German List Arzubide1: entre la Revolución mexicana, MAFUENIC y
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German List Arzubide1: entre la Revolución mexicana, MAFUENIC y
CENTRO INAH MORELOS 443 Noviembre 21, 2010 S U P L E M E N T O C U L T U R A L German List Arzubide : entre la Revolución mexicana, MAFUENIC y Sandino 1 Ricardo Melgar Bao De anarquista a comunista2 Y o soy de una familia de la pequeña burguesía, aunque mi padre era de hecho un trabajador, un obrero ferrocarrilero. Desde entonces, los obreros ferrocarrileros eran una especie de elite entre los trabajadores, ganaban muy buenos sueldos. Mi bisabuelo alemán vino a México con su esposa y dos hijos. Su esposa murió de lo que se llamaba en Veracruz vómito negro o fiebre amarilla. Mi abuelo falleció repentinamente poco después de quedarse con sus dos hijos. Entonces los dos hijos se quedaron al cuidado de una familia de Orizaba que los adoptó. Allí crecieron y uno de ellos, Francisco, se perdió en las guerras de México. El otro, papá tomó un contrato para enFelipe, era mi abuelo, quien se derezar los durmientes de acero casó con una mujer de Orizaba; que se enchuecaban con el peso de esta unión nació mi papá. de los trenes. Ideó unas máquiEn aquellos días de luchas nas para enderezarlos. Así ganó intestinas en el país, mi papá mucho dinero. Tenía una caja ingresó a trabajar en los talleres de metal que la llenaba hasta la del ferrocarril. Era un hombre mitad con pesos de plata. extraordinariamente capaz y nos contaba de sus ascensos. El jefe Señas y marcas de la del taller, que era estadounidense Revolución Mexicana una vez ordenó que se hiciesen unos agujeros en unas placas Pronto mi papá se fue a trabajar para no se‚ qué‚ trabajo. Enton- como jefe de los talleres a Pueces llamó al oficial y este hizo bla, y se casó con una mujer de una tazadera, que es un cincel allí. Primero nació mi hermana con un mango como el de un martillo, con el cual marcaba el centro y ponía la tazadera, golpeaba y le iba dando vueltas para que se hiciera el agujero, pero este se iba agrandando. Entonces el gringo le dijo a mi papá que se ocupase del trabajo. Mi papá ideó ponerle un centro y mandó hacer un punzón y abajo de éste lo que se llama la contra, de suerte se metía la placa poniendo abajo la contra y encima el punzón y con un golpe le hacía el agujero, limpio y rápido. De repente llegó el gringo y se sorprendió; dijo: “este es un trabajo de lujo”, y ascendió a mi papá inmediatamente. Al irse los gringos, los mexicanos se quedaron como jefes de los talleres. Entonces mi papá ganaba un sueldo tan extraordinario para aquellos días que nosotros crecimos en un ambiente de pequeña burguesía y hasta de riqueza. Mi Elvira y al año y medio nací yo. Recuerdo que para que no me picaran las moscas, me acostaban en la caja del dinero y me tapaban; se puede decir que yo dormía en un colchón de plata. Cuando vino la Revolución, a mi papá lo mandaron como jefe de los talleres a Tierra Blanca, Veracruz, y nos dejo solos. Pero entonces nosotros teníamos botes llenos de pesos de plata enterrados en un corral. En ese tiempo de gran pobreza, sacábamos los pesos para irlos cambiando. Yo crecí dentro de ese ambiente. Mi mamá era extraordinariamente revolucionaria por instinto; lo era a pesar de que creció en un ambiente católico. Mi papá fue un librepensador; no tenía ninguna religión. Mi mamá se adaptó a la vida de él y respetaba mucho sus creencias. Así crecimos, en un ambiente de libertad de ideas. Entonces yo, creo que por instinto, comencé a sentir la necesidad de ser revolucionario, pero no me sentía obligado a vestir como la demás gente. Yo nunca sentí la necesidad de contacto con los que no fueran los jefes de los trabajadores. La primera vez que lo sentí fue leyendo un poema de un anarquista uruguayo, Ángel Falco, que se llama “Al rugir de las horcas de Chicago”. Falco hizo la historia en verso de los ahorcados en Chicago y me conmovió profundamente. Entonces quise saber qué había pasado, y averiguar‚ qué‚ era el 1º de mayo.3 La primera vez que pronuncié‚ un discurso en público fue en una manifestación obrera del 1º de mayo. Me sumé a la manifestación y cuando hubo oportunidad me treparon allí y pronuncié mi primer discurso junto con los obreros y ya no me separé de ellos. Cuando lo del movimiento estudiantil de Puebla y lo del bastonazo, yo ya formaba parte de la Confederación de Obreros Textiles. Cuando me golpearon, los obreros quisieron asaltar la universidad, que entonces se llamaba Colegio del Estado. Yo me hice militante del Partido Comunista aquí, en la ciudad de México. Entré en contacto con Gómez Lorenzo, que era miembro del Partido Comu- nista, y fue él quien me llevó al Partido. Hasta entonces yo había sido anarquista, tanto que mi libro Plebe está dedicado a la memoria del anarquista Ricardo Flores Magón. El instinto revolucionario comienza siendo de protesta y la protesta es el anarquismo. Tanto es así que en la entrada del Museo de la Revolución de Moscú hay una estatua de un individuo que está recogiendo una piedra para lanzarla. Esa es la actitud con que el hombre comienza a defenderse, pero claro, venían los cosacos, les tiraban la piedra y los otros le tiraban con la espada. Entonces, el instinto de protesta es una actitud primaria. Con la bandera de Sandino La primera vez que fui a un congreso lo hice como miembro del Partido Comunista. Se trataba del II Congreso Anti-imperialista Mundial, en Frankfurt. Los del Comité Central me propusieron a mí. Entre ellos estaban Hernán Laborde y Valentín Campa. La segunda vez que fui a un congreso fue porque los sindicatos de trabajadores de la enseñanza me lo propusieron. Yo trabajaba en la Secretaría de Educación y además era profesor de literatura infantil, que es mi especialidad, fuera de los cursos de literatura general. Entonces era secretario de educación Gonzalo Vásquez Vela, quien ayudó para que yo fuera a ese evento. Recuerdo que los del partido me buscaron para que hablase con el general Francisco J. Múgica, que era secretario de comunicaciones, a ver si otros delegados podrían recibir ayuda para ir a ese congreso. Yo les dije: es más fácil que Gonzalo Vásquez de una ayuda mayor a que el general Múgica ayude, porque este último era reacio a ciertas cosas. Finalmente, Vásquez Vela nos dio una ayuda mayor. Cuando llegué‚ a Nueva York el tlacuache 443 me recibió un chileno de nombre Armando Zegrí4, éste se quedó en Nueva York, por cierto. Tenía como esposa a una famosa bailarina. Luego puso un restaurante y se dedicó a escribir. Vivía de recitar poemas. Escribió una novela que se llama El último decadente y luego fue reportero en la II Guerra Mundial, cuando se inició la avanzada estadounidense sobre las islas del Pacífico. Al llegar al Congreso Anti-imperialista de Frankfurt, en 1929, me recibió un alemán que se quedó con la bandera que había tomado Sandino. Aquel era Secretario General del Partido Comunista Alemán. Un orador extraordinario y muy capaz. Recuerdo que en Frankfurt conocí a muchos estudiantes y con un grupo de ellos fui a Rusia. Allí me enteré de que había llegado un grupo de representantes de los estudiantes de América Latina; dos eran de la Argentina y un tercero, brasileño, entonces nos unieron. El argentino y yo hablábamos español y el otro portugués, pero nos entendíamos perfectamente. Los de la Unión Soviética quisieron que viajáramos juntos con un traductor, un guía, que por cierto fue una mujer de nombre María, que nos llevó por diversas partes del país. Luego leí en el periódico que iban a realizar una película sobre la vida de ella. Qué lástima no recordar su nombre completo; esta mujer estuvo casada con el anarquista español que mató a Eduardo Dato5, un político también español. Antes, unos reaccionarios habían matado a unos representantes socialistas españoles. Frente a eso, los socialistas y anarquistas españoles se vengaron matando a Eduardo Dato. Este anarquista se fue a la Unión Soviética, donde lo recibieron a pesar de ser anarquista. Allí se casó con María. Él huyó de España llevándose a un pequeño hijo suyo, al cual María atendió después y se quedó con él cuando el anarquista regresó a España y se mató en un accidente. Luego me separé del grupo. Me asignaron otro traductor, un muchacho que había vivido en la Argentina y que hablaba más argentino que español. Él me sirvió de traductor en Moscú y luego me acompañó a Leningrado. De ahí salí en barco rumbo a Alemania. En Frankfurt fue donde icé la bandera, y luego viajé otra vez a la URSS por Polonia, que en ese entonces estaba en poder de los famosos coroneles, totalmente dominada por la reacción. Crucé por una especie de puerto de tierra a donde llegaba el tren polaco. Era una especie de gran plaza donde por un lado y por el otro había fuerzas armadas artilladas que se estaban observando: los polacos y los rusos. Entonces nuestro tren llegó hasta la mitad de ese lugar y se bajó el maquinista, y todos los demás retrocedieron hasta la línea polaca. Avanzó la gente rusa, tomó el tren y siguió. Mientras tanto, unos y otros se observaban como si fuesen a iniciar una batalla. De allí fui hasta Moscú. Los rusos me recibieron muy bien, como huésped de honor, me dieron flores. Había Germán List Arzubide, Ramón Alva de la Canal, Maples Arce, Leopoldo Méndez y Arqueles Vela, 1925 corrido la noticia de la bandera. Me alojaron en el mejor hotel. Posteriormente me tocó asistir a un congreso por la paz en Ginebra. A este congreso llevé la representación del sindicato de los profesores, al lado de María del Mar, esposa de un tal Benítez que escribió un libro de versos que se tituló Gesta de Hierro. Otilia Zambrano iba también como delegada de las mujeres, asimismo nos acompañaba un grupo de los electricistas liderado por Breña Alvites. Ese evento fue organizado por la Sociedad de las Naciones. Tengo un folleto en el que aparecen todos los discursos que se pronunciaron en Ginebra, incluido el mío. Yo hablé en nombre de América Latina. A mi regreso platiqué con el general Cárdenas6 sobre la posibilidad de que tuviésemos aquí una representación del congreso de la paz para continuar haciendo trabajos. Más, por diversas circunstancias, esto nunca se llevó a cabo. En esos días, el general Cárdenas expropió el petróleo y se vio en la necesitad de venderlo al Japón. La mano de hierro del Partido Yo ingresé al Partido Comunista en 1927. En él hubo muchas contradicciones y luchas internas, tantas que por eso se separaron unos y otros. Los odios entre las gentes del partido eran terribles, las acusaciones monstruosas, y a veces injustas, como aquellas denuncias contra quienes supuestamente se hacían espías al servicio del imperialismo gringo, o cosas así, terribles. Conocí a un militante que fue a dar a la Unión Soviética y parece que allí se hizo trotskista; lo persiguieron y lo tuvieron preso. Cuando llegó aquí ya venía muy enfermo y murió al poco tiempo. Cuando yo visité la Unión Soviética ya había habido una batalla entre trotskistas y estalinistas. Por ese entonces Diego Rivera, que era miembro del partido, se hizo trotskista. En la Unión Soviética me encontré a Manuel Díaz Ramírez7 acompañado por una profesora, Cuca Rodríguez, que había sido muy revolucionaria. Yo conocía a Díaz Ramírez desde México, habíamos sido muy buenos amigos. En la URSS, él me puso en contacto con algunas personas de allí, con las que recorrí la Unión Soviética. Díaz Ramírez fue a estudiar a la URSS para ver qué se estaba haciendo allí y a su regreso contarlo a los miembros del Partido. Cuando regresó se encontró con un partido sectario y tuvo serios enfrentamientos; sucedieron muchas cosas, y creo que hasta lo expulsaron. Me consta que había ido, enviado por el Partido Comunista, a estudiar, a ver, a traer. Y su mujer, que era una profesora con afanes revolucionarios, lo ayudaba. Esa profesora se fue a vivir con su marido a la Unión Soviética. Un día salió a hacer algo en Moscú en pleno invierno y se perdió, porque en lugar de tomar el tranvía de regreso al hotel, como no sabía ruso, tomó otro y se extravió. Y en ese tranvía la gente la rodeaba y le hacía preguntas, y ella nada más decía, “mexicana, mexicana”. La llevaron a una comisaría o algo así y la regresaron a México por vía diplomática. Creo que Manuel Díaz Ramírez se encontró en una posición un poco incómoda, porque no sabía ruso. Gracias a que se conectó con algunas gentes rusas que hablaban un poco de español, la encontró. Eso de los trotskistas, creo que fue cosa de gentes que querían organizar mitotes, dar molestias a otros dentro del partido. Pero quien más molestó a todos fue José Revueltas. Revueltas fue, más que ninguna otra cosa, un anarquizante. Dicen, y no lo dudo, que siendo un chamaco se dedicó mucho a leer acerca de la vida de los santos y que se sintió muy atraído por la cuestión cristiana y la vida de sacrificio de los santos que se entregaban a las fieras. Parece que toda su vida fue arrastrado por una emoción de sacrificio. Hasta el último momento declaró que él había animado a los estudiantes en el movimiento del 68. Casi se acusó él mismo para ir a dar a la cárcel. Tenía cierto sentido del martirio. Y parece mentira, pero hay muchas personas a las que les gusta, que los demás las vean como sacrificadas por el pueblo. Revueltas fue siempre un rebelde dentro del Partido Comunista y le creó muchas dificultades. El Partido Comunista fue durante mucho tiempo muy sectario. Esa gente no entendía bien las cosas, era muy cerrada. Estaban Domingo 21 de noviembre de 2010 más cerca del anarquismo que de otras posiciones. En fin, fue por eso que chocaron entre ellos mismos y se expulsaron unos a otros. Las expulsiones dentro del partido eran diarias. Expulsaron a Hernán Laborde, quien hizo mucho por el partido. Laborde cuando fue diputado llevó la bandera de Sandino y la puso en la tribuna durante una sesión del Congreso. Cuando regresé de Rusia me encontré con que el Partido Comunista estaba ya en la ilegalidad. Todos en Jalapa se habían escondido, habían desaparecido. Entonces, el coronel Tejeda me dijo: “¿quiere usted dar unas pláticas de lo que ha visto en Rusia?” Le dije que sí. Al día siguiente, cuando me presenté a dar la primera plática, los comunistas repartieron unas hojitas donde decía que Germán List Arzubide era un traidor. A raíz de eso envié una carta a Hernán Laborde y le conté que el Partido Comunista en Jalapa estaba formado por una ralea de esclavos sublevados. Entonces no había razón. Así se acusaban unos a otros, de la manera más injusta, más arbitraria y más terrible. La lucha era personal, muy violenta. No era una lucha de ideas en la que se dijera por qué nosotros estamos con Trotski y ustedes están con Stalin, o viceversa. Fue una lucha de facciones. El Partido Comunista siempre estableció lo que podríamos llamar una férrea disciplina, para que si alguno se movía un poco más allá de lo que ellos consideraban que era la línea del partido, sin más ni más darles duro y fuera, expulsión. La marea anti-imperialista Cuando lo de Sacco y Vanzetti yo estaba en Puebla. Hubo una gran manifestación popular para pedir la libertad de Sacco y Vanzetti. En esa ciudad pronuncié un discurso frente al cónsul de Estados Unidos. Éste se asomó al balcón y entonces le increpé, le dije que nosotros representábamos a los obreros de México protestando contra el crimen que se quería cometer contra dos revolucionarios. Después me fui a Jalapa. Allí fui profesor de la preparatoria y además secretario encargado de la dirección. Cuando recibí la noticia de que iban a fusilar a Sacco y Vanzetti, empezamos a agitar a la opinión pública, se hablaba mucho de esto. Los obreros organizaron una manifestación en Jalapa. Allí había un gran movimiento revolucionario. Había una fábrica que se llamaba “El Dique” que llegó a tener un número muy grande de comunistas. El Partido Comunista en Jalapa llegó a tener fuerza. Decidí llamar a los estudiantes de la preparatoria y les expliqué lo que Sacco y Vanzetti, y los convoqué a la movilización. En la tarde, el director de educación me llamó por teléfono y me dijo: “¿Usted hizo esto?” “Sí, señor”, le respondí. “¿Por qué lo hizo?” “Porque era mi obligación llevar a los estudiantes a la lucha.” Y me dijo: “pues queda usted cesado”. El Gobernador, que era Tejeda, no quiso contrariar al que me había cesado y no recuerdo si me dieron alguna otra comisión para que siguiese en Jalapa. Lo que más hacía el Partido Comunista era agitar, agitar mucho. Aprovecharse de ciertos momentos, así como este de Sacco y Vanzetti, para lanzar consignas, lanzar a un paro a los obreros, cosas así. Pero no había trabajo de organización. En México el que organizó el Socorro Rojo fue Gastón Lafarga; ese era un seudónimo, su verdadero nombre era Antonio. La misión del Socorro Rojo era ayudar a los que caían en poder de la justicia. Recuerdo que nosotros caímos con motivo de un mitin que hicimos en la casa de Sor Juana Inés de la Cruz, que fue el convento donde ella estuvo y que más tarde se convirtió en un cabaret. En ese cabaret nosotros hacíamos reuniones. Allí estábamos aquella noche en que nos llevaron presos a la jungla, nos tuvieron un buen rato cautivos y casi al amanecer nos soltaron. Mi hermano habló con Bassols y éste con el Presidente, así nos soltaron. Pero a los pocos días me volvieron a llevar a dar un discurso con motivo de las cenizas de Mella, y entonces me volvieron a apresar. Apenas caímos presos nos defendió un grupo de abogados que se interesaban por intervenir en estas cuestiones. Entre ellos figuraban unos hermanos Zapata Vela, muy conocidos, quienes inmediatamente se lanzaron a la tarea de ponernos en libertad. En ese grupo también estaba Enrique González Aparicio. Aquella noche, de las cenizas de Mella estaban depositadas en una urna que fue llevada para que le rindiéramos homenaje con nuestros discursos. Pero como la policía ya andaba detrás de nosotros para quitárnosla, la cambiamos, y se llevaron una urna vacía. La que tenía las verdaderas cenizas de Mella fue enviada a Cuba y parece que allí se quedaron. Nos llevaron presos porque había consigna contra los comunistas. En esa batalla contra nosotros se había especializado un polizonte de apellido Sotomayor, a tal grado que usaba nuestras mismas palabras. Le llamaba “filoso” a El Machete. Decía: “ustedes son los que forman parte del grupo del “filoso””. El Socorro Rojo se formó con gentes que estaban listas para acudir en defensa, por la vía legal, de quienes caíamos presos. Todo eso del Socorro Rojo se desbarató cuando el general Cárdenas llegó al poder, porque hubo una especie de simpatía hacia nosotros. Tanto así que la mayoría nos casamos, de hecho ya no había lucha ni represión. Cárdenas nos dejó actuar y si no nos ayudaba, cuando menos veía con cierta indiferencia, o hasta con simpatía. Las organizaciones fueron perdiendo así violencia y actividad revolucionaria. Ya no había necesidad de eso. Recuerdo que todavía en la época del gobierno del general Abelardo Rodríguez, cuando hacíamos mítines en la calle nos caían los soldados y nos golpeaban. En esa época apresaron a un grupo y lo trasladaron a las Islas Marías. Yo estuve a punto de ir. Entre los que fueron estaban José Revueltas, Miguel Velasco, un periodista español de nombre Rosendo Gómez Domingo 21 de noviembre de 2010 Lorenzo, hermano de un revolucionario que vivió mucho tiempo en Cuba y que tenía el apellido de la madre. Este hermano se manejó, cuando llegaron las tropas de Fidel a Cuba, como representante del director del periódico Gramma. Manos Fuera de Nicaragua (MAFUENIC) estuvo integrada por gente del Partido Comunista. Entre ellos estaban Jacobo Hurwitz, que era un refugiado peruano que vino a dar aquí. él y todos los refugiados extranjeros que conocían la situación de ese país se afiliaron. Casi todos los que estuvieron en MAFUENIC eran miembros del partido o simpatizantes del mismo. Por ese tiempo me pidieron que me saliera del partido, porque decían que tenía ciertos resabios anarquistas y que mejor me aceptarían como simpatizante. No me expulsaron, me aceptaron como un simpatizante, pero casi todos fueron miembros del partido. Hurwitz8 fue a dar a la Unión Soviética en la época en que yo estuve allí, enviado por el Partido Comunista. Hurwitz en el fondo era también un aventurero. Y les voy a decir una cosa que me hizo en la Unión Soviética. Yo pasé con la bandera tomada por Sandino y la entregué a los comunistas en Alemania. Un día me encontré con un retrato de Hurwitz, quien sostenía la bandera y debajo de él había un letrero que explicaba la lucha que él había para pasar la bandera. Ese era Jacobo Hurwitz, yo lo conocí bien, un aventurero. Hurwitz también pertenecía al Socorro Rojo. Esteban Pavletich también era un refugiado peruano, anduvo por aquí, lo conocí poco. En cambio, me acuerdo mucho de Julio Cuadros Caldas, porque se quedó en Puebla. Era un alcohólico completo, esa era su desgracia. Escribió un libro con el título de México Soviet, y otro que se llamaba El comunismo criollo en los que contó cosas que vio. Como documentos que dan testimonio de aquellos días son bastante importantes, muy importantes. Uno de esos libros me interesa porque allí se refiere a mis luchas contra Salvador Díaz Mirón y publica la carta que redacté atacándolo. Esos libros relatan la infancia del partido, cuando éste era un grupo ambiguo, heterogéneo, donde había muchos intelectuales. A José C. Valadés lo conocí mucho. Fue anarquista pero después se hizo comunista, luego gobiernista y no se cuántas cosas más. Era un tipo muy simpático, muy agradable, buen escritor. Cuando yo era anarquista anduve con Valadés. Luego lo encontré en Los Ángeles trabajando en un periódico de allí. Él me llevó a trabajar en ese periódico, donde estuve una temporada. Por ese entonces Valadés se comenzaba a orientar hacia el comunismo. Aquí ayudó a la creación del Partido Comunista. Después regresó a Estados Unidos y allí vivió como periodista. Luego se metió de secretario particular de Padilla, el secretario de Relaciones Exteriores. Notas: 1. 1898-1998. Poeta y revolucionario mexicano adherido a la ideología maderista. Se unió a la lucha revolucionaria mexicana, en 1910, cuando los hermanos Aquiles y Máximo Serdán murieron al ser atacados por las tropas del general Porfirio Díaz. Combatió en las fuerzas de Venustiano Carranza bajo las órdenes del coronel Gabriel Rojano. En 1920, fue forzado a huir durante la rebelión dirigida por Álvaro Obregón en Agua Prieta. Militó en el Partido Comunista mexicano y en organismos tales como la Liga Anti-imperialista y Manos Fuera de Nicaragua (MAFUENIC). Fue el portador de la bandera estadounidense que conquistó Sandino ante el II Congreso Anti-imperialista Mundial realizado en Frankfurt, en 1929. Entre sus obras destacan: Plebe (1925), Esquina (1925), Mueran los gachupines (1926), El movimiento estridentista (1926), Emiliano Zapata (exaltación) (1927), El viajero en el vértice (1927), Lenin, un técnico de la revolución social (1929). 2. Entrevista realizada el mes de noviembre de 1978 en la 3. Ángel Falco 1882-1933) Escritor anarquista uruguayo. Militar de ideas libertarias. Dirigió las revistas Proteo (1916-1917) y La raza (1917). Es autor de los dramas El hombre de la quimera (1911) y Héroes humildes (1922). Escribió también diversos poemas: Cantos rojos (1906), Garibaldi (1907), La vida que canta (1910), La leyenda del patriarca (1911), Troquel de fuego: bocetos en rojo sobre la tragedia, 1915-1916 (1917), El Hombre Quimera: Homenaje a Chaves (1919). 4. Armando Zegrí (1899-1972), escritor chileno vanguardista. Su verdadero nombre era Armando Céspedes. En los años 20 del siglo XX se adhirió al movimiento estridentista mexicano. Fue corresponsal de las Naciones Unidas y corresponsal de la revista Ercilla en Estados Unidos. Cuando Germán List Arzubide lleva la bandera tomada por Augusto Cesar Sandino al Ejército Norteamericano en la batalla del Chipote, Zegrí le da hospedaje en Nueva York y cuelgan la bandera en la ventana del hotel. Entre sus obras destacan: La risa del dragón (1921), El último decadente (1925), La mujer antiséptica (1942), La gran experiencia del Pacífico (1947). 5. Eduardo Dato Iradier (1856-1921). Político conservador español, represor del anarcosindicalismo en Barcelona. . Fue asesinado en 1925 por los anarquistas Pedro Matehu, Juan Casanellas y Luis Nicolau 6. Lázaro Cárdenas del Río (1895-1970), fue presidente de México de 19341940; destacó, entre otras acciones de gobierno, por la reforma agraria y la creación de los “ejidos” en el agro mexicano; por la nacionalización de los recursos del subsuelo, en especial, del petróleo y por haber brindado asilo político a los exiliados españoles durante la guerra civil. 7. Secretario general del Partido Comunista Mexicano, participó en 1921 en el III Congreso de la Internacional Comunista, donde tuvo una entrevista con Lenin respecto a la persecución hacia los anarquistas en México. 8. Para una biografía completa se puede consultar la página http://www. pacarinadelsur.com/home/figuras-e-ideas/50-jacobohurwitz-semblanzade-un-revolucionario-latinoamericano el tlacuache 443 Esbozos de una construcción ideológica de la Revolución Mexicana a través de Claridad Ninguna revolución de cuantas se han operado en este siglo, tiene para los pueblos de América la significación que encierra y propulsa la Revolución Mexicana. Ella encierra la ansiedad de justicia social y de libertad, latente a través de cuatro siglos, en que el choque de dos mundos cruzaron su destino para forjar un mundo nuevo.1 Perla Jaimes Navarro D urante las primeras décadas del siglo XX, la influencia de los movimientos políticos y sociales, que manifestaron el descontento en que vivía la mayoría de los pueblos latinoamericanos, se vio reflejada en la producción de revistas y periódicos intelectuales que daban testimonio de la similaridad de situaciones y pensamientos en regiones remotas. Revoluciones como la Rusa, la China, la Cubana y la Mexicana significaron un modelo a seguir en muchas luchas e ideologías, mismas que dominaron gran parte del siglo XX. De entre estas, la de México tiene un lugar primordial, no solo por ser la primera revolución del siglo pasado, sino por el influjo que tuvo sobre los movimientos políticos y sociales en nuestro continente. Tendemos a ver a nuestra Revolución desde una esfera local, como si no hubiera sido más que un movimiento exclusivamente nacional y cuyos efectos no se dejaron sentir en otras latitudes. En pocas ocasiones nos detenemos a pensar en el impacto que como primera revolución del siglo XX –y además la primera de nuestro continente- pudo tener en el resto de América Latina. Su papel como inspiradora de los movimientos libertarios latinoamericanos se ha dejado de lado. Sin embargo, las huellas de este movimiento se dejaron sentir a lo largo de todo el siglo pasado. Y continúan sintiéndose. Así lo reflejan un gran número de revistas y periódicos intelectuales que circularon en varios países de Latinoamérica durante buena parte del siglo XX. Entre estos destacamos Claridad. Tribuna del pensamiento izquierdista, revista argentina fundada por Antonio Zamora, publicada entre 1926 y 1941 y que, al igual que otras de su tipo presentaron en sus páginas –entre otros temas- una visión de la recepción del movimiento revolucionario mexicano. Claridad se ocupaba de temas relacionados con el arte, la literatura, y la política, prevaleciendo los temas sociales. En su momento representó el medio de expresión por excelencia de la corriente de izquierda argentina. Destacaba en la mayoría de sus temas la llamada revolución social y política, así como el rechazo a las dictaduras, el militarismo, el imperialismo estadounidense y el clericalismo.2 Así, la Revolución Mexicana se insertó en el pensamiento de esta revista, en la que varios de sus escritores dejaron registro de la influencia que el pensamiento y los pensadores mexicanos ejercieron en ellos, dando paso a sus propias ideologías. En Claridad se vislumbra a México y su Revolución como ejemplo, como punto de partida para la definición de sus movimientos y exigencias. Incluso el pensamiento revolucionario, junto con otras corrientes de pensamiento, contribuyó en la conformación del Partido Aprista Peruano.3 Representa a los dirigentes de los distintos frentes revolucionarios como los salvadores del campesinado y el proletariado. Por ejemplo, Francisco I. Madero es considerado el “apóstol revolucionario, el presidente mártir de la revolución”.4 Las temáticas que aborda respecto a México y su revolución versan sobre cuestiones agrarias, obreras, políticas, artísticas, poniendo a México como ejemplo de modernidad ideológica y a su revolución como una proeza en defensa del obrero, víctima de explotación, y de la riqueza nacional, acaparada por la burguesía y el capital extranjero. En palabras de Fernando Leon de Vívero: “La revolución mexicana avanza, camina. No retrocede ni se estanca. Los obstáculos que surgen, las piedras que pretender entorpecer el paso ascendente, no pueden detener ya la marcha definitiva de este movimiento auténtico, que no ha importado consignas ni etiquetas de Europa, para la solución de sus problemas. Esta lección que nos da México es una prueba evidente de que la revolución antiimperialista en Indoamérica está en marcha…”5 Tradicionalmente no consideramos que la revolución mexicana haya tenido una influencia más que nacional. Lo cierto es que tuvo gran preponderancia en muchos intelectuales latinoamericanos. Revistas como Claridad dan un claro testimonio de que esta lucha armada traspasó nuestras fronteras. Esto no significa que no solo se destaque su sesgo positivo. Así como se le reivindica, también se reconoce las grandes fallas y asuntos que este movimiento no resolvió o dejó inconclusos, como la cuestión agraria, la explotación de la clase obrera, el rezago femenino, para la que no representó cambio alguno en su condición de exclusión. Notas: 1. Víctor Raúl Haya de la Torre, “Antiimperialismo y el APRA”, Citado en: L.L.A. “México, nuestra revolución”, Claridad, Año 18, núm. 335, Buenos Aires, mayo de 1939, pp. 20-22. 2. Ferreira de Cassone, Florencia, Índice de Claridad. Una contribución bibliográfica, Ed. Dunken, Buenos Aires, Argentina, 2005. 3. Arriola, Juan Carlos, “El proceso evolutivo del Aprismo”, APRA en Claridad, Año 14, núm. 288, Buenos Aires, abril de 1935. Origen y política del Aprismo, p. 26. 4. L. Guezala Gochi, México, Vanguardia de Hispanoamérica, Claridad, Año 17, núm. 328, Buenos Aires, agosto de 1938, pp. 23-25. 5. Vívero, Fernando León de: “México y el Petróleo” Claridad, Año 17, núm. 325, Buenos Aires, mayo de 1938, pp. 65-70. el tlacuache 443 Domingo 21 de noviembre de 2010 Cien años después En imágenes, la Revolución invade todo México T estimonios de una guerra. Fotografía de la Revolución Mexicana, exposición que se presentará simultáneamente en 29 museos del país, a partir del 18 de noviembre y hasta febrero de 2011, se plantea como una reflexión visual-testimonial “no sobre los revolucionarios, sino sobre los revolucionados”, los seres anónimos a quienes les tocó vivir y padecer éste que fue el primer alzamiento social del siglo XX. El historiador de la imagen, John Mraz, retoma esta expresión del escritor mexicano Luis González y González, para manifestar el hilo conductor de la exhibición bajo su curaduría y organizada por el de las Revoluciones de México Instituto Nacional de Antropolo- y de Fundación Televisa, desgía e Historia (INAH-Conaculta), tacó Lourdes Herrasti, coordien la que mediante 145 imáge- nadora nacional de Museos y nes, casi todas ellas inéditas, se Exposiciones del INAH. revela también el papel: de juez y El recorrido visual abarca de parte, que los fotógrafos jugaron 1910 a 1920, y deja en claro durante la gesta civil. la devastación ocurrida durante “Mi principal interés, en tér- una década; se calcula que entre minos de contar la Revolución 2.0 y 3.5 millones de mexicanos por medio de fotografías, es res- murieron como consecuencia de catar la experiencia de la vida la Revolución. Por ejemplo, el cotidiana y brindar una visión de público podrá observar tomas de cómo se puede representar este refugiados huyendo de la Ciudad momento histórico sin recurrir de México durante los hechos de necesariamente a los retratos de la Decena Trágica. los caudillos o de otros personaImágenes del horror también jes más conocidos. son las filas interminables de “Al mismo tiempo, otra de personas en espera de comida mis preocupaciones es desmi- y agua, el Bosque de Chapultetificar la figura de Agustín Víc- pec talado debido a la escasez tor Casasola como ‘El fotógrafo de combustibles como el carde la Revolución’, de modo tal bón, los verdaderos niños de la que se descubren muchos nom- Revolución: los huérfanos, así bres más que cubrieron la larga como hombres y mujeres que se guerra civil comprometidos con vieron impulsados a sobrevivir diferentes facciones”, comenta uniéndose a los diferentes gruJohn Mraz, académico de la Be- pos armados. nemérita Universidad Autónoma Con la intención de dar made Puebla (BUAP). yor énfasis a la imagen captada, Las impresiones (en blanco y 36 fotografías están acompañanegro, estándar y panorámicas) das por “testimonios” o anécque componen Testimonios de dotas seleccionadas por el inuna guerra —exhibición estruc- vestigador John Mraz. En este turada por la Coordinación de sentido, sobresale la cita de un Museos y Exposiciones— proce- general huertista que vio a Franden en su mayoría de la Fototeca cisco Villa “desplomarse” ante Nacional de INAH, destacando la sentencia de su ejecución, su más reciente adquisición: el posteriormente el “Centauro del Fondo Hoffman-Brehme. Norte” contradijo esta versión Otras colecciones y acervos aludiendo que “lloraba de rabia” que se integran a esta exposi- por desconocer los motivos de ción, son los procedentes de la su condena. BUAP, de las universidades NaLos núcleos temáticos de la cional Autónoma de México y exposición son: El Porfiriato. Panamericana, del Archivo Ge- Del estudio a la calle; El madeneral de la Nación, del Instituto rismo. Hacia una fotografía de Nacional de Estudios Históricos guerra; El zapatismo. Las cá- maras surianas. El orozquismo. Los “colorados”; La Decena Trágica y el huertismo. Fotografiar la reacción; La invasión a Veracruz. Milicia e imágenes; El villismo. Un caudillo de la cámara; El convencionismo. Presencia revolucionaria y El constitucionalismo. El registro de la victoria. Cada uno de estos episodios fue capturado por una gran variedad de fotógrafos entre quienes se pueden citar: Samuel Tinoco, Antonio Garduño, Manuel Ramos, Gerónimo Hernández, Armando Salmerón, Cruz Sánchez, Eduardo Melhado, Ignacio Medrano Sánchez, Jesús H. Abitia, los hermanos Cachú, la agencia de Heliodoro J. Gutiérrez, y en un caso hasta ahora poco conocido, la primera fotógrafa vinculada a este alzamiento, Sara Castrejón. Al respecto, John Mraz abunda que “la concepción general es que la fotografía de la Revolución fue realizada por los fotoperiodistas, y no, ellos prácticamente no salieron de la Ciudad de México. ¿Quiénes hicieron la fotografía?, yo diría que fueron fotógrafos profesionales, pero de provincia. “Básicamente tenemos fotógrafos de estudio que se vinculan con las diferentes causas, por ejemplo, Cruz Sánchez es zapatista, al igual que Sara Castrejón. Los hermanos Cachú se unieron al villismo. La Revolución no sólo ‘jalo’ a la gente, también la gente se vio empujada a tomar partido”. Finalmente, Mraz —autor del libro Fotografiar la Revolución Mexicana. Compromisos e iconos, que publicará en breve el INAH— concluye que el problema para comprender las imágenes de esta guerra, es que la explicación ha tenido un carácter mítico, “que Agustín Víctor Casasola hizo todas esas fotos”. La exhibición de Testimonios de una guerra estará acompañada, en sus 29 sedes, de dos materiales audiovisuales que in- Sedes simultáneas de esta exposición 1. 2. 3. 4. 5. Museo de El Carmen, Ciudad de México Museo Regional de Aguascalientes Museo Regional de Chiapas Museo Regional de la Laguna, Coahuila Museo Regional de Guanajuato, Alhóndiga de Granaditas 6. Museo Regional de Guadalajara, Jalisco 7. Museo Regional Cuauhnáhuac, Morelos 8. Museo Regional de Nayarit 9. Museo Regional de Nuevo León, Ex-Obispado 10.Museo Regional de Puebla 11. Museo Regional de Querétaro 12.Museo Regional Potosino 13.Museo Regional de Sonora 14.Museo Regional de Tlaxcala 15.Museo Regional de Yucatán, Palacio Cantón 16.Museo de la Revolución en la Frontera, Ciudad Juárez 17.Museo Ecatepec, Casa de Morelos, Estado de México 18.Museo Histórico de Acapulco, Fuerte de San Diego 19.Museo Histórico del Oriente de Morelos, Cuautla 20.Museo de Guadalupe, Zacatecas 21.Centro INAH Campeche 22.Centro INAH Durango 23.Centro INAH Tabasco 24.Centro INAH Veracruz 25.Centro INAH Hidalgo 26.Centro Cultural Nuevo Laredo 27.Centro Cultural Palacio Clavijero, Morelia 28.Centro Cultural Santo Domingo, Oaxaca 29.Casa de Cultura de Gómez Palacio, Durango cluyen documentos filmados en formato de cine durante la Revolución Mexicana. Estos fragmentos (con duración de seis minutos y subtítulos a la usanza de los noticiarios de la época) son propiedad de la Filmoteca de la UNAM y fueron restaurados por el INAH. También, de manera específica para esta muestra, se integró un programa musical titulado Sonidos de la Revolución, que estará compuesto por 33 pistas de diversos géneros musicales que recrean esa época centenaria. Para el caso particular del Museo de El Carmen, en la Ciudad de México, se organizó un ciclo de cine en el que destaca la proyección de la trilogía de Fernando de Fuentes sobre la Revolución: El prisionero 13, El compadre Mendoza y Vámonos con Pancho Villa. Cabe mencionar que la reciente remasterización de estas cintas fue resultado de un convenio entre el INAH y la UNAM a través de su Filmoteca. Otro apoyo para el recorrido de Testimonios de una guerra, en dicho recinto del DF, será el uso de audioguías con pluma interactiva, dispositivo que permitirá disfrutar y tener mayor información sobre los contenidos de la muestra. Organo de difusión de la comunidad del Centro INAH Morelos Matamoros 14, Acapantzingo, Cuernavaca, Morelos [email protected] www.lajornadamorelos/suplementos/el-tlacuache Consejo editorial Eduardo Corona Martínez Luis Miguel Morayta Mendoza Paul Hersch Martínez Hortensia de Vega Nova Gilberto López y Rivas Rafael Gutiérrez Yáñez Ricardo Melgar Bao Norberto González Crespo Coordinación editorial de este número: Ricardo Melgar Bao Coordinación de producción: Luis Sánchez García El contenido de los artículos es responsabilidad exclusiva de sus autores