RMC 135
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RMC 135
Número 135 jul / sep 2013 Fundador: Miguel Ángel Sánchez de Armas Director: Omar Raúl Martínez Subdirector: Jorge Tirzo Editor: Raúl López Parra Consejo Editorial: Gerardo Arreola, Francisco de Jesús Aceves, Alma Rosa Alva de la Selva, Guillermina Baena, José Luis Becerra, Virgilio Caballero, José Carreño Carlón, José Luis Esquivel, Javier Esteinou, Fátima Fernández Christlieb, Ricardo G. Ocampo, Carmen Gómez Mont, Perla Gómez Gallardo, Javier González Rubio, Miguel Ángel Granados Chapa (), Fernando Gutiérrez, José Luis Gutiérrez Espíndola, Octavio Islas, Felipe López Veneroni, Fernando Mejía Barquera, Humberto Musacchio, Raymundo Riva Palacio, Miguel Ángel Sánchez de Armas, Enrique Sánchez Ruíz, Luis Javier Solana, Beatriz Solís Leree, Gabriel Sosa Plata, Florence Toussaint. Consejo Editorial Internacional: Rafael Roncagliolo (Perú), José Marques de Melo (Brasil), Miguel de Moragas (España), Joaquín Sánchez (Colombia), Marcelino Bisbal (Venezuela), José Manuel de Pablos (España), Sergio Caletti (Argentina), Armand Mattelart (Bélgica), Benjamín Fernández Bogado (Paraguay), Mariano Cebrián (España), Manuel Martín Serrano (España) Gerente Administrativa: Esperanza Narváez Producción: Clara Narváez, Anay Romero, Israel Navarrete, Andrés Camacho Buendía () Ilustraciones y Fotografía: Del Ángel, Antonio Soto, Cuartoscuro, Sari Dennise Diseño de Portada: Iván Alberto Cabrera S u m a r i o Año XXVI XXV Aniversario de RMC 5 Omar Raúl Martínez Cinco lustros de tomar el pulso 11 José Luis Esquivel Una revisión al debate 13 Enrique E. Sánchez Ruiz Región, movimientos sociales y comunicación política 16 Francisco Aceves González Libertad de expresión en México 19 Perla Gómez Gallardo La TV como protagonista 21 Alma Rosa Alva de la Selva Fuerzas en pugna 25 Francisco Vidal Bonifaz Generación Einstein 29 Octavio Islas / Amaia Arribas Urrutia La aportación de la academia 33 Fátima Fernández / Patricia Ortega / Beatriz Solís Presidente Honorario: Miguel Ángel Sánchez de Armas Presidente: Omar Raúl Martínez Vicepresidenta: Esperanza Narváez Perafán Director Ejecutivo: Jorge Tirzo Fondo Editorial: Clara Narváez, Abigail Cervantes Proyectos Especiales: Roberto Barrios Gaxiola, Pilar Ramírez, Alfonso Yáñez, Fabiola Narváez, Verónica Trinidad Martínez, Raúl Velázquez Asesores de Producción: Antonio Moreno, Adela Ávila, Hormisdas Cobos () Auxiliar de la Dirección: Jorge Jaramillo Servicio Social: Daniela Caballero, Karen Molina, Miriam Olmos, Berenice Espinosa, David Hernández, Sergio Hernández. La Revista Mexicana de Comunicación es el órgano oficial de la Fundación Manuel Buendía, AC. La revista y la Fundación están integradas como observadoras al Consejo Nacional para la Enseñanza e Investigación de las Ciencias de la Comunicación (CONEICC), a la Red Mexicana de Protección a Periodistas y Medios de Comunicación y a la Asociación Mexicana de Investiga-dores de la Comunicación (AMIC). Ambas son miembros de la Red Iberoamericana de Revistas de Comunicación y Cultura, de la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP), de la Asociación Latinoamericana de Investiga-dores de la Comunicación (ALAIC) y del Instituto Interna-cional de Comunicaciones (IIC), y representadas en la Asociación Internacional de Investigadores de Comunica-ción de Masas. Revista Mexicana de Comunicación es una publicación bimestral editada por ECO Información SC. ISSN 0187-8190. Certificado de licitud de título 3390, de contenido 3221 y de reserva de uso de título 72-89. Editor responsable: Omar Raúl Martínez Sánchez. Dirección: Guaymas 8-408, col. Roma, 06700, Del. Cuauhtémoc, México, DF. Tel. 52 08 42 61. Impreso en los Talleres de Reproscán, SA de CV, Antonio Maura núm. 190, col. Moderna, 03510, Del. Benito Juárez, México, DF. Tel. 55 90 99 32. Distribución: En locales cerrados de toda la República CITEM, Taxqueña 1798, México DF, Permiso de SEPOMEX como publicación periódica núm. 048-0689; características 229541 409. No se responde por originales no solicitados. Los artículos firmados no reflejan necesariamente la línea editorial de la revista. Se prohibe la reproducción del contenido salvo citas para reseña. Nuestros derechos comunicativos como audiencias 40 Guillermo Orozco Gómez Comunicación y divulgación de la ciencia 44 Felipe López Veneroni Adiós al papel 48 José Mauel de Pablos / Concha Mateos / Alberto Ardévol político como comunicador 52 ElGuillermina Baena Paz Político 55 Neuro-Marketing Andrés Valdez / Roberto Hilario / Arturo Vergara Columnas 8 Biblioteca Periodismo, cuentos, datos, reporteo digital... / Jorge Tirzo y sociedad 9 Tecnología Informatización de la sociedad / Carmen Gómez Mont Cinco lustros de Comunicación y medios XXV Aniversario de RMC Con este ejemplar, el reloj marca una edad celebratoria para la Revista Mexicana de Comunicación: cinco lustros, dos décadas y media, 25 años de vida. Concebida en el seno de la Fundación Manuel Buendía con el afán de estimular sus propósitos, la RMC aparece en el escenario de la prensa mexicana en septiembre de 1988 bajo la batuta y el entusiasmo tenaz de Miguel Ángel Sánchez de Armas y el acompañamiento y respaldo de un importante grupo de investigadores y periodistas. Omar Raúl Martínez D esde un principio nos planteamos la pertinencia de abrir un espacio periódico en donde tuvieran lugar preponderante el registro, la reflexión, el análisis, el escrutinio y el debate en torno al papel de los medios de comunicación en México y el mundo. El entorno social, académico, político y profesional de aquella época volvía indispensable un foro de esta naturaleza habida cuenta que eran contadísimos los espacios de análisis y reflexiones sobre tales tópicos en cuya sustancia abrevaran del aporte académico y la perspectiva periodística. Adicionalmente desde tres lustros previos se venía presentando una veloz expansión tanto de los estudios superiores de comunicación como de la infraestructura y cobertura de los medios masivos, lo cual suponía la aparición de nuevos fenómenos sociopolíticos, económicos y culturales necesarios de examinar a la luz de la nueva realidad. Tres fueron, por tanto, los objetivos centrales que se impuso la Revista Mexicana de Comunicación: 1. Rescatar y compartir materiales o aportaciones de investigadores de la comunicación para su amplia difusión con el ánimo de fomentar la permanente actualización, el intercambio y la discusión. 2. Difundir los reportajes, entrevistas, ensayos y artículos especializados de periodistas sobre los grandes temas en el área o acerca de aspectos coyunturales dignos de escrutinio y examen. 3. Ofrecer un espacio de encuentro informativo a la comunidad del periodismo y de la academia, que precisa de estudios serios y documentados para profundizar en ciertos segmentos o ampliar sus horizontes profesionales. De esa suerte, desde su origen la RMC asume un perfil que engarce teoría y práctica, que vincule a los académicos con los periodistas, que acerque a los estudiantes con el ámbito profesional, que amplíe las miradas y lazos entre los expertos de la comunicación y las audiencias no especializadas… Las comunidades académica y periodística recibieron con buenos ojos la llegada de ese naciente espacio, aunque algunos la miraron como un interesante proyecto que, al no estar respaldado en alguna institución pública o universitaria, pasaría a engrosar la lista de proyectos frustrados en el ámbito de la divulgación de la comunicación. A 25 años de distancia de su primera luz, la revista ha pretendido mantenerse fiel a sus principios y afanes primigenios: estrechar los vínculos entre julio-septiembre 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN 5 la investigación científica y el quehacer mediático. Al respecto, Francisco de Jesús Aceves ha escrito: la RMC ha logrado “derribar las ancestrales barreras entre comunicadores y comunicólogos”. Por su parte, en un análisis en torno al debate sobre la investigación de la comunicación en México publicado en la primera edición, Enrique Sánchez Ruiz sostiene en las siguientes páginas que “la RMC ha permanecido como un intermediario de gran valía entre investigadores y diversos públicos especializados y no especializados, tal y como prometía el editorial del primer número”. Educación desde hace 24 años. Asimismo hemos transitado rumbos con dos revistas muy significativas en la última década: Etcétera. Para entender a los medios, dirigida por Marco Levario Turcott; y Zócalo. Comunicación, política y sociedad, comandada por Carlos Padilla Ríos. En el ámbito digital ha sido destacable la labor de Razón y Palabra, “Primera revista digital en Iberoamérica especializada en Comunicología”, editada por el Proyecto Internet del Tecnológico de Monterrey, Campus Estado de México, encabezada por Octavio Islas y Fernando Gutiérrez. Debido a la multiplicación de foros para discutir los medios y la comunicación, pero específicamente al soslayo a la asignación publicitaria a revistas científicas y culturales, así como al franco despegue de la Internet con la difusión gratuita de contenidos, en los últimos 12 años no ha sido sencillo el mantenimiento de la RMC, pero sigue persistiendo en sus empeños. Gracias al incondicional apoyo de amigos académicos y periodistas que nos privilegian con sus aportaciones para compartirlas a nuestro público; gracias a la entrega absoluta del equipo de producción editorial de la Fundación Manuel Buendía que ha puesto vida, alma y corazón (cuyos nombres aparecen en la siguiente foto); y gracias a los amigos funcionarios que desde sus respectivas entidades institucionales nos apoyan con sus difusiones publicitarias, ha sido posible llegar al día de hoy y celebrar este XXV aniversario de RMC. Recorrido y contexto El director fundador, Miguel Ángel Sánchez de Armas, en 1994 observaba dos etapas en un balance preliminar: La primera corre desde su gestación, su nacimiento, su sobrevivencia y crecimiento, y termina en junio de 1992, cuando me separo por otros compromisos profesionales incompatibles con la dirección de RMC. La otra comprende de entonces a la fecha, encabezada por Omar Raúl Martínez, y es la fase de la consolidación y ampliación de la revista. Al ofrecer un encuadre histórico en la presente edición, José Luis Esquivel refiere que a lo largo de estos cinco lustros, tanto en su formato impreso como en su versión digital, no han faltado “los temas de palpitante actualidad”, los cuales “hemos conocido a plenitud a través de la pluma de verdaderos expertos”. En otras palabras: no resulta aventurado señalar que asomarse a las 135 ediciones de RMC que abarcan de septiembre de 1988 a septiembre de 2013, significa acercarse a la historia de los medios de comunicación, así como al diagnóstico de varios de los relevantes temas emergidos en ese periodo desde la mirada e inteligencia de los estudiosos y periodistas más destacados de nuestro país. Es justo recordar que en sus primeros 25 años de vida, la Revista Mexicana de Comunicación ha podido compartir el trayecto con otras publicaciones y espacios cuyos valiosos aportes han contribuido a enriquecer el espectro del análisis de los medios y la comunicación en sus diversas facetas: Comunicación y Sociedad, una revista académica semestral especializada que también desde 1988 publica resultados de investigación, así como acerca de teorías y metodologías, publicada por la Universidad de Guadalajara. Igualmente digna de reconocimiento es la revista radiofónica El Fin justifica a los medios, que bajo la batuta de Graciela Ramírez se difunde los martes por Radio Miguel Ángel Sánchez de Armas, Director fundador. 6 REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/julio-septiembre 2013 Gracias también a todos ellos y en especial al equipo operativo comandado por Jorge Tirzo, actual director ejecutivo de la Fundación Manuel Buendía y subdirector de RMC, la versión en línea no solo se ha enriquecido y sistematizado en sus contenidos sino además se le ha dado un nuevo cariz visual con el apoyo de jóvenes universitarios. Voces expertas Así, además de su versión impresa, con el impulso en su formato digital que se actualiza de manera sistemática, la Revista Mexicana de Comunicación refrenda hoy su compromiso de seguir ofreciendo textos de largo aliento como los que precisamente se recogen en la presente edición: Perla Gómez, por ejemplo, en un puntual ejercicio de análisis y síntesis, sienta 25 reflexiones dignas de atender en estos cinco lustros a propósito de las implicaciones y polémicas aristas de la libertad de expresión en nuestro país. Carmen Gómez Mont –académica que muy pocas veces ha faltado a la cita con su acostumbrada columna en RMC– escribe sobre las tecnologías de la Información y la Comunicación en el proceso de informatización de las sociedades, considerando sus significados en lo social, lo educativo y lo profesional. Alma Rosa Alva de la Selva desarrolla una claridosa revisión sobre las múltiples transfiguraciones que la TV mexicana ha vivido a lo largo de 25 años donde la veta comercial ha tendido a mantener rezagado al sector en su sentido social y político. Francisco Vidal registra y analiza cómo –justo desde la aparición de la RMC– inicia el despegue de las telecomunicaciones en el país, ofreciendo un documentado estudio hasta el momento actual donde la diversificación de plataformas de distribución de contenidos ha generado una lucha continua entre los grandes consorcios del área en México y el mundo. Francisco Aceves realiza una revisión de sus propias aportaciones expuestas en RMC acerca de comunicación política y movimientos sociales, como una muestra paradigmática de que, así como éste, han sido tocados una multiplicidad de temas. Octavio Islas y Amaia Arribas ofrecen una radiografía de la Generación Einstein, fenómeno de la ecología cultural de las sociedades contemporáneas, desplegado con el auge de la Internet en los últimos 25 años. Fátima Fernández, Patricia Ortega y Beatriz Solís rescatan de la memoria una valiosa recapitulación en torno a El equipo de la Revista Mexicana de Comunicación. De pie: Manuel de Jesús Ramírez (Prácticas profesionales), Lair de Jesús García (Prácticas profesionales), Alberto Iván Cabrera (Diseño), Jorge Tirzo (Subdirector y editor en línea), Israel Navarrete (Logística y producción editorial). Sentados: Carmen Sagrario Flores (Publicidad), Anay Romero (Producción editorial), Esperanza Narváez (Coordinadora administrativa), Clara Narváez (Coordinadora técnica y Producción editorial) y Omar Raúl Martínez (Director). las aportaciones que los investigadores de la comunicación han realizado en las últimas tres décadas y media, las cuales permiten aquilatar su directa incidencia en la concepción y construcción de la reciente reforma legislativa en materia de telecomunicaciones y radiodifusión, para confirmar “lo beneficioso que puede resultar la reflexión unida a la acción”. Guillermo Orozco publica un sugerente reflexión sobre el desdén mediático y legislativo en lo que concierne a los derechos comunicativos de las audiencias, lo cual a su vez ha generado en los años recientes un vacío jurídico “que lamentablemente se ensancha […] como consecuencia del abuso creciente de quienes detentan el poder y el control de los medios masivos”. Felipe López Veneroni comparte puntuales razonamientos de corte filosófico en torno a los alcances de la comunicación científica y el divulgador de la ciencia, un tema que ha venido ganando terreno en los últimos cinco lustros. José Manuel de Pablos, Concha Mateos y Alberto Ardevel, invitados in- ternacionales, diseccionan un tópico que mueve a la preocupación de los medios impresos: la inminente desaparición del papel, y particularmente de las revistas científicas en ese soporte, lo cual obliga a un replanteamiento de su función a través de los nuevos recursos tecnológicos. Y con los artículos de Guillermina Baena Paz y de Andrés Valdez Zepeda relativos a diversas vertientes de la comunicación política, la presente edición cierra un singular y excepcional caleidoscopio de voces expertas, tal y como lo hemos venido procurando en cada una de las 135 ediciones de RMC. Por nuestra parte, sólo nos resta agradecer a la vida, al tiempo, a los más cercanos, a nuestros fieles lectores, la oportunidad que nos brindan de compartir un foro como Revista Mexicana de Comunicación. Esperamos seguir contando con su respaldo y su acompañamiento que siempre nos resultan vitales. Orgullosamente alzamos la copa para decir: ¡Salud! Docente e investigador de la División de Ciencias de la Comunicación en la UAM Cuajimalpa. Director de Revista Mexicana de Comunicación. Profesor de la UNAM y de la Maestría de Periodismo Político en la EPCSG. julio-septiembre 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN 7 Biblioteca Biblioteca Jonathan Gray Pablo Mancini Nelson Fernández Liliana Chambers Jorge Tirzo International Alberto Salcedo Ramos Center for Journalists Seguridad en el reporteo digital N Introducción al periodismo digital Y a no es una opción. El periodismo digital es una realidad que involucra conocimientos de producción multimedia, manejo de redes sociales, creación de medios y por supuesto principios básicos del periodismo. Guía de periodismo en la era digital es un manual práctico para estudiantes de periodismo e informadores que comienzan en la reportería digital. A través de ejemplos, tutoriales, ejercicios y enlaces a recursos relacionados, se explican tanto los aspectos teóricos como prácticos de esta forma de hacer periodismo. International Center for Journalists, Guía de periodismo en la era digital, ICFJ, Estados Unidos, 2013, 30 p.p. Disponible para descarga electronica en: http://www.icfj.org/sites/default/ files/icfj_guia_de_periodismo_FINAL.pdf 8 Cuentos periodísticos A lberto Salcedo Ramos es uno de los cronistas más importantes de América Latina. Recientemente fue galardonado con el Premio Ortega y Gasset 2013 en periodismo por su trabajo como narrador de no-ficción. Su obra es indudablemente literatura de la realidad. Uno de los principales exponentes del nuevo periodismo en español. Echar el cuento es un breve ebook publicado por eCícero con una profunda conversación con el cronista colombiano. Entrevistado por el español Fernando García Mongay, Salcedo Ramos habla de las convicciones y los retos de su oficio. Inspirador para quien gusta del periodismo narrativo. Salcedo Ramos, Alberto, Echar el cuento, eCícero, España, 2013. Disponible como descarga gratuita en: http://www.ecicero.es/products/ alberto-salcedo-ramos-echar-elcuento/ REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/julio-septiembre 2013 o sólo ha cambiado la forma de hacer periodismo, sino también la de coartar la libertad de expresión. Actualmente las corporaciones y los gobiernos tienen programas computacionales que capturan millones de paquetes de información. Cuando necesitan un dato sobre alguien, solamente lo buscan en sus archivos. Cryptoperiodismo: Manual ilustrado para periodistas de Pablo Mancini y Nelson Fernández es justamente una publicación didáctica para ejercer el periodismo de forma segura. Cómo encriptar la información, asegurar la transferencia de datos y evadir a los intrusos en la red, son algunos de los temas abordados de una manera gráfica. Un tutorial imprescindible para cualquier periodista, sobre todo para los que cubren temas sensibles. Mancini, Pablo y Fernández Nelson, Cryptoperiodismo: Manual ilustrado para periodistas, Autoedición, Argentina, 2013. Puede leerse en línea o descargarse en formato ebook de: http://cryptoperiodismo.org Informar con datos No pocos periodistas afirman públicamente no ser muy buenos con los números. Sin embargo, el buen periodismo cada vez requiere más del procesamiento responsable de las estadísticas, los infográficos y el análisis de tendencias. El periodismo de datos cada vez toma más vigencia no sólo para los fenómenos económicos, sino también para encontrar historias sociales. El Manual de Periodismo de Datos es un libro elaborado de forma colaborativa en la web con apoyo de los lectores, los redactores y los editores de diarios de todo el mundo. Entre otros, colaboraron la Australian Broadcasting Corporation, BBC,The New York Times, Washington Post, entre otros. La edición en español corre a cargo del diario La Nación de Argentina. Imprescindible para los redactores que quieran incursionar en este tipo de periodismo. Gray, Jonathan; Bounegru, Liliana y Chambers, Lucy (Editores), Manual de periodismo de datos, La Nación, Argentina, 2013. Puede consultarse en línea desde: http://interactivos.lanacion.com. ar/manual-data/ La informatización de la sociedad: 25 años después Tecnología ¿Sigues sin pensar y sociedad que todo está Carmen Gómez Mont H ace 25 años florecía un lenguaje grandilocuente que colocaba toda su esperanza en las TIC para el avance económico y social, principalmente, de los países del Sur. La globalización daba sus primeros pasos y poco entendíamos las fronteras a las que nos llevaría una sociedad interconectada, previamente anunciada por Simón Nora y Alain Minc en su libro La informatización de la sociedad (1978 ). El Muro de Berlín y todo un sistema político-económico estaba por derrumbarse (noviembre de 1989) y junto con él los ideales que derivaron del Manifiesto del Partido Comunista redactado por Marx y Engels en 1848. En su lugar, la Ciencia y la Tecnología (Z.Brzezinski) ocuparían un lugar primordial ante una sociedad que repentinamente se vio sin rumbo y sin ideales en los cuales creer. La fe se colocaba así en los grandes laboratorios de I&D, dictando el nuevo dogma que señalaba que las sociedades más avanzadas serían las que contarían con recursos para la innovación destinada, desde luego, a incrementar el capital. Así nace la llamada sociedad de la información, pronto cooptada por las industrias y empresas más poderosas del mundo, transformando sus sueños e ilusiones en nuevas rutas para el incremento del capital. Bajo estas normas, queda en el centro del escenario la necesidad de conocer y dominar partes, componentes, lógicas y generación de contenidos derivados de la industria informática. Una educación por siglos no alterada, se tornó uno de los reductos más importantes para formar cuadros capaces de responder a las leyes de la industria de la información, hoy en pleno florecimiento, pero no para dar respuesta a las reales demandas de información y comunicación de la sociedad. En esos años nos preguntábamos sin cesar si las TIC serían un nuevo caballo de Troya para la educación. Hoy no hemos encontrado aún la respuesta. Ante las agudas demandas de esta nueva industria, la educación se cimbró y se dio cuenta de que, a pesar del uso de la tiza y del pizarrón, se estaba configurando un mundo cambiante en todos los órdenes: medio ambiente, economía, política, sociedad y cultura, entre muchos factores más. La globalización tomaba fuerza por un lado y el avance de las democracias en el mundo impulsaba la posibilidad de establecer un diálogo horizontal entre ciudadanos. No más audiencias en tal sentido, todos devenimos productores, siguiendo a Omar Rincón. A partir de ese momento se hicieron varias constataciones: a pesar de que la educación comenzaba a sacudirse siglos de inmovilidad, iba mucho más lenta que los vertiginosos cambios que se venían perfilando desde el úl- conectado? Hace 25 años, cuando estaba por iniciarse la década de los noventa, México vivía un boom económico y político. Estaba por firmarse el Tratado de Libre Comercio con Norteamérica, acuerdo que representaría para el país el ingreso al selecto grupo de países desarrollados. En la puerta estaba también la privatización de la telefonía y un impulso al avance de las telecomunicaciones en la región latinoamericana. México y Brasil eran los países líderes que contaban con sistemas propios de satélites. timo tercio del siglo XX, es decir: millones de ciudadanos capaces de generar contenidos innovadores que impulsarían principios de información y comunicación fuera de los cauces institucionales. El aprendizaje invisible (como lo refieren Cristóbal Cobo y Moravec en 2011) se tornaba así una de las claves para una educación con mayor capacidad de respuesta a las demandas del siglo XXI. A pesar de la sociedad de la información, la educación dejó de ubicarse intramuros, para desplazarse en mil direcciones en marcos extramuros, en la vida cotidiana de los sujetos. Ante esta irrupción de necesidades por informarse, conocer y comunicarse, derivaron principios de cooperación y de organización por comunidades de aprendizaje. Fue en esta vertiente −como plantea Castells− donde ingresó la sociedad red constituyéndose los principales fundamentos para hablar de sociedades del conocimiento. Tal hecho, más allá de las TIC, implicaba elementos que es importante considerar. El campo de los expertos y de los profesionales abría nuevas fronteras para que participaran en la generación de informaciones miles, millones de amateurs que generaban con igual profesionalismo, pasión y compromiso informaciones de gran valor porque se desprendían de su vida cotidiana, de ser testigos y vivenciar lo que venían contando en sus sitios Web, Blogs, Facebook y Twitter. Ante una crisis de credibilidad en los grandes medios, esa práctica renovó a comunidades enteras urgidas de contar con información fidedigna. Es así como se vio nacer a un sujeto julio-septiembre 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN 9 comunicacional capaz de hacer caer gobiernos (países árabes). Patrice Flichy (Le sacre d´amateur, 2010) señala que no se trata de que los ciudadanos digitales desplacen a los expertos. Éstos están anunciando un nuevo hecho: un nuevo diálogo que se establece a partir experiencias y visiones bien particulares, que se realiza en marcos de vida cotidiana, que es capaz de crear imaginarios, nuevos usos e innovaciones que van a devenir el eje de las sociedades del conocimiento. Estos nuevos actores se desplazan –señala Flichy– fundamentalmente en tres áreas de manera altruista: el arte, el espacio público y el conocimiento. Un factor primordial, en este sentido, se vincula con propuestas innovadoras que se muestran, comparten y mejoran en las redes. La innovación deviene así colectiva: se trata de un conocimiento en constante evolución que es obra de un grupo de expertos. Entre los mejores ejemplos están Wikipedia, el Wi-Fi y el Software libre. Ante la velocidad con que se llevan a cabo estas mutaciones, la educación formal no sabe cómo responder pues aún no hay cabida para ellos en los clásicos planes de estudio, en la organización escolar y universitaria por semestres, en las modalidades de evaluación (aprobado-reprobado) y tantos factores más que la educación está tratando de entender cómo integrar, para resolver. De esa suerte se crea una crisis generacional, no tanto entre quienes pueden manejar con cierta facilidad las TIC y quienes no, sino entre quienes han ingresado a los núcleos comunitarios de aprendizaje de manera natural y por propia convicción y quienes aún permanecen en una visión personal e individualizada de la educación. Esta división no tiene que ver ni con edades, ni con generaciones, ni con nativos digitales. Es transversal. Se trata de procesos de integración social ante los cuales todos estamos en juego. Se trata de sistemas de reconocimiento y de integración donde la lógica de las redes a través de las TIC forman una primera encrucijada. La sociedad ha dejado 10 de ser una para transformarse en núcleos de sociedades diversas, complejas, frágiles e integradas en un espacio de relaciones que van de lo local a lo global, sin importar país ni cultura. Ante una miríada de configuraciones sociales, ser parte de este nuevo conglomerado de sociedades, crear una identidad propia y permanecer conectado, se han tornado un valor supremo que la educación como sistema debe lograr comprender e integrar dentro de sus lógicas de aprendizaje. En estos espacios, la capacidad de respuesta se da y debe darse en tiempo real. Sin embargo, la capacitación docente y el rediseño de planes de estudio pueden tomar lustros. En este mundo de tribus, las interconexiones permiten pasar de unas a otras. Hay una inmensa apertura social que todo mundo quiere aprovechar. Cada quien, libremente, puede elegir el grupo al que quiere pertenecer. Es así como la integración (social) pasa por la posibilidad de estar conectado a través de la creación de una identidad que toma forma, en gran parte, en las redes sociales. De ahí derivan las posibilidades de ejercitarse laboralmente, de ser reconocido y contratado desde un sistema económico fragilizado e igualmente en mutación. Cuando estas tesis tratan de aplicarse a los sistemas educativos, aún brincan en mil pedazos. Desde esa perspectiva se puede hablar de la enorme distancia que aún existe en las instituciones y la metamorfosis social que se vive en pleno siglo XXI. Por tal razón, más que enumerar una serie de innovaciones tecnológicas que se introducen al aula, ha sido importante reparar en esta columna las verdaderas dimensiones sobre las cuales debe pasar el proceso de apropiación de las TIC en sociedades en constante cambio. La educación es, en este sentido, sólo una de sus vertientes. Queda irremediablemente unida a todos los ámbitos de la vida y por esta misma razón se torna casi imposible contemplarla como una realidad aparte. Investigadora. Correo electrónico: [email protected] REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/julio-septiembre 2013 Este libro puede leerse desde varios miradores. Es, para empezar, un repertorio de lecturas sobre periodismo, que permite tener un panorama de lo que es este oficio, esta técnica, este conjunto de destrezas, esta convicción, que de todos esos modos concibe el autor el periodismo. Se trata de libros no sólo citados sino digeridos, cuyo metabolismo resulta en energía creadora. Miguel Ángel Granados Chapa La obra tiene como horizonte de expectativas establecer las tensas relaciones entre la democracia y comunicación y la forma en que tal vínculo entra en conflicto con la emergencia de nuevos sujetos de la politica en México y Argentina. La vida del espectador contemporáneo depende cada vez más de fuerzas exteriores derivadas de sus aparatos electrónicos, que suprimen su supuesta autonomía para convertirlo en un ente uniformizado, que subasta su parecer a partir de lo que mira en la TV, al grado de que es menos importante su vida que la de los personajes que se exhiben en al pantalla casera. Cinco lustros de Encuadre histórico de Revista Mexicana de Comunicación tomar el pulso Ha sido una revista a la altura de los desafíos y tiempo en que le ha tocado desarrollarse, pues ha sabido incardinarse en la construcción de la ciudad del conocimiento y ha promovido el intercambio entre distintos actores sociales al tender puentes de información e ilustrar o difundir los debates que tienen lugar en las instituciones de educación superior, como agentes de cambio, y en los foros públicos a lo largo y ancho de la República Mexicana. José Luis Esquivel L os que nacimos con el terrorífico bombazo en Hiroshima estamos marcados por una serie de acontecimientos espectaculares de todos los tonos, como el nacimiento de la ONU y la llamada guerra fría, que desembocó en el triunfo del capitalismo, con el derrumbe simbólico del Muro de Berlín en 1989 y la desintegración de la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas (URSS), además del resurgimiento de Gran Bretaña merced a la gestión política y económica de la primera y única mujer que ha llegado en ese país a ser Primera Ministra, de 1979 a 1990: Margaret Tatcher, conocida como La Dama de Hierro. Pero en el ámbito tecnológico no han terminado las sorpresas para nosotros, que hemos sido testigos del dominio de la televisión como medio masivo con su consecuente desarrollo en muchos órdenes, desde que se cubrió de gloria con la llegada del hombre a la luna en julio de 1969 y luego la transmisión a todo color de infinidad de sucesos, especialmente los deportivos, pero que hoy está pasando a segundo término entre las nuevas generaciones por la explosión del mundo digital a fines del siglo pasado, al popularizarse internet y las redes sociales. A nosotros nos sorprendieron las profecías de Isaac Asimov (1920-1992) a través de sus relatos de ficción que nos hablaban de los cambios por venir en el mundo periodístico, así como la predicción de Alvin Tofller en La Tercera Ola, en 1979, acerca de la desmasificación de los medios. Y todavía llevamos tatuados algunos axiomas del canadiense-norteamericano Marshall McLuhan (1911-1980) como La aldea global y El medio es el mensaje. A partir de tantos impulsos como estos, que le llegaron de todas partes a nuestra sociedad, ésta se abrió a la modernidad de la carrera universitaria de Ciencias de la Comunicación, que en la década de los setenta empezó a cobijar a cientos y luego a miles de alumnos que enfocaron sus intereses a llegar a los medios masivos o a las instituciones públicas y privadas con una buena formación en periodismo, relaciones públicas o comunicación organizacional, publicidad, mercadotecnia, fotografía y diseño gráfico. La nueva licenciatura se puso de moda y empezaron las teorías a sacudir cerebros y a agitar conciencias, pero también las técnicas exigieron el esfuerzo de una práctica constante, a la vez que la necesidad de materiales disparó iniciativas de importación de publicaciones y libros de autores norteamericanos traducidos del inglés al español y que nos llegaban desde Madrid, donde también empezaron a editar sus textos los profesores y académicos que inauguraron la misma carrera en la década de 1970. El Consejo Nacional para la Enseñanza e Investigación de las Ciencias de la Comunicación (Coneicc) se instituyó en 1976 y vino a ser el faro en el puerto que los navegantes de esta disciplina requerían para sentir mayor seguridad en su aventura en las aulas y en el ejercicio cotidiano. julio-septiembre 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN 11 Pero la crisis económica en México, evidenciada al final del mandato presidencial de Luis Echeverría en 1976 y recrudecida en el período de José López Portillo, hizo que en 1982 el nuevo gobierno recurriera a los tecnócratas como Miguel de la Madrid quien de inmediato debió aplicar una medida dolorosa ordenada desde el exterior por los impulsores del neoliberalismo, y entonces, a través de los famosos pactos, los planes faraónicos de todo lo que era la comunicación en general se fueron por la borda y se cancelaron proyectos o se redujeron presupuestos publicitarios al por mayor. Así, terminado el ciclo revolucionario de México iniciado en 1910, en ese ambiente dominado aún por el Ogro Filantrópico de Octavio Paz o la Dictadura Perfecta de Mario Vargas Llosa, el dedazo del PRI favoreció a Carlos Salinas de Gortari quien llegó al poder a consolidar el modelo de ocupamiento intelectual, en medio de severos cuestionamientos de legitimidad electoral y con la férrea oposición de los partidos de izquierda aglutinados en un Frente Nacional, ya en vísperas del nacimiento del PRD. Y justamente ese año de 1988, en medio de las discusiones y diatribas sobre el proceso en las urnas, vio la luz el primer número de la Revista Mexicana de Comunicación con el afán de dar cauce a las miles de inquietudes que ya rebasaban los medios de comunicación tradicionales y saltaban por entre los cristales de los claustros universitarios. La Fundación Manuel Buendía, nacida cuatro años antes, venía planeando este medio tan indispensable para los académicos y público interesado en una cultura tan específica. La comunicación, con todo y el recelo del medio oficial, alcanzó un estatus de altura merced al espíritu combativo de los diarios y revistas surgidos después del famoso “Golpe contra Excélsior” en julio de 1976, y también por los aires llegados de Europa con los estudios e investigaciones de la teoría crítica que confrontaba a la funciolista de Lazarfeld, Berelson y compañía. Con un olfato de lo que anticipada la nueva década, la Revista Mexicana de Comunicación preparó sus páginas para la avalancha de temas que provocó el uso popular de internet en la década de los noventa, así como la aparición de los teléfonos celulares que han venido a ser la punta de lanza de una tecnología de punta que revolucionó la comunicación gracias al genio de Bill Gates y de Steve Jobs, entre otros. Y a pesar de que en diciembre de 1994 y todo el año 1995 una nueva crisis financiera en México hundió las esperanzas de binestar, los editores de la rmc sacaron a flote las agallas para capear el temporal de reajustes publicitarios y de cierre de 12 proyectos de expansión de agencias de relaciones públicas. Ha sido una revista a la altura de los desafíos y tiempo en que le ha tocado desarrollarse, pues ha sabido incardinarse en la construcción de la ciudad del conocimiento y ha promovido el intercambio entre distintos actores sociales tendiendo puentes de información e ilustrando o difundiendo los debates que tienen lugar en las instituciones de educación superior, como agentes de cambio, y en los foros públicos a lo largo y ancho de la república mexicana, inclusive haciéndose presente con su página web, como lo reclama la etapa de lectores electrónicos en celulares y tabletas. En sus páginas, y en su sitio digital, no han faltado, en 25 años, los temas de palpitante actualidad como lo atestigua el desfile de novedades que nos ha tocado pulsar a quienes tenemos casi 70 años y, a pesar de la resistencia al cambio, por la RMC hemos conocido a plenitud a través de la pluma de verdaderos expertos en redes sociales y nos hemos tratado de adaptar al uso de herramientas tan sofisticadas para los que nacimos con el estallido de la bomba atómica en Hiroshima. Yo especialmente veo a la RMC no sólo como plataforma de difusión especializada en asuntos propios de su naturaleza fundacional, sino también como vínculo de amistad entre quienes amamos nuestra carrera y tenemos como lazo profesional a la comunicación. Para mí ha sido ocasión de trato con auténticos talentos y valores del medio en que me desenvuelvo, y un enlace afectivo con muchas personas con quienes he transitado a lo largo de estos 25 años. Enhorabuena. Profesor en la Facultad de Comunicación de la UANL. Doctor en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid. REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/julio-septiembre 2013 La presente obra busca aportar elementos significativos en la construcción de la nueva comunicación periodística que se encauza en las sociedades actuales. Dirigido a los medios informativas y sus profesionales, a los estudiantes y a los usuarios interesados, este libro aborda el tema del Ciberperiodismo desde los diferentes elementos básicos de la comunicación: el emisor del mensaje que es la empresa mediática y el propio periodista de la era digital; el contenido que es la construcción del ciberlenguaje periodístico; el receptor que es el usuario a quien llega la información; y los elementos contextuales que en su momento pueden definir o transformar el sentido de las difusiones, como el financiamiento. Siete investigadores de la comunicación en el primer número de RMC Una revisión al debate La Revista Mexicana de Comunicación (RMC) ha tenido un papel importante en el desarrollo del campo, siendo un vehículo de difusión, divulgación y popularización de muchos de los productos de la indagación académica. Poco a poco han surgido y se han consolidado unas pocas revistas científicas del campo, pero la RMC ha permanecido como un intermediario de gran valía entre los investigadores y diversos públicos, especializados y no especializados, tal como prometía el Editorial del primer número. Desde 1988 a la fecha han ocurrido muchos, grandes y pequeños, desarrollos que han propiciado que la investigación mexicana de la comunicación haya aportado elementos de conocimiento e información para comprender y eventualmente incidir en los acontecimientos mediáticos. Y la RMC ha sido un vehículo de diseminación informativa y debate de los sucesos y las ideas de la mayor importancia. Enrique E. Sánchez Ruiz C uando comenzó la Revista Mexicana de Comunicación, el mundo estaba atravesando por una serie de transformaciones importantes, de las cuales México no se podía escapar. Hubo una crisis económica que a nuestro país le pegó muy fuerte, desde 1982. A los ochenta se les llamó incluso la década perdida. Durante ese decenio, con la llegada al poder de Margaret Thatcher en Inglaterra y Ronald Reagan en Estados Unidos, y más en general el acceso al poder de una nueva derecha, advino a la hegemonía global el llamado neoliberalismo: nueva religión secular que reinaría por varias décadas en el mundo. Paradójicamente, ante esa década de crisis del capitalismo, terminamos pidiendo más capitalismo. Éste, continuó sufriendo crisis mayor o menormente agudas y profundas, hasta la actualidad. En septiembre de 1988 apareció el primer número de Revista Mexicana de Comunicación y al año siguiente se cayó el Muro de Berlín. Desde luego que no asumo ningún tipo de causalidad, pero este hecho influyó en las formas de escritura en todo el mundo: en términos simbólicos este hecho histórico significó para muchos el fracaso del comunismo y de su base teórica, el Marxismo (desde luego, en su versión dogmática, oficial, estatalista) y, complementariamente, el triunfo del capitalismo y su credo: el neoliberalismo. Significó para Francis Fukuyama y seguidores coyunturales el fin de la historia, ante el predominio final del sistema capitalista en lo económico y de la democracia liberal en lo político. Durante los decenios anteriores, los sesenta y en especial los setenta, en el mundo el pensamiento crítico, con algún grado de influencia marxista, tenía no sólo una relativa aceptación, sino una gran influencia, particularmente en las ciencias sociales practicadas en el ámbito de las universidades públicas. Se dice –y con razón– que las ciencias sociales tendieron a ser bastante sobreideologizadas. Pero sí tendría yo que hacer una diferencia entre versiones dogmáticas de las teorías sociales críticas, mismas que solamente debía uno citar y con eso evitarse el tener que realizar investigación empírica, y otras que, sin dejar atrás completamente el aspecto de crítica social (y crítica epistemológica, teórica, metodológica), más que partir de convicciones, partían de preguntas. Una vez que se cayó el Muro julio-septiembre 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN 13 de Berlín, ocurrió el Consenso de Washington y se terminó la historia: ocurrió una sobreideologización de signo contrario, hacia la derecha, en el mundo. La Revista Mexicana de Comunicación tuvo, como muchos otros órganos de divulgación cultural, ciertas presiones ideológicas en términos de los nuevos sentidos de la escritura crítica. Afortunadamente, en líneas generales nunca operó la espiral del silencio sobre la RMC y se ejerció el análisis crítico con la mayor libertad. Si bien el objetivo principal de la revista fue “abrir un espacio periódico en donde la reflexión, el análisis y la discusión contribuyan a esclarecer el papel que los medios masivos juegan en el conjunto de la sociedad mexicana”, como afirmaba el Editorial del primer número, también desde el principio se abrió un espacio para la reflexión “metacomunicacional”, es decir: aquella sobre la propia investigación sobre los medios. El primero de julio de 1988, la Fundación Manuel Buendía invitó a un grupo de jóvenes investigadores de la comunicación a sostener una conversación sobre las condiciones en que se ejercía tal labor a fines de los ochenta: qué temas se favorecían, qué enfoques teóricos y metodológicos, qué estilos y formas de hacer en lo individual y en lo colectivo; qué avances, retrocesos, barreras, etcétera, caracterizaban a la investigación mexicana. Asistieron Javier Esteinou, director del Taller de Investigación de la Comunicación (Ticom) de la UAM Xochimilco; Rubén Jara, en ese entonces director del Instituto de Investigación de la Comunicación A.C. (me parece que al momento recién separado de Televisa); Fátima Fernández Christlieb, Investigadora del Centro de Estudios de la Comunicación de la Facultad de Estudios Políticos y Sociales de la UNAM; Antonio Paoli, Investigador de la UAM Xoxhimilco; Guillermina Baena Paz, titular de la Coordinación de Ciencias de la Comunicación de la FCPyS de la UNAM; Raúl Trejo Delarbre, miembro del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM y quien esto escribe, que en ese momento era presidente de la Asociación Mexicana de Investigadores de la Comunicación, además de investigador del Centro de Estudios de la Investigación y la Comunicación (CEIC) de la Universidad de Guadalajara. Quien coordinó la mesa redonda fue José Luis Gutiérrez Espíndola, quien fungía como subdirector editorial de la naciente Revista Mexicana de Comunicación. Fue un intercambio espléndido. En realidad, en la medida en que hubo más bien una gran complementariedad en las opiniones vertidas, más que un debate, fue una 14 placentera conversación de amigos, sobre un tema de interés común para todos/as. Enfoque emergente El primer tema sobre la mesa fue el asunto de la sobreideologización de la investigación. Pareció haber consenso en que ésta efectivamente estaba disminuyendo en los claustros académicos, es decir: se hablaba de la sobreideologización de izquierda. Pero varios de los que ahí estábamos opinamos que algún grado de ideología era inevitable, “en el sentido de que todos nosotros tenemos percepciones del mundo, posiciones políticas más o menos compartidas que en alguna forma permean nuestro trabajo de investigación”, como afirmé en mi primera participación. Sin embargo, los asistentes al debate no habíamos notado todavía que estaba surgiendo una nueva sobreideologización en el emergente predominio del discurso neoliberal como nuevo espíritu de los tiempos, o especie de clima de opinión reinante, que lo ha sido durante los últimos decenios. Se mencionó el enfoque emergente de las mediaciones sobre el cual algunos asistentes manifestamos nuestro temor, casi convicción, de que estaba por constituirse en una nueva moda. Sin embargo, también se señalaron las posibilidades de que, quitando los aspectos de superficialidad de cualquier simple moda, hubiera nuevas aportaciones y enriquecimientos en la comprensión de la operación de los medios (a pesar de que uno de los planteamientos más elaborados, el de Jesús Martín Barbero, llamaba a desplazar las preguntas, “de los medios a las mediaciones”). Efectivamente, el mediacionismo, acompañado por el enfoque de estudios culturales, lideraron una moda intelectual latinoamericana durante REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/julio-septiembre 2013 los noventa y la primera década del nuevo milenio, haciendo aportaciones importantes, pero también produciendo algunos efectos no muy positivos. Aunque tal enfoque favoreció una visión relativamente más compleja de los procesos de flujos y recepción de los mensajes mediáticos hacia los receptores, en la medida en que diluyó las posibles consecuencias sociales de los mensajes de los medios, entre tantas mediaciones, apropiaciones, actividad, negociaciones, resemantizaciones, etcétera. El que los procesos de influencia social fueran muy complejos y que no era muy fácil determinar los efectos sobre las audiencias, se convirtió en un lugar común que tuvo incluso consecuencias políticas. Por ejemplo, cuando se recurrió a la Suprema Corte de Justicia para la determinación de un probable delito electoral por parte de Vicente Fox y de un grupo empresarial, por el uso intensivo de mensajes mediáticos a favor del candidato del PAN en 2006, Felipe Calderón Hinojosa, la conclusión de la Corte fue una paráfrasis del lugar común que recitaban muchos académicos de la comunicación, sin el recurso directo a la investigación empírica, con diseños complejos. Vicente Fox era inocente y los medios seguían siendo “hermanitas de la caridad”, porque no se podía determinar la influencia mediática con tantas mediaciones. Recuerdo que en aquella reunión comenté a mis colegas un hallazgo de investigación al que recientemente habíamos llegado Raúl Fuentes y yo, habiendo realizado un análisis histórico estructural de la investigación de campo sobre comunicación: que estábamos en una situación de triple marginalidad. La investigación científica, marginal con respecto a las prioridades del desarrollo; las ciencias sociales en un segundo grado de marginalidad, al no considerárseles capaces de producir tecnología (estoy sobresimplificando aquí); y los estudios sobre comunicación, marginales de los apoyos y el estatus académico, político y social. Un indicador, aunque no el único, era por ejemplo el de los apoyos a proyectos de investigación por parte del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt). Hace un año, mi colega Raúl Fuentes realizó una actualización de ese estudio y encontró una reducción relativa de la marginalidad de nuestro campo a partir de diversos indicadores de participación. Un aspecto que ha mejorado nuestro estatus entre las ciencias sociales, es que quienes las practican han caído en la cuenta de que los medios (tanto los tradicionales como las nuevas modalidades tecnológicas), son parte fundamental de los procesos políticos, sociales, culturales y económicos. Hoy en día ya no se puede pensar la política sin el recurso y la participación de los medios, que son no solamente arenas, sino también actores, de donde se les denomina con la expresión de moda de poderes fácticos. Muy pronto quizás los colegas de otros campos de lo social, también nos convencerán de que los medios si producen efectos (ya sea de corto, o de mediano o de largo plazo, y desde luego entre múltiples factores intervinientes) en sus audiencias. Otro tema que se trató en la reunión fue el de la incidencia social y política (académica, incluso) de la investigación. Se mencionó la poca interacción de los investigadores y sus productos (informes, artículos, libros) con quienes toman decisiones, tanto en el sector privado como en el sector público, quizás otro nivel o aspecto de nuestra múltiple marginalidad. Con diferentes niveles de exigencia, pero hubo consenso en que hasta el momento, salvo el caso de la investigación aplicada, realizada por empresas para empresas o dependencias con fines específicos e inmediatos, había muy poco contacto entre lo que indagaban los investigadores y los grandes –y pequeños– problemas nacionales (o, en su caso, los regionales). En líneas generales, se aceptó que hay diferentes tipos de investigación, las cuales por cierto no son mutuamente excluyentes, que significan a su vez diferentes niveles de aplicación y vinculación: Un tipo de investigación, que yo seguiría sosteniendo que es fundamental, es aquella que busca simplemente reducir ignorancia e incertidumbre. La historia de la prensa –que yo creo no ha sido agotada por la investigación existente– puede ser que no tenga una aplicación inmediata, pero nos dota de memoria histórica. Reduce nuestra ignorancia. Otro tipo de investigación puede realizarse, por ejemplo, con fines de capacitación; habría muchos temas de investigación de gran utilidad en el proceso de educación de los periodistas, incluyendo, por cierto, la de la historia de la prensa donde ellos ejercen o ejercerán. Pero también hay investigaciones de diferente envergadura y profundidad que pueden buscar explícitamente, por ejemplo, ser insumos para los procesos de toma de decisiones y establecimiento e instrumentación de políticas públicas. Otras investigaciones buscan transformar la realidad no desde el Estado, sino desde otros campos sociales como la propia sociedad civil. Este tema se liga a la vez con otro que se trató en la reunión: el de si es posible o deseable que la investigación se planee y se pacte desde alguna cúpula que a su vez dictamine su legitimidad. A partir de las organizaciones del campo, como AMIC, Coneicc o la Amedi, se han hecho esfuerzos valiosos en todos estos años por concertar esfuerzos en algunos temas y áreas, pero ya sabemos que no puede dictaminarse y decidirse cupularmente lo que debe indagarse. En los encuentros periódicos y coyunturales de estas y otras entidades se suelen discutir algunos de los grandes temas nacionales, que a veces se tornan en modas y, ni modo, también a veces se cae en los excesos (temas y orientaciones excesivamente analizados, mientras que otros son olvidados o guardados en el cajón de las antigüedades). Espíritu crítico Los organismos gubernamentales también, con alguna frecuencia, pueden intervenir en dirigir la atención hacia algunos temas y aspectos a dilucidar. Pero creo que no debe caerse en mecanismos de control autoritario de la investigación científica. En fin. Desde los tiempos pioneros, que posiblemente estaban ya terminando cuando la RMC nació, y comenzaban tiempos de mayor producción y vinculación (cuya evaluación variará, dependiendo del grado de exigencia: no hay parámetros absolutos para estas cosas), yo creo que hemos avanzado mucho. Hemos ido recuperando el espíritu crítico de los años sesenta y setenta, sin caer –creo yo– nuevamente en el vacío de los dogmatismos y los autoritarismos. A pesar del predominio del credo neoliberal y de las políticas que pretendían entregar todo, incluyendo la educación pública y la investigación científica a las manos invisibles del mercado, ha sido posible que la investigación haya podido ser realizada, la mayor parte del tiempo gracias a esfuerzos y sacrificios personales de los sujetos, pero cada vez más en virtud de apoyos y subsidios gubernamentales y universitarios. Porque a las universidades públicas y privadas (por lo menos en algunos casos, como el del TEC de Monterrey en algunos de sus campus) les interesa mantener algunos indicadores altos, por ejemplo aquellos de número o proporción de profesores en el Sistema Nacional de Investigadores (SNI), o en el Programa de Mejoramiento del Profesorado (PROMEP), en el caso de las públicas, les ha interesado mejorar relativamente las condiciones para la investigación. La proporción de profesores con maestrías y doctorados se ha elevado bastante desde 1989 y nuestra presencia por ejemplo en el SNI ya es más significativa. Entonces, hemos remontado relativamente nuestra marginalidad múltiple, aunque haya todavía mucho por hacer. Otro aspecto que se señaló en aquella ocasión fue el alto centralismo de nuestra investigación, mismo que también se ha podido ir remontando a través del tiempo. La Revista Mexicana de Comunicación ha tenido un papel importante en el desarrollo del campo, siendo un vehículo de difusión, divulgación y popularización de muchos de los productos de la indagación académica. Poco a poco han surgido y se han consolidado unas pocas revistas científicas del campo, pero la RMC ha permanecido como un intermediario de gran valía entre los investigadores y diversos públicos, especializados y no especializados, tal como prometía el Editorial del primer número. Algunos investigadores mantuvimos la costumbre de escribir un informe parcial de indagación (artículo) más pormenorizado y de mayor extensión, publicable en una revista académica para la difusión y discusión de orden más especializado, junto con una versión un tanto más corta, para su publicación en RMC. Con alguna frecuencia, ha resultado que la versión de RMC era mayormente citada, según testimonios de algunos colegas. Desde la publicación de aquel debate a la fecha, han ocurrido muchos, grandes y pequeños, desarrollos que han propiciado que la investigación mexicana de la comunicación haya aportado elementos de conocimiento e información para comprender y eventualmente incidir en losacontecimientos mediáticos. Y la Revista Mexicana de Comunicaciónha sido un vehículo de diseminación informativa y debate de los sucesos y las ideas de la mayor importancia. Por todo ello, ¡Feliz Aniversario! Investigador de la Universidad de Guadalajara. julio-septiembre 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN 15 Un recuento obligado desde la RMC Región, movimientos sociales y comunicación política La opinión pública ha adquirido un nuevo canal de expresión, antes inexistente. Eso obliga a cambiar los paradigmas que han regido hasta hoy la comunicación política. Ya no cabe un modelo unidireccional ni centrado en los medios. Los políticos y los medios deberán ceder su lugar a un nuevo protagonista: la ciudadanía. Redefinir el concepto de comunicación política, que incluya de manera fundamental la incidencia de los ciudadanos. Venturosamente, el desarrollo de las nuevas tecnologías ha sentado las bases para una mayor participación de la sociedad civil, vale decir: para la construcción de una democracia participativa. Francisco Aceves González D ebo iniciar diciendo que en mi palmarés académico figura la honrosa distinción de ser el autor de un artículo de apertura en la primera edición de la Revista Mexicana de Comunicación (RMC). De entonces a la fecha, de manera menos frecuente de lo que hubiera querido, las páginas de la revista han albergado, de forma generosa, una veintena de productos míos. Al solicitar Omar Raúl Martínez mi participación para colaborar en el presente número de aniversario con un artículo, pensé que era una buena oportunidad para revisar, aunque fuera de forma concisa, lo que ha sucedido en estos cinco lustros en los temas a los que se han enfocado mis escritos: la historia regional de los medios, la relación medios y movimientos sociales y el papel de la comunicación en los procesos electorales. El recorrido me obligó a releer textos con los cuales hoy guardaría una prudente distancia, pero también me topé con aseveraciones que resultan absolutamente vigentes. Para mí resultó un viaje productivo, espero que a los lectores les resulte, al menos, interesante. Comunicación regional: de la resistencia a la asimilación Cuando en septiembre de 1988 apareció la primera edición de RMC, me encontraba trabajando en la recuperación histórica de la génesis de la radio y la televisión en Jalisco. Pero más que un interés puramente historiográfico, los trabajos intentaban incidir en una discusión académica que se desarrollaba entonces y que pretendía destacar la importancia de lo regional, frente a un modelo de desarrollo caracterizado por la centralización y concentración. Precisamente en el artículo del primer número de RMC documentaba los efectos de este modelo en la industria de la radiodifusión. En 1988 planteaba que: La evidente concentración de las concesiones en un puñado de grupos, aunada al uso esencialmente mercantil que del medio radiofónico realizan, implica una severa restricción en cuanto el acceso y la posibilidad de diversos grupos sociales de convertirse en emisores de mensajes […] se encuentra determinada por los intereses particulares de los propietarios de dichas concesiones. Hacia 1990, precisamente en el Encuentro de Coneicc presenté una ponencia, publicada en el número 13 de la RMC con el título “Democracia y región” , en donde daba cuenta críticamente de los alcances de tal esfuerzo. Escribí: Habría que iniciar con el reconocimiento doloroso, pero verdadero, que a pesar de los esfuerzos realizados, los pronunciamientos, los desplegados, los encuentros, 16 REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/julio-septiembre 2013 simposios y foros, el sector académico no ha logrado incidir en las políticas estatales de comunicación. Sobre lo regional, reconocía que para el estudioso de la comunicación era un espacio “altamente problemático”, debido a la necesidad de auxiliarse con otras disciplinas de las ciencias sociales. Y concluía con una propuesta, que a la distancia no me parece tan descabellada: Habría que tratar de repensar la región a partir de la óptica comunicacional, es decir, no solamente los procesos de comunicación que se realizan en regiones determinadas por factores históricos, geopolíticos […] sino estudiar las regiones que se conforman a partir de los procesos comunicacionales. Estudiar el fenómeno si es que existe, de algo que pudiéramos nombrar como región comunicacional. Ciertamente existen algunas aseveraciones en los textos que, lamentablemente, se mantienen vigentes. Incluso el tema de la concentración mediática, que la reciente reforma legal de telecomunicaciones pretende regular y que sin duda constituye un logro al reclamo añejo por la disolución de los monopolios, adolece de puntos vulnerables que los actuales concesionarios intentarán explotar a su beneficio. Es decir, los alcances reales de la Reforma sólo podrán evaluarse una vez que se haya formulado y promulgado la legislación secundaria que defina con precisión el procedimiento de asignación y distribución de la concesiones. Y también hasta entonces se conocerá si dicha distribución abatirá las desigualdades que en materia comunicacional actualmente existen entre las diversas regiones. Complejo de entrada, el concepto de región ha experimentado el embate del proceso de globalización. Los estudiosos del tema se debaten entre posiciones encontradas que van de la resistencia, con posturas anti-globalizantes, a la asimilación que preconiza la disolución de las fronteras nacionales y la disolvencia de las identidades regionales. Empero, el futuro de la comunicación regional, a mi modo de ver, se encuentra en una corriente intermedia que apuesta por la articulación entre lo local y lo global. De la dependencia mediática a la autocomunicación de masas Cuando apareció la RMC un tema se encontraba emergente en la discusión de los estudiosos de la comunicación: la irrupción de los denominados nuevos movimientos sociales. Si bien surgidos hacia la mitad del siglo pasado, los nuevos movimientos marcaban su diferencia respecto a los tradicionales, en que los objetivos de su lucha no respondían a consideraciones económicas, sino que enarbolaban demandas de estricto contenido social y cultural (ecologismo, feminismo, pacifismo) entre otros. En un texto, ahora ya clásico de Gitlin, en el que daba cuenta de las vicisitudes de la relación del movimiento de Students for a Democratic Society (SDS) y su lucha contra la guerra de Vietnam y los medios masivos de comunicación, apuntaba que entre ambos elementos existía una relación de mutua sobredeterminación. Los movimientos dependían de los medios para visibilizar sus demandas y los movimientos suministraban un evento de alta noticiabilidad. Sin embargo, la sobredeterminación ejercida por los medios era fundamental. En un artículo publicado en la edición 18, escribí: La emergencia de los nuevos movimientos anuncian el arribo y la constitución de nuevos sujetos sociales, de nuevas colectividades que generan nuevas formas de integración social, nuevas expresiones culturales, nuevos comportamientos políticos. En fin, una nueva concepción de práctica social que cuestiona y relativiza los modelos tradicionales. En este contexto es donde se ubican las determinaciones que los medios imponen a los movimientos. En principio, el acceso a los medios se convierte en condición de existencia para el movimiento. Una acción colectiva cuya actividad no se difunde a través de los grandes medios, es una acción socialmente inexistente. La cobertura masiva de los medios garantiza una ampliación de la denuncia social hacia ámbitos que de otra manera resultarían inalcanzables. Era ciertamente una afirmación temeraria que provocó algunas reacciones entre quienes encontraron excesivo el papel que otorgaba a los medios respecto a la visibilidad pública. Empero, los trabajos de Thompson sobre la mediatización del espacio público y la monumental obra de Castells dedicada a la era de la información dejaron en claro su centralidad. Todavía, en el número 58 publicado a mediados de 1999, en un artículo dedicado a la hegemonía del periodismo televisivo en el control de la agenda noticiosa, ya frente al arribo de la internet y sus previsibles consecuencias en el campo informativo, escribí: La emergencia de nuevos espacios informativos (Internet) en la medida que se expanda su uso, constituye otro valladar al control del medio. Empero, la sofisticación en el desarrollo tecnológico tiene su contrapartida en el ensanchamiento de la brecha en su acceso. El oleaje cibernético es, y seguirá siendo por mucho tiempo, en el grueso de las sociedades que pueblan el planeta, un océano con muy pocos bañistas. Lo que significa, en forma escueta, que la televisión continuará su hegemonía por algunos años, quizá décadas más. Por fortuna, mis previsiones resultaron profundamente equivocadas. El desarrollo incesante de las tecnologías de informa- ción y comunicación ha trastocado el modelo de control de la agenda noticiosa y visibilidad pública ejercido por los medios. El desarrollo de la internet y de manera particular la explosión de las redes sociales han terminado por erosionar, de manera incipiente quizá, pero en forma creciente y sostenida, la hegemonía que los medios ejercieron sobre el espacio público. Y es precisamente en los movimientos sociales, donde los efectos y los alcances de estas formas de comunicación, se expresan de forma contundente. De la revolución de Túnez y de Islandia a los indignados de España y los ocupas de Wall Street hasta el movimiento Yosoy #132, una constante se convierte en su eje articulador: El uso de las herramientas y plataformas de la Internet, de manera particular como medio de auto-comunicación y hasta cierto punto de deliberación como elemento central de los movimientos De la hegemonía mediática a la insurgencia de los cibernautas 1988 fue un punto axial en la vida política de México. Por primera vez, luego de seis décadas de hegemonía del partido oficial, la presencia de dos carismáticos candidatos de oposición, incorporaba fuertemente el ingrediente de la competencia a contienda por la presidencia. Las multitudes que acompañaban a Cuauhtémoc Cárdenas, candidato del Frente Democrático Nacional, hicieron pensar a muchos que la alternancia era posible. El fraude electoral destrozó las expectativas, dejando al descubierto el deterioro del sistema electoral, desde la conformación del padrón hasta su estructura y organización de la jornada comicial. Pero el hecho de mayor relevancia, fue que exhibió la profunda inequidad de las reglas de la competencia electoral, particularmente en lo relativo a los medios masivos de comunicación. En efecto: estudios realizados por investigadores documentaron el tratamiento preferencial otorgado en sus espacios informativos al candidato del partido oficial. Sin embargo, el advenimiento de la competencia electoral y la centralidad del papel de los medios en las contiendas políticas, sentaron las bases para que el entonces incipiente campo de estudios sobre la comunicación política se desarrollara. El tema de la equidad en la cobertura mediática de los procesos electorales, se convirtió para mí, en una cuestión básica para el desarrollo de una sociedad democrática. Así, en 1991, publiqué en el número 23 un estudio sobre la cobertura de tres radionoticieros de julio-septiembre 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN 17 difusión nacional, sobre las elecciones federales de ese año. El trabajo arrojó evidencias de la desigualdad en la cobertura. El PRI concentraba más de la mitad del tiempo que el noticiero otorgaba a los partidos y sus respectivas campañas. A dos décadas de distancia, me sorprende encontrar que su párrafo final, resulta, salvo escasas excepciones, absolutamente vigente: El problema [de la cobertura] no debe plantearse solamente en el plano de la capacidad de influencia y manipulación de los medios masivos, sino desde la perspectiva del derecho a la información que tienen los ciudadanos. En este sentido, la cobertura del proceso electoral realizada por los radionoticieros nos enfrenta a una práctica informativa que, todavía, continúa escamoteando uno de los derechos fundamentales de la democracia. Con la regulación del acceso a medios establecida en la legislación electoral de los noventa, un nuevo elemento comunicacional apareció en las contiendas electorales. Me refiero a la invasión de la mercadotecnia política como el instrumento medular en las estrategias de comunicación de las campañas políticas. En efecto: el uso de encuestas para determinar el clima electoral, y principalmente el manejo del spot televisivo como espina dorsal de su publicidad política, transformaron las prácticas tradicionales de las campañas, pero también abrieron un nuevo ámbito de investigación en la comunicación política. La efectividad de la campaña foxista que culminó en la alternancia en el 2000, imprimió a la mercadotecnia política de un aura de talismán mágico para la consecución de campañas exitosas. Pero el instrumento funciona, solamente a condición de que se conjuguen diversas variables. Ese fue el tema que desarrollé en el artículo publicado en 2005, en donde describí las desventuras de un político en campaña. Se refiere al caso del candidato priista a la diputación del Distrito X de Jalisco –que es el más panista de México– quien erogó una suma considerable de dinero en su publicidad política, inversión que a la postre resultó improductiva, pues el porcentaje de votos (29.5%) obtenido en las urnas fue similar al porcentaje (30.0%) que arrojaba una encuesta realizada antes de las campañas. En las elecciones presidenciales de 2006, la comunicación política fue una protagonista estelar, pero por las peores razones. En marzo de ese año, en un artículo afirmaba que la tersura de la alternancia en 2000, se había convertido en una creciente polarización que amenazaba llevar al país a una crisis de gobernabilidad: 18 A cinco años de distancia, aquel panorama cuajado de esperanzas se ha transformado en un paisaje plagado de elementos ominosos que presagian un riesgo cierto de involución. Ciertamente no llegamos a la ingobernabilidad, pero desde entonces el proceso democrático ha experimentado un progresivo deterioro. El instrumento utilizado por los panistas para instigar la división entre los mexicanos, fue precisamente la publicidad política, la misma que coadyuvó a la alternancia en el 2000, pero transformada ahora en la versión más salvaje de la guerra sucia. Frente a la incertidumbre que las mismas encuestas provocaban sobre el resultado electoral, señalé: El recuento de votos parece ser no sólo la opción deseable sino la única posible para liquidar cualquier suspicacia entre los ciudadanos de la existencia de un fraude electoral, pero sobre todo para reconocer la legitimidad del próximo Presidente. Ahora sabemos que los magistrados del TEPJF en abierta complicidad con las televisoras y los consejos empresariales, impusieron al candidato que representaba sus intereses, mediante su dictamen de validez del proceso electoral. En un artículo, firmado en coautoría, desglosamos dicho documento y evidenciamos la ignorancia supina de los magistrados sobre los efectos de medios. El título original del escrito rezaba: “El dictamen del TEPJF y los efectos de la publicidad mediática: Una resolución in-acatable”. Y entre sus conclusiones señalamos: Si el TEPJF hubiera aplicado estrictamente los criterios sobre la validez de la elección que él mismo estableció REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/julio-septiembre 2013 en el apartado sobre la valoración de la fase electoral, hubiera procedido a la anulación de la elección presidencial. Así fuera solamente, para preservar y salvaguardar los principios sobre los que se sustenta nuestro incipiente régimen democrático. Hubiera sido una decisión histórica que hubiese obligado a los actores políticos a refundar las instituciones dentro del marco de la vida institucional. Como reacción al desastre electoral, la clase política llevó a cabo otra reforma electoral. Frente al lodazal provocado por la guerra sucia, se optó por crear un “modelo de comunicación política” que se tradujo en un fenómeno de spotización de los mensajes políticos. En su afán por regular todo, no se dieron cuenta que al someter a la publicidad política a una severa supervisión burocrática, despojaron al spot político de su mejor cualidad en las campañas, que consiste en la instantaneidad de la respuesta. Las elecciones de 2012 se encargaron de evidenciar la ineficacia de dicho modelo. La saturación de spots y la parcialidad de las televisoras hacia la candidatura priista, provocaron una reacción que modificó drásticamente el desarrollo de la contienda electoral. Con la exigencia por la democratización de los medios y el rechazo a la imposición de Peña Nieto, miles de jóvenes, aglutinados en el movimiento #Yosoy132, se manifestaron a lo largo del país, trastocando la aparente “normalidad” de las campañas, pero sobre todo demostrando que existen nuevas formas y procesos para desarrollar la comunicación política. La opinión pública ha adquirido un nuevo canal de expresión, antes inexistente. Eso obliga a cambiar los paradigmas que han regido hasta hoy la comunicación política. Ya no cabe un modelo unidireccional ni centrado en los medios. Los políticos y los medios deberán ceder su lugar a un nuevo protagonista: la ciudadanía. Redefinir el concepto de comunicación política, que incluya de manera fundamental la incidencia de los ciudadanos. Venturosamente, el desarrollo de las nuevas tecnologías ha sentado las bases para una mayor participación de la sociedad civil, vale decir: para la construcción de una democracia participativa. Y por esta ruta espero encontrarme con Omar Raúl y la RMC, porque sabemos que en la vida como en el conocimiento, solamente se “hace camino al andar”. Profesor e investigador de la Universidad de Guadalajara. Email: [email protected] Veinticinco años, 25 reflexiones... Libertad de Expresión en México En el marco de la conmemoración de los primero 25 años de la Revista Mexicana de Comunicación, cabe hacer diversas reflexiones en torno a lo que implica la Libertad de Expresión en nuestro país. Sin un orden de prelación, va el siguiente mosaico. Perla Gómez Gallardo 1 Sobre la regulación y las medidas preventivas: El anacronismo legislativo permite –en la concurrencia de competencias– que se genere una torre de babel, en donde cuando se quiere proteger el ejercicio responsable de la libertad de expresión no hay autoridades, competencia ni presupuesto. En cambio, cuando se busca agredir institucionalmente a un medio o un periodista está la vía penal, la civil y la administrativa. A ello se suman los factores de violencia y corrupción, los cuales quedan en la impunidad para constituirse como el peor agravio a quienes las sufren. En el estado de alerta que vive el periodismo –del que ha dado cuenta el pionero Recuento de Daños a las libertades de expresión e información a través de la Revista Mexicana de Comunicación y diversos organismos civiles–, debemos fomentar la prevención y no sólo el castigo. A nadie le sirven flores sobre la tumba cuando lo valioso es poder vivir para cumplir el deber y el ejercicio de informar. 2. Sobre el acoso judicial: La ambigüedad legislativa permite que se usen las denuncias y las demandas como una forma certera de inhibir de manera sutil el ejercicio responsable y, sobre todo, el escrutinio de casos de interés público. Los últimos 12 años se caracterizan por el incremento de estas prácticas que se suman a la negligencia e ignorancia –por no decir corrupción– de un sistema judicial que da muestras claras de esa falta de altura de miras en la materia. Por ejemplo: el caso de La sosa nostra con el periodista Alfredo Rivera Flores que en agosto de 2013 cumple nueve años de estar sujeto a un juicio que a la fecha no termina. 3. Sobre el abuso en su ejercicio: Así como debemos proteger su ejercicio responsable, se debe repudiar y exigir se asuman las consecuencias de la ligereza en el comentario, la calumnia como práctica común y el uso del rumor como fuente válida que afecta la dignidad, el honor, la vida privada y la propia imagen de las personas. En toda sociedad democrática no hay derechos absolutos ni intocables. Sin que se convierta en un acoso, no se debe tolerar el abuso que compromete el ejercicio de esta libertad y la tentación de limitarla con instrumentos legales. La expresión “perro no come perro” no se aplica al periodismo en donde todos saben “quién es quien” y caen por su propio peso (para bien o para mal). 4. Sobre la importancia de la autorregulación: Con la máxima: “donde la ley no te limite, que te limite la ética”, las mejores prácticas que se realizan por su valor dignifican el ejercicio de la libertad de expresión y protegen al gremio. Un código de ética carece de sentido si no se asume su cumplimiento con la congruencia a la que obliga el respeto a una profesión cuyo fin central es servir como intermediario entre la información y la sociedad. 5. Sobre la anacrónica ley de imprenta: Que a la fecha sigue vigente debido a criterios de la Suprema Corte y que permite se apliquen definiciones de 1917 referentes a la moral y las buenas costumbres. El riesgo es latente como base de los juicios de daño moral sin que a la fecha exista la jurisprudencia que permita armonizar la concurrencia de derechos. 6. Sobre la responsabilidad civil: Existen 31 Códigos Civiles (excepto en el Distrito Federal) que siguen privilegiando el lucro como forma de indemnizar el posible daño moral que se genere. El honor y la dignidad no pueden cuantificarse en dinero. El que sufre el daño se ve en la necesidad de asignarle un precio que se usa como una forma de lucro y victimiza al periodista que pudiera ser válidamente responsable. Por otra parte, en los casos de demandas sin sustento se propicia el acoso judicial y los juicios interminables que inhiben el ejercicio de la libertad de expresión. Todo ello ocurre por la falta de leyes que privilegien el castigo de la pérdida de credibilidad y disminuyan los tiempos procesales que favorezcan la solución de esos litigios. 7. Sobre la responsabilidad administrativa: En tal sentido se consideran aspectos como los controles de legalidad que establece la Secretaria de Gobernación y julio-septiembre 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN 19 que a la fecha resultan anacrónicos. Las clausuras, las revisiones de cumplimiento de aspectos de protección civil, el pago de las cuotas de seguridad social, etcétera. El incumplimiento de cualquiera de esos aspectos pueden llevar a la clausura y la quiebra de los medios (sin mencionar la omisión del registro de los derechos de autor y de marca) que devienen en la censura y las limitaciones al ejercicio de la libertad de expresión. 8. Sobre la responsabilidad penal: Con la existencia de más de la mitad del país de leyes locales que penalizan el ejercicio de la libertad de expresión en donde, con los delitos contra el honor (difamación, calumnia, injuria), se persigue de manera desproporcionada y contraria a principios internacionales. Más preocupantes aún son las tentaciones no sólo de no derogarlos sino de aumentar las penas como forma indirecta de propiciar la censura. 9. Sobre la publicidad oficial: La asignación publicitaria sigue manejándose discrecionalmente como premio o castigo por parte de los gobiernos de todos los niveles. La falta de transparencia y equidad publicitaria continúan generando otra de las peores prácticas del periodismo: vender la pluma al mejor postor, aceptar las dádivas (chayotes) o beneficios que se dan sin regulación a través de leyes de fomento. 10. Sobre las agresiones directas: Que van desde las más graves como el homicidio y la desaparición forzada hasta las lesiones, las cuales en la falta de agotamiento de las líneas de investigación sobre libertad de expresión (qué indagaba, qué iba a publicar y qué intereses estaba afectando el periodista), se diluyen en el delitos que quedan impunes. La impunidad no es menor. El mensaje es claro: mejor no documentar los temas incómodos cuando lo que está de por medio es la integridad o la vida. 11. Sobre las agresiones indirectas: Como el control que hace el gobierno en torno al cumplimiento de las leyes de manera selectiva. El contexto permite identificar ese tipo de ataques a los medios incómodos para los gobiernos, que ahí sí hacen un cumplimiento eficaz de la ley sólo a ellos. 12. Sobre el secreto profesional del periodista: Se trata de una herramienta fundamental en su ejercicio que continúa incipientemente regulado en el país. No sólo hay que proteger al periodista de revelar la fuente, sino además hacerlo extensivo a sus materiales y respaldos. En tal sentido no podemos olvidar que a cada derecho hay una obligación y así como se garantiza el no ser obligado a revelarla, de esa forma también se es responsable si se hace indebidamente. 13. Sobre los periodistas desaparecidos: Que a la fecha siguen sin solución. Se llega a una doble afrenta: en la necesidad de la autocensura como forma de sobrevivencia y la ausencia que lacera a los familiares. Los mensajes de “no están solos” y “sí nos importa” cobran sentido cuando se realizan acciones tendiente a evitar que otros padezcan ese infierno. 14. Sobre los periodistas en el exilio: Que conservan su vida lejos del lugar de la amenaza y viven en un estado de alerta y desolación en un contexto de conveniencia silenciosa. En la medida en que no nos agravie que el castigo para la valentía y congruencia sea la muerte o el exilio, seguiremos padeciendo el país que nos forjamos en la apatía y el silencio. 15. Sobre los familiares de periodistas: Que quedan no sólo en la impunidad y el abandono, sino en la parálisis de trámites y beneficios mínimos a los que debieran acceder y les son negados por no tener un documento idóneo para lograrlo (en el mejor de los casos, el acta de defunción). Todo ello sumado a la afrenta de no tener siquiera una tumba en donde llorar. “Vivos se los llevaron, vivos los queremos”, cruenta expresión que describe este fenómeno expansivo en la calidad de vida de cientos de miles de mexicanos. 16. Sobre la reforma en materia telecomunicaciones y radiodifusión: Sigue pendiente la generación de las leyes secundarias de la reforma constitucional. Cuidado con las expresiones ambiguas cuyo sentido puede fomentar restricciones discrecionales por parte de la autoridad. 20 REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/julio-septiembre 2013 17. Sobre el derecho a saber: Representa la base esencial que se materializa gracias al ejercicio de la libertad de expresión. La esencia de la información –no hay que olvidarlo– es mejorar la calidad de vida de las personas que acceden a ella. 18. Sobre el periodismo de investigación: Como esencia del periodismo serio que no se queda sólo en el reportaje y permite un escrutinio de la gestión pública. Se enfoca en el seguimiento de los casos, la confrontación de la versión oficial con otras fuentes y la osadía de seguir las pistas que permitan encarecer los costos del abuso y la corrupción. 19. Sobre los criterios de la Suprema Corte de Justicia de la Nación: Que en algunos casos dan luz sobre la armonización del ejercicio de derechos y en otros establecen términos como “la media violación de derechos humanos” que desalienta la fijación de criterios encaminados a subsanar deficiencias legislativas. El litigio estratégico es una opción viable para propiciar la fijación de criterios, sin menoscabo de los casos que lamentablemente se acumulan y se diversifican en la creatividad perversa de ataques. 20. Sobre las redes sociales: Ahora son una forma de seguimiento inmediato con la responsabilidad que ello implica. Más que la regulación tentadora de su ejercicio, debemos educar en el valor del uso de las tecnologías partiendo de la ética. En los tiempos recientes se manifiesta una catarsis social en su uso y diversos ejercicios de escrutinio con encarecimiento de costos frente a la corrupción. Hay que darle seguimiento a las tentaciones de regularlo equiparando su uso abusivo con ciber-terrorismo, como delito en los códigos penales. Cuidado con ese tipo de censura. 21. Sobre el uso del Internet: Siendo una vía alterna de difusión informativa, paradójicamente se observa como un “dragón de mil cabezas” que confunde en torno a la veracidad y credibilidad de esa vorágine de información. Hay que tener prudencia en su uso y consulta. 22. Sobre la opinión y la información: Constituyuen aspectos que encuentran su límite en el uso de expresiones honestas y la veracidad. Si se vive de la palabra, hay que honrar la palabra. El uso responsable y ético legitima su ejercicio. Llama la atención la tendencia a castigar el uso de lenguaje discriminatorio como una forma incitación a la violencia o el odio, tema que obliga a un análisis más acucioso y con datos duros. A página 43 ► Una mirada retrospectiva La TV como protagonista Hablar de 25 años significa un largo espacio de tiempo… pero ese lapso se achica cuando se relaciona con las múltiples metamorfosis de la TV mexicana registradas en esos cinco lustros. Y es que, en apenas un cuarto de siglo, la televisión, y especialmente su segmento predominante –el lucrativo–, se convirtió en protagonista de varios procesos con impacto en la vida de la sociedad mexicana que van desde el plano de lo cultural (al irse adueñando del timón de la dirección ideológica del país) a lo político (con su notable ascenso en la escala del poder), pasando por lo económico y lo tecnológico (vía su proyecto para trasladarse a los nuevos escenarios digitales). Esa etapa también registró la salida de la escena de un importante proyecto de televisión estatal, misma que no llegó a constituirse en una opción frente a la ya poderosa industria comercial. A partir de una periodización donde se ubican las tres grandes etapas por las cuales ha transitado el sector en los últimos 25 años (un periodo detalladamente documentado por RMC), enseguida se reseñan los últimos cinco lustros del desarrollo de la televisión del país, un lapso a lo largo del cual en algunos aspectos la TV ha experimentado una auténtica transfiguración (ineludiblemente, se está internando en la era de la convergencia), aunque en otros asuntos sus cambios han sido escasos (por ejemplo en cuanto a su visión del país y de sus problemas), con lo cual puede decirse que el televisivo se mantiene como uno de los sectores más rezagados de la escena nacional. 1988-2000: El oficialismo y el derrumbe de la TV estatal En el contexto del impulso del modelo económico del neoliberalismo implantado Alma Rosa Alva de la Selva tiempo atrás para el país, y en medio del ya entonces nítido dominio del escenario de la pantalla chica por la dinastía Azcárraga, esos años fueron parte final de la larga hegemonía priista con sus apoyos corporativos, así como de una televisión servil y oficialista, al tiempo que negada a la crítica. Así cumplía la TV comercial el pacto simbiótico firmado con los sucesivos gobiernos priistas, a cambio de mínimas exigencias legales y privilegios a nivel fiscal, entre otras medidas de un trato favorecedor. Cual medio oficial, noche a noche los servicios informativos de la televisora resaltaban las actividades presidenciales sin asomo de análisis o comentario que no fuera el de ensalzar la labor del jefe del Ejecutivo… A cambio, el gobierno en turno correspondía con suculentas prebendas (tal fue el caso, por ejemplo, del refrendo automático de medio millar de concesiones de radio y televisión en 1989). Fue ésa, sin duda, una de las etapas más armoniosas de la relación gobiernoconcesionarios, apenas interrumpida por incidentes menores que no llegarían a lastimar tan funcional acuerdo. Imposible dejar de mencionar, a propósito de ese esquema oficialista del funcionamiento televisivo, la ya célebre expresión del Tigre (el segundo de la estirpe de los Azcárraga), pronunciada en esos tiempos y que lo resume eficientemente: “Televisa está con México, con el presidente de la República y con el PRI… Somos del sistema”. A partir de 1990, Televisa estrechaba sus nexos con el poder político para ir construyendo una amalgama en ese nivel que tantos frutos le daría en los años siguientes, cuando se proyectó a nivel internacional. A principios de esa década, con la telenovela como producto estelar, la empresa incursionó en España con su agencia Iberovisa, para luego fundar en Holanda su filial Eurovisa y más tarde, en 1999 su canal internacional Galavisión, julio-septiembre 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN 21 ello a través de una compleja red de enlaces con cinco satélites. Mas ese pacto histórico gobiernoconcesionarios ha abarcado también otro importante compromiso para el primero de los firmantes, consistente en no impulsar el surgimiento de alguna otra opción televisiva que pudiese amenazar el predominio de la empresa cuyas actividades habían arrancado en 1950. Fue así como el surgimiento del sistema de TV restringida y de ocho canales Multivisión (MVS) en el tardío 1989, y que resultaba caro para el grueso del público, no inquietó al consorcio del segundo de los Emilios, entonces dueño de las audiencias masivas de la TV abierta y constituido en un auténtico holding de 72 empresas y con un control vertical del mercado. Pero mientras la empresa dueña de los mercados televisivos, locales incursionaba en otras latitudes y a nivel local lograba consolidar una forma de hacer TV fincada en criterios de rentabilidad, otro proyecto, el de la televisión de Estado, se desplomaba. Puesto en marcha en 1983 con la fundación del Instituto Mexicano de Televisión (Imevisión), integrado por los canales 13 y 7, las redes de Televisión de la República Mexicana (TRM), el Canal 8 de Monterrey y la Teleproductora del DF, ese proyecto pretendió a lo largo de varios años convertirse en una alternativa para los amplios públicos de la pantalla casera. Ello no fue posible en parte debido a la política del gobierno en turno frente a la opción privada, que siguió favoreciendo a ésta, pero también debido a la falta de una propuesta propia para la televisión del Estado, a los errores de la gestión administrativa de esa red y a los actos de corrupción ahí cometidos. Hubo también problemas laborales y, por si fuera poco, una alta deuda y un serio déficit que complicaron gravemente la viabilidad de esa televisora. Todos esos factores alimentaron la insistencia de grupos del sector privado de la ineficacia y el oneroso costo que representaba Imevisión para el Estado. Fue así como, en el contexto de la política privatizadora del régimen de Carlos Salinas de Gortari, en septiembre de 1990 se anunció la desincorporación de la televisora. Al año siguiente la Secretaría de Gobernación informaba que, salvo el 13, los canales de dicho sistema eran susceptibles de explotación comercial. Tiempo después se informó que la concesión de dicho canal se vendería incorporada a la del 7. En cuanto al Canal 22, a raíz de la petición de un grupo de intelectuales para que no fuese incluido en la subasta del paquete de los medios estatales, el gobierno federal decidió destinarlo a la difusión cultural. Finalmente, luego de meses de especulaciones, el 19 de julio de 1993 se dio a conocer el nombre del ganador del proceso eufemísticamente llamado como desincorporación: el dueño de la cadena de tiendas de aparatos electrodomésticos Elektra, Ricardo Salinas Pliego, quien había ofrecido la mayor cantidad (645 millones de dólares) por las concesiones de dicho paquete. Fue así como surgió Televisión Azteca, con un proyecto que el nuevo concesionario denominó televisión de bajo costo y con una propuesta de contenidos adecuada para un país que, según Salinas Pliego, “no estaba preparado para la democracia”. Se extinguía así un proyecto de medios a través del cual el Estado intentó, en la expresión de Miguel Angel Granados Chapa, “recuperar el tiempo perdido”. Pero el pernicioso episodio no concluyó ahí; poco después trascendieron las razones por las cuales Televisa no había pretendido participar en aquella subasta: sin concurso alguno, y hasta donde se sabe, sin pago de contraprestación, meses más tarde Emilio Azcárraga Milmo recibió otro paquete de concesiones televisivas… fueron 62, a partir de las cuales inició la configuración de otra red nacional, la del 9. Ésa sería una de las últimas transacciones políticas del Tigre, cuyo deceso, ocurrido en abril de 1997, cerró un ciclo importante para la televisora. Otra etapa se abrió con el arribo del tercero de la dinastía, quien realizó una reestructura- 22 REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/julio-septiembre 2013 ción accionaria del consorcio, modificó sus políticas financieras y estrategias de programación, entre otras medidas. También era otro el plan político del heredero y del cual no era ajeno al dueño de TV Azteca: el de ascender en la escala de poder. Ese proyecto sería central a partir del año 2000. Del 2000 al 2006: el poder de la TV o la TV del poder El recorrido por esta etapa, en la cual el ya conocido como el duopolio televisivo se convirtió en un actor beligerante, hizo evidente que en nuestro país referirse a la TV era remitirse a un poder político, pero también a un poder ideológico de influencia considerable en la sociedad mexicana. Son múltiples los acontecimientos registrados en esta etapa que resultaría provechoso anotar, pero por razones de espacio se consignan a continuación los más significativos. El 2000 fue un periodo importante para la televisión del país por varias razones, entre ellas el hecho de que el 26 de julio de ese año la TV arribó a los 50 años de su surgimiento. Sobresalió también la entrega al Congreso de la Unión de la autorización para transmitir al llamado Canal Legislativo. Éste, que operaba con un permiso desde 1998 y solamente para el área metropolitana, amplió su cobertura sensiblemente. Sin embargo le esperaban varias dificultades, entre ellas en diciembre del 2002, el embate del priismo por el control del canal. Otro suceso a tener presente fue el comienzo del largo conflicto entre TV Azteca y CNI Canal 40, el cual como se sabe, sin una oportuna y obligada intervención de las autoridades del sector, llegaría a su punto crítico dos años después. Ante el primer gobierno de origen distinto al priista, partido con el que habían venido negociando por décadas, los industriales se inquietaron ante la posibilidad de encontrarse con cambios en la conveniente relación que habían tejido históricamente con la burocracia política. Sin embargo, pronto se percatarían de que las posibilidades de sostener el pacto de apoyo mutuo no sólo se mantenían, sino que hasta había condiciones para tomar una posición de fuerza. Si los primeros meses de la administración de Vicente Fox fueron de cálculo político sobre la postura a tomar por el nuevo gobierno en materia de medios electrónicos, poco después los industriales percibieron la vulnerabilidad de éste en ese ámbito y decidieron tomar acción. Una de sus primeras demostraciones de poder fue su vivo descuerdo para la reinstalación del largamente inactivo Consejo Nacional de Radio y Televisión, prevista para el 12 de febrero del 2001. Ante las presiones de los concesionarios, esa decisión fue suspendida. No fue ése el único logro de los industriales, quienes en ese mismo año consiguieron refrendo automático de concesiones y concertación de alianzas con capital extranjero (recuérdese la suscrita por Televisa con el grupo español PRISA), además de desacatar las recomendaciones del Senado a propósito de los horarios de los llamados talk shows, el novedoso y rentable esquema del momento. Pero el mayor triunfo político de los industriales de esa etapa se consumó el 10 de octubre del 2002, con la subordinación del poder gubernamental, para entonces seriamente disminuido, al poder mediático: habiendo echado por tierra los acuerdos de la Mesa de Diálogo para la Reforma Integral de la Legislación de los Medios Electrónicos, que contó con amplia participación de organizaciones sociales, el gobierno de Fox estableció la reducción, nada menos que en un 90%, del llamado tiempo fiscal, creado en 1969 y que había sido mencionado reiteradamente por los empresarios mediáticos como necesario de eliminar. Con las medidas impuestas tanto a través de ese decreto, como también del nuevo Reglamento Federal de Radio y TV promulgado en esa fecha, el régimen foxista favoreció notablemente el interés de los industriales. Pero el favorecimiento gubernamental a los medios privados no se había agotado aún. El 27 de diciembre de ese mismo año, agravado su conflicto con CNI Canal 40, un comando enviado por TV Azteca se adueñó del transmisor de dicho concesionario en el Cerro del Chiquihuite. Con una serie de omisiones o actos que apoyaban a la empresa del Ajusco, la SCT impuso el silencio a Canal 40, aunque era el titular de la concesión respectiva y sujeto del agravio. Como se sabe, TV Azteca acabó adjudicándose la explotación de la frecuencia asignada a CNI, para lanzar su nuevo canal, al que denominó Proyecto 40. Mención aparte amerita el episodio de la llamada Ley Televisa. Como se recuerda, el 1o. de diciembre del 2005 se aprobó en la Cámara de Diputados una serie de reformas a la vieja Ley Federal de Radio y Televisión de 1960, así como a la Ley Federal de Telecomunicaciones, promulgada en 1995. Ese conjunto de normas, claramente orientadas al bene- gestionado por 47 senadores de la República, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) invalidó varios de los aspectos torales de las reformas. La resolución de la Corte tuvo un saldo positivo al impedir el despojo de bienes estratégicos para el país; sin embargo, como se comprobaría después, las televisoras no habían renunciado a sus proyectos de expansión para el futuro. En el campo de la TV cultural, entre los sucesos más relevantes estuvo la puesta en marcha, en octubre del 2005, del Canal Cultural de los Universitarios, operado por TV UNAM. Con una cobertura nacional a través del Canal 144 de Cablevisión y de los sistemas de TV cable de cada localidad del país, el nuevo espacio televisivo fue lanzado a una audiencia potencial de 15 millones de televidentes. ficio del proyecto de expansión de los consorcios mediáticos, y sobre todo las televisoras, habían sido impulsadas por los concesionarios ante la posibilidad de que avanzara en el proceso legislativo un proyecto que se había venido discutiendo largamente en el Senado y que provenía de la iniciativa ciudadana para un nuevo marco legal entregada al Congreso en diciembre del 2002. Vía fast track, sin debate ni análisis, el proyecto fue aprobado en San Lázaro por unanimidad en apenas ocho minutos. A lo inusitado del hecho se sumó gran inquietud, pues esas reformas favorables a los intereses de los radiodifusores tenían un alcance mayor, al extenderse al ámbito de las telecomunicaciones y la convergencia. Resultaría por demás extenso referir aquí los contenidos de la Ley Televisa. Baste con señalar en términos muy generales, entre lo más relevante, sus disposiciones tendientes a que los beneficiarios de nuevas concesiones fuese, simple y sencillamente, quienes tuviesen más dinero para pagarlas, la visible intención de desestimular las posibilidades de crecimiento de los medios de comunicación de la sociedad y desde luego, el memorable artículo 28-A, que abría la puerta a todo lo ancho a los concesionarios para la explotación de los nuevos servicios digitales, entre otras de las perniciosas normas para el interés de la nación que formaban parte de la Ley Televisa. Como se sabe, en junio del 2007, en lo que vino a ser un dictamen que puede calificarse ciertamente de histórico, como producto de su análisis del recurso de inconstitucionalidad de dichas reformas 2006-2013: hacia los nuevos escenarios digitales Luego de las elecciones del 2006, en cuyo proceso la TV privada actuó con abierta parcialidad, fue posible constatar el ascenso de las televisoras en el bloque dominante del poder político. Con todo y el revés que les representó el fallo de la Corte al declarar como inconstitucionales los asuntos medulares de la Ley Televisa, los consorcios lograron salvaguardar sus intereses y salieron fortalecidos de la etapa de una transición que en realidad no lo fue. A partir de aprovechar los vacíos, al igual que los apoyos del gobierno de Fox, en los inicios del sexenio de Felipe Calderón comenzaron a desplegar una intensa actividad política. A lo largo de esos años, en reiteradas ocasiones buscaron imponer su poder al del Estado mexicano y sus instituciones. Un caso especial en este sentido fue el de la Reforma Electoral del 2007. Las implicaciones económicas de tales normas para los medios electrónicos y en especial para las televisoras suscitó la reacción más virulenta de los últimos años por parte de los concesionarios. Ello debido a la amenaza que representaban las normas propuestas por el Senado para cerrar la llave de la cuantiosa transferencia de recursos públicos que por vía de la compra de espacios para la difusión de la propaganda de los partidos en tiempos de elecciones llegaba a los medios electrónicos. En medio de la irritación de los industriales (quienes a partir de entonces han hecho explícito su propósito de revertirla), la reforma fue aprobada en septiembre. julio-septiembre 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN 23 Sin embargo, a la par de su beligerancia y creciente actividad política, las televisoras continuaron impulsando su proyecto de insertarse en el sector telecomunicaciones, y con ello a la prestación de los nuevos servicios, para así atraer a los mercados emergentes. Para avanzar en esa ruta contaron con el respaldo del gobierno calderonista. Fue así como el acuerdo gobierno-concesionarios se vio renovado y dio importantes frutos a ambos participantes, pues mientras la pantalla chica se aplicaba a fondo para afianzar al cuestionado régimen y matizaba su fallida guerra al narcotráfico, éste en reciprocidad le daba trato preferencial y le despejaba el camino. Hubo varias muestras de lo anterior, una de las iniciales, ni más ni menos, fue el impulso al ingreso de Televisa como empresa prestadora de telefonía digital a través de Cablevisión, como parte de su ruta hacia el triple play. Ello se produjo mientras –como ocurrió a lo largo de todo el sexenio– Telmex era impedida de ingresar al segmento de la TV abierta. En los años siguientes, la empresa continuó dando pasos adelante en su decidida inserción en el sector telecomunicaciones, al adjudicarse vía una ventajosa operación, un importante recurso de infraestructura: la fibra óptica. En efecto: en junio del 2010, la SCT dio a conocer que el consorcio integrado por Televisa con Telefónica y Telecable –únicos participantes posibles en el proceso a partir de los candados interpuestos a potenciales concursantes–, había ganado la licitación de los dos hilos de “fibra oscura” de la Comisión Federal de Electricidad, con una oferta de apenas 883 millones de pesos, apenas el mínimo a pagar fijado por las autoridades del sector como punto de partida. Lo anterior, con todo y que la Auditoría Superior de la Federación había emitido un dictamen negativo por tal medida, dado que, afirmó, tal concesión se había otorgado sin análisis de costo-beneficio para el Estado. Paralelamente a la adjudicación de la fibra oscura de la CFE, la televisora de Azcárraga había venido enfilando sus baterías para intervenir en otro importante expediente: el de conseguir la concesión para explotar las frecuencias del 1.7 y del 1.9 gigahertz, segmentos del espectro por cuyas capacidades es posible agregar el plus de la telefonía móvil y ofrecer así, de forma convergente con Internet, el llamado cuádruple play. Sería necesario un “albazo” en octubre del 2010, para que las autoridades gubernamentales lograran consumar el proceso conocido como la Licitación 21, el de mayor controversia del que se tiene memoria en el desarrollo de las telecomunicaciones del país y entregarle, nuevamente a precio de ganga –sólo 180 millones de pesos para un recurso con precio comercial superior a los cinco mil millones–, esa valiosa franja del espectro radioeléctrico que hace posible ofrecer servicios de tercera generación. El escandaloso favorecimiento al consorcio generó un impacto considerable en la opinión pública, que poco después se sorprendería con el anuncio de Televisa sobre su ruptura con Nextel, su socio en la Licitación 21. No pasaría mucho tiempo para que se develase el verdadero motivo de dicho divorcio. Lo que estaba en camino era una nueva coalición, que al integrarse plenamente la telefonía podría hacer posible que en un futuro próximo una sola empresa se erigiese como dominante en todas las plataformas tecnológicas actuales: se trataba de la alianza Televisa-Iusacell, impensable hasta entonces por su innegable efecto profundizador de las estructuras de concentración prexistentes en el sector de radiodifusión y telecomunicaciones. Esa grave consecuencia no impidió que se abriesen los caminos para tal asociación y ésta fuese autorizada en mayo del 2012 por la Comisión Federal de Competencia, una vez que ante la negativa inicial de dicho organismo, ambas empresas presentaran un recurso de “reconsideración”. Fue así como, a fines del sexenio calderonista, Televisa había conseguido trascendentes avances en su posicionamiento en los nuevos escenarios digitales. En tanto, las televisoras con un fin distinto al lucrativo se enfrentaban a un panorama inquietante, cuando en marzo del 2010 se anunció la creación del Organismo Promotor de Medios Audiovisuales (OPMA), adscrito a la Segob y cuyas funciones fueron establecidas como las de “informar a la ciudadanía sobre programas y acciones gubernamentales que resulten del interés público”, con lo que se corrían riesgos de que la nueva dependencia estuviese destinada al control del Ejecutivo sobre los medios electrónicos gubernamentales. No obstante, algunas televisoras del sector recibieron cierto impulso. Tal sería el caso de Canal 11, cuando en 2009 –a propósito de su 50 aniversario– pudo anunciar la ampliación de sus transmisiones en la República, como parte del objetivo del régimen de generar una “cadena de TV pública de alcance nacional”. Por su parte, luego de insistir varios años ante la Cofetel, en enero del 2010 el Canal del Congreso consiguió el permiso para operar una estación de TV abierta digital. Éste le fue otorgado en el Canal 45. La salida al aire en señal abierta conlleva- 24 REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/julio-septiembre 2013 ría importantes esfuerzos de la televisora en su proceso de conversión digital, con el desarrollo de un proyecto de alcance en la materia. El 2012 fue el momento de otro proceso electoral cuestionado, con el arribo a la Presidencia de una figura política cuya imagen pública había venido siendo moldeada por el consorcio televisivo del tercero de los Azcárraga. Tan fue así que el destape de Enrique Peña Nieto fue dado a conocer en el noticiero estelar nocturno. Al servicio de Peña Nieto desde que era candidato al gobierno mexiquense, Televisa prestó servicios de asesoría beneficiándose a cambio de un generoso gasto para la compra de spots y otro tipo de espacios, al mismo tiempo que cultivaba potenciales apoyos a futuro para su proyecto de expansión. Y así, para un significativo sector de la opinión pública el fin de año tomó posesión un presidente impulsado por la pantalla chica. En las primeras semanas del 2013, en el marco del recién firmado Pacto por México y como parte de las reformas estructurales del priismo en su retorno al poder, se presentó una iniciativa de modificaciones constitucionales en materia de radiodifusión y telecomunicaciones. Interpretada por algunos en varios de sus puntos como resultado directo de los empeños por décadas de organizaciones civiles, periodistas, académicos y muchos otros agentes ciudadanos por contar con un marco legal que entre muchas otras cuestiones pendientes diese espacios a la sociedad en los medios, y considerada por otros más bien como una medida estimulada por la necesidad de legitimación del nuevo gobierno, esa iniciativa fue siguiendo con notable rapidez el curso legislativo hasta llegar al final. Fue de llamar la atención que en esa oportunidad sí cristalizasen las negociaciones entre los partidos políticos, legisladores y el poder mediático (con todo y que éste apremió a los primeros a dar marcha atrás en algunos puntos o bien logró su inacción en otros). En contraste con lo ocurrido a lo largo de décadas, esta vez la voluntad política sí se apareció. Será en buena medida a partir de la concreción o el estancamiento en las leyes secundarias de los aspectos de la reforma favorables al interés público, como se llegue a dilucidar si ese nuevo marco legal efectivamente abrirá las puertas a una etapa distinta en la comunicación del país, con la TV en plena transformación incluida. No pasará mucho tiempo para saberlo. Profesora e investigadora de la FCPyS de la UNAM. Fuerzas en Apuntes sobre 25 años de las telecomunicaciones en México pugna La Revista Mexicana de la Comunicación (RMC) irrumpió –septiembre de 1988– en el momento en que se preparaba el despegue de uno de las actividades más importantes para la vida y la economía contemporánea: las telecomunicaciones. Unos meses después de que se distribuyó el primer número de la RMC, se vivirían dos acontecimientos significativos para el futuro de las comunicaciones a distancia: Teléfonos de México (Telmex) obtenía una concesión para comenzar a operar el servicio de telefonía móvil –celular– y meses después el gobierno lograba la privatización de este monopolio telefónico. Francisco Vidal Bonifaz L as telecomunicaciones han experimentado grandes cambios tecnológicos, al grado de que si durante décadas sólo se disponían de tres o cuatro redes de diseminación de información (correos, telégrafos, teléfono y satélites), en la actualidad se vive una importante diversificación de las plataformas de distribución de contenidos, en donde sobresalen las que están montadas sobre de la telefonía móvil y la Internet. Así, al tradicional servicio de telegrafía se sumaron las redes de telefonía fija (principios del siglo XX), la radio comercial (años veinte del siglo pasado), televisión abierta (1950), televisión restringida o de paga (1954) y varias décadas después la radiolocalización de personas (finales de los años ochenta), telefonía móvil y radiolocalización de flotillas (principios de los años noventa) y el servicio comercial de acceso a internet (mediados de los años noventa). Las transformaciones incluyen una práctica fusión –bautizada como convergencia– entre las actividades que producen información o contenidos –incluidos a los que llamamos los medios de comunicación– y las que operan redes y diseminan los contenidos. La nueva actividad, en términos de clasificación económica, ha sido bautizada como “información en medios masivos” en el sistema de contabilidad nacional. Pese a todo, si durante estos 25 años ha aumentado el volumen de información referente a los medios y las telecomunicaciones, la fragmentación y ausencia de información básica todavía es muy relevante para uno de los sectores más dinámicos de la economía nacional Un elemento estratégico para el desarrollo de los servicios ha sido el despliegue de la infraestructura de julio-septiembre 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN 25 Tabla 1 EVOLUCIÓN DE LAS REDES DE RADIO Y TELEVISIÓN ABIERTAS CONCEPTO Radio Concesiones Permisos Televisión Concesiones Permisos 1988 939 857 82 405 129 276 2011 1,594 1,262 332 698 465 233 VARIACIÓN (%) 89.9% 47.3% 304.9% 72.3% 260.5% -15.6% FUENTE: Elaboración propia con datos de Secretaría de Comunicaciones y Transportes, Anuario estadístico 1990, p. 95 y Anuario estadístico 2011, p. 169. comunicaciones. Por ejemplo, la red de fibra óptica pasó de cinco mil 500 kilómetros en 1992 a 305 mil 800 kilómetros al finalizar 2012.1 Por su parte, la red de telefonía móvil de Telcel –filial de América Móvil– permite una cobertura del 93% de la población del país.2 Las redes de televisión de cable de Televisa tienen la capacidad de alcanzar a 7.5 millones de hogares (hogares pasados). Las filiales de Televisa en esta actividad son Cablevisión, Cablemás y TVI (Cablevisión Monterrey).3 Además, Televisa, junto con Telefónica de España y Megacable Holdings ganaron, en junio de 2010, la concesión para operar una red de fibra óptica de 19 mil 457 kilómetros.4 Las redes de los medios de comunicación masiva han tenido un despliegue particular y desigual. En el caso de la radio, aumentaron mucho más las estaciones permisionadas que las concesionadas, aunque estas últimas son casi cuatro veces más que las primeras. Por su parte, las concesiones de televisión casi se cuadruplicaron –lo que no implicó una diversificación en el número de empresas que entraron a este mercado– y los permisos se estancaron. Puede afirmarse que en la práctica, durante el más reciente cuarto de siglo, la enorme mayoría de la población ha quedado expuesta a la operación de alguna red de distribución de información diferente a las redes tradicionales de los medios de comunicación masiva. Tal exposición se refleja –en primera instancia– en la evolución del número de usuarios de los servicios de telecomunicaciones. Las cifras también dan cuenta de los cambios existentes en los distintos servicios que se ofrecen al público. Por ejemplo: la caída y práctico desuso del servicio de radiolocalización de personas (conocido como paging) y el importante auge que adquieren la telefonía móvil y el internet. Los cambios en las tecnologías de la comunicación y el despliegue de las diversas redes provocaron importantes diferencias en la penetración de los diferentes servicios. Destaca la importante expansión de la telefonía móvil que en los próximos meses podrá llegar a una penetración del 100% (es decir, un teléfono por habitante) y, en contraposición, el magro alcance de la telefonía fija. Los más recientes cambios en el sistema de contabilidad nacional no permiten realizar un análisis del desenvolvimiento de las telecomunicaciones o de la nueva división, información en medios masivos, en los últimos 25 años, pero al menos es posible determinar que entre 1993 y 2012 esa división de la actividad económica reportó un crecimiento medio anual de 5.8%, mientras la economía en general lo hizo solamente al 2.6%. La actividad convergente duplicó al ritmo de expansión de la economía en general y, en el caso concreto de la rama de telecomunicaciones, su crecimiento fue explosivo, al grado de que se convirtió en una de las más dinámicas del aparato productivo y logró aumentar su tamaño en seis veces durante el lapso aludido. El sector convergente de medios y telecomunicaciones se ha convertido en un importante empleador de mano de obra. Los cambios en la contabilidad nacional no facilitan la compa- Tabla 2 EVOLUCIÓN DE LOS USUARIOS DE LOS SERVICIOS DE TELECOMUNICACIONES CONCEPTO Telefonía fija Telefonía móvil Localización de personas Localización de flotillas Televisión por cable Acceso a internet 1/ UNIDAD DE MEDIDA Miles de líneas Miles de usuarios Miles de usuarios 1992 6,754 313 88 2012 20,217 100,727 3 15 3,954 32.2% Miles de suscriptores 1,009 12,995 13.6% Miles de suscriptores 1,135 13,524 22.9% Miles de usuarios EVOLUCIÓN* 5.6% 33.5% -14.9% * Tasa media anual de crecimiento. 1/ El primer dato corresponde al año 2000. FUENTE: elaborado con información de Comisión Federal de Telecomunicaciones, Sistema de Información Estadística de Mercados de Telecomunicaciones. Disponible en:http://siemt.cft.gob.mx/SIEM/home.php. Fecha de consulta: 6 de junio de 2013. 26 REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/julio-septiembre 2013 Tabla 3 PENETRACIÓN DE DIFERENTES SERVICIOS (Tasas) CONCEPTO Telefonía fija Telefonía móvil Localización de flotillas Televisión por cable Acceso a internet PENETRACIÓN 17.2 85.6 3.4 11.0 38.3 * Definida como usuarios por cada 100 habitantes. FUENTE: elaborado con información de Comisión Federal de Telecomunicaciones, Sistema de Información Estadística de Mercados de Telecomunicaciones. Disponible en: http://siemt.cft.gob.mx/SIEM/ home.php. Fecha de consulta: 6 de junio de 2013. ración de largo plazo, pero es posible establecer que entre 2003 y 2011 se reportó un crecimiento medio anual de 1.9% en los puestos de trabajo de la actividad de información en medios masivos, mientras que en la economía nacional se registró un práctico estancamiento, pues el empleo remunerado apenas avanzó 0.7% en cada año del periodo aludido. En esta caso, el segmento de las telecomunicaciones reportó un mayor dinamismo, pues el empleo en esa rama creció 3.1% cada año, en promedio, en el mismo lapso.5 El papel del Estado en el desarrollo de las actividades que comprende la información en medio masivos se transformó en el periodo que abarca dos décadas y media. En primer lugar, se registró un importante retiro de la operación de redes y servicios Tabla 4 TASA MEDIA ANUAL DE CRECIMIENTO DE LA ECONOMÍA NACIONAL Y LAS ACTIVIDADES DE INFORMACIÓN EN MEDIOS MASIVOS, 1993-2012 (Porcentajes) CONCEPTO PIB general Información en medios masivos Radio, televisión y prensa Internet (contenidos y acceso) Producción fílmica, musical y de video Telecomunicaciones EVOLUCIÓN 2.6% 5.8% -0.2% 2.3% 2.0% 10.1% FUENTE: elaboración propia con información del IEGI, Sistema de Cuentas Nacionales de México, Producto interno bruto trimestral. Disponible en: http://www.inegi.org.mx/sistemas/bie/. Fecha de consulta: 19/03/2013. por parte del Estado mediante la venta de las empresas ubicadas en los sectores más importantes: destaca la privatización de Teléfonos de México (1990), ImevisiónTelevisión Azteca (1993) y el 75% de Satélites Mexicanos (1997). La actividad del Estado se enfocó a mantener bajo su mando la operación de algunas empresas o instituciones como son Correos de México, Telecomunicaciones de México, Canal 22, Instituto Mexicano de la Radio, entre otros y, adicionalmente, crear un nuevo organismo de regulación. En agosto de 1996 se publicó un decreto que creaba la Comisión Federal de Telecomunicaciones (Cofetel), un organismo especializado con el objetivo de “regular y promover el desarrollo eficiente de las telecomunicaciones”.6 La Secretaría de Comunicaciones y Transportes pasaba a convertirse en la entidad que emitía la política pública respecto a este sector de la economía. Pese a que desde hace varios años las telecomunicaciones y los medios de comunicación se vienen transformando en un sector de actividad único, su regulación está fragmentada en diversos organismos y ordenamientos legales. Previamente a la creación de la Cofetel se había expedido, en junio de 1995, la Ley Federal de Telecomunicaciones que sustituyó a la antigua Ley de Vías Generales de Comunicación que databa de 1940. Sin embargo, aunque el nuevo ordenamiento abarca los aspectos más importantes de las telecomunicaciones, únicamente regula la expedición de las concesiones y permisos en el caso de los medios de comunicación, dejando los demás aspectos –como es el caso de la regulación de los contenidos– al cobijo de la Ley Federal de Radio y Televisión y de diversas instancias federales, entre la que sobresale la Secretaría de Gobernación. Recientemente se han aprobado cambios a las leyes que regulan la actividad de las telecomunicaciones y los medios de comunicación. Destaca la creación de Instituto Federal de las Telecomunicaciones que sustituirá a la Cofetel, pero no se elimina del todo la fragmentación que padece la regulación gubernamental sobre las actividades convergentes. El último cuarto de siglo trajo consigo una transformación radical en las condiciones de propiedad de las principales activos y empresas que operan en las telecomunicaciones mundiales. En la década de los años noventa del siglo XX, junto con el ajuste a los esquemas de Tabla 5 VENTAS DE LAS 10 EMPRESAS DE TELECOMUNICACIONES MÁS IMPORTANTES DEL MUNDO, 20121/ (Millones de dólares) EMPRESAS Nippon Telegraph & Telephone AT&T Verizon China Mobile Telefónica Deutsche Telekom Vodafone América Móvil France Telecom China Telecom SEDE Japón EU EU China España Alemania Gran Bretaña México Francia China VENTAS 133,074 127,434 115,846 88,823 80,114 74,735 74,066 58,884 55,908 44,866 1/ Los datos se refieren al año fiscal de 2012. FUENTE: elaborado con información de las empresas y FXTOP, tipos de cambio históricos. Disponible en. http://fxtop.com/. julio-septiembre 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN 27 Tabla 6 MÉXICO: EMPRESAS CONVERGENTES, 2012 (MILES DE SUSCRIPTORES) EMPRESA América Móvil Maxcom Megacable Telefónica Televisa TV Azteca TELEFONÍA MÓVIL 70,366 29 X 19,168 7,385 TELEFONÍA FIJA 14,224 240 556 1,159 754 X ACCESO A INTERNET 8,445 131 835 X 1,306 X TELEVISIÓN DE PAGA X 68 2,100 X 7,462 X TELEVISIÓN RADIO ABIERTA ABIERTA X X X X X X X X X FUENTE: elaboración propia con base en información de las empresas. regulación, se emprendió un movimiento mundial en el que el Estado abandonaba la operación directa de empresas y organismos de telecomunicaciones. El ajuste implicó un proceso de privatización a gran escala y, junto con ello, de la apertura de los mercados –dominados anteriormente por monopolios estatales– a la competencia. A la privatización siguió, en un breve lapso de tiempo, la creación de grandes consorcios multinacionales que tuvieron sus raíces en los antiguos monopolios púbicos en –destacadamente– las economías más desarrolladas: como France Telecom (Francia), Deutsche Telekom (Alemania), Telecom Italia (Italia), y América Móvil (México). Se vio el fortalecimiento de las antiguas empresas privadas dominantes como fue el caso de la AT&T (Estados Unidos) y Telefónica (España). También se desarrollaron varios consorcios al amparo de la liberalización de los mercados, como es el caso de las empresas estatales chinas (China Mobile, China Telecom y China Unicom), de las nuevas firmas japonesas (KDDI y SoftBank), del surgimiento de las más importantes agrupaciones rusas (VimpelCom, Mobile Telesystems y MegaFon), del gigante inglés Vodafone y la estadounidense Sprint-Nextel, entre los más importantes. Así, a escala mundial, el desarrollo de las telecomunicaciones y de la actividad convergente se encuentra gobernado por un puñado de grandes consorcios, entre los que destacan los que aparecen en la Tabla 5. El proceso de monopolización que caracteriza a esta actividad, amenaza con avanzar todavía más en los próximos años. Con la venta de Telmex y los cambios a la regulación se abrió el proceso de liberalización del mer- cado mexicano de telecomunicaciones. En julio de 1990 se comenzaron a otorgar concesiones para operar en el mercado de telefonía móvilvii, y en septiembre de 1995 las que correspondían al mercado de larga distancia, y más tarde a prácticamente todas la áreas de la economía convergente con la excepción de las licencias para establecer nuevas redes de radio y televisión que, en la práctica, llevan más de una década estancadas. A la postre, más allá de los obstáculos presentados, la regulación ha acompañado el tránsito hacia una estructura de servicios convergentes que han permitido la formación de varias agrupaciones de este tipo en el país y que hoy dominan el mercado nacional. A estas alturas se han consolidado algunas empresas que operan diversas redes y plataformas de distribución de contenidos. 28 REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/julio-septiembre 2013 Pese a la diversificación de las fuerzas en juego, el mercado mexicano de la información en medios masivos o convergente se encuentra dominado por dos agrupaciones: América Móvil-Telmex y Televisa. La primera es mucho más grande a escala global que la segunda, pero su desenvolvimiento en México ha sido obstaculizado por las autoridades y sus contrincantes. Con todo, la confrontación entre esas dos fuerzas y la manera en que el Estado las regule, gobernará el futuro inmediato de la actividad convergente de la economía mexicana. Notas 1) Kilómetros de Red de Fibra Óptica. Serie Anual. Comisión Federal de Telecomunicaciones, Sistema de Información Estadística de Mercados de Telecomunicaciones. Disponible en: http://siemt.cft.gob. mx/SIEM/#!prettyPhoto/90/. Fecha de consulta: 6 de junio de 2012. 2) América Móvil, Reporte anual presentado de conformidad con las disposiciones de carácter general aplicables a las emisoras de valores y a otros participantes del mercado de valores, para el año terminado el 31 de diciembre de 2012, p. 25. 3) Grupo Televisa, Reporte anual presentado de conformidad con las disposiciones de carácter general aplicables a las emisoras de valores y a otros participantes del mercado de valores, para el año terminado el 31 de diciembre de 2012, pp. 35-36. 4) Ibíd., p. 64. 5) Cálculos elaborados a partir de Instituto Nacional de Geografía y Estadística, Sistema de Cuentas Nacionales de México. Cuentas de Bienes y Servicios 2003-2008, año base 2003, pp. 215 y 218 y Sistema de Cuentas Nacionales de México. Cuentas de Bienes y Servicios 2003-2008, año base 2003, pp. 221 y 224. 6) Decreto de Creación de la CFT. Disponible en: http://ruedadelafortuna.files. wordpress.com/2013/05/decreto-creacioncofetel.pdf. Fecha de consulta: 6 de junio de 2012. 7) Concesiones de redes públicas. Disponible en: http://www.cft.gob.mx/es_mx/ Cofetel_2008/Cofe_larga__distancia. Fecha de consulta: 6 de junio de 2012. Economista y periodista. Una radiografía de sus primeros 25 años Generación Einstein Internet ha transformado radicalmente la ecología cultural de las sociedades actuales, modificando no pocos hábitos en personas, prácticas informativas, modelos de aprendizaje, habilidades profesionales, formas de entretenimiento, prácticas financieras y comerciales, así como un amplio conjunto de manifestaciones culturales. Hoy son contadas las profesiones u oficios que permanecen ajenos a la influencia de Internet, que además admite ser considerada como una de las tecnologías más moldeables. La gran red es una creación colectiva y se encuentra expuesta a la permanente exploración, experimentación y búsqueda de nuevas aplicaciones y posibilidades comunicativas. En la actualidad, por ejemplo, se cuentan con cientos de miles de apps para tabletas y teléfonos inteligentes –smartphones–, destacando un gran repertorio de aplicaciones gratuitas. En Internet nada es definitivo y cada año se introducen nuevas aplicaciones que transforman las prácticas comunicativas de miles de millones de personas. Internet supone el ejercicio y el desarrollo de una compleja autología; es decir: la autoaplicación del conocimiento y el conocimiento aplicado al conocimiento. Octavio Islas* / Amaia Arribas Urrutia** El medio, o proceso, de nuestro tiempo –la tecnología eléctrica– está remodelando y reestructurando los patrones de interdependencia social, así como todos los aspectos de la nuestra vida personal. Se nos obliga a reconsiderar y reevaluar prácticamente cada pensamiento, cada acción, y todas las instituciones que anteriormente dábamos por sentado. Marshall McLuhan. L os primeros 25 años de vida de la Revista Mexicana de Comunicación, fundada en septiembre de 1988, nos pareció el marco idóneo para emprender el análisis de los 25 años de existencia de la llamada Generación Einstein. De ello trata este texto. Nuestra gratitud a Omar Raúl Martínez, a Miguel Ángel Sánchez de Armas y a cada uno de los integrantes de la Fundación Manuel Buendía que nos han hecho sentir como en casa. De generación en generación La formidable expansión de Internet1 en el mundo contemporáneo, particularmente el crecimiento observado en los años recientes a través de dispositivos móviles –tabletas y teléfonos inteligentes–, sin duda permite afirmar que Internet, el “medio de comunicación inteligente”, constituye un parteaguas histórico debido a que establece un antes y un después en el desarrollo de la comunicación humana. De acuerdo con Jeroen Boschma, director creativo de la agencia de comuni- cación holandesa Keesie, especializada en target infantil y juvenil –y coautor del libro Generación Einsteinii2–, el año de 1988 marcó el advenimiento de la Generación Einstein: La primera generación de jóvenes desde la II Guerra Mundial que se caracteriza por sus rasgos positivos: sociables, listos, dialogantes y solidarios. En resumen: más listos, más rápidos, más sociables. La sociedad de la información –sostiene Boschma– posibilita el advenimiento de la Generación Einstein. En la obra se consignan los resultados que arrojó una investigación emprendida por la agencia de comunicación Keesie, la cual durante 10 años realizó entrevistas a jóvenes nacidos a partir de 1988. El término Ge- julio-septiembre 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN 29 neración Einstein responde al propósito de designar a los nacidos a partir de 1988, quienes desde niños se han relacionado con la tecnología de forma espontánea, y que hoy admiten ser considerados como la primera generación de niños digitales. El análisis sociológico del comportamiento cultural de las generaciones parte de Karl Mannheim. El análisis histórico de lo generacional procede de José Ortega y Gasset, quien introdujo el concepto generación para explicar las variaciones de la sensibilidad vital que son decisivas en la resolución de la historia. Una generación –afirmó Ortega y Gasset– no es un puñado de hombres egregios, ni simplemente una masa: es como un nuevo cuerpo social íntegro, con su minoría selecta y su muchedumbre, que ha sido lanzado sobre el ámbito de la existencia con una trayectoria vital determinada. La generación, compromiso dinámico entre masa e individuo, es el concepto más importante de la historia, y, por decirlo así, el gozne sobre que ésta ejecuta sus movimientos.3 El reflexivo generacional ha merecido pobre atención en la academia latinoamericana de investigadores de la comunicación. Entre el reducido número de investigadores en la región que se han preocupado por incursionar en la investigación comunicológica de temas generacionales, destaca Alejandro Piscitelli (Argentina), quien ha centrado su atención en la crisis que es posible advertir en no pocos de los modelos de enseñanza imperantes en la actualidad. La ecología cultural de las generaciones es tema de gran interés en la Ecología de los Medios.4 Douglas Rushkoff, por ejemplo, autor del libro Screenagers. Lesson in Chaos from Digital Kids (2006)5, sostiene que el caos define la ecología cultural en la cual se desenvuelven las nuevas generaciones, a las cuales designa como screenagers. En 1995, en el libro Playing the future, Rushkoff realizó una relevante aportación al análisis generacional del acceso a las nuevas tecnologías de información y comunicaciones (TICs), al distinguir a los nativos digitales de los inmigrantes digitales, cuyas edades oscilan entre 26 y 35 años. Aunque mantienen una relación fluida con la tecnología, éstos han debido pasar por un aprendizaje que para los más jóvenes ha sido un proceso natural. En la primera tabla podremos advertir algunos de los rasgos definitorios de los miembros de la Generación Einstein, considerando rasgos emblemáticos de otras generaciones: los Baby boomers y la Generación Y. La Generación Einstein se desenvuelve en una ecología cultural en la cual Tabla 1 RASGOS DEFINITORIOS DE LOS “BABY BOOMERS” (1945-1955), LA “GENERACIÓN X” (1960-1985) Y LA “GENERACIÓN EINSTEIN” (1988 - ) BABY BOOM GENERACIÓN X 1945-1955 1960-1985 Contestatarios Negativos Posguerra y reconstrucción Depresión económica Rebosantes de ideales Vacío ideológico No había marcas Nacen las marcas Apasionados. Relativizan Otro futuro No hay futuro A la búsqueda de La personalidad se la personalidad construye Identidad alejada de Identidad entendida padres y autoridad como mimetismo GENERACIÓN EINSTEIN 1988 hasta ahora Positivos Crecimiento, desarrollo y bienestar Ideales tradicionales Marcas por doquier Serios Buen futuro La personalidad es auténtica Identidad es ser sincero con uno mismo FUENTE: Boschma 2006, pág. 39. las comunicaciones digitales observan un rol protagónico en la formación de la percepción como en la comprensión de la realidad. Los chicos que hoy tienen entre cinco y 15 años –asegura Alejandro Piscitelli– son la primera generación mundial que ha crecido inmersa en estas nuevas tecnologías. Han pasado toda su vida rodeados de computadoras, videojuegos, teléfonos celulares y el resto de los gadgets digitales […] los videojuegos, el e-mail, internet, los teléfonos celulares y la mensajería instantánea se han convertido en parte integral de nuestras vidas y en el oxigeno sociocultural que respiran los chicos del tercer milenio. En segunda tabla consideramos algunos de los aspectos emblemáticos de las ecologías culturales de las citadas generaciones. 30 REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/julio-septiembre 2013 La Generación Einstein hoy Durante la primera semana de junio de 2013 fueron dados a conocer los resultados que arrojó el estudio Telefónica Global Millenial Surveyvi6, realizado por Financial Times, el cual comprendió la aplicación de entrevistas cuantitativas en línea, con 190 preguntas, a una población de 12,171 personas cuyas edades comprendían entre 18 y 30 años de edad, distribuidos en 27 países en seis regiones (Norte América, América Latina, Europa Oriental, Europa del Este, Asia, Medio Oriente y Africa). El levantamiento de la encuesta comprendió del 11 enero al 4 febrero de 2013. En México fueron aplicadas 503 encuestas. En cuanto al género de los informantes elegidos, 50% son hombres, y 50% mujeres. Además, 66% afirmaron ser solteros, y 60% cuentan con formación universitaria. El citado estudio puede ser considerado una oportuna actualización de la información recabada algunos lustros atrás por Boschma y su equipo de trabajo. Los temas analizados en dicha investigación fueron: tecnología y educación; la tecnología y la nueva brecha de género; gobierno, economía y medio ambiente; oportunidades de progreso y libertad personal; líderes. Tecnología y educación Con base en los resultados que arrojó el citado estudio, es posible afirmar que la Generación Einstein se distingue por la posesión y empleo de teléfonos inteligentes: 76% afirmó contar con por lo menos un aparato. El menor porcentaje de personas con teléfonos inteligentes se presentó en Europa del Este, donde 60% de los encuestados afirmó contar con teléfono inteligente, 64% con laptops, 56% con computadoras de escritorio, Tabla 2 FACTORES EMBLEMÁTICOS DE LAS ECOLOGÍAS CULTURALES DE LAS TRES GENERACIONES GENERACIÓN DEL BABY BOOM Programas de TV Series infantiles nacionales, Guardianes del Espacio Programas de radio Tipo 40 Principales, radioteatro. diskjockey nacional Modas/juegos en el colegio Goma de saltar, canicas, jugar al aro, cartas de marcas de tabaco. Figuras Políticas De los años setenta. Acontecimientos históricos Llegada a la Luna, asesinato de Kennedy. Hitos sociales Movimiento hippy, Guerra de Vietnam, emancipación de la GENERACIÓN X Equipo A, Corrupción en Miami, El coche fantástico. The Nanny. Tipo 40 Principales, popular musicales y para jóvenes. Canicas, Monopoly, gomas de saltar.. De los años ochenta. Caída del muro de Berlín. Armas atómicas, apartheid, guerra fría. mujer, crisis del petróleo. Desarrollo tecnológico Televisión, casetes, motocicleta. Televisión en color, video, microondas. Idolos Elvis, Cliff Richard, Brigitte Bardot. Madonna, Michael Jackson. Películas West Side Story, Sissi emperatriz, Grease, Dirty Dancing, ET. Sonrisas y lágrimas. Grupos de música Beatles, Rolling Stones. Abba, Wham, Duran Duran. GENERACIÓN EINSTEIN Barrio Sésamo, culebrón nacional tipo Operación Triunfo, Friens, Cadenas comerciales, musicales y para jóvenes. Cartas, Pokémon, canicas, tazos. De los noventa, siglo XXI. Atentado del 11 de septiembre de 2001, tsunami de 2004 Política de inmigración, efecto invernadero, valores y normas Móviles, ordenador (con Internet), MP3 (iPod). Spice Girls. Britney Spears, ninguno (dicho con frecuencia). El Señor de los Anillos, Grease, Kill Bill, cine nacional, La Guerra de las Galaxias, Gladiator, El paraíso perdi do (muchas y diversas películas). DJ Tiesto, Muse, Chemical Brothers, dEUS, System of a down (muchos y diversos grupos). FUENTE: Boschma 2006, págs. 39-40. y 23% con tabletas. Por lo que respecta a América Latina, 68% dijo tener teléfono inteligente, 62% laptops, 58% computadoras de escritorio y 22% tabletas. El porcentaje más elevado de personas con teléfonos inteligentes se presentó en Asia (83%). Ello en buena medida se debe a que los países considerados en el estudio fueron India, China, Japón y Corea. La población encuestada afirmó utilizar los teléfonos inteligentes seis horas diarias en promedio. En tal sentido destacan Norteamérica y América Latina, regiones en las cuales el promedio diario de uso de teléfonos celulares alcanza siete horas diarias. En torno a prácticas de información y entretenimiento vía medios impresos, televisión, Internet y nuevos medios sociales, la población encuestada definitivamente se inclina por los últimos: 45% en materia de cobertura noticiosa e informativa, 54% al abordar crisis, 64% en materia de entretenimiento. La televisión ha sido relegada a un segundo plano: 36% en materia de cobertura noticiosa e informativa, 34% al abordar crisis, 31% en materia de entretenimiento. Los entrevistados consideran que las tecnologías abren oportunidades en su vida. Por ejemplo, 83% considera que sus habilidades tecnológicas les facilitan obtener empleo; 69% afirma que la tecnología abre oportunidades para toda la gente, a diferencia de épocas anteriores cuando las oportunidades fundamentalmente beneficiaron a élites selectas. No obstante lo anterior, la población encuestada considera que las tecnologías no han contribuido a remediar profundas desigualdades sociales (62%). Sin embargo, vale la pena destacar que en América Latina, particularmente en Perú, Brasil, Colombia, Chile y Venezuela, la percepción dominante fue que las tecnologías han contribuido a erradicar importantes diferencias sociales (53%). La tecnología observa un rol fundamental en sus percepciones: 80% (hombres) se considera “en la vanguardia tecnológica”, 39% (hombres) afirma que la tecnología ha jugado un papel fundamental en su percepción de la vida, y 42% (hombres) considera que la tecnología “es el campo más importante de estudio para asegurar el éxito futuro”. Gobierno, economía y medio ambiente Sobre el reconocimiento de los principales problema mundiales, los encuestados de cuatro de las seis regiones consideraron como primer problema la economía. En América Latina establecieron como primer problema la desigualdad social, y en el Medio Oriente y Europa el terrorismo. También las principales preocupaciones por el medio ambiente fueron expresadas por los encuestados en América Latina (70%). Con excepción de los encuestados en Asia, en las otras regiones perciben que el rumbo de la economía mundial no es correcto, y si bien Boschma en su citado libro afirmaba que uno de los aspectos distintivos de los miembros de la Generación Einstein es el optimismo, a pesar de los devastadores efectos de recientes crisis mundiales, es posible advertir que persiste un amplio optimismo en la población encuestada, particularmente en Asia y América Latina, donde 79 y 78% de los encuestados, respectivamente, considera que los mejores días para su nación están por venir. A pesar de lo anterior, los miembros de la Generación Einstein reconocen las adversidades en el entorno laboral, pues esperan trabajar de forma indefinida y estiman que no tendrán suficiente dinero para jubilarse. Si bien manifiestan fuertes convicciones acerca de sus libertades personales y su privacidad, consideran que tener una retribución decente por el trabajo que realizan representa un auténtico privilegio. En cuanto a su religiosidad, los encuestados afirman ser menos devotos que sus familiares (51%). Sin embargo, 76% seña- julio-septiembre 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN 31 laron estar abiertos a otras religiones y creencias, e inclusive 80% afirmaron que no tendrían inconveniente alguno por contraer matrimonio con una persona que profesara una religión diferente. Por lo que respecta a su visión del gobierno, 52% considera que los gobiernos no expresan los valores y creencias de su generación Los encuestados en Asia, Medio Oriente y África consideran necesario incorporar más regulaciones al sector privado. En cambio, en Norteamérica, Europa Central y Europa del Este se inclinan por lo contrario. Como principal factor de cambio en las sociedades, los encuestados (42%) reconocen la importancia de la educación, la protección del medio ambiente, 41%; eliminar la pobreza, 39%. Por lo que respecta a las posibilidades de desarrollo profesional en sus respectivos países, 68% considera que éstas efectivamente resultan viables en sus respectivas naciones de origen. En Europa del Este se observa el menor grado de confianza (55%). En Norteamérica el más alto (77%). Sobre la trascendencia de la participación política, 45% de los encuestados considera que su participación puede representar la diferencia. En Norteamérica, donde aún prevalece una especie de mitología heroica sobre el self made man, 60% de los encuestados creen que su participación puede marcar una significativa diferencia al interior del sistema político. En torno a la perspectiva de la incidencia global, 40% considera que su participación puede representar una importante diferencia. Sin embargo, en este rubro los latinoamericanos resultaron aún más optimistas, 62% considera que su participación puede marcar la diferencia global. Es posible confirmar el acentuado optimismo de la Generación Einstein al advertir que 62% cree que pueden ser efectivos factores de cambio en sus comunidades. En América Latina tal convicción fue manifestada por 82% de los encuestados. Sobre el desarrollo de la economía mundial en los próximos años, la mayoría coincide en señalar que en un futuro inmediato China observará el rol protagónico en su conducción. Los indúes por supuesto discrepan al afirmar que será India y no China la nación que asuma ese rol protagónico en la economía mundial Oportunidades de progreso y libertad personal Al considerar los principales factores que determinaron su forma de vida, los entrevistados ubicaron en primer lugar a la familia (81%), la escuela y la educación (58%), los amigos (54%), la tecnología Líderes A diferencia de anteriores generaciones, la Generación Einstein reconoce un nuevo tipo de liderazgo, basado en el empleo de la tecnología y el aprovechamiento de las oportunidades. El liderazgo tecnológico se inscribe en tres convicciones: 1) “Totalmente de acuerdo: Estoy en la vanguardia de la tecnología”; 2) “Creo que puedo hacer una diferencia local”; y 3) “Tengo oportunidades en mi país para convertirme en un empresario o desarrollar y llevar una idea al mercado”. Ven el futuro con optimismo, consideran que pueden incidir en cambios globales y están firmemente convencidos de que, para sus respectivas naciones, los mejores días están por venir. Notas (39%). Vale la pena destacar que consideraron que la tecnología ha influido más en sus vidas que la economía (29%) y la religión (15%). Al preguntarles qué campo de estudio creían más importante para garantizar el éxito, los encuestados ratificaron la importancia de la tecnología al ubicarla en primer lugar (42%), en segundo lugar la economía (18%), en tercer lugar las ciencias (12%) y en cuarto lugar el dominio de otros idiomas (9%). Además, 42% considera que para poder asegurar su futuro, lo primordial es la educación en tecnología. Conviene recordar cuál era la visión que sobre las TIC prevalecía –inclusive ya avanzada la década de los noventa– en un sector de la academia latinoamericana de investigadores de la comunicación. De acuerdo con José Marques de Melo, Jesús Martín-Barbero consideraba a las nuevas tecnologías como “una de las peores modas que penetraron en las escuelas de comunicación de América Latina (…), una de las modas más alienantes y dependientes”. En la década de los ochenta no pocos académicos afirmaron que las tecnologías de información obedecían a las necesidades de hegemonía cultural del imperialismo, y que los aparatos ideológicos del Estado, incluido el aparato ideológico de tecnología, cumplían dos funciones fundamentales: garantizar la reproducción ampliada de la calificación diversificada de la fuerza de trabajo, y garantizar también la reproducción ampliada de la ideología dominante. Sobraban, pues, motivos para odiar a los medios de comunicación y a las tecnologías de información y comunicaciones. 32 REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/julio-septiembre 2013 1) La definición técnica que ofrece Vinton Cerf –��������������������������������������������� uno de los creadores de Internet������������� –������������ es la siguiente: “(Internet) es un sistema de protocolos de comunicación para el intercambio de información entre redes de computadoras de distintas clases, a través de paquetes conmutados”. La palabra Internet procede de la abreviatura de los términos Interconnected Networks, es decir, redes interconectadas, o red de redes. Véase Leiner, Cerf, Clark, Kahn, Kleinrock, Lynch, Postel, Roberts y Wolff: A Brief History of the Internet. Disponible en línea en: http:// www.isoc.org/internet/history/brief.shtml Fecha de consulta: 3 de junio de 2013. 2) En castellano: Generación de Einstein: inteligentes, sociales y súper rápidos. Comunicándose con gente joven en el Siglo XXI. 3) Véase: http://biblioteca.udea.edu.co/~hlopera/ Web-etica/generaciones.html Fecha de consulta: 4 de junio de 2013. 4) En la Ecología de los Medios, la “fatalidad” de los cambios tecnológicos admite ser comprendida como principio explicativo del desarrollo humano. Cualquier tecnología ������������������������ –����������������������� y los medios de comunicación son tecnologías– representa una extensión de los sentidos o las facultades del ser humano (McLuhan). Los medios son las extensiones artificiales de la inteligencia sensorial. Además de McLuhan, algunos de los principales referentes teóricos e intelectuales de la Ecología de los Medios son: Neil Postman, Harold Innis, Walter Ong, Lewis Mumford, Jacques Ellul, Elizabeth Eisenstein, Eric Havelock, Edmund Carpenter, Jack Goody, Joshua Meyrowitz, Jay Bolter, Lance Strate, Denise Schmandt–Besserat, Robert Logan, James Carey, Eric McLuhan, Paul Levinson y Christine Nystrom, entre otros. 5) En castellano: Screenagers. Lecciones en caos de los niños digitales. 6) Véase: http:telefonica.com/millennials #TEFMillennials *Director de Proyecto Internet-Cátedra de Comunicación Digitales Estratégicas, Tecnológico de Monterrey, campus Estado de México, y director de la revista web Razón y Palabra. **Doctora en periodismo y comunicación egresada de la Universidad del País Vasco. Investigadora en la Cátedra de Comunicaciones Digitales Estratégicas del Tecnológico de Monterrey, Campus Estado de México. Un recuento histórico de la reforma constitucional de 2013 La aportación de la academia En diciembre de 2012 reinaba la resignación entre quienes por décadas se habían ocupado en buscar repercusiones sociales favorables en los medios y las telecomunicaciones. Había también desencanto y desconfianza ante el cambio de gobierno. Esa firma de un pacto con los partidos de oposición no motivaba. Vino después una lista de los compromisos que ese pacto prometía. Surgió la sorpresa: se mencionaban temas que por años habían sido bandera de varios sectores sociales en distintos momentos. Se garantizaría la competencia en radio y televisión y el acceso a la banda ancha con anuncio de modificación constitucional. Habría más cadenas nacionales de televisión abierta. Sonaba increíble. Vino el documento oficial y se inició la discusión en el Congreso. Estaba claro que había voluntad política para rectificar rumbos. En junio de 2013, cuando la reforma ha sido aprobada por el Congreso Federal y por los congresos de los estados, el panorama es satisfactorio. La Constitución mexicana establece ya una evidente moderación a las prácticas monopólicas; las telecomunicaciones y la radiodifusión han quedado definidas como servicio público; por primera vez en nuestra historia, los medios públicos existen legalmente; en suma: quedaron restituidas facultades que el Estado había cedido. Nada de ello se le ocurrió al equipo de Peña Nieto de la noche a la mañana. Detrás de tal suceso hay una historia configurada durante décadas por numerosos actores políticos y sociales. Este texto pretende resaltar episodios olvidados o desconocidos por las nuevas generaciones. Se busca subrayar momentos del debate público en que la academia participó. No se trata de colgarse medallas ni de privilegiar un aspecto sobre tantos otros para satisfacción personal. No, lo que se pretende es poner el acento en lo beneficiosa que puede resultar la reflexión unida a la acción. Fátima Fernández Christlieb* / Patricia Ortega Ramírez** / Beatriz Solís Lereé*** Q ueremos mostrar la utilidad del estudio de los medios y las telecomunicaciones vinculado a la participación en procesos legislativos. Es obvio que la reforma constitucional de 2013 no salió de la academia, pero durante décadas ésta colocó semillas en surcos que hoy fueron atendidos. Las siguientes páginas pretenden, también, alertar sobre cánticos de victoria prematuros. Viene ahora la reglamentación de esta reforma constitucional y con ella los conocidos escenarios de lucha. Hagamos, por lo pronto, una breve incursión en la historia. La dialéctica reflexión-acción El trabajo académico vinculado al diagnóstico de las condiciones políticoeconómicas de los medios ha determinado, en parte, el avance y socialización de los temas principales que hoy son el eje de la julio-septiembre 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN 33 reforma al marco jurídico de las telecomunicaciones y la radiodifusión en México. Ese trabajo, desarrollado fundamentalmente desde las universidades y las organizaciones académicas, refleja la consistencia del ejercicio académico de evaluar y analizar desde el espacio de la razón. Pero también es necesario reconocer que en muchas ocasiones, esos esfuerzos han perdido su eficacia política al no lograr materializar sus resultados en acciones concretas que den salida o continuación a los estudios realizados. Sin duda resulta indispensable ampliar y reforzar la interacción entre el campo de la política y el campo académico, sin desconocer que la distinción tradicional entre ambos se construye en torno a la oposición entre pensamiento y acción. De acuerdo con Hanna Arednt, “entre pensamiento y acción cabe una primera distinción, el pensamiento es un trabajo reflexivo e implica diálogo interno, por el contrario, la acción es siempre acción concertada con los demás”. El hecho de que la actividad política se defina por la acción, no significa que quien se ubica en ese escenario no se encuentre obligado a pensar, tampoco implica que quien se dedique a la vida académica esté impedido para actuar políticamente. Tenemos muchos ejemplos que demuestran que la acción política del intelectual es indispensable. El paradigma que asume la academia en este caso es el de establecer una relación entre pensamiento y acción para que, mediante el uso de la facultad de juicio crítico, podamos ofrecer a la sociedad, y a los actores directamente vinculados a la acción, una reflexión crítica sobre el rol de la comunicación en el mundo. Tomar distancia, sí, pero para “devolver la imagen sobre el sentido de las tareas que cumplen las distintas instituciones del Estado, los poderes (incluidos los medios) y su impacto sobre los distintos sujetos y colectividades que integran la sociedad”. Del mismo modo, el análisis de algunos paradigmas jurídicos que posibilitan diagnósticos capaces de orientar la acción, ha permitido empezar a despejar algunas líneas de trabajo para este tema. Exponemos aquí, de manera breve, la experiencia de México, donde la llamada Reforma del Estado se ha convertido en un largo y complejo proceso, particularmente en lo que se refiere a la incorporación o modificación de los principios y normas que orientan la acción de los medios y del Estado, así como la relación entre éstos y la sociedad. El proceso de Reforma del Estado no sólo ha tenido que adecuarse a los requerimientos actuales de las condiciones políticas y sobre todo sociales, sino que ha encontrando barreras fundadas básicamente en casi 80 años de vacíos legales e impunidades. Ha sido ahí donde también ha encontrado su potencial dinamizador, el cual se ha visto materializado apenas en abril de 2013 en una importante reforma constitucional en materia de telecomunicaciones y radiodifusión. Sin embargo, tal esfuerzo sólo será completo cuando los principios constitucionales queden plasmados en una ley secundaria que los haga operativos y en la cual queden integradas muchas de las demandas sociales y propuestas que desde la academia se han hecho a lo largo de más de 30 años. Por primera vez hemos visto a algunos legisladores visitar las universidades para exponer su trabajo y a los académicos acercarse al Poder Legislativo para propiciar una acción reflexiva. A ellos se han vinculado los ciudadanos que, de manera particular o a través de sus organizaciones, se han acercado al Poder Legislativo para plantear la necesaria defensa de sus derechos a la comunicación y a su representación en los medios. En la construcción de este debate también ha sido importante la presencia y colaboración de instituciones académicas y organismos internacionales. Éstos han generado un espacio de interacción al vincularse con los legisladores de todos los partidos, para el análisis y el sustento de temas fundamentales en la definición de un nuevo modelo de comunicación. A este trabajo se sumaría el resultado de múltiples foros y audiencias públicas realizados en diversos momentos políticos (1979, 1983,1995). 34 REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/julio-septiembre 2013 Primer debate en que participa activamente la academia La Reforma Política de diciembre de 1977 modificó 17 artículos constitucionales, entre los cuales se encontraba el artículo sexto referido a la garantía de la libertad de expresión y que incorporó el siguiente párrafo: “El derecho a la información será garantizado por el Estado”. Fue a partir de ese momento que inició la discusión respecto a estos derechos fundamentales, colocando en el centro de la reflexión el valor de la información y el modelo de comunicación imperante en México. Es en el origen del debate sobre la reglamentación del derecho a la información donde ubicamos el inicio “formal” de la participación de la academia y su incidencia en la definición de las políticas de comunicación. El 18 de septiembre de 1979, el secretario de Gobernación, Jesús Reyes Heróles, anunció que se realizarían audiencias públicas en la Cámara de Diputados, con el objeto de conocer las posiciones del sector social sobre el futuro reglamento del derecho a la información. El debate en la Cámara de Diputados se desarrolló del 21 de febrero al 26 de julio de 1980 y su principal valor fue que por primera vez se ventilaba públicamente el tema de la comunicación social en México, su importancia social y los problemas que generaba el modelo dominante de comunicación en nuestro país. De esa discusión dio cuenta la participación de partidos políticos, asociaciones profesionales, periodistas, medios de comunicación, organizaciones sindicales, universidades, investigadores y ciudadanos en general que dieron su opinión sobre el derecho a la información y su reglamentación. La Asociación Mexicana de Investigadores de la Comunicación (AMIC) y el Consejo Nacional para la Enseñanza y la Investigación de las Ciencias de la Comunicación (Coneicc) tuvieron una intervención destacada al incorporar diagnósticos académicos y propuestas puntuales que rebasaban incluso el objetivo específico de la reglamentación del derecho a la información, pues planteaban la necesidad de revisar las reglas generales del modelo comunicativo. En 1980 se dio a conocer el resultado de las audiencias cuyas principales propuestas se centraron en los siguientes aspectos: ● Obligación del Estado de informar a la sociedad y garantizar a los ciudadanos la producción de información. ● Definir de una Política Nacional de Comunicación explícita y articulada de los organismos estatales en una estructura nacional asegurando normas que garantizaran su eficacia. ● Reglamentar el Derecho a la Información y establecer un órgano regulador de las actividades de la comunicación ● Limitar los monopolios que se oponen al equilibrio del ejercicio del derecho a la información. ● Hubo 450 propuestas más relacionadas con el tema. El 8 de mayo de 1981, el Presidente de la Cámara de Diputados, Luis M. Farías, declaró que el cuerpo legislativo de la Cámara de Diputados no le encontró “la cuadratura al círculo”. Agregó que hasta esa fecha había rechazado varios proyectos presentados porque representaban un atentado directo a la libertad de expresión. El mismo Farías dijo entonces que consideraba difícil que durante ese periodo de sesiones se presentara un proyecto definitivo porque el problema era tan complejo como el de la corrupción. De manera paralela a las consultas en la Cámara de Diputados, en el Ejecutivo Federal, a través de la Coordinación de Comunicación Social de la Presidencia se había trabajado una propuesta de reforma estructural del modelo mediático en México que incluía un proyecto legislativo. Este esfuerzo contó con la participación de académicos que orientaron el trabajo de investigación diagnóstica, junto con asesores externos y un importante grupo de pasantes de comunicación social, que conformaron el equipo que estuvo a cargo de uno de los trabajos más completos de diagnóstico y de propuestas para una reforma de los medios de comunicación. Todo ello quedó plasmado en mas de 6,500 cuartillas organizadas en 30 tomos, titulado: “Bases Estratégicas para la Construcción de un Sistema Nacional de Comunicación Social”. La revista Proceso, en su número 256 del 26 de septiembre de 1981, lo refirió del siguiente modo: El gobierno federal tiene listo un anteproyecto de Ley General de Comunicación Social que reglamenta el derecho a la información y cuyo propósito expreso es promover la democratización de los medios de comunicación colectiva. El anteproyecto contiene disposiciones que amplían la participación popular en el manejo de los medios, entremezclados con medidas que garantizan al Estado una intervención más directa en el uso, manejo y control de la comunicación social en todos los ámbitos. Esta corta pero intensa etapa del intento de reformar el marco normativo de los medios y dar materialidad al derecho a la información, terminó gracias a las presiones de una “guerra de papel”, emprendida por la prensa nacional contra una propuesta nunca difundida ni reconocida oficialmente y que, sin embargo, acerca de ella se emitieron opiniones de lo más diversas, lo cual provocó que el debate presentara posiciones dividas que abonaron a la confusión. La consulta popular de 1983 Finalizado el sexenio de José López Portillo, los intentos por encontrar nuevas reglas para la comunicación social debieron esperar a que el nuevo presidente diera señales de avanzar en el tema. El Plan de Gobierno 1982-1988 de Miguel de la Madrid propuso: Hacer realidad el derecho a la información siendo necesario expedir la ley reglamentaria del artículo 6° constitucional que abarque los diferentes aspectos de este derecho, pero respetando íntegramente la libertad de expresión y la libre manifestación de las ideas. Para ello en 1983 se realizaron nuevas consultas, en esta ocasión convocadas por el Ejecutivo Federal en cinco sedes (Guadalajara, Mérida, DF, Monterrey, Hermosillo), donde la participación de los académicos fue del 43%. Las ponencias, ordenadas de acuerdo con los temas y las sedes donde se presentaron, fueron publicadas en una colección de 12 textos que llevaron por título Foros de Consulta Popular de Comunicación Social, editados por el Ejecutivo Federal. Las principales propuestas que se presentaron en esa ocasión, estuvieron más encaminadas a los temas de la transparencia y acceso a la información: ● Transparentar los actos de los servidores públicos. ● Actualizar las disposiciones jurídicas en materia de medios de comunicación social. ● Crear un registro público de los medios de comunicación ● Transparentar la publicidad gubernamental. ● Organizar y transparentar la acción de los medios públicos de comunicación. ● Hubo 600 propuestas más relacionadas con estos temas. Lo único que se logró durante ese sexenio fue la estructura administrativa de los medios del Poder Ejecutivo Federal a partir de la creación de los Institutos de Radio, Televisión y Cinematografía: Imer, Imevision e Imcine y cuya propuesta había sido elaborada desde el sexenio de José López Portillo (en la primera gran iniciativa de ley). Académicos e intelectuales demandan la no privatización del Canal 22 Después de las elecciones de 1988, el país empezó a vivir un proceso de acomodo de fuerzas en el Poder Legislativo, y los partidos de oposición empezaron a tener mayor participación en el Congreso. De ahí hubo un gran impasse en donde el debate oficial en torno al tema no volvió a darse, salvo un hecho que aunque no se encuentra vinculado a la reforma de los medios, merece ser mencionado por la importancia que tuvo: la participación de intelectuales y académicos. En 1991, en pleno proceso de privatización de Imevisión emprendido por Carlos Salinas de Gortari, un amplio sector de la comunidad cultural y académica de México solicitó al Presidente que el Canal 22 no fuera vendido a inversionistas privados. Ante esta petición, Salinas aceptó y nombró una Comisión de Planeación para que dotara de contenido la propuesta de lo que debía hacerse en el Canal 22, el cual fue retirado del paquete de medios en venta. El 25 de junio del mismo año, la Comisión entregó su propuesta al Presidente Salinas y ésta definió que el Canal 22 debería “ser una opción de televisión pública con una concepción plural coordinado en sus aspectos esenciales por un Consejo de Planeación y Políticas de Desarrollo que reúna condiciones de pluralidad y suficiencia académica y cultural”. En ese sexenio ésta, la del Canal 22, fue la única acción que obtuvo respaldo del Gobierno Federal, y a partir de entonces el Poder Ejecutivo se replegó. El Poder Legislativo toma la iniciativa En 1995 hubo una nueva convocatoria para realizar consultas públicas en materia de medios, esta vez emitida por la Cámara de Diputados, a través julio-septiembre 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN 35 de su LVI Legislatura. Esas consultas se llevaron a cabo del 8 de junio al 11 de julio de ese año y se creó una “Comisión Especial de Comunicación Social” con la finalidad de avanzar en torno a las necesarias reformas legislativas. En aquella ocasión se presentaron 694 ponencias con más de 2,500 propuestas, entre la cuales la presencia de los académicos y de las organizaciones como AMIC y Coneicc fueron de nueva cuenta fundamentales. Se generó consenso sobre la urgencia de actualizar y modernizar la legislación, ello además de: ● Legislar sobre el derecho a la información en sus partes integrantes: derecho de acceso, el derecho de réplica y el acceso a los medios, derechos de los profesionales y derecho a la privacidad. ● Crear un órgano autónomo y plural para su regulación. Como resultado de estas deliberaciones, y casi a punto de cerrarse los trabajos de la LVI Legislatura, el 22 de abril de 1997, los diputados federales del PRD, PAN y PT, miembros de la Comisión Especial de Comunicación Social, presentaron al pleno de la Cámara de Diputados dos iniciativas de ley. La Ley Federal de Comunicación Social, reglamentaria a los artículos sexto y séptimo de la Constitución, que derogaba la Ley de imprenta de 1917 y una iniciativa que reformaba algunos artículos de la Ley Federal de Radio y Televisión en cuya elaboración participaron algunos académicos, la cual entre otras cosas proponía: ● Fomentar el ejercicio pleno, plural y participativo del derecho a la información y las libertades de expresión e información que coadyuven a la conformación de una opinión publica informada. ● Promover que toda persona, organización y grupo social sean sujetos activos, participantes y con efectivo y libre acceso a la información. ● Estimular el respeto al libre ejercicio profesional del informador y facilitar su acceso a las fuentes de información. ● Proteger y garantizar los derechos de las personas a su dignidad, libertad y vida privada. ● Mayor independencia financiera y aumento de capacidad de producción de las emisoras públicas mediante la posibilidad de obtener ingresos por venta de espacios y servicios. ● Terminar con la discrecionalidad en el régimen de otorgamiento de concesiones mediante la creación de un comité mixto para la asignación de concesiones de radio y televisión. La siguiente legislatura retoma los trabajos Fue en la siguiente legislatura que la Comisión de Radio, Televisión y Cinematografía, presidida por el diputado Javier Corral Jurado (1997-2000), se encargó de dar continuidad al trabajo, mediante la revisión y dictamen de las iniciativas. Como respuesta inmediata, empresarios de los medios y algunos sectores del Poder Ejecutivo –que esta vez vieron como una amenaza más cercana el avance de la reforma jurídica de los medios, especialmente en lo que se refería al derecho a la información y al régimen discrecional de las relaciones entre los medios y el Estado– iniciaron una campaña mediática en contra de las iniciativas y del diputado Corral que ya para entonces había alcanzado un importante liderazgo en la materia y quien fue el principal impulsor de importantes vínculos entre la academia y la política. Esta relación propició que el Congreso de la Unión organizará una serie de Conferencias Internacionales para la reflexión de los principales temas de la reforma del modelo mediático. Temas que, como se había mencionado, surgieron del debate académico y de las consultas y audiencias públicas . El primer gobierno panista continúa pero también claudica Otro intento por reformar el régimen jurídico de los medios electrónicos, se dio a partir de la llamada transición política. Un partido diferente al PRI ganó 36 REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/julio-septiembre 2013 las elecciones para la Presidencia en el 2000. También cambió la conformación del Congreso de la Unión: el PRI ya no obtuvo la mayoría. Había posibilidades para llevar a cabo la reforma largamente anunciada. El 5 de marzo de 2001, se instaló la “Mesa para la Reforma integral de la legislación de los medios electrónicos” en la Secretaría de Gobernación. Ésta tenía la tarea de establecer una agenda de temas para ser revisados y modificados de acuerdo con las nuevas condiciones que para entonces ya apremiaban a la radio y televisión mexicanas. En esa mesa hubo una amplia participación con miembros de todos los sectores involucrados en el proceso: El Poder Ejecutivo (secretarias de Gobernación y de Comunicaciones y Transportes), el Poder Legislativo (Cámara de Diputados y de Senadores), empresarios representados por la Cámara Nacional de la Industria de la Radio y la Televisión (CIRT), medios públicos (Red de radiodifusoras y televisoras culturales y educativas), universidades que impartían la carrera de comunicación (Coneicc), partidos políticos y sociedad organizada. Los intensos trabajos de dicha mesa estuvieron encaminados a la redacción de una iniciativa de ley de radio y televisión que empezó a ser elaborada con especial énfasis en las recomendaciones de la academia y la sociedad civil. Las propuestas para un nuevo marco legislativo en los medios electrónicos fueron, entre otras, las siguientes: ● La ley en materia de medios electrónicos deberá quedar enmarcada por las normas constitucionales y las normas contenidas en los tratados internacionales. ● Respetar las garantías individuales otorgadas por la Constitución, con especial énfasis en la libertad de expresión y el derecho a la información, previsto en el artículo sexto y los tratados internacionales. ● Reformas a los artículos 25 y 26 constitucionales, con normas relativas a la libre competencia, previstas en el Artículo 28. ● Expedir un Programa Sectorial expreso de medios electrónicos, dispuesto en el Artículo 10 de la Ley de Planeación, reconociendo la necesidad de espacios que garanticen la más amplia participación social y ciudadana. ● El Derecho de Réplica como una garantía a toda persona física o moral, afectada por la información inexacta o agraviante difundida a través de un medio de comunicación que le perjudique en su honor, reputación o dignidad. ● La participación de la sociedad en los órganos de gobierno de los medios públicos o de Estado, a través de la representación, en términos de equidad. ● La participación ciudadana en un órgano regulador. ● El acceso de la sociedad civil organizada a la propiedad, administración y operación de los medios electrónicos, con la posibilidad de obtener las autorizaciones a las frecuencias disponibles en el espacio radioeléctrico. ● Las concesiones y permisos otorgados por un organismo de corresponsabilidad y con conocimiento técnico de las necesidades del desarrollo nacional en esta materia, como un órgano rector de la distribución y administración de las frecuencias estratégicas para el Interés General. ● Participación de la Comisión Federal de Competencia Económica. ● Definición precisa de las figuras jurídicas que podrán tener los operadores de frecuencias, en las siguientes modalidades: concesión para uso comercial, permiso para uso no lucrativo y con fines culturales, comunitaria, y sociales y de explotación directa del Estado para medios públicos. ● Integrar principios de la Ley Federal de Telecomunicaciones. ● Reconocer que los derechos de los niños deben ser respetados cabalmente. ● La producción nacional deberá integrarse con producción propia y al menos 20% de producción independiente. ● El tiempo autorizado para publicidad no podrá exceder en televisión del 20% y en radio del 40% del tiempo total de la programación. ● Las sanciones a las violaciones de la ley deben considerar las reincidencias. ● Administrar los 30 minutos del Estado entre los tres poderes, órganos autónomos y sociedad y definir formas de descentralización de estos tiempos, con el fin de que los Gobiernos de los estados y municipios puedan hacer uso para la difusión de mensajes de interés local y regional en las empresas de radiodifusión en cada uno de los estados. Resulta importante señalar que la mayoría de las propuestas surgidas durante los trabajos de esa Mesa de Diálogo en el 2001, que a su vez retomaban muchas de las iniciativas originadas en los foros y audiencias públicas del pasado, han sido ahora incluidas en la reforma constitucional aprobada en abril de 2013, por el Congreso de la Unión. Academia y sectores sociales continúan tareas con apoyo del Senado Los resultados de esa mesa de diálogo inaugurada en 2001 –que ya tenía más del 70% de la redacción de una iniciativa de ley para ser presentada a partir del consenso alcanzado por un grupo encargado de la redacción y en el que los representantes del Congreso, la academia y la sociedad civil, tuvieron una participación muy activa y destacada–, se vieron truncados a partir del 2 de octubre de 2002. Sin aviso previo, sin consideración con quienes durante meses habían trabajado, se cancelaron las reuniones y en su lugar se publicó un decreto, conocido popularmente como el Decretazo del Presidente Fox, que modificaba el reglamento de la Ley Federal de Radio y Televisión (reglamento de una ley que estaba siendo trabajada para su reforma) y reducía los tiempos fiscales, que a manera de pago en especie los concesionarios estaban obligados a otorgarle al Estado. Ante esa acción del Presidente, los sectores social y académico llevaron al Senado de la República la propuesta de ley para que fuera asumida por los legisladores. Dado que en nuestra Constitución no existe el derecho de iniciativa para los ciudadanos, los senadores Javier Corral ( PAN ) y Raymundo Cárdenas ( PRD ) suscribieron la propuesta legislativa y decidieron dar un aval a esa aspiración. Ésta fue presentada el 12 de diciembre de 2002 ante el pleno de la Cámara de Senadores con la firma de 64 miembros del Senado de los partidos PAN, PRD, Convergencia, y PVEM. El proceso de revisión de tal iniciativa se realizó en el Senado durante todo el año de 2003 y al inicio de 2004 se tenía ya el dictamen aprobatorio a pesar de las tácticas dilatorias del PRI que buscaba atrasar el dictamen definitivo del pleno. Quizá por esa razón, la Cámara de Diputados, de manera repentina y sin haber trabajado públicamente en ello, decidió dictaminar en ocho días, otra iniciativa de reformas a dos leyes, la Federal de Telecomunicaciones y la Federal de Radio y Televisión. Los diputados votaron por unanimidad ese Dictamen, con dispensa de todos los trámites, en siete minutos. Se canceló el debate en la tribuna del pleno y enviaron dichas reformas al Senado de la Republica para su aprobación. Sin embargo, en esta cámara se contaba con un amplio grupo de legisladores sensibilizados por el trabajo especializado que en esa misma materia ya se había desarrollado con anterioridad y en la cual ya se tenía el diseño de una nueva ley. Este grupo recibió con enorme desconfianza la minuta y a pesar de las dificultades que se generaron por la presión de los empresarios de los medios y de los propios legisladores que avalaban los intereses de los radiodifusores, convocaron a nuevas consultas y buscaron la manera de debatir ampliamente las inconveniencias de aprobar dichas reformas. En estas consultas, otra vez el sector académico tuvo un papel muy activo: no sólo se manifestó en contra de la aprobación de esa ley, sino que argumentó que ésta sólo favorecía a los intereses de los empresarios y demostró que esa iniciativa había sido redactada por un grupo de asesores contratados por Televisa. Por ello a tal iniciativa se le conoció públicamente como la Ley Televisa. A pesar de la reacción pública que se manifestó en algunos sectores de la prensa y de la radio en contra de su aprobación, las presiones de los empresarios a la clase política y a las instituciones del Estado surtieron efecto y el Senado decidió aprobar la Ley Televisa con 81 votos a favor, 40 en contra y cuatro abstenciones. Durante una larga sesión, los senadores opositores a ello dejaron constancia de las graves violaciones a la Constitución que se cometían con la aprobación de esa iniciativa. La acción de inconstitucionalidad El grupo de 47 senadores convencidos y con argumentos en torno a la gravedad julio-septiembre 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN 37 de lo aprobado, el 4 de mayo de 2006 presentó ante la Suprema Corte de Justicia una acción de inconstitucionalidad. De los 11 artículos impugnados, los Ministros invalidaron totalmente dos (28 y 28ª) y en seis más declararon nulas varias porciones normativas así como uno de los transitorios. La importancia de esa sentencia y la madurez del debate público alcanzado, generó un documento de gran valor para la sociedad en general y para los análisis y reflexiones académicas en busca de una reforma democrática. La siguiente cita tomada de la Sentencia de la Suprema corte de Justicia da muestra de ello: Esta realidad –el modelo de comunicación concentrador y mercantilizado– evidencia la vulnerabilidad de las audiencias frente a los emisores y pone de manifiesto la necesidad de darle mayor peso a los derechos de expresión, información y prensa, desde el punto de vista de los receptores, es decir, desde la perspectiva de la dimensión social de este derecho. Así, tratándose de medios de comunicación que requieren del uso de un bien público restringido como es el espectro radioeléctrico, el Legislador está obligado a regularlo de manera tal que garantice la igualdad de oportunidades para su acceso y propicie un pluralismo que asegure a la sociedad la permanente apertura de un proceso de comunicación que vivifique la democracia y la cultura. Seguimiento a la sentencia de la Suprema Corte Para atender las recomendaciones de la Corte, el Senado instaló el 7 de septiembre de 2006, un Grupo Plural encargado de la revisión de la legislación en materia de radio y Televisión. Éste inició sus trabajos con nuevas consultas a los sectores involucrados. Finalmente, en septiembre de 2008, se concluye una iniciativa de ley acordada con todos los legisladores integrantes del grupo plural y redactada por un grupo especial a quien se encargó retomar las propuestas y los antecedentes establecidos por la Suprema Corte de Justicia. Ésta fue presentada como “Iniciativa de “Ley Federal de Telecomunicaciones y Contenidos audiovisuales” el 8 de abril de 2010 de manera simultánea tanto en la Cámara de Diputados como en la Senadores y fue avalada por la firma de 250 diputados y 63 senadores de todos los partidos políticos. La importancia del grupo redactor, en el contexto de este trabajo, radica en que en su integración incorporó a miembros de la Asociación Mexicana de Derecho a la Información (AMEDI), organización que durante todo este histórico proceso ha tenido una participación fundamental. La AMEDI suma en su integración uno de los ejes fundamentales de la vinculación entre la academia y la política, pues es precisamente tal composición la que se reproduce en el grupo redactor. De hecho en este grupo participan quienes han estado presentes en la elaboración de iniciativas y estrategias a lo largo de los diversos momentos narrados, que provienen de la academia y que hasta la fecha se mantienen desarrollando su trabajo en instituciones de educación superior. La iniciativa de 2010 La importancia de la iniciativa de ley elaborada en 2008 y presentada en 2010, resulta relevante señalarla pues al revisar sus principales ejes encontramos grandes similitudes con la Reforma Constitucional en materia de telecomunicaciones publicada en el Diario Oficial el 11 de junio de 2013 y que surgió como una iniciativa del Pacto por México. Entre los principales aspectos que contenía la iniciativa de hace apenas tres años se encuentran: ● Integral. Se propone una ley moderna integral y convergente que incentiva la competencia y su incorporación al desarrollo tecnológico. ● Servicio Público. Se concibe a las telecomunicaciones como servicios públicos de interés general ● Órgano Regulador. Instituto Federal de Telecomunicaciones y de Contenidos. ● Inversión extranjera regulada no simulada. Se regula la inversión extranjera al 100% en telecomunicaciones y hasta el 25% en radiodifusión ajustado a los convenios de reciprocidad con los países interesados. ● Contraprestación para todos. Para las concesiones con fines de lucro debe mediar el pago de una contraprestación. ● Todas son Concesiones. Se homologan las autorizaciones para uso de espec- 38 REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/julio-septiembre 2013 tro a la figura de la concesión, destacando entre ellas, las concesiones de uso comercial con fines de lucro y las concesiones de uso público y social sin fines de lucro (hasta hoy conocidas como permisos). ● Medios comunitarios y sociales. Bajo la denominación de la concesión de uso social se reconoce a los medios comunitarios y se les generan derechos. ● Derechos de los pueblos indígenas. Se incorpora un procedimiento de otorgamiento de frecuencias expedito y simplificado. ● Medios Públicos. Se reconoce a los medios de Estado y se les determinan funciones y responsabilidades específicas (constitución de organismos públicos descentralizados, asegurar su autonomía de gestión e independencia editorial, garantizar la participación de los sectores privado y social). ● Derecho de obtener ingresos para la operación. Para las asignaciones de uso público y las concesiones de uso social se incorpora la posibilidad de recibir ingresos por donativos, venta de productos y/o servicios, patrocinios y publicidad. ● Convergencia. Para la convergencia de servicios (adicionales y de valor agregado), se establecen procedimientos y pago de contraprestaciones. ● Retransmisión. Se regula la retransmisión de las señales de televisión abierta en los sistemas restringidos por ser un servicio universal que debe ser atendido en beneficio de los usuarios (Must carrier y Must offer). ● Dominancia. Para frenar la concentraron se establece la figura de la dominancia cuando un operador tenga una presencia relevante y concentradora en el sector, y se establecen obligaciones específicas que impidan conductas anticompetitivas y contrarias al interés general. ● Límites a la propiedad cruzada. Se regula la propiedad cruzada de otros medios al prohibirla a los operadores dominantes. ● Derechos de los usuarios. Se establecen obligaciones tales como modelos de contratos con claridad de condiciones de prestación y cobro, procedimiento expedito para la atención y solución de las reclamaciones, bonificaciones o reembolsos por suspensión o interrupción de servicios, protección de los datos personales de los usuarios, no interceptar sin autorización las señales. ● Clasificación horaria en contenidos. Se asume la responsabilidad de proteger a la niñez de los contenidos mediáticos, estableciendo que la programación no apta para los niños y adolescentes será a partir de las 10 de la noche. ● Programación infantil. Se evitará la programación que estimule la violencia; se promoverá la tolerancia y el respeto a la diversidad de opiniones e igualdad de género; se informará y orientará sobre los derechos de las niñas y los niños; se promoverá una cultura ecológica y evitarán las transmisiones contrarias a los principios de paz, de no discriminación y de respeto a todas las personas. ● Publicidad. Regula la publicidad dirigida a la población infantil y las distintas modalidades de publicidad que serán consideradas se ajustan a las actuales formas publicitarias (publicidad entre programa y programa; la publicidad en cortes comerciales dentro del programa; la publicidad en el desarrollo del programa a través de los mismos conductores, la superposición de imágenes o sonidos, lemas, logotipos, símbolos, emblemas; la publicidad de telemercadeo y las inserciones pagadas). Se prohíbe la publicidad encubierta. ● Contenidos nacionales. Con el fin de promover los valores y principios de la identidad nacional y estimular la participación de productores nacionales, se establece la transmisión del 50% de contenidos nacionales ● Producción nacional independiente. Dentro del porcentaje establecido para la programación nacional, al menos el 20% deberá ser contratada a productores independientes. Como obligación para incentivar la creación y producción audiovisual nacional, se crea el Fondo para el Apoyo para la Producción Nacional Independiente. ● Atención a la población con discapacidad. Se establece la obligación de garantizar que la población con discapacidad auditiva tenga las mismas oportunidades que las demás personas para tener acceso a la programación, (sistema de subtitulado de acceso opcional). En el caso de la información relevante y de interés general y en al menos uno de sus espacios informativos diarios, de manera simultánea al lenguaje oral, los operadores deberán emplear la lengua de señas mexicana y/o subtítulos. ● Códigos de ética y Defensores de audiencia. Los prestadores del servicio de radio y televisión deberán poner a disposición del público su Código de Ética y designar a un defensor de la audiencia. ● Derechos de los periodistas. Se establece que los profesionales de la información que trabajen en radio y televisión podrán negarse –motivadamente– a participar en la elaboración de informaciones contrarias a los principios del código de ética, sin que ello pueda suponer sanción o perjuicio. ● Tiempos de Estado. Se integran los tiempos gratuitos en radio y televisión a una hora diaria por Canal y se regula su administración descentralizada prohibiendo se use para promoción personal de funcionarios. ● Derecho de réplica. Se establecen los procedimientos para la atención del derecho de réplica en los medios electrónicos y se dan atribuciones al Instituto para sancionar en caso de no cumplirse. ● Transparencia. Se establece el Registro Público de Telecomunicaciones a fin hacer pública toda la información que en este sector se genera. Se detallaron aquí las anteriores características de la iniciativa de ley de 2010, no sólo para difundir el contenido de este documento que consideramos el más completo de los presentados en los últimos años y en el que nuevamente destaca la participación de las organizaciones sociales y académicas, sino porque en la propuesta de reforma constitucional en materia de telecomunicaciones, presentada en 2013, podemos encontrar importantes coincidencias sumamente útiles para la elaboración de las leyes secundarias que habrán de discutirse. La academia y el futuro inmediato Los académicos tenemos nuestras propias cargas laborales y las atenderemos, pero junto a éstas aparece una inevitable memoria histórica que nos muestra que en el transcurso de las décadas nos hemos vinculado orgánicamente con este proceso legislativo. Tenemos una responsabilidad colectiva como comunidad académica que ha tendido puentes firmes con la realidad mexicana. Un grupo creciente de universitarios nos hemos involucrado con la compleja situación política de los medios y las telecomunicaciones en México y en momentos críticos de la historia hemos trabajado conjuntamente sin importar la procedencia de la institución universitaria a la que se pertenece. Estamos convencidos, como diría Hannah Arendt, de que “la participación de los ciudadanos en el gobierno, en cualquiera de sus formas, es necesaria para la libertad” y más, añadimos nosotros, para la libertad de expresión en la era digital. Lo que corresponde hoy es continuar este esfuerzo para enfrentar los crecientes retos que se nos presentan. La reglamentación de las modificaciones constitucionales está en puerta. No puede haber marcha atrás. Ante nuestros ojos tenemos el resultado de décadas de reflexión y de acción. Los actores políticos no están solos: hay vínculos firmes con sectores de la sociedad pensante. Es evidente la presencia de grupos académicos convencidos de que se ha generado, poco a poco, una responsabilidad colectiva hacia lo que en estos terrenos ocurre en el país. Sabemos, siguiendo también a Hanna Arendt, que “la no participación en los asuntos políticos del mundo ha estado siempre expuesta al reproche de irresponsabilidad, de eludir los deberes que uno tiene hacia el mundo que compartimos con otros y hacia la comunidad a la que pertenecemos”. Ante esa responsabilidad asumida, ante ese responder colectivo, está el reto de saber pensar la complejidad del mundo digital al que nos enfrentamos. Hemos heredado enormes lecciones acerca de la fertilidad del trabajo que integra y vincula. Todo ello nos ha forzado a sumar esfuerzos y vincular los capitales y valores específicos necesariamente complementarios de cada uno de los sectores involucrados. Todos hemos aprendido y sin falsa modestia podemos decir que, al día de hoy, el país ha resultado beneficiado: en la sociedad hay mucho más conciencia de lo que ocurre en uno de los sectores más dinámicos de la economía que es a la vez uno de los territorios en que se construyen los sueños, las aspiraciones, las ganas de ser mejores y de habitar una tierra más libre, más sana, más inteligente, más responsable. Hoy los investigadores tendríamos que resistir la tentación de sentirnos un grupo ajeno a la sociedad y enfrentar el reto que significa intervenir, desde nuestro trabajo de reflexión y juicio crítico, en la comprensión y definición de formas de relación con las estructuras institucionales que enmarcan la interacción entre los medios, el Estado y la sociedad. *Profesora e investigadora en la FCPyS de la UNAM. **Docente investigadora de la UAM-Xochimilco. ***Docente investigadora de la UAM-Xochimilco. julio-septiembre 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN 39 Desafiados por la ficción televisiva Nuestros derechos comunicativos como audiencias Los derechos a la comunicación de todos tradicionalmente se han pensado y definido como derechos a la expresión-emisión, no a la recepción. Más allá de algunas disposiciones generales que buscan garantizar el respeto a la privacidad de las personas como parte de sus garantías individuales, no se han tipificado garantías específicas relativas justamente a la interacción que todo ciudadano tiene con los distintos medios de comunicación. Lo anterior ha provocado en los últimos años un vacío jurídico que lamentablemente se ensancha ante el torrente mediático que vivimos hoy día y en particular como consecuencia del abuso creciente de quienes detentan el poder y el control de los medios masivos. Guillermo Orozco Gómez A gudizada por la normatividad sobre la propaganda política en tiempos electorales, que ha limitado la cantidad de spots publicitarios para cada uno de los partidos en contienda, se fortalece en México una tendencia a usar los programas televisivos de ficción, telenovelas y series, como escenario no sólo para la fijación de una agenda política y partidaria, sino para construir y naturalizar esa agenda en la trama misma de este tipo de programación. Ello abre una nueva arena de lucha para los derechos a la comunicación de las audiencias. Esta creciente integración de propaganda política a la narrativa misma de la ficción televisiva contemporánea se hizo evidente en junio de 2006, pocos días antes de las elecciones presidenciales para el nuevo sexenio, cuando La fea más bella en un capítulo de su novela convoca a sus compañeras de oficina a platicar y cándidamente les dice: “¿y ustedes, por quién van a votar? Yo, por Felipe Calderón”. Ante este tipo de contenidos incrustados en las narrativas televisivas de la ficción, más que nunca como ciudadanos comunicantes, en nuestro papel de receptores y televidentes, estamos siendo víctimas del derecho (¿abuso?) de la libre expresión de otros, justamente de aquéllos pocos que tienen acceso a la producción televisiva masiva. Enseguida se ofrece una reflexión que busca hacer evidente, teórica y empíricamente, la importancia y consecuencias de este fenómeno creciente en México por el cual, en los programas de ficción, se insertan de manera naturalizada mensajes de temas polémicos de la vida real o simplemente propaganda política y electoral. De la fijación de agenda a su construcción en la programación televisiva Desde hace varias décadas en la investigación sobre medios masivos se ha venido desarrollando y probando el modelo de la Agenda Setting o Fijación de la Agenda propuesto por el estadunidense McCombs dentro de la perspectiva mayor de los Efectos de los Medios de Comunicación. Tal modelo de la agenda se enfocó originalmente en la manera como los programas informativos, los noticiarios, 40 REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/julio-septiembre 2013 seleccionan excluyentemente los acontecimientos que consideran importantes y los convierten en las noticias más relevantes, jerarquizando su importancia frente a las audiencias. Con los años, de acuerdo con McCombs y Reynolds, este modelo de la Fijación de la Agenda ha ido señalando e incorporando no sólo aquello que se propone en los medios masivos como lo prioritario para considerar cotidianamente por parte de las audiencias, sino también los modos de cómo pensar sobre aquello, o sea el o los marcos para hacer sentido de la agenda. De esa manera, la agenda usual fijada por un medio como la televisión a través de sus programas de noticias, incorpora junto a lo que es prioritario, el cómo pensarlo, asumirlo o apropiárselo. De un análisis de agenda se obtiene la información de cómo se va tratando de influir en la opinión pública en un momento y lugar determinados. No se considera que este intento se concretice automáticamente, ni se espera que se logre de manera directa e inmediata. Si bien la exposición a una agenda concreta y a sus modos particulares de ser tomada en cuenta, pensada o interpretada por las audiencias, es en sí un elemento determinante en su aceptación, no hay garantía de que siempre se acepte, ni que se acepte exactamente como se emite. Pero tampoco hay garantía de lo contrario, es decir: de que se genere una posición o perspectiva crítica o contraria a la que empaqueta o enmarca una determinada nota informativa. Hay que recordar que como audiencias todos los ciudadanos gozamos de una relativa autonomía producto de múltiples mediaciones, criterios y experiencias propias y que frente a determinadas noticias prioritarias y sus modos de hacer sentido propuestos por la televisión comercial, o por cualquier otro medio, esas mediaciones nos permiten negociar y criticar eventualmente, sin que se realice a cabalidad el efecto buscado por aquellos que definen y difunden la agenda. No obstante, la reiteración de una misma agenda tiene mayor probabilidad de lograr sus objetivos en sus audiencias. Justo la perspectiva del cultivo (Cultivation Hipotesis) propuesta por George Gerbner permite entender que los efectos de cualquier producto audiovisual, mediático, no necesariamente son inmediatos ni son producto de una aceptación conformista por parte de las audiencias, ni de una única exposición a ellos, sino que se manifiestan a mediano y largo plazo, como producto de la asiduidad o exposición reiterada a un determinado tipo de producto, en este caso a un mismo tipo de agenda y su orientación para ser recepcionada. Es importante notar que si en la fijación de agenda clásica, su definición parte de la selección de un acontecimiento –entre otros– al cual se le incorpora un ángulo de percepción para su entendimiento, en la “construcción de agenda”, por el contrario, se parte de un entendimiento o enmarcamiento al que se le conecta algún suceso, sin que haya una relación directa o natural o real entre ambos (Sábada, 2007). A partir de aquí se reactiva una secuencia donde cada nuevo acontecimiento recibe un enmarcamiento acorde con la agenda construida y así ésta a la vez se refuerza y actualiza para nuevos acontecimientos. La migración de la agenda: de lo noticioso a lo ficcional1 Tradicionalmente, la construcción de agenda se ha difundido a través de los noticieros y los programas de comentarios. Así se ha reconocido en el caso del reciente “Acuerdo para la cobertura informativa de la violen- cia” que muchos representantes de medios de comunicación firmaron. Un acuerdo de ese tipo busca incidir de manera explícita y abierta en el ámbito de formación de la opinión pública para manipular en ciertas direcciones. Sin embargo, si bien se sigue usando y abusando del micrófono y la pantalla desde el formato televisivo de la información, se está incluyendo cada vez más la programación de ficción, telenovelas y series, para insertar y naturalizar una agenda determinada en sus tramas y narrativas. Después de La fea más bella han venido otros ejemplos y varias telenovelas y series televisivas que incluyen en sus diálogos referencias explícitas a temas de la realidad y en especial de la política mexicana del momento. Por ejemplo en 2007 en Destilando amor donde casualmente se ejecuta en la silla eléctrica en Estados Unidos al malo de la trama que fue extraditado a ese país, justo cuando en México se exacerbaba el debate nacional por la pena de muerte solicitada por el Partido Verde Ecologista para amedrentar a los secuestradores. O el ejemplo de la serie El Equipo, producida y transmitida por Televisa que en el 2011 buscó “lavar la cara” a la Policía Federal mostrando unos policías profesionales, honestos, humanos y eficientes. O muy recientemente, en 2013 con la telenovela –también de Televisa– Corazón Indomable en cuya narrativa se han dado diálogos entre sus protagonistas sobre la importancia y urgencia de que “México se abra a la inversión extranjera”. La lista es más grande. Se pueden enumerar otros casos paradigmáticos de esta construcción de agenda en la ficción. Por ejemplo, en la telenovela de TV Azteca Secretos del Alma (2009), donde se integra a la trama la explicación con la “versión oficial” y con ayuda de una computadora (¿para darle más objetividad?) del accidente del ex Secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, como un problema causado por la “falta de pericia de los tripulantes del avión”, quizás para buscar eliminar sospechas sobre un atentado por parte de un grupo enemigo. O en la serie conmemorativa del bicentenario Gritos de guerra y libertad, producida por Televisa en 2010, donde ponen en boca del libertador Hidalgo un comentario sobre la “inevitable pérdida de vidas inocentes en la procuración de la Independencia de México”, justo cuando se intensificaban las críticas a la política presidencial de guerra contra el crimen organizado. O en la serie, ya mencionada, El equipo que pretendía mostrar “el lado humano y profesional de los agentes” al servicio de esa estrategia presidencial de guerra, justo en un contexto nacional donde se cuestionaba duramente la ineficiencia y falta de ética de los agentes armados al servicio del estado. La vulnerabilidad de la audiencia frente al enmarcamiento inadvertido en las telenovelas Construir agenda o enmarcar situaciones en una perspectiva particular, es una herramienta usable en la producción de material audiovisual. Pero integrar el enmarcamiento en una trama como parte natural de ésta, borrando las huellas de su construcción, conlleva el objetivo solapado de naturalización de aquello que se enmarca. Se busca con ello que lo enmarcado no sea perceptible como tal, esto es: como construcción intencionada, como una representación, sino que parezca natural, como un mero reflejo de la realidad sin mediaciones constructivas humanas o técnicas. Esto se logra con una programación de ficción, y en general de entretenimiento, no con una noticiosa, ya que en la ficción se muestra la inserción integrada como una encarnación necesaria y lógica en la misma narrativa. Una integración que simplemente denota, que supuestamente no connota, un comportamiento, una actitud, una opinión, un sentimiento. Una integración, además, puesta en acción de los personajes de la trama, que involucra no sólo la dimensión cognoscitiva, como lo haría en primera instancia una noticia en un programa julio-septiembre 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN 41 informativo, sino la dimensión emocional y la dimensión sensorial de las audiencias. El tránsito posterior a la dimensión cognoscitiva de lo que emociona o se siente no siempre se realiza, por lo menos no de manera consciente. Pero su percepción queda en la memoria afectiva debido a que las neuronas cerebrales se reacomodan con las impresiones sensoriales, según reporta Castells a partir de los avances de las neurociencias. Coincidiendo con Zillmann y Bryant, el potencial de afectación ideológica o axiológica de cualquier programación de entretenimiento es mayor, por el tipo de vinculación despreocupada, que este tipo de producto entabla con sus audiencias. Así, el potencial de apropiación inadvertida que conlleva un enmarcamiento naturalizado en telenovelas o series es mayor que el que conlleva una noticia. Con las emociones en juego, las audiencias de una telenovela están en una situación de mayor vulnerabilidad a aceptar lo que se ofrezca en la pantalla sin cuestionar o sin pensar en ello, menos en sus consecuencias. Independientemente de la necesidad de hacer mucha investigación empírica de recepción con diversos sectores de audiencias para comprobar más al detalle la apropiación mayor de los productos con agenda política integrada, no perceptible a primera vista, es importante destacar que lo que está en entredicho aquí es un ámbito nuevo de derechos a la comunicación: los derechos a la recepción. A continuación, apuntamos algunos de los puntos para propiciar que sigan siendo discutidos con mayor amplitud y profundidad en posteriores debates sobre la gama de nuevos derechos a la comunicación. sobre el derecho anterior a la libre expresión. Es aquí donde anticipamos el mayor conflicto, aunque no el único, pues pareciera que aceptar el derecho a ser advertidos sobre mensajes añadidos intencionados a un contenido programático, o declarar formatos y géneros libres de agendas construidas, limita esa supuesta libertad de expresión. Pensamos que no es así, ya que la libertad de expresión debe tener ciertas acotaciones no sólo en función de quien la ejerce, sino de aquéllos frente a quienes se ejerce. En esa dirección se ha avanzado con propuestas en algunos países como España, para limitar ciertos tipos de expresiones en determinados horarios de transmisión. Por ejemplo, en los horarios vespertinos con mayor audiencia infantil y juvenil, se ha reglamentado que no se ofrezca en las pantallas televisivas publicidad sobre ciertos artículos, en especial alcohol y tabaco, que no se use lenguaje inapropiado y que no se programe material pornográfico. Esto considerando que son los niños y jóvenes las audiencias mayoritarias de ciertas franjas horarias. Ha sido entonces en consideración de ellos que se ha logrado acordar un acotamiento al derecho de libertad de expresión. Como puede apreciarse, no es una limitación directa a la libertad de expresión sino a los momentos en los que se ejerza, lo cual está basado en la realidad, que por respeto a otros, por lo general menores, un adulto guarda para sí o para otros momentos con otros interlocutores ciertos tipos de expresión y de información. Lo que se buscaría con la limitación De los derechos expresivos a los derechos receptivos: el nuevo desafío Partimos de la convicción sobre la urgencia de reglamentar como derecho a la recepción de las audiencias, primero, la prohibición explícita sobre la construcción de agenda política integrada en las telenovelas y series y la consecuente definición de sanciones para los responsables de aquella programación de ficción que la haga. Y en segundo lugar, declarar formatos y géneros específicos de programación, como el de la ficción o el de el entretenimiento infantil, libres de publicidad y propaganda integrada. Sabemos que un derecho así, se topará con una discusión legítima 42 REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/julio-septiembre 2013 de agenda política en la ficción no sería tanto limitar per se su construcción, sino normarla, para que no se realice de manera inadvertida y quedando naturalizada en las tramas, tomándola así por sorpresa en momentos de alta vulnerabilidad. La reglamentación que vemos apropiada sería no en los tiempos, como el ejemplo español, sino en ciertos formatos y géneros programáticos específicos. Éstos conllevan códigos, reglas y hábitos: crean rutinas en las audiencias. Son reconocidos por estos elementos. Las audiencias se vinculan a partir de ellos, los reconocen y no están esperando modificaciones a partir de agendas con intereses ajenos. El motivo por respeto a las audiencias, sería el leitmotiv de un nuevo campo de derechos a la recepción, que no sólo se vincula con medios masivos, sino también ha de ser considerado y observado con las audiencias de otros dispositivos y con todos los participantes en las redes sociales. Como sugiere Frau-Megs, estamos en un momento coyuntural, y como en toda coyuntura hay riesgos y áreas de oportunidad, y son éstas las que hay que asumir desde una perspectiva de derechos humanos en todo lo comunicativo. Por el momento, la propuesta anterior se podría conectar con otras faltas de respeto a las audiencias televisivas, tales como no cumplir los horarios establecidos en la programación, o no respetar la cantidad porcentual de tiempo que puede dedicarse a publicidad por hora de programa. O cuando no se advierte que hay una publicidad integrada que aparece en las escenas o sirviendo de escenarios a las narrativas de varias telenovelas, como ha sido el caso con Hasta que el dinero nos separe (Televisa, 2010) o Una familia con suerte (Televisa, 2011), donde las marcas Ford y Avon, respectivamente, fueron un súper personaje de tales melodramas al servir de escenario y motivo para el desarrollo de los mismos y las interacciones de sus personajes. Mientras que en México se hace un acuerdo incompleto y polémico en torno a la cobertura informativa de la violencia en los noticiarios, o sea: en la fijación de una agenda, se deja fuera de toda consideración la construcción de agenda, incluso sobre violencia en los demás géneros programáticos, y en especial en el de la ficción. De la misma manera, mientras que se regula hoy en nuestro país la difusión de spots políticos por parte de los partidos en contienda en tiempos electorales, no hay ninguna consideración para reglamentar y limitar la propaganda política en otros formatos y géneros que no sean los productos propagandísticos explícitos. El lema del respeto, incrustado en una perspectiva de Desarrollo Humano como enfatiza Vega, conlleva un potencial para ser usado en beneficio de este nuevo campo que se abre sobre derechos a la recepción de todos. Hay que luchar por una ficción televisiva libre de propaganda y publicidad naturalizadas. Notas 1) Aquí se retoman algunos párrafos de artículo “Se viola el respeto a las audiencias” publicado en la Revista Zócalo, No. 136, Año XI. Para mayor referencia ver Orozco 2011c. Bibliografía Bryant, J. y Zillmann, D. (Editors) (1994). Media effects. Advances in theory and research. EUA: Lawrence. Castells, M. (2010). Comunicación y poder. España: Alianza Editorial. Franco, D. (2011). “El Equipo que sí ganará la guerra” en revista Buzos, Año XI, No. 455; México; pp. 44-45. Frau-Meigs, D. (2011). Media matters in the cultural contradictions of the “information society”. Towards a human rights-based governance. Paris: Conuncil of Europe. Gerbner, G; Gross, L; Morgan, M.; Signorielli, Nancy y Shanahan, J. (1994). “Growing up with television cultivation processs” en Bryant, J. y Zillmann, D. (Editors). Media effects. Advances in theory and research. EUA: Lawrence; pp. 17-42. Gitlin, Todd (2004). Media unlimited. Nueva York: Owl Books. McCombs M. (1972). The Agenda-Setting Role of the Mass Media in the Shaping of Public Opinion; EUA: University of Texas. McCombs M. y Reynolds, A. (1994). “News Influence on Our Pictures of the World” en Bryant, J. y Zillmann, D. (Editors). Media effects. Advances in theory and research. EUA: Lawrence; pp. 1-18. McLeod et al. (1994). “The expanding boundaries of political communication effects” en Bryant, J. y Zillmann, D. (Editors). Media effects. Advances in theory and research. EUA: Lawrence; pp. 123-162. Orozco,G. (2011ª) “La condición comunicacional contemporánea. Desafíos Latinoamericanos de la investigación de las interacciones en la sociedad red” en Jack, N. (Coord.) (2011) Análisis de recepción en América Latina: un recuento histórico con perspectivas al futuro. Quito: CIESPAL. Orozco, G,(2011b). “Se viola el respeto a las audiencias” en revista Zócalo, Año XI, No. 135; México, Pp. 13-14. Sádaba, T. (2007). “La construcción de la agenda de los medios. El debate del estatuto en la presa española” en Ámbitos, No. 16; pp. 187-211.Vega, Aimée (2011). “Medios de comunicación y desarrollo humano en México” en AMEDI, Coordinación: Panorama de la comunicación en Mpexico 2011. Desafíos para la calidad y la diversidad. Amedi, México. Zillmann, D. y Bryant, J. (1994). “Entertaiment as media effect” en Bryant, J. y Zillmann, D. (Editors). Media effects. Advances in theory and research. EUA: Lawrence; pp. 437-462. Investigador de la Universidad de Guadalajara. ►De página 20 Libertad de Expresión... 23. Sobre el ejercicio responsable: Es la mejor forma de dignificar el ejercicio de la libertad de expresión y blindarla de la descalificación frívola y temeraria. Así como la reputación y la buena fama hacen a las personas, la credibilidad, sus fuentes y los datos hace al periodista y al medio: en ambos casos su principal protección es su ejercicio congruente. 24. Sobre los pendientes en la materia: Hay tantos que 25 reflexiones nos quedan cortas y cada una de ellas enfrenta un reto de actualización, socialización, cumplimiento y eficacia no sólo normativa. Cabe mencionar algunos aspectos: la solución y condena en los casos de ataques a la libertad de expresión; la posibilidad de continuar su vida sin la parálisis de trámites para los familiares de periodistas desaparecidos; la importancia de las medidas preventivas; la capacitación y actualización en los temas de alcances y límites de la libertad de expresión; los derechos laborales de los periodistas; la actualización normativa; la socialización de los derechos y obligaciones en el ejercicio de la libertad de expresión. Todos ellos esperamos seguirlos analizando en las páginas de la Revista Mexicana de Comunicación. 25. Sobre la importancia de la Revista Mexicana de Comunicación: A lo largo de 25 años, la RMC ha sabido conservar una línea editorial congruente, sólida, fundada en principios éticos, inspirada en los grandes estándares que fijaron periodistas como Manuel Buendía y Miguel Ángel Granados Chapa y que con un equipo coordinado con un comprometido, profesional y generoso Omar Raúl Martínez no queda más que decir ¡Enhorabuena! Y gracias, por ser un ejemplo vivo del ejercicio responsable de la libertad de expresión con el que nos comprometemos y valoramos. La Revista Mexicana de Comunicación es muestra ejemplar del ejercicio de la libertad de expresión que se debe fomentar y proteger. Felices primeros 25 años de dar cuenta de la realidad mexicana con el ojo crítico de la comunicación. En este libro puede leerse desde varios miradores. Es, para empezar, un repertorio de lecturas sobre periodismo, que permite tener un panorama de lo que es este oficio, esta técnica, este conjunto de destrezas, esta convicción, que de todos esos modos concibe el autor el periodismo. Se trata de libros no sólo citados sino digeridos, cuyo metabolismo resulta enenergía creadora. Miguel Ángel Granados Chapa Profesora Investigadora Titular C de la UAM Unidad Cuajimalpa. Maestra por oposición de la asignatura de Derecho a la Información en la Facultad de Derecho de la UNAM. julio-septiembre 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN 43 Alcances y límites de sus paradigmas Comunicación y divulgación de la ciencia El divulgador de la ciencia no sustituye o desplaza al científico, sino que lo incorpora al proceso de divulgación como una voz autorizada que interactúa con aquellos actores sociales a quienes la labor del científico afecta. A su vez, tampoco relega al público al papel de un receptor pasivo o acrítico de la información científica, sino busca estimular el potencial dialógico del escucha como interlocutor, es decir, como participante activo en una interacción que aspira a convertirse en dialógica: aprehender y comprender, desde el marco de su experiencia vivencial, el sentido y el impacto de la ciencia como parte orgánica, integral, de la vida colectiva. Felipe López Veneroni C I omo toda disciplina, el estudio de la comunicación no es el resultado de una única teoría. En la construcción y definición del campo problemático que reclama como propio y que, a su vez, lo vincula con otras disciplinas análogas (desde la sociología y la ciencia política, hasta la lingüística y la economía), intervienen diversos puntos de vista epistémicos y conceptuales que se engarzan dentro de un determinado paradigma, como lo define Thomas Kuhn (1998), es decir: dentro de un determinado modo de concebir el conocimiento, establecer sus normas y reglas y delimitar los procedimientos metodológicos que lo validan ante la comunidad científica. Más que hablar de una teoría o de una ciencia de la comunicación, es pertinente precisar si nos referimos a la teoría funcionalista de la comunicación, a la teoría estructuralista, a la de sistemas o la fenomenológica, ya que cada una tiene implicaciones particulares en el modo de entender y plantear los problemas de investigación, en la forma de delimitar el objeto de estudio e incluso en cómo se traducen estas cuestiones al mundo práctico. Ahora bien, el hecho de que existan diversos paradigmas no implica, como 44 REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/julio-septiembre 2013 subraya Kuhn, que éstos se anulen mutuamente. Los postulados de la relatividad no implican que la mecánica clásica esté equivocada in toto, del mismo modo en que el paradigma monetarista en la teoría económica no anula la validez de muchos de los postulados del materialismo histórico, o bien, del modelo de la economía mixta de Keynes. Kuhn se refiere a esta situación como la coexistencia de varios paradigmas que se disputan el predominio –sin que ninguno lo alcance completamente– de uno o varios campos de conocimiento. En el caso que nos ocupa, las diferentes teorías que han buscado definir y delimitar el campo de la comunicación pueden agruparse, de manera muy esquemática para fines de la exposición, en tres paradigmas fundamentales: 1. El paradigma sistémico funcionalista está sustentado en los estudios empíricos sobre las preferencias de audiencias y los efectos de los mensajes radiales entre los electores norteamericanos de la década de 1930 de Lazarsfeld y Schramm y en la teoría matemática de la información, que Claude Shannon desarrolla para la ATT en la década de los cuarenta a fin de mejorar la calidad de las señales en el servicio de telefonía. Parte de una diferenciación entre un emisor especializado y un receptor generalizado y entiende la comunicación como un proceso instrumental, tecnológicamente mediado, que opera en términos de circuitos que se abren al momento de la transmisión y se cierran al momento de la recepción. En tal sentido, el proceso de la comunicación se materializa como una actividad técnicoprofesional ligada a la reproducción especializada del discurso en términos de publicidad, mercadotecnia, relaciones públicas, producción audiovisual, periodismo o, también, divulgación de la ciencia. 2. El paradigma crítico dialéctico está sustentado en una revisión crítica de la categoría marxista de ideología y su dependencia de la estructura económica. Para los teóricos de esta escuela, la característica del capitalismo moderno es subvertir el orden: la estructura económica pasa en buena medida a depender de la superestructura ideológica gracias, precisamente, a la capacidad de reproducción mecánica (y electrónica) de los mensajes a través de los medios y las tecnologías de la información. Entienden a los medios no como espacios de libre discusión o deliberación, sino como constitutivos de lo que llaman industria cultural de masas. Si el trabajo es el instrumento de explotación material de las masas modernas, al apropiarse el sistema de la riqueza socialmente producida, la industria cultural de masas es el instrumento de explotación espiritual de las masas modernas, al apropiarse del tiempo libre del sujeto y alienarlo y enajenarlo de sus verdaderos intereses a través de la promoción de una lógica del consumo publicitario y la reducción de lo cultural a sus niveles más básicos e inicuos. 3. El paradigma lingüístico-antropológico está sustentado en una perspectiva filosófico humanística, en el sentido de considerar a la comunicación no como una actividad técnico- profesional, ligada a la mediación tecnológica, sino como una propiedad ontológica del Sujeto (todo ser humano por el sólo hecho de serlo es, ante todo, un sujeto comunicante), ligada a la mediación dialógica, que se materializa antropológicamente en la producción y el pensamiento simbólicos. Más que un proceso instrumental, la comunicación constituye un modo de interacción social, el espacio de intersubjetividad que permite estructurar una cohesión relativamente racional sobre el individuo, la comunidad y el cosmos. Comunicar es operar interactivamente dentro de un determinado horizonte histórico y cultural que permite generar una comunidad de sentido; en tanto que no hay lenguaje privado, sino que éste es siempre compartido, la comunicación es la construcción y transformación del espacio público por excelencia: aquel donde la deliberación y la argumentación lógico racional no sólo es posible sino que nos compete a todos. II Señalo que estos paradigmas no son exclusivos de la comunicación, sino que son relativos a las diversas disciplinas de lo que se denomina región epistemológica de las ciencias sociales y las humanidades (Foucault, 2008). De estos modelos, quizás el más conocido es el sistémico funcionalista. Por regla general su semántica –emisor, receptor, ruido, retroalimentación, entropía– y su modelo teórico –transmisión/recepción de mensajes a través de uno o varios medios con una finalidad específica–, se ha establecido como el paradigma dominante de la comunicación, pero sobre todo el que más ha influido en lo que para muchos constituye una extrapolación y confusión entre dos universos completamente distintos: el de la operación instrumental de la información y el de la interacción social comunicativa. Otro tanto ocurre con el paradigma crítico-dialéctico. La obra fundamental de sus fundadores, La dialéctica del iluminismo, abre un espacio de reflexión crítica respecto de las ideas del progreso técnico de Occidente y cómo éste, en tanto que racionalidad instrumental, lejos de conducir a la emancipación colectiva, ha revertido negativamente el conocimiento científico (en su vertiente de tecno-ciencia (Echeverría, 2003) hacia la dominación política y económica y la degradación del ambiente material (ecología) y del ambiente humano (cultura). Me concentraré entonces en el paradigma lingüístico-antropológico porque éste es el menos conocido en nuestras latitudes y porque considero que ofrece el mayor rigor epistemológico y conceptual y se abre a la mayor complejidad analítica. Podemos concebir una sociedad sin periodismo, sin radio y televisión o aun sin escritura; lo que no podemos es concebir una sociedad sin lenguaje. El lenguaje antecede todas las formas especializadas de reproducción del discurso. Del mismo modo en que, como lo han hecho notar E. Cassirer y el L.Wittgenstein tardío: no es el lenguaje el que se deriva de la lógica, sino la lógica la que se deriva del lenguaje, puede decirse que la comunicación no se deriva de los medios tecnológicos sino, por el contrario, éstos sólo han sido posibles en la medida en que prexisten comunidades de sentido lingüísticamente fundadas. El giro hacia una concepción lingüístico-antropológica de la comunicación parte del estudio crítico no de las señales, cuanto de la articulación de sistemas de signos y símbolos. Primeramente, que todo signo y símbolo son artificiales y convencionales, vale decir, son una creación cultural y su relación con lo que representan no es inmediata sino, todo lo contario, mediata. Nos permiten referir aquello que no necesariamente está presente, aquello que ya ocurrió o aun aquello que todavía no existe, o bien, que no guarda una relación con nada en particular (un número) pero que aun así significa algo (Cassirer, 2005). El signo no sólo es indicativo de algo (como la señal) sino que su función se amplía a la designación; el símbolo, a su vez, alcanza una función significativa. III Al transferir el objeto de la comunicación a lo lingüístico, este paradigma lleva a cabo un proceso de reducción lógica análogo al que planteó Demócrito para las ciencias naturales. Es decir, así como toda la materia puede ser reducida a su estructura atómica, aquí podemos decir que todo discursivo –desde una obra literaria hasta un enunciado lógico formal, pasando por una conversación– se puede reducir a su estructura simbólica. El signo y el símbolo cumplen una función análoga a la del átomo en las ciencias de la naturaleza. Así como en éstas el átomo se convierte, directa o indirectamente, en el objeto julio-septiembre 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN 45 de estudio, el signo y el símbolo –como entidades abstractas o como elementos estructurados en una determinada forma discursiva– se convierten en el objeto de estudio de la comunicación. Desde el punto de vista de este paradigma, la comunicación estudia, por un lado, las estructuras de significación por las cuales nos referimos al mundo y a la realidad y, por el otro, las interacciones que se desprenden de éstas y cómo se traducen en formas concretas de entendimiento (Chomsky, 1978). Por otra parte, tampoco diferencia al emisor del receptor, como si cada uno fuera una entidad especializada, sino que los integra en términos de interlocutores con competencias lingüísticas análogas. Puesto que no hay nada que nos sea más común y compartido que el lenguaje mismo (de otra manera el emisor no podría enviar ningún mensaje al receptor), todos los actores sociales son, o cuando menos tienen potencialmente la capacidad de ser, de manera simultánea, enunciantes y escuchas que, al entablar una interacción lingüística mediada en el marco de una comunidad de sentido o universo de referencia simbólico común, recrean continuamente las estructuras de significación para generar nuevos sentidos. El problema aquí ya no es el “quién dice que, a quién, cuándo y cómo” sino una interacción más compleja, que incluye al escucha o “receptor”, es decir: qué es lo que se quiere decir (intención y sentido); qué es lo que se acaba diciendo (configuración formal del mensaje) y, acaso más importante, qué es lo que se entendió. Simplemente entre los primeros dos elementos de la interacción –el qué se quiere decir y qué es lo que en realidad se dice– hay un universo de complejidad que no se resuelve de forma mecánica. Con enorme frecuencia lo que decimos no es lo que queríamos decir y con regularidad estamos reformulando y reinterpretando nuestros enunciados y proposiciones. Añadámosle lo que el interlocutor a su vez aporta (cómo capta, traduce y re-significa lo que decimos) y podrá advertirse la verdadera complejidad del fenómeno comunicativo (esto sin tocar las implicaciones que tiene traducir de un lenguaje ordinario a otro, o bien, de un campo de significación –el lógico matemático, por ejemplo– a otro, como el del lenguaje ordinario). Desde la perspectiva del paradigma lingüístico-antropológico, la comunicación es un atributo de la sociedad en su conjunto y la función práctica de quien la estudia no se limita únicamente al campo analítico (semiótica) o interpretativo (hermenéutica), sino que se traduce en una práctica de la clarificación (pragmática). El comunicólogo no es un especialista que configura mensajes para un fin determinado, sino más bien un facilitador de la interacción comunicativa: busca generar las condiciones racionales para que, a través de una clarificación de temas centrales y de los términos que mejor nos permita comprender y referirnos a ellos, pueda florecer una mediación dialógica cuyo objeto es a un mutuo entendimiento y construir un acuerdo racional sustentando en la deliberación y en una lógica argumentativa (Habermas, 1992). IV Aunque habría que hacer un trabajo de calibración teórica más serio, no considero que la divulgación de la ciencia –que estaría contemplada dentro de una lógica comunicacional en tanto que opera desde un universo de referencia simbólico común y recurre a estructuras de significación vigentes en una comunidad de sentido– sea esencialmente ajena a estos tres paradigmas. Desde luego, la divulgación puede verse desde una perspectiva sistémico funcionalista, en la que el divulgador asume una suerte de papel protagónico, en el que se asume como responsable del mensaje o emisor especializado del conocimiento científico. En su versión más básica, su función sería propiamente dicha la de informar, es decir, dar a conocer y presentar a un público determinado datos, referencias y noticias referente al mundo de la ciencia, traduciendo a un lenguaje periodístico u ordinario lo que el científico ha construido como una proposición lógico formal o una ecuación matemática. En un segundo nivel de complejidad podría no sólo informar, sino formar, es 46 REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/julio-septiembre 2013 decir, ampliar la percepción social de la ciencia fomentando una cultura científica más rica, través de programas didácticos, cursos introductorios, diplomados o, como Universum y ¿Cómo ves?, a través de exhibiciones, publicaciones, videos o programas radiales. En este nivel, el trabajo de la divulgación necesariamente supone una mayor interacción con el público y requiere de una relación interdisciplinaria con pedagogos, diseñadores gráficos, fotógrafos y artistas. Por otra parte, la divulgación de la ciencia también puede entenderse desde una perspectiva crítico-dialéctica, en la que el objeto mismo de la divulgación radique en presentar las oposiciones culturales, ecológicas, económicas y políticas que supone la investigación científica. El divulgador científico asumiría, desde esta perspectiva, un papel más crítico: pondría la información científica en relación con las condiciones de vida de la sociedad, para tratar de dilucidar los efectos tanto positivos como negativos de la ciencia. ¿Cuáles son los riesgos de las centrales nucleares? ¿Qué relación guarda la tecnificación de la economía con la degradación del medio ambiente? ¿Hasta qué punto las presiones comerciales y políticas afectan el quehacer científico, distorsionando su potencial creativo justamente en sentido contrario, es decir, a la producción de armamento o tecnología cada vez más letal? Estas interrogantes formarían parte integral de la acción misma de la divulgación y, consecuentemente, no sólo tendrían un impacto informativo, sino también formativo en el sentido de promover una conciencia crítica respecto de la investigación científica y el desarrollo tecnológico. El divulgador de la ciencia no sustituye o desplaza al científico, sino que lo incorpora al proceso de divulgación como una voz autorizada que interactúa con aquellos actores sociales a quienes la labor del científico afecta. A su vez, tampoco relega al público al papel de un receptor pasivo o acrítico de la información científica, sino busca estimular el potencial dialógico del escucha como interlocutor, es decir, como participante activo en una interacción que aspira a convertirse en dialógica: aprehender y comprender, desde el marco de su experiencia vivencial, el sentido y el impacto de la ciencia como parte orgánica, integral, de la vida colectiva. En este contexto, el divulgador no se convierte en un especialista del mensaje científico, ni mucho menos en una autoridad del discurso científico como tal, sino en un agente mediador entre quienes producen el conocimiento, es decir, la comunidad científica y los grupos sociales directa e indirectamente involucrados por el conocimiento y la actividad científicos (tanto en sentido negativo de afectación como en un sentido positivo de beneficio). Su labor consiste no sólo en informar sobre las actividades científicas, sino en tratar de traducir a términos de entendimiento común –fundamentalmente lingüísticos– los conceptos y logros de la ciencia, así como en clarificar las formas de locución y referencia para centrar los puntos de discusión debate. Así, el divulgador de la ciencia procuraría acercar a los actores sociales con la comunidad científica y a ésta con aquéllos, estableciendo las bases de un posible mutuo entendimiento basado en una racionalidad argumentativa. Para ello más que operar como una suerte de intermediario o mensajero (uno piensa, metafóricamente, en Prometeo y vean cómo le fue) entre el científico y la sociedad, es necesario involucrar e incluir tanto al científico como al actor social en la construcción de estas bases. Los instrumentos para esta labor pueden ser, efectivamente, los medios mecánicos y electrónicos de información, así como los espacios educativos o de debate y deliberación pública, como el Congreso o las instituciones de educación. Pero lo fundamental, y en esto hay que insistir, no es la tecnología en sí mismas, sino el sentido del uso social que se le dé a ésta. A su vez, el uso de técnicas discursivas como la metáfora, la analogía y en general de los recursos de la imaginación simbólica, tendrán un efecto más positivo en la medida en que la divulgación científica esté orientada: 1) A la inclusión tanto del científico como de los actores sociales como parte integral de la interacción comunicativa y 2) A generar mecanismos de comprensión que permitan al actor social incorporar el conocimiento científico como parte de su mundo de vida, sólo a partir del cual puede darle sentido. De ahí que la primera tarea de la divulgación, desde el tercero de estos paradigmas, no sea meramente la del ajuste o adecuación de los términos científicos a una forma más sencilla, sino la de la comprensión del sentido: tanto de lo que el científico ha querido decir (i.e., “no hay puntos de referencia universalmente válidos”) como de lo que los públicos pueden y quieren entender (¿Cómo? ¿Entonces todo es relativo?). Y esa es precisamente la labor de la mediación: plantearse a medio camino entre la estructura lógica del discurso científico y la lógica estructural del discurso de sentido común para tratar de favorecer una empatía, un encuentro del entendimiento. En última instancia de lo que se trata es de construir una plataforma común de sentido que posibilite el mutuo entendimiento entre el modo en que la ciencia significa el mundo, las expectativas que el sentido común tiene de la ciencia. No es un problema estrictamente técnico, sino más bien etnográfico: la primera condición para “convencer” al otro, para interactuar con él/ella, es tratar de comprender su punto de vista, cómo piensa, qué expectativas tiene. Vemos entonces una operación que se despliega en un doble sentido: a) La ciencia es capaz de alterar el sentido de un término corriente al incorporarlo a la lógica de su estructura discursiva, o bien, de generar nuevos términos para referirse a una realidad o a un proceso de la realidad que no se había contemplado b) Pero también, la sociedad es capaz de retomar esos términos para incorporarlos a sus interacciones semánticas cotidianas, aun cuando no necesariamente se utilicen con la misma precisión o en el mismo sentido en que fueron científicamente acuñados. Bibliografía Amador Bech, Julio “Conceptos básicos para una teoría de la comunicación. Una aproximación desde la antropología simbólica”, publicado en el Número 203 de la Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, UNAM, México, mayo-agosto de 2008. Bachelard, Gastón: Epistemología, Anagrama, Barelona, 1989 Bourdieu, Pierre: Outline for a theory of practice, Cambridge University Press, Cambridge, 1991. ——¿Qué significa hablar?, Akal, Madrid, 2009. Cassirer, Ernst: Antropología filosófica, FCE, México, 2005. Chomsky, Noam: El lenguaje y el entendimiento, Seix Barral, Barcelona, 1978. De la Peña, Sergio: Einstein, Conacyt, México, 1976. Echeverría, Javier: La revolución tecnocientífica, Madrid, FCE, 2003 Foucault, Michael: Las palabras y las cosas, Siglo XXI Eds., México, 2008. Habermas, Jürgen, The Theory of Communicative Action, Polity Press, Cambridge, 1992 (dos tomos) Kuhn, Thomas, La estructura de las revoluciones científicas, F.C.E, México, 1998 Lévi-Strauss, Claude: Antropología estructural II, Siglo XXI eds., México, 2007. López Veneroni, Felipe: La ciencia de la comunicación, método y objeto de estudio, Ed. Trillas, México, 1997 Nicol, Eduardo: Los principios de la ciencia, FCE, México, 1976. Olivé, León, “El problema del relativismo y la verdad”, en Razón y Sociedad, Fontamara, México, 1999. Pérez Tamayo, Ruy ¿Existe el método científico?, FCE, México, 2002 Propp, Vladimir La morfología del cuento, Ed. Fundamentos, Madrid, 1979. Sagan, Carl El mundo y sus demonios, Ed. Planeta, Barcelona, 1997 Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, UNAM, México. Maestro en Teoría Política y Social, Universidad de Cambridge. Profesor e investigador de la UNAM. julio-septiembre 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN 47 Adiós al También para las revistas científicas papel Hace ya tiempo que el papel empezó a perder papel en todo lo relacionado con la comunicación social pública. Las revistas científicas no podían quedarse a la zaga en este fenómeno imparable y sin retorno de reducción del rol jugado por ese soporte legendario desde su entronización en la Europa del siglo XII, traído por los árabes tras un largo viaje por el norte de África, desde Samarcanda hasta Xátiva, donde se instaló la primera fábrica europea de ese material, hoy en pleno declive. José Manuel de Pablos* / Concha Mateos Martín** / Alberto Ardèvol Abreu*** L a prensa convencional ha ido perdiendo terreno por motivos económicos derivados de la caída de la publicidad, el alto coste de los insumos para hacer el periódico en papel y el abandono de los nuevos lectores, más proclives a ver lo que sea –son veedores más que lectores– pero en pantalla. Los directores de diarios españoles consideran que el soporte más habitual para leer noticias dentro de diez años será la pantalla del ordenador, seguida de los dispositivos móviles y las PDA, mientras el papel se situará en tercer lugar. Ya Martínez Albertos aseguró que en 2020 habrán desaparecido todos los diarios en papel. No obstante, hay que ser cautelosos con la web, donde la propaganda se puede colar como información. También, ser conscientes de que la idea del ‘triunfo’ del documento en línea ya tiene casi veinte años. El panorama en el modelo del journal clásico ha entrado en una coyuntura semejante, agravada incluso por el delicado problema de la precaria visibilidad, casi invisibilidad, de las revistas en papel, en tiempos de incremento de los nativos digitales. Para empezar, por lo general, de una revista científica en papel se hacen 300 o 400, a veces 500 ejemplares. Esa cantidad es un volumen desorbitado, de un costo altísimo para cualquier entidad universitaria al que hay que sumar después el franqueo de los envíos a los pocos suscriptores que han pagado por recibir los ejemplares, así como a otras entidades que pagan su cuota con el intercambio de cabeceras… que ya empiezan a estar todas en soporte digital, de modo que nos encontramos ante un absurdo de marca mayor. Para hacer frente a los crecientes costes, muchas editoriales han optado por subir los precios de los journals de una manera significativa. Esta situación ha provocado que muchas bibliotecas hayan abandonado las suscripciones por no poder hacer frente al gasto, lo que provoca una nueva caída de ingresos y una nueva alza del precio de la revista, en un círculo vicioso que trata de compensar las pérdidas, sin conseguirlo en la mayoría de los casos. 48 REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/julio-septiembre 2013 El paso a papel resulta, además de costoso, un retroceso. Las revistas que se muestran en los dos soportes añaden a la lentitud del proceso impreso un tiempo de espera para la liberación de sus contenidos en soporte digital abierto en la web. De este modo, siempre se termina ofreciendo ese contenido con un punto de caducidad. ¿Por qué mantener ese esquema de publicación? Las resistencias que están frenando los cambios tienen procedencias y alegan razones muy diversas. Como sabemos, los cambios tecnológicos, aunque se manifiesten en formas materiales, implican siempre una transformación de naturaleza cognitiva y conllevan un proceso social. Hay elementos de la estructura editorial académica que pueden ver –o que sospechan que pueden ver– amenazada su estabilidad si los cambios se realizaran sin contar con ellos. Y estos elementos, lógicamente, se resisten. Es el caso de los funcionarios que trabajan en un servicio de publicaciones. Su temor es comprensible, aunque resulte negativo para la transición que reclama el mundo digital. Por eso resulta necesario prestarle atención y gestionarlo. Nadie sobra en la edición digital, más bien al contrario: la mayoría de las publicaciones académicas vivas en línea en la universidad española se están manteniendo sin profesionalizar. El resultado con frecuencia acusa esa carencia, especialmente en tareas que resultan nuevas: diseñadores de páginas web de la revista digital, promotores de la presencia de las revistas en bases de datos, repositorios o catálogos, editores técnicos, transmisores y colocadores de ficheros, registradores de DOIs… El repertorio de nuevas ocupaciones en amplio y está vacío: es una realidad ignorada por algunos responsables últimos de la nueva situación. La transición del papel a lo digital está reclamando una reconversión institucional en el entorno de la edición académica. Una reconversión con doble cambio (de máquinas y de pensamiento), como la realizada en la prensa convencional en los años ochenta al abandonar la tipografía e impresión analógicas e incorporarse al primer estadio del mundo digital, la fotocomposición. Va a requerir, como es bastante lógico, la creación y mantenimiento de puestos de trabajo, no sólo de diseñadores y técnicos para el sostenimiento de la web donde se ofrece la revista, sino también –como quedó dicho– de nuevos perfiles especializados, como el de gestor de las transferencias de ficheros desde el ordenador de trabajo al servidor remoto de alojamiento de la revista. No hay o no debe haber, pues, conflicto derivado de una temida amortización de puestos de trabajo. Las publicaciones en línea requieren en muchas ocasiones el desarrollo de las mismas tareas que ya se estaban realizando para las publicaciones en papel: lo mismo, pero con una simple transformación del modo de hacerlo, ahora más efectivo y más complejo y comprometido desde que el material maquetado sale de la mesa de redacción, que antes se limitaba a su entrega a la imprenta y al envío por correo postal. Se trata de una sencilla traducción del mero concepto de nueva tecnología: mismo producto (servicio informativo impreso o periódico… revista científica) mediante otras maneras de producir, basada en novedades. Una transformación para romper ataduras actuales. Lo dijo bien claro Tim Berners-Lee, el creador de la tecnología web: “Podríamos poner la tecnología web a disposición del público en general, sin ataduras”. El papel, ya una vez establecido en la sociedad, fue una atadura, de costo y de espacios, porque el mensaje, del tipo que fuera, ocupa una determinada superficie, que se traduce en precio del insumo papel. Por eso se puede decir: “No eran-son los tiempos de Gutenberg (que ya fue) sino el presente de Tim Berners-Lee, creador de la web libre (que está aquí y se va a quedar)”. Hablamos, entonces, de costes de producción y de exposición, de efectividad del documento producido y ofrecido a la sociedad, a la comunidad científica. ¿Debe ser efectiva una revista? ¿Cómo se verifica su mayor o menos efectividad? ¿La revista en papel es más o menos efectiva que en la web? Tipos de efectividad de una revista científica La publicación académica persigue facilitar con agilidad el acceso a los resultados de la investigación y la reflexión científicas. Que una revista se vea, se conozca, se distribuya y se lea ampliamente. Que expanda sus contenidos. Esta efectividad se puede contabilizar de dos maneras: a) Una directa, en beneficio de la revista, que consolida su nombre y su valor como fuente de referencia. Y b) una efectividad referida al público lector, que se enriquece por el acceso a los contenidos que la revista difunde. ¿Es más interesante una efectividad que la otra? Si la revista es considerada un servicio a la comunidad académica, a los editores les dará igual una u otra. La primera de ellas se muestra en forma de citas a la revista, con incidencia en el (¿obsoleto?) factor de impacto1 y mejor presencia en una tabla clasificatoria por índices. La segunda forma se manifestará, a su vez, de dos maneras: 1) por la facilidad que la revista ofrece para que sea visitada o leída y consultada por lectores posibles y 2) por el mayor o menor número de visitantes que la revista tiene, a lo que hay que añadir la mayor o menor diversidad de orígenes de lectores de los que goza la revista. Las publicaciones científicas sólo en papel tienen una efectividad baja: el acceso al contenido implica transporte físico y conservación del objeto revista, desplazamientos del sujeto para acceder a ella, imposibilidad de consultas simultáneas de un mismo ejemplar, horarios de acceso en bibliotecas... Dijo Alvin Toffler: “La moraleja es que internet da una oportunidad a los desheredados. Nunca había ocurrido antes”.2 Las revistas abierta sólo digitales son una materialización de esa oportunidad. También existen las publicaciones que aún se distribuyen en los dos formatos, pero en la mayoría de sus casos, el formato digital en ellas permanece supeditado al del papel, arrastrando con ello ciertos frenos de las posibilidades digitales. No obstante, la tendencia a la digitalización en el campo de las revistas científicas es innegable: entre 2003 y 2007, el porcentaje de revistas académicas vivas en formato digital pasó de 20% a 43%, aunque –según Abadal y Rius– gran parte de tales publicaciones disponen de versión impresa, manteniendo un doble formato papel / digital. Las revistas sólo en formato digital, al ser lo digital su única manera de salir a la luz, concentran todo el mimo de su diseño y su dinámica editorial en que el servicio web ofrecido por ellas sea el mejor posible. Hay una entrega completa de la tarea editorial a la búsqueda de la excelencia digital. La humildad de origen de las revistas digitales juega a su favor. Si no fuera de esa manera, ¿cómo se puede explicar que una revista “surgida de una utopía” de una universidad periférica, sin presupuesto, sin ayuda institucional alguna, haya podido situarse los tres años seguidos en la primera posición del primer cuartil de su especialidad, en los índices anuales y en los índices de los tres últimos quinquenios corridos, desde 2003?3. La revista, entonces, “no es el soporte, sino el contenido”. Es cierto que esa regla de la entrega absoluta a la búsqueda de la excelencia digital a veces no se cumple. Podemos encontrar también revistas digitales en el fondo del último cuartil, ejemplos excepcionales que rompen la regla… porque el mimo mencionado no llega a ser tal. Repasemos las dinámicas que sigue cada uno de los tipos de publicación y julio-septiembre 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN 49 encontraremos los argumentos que explican lo que acabamos de exponer: a) Revista sólo en papel: sale una o dos veces al año, con la periodicidad acordada. Si se trata de un journal semestral, sus seis meses de vida previa a la salida no coinciden con los seis meses previos a la fecha de portada: su edición es lenta y su maquetación o puesta de materiales en página es más pausada aún. Acabado de editar un primer artículo, éste ha de esperar a que esté el segundo, el tercero… todo el contenido de la revista, para entonces llevarla en bloque a la imprenta y aguardar al proceso final de impresión, como en los tiempos medievales de Gutenberg, aunque se trate de una impresora digital, sistema no aplicado a revistas científicas. Habrán transcurrido dos, tres semanas, un mes, lo que significa un tiempo menor de vida de los trabajos publicados a la espera de su encuentro con su público lector. b) Revista en papel y en digital: estamos en el caso en el cual la revista en soporte analógico es el producto principal, de manera que no se entra en el terreno digital hasta que la revista en bloque se lleva a la imprenta, para entonces empezar a pensar en el producto secundario que es la versión para la web. Esta versión web no siempre es en html, a veces se queda en pdf (más cómodo). En estas circunstancias, todos los mimos son para el producto estrella, que es la revista clásica en papel y de toda la vida, la que tiene larga tradición en la entidad que la hace, la que va a manifestar una retroalimentación en forma de otras revistas que llegan a la biblioteca del centro sin necesidad de pagar por ellas… aunque ya empiecen a estar también en la web, sin el mimo aludido. Podría pensarse que al ser publicaciones en dos formatos estas revistas acumulan más ventajas. Sin embargo, la realidad es que las dinámicas de los dos formatos se interfieren y generan servidumbres que frenan la efectividad. ¿Por qué dejar pasar un tiempo desde que sale la revista matriz en papel? Porque el papel tiene suscriptores y es preciso mantener un servicio que aporte sentido a su compra: el acceso preferente y exclusivo al contenido durante un tiempo: hay que evitar que los suscriptores se enfaden por disponer de ella en la web antes que en sus manos. Es una manera de ponerse al servicio del mercado, o sea, poco que ver con la diseminación de la ciencia. Las ediciones mixtas siempre son una fuente de tensiones. El periódico que sale en papel actualiza su web con agilidad porque de ello depende su prestigio. Si retrasara la actualización permitiría que otros medios se le ade- lantaran y, con ello, se devaluaría su versión web. Las revistas académicas mixtas no sufren esta presión porque no suelen competir en contenidos entre cabeceras: los informes que ofrece cada una son originales y propios. No se produce, pues, el mismo fenómeno que en los medios periodísticos convencionales impresos y digitales a la vez, que en un notable porcentaje publican lo mismo, de ahí parte de la pobreza del periodismo actual. Al contar con contenido original, lo que hacen muchas revistas es utilizar la versión web durante un tiempo como reclamo de ventas: sólo muestran el índice y los resúmenes de los artículos, hasta que pase el plazo establecido para liberar en línea el texto completo. Otra cuestión estriba en lo ridículo de esos ingresos. c) Revista sólo digital: incluso dentro de esta modalidad no todos los planteamientos son iguales. Aún perviven en algunos casos dinámicas concebidas con mentalidad analógica. La revista digital que aparece con una periodicidad cerrada y conocida de antemano (tres veces al año, dos veces, una sola vez), reproduciendo con ese sistema de salida la lógica de las revistas en papel, que jamás pueden adelantar contenidos en papel –aunque sí podrían hacerlo en la web, si así lo desearan y lo decidieran, o ir ofreciendo su sumario a medida que los distintos artículos van estando listos–. Es el mismo caso del periódico en papel que tiene su web y no hace actualizaciones continuas. Tal dinámica –aún extendida– empobrece el producto ofrecido. Hay revistas digitales que no han llegado a percatarse de la potencialidad de lo digital y actúan con ideas analógicas. No se ha presentado en sus 50 REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/julio-septiembre 2013 redacciones la teoría del doble cambio: toda nueva tecnología implica un doble cambio: uno, material (reconversión de aparatos o maquinarias); el otro, no material: el cambio de mentalidad hacia una postura más moderna. En el informe de Aguillo sobre revistas científicas en la web (2005) se señala claramente el problema de la presencia del sentimiento analógico frente a las posibilidades de la web: Tanto la productividad medida en número de artículos, como la visibilidad evaluada a través de bases de datos y motores de búsqueda son bajas, aunque algunas revistas reciben un número significativo de enlaces. Se han identificado como causas posibles tanto la inadecuada adaptación al medio digital como la inadecuada explotación de las nuevas posibilidades ofrecidas en la Web. Ello incluye la falta de servicios de valor añadido, la utilización de direcciones URL inadecuadas, el incumplimiento de los mínimos de accesibilidad y la falta de versiones en formatos alternativos y otros idiomas. La revista digital en toda la extensión del concepto es la que, cualquiera que sea su periodicidad anunciada, se va ofreciendo a sus lectores artículo a artículo, de forma que el informe de investigación listo y preparado para ser publicado, sencillamente se edita y se publica. Los lectores no han de aguardar a una cita previa para conocer los contenidos de la revista: saben que según esté disponible un nuevo trabajo éste se va a publicar, aparte de que recibirán un aviso de alerta de nueva publicación o lo podrán conocer a través del muro de Facebook de la revista, de la que podrán ser amigos. Lo más semejante es el periódico en línea que hace actualizaciones constantes, lo que origina que el lector acuda a él en varias ocasiones en un mismo día, siempre con la certeza de que podrá encontrar novedades informativas, en el caso de que las hubiera, lo que casi siempre sucede. Todo, como se podrá apreciar, en consonancia con otro pensamiento del creador de la web: “El objetivo último de la web es apoyar nuestra entretejida existencia en el mundo”, asegura Berners-Lee. ¿Qué diferencias positivas hay entre un tipo y otro de revista, desde la efectividad del mensaje científico liberado? Una primera pista sobre eficiencia de las revistas digitales la encontramos en la encuesta realizada entre personal académico de las universidades catalanas por Borrego en 20094, según la cual “en más de la mitad de las encuestas respondidas (52%) se afirmaba usar exclusivamente o casi exclusivamente revistas digitales”. Además, 76% de los encuestados “dejarían de usar las revistas impresas si existiesen versiones digitales, lo que da una idea del grado de penetración y aceptación de las revistas digitales en el ámbito académico”. Un mayor tiempo de exposición a los investigadores En la revista que hemos catalogado como “revista digital en toda la extensión del concepto”, sus artículos se publican antes que los de las otras revistas, de manera que su encuentro con los lectores ha necesitado menos tiempo desde el momento de su aceptación por los revisores hasta que aparece publicado. Esto origina una mayor exposición a los investigadores, de manera que su capacidad de penetración en el tejido académico es mayor y mayor igualmente sus posibilidades de facilitar citas, porque siempre va a ser un artículo más fresco que el semejante que aparece más tarde, con un mayor tiempo perdido desde su edición hasta su publicación. En una revista anual, el primer artículo aceptado en una cabecera plenamente digital podrá aparecer en enero, cuando el bloque de artículos de la revista anual en papel –antes de que aparezca en su versión digital– será a finales de otoño o principios de invierno, o sea, noviembre o diciembre; a veces, octubre. ¿Cuántos meses más tarde? En cualquier caso, el artículo que salió en enero va a llevar diez u once meses de ventaja sobre el trabajo impreso, con lo cual se da ese mayor grado de exposición del que hemos hablado. Parece que la diferencia a favor de una revista sobre la otra es más que manifiesta. Y aquí se muestra uno de los defectos o absurdos del actual sistema de evaluación de citas en revistas: el artículo publicado en enero y citado el mismo año, en otro artículo publicado en diciembre, 11 meses más tarde, no es considerado por los controladores del factor de impacto, a pesar de ser la cita más fresca de todas: es la mirada a la revista desde la óptica de lo analógico, cuando el mundo ya se hizo digital. Pero hay más. Es la actuación ceñida al mundo en papel, de espaldas al mundo digital y a sus efectividades. En efecto: hay mucha más exposición de los contenidos de las revistas digitales frente a las revistas en papel. Hasta hace pocos años, una ventaja de las revistas en papel era que estaban físicamente en determinadas bibliotecas, a disposición de los investigadores que se acercaran presencialmente a las bibliotecas. Ello era una ventaja cuando los catálogos de estos servicios no estaban tan equipados de tecnologías digitales como ahora ni las personas estaban en disposición de hacer consultas digitales desde sus casas, laboratorios o despachos, lo que nivela el uso de una y otra forma de contenido según el soporte. Hay otros detalles de importancia que desvían la balanza a favor de las revistas digitales. Los journal analógicos, por ejemplo, son catalogados como obras de referencia, lo cual implica que son unidades de consulta que no pueden salir físicamente de la biblioteca. No entran nunca en el rango de los productos, como libros, que se pueden prestar para su estudio en el domicilio del beneficiario durante un tiempo determinado. De los libros, en ocasiones, la biblioteca dispone de varios ejemplares, extremo que por principio de biblioteconomía no se da con una revista científica, que si está repetida se expurga, desprecia o regala. La revista en papel queda fuera de juego cada día cuando cierra la biblioteca, queda fuera de servicio cuando llega el viernes y ‘muere’ durante dos días, hasta el lunes por la mañana, después de todo ese tiempo en los anaqueles, sin posibilidad de consulta. Mientras una revista digital podrá ser consultada durante las 168 horas de una semana, la posibilidad de una revista en papel se reduce a 65 horas5, lo que implica solo 39% de posibilidades de uso de la revista en papel frente a las posibilidades de consulta de la revista digital, sin hacer referencia al espectro universal, en el sentido más pleno y literal de esta palabra, que tiene la publicación digital. ¿No es una pena que todavía se tenga que advertir de estos beneficios? Éste es un detalle para la reflexión de quienes siguen optando por la revista analógica. Nada de eso sucede con la revista digital viva. Aclaramos lo de viva: si lo de ser digital es condición necesaria para su mayor presencia y consulta, no va a ser suficiente para que su encuentro con la comunidad científica sea tan gozoso como desea cualquier editor. Por eso, decíamos antes, no es extraño encontrar revistas digitales en el pozo del último cuartil: son las revistas digitales muertas o moribundas, con dificultades para que en sus estructuras solidificadas e inamovibles entren los motores de búsqueda: suponenla mejor fórmula para pasar inadvertidas en la red. La revista digital viva hace lo posible por mostrarse no solo en html con metadatos sino en la mayor variedad posible de presentaciones, para hacer lo más vasta posible su exposición pública y gratuita.6 Decíamos que nada de aquello sucede con la revista digital viva, porque la revista digital es un producto universal y de libre acceso, por lo general, gratuito también, desde cualquier rincón donde haya una conexión a la red y una investigadora curiosa, inquieta por conocer novedades de su disciplina. Además, la posibilidad de entrada es durante las 24 horas del día y lo va a ser los siete días de la semana. Aquí no se da el caso de anaqueles imposibilitados para la consulta, durante las noches, los fines de semana ni los días festivos. Estamos ante el paradigma de la consulta pública, posible, universal, sin tiempo impedido; de la ciencia entregada a la sociedad, sin tener en cuenta fronteras, banderas ni lenguas. Mercados, tampoco. Por esto último, la importancia, además, de que esa revista universal amplíe su mundo con una versión en paralelo en lengua inglesa, para evitar el atasco en una frontera lingüística.7 Garfield ha señalado que el idioma científico de nuestra época es el inglés: “Publishing in English is an indicator that the publisher recognizes that the maximum number of readers can be reached with English”, ya que “at this stage in history English has become the lingua franca of science and commerce. At another time it was German or Latin”. En la misma línea, Castillo y Ruiz constatan que gran parte de las revistas de Comunicación en el ámbito latinoamericano no son aún conscientes de las posibilidades de contar con versiones de sus papers en más de un idioma, lo cual añade gastos al proyecto. Lea el artículo completo en la versión digital de RMC: www.mexicanadecomunicacion. com.mx julio-septiembre 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN 51 La acción comunicativa en la política El político como comunicador El manejo de la comunicación y la política se vuelven un binomio inseparable en los tiempos actuales. El político tiene que ser un gran comunicador, el estratega también y el vocero aún con mayor razón. Los tres son diferentes comunicadores políticos, pero todos trabajan con el objetivo de que el político sea un gran comunicador verbal, no verbal y emocional. Guillermina Baena Paz M ientras que el político practica la comunicación en todas sus formas, el estratega la diseña, la prevé, planea mensajes y también evalúa. El vocero, en cambio, es el portavoz que asume públicamente la representación de su institución y partido. En cualquiera de sus modalidades, el político como comunicador debe tener un perfil dinámico, de competencia. Tiene, además, la delicada misión de convencer y para ello ha de crear confianza. Un creador de confianza tiene tres características básicas: 1. Es un convencido de lo que hace: la convicción por su partido y su trabajo es evidente, firme, clara, segura. 2. Es una persona informada en torno a su actividad, la situación local, estatal y nacional e inclusive de la situación mundial. 3. Debe mostrar una facilidad para convencer: su comunicación ha de ser efectiva y debe desarrollar la credibilidad. Cada comunicador político desempeña una parte fundamental del trabajo de su partido o institución, pero no es todo: su trabajo se enmarca en la estrategia prevista por la organización política. El trabajo ha de ser conjunto y promoverse de manera simultánea, de tal suerte que las tareas de los diferentes miembros se vean reforzadas en la acción del equipo. Los activistas del partido se encargan de una multiplicidad de actividades, las cuales han de darse en función de acciones democráticas y manejo de los conflictos internos. La selección de candidatos debe convencer a las bases para poder trabajar por ellos; se han de usar diferentes estrategias según sus públicos; se ha de practicar el cabildeo cuando sea necesario; se ha de apropiar de los espacios públicos para tener una presencia significativa y constante en los medios de comunicación y, por último, se ha de procurar un trabajo de promoción directo con la gente. Un comunicador político debe saber con precisión qué debe comunicar, cómo debe decirlo, a quién, dónde y cuándo debe decirlo, y por qué medios ha de comunicarlo. El qué implica la definición de lo que se pretende decir y responde al objetivo concreto y particular del comunicado específico; el cómo se refiere al trata- 52 REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/julio-septiembre 2013 miento de la información, es decir: la metodología utilizada para lograr un mensaje efectivo. El dónde y el cuándo suponen la elección de medios para difundir el mensaje tomando en cuenta la cobertura, la frecuencia y el nivel de penetración. Estamos ante la presencia de toda una estrategia de mercadotecnia y comunicación. En otras palabras: debe conocer a las personas y los públicos que pretende dirigirse. Asimismo, tendrá que ser un conocedor de los medios de información para difundir el mensaje. Desde luego, requiere manejar con profundidad los temas más relevantes de la agenda local, estatal y nacional concernientes a las necesidades más sentidas de la población. Cuidado: ni el político ni el vocero deben desgastar su imagen en poco tiempo con una excesiva presencia personal. Un punto es la trasmisión de noticias de la organización y otro el que a la persona se le examine e interrogue de manera exhaustiva, lo que puede trivializarlo. El mejor medio se detectará de acuerdo con los siguientes parámetros: • Seleccione un medio apropiado a la imagen que desea proyectar. • • • • • Seleccione un medio apropiado para la audiencia que quiera alcanzar. Seleccione un medio apropiado para su mensaje. Seleccione un medio apropiado para la ocasión. Seleccione un medio que tenga la capacidad para trasmitir el mensaje que desea presentar.1 Puntos esenciales Los aspectos que deben cuidarse en un programa de comunicación para una campaña son: 1. La imagen del candidato es el recurso más valioso: equivale en términos publicitarios al producto. Así como se cuida el envase y el contenido de un producto, resulta indispensable hacer lo propio con los mensajes verbales y no verbales de un aspirante a un cargo público. 2. El partido o institución corresponde a la marca. Una buena marca recomienda a un buen producto; a una mala marca, en cambio, le va a costar mucho colocar un buen producto. 3. La oferta política comprende todos los mensajes que se usarán en la campaña: • El logo personalizado y el lema serán equivalentes a las firmas, a los sellos de campaña. • A partir de los conceptos rectores de una idea central que se inscribirán en los diferentes medios, los mensajes de la campaña estarán dados en función de: • Las propuestas del candidato a las necesidades y demandas más importantes de la población señalada. • Las diferencias con la oposición y las razones para votar por este candidato. • El sello personal que identifique la campaña y al candidato: ademanes, gestos, lema, colores, etcétera. Ello permitirá tenerlo presente y recordarlo. • Las promesas factibles de convertirse en hechos, de preferencia propuestas de solución, posiciones claras ante los asuntos públicos, un conjunto de valores o un estilo de gobernar. • Diseñar mensajes para cada medio en su lenguaje particular. • Las propuestas del candidato que incluyen posiciones del partido en sus documentos básicos y de acuerdo con líneas estratégicas partidistas. • Mensajes motivacionales hacia la participación y el consenso. La comunicación efectiva Mientras una sociedad no está madura para tomar sus propias decisiones co- gestivas o autogestionarias, requiere de un líder que coordine sus acciones, objetivos, intereses y que precisamente le facilite lograr esa madurez. La gente busca un líder que le diga dónde y hacia dónde vamos. Ya no estamos en los tiempos de un jefe de comportamiento tradicional en estructuras piramidales. Mientras que el jefe ordena a sus hombres, el líder los guía; el jefe cuenta con su autoridad, el líder cuenta con su voluntad; el jefe inspira temor, el líder entusiasmo; el jefe dice “yo”, el líder dice “nosotros”; el jefe asigna la tarea, el líder prepara el camino; el jefe dice “vengan temprano”, el líder llega antes de tiempo; el jefe culpa a otros por el fracaso, el líder lo soluciona o enmienda; el jefe ordena hacer algo, el líder demuestra cómo hacerlo; el jefe hace que el trabajo resulte penoso, el líder hace del trabajo un juego; el jefe dice “vayan”, el líder dice “vamos”.2 La gente espera del líder: • Honestidad: con una ética, valores y principios firmes. • Visión para trascender y luchar por aspiraciones compartidas • Capacidad y efectividad, con inteligencia para resolver los problemas, culto, bien informado. • Inspiración en cada momento: entusiasmo, dinamismo y optimismo. • Experiencia administrativa y política. • Iniciativa para crear y propiciar las condiciones idóneas: pensamientos, convicciones y sentimientos para el cambio. Transparencia en sus acciones. •Legitimidad. •Carisma. •Credibilidad. La paradoja del líder es que mientras no cumpla cabalmente con honestidad, jamás tendrá credibilidad. Sus acciones deben ser claras, transparentes; ha de proporcionar información adecuada al público: ocultarla es una forma de mentir.3 En política, la credibilidad es un ingrediente fundamental que se consigue con el trabajo constante y las expectativas anteriores. Credibilidad implica un proceso complejo donde se da lo creíble más la confianza y la verosimilitud (o sea, la verdad a la que se da crédito). Esto es: no basta decir la verdad para ser creído, es preciso que parezca verosímil a la población que uno se dirige.4 Los juicios relativos a la verosimilitud dependen de las experiencias vividas y varían de persona a persona y de población a población. La confianza es la expectativa ciudadana de comportamiento honesto y cooperativo, basada en normas comunes, compartidas por todos los miembros de una comunidad. Las normas se refieren a cuestiones de valor profundo como Dios o la justicia, así como también las pautas y los códigos de conducta.5 El proceso de construcción de la credibilidad, según Kousez y Posner, se basa en tres conceptos claves: Claridad: Sobre las metas, valores y capacidades del líder, considerando en todo momento las percepciones y aspiraciones de los demás. Los valores constituyen la guía de conducta del líder. Intensidad: Cuando las acciones hablan más que las palabras. Las normas siempre presentes para el líder son: descubrirse a sí mismo; apreciar a sus seguidores; afirmar los valores positivos; desarrollar su capacidad; servir a un propósito y sustentar esperanza. Unidad: El líder procura mantenerla en torno a una causa común y es vital para acrecentar la credibilidad. Lea el artículo completo en la versión digital de RMC: www.mexicanadecomunicacion. com.mx Profesora e investigadora de la FCP y S de la UNAM julio-septiembre 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN 53 Entre la racional, lo emocional y lo instintivo Neuro-Marketing Político El neuromarketing político es una nueva subdisciplina del marketing, cuyo objetivo central es conocer cómo se procesan en su cerebro los pensamientos, los instintos, las emociones de los individuos y cómo se relaciona con la conducta política de los ciudadanos. A partir de este conocimiento, se diseñan las estrategias para impactar y moldear las creencias, ideas, valores, deseos, actitudes y la toma de decisiones de los ciudadanos. Andrés Valdez Zepeda*/ Roberto Hilario Valdez Soto / Arturo Vergara Ochoa L a mercadotecnia política es una disciplina cuyos orígenes se remontan al nacimiento de los sistemas democráticos contemporáneos, sustentados en la pluralidad, la competencia y la libertad de elección de los gobernantes, ya que no puede haber mercadotecnia, en su sentido moderno, bajo regímenes políticos autoritarios o totalitarios. Es decir, la democracia es un sistema de pluralidad y competencia política que hace necesario la existencia de nuevas “herramientas” para tratar de construir ventajas competitivas en la disputa por los espacios de poder y representación política. En los últimos años, la mercadotecnia política ha sustentado su acelerado desarrollo en tres grandes pilares. Primero: el desarrollo tecnológico que ha posibilitado la incorporación de novedosos instrumentos y medios para mejorar la comunicación con los ciudadanos a través del uso de las nuevas tecnologías de la información, la comunicación, el cómputo y el diseño gráfico. Segundo: el desarrollo del entramado legal que norma la competencia política entre diferentes partidos y candidatos a un puesto de elección popular. Tercero: el avance y desarrollo de las ciencias de la comunicación, las ciencias políticas y la mercadotecnia empresarial. Como parte de este desarrollo, desde hace una década, se inició una nueva tendencia disciplinar denominada neuromercadotecnia o neuromarketing que consiste en la aplicación de los conocimientos y avances científicos de las neurociencias a la mercadotecnia, con el fin de conocer mejor los procesos que inciden en los pensamientos, las emociones y los comportamientos de los seres humanos. De esta forma, el neuromarketing se ha convertido en una nueva tendencia de desarrollo de la mercadotecnia, cuyos objetivos centrales son el conocimiento profundo del ser humano en su calidad de consumidor o cliente y el diseño y aplicación de estrategias persuasivas para incidir en su comportamiento. En su dimensión política, el neuromarketing busca entender y explicar cómo funciona el cerebro de los ciudadanos en su relación con el proceso de toma de decisiones de carácter socio-político, así como la relación entre los estímulos comunicacionales y el comportamiento y conducta de los electores. Por ejemplo, el neuromarketing ayuda a diseñar y articular estrategias políticas con el propósito de persuadir y movilizar a los votantes a las urnas a partir del conocimiento de su sistema cerebral, influenciándolos en sus ideas, creencias, actitudes y conductas. Es así como el neuromarketing busca comprender la lógica del voto de los ciudadanos y su comportamiento político, conociendo los pensamientos, sentimientos y deseos subconscientes que mueven sus decisiones políticas. ¿Cómo surge y cómo se desarrolla el neuromarketing político? ¿Cuáles son sus hipótesis y planteamientos centrales? ¿Qué ventajas genera el uso del neuromarketing en la política? ¿Cuáles son sus alcances y sus limitaciones? A continuación se dará respuestas a tales interrogantes. Origen y desarrollo El neuromarketing político es una subdisciplina de la mercadotecnia que se avoca al estudio de los procesos de intercambio político voluntario que se dan en la esfera pública entre la clase política y los ciudadanos, cuyo fin es indagar y explicar científicamente el impacto que julio-septiembre 2013/REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN 55 los estímulos político-comunicacionales generan en la conducta de los ciudadanos. Es una subdisciplina que toma diferentes aportaciones, conocimientos y técnicas de las neurociencias aplicándolas a la mercadotecnia política. En ese sentido, el neuromarketing político surge como una derivación del neuromarketing comercial, al aplicar sus principios y técnicas a los asuntos políticos y de gobierno. Es decir, se origina como una extensión y aplicación de los principios, conocimientos y fundamentos teóricos que se han desarrollado en el campo de los negocios y las empresas, para tratar de explicar el comportamiento político de los ciudadanos y conocer el efecto que tienen los estímulos comunicacionales en la conducta de los electores. El neuromarketing estudia y analiza los efectos que las campañas de comunicación política generan en el cerebro humano, con el objetivo de predecir y condicionar la conducta de los ciudadanos. Así, el neuromarketing, por ejemplo, lleva a cabo estudios para conocer cómo responden las personas ante determinados estímulos con el fin de aplicarlos a las campañas políticas y a la comunicación gubernamental. Como campo del conocimiento, el neuromarketing político surge a fines del siglo XX mediante la realización de estudios e investigaciones científicas tratando de explicar cómo procesa el cerebro los diferentes estímulos comunicacionales propios de la política (mensaje, imagen, encuestas, campañas, etcétera), así como para conocer las partes del cerebro que se activan cuando los ciudadanos son expuestos a diferentes estímulos y cuando toman decisiones de carácter político. Se considera que los primeros estudios de neuromarketing se realizaron en Estados Unidos de Norteamérica en la Universidad de Emory en Atlanta. En ese país sobresalen dos neurocientíficos por sus investigaciones en relación con el comportamiento humano. Antonio Damásio, entre otras cosas, comprobó que el sentimiento es un componente integral de la razón y que el ser humano –antes de pensar– primero siente. En otras palabras: en el proceso de construcción del pensamiento centralmente intervienen las emociones, ya que éstas juegan un papel decisivo en los procesos cognitivos que están implicados en la toma de decisiones. Además, Damásio concluye que para el ser humano es más fácil sentir que pensar, pues esto último implica un esfuerzo que no todos quieren o están dispuestos a realizar. Por su parte, Joseph LeDoux, un especialista en el estudio del miedo, las emociones y la memoria, descubrió que la emoción es más potente que la razón y que en el proceso de toma de decisiones, el coeficiente emocional de las personas es más importante que el coeficiente racional. En este orden de ideas y de acuerdo con tales hallazgos científicos, se puede decir que, en muchos casos, la emoción controla a la razón. Hoy día, los neurocientíficos, a través de mediciones biométricas, imágenes de resonancia magnética, escaneos cerebrales, magnetoencefalografías, electroencefalogramas y otros medios, tratan de conocer la actividad cerebral, el ritmo cardíaco, las respuestas galvánicas (fisiológicas) de la piel y la actividad cerebral, entre otras, en su relación con la conducta política de los ciudadanos. Principios del neuromarketing Desde muchos años antes, se había cuestionado la idea de que el ser humano es un individuo completamente racional y que era consciente de sus decisiones. Por ejemplo, Platón señalaba que “el humano es como una carroza jalada por dos caballos; una representa la razón y la otra la emoción, siendo esta última mucho más poderosa que la primera”. En el mismo sentido, en el siglo XX, algunos investigadores habían dado cuenta sobre el comportamiento humano y su relación con sus estructuras cerebrales. Por ejemplo, Paul Mclean y Gavin de Becker desarrollaron la teoría del cerebro triuno, conformado por tres partes o tres cerebros diferentes, los cuales están estrechamente interrelacionados: 1) el cortex responsable 56 REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓN/julio-septiembre 2013 del pensamiento lógico-racional; 2) la amígdala (sistema límbico) responsable de las emociones, la afectividad, la animosidad y las motivaciones y 3) el sistema reptiliano o ínsula responsable del comportamiento instintivo. De acuerdo con los hallazgos científicos, pues, el ser humano posee tres tipos de cerebros: 1) El neo-córtex o cerebro reflexivo, que es el responsable de los razonamientos y pensamientos; 2) el cerebro emocional, que es el responsable que el ser humano sienta y se emocione; y 3) el cerebro primitivo o reptiliano, que es el responsable de la intuición y el instinto. A partir de estos hallazgos y a partir de recientes investigaciones científicas en materia de neurociencias, se han elaborado una serie de principios que hoy día se utilizan como fundamentos centrales para denominar al neuromarketing político. Los principios más importantes son los siguientes: Primero: el sentimiento es un componente integral de la razón y no se puede separar la mente del cuerpo, ni el pensamiento de las emociones. Esto es, en el proceso de construcción del pensamiento intervienen centralmente las emociones, las cuales son muy poderosas para la toma de decisiones, en especial las políticas. Segundo: 85% de las decisiones que toma el ser humano, son tomadas espontáneamente y, por ende, de manera inconsciente. En tal sentido, existe todo un universo de decisiones inconscientes, mismas que se producen en un segundo plano de la conciencia humana. Esto significa, nada más y nada menos, que 85% de la gente no sabe por qué hace lo que hace. Tercero: el ser humano toma decisiones en un entorno emocional o instintivo, luego justifica esas decisiones racionalmente; pero en realidad son el cerebro primitivo y el emocional los que toman la mayor parte de las decisiones. Cuarto: las investigaciones en neuromarketing político han demostrado que la memoria –sea ésta de corto, mediano o largo plazo– y el recuerdo que tienen los ciudadanos de un partido, su ideología, o sus candidatos, constituyen un indicador y un motivador más pertinente y confiable para medir la eficacia de un anuncio publicitario. Lea el artículo completo en la versión digital de RMC: www.mexicanadecomunicacion. com.mx