vicios didácticos en la enseñanza de la geografía

Transcripción

vicios didácticos en la enseñanza de la geografía
VICIOS DIDÁCTICOS EN LA ENSEÑANZA DE LA GEOGRAFÍA
Prof. José Armando Santiago Rivera
Universidad de Los Andes
Núcleo Universitario del Táchira
Departamento de Pedagogía
Email: [email protected];
[email protected]
Hacia una posición docente diferente
Nos hallamos en un estado de crisis del cual no se escapa aspecto alguno de nuestro
vivir. Crisis que se manifiesta a cada instante y que en nuestra profesión tiende a presentar
características de gravedad debido a la apática posición de resistencia ante el indeclinable
rumbo de modificar el tradicionalismo crónico. Cuando hablamos del tradicionalismo lo
hacemos en el contenido que él expresa, y la trascendencia del mismo. En este sentido el
tradicionalismo es exponente de la actividad del educador. Se podría decir que somos
tradicionalistas por naturaleza. Nos resistimos a la innovación; nos ocupamos muy poco en
introducir variantes a nuestra profesión por el temor a salirnos de los esquemas ya trazados.
Unido a la tradición, hallamos la rutina; somos reacios a modificar nuestros métodos
de trabajo porque todavía creemos, y así lo consideramos, que la metodología adquirida, es
y debe ser perenne en nuestra labor. El problema se hace más agudo cuando observamos
que quienes dirigen el proceso disfrutan también del quehacer de siempre con la misma
regularidad e insistencia. También son rutinarios. Señalaríamos entonces que de tal palo,
tal astilla, para buscar comparación en el decir “vulgar”.
El docente no debe evadir la inevitables vinculación con el acontecer veloz del
actual momento histórico. Debemos marchar al ritmo de los grandes acontecimientos ya
que el material humano con que laboramos así lo exige. Si a sabiendas de que nuestra
misión es la de orientar y formar alumnos y unido a ello, conocemos la penetración de otros
medios que con recursos más técnicos y con mayor proyección audiovisual mediatizan
nuestra labor, no debemos conformarnos con nuestra rutinaria clase sino ir más allá, a la
compenetración con nuestros alumnos para que la vivencia y el aprendizaje sea más
efectivo. Enseñar a nuestros alumnos para que aprendan por sí mismos, ya que así el
aprendizaje será permanente y no de un momento. Debemos enseñar, no solo para ahora
sino también para el mañana.
En el aprendizaje el alumno debe dejar de ser un ente pasivo, que solo recibe el
conocimiento que el Profesor le hace llegar por medio de clases tediosas y cansonas que a
la larga lo único fructífero que el docente hallará, será que el alumno solo se prepare para
presentar la evaluación del lapso. El aprendizaje debe ser orientado a que el alumno fije
posición, como un elemento más de la sociedad, que viva la problemática de esa sociedad y
que se halle en condiciones de mejorarla con un carácter crítico de la misma. No debemos
orientar a nuestros alumnos a empecinarse en el conformismo y la rutina, sino por el
contrario, despertar en él, el inmenso caudal de posibilidades que cada ser humano encierra
y conducirlo a un conocimiento más efectivo de la realidad. Los alumnos esperan más de
sus docente, y si somos conscientes de esa realidad, vamos a darle un aprendizaje más
efectivo.
Cuando el novel docente se enfrente a la actividad práctica de su profesión se
encuentra que el sinnúmero de conocimientos adquiridos en la institución que lo formó, no
son acordes a las nuevas circunstancias. Allí comienza el dilema de cómo actuar frente a
nuestros alumnos. Recordamos las instrucciones dadas por nuestros Profesores. En fin,
nos debatimos en el cómo empezar. No hay dudas que en este aspecto, la experiencia es
fundamental en el trabajo docente. Al pasar los años el docente preocupado ha de tener las
suficientes habilidades y destrezas para ir mejorando las técnicas para impartir su
asignatura. Necesariamente su primer año de trabajo le conducirá a orientar, cada vez más,
su metodología.
Se da el caso del docente con tantos años de experiencia que es un repetidor
constante de la experiencia obtenida en su primer año de labor. A mí modo de ve r, sólo
tiene un año de experiencia, el año de su comienzo. ¿Qué ha sido de su vida como
docente? El vegetar; su iniciativa y su creatividad han sido reducidas a la más mínima
expresión. Es un repetidor más. Este tipo de docente se convertirá en un obstáculo para el
avance del conocimiento debido a que no tiene preocupación constante por mejorarse, ya
que se conforma con lo aprendido y hasta allí llegó su aprendizaje. Debemos saber que el
aprendizaje es de siempre y que no tiene límite.
En nuestro medio de trabajo encontramos los maestros noveles y veteranos. Algunos
viejos celebrarán honestamente el éxito que obtenga el joven; otros serán celosos.
Algunos tratarán de aprender de él cosas nuevas. Otros dirán “olvídese de todas esas
patrañas que le enseñaron en la Universidad, así es como lo hacemos aquí”. Debe
tenerse presente que, a la larga, lo que vale es la competencia en el aula y no en la
sala de Profesores.(6)
Ante esta situación denunciada se hace necesario remozar los conocimientos,
actualizar nuestros métodos y técnicas de trabajo y también las relaciones Profesor –
Alumno. Un docente consciente de su función rectora se sentirá con la obligación perenne
de actualizarse; de mejorarse. Otro aspecto que consideramos fundamentalmente en nuestra
profesión lo constituye el enriquecimiento de nuestras experiencias en cada año escolar
concluido. Una vez que volvemos a las aulas debemos de enfrentar con mayor dedicación
y ahínco, la “nueva” labor a desempeñar. Debe ser muy distinta a la situación que vivimos
como noveles docentes ya que hemos evaluado nuestra “forma de dar clase”; hemos
revisado nuestro material didáctico; hemos aprendido a evaluar integralmente nuestros
alumnos, en fin, hemos autoevaluado nuestra labor en el año concluido.
Debemos sentirnos agradados en conservar la perenne iniciativa que nos de nuestra
etapa juvenil. Etapa de nuestro proceso vital donde, a la iniciativa, se une la creatividad, lo
que en suma nos torna inquietos en un afán constante de curiosidad que es muy importante
(6)
SANTIAGO, Armando. Informe III Jornadas Pedagógicas de las Ciencias Sociales.
I.U.P.E.M.A.R. Julio, 1974.
en nuestra profesión y como humanos. En una oportunidad dijimos: “Bueno es saber que
envejecemos física y biológicamente, pero que debemos impedir a todo fuego, el envejecer
mentalmente. Ese es nuestro fracaso”.(7)
Este es un hecho indudable para el cual el mejor remedio lo constituye el aliciente
que nos podemos brindar en una constante y fructífera autoevaluación de nuestra profesión.
Podríamos decir que para no caer en la tradición y la rutina, debemos estar enriqueciendo
nuestras vivencias profesionales; viviendo la profesión como investigación constante y
continua; mejorando nuestras fallas y adecuando nuestros aciertos y no olvidando jamás
nuestra posición frente a la vida como entes transeúntes conociendo la problemática de
nuestro mundo y formando criterios para mejorarla.
Que bueno sería presenciar en los centros de trabajo reuniones amenas de colegas
departiendo siempre sobre sus experiencias e intercambiando ideas sobre los nuevos
rumbos de la educación. Cuan alegres y prestos al aprendizaje se sentirían nuestros
alumnos de contar siempre con un trabajo ameno donde su reflexión les condujera a
opiniones certeras sobre la realidad de su aprendizaje, y el otro pilar del proceso, el
representante, incorporado a la vida de la institución que le educa sus muchachos, con la
satisfacción de acudir a ella a prestar su aporte en su mejoramiento.
Debe ser campaña permanente; campaña de siempre, derrotar por todos los medios
la tradición y la rutina, y proponernos frente a ella, una lucha sin cuartel donde la labor de
escudriñar constante conduzca a la autoevaluación del docente, factor primordial y guía de
nuestra profesión. Ni por ser el más apartado rincón del país, carente de los más
elementales recursos didácticos; con mentes carcomidas por la caducidad; con personal
directivo con fallas graves de administración y organización escolar, deben convertirse en
obstáculos para cambiar esquemas.
Ellos deben ser alicientes para una dura empresa como la de modificar la tradición y
la rutina en la Educación. En cualquier parte, en cualquier sitio de nuestra amplia geografía
nacional, la bandera de nuestra noble misión debe ser enarbolada y sostenida con firmeza
para crear nuevos “campos de batalla” que busquen alcanzar la erradicación de los
obstáculos que diezman nuestra vida histórica y geográfica de pueblo emprendedor, dueño
de su propio destino.
Para concluir, las condiciones rutinarias y tradicionales imperantes, en la gran
mayoría de centros de trabajo en nuestro país, imponen al docente fijar una posición que se
oriente a ajustar el proceso educativo adaptándolo a las circunstancias cambiantes de
nuestro mundo actual. La educación es un proceso dinámico no estático. Por lo tanto exige
de nosotros el empuje necesario que tiende a jerarquizar, en forma prioritaria, nuestra
posición de orientadores de la juventud venezolana.
Bien sabemos que la solución no está en nuestros manos pero que si estamos
conscientes que somos factores de transformación, y que debemos de asumir posición
(7)
SANTIAGO, Armando.
Informe III Jornadas Pedagógicas de las Ciencias Sociales.
I.U.P.E.M.A.R. Julio, 1974.
crítica e investigativa sobre la realidad en que vivimos. Tenemos que evitar, a todo fuego
caer en el conformismo. Don Simón Rodríguez afirmó: “Enseñen a los niños a ser
preguntones para que, pidiendo el por qué de lo que se les mande hacer, se acostumbren a
obedecer... a la razón! No a la autoridad como los limitados, no a la costumbre como los
estúpidos”.
Una inquietud docente
El pensar constituye una de las facultades que distinguen al ser humano.
Recordemos que el hombre es un animal más pero que se hace diferente de ntro de la escala
zoológica por la proyección de esta facultad. Nos distinguimos de los animales porque
pensamos. Si concebimos que el hombre ha sido producto de la evolución tenemos que
señalar que en algún momento él estuvo a la par, en línea horizontal, con los animales.
Vivía como un animal más. Al utilizar, tanto la locomoción como el intelecto, se inició el
precoz intento de la modificación de su medio, tanto físico como biológico.
En la medida en que fue utilizando el raciocinio, fue condiciona ndo lentamente sus
formas de vida, en las cuales, jugaba un papel fundamental, las determinantes condiciones
del medio. El medio comenzaba a pensar. Actividad que conllevaba, a la vez que una
utilidad, el logro del bien común. El se mostraba solidario con los demás miembros de su
especie. Pensaba en las necesidades del grupo y en las precarias formas para resolverlas.
El hombre siempre ha tenido curiosidad por conocer la realidad el medio en el cual se
desenvuelve, muchas veces movido por la necesidad, en su preocupar, ha descubierto
nuevos horizontes que lo han obligado a continuar reflexionando.
Lentamente el hombre alcanzó el dominio de la piedra, del bronce, del cobre y del
hierro. Meticulosamente fue logrando ese dominio utilizando para ello, el raciocinio.
Basándose en sus “experiencias” fue creciendo a pasos agigantados el deseo del
conocimiento; incansablemente, en una actividad constante, se orientó a esculcar en la
naturaleza, de complejas e intrincadas vinculaciones y relaciones, la explicación de los
fenómenos que se presentaban en su mundo.
Desde la aparición del hombre hasta hoy se han acumulado vastos conocimientos.
Hoy infalibles, mañana falibles. La misma insatisfacción nos conduce a continuar
investigando la verdad. Vivimos en una verdad cambiante. Siempre hacemos el alarde de
nuestra civilización; decimos que somos “modernos”, por que lo de hoy es distinto a lo de
ayer. Evadimos así el reconocer el aporte de ayer, producto como el de hoy, de reflexionar,
de hechuras y vivencias q ue en sumatoria, constituyen nuestro actual mundo.
Se impone la necesidad de reconocer el reflexivo acontecer de nuestro mundo
pasado. Ello nos conducirá a interpretar mejor nuestro mundo actual y a comprender que la
aprobación de algo debe ser producto de consulta, la cual será determinada por nuestro
pensar surgiendo así la más hermosa de las solidaridades, aquella que se hace con
conciencia firme. Hay un slogan que dice: “Permítame pensar por Ud.”. Según este
criterio, hemos llegado hasta reducir el esfuerzo de pensar ya que los demás lo hacen por
nosotros. Bendita sea esta sociedad que nos anula hasta la facultad de pensar. En base a
esto, llegamos a considerar un fastidio el pensar. Pero debemos estar conscientes que
aquella persona que llega a sumir su pensar al criterio de otras reduce su personalidad a las
condiciones del más servil de los humanos. ¿Por qué dejar de pensar?
Si el hombre siempre lo ha hecho. Si pensamos, nos liberamos y dejamos de
sentirnos sumidos que es condición de ser humano, ya que cuando se ha encontrado en ese
estado, ha luchado por liberarse hasta conseguirlo. Esta bien que humillemos a los
animales. Pobres animales que no piensan, pero humillar a los humanos, no tiene razón de
ser. Sin lugar a dudas, la base fundamental de una renovación en nuestros esquemas
caducos manifestados en todas nuestras formas de vida, lo constituye la liberación del
pensamiento.
Felices seremos ese día; todo se nos ha retrasado porque hemos dejado de pensar. Y
si hemos dejado de pensar ello se ha reflejado en que hemos dejado de hacer. Pensar-hacer,
binomio de prosperidad. Somos subdesarrollados hasta en la forma de pensar, ya que lo
poco que se piensa no se refleja en los hechos. En fin, debemos considerar nuestro pensar,
nuestro hacer en el primer lugar de nuestras prioridades. Sabemos que existe crisis porque
hemos dejado de pensar-hacer.
No nos comparemos con el rebaño de ovejas que al avanzar la oveja compañera los
demás la siguen. Detengámonos a reflexionar, actuemos y realicemos nuestras obras que
mancomunadamente con el esfuerzo de los demás se conducirán en el logro de
concreciones más reales. Se nos impone la necesidad de voltear y contemplar lo recorrido.
Debemos luchar por una sociedad pensante y actuante, no participemos de una sociedad
conforme y silenciosa. Volvamos a la inconformidad orientándola a la creatividad.
En los últimos años se ha venido observando una notable tendencia a mejorar la
metodología de las Ciencias Sociales. Son múltiples las razones que buscan explicar esta
innovación metodológica. La premura por reivindicar “Las ciencias del hombre”, apremian.
Ante esta insistencia surgen dos posiciones que son claras y definidas, asistimos al rechazo
firme y permanente manifestada por la apatía del alumno hacia cualquiera de las ramas de
las Ciencias Sociales.
En su vocabulario, los alumnos las han catalogado como asignaturas “paja”, carente
de toda valorización en su proceso formativo. Pero así como los alumnos la ubican en esa
posición, debemos escudriñar en la otra variable del proceso: El profesor. En este personaje
todavía continúan pesando los vicios tradicionales que empeoran la situación. Para mejor
decir, la situación de las Ciencias Sociales en el proceso educativo es deprimente, no
solamente, por la posición de los alumnos sino también por los docentes que laboran con
ellas. Al respecto, se opina lo siguiente.
Mil veces se repite que el alumno es flojo, que el muchacho no piensa, que no
analiza, que solo es capaz de repetir, y eso a medias; y muy cómodamente, dejamos
oír nuestras voces atribuyéndole al muchacho toda la culpa, y no queremos reconocer
que somos nosotros los Docentes los que tenemos buena parte de la culpa que esto
suceda, porque nos aferramos en sostener que esas nuevas generaciones tienen que
seguir aprendiendo como aprendimos nosotros, olvidando que si los tiempos
cambian, también hay que remozar la metodología de nuestra enseñanza.(8 )
Cuando nos abocamos al campo docente se observa que se consolidan como costras
resistentes un sin número de vicios didácticos, que acumulados años tras años, se
convierten en obstáculos, casi insoslayables para alcanzar, en buena lid, superar el
estancamiento de las Ciencias Sociales. Estos vicios van originando, lo que el profesor
Germán Carrer a Damas denomina “El Analfabetismo Docente”. Un docente sin espíritu
crítico, formalista y, en fin, tradicionalista y conformista.
En el caso específico en que nos vamos a referir, la Geografía es una asignatura
muy acomodaticia. Sirve para “acomodar a cualquier lego que con un poco de elegancia
verbal discurra durante cortos períodos de tiempo un conjunto de conocimientos que ha
adquirido en una bibliografía, por lo regular, superada en el avance científico del quehacer
geográfico. Desde las altas jerarquías del Ministerio de Educación, de quienes dirigen el
proceso formativo de nuestra juventud, hallamos la falta de cooperación para superar el
estancamiento; más bien coadyuvan a mantenerlo, cuando regularizan y mantienen
efectivos, docentes carentes de la adecuada formación, aumentando la crisis, cuando ni
siquiera se preocupan por superar sus deplorables defectos didácticos.
Ya lo hemos afirmado, la enseñanza de la Geografía está en crisis, no se enseña
Geografía sino un conjunto de conocimientos aislados de otras asignaturas, todavía no se ha
comprendido el carácter de la ciencia de relaciones y de síntesis, por el contrario se
mantiene vigente un criterio estructural e inefectivo en la formación de nuestros alumnos.
Lo geográfico, razón fundamental de la Geografía, es “hecho concreto y relaciones”.
¿Dónde encontrarlo? En cualquier parte de la superficie terrestre. La tarea se reduce
a reconocerlo y a explicar por qué asume determinadas calidades y no otras en el sitio o
áreas seleccionada. Acá descansa la gestión de la Geografía como ciencia: responder a
esas calidades que ofrece la superficie terrestre estructurada en paisaje y su dinámica”. (9)
En cualquier centro de trabajo de nuestra Geografía Nacional, encontramos
coexistiendo un conjunto de métodos “pedagógicos” ya superados pero que continúan
pensando en la forma de concebir una enseñanza científica. Son vicios residuales de
métodos anacrónicos no acordes con los avances pedagógicos modernos, que determinan en
nuestros docentes una falta de uniformidad de criterios.
Pudiésemos decir que los instrumentos con los cuales han enseñado a generaciones
se acumulan para acentuar la crisis educativa en que vivimos. Por eso se dice: “En la
enseñanza de ... (La Geografía) se presentan con frecuencia un conjunto de dificultades que
le impiden alcanzar sus objetivos eficientemente. Se trata de formas viciadas de dirección
del aprendizaje que hacen de esta materia algo tedioso, monótono y hasta deprimente. Nos
(8)
(9)
QUINTERO, Zoraida. Antología de Lecturas de Historia de Venezuela. Viloria y Cruz
Editores. Caracas, 1971. pp. 8.
TOVAR, Ramón. Enseñamos Geografía. Educación. Revista para el Magisterio.
Ministerio de Educación. Nº 153 – 154. Caracas, 1974, pp. 68.
referimos a los vicios didácticos que con mayor frecuencia cometemos al enseñar la ...
(Geografía)...”(10)
Hemos de comenzar el desgranar con un vicio que a nuestra manera de enfocar la
panorámica, es de vital importancia.
1. El conformismo del docente
El educador mismo, razón de ser fundamental en el proceso educativo. Diezmado
por el facilismo, el conformismo, el dejar pasar, etc., permite conformar una estructura
humana carente de iniciativa. No es capaz de obtener bibliografía actualizada; se conforma
con repartir, muchas veces los apuntes con los cuales se formó como profesional de la
docencia. Vive en el atraso, es de nuestro decir.
Se conforma un docente cuya función específica lo constituye informar a un grupo
de alumnos sobre un conocimiento con formas ya superados de suministrarlo. Considera
que con la instrucción recibida, el alumno estará en capacidad de aprender. Este
conformismo se ve estimulado por quienes dirigen el proceso educativo, algunas veces más
conformistas que los dirigidos.
El docente, consciente de su delicada función profesional, no se inhibe; no cede ante
los frenos, insiste y se esfuerza por convencer al administrador de la validez de su
programación. Reconoce que las condiciones del ámbito con el apoyo básico para
formular los objetivos; establecer las metas; diseñar calendarios; proponer
actividades. Este tipo de docente corresponde con aquel que no se contrae a
identificar la función educativa a siempre transmisión, para la repetición de
conocimiento.(11)
Los miembros docentes hemos contribuido a desprestigiar la asignatura cuando
anualmente repetimos los mismos conocimientos, sin buscar nuevos métodos; cuando
limitamos nuestra labor a un solo recurso bibliográfico; cuando no utilizamos recursos
audiovisuales; cuando dictamos o exponemos la clase colocando al alumno en el plano de
la pasividad (ente receptor no actuante).
Para superar escollos debemos señalar que el aprendizaje es constante y continuo;
que no debemos conformarnos con los conocimientos que hemos venido adquiriendo.
Ellos deben ser plataforma para echar adelante en el ejercicio de la profesión, que es donde
debemos poner en ejecución lo aprendido, que necesariamente se verá enriquecido, si se
tiene voluntad y deseo de superación. Que las experiencias adquiridas nos sirvan para
avanzar, no solo en beneficio personal sino del grupo de adolescentes que la sociedad nos
ha encomendado para formarlos como individuos útiles a la sociedad; para hacerlos
ciudadanos capaces.
(10)
(11
ALFARO SALAZAR, Luis. Vicios didácticos en la enseñanza de la Historia. Revista
Educación Nº 133 – 134. Ministerio de Educación. Caracas, 1969. pp. 31.
TOVAR, Ramón. Enseñamos Geografía. Ob. Cit. pp. 67.
2. El recargo de datos
La Geografía se ha venido comprendiendo hasta el mome nto como el sinnúmero de
datos, lugares, ciudades, ríos, lagos, montañas, etc., propios y muy dignos de un concurso
de televisión. Hasta la gente al preguntarnos nuestra especialidad, nos interrogan sobre a
capital del Distrito tal del Estado tal. ¿Dónde se localiza el río tal? ¿Dónde se ubica la
montaña tal?, etc. Si no le respondemos nos denuncian la carencia de nuestro conocimiento
geográfico.
La situación se complica debido a que la gran cantidad de datos conducen a
confundir más al alumnado que hace alarde de la memorización para poder “medio” captar
“la hemorragia” de conocimientos que deben aprender para asistir a la fructífera
evaluación, donde sin lugar a dudas va a privar en alto porcentaje el factor “adivinanza”,
que unido al de la suerte, se conjugan para estimular que nuestros alumnos solo “aprendan”
para la aplicación de pruebas y no para siempre.
El recargo de datos: es otro de los servicios más generalizados en la enseñanza (de la
Geografía). Con frecuencia se pretende lograr que el alumno esté enterado del más
mínimo detalle... lo que debe interesar es la calidad de la información y no su
extensión...(12)
Esta situación debe ser modificada por una enseñanza más activa donde el alumno
se convierta en un ente activo, creador, redescubridor; que el aprendizaje se realice
mediante la utilización de habilidades y destrezas en fin, a lograr hábitos de trabajo, físico e
intelectual, para que se conduzca hacia una autoformación.
3. El caletre
No solo se recargan datos sino que estos deben ser suministrados tal y cual han sido
señalados. Los alumnos deben repetir, en alarde a su memoria, el conocimiento adquirido.
EL aprender se concreta en adquirir un conjunto de aspectos que no deben ser procesados
por el alumno, sino que deben repetirlos en la misma forma como les fueron “dictados”.
El esfuerzo radica aquí en saber repetir el conocimiento adquirido, que debe ser
concreto y específico, como lo “dictó” el profesor. El alumno es receptor, no creador. Su
grado de formación abarca el mayo r porcentaje de conocimientos que esté en capacidad de
repetir.
En este caso se pone al alumno a memorizar la lección para evitar el análisis y
examen comprensivo del material... Claro que lo se está logrando con ello es que el
alumno acumule y repita una información que ni comprende ni entiende y que por lo
demás es un excelente camino para crear una rabia encarnizada contra la
Geografía.(13)
(12)
(13)
ALFARO SALAZAR, Luis. Ob. Cit. pp. 31.
ALFARO SALAZAR, Luis. Ob. Cit. pp. 33
El alumno debe ser mente creador, para ello, se le debe adiestrar para que lo logre y
el mejor medio lo constituye una enseñanza activa donde la obligación debe conducir a
pensar y discutir; de encontrarse consigo mismo con las causas – efectos de los fenómenos
geográficos. El buen docente debe estimular en los alumnos la facultad de razonar para
capacitarlos en el auto – aprendizaje.
4. El verbalismo
El hombre hasta el momento no ha logrado sustituir a plenitud la palabra; la
comunicación es mucho más efectiva a través de la palabra, por ello, diríamos que el
profesor es insustituible por la máquina. Por intermed io de la palabra logramos el
convencimiento, pero unida a la palabra debe ir la representación de lo que decimos; para lo
que enseñamos sea percibido mediante el escuchar – hacer – escribir.
El docente, según este vicio, es el orador brillante que mediante la excelente
exposición vislumbra al auditorium. Aquí se informa pero no se forma. ¡Hay que ver lo
bonito que habla! ¡Qué buen profesor es! Predomina la elocuencia del verbo donde al
alumno recibe un cúmulo de conocimientos fácilmente pasajeros que son de escasa
percepción. Nos ahogamos en bellas palabras.
Cuando la enseñanza depende exclusivamente de la palabra y en especial de la
palabra oral, cometemos este vicio. Ello ocurre al descuidarse el uso de ayudas
audiovisuales y la no utilización del alumno como factor activo en el aprendizaje...
Cuando dejamos que el aprendizaje se realice solo por la vía de la palabra oral o
escrita, además de promover el verbalismo, perdemos la oportunidad de enseñar (la
Geografía.(14)
Lo ideal sería conjugar la palabra con el hecho; con la representación que condujera
al alumno seguir un método de estudio a través de si mismo, que le permitiera conocer,
comprender y no solo a recibir. En esta posición el docente cumpliría a cabalidad con su
función: ser orientador de un proceso. El docente selecciona los recursos que con carácter
científico conduzcan al educando a conformarse un criterio propio, a través del desarrollo
de habilidades y destrezas.
Ya basta de habladurías, comprobado está que solamente escuchando no se aprende,
aboquémonos a crear métodos para enseñar donde la palabra sepa ocupar su verdadero
lugar. Los alumnos se sienten maravillados para alcanzar con sus propios medios “la
verdad”. Han utilizado la reflexión, han pensado. Cada quien tiene dificultades para
maravillarse de ser creador mediante un proceso sistematizado. Ciencia sin reflexión y
comprobación, no es ciencia. Falla el educador que desarrolle su labor a través del
acentuado uso de la palabra; solo logra que se le escuche en una oportunidad, las demás
serán llenas de fastidio.
5. La rigidez programática
(14)
ALFARO SALAZAR, Luis. Ob. Cit. pp. 33-34.
El Programa se ha venido convirtiendo en la columna vertebral del proceso
educativo. Este valioso recurso, en los últimos años ha tratado de actualizarse, a la vez que
incorporar las nuevas técnicas que en materia de programación educativa se han venido
estableciendo en el proceso educativo. Muy cierto es que constituye un auxiliar valioso para
el docente, pero se observa la notable tendencia a seguir su secuencia de una manera rígida
e inflexible, perdiendo así la valiosa facultad que él posee de adecuarse a las exigencias del
lugar donde se está enseñando. La situación se complica debido a quienes dirigen desde las
Oficinas de Supervisión, desconocedores, en su mayoría de la realidad de los planteles,
exigen la secuencia de la labor docente mediante el irrestricto mandato del Programa.
El maestro Ramón Tovar nos orienta con su postulado, ya viejo pero de una rica
vigencia histórica y educativa. “El programa lo hace el Profesor”. Somos nosotros quienes
suministramos el conocimiento; quienes orientamos nuestros alumnos hacia el saber, los
que hemos de asumir la responsabilidad de hacer el programa una realidad, una vivencia
dándole e imprimiéndole el sello de la existencia para alcanzar el verdadero objetivo del
proceso educativo: la formación de nuestros educandos. Manejar el Programa con un
criterio real y objetivo, ajustándolo a las características de nuestro medio; de nuestro
plantel; de los pocos y escasos recursos que hemos de poseer”.
Al manipular el Programa hemos de tener en consideración la escala mediante el
cual suministraremos los conocimientos. Fundamentarnos en el criterio selectivo que nos
conduzcan a “atrapar” el proceso que nos ha de conducir al logro de la síntesis que
deseamos. Por lo tanto hemos de dosificar, muy bien, nuestra labor y convertir el Programa
en un instrumento provechoso en el proceso del aprendizaje de nuestros alumnos. En
cualquier manual de Didáctica de la Geografía encontramos una gran cantidad de métodos
para la enseñanza geográfica. Sin lugar a dudas, ello indica el largo y duro proceso por el
cual ha atravesado la Geografía en su afán por incorporarse como una ciencia más, en el
proceso de enseñanza – aprendizaje.
El hombre, sabemos, está en un constante aprendizaje y uno de los aprendizajes más
cotidianos lo obtenemos de nuestro contacto con el medio ambiente. Las relaciones
Hombre – Medio son complejas y el tratar de conocerlas implica un proceso científico. Es
allí donde juega un papel importante el conocer una adecuada metodología. Se puede
comenzar del todo para llegar a las partes siguiendo una secuencia ordenada para evitar el
confusionismo o también en sentido inverso o sea de las partes al todo. De allí la habilidad
del docente en escoger en el método necesario el método a aplicar.
Hoy observamos que en el estado de crisis que vivimos, la Metodología para la
enseñanza de la Geografía también se halla en crisis. Que se hace necesario hacer un
replanteo, que hay que actualizar la metodología. Los cambios que se registran en la
humanidad así lo exigen. La nueva metodología geográfica debe implicar afán de
investigación, debe ser escudriñar constante y continuo; debe ser obtención y manejo de
habilidades y destrezas.
Bien sabemos que hay muchos hechos geográficos que están presentes,
constantemente en la naturaleza y el docente hace referencia a menudo en clase. Estos
hechos, a veces, no se pueden visualizar por mera observación por lo que se hace necesario
recurrir a sencillos experimentos que son fáciles de entender por los alumnos. En
Geografía, la investigación debe consistir en el indagar un hecho geográfico, no solo el afán
de descubrirlo, sino por conocer las influencias favorables o desfavorables en el
desenvolvimiento de la vida del hombre.
Para concluir, el hombre es un ser pensante, reflexivo. Esta facultad a determinado
que tienda a diferenciarse del resto de los miembros de la escala zoológica. Por lo tanto el
hombre no ha de ser imitador sino creador. Creación que se ha de manifestar en
transformación. El hombre es transformador. Es hacia allí a donde hemos de orientarnos; a
que formemos hombres transformadores, que sean capaces de utilizar la reflexión en
beneficio del bien común, en estimular la solidaridad humana y conscientes de su función
creadora, tanto individual como colectiva.

Documentos relacionados