El taco mazahua, la comida de la resistencia y la identidad
Transcripción
El taco mazahua, la comida de la resistencia y la identidad
El taco mazahua, la comida de la resistencia y la identidad por Ivonne Vizcarra Bordi Centro de Investigación en Ciencias Agropecuarias de la UAEM/ Université Laval, Québec Prepared for delivery at the 2000 meeting of the Latin American Studies Association, Hyatt Regancy Miami March 16-18, 2000 Esta ponencia no puede ser reproducida ni referida sin autorización de la autora. Taco mazahua…. Ivonne Vizcarra Bordi Introducción La siguiente exposición tiene el propósito de contribuir a la elaboración de respuestas “poco más convincentes” a la ya gastada pregunta sobre la seguridad alimentaria de las comunidades indígeno-campesinas del centro de México, la que tomando como ejemplo a la comunidad mazahua, la interrogante se formula: ¿por qué los hogares mazahuas, desde su conformación como comunidad sedentaria y hasta hoy en día, consumen cotidianamente el taco1 a pesar de todas sus transformaciones sociales sucedidas a través de su propio proceso histórico y pese a que últimamente, cada vez es más difícil obtener los medios para su consumo? Esta pregunta nos conlleva a cuestionarnos si esta aparente continuidad y persistencia obedece a una estrategia de resistencia en la cual las comunidades mazahuas y sus miembros definen una importante parte de su identidad de género, clase y etnia. Para dirigir mi contribución, este escrito se divide en cuatro partes: en la primera establezco algunas limitantes que dimensionan mi discusión. La segunda es una reflexión teórica sobre los elementos que cuestionan la seguridad alimentaria a nivel de la comunidad campesina. La tercera es un vistazo feminista sobre el proceso del consumo del taco mazahua. Finalmente me baso en la primera etapa del proceso social de consumo del taco mazahua, es decir el acceso a y el control de los recursos para obtener el taco, pues juzgo que en esta etapa se forja el conflicto, la negociación y la diferenciación entre los miembros de los hogares mazahuas, el cual condicionará el diseño del campo de fuerza de la etapa siguiente de proceso de consumo y así sucesivamente (…transformación, distribución y consumo final). 1 Propongo considerar al taco como un espacio social donde convergen relaciones sociales para su producción-consumo. El taco como tal, es un alimento elaborado con tortillas de maíz enrolladas entre sí. Para producir la tortilla le antecede el método de la nixtamalización. El nixtamal (nixcomel) es el resultado de un proceso de fermentación y cocido del maíz con cal y agua, el cual permite desprender la envoltura callosa del maíz, así como elevar la concentración de algunos aminoácidos y minerales esenciales. Una vez lavado el nixcomel, las mujeres del hogar lo muelen en molino y los repasan en el metate, o bien lo muelen completamente en el metate. Prensan pequeñas bolas de masa y colocan la pre-tortilla sobre el comal sostenido en tres piedras y calentado con leña. Una vez infladas, volteadas y cocidas, se van colocando en el chiquihuite (canasto o cesto), envueltas de una servilleta llamativa bordada por las propias mujeres. Si hay algún guiso preparado; huevo con quelites, salsa, chile, frijoles o simplemente sal, se rellena la tortilla de éste o éstos y se enrollan para obtener el taco. Si el guiso es caldoso, la tortilla hecha taco (enrollada entre sí) sirve como acompañante. Normalmente la tortilla o el taco se come recién elaborados o recalentados el mismo día. Al día siguiente se repite la historia del proceso. 2 Taco mazahua…. Ivonne Vizcarra Bordi 1.Algunas aclaraciones pertinentes Antes de continuar, es importante someter algunas consideraciones que limitan mi discusión. Partiendo de una apreciación necesaria de Mintz (1999); no podemos referirnos a la comida y a la naturaleza de los alimentos sin conocer su historia pues corremos el riesgo de determinar significados y estructuras sociales sin comprender los cambios y cómo estos operan sobre el juego de diferentes factores, ecológicos, económicos, políticos y culturales. Para comprender por qué la comida de un pueblo estructura los rasgos de una sociedad y a su vez es estructurada por acontecimientos en un momento dado, necesitamos partir desde sus orígenes históricos que conforman, delimitan y ayudan a interpretar esa capacidad de creatividad y respuesta de la sociedades para persistir. Consciente de la importancia de la recuperación etnohistórica del taco mazahua, y para evitar minimizar y reducir en un párrafo su proceso histórico, en esta ponencia me concretaré a tomar un período reciente, el de la crisis de 1994 (emanada de una crisis financiera y política y de inestabilidad social), para analizar esas capacidades de respuesta, quedando en el sobre entendido que éste es un substrato de un proceso crítico más amplio y completo.2 Resumiendo bajo este acuerdo, es sabido que hasta mediados de los 70 del siglo pasado (el XX), la alimentación de base3 de la mayoría de las sociedades campesinas mesoamericanas reposaba hasta entonces en la dieta milenaria: maíznixtamalizado (consumida en tortilla, atole o tamal), frijol y calabazas o quelites (incluyendo el chile), es decir la famosa tri-dieta (De Walt, 1983). Aunque ocasional y especialmente su dieta era complementada con frutos, cactus, insectos, cacao, recursos lacustres (aves acuáticas, peces, renacuajos) y animales de caza y domesticados (véase a Coe, 1994), su dieta cotidiana se fundamentaba en la “Santa trinidad” como la llamaron los misiones religiosos desde la conquista. Asimismo, conocemos que al arribo de los españoles 2 De hecho, esta ponencia es elaborada a partir de un trabajo más completo el cual está actualmente siendo tratado: mi tesis de doctorado en antropología. La tesis comprende una sección de cuatro capítulos dedicados a recuperar la etnohistoria subalterna del consumo del taco mazahua. 3 La alimentación de base es definida como el conjunto de alimentos que dentro su estructura nutricional, aportan la mayor cantidad de calorías y proteínas a la dieta cotidiana de una población definida histórica y culturalmente. 3 Taco mazahua…. Ivonne Vizcarra Bordi y durante la colonia, estas sociedades sufrieron profundas transformaciones sin que cambiaran radicalmente su dieta básica pese a que adaptaron nuevos cultivos a sus modos de vida y alimentos a sus patrones de consumo, como aves de Castilla (criollos), grasas animal, arroz, trigo, azúcar y especies entre otros (véase Super, 1988). El contacto entre culturas prehispánicas y éstas con el viejo continente activaron sin duda, un proceso de hibridación cultural en la cocina campesina. Sin embargo, este proceso no ha sido continuo por lo que asistimos a períodos de hibridación más acentuados que otros (García C., 1989).4 Particularmente el siglo XX protagonizó acelerados cambios estructurales importantes que puso en cuestión el sistema alimentario mexicano y los modos de vida rural. Eventos que acontecieron desde el reparto agrario (1915-1940 principalmente) a la modernización de la agricultura mexicana (1940-1970); de la internacionalización del precio del maíz a los ajustes estructurales (1965?) y; de la neoliberalización del mercado agrícola acompañada de la nueva reforma agraria (1992-?) hasta el principio de la segunda revolución verde transgenética5. En el transcurso de los cambios, se constata que a partir de los años 70 (el arranque vigoroso de la industrialización mexicana), la tri-dieta sufre “ligeras y graduales” modificaciones en cuanto a su estructura nutricional, siendo que el maíz contribuye en mayor proporción al aporte proteico, pues el consumo de frijoles disminuye considerablemente, asimismo los azúcares y las grasas animales compiten al mismo nivel de importancia que el maíz en cuanto al aporte de carbohidratos, lo que no quiere decir que el consumo de maíz en nixcomel haya disminuido (Vizcarra, 1986). No obstante, la conceptualización de las sociedades indígenocampesinas no toman en cuenta este proceso (el de hibridación), sino al contrario, las prácticas de producciónconsumo de la tri-dieta han contribuido a etiquetar o categorizar al campesinado como una sociedad “románticamente” cerrada y tradicional, pre-capitalista o bien, “desaforadamente” subordinada, dependiente y en peligro de extensión o absorción por un sistema económico mayor o dominante: el capitalismo. Ambas construcciones fueron objeto de amplios debates sobre el campesinismo y el descampesinismo 4 De acuerdo con García C. (1989) el proceso de hibridación se conforma en la heterogeneidad multitemporal en diversas combinaciones interculturales. 5 Numerosos estudios dan muestra de la crisis alimentaria del México contemporáneo y sus respectivas repercusiones. Por mencionar algunos importantes : Appendini, 1992; Barkin y Suárez (1985); Fox (1993); Hewitt de Alcántara (1992) y ; Stanford (1994). 4 Taco mazahua…. Ivonne Vizcarra Bordi en los años 706. Debate que parecía tomar un receso mientras que nuevos eventos acontecían de uno a otro. No fue hasta en la última década, que el debate académico sobre las sociedades campesinas reaparece con urgencia, pues no sólo una gran mayoría de esas comunidades siguen hablando sus lenguas y la base de su sustento sigue siendo el maíz, sino porque sus formas de subsistir se han multiplicado y diversificado. Por un lado, la necesidad de reconcetualizarlas, como lo apunta Kearney (1996), resurge no sólo porque dentro de los contextos actuales de globalización, mundialización o neoliberalismo la categoría analítica que hemos construido sobre el campesino ha sido rebasada por la historia contemporánea, sino porque nuestras categorías analíticas y nuestras construcciones mentales, hacen que una gran parte de la vida de la comunidad rural, hogares campesinos y sus miembros (mujeres y varones de diferentes edades) no se perciba ni se hayan percibido a través de su historia (Attwood, 1997) Por otro lado, siguiendo a Kearney, nuestras concepciones “residuales” de las sociedades campesinas, conformadas dentro de un pensamiento dualista, es decir dentro de oposiciones binarias: rural/urbano; periferia/centro; tradicional/moderno; agricultura/industria; vida material/ vida cultural y/o el varón a la sociedad o cultura/ la mujer a la naturaleza, obstaculizan la comprensión de sus procesos de reproducción social dentro del sistema mundial capitalista y por consecuencia, seguido obscurecen y subordinan una remarcada variedad de sus actividades, de la creatividad en sus estrategias de subsistencia y en la amplitud de sus capacidades de organización, resistencia, iniciativa económica e invención social dentro del contexto concreto de su vida cotidiana (Friedaman, 1994). Rechazando un pensamiento dualista y evitando subordinar las categorías a procesos mayores o dominantes, me parece pertinente adoptar una perspectiva que ofrezca estas alternativas y que a su vez de la posibilidad observar todas las interconexiones esenciales de la cotidianidad y la subsistencia, en los momentos donde las sociedades locales (comunidades campesinas) intentan encontrar los medios para resistir a los “puntos de vista” generalmente aceptados sobre las estrategias de reproducción social (Escobar y Alvarez, 6 Para profundizar sobre los debates campesinistas y descampesinistas, referirse a algunos autores que defendieron una u otra visión: A. Warman (1976); A. Bartra (1981) y R. Bartra (1984). 5 Taco mazahua…. Ivonne Vizcarra Bordi 1992). Me refiero a la perspectiva de ecología política femenina propuesta por Rocheleau, Thomas-Slayter y Wangar (1996). Esta perspectiva ofrece la oportunidad de analizar los momentos de lucha, resistencia, creatividad e inventiva para subsistir así como sus respectivos conflictos y negociaciones, ante los cambios socioambientales, económicos y políticos locales, regionales, nacionales y globales. Pero también, abre la posibilidad de que las múltiples formas de existir, definan las identidades y diferencias de género, clase y etnia. Por otra parte, la ecología política feminista no sólo trata al género como una variable crítica de las cuestiones de poder y los paradigmas del desarrollo económico, sino que estas críticas colocan al acceso y control de los diferentes recursos, en el eje central del análisis para promover el cambio y la justicia social. 2.Todo cabe en un pocillo sabiéndolo acomodar: Economía moral, comunidad y género Basándonos en las sugerencias de Bonfil (1990), en que la población indígena conservó a través del tiempo muchos rasgos culturales como mecanismos de defensa, pero también de resistencia y, que otros elementos culturales, desde la llegada de los españoles, se han incorporado y apropiado a los modos de vida indígena (la religión católica y el arado con yunta, son dos grandes ejemplos), así como también el procesos de modernidad impone símbolos y materiales de consumo haciéndolos pasar como “de necesidad”, nos encontramos que las estrategias sociales de subsistencia de los pueblos indígenas entretejen complejas relaciones sociales de producción mediante dos clases de mecanismos que actúan como ejes modeladores: los mecanismos que accionan por el control social y los mecanismos que reaccionan o resisten a esas acciones. Tanto unos como los otros se van transformando mediante los procesos sociales históricamente determinados, y aunque encontremos elementos de permanencia a través de dichas transformaciones, las acciones y sus reacciones se mantienen en constante movimiento pues se encuentran interconectadas en contextos más amplios. De esta manera, entre los mecanismos de resistencia se encuentra una lógica en la ética de subsistencia, la cual se mueve dentro de una dimensión moral a la que Scott (1976) llama economía moral campesina o de los pobres. Es decir que el temor de la insuficiencia de alimentos de las sociedades 6 Taco mazahua…. Ivonne Vizcarra Bordi campesinas experimentadas en el transcurso del tiempo, ha definido culturalmente el mínimo nivel de subsistencia bajo normas de reciprocidad y valores de justicia y legitimidad. Según Scott, la violación a esta ética de subsistencia, a partir de la integración de las garantías de subsistencia campesina a la vida económica hegeomónica, no sólo origina rebeliones campesinas, sino fragmenta y disuelve la economía de subsistencia, dando lugar a la injusticia y a la inmoralidad, las que pueden representar un nuevo orden mundial. Pero los mecanismos de resistencia basados en esta rica visión de la economía moral, no deben limitarse a las rebeliones o movimientos de protesta de los pobres quienes reclaman el derecho a la subsistencia, ni tampoco a desaparecerlos en integraciones hegeomónicas, sino que se deben examinar al interior: los procesos de construcción de esta lógica. Puesto que, como lo señala Mallon (1995), al colocar a las masas campesinas dentro de los procesos históricos e idealizar y homogeneizar sus comunidades para entender las grandes transformaciones sociales, tendemos a construir valores universales sobre la subsistencia.Al mismo tiempo, tendemos a ir desapareciendo los conflictos internos, la violencia, la cohesión, y los procesos de decisión comunal y domésticos que manifiestan los gestos de solidaridad, justicia, redistribución, reciprocidad, inclusión y exclusión que regulan la construcción social de la comunidad (etnicidad), de los hogares y de sus miembros (género y edad) que la conforman. Desde este punto de vista, la seguridad de subsistir y los valores que históricamente la van redefiniendo al interior de la lógica de la comunidad pueden ser referidos también como mecanismos de resistencia. Tomando en cuenta las características generales que dan un significado consensual a la comunidad, es decir: la legitimación y su complicidad; la contestación pese a que sus procesos difieran de una comunidad a otra; el espacio socialmente dinámico (Mallon, 1995, p.65) y debido a su especificidad local, forzosamente heterogénea, entonces, difícilmente podemos ignorar que cuando las estrategias de reproducción social de los hogares campesinos se ven amenazadas o en crisis de subsistencia debido a la escasez de alimentos, pérdida de su autonomía para producirlos o inaccesibilidad para adquirirlos, desarrollen su creatividad de respuesta en base a los valores y significados culturales legitimados en la comunidad. 7 Taco mazahua…. Ivonne Vizcarra Bordi Aun mismo, si estas crisis provienen de transformaciones sociales donde interfieren diversos factores ecológicos, políticos y económicos externos, éstas no son por sí solas, señala Mallon (1995), propulsoras de los cambios de la comunidad, sino que contribuyen por añadidura a recrear una ya dinámica y compleja legitimación y redefinición de relaciones de poder y significados culturales los cuales están en constante moción a nivel de un contingente humano históricamente construido. Las relaciones de poder reguladas en la comunidad son sin embargo, relaciones sociales asimétricas y jerárquicas propias e/o impuestas por otras formas de producción, donde las identidades de sus miembros se negocian, al igual que los conflictos entre los hogares, dentro de ellas y entre los géneros (Deere,1990). Bajo estas aserciones, tenemos que aceptar que la legitimación de poder se da en un marco ideológico patriarcal fundado en la división sexual “socialmente correcta” (Deere, 1986). De esta manera los pobladores masculinos tienen acceso a las fuentes de dicha legitimación, resaltando que la idea de un buen patriarca, reposa en las nociones de justicia, reciprocidad y responsabilidad dentro de un marco generalmente aceptado por la población (Mallon, 1995). El mutuo reconocimiento del poder en complicidad de las mujeres, no solamente crea una imagen erróneamente homogénea de la comunidad campesina sino que maquilla la noción de justicia social. 3. El consumo del taco mazahua un proceso social resistente Quién come el taco, cuando, cómo, dónde y por qué, son sin duda preguntas que nos pueden revelar otra noción de justicia social, claro, si las respondemos bajo una perspectiva reivindicada, la de genero (la ecología política feminista, es una buena alternativa). Quién consume los tacos, responderíamos por “costumbre”: los miembros del hogar y sus invitados donde se producen. Pero quién los produce, responderíamos por “costumbre”: las mujeres. Probablemente como herencia de la cultura chichimeca-tolteca y posteriormente mexica, los mazahuas (quienes se encontraban sumisos a culturas dominantes) adquirieron rasgos ideológicos sobre la división sexual del trabajo para producir y consumir el maíz en tortilla, es decir el taco. Dentro de esa herencia, destacaron los procesos de asignación y 8 Taco mazahua…. Ivonne Vizcarra Bordi adquisición genérica femenina sobre la responsabilidad de preparar la comida, distribuirla y cuidar la seguridad alimentaria del hogar (entre otras vastas responsabilidades). Indudable, por costumbre las mujeres son responsables de la comida en el hogar, pero no porque es natural que ellas (nosotras) lo hagan, sino porque socialmente se les (nos) ha asignado ese papel de generación en generación. En el transcurso de la historia de la mujer indígena campesina, el valor social de la responsabilidad ha ido cambiando según sean los discursos que dominan el marco ideológico: de la diosa del sustento pasó a molendera y seductora en las fotografías costumbristas del siglo XIX, y después a molendera nacionalista, mexicanista y revolucionaria en los murales de Diego Rivera (véase Pilcher, 1998)7. De la misma manera pasó de una valorización esencial y complementaria en la reproducción de la vida a un trabajo denigrante; trabajadora, sirvienta o cocinera. Aun, dentro de los discursos mundiales sobre la seguridad alimentaria, su invisibilidad en las políticas pasó al reconocimiento de su papel en la victoria de la lucha contra el hambre y el mejoramiento del medio natural (Escobar, 1995). Por otra parte, el taco producido por una mujer mazahua en su hogar o en otros hogares vecinos y consumido por los miembros de los hogares campesinos, se ha valorizado a través de los discursos de desarrollo como “comida de pobres”. Las practicas discursivas sobre la comida de los pobres, prueba su efectividad cuando los sujetos categorizados por los discursos se identifican a éste: “somos pobres porque comemos nada más puro taco”, convirtiéndose así en mecanismos de control social (Escobar,1995). En cambio, el taco consumido en un restaurante o en una hacienda (durante el porfiriato) por la clase social “alta” puede obtener un valor de distinción y prestigio, o bien los tacos consumidos por la clase “media” puede asignar nostalgia al nacionalismo. En fin el consumo del taco construye la formación de la identidad de quien lo consume, según sea su lugar en la estructura social del momento histórico y el discurso que domine.8 7 El trabajo de Pilcher (1998) muestra claramente cómo a través de la historia de la comida mexicana, el consumo del maíz en sus diversas elaboraciones, forma parte esencial de la identidad del mexicano en diferentes clases sociales. 8 La idea que el consumo esté relacionado a un proceso de producción de distinción, y no sólo en función de la distribución diferencial de recursos materiales sino también de recursos simbólicos a sido desarrollado ampliamente por Bourdieu(1988) y Appadurai (1986). 9 Taco mazahua…. Ivonne Vizcarra Bordi Cualquiera que sea el valor social, si consideramos que la mujer campesina mazahua siempre ha sido responsable de procurar diariamente el taco a su familia, invitados, parientes y otros que pasan por su espacio, podríamos deducir que su “continuidad” y persistencia se debe a que la cocina y el proceso de elaboración del taco son defendidos por las mujeres por ser de los pocos espacios de acceso y control social femenino. Sin embargo esta visión simplista y reduccionista esconde todo un sistema de información sobre las relaciones sociales y de poder que se producen para consumir el taco. Narotzky (1997) insiste en que el significado cultural de proceso social dialéctico del consumo de un objeto, en nuestro caso el taco, debe ser tomado en consideración para expresar las relaciones sociales y las luchas de poder, pero no separándolas de un proceso global más complejo, ni colocándolo como el último terreno de las relaciones de poder. En acuerdo a su sugerencia, el consumo del taco deberá englobar el conjunto de relaciones concentradas al rededor: del acceso y control a diferentes recursos para poder preparar la comida; la interacción de la formación recíproca entre las relaciones y la distribución de recursos al interior de los hogares y entre los hogares; las relaciones concernientes a la transformación del maíz (incluyendo quelites, pollo, huevo, frijoles, chiles) en taco y; finalmente, las relaciones producidas y reproducidas en el momento del consumo final. Por lo anterior, ya no podemos referirnos al consumo del taco como un proceso natural sino social, pues no sólo se trata de concebir el proceso del consumo dentro de un proceso más amplio, sino como lo señala Narotzky, el conflicto, la negociación y la diferenciación emergen en cada etapa del consumo, diseñando así el campo de fuerza de la etapa siguiente. El acceso a los recursos para producir y consumir los tacos, su distribución, su transformación y su uso, constituyen espacios sociales dentro de los cuales el poder y la riqueza, la dominación y la posesión están condicionados por una ideología patriarcal y jerárquica. Estos espacios están constantemente en juego, son arenas donde el significado producido afecta no solamente el proceso económico en su conjunto sino construye directamente la identidad de las personas en una relación asimétrica. Se puede decir que la legitimación y la complicidad, la lucha y la solidaridad, la reciprocidad y la moralidad, son elementos constantes que definen en un proceso dinámico la justicia social. La que a su vez, toma múltiples dimensiones: privada y pública, 10 Taco mazahua…. Ivonne Vizcarra Bordi individual y colectivo, doméstico y comunitario, centrípeto y centrífugo, homogéneo y diferenciado, así como local y global. En los siguientes párrafos propongo seguir la etapa del acceso al consumo del taco mazahua a partir de dos tipos de hogares seleccionados en una comunidad del municipio de San Felipe del Progreso, Estado de México: uno, identificado como GDD (grupo doméstico diversificado), donde el jefe de familia trabaja como albañil casi todo el año con el fin de procurarse ingresos para el hogar, además de que tiene puestos en la comunidad y en la iglesia (“piscal” o fiscal) tiene en su posesión una parcela ejidal de 2/3 de hectárea. Su esposa y sus cuatro hijos viven en la comunidad y debido a las acciones emprendedoras de la mujer, manejan un pequeño molino de maíz y una tiendita rural. El otro, identificado como GDA (grupo doméstico agrícola), donde el jefe de familia se dedica exclusivamente al trabajo agrícola en la comunidad, participa en puestos administrativos dentro de la comunidad (secretarios escolar, o de higiene entre otros). Tiene dos parcelas uno de temporal ejidal de dos hectárea y otra de riego de 2/3 de hectárea. Además tiene cuatro animales de tiro, que renta e intercambia su trabajo a otros grupos domésticos. Su esposa y cinco hijos, junto con su madre, hermana y sobrina comparten el mismo techo y cocina, a pero eso si cada una con su metate. Evidentemente existen una variedad cuantiosa de hogares diferentes y casos específicos, donde también existen mujeres jefas de hogar. Sin embargo, pienso que estos dos ejemplos, tipifican globalmente las múltiples formas de existir y asimismo pueden, al menos, relevar los aspectos conflictivos en la lucha por el acceso y control de los recursos en un momento dado. 4.¿Qué hay pa’comer?, el acceso El maíz es el recurso más importante para hacer las tortillas. Para adquirirlo existen dos formas predominantes: por la producción de la parcela o, por la compra de granos de maíz. Para producir el maíz y tener la garantía de su justo retorno a las manos que lo produjeron, es indispensable tener posesión de suficiente tierra (privada, comunal o ejidal) que asegure la producción de maíz necesaria para cubrir el consumo individual de cada miembro del hogar y colectivo en tiempo de fiestas durante todo el año y que además produzca semillas para el cultivo siguiente y un excedente para la alimentación animal. Para un hogar promedio tipo GDD, sus requerimientos anuales son de 2,400 kg. Para un hogar 11 Taco mazahua…. Ivonne Vizcarra Bordi promedio tipo GDA sus requerimientos anuales promedio son de 2,800 kg. En ambos casos, se calcula un consumo individual (mayores de 12 años) por día entre 450 grs. a 560 grs. Para comprarlo, se requiere de un ingreso familiar temporal o permanente. Pero también la distribución social del ingreso depende del precio a menudeo del maíz, del nivel salarial, de los costos de transporte, del lugar de compra, de los compromisos sociales (festividades religiosas y cívicas), cuotas de cooperación comunal y, del gasto destinado al consumo de otros productos como cervezas y bebidas gaseosas. De igual forma, se puede adquirir maíz combinando producción y compra. El GDD produce maíz únicamente para su autoconsumo, pues desde que el gobierno del Estado de México y sus dependencias (a mediados de los 80), dejó de asegurar los cultivos asociados, el haba dejó de cultivarse en asociación intercalando, maíz/haba. No obstante, en los últimos años, he podido percatar que algunas parcelas han regresada a esas prácticas, o bien cultivan haba en el contorno de las parcelas. El jefe de familia del GDD, proporciona los gastos para el pago de jornales para que trabajen la parcela de temporal. Es la mujer quien contrata los jornaleros o peones y la yunta, además hace los tacos para ofrecer el almuerzo incluido en el pago. Lo que no significa que no participe, la mujer siembra o echa la semilla, desyerba y ayuda a cosechar. Debido a la crisis de 1994, el jefe de familia quien siempre ha trabajado en la “obra”, se quedó sin trabajo por unos meses. En este receso forzado, él se ocupó personalmente del manejo del cultivo de maíz. A falta de empleo y como una estrategia que se expandía por toda la región, la mujer vendió sus animales que había heredado de su padre y junto con su esposo construyeron un anexo o cuarto para emprender un pequeño comercio: “la tiendita”, la que atendería la esposa. Este pequeño comercio ha dado un cierto grado de independencia a la mujer en cuanto a la toma de decisiones sobre el contrato de peones para la trabajar la parcela. Con la sequía de 1998 mucha de la cosecha se perdió, por lo que a finales de junio el GDD se vio obligado a comprar maíz al “hombre fuerte” del pueblo (antes cacique ahora comerciante de maíz).9 Agraciadamente, la tienda en este 9 La figura del hombre fuerte, que tenía más alianzas con los mestizos que con los indígenas, surge como figura indispensable en la comunidad a 12 Taco mazahua…. Ivonne Vizcarra Bordi caso, es más que una alacena del hogar, pues gracias a la venta de refrescos y cervezas y al manejo particular de la tienda, la esposa ha mantenido un ingreso constante del remanente comercial el cual le asegura la compra de maíz. Es importante aclarar que a finales de los 80, paralelamente al retiro del apoyo paulatino de las dependencia gubernamentales estatales, se dio la proliferación de tienditas en las comunidades mazahuas de San Felipe del Progreso. Siendo que para 1994, llegó a corresponder una tiendita por cada 5 hogares. La mayoría vendían lo mismo: pan blanco, jabones para la ropa, velas y veladoras, pastas alimenticias, algunas legumbres, jugos y refrescos. La poca ganancia que obtenían, la reinvertían en la compra de más productos. A estas tienditas las nombro como alacenas del hogar, debido a que los mismos propietarios (mujeres, varones y niños) “echan mano” o se suministran de los alimentos de su tiendita (sin comprarlos). Las tienditas se sostienen con los ingresos externos de diferentes miembros de la familia, y a la primera caída de un salario, los dueños se ven obligados a cerrarla. Además la concurrencia de tiendas mejor abastecidas y por razones mismas de la falta de clientela, han hecho que las tienditas - alacena se hayan reducido hasta en un 50 % para 1999. Por ejemplo en la comunidad de San Miguel la Labor, de 60 tienditas que se llegaron a crear de 1988 a 1994, para principios de 1999 existían sólo 22. Vale la pena aclarar que cerraron más tienditas, pero también se han abierto otras nuevas. Las que han tenido más éxito no sólo son las que tuvieron el crédito para la venta de cervezas y que han logrado extender y diversificar los productos para su venta, sino que la mujer principalmente le dedica una gran parte del tiempo al manejo, abastecimiento y venta de mercancía. Una particularidad de las tienditas que vale la pena remarcar, es que no venden ni compran maíz en grano, a diferencia de la gran tienda-almacén o negocio de los hijos del primer hombre fuerte o cacique, quienes compran, almacenan y venden maíz, fertilizantes, pesticidas, instrumentos de trabajo, gas, cal y además tienen a su cargo partir de la consolidación de los grupos domésticos campesinos una vez legalizado el reparto agrario. Poco a poco los mazahuas fueron estableciendo una relación de dependencia con el cacique pues los “sacaba de apuros”. Arizpe (1978) arguye que los mazahuas aceptaron esta relación porque les permitía reproducir sus sistema simbólico tradicional. Pero además, los mazahuas aceptaron el cacicazgo, precisamente para tener una alternativa disponible en cualquier situación de crisis de subsistencia. 13 Taco mazahua…. Ivonne Vizcarra Bordi el teléfono rural, camiones de carga, tuvo el primer molino de maíz eléctrico, entre otros servicios más. Tocando el tema del molino, el jefe de familia del GDD, decidió ampliar las posibilidades de generar un ingreso suplementario. Por lo que decidió instalar un molino eléctrico, que debería atender su esposa. Cuando el molino se descompone, la mujer espera que el marido regrese y lo componga, pues ella considera que es negocio de su esposo aunque los beneficios los redistribuye ella misma. A pesar de que el molino ahorra dos horas de molienda a mano sobre el metate, es parte del misterio sobre la construcción social femenina que las mujeres sigan usando el metate para repasar la masa molida. Los pocos cambios ideológicos, sobre la molienda o repaso del nixcomel en el metate no los discutiré en este trabajo, pues su complejidad merece otro espacio reflexivo (véase Stern, 1995). Sin embargo, cabe resaltar que el acceso a la molienda de maíz (en molino), solo se limita a la disponibilidad de 50 centavos (de un peso mexicano) por cuartillo de maíz (5 lts.). En sí, no es una limitante para los hogares como el GDA que cuenta con suficiente mano de obra femenina para moler y repasar en el metate. Una remarca más, ni las tienditas con mayor éxito (es decir que logran autoabastecerse) ni los molinos, funcionan como negocios que originen alguna acumulación de capital. Ambos establecimientos son concebidos bajo una ética de subsistencia. Por un lado, permiten generar ingresos mínimos, cuyas “ganancias” se destinan a la compra de alimentos y otros menesteres necesarios para la reproducción social del hogar. Por otro lado, los precios a la venta son muy bajos, de tal manera que su margen de ganancia, no comprometa la seguridad de otros hogares, o sea considerada como injusta para la clientela. En lo que concierne al GDA, el jefe de familia cultiva maíz para su autoconsumo, respetando la división sexual del trabajo “socialmente correcta” (Deere, 1986). Es decir que a cada sexo se le reconoce cierta competencia técnica de su savoir-faire específicamente para la siembra y cosecha del maíz(Chamoux, 1978). Ya que con respecto a los otros cultivos como avena y trigo forrajero para sus animales de tiro, las mujeres no intervienen. Por otro lado, el jefe de familia del GDA, está al pendiente de cuanto programa gubernamental llegue a la comunidad. Sometiéndose a un estresante aprendizaje del manejo de los 14 Taco mazahua…. Ivonne Vizcarra Bordi programas, el cual no ha sido fácil. 10 Por ejemplo, la crisis de 1994 se vio reflejada indirectamente en el GDA, pues los recursos prometido por el gobierno no llegaron en los tiempos necesarios para la aplicación de los fertilizantes y tuvo que vender su ganado menor (5 borregos) para la compra de insumos. Cuando llegaron los insumos a crédito bajo palabra, ya no eran necesarios y los vendió a uno de los “hombres fuertes”. Inscrito y participativo en múltiples programas a la vez, el jefe de familia del GDA se ajusta constantemente a los programas que le den beneficios (PROCAMPO; CREDITO A LA PALABRA; PROGRESA) y combina su tiempo con los procesos de trabajo agrícola. Dentro de sus estrategias para obtener ingresos para la compra de los medios de producción y productos básicos que su familia necesita (y asegurar su reproducción social), trabaja la yunta y otras parcelas en intercambio de bienes y servicios, o bien alquila la yunta y se emplea como peón en otras parcelas. La división sexual del trabajo en los procesos de producción de maíz, le permite una cierta movilidad para combinar diversas actividades dentro de la comunidad. La sequía de 1998 afectó, al igual que el GDD, severamente la cosecha de maíz. Sin embargo, debido a su habilidad de almacenamiento y distribución del maíz de la cosecha anterior y a una baja en la ración diaria por persona de maíz durante los tres últimos meses, permitieron que su familia librara el año, debiendo comprar maíz para su consumo solamente por dos semanas en octubre. Las mujeres de ambos hogares (GDD y GDA) no poseen tierra y debido a que nos son jefes de familia, no “tenían” derecho a la tierra, al menos por la vía legal establecida en la ley de ejidos de 1920. Considerando que el acceso y control a la tierra, es un derecho de toda la población campesina (varones y mujeres) para obtener el medio de producción más importante que asegura la disponibilidad de alimentaria, las reformas agrarias no han sido equitativamente igualitarias (Agarwal, 1994), ni entre los géneros pues las mujeres que no fueran viudas y jefes de familia fueron excluidas por más de 70 años de ese derecho, ni entre las clases pues la 10 Véase el trabajo de Nuijten (1998) en el cual, analiza cómo se desarrollan mecanismos de organización y aprendizaje entre los funcionarios que aplican las políticas de apoyo al campo y los ejidatarios, recreando así una cultura de estado. 15 Taco mazahua…. Ivonne Vizcarra Bordi distribución de la tierra se dio bajo un proceso de diferenciación social, teniendo el minifundio del campesino indígena (si tuvo lugar a su acceso) que convivir deslealmente con grandes propiedades privadas. Ahora bien, suponiendo que ambas mujeres quedaran viudas en época del PROCEDE (puesto en ejecución en 1994), donde las parcelas van tomando un cuerpo predial individual, transferible y divisible, y antes que las parcelas sean subdivididas en el número de hijos varones que tiene cada grupo doméstico, sería poco probable, que al menos una de ellas, pudiera obtener una parcela. Para tener acceso a la tierra en los tiempos de hoy, donde la tierra se sujeta a las leyes mercantiles facilitadas en la privatización de las parcelas ejidales, la mujer tendrá que tener dinero para comprarla. En este caso, es más probable que la mujer esposa del GDD, si llegase a convertir en un ”negocio” su tiendita y el molino, estos les permitiría cierta circulación y acumulación de capital para, algún día, comprar su tierra. No obstante, este desafío tiene sus limitantes a vencer. En primer término “no es la costumbre que las mujeres compren tierra”; “después qué van hacer los hombres sin tierra”; expresiones de un grupo de campesinos. Indudablemente, las leyes de reparto agrario (1915, 1917, y 1920) fueron medidas legales, ideológicas y estructurales que obstaculizaron la justa incorporación de la mujer a los beneficios directos de las reformas agrarias, y eso aún cuando ella sea considerada como jefe del hogar, pues no participó en la toma de decisiones de la cúspide ejidal (Deere,1986). Pero sobretodo, las prácticas fundadas en la democracia patriarcal (Mallon, 1995) fueron y siguen siendo más dominantes que el sólo marco legal para que las mujeres tengan el derecho a la tierra. Pese a esos acondicionamientos culturales, es frecuente observar cada vez más grupos de mujeres en las reuniones con los representantes del PROCEDE. Es probable que asistan en representación de sus esposos, padres, hermanos u otros varones cercanos, pero también es cierto que el PROCEDE ha permitido que muchas mujeres vean en este instrumento, el medio legal de presión hacia “sus varones” para que ellas o sus hijas sean beneficiarias de una de las parcelas. Este cambio aparentemente ocasionado desde afuera, es decir porque el programa promociona el derecho a la tierra a ambos sexos, no ha venido mas que, a recrear (por añadidura) una lucha interna y dinámica que ya existía en la comunidad entre los hogares y, entre los géneros y generaciones. Lucha que se 16 Taco mazahua…. Ivonne Vizcarra Bordi ha redefinido constantemente, desde que las niñas y jóvenes frecuentan más la escuela y se integran masivamente a los mercados de trabajo asalariado. Además no hay que minimizar la importancia de los discursos de género, clase y etnia que atraviesan estas nuevas esferas de participación social. En segundo término, a medida de que el ingreso de la mujer vaya siendo más importante en la estructura del ingreso total familiar, se supone que debería ir adquiriendo poder para disponer de éste. Sin embargo sus compromisos y responsabilidades redistributivas al interior del hogar y entre otros hogares son más fuertes que la liberación y la ambición del ahorro y la compra de bienes de capital. Como lo hemos visto, la instalación de una tiendita o un molino se han creado bajo una ética de subsistencia y no bajo una lógica capitalista. Si el enriquecimiento fuera consensuado y legitimado como parte de la ética de subsistencia en la comunidad, entonces las condiciones de lucha serían otras. Una de las características de las comunidades indígenas campesinas es precisamente resistir a esas lógicas de enriquecimiento, consideradas generalmente ilegales o injustas, como lo señala Scott (1977). De todas maneras, dudo que las mujeres mazahuas opten por el eriquecimiento para obtener la tierra a cuesta de fracturar la reciprocidad, al menos de los niveles de subsistencia en que se encuentran otras mujeres, pues ellas mismas luchan para que el acceso a la tierra sea más equitativo e igualitario. “lo último que daría si lo tuviera fuera la tierra, pues de ella comerán mis hijos y sus hijos” (palabras de Agustina, originaria mazahua de 39 años de edad). Con respecto al acceso de otros recursos y para continuar en el proceso de consumo del taco, ambos hogares (GDD y GDA) cocinan las tortillas con leña. Leña que cada vez es más difícil de obtener, pues tienen que ir más lejos para recogerla de los bosques semiprotegidos de la conservación forestal. Ambos hogares, recogen leña muerta, usan pencas de maguey y compran cargas de leña a particulares. Debido a su escasez, la leña es de uso exclusivo para la elaboración de las tortillas, la preparación del nixcomel, para calentar el agua, y cocer ocasionalmente atole de maíz y tamales. El resto de los guisados son cocinados en estufa de gas, cuando tienen dinero para comprarlo. Los tacos varían de un período a otro; de secas a lluvias o el temporal. En secas, los tacos son de salsa y acompañan sopas de pasta y en ocasiones de huevo con chile. En lluvias, los tacos varían según los quelites recolectados, hongos, nopales, habas y calabazas sembradas en el traspatio 17 Taco mazahua…. Ivonne Vizcarra Bordi a cargo de la mujer. Es sabido que la recolecta es una actividad generacional y genérica, pues hasta antes de los doce años de edad, niños y niñas participan en esta actividad, después pasada la pubertad de los varones, son las mujeres de todas las edades que realizan la recolecta de plantas y hongos. Se podría decir que en épocas de lluvia la disponibilidad de alimentos en el medio natural es más abundante que en secas, por lo que permite un acceso uniforme a todos los hogares. En cambio, durante las secas, la variedad de tacos difiere de un hogar a otro, dependiendo del ingreso familiar destinado a la compra de alimentos, otros que el maíz. Esta variedad estacional, también a tenido su épocas de crisis. Muchas variedades de quelites, estuvieron en amenaza de extinción cuando varios grupos domésticos aplicaron las recomendaciones tecnológicas promovidas por la revolución verde a través de sus paquetes gubernamentales. Para evitar su extinción, muchas grupos domésticos no siguieron al pie de la letra las recomendaciones y adecuaron las nuevas tecnologías a sus propias necesidades de reproducción de la milpa (véase Woodgate, 1994). Finalmente, la ayuda alimentaria es otro medio para acceder al nixtamal. La harina de maíz nixtamalizado11 es obtenida a través de la compra simbólica de canastas básicas administradas por organismos gubernamentales o no. La mayor parte de los programas alimentarios concretizados en canastas o en becas como en el caso del PROGRESA (Programa nacional de educación, salud y alimentación) son otorgados a través de un proceso de selección de hogares definidos en situación de pobreza extrema. Los programas de ayuda alimentaria son dirigidos directamente a las mujeres (madres), a quienes se les confía la responsabilidad de una justa distribución de los alimentos y recursos que recibe (Vizcarra, 1999). En nuestro caso, tanto la mujer (esposa del jefe del hogar) del GDA como la del GDD, participan en los diferentes programas de bienestar social, por considerarse como familias pobres. 11 Sólo, para observar una dimensión “mundializada” en épocas de ajustes estructurales con pautas neoliberales, es de conocer que la harina de nixtamal deshidratada bajo un proceso industrial ha sido monopolizado por dos grandes compañías multinacionales mexicanas; MASECA y MIMSA 18 Taco mazahua…. Ivonne Vizcarra Bordi Consideraciones futuras para seguir elaborando respuesta más convincentes Se sabe por muchos estudios de caso y etnografías, que una vez repartidas las primeras parcelas ejidales (1928) los mazahuas así como la mayoría de los campesinos de la meseta central, sin pensarlo, siguieron cultivando principalmente maíz(véase Warman, 1975 y Sandstrom, 1991). Por su parte, Warman (1975) sostiene que la elección del cultivo de maíz se debe no sólo porque era una especie fácilmente adaptable a tierras de temporal o por ser el único cultivo que dominaban, sino porque la continuidad o persistencia de la producción de maíz garantizaba su consumo directo, el sustento de la familia por un largo periodo y por consecuente la autonomía alimentaria. Según las interpretaciones de Sandstrom, (1991), el maíz no sólo tiene más oportunidad de dar una buen alimentación a los hogares campesinos, sino que su producción obedece a una lógica racional campesina e indígena. En otras palabras, la producción de maíz no se debe a una tradición innata o de conservación natural de una sociedad indígena, sino a un uso adecuado de los recursos con respecto a otros. Ambas respuestas son incompletas o parcialmente convincentes pues en ninguno de sus argumentos explican que la continuidad de la producción del maíz está basada, desde luego, en la división sexual “socialmente correcta” con sus respectivas relaciones sociales asimétricas y jerárquicas. Tampoco consideran que la ideología sobre la cual se basa la asignación del género femenino a la responsabilidad de la transformación del maíz en alimento comestible, es reproducida por una cultura patriarcal y estructurada por el control masculino de los recursos. Por ahora, con riesgo de ser parcial y poco convincente, puedo concluir que los dos ejemplos de grupos domésticos u hogares, hacen prueba de resistencia por sostener su producción del maíz y consumo del taco, pero sobre todo dan muestra de una variedad de múltiples formas de existir las que van redefiniendo sus identidades. Amen a la complejidad del tema, sobretodo cuando el consumo del taco se somete a un proceso más problemático en cuanto a materia de política alimentaria y desarrollo económico, espero que en esta breve exposición, al menos haya dejado la inquietud de algunos lectores en seguir buscando respuestas que desde un punto moral, caminen hacia la promoción del cambio y justicia social para todos. 19 Taco mazahua…. Ivonne Vizcarra Bordi Bibliografía Agarwal, Bina 1994 A Field of One’s Own: Gender and Land Rights in South Asia. Cambridge University Press, Cambridge. Appendini, K. 1992 De la milpa a los tortibonos. La estructuración de la política alimentaria en México. Colegio de México, México Appadurai, A. 1986 The Social Life of Things : Commodities in Perspective. Cambridge University Press, Boston. Cultural Arizpe, L. 1980 Cultural Change and Ethnicity in Rural Mexico. In D. Preston (ed) Environment Society, and Rural change in Latin American. John Wiley & Sons Ltd., New York, Toronto. 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