De barriada a barrio: el fracaso del zoning.

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De barriada a barrio: el fracaso del zoning.
 PONENCIAS De barriada a barrio: el fracaso del zoning. Elena Oña Martínez‐Albelda Proyecto I+D+I‐ BIA 2088‐02753‐ Reciclajes Urbanos. Universidad de Granada [email protected] Introducción Hasta ahora, los arquitectos hemos entendido la ciudad y, con ello, la arquitectura que en ella se encuentra, como una forma de crear lugares y espacios que intentan responder a unos parámetros estéticos y funcionales concretos. Actualmente, esto ya no es suficiente. Los problemas ambientales, económicos y sociales crecen y lo hacen de forma global. Como anuncia Richard Rogers, “la ciudad global está llegando peligrosamente cerca de sus límites de autoexplotación y conviene añadir a la belleza, al sentido y a la proporción, la prudencia”i. Es el momento para ampliar las herramientas de trabajo y no dejar ninguna atrás. La arquitectura actual tiene que apostar por un rehacer más responsable, entendiendo este concepto como anteponer la rehabilitación a la nueva construcción, reduciéndola solo a lo necesario. De este modo, se deberían llevar a cabo intervenciones que tengan en cuenta de manera bella, prudente y responsable la utilización de nuevas técnicas más respetuosas con el medio ambiente y sus consecuencias sobre el entorno, como la arquitectura bioclimática. “Las ciudades desempeñan un papel clave en el esfuerzo por establecer una relación más simbiótica entre edificios, territorio y naturaleza. Teniendo en cuenta que la vida útil de un edificio es elevada, resulta evidente que es necesario pensar a largo plazo y estar dispuestos a intervenir con tecnologías ecológicas cuyos beneficios se percibirán en el futuro”ii. Para ello, se deben olvidar los estereotipos que catalogan la arquitectura como una arquitectura artística y de alto consumo, o una de bajo consumo y bajo nivel estético, o la que se genera a través de la explotación de la sociedad o del medio natural. Se abogará por una arquitectura con una visión más ética, con un enfoque multidisciplinar que reúna los tres pilares de la sostenibilidad: el social, el económico y el medioambiental. Se trata de resolver los problemas heredados de las ciudades industriales para que los ciudadanos puedan satisfacer sus necesidades sin comprometer las de las generaciones futuras, como se expresó en el informe Brundtland. Es lo que podría denominarse solidaridad intergeneracional. Estado de la ciudad contemporánea: barrios, barriadas y urbanizaciones El modelo de ciudad contemporánea ha generado guetificación, sectorización y una gran congestión debido a la forma de esparcirse por el territorio, originando, además, problemas en su funcionamiento, en el confort del ciudadano y una gran crisis económica y medioambiental. En los últimos años, la mayoría de las ciudades han ampliado enormemente su superficie urbanizada, generando barriadas constituidas generalmente de manzanas homogéneas con viviendas, en su mayoría, de 3‐4 habitaciones, herencia del planteamiento urbanístico basado en la zonificación (zoning). La necesidad de nueva vivienda es cuestionable, cuando la mayoría de los barrios o ciudades de nueva construcción se encuentran vacíos. El desarrollo de crecimientos urbanos parciales motivados exclusivamente por intereses económicos ha generado un modelo antisocial que conlleva un grado de erosión y contaminación importante, perjudicial para la ciudad, además de una gran deshumanización de espacios, antes considerados como lugares de contacto. (Figura 1) 1 PONENCIAS Figura 1: Sanchinarro, Madrid. Rotonda que articula el movimiento de los coches y hace de límite fronterizo para los peatones dificultando el paseo entre las dos partes del barrio. Así, se propone el reciclaje de barrios desde un punto de vista urbanístico, bioclimático y social como “la recualificación de tejidos urbanos existentes y de espacios públicos que mejoren las condiciones de los entornos urbanos, comenzando por las áreas más desfavorecidas, para procurar espacios de relación atentos a favorecer una ciudad más humana y amable para los ciudadanos que la habitan y que impulse a avanzar hacia una sociedad más justa”iii. Todo esto se realizará sobre todo teniendo en cuenta a los ciudadanos, ya que sin ellos sería imposible dotar a estos espacios de identidad y respeto. El mayor reto será poder trabajar en conjunto, mediante la participación ciudadana, en la toma de decisiones para llegar a la solución más óptima en cuanto a la gestión de los espacios. El objetivo de este proceso es la transformación de barriadas en barrios. Definamos estos dos conceptos con el fin de establecer un claro punto de partida. El barrio se entiende como la unidad mínima que da forma y sentido a la ciudad, ya que hace que se produzcan relaciones sociales entre sus habitantes creando un entorno favorable para un mejor desarrollo de nuestras ciudades. Desde un punto de vista social, se entiende como “el marco natural en el que se producen los intercambios de los sujetos con su entorno, por ser el sistema donde se desenvuelven las interacciones entre sus vecinos y los procesos de participación y adquisición del sentido de pertenencia e identidad” (Gil‐Lacruz y otros, 1996)iv. Si lo analizamos desde un punto de vista estrictamente urbanístico, se diría que “el barrio aparece como unidad básica de historización y de estructuración que produce su misma complejidad, además de ser un componente esencial de la ciudad”v. La vida en los barrios es de cercanía con el vecino, ya que la trama urbana y la complejidad con la que está trazada permite que esto se produzca. Además, la escala con la que se diseñaron las calles y plazas con respecto a los edificios que los circundan hace que la interrelación entre el paseante y el habitante 2 PONENCIAS de ese barrio permanezca en contacto visual, produciéndose una vida de intercambios continuos entre vivienda y espacio público. Las panaderías, los bares, las fruterías, etc., el pequeño comercio en general, dan vida a las calles y a sus vecinos, gracias a un intercambio continuo y diario, produciéndose lazos estrechos de relación. Por otro lado, la barriada se define como una zona urbana segregada y marginada producto del planeamiento urbanístico basado en la zonificación, conocido también como “efecto zoning”, que ha quedado inconexa con las otras zonas de la ciudad. “El ferrocarril, la fábrica y el tugurio son la verdadera sustancia de las enormes periferias que crecen, a caballo entre los siglos XIX y XX, en torno a los antiguos núcleos urbanos de las regiones industrializadas, en los que se hacina la población viviendo en condiciones infrahumanas”vi. Esta idea se ve irremediablemente unida con el concepto de urbanización, nuevas agrupaciones urbanas para clase social media‐alta formadas en los últimos años por el boom inmobiliario. Tanto la barriada como la urbanización aparecen en la ciudad en forma de guetos, diferenciándose una de la otra por la clase social que la habita. Este sería uno de los efectos negativos del zoning, ya que frenaría cualquier intento de lograr una ciudad heterogénea e híbrida. Figura 2: Orcasitas, Madrid. Barrio residencial de los años 70‐80. También se entiende la barriada como una agrupación de viviendas en la que en muchos de sus casos la densidad que se busca para hacer posible de ella un barrio ya existe. Sus edificios y espacios públicos están muertos y, en la mayoría de ellos, el automóvil es el protagonista, negando un espacio de convivencia. “Las fronteras entre el aislamiento y el contacto se vuelven más nítidas: las personas están solas o bien con otras a un nivel relativamente exigente y riguroso”vii, desaparece el contacto visual o el roce por la calle o en los espacios públicos con vecinos desconocidos, pero familiares. Las dotaciones son escasas para propiciar la interrelación de la que se hablaba antes y los desplazamientos al centro de la ciudad por motivos de trabajo y ocio son continuos, ya que estas agrupaciones se originaron como barrios obreros donde anteriormente se situaba una industria en la que se trabajaba. De esta manera, 3 PONENCIAS se crean unos cambios bruscos de densidad, estando mucho más despoblados durante la semana y tomando más vida cuando llega el fin de semana. Los edificios son de muy poca calidad y muchos de ellos, concretamente los que se hicieron antes de 1980, no cumplen con las condiciones térmicas ya que aun no había salido la NBE‐CT‐79. (Figura 2) De distinta manera, las nuevas urbanizaciones‐dormitorio construidas en el siglo XXI se encuentran totalmente desligadas de cualquier realidad que tenga que ver con la ciudad. Constituyen burbujas con su propia realidad. Las calles, por ejemplo, están flanqueadas por vallas y en el mejor de los casos, se plantean muros de vegetación o de fábrica para impedir, no solo el paso, sino también la vista al interior. Las cámaras de seguridad son la única mirada al exterior. Las calles se vacían y las plazas dejan de existir, y todo el espacio exterior que les rodea sirve sólo para el automóvil. Ya no se pasea, se llega al modelo estadounidense de ciudad, la ciudad a través del coche. La necesidad de cohesión e hibridación social con otras clases sociales es completamente necesaria para mantener una relación con la ciudad, lugar heterogéneo e híbrido que da cabida a múltiples actividades. Las estructuras de las calles son nefastas: aparecen elementos de servicio al automóvil en lugar de al peatón, como, por ejemplo, una rotonda en lugar de una plaza. Los espacios exteriores de convivencia no existen y se da la bienvenida a los centros comerciales. (Figura 3) Figura 3: Pozuelo de Alarcón, Madrid. El concepto de relaciones vecinales estaba ligado al contacto y a una comunidad. Ahora, cada vez más, se es consciente de la marginación y la individualidad que se observa en los barrios periféricos de las ciudades. Lo importante es buscar un interés común en el que los habitantes encuentren una responsabilidad social para con su ciudad y hagan de su calle o plaza una prolongación de sus hogares y no un sitio donde aparcar su vehículo. Estrategias El desarrollo sostenible, entendido desde la interacción entre el medio económico, ambiental y social, es la clave para una planificación urbana medioambiental, así como la participación ciudadana lo es para garantizar su éxito. Ahora bien, la ciudad bioclimática no estaría compuesta solo por edificios que incorporasen múltiples técnicas de acondicionamiento pasivo, como la ventilación cruzada, muros de inercia térmica, invernaderos o cubiertas vegetales, sino también por criterios bioclimáticos para una planificación urbana general, es decir, saltar de escala: del edificio a la escala urbana. Con este fin se proponen una serie de estrategias que nos ayudarían a crear una civilización postindustrial que se involucrase en temas medioambientales de una forma responsable. 1.‐ Reducir el consumo del suelo, o “huella ecológica” (Rees y Wackernagel, 1996)viii, ya que en los últimos años el crecimiento de las ciudades ha ocasionado un deterioro del territorio debido al consumo de este. “El territorio no es un bien infinito e inextinguible, sino un bien limitado y a preservar”ix. Si se 4 PONENCIAS supone que la huella ecológica hace referencia al grado de desarrollo de la sociedad en la que vivimos, entonces el mundo no podrá seguir desarrollándose más si dicho desarrollo significa más consumo. Como solución a esta situación se plantearía “la recualificación urbana como alternativa a la recalificación urbanística territorial que lleva a muchas ciudades al consumo insostenible de territorio”x. Esto nos llevaría a centrarnos en las barriadas para convertirlas en barrios, mejorando su calidad en cuanto a espacio público, equipamientos y edificación. De esta forma, además, se podrá hacer de ese suelo ya consumido un suelo que permita minorar el impacto ambiental que ha causado, mediante técnicas bioclimáticas. 2.‐ Evitar el modelo de ciudad dispersa, promoviendo así una ciudad en red. La configuración de nuestros núcleos urbanos está cada vez más especializada en cuanto a sus usos, lo que provoca un continuo desplazamiento de personas desde sus barrios periféricos hasta el centro urbano o centros de actividades económicas o comerciales. La polarización generalizada por el efecto zoning hace que actividades que antes se superponían unas a otras, ahora se distancien, haciendo del espacio público un lugar sin vida y artificial. Lo que se busca es hacer de nuestros barrios un lugar donde habitar y no una ciudad‐dormitorio a la que acudir después de un largo día de trabajo. “El único centro da paso a una constelación de centros que forman una estructura en red, multifocal y expansiva. La fuerza centrípeta de atracción hacia el único centro se relaja y, poco a poco, es sustituida por un sistema más abierto, regido por múltiples fuerzas centrífugas que definen un modelo de conocimiento más acorde con nuestra realidad”xi. Es así como la periferia, tanto barriadas como urbanizaciones, empezarían a tomar importancia, ya que se trataría de unas piezas más del engranaje con vital importancia para que este funcione y se dejaría de hablar de piezas sueltas sin relevancia para hablar de un mecanismo. Es importante entender este sistema en red como algo finito que hay que controlar y no seguir extendiendo incontroladamente. De lo que aquí se habla es de cómo realizar una conexión entre todas las partes que se disgregaron de la ciudad y que de alguna manera ahora le pertenecen. 3.‐ Controlar la densidad, valorando “el vacío como espacio a preservar”xii, sería una importante herramienta en este sistema de ciudad en red, ya que con ella se podría evitar el contraste que se produce entre barriadas y urbanizaciones. Además, se otorgaría cierta importancia a los espacios que existen entre ellos, como cultivos o eriales, reutilizándolos como potencial de sociabilidad e identificación. La rehabilitación y reutilización de edificaciones en la periferia ayudaría a supervisar las densidades máximas y mínimas, para así poder complejizar las áreas ya urbanizadas, que se convertirían en nuevos núcleos con mayor riqueza e hibridación. La diferencia de nuestras ciudades en cuanto a densidad estriban, sobre todo, en las concentraciones de urbanizaciones con bajísima densidad, en las concentraciones de barrios periféricos con una densidad media y en los barios de centro ciudad con densidad alta. Esta variedad tipológica se aglutina de forma muy sectorizada y produce que lo que en un principio se considera riqueza por la variedad tipológica, se convierta en un gran problema, debido a su distribución en la ciudad. Una solución sería estudiar cómo parasitar estos lugares para lograr, cuando sea necesario, un aumento de la densidad y de las dotaciones, mediante oficinas y lugares de trabajo. Todo esto ayuda a una menor congestión en el sistema viario de las ciudades. 4.‐ Crear redes de transporte público y promover el carril bici y los recorridos peatonales, para unir entre sí y con el centro histórico a los núcleos urbanos de la periferia. Se realza precisamente el espacio público como sistema de relación y de transporte. De esta manera, se aminorará uno de los principales causantes de la contaminación, el automóvil, evitando el incremento de su uso y las grandes congestiones en el sistema viario que este produce. Además, se integraría a las barriadas que quedaron segregadas, para hacer estos lugares partícipes en la ciudad como una pieza más dentro de este engranaje. Al generar formas alternativas de transporte, se debería empezar a disminuir o controlar las vías que se originaron solo para el automóvil, al igual que los sistemas que los acompañan. 5 PONENCIAS Un punto a resaltar y que tiene que ver también con la densidad es el estudio del uso del suelo en elementos a servicio del coche, en lugares donde debería primar el peatón, como, por ejemplo, las rotondas. Se podría investigar su uso dentro de los barrios periféricos, para disminuir la importancia del automóvil y aumentar la del peatón, creando un espacio público o zonas de equipamientos, que son tan carentes en estos lugares, facilitando el paseo continuo de los ciudadanos y estableciendo una convivencia entre ellos menos jerarquizada. 5.‐ “Cerrar los ciclos urbanos de materia y energía para poder conseguir que los residuos se conviertan en recursos“xiii. Como alternativa al metabolismo lineal propio de las ciudades modernas y una de las principales causas de la alta demanda de recursos, se propondría el metabolismo circular (Girardet, 2001)xiv, que comprende la reutilización de los recursos introducidos en el ecosistema urbano. Muchos de los desechos humanos son ricos en nutrientes. De hecho, algunos sistemas experimentales de alcantarillado vierten estos residuos en parques y plantaciones forestales, para utilizarlos como fertilizantes y combustibles, pero pueden volverse contaminantes cuando son liberados en grandes cantidades. De la misma manera, la recogida de agua de lluvia y de las aguas grises y negras mediante instalaciones de redes separadas podrían servir, tras un tratamiento de reciclaje, para el riego de zonas verdes y limpieza urbana. La recogida de los residuos orgánicos (incluyendo las aguas negras) permite realizar compost para el abono de las zonas verdes de los barrios o inmediaciones. Todo esto permite que los recursos que entran en un barrio puedan organizarse para que cuando se conviertan en residuos tengan aún utilidad y se origine así el ciclo cerrado que se desea buscar. 6.‐ Mejorar el comportamiento energético de nuestras ciudades. “Básicamente, sólo existen tres procesos que pueden conducir razonablemente a reducir las necesidades energéticas o la carga sobre el medio ambiente: la rehabilitación de edificios existentes; la sustitución de los antiguos edificios ecológicamente despilfarradores por nuevas formas de bajo consumo y el cierre de intersticios entre edificios”xv. La forma de afrontar la rehabilitación de un barrio ha de ser desde la precisión. Se investigarán y estudiarán localmente las zonas a rehabilitar con el fin de ocasionar menos daño del ya producido. Al igual que las tecnologías en la medicina avanzan y son cada vez mas minuciosas, en la arquitectura se debe apostar por el mismo sistema. No será lo mismo una rehabilitación que la sustitución de edificios energéticamente ineficientes, o que el cierre de intersticios entre edificios. La toma de datos y las investigaciones previas son los instrumentos que nos ayudarán para saber elegir en cada caso. 7.‐ Todo lo anterior sería impensable sin la participación ciudadana, ya que es la que ayuda y agiliza todos estos procesos, haciéndolos más ricos, factibles y auténticos. Es así como los ciudadanos cargarían a los espacios que tocan con una identidad, que hace que el individuo se reconozca y se haga responsable del lugar que habita y transforma. Hay múltiples ejemplos que lo demuestran, como “la ciudad jubilada”, en Barcelona, donde los jubilados crean huertos urbanos en lugares donde hay desechos con el fin de recuperar la zona a la vez que se hacen partícipes de dicha recuperación; como en Bilbao, donde se ha creado un jurado técnico‐ciudadano que elegirá la propuesta para la recuperación de una zona industrial; o como en Curitiba (Brasil), donde se va a construir la primera isla peatonal, un sistema innovador de transporte, educación ambiental y numerosas intervenciones sociales que transformarían la ciudad. Conclusión Los puntos anteriores señalan la prioridad de rehabilitar aquellas barriadas más desfavorecidas, pero en ningún caso debemos olvidarnos de las urbanizaciones de baja densidad, formadas básicamente por viviendas adosadas de dos alturas y situadas en la periferia. Como se ha comentado, este tipo de distritos son tan perjudiciales como los que hemos definido como barriadas. Si una vez rehabilitadas las zonas más necesitadas no se piensa en estas urbanizaciones se establecerá un desequilibrio en la 6 PONENCIAS ciudad. Se habrá mejorado, pero siempre habrá grupos que vivirán a merced del coche, ocasionando un desequilibrio energético en las ciudades. “Las estrategias de la planificación medioambiental son las de conservar y revitalizar los centros antiguos, promover la aparición de nuevos centros, prestar atención al diseño, equipamientos y configuración de espacios libres, y redefinir sendas en el interior de la ciudad”xvi. A lo anterior hay que añadir la participación de la sociedad, como otro elemento más de la planificación, ya que el fin de todos estos cambios sería por y para el ciudadano. Como anuncia Elisa Valero, “los verdaderos protagonistas de los espacios que proyectamos no somos los arquitectos sino las personas que los habitan”xvii. Los conceptos de planificación medioambiental y participación ciudadana se unen y dan fuerza al de desarrollo sostenible. Sin embargo, no debemos olvidar la forma de gestionarlo, ya que se podría caer en la era del “eco‐boom inmobiliario”, o en la creación de un paisaje fruto de la repetición de recetas mal interpretadas. En la actualidad, los términos relacionados con el medio ambiente, la sostenibilidad o la ecología se ponen de moda y, con ello, se vuelven engañosos y comerciales, por lo que debemos acentuar la mirada crítica. El peligro de volver a caer en la misma trampa existe, pero esta vez con un nombre diferente. Por ello, la información y la educación tienen que ser capaces de erradicarlo. Se cuenta con personal suficientemente formado y capacitado para poder hacer que la información llegue a todos los públicos y sea entendida sin falsedades. Para que los ciudadanos puedan elegir con libertad, se debe trabajar desde en talleres informativos en los barrios hasta en los centros educativos (escuelas, institutos y universidades). “La vida entre los edificios ofrece la oportunidad de estar con otros de un modo relajado y cómodo”xviii. Para poder llegar a una convivencia sana y a una humanización de las ciudades hacen falta grandes equipos multidisciplinares que reúnan todos sus conocimientos. De esta forma, el resultado será mucho más enriquecedor y habrá abarcado muchos más problemas de los habituales. La crisis en la que nos encontramos es un punto de inflexión, un momento de cambio potencial comparable, según numerosos autores, a la revolución industrial. Pero también es un tiempo de tensiones y de inestabilidad propicio para la creatividad y la reflexión, para las investigaciones y experimentaciones que abran la puerta a un cambio de rumbo posible. i
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