar que el psicoanálisis
fue una buena indicación.
III.3. Diferentes formas de angustia
Existieron muchos intentos de clasificar
los afectos. Es probable que ellos sean también, como las ideas, infinitos en sus diferentes combinaciones y matices. Además, los
afectos son más difíciles de identificar, discriminar, describir y precisar con palabras
(Chiozza, 1998). La particularidad que tienen
los afectos de poder volverse conscientes sin
unirse a las palabras en lo pre-consciente
(Freud, 1923), explica la limitación del lenguaje verbal para dar razón de ellos. Aunque
en psicoanálisis tengamos costumbre de usar
el concepto de angustia en singular, yo prefiero usarlo en plural porque tomo en consideración que existe en múltiples formas.
En lo siguiente revisaré brevemente las
teorías explicativas de Freud y de otras corrientes post-freudianas sobre las diferentes
formas de angustia. Esas teorías convergentes, suplementarias y a veces divergentes,
pueden ayudarnos a comprender mejor las
angustias de Esperanza.
Freud (Lección XXV, 1916-17) diferenció
las angustias en dos categorías según los
agentes causales: denominó angustia real (o
miedo) cuando es una reacción a la percepción o a la anticipación de un peligro exterior
(se produciría por los instintos de autoconservación); y angustia neurótica cuando el
peligro exterior no existe o es insuficiente
para explicarla. Las neuróticas pueden manifestarse asociadas con cualquier tipo de neurosis o como angustia flotante y/o ataques de
angustia en neurosis de angustia (o sus equi-
32
ISMAIL YILDIZ
valentes como temblores, vértigo, palpitaciones, opresión, etc.). Aunque Freud adjudicara
la angustia de la neurosis de angustia a la
no elaboración de las excitaciones sexuales
actuales, es decir a la represión de la libido,
consideraba generalmente que la represión
de cualquiera de las excitaciones afectivas
(libidinosas o agresivas) puede transformarse
en angustia neurótica.
Podemos resumir las otras tres teorías de
angustia de Freud según sus tres teorías dualistas de pulsiones. Según su primera teoría
pulsional (Freud, 1905, 1915a), la angustia se
genera por la oposición (conflicto) de pulsiones de autoconservación y las sexuales; según
la segunda (Freud, 1914), por la lucha (conflicto) entre la libido del yo y la libido objetal;
y según la tercera (Freud, 1920), por la lucha
entre las pulsiones de vida y de muerte.
La vivencia de lo siniestro (ominoso) es
también una forma de angustia que Freud
(1919) describió. Lo siniestro amenaza la integridad del sujeto: terror a la castración, a la
fragmentación o a la desintegración del self
corporal y mental, y horror a la muerte. Lo siniestro se produce cuando se desvanecen los
límites entre la fantasía y la realidad; se puede decir que la vivencia de lo siniestro es una
forma de angustia confusional o psicótica.
Freud propuso otra nueva en 1926, dividiendo todas las angustias en dos categorías,
según sus efectos o consecuencias en el sujeto: la angustia señal y la angustia traumática.
La angustia señal se origina ante un peligro
(externo o interno) anticipado; entonces, el
yo le hace frente fugando o luchando, postergando la satisfacción o renunciando conscientemente o, también, reprimiendo las pulsiones peligrosas. Mientras que la angustia
traumática (o automática) irrumpe a través
de las barreras antiestímulo y de la represión, y es involuntaria, intolerable, indecible, e
inunda y desorganiza al yo. La angustia señal
es producida por el yo para evitar la angustia
traumática. La angustia traumática sería una
re-vivencia del desamparo psíquico (desvalimiento) de un niño de pecho, el cual sería
análogo al desamparo biológico en el trauma
de nacimiento. El estado de desamparo psíquico deja al bebé impotente frente a las demandas pulsionales primitivas, lo que genera una
desorganización del yo que es todavía incapaz
de poner en operación defensas capaces de
alejar esa angustia intolerable e indecible.
Después del desarrollo de las instancias
psíquicas, el ello persigue, exclusivamente, el
beneficio placentero mientras el yo tiene la
función de autoconservación y se preocupa
por la seguridad. El yo utiliza las sensaciones
de angustia como señales que indican amenazas para su integridad, mientras que la
angustia traumática se produce automática
e involuntariamente, cuando el yo se vuelve
impotente ante un peligro real o fantaseado.
El yo vive entonces, pasivamente, esta angustia porque pierde el control, se desorganiza,
pierde su integridad, siente un peligro inminente de muerte fisiológica y/o psicológica,
como una reactivación de las vivencias de
desvalimiento psicológico anteriores. El estado afectivo se hace, entonces, paralizante e
inadecuado al presente (Freud, Lección XXXII
de 1933, 1940). Nosotros podemos decir que
el ataque de pánico es la vivencia más extrema de las angustias traumáticas, que puede
inducir gritos no controlados, huída, parálisis, despersonalización, estados lipotímicos
y aun desmayos con pérdida de conciencia,
como ha ocurrido a veces con nuestra P.
Freud (1926) consideró también que cada
una de las edades del desarrollo psicosexual
tiene adscrita cierta condición de angustia,
adecuada a ella. El peligro del desamparo psíquico corresponde a la época de la carencia
de madurez del yo (angustia traumática); el
peligro de la pérdida del objeto y de la pérdida de amor del objeto, a la dependencia de
otros en los primeros años infantiles (angus-
ANGUSTIAS Y ATAQUES DE PÁNICO. CONVERGENCIAS, SUPLEMENTOS Y DIVERGENCIAS
tia de separación y angustia de perder el
amor del objeto); el peligro de la castración
por el varón y la angustia de ser abandonada por la niña, a la fase fálica (angustia de
castración); y el miedo al superyó (angustia
de conciencia moral o angustia social), al
período de latencia. Sin embargo, todas estas situaciones peligrosas y condiciones de
la angustia pueden subsistir conjuntamente
y provocar la reacción angustiosa del yo en
épocas posteriores a las correspondientes o
actuar varias de un modo simultáneo. Esas
afirmaciones de Freud indican la posibilidad
de la superposición de vivencias de diferentes tipos de angustia.
Freud consideró, en 1930, que el ser humano se angustia ante tres amenazas: desde
el propio cuerpo (temor a perder el control
ante las pulsiones del ello y las enfermedades orgánicas), el mundo exterior (la crueldad
de la Naturaleza) y las relaciones con otros
seres humanos (el superyó como su representación). Sostuvo que la angustia ante el
superyó y la angustia de muerte son elaboraciones de la angustia de castración.
Brenner (1974), perteneciente al enfoque
de psicología del yo, en su proposición de
una teoría unificada de los afectos, reserva el
término angustia (ansiedad) para un afecto
que la expectativa del peligro despierta en el
yo, que no estaría presente como tal desde el
nacimiento. Prefiere denominar simplemente
“displacer”, o congoja (distress), o afectos
primarios, a la respuesta innata intensa a las
situaciones traumáticas de la muy temprana
infancia. Es una consideración más similar a
las de Freud (1926), y en total contradicción
con las de Klein, que acepta la existencia de
angustias persecutorias desde el nacimiento.
Según Klein, durante los primeros meses
de vida se manifiesta la angustia persecutoria y en los meses siguientes predomina
la angustia depresiva. Estos dos tipos de
angustia corresponden a iguales posiciones
33
propuestas también por la autora: la posición
esquizoparanoide y la posición depresiva
(Klein, 1940, 1946, 1955, 1957). Considera la
angustia de muerte como producto de angustias psicóticas de desintegración, y no
como Freud la conceptualizaba: resultante de
la transformación de angustia de castración
edípica o castración social. La despersonalización sería otra manifestación de la angustia de desintegración.
Según Baranger y col. (1988), la teoría de
la angustia de Klein, con sus dos variedades
fundamentales, la angustia paranoide y la
angustia depresiva -a las cuales agregan las
angustias confusionales y las angustias de
desintegración-, hace de la angustia una de
las vicisitudes de la relación de objeto. Consideran que todas las formas psicopatológicas
tienen como finalidad común evitar que se
presente la forma extrema de angustia, la angustia traumática, y caracterizan a esta forma
de angustia como el trauma puro, sin sentido,
totalmente des-estructurante. Piensan también que los sujetos del “trauma puro” son los
que padecen “neurosis actuales”, pero que lo
“actual” de la neurosis no es de índole biológica (estasis libidinal), sino el muro impenetrable que se opone en el sujeto a la historización de algunos sectores de su existencia.
Podemos considerar, entonces, los ataques de
pánico de P como re-vivencias de “traumas
puros”, que necesitan ser recordados, contenidos, pensados, construidos y elaborados.
Bion describe el “terror sin nombre”
como el tipo de angustia que puede tener
un bebé que ha proyectado en su madre su
miedo a morir y ésta, en lugar de metabolizar
este temor con su función de rêverie, devolviéndoselo mitigado, despoja al sentimiento
del niño de su significado específico y le devuelve un “terror sin nombre”, que es mucho
más grave que el miedo a morir que antes
sentía (Grinberg y col., 1991). La experiencia
emocional llamada “pánico psicótico” (Bion,
34
ISMAIL YILDIZ
1967) puede ser concebida como el fracaso
de una parte de la mente para actuar como
continente de emociones muy violentas que
no pueden ser toleradas.
Según Winnicott (1949, 1952, 1960; Abadi,
1996) existen tres tipos de angustia primitiva
que resultan del fracaso del holding (sostenimiento) materno: 1. La no integración, que se
trasforma en un sentimiento de desintegración; 2. La falta de relación entre la psique y
el soma, que se transforma en un sentimiento de despersonalización; y finalmente, 3. El
sentimiento de que el centro de gravedad de
lo consciente se desplaza desde el núcleo a la
cáscara que lo envuelve, desde el individuo a
la técnica de cuidado, lo que genera un falso
self. Cuando este holding (estable, seguro y
confiable) fracasa, la continuidad existencial
se interrumpe y el infante vive amenazado
por las angustias primitivas. Esta experiencia
con las angustias primitivas deja una marca
traumática en el psiquismo. La organización
de defensas tempranas de emergencia genera una escisión del self con el fin de mantener sitiado el trauma, que queda así inscrito
en el inconsciente, sin acceso al recuerdo ni
a la palabra, pero con la potencialidad de reactualizarse posteriormente.
Winnicott llamó “angustia inconcebible” (o agonías primitivas) a aquellas ansiedades muy primitivas a las que se halla
expuesto el bebé en la etapa de dependencia
absoluta, en ausencia del holding. Éstas forman la matriz de las angustias psicóticas.
El autor las clasificó según varias modalidades de vivencia subjetiva: fragmentarse,
desintegrarse, caer interminablemente, no
tener relación con el cuerpo, confusión, no
tener orientación en el espacio. Consideró
también que el temor al derrumbe es un
fenómeno universal y es el temor a la falla en la organización de las defensas que
mantiene unida la integración yoica. El paciente en regresión pasaría por un período
de desintegración reviviendo las angustias
primitivas (Winnicott, 1954, 1955).
La corriente de psicología existencialista
considera que la angustia es inherente a la condición humana (angustia existencial) (Arango
Jaramillo, 1963). Ella surge por la amenaza hacia un valor que el individuo considera esencial
para su existencia, como su personalidad y su
libertad; es la experiencia de la amenaza de un
inminente no-ser. La angustia de la disolución
del sí-mismo no es algo que les sucede sólo
a los neuróticos sino que también se refiere a
la naturaleza normal de la angustia, pues ella
apunta al centro mismo de la autoestima, al
sentido del valor del sí-mismo.
Dentro de los culturalistas, Horney considera que el agente de la génesis de la angustia y la neurosis no es el complejo de
Edipo, ni el impulso de placer, sino todas las
influencias adversas que hacen al niño sentirse desamparado e indefenso y lo llevan a
concebir el mundo como algo amenazador.
Lo fundamental de la angustia y de la neurosis no reside en los impulsos eróticos en sí
mismos, sino en los impulsos hostiles (conscientes e inconscientes) vinculados a ellos
(Mandolini, 1992, Roudinesco y col., 1997).
Según la autora, la angustia básica se genera
por un medio ambiente que no da seguridades afectivas y despierta la hostilidad básica
y su represión. El niño reprime su hostilidad
(que produce angustia) por temor a perder
a la persona necesitada y/o su amor, y por
temor a ser un niño malo. La angustia básica
produce aislamiento emocional, destruye la
autoconfianza, genera conflicto entre el deseo de confiar en los demás y la desconfianza
adquirida y, por último, constriñe a la persona a invertir casi toda su energía en recuperar la seguridad perdida.
Para los lacanianos la angustia es principalmente de orden imaginario, es decir,
narcisista (Dor, 1985a, 1985b; Golse, 1987,
Roudinesco y col., 1997). Lacan describió una
ANGUSTIAS Y ATAQUES DE PÁNICO. CONVERGENCIAS, SUPLEMENTOS Y DIVERGENCIAS
fase de espejo en el desarrollo del infante, al
final de la cual conquistaría su identidad y
superaría la fantasía del cuerpo fragmentado
y la vivencia de dispersión angustiosa. En su
opinión, las psicosis infantiles pueden concebirse como un fracaso de esta experiencia clínica del estadio del espejo, y pueden
aparecer esas angustias primitivas en ciertas
experiencias de despersonalización (Lacan,
1966a, 1966b). Considera que la castración
(simbólica) es la separación del niño (o de la
niña) de la madre por parte del padre. Esta
separación es un sacrificio que hay que pagar para convertirse en un sujeto con acceso
al orden simbólico y a la cultura (La ley del
Padre, el Otro). Si no se realiza esta castración simbólica se produce una forclusión del
Nombre-del-Padre, la ausencia de la metáfora paterna, y el niño se queda en la fusión
con la madre, en lo imaginario y la psicosis.
Dentro de esas consideraciones, la angustia
se genera por temor a asumir la castración
simbólica, a no ser ya el falo de la madre (a
no ser el deseo único de la madre).
Hay que precisar que el falo no es el pene,
sino lo que completaría al Otro (madre) en
lo imaginario del infante. El falo no existe en
la realidad, sino que es el atributo paterno
imaginario y significante primero de toda
la cadena de los significantes inconscientes
y conscientes. Querer ser el falo del Otro es
tener la ilusión de colmar todas las necesidades, deseos, demandas o faltas de otra persona. La angustia surgiría al darse cuenta de la
falta y del vacío que no se pueden colmar (ni
en el otro ni en uno mismo). Hay que enfatizar que los lacanianos diferencian totalmente el Deseo (el Deseo de ser el falo del Otro)
de las necesidades fisiológicas y materiales.
Sabemos que existen también angustias ante
los factores que pueden lesionar el cuerpo o
hacer peligrar la autoconservación, aparte de
las angustias de no realización de los deseos
“lacanianos”.
35
Inspirado por el lacanismo, Bleichmar
(1983) diferencia los objetos de la satisfacción de la pulsión, de los objetos de la actividad narcisista. Los objetos de la pulsión satisfacen la zona erógena, mientras que los
objetos de la actividad narcisista exaltan el
yo. Considera, con razón, que muchas veces
el narcisismo adquiere prioridad sobre la satisfacción biológica. En el narcisismo, todo
está en el orden de la significación, en la mirada del que puede otorgar reconocimiento
con su admiración. Las angustias narcisistas
surgen cuando entran en peligro las aspiraciones narcisistas. Considera que parte importante de la llamada angustia existencial
se revela como de naturaleza narcisista, pues
el deseo insaciable de ser un yo ideal único
produce un sujeto que no encuentra paz al
no poder mantener la admiración incondicional del otro o del superyó. En casos de
mayor susceptibilidad narcisista, las menores
objeciones por parte del otro despiertan la
angustia señal para evitar caer en la situación traumática narcisista de impotencia y
desvalimiento.
Kohut (1977) describió dos tipos de angustia: una, propia de la persona cuyo self
está intacto y que se experimenta como
una respuesta al peligro específico (amenazas de pérdida de objeto, pérdida del amor
del objeto, culpabilidad y castración ante la
desaprobación superyoica); y otra, que comprende las ansiedades experimentadas por
quien se está dando cuenta de que su self
está comenzando a desintegrarse. Considera que la angustia más profunda no es la de
castración sino la de desintegración y que la
primera surge cuando la segunda no ha sido
suficientemente neutralizada por la actitud
empática de los objetos del self de la infancia. La ansiedad arrolladora durante la cual
se experimenta el terror al aniquilamiento
no se debe al miedo a los impulsos, sino a
la percepción anticipatoria de la ruptura del
36
ISMAIL YILDIZ
self. La angustia como resultado de la amenaza a su cohesión se origina en los defectos
y debilidades estructurales del self, en las circunstancias donde se experimenta a sí mismo como aislado o carente de los aportes de
objetos del self.
Los estados de fragmentación del self
en los casos de trastornos narcisistas de la
personalidad pueden ocurrir básicamente en
tres niveles. Primero, bajo la forma de una
depresión vacía, muchas veces sin llanto, con
afectividad plana, sin aparente culpabilidad,
sin ansiedades de superación y sin deseos reparativos. Segundo, es el de la angustia desintegrativa, caracterizada por un estado de
ansiedad constante, temor culposo y pánico,
disociaciones y sensaciones de fin del mundo, seguido por mal funcionamiento mental
(pérdida de memoria, deficiencias en los juicios de realidad, disminución en la capacidad
de la función sintética). Tercero, es la hipocondría que refleja un self que ha perdido su
catexis narcisista y su cohesión. Si un paciente se encuentra en medio de una reacción
aguda de fragmentación puede sentir sensaciones corporales inusuales (regresiones
a niveles pre-psicológicos o somatizaciones)
como los síntomas de despersonalización,
dificultad en regular la temperatura corporal, otros síntomas psico-fisiológicos como
vómito, diarrea, sudoración, temblor, afonía,
balbuceo, decaimiento, desmoronamiento,
desmayo, etc. (González, 1993).
Como acabamos de ver, varias formas
de angustia se relacionan con re-vivencias
traumáticas o se producen por anticiparlas y,
eventualmente, para evitarlas. Esperanza ha
afirmado, muchas veces, que todo su sufrimiento se debe a la separación de su madre,
cuando tenía seis años. Pienso que la separación después de peleas y pleitos debió ser
traumática para ella, pero el hecho de separarse de su madre e ir con el padre debió ser
también como una realización de su fantasía
edípica incestuosa y producir una culpa intensa. Si esta realización del deseo edípico no
fue traumática en su momento, pudo volverse así con retroactividad a causa del proceso
de reinterpretación y resignificación del pasado, lo que puede explicar el aumento de su
angustia y la producción de ciertos síntomas
durante su adolescencia, cuando intentaba
repetir, reeditar o recrear otra relación incestuosa con uno de sus profesores. Tomando
en cuenta el discurso de ella, se puede inferir
(construir) que la madre no fue capaz de dar
la suficiente seguridad emocional a su infante durante sus primeros años, aun antes de la
separación, para una estructuración psicológica adecuada. Tampoco el padre ni las otras
personas que la cuidaron pudieron compensar suficientemente los defectos (carencias o
déficit) y los excesos de las funciones maternas, de manera que ella pudiera desarrollar
un self con suficiente cohesión. Las relaciones
actuales y construidas de P con sus padres
sugieren la existencia de traumas positivos
(separación forzada, madre intrusiva), negativos (por carencia empática) y acumulativos.
Además, los padres seguían ejerciendo todavía efectos traumáticos durante los tiempos
del tratamiento, no únicamente por falta de
empatía con su sufrimiento, sino creando
nuevas angustias mediante las amenazas de
no pagar los estudios si perdía un semestre,
y de no pagar su tratamiento si no les hacía
caso a sus demandas irracionales.
Basándonos en los estudios del desarrollo psicosexual y narcisista, podemos concluir
que aunque la criatura humana nace con
ciertas capacidades innatas (autonomía primaria), necesita de un ambiente facilitador
para su desarrollo ulterior. Además, adquiere funciones, valores, símbolos e identidades
por medio del aprendizaje durante sus relaciones interpersonales permanentes con el
medio (incluyendo su propia creatividad). Si
el ambiente no facilita continuadamente el
ANGUSTIAS Y ATAQUES DE PÁNICO. CONVERGENCIAS, SUPLEMENTOS Y DIVERGENCIAS
desarrollo de la pre-programación, se producen acumulaciones de traumas negativos por
carencia que dañan incluso las áreas de autonomía primaria, impiden el aprendizaje de
otras funciones psicológicas y el desarrollo
de la creatividad propia para hacer frente a
los estímulos externos e internos, lo que crea
una vulnerabilidad mayor a vivir traumáticamente las nuevas situaciones frustrantes.
Cuando el entorno estimula demasiado, el
sujeto vuelve a revivir el desamparo o desvalimiento psicológico, así que el yo se desorganiza, pierde el control y vive pasivamente
la angustia traumática. Una vez que esa vivencia se memoriza como terrible e indecible,
amenazadora de la integridad y la supervivencia, el sujeto intenta prevenirla con todas
sus fuerzas, conscientes e inconscientes, lo
que genera una hipervigilancia de su mundo interno y externo (angustia señal anticipatoria exagerada y permanente), desarrolla
nuevos mecanismos de defensa y de adaptación (que pueden incluir el sometimiento y la
creación del falso self) a veces con inhibiciones en algunas áreas, otras veces con mayor
desarrollo de otras funciones (mecanismos
compensatorios) y, eventualmente, creando
síntomas para seguir su lucha contra las angustias persistentes.
Pienso que no debemos reducir los efectos traumáticos de la vida al trauma de nacimiento (Rank, 1923), cuyas perturbaciones
todos los humanos hemos padecido. Es cierto que hay unos partos más traumáticos que
otros (Winnicott, 1949), pero desde el punto
de vista psicoanalítico, el trauma psicológico
se refiere a las perturbaciones de las relaciones interpersonales (agudas o acumulativas), ya sean por exceso o por carencia. No
hay padres perfectos, como dice Bettelheim
(1987), para impedir cualquier traumatismo
5
37
durante la lactancia y aplicar únicamente
frustraciones óptimas (no traumáticas), posteriormente. Necesariamente se producen
traumatismos incluso en los mejores cuidados. Los padres suficientemente empáticos
pueden no ser capaces de impedir la ocurrencia de algunos traumas, pero sí pueden
ayudar en su elaboracion después de constatar lo ocurrido, reasegurando al infante o
hablando sobre el tema con el niño mayor o
con el adolescente para reparar la confianza
interpersonal dañada.
De otra parte, algunos autores consideran
posible adscribir el trauma a alguien (persona
ausente o hiperpresente) que no hizo lo que
debía hacer, o hizo lo que no debía. No obstante, no debemos excluir los factores congénitos
(constitución genética, traumas pre- y/o perinatales detectados o no) en algunos infantes,
que a pesar de una buena dedicación de sus
padres y del entorno inmejorable, su extrema
intolerancia a las frustraciones puede perturbar el desarrollo biopsicosocial e inducir angustias patológicas y enfermedades mentales.
III.4. Neurosis de angustia y ataques de
pánico
Según los síntomas de Esperanza, podemos afirmar que sus ataques de angustia
conforman la neurosis de angustia descrita
por Freud (1895a, 1895b, 1898), o la neurosis
de ansiedad aguda o el trastorno de pánico
descritos por la psiquiatría (Restrepo, 1994)
y por varios psicoanalistas (Brainsky, 1985,
1988; Carvajal, 1987; Lichtmann, 1993; Chiozza, 1998; Fernández de Nieva y col., 1998;
Rubinstein, 1998; González, 2003).
Existe consenso en la descripción de los
ataques de pánico típicos; ellos se manifiestan con una ansiedad abrumadora (angustia
traumática)5, se pueden acompañar de pal-
La palabra “pánico” significa “miedo inmenso” y deriva del griego panikós (πανικó ), “terror causado por Pan”. El grito
súbito de dios Pan (παν), que habría aterrorizado a los Titanes, se hizo proverbial y ha dado la voz “pánico”.
38
ISMAIL YILDIZ
pitaciones, dolor o sensación de constricción
precordial, sensación subjetiva de asfixia
o ahogo, mareo, vértigo, sensación de desmayo inminente con “flojera en las piernas”,
parestesias, sensación de vacío, dolor o hundimiento en el epigastrio, sensación de frío,
temblor y experiencias dereísticas varias
(despersonalización y des-realización). Esos
síntomas pueden variar en intensidad: van
desde estados de tipo sub-pánico, que extraña al sujeto y lo deja perplejo, pasando por
ataques de angustia típicos, hasta llegar a estados de agorafobia y polifobia, que pueden
llevar al sujeto a un aislamiento total, indefensión e invalidez, con pérdida casi completa
de su sentido de autosuficiencia y de libertad.
Varias veces fui testigo auditivo de las vivencias de Esperanza, a través del teléfono, durante sus ataques de pánico o después de un
desmayo precedido de su ataque de pánico.
Ella nunca ha tenido un ataque de estos durante las sesiones, aunque siguiera sintiendo
a veces sus equivalentes en forma de dolor
corporal y jaquecas. Durante esas llamadas,
parecía estar transformada, con respiración
muy alterada y con dificultad en el habla,
diciendo sentir que iba a morir y que ya no
aguantaba más; con voz suplicante, preguntaba qué tenía que hacer. Generalmente, se
calmaba en pocos minutos con nuestra conversación, calma manifestada por la regularización de su respiración y la normalización
de su voz. Muchas veces pidió disculpas en
las sesiones siguientes a sus llamadas, y sentía mucha vergüenza por haberme molestado. Más tarde en la terapia, se quedaba silenciosa para expresar su rabia por no haberse
curado todavía y/o diciendo, abiertamente,
que la terapia no le había servido, que no le
estaba sirviendo y no le serviría.
En cuanto a la etiopatogenia de los ataques de angustia, la mayoría de los autores,
dentro de los cuales me incluyo, no aceptamos la hipótesis freudiana de estasis libidinal
de neurosis actual, es decir, una insuficiente
descarga o elaboración de la excitación
sexual genital en la actualidad. Rosolato
(1984) propuso una estructura de carácter
de la neurosis de angustia, donde predomina
la denegación de los problemas actuales que
superan al sujeto. Otros autores (Lichtmann,
1993; Fernández de Nieva y col., 1998; Rubinstein, 1998) llegaron a las conclusiones
convergentes y suplementarias de la existencia de predominio de un narcisismo primitivo
y una insuficiente separación-individuación,
además de la persistencia de simbiosis patológica en estos pacientes adultos. Fernández
de Nieva y col. (Ídem) consideran que en las
experiencias infantiles de sujetos con ataques
de pánico están presentes la sobreprotección
encubridora de hostilidad reprimida y la desconfianza en las posibilidades del hijo, como
también las situaciones de rechazo y de distancia afectiva. Lichtmann (1993) piensa que
el proceso de internalización del objeto ha
fallado en esos pacientes simbióticos, no se
ha establecido la delimitación sujeto-objeto,
lo que explica la existencia de un déficit en
el proceso de pensamiento y de simbolización. Ante amenazas de pérdida o abandono,
reaccionan con la angustia de desvalimiento
en lugar de la típica señal de angustia. Rubinstein (1998) hipotetiza la ausencia de la
elaboración psíquica de la “excitación” agresiva en casos de ataques de pánico, cuando
afirma que estas personas padecen una seria
dificultad en la exteriorización de la agresión
y, particularmente, con aquellos objetos con
los que han establecido un fuerte lazo libidinal. Cuando exacerban los impulsos hostiles, al quedarse impedida la descarga hacia
afuera, se produce la descarga neurovegetativa interna en forma de ataque de angustia.
Los mismos sujetos tendrían, generalmente,
pensamiento operativo, una vida pobre de
fantasías, escasa capacidad de simbolización y notoria imposibilidad de nombrar los
ANGUSTIAS Y ATAQUES DE PÁNICO. CONVERGENCIAS, SUPLEMENTOS Y DIVERGENCIAS
afectos (alexitimia)6. Esta hipótesis me parece
suplementaria de otras más conocidas sobre
los mecanismos de ataques de pánico. De
hecho, en nuestra P, muchas veces, sus ataques o sus somatizaciones se iniciaron por
una hostilidad no reconocida y/o no expresada. Ella tenía también dificultad para sentir
hostilidad y expresarla, aun cuando estaba
maltratada. Durante mucho tiempo me pareció tener muy poca fantasía diurna (decía
que trataba de sobrevivir día a día), soñaba
poco u olvidaba sus sueños y era bastante
alexitímica. Durante los primeros años trabajamos para reconocer y discriminar sus
afectos, y hasta establecimos entre nosotros
una gradación de la intensidad de sus angustias para facilitar nuestra comunicación, que
iba de cero a diez, donde cero correspondía a
un estado de supuesta indiferencia anímica
mientras que diez era la máxima intensidad
de angustia que ella había sentido, es decir,
ataque de pánico fuerte.
Según González (2003), los ataques de
pánico se producen por la cohesión insuficiente del self frente a los estímulos. En algunas oportunidades, él no logra anticipar el
peligro mediante la angustia señal y, en lugar
de un temor controlado que evite el trauma,
lo precipita y es expuesto a la inundación y
al pánico arrollador. En el caso de que no se
logre una ligazón de la angustia, ésta puede generalizarse y permanecer como en el
trastorno por ansiedad generalizada. En el
trastorno de pánico existe una insuficiente
internalización transmutadora de funciones
de tranquilización, debido a las fallas en las
experiencias de fusión con el objeto del self
idealizado. Se reactivan en él los temores infantiles de desvalimiento frente al abandono.
El autor considera que, durante la regresión
transferencial, se reviven las angustias trau-
6
Dificultad para expresar afecto.
39
máticas de la separación. La reactivación de
la experiencia de fusión durante el análisis, a
partir de la movilización de la transferencia
idealizadora, permite la elaboración de las situaciones traumáticas de separación.
Considero que nuestra P padecía un narcisismo primitivo que la impulsaba a buscar
relaciones de fusión con objetos arcaicos
del self. Trastornos de su narcisismo que se
manifestaban, de una parte, en sus debilidades comentadas (baja autoestima, difusión
de su identidad, aislamiento emocional, fobias e inhibiciones, etc.), y de otra, mediante explosiones de omnipotencia (reprimida
y/o renegada) en forma de no necesitar de
nadie, de arrogancia extrema (“mi madre no
me importa”), furia narcisista dirigida hacia
sí misma (“si no paso el semestre me mato”).
Es probable que su furia narcisista no sentida
y/o no expresada fuese uno de los factores
principales de sus ataques de pánico.
Brainsky (1985, 1988) considera que la
neurosis de angustia se produce por la no
psicologización de las pulsiones y de la angustia. Opina que las pulsiones libidinales y
agresivas se reprimen, pero el resultado de
esta represión se descarga directamente por
la vía neurovegetativa, en forma de ataque
de angustia. Piensa que en los ataques de
pánico intervienen, aparte de la angustia de
castración, las angustias más primitivas.
De otra parte, se ha demostrado que
cuando los medicamentos elevan el umbral
al que los mecanismos cerebrales activan los
ataques de pánico, surgen nuevas posibilidades de conversación abierta y reflexiva para
comprender los significados simbólicos de
las angustias traumáticas, es decir, psicologizarlas (Griffith y col., 1994; Pinzón Junca
A., 2007). Ésta fue una de las motivaciones de
prescribir Lexotán a Esperanza.
40
ISMAIL YILDIZ
Todos los autores, incluyendo a Freud,
que consideraron las angustias arcaicas convergentes en el desvalimiento psíquico, se
refieren a la angustia del infante relacionada
con la madre, es decir, a una relación dual, un
estado de indiferenciación entre el self y el
objeto, la confusión de los límites hasta llegar
a la confusión narcisista (estado simbiótico).
La transferencia y la contratransferencia predominantes con estos pacientes son, necesariamente, reflejo de esos funcionamientos
mentales. Esos analizantes establecen transferencias fuertemente idealizadas, con una
dependencia oral mágica del analista, tal que
en los intervalos de inter-sesiones necesitan
comunicarse con él para sentirse amparados,
como ocurría con nuestra P. Pero, al mismo tiempo, la dependencia casi intolerable
del analista crea dificultades significativas
que ponen en juego la agresión dentro del
proceso, fundamentalmente con ataques al
encuadre, como los silencios prolongados de
Esperanza. De hecho, ella me idealizó precipitadamente, no obstante, pronto llegó al
rechazo y al desprecio por no haberla curado
rápida y mágicamente.
Se piensa que la frecuencia de trastornos
de pánico ha aumentado en occidente en
las últimas décadas debido a los cambios
socioculturales. Fernández de Nieva y col.
(1998) consideran que el sujeto se encuentra en una situación de desamparo “primordial”, surgida de su conflictiva intrapsíquica
y reforzada por el contexto de su realidad
cultural. El desamparo inicial tiene su especularidad en la cultura, por la pérdida de las
redes sociales que ayudaban al sujeto y que
le servían de soporte identificatorio. Piensan,
acertadamente, que se perdieron los valores,
las creencias y las ideologías anteriores, que
servían como redes de contención y no fueron reemplazados por nuevos paradigmas
para mitigar un sentimiento de inseguridad
creciente. En la sociedad actual predomina
el anonimato, el aislamiento, la soledad y el
desamparo. Se aleja el contacto con el otro
y se ofrecen canales sustitutos por donde se
pierde la identidad. Vivimos en una sociedad
individualista en la cual el consumismo, el dinero, el éxito personal y el brillo de la imagen
parecen ser las metas propuestas desde los
medios de comunicación, la propaganda y las
instancias más elevadas del poder. La institución familiar padece también los efectos de
los cambios culturales, perdiendo su función
contenedora, formadora e identificatoria.
Los autores recuerdan las consideraciones de Freud (1921) sobre el pánico en las
colectividades, que se genera por el rompimiento de vínculos libidinosos entre el líder
y sus otros miembros. Cuando se quiebra ese
soporte narcisista se produce una angustia
colectiva, manifestada en forma de pánico.
De manera similar, el actual aumento de
ataques de pánico se debería a la caída del
imaginario social y familiar y a la ruptura del
entramado simbólico. Estos cambios sociales
facilitan el desamparo psíquico del sujeto.
III.5. Simbiosis patológica y angustia de
separación
Vimos que existe cierto consenso en que
los ataques de pánico se producen, generalmente, en los sujetos que tienen un vínculo
de fusión narcisista y cuando se sienten en
peligro de separación o de abandono; es decir, la angustia de separación no funciona
como señal, sino que precipita una angustia
traumática.
Freud (1926) reconoció tardíamente la
existencia de angustias más primitivas, anteriores a la angustia de castración de fase fálica, en formas de angustia de desvalimiento o
de desamparo psíquico del lactante durante
la inmadurez del yo (angustia traumática) y
la angustia de pérdida del objeto (angustia
de separación) durante los primeros años de
dependencia infantil. Así, trasladó también
ANGUSTIAS Y ATAQUES DE PÁNICO. CONVERGENCIAS, SUPLEMENTOS Y DIVERGENCIAS
el papel del padre a la madre en la génesis
de angustias más primitivas y catastróficas,
relacionándolas con trastornos de la relación
dual madre-hijo. Este traslado implicaba revisar todas sus teorías anteriores sobre los
afectos y síntomas, pero Freud no lo hizo.
Probablemente es una de las razones del
surgimiento de tantas teorías posteriores, a
veces divergentes, en estas áreas.
Según Mahler (1979a, 1979b; Mahler y
col., 1975), las madres engolfantes (narcisistas, invasivas, intrusivas, sobreprotectoras,
fobígenas) no toleran la separación-individuación y mantienen la persistencia de la
fase de simbiosis normal, induciendo una
simbiosis patológica en forma de una folie à
deux. En los casos de alteraciones importantes del proceso de separación-individuación,
se produce la psicosis simbiótica del niño.
En los adultos, los ataques de pánico son las
expresiones más traumáticas de la angustia
de separación. Entonces, el sujeto busca una
relación simbiótica con la madre primitiva (o
algún representante) para aliviar las angustias de separación-individuación y la sensación de desvalimiento psíquico. Al fracasar la
regresión defensiva simbiótica puede emerger también la posición autista.
La posición simbiótica (Bleger, 1967), la
posición umbilical (Garbarino, 1968) y la posición autista-contigua (Ogden, 1989, 1991)
se convergen y se suplementan con las fases
autista y simbiótica descritas por Mahler.
Durante el tratamiento de Esperanza se
confirmó la existencia de una insuficiente
separación-individuación y de una fijación
y/o regresión a estados de simbiosis-autismo
con su madre primitiva, y su persistencia en
acostarse en el mismo cuarto que su madre.
La simbiosis patológica y las angustias traumáticas de separación-individuación de ella
se reactivaron repetidamente en la transferencia. Durante el primer año, muchas veces
empezaba a angustiarse desde el martes por
41
el fin de semana y, sobre todo, por un fin de
semana con lunes festivo. Después, con sus
vivencias abrumadoras de la separación de
mis vacaciones de mitad de 2001, sentía que
no podía aguantar mis vacaciones de este
fin de año. Pensó muchas veces hospitalizarse durante esas vacaciones, por temor a no
aguantar la falta de terapia. No se hospitalizó pero sufrió mucho, tuvo gastritis y úlcera
duodenal. De otra parte, la mayoría de sus
ataques de pánico ocurrió durante los períodos de separación, fuesen fines de semanas
u otras vacaciones. Poco a poco disminuyó la
intensidad de esas angustias, pero pienso que
las presiones repetidas de los padres sobre P,
al decir que no estaba mejorando y amenazar
con no pagar la terapia, han dificultado durante mucho tiempo la vivencia necesaria de
una simbiosis más serena en la transferencia
para elaborar su simbiosis patológica.
Otros psicoanalistas describieron los trastornos de pánico, con o sin agorafobia, también relacionándolos, principalmente, con la
angustia de separación-individuación y con
el fracaso de la vivencia normal de simbiosis
o de fusión (Brainsky, 1985, 1988; Carvajal,
1987; Villarreal de Soulier, 1995; Fernández
de Nieva y col., 1998; Lichtmann, 1993; Rubinstein, 1998). Si tomamos en cuenta que
los postkleinianos consideran que los ataques de pánico se producen por la confusión
de partes del self con el objeto (debido a la
identificación proyectiva patológica), podemos afirmar la existencia de convergencias
y suplementos en las teorías explicativas en
esta área.
De hecho, la existencia de escuelas psicoanalíticas, a veces con puntos de vistas totalmente contradictorias, llevó a la comunidad
psicoanalítica, en las últimas dos décadas, a
buscar convergencias, coincidencias o bases
comunes entre ellas (Kulka, 1988; Wallerstein,
1988; Killingmo, 1989; Diazgranados, 1990;
Márquez, 1990; Laverde, 1994a, 1994b;
42
ISMAIL YILDIZ
Sánchez Medina, 2002; Yildiz, 2008). Según
Kernberg (1993), se constata también cierto
acercamiento en las técnicas de las diferentes
escuelas. Soy partidario de que se construya
un “supermodelo” del funcionamiento mental
o uno multiaxial (Kolteniuk (1987) que integre una visión convergente y suplementaria
de la multiplicidad conceptual que amenaza
con fragmentar nuestro campo de estudio.
Este supermodelo o modelo multiaxial no
debe necesariamente suprimir la riqueza y las
diferencias de los ya existentes, y debe dejar
espacios “abiertos” (no saturados) para incluir
y añadir (suplementar) nuevas conceptualizaciones de los hechos psicológicos del pasado
y del porvenir de la creatividad permanente
del devenir humano (Yildiz, 2006b).
III.6. Angustia de muerte e insomnio
Esperanza, aparte de sentirse morir durante sus ataques de pánico, ha tenido con
frecuencia angustia de muerte. Inicialmente, temía morir de un ataque al corazón, de
derrame cerebral o simplemente durmiendo.
Otro terror u horror específico y periódico
fue el de sufrir catalepsia (muerte-viva) y
despertarse ya enterrada.
Freud (1915b, 1923, 1926) consideró repetidamente la angustia de muerte como una
angustia neurótica, y la equiparó a la angustia del yo ante el superyó por sentimiento de
culpa, y en lo último a una transformación de
la angustia de castración. El yo criticado por
el superyó se angustiaría ante la posibilidad
de perder la función protectora y salvadora
de los padres interiores, que se proyectaría
en los poderes del Destino o de la Providencia. Además, planteó que no es posible la
existencia de un miedo a la muerte propia
por ser la muerte una experiencia jamás vivida, desconocida, y, por lo tanto, ausente en el
acervo de las representaciones inconscientes.
“No se puede temer aquello que se desconoce”, parece ser su curiosa afirmación.
De otra parte, la especulación de Freud
sobre la existencia de una pulsión de muerte ha generado desacuerdos y controversias
en la comprensión de la vida y de la muerte,
del amor y del odio, y también en la explicación de la angustia “normal”, “neurótica” o
“psicótica” ante la posibilidad o la certeza de
la muerte (Green, 1983, 1984; Segal, 1984;
Golse, 1987; Soulier, 1988; Abadi, 1993; De
Zubiría, 1996; Sánchez Medina, 1997, 1999;
Laverde, 1997, 2002; Vives y col., 1998-99;
Ballesteros, 2002; Yildiz, 2007c).
Para los psicoanalistas de la escuela kleiniana, las pulsiones de muerte tienen una
inscripción en el inconsciente y toda angustia
es una respuesta a la amenaza de pulsiones
de muerte (Segal, 1984; Hinshelwood, 1989).
Kohut (1977) piensa que la angustia de
muerte está vinculada con la angustia de
fragmentación, desintegración o aniquilamiento del self.
Varios autores piensan que, generalmente, una parte del ser humano reconoce la
realidad de la muerte y otra parte la niega o
la desmiente. Entonces, se acepta la existencia de angustias conscientes e inconscientes
ante la propia muerte (Soulier, 1988; Vives y
col., 1998-99; Sánchez Medina, 1999).
Abadi (1993) piensa que hay un miedo
básico ante la muerte, cuyo referente es una
fantasía construida sobre la base de muerte
de otros, los momentos de inconsciencia y las
vivencias traumáticas. Green (1983, 1984) y
Laverde (1997, 2002) refutan también, de
cierta manera, la hipótesis freudiana de que
la muerte no tiene representación psíquica
inconsciente.
De Zubiría (1996) considera que la idea
de muerte es interiorizada por el individuo
mediante incorporaciones de situaciones
reales de muerte. De otra parte, hipotetiza,
en algunos casos, la formación de un objeto
interno agonizante, ni vivo ni muerto, pero
amenazante y perseguidor, que puede indu-
ANGUSTIAS Y ATAQUES DE PÁNICO. CONVERGENCIAS, SUPLEMENTOS Y DIVERGENCIAS
cir angustias intensas con terror a la muerte,
incluyendo ataques de pánico. El objeto agonizante se formaría cuando el sujeto equipara la muerte del objeto, o su separación, a su
propia muerte.
Golse (1987) considera, con acierto, que
la adquisición de la noción de muerte es un
fenómeno lento y progresivo en el niño, y corresponde a una aceptación de una pérdida
definitiva de objeto. Piensa, en consecuencia,
que no es posible un trabajo de duelo auténtico durante los primeros años de la vida.
Considera que la noción de muerte presenta
un aspecto intelectual y otro afectivo. En el
plano intelectual, el concepto de muerte incluye varios elementos que el niño adquiere
sucesivamente: 1. La noción de irreversibilidad, hacia los 4 o 5 años. 2. La noción de universalidad, por la cual la muerte concierne a
todo el mundo, incluido el propio niño, hacia
los 5 o 6 años. 3. La noción de lo desconocido después de la muerte, adquirida mucho
más tardíamente (a veces jamás) y contra la
cual luchan numerosos sistemas filosóficos o
religiosos. El conocimiento de este desconocimiento es, por lo tanto, parte integrante del
concepto de muerte, al que confiere precisamente su carga misteriosa y ansiosa.
Golse piensa que nuestras reacciones
afectivas frente a la muerte están realmente
centradas en la cuestión de ausencia, pero si
bien puede abordarse desde la perspectiva de
la pérdida del objeto y de la angustia de castración, en el plano fenomenológico continúa persistiendo la sensación de impotencia
frente a este tipo de angustia, la cual varía
poco con la edad (sólo puede variar el grado
de resignación intelectual ante la perspectiva
de este hecho humano).
Las consideraciones de Golse sobre la
separación y su elaboración (duelo) se acercan a (convergen con) las teorías de Mahler
(1979b) y Kernberg (1977) -(para ellos, la
constancia objetal se adquiere entre los 3
43
y 7 años)- y se alejan mucho (divergen) de
las teorías de Klein. De hecho, Klein ubica la
posición depresiva, la elaboración de la separación del pecho y de la madre, en el primer
año de vida, aunque esta elaboración no sea
completa y dure el resto de la vida.
Esperanza ha tenido varias pesadillas relacionadas con la muerte y sintió su primer
ataque de pánico después de una pesadilla
donde ella estaba muerta. Se sentía morir
durante sus ataques de pánico y sus crisis de
asfixia. Todos esos hechos clínicos mostraron
que tenía terror a la muerte y, muchas veces,
temía quedarse viva-muerta (catalepsia) y
despertarse ya enterrada. Ella ha tenido también varios períodos de insomnio, temiendo
conscientemente que podía morir mientras
dormía o podía empezar a sufrir un ataque
de pánico con una pesadilla.
Diferentes autores explican las perturbaciones del dormir mediante mecanismos
suplementarios como los siguientes: temor
a que fracase la represión (Fenichel, 1945);
amenaza de destrucción y de muerte en los
sueños (Lewin, 1953); temor a la invasión por
el núcleo psicótico (Bleger, 1967); existencia
de la imagen de una madre ausente, abandónica, intrusiva o asesina (McDougall, 1982,
1989); y, finalmente, por la sensación de fragilidad del self y el temor a su desintegración
(Kohut, 1977; Ogden, 1989, 1991).
Pienso que los insomnios de Esperanza
se debieron a sus angustias anticipatorias de
tener otro ataque de pánico con una pesadilla, morir durmiendo, tener catalepsia y despertarse ya enterrada. Todas estas angustias
conscientes e inconscientes le obligaban a
permanecer vigilante para intentar controlar
los peligros reales y, sobre todo, fantaseados,
reprimidos, forcluidos, disociados y proyectados. Ante esos peligros, probablemente,
no podía relajarse corporal ni mentalmente
para abandonarse, dormir y, eventualmente,
soñar.
44
ISMAIL YILDIZ
Considero que las angustias primitivas
de desvalimiento psíquico (angustia traumática), las angustias de perder el objeto anaclítico y las angustias de desintegración del
self se acercan más a la angustia de muerte
que a la transformación neurótica de angustia de castración de fase fálica. De otra parte,
pienso que cada sujeto va construyendo representaciones de una muerte, de un ‘estar
muriendo’, con sus propias experiencias de
la vida y con sus fantasías personales. Estas
representaciones pueden asociarse con las
vivencias de sus desvalimientos psíquicos,
angustias de separaciones traumáticas, angustias y dolores de heridas físicas sufridas.
Además, el sujeto puede identificarse con angustias, sufrimientos psicológicos y dolores
de otras personas y construir representaciones de la muerte de otros y de sí mismo. Esas
representaciones pueden instalarse también
en las partes inconscientes del yo y del superyó (no necesariamente en el ello por una
inscripción filogenética), donde lo reprimido
puede funcionar con el proceso secundario o
mixto. Con todo, la angustia de muerte puede ser también un miedo a lo desconocido, a
lo cual se le da el nombre de “muerte”.
Pienso, finalmente, que la angustia de
muerte de Esperanza estaba relacionada principalmente con sus angustias de separación
de su objeto primitivo materno interno, simbiótico y agonizante. Esta madre primitiva
parece que no ha podido tener suficiente
empatía y función de rêverie durante la primera infancia de ella. Su posterior separación
traumática de su madre pudo ser vivenciada
y/o tal vez reinterpretada como un “abandono” de ella, un abandono a la muerte. Era
también probable que, detrás de su angustia
de muerte física, existiera una angustia de
muerte psicológica: desintegración del self,
perder el control y enloquecerse.
IV. CONCLUSIONES PROVISIONALES
1. Los ataques de pánico de P se debían
principalmente a angustias de separación
durante fines de semana y vacaciones.
Esta sintomatología se explica por la simbiosis patológica y por la organización
fronteriza de su personalidad. Sobre este
mecanismo de producción de ataques
de pánico, muchos psicoanalistas tienen
conceptualizaciones convergentes y suplementarias.
2. Sus somatizaciones (disnea, polaquiuria,
jaquecas, vómitos, atoramiento, desmayos, gastritis y úlcera gastro-duodenal)
se produjeron en períodos de mayores
incertidumbres y angustias.
3. La transferencia inicial fue de idealización
primitiva y simbiosis. Se añadieron rápidamente rebeldía, devaluación de la terapia y negativismo que se manifestaron
durante los primeros años mediante silencios prolongados en las sesiones. Esas
transferencias fueron contenidas, comprendidas, interpretadas y elaboradas durante el proceso analítico.
4. El proceso psicoanalítico siguió varios
años con sus incertidumbres y altibajos.
Después de los dos primeros años empezaron disminuir la intensidad de sus ataques de pánico y somatizaciones. Paulatinamente, P ganó confianza en sus capacidades y se relacionó mejor con los otros.
Empezó también a imaginar la posibilidad
de separarse de su madre y de mí, y hacer su vida. Efectivamente, se fue a vivir
en otro país con su novio. Proseguimos el
tratamiento seis meses más por Internet
y lo finalizamos después de siete años de
tratamiento.
5. El psicoanálisis de pacientes con ataques
de pánico y con síntomas fronterizos graves es más difícil que los de los neuróticos “clásicos”, como fue el caso de nues-
ANGUSTIAS Y ATAQUES DE PÁNICO. CONVERGENCIAS, SUPLEMENTOS Y DIVERGENCIAS
tra P. Este tratamiento psicoanalítico fue
posible gracias a mucha dedicación, que
incluyó atender sus llamadas telefónicas
y aguantar y contener muchos silencios
prolongados e incertidumbres.
6. Algunas corrientes de psicoanálisis priorizan la pulsión de muerte para explicar
todas las formas de angustia (escuela
kleiniana), mientras que otros las explican
principalmente por las fallas del medio
(culturalistas, Winnicott, psicología psicoanalítica del self).
Sabemos que los animales también tienen instintos, y, sin embargo, no parecen
sufrir de angustias existenciales, neuróticas, fronterizas ni psicóticas. Debemos
considerar la angustia real, compartida
por los animales y el ser humano, como
indispensable para la superviviencia biológica. En consecuencia, considero que las
angustias específicamente humanas se
generan por las dificultades de relaciones
objetales, interpersonales, intersubjetivas
y vinculares, pero no causadas directamente por los instintos compartidos con
los animales. No obstante, no debemos
excluir los factores congénitos (constitución genética, traumas pre- y perinatales, detectados o no) en algunos infantes que pueden dificultar sus relaciones
interpersonales. Por ejemplo, la extrema
intolerancia a las frustraciones puede ser
provocada por estos factores, perturbar el
desarrollo biopsicosocial e inducir angustias patológicas y enfermedades mentales, a pesar de una dedicación suficientemente buena de los cuidadores.
6
45
7. Ya no se acepta la hipótesis freudiana de
estasis libidinal para explicar la neurosis
de angustia y ataques de pánico. Existe un
consenso importante en el sentido de que
esas personas no tienen un self con suficiente cohesión, así que la angustia señal
no funciona adecuadamente. Son fijadas
o regresan en relaciones de simbiosis patológica (fusión narcisista o con-fusión
por identificaciones proyectivas patológicas) y la angustia de separación se transforma fácilmente en ataques de pánico o
sus equivalentes (somatizaciones).
8. Los insomnios de nuestra P se explican por
mecanismos convergentes y suplementarios: temor al fracaso de la represión;
amenaza de destrucción y de muerte en
los sueños; temor a la invasión por el núcleo psicótico; existencia de la imagen de
una madre abandónica e intrusiva; y por
la sensación de fragilidad del self, además
del temor a su desintegración (temor al
derrumbe o a enloquecerse). La elaboración progresiva de esos temores y amenazas ha mejorado el dormir de P.
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PSICOANÁLISIS XX (2); 51-60, 2008
LAS IMÁGENES VISUALES EN EL PROCESO ANALÍTICO*
MARÍA INÉS NIETO M.1
Recibido noviembre 10 08
Aprobado diciembre 15 08
Resumen
Este artículo intenta acercarse a la significación de las imágenes visuales que surgen en el proceso analítico y a las posibilidades que para su comprensión aborda W. R. Bion en la perspectiva
de la comunicación de los estados emocionales. Propone que es necesario para el analista suponer que se están produciendo en la mente del paciente para poder así convertirse en material
útil; esto mismo es válido para las imágenes que aparecen en la mente del analista. Finalmente,
reseña algunas experiencias y planteamientos de autores que se han interesado en el tema.
Palabras clave: Imágenes visuales - mente del analista - estados emocionales
VISUAL IMAGES IN THE PSYCHOANALYTICAL PROCESS
Summary
This article is an intent to aproach to the meaning of visual images that emerge in the analytic
process and the Bion’s theory and his perspective about the communication of emotional experience. It suggests that the analyst must suppose that visual images are generated into the
patient’s mind in order to profit them as usefull material; the same thing is valid for images that
appear in the analyst’s mind. Finally it reviews some experiences and deliberations of psychoanalysts who are interested in this topic.
Key words: Visuals images, psychoanalist mind, emotional states.
AS IMAGENS VISUAIS NO PROCESSO ANALÍTICO
Resumo2
Este artigo procura aproximar-se ao significado das imagens visuais que surgem no processo
analítico e às possibilidades que, para sua compreensão, W.R.Bion aborda na perspectiva da
comunicação dos estados emocionais. Propõe que é necessário que o analista suponha que as
imagens estejam sendo produzidas na mente do paciente e que possam deste modo converterse em material útil; o mesmo é valido para as imagens que aparecem na mente do analista.
Finalmente, relata algumas experiências e propostas de autores que se interessaram pelo tema.
Palavras chave: imagens Visuais; Mente do Analista; Técnica; Pensamento
*
1
2
Una versión inicial de este trabajo fue presentado en julio de 2008 en la Sociedad Psicoanalítica Freudiana de Colombia.
Para esta publicación, ha tenido algunas modificaciones.
Psicoanalista. Miembro titular Sociedad Psicoanalítica Freudiana de Colombia. [email protected]
Traducción al portugués de Geny Talberg.
MARÍA INÉS NIETO M.
52
PRÓLOGO
Una descripción de contexto
Hace años terminé la formación analítica; una experiencia emocional que gesta
y determina la relación con la Sociedad. En
los tiempos de candidata del Instituto, me
interesaba la ampliación del plan de estudios para considerar, en los seminarios, autores contemporáneos y temas que parecían
proscritos. Recuerdo en particular la reacción
ante la posibilidad de considerar fenómenos contratransferenciales desde el vértice
de la comunicación y no desde la “falta de
análisis” del profesional. Eran épocas en las
que los esfuerzos por ser reconocidos como
Sociedad en la IPA propiciaban un ambiente
de preocupación y una sensación de vulnerabilidad. La determinación de ser fieles a los
planteamientos freudianos para asegurar una
práctica genuinamente psicoanalítica se erigió como un estandarte que representa una
identidad. Hoy, buena parte de los maestros
y supervisores que marcaron mi formación
han renunciado a su membresía y también lo
ha hecho la mayor parte de mis compañeros
de promoción.
Pienso en los motivos para el presente
trabajo y creo que no son ajenos a este escenario. Me alienta pensar que no es necesario
profesar una fe por una teoría psicoanalítica
particular, sino acercarse a la experiencia de
psicoanalistas con respecto a los problemas
teóricos y técnicos que nos ocupan. Tal vez
podemos asegurar que nuestra esencia como
analistas está signada por el análisis didáctico, la orientación en los seminarios y las su-
3
pervisiones didácticas. Pero es crucial un esfuerzo continuo de diferenciación en medio
de los procesos de asimilación y de identificación: quizás no para replantearnos si tuvimos o no los mejores padres, sino, con los
padres que tuvimos, conservarlos en nuestra
mente para que sean inspiración en la búsqueda de la verdad y en el disenso.3
INTRODUCCIÓN
El paciente es, permanentemente, imagen
en nuestra mente analítica. Cuántas veces
captamos inadvertidamente su estado emocional sin que diga una palabra. Cuántas
otras, de forma inusitada, una imagen que llega a nuestra mente coincide con el momento
analítico vivido. Además, su discurso no sólo
nos permite realizar conexiones asociativas
de palabras, sino que muchas veces configura imágenes correspondientes al relato (que
plantean complejos escenarios tridimensionales poblados por elementos descritos o no
por él) u otras imágenes cuya relación no se
hace evidente a primera vista. Una decisión
por integrar estas imágenes a nuestra construcción interpretativa quizás nos daría un
plano de comunicación más amplio.
La relevancia de las imágenes visuales,
que aparecen tanto en la mente del paciente
como del analista, puede perderse de vista
cuando se considera el tratamiento psicoanalítico como una terapéutica que privilegia
la palabra. Este artículo intenta abordar la
significación de las imágenes visuales que
surgen en el proceso analítico y las posibilidades que para su comprensión emprende
Aunque Meltzer (1974) hace una referencia a esta noción de diferenciación como uno de los modelos mentales para
la comprensión de la estructuración de la personalidad con respecto a la génesis del super-yo-ideal, podría aplicarse
a la estructuración como psicoanalistas: Una introyección adecuada debe ser compatible con el libre desarrollo de las
propias cualidades y permite al sujeto funcionar en forma distinta y autónoma. La internalización de la ideología del
analista puede llevar a distintos tipos de identificación. Si el sujeto no puede diferenciarse del objeto, la identificación
le hará perder autonomía. Una identificación discriminada no interfiere con la propia identidad (p. 126).
LAS IMÁGENES VISUALES EN EL PROCESO ANALÍTICO
W. R. Bion dentro de la perspectiva de la comunicación de los estados emocionales, así
como algunos ejemplos de la clínica.
I. FREUD Y LOS SUEÑOS
Plantear que las imágenes visuales aparecidas en el curso de una sesión analítica
pueden ser miradas como escenas del sueño,
es una idea que surge de las aproximaciones
hechas en los principios del psicoanálisis,
cuando se estableció una relación directa
entre el trabajo del sueño y la simbolización.
Muy tempranamente Freud la señalaba, y en
Interpretación de los sueños (1900), puede
leerse:
El sueño puede representar simbólicamente el estímulo como tal, la naturaleza de
la excitación producida y el objeto al que
tiende, o bien hacer entrar al yo onírico en
una relación concreta con las simbolizaciones del estado mismo por el que atraviesa. […] Aparte de la enorme variedad
de la representación, hallamos en todo
sueño, como fuerza central, una actividad
simbolizante de la fantasía (p. 400).
La simbolización presente en sueños, mitos y leyendas es propuesta como evidencia
de la acción del pensamiento inconsciente
(Freud, 1901, 1915, 1916 y 1925). Además,
el predominio de las imágenes visuales en
el contenido de los sueños ha sido siempre
destacado. Tendría sentido suponer que esta
forma visual de expresión del inconsciente
pudiera ser también privilegiada en las condiciones favorables del encuadre psicoanalítico.
Desde la perspectiva del escenario del sueño, es importante traer aquí lo que Grassano
y cols. (1995) destacan de la mirada freudiana: cómo las representaciones plásticas del
escenario lo conducen a investigar conexiones lingüísticas entre las palabras con las que
53
se describen las imágenes del sueño, que a su
vez producen nuevas asociaciones verbales y
la representación de espacios mentales en la
escena del sueño. Así mismo, abordan la dimensión abstracto-concreta y la posibilidad
de expresión a través de imágenes:
Otro modo de enmascaramiento es la
sustitución de nociones abstractas de las
ideas latentes por otras plásticas y concretas. Este doble cambio de expresión abstracto-concreto/verbal-plástico favorece
el enmascaramiento a través de la representabilidad, y además, resulta ventajoso
para la condensación y la censura; los
términos concretos son más ricos en conexiones que los abstractos. El cuidado en
la representabilidad se efectúa a través de
imágenes visuales. El sueño incluirá formas verbales cuando la idea abstracta sea
irrepresentable plásticamente (p. 49).
Después de reconocer la importancia histórica de la Teoría de los sueños y su impacto
en el desarrollo de la práctica clínica, Meltzer
(1987) lamenta que para Freud los sueños
sólo tengan un interés testimonial (como
manifestaciones y no como continentes de
significado) y que la comprensión de los símbolos sea sólo un problema de retraducción. A
su juicio, Freud elude “el problema central de
la representación simbólica de los estados de
ánimo del soñante en tanto que una actividad
onírica que, en forma alguna, puede ser atribuida al simple hallazgo de representaciones
pictóricas de los restos diurnos” (p.21). Para
él, el estudio de los sueños implica reconocer
que son una forma de experiencia vital real y
que los afectos son genéticamente anteriores al contenido de la representación. Si lleváramos esta propuesta a la sesión analítica,
podría pensarse entonces en la configuración
de imágenes visuales como un evento pleno
de significado emocional y no como una simple anécdota del proceso.
54
MARÍA INÉS NIETO M.
II. IMÁGENES VISUALES Y W.R. BION
La imagen visual es el núcleo de la fantasía inconsciente, afirma Bion (1963), a la vez
que la señala como vital en la comunicación
y la supone como prerrequisito para comunicar el desarrollo de ideografías. Aquí estaríamos describiendo un tipo de imagen visual
que contiene símbolos que representan una
idea, pero, como se verá más adelante, para
convertirse en elemento α (alfa), la impresión
sensorial debe convertirse primero en una
ideografía.
Un ejemplo del surgimiento de imágenes
al servicio del conocimiento nos lo da Bion
en Cogitaciones (1992), mientras realiza un
intento de pensar un problema teórico:
Pensando acerca de la resistencia, “¿A qué
se opone la resistencia? ¿Al análisis? ¿A
la interpretación? ¿A la experiencia emocional del análisis? ¿A la posibilidad de
descubrir algo? ¿Al surgimiento de emociones? ¿A los elementos de la posición
esquizo-paranoide? ¿A la integración de
lo esquizo-paranoide con lo depresivo?”
Mientras escribo, y considerando que la
respuesta es, probablemente, que la resistencia es contra todo ello, me descubro a
mí mismo pensando con odio y temor en
Z: la imagen es que estoy en una reunión
y le acuso de ser la vergüenza de su profesión. Y se me ocurre que es precisamente
esta imagen lo que me asusta. No quiero
sentir la vivencia de esa imagen visual. Un
temor de esta clase, llevado lo bastante
lejos, inhibiría o destruiría α –el proceso
mediante el cual el hecho inmediato se
transforma en material ´almacenable`,
no siendo introyectado, solamente como
un hecho sin digerir-. La imagen visual de
4
mí mismo siendo expulsado de la reunión
ofreciendo nobles y apasionadas disculpas… (p.106)
Guardar imágenes en la memoria es lo
que le permite conservar información hasta el
momento en el que pueda serle útil para efectos de la adaptación a la realidad. Bion señala
cómo las impresiones sensoriales no necesariamente contribuyen a construir imágenes
visuales que permitan su almacenamiento en
un ejercicio de hacer contacto con el ambiente y aprender de la experiencia; es lo que identifica como un proceso de asimilación mental.
En comparación con las posibilidades iguales
para otra persona, dice que el paciente:
… podría […] ser incapaz de transformar
la experiencia de forma que pueda almacenarla mentalmente. En vez de ello, la
experiencia (y las impresiones sensoriales
de la misma) permanecen como un cuerpo extraño; se sienten como una ‘cosa`
que carece de cualquier calidad de las que,
normalmente, atribuimos al pensamiento
o a la expresión verbal del mismo (p.198).
Para el autor, esos elementos sensoriales
sin digerir son los elementos β (beta), característicos del predominio del principio del
placer y no exclusivos de las personalidades
patológicas. Una idea indeseable expulsada
de la personalidad se convierte en elemento
β, del que el paciente no tiene conocimiento
a pesar de que de allí provengan sentimientos persecutorios. Así mismo, relaciona la
capacidad para ‘el pensar inconsciente diurno` descrito por Freud en Los dos principios
del suceder psíquico (1911), la capacidad de
producir y de utilizar pensamientos oníricos
y la capacidad para la memoria, con la producción de elementos α (alfa)4, en los que
Para que sea posible atender la impresión sensorial, ésta debe ser duradera, transformarse para ser susceptible de
almacenamiento y de evocación y configurarse como ideografía. La ideografía consiste en una representación gráfica
con significado.
LAS IMÁGENES VISUALES EN EL PROCESO ANALÍTICO
predomina el principio de realidad y que
permitirían la exploración de la experiencia
emocional. Insiste:
Lo que quiero enfatizar es que su característica como elemento α es su adecuación
para ser utilizado en el pensamiento-delsueño y en el pensar inconsciente diurno, y no a la manera en la que puede ser
utilizado […] características del elemento
α que lo hacen adecuado para ser utilizado como símbolo o como ideograma (p.
199).
Entonces, la capacidad de tener imágenes
visuales hace parte de la función α:
Hace posible el almacenamiento porque
las imágenes visuales son una especie de
notación […]. Pero, antes de que sean posibles los pensamientos-del-sueño, es necesario descubrir el hecho seleccionado y
utilizarlo para iniciar el interjuego entre las
posiciones esquizo-paranoide y depresiva.
Esto quiere decir que los elementos α dan
coherencia, separan, dan coherencia otra
vez, separan de nuevo, convergen, divergen y así sucesivamente […]. Es parecido a
la experiencia de la perspectiva reversible
–en un momento se ve una cosa, en otro
momento otra-. Es parecido al sueño –en
un momento se recuerda el sueño, y en
otro, no hay ni rastro del mismo- (p. 243).
También considera como operaciones de
elementos α, además de la generación de
imágenes visuales, la posibilidad de asociarse
temporalmente en una secuencia narrativa
(como en el sueño) y de relacionarse lógicamente.
Y Bion nos presenta un contexto adicional para pensar cuando propone las realizaciones del espacio tridimensional y la falla en
la función alfa que se manifiesta en la ausencia de imágenes visuales de puntos, líneas y
espacio (Bion, 1970). En Transformaciones
55
(1965) propone un ejercicio mental, que
permite acceder a esta conceptualización al
generar una imagen visual apreciable desde
diferentes perspectivas y que transcribo a
continuación:
Podemos comenzar con la imagen visual
de una línea que se halle delante de nosotros. Podemos suponer que los dos extremos de la misma, están unidos a nuestro
ojo, o que nuestro ojo proyecta la línea
hacia fuera, hacia el punto que queramos.
En ambos casos, el ojo es el vértice de una
configuración de líneas. Podemos hacer
rotar la línea de modo que termine en el
extremo de nuestra “línea de visión”, y así
parece un punto. O podemos considerar
que el punto es proyectado hacia fuera y,
al mismo tiempo, permanece conectado al
ojo. Si se lo proyecta hacia fuera, mientras
permanece conectado, se estira y puede
considerarse entonces como una línea. El
extremo de la línea “visto” frente al ojo y el
punto estirado pueden considerarse como
duales. O como el mismo objeto transformado bajo proyección y que posee un
sentido direccional distinto, según se suponga que la línea se inicia en el ojo o que
es traída hacia él. Ya he considerado otras
manipulaciones posibles de estas imágenes visuales, por lo que no voy a seguir
elaborándolas. El lector puede continuar
con el ejercicio por sí mismo […]. Si quiero usar el punto para encerrar un objeto,
puedo estirarlo de modo que llegue a tocar su extremo y el objeto quede dentro
del círculo llevado a cabo. Pero esto, ¿es un
círculo o un punto con cola? (p. 119) .
Este juego visual, al que nos atrae, parece
estar representando todas las posibilidades
de perspectiva, y si las llevamos a la sesión
analítica, también ilustrarían la forma en que
podemos “jugar” con las imágenes y verlas
desde otros “vértices”.
56
MARÍA INÉS NIETO M.
Las imágenes visuales pueden aprovecharse, entonces, desde la perspectiva de Bion5,
para aproximarse a la evocación de estados
mentales que están, hasta ahora, contenidos
en estas imágenes como significantes6. Pero,
¿cómo aprovecharlas en la sesión analítica?
Propongo que es necesario para el analista
suponer que se están produciendo en la mente del paciente y puedan así convertirse en
material útil. Quizás considerar, también, que
no sólo las ocurrencias en términos de palabras son bienvenidas, sino incluso las imágenes que aún no tienen palabra, igualmente lo
sean. He encontrado que cuando el discurso
del paciente se interrumpe y genera una breve
pausa, esto corresponde a la irrupción de una
imagen visual que valoro en el mismo sentido
en el que suceden los lapsus en la producción
verbal. Podría tratarse de una imagen que se
cuela para tener la oportunidad de ser analizada. Una imagen visual que podemos interrogar a través de preguntas como: ¿qué se
ha dibujado en tu mente? O, ¿qué apareció
ahí? De cualquier manera, esa imagen requiere de alguien que se interese en ella para no
pasar inadvertida. Lo dicho es válido también
para las imágenes que pueden aparecer en la
mente del analista.
III. LAS IMÁGENES VISUALES
EN LA CLÍNICA PSICOANALÍTICA
¿Cómo una imagen puede representar el
estado emocional de un paciente? Un hom-
5
6
bre de 50 años que sufría mucho, tanto por
su incapacidad para crear y sostener las relaciones de pareja, como por sus últimos meses
de inactividad profesional. En una sesión en
la que se quejaba de su estado de ánimo pesimista, narra cómo ha gestado una reunión
de expertos, en la cual piensan en un proyecto por desarrollar: “La idea es tomar un
edificio construido en los años 40 ó 50, en el
barrio La Soledad, y rediseñar sus espacios,
abrir nuevos espacios dentro.” ¿De qué edificio se trata? Aún no se ha establecido. Y sin
embargo, toda una serie de imágenes de las
posibilidades de rediseño se abren en su mente como espacios renovados que es capaz de
imaginar y describir con detalle. Por supuesto, coincidimos en que se trata de cómo, en la
soledad, él está empezando a considerar volver habitable su mundo interno, un mundo
del que él mismo se había expulsado para no
pensar, para evitar vivir el dolor por la frustración y el fracaso reales. Inmediatamente,
fija su atención en un fenómeno que en el
consultorio se había repetido muchas veces
a esa hora del día durante las sesiones: el sol
dibuja en el techo las hojas de la enredadera
que está en el jardín, en un efecto de juegos
de luz y de sombras en movimientos muy estéticos. Es la primera vez que las ve. Se trata
de un proceso que se da paralelamente en
su mente y en la realidad externa: el avance en la reparación de su mundo interno le
permite explorar la reparación en el mundo
externo, que a su vez le permite recuperar la
confianza en que aún tiene algo de bondad
para gestar y cuidar bebés en su interior. Por
En opinión de Green (1992) el vínculo entre la función alfa y las imágenes visuales debe ser enfatizado; plantea que para
Bion, como pensador de sueños, las imágenes visuales fueron representaciones de cosa fundamentales.
Money Kyrle (1968: 693) describe muy claramente la transición esperada: “La teoría del desarrollo conceptual debe
ampliarse no sólo hasta incluir el desarrollo en cantidad y alcance de los conceptos sino también de cada concepto
individual a través de por lo menos tres etapas: la primera de representación concreta, que estrictamente hablando,
no es representación en absoluto, dado que no se hace distinción entre la representación y el objeto o situación
representados; una de representación ideográfica, como ocurre en los sueños, y una etapa final de pensamiento
consciente y preponderantemente verbal.”
LAS IMÁGENES VISUALES EN EL PROCESO ANALÍTICO
otro lado, la consideración de la dimensión
de lo interno, le permite apreciar algo de su
realidad externa del consultorio.
El paciente nos ofrece, él mismo con su
cuerpo, movimientos y gesticulaciones, una
imagen compleja que comunica simultáneamente, mientras habla. A veces, puede su
discurso ir en otra dirección, y ser más relevante referirnos a la imagen: un paciente que
usualmente se despoja de sus zapatos para
tenderse en el diván, aparece en una posición
muy tensa; su nuca aún no reposa sobre la
superficie y ha flexionado una de sus piernas,
en una actitud dubitativa que llama mi atención. No habla de su preocupación de parecer
alguien sin “rotos”, pero su actitud postural
quiere encubrir la evidencia de su fractura
interna. Por supuesto, no se trata sólo de una
media rota, una media rota que en esta posición aspira a no ser vista.7
Con mucha frecuencia me pregunto por
el impacto de la imagen de determinados pacientes en mi mente: no pasan inadvertidas la
textura de la piel de un niño que puedo leer
como abandono; los materiales del vestido de
un hombre adulto que me sugieren un bebé
vulnerable, con dificultad para conservar la
temperatura corporal; todas estas imágenes
que configuran una posibilidad de acercamiento a las vivencias emocionales. A continuación,
reseño algunas experiencias y comprensiones
reportadas alrededor de las imágenes visuales
observadas en procesos psicoanalíticos.
Psicoanalistas como Pistiner (2001) han
informado acerca de pacientes que no sueñan,
pero que traen a sesión un material de naturaleza figurativa que puede ser aprovechado
para generar significado, e investigar las experiencias emocionales a partir de la construcción de imágenes. Symington (1996) también
7
57
comunica en la descripción de un proceso
analítico la presencia de una especie de datos
telegráficos compuestos por imágenes visuales, que encapsulaban experiencias emocionales intensas. Agger (1993) dice que para ella
son raras las imágenes visuales como parte de
los recuerdos y asociaciones de los pacientes,
excepto por el material de los sueños. No lo
son sus propias asociaciones inconscientes
que frecuentemente toman la forma de recuerdos visuales olvidados hace mucho tiempo, particularmente cuando la resistencia es
muy manifiesta. Sugiere que se trata de una
resonancia empática muy profunda, en la búsqueda del vínculo con el paciente y su deseo
de favorecer la capacidad de observación en el
paciente. Y Zolotnicki (2001) refiere el proceso
con un paciente que cuando hablaba producía
en ella imágenes visuales, más que auditivas,
y la sensación de que él dibujaba con las palabras usando un lenguaje que califica como
pictórico. Mientras escuchaba el relato de un
sueño, fue construyendo una figura, una conjetura imaginativa visual que reconoció como
correlato de la fantasía imperante.
Así mismo, Simon (1981) reporta cómo
en una sesión analítica viene a su mente una
imagen visual; minutos más tarde, el paciente se refiere a una imagen muy similar que
entendió como evidencia de una comunicación empática muy profunda pero que develó
la posibilidad de negación de un aspecto de
la dinámica de la relación. Otros más, también, refieren la evocación de imágenes visuales en el analista como emergiendo a raíz
de las producciones del paciente (Balter y
cols, 1980; Gardner, 1994; Norman, 2001), la
tendencia a usarlas en la exploración analítica (Giannakoulas, 1989), y Ferro (2002) supone que está en juego la capacidad visual del
Con respecto a este caso de mi experiencia, puede ser ilustrativo revisar la referencia que Bion (1963) hace a la
significación de los agujeros en Notas sobre la teoría de la esquizofrenia, trabajo en el que relaciona el material de su
paciente con tres ejemplos clínicos citados por Freud (1915)
58
MARÍA INÉS NIETO M.
analista en la conducción del análisis, cuando
revisa las microtransformaciones que tienen
lugar en el curso de la sesión analítica.
Puede considerarse la idea de que sólo algunos psicoanalistas, de acuerdo con su estilo cognoscitivo, podrían inclinarse a atender
las imágenes visuales. Abrams y Welsh (1990),
bajo el supuesto de que la capacidad de mutuo
entendimiento entre el paciente y su analista
se basa en un medio de intercambio disponible para los dos, proponen que si un paciente
se aproxima a la sesión analítica como si se
tratara de un lienzo en blanco y la llena con
imágenes visuales, debería tener un analista
que apreciara el arte y no que sólo amara la
música. Cuando Arlow (1969) propone, como
un fenómeno simultáneo con la asociación libre del paciente, una especie de pensamiento
visual en el analista que contribuya a la construcción conjunta de la imagen del pasado del
paciente, también señala cómo cada analista
tiene una capacidad diferente para la memoria
visual y para la representación de la fantasía:
Pienso que es correcto decir que alguna
forma de pensamiento visual ocurre en la
mente del analista en la medida en que se
producen las asociaciones libres de su paciente. La búsqueda conjunta del paciente
y del analista de la imagen del pasado es un
proceso recíproco. En un sentido, nosotros
soñamos con nuestros pacientes, tomando
como punto de partida inicial nuestro propio almacén de imágenes… (p.31)
Por otro lado, en la explicación del “proceso intuitivo” en el que las imágenes juegan
un papel preponderante en el desarrollo del
pensamiento, Szalita-Pemow (1995) muestra
8
cómo dibuja sus propias imágenes visuales mientras escucha a un paciente en una
actividad que describe como una especie
de taquigrafía mezclada con pensamiento
organizado. Ella cree que hay diferencias
constitucionales en la habilidad para usar
esta capacidad, pero también, que se puede
desarrollar con la práctica. De acuerdo con
Blechner, M. J. (2001), el concepto clínico de
“monólogo interno” de Szalita-Pemow recoge
una particularidad de la naturaleza de la comunicación8 que lograba con el paciente en
la selección de lo esencial para trabajar con
él: las fantasías, imágenes y reacciones corporales del analista examinadas como claves
acerca de lo que está intentando comunicar,
evidencian un proceso activo en el que el
analista oye realmente lo que la persona está
diciendo –sin preconcepciones- y atiende su
propio “cine” en el acto de escuchar, además
de monitorear cómo ha oído el paciente las
intervenciones del analista.
Un aspecto que podrá ser motivo de otro
trabajo pero que quiero esbozar es el de la
naturaleza de la imagen visual. Maldonado
(1999) ha vuelto sobre el componente kinético estudiado por Baranger y Baranger (1969),
Etchegoyen (1986) y el mismo Meltzer (1977),
para referirse a un factor de inmovilidad de las
imágenes visuales característico de estados de
impasse y que correspondería a un estado de
parálisis de los objetos introyectados en el mundo interno. Cambios cualitativos de la imagen
referidos a su contenido, nitidez, riqueza, colorido y a la experiencia emocional que suscita
podrían representar variaciones sutiles en las
modalidades de comprensión del mundo interno y de la percepción del sufrimiento psíquico.
Según el mismo autor, la aproximación epistemológica de Szalita-Pemow implica que el paciente ha experimentado
realmente lo que dice, pero invita a su reconsideración. En el caso de las ideas delirantes acerca de las intenciones de
otras personas, no pregunta si alguien más quiere hacerle daño sino por qué la persona querría hacerlo, o cuando se
trata de alucinaciones, no cuestiona la realidad de la percepción sino que indaga por qué puede haber ocurrido y el
poder de la reacción emocional.
LAS IMÁGENES VISUALES EN EL PROCESO ANALÍTICO
Algunos psicoanalistas han abordado el
fenómeno de las imágenes visuales situándolo en el contexto de la contratransferencia.
Ross and Kapp (1962) citados por Schlesinger
y Wolitzky (2002) propusieron una técnica
para el análisis de la contratransferencia en
la que el analista usa asociaciones personales
con respecto a las imágenes visuales evocadas por el sueño de un paciente para revelar
reacciones contratransferenciales. En momentos cruciales de los cinco tratamientos
psicoanalíticos presentados en este trabajo, al
convertir la contratransferencia en consciente, se produjo una reformulación sustancial
de los conflictos del paciente y de la transferencia. Por otro lado, Mendelson y cols. (1992)
realizan un estudio que intenta responder a
la pregunta de cómo la noción de contratransferencia es concebida actualmente en
la práctica analítica, bajo el entendido de que
temas técnicos tan complejos probablemente
se resuelven en la práctica más que en artículos teóricos. Este estudio tiene como sujetos
de investigación a psicoanalistas graduados,
miembros y/o didactas de dos diferentes sociedades psicoanalíticas, divididos en dos grupos: analistas clásicos y analistas interpersonales. Los resultados señalan, en general, una
frecuencia reducida de reacciones emocionales y de otras respuestas en el analista, entre las que se incluyen las imágenes visuales
(comparando los dos grupos, menor aún en
los analistas clásicos). Encuentran que analistas interpersonales usan frecuentemente sus
propias reacciones –incluidas las imágenes
visuales- como fuente de información acerca
de la dinámica del paciente y un ocasional uso
por parte de los analistas clásicos, de quienes
se concluye una mayor variabilidad en sus
respuestas en comparación con los primeros
(desviación estándar). Podría objetarse que no
se trata de una muestra representativa, y definitivamente, no lo es; sin duda, sirve como
una primera aproximación.
59
Para terminar, quiero volver a considerar
la idea de Bion (1992) sobre la relación existente entre la incapacidad de producir imágenes visuales y el daño en la función alfa.
Así mismo, plantear cómo tendría sentido -en
los programas de entrenamiento analítico- el
desarrollo de las habilidades para usar la capacidad de atender las imágenes visuales.
Un campo por indagar nos lo ofrece el
contexto cultural en el que se desarrollan los
niños y adolescentes de hoy, con predominio
de recursos tecnológicos virtuales que privilegian lo visual. Sabemos poco del impacto
de estas condiciones en la construcción de la
realidad interna, y las experiencias emocionales que favorecen. La inclinación a alimentarse de imágenes por encima de las palabras no
parece ser motivo de interés psicoanalítico.
¿Qué modalidades de pensamiento se están
recreando? ¿De qué manera contribuyen a la
comprensión de sus estados emocionales?
Espero prestar de aquí en adelante una
atención sistemática a la presencia de imágenes visuales en los procesos analíticos, con
la idea de favorecer la transformación en elementos α. Probablemente, intervenciones dirigidas a atenderlas pueden tomar un camino
similar a la expectativa por la descripción del
contenido de un sueño. Y quizás, sea la vía de
acceso al mundo de la fantasía inconsciente
que se expresa en imágenes aparentemente
inconexas con el material verbal de la sesión.
Finalmente, considero relevante indagar el
valor concedido a las imágenes visuales por
otros autores psicoanalíticos que no fueron
revisados aquí.
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PSICOANÁLISIS XX (2); 61-72, 2008
EN LA FRONTERA DEL SENTIDO1
CARLOS TAMM L. DE SÁ.2
Recibido: octubre 10-08
Aprobado noviembre 20-08
Resumen
El presente trabajo aborda la necesidad de flexibilizar el ‘setting’ analítico en el caso de adolescentes con dificultad de simbolización, permitiendo que el analista ejerza una función continente, necesaria no sólo para el paciente, sino, más indirectamente también, para su familia. En ese
tipo de pacientes encontramos una capacidad de pensar que no se desarrolló adecuadamente
desde los inicios de la vida, y es substituida por una constante descarga física de ansiedad, o, en
otros casos, por una postura pasiva, anestesiada, encapsulada, un vacío mental y verbal muchas
veces llenado por narrativas audio-visuales consumidas ávidamente.
El autor propone, a partir de las formulaciones de Bion sobre personalidades psicóticas y de
Tustin sobre los Estadios autistas, la existencia de un ‘funcionamiento autista’ en la dinámica
mental de algunos de esos pacientes que los defiende contra un colapso, y que es amenazada
en la crisis de la adolescencia.
Se presentan viñetas clínicas del análisis de un adolescente, ilustrativas de esos dos aspectos.
Palabras clave: Psicoanálisis de adolescentes, función continente, psicosis, estados autistas,
lenguaje, déficit de simbolización.
AT THE BOUNDARIES OF SENSE
Summary
This paper deals with the need to broaden the psychoanalytic setting in the case of adolescents
with difficulty in simbolizing. This would enable the analyst to perform a containing function
not only for the patient, but also indirectly for his/her family need. In such patients we find
a capacity of thinking which has not adequately been developed from the outset of life. This
incapacity is often replaced by constant physical discharges of anxiety or, in other cases, by a
passive, numb and encapsulated attitude, a mental and verbal emptiness often filled by audiovisual narratives which are avidly consumed.
Based on Bion’s ideas about the psychotic functioning and on Tustin’s considerations on autistic
states, the author also suggests the existence of an autistic position in some of such patient’s
mental functioning which shields them from a breakdown, and which is disturbed in moments
of adolescent crisis.
Some clinical examples from the analysis of an adolescent are presented to illustrate these two
aspects.
Key words: Psychoanalysis of adolescents, containing function, psychosis, autistic states, language, simbolization deficit.
1
2
Una primera versión de este trabajo fue presentada en el 1er Encuentro de Psicoanálisis de Niños y Adolescentes de Río
de Janeiro el 8 de septiembre del 2006. Traducción del portugués: Italo L. di Ruggiero C., e Hilda Botero C.
Miembro Efectivo de la Sociedad Brasilera de Psicoanálisis de Río de Janeiro. Invitado de la Sociedad Británica de
Psicoanálisis; Psicoterapeuta de Adolescentes en el Brent Adolescent Center (Londres). [email protected]
CARLOS TAMM L. DE SÁ
62
NA FRONTERA DO SENTIDO
Resumo
O presente trabalho aborda a necessidade de flexibilização do setting analítico nos casos de
adolescentes com dificuldade de simbolização, permitindo que o analista exerça uma função
continente necessária não só para o paciente, mas indiretamente também para sua família.
Nesse tipo de pacientes, encontramos uma capacidade de pensar que não se desenvolveu adeqüadamente desde os primórdios da vida, podendo ser substituída por uma constante descarga
física de ansiedade, ou em outros casos por uma postura passiva, anestesiada, encapsulada,
um vazio mental e verbal muitas vezes preenchido por narrativas áudio-visuais consumidas
avidamente.
O autor propõe ainda, a partir das formulações de Bion sobre personalidade psicótica e de Tustin
sobre os estados autísticos, a existência de um funcionamento autístico na dinâmica mental
de alguns desses pacientes, que os defende contra um colapso, e que é ameaçada na crise da
adolescência.
São apresentadas vinhetas clínicas da análise de um adolescente, ilustrativas desses dois aspectos.
Palavras chave: psicanálise de adolescentes, função continente, psicose, estados autísticos,
linguagem, déficit de simbolização.
INTRODUCCIÓN
Me gustaría asegurarme
de que estoy creciendo a paso acelerado
y compactamente aunque mi propio
crecimiento perturbe esa ecuanimidad
opaca aunque eso se haga con esfuerzo
a través de largas noches, oscuras
y sofocantes o períodos de melancolía
H. D. Thoreau
El punto de partida para estas observaciones es relativamente simple: si bien en la
irrupción de la adolescencia, se reactualizan,
aunque en otro contexto, conflictos emocionales de la primera infancia que quedaron en
cierto grado silenciados durante la latencia,
también se reactualizan en los adolescentes
con conflictos más graves, su dificultad o
imposibilidad de contener esos conflictos, y
las dificultades o imposibilidades por parte
de las figuras importantes de su ambiente,
en ser continente facilitador para su elaboración por parte del adolescente. El potencial
disruptivo de esa crisis del adolescente sobre
la familia es enorme, y las imposibilidades,
de parte y parte, para lidiar con la situación
generan un efecto de somatización en el que
aquello que es expelido de un lado y encuentra un continente refractario del otro, retorna aumentado al primero, y de éste es re-expelido con mayor intensidad, generando una
reacción aún mayor en el segundo, en un
proceso de potencialización de la crisis difícil
de ser interrumpido, y en cambio, fácilmente
incrementado por la actuación de parientes,
médicos y psiquiatras.
Este proceso exponencial en el que reacción genera reacción aún mayor, podríamos
llamarlo de activación reactiva de las identificaciones proyectivas, si partimos del modelo de Bion de la teoría del pensar (Bion, 1967)
y añadimos que las proyecciones que, rechazadas por la madre no-continente retornan
intensificadas al bebé, pueden retornar de
éste hacia ella, así como hacia el ambiente
incrementadas y susceptibles de generar reacciones refractarias aún más intensas.
EN LA FRONTERA DEL SENTIDO
Estoy proponiendo un modelo para pensar
sobre algo que es observado en innumerables
relatos de observación de complicaciones
precoces en la interacción madre-ambientebebé, en muchos de los cuales la presencia de
un terapeuta padres-bebé o un Observador
Participante, puede ejercer una función continente que interrumpa el ciclo de reacciones
activadas. Por activación reactiva entiendo
no sólo procesos conflictivos explícitos, sino
diversas modalidades de no-aceptación de
contenidos emocionales y de reacción por la
actuación de éstos.
Al compararse lo que es vivido en el contexto de una crisis en la Adolescencia que
extrapola los límites del llamado ‘Síndrome
de la Adolescencia Normal’ (Knobel, 1992),
con las situaciones precoces que aparecen en
esos relatos, podemos muchas veces sentirnos como quien asiste a una re-filmación de
un mismo argumento con personajes de otra
época.
Cabe agregar, que en esos casos que
estamos tratando, la pacificación provisoria obtenida en el período de la latencia no
fue aquella que pudiéramos llamar latencia
exitosa; o sea, no le fue posible al niño, no
sólo dirigir la atención hacia otros focos de
Interés diferentes a la obsesionante relación,
interna y externa, con los objetos primarios
–desarrollando así la curiosidad intelectual,
la relación con otros niños y adultos, como
profesores, etc.- como tampoco incrementar
su relación con esos mismos objetos primarios, lo cual, paralelamente a las cuotas de
odio, a la escisión e idealización inevitables,
pudiese fortalecerse también en el sentido de
la integración, del desarrollo de la consideración y del afecto. Al contrario, hablamos de
un control de los impulsos que ocurre a costa
de procesos masivos de inhibición y empobrecimiento de la actividad mental e imaginativa, y de los vínculos afectivos.
63
Así, la amenaza de un colapso puede inclinarse tanto en dirección a la eclosión de un
brote psicótico con las posibilidades resultantes de la psiquiatrización, de las internaciones,
etc., cuanto en dirección a un evento que
posibilita la transformación de patrones alienantes de aislamiento, inercia e incomunicabilidad. Podemos recordar aquí el concepto de
Bion (1965) del ‘cambio catastrófico’ ejemplificado en el epígrafe. Este evento puede darse
en varias edades, si consideramos la adolescencia como un estado mental.
El tipo de pacientes que refiero aquí es
aquel en el que predomina un tipo específico de funcionamiento psicótico, es decir,
pacientes fronterizos con un funcionamiento
mental predominantemente psicótico, pero
con características de retraimiento y encapsulamiento, pacientes que podríamos definir
como con fuertes núcleos Autistas, a partir
de la concepción de Frances Tustin sobre las
‘Barreras autistas en pacientes neuróticos’
(Tustin, 2003) y de Bion sobre ‘Personalidades psicóticas y personalidades no-psicóticas’ (Bion, 1967).
Aunque Tustin haya evolucionado desde
la noción inicial de un ‘Autismo Primario’
común a todos, para, en el trabajo The Perpetuation of an Error, de 1994, cambiar sus
Consideraciones anteriores y postular que un
estado autista prolongado sólo ocurriría donde ya hubiese patología, mantuvo sin embargo, la idea de los ‘estados autistas’ (Tustin,
1994), entre éstos y los que llamaré ‘estados
relacionales’, el niño normal fluctuaría. Tustin
continuó sosteniendo aun la idea de existencia de ‘barreras’ (Tustin, 2003) ‘encapsulamiento’ (Tustin, 1990) o ‘elementos’ autistas
(Tustin, 1981) en pacientes neuróticos, idea
que fue primero expuesta por Sydney Klein
(S. Klein, 1980) con el nombre de ‘fenómenos
autistas’. Winnicott trató el mismo asunto en
otros términos: “Organización defensiva contra una agonía primitiva” (Winnicott, 1974).
CARLOS TAMM L. DE SÁ
64
I. PRIMERAS IMPRESIONES
DE M. Y SU AMBIENTE
M. me fue traído por la familia, cuando
contaba con 16 años. El contacto fue realizado por el padre, quien lo trajo para la entrevista junto con la madre, a pesar de estar separados hace ya algunos años. M. estuvo en
análisis desde los cuatro a los catorce años
con una colega y ahora, necesitando ayuda
de nuevo, prefirió buscar ‘un hombre’. La familia lo llevó a un psiquiatra, especializado
en formular medicamentos y, casi simultáneamente, me lo trajo a mí.
En la entrevista con los padres, supe que
M., de bebé, presentaba episodios de ‘sofocación’ que los asustaban mucho. La madre
relata, como ocurrida durante la gestación de
M, sólo una fuerte crisis de asma.
Esos episodios de ‘sofocación’ no tuvieron un diagnóstico preciso hasta los ocho
años de edad de M. y fueron motivo de gran
angustia principalmente para su madre. Unas
veces fueron identificados como amenazas
de ‘Muerte Súbita’ lo cual le causaba pánico
y motivaba la internación del bebé en la UCI;
(Unidad de Cuidado Intensivo); otras veces
eran considerados como asociados al reflujo,
por lo que le era recomendado evitar la alimentación al pecho, ya que la leche materna
sería ‘muy espesa’; tampoco debía permitir
que el bebé durmiese acostado; y evitar manipularlo mucho o acercarlo a su regazo. Como
nada de eso surtió efecto, la madre lo llevó a
los Estados Unidos, donde obtuvo el diagnóstico de que tenía un tipo de ‘pequeño mal’
(Petit mal, epilepsia) y la prescripción de Fenobarbital, que según ella hizo cesar las crisis. M. tomó la medicación hasta la edad de
dos años. El padre refirió que tal medicina, de
otro lado, lo habría dejado con problemas de
‘hiperactividad y de comportamiento’. En la
primera tentativa de los padres de llevar a M.
a la escuela, éste presentó agitación y agresi-
vidad que hicieron que la madre se decidiese
por aplazar su ingreso y buscarle terapia. Con
la mejoría obtenida, el niño pudo ingresar a
la escuela al año siguiente. En su desarrollo, M. presentó problemas de socialización
y de comportamiento, con dificultades para
comunicarse de forma adecuada, aunque
aparentemente sin atrasos cognitivos o en el
desarrollo del lenguaje.
El motivo para haberle buscado ayuda
entonces sería un estado de mucha angustia,
en el que él entró a partir de una frustrada
e inadecuada tentativa de socialización en la
escuela, donde ya estaba desde hacía algunos años, pero sin haber hecho algún esfuerzo por relacionarse con los compañeros.
M. era el penúltimo de cuatro hijos, su
madre pertenecía a una familia muy rica, en
la cual las relaciones parecían ser bastante
frías. El padre ejercía irregularmente una
actividad intelectual, y, aunque inteligente
y culto, su inestabilidad psíquica le impedía
tener una vida más activa. Oscilaba entre
depresiones y estados hipomaníacos y desde
hacía muchos años se trataba con análisis
y medicamentos. Se evidenció después una
relación extremadamente conflictiva entre
los padres. La madre era menos simpatizante con el Psicoanálisis que el padre. Tendió
a buscar substratos orgánicos para las cuestiones emocionales y se sometió a terapias
‘bioenergéticas’.
En la primera entrevista M. se mostró excesivamente ansioso y al mismo tiempo su
modo de actuar y expresarse daba indicios de
un cierto estado confusional. Era un adolescente de apariencia común, pero presentaba
una expresión facial congelada. Su caminar y
sus movimientos eran rígidos. En el momento en que me contactó presentaba temblores
ocasionales (no tomaba anti-psicóticos). Su
voz era grave y la dicción muy defectuosa, hablaba ‘para adentro’, algunas veces rápido y
tragando sílabas, principalmente las iniciales.
EN LA FRONTERA DEL SENTIDO
Me contó que comenzó a querer relacionarse. Un compañero chateó con él, otro
comenzó a ‘darle consejos’ diciendo que la
voz, el cabello, la ropa, la apariencia, el vestido, el aspecto, todo en M. estaba ‘errado’.
Reveló que antes no encontraba ‘importante’
esa parte de la vida. Dijo que comenzaba a
estar muy ‘afligido’, lo que lo perturbaba aún
más, entonces se sintió estigmatizado por los
compañeros, visto como el ‘loquito’.
Debido a la dificultad para explicarme lo
que pasaba dentro de él, M. comenzó a dibujar en el aire y entonces le ofrecí lápiz y
papel, lo que aceptó rápidamente3 y comenzó
a diseñar un triángulo lleno de flechas. Uno
de los vértices tenía la letra S, el otro la letra
E, y el tercero no tenía letra alguna. Sólo más
tarde vine a saber que el nombre del hermano menor, de quien M. tenía muchos celos,
comenzaba con la letra S. La letra E era la
Inicial del nombre de la madre.
El día siguiente, cuando debería volver, M.
me telefoneó desde la calle, pues la consulta
con el Psiquiatra se había extendido más de
lo previsto, y él no llegaría a tiempo a la sesión. Era un jueves y volvimos a programar la
cita para el lunes, pero yo le dije que él podría
contactarme el fin de semana si lo requería.
El viernes el padre me llamó y me comunicó
que M. le había dicho que consideraba que
“ya había entendido todo el esquema mental
de él con un triángulo que diseñó y no necesitaba de más terapia”.
En el estado de desesperanza en que M.
se encontraba, y con la transferencia rápidamente desencadenada, típica de los funcionamientos psicóticos, la pérdida de la sesión
del jueves, con un espacio vacío de cuatro
días hasta nuestro próximo encuentro, debe
3
65
haber sido sentido por él como perturbador,
asustándose lo suficiente como para querer
romper el vínculo emocional que se iniciaba.
Los pacientes con fuertes núcleos autistas
anulan el dolor de la separación, para ellos
insoportable, vaciando de significado el encuentro con el analista, anulando su existencia, como un otro de quien ellos dependerían
emocionalmente. Sin la presencia del analista
no permiten siquiera que las emociones que
podrían destruirlos, salgan a flote. El apartarse de los incómodos sentimientos que la
permanencia de la relación interna con el
analista podría traer, de falta, de abandono,
dependencia, odio, envidia, persecución, los
protege contra el temor de desintegración
y aniquilamiento. O sea, evaden los dolores
de la separación evitando el reconocimiento interno, emocional, de la propia relación,
protegiéndose en su ‘concha’.
En la segunda entrevista, inmediatamente, pidió el papel e hizo un nuevo diseño. Se
acostó en el piso para dibujar e iba intentando ‘explicarme’ el diseño, de modo confuso,
mientras lo hacía. Después dijo que su madre
tal vez pudiese explicarlo mejor, sugiriendo
traerla a la sala. Pienso que aquí aparecía su
deseo de poder ser completamente comprendido sin siquiera necesitar hablar o tratar de
expresarse, ya que la necesidad de comunicación como ‘puente’ entre él y la madre o
entre él y yo, marcaba la separación existente
entre los dos.
Pienso que el estado de confusión que M.
experimentaba entonces se relacionaba con
la presión en dirección al objeto, provocada
por las transformaciones de la adolescencia,
y que no le permitía prolongar más su estado de aislamiento, al mismo tiempo que él
Creo que para atender a niños, adolescentes o adultos con características Psicóticas es necesario una cierta flexibilidad
del setting que facilite al analizando ir encontrando un lenguaje para expresarse al analista. En el caso de M. un
adolescente con fuertes rasgos psicóticos, esa necesidad se hizo sentir posteriormente en varias otros momentos.
66
CARLOS TAMM L. DE SÁ
se sentía totalmente no preparado para cualquier vivencia social. M. decía ignorar ‘antiguamente’ que relacionarse con las personas
era una parte importante de la vida. Ahora
intentaba conversar con niñas y niños, pero
no lo conseguía, se sentía ‘extraño’, manifestaba no saber qué decir a los demás, e ir a la
escuela se volvió una tortura.
Acostumbraba sumergirse ocasionalmente en grandes silencios durante las sesiones,
pero, en una sesión, respondió significativamente a mi pregunta sobre su silencio: Es la
ausencia de palabras; dijo esto e hizo una
sonrisa triste. Dijo además, que pensaba mejor por imágenes y hasta por trozos de música
que por palabras. Parecía expresar que existían esbozos de imágenes en su mente que
no llegaban a evolucionar hacia un sentido,
lo que lo hacía sentir con frecuencia en un
vacío mental. En términos de Bion, podríamos
hablar de elementos ‘α’ (alfa) que no encuentran elaboración que las transforme en narrativa (Bion, 1963). Obsérvese aquí que estoy
considerando aspectos de funcionamiento
mental autista, que coexisten con aspectos
esquizo-paranoides y depresivos. De ahí tal
vez su apego por las historias audio-visuales
–filmes, historietas cómicas, juegos de computador– que parecían funcionar como pseudo-sueños, constituyendo una especie de continente-sustituto para su mente, ordenando
sus fragmentos visuales, sonoros y verbales
esparcidos. Cabe agregar aquí la relación de
las dificultades en el lenguaje con la presencia de esos ‘Núcleos Autistas’, ya que esto se
relaciona íntimamente con el reconocimiento
de la separación. M. hablaba, además con una
voz vuelta ‘para adentro’, con las sílabas mal
articuladas o ‘tragadas’ como si moviese poco
la boca y la lengua para hablar. María Rhode
(2002) nos recuerda las dificultades que niños
con problemas en el lenguaje presentan con
las consonantes que indican la ruptura, la separación entre las sílabas.
Cabe recordar la descripción que obtuve,
en las entrevistas iniciales con la familia, referente a los comportamientos de M. -quien
pasó por una primera infancia difícil-, en la
Infancia: su no-interacción con los compañeros en la escuela, la agitación física automática y sin objetivo definido, la impermeabilidad
al medio; todo sugiere un funcionamiento
muy próximo al descrito por Melanie Klein
(1996) en el caso ‘Dick’, un niño con importantes rasgos autistas a pesar de ser bastante
inteligente. Desde mi punto de vista, Klein
probablemente aplica el término ‘Esquizofrenia Infantil’ a ese caso por no disponer todavía -ya que el trabajo es de 1930–, de la
clásica descripción del Autismo Infantil hecha
por Leo Kanner en 1943 (Pienso en el Autismo
Psicógeno). Recuérdese incluso el hecho de
que la madre de Dick es descrita por Melanie
Klein como excesivamente ansiosa –lo que le
dificultaba ser verdaderamente amorosa- y las
observaciones recientes de diversos autores,
Psicoanalistas y Psicólogos del Desarrollo, en
cuanto a los efectos de la Depresión Materna
sobre los bebés (Waddell, 2002; Trevarthen,
1977). No pretendo con esto hacer un diagnóstico retrospectivo del cuadro Infantil de
M. sino sólo destacar la presencia de aspectos
autistas en su funcionamiento mental.
El afecto de la madre de M., a quien llamaré ‘E’, siempre se expresó en forma de una
postura ‘activa’ que revelaba muchas veces
una dificultad de contención de su propia
ansiedad. Esa dificultad, aliada a una Idea
de actuar concretamente para aliviar el sufrimiento del hijo, hizo bastante difícil el inicio
del análisis. El Psiquiatra a quien llevó a M.
recomendado por su propio ‘Terapeuta Corporal’ no sólo tenía una posición y visión
bastante organicista, sino que también, a pesar de ser un profesional respetado, se mostró bastante ansioso y confuso con respecto
al caso de M. viéndolo una vez por semana
y cambiando y aumentando la medicación a
EN LA FRONTERA DEL SENTIDO
todo momento. Esa posición, a mi modo de
ver, contribuía a la ansiedad de ‘E’ en lugar de
ayudar a aliviarla. De la misma forma influía
en la relación de madre e hijo, gracias a su
posición excesivamente intervencionista. Ella
llamaba por teléfono para amenazar, que si
M. no mejoraba, buscaría ‘otras alternativas’.
Mis intervenciones con ‘E’, cuando ella me
buscaba, y enfatizaba su natural ansiedad
con respecto a su hijo y sugería la ayuda de
una tercera persona con experiencia en la
atención a familias en situaciones como ésta,
para ayudarla a lidiar con el problema, eran
rechazadas desde el inicio: “No es algo tan
vago, como simple ansiedad, no”. “Ya tengo
mi terapia”, etc. Aún así, la referí a una colega
a quien ‘E’ sólo fue a buscar tiempo después
estimulada por el hecho de atravesar un momento depresivo, debido al nuevo matrimonio del ex–marido. El cambio entonces en
su comportamiento fue impresionante. La
disminución de su ansiedad y de su posición
intervencionista contribuyeron a rebajar la
propia angustia de M. y nos dejó el campo
del análisis más libre para progresar.
Aplicando el modelo propuesto al Inicio
del trabajo, podemos ver que la madre no sólo
no conseguía ser continente para la angustia
de M., sino que, debido a la angustia que la
situación de éste le despertaba y que ella no
podía contener, aumentaba su inseguridad y
sufrimiento. De otro lado la actitud inestable
del padre no ayudaba ni a M., ni a su madre.
El Psiquiatra, contagiado por la angustia de
la madre, la asustaba más todavía, así como
al mismo M. El papel que pude ejercer, con
dificultad, inicialmente con la madre de M.,
creo que fue lo que permitió que ella no generara una implosión en su análisis. La función ‘continente’ ejercida por el colega que
la atendió posteriormente, sobre su angustia,
fue tan fundamental que ella pudo entonces
soportar la ansiedad del hijo sin intervencionismos o actuaciones, prácticamente dejó de
67
buscarme y pudo percibir y valorar la ayuda
que el análisis le venía prestando a M. lo que
significaba también valorizar los recursos de
éste y su empeño en tratarse, lo cual le dio
más autonomía.
II. ABRIENDO BRECHAS
Climb Left through the zero and watch,
looking back at the blood in its jacket,
the breath in its jacket,
the Absence opening its arms.
Robert Bringhurst
Creo que, particularmente al inicio del
análisis, la función continente del analista
es lo que estos pacientes más necesitan. La
turbulencia que M. presentaba se relacionaba con las angustias paranoides y depresivas
que lo amenazaban más intensamente en la
medida en que iba rompiendo su aislamiento.
Hacía parte de aquella función, en este caso,
poder aceptar la irritación y la rabia que comenzó a demostrar en nuestros contactos y
que con el tiempo disminuyeron considerablemente. En una de esas sesiones iniciales, a
una interpretación mía M. rebatió algo irritado diciendo que Yo no estaba ‘siendo capaz
de entenderlo bien’. Le dije que talvez aún
yo no lo estuviese entendiendo ‘bien’, pero
que la manera como él expresaba eso indicaba una gran desconfianza con respecto a
la posibilidad de que yo, o cualquier persona,
pudiese llegar a entenderlo.
Después de haber fortalecido su vinculación conmigo, pasó un buen tiempo teniendo que llamarme por teléfono, no sólo en los
fines de semana -eventualmente lo atendía
los sábados y domingos-, sino también en los
días de la semana, algunas horas después de
haber sido atendido. En ese tiempo utilizaba
siempre un celular que pudiese conectarlo a
la madre o a mí varias veces al día. En las
68
CARLOS TAMM L. DE SÁ
horas de estudiar, pedía la presencia de la
madre en el cuarto.
Aunque comenzaba a fortalecer sus vínculos, los telefonemas S. O. S. para la madre
y para mí, y la necesidad de la presencia de la
madre en el cuarto en esa etapa, para que él
tratase de concentrarse en el estudio, mostraban tanto la necesidad de la presencia física (o vocal) del objeto para aplacar su angustia, como la dificultad de pensar en ausencia
del objeto, fruto todavía de la limitación de
los procesos simbólicos. M. tenía miedo de
perder sus objetos o el vínculo con estos, que
estaban insuficientemente establecidos en
su interior. La angustia que aparecía entre
las separaciones era extremadamente intensa denotando no sólo el miedo de ‘perder’
internamente el vínculo con el objeto, sino
de perder todo lo bueno dentro de él, caer
dentro del agujero negro del que él, espontáneamente, algunas veces hablaba, y perder la
‘vida mental’, lo que era vivido concretamente por él como perder la propia vida, riesgo
que, por lo menos en la idea de la madre, él
efectivamente sufrió cuando bebé.
En momentos de gran angustia al teléfono, M. parecía vivenciar el retorno de sentimientos no simbolizados que encontraban
forma en chillidos –comunicaciones no verbales– o enunciados de situaciones mentales
vividas concretamente de modo persecutorio
o como experiencias corporales. Esos ‘chillidos’ a mi modo de ver, podríamos relacionarlos, tanto con lo que Bion llama ‘Terror sin
nombre’ (Bion 1962) como con lo impensable e indecible de que hablan Tustin (1990) y
Winnicott (1974).
Pienso que la dificultad de elaborar las
angustias primitivas pudo haber inhibido
fuertemente su curiosidad y su interés por el
mundo externo, visto como fuente de estímulos detonadores de gran ansiedad. Aunque presentaba algunos aspectos cognitivos
desarrollados, su capacidad de simbolización
real era precaria, como se ve en su dificultad
para expresar y designar estados emocionales. Además de eso, la propia capacidad de
pensar sobre sí mismo y conocerse emocionalmente implica un distanciamiento imposible si ‘el mundo es Yo’.
Tustin, en supervisión dada a Celia Korbivcher (Korbivcher, 1995) hace una importante distinción entre las personalidades de
tipo esquizofrénico, que utilizan la identificación proyectiva, o la ‘intrusiva’, según Meltzer (Meltzer y col. 1975), entran en el cuerpo
de la madre y viven la confusión en cuanto
a lo que es el ‘yo’ y el ‘no yo’, y estas personalidades encapsuladas, en una maniobra
autista, a través de la ‘ecuación adhesiva’ generan su propia concha: todo es Yo. De ahí
la gran angustia que aparece cuando estos
pacientes comienzan a romper las ‘Barreras
Autistas’ reconociendo, emocionalmente, la
separación de los objetos.
En una sesión del viernes M. decía que
algunas veces se sentía como si estuviese
en una cuerda floja sobre un abismo de odio.
Tuve la impresión, que le comuniqué, que la
cuerda floja se extendía sobre el abismo del
fin de semana, entre la sesión del viernes y
la del lunes, y que él tenía miedo de que el
vínculo conmigo no resistiera dentro de él,
debido al odio provocado por la ausencia, por
la separación. Sus sentimientos persecutorios
se activaron cuando comenzó a ‘dejar la concha’. Al mismo tiempo, aspectos positivos de
los objetos internos también comenzaron a
aparecer, junto con ansiedades depresivas.
Véase este momento de una sesión más
adelante: M. relató los cambios que venía
percibiendo en sí mismo; dijo que observó
mejor el sitio por donde transita desde la
infancia sin nunca haber prestado atención.
Contó también que lloró, y por primera vez
en la vida, percibió ‘el olor de tierra mojada,
diferente de cuando no llueve, o de la ciudad, y nunca había sentido eso antes’; dijo
EN LA FRONTERA DEL SENTIDO
que era un olor placentero. Le dije que tal vez
estuviese despertando a la vida, a las cosas
buenas de la vida, y a las cosas buenas dentro
de él. En ese momento pienso que M. aparecía emergiendo de su estado algo ‘congelado’, de su parcial encapsulamiento, a partir
del hecho de que los mundos interno y externo eran menos asustadores. Los mismos
sentidos podían estar más abiertos a percibir
y registrar las informaciones que venían del
mundo, y él pudo permitir a las sensaciones
evocar recuerdos y sentimientos. La “casa de
la infancia’ aparecía como una cosa buena,
lo que tuvo y tiene puede ser valorizado, ‘el
olor a tierra mojada’ –imagen de resonancias
maternas– era ”delicioso”. La ‘tierra mojada’,
con su connotación de fertilidad, pienso que
es un buen símbolo para ese lento despertar
sensorial, emocional y mental.
La sesión siguiente es emblemática de algunos de sus mecanismos y muestra cómo
las películas e historietas cómicas de dibujos
animados y de ciencia ficción, con Superhéroes y Supervillanos que tanto le gustaban a
M., le servían de continente para sus propios
sentimientos hostiles y para sus fantasías de
grandeza, sustitutivas de su sentimiento de
impotencia y desamparo.
M.- cuenta que el programa con los compañeros anoche estaba bueno y después
de separarse, sintió la incomodidad de
quedarse solo, de no continuar con ellos.
Habló acerca de su miedo a las separaciones, que antes le impedía vincularse a las
personas; de la duda sobre mantener el
vínculo y la confianza dentro de sí, y sobre
no haber venido el día anterior, lo que pudo
haberlo dejado con miedo a perderme.
M.- cuenta la película Guerra de las Galaxias, el último episodio en que el héroe,
con miedo a la fantasía de perder la novia,
4
Teratología, estudio de anomalías. (N. del E.)
69
se vuelve Darth Vader, el villano, lo que
acaba provocando la muerte de ella.
Habló de que parece que el protagonista
se vuelve Darth Vader, villano superpoderoso, como forma de evitar la fragilidad, el miedo a la pérdida, lo que acaba
sucediendo, irónicamente, cuando él se
deshumanizó. Digo que él debe haberse
identificado con eso.
M.- dice que nunca pensó en el miedo a la
separación como algo tan poderoso, que
llevara a la muerte.
Es renuente a terminar la sesión.
M. No acostumbraba a faltar ni a llegar
tarde, pero me llamó la víspera avisando que
no podía ir a aquella sesión. Pienso que en
esa sesión apareció su miedo a perderme. La
historia del film, relatada inmediatamente
después de la comunicación sobre sus sentimientos al separarse de los amigos, mostraba
el efecto teratogénico4 del miedo a la pérdida y a las separaciones. Me parece que M. ya
podía tener amigos a pesar de todo ese sufrimiento, por haberse atenuado ese miedo.
Antes se refugiaba en su cuarto, y su vinculación con el mundo se daba a través del computador -frente al que pasaba la mayor parte
de sus días-, el cual estaba sujeto solamente
a su control, y que conectaba o desconectaba
cuando quería, evitando sorpresas.
III. COMENTARIOS FINALES
Los aspectos de encapsulamiento mental
que M. mantenía parecían defenderlo de la
eclosión de un desastre psicótico, que vino
a amenazarlo con toda su fuerza en la adolescencia -un período de crisis en sí mismo-,
debido a las presiones en dirección al objeto,
al relacionarse, que, el incremento del im-
70
CARLOS TAMM L. DE SÁ
pulso sexual, entre otros factores, acarreaba.
Cabe aclarar que mi suposición acerca de la
presencia de esos ‘núcleos autistas’ en el paciente no excluye los aspectos neuróticos y
paranoides presentes en él, como puntos de
contacto con la realidad y de desarrollo intelectual que presenta -a pesar del empobrecimiento afectivo-, ya que tratamos aquí con
un adolescente fronterizo y no con un paciente autista, aunque tampoco encaje, a mi
modo de ver, en la descripción clásica de una
organización patológica de la personalidad.
Recuérdese aquí nuevamente la observación
de Tustin de que en los pacientes de tipo ‘autista’ no hay confusión yo-x-mundo, ya que
todo es ‘Yo’. Así, hay intolerancia frente a la
aceptación de la diferencia, de la disonancia
entre las personas, única posibilidad para
la vivencia de una relación, de una pareja.
Cuando el paciente experimenta la diferencia, ahí comienzan la rivalidad, la persecución
y las ansiedades esquizo-paranoides, que le
parecen insoportables.
La dificultad para ‘reconocer’ y ‘registrar’
(en palabras de él) las experiencias positivas
de satisfacción, que él fácilmente ‘olvidaba’,
era reconocida por el propio paciente en su
vida cotidiana; al contrario de lo que sucedía
con las vivencias de frustración, que por mínimas que fueran, ganaban gran importancia. Ese aspecto se relaciona con lo que Bion
(1967) llamó ‘ataque a los vínculos’, origen
del déficit del aparato mental para la percepción de las realidades interna y externa. En
una analogía con el proceso fotográfico, es
como si él no tuviese una película en donde
registrar las experiencias de comprensión y
consideración.
En esos pacientes, por lo tanto, no se podría contar con la posibilidad de que, por su
parte, den sentido a las interpretaciones que
formulamos al respecto de su estado emocional, ni aún de colaborar activamente en
la construcción de ese sentido. Al contrario,
en esos casos, tendrá que haber, primero, un
desarrollo de la propia capacidad de pensar,
atrofiada. Esto se da, en parte, a partir de la
capacidad del analista, ausente en el paciente, de tolerar la ignorancia, la confusión y el
vacío mental de éste, sin que esto le impida
ser curioso, pensar lo posible a partir del caos
y de la dispersión mental, de conformarse
con, a veces, la mínima colaboración del paciente. Esa función continente del analista, se
volvió más esencial en este caso, en la medida en que, a la par con su posible vulnerabilidad constitucional y sus difíciles experiencias
precoces, el paciente no encontró aún modelos que pudiesen soportar su confusión y
angustia y que a la vez quisiesen ayudarle.
El paciente parecer haber encontrado
objetos sordos a sus dificultades emocionales que respondían a éstas con frases como
‘vete de paseo’. M. se refiere a esas respuestas pseudo-objetivas, pseudo-pragmáticas,
como ‘álgebra’, queriendo expresar con eso
que era un lenguaje distanciado de la realidad emocional. Podríamos decir, un lenguaje
incomprensible, porque no era comprensivo,
en el cual los objetos funcionaban como un
continente refractario. Así, sentía que mi
desafío era no sólo oír cuidadosamente lo
que M. comunicara, sino tratar de resistir la
presión de su propia impaciencia e intolerancia, y no darle pseudo-respuestas rápidas. El
vínculo se fue estableciendo en un proceso
lento, gradual y penoso, y M. era constante y obstinado en su análisis. Si bien en una
fase de mayor angustia necesitó de una gran
disponibilidad mía así como de la madre, y
precisó no sólo de medicación S. O. S. -objeto inanimado sustitutivo de un objeto con
función continente- sino también del celular que reconstruiría un vínculo físico con
objetos que podrían desaparecer dentro de
él. Algunos años después eso no le fué más
necesario, y se volvió muy raro que necesitase llamarme fuera de los horarios de sus
EN LA FRONTERA DEL SENTIDO
sesiones, lo que demostraba su evolución en
cuanto a la posibilidad de pensar, aún en la
ausencia del objeto, la disminución del ataque a los vínculos y la transformación consecuente en cuanto a los procesos simbólicos,
que aparecía, por ejemplo, en la expresión de
un ‘verbo subjetivo’ para sus angustias, expresadas antes al máximo por imágenes somatoformes y parciales como ‘una aflicción
en la barriga’, ‘una cosa en la garganta’, ‘un
desánimo en los dientes’.
La posibilidad de revivir el terror de la
separación en la relación transferencial -saliendo de su aislamiento- para descubrir que
sobreviviría a ella para ir aprendiendo a tolerarla y continuar confiando, y disminuir los
ataques internos y los sentimientos persecutorios, le fue permitiendo una apertura hacia
el Otro -hasta entonces inédita en él– evidenciada en su vida social. Yo destacaría aquí
la importancia de esos momentos en que
ocurre la oscilación de lo que yo llamaría un
‘funcionamiento autista’ -algo presente, en
cierto grado, en todo desarrollo (los momentos de retraimiento que todo bebé parece presentar) pero que en los casos patológicos se
constituye en un fuerte y precoz mecanismo
defensivo- para las angustias esquizo-paranoides, contra cuyas angustias persecutorias
el paciente venía defendiéndose. El resultado
inicial es un incremento de esos sentimientos
que serán dirigidos al analista, desafiándolo a
tolerar y a ayudar al paciente a tolerarlos.
Del mismo modo en que el paciente con
fuertes núcleos psicóticos de tipo paranoide
se protege de los dolores de la posición depresiva manteniendo un modelo de funcionamiento mental esquizo-paranoide, pienso
que el paciente con fuertes núcleos autistas
se protege del terror de la situación esquizo-paranoide refugiándose en el funcionamiento autista. Una de las inmensas contribuciones de Bion a nuestra comprensión
de la vida mental está en el modelo de las
71
fluctuaciones entre las posiciones esquizoparanoide y depresiva, Ps↔D, inclusive en el
analista durante la sesión (Bion, 1965). Opino
que podríamos pensar en algo análogo en
términos de otra fluctuación presente entre
las angustias esquizo-paranoides y un funcionamiento autista.
Los aspectos más saludables de M. no
aparecían como ricas respuestas asociativas
en las sesiones. Éstas estaban marcadas por
largos silencios y repeticiones de expresiones
aparentemente poco significativas, dichas
entre-dientes y en tono monocorde. Me parece que, en este caso, en vez de contar con
ricas respuestas asociativas, sean verbales,
gráficas o lúdicas (en el caso de niños), el
analista tendrá que colaborar con el desarrollo de la propia capacidad de los pacientes
para pensar –lo que ya sucede en otro nivel,
con los pacientes neuróticos- lo que nos
exigirá tolerar nuestra propia ignorancia y
el vacío mental del paciente, sin abandonar
la curiosidad. La firme creencia del analista
en la posibilidad de encontrar sentido para
la experiencia emocional, pienso que será lo
que ayude a mantener esa actitud de tolerante expectativa que puede contagiar, como
modelo, al paciente, como creencia en la posibilidad de la búsqueda de la propia verdad,
en un proceso inverso al que describí al inicio
de este trabajo como activación reactiva de
las identificaciones proyectivas generada por
continentes refractarios. Esto se vuelve extremadamente importante cuando estamos
lidiando con pacientes que presentan graves
dificultades y que, en general, no tuvieron
quien desempeñase semejante rol desde su
primera infancia.
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Zahar Editores, Río de Janeiro, 1966.
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PSICOANÁLISIS XX (2); 73-82, 2008
EL MUNDO DE LOS OBJETOS INTERNOS
EDUARDO ANGARITA ROJAS1
Recibido octubre 31-08
Aprobado diciembre 10-08
Resumen
El autor se refiere en este trabajo al concepto de objeto interno a lo largo de la obra de Melanie
Klein, buscando tener una concepción más clara y amplia del término.
El descubrimiento de un mundo interno y su conexión con la estructura y funcionamiento de
objetos internos concretos tuvo notorias implicaciones tanto en la teoría como en la técnica
psicoanalítica. No sólo definió de una manera más clara los procesos de internalización descritos por Freud y Abraham, sino que cambió el concepto de transferencia, mecanismos de defensa y hasta la misma formulación de la interpretación. Ahora la transferencia es total, es una
externalización del presente inmediato en el mundo interno de la persona; los mecanismos de
defensa están unidos a las fantasías operativas, tienen un origen muy primitivo y se simplifican
a unos pocos: la escisión, la identificación proyectiva, la omnipotencia, entre otros; la interpretación, así mismo, adquiere la concepción de ser una interpretación profunda en lo que tiene
que ver con las capas mentales, vinculada al punto de urgencia y al timing, que depende de la
capa mental activada y del contenido inconsciente relacionado con la ansiedad y la culpa.
Palabras clave: Mundo interno, objeto interno, desarrollo psíquico, psicosis, transferencia, interpretación.
THE WORLD OF THE INTERNAL OBJECTS
Summary
The author is referencing in this paper to the internal concept of object through the Melanie
Klein work, looking for a more extensive and clear term.
The discovery of an internal world and its connection with the structure and its functioning
of the internal and concretes objects had notorious implications as well as in the theory and
in the Psychoanalytic technique. Not only defined in a clearer manner the internationalization
proceedings described by Freud and Abraham, but that changed completely the concept of the
transference, defense mechanism, and as far as the same formulation of the interpretation.
Now the transference is total, is an externalization of the immediate present of the person
internal world; the defense mechanisms are unities to the operatives fantasies, have an origin
very primitive and it simplify to a few: the splitting, the projective identification, the omnipotence, among others; the interpretation acquire the conception of being a profound interpretation related capes, to the entailed to the point of urgency and to the timing, that depends of the
mental cape activated and to the unconscious contents related to the anxiety and the guilt.
Key words: internal world, internal object, psychic development, psychoses, transference, interpretation.
1
Médico Psiquiatra y Psicoanalista. E-mail: [email protected]
EDUARDO ANGARITA ROJAS
74
O MUNDO DOS OBJETOS INTERNOS
Resumo2
O autor neste trabalho faz referencia ao conceito de objeto interno ao longo da obra de Melanie
Klein, buscando uma concepção mais clara e ampla do termo.
A descoberta de um mundo interno e sua conexão com a estrutura e funcionamento de objetos
internos concretos teve conhecidas implicações tanto na teoria como na técnica psicanalítica.
Não somente definiu de uma maneira mais clara os processos de internalização descritos por
Freud e Abraham, como também alterou o conceito de transferência, mecanismos de defesa e
até mesmo a formulação de interpretação. Agora a transferência é total, é uma externalização
do presente imediato no mundo interno da pessoa; os mecanismos de defesa estão unidos às
fantasias operativas, tem uma origem muito primitiva e se simplificam a uns poucos: a cisão,
a identificação projetiva, a onipotência, entre outros; a interpretação, deste modo, adquire a
concepção de ser uma interpretação profunda no que tem relação com os estratos mentais, vinculada ao ponto de urgência e ao timing, que depende do estrato mental ativado e do conteúdo
inconsciente relacionado com a ansiedade e a culpa.
Palavras chave: Mundo interno, objeto interno, desenvolvimento psíquico, psicose, transferência, interpretação.
INTRODUCCIÓN
Mi objetivo con este escrito es iniciar una
somera revisión, dada la extensión y la enorme tarea que significa su exploración, del
concepto de objeto interno en la obra kleiniana, para buscar con ello una concepción
más amplia del mismo en lo que concierne a
su estructura, organización y funcionamiento. Parecería que una comprensión y conocimiento más completos acerca de lo que sería
un objeto interno han sido para la institución
psicoanalítica motivo de muchas discusiones
y conjeturas, como lo fue, principalmente,
en la década de los años treinta. Esta época
abarca el período de 1934 a 1943, en especial todo el año de 1939, y coincide con la
llegada de la familia Freud a Londres y con el
desarrollo del grupo kleiniano en la Sociedad
Británica de Psicoanálisis.
Tal vez el primer impacto para el establecimiento psicoanalítico de esa época, es-
2
Traducción al portugués de Geny Talberg.
pecialmente el inglés, fue la descripción por
parte de Melanie Klein de la existencia de un
mundo interno, es decir, de una Teoría de los
Espacios Mentales, a partir de sus observaciones en el análisis de niños, quienes hablan
tanto de la existencia de un interior en el
cuerpo de sus madres como de un interior
en los suyos propios. Este mundo interno que
se esquematiza de manera muy evidente en
El psicoanálisis de niños (1932), está poblado
de objetos y emociones que se experimentan
de una manera muy concreta, con un impacto enorme sobre los estados mentales. Para
Klein, poderse contactar con estas emociones y objetos internos significó, por lo menos
inicialmente, una mayor comprensión de las
primeras fases del desarrollo psíquico, de la
estructura del superyó y de la génesis de las
enfermedades psicóticas.
En este artículo voy a explorar y a conectar
el concepto de mundo interno y de objeto interno con el desarrollo psíquico, la psicosis, el
EL MUNDO DE LOS OBJETOS INTERNOS
duelo, la situación edípica, la transferencia y la
interpretación. Por último, haré alusión a cómo
ubicamos internamente un objeto interno.
I. DESARROLLO PSÍQUICO,
INTERNALIZACIÓN Y RELACIÓN OBJETAL
No obstante que en El Psicoanálisis de
Niños (1932) se vislumbran las nociones kleinianas de angustia, objeto interno, fantasía
inconsciente, agresión, proyección-introyección, se considera que es a partir de Contribución a la psicogénesis de los estados maníaco-depresivos (1935) que esta estructura
teórica se torna sistemática. Esta publicación
marcó una línea divisoria al describir, de manera más específica, los procesos de internalización que derivan de las ideas de Freud y
de Abraham. Recordemos que Freud (1930
[1929]) ya nos había hablado de cómo la autoridad es interiorizada por la instauración
de un superyó. A su vez, Abraham (1924) en
Un breve estudio de la evolución de la libido,
considerada a la luz de los trastornos mentales, confirma lo dicho por Freud (1917 [1915])
acerca de la melancolía, y expone sus puntos
de vista relativos a los estados maníaco-depresivos, especialmente en lo que es la relación con el objeto amoroso durante las fases
de depresión y de manía. En este trabajo,
que es tal vez en el que más se va a apoyar
para desarrollar sus ideas, Abraham explica
cómo el curso que sigue la melancolía tiene dos fases: la pérdida, y la reincorporación
del objeto amoroso. También describe los
mecanismos de introyección-proyección, las
fantasías asociadas a impulsos canibalísticos
hostiles y cómo en la melancolía todo el proceso psíquico se centra en el primer objeto:
la madre. Al respecto dice: “El melancólico
desea vengarse de su madre castrándola, a
su vez, quitándole, sea sus pechos o su pene
imaginario” (Abraham, 1924: 353). Más ade-
75
lante nos describe, a partir de un caso clínico,
cómo todo el cuerpo femenino era representado como un pecho. Así mismo, nos habla
de incorporaciones parciales de objeto, de
una etapa oral de succión y canibalística, de
una etapa anal-sádica de evacuar al objeto
y destruirlo, y otra, posterior, de retenerlo y
controlarlo.
Siguiendo con Klein, en Contribución...,
retoma la fase de sadismo por la que pasa el
niño durante el primer año de vida, y muestra
cómo los impulsos sádicos son dirigidos, no
sólo contra el pecho de la madre, sino también contra el interior de su cuerpo, con la
simultánea introyección de objetos buenos y
malos. De estos objetos dice Klein: “El niño
los concibe como realmente peligrosos, como
perseguidores que teme lo devoren, vacíen el
interior de su cuerpo, lo corten en pedazos,
lo envenenen, que, en resumen, maquinen
su destrucción por todos los medios que el
sadismo pueda imaginar” (1935: 267). De
esta definición se puede inferir, en principio,
cómo la concepción de objeto interno está
íntimamente unida a la acción del sadismo
en conjunción con los mecanismos de introyección y proyección.
Entonces, podemos ver cómo los mecanismos de introyección-proyección y, especialmente, la introyección, van a poner en marcha todas las esferas de la vida psíquica, con
el surgimiento de un mundo interno, donde
el infante siente que hay objetos dentro de
su cuerpo que están vivos y activos, que influyen en él a la vez que son influidos por él.
Este mundo interno es creado por la fantasía inconsciente del bebé, en relación con el
mundo externo y los objetos que lo rodean.
Los sucesos que se dan en el mundo interno
son un reflejo del mundo externo en forma
fantásticamente elaborada y distorsionada,
pero que al mismo tiempo pueden hacer
aparecer al mundo externo sólo como reflejo
de ese mundo interno (Heimann, 1952).
EDUARDO ANGARITA ROJAS
76
II. PSICOSIS
A partir de las nociones de mundo interno
y objetos internos comienza una comprensión más profunda, no sólo de las primeras
fases del desarrollo psíquico, de la estructura
del superyó, sino también de la etiología de
las enfermedades psicóticas, o lo que Melanie Klein llama las psicosis más graves. Para
Klein la base de estas psicosis graves se origina en el uso de la escotomización como
defensa contra los perseguidores internos y
externos, que trae como consecuencia una
restricción importante de los mecanismos de
introyección y proyección como la negación
de la realidad externa; tal como sucede en el
autismo.
En cuanto a la paranoia, Klein piensa que
se origina en la dificultad que tiene el yo para
defenderse contra los perseguidores internalizados, especialmente por una deficiencia
del mecanismo de proyección, motivo por el
cual el miedo a esos objetos no se logra expulsar y, más bien, se dirige contra el propio
cuerpo. Así, en la paranoia, existe un ataque
al yo por parte de los objetos malos internos.
Igualmente, la ansiedad del paranoico está
principalmente relacionada con la persecución de los buenos objetos internalizados
con los cuales el yo se identifica. En cambio,
en el caso de la depresión lo que existe es
un ataque de objetos buenos y malos entre
sí. Asimismo, en el depresivo la ansiedad está
asociada al temor de que los objetos buenos,
y con ellos el yo, sean destruidos, o que se
encuentren en estado de desintegración.
En cuanto a la melancolía, Klein (1935)
está de acuerdo con Freud y Abraham en que
el proceso fundamental de esta afección es
la pérdida del objeto amado, pero va más allá
al decir que es el exceso de impulsos canibalísticos por parte del sujeto lo que hace que
esta introyección se malogre y aparezca la
enfermedad. A renglón seguido aclara que
debe diferenciarse la forma de incorporación
que existe en la paranoia con la de la melancolía, la que está relacionada con cambios
en la relación del sujeto con el objeto, y de
un cambio en la constitución del yo introyectante. Para decir esto se apoya en Weiss
(1926), quien planteó que en la paranoia el
objeto introyectado es perseguidor, en la
manía el objeto introyectado perseguido es
proyectado al mundo externo, y en la melancolía quedan internalizados, tanto el objeto
perseguido como el perseguidor.
Con respecto a la manía, Klein (1935)
considera que en ésta el yo busca refugio, no
sólo de la melancolía, sino también de una situación paranoica que se le hace incontrolable. La manía se caracteriza por el sentimiento de omnipotencia para controlar y dominar
los objetos introyectados, y está basada en
la negación, mecanismo a través del cual el
yo, aún no desarrollado, se esfuerza por defenderse de la ansiedad más abrumadora: el
temor a los perseguidores internalizados y al
ello. Así, se niega primero la realidad psíquica
y luego una parte de la realidad exterior. La
negación tiene como objetivo evitar sentir la
importancia de los objetos buenos y los peligros a que son sometidos tanto por el ello
como por los objetos malos.
Llegados a este punto, podemos ver cómo
el proceso de internalización es fundamental
para el desarrollo de las posiciones psicóticas: esquizoparanoide, depresiva y maníaca.
III. DUELO
En El duelo y su relación con los estados
maníaco-depresivos (1940), trabajo que continúa la línea de pensamiento expuesta en
Contribución… (1935), Melanie Klein busca
aclarar la naturaleza del Duelo y cómo es su
vinculación con los estados maníaco-depresivos. Parte de la idea de que existe una co-
EL MUNDO DE LOS OBJETOS INTERNOS
nexión entre el juicio de realidad en el duelo
normal y los procesos mentales tempranos.
Asimismo, Klein considera que el bebé experimenta una melancolía en statu nascendi,
en la cual el objeto del duelo es el pecho de
la madre y todo lo que éste representa: amor,
bondad y seguridad. Es por esto que su hipótesis principal es que la pérdida del objeto
amado reactiva la posición depresiva infantil, y que sólo en la medida en que se haya
resuelto esa posición, se tendrá la capacidad
para enfrentar y resolver el duelo después de
la niñez.
Klein, que parte de los postulados freudianos acerca del duelo, da un paso trascendental al hablar de la existencia de un sentimiento inconsciente de haber perdido también el
objeto interno bueno, ante la experiencia de
la pérdida de un objeto bueno externo. Desde
este punto de vista, a la aflicción del dolor
por la pérdida externa, se suma un dolor por
la pérdida interna que genera una sensación
de estar destruido, con la reactivación de las
ansiedades persecutorias y depresivas tempranas de la posición depresiva. Entonces,
para Klein, un duelo tendrá una elaboración
exitosa cuando se logre re-introyectar a la
persona real perdida como también a los padres amados que sintió como objetos buenos
internos en la fantasía. De esta manera el lactante volverá a experimentar la sensación de
no estar destruido, lo que también le permitirá construir nuevamente su mundo interno
para completar la elaboración de su duelo.
IV. LA SITUACIÓN EDÍPICA
La pérdida del pecho, con todos sus elementos constitutivos, la siente el bebé como
resultado de su excesiva voracidad y de sus
fantasías e impulsos destructivos, que Klein
une al mismo dolor que el lactante experimenta con la pérdida inminente de ambos
77
padres; es el dolor que surge de la situación
edípica que está relacionada con las frustraciones del pecho. Al respecto Klein dice
lo siguiente: “El dolor y la preocupación por
la pérdida temida de los “objetos buenos”, es
decir, la posición depresiva, es, según mi experiencia, la fuente más profunda de los conflictos dolorosos en la situación edípica, así
como en las relaciones del niño con su medio
ambiente general” (Klein, 1940: 347).
En el desenlace normal de la situación
edípica, los sentimientos de dolor, aflicción
y temor se vencen mediante los procesos de
internalización. El bebé incorpora a sus padres de un modo concreto dentro de su cuerpo, de la misma manera en que experimenta
sus fantasías inconscientes, y así se edifica
un mundo interno, cargado de objetos internos, en la mente inconsciente del niño,
que corresponde a las experiencias reales y
a las experiencias del mundo exterior, pero
que está alterado por sus propias fantasías e
impulsos. De esta manera, hay una constante
interacción con la madre externa en contraste con la madre interna.
En El complejo de Edipo a la luz de las
ansiedades tempranas (1945), Klein busca
conectar el complejo de Edipo con las ansiedades tempranas, y, lo que termina por ser
más importante, determina que el escenario
principal para esta situación es la posición
depresiva infantil. La posición depresiva se
convierte en el punto crítico para la comprensión del complejo de Edipo, que incluye
etapas pregenitales y fantasías tempranas
en relación con el cuerpo de la madre que
contiene el pene del padre, y de los órganos
internos del propio niño que forman parte de
la situación edípica. Así, Klein relaciona el desarrollo sexual del niño con sus relaciones de
objeto y las emociones que desde un primer
momento delinean su conducta hacia la madre y el padre, desde una concepción tanto
externa como interna.
EDUARDO ANGARITA ROJAS
78
En la posición depresiva, el bebé experimenta los deseos edípicos junto a las ansiedades depresivas para lograr integrar su
amor y su odio. Entonces, a la culpa, que
para Klein está presente desde el comienzo
del complejo, y no es su resultado, se une el
amor por los padres y su deseo de conservarlos, lo que en su totalidad va a influir para el
debilitamiento del Complejo de Edipo.
V. TRANSFERENCIA
Lo dicho hasta ahora nos sirve de base
para abordar el tema de la transferencia.
En Los orígenes de la transferencia (1952),
Melanie Klein se ocupa de la forma en que
ésta se va a manifestar en el Psicoanálisis. Su
punto de partida es que el paciente necesita
transferir experiencias, relaciones de objeto y
emociones primitivas en la figura del analista. Por lo tanto, en la situación analítica el
paciente reactiva conflictos y ansiedades utilizando los mismos mecanismos de defensa
que empleó en situaciones anteriores.
Inicialmente, en el lactante predominan
durante los tres o cuatro primeros meses de
vida la ansiedad persecutoria, la idealización
del objeto y los procesos de clivaje, omnipotencia y negación, que van a influir en las relaciones objetales. Estas relaciones objetales,
como hemos visto, van a estar marcadas por
los procesos de introyección y proyección
asociados a las angustias y emociones del
lactante. Por la proyección se establece la relación de objeto pues se desvían la libido y la
agresión hacia el pecho de la madre (como
objeto externo); por la introyección del objeto, especialmente del pecho, se estructuran
las relaciones con los objetos internos. Entonces, Klein considera que el bebé tiene desde el inicio de su vida postnatal las mismas
características de las que está impregnada
una relación de objeto: amor, odio, fantasías,
angustia y defensas, dentro de una situación
total transferencial, desde el pasado al presente, de emociones, defensas y relaciones
objetales.
VI. INTERPRETACIÓN
La interpretación psicoanalítica va a estar
siempre asociada, y de manera similar a lo que
decíamos con respecto a la transferencia, con
lo que pasa en la relación con el objeto, interno y externo, ya que no hay, como dice Klein,
necesidad instintiva, situación de angustia, ni
proceso mental que no implique objetos.
La instrumentación de la interpretación,
por lo tanto, tiene como objetivo hacer accesible a la observación del paciente y a su
discernimiento, ese mundo interno que no
puede verificar por los medios de percepción
de que dispone en relación con el mundo
externo, tangible y palpable. ¿Cómo lo logramos? Pienso que sólo hay un camino: la
exploración juiciosa y seria de la naturaleza
fantaseada inconsciente de ese mundo interno, es decir, la interpretación del objeto interno va a depender del contenido de la fantasía
inconsciente, ligada a la comprensión de los
mecanismos de defensa desarrollados y empleados por el yo para manejar la ansiedad.
La fantasía es el contenido primario de
los procesos mentales inconscientes, es la
expresión mental del instinto (Isaacs, 1948).
Su fuente es interna. Así como decíamos
que toda necesidad instintiva, expresión de
angustia y proceso mental abarca toda relación objetal, no hay impulso, ni necesidad o
respuesta instintiva que no sea vivida como
fantasía inconsciente. Susan Isaacs piensa
que los instintos libidinosos y destructivos,
los representantes psíquicos de los impulsos
y sentimientos corporales, deben ser considerados como el origen más primitivo de las
fantasías, sin descartar que la fantasía tam-
EL MUNDO DE LOS OBJETOS INTERNOS
bién se puede convertir en un medio para
defenderse de la angustia, en un medio para
inhibir y controlar las pulsiones instintivas
y la expresión de deseos de restaurar. Otro
aspecto importante para tener en cuenta es
que la fantasía representa el contenido particular de las pulsiones o sentimientos que
dominan a la mente en un instante dado.
Ahora debemos considerar brevemente la
conexión de la interpretación con la relación
que hace Isaacs entre fantasía inconsciente y
palabra. Es evidente que las fantasías primarias se expresan y se relacionan con procesos
mentales muy alejados de las palabras y del
pensamiento consciente de relación, y que
sólo van a estar determinadas por la lógica
de la emoción, que es más antigua que el lenguaje tanto filo como ontogenéticamente. Es
por eso que las palabras son sólo una manera de referirse a la experiencia real o fantaseada. Ellas solamente evocan sentimientos,
imágenes y acciones, y señalan situaciones;
es decir, son un signo de los sentimientos y
fantasías inconscientes, en los que la emoción hace que la fantasía se pueda sentir,
se sienta como real, mucho antes de que se
pueda expresar en palabras.
Por lo tanto, la interpretación, a través,
como es natural, del uso de la palabra, irá
dirigida a interceptarse con la emoción de
ese momento, y estará unida a una fantasía
inconsciente específica como expresión primitiva de una realidad interna y subjetiva.
Este aspecto técnico de la utilización del término Objeto Interno, Klein lo describió de la
siguiente manera:
En mi experiencia cuanto más concretamente y más específicamente, yo diría
vívidamente si esto no tuviera un sabor
dramático innecesario, podemos transmitirle al paciente el contenido de las fantasías inconscientes que vemos en acción,
más efectiva será nuestra interpretación.
Es, por lo tanto, cuando nos encontramos
79
con estas fantasías de un mundo interno
poblado por seres que son en parte un reflejo de seres externos, pero que al ser internos adquieren cualidades propias para
expresarlo de la manera que el paciente
lo siente; y esto es en mi experiencia los
“objetos interiores” y los objetos “buenos”
y “malos”, o más bien las gradaciones de
bueno y malo (D16, documentos del Trust
Melanie Klein, Biblioteca Wellcome).
VII. SOBRE CÓMO SE ESTABLECE
LA POSESIÓN DE UN OBJETO INTERNO
Para Melanie Klein, la internalización siempre estuvo en su mente como el proceso para el
desarrollo de toda la personalidad. Esto la llevó
a hablar de objetos incorporados que crean un
mundo interno de relaciones objetales. Estos
objetos van a formar parte integral del sentimiento del self, pero que al mismo tiempo se
experimentan como objetos separados bien
concretos dentro del cuerpo. En el siguiente
material clínico ejemplificó esta idea:
El paciente se quejaba de los diversos
trastornos físicos y después enumeraba
las medicinas que había tomado para el
pecho, garganta, nariz, orejas, intestinos,
etc. Parecía como si hubiera estado cuidando estas partes del cuerpo y de sus
órganos. Siguió hablando sobre su interés
por algunos jóvenes a su cargo (era maestro), y luego sobre la preocupación que
sentía por algunos miembros de su familia. Se hizo claro que los diversos órganos
que trataba de curar estaban identificados con sus hermanos y hermanas internalizados, por los cuales se sentía culpable y a quienes tenía que estar salvando
perpetuamente (Klein, 1935: 281).
Un manuscrito entre los trabajos de Melanie Klein, sin fecha, y que reposa en los archi-
80
EDUARDO ANGARITA ROJAS
vos del museo Wellcome, trata explícitamente
sobre los objetos internos. Al respecto escribió:
Los psicoanálisis de niños pequeños que
permiten una imagen de las concepciones inconscientes de la mente muy precisa, clara, específica y concreta me llevó
a utilizar un término que no ha resultado
aceptable ni suficientemente claro para
una cantidad de colegas. Es el término
“objetos internos” u “objetos interiores” y
objetos “buenos” y “malos”. (D 16, documentos del Trust Melanie Klein, Wellcome,
Library, citado por Hinshelwood, 1997).
Este manuscrito que fue titulado “Notas
sobre los términos “objetos internos”, “objetos interiores”, etc., objetos “buenos” y “malos”, etc., incluye una descripción muy específica de lo que Melanie Klein quería decir por
Objeto Interno:
Mi razón para preferir este término a la
definición clásica, la de “un objeto instalado en el yo” es que el término “objeto
interno” es más específico, ya que expresa exactamente lo que el inconsciente del
niño, y también el del adulto en las capas
profundas, siente acerca de él. En estas
capas no se siente que sea parte de la
mente en el sentido que hemos aprendido
a comprenderlo, que el superyó sea las voces de los padres dentro de la propia mente. Este es el concepto que encontramos
en los estratos más altos del inconsciente.
Sin embargo, en las capas más profundas
se siente como un ser físico, o más bien
como una multitud de seres, que con todas sus actividades, amistosas y hostiles,
están alojados en el cuerpo, particularmente dentro del abdomen, concepción
a la que los procesos fisiológicos y sensaciones de todo tipo han contribuido en el
pasado y en el presente (D 16, trabajos del
Trust Melanie Klein, Wellcome Library).
Para Melanie Klein (1935,1940,1957) era
muy importante que el paciente pudiera establecer más firmemente los objetos internos,
a la vez que lograra poseer un objeto interno
provechoso. Sólo las experiencias gratas en el
bebé, especialmente la alegría y el contacto
con los seres amados disminuyen la ambivalencia, aumentan la confianza y esperanza, y
también disminuyen sus ansiedades sobre la
aniquilación interna y la persecución externa.
Si existe una buena relación con el objeto interno y externo predomina el deseo de refrenarse y preservarlo. Sin embargo, es también
necesario que el individuo crea en su propia
bondad; la que se fundamenta en la confianza en el pecho bueno como derivado de la
capacidad del bebé para investir con libido
el primer objeto externo. De esta manera se
establece un objeto bueno que ama y protege
al individuo, siendo a su vez amado y protegido por éste. Es por eso que lo que pone en
duda la bondad del objeto amado es que el
odio inconsciente del yo lo domine, y ante la
ansiedad de ser arrastrado por el ello, destruya al objeto amado, lo que provoca dolor,
sentimientos de culpa y desesperación, y que
se constituyen en la base de la tristeza.
Por último, la concepción y posesión de
un objeto interno, Susan Isaacs buscó explicarla en su valioso trabajo Naturaleza y
función de la fantasía (1948). Para ella, la
“introyección” y “proyección” eran términos
abstractos, mecanismos particulares de acción de la vida mental para enfrentar las tensiones y conflictos internos, que se refieren a
que el sujeto se apropia frecuentemente de
ideas, impresiones e influencias que llegan a
formar parte de él; o al abandono de aspectos o elementos del sujeto, y su atribución
a alguna persona o grupos de personas o a
cierta parte del mundo exterior. Sin embargo, el problema se centraba en describir el
proceso de introyección con la fantasía de
incorporación. En primera instancia se puede
EL MUNDO DE LOS OBJETOS INTERNOS
decir que lo que se introyecta es una imagen
o “imago”, que es una imagen inconsciente,
pero sigue siendo necesario reconocer, distinguir y comprender que lo que se ha incorporado realmente, el objeto interno, es una
imagen y no un objeto corporal concreto.
Isaacs considera que para comprender que
el objeto interno es una imagen y no un objeto
corporal concreto, se hace necesario un proceso evolutivo muy complejo, que incluye las
siguientes etapas: a) Las primeras fantasías
se elaboran principalmente sobre impulsos
orales, y se vinculan más íntimamente con la
experiencia de incorporar; b) Estas sensaciones e imágenes constituyen una experiencia
corporal, al principio poco relacionadas con
un objeto externo, espacial. La piel todavía no
se percibe como límite entre la realidad externa e interna. La fantasía tiene una cualidad
corporal concreta, una yo-idad; c) El elemento visual se integra lentamente en la percepción, se funde con la experiencia táctil y es
espacialmente diferenciada; d) En la medida
que los elementos visuales y las imágenes
correspondientes predominan, se aclara la
distinción entre mundo interno y externo, y
los elementos corporales concretos de la experiencia total de percepción y de la fantasía
son reprimidos en gran parte. Entonces, los
elementos visuales referidos externamente
en la fantasía son parcialmente privados de
su emoción, desexualizados, independizados
en la conciencia de las ataduras corporales.
De esta manera se transforman en “imágenes”, en representaciones “mentales”, pero no
conscientemente incorporaciones corporales
de objetos reconocidos como tales. Al respecto Isaacs concluye lo siguiente:
Se “comprende” que los objetos están
fuera de la mente, pero que sus imágenes
están dentro de la misma. […] Estas imágenes pueden afectar a la mente por estar
“en ella”, es decir, que su influencia sobre
81
los sentimientos, la conducta, el carácter
y la personalidad, sobre la mente en su totalidad, está fundada sobre sus elementos
asociados somáticos inconscientes reprimidos en el todo inconsciente de deseo y
fantasía, que forma el lazo con el Ello; y
que significa en la fantasía inconsciente
que los objetos a los cuales se refiere se
consideran dentro del cuerpo, es decir incorporados (Ibídem: 101).
VIII. COMENTARIO
Después de esta somera revisión de conceptos podemos darnos cuenta cómo Melanie Klein amplió el concepto de mundo interno de Freud, al describir con mucha claridad
las emociones llenas de dramatismo que suceden en la mente del niño. Al describirlas se
encuentra con la existencia de unos objetos
en ese escenario, los objetos internos, con
una naturaleza concreta.
Entonces, el objeto interno se refiere a una
fantasía inconsciente respecto de un objeto
concreto ubicado en el interior del yo, más
específicamente en el cuerpo, que tiene unos
propósitos muy definidos hacia el yo y hacia
otros objetos. Son las fantasías acerca de lo
que hay en el interior del cuerpo, con la diferencia de que no son representaciones, como
sí lo son los recuerdos o las fantasías conscientes, sino que se sienten como elementos
constitutivos del cuerpo y de la mente.
El aparato mental concebido de esta manera por Klein le permitió entender la etiología de la psicosis, la melancolía y la manía.
Asimismo, aclarar la naturaleza del duelo y
apreciar su vinculación con los estados maníaco-depresivos.
No obstante, Klein va más allá al explicar
el desenlace normal de la situación edípica
mediante los procesos de internalización.
La transferencia ahora es vista dentro de
la fenomenología de las relaciones objetales
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EDUARDO ANGARITA ROJAS
y encuadrada dentro de los procesos de introyección y proyección. Igualmente, la interpretación psicoanalítica también va a estar
asociada con lo que pasa en la relación con
el objeto, tanto interno como externo, para
así lograr que el mundo interno sea accesible
a la consciencia.
Por último, se puede decir que si el descubrimiento del inconsciente por parte de
Sigmund Freud fue revolucionario, la descripción de un mundo de objetos internos
por parte de Melanie Klein abrió toda una
nueva perspectiva acerca de los procesos
mentales. El fenómeno de la internalización
comenzó a ser muy importante para entender el desarrollo de toda la personalidad, con
un lenguaje nuevo para el quehacer psicoanalítico al hablar de objetos incorporados
que habitan un mundo interno de relaciones
objetales, que van a formar parte integral del
sentimiento del self, pero que al mismo tiempo se experimentan como objetos separados
bien establecidos dentro del cuerpo.
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PSICOANÁLISIS XX (2); 83-92, 2008
VICISITUDES DE LAS IDENTIFICACIONES SEXUALES EN LA
INFANCIA. Un acercamiento clínico1
MÓNICA CARDENAL2
Recibido octubre 08-08
Aprobado diciembre 20-08
Resumen
Acercarse a la temática de los “trastornos” en la identidad sexual en la infancia, coloca al analista de niños en una delicada y, por demás, comprometida situación en la clínica. Por lo tanto
pensé en un título que justamente no me implicará definir un estado de “anormalidad” sobre
lo que debiera suceder con un niño en su desarrollo sexual, ubicándome más en una posición
de intentar comprender metapsicológicamente el por qué de determinada elección sexual temprana, ya que los casos que comentaré son todos niños que llegaron a la consulta antes de los
6 años de edad.
Es mi intención en este trabajo convocarlos a pensar al niño no sólo desde los aportes de la
clínica, no sólo desde las teorías, sino también desde la Observación de Bebés y niños pequeños.
Quisiera entonces proponerles una visión más cercana y amplia del niño pequeño que se encuentra en la compleja tarea de llevar adelante su desarrollo emocional, plagado de cantidades
de fantasías y ansiedades, donde el establecimiento de la identidad sexual es una de las cuestiones centrales de ese desarrollo. Se presenta una viñeta clínica.
Palabras clave: Psicoanálisis de niños, desarrollo temprano, sexualidad infantil, fenómeno de
segunda piel.
VICISSITUDES OF SEXUAL IDENTIFICATIONS IN CHILDHOOD.
A clinical approach
Summary
Approaching the subject of “disorders” in childhood sexual identity places the child analyst into
a delicate and committed situation in the clinical practice. Consequently, I thought of a title that
would not imply providing a definition of “abnormal” states of what should happen with a child
during its sexual development. I tried rather to approach the subject from a position where I
could, from a metapsychological perspective, understand the reason for a particular early sexual
choice, taking into consideration that the cases I will discuss in this paper come from children
who came to consultation when they were under 6 years old.
My aim with this work is to invite you to think the child not only from contributions coming
from the clinical practice and theory, but from baby and young child observation. I would like
therefore to propose a more closer and complex vision of the young child who is going through
the tough task of carrying on his/hers emotional development, which is riddled with a large
amount of fantasies and anxieties and where one of main matters is to establish a sexual identity. A clinical vignette is presented.
Key words: child psychoanalysis, early development, child sexuality, Second Skin Phenomena
1
2
Una versión reducida de este trabajo fue presentada en el Congreso de FEPAL, Chile, septiembre 2008, en un Panel, y
publicada en la página Web de dicho Congreso.
Psicoanalista, Miembro Titular de la Asociación Psicoanalítica de Bs. As (AP de BA).
Andrés Ferreyra 3455, La Lucila, Buenos Aires, Argentina- [email protected]
MÓNICA CARDENAL
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VICISSITUDES DAS IDENTIFICAÇÕES SEXUAIS NA
INFÂNCIA. Aproximação clínica
Resumo3
A aproximação ao tema dos “transtornos de identidade sexual na infancia, coloca o analista
de crianças em uma delicada, e por vezes ,comprometida situação clínica. Pensei em um título
que não implicaria em definir um estado de “anormalidade” a respeito do que se espera que
aconteça com uma criança em seu desenvolvimento sexual, fixando-me mais em uma posição
de tentar comprender metapsicologicamente o por que de determinada escolha sexual precoce,
uma vez que os casos que comentarei são todos de crianças que foram trazidas para consulta
antes dos 6 anos de idade. Foi minha intenção convidá–los a pensar a criança de modo abrangente: não somente com as contribuições vindas da clinica, não somente com as teorias, porém
também, com a contribuição da observação de bebês e de crianças pequenas.
Gostaria de propor-lhes uma visão mais ampla a aproximada da criança pequena que tem a
complexa tarefa de dar continuidade ao seu desenvolvimento emocional, castigado por fantasias e ansiedades, e o estabelecimento da identidade sexual é uma das questões centrais do seu
desenvolvimento. O autor apresenta uma vinheta clinica.
Palavras chave: psicanálise de crianças, desenvolvimento temprano, fenómeno de segunda
pele.
INTRODUCCIÓN
Acercarse a la temática de los “trastornos”
en la identidad sexual en la infancia, coloca
al analista de niños en una delicada y, por
demás, comprometida situación en la clínica.
Por lo tanto, pensé en un título que justamente no me implicara definir un estado de
“anormalidad” sobre lo que debiera suceder
con un niño en su desarrollo sexual, para
ubicarme más bien en la posición de intentar comprender metapsicológicamente el por
qué de determinada elección sexual temprana, ya que los casos que comentaré son todos
referentes a niños que llegaron a la consulta
antes de los seis años de edad.
3
Traducción al portugués de Geny Talberg.
En mi experiencia como analista de niños, he recibido la consulta de cinco varones
que decían querer ser mujeres y comportarse
como tales desde muy pequeños, entre el año
y medio y los tres. Sólo he tratado a una niña,
cuyo caso no incluiré porque su determinación por querer ser un varón fue, a mi entender, reactiva frente a situaciones ambientales
y vinculares, concretamente traumáticas: mi
sospecha de un abuso sexual por parte de su
padrastro, y una madre borderline y adicta. De
los varones hay uno de los casos que tampoco incluiré por tratarse de una psicosis infantil; por lo tanto, el trastorno en la identidad
sexual en el que este niño, por momentos,
hablaba como una mujer y dibujaba extraor-
VICISITUDES DE LAS IDENTIFICACIONES SEXUALES EN LA INFANCIA. UN ACERCAMIENTO CLÍNICO
dinariamente bien cuerpos femeninos, especialmente bustos y caras, lo entiendo como
parte de sus extremos estados confusionales.
De los casos que presentaré, me he detenido a detectar aquellos antecedentes evolutivos en los que coincidía cada una de esas
historias, así como momentos de la clínica,
especialmente del juego de la transferencia
en el proceso analítico. El resto de los niños
estuvieron un tiempo prolongado en análisis
conmigo, y sólo en uno de ellos los padres
decidieron interrumpir el tratamiento.
Una temática tan delicada como ésta, me
obliga a describir y aclarar desde qué tipo de
datos y cantidades de casos, según mi propia
experiencia como analista, les propongo pensar los trastornos en la identidad sexual en
niños. De igual manera, quisiera transmitirles
mi comprensión sobre su desarrollo emocional y el devenir de la sexualidad, lo que define
sin dudas mi posicionamiento en la clínica.
Es mi intención en este trabajo convocarlos a pensar al niño no sólo desde los aportes
de la clínica, ni desde las teorías, sino también
desde la Observación de bebés y niños. Quisiera, entonces, proponerles una visión más
cercana y amplia del infante que se encuentra en la compleja tarea de llevar adelante su
desarrollo emocional, plagado de fantasías y
ansiedades, en las que el establecimiento de
la identidad sexual es una de las cuestiones
centrales de ese desarrollo.
I. EL NIÑO Y SUS ESTADOS MENTALES,
DESDE LAS TEORÍAS A LAS OBSERVACIONES
Mi acercamiento a la comprensión de
los procesos mentales y sus progresos está
4
85
ampliamente influenciado por las teorías
kleinianas y post-kleinianas, además de mi
esfuerzo permanente por no abandonar la
lectura de la metapsicología freudiana4.
Como he escrito en “Object relationship
vicissitude: towards the acknowledgement
of living depende, young children observation” (publicado en “Create bonds”, Cracovia,
2004), la calidad amorosa de las relaciones
con el objeto parecen resultado de un difícil
y trabajoso proceso de la mente. Entiendo,
siguiendo las ideas kleinianas y post-kleinianas, que el crecimiento de la mente supone
el reconocimiento del objeto de amor por sus
funciones y cualidades: fecundidad, cuidado,
responsabilidad, bondad y belleza. A mi entender, la mente del niño, muy al comienzo
de su desarrollo, estaría en condiciones de
detectar esas cualidades en el objeto, por lo
tanto, también de comprender el tipo de vínculo que lo liga a éste.
El infante humano, tal como lo señala
Meltzer (1990), es capaz de responder tempranamente ante la calidad, y no sólo al nivel cuantitativo de la experiencia sensual en
su vínculo con el objeto. Detectar la belleza
y bondad del objeto, supone reconocer sus
cualidades y valores, entre ellos su capacidad
de pensar, e implica también, aceptar que
esas cualidades son exclusivamente inherentes al objeto y a su interioridad. De este reconocimiento fundamental depende la mente
para crecer, ya que si es capaz de encontrarse
internamente en este tipo de relaciones con
el objeto, en esta clase de experiencia, podríamos decir, que ha tenido que aceptar su dependencia de un objeto amoroso pensante, lo
que implica también reconocer, por lo tanto,
que ese objeto de amor tiene una vida propia
Especialmente para este trabajo tengo en mente artículos como: Tres ensayos para una teoría sexual (1905). Un recuerdo
infantil de Leonardo Da Vinci (1909). Pegan a un niño (1919). La organización genital infantil (1923). El fetichismo
(1927). La escisión del yo en el proceso defensivo (1937). También otros autores que hicieron importantes aportes a la
comprensión de las perversiones: Sachs (1923) Gillespie (1955) y H. Rosenfeld (1949; 1971).
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MÓNICA CARDENAL
e independiente y se encuentra en vínculo
con otros. Tolerar el dolor inevitable que provoca la exclusión, fundamentalmente frente
a la pareja de padres en relación y sus productos, supone que el Self tiene la experiencia
de que cuenta con el objeto y su fecundidad
en la propia mente, por lo tanto se encuentra
en condiciones de desarrollar pensamientos
y emociones y está agradecido por ello. Este
proceso es el de la identificación introyectiva
(Meltzer), en el que predomina más el deseo
de saber sobre el objeto, que el de poseerlo
(vínculo K, Bion).
Entiendo que un desarrollo emocional estable y saludable, depende, entonces, en gran
parte, de la capacidad temprana de la mente
para enfrentar el dolor, actitud básicamente sostenida, como acabo de describir, por la
confianza en los objetos buenos y en el reconocimiento de la dependencia amorosa hacia
ellos (Meltzer, 1964). Dentro de este contexto
de ideas doy central importancia a la calidad
de las fantasías edípicas en la determinación
y estabilidad de la identidad sexual en un pequeño, ya que, el decurso que tome la identidad sexual en un niño a medida que crece,
está, a mi entender, ligado a la configuración
edípica y a cómo, de qué manera, ese niño se
posicione frente a la escena primaria, lo que
va a depender, en gran medida, de su historia
emocional con el primer objeto: el pecho y el
interior de mamá.
Cuando sostengo que un desarrollo emocional estable despende de una genuina y
buena dependencia entre las partes infantiles
del Self con una madre interna buena, agrego
que esto es sostenido y posibilitado por las
funciones mentales de una madre que sea
capaz de recibir y contener las proyecciones
de dolor de su bebé, que pueden ser sentidas
por él como muy persecutorias; las funciones
mentales de mamá suponen no sólo recibir
esas proyecciones sino que puede “limpiarlas”
de su cualidad persecutoria. Desde ya incluyo
la importancia muy temprana de las funciones del padre interno en estos procesos de
crecimiento mental. Tal como lo describí en
el “Play and the function of the father” (Cardenal y col. 2000), siguiendo las interesantes
ideas de Meltzer sobre dichas funciones, el
pene del padre y sus testículos, garantizan la
preservación de los bebés dentro de mamá.
Esto es fundamental para que el niño sienta
ese interior, cuerpo y mente, protegido de sus
ataques, a partir de esas funciones de papá.
Su pene y su semen, protegen y mantienen
en orden los diferentes espacios del interior
de mamá (1. Arriba delantero y trasero; 2.
Abajo-ídem; 3. Trasero) (Meltzer, 1973) Por
lo explicado queda claro también que esta
función del padre interno es fundamental
para que la mente del bebé evite confusiones
zonales.
Al hablar de padre y madre en relación
dentro de la mente del niño, estamos hablando de la escena primaria y de lo que intercambian entre ellos; el resultado final de ese
intercambio, si el desarrollo emocional del
niño va bien, serán cosas buenas, pero si esto
no es así, la mente estará plagada de intensas
ansiedades persecutorias, que se expresarán
en diferentes formas defensivas psicopatológicas y, consecuentemente, en posibles
dificultades en el posicionamiento sexual. En
esa escena primaria que el niño vislumbra,
su self infantil irá jugando diferentes roles:
será mamá, papá, el bebé, la niña y el niño;
este despliegue edípico pone en jaque el
sentimiento de identidad. Si predominan los
procesos de identificación introyectiva con
ambos padres, podrán desplegarse los celos,
las rivalidades y, al mismo tiempo, el amor, el
reconocimiento y la gratitud hacia los padres
(Meltzer, 1964-65). Se irá también estableciendo una relación diferenciada, incluso por
género, con cada uno de ellos. Hasta aquí el
camino esperable.
VICISITUDES DE LAS IDENTIFICACIONES SEXUALES EN LA INFANCIA. UN ACERCAMIENTO CLÍNICO
II. ALGUNAS CONSIDERACIONES
CLÍNICAS
Cuando me encuentro en la consulta con
un niño que dice que él es una mujer, desde que estaba en la panza de su mamá o que
verbaliza: yo soy una nena, con total convencimiento5, mi tendencia es a pensar que
detrás de esa elección femenina hay altos niveles de ansiedades paranoides y depresivas,
y que, quizá, la “desviación” en la elección
sexual es un intento de resolverlas dentro de
la configuración edípica, signada por fantasías de intenso sadismo. Pienso, también, que
en esta clase de procesos mentales predominan modos de estar con el objeto, en los que
se evita toda relación amorosa diferenciada y
auténticamente dependiente de él, debido al
intenso temor a dañarlo y perderlo, y/o a ser
dañado o abandonado por él.
Fue interesante para mí detectar, en los
cuatro casos que traté, madres poco conectadas mentalmente con sus hijos, con una
pobre capacidad de comprenderlos y, por
supuesto, de contener sus proyecciones, en
algunos de los casos con cuadros confirmados de depresiones, incluso una de ellas con
un diagnóstico de enfermedad bipolar. Alguna de ellas había vivido, por motivos profesionales, un año en el extranjero cuando mi
paciente tenía tres años de edad, y el niño
había quedado al cuidado de su padre junto
con un hermano un poco mayor que él. Otra
de las familias había vivido en el extranjero,
donde nació mi paciente, y en donde la madre sufrió una intensa depresión, a causa del
desarraigo, durante el primer año de vida del
bebé; ambos padres lo reconocieron.
En cuanto a la madre que les comenté
que fue diagnosticada como bipolar, enferme5
87
dad que también padecía su propia madre,
quien vivía con ellos, reconoció que durante los primeros meses del bebé ella estuvo
muy deprimida mientras cuidaba a su propio padre, el cual falleció en esa época, por
lo que hubo escaso contacto emocional con
su hijo; describe una relación de “pegoteo”
y “aferramiento” con él para aliviarse de su
depresión.
El cuarto caso es un niño que nació con
ciertas dificultades como hipotermia, estuvo
en incubadora, y a los dos años sufrió convulsiones febriles, sin que este panorama orgánico haya sido aclarado del todo. En el momento de la consulta presentaba una forma
de funcionamiento muy infantil; lo interesante es que cuando los padres me hablaban
de él, prácticamente lo presentaban como un
autista, pero mi sorpresa fue inmensa cuando lo conocí y me di cuenta que era un niño
muy inteligente y, por demás, conectado y
pendiente de los estados emocionales de su
madre.
En cuanto a las figuras paternas de estas
familias, aparecían dos modalidades: o un
padre sumamente omnipotente, por lo que
que la figura de la mujer aparecía descalificada, o uno pasivo frente a la figura femenina; desde mi comprensión de las funciones
mentales, cualquiera de estos dos estilos de
padre funcionaban como muy rivales, envidiosos de las funciones maternas y en franca
competencia con ellas.
¿Qué hace, entonces, un niño cuando no
cuenta mentalmente con su madre, ni con un
padre dentro de la mente de la madre, cumpliendo funciones como las descritas anteriormente? Una de las posibilidades es que
tema, cada vez más, dañarla con su sadismo,
Uno de los niños le dijo a su mamá que quería ser mujer, a lo que la mamá le contestó que no es posible y él le dijo esto
se arregla, mamá; la mamá agrega en su relato que él le da un toque femenino a toda su ropa; otro niño dijo que está
seguro de que nació nena y los que no quieren darse cuenta de esto son sus padres.
MÓNICA CARDENAL
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que podría ser el esperable; pero al no contar
con la mente disponible de mamá para digerirlo, ni de papá para limpiarla de sus proyecciones, el niño siente que queda solo para
tramitarlo y, al mismo tiempo, preocupado
por la depresión que detecta en su madre, la
que podría confirmarle el daño que él le hizo;
la fantasía puede ser entonces que por eso
ella se aleja de él; y desde allí, elegir la posición femenina es una forma de retenerla, de
estar con ella, “siendo ella”. El mismo trato,
posiblemente, espera del pene de papá dentro de ella, el cual, en lugar de crear bebés y
ser fecundo, puede ser destructivo y atacante; el niño teme identificarse con ese pene,
“es preferible ser mujer”.
Estos pequeños eran presentados por sus
padres en el momento de la consulta, como
muy seductores con los otros en general;
obsesivos en sus hábitos cotidianos, muy
inteligentes y con excelente rendimiento escolar, salvo uno de ellos, como ya comenté.
Las escuelas confirmaban estos datos, y si
bien eran niños muy sociables, también tenían cierta dificultad para integrarse con sus
pares varones porque no jugaban ningún deporte de contacto, aunque algunos de ellos
demostraban sólo por momentos su actitud
femenina en la escuela.
III. ESCENA RITUAL Y FETICHE
Como mencioné al inicio del trabajo, estos niños decían ser niñas, tener “vagina”,
“agujerito”, desde muy tempranamente en su
desarrollo (unos padres comentaron: Viene
desde hace tiempo. En Jardín, cuando tenía
dos años, en la clase empezó a decir “vagina”,
6
7
y que él tenía vagina).Sus padres agregaban
que en los juegos preferían las Barbies; en
general juegan con niñas.
Llamativamente, para mi dato que aparecía en el relato de cada consulta, estos niños
tenían ciertos rituales que repetían de manera secreta y obsesiva: consistía en disfrazarse
de mujer, a mi entender momentos de travestismo, cuando particularmente se ponían
suéteres en la cabeza simulando cabellera6,
envolturas de telas haciendo de vestidos; con
especial predilección, todos ellos, por accesorios de pieles: cinturones, binchas, y botas.
Sólo uno de estos niños se maquillaba e incluso llegaba a pintarse la uñas. Así, bailaban
y cantaban, impostando la voz de manera
femenina (Se pone a bailar y a cantar, “es una
mina”, dijo un papá).
Quisiera detenerme a analizar este tipo de
escena tan cargada de sensualidad7 y donde
predomina la utilización de ciertos “objetos fetiche”. Estos objetos me hacen pensar
en los desmantelados descritos por Meltzer
(1975), que se usan junto con una forma de
ritual obsesivo que se repite compulsivamente. Para la mente, la utilización de este tipo de
objeto en este tipo de escena, se produce por
una forma de splitting diferente al de carácter sádico descrito por Klein (1945), ya que a
través de los actos obsesivos la mente desmantela al objeto en sus funciones y lo toma
o lo aprehende sólo por su sensorialidad y de
manera inmediata, y le quita toda cualidad
emocional; lo desmantela obsesivamente y
lo recrea como se le ocurre. Separa objetos
y los une cuando quiere. Es la degradación
amorosa del objeto y de su relación con él,
llevándola a lo sensual y excluyendo toda
emoción.
Esta descripción coincide con la referida por la Lic. Luisa Busch de Ahumada en su artículo: “Clinical notes on a case of
transvestism in a child”, publicado en Int. J. Psychoanal., 2003.83:291-313
Interesantes los aportes de Rodolfo Moguillansky (Berlin 2008) sobre la pérdida de la temporalidad en los rituales
perversos adultos, repetidos compulsivamente en una misma escena.
VICISITUDES DE LAS IDENTIFICACIONES SEXUALES EN LA INFANCIA. UN ACERCAMIENTO CLÍNICO
Meltzer (1975) incluye una idea que me
parece de lo más apropiada para una posible
comprensión de estos trastornos tan tempranos en la identidad sexual: el desmantelamiento inicial puede haber sido hecho
al servicio de la seguridad de los objetos,
siendo entonces una clara defensa frente a
las ansiedades depresivas, el temor intenso
al daño a los objetos, y al reconocimiento de
que no se puede contar con ellos. El objeto
fetiche, quizá maníacamente, revitaliza a los
objetos, los revive; y por otro lado, sensualmente, puede sentirse que se tiene al objeto,
o a una parte de él. Estos niños demostraban
un especial interés sensual por peinar el pelo
de sus madres y el de las muñecas; podríamos pensar que si no se puede tener a mamá
porque está deprimida, y su mente no está
disponible, una forma de evitarse ese enorme
dolor es sensualizarla y tenerla de esa otra
manera, incluso siendo ella, o una parte de
ella, su pelo, sus botas, sus binchas.
Me resultaba muy curioso, también, y lo
pude observar en las sesiones, no sólo por
el relato de los padres, el que los niños, se
“envolvieran” en telas (manta del diván por
ejemplo), de los pies a la cabeza, demostrando a partir de este juego tener un tipo
de experiencia de “envoltura” muy sensual,
quizá como forma de proveerse ellos mismos
de una contención. Relacioné este juego con
el fenómeno de “segunda piel” que describe
Esther Bick (1968), como psicopatológico,
a partir del cual puede pensarse que “ser
mujer” se ve enlazado a formas de brindarse autocontención a través de lo sensual y
corporal, de la acción, como bailar o cantar,
es decir, formas no mentalizadas, ni interiorizadas, de contenerse e integrarse; y así lo
interpreté en las sesiones.
89
IV. EVOLUCIÓN DEL JUEGO
EN LA TRANSFERENCIA
Quisiera incluir, ahora, algunos momentos
más de la clínica que puedan dar cuenta de
algún cambio, a mi entender, dentro del mundo emocional de estos niños:
SESIÓN GONZALO, 4 años de edad, y a un
año de tratamiento:
Está escondido, y como espiando, cuando
salgo a recibirlo en la calle.
Dice: -En todas las casas me gusta esconderme.
Meterse dentro de mí y controlarme, incluso saber qué niño entra o sale; le interpreto.
Me pide un jarrito con agua, lo saca de
adentro de su caja, es con pico, luego dice
“mejor una mamadera”. Se lo nota excitado.
Interpretación: sos como un bebé hambriento dispuesto a sacarme toda la leche;
eso te excita, pensar en lo que me quisieras hacer.
Toma los bloques de madera, construye
una cuidad; “es Hawai” .
Dice: allí hay casas, cines, juegos para chicos (defensa maníaca).
Interpretación: Podés hacer cosas fabulosas y muy importantes, como un padre
muy importante, para todos los chicos de
este consultorio.
Toma los juguetes de su caja y dice que me
prepare para ver una película:
Dice: La bella y la bestia:
la mujer y el hombre se besan y se pelean,
todo con música, cantado, y él hace ambos
personajes, hay más movimiento que palabras. Ella es muy hostil con el hombre.
Interpretación: ¡qué crueldad lo que se
hace esa pareja! Lo que intercambian los
hombres y las mujeres entre ellos.
90
MÓNICA CARDENAL
Sigue, llega un Hechicero y la duerme.
Interpretación: hace hechizos, como quizá
los que le hace papá a mamá. Vos temés a
lo que pasa entre mamá y papá. Y quisieras hacerme eso y tenerme bajo tu poder
con tus hechizos. Así parece que no temés
ser varón.
Pero tenés que cargarte de muchos poderes para sentirte tranquilo siendo hombre
(defensa maníaca).
Se levanta del diván, se pone y lleva un
cubo de madera entre las piernas.
Interpretación: Parece que te hiciste caca.
Va al baño, envuelve el cubo con papel
higiénico. Viene y me lo pone en mi estómago.
Interpretación: ¡qué lindo regalo, un regalo caca-bebé!.
Interpreto transferencia positiva, amorosa:
Ya te animas a pensar en meterte dentro
de mí, por ahora llenándome de cacasbebés, ya menos preocupado por dañarme, como si empezaras a darte cuenta
que tenés un pito que puede dar bebés.
Seguramente cada uno de nosotros podría interpretar de manera diferente este juego plagado de significados; deben pensar que
yo hice un recorte de aquello para interpretar
teniendo en cuenta el proceso analítico que
se venía desarrollando.
Pensando en lo sucedido en la sesión, en
tanto quiere mamar, está la posibilidad de introyectar el pecho, desde allí puede ir hacia la
pareja: juego de la Bella y la Bestia, y hacia la
posibilidad de darme él bebés-cacas-penes,
desde un lugar masculino.
Quisiera agregar, que este niño empezó
luego a hacer ciertas fobias, especialmente
a las ratas y traía algunos sueños y fantasías sobre esto, especialmente referidos a
una película que había visto por TV. La fobia fue pensada como una evolución en su
organización mental y defensiva frente a las
ansiedades.
SESIÓN FRANCISCO, 4 años de edad, a casi
un año de la consulta:
Ingresa rapidísimo, estaba casi pegado a
la puerta de entrada. Le señalo esto, y le
interpreto su apuro de entrar dentro de
mí, como una manera de evitar tomar
contacto con nuestra separación.
Se sienta frente a la mesita de juegos,
frente a mí. Me dice que vamos a armar
“una casa con los bloques.” “Una vos también, Mónica” (él forma una y yo debo hacer otra al lado, quedan como un barrio)
Luego trae la casa de juguete, la deja en
el piso, la vacía de todos sus muebles y los
pone dentro de la construcción.
“Esta es la casa de la Barbie y el caballero”
Le señalo el lugar tan alto, “importante”
en el que había puesto la cama.
Dice: ¿A qué jugamos? ¿A la nieve, a las
olas, al frío o al calor?
Le señalo cuántas cosas pueden pasar entre esos dos y ¿qué prefiere él que pase?
A las olas. Grandes. Voy al baño, dice.
Se acerca al diván, ahí está su caja con el
“caballero”; lo voy a desnudar, dice. Hace
que le saca la ropa.
(Intervención): ¿Por qué?
F. responde: “Porque quiero que esté sin
ropa.- Mirá, caballero, lo que tengo, y sale
para el baño.
Deja al caballero ubicado al lado mío.
Interpretación: cuando vuelve del baño
él se hubiera quedado desnudo también
frente a mí, y quizá querría que yo lo viera y que certificara que es varón, y en ese
caso cuántas cosas él siente que podrían
pasar entre nosotros.
Se ubica en su silla, y me dice”vestílo”.
Mientras, él tiene a la Barbie en la mano y
también le pone ropa.
Dice: Vestílo otra vez porque la Barbie no
lo vio.Dale.
Empuja un bloque de la casa, se cae y dice:Mirá lo que me hiciste hacer, Mónica.
VICISITUDES DE LAS IDENTIFICACIONES SEXUALES EN LA INFANCIA. UN ACERCAMIENTO CLÍNICO
Interpretación: él está muy molesto con
esto de la desnudez, y que mostrarse desnudo puede asegurar que se tiene pito y
que no se le ha perdido. Pero que al mismo
tiempo él quiere estar del lado de las mujeres, como si eso también lo protegiera
de perder algo; como la mujer no tiene.
Aunque de todas maneras él no se queda
tranquilo con este tema. Su enojo conmigo es porque él siente que yo no lo entiendo en esto que le pasa.
Dice: Se van a nadar. No hablan porque
están abajo del agua.
Reúne al caballero con la Barbie, mientras
sostiene el aire en su boca. Recorre todo
mi consultorio en círculo como haciendo
que nadan.
Dice: La Barbie tiene una ballena (para
esa época su madre confirma un embarazo de mellizos varones, este niño tenía
un hermano varón pequeño de 2 años y
medio).
Analista: ¡Uy, qué miedo! ¿Lo podrá atacar
al caballero?
Dice: No… Es buena, ¿no ves? Se meten en
las olas, ¡cuidado! (Vuelven a nadar)
Salen del agua, les cambia la ropa.
Dice: Van a encontrar un tesoro. Dale. Primero llega la Barbie.
Y colocó en el piso del consultorio unas
bolas de cerámica. Tomó algunas la Barbie, y otras el caballero. Las llevan hasta
su casa.
Analista: ¿Qué van a hacer con este tesoro?
Dice: Es de ellos, ellos lo encontraron, hay
más cosas (calcula más bolas), las llevan
hasta la casa.
Analista: ¿Y qué tesoro es?
Dice: Es oro y plata.
Analista: ¡Qué valioso! Eso puede suceder
entre mamá y papá, tener tesoros, bebés,
quizá vos estás muy interesado y curioso
de los tesoros que las parejas encuentran
y guardan para ellos, dejando a los otros
bebés curiosos afuera.
91
Dice: Ahora nadan otra vez.
Él pone sobre el diván a la Barbie, dice
que le pone el pijama, la acuesta, toma
un almohadón y le hace una cama; queda
como alta, le interpreto que queda como
en un trono, en un lugar muy importante,
como una reina.
El caballero estaba a un costado, abajo,
sobre el diván, cuando le señalo lo de la
cama, él me dice que acueste también al
caballero y le ponga el pijama.
Dice: Ya no se pelean. No van a pelear
más.
Va a terminar la sesión, él me dice que
juntos, el caballero y yo, y él con la Barbie (¿dos parejas?) pateemos los bloques y
destruyamos la casa.
Interpretación: Para que nadie más la
use. Ningún chico más, ningún otro bebé
muestre tantas ganas de meterse dentro
mío, y quiera curiosear como te pasa a vos,
en todos mis contenidos bebés valiosos.
Esta sesión también es rica en juego simbólico en su despliegue en la transferencia.
Resulta notable para mí cómo se sucede en el
niño el interés por lo que ocurre primero en
el interior de la analista-mamá, y la ansiedad
que esto genera, y luego, cómo se orienta
ese interés hacia lo que ocurre entre la pareja de padres, “sumergidos en las profundidades del mar, entre enormes olas”. Aparece
entonces la fantasía de una mamá ballena,
cargada de bebés, cacas, valiosos tesoros de
oro y plata. En tanto estos contenidos de las
fantasías surgen y son jugados en la transferencia podemos pensar que la mente tiene
más alternativa de tolerar la exclusión de la
escena primaria, ya que lo que intercambian
los padres son cosas buenas, en todo caso
muy valoradas, se reconoce incluso la ambición que se tiene sobre ellas (que nadie más
use estas casas), pero estas cosas que intercambia no son sádicas o crueles, por lo tanto
mamá no está dañada, y el niño puede en-
MÓNICA CARDENAL
92
tonces meterse con ella y sus contenidos. De
este modo resulta más factible posicionarse
como varón frente a los padres.
V. IDEAS FINALES
Espero haberme acercado, aunque sea un
poco, a la propuesta que les planteé al comienzo de este trabajo: el objetivo central,
poder pensar juntos el complejo camino que
debe transitar la mente del niño para crecer,
en relación interna con sus objetos de amor,
aceptando su dependencia amorosa diferenciadamente con cada uno de sus padres (varón-mujer), para poder, por lo tanto, contar
adecuadamente con cada uno de ellos y sus
funciones dentro de la mente. Desde estas
ideas el dolor mental será entendido como
una experiencia esencial para el desarrollo de
la personalidad desde el comienzo de la vida.
Por supuesto, esta ha sido sólo una posible
manera, entre tantas otras, de acercarse a
comprender el intenso mundo emocional del
niño pequeño.
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PSICOANÁLISIS XX (2); 93-101, 2008
EL NIÑO DEL CARRETEL. UNA VISITA A ERNEST FREUD1
ADRIANA PRENGLER*
Recibido octubre 31-08
Aprobado diciembre 20-08
Resumen
En este artículo, la autora relata su experiencia a raíz de una visita que realizó en abril de 1999
al nieto de Sigmund Freud, Ernest, quien, a la edad de 85 años, aún vivía en la ciudad de Heidelberg, Alemania.
Ernest es el nieto de Freud que creó, siendo un bebé de 18 meses, el famoso juego del carretel o
“fort-da”, al cual se hace referencia en el célebre libro Más allá del principio de placer.
Este trabajo relata algunos acontecimientos vitales de la vida de Ernest e intenta poner en
evidencia la estrecha relación que existe entre los eventos que le acontecieron ya a partir de su
más temprana infancia, y los intereses científicos que desarrolló más tarde.
Así, vemos cómo su primordial juego del carretel, observado e interpretado por su abuelo Sigmund como una manera simbólica de recrear separaciones y reencuentros, parece haber representado un paradigma en su vida.
Palabras clave: Biografía /Duelo / Fort-Da / Historia del Psicoanálisis
THE CHILD OF THE WOODEN REEL. A VISIT WITH W. ERNEST FREUD
Summary
In this article, the author tells the story of her visit with W. Ernest Freud in March of 1999 at his
home in Heidelberg, Germany. W. Ernest Freud, the oldest grandson of Sigmund Freud, was born
in 1914 and died last September 30th at the age of 94.
In Beyond the Pleasure Principle, Sigmund Freud described the game (Fort-Da) of an eighteen
month old baby whom he had observed at play. W. Ernest Freud was the object of that observation and the inventor of the Fort Da game.
The author recalls some of the events in the life of W. Ernest Freud and ties them, thematically,
to his childhood game of Fort-Da as well as to his later scientific interests.
This linkage illustrates how the childhood game, originally observed and interpreted by Sigmund
Freud as a way of symbolically recreating separations and reunions, seems to have paralleled
some of W. Ernest Freud’s subsequent life experiences.
Key words: Biography / Mourning /Fort-Da /History of Psychoanalysis
1
*
Trabajo presentado al Comité Editor el 1 de noviembre de 2002, y aprobado para su publicación en la Revista de
Psicoanálisis el 22 de enero de 2003. La presente versión ha sido corregida y aumentada por la Dra. Prengler, para la
revista Psicoanálisis (N. de la E.)
Miembro Titular de la Sociedad Psicoanalítica de Caracas. Dirección: Calle Los Andres, Qta. Lali, Prados del Este, Caracas
1080, Venezuela. Correo electrónico: <[email protected]> <[email protected]> <[email protected]>
ADRIANA PRENGLER
94
O MENINO DO CARRETEL. UMA VISITA A ERNEST FREUD
Resumo2
Neste artigo, a autora relata a sua experiência a partir de uma visita que realizou em Abril de
1999 ao neto de Sigmund Freud, Ernest, que aos 85 anos, ainda vivia na cidade de Heidelberg,
Alemanha.
Ernest é o neto de Freud que deu origem, sendo um bebê de 18 meses, ao famoso “jogo do carretel” o “fort-da”, que aparece descrito no celebre livro “Mais Além do Principio do Prazer”.
Este trabalho relata alguns acontecimentos vitais da vida de Ernest e tenta evidenciar a estreita
relação que existe entre os eventos que lhe aconteceram a partir de sua mais tenra infância, e
os interesses científicos que desenvolveu mais tarde. Assim vemos como o seu primitivo jogo do
carretel, observado e interpretado por seu avô Sigmund como uma maneira simbólica de recrear
separações e reencontros parece ter representado um paradigma em sua vida.
Palavras chave: Biografia / Luto / Fort-Da / História da Psicanálise.
S. Freud, en compañía de sus nietos, Heinz (izquierda) y Ernest.
En marzo de 1999 realicé una visita al
nieto de Sigmund Freud en compañía de mi
esposo y colega Daniel Benveniste, un psicólogo de orientación psicoanalítica formado
en la ciudad norteamericana de San Francisco y con residencia en Venezuela.
Ernest Freud acababa de dejar su hogar
en Inglaterra para establecerse en Heidelberg,
2
Traducción al portugués de Geny Talberg.
una pequeña ciudad al suroeste de Alemania.
Finalizaba el invierno, se asomaba la primavera y el cielo gris, acompañado de una perpetua llovizna, no lograba privar de su encanto a esa pintoresca ciudad a orillas del río
Neckar. Una vez resguardados de la lluvia y al
primer repique del teléfono, Ernest nos respondió; el hombre que había creado el juego
EL NIÑO DEL CARRETEL. UNA VISITA A ERNEST FREUD
del carretel a los 18 meses de edad mientras
era observado por su abuelo Sigmund. Habían pasado ochenta y tres años desde entonces y pensamos que sería interesante que
él mismo, en carne y hueso, nos contara algo
sobre aquella actividad lúdica que tanto interesó a su abuelo.
Ernest se mostró entusiasmado de saber que nos encontrábamos en su hermosa
ciudad y con agrado nos invitó a visitarlo.
Llegamos a su puerta y leímos emocionados:
“Dr. Freud”. Mi imaginación se remontó cien
años atrás, evocando la imagen del propio
Sigmund en su época floreciente. Nos encontrábamos frente a la puerta de su nieto,
la persona que habría recibido la mirada, el
afecto, las enseñanzas de quien cambió la
concepción de la mente humana con su sabiduría e intuición.
La escena que imaginaba, en la que el
bebé Ernest jugaba con el famoso carretel
mientras era observado por su abuelo, fue
interrumpida cuando se abrió lentamente la
puerta, detrás de la cual se asomaba un señor menudo, de pequeña estatura, con una
mirada amplia. Su apariencia física evocaba
fácilmente la imagen de su abuelo.
Ernest Wolfgang Halberstadt Freud había nacido un 11 de marzo de 1914. Hijo
de Sophie, quinta hija de Freud, y de Max
Halberstadt, un fotógrafo de Hamburgo, Alemania. Siendo el primer nieto, su nacimiento
ocasionó la siguiente nota a Ferenczi: “Anoche alrededor de las 3:00 a.m. nació un pequeño que es mi primer nieto. ¡Admirable, un
sentimiento tardío ante las maravillas de la
sexualidad!” (Gay, 1988).
En el momento de nuestra visita, Ernest
Freud acababa de cumplir 84 años. Con un
cálido saludo, nos invitó a pasar, ya que había preparado un ambiente para conversar
cómodamente. Estantes de libros reposaban
junto a algunas interesantes fotos, como en
un paisaje de Grundslee, el hermoso lugar
95
donde compartía de niño sus vacaciones veraniegas con la familia Freud y sobre el que
tantas veces habíamos leído en los textos;
fotos de sus padres Sophie y Max, de su tía
Anna, y de su propio hijo, cuando era niño.
En los estantes, al frente, fósiles de varios
tipos, una punta de flecha de manufactura
indígena que le había sido obsequiada por
Karl Menninger, entre otras cosas. Recordó
emocionado, cómo de niño, en compañía de
su abuelo, solía recorrer variados terrenos en
busca de fósiles. Éste era un movilizador recuerdo de su relación con Freud.
Ernest recordó momentos de su pasado
y se entregó a añoranzas y vivencias que tuvimos el placer de compartir acerca de aquel
juego en presencia de la atenta observación
que le prestó su abuelo, y que lo convirtió
en el primer infante observado psicoanalíticamente.
En su célebre libro Mas allá del principio
de placer (1920), Sigmund Freud cuenta que
durante unas semanas de convivencia con su
hija Sophie, su yerno y su nieto Ernest, pudo
dedicarse a observar con atención el juego
del pequeño. Su hija lo había amamantado
y cuidado personalmente y mantenía con su
bebé una relación tierna. El niño tenía un carácter “juicioso” y no lloraba cuando la madre
lo abandonaba por algunas horas, más bien
parecía que se resignaba fácilmente. S. Freud
(1920: 14) dice:
Este buen niño exhibía el hábito, molesto
en ocasiones, de arrojar lejos de sí, a un
rincón, o debajo de una cama [...] todos
los pequeños objetos que hallaba a su alcance, de modo que no solía ser tarea fácil
juntar sus juguetes. Y al hacerlo profería,
con expresión de satisfacción e interés, un
fuerte y prolongado “o-o-o-o”, que, según
el juicio coincidente de la madre y de este
observador, no era una interjección, sino
que significaba “fort” {se fue} [...] El niño
96
ADRIANA PRENGLER
no hacía otro uso de sus juguetes que el
de jugar a que “se iban”. Un día hice la
observación que corroboró mi punto de
vista. El niño tenía un carretel de madera
atado con un hilo [...] con gran destreza
arrojaba el carretel, al que sostenía por el
hilo tras la baranda de su cunita con mosquitero; el carretel desaparecía ahí dentro,
el niño pronunciaba su significativo “o-oo-o”, y después, tirando del hilo, volvía a
sacar el carretel de la cuna, saludando
ahora su aparición con un amistoso “da”
{acá está}. Ése era el juego completo, el
de desaparecer y volver. La mayoría de las
veces sólo se había podido ver el primer
acto, repetido por sí solo incansablemente en calidad de juego, aunque el mayor
placer, sin ninguna duda, correspondía al
segundo (pág. 15).
La interpretación del juego resultó entonces obvia para S. Freud, quien sostuvo que
Ernest admitía sin protestar la partida de la
madre y entonces escenificaba con sus objetos (que sí estaban a su alcance) las idas y los
regresos de ella. No escenificaba la partida
(“fort”) porque le diera placer, sino que parecía necesitar la representación de la partida
porque era “la condición previa de la gozosa
reaparición (“da”)”. Sin embargo, confundía a
Freud el hecho de que la primera parte del
juego era jugado la mayoría de las veces sin
que le siguiera la segunda. ¿Dónde estaría
entonces el placer de ese juego? Freud intuyó
entonces un motivo que explicara el repetido
juego y sostuvo que “en la vivencia con su
madre el niño era pasivo, era afectado por
ella; ahora (en el juego) se ponía en un papel
activo repitiéndolo como juego, a pesar de
que fuera displacentero”. (pág. 16) A esta idea
de cambio de pasividad a actividad se sumó
otra interpretación referida a la presencia de
“un impulso de vengarse de la madre por su
partida, como si dijera: ‘Vete pues, no te ne-
cesito, yo mismo te echo’” (pág. 16) convirtiéndose así en el único responsable de la ida
de su madre.
Nuestro anfitrión se mostró deseoso de
compartir sus ideas acerca del fort-da y nos
ofreció una muy interesante descripción del
carretel que él mismo realizó a través de un
dibujo improvisado. Al preguntársele sobre
las interpretaciones formuladas por su abuelo en relación con su juego, afirmó haber
coincidido con él plenamente. Puso énfasis
en la manera en que este juego le otorgaba
un sentimiento de control y dominio sobre la
pérdida temporal de su madre. Confesó que
esas ausencias fueron particularmente difíciles debido a que al mismo tiempo su padre
también se encontraba ausente del hogar,
sirviendo al ejército durante la Primera Guerra Mundial, lo cual intensificó aún más las
relaciones con su madre.
Inicialmente, Ernest vivió su infancia con
su padre y su madre en Hamburgo, Alemania.
El 18 de diciembre de 1918, a sus 4 años y
medio, nació su hermanito Heinz (Heinerle)
(Gay, 1988: 310). Este evento pareció provocar
intensos celos en el pequeño Ernest (Freud,
1920). Un año más tarde, en la Alemania de la
posguerra, una peligrosa forma de influenza
comenzó a propagarse rápidamente por Europa. Sophie Freud, su madre, estaba en aquel
momento embarazada de su tercer hijo cuando contrajo la enfermedad. Lamentablemente
desarrolló neumonía y falleció el 20 de enero
de 1920 a la edad de 27 años, cuando Ernest
contaba con apenas 5 años y 10 meses. Así,
pierde en una sola jugada a su madre y a su
pequeño futuro hermano. Freud (Ibídem) reporta en ese momento: “Ahora que su madre
realmente se ‘ha ido’ (o-o-o) el pequeño no
parece estar de duelo”. (Freud 1920: 16)
Ernest confiesa que nunca, ni siquiera en
su adultez, indagó acerca del tiempo de gravidez de su madre al morir. Quizá su juego
del carretel era una manera de permitirse no
EL NIÑO DEL CARRETEL. UNA VISITA A ERNEST FREUD
tener que saber, sólo tirar del carretel hacia
sí y recuperar el objeto perdido. Pero esta
vez su madre se había ido para siempre y su
padre continuaba sin estar suficientemente
presente en su vida.
Luego de la muerte de Sophie, Anna
Freud, su hermana menor, de 25 años en ese
momento, se involucró en el cuidado de sus
dos sobrinos, Ernest y Heinerle, y comenzó a
pasar sus vacaciones con ellos. De alguna manera, estos dos niños se fueron convirtiendo
en sus primeros “pacientes” de análisis infantil. Se dice que Anna los ayudó a enfrentar
sus miedos a la oscuridad incitándolos a que
contaran las historias que imaginaban (Gay,
1988), con lo cual los niños estaban cuidados
a la vez que Anna “practicaba”. Impresionado
especialmente por la extraordinaria capacidad que ella poseía para integrar las ideas
principales de todo cuanto escuchaba, Ernest
conserva de Anna cálidas e íntimas memorias
y la imagen de una mujer aguda y de una
claridad inigualable.
Heinerle fue adoptado informalmente por
sus tíos Matilde y Robert Hollitscher, y Anna
se hizo mayor cargo de Ernest, asumiendo,
dentro de lo posible, el papel de su madre.
Desgraciadamente, el 19 de junio de 1923, de
nuevo la muerte acechó al pequeño; esta vez
fue su hermano Heinerle, quien sucumbió a
la tuberculosis. Nuevamente Anna Freud volvió a Hamburgo para ayudar a Max Halberstadt y a su hijo a sobrellevar este terrible y
nuevo duelo (Young-Bruehl, 1988).
Como vemos, tuvo una infancia difícil;
perdió a su madre junto con su hermanito
aún no nacido, y luego a su hermano Heinerle. Su vida escolar tampoco fue muy feliz,
pues ocurrieron múltiples interrupciones en
su educación, a causa de enfermedades, ausencias, mudanzas y cambios frecuentes de
escuela, todo lo cual se veía agravado por su
condición de soñador diurno con algunas dificultades de aprendizaje y poco aplicado en
97
su escolaridad. Recuerda sus años escolares
en la escuela Heitzing, la cual era dirigida por
su tía Anna, y que incluía como parte de sus
maestros a Peter Blos, Erik Erikson y su esposa Joan.
Su padre era un hombre amable y bondadoso, decente, honesto y laborioso, pero sus
relaciones con él no eran cercanas, y cuando contrajo segundas nupcias, Ernest trató
de pasar el mayor tiempo posible en Viena
con su familia materna. Refiere que su abuelo Sigmund siempre fue muy afectuoso con
él, aunque no pudo dedicarle mucho tiempo
debido a que estaba entregado en cuerpo y
alma a sus labores de lectura y escritura, las
que apenas le dejaban algún espacio libre.
Pasado un tiempo, su padre, madrastra y
media hermana emigraron a Sudáfrica. Él se
quedó en Viena, hasta que en 1938, al sucumbir Austria ante la invasión nazi, se vio forzado
a emigrar a Inglaterra con el resto de la familia
Freud (Freud y Martin, 1984). Al morir su padre, adoptó su apellido materno y se convirtió
en Ernest Freud haciendo honor a este abuelo.
Influido por éste y su tía Anna, decidió continuar estudios universitarios de psicología en
la Universidad de Londres, y comenzó a considerar la posibilidad de formarse como analista
durante su análisis con Willi Hoffer. Mientras
tanto contrajo matrimonio con Irene, con
quien tuvo un hijo varón –su único hijo– al
que llamó “Collin”, y cuyo nacimiento coincidió con la celebración del centenario de su
abuelo Sigmund en 1956 (Benveniste, 1999).
Realizó su entrenamiento formal como
psicoanalista de adultos en el Instituto Psicoanalítico de Londres, y desarrolló su formación
durante la época de la guerra entre Melanie
Klein y Anna Freud, por lo que tuvo contacto
con los discípulos de ambas personalidades.
Describió a los estudiantes de aquélla como
agresivos, pero a la misma Melanie como “una
buena abuela judía”. Posteriormente sentó
su práctica privada y se entrenó en análisis
98
ADRIANA PRENGLER
de niños en la Clínica de Terapia Infantil de
Hampstead (Hampstead Child Therapy Clinic)
junto a su tía. A pesar de que ésta era como
una madre para él, no le resultaba fácil relacionarse afectivamente con ella; sin embargo,
trabajaron muy de cerca en la Clínica Hampstead y se distinguió notablemente en la investigación de observación de infantes y como
autor de un número considerable de artículos en esta materia, así como en los cuidados
intensivos (Freud y Martin, 1984). Alcanzó el
estatus de analista Didacta y se dedicó durante varios años a la enseñanza de observación
de madres y niños. Una de sus publicaciones
iniciales más importantes fue un trabajo realizado junto a Anna Freud y Humberto Nagera, Metapsychological Assesment of the Adult
Personality: The Adult Profile (1965), en el que
los autores desarrollaron un instrumento
para conectar conceptos metapsicológicos
con datos observables de las situaciones clínicas, tomados como un punto de vista para
el pensamiento analítico.
Durante los siguientes doce años, Ernest
publicó varios artículos sobre la observación
de infantes y la evaluación de la infancia
temprana y a partir de 1980, sus publicaciones versan mayormente sobre los aspectos
psicológicos asociados a la terapia intensiva
en neonatos. Se interesó por la reacción de
los infantes a los traumas intrauterinos y la
importancia de la relación entre madre e hijo,
así como por los aspectos de comunicación en
esta relación diádica en las situaciones pre y
postnatal. Mostró tanto interés en los problemas del nacimiento que lamentó que su abuelo no se hubiese dedicado más al estudio de
este tópico, por lo que reconoció estar sumamente complacido con el trabajo de Otto Rank
y otros seguidores de su abuelo, que enfatizaron la importancia del trauma del nacimiento
y sus vicisitudes en la infancia como un evento psicológico y lo concerniente al bienestar
de la relación entre la madre y el niño.
Resulta muy llamativo su profundo interés hacia los bebés nacidos y no nacidos, así
como a la relación de bienestar entre el dúo
madre-hijo y la comunicación entre ellos.
Esto nos induce a evocar la vivencia traumática de la muerte de la madre en su infancia
–una madre que, a pesar de sus esfuerzos,
no logró garantizar su presencia–, así como
la sorpresa desconcertante por el hermanito
que no llegó. En este sentido, podemos decir
que su posterior interés científico quedó signado por sus múltiples vivencias traumáticas
en relación con las separaciones y los reencuentros; en fin, por los repetidos fort-da.
Nos encontrábamos frente a Ernest escuchando su relato. Una historia de vida
inundada de pérdidas irreparables que pareció anunciar con su precoz juego. Pareciera
que se involucró de lleno en el estudio sobre
los cuidados intensivos perinatales como un
derivado de los traumas que, cuando tenía
cinco años y medio, él mismo sufrió al perder
a su madre y a su hermanito aún no nacido y
luego, a los 9, a su hermano Heinerle.
Freud afirma que los niños repiten en el
juego todo cuanto les ha hecho gran impresión
en la vida. El niño juega para escenificar lo que
le ha pasado. Ernest jugaba a las separaciones
y a los reencuentros. Resulta sumamente llamativo pensar cómo éste, uno de sus primeros juegos, no solamente representó para él
una experiencia vívida de separación, sino que
parecía estar “practicando” precozmente las
tragedias de separaciones consecutivas por
las que tuvo que pasar a lo largo de toda su
vida, anticipando su necesidad de controlar las
cuantiosas pérdidas que le tocaría vivir en un
futuro cercano. Aún me pregunto: ¿es posible
que tanto jugar a lo que desaparece (más que
a lo que aparece) le hubiera otorgado cierta
capacidad de tolerar el dolor ante la pérdida y
la separación irreparables?
Las pérdidas y separaciones sufridas por
Ernest no terminaron en su infancia. Resultaba
EL NIÑO DEL CARRETEL. UNA VISITA A ERNEST FREUD
tentador pensar que, al crear una nueva familia,
lograría dar tregua a ese destino. Quizá vendría
la época de los merecidos “da”. Sin embargo,
relató con profundo dolor la muerte súbita de
Collin, quien fue arrollado por un camión, a
los 30 años, mientras manejaba la bicicleta de
manufactura casera que él mismo había construido. Su última pérdida significativa ocurrió
recientemente cuando se mudó con todas sus
pertenencias desde Inglaterra a Heidelberg. Él
llegó sano y salvo, pero gran parte de sus objetos se perdieron en un accidente que provocó
un incendio en el tren en que viajaban; libros,
recuerdos familiares, objetos que daban testimonio de ochenta y cuatro años de historia
de vida. Nos mostró algunos de sus libros más
queridos con sus páginas consumidas por el
fuego. Aunque quemados, recuperó parte de
ellos, re-apropiándose así de partes de sí mismo. Nuevamente algo desaparece y aparece,
aunque al re-aparecer se ha transformado en
un objeto distinto.
Pareciera que él nunca se quejó demasiado de las pérdidas, tal como hacía cuando
lo dejaba su madre, pero insistió en escenificarlas, para sobrellevarlas con sublimada
99
dignidad, inicialmente con su juego y, posteriormente, en la adultez, a través de sus
estudios e investigaciones, cuando exploraba
experiencias traumáticas que se entrelazaban
con su propia historia.
Los juguetes (“o-o-o-o...”, fort) se iban, su
madre, sus hermanos, su padre, sus objetos...
pero no reaparecieron como habría de esperarse. Sin embargo, Ernest parece no abandonar su carretel. Se dedica al estudio del
psicoanálisis, al nacimiento, sus milagros y
sus tragedias, a través de la investigación de
la perinatalidad y de la relación madre-hijo.
Él fue el primer infante observado psicoanalíticamente y se convirtió, a su vez, en asiduo
observador de infantes tratando de ligar la
teoría con la práctica psicoanalítica... de ligar
separaciones con reencuentros.
Nada fácil es la tarea que le ha tocado
vivir –que de alguna manera, sin duda, todos
compartimos–, tarea que viene practicando
desde su tierna infancia, desde siempre. Trata
de controlar y adaptarse a las separaciones
sin desfallecer, teniendo la ilusión de atraer
nuevamente hacia sí el carretel, seguir adelante... y esperar el próximo reencuentro.
La autora del artículo, Adriana Prengler, en compañía de Ernest Freud, agosto 2001.
ADRIANA PRENGLER
100
EPÍLOGO (2008)
En julio de 2001 visité a Ernest nuevamente en su ciudad; esta vez en un clima
de mayor familiaridad y amistad, debido a
nuestra relación previa y a nuestro contacto
frecuente por carta y telefónico. Él no había
podido asistir al congreso de la IPA en Niza,
recientemente acontecido, así que le ofrecí
una presentación “personal” del trabajo que
yo acababa de presentar allí. Éste describía,
en tres sesiones, el trabajo con un niño de 10
años, que había sido víctima de las inundaciones de Venezuela, y a quien yo había apodado “Ernesto”, porque me recordaba a Ernest,
debido a que había perdido su casa y todas
sus pertenencias en esta catástrofe natural. El
relato de mi presentación lo conmovió tanto,
que llegó a identificarse con mi paciente y sus
pérdidas. Al terminar mi relato, me comentó que en la última sesión descrita, el niño
había transformado en activo lo que había
tenido que sufrir pasivamente. Así, se estaba
refiriendo a lo que él mismo había hecho con
el juego del carretel, esto es, transformar en
activo lo que había estado obligado a sufrir
pasivamente: la ida de la madre.
Más tarde, fuimos a almorzar a un pintoresco restaurante de Heidelberg y luego nos
detuvimos en una tienda cercana a su casa,
donde compró un regalo para mí, que conservo con gran cariño y nostalgia. Es un cepillo para desempolvar objetos antiguos tallados, el cual me había llamado la atención,
con mango de madera y cerdas muy suaves,
y que me obsequió con una dedicatoria de su
puño y letra sobre la madera.
Ernest fue, de los nietos de Freud, el único
que llegó a ser psicoanalista. Entró al Instituto
de Psicoanálisis de Londres para su formación
analítica en psicoanálisis de adultos (194953) y niños (1954-58). Siendo analizado por
Willi Hoffer, asistió a seminarios dictados por
su tía Anna, Melanie Klein, Donald Winnicott
y otros; en 1953 comenzó su práctica privada. Trabajó como analista de adultos en su
práctica privada y en la Clínica Hampstead
con su Tía, realizando investigación en observación de bebés y perfiles metapsicológicos
de la personalidad. Fue analista Didacta en
la Clínica Hampstead y en el Instituto de Psicoanálisis de Londres de la Sociedad Psicoanalítica Británica. Enseñó observación de madres-infantes durante varios años en ambas
instituciones y fue coordinador del Grupo de
Investigación de Bebés en la Clínica Hampstead. En 1967 definió su área de especialización y durante los siguientes 30 años realizó
investigación, dio conferencias internacionalmente y escribió numerosos artículos sobre
observación de bebés, vínculo madre-bebé y
los aspectos psicológicos de los cuidados intensivos neonatales. A mediados de los años
1980 descubrió, en su auto-análisis, que su
investigación estaba motivada en parte por
su anhelo de rescatar a su hermano que murió en el vientre con su madre en 1920.
Ernest Freud murió recientemente, el 30
de septiembre de 2008 a la edad de 94 años.
Fue el sujeto de las observaciones de niños
que realizara su abuelo Sigmund, el primer
paciente analítico de su tía Ana, estudiante
de Peter Blos y Erik Erikson, y psicoanalista,
investigador y escritor de Psicoanálisis, de un
modo u otro, a lo largo de toda su vida. Con
la muerte de W. Ernest Freud, parece haberse
roto el último “hilo” que nos conectaba directamente con los tiempos de Sigmund Freud.
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PSICOANÁLISIS XX (2); 103-124, 2008
¿QUÉ ES LA OBSERVACIÓN DE BEBÉS?
Algunas consideraciones
HILDA BOTERO C.1
Recibido noviembre 10-08
Aprobado diciembre 20-08
Resumen
Esther Bick, creadora del Método de Observación de Bebés, dejó un legado de una riqueza sorprendente, que nos ayuda a mantener despierta la curiosidad y el afán por el conocimiento. En
este artículo se lleva a cabo un recorrido por el método y algunas de sus aplicaciones. Unos pocos datos biográficos nos dan a conocer, no sólo el contexto histórico, sino humano, en el cual
se descubrió y desarrolló toda una teoría, un método y una técnica, que en estos momentos ha
alcanzado relevancia, tanto para el Psicoanálisis, como para la Observación de Bebés como disciplina autónoma. Sus aportes a otros campos del conocimiento e investigación son innegables.
El Observador de bebés desarrolla una capacidad sui generis, esencial para su formación como
psicoterapeuta o psicoanalista.
Con unos pocos ejemplos, la autora busca plasmar la importancia y sensibilidad de esta tarea
de observar y sus contribuciones al estudio del desarrollo psíquico del bebé, que conlleva la
posibilidad de comprender más claramente la emocionalidad del ser humano.
Palabras clave: Observación de Bebés, Método, Técnica, Emocionalidad, Desarrollo Psíquico.
WHAT IS BABY OBSERVATION? SOME CONSIDERATIONS
Summary
Esther Bick, creator of the Infant Observation Method, left a remarkably rich legacy that helps
us to maintain our curiosity and eagerness for knowledge alive. This paper runs through the
Method and some of its applications. A few biographic details allow us to know both the historical and the human context of the discovery and development of a theory, a method that has
attained, nowadays, major relevance for Psychoanalysis and Baby Observation as autonomous
disciplines. Its contributions to other fields of knowledge are undeniable. The baby observer
develops a sui generis ability essential for his/her training as psychotherapist or psychoanalyst.
Based on a few examples, the author aims to draw attention to the importance and sensibility
of the task of observation and its contributions to the study of the baby´s psychic development,
leading to a greater comprehension of human emotional life.
Key words: Baby Observation, Method, Technique, Emotional life, psychic development.
1
Psicóloga, Psicoanalista, Miembro Asociado APC. E-mail: [email protected]
HILDA BOTERO C.
104
O QUE É A OBSERVAÇÃO DE BEBÊS? ALGUMAS CONSIDERAÇÕES
Resumo2
Esther Bick, criadora do Método de Observação de bebês, nos deixou um legado de tal riqueza
que nos ajuda a manter acesa a nossa curiosidade e o desejo de buscar o conhecimento. Neste
artigo, a autora, descreve sobre o método e algumas de suas aplicações. Alguns dados biográficos nos permitem conhecer, não somente o contexto histórico, mas humano através do qual se
descobriu e desenvolveu toda uma teoria, um método e uma técnica, que hoje em dia alcançou
grande destaque tanto para a Psicanálise como para a Observação de Bebês como uma disciplina autônoma.
Suas contribuições a outros campos de conhecimento e investigação são inegáveis. O observador de bebês desenvolve uma capacidade sui generis, essencial para sua formação como psicoterapeuta e psicanalista.
A autora, através de alguns exemplos, busca evidenciar a importância e a sensibilidade deste
trabalho de observação e suas contribuições ao estudo do desenvolvimento psíquico do bebê, o
que ajuda a compreender mais claramente o lado emocional do ser humano.
Palavras chave: Observação de bebês, Método, Técnica, Capacidade de se Emocionar, Desenvolvimento Psíquico.
INTRODUCCIÓN
El objetivo de este artículo es ofrecer una
mirada general a la Observación de Bebés, su
historia, técnica, aplicaciones y posibilidades
para la investigación. Esther Bick, creadora
del método explotó su naturaleza observadora y su gran sensibilidad para detectar y
resaltar las emociones en sus diferentes formas de comunicación. A lo largo de los años
de aplicación y desarrollo del método son
innumerables las comprensiones que han
arrojado conocimiento para el método y la
disciplina del Psicoanálisis. Esta experiencia
se ha destacado como semillero de psicoterapeutas y psicoanalistas en los países con
mayor tradición en esta disciplina: Inglaterra,
Italia, Francia, Argentina, Brasil, son países en
los cuales desde años atrás se exige formación de por lo menos un año en Observación
de Bebés para comenzar el entrenamiento en
psicoanálisis.
2
Traducción al portugués de Geny Talberg.
Comenzando por una pequeña biografía de Esther Bick, nos introduciremos en su
habilidad y sensibilidad para observar, especialmente, emociones y desarrollo emocional.
Veremos el método, la técnica, su desempeño
y sus contribuciones a la comprensión de la
vida mental y emocional del bebé y del niño.
Haré especial énfasis en las posibilidades
para la investigación, como aspecto forjador
de conocimiento.
Haré alusión a algunos ejemplos de la
Observación de Bebés en diferentes ámbitos
para ilustrar tanto la técnica como las comprensiones clínicas y evolutivas que arroja la
experiencia de Observar Bebés.
I. ¿QUIÉN ES ESTHER BICK?
APUNTES SOBRE SU VIDA
Algunos psicoanalistas han emprendido
la labor de recolección de datos acerca de la
¿QUÉ ES LA OBSERVACIÓN DE BEBÉS? ALGUNAS CONSIDERACIONES
vida de Esther Bick. Martha Harris3, quien trabajó con ella intensamente, publicó, en 1983,
una pequeña biografía; J. Magagna y H. Dubinsky4, en 1983, la recordaron en una publicación de la Tavistock Clinic; A. Briggs realizó
una interesante recolección de sus datos y
en 20025 editó varios aportes al conocimiento de la vida de esta autora. Andrej Gardziel,
psicoanalista polaco, nacido en Przemysl, el
mismo pueblo natal de Esther Bick, con motivo de los 100 años de su nacimiento, cuya
conmemoración se llevó a acabo durante el
VI Congreso de Observación de Bebés en Cracovia, en 2002, realizó una intensa revisión
de datos en registros de nacimientos, de bienes inmuebles, escolares etc., etc., y publicó
Historia de la Vida de Esther Bick (2002), texto
al que haré mayor referencia.
Un poco de contexto histórico nos hará
comprender con mayor profundidad el espíritu de esta mujer, cuya personalidad se
destaca por su tenacidad y búsqueda de
autonomía. En 1772 Przemysl y el territorio
del sudeste polaco, conocido como Galicia,
fueron incorporados al Imperio austríaco, en
momentos en los cuales Polonia era repartida
entre las tres grandes potencias continentales del este y centro europeo. Cuando, en el
ocaso de la primera guerra mundial, el Imperio austro-húngaro cae y Polonia recupera su
libertad, la Galicia polaca dejó de existir en su
sentido histórico y geográfico. Sin embargo,
este territorio ha permanecido en la conciencia pública asociado con un período especial
de su historia en el cual, por cientos de años,
la convivencia entre naciones con diferentes
3
4
5
6
105
religiones y tradiciones fue amable y tranquila a pesar de conflictos frecuentes, y conformaron una única fundición de culturas.
Galicia, pues, está asociada a desarrollos políticos, culturales y educacionales, así como
al gran boom económico de 1860. Sobresale como región con gran autonomía dentro
del imperio Habsburgo y como receptora de
grandes inversiones austríacas en preparaciones militares para el conflicto armado con
Rusia. En estos momentos Przemysl, estratégicamente ubicada, adquiere relevancia para
Austria, y ahora, de un poblado empobrecido
y descuidado pasa a ser una de las ciudades
más importantes de la región. De una población de 10.140 habitantes en 1860, cuenta
en 1910 con 54.692 habitantes, de los cuales
25.455 son Católicos Romanos; 16.034 Judíos y 12.300 Ortodoxos Griegos.
Durante la Primera Guerra Mundial esta
ciudad, sitiada por el ejército ruso, sufrió privaciones y vejámenes; la convivencia armónica entre religiones y culturas fue atacada;
los judíos fueron expulsados de las ciudades
como práctica común de los rusos desde el
edicto del zar Nicolás II (1894-1918)6. Sin
embargo, cuando la ciudad fue nuevamente
recapturada por los ejércitos alemán y austríaco los judíos regresaron. Pero en 1939,
como Przemysl había perdido su valor estratégico y económico, desde el término de la
Primera Guerra, y las alianzas habían cambiado, fue ahora capturada por el ejército
alemán; en esta oportunidad sólo expulsaron
a los judíos; más de 600 personas, especialmente judíos, fueron asesinadas y destruidas
M. Harris: Esther Bick (1901-1983). I. Child Psychoterapy, 1983, Vol. 9.
H. Dubinsky, J. Magagna: Remembering Mrs. Bick, Remembering Mrs Klein. Tavistock Gazette, No 10, 1983
A. Briggs ed: Surviving Space. Karnac, London & New York 2002
Bajo la administración del zar Alejandro III, se estableció que la ‘explotación judía’ constituía el origen de los ‘pogroms’
(término derivado del verbo ruso progromit, romper, atacar, conquistar), y como resultado se dictaron en 1882 las Leyes
Temporales de Mayo, que prohibían a los judíos establecerse en las ciudades, entre otras limitaciones. Esta política fue
continuada por Nicolás II, hasta que en 1903, con la publicación del clásico antisemita “Los protocolos de los sabios de
Sión”, el antisemitismo llegó al extremo (Tribuna Israelita, 1991).
106
HILDA BOTERO C.
las sinagogas renacentistas, muy cerca de la
casa de la madre de Esther Bick, y los que
quedaron fueron obligados a establecerse en
un Ghetto. Luego, fueron trasladados a los
campos de concentración donde la mayoría
de ellos perecieron (Gardziel, 2002).
Los padres de Esther Bick, Samuel Wander, llamado “el proveedor de Przemysl” y su
madre Chawa Lea, se casaron el 18 de junio
de 1901 en Lacka Wola, un pueblito a 18 kilómetros de Przemysl. Fueron dos padres en la
adolescencia temprana. Esther Lifszha Wander nació en Przemysl, Polonia, el 4 de julio
de 1902, en la calle Mnisza No 5, en un edificio de tres pisos. Una construcción financiada por la comunidad judía para alojar judíos
pobres. Esther fue la primera hija de la pareja, dos hermanos, Michal nació el 7 de marzo
de 1907 y Helena Maryem, el 29 de enero de
1912. Ambos en domicilios diferentes. Muchos cambios de vivienda conectados, talvez,
con los cambios en el status laboral del padre
(Director en una compañía de créditos, de un
banco…), hacía azarosa e inestable la situación económica de la familia.
Cuando nació Esther, su mamá sufrió una
fuerte depresión (¿depresión puerperal?), por
lo que residió con su abuela hasta que ésta
quedó embarazada; así que Esther regresa a
su casa a los cinco años. Su madre también
estaba en aquel momento embarazada de su
segundo hijo. Estos traslados de una vivienda
a otra fueron permanentes a lo largo de la
infancia de Esther, que vivía ya con su abuela,
ya con su tía, ya con sus padres…; es por eso
que su vida estuvo marcada por una serie de
comienzos y recomienzos, serias dificultades
para mantener una secuencia tranquila en
sus años de infancia y juventud, debidas no
solamente a los cambios de situación económica, sino, desde 1914, a las consecuencias
de la Primera Guerra cuando su padre fue
trasladado a Siberia, de donde regresó muy
enfermo y el status social de la familia y su
situación económica se deterioraron sensiblemente. Todas estas circunstancias y sus
vivencias forjaron un carácter confrontador,
perspicaz, y de un celo enorme por su autonomía.
Esther inició el primer grado a la edad de
6 años, en 1908; muchas ausencias por enfermedad o traslados, idas y venidas a vivir a
casa de la tía o la abuela hicieron difícil una
continuidad en su dedicación. En 1918 están
anotados los últimos registros de Esther en la
escuela. En Przemysl terminó enfermería en el
Private Real Gimnasium de Lvov y trabajó en
una nursery, una casa para niñas huérfanas
de la guerra. Intentó entrar en la Universidad
Jagiellonian en Cracovia, pero fue rechazada
debido al “numerus clausus” en relación a los
judíos, es decir, un límite impuesto para el
número de estudiantes judíos que podían ser
admitidos. Finalmente, se inscribió en la Universidad de Viena, ciudad a la que se trasladó
a vivir en 1924/25 para comenzar sus estudios
en el departamento de Leyes; luego de dos
años, era ya estudiante del departamento de
Filosofía. Se graduó el 4 de febrero de 1935;
Richard Meister y Charlotte Bûlher fueron los
supervisores para su trabajo de doctorado,
cuyo título fue: La construcción de grupo en
el segundo año de vida. Se trataba del estudio
de un par de mellizos. Recibió su doctorado el
12 de junio de 1936, el que estuvo realizado,
y paralelamente alimentado, con la disciplina
de observación etológica que compartía con
Konrad Lorenz, a quien conoció por intermedio de Karl Bûlher con la American Behaviourist Pshychology (Piontelli, 1992).
La fecha de la muerte de su padre, Samuel
Wander está sin confirmar; según la información disponible, sucedió el 19 de enero de
1922, a los 33 años (¿?), lo que nos arroja
su paternidad, cuando nació Esther, a los 1314 años. Su hermana Helena Maryem murió
en Agosto de 1934, por una meningitis en el
transcurso de una fiebre tifoidea. Su madre,
¿QUÉ ES LA OBSERVACIÓN DE BEBÉS? ALGUNAS CONSIDERACIONES
en febrero 1942 a los 55 años por esclerosis, así que tuvo a Esther a los 14-15 años. El
hermano de ésta, Michal y la mayoría de sus
familiares, murieron en campos de concentración (Gardziel, 2002), durante la Segunda
Guerra Mundial.
Esther se casó el 6 de septiembre de 1936
con Phillipp Bick, un judío con quien convivió desde 1933. En peligro de ser arrestados
por la Gestapo huyeron a suiza, donde el matrimonio, sin hijos, no sobrevivió, así que se
separaron en buenos términos; él se quedó
en Suiza, pero ella se fue a Inglaterra. Esther
Bick llegó a Londres, en donde tuvo muchas
dificultades para comenzar un trabajo acorde
a su formación. Trabajó en tareas domésticas, sirviendo mesas, cuidando niños.... Sin
embargo, se procuró análisis personal inmediatamente. Dos intentos resultaron decepcionantes. Cuidar niños en estas circunstancias de guerra afianzó en ella su capacidad
observadora y pasó a trabajar en un jardín
infantil donde pudo realizar una exitosa labor en ayudar a estos niños a lidiar con estas
experiencias. En enero de 1942 comenzó su
análisis con Michel Ballint, pero tuvo que
viajar a trabajar como enfermera asesora en
Yorkshire’s West Riding y en una clínica para
ayuda a los niños en Leeds. Conoció a Melanie
Klein cuando se preparaba para este trabajo,
leyendo sus escritos. Al terminar la guerra,
regresó a Londres, Ballint también, y prosiguió su análisis. En 1946 él le propuso trabajar en la Tavistock Clinic y en 1947 la impulsó
a iniciar su entrenamiento en el Instituto de
Psicoanálisis Británico. Allí fue supervisada
por James Strachey, Hedwig Hoffer y Melanie
Klein, con quien comenzó en 1948 (¿1950?)
su segundo análisis. Presentó el trabajo Notas sobre un caso de un niño tratado una vez
por semana (este texto se perdió), para optar
a ser miembro de la Sociedad Psicoanalítica
Británica. Alentada por Jhon Bowlby comenzó a dirigir el primer curso de psicoterapia
107
infantil en la Tavistock Clinic. Allí introdujo la
Observación de Bebés como método de enseñanza y formuló sus principios. En 1950 se
convirtió en psicoanalista de niños. En 1953
obtuvo la membresía completa en la Sociedad Británica de Psicoanálisis con su trabajo
Ansiedades subyacentes a una fobia de curso
sexual en una mujer. En 1954 llegó a ser Analista Didacta (Ibídem).
Una fuerte personalidad, conflictiva, con
un enorme celo por su independencia en relevar la experiencia directa y la observación
sobre la teoría y la ideología, además de una
falta enorme de habilidades diplomáticas,
precipitaron su alejamiento del Centro de
Melanie klein, y en 1960, Bowlby, su otrora
amigo y promotor en la Tavistock Clinic, le
prohibió seguir dirigiendo sus cursos. Esther
Bick dejó la Tavistock y se centró en su propio
trabajo psicoanalítico y en los seminarios que
dirigía en el Instituto de Psicoanálisis Británico. Comenzó a viajar intensamente para la
comunicación de su método y técnica.
Continuó trabajando, en su retiro, hasta
1980. Luego de ello, sus últimos años fueron en una clínica con graves trastornos de
memoria. Murió en Londres el 20 de julio de
1983 a la edad de 81 años. Sus restos están
en el cementerio de Hoop Lane, el mismo
donde yacen los de Melanie Klein.
Esther Bick publicó sólo tres artículos
en vida: Análisis de niños hoy (1962); Notas
sobre la observación de infantes en la formación psicoanalítica (1964) y La experiencia de
la piel en las relaciones tempranas de objeto
(1968). Sin embargo, son sus escritos de una
riqueza tan extraordinaria que gran cantidad de estudios psicoanalíticos acuden a sus
planteamientos teóricos.
Su niñez y adolescencia no fueron fáciles.
Varios eventos dramáticos en su vida ayudaron a forjar su personalidad: muchas pérdidas familiares, la ruptura de su matrimonio,
la anexión alemana de Austria, la Segunda
108
HILDA BOTERO C.
Guerra Mundial, el Holocausto que cobró la
vida de casi todos sus familiares, todo esto
necesitó de su gran coraje para procesar el
dolor. Y fue en la comprensión del infante y el
psicoanálisis de niños, donde creó el concepto de lo que precisamente fue una carencia
en su vida, una buena contención. Concibió
un método que, precisamente, ofrece esta
función y nos ayuda a re-conocer y a conocer el desarrollo psíquico temprano esencial
para el posterior desempeño del individuo.
II. MÉTODO DE OBSERVACIÓN DE
BEBÉS (O.B.) SEGÚN ESTHER BICK
El método y la técnica como tales se fueron creando paulatinamente durante el desempeño de Esther Bick, cuidando y atendiendo
niños, desde sus años en Viena. Ella venía
desde una disciplina de observación etológica
que, a mi modo de ver, aguzó sus propias
capacidades de observadora, y en 1948, en
Inglaterra, lo ofrece ya como un método configurado y aplicado en la Tavistock Clinic. Desde 1968 es indispensable en la formación de
psicoterapeutas y psicoanalistas. Desde 1970
la Observación de Bebés llegó a ser parte de
los cursos de observaciones más amplias para
varias otras profesiones, como trabajadores sociales, psicólogos clínicos, médicos… y
otros. La intención es comprender la relación
Madre-Bebé, de un lado, usando un método
científico, y por otro lado, como una práctica
para el conocimiento del desarrollo evolutivo
y clínico del ser humano y todas sus relaciones
(Rustin, Michael 1998, Reid, Susan, 1997a).
Básicamente, el método exige una práctica semanal durante una hora, idealmente
a la misma cada semana, en la casa de un
bebé recién nacido y su familia. La experiencia se extiende durante uno o dos años. La
observación sistemática del desarrollo de un
niño provee al Observador la oportunidad de
ponerse en contacto con estados emocionales primitivos, tanto en el bebé como en la
madre y la familia, y aun, con su propia respuesta a este entorno turbulento. El Observador comparte el espacio físico y emocional
de madre y bebé y se vuelve el receptor de
algunas de las proyecciones que van y vienen
entre la díada y entre los otros miembros de
la familia. Esta es una observación sin intervención, cuyo objetivo es asistir al desarrollo
emocional del bebé en su medio natural con
su madre y su familia. El énfasis está puesto
en lo que se ve y lo que se siente, la consigna
sería: ver lo que está allí para ser visto (Reid,
S., 1997a: 1), y no, mirar lo que el Observador piensa que debe haber allí o debe ser visto. Éste, una vez finalizada cada experiencia,
realiza protocolos fieles a los sucesos, y se
realizan básicamente en sentido descriptivo.
El registro cuidadoso y el análisis de sí mismo generan, con todos estos datos, insights de
los estados mentales de madre y bebé primordialmente. Inferencias, especulaciones, y aun
las reacciones personales de quien observa,
no son parte del material que se consigna. La
continuación de este ejercicio es de importancia fundamental y no puede ser obviada; se
trata del Seminario de Observación en el cual,
bajo la supervisión de un experto en O.B., se
leen los protocolos y, con un background psicoanalítico, se comprenden los sucesos en la
hora de práctica, se hacen inferencias acerca
de las emociones comprometidas en el bebé,
la madre, la familia y el Observador. Además,
se accede a la comprensión de los aspectos
inconscientes del comportamiento y se detectan patrones de comunicación, que se van
haciendo evidentes a medida que se analizan
los sucesos y movimientos emocionales que
se llevan a efecto en todos los personajes que
intervienen en la experiencia de observación
(Rustin, Margaret, 1989).
El fundamento primordial del método
ha sido pedagógico. Esta experiencia, o
¿QUÉ ES LA OBSERVACIÓN DE BEBÉS? ALGUNAS CONSIDERACIONES
formación para la clínica, intenta enseñar a
los Observadores cómo Observar. Desde el
vértice psicoanalítico esto quiere decir, pensar acerca de las interacciones entre madre y
bebé o sus cuidadores, observar el desarrollo,
reflexionar acerca de estados mentales diversos, emitir hipótesis que nos ayuden a comprender y a contemplar posibles consecuencias. Se espera que toda esta labor la procese
internamente cada profesional con el apoyo
de su supervisor y el grupo de Seminario. No
habrá intentos de comprender e interpretar
mientras se lleva a cabo la actividad, ya que
es material para digerir en el Seminario. Esta
técnica aporta una oportunidad para aprender
acerca de las propias respuestas a la Observación y sus vicisitudes. Nos ayuda a entender
cómo cada investigador encuentra un lugar
para sí mismo en la familia, sus respuestas a
la ansiedad, la incertidumbre, la desesperanza
y la exposición de sus problemas personales
como consecuencia del gran impacto emocional de la Observación. Es crucial el trabajo
en el Seminario de Observación, pues además,
surgen contundentemente, al descubrimiento
gradual de los estudiantes o practicantes, los
fenómenos de Transferencia y Contratransferencia en la situación de Observación.
Didier Houzel (1999) resalta, como un
enorme valor del método de Bick, el hecho
de que el Observador enfoca sus esfuerzos
sobre los aspectos de su receptividad mental.
Y señala tres de éstos, a saber:
1. Receptividad a nivel perceptivo; lo que
pueda ser objetivamente observado sobre
la conducta del niño y su entorno (cambios en el tono muscular, gestos, imitación…).
2. Receptividad empática y emocional,
que permite al observador experimentar,
dentro de sí mismo, aquello que el niño o
los que lo rodean pueden estar sintiendo.
3. Receptividad inconsciente; se manifiesta en la Contratransferencia por medio
109
de sentimientos, representaciones, ideas,
incluso manifestaciones físicas, que en
ese momento pueden aparecer vacías de
sentido, pero que en el análisis más profundo que se lleva a efecto en el Seminario de discusión de la observación resultan plenas de sentido.
Es bien importante la sugerencia de Houzel acerca de cómo, más allá de la atención
consciente hay una atención inconsciente,
receptividad pasiva que permite que las comunicaciones latentes del analizado se reúnan y tomen forma en la mente del analista. Y la Observación de Bebés muestra mejor
que ningún otro método la importancia de
esta función de ‘atención’ para el desarrollo
psíquico. La función del Observador debe ser
como la función del analista, de Bion (1970):
- sin deseo (a no ser el de estar tan atento
y receptivo como sea posible) –sin memoria (a no ser los recuerdos de ensoñación, los cuales podrían ocurrirle durante
el curso de la Observación o del grupo de
Seminario) –sin comprensión (a no ser la
que podría surgir cuando los vínculos K
se han generado espontáneamente entre
los elementos que él ha recolectado) (p.
87) (cursivas mías).
Para lograr todo esto el Observador, como
el analista, debe estar abierto a las comunicaciones implícitas que lo alcanzan sin su conocimiento y que reúne con lo que este autor
llama atención inconsciente.
El profesional se presenta a la familia
como interesado en el estudio del desarrollo
de los bebés en su medio familiar, como parte
de su formación, idealmente desde antes del
nacimiento, por medio de una o varias entrevistas. Se advierte a los practicantes no dar
más información de la absolutamente necesaria para establecer una cómoda posición
como Observador en la familia. Desempeñan su rol como receptores, más que como
110
HILDA BOTERO C.
quienes acepten o sigan los requerimientos
de la madre, el bebé o la familia. Es muy útil,
no sólo como aprendizaje, sino como conocimiento propio para el practicante, distinguir
entre las ansiedades que tienden a afligirlo
como consecuencia de esta nueva tarea y rol
en medio de un ambiente nuevo y diferente,
de las ansiedades expuestas, tanto de la madre como del bebé, también en sus primeras
experiencias juntos en el período post-natal.
El contexto de las Observaciones puede
prestarse para el acting-out por parte del
observador, a menos que tenga lugar un gran
compromiso de pensamiento cuidadoso, ya
que su self infantil puede ser dolorosamente
estimulado por esa experiencia de la observación de la díada madre-bebé. Pueden salir
a flote e invadir la experiencia, por ejemplo,
sentimientos de ser una madre rival, un hermanito rechazado, un padre compitiendo,
una abuela benevolente o simplemente ser
ese tercero excluido. Evocaciones de sus propias experiencias como bebé, miedos y deseos
acerca de sí mismo, de su madre, actuales o
potenciales, pueden ser removidas. El Observador varón es particularmente sensible a los
primeros días de amamantamiento, y ambos,
él y la madre tendrán que encontrar la forma
de manejar esta intimidad física. Es importante tener presente que la presencia de quien
observa, en la intimidad de los hogares, no
se realiza como una visita social, sino como
un testigo del cuidado que se da al pequeño
infante, a la vez que de la intimidad de madre
y bebé. Ahora bien, todo este peso emocional
que recae sobre él, puede ayudar a clarificarlo una cuidadosa y detallada secuencia en la
elaboración de los protocolos. La contención
de las ansiedades del Observador es función
del Seminario de Observación. Así mismo, es
ideal el análisis personal acompañando toda
esta experiencia.
En la natural evolución y enriquecimiento
del método se han desarrollado diversas for-
mas para su aplicación. Además de la Observación como entrenamiento para profesionales en Psicoterapia y Psicoanálisis, se llevan a
cabo en la Tavistock Clinic, en Londres, cada
vez más Observaciones de bebés en el marco
de maestrías diferentes, Literatura por ejemplo, y otros estudios contextualizados dentro
de las Ciencias Sociales y las Humanidades. En
lo concerniente a la Psicoterapia, el método
de Observación de Bebés se aplica en varios
niveles de intervención, una vez acreditada
la experiencia de formación en la cual es específica la no intervención. Observar al bebé
o al niño en el consultorio, en interacción
con sus padres por ejemplo, es una modalidad que plantea intervenciones terapéuticas
ajustadas a la dinámica familiar. Realizarlas
con intervención en niños hospitalizados ayuda, tanto a su recuperación como a las difíciles relaciones con el equipo médico y los
demás miembros de la familia.
Se realizan Observaciones en ámbitos diferentes, por ejemplo el aula, maestros observando a sus alumnos con la aplicación
rigurosa de la técnica, con un Seminario de
Observación que cumple con las mismas funciones de sostener y contener la turbulencia
emocional que se desencadena en los Observadores. También en el lugar de trabajo en
las Empresas, que miden el clima laboral y
realizan trabajo emocional con los empleados. En Colombia se están realizando hace
algunos años Observaciones en hospitales,
Unidades de Recién Nacidos, como estrategia de capacitación y trabajo emocional con
el personal de salud. Todo esto da razón de la
eficiencia del método y la técnica en pensar
y comprender acerca de las relaciones emocionales en todos los ámbitos que implique
la interacción humana. La contribución de la
Observación de Bebés a la Pediatría es realmente enorme, con beneficios tanto para el
bebé o el niño, como para los padres y la dinámica familiar. Liliana Berta y Alicia Torchia
¿QUÉ ES LA OBSERVACIÓN DE BEBÉS? ALGUNAS CONSIDERACIONES
(2000) son explícitas y puntuales en señalar
la enorme función constructiva que se lleva a
cabo con la O. B. asumida en la pediatría. Didier Houzel (1999) nos ubica en la Psiquiatría,
con un esclarecedor artículo sobre aplicación
terapéutica de la O B. Estos autores destacan
de manera sensible y clara la riqueza del método en estas disciplinas profesionales.
Berta y Torchia nos presentan el abordaje
clínico de un caso en el cual se evidencia la
integración del trabajo pediátrico con la O.B.
en su modalidad participativa. En un valioso
artículo exponen cómo la Observación de Bebés “puede convertirse en una herramienta
que favorece el encuentro entre estas dos
disciplinas, abordando en forma conjunta,
mediante una práctica integrada, situaciones
de riesgo” (L. Berta y A. Torchia, 2000: 91-92).
De esta forma, pueden implementarse estrategias clínicas para facilitar la asistencia al
consultorio psicológico o médico, de manera
tal, que se evite la tendencia a distanciar en
el tiempo cualquier consulta hasta que las
patologías, de una u otra índole, alcancen
una mayor gravedad.
Podríamos decir que, salvando la particularidad de cada bebé y familia observados, el
pediatra realiza Observaciones con objetivos
específicos; esta es una aplicación de la técnica, diferente a la netamente formativa. La
Observación Participativa, en la escena directa
de la interacción madre-hijo y la dinámica familiar, adquiere información valiosa con el fin
de brindar la ayuda específica y necesaria del
caso en cuestión. El pediatra, al comprender
cómo funciona la pareja parental con respecto
al bebé y cómo éste responde a ellos y a la
atmósfera circundante, puede atender de manera más efectiva las dificultades del niño, y
podrá así remitir directamente a una atención
emocional, tanto al niño como a los padres, si
es necesario. Se facilita la detección de factores etiopatogénicos y su grado de influencia
en las patologías del niño. Y algo de vital im-
111
portancia es que se crea un espacio adecuado
en el cual los padres pueden volcar sus emociones, preocupaciones, temores, falencias,
con la confianza suficiente de ser contenidos
y ayudados a vivir de una mejor forma la relación con sus hijos. Podrán integrar mejor, tanto sus cuidados, como la consideración físicopsicológica del niño y de sí mismos.
Las autoras concluyen cómo con esta
forma de usar la Observación se favorece la
delimitación de un contexto en el cual el protagonista es el niño, se diferencia del resto
del grupo familiar, pero a la vez está inmerso
en él. Un tercero como testigo del crecimiento propicia el espacio en el cual los padres
pueden pensar en el niño y en ellos mismos.
La Observación, en su ocurrencia, promueve
el reconocimiento de las emociones como
factibles de ser comunicadas por diferentes
medios; y la búsqueda de comprensión alienta en los padres su capacidad para entender
el lenguaje de su hijo.
Didier Houzel, usando este método, se ha
dedicado, hace más de 20 años a tratar las
relaciones disfuncionales entre madre e hijo.
La indicación para realizar esta Observación
especializada, puede ser cualquier desorden
funcional severo en la niñez temprana, alteraciones del sueño, problemas de alimentación, problemas de autismo infantil, psicosis.
El método, en casos graves, comienza con la
Observación terapéutica y posteriormente se
agrega terapia individual desde los dos años.
Esta modalidad se ampara dentro de lo que
Houzel (1999) llama ‘tratamiento en el hogar’, en cuya implementación este autor es
pionero y un intenso promotor. La Observación tiene una enorme ventaja en este marco,
pues permite tomar medidas terapéuticas en
cuanto el diagnóstico apropiado se realice.
La aplicación de esta modalidad requiere
de un equipo de profesionales especializados: el que lleva a cabo estos tratamientos
centrados en el hogar está formado por seis
HILDA BOTERO C.
112
psicoterapeutas especializados en puericultura, dos años de formación en O.B. según
el método de Esther Bick e, idealmente, análisis personal. Dos veces por semana se lleva
a cabo la actividad, se realizan los protocolos
y se llevan a la discusión de un Seminario de
dos horas, tres veces por semana. Los padres
se reúnen mensualmente con un consultor,
con el objetivo de seguir el desarrollo del
niño, ayudarles a ampliar su pensamiento y
resolver, en la medida de lo posible, tanto sus
dudas con respecto a sus hijos en tratamiento, como sus propios sentimientos y comportamientos. En psicopatologías especialmente
severas se aconseja tratamiento individual
para el niño a partir de los dos años.
Un aporte innegable de este método se
refiere a la detección de dificultades en el
vínculo madre-bebé. En el ámbito del maltrato infantil, reconocemos siempre inadecuados vínculos primarios, disfunciones en las
relaciones parentales. Por lo tanto, el aporte
de la Observación de Bebés, Método Esther
Bick puede ser tanto en el ámbito del tratamiento como en el ámbito de la prevención.
III. LAS OBSERVACIONES
III.1. Observación de Santiago
Observación en la casa del bebé.
Observadora: Luz Marina Rincón7
Fecha: 6 de Octubre de 2004
Observación No. 17
Santiago
Edad: 5 meses, 17 días
Presentes en la observación: M., la madre; D,
el hermanito; A., el bebé y la Observadora.
La madre de esta Observación ha permanecido con el bebé durante todo el tiempo,
ella lo ha atendido y cuidado siempre. El
7
grupo de Seminario ha tenido la experiencia
de hacer una práctica llena de datos de una
relación madre-hijo excelente. M., la madre,
es dedicada, tolerante, clara, amorosa. Es una
de las pocas ocasiones en las cuales hemos
podido ver en acción la función rêverie, a
tiempo, consecuente, llenando de significado
las experiencias del bebé. En este contexto,
el siguiente fragmento nos da material para
comprender el desenvolvimiento natural de
madre y bebé en una relación en la cual se
impone la necesidad de cada momento y esto
es vivido tranquilamente y cumpliendo con el
crecimiento de uno y otra, y en definitiva, de
la familia como grupo humano en armonía.
La sesión de la semana anterior fue cancelada por la madre pues estaba remodelando, y por lo tanto, la familia estaba viviendo
en la casa materna. Narra la Observadora:
Llego a la casa de la familia y me abre la
puerta la mamá del bebé, lo primero que
noto es que se ha cortado el cabello, ahora lo lleva arriba de los hombros, no como
antes que lo tenía bastante largo.... La saludo, hago alusión a su cambio, ella me
comenta que se siente mucho mejor con
este nuevo corte, que es mucho más práctico y no tiene que dedicar tanto tiempo a
peinarse y esas cosas, además que su esposo quedó muy contento. Entramos a la
casa y ella me invita a pasar directamente
a la cocina, que fue la parte que remodelaron la semana anterior...
Esta remodelación del mundo de afuera
está representando una remodelación que
está llegando a su plena ocurrencia en el
mundo interno, tanto del bebé como de la
madre, incluso en D, el hermanito y en el padre; la familia cambia de escenario emocional. El bebé está acabando de cruzar, talvez,
Psicóloga Clínica de Familia. Integrante grupo de Observación de Bebés dirigido por la Dra. Hilda Botero
¿QUÉ ES LA OBSERVACIÓN DE BEBÉS? ALGUNAS CONSIDERACIONES
su puente más importante, pasa a otro tipo
de dependencia, y lo Observamos en cada
una de las opciones que propone a la madre y a su entorno. La madre, todo el tiempo dedicada al bebé, encuentra también que
ha cruzado ese puente con su bebé y puede
rescatar ahora partes de sí misma que había
dejado de lado durante el ejercicio concentrado de la maternidad, es más práctico y no
tiene que dedicar tanto tiempo a peinarse y
esas cosas.... Realmente ya no dedica tanto
tiempo a su bebé, ni su bebé a ella. Ahora él
no necesita ese tipo de madre, y se lo hace
saber. Ella lo impulsa hacia su autonomía,
hacia sus propios logros.
Todos los sucesos están llenos de significado…. En la comprensión del estado de
‘mundo interno’, es el momento de festejar el
reconocimiento en cada atmósfera emocional, de la Posición Depresiva. La madre ahora
puede usar sus decisiones autónomas, puede
cambiar sin temer el extrañamiento por parte
de su bebé. Toda la experiencia mutua anterior ha sido de suficiente seguridad, presencia, continencia, como para que los dos, ahora madre y bebé y ya no madre-bebé, puedan
permitirse uno a otro, sin una ansiedad desbordante, reorganizar el mundo y sus relaciones. Todo este movimiento está significando y
dando acción a un estado interno, tanto de la
madre como del bebé, con una base segura de
la relación para permitir cambios y reorganización; no hay pánico de abandono… la madre estará al alcance del bebé como siempre…
éste tendrá que implementar diferentes modalidades de conexión y re-conexión usando
las nuevas herramientas y la atmósfera diferente de sus 5-6 meses, dirigidas a afianzar su
nueva y desconocida posición depresiva que,
en tranquila compañía de su madre, podrá
experimentar contenidamente.
En el Seminario se comenta cómo las mujeres (término que en este momento elige el
113
grupo de seminario) que son madres, también
quieren empezar a salir, al igual que el bebé,
de esa díada concentrada y especial. Precisamente eso de mujer, vuelve a tomar fuerza
en esta edad de la relación. El cambio de la
madre es simultáneo al del bebé, también ella
pierde un bebé totalmente dependiente. Es un
movimiento que realizan de forma simultánea, en el que ambos empiezan a pasar alejados más tiempo. Así, la madre también intenta rescatar aspectos de sí misma que ahora
se permite extrañar y que van reorganizando
su identidad. Es posible que se estén modificando aspectos de la relación de la pareja de
padres, y es de esperarse que estos produzcan cambios también en la emocionalidad del
bebé. Hasta el reacomodo de la pareja se está
mostrando en toda esta Observación.
Entramos a la cocina, ella me comenta
acerca de las reformas que hicieron en el
piso, el techo y los muebles, me comenta que ahora está muy contenta y que le
agrada pasar mucho tiempo allí.
Mientras pica algunos vegetales me comenta que salió con su esposo el fin de
semana, porque estaban estresados y
cansados de todos los arreglos y el trabajo que tuvieron en la casa. Dejó a los niños
con su suegra y ella estaba preocupada
por el bebé, por que se pusiera muy inquieto por la falta de la leche materna, sin
embargo, ella le había dejado un tetero
con leche extraída, pero la abuela le dijo
que los niños estuvieron muy juiciosos y
que el bebé durmió toda la noche.
Se sabe que el bebé ahora es capaz de
estar más tiempo alejado de la madre, que
ambos son ahora más autónomos y que la
preocupación de la madre al dejarlo con la
abuela corresponde, tal vez, a su propio dolor
mental ante la nueva autonomía, a la vez tan
importante en el proceso de desarrollo.
114
HILDA BOTERO C.
III.2. Observaciones en la Unidad de
Recién Nacidos
En las etapas muy tempranas del desarrollo las defensas somáticas y psíquicas todavía están poco discriminadas. Esto, aludiendo
por ejemplo a la Observación y su utilidad
en Unidad de Cuidado Intensivo Neonatal
(UCIN). Superficie y Profundidad en las comprensiones en esta etapa están escasamente
diferenciadas, también, unas de otras. Con la
Observación de Bebés hemos accedido a una
etapa que difícilmente podríamos comprender, salvo por inferencias retrospectivas.
La siguiente es una de las ‘Observaciones
con intervención’ que realicé en la Unidad de
Recién Nacidos de la Clínica Santa Bibiana,
Bogotá
III.2.1. Daniela. Salvada de las Aguas8
a) Observación Nº. 1.
Día 8, en la UCIN
Conocí a Daniela cuando tenía 8 días en
la Unidad de Cuidado Intensivo Neonatal
(UCIN); me llamó la atención su tamaño tan
pequeño, 28 semanas de gestación, con Retardo de Crecimiento Intrauterino (RCI). Pero,
algo más hacía que yo mirase intensamente a esta bebita. La Observé por 45 minutos
varias veces en la semana durante el tiempo
que permaneció en la Unidad.
Al principio no podía determinar qué me
atraía tanto, como si su expresión facial, con
un misterioso ceño fruncido, que yo percibía
como enojada, me comunicara algo. Por mucho tiempo no pude entender. Las enfermeras se referían a ella como linda pero “¡tan
llorona!”, había días, decía la jefe de enfermeras, que tenía períodos en los que no paraba
de llorar, nadie podía decir de qué se trataba
todo ese llanto inconsolable. Así transcurrió
8
su tiempo en la Unidad: Dormida, con el ceño
fruncido y un poco encorvada hacia sí misma,
sus manitas muy cerca de su rostro. Era ésta
una posición de contenerse a ella misma, se
recogía, se juntaba y calmaba el terror a esparcirse en un espacio sin límites. Pensaba yo
que imitaba un útero, en el cual permanecía,
sin enterarse aún de que había nacido y estaba fuera de él. Talvez, si mantenía su ‘forma’
en el útero, también éste seguiría existiendo…. Una fantasía arcaica de existencia simple, una fantasía in-útero, o, una certeza vital
(Botero, 2004).
b) Observación Nº. 5.
Día 20, en la UCIN.
Llegué a la incubadora de Daniela, me
acerqué, abrí la pequeña puertecita hacia su
mundo, saludé, y me quedé observando su
sueño, talvez demasiado profundo; sus manitas estaban fuertemente cerradas, aferradas diría yo, a cuanta conexión podía asir. La
expresión de su rostro era de un frenético esfuerzo suspendido, no sé dónde… en el aire,
en el interior de la incubadora; yo sentía que
se agarraba de ‘algo’ que la mantenía viva.
Era una nena con muchas dificultades médicas. Dificultades que la enrutaban más hacia
la muerte. La expresión de sus cuidadores era
de pesimismo y desesperanza. Sin embargo,
decían ‘es muy linda’. Había un especial encanto en ella que atraía la atención.
Cuando llevaba allí cerca de 20 minutos
sus ojos comenzaron a moverse de un lado a
otro y sus manos se crisparon en un tremor
inusitado, su barbilla también tremaba, y su
cuerpo rígido se arqueó en su universo de vidrio y aire, cables y sonidos intermitentes. Su
rostro se fue configurando en una mueca de
espanto y su frecuencia cardiaca subía y subía. La alarma se extendió en el ambiente. Fue
Este material de observación forma parte del artículo Vida y Muerte Compañeras Inseparables (Botero, 2004)
¿QUÉ ES LA OBSERVACIÓN DE BEBÉS? ALGUNAS CONSIDERACIONES
atendida inmediatamente, nada médico pasaba, Daniela estaba talvez soñando, soñando una dura lucha por aferrarse a la vida. Su
rostro permanecía tenso, una tensión angustiada, pensaba yo. Me sorprendí a mí misma
atenta, siguiendo el recorrido de cada uno de
los cables a los cuales estaba agarrada. ¿Por
qué? Observé cómo su expresión dejaba en
mi mente un mensaje para ser descifrado.
“son mi conexión con la vida, me amarro con
ellos a la vida, vivo gracias a ellos”.
Comprendí en ese momento la trascendencia de su necesidad de estar conectada,
sostenida, ¿por una madre-máquina, talvez?
Una madre de contactos duros, dolorosos e
intrusivos, y aún así, era su madre-vida, sentida como el contacto que se volvía cada vez
más su seguridad de existir.
Me impactaba como podía sentir sus esfuerzos por vivir y, en cambio, observaba y
escuchaba los comentarios en la unidad, incluso de otras madres: “todavía está viva”…
“ayer pensé que se moría”… “pensé que hoy
no la encontraba”. Esta ha sido una experiencia inolvidable en mis múltiples Observaciones en la UCI. Daniela estaba en la mente de
casi todo el personal de salud y las madres
prematuras que asistían a estar con sus bebés, como la sentenciada a muerte. Sólo así
aseguraban, dentro de ellas mismas, que sus
propios hijos vivirían. Para esto, para que la
vida continuara en todos estos otros bebés,
tenía que morir alguien, y ellos habían elegido, inconscientemente, a Daniela.
Fui asistiendo a la germinación de la vida
en esta chiquita a pesar de ser la muerte la
que abrigaba su precaria existencia. Hubo
un factor excepcional que a mi modo de ver
marcó la fuerza de la decisión. Era su madre. Ella misma, a pesar de lo difícil de este
nacimiento, a pesar de las dificultades de salud de su hijita, era quien con su maternidad
volcada a la vida, la que iba reemplazando
poco a poco todos los cables y máquinas a
115
los cuales la niña permanecía aferrada y de
los que no se podía soltar. Varias veces se intentó desconectarla del oxígeno; se retiraban
las cánulas, pasaba unos momentos respirando bien, sola, pero cuando se percataba
de la falta de ellas, se paralizaba su cuerpo,
su respiración caía en el vacío y había que
conectarla nuevamente.
Ahora bien, ¿qué pasaría -pensé- si la madre asistía y contenía la experiencia de desconexión y ofrecía con su presencia, su voz, su
tacto, una conexión más humana, más viva?
¿Y si poco a poco esa relación con las máquinas buscaba transformarse en una relación
con lo animado, lo vivo, si la respuesta cálida
y continente sustituía la fría y dura respuesta
de lo inanimado? Daniela fue conectándose
a mamá, reconociendo un continente incondicional y amoroso. Se fue relajando, su ceño
fruncido se fue tornando en otra emoción
que se configuraba en su mente; ahora abría
sus ojos y buscaba figuras animadas, se fijaba a ellas, sólo así aflojaba su aferramiento
a cables inanimados; cada vez era más fácil
alimentarla, su llanto fue cediendo, y para
cuando la madre pudo llevarla piel a piel en
el Canguro Intrahospitalario, ya sonreía a su
madre, es decir, devolvía alimento emocional
a quien tan duramente había insistido en
contener su fragilidad y nutrir su vitalidad.
Permaneció cuatro meses en la Unidad
de Recién Nacidos, pues se presentaron
varias complicaciones y tuvo que ser intervenida quirúrgicamente. Sólo después de
un poco más de tres meses, pudo la madre
tenerla en sus brazos. Allí comenzó la experiencia Canguro Itnrahospitalario. Y ahora,
en contacto piel a piel de todo su cuerpo,
no sólo sus manos desde el exterior de la
incubadora, Daniela fue tejiendo con su madre una relación íntima, intensa y profunda
que cada instante aferraba más a la vida a
esta díada. Daniela comenzó a existir en el
mundo de los vivos.
116
HILDA BOTERO C.
c) Discusión
Esta experiencia abrió la puerta a reflexiones importantes en mi trabajo. Era ésta una
bebita aún en el útero, y ésta era una realidad
contundente; ella sobrevivía porque su fantasía, construida con los ‘datos sensación’, y
evocaciones de estar suspendida en un medio acuoso, en el cual su ‘forma’ y su contacto líquido la alimentaban, dieron existencia
real a su vivir, gestada en la incubadora, que
se tornó en el útero del cual no nacía aún, y
sólo así mantuvo la tenacidad de existir. Creo
que esta bebita evocaba el contacto con el
medio intrauterino, y como una ‘figura autista auto-generada’ (Tustin, 1987), la ‘forma’
que adoptaba para contener-se calmaba su
pánico a no existir. Esta figura no compartida suponía sin embargo, si se extendía en el
tiempo, un peligro para su desarrollo. Había
que intervenir y deshacer poco a poco ese
útero ilusorio para introducir la realidad del
útero artificial. La camita-nido que se adecúa para estos niños prematuros imitando
los límites del útero-continente, tendría que
sufrir permanentes variaciones para que la
experiencia de cambio estimulara en Daniela
la vivencia de poner los pies, o… ¿su cuerpo?
en la tierra, para aterrizar, talvez, como narra
Tustin de John9, (Ibíd.) ‘en paracaídas’. La presencia de la madre fue reemplazando poco
a poco ese útero alucinado. Primero la voz,
luego las manos de quien, a través de las pequeñas ventanitas de la incubadora, llegaba
hasta la bebita para hacerla ‘sentir’ un contacto diferente. La niña iba respondiendo a
cada eco del exterior con actitud de alerta y
espera silenciosa, con una disposición a recibir que marcaba la presencia de la vida cada
vez más fuerte, ya no dentro en la incubadora, ahora estaba dentro de Daniela.
9
Esta madre, y un movimiento de rescate
que se activó en todo el servicio de salud de
la unidad, promovido y alimentado con mis
intervenciones, actuaron como un equipo ultrasensible, absorbedor de shocks (Ibíd.: 71).
Daniela pudo escapar entonces de esas experiencias devastadoras de los terrores primordiales, pánico al depredador, miedos que
en tiempos pasados aseguraban la supervivencia. Permanecía con vida gracias a las vivencias que se instauraban en su mente, en
su emocionalidad, cada vez que le hablaban,
cada vez que era tocada, mirada. Estas vivencias fueron ordenadoras de su sensualidad y
de su emocionalidad. Reviviendo cada una de
estas experiencias, que narraba en mis anotaciones, me encontré pensando en lo que
Thomas Ogden ha descrito de forma tan sensible como la posición autista contigua, una
organización psicológica primitiva que “contribuye a formar la base apenas perceptible
de los límites sensoriales de todos los estados subjetivos posteriores” (Ogden 1989ª:
47). Este modo de atribuir significado a la
experiencia emocional facilitaba en la bebita
hacer conexiones cada vez más compartidas,
y nacer verdaderamente, salir fuera del útero
alucinado. Las aguas del útero ya podían ser
historia.
Cuando Daniela pudo salir de ese útero y
comenzar la experiencia piel a piel del canguro precoz, prometía el ‘amoldamiento’ como
un ejemplo vivo de contigüidad, su precario
sentido del self abrigaba ya un ritmo en las
sensaciones, las pausas de mirada, succión,
caricia, marcaban también el inicio de la periodicidad. Daniela estaba surgiendo en los
comienzos de la auto-vivencia rudimentaria
(Ogden, 1989b: 32).
Jhon es un paciente autista de Frances Tustin, Psicoanalista, y famoso por proponer e ilustrar lo que, una vez que poco
a poco podía verbalizar su estado de sensación, lo podía nombrar como ‘el hoyo negro’ y su estado de sensación acerca
de aparecer por instantes en el mundo fuera del autismo, dice la autora que es caer en paracaídas.
¿QUÉ ES LA OBSERVACIÓN DE BEBÉS? ALGUNAS CONSIDERACIONES
III.3. Buscando a mamá
En la especialización en Clínica y Psicoterapia de Orientación Psicoanalítica de la
Universidad Javeriana, los estudiantes llevan
a cabo un año de Observación de Bebés, seis
meses en URN y seis meses en la casa del bebé.
El siguiente es un fragmento de una Observación realizada por una de las estudiantes:
Lugar: UCIN Hospital San Ignacio.
Observadora: Ana María Arévalo10
... la bebé está en cuna… está tapada con
cobijas, sólo se ve su cara. Llora, llora suavemente y por momentos. En algunos
instantes para de llorar, pero continúa…
arruga su cara, mueve brazos y piernas
rápidamente. Por momentos abre los ojos,
los deja abiertos y los vuelve a cerrar.… La
enfermera pasa por el lado y al oírla llorar dice “esta bebé quedó con hambre”, se
acerca a ella, le levanta la cobija diciéndole “usted lo que tiene es frío… miremos
a ver”, le quita la cobija, levanta a la nena,
la sostiene con su brazo izquierdo mientras con el derecho arregla las sábanas y
las cobijas. Mientras la bebé está alzada,
llora tenuemente, mueve sus piernas pataleando suavemente y permanece con
los ojos cerrados. La enfermera estira las
sábanas, las cobijas y pone a la bebé boca
abajo, volteando su cabeza hacia el lado
derecho (desde el que yo estoy mirando).
La bebé llora y patalea suavemente. La enfermera le dice “usted lo que tiene es frío…
claro… tiene esos pies helados… ahora sí
va a quedar calientica”. La enfermera la
envuelve en las cobijas levantándole los
pies y metiendo la cobija por debajo de
los pies. La bebé continúa llorando suavemente y la enfermera se aleja. La nena levanta la cabeza de la cama intentado voltearla, pero como está boca abajo queda
10
117
con toda su cara pegada a la cama… y allí
continúa llorando. Nuevamente regresa
la cabeza hacia el lado derecho, abre sus
ojos y comienza a llorar más fuerte que
antes. Llora, arruga su cara y trata de
voltear su cabeza. Más o menos al tercer
intento logra hacerlo… permanece llorando suavemente… en ocasiones llora más
fuerte. La enfermera vuelve a pasar y me
pregunta: ¿se durmió? yo le digo ‘no’. Ella
dice “eso fue que quedó con hambre” y se
aleja. La bebé continúa igual, llorando, por
momentos más fuerte o suavemente…
¿Dónde está mamá? Sería ésta una demanda que entenderíamos en esta bebita.
Una nena que emite mensajes, buscando
quién los reciba y los decodifique. ¡Tantos
bebés allí en la misma situación! Los intentos de maternaje de la enfermera atienden,
cuidan y asisten, pero parece que la nena
busca y necesita más, ¿otra presencia, otro
olor talvez, otros brazos? ¿Tiempo para relacionarse? Después de la atención que realiza
la enfermera, la niña continúa emitiendo los
mensajes, continúa llamando. A lo mejor, un
objeto más permanente logre la relación que
demanda esta pequeñita. Es imposible no
pensar cómo el llanto de un bebé, los datos
que emite, mueven a la madre o al cuidador
para que lo que se realice sea algo cercano
al trabajo parental. Cuando un padre se pregunta ¿qué pasa?, ¿qué tienes? Está pensando sobre y por el bebé. Los padres necesitan
tolerar no sólo el dolor mental y el sufrimiento del bebé, sino el suyo propio para que, de
esta forma, las capacidades de pensamiento
y de sentimiento del bebé puedan desarrollarse. El cuidador está en esta misma situación, su capacidad de tolerancia, que afirma
su capacidad ‘continente’, tiene que estar
presta a funcionar.
Psicóloga, Especialista en Psicoterapia de Orientación Psicoanalítica 2007
HILDA BOTERO C.
118
IV. OBSERVACIÓN DE BEBÉS
E INVESTIGACIÓN
El laboratorio, dice Bruno Latour, antropólogo y sociólogo francés, “es el encuadre
donde los fenómenos naturales pueden ser
investigados en un estado puro, bajo condiciones controladas y a través de intervenciones específicas” (cita M. Rustin, 1998: 16).
Michael Rustin comenta cómo el laboratorio
de Pasteur en el cual estableció la importancia del bacilo, era análogo al consultorio de
Freud para establecer la existencia y el poder
de los fenómenos mentales inconscientes.
Claramente, hay diferencias significativas en
la formación y transmisión de estos tipos de
conocimiento.
Centrándonos en qué es Observar un
Bebé habría mucho qué decir. Entendamos
con Winnicott, que no hay algo como, un
bebé, sino una pareja madre-bebé de la cual
va emergiendo el lactante como un ser separado. Es posible hacer demostraciones fundadas acerca de las contribuciones psíquicas
de la madre al desarrollo del bebé, y estas Observaciones nos permiten emitir hipótesis sobre la respuesta del lactante a su madre. Este
vínculo primordial es, pues, el objetivo de
la investigación en la Observación de Bebés. Y una vez establecidos nuestros primeros contactos seremos observadores, testigos
de la identidad en desarrollo del lactante. Las
evidencias centrales en este método están
constituidas por el Material de Observación.
Centrarse en categorías por ser observadas no ha sido esencialmente el objetivo
primordial de este método. Es parte de sus
desarrollos actuales realizar la práctica con
alguna o algunas categorías focalizadas. Pro11
fesionales ya formados encuentran ahora
experiencias de niveles más depurados de la
Observación, ubicando categorías importantes de observar; por ejemplo, se destacan las
experiencias de Stephen Briggs (1998) quien
se ha centrado en las dificultades del desarrollo en situaciones de riesgo11 y ha generado
hipótesis acerca de los tipos de “contención”
parental, en términos psicoanalíticos, que
podrían estar asociados con esas dificultades. Investigaciones sobre el autismo (Susan
Reid, 1997b) combinan la evidencia clínica
y la observación de lactantes para explorar
mecanismos psicológicos en niños autistas
con resultados impactantes.
Aunque el método de O.B. es in-estructurado y no está aún organizado por mediciones o convenciones de información codificada tiene, sin embargo, un abordaje bastante consistente: la Observación tiene una
duración determinada, 1 hora; se realiza en
un ámbito también determinado, la familia;
una regularidad semanal; y un período de
uno o dos años. Genera informes escritos,
descripciones narradas sin teorizaciones. Un
encuadre observacional confiable y consistente. “Encuadre” con similitudes con el del
psicoanálisis clínico. Se alcanzan algunos
propósitos del análisis clínico, por ejemplo,
en ambos las características constantes posibilitan tanto a terapeutas como a observadores identificar variaciones significativas
en lo que observan, y pensar acerca de las
posibles causas e inferencias de estas variaciones.
No es posible observar una familia sin
que la presencia del Observador produzca alguna diferencia en el encuadre; es así
como la pregunta de ¿cuál es esta diferen-
Brigs, S. (1997a) Growth and Risk in Infancy. London: Jessica Kingsley.
Briggs, S. (1997b) Observing when infants are at potential risk. Reflections from a study of five infants concentrating
on observations of a Bengali infant. In Reid, S. (Ed) (1997) Developments in Infant Observations; The Tavistock Model.
London Routledge.
¿QUÉ ES LA OBSERVACIÓN DE BEBÉS? ALGUNAS CONSIDERACIONES
cia? es tema, asimismo, de investigación y
reflexión. La neutralidad que se le pide sufre
varios embates, que se convierten en materia
de reflexión y comprensión. Comprender que
él genera una diferencia sólo por su presencia nos ha llevado a darle usos prácticos y
preventivos a la O. B. En estos momentos del
proceso del método se plantean experiencias
para el desarrollo de utilidad diagnóstica y
preventiva en el campo de la salud mental
infantil, manteniendo el concepto cardinal
de una presencia observacional no intrusiva
y de sostén.
IV.1. Estrategias para la investigación
a) Empirismo
Como estrategias generadoras de conocimiento podemos acercarnos a dos formas
propuestas por M. Rustin (1998). La primera,
sería con los abordajes de laboratorios de investigación del desarrollo infantil que operan
mediante protocolos a seguir, como los de la
teoría del apego, por ejemplo. Pero esta recolección de datos viola la condición esencial
del método de Observación que es su forma
in-estructurada, naturalista.
El método se basa en un Observador
presente en la vida cotidiana que, dentro de
lo posible, transcurre normalmente, no en
situaciones extrañas controladas o respondiendo a tests. Sin embargo, es posible la codificación y sistematización cuando se aborda el análisis. Es posible clasificar y codificar
los datos obtenidos por las transcripciones
en los protocolos rigurosos y habituales de
la Observación de Bebés. Además, es posible
buscar correlaciones significativas de variables identificadas de esta forma. Los informes podrían ser sometidos a procedimientos
de evaluación a ciegas con el fin de testear
la confiabilidad de las inferencias extraídas.
Estudios de seguimiento de las familias involucradas permitirían comprobar pronósticos de desarrollo derivados de secuencias de
119
Observación. Hipótesis emitidas durante el
ejercicio de pensamiento en el Seminario podrían contrastarse con base en el seguimiento de las familias y los niños observados. Esto
como posibles instrumentos diagnósticos
para identificar familias que necesiten apoyo
preventivo.
Podrían triangularse los hallazgos con
otros métodos más formalizados de investigación; debería ser posible comparar los hallazgos de estudios de Observación Psicoanalítica con evaluaciones hechas a los mismos
lactantes con tests de situación extraña; a
los mismos padres con entrevistas de apego
adulto. Así estableceríamos, con más claridad, las condiciones bajo las cuales pueden
ser válidos y confiables los procedimientos y
mediciones obtenibles por medio de la O.B.
Los métodos desarrollados en la tradición del
apego identifican variables poderosas que
explican importantes tipos de variaciones
en el desarrollo. Sin embargo, no dicen mucho de la textura detallada de la interacción
emocional entre madre y bebé y las posibles
consecuencias para el desarrollo de la personalidad. Este es un punto fuerte en las
observaciones psicoanalíticas en cuanto a la
descripción de las interacciones de la madre
y el bebé y otras interacciones en la familia,
pero no establecen correlaciones causales
firmes entre variables del proceso de desarrollo. Ahora bien, el progreso está dándose
en la medida en la cual se adapten algunos
de los procedimientos más rigurosos de la
escuela empírica con el objetivo de situar en
una base mejor definida y probada los hallazgos de este método.
b) Psicoanálisis
La otra forma que posibilita la investigación en la O. B., es seguir más de cerca
los procedimientos del Psicoanálisis Clínico
para generar conocimientos. Esto requiere
prestar la debida atención a las diferencias
120
HILDA BOTERO C.
y similitudes con los métodos clínicos, pues
debido a que son muy obvias y significativas
las diferencias, cunde el escepticismo entre
los psicoanalistas con respecto a la utilidad
primaria del material de la Observación como
recurso de investigación.
Demos una rápida mirada al ejercicio de
conocimiento e investigación que se realiza
en la relación analista-analizado. Los datos
clínicos de los que provienen nuevos conocimientos psicoanalíticos se generan en
los diálogos entre analista y analizado. Las
interpretaciones de patrones de discurso, o
comunicaciones de diferente tipo construyen
modelos psicoanalíticos de la mente, son evidencia de la existencia de estructuras mentales (narcisismo…) y procesos (escisión…).
Estructuras y procesos se vinculan por inferencia con patrones y secuencias específicas.
Es compleja la relación entre evidencia clínica discursiva y los modelos que se infieren
de ella (Ibíd).
Actualmente, es menos importante la reconstrucción de la experiencia temprana de
lo que solía ser y la atención se ha trasladado
ahora hacia la comprensión de las estructuras y el modo como permanecen eficaces en
el presente, sin que esto quiera decir que la
experiencia temprana haya cedido su importancia.
La existencia de Estructuras Profundas es
un supuesto en Psicoanálisis y es tarea del
mismo clarificarlas. Es el analista quien se
entrena para leer entrelíneas, por debajo del
nivel superficial de las descripciones de los
pacientes, para encontrar otro nivel de significado. Es con base en las inferencias que
dependen de la Transferencia y Contratransferencia, que se crean condiciones necesarias
en las que “la transferencia puede prosperar
y sus efectos estar disponibles para la investigación hecha por el analista y el paciente”.
(Ibíd.: 23). Ahora bien, son las respuestas del
paciente a las interpretaciones las que, de alguna manera, las proveen de validez. Se elabora así, gracias al proceso, una descripción
en continua evolución de la vida mental del
analizado, las defensas son datos que contribuyen a la comprensión del modelo dinámico
de la mente del paciente.
Es así que podríamos señalar someramente, sin pretensión de profundizar, cuatro
aspectos sobre los cuales oscila el analista en
el proceso de descubrimiento:
1. Fragmentos de discurso como evidencia
primaria.
2. Estructura mental del paciente.
3. Procesos observados en la interacción.
4. Modelos teóricos usados para descifrar
los fragmentos y comprender los patrones que conducen la vida mental del analizado.
Este proceso de descubrimiento nos ilustra el movimiento inductivo que hace el analista desde el material clínico a los conceptos
y las teorías: se reinterpreta el material como
va emergiendo a la luz de un marco perceptivo existente. A lo que Bion (1962) alude
como el proceso de pensamiento en el que
los conceptos se “saturan” por la experiencia (preconcepciones innatas que llegan a su
realización de esta forma).
Ahora bien, el desarrollo de las ideas genera incertidumbre y confusión, que comenzamos a contrastar con lo conocido, con los
recursos teóricos disponibles en forma consensuada; pero, a veces, la resolución de los
problemas planteados se configura como una
intuición nueva que entra en conflicto con las
ideas establecidas. Estas ideas nuevas abren
la posibilidad de que nuevos patrones sean
acogidos como fenómenos clínicos. Se lleva
a cabo una transformación: ideas nuevas
guían a recursos conceptuales disponibles en
un flujo interactivo inductivo-deductivo que
¿QUÉ ES LA OBSERVACIÓN DE BEBÉS? ALGUNAS CONSIDERACIONES
caracteriza la producción de la “teoría fundada”12 en psicoanálisis. Nuevos conceptos,
segmentos de teoría y experiencia clínica,
en permanente interjuego, ayudan a resolver
incertidumbres, confusiones, desbloquean
impasses clínicos, de tal forma que los conceptos que surgen se van saturando con los
sucesos clínicos, tanto en la práctica como en
la literatura publicada. Así pues, un desarrollo
teórico nuevo en el campo se prueba con la
experiencia hasta llegar a alcanzar un status
en el cual no requiera explicación cuando se
haga referencia a él.
Entonces, comprendemos cómo en Psicoanálisis el desarrollo teórico se produce cuando
surgen discrepancias entre el material generado en el consultorio y los marcos teóricos
disponibles para interpretarlo. La articulación
entre una forma de pensar abstracta y teórica
y el empirismo de la práctica clínica da fuerza
y renovación a la tradición psicoanalítica.
V. OBSERVACIÓN DE BEBÉS
E INFERENCIA PSICOANALÍTICA
La O. B. no trata de una reconstrucción,
sino de la observación de la formación original de las estructuras psíquicas tempranas.
Hay que tomar en cuenta, pues, problemas
de muestreo, ética y técnica. Utiliza, además,
este método de Observación las mismas inferencias de la práctica clínica, desde la descripción superficial hasta los conceptos teóricos.
La madre puede parecer en un principio más
útil para los procedimientos interpretativos
en la Observación cuando el Observador-investigador busca describir el estado mental
de ella, ya que el estado mental del lactante
12
121
realmente sí está más sujeto a conjeturas. Sin
embargo, el objeto disponible más importante para la observación y la inferencia es la
madre-en-relación-con-su-bebé, la pareja
madre-bebé. Es posible hacer referencia a las
contribuciones psíquicas de la madre al desarrollo del lactante, y observar y construir hipótesis de la respuesta del lactante a ella. Este
vínculo en desarrollo es el objeto primario de
la investigación en Observación de Bebés durante las primearas semanas, pero la identidad en desarrollo del pequeño surge como
un objeto de estudio en sí mismo. Las evidencias nucleares en este trabajo las constituye
el material de observación, igual que la evidencia clave del trabajo clínico la componen
los ejemplos del discurso psicoterapéutico
y de la observación clínica. Es necesario, sin
embargo, optimizar rangos de normalidad y
anormalidad, la descripción de estados mentales, y procedimientos de inferencias desde
las observaciones, para reconocer cómo estos
patrones típicos nos ayudan a identificar las
diferencias significativas y las variaciones que
deben ser tenidas en cuenta para formalizar
la existencia y la autonomía del método como
instrumento para la investigación.
Contenidos y sucesos transferenciales,
aunque utilizados como recursos terapéuticos, están disponibles para la investigación en
la O. B. Proveen datos significativos acerca del
estado mental de la madre, su vulnerabilidad
y su historia psíquica. Ahora, la presencia de
la Contratransferencia es realmente fuerte. El
Observador se vuelve el receptor de las proyecciones de la familia completa, no sólo del
bebé y la madre, lo que puede convertirse en
una experiencia fuerte y dolorosa. Todos estos
datos cuidadosamente registrados y el análisis
Glaser y Strauss (1967) (citados por Rustin, 1998) en The Discovery of Grounded Theory, Chicago, Aldine, describen la
generación de una teoría fundada como resultado del método que acompaña el proceso del contraste permanente
de los hallazgos en la investigación, con modelos de teorías consistentes, para permitir la generación de nuevas
comprensiones, y por lo tanto, el crecimiento teórico e investigativo
122
HILDA BOTERO C.
de sus propias emociones por parte del observador generan insight de los estados emocionales de la madre y del bebé. Algo no disponible como fuente de investigación, en este caso
en particular, es el resultado del diálogo terapéutico clínico y la respuesta del analizado al
proceso analítico. Esta “falta” es la que sustenta el escepticismo de muchos psicoanalistas
con respecto a las contribuciones esperables
de esta práctica en el desarrollo de una nueva
comprensión del desarrollo del sujeto.
Otro contraste, menos obvio, con respecto a los métodos observacionales y clínicos,
es la estrecha relación entre los problemas
clínicos y teóricos. Los problemas clínicos
no aparecen en el trabajo de Observación,
y cuando aparecen son más periféricos a la
comprensión del desarrollo. La investigación
observacional no afronta los mismos problemas relacionados con la conducción de la Observación que los que se presentan en la del
análisis. La mayor pasividad del Observador,
quien registra los hechos sin intervención alguna, hace que se considere muy difícil un
proyecto elaborado de investigación.
De hecho, todas estas diferencias evidencian como fuente primaria de las estructuras
teóricas los descubrimientos realizados en el
consultorio, más que en la Observación del
lactante en la familia. Si se llevan a cabo esfuerzos más sostenidos para utilizarla como
recurso investigativo será posible saber la
magnitud del desarrollo teórico que pueda
obtenerse de ella.
La Observación de Bebés, por razones éticas y de formación, ha trabajado con muestras de familias normales, lo cual podría ubicarla como de tipos ‘corrientes’ de interacción
(Ibíd). Sin embargo, sabemos que hay fuerte
desviación desde el desarrollo ‘suficientemente bueno’, lo cual estimula el reconocimiento
de las variaciones o escollos que se detectan,
incluso en las observaciones normales. Precisamente, el surgimiento de mayores o meno-
res desviaciones dentro del ejercicio de estas
observaciones ha dado lugar a consideraciones de adaptación del método para abordar
más ampliamente y de manera tal los resultados observacionales, que puedan configurar
una tarea investigativa.
El ejemplo clásico que marca, no sólo este
Método, sino el resultado de una acción investigativa, es el planteamiento teórico de Esther
Bick en 1968: La experiencia de la Piel en
las Relaciones Tempranas de Objeto. Este es
un trabajo muy condensado, de una riqueza
extraordinaria, que nos ilustra un patrón anómalo en el desarrollo infantil. Una adaptación
observable a una deficiencia de maternaje por
medio de una pseudo-independencia infantil.
Voy a nombrar solamente dos Observadores de Bebés que han trabajado por muchos
años y han contribuido a la Investigación utilizando este Método.
Stephen Briggs. La Contribución de la Observación de Bebés a la Comprensión de los
Trastornos Alimentarios en la Infancia (1998).
Sus hallazgos se apoyan en la evidencia
recogida durante sus Observaciones, la cual ha
sido analizada luego de finalizada la experiencia observacional. Este autor nos pone al tanto
de cómo la calidad continente de la madre es
vitalmente relevante en el desarrollo de tipos
específicos de dificultades alimentarias. “El
papel de las proyecciones maternales es una
característica muy significativa en estas dificultades” (Briggs, 1998: 47). Las proyecciones
de la madre sobre el bebé marcan una forma
especial de ‘continente’. Por lo tanto, propone
como comprensión tres tipos de continente:
Convexo, Plano y Cóncavo. Este desarrollo se
aprecia según que el afecto entre la madre y el
bebé marque un ‘compromiso’ de la madre con
el contenido de las preocupaciones emocionales de su bebé. Esta dinámica puede plantear
un movimiento desde un continente convexo
a cóncavo, o puede eternizarse el funcionamiento en uno de los dos primeros.
¿QUÉ ES LA OBSERVACIÓN DE BEBÉS? ALGUNAS CONSIDERACIONES
Los lactantes desarrollan patrones de relación y estos pueden ser estudiados por
la cuidadosa observación de los patrones
de las ‘relaciones de aferramiento’ que se
desarrollan desde las interacciones tempranas entre los padres y los lactantes. Es
posible que estos patrones tengan un papel
significativo en los distintos tipos de dificultades de alimentación que demuestran
los lactantes, y que estos patrones subyazcan también en presentaciones posteriores de trastornos de la alimentación en las
situaciones clínicas […] Estos procesos de
desarrollo hacia el pensar y el simbolizar
contribuyen a la posibilidad de elasticidad
e integración internas (Briggs, S., 1998:48)
Susan Reid: El desarrollo de defensas autistas en un lactante: La utilización del estudio de un caso clínico individual para la investigación (1997b).
La directora de seminario de Observación
de Bebés, Susan Reid dedicada a la investigación sobre el Autismo, explora el uso de
Observaciones de Bebés proporcionadas por
una estudiante en formación.
El patrón de interacción de un bebé con
su entorno parece predisponerlo al desarrollo de conductas autistas. Este es un modelo de estudio de casos de Observación de
Bebés que estimula la relevancia y aplicación
de esta metodología en la investigación.
Freddie, el bebé protagonista del caso en
referencia, se enfrenta a una serie de situaciones generadoras de ansiedad que espontáneamente se presentan en su entorno. Ilustra además los intercambios emocionales tempranos
que lo predisponen a usar las defensas autistas.
La privación de ser alguien interesante
para la mamá limita la experiencia que
el lactante tiene del mundo y en especial
el establecimiento de un sistema diádico
madre-bebé vital que a su vez impulse al
bebé a comportamientos autorregulado-
123
res que a la larga comprometen el desarrollo del niño. El retraimiento de la interacción social hacia el comportamiento
autorregulador es comúnmente reconocido en la sintomatología autista (Susan
Reid, 1997b: 73)
La Observación de Bebés ha facilitado el
acceso a una etapa del desarrollo que, de otra
forma, es difícil de estudiar clínicamente, salvo por inferencias retrospectivas. Esther Bick
y su genialidad para desplazarse de un lado
a otro, entre la Observación de los Bebés y
la comprensión psicoanalítica pre-existente, nos abrió la posibilidad de pasar desde la
información de una anomalía específica del
desarrollo hacia un insight teórico más profundo. Es claro, si nosotros también hacemos
un esfuerzo de observación de este desarrollo,
cómo la teorización de esta psicoanalista nos
alumbra un insigth más fundamental, esto es,
que en las etapas muy tempranas del desarrollo las defensas somáticas y psíquicas están difícilmente diferenciadas unas de otras.
Es vital señalar que los supervisores de
Observación de Bebés tienen una incidencia clave y un compromiso enorme con la
investigación. No sólo por su experiencia
clínica, sino por la oportunidad de estudiar
permanente y simultáneamente varias observaciones, lo que daría lugar al uso del material recolectado en la investigación clínica
psicoanalítica. “Los problemas científicos en
Psicoanálisis surgen en el contexto de problemas clínicos, y teóricamente están ligados
a ellos” (Rustin, M., 1998: 29).
Sesenta años cumplió este método creativo y vivo, en 2008. Son innumerables los aportes que ha realizado a varias disciplinas, pero
especialmente al conocimiento del psiquismo
y su desempeño emocional dentro de la comprensión psicoanalítica. Hemos realizado un
recorrido, a grandes pasos, que nos plantea el
propósito futuro de, poco a poco, profundizar en los diferentes aspectos que nos ofrece
HILDA BOTERO C.
124
este método y su background teórico. Esther
Lifsha Bick, formada en las vicisitudes de la
vida, separaciones y pérdidas permanentes,
en un contexto de persecución y desamparo,
supo encontrar la función esencial para sanar
su propio desarraigo, la ejerció, la conceptualizó y la probó pragmáticamente. La Observación de Bebés en sí misma realiza una función
continente para todos aquellos que participan
en la experiencia: el bebé, la madre, la familia, el Observador y el grupo de Seminario. Es
esta una experiencia de permanente saturación-des-saturación que asegura su vitalidad,
renovándose y creciendo, conociendo y reconociendo. Cada bebé observado nos descubre profundidades sorprendentes de la psique
humana. Cada experiencia de Observación es
una experiencia viva de conocimiento.
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ENSAYOS
PSICOANÁLISIS XX (2); 127-130, 2008
ENCUENTRO DE MIEMBROS Y CANDIDATOS APC
CONVERGENCIAS Y DIVERGENCIAS EN LA PRÁCTICA PSICOANALÍTICA
El 30 de agosto del 2008, en el auditorio Henry García Escobar, de la Clínica Montserrat de Bogotá, se realizó el Encuentro de Miembros y Candidatos de la Asociación
Psicoanalítica Colombiana, sobre el tema Convergencias y Divergencias en la Práctica
Psicoanalítica.
La presentación del material teórico estuvo a cargo de la Dra. María Victoria Niño, así
como del Dr. Danilo Diazgranados y el Dr. Pedro Vargas.
El evento fue organizado por la Dirección de Actividades Societarias de la APC, a cargo
del Dr. Vargas y se desarrolló exitosamente.
DIVERGENCIAS EN LA PRÁCTICA PSICOANALÍTICA
MARIA VICTORIA NIÑO1
¿No te encuentras, a veces, con personas que no te permiten pensar?”
Estanislao Zuleta.
El asunto de las divergencias en la práctica analítica es un tema complejo, si se tiene
en cuenta que es aquí en donde se despliega
la individualidad de los analistas como seres
humanos con una personalidad específica,
con un bagaje cultural propio y con sus propias capacidades y puntos ciegos. Por otro
lado, el encuentro con el Otro, el paciente,
despierta en el analista una determinada forma de entender el material, una determinada forma de pensar y ejercer su práctica. El
objeto psicoanalítico, el ser humano, con sus
experiencias, su constitución, su ser único e
irrepetible, la imposibilidad de reproducir sus
actos de igual manera ante distintos observadores, hace del psicoanálisis una disciplina particular, en la cual las divergencias son
la característica fundamental que hacen de
1
analista y analizando un cuerpo único e irrepetible.
Como plantea Eduardo Laverde en su artículo Modelos para pensar: modelos para
aplicar. Articulación entre la teoría y la práctica (2007), cada analista plantea una teoría
sobre su paciente que tiene que ver con un
funcionamiento inconsciente, identificatorio,
vivencial, resultado de la aplicación de los
recursos personales, dentro del método de
Observación Participante, lo que otorga peculiaridad a cada pareja analista-analizando.
Por otro lado, la práctica psicoanalítica
está influenciada por la Teoría Psicoanalítica y
por la apropiación que cada analista haga de
la misma. La pretensión de tener un cuerpo
unificado de teorías para llevar a la práctica,
que ha llevado a que los analistas se inscriban
Psicoanalista. Miembro Asociado APC. [email protected]
128
MARÍA VICTORIA NIÑO
en determinadas escuelas de pensamiento
psicoanalítico, a mi modo de ver, ha restringido en algunos aspectos la comprensión de
la persona en toda su complejidad. Por fortuna, como lo plantea Paulo Duarte Guimaraes
en su artículo Las recientes convergencias
teóricas en psicoanálisis y su importancia
epistemológica (2004), en los últimos años
se aprecia un cambio en el intercambio de
ideas entre las diferentes escuelas, una mayor
receptividad hacia los desarrollos teóricos de
diferentes enfoques, considerándolos como
un conjunto de construcciones útiles en el
trabajo clínico, lo que, como dice Shafer, aumentan en la práctica la eficacia clínica.
Otto Kernberg, en su artículo Convergencias y Divergencias en la Técnica Psicoanalítica Contemporánea (1993), con miras a establecer un puente entre la psicología del yo
y la teoría de las relaciones objetales, señala
divergencias en la técnica, de las cuales retomaré tres: a) La relación “real” y los problemas de la transferencia-contratransferencia,
en la que señala además divergencias sobre
el efecto terapéutico; b) Los aspectos terapéuticos versus los aspectos resistenciales de
la regresión, y c) Psicoanálisis y Psicoterapia
psicoanalítica.
a) La relación “real” y los problemas de
la transferencia-contratransferencia
Kernberg plantea tres divergencias fundamentales en este campo: La primera, relacionada con la relación analista-paciente; la segunda, con el efecto terapéutico, y la tercera,
con la concepción del origen de la transferencia. De esta manera, en un extremo estarían los analistas que consideran que todo en
la relación analista-paciente es transferencia
y refleja disposiciones transferenciales surgidas de la relación madre-bebé. En el otro,
los que suponen una relación ‘real’ independiente de la transferencia y consideran que
la alianza terapéutica refleja la relación de
trabajo entre la parte sana del paciente, y el
analista en su rol profesional.
En cuanto al efecto terapéutico del psicoanálisis, por un lado estarían los que consideran
que dicho efecto proviene solamente de la interpretación, y por el otro, los que plantean que
es resultado de una nueva experiencia emocional: un analista que provee de una relación
auténtica, donde entra en juego la personalidad de ambos participantes y el análisis de la
transferencia-contratransferencia, que permita compensar los déficits y detenciones del desarrollo y retomar el crecimiento del paciente.
La tercera divergencia tiene que ver con
la transferencia como creación exclusiva del
paciente, la reproducción inconsciente en el
‘aquí y ahora’ de los conflictos y relaciones
objetales del pasado, quedando el analista
por fuera de estos conflictos, excepto como
facilitador de su esclarecimiento por medio
de los sucesivos análisis de los paradigmas
de la transferencia. Por otro lado, estarían los
que aceptan la contribución de la personalidad del analista a la transferencia y consideran que para que el paciente lo experimente
como un objeto seguro, el analista debe modificar su comportamiento para mantenerse
equidistante entre el riesgo de “ser peligroso”
y de hacerse cómplice de ella.
b) Los aspectos terapéuticos versus los
aspectos resistenciales de la regresión
Aquí plantea, que algunas posturas psicoanalíticas atribuyen valor terapéutico a
la regresión transferencial en pacientes con
severos trastornos de la personalidad y consideran que la capacidad del analista para
tolerar esta regresión y “sostener” al paciente
durante la misma, permite un “nuevo encuentro”. Por otro lado, estarían las que enfatizan
la importancia de un análisis sistemático de
la transferencia positiva y negativa de los
pacientes severamente regresivos, pero que
mantiene al analista en una posición neutral.
DIVERGENCIAS EN LA PRÁCTICA PSICOANALÍTICA
Habría una tercera postura, representada por
los que consideran necesario establecer una
estructura que permita mantener un encuadre analítico e interpretar las operaciones
defensivas primitivas y las relaciones objetales del paciente en la transferencia, para
permitir la transformación gradual de las
transferencias regresivas en otras más avanzadas, fortalecer el yo del paciente y ayudarle
a colaborar en la exploración analítica.
c) Psicoanálisis y Psicoterapia Psicoanalítica
Para algunos no habría diferencias significativas entre estas dos formas de intervención, mientras la psicoterapia psicoanalítica
sea llevada a cabo por un analista con formación psicoanalítica. Para otros la psicoterapia
psicoanalítica es una terapia con un foco,
una meta, lo que la diferenciaría de la mirada
integral del Psicoanálisis.
Kernberg, por su parte,, considera la modificación de tres herramientas básicas de la
técnica clásica en la aplicación del Psicoanálisis a la Psicoterapia psicoanalítica:
1. La interpretación, en la segunda, estaría
restringida a aclarar, confrontar e interpretar los significados inconscientes sólo
en el ‘aquí y ahora’, mientras que las
reconstrucciones genéticas se reservan
para etapas avanzadas del tratamiento.
2. El análisis de la transferencia, también en
la segunda, se modificaría en cada sesión,
para incorporar la atención a objetivos
terapéuticos a largo plazo y a los conflictos actuales dominantes de la vida del
paciente fuera de la sesión.
3. Se modifica la neutralidad técnica, ya que
es necesario estructurar o poner límites
a la situación terapéutica; pero debe ser
eventualmente reinstalada esclareciendo
al paciente, por medio de la interpretación, las razones que hubo en su momento para desviarse de la posición neutral.
129
Duarte Guimaraes plantea las divergencias
en la práctica psicoanalítica desde otra perspectiva. Retoma a Freud, quien en 1937, cuando hablaba de las construcciones en Psicoanálisis, consideraba que en un principio él asimiló
la labor psicoanalítica con la del arqueólogo,
pero más tarde empezó a notar que algunos
elementos de las culturas primitivas investigadas y en gran medida desaparecidas, seguían
vivos y activos en el campo de la observación.
Esta metáfora permite pensar que el trabajo
del analista no es solamente un trabajo de arqueología, sino también de antropología.
Se ha dado un debate entre dos grandes
del Psicoanálisis actual con respecto a estas
metáforas: Antonino Ferro y André Green.
Ferro (1995), considera que si el analista se
enfoca en una mirada arqueológica, se entorpece su contacto con las manifestaciones
vivenciales actuales del paciente y dificulta los
requerimientos de la tarea antropológica. Por
otra parte, Green (1996), considera que la desvalorización del aspecto arqueológico ocasionaría la pérdida de los factores esenciales que
determinan los fenómenos psicoanalíticos, y
por lo tanto, una distorsión básica de la disciplina. En este punto, Green está en desacuerdo, sobretodo, con las teorías de las relaciones
objetales, pues considera que al comienzo estas teorías enriquecieron el pensamiento psicoanalítico, pero luego se distanciaron de la
teoría de las pulsiones en una simplificación
tal, según él, que redujo los procesos psicoanalíticos a las relaciones interpersonales.
Si miramos la práctica psicoanalítica sobre un plano cartesiano, podríamos colocar
en cada uno de los ejes, X e Y, los extremos
planteados que dan cuenta de las divergencias, para visualizar la enorme gama de posiciones divergentes en cuanto a la técnica,
dependiendo del peso que cada analista le dé
a cada uno de los factores.
Así por ejemplo, en el eje X podemos
colocar el peso que tiene la metáfora de la
130
MARÍA VICTORIA NIÑO
arqueología y en el otro, el Y, el de la antropología. Los dos extremos estarían representados por las posturas de Green y Ferro, a las
que les podemos dar un valor de uno en cada
eje respectivamente y cero en el otro. Habría
una postura intermedia, a 45º en nuestras
coordenadas cartesianas, que articule los
puntos de vista intra e intersubjetivos según
un enfoque psicoanalítico. De esta forma, podríamos decir, extrapolando lo enunciado por
Freud, que las divergencias se presentan en el
énfasis que cada analista le dé a su labor en
la mirada arqueológica o antropológica.
Para terminar, quiero enfatizar que considero que las divergencias en la práctica
psicoanalítica no se dan solamente de un
analista a otro, sino también con un paciente
u otro, e incluso en un momento u otro. Así,
retomando lo planteado por Kernberg, ¿no
sucede a veces que en ciertas circunstancias,
la relación “real” se antepone a la transferencial? ¿Puede decirse acaso, con certeza, si la
cura está en la interpretación o en la experiencia emocional?
Así, podríamos detenernos punto por
punto y creo que ninguno podría negar que
hay sesiones de Psicoanálisis que se parecen
mucho a una sesión de psicoterapia y que
hay sesiones de psicoterapia que no se diferencian en nada de una sesión de Psicoanálisis. Esta es al menos mi postura.
Trazar líneas tajantes entre los modos de
interpretar, los modos de considerar la cura, o
partir en dos los tipos de intervención, seguramente nos tranquilizaría porque nos haría
sentir un piso sólido sobre el cual pararnos…
pero, ¿es real en el trabajo clínico?
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
DUARTE GUIMARAES, P., Las recientes
convergencias teóricas en psicoanálisis y su
importancia epistemológica, Revista APdeBA,
XXVI No. 3, 2004.
KERNBERG, O., Convergencias y Divergencias en la Técnica Psicoanalítica Contemporánea, Institute of Psychcoanalysis, Londres,
1993.
LAVERDE RUBIO, E. 2007, Modelos para
pensar: modelos para aplicar. Articulación
entre la teoría y la práctica.
PSICOANÁLISIS XX (2); 131, 2008
CONGRESO DE CANDIDATOS EN FORMACIÓN
ASOCIACIÓN PSICOANALÍTICA COLOMBIANA
PROBLEMAS Y VICISITUDES EN LA FORMACIÓN ANALÍTICA
PEDRO ANDRÉS ORÓSTEGUI H.1
Desde la revisión bibliográfica sobre el
tema, nos hemos dado cuenta de que una preocupación general de la comunidad psicoanalítica es el progreso del psicoanálisis, como
disciplina, dentro de cada contexto socio-cultural específico. Se hace necesario, entonces,
crear un espacio de reflexión, dentro de nuestra Asociación, con el fin de identificar las variables que puedan dificultar el crecimiento y
expansión de la práctica del Psicoanálisis en
Colombia y proponer alternativas de solución
frente a los problemas detectados.
Dra. Lilian R. Morales
Consideramos nuestro deber, como candidatos de la Asociación Psicoanalítica Colombiana (APC), cuestionarnos sobre los problemas que en este momento surgen dentro
del proceso de formación, que son determinantes para nuestra práctica analítica futura
así como para el futuro de nuestro gremio y
del psicoanálisis mismo.
Nos propusimos hacer una revisión del
estado del arte, de la práctica y el aprendizaje del psicoanálisis a nivel global, frente a
los diversos problemas que surgen durante la
formación psicoanalítica, tales como:
1
1. Identidad del analista en formación
2. Dificultades en el proceso de supervisión
y análisis didáctico
3. Procesos de captación de pacientes para
psicoanálisis.
4. Promoción y difusión del psicoanálisis.
Finalmente, fue sorprendente encontrar
gran cantidad de escritos al respecto, fuentes
de todas latitudes, candidatos y psicoanalistas cuestionándose sobre el futuro del psicoanálisis y su enseñanza, de esta experiencia
Dr. Pedro Oróstegui
quisimos extractar algunas reflexiones acerca de los temas antes enunciados, con el fin
principal de generar un espacio de discusión
dentro de nuestro instituto, esperando que
más adelante surjan propuestas y soluciones
frente a los retos del psicoanálisis como disciplina vigente en el contexto global actual.
Las exposiciones siguientes hacen parte del trabajo presentado en la reunión del
claustro de candidatos del instituto de psicoanálisis “Arturo Lizarazo” en el mes del octubre de 2008.
Médico. Psicoanalista en formación VIII semestre, IDEAL. E.mail: [email protected]
PSICOANÁLISIS XX (2); 132-134, 2008
¿EN BUSCA DE UNA IDENTIDAD?
ALBA LUCÍA ARIAS1
Partamos de la base de definir identidad
según el Diccionario de la Real Academia de
la Lengua Española:
Conjunto de rasgos propios de un individuo o de una colectividad, que determina
un sentimiento y un conocimiento hacia
dentro, (del individuo o del grupo) de ser
único y distinto de los demás, situación
que es reconocida por otros individuos o
colectividades y que perdura en el tiempo
y en el espacio.
Desde el punto de vista psicoanalítico
entendemos este término como la identificación del Yo con sus objetos y las vicisitudes de éstos en aquél y en su relación con el
mundo externo. Al mismo tiempo plantea la
distinción entre el self y el no-self; en éstos el
sentido de la imagen corporal, “el self” abarca al Yo y al no-Yo, al Yo corporal, al vínculo
con los objetos internos y externos, y al sujeto como opuesto al mundo de los objetos.
Podríamos decir que el sentido de identidad
está basado en la capacidad del Yo para percibirse como continuidad; este sentido es
progresivo y va paralelo con la maduración
en el proceso de desarrollo del sujeto.
Podríamos decir que desde nuestro punto
de vista de candidatos nuestra identidad psicoanalítica se ve influenciada por nuestros
propios rasgos de personalidad, que son descubiertos, acentuados y “modificados” por
las horas de análisis a las que debemos, por
obligación y “afortunadamente”, someternos
para ingresar a la formación psicoanalítica,
1
pero también a la relación con nuestros objetos externos, que en este caso vendrían a ser
nuestros docentes de los seminarios; tanto
éstos como nuestro analista personal influirán decididamente en nuestras características de identidad psicoanalítica, que surgirá
evidentemente a medida que enfrentamos a
cada paciente para supervisión.
Es inevitable que de esto surjan varias
preguntas: ¿Qué tanto influye nuestro analista en el descubrimiento de nuestro verdadero “self analítico”? La respuesta, creo, está
en nuestra capacidad de identificación con el
analista. Pero no con la persona del analista,
sino con su función analítica, recordando que
la identificación no es sólo una mera imitación, sino que toma características del otro
y las introyecta en el sí-mismo, volviéndolas
parte de su personalidad.
La segunda es, ¿qué tanto influyen los seminarios y nuestros docentes en el marco de
nuestra identidad analítica? Desde el Instituto hemos recibido una formación con base
en dos escuelas, la de Freud y la de Melanie
Klein. En este párrafo debo recordar al Dr.
Gustavo Ángel, quien se encarga de recordarnos que a partir del conocimiento de estas dos teorías podremos entender cualquier
otra, opinión que compartimos, pero afortunadamente el Instituto no nos ha negado
la oportunidad de conocer otras teorías adicionales, y no sólo de conocerlas sino también de criticarlas “atrevidamente”, juzgarlas,
hasta desecharlas e ignorarlas, dándonos la
libertad para escoger lo que nos sirve y lo
Médico-Residente en Psiquiatría. Psicoanalista en formación, IV semestre, IDEAL.: E. mail [email protected]
¿EN BUSCA DE UNA IDENTIDAD?
que nos dé cada una de ellas, sin caer en extremos de inflexibilidad o de confusión. Sin
embargo, también debemos reconocernos
no como los mejores investigadores, ni como
los mejores escritores, talvez porque a través
de la formación nos hemos encontrado con
poca motivación o pocas bases para hacerlo,
circunstancia un poco ambivalente pues no
creemos que ninguno de nuestros docentes
haya dejado de publicar libros, artículos para
revistas, aun con menor frecuencia, muchos
han participado de la investigación.
También hemos de reconocer que la crisis
de identidad por la cual han pasado algunos
de nuestros docentes, nos ha influenciado
-no podríamos calificar si positiva o negativamente-; pero, nos ha hecho cuestionar
acerca de nuestra propia identidad como
analistas, crisis que hemos evidenciado a
través del bajo número de pacientes que
realmente están en análisis y en la forma en
que se manejan algunos pacientes dentro de
la Clínica Montserrat por algunos tratantes
analistas, docentes pero también psiquiatras.
Por último cabe preguntarse, ¿cómo la
supervisión afecta nuestro ejercicio profesional?
No todos los candidatos actuales del Instituto cuentan con pacientes para supervisar,
sin embargo, los que han tenido la oportunidad de presentarlos de manera colectiva e
individual se han visto abocados a crisis personales como la dificultad de sentir un tercero en la relación medico-paciente, situación
que se hace más difícil para los que llevan
mucho tiempo ejerciendo como Psicólogos o
Psiquiatras, e incluso como Médicos generales: sin embargo, la angustia de no tener aún
definida nuestra identidad como analistas
también nos hace sentir la necesidad de contar con el apoyo de alguien con experiencia
que nos guíe en nuestras interpretaciones y
construcciones que nos permita diferenciar
nuestro Yo del Yo del paciente, y también
133
“prestar” nuestro Yo, sin perder nuestra propia identidad, y permita, a la vez, que el paciente descubra la suya propia, sin dirigirlo
hacia lo que nosotros consideremos lo mejor
para él, es decir, manteniendo la anhelada
neutralidad.
Aquí debemos recordar a Leonardo Peskin,
quien, al preguntarle en una entrevista acerca de la supervisión curricular, responde: “los
paciente perdonan los errores propios del
analista porque simplemente éstos muestran
su castración y convocan al análisis; pero no
perdonan los errores impuestos al analista
por otro, sea un reglamento, una teoría, o un
supervisor indicativo, porque esto es sometimiento del analista, lo que denota “imbecilidad.” […] ”El acto analítico no puede ser
programado desde un libreto ajeno y en definitiva, el único responsable ético de lo que se
haga es el analista.” Cabe añadir lo que todos
nuestros docentes nos han repetido incansablemente: “Cada sesión psicoanalítica es
única e irrepetible.”
Finalmente, hemos de resaltar la influencia que tiene para nosotros el grupo que
tiene cada uno en la formación. En este momento podría contar, por experiencia personal, que éste definitivamente influencia la
formación y por ende la identidad psicoanalítica; el grupo de candidatos de séptimo semestre está conformado por un Psiquiatra y
dos Psicólogas, todos con diferentes concepciones y estructuras profesionales, lo que lo
hace un grupo bastante enriquecedor desde
la formación, pues cada uno desde su óptica
aporta a cada concepto formas diferentes de
interpretación, análisis e introyección. En lo
personal, el mío está constituido por dos Médicas quienes nos encontramos en formación
psicoanalítica y en formación como residentes de Psiquiatría, situación que ha aportado
mucho a nuestro entendimiento como analistas de las patologías psiquiátricas; también
pensamos que el ser madres ha aportado una
134
ALBA LUCÍA ARIAS
visión diferente de muchas maneras de brindar holding.
Para terminar, quisiera añadir que nuestra
esperanza se cifra en cumplir, cuando menos
en parte, con las expectativas de nuestros
docentes que se plasman en un párrafo publicado en la revista de la Asociación, escrito por nuestra docente la Dra. Aura Victoria
Carrascal:
Estar siempre motivados,’sanos mentalmente’, con ausencia de patologías graves que nublen nuestro juicio crítico, con
buena capacidad de insight y sintonía con
los contenidos inconscientes, con espíritu
epistemofílico, observadores del adentro
y del afuera, investigadores, con adecuada tolerancia a la incertidumbre y a la
frustración, con un narcicismo sano, bien
puesto, que no nos haga omnipotentes, ni
protagónicos, pero tampoco fríos, ni distantes, cuyo resonar emotivo nos permita
ser empáticos pero preservando el sentido
de realidad, disciplinados, sin conflictos
de autoridad, buenos lectores, con gusto
por la cultura en el sentido amplio.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
ESLAVA CERÓN, Fabio, Identidad psicoanalítica
y formación de candidatos, Revista, en “PSICOANÁLISIS”, ASOCIACIÓN PSICOANALÍTICA
COLOMBIANA, julio 8, 2006, pp. 92-123.
SÁNCHEZ MEDINA, Guillermo, El Psicoanálisis,
una nueva profesión.
NATALVICH, Patricia, Vicisitudes en la construcción
de una identidad analítica, en REVISTA PSICOANALITICA OCAL, 2008, Vol. (9), pp. 7-10.
PSICOANÁLISIS XX (2); 135-137, 2008
ANÁLISIS DIDÁCTICO Y SUPERVISIÓN
PEDRO ANDRÉS ORÓSTEGUI H.1
Nada permanece, sólo el cambio es permanente.
Heráclito
Sólo luego de la experiencia dentro de la
formación analítica, asaltan a nuestra conciencia una serie de interrogantes y controversias frente a los diferentes desarrollos del
trípode analítico tradicional (análisis personal, supervisión y seminarios), tal vez de cierto modo ligadas a nuestra propia conflictiva
transferencial, pero no por ello despreciables
como inquietudes dignas de reflexión y discusión dentro de la metodología y fundamentos de este particular proceso de aprendizaje.
Al investigar sobre el tema, es tranquilizador
notar que los cuestionamientos son compartidos por candidatos de todas las latitudes y
aun por analistas experimentados que abogan por la evolución del psicoanálisis al ritmo
de los tiempos actuales, sin temer, por ello,
que éste pierda su esencia. He aquí una breve
revisión de los orígenes y modalidades de la
supervisión y del Análisis Didáctico, desde la
óptica del cambio.
El análisis didáctico surge de la necesidad, para el terapeuta en formación, de
un conocimiento vivencial personal del inconsciente dinámico. La experiencia pionera
de autoanálisis realizada por Freud, resalta
desde el comienzo este hecho como medio
excelso del aprendizaje del psicoanálisis. En
1910, el mismo Freud propone puntualmente
la experiencia analítica como requisito para
el futuro psicoanalista.
1
Aunque algunos otros se disputaron este
reconocimiento, el primer análisis didáctico
le fue practicado a René Spitz (1910), pero
sólo hasta 1922, con la creación del Instituto Psicoanalítico de Berlín, Eitingon lo define
como exigencia institucional en la formación
psicoanalítica. Llama la atención cómo estas
primeras experiencias didácticas no institucionales, además de cortas en duración, incluían elementos instructivos y educativos
que parecían mezclar sus fines con los de la
supervisión. Actualmente, La Asociación Psicoanalítica Internacional (IPA), mantiene al
análisis didáctico como uno de los tres elementos fundamentales exigidos para el analista certificado.
La Supervisión Analítica, que parece surgir muy cerca del análisis didáctico, recalca la
importancia de un interlocutor externo a la
pareja analítica, con el cual se genere un espacio de reflexión, validación y crítica, frente
a la experiencia del analista y su visión del
paciente.
Mijolla (1992), hace un recuento de la
evolución de la supervisión en diferentes
fases, clasificando los diferentes encuentros
históricos entre los personajes gestores del
movimiento psicoanalítico, así:
• Primera fase: Breuer y Freud (1883), un
profesor y su discípulo que participa activamente.
Médico. Psicoanalista en formación VII semestre, IDEAL. E.mail: [email protected]
136
PEDRO ANDRÉS ORÓSTEGUI H.
• Segunda fase: Freud y Fliess (1900), dos
colegas que intercambian impresiones,
ideas y experiencias.
• Tercera fase: Steckel y Freud, un alumno
que consulta a su admirado profesor.
• Cuarta fase: Jung y Freud, un alumno psicoanalista que pide ayuda contratransferencial a su maestro.
• Quinta fase: Policlínico de Berlín, Eitingon
(1922), Supervisión como requisito institucional.
De esta forma, dos de los tres elementos
fundamentales del entrenamiento psicoanalítico surgen como necesidades naturales del
proceso de creación y estructuración de la
teoría y de la técnica, así como de los intereses propios de todo analista a la hora de forjar su identidad terapéutica. Sin embargo, las
condiciones inherentes a estas experiencias,
no escapan de presentar dificultades.
Con respecto al análisis didáctico, Greenson (1976) afirmaba que la vinculación del
analista Didacta como una verdadera figura
de autoridad en el Instituto Psicoanalítico,
inevitablemente contaminaba la transferencia. Kayris (1964) iba aún más allá al señalar
las implicaciones transferenciales que el mismo instituto puede desarrollar en el análisis
didáctico.
Por su parte, Kernberg (2000) señalaba
que en los institutos en que la autoridad y
el poder lo ejercen primordialmente los analistas Didactas, la excesiva idealización y la
tendencia del analista aprendiz a generar
identificaciones muy fuertes, pueden viciar el
desarrollo de la identidad analítica.
Finalmente, una de las principales críticas
que se ha planteado ya en muchas ocasiones, radica en conducir el análisis didáctico
de manera diferente del análisis terapéutico,
aunque ambos persiguen el mismo objetivo.
El proceso de supervisión analítica puede
también alterarse; en principio, el Supervisor
es un representante institucional y debido a
eso, puede despertar en el candidato elementos persecutorios que obstaculicen su desenvolvimiento.
Además, ya dentro de la sesión de supervisión, Grinberg (1975) refiere que si un
supervisor centra mucho su atención en el
material del paciente, señalando el cómo
abordarlo, podrá favorecer el aprendizaje por
imitación del candidato y no el desarrollo de
su propio estilo terapéutico. Así mismo, si se
detiene más en las reacciones de supervisado
(contratransferencia), puede invadir el análisis personal.
Actualmente, la IPA, acepta 3 modelos de
formación psicoanalítica; el clásico, instaurado desde 1922 y sin muchas variaciones
desde entonces, y dos modelos alternativos
propuestos como adaptaciones a contextos
socioculturales y académicos particulares, el
francés y el uruguayo.
El modelo clásico, instituido por Eitingon,
con el aval del propio Freud en el Instituto
psicoanalítico de Berlín (1922), enuncia la
triada tradicional de análisis didáctico, supervisión de casos y seminarios teórico-clínicos,
como fundamentos para el aprendizaje del
psicoanálisis.
El modelo francés surge en 1960, y trae
como novedades, frente al anterior, la realización del análisis didáctico previamente al
ingreso a la formación (seminarios y supervisiones); también flexibilizaciones en cuanto a
número de sesiones exigidas para el análisis
personal y la supervisión de casos. Hay mayor
apertura frente a los modelos teóricos que
se estudian, con la inclusión de seminarios
obligatorios y otros optativos, y la posibilidad
de que el candidato personalice sus horarios.
Con estos cambios, la supervisión parece adquirir mayor importancia.
Finalmente, el modelo uruguayo nace en
el contexto de una sociedad en la que predomina la clase media, hay una tradición educativa gratuita y un gobierno socialdemócra-
ANÁLISIS DIDÁCTICO Y SUPERVISIÓN
ta. Esto se ve reflejado en que para este modelo la figura del analista Didacta se elimina,
y se crean funciones (didáctica, de supervisor,
director de seminario), que pueden ser ejercidas por cualquier miembro del instituto y se
reparten por consenso.
Frente a los cambios socioculturales,
tecnológicos y económicos, en muchos contextos el Psicoanálisis ha tenido que abrirse
paso no sólo en medio de las resistencias
individuales y colectivas en su contra, sino
también frente a las barreras reales que se
imponen en un mundo agitado y mediático.
Por otra parte, el cuidado y complejidad de
sus métodos, amenaza con aislarle del resto de las alternativas terapéuticas y de otras
áreas del conocimiento. El gran desafío sigue
siendo, pues, el de la adaptación, pero visto como evolución y no como alienación; es
decir, para que el Psicoanálisis permanezca
vigente no implica que deba renunciar a sí
mismo para convertirse en otra cosa.
Con este dilema, además de otros interrogantes, algunos autores aportan sugerencias
innovadoras y recomendaciones puntuales
que invitan al cambio y la creatividad dentro
de la educación en psicoanálisis.
Thomä y Kächele (1999) proponen descentralizar el análisis didáctico, es decir, una
desconexión total entre el análisis personal
y la parte central de la formación psicoanalítica. Además, opinan al igual que Kernberg
que la tríada clásica original, que fue malentendida, comprende la enseñanza, el tratamiento y la investigación, y es la que se
debe aplicar en los institutos psicoanalíticos.
También señalan que un defecto serio en la
formación tradicional de los candidatos tiene
que ver con las escasas oportunidades para
aprender observando a los analistas expertos
en acción, lo más cerca posible, y proponen
137
más intercambios académicos entre analistas
y candidatos, como alternativa.
Por su parte Kernberg (2000) recalca que
la educación psicoanalítica no puede asumir
que es inmune a los cambios en la cultura
social, profesional, científica y educativa circundante, y además afirma que los filtros
tradicionales en la selección de candidatos al
ingreso o en la promoción de estos deberían
abolirse, y que la preocupación por el buen
nivel de los candidatos debe reflejarse en el
seguimiento de todo el proceso de formación, la evaluación constante de su desempeño, por parte del instituto.
No resta más que preguntarnos cómo
es que dentro de nuestro propio proceso de
aprendizaje y cambio, podemos aportar al
mejoramiento de los procesos y desarrollos
de nuestro gremio en lo local, y del movimiento psicoanalítico global.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
BARRERO L., Formación y Supervisión, Sao Paulo,
1990.
GREENSON R., Técnica y práctica del psicoanálisis,
Siglo veintiuno editores, México, 2004.
MANTYKOW B., Acerca de la admisión a la formación psicoanalítica en el contexto socio-económico y cultural actual, Psicoanálisis AP de
BA, Vol. XXVI, No. 3, 2004.
KERNBERG O., Controversias contemporáneas de las
teorías psicoanalíticas, sus técnicas y aplicaciones, Editorial Manual Moderno, México, 2007.
THOMÄ H. Y KÄCHELE H., Teoría y práctica del psicoanálisis, Tomo Uno: Fundamentos, Editorial
Herder, Barcelona, 1989.
THOMÄ H. Y KÄCHELE H., Memorando sobre la
reforma de la formación psicoanalítica, IPA
Newsletters (1999, 8: 33-35), Versión de
marzo 16 de 2000, Traducción al castellano
de Carlos Rodríguez Sutil.
PSICOANÁLISIS XX (2); 138, 2008
PROCESO DE CAPTACIÓN DE PACIENTES PARA PSICOANÁLISIS
JOSEFINA SARMIENTO NOVA1
Quiero empezar este escrito citando al fundador del psicoanálisis y a uno de sus primeros
discípulos, refiriéndose al tema que nos ocupa:
Puede preverse que alguna vez la conciencia moral de la sociedad despertará y
le recordará que el pobre no tiene menos
derechos a la terapia anímica que los que
ya se les acuerdan en cirugía básica. Se
crearán entonces sanatorios o lugares de
consulta a los que se asignarán médicos
de formación psicoanalítica. Estos tratamientos serán gratuitos; puede pasar mucho tiempo antes de que el Estado sienta
obligatorios estos deberes. Es probable
que sea la beneficencia privada la que inicie tales institutos (SIGMUND FREUD, 5º
Congreso Psicoanalítico, Budapest, 1918)
Que nadie diga que el factor económico
influya en el psicoanálisis, como tampoco,
que la decisión de tratamiento se base en
la necesidad del candidato de contar con
material para su formación (MAX EITINGON, 1920).
Una de las grandes preocupaciones de los
psicoanalistas en formación es la consecución de pacientes que tengan cuatro sesiones semanales de tratamiento con el fin de
llevarlos a supervisión individual, y así poder
cumplir con uno de los requisitos exigidos.
Para poder cumplir con este propósito, las
diferentes asociaciones psicoanalíticas del
mundo han planteado diferentes estrategias
entre las que se destacan:
1. La publicidad: ésta se presenta como una de
las de mayor alcance y cobertura y se realiza través de la World Wide Web (Internet).
1
2. Apertura de Policlínicos dependientes de
los Institutos de psicoanálisis; para citar
unos ejemplos podemos referirnos al
Poliklinik abierto en 1920 en Berlín por
Max Eitingon, y al Ambulatorio de Viena
(1920), iniciativa de Eduard Hitschman.
En eI ámbito latinoamericano actual,
algunos de los más importantes son el
instituto Universitario de Salud Mental
de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires, el Centro de Derivación Ignacio
Matte Blanco de la Asociación Chilena de
Analistas en Formación, ACHAF, y el Centro de Intercambio de la Asociación Psicoanalítica del Uruguay.
La International Association of Psychoanalysis (IPA) no ha sido indiferente a esta
preocupación de los psicoanalistas a nivel
mundial; es así como creó el Programa para
el Desarrollo del Ejercicio Psicoanalítico y la
Capacitación, (su sigla en inglés DPTT, Development of Psychoanalytic Practice and Training), inaugurado en 2003 por Don Campbell,
entonces Secretario General de la IPA.
Uno de los principales objetivos de este
programa es el de financiar proyectos dirigidos, entre otros fines, a buscar un incremento
en el número de pacientes para psicoanálisis
mediante el establecimiento de clínicas psicoanalíticas de bajo costo, así como el desarrollo de fuentes de derivación de pacientes.
Una vez detectado el problema es indispensable que las asociaciones psicoanalíticas
planteen y desarrollen estrategias viables para
su solución; de esta manera se podrá asegurar la continuidad de nuestra disciplina.
Psicóloga, Psicoanalista en formación VII semestre IDEAL. E.mail: [email protected]
PSICOANÁLISIS XX (2); 139-140, 2008
PROMOCIÓN Y DIFUSIÓN
LILIAN MORALES1
Breve reseña histórica del inicio de la difusión del psicoanálisis
Durante los primeros años del siglo pasado las obras y conferencias de Freud en la
Universidad de Viena comenzaron a atraer la
atención de un pequeño grupo de médicos e
intelectuales; entre ellos estaba Wilhelm Stekel, médico dotado para el periodismo, quien
luego de leer La Interpretación de los sueños,
publicó un artículo al respecto en un exitoso
periódico vienés. Posteriormente, en 1902,
se puso en contacto con él para proponerle
formar un pequeño grupo dedicado a hablar
de Psicoanálisis. Freud acepta e invita a dos
médicos que solían asistir a sus conferencias,
Maz Kahane y Rudolf Reitler, además a Alfred Adler, con el objetivo de reunirse los días
miércoles para debatir sobre este tema: es así
como nace “El círculo de los miércoles”.
Stekel comenta sobre la reunión:”La primera noche hablamos de las implicaciones
psicológicas del hábito de fumar. Existía una
armonía total entre los cinco, éramos como
pioneros en una tierra recién descubierta”. En
varias ocasiones escribió en los periódicos artículos de divulgación sobre ideas psicoanalíticas. Es así, entonces, como se establece un
grupo armonioso: Freud, el Maestro; Adler, el
Socialista; Kahane, el Relajado; Reitler, el Reticente y Stekel, el Inquieto.
Dichas reuniones tenían el siguiente orden:
Uno de los asistentes presentaba un trabajo. A
los 15 minutos iniciaba el debate; la última palabra era de Freud, quien concluía y cerraba las
reuniones. Cuando cumple 50 años, en 1906,
sus alumnos le regalaron una medalla con un
1
grabado de Edipo. En ese momento había 20
integrantes, judíos casi todos. El grupo estaba
conformado por médicos, intelectuales y gente del ámbito del arte, la música, la literatura y
la edición. Existía un movimiento constante de
integrantes, cada uno de profesión diferente,
pero todos interesados en el conocimiento de
las teorías de Freud, todos con conocimiento formal de cada una de sus actividades, en
otras palabras, eran personas que tenían acceso a formación y educación.
Por otro lado, muchos de los que profesaban interés por las teorías de Freud tenían
problemas psicológicos, por lo que, además
de su iniciativa por la cultura, estaban deseosos por superar sus propios temores, síntomas e infidelidades.
Finalmente, en 1908, el círculo de los
miércoles cambió su nombre por el de Sociedad Psicoanalítica de Viena. Una vez establecidos los contactos con Europa y América,
todo se encontraba listo para la primera reunión internacional o Congreso que se celebró en Salzburgo, en el que se vio reflejada
la composición de los dos principales centros
psicoanalíticos: el mayor y predominantemente judío, la Sociedad de Viena, que incluía
la mitad de los asistentes, y el suizo, del que
Jung era su miembro más destacado.
En 1909, Freud y Jung recibieron una invitación del psicólogo estadoudinense G. Stanley Hall para pronunciar unas conferencias en
la Clark University de Worcester, Massachusetts. Un elemento que a Freud le preocupaba
Médico–Residente en Psiquiatría, Psicoanalista en formación, IV semestre, IDEAL. E-mail: [email protected]
140
LILIAN MORALES
era que la mayoría de sus seguidores eran de
origen judío y era ésta una de las razones por
las cuales encargó a Brill y Jones para iniciar
sociedades en el Nuevo Mundo, el cual tenía
en el momento poca influencia de una cultura judía. Brill fundó, entonces, la de Nueva
York y Jones la Sociedad Psicoanalítica Americana, ambas en 1911.
Pero volvamos un poco sobre el aspecto de
la cultura judía para lograr entender un poco
mejor su influencia sobre el Psicoanálisis. Debido a persecuciones de orden religioso, para
los años de 1870 y 1890 tuvieron lugar grandes migraciones de un pueblo, los Ezkenazies,
quienes llegaron a Europa, principalmente.
Aunque sus actividades primordiales eran el
comercio, la joyería, y otros eran banqueros,
todos estaban deseosos del conocimiento de
la cultura. Las raíces de Sigmund Freud provienen de éste pueblo. Las migraciones de postguerra, en cambio, fueron principalmente hacia países en el Nuevo Mundo. De ahí que las
comunidades judías significativas en América
se encuentren en Nueva York y Buenos Aires.
La distribución de las migraciones primero se
vio influenciada por situaciones económicas,
pues Argentina era en el momento la séptima
potencia mundial y de este modo ofrecía mayor seguridad y futuro para estas familias. Por
otro lado como era más fácil moverse si se
tenía constancia de estudios o de formación
cultural, algunos de éstos llegaron a Estados
Unidos. El resto migra a diferentes países en
centro y norte de Sur América, y eran todos
aquellos que tenían actividades de orden comercial y no una educación formal.
Una cuarta parte de la comunidad Freudiana llegó a Gran Bretaña como consecuencia de este movimiento migratorio; poco menos de las tres cuartas partes se instaló en
los Estados Unidos, y la minoría restante en
Sudamérica (Argentina-Brasil). Esto tuvo tres
consecuencias: el refuerzo del poder de la IPA,
el estallido del freudismo en varias corrientes
(con las escisiones), y el fin del predominio de
la lengua alemana, que fue reemplazada por
el inglés. Por tanto, la aceptación o rechazo
del Psicoanálisis no puede explicarse solamente por los obstáculos mentales o culturales, sino, además, por el contexto histórico
en el que se desarrolló.
En la actualidad nos encontramos tan
influenciados por la globalización, que el desarrollo de los medios de comunicación nos
permiten disminuir los obstáculos propios de
la distancia. Entre estos encontramos Internet,
muy bien implementados tanto por la Asociación Psicoanalítica Internacional (IPA), como
por la Federación Psicoanalítica de América
Latina (FEPAL), entre otras, logrando conectar
asociaciones, institutos y sociedades psicoanalíticas de Latinoamérica con el resto del mundo.
Pero aún así no somos muchos los candidatos en formación psicoanalítica, ni muchos las
psicoanalistas en estas latitudes centroamericanas, ni del norte de Sur América. Con lo cual
podemos pensar que primero hay que conocer
bien este síntoma para llegar a la causa.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
RABBI J. TELUSHKIN, Jewish Literacy, The most important things to know about the jewish religión,
its people, and its history, William Morrow and
Company, INC, NY, pág. 227-254 y 345-360.
FREUD, S., Freud Total 1.0; (CD–ROM), Ediciones
Nueva Hélade, 1995.
LOUIS BREGER, Freud el genio y sus sombras
(Freud Darkness in the Midst of Vision), Traducción de Mercé Diago y Abel Debrito, 1ª
edición octubre 2001, Ediciones B Argentina,
S. A., Capítulos 13,14 y 17.
Páginas consultadas en Internet:
• http://www.fepal.org/
• http://www.ipa.org.uk/default.aspx
• http://www.asociacionpsicoanaliticacolombiana.org.co/
• http://www.socolpsi.org/inicio.php
PSICOANÁLISIS XX (2); 141-144, 2008
IDENTIDAD Y CRISIS DEL ANALISTA EN FORMACIÓN
BETTY ACOSTA ZULETA1
El día 24 de septiembre del 2008, a las
8.30 de la mañana, se dio inicio al Congreso
de la Organización de Candidatos de América
Latina ((OCAL)), con el tema “Persona y presencia del analista en formación”; previo al
congreso de la Federación Psicoanalítica de
América Latina (FEPAL), “Persona y presencia
del analista”, que se realizaría en los días 25,
26 y 27, ambos en Santiago de Chile. Mi interés en asistir a este pre-congreso, estuvo
motivado por mi propio proceso de formación, en el cual llevo ya siete semestres.2
Cuando inicié mi formación como analista, llevaba ya un largo tiempo de ejercicio de
la Psicología Clínica en mi consultorio particular; tenía conocimientos previos adquiridos en otras especialidades, la más importante para mí el Psicodrama, que me habían
permitido implementar una forma especial
de enfrentar los problemas que llevaban mis
pacientes. 20 años atrás había estudiado, por
dos años, el Psicoanálisis Lacaniano en un
grupo formativo; aunque la visión freudiana
aprendida en aquella época complementaba
mi proceso, sentía que me faltaba una estructuración seria en Psicoanálisis; es así como,
en el año 2003, ingresé a un postgrado en
Psicología Clínica y Psicoterapia de orientación Psicoanalítica, pero, al término de dicha
especialización, descubrí que ésta no hizo
1
2
3
más que crearme la necesidad de entrar a
formarme seriamente como Psicoanalista, lo
que implicaba adquirir una nueva identidad,
pues ser una analista en formación, una candidata, era prepararme para asumir un nuevo
rol, el cual, debido a sus características, hacía
que yo, como terapeuta-persona, también me
convirtiera en un instrumento para entender
los problemas que me llevaban los pacientes.
Es así como, a partir de mi análisis personal,
surgió la idea de iniciar ese camino, ingresar
en él y empezar a asistir a seminarios, recibir
la supervisión colectiva, y una vez cumplidos
los requisitos, empezar la supervisión individual; se abrió para mí la posibilidad de ser
Psicoanalista.
No ha sido fácil el proceso de volver a
ubicarme como alumna para recibir conocimientos nuevos, ya que había sido profesora
y algunos de mis profesores habían sido mis
alumnos;3 como consecuencia, de ser objeto
de transferencia (de mis pacientes), me volví
sujeto de ella. Los profesores de los seminarios nos llevaban de una teoría a otra, se
hablaba desde lo clínico y desde lo teórico,
pero siempre tratando de rescatar la vivencia
del analista, lo que me implicaba dejar el rol
de terapeuta tradicional, en el que, a pesar
de mis conocimientos previos, no trabajaba
la transferencia de manera sistemática, sino
Psicóloga. Psicoanalista en formación, VIII semestre, IDEAL. E.mail: [email protected]
“Cuando nos identificamos con la teoría psicoanalítica y buscamos un lugar para profundizar nuestro conocimiento,
estamos también buscando un lugar para que entendamos nuestra existencia, lugar este que legitima esta búsqueda
y esta comprensión por el análisis personal que se tiene en este modelo como una de las piernas del trípode de la
formación.” (María Teresa Silva, 2008)
Para Cirio (2007), citado por Amelia Casas de la APP (2008), embarcarse en un entrenamiento de alto nivel como el
entrenamiento analítico, nos hace vulnerables; por ello debemos ser capaces de renunciar a muchas de las seguridades
ya ganadas para acceder a esta nueva identidad.
142
BETTY ACOSTA ZULETA
que la aplicaba desde lo teórico, pues en
algunos momentos en las sesiones con los
pacientes podía percibirla y hasta intentaba
trabajarla.4
El ser ahora sujeto de la transferencia ha
representado para mí todo un proceso de
aprendizaje; operativizar la contratransferencia como respuesta a la transferencia del
paciente, me creó la necesidad no sólo de leer
sino de aprender más, dado que lo teórico es
un campo en el cual únicamente se puede
poner distancia, y ahora se me imponía integrar la vivencia con lo emocional.
Los cambios más importantes en la vida
del paciente se dan en la relación con el
analista, en la que repiten su relación con el
mundo exterior; los postulados tradicionales
de vivencias traumáticas en el pasado, empiezan a cambiar en mi nuevo enfoque, pues
no todos han sufrido vivencias traumáticas,
sino que existen falsos recuerdos que encubren núcleos de conflicto. Como esto es
nuevo para mí, empiezo a integrar la teoría
del trauma (que venía utilizando) con nuevos
aportes teóricos provenientes del psicoanálisis, pues se complementan unos a otros y
esto hace que empiece a ampliar mi visión
terapéutica; en efecto, ahora entran a jugar
en el espacio terapéutico con mis pacientes la identificación y contra-identificación
proyectiva, el acting in y el acting out, tanto
4
del paciente como el mío, el trabajar de lo
superficial a lo profundo, y del impulso a la
defensa contra éste.
En mi trabajo aislado paso, de ver 30
pacientes diarios, a un máximo de 10; unos
empiezan análisis, pero encuentro que algunos de ellos no son analizables; otros dejan el
tratamiento por temor a depender demasiado de mí. En este aspecto, anteriormente me
permitía cómodamente dejar que el paciente
se fuera, pues estaba presente mi miedo a
depender de ellos; pero ahora empiezo a incluirme en el vínculo terapéutico de una manera diferente. El narcisismo propio de quien
trabaja solo, y es requerido con frecuencia,
me crea conflictos para llevar mis pacientes
y ser supervisados; en mi trabajo en solitario quería ser acompañada por otros que me
dieran otra mirada y me mostraran lo que yo
no veía, mis puntos ciegos, los que gracias a
estar en análisis personal ahora podían ser
trabajados; pero, a la vez, era duro para mí
dejar que otros entraran y espiaran mi trabajo en el consultorio.
Además, empiezo a llevar material a Supervisión Colectiva y a mostrar mi antiguo
modelo; allí se me hizo notar que hacía
muchas preguntas, muchas intervenciones,
y me aconsejaron esperar, no actuar como
“psicoterapeuta”, quien, como me dijo el Dr.
Fabio Eslava en la entrevista para mi ingreso,
El desarrollo de la identidad psicoanalítica es un concepto complejo en cuya génesis intervienen numerosos determinantes, que incluyen:
1. El proceso a través del cual un candidato incorpora partes de su analista, introyecta la función analítica; esto hace
que el análisis personal pueda continuar por el resto de la vida del analizando como una operación autónoma y cuasiautomatizada, ahora ya sin la presencia física del analista.
2. Una serie de identificaciones parciales, tanto funcionales como personales, con los supervisores con quienes trabajó
algunos casos en su formación como psicoanalista.
3. Identificación con algunos de los profesores con los que compartió la discusión de los seminarios.
4. Identificación con líderes formales, sea por representar una forma prototípica de pensamiento teórico-clínico, por
representar una postura ideológica, o por ser representantes de una línea político-administrativa en el ejercicio del
poder dentro de la institución psicoanalítica.
5. Un proceso de asimilación final, sedimento de todas las anteriores, en la que se combina algo tan concreto como la
identificación con la persona de Freud, y algo tan abstracto como el asumir una personalidad que incluye un proyecto
de vida profesional centrado en el ser psicoanalista. ( Asociación Mexicana de Psicoanálisis).
IDENTIDAD Y CRISIS DEL ANALISTA EN FORMACIÓN
“dispara y dispara; aquí hay que esperar para
poder interpretar; el material del paciente es
fundamental para las intervenciones”; lentamente aprendo lo que en mi supervisión
individual me señala el Dr. Mario González:
“La forma de llegar al inconsciente del paciente es usando sus propias palabras”; tenía
que renunciar a mi propio discurso, el cual
era oído y acatado por mis pacientes de psicoterapia. Debía renunciar a ser el Sujeto del
Supuesto Saber (Lacan), para entrar a usar el
discurso del paciente, a integrarlo a través
del sentimiento, y a luchar a la vez contra sus
intelectualizaciones y las mías.
Empiezo a ver en la Supervisión individual, cómo el paciente va creciendo, y cómo
ante un viaje mío regresa a la niñez y necesita ser controlado a causa de sus miedos a
la muerte y a la desintegración. Todo esto a
la vez que en los seminarios se profundiza
en un nuevo modelo de la psicología del self,
después de pasar por la escuela clásica, la
Kleiniana y otras Escuelas Psicoanalíticas. Yo
también voy creciendo como analista, pero a
la vez quiero mantener mi status, de psicoterapeuta, a lo que el Dr. Mario González me
dice, “tienes dos herramientas de trabajo que
hay que utilizar, los señalamientos, confrontaciones, y aclaraciones también son terapéuticas”; así que empiezo a aprender a utilizar las dos herramientas, no a excluir la una
por la otra, sino a integrarlas en mi trabajo
clínico. A algunos pacientes, analizables para
mí, y que estaban en psicoterapia les sugiero
entrar en psicoanálisis, lo que unos aceptan
pero otros declinan; los que deciden iniciar el
5
143
análisis empiezan a mejorar, pero también a
regresionar.
Debido a mis años de trabajo solitario
como psicoterapeuta, y mi tendencia a mantener patrones fijos en el tratamiento, se genera
en mí una crisis, ¿Será que yo sí podré adquirir
mi nueva identidad como analista? Era más fácil claudicar, dejar de insistir en un tratamiento
que a todas luces asustaba a mis pacientes y
de paso a mí misma.5 Pero, ¿el psicoanálisis
está en crisis? No hay pacientes para análisis,
la mayoría de los analistas, dicen mis profesores, tienen más pacientes en psicoterapia, y
mis compañeros de formación enfrentan dificultades para tener pacientes en Supervisión.
Si bien mi modelo teórico siempre había
sido un tanto Freudiano, pues buscaba las raíces del problema actual en la infancia, utilizaba
el “Aquí y Ahora”, traído desde el psicodrama;
esta técnica empieza a ser nombrada en los seminarios, pero era un “Aquí y Ahora “desde el
psicoanálisis, y la resolución de los conflictos se
daba en la relación conmigo: la teoría de Moreno se integraba así con la teoría psicoanalítica.
Es así como decido ir a Chile. A finales del
año pasado me había llegado información
sobre el Congreso de la FEPAL, en Santiago
de Chile, y me pareció que era importante
para mí como analista en formación, conocer
de cerca la crisis del psicoanálisis en America
Latina, ver cómo trabajaban los analistas de
nuestros países, y saber sí aún habían personas interesadas en aprender y trabajar con
esta disciplina.
Arribo a Santiago el 23 de septiembre,
después de cinco horas y media de vuelo; ha-
“ Para muchos candidatos, ser psicoanalista nos significa un ideal por alcanzar, que tal vez se encuentre poco encarnado
en nuestra propia persona; esto sucede al inicio de la formación y, por tanto, requiere de un largo camino de apropiación,
de ir armando una identidad, propuesta que será necesario recorrer, aunque no esté exenta de dificultades. Sostener las
ansiedades relacionadas a esa identidad en formación, resulta a los candidatos todo un desafío: requiere una actitud
paciente, de espera, tolerar incertidumbres, no saber, conduciendo por momentos al desaliento. Construir una identidad
implica un camino que no es lineal, envuelve un trabajo de re-elaboración, replanteamiento de viejas estructuras, a
partir de lo cual irá surgiendo lo nuevo, y así sucesivamente en un trabajo continuo durante nuestra vida futura como
psicoanalistas” (Patricia Natalevich 2008).
144
BETTY ACOSTA ZULETA
bía viajado sola, o al menos sin compañía, así
que voy sin conocer a nadie. Llego a mi hotel
y me informo de cómo ir al Hotel Sheraton,
sitio del Congreso, y encuentro que queda
pasando el puente, tras atravesar el río, a 15
minutos a pie desde mi hotel. La chilena es
gente amable, muy hospitalaria, y Santiago
es una ciudad moderna, con amplias avenidas, túneles, Metro, etc.
Al día siguiente, a las ocho de la mañana,
llego al evento; hay gran cantidad de gente inscribiéndose, pero como yo ya me he
inscrito, pido mi escarapela y me la pongo;
también me dan el Programa, y empiezo a
buscar a la Presidenta de la OCAL con la cual
me había contactado varias veces por Internet, y quien amablemente me había inscrito
como candidata, gracias a lo cual pagué 40
dólares menos; pregunto por ella y me dicen quién es: una mujer joven y cálida me
saluda amablemente, pero es requerida por
gran cantidad de personas. Se inaugura el
Pre-congreso, con los 100 inscritos que fuimos a Chile de los casi 1000 candidatos que
hay en America Latina; mi pregunta empieza
a ser respondida: no hay pocos candidatos,
más bien hay muchos; gente que como yo
cree en el psicoanálisis y entra en la aventura de formarse; personas de muchas edades,
jóvenes, de edad media y gente madura con
experiencia clínica como yo.
Empiezan las ponencias de los candidatos de Brasil, Uruguay, Perú, Chile, Argentina,
México, todas ellas de alto perfil, y me llama
la atención su gran amor por el psicoanálisis;
cada ponencia es recibida con agrado y aprobación por cada uno de nosotros; ya en la
tarde asisto a supervisiones cruzadas. Supervisan a candidatos de Argentina, Perú, Brasil,
México, Chile y Colombia.
El Congreso de la FEPAL, se inicia al día
siguiente, con1.500 inscritos; mucha gente
interesada en esta disciplina. Me vuelvo a
preguntar sobre la Crisis en el Psicoanálisis, y
me respondo que debe ser como la mía, debe
ser personal de cada analista. En cada una
de las ponencias se rescata el trabajo con la
contra-transferencia, aprendo, comparto y
conozco a analistas de gran experiencia.
El Dr. Horacio Etchegoyen, es aclamado
en la ceremonia de instalación, inaugura el
Congreso el Presidente de la IPA; después
asisto a un Taller de Investigación dictado
por el Profesor Horst Kächele. Más adelante, Hugo Bleichmar y Enrique Núñez Jasso,
hablan sobre “La persona y presencia del
analista”. También se tratan múltiples ejes
temáticos como Familia y pareja, Cultura y
comunidad, Investigación y teoría, Persona y
presencia, Identidad analítica, Niños y adolescentes, Clínica, Universidad y formación
psicoanalítica, Derechos Humanos, Género y
sexualidad, y Neurociencias:
En la ceremonia de cierre, concluyen que
el Psicoanálisis está saliendo de su Crisis. Regreso a Colombia, con el convencimiento de
que superarla depende de cada analista.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
CASAS. Amelia, El Analista en Formación, en “Revista de Psicoanálisis OCAL”, Número 9 Septiembre 2008, página 31.
NATALEVICH Patricia, Vicisitudes en la construcción de una identidad analítica, entre lo propio
y lo ajeno, en Revista de Psicoanálisis OCAL,
Número 9, Septiembre 2008, Página 11.
ROCABERT, Juan Vives, La identidad psicoanalítica. Algunas consideraciones institucionales,
Documento consultado en la WEB, Asociación
Psicoanalítica Mexicana.
SILVA, María Teresa, La persona del Analista en formación (una reflexión a partir del documental
Santiago), en Revista de Psicoanálisis, OCAL,
Número 9, Septiembre 2008, página 101.
RESEÑAS
PSICOANÁLISIS XX (2); 147-149, 2008
VIII CONGRESO INTERNACIONAL DE OBSERVACIÓN
DE LACTANTES MÉTODO ESTHER BICK
EL DESPERTAR DE LA VIDA MENTAL EN EL ENCUENTRO
CON EL MUNDO EXTERNO
Buenos Aires, Argentina, agosto 21, 22 y 23 de 2008.
El Congreso estuvo organizado por una alianza estratégica entre:
ASOCIACIÓN PSICOANALÍTICA ARGENTINA APA
ASOCIACIÓN PSICOANALÍTICA DE BUENOS AIRES APdeBA
FUNDACIÓN KAMALA
HILDA BOTERO C.
De todos los continentes acudieron a una
cita más, muchos de los Psicoanalistas o Psicólogos comprometidos con la Observación de
Bebés. El comité organizador estuvo conformado por: Dra. Graciela Abdala, Dra. Liliana Berta,
Dra. Claudia Borensztejn, Lic. Mónica Cardenal,
Lic. Violeta Fernández, Lic. Josefina Finzi, Dra.
Silvia Neborak, Dra. Clara Nemas
Como asesores: Dra. Virginia Ungar, APdeBA – Coordinadora del Comité de Psicoanálisis
de Niños y Adolescentes de la API (COCAP); Dr.
Primitivo Gómez, Director del Departamento de
Niños y Adolescentes de APA y Miembro de COCAP, por Latinoamérica
Los formadores en Observación de Bebés
asistimos al pre-congreso el 21 de agosto en el
cual se discutió y analizó en el material, la técnica y el método, su desarrollo e implementación. Francia y Argentina presentaron material,
y discutieron Brasil y Gran Bretaña.
Principales expositores en reuniones Plenarias:
Presenta Margareth Rustin, Londres, Simona Nissim, Italia.
Presenta Manjari Keswani, Bombay, Virginia Ungar, Argentina.
Presenta Didier Houzel, Francia, Jeanne Magagna, Gran Bretaña.
Presenta Meg Harris Williams, Gran Bretaña
Presenta Solange Camauër, Argentina
Presentan Michael Rustin, Gran Bretaña,
Marina Altman Uruguay
Investigación:
Supervisión Virginia Ungar Argentina. Supervisiones Colectivas de Material de Observación.
Se presentaron más de 50 Trabajos Libres en
sesiones simultáneas. En cada una de ellas se
expuso magistralmente y fueron luego debatidas y analizadas por los asistentes en cada una
de las mesas de discusión. De todos estos temas
podríamos resaltar:
• Alicia Beatriz Dorado de Lisondo (Brasil)
Observación de bebés. Método de observación de bebés de Esther Bick. Evolución y
transformación con las contribuciones de
W. R. Bion y Donald Meltzer.
• Hilda Botero C. (Colombia) Un continente
para un contenido. Acción alfa del continente.
• Vanesa González Rizzo Krasniansky (México) Surge un nuevo cuerpo: la relación continente-contenido desde la Observación de
Bebés. Enlaces.
• Savy McKenzie Smith (Gran Bretaña) Observación de gente de edad. Un estudio aplicado utilizando la técnica de observación de
bebés de Esther Bick./ Observational study
of the elderly (An Applied Study utilizing
Esther Bick’s Infant Observation Technique)
148
RESEÑAS
• Dra. Graciela Ball y Lic. Andrea Austa (Argentina) Un paso adelante en el método Esther
Bick: su inserción en la carrera de puericultura
para prevención perinatal a nivel comunitario.
• Leandro Stitzman (Argentina) Momentos
en el albor de una mente. Hacia un modelo
del nacimiento mental.
• Nara Amália Caron y grupo (Brasil) - El
bebé y sus majestades: algunas reflexiones
sobre el desamparo humano.
• Miriam Botbol Acreche (España) Bebé
¿Bienvenido al mundo?
• Hilda Botero, Carmen Córdoba, José Cuellar,
andrea Guido, Carolina Alonso (Colombia)
Cambios del clima emocional en la atmósfera
familiar. Un clima que Felipe no logra regular.
• Deborah Blessing y Karen Block (E.E. U.U)
Sewing on a shadow: acquiring dimensionality in a participant-observation. / Cosiendo una sombra. Adquiriendo tridimensionalidad en una observación participante.
• Jeanne Magagna y Becky Bailey (Gran
Bretaña) Comprehending with compassion
and its influence on being with grief alone. /
Comprender con compasión y su influencia
en la posibilidad de tolerar el dolor a solas.
• Mariângela Mendes de Almeida, Lilian
Finkelstein, Nathalia Teixeira Caldas (Brasil) Psychoanalytic observation and resonante within the supervision group.
• Rosella Sandri (Bélgica) L´observation Dans
la situation analytique / La utilidad de la
observación del bebé en el trabajo psicoanalítico con pacientes adultos.
Adriana Ribas, Lea Lubianca Thorman,
Nara Amalia Caron (Brasil) Transferencia:
transitando de la Observación de Bebés a la
clínica psicoanalítica.
• Régine Prat. Atelier Marie Cossart, Sophie Gariel-Bataille (Francia) La précarité
psychique.
• M. Clotilde Juárez-Hernández (México)
Dificultades en el amamantamiento de un
infante con síndrome de Down.
Todos los trabajos libres se reunieron en
dos publicaciones exclusivas para el Congreso.
10 Workshops simultáneos presentaron temas importantes de la aplicación de la Observación de Bebés en diferentes ámbitos.
Asistí al congreso con tres ponencias:
1. Un Continente para un Contenido. Acción
Alfa del Continente, presentado también en
febrero de 2008 en el Congreso de Bion en
Roma. La observación de una bebita canguro y sus vicisitudes con la alimentación.
2. Cambios del clima emocional en la atmósfera familiar. Un clima que Felipe no logra
regular. Las dificultades, para un bebé, de
mantener un clima emocional familiar, y
recurre entonces a la somatización para comunicar sus estados emocionales. Trabajo
realizado por el Grupo de Observación que
dirijo hace varios años.
3. Emociones en la URN. Un Modelo de Atención Integral Físico-Emocional en la Unidad
de Recién Nacidos. Este último fue el tema
de un Workshop, se refiere al trabajo de
atención emocional realizado en la Unidad
de Recién Nacidos del Hospital San Ignacio en la ciudad de Bogotá. Esta experiencia despertó enorme interés y entusiasmo,
surgieron muchas inquietudes y contactos
para futuras discusiones.
Las experiencias de Observación compartidas por tantas latitudes afianzan cada vez más
el método de Observación de Bebés Esther Bick,
como una oportunidad para el trabajo clínico
e investigativo. Se hace evidente cómo el método está desarrollándose en todos los países
del mundo con una acogida abrumadora, lo que
exige una constante vigilancia y revisión de sus
aplicaciones y descubrimientos. El método en
sí mismo y sus aplicaciones realizan la función
contenedora y de pensamiento de las emociones desde el primer momento en que el ser humano entra en acción en el mundo.
RESEÑAS
Los congresos de Observación de Bebés
se realizan cada dos años, intercalando un
Encuentro Internacional de Formadores y un
Congreso Internacional del Método y sus Apli-
149
caciones. El próximo Encuentro de Formadores
será en Ciudad de Méjico en 2010 y el próximo
Congreso Internacional, en Senegal en 2012.
XXVII CONGRESO LATINOAMERICANO DE PSICOANÁLISIS
“PERSONA Y PRESENCIA DEL ANALISTA”
Santiago de Chile - Chile, 25 al 27 de septiembre 2008
BETTY ACOSTA ZULETA
El congreso “Persona y presencia del analista”, nombre que llevaba en sí mismo la pregunta por el quehacer del Psicoanalista, y bajo el
cual se desarrollaron los múltiples ejes temáticos (Niños y adolescentes; Derechos humanos;
Familia y pareja; Género y sexualidad; Clínica,
Psicoanálisis y Neurociencias); tuvo la finalidad
de mostrar la tarea del analista en Latinoamérica, cursos sobre los diferentes desarrollos del
Psicoanálisis en nuestra región, que mostraron
el acervo del trabajo e inquietudes del quehacer
del analista. Personalidades como Horacio Etchegoyen, Hugo Bleimar, Sonia Abadi, Roberto
Jordan y otros, muestran desde diversas perspectivas cómo la Contra-transferencia cada vez
más es uno de los instrumentos fundamentales
de la técnica. La visión crítica de la teoría y los
aportes para una mejor implementación de la
misma fue uno de los aspectos que más llamaron mi atención, debido a la necesidad del analista de ingresar a nuevos desarrollos, tomando
en cuenta los cambios que se van dando a nivel
global, que planteaban intentos teóricos nuevos en los cuales se incluía el concepto de red
para hablar de la comunicación entre analista
y paciente; además, la lectura del cuerpo en la
sesión analítica, en especial el del analista, y su
participación en el trabajo clínico y lo que éste
tiene que decir sobre el tópico de los derechos
humanos, etc.
La Investigación en Psicoanálisis, taller dictado por el Profesor Horst Kächele, y al cual
asistí, me permitió conocer aplicaciones metodológicas, concluyendo que así como la práctica
del psicoanálisis es un arte también en sentido
investigativo es una ciencia.
III SIMPOSIO DE PSICOLOGÍA PERINATAL
Clínica Colsanitas
“Vínculo Afectivo: Los lazos que nos unen”
Bogotá, Noviembre 21 y 22 de 2008. Hotel Cosmos 100
HILDA BOTERO C.
La Psicología Perinatal, cada vez más, es
un campo que se impone en su necesidad de
comprender la integración del mundo físicoemocional del bebé que llega al mundo. Hace
tres años comenzó, en el marco del Congreso de Perinatología de Colsánitas, un espacio dedicado a la vida emocional del bebé
intrauterino y del recién nacido. El último
150
RESEÑAS
encuentro, el tercero, con mayor autonomía
y con tiempo y espacio propios para su desarrollo, se llevó a cabo en el Hotel Cosmos, en
Bogotá. Contó con una nutrida asistencia de
ésta y otras ciudades de Colombia.
Los siguientes fueron los temas tratados
durante toda la jornada:
Como invitada Internacional la Licenciada Gabriela Muniagurría, quien compartió
su vasta experiencia en trabajo con padres
con sus bebés hospitalizados en el Sanatorio Mitre Buenos Aires.
- Óbito fetal y muerte neonatal: Cómo
ayudar desde el apego.
- Padres en la UCIN y los equipos de
salud: Los lazos afectivos
- Taller de masajes al recién nacido y
diseño de programas de atención en Unidades de Recién Nacidos.
Los temas que se presentaron durante la
jornada del Simposio abarcaron interesantes
y sensibles exposiciones a cargo de profesionales comprometidas con pensar sobre la
vida mental y trabajar para lograr un mejor
desarrollo psíquico, como respuesta a unas
mejores relaciones padres-hijos. Las conferencias que se llevaron a cabo abordaron los
siguientes temas:
Relaciones Primarias y Vínculo Afectivo: La Historia: Dra. Hilda Botero C.
Infertilidad: Cuando desear un hijo no
es suficiente: Dra. Adriana Chaves
Maternidad y Paternidad Adolescente
Necesidad de una Matriz de Apoyo: Dra.
Hilda Botero C.
Interrupción Voluntaria del Embarazo y
Objeción de Conciencia: Marco Legal:
Dra. Ana Maria de Brigard
Prematurez y Programa Canguro: Vínculo Temprano: Dra. Paola Suárez
Patología Vincular: Dra. Myriam Alarcón
de Soler
Diagnóstico prenatal de anomalías e Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE):
Cómo participa el Apego: Dra. Sandra Zorro
Adopción: El vínculo más allá de lo
biológico Dra. Adriana Chaves
Cuando papá no está. La ausencia del
padre como un factor generador de violencia: Dra. Hilda Botero C.
Sensibilidad Materna: Organizador de la
seguridad vincular. Dra. Sandra Juliana Plata
Secretos familiares y su impacto en los
vínculos: Dra. Myriam Alarcón de Soler
El Psicoanálisis ha tenido importante representación en estos eventos, desde sus
inicios, con ponencias todas ellas dedicadas
a la experiencia de abordar la emocionalidad
de la madre, el padre y el bebé durante la
gestación, el parto y las primeras relaciones
padres-hijos. Sus intervenciones se llevan
a cabo en el marco de los desarrollos más
recientes en la actividad psicoanalítica, el
Psicoanálisis de bebés, por ejemplo, la Observación de Bebés en Unidades de Cuidado
Neonatal, y las intervenciones terapéuticas a
grupos de madres y padres con bebés prematuros y hospitalizados.
La realización del Simposio cumplió con
las expectativas respecto a una nutrida asistencia, y sobretodo, a la discusión y compromiso con los temas tratados.
NOTAS
PSICOANÁLISIS XX (2); 153-160, 2008
PRESENTACIÓN Y LANZAMIENTO
PRESENTACIÓN REVISTA PSICOANÁLISIS Nueva época
El sábado 18 de octubre de 2008, en el
auditorio Henry García Escobar de la Clínica Montserrat en Bogotá, se llevó a cabo la
presentación de Psicoanálisis, Revista de la
Asociación Psicoanalítica Colombiana, en su
nueva estructura, ajustándose a los requerimientos de Colciencias para su ingreso al
Índice Internacional de Publicaciones Científicas, sistema Publindex. El acto se llevó a
cabo desde las 11:40 a.m. y asistieron varios
miembros de la Asociación, además de algunos invitados al evento.
El programa se inició con unas palabras
de la Directora de la APC, Dra. Aura Victoria
Carrascal; continuó con la Presentación de
los artículos elegidos para este número, por
parte de la Editora, Dra. Hilda Botero C., quien
además explicó las novedades y expectativas
de la nueva estructura de la publicación.
Dra. Aura V. Carrascal
la Sociedad Brasilera de Psicoanálisis, de Río
de Janeiro.
Seguidamente, la Dra. Luz Stella Núñez,
presentó el trabajo “Cuando papá no está. La
ausencia del padre como un factor generador
Dr. Fabio Eslava C.
Dra. Luz Stella Núñez
El Dr. Fabio Eslava C., presentó “El Fanatismo, una perversión del Narcisismo”, del Dr.
Rogeli Armengol, de la Asociación Española
de Psicoanálisis.
La Dra. Aura V. Carrascal, presentó “Rumbo a la Subjetivación. Lo esencial en la atención al adolescente”, del Dr. Sergio Nick, de
de violencia”, de la Dra. Hilda Botero C. de la
APC.
Para finalizar el evento, la Dirección de la
Revista ofreció una Copa de Vino a los asistentes, a la vez que los invitó a participar activamente, con sus aportes intelectuales, en
esta nueva etapa de la publicación.
NOTAS
154
LANZAMIENTO DEL LIBRO SENTIMIENTOS, EMOCIONES,
PASIONES Y SÍNTOMAS DEL DOCTOR ISMAIL YILDIZ
El 18 de octubre de 2008, en el marco
del lanzamiento de la nueva estructura de
la Revista Psicoanálisis, y el Encuentro de
Candidatos del IDEAL, se presentó el Libro
del Dr. Ismail Yildiz, Psicoanalista de la Asociación Psicoanalítica Colombiana, titulado
Sentimientos, Emociones, Pasiones y Síntomas. Estudios Psicoanalíticos y aplicación a
un caso clínico. El Dr. Mario González pronunció las siguientes palabras.
Felicito a los candidatos del Instituto de
Enseñanza de la Asociación Psicoanalítica
Colombiana por su excelente presentación
sobre los aspectos más prominentes de las
dificultades en el ejercicio del Psicoanálisis; a
la doctora Hilda Botero por el éxito editorial
de la remozada revista de la Asociación; y al
doctor Yildiz por la presentación de su libro.
Me honra la distinción que se me ha hecho
para referirme en esta ocasión a esa importante obra.
Con la aparición del libro Sentimientos,
emociones, pasiones y síntomas, el doctor
Ismail Yildiz se consagra como el Psicoanalista serio, dedicado y creativo que todos
conocemos desde su ingreso a la Asociación
Psicoanalítica Colombiana. Esta obra me ha
inspirado profundas reflexiones, tanto teóricas como clínicas, las cuales me gustaría
compartir con los colegas, en profundidad
y con suficiente disponibilidad de tiempo,
en ocasión más propicia. En consecuencia,
le solicito a la doctora Aura Victoria Carrascal, presidenta de la Asociación, que incluya
en la programación de este año un evento
académico convocado específicamente para
Dr. Ismail Yildiz. APC.
Dr. Mario González V. APC
este fin. La presentación de hoy, enmarcada
en el ámbito social, no se ubica en el nivel
científico, como es obvio, pero eso no impide
que me refiera a ciertas particularidades que
deseo destacar. Entre éstas, a la vocación del
autor por hacer “anotaciones personales” de
cuanto conocimiento psicoanalítico se encuentre.
Es así como en el prólogo dice con claridad: “Anoté mis consideraciones personales sobre las teorías de varios autores en sus
partes respectivas y mis consideraciones más
generales sobre las teorías de afectos y síntomas”.
Al leer el párrafo anterior recordé de inmediato un concepto que Greemson expresó en
NOTAS
la introducción de su libro Técnica y práctica
del psicoanálisis, en 1976. Escribió el destacado psicoanalista: “Tengo la impresión de
que es muy peligroso permitir que se transmitan de palabra ambigüedades, divergencias
y desviaciones de analista a analizando, de
analista supervisor a candidato y de colega a
colega en discusiones privadas sin ser debidamente anotadas y reconocidas por lo que
son en realidad” (cursivas mías). Esta coinci-
155
dencia, por sí sola, coloca el libro del doctor
Yildiz entre las obras de psicoanálisis que dan
fe de la labor concienzuda del científico y que
aseguran el proceso riguroso que debe seguir
la ciencia que todos compartimos en la Asociación Psicoanalítica Colombiana. Razones
más que suficientes para recomendar no sólo
la lectura de la obra, sino fundamentalmente
su estudio concienzudo.
El Instituto de Enseñanza Arturo Lizarazo (IDEAL)
de la Asociación Psicoanalítica Colombiana (APC)
Ofrece:
Formación completa como Psicoanalista
a médicos, psiquiatras y psicólogos.
Encuentre toda la información llamando
al teléfono 522 7627.
A partir de mayo, visite nuestra página web actualizada
www.asociacionpsicoanaliticacolombiana.org.co
La Asociación Psicoanalítica Colombiana
(APC)
y el Instituto de Enseñanza Arturo Lizarazo
(IDEAL)
proporcionan tratamiento psicoanalítico
a un costo reducido.
Contáctenos para información completa
Teléfono 522 7627 o a partir de mayo
www.asociacionpsicoanaliticacolombiana.org.co
NOTAS
157
ACTIVIDADES INSTITUCIONALES 2009
ASOCIACIÓN PSICOANALÍTICA COLOMBIANA
PROGRAMACIÓN DE ACTIVIDADES ACADÉMICAS
FECHA
Feb. 7/09
Mar.07/09
Mar.21/09
ACTIVIDAD
PONENTE
Preparación a la presentación del Trabajo del Instituto de Enseñanza de Psicoanálisis
Dr. Gabbard
IDEAL
Terminación del análisis
Presentación del trabajo
“Terminación del Análisis”
Elaboración sobre la conferencia del Dr. Glen
Mar.28/09
O. Gabbard.
Presentación Material Clínico
Abr.18/09
En torno al hombre de las ratas
VIII Encuentro de Intercambio Regional
May.8-9/09
Congreso de Niños y Adolescentes
Congreso Psicoanálisis de Niños:
Jun.06/09 Caso Juanito
Congreso Investigación Convergencias
y Divergencias Resultados y otros
Jul.04/09 Encuentro de Didactas
Ago.01/09 Presentación Material Clínico
Ago.22/09 Integración del psicoanálisis con ciencias
médicas. Ej.: Alrededor de la depresión
Sep.12/09 Presentación Material Clínico
Sep.26/09 Presentación Material Clínico
Oct.03/09 Encuentro de Candidatos
Oct.24/09 Cine Foro
Nov.07/09 Material clínico “Medicina Psicosomática”
Nov.21/09 Material clínico
Drs. Alvaro Méndez
Italo di Ruggiero
Dr. Glen O. Gabbard
Instituto de Enseñanza, IDEAL
Drs. Edgard Yamhure
Pedro Oróstegui
Federación Colombiana de Psicoanálisis
Drs. Pedro Vargas
Danilo Diazgranados
María V. Niño y otros
Didactas
Drs. Hilda Botero -Lilián Morales
Dra. Betty Acosta-Alba Arias
Dr. Mario González-Josefina Sarmiento
Dra. Betty Acosta (Presidenta)
Dr. Italo di Ruggiero
Dra. Luz Stella Núñez
Dr. Alberto Álvarez
Las actividades se realizarán los días sábados a partir de las 9:00 a.m.
en el Auditorio Henry García Escobar de la Clínica Montserrat,
o en su defecto en otro salón.
INFORMES:
Dr. PEDRO VARGAS NAVARRO
Director RELACIONES SOCIETARIAS APC. [email protected] – TEL. 522 7627
158
NOTAS
SOCIEDAD COLOMBIANA DE PSICOANÁLISIS
CURSO INTRODUCCIÓN AL PSICOANÁLISIS
FECHA
Enero 29
Febrero 5
Febrero 12
Febrero 19
Febrero 26
Marzo 5
Marzo 12
Marzo 26
Abril 2
Abril 16
Abril 23
Abril 30
Mayo 7
Mayo 14
Mayo 21
Mayo 28
Junio 4
Junio 11
CONFERENCIA
Teoría de Klein
Teoría de Bion
Teoría de Winnicott
Teoría de Kohut
Contribuciones Francesas
Contribuciones Latinoamericanas Colombianas
Terapia vincular y Psicoanálisis
Familia y Pareja
Neurosis
Psicopatología Borderline
Psicosis
Adicciones
Patología de Niños
Duelo
Patología de Adolescentes
Suicidio
Presentación Material Clínico de Adultos
Presentación Material Clínico de Adolescentes
Presentación Material Clínico de Niños
CONFERENCISTA
Bernardo Alvarez
Eduardo Gómez
Lucía Restrepo
Mario González
Alejandro Rojas
Luz Marina Orejarena
Sara Patricia de Coral
Ricardo Yamín
Fanny de Laverde
Efraín Noguera
Pedro Fernández
Bertha Gamarra
Carlos Enrique Ramírez
Camilo Jácome
Jorge Ballesteros
Luis Fernando Orduz
Martha Lapacó
Laura Brainsky
Los precios para el curso son los siguientes:
Profesionales:
$530.000
Estudiantes:
$450.000
Grupos de más de tres personas: $400.000 cada uno.
El curso comienza el jueves 29 de Enero/09, de 7:30 pm - 9: 30 pm, será dictado
en la sede de la Sociedad Colombiana de Psicoanálisis Cra. 14A Nº 102-52 - Tel. 610 0508
JORNADAS PSICOANALÍTICAS
FACTORES TERAPÉUTICOS
DEL PSICOANÁLISIS
30 y 31 DE MAYO DEL 2009
Informes: Tel. 610 0508
NOTAS
159
FEDERACIÓN PSICOANALÍTICA DE AMÉRICA LATINA “FEPAL”
VIII ENCUENTRO LATINOAMERICANO DE PSICOANÁLISIS DE NIÑOS Y ADOLESCENTES
EL NIÑO Y EL ADOLESCENTE EN UNA SOCIEDAD VIOLENTA. Bogotá, D.C., Mayo 8 y 9
PROGRAMACIÓN
MÓDULO Nº I. A cargo de los delegados de FEPAL
Doctores: Magda Passos-Brasil; Johanna Trip-Venezuela; Teresita Suárez-Argentina; Camila de Carvajal-Colombia
Viernes 8 de Mayo:
8:00 a.m. - 8:15 a.m. Inauguración. Palabras del Presidente de SOCOLPSI. Dr. Camilo Jácome
8:15 a.m. - 12:30 m. Presentación material clínico de un niño (Plenaria)
Discusión en subgrupos
Plenaria: Discusión de aspectos teórico-técnicos sobre el material clínico presentado.
Presentación de un material clínico de un adolescente (Plenaria)
Discusión en subgrupos
Plenaria: Discusión de aspectos teórico-técnicos sobre el material clínico presentado
Este modulo se dictará en el auditorio de la Sociedad Colombiana de Psicoanálisis (Exclusivo para Psicoanalistas)
MÓDULO Nº II INFANCIA
Viernes 8 de Mayo:
2:15 p.m. - 3:15 p.m. Las formas de violencia que alteran la capacidad de pensar, en el niño.
Dra. Beatriz Miramón. Asociación Psicoanalítica Argentina
3:15 p.m. - 4:15 p.m. Imagen y violencia. Dra. Johanna Trip. Asociación Venezolana de Psicoanálisis
REFRIGERIO
4:40 p.m. - 5:40 p.m. La violencia silenciosa en el niño y el adolescente. Dra. Magda Passos.
Sociedad Psicoanalítica de Recife. Brasil
MÓDULO Nº III ADOLESCENCIA
Sábado 9 de Mayo:
8:15 a.m. - 9:40 a.m. Trastornos de comportamiento en adolescentes
Panel: Dr. Eduardo Gómez. Sociedad Colombiana de Psicoanálisis y
Dr. José Luís Islas. Asociación Psicoanalítica Mexicana.
9:40 a.m. - 10:40 a.m. Tribus urbanas.
Dr. Luis Fernando Ordúz. Sociedad Colombiana de Psicoanálisis
REFRIGERIO
11:00 a.m. - 12:00 m. Pornografía en medios de comunicación.
Dr. Juan Rafael Padilla H. Sociedad Colombiana de Psicoanálisis
MÓDULO Nº IV FAMILIA
Sábado 9 de Mayo:
2:15 p.m. - 3:15 p.m. Buscando a María. Un caso de abuso sexual infantil.
Dra. Sara Patricia de Coral. Sociedad Colombiana de Psicoanálisis
3:15 p.m. - 4:15 p.m. Violencia y mundo interno de paciente y analista.
Dra. Teresita Suárez. Sociedad Psicoanalítica de Mendoza. Argentina
4:40 p.m. - 5:40 p.m. Campo Santo. Dr. Alejandro Rojas-Urrego. Sociedad Colombiana de Psicoanálisis
ORGANIZAN:
SOCIEDAD COLIMBIANA DE PSICOANÁLISIS
SOCIEDAD PSICOANALÍTICA FREUDIANA DE COLOMBIA
INFORMES E INSCRIPCIONES:
[email protected]
Carrera 9° N° 117- 20, primer piso • Tels.: 610 0508 - 611 3831 • Fax: 616 4924
Lugar: Auditorio Asociación Médica de los Andes
NOTAS
160
ASOCIACIÓN COLOMBIANA DE PSIQUIATRÍA
CONGRESO DE RESIDENTES
DE PSIQUIATRÍA
SEDE ASOCIACIÓN
BOGOTÁ D.C.
MAYO
1y2
XLIII CONGRESO
COLOMBIANO DE PSIQUIATRÌA
CENTRO DE CONVENCIONES
HOTEL LAS AMÉRICAS
CARTAGENA DE INDIAS
D. C. Y T.
OCTUBRE
8 - 12
UNIVERSIDAD EL BOSQUE
INSTITUTO COLOMBIANO DEL SISTEMA NERVIOSO
CLÍNICA MONTSERRAT
XII SIMPOSIO INTERNACIONAL
DE ACTUALIZACIONES
EN PSIQUIATRÍA.
PROFESOR HUMBERTO ROSSELLI
AUDITORIO
UNIVERSIDAD EL BOSQUE
BOGOTÁ D.C.
Dres.
Glenn O. Gabbard
Charles B. Nemeroff
Steven Southwick
MARZO
20, 21, 22
POSTGRADO DE ESPECIALIZACIÓN EN PSIQUIATRÍA
PROGRAMA VIERNES ACADÉMICOS
PRIMER SEMESTRE 2009
FECHA
TEMA
PROFESORES
Enero 30
Clínica Psicosocial. Implicaciones para las víctimas de
violencia.
Dr. Alfonso Rodríguez González.
Febrero 13
Bases de meditación y relajación como coadyuvante terapéutica en la consulta psiquiátrica.
Dr. Galo Salvador Utreras.
Febrero 27
El sesgo de publicación en literatura científica.
Dr. Carlos Gómez Restrepo.
Marzo 13
Marzo 27
Abril 24
Aproximación Psicoanalítica sobre el transexualismo.
Neurobiología del Apego.
Principios y desarrollo de la terapia conductual cognoscitiva.
El cerebro del hombre y el cerebro de la mujer: Algunas
diferencias?
Dr. Ulises Santaella Gutiérrez.
Dr. Roberto Chaskel Heilbronner.
Dra. Patricia Martínez Serrano.
Mayo 22
Violencia y terrorismo.
Dr. Carlos Gómez Fuentes.
Junio 5
Psiquiatría en el Japón.
Dr. Yoshiaki Ishii.
Junio 12
Cuerpo mente espíritu, hacia una nueva vieja terapéutica
Dra. Aura Victoria Carrascal
Márquez.
Mayo. 8
Dr. Leonardo Palacios Sánchez.
Informes e inscripciones:
Clínica Montserrat
Calle 134 Nº 17-71 - Tel. 259 6000, Ext. 6009 - 6010
NORMAS DE PUBLICACIÓN
Psicoanálisis, Revista de la Asociación Psicoanalítica Colombiana es la publicación
oficial de la Asociación. Tiene como finalidad difundir el pensamiento psicoanalítico en
sus aspectos teórico-prácticos y de reflexión, acerca de su ejercicio en la comprensión
de la salud mental y emocional. Están invitados a contribuir con sus producciones escritas psicoanalistas, candidatos en formación, y todos aquellos autores, tanto nacionales
como internacionales, interesados en el pensamiento psicoanalítico, que contribuyan a
mantener un espacio de diálogo, investigación y conocimiento.
DESCRIPCIÓN DEL MATERIAL DE PUBLICACIÓN
Los artículos postulados deben ajustarse a una de las siguientes modalidades:
1. Artículo de Investigación científica y tecnológica. Documento que presenta
de manera detallada, los resultados originales de proyectos de investigación. La
estructura generalmente utilizada contiene cuatro apartes Fundamentales: Introducción, Metodología, Resultados y Conclusiones (esquema IMRYC). (Que en el
caso de las Ciencias Humanas, se puede traducir en: Introducción, Marco Teórico,
Presentación de Caso y Discusión, y Conclusiones).
2. Artículo de reflexión. Documento que presenta resultados de investigación desde
una perspectiva analítica, interpretativa o crítica del autor, sobre un tema específico, recurriendo a fuentes originales.
3. Artículo de revisión. Documento resultado de una investigación donde se analizan, sistematizan e integran los resultados de investigaciones publicadas o no,
sobre un campo en ciencia o tecnología, con el fin de dar cuenta de los avances y
las tendencias de desarrollo. Se caracteriza por presentar una cuidadosa revisión
bibliográfica de por los menos 50 referencias.
4. Ensayo. Documento que constituye una forma flexible y abierta para exponer ideas
o defender una tesis conceptual sobre cualquier tema desde varias ópticas. Por
definición, es un texto en el que se apunta alguna idea y se reflexiona sobre ella, sin
que se llegue a agotar el tema principal. Más que un texto de valor demostrativo,
se trata de una invitación al pensar y a la reflexión sobre algún tópico, desde un
nuevo enfoque más creativo.
5. Reseña Bibliográfica. Informe usualmente crítico sobre el contenido y cualidades
de un libro; se puede también realizar una Reseña Hemerográfica cuando ésta se
refiere al contenido de una artículo de interés, aparecido en alguna publicación
afín.
6. Reseña Periodística o de Difusión. Información sobre eventos culturales, académicos y/o artísticos que puedan considerarse de interés para la comunidad psicoanalítica o en general para lectores de la revista. Se pueden comentar aspectos de
obras de arte (Exposiciones, obras de Teatro o Cinematográficas, o incluso Documentales de TV) y eventos Culturales, que guarden relación explícita o tácita con
los temas de interés dentro de la comunidad científica.
7. Además, la revista publica en español Reporte de casos, traducción de artículos de
revistas psicoanalíticas -previa autorización del autor- resúmenes de libros, tesis
de grado en psicoanálisis, artículos de psicoanálisis aplicado, una vez sean aceptados por el comité editorial por su calidad e interés.
Los trabajos deben presentarse a 1.5 espacio; tipo de letra Arial 12 o Times New Roman
12; hasta 30 páginas; Título; no menos de tres (3) Palabras clave; un Resumen de hasta
200 palabras. Todo esto en inglés y en español.
Los autores deben enviar sus escritos a la Asociación Psicoanalítica Colombiana, dirección
de la revista, por correo electrónico a:
[email protected] o [email protected], o hacerlos
llegar en medio magnético, con original y copia impresa a la Calle 134 Nº 17-71. Todas
las contribuciones serán evaluadas por árbitros expertos asignados por el comité editorial, quienes dictaminarán acerca de la calidad, pertinencia, originalidad e importancia
del trabajo sometido a consideración. El comité editorial comunicará su aceptación o no
aceptación, así como las sugerencias para su modificación en un plazo máximo de dos
meses a partir de su recepción. Los artículos serán sometidos a una revisión de Estilo con
derecho a alterar el texto sin modificar su contenido. El autor deberá llenar la ficha de
información que se anexará a la revisión de su escrito, y en la cual comunicará su dirección, teléfono y correo postal y electrónico para cualquier notificación y para la remisión
del material físico de publicación. Cada autor recibirá dos ejemplares de la Revista en la
cual se encuentra su contribución.
Una vez la aceptación del artículo sea conocida por el, o los autores, éstos deberán enviar
su artículo con Carta de aprobación y revisión propia del material, así mismo comunicar si
el trabajo ha sido publicado anteriormente. En caso de haberlo sido, total o parcialmente,
en otro medio impreso, deberá anexarse la aprobación por parte de los editores para su
publicación en Psicoanálisis. A su vez, enviarán carta al (la) editor (a) de la revista transfiriendo los derechos de autor a la Revista Psicoanálisis de la Asociación Psicoanalítica
Colombiana.
Las citas y referencias bibliográficas deben ceñirse, en general, al sistema Harvard-APA,
no se escriben a pie de página, además, deben tenerse en cuenta las siguientes recomendaciones.
1. Para citar en el texto principal
a) Cita directa (o textual): Se utiliza el apellido del autor, seguido de coma, la fecha
de escritura (si se conoce) o publicación, seguida de dos puntos y la página correspondiente, todo entre paréntesis.
Ejemplo:
Es bien sabido que “la consecuencia de una vida desordenada es una vejez prematura” (Harison, 1968:56)
O bien,
Harrison (1968: 56) dice que “la consecuencia de una vida desordenada es una
vejez prematura.”
b)
c)
d)
e)
Si un autor tiene más de una publicación en el mismo año, se acompaña la fecha
con una letra minúscula, según el orden en que aparezca en el texto:
Ejemplo:
Harrisson, en dos estudios recientes (1968a, 1968b) sugirió que….
O bien,
Harrisson, inicialmente (1968a), sostuvo tal proposición, pero luego (1968b), tras
nuevos estudios, añadió…
También, separadamente:
Harrison (1968a), sostuvo que… […] Nuevos estudios (Harrisson, 1968b) demostraron
Cuando una cita es indirecta, es decir, que se menciona la idea del autor pero no se
cita textualmente, no se coloca la página de referencia:
Ejemplo:
Es preciso tener en cuenta el estilo de vida, cuando estudiamos pacientes de edad
avanzada (Harrisson, 1968)
Para citar varios autores, hasta cinco, escriba los apellidos de todos ellos sólo la
primera vez, de resto, utilice las siglas et al., o, y col (y otros/ y colaboradores).
Ejemplo:
La primera vez sería,
(Harrisson, Lorimar y Muhler, 1969:55)
Pero, posteriormente,
(Harrisson, et al., 1969: 75)
Cuando necesite citar como fuente a un autor desconocido o anónimo puede, en
el primer caso, citar las primeras palabras del título, seguidas del año y la página;
en el segundo caso, utilice la palabra Anónimo, seguida por el año y la página.
Ejemplo:
En una reciente publicación (Manual de epidemiología…, 1995: 3), se asegura…
O bien,
(Anónimo, 1546: 85)
Cuando se trata de una cita de cita, es decir, cuando es necesario referenciar una
investigación que se encontró en otro trabajo, el procedimiento es el siguiente:
Lemon (1960; 45), citando a Stands (1958), quien recuerda que…
Stands (1958), citado por Lemon (1960: 45), recordaba que…
Se pudo establecer (Stands, 1958, citado por Lemon, 1960: 45) que…
De hecho se sabe (Lemon, 1960: 45, citando a Stands, 1958) que…
2. Para presentar las Referencias Bibliográficas al final del trabajo
El listado debe organizarse alfabéticamente, según el apellido del autor. Los títulos
de libros, nombres de revistas, enciclopedias, diarios, etc., deben destacarse utilizando siempre letra cursiva. Así:
a) AUTOR-apellido con mayúscula sostenida, nombre con mayúscula inicial o sólo las
iniciales- (año de escritura – si se conoce- o de edición), Título del libro, Editor, lugar
de publicación, año de la publicación.
Adicionalmente, nombre del traductor (cuando lo haya), número de edición, a partir
de la segunda y, si se considera relevante, el nombre del prologuista (si lo hay), o
cualquier otro dato que se considere relevante.
Ejemplo:
LEMON, John (1968), Mis años en el orfanato, Penguin Books, London, 1980, 2° edición corregida por el autor, traducción de Juan Pérez, prólogo de César Pagano.
O bien,
HARRISSON, F. (1975), Mis años en el Tíbet, Penguin Books, Londres 1980.
b) Igualmente, si hay más de un autor:
LEHMAN, J., BANKS, G., MANN, H., (1980) Estudios sobre..., Harvard University Press,
Cambridge, 1990.
c) Si se trata de un artículo en una revista, el procedimiento es el siguiente:
AUTOR, Nombre del artículo, en Nombre de la revista, volumen, número, año, páginas.
Ejemplo:
NICK, Sergio, Rumbo a la subjetividad, en Psicoanálisis, APC, Vol. XX, N° 1, enerojunio 2008. Pp. 51 – 60.
d) Para citar un documento en la red:
AUTOR, Nombre del artículo, en línea, dirección URL, (fecha de consulta).
Ejemplo:
BOTERO, J. El Teatro en Colombia, en línea, http:www.academiacharlot.edu.co
(Consultado en marzo 20 1998)
e) Para citar un documento electrónico:
Mcconnell, Wh. “Constitucional History”, en The Canadian Encyclopaedia, (CDROM). Macintosh versión 1.1. Toronto: McClelland & Stewart, 1993. ISBN 0-77101932-7.
DIAGRAMACIÓN E IMPRESIÓN:
Editorial Kimpres Ltda.
PBX: 413 6884
Diciembre de 2008

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