Delirio en duermevela

Transcripción

Delirio en duermevela
Nombre: Angela Daniela Paz Ergueta ANGIE
Dirección: Costa Rica #1050 (Miraflores)
Edad: 21
Teléfonos: 2229305 - 77293736
DELIRIO EN DUERMEVELA
Perseguido por un sentimiento extraño, después de haberse sobresaltado de golpe; aún no estaba
seguro de haber despertado; todo tenía un ambiente nubloso que le daba un tinte de sueño. Se
convenció al cabo de unos instantes que esas imágenes que llegaban como flashes por su mente no
pertenecían a esta realidad. Entonces, se supo en su cama, la identificó como algo real, mientras que
los latidos de su corazón volvían a regularse después del sobresalto.
Con la mirada ansiosa, en medio de la oscuridad de la noche, comenzó a buscar por todos los
rincones de su cuarto “algo” que ni él entendía que era, pero que al no encontrar nada se quedó
completamente tranquilo.
Le pareció bastante tonto haberse asustado tanto por lo que, obviamente, había sido un sueño, y se
recostó de costado en la cama. Al instante un escalofrío comenzó a trepar por todo su cuerpo desde
la punta de su pie izquierdo desnudo que había rozado un objeto frío, plano y algo mojado. Los
latidos se le aceleraron tanto que podía escucharlos, un sudor frío le empañó el cuerpo y lo vistió de
nerviosismo, antes de poder levantar las sábanas de la cama volvieron las imágenes a su mente, sólo
que esta vez no eran borrosas sino totalmente nítidas. Miles de imágenes como fotografías en
movimiento volaban alrededor de su cabeza; todo comenzaba a tener sentido, pero ¿acaso no fue un
sueño? Tal vez aún lo era. La realidad se volvió confusa al encontrar que el arma del delito dormía
con él.
Los motivos que lo impulsaron a cometerlo se le cruzaban por la mente como si se mofaran de su
tragedia, ningún motivo parecía tan serio o sólido como para tomar una decisión como la que al
parecer había tomado.
Perdió la noción del tiempo, sólo estaba conciente de que era de noche, no recordaba en qué
momento se había metido a la cama o en qué momento había quedado dormido. Se sentía bastante
cansado y decidió prender la lámpara de la mesa de noche que tenía al lado, sintió un dolor
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penetrante cuando quiso sacar la mano, al mismo tiempo que se percató que aún, extrañamente,
sentía ese sudor frío por el cuerpo.
Cuando sacó la mano de la cama estaba mojada, aún goteaba un líquido más espeso que el agua por
ella, entonces, prendió la luz. Se observó empapado en sangre, el dolor de la muñeca aumentó al
punto de ser insoportable, intentó moverse pero el cuerpo no le respondía. Cerró los ojos con fuerza,
pensando que al abrirlos todo desaparecería y que la pesadilla acabaría, cuando volvió a abrirlos
todo estaba igual, no se trataba de un sueño. Notó que su cuerpo no tenía peso y que esa era la razón
que le impedía moverse. Recordó el objeto que rozó su pie y lo sintió nuevamente. Definitivamente
esto ya no era un sueño.
Recobró fuerzas para moverse y arrastró el objeto con sus pies hasta que una de sus manos pudo
sostenerlo, lo sacó de la cama conciente de lo que era.
Entre los reflejos de la luz en su cuarto miró un poco que, alguien borroso abría la puerta, era un
hombre, joven por la vestimenta: unos jeans con una sudadera, parecía molesto, murmuraba cosas
para él mismo, se dio la vuelta y miró la cama, pero parecía que no observó al intruso que
descansaba en ella, y éste sólo se quedó inmóvil observando al huésped inesperado, con la esperanza
de que pudiese ayudarlo en caso de que se percatara de su presencia. Pero al sujeto no parecía
importarle nada a su alrededor. Caminó un poco y abrió la puerta del armario, sacó una botella de
ron, se sentó al borde de la cama y comenzó a beber descontroladamente, después de unos tragos
comenzó a llorar. Buscó en uno de sus bolsillos y sacó un frasco de pastillas, lo destapó y las tragó
todas acompañando sus pastillas con lo que quedaba del ron, se recostó al lado del intruso que yacía
en la misma cama, buscó debajo de la almohada y sacó un cuchillo de unos treinta centímetros de
largo; remangó su sudadera y con un corte preciso llenó de sangre su muñeca, se metió a la cama
despejando su cabeza de cualquier pensamiento y ahí comenzó a descansar mientras sujetaba con la
otra mano el cuchillo, hasta que por el tiempo transcurrido y la sangre perdida se desmayó y lo
soltó. En algún momento tuvo un sobresalto al sentir aquel objeto que había utilizado como arma,
saliendo del delirio en el que se encontraba; el asesino volvía a ver a su víctima.
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