“Nos reunían para estúpidas y largas charlas de adoctrina

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“Nos reunían para estúpidas y largas charlas de adoctrina
11/4/09
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FOTO: OSCAR MEDRANO
Malpartida
El Milagro de Malpartida
Parlamentaria cocalera cuenta su
traumática experiencia con Sendero.
L
“Mi responsabilidad era cuidar las ollas y cocinar para las columnas senderistas”.
A parlamentaria andina y líder
cocalera Elsa Malpartida enfrenta una delicada coyuntura. El
diario El Comercio publicó el domingo
1 que perteneció a Sendero Luminoso y
se acogió a la ley de arrepentimiento.
Ella responde con vehemencia
que no ocurrió lo uno ni lo otro.
Su narración, en todo caso, refleja
muy gráficamente lo que significó vivir bajo dos fuegos.
Aceptó haberse desempeñado como “mando logístico” de las huestes
de “Artemio” en el caserío El Milagro, ubicado a 23 kilómetros al norte
de Tingo María en 1993, pero con un
importante atenuante.
“Cuando me nombran no fue por
“Nos reunían para
estúpidas y largas
charlas de adoctrinamiento. Las dictaban
chibolitos de 15 años”.
elecciones, fue a dedo y en presencia
de los vecinos de El Milagro. Mi responsabilidad era cuidar las ollas, cocinar y ver la forma de conseguir víveres para alimentar a las columnas
senderistas. Pero nunca agarré un fusil para matar personas inocentes. A
mi hermano lo nombran como ‘delegado campesino’ en 1991. Su responsabilidad era organizar las faenas”.
Asegura que se vio forzada a aceptar ese cargo por el dominio senderista
que vivía el caserío, donde su esposo tenía una parcela de 26 hectáreas con
cultivos de café, frutas y coca.
“No fue por mucho tiempo, habrá
sido unos seis meses. Luego de ser
nombrada, me embaracé y con ese
pretexto salí del pueblo y me fui a vivir a un cuartito en Tingo María. Y allí
me volví comerciante. Luego me quitaron esa responsabilidad porque ya no
vivía en El Milagro, solo iba los fines
de semana a ver mis cultivos”.
Asesinatos perpetrados por senderistas en la zona continúan hasta la actualidad.
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CARETAS / NOVIEMBRE 5, 2009
CASADA CON ANTONIO CAJAS, vivía en el Milagro desde 1981, luego que
abandonó un puesto de trabajo como
La lluvia de coca es cada vez más
pronunciada en El Milagro, donde
tiene tierras hasta hoy.
Malpartida
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“El sonido del apretón
del cuello y los gemidos del hombre hasta
ahora retumban en mis
oídos. Fue terrible”.
ro cuando se pasaba de copas.
Luego vendría el crimen cuyos detalles no puede olvidar. Una columna de
30 senderistas reunió a la población en
las inmediaciones de la laguna El Milagro y ahorcaron a un agricultor con la
modalidad de torniquete.
FOTO: OSCAR MEDRANO
enfermera técnica en Tingo María.
En el ’87 llegó Sendero Luminoso y
empezó a recorrer el Huallaga para
obligar a renunciar a las autoridades
que representaban al gobierno. Allí mataron a un compañero dirigente de Malpartida. Luego visitaron a su pueblo
donde hicieron renunciar al agente municipal y al teniente gobernador. Fue el
inicio del vía crucis de las 90 familias
asentadas en El Milagro. Una base militar fue instalada a un kilómetro.
“A pesar de que la zona no era estratégica para la permanencia de los senderistas”, narra, “ellos se aparecían como perros a su casa a cualquier hora.
Humala apareció en conferencia para apoyarla y dijo que casos como esos se dieron por carencia del Estado. Si bien él sirvió por esos años, Malpartida dice que entonces no lo conoció.
Luego nos reunían para las charlas de
adoctrinamiento hasta altas horas de
la madrugada. Eran charlas estúpidas,
porque venían chibolitos de 15 a 18
años, rascando su cabeza y no entendía
lo que hablaban. En una oportunidad
casi me llevan al monte. Ellos preguntaron por una enfermera, pero el pueblo dijo que no había nadie”.
MALPARTIDA DICE HABER atestiguado tres ejecuciones contra sus vecinos. Una madre gestante y su menor
hijo de dos años fueron asesinados en
la Carretera Marginal bajo la acusación de ser una “sacavueltera”. En la
puerta de la escuela ajusticiaron al
hombre más gracioso del pueblo (“el Loco Gil”), porque hablaba mal de Sende36
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“Nos hicieron sentar en filas de media luna y presentaron a un hombre a
quien acusaron de vender caramelos a
los soldados de Tendencia. Me senté
junto con otras señoras en la última fila
para no ver la escena de sangre. Entonces ellos dijeron que los de la última fila se quedaban sentados y el resto se iba
atrás. El sonido del apretón del cuello y
los gemidos del hombre hasta ahora retumban en mis oídos. Fue terrible”.
Malpartida cuenta que el 29 de octubre de 1994 acudió al cuartel Los Laureles de Tingo María junto con su hermano Juan y unos siete mil pobladores.
Un soldado les presentó un formato de
dos hojas con preguntas. En la parte introductoria del documento se asignó un
código a cada manifestante. En el caso
de Malpartida fue el A2J-53372.
“No me di cuenta de ese código, pero al igual que mi hermano Juan, firmé las dos hojas sin la presencia de la
Policía y el fiscal. Después nunca acudimos a la Policía. Los del Ejército nos
dijeron que era una forma de empadronarnos para evitar que nos maten.
Con esa lista, ellos iban a los caseríos
y obligaban a salir a las personas de
los pueblos antes de que bombardeen”.
El documento de Malparatida no se
ha dado a conocer pero el acta de declaración suscrita por su hermano Juan,
con clave AIJ-53372, fue refrendada por
los suboficiales PNP Efraín Pacheco López y Francisco Cáceres Llanos el 15 de
febrero de 1995. En su parte introductoria se consigna que es un “compromiso
de arrepentimiento y de abandono, voluntario y definitivo de toda actividad
terrorista. BCS/313”. La manifestación
de Juan Malpartida duró solo 30 minutos y no aportó información sobre identificación y ubicación de terroristas.
El caso sugiere algunas preguntas centrales:
¿Elsa Malpartida fue una “arrepentida” en toda forma o, como sostiene, se acogió al artículo 52 de la ley de
arrepentimiento que se aplicó a casi
siete mil campesinos?
La diferencia entre uno y otro caso es
fundamental. Dicho artículo establece
que “en el caso del campesino captado
por la fuerza y es obligado a realizar actividades con las cuales no comparte,
previa verificación de la PNP, el fiscal le
dará el trámite establecido en el decreto
ley para el archivamiento correspondiente”. Es un trámite muy diferente al
del núcleo de la ley, que estipulaba la reducción o exención de pena en caso de
que el arrepentido brindara información
relevante para combatir a la subversión.
¿Debió revelarse la información?
Malpartida ha reclamado que su
vida y la de su familia corren peligro y
que el carácter del documento era estrictamente secreto. Pero de otro lado
puede argumentarse que ella es una
parlamentaria andina y que le debía
informar del antecedente al electorado. La complica su condición de férrea
defensora de la hoja de coca.
Es cierto, de otro lado, que su récord
público no iguala el de la otra congresista cocalera, Nancy Obregón, y también que incluso últimamente se ha enfrentado a una facción cocalera (CARETAS 2101) que parece cercana a los remanentes senderistas. (Abilio Arroyo) ■

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