RMC 135

Transcripción

RMC 135
Número 135
jul / sep 2013
Fundador: Miguel Ángel Sánchez de Armas
Director: Omar Raúl Martínez
Subdirector: Jorge Tirzo
Editor: Raúl López Parra
Consejo Editorial: Gerardo Arreola, Francisco de
Jesús Aceves, Alma Rosa Alva de la Selva, Guillermina Baena, José Luis Becerra, Virgilio Caballero, José
Carreño Carlón, José Luis Esquivel, Javier Esteinou,
Fátima Fernández Christlieb, Ricardo G. Ocampo,
Carmen Gómez Mont, Perla Gómez Gallardo, Javier
González Rubio, Miguel Ángel Granados Chapa (),
Fernando Gutiérrez, José Luis Gutiérrez Espíndola,
Octavio Islas, Felipe López Veneroni, Fernando Mejía
Barquera, Humberto Musacchio, Raymundo Riva
Palacio, Miguel Ángel Sánchez de Armas, Enrique
Sánchez Ruíz, Luis Javier Solana, Beatriz Solís
Leree, Gabriel Sosa Plata, Florence Toussaint.
Consejo Editorial Internacional:
Rafael Roncagliolo (Perú), José Marques de Melo
(Brasil), Miguel de Moragas (España), Joaquín
Sánchez (Colombia), Marcelino Bisbal (Venezuela),
José Manuel de Pablos (España), Sergio Caletti
(Argentina), Armand Mattelart (Bélgica), Benjamín
Fernández Bogado (Paraguay), Mariano Cebrián
(España), Manuel Martín Serrano (España)
Gerente Administrativa: Esperanza Narváez
Producción: Clara Narváez, Anay Romero,
Israel Navarrete, Andrés Camacho Buendía ()
Ilustraciones y Fotografía: Del Ángel,
Antonio Soto, Cuartoscuro, Sari Dennise
Diseño de Portada: Iván Alberto Cabrera
S u m a r i o
Año XXVI
XXV Aniversario de RMC
5 Omar Raúl Martínez
Cinco lustros de tomar el pulso
11 José Luis Esquivel
Una revisión al debate
13 Enrique E. Sánchez Ruiz
Región, movimientos sociales y comunicación política
16 Francisco Aceves González
Libertad de expresión en México
19 Perla Gómez Gallardo
La TV como protagonista
21 Alma Rosa Alva de la Selva
Fuerzas en pugna
25 Francisco Vidal Bonifaz
Generación Einstein
29 Octavio Islas / Amaia Arribas Urrutia
La aportación de la academia
33 Fátima Fernández / Patricia Ortega / Beatriz Solís
Presidente Honorario:
Miguel Ángel Sánchez de Armas
Presidente: Omar Raúl Martínez
Vicepresidenta: Esperanza Narváez Perafán
Director Ejecutivo: Jorge Tirzo
Fondo Editorial: Clara Narváez, Abigail Cervantes
Proyectos Especiales: Roberto Barrios Gaxiola,
Pilar Ramírez, Alfonso Yáñez, Fabiola Narváez,
Verónica Trinidad Martínez, Raúl Velázquez
Asesores de Producción: Antonio Moreno,
Adela Ávila, Hormisdas Cobos ()
Auxiliar de la Dirección: Jorge Jaramillo
Servicio Social: Daniela Caballero, Karen Molina,
Miriam Olmos, Berenice Espinosa, David Hernández,
Sergio Hernández.
La Revista Mexicana de Comunicación es el órgano oficial
de la Fundación Manuel Buendía, AC. La revista
y la Fundación están integradas como observadoras al
Consejo Nacional para la Enseñanza e Investigación de las
Ciencias de la Comunicación (CONEICC), a la Red Mexicana
de Protección a Periodistas y Medios de Comunicación y a la
Asociación Mexicana de Investiga-dores de la Comunicación
(AMIC). Ambas son miembros de la Red Iberoamericana
de Revistas de Comunicación y Cultura, de la Federación
Latinoamericana de Periodistas (FELAP), de la Asociación Latinoamericana de Investiga-dores de la Comunicación (ALAIC)
y del Instituto Interna-cional de Comunicaciones (IIC), y representadas en la Asociación Internacional de Investigadores de
Comunica-ción de Masas. Revista Mexicana de Comunicación
es una publicación bimestral editada por ECO Información
SC. ISSN 0187-8190. Certificado de licitud de título 3390, de
contenido 3221 y de reserva de uso de título 72-89. Editor responsable: Omar Raúl Martínez Sánchez. Dirección: Guaymas
8-408, col. Roma, 06700, Del. Cuauhtémoc, México, DF. Tel.
52 08 42 61. Impreso en los Talleres de Reproscán, SA de CV,
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la República CITEM, Taxqueña 1798, México DF, Permiso
de SEPOMEX como publicación periódica núm. 048-0689;
características 229541 409. No se responde por originales no
solicitados. Los artículos firmados no reflejan necesariamente
la línea editorial de la revista.
Se prohibe la reproducción del contenido salvo citas para
reseña.
Nuestros derechos comunicativos como audiencias
40 Guillermo Orozco Gómez
Comunicación y divulgación de la ciencia
44 Felipe López Veneroni
Adiós al papel
48 José Mauel de Pablos / Concha Mateos / Alberto Ardévol
político como comunicador
52 ElGuillermina
Baena Paz
Político
55 Neuro-Marketing
Andrés Valdez / Roberto Hilario / Arturo Vergara
Columnas
8 Biblioteca
Periodismo, cuentos, datos, reporteo digital... / Jorge Tirzo
y sociedad
9 Tecnología
Informatización de la sociedad
/ Carmen Gómez Mont
Cinco
lustros
de Comunicación y medios
XXV Aniversario de RMC
Con este ejemplar, el reloj marca una edad celebratoria para la Revista Mexicana de
Comunicación: cinco lustros, dos décadas y media, 25 años de vida.
Concebida en el seno de la Fundación Manuel Buendía con el afán de estimular sus
propósitos, la RMC aparece en el escenario de la prensa mexicana en septiembre de
1988 bajo la batuta y el entusiasmo tenaz de Miguel Ángel Sánchez de Armas y el
acompañamiento y respaldo de un importante grupo de investigadores y periodistas.
Omar Raúl Martínez
D
esde un principio nos planteamos la pertinencia de
abrir un espacio periódico
en donde tuvieran lugar
preponderante el registro, la
reflexión, el análisis, el escrutinio y el debate en torno al papel de los medios de
comunicación en México y el mundo.
El entorno social, académico, político
y profesional de aquella época volvía
indispensable un foro de esta naturaleza
habida cuenta que eran contadísimos
los espacios de análisis y reflexiones
sobre tales tópicos en cuya sustancia
abrevaran del aporte académico y la
perspectiva periodística.
Adicionalmente desde tres lustros
previos se venía presentando una veloz
expansión tanto de los estudios superiores de comunicación como de la infraestructura y cobertura de los medios
masivos, lo cual suponía la aparición
de nuevos fenómenos sociopolíticos,
económicos y culturales necesarios de
examinar a la luz de la nueva realidad.
Tres fueron, por tanto, los objetivos
centrales que se impuso la Revista
Mexicana de Comunicación:
1. Rescatar y compartir materiales
o aportaciones de investigadores de la
comunicación para su amplia difusión con
el ánimo de fomentar la permanente actualización, el intercambio y la discusión.
2. Difundir los reportajes, entrevistas,
ensayos y artículos especializados de
periodistas sobre los grandes temas en el
área o acerca de aspectos coyunturales
dignos de escrutinio y examen.
3. Ofrecer un espacio de encuentro informativo a la comunidad del periodismo
y de la academia, que precisa de estudios
serios y documentados para profundizar
en ciertos segmentos o ampliar sus horizontes profesionales.
De esa suerte, desde su origen la
RMC asume un perfil que engarce teoría y práctica, que vincule a los académicos con los periodistas, que acerque
a los estudiantes con el ámbito profesional, que amplíe las miradas y lazos
entre los expertos de la comunicación y
las audiencias no especializadas…
Las comunidades académica y periodística recibieron con buenos ojos la
llegada de ese naciente espacio, aunque
algunos la miraron como un interesante
proyecto que, al no estar respaldado
en alguna institución pública o universitaria, pasaría a engrosar la lista de
proyectos frustrados en el ámbito de la
divulgación de la comunicación.
A 25 años de distancia de su primera
luz, la revista ha pretendido mantenerse
fiel a sus principios y afanes primigenios: estrechar los vínculos entre
julio-septiembre 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN
5
la investigación científica y el quehacer
mediático. Al respecto, Francisco de Jesús Aceves ha escrito: la RMC ha logrado
“derribar las ancestrales barreras entre
comunicadores y comunicólogos”. Por
su parte, en un análisis en torno al debate
sobre la investigación de la comunicación en México publicado en la primera
edición, Enrique Sánchez Ruiz sostiene
en las siguientes páginas que “la RMC ha
permanecido como un intermediario de
gran valía entre investigadores y diversos
públicos especializados y no especializados, tal y como prometía el editorial del
primer número”.
Educación desde hace 24 años. Asimismo
hemos transitado rumbos con dos revistas
muy significativas en la última década:
Etcétera. Para entender a los medios,
dirigida por Marco Levario Turcott; y Zócalo. Comunicación, política y sociedad,
comandada por Carlos Padilla Ríos. En el
ámbito digital ha sido destacable la labor
de Razón y Palabra, “Primera revista
digital en Iberoamérica especializada en
Comunicología”, editada por el Proyecto
Internet del Tecnológico de Monterrey,
Campus Estado de México, encabezada
por Octavio Islas y Fernando Gutiérrez.
Debido a la multiplicación de foros para
discutir los medios y la comunicación,
pero específicamente al soslayo a la asignación publicitaria a revistas científicas y
culturales, así como al franco despegue
de la Internet con la difusión gratuita de
contenidos, en los últimos 12 años no ha
sido sencillo el mantenimiento de la RMC,
pero sigue persistiendo en sus empeños.
Gracias al incondicional apoyo de
amigos académicos y periodistas que
nos privilegian con sus aportaciones para
compartirlas a nuestro público; gracias a la
entrega absoluta del equipo de producción
editorial de la Fundación Manuel Buendía
que ha puesto vida, alma y corazón (cuyos
nombres aparecen en la siguiente foto); y
gracias a los amigos funcionarios que desde sus respectivas entidades institucionales
nos apoyan con sus difusiones publicitarias, ha sido posible llegar al día de hoy
y celebrar este XXV aniversario de RMC.
Recorrido y contexto
El director fundador, Miguel Ángel
Sánchez de Armas, en 1994 observaba dos
etapas en un balance preliminar:
La primera corre desde su gestación, su
nacimiento, su sobrevivencia y crecimiento, y termina en junio de 1992, cuando
me separo por otros compromisos profesionales incompatibles con la dirección
de RMC. La otra comprende de entonces
a la fecha, encabezada por Omar Raúl
Martínez, y es la fase de la consolidación
y ampliación de la revista.
Al ofrecer un encuadre histórico en
la presente edición, José Luis Esquivel
refiere que a lo largo de estos cinco lustros, tanto en su formato impreso como
en su versión digital, no han faltado “los
temas de palpitante actualidad”, los cuales
“hemos conocido a plenitud a través de
la pluma de verdaderos expertos”. En
otras palabras: no resulta aventurado
señalar que asomarse a las 135 ediciones de RMC que abarcan de septiembre
de 1988 a septiembre de 2013, significa
acercarse a la historia de los medios de
comunicación, así como al diagnóstico
de varios de los relevantes temas emergidos en ese periodo desde la mirada e
inteligencia de los estudiosos y periodistas más destacados de nuestro país.
Es justo recordar que en sus primeros
25 años de vida, la Revista Mexicana
de Comunicación ha podido compartir
el trayecto con otras publicaciones y
espacios cuyos valiosos aportes han
contribuido a enriquecer el espectro
del análisis de los medios y la comunicación en sus diversas facetas:
Comunicación y Sociedad, una revista
académica semestral especializada que
también desde 1988 publica resultados
de investigación, así como acerca de
teorías y metodologías, publicada por la
Universidad de Guadalajara. Igualmente digna de reconocimiento es la revista
radiofónica El Fin justifica a los medios, que bajo la batuta de Graciela Ramírez se difunde los martes por Radio Miguel Ángel Sánchez de Armas, Director fundador.
6
REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/julio-septiembre 2013
Gracias también a todos ellos y en
especial al equipo operativo comandado
por Jorge Tirzo, actual director ejecutivo
de la Fundación Manuel Buendía y subdirector de RMC, la versión en línea no
solo se ha enriquecido y sistematizado en
sus contenidos sino además se le ha dado
un nuevo cariz visual con el apoyo de
jóvenes universitarios.
Voces expertas
Así, además de su versión impresa, con
el impulso en su formato digital que se
actualiza de manera sistemática, la Revista Mexicana de Comunicación refrenda
hoy su compromiso de seguir ofreciendo
textos de largo aliento como los que precisamente se recogen en la presente edición:
Perla Gómez, por ejemplo, en un puntual
ejercicio de análisis y síntesis, sienta 25
reflexiones dignas de atender en estos
cinco lustros a propósito de las implicaciones y polémicas aristas de la libertad
de expresión en nuestro país.
Carmen Gómez Mont –académica que
muy pocas veces ha faltado a la cita con
su acostumbrada columna en RMC– escribe sobre las tecnologías de la Información y la Comunicación en el proceso de
informatización de las sociedades, considerando sus significados en lo social, lo
educativo y lo profesional.
Alma Rosa Alva de la Selva desarrolla
una claridosa revisión sobre las múltiples
transfiguraciones que la TV mexicana
ha vivido a lo largo de 25 años donde la
veta comercial ha tendido a mantener
rezagado al sector en su sentido social
y político.
Francisco Vidal registra y analiza
cómo –justo desde la aparición de la
RMC– inicia el despegue de las telecomunicaciones en el país, ofreciendo un
documentado estudio hasta el momento
actual donde la diversificación de plataformas de distribución de contenidos ha
generado una lucha continua entre los
grandes consorcios del área en México
y el mundo.
Francisco Aceves realiza una revisión de sus propias aportaciones
expuestas en RMC acerca de comunicación política y movimientos sociales,
como una muestra paradigmática de
que, así como éste, han sido tocados
una multiplicidad de temas. Octavio
Islas y Amaia Arribas ofrecen una radiografía de la Generación Einstein,
fenómeno de la ecología cultural de las
sociedades contemporáneas, desplegado con el auge de la Internet en los
últimos 25 años.
Fátima Fernández, Patricia Ortega y
Beatriz Solís rescatan de la memoria
una valiosa recapitulación en torno a
El equipo de la Revista Mexicana de Comunicación. De pie: Manuel de Jesús Ramírez (Prácticas profesionales), Lair de Jesús García (Prácticas
profesionales), Alberto Iván Cabrera (Diseño), Jorge Tirzo (Subdirector y editor en línea), Israel Navarrete (Logística y producción editorial).
Sentados: Carmen Sagrario Flores (Publicidad), Anay Romero (Producción editorial), Esperanza Narváez (Coordinadora administrativa), Clara
Narváez (Coordinadora técnica y Producción editorial) y Omar Raúl Martínez (Director).
las aportaciones que los investigadores
de la comunicación han realizado en las
últimas tres décadas y media, las cuales
permiten aquilatar su directa incidencia
en la concepción y construcción de la
reciente reforma legislativa en materia
de telecomunicaciones y radiodifusión, para confirmar “lo beneficioso
que puede resultar la reflexión unida
a la acción”.
Guillermo Orozco publica un sugerente reflexión sobre el desdén mediático y legislativo en lo que concierne a
los derechos comunicativos de las audiencias, lo cual a su vez ha generado
en los años recientes un vacío jurídico
“que lamentablemente se ensancha
[…] como consecuencia del abuso
creciente de quienes detentan el poder
y el control de los medios masivos”.
Felipe López Veneroni comparte
puntuales razonamientos de corte filosófico en torno a los alcances de la
comunicación científica y el divulgador
de la ciencia, un tema que ha venido
ganando terreno en los últimos cinco
lustros.
José Manuel de Pablos, Concha Mateos y Alberto Ardevel, invitados in-
ternacionales, diseccionan un tópico que
mueve a la preocupación de los medios
impresos: la inminente desaparición del
papel, y particularmente de las revistas
científicas en ese soporte, lo cual obliga a
un replanteamiento de su función a través
de los nuevos recursos tecnológicos.
Y con los artículos de Guillermina
Baena Paz y de Andrés Valdez Zepeda
relativos a diversas vertientes de la comunicación política, la presente edición cierra un singular y excepcional
caleidoscopio de voces expertas, tal
y como lo hemos venido procurando
en cada una de las 135 ediciones de
RMC.
Por nuestra parte, sólo nos resta
agradecer a la vida, al tiempo, a los
más cercanos, a nuestros fieles lectores, la oportunidad que nos brindan de
compartir un foro como Revista Mexicana de Comunicación. Esperamos
seguir contando con su respaldo y su
acompañamiento que siempre nos resultan vitales. Orgullosamente alzamos
la copa para decir: ¡Salud!
Docente e investigador de la División de Ciencias de la Comunicación en la UAM Cuajimalpa. Director de Revista Mexicana de Comunicación. Profesor de la UNAM y de la Maestría de
Periodismo Político en la EPCSG.
julio-septiembre 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN
7
Biblioteca
Biblioteca
Jonathan Gray
Pablo Mancini
Nelson Fernández Liliana Chambers
Jorge Tirzo
International Alberto
Salcedo Ramos
Center for Journalists
Seguridad en
el reporteo
digital
N
Introducción
al periodismo
digital
Y
a no es una opción.
El periodismo digital es una realidad
que involucra conocimientos de producción
multimedia, manejo de
redes sociales, creación
de medios y por supuesto
principios básicos del
periodismo.
Guía de periodismo en la
era digital es un manual
práctico para estudiantes
de periodismo e informadores que comienzan
en la reportería digital. A
través de ejemplos, tutoriales, ejercicios y enlaces
a recursos relacionados,
se explican tanto los
aspectos teóricos como
prácticos de esta forma
de hacer periodismo.
International Center for
Journalists, Guía de periodismo
en la era digital, ICFJ, Estados
Unidos, 2013, 30 p.p. Disponible
para descarga electronica en:
http://www.icfj.org/sites/default/
files/icfj_guia_de_periodismo_FINAL.pdf
8
Cuentos
periodísticos
A
lberto Salcedo
Ramos es uno de
los cronistas más
importantes de América
Latina. Recientemente fue
galardonado con el Premio
Ortega y Gasset 2013 en
periodismo por su trabajo
como narrador de no-ficción.
Su obra es indudablemente
literatura de la realidad. Uno
de los principales exponentes del nuevo periodismo en
español.
Echar el cuento es un breve
ebook publicado por eCícero
con una profunda conversación con el cronista colombiano. Entrevistado por el
español Fernando García
Mongay, Salcedo Ramos
habla de las convicciones
y los retos de su oficio.
Inspirador para quien gusta
del periodismo narrativo.
Salcedo Ramos, Alberto, Echar el
cuento, eCícero, España, 2013.
Disponible como descarga gratuita
en: http://www.ecicero.es/products/
alberto-salcedo-ramos-echar-elcuento/
REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/julio-septiembre 2013
o sólo ha cambiado
la forma de hacer
periodismo, sino
también la de coartar la
libertad de expresión.
Actualmente las corporaciones y los gobiernos tienen programas
computacionales que
capturan millones de
paquetes de información. Cuando necesitan
un dato sobre alguien,
solamente lo buscan en
sus archivos.
Cryptoperiodismo:
Manual ilustrado para
periodistas de Pablo
Mancini y Nelson
Fernández es justamente una publicación
didáctica para ejercer
el periodismo de forma
segura. Cómo encriptar
la información, asegurar
la transferencia de datos
y evadir a los intrusos en
la red, son algunos de
los temas abordados de
una manera gráfica. Un
tutorial imprescindible
para cualquier periodista,
sobre todo para los que
cubren temas sensibles.
Mancini, Pablo y Fernández
Nelson, Cryptoperiodismo:
Manual ilustrado para periodistas, Autoedición, Argentina,
2013. Puede leerse en línea o
descargarse en formato ebook
de: http://cryptoperiodismo.org
Informar
con datos
No pocos periodistas
afirman públicamente no
ser muy buenos con los
números. Sin embargo, el
buen periodismo cada vez
requiere más del procesamiento responsable
de las estadísticas, los
infográficos y el análisis
de tendencias. El periodismo de datos cada vez
toma más vigencia no
sólo para los fenómenos
económicos, sino también
para encontrar historias
sociales.
El Manual de Periodismo de Datos es un
libro elaborado de forma
colaborativa en la web
con apoyo de los lectores, los redactores y los
editores de diarios de todo
el mundo. Entre otros,
colaboraron la Australian
Broadcasting Corporation, BBC,The New York
Times, Washington Post,
entre otros. La edición en
español corre a cargo del
diario La Nación de Argentina. Imprescindible para
los redactores que quieran
incursionar en este tipo de
periodismo.
Gray, Jonathan; Bounegru, Liliana y Chambers, Lucy (Editores),
Manual de periodismo de datos,
La Nación, Argentina, 2013. Puede consultarse en línea desde:
http://interactivos.lanacion.com.
ar/manual-data/
La informatización de la sociedad: 25 años después
Tecnología ¿Sigues sin pensar
y sociedad que todo está
Carmen Gómez Mont
H
ace 25 años florecía un
lenguaje grandilocuente
que colocaba toda su esperanza en las TIC para
el avance económico y social,
principalmente, de los países del
Sur. La globalización daba sus
primeros pasos y poco entendíamos las fronteras a las que nos
llevaría una sociedad interconectada, previamente anunciada
por Simón Nora y Alain Minc en
su libro La informatización de la
sociedad (1978 ).
El Muro de Berlín y todo
un sistema político-económico
estaba por derrumbarse (noviembre de 1989) y junto con
él los ideales que derivaron del
Manifiesto del Partido Comunista
redactado por Marx y Engels en
1848. En su lugar, la Ciencia y la
Tecnología (Z.Brzezinski) ocuparían un lugar primordial ante una
sociedad que repentinamente se
vio sin rumbo y sin ideales en los
cuales creer.
La fe se colocaba así en los
grandes laboratorios de I&D,
dictando el nuevo dogma que
señalaba que las sociedades
más avanzadas serían las que
contarían con recursos para la
innovación destinada, desde
luego, a incrementar el capital.
Así nace la llamada sociedad de
la información, pronto cooptada
por las industrias y empresas más
poderosas del mundo, transformando sus sueños e ilusiones en
nuevas rutas para el incremento
del capital.
Bajo estas normas, queda en el
centro del escenario la necesidad
de conocer y dominar partes,
componentes, lógicas y generación de contenidos derivados
de la industria informática. Una
educación por siglos no alterada,
se tornó uno de los reductos más
importantes para formar cuadros
capaces de responder a las leyes
de la industria de la información,
hoy en pleno florecimiento, pero
no para dar respuesta a las reales demandas de información y
comunicación de la sociedad. En
esos años nos preguntábamos
sin cesar si las TIC serían un
nuevo caballo de Troya para la
educación. Hoy no hemos encontrado aún la respuesta.
Ante las agudas demandas de
esta nueva industria, la educación
se cimbró y se dio cuenta de que,
a pesar del uso de la tiza y del
pizarrón, se estaba configurando
un mundo cambiante en todos los
órdenes: medio ambiente, economía, política, sociedad y cultura,
entre muchos factores más. La
globalización tomaba fuerza por
un lado y el avance de las democracias en el mundo impulsaba la
posibilidad de establecer un diálogo horizontal entre ciudadanos.
No más audiencias en tal sentido,
todos devenimos productores,
siguiendo a Omar Rincón.
A partir de ese momento se
hicieron varias constataciones:
a pesar de que la educación
comenzaba a sacudirse siglos de
inmovilidad, iba mucho más lenta
que los vertiginosos cambios que
se venían perfilando desde el úl-
conectado?
Hace 25 años, cuando estaba por
iniciarse la década de los noventa,
México vivía un boom económico
y político. Estaba por firmarse
el Tratado de Libre Comercio
con Norteamérica, acuerdo que
representaría para el país el
ingreso al selecto grupo de países
desarrollados. En la puerta estaba
también la privatización de la
telefonía y un impulso al avance
de las telecomunicaciones en la
región latinoamericana. México y
Brasil eran los países líderes que
contaban con sistemas propios de
satélites.
timo tercio del siglo XX, es decir:
millones de ciudadanos capaces
de generar contenidos innovadores que impulsarían principios de
información y comunicación fuera
de los cauces institucionales.
El aprendizaje invisible (como
lo refieren Cristóbal Cobo y
Moravec en 2011) se tornaba
así una de las claves para una
educación con mayor capacidad
de respuesta a las demandas del
siglo XXI. A pesar de la sociedad
de la información, la educación
dejó de ubicarse intramuros, para
desplazarse en mil direcciones
en marcos extramuros, en la vida
cotidiana de los sujetos.
Ante esta irrupción de necesidades por informarse, conocer y
comunicarse, derivaron principios
de cooperación y de organización
por comunidades de aprendizaje.
Fue en esta vertiente −como
plantea Castells− donde ingresó
la sociedad red constituyéndose
los principales fundamentos para
hablar de sociedades del conocimiento.
Tal hecho, más allá de las TIC,
implicaba elementos que es importante considerar. El campo de
los expertos y de los profesionales abría nuevas fronteras para
que participaran en la generación
de informaciones miles, millones
de amateurs que generaban con
igual profesionalismo, pasión y
compromiso informaciones de
gran valor porque se desprendían de su vida cotidiana, de
ser testigos y vivenciar lo que
venían contando en sus sitios
Web, Blogs, Facebook y Twitter.
Ante una crisis de credibilidad
en los grandes medios, esa
práctica renovó a comunidades
enteras urgidas de contar con
información fidedigna. Es así
como se vio nacer a un sujeto
julio-septiembre 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN
9
comunicacional capaz de hacer
caer gobiernos (países árabes).
Patrice Flichy (Le sacre d´amateur, 2010) señala que no se trata
de que los ciudadanos digitales
desplacen a los expertos. Éstos
están anunciando un nuevo hecho: un nuevo diálogo que se
establece a partir experiencias
y visiones bien particulares,
que se realiza en marcos de
vida cotidiana, que es capaz de
crear imaginarios, nuevos usos e
innovaciones que van a devenir
el eje de las sociedades del conocimiento.
Estos nuevos actores se desplazan –señala Flichy– fundamentalmente en tres áreas de
manera altruista: el arte, el espacio público y el conocimiento. Un
factor primordial, en este sentido,
se vincula con propuestas innovadoras que se muestran, comparten y mejoran en las redes. La
innovación deviene así colectiva:
se trata de un conocimiento en
constante evolución que es obra
de un grupo de expertos. Entre
los mejores ejemplos están Wikipedia, el Wi-Fi y el Software libre.
Ante la velocidad con que se
llevan a cabo estas mutaciones,
la educación formal no sabe
cómo responder pues aún no hay
cabida para ellos en los clásicos
planes de estudio, en la organización escolar y universitaria por
semestres, en las modalidades de
evaluación (aprobado-reprobado)
y tantos factores más que la educación está tratando de entender
cómo integrar, para resolver.
De esa suerte se crea una
crisis generacional, no tanto entre
quienes pueden manejar con cierta facilidad las TIC y quienes no,
sino entre quienes han ingresado
a los núcleos comunitarios de
aprendizaje de manera natural y
por propia convicción y quienes
aún permanecen en una visión
personal e individualizada de
la educación. Esta división no
tiene que ver ni con edades, ni
con generaciones, ni con nativos
digitales. Es transversal. Se trata
de procesos de integración social
ante los cuales todos estamos
en juego.
Se trata de sistemas de reconocimiento y de integración donde
la lógica de las redes a través de
las TIC forman una primera encrucijada. La sociedad ha dejado
10
de ser una para transformarse en
núcleos de sociedades diversas,
complejas, frágiles e integradas
en un espacio de relaciones
que van de lo local a lo global,
sin importar país ni cultura. Ante
una miríada de configuraciones
sociales, ser parte de este nuevo
conglomerado de sociedades,
crear una identidad propia y
permanecer conectado, se han
tornado un valor supremo que
la educación como sistema debe
lograr comprender e integrar dentro de sus lógicas de aprendizaje.
En estos espacios, la capacidad
de respuesta se da y debe darse
en tiempo real. Sin embargo, la
capacitación docente y el rediseño de planes de estudio pueden
tomar lustros.
En este mundo de tribus, las
interconexiones permiten pasar
de unas a otras. Hay una inmensa
apertura social que todo mundo
quiere aprovechar. Cada quien,
libremente, puede elegir el grupo
al que quiere pertenecer. Es así
como la integración (social) pasa
por la posibilidad de estar conectado a través de la creación de
una identidad que toma forma, en
gran parte, en las redes sociales.
De ahí derivan las posibilidades
de ejercitarse laboralmente, de
ser reconocido y contratado desde un sistema económico fragilizado e igualmente en mutación.
Cuando estas tesis tratan de
aplicarse a los sistemas educativos, aún brincan en mil pedazos.
Desde esa perspectiva se puede
hablar de la enorme distancia que
aún existe en las instituciones y la
metamorfosis social que se vive
en pleno siglo XXI.
Por tal razón, más que enumerar una serie de innovaciones
tecnológicas que se introducen al
aula, ha sido importante reparar
en esta columna las verdaderas
dimensiones sobre las cuales
debe pasar el proceso de apropiación de las TIC en sociedades
en constante cambio. La educación es, en este sentido, sólo
una de sus vertientes. Queda
irremediablemente unida a todos
los ámbitos de la vida y por esta
misma razón se torna casi imposible contemplarla como una
realidad aparte.
Investigadora. Correo electrónico:
[email protected]
REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/julio-septiembre 2013
Este libro puede leerse desde varios
miradores. Es, para empezar, un repertorio de lecturas sobre periodismo, que
permite tener un panorama de lo que es
este oficio, esta técnica, este conjunto
de destrezas, esta convicción, que de
todos esos modos concibe el autor el
periodismo.
Se trata de libros no sólo citados sino
digeridos, cuyo metabolismo resulta en
energía creadora.
Miguel Ángel Granados Chapa
La obra tiene como horizonte
de expectativas establecer las
tensas relaciones entre la democracia y comunicación y la
forma en que tal vínculo entra
en conflicto con la emergencia
de nuevos sujetos de la politica
en México y Argentina.
La vida del espectador contemporáneo depende cada vez más de
fuerzas exteriores derivadas de sus
aparatos electrónicos, que suprimen su supuesta autonomía para
convertirlo en un ente uniformizado, que subasta su parecer a partir
de lo que mira en la TV, al grado
de que es menos importante su
vida que la de los personajes que
se exhiben en al pantalla casera.
Cinco lustros de
Encuadre histórico de Revista Mexicana de Comunicación
tomar el pulso
Ha sido una revista a la altura de los desafíos y tiempo en que le ha tocado desarrollarse,
pues ha sabido incardinarse en la construcción de la ciudad del conocimiento y ha
promovido el intercambio entre distintos actores sociales al tender puentes de información
e ilustrar o difundir los debates que tienen lugar en las instituciones de educación
superior, como agentes de cambio, y en los foros públicos a lo largo y ancho de la
República Mexicana.
José Luis Esquivel
L
os que nacimos con el terrorífico bombazo en Hiroshima
estamos marcados por una
serie de acontecimientos espectaculares de todos los tonos, como el nacimiento de la ONU y la
llamada guerra fría, que desembocó en el
triunfo del capitalismo, con el derrumbe
simbólico del Muro de Berlín en 1989 y la
desintegración de la Unión de Repúblicas
Soviéticas Socialistas (URSS), además del
resurgimiento de Gran Bretaña merced
a la gestión política y económica de la
primera y única mujer que ha llegado en
ese país a ser Primera Ministra, de 1979
a 1990: Margaret Tatcher, conocida como
La Dama de Hierro.
Pero en el ámbito tecnológico no han
terminado las sorpresas para nosotros,
que hemos sido testigos del dominio de
la televisión como medio masivo con su
consecuente desarrollo en muchos órdenes, desde que se cubrió de gloria con la
llegada del hombre a la luna en julio de
1969 y luego la transmisión a todo color
de infinidad de sucesos, especialmente los
deportivos, pero que hoy está pasando a
segundo término entre las nuevas generaciones por la explosión del mundo digital
a fines del siglo pasado, al popularizarse
internet y las redes sociales.
A nosotros nos sorprendieron las profecías de Isaac Asimov (1920-1992) a través
de sus relatos de ficción que nos hablaban
de los cambios por venir en el mundo periodístico, así como la predicción de Alvin
Tofller en La Tercera Ola, en 1979, acerca
de la desmasificación de los medios. Y todavía llevamos tatuados algunos axiomas
del canadiense-norteamericano Marshall
McLuhan (1911-1980) como La aldea
global y El medio es el mensaje.
A partir de tantos impulsos como estos,
que le llegaron de todas partes a nuestra
sociedad, ésta se abrió a la modernidad
de la carrera universitaria de Ciencias de
la Comunicación, que en la década de los
setenta empezó a cobijar a cientos y luego
a miles de alumnos que enfocaron sus
intereses a llegar a los medios masivos
o a las instituciones públicas y privadas
con una buena formación en periodismo,
relaciones públicas o comunicación organizacional, publicidad, mercadotecnia,
fotografía y diseño gráfico.
La nueva licenciatura se puso de moda
y empezaron las teorías a sacudir cerebros y a agitar conciencias, pero también
las técnicas exigieron el esfuerzo de una
práctica constante, a la vez que la necesidad de materiales disparó iniciativas de
importación de publicaciones y libros de
autores norteamericanos traducidos del
inglés al español y que nos llegaban desde
Madrid, donde también empezaron a editar sus textos los profesores y académicos
que inauguraron la misma carrera en la
década de 1970.
El Consejo Nacional para la Enseñanza e Investigación de las Ciencias de la
Comunicación (Coneicc) se instituyó en
1976 y vino a ser el faro en el puerto que
los navegantes de esta disciplina requerían
para sentir mayor seguridad en su aventura en las aulas y en el ejercicio cotidiano.
julio-septiembre 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN
11
Pero la crisis económica en México,
evidenciada al final del mandato presidencial de Luis Echeverría en 1976 y
recrudecida en el período de José López
Portillo, hizo que en 1982 el nuevo gobierno recurriera a los tecnócratas como
Miguel de la Madrid quien de inmediato
debió aplicar una medida dolorosa ordenada desde el exterior por los impulsores del
neoliberalismo, y entonces, a través de los
famosos pactos, los planes faraónicos de
todo lo que era la comunicación en general se fueron por la borda y se cancelaron
proyectos o se redujeron presupuestos
publicitarios al por mayor.
Así, terminado el ciclo revolucionario
de México iniciado en 1910, en ese ambiente dominado aún por el Ogro Filantrópico de Octavio Paz o la Dictadura
Perfecta de Mario Vargas Llosa, el dedazo
del PRI favoreció a Carlos Salinas de
Gortari quien llegó al poder a consolidar
el modelo de ocupamiento intelectual,
en medio de severos cuestionamientos
de legitimidad electoral y con la férrea
oposición de los partidos de izquierda
aglutinados en un Frente Nacional, ya en
vísperas del nacimiento del PRD.
Y justamente ese año de 1988, en medio de las discusiones y diatribas sobre el
proceso en las urnas, vio la luz el primer
número de la Revista Mexicana de Comunicación con el afán de dar cauce a las
miles de inquietudes que ya rebasaban los
medios de comunicación tradicionales
y saltaban por entre los cristales de los
claustros universitarios. La Fundación
Manuel Buendía, nacida cuatro años
antes, venía planeando este medio tan indispensable para los académicos y público
interesado en una cultura tan específica.
La comunicación, con todo y el recelo
del medio oficial, alcanzó un estatus de
altura merced al espíritu combativo de
los diarios y revistas surgidos después del
famoso “Golpe contra Excélsior” en julio
de 1976, y también por los aires llegados
de Europa con los estudios e investigaciones de la teoría crítica que confrontaba
a la funciolista de Lazarfeld, Berelson y
compañía.
Con un olfato de lo que anticipada la
nueva década, la Revista Mexicana de
Comunicación preparó sus páginas para
la avalancha de temas que provocó el
uso popular de internet en la década de
los noventa, así como la aparición de los
teléfonos celulares que han venido a ser la
punta de lanza de una tecnología de punta
que revolucionó la comunicación gracias
al genio de Bill Gates y de Steve Jobs,
entre otros.
Y a pesar de que en diciembre de 1994
y todo el año 1995 una nueva crisis financiera en México hundió las esperanzas de
binestar, los editores de la rmc sacaron a
flote las agallas para capear el temporal
de reajustes publicitarios y de cierre de
12
proyectos de expansión de agencias de
relaciones públicas.
Ha sido una revista a la altura de los
desafíos y tiempo en que le ha tocado
desarrollarse, pues ha sabido incardinarse
en la construcción de la ciudad del conocimiento y ha promovido el intercambio
entre distintos actores sociales tendiendo
puentes de información e ilustrando o
difundiendo los debates que tienen lugar
en las instituciones de educación superior,
como agentes de cambio, y en los foros
públicos a lo largo y ancho de la república
mexicana, inclusive haciéndose presente
con su página web, como lo reclama la
etapa de lectores electrónicos en celulares
y tabletas.
En sus páginas, y en su sitio digital,
no han faltado, en 25 años, los temas de
palpitante actualidad como lo atestigua el
desfile de novedades que nos ha tocado
pulsar a quienes tenemos casi 70 años y,
a pesar de la resistencia al cambio, por la
RMC hemos conocido a plenitud a través
de la pluma de verdaderos expertos en redes sociales y nos hemos tratado de adaptar al uso de herramientas tan sofisticadas
para los que nacimos con el estallido de la
bomba atómica en Hiroshima.
Yo especialmente veo a la RMC no sólo
como plataforma de difusión especializada en asuntos propios de su naturaleza
fundacional, sino también como vínculo
de amistad entre quienes amamos nuestra
carrera y tenemos como lazo profesional a
la comunicación. Para mí ha sido ocasión
de trato con auténticos talentos y valores
del medio en que me desenvuelvo, y un
enlace afectivo con muchas personas con
quienes he transitado a lo largo de estos
25 años.
Enhorabuena.
Profesor en la Facultad de Comunicación de la
UANL. Doctor en Periodismo por la Universidad
Complutense de Madrid.
REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/julio-septiembre 2013
La presente obra busca
aportar elementos significativos en la construcción de la
nueva comunicación periodística que se encauza en las
sociedades actuales.
Dirigido a los medios informativas y sus profesionales,
a los estudiantes y a los
usuarios interesados, este
libro aborda el tema del Ciberperiodismo desde los diferentes elementos básicos de la
comunicación: el emisor del
mensaje que es la empresa
mediática y el propio periodista de la era digital; el contenido que es la construcción
del ciberlenguaje periodístico;
el receptor que es el usuario
a quien llega la información;
y los elementos contextuales
que en su momento pueden
definir o transformar el sentido de las difusiones, como el
financiamiento.
Siete investigadores de la comunicación en el primer número de RMC
Una revisión
al debate
La Revista Mexicana de Comunicación (RMC) ha tenido un papel importante en el
desarrollo del campo, siendo un vehículo de difusión, divulgación y popularización
de muchos de los productos de la indagación académica. Poco a poco han surgido
y se han consolidado unas pocas revistas científicas del campo, pero la RMC ha
permanecido como un intermediario de gran valía entre los investigadores y
diversos públicos, especializados y no especializados, tal como prometía el Editorial
del primer número. Desde 1988 a la fecha han ocurrido muchos, grandes y
pequeños, desarrollos que han propiciado que la investigación mexicana de la
comunicación haya aportado elementos de conocimiento e información para
comprender y eventualmente incidir en los acontecimientos mediáticos. Y la RMC ha
sido un vehículo de diseminación informativa y debate de los sucesos y las ideas de
la mayor importancia.
Enrique E. Sánchez Ruiz
C
uando comenzó la Revista
Mexicana de Comunicación,
el mundo estaba atravesando
por una serie de transformaciones importantes, de las
cuales México no se podía escapar. Hubo
una crisis económica que a nuestro país
le pegó muy fuerte, desde 1982. A los
ochenta se les llamó incluso la década
perdida. Durante ese decenio, con la
llegada al poder de Margaret Thatcher en
Inglaterra y Ronald Reagan en Estados
Unidos, y más en general el acceso al
poder de una nueva derecha, advino a la
hegemonía global el llamado neoliberalismo: nueva religión secular que reinaría
por varias décadas en el mundo. Paradójicamente, ante esa década de crisis del
capitalismo, terminamos pidiendo más
capitalismo. Éste, continuó sufriendo
crisis mayor o menormente agudas y
profundas, hasta la actualidad.
En septiembre de 1988 apareció el
primer número de Revista Mexicana de
Comunicación y al año siguiente se cayó
el Muro de Berlín. Desde luego que no
asumo ningún tipo de causalidad, pero
este hecho influyó en las formas de escritura en todo el mundo: en términos
simbólicos este hecho histórico significó
para muchos el fracaso del comunismo
y de su base teórica, el Marxismo (desde
luego, en su versión dogmática, oficial,
estatalista) y, complementariamente,
el triunfo del capitalismo y su credo: el
neoliberalismo. Significó para Francis
Fukuyama y seguidores coyunturales el
fin de la historia, ante el predominio final
del sistema capitalista en lo económico
y de la democracia liberal en lo político.
Durante los decenios anteriores, los
sesenta y en especial los setenta, en el
mundo el pensamiento crítico, con algún
grado de influencia marxista, tenía no
sólo una relativa aceptación, sino una
gran influencia, particularmente en las
ciencias sociales practicadas en el ámbito
de las universidades públicas. Se dice –y
con razón– que las ciencias sociales tendieron a ser bastante sobreideologizadas.
Pero sí tendría yo que hacer una diferencia
entre versiones dogmáticas de las teorías
sociales críticas, mismas que solamente
debía uno citar y con eso evitarse el tener
que realizar investigación empírica, y
otras que, sin dejar atrás completamente el aspecto de crítica social (y crítica
epistemológica, teórica, metodológica),
más que partir de convicciones, partían de
preguntas. Una vez que se cayó el Muro
julio-septiembre 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN
13
de Berlín, ocurrió el Consenso de Washington y se terminó la historia: ocurrió una
sobreideologización de signo contrario,
hacia la derecha, en el mundo.
La Revista Mexicana de Comunicación
tuvo, como muchos otros órganos de divulgación cultural, ciertas presiones ideológicas en términos de los nuevos sentidos
de la escritura crítica. Afortunadamente,
en líneas generales nunca operó la espiral
del silencio sobre la RMC y se ejerció el
análisis crítico con la mayor libertad. Si
bien el objetivo principal de la revista
fue “abrir un espacio periódico en donde
la reflexión, el análisis y la discusión
contribuyan a esclarecer el papel que los
medios masivos juegan en el conjunto de
la sociedad mexicana”, como afirmaba el
Editorial del primer número, también desde el principio se abrió un espacio para la
reflexión “metacomunicacional”, es decir:
aquella sobre la propia investigación sobre
los medios.
El primero de julio de 1988, la Fundación Manuel Buendía invitó a un grupo
de jóvenes investigadores de la comunicación a sostener una conversación sobre
las condiciones en que se ejercía tal labor
a fines de los ochenta: qué temas se favorecían, qué enfoques teóricos y metodológicos, qué estilos y formas de hacer en lo
individual y en lo colectivo; qué avances,
retrocesos, barreras, etcétera, caracterizaban a la investigación mexicana. Asistieron Javier Esteinou, director del Taller
de Investigación de la Comunicación
(Ticom) de la UAM Xochimilco; Rubén
Jara, en ese entonces director del Instituto
de Investigación de la Comunicación
A.C. (me parece que al momento recién
separado de Televisa); Fátima Fernández
Christlieb, Investigadora del Centro de
Estudios de la Comunicación de la Facultad de Estudios Políticos y Sociales de
la UNAM; Antonio Paoli, Investigador de
la UAM Xoxhimilco; Guillermina Baena
Paz, titular de la Coordinación de Ciencias de la Comunicación de la FCPyS de
la UNAM; Raúl Trejo Delarbre, miembro
del Instituto de Investigaciones Sociales
de la UNAM y quien esto escribe, que
en ese momento era presidente de la
Asociación Mexicana de Investigadores
de la Comunicación, además de investigador del Centro de Estudios de la
Investigación y la Comunicación (CEIC)
de la Universidad de Guadalajara. Quien
coordinó la mesa redonda fue José Luis
Gutiérrez Espíndola, quien fungía como
subdirector editorial de la naciente Revista Mexicana de Comunicación. Fue
un intercambio espléndido. En realidad,
en la medida en que hubo más bien una
gran complementariedad en las opiniones vertidas, más que un debate, fue una
14
placentera conversación de amigos, sobre
un tema de interés común para todos/as.
Enfoque emergente
El primer tema sobre la mesa fue el
asunto de la sobreideologización de la
investigación. Pareció haber consenso
en que ésta efectivamente estaba disminuyendo en los claustros académicos, es
decir: se hablaba de la sobreideologización de izquierda. Pero varios de los que
ahí estábamos opinamos que algún grado
de ideología era inevitable, “en el sentido
de que todos nosotros tenemos percepciones del mundo, posiciones políticas
más o menos compartidas que en alguna
forma permean nuestro trabajo de investigación”, como afirmé en mi primera
participación. Sin embargo, los asistentes
al debate no habíamos notado todavía que
estaba surgiendo una nueva sobreideologización en el emergente predominio del
discurso neoliberal como nuevo espíritu
de los tiempos, o especie de clima de
opinión reinante, que lo ha sido durante
los últimos decenios. Se mencionó el
enfoque emergente de las mediaciones
sobre el cual algunos asistentes manifestamos nuestro temor, casi convicción, de
que estaba por constituirse en una nueva
moda. Sin embargo, también se señalaron
las posibilidades de que, quitando los
aspectos de superficialidad de cualquier
simple moda, hubiera nuevas aportaciones
y enriquecimientos en la comprensión de
la operación de los medios (a pesar de que
uno de los planteamientos más elaborados, el de Jesús Martín Barbero, llamaba
a desplazar las preguntas, “de los medios
a las mediaciones”). Efectivamente, el
mediacionismo, acompañado por el enfoque de estudios culturales, lideraron una
moda intelectual latinoamericana durante
REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/julio-septiembre 2013
los noventa y la primera década del nuevo
milenio, haciendo aportaciones importantes, pero también produciendo algunos
efectos no muy positivos. Aunque tal enfoque favoreció una visión relativamente
más compleja de los procesos de flujos
y recepción de los mensajes mediáticos
hacia los receptores, en la medida en que
diluyó las posibles consecuencias sociales de los mensajes de los medios, entre
tantas mediaciones, apropiaciones, actividad, negociaciones, resemantizaciones,
etcétera. El que los procesos de influencia
social fueran muy complejos y que no era
muy fácil determinar los efectos sobre
las audiencias, se convirtió en un lugar
común que tuvo incluso consecuencias
políticas. Por ejemplo, cuando se recurrió a la Suprema Corte de Justicia para
la determinación de un probable delito
electoral por parte de Vicente Fox y de un
grupo empresarial, por el uso intensivo de
mensajes mediáticos a favor del candidato
del PAN en 2006, Felipe Calderón Hinojosa, la conclusión de la Corte fue una
paráfrasis del lugar común que recitaban
muchos académicos de la comunicación,
sin el recurso directo a la investigación
empírica, con diseños complejos. Vicente
Fox era inocente y los medios seguían
siendo “hermanitas de la caridad”, porque
no se podía determinar la influencia mediática con tantas mediaciones.
Recuerdo que en aquella reunión
comenté a mis colegas un hallazgo de
investigación al que recientemente habíamos llegado Raúl Fuentes y yo, habiendo
realizado un análisis histórico estructural
de la investigación de campo sobre comunicación: que estábamos en una situación
de triple marginalidad. La investigación
científica, marginal con respecto a las
prioridades del desarrollo; las ciencias sociales en un segundo grado de marginalidad, al no considerárseles capaces de producir tecnología (estoy sobresimplificando
aquí); y los estudios sobre comunicación,
marginales de los apoyos y el estatus académico, político y social. Un indicador,
aunque no el único, era por ejemplo el de
los apoyos a proyectos de investigación
por parte del Consejo Nacional de Ciencia
y Tecnología (Conacyt).
Hace un año, mi colega Raúl Fuentes
realizó una actualización de ese estudio
y encontró una reducción relativa de la
marginalidad de nuestro campo a partir de
diversos indicadores de participación. Un
aspecto que ha mejorado nuestro estatus
entre las ciencias sociales, es que quienes
las practican han caído en la cuenta de que
los medios (tanto los tradicionales como
las nuevas modalidades tecnológicas), son
parte fundamental de los procesos políticos, sociales, culturales y económicos.
Hoy en día ya no se puede pensar la
política sin el recurso y la participación
de los medios, que son no solamente arenas, sino también actores, de donde se les
denomina con la expresión de moda de
poderes fácticos. Muy pronto quizás los
colegas de otros campos de lo social, también nos convencerán de que los medios
si producen efectos (ya sea de corto, o de
mediano o de largo plazo, y desde luego
entre múltiples factores intervinientes) en
sus audiencias.
Otro tema que se trató en la reunión
fue el de la incidencia social y política
(académica, incluso) de la investigación.
Se mencionó la poca interacción de los
investigadores y sus productos (informes,
artículos, libros) con quienes toman decisiones, tanto en el sector privado como
en el sector público, quizás otro nivel o
aspecto de nuestra múltiple marginalidad.
Con diferentes niveles de exigencia, pero
hubo consenso en que hasta el momento,
salvo el caso de la investigación aplicada,
realizada por empresas para empresas o
dependencias con fines específicos e inmediatos, había muy poco contacto entre
lo que indagaban los investigadores y los
grandes –y pequeños– problemas nacionales (o, en su caso, los regionales).
En líneas generales, se aceptó que
hay diferentes tipos de investigación,
las cuales por cierto no son mutuamente excluyentes, que significan a su vez
diferentes niveles de aplicación y vinculación: Un tipo de investigación, que yo
seguiría sosteniendo que es fundamental,
es aquella que busca simplemente reducir
ignorancia e incertidumbre. La historia
de la prensa –que yo creo no ha sido
agotada por la investigación existente–
puede ser que no tenga una aplicación
inmediata, pero nos dota de memoria histórica. Reduce nuestra ignorancia. Otro
tipo de investigación puede realizarse,
por ejemplo, con fines de capacitación;
habría muchos temas de investigación de
gran utilidad en el proceso de educación
de los periodistas, incluyendo, por cierto,
la de la historia de la prensa donde ellos
ejercen o ejercerán. Pero también hay
investigaciones de diferente envergadura y profundidad que pueden buscar
explícitamente, por ejemplo, ser insumos
para los procesos de toma de decisiones
y establecimiento e instrumentación de
políticas públicas. Otras investigaciones
buscan transformar la realidad no desde el Estado, sino desde otros campos
sociales como la propia sociedad civil.
Este tema se liga a la vez con otro que se
trató en la reunión: el de si es posible o
deseable que la investigación se planee
y se pacte desde alguna cúpula que a su
vez dictamine su legitimidad.
A partir de las organizaciones del campo, como AMIC, Coneicc o la Amedi, se
han hecho esfuerzos valiosos en todos
estos años por concertar esfuerzos en
algunos temas y áreas, pero ya sabemos
que no puede dictaminarse y decidirse
cupularmente lo que debe indagarse. En
los encuentros periódicos y coyunturales de estas y otras entidades se suelen
discutir algunos de los grandes temas nacionales, que a veces se tornan en modas
y, ni modo, también a veces se cae en los
excesos (temas y orientaciones excesivamente analizados, mientras que otros son
olvidados o guardados en el cajón de las
antigüedades).
Espíritu crítico
Los organismos gubernamentales también, con alguna frecuencia, pueden
intervenir en dirigir la atención hacia
algunos temas y aspectos a dilucidar. Pero
creo que no debe caerse en mecanismos
de control autoritario de la investigación
científica.
En fin. Desde los tiempos pioneros, que
posiblemente estaban ya terminando cuando la RMC nació, y comenzaban tiempos
de mayor producción y vinculación (cuya
evaluación variará, dependiendo del grado
de exigencia: no hay parámetros absolutos para estas cosas), yo creo que hemos
avanzado mucho. Hemos ido recuperando
el espíritu crítico de los años sesenta y
setenta, sin caer –creo yo– nuevamente
en el vacío de los dogmatismos y los autoritarismos.
A pesar del predominio del credo neoliberal y de las políticas que pretendían
entregar todo, incluyendo la educación
pública y la investigación científica a las
manos invisibles del mercado, ha sido
posible que la investigación haya podido
ser realizada, la mayor parte del tiempo
gracias a esfuerzos y sacrificios personales
de los sujetos, pero cada vez más en virtud
de apoyos y subsidios gubernamentales y
universitarios. Porque a las universidades
públicas y privadas (por lo menos en algunos casos, como el del TEC de Monterrey
en algunos de sus campus) les interesa
mantener algunos indicadores altos, por
ejemplo aquellos de número o proporción
de profesores en el Sistema Nacional de
Investigadores (SNI), o en el Programa de
Mejoramiento del Profesorado (PROMEP),
en el caso de las públicas, les ha interesado mejorar relativamente las condiciones
para la investigación. La proporción de
profesores con maestrías y doctorados se
ha elevado bastante desde 1989 y nuestra
presencia por ejemplo en el SNI ya es más
significativa. Entonces, hemos remontado
relativamente nuestra marginalidad múltiple, aunque haya todavía mucho por hacer. Otro aspecto que se señaló en aquella
ocasión fue el alto centralismo de nuestra
investigación, mismo que también se ha
podido ir remontando a través del tiempo.
La Revista Mexicana de Comunicación
ha tenido un papel importante en el desarrollo del campo, siendo un vehículo de
difusión, divulgación y popularización de
muchos de los productos de la indagación
académica. Poco a poco han surgido y se
han consolidado unas pocas revistas científicas del campo, pero la RMC ha permanecido como un intermediario de gran
valía entre los investigadores y diversos
públicos, especializados y no especializados, tal como prometía el Editorial del
primer número. Algunos investigadores
mantuvimos la costumbre de escribir un
informe parcial de indagación (artículo)
más pormenorizado y de mayor extensión,
publicable en una revista académica para
la difusión y discusión de orden más especializado, junto con una versión un tanto
más corta, para su publicación en RMC.
Con alguna frecuencia, ha resultado que
la versión de RMC era mayormente citada,
según testimonios de algunos colegas.
Desde la publicación de aquel debate a
la fecha, han ocurrido muchos, grandes
y pequeños, desarrollos que han propiciado que la investigación mexicana de
la comunicación haya aportado elementos de conocimiento e información para
comprender y eventualmente incidir en
losacontecimientos mediáticos. Y la Revista Mexicana de Comunicaciónha sido
un vehículo de diseminación informativa
y debate de los sucesos y las ideas de la
mayor importancia. Por todo ello, ¡Feliz
Aniversario!
Investigador de la Universidad de Guadalajara.
julio-septiembre 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN
15
Un recuento obligado desde la RMC
Región, movimientos sociales
y comunicación política
La opinión pública ha adquirido un nuevo canal de expresión, antes inexistente. Eso
obliga a cambiar los paradigmas que han regido hasta hoy la comunicación política. Ya
no cabe un modelo unidireccional ni centrado en los medios. Los políticos y los medios
deberán ceder su lugar a un nuevo protagonista: la ciudadanía. Redefinir el concepto
de comunicación política, que incluya de manera fundamental la incidencia de los
ciudadanos. Venturosamente, el desarrollo de las nuevas tecnologías ha sentado las bases
para una mayor participación de la sociedad civil, vale decir: para la construcción de
una democracia participativa.
Francisco Aceves González
D
ebo iniciar diciendo que
en mi palmarés académico
figura la honrosa distinción
de ser el autor de un artículo
de apertura en la primera
edición de la Revista Mexicana de Comunicación (RMC). De entonces a la fecha,
de manera menos frecuente de lo que
hubiera querido, las páginas de la revista
han albergado, de forma generosa, una
veintena de productos míos. Al solicitar
Omar Raúl Martínez mi participación
para colaborar en el presente número de
aniversario con un artículo, pensé que
era una buena oportunidad para revisar,
aunque fuera de forma concisa, lo que
ha sucedido en estos cinco lustros en los
temas a los que se han enfocado mis escritos: la historia regional de los medios, la
relación medios y movimientos sociales y
el papel de la comunicación en los procesos electorales. El recorrido me obligó a
releer textos con los cuales hoy guardaría
una prudente distancia, pero también me
topé con aseveraciones que resultan absolutamente vigentes. Para mí resultó un
viaje productivo, espero que a los lectores
les resulte, al menos, interesante.
Comunicación regional: de la
resistencia a la asimilación
Cuando en septiembre de 1988 apareció
la primera edición de RMC, me encontraba
trabajando en la recuperación histórica de
la génesis de la radio y la televisión en Jalisco. Pero más que un interés puramente
historiográfico, los trabajos intentaban
incidir en una discusión académica que se
desarrollaba entonces y que pretendía destacar la importancia de lo regional, frente
a un modelo de desarrollo caracterizado
por la centralización y concentración.
Precisamente en el artículo del primer
número de RMC documentaba los efectos
de este modelo en la industria de la radiodifusión. En 1988 planteaba que:
La evidente concentración de las concesiones en un puñado de grupos, aunada
al uso esencialmente mercantil que del
medio radiofónico realizan, implica una
severa restricción en cuanto el acceso y
la posibilidad de diversos grupos sociales
de convertirse en emisores de mensajes
[…] se encuentra determinada por los
intereses particulares de los propietarios
de dichas concesiones.
Hacia 1990, precisamente en el Encuentro de Coneicc presenté una ponencia,
publicada en el número 13 de la RMC con
el título “Democracia y región” , en donde
daba cuenta críticamente de los alcances
de tal esfuerzo. Escribí:
Habría que iniciar con el reconocimiento doloroso, pero verdadero, que a pesar
de los esfuerzos realizados, los pronunciamientos, los desplegados, los encuentros,
16 REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/julio-septiembre 2013
simposios y foros, el sector académico no
ha logrado incidir en las políticas estatales de comunicación.
Sobre lo regional, reconocía que para el
estudioso de la comunicación era un espacio “altamente problemático”, debido a
la necesidad de auxiliarse con otras disciplinas de las ciencias sociales. Y concluía
con una propuesta, que a la distancia no
me parece tan descabellada:
Habría que tratar de repensar la región
a partir de la óptica comunicacional, es
decir, no solamente los procesos de comunicación que se realizan en regiones
determinadas por factores históricos, geopolíticos […] sino estudiar las regiones
que se conforman a partir de los procesos
comunicacionales. Estudiar el fenómeno
si es que existe, de algo que pudiéramos
nombrar como región comunicacional.
Ciertamente existen algunas aseveraciones en los textos que, lamentablemente,
se mantienen vigentes. Incluso el tema
de la concentración mediática, que la
reciente reforma legal de telecomunicaciones pretende regular y que sin duda
constituye un logro al reclamo añejo por
la disolución de los monopolios, adolece
de puntos vulnerables que los actuales
concesionarios intentarán explotar a su
beneficio. Es decir, los alcances reales
de la Reforma sólo podrán evaluarse una
vez que se haya formulado y promulgado
la legislación secundaria que defina con
precisión el procedimiento de asignación
y distribución de la concesiones. Y también hasta entonces se conocerá si dicha
distribución abatirá las desigualdades que
en materia comunicacional actualmente
existen entre las diversas regiones.
Complejo de entrada, el concepto de
región ha experimentado el embate del
proceso de globalización. Los estudiosos
del tema se debaten entre posiciones
encontradas que van de la resistencia,
con posturas anti-globalizantes, a la asimilación que preconiza la disolución de
las fronteras nacionales y la disolvencia
de las identidades regionales. Empero, el
futuro de la comunicación regional, a mi
modo de ver, se encuentra en una corriente intermedia que apuesta por la articulación entre lo local y lo global.
De la dependencia mediática
a la autocomunicación de masas
Cuando apareció la RMC un tema se
encontraba emergente en la discusión
de los estudiosos de la comunicación: la
irrupción de los denominados nuevos movimientos sociales. Si bien surgidos hacia
la mitad del siglo pasado, los nuevos movimientos marcaban su diferencia respecto
a los tradicionales, en que los objetivos de
su lucha no respondían a consideraciones
económicas, sino que enarbolaban demandas de estricto contenido social y cultural
(ecologismo, feminismo, pacifismo) entre
otros.
En un texto, ahora ya clásico de Gitlin,
en el que daba cuenta de las vicisitudes de
la relación del movimiento de Students
for a Democratic Society (SDS) y su lucha
contra la guerra de Vietnam y los medios
masivos de comunicación, apuntaba
que entre ambos elementos existía una
relación de mutua sobredeterminación.
Los movimientos dependían de los
medios para visibilizar sus demandas
y los movimientos suministraban un
evento de alta noticiabilidad.
Sin embargo, la sobredeterminación
ejercida por los medios era fundamental. En un artículo publicado en la
edición 18, escribí:
La emergencia de los nuevos movimientos anuncian el arribo y la constitución de nuevos sujetos sociales,
de nuevas colectividades que generan nuevas formas de integración
social, nuevas expresiones culturales,
nuevos comportamientos políticos. En
fin, una nueva concepción de práctica
social que cuestiona y relativiza los
modelos tradicionales. En este contexto es donde se ubican las determinaciones que los medios imponen a los
movimientos. En principio, el acceso
a los medios se convierte en condición
de existencia para el movimiento. Una
acción colectiva cuya actividad no se
difunde a través de los grandes medios,
es una acción socialmente inexistente. La
cobertura masiva de los medios garantiza una ampliación de la denuncia social
hacia ámbitos que de otra manera resultarían inalcanzables.
Era ciertamente una afirmación temeraria que provocó algunas reacciones entre
quienes encontraron excesivo el papel
que otorgaba a los medios respecto a la
visibilidad pública. Empero, los trabajos
de Thompson sobre la mediatización del
espacio público y la monumental obra de
Castells dedicada a la era de la información dejaron en claro su centralidad.
Todavía, en el número 58 publicado a
mediados de 1999, en un artículo dedicado a la hegemonía del periodismo televisivo en el control de la agenda noticiosa,
ya frente al arribo de la internet y sus
previsibles consecuencias en el campo
informativo, escribí:
La emergencia de nuevos espacios informativos (Internet) en la medida que se
expanda su uso, constituye otro valladar
al control del medio. Empero, la sofisticación en el desarrollo tecnológico tiene su
contrapartida en el ensanchamiento de la
brecha en su acceso. El oleaje cibernético
es, y seguirá siendo por mucho tiempo, en
el grueso de las sociedades que pueblan
el planeta, un océano con muy pocos bañistas. Lo que significa, en forma escueta,
que la televisión continuará su hegemonía
por algunos años, quizá décadas más.
Por fortuna, mis previsiones resultaron
profundamente equivocadas. El desarrollo
incesante de las tecnologías de informa-
ción y comunicación ha trastocado el
modelo de control de la agenda noticiosa
y visibilidad pública ejercido por los
medios. El desarrollo de la internet y de
manera particular la explosión de las redes
sociales han terminado por erosionar, de
manera incipiente quizá, pero en forma
creciente y sostenida, la hegemonía que
los medios ejercieron sobre el espacio
público.
Y es precisamente en los movimientos
sociales, donde los efectos y los alcances
de estas formas de comunicación, se
expresan de forma contundente. De la
revolución de Túnez y de Islandia a los
indignados de España y los ocupas de
Wall Street hasta el movimiento Yosoy
#132, una constante se convierte en su eje
articulador: El uso de las herramientas y
plataformas de la Internet, de manera particular como medio de auto-comunicación
y hasta cierto punto de deliberación como
elemento central de los movimientos
De la hegemonía mediática a la
insurgencia de los cibernautas
1988 fue un punto axial en la vida política de México. Por primera vez, luego
de seis décadas de hegemonía del partido
oficial, la presencia de dos carismáticos
candidatos de oposición, incorporaba
fuertemente el ingrediente de la competencia a contienda por la presidencia. Las
multitudes que acompañaban a Cuauhtémoc Cárdenas, candidato del Frente
Democrático Nacional, hicieron pensar
a muchos que la alternancia era posible.
El fraude electoral destrozó las expectativas, dejando al descubierto el deterioro
del sistema electoral, desde la conformación del padrón hasta su estructura y
organización de la jornada comicial.
Pero el hecho de mayor relevancia,
fue que exhibió la profunda inequidad
de las reglas de la competencia electoral, particularmente en lo relativo a
los medios masivos de comunicación.
En efecto: estudios realizados por
investigadores documentaron el tratamiento preferencial otorgado en sus
espacios informativos al candidato del
partido oficial. Sin embargo, el advenimiento de la competencia electoral y
la centralidad del papel de los medios
en las contiendas políticas, sentaron las
bases para que el entonces incipiente
campo de estudios sobre la comunicación política se desarrollara.
El tema de la equidad en la cobertura
mediática de los procesos electorales,
se convirtió para mí, en una cuestión
básica para el desarrollo de una sociedad democrática. Así, en 1991, publiqué en el número 23 un estudio sobre
la cobertura de tres radionoticieros de
julio-septiembre 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN
17
difusión nacional, sobre las elecciones
federales de ese año. El trabajo arrojó
evidencias de la desigualdad en la cobertura. El PRI concentraba más de la mitad
del tiempo que el noticiero otorgaba a
los partidos y sus respectivas campañas.
A dos décadas de distancia, me sorprende encontrar que su párrafo final,
resulta, salvo escasas excepciones, absolutamente vigente:
El problema [de la cobertura] no debe
plantearse solamente en el plano de la
capacidad de influencia y manipulación
de los medios masivos, sino desde la
perspectiva del derecho a la información
que tienen los ciudadanos. En este sentido, la cobertura del proceso electoral
realizada por los radionoticieros nos
enfrenta a una práctica informativa
que, todavía, continúa escamoteando
uno de los derechos fundamentales de la
democracia.
Con la regulación del acceso a medios
establecida en la legislación electoral de
los noventa, un nuevo elemento comunicacional apareció en las contiendas electorales. Me refiero a la invasión de la mercadotecnia política como el instrumento
medular en las estrategias de comunicación de las campañas políticas. En efecto:
el uso de encuestas para determinar el clima electoral, y principalmente el manejo
del spot televisivo como espina dorsal de
su publicidad política, transformaron las
prácticas tradicionales de las campañas,
pero también abrieron un nuevo ámbito de
investigación en la comunicación política.
La efectividad de la campaña foxista
que culminó en la alternancia en el 2000,
imprimió a la mercadotecnia política de
un aura de talismán mágico para la consecución de campañas exitosas. Pero el instrumento funciona, solamente a condición
de que se conjuguen diversas variables.
Ese fue el tema que desarrollé en el artículo publicado en 2005, en donde describí
las desventuras de un político en campaña.
Se refiere al caso del candidato priista a
la diputación del Distrito X de Jalisco
–que es el más panista de México– quien
erogó una suma considerable de dinero
en su publicidad política, inversión que
a la postre resultó improductiva, pues el
porcentaje de votos (29.5%) obtenido en
las urnas fue similar al porcentaje (30.0%)
que arrojaba una encuesta realizada antes
de las campañas.
En las elecciones presidenciales de
2006, la comunicación política fue una
protagonista estelar, pero por las peores
razones. En marzo de ese año, en un artículo afirmaba que la tersura de la alternancia en 2000, se había convertido en una
creciente polarización que amenazaba llevar al país a una crisis de gobernabilidad:
18
A cinco años de distancia, aquel panorama cuajado de esperanzas se ha
transformado en un paisaje plagado de
elementos ominosos que presagian un
riesgo cierto de involución.
Ciertamente no llegamos a la ingobernabilidad, pero desde entonces el
proceso democrático ha experimentado
un progresivo deterioro. El instrumento
utilizado por los panistas para instigar
la división entre los mexicanos, fue
precisamente la publicidad política, la
misma que coadyuvó a la alternancia en
el 2000, pero transformada ahora en la
versión más salvaje de la guerra sucia.
Frente a la incertidumbre que las mismas
encuestas provocaban sobre el resultado
electoral, señalé:
El recuento de votos parece ser no sólo
la opción deseable sino la única posible
para liquidar cualquier suspicacia entre
los ciudadanos de la existencia de un
fraude electoral, pero sobre todo para
reconocer la legitimidad del próximo
Presidente.
Ahora sabemos que los magistrados
del TEPJF en abierta complicidad con las
televisoras y los consejos empresariales,
impusieron al candidato que representaba
sus intereses, mediante su dictamen de validez del proceso electoral. En un artículo,
firmado en coautoría, desglosamos dicho
documento y evidenciamos la ignorancia supina de los magistrados sobre los
efectos de medios. El título original del
escrito rezaba: “El dictamen del TEPJF
y los efectos de la publicidad mediática:
Una resolución in-acatable”. Y entre sus
conclusiones señalamos:
Si el TEPJF hubiera aplicado estrictamente los criterios sobre la validez
de la elección que él mismo estableció
REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/julio-septiembre 2013
en el apartado sobre la valoración de
la fase electoral, hubiera procedido a la
anulación de la elección presidencial.
Así fuera solamente, para preservar y
salvaguardar los principios sobre los
que se sustenta nuestro incipiente régimen democrático. Hubiera sido una
decisión histórica que hubiese obligado
a los actores políticos a refundar las
instituciones dentro del marco de la vida
institucional.
Como reacción al desastre electoral, la clase política llevó a cabo otra
reforma electoral. Frente al lodazal
provocado por la guerra sucia, se optó
por crear un “modelo de comunicación
política” que se tradujo en un fenómeno
de spotización de los mensajes políticos. En su afán por regular todo, no se
dieron cuenta que al someter a la publicidad política a una severa supervisión
burocrática, despojaron al spot político
de su mejor cualidad en las campañas,
que consiste en la instantaneidad de la
respuesta.
Las elecciones de 2012 se encargaron
de evidenciar la ineficacia de dicho modelo. La saturación de spots y la parcialidad
de las televisoras hacia la candidatura
priista, provocaron una reacción que
modificó drásticamente el desarrollo de
la contienda electoral. Con la exigencia
por la democratización de los medios y
el rechazo a la imposición de Peña Nieto,
miles de jóvenes, aglutinados en el movimiento #Yosoy132, se manifestaron a
lo largo del país, trastocando la aparente
“normalidad” de las campañas, pero sobre
todo demostrando que existen nuevas
formas y procesos para desarrollar la comunicación política.
La opinión pública ha adquirido un nuevo canal de expresión, antes inexistente.
Eso obliga a cambiar los paradigmas que
han regido hasta hoy la comunicación
política. Ya no cabe un modelo unidireccional ni centrado en los medios. Los políticos y los medios deberán ceder su lugar
a un nuevo protagonista: la ciudadanía.
Redefinir el concepto de comunicación
política, que incluya de manera fundamental la incidencia de los ciudadanos.
Venturosamente, el desarrollo de las nuevas tecnologías ha sentado las bases para
una mayor participación de la sociedad
civil, vale decir: para la construcción de
una democracia participativa.
Y por esta ruta espero encontrarme con
Omar Raúl y la RMC, porque sabemos que
en la vida como en el conocimiento, solamente se “hace camino al andar”.
Profesor e investigador de la Universidad de Guadalajara. Email: [email protected]
Veinticinco años, 25 reflexiones...
Libertad de Expresión
en México
En el marco de la conmemoración de los primero 25 años de la Revista Mexicana de
Comunicación, cabe hacer diversas reflexiones en torno a lo que implica la Libertad
de Expresión en nuestro país. Sin un orden de prelación, va el siguiente mosaico.
Perla Gómez Gallardo
1
Sobre la regulación y las medidas
preventivas: El anacronismo legislativo permite –en la concurrencia
de competencias– que se genere
una torre de babel, en donde cuando se quiere proteger el ejercicio responsable de la libertad de expresión no hay
autoridades, competencia ni presupuesto.
En cambio, cuando se busca agredir institucionalmente a un medio o un periodista
está la vía penal, la civil y la administrativa. A ello se suman los factores de violencia y corrupción, los cuales quedan en la
impunidad para constituirse como el peor
agravio a quienes las sufren. En el estado
de alerta que vive el periodismo –del que
ha dado cuenta el pionero Recuento de
Daños a las libertades de expresión e información a través de la Revista Mexicana
de Comunicación y diversos organismos
civiles–, debemos fomentar la prevención
y no sólo el castigo. A nadie le sirven
flores sobre la tumba cuando lo valioso
es poder vivir para cumplir el deber y el
ejercicio de informar.
2. Sobre el acoso judicial: La ambigüedad legislativa permite que se usen
las denuncias y las demandas como una
forma certera de inhibir de manera sutil
el ejercicio responsable y, sobre todo, el
escrutinio de casos de interés público.
Los últimos 12 años se caracterizan por
el incremento de estas prácticas que se
suman a la negligencia e ignorancia –por
no decir corrupción– de un sistema judicial que da muestras claras de esa falta de
altura de miras en la materia. Por ejemplo:
el caso de La sosa nostra con el periodista
Alfredo Rivera Flores que en agosto de
2013 cumple nueve años de estar sujeto a
un juicio que a la fecha no termina.
3. Sobre el abuso en su ejercicio: Así
como debemos proteger su ejercicio responsable, se debe repudiar y exigir se asuman las consecuencias de la ligereza en
el comentario, la calumnia como práctica
común y el uso del rumor como fuente
válida que afecta la dignidad, el honor,
la vida privada y la propia imagen de las
personas. En toda sociedad democrática
no hay derechos absolutos ni intocables.
Sin que se convierta en un acoso, no se
debe tolerar el abuso que compromete el
ejercicio de esta libertad y la tentación
de limitarla con instrumentos legales. La
expresión “perro no come perro” no se
aplica al periodismo en donde todos saben “quién es quien” y caen por su propio
peso (para bien o para mal).
4. Sobre la importancia de la autorregulación: Con la máxima: “donde la ley
no te limite, que te limite la ética”, las mejores prácticas que se realizan por su valor
dignifican el ejercicio de la libertad de expresión y protegen al gremio. Un código
de ética carece de sentido si no se asume
su cumplimiento con la congruencia a la
que obliga el respeto a una profesión cuyo
fin central es servir como intermediario
entre la información y la sociedad.
5. Sobre la anacrónica ley de imprenta:
Que a la fecha sigue vigente debido a criterios de la Suprema Corte y que permite
se apliquen definiciones de 1917 referentes a la moral y las buenas costumbres. El
riesgo es latente como base de los juicios
de daño moral sin que a la fecha exista la
jurisprudencia que permita armonizar la
concurrencia de derechos.
6. Sobre la responsabilidad civil: Existen 31 Códigos Civiles (excepto en el
Distrito Federal) que siguen privilegiando
el lucro como forma de indemnizar el posible daño moral que se genere. El honor
y la dignidad no pueden cuantificarse en
dinero. El que sufre el daño se ve en la
necesidad de asignarle un precio que se
usa como una forma de lucro y victimiza
al periodista que pudiera ser válidamente
responsable. Por otra parte, en los casos
de demandas sin sustento se propicia el
acoso judicial y los juicios interminables
que inhiben el ejercicio de la libertad de
expresión. Todo ello ocurre por la falta
de leyes que privilegien el castigo de la
pérdida de credibilidad y disminuyan los
tiempos procesales que favorezcan la solución de esos litigios.
7. Sobre la responsabilidad administrativa: En tal sentido se consideran aspectos como los controles de legalidad que
establece la Secretaria de Gobernación y
julio-septiembre 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN
19
que a la fecha resultan anacrónicos. Las
clausuras, las revisiones de cumplimiento
de aspectos de protección civil, el pago
de las cuotas de seguridad social, etcétera.
El incumplimiento de cualquiera de esos
aspectos pueden llevar a la clausura y
la quiebra de los medios (sin mencionar
la omisión del registro de los derechos
de autor y de marca) que devienen en la
censura y las limitaciones al ejercicio de
la libertad de expresión.
8. Sobre la responsabilidad penal: Con
la existencia de más de la mitad del país
de leyes locales que penalizan el ejercicio
de la libertad de expresión en donde, con
los delitos contra el honor (difamación,
calumnia, injuria), se persigue de manera
desproporcionada y contraria a principios
internacionales. Más preocupantes aún
son las tentaciones no sólo de no derogarlos sino de aumentar las penas como
forma indirecta de propiciar la censura.
9. Sobre la publicidad oficial: La asignación publicitaria sigue manejándose
discrecionalmente como premio o castigo
por parte de los gobiernos de todos los
niveles. La falta de transparencia y equidad publicitaria continúan generando otra
de las peores prácticas del periodismo:
vender la pluma al mejor postor, aceptar
las dádivas (chayotes) o beneficios que
se dan sin regulación a través de leyes de
fomento.
10. Sobre las agresiones directas: Que
van desde las más graves como el homicidio y la desaparición forzada hasta las
lesiones, las cuales en la falta de agotamiento de las líneas de investigación
sobre libertad de expresión (qué indagaba,
qué iba a publicar y qué intereses estaba
afectando el periodista), se diluyen
en el delitos que quedan impunes. La
impunidad no es menor. El mensaje es
claro: mejor no documentar los temas
incómodos cuando lo que está de por
medio es la integridad o la vida.
11. Sobre las agresiones indirectas:
Como el control que hace el gobierno
en torno al cumplimiento de las leyes
de manera selectiva. El contexto permite identificar ese tipo de ataques a
los medios incómodos para los gobiernos, que ahí sí hacen un cumplimiento
eficaz de la ley sólo a ellos.
12. Sobre el secreto profesional del
periodista: Se trata de una herramienta fundamental en su ejercicio que
continúa incipientemente regulado
en el país. No sólo hay que proteger
al periodista de revelar la fuente, sino
además hacerlo extensivo a sus materiales y respaldos. En tal sentido no
podemos olvidar que a cada derecho
hay una obligación y así como se garantiza el no ser obligado a revelarla,
de esa forma también se es responsable si
se hace indebidamente.
13. Sobre los periodistas desaparecidos: Que a la fecha siguen sin solución.
Se llega a una doble afrenta: en la necesidad de la autocensura como forma de
sobrevivencia y la ausencia que lacera a
los familiares. Los mensajes de “no están
solos” y “sí nos importa” cobran sentido
cuando se realizan acciones tendiente a
evitar que otros padezcan ese infierno.
14. Sobre los periodistas en el exilio:
Que conservan su vida lejos del lugar de
la amenaza y viven en un estado de alerta
y desolación en un contexto de conveniencia silenciosa. En la medida en que no
nos agravie que el castigo para la valentía
y congruencia sea la muerte o el exilio,
seguiremos padeciendo el país que nos
forjamos en la apatía y el silencio.
15. Sobre los familiares de periodistas:
Que quedan no sólo en la impunidad y el
abandono, sino en la parálisis de trámites
y beneficios mínimos a los que debieran
acceder y les son negados por no tener
un documento idóneo para lograrlo (en el
mejor de los casos, el acta de defunción).
Todo ello sumado a la afrenta de no tener
siquiera una tumba en donde llorar. “Vivos se los llevaron, vivos los queremos”,
cruenta expresión que describe este fenómeno expansivo en la calidad de vida de
cientos de miles de mexicanos.
16. Sobre la reforma en materia telecomunicaciones y radiodifusión: Sigue
pendiente la generación de las leyes
secundarias de la reforma constitucional.
Cuidado con las expresiones ambiguas
cuyo sentido puede fomentar restricciones
discrecionales por parte de la autoridad.
20 REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/julio-septiembre 2013
17. Sobre el derecho a saber: Representa la base esencial que se materializa
gracias al ejercicio de la libertad de expresión. La esencia de la información –no
hay que olvidarlo– es mejorar la calidad
de vida de las personas que acceden a ella.
18. Sobre el periodismo de investigación: Como esencia del periodismo serio
que no se queda sólo en el reportaje y permite un escrutinio de la gestión pública.
Se enfoca en el seguimiento de los casos,
la confrontación de la versión oficial con
otras fuentes y la osadía de seguir las pistas que permitan encarecer los costos del
abuso y la corrupción.
19. Sobre los criterios de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación: Que en
algunos casos dan luz sobre la armonización del ejercicio de derechos y en
otros establecen términos como “la media
violación de derechos humanos” que desalienta la fijación de criterios encaminados
a subsanar deficiencias legislativas. El
litigio estratégico es una opción viable
para propiciar la fijación de criterios, sin
menoscabo de los casos que lamentablemente se acumulan y se diversifican en la
creatividad perversa de ataques.
20. Sobre las redes sociales: Ahora son
una forma de seguimiento inmediato con
la responsabilidad que ello implica. Más
que la regulación tentadora de su ejercicio, debemos educar en el valor del uso
de las tecnologías partiendo de la ética.
En los tiempos recientes se manifiesta una
catarsis social en su uso y diversos ejercicios de escrutinio con encarecimiento
de costos frente a la corrupción. Hay que
darle seguimiento a las tentaciones de
regularlo equiparando su uso abusivo con
ciber-terrorismo, como delito en los
códigos penales. Cuidado con ese tipo
de censura.
21. Sobre el uso del Internet: Siendo
una vía alterna de difusión informativa, paradójicamente se observa
como un “dragón de mil cabezas” que
confunde en torno a la veracidad y
credibilidad de esa vorágine de información. Hay que tener prudencia en
su uso y consulta.
22. Sobre la opinión y la información: Constituyuen aspectos que
encuentran su límite en el uso de expresiones honestas y la veracidad. Si
se vive de la palabra, hay que honrar
la palabra. El uso responsable y ético
legitima su ejercicio.
Llama la atención la tendencia a
castigar el uso de lenguaje discriminatorio como una forma incitación a
la violencia o el odio, tema que obliga
a un análisis más acucioso y con datos
duros.
A página 43 ►
Una mirada retrospectiva
La TV como
protagonista
Hablar de 25 años significa un largo espacio de tiempo… pero ese lapso se achica
cuando se relaciona con las múltiples metamorfosis de la TV mexicana registradas en
esos cinco lustros. Y es que, en apenas un cuarto de siglo, la televisión, y especialmente su
segmento predominante –el lucrativo–, se convirtió en protagonista de varios procesos
con impacto en la vida de la sociedad mexicana que van desde el plano de lo cultural
(al irse adueñando del timón de la dirección ideológica del país) a lo político (con su
notable ascenso en la escala del poder), pasando por lo económico y lo tecnológico (vía su
proyecto para trasladarse a los nuevos escenarios digitales). Esa etapa también registró la
salida de la escena de un importante proyecto de televisión estatal, misma que no llegó a
constituirse en una opción frente a la ya poderosa industria comercial.
A
partir de una periodización
donde se ubican las tres
grandes etapas por las cuales ha transitado el sector
en los últimos 25 años (un
periodo detalladamente documentado
por RMC), enseguida se reseñan los últimos cinco lustros del desarrollo de la
televisión del país, un lapso a lo largo del
cual en algunos aspectos la TV ha experimentado una auténtica transfiguración
(ineludiblemente, se está internando en la
era de la convergencia), aunque en otros
asuntos sus cambios han sido escasos (por
ejemplo en cuanto a su visión del país y
de sus problemas), con lo cual puede decirse que el televisivo se mantiene como
uno de los sectores más rezagados de la
escena nacional.
1988-2000: El oficialismo
y el derrumbe de la TV estatal
En el contexto del impulso del modelo
económico del neoliberalismo implantado
Alma Rosa Alva de la Selva
tiempo atrás para el país, y en medio del
ya entonces nítido dominio del escenario
de la pantalla chica por la dinastía Azcárraga, esos años fueron parte final de la
larga hegemonía priista con sus apoyos
corporativos, así como de una televisión
servil y oficialista, al tiempo que negada
a la crítica.
Así cumplía la TV comercial el pacto
simbiótico firmado con los sucesivos
gobiernos priistas, a cambio de mínimas
exigencias legales y privilegios a nivel fiscal, entre otras medidas de un trato favorecedor. Cual medio oficial, noche a noche
los servicios informativos de la televisora
resaltaban las actividades presidenciales
sin asomo de análisis o comentario que
no fuera el de ensalzar la labor del jefe
del Ejecutivo… A cambio, el gobierno
en turno correspondía con suculentas
prebendas (tal fue el caso, por ejemplo,
del refrendo automático de medio millar
de concesiones de radio y televisión en
1989). Fue ésa, sin duda, una de las etapas
más armoniosas de la relación gobiernoconcesionarios, apenas interrumpida por
incidentes menores que no llegarían a
lastimar tan funcional acuerdo.
Imposible dejar de mencionar, a propósito de ese esquema oficialista del
funcionamiento televisivo, la ya célebre
expresión del Tigre (el segundo de la
estirpe de los Azcárraga), pronunciada en
esos tiempos y que lo resume eficientemente: “Televisa está con México, con el
presidente de la República y con el PRI…
Somos del sistema”.
A partir de 1990, Televisa estrechaba
sus nexos con el poder político para ir
construyendo una amalgama en ese nivel que tantos frutos le daría en los años
siguientes, cuando se proyectó a nivel
internacional. A principios de esa década,
con la telenovela como producto estelar,
la empresa incursionó en España con su
agencia Iberovisa, para luego fundar en
Holanda su filial Eurovisa y más tarde, en
1999 su canal internacional Galavisión,
julio-septiembre 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN
21
ello a través de una compleja red de enlaces con cinco satélites.
Mas ese pacto histórico gobiernoconcesionarios ha abarcado también otro
importante compromiso para el primero
de los firmantes, consistente en no impulsar el surgimiento de alguna otra opción
televisiva que pudiese amenazar el predominio de la empresa cuyas actividades
habían arrancado en 1950. Fue así como
el surgimiento del sistema de TV restringida y de ocho canales Multivisión (MVS)
en el tardío 1989, y que resultaba caro
para el grueso del público, no inquietó al
consorcio del segundo de los Emilios, entonces dueño de las audiencias masivas de
la TV abierta y constituido en un auténtico
holding de 72 empresas y con un control
vertical del mercado.
Pero mientras la empresa dueña de los
mercados televisivos, locales incursionaba en otras latitudes y a nivel local lograba consolidar una forma de hacer TV
fincada en criterios de rentabilidad, otro
proyecto, el de la televisión de Estado, se
desplomaba.
Puesto en marcha en 1983 con la fundación del Instituto Mexicano de Televisión
(Imevisión), integrado por los canales
13 y 7, las redes de Televisión de la República Mexicana (TRM), el Canal 8 de
Monterrey y la Teleproductora del DF,
ese proyecto pretendió a lo largo de varios
años convertirse en una alternativa para
los amplios públicos de la pantalla casera.
Ello no fue posible en parte debido a la
política del gobierno en turno frente a la
opción privada, que siguió favoreciendo
a ésta, pero también debido a la falta de
una propuesta propia para la televisión
del Estado, a los errores de la gestión
administrativa de esa red y a los actos
de corrupción ahí cometidos. Hubo
también problemas laborales y, por si
fuera poco, una alta deuda y un serio
déficit que complicaron gravemente
la viabilidad de esa televisora. Todos
esos factores alimentaron la insistencia de grupos del sector privado de
la ineficacia y el oneroso costo que
representaba Imevisión para el Estado.
Fue así como, en el contexto de la
política privatizadora del régimen
de Carlos Salinas de Gortari, en septiembre de 1990 se anunció la desincorporación de la televisora. Al año
siguiente la Secretaría de Gobernación
informaba que, salvo el 13, los canales
de dicho sistema eran susceptibles de
explotación comercial. Tiempo después se informó que la concesión de
dicho canal se vendería incorporada a
la del 7. En cuanto al Canal 22, a raíz
de la petición de un grupo de intelectuales para que no fuese incluido en la
subasta del paquete de los medios estatales, el gobierno federal decidió destinarlo
a la difusión cultural.
Finalmente, luego de meses de especulaciones, el 19 de julio de 1993 se
dio a conocer el nombre del ganador del
proceso eufemísticamente llamado como
desincorporación: el dueño de la cadena
de tiendas de aparatos electrodomésticos
Elektra, Ricardo Salinas Pliego, quien
había ofrecido la mayor cantidad (645
millones de dólares) por las concesiones
de dicho paquete. Fue así como surgió
Televisión Azteca, con un proyecto que
el nuevo concesionario denominó televisión de bajo costo y con una propuesta
de contenidos adecuada para un país que,
según Salinas Pliego, “no estaba preparado para la democracia”. Se extinguía así
un proyecto de medios a través del cual el
Estado intentó, en la expresión de Miguel
Angel Granados Chapa, “recuperar el
tiempo perdido”.
Pero el pernicioso episodio no concluyó ahí; poco después trascendieron las
razones por las cuales Televisa no había
pretendido participar en aquella subasta: sin concurso alguno, y hasta donde
se sabe, sin pago de contraprestación,
meses más tarde Emilio Azcárraga Milmo recibió otro paquete de concesiones
televisivas… fueron 62, a partir de las
cuales inició la configuración de otra red
nacional, la del 9.
Ésa sería una de las últimas transacciones políticas del Tigre, cuyo deceso,
ocurrido en abril de 1997, cerró un ciclo
importante para la televisora. Otra etapa
se abrió con el arribo del tercero de la
dinastía, quien realizó una reestructura-
22 REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/julio-septiembre 2013
ción accionaria del consorcio, modificó
sus políticas financieras y estrategias de
programación, entre otras medidas. También era otro el plan político del heredero
y del cual no era ajeno al dueño de TV
Azteca: el de ascender en la escala de
poder. Ese proyecto sería central a partir
del año 2000.
Del 2000 al 2006: el poder de
la TV o la TV del poder
El recorrido por esta etapa, en la cual el
ya conocido como el duopolio televisivo
se convirtió en un actor beligerante, hizo
evidente que en nuestro país referirse a la
TV era remitirse a un poder político, pero
también a un poder ideológico de influencia considerable en la sociedad mexicana.
Son múltiples los acontecimientos
registrados en esta etapa que resultaría
provechoso anotar, pero por razones de
espacio se consignan a continuación los
más significativos.
El 2000 fue un periodo importante para
la televisión del país por varias razones,
entre ellas el hecho de que el 26 de julio
de ese año la TV arribó a los 50 años de
su surgimiento. Sobresalió también la
entrega al Congreso de la Unión de la
autorización para transmitir al llamado
Canal Legislativo. Éste, que operaba con
un permiso desde 1998 y solamente para
el área metropolitana, amplió su cobertura
sensiblemente. Sin embargo le esperaban
varias dificultades, entre ellas en diciembre del 2002, el embate del priismo por el
control del canal.
Otro suceso a tener presente fue el
comienzo del largo conflicto entre TV
Azteca y CNI Canal 40, el cual como se
sabe, sin una oportuna y obligada
intervención de las autoridades del
sector, llegaría a su punto crítico dos
años después.
Ante el primer gobierno de origen
distinto al priista, partido con el que
habían venido negociando por décadas, los industriales se inquietaron
ante la posibilidad de encontrarse con
cambios en la conveniente relación
que habían tejido históricamente con
la burocracia política. Sin embargo,
pronto se percatarían de que las posibilidades de sostener el pacto de
apoyo mutuo no sólo se mantenían,
sino que hasta había condiciones para
tomar una posición de fuerza. Si los
primeros meses de la administración
de Vicente Fox fueron de cálculo político sobre la postura a tomar por el
nuevo gobierno en materia de medios
electrónicos, poco después los industriales percibieron la vulnerabilidad
de éste en ese ámbito y decidieron
tomar acción. Una de sus primeras
demostraciones de poder fue su vivo
descuerdo para la reinstalación del largamente inactivo Consejo Nacional de
Radio y Televisión, prevista para el 12
de febrero del 2001. Ante las presiones
de los concesionarios, esa decisión fue
suspendida.
No fue ése el único logro de los industriales, quienes en ese mismo año
consiguieron refrendo automático de
concesiones y concertación de alianzas con capital extranjero (recuérdese
la suscrita por Televisa con el grupo
español PRISA), además de desacatar
las recomendaciones del Senado a
propósito de los horarios de los llamados talk shows, el novedoso y rentable
esquema del momento.
Pero el mayor triunfo político de los
industriales de esa etapa se consumó
el 10 de octubre del 2002, con la subordinación del poder gubernamental,
para entonces seriamente disminuido,
al poder mediático: habiendo echado
por tierra los acuerdos de la Mesa de
Diálogo para la Reforma Integral de la
Legislación de los Medios Electrónicos,
que contó con amplia participación de
organizaciones sociales, el gobierno de
Fox estableció la reducción, nada menos
que en un 90%, del llamado tiempo fiscal,
creado en 1969 y que había sido mencionado reiteradamente por los empresarios
mediáticos como necesario de eliminar.
Con las medidas impuestas tanto a través
de ese decreto, como también del nuevo
Reglamento Federal de Radio y TV promulgado en esa fecha, el régimen foxista
favoreció notablemente el interés de los
industriales.
Pero el favorecimiento gubernamental a
los medios privados no se había agotado
aún. El 27 de diciembre de ese mismo
año, agravado su conflicto con CNI Canal
40, un comando enviado por TV Azteca
se adueñó del transmisor de dicho concesionario en el Cerro del Chiquihuite.
Con una serie de omisiones o actos que
apoyaban a la empresa del Ajusco, la SCT
impuso el silencio a Canal 40, aunque
era el titular de la concesión respectiva
y sujeto del agravio. Como se sabe, TV
Azteca acabó adjudicándose la explotación de la frecuencia asignada a CNI, para
lanzar su nuevo canal, al que denominó
Proyecto 40.
Mención aparte amerita el episodio
de la llamada Ley Televisa. Como se
recuerda, el 1o. de diciembre del 2005 se
aprobó en la Cámara de Diputados una
serie de reformas a la vieja Ley Federal
de Radio y Televisión de 1960, así como
a la Ley Federal de Telecomunicaciones,
promulgada en 1995. Ese conjunto de
normas, claramente orientadas al bene-
gestionado por 47 senadores de la
República, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) invalidó
varios de los aspectos torales de las
reformas.
La resolución de la Corte tuvo un
saldo positivo al impedir el despojo
de bienes estratégicos para el país;
sin embargo, como se comprobaría
después, las televisoras no habían
renunciado a sus proyectos de expansión para el futuro.
En el campo de la TV cultural,
entre los sucesos más relevantes
estuvo la puesta en marcha, en octubre del 2005, del Canal Cultural de
los Universitarios, operado por TV
UNAM. Con una cobertura nacional
a través del Canal 144 de Cablevisión y de los sistemas de TV cable
de cada localidad del país, el nuevo
espacio televisivo fue lanzado a una
audiencia potencial de 15 millones de
televidentes.
ficio del proyecto de expansión de los
consorcios mediáticos, y sobre todo las
televisoras, habían sido impulsadas por
los concesionarios ante la posibilidad de
que avanzara en el proceso legislativo un
proyecto que se había venido discutiendo
largamente en el Senado y que provenía
de la iniciativa ciudadana para un nuevo
marco legal entregada al Congreso en
diciembre del 2002.
Vía fast track, sin debate ni análisis, el
proyecto fue aprobado en San Lázaro por
unanimidad en apenas ocho minutos. A lo
inusitado del hecho se sumó gran inquietud, pues esas reformas favorables a los
intereses de los radiodifusores tenían un
alcance mayor, al extenderse al ámbito de
las telecomunicaciones y la convergencia.
Resultaría por demás extenso referir
aquí los contenidos de la Ley Televisa.
Baste con señalar en términos muy generales, entre lo más relevante, sus disposiciones tendientes a que los beneficiarios
de nuevas concesiones fuese, simple y
sencillamente, quienes tuviesen más dinero para pagarlas, la visible intención de
desestimular las posibilidades de crecimiento de los medios de comunicación de
la sociedad y desde luego, el memorable
artículo 28-A, que abría la puerta a todo
lo ancho a los concesionarios para la
explotación de los nuevos servicios digitales, entre otras de las perniciosas normas
para el interés de la nación que formaban
parte de la Ley Televisa.
Como se sabe, en junio del 2007, en
lo que vino a ser un dictamen que puede
calificarse ciertamente de histórico, como
producto de su análisis del recurso de
inconstitucionalidad de dichas reformas
2006-2013: hacia los nuevos
escenarios digitales
Luego de las elecciones del 2006, en
cuyo proceso la TV privada actuó con
abierta parcialidad, fue posible constatar
el ascenso de las televisoras en el bloque
dominante del poder político.
Con todo y el revés que les representó
el fallo de la Corte al declarar como inconstitucionales los asuntos medulares de
la Ley Televisa, los consorcios lograron
salvaguardar sus intereses y salieron
fortalecidos de la etapa de una transición
que en realidad no lo fue. A partir de aprovechar los vacíos, al igual que los apoyos
del gobierno de Fox, en los inicios del
sexenio de Felipe Calderón comenzaron
a desplegar una intensa actividad política. A lo largo de esos años, en reiteradas
ocasiones buscaron imponer su poder al
del Estado mexicano y sus instituciones.
Un caso especial en este sentido fue
el de la Reforma Electoral del 2007.
Las implicaciones económicas de tales
normas para los medios electrónicos y
en especial para las televisoras suscitó
la reacción más virulenta de los últimos
años por parte de los concesionarios. Ello
debido a la amenaza que representaban
las normas propuestas por el Senado para
cerrar la llave de la cuantiosa transferencia de recursos públicos que por vía de la
compra de espacios para la difusión de
la propaganda de los partidos en tiempos de elecciones llegaba a los medios
electrónicos. En medio de la irritación
de los industriales (quienes a partir de
entonces han hecho explícito su propósito
de revertirla), la reforma fue aprobada en
septiembre.
julio-septiembre 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN
23
Sin embargo, a la par de su beligerancia
y creciente actividad política, las televisoras continuaron impulsando su proyecto
de insertarse en el sector telecomunicaciones, y con ello a la prestación de los
nuevos servicios, para así atraer a los
mercados emergentes. Para avanzar en esa
ruta contaron con el respaldo del gobierno
calderonista. Fue así como el acuerdo
gobierno-concesionarios se vio renovado
y dio importantes frutos a ambos participantes, pues mientras la pantalla chica se
aplicaba a fondo para afianzar al cuestionado régimen y matizaba su fallida guerra
al narcotráfico, éste en reciprocidad le
daba trato preferencial y le despejaba el
camino.
Hubo varias muestras de lo anterior,
una de las iniciales, ni más ni menos, fue
el impulso al ingreso de Televisa como
empresa prestadora de telefonía digital a
través de Cablevisión, como parte de su
ruta hacia el triple play. Ello se produjo
mientras –como ocurrió a lo largo de
todo el sexenio– Telmex era impedida de
ingresar al segmento de la TV abierta. En
los años siguientes, la empresa continuó
dando pasos adelante en su decidida inserción en el sector telecomunicaciones, al
adjudicarse vía una ventajosa operación,
un importante recurso de infraestructura:
la fibra óptica.
En efecto: en junio del 2010, la SCT dio
a conocer que el consorcio integrado por
Televisa con Telefónica y Telecable –únicos participantes posibles en el proceso
a partir de los candados interpuestos a
potenciales concursantes–, había ganado
la licitación de los dos hilos de “fibra
oscura” de la Comisión Federal de Electricidad, con una oferta de apenas 883 millones de pesos, apenas el mínimo a pagar
fijado por las autoridades del sector como
punto de partida. Lo anterior, con todo y
que la Auditoría Superior de la Federación
había emitido un dictamen negativo por
tal medida, dado que, afirmó, tal concesión se había otorgado sin análisis de
costo-beneficio para el Estado.
Paralelamente a la adjudicación de la
fibra oscura de la CFE, la televisora de
Azcárraga había venido enfilando sus
baterías para intervenir en otro importante
expediente: el de conseguir la concesión
para explotar las frecuencias del 1.7 y del
1.9 gigahertz, segmentos del espectro por
cuyas capacidades es posible agregar el
plus de la telefonía móvil y ofrecer así,
de forma convergente con Internet, el
llamado cuádruple play. Sería necesario
un “albazo” en octubre del 2010, para que
las autoridades gubernamentales lograran
consumar el proceso conocido como la
Licitación 21, el de mayor controversia
del que se tiene memoria en el desarrollo
de las telecomunicaciones del país y entregarle, nuevamente a precio de ganga
–sólo 180 millones de pesos para un recurso con precio comercial superior a los
cinco mil millones–, esa valiosa franja del
espectro radioeléctrico que hace posible
ofrecer servicios de tercera generación.
El escandaloso favorecimiento al consorcio generó un impacto considerable en
la opinión pública, que poco después se
sorprendería con el anuncio de Televisa
sobre su ruptura con Nextel, su socio en la
Licitación 21. No pasaría mucho tiempo
para que se develase el verdadero motivo
de dicho divorcio.
Lo que estaba en camino era una nueva
coalición, que al integrarse plenamente
la telefonía podría hacer posible que en
un futuro próximo una sola empresa se
erigiese como dominante en todas las
plataformas tecnológicas actuales: se
trataba de la alianza Televisa-Iusacell, impensable hasta entonces por su innegable
efecto profundizador de las estructuras de
concentración prexistentes en el sector de
radiodifusión y telecomunicaciones. Esa
grave consecuencia no impidió que se
abriesen los caminos para tal asociación
y ésta fuese autorizada en mayo del 2012
por la Comisión Federal de Competencia,
una vez que ante la negativa inicial de
dicho organismo, ambas empresas presentaran un recurso de “reconsideración”.
Fue así como, a fines del sexenio calderonista, Televisa había conseguido trascendentes avances en su posicionamiento
en los nuevos escenarios digitales.
En tanto, las televisoras con un fin
distinto al lucrativo se enfrentaban a un
panorama inquietante, cuando en marzo
del 2010 se anunció la creación del Organismo Promotor de Medios Audiovisuales
(OPMA), adscrito a la Segob y cuyas
funciones fueron establecidas como las
de “informar a la ciudadanía sobre programas y acciones gubernamentales que
resulten del interés público”, con lo que
se corrían riesgos de que la nueva dependencia estuviese destinada al control del
Ejecutivo sobre los medios electrónicos
gubernamentales. No obstante, algunas
televisoras del sector recibieron cierto
impulso. Tal sería el caso de Canal 11,
cuando en 2009 –a propósito de su 50
aniversario– pudo anunciar la ampliación
de sus transmisiones en la República,
como parte del objetivo del régimen de
generar una “cadena de TV pública de
alcance nacional”.
Por su parte, luego de insistir varios
años ante la Cofetel, en enero del 2010 el
Canal del Congreso consiguió el permiso
para operar una estación de TV abierta digital. Éste le fue otorgado en el Canal 45.
La salida al aire en señal abierta conlleva-
24 REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/julio-septiembre 2013
ría importantes esfuerzos de la televisora
en su proceso de conversión digital, con
el desarrollo de un proyecto de alcance
en la materia.
El 2012 fue el momento de otro proceso electoral cuestionado, con el arribo
a la Presidencia de una figura política
cuya imagen pública había venido siendo
moldeada por el consorcio televisivo del
tercero de los Azcárraga. Tan fue así que
el destape de Enrique Peña Nieto fue dado
a conocer en el noticiero estelar nocturno.
Al servicio de Peña Nieto desde que era
candidato al gobierno mexiquense, Televisa prestó servicios de asesoría beneficiándose a cambio de un generoso gasto para
la compra de spots y otro tipo de espacios,
al mismo tiempo que cultivaba potenciales
apoyos a futuro para su proyecto de expansión. Y así, para un significativo sector
de la opinión pública el fin de año tomó
posesión un presidente impulsado por la
pantalla chica.
En las primeras semanas del 2013, en
el marco del recién firmado Pacto por
México y como parte de las reformas
estructurales del priismo en su retorno al
poder, se presentó una iniciativa de modificaciones constitucionales en materia
de radiodifusión y telecomunicaciones.
Interpretada por algunos en varios de
sus puntos como resultado directo de los
empeños por décadas de organizaciones
civiles, periodistas, académicos y muchos
otros agentes ciudadanos por contar con
un marco legal que entre muchas otras
cuestiones pendientes diese espacios a la
sociedad en los medios, y considerada por
otros más bien como una medida estimulada por la necesidad de legitimación del
nuevo gobierno, esa iniciativa fue siguiendo con notable rapidez el curso legislativo
hasta llegar al final.
Fue de llamar la atención que en esa
oportunidad sí cristalizasen las negociaciones entre los partidos políticos,
legisladores y el poder mediático (con
todo y que éste apremió a los primeros a
dar marcha atrás en algunos puntos o bien
logró su inacción en otros). En contraste
con lo ocurrido a lo largo de décadas, esta
vez la voluntad política sí se apareció.
Será en buena medida a partir de la
concreción o el estancamiento en las leyes secundarias de los aspectos de la reforma favorables al interés público, como
se llegue a dilucidar si ese nuevo marco
legal efectivamente abrirá las puertas a
una etapa distinta en la comunicación del
país, con la TV en plena transformación
incluida. No pasará mucho tiempo para
saberlo.
Profesora e investigadora de la FCPyS de la UNAM.
Fuerzas en
Apuntes sobre 25 años de las telecomunicaciones en México
pugna
La Revista Mexicana de la Comunicación (RMC) irrumpió –septiembre de 1988–
en el momento en que se preparaba el despegue de uno de las actividades más
importantes para la vida y la economía contemporánea: las telecomunicaciones.
Unos meses después de que se distribuyó el primer número de la RMC, se vivirían
dos acontecimientos significativos para el futuro de las comunicaciones a distancia:
Teléfonos de México (Telmex) obtenía una concesión para comenzar a operar
el servicio de telefonía móvil –celular– y meses después el gobierno lograba la
privatización de este monopolio telefónico.
Francisco Vidal Bonifaz
L
as telecomunicaciones
han experimentado grandes cambios tecnológicos, al grado de que
si durante décadas sólo
se disponían de tres o cuatro redes
de diseminación de información
(correos, telégrafos, teléfono y satélites), en la actualidad se vive una
importante diversificación de las
plataformas de distribución de contenidos, en donde sobresalen las que
están montadas sobre de la telefonía
móvil y la Internet.
Así, al tradicional servicio de
telegrafía se sumaron las redes
de telefonía fija (principios del siglo
XX), la radio comercial (años veinte
del siglo pasado), televisión abierta
(1950), televisión restringida o de
paga (1954) y varias décadas después
la radiolocalización de personas (finales de los años ochenta), telefonía
móvil y radiolocalización de flotillas
(principios de los años noventa) y el
servicio comercial de acceso a internet (mediados de los años noventa).
Las transformaciones incluyen
una práctica fusión –bautizada como
convergencia– entre las actividades
que producen información o contenidos –incluidos a los que llamamos los medios de comunicación– y
las que operan redes y diseminan los
contenidos. La nueva actividad, en
términos de clasificación económica,
ha sido bautizada como “información
en medios masivos” en el sistema de
contabilidad nacional.
Pese a todo, si durante estos 25
años ha aumentado el volumen de
información referente a los medios y
las telecomunicaciones, la fragmentación y ausencia de información
básica todavía es muy relevante para
uno de los sectores más dinámicos de
la economía nacional
Un elemento estratégico para el
desarrollo de los servicios ha sido
el despliegue de la infraestructura de
julio-septiembre 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN
25
Tabla 1
EVOLUCIÓN DE LAS REDES DE RADIO Y TELEVISIÓN ABIERTAS
CONCEPTO
Radio
Concesiones
Permisos
Televisión
Concesiones
Permisos
1988
939
857
82
405
129
276
2011
1,594
1,262
332
698
465
233
VARIACIÓN (%)
89.9%
47.3%
304.9%
72.3%
260.5%
-15.6%
FUENTE: Elaboración propia con datos de Secretaría de Comunicaciones y Transportes, Anuario estadístico
1990, p. 95 y Anuario estadístico 2011, p. 169.
comunicaciones. Por ejemplo, la
red de fibra óptica pasó de cinco
mil 500 kilómetros en 1992 a
305 mil 800 kilómetros al finalizar 2012.1 Por su parte, la red de
telefonía móvil de Telcel –filial
de América Móvil– permite una
cobertura del 93% de la población del país.2
Las redes de televisión de cable de Televisa tienen la capacidad de alcanzar a 7.5 millones de
hogares (hogares pasados). Las
filiales de Televisa en esta actividad son Cablevisión, Cablemás
y TVI (Cablevisión Monterrey).3
Además, Televisa, junto con Telefónica de España y Megacable
Holdings ganaron, en junio de
2010, la concesión para operar
una red de fibra óptica de 19 mil
457 kilómetros.4
Las redes de los medios de
comunicación masiva han tenido un despliegue particular y
desigual. En el caso de la radio,
aumentaron mucho más las
estaciones permisionadas que
las concesionadas, aunque estas
últimas son casi cuatro veces
más que las primeras. Por su
parte, las concesiones de televisión casi
se cuadruplicaron –lo que no implicó una
diversificación en el número de empresas
que entraron a este mercado– y los permisos se estancaron.
Puede afirmarse que en la práctica,
durante el más reciente cuarto de siglo, la
enorme mayoría de la población ha quedado expuesta a la operación de alguna red
de distribución de información diferente
a las redes tradicionales de los medios
de comunicación masiva. Tal exposición
se refleja –en primera instancia– en la
evolución del número de usuarios de los
servicios de telecomunicaciones. Las
cifras también dan cuenta de los cambios
existentes en los distintos servicios que
se ofrecen al público. Por ejemplo: la
caída y práctico desuso del servicio de
radiolocalización de personas (conocido
como paging) y el importante auge que
adquieren la telefonía móvil y el internet.
Los cambios en las tecnologías de la comunicación y el despliegue de las diversas
redes provocaron importantes diferencias
en la penetración de los diferentes servicios. Destaca la importante expansión de
la telefonía móvil que en los próximos
meses podrá llegar a una penetración del
100% (es decir, un teléfono por habitante)
y, en contraposición, el magro alcance de
la telefonía fija.
Los más recientes cambios en el sistema de contabilidad nacional no
permiten realizar un análisis del
desenvolvimiento de las telecomunicaciones o de la nueva
división, información en medios
masivos, en los últimos 25 años,
pero al menos es posible determinar que entre 1993 y 2012
esa división de la actividad económica reportó un crecimiento
medio anual de 5.8%, mientras
la economía en general lo hizo
solamente al 2.6%.
La actividad convergente
duplicó al ritmo de expansión
de la economía en general y, en
el caso concreto de la rama de
telecomunicaciones, su crecimiento fue explosivo, al grado
de que se convirtió en una de
las más dinámicas del aparato
productivo y logró aumentar su
tamaño en seis veces durante el
lapso aludido.
El sector convergente de medios y telecomunicaciones se
ha convertido en un importante
empleador de mano de obra.
Los cambios en la contabilidad
nacional no facilitan la compa-
Tabla 2
EVOLUCIÓN DE LOS USUARIOS DE LOS SERVICIOS DE TELECOMUNICACIONES
CONCEPTO
Telefonía fija
Telefonía móvil
Localización
de personas
Localización
de flotillas
Televisión
por cable
Acceso a internet 1/
UNIDAD DE MEDIDA
Miles de líneas
Miles de usuarios
Miles de usuarios
1992
6,754
313
88
2012
20,217
100,727
3
15
3,954
32.2%
Miles de suscriptores
1,009
12,995
13.6%
Miles de suscriptores
1,135
13,524
22.9%
Miles de usuarios
EVOLUCIÓN*
5.6%
33.5%
-14.9%
* Tasa media anual de crecimiento. 1/ El primer dato corresponde al año 2000.
FUENTE: elaborado con información de Comisión Federal de Telecomunicaciones, Sistema de Información
Estadística de Mercados de Telecomunicaciones. Disponible en:http://siemt.cft.gob.mx/SIEM/home.php.
Fecha de consulta: 6 de junio de 2013.
26 REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/julio-septiembre 2013
Tabla 3
PENETRACIÓN DE DIFERENTES SERVICIOS
(Tasas)
CONCEPTO
Telefonía fija
Telefonía móvil
Localización de flotillas
Televisión por cable
Acceso a internet
PENETRACIÓN
17.2
85.6
3.4
11.0
38.3
* Definida como usuarios por cada 100 habitantes.
FUENTE: elaborado con información de Comisión
Federal de Telecomunicaciones, Sistema de Información Estadística de Mercados de Telecomunicaciones. Disponible en: http://siemt.cft.gob.mx/SIEM/
home.php. Fecha de consulta: 6 de junio de 2013.
ración de largo plazo, pero es posible establecer que entre 2003 y 2011 se reportó
un crecimiento medio anual de 1.9% en
los puestos de trabajo de la actividad de
información en medios masivos, mientras
que en la economía nacional se registró
un práctico estancamiento, pues el empleo
remunerado apenas avanzó 0.7% en cada
año del periodo aludido. En esta caso,
el segmento de las telecomunicaciones
reportó un mayor dinamismo, pues el empleo en esa rama creció 3.1% cada año, en
promedio, en el mismo lapso.5
El papel del Estado en el desarrollo de
las actividades que comprende la información en medio masivos se transformó en el
periodo que abarca dos décadas y media.
En primer lugar, se registró un importante
retiro de la operación de redes y servicios
Tabla 4
TASA MEDIA ANUAL DE CRECIMIENTO
DE LA ECONOMÍA NACIONAL Y LAS
ACTIVIDADES DE INFORMACIÓN EN
MEDIOS MASIVOS, 1993-2012
(Porcentajes)
CONCEPTO
PIB general
Información en
medios masivos
Radio, televisión
y prensa
Internet
(contenidos y acceso)
Producción fílmica,
musical y de video
Telecomunicaciones
EVOLUCIÓN
2.6%
5.8%
-0.2%
2.3%
2.0%
10.1%
FUENTE: elaboración propia con información del
IEGI, Sistema de Cuentas Nacionales de México,
Producto interno bruto trimestral. Disponible en:
http://www.inegi.org.mx/sistemas/bie/. Fecha de
consulta: 19/03/2013.
por parte del Estado mediante la venta de
las empresas ubicadas en los sectores más
importantes: destaca la privatización de
Teléfonos de México (1990), ImevisiónTelevisión Azteca (1993) y el 75% de
Satélites Mexicanos (1997). La actividad
del Estado se enfocó a mantener bajo su
mando la operación de algunas empresas o instituciones como son Correos de
México, Telecomunicaciones de México,
Canal 22, Instituto Mexicano de la Radio,
entre otros y, adicionalmente, crear un
nuevo organismo de regulación.
En agosto de 1996 se publicó un decreto
que creaba la Comisión Federal de Telecomunicaciones (Cofetel), un organismo
especializado con el objetivo de “regular
y promover el desarrollo eficiente de las
telecomunicaciones”.6 La Secretaría de
Comunicaciones y Transportes pasaba
a convertirse en la entidad que emitía la
política pública respecto a este sector de
la economía.
Pese a que desde hace varios años las
telecomunicaciones y los medios de comunicación se vienen transformando en
un sector de actividad único, su regulación
está fragmentada en diversos organismos
y ordenamientos legales. Previamente a la
creación de la Cofetel se había expedido,
en junio de 1995, la Ley Federal de Telecomunicaciones que sustituyó a la antigua
Ley de Vías Generales de Comunicación
que databa de 1940. Sin embargo, aunque
el nuevo ordenamiento abarca los aspectos
más importantes de las telecomunicaciones, únicamente regula la expedición de
las concesiones y permisos en el caso de
los medios de comunicación, dejando los
demás aspectos –como es el caso de la
regulación de los contenidos– al cobijo
de la Ley Federal de Radio y Televisión
y de diversas instancias federales, entre
la que sobresale la Secretaría de Gobernación.
Recientemente se han aprobado cambios a las leyes que regulan la actividad
de las telecomunicaciones y los medios
de comunicación. Destaca la creación de
Instituto Federal de las Telecomunicaciones que sustituirá a la Cofetel, pero no
se elimina del todo la fragmentación que
padece la regulación gubernamental sobre
las actividades convergentes.
El último cuarto de siglo trajo consigo
una transformación radical en las condiciones de propiedad de las principales
activos y empresas que operan en las
telecomunicaciones mundiales. En la
década de los años noventa del siglo XX,
junto con el ajuste a los esquemas de
Tabla 5
VENTAS DE LAS 10 EMPRESAS DE TELECOMUNICACIONES
MÁS IMPORTANTES DEL MUNDO, 20121/
(Millones de dólares)
EMPRESAS
Nippon Telegraph & Telephone
AT&T
Verizon
China Mobile
Telefónica
Deutsche Telekom
Vodafone
América Móvil
France Telecom
China Telecom
SEDE
Japón
EU
EU
China
España
Alemania
Gran Bretaña
México
Francia
China
VENTAS
133,074
127,434
115,846
88,823
80,114
74,735
74,066
58,884
55,908
44,866
1/ Los datos se refieren al año fiscal de 2012.
FUENTE: elaborado con información de las empresas y FXTOP, tipos de cambio históricos. Disponible en.
http://fxtop.com/.
julio-septiembre 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN
27
Tabla 6
MÉXICO: EMPRESAS CONVERGENTES, 2012 (MILES DE SUSCRIPTORES)
EMPRESA
América Móvil
Maxcom
Megacable
Telefónica
Televisa
TV Azteca
TELEFONÍA
MÓVIL 70,366
29
X
19,168
7,385
TELEFONÍA
FIJA 14,224
240
556
1,159
754
X
ACCESO A
INTERNET 8,445
131
835
X
1,306
X
TELEVISIÓN
DE PAGA X
68
2,100
X
7,462
X
TELEVISIÓN
RADIO
ABIERTA ABIERTA
X
X
X
X
X
X
X
X


X
FUENTE: elaboración propia con base en información de las empresas.
regulación, se emprendió un movimiento
mundial en el que el Estado abandonaba la operación directa de empresas y
organismos de telecomunicaciones. El
ajuste implicó un proceso de privatización a gran escala y, junto con ello, de
la apertura de los mercados –dominados
anteriormente por monopolios estatales–
a la competencia.
A la privatización siguió, en un breve
lapso de tiempo, la creación de grandes
consorcios multinacionales que tuvieron
sus raíces en los antiguos monopolios
púbicos en –destacadamente– las economías más desarrolladas: como France
Telecom (Francia), Deutsche Telekom
(Alemania), Telecom Italia (Italia), y
América Móvil (México).
Se vio el fortalecimiento de las antiguas empresas privadas dominantes
como fue el caso de la AT&T (Estados
Unidos) y Telefónica (España).
También se desarrollaron varios
consorcios al amparo de la liberalización de los mercados, como es
el caso de las empresas estatales
chinas (China Mobile, China Telecom y China Unicom), de las
nuevas firmas japonesas (KDDI
y SoftBank), del surgimiento de
las más importantes agrupaciones rusas (VimpelCom, Mobile
Telesystems y MegaFon), del
gigante inglés Vodafone y la estadounidense Sprint-Nextel, entre
los más importantes. Así, a escala
mundial, el desarrollo de las telecomunicaciones y de la actividad
convergente se encuentra gobernado por un puñado de grandes
consorcios, entre los que destacan
los que aparecen en la Tabla 5.
El proceso de monopolización
que caracteriza a esta actividad,
amenaza con avanzar todavía más
en los próximos años.
Con la venta de Telmex y los
cambios a la regulación se abrió el
proceso de liberalización del mer-
cado mexicano de telecomunicaciones.
En julio de 1990 se comenzaron a otorgar
concesiones para operar en el mercado
de telefonía móvilvii, y en septiembre de
1995 las que correspondían al mercado
de larga distancia, y más tarde a prácticamente todas la áreas de la economía convergente con la excepción de las licencias
para establecer nuevas redes de radio y
televisión que, en la práctica, llevan más
de una década estancadas.
A la postre, más allá de los obstáculos
presentados, la regulación ha acompañado el tránsito hacia una estructura de
servicios convergentes que han permitido
la formación de varias agrupaciones de
este tipo en el país y que hoy dominan el
mercado nacional. A estas alturas se han
consolidado algunas empresas que operan
diversas redes y plataformas de distribución de contenidos.
28 REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/julio-septiembre 2013
Pese a la diversificación de las fuerzas
en juego, el mercado mexicano de la
información en medios masivos o convergente se encuentra dominado por dos
agrupaciones: América Móvil-Telmex y
Televisa. La primera es mucho más grande a escala global que la segunda, pero
su desenvolvimiento en México ha sido
obstaculizado por las autoridades y sus
contrincantes. Con todo, la confrontación
entre esas dos fuerzas y la manera en que
el Estado las regule, gobernará el futuro
inmediato de la actividad convergente de
la economía mexicana.
Notas
1) Kilómetros de Red de Fibra Óptica. Serie Anual.
Comisión Federal de Telecomunicaciones, Sistema
de Información Estadística de Mercados de Telecomunicaciones. Disponible en: http://siemt.cft.gob.
mx/SIEM/#!prettyPhoto/90/. Fecha de consulta: 6
de junio de 2012.
2) América Móvil, Reporte anual presentado de conformidad con las disposiciones
de carácter general aplicables a las emisoras de valores y a otros participantes del
mercado de valores, para el año terminado
el 31 de diciembre de 2012, p. 25.
3) Grupo Televisa, Reporte anual presentado de conformidad con las disposiciones
de carácter general aplicables a las emisoras de valores y a otros participantes del
mercado de valores, para el año terminado
el 31 de diciembre de 2012, pp. 35-36.
4) Ibíd., p. 64.
5) Cálculos elaborados a partir de Instituto
Nacional de Geografía y Estadística, Sistema de Cuentas Nacionales de México.
Cuentas de Bienes y Servicios 2003-2008,
año base 2003, pp. 215 y 218 y Sistema de
Cuentas Nacionales de México. Cuentas
de Bienes y Servicios 2003-2008, año base
2003, pp. 221 y 224.
6) Decreto de Creación de la CFT. Disponible en: http://ruedadelafortuna.files.
wordpress.com/2013/05/decreto-creacioncofetel.pdf. Fecha de consulta: 6 de junio
de 2012.
7) Concesiones de redes públicas. Disponible en: http://www.cft.gob.mx/es_mx/
Cofetel_2008/Cofe_larga__distancia. Fecha
de consulta: 6 de junio de 2012.
Economista y periodista.
Una radiografía de sus primeros 25 años
Generación
Einstein
Internet ha transformado radicalmente la ecología cultural de las sociedades actuales,
modificando no pocos hábitos en personas, prácticas informativas, modelos de
aprendizaje, habilidades profesionales, formas de entretenimiento, prácticas financieras
y comerciales, así como un amplio conjunto de manifestaciones culturales. Hoy son
contadas las profesiones u oficios que permanecen ajenos a la influencia de Internet,
que además admite ser considerada como una de las tecnologías más moldeables. La
gran red es una creación colectiva y se encuentra expuesta a la permanente exploración,
experimentación y búsqueda de nuevas aplicaciones y posibilidades comunicativas.
En la actualidad, por ejemplo, se cuentan con cientos de miles de apps para tabletas y
teléfonos inteligentes –smartphones–, destacando un gran repertorio de aplicaciones
gratuitas. En Internet nada es definitivo y cada año se introducen nuevas aplicaciones
que transforman las prácticas comunicativas de miles de millones de personas. Internet
supone el ejercicio y el desarrollo de una compleja autología; es decir: la autoaplicación
del conocimiento y el conocimiento aplicado al conocimiento.
Octavio Islas* / Amaia Arribas Urrutia**
El medio, o proceso, de nuestro tiempo –la
tecnología eléctrica– está remodelando y
reestructurando los patrones de interdependencia social, así como todos los aspectos de la
nuestra vida personal.
Se nos obliga a reconsiderar y reevaluar
prácticamente cada pensamiento, cada acción,
y todas las instituciones que anteriormente
dábamos por sentado.
Marshall McLuhan.
L
os primeros 25 años de vida de
la Revista Mexicana de Comunicación, fundada en septiembre de 1988, nos pareció el
marco idóneo para emprender
el análisis de los 25 años de existencia de
la llamada Generación Einstein. De ello
trata este texto. Nuestra gratitud a Omar
Raúl Martínez, a Miguel Ángel Sánchez
de Armas y a cada uno de los integrantes
de la Fundación Manuel Buendía que nos
han hecho sentir como en casa.
De generación en generación
La formidable expansión de Internet1 en
el mundo contemporáneo, particularmente el crecimiento observado en los años
recientes a través de dispositivos móviles –tabletas y teléfonos inteligentes–,
sin duda permite afirmar que Internet, el
“medio de comunicación inteligente”,
constituye un parteaguas histórico debido
a que establece un antes y un después en
el desarrollo de la comunicación humana.
De acuerdo con Jeroen Boschma, director creativo de la agencia de comuni-
cación holandesa Keesie, especializada
en target infantil y juvenil –y coautor del
libro Generación Einsteinii2–, el año de
1988 marcó el advenimiento de la Generación Einstein:
La primera generación de jóvenes desde
la II Guerra Mundial que se caracteriza
por sus rasgos positivos: sociables, listos,
dialogantes y solidarios. En resumen: más
listos, más rápidos, más sociables.
La sociedad de la información –sostiene Boschma– posibilita el advenimiento
de la Generación Einstein. En la obra se
consignan los resultados que arrojó una
investigación emprendida por la agencia
de comunicación Keesie, la cual durante
10 años realizó entrevistas a jóvenes
nacidos a partir de 1988. El término Ge-
julio-septiembre 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN
29
neración Einstein responde al propósito
de designar a los nacidos a partir de 1988,
quienes desde niños se han relacionado
con la tecnología de forma espontánea, y
que hoy admiten ser considerados como
la primera generación de niños digitales.
El análisis sociológico del comportamiento cultural de las generaciones parte
de Karl Mannheim. El análisis histórico
de lo generacional procede de José Ortega
y Gasset, quien introdujo el concepto generación para explicar las variaciones de
la sensibilidad vital que son decisivas en
la resolución de la historia.
Una generación –afirmó Ortega y
Gasset– no es un puñado de hombres
egregios, ni simplemente una masa: es
como un nuevo cuerpo social íntegro, con
su minoría selecta y su muchedumbre,
que ha sido lanzado sobre el ámbito de
la existencia con una trayectoria vital
determinada. La generación, compromiso
dinámico entre masa e individuo, es el
concepto más importante de la historia,
y, por decirlo así, el gozne sobre que ésta
ejecuta sus movimientos.3
El reflexivo generacional ha merecido
pobre atención en la academia latinoamericana de investigadores de la comunicación. Entre el reducido número de
investigadores en la región que se han
preocupado por incursionar en la investigación comunicológica de temas generacionales, destaca Alejandro Piscitelli
(Argentina), quien ha centrado su atención
en la crisis que es posible advertir en
no pocos de los modelos de enseñanza
imperantes en la actualidad. La ecología
cultural de las generaciones es tema de
gran interés en la Ecología de los Medios.4
Douglas Rushkoff, por ejemplo, autor del
libro Screenagers. Lesson in Chaos from
Digital Kids (2006)5, sostiene que el caos
define la ecología cultural en la cual se
desenvuelven las nuevas generaciones,
a las cuales designa como screenagers.
En 1995, en el libro Playing the future,
Rushkoff realizó una relevante aportación al análisis generacional del acceso
a las nuevas tecnologías de información
y comunicaciones (TICs), al distinguir a
los nativos digitales de los inmigrantes
digitales, cuyas edades oscilan entre
26 y 35 años. Aunque mantienen una
relación fluida con la tecnología, éstos
han debido pasar por un aprendizaje que
para los más jóvenes ha sido un proceso
natural. En la primera tabla podremos
advertir algunos de los rasgos definitorios de los miembros de la Generación
Einstein, considerando rasgos emblemáticos de otras generaciones: los Baby
boomers y la Generación Y.
La Generación Einstein se desenvuelve en una ecología cultural en la cual
Tabla 1
RASGOS DEFINITORIOS DE LOS “BABY BOOMERS” (1945-1955), LA “GENERACIÓN X”
(1960-1985) Y LA “GENERACIÓN EINSTEIN” (1988 - )
BABY BOOM
GENERACIÓN X
1945-1955 1960-1985 Contestatarios Negativos
Posguerra y reconstrucción Depresión económica
Rebosantes de ideales Vacío ideológico
No había marcas Nacen las marcas
Apasionados.
Relativizan
Otro futuro No hay futuro
A la búsqueda de La personalidad se la personalidad
construye
Identidad alejada de Identidad entendida padres y autoridad
como mimetismo
GENERACIÓN EINSTEIN
1988 hasta ahora
Positivos
Crecimiento, desarrollo
y bienestar
Ideales tradicionales
Marcas por doquier
Serios
Buen futuro
La personalidad es
auténtica
Identidad es ser
sincero con uno mismo
FUENTE: Boschma 2006, pág. 39.
las comunicaciones digitales observan
un rol protagónico en la formación de la
percepción como en la comprensión de la
realidad.
Los chicos que hoy tienen entre cinco y
15 años –asegura Alejandro Piscitelli– son
la primera generación mundial que ha
crecido inmersa en estas nuevas tecnologías. Han pasado toda su vida rodeados
de computadoras, videojuegos, teléfonos
celulares y el resto de los gadgets digitales […] los videojuegos, el e-mail, internet, los teléfonos celulares y la mensajería
instantánea se han convertido en parte
integral de nuestras vidas y en el oxigeno
sociocultural que respiran los chicos del
tercer milenio.
En segunda tabla consideramos algunos de los aspectos emblemáticos de las
ecologías culturales de las citadas generaciones.
30 REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/julio-septiembre 2013
La Generación Einstein hoy
Durante la primera semana de junio
de 2013 fueron dados a conocer los resultados que arrojó el estudio Telefónica
Global Millenial Surveyvi6, realizado por
Financial Times, el cual comprendió la
aplicación de entrevistas cuantitativas
en línea, con 190 preguntas, a una población de 12,171 personas cuyas edades
comprendían entre 18 y 30 años de edad,
distribuidos en 27 países en seis regiones
(Norte América, América Latina, Europa
Oriental, Europa del Este, Asia, Medio
Oriente y Africa). El levantamiento de
la encuesta comprendió del 11 enero al
4 febrero de 2013. En México fueron
aplicadas 503 encuestas. En cuanto al género de los informantes elegidos, 50% son
hombres, y 50% mujeres. Además, 66%
afirmaron ser solteros, y 60% cuentan con
formación universitaria. El citado estudio
puede ser considerado una oportuna actualización de la información recabada
algunos lustros atrás por Boschma y su
equipo de trabajo. Los temas analizados
en dicha investigación fueron: tecnología y educación; la tecnología y la nueva
brecha de género; gobierno, economía y
medio ambiente; oportunidades de progreso y libertad personal; líderes.
Tecnología y educación
Con base en los resultados que arrojó
el citado estudio, es posible afirmar que
la Generación Einstein se distingue por
la posesión y empleo de teléfonos inteligentes: 76% afirmó contar con por lo
menos un aparato. El menor porcentaje
de personas con teléfonos inteligentes se
presentó en Europa del Este, donde 60%
de los encuestados afirmó contar con
teléfono inteligente, 64% con laptops,
56% con computadoras de escritorio,
Tabla 2
FACTORES EMBLEMÁTICOS DE LAS ECOLOGÍAS CULTURALES DE LAS TRES GENERACIONES
GENERACIÓN DEL BABY BOOM Programas de TV Series infantiles nacionales, Guardianes del Espacio Programas de radio Tipo 40 Principales, radioteatro. diskjockey nacional Modas/juegos en el colegio Goma de saltar, canicas, jugar al
aro, cartas de marcas de tabaco. Figuras Políticas De los años setenta. Acontecimientos históricos Llegada a la Luna, asesinato de Kennedy. Hitos sociales Movimiento hippy, Guerra de Vietnam, emancipación de la GENERACIÓN X Equipo A, Corrupción en Miami, El coche fantástico. The Nanny.
Tipo 40 Principales, popular musicales y para jóvenes.
Canicas, Monopoly, gomas de saltar..
De los años ochenta. Caída del muro de Berlín. Armas atómicas, apartheid, guerra fría. mujer, crisis del petróleo.
Desarrollo tecnológico Televisión, casetes, motocicleta. Televisión en color, video, microondas.
Idolos Elvis, Cliff Richard, Brigitte Bardot. Madonna, Michael Jackson. Películas West Side Story, Sissi emperatriz, Grease, Dirty Dancing, ET. Sonrisas y lágrimas.
Grupos de música Beatles, Rolling Stones. Abba, Wham, Duran Duran. GENERACIÓN EINSTEIN
Barrio Sésamo, culebrón nacional tipo Operación Triunfo, Friens, Cadenas comerciales, musicales y para jóvenes.
Cartas, Pokémon, canicas, tazos. De los noventa, siglo XXI.
Atentado del 11 de septiembre de 2001, tsunami de 2004
Política de inmigración, efecto invernadero, valores y normas
Móviles, ordenador
(con Internet), MP3 (iPod).
Spice Girls. Britney Spears,
ninguno (dicho con frecuencia).
El Señor de los Anillos, Grease, Kill
Bill, cine nacional, La Guerra de las Galaxias, Gladiator, El paraíso perdi
do (muchas y diversas películas).
DJ Tiesto, Muse, Chemical
Brothers, dEUS, System of a
down (muchos y diversos grupos).
FUENTE: Boschma 2006, págs. 39-40.
y 23% con tabletas. Por lo que respecta a
América Latina, 68% dijo tener teléfono
inteligente, 62% laptops, 58% computadoras de escritorio y 22% tabletas. El
porcentaje más elevado de personas con
teléfonos inteligentes se presentó en Asia
(83%). Ello en buena medida se debe a
que los países considerados en el estudio
fueron India, China, Japón y Corea. La
población encuestada afirmó utilizar los
teléfonos inteligentes seis horas diarias en
promedio. En tal sentido destacan Norteamérica y América Latina, regiones en las
cuales el promedio diario de uso de teléfonos celulares alcanza siete horas diarias.
En torno a prácticas de información y
entretenimiento vía medios impresos, televisión, Internet y nuevos medios sociales,
la población encuestada definitivamente
se inclina por los últimos: 45% en materia de cobertura noticiosa e informativa,
54% al abordar crisis, 64% en materia
de entretenimiento. La televisión ha sido
relegada a un segundo plano: 36% en materia de cobertura noticiosa e informativa,
34% al abordar crisis, 31% en materia de
entretenimiento.
Los entrevistados consideran que las
tecnologías abren oportunidades en su
vida. Por ejemplo, 83% considera que sus
habilidades tecnológicas les facilitan obtener empleo; 69% afirma que la tecnología
abre oportunidades para toda la gente, a
diferencia de épocas anteriores cuando las
oportunidades fundamentalmente beneficiaron a élites selectas. No obstante lo anterior, la población encuestada considera
que las tecnologías no han contribuido a
remediar profundas desigualdades sociales
(62%). Sin embargo, vale la pena destacar
que en América Latina, particularmente en
Perú, Brasil, Colombia, Chile y Venezuela, la percepción dominante fue que las
tecnologías han contribuido a erradicar
importantes diferencias sociales (53%).
La tecnología observa un rol fundamental en sus percepciones: 80% (hombres) se
considera “en la vanguardia tecnológica”,
39% (hombres) afirma que la tecnología
ha jugado un papel fundamental en su
percepción de la vida, y 42% (hombres)
considera que la tecnología “es el campo
más importante de estudio para asegurar
el éxito futuro”.
Gobierno, economía
y medio ambiente
Sobre el reconocimiento de los principales problema mundiales, los encuestados de cuatro de las seis regiones
consideraron como primer problema la
economía. En América Latina establecieron como primer problema la desigualdad
social, y en el Medio Oriente y Europa
el terrorismo. También las principales
preocupaciones por el medio ambiente
fueron expresadas por los encuestados en
América Latina (70%). Con excepción
de los encuestados en Asia, en las otras
regiones perciben que el rumbo de la
economía mundial no es correcto, y si
bien Boschma en su citado libro afirmaba
que uno de los aspectos distintivos de los
miembros de la Generación Einstein es
el optimismo, a pesar de los devastadores
efectos de recientes crisis mundiales, es
posible advertir que persiste un amplio
optimismo en la población encuestada,
particularmente en Asia y América Latina,
donde 79 y 78% de los encuestados, respectivamente, considera que los mejores
días para su nación están por venir.
A pesar de lo anterior, los miembros
de la Generación Einstein reconocen las
adversidades en el entorno laboral, pues
esperan trabajar de forma indefinida y
estiman que no tendrán suficiente dinero
para jubilarse. Si bien manifiestan fuertes
convicciones acerca de sus libertades
personales y su privacidad, consideran
que tener una retribución decente por el
trabajo que realizan representa un auténtico privilegio.
En cuanto a su religiosidad, los encuestados afirman ser menos devotos que sus
familiares (51%). Sin embargo, 76% seña-
julio-septiembre 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN
31
laron estar abiertos a otras religiones
y creencias, e inclusive 80% afirmaron que no tendrían inconveniente
alguno por contraer matrimonio con
una persona que profesara una religión diferente. Por lo que respecta a
su visión del gobierno, 52% considera que los gobiernos no expresan los
valores y creencias de su generación
Los encuestados en Asia, Medio
Oriente y África consideran necesario incorporar más regulaciones al
sector privado. En cambio, en Norteamérica, Europa Central y Europa
del Este se inclinan por lo contrario.
Como principal factor de cambio
en las sociedades, los encuestados
(42%) reconocen la importancia de
la educación, la protección del medio
ambiente, 41%; eliminar la pobreza,
39%. Por lo que respecta a las posibilidades de desarrollo profesional en
sus respectivos países, 68% considera
que éstas efectivamente resultan viables en sus respectivas naciones de
origen. En Europa del Este se observa
el menor grado de confianza (55%). En
Norteamérica el más alto (77%). Sobre la
trascendencia de la participación política,
45% de los encuestados considera que su
participación puede representar la diferencia. En Norteamérica, donde aún prevalece una especie de mitología heroica sobre
el self made man, 60% de los encuestados
creen que su participación puede marcar
una significativa diferencia al interior del
sistema político. En torno a la perspectiva
de la incidencia global, 40% considera
que su participación puede representar
una importante diferencia. Sin embargo,
en este rubro los latinoamericanos resultaron aún más optimistas, 62% considera
que su participación puede marcar la
diferencia global. Es posible confirmar el
acentuado optimismo de la Generación
Einstein al advertir que 62% cree que pueden ser efectivos factores de cambio en
sus comunidades. En América Latina tal
convicción fue manifestada por 82% de
los encuestados. Sobre el desarrollo de la
economía mundial en los próximos años,
la mayoría coincide en señalar que en un
futuro inmediato China observará el rol
protagónico en su conducción. Los indúes
por supuesto discrepan al afirmar que será
India y no China la nación que asuma ese
rol protagónico en la economía mundial
Oportunidades de progreso
y libertad personal
Al considerar los principales factores
que determinaron su forma de vida, los
entrevistados ubicaron en primer lugar a
la familia (81%), la escuela y la educación
(58%), los amigos (54%), la tecnología
Líderes
A diferencia de anteriores generaciones, la Generación Einstein
reconoce un nuevo tipo de liderazgo,
basado en el empleo de la tecnología
y el aprovechamiento de las oportunidades. El liderazgo tecnológico
se inscribe en tres convicciones: 1)
“Totalmente de acuerdo: Estoy en
la vanguardia de la tecnología”; 2)
“Creo que puedo hacer una diferencia local”; y 3) “Tengo oportunidades
en mi país para convertirme en un
empresario o desarrollar y llevar una
idea al mercado”. Ven el futuro con
optimismo, consideran que pueden
incidir en cambios globales y están
firmemente convencidos de que, para
sus respectivas naciones, los mejores
días están por venir.
Notas
(39%). Vale la pena destacar que consideraron que la tecnología ha influido
más en sus vidas que la economía (29%)
y la religión (15%). Al preguntarles qué
campo de estudio creían más importante
para garantizar el éxito, los encuestados
ratificaron la importancia de la tecnología al ubicarla en primer lugar (42%),
en segundo lugar la economía (18%), en
tercer lugar las ciencias (12%) y en cuarto
lugar el dominio de otros idiomas (9%).
Además, 42% considera que para poder
asegurar su futuro, lo primordial es la
educación en tecnología.
Conviene recordar cuál era la visión
que sobre las TIC prevalecía –inclusive
ya avanzada la década de los noventa– en
un sector de la academia latinoamericana
de investigadores de la comunicación. De
acuerdo con José Marques de Melo, Jesús
Martín-Barbero consideraba a las nuevas
tecnologías como “una de las peores
modas que penetraron en las escuelas de
comunicación de América Latina (…),
una de las modas más alienantes y dependientes”. En la década de los ochenta
no pocos académicos afirmaron que las
tecnologías de información obedecían a
las necesidades de hegemonía cultural
del imperialismo, y que los aparatos ideológicos del Estado, incluido el aparato
ideológico de tecnología, cumplían dos
funciones fundamentales: garantizar la
reproducción ampliada de la calificación
diversificada de la fuerza de trabajo, y garantizar también la reproducción ampliada
de la ideología dominante. Sobraban,
pues, motivos para odiar a los medios de
comunicación y a las tecnologías de información y comunicaciones.
32 REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/julio-septiembre 2013
1) La definición técnica que ofrece Vinton Cerf
–���������������������������������������������
uno de los creadores de Internet�������������
–������������
es la siguiente: “(Internet) es un sistema de protocolos
de comunicación para el intercambio de información
entre redes de computadoras de distintas clases, a
través de paquetes conmutados”. La palabra Internet
procede de la abreviatura de los términos Interconnected Networks, es decir, redes interconectadas,
o red de redes. Véase Leiner, Cerf, Clark, Kahn,
Kleinrock, Lynch, Postel, Roberts y Wolff: A Brief
History of the Internet. Disponible en línea en: http://
www.isoc.org/internet/history/brief.shtml Fecha de
consulta: 3 de junio de 2013.
2) En castellano: Generación de Einstein: inteligentes, sociales y súper rápidos. Comunicándose con
gente joven en el Siglo XXI.
3) Véase: http://biblioteca.udea.edu.co/~hlopera/
Web-etica/generaciones.html Fecha de consulta: 4
de junio de 2013.
4) En la Ecología de los Medios, la “fatalidad” de
los cambios tecnológicos admite ser comprendida
como principio explicativo del desarrollo humano.
Cualquier tecnología ������������������������
–�����������������������
y los medios de comunicación son tecnologías– representa una extensión de
los sentidos o las facultades del ser humano (McLuhan). Los medios son las extensiones artificiales de
la inteligencia sensorial. Además de McLuhan, algunos de los principales referentes teóricos e intelectuales de la Ecología de los Medios son: Neil Postman,
Harold Innis, Walter Ong, Lewis Mumford, Jacques
Ellul, Elizabeth Eisenstein, Eric Havelock, Edmund
Carpenter, Jack Goody, Joshua Meyrowitz, Jay
Bolter, Lance Strate, Denise Schmandt–Besserat,
Robert Logan, James Carey, Eric McLuhan, Paul
Levinson y Christine Nystrom, entre otros.
5) En castellano: Screenagers. Lecciones en caos de
los niños digitales.
6) Véase: http:telefonica.com/millennials #TEFMillennials
*Director de Proyecto Internet-Cátedra de Comunicación Digitales Estratégicas, Tecnológico de
Monterrey, campus Estado de México, y director de
la revista web Razón y Palabra.
**Doctora en periodismo y comunicación egresada
de la Universidad del País Vasco. Investigadora en
la Cátedra de Comunicaciones Digitales Estratégicas del Tecnológico de Monterrey, Campus Estado
de México.
Un recuento histórico de la reforma constitucional de 2013
La aportación
de la academia
En diciembre de 2012 reinaba la resignación entre quienes por décadas se habían ocupado
en buscar repercusiones sociales favorables en los medios y las telecomunicaciones. Había
también desencanto y desconfianza ante el cambio de gobierno. Esa firma de un pacto con
los partidos de oposición no motivaba. Vino después una lista de los compromisos que ese
pacto prometía. Surgió la sorpresa: se mencionaban temas que por años habían sido bandera
de varios sectores sociales en distintos momentos. Se garantizaría la competencia en radio y
televisión y el acceso a la banda ancha con anuncio de modificación constitucional. Habría
más cadenas nacionales de televisión abierta. Sonaba increíble. Vino el documento oficial y
se inició la discusión en el Congreso. Estaba claro que había voluntad política para rectificar
rumbos. En junio de 2013, cuando la reforma ha sido aprobada por el Congreso Federal
y por los congresos de los estados, el panorama es satisfactorio. La Constitución mexicana
establece ya una evidente moderación a las prácticas monopólicas; las telecomunicaciones y
la radiodifusión han quedado definidas como servicio público; por primera vez en nuestra
historia, los medios públicos existen legalmente; en suma: quedaron restituidas facultades
que el Estado había cedido. Nada de ello se le ocurrió al equipo de Peña Nieto de la noche a la
mañana. Detrás de tal suceso hay una historia configurada durante décadas por numerosos
actores políticos y sociales. Este texto pretende resaltar episodios olvidados o desconocidos por
las nuevas generaciones. Se busca subrayar momentos del debate público en que la academia
participó. No se trata de colgarse medallas ni de privilegiar un aspecto sobre tantos otros para
satisfacción personal. No, lo que se pretende es poner el acento en lo beneficiosa que puede
resultar la reflexión unida a la acción.
Fátima Fernández Christlieb* / Patricia Ortega Ramírez** / Beatriz Solís Lereé***
Q
ueremos mostrar la utilidad
del estudio de los medios y las
telecomunicaciones vinculado
a la participación en procesos
legislativos. Es obvio que la reforma constitucional de 2013 no salió de la
academia, pero durante décadas ésta colocó
semillas en surcos que hoy fueron atendidos.
Las siguientes páginas pretenden, también,
alertar sobre cánticos de victoria prematuros. Viene ahora la reglamentación de esta
reforma constitucional y con ella los conocidos escenarios de lucha. Hagamos, por lo
pronto, una breve incursión en la historia.
La dialéctica
reflexión-acción
El trabajo académico vinculado al
diagnóstico de las condiciones políticoeconómicas de los medios ha determinado,
en parte, el avance y socialización de los
temas principales que hoy son el eje de la
julio-septiembre 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN
33
reforma al marco jurídico de las telecomunicaciones y la radiodifusión en
México.
Ese trabajo, desarrollado fundamentalmente desde las universidades y las
organizaciones académicas, refleja la
consistencia del ejercicio académico
de evaluar y analizar desde el espacio
de la razón. Pero también es necesario
reconocer que en muchas ocasiones,
esos esfuerzos han perdido su eficacia
política al no lograr materializar sus
resultados en acciones concretas que
den salida o continuación a los estudios realizados.
Sin duda resulta indispensable ampliar y reforzar la interacción entre
el campo de la política y el campo
académico, sin desconocer que la
distinción tradicional entre ambos se
construye en torno a la oposición entre
pensamiento y acción. De acuerdo con
Hanna Arednt, “entre pensamiento y
acción cabe una primera distinción,
el pensamiento es un trabajo reflexivo e implica diálogo interno, por el
contrario, la acción es siempre acción
concertada con los demás”.
El hecho de que la actividad política
se defina por la acción, no significa que
quien se ubica en ese escenario no se
encuentre obligado a pensar, tampoco
implica que quien se dedique a la vida
académica esté impedido para actuar políticamente. Tenemos muchos ejemplos
que demuestran que la acción política del
intelectual es indispensable.
El paradigma que asume la academia en
este caso es el de establecer una relación
entre pensamiento y acción para que,
mediante el uso de la facultad de juicio
crítico, podamos ofrecer a la sociedad,
y a los actores directamente vinculados
a la acción, una reflexión crítica sobre
el rol de la comunicación en el mundo.
Tomar distancia, sí, pero para “devolver
la imagen sobre el sentido de las tareas
que cumplen las distintas instituciones del
Estado, los poderes (incluidos los medios)
y su impacto sobre los distintos sujetos y
colectividades que integran la sociedad”.
Del mismo modo, el análisis de algunos paradigmas jurídicos que posibilitan
diagnósticos capaces de orientar la acción,
ha permitido empezar a despejar algunas
líneas de trabajo para este tema. Exponemos aquí, de manera breve, la experiencia
de México, donde la llamada Reforma
del Estado se ha convertido en un largo
y complejo proceso, particularmente en
lo que se refiere a la incorporación o modificación de los principios y normas que
orientan la acción de los medios y del Estado, así como la relación entre éstos y la
sociedad. El proceso de Reforma del Estado no sólo ha tenido que adecuarse a los
requerimientos actuales de las condiciones
políticas y sobre todo sociales, sino que
ha encontrando barreras fundadas básicamente en casi 80 años de vacíos legales e
impunidades. Ha sido ahí donde también
ha encontrado su potencial dinamizador,
el cual se ha visto materializado apenas en
abril de 2013 en una importante reforma
constitucional en materia de telecomunicaciones y radiodifusión. Sin embargo,
tal esfuerzo sólo será completo cuando
los principios constitucionales queden
plasmados en una ley secundaria que los
haga operativos y en la cual queden integradas muchas de las demandas sociales y
propuestas que desde la academia se han
hecho a lo largo de más de 30 años.
Por primera vez hemos visto a algunos
legisladores visitar las universidades para
exponer su trabajo y a los académicos
acercarse al Poder Legislativo para propiciar una acción reflexiva. A ellos se han
vinculado los ciudadanos que, de manera
particular o a través de sus organizaciones, se han acercado al Poder Legislativo
para plantear la necesaria defensa de sus
derechos a la comunicación y a su representación en los medios.
En la construcción de este debate también ha sido importante la presencia y
colaboración de instituciones académicas
y organismos internacionales. Éstos han
generado un espacio de interacción al
vincularse con los legisladores de todos
los partidos, para el análisis y el sustento
de temas fundamentales en la definición
de un nuevo modelo de comunicación.
A este trabajo se sumaría el resultado
de múltiples foros y audiencias públicas
realizados en diversos momentos políticos
(1979, 1983,1995).
34 REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/julio-septiembre 2013
Primer debate en que
participa activamente
la academia
La Reforma Política de diciembre
de 1977 modificó 17 artículos constitucionales, entre los cuales se encontraba el artículo sexto referido a la
garantía de la libertad de expresión y
que incorporó el siguiente párrafo: “El
derecho a la información será garantizado por el Estado”. Fue a partir de
ese momento que inició la discusión
respecto a estos derechos fundamentales, colocando en el centro de la
reflexión el valor de la información y
el modelo de comunicación imperante
en México. Es en el origen del debate
sobre la reglamentación del derecho a
la información donde ubicamos el inicio “formal” de la participación de la
academia y su incidencia en la definición de las políticas de comunicación.
El 18 de septiembre de 1979, el secretario de Gobernación, Jesús Reyes
Heróles, anunció que se realizarían
audiencias públicas en la Cámara de
Diputados, con el objeto de conocer las
posiciones del sector social sobre el futuro
reglamento del derecho a la información.
El debate en la Cámara de Diputados se
desarrolló del 21 de febrero al 26 de julio
de 1980 y su principal valor fue que por
primera vez se ventilaba públicamente el
tema de la comunicación social en México, su importancia social y los problemas
que generaba el modelo dominante de
comunicación en nuestro país. De esa discusión dio cuenta la participación de partidos políticos, asociaciones profesionales,
periodistas, medios de comunicación,
organizaciones sindicales, universidades,
investigadores y ciudadanos en general
que dieron su opinión sobre el derecho a
la información y su reglamentación. La
Asociación Mexicana de Investigadores de
la Comunicación (AMIC) y el Consejo Nacional para la Enseñanza y la Investigación
de las Ciencias de la Comunicación (Coneicc) tuvieron una intervención destacada
al incorporar diagnósticos académicos y
propuestas puntuales que rebasaban incluso
el objetivo específico de la reglamentación
del derecho a la información, pues planteaban la necesidad de revisar las reglas
generales del modelo comunicativo.
En 1980 se dio a conocer el resultado de
las audiencias cuyas principales propuestas se centraron en los siguientes aspectos:
● Obligación del Estado de informar a
la sociedad y garantizar a los ciudadanos
la producción de información.
● Definir de una Política Nacional de
Comunicación explícita y articulada de
los organismos estatales en una estructura
nacional asegurando normas que garantizaran su eficacia.
● Reglamentar el Derecho a la Información y establecer un órgano regulador de
las actividades de la comunicación
● Limitar los monopolios que se oponen al equilibrio del ejercicio del derecho
a la información.
● Hubo 450 propuestas más relacionadas con el tema.
El 8 de mayo de 1981, el Presidente de
la Cámara de Diputados, Luis M. Farías,
declaró que el cuerpo legislativo de la
Cámara de Diputados no le encontró “la
cuadratura al círculo”. Agregó que hasta
esa fecha había rechazado varios proyectos presentados porque representaban un
atentado directo a la libertad de expresión.
El mismo Farías dijo entonces que consideraba difícil que durante ese periodo de
sesiones se presentara un proyecto definitivo porque el problema era tan complejo
como el de la corrupción.
De manera paralela a las consultas en
la Cámara de Diputados, en el Ejecutivo
Federal, a través de la Coordinación de
Comunicación Social de la Presidencia se
había trabajado una propuesta de reforma
estructural del modelo mediático en México que incluía un proyecto legislativo.
Este esfuerzo contó con la participación
de académicos que orientaron el trabajo
de investigación diagnóstica, junto con
asesores externos y un importante grupo
de pasantes de comunicación social, que
conformaron el equipo que estuvo a cargo
de uno de los trabajos más completos
de diagnóstico y de propuestas para una
reforma de los medios de comunicación.
Todo ello quedó plasmado en mas de
6,500 cuartillas organizadas en 30 tomos,
titulado: “Bases Estratégicas para la
Construcción de un Sistema Nacional de
Comunicación Social”.
La revista Proceso, en su número 256
del 26 de septiembre de 1981, lo refirió
del siguiente modo:
El gobierno federal tiene listo un
anteproyecto de Ley General de Comunicación Social que reglamenta
el derecho a la información y cuyo
propósito expreso es promover la
democratización de los medios de comunicación colectiva. El anteproyecto
contiene disposiciones que amplían
la participación popular en el manejo
de los medios, entremezclados con
medidas que garantizan al Estado una
intervención más directa en el uso,
manejo y control de la comunicación
social en todos los ámbitos.
Esta corta pero intensa etapa del intento de reformar el marco normativo
de los medios y dar materialidad al derecho a la información, terminó gracias
a las presiones de una “guerra de papel”, emprendida por la prensa nacional
contra una propuesta nunca difundida ni
reconocida oficialmente y que, sin embargo, acerca de ella se emitieron opiniones
de lo más diversas, lo cual provocó que el
debate presentara posiciones dividas que
abonaron a la confusión.
La consulta popular de 1983
Finalizado el sexenio de José López
Portillo, los intentos por encontrar nuevas
reglas para la comunicación social debieron esperar a que el nuevo presidente
diera señales de avanzar en el tema. El
Plan de Gobierno 1982-1988 de Miguel
de la Madrid propuso:
Hacer realidad el derecho a la información siendo necesario expedir la ley
reglamentaria del artículo 6° constitucional que abarque los diferentes aspectos
de este derecho, pero respetando íntegramente la libertad de expresión y la libre
manifestación de las ideas.
Para ello en 1983 se realizaron nuevas
consultas, en esta ocasión convocadas
por el Ejecutivo Federal en cinco sedes
(Guadalajara, Mérida, DF, Monterrey,
Hermosillo), donde la participación de los
académicos fue del 43%. Las ponencias,
ordenadas de acuerdo con los temas y las
sedes donde se presentaron, fueron publicadas en una colección de 12 textos que
llevaron por título Foros de Consulta Popular de Comunicación Social, editados
por el Ejecutivo Federal.
Las principales propuestas que se presentaron en esa ocasión, estuvieron más
encaminadas a los temas de la transparencia y acceso a la información:
● Transparentar los actos de los servidores públicos.
● Actualizar las disposiciones jurídicas
en materia de medios de comunicación
social.
● Crear un registro público de los medios de comunicación
● Transparentar la publicidad gubernamental.
● Organizar y transparentar la acción
de los medios públicos de comunicación.
● Hubo 600 propuestas más relacionadas con estos temas.
Lo único que se logró durante ese sexenio fue la estructura administrativa de
los medios del Poder Ejecutivo Federal
a partir de la creación de los Institutos de
Radio, Televisión y Cinematografía: Imer,
Imevision e Imcine y cuya propuesta
había sido elaborada desde el sexenio de
José López Portillo (en la primera gran
iniciativa de ley).
Académicos e intelectuales
demandan la no privatización
del Canal 22
Después de las elecciones de 1988, el
país empezó a vivir un proceso de acomodo de fuerzas en el Poder Legislativo,
y los partidos de oposición empezaron
a tener mayor participación en el Congreso. De ahí hubo un gran impasse en
donde el debate oficial en torno al tema
no volvió a darse, salvo un hecho que
aunque no se encuentra vinculado a la
reforma de los medios, merece ser mencionado por la importancia que tuvo:
la participación de intelectuales y académicos. En 1991, en pleno proceso de
privatización de Imevisión emprendido
por Carlos Salinas de Gortari, un amplio
sector de la comunidad cultural y académica de México solicitó al Presidente
que el Canal 22 no fuera vendido a inversionistas privados. Ante esta petición, Salinas aceptó y nombró una Comisión de
Planeación para que dotara de contenido
la propuesta de lo que debía hacerse
en el Canal 22, el cual fue retirado del
paquete de medios en venta.
El 25 de junio del mismo año, la
Comisión entregó su propuesta al
Presidente Salinas y ésta definió que
el Canal 22 debería “ser una opción de
televisión pública con una concepción
plural coordinado en sus aspectos esenciales por un Consejo de Planeación
y Políticas de Desarrollo que reúna
condiciones de pluralidad y suficiencia
académica y cultural”.
En ese sexenio ésta, la del Canal 22,
fue la única acción que obtuvo respaldo del Gobierno Federal, y a partir de
entonces el Poder Ejecutivo se replegó.
El Poder Legislativo
toma la iniciativa
En 1995 hubo una nueva convocatoria para realizar consultas públicas
en materia de medios, esta vez emitida
por la Cámara de Diputados, a través
julio-septiembre 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN
35
de su LVI Legislatura. Esas consultas se
llevaron a cabo del 8 de junio al 11 de
julio de ese año y se creó una “Comisión
Especial de Comunicación Social” con la
finalidad de avanzar en torno a las necesarias reformas legislativas. En aquella
ocasión se presentaron 694 ponencias con
más de 2,500 propuestas, entre la cuales la
presencia de los académicos y de las organizaciones como AMIC y Coneicc fueron
de nueva cuenta fundamentales. Se generó
consenso sobre la urgencia de actualizar y
modernizar la legislación, ello además de:
● Legislar sobre el derecho a la información en sus partes integrantes: derecho
de acceso, el derecho de réplica y el acceso a los medios, derechos de los profesionales y derecho a la privacidad.
● Crear un órgano autónomo y plural
para su regulación.
Como resultado de estas deliberaciones,
y casi a punto de cerrarse los trabajos de
la LVI Legislatura, el 22 de abril de 1997,
los diputados federales del PRD, PAN y
PT, miembros de la Comisión Especial
de Comunicación Social, presentaron al
pleno de la Cámara de Diputados dos
iniciativas de ley. La Ley Federal de Comunicación Social, reglamentaria a los artículos sexto y séptimo de la Constitución,
que derogaba la Ley de imprenta de 1917
y una iniciativa que reformaba algunos
artículos de la Ley Federal de Radio y Televisión en cuya elaboración participaron
algunos académicos, la cual entre otras
cosas proponía:
● Fomentar el ejercicio pleno, plural y
participativo del derecho a la información
y las libertades de expresión e
información que coadyuven a la
conformación de una opinión publica informada.
● Promover que toda persona,
organización y grupo social sean
sujetos activos, participantes y
con efectivo y libre acceso a la
información.
● Estimular el respeto al libre
ejercicio profesional del informador y facilitar su acceso a las
fuentes de información.
● Proteger y garantizar los derechos de las personas a su dignidad, libertad y vida privada.
● Mayor independencia financiera y aumento de capacidad
de producción de las emisoras
públicas mediante la posibilidad
de obtener ingresos por venta de
espacios y servicios.
● Terminar con la discrecionalidad en el régimen de otorgamiento de concesiones mediante la
creación de un comité mixto para
la asignación de concesiones de
radio y televisión.
La siguiente legislatura
retoma los trabajos
Fue en la siguiente legislatura que la
Comisión de Radio, Televisión y Cinematografía, presidida por el diputado Javier
Corral Jurado (1997-2000), se encargó
de dar continuidad al trabajo, mediante
la revisión y dictamen de las iniciativas.
Como respuesta inmediata, empresarios
de los medios y algunos sectores del Poder Ejecutivo –que esta vez vieron como
una amenaza más cercana el avance de la
reforma jurídica de los medios, especialmente en lo que se refería al derecho a la
información y al régimen discrecional de
las relaciones entre los medios y el Estado– iniciaron una campaña mediática
en contra de las iniciativas y del diputado Corral que ya para entonces había
alcanzado un importante liderazgo en la
materia y quien fue el principal impulsor
de importantes vínculos entre la academia
y la política. Esta relación propició que
el Congreso de la Unión organizará una
serie de Conferencias Internacionales para
la reflexión de los principales temas de
la reforma del modelo mediático. Temas
que, como se había mencionado, surgieron
del debate académico y de las consultas y
audiencias públicas .
El primer gobierno panista
continúa pero también
claudica
Otro intento por reformar el régimen
jurídico de los medios electrónicos, se
dio a partir de la llamada transición política. Un partido diferente al PRI ganó
36 REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/julio-septiembre 2013
las elecciones para la Presidencia en el
2000. También cambió la conformación
del Congreso de la Unión: el PRI ya no
obtuvo la mayoría. Había posibilidades
para llevar a cabo la reforma largamente
anunciada.
El 5 de marzo de 2001, se instaló la
“Mesa para la Reforma integral de la legislación de los medios electrónicos” en
la Secretaría de Gobernación. Ésta tenía
la tarea de establecer una agenda de temas para ser revisados y modificados de
acuerdo con las nuevas condiciones que
para entonces ya apremiaban a la radio y
televisión mexicanas. En esa mesa hubo
una amplia participación con miembros
de todos los sectores involucrados en el
proceso: El Poder Ejecutivo (secretarias
de Gobernación y de Comunicaciones
y Transportes), el Poder Legislativo
(Cámara de Diputados y de Senadores),
empresarios representados por la Cámara
Nacional de la Industria de la Radio y
la Televisión (CIRT), medios públicos
(Red de radiodifusoras y televisoras
culturales y educativas), universidades
que impartían la carrera de comunicación
(Coneicc), partidos políticos y sociedad
organizada.
Los intensos trabajos de dicha mesa
estuvieron encaminados a la redacción de
una iniciativa de ley de radio y televisión
que empezó a ser elaborada con especial
énfasis en las recomendaciones de la academia y la sociedad civil. Las propuestas
para un nuevo marco legislativo en los
medios electrónicos fueron, entre otras,
las siguientes:
● La ley en materia de medios
electrónicos deberá quedar enmarcada por las normas constitucionales y las normas contenidas en
los tratados internacionales.
● Respetar las garantías individuales otorgadas por la Constitución, con especial énfasis en la
libertad de expresión y el derecho
a la información, previsto en el
artículo sexto y los tratados internacionales.
● Reformas a los artículos 25 y
26 constitucionales, con normas
relativas a la libre competencia,
previstas en el Artículo 28.
● Expedir un Programa Sectorial expreso de medios electrónicos, dispuesto en el Artículo 10
de la Ley de Planeación, reconociendo la necesidad de espacios
que garanticen la más amplia
participación social y ciudadana.
● El Derecho de Réplica como
una garantía a toda persona física
o moral, afectada por la información inexacta o agraviante difundida a través de un medio de
comunicación que le perjudique en
su honor, reputación o dignidad.
● La participación de la sociedad
en los órganos de gobierno de los
medios públicos o de Estado, a
través de la representación, en términos de equidad.
● La participación ciudadana en
un órgano regulador.
● El acceso de la sociedad civil
organizada a la propiedad, administración y operación de los medios
electrónicos, con la posibilidad de
obtener las autorizaciones a las frecuencias disponibles en el espacio
radioeléctrico.
● Las concesiones y permisos
otorgados por un organismo de
corresponsabilidad y con conocimiento técnico de las necesidades
del desarrollo nacional en esta
materia, como un órgano rector de
la distribución y administración de
las frecuencias estratégicas para el
Interés General.
● Participación de la Comisión
Federal de Competencia Económica.
● Definición precisa de las figuras
jurídicas que podrán tener los operadores
de frecuencias, en las siguientes modalidades: concesión para uso comercial,
permiso para uso no lucrativo y con fines
culturales, comunitaria, y sociales y de
explotación directa del Estado para medios públicos.
● Integrar principios de la Ley Federal
de Telecomunicaciones.
● Reconocer que los derechos de los
niños deben ser respetados cabalmente.
● La producción nacional deberá integrarse con producción propia y al menos
20% de producción independiente.
● El tiempo autorizado para publicidad
no podrá exceder en televisión del 20%
y en radio del 40% del tiempo total de la
programación.
● Las sanciones a las violaciones de la
ley deben considerar las reincidencias.
● Administrar los 30 minutos del
Estado entre los tres poderes, órganos
autónomos y sociedad y definir formas de
descentralización de estos tiempos, con
el fin de que los Gobiernos de los estados
y municipios puedan hacer uso para la
difusión de mensajes de interés local y
regional en las empresas de radiodifusión
en cada uno de los estados.
Resulta importante señalar que la mayoría de las propuestas surgidas durante
los trabajos de esa Mesa de Diálogo en
el 2001, que a su vez retomaban muchas
de las iniciativas originadas en los foros y
audiencias públicas del pasado, han sido
ahora incluidas en la reforma constitucional aprobada en abril de 2013, por el
Congreso de la Unión.
Academia y sectores sociales
continúan tareas con apoyo
del Senado
Los resultados de esa mesa de diálogo
inaugurada en 2001 –que ya tenía más del
70% de la redacción de una iniciativa de
ley para ser presentada a partir del consenso alcanzado por un grupo encargado de la
redacción y en el que los representantes
del Congreso, la academia y la sociedad
civil, tuvieron una participación muy
activa y destacada–, se vieron truncados a
partir del 2 de octubre de 2002. Sin aviso
previo, sin consideración con quienes durante meses habían trabajado, se cancelaron las reuniones y en su lugar se publicó
un decreto, conocido popularmente como
el Decretazo del Presidente Fox, que modificaba el reglamento de la Ley Federal
de Radio y Televisión (reglamento de una
ley que estaba siendo trabajada para su
reforma) y reducía los tiempos fiscales,
que a manera de pago en especie los concesionarios estaban obligados a otorgarle
al Estado.
Ante esa acción del Presidente, los
sectores social y académico llevaron al
Senado de la República la propuesta de
ley para que fuera asumida por los legisladores. Dado que en nuestra Constitución
no existe el derecho de iniciativa para los
ciudadanos, los senadores Javier Corral
( PAN ) y Raymundo Cárdenas ( PRD )
suscribieron la propuesta legislativa y decidieron dar un aval a esa aspiración. Ésta
fue presentada el 12 de diciembre de 2002
ante el pleno de la Cámara de Senadores
con la firma de 64 miembros del Senado
de los partidos PAN, PRD, Convergencia, y PVEM.
El proceso de revisión de tal
iniciativa se realizó en el Senado
durante todo el año de 2003 y al inicio de 2004 se tenía ya el dictamen
aprobatorio a pesar de las tácticas
dilatorias del PRI que buscaba atrasar el dictamen definitivo del pleno.
Quizá por esa razón, la Cámara de
Diputados, de manera repentina y
sin haber trabajado públicamente
en ello, decidió dictaminar en ocho
días, otra iniciativa de reformas a
dos leyes, la Federal de Telecomunicaciones y la Federal de Radio y
Televisión. Los diputados votaron
por unanimidad ese Dictamen, con
dispensa de todos los trámites, en
siete minutos. Se canceló el debate
en la tribuna del pleno y enviaron
dichas reformas al Senado de la
Republica para su aprobación. Sin
embargo, en esta cámara se contaba
con un amplio grupo de legisladores
sensibilizados por el trabajo especializado que en esa misma materia
ya se había desarrollado con anterioridad y en la cual ya se tenía el diseño
de una nueva ley. Este grupo recibió con
enorme desconfianza la minuta y a pesar
de las dificultades que se generaron por la
presión de los empresarios de los medios
y de los propios legisladores que avalaban
los intereses de los radiodifusores, convocaron a nuevas consultas y buscaron
la manera de debatir ampliamente las
inconveniencias de aprobar dichas reformas. En estas consultas, otra vez el sector
académico tuvo un papel muy activo: no
sólo se manifestó en contra de la aprobación de esa ley, sino que argumentó que
ésta sólo favorecía a los intereses de los
empresarios y demostró que esa iniciativa
había sido redactada por un grupo de asesores contratados por Televisa. Por ello a
tal iniciativa se le conoció públicamente
como la Ley Televisa.
A pesar de la reacción pública que se
manifestó en algunos sectores de la prensa
y de la radio en contra de su aprobación,
las presiones de los empresarios a la clase
política y a las instituciones del Estado
surtieron efecto y el Senado decidió
aprobar la Ley Televisa con 81 votos a
favor, 40 en contra y cuatro abstenciones.
Durante una larga sesión, los senadores
opositores a ello dejaron constancia de
las graves violaciones a la Constitución
que se cometían con la aprobación de esa
iniciativa.
La acción de
inconstitucionalidad
El grupo de 47 senadores convencidos
y con argumentos en torno a la gravedad
julio-septiembre 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN
37
de lo aprobado, el 4 de mayo de 2006
presentó ante la Suprema Corte de Justicia
una acción de inconstitucionalidad. De los
11 artículos impugnados, los Ministros
invalidaron totalmente dos (28 y 28ª) y
en seis más declararon nulas varias porciones normativas así como uno de los
transitorios.
La importancia de esa sentencia y la
madurez del debate público alcanzado,
generó un documento de gran valor para
la sociedad en general y para los análisis
y reflexiones académicas en busca de una
reforma democrática. La siguiente cita tomada de la Sentencia de la Suprema corte
de Justicia da muestra de ello:
Esta realidad –el modelo de comunicación concentrador y mercantilizado– evidencia la vulnerabilidad de las
audiencias frente a los emisores y pone
de manifiesto la necesidad de darle mayor peso a los derechos de expresión,
información y prensa, desde el punto de
vista de los receptores, es decir, desde
la perspectiva de la dimensión social de
este derecho. Así, tratándose de medios
de comunicación que requieren del uso
de un bien público restringido como es el
espectro radioeléctrico, el Legislador está
obligado a regularlo de manera tal que
garantice la igualdad de oportunidades
para su acceso y propicie un pluralismo
que asegure a la sociedad la permanente
apertura de un proceso de comunicación
que vivifique la democracia y la cultura.
Seguimiento a la sentencia
de la Suprema Corte
Para atender las recomendaciones de la
Corte, el Senado instaló el 7 de septiembre de 2006, un Grupo Plural encargado
de la revisión de la legislación en materia
de radio y Televisión. Éste inició sus trabajos con nuevas consultas a los sectores
involucrados. Finalmente, en septiembre
de 2008, se concluye una iniciativa de
ley acordada con todos los legisladores
integrantes del grupo plural y redactada
por un grupo especial a quien se encargó
retomar las propuestas y los antecedentes
establecidos por la Suprema Corte de Justicia. Ésta fue presentada como “Iniciativa
de “Ley Federal de Telecomunicaciones
y Contenidos audiovisuales” el 8 de abril
de 2010 de manera simultánea tanto en la
Cámara de Diputados como en la Senadores y fue avalada por la firma de 250
diputados y 63 senadores de todos los partidos políticos. La importancia del grupo
redactor, en el contexto de este trabajo,
radica en que en su integración incorporó
a miembros de la Asociación Mexicana
de Derecho a la Información (AMEDI),
organización que durante todo este histórico proceso ha tenido una participación
fundamental.
La AMEDI suma en su integración uno
de los ejes fundamentales de la vinculación entre la academia y la política, pues
es precisamente tal composición la que
se reproduce en el grupo redactor. De
hecho en este grupo participan quienes
han estado presentes en la elaboración de
iniciativas y estrategias a lo largo de los
diversos momentos narrados, que provienen de la academia y que hasta la fecha
se mantienen desarrollando su trabajo en
instituciones de educación superior.
La iniciativa de 2010
La importancia de la iniciativa de ley
elaborada en 2008 y presentada en 2010,
resulta relevante señalarla pues al revisar
sus principales ejes encontramos grandes
similitudes con la Reforma Constitucional
en materia de telecomunicaciones publicada en el Diario Oficial el 11 de junio de
2013 y que surgió como una iniciativa del
Pacto por México. Entre los principales
aspectos que contenía la iniciativa de hace
apenas tres años se encuentran:
● Integral. Se propone una ley moderna
integral y convergente que incentiva la
competencia y su incorporación al desarrollo tecnológico.
● Servicio Público. Se concibe a las
telecomunicaciones como servicios públicos de interés general
● Órgano Regulador. Instituto Federal
de Telecomunicaciones y de Contenidos.
● Inversión extranjera regulada no simulada. Se regula la inversión extranjera
al 100% en telecomunicaciones y hasta
el 25% en radiodifusión ajustado a los
convenios de reciprocidad con los países
interesados.
● Contraprestación para todos. Para
las concesiones con fines de lucro debe
mediar el pago de una contraprestación.
● Todas son Concesiones. Se homologan las autorizaciones para uso de espec-
38 REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/julio-septiembre 2013
tro a la figura de la concesión, destacando
entre ellas, las concesiones de uso comercial con fines de lucro y las concesiones
de uso público y social sin fines de lucro
(hasta hoy conocidas como permisos).
● Medios comunitarios y sociales. Bajo
la denominación de la concesión de uso
social se reconoce a los medios comunitarios y se les generan derechos.
● Derechos de los pueblos indígenas. Se incorpora un procedimiento de
otorgamiento de frecuencias expedito y
simplificado.
● Medios Públicos. Se reconoce a los
medios de Estado y se les determinan
funciones y responsabilidades específicas
(constitución de organismos públicos
descentralizados, asegurar su autonomía
de gestión e independencia editorial, garantizar la participación de los sectores
privado y social).
● Derecho de obtener ingresos para la
operación. Para las asignaciones de uso
público y las concesiones de uso social se
incorpora la posibilidad de recibir ingresos por donativos, venta de productos y/o
servicios, patrocinios y publicidad.
● Convergencia. Para la convergencia
de servicios (adicionales y de valor agregado), se establecen procedimientos y
pago de contraprestaciones.
● Retransmisión. Se regula la retransmisión de las señales de televisión abierta
en los sistemas restringidos por ser un
servicio universal que debe ser atendido
en beneficio de los usuarios (Must carrier
y Must offer).
● Dominancia. Para frenar la concentraron se establece la figura de la dominancia
cuando un operador tenga una presencia
relevante y concentradora en el sector,
y se establecen obligaciones específicas
que impidan conductas anticompetitivas
y contrarias al interés general.
● Límites a la propiedad cruzada. Se
regula la propiedad cruzada de otros
medios al prohibirla a los operadores
dominantes.
● Derechos de los usuarios. Se establecen obligaciones tales como modelos
de contratos con claridad de condiciones
de prestación y cobro, procedimiento
expedito para la atención y solución de
las reclamaciones, bonificaciones o reembolsos por suspensión o interrupción de
servicios, protección de los datos personales de los usuarios, no interceptar sin
autorización las señales.
● Clasificación horaria en contenidos.
Se asume la responsabilidad de proteger
a la niñez de los contenidos mediáticos,
estableciendo que la programación no apta
para los niños y adolescentes será a partir
de las 10 de la noche.
● Programación infantil. Se evitará la
programación que estimule la violencia;
se promoverá la tolerancia y el respeto
a la diversidad de opiniones e igualdad
de género; se informará y orientará sobre
los derechos de las niñas y los niños; se
promoverá una cultura ecológica y evitarán las transmisiones contrarias a los
principios de paz, de no discriminación y
de respeto a todas las personas.
● Publicidad. Regula la publicidad dirigida a la población infantil y las distintas
modalidades de publicidad que serán consideradas se ajustan a las actuales formas
publicitarias (publicidad entre programa y
programa; la publicidad en cortes comerciales dentro del programa; la publicidad
en el desarrollo del programa a través de
los mismos conductores, la superposición
de imágenes o sonidos, lemas, logotipos,
símbolos, emblemas; la publicidad de telemercadeo y las inserciones pagadas). Se
prohíbe la publicidad encubierta.
● Contenidos nacionales. Con el fin
de promover los valores y principios
de la identidad nacional y estimular la
participación de productores nacionales,
se establece la transmisión del 50% de
contenidos nacionales
● Producción nacional independiente.
Dentro del porcentaje establecido para
la programación nacional, al menos el
20% deberá ser contratada a productores
independientes. Como obligación para
incentivar la creación y producción audiovisual nacional, se crea el Fondo para
el Apoyo para la Producción Nacional
Independiente.
● Atención a la población con discapacidad. Se establece la obligación de garantizar que la población con discapacidad
auditiva tenga las mismas oportunidades
que las demás personas para tener acceso
a la programación, (sistema de subtitulado
de acceso opcional). En el caso de la información relevante y de interés general
y en al menos uno de sus espacios informativos diarios, de manera simultánea
al lenguaje oral, los operadores deberán
emplear la lengua de señas mexicana y/o
subtítulos.
● Códigos de ética y Defensores de
audiencia. Los prestadores del servicio
de radio y televisión deberán poner a
disposición del público su Código de
Ética y designar a un defensor de la
audiencia.
● Derechos de los periodistas. Se
establece que los profesionales de la
información que trabajen en radio y
televisión podrán negarse –motivadamente– a participar en la elaboración de
informaciones contrarias a los principios
del código de ética, sin que ello pueda
suponer sanción o perjuicio.
● Tiempos de Estado. Se integran los
tiempos gratuitos en radio y televisión
a una hora diaria por Canal y se regula
su administración descentralizada prohibiendo se use para promoción personal de
funcionarios.
● Derecho de réplica. Se establecen los
procedimientos para la atención del derecho de réplica en los medios electrónicos
y se dan atribuciones al Instituto para
sancionar en caso de no cumplirse.
● Transparencia. Se establece el Registro Público de Telecomunicaciones a fin
hacer pública toda la información que en
este sector se genera.
Se detallaron aquí las anteriores características de la iniciativa de ley de
2010, no sólo para difundir el contenido
de este documento que consideramos el
más completo de los presentados en los
últimos años y en el que nuevamente destaca la participación de las organizaciones
sociales y académicas, sino porque en la
propuesta de reforma constitucional en
materia de telecomunicaciones, presentada en 2013, podemos encontrar importantes coincidencias sumamente útiles para la
elaboración de las leyes secundarias que
habrán de discutirse.
La academia y
el futuro inmediato
Los académicos tenemos nuestras propias cargas laborales y las atenderemos,
pero junto a éstas aparece una inevitable
memoria histórica que nos muestra que
en el transcurso de las décadas nos hemos
vinculado orgánicamente con este proceso
legislativo. Tenemos una responsabilidad
colectiva como comunidad académica que
ha tendido puentes firmes con la realidad
mexicana. Un grupo creciente de universitarios nos hemos involucrado con la
compleja situación política de los medios
y las telecomunicaciones en México y en
momentos críticos de la historia hemos
trabajado conjuntamente sin importar la
procedencia de la institución universitaria
a la que se pertenece. Estamos convencidos, como diría Hannah Arendt, de que “la
participación de los ciudadanos en el gobierno, en cualquiera de sus formas, es necesaria para la libertad” y más, añadimos
nosotros, para la libertad de expresión en
la era digital.
Lo que corresponde hoy es continuar
este esfuerzo para enfrentar los crecientes
retos que se nos presentan. La reglamentación de las modificaciones constitucionales está en puerta. No puede haber
marcha atrás. Ante nuestros ojos tenemos
el resultado de décadas de reflexión y de
acción. Los actores políticos no están solos: hay vínculos firmes con sectores de
la sociedad pensante. Es evidente la presencia de grupos académicos convencidos
de que se ha generado, poco a poco, una
responsabilidad colectiva hacia lo que en
estos terrenos ocurre en el país. Sabemos,
siguiendo también a Hanna Arendt, que
“la no participación en los asuntos políticos del mundo ha estado siempre expuesta
al reproche de irresponsabilidad, de eludir
los deberes que uno tiene hacia el mundo
que compartimos con otros y hacia la comunidad a la que pertenecemos”.
Ante esa responsabilidad asumida, ante
ese responder colectivo, está el reto de
saber pensar la complejidad del mundo
digital al que nos enfrentamos. Hemos
heredado enormes lecciones acerca de la
fertilidad del trabajo que integra y vincula.
Todo ello nos ha forzado a sumar esfuerzos y vincular los capitales y valores específicos necesariamente complementarios
de cada uno de los sectores involucrados.
Todos hemos aprendido y sin falsa modestia podemos decir que, al día de hoy,
el país ha resultado beneficiado: en la
sociedad hay mucho más conciencia
de lo que ocurre en uno de los sectores
más dinámicos de la economía que es
a la vez uno de los territorios en que se
construyen los sueños, las aspiraciones,
las ganas de ser mejores y de habitar una
tierra más libre, más sana, más inteligente, más responsable.
Hoy los investigadores tendríamos que
resistir la tentación de sentirnos un grupo
ajeno a la sociedad y enfrentar el reto
que significa intervenir, desde nuestro
trabajo de reflexión y juicio crítico, en la
comprensión y definición de formas de
relación con las estructuras institucionales que enmarcan la interacción entre los
medios, el Estado y la sociedad.
*Profesora e investigadora en la FCPyS de la
UNAM.
**Docente investigadora de la UAM-Xochimilco.
***Docente investigadora de la UAM-Xochimilco.
julio-septiembre 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN
39
Desafiados por la ficción televisiva
Nuestros derechos
comunicativos como audiencias
Los derechos a la comunicación de todos tradicionalmente se han pensado y definido
como derechos a la expresión-emisión, no a la recepción. Más allá de algunas
disposiciones generales que buscan garantizar el respeto a la privacidad de las
personas como parte de sus garantías individuales, no se han tipificado garantías
específicas relativas justamente a la interacción que todo ciudadano tiene con los
distintos medios de comunicación. Lo anterior ha provocado en los últimos años
un vacío jurídico que lamentablemente se ensancha ante el torrente mediático que
vivimos hoy día y en particular como consecuencia del abuso creciente de quienes
detentan el poder y el control de los medios masivos.
Guillermo Orozco Gómez
A
gudizada por la normatividad sobre la propaganda política en tiempos electorales,
que ha limitado la cantidad
de spots publicitarios para
cada uno de los partidos en contienda, se
fortalece en México una tendencia a usar
los programas televisivos de ficción, telenovelas y series, como escenario no sólo
para la fijación de una agenda política y
partidaria, sino para construir y naturalizar
esa agenda en la trama misma de este tipo
de programación. Ello abre una nueva
arena de lucha para los derechos a la comunicación de las audiencias.
Esta creciente integración de propaganda política a la narrativa misma de la
ficción televisiva contemporánea se hizo
evidente en junio de 2006, pocos días
antes de las elecciones presidenciales para
el nuevo sexenio, cuando La fea más bella
en un capítulo de su novela convoca a sus
compañeras de oficina a platicar y cándidamente les dice: “¿y ustedes, por quién
van a votar? Yo, por Felipe Calderón”.
Ante este tipo de contenidos incrustados en las narrativas televisivas de la
ficción, más que nunca como ciudadanos
comunicantes, en nuestro papel de receptores y televidentes, estamos siendo
víctimas del derecho (¿abuso?) de la libre
expresión de otros, justamente de aquéllos
pocos que tienen acceso a la producción
televisiva masiva.
Enseguida se ofrece una reflexión que
busca hacer evidente, teórica y empíricamente, la importancia y consecuencias de
este fenómeno creciente en México por
el cual, en los programas de ficción, se
insertan de manera naturalizada mensajes
de temas polémicos de la vida real o simplemente propaganda política y electoral.
De la fijación de agenda
a su construcción en la
programación televisiva
Desde hace varias décadas en la investigación sobre medios masivos se ha
venido desarrollando y probando el modelo de la Agenda Setting o Fijación de
la Agenda propuesto por el estadunidense
McCombs dentro de la perspectiva mayor
de los Efectos de los Medios de Comunicación. Tal modelo de la agenda se enfocó
originalmente en la manera como los
programas informativos, los noticiarios,
40 REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/julio-septiembre 2013
seleccionan excluyentemente los acontecimientos que consideran importantes y los
convierten en las noticias más relevantes,
jerarquizando su importancia frente a las
audiencias.
Con los años, de acuerdo con McCombs
y Reynolds, este modelo de la Fijación de
la Agenda ha ido señalando e incorporando no sólo aquello que se propone en los
medios masivos como lo prioritario para
considerar cotidianamente por parte de
las audiencias, sino también los modos de
cómo pensar sobre aquello, o sea el o los
marcos para hacer sentido de la agenda.
De esa manera, la agenda usual fijada por
un medio como la televisión a través de
sus programas de noticias, incorpora junto
a lo que es prioritario, el cómo pensarlo,
asumirlo o apropiárselo.
De un análisis de agenda se obtiene la
información de cómo se va tratando de influir en la opinión pública en un momento
y lugar determinados. No se considera que
este intento se concretice automáticamente, ni se espera que se logre de manera
directa e inmediata. Si bien la exposición
a una agenda concreta y a sus modos particulares de ser tomada en cuenta, pensada
o interpretada por las audiencias, es en
sí un elemento determinante en su aceptación, no hay garantía de que siempre
se acepte, ni que se acepte exactamente
como se emite. Pero tampoco hay garantía
de lo contrario, es decir: de que se genere
una posición o perspectiva crítica o contraria a la que empaqueta o enmarca una
determinada nota informativa.
Hay que recordar que como audiencias
todos los ciudadanos gozamos de una
relativa autonomía producto de múltiples
mediaciones, criterios y experiencias propias y que frente a determinadas noticias
prioritarias y sus modos de hacer sentido
propuestos por la televisión comercial, o
por cualquier otro medio, esas mediaciones nos permiten negociar y criticar eventualmente, sin que se realice a cabalidad
el efecto buscado por aquellos que definen
y difunden la agenda.
No obstante, la reiteración de una misma agenda tiene mayor probabilidad de
lograr sus objetivos en sus audiencias.
Justo la perspectiva del cultivo (Cultivation Hipotesis) propuesta por George Gerbner permite entender que los efectos de
cualquier producto audiovisual, mediático,
no necesariamente son inmediatos ni son
producto de una aceptación conformista
por parte de las audiencias, ni de una
única exposición a ellos, sino que se manifiestan a mediano y largo plazo, como
producto de la asiduidad o exposición reiterada a un determinado tipo de producto,
en este caso a un mismo tipo de agenda y
su orientación para ser recepcionada.
Es importante notar que si en la fijación
de agenda clásica, su definición parte de
la selección de un acontecimiento –entre
otros– al cual se le incorpora un
ángulo de percepción para su entendimiento, en la “construcción de
agenda”, por el contrario, se parte de
un entendimiento o enmarcamiento
al que se le conecta algún suceso,
sin que haya una relación directa o
natural o real entre ambos (Sábada,
2007). A partir de aquí se reactiva
una secuencia donde cada nuevo
acontecimiento recibe un enmarcamiento acorde con la agenda construida y así ésta a la vez se refuerza
y actualiza para nuevos acontecimientos.
La migración de la
agenda: de lo noticioso
a lo ficcional1
Tradicionalmente, la construcción
de agenda se ha difundido a través
de los noticieros y los programas de
comentarios. Así se ha reconocido en
el caso del reciente “Acuerdo para la
cobertura informativa de la violen-
cia” que muchos representantes de medios
de comunicación firmaron. Un acuerdo de
ese tipo busca incidir de manera explícita
y abierta en el ámbito de formación de la
opinión pública para manipular en ciertas
direcciones.
Sin embargo, si bien se sigue usando
y abusando del micrófono y la pantalla
desde el formato televisivo de la información, se está incluyendo cada vez más la
programación de ficción, telenovelas y series, para insertar y naturalizar una agenda
determinada en sus tramas y narrativas.
Después de La fea más bella han venido otros ejemplos y varias telenovelas
y series televisivas que incluyen en sus
diálogos referencias explícitas a temas
de la realidad y en especial de la política
mexicana del momento. Por ejemplo en
2007 en Destilando amor donde casualmente se ejecuta en la silla eléctrica en
Estados Unidos al malo de la trama que
fue extraditado a ese país, justo cuando
en México se exacerbaba el debate nacional por la pena de muerte solicitada por el
Partido Verde Ecologista para amedrentar
a los secuestradores. O el ejemplo de la
serie El Equipo, producida y transmitida
por Televisa que en el 2011 buscó “lavar
la cara” a la Policía Federal mostrando
unos policías profesionales, honestos, humanos y eficientes. O muy recientemente,
en 2013 con la telenovela –también de
Televisa– Corazón Indomable en cuya
narrativa se han dado diálogos entre
sus protagonistas sobre la importancia
y urgencia de que “México se abra a la
inversión extranjera”.
La lista es más grande. Se pueden
enumerar otros casos paradigmáticos de
esta construcción de agenda en la ficción.
Por ejemplo, en la telenovela de TV
Azteca Secretos del Alma (2009), donde
se integra a la trama la explicación con
la “versión oficial” y con ayuda de una
computadora (¿para darle más objetividad?) del accidente del ex Secretario
de Gobernación, Juan Camilo Mouriño,
como un problema causado por la “falta
de pericia de los tripulantes del avión”,
quizás para buscar eliminar sospechas
sobre un atentado por parte de un grupo
enemigo. O en la serie conmemorativa del
bicentenario Gritos de guerra y libertad,
producida por Televisa en 2010, donde
ponen en boca del libertador Hidalgo un
comentario sobre la “inevitable pérdida
de vidas inocentes en la procuración de la
Independencia de México”, justo cuando
se intensificaban las críticas a la política
presidencial de guerra contra el crimen
organizado. O en la serie, ya mencionada,
El equipo que pretendía mostrar “el lado
humano y profesional de los agentes” al
servicio de esa estrategia presidencial de
guerra, justo en un contexto nacional donde se cuestionaba duramente la ineficiencia y falta de ética de los agentes armados
al servicio del estado.
La vulnerabilidad
de la audiencia frente al
enmarcamiento inadvertido
en las telenovelas
Construir agenda o enmarcar situaciones en una perspectiva particular, es
una herramienta usable en la producción
de material audiovisual. Pero integrar el
enmarcamiento en una trama como parte
natural de ésta, borrando las huellas de
su construcción, conlleva el objetivo solapado de naturalización de
aquello que se enmarca. Se busca
con ello que lo enmarcado no sea
perceptible como tal, esto es: como
construcción intencionada, como
una representación, sino que parezca
natural, como un mero reflejo de la
realidad sin mediaciones constructivas humanas o técnicas. Esto se logra
con una programación de ficción, y
en general de entretenimiento, no con
una noticiosa, ya que en la ficción
se muestra la inserción integrada
como una encarnación necesaria y
lógica en la misma narrativa. Una
integración que simplemente denota,
que supuestamente no connota, un
comportamiento, una actitud, una
opinión, un sentimiento. Una integración, además, puesta en acción
de los personajes de la trama, que
involucra no sólo la dimensión cognoscitiva, como lo haría en primera
instancia una noticia en un programa
julio-septiembre 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN
41
informativo, sino la dimensión emocional
y la dimensión sensorial de las audiencias.
El tránsito posterior a la dimensión cognoscitiva de lo que emociona o se siente
no siempre se realiza, por lo menos no de
manera consciente. Pero su percepción
queda en la memoria afectiva debido a
que las neuronas cerebrales se reacomodan con las impresiones sensoriales, según
reporta Castells a partir de los avances de
las neurociencias. Coincidiendo con Zillmann y Bryant, el potencial de afectación
ideológica o axiológica de cualquier programación de entretenimiento es mayor,
por el tipo de vinculación despreocupada,
que este tipo de producto entabla con sus
audiencias.
Así, el potencial de apropiación inadvertida que conlleva un enmarcamiento
naturalizado en telenovelas o series es mayor que el que conlleva una noticia. Con
las emociones en juego, las audiencias
de una telenovela están en una situación
de mayor vulnerabilidad a aceptar lo que
se ofrezca en la pantalla sin cuestionar o
sin pensar en ello, menos en sus consecuencias.
Independientemente de la necesidad
de hacer mucha investigación empírica
de recepción con diversos sectores de
audiencias para comprobar más al detalle
la apropiación mayor de los productos con
agenda política integrada, no perceptible
a primera vista, es importante destacar
que lo que está en entredicho aquí es un
ámbito nuevo de derechos a la comunicación: los derechos a la recepción.
A continuación, apuntamos algunos de
los puntos para propiciar que sigan siendo discutidos con mayor amplitud y
profundidad en posteriores debates
sobre la gama de nuevos derechos a
la comunicación.
sobre el derecho anterior a la libre expresión. Es aquí donde anticipamos el
mayor conflicto, aunque no el único,
pues pareciera que aceptar el derecho a
ser advertidos sobre mensajes añadidos
intencionados a un contenido programático, o declarar formatos y géneros libres de
agendas construidas, limita esa supuesta
libertad de expresión.
Pensamos que no es así, ya que la
libertad de expresión debe tener ciertas
acotaciones no sólo en función de quien
la ejerce, sino de aquéllos frente a quienes
se ejerce. En esa dirección se ha avanzado
con propuestas en algunos países como
España, para limitar ciertos tipos de expresiones en determinados horarios de
transmisión. Por ejemplo, en los horarios
vespertinos con mayor audiencia infantil
y juvenil, se ha reglamentado que no se
ofrezca en las pantallas televisivas publicidad sobre ciertos artículos, en especial
alcohol y tabaco, que no se use lenguaje
inapropiado y que no se programe material pornográfico. Esto considerando que
son los niños y jóvenes las audiencias mayoritarias de ciertas franjas horarias. Ha
sido entonces en consideración de ellos
que se ha logrado acordar un acotamiento
al derecho de libertad de expresión.
Como puede apreciarse, no es una
limitación directa a la libertad de expresión sino a los momentos en los que se
ejerza, lo cual está basado en la realidad,
que por respeto a otros, por lo general
menores, un adulto guarda para sí o para
otros momentos con otros interlocutores
ciertos tipos de expresión y de información. Lo que se buscaría con la limitación
De los derechos
expresivos a los
derechos receptivos:
el nuevo desafío
Partimos de la convicción sobre la
urgencia de reglamentar como derecho a la recepción de las audiencias,
primero, la prohibición explícita
sobre la construcción de agenda política integrada en las telenovelas y
series y la consecuente definición de
sanciones para los responsables de
aquella programación de ficción que
la haga. Y en segundo lugar, declarar
formatos y géneros específicos de
programación, como el de la ficción
o el de el entretenimiento infantil,
libres de publicidad y propaganda
integrada.
Sabemos que un derecho así, se
topará con una discusión legítima
42 REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/julio-septiembre 2013
de agenda política en la ficción no sería
tanto limitar per se su construcción, sino
normarla, para que no se realice de manera inadvertida y quedando naturalizada en
las tramas, tomándola así por sorpresa en
momentos de alta vulnerabilidad.
La reglamentación que vemos apropiada sería no en los tiempos, como el ejemplo español, sino en ciertos formatos y
géneros programáticos específicos. Éstos
conllevan códigos, reglas y hábitos: crean
rutinas en las audiencias. Son reconocidos
por estos elementos. Las audiencias se
vinculan a partir de ellos, los reconocen y
no están esperando modificaciones a partir
de agendas con intereses ajenos.
El motivo por respeto a las audiencias,
sería el leitmotiv de un nuevo campo de
derechos a la recepción, que no sólo se
vincula con medios masivos, sino también ha de ser considerado y observado
con las audiencias de otros dispositivos
y con todos los participantes en las redes
sociales. Como sugiere Frau-Megs, estamos en un momento coyuntural, y como
en toda coyuntura hay riesgos y áreas de
oportunidad, y son éstas las que hay que
asumir desde una perspectiva de derechos
humanos en todo lo comunicativo.
Por el momento, la propuesta anterior se
podría conectar con otras faltas de respeto
a las audiencias televisivas, tales como
no cumplir los horarios establecidos en la
programación, o no respetar la cantidad
porcentual de tiempo que puede dedicarse a publicidad por hora de programa. O
cuando no se advierte que hay una publicidad integrada que aparece en las escenas
o sirviendo de escenarios a las narrativas
de varias telenovelas, como ha sido
el caso con Hasta que el dinero nos
separe (Televisa, 2010) o Una familia
con suerte (Televisa, 2011), donde
las marcas Ford y Avon, respectivamente, fueron un súper personaje de
tales melodramas al servir de escenario y motivo para el desarrollo de
los mismos y las interacciones de sus
personajes.
Mientras que en México se hace
un acuerdo incompleto y polémico
en torno a la cobertura informativa
de la violencia en los noticiarios, o
sea: en la fijación de una agenda,
se deja fuera de toda consideración
la construcción de agenda, incluso
sobre violencia en los demás géneros
programáticos, y en especial en el
de la ficción. De la misma manera,
mientras que se regula hoy en nuestro
país la difusión de spots políticos por
parte de los partidos en contienda en
tiempos electorales, no hay ninguna
consideración para reglamentar y
limitar la propaganda política en
otros formatos y géneros que no sean los
productos propagandísticos explícitos.
El lema del respeto, incrustado en una
perspectiva de Desarrollo Humano como
enfatiza Vega, conlleva un potencial para
ser usado en beneficio de este nuevo
campo que se abre sobre derechos a la
recepción de todos. Hay que luchar por
una ficción televisiva libre de propaganda
y publicidad naturalizadas.
Notas
1) Aquí se retoman algunos párrafos de artículo “Se
viola el respeto a las audiencias” publicado en la
Revista Zócalo, No. 136, Año XI. Para mayor referencia ver Orozco 2011c.
Bibliografía
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effects. Advances in theory and research. EUA:
Lawrence.
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guerra” en revista Buzos, Año XI, No. 455; México;
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Frau-Meigs, D. (2011). Media matters in the cultural
contradictions of the “information society”. Towards
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Gerbner, G; Gross, L; Morgan, M.; Signorielli, Nancy y Shanahan, J. (1994). “Growing up with television cultivation processs” en Bryant, J. y Zillmann,
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Gitlin, Todd (2004). Media unlimited. Nueva York:
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McCombs M. (1972). The Agenda-Setting Role of
the Mass Media in the Shaping of Public Opinion;
EUA: University of Texas.
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McLeod et al. (1994). “The expanding boundaries
of political communication effects” en Bryant, J. y
Zillmann, D. (Editors). Media effects. Advances in
theory and research. EUA: Lawrence; pp. 123-162.
Orozco,G. (2011ª) “La condición comunicacional
contemporánea. Desafíos Latinoamericanos de la
investigación de las interacciones en la sociedad red”
en Jack, N. (Coord.) (2011) Análisis de recepción en
América Latina: un recuento histórico con perspectivas al futuro. Quito: CIESPAL.
Orozco, G,(2011b). “Se viola el respeto a las audiencias” en revista Zócalo, Año XI, No. 135; México,
Pp. 13-14.
Sádaba, T. (2007). “La construcción de la agenda de
los medios. El debate del estatuto en la presa española” en Ámbitos, No. 16; pp. 187-211.Vega, Aimée
(2011). “Medios de comunicación y desarrollo humano en México” en AMEDI, Coordinación: Panorama de la comunicación en Mpexico 2011. Desafíos
para la calidad y la diversidad. Amedi, México.
Zillmann, D. y Bryant, J. (1994). “Entertaiment as
media effect” en Bryant, J. y Zillmann, D. (Editors).
Media effects. Advances in theory and research.
EUA: Lawrence; pp. 437-462.
Investigador de la Universidad de Guadalajara.
►De página 20
Libertad de
Expresión...
23. Sobre el ejercicio responsable: Es
la mejor forma de dignificar el ejercicio
de la libertad de expresión y blindarla de
la descalificación frívola y temeraria. Así
como la reputación y la buena fama hacen
a las personas, la credibilidad, sus fuentes
y los datos hace al periodista y al medio:
en ambos casos su principal protección es
su ejercicio congruente.
24. Sobre los pendientes en la materia:
Hay tantos que 25 reflexiones nos quedan
cortas y cada una de ellas enfrenta un
reto de actualización, socialización, cumplimiento y eficacia no sólo normativa.
Cabe mencionar algunos aspectos: la solución y condena en los casos de ataques
a la libertad de expresión; la posibilidad
de continuar su vida sin la parálisis de
trámites para los familiares de periodistas desaparecidos; la importancia de las
medidas preventivas; la capacitación y
actualización en los temas de alcances
y límites de la libertad de expresión; los
derechos laborales de los periodistas; la
actualización normativa; la socialización
de los derechos y obligaciones en el ejercicio de la libertad de expresión. Todos
ellos esperamos seguirlos analizando en
las páginas de la Revista Mexicana de
Comunicación.
25. Sobre la importancia de la Revista
Mexicana de Comunicación: A lo largo de
25 años, la RMC ha sabido conservar una
línea editorial congruente, sólida, fundada en principios éticos, inspirada en los
grandes estándares que fijaron periodistas
como Manuel Buendía y Miguel Ángel
Granados Chapa y que con un equipo
coordinado con un comprometido, profesional y generoso Omar Raúl Martínez
no queda más que decir ¡Enhorabuena!
Y gracias, por ser un ejemplo vivo del
ejercicio responsable de la libertad de
expresión con el que nos comprometemos
y valoramos.
La Revista Mexicana de Comunicación
es muestra ejemplar del ejercicio de la libertad de expresión que se debe fomentar
y proteger. Felices primeros 25 años de
dar cuenta de la realidad mexicana con el
ojo crítico de la comunicación.
En este libro puede leerse
desde varios miradores.
Es, para empezar, un repertorio de lecturas sobre
periodismo, que permite
tener un panorama de lo
que es este oficio, esta
técnica, este conjunto de
destrezas, esta convicción,
que de todos esos modos
concibe el autor el periodismo. Se trata de libros
no sólo citados sino digeridos, cuyo metabolismo resulta enenergía creadora.
Miguel Ángel
Granados Chapa
Profesora Investigadora Titular C de la UAM Unidad
Cuajimalpa. Maestra por oposición de la asignatura de Derecho a la Información en la Facultad de
Derecho de la UNAM.
julio-septiembre 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN
43
Alcances y límites de sus paradigmas
Comunicación y
divulgación de la ciencia
El divulgador de la ciencia no sustituye o desplaza al científico, sino que lo incorpora
al proceso de divulgación como una voz autorizada que interactúa con aquellos
actores sociales a quienes la labor del científico afecta. A su vez, tampoco relega
al público al papel de un receptor pasivo o acrítico de la información científica,
sino busca estimular el potencial dialógico del escucha como interlocutor, es decir,
como participante activo en una interacción que aspira a convertirse en dialógica:
aprehender y comprender, desde el marco de su experiencia vivencial, el sentido y el
impacto de la ciencia como parte orgánica, integral, de la vida colectiva.
Felipe López Veneroni
C
I
omo toda disciplina, el estudio de la comunicación no
es el resultado de una única
teoría. En la construcción y
definición del campo problemático que reclama como propio
y que, a su vez, lo vincula con otras
disciplinas análogas (desde la sociología y la ciencia política, hasta la
lingüística y la economía), intervienen
diversos puntos de vista epistémicos y
conceptuales que se engarzan dentro
de un determinado paradigma, como
lo define Thomas Kuhn (1998), es
decir: dentro de un determinado modo
de concebir el conocimiento, establecer sus normas y reglas y delimitar los
procedimientos metodológicos que lo
validan ante la comunidad científica.
Más que hablar de una teoría o de
una ciencia de la comunicación, es
pertinente precisar si nos referimos a
la teoría funcionalista de la comunicación, a la teoría estructuralista, a la de
sistemas o la fenomenológica, ya que
cada una tiene implicaciones particulares en el modo de entender y plantear
los problemas de investigación, en la
forma de delimitar el objeto de estudio e
incluso en cómo se traducen estas cuestiones al mundo práctico.
Ahora bien, el hecho de que existan
diversos paradigmas no implica, como
44 REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/julio-septiembre 2013
subraya Kuhn, que éstos se anulen mutuamente. Los postulados de la relatividad
no implican que la mecánica clásica esté
equivocada in toto, del mismo modo en
que el paradigma monetarista en la teoría
económica no anula la validez de muchos de los postulados del materialismo histórico, o bien, del modelo de la
economía mixta de Keynes. Kuhn se
refiere a esta situación como la coexistencia de varios paradigmas que se
disputan el predominio –sin que ninguno lo alcance completamente– de
uno o varios campos de conocimiento.
En el caso que nos ocupa, las
diferentes teorías que han buscado
definir y delimitar el campo de la
comunicación pueden agruparse, de
manera muy esquemática para fines
de la exposición, en tres paradigmas
fundamentales:
1. El paradigma sistémico funcionalista está sustentado en los estudios
empíricos sobre las preferencias de
audiencias y los efectos de los mensajes radiales entre los electores norteamericanos de la década de 1930 de
Lazarsfeld y Schramm y en la teoría
matemática de la información, que
Claude Shannon desarrolla para la ATT
en la década de los cuarenta a fin de
mejorar la calidad de las señales en el
servicio de telefonía.
Parte de una diferenciación entre
un emisor especializado y un receptor
generalizado y entiende la comunicación como un proceso instrumental,
tecnológicamente mediado, que opera
en términos de circuitos que se abren al
momento de la transmisión y se cierran
al momento de la recepción. En tal sentido, el proceso de la comunicación se
materializa como una actividad técnicoprofesional ligada a la reproducción
especializada del discurso en términos
de publicidad, mercadotecnia, relaciones públicas, producción audiovisual,
periodismo o, también, divulgación de
la ciencia.
2. El paradigma crítico dialéctico está
sustentado en una revisión crítica de
la categoría marxista de ideología y su
dependencia de la estructura económica.
Para los teóricos de esta escuela, la característica del capitalismo moderno es
subvertir el orden: la estructura económica
pasa en buena medida a depender de la
superestructura ideológica gracias, precisamente, a la capacidad de reproducción
mecánica (y electrónica) de los mensajes
a través de los medios y las tecnologías de
la información.
Entienden a los medios no como espacios de libre discusión o deliberación,
sino como constitutivos de lo que llaman
industria cultural de masas. Si el trabajo
es el instrumento de explotación material
de las masas modernas, al apropiarse el
sistema de la riqueza socialmente producida, la industria cultural de masas es el instrumento de explotación espiritual de las
masas modernas, al apropiarse del tiempo
libre del sujeto y alienarlo y enajenarlo
de sus verdaderos intereses a través de
la promoción de una lógica del consumo
publicitario y la reducción de lo cultural a
sus niveles más básicos e inicuos.
3. El paradigma lingüístico-antropológico está sustentado en una perspectiva
filosófico humanística, en el sentido de
considerar a la comunicación no como
una actividad técnico- profesional, ligada
a la mediación tecnológica, sino como una
propiedad ontológica del Sujeto (todo ser
humano por el sólo hecho de serlo es, ante
todo, un sujeto comunicante), ligada a la
mediación dialógica, que se materializa
antropológicamente en la producción y el
pensamiento simbólicos.
Más que un proceso instrumental, la
comunicación constituye un modo de interacción social, el espacio de intersubjetividad que permite estructurar una cohesión
relativamente racional sobre el individuo,
la comunidad y el cosmos. Comunicar
es operar interactivamente dentro de un
determinado horizonte histórico y cultural que permite generar una comunidad
de sentido; en tanto que no hay lenguaje
privado, sino que éste es siempre compartido, la comunicación es la construcción
y transformación del espacio público por
excelencia: aquel donde la deliberación y
la argumentación lógico racional no sólo
es posible sino que nos compete a todos.
II
Señalo que estos paradigmas no son
exclusivos de la comunicación, sino que
son relativos a las diversas disciplinas
de lo que se denomina región epistemológica de las ciencias sociales y las
humanidades (Foucault, 2008). De estos
modelos, quizás el más conocido es el
sistémico funcionalista. Por regla general
su semántica –emisor, receptor, ruido,
retroalimentación, entropía– y su modelo teórico –transmisión/recepción de
mensajes a través de uno o varios medios
con una finalidad específica–, se ha establecido como el paradigma dominante de
la comunicación, pero sobre todo el que
más ha influido en lo que para muchos
constituye una extrapolación y confusión
entre dos universos completamente distintos: el de la operación instrumental de la
información y el de la interacción social
comunicativa.
Otro tanto ocurre con el paradigma
crítico-dialéctico. La obra fundamental
de sus fundadores, La dialéctica del iluminismo, abre un espacio de reflexión crítica
respecto de las ideas del progreso técnico
de Occidente y cómo éste, en tanto que racionalidad instrumental, lejos de conducir
a la emancipación colectiva, ha revertido
negativamente el conocimiento científico (en su vertiente de tecno-ciencia
(Echeverría, 2003) hacia la dominación
política y económica y la degradación
del ambiente material (ecología) y del
ambiente humano (cultura).
Me concentraré entonces en el paradigma lingüístico-antropológico porque
éste es el menos conocido en nuestras
latitudes y porque considero que ofrece
el mayor rigor epistemológico y conceptual y se abre a la mayor complejidad
analítica.
Podemos concebir una sociedad sin
periodismo, sin radio y televisión o
aun sin escritura; lo que no podemos
es concebir una sociedad sin lenguaje.
El lenguaje antecede todas las formas
especializadas de reproducción del discurso. Del mismo modo en que, como
lo han hecho notar E. Cassirer y el
L.Wittgenstein tardío: no es el lenguaje
el que se deriva de la lógica, sino la
lógica la que se deriva del lenguaje, puede
decirse que la comunicación no se deriva
de los medios tecnológicos sino, por el
contrario, éstos sólo han sido posibles en
la medida en que prexisten comunidades
de sentido lingüísticamente fundadas.
El giro hacia una concepción lingüístico-antropológica de la comunicación parte
del estudio crítico no de las señales, cuanto de la articulación de sistemas de signos
y símbolos. Primeramente, que todo signo
y símbolo son artificiales y convencionales, vale decir, son una creación cultural
y su relación con lo que representan no
es inmediata sino, todo lo contario, mediata. Nos permiten referir aquello que
no necesariamente está presente, aquello
que ya ocurrió o aun aquello que todavía
no existe, o bien, que no guarda una relación con nada en particular (un número)
pero que aun así significa algo (Cassirer,
2005). El signo no sólo es indicativo de
algo (como la señal) sino que su función
se amplía a la designación; el símbolo, a
su vez, alcanza una función significativa.
III
Al transferir el objeto de la comunicación a lo lingüístico, este paradigma lleva
a cabo un proceso de reducción lógica
análogo al que planteó Demócrito para las
ciencias naturales. Es decir, así como toda
la materia puede ser reducida a su estructura atómica, aquí podemos decir que todo
discursivo –desde una obra literaria hasta
un enunciado lógico formal, pasando por
una conversación– se puede reducir a su
estructura simbólica. El signo y el símbolo cumplen una función análoga a la
del átomo en las ciencias de la naturaleza.
Así como en éstas el átomo se convierte,
directa o indirectamente, en el objeto
julio-septiembre 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN
45
de estudio, el signo y el símbolo –como
entidades abstractas o como elementos
estructurados en una determinada forma
discursiva– se convierten en el objeto de
estudio de la comunicación.
Desde el punto de vista de este paradigma, la comunicación estudia, por un lado,
las estructuras de significación por las
cuales nos referimos al mundo y a la realidad y, por el otro, las interacciones que
se desprenden de éstas y cómo se traducen
en formas concretas de entendimiento
(Chomsky, 1978). Por otra parte, tampoco
diferencia al emisor del receptor, como si
cada uno fuera una entidad especializada,
sino que los integra en términos de interlocutores con competencias lingüísticas
análogas.
Puesto que no hay nada que nos sea más
común y compartido que el lenguaje mismo (de otra manera el emisor no podría
enviar ningún mensaje al receptor), todos
los actores sociales son, o cuando menos tienen potencialmente la capacidad
de ser, de manera simultánea, enunciantes
y escuchas que, al entablar una interacción lingüística mediada en el marco de
una comunidad de sentido o universo
de referencia simbólico común, recrean
continuamente las estructuras de significación para generar nuevos sentidos.
El problema aquí ya no es el “quién
dice que, a quién, cuándo y cómo” sino
una interacción más compleja, que incluye
al escucha o “receptor”, es decir: qué es lo
que se quiere decir (intención y sentido);
qué es lo que se acaba diciendo (configuración formal del mensaje) y, acaso más
importante, qué es lo que se entendió.
Simplemente entre los primeros dos
elementos de la interacción –el qué se
quiere decir y qué es lo que en realidad
se dice– hay un universo de complejidad
que no se resuelve de forma mecánica.
Con enorme frecuencia lo que decimos
no es lo que queríamos decir y con
regularidad estamos reformulando y
reinterpretando nuestros enunciados
y proposiciones. Añadámosle lo que el
interlocutor a su vez aporta (cómo capta,
traduce y re-significa lo que decimos) y
podrá advertirse la verdadera complejidad del fenómeno comunicativo (esto sin
tocar las implicaciones que tiene traducir de un lenguaje ordinario a otro, o bien,
de un campo de significación –el lógico
matemático, por ejemplo– a otro, como
el del lenguaje ordinario).
Desde la perspectiva del paradigma
lingüístico-antropológico, la comunicación es un atributo de la sociedad en su
conjunto y la función práctica de quien la
estudia no se limita únicamente al campo
analítico (semiótica) o interpretativo (hermenéutica), sino que se traduce en una
práctica de la clarificación (pragmática).
El comunicólogo no es un especialista
que configura mensajes para un fin determinado, sino más bien un facilitador de la
interacción comunicativa: busca generar
las condiciones racionales para que, a través de una clarificación de temas centrales
y de los términos que mejor nos permita
comprender y referirnos a ellos, pueda florecer una mediación dialógica cuyo objeto
es a un mutuo entendimiento y construir
un acuerdo racional sustentando en la deliberación y en una lógica argumentativa
(Habermas, 1992).
IV
Aunque habría que hacer un trabajo de
calibración teórica más serio, no considero que la divulgación de la ciencia –que
estaría contemplada dentro de una lógica
comunicacional en tanto que opera desde un universo de referencia simbólico
común y recurre a estructuras de significación vigentes en una comunidad de
sentido– sea esencialmente ajena a estos
tres paradigmas.
Desde luego, la divulgación puede verse
desde una perspectiva sistémico funcionalista, en la que el divulgador asume una
suerte de papel protagónico, en el que se
asume como responsable del mensaje o
emisor especializado del conocimiento
científico. En su versión más básica, su
función sería propiamente dicha la de
informar, es decir, dar a conocer y presentar a un público determinado datos,
referencias y noticias referente al mundo
de la ciencia, traduciendo a un lenguaje
periodístico u ordinario lo que el científico ha construido como una proposición
lógico formal o una ecuación matemática.
En un segundo nivel de complejidad
podría no sólo informar, sino formar, es
46 REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/julio-septiembre 2013
decir, ampliar la percepción social de la
ciencia fomentando una cultura científica
más rica, través de programas didácticos,
cursos introductorios, diplomados o, como
Universum y ¿Cómo ves?, a través de
exhibiciones, publicaciones, videos o programas radiales. En este nivel, el trabajo
de la divulgación necesariamente supone
una mayor interacción con el público y
requiere de una relación interdisciplinaria
con pedagogos, diseñadores gráficos, fotógrafos y artistas.
Por otra parte, la divulgación de la
ciencia también puede entenderse desde
una perspectiva crítico-dialéctica, en la
que el objeto mismo de la divulgación
radique en presentar las oposiciones culturales, ecológicas, económicas y políticas
que supone la investigación científica. El
divulgador científico asumiría, desde esta
perspectiva, un papel más crítico: pondría
la información científica en relación con
las condiciones de vida de la sociedad,
para tratar de dilucidar los efectos tanto
positivos como negativos de la ciencia.
¿Cuáles son los riesgos de las centrales
nucleares? ¿Qué relación guarda la tecnificación de la economía con la degradación
del medio ambiente? ¿Hasta qué punto las
presiones comerciales y políticas afectan
el quehacer científico, distorsionando su
potencial creativo justamente en sentido
contrario, es decir, a la producción de armamento o tecnología cada vez más letal?
Estas interrogantes formarían parte integral de la acción misma de la divulgación
y, consecuentemente, no sólo tendrían
un impacto informativo, sino también
formativo en el sentido de promover una
conciencia crítica respecto de la investigación científica y el desarrollo tecnológico.
El divulgador de la ciencia no sustituye
o desplaza al científico, sino que lo incorpora al proceso de divulgación como una
voz autorizada que interactúa con aquellos actores sociales a quienes la labor
del científico afecta. A su vez, tampoco
relega al público al papel de un receptor
pasivo o acrítico de la información científica, sino busca estimular el potencial
dialógico del escucha como interlocutor,
es decir, como participante activo en
una interacción que aspira a convertirse
en dialógica: aprehender y comprender,
desde el marco de su experiencia vivencial, el sentido y el impacto de la
ciencia como parte orgánica, integral, de
la vida colectiva.
En este contexto, el divulgador no se
convierte en un especialista del mensaje
científico, ni mucho menos en una autoridad del discurso científico como tal,
sino en un agente mediador entre quienes
producen el conocimiento, es decir, la comunidad científica y los grupos sociales
directa e indirectamente involucrados por
el conocimiento y la actividad científicos
(tanto en sentido negativo de afectación
como en un sentido positivo de beneficio).
Su labor consiste no sólo en informar
sobre las actividades científicas, sino en
tratar de traducir a términos de entendimiento común –fundamentalmente
lingüísticos– los conceptos y logros de la
ciencia, así como en clarificar las formas
de locución y referencia para centrar los
puntos de discusión debate.
Así, el divulgador de la ciencia procuraría acercar a los actores sociales con la
comunidad científica y a ésta con aquéllos, estableciendo las bases de un posible
mutuo entendimiento basado en una racionalidad argumentativa. Para ello más que
operar como una suerte de intermediario o
mensajero (uno piensa, metafóricamente,
en Prometeo y vean cómo le fue) entre
el científico y la sociedad, es necesario
involucrar e incluir tanto al científico
como al actor social en la construcción de
estas bases.
Los instrumentos para esta labor pueden
ser, efectivamente, los medios mecánicos
y electrónicos de información, así como
los espacios educativos o de debate y
deliberación pública, como el Congreso
o las instituciones de educación. Pero lo
fundamental, y en esto hay que insistir,
no es la tecnología en sí mismas, sino el
sentido del uso social que se le dé a ésta.
A su vez, el uso de técnicas discursivas
como la metáfora, la analogía y en general
de los recursos de la imaginación simbólica, tendrán un efecto más positivo en la
medida en que la divulgación científica
esté orientada:
1) A la inclusión tanto del científico
como de los actores sociales como parte
integral de la interacción comunicativa y
2) A generar mecanismos de comprensión que permitan al actor social incorporar el conocimiento científico como parte
de su mundo de vida, sólo a partir del cual
puede darle sentido.
De ahí que la primera tarea de la divulgación, desde el tercero de estos paradigmas, no sea meramente la del ajuste
o adecuación de los términos científicos
a una forma más sencilla, sino la de la
comprensión del sentido: tanto de lo que
el científico ha querido decir (i.e., “no
hay puntos de referencia universalmente
válidos”) como de lo que los públicos
pueden y quieren entender (¿Cómo?
¿Entonces todo es relativo?). Y esa es
precisamente la labor de la mediación:
plantearse a medio camino entre la estructura lógica del discurso científico y la
lógica estructural del discurso de sentido
común para tratar de favorecer una empatía, un encuentro del entendimiento.
En última instancia de lo que se trata
es de construir una plataforma común de
sentido que posibilite el mutuo entendimiento entre el modo en que la ciencia
significa el mundo, las expectativas que
el sentido común tiene de la ciencia. No
es un problema estrictamente técnico,
sino más bien etnográfico: la primera
condición para “convencer” al otro, para
interactuar con él/ella, es tratar de comprender su punto de vista, cómo piensa,
qué expectativas tiene.
Vemos entonces una operación que se
despliega en un doble sentido:
a) La ciencia es capaz de alterar el sentido de un término corriente al incorporarlo a la lógica de su estructura discursiva,
o bien, de generar nuevos términos para
referirse a una realidad o a un proceso de
la realidad que no se había contemplado
b) Pero también, la sociedad es capaz de
retomar esos términos para incorporarlos
a sus interacciones semánticas cotidianas,
aun cuando no necesariamente se utilicen
con la misma precisión o en el mismo
sentido en que fueron científicamente
acuñados.
Bibliografía
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teoría de la comunicación. Una aproximación desde
la antropología simbólica”, publicado en el Número
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Sagan, Carl El mundo y sus demonios, Ed. Planeta,
Barcelona, 1997
Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, UNAM,
México.
Maestro en Teoría Política y Social, Universidad de
Cambridge. Profesor e investigador de la UNAM.
julio-septiembre 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN
47
Adiós al
También para las revistas científicas
papel
Hace ya tiempo que el papel empezó a perder papel en todo lo relacionado con la
comunicación social pública. Las revistas científicas no podían quedarse a la zaga
en este fenómeno imparable y sin retorno de reducción del rol jugado por ese soporte
legendario desde su entronización en la Europa del siglo XII, traído por los árabes
tras un largo viaje por el norte de África, desde Samarcanda hasta Xátiva, donde se
instaló la primera fábrica europea de ese material, hoy en pleno declive.
José Manuel de Pablos* / Concha Mateos Martín** / Alberto Ardèvol Abreu***
L
a prensa convencional ha ido
perdiendo terreno por motivos
económicos derivados de la
caída de la publicidad, el alto
coste de los insumos para hacer el periódico en papel y el abandono de
los nuevos lectores, más proclives a ver lo
que sea –son veedores más que lectores–
pero en pantalla. Los directores de diarios
españoles consideran que el soporte más
habitual para leer noticias dentro de diez
años será la pantalla del ordenador, seguida de los dispositivos móviles y las
PDA, mientras el papel se situará en tercer
lugar. Ya Martínez Albertos aseguró que
en 2020 habrán desaparecido todos los
diarios en papel. No obstante, hay que ser
cautelosos con la web, donde la propaganda se puede colar como información.
También, ser conscientes de que la idea
del ‘triunfo’ del documento en línea ya
tiene casi veinte años.
El panorama en el modelo del journal
clásico ha entrado en una coyuntura semejante, agravada incluso por el delicado
problema de la precaria visibilidad, casi
invisibilidad, de las revistas en papel,
en tiempos de incremento de los nativos
digitales.
Para empezar, por lo general, de una
revista científica en papel se hacen 300 o
400, a veces 500 ejemplares. Esa cantidad
es un volumen desorbitado, de un costo
altísimo para cualquier entidad universitaria al que hay que sumar después el
franqueo de los envíos a los pocos suscriptores que han pagado por recibir los
ejemplares, así como a otras entidades
que pagan su cuota con el intercambio
de cabeceras… que ya empiezan a estar
todas en soporte digital, de modo que nos
encontramos ante un absurdo de marca
mayor. Para hacer frente a los crecientes
costes, muchas editoriales han optado por
subir los precios de los journals de una
manera significativa. Esta situación ha
provocado que muchas bibliotecas hayan
abandonado las suscripciones por no poder hacer frente al gasto, lo que provoca
una nueva caída de ingresos y una nueva
alza del precio de la revista, en un círculo
vicioso que trata de compensar las pérdidas, sin conseguirlo en la mayoría de los
casos.
48 REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/julio-septiembre 2013
El paso a papel resulta, además de
costoso, un retroceso. Las revistas que se
muestran en los dos soportes añaden a la
lentitud del proceso impreso un tiempo de
espera para la liberación de sus contenidos en soporte digital abierto en la web.
De este modo, siempre se termina ofreciendo ese contenido con un punto de caducidad. ¿Por qué mantener ese esquema
de publicación? Las resistencias que están
frenando los cambios tienen procedencias
y alegan razones muy diversas.
Como sabemos, los cambios tecnológicos, aunque se manifiesten en formas
materiales, implican siempre una transformación de naturaleza cognitiva y conllevan un proceso social. Hay elementos
de la estructura editorial académica que
pueden ver –o que sospechan que pueden
ver– amenazada su estabilidad si los cambios se realizaran sin contar con ellos. Y
estos elementos, lógicamente, se resisten.
Es el caso de los funcionarios que trabajan
en un servicio de publicaciones. Su temor
es comprensible, aunque resulte negativo
para la transición que reclama el mundo
digital. Por eso resulta necesario prestarle
atención y gestionarlo. Nadie sobra en la
edición digital, más bien al contrario: la
mayoría de las publicaciones académicas
vivas en línea en la universidad española
se están manteniendo sin profesionalizar.
El resultado con frecuencia acusa esa
carencia, especialmente en tareas que
resultan nuevas: diseñadores de páginas
web de la revista digital, promotores de
la presencia de las revistas en bases de
datos, repositorios o catálogos, editores
técnicos, transmisores y colocadores de
ficheros, registradores de DOIs… El repertorio de nuevas ocupaciones en amplio
y está vacío: es una realidad ignorada por
algunos responsables últimos de la nueva
situación.
La transición del papel a lo digital está
reclamando una reconversión institucional
en el entorno de la edición académica.
Una reconversión con doble cambio (de
máquinas y de pensamiento), como la
realizada en la prensa convencional en los
años ochenta al abandonar la tipografía
e impresión analógicas e incorporarse
al primer estadio del mundo digital, la
fotocomposición. Va a requerir, como es
bastante lógico, la creación y mantenimiento de puestos de trabajo, no sólo de
diseñadores y técnicos para el sostenimiento de la web donde se ofrece la revista, sino también –como quedó dicho– de
nuevos perfiles especializados, como el
de gestor de las transferencias de ficheros
desde el ordenador de trabajo al servidor remoto de alojamiento de la revista.
No hay o no debe haber, pues, conflicto
derivado de una temida amortización de
puestos de trabajo. Las publicaciones en
línea requieren en muchas ocasiones el
desarrollo de las mismas tareas que ya
se estaban realizando para las publicaciones en papel: lo mismo, pero con
una simple transformación del modo
de hacerlo, ahora más efectivo y más
complejo y comprometido desde que
el material maquetado sale de la mesa
de redacción, que antes se limitaba a
su entrega a la imprenta y al envío por
correo postal.
Se trata de una sencilla traducción
del mero concepto de nueva tecnología: mismo producto (servicio informativo impreso o periódico… revista
científica) mediante otras maneras de
producir, basada en novedades. Una
transformación para romper ataduras
actuales. Lo dijo bien claro Tim Berners-Lee, el creador de la tecnología
web: “Podríamos poner la tecnología
web a disposición del público en general, sin ataduras”. El papel, ya una
vez establecido en la sociedad, fue una
atadura, de costo y de espacios, porque
el mensaje, del tipo que fuera, ocupa
una determinada superficie, que se traduce
en precio del insumo papel. Por eso se
puede decir: “No eran-son los tiempos de
Gutenberg (que ya fue) sino el presente de
Tim Berners-Lee, creador de la web libre
(que está aquí y se va a quedar)”.
Hablamos, entonces, de costes de producción y de exposición, de efectividad
del documento producido y ofrecido a la
sociedad, a la comunidad científica. ¿Debe
ser efectiva una revista? ¿Cómo se verifica su mayor o menos efectividad? ¿La
revista en papel es más o menos efectiva
que en la web?
Tipos de efectividad
de una revista científica
La publicación académica persigue facilitar con agilidad el acceso a los resultados
de la investigación y la reflexión científicas. Que una revista se vea, se conozca,
se distribuya y se lea ampliamente. Que
expanda sus contenidos. Esta efectividad
se puede contabilizar de dos maneras: a)
Una directa, en beneficio de la revista,
que consolida su nombre y su valor como
fuente de referencia. Y b) una efectividad
referida al público lector, que se enriquece por el acceso a los contenidos que la
revista difunde.
¿Es más interesante una efectividad
que la otra? Si la revista es considerada
un servicio a la comunidad académica,
a los editores les dará igual una u otra.
La primera de ellas se muestra en forma
de citas a la revista, con incidencia en el
(¿obsoleto?) factor de impacto1 y mejor
presencia en una tabla clasificatoria por
índices. La segunda forma se manifestará, a su vez, de dos maneras: 1) por la
facilidad que la revista ofrece para que
sea visitada o leída y consultada por lectores posibles y 2) por el mayor o menor
número de visitantes que la revista tiene,
a lo que hay que añadir la mayor o menor
diversidad de orígenes de lectores de los
que goza la revista.
Las publicaciones científicas sólo en papel tienen una efectividad baja: el acceso
al contenido implica transporte físico y
conservación del objeto revista, desplazamientos del sujeto para acceder a ella,
imposibilidad de consultas simultáneas
de un mismo ejemplar, horarios de acceso
en bibliotecas...
Dijo Alvin Toffler: “La moraleja es que
internet da una oportunidad a los desheredados. Nunca había ocurrido antes”.2
Las revistas abierta sólo digitales son una
materialización de esa oportunidad.
También existen las publicaciones que
aún se distribuyen en los dos formatos,
pero en la mayoría de sus casos, el formato digital en ellas permanece supeditado
al del papel, arrastrando con ello ciertos
frenos de las posibilidades digitales. No
obstante, la tendencia a la digitalización
en el campo de las revistas científicas
es innegable: entre 2003 y 2007, el porcentaje de revistas académicas vivas en
formato digital pasó de 20% a 43%, aunque –según Abadal y Rius– gran parte de
tales publicaciones disponen de versión
impresa, manteniendo un doble formato
papel / digital.
Las revistas sólo en formato digital, al
ser lo digital su única manera de salir a la
luz, concentran todo el mimo de su diseño
y su dinámica editorial en que el servicio
web ofrecido por ellas sea el mejor posible. Hay una entrega completa de la tarea
editorial a la búsqueda de la excelencia
digital. La humildad de origen de las
revistas digitales juega a su favor.
Si no fuera de esa manera, ¿cómo se
puede explicar que una revista “surgida de una utopía” de una universidad
periférica, sin presupuesto, sin ayuda
institucional alguna, haya podido
situarse los tres años seguidos en la
primera posición del primer cuartil de
su especialidad, en los índices anuales
y en los índices de los tres últimos
quinquenios corridos, desde 2003?3.
La revista, entonces, “no es el soporte,
sino el contenido”.
Es cierto que esa regla de la entrega
absoluta a la búsqueda de la excelencia
digital a veces no se cumple. Podemos
encontrar también revistas digitales en
el fondo del último cuartil, ejemplos
excepcionales que rompen la regla…
porque el mimo mencionado no llega
a ser tal.
Repasemos las dinámicas que sigue
cada uno de los tipos de publicación y
julio-septiembre 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN
49
encontraremos los argumentos que explican lo que acabamos de exponer:
a) Revista sólo en papel: sale una o dos
veces al año, con la periodicidad acordada. Si se trata de un journal semestral, sus
seis meses de vida previa a la salida no
coinciden con los seis meses previos a la
fecha de portada: su edición es lenta y su
maquetación o puesta de materiales en página es más pausada aún. Acabado de editar un primer artículo, éste ha de esperar
a que esté el segundo, el tercero… todo el
contenido de la revista, para entonces llevarla en bloque a la imprenta y aguardar
al proceso final de impresión, como en los
tiempos medievales de Gutenberg, aunque
se trate de una impresora digital, sistema
no aplicado a revistas científicas. Habrán
transcurrido dos, tres semanas, un mes, lo
que significa un tiempo menor de vida de
los trabajos publicados a la espera de su
encuentro con su público lector.
b) Revista en papel y en digital: estamos
en el caso en el cual la revista en soporte
analógico es el producto principal, de
manera que no se entra en el terreno digital hasta que la revista en bloque se lleva
a la imprenta, para entonces empezar a
pensar en el producto secundario que es
la versión para la web. Esta versión web
no siempre es en html, a veces se queda
en pdf (más cómodo). En estas circunstancias, todos los mimos son para el producto estrella, que es la revista clásica en
papel y de toda la vida, la que tiene larga
tradición en la entidad que la hace, la que
va a manifestar una retroalimentación en
forma de otras revistas que llegan a la biblioteca del centro sin necesidad de pagar
por ellas… aunque ya empiecen a estar
también en la web, sin el mimo aludido.
Podría pensarse que al ser publicaciones en dos formatos estas revistas
acumulan más ventajas. Sin embargo,
la realidad es que las dinámicas de los
dos formatos se interfieren y generan
servidumbres que frenan la efectividad.
¿Por qué dejar pasar un tiempo desde
que sale la revista matriz en papel?
Porque el papel tiene suscriptores y
es preciso mantener un servicio que
aporte sentido a su compra: el acceso
preferente y exclusivo al contenido durante un tiempo: hay que evitar que los
suscriptores se enfaden por disponer de
ella en la web antes que en sus manos.
Es una manera de ponerse al servicio
del mercado, o sea, poco que ver con
la diseminación de la ciencia.
Las ediciones mixtas siempre son
una fuente de tensiones. El periódico
que sale en papel actualiza su web con
agilidad porque de ello depende su
prestigio. Si retrasara la actualización
permitiría que otros medios se le ade-
lantaran y, con ello, se devaluaría su versión web. Las revistas académicas mixtas
no sufren esta presión porque no suelen
competir en contenidos entre cabeceras:
los informes que ofrece cada una son
originales y propios. No se produce, pues,
el mismo fenómeno que en los medios
periodísticos convencionales impresos y
digitales a la vez, que en un notable porcentaje publican lo mismo, de ahí parte de
la pobreza del periodismo actual.
Al contar con contenido original, lo que
hacen muchas revistas es utilizar la versión web durante un tiempo como reclamo
de ventas: sólo muestran el índice y los
resúmenes de los artículos, hasta que pase
el plazo establecido para liberar en línea
el texto completo. Otra cuestión estriba en
lo ridículo de esos ingresos.
c) Revista sólo digital: incluso dentro
de esta modalidad no todos los planteamientos son iguales. Aún perviven en
algunos casos dinámicas concebidas con
mentalidad analógica. La revista digital
que aparece con una periodicidad cerrada
y conocida de antemano (tres veces al año,
dos veces, una sola vez), reproduciendo
con ese sistema de salida la lógica de
las revistas en papel, que jamás pueden
adelantar contenidos en papel –aunque
sí podrían hacerlo en la web, si así lo desearan y lo decidieran, o ir ofreciendo su
sumario a medida que los distintos artículos van estando listos–. Es el mismo caso
del periódico en papel que tiene su web
y no hace actualizaciones continuas. Tal
dinámica –aún extendida– empobrece el
producto ofrecido. Hay revistas digitales
que no han llegado a percatarse de la potencialidad de lo digital y actúan con ideas
analógicas. No se ha presentado en sus
50 REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/julio-septiembre 2013
redacciones la teoría del doble cambio:
toda nueva tecnología implica un doble
cambio: uno, material (reconversión de
aparatos o maquinarias); el otro, no material: el cambio de mentalidad hacia una
postura más moderna.
En el informe de Aguillo sobre revistas
científicas en la web (2005) se señala claramente el problema de la presencia del
sentimiento analógico frente a las posibilidades de la web:
Tanto la productividad medida en número de artículos, como la visibilidad
evaluada a través de bases de datos y
motores de búsqueda son bajas, aunque
algunas revistas reciben un número significativo de enlaces. Se han identificado
como causas posibles tanto la inadecuada
adaptación al medio digital como la inadecuada explotación de las nuevas posibilidades ofrecidas en la Web. Ello incluye
la falta de servicios de valor añadido, la
utilización de direcciones URL inadecuadas, el incumplimiento de los mínimos de
accesibilidad y la falta de versiones en
formatos alternativos y otros idiomas.
La revista digital en toda la extensión
del concepto es la que, cualquiera que
sea su periodicidad anunciada, se va ofreciendo a sus lectores artículo a artículo,
de forma que el informe de investigación
listo y preparado para ser publicado, sencillamente se edita y se publica. Los lectores no han de aguardar a una cita previa
para conocer los contenidos de la revista:
saben que según esté disponible un nuevo
trabajo éste se va a publicar, aparte de que
recibirán un aviso de alerta de nueva publicación o lo podrán conocer a través del
muro de Facebook de la revista, de la que
podrán ser amigos. Lo más semejante es
el periódico en línea que hace actualizaciones constantes, lo que origina que
el lector acuda a él en varias ocasiones
en un mismo día, siempre con la certeza de que podrá encontrar novedades
informativas, en el caso de que las hubiera, lo que casi siempre sucede. Todo,
como se podrá apreciar, en consonancia
con otro pensamiento del creador de la
web: “El objetivo último de la web es
apoyar nuestra entretejida existencia en
el mundo”, asegura Berners-Lee.
¿Qué diferencias positivas hay entre
un tipo y otro de revista, desde la efectividad del mensaje científico liberado?
Una primera pista sobre eficiencia de
las revistas digitales la encontramos
en la encuesta realizada entre personal
académico de las universidades catalanas por Borrego en 20094, según la cual
“en más de la mitad de las encuestas
respondidas (52%) se afirmaba usar
exclusivamente o casi exclusivamente
revistas digitales”. Además, 76% de los
encuestados “dejarían de usar las revistas impresas si existiesen versiones digitales, lo que da una idea del grado de
penetración y aceptación de las revistas
digitales en el ámbito académico”.
Un mayor tiempo
de exposición
a los investigadores
En la revista que hemos catalogado
como “revista digital en toda la extensión del concepto”, sus artículos se
publican antes que los de las otras revistas, de manera que su encuentro con
los lectores ha necesitado menos tiempo
desde el momento de su aceptación por
los revisores hasta que aparece publicado. Esto origina una mayor exposición
a los investigadores, de manera que su
capacidad de penetración en el tejido
académico es mayor y mayor igualmente sus posibilidades de facilitar citas,
porque siempre va a ser un artículo más
fresco que el semejante que aparece
más tarde, con un mayor tiempo perdido
desde su edición hasta su publicación.
En una revista anual, el primer artículo
aceptado en una cabecera plenamente
digital podrá aparecer en enero, cuando
el bloque de artículos de la revista anual
en papel –antes de que aparezca en su
versión digital– será a finales de otoño o
principios de invierno, o sea, noviembre
o diciembre; a veces, octubre. ¿Cuántos
meses más tarde? En cualquier caso, el
artículo que salió en enero va a llevar
diez u once meses de ventaja sobre el
trabajo impreso, con lo cual se da ese
mayor grado de exposición del que hemos
hablado. Parece que la diferencia a favor
de una revista sobre la otra es más que
manifiesta. Y aquí se muestra uno de los
defectos o absurdos del actual sistema de
evaluación de citas en revistas: el artículo
publicado en enero y citado el mismo año,
en otro artículo publicado en diciembre,
11 meses más tarde, no es considerado por
los controladores del factor de impacto, a
pesar de ser la cita más fresca de todas: es
la mirada a la revista desde la óptica de lo
analógico, cuando el mundo ya se hizo digital. Pero hay más. Es la actuación ceñida
al mundo en papel, de espaldas al mundo
digital y a sus efectividades.
En efecto: hay mucha más exposición
de los contenidos de las revistas digitales
frente a las revistas en papel. Hasta hace
pocos años, una ventaja de las revistas
en papel era que estaban físicamente en
determinadas bibliotecas, a disposición
de los investigadores que se acercaran
presencialmente a las bibliotecas. Ello
era una ventaja cuando los catálogos de
estos servicios no estaban tan equipados
de tecnologías digitales como ahora ni las
personas estaban en disposición de hacer
consultas digitales desde sus casas, laboratorios o despachos, lo que nivela el uso
de una y otra forma de contenido según
el soporte.
Hay otros detalles de importancia que
desvían la balanza a favor de las revistas
digitales. Los journal analógicos, por
ejemplo, son catalogados como obras de
referencia, lo cual implica que son unidades de consulta que no pueden salir físicamente de la biblioteca. No entran nunca
en el rango de los productos, como libros,
que se pueden prestar para su estudio en
el domicilio del beneficiario durante un
tiempo determinado. De los libros, en
ocasiones, la biblioteca dispone de varios
ejemplares, extremo que por principio de
biblioteconomía no se da con una revista
científica, que si está repetida se expurga,
desprecia o regala. La revista en papel
queda fuera de juego cada día cuando cierra la biblioteca, queda fuera de servicio
cuando llega el viernes y ‘muere’ durante
dos días, hasta el lunes por la mañana,
después de todo ese tiempo en los anaqueles, sin posibilidad de consulta. Mientras
una revista digital podrá ser consultada
durante las 168 horas de una semana, la
posibilidad de una revista en papel se reduce a 65 horas5, lo que implica solo 39%
de posibilidades de uso de la revista en
papel frente a las posibilidades de consulta de la revista digital, sin hacer referencia
al espectro universal, en el sentido más
pleno y literal de esta palabra, que tiene
la publicación digital. ¿No es una pena
que todavía se tenga que advertir de estos
beneficios? Éste es un detalle para la reflexión de quienes siguen optando por la
revista analógica.
Nada de eso sucede con la revista
digital viva. Aclaramos lo de viva: si
lo de ser digital es condición necesaria
para su mayor presencia y consulta, no
va a ser suficiente para que su encuentro con la comunidad científica sea tan
gozoso como desea cualquier editor.
Por eso, decíamos antes, no es extraño
encontrar revistas digitales en el pozo
del último cuartil: son las revistas
digitales muertas o moribundas, con
dificultades para que en sus estructuras
solidificadas e inamovibles entren los
motores de búsqueda: suponenla mejor
fórmula para pasar inadvertidas en la
red. La revista digital viva hace lo posible por mostrarse no solo en html con
metadatos sino en la mayor variedad
posible de presentaciones, para hacer
lo más vasta posible su exposición
pública y gratuita.6 Decíamos que nada
de aquello sucede con la revista digital
viva, porque la revista digital es un producto universal y de libre acceso, por lo
general, gratuito también, desde cualquier
rincón donde haya una conexión a la red
y una investigadora curiosa, inquieta
por conocer novedades de su disciplina.
Además, la posibilidad de entrada es
durante las 24 horas del día y lo va a ser
los siete días de la semana. Aquí no se da
el caso de anaqueles imposibilitados para
la consulta, durante las noches, los fines
de semana ni los días festivos. Estamos
ante el paradigma de la consulta pública,
posible, universal, sin tiempo impedido;
de la ciencia entregada a la sociedad, sin
tener en cuenta fronteras, banderas ni
lenguas. Mercados, tampoco. Por esto
último, la importancia, además, de que
esa revista universal amplíe su mundo
con una versión en paralelo en lengua
inglesa, para evitar el atasco en una
frontera lingüística.7 Garfield ha señalado
que el idioma científico de nuestra época
es el inglés: “Publishing in English is an
indicator that the publisher recognizes
that the maximum number of readers can
be reached with English”, ya que “at this
stage in history English has become the
lingua franca of science and commerce.
At another time it was German or Latin”. En la misma línea, Castillo y Ruiz
constatan que gran parte de las revistas
de Comunicación en el ámbito latinoamericano no son aún conscientes de las
posibilidades de contar con versiones de
sus papers en más de un idioma, lo cual
añade gastos al proyecto.
Lea el artículo completo en la versión
digital de RMC:
www.mexicanadecomunicacion.
com.mx 
julio-septiembre 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN
51
La acción comunicativa en la política
El político como
comunicador
El manejo de la comunicación y la política se vuelven un binomio inseparable en
los tiempos actuales. El político tiene que ser un gran comunicador, el estratega
también y el vocero aún con mayor razón. Los tres son diferentes comunicadores
políticos, pero todos trabajan con el objetivo de que el político sea un gran
comunicador verbal, no verbal y emocional.
Guillermina Baena Paz
M
ientras que el político
practica la comunicación
en todas sus formas, el
estratega la diseña, la
prevé, planea mensajes y
también evalúa.
El vocero, en cambio, es el portavoz
que asume públicamente la representación
de su institución y partido. En cualquiera
de sus modalidades, el político como comunicador debe tener un perfil dinámico,
de competencia. Tiene, además, la delicada misión de convencer y para ello ha de
crear confianza.
Un creador de confianza tiene tres características básicas:
1. Es un convencido de lo que hace: la
convicción por su partido y su trabajo es
evidente, firme, clara, segura.
2. Es una persona informada en torno
a su actividad, la situación local, estatal
y nacional e inclusive de la situación
mundial.
3. Debe mostrar una facilidad para
convencer: su comunicación ha de ser
efectiva y debe desarrollar la credibilidad.
Cada comunicador político desempeña
una parte fundamental del trabajo de su
partido o institución, pero no es todo: su
trabajo se enmarca en la estrategia prevista por la organización política.
El trabajo ha de ser conjunto y promoverse de manera simultánea, de tal suerte
que las tareas de los diferentes miembros
se vean reforzadas en la acción del equipo.
Los activistas del partido se encargan de
una multiplicidad de actividades, las cuales han de darse en función de acciones
democráticas y manejo de los conflictos
internos. La selección de candidatos debe
convencer a las bases para poder trabajar por ellos; se han de usar diferentes
estrategias según sus públicos; se ha de
practicar el cabildeo cuando sea necesario;
se ha de apropiar de los espacios públicos
para tener una presencia significativa y
constante en los medios de comunicación
y, por último, se ha de procurar un trabajo
de promoción directo con la gente.
Un comunicador político debe saber
con precisión qué debe comunicar, cómo
debe decirlo, a quién, dónde y cuándo
debe decirlo, y por qué medios ha de
comunicarlo.
El qué implica la definición de lo que
se pretende decir y responde al objetivo
concreto y particular del comunicado
específico; el cómo se refiere al trata-
52 REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/julio-septiembre 2013
miento de la información, es decir: la
metodología utilizada para lograr un
mensaje efectivo. El dónde y el cuándo
suponen la elección de medios para
difundir el mensaje tomando en cuenta
la cobertura, la frecuencia y el nivel de
penetración. Estamos ante la presencia
de toda una estrategia de mercadotecnia
y comunicación.
En otras palabras: debe conocer a las
personas y los públicos que pretende
dirigirse. Asimismo, tendrá que ser un
conocedor de los medios de información
para difundir el mensaje. Desde luego, requiere manejar con profundidad los temas
más relevantes de la agenda local, estatal
y nacional concernientes a las necesidades
más sentidas de la población.
Cuidado: ni el político ni el vocero deben desgastar su imagen en poco tiempo
con una excesiva presencia personal. Un
punto es la trasmisión de noticias de la
organización y otro el que a la persona
se le examine e interrogue de manera exhaustiva, lo que puede trivializarlo.
El mejor medio se detectará de acuerdo
con los siguientes parámetros:
• Seleccione un medio apropiado a la
imagen que desea proyectar.
•
•
•
•
•
Seleccione un medio apropiado
para la audiencia que quiera alcanzar.
Seleccione un medio apropiado
para su mensaje.
Seleccione un medio apropiado
para la ocasión.
Seleccione un medio que tenga
la capacidad para trasmitir el
mensaje que desea presentar.1
Puntos esenciales
Los aspectos que deben cuidarse
en un programa de comunicación
para una campaña son:
1. La imagen del candidato es el
recurso más valioso: equivale en
términos publicitarios al producto.
Así como se cuida el envase y el
contenido de un producto, resulta
indispensable hacer lo propio con
los mensajes verbales y no verbales
de un aspirante a un cargo público.
2. El partido o institución corresponde a la marca. Una buena marca
recomienda a un buen producto; a
una mala marca, en cambio, le va a
costar mucho colocar un buen producto.
3. La oferta política comprende todos
los mensajes que se usarán en la campaña:
• El logo personalizado y el lema serán
equivalentes a las firmas, a los sellos
de campaña.
• A partir de los conceptos rectores de
una idea central que se inscribirán en
los diferentes medios, los mensajes de
la campaña estarán dados en función
de:
• Las propuestas del candidato a las necesidades y demandas más importantes
de la población señalada.
• Las diferencias con la oposición y las
razones para votar por este candidato.
• El sello personal que identifique la
campaña y al candidato: ademanes,
gestos, lema, colores, etcétera. Ello
permitirá tenerlo presente y recordarlo.
• Las promesas factibles de convertirse
en hechos, de preferencia propuestas
de solución, posiciones claras ante los
asuntos públicos, un conjunto de valores o un estilo de gobernar.
• Diseñar mensajes para cada medio en
su lenguaje particular.
• Las propuestas del candidato que incluyen posiciones del partido en sus
documentos básicos y de acuerdo con
líneas estratégicas partidistas.
• Mensajes motivacionales hacia la participación y el consenso.
La comunicación efectiva
Mientras una sociedad no está madura
para tomar sus propias decisiones co-
gestivas o autogestionarias, requiere de un
líder que coordine sus acciones, objetivos,
intereses y que precisamente le facilite
lograr esa madurez.
La gente busca un líder que le diga dónde y hacia dónde vamos. Ya no estamos en
los tiempos de un jefe de comportamiento
tradicional en estructuras piramidales.
Mientras que el jefe ordena a sus
hombres, el líder los guía; el jefe cuenta
con su autoridad, el líder cuenta con su
voluntad; el jefe inspira temor, el líder
entusiasmo; el jefe dice “yo”, el líder dice
“nosotros”; el jefe asigna la tarea, el líder
prepara el camino; el jefe dice “vengan
temprano”, el líder llega antes de tiempo; el jefe culpa a otros por el fracaso,
el líder lo soluciona o enmienda; el jefe
ordena hacer algo, el líder demuestra
cómo hacerlo; el jefe hace que el trabajo
resulte penoso, el líder hace del trabajo
un juego; el jefe dice “vayan”, el líder
dice “vamos”.2
La gente espera del líder:
• Honestidad: con una ética, valores y
principios firmes.
• Visión para trascender y luchar por
aspiraciones compartidas
• Capacidad y efectividad, con inteligencia para resolver los problemas, culto,
bien informado.
• Inspiración en cada momento: entusiasmo, dinamismo y optimismo.
• Experiencia administrativa y política.
• Iniciativa para crear y propiciar las
condiciones idóneas: pensamientos,
convicciones y sentimientos para el
cambio.
Transparencia en sus
acciones.
•Legitimidad.
•Carisma.
•Credibilidad.
La paradoja del líder es que
mientras no cumpla cabalmente
con honestidad, jamás tendrá credibilidad. Sus acciones deben ser
claras, transparentes; ha de proporcionar información adecuada
al público: ocultarla es una forma
de mentir.3
En política, la credibilidad es
un ingrediente fundamental que se
consigue con el trabajo constante
y las expectativas anteriores. Credibilidad implica un proceso complejo donde se da lo creíble más la
confianza y la verosimilitud (o sea,
la verdad a la que se da crédito).
Esto es: no basta decir la verdad
para ser creído, es preciso que
parezca verosímil a la población
que uno se dirige.4 Los juicios relativos a la verosimilitud dependen
de las experiencias vividas y varían
de persona a persona y de población a
población.
La confianza es la expectativa ciudadana de comportamiento honesto y
cooperativo, basada en normas comunes,
compartidas por todos los miembros de
una comunidad. Las normas se refieren a
cuestiones de valor profundo como Dios
o la justicia, así como también las pautas
y los códigos de conducta.5
El proceso de construcción de la credibilidad, según Kousez y Posner, se basa en
tres conceptos claves:
Claridad: Sobre las metas, valores y capacidades del líder, considerando en todo
momento las percepciones y aspiraciones
de los demás. Los valores constituyen la
guía de conducta del líder.
Intensidad: Cuando las acciones hablan
más que las palabras. Las normas siempre
presentes para el líder son: descubrirse a sí
mismo; apreciar a sus seguidores; afirmar
los valores positivos; desarrollar su capacidad; servir a un propósito y sustentar
esperanza.
Unidad: El líder procura mantenerla en
torno a una causa común y es vital para
acrecentar la credibilidad.
Lea el artículo completo en la versión
digital de RMC:
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Profesora e investigadora de la FCP y S de la
UNAM
julio-septiembre 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN
53
Entre la racional, lo emocional y lo instintivo
Neuro-Marketing
Político
El neuromarketing político es una nueva subdisciplina del marketing, cuyo objetivo
central es conocer cómo se procesan en su cerebro los pensamientos, los instintos,
las emociones de los individuos y cómo se relaciona con la conducta política de los
ciudadanos. A partir de este conocimiento, se diseñan las estrategias para impactar y
moldear las creencias, ideas, valores, deseos, actitudes y la toma de decisiones de los
ciudadanos.
Andrés Valdez Zepeda*/ Roberto Hilario Valdez Soto / Arturo Vergara Ochoa
L
a mercadotecnia política
es una disciplina cuyos
orígenes se remontan al
nacimiento de los sistemas
democráticos contemporáneos, sustentados en la pluralidad, la
competencia y la libertad de elección de
los gobernantes, ya que no puede haber
mercadotecnia, en su sentido moderno,
bajo regímenes políticos autoritarios o
totalitarios. Es decir, la democracia es
un sistema de pluralidad y competencia
política que hace necesario la existencia
de nuevas “herramientas” para tratar de
construir ventajas competitivas en la disputa por los espacios de poder y representación política.
En los últimos años, la mercadotecnia
política ha sustentado su acelerado desarrollo en tres grandes pilares. Primero:
el desarrollo tecnológico que ha posibilitado la incorporación de novedosos
instrumentos y medios para mejorar la
comunicación con los ciudadanos a través
del uso de las nuevas tecnologías de la
información, la comunicación, el cómputo
y el diseño gráfico. Segundo: el desarrollo
del entramado legal que norma la competencia política entre diferentes partidos y
candidatos a un puesto de elección popular. Tercero: el avance y desarrollo de las
ciencias de la comunicación, las ciencias
políticas y la mercadotecnia empresarial.
Como parte de este desarrollo, desde
hace una década, se inició una nueva
tendencia disciplinar denominada neuromercadotecnia o neuromarketing que consiste en la aplicación de los conocimientos
y avances científicos de las neurociencias
a la mercadotecnia, con el fin de conocer
mejor los procesos que inciden en los
pensamientos, las emociones y los comportamientos de los seres humanos.
De esta forma, el neuromarketing se
ha convertido en una nueva tendencia
de desarrollo de la mercadotecnia, cuyos
objetivos centrales son el conocimiento
profundo del ser humano en su calidad de
consumidor o cliente y el diseño y aplicación de estrategias persuasivas para incidir
en su comportamiento.
En su dimensión política, el neuromarketing busca entender y explicar cómo
funciona el cerebro de los ciudadanos
en su relación con el proceso de toma
de decisiones de carácter socio-político,
así como la relación entre los estímulos
comunicacionales y el comportamiento y
conducta de los electores. Por ejemplo, el
neuromarketing ayuda a diseñar y articular estrategias políticas con el propósito
de persuadir y movilizar a los votantes a
las urnas a partir del conocimiento de su
sistema cerebral, influenciándolos en sus
ideas, creencias, actitudes y conductas.
Es así como el neuromarketing busca
comprender la lógica del voto de los ciudadanos y su comportamiento político,
conociendo los pensamientos, sentimientos y deseos subconscientes que mueven
sus decisiones políticas.
¿Cómo surge y cómo se desarrolla el
neuromarketing político? ¿Cuáles son
sus hipótesis y planteamientos centrales?
¿Qué ventajas genera el uso del neuromarketing en la política? ¿Cuáles son sus alcances y sus limitaciones? A continuación
se dará respuestas a tales interrogantes.
Origen y desarrollo
El neuromarketing político es una
subdisciplina de la mercadotecnia que se
avoca al estudio de los procesos de intercambio político voluntario que se dan en
la esfera pública entre la clase política
y los ciudadanos, cuyo fin es indagar y
explicar científicamente el impacto que
julio-septiembre 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN
55
los estímulos político-comunicacionales
generan en la conducta de los ciudadanos.
Es una subdisciplina que toma diferentes
aportaciones, conocimientos y técnicas de
las neurociencias aplicándolas a la mercadotecnia política.
En ese sentido, el neuromarketing político surge como una derivación del neuromarketing comercial, al aplicar sus principios y técnicas a los asuntos políticos y
de gobierno. Es decir, se origina como una
extensión y aplicación de los principios,
conocimientos y fundamentos teóricos
que se han desarrollado en el campo de
los negocios y las empresas, para tratar de
explicar el comportamiento político de los
ciudadanos y conocer el efecto que tienen
los estímulos comunicacionales en la conducta de los electores.
El neuromarketing estudia y analiza los
efectos que las campañas de comunicación
política generan en el cerebro humano,
con el objetivo de predecir y condicionar
la conducta de los ciudadanos. Así, el
neuromarketing, por ejemplo, lleva a cabo
estudios para conocer cómo responden las
personas ante determinados estímulos con
el fin de aplicarlos a las campañas políticas y a la comunicación gubernamental.
Como campo del conocimiento, el neuromarketing político surge a fines del siglo
XX mediante la realización de estudios
e investigaciones científicas tratando de
explicar cómo procesa el cerebro los diferentes estímulos comunicacionales propios
de la política (mensaje, imagen, encuestas,
campañas, etcétera), así como para conocer las partes del cerebro que se activan
cuando los ciudadanos son expuestos a
diferentes estímulos y cuando toman
decisiones de carácter político. Se
considera que los primeros estudios
de neuromarketing se realizaron en
Estados Unidos de Norteamérica en
la Universidad de Emory en Atlanta.
En ese país sobresalen dos neurocientíficos por sus investigaciones
en relación con el comportamiento
humano. Antonio Damásio, entre otras
cosas, comprobó que el sentimiento es
un componente integral de la razón y
que el ser humano –antes de pensar–
primero siente. En otras palabras: en
el proceso de construcción del pensamiento centralmente intervienen las
emociones, ya que éstas juegan un
papel decisivo en los procesos cognitivos que están implicados en la toma
de decisiones. Además, Damásio concluye que para el ser humano es más
fácil sentir que pensar, pues esto último implica un esfuerzo que no todos
quieren o están dispuestos a realizar.
Por su parte, Joseph LeDoux, un
especialista en el estudio del miedo,
las emociones y la memoria, descubrió
que la emoción es más potente que la
razón y que en el proceso de toma de decisiones, el coeficiente emocional de las
personas es más importante que el coeficiente racional. En este orden de ideas y
de acuerdo con tales hallazgos científicos,
se puede decir que, en muchos casos, la
emoción controla a la razón.
Hoy día, los neurocientíficos, a través
de mediciones biométricas, imágenes de
resonancia magnética, escaneos cerebrales, magnetoencefalografías, electroencefalogramas y otros medios, tratan de
conocer la actividad cerebral, el ritmo
cardíaco, las respuestas galvánicas (fisiológicas) de la piel y la actividad cerebral,
entre otras, en su relación con la conducta política de los ciudadanos.
Principios del neuromarketing
Desde muchos años antes, se había
cuestionado la idea de que el ser humano
es un individuo completamente racional y
que era consciente de sus decisiones. Por
ejemplo, Platón señalaba que “el humano
es como una carroza jalada por dos caballos; una representa la razón y la otra la
emoción, siendo esta última mucho más
poderosa que la primera”.
En el mismo sentido, en el siglo XX, algunos investigadores habían dado cuenta
sobre el comportamiento humano y su relación con sus estructuras cerebrales. Por
ejemplo, Paul Mclean y Gavin de Becker
desarrollaron la teoría del cerebro triuno,
conformado por tres partes o tres cerebros
diferentes, los cuales están estrechamente
interrelacionados: 1) el cortex responsable
56 REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/julio-septiembre 2013
del pensamiento lógico-racional; 2) la
amígdala (sistema límbico) responsable
de las emociones, la afectividad, la animosidad y las motivaciones y 3) el sistema
reptiliano o ínsula responsable del comportamiento instintivo.
De acuerdo con los hallazgos científicos, pues, el ser humano posee tres tipos
de cerebros: 1) El neo-córtex o cerebro
reflexivo, que es el responsable de los razonamientos y pensamientos; 2) el cerebro
emocional, que es el responsable que el
ser humano sienta y se emocione; y 3) el
cerebro primitivo o reptiliano, que es el
responsable de la intuición y el instinto.
A partir de estos hallazgos y a partir de
recientes investigaciones científicas en
materia de neurociencias, se han elaborado una serie de principios que hoy día se
utilizan como fundamentos centrales para
denominar al neuromarketing político.
Los principios más importantes son los
siguientes:
Primero: el sentimiento es un componente integral de la razón y no se puede
separar la mente del cuerpo, ni el pensamiento de las emociones. Esto es, en el
proceso de construcción del pensamiento
intervienen centralmente las emociones,
las cuales son muy poderosas para la toma
de decisiones, en especial las políticas.
Segundo: 85% de las decisiones que
toma el ser humano, son tomadas espontáneamente y, por ende, de manera
inconsciente. En tal sentido, existe todo
un universo de decisiones inconscientes,
mismas que se producen en un segundo
plano de la conciencia humana. Esto significa, nada más y nada menos, que 85%
de la gente no sabe por qué hace lo
que hace.
Tercero: el ser humano toma decisiones en un entorno emocional o instintivo, luego justifica esas decisiones
racionalmente; pero en realidad son
el cerebro primitivo y el emocional
los que toman la mayor parte de las
decisiones.
Cuarto: las investigaciones en neuromarketing político han demostrado
que la memoria –sea ésta de corto,
mediano o largo plazo– y el recuerdo que tienen los ciudadanos de un
partido, su ideología, o sus candidatos, constituyen un indicador y un
motivador más pertinente y confiable
para medir la eficacia de un anuncio
publicitario.
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