Pilar Almagro. Apariencias 17-12-07
Transcripción
Pilar Almagro. Apariencias 17-12-07
Lanza Trabajo / LUNES, 17 DE DICIEMBRE DE 2007 • 00 REFLEXIONES SOBRE EMPRESA Y SOCIEDAD Apariencias PILAR ALMAGRO MARCOS Directora General Grupo VertiSub www.vertisub.com Apariencia significa “aparecer”, “manifestarse”, “dejarse ver”, “presentarse”. Entonces caben tres posibilidades: 1- que “lo que se aparenta” sea o igual a su realidad o la manifieste, la evidencie. 2- que “lo que se aparenta” sea un aspecto parcial de la realidad 3- que “lo que se aparenta” sea distinto a su realidad, incluso que la oculte o aún más, que no exista realidad alguna detrás de esa apariencia. Si predomina la tercera interpretación estaríamos considerando la apariencia como algo fingido y es ese aspecto negativo el viene siendo considerado en nuestra sociedad occidental. No por ello podemos nosotros permitirnos obviar la necesidad de las apariencias. Sirva este artículo para señalar la importancia de la apariencia en la sociabilidad humana y especialmente en el mundo empresarial y político. Y es que la apariencia no es poca cosa, forma parte sustancial de nuestro comportamiento social ya que implica reconocer que somos seres sociales y necesitamos el refrendo de los otros (1). Pero también es importante la apariencia respecto a nosotros mismos. Ortega y Gasset ha hablado con frecuencia de autenticidad e inautenticidad en el hombre como caracteres ontológicos de la realidad humana y definía el “yo auténtico” como lo que en el fondo somos insobornablemente y no podemos dejar de ser. Pero precisamente porque el hombre puede ser auténtico, puede también ser aparente, fingido; en otras palabras, la inautenticidad o apariencia es uno de los caracteres fundamentales de la realidad humana junto a la autenticidad, y así como las cosas no pueden dejar de ser lo que son, el humano si puede llegar a “rechazarse a sí mismo”. Imagen o perfil social Para vivir en sociedad, bien con nuestro “yo auténtico” o con nuestro “yo- aparencia” hemos de fijar y adoptar unos criterios para entendernos y ordenarnos, así como asumir una determinada imagen o perfil dentro de la comunidad. Hay diferentes perfiles a los que adscribirnos; a algunos solo podemos acceder por herencia (2) cuando sólo el accidente de nacimiento Pie de foto- Quien quiere ser considerado como un pianista de prestigio, un médico reputado o un buzo excelente y se esfuerza en lograrlo, aumentará su probabilidad de serlo. determina ciertas oportunidades; a otros por sexo, a otros por riqueza, a algunos por inteligencia. Descartando los anteriores, aún queda un amplio margen de elección del perfil con el que deseamos mostrarnos ya que en las sociedades occidentales hemos conquistado el derecho a obtener rango social mediante el conocimiento y el trabajo. Entre los perfiles que elijamos para presentarnos ante los demás, unos requieren más exigencia y esfuerzo que otros. Así quien desee aparentar un perfil y una imagen meritoria de una forma continuada deberá actuar con firmeza para mantener esa imagen. Por ejemplo, si alguien aspira a tener prestigio como médico, primero deberá estudiar durante años para dominar la disciplina y seguidamente deberá sobresalir de manera continuada bien en la aplicación clínica o bien en su aportación al desarrollo de la disciplina. Ciertamente, resultará tanto más fácil adquirir una imagen prestigiosa en un ámbito determinado cuanto mas afín sea a nuestras aptitudes, tendencias y gustos de manera que evitemos “forzar la naturaleza”. En esta línea de utilizar nuestras fuerzas para construirnos, la repetición de actos en pos de esa imagen que pretendemos, acabará incorporando a nuestro carácter aquello que en el inicio intentamos emular. Según Ortega, cuando el hombre llega a “ser lo que es”, entonces su vida es “propia” y cumple con su vocación radical y con su destino. Otros autores hablan de “elegirse a sí mismo”, de “ganarse” y de esta manera hacerse auténtico -aunque ser auténtico o ser inauténtico no implique un grado superior ni inferior de existir-. Reputación Cuando una apariencia meritoria es prolongada y está expuesta a la consideración de los demás, acabará probablemente por elevarse al rango de reputación. La reputación implica generar reconocimiento e incluso admiración por un nivel de virtud que nos es propia o aparentamos (ya hemos considerado que una apariencia de forma mantenida terminará probablemente formando parte de nuestra manera de ser). Son personas admiradas (o empresas, o países) las que preceden a las demás por sus méritos excelentes o singulares, méritos o virtudes que no pueden alcanzar quienes temen el esfuerzo, el dolor o la soledad. Cicerón en su libro “Sobre los deberes” o “De Officiis” hace decir a Sócrates: “El camino más bello hacia la gloria es el que realiza un hombre cuando se esfuerza en ser tal como quiere aparecer.” Apariencia como sinónimo de engaño En el mismo libro y en sentido pe- La apariencia no es poca cosa, forma parte sustancial de nuestro comportamiento social yorativo, ataca a aquellos que utilizan con maestría la manipulación mediante la puesta en escena de una esmerada apariencia para conseguir fines propios que resultan dañinos para los demás: “No hay género de injusticia peor que la de quienes en el preciso instante en que están engañando, simulan ser hombres de bien.” Porque efectivamente, el dominio de la apariencia -en el sentido de mentira- se cultiva con el fin de aprovechar la verdad de los demás en beneficio propio. No obstante salvaguardar una falsa apariencia es especialmente costoso. Sólo podrá conservarse en el tiempo manteniendo una estratégica lejanía respecto de la comunidad o personas a las que se engaña. Pérdida de la reputación También hemos de considerar la apariencia desde otra perspectiva, la de su pérdida. Reconocemos como una experiencia humana dolorosa perder aquello que costó conseguir y llegó a formar parte de nuestra persona, de nuestro grupo, de nuestra empresa o de nuestro país, pues no nos quedamos en el estado anterior al logro, sino con una sensación de pérdida y de carencia real: “éramos más”. Es algo similar a la pérdida de un amigo o un amor; su ausencia no nos deja en la situación que estábamos antes de conocerle sino con un vacío profundo pues “éramos más” con esa persona y a eso llamamos duelo. Del mismo modo acontece con una apariencia y una reputación quebrantadas en una empresa; producen el dolor humano de la pérdida. Resulta peor haber tenido una buena reputación y perderla que no haberla tenido, en el sentido de que el estado que sigue a la pérdida de reputación es peor que el que le precedió. La admiración pasada aumenta la miseria del presente. Estas situaciones a menudo no se saldan neutras sino que se les añade el desprecio de los demás, que es probablemente el sentimiento más terrible que pueda infligirse a un humano. Apariencia y reputación como herramientas de progreso Por tanto, la apariencia y la reputación -tan denostadas por algunos por alejarse presumiblemente de la esencia de las cosas- las consideramos importantes herramientas de progreso; conllevan una enorme exigencia auto impuesta que se hace explícita a los demás y que no se quiere perder. Por ello el logro y mantenimiento de la reputación puede constituir una sugestiva y eficaz senda para lograr ser más, tanto en el ámbito personal como en el empresarial o el político. Una buena y sólida reputación permite disfrutar de una especial consideración a quien la posee. Suscita mayor atención a las palabras de un intelectual o de un investigador, mayor confianza en los mensajes de una empresa o mayor credibilidad en las propuestas de un político. (1) Autores como Hobbes no comparten esta afirmación. (2) Entre los perfiles adoptados en función de la herencia, recordemos la frase “nobleza obliga” cuyo fundamento es el gran valor dado a la imagen y la reputación, dignos de ser heredados.