1 HAMLET WILLIAM SHAKESPEARE 1

Transcripción

1 HAMLET WILLIAM SHAKESPEARE 1
HAMLET
WILLIAM SHAKESPEARE
1-A CARACTERIZACIÓN DE HAMLET
En Hamlet se representa la lucha interior de un joven atormentado al describir
el mundo corrupto en que se halla inmerso. El asesinato de su padre genera en él un
conflicto íntimo que le lleva a debatirse entre la autenticidad y el fingimiento. La
corrupción que descubre afecta, por igual, al rey, a la reina, a la corte, al mundo que le
circunda y el joven Hamlet se propone combatir la maldad.
La muerte de su padre, rey de Dinamarca, le produce una gran melancolía. Su
madre se casa con Claudio, el nuevo rey. Las sospechas se instalan en Hamlet. Una
noche, deambulando por el palacio, se encuentra con el espectro de su padre, quien le
cuenta que Claudio, para llegar a ser rey y casarse con su madre, le asesinó. Hamlet
debe vengar el asesinato de su padre, pero la acción de asesinar le genera angustia y
busca pretextos para demorar la venganza. Se finge loco para que en la corte no se
sospeche de lo que pretende hacer. Hamlet se debate entre la indecisión y la acción. Él
es un príncipe culto y refinado del Renacimiento y la venganza no es propia de él, sino
de un hombre sin conciencia.
Algunos de los personajes de las obras de Shakespeare se han convertido en
prototipos universales de una pasión o de un carácter: el rey Lear, de la pasión filial;
Macbeth es el prototipo de la ambición; Romeo y Julieta, de los enamorados; Otelo, de
los celos; y Hamlet, finalmente, es el prototipo de la duda, de la irresolución. Su
indecisión y vacilación se deben a motivos de conciencia. Sus valores humanistas se
enfrentan a unas circunstancias adversas. El fantasma de su padre le pide venganza,
pero ésta supone un retorno a la tradición. Hamlet no pretende la venganza, sino la
verdad y la justicia. Sus escrúpulos, sus dudas, sus reflexiones, le llevan a demorar, a
dilatar la reparación.
La hipersensibilidad de Hamlet, enfrentada con el mal, debilita su voluntad,
merma su inteligencia y fomenta la venganza para ejercer la justicia. Literariamente, el
personaje Hamlet es completo como figura e imagen de un carácter, pero vive sólo en
la obra de Shakespeare. En este sentido, Hamlet no es un loco, un impostor o un
criminal, sino una creación poética, un carácter complejo y necesario para esta tragedia.
Su naturaleza noble, idealista e hipersensible entra en conflicto con el Mal de la vida
práctica, con cierta impunidad. No es capaz de dejarse llevar por las pasiones
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humanas, por las mentiras de su entorno, por las hipocresías, traiciones y engaños que
lo rodean. Su propio tío mata a su padre para subir al trono. Su madre, adorada por
Hamlet y su marido, olvida pronto a su esposo y se casa con el asesino. Los
compañeros de Hamlet, al servicio de su tío, lo espían y traman su muerte. Todo lo que
rodea a Hamlet, excepto Ofelia y Horacio, es mentira. Ante ese entorno de maldad, a
Hamlet sólo le quedan la ironía y el sarcasmo frente a la realidad, la locura que se
mezcla con el misterio. Todo ello significa la huida de la realidad, una recompensa por
su sufrimiento moral, un alejamiento de la crueldad que lo rodea, como se advierte en
su conversación con Polonio, padre de Ofelia.
Al contemplar a la mujer, a Ofelia, a través del prisma de la infidelidad de su
madre, Hamlet duda de su amor, hecho que da lugar en él a unas visiones
monstruosas: el amor fecunda el cad{ver de un perro y éste “da a luz” gusanos.
Hamlet no puede amar, porque el amor es, ante todo, el amor a la vida que él,
profundamente desilusionado, desprecia. En consecuencia, corta su idilio con Ofelia.
Su locura fingida se transforma en locura real, como se advierte en su conversación con
el rey, después de haber asesinado a Polonio, creyendo que se trataba de su padrastro.
Su desilusión de la vida y la repugnancia que siente por los seres humanos, le
llevan a desear morir. Su pasividad para la vida le hace incapaz para la acción. De su
impotencia volitiva, nace la duda de la realidad del espectro de su padre y de su propia
capacidad para entender los hechos acaecidos. Por eso organiza la representación en la
corte, la cual le convence de que el rey ha asesinado a su padre. Demostrada así la
culpabilidad de su padrastro (el rey se retira de la representación impresionado y
nervioso), Hamlet plantea la venganza como un deber. Ofelia enloquece de dolor por la
muerte de su padre y por el amor despreciado por Hamlet, lo que lleva a su hermano
Laertes a desafiar a Hamlet a un duelo en el que el príncipe de Dinamarca cae herido y,
por pura casualidad, mata al rey, mientras su madre muere al tomar la bebida
envenenada que el rey había preparado para Hamlet.
Las tres fases en que se desarrolla la acción, permiten observar la evolución de
Hamlet. La primera concluye con la revelación del espectro al final del primer acto. En
la segunda, Hamlet es enviado a Inglaterra. La tercera, en la que Fortinbrás se dirige a
Polonia, abarca hasta el final de la tragedia.
La muerte de su padre y la rápida boda de su madre operan en él una profunda
transformación, como consecuencia de vivir dos nuevas experiencias: la de la muerte
del padre y la del mal. Insinuada por la aparición del espectro, la melancolía se
apodera de él. Compara el mundo con un jardín “invadido hasta los bordes por hierbas
infectas”. Hamlet, tras su encuentro con el espectro, pasa de la melancolía a la
excitación, se muestra en él lo que se ha denominado “la locura del vengador”. El
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hecho de no compartir con nadie su secreto, le lleva al distanciamiento, a una actitud
defensiva, a la desconfianza y a la crueldad. Este talante se observa en su relación con
Polonio, de quien se burla despiadadamente. A pesar de su deber de venganza, se
muestra impasible y escéptico. Olvida su amor por Ofelia y se burla de ella. A su
regreso de Inglaterra, se produce su regeneración (al incorporarse la acción de la
providencia en la vida humana, para asegurar la justicia divina). Hamlet entiende su
caso como parte de un plan inexplicable y lo acepta por tratarse de un problema de
destino. Sus últimas palabras expresan el deseo de que su historia se conozca, para no
dejar su nombre manchado. Su muerte supondrá el sacrificio necesario por una
venganza, ejecutada conforme a lo previsto por un poder superior.
1-B TEMAS PRESENTES EN LA OBRA
Las seis tragedias de Shakespeare tienen un fondo común. En ellas se trata el
conflicto entre la belleza y la fealdad, entre el bien y el mal, entre la nobleza y la vileza.
En sus tragedias se produce un desvanecimiento de la voluntad. La vulgaridad y la
rudeza se ciernen sobre los caracteres sensibles y las mentiras se imponen a la verdad.
Hamlet es una obra poética, no es una obra filosófica ni psicológica.
Literariamente, el personaje Hamlet es completo como representación de un carácter
complejo y necesario para esta tragedia.
La leyenda de Hamlet aparece en las sagas nórdicas medievales compuestas en
el siglo XII y publicadas en el siglo XVI. Probablemente, Shakespeare conoció la
leyenda a través de una versión francesa preparada por Françoise Belleforest para sus
Histoires Tragiques, publicadas en el siglo XVI. Shakespeare creó su Hamlet basándose
en una tragedia perdida de idéntico título, denominada por los especialistas como HurHamlet.
LA VENGANZA
La tragedia de venganza fue muy criticada en el teatro isabelino, aunque ya se
había dado en las tragedias de Séneca.
La venganza de sangre responde a un impulso elemental de justicia retributiva.
Vengar el asesinato de un ser querido se considera un deber, por encima de las
doctrinas religiosas o de las legales. La tensión entre unas normas éticas y legales, y las
convicciones íntimas dan al tema un sentido trágico. La tensión generada en los
personajes les provoca un estado psíquico de “locura” entendida en un sentido amplio.
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Son elementos esenciales de las tragedias de venganza: la demora del vengador, la
muerte del protagonista y los homicidios múltiples. Las pasiones se imponen a la
razón. La sed de venganza lleva a los personajes del teatro isabelino a la pérdida de sus
virtudes, por lo que su muerte al final de la obra suele ser un requisito necesario.
Shakespeare profundiza en el tema de la venganza y concede especial
relevancia a la figura del vengador. Hamlet está llamado a la venganza, pero también
lo están Fontimbrás, Pirro y Laertes. Fortimbrás se nos presenta como un guerrero
apasionado y alocado, pero, al mismo tiempo, sagaz y hábil para lograr sus propósitos.
Laertes pone la venganza de su padre por encima de todo; es un vengador sin
escrúpulos. Pirro es un vengador violento y sanguinario: corta en pedazos al anciano
Príamo, en presencia de su esposa. Finalmente, Hamlet duda y vacila, es capaz de
matar en un estado de agitación, pero no a sangre fría y con premeditación. En Hamlet
se hace patente el dilema fundamental de la venganza.
Junto al tema de la venganza, aparecen otros como:
a) la ambición, que lleva a Claudio al fratricidio;
b) la infidelidad de la madre o la inconsistencia de los afectos humanos;
c) el amor entre Hamlet y Ofelia;
d) el amor filial y el sentimiento del honor familiar.
a) LA AMBICIÓN, QUE LLEVA A CLAUDIO AL FRATRICIDIO
El espectro informa a Hamlet de la terrible muerte de su padre, el rey de
Dinamarca, a manos de su hermano Claudio y de cómo se erige en rey después de
seducir a su cuñada.
Shakespeare hace decir a Claudio, en un aparte, unas palabras que ponen al
descubierto la verdad del asesinato:
¡Qué duro latigazo a mi conciencia!
¡Ah, qué pesada carga!
Tras la muerte del rey Hamlet, la corte danesa guarda un silencio de
conveniencia, a pesar del rápido enlace de la reina viuda con su cuñado, aunque la
Iglesia protestante y la Iglesia católica condenaban este tipo de enlaces. Claudio, para
mantener su posición, tiene que ocultar su grave crimen. Esta situación personal de
Claudio se proyecta y generaliza en el fingimiento que envuelve a la corte. El
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fingimiento y la hipocresía se convierten en normas de conducta: “Algo podrido hay
en Dinamarca”.
Hamlet, para verificar los hechos revelados por el espectro, vigila a Claudio
durante la representación teatral por él urdida y también pide a Horacio vigilancia. En
un parlamento inicial, las palabras proferidas aluden a los terribles hechos acaecidos:
“duelo en nuestra boda”, “gozo en las exequias”. La representación sirve para poner a
prueba al rey. El asesinato se representa dos veces, una en recitado y otra en
pantomima, hecho que contribuye a aumentar la tensión.
El rey Claudio no muestra su reacción ante la pantomima aunque, en ella, el
actor rey es envenenado por un hombre después de haber robado la corona y de haber
contraído matrimonio con la reina viuda. Sin embargo, reacciona en la parte recitada
en la que “un tal Luciano”, el envenenador, es sobrino del rey. Claudio ordena detener
la función. Su reacción se debe, especialmente, al temor de su posible muerte a manos
de Hamlet, reacción que constituye un éxito para él. Claudio cree que Hamlet conoce
su secreto y pretende impedir la venganza, apresurando su ida a Inglaterra, tras firmar
su sentencia de muerte.
Hamlet acaba cayendo en la trampa que le ha tendido el rey: un simulacro de
duelo que acaba siendo real. Claudio recibe su merecido y muere a causa del veneno
que él mismo había preparado. Las últimas palabras que Hamlet le dirige son: “¡Toma,
maldito danés, criminal, incestuoso! ¡Bébete la pócima!” Su ambición le lleva a la
destrucción.
b) LA INFIDELIDAD DE LA MADRE O LA INCONSISTENCIA DE LOS AFECTOS
HUMANOS
La reina olvida pronto su amor por su marido muerto y se casa con Claudio, su
cuñado, pero Hamlet, en su primer monólogo, considera incestuoso este matrimonio;
la misma consideración tendrá para el espectro. La reina, además, por decisión de
Claudio, se prestará a vigilar a su propio hijo para conocer su secreto.
La pronta ruptura del vínculo afectivo de la reina con su primer marido, tiene
un efecto devastador sobre Hamlet, que le lleva a la misoginia y que le hace ver el
mundo como un jardín invadido de “hierbas infectas”. Esta misoginia provocará en el
protagonista también una abolición del deseo permanente.
El espectro acusa de adúltero a Claudio y lamenta la infidelidad de la reina, a la
que al mismo tiempo desea proteger.
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En la leyenda, según la versión de Belleforest, se insinuaba la complicidad que
entrañaba el adulterio (en el sentido de que la reina también tenía que ver en el
asesinato de su esposo) pero en la obra de Shakespeare no se hace mención alguna al
respecto.
En la segunda aparición del espíritu, la reina no puede verlo. Este hecho ha sido
interpretado como una consecuencia de su ceguera moral o como una proyección
mental de Hamlet. Madre e hijo se quedan a solas y Hamlet consigue que la reina se
ponga de su parte, aunque haya tenido que partirle “en dos su corazón”. Esta escena es
una de las más intensas del teatro universal: Hamlet quiere hacer ver a su madre la
inconsistencia de sus sentimientos para con quien fue su marido y la diferencia entre el
verdadero amor que tuvo con su padre y la relación con Claudio. En un momento
dado, la reina exclama: “Ah, Hamlet, no sigas. Me vuelves los ojos hacia el fondo de mi
alma y en ella veo manchas negras y profundas que no pueden borrarse”. Gertrudis es
una mujer dividida entre el amor por su segundo marido y el amor por su hijo. No
obstante, muere por no someterse a la prohibición dada por Claudio de beber de la
copa envenenada.
c) EL AMOR ENTRE HAMLET Y OFELIA
Poco dura el amor de Hamlet por Ofelia. La conducta de su madre le lleva a la
misoginia, como consecuencia de su tendencia generalizadora: pasa del tú de la madre,
al vosotras, que incluye a Ofelia. Esta generalización se advierte en sus palabras:
“Flaqueza, te llamas mujer”. El abatimiento y la melancolía en que se sume Hamlet,
alejan de él el deseo amoroso. La transformación que experimenta, le convierte en un
ser melancólico, sin fe en la vida ni en la acción.
La primera consecuencia de la transformación que sufre Hamlet se advierte en
su extraña visita a Ofelia para observarla, después de que ella, cumpliendo las órdenes
de su padre, le devuelve sus cartas, tal vez con la intención de probar la lealtad de
quien había sido su amada. Ofelia interviene en la vigilancia de Hamlet y él, al
percatarse, la sitúa en el bando de “los otros”. La conducta estrafalaria de Hamlet
también se pone de manifiesto en las burlas que dirige a Polonio.
El intento de Ofelia de penetrar en la mente de Hamlet, va precedido del
soliloquio de éste, en el que se reprocha su indolencia. El diálogo con Ofelia da a
entender que, para Hamlet, su amor por ella pertenece al pasado. En principio, parece
que Hamlet se siente ofendido al devolverle Ofelia sus regalos. Esto le hace verla
semejante a su madre y le induce a tratarla con sarcasmo. La discusión entre ambos,
que en principio parece una cuestión personal, va más allá de Ofelia y de Gertrudis. La
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generalización se atribuye a todas las mujeres. Su actitud crítica con Ofelia también
está motivada por la sospecha de que lo espía, hecho que atribuye a que ella lo ha
traicionado.
En adelante, Ofelia será para Hamlet motivo de burla, como se advierte en su
diálogo con ella durante la función. Ofelia acaba perdiendo la cordura como
consecuencia del homicidio de su padre, cometido por Hamlet, y de la pérdida de éste.
Sus canciones hablan de amor frustrado, traición y muerte. El contenido sexual de la
segunda es evidente. Su muerte impulsará la venganza de su hermano, quien muere
herido por su propia espada. Muerta Ofelia, Hamlet exclama: “Yo quería a Ofelia. Ni
todo el amor de veinte mil hermanos juntos sumaría la medida del mío”.
d) EL AMOR FILIAL Y EL SENTIMIENTO DEL HONOR FAMILIAR
Tras la muerte del rey Hamlet, un espectro que adopta su apariencia le dice a su
hijo, llamado como él, que no murió por causas naturales, sino como consecuencia de
un asesinato, cometido por quien le ha sucedido en el trono, su hermano Claudio.
Hamlet, en consecuencia, deberá vengar la muerte de su padre.
En primer lugar, deberá averiguar si el espectro es auténtico o si se trata de un
espíritu maligno, enviado desde el infierno, para incitarle a cometer un crimen.
También deberá desenmascarar a Claudio y probar que es el asesino de su padre.
Hamlet se enfrentará a un dilema irresoluble: ser buen hijo y vengar la muerte de su
padre o ser buen súbdito y no quitar la vida al monarca ni cometer un pecado.
Hamlet no es el único hijo que deberá vengar la muerte de su padre. También
Laertes y Fortinbrás deberán vengar a los suyos. Vengar el asesinato de un padre, de
un hijo o de un ser querido era considerado un deber, más allá de las doctrinas
religiosas (la venganza es pecado) y de las leyes del Estado (la venganza es un crimen).
Fortimbrás y Laertes se parecen en su insensibilidad moral, pero en Hamlet se
evidencia el dilema fundamental de la venganza.
El alma en pena del difunto rey Hamlet se muestra ante su hijo, a través del
espectro. Se muestra como un espíritu que sufre, que invoca el amor del hijo, que
protege a la reina. Evoca un tiempo pasado mejor, un ideal de perfección que se ha
perdido. Pero también es un espíritu de venganza: si el crimen del rey Hamlet es cierto,
Claudio debe ser castigado, pero ese crimen hará que Hamlet se condene, por ello el
príncipe vacila: “Los tiempos se han dislocado. ¡Cruel conflicto, venir yo a este mundo
para corregirlos.”
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Hamlet se debate entre la llamada del honor y la voz de su conciencia, que le
impide matar y le augura la condenación. Para resolver este dilema, Hamlet lo plantea
como un problema de destino.
El desenlace de la obra, conlleva la defensa del honor familiar y pone a salvo las
relaciones familiares: la reina se pone de parte de su hijo y el hijo acepta su destino
para salvaguardar el honor familiar.
AURORA TABAR
TERESA CHOPERENA
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