Cómo ser una iglesia que prevalece

Transcripción

Cómo ser una iglesia que prevalece
Artículos Red Del Camino
Cómo ser una iglesia que prevalece
Roberto Guerrero, Tomás y Dee Yaccino
El deseo de Dios para la iglesia local es que esta sea una comunidad que prevalezca. Es decir, que
sea una iglesia que salga vencedora como la del libro de Apocalipsis; una iglesia que tendrá éxito
según el criterio de Dios. Hay dos perspectivas erróneas de lo que una iglesia debe ser y estas
impiden a las iglesias prevalecer.
Perspectivas de la identidad
de la iglesia
Separatismo
La primera es la idea de que la iglesia no debe
ensuciarse con las cosas de este mundo y, por
lo tanto, debe mantenerse alejada a través de
una cultura separatista. La estrategia para
alcanzar al mundo es impersonal. «Si yo me
involucro con el mundo, existe la posibilidad de
contaminarme con él. Así que, prefiero
separarme de él.», o «La gente del mundo
debe aceptar primero nuestra cultura religiosa,
y así no arriesgamos la santidad de nuestra
iglesia.» No es extraño ver como los creyentes
de este tipo de iglesia se separan de los no
creyentes para evitar su mala influencia, dejan
de asistir a reuniones familiares, de practicar
deporte con no cristianos y evitan
conversaciones que no sean de temas
religiosos.
Asimilación
La segunda es la idea de la asimilación. En
esta perspectiva el cristianismo se reduce a lo
ritual o a un asunto de preferencia religiosa. La
diferencia entre el creyente y el que no lo es,
es asunto de preferencias. Lo importante es
ser bueno. Realmente no hay distinción. Por
ejemplo, hay muchos cristianos en política,
pero al ser absorbidos por los valores y
prácticas del mundo, utilizan los mismos
mecanismos manipuladores de este, entre
otras cosas. Sus expectativas de cambio son
muy bajas. En general, son personas buenas,
pero viven en concubinato, o engañan en los
negocios, o creen que el fin justifica el medio,
y obedecen a Dios cuando «les conviene».
Perspectiva bíblica
La «transformación» de la iglesia en el
mundo
La perspectiva y actitud bíblica de la iglesia y
de todo cristiano hacia el mundo es «amando
a las personas sin amar al mundo» –en otras
palabras la iglesia en transformación. Somos
llamados a estar «en el mundo, pero a no ser
del mundo» (Jn 17). No debemos separarnos,
ni ser asimilados por los valores del mundo,
sino debemos ser sal y luz en él. Cuando nos
separamos del mundo somos como sal dentro
del salero y luz debajo de un cajón. No
servimos para sazonar o iluminar las cosas
malas ni preservar o alumbrar las cosas
buenas. Cuando nos asimilamos, somos como
sal insípida o una lámpara apagada, y por lo
tanto, no servimos para nada. Cuando
elegimos ser iglesias que prevalecen en
transformación, somos como sal fuera del
salero, salando al mundo, y luz en lo alto de un
cerro, brillando delante de la gente con
nuestras buenas obras.
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Los elementos que definen la iglesia en
misión
Recientemente, un grupo de líderes de iglesias
evangélicas a nivel continental tuvimos el
privilegio de hacer una visita a la «Iglesia
Evangélica Pentecostal Las Acacias», en
Caracas Venezuela, dirigida por el pastor
Samuel Olson. La iglesia opera desde un
teatro convertido en santuario que ocupa el
espacio de una cuadra entera. El auditorio
está ubicado en el centro del edificio y
alrededor están las oficinas y diversos
ministerios. Fue impresionante ver la cantidad
de ministerios activos que operan desde una
sola iglesia local que sirve a la comunidad de
la cual forma parte. Uno de los pastores
participantes de la visita, extrañado, comentó
al grupo, «¡esto parece más como un
ministerio de bienestar social del gobierno que
una iglesia local!», ya que en su comprensión,
el llamado de la iglesia era simplemente
evangelizar. Por lo tanto, fue un desafío para
él asimilar esa realidad de una iglesia tan
integrada.
Podemos decir que muchos concuerdan con
que la iglesia es una comunidad en misión.
Pero, ¿cuáles son los elementos de esa
misión? Algunos creen que la iglesia existe
primordialmente para la proclamación verbal
del evangelio, y hacen grandes esfuerzos en
los trabajos tradicionales de visitar casa por
casa, repartir «tratados», organizar eventos
evangelizadores masivos, etc. Otros, creen
que la iglesia existe como una comunidad
discipuladora y la mayoría de sus esfuerzos se
concentran en estudios bíblicos, cursos
teológicos, exposición bíblica, etc. Aun otros
creen que la iglesia existe para ser una
comunidad de adoradores. Es fácil identificar
este tipo de iglesia en la que la música y la
«ministración» personal han tomado el lugar
central que antes le pertenecía a la
predicación.
En fin, sea cual sea la preferencia, todos
podemos afirmar que la iglesia es una
comunidad en misión y que «la totalidad de la
existencia cristiana debe caracterizarse como
existencia misionera o en palabras del Concilio
Vaticano II, la iglesia en la tierra es misionera
por naturaleza». Como bien expresó el teólogo
reformado holandés Hendrikus Berkhof, «la
iglesia no cumple su misión cuando sacrifica
su ser, a fin de llegar a ser instrumento. Al
contrario, la esencia de su ser es cumplir su
misión en el mundo», énfasis añadido.
Entendemos que «la misión» es parte esencial
de lo que es ser iglesia. Ahora bien, el
problema es que no podemos darnos el lujo de
escoger un aspecto de la misión, olvidando los
demás, sin alterar el propósito de Dios para su
iglesia.
En la iglesia primitiva mostrada en el libro de
los Hechos, podemos identificar los elementos
básicos específicos de una iglesia que
prevalece. Es posible decir que una iglesia
local es fiel a la misión cuando practica los 6
elementos siguientes de manera integrada:
1. Adoración
Los primeros cristianos eran adoradores.
Alababan a Dios constantemente en actitud,
acción y en comunidad (Hch 2.47). Ellos
daban homenaje a Dios por quién es él, y lo
que hace, especialmente en el evento de
Cristo, dándole gracias por llamarlos a ser
hijos y herederos del reino. Reconocieron la
autoridad absoluta, poder, y gloria del Rey y se
convirtieron en adoradores de él. Ahora bien,
una adoración genuina es una que expresa
gratitud en el contexto de la justicia. Como nos
indica Isaías 1.13-17, una práctica de
adoración divorciada de la justicia social es
algo que Dios «aborrece» (v.14). La iglesia
primitiva entendía muy bien el corazón de
Dios, ya que su adoración iba acompañada de
asistencia a los necesitados.
2. Evangelización integral
En el fluir de esta actitud permanente de
adoración
se
manifestaba
un
efecto
multiplicador en cuanto a los que se añadían
cada día a la iglesia. Esto se debe al
testimonio vivo de la gracia de Dios que el
pueblo veía cada día (Hch 2.47). Este tipo de
testimonio es lo que llamamos «evangelización
integral». Los nuevos creyentes proclamaban
con sus vidas tanto como con sus palabras la
gracia que estaban experimentando en Cristo.
El estilo de la gente fue muy personal y muy
contagioso. Se veía un verdadero compromiso
con otras personas no iban puerta tras puerta
tocando timbres para imponer por un tiempo
limitado sus convicciones a una persona
ajena. Vivían de tal manera que sus acciones
hacia los demás llegaban a ser el medio por el
cual demostraban la realidad de su fe. El
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ambiente de la iglesia fue uno de aceptación a
los que estaban perdidos en búsqueda de algo
más. No existía duda que cuando los no
creyentes se acercaran a la comunidad de fe
encontrarían lo que buscaban porque el amor
expresado en acción y palabra hacia ellos era
lo suficientemente convincente como para
atraerlos a la fe.
3. Discipulado
También se dedicaban al estudio y desarrollo
espiritual en comunidad. Existían oportunidades para crecer en su entendimiento y
comportamiento como nuevas criaturas en
Cristo. Esto es el elemento de la formación o
discipulado de la fe del individuo (Hch 2.42,
46-47). No era tan difícil ya que las personas
habían sido atraídas por una persona con
quien tenían una relación personal. Fácilmente
esa misma relación llegaba a ser el vínculo de
discipulado para hacerle crecer. También,
había oportunidades dentro y fuera de las
reuniones (partimiento del pan, oración en las
noches, predicación en las plazas, etc.) todo
esto con el fin de ayudarles a crecer en su
conocimiento. Es necesario crecer en nuestra
experiencia con Dios (por el Espíritu) y en el
conocimiento de su Palabra (la verdad).
Mientras vamos creciendo, vamos siendo más
eficaces en nuestro testimonio en palabra y
obra.
4. Comunión
Otro elemento crítico para la iglesia que fue
demostrada en la iglesia primitiva de Hechos
es la comunión o koinonía (Hch 2.42-47,
4.31-37). Hoy en día lo llamamos «grupos de
compañerismo», «células» o «grupos pequeños». Son oportunidades de vivir en comunidad alabando a Dios, dedicándose unos a
otros, estudiando juntos, compartiendo la vida
en su totalidad, comprometiéndose a proveer
para las necesidades de otros, y a demostrar
una compasión radical hacia las personas a su
alrededor. Es en comunidad donde se
desarrolla el uso y mayordomía de los dones
espirituales para la edificación del cuerpo y el
Reino de Dios.
5. Servicio
Es servir a los otros con nuestras posesiones,
tiempo, y talentos (Hch 2.44-45, 4.34-37).
Servir es ser testigo en la sociedad por medio
de inversiones, obras y desarrollo para el
bienestar de nuestras comunidades. También
trabajando juntos con otras iglesias y
organizaciones para la transformación de
nuestras sociedades en todos sus aspectos
(justicia, defensoría, desarrollo económico,
etc.). Es interesante observar que la llenura
del Espíritu en Hechos no se limita a la acción
evangelizadora («hablar la palabra de Dios
con fervor»), sino también a la acción social
(«ninguno decía ser suyo lo que poseía, sino
que todas las cosas eran de propiedad
común… No había pues ningún necesitado
entre ellos…» 4.31, 32, 34).
6.- Voz profética
El sexto elemento de una iglesia en misión
como la del libro de Hechos es el de la voz
profética. Los apóstoles proclamaban el
mensaje redentor de Dios, denunciando toda
obra de maldad del antireino en la sociedad, y
anunciando las Buenas Nuevas del Reino de
Dios por todos los medios posibles, en palabra
y hechos, con el propósito de producir
transformación en justicia y verdad (1Jn
3.1-10). Practicaron la voz profética dentro y
fuera de la iglesia velando por la igualdad,
bienestar y aceptación de todos (Hch 6.1-7 y
Santiago 2.1-13). Sus obras y acciones en
amor les dieron la autoridad moral y la
plataforma para denunciar las injusticias y
anunciar los caminos rectos de la verdad del
Evangelio para que el pueblo no se perdiese.
Esta acción la vemos en las denuncias
abiertas a las autoridades hechas por Pedro y
Juan (Hch 2.22-40; 4.10-12), Esteban (Hch
7.1-54) o ante el Pueblo cuando Pablo
recuerda la Palabra en cuanto lo que ha de
acontecer a Israel si permanece fiel al
propósito de Dios (Rom 9.1-33).
Así que, la iglesia que prevalece no es una
iglesia ni separatista ni asimilada, sino una que
practica la transformación (amando al mundo,
desechando los valores del mundo). La
práctica integrada de estos seis elementos
posiciona a la iglesia local como esperanza de
su comunidad. Algunas pautas específicas que
la iglesia local puede tomar para llegar a ser
una iglesia prevaleciente son los siguientes:
1. Orar por amigos y familiares y vecinos
que no conocen a Cristo; orar por la
ciudad en una actitud de humildad no
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de arrogancia como el sacerdote que
decía, «Gracias Señor que no soy
como el publicano» (o en este caso, el
mundo).
2. Servir a amigos familiares y vecinos
del barrio en amor, relacionándose
con ellos, siendo diferentes. Además
de
servir
a
la
comunidad,
involucrándose en buenas obras
cuando esté en su capacidad el
hacerlo (Pr 3.27).
3. Capacitar a las personas de la iglesia
en cuanto a sus dones espirituales,
compasión, mayordomía de sus
recursos, etc. De modo que se enseñe
el discipulado como un proceso
permanente, participativo e integrado
en la vida del cristiano y la iglesia
local.
4. Ser estratégico en cuanto a las
reuniones eclesiásticas, tomando en
cuenta que Dios vino al mundo a
rescatar al perdido, no a entretener a
los que ya estaban convencidos.
Trabajar para que el ambiente, el
mensaje, la actitud sea más atractiva a
los no creyentes, preguntándose ¿Qué
haría Jesús si fuera miembro de su
iglesia para alcanzar a los no
creyentes?
5. Ser intencional en la construcción y en
la vivencia de la comunidad redimida
dentro de la iglesia local. Tenemos
que brillar como un faro en la
oscuridad de una tormenta para poder
anunciar en vivo el shalom, comunión
y vida abundante que es posible
solamente en el cuerpo de Cristo.
6. Desafiar a la iglesia a llevar la
adoración más allá de las cuatro
paredes de nuestros templos y
convertirnos en adoradores verdaderos que reflejan esta actitud de
reverencia y homenaje a nuestro Rey
en el diario vivir en el mundo
manteniéndonos llenos de gozo,
contentamiento y compasión para
nuestro prójimo.
partes más remotas del mundo.» Estos
elementos compartidos nos pueden ayudar a
alcanzarlo. ¿Quieres ser parte de esto?
Ideas básicas de este artículo
•
•
El separatismo y la asimilación
impiden que la iglesia prevalezca.
Porque con el separatismo pierde todo
tipo de contacto con la comunidad, y
con la asimilación obtiene los valores
del mundo.
Los elementos que hacen que una
iglesia prevalezca son los siguientes:
adoración, evangelización integral,
discipulado, comunión, servicio y voz
profética.
Preguntas para pensar y dialogar
•
•
•
•
¿Cuáles prácticas pueden hacer que
una iglesia prevalezca?
¿En qué consiste la transformación
que proponen los autores?
¿Qué fin se busca para que la iglesia
prevalezca?
¿Qué efecto tuvieron las acciones de
la iglesia primitiva?
El deseo de Dios es que cada iglesia local sea
como la iglesia primitiva.
El propósito de Dios y el sueño de Jesús fue
que su iglesia fuera el instrumento para llevar
la esperanza de las Buenas Nuevas a
«Jerusalén, Judea y Samaria, y hasta las
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