German List Arzubide1: entre la Revolución mexicana, MAFUENIC y

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German List Arzubide1: entre la Revolución mexicana, MAFUENIC y
CENTRO INAH MORELOS
443
Noviembre 21, 2010
S U P L E M E N T O
C U L T U R A L
German List Arzubide : entre
la Revolución mexicana,
MAFUENIC y Sandino
1
Ricardo Melgar Bao
De anarquista a comunista2
Y
o soy de una familia de la pequeña burguesía,
aunque mi padre era de hecho un trabajador, un
obrero ferrocarrilero. Desde entonces, los obreros ferrocarrileros eran una especie de elite entre
los trabajadores, ganaban muy buenos sueldos.
Mi bisabuelo alemán vino a México con su esposa y dos hijos.
Su esposa murió de lo que se llamaba en Veracruz vómito negro o
fiebre amarilla. Mi abuelo falleció repentinamente poco después de
quedarse con sus dos hijos. Entonces los dos hijos se quedaron al cuidado de una familia de Orizaba que los adoptó. Allí crecieron y uno
de ellos, Francisco, se perdió en
las guerras de México. El otro, papá tomó un contrato para enFelipe, era mi abuelo, quien se derezar los durmientes de acero
casó con una mujer de Orizaba; que se enchuecaban con el peso
de esta unión nació mi papá.
de los trenes. Ideó unas máquiEn aquellos días de luchas nas para enderezarlos. Así ganó
intestinas en el país, mi papá mucho dinero. Tenía una caja
ingresó a trabajar en los talleres de metal que la llenaba hasta la
del ferrocarril. Era un hombre mitad con pesos de plata.
extraordinariamente capaz y nos
contaba de sus ascensos. El jefe Señas y marcas de la
del taller, que era estadounidense Revolución Mexicana
una vez ordenó que se hiciesen
unos agujeros en unas placas Pronto mi papá se fue a trabajar
para no se‚ qué‚ trabajo. Enton- como jefe de los talleres a Pueces llamó al oficial y este hizo bla, y se casó con una mujer de
una tazadera, que es un cincel allí. Primero nació mi hermana
con un mango como el de un
martillo, con el cual marcaba
el centro y ponía la tazadera,
golpeaba y le iba dando vueltas
para que se hiciera el agujero,
pero este se iba agrandando. Entonces el gringo le dijo a mi papá que se ocupase del trabajo. Mi
papá ideó ponerle un centro y
mandó hacer un punzón y abajo
de éste lo que se llama la contra,
de suerte se metía la placa poniendo abajo la contra y encima
el punzón y con un golpe le hacía
el agujero, limpio y rápido. De
repente llegó el gringo y se sorprendió; dijo: “este es un trabajo
de lujo”, y ascendió a mi papá
inmediatamente. Al irse los gringos, los mexicanos se quedaron
como jefes de los talleres.
Entonces mi papá ganaba un
sueldo tan extraordinario para
aquellos días que nosotros crecimos en un ambiente de pequeña
burguesía y hasta de riqueza. Mi
Elvira y al año y medio nací yo.
Recuerdo que para que no me
picaran las moscas, me acostaban en la caja del dinero y me
tapaban; se puede decir que yo
dormía en un colchón de plata.
Cuando vino la Revolución, a mi
papá lo mandaron como jefe de
los talleres a Tierra Blanca, Veracruz, y nos dejo solos. Pero entonces nosotros teníamos botes
llenos de pesos de plata enterrados en un corral. En ese tiempo
de gran pobreza, sacábamos los
pesos para irlos cambiando. Yo
crecí dentro de ese ambiente.
Mi mamá era extraordinariamente revolucionaria por instinto; lo era a pesar de que creció
en un ambiente católico. Mi papá
fue un librepensador; no tenía
ninguna religión. Mi mamá se
adaptó a la vida de él y respetaba
mucho sus creencias. Así crecimos, en un ambiente de libertad
de ideas. Entonces yo, creo que
por instinto, comencé a sentir
la necesidad de ser revolucionario, pero no me sentía obligado
a vestir como la demás gente.
Yo nunca sentí la necesidad de
contacto con los que no fueran
los jefes de los trabajadores. La
primera vez que lo sentí fue leyendo un poema de un anarquista
uruguayo, Ángel Falco, que se
llama “Al rugir de las horcas de
Chicago”. Falco hizo la historia
en verso de los ahorcados en
Chicago y me conmovió profundamente. Entonces quise saber
qué había pasado, y averiguar‚
qué‚ era el 1º de mayo.3
La primera vez que pronuncié‚ un discurso en público fue
en una manifestación obrera del
1º de mayo. Me sumé a la manifestación y cuando hubo oportunidad me treparon allí y pronuncié mi primer discurso junto con
los obreros y ya no me separé de
ellos. Cuando lo del movimiento
estudiantil de Puebla y lo del
bastonazo, yo ya formaba parte
de la Confederación de Obreros
Textiles. Cuando me golpearon,
los obreros quisieron asaltar la
universidad, que entonces se llamaba Colegio del Estado.
Yo me hice militante del Partido Comunista aquí, en la ciudad de México. Entré en contacto con Gómez Lorenzo, que
era miembro del Partido Comu-
nista, y fue él quien me llevó
al Partido. Hasta entonces yo
había sido anarquista, tanto que
mi libro Plebe está dedicado a
la memoria del anarquista Ricardo Flores Magón. El instinto
revolucionario comienza siendo
de protesta y la protesta es el
anarquismo. Tanto es así que
en la entrada del Museo de la
Revolución de Moscú hay una
estatua de un individuo que está
recogiendo una piedra para lanzarla. Esa es la actitud con que el
hombre comienza a defenderse,
pero claro, venían los cosacos,
les tiraban la piedra y los otros le
tiraban con la espada. Entonces,
el instinto de protesta es una actitud primaria.
Con la bandera de Sandino
La primera vez que fui a un congreso lo hice como miembro del
Partido Comunista. Se trataba
del II Congreso Anti-imperialista
Mundial, en Frankfurt. Los del
Comité Central me propusieron
a mí. Entre ellos estaban Hernán
Laborde y Valentín Campa. La
segunda vez que fui a un congreso fue porque los sindicatos
de trabajadores de la enseñanza
me lo propusieron. Yo trabajaba
en la Secretaría de Educación y
además era profesor de literatura
infantil, que es mi especialidad,
fuera de los cursos de literatura
general. Entonces era secretario
de educación Gonzalo Vásquez
Vela, quien ayudó para que yo
fuera a ese evento. Recuerdo
que los del partido me buscaron
para que hablase con el general
Francisco J. Múgica, que era
secretario de comunicaciones, a
ver si otros delegados podrían
recibir ayuda para ir a ese congreso. Yo les dije: es más fácil
que Gonzalo Vásquez de una
ayuda mayor a que el general
Múgica ayude, porque este último era reacio a ciertas cosas.
Finalmente, Vásquez Vela nos
dio una ayuda mayor.
Cuando llegué‚ a Nueva York

el tlacuache 443

me recibió un chileno de nombre
Armando Zegrí4, éste se quedó
en Nueva York, por cierto. Tenía
como esposa a una famosa bailarina. Luego puso un restaurante y
se dedicó a escribir. Vivía de recitar poemas. Escribió una novela
que se llama El último decadente y
luego fue reportero en la II Guerra
Mundial, cuando se inició la avanzada estadounidense sobre las islas
del Pacífico.
Al llegar al Congreso Anti-imperialista de Frankfurt, en 1929,
me recibió un alemán que se quedó
con la bandera que había tomado
Sandino. Aquel era Secretario General del Partido Comunista Alemán. Un orador extraordinario y
muy capaz.
Recuerdo que en Frankfurt conocí a muchos estudiantes y con
un grupo de ellos fui a Rusia. Allí
me enteré de que había llegado
un grupo de representantes de los
estudiantes de América Latina; dos
eran de la Argentina y un tercero,
brasileño, entonces nos unieron.
El argentino y yo hablábamos español y el otro portugués, pero nos
entendíamos perfectamente.
Los de la Unión Soviética quisieron que viajáramos juntos con
un traductor, un guía, que por cierto
fue una mujer de nombre María,
que nos llevó por diversas partes
del país. Luego leí en el periódico
que iban a realizar una película sobre la vida de ella. Qué lástima no
recordar su nombre completo; esta
mujer estuvo casada con el anarquista español que mató a Eduardo
Dato5, un político también español.
Antes, unos reaccionarios habían
matado a unos representantes socialistas españoles. Frente a eso,
los socialistas y anarquistas españoles se vengaron matando a
Eduardo Dato. Este anarquista se
fue a la Unión Soviética, donde lo
recibieron a pesar de ser anarquista.
Allí se casó con María. Él huyó de
España llevándose a un pequeño
hijo suyo, al cual María atendió
después y se quedó con él cuando
el anarquista regresó a España y se
mató en un accidente.
Luego me separé del grupo.
Me asignaron otro traductor, un
muchacho que había vivido en la
Argentina y que hablaba más argentino que español. Él me sirvió
de traductor en Moscú y luego me
acompañó a Leningrado. De ahí
salí en barco rumbo a Alemania.
En Frankfurt fue donde icé la
bandera, y luego viajé otra vez a la
URSS por Polonia, que en ese entonces estaba en poder de los famosos coroneles, totalmente dominada
por la reacción. Crucé por una especie de puerto de tierra a donde llegaba el tren polaco. Era una especie
de gran plaza donde por un lado y
por el otro había fuerzas armadas artilladas que se estaban observando:
los polacos y los rusos.
Entonces nuestro tren llegó
hasta la mitad de ese lugar y se
bajó el maquinista, y todos los
demás retrocedieron hasta la línea
polaca. Avanzó la gente rusa, tomó
el tren y siguió. Mientras tanto,
unos y otros se observaban como si
fuesen a iniciar una batalla. De allí
fui hasta Moscú. Los rusos me recibieron muy bien, como huésped
de honor, me dieron flores. Había
Germán List Arzubide, Ramón Alva de la Canal, Maples Arce, Leopoldo
Méndez y Arqueles Vela, 1925
corrido la noticia de la bandera.
Me alojaron en el mejor hotel.
Posteriormente me tocó asistir a
un congreso por la paz en Ginebra.
A este congreso llevé la representación del sindicato de los profesores, al lado de María del Mar,
esposa de un tal Benítez que escribió un libro de versos que se tituló
Gesta de Hierro. Otilia Zambrano
iba también como delegada de las
mujeres, asimismo nos acompañaba un grupo de los electricistas
liderado por Breña Alvites.
Ese evento fue organizado por
la Sociedad de las Naciones. Tengo
un folleto en el que aparecen todos
los discursos que se pronunciaron
en Ginebra, incluido el mío. Yo hablé en nombre de América Latina.
A mi regreso platiqué con el general Cárdenas6 sobre la posibilidad
de que tuviésemos aquí una representación del congreso de la paz
para continuar haciendo trabajos.
Más, por diversas circunstancias,
esto nunca se llevó a cabo. En esos
días, el general Cárdenas expropió
el petróleo y se vio en la necesitad
de venderlo al Japón.
La mano de hierro del Partido
Yo ingresé al Partido Comunista en
1927. En él hubo muchas contradicciones y luchas internas, tantas
que por eso se separaron unos y
otros. Los odios entre las gentes del
partido eran terribles, las acusaciones monstruosas, y a veces injustas,
como aquellas denuncias contra
quienes supuestamente se hacían
espías al servicio del imperialismo
gringo, o cosas así, terribles.
Conocí a un militante que fue a
dar a la Unión Soviética y parece
que allí se hizo trotskista; lo persiguieron y lo tuvieron preso. Cuando
llegó aquí ya venía muy enfermo y
murió al poco tiempo. Cuando yo
visité la Unión Soviética ya había
habido una batalla entre trotskistas y estalinistas. Por ese entonces
Diego Rivera, que era miembro del
partido, se hizo trotskista.
En la Unión Soviética me encontré a Manuel Díaz Ramírez7
acompañado por una profesora,
Cuca Rodríguez, que había sido
muy revolucionaria. Yo conocía a
Díaz Ramírez desde México, habíamos sido muy buenos amigos. En la
URSS, él me puso en contacto con
algunas personas de allí, con las
que recorrí la Unión Soviética.
Díaz Ramírez fue a estudiar a la
URSS para ver qué se estaba haciendo allí y a su regreso contarlo a
los miembros del Partido. Cuando
regresó se encontró con un partido
sectario y tuvo serios enfrentamientos; sucedieron muchas cosas,
y creo que hasta lo expulsaron. Me
consta que había ido, enviado por
el Partido Comunista, a estudiar, a
ver, a traer. Y su mujer, que era una
profesora con afanes revolucionarios, lo ayudaba.
Esa profesora se fue a vivir con
su marido a la Unión Soviética. Un
día salió a hacer algo en Moscú en
pleno invierno y se perdió, porque
en lugar de tomar el tranvía de regreso al hotel, como no sabía ruso,
tomó otro y se extravió. Y en ese
tranvía la gente la rodeaba y le hacía
preguntas, y ella nada más decía,
“mexicana, mexicana”. La llevaron
a una comisaría o algo así y la regresaron a México por vía diplomática.
Creo que Manuel Díaz Ramírez se
encontró en una posición un poco
incómoda, porque no sabía ruso.
Gracias a que se conectó con algunas gentes rusas que hablaban un
poco de español, la encontró.
Eso de los trotskistas, creo que
fue cosa de gentes que querían
organizar mitotes, dar molestias
a otros dentro del partido. Pero
quien más molestó a todos fue
José Revueltas. Revueltas fue, más
que ninguna otra cosa, un anarquizante. Dicen, y no lo dudo, que
siendo un chamaco se dedicó mucho a leer acerca de la vida de los
santos y que se sintió muy atraído
por la cuestión cristiana y la vida
de sacrificio de los santos que se
entregaban a las fieras. Parece que
toda su vida fue arrastrado por
una emoción de sacrificio. Hasta
el último momento declaró que él
había animado a los estudiantes
en el movimiento del 68. Casi se
acusó él mismo para ir a dar a la
cárcel. Tenía cierto sentido del
martirio. Y parece mentira, pero
hay muchas personas a las que
les gusta, que los demás las vean
como sacrificadas por el pueblo.
Revueltas fue siempre un rebelde
dentro del Partido Comunista y le
creó muchas dificultades.
El Partido Comunista fue durante mucho tiempo muy sectario.
Esa gente no entendía bien las
cosas, era muy cerrada. Estaban
Domingo 21 de noviembre de 2010
más cerca del anarquismo que de
otras posiciones. En fin, fue por
eso que chocaron entre ellos mismos y se expulsaron unos a otros.
Las expulsiones dentro del partido
eran diarias. Expulsaron a Hernán
Laborde, quien hizo mucho por el
partido. Laborde cuando fue diputado llevó la bandera de Sandino y
la puso en la tribuna durante una
sesión del Congreso.
Cuando regresé de Rusia me
encontré con que el Partido Comunista estaba ya en la ilegalidad. Todos en Jalapa se habían escondido,
habían desaparecido. Entonces, el
coronel Tejeda me dijo: “¿quiere
usted dar unas pláticas de lo que
ha visto en Rusia?” Le dije que
sí. Al día siguiente, cuando me
presenté a dar la primera plática,
los comunistas repartieron unas
hojitas donde decía que Germán
List Arzubide era un traidor. A raíz
de eso envié una carta a Hernán
Laborde y le conté que el Partido
Comunista en Jalapa estaba formado por una ralea de esclavos sublevados. Entonces no había razón.
Así se acusaban unos a otros, de la
manera más injusta, más arbitraria
y más terrible.
La lucha era personal, muy violenta. No era una lucha de ideas en
la que se dijera por qué nosotros
estamos con Trotski y ustedes están con Stalin, o viceversa. Fue
una lucha de facciones.
El Partido Comunista siempre
estableció lo que podríamos llamar
una férrea disciplina, para que si alguno se movía un poco más allá de
lo que ellos consideraban que era
la línea del partido, sin más ni más
darles duro y fuera, expulsión.
La marea anti-imperialista
Cuando lo de Sacco y Vanzetti yo
estaba en Puebla. Hubo una gran
manifestación popular para pedir
la libertad de Sacco y Vanzetti. En
esa ciudad pronuncié un discurso
frente al cónsul de Estados Unidos.
Éste se asomó al balcón y entonces
le increpé, le dije que nosotros
representábamos a los obreros de
México protestando contra el crimen que se quería cometer contra
dos revolucionarios.
Después me fui a Jalapa. Allí
fui profesor de la preparatoria y
además secretario encargado de la
dirección. Cuando recibí la noticia
de que iban a fusilar a Sacco y
Vanzetti, empezamos a agitar a la
opinión pública, se hablaba mucho
de esto. Los obreros organizaron
una manifestación en Jalapa. Allí
había un gran movimiento revolucionario. Había una fábrica que
se llamaba “El Dique” que llegó
a tener un número muy grande de
comunistas. El Partido Comunista
en Jalapa llegó a tener fuerza.
Decidí llamar a los estudiantes
de la preparatoria y les expliqué
lo que Sacco y Vanzetti, y los
convoqué a la movilización. En
la tarde, el director de educación
me llamó por teléfono y me dijo:
“¿Usted hizo esto?” “Sí, señor”,
le respondí. “¿Por qué lo hizo?”
“Porque era mi obligación llevar
a los estudiantes a la lucha.” Y me
dijo: “pues queda usted cesado”.
El Gobernador, que era Tejeda,
no quiso contrariar al que me había cesado y no recuerdo si me
dieron alguna otra comisión para
que siguiese en Jalapa. Lo que más
hacía el Partido Comunista era agitar, agitar mucho. Aprovecharse de
ciertos momentos, así como este
de Sacco y Vanzetti, para lanzar
consignas, lanzar a un paro a los
obreros, cosas así. Pero no había
trabajo de organización.
En México el que organizó el
Socorro Rojo fue Gastón Lafarga;
ese era un seudónimo, su verdadero
nombre era Antonio. La misión del
Socorro Rojo era ayudar a los que
caían en poder de la justicia. Recuerdo que nosotros caímos con
motivo de un mitin que hicimos
en la casa de Sor Juana Inés de la
Cruz, que fue el convento donde
ella estuvo y que más tarde se convirtió en un cabaret. En ese cabaret
nosotros hacíamos reuniones. Allí
estábamos aquella noche en que
nos llevaron presos a la jungla, nos
tuvieron un buen rato cautivos y
casi al amanecer nos soltaron. Mi
hermano habló con Bassols y éste
con el Presidente, así nos soltaron.
Pero a los pocos días me volvieron a llevar a dar un discurso con
motivo de las cenizas de Mella, y
entonces me volvieron a apresar.
Apenas caímos presos nos defendió un grupo de abogados que se
interesaban por intervenir en estas
cuestiones. Entre ellos figuraban
unos hermanos Zapata Vela, muy
conocidos, quienes inmediatamente
se lanzaron a la tarea de ponernos
en libertad. En ese grupo también
estaba Enrique González Aparicio.
Aquella noche, de las cenizas
de Mella estaban depositadas en
una urna que fue llevada para que
le rindiéramos homenaje con nuestros discursos. Pero como la policía ya andaba detrás de nosotros
para quitárnosla, la cambiamos,
y se llevaron una urna vacía. La
que tenía las verdaderas cenizas de
Mella fue enviada a Cuba y parece
que allí se quedaron.
Nos llevaron presos porque había consigna contra los comunistas.
En esa batalla contra nosotros se
había especializado un polizonte de
apellido Sotomayor, a tal grado que
usaba nuestras mismas palabras.
Le llamaba “filoso” a El Machete.
Decía: “ustedes son los que forman
parte del grupo del “filoso””.
El Socorro Rojo se formó con
gentes que estaban listas para acudir en defensa, por la vía legal,
de quienes caíamos presos. Todo
eso del Socorro Rojo se desbarató
cuando el general Cárdenas llegó
al poder, porque hubo una especie
de simpatía hacia nosotros. Tanto
así que la mayoría nos casamos,
de hecho ya no había lucha ni
represión. Cárdenas nos dejó actuar y si no nos ayudaba, cuando
menos veía con cierta indiferencia,
o hasta con simpatía. Las organizaciones fueron perdiendo así violencia y actividad revolucionaria.
Ya no había necesidad de eso.
Recuerdo que todavía en la
época del gobierno del general
Abelardo Rodríguez, cuando hacíamos mítines en la calle nos
caían los soldados y nos golpeaban.
En esa época apresaron a un grupo
y lo trasladaron a las Islas Marías.
Yo estuve a punto de ir. Entre los
que fueron estaban José Revueltas,
Miguel Velasco, un periodista español de nombre Rosendo Gómez
Domingo 21 de noviembre de 2010
Lorenzo, hermano de un revolucionario que vivió mucho tiempo
en Cuba y que tenía el apellido de
la madre. Este hermano se manejó,
cuando llegaron las tropas de Fidel
a Cuba, como representante del
director del periódico Gramma.
Manos Fuera de Nicaragua
(MAFUENIC) estuvo integrada
por gente del Partido Comunista. Entre ellos estaban Jacobo
Hurwitz, que era un refugiado peruano que vino a dar aquí. él y
todos los refugiados extranjeros
que conocían la situación de ese
país se afiliaron. Casi todos los que
estuvieron en MAFUENIC eran
miembros del partido o simpatizantes del mismo.
Por ese tiempo me pidieron
que me saliera del partido, porque
decían que tenía ciertos resabios
anarquistas y que mejor me aceptarían como simpatizante. No me
expulsaron, me aceptaron como
un simpatizante, pero casi todos
fueron miembros del partido.
Hurwitz8 fue a dar a la Unión
Soviética en la época en que yo
estuve allí, enviado por el Partido
Comunista. Hurwitz en el fondo
era también un aventurero. Y les
voy a decir una cosa que me hizo
en la Unión Soviética. Yo pasé con
la bandera tomada por Sandino y la
entregué a los comunistas en Alemania. Un día me encontré con un
retrato de Hurwitz, quien sostenía
la bandera y debajo de él había un
letrero que explicaba la lucha que él
había para pasar la bandera. Ese era
Jacobo Hurwitz, yo lo conocí bien,
un aventurero. Hurwitz también
pertenecía al Socorro Rojo.
Esteban Pavletich también era
un refugiado peruano, anduvo por
aquí, lo conocí poco. En cambio,
me acuerdo mucho de Julio Cuadros Caldas, porque se quedó en
Puebla. Era un alcohólico completo, esa era su desgracia. Escribió un libro con el título de México
Soviet, y otro que se llamaba El comunismo criollo en los que contó
cosas que vio. Como documentos
que dan testimonio de aquellos
días son bastante importantes, muy
importantes. Uno de esos libros me
interesa porque allí se refiere a mis
luchas contra Salvador Díaz Mirón
y publica la carta que redacté atacándolo. Esos libros relatan la infancia del partido, cuando éste era
un grupo ambiguo, heterogéneo,
donde había muchos intelectuales.
A José C. Valadés lo conocí mucho. Fue anarquista pero después se
hizo comunista, luego gobiernista
y no se cuántas cosas más. Era un
tipo muy simpático, muy agradable,
buen escritor. Cuando yo era anarquista anduve con Valadés. Luego
lo encontré en Los Ángeles trabajando en un periódico de allí. Él me
llevó a trabajar en ese periódico,
donde estuve una temporada. Por
ese entonces Valadés se comenzaba
a orientar hacia el comunismo. Aquí
ayudó a la creación del Partido Comunista. Después regresó a Estados
Unidos y allí vivió como periodista.
Luego se metió de secretario particular de Padilla, el secretario de
Relaciones Exteriores.
Notas:
1. 1898-1998. Poeta y revolucionario mexicano adherido a la ideología
maderista. Se unió a la lucha revolucionaria mexicana, en 1910, cuando
los hermanos Aquiles y Máximo Serdán murieron al ser atacados por
las tropas del general Porfirio Díaz. Combatió en las fuerzas de Venustiano Carranza bajo las órdenes del coronel Gabriel Rojano. En 1920, fue
forzado a huir durante la rebelión dirigida por Álvaro Obregón en Agua
Prieta. Militó en el Partido Comunista mexicano y en organismos tales
como la Liga Anti-imperialista y Manos Fuera de Nicaragua (MAFUENIC).
Fue el portador de la bandera estadounidense que conquistó Sandino
ante el II Congreso Anti-imperialista Mundial realizado en Frankfurt,
en 1929. Entre sus obras destacan: Plebe (1925), Esquina (1925), Mueran
los gachupines (1926), El movimiento estridentista (1926), Emiliano Zapata
(exaltación) (1927), El viajero en el vértice (1927), Lenin, un técnico de la
revolución social (1929).
2. Entrevista realizada el mes de noviembre de 1978 en la
3. Ángel Falco 1882-1933) Escritor anarquista uruguayo. Militar de ideas
libertarias. Dirigió las revistas Proteo (1916-1917) y La raza (1917). Es autor
de los dramas El hombre de la quimera (1911) y Héroes humildes (1922).
Escribió también diversos poemas: Cantos rojos (1906), Garibaldi (1907),
La vida que canta (1910), La leyenda del patriarca (1911), Troquel de fuego:
bocetos en rojo sobre la tragedia, 1915-1916 (1917), El Hombre Quimera:
Homenaje a Chaves (1919).
4. Armando Zegrí (1899-1972), escritor chileno vanguardista. Su verdadero
nombre era Armando Céspedes. En los años 20 del siglo XX se adhirió al
movimiento estridentista mexicano. Fue corresponsal de las Naciones
Unidas y corresponsal de la revista Ercilla en Estados Unidos. Cuando
Germán List Arzubide lleva la bandera tomada por Augusto Cesar Sandino
al Ejército Norteamericano en la batalla del Chipote, Zegrí le da hospedaje en Nueva York y cuelgan la bandera en la ventana del hotel. Entre
sus obras destacan: La risa del dragón (1921), El último decadente (1925), La
mujer antiséptica (1942), La gran experiencia del Pacífico (1947).
5. Eduardo Dato Iradier (1856-1921). Político conservador español, represor del anarcosindicalismo en Barcelona. . Fue asesinado en 1925 por los
anarquistas Pedro Matehu, Juan Casanellas y Luis Nicolau
6. Lázaro Cárdenas del Río (1895-1970), fue presidente de México de 19341940; destacó, entre otras acciones de gobierno, por la reforma agraria y la
creación de los “ejidos” en el agro mexicano; por la nacionalización de los
recursos del subsuelo, en especial, del petróleo y por haber brindado asilo
político a los exiliados españoles durante la guerra civil.
7. Secretario general del Partido Comunista Mexicano, participó en 1921 en
el III Congreso de la Internacional Comunista, donde tuvo una entrevista
con Lenin respecto a la persecución hacia los anarquistas en México.
8. Para una biografía completa se puede consultar la página http://www.
pacarinadelsur.com/home/figuras-e-ideas/50-jacobohurwitz-semblanzade-un-revolucionario-latinoamericano
el tlacuache 443
Esbozos de una
construcción ideológica
de la Revolución Mexicana
a través de Claridad
Ninguna revolución de cuantas se han
operado en este siglo, tiene para los pueblos
de América la significación que encierra
y propulsa la Revolución Mexicana. Ella
encierra la ansiedad de justicia social y de
libertad, latente a través de cuatro siglos, en
que el choque de dos mundos cruzaron su
destino para forjar un mundo nuevo.1
Perla Jaimes Navarro
D
urante las primeras décadas del
siglo XX, la influencia de los movimientos políticos y sociales, que
manifestaron el descontento en que
vivía la mayoría de los pueblos
latinoamericanos, se vio reflejada en la producción
de revistas y periódicos intelectuales que daban
testimonio de la similaridad de situaciones y pensamientos en regiones remotas. Revoluciones como la
Rusa, la China, la Cubana y la Mexicana significaron
un modelo a seguir en muchas luchas e ideologías,
mismas que dominaron gran parte del siglo XX.
De entre estas, la de México tiene un lugar primordial, no solo por ser la primera revolución del
siglo pasado, sino por el influjo que tuvo sobre los
movimientos políticos y sociales en nuestro continente. Tendemos a ver a nuestra Revolución desde
una esfera local, como si no hubiera sido más que un
movimiento exclusivamente nacional y cuyos efectos no se dejaron sentir en otras latitudes. En pocas
ocasiones nos detenemos a pensar en el impacto que
como primera revolución del siglo XX –y además
la primera de nuestro continente- pudo tener en el
resto de América Latina. Su papel como inspiradora
de los movimientos libertarios latinoamericanos se
ha dejado de lado. Sin embargo, las huellas de este
movimiento se dejaron sentir a lo largo de todo el
siglo pasado. Y continúan sintiéndose.
Así lo reflejan un gran número de revistas y periódicos intelectuales que circularon en varios países
de Latinoamérica durante buena parte del siglo XX.
Entre estos destacamos Claridad. Tribuna del pensamiento izquierdista, revista argentina fundada por
Antonio Zamora, publicada entre 1926 y 1941 y que,
al igual que otras de su tipo presentaron en sus páginas –entre otros temas- una visión de la recepción
del movimiento revolucionario mexicano.
Claridad se ocupaba de temas relacionados con
el arte, la literatura, y la política, prevaleciendo
los temas sociales. En su momento representó el
medio de expresión por excelencia de la corriente
de izquierda argentina. Destacaba en la mayoría de
sus temas la llamada revolución social y política, así
como el rechazo a las dictaduras, el militarismo, el
imperialismo estadounidense y el clericalismo.2 Así,
la Revolución Mexicana se insertó en el pensamiento
de esta revista, en la que varios de sus escritores dejaron registro de la influencia que el pensamiento y
los pensadores mexicanos ejercieron en ellos, dando
paso a sus propias ideologías.
En Claridad se vislumbra a México y su Revolución como ejemplo, como punto de partida para
la definición de sus movimientos y exigencias.
Incluso el pensamiento revolucionario, junto con
otras corrientes de pensamiento, contribuyó en la
conformación del Partido Aprista Peruano.3 Representa a los dirigentes de los distintos frentes revolucionarios como los salvadores del campesinado y
el proletariado. Por ejemplo, Francisco I. Madero es
considerado el “apóstol revolucionario, el presidente
mártir de la revolución”.4 Las temáticas que aborda
respecto a México y su revolución versan sobre
cuestiones agrarias, obreras, políticas, artísticas,
poniendo a México como ejemplo de modernidad
ideológica y a su revolución como una proeza en
defensa del obrero, víctima de explotación, y de la
riqueza nacional, acaparada por la burguesía y el
capital extranjero.
En palabras de Fernando Leon de Vívero:
“La revolución mexicana avanza, camina. No
retrocede ni se estanca. Los obstáculos que surgen,
las piedras que pretender entorpecer el paso ascendente, no pueden detener ya la marcha definitiva
de este movimiento auténtico, que no ha importado
consignas ni etiquetas de Europa, para la solución de
sus problemas.
Esta lección que nos da México es una prueba
evidente de que la revolución antiimperialista en
Indoamérica está en marcha…”5
Tradicionalmente no consideramos que la revolución mexicana haya tenido una influencia más que
nacional. Lo cierto es que tuvo gran preponderancia
en muchos intelectuales latinoamericanos. Revistas
como Claridad dan un claro testimonio de que esta
lucha armada traspasó nuestras fronteras. Esto no
significa que no solo se destaque su sesgo positivo.
Así como se le reivindica, también se reconoce las
grandes fallas y asuntos que este movimiento no resolvió o dejó inconclusos, como la cuestión agraria,
la explotación de la clase obrera, el rezago femenino,
para la que no representó cambio alguno en su condición de exclusión.
Notas:
1. Víctor Raúl Haya de la Torre, “Antiimperialismo y
el APRA”, Citado en: L.L.A. “México, nuestra revolución”, Claridad, Año 18, núm. 335, Buenos Aires, mayo
de 1939, pp. 20-22.
2. Ferreira de Cassone, Florencia, Índice de Claridad.
Una contribución bibliográfica, Ed. Dunken, Buenos
Aires, Argentina, 2005.
3. Arriola, Juan Carlos, “El proceso evolutivo del
Aprismo”, APRA en Claridad, Año 14, núm. 288, Buenos Aires, abril de 1935. Origen y política del Aprismo,
p. 26.
4. L. Guezala Gochi, México, Vanguardia de Hispanoamérica, Claridad, Año 17, núm. 328, Buenos Aires,
agosto de 1938, pp. 23-25.
5. Vívero, Fernando León de: “México y el Petróleo”
Claridad, Año 17, núm. 325, Buenos Aires, mayo de
1938, pp. 65-70.
el tlacuache 443
Domingo 21 de noviembre de 2010
Cien años después
En imágenes, la Revolución
invade todo México
T
estimonios de una guerra. Fotografía de la
Revolución Mexicana, exposición que se
presentará simultáneamente en 29 museos
del país, a partir del 18 de noviembre y
hasta febrero de 2011, se plantea como una
reflexión visual-testimonial “no sobre los revolucionarios, sino sobre
los revolucionados”, los seres anónimos a quienes les tocó vivir y
padecer éste que fue el primer alzamiento social del siglo XX.
El historiador de la imagen, John Mraz, retoma esta expresión del
escritor mexicano Luis González y González, para manifestar el hilo
conductor de la exhibición bajo
su curaduría y organizada por el de las Revoluciones de México
Instituto Nacional de Antropolo- y de Fundación Televisa, desgía e Historia (INAH-Conaculta), tacó Lourdes Herrasti, coordien la que mediante 145 imáge- nadora nacional de Museos y
nes, casi todas ellas inéditas, se Exposiciones del INAH.
revela también el papel: de juez y
El recorrido visual abarca de
parte, que los fotógrafos jugaron 1910 a 1920, y deja en claro
durante la gesta civil.
la devastación ocurrida durante
“Mi principal interés, en tér- una década; se calcula que entre
minos de contar la Revolución 2.0 y 3.5 millones de mexicanos
por medio de fotografías, es res- murieron como consecuencia de
catar la experiencia de la vida la Revolución. Por ejemplo, el
cotidiana y brindar una visión de público podrá observar tomas de
cómo se puede representar este refugiados huyendo de la Ciudad
momento histórico sin recurrir de México durante los hechos de
necesariamente a los retratos de la Decena Trágica.
los caudillos o de otros personaImágenes del horror también
jes más conocidos.
son las filas interminables de
“Al mismo tiempo, otra de personas en espera de comida
mis preocupaciones es desmi- y agua, el Bosque de Chapultetificar la figura de Agustín Víc- pec talado debido a la escasez
tor Casasola como ‘El fotógrafo de combustibles como el carde la Revolución’, de modo tal bón, los verdaderos niños de la
que se descubren muchos nom- Revolución: los huérfanos, así
bres más que cubrieron la larga como hombres y mujeres que se
guerra civil comprometidos con vieron impulsados a sobrevivir
diferentes facciones”, comenta uniéndose a los diferentes gruJohn Mraz, académico de la Be- pos armados.
nemérita Universidad Autónoma
Con la intención de dar made Puebla (BUAP).
yor énfasis a la imagen captada,
Las impresiones (en blanco y 36 fotografías están acompañanegro, estándar y panorámicas) das por “testimonios” o anécque componen Testimonios de dotas seleccionadas por el inuna guerra —exhibición estruc- vestigador John Mraz. En este
turada por la Coordinación de sentido, sobresale la cita de un
Museos y Exposiciones— proce- general huertista que vio a Franden en su mayoría de la Fototeca cisco Villa “desplomarse” ante
Nacional de INAH, destacando la sentencia de su ejecución,
su más reciente adquisición: el posteriormente el “Centauro del
Fondo Hoffman-Brehme.
Norte” contradijo esta versión
Otras colecciones y acervos aludiendo que “lloraba de rabia”
que se integran a esta exposi- por desconocer los motivos de
ción, son los procedentes de la su condena.
BUAP, de las universidades NaLos núcleos temáticos de la
cional Autónoma de México y exposición son: El Porfiriato.
Panamericana, del Archivo Ge- Del estudio a la calle; El madeneral de la Nación, del Instituto rismo. Hacia una fotografía de
Nacional de Estudios Históricos guerra; El zapatismo. Las cá-
maras surianas. El orozquismo.
Los “colorados”; La Decena
Trágica y el huertismo. Fotografiar la reacción; La invasión
a Veracruz. Milicia e imágenes; El villismo. Un caudillo de
la cámara; El convencionismo.
Presencia revolucionaria y El
constitucionalismo. El registro
de la victoria.
Cada uno de estos episodios
fue capturado por una gran variedad de fotógrafos entre quienes se pueden citar: Samuel Tinoco, Antonio Garduño, Manuel
Ramos, Gerónimo Hernández,
Armando Salmerón, Cruz Sánchez, Eduardo Melhado, Ignacio Medrano Sánchez, Jesús H.
Abitia, los hermanos Cachú, la
agencia de Heliodoro J. Gutiérrez, y en un caso hasta ahora
poco conocido, la primera fotógrafa vinculada a este alzamiento, Sara Castrejón.
Al respecto, John Mraz
abunda que “la concepción general es que la fotografía de
la Revolución fue realizada por
los fotoperiodistas, y no, ellos
prácticamente no salieron de la
Ciudad de México. ¿Quiénes hicieron la fotografía?, yo diría que
fueron fotógrafos profesionales,
pero de provincia.
“Básicamente tenemos fotógrafos de estudio que se vinculan con las diferentes causas,
por ejemplo, Cruz Sánchez es
zapatista, al igual que Sara Castrejón. Los hermanos Cachú se
unieron al villismo. La Revolución no sólo ‘jalo’ a la gente,
también la gente se vio empujada a tomar partido”.
Finalmente, Mraz —autor del
libro Fotografiar la Revolución
Mexicana. Compromisos e iconos, que publicará en breve el
INAH— concluye que el problema para comprender las imágenes de esta guerra, es que la
explicación ha tenido un carácter
mítico, “que Agustín Víctor Casasola hizo todas esas fotos”.
La exhibición de Testimonios
de una guerra estará acompañada, en sus 29 sedes, de dos
materiales audiovisuales que in-
Sedes simultáneas de esta exposición
1.
2.
3.
4.
5.
Museo de El Carmen, Ciudad de México
Museo Regional de Aguascalientes
Museo Regional de Chiapas
Museo Regional de la Laguna, Coahuila
Museo Regional de Guanajuato,
Alhóndiga de Granaditas
6. Museo Regional de Guadalajara, Jalisco
7. Museo Regional Cuauhnáhuac, Morelos
8. Museo Regional de Nayarit
9. Museo Regional de Nuevo León, Ex-Obispado
10.Museo Regional de Puebla
11. Museo Regional de Querétaro
12.Museo Regional Potosino
13.Museo Regional de Sonora
14.Museo Regional de Tlaxcala
15.Museo Regional de Yucatán, Palacio Cantón
16.Museo de la Revolución en la Frontera, Ciudad Juárez
17.Museo Ecatepec, Casa de Morelos, Estado de México
18.Museo Histórico de Acapulco, Fuerte de San Diego
19.Museo Histórico del Oriente de Morelos, Cuautla
20.Museo de Guadalupe, Zacatecas
21.Centro INAH Campeche
22.Centro INAH Durango
23.Centro INAH Tabasco
24.Centro INAH Veracruz
25.Centro INAH Hidalgo
26.Centro Cultural Nuevo Laredo
27.Centro Cultural Palacio Clavijero, Morelia
28.Centro Cultural Santo Domingo, Oaxaca
29.Casa de Cultura de Gómez Palacio, Durango
cluyen documentos filmados en
formato de cine durante la Revolución Mexicana. Estos fragmentos (con duración de seis
minutos y subtítulos a la usanza
de los noticiarios de la época)
son propiedad de la Filmoteca de
la UNAM y fueron restaurados
por el INAH.
También, de manera específica para esta muestra, se integró
un programa musical titulado Sonidos de la Revolución, que estará compuesto por 33 pistas de
diversos géneros musicales que
recrean esa época centenaria.
Para el caso particular del
Museo de El Carmen, en la Ciudad de México, se organizó un
ciclo de cine en el que destaca
la proyección de la trilogía de
Fernando de Fuentes sobre la
Revolución: El prisionero 13, El
compadre Mendoza y Vámonos
con Pancho Villa. Cabe mencionar que la reciente remasterización de estas cintas fue
resultado de un convenio entre
el INAH y la UNAM a través de
su Filmoteca.
Otro apoyo para el recorrido
de Testimonios de una guerra,
en dicho recinto del DF, será el
uso de audioguías con pluma
interactiva, dispositivo que permitirá disfrutar y tener mayor
información sobre los contenidos de la muestra.
Organo de difusión de la comunidad del Centro INAH Morelos
Matamoros 14, Acapantzingo, Cuernavaca, Morelos
[email protected]
www.lajornadamorelos/suplementos/el-tlacuache
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