Meant to be – Lauren Morril

Transcripción

Meant to be – Lauren Morril
AGRADECIMIENTOS
Gracias a todas las lectoras que siguieron la traducción, por sus
comentarios y su paciente espera. Deseamos que el libro sea de su
agrado.
MODERADORA
Anabelle
TRADUCTORAS
Monikgv
Elle87
munieca
Amy
Mel Cipriano
Juli
Cris_Eire
MarMar
Anelynn
Mari~
Chachi—
kass
Joha quinto
joseee96
CrisCras13
Nats
Dannita
becky_abc2
Annabelle
♥...Luisa...♥
Mdeleyn
Dannita
Aria Obispo
Killer Queen
Marie.Ang
Christensen
Danny_McFly
Majo_Smile
Jo
pau_07
CORRECTORAS
Melii
LuciiTamy
Vericity
Zafiro
Lalu♥
Jessi Redondo
Deeydra Ann
Juli
Violet~
LadyPandora
tamis11
Mrs.Styles ♥
Itxi
Verito
LECTURA FINAL
Lalu♥
DISEÑO
Jasmín
Índice
Sinopsis
Capítulo 15
Capítulo 1
Capítulo 16
Capítulo 2
Capítulo 17
Capítulo 3
Capítulo 18
Capítulo 4
Capítulo 19
Capítulo 5
Capítulo 20
Capítulo 6
Capítulo 21
Capítulo 7
Capítulo 22
Capítulo 8
Capítulo 23
Capítulo 9
Capítulo 24
Capítulo 10
Capítulo 25
Capítulo 11
Capítulo 26
Capítulo 12
Capítulo 27
Capítulo 13
Sobre el Autor…
Capítulo 14
4
D
Sinopsis
estinados a estar juntos o a no estar juntos… he ahí el
dilema.
Una cosa es derramar tu café con crema de avellana, y
otra muy distinta es enamorarse y suspirar por el chico
equivocado. Julia, una estudiante ejemplar, puede que sea propensa a
accidentes, pero es la reina en seguir las reglas y siempre estar
preparada para cualquier cosa. Es por eso que, todo el tiempo,
mantiene un lápiz afilado en su bolsa y un Shakespeare de bolsillo en su,
bueno, bolsillo. Y es por eso que también ha elegido a Mark Bixford, el
flechazo de su niñez, como su DAEJ.1
Pero en estas vacaciones de Semana Santa, las reglas de Julia
están a punto de ser lanzadas por la ventana, cuando en un viaje
escolar a Londres, le asignan como compañero a su némesis personal,
Jason, el payaso de la clase. Luego de una muy salvaje fiesta, Julia
comienza a recibir mensajes románticos… ¡provenientes de un número
desconocido! Entonces, Jason le promete ayudarla a descubrir la
identidad de su misterioso pretendiente si ella acepta romper algunas
reglas en el camino. Y así es como comienza una salvaje y tonta
persecución por todo Londres, que conducen a Julia cada vez más
cerca a la mayor sorpresa de todas: el amor verdadero.
Porque a veces, las cosas menos esperadas, son las más
destinadas a ocurrir.
1
Destinados a estar juntos (MEANT TO BE)
5
1
Actos Sucios a Nueve Mil Metros de Altura
Traducido por Monikgv
Corregido por Melii
Que tengas un buen viaje—y siéntete libre de hacer lo que yo no
haría (: —P
H
ay ciertas cosas en la vida que simplemente apestan. Llenar
un gran tazón de cereal antes de darte cuenta de que la
leche ha caducado, la palabra es “esponjado”, caer de
bruces en la barra de ensalada en frente del equipo de lacrosse…
—¡Bird strike2!
Estar en un avión con Jason Lippincott es otra de ellos.
Dos filas delante de mí, Jason está sosteniendo sus manos en
oración de manera irónica mientras nuestro avión rebota como si
estuviera en una cuerda de bungee. No es que yo tendría alguna idea
de cómo se siente hacer bungee jumping, ya que preferiría competir en
un concurso de ortografía usando mi ropa interior que saltar de una
grúa solo con una cuerda atada a mi alrededor. Al menos saldría de la
competencia con una medalla.
Cuando el avión desciende varios cientos (¿miles?) de metros, yo
agarro muy fuertemente el reposabrazos. Las oraciones de Jason
pueden ser broma, pero las mías son muy, muy reales. Dios, por favor
regrésame a salvo en la tierra en Londres… y en el proceso, ¿tal vez
podrías encontrar una manera de callar a Jason?
Odio volar. En serio. LO. ODIO. Me parece mal avanzar por las
nubes a gran velocidad en un tubo de metal. Tiene tanto sentido como
ser lanzado al océano con una honda.
2
Expresión usada en situaciones peligrosas o comprometedoras.
6
Meto mi Shakespeare de bolsillo en el respaldo del asiento y
vuelvo a alinear cuidadosamente las revistas que han rebotado fuera
de formación en mi bandeja.
—¡Estamos cayendo! —Ese es Jackson de nuevo, por supuesto.
El avión rebota incluso peor que antes. Mis rodillas chocan contra
la bandeja, enviando mi paquete de cacahuates a medio comer y mi
pila completa de revistas lloviendo en el pasillo. Instintivamente agarro
el reposa brazos una vez más, y el hombre de negocios junto a mí deja
escapar un grito fuerte.
Oops. No es el reposa brazos. Es su muslo. (Pensé que se sentía un
poco flojo.)
Murmuro una disculpa y ajusto mi agarre de kung fu hacia el
reposa brazos real esta vez.
Respira. Respira. Cierro mis ojos y trato de imaginar a Mark.
Extrañamente, la primera imagen que viene a mi cabeza es su
foto del anuario. Él tiene los rasgos perfectamente proporcionados de
un modelo. Una brillante blanca sonrisa con perfectos dientes alineados
en una línea perfecta, excepto por ese diente, a tres del centro, que es
un poco torcido, que me encanta, porque es una especie de muestra
de lo rectos que son los demás. Y su pelo marrón grueso, ondulado
siempre está en el lugar correcto, revuelto lo suficiente pero no
demasiado, sin la ayuda de algún producto grasiento o crujiente para el
cabello. Perfecto. Justo como él. Finalmente comienzo a sentirme
tranquila, como si estuviera costeando a través del océano en la parte
posterior de un pequeño pájaro en vez de estar sujeta a una dura silla
de poliéster.
Entonces Jason deja escapar un fuerte—: ¡Woooo!, —rompiendo
mi Zen inspirado por Mark.
Me siento con la espalda recta. Jason tiene sus brazos levantados
como si estuviera en una montaña rusa. Una bonita azafata se desliza
por el pasillo hacia él. Bien. Si Dios no puede hacer que Jason se calle,
tal vez ella pueda.
Estiro el cuello para una mejor visión de la reprimenda que sé que
viene en su camino. En vez de eso, veo a la azafata darle una servilleta
doblada hacia arriba, la cual él inmediatamente abre para revelar una
pila de galletas de chocolate. Por la manera en la que él las está
manipulando, con delicadeza, sé que aún están calientes.
La azafata le lanza una sonrisa a Jason. Él le dice algo y ella se ríe.
¡Él actúa como un idiota y aun así consigue aperitivos de primera clase!
—Oh Dios mío. Él es demasiado. ¿No es gracioso? —Esa es Sarah
Finder, residente de la zona a treinta millas de Newton North. Ella está
codeando a su compañera de asiento Evie Ellston, en las costillas,
asintiendo en dirección de Jason.
7
—En serio. Adorable. Y la cosa con Scarlet ha terminado,
¿verdad?
—Está muy terminado. Terminaron hace dos semanas. —Por
supuesto que Sarah sabe. Hasta el momento, durante las tres horas y
veintisiete minutos que hemos estado en este vuelo, Sarah y Evie no han
dejado a un estudiante sin discutir (excepto por mí, posiblemente
porque la última vez que hubo un chisme sobre mí, fue en octavo
grado, cuando Bryan Holloman pegó una rosa de fieltro en mi casillero
el día de San Valentín. La única razón por la que a alguien le importó, se
descubrió al siguiente día, la rosa estaba en realidad destinada para
Stephenie Kelley. Desde mi punto de vista en el asiento directamente
detrás de ella, ya he escuchado sobre el supuesto trabajo en la nariz de
Amber Riley, la reciente suspensión de Rob Diamos por fumar cigarrillos
en el armario del conserje, y la vergüenza por la que estaba pasando
Laura Roberts, habiendo recibido el Honda ‟00 de su madre en lugar del
Range Rover nuevo que había estado diciendo a todos que obtendría.
—¿Crees que él esté todo herido y necesitado? ¿A la caza de
alguien nuevo? —Evie tiene una de esas bocas de gran tamaño
conectada a una cara de gran tamaño que hace que las vocales
suenen una milla más largas.
—Lo dudo, —responde Sarah. Luego, bajando la voz—: Él dijo que
está tratando de unirse al mile-high club3.
—¿En serio? ¿Eso no es, como, cuando la gente… ya sabes… en
un avión? —Por la forma en la que la voz de Evie salta a los octavos de
Mariah Carey, es difícil decir si está horrorizada o interesada en firmar
como socio dispuesto.
—¡Shhh! Y sí. Totalmente. Ya sabes cómo es él. Dispuesto
a cualquier cosa —dice Sarah.
Qué asco. Digo silenciosamente una oración para que Dios
pueda añadir a Sarah a la lista de Personas a Quedar Temporalmente
Mudas mientras él está trabajando por mantener nuestro avión en el
cielo. Quiero decir, no soy para nada una de esas puritanas que creen
que el sexo siendo adolescentes es algún tipo de pecado mortal o
muerte social. No tengo problemas con el sexo. Es sólo que pasa que yo
no lo tengo. Si estuviera teniendo sexo, desde luego no lo estaría
haciendo en el baño de un avión. ¿Quién quiere tener actos sucios en
un lugar tan… estrecho y sucio?
Cierro mis ojos y trato de regresar a Mark, pero la voz de Sarah
sigue deslizándose en mis visiones como uno de esos infomerciales de
cuchillos. Corta latas, zapatos, y fantasías.
3Es
un término del argot que aplica colectivamente a las personas que tienen
relaciones sexuales mientras está a bordo de un avión.
8
Sin el Mark imaginario para hacerme compañía, sólo hay una
manera de bloquear simultáneamente la boca más grande de Newton
North y alejar las visiones del airemagedón. Saco mi iPod de mi cartera
de cuero púrpura, que está escondida con seguridad debajo del
asiento frente a mí. Desenrollo los audífonos y hago clic en algunas
canciones suaves (Hayward Williams es mi elección musical del
momento. Es como si alguien hubiera puesto grava y mantequilla en
una licuadora y de ahí salió su voz). Pero a medida que alcanzo hacia
atrás para ponerme los audífonos, encuentro algo húmedo y pegajoso
anidado en mis rizos. Tiro del final de mi cola de caballo hacia mi cara
para encontrar una bolita de lo que parece, huele, y se siente como
goma de mascar de uva.
Un ataque de risas estalla detrás de mí, y me doy la vuelta para
ver a un niño pequeño, tal vez de siete años, usando una camiseta de
Buzz Lightyear. Él está sonriendo como un maníaco, su madre
durmiendo pacíficamente a su lado.
—¿Tú lo hiciste? —susurro, sacudiendo furiosamente mi cabello
hacia él.
—¡Oops! —exclama antes de disolverse en otra risa histérica, sus
mejillas gordas ardientes bajo su mata de rizos rubios.
Añade niños a la lista de cosas que odio. Volar y niños.
Después de varios minutos de selección cuidadosa, seguida por
unos tirones (todo mientras agradezco a mis padres por hacerme hija
única), se vuelve claro: Voy a tener que dejar mi asiento e ir al baño, en
total desafío de la orden del piloto de abrocharse los cinturones.
Yo no uso los baños de los aviones. Es una regla. Y realmente no
me gusta romper las reglas. (Es algo como una de mis reglas.) Quiero
decir, si voy a caer en picada a mi muerte, no va a ser con mis
pantalones alrededor de mis tobillos. Por otra parte, una gran bola de
goma de mascar de uva en mi cola de caballo definitivamente
constituye una emergencia, no importa que tan poco me preocupe por
mis ondas castañas salvajes con exceso de cloro. Cuidadosamente
desabrocho mi cinturón, manteniendo un ojo en la galera de las
azafatas, y hago una línea recta hacia el lavabo.
Mientras levanto el lío púrpura y pegajoso en el que se ha
convertido mi cabeza, puedo escuchar risitas tenues viniendo a través
de la pared. ¿Qué le pasa a todo el mundo en este vuelo actuando
como si fuera un día en Six Flags4? Yo preferiría estar en el Titanic a este
punto. Al menos estaría viajando cómoda, con vasos de cristal y toallas
calientes.
Six Flags es la cadena más grande a nivel mundial de parques de diversiones y
temáticos.
4
9
Finalmente tiro el último pedazo de goma de mascar y salgo del
lavabo, luchando con la pequeña puerta corrediza, que ha agarrado la
manga de mi sudadera. Busco a tientas alrededor, golpeando mi codo
en el marco de la puerta, antes que finalmente me libera azotándome
al salir. Justo en ese momento el avión rebota duro, y soy lanzada fuera
del baño como una bala de cañón. Un par de brazos me salvan de
golpear mi cabeza contra la estrecha puerta. Miro hacia arriba para ver
a Jason Lippincott sosteniéndome en mis pies.
—¡Lame Libros! —dice, invocando mi apodo menos favorito de la
secundaria. Él sonríe, varias pecas de su frente se arrugan—.
¿Disfrutando de tu vuelo?
Me alejo de él. —Es Julia —contesto tan calmada como es
posible, ajustando el dobladillo de mis pantalones, que se han
enganchado en la suela de mi zapatilla.
—Por supuesto —dice él, señalando hacia el pasillo—. Después de
ti.
—Um, gracias —le digo. Tal vez él puede ver lo mucho que quiero
regresar a mi cinturón de seguridad.
Mientras camino por el pasillo, comienzo a notar las miradas de
mis compañeros en mí. Las miradas rápidamente se convierten en risillas
y luego en risas. Ryan Lynch, el capitán de lacrosse de Newton North,
me está sonriendo estúpidamente. Sarah está susurrando furiosamente a
Evie, sus ojos fijos es mi dirección. No tengo la menor idea de lo que está
pasando, e inmediatamente me pregunto si hay más goma de mascar
en mi cabello o si tengo algo en la cara. Toco mi cabello cuando un
gesto salvaje atrapa el rabillo de mi ojo. Me doy la vuelta para ver a
Jason haciendo un movimiento de empuje en mi dirección, guiñándole
un ojo a Ryan, quien extiende la mano para chocar los cinco con Jason.
Oh Dios mío. De ninguna manera. Ellos creen que
éramos nosotros, en el baño, con lo del mile-high club y todo eso. ¡Ellos
creen porque él los está haciendo creer eso! ¡Cómo pueden creer que
yo haría alguna cosa con Jason Lippincott, mucho menos algo en el
baño de un avión! Mis ojos vuelven a Sarah, quien todavía está en
modo de chismosa, su mirada clavada en mí. Si Sarah sabe, todos
saben, lo que significa que sólo es cuestión de tiempo antes de que las
noticias vuelvan a Mark. Y para ese entonces, ¿quién sabe qué tan loco
se volverá el rumor? Newton North es a veces como un gigantesco
juego de teléfonos.
Una cosa es cierta: el bueno, dulce, amable, atento Mark no va a
querer nada conmigo si piensa que he estado semi desnuda con Jason
en un vuelo trasatlántico.
Aunque Jason ha dejado de empujar, sigue riendo y chocando
los cinco con sus compañeros de asiento. Chocando los cinco. Sí.
10
Primero me llama Lame Libros; ¡luego pretende que tuvo actos sucios
conmigo a nueve mil metros de altura!
Todo lo que puedo hacer es darme la vuelta y sisear—: ¡Basta! —
antes de dejarme caer en mi asiento. Meto mis audífonos en mis orejas,
subo el volumen en mi iPod, y trato de ahogar mi humillación con
algunas canciones. A este punto, estoy casi deseando un accidente.
11
2
Cafés con leche y Piernas largas
Traducido por Mari~
Corregido por Melii
¿Es demasiado tarde para que vengas con nosotros en su lugar?
—Jules
P
aso todo el resto del vuelo furiosa. Me gustaría que mi mejor
amiga, Phoebe, estuviera aquí, ella sabría exactamente que
decirle a Jason y como decirle sus verdades. Ella es la reina
de las réplicas.
Cuando aterrizamos en Londres, marcho directamente hacia él
en el reclamo de equipaje, estoy lista.
—Escucha, si quieres comportarte como un niño con exceso de
cafeína, esa es tu prerrogativa, pero déjame fuera de eso. Yo nunca me
besuquearía contigo, y ciertamente no… —en el último segundo, no
puedo ni decirlo, no con Jason sonriéndome como idiota. Tomo una
respiración profunda—. No en un avión ni en cualquier otro lugar.
Nunca. Así que apártate. ¿Bueno?
—Prerrogativa, ¿eh? —él se ríe, desenvolviendo un trozo de
Bubble Yum de uva y haciéndolo estallar en su boca.
—Es una palabra de SAT, así que tal vez nunca la hayas
escuchado. —Bueno, era algo como Yo soy goma y tú eres pegamento,
pero no me pasé de la línea de apertura mientras escribía mi guion.
—Oh, si la conozco. Siete veinte verbal —dice, y luego se inclina
más cerca. El olor de goma de uva llega a mi cara, y arrugo mi nariz
para bloquearlo—. Pero no le digas a nadie. Podría arruinar mi
reputación de “Niño con exceso de cafeína”.
Empiezo a buscar una réplica que darle, pero soy salvada por un
pequeño terror, estrellándose en mis piernas. Miro hacia abajo para ver
al niño del avión, su camiseta de Buzz Lightyear arrugada, sus rizos rubios
en nudos.
12
—Cuidado —le digo, pero él está muy ocupado chocando la
mano con Jason antes de correr hacia al carrusel de equipaje (y a sus
padres, espero)—. ¿Qué fue todo eso?
Jason está desgarrando el envoltorio de chicle en trozos cada vez
más pequeños hasta que apenas mantiene la estructura molecular de
papel. Llueve abajo hacia su zapato. En ese momento, la risita traviesa
suena en mi oído y mi mano vuela hasta mi pelo.
—¡Tú! —Lloro, cuando veo a Jason soplar una burbuja
perfectamente redonda que ocupa la mitad de su cara. Todavía
puedo ver los contornos borrosos de pecas a través de la burbuja, y
quiero desesperadamente atestar mi dedo en ella y salpicar sus
mechones de goma. A ver si le gusta—. No les puedes dar goma a los
niños pequeños
—¿Por qué no? parecía aburrido. —Jason se encoge de hombros,
volviéndose hacia el reclamo de equipaje—. Cielos, mamá, ¿por qué no
tratas de bajar el estrés uno o veinte niveles abajo, de acuerdo? Estas
son vacaciones.
—Estas no son vacaciones, se trata de educa… —empiezo, pero
Jason me interrumpe con un gesto de silencio que me parece haber
visto en El Encantador de Perros.
—¿Sabes cuál es tu problema, lamedora de libros? —dice,
balanceándose sobre sus talones. Me da un guiño rápido—. No
conoces la palabra “diversión”. Quizás es porque no está en el SAT.
Se sacude mientras pasa de mí, hacia el reclamo de equipaje.
Me quedo aturdida, odiándolo con el calor de una supernova.
Estoy tan aturdida que pierdo mi bolso a medida que pasa el carrusel, y
tengo que esperar a que regrese de nuevo. Al estirar mi cuello,
buscando mi gran bolsa de color verde, sombras gemelas me
alcanzan.
Levanto la vista para ver que estoy flanqueada por un par de
cigüeñas humanas. Llevan jeans ajustados que coinciden y camisetas
sin mangas y tienen los mismos pañuelos multicolores envueltos
alrededor de sus cuellos de cisne. Lo único que las distingue es que una
de ellas tiene una alta y apretada cola de caballo color castaño rojizo y
la otra tiene una alta y apretada cola de caballo rubia y está
sosteniendo un café helado gigante del tamaño de su cara.
—Juro por Dios, que si nuestro piso tiene literas, caminaré mis
Manolos directamente al próximo vuelo de regreso a Estados Unidos —
dice la rubia—. La última vez que vine a la Semana de la Moda, tuvimos
cuatro literas en una habitación, me sentí como si estuviera en un
campo de la moda, definitivamente no lo haré de nuevo.
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—Puedo manejar las literas, mientras que Úrsula no esté ahí —
responde la morena, subiendo su bolso en su huesudo hombro—. Ella
ronca como un leñador.
Santo Dios, modelos reales, de carne y hueso. O hueso. Ellas
ciertamente lucen hambrientas y con exceso de cafeína. Ahí es cuando
me doy cuenta de que hay muchas mujeres de más de dos metros que
vagan por el área de equipaje. El aeropuerto ha sido tomado por
glamorosas con mejillas hundidas y maletas negras con ruedas. Están
pavoneándose sobre el linóleo en tacones de diez centímetros como si
hubieran salido de Vogue Italia y no de un vuelo de seis horas y media.
—¿Ya sabes que espectáculos te tocan? —la morena a mi
izquierda pregunta, escaneando el carrusel en busca de su maleta.
—Tengo algunas audiciones mañana —responde la rubia. Ella le
da a su café helado un perezoso y desinteresado batido—. Mi agente
dice que Stella McCartney es totalmente una cerradura. Y por supuesto,
Marc Jacobs, como que, me ama.
Atrapo a la morena rodando los ojos mientras ella agarra la
maleta de la cinta transportadora en un movimiento grácil y fluido. He
estado tan distraída en su conversación que no me he dado cuenta de
que mi bolso está a punto de pasar de nuevo. Buceo por ella, mis dedos
apenas cerrándose alrededor de la manija de nylon. Tiro de mi peso
hacia atrás, para sacarla del carrusel, pero gracias a las guías que
empaqué, el bolso es más pesado de lo que pensaba. Siento que esto
me hace perder el equilibrio. Voy hacia abajo.
Cuando empiezo a inclinarme hacia atrás, sin embargo, un
cuerpo rompe mi caída. Desafortunadamente, es la modelo rubia, cuya
delgada figura no está preparada para mi estructura muscular y diez
toneladas de equipaje volando hacia ella como un avión furtivo.
—¿Qué de… —grita cayendo hacia atrás de su calzado de
plataforma. Caemos abajo en una maraña de brazos y piernas, su café
en una inundación en el piso, ahora empapándose en mis pantalones
deportivos.
—Oh, Dios mío, lo siento —murmuro, completamente mortificada.
Me esfuerzo por trepar, y estoy casi de pie cuando mi pie se engancha
en el mango de mi bolso y me caigo otra vez, aterrizando de trasero en
el charco. Puedo sentir el líquido frío y pegajoso empapando mi ropa
interior. Genial—después de los rumores de haberme unido al grupo de
una milla de alto, una sospechosa mancha en mis pantalones
deportivos es la última cosa que necesito. ¿Mencioné que odio volar?
Desenredo mis pies, agarro mi bolso, y hago una carrera hacia las
puertas corredizas, antes de someterme a un rabieta estilo supermodelo.
—Lo siento —le grité por encima de mi hombro.
14
—Me debes un café —me grita la rubia, pero yo no miro hacia
atrás.
Cuando llego a la acera, escaneo la multitud de mi grupo para
no perder al autobús. Veo a Jason y empiezo a caminar hacia él, pero
rápidamente me doy cuenta de que él no está con el grupo. Está
ocupado hablando con una supermodelo de pelo negro que está a
punto de subir a un sedán negro brillante. Por supuesto.
Otro sedán aparca justo en frente de mí. Los vidrios polarizados
proporcionan un perfecto reflejo de mi apariencia después del vuelo. Mi
cabello es un lío salvaje, mis ojos están inyectados en sangre, y ahora
tengo café salpicado de pies a cabeza, incluyendo una gran mancha
de humedad en el trasero.
Genial. He llegado a Londres con el aspecto de una persona sin
hogar—e incontinental—persona loca.
Levanto mi bolso sobre mi hombro. Finalmente veo a mis
compañeros reunidos en frente de un gigante autobús de tour color
azul. La Sra. Tennison está bulliciosa alrededor, contando cabezas y
comprobando las cosas en su portapapeles. Casi todo el mundo ha
subido al autobús mientras que yo estoy llevando mi bolso con
monograma hacia ellos.
Volar, niños, modelos y llegar tarde. Y Jason Lippincott. La lista de
las cosas que odio se vuelve más larga cada vez.
Me subo al autobús detrás de Deirdre Robinson y su descomunal
pelusa de pelo rubio rizado y me deslizo en un asiento vacío en la parte
delantera, con la esperanza de que permanezca vacío excepto por mí.
Sí, hay veinte estudiantes en este viaje, y yo soy muy amiga de,
exactamente ninguno de ellos. Van a ser unos diez días muy largos.
Cuando todo el mundo en mi año en clase de literatura tuvo la
oportunidad de ir a Londres durante las vacaciones de primavera,
pensé que por lo menos un puñado de mis compañeros de natación
iba vendría al viaje. Sin embargo, a pesar de mi cuidadosa planificación
y organización, me las arreglé para inscribirme y entregar mi depósito
antes de darme cuenta de que había conflicto con el encuentro de
natación de MetroWest Invitational. Es en el encuentro en donde batí el
record en estilo libre.
Así que aquí estoy y mis compañeros no.
Perder el encuentro de natación me pone nerviosa, y empiezo a
tocar mi dedo dentro de mi zapatilla. Le prometí al entrenador Haas
que haría vueltas extras estando aquí (nuestro hotel tiene una piscina,
gracias a Dios), y espero que él no me haya sustituido por el tiempo en
que yo vuelvo.
15
—Relájate, Julia —el entrenador Haas me dijo cuándo le
mencione que mantendría mi entrenamiento. —Solo trata de tener un
poco de diversión mientras estas allí, ¿de acuerdo?
Aparentemente nadie entiende que mi versión de diversión
incluye vueltas, guías y seguir las reglas.
Joel Emerson deambula perezosamente por el pasillo, y lo veo
pausar al lado de mi asiento, así que rápidamente dejo mi equipaje de
mano en el. Joel pasará el autobús entero haciendo una imitación
jugadas de lacrosse, lo cual estoy segura me mareará.
Maldición, Phoebe, te mataré por haberme abandonado.
Los padres de Phoebe se negaron a dejarla saltarse la reunión
familiar de Lis, organizado cada cinco años en Chicago. Ninguna
cantidad de súplica de ninguna de las dos los movió un centímetro.
Phoebe incluso sacó la tarjeta de “se verá muy bien en mis
aplicaciones de la universidad”, pero fue en vano. Ella es una artista
increíble y ella totalmente entrará a la Escuela de Diseño de Rhode
Island. Y con esperanza, yo entraré a Brown, y vamos a compartir un
apartamento en una gran Provincia Victoriana con paredes claras y
una torreta.
—Bueno, al menos hay una playa —le dije la semana pasada.
Después de meses de rogarle, finalmente la convencí de
reorganizar su armario. Phoebe dice que es enfermo, pero organizar las
cosas de los demás es como una especie de pasatiempo para mí. Hay
algo increíblemente satisfactorio en poner cada cosa en su lugar.
—Es el largo Michigan… que si acaso cuenta como playa —dijo y
sacó la lengua mientras se probaba una camiseta amarilla para los
agujeros de la variedad no intencional. La arrojó a la pila de “Donar”.
—La Cámara de Comercio de Chicago lo ve de otro modo —le
contesté, poniendo un montón de vestidos de verano brillantemente
estampados en perchas de uno en uno. Sostuve un minivestido morado
impreso de pata de gallo con un rasgón del tamaño de un huevo en el
dobladillo—. ¿Te lo vas a quedar?
—Yo puedo perfectamente arreglar eso —dijo añadiendo a la
pila de costura al lado de su escritorio antes de recoger su largo cabello
negro brillante en una desordenada cola de caballo. Estoy tan celosa
del pelo de Phoebe. Me tomaría dos horas con una plancha y el
contador de Kiehl entero para tener mi pelo así de liso. Y gracias a todo
el cloro, no estaría ni cerca de ese brillante—. De todas maneras, incluso
si se trataba de una playa real, es sólo lo suficientemente caliente para
nadar como por, tres semanas en agosto. Es marzo. Eso es
prácticamente el Ártico en Chicago.
Suspiré—: ¡Va a ser doloroso para mí también! Van a haber
muchos niños ricos en el viaje y podría volver con una lobotomía frontal
16
completa y un nuevo guardarropa conformado solamente de jeans
ajustados y pulseras Tiffany. —Traté de concentrarme en doblar su
enorme pila de camisetas impresas por la pantalla y no en lo sola que
estaría—. En serio, ¿Qué voy a hacer allí sin ti?
—Vas a disfrutar de Londres —dijo Phoebe, sus ojos se abrieron
cuando terminó para uno de sus famosas diatribas de la milla del
minuto—, una ciudad llena de sexys estudiantes británicos que leen
Jane Austen y las hermanas Brontë. Y de vez en cuando, harás una
pausa para un momento de silencio por tu mejor amiga, quien está
ocupada comiendo kimchi y cacerolas hechas por tías-abuelas
mientras que tú estás disfrutando de té y panecillos.
Así que mi mejor amiga no está aquí para salvarme. Pero estoy en
Londres. De forma gratuita. Sin padres. Con un itinerario (resaltado y
subrayado, por supuesto) lleno de visitas a lugares que solo he leído o
imaginado, y un bolso de lona lleno de guías de viaje, notables pasajes
con una gran variedad de coloridos Post-Its.
Podría ser mucho peor. Podría estar viajando con mi tía Matilda,
que se la pasa la mayor parte de las visitas diciéndome que tal vez si me
pasara menos tiempo en la piscina y más en un vestido, podría tener mi
propio novio. Podría estar de gira en Londres con una convención de
directores de colegio o de patrocinadores infomerciales. Todos esos
serían peor que esto (creo). Así que está decidido. Este viaje será
maravilloso. Tomo unas cuantas respiraciones profundas, saco el
itinerario y empiezo a prepararme psicológicamente para el viaje de
mañana a Tate. Ya he impreso el folleto en línea de las exposiciones
especiales. Tengo previsto pasar la noche (que está designado como
establecido-en tiempo en el itinerario) releyendo los pasajes de Tate en
cada una de mis cinco guías. Sólo la idea del museo y mis libros, y mi
estrés empieza a disminuir inmediatamente.
La Sra Tennison se escabulle en el último autobús y comienza
examinando a la multitud. Sus pantalones palazzo y su túnica floral
golpea a los estudiantes en la cara mientras corre por el pasillo.
—¿Tenemos a todos? ¿No falta nadie? —pregunta, contando
cabezas, después, retorciendo sus manos—. Parece que nos falta
alguien. —Sus cejas principalmente trazadas se fruncen.
—Estoy aquí, no tengan miedo. —Jason salta al autobús, riendo, y
se contrae por el pasillo, pasando a un lado de la Sra Tennison—.
Gracias por mantener al bus por mí, Sra Tennison.
—Jason, por favor, quédate con el grupo. Es muy importante que
nos mantengamos todos juntos. —Quince minutos en Londres y ya la Sra
Tennison está masajeando sus sienes. Claramente, éstos van a ser diez
largos días para ella también.
—Lo siento, Sra T, no sucederá de nuevo, palabra de honor. —
Sonríe, arrastrando los pies por el pasillo. Hace una pausa al pasar por mi
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asiento, arrugando la nariz—. ¿Avellana?, lamedora de libros. Te había
tomado como una chica que prefiere café negro. —Aprieto mis puños.
Murmullos de arrollos y brisas frescas. Pájaros y corazones, y
arcoiris, y el tercer diente de Mark a la izquierda del centro...
—Gracias, Jason —suspira la Sra Tennison, sacando una carpeta
gruesa. El autobús retoma un comienzo, y la Sra Tennison tiene que
sujetarse del asiento más cercano para no caer en el regazo de nadie.
Ella casi agarra la esponjosa cabeza del loco—y rizado pelo de Deidre
Robinson. Pero Deidre hace una rápida maniobra que supongo y
aprendió del grupo de esgrima (del cual ella es la única miembro).
—Está bien, todos, escuchen —dice la Sra Tennison, aclarándose
la garganta—. Tengo buenas noticias. Hubo una confusión con el hotel
y todo el mundo terminó en habitaciones individuales.
Una alegría se eleva desde el autobús—una alegría a la que
incluso yo me uno. Una habitación individual significa que estoy a salvo
de tener que compartir con Sarah Finder y de su explosión de
pantalones de diseñador y de sus bolsos de imitaciones de Louis Vuitton.
Gracias a DIOS. ¡Este viaje mejora cada minuto!
—Está bien, está bien. —La Sra Tennison dice, moviendo sus manos
para callarnos—. Continuando, su toque de queda es a las 10:00 p.m, y
lo respetaran. Me quedaré con sus llaves por la noche y así sabré que
están en su cuarto y no...—se calla de repente y sé lo que está
imaginando, a la mitad del autobús arrestada y a la otra mitad
embarazada.
Todos los demás estudiantes comienzan a gruñir y a gemir. Evie
incluso chilla —¡Pero eso es fascista! —no creo que ella sepa lo que
fascista significa.
No me importa el toque de queda. Acostarse temprano,
levantarse temprano y nadar mis vueltas.
La Sra Tennison continúa —: La forma en la que nos aseguraremos
de que no están paseando por su cuenta es un viejo recurso. El sistema
de compañeros.
A mi alrededor, la gente se está agarrando de las manos con sus
compañeros, pero después de haber asistido a tantos campamentos
Tanasi, sé exactamente lo que va a pasar, y siento un nudo frío de
miedo formándose en mi estómago.
—Les he asignado compañeros para la duración del viaje. No sólo
van a ser responsables de hacer un registro de sus compañeros, sino que
también va a ser su compañero en todas sus actividades y tareas.
Recuerden que este es un viaje educativo del Reino Unido.
—Ugh, no me lo recuerdes —murmura Evie desde dos filas atrás.
18
Evie pasó el final del vuelo pasando las páginas a través de La
Guía Fashionista Para Comprar en Londres. Es el primer libro que le veo
leer.
—Ustedes serán responsables de su pareja durante la duración de
este viaje —la Sra Tennison continúa, concluyendo el discurso, que
supongo debió haber practicado en el espejo del baño antes de irnos—
. El éxito de su pareja es su éxito. No sólo estaremos juntos en los tours,
generalmente programados, si no que se harán compañía durante las
horas culturales. Probablemente estén pensando ¿Qué son horas
culturales?
—Um, no. —La rodada de ojos de Evie es casi audible en su voz.
Por suerte, la Sra Tennison no la oyó.
—Sus horas culturales son bloques de dos horas de tiempo diarias,
en el que se les permite explorar Londres por su cuenta. Con su pareja,
por supuesto.
—Tiempo de compras. —Evie chilla.
La Sra Tennison si escuchó eso. Ella le dispara a Evie una mala
mirada antes de cargar. —Las horas culturales son para explorar más
sobre la cultura de Londres —dice ella, no tan sutilmente, haciendo
énfasis en las palabras—. Y esto no incluye hacer compras. Voy a hacer
seguimiento de sus horas a través de sus papeles de reflexión diarios,
donde escribirás acerca de las maravillosas experiencias británicas que
has tenido en el día.
Mis compañeros de clase siguen gimiendo. No sé lo que
esperaban. Contrariamente a la creencia popular, esto no se trata de
vacaciones, se trata de tener crédito, y yo planeo obtener una A.
La Sra Tennison está corriendo a través de la lista de parejas, me
esfuerzo por escuchar mi nombre. A medida que se desplaza por la lista,
comienzo a notar un patrón. Brian Arnett está emparejado con Jamie
Barnes. Evie Elston con Sarah Finder. Tony Harrison y Logan Hunt. Lucy
Karns y Adam Landry. Uh—oh, esto sólo puede significar una cosa...
—Julia Lichtenstein, tu estarás con Jason Lippincott
No. No, no, no. No puedo estar con Jason. En primer lugar, le dije
que me dejara en paz. Para siempre. No puedo ni si quiera mirar a
Jason, mucho menos hacer tours por los castillos con él. En segundo
lugar ¿De qué vamos a hablar? Aparte de nuestro breve encuentro hoy,
no hemos interactuado desde que metió tampones en mi casillero en
noveno grado. Él se sienta al otro lado de la cafetería con sus
compañeros de equipo de Lacrosse y sus amigos en el almuerzo y se la
pasa la mayor parte del tiempo de clase tratando de avergonzar a
nuestros maestros con bromas como “eso es lo que ella dijo”. No sé
cómo jugar Lacrosse. Y estoy bastante segura de que él nunca ha
leído...bueno, un libro. Además de que va a pasar el noventa por ciento
19
del viaje tratando de averiguar formas de conocer chicas, lo que va a
ser muy molesto para la persona que tenga que registrar su rastro. La
cual al parecer, soy yo.
Pero antes de que pueda preguntar si hay espacio para una
negociación, la Sra Tennison saca una caja llena de celulares plateados
idénticos, cada uno cubierto con una nota adhesiva, que contiene el
número escrito en una forma prolija (la Sra. Tennison puede ser un
desastre psicológico pero tiene una linda caligrafía).
—Éstos son sus teléfonos celulares—o móviles, como dicen en
Inglaterra —dice ella, riendo un poco, a medida que se mueve por los
pasillos, distribuyendo los teléfonos. Mi nota adhesiva dice:
+442026415644
Me quedo mirando el revoltijo de números desconocidos,
tratando de aprendérmelos de memoria. El código de país estándar es
cuarenta y cuatro, eso es fácil. Veinte...ese era el número de la
camiseta de papá en la escuela secundaria; él era el capitán del
equipo de fútbol. Los números se reorganizan en mi cabeza, formando
diferentes patrones. Entonces lo veo, Veintiséis de abril de 1564, el
cumpleaños de Shakespeare. Eso debe ser una señal.
Solo me queda un número por memorizar, y ese es bastante fácil,
el último 4 es mi promedio. Número de la camiseta de mi papá. El
cumpleaños de Shakespeare. Mi promedio. Me lo digo a mi misma en
voz baja hasta aprendérmelo de memoria.
La Sra Tennison está parloteando. —Estos teléfonos son prepago.
Han sido precargados con un valor de crédito de veinte minutos, que
exactamente el tiempo que necesitan para llamar a la policía, un taxi o
a mí. Esto significa que estos teléfonos están pensados para casos de
emergencia —dice la palabra con tantas sílabas como la puede estirar.
Ella coloca el último teléfono en la palma bronceada de Susan Morgan
y luego gira para mirar a la multitud—. Cualquier crédito utilizado más
allá de los veinte minutos, tendrán que comprarlo por su cuenta. Sin
embargo, no les estoy dando el permiso de estar en el teléfono todo el
viaje. Disculpe, ¿señorita Ellston?
Me doy la vuelta para ver a Evie con su nariz ya enterrada en su
teléfono, sus dedos con manicura golpeando furiosamente las teclas.
Ante la mención de su nombre, su cabeza se mueve bruscamente
hacia arriba al momento exacto en el que su teléfono queda cerrado.
—¿Sí, Sra Tennison? —dice alegremente.
—¿Qué estaba haciendo con ese teléfono, señorita Ellston? —la
Sra Tennison cruza los brazos e imita el tono durazno y crema de Evie.
—Oh, nada —dice ella. Su voz se vuelve incluso más espesa, lo
que sucede cada vez que le está mintiendo a una figura de autoridad.
20
He estado en al menos una docena de clases con ella, así que soy algo
experta.
—Señorita Ellston, gracias por recordarme traer el punto final.
Como ya he dicho, estos teléfonos son para emergencias. No son para
enviar mensajes de texto, o Twittear, o Facebookear, o conectarse o
socializar o ninguna otra cosa que no les permita realmente disfrutar de
su experiencia en Londres. Esta es una oportunidad para desconectarse
de la tecnología y conectarse con una ciudad vibrante, llena de arte,
historia y cultura. Si descubro que su teléfono está resultando una
distracción, se los confiscaré inmediatamente. Y a continuación, tendrá
que depender del teléfono de su pareja por el resto del viaje,
¿comprendido?
El autobús se rompe en un coro de síes dispersos refunfuños al
azar. Abro mi teléfono, deseando poder usarlo para enviarle un SOS a
Phoebe. Incluso empiezo a escribir un texto. ¡Ayuda! ¡Emparejada con
Jason! ¡Suicidio, probablemente un homicidio inminente! Pero como soy
una seguidora de reglas, le doy la vuelta al teléfono cerrado sin enviarlo.
21
3
Menos Baño, Más Bata.
Traducido por Amy & Cris_Eire
Corregido por Vericity
¿Por qué todo el mundo piensa que una chica que prefiere los
libros a la gente está necesitada de una vida? —J
E
l bus se aleja del aeropuerto, y estoy prácticamente
presionando mi nariz en el cristal. Me niego a perder un solo
segundo de Inglaterra sólo porque estoy estresada por Jason.
Nos transportamos a la autopista M4 y empezamos a toda velocidad
hacia Londres. Todo se ve más verde aquí que en casa. Miro a lo largo
de las colinas salpicadas con manchas de flores silvestres y árboles con
grandes sombras. Es una tarde de primavera fresca pero soleada.
Deseo poder abrir la ventana e inspirar el aire, porque parece que huele
a tierra, fuerte, y dulce.
Las verdes colinas dan paso a un paisaje de casas adosadas y
grandes supermercados. Por un minuto estoy decepcionada, podríamos
estar en Cleveland, Ohio. Luego nos desplazamos a la zona urbana, y la
calle de repente se estrecha en edificios más opulentos. Este es el
Londres que siempre imaginé. Todo se ve como es o como era, al mismo
tiempo, un castillo. Incluso el McDonalds con su fachada de piedra
situado debajo de un edificio de apartamentos de ladrillo majestuoso se
ve impresionante.
Nuestro bus desaparece bajo tierra, rodando a través de un túnel
antes de emerger en la calle. Pasamos por un exuberante jardín lleno
con flores hermosas. Y no puedo esperar para tomar una viejo ejemplar
de Orgullo y Prejuicio y leerlo en un jardín inglés real. Conociéndome,
probablemente seré atacada por un ganso salvaje o algo así. (Tengo
problemas con los gansos. No me juzgues.)
Antes de saberlo, estábamos en el medio de la ciudad, pasando
por lugares que he oído a mi mamá describir desde que era una niña:
Kensington High Street, Imperial College, Hyde Park, Piccadilly Circus. Por
22
un segundo mi garganta se contrae y me encuentro conteniendo la
respiración. Londres es donde mamá y papá se fueron de luna de miel,
y siempre hablaban de volver aquí. Papá solía bromear diciendo que
París era la ciudad del amor para gente sin imaginación.
—Dame todos esos guardias con esos sombreros grandes difusos
algún día —decía, riéndose y dando un beso a la frente de mi mamá.
Incluso habían ahorrado para un viaje de décimo aniversario, pero
papá se enfermó, el viaje fue rápidamente olvidado.
Mis padres se conocieron cuando eran adolescentes que asistían
a escuelas secundarias rivales. Mamá vio a papá a través del campo
de fútbol por dos temporadas, siempre quiso hablar con él. Un día se
torció el tobillo corriendo, y papá fue el primer auto que consiguió. La
recogió y la llevó a la sala de urgencias, y estuvieron juntos hasta el día
que él murió. Mi mamá siempre decía que fue el destino, y sé que está
en lo correcto. Podría haber sido cualquier viejo Buen Samaritano que la
recogiera, pero el destino la trajo a mi papá.
La mayoría de las personas que conozco tienen padres que están
separados o divorciados o algo intermedio. Pero en todos mis recuerdos
mis padres están juntos, siempre reían o bailaban alrededor de la
cocina o estaban cogidos de la mano. Tenían más dicha en la década
de casados que la mayoría de la gente.
El destino trabajó para ellos, y trabajará para mí.
Es por eso que Mark Bixford es el chico. Lo sé. He estado
enamorada de él desde que tenía cinco, cuando era mi vecino de al
lado. Hicimos todo lo que los típicos vecinos niños hacían: correr a través
de la regadera, andar en bicicleta, tratar de nadar tan alto que nos
íbamos de un tirón al travesaño. Pretendíamos que éramos espías,
héroes de guerra, profesores, la realeza, el presidente… Incluso tuvimos
una boda imaginara una vez. Mark vino a mi casa con una camisa
negra (la aproximación más cercana que un niño de cinco años tiene a
un smoking), me puse una almohada sobre mi cabeza como un velo, y
un viejo león de peluche que nombre Growly presidió el bendito evento
bajo el sauce en mi patio trasero. La boda terminó con mi primer beso, y
he estado enamorada de Mark Bixford desde entonces. En mi sexto
cumpleaños, me regaló una bolsa Ziploc lleno con dulces de limón, mi
sabor favorito. (Ellos me recuerdan a lemon pledge5, y mi tarea favorita
cuando era niña era ayudar a mi mamá a sacar el polvo en todas las
antigüedades de la casa). Mark había ahorrado su mesada para
comprar una caja de los dulces, y luego escogió los amarillos para mí.
¿Ves por qué lo amo?
Pero al año siguiente, su padre fue transferido a Pittsburgh, y
pensé que se había ido para siempre. Decidí buscar un nuevo
enamoramiento, pero con el paso de los años seguía pensando en
5Limon
Pledge: limpiador de polvo.
23
Mark, preguntándome si tal vez nuestra “boda” podría haber sido
alguna señal, o premonición.
Ahora, Mark ha vuelto. A partir del 19 de agosto, exactamente
232 días atrás. Y no he visto a otro chico desde entonces.
Por desgracia, Mark apenas me ha mirado. Phoebe dijo una vez
que probablemente fue silenciado por la fuerza de su amor por mí, pero
sospecho que con el tiempo perdió la memoria de los votos en mi patio
trasero, o cómo cada uno cortó un pequeño mechón de Growly como
símbolo de nuestro amor eterno. El león todavía está sentado en el
estante superior de mi armario, viéndose un poco abultado y triste.
Así que durante los 232 días, lo he amado en silencio y desde lejos,
esperando por el acontecimiento fortuito que nos uniera. No es que sea
demasiado gallina para hablar con él (bueno, tal vez un poco).
Simplemente pienso que él es el indicado (y lo es totalmente), y que
finalmente va a suceder naturalmente. Sé que desafía toda lógica y
razonamiento, pero es así como el destino funciona.
Yo lo he visto.
Rodeada por los autos pequeños y los taxis de Londres, nuestro
bus parece monstruoso, pesado como un elefante a través de un
campo de gatitos. Las únicas cosas que ni siquiera son cerca de nuestro
tamaño son los buses de dos pisos, que están en todas partes. Sigo
teniendo pequeños momentos de pánico mientras pienso que el
conductor de nuestro bus se emborrachó y que irá directo a cualquier
auto que venga, sólo para recordarme que aquí en Inglaterra ellos
conducen por el otro lado de la carretera.
Pasmos las señales por Londres Underground, que se parecen a
las camisetas que he visto en Urban Outfitters. Los edificios que nos
rodean curvan la carretera. Es exactamente como imaginé, y sin
embargo, aún mejor de alguna manera. Y hasta ahora sólo lo he visto a
través de una ventana empañada de un bus.
Al escapar del tráfico de Piccadilly Circus, nos dirigimos a una
calle tan estrecha que estoy segura que el bus va a estancarse entre un
par de edificios. Está un poco nublado hoy, y con la altura de los
edificios que nos rodean, es difícil distinguir la zona desde el asiento.
Finalmente, el bus estaciona en una parada frente a nuestro
hotel. Ahogo un jadeo. El Hotel Soho Sonnet está situado en el moderno
barrio poblado por teatros clubes y tiendas de discos. El hotel en sí
parece salido de un cuento de hadas. Al bajar del bus de una alfombra
roja de felpa, puedo decir que no tendré ningún problema con esto. No
hay problema alguno.
—Por aquí, señorita. —Un hombre con una chaqueta indica las
puertas dobles, que ya están abiertas y listas para nosotros. Una señal
24
dorada y roja dice: BIENVENIDOS, AMIGOS Y FAMILIARES que está en un
soporte de latón antiguo.
El hotel es del hermano del marido de la señora Tennison (o el
esposo del hermano de la señora Tennison, no recuerdo cuál) Su
compañía la compró el año pasado, cuando era sólo una hilera de
casas en la ciudad, y acaban de terminar una renovación completa.
Gracias a la señora T (y una necesidad rumoreada para compensar una
especie de desaire familiar), mis compañeros y yo vamos a hacer los
primeros huéspedes del hotel. Estamos aquí para darle al personal otro
buen período de prueba. Porque realmente, si el personal de hotel
puede sobrevivir a veinte adolescentes americanos, pueden sobrevivir a
cualquier cosa.
Es algo increíble, realmente. El año pasado nos alojamos en un
hostal, y el colchón de Jenny Davis estaba lleno de bichos. Volvió a
casa pareciendo que tenía varicela, y nadie se acercó a ella por una
semana.
Tan pronto como estamos en la puerta, Jason deja caer su bolso
en el suelo y se pasea en el mostrador, donde una bonita pelirroja con
un vestido de corte bajo con un abrigo está tecleando en el
computador. Él dobla su torso sobre el mostrador de mármol y mira a la
pantalla. Antes de que incluso pueda preguntarle qué está tramando,
la empleada está riendo y sonriendo y sacudiendo su cabello. Aparto la
mirada. Quiero decir, en serio, voy a tener que ver esta misma escena
una y otra vez durante toda la semana. No tiene sentido echar a perder
la película con una repugnante previa.
La señora Tennison pasa a través del grupo, presionando tarjetasllave en nuestras manos y comprobando las cosas en su portapapeles.
Una vez que tengo mis cosas, las arrastro por la gran escalera. En el
tercer piso, me detengo para rodar mis hombros rígidos, sintiéndome
completamente dolorida y exhausta por el largo vuelto. Hago mi
camino por el pasillo estrecho, empapelado en un patrón real morado y
dorado. Al final del pasillo, llego a una pesada puerta de caoba con un
número 315 estampado en una placa de bronce. Después de dos
intentos con la tarjeta-llave electrónica, la puerta se abre y mi
mandíbula golpea el suelo.
La habitación es increíblemente pequeña, tal vez del tamaño de
un amplio armario, pero es difícil preocuparse por eso, teniendo en
cuenta lo que hay dentro. Una cama matrimonial domina la habitación,
anclada a la pared del techo al suelo con una cabecera de cuero
marrón con botones de bronce de gran tamaño, que crean un patrón
acolchado. Una montaña de mullidas almohadas blancas brillantes
rompe el esquema de color y un edredón grueso de bronce y burdeo
brilla en la parte superior de la cama. Las tablas de caoba al costado
de la cama y un armario a juego está en la esquina, y su puerta está
25
entreabierta, revelando una elegante TV de pantalla plana y sistema de
entretenimiento.
A los pies de la cama, hay una plataforma elevada de bambú, y
debajo de la ventana, donde uno normalmente podría encontrar un
asiento o un sillón, se encuentra una bañera con un esmalte brillante.
Una hermosa, brillante, bañera grande.
Casi hago un baile feliz allí. (Bueno, tal vez haga un pequeño baile
feliz.)
Dos juegos de cortinas romanas cubren la ventana, un conjunto
blanco de privacidad, luz y un set de borgoña para dormir. Una
sobrecarga de luz arroja brillos en toda la habitación. Afuera, puedo
escuchar a mis compañeros gritando en los pasillos. Escucho las
palabras “edredón” y “Wii”, pero sólo puedo concentrarme en cómo
desesperadamente quiero entrar en esa bañera y no salir nunca.
Algo me dice que no habrá ningún bicho aquí.
Pero antes de que pueda sumergir mis doloridos pies en la bañera,
necesito desempacar. No puedo vivir con la ropa una maleta por diez
días (bien, técnicamente nueve, ya que hoy es viernes y nos vamos el
siguiente sábado). Prácticamente puedo sentir mi ropa arrugada.
Además, creo que un poco de café helado podría haberse filtrado a
través de mi bolsa. Lanzo mi bolsa y luego abro para sacar las cosas y
organizarlas.
Empiezo a separar mis calcetines y ropa interior en cajones
diferentes del armario cuando me encuentro con un par de tacones
debajo de mi chaqueta favorita de Harvard. Phoebe insistió en que la
trajera. Vino a mi casa el día antes del vuelo para ayudarme a
empacar, portando algunas “necesidades” (según ella) en su bolso.
—¡Debes llevar esto! —dijo, sosteniendo un par de tacones de diez
centímetros de cuero negro con detalles de latón de gladiadores.
Arrugué mi nariz. —Um, ¿Phoebs? ¿No son estos tus zapatos de
graduación?
—Decidí ir con mi vestido plateado, así que estos no combinaban.
Phoebe tiene un gran estilo, del que no puedes encontrar en Teen
Vogue6 o en Seventeen7. Su vestuario es un desastre, una explosión de
neón y mezclilla, piezas que abarcan varias décadas y varios estilos.
Pero ¿conseguir un traje de ella y dar un paso atrás? Siempre se ve
genial sin esfuerzo. Claro, la mafia del diseño de la escuela no reconoce
su genio. ¿Marc Jacobs? Sí. ¿Vintage? En teoría. Pero ¿el fondo de
comercio y DIY? No lo tendrán. Su traje de ese día consistía en una
Teen Vogue: es una revista de moda que comenzó como una versión especial de la
revista Vogue para un público más joven.
7 Seventeen: revista impresa y digital con noticias del espectáculo, moda, artistas,
belleza y música
6
26
camiseta con el logo de los Rolling Stones que había sido hecho de una
falda lápiz y esa falda lápiz fue reformada y transformada en un
chaleco. Un poco loco, pero en ella funciona.
—¿Quieres que los devuelva?
—¡Demonios, no! Son lindos, pero definitivamente los llevaré en
otro momento —responde, colgando en frente de mi cara sus brillantes
uñas. Sus pulseras de aluminio se golpeaban juntas como un ejército
marchando de a dos—. Y hasta que ese punto llegue, pienso que tú, oh
mi mejor amiga, tendrás que llevarlos.
—Estos no son el calzado ideal para hacer turismo.
—¡Es Londres! La aventura pasa. —Phoebe no cree en el destino
de la manera que yo lo hago. Dice que tienes que perseguir tu destino,
y siempre espera que la vida sea como una comedia romántica: todo
lo que tienes que hacer es vestir la parte de la heroína, y muy pronto
serás besada por algún chico sexy mientras que hay fuentes de agua y
música de fondo. Por desgracia, mi vida es más a menudo como esos
canales de cable cuando la abuela te enseña como hacer pasteles.
—No en un viaje con la clase —digo, cruzando mis brazos sobre mi
pecho y negando con la cabeza con firmeza—. Y no conmigo.
Además, no caben en mi maleta.
—Quizás si dejas un par de cosas atrás —dice, rodando los ojos
cuando sacó una pila de libros—. Amiga, en serio, puedes pedir
prestado mi Kindle.
Hice una mueca. Tengo mi propio e-reader, pero rara vez lo uso.
Necesito doblar las páginas y marcar las frases con notas adhesivas.
Necesito experimentar los libros, no sólo leerlos. Nunca voy a ninguna
parte sin un libro en mi bolso, y viajar a través del océano, empaqué
más de lo necesario. —No gracias —digo. Me incliné en la cama hacia
ella, pero ella bailó al otro lado de la habitación con mis libros—.
Necesito el olor a libro para ahogar el olor a rancio del avión.
—Eres tan abuela a veces —dice Phoebe. Salté de la cama y corrí
a apoderarme de los libros, pero mantuvo la pila encima de su cabeza,
y tuve que saltar un poco para tratar de llegar a ellos.
—¡Los necesito!
rápidamente tiró lejos.
—protesto,
alcanzando
la
pila,
que
ella
—No lo haces —contesta Phoebe, poniéndolos en mi estantería—.
Vas a Londres, no a Uganda. Incluso si te las arreglas para esconderlos,
ellos tienen algo llamado librerías allá. He oído que si les das dinero, te
dejan llevarte un libro.
—Ja, ja.
—Lo tomaré como un sí. —Tiró los zapatos en mi maleta, en el
lugar donde mis libros habían estado.
27
Ahora, con un océano entre nosotras, saco los zapatos de tacón y
los alineo al lado de mis sandalias y mis zapatillas en el armario. Por lo
menos me recuerdan a Phoebe. Saco las cinco guías que traje,
marcados aproximadamente con 212 notas, limpio el polvo de sus tapas
brillantes y los apilo ordenadamente sobre el velador. Doy un paso atrás
para admirar mi obra. Mi mesa parece una página de una revista de
viajes.
Al llegar a mi maleta, saco una pequeña fotografía amarillenta
de uno de los bolsillos interiores y suavizo los bordes, que son suaves y
rizados por la edad. Es mi foto favorita de mis padres, del día de su
boda. Mi mamá está usando un vestido blanco sencillo de lino con una
cintura de imperio y mangas de encaje. Papá en un traje azul marino
está detrás de ella, con la barbilla apoyada en su cabeza. Ambos están
riendo fuerte de alguna broma del camarógrafo, mamá empieza a
doblarse de risa.
Mientras pongo la foto en el espejo que cuelga sobre el tocador,
empiezo a sentir un nudo formándose en la boca de mi estómago, y
lágrimas en mis ojos. Trato con esto de la única manera que sé hacerlo:
dejándome caer al suelo y hacer unas rápidas flexiones de brazos. No
lloraré en mi primer día en Londres. Cuando me he puesto sólida por las
flexiones, las lágrimas se han ido y el nudo se ha aflojado. Ahora me
daré ese baño caliente.
Me levanto de un salto y me pongo a alinear todos mis artículos
en el mostrador desde el más alto al más bajo. Salgo de mi ropa,
depositándola en la bolsa de ropa sucia proporcionado por el hotel, y
entro en el albornoz de tela blanca fuerte, pero suave de felpa que
lleva el monograma del Hotel Soho Sennett. Ha sido claramente
diseñado para la supermodelo que probablemente tendrá esta
habitación cuando yo me haya ido, y tengo que recoger la parte de
delante como un vestido de fiesta para hacer mi camino por la
habitación. La banda es tan larga que me tiro afuera y la cuelgo de
nuevo en el gancho. Coloco una toalla sobre el borde de la bañera y
giro el grifo plateado a agua caliente. A medida que la bañera se llena
de agua humeante, cojo mi tubo de crema de granos, esta asombrosa
cosa orgánica que mi mamá recogió en Boston. Las hierbas en ella
desprenden un olor muy relajante, pero también a su vez convierten la
crema en un tono lamentable verde. Empiezo dándome pequeños
toques, y cuando termino, parece que he decorado mi cara con sopa
de guisantes. Dejo caer mi albornoz y pongo un pie en el agua caliente
cuando escucho unos golpes en la puerta.
—¿Quién es? —grité a través de la puerta, esperando que sea el
servicio de habitaciones y pueda decirles que aguarden a mañana.
—Es Jason.
Me toma un minuto darme cuenta de que es Jason Lippincott
quién está de pie fuera de mi puerta y no un botones llamado Jason o
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el asesino psicópata de la máscara de hockey de las películas (que,
sinceramente, es un candidato más probable para estar de pie fuera
de mi puerta que Jason Lippincott). Cierro el agua y agarro mi albornoz.
No me puedo imaginar lo que quiere, lo que significa que tengo que
abrir la puerta para averiguarlo. Agarro mi bata cerrándola alrededor
de mi cuerpo desnudo, de repente perdiendo el entusiasmo, mientras
que frenéticamente intento sacudir espuma de jabón de mi pie
derecho y saltar hacia la puerta.
—¿Qué pasa? —le pregunto mientas dejo la puerta abierta,
tratando de actuar de lo más casual a pesar de mi estado de
desnudez. Pero al instante me olvido de que estoy (para todos los
intentos y propósitos) desnuda cuando veo que él está de pie en el otro
lado en perfectos pantalones vaqueros informales y lo que parece ser
un jersey de cachemir azul oscuro con cuello en V sobre una camiseta
blanca. El suéter intensifica sus ojos azules, y por primera vez entiendo
por qué ganó "Mejores Ojos" en el anuario del año pasado. El ligero olor
a colonia viaja a través de la puerta, y me doy cuenta de que ha
añadido algún tipo de producto para el cabello para que luzca como
salió de un túnel de viento. Así no era cómo lucía durante nuestro viaje
en autobús por la ciudad, cuando llevaba un forro polar North Face y
una gorra de los Sox vieja sobre su mata de pelo rojo óxido. Lo único
que es igual es el chicle púrpura que está mascando.
Como estoy de pie allí, tomando su sospechoso arreglado físico, él
saca un boligrafo de su bolsillo, le quita la tapa, y da un paso adelante
hacia mí con la punta dirigida directamente a mi cara.
—¿Qué estás haciendo? —grito, golpeando con fuerza su mano
lejos.
—Uniendo los puntos —dice de forma obvia. Mi mano vuela a mi
cara y la palma vuelve con pecas verdes—. Te ves bien, por cierto. Muy
de jardín —grita mientras me precipito hacia el lavabo para frotarme la
mancha verde de mi cara.
En lugar de responderle, me marcho de nuevo a la puerta y le
doy un buen golpe fuerte, no importándome en realidad si pilla su
pluma, o uno o dos de sus dedos. Es demasiado rápido, sin embargo, y
echa una mano para detenerla.
—¿Quieres ir a una fiesta? —me pregunta, entrando en mi
habitación como si no hubiese intentado golpearle con la puerta.
—¿Una qué? —Me ajusto el albornoz. Claramente, no le he
escuchado bien.
—Una fiesta —me repite, una gran sonrisa apareciendo en su cara
pecosa—. Un vivo encuentro, típicamente envolviendo música y bebida
... -
29
Demasiadas preguntas están girando en mi cabeza para
centrarse en solo una para preguntar. Sólo hemos estado en la ciudad
por tres horas, y la mayoría lo hemos pasado en un autobús de turistas
con veinte de nuestros compañeros de clase y un muy mareado
profesor de Inglés. ¿Cómo ha podido ser invitado a una fiesta? ¿Dónde
se da lugar ésta fiesta? ¿ Y por qué Jason Lippincott está de pie en mi
habitación pidiendome ir con él? Pero no puedo preguntarle todas al
mismo tiempo, por lo que me limito a la pregunta más simple que está
en mi mente.
—¿Qué fiesta?
—Bueno, estaba abajo en el bar, hablando con éste tío…
—¿Tú estabas en el bar?
—Tranquilizate agente, estaba tomandome una Coca-cola —
dice, alzando sus manos—. De todas formas, había un juego de soccer
en la televisión...
—Football8 —digo, corrigiéndole. No tengo ni idea de porqué.
—Lo que sea. De todas formas, él tiene ésta novia, cuyos padres
están en Checoslovaquia...
—Creo que te refieres a la República Checa —digo, corrigiéndole
de nuevo. Me doy cuenta de que sueno como una sabelotodo, pero
soy como una fanática sobre la historia. Y geografía. Y …
Oh Dios Mío, de repente entiendo por qué la gente me llama
Lame Libros.
—¿Qué? —pregunta, arrugando su nariz en confusión. Por
supuesto, no puedo simplemente dejarlo pasar.
—La República Checa. Checoslovaquia no existe desde hace
veinte años por lo menos. Por lo que a menos que sus padres estén
visitando 1992, están en la República Checa.
—Bueno, eso ciertamente habría hecho una mejor historia, ¿no es
así? —replica, sonriendo mientras se apoya en el marco de la puerta.
Mi mente vuelve a mi baño y mi libro, por lo que estoy preparada
para que ésta interacción se acabe. Sujeto mi albornoz con más fuerza
a mi alrededor esperando que se dé cuenta que estoy preparada para
algo más que la fiesta en este momento. No coge mi indirecta. ¿No
estoy usando demasiado lenguaje corporal?
—¿La fiesta? —suelto.
—Oh, cierto. Entonces sus padres están visitando otro país, y ella
está invitando a alguna gente allí. Así que él nos invitó.
En Ámerica football le llaman al fútbol americano, que es ese parecido al rugby, y
soccer le llaman al fútbol popular que todos conocemos.
8
30
—¿Nos?
—Bueno, me invitó a mí, pero tú eres mi compañera, por lo que en
consecuencia, tú también estás invitada. ¿Entonces qué te parece?
No creo que nunca haya estado tan confusa por una
conversación con nadie. Nunca.
¿Me está preguntando por qué soy su compañera? ¿Cuándo le
han importado las reglas a Jason? Caso a tomar en cuenta: está
planeando en escaquearse para festejar. ¿Si vas a romper una, por qué
no romperlas todas?
¿Yo? Voy a ser de las que no rompen ninguna. Muchísimasgracias.
—No lo creo —digo—. Y de verdad pienso que no deberías de ir,
tampoco.
—¿Por qué no? —Da un paso hacia mí. Tomo rápidamente un
paso hacia atrás, inconscientemente dándole más espacio para entrar.
Él deja que la puerta se cierre tras él. Maldita sea.
—Porque no creo que sea una buena idea ir a una casa en un
país extranjero organizado por la novia de un tío que has conocido en
un bar mientras veías soccer. —Mientras giro mi cabeza para ver sus
ojos, me recuerdo de nuevo cómo asombrosamente alto es.
—Football —dice. Cruza sus brazos y alza una ceja hacia mí.
—¡Lo que sea! —exclamo. Tomo un paso gigante hacia atrás por
lo que no se impone sobre mí—. No conoces ni siquiera a ésta gente.
Podrían ser camellos de drogas o asesinos. Podrían ser líderes de cultos
tratando de hacerte llevar una túnica negra y beber Kool-Aid. Pero todo
hacia un lado, supuestamente no deberíamos salir solos por nuestra
cuenta.
—Ah, las reglas —dice, metiendo sus manos en sus bolsillos y
riendose para sí—. Tú sí amas esas reglas.
—No amo las reglas —digo, empezando a molestarme—. ¡Sólo
reconozco su existencia! Y no quiero meterme en problemas por tu
ridiculez.
—Vamos, Julia. Si estás preocupada sobre las reglas, entonces
vístete, porque estoy bastante seguro que la primera regla es “No
perder a tu compañero”.
—No estoy tan segura que una fiesta en casa con unos
desconocidos Británicos sea la experiencia cultural que Mrs. Tennison
tenía en mente —replico.
—¡Mrs. Tennison podría aprovecharse de una fiesta! Necesita
desfogarse un poco, también. ¿Crees que deberíamos invitarla?
31
No me gusta la forma en la que dice “también.” Soy muy suelta.
Hay una diferencia entre preferir libros a las fiestas y preferir dieciséis
gatos a ver la luz del día.
—La respuesta es no —respondo, esperando terminar con la
conversación. Golpeo mi pie debajo de mi albornoz. Si no se va pronto,
tendré que pasear hasta Glasgow para soltar éste stress—. A parte, Mrs.
Tennison tendrá mi llave. ¿Cómo sugieres que pasemos eso? ¿O estabas
pensando en dormir en la entrada ésta noche?
—Eso es por qué tengo esto —dice Jason con una sonrisa mientras
se dirige a su bolsillo y saca dos tarjetas de puertas, una marcando
claramente 315. Mi habitación.
—Cómo has conseguido…
—Hago amigos, Lame Libros. Es lo que mejor hago. Mantente a mi
lado y quizás algún día, también, aprenderás cómo hacerlo. —Intenta
poner la tarjeta en mi mano, pero la empujo de vuelta.
—¡No quiero eso! —grito, preguntándome cual sería el castigo si
era encontrada con una llave robada que habría utilizado para poder ir
a una fiesta organizada por extraños en un país extranjero.
Creo que el conjunto de cargos sobrepasa la detención.
—Bien, vale —dice, agitando la llave frente a mi cara—. Si quieres
realmente que tenga una llave de tu habitación... —No sigue, moviendo
sus cejas hacia mí sugestivamente.
Cojo la llave.
—Eso es lo que pensaba —dice con una mueca. Justo entonces,
echa un vistazo a mi bañera—. Maldita sea, ¿es esa una bañera al pie
de tu cama? ¡Eso es increíble! ¿Puedo unirme?
—Divertidísimo. —Puedo notar el calor subiendo a mi cara.
—No estoy bromeando. Tú, yo, algunas burbujas…
—Estás loco —digo. Mi cara está tan caliente que siento como si
ya me hubiese sumergido en agua caliente humeante.
—Es todo parte de mi encanto. —Trata de esquivarme y agarra el
producto para baño de burbujas. Lo agarro de nuevo de él y me doy la
vuelta para colocarlo en el lugar que le corresponde en el borde de la
bañera. Pero a medida que giro, algo tira de mí. Miro hacia abajo y veo
la puntera de la blanca zapatilla de deporte de Jason firmemente
plantada en el dobladillo del albornoz.
Me estoy moviendo, pero el albornoz no. A medida que la
información se abre camino desde mis ojos a mi cerebro, siento caer la
bata de mi hombro.
—¡Hey! —grito, y empujo hacia atrás a Jason. Se lanza de nuevo
en la cama pero se agarra a la parte delantera de mi túnica. Antes de
32
que esto se pueda convertir en un importante mal funcionamiento del
guardarropa, me giro lejos de él, apretando la bata cerrada, pero
arreglándomelas para que mis pies se enreden en el dobladillo a
medida que caigo hacia el suelo. Instintivamente, me acerco a romper
mi caída. Sin mis manos que lo mantengan cerrado, mi albornoz se abre
detrás de mí. De espaldas a él, Jason no pudo haber visto nada, pero mi
grito de terror más o menos sirve de alerta máxima. Se sienta con tiempo
para verme estrellarme contra el suelo en un enredo desnudo de brazos,
piernas, y felpa. Tan pronto como pueda discernir mi trasero desnudo de
mi codo, me pongo a mi misma en la posición fetal y tiro de la túnica
por encima de mi cabeza, como una manta.
Se siente como una eternidad antes de que Jason para de reírse.
Finalmente se tranquiliza lo suficiente para decir—: ¿Vas a estar
encogida en ese albornoz toda la noche?—¡Déjame en paz! —grito a través de la tela.
—Lo siento, no te pude escuchar —dice, todavía riéndose—. ¿Por
qué no me doy la vuelta, y tú puedes arrastrarte fuera de ahí? Entonces
podemos discutir más de esta fiesta.
—¿Cómo sé que te vas a dar la vuelta?
—Bueno, podrías confiar en mí.
—Sí, claro —murmuré.
—O podrías quedarte debajo de eso toda la noche —replica.
Pienso sobre ello por un momento, pero el suelo de madera no es
confortable para mis rodillas. Pensando con rapidez, decido seguir mi
camino hacia el otro lado de la cama, donde seré capaz de
protegerme ligeramente de la vista de Jason. Me arrastro con los brazos
por el suelo, intentando mantener el albornoz cubriéndome. Debajo de
metros de tela blanca de felpa, deberé de parecer como una especie
de tortuga fantasma.
Cuando me doy la vuelta a la cama, saco mi cabeza para ver
que Jason, fiel a su palabra, está mirando a la dirección opuesta. Dejo
salir una enorme respiración, ajusto mi albornoz, y me levanto de nuevo.
—¿Estás bien? —pregunta sobre su hombro.
—No diría exactamente “bien” —digo.
—Genial. —Se da la vuelta sobre sus talones, la suela de sus
deportivas sonando en el suelo acerado—. Ahora date prisa y
prepárate. ¡Vamos de fiesta!
Agarra mi cartera del vestidor. La acababa de preparar para la
excursión de mañana al Tate. Empuja la cartera hacia mí. Enfrentada al
hecho de tener que liberar el albornoz para coger la cartera, decido
que simplemente me dé a la cara, y rebotar entonces sobre la cama.
33
Había
estado
lo
muchisimasgracias.
suficientemente
desnuda
por
un
día,
—Ahora vístete. Vamos a salir.
—Dije… —digo, golpeando mi pie como una niña pequeña.
—Escuché lo que dijiste. Decidí no creerte —dice. Su sonrisa
traviesa rápidamente se convierte en algo que se parece a la
seriedad—. Mira, quédate con tus libros, o sal y ten una vida. Es tu
decisión. Personalmente, creo que un poco de aventura te haría bien.
Estaré en la entrada. Tienes diez minutos, entonces me voy, al punto de
que habrás perdido a tu compañero.
La puerta se cierra de golpe, y estoy sola en la habitación,
echando humo. ¿Obtener una vida? ¡Una vida! Tengo una vida. Una
muy buena, también. Tengo amigos, hago deporte, me divierto, tengo...
Oh mierda, sólo tengo diez minutos. Con la voz de Phoebe resonando
en mis oídos: Es Londres! La aventura sucede me doy cuenta de que
tengo que hacer esto. Necesito un poco de aventura. Porque mi
nombre es Julia. No Lame Libros. Soy Julia Lichtenstein, y a pesar de que
alfabetizar mi biblioteca y haber, de vez en cuando, citado Dante en
las cenas del equipo de natación, ¡puedo divertirme! Soy divertida. Y si
esto es lo que se necesita para demostrárselo a Jason Lippincott,
probármelo a mí misma, entonces esto es lo que haré.
Y si voy a romper las reglas por quizás la primera vez en mi vida,
voy a hacerlo viéndome bien. Agarro la única falda que traje a Londres,
una amarilla que va justo hasta por encima de las rodillas. Se conjunta
muy bien con mi blanco polo y con mis Converse negras altas, pero
cuando me veo en el espejo lo único que puedo ver es a la Lame Libros
mirándome de vuelta. Estoy vestida para una excursión, no una fiesta en
una casa en Londres. Parezco una niña de colegio en una excursión al
campo.
Con solo unos diez minutos antes de perder mi oportunidad (o mi
valor), enrollo la falda en mi cintura, transformándola en más o menos
una minifalda, y me quito mi polo y mis zapatos cambiándolos en una
camiseta sin tirantes que traje para dormir y los tacones de Phoebe. Por
lo menos ahora tengo un poco de altura, por lo que me siento menos
como un gremlin. MI pelo no tiene remedio, por lo que lo dejo en una
coleta, esperando que pueda llevar bien el look despeinado de cama
(con uno en realidad). Me pongo un poco de sombra de ojos e intento
conseguir el efecto de mirada humeante, pero con tan limitado tiempo,
se parece más a que he estado durmiendo al lado de un horno de
carbón. Entonces salgo por la puerta (tan rápidamente como puedo en
unos tacones cuatro centímetro de cuero estilo gladiador), dejando mi
llave bajo la puerta de Mrs. Tennison en mi camino al ascensor. Estoy
medio esperando haberle perdido, medio deseando no haberlo hecho,
completamente preguntándome porque soy yo a la que está
esperando y no, digamos, Evie o cualquiera como ella.
34
El ascensor se está moviendo a una velocidad muy lenta, y estoy
empezando a tener segundos pensamientos. Esto es una mala idea.
Muy mala. Estoy escapándome para ir a una fiesta organizada por
extraños en un país extranjero. Estoy poniendo mi GPA y mi record de
permanencia (cuan mitológico pueda ser) en peligro. Para ir a una
fiesta con Jason Lippincott. ¿Qué estoy haciendo?
Si esto no constituye una emergencia, no sé lo que es. Saco fuera
mi teléfono asignado y escribo con rapidez a Phoebe lo que equivale a
ser lo equivalente a un mensaje como: Ir a una fiesta con Jason
Lippincott. ¿Estoy tan loca como para mover mis brazos y echar a volar?
¿Cuánto puede costar un pequeño mensaje, de todas formas?
Cuando la puerta del ascensor se desliza abierta, estoy de nuevo
cara a cara con Jason.
—¿Preparada para
explayándose en su rostro.
esto?
—pregunta,
una
gran
sonrisa
En mi mano, vibra mi teléfono.
¡Hazlo!Y me lo cuentas de vuelta. ¡Será mejor que lleves los
zapatos!—P
—Lista —digo, dejando mi teléfono de vuelta a mi bolso al lado de
mi cartera de Shakespeare—. Vámonos.
35
4
Chicos y Bebidas y Números
Telefónicos… ¡Dios mío!
Traducido por Joha quinto
Corregido por Lalu
Oh mi Dios—¡Noticias de Mark! Debemos hablar.
¿Por qué no me recoges?—P
U
na media hora y un muy costoso taxi después, estoy parada
en la sala de estar de una mansión decorada
pomposamente, usando una falda que está totalmente
resultando ser demasiado corta. Todo el mundo a mí alrededor me mira
como si ellos bajaran de las páginas de Vanity Fair9. Me siento como si
necesitara encontrar la mesa de los niños.
Un MC10 amateur está sacudiendo el micrófono (o intentando,
como sea) en la esquina. Flaqueado en ambos lados de los altavoces,
el DJ parece completamente fuera de lugar rodeado por antigüedades
brocadas y muy ornamentadas. El mobiliario puede ser mejor descrito
como “majestuoso”, un adjetivo que no cuadraba con lo punky y
escandaloso adolescente que actualmente cubren el alrededor, con
vasos y botellas de varias formas y colores en sus manos.
—Así qué, ¿eso está genial, verdad? —pregunta Jason.
—Oh, claro que sí. Lo mejor del mundo —le contesto,
completamente con demasiado entusiasmo. Me siento como una
idiota, y la vergüenza fluyendo a través de mi cuerpo produce que me
balancee en mis demasiados-altos tacones.
Jason rueda sus ojos. —Vamos a conseguir algunas bebidas —
dice.
9
La feria de las vanidades en español, es una novela escrita por William Makepeace.
: Maestro de ceremonias.
10
36
¡Oh sí! ¡Vamos! ¡Porque escaparse no es lo bastante malo, así que
vamos a emborracharnos, también! Jason ya está moviéndose a través
de la multitud, cerca de desaparecer detrás de una chicha que
parecía una mantis religiosa en pantalones de cuero. Me apresure tras
él, porque mi deseo de no estar sola está eclipsando mi deseo de tratar
de tener buena conducta. Supongo que ya he arruinado la cosa del
―buen comportamiento‖, de todos modos.
Nos abrimos paso a través de la sala y vamos a la cocina. De un
gabinete Jason consigue dos vasos, los cuales cada uno parece que
cuesta más que un billete de avión. La parte superior de mármol de la
isla en la cocina está cubierta con varias botellas y mixers11. Jason
derrama líquido de unas cuantas botellas diferentes en los vasos. Tan
pronto cuando lo tengo en mi mano, tomo el vaso y lo inclino hacia
atrás tomando un gran trago. Nunca he bebido alcohol, pero es como
si mi mano trabajara automáticamente, trayendo el vaso a mi boca
antes de que mi mente tenga tiempo de decir, ¿Qué estás haciendo? El
entrenador Haas me mataría si supiera que estaba bebieron durante la
temporada de natación.
Al instante, me siento como si alguien lanzara un fosforo a mi
garganta. Por más que quisiera ser genial justo ahora, mi cuerpo toma el
control.
—Uff —gruño, mi rostro contorsionándose en un fuerte pellizco por
la conmoción.
—Eh, hurra —dice, riéndose—. ¿Demasiado fuerte?
—No, está bien —digo, tomando otro (con más cuidado) sorbo,
preguntándome si la expresión ―allá donde vayas‖12 aplica para
Londres, también. Este sorbo arde menos, pero aún sabe cómo un
líquido para encendedor, a pesar de que Jason lo ha mezclado en una
buena cantidad de limonada. Estoy segura de que él puede decir por
todas las muecas de dolor, que estoy en territorio virgen aquí. ¿Qué
puedo decir? Mi mamá es de la clásica variedad protecciónsuburbano, y como he dejado muy claro, no soy mucho de las que
rompen las reglas. Pero ahora que estoy en una fiesta—una fiesta de
Londres—llena de extraños, es como si hubiera un montón de nuevos
manuales de reglas. Me pregunto si puedo conseguir una copia.
—¿Primera bebida, Lame Libros?
Elemento no alcohólico que es utilizado para disminuir la carga (concentración) de
alcohol, modificar su sabor y, en algunos casos, decorar. Habitualmente los mixers
serán zumos, refrescos, jarabes, etc.
11
12
Refrán: Allá donde vayas, haz lo que veas, pero en este caso solo dicen la mitad.
37
—Mi nombre es Julia —contesto—, y no. —No es una mentira
completamente. La abuela Lichtenstein siempre me da un sorbo de su
dulce-meloso port13 en navidad. Eso cuenta, ¿verdad?
—Lo que tú digas —dice, sacudiendo su cabeza y tomando un
sorbo de su propio vaso.
—Escucha, mezclé esa ligera bebida, pero aún necesitas
tomártelo con calma. —Me gustaría fingir que él está tratando
sinceramente de protegerme de la vergüenza alcohólica y/o del
peligro, pero sospecho que está burlándose de mí.
—Sí, gracias —digo, pero Jason ya se está marchando. Supongo
que esas fueron sus últimas palabras de sensatez, porque cinco
segundos después lo localizo en la esquina de la cocina, charlando con
una hermosa chicha británica que logra hacer que su rosa-neon punk
resalte su encantadora mirada. Genial. Ahora estoy en la fiesta,
rodeada por desconocidos, en una falda que es demasiado corta, y
estoy totalmente sola. Soy como un reportaje especial para
estudiantes14 andante. Pongo mi vaso cerca de mi pecho para
protegerlo de roofies errantes y violadores acompañantes.
—Vaya, hola —dice una chillona, perfectamente voz Americana,
y mientras me doy la vuelta hacía el tipo que se ha acercado
desapercibido junto a mí, me encuentro de frente al pecho de un muy
alto chico. Una rápida mirada pone al descubierto tal vez al más
desgarbado de los chichos desgarbados, cabello engominado hasta
casi matarlo, gafas de montura metálica se posan encima de una nariz
cubierta de acné. (¡No soy cruel! ¡Soy descriptiva!)
—Um, hola —contesto, ya escaneando la habitación para
planear una fuga.
—¿Pobre fiesta, eh? —pregunta, descansando un codo en la
encimera e inclinándose dentro de mi espacio personal. —He estado en
mejores en la embajada.
—¿La embajada? —Pregunto, al instante lamentando mi
curiosidad, ya que he entrado ahora en su conversación al igual que un
participante dispuesto.
—¡Una compañera Americana! —Dice cuando escucha mi
acento—. Sí, mi papá es un diplomático. He conocido básicamente a
todo el mundo—todos los que importan, quiero decir. Y he estado por
todo el lugar.
Es un tipo de vino, pertenece al género de vinos conocido como vinos fortificados.
Es un periódico sobre desempleo, a menudo hecho de forma graciosa,
directamente para quienes se acaban de graduar de la universidad.
13
14
38
Oh mi Dios, no atractivo y pretencioso. Una combinación
ganadora. Mi tablero de control interno está gritando ¡ABORTAR!
¡ABORTAR!
—Eso es realmente genial —digo, siguiendo con la preparación
de mi ruta de escape.
—Lo es —dice, inconsciente de mi desesperación. En realidad
piensa que estoy encantada por su fanfarronería ridícula—. Quiero
decir, sólo tengo dieciséis y he conseguido a tres senadores dispuestos a
escribirme recomendaciones para Harvard. O Yale, no estoy seguro
cual voy a escoger todavía. Veremos quién me ofrece el paquete más
placentero.
—Wow. Eso es… wow —contesto, conteniendo lo que realmente
pienso, lo cual incluye las frases ―Mételo por donde te quepa‖ e
―Idiota‖. Bebo de mi vaso y logro esconder mi disgusto por la bebida y
la compañía de una sola vez.
—¿Puedo conseguirte otra bebida? —pregunta.
—Oh absolutamente —contesto, empujando mi vaso en su mano.
Mientras se da la vuelta para llenarlo con quien sabe qué, corro a través
de la salida más cercana y a lo largo del pasillo. Me escabullo en una
puerta abierta, esperando que sea un baño, pero en su lugar me
encuentro en lo que parece ser un estudio. Las paredes están cubiertas
de libros con tapas de cuero y fiesteros. Un gigante escritorio caoba
domina el centro de la habitación. Si no fuera por los bajos ruidos sordos
y todas las hormonas propagándose en el aire, me sentiría exactamente
en casa. Me dejo caer en un atestado, brillante sofá de cuero y me
encuentro junto a otro hombre fiestero. Él está usando una arrugada
camisa de oxford y una chaqueta aún más arrugada. Un cupressus
macrocarpa15 en la solapa lo delato como un niño de colegio privado.
Está teniendo un vaso de cristal tallado con licor marrón, lo cual lo
delata como un niño de colegio privado borracho. Su bebida huele
demasiado fuerte que temo que va a chamuscar los pelos de mi nariz, y
el olor se pone peor mientras cuelga su pesado brazo borracho sobre mi
hombro y gira su cara hacia la mía.
—¿En qué estás pensando? —masculla.
En lo que estoy pensando es el peso del pequeño libro en mi
bolso, y como estaría sumergida en un baño caliente ahora mismo,
ojeando sus muy gastadas y resaltadas páginas. Ni siquiera un día como
compañera de Jason, y ya mis peores temores se han hecho realidad.
En lugar de un baño, me encuentro en alguna clase de videojuego
pesadilla de imagen real, donde el objetivo es derribar el mayor número
de borrachos e irritantes adolescentes como sea posible. ¿Así es como
Cupressus macrocarpa o Gold Crest es una planta que se cultiva en exterior y en
interior. El follaje posee un olor a limón muy característico en estas plantas.
15
39
son todas las fiestas? Porque si es así, obviamente me he estado
perdiendo de mucho. El libro está latiendo justo allí en mi bolso,
burlándose de mí por mi estúpida decisión de venir aquí.
—Como gustéis16 —suelto, inmediatamente arrepintiéndome de
las palabras.
—¿Qué?
Puedo sentir la mancha de ansiedad trepando en mi cara. —Um,
si, es una obra. Y hay una chica, Rosalind —comienzo a hablar, como si
este chico estuviera de humor para un sermón sobre literatura.
Y claramente no lo está, porque me acerca más y dice—: escucha,
Rosalind, ¿quieres ir arriba?
—Um, no. No soy Rosalind —digo, sacudiéndome de encima su
abrazo—. Rosalind es de Como gustéis.
—Si gusto —contesta, lanzándome una sonrisa lasciva—. Vamos —
coge mi mano y empieza a sacarme del sofá, pero mis nervios han
hecho que mis manos se humedezcan con el sudor. Mientras él inclina
su cuerpo hacia atrás para tirarme fuera del sofá, su mano se desliza
fuera de la mía. Se tambalea hacia atrás unos pocos pasos, se detiene,
se balancea, y luego se tambalea hacia atrás un poco más. Un paso
más, y la parte posterior de sus rodillas hacen contacto con la amplia
mesa de centro de cristal detrás de él. Él está totalmente borracho para
sujetarse, o incluso para protestar. De hecho, parece sólo lo
suficientemente despierto para disfrutar la caída. Es decir, hasta que sus
nalgas hacen contacto con la lámina de cristal debajo de él.
El estruendo es ensordecedor. Puede ser escuchado bien por encima
del micrófono del DJ Rock y el escándalo de más de cincuenta
conversaciones y risas de los fiesteros. La fiesta entera se queda en
silencio mientras cada ojo ataca hacia el mondón de vidrios y el chico
borracho en centro de la habitación.
Soy la primera en reaccionar (probablemente porque soy la más
sobria dentro de la multitud), y rápidamente salto para ayudarlo a salir
del suelo. Se ve milagrosamente ileso pero es poco probable que
permanezca así si empieza a tambalearse dentro de un montón de
vidrios rotos.
—¿Qué carajos pasa aquí? —chilla una rubia alta,
balanceándose en el estudio en enormes tacones que hacen que mis
sandalia de tiras se vean como botines de bebe. Por la mirada de horror
en su rostro, supongo que debe ser la anfitriona de esta fiesta.
En ingles As You Like It es una obra cómica escrita por el dramaturgo inglés William
Shakespeare, hacia 1599.
16
40
Sorprendentemente, la primera persona en hablar es el Señor Don
Borrachín, quien murmura por el suelo algo sobre Rosalind yendo al piso
de arriba con él. Él señala con un dedo flácido hacia mi dirección.
—Mi nombre no es…—digo, pero rápidamente me corto.
—Uf, lo que sea —dice ella, agarrándolo de la mano y poniéndolo
derecho. Estoy sorprendida por su fuerza en los talones, pero tal vez la
adrenalina del real accidente de la fiesta está impulsándola.
Desafortunadamente, ella gira esa fuerza sobrehumana hacia mí.
—Escucha, Rosalind, Gabe es un imbécil y no te culpo por lanzarlo a
objetos inanimados. Sólo recuerda que hay un montón de mierda
invaluable aquí, así que mira en donde lo lanzas, ¿bueno?
Entonces ella se da la vuelta, su rubio cabello azotando con tanta
fuerza que estuve a punto de agacharme, y arrastrar a Gabe hacia la
puerta. Me quedo de pie en medio de los vidrios rotos mientras la fiesta
sigue a mí alrededor. Al parecer, el espectáculo ha terminado, y a
nadie le importa mucho que haya una mesa hecha añicos dejada
atrás.
Una alta y oscura figura que parece que salió de una brisa de
comercial de Armani pasa junto a mí.
—Sexy nombre —dice él, dejando un rastro de alguna colonia de
fuerte aroma a su paso.
—No soy… —comienzo de nuevo, esta vez más tranquila, pero no
tiene caso. Armani se ha ido.
Ahí es cuando me doy cuenta: podía ser Rosalind. Podia ser
cualquiera. Nadie parece saber la diferencia entre Julia que sigue las
reglas, lectora de Shakespeare, la plusmarquista de estilo libre súper
nerd de Newton17, Massachusetts, y Julia la chica que llama la atención
de los machos de la especie, que dispone con frialdad de los chichos
para empujarlos en la cima de mesas de cristal. Podría ser alguien más
genial, más confiada, sólo por esta noche, sólo por esta fiesta. Puedo ser
la súper Julia. La Julia que dice cosas ingeniosas y bebe y tiene chicos,
sobria o de otra manera, prestándole atención a cada una de sus
palabras.
Estoy imaginándome en un círculo de chicos, una verdadera
mesa de buffet de cabellos y acentos sexys, cuando alguien se tropieza
conmigo,
—Por Dios, lo siento tanto. Lo Juro, soy muy torpe, cayendo en
chichas agradables en el corredor —dice un muy guapo británico de
pelo rubio—. Aunque no tan torpe como el pobre Gabe,
17
Una de las cinco mejores ciudades en Massachusetts.
41
aparentemente. Vi lo que paso allí. Buena desviación. Soy Avery.
Rosalind, ¿cierto?
—En realidad, me llamo Julia —digo. Entre Jason, siempre
llamándome Lame Libros, y Gabe el borracho del pueblo, he tenido
suficiente de la gente confundiendo mi nombre, muchisimasgracias.
—Ah, Julia, entonces —dice, tomando un sorbo de cerveza. Su
cabello rubio empezando a caer sobre sus ojos. Me recuerda un
poquito a Mark, lo cual hace que mi mente divague hacia el mensaje
de texto de Phoebe, preguntándome cuales podrían ser las “noticias de
Mark”.
Avery hace uno de esos gestos de conquista que los chicos
hacen, diciendo—: esa fue una escena bastante loca. No te cortaste
¿verdad?
—Oh, estoy bien —contesto—. No es gran cosa. Él sólo tiro
demasiado fuerte, es todo.
—Gabe es un idiota —dice—. Pero al menos puedes defenderte a
ti misma.
—Oh, estoy lista para la batalla en cualquier momento. —Flexiono
mi bíceps, lo cual me hace dar cuenta que esta sorprendentemente
definido por mi régimen de vueltas y flexiones. Dejo caer mi brazo
torpemente antes de que él me confunda con una especie de mujer
hulk y salga corriendo.
—¿Entonces estás soltera? —pregunta, sus oscuros ojos marrones
mirándome expectantemente.
—¿Qué? —me muevo sobre mis talones, tratando de desplazar
una de las tiras de cuero de mi dedo meñique mientras intento
desenredar el cambio bastante abrupto de la dirección que ha tomado
la conversación.
—Quiero decir, si no necesitas que te defiendan —dice, con un
poco rojo deslizándose en sus mejillas, pero en él sólo le da ese
rubicundo y atlético aspecto de un jugador de rugby—. Quiero decir,
este, bueno, quiero decir que tú no tienes a alguien que te defienda.
Supongo. Bueno, eso tenía muy poco sentido. Estuve tratando de ser
astuto y averiguar si tenías un novio, pero eso fue lo contrario de astuto,
¿verdad?
Mi mente está experimentando un milla de minis explosiones.
Tengo a un modelo de comerciales Abercrombie parado enfrente de
mí, y está nervioso. Hablando conmigo. Trato de calmarme, pero mis
manos revolotean de mi cabello a mi falda… a mi bolso. Respiro
profundo, descanso mi mano en mi cadera, y consigo el control de mi
misma.
—No pasa nada —contesto fríamente. (¿Fríamente?)—. Sí tengo
un novio, en realidad, pero ha regresado a estados unidos. De ahí la
42
autodefensa. —La mentira llega fácilmente, Tendré que agradecerle a
Phoebe por arrastrarme a esta semana de campamento de teatro en el
centro recreativo social.
Horriblemente, él parece decepcionado. Pero continúa con las
preguntas. —¿Así que eres de los Estados Unidos?
—¿No podías adivinarlo por el acento?
—Las primeras impresiones suelen engañar —dice. (oh, sí sólo
supiera…)— ¿De qué parte de los Estados Unidos?
—Boston —contesto, lo cual suena mucho más Cosmopolitan que
Newton, un suburbio de Boston que es básicamente el lugar más
aburrido en el que puedes vivir y aún ver el horizonte. Pero incluso de
cualquier manera Boston no parece encajar, así que sigo. —Pero estoy
viviendo en Manhattan justo ahora.
—Wow —dice, tomando otro sorbo de su cerveza—. Siempre he
querido ir a New York. ¿Qué haces allí?
Por un segundo mi mente se queda en blanco; no estoy segura
de que me distrae más: su precioso acento o su cincelada mandíbula.
Entonces recuerdo a las chicas que-parecen-jirafas de donde se
reclama el equipaje, sus cafés y sus maletas rodantes y sus sedans
brillantes. Recuerdo a la belleza con la que Jason charlaba en la acera.
—Modelaje. —Suelto, elevándome sobre mis tacones de diez
centímetros con la esperanza de que él no se dé cuenta que soy más
apta para los Lollipop Guild que para el elenco de America’s Next top
Model. Él parece estar suficientemente ebrio para creerlo, así que sigo.
—Tengo un apartamento en el centro. Vivo con algunas chicas.
—Eso es genial —dice, sus ojos abriéndose. Él aprieta más fuerte su
vaso—. ¿Es por eso que estas en Londres?
—Oh si —digo, estudiando mis uñas—. Estoy aquí por la semana
de la moda y haciendo un poco de trabajo de impresión. —¿Trabajo de
impresión? ¿De dónde diablos invente eso? La mentira ha rodado fuera
de mi lengua sin ningún esfuerzo, y puedo imaginar ya a Mark en el
papel de mi guapo novio americano ¡oh! que apoya mi carrera de
modelaje pero aún me extraña desesperadamente cuando viajo. Avery
me entrega una botella de cerveza pesada, que hace mi narración
incluso más brillante. Estoy hablando de una extensión de Vogue cundo
saca su teléfono y me pregunta mi número. La vieja Julia grita en mi
cabeza, ¡Esto no es una emergencia! Pero la súper Julia es más lista.
¿Qué daño podría hacer, realmente? Él escasamente se ve como un
agresor sexual, entre el borracho y el hablador. Además es
deliciosamente lindo, y en realidad no estoy planeando responder a sus
llamadas—si acaso llama. Así que le ordeno a la estúpida Lame libros
que se calle mientas súper Julia toma su teléfono de su mano y marco
mi número de celular emitido por la escuela en la brillante pantalla. El
43
número de la camiseta de papá. El cumpleaños de Shakespeare. Mi
PDN18. Punto y aparte. Le devuelvo su teléfono, dejando que mis dedos
permanezcan en su palma por solo un segundo.
—Espero saber de ti —digo antes de sonreírle rápidamente,
dándome la vuelta, y saliendo de la habitación. No estoy muy segura
hacia donde voy, pero marcharse parece la cosa más genial por hacer.
Y ni siquiera me balanceo en mis tacones prestados mientras salgo.
44
18
Promedio de notas. En ingles original GPA, Grade Point Average.
5
Eshtructurah de la Ohración
Traducido por Nats
Corregido por Lalu
Espra, ¿Q? ¿Mark anunció públcmte su amor xmí? Haaa, una chica pde
sñar. Esty muy cansda, hablms mña por skype —J.
D
efinitivamente estoy balanceándome sobre mis tacones un
par de horas más tarde, cuando Jason finalmente aparece
a mi lado en la sala de estar. Estuve hablando con un
magnífico tipo que llevaba una raída camiseta de la cara de Bob
Marley, pero me dejó para conseguirme otra bebida. Estaba de pie
junto a la chimenea, usando su repisa para soportar mi peso. Parecía
tan buen momento como cualquier otro para responder el mensaje de
Phoebe.
Mientras me apoyo sobre la repisa de la chimenea para sacar el
móvil del bolso, noto que me estoy tambaleando. No sé a dónde se fue
todo ese contenido de los vasos y botellas en mi cuerpo, pero parece
que han hecho estragos en mi equilibrio. Esa es una buena palabra.
Equilibrio. Equiiiiilllllliibriiiioooooo…
—¿Qué murmuras?
—¿Qué? —Chasqueo hacia la voz de Jason.
Su cara llena de pecas y su perpleja sonrisa se balancean en el
enfoque. —Sigues diciendo “equilibrio”.
Oops, ¿dije eso en voz alta? —Nada, no importa.
—¿Divirtiéndote? —pregunta, alzándome sus cejas color marrón
rojizo. Me doy cuenta de que lucen como pequeños gusanos tostados
al sol, lo que me hace estallar en un ataque de risa e hipo tan épico
que todo lo que puedo hacer es asentir en respuesta. Jason intenta
ignorar que estoy completamente desecha.
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—Genial, salgamos de aquí entonces, ¿de acuerdo? —Pone su
mano en mi espalda para guiarme.
—¿Qué prisa hay? —pregunto, aunque suena más como “queeee
prisaaahaaaay”. Estoy siguiéndole hacia la puerta, usando su hombro
para estabilizarme y tratando desesperadamente de resistir la tentación
de acariciar su suave suéter de cachemira.
—¿Qué quieres decir? —Dice Jason, ni siquiera deteniéndose en
su búsqueda de la salida—. Prácticamente tuve que arrastrarte
pataleando y gritando a esta fiesta, ¿y ahora quieres quedarte?
—No, estoy bien con irme —digo—tal vez todo seguido—. Pero no
necesito ser arrastrada por ti. Espera, esa eshtructurah de la ohración
está mal.
—Genial, una lección de gramática de una borracha lame-libros
—murmura, codeando a alguien fuera de su camino mientras nos
encañonamos hacia la puerta.
—¡No soy una lame-libros! ¡No soy una mojigata! ¡Soy una CHICA
FIESTERA! —grito, y luego dejo escapar uno de esos “¡Woooooo‟s!” de
chica fiestera que encuentro demasiado molestos cuando estoy sobria.
Pero son divertidos. Realmente divertidos. Entiendo totalmente lo que
está pasando con el woo. ¡Diversión!—. ¡Woooooo!
—Está bien, chica fiestera —dice, agarrándome firmemente de la
mano—. Pero es hora de que la fiesta termine.
—¿Por qué están de repente tus pantalonesh tan en llamas por
salir de aquí?
—Por nada —contesta mientras alcanzamos el porche, pero antes
de que una profunda voz surja desde el interior de la casa.
—Ey, pequeña mierda Americana. Has asaltado a mi novia.
Jason y yo nos giramos y nos enfrentamos cara a cara con un
muy alto, muy borracho y muy cabreado británico con lo que parece
una mofeta neón a rayas en su erizado y teñido cabello rubio. Incluso
en mi propio estado de embriaguez sé inmediatamente quién debe de
ser la novia: la chica con la que Jason estaba hablando en la cocina, la
del pelo emo.
—Definitivamente no —replica Jason con mucha más valentía de
la que debería tener cuando se está hablando con esta montaña
humana.
—Jason, este no es el momento de defender tu —hipo—
personaje —susurro, encontrando un poco de claridad en mi
intoxicación.
—Mi compañero dijo que estabas hablando con ella —dice el
chico, retándolo. Sus ojos están furiosos y rojos.
46
—Bueno, sí, tuvimos una charla —dice Jason encogiéndose de
hombros—. La mayoría sobre su miserablemente posesivo y
terriblemente poco atractivo novio, que supongo que eres tú. —
Capturo el brazo de Jason, con la esperanza de que deje de hablar.
Pone los ojos en blanco—. Pero nunca la toqué.
—Un infierno que no lo hiciste —gruñe el muro humano—. Haré
que lo sientas.
—No quieres hacer eso, amigo —dice Jason, colocando
serpenteantemente una mano sobre su hombro.
—¿Y por qué no lo haría?
—Porque mi padre es abogado, y arruinará tu vida si pones un
mísero dedo gordo sobre mí. —Se me ocurre justo ahora que Jason está
un poco borracho, también, lo que puede ser la única razón por la que
se esté cebando con este pedazo de hombre gigante.
—Vete a la mierda —dice el chico, apretando los puños.
—Ya sabes, no estoy particularmente familiarizado con esa
expresión británica. ¿Significa “Ten una bonita noche”?
—¡Jason! —siseo, rezando para que se calme y podamos irnos. Me
estoy volviendo más y más consciente de mi propia borrachera, y la
compresión de que realmente me escapé para ir a una fiesta en un
viaje de estudios, pera ponerme así está realmente empezando a
asustarme. El pensamiento de no quiero volver a estar borracha jamás,
no quiero volver a estar borracha jamás se reproduce en un continuo
bucle a través de mi cabeza mientras me sujeto a la barandilla de la
escalera, tratando de mantenerme en pie.
El chico británico se burla de Jason. —Significa que voy a
golpearte hasta convertirte en pulpa de sangre y tendrán que enviarte
de vuelta a tu madre en una fiambrera —dice, volviendo a cerrar la
mano en un carnoso puño. Eso me hace reír un poco, porque es
divertido escuchar a un británico cabeza hueca usar la palabra
“fiambrera”
Afortunadamente, Jason se agacha a tiempo para que el
borracho pijo de Gabe se meta y reciba toda la fuerza del derechazo.
El pobre chico no puede recuperar el aliento, pero sospecho que está
tan borracho que no siente mucho de nada a estas alturas. Con el
blazer y la corbata aleteando como alas, su cuerpo sale volando por la
escalinata y hasta la calle, donde un grupo de fans del Arsenal se
dirigen en masa a la estación de metro más cercana al pub.
Claramente han tenido unas cuantas bebidas post-juego y ninguno de
ellos está muy feliz de haber sido empujado por un par de adolescentes.
—¡Sangriento infierno! ¿Qué creen que están haciendo? —grita
uno de los hombres, agarrando a un muy borracho Gabe por el cuello y
empujándolo de vuelta hasta el poche y hacia el novio enojado. He
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estado completamente anclada al suelo en estado shock, pero
mientras Gabe navega pasándome, retrocedo para evitar que me
metan. Estoy casi a punto de caerme de las escaleras y sobre un
podado rosal decorativo en el proceso.
—¡Vete a la mierda! —grita el novio, claramente careciendo de
un profundo repertorio de contestaciones. Una multitud comienza a
formarse mientras los adolescentes se abren paso fuera de la casa para
echar un vistazo a la acción. Novio Enfadado consigue una botella de
cerveza de uno de los espectadores y se la lanza a los hombres de
mediana edad ahora agolpados en la acera.
—¡Tú, pequeño hijo de puta de pelo rosa! —grita uno mientras los
otros se apresuran a subir los escalones y a agarrar a Novio Enfadado.
—¡Pilla al pequeño punk!
—¡Vete a la mierda!
—¡Qué más quisieras!
—¡El Arsenal apesta!
—¡Tú apestas!
—¡Patéale el culo!
Antes de que pueda pestañear, estalla una completa pelea
callejera sobre la acera, los aficionados al fútbol de mediana edad
enredándose con los adolescentes borrachos. Los puños vuelan, insultos
son gritados, y siento un dolor en el hombro cuando alguien agarra mi
bolso de cuero falso y la correa se rompe limpiamente. El contenido se
dispersa a través de la escalera hasta los pies de la locura.
—¡Maldita sea! —chillo, cayendo de rodillas sobre la dura piedra
de la escalinata en un intento de reunir lo que pueda. Divisó el móvil
encaramado al borde del escalón superior, pero a medida que me
estiro para agarrarlo, soy empujada violentamente por detrás. Ruedo
durante dos escalones y aterrizo bajo una pila de brazos y piernas.
—Bonitas bragas. —Oigo, y alzo la vista para ver a Jason
ofreciéndome su mano—. Larguémonos de aquí.
—¡Mi móvil! —grito, levantándome—. Estaba justo aquí. —Señalo
el escalón más alto, pero el móvil no está.
—Lo tengo —responde Jason, sosteniendo un brillante móvil
plateado—. Vámonos. Ahora.
Aferra mi mano, y nos marchamos por la acera en un completo
sprint. Vamos casa por casa zumbando, y al final de la manzana toma
la izquierda. No tengo absolutamente ni idea de dónde estamos o a
dónde vamos, ni de que Jason hace, tampoco, pero me las arreglo
para caer en una buena caminata, manteniendo el mismo ritmo que él
en mis tacones de diez centímetros. Los gritos de la pelea se
48
desvanecen en la distancia mientras corremos manzana tras manzana
lejos de la fiesta. Trato de no pensar en las muchas maneras en las que
estos zapatos me están destrozando los pies en pedazos en este
momento o en el resto de mis pertenencias, esparcidas sobre una calle
que ahora seguramente esté a un kilómetro de distancia. El bolso es
barato, fácilmente reemplazable con veinte dólares y un viaje a H&M, y
tengo un montón de lápices de ojos y brillo de labios. Incluso tengo una
calculadora de repuesto en mi maleta. Pero el corazón se me hunde
hasta mis insensibles zapatos cuando pienso en mi vieja copia de bolsillo
llena de notas de Shakespeare, probablemente descansando en un
charco debajo de ese estúpido rosal.
49
6
La mañana siguiente a la noche anterior.
Traducido por Annabelle
Corregido por Deeydra Ann
Stas bn? Nada de anuncios públicos de amor, pero Mark defnitivamnt
ha stado actuando xtraño. Hablamos pronto! —P
B
EEP BEEP… BEEP BEEP… BEEP BEEP…
Mis ojos se abren de pronto al escuchar un sonido extraño
emanando de algún lugar de mi habitación. Me toma un
momento recordar que no me encuentro en mi habitación
en Newton. Ni siquiera estoy en los Estados Unidos. Me encuentro en
Londres, a mil kilómetros de distancia sobre el océano. Con mis
compañeros de clases. Y el confuso nuevo amigo que parece haber
crecido en mi lengua durante la noche.
—Ugh —gruño, abriendo mis ojos del profundo sueño que los está
apresando. No me siento asquerosa. Soy asquerosa. La encarnación
pura de la asquerosidad.
BEEP BEEP… BEEP BEEP…
Mi cabeza comienza a latir al son del sonido, así que estiro el
brazo sobre la mesa caoba, dándole un fuerte golpe a mi reloj de
alarma viajero. El rayo de luz entrando debajo de las cortinas romanas
que no llegan por completo hasta el suelo, entra directo a mis globos
oculares como rayos laser.
BEEP BEEP … BEEP BEEP …
Bueno, no es mi reloj de alarma lo que provoca el sonido, ya que
ahora se encuentra hecho en un montón de pedazos plásticas tirados
en el piso. ¿Qué me está sucediendo? Mi cabeza está golpeando aún
más fuerte, trayendo a mi mente el recuerdo del sonido de los bajos de
anoche. Mis recuerdos comienzan a aparecer como si fuesen rapeados
por el mismísimo DJ Rock the Mic. La fiesta. La falda cortita. Jason. La
50
cerveza. El nerd de la embajada. Gabe. Rosalind. El vidrio roto. El bajo.
Oh, Dios, el bajo. Avery.
BEEP BEEP… BEEP BEEP…
Mi noche regresa a mi mente poco a poco, con ese incesante
“beep” proporcionando el ritmo. ¿Qué demonios es eso?
BEEP BEEP… BEEP BEEP…
Y entonces, la última pieza del rompecabezas cae en su sitio. ¡Mi
teléfono! Logro sacar mi cuerpo del enredo de mis sábanas y me doy
cuenta que aún estoy usando la rodada mini falda de anoche.
Prácticamente había emigrado hasta mi barbilla. La tira izquierda de mi
blusa, de alguna manera, logró pasarse por encima de mi cabeza, así
que ahora ambas tiras se encuentran enganchadas sobre mi hombro
derecho. Una mirada al espejo me dice que luzco como si hubiese
intentado vestirme mientras viajaba en una montaña rusa.
Ugh. NUNCA. BEBERÉ. DE NUEVO.
BEEP BEEP… BEEP BEEP…
Necesito hacer que el sonido se detenga, lo cual, con suerte, hará
que la habitación deje de inclinarse ligeramente hacia la izquierda. Mi
pie descalzo, ahora cubierto en rojas ampollas, aterriza sobre algo
pequeño y frío. Lo levanto para encontrarme con el brillante celular
plateado, aún sonando y alumbrando una molesta lucecita roja hacia
mí. La antigua Julia debió haber recordado colocar la alarma.
Lo abro y presiono cualquier botón que pueda encontrar en el
extraño teléfono para silenciarlo. Gracias a Dios, logro apretar algo
correcto, ya que el “beep” se detiene y un mensaje de texto aparece
en la pantalla, brillando en un cálido azul.
Fue increíbl habrt conocido anoche. Moría por bsarte. Stas libre
para platikr? —Chris.
¿QUÉ?
Mi cerebro cambia a modo de mini-crisis. El teléfono contiene un
mensaje de un chico que quiere, no, que se muere, por besarme.
¿QUIÉN?
¿Chris? ¿Cuál era Chris? Me concentro, intentando recordar la
secuencia de eventos que llevaron a este mensaje de texto. Todo se
encuentra claro hasta que se rompió la mesa. Desafortunadamente, el
resto de la noche es prácticamente un borrón. Sé que en mi mano fue
colocada otra cerveza, y luego otra. Empecé a hablar cada vez más,
volviéndome más audaz. La cerveza ayudaba, pero también lo hacía la
idea de ser la súper Julia, esta persona completamente nueva que no
51
se parecía en nada a la Lame Libros. Y resultó que la súper Julia era
bastante popular entre los chicos.
Estaba el chico irlandés que cantó “Danny Boy” (sólo un poco
fuera de tono). Le di mi número, principalmente para que no se lanzara
en su muy profundo repertorio de covers de Flogging Molly19. Luego,
estuvo el chico de preparatoria con el acento elegante que hablaba y
hablaba sobre el jet de su familia. Él fue otro que recibió mi número,
simplemente para quitármelo de encima.
Pero luego, estuvo el chico alto con el cabello largo que tocaba
la guitarra en una banda de covers de Shins20, el estudiante universitario
rubio que estudiaba Literatura Europea Occidental del Siglo XX, y el
joven artista escocés con los intensos ojos azules que me contó sobre su
última instalación usando papel aluminio y letras de The Beatles. Los
deslumbré a todos con mi ingenio, encanto y confianza inducida por la
cerveza, contestando a la plática de literatura libro por libro, criticando
la “Revolución 9” con el artista, y tarareando los ritmos que tocaba el
músico en su guitarra.
Nunca se me ocurrió que alguno de ellos intentara contactarme.
Las únicas llamadas que recibo de parte de los chicos caben en dos
categorías: preguntas sobre tareas y pedidos para tutorías. Ya que no
voy a la escuela con ninguno de los chicos de la fiesta, no esperaba
escuchar de ellos. Nunca.
¿Cuál era Chris?
Leo el mensaje una vez más, esperando que algo vuelva a mi
memoria. ¿Muriéndose por besarme? Todos eran lindos, así que estoy
bastante segura que yo también muero por besarlo.
Es decir, ninguno de esos chicos que conocí era el indicado.
Ninguno como Mark. Pero Mark no está aquí. Y besar a un chico aún
puede ser una buena práctica. Y la práctica hace al maestro, lo cual es
exactamente lo que quiero ser cuando Mark y yo finalmente nos
juntemos. No es como si me dieran esta oportunidad muy a menudo. Lo
que fuera que hice anoche, supongo que se llama coqueteo,
obviamente funcionó. Esperemos que pueda recrearlo estando sobria.
Porque, repito: NUNCA. BEBERÉ. DE NUEVO.
Ahora, la verdadera pregunta era: ¿Qué demonios debo
responderle?
En mi puerta se comienza un fuerte golpeteo.
—¿Julia? ¡Toda la clase te está esperando! ¡¿Podrías arrastrar tu
trasero por las escaleras, como para ayer?! —La voz de Sarah Finder
hace un fantástico trabajo al atravesar la puerta de madera y llegar
19
20
Banda irlandesa-estadounidense de punk celta formada en 1997.
Banda estadounidense de rock alternativo y rock indie formada en1997.
52
directo a mis oídos como una espiga. Miro la hora en el celular y me doy
cuenta que en verdad, por primera vez en toda mi vida, voy tarde. Así
que escribo lo primero que se le ocurre a mi mente infestada de
alcohol.
¡Genial haberte conocido, también! ¡No puedo hablar justo ahora! Voy
corriendo a una sesión de fotos. Hablamos luego —J
Es mucho más sencillo continuar con la mentira que comencé
ayer que inventar una completamente nueva. Le doy a enviar antes de
poder darme cuenta de lo que he hecho. Hago una nota mental de
chequear más tarde el crédito disponible del teléfono, luego vuelo
fuera de la cama y hago un par de gárgaras con enjuague bucal.
Rápidamente reemplazo mi falda arrugada por un par de vaqueros,
cambio mi blusa por mi suéter azul favorito, y me coloco un par de
zapatos deportivos con esperanzas de aplacar mis muy enojados pies.
Bebida, coqueteo, mentiras, y ahora ¿tarde? ¿Podría volver la antigua
Julia, por favor?
53
7
Demasiado enroscado, beso con lengua y
pelea en Tate.
Traducido por Dannita & Killer Queen
Corregido por Violet~
Guau. Todo claro. Ahora sé que debería besarte. —C
E
n esta habitación, encontrarás un verdadero festín para los
ojos, con los colores como la grasa, bayas maduras de la
pasión por todo el lienzo. Saborea con tus ojos los sabores
jugosos del impresionismo, la pintura se arremolina como una salsa
deliciosa de arte —El discurso del guía turístico se ve interrumpido por
una risa. Me duele demasiado la cabeza como para girar y ver quién se
está riendo de los “frutos de la pasión”, o para mostrarle el uso de la
metáfora mixta al guía turístico.
Lo único que quiero ahora mismo es arrastrarme de vuelta a mi
cama. La única razón por la que no he vomitado es porque tengo
demasiado respeto por el museo Tate para dejar mi desayuno en el
piso. Pero si nuestro guía sigue hablando de fiestas y salsa de carne, no
creo ser capaz de contenerme.
Él termina con su discurso sobre el impresionismo antes de
llevarnos al contenido de la habitación. Los estudiantes comienzan a
moverse alrededor, hablando sobre diversas obras de arte.
—¡Señorita Elston! —La profesora Tennison camina pisando fuerte
mientras cruza la galería hacia Evie, quien está sujetando un teléfono
plateado internacional en su mano con manicura francesa—. No veo
cómo puede prestar atención al arte alrededor suyo con su nariz
pegada en ese teléfono.
Cuando la Profesora Tennison alcanza el teléfono de Evie, su
tintineante brazalete de adobe atrapa el tirante del bolso hobo de
cuero de Evie, tirándolo fuera de su hombro y derramando todo su
54
contenido al piso. Entre el surtido de botellas de esmalte de uñas, tubos
de brillo labial y tres diferentes cepillos para el cabello, veo alrededor de
veinte tarjetas de plástico adornadas con muchos colores con las
palabras “¡¡Habla & Textea!!”
La profesora Tennison mira de Evie a las tarjetas telefónicas en el
suelo y luego regresa su mirada a ella . Los ojos de Evie se abren por
completo y todo el color se drena de su cara hasta que sólo queda su
aplicación artística de los restos del rubor. La familia de Evie está forrada
de dinero, pero hasta yo he oído las historias sobre lo estricto que es su
papá. Si la profesora Tennison lo llama, alguien le quitará su Audi.
—Señorita Ellston, ¿Qué dije? —ladra la profesora Tennison.
—Um, ¿sobre qué? —responde Evie, su voz apenas un susurro.
—¡Sobre el uso de teléfonos, señorita Ellston! —La profesora
Tennison toma una respiración profunda, y luego levanta su voz para
que todos los estudiantes en la galería puedan oír—. ¿Clase? Todos
agrúpense alrededor.
Nos agrupamos juntos. Alguien en el grupo olía como las cebollas
en su tortilla de la mañana, y tengo que alejarme unos cuantos pasos
del círculo, sintiéndome mareada y con nauseas. El tono de la Profesora
Tennison atraviesa el aire fresco de la galería. Tiene el teléfono de Evie
por encima de su cabeza.
—Parece que la señorita Ellston piensa que mis instrucciones con
respecto a la finalidad prevista de estos teléfonos, y para lo que no está
previsto, eran meras sugerencias. Déjenme dejarles claro. En este viaje
deben estar presentes sus mentes y sus cuerpos. Por lo tanto, no pueden
hablar, textear, o twittear en estos teléfonos a menos que tengan una
emergencia. Recuerden, que su comportamiento en este viaje tendrá
un impacto no sólo en sus notas, sino también en sus expedientes de
disciplina cuando regresen. Se enfrentarán a las repercusiones escolares
si desobedecen mis reglas.
—Lo siento —murmura Evie. Oigo la voz de mi madre en mi
cabeza: Ella no lo siente, sólo está lamentando haber sido atrapada.
Odio cuando mi madre me lo dice, pero no voy a mentir: me emociona
un poco ver la cara de Evie cuando su celular desaparece dentro de la
fea y vieja bolsa de viaje llena de guías turísticas de la profesora
Tennison.
—Sí, estoy segura de que lo está —dice la Profesora Tennison—.
Pero me temo que el daño ya está hecho. Voy a quedarme con su
teléfono por el momento, y si hay una emergencia, puede pedir
prestado el teléfono de su pareja.
Los estudiantes se dispersaron de nuevo por los diversos rincones
de la galería, y la emoción de ver a Evie metiéndose en problemas
desaparece rápidamente. De repente siento como si mi estómago se
55
cayera hacia mi trasero. ¿Repercusiones escolares? Abro mi celular y
me desplazo por los mensajes de texto. ¿La profesora Tennison los
encontrará? Trato de encontrar una manera de conectar los textos de
mi teléfono a un aspecto cultural del viaje, pero los pensamientos de la
fiesta de anoche sólo reavivan mi palpitante dolor de cabeza. Necesito
recargar mi teléfono con crédito para borrar cualquier daño que mis
mensajes puedan haber hecho.
Regreso mi teléfono a mi bolso y me pongo a hacer lo que he
estado haciendo toda la mañana: fingir que examino una obra de arte,
cuando en realidad sólo estoy parada, tratando de mantener la calma
y no vomitar. Así es como me las he arreglado para ocultar mi resaca a
mis compañeros de clase y a la profesora Tennison. Déjenme decirles,
que no ha sido una tarea fácil. Aunque he estado esperando esta
excursión desde hace meses, no he podido disfrutarla en ningún
momento.
Siento que mis ojos se van a caer de mi cabeza y que mi cerebro
se va a escurrir de mis oídos. Y eso es justo lo que está pasando por
encima de mi cuello. Mi estómago está haciendo el Chachachá. Me las
arreglé para tragar un pedazo de pan tostado al salir del hotel, pero
definitivamente quiere salirse.
Veo un banco en el medio de la galería, situado en frente de una
escultura muy grande. Me tambaleo hasta ella, suspirando con alivio
cuando caigo sobre el mármol frio. Me quedo mirando fijamente a la
estatua como si la estuviera admirando. En realidad estoy apretando
fuertemente mi boca y estoy ordenando a mi estómago a calmarse.
Pienso en el mensaje de texto que envié esta mañana, y aunque no
sabía que era posible, me sentí peor.
Escucho un tintineo que viene por la derecha. La profesora
Tennison y sus joyas de gran tamaño se balancean hacia mi costado.
Ella suspira. Hacer de modo continúo el roll de profesora estricta está
obviamente haciéndola desgastarse.
—Es una maravilla ¿verdad?
—Preciosa —respondo, casi sin mirar la enorme escultura delante
de mí. La reconozco de mi libro de historia del arte como „El beso‟ de
Rodin. Es enorme y espantosamente blanco. Con mi molesta resaca,
prácticamente necesito darme sombra para mirarlo. Son dos amantes,
desnudos, con los brazos rodeando el uno al otro para una épica sesión
de cómo liarse. Espero que la profesora Tennison quiera apreciar la
belleza en silencio, pero no.
—Rodin realmente conocía el cuerpo —dice ella, suspirando otra
vez—. Él hizo hincapié en cada manifestación física de la atracción.
Mira como la columna vertebral del hombre está tensa mientras él tira
de ella hacia sí. Incluso los dedos de los pies de ella están enroscados en
56
la roca con lujuria. Cada centímetro de esta pieza está destinada a
inspirar pasión.
—Impresionante —le digo, tratando de sonar interesada sin abrir
demasiado mi boca.
—Sabes, a menudo me he imaginado a mí misma en esta pieza —
dice ella, mi estómago realmente comienza a tener un ataque—.
Encerrados en un fuerte abrazo, sin sentirse lo suficientemente cerca. Sus
labios sobre la piel de ella, piel con piel, la lujuria de…
—¡Asqueroso! —exclamo, mis manos vuelan a mi boca.
—¿Perdón? —Su cabeza gira violentamente, y ella entrecierra sus
ojos hacia mí que hasta puedo ver la abundante aplicación de su
sombra turquesa que se ha puesto.
—¡Oh! Eh, bueno —entro en pánico—. Es sólo que, eh, um, un
descuido asqueroso que, eh, el resto de la clase no aprecie esta pieza
así como usted lo hace, profesora Tennison.
—Oh sí, ciertamente lo es —dice ella, dejando escapar un largo
suspiro—. Sólo espero que uno o dos de sus compañeros de clase se las
arreglen para tropezar y caer en algunas de las experiencias culturales.
—Me sonríe antes de irse para humillar a otro estudiante con su
presencia. La adrenalina corre por mi cuerpo, y me deja exhausta. Me
inclino y pongo mi cabeza en mi regazo, esperando poder conseguir un
momento de paz antes de tener que pasar a la colección de arte pop.
Pero de nuevo, no hubo suerte.
—Oye, amiga, ¿estás bien? —Jason se deja caer a mi lado en el
banco. Debe haber estado rondando cerca, esperando a que la
profesora Tennison se fuera.
—No —le digo aún con mi cara entre mis jeans, estoy demasiado
cansada y enferma para mentir.
—¿Resaca? Eso apesta, amiga —dice él, haciendo un poco de
rutina de baile tap con sus Converse verdes en forma de bota mientras
está sentado. Juro que el chico no puede estar quieto ni un segundo.
—¿Cómo estás tú? —Me las arreglo para preguntar antes de
cerrar rápido mi boca. Me veo como un animal atropellado, y este
chico está sentado aquí con sus brillantes ojos azules (no inyectados en
sangre). Huelo, esperando encontrar aunque sea un leve olor a cerveza,
pero solo percibo la rancia colonia, pero aparte de eso nada más. Si
puedo adivinar, ese es el olor de la barra de jabón que da el hotel.
—Práctica —responde él con una sonrisa. Busca en su bolsillo
hasta que saca un trozo de papel morado con blanco. Una envoltura
de goma de mascar—. ¿Vas a volver a hacerlo?
—Claro que no. Estoy tratando de recuperarme del trauma de
anoche —Le digo, reacomodándome en mi asiento—. No puedo creer
57
que te dejara convencerme para ir a esa fiesta. Y luego
¿emborracharme? Dios, estoy totalmente avergonzada por lo de
anoche.
—¿Avergonzada? De ninguna manera. Me pareció que tuviste
éxito. —Dobla el envoltorio de la goma de mascar una y otra vez hasta
que es casi una mota.
—¿Qué? —pregunto. El ligero olor a uva saliendo del papel me
hace girar para no tener arcadas.
—Sí, alrededor de una hora, fui a buscarte y te encontré con el
chico de la guitarra. —Avienta el envoltorio hacia una papelera
cercana, pero cae en el borde y al final cae al suelo—. Parecía que te
estabas divirtiendo.
Me siento recta y lo miro. —¿El chico de la guitarra? ¿Qué chico
de la guitarra? ¿Supiste su nombre?
—Um, ¿Bono? No, no lo hice. ¿Por qué?
—No importa —le digo, tratando de sonar indiferente. Aunque
estoy bastante segura de que el chirrido de mi voz me delata ya que
Jason me frunce el ceño.
—¿Qué pasa Julia? Estás actuando más chiflada de lo normal
esta mañana. —Jason no ha hecho ningún movimiento para recoger el
envoltorio que todavía yace a varios pies de distancia del bote de
basura. Era obvio que él ensuciaría uno de los museos más famosos del
mundo.
—Te lo dije. Estoy con resaca —le digo. Me pongo de pie y
deliberadamente hago mi camino hacia la envoltura olvidada, la
recojo y la deposito en el contenedor. Definitivamente no necesito que
Jason Lippincott me diga que soy una chiflada, cuando hasta antes de
este viaje él solo me había hablado un total de tres palabras en toda mi
vida.
—Sí, y no es por eso. —Jason se para y arrastra sus pies detrás de
mí. Sus zapatillas hacen un sonido chirriante por el piso del museo como
un molestoso y chillante cachorro.
—¿En serio? —Me detengo en seco y giro hacia él, más que nada
para que él parara y el sonido chirriante también lo hiciera con él—.
Porque es todo lo que puedo pensar en este momento.
—Estamos en un museo, Lame Libros —dice él, señalando el
cuadro de Picasso—. Es como tu nave nodriza, y no estás prestando
atención a nada. En serio ¿Pasó algo anoche?
Hay un toque de preocupación en su voz y eso me ablanda por
un momento. Pero entonces me imagino lo que pasaría si Jason supiera
todo sobre el mensaje de texto que recibí y que respondí. Él se burlaría
de mi por eso hasta que ya no tuviera con que más molestarme.
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—No quiero hablar de eso —le respondo. Le doy la espalda. En
frente de mí, la superficie de la pintura de Mondrian explota en colores
naranjas y azules.
Oigo el chirrido delator de sus zapatillas mientras viene hacia mí y
se pone a mi costado. —¿No quieres hablar de ello o no quieres hablar
de ello conmigo?
Al parecer no puedo sacudirme a este chico.
—Ambos. Igualmente.
—Vamos, Julia —dice empujando mi hombro con el suyo—. Sé
que te sientes como el infierno esta mañana, pero anoche me pareció
que estabas algo así como divirtiéndote.
—Lo estaba haciendo —admito, todavía evitando mirarlo.
—¿Así que te ayudé a tener una noche memorable por primera
vez en Londres? —El orgullo se apodera de su voz.
—Oh Dios, más de lo que crees —digo. Como si fuera una señal, el
teléfono vibra en mi bolso. Lo saco y al abrirlo encuentro otro mensaje
de texto de Chris. Espero pronto, leo.
—Disculpa, ¿no es ese tu celular provisionado por la escuela,
señorita Sólo Para Emergencias? —pregunta Jason, y cuando por fin lo
miro, efectivamente, una sonrisa maliciosa se está extendiendo por su
cara. No hay duda de que está disfrutando de mi nueva ola de romper
las reglas.
—¿Puedes dejarme en paz, por favor? —suspiro, y cierro
rápidamente mi teléfono. ¿Desde cuándo Jason está tan interesado en
acosarme? ¿Desde cuándo está tan interesado en siquiera reconocer
mi existencia?
—Oh vamos, soy tu amigo. Me puedes decir cualquier cosa. —
Lanza un brazo alrededor de mis hombros. Estoy sorprendida por el
gesto, que al parecer es exactamente lo que él quiere. Rápidamente
usa su mano libre para agarrar mi teléfono antes de salir corriendo a
toda velocidad hacia la siguiente galería.
Todos los síntomas de la resaca se desvanecen en un instante.
Salgo corriendo detrás de él. Tengo que caminar por dos habitaciones
diferentes antes de encontrarlo en la esquina de una galería dedicada
a Warhol. Está haciendo clic en mi teléfono debajo de una de las
pinturas de camuflaje de Warhol. Se lo arrebato de sus manos, pero
puedo decir por su sonrisa pícara que el daño ya está hecho. Ha leído
todos los mensajes de texto. La sangre corre por mi cara.
—¿Cuál es tu problema? ¿Se te cayó tu cabeza en algo o qué?
—Le espeto. Me siento tan avergonzada como si alguien hubiera
empujado mi cabeza en un horno de pizza.
—¿Una sesión de fotos? —Se ríe.
59
—Fue lo primero que me vino a la cabeza. Gracias a ti, no estaba
exactamente pensando con claridad. —Meto mi teléfono en el bolso,
giro en mis talones y me alejo, tratando de reunir cualquier dignidad
que pueda.
—Oye, nadie te forzó a que metieras bebidas por tu garganta —
dice, siguiéndome una vez más—. Bueno, ¿vas a responderle? Esa es la
apropiada etiqueta.
Me doy la vuelta y levanto ambas manos.
—¡Cállate! Sólo cállate. Por el resto del día, necesito que te calles
—estallé. Echo un vistazo por encima de su hombro y veo la pintura de
una pistola de Warhol. Si sólo…
—Lo haré —dice, imitando una cremallera en sus labios. Pero eso
sólo dura una fracción de segundos antes de que abra la cremallera y
diga—: Pero primero tengo que escuchar la historia.
—¿Qué historia? —pregunto con impaciencia.
—La de este personaje Chris. ¿Quién es él? —Por la cara de Jason
parece que está haciendo todo lo posible por no reírse histéricamente,
lo que hace me que ponga más furiosa como nunca antes estuve.
—¡No lo sé! —Mi dolor de cabeza está empezando a volver, así
que una vez más me acerco al banco más cercano y caigo sobre él.
—¿No lo sabes? —Jason, por supuesto, se sienta a mi lado, ya que
al parecer ha decidido que hoy seamos los mejores amigos.
Quizás porque quiero que me deje de molestar, o tal vez porque
espero que tenga una pista sobre la identidad de Chris, o tal vez (de
hecho, sin duda) porque estoy demasiado cansada como para resistir
más, le cuento toda la historia: sobre Gabe y la mesa destrozada, sobre
Avery y que le di mi número y sobre el resto de ellos, uno de los cuales
lleva el nombre de Chris y me envió un mensaje de texto del que Jason
se estaba riendo.
—Vamos comienza con las bromas —le digo, dejando caer mi
cabeza palpitante en mis manos.
—¿Qué? ¿Bromearte? ¿Yo? Estás de broma, ¿no? —dice,
tratando de alcanzar mi celular que está dentro de mi bolso—. Sólo
quiero ayudar.
—Sí, ayudarme a tener una suspensión —respondo, y se lo quito.
—Julia, eres mi “amiga” —dice, usando las requeridas comillas en
el aire—. Nunca te pondría en peligro.
—Oh, bien. Sólo me llevaste a una fiesta llena de extraños en un
país extranjero y me abandonaste ahí. Entonces me quedé atrapada
en una pelea callejera, donde pierdo todas mis cosas, incluyendo mi
Shakespeare de bolsillo.
60
—¿Tú qué? —Él levanta una ceja. Probablemente piensa que
estoy hablando de una figura de acción de mini-Shakespeare. (En
realidad, yo tengo uno de esos. Pero lo dejé en Newton, graciasalcielo.)
—No importa. El punto es, ¿por qué iba yo a aceptar tu ayuda?
—Mira, puedo hacer que cualquiera se enamore de mí —dice
Jason.
Resoplo. —Eso me parece muy improbable.
Jason no se ofendió. —Está bien, está bien. Puedo hacer que
cualquiera se enamore en serio de mí. Cualquiera. Garantizado. Y me
gustaría extender ese talento a ti. ¿Deseas que ese tipo se enamore de
ti? Puedo hacer que suceda —Extiende su mano para que yo la
estreche y cerremos el trato.
—Oh, ¿y vas a ayudarme por la bondad de tu corazón? —
pregunto, mirándole.
—Demonios no —dice alegremente—. Tú me vas a ayudar
también.
Lo miro con recelo. —¿Qué quieres? —pregunto.
—Vas a escribir los papeles de reflexión para mí —dice como si
fuera la cosa más obvia del mundo.
—¿Estás bromeando? —Grito—. ¿Quieres que te ayude a
engañar?
—No existe tal cosa como un almuerzo gratis, Lame Libros. —Cruza
sus brazos y se apoya contra la pared—. Lo tomas o lo dejas.
—De ninguna manera —le digo. Me alejo de él antes de que
cambie de opinión. Espero a que venga detrás de mí como un pollo
descontrolado, pero no se mueve.
—Entonces, buena suerte en tus aventuras por mensajes de texto
—dice en voz alta—. Que la fuerza te acompañe.
Me detengo en el centro de la galería. Mi teléfono se siente
pesado en mi bolso. Cuando lo saco y lo abro, veo el texto de Chris aún
flotando en la pantalla como si estuviera burlándose de mí.
—Oh, vamos, Lame Libros —dice Jason. Grita y me giro. No me di
cuenta que él se había deslizado desde la banca hasta ponerse justo
detrás de mí—. Escribe unos pocos ensayos adicionales. No te va a
matar. Además, estoy seguro de que ya estás preocupada por lo mal
que yo escribo vaya a perjudicar tu promedio. ¿Qué mejor manera de
proteger tu promedio de puntos que haciéndolo tú misma?
Mi mente parpadea hacia un número de mi teléfono. Cuatro. Mi
perfecto promedio. El número que he trabajado tan duro para
conseguirlo.
61
—¿Es una amenaza? —pregunto. Trato de mantener mi tono duro,
pero puedo oír el ligero temblor en mi voz.
—¡Por supuesto que no! —dice, pero me sonríe de una manera
que no sólo es traviesa. Es retorcida—. Sólo estoy diciendo que no soy el
mejor en ortografía. O la gramática. O en terminar las cosas a tiempo.
—¡Me estás amenazando! —Le digo.
—Te voy a dar todos los puntos —replica—. Lo que hagas con
ellos es asunto tuyo.
—Suenas como un abogado —le digo, soltando mí agarre del
teléfono.
—De tal palo, tal astilla —responde—. Vamos, Julia. Es un par de
ensayos adicionales. Es probable que incluso te guste. Ahora, ¿me darás
esa cosa?
Toma el teléfono de mi mano y lo abre, entonces teclea
furiosamente.
—Necesitas sonar confiada, incluso arrogante. A los chicos les
gusta la confianza. —teclea un poco más—. Eso debería de bastar.
—“En realidad, creo que debería haber sido yo la que te besara”
—Lee en voz alta y yo inmediatamente me sonrojo.
—Debes tener resaca si piensas que eso está en el mismo universo
de algo que yo diría —respondo—. De ninguna manera le pude haber
enviado eso.
—Acabas de hacerlo
presionándolo en mi palma.
—dice,
cerrando
el
teléfono
y
—¡Qué!
Lo vuelvo a abrir y examino el registro de mensajes, esperando
que sólo esté mintiendo para asustarme. Pero ¡ay!, ahí está el mensaje
en la carpeta de “enviados.”
—Bueno, estabas parloteando sobre cómo nunca lo harías, así
que lo envié por ti —dice.
Claramente está orgulloso de su buen trabajo.
Estoy a punto de tener un colapso cuando el teléfono vibra en mi
mano. Estoy tan sorprendida que casi lo tiro directo al suelo de madera.
—¿Qué dice? —pregunta Jason, inclinándose sobre la pantalla,
ansioso por descubrir el resultado de su pequeño experimento.
En este punto estoy tan enferma, sorprendida y completamente
falta de palabras que simplemente le doy el teléfono a él.
—“Siempre tenemos esta noche…” —lee en voz alta—. ¿Ves? Te
dije que podías hacerlo —me dice, con una sonrisa de oreja a oreja.
62
—Pero, ¿qué hago ahora? ¡Quiere que nos veamos esta noche! —
Mi mente está trabajando.
—Lo cual no puedes hacer —dice firmemente, cerrando el
teléfono.
—¿Qué? ¿Por qué no?
—Primero que nada, ni siquiera sabes quién es este tipo. Es un
completo extraño; no puedes encontrarte con él después de dos
mensajes de texto. Es demasiado peligroso. Pero lo más importante, no
puedes parecer demasiado ansiosa. Hazte la difícil. Es anticuado, pero
funciona.
—¿En serio?
—Por supuesto —dice él—. Y seamos honestos: vas a necesitar
mucha ayuda antes de encargarte de Chris tú sola. Sin mi orientación ni
mi tutela, vas a arruinar en grande todo esto.
Desgraciadamente, Jason tiene razón. Anoche actué de manera
osada, y tuve suerte de escapar sólo con un mensaje divertido,
misterioso y sexy. ¿Y qué pensará Chris cuando descubra que no soy
una hermosa supermodelo, sino una Lame Libros de Newton,
Massachusetts? Probablemente saldrá corriendo y gritando en la
dirección opuesta. Necesito tiempo para pensar.
—Además, le dijiste a este tipo que estás en una sesión de fotos —
indica Jason, como si me leyera la mente—. No puedes verlo hasta que
eso haya terminado, Kate Moss. —Se ríe para sus adentros.
—Cierra la boca. —Le doy un suave golpe en el brazo pero no
puedo evitar esbozar una sonrisa.
—¡Oye, yo no fui quien dijo tener raíces de supermodelo! —dice,
levantando las manos.
—¡Nunca me llamé una supermodelo!
—Oh, ¿no le dijiste sobre tu trabajo de pasarela en Milán,
supermodelo? —dice, señalando con un dedo acusador mi nariz. Yo lo
golpeo. Se aparta de mí, tropezando con la punta de sus zapatos de
deporte, y luego se recupera.
—¿Qué, me vas a lanzar ese teléfono, Naomi Campbell? —ríe,
protegiendo su rostro con miedo fingido.
—¡Tal vez lo haga! —digo, lanzándoselo juguetonamente. Él lo
atrapa con facilidad, lo abre para redactar otro mensaje, y luego me lo
arroja de vuelta. Luce como un niño que se robó un pastel de
cumpleaños entero. ¿Qué hizo? Al ver lo que ha escrito, me ruborizo
tanto que temo volverme morada.
No podrías conmigo esta noche.
63
¡Ack!
—¡Imbécil! —Lo golpeo otra vez.
—Controle su lenguaje y violencia, señorita. —Esquiva ese golpe,
sólo logro rozarle la chaqueta. Peleo de nuevo cuando el teléfono
suena. Bajo la vista y encuentro el número de Chris resplandeciendo
hacia mí. No un mensaje, una verdadera llamada de celular. Por mi
estupefacción, Jason tiene tiempo de agarrar el teléfono y abrirlo.
—Hola, sexy —responde él, poniendo una voz profunda, como de
operador de línea erótica.
Esa es la gota que colma el vaso. Rompo todas las reglas del
museo conocidas por el hombre o la bestia y me lanzo hacia él,
tirándonos al suelo de madera a ambos. Él rueda, pero extiendo una
mano y agarro el borde de su camisa, tirándolo hacia atrás. Tan pronto
como su mano está a mi alcance, levanta su brazo larguirucho (y
sorprendentemente muscular) sobre su cabeza. No tengo otra opción
más que montarme sobre él sí quiero tener alguna posibilidad de
recuperar mi teléfono.
—¿Te estás divirtiendo? —Pregunta, antes de ejecutar alguna
vuelta ninja que lo coloca encima de mí, presionando mis hombros
contra el suelo—. Porque yo sí.
Con la culminación de la llamada, Jason se aparta de mí y se
acuesta en el suelo a mi lado. Está riendo y suspirando, feliz por su
victoria. Genial. ¿Qué pensará Chris después de que Jason contestó el
teléfono? Nunca debí haber confiado en él.
—¡Sr. Lippincott! ¡Srta. Lichtenstein! —La profesora Tennison viene
volando hacia nosotros, sus zapatos marca Birkenstock resonando
furiosamente contra el suelo—. En nombre de Dios, ¿qué están
haciendo en el suelo del Tate?
Instantáneamente me pongo de pie, mortificada. No he sido
castigada por una profesora desde cuarto grado, cuando me
atraparon escondida en el vestuario durante un partido de balón
prisionero21.
—Uh, ¿aprendiendo un poco de cultura? —dice Jason, aún en el
suelo, con su sonrisa de marca, la cual probablemente lo ha sacado de
un montón de situaciones como esta con profesores como la profesora
Tennison.
Me alejo un paso conscientemente de él, como si pudiese
sacudirme físicamente su mala influencia.
También conocido como la quema, matagente, a matar, vivos y muertos,
ponchados, el quemado, campos quemados, el delegado, el matador, balón tiro, las
naciones, la matanza, matasapo, manchado, quemados, quemadores, mato o brilé.
21
64
—Profesora Tennison, lo siento mucho. Lo que sucedió fue que…
La profesora Tennison no me deja terminar.
—Honestamente, Julia, me sorprende este comportamiento de su
parte. ¡Está actuando como una niña, y en uno de los museos más
importantes del mundo! —Su horrendo collar, el cual parecer un adorno
de navidad hecho de arcilla, traquetea mientras gesticula con enojo.
No tiene sentido intentar explicar. En su lugar, gruño—: No volverá
a suceder.
—Bueno, por suerte para usted, va a tener otra oportunidad de
apreciar bellas artes —dice en ese tono reservado para los profesores
que han ideado el castigo educativo perfecto—. Ya que perdió el
tiempo aquí en el Tate, usted y el Sr. Lippincott visitarán otro museo de su
elección durante sus horas culturales. Quiero un trabajo de mil palabras
de ambos, sobre la importancia cultural del arte.
—¿Mil palabras? —pregunta Jason, siendo apenas capaz de
pronunciar el número.
—No quiero oír ni una palabra más, o las subiré a dos mil —
espeta—. Ahora, reincorpórense a la clase. Es hora de continuar. —Se
endereza su blusa con estampado de flores y se marcha, sus zapatos
golpeando el suelo mientras se aleja.
—Eres un estúpido —le digo a él en voz baja tan pronto como la
profesora T está fuera del alcance del oído.
—Tú comenzaste —responde, encogiéndose de hombros en un
intento de desarrugar su camisa de polo gris.
—¿Cuántos años tienes, cinco?
—A mí me rebota y a ti te explota22. —Me saca la lengua.
—Genial. Espero que puedas llevar esas habilidades creativas de
escritura a este ensayo.
—Un, no. Eso lo vas a hacer tú. ¿Recuerdas nuestro trato? —Jason
observa a Evie y Sarah en un rincón, amontonadas alrededor del
teléfono de Sarah, y se dirige en su dirección. Se pone a unos cuatro
pasos de distancia, y entonces se voltea hacia mí—. Anímate, Lame
Libros. Es tarea extra. Tu pasatiempo favorito, ¿verdad?
—¡Me llamo Julia! —le digo, furiosa, pero ya ha corrido para unirse
al resto de la clase.
22
Manera infantil de decir “a palabras necias, oídos sordos.”
65
8
Oh, Querido… ¿Debería creerte?
Traducido por Danny_McFly y Elle87
Corregido por tamis11
¿Qué está pasando entre tú y JL? Retrocede ya —SF
V
ergüenza, ira, miseria: SF. Sarah Finder. Tiene que serlo. Es
apenas un secreto que ella ve a Jason como si él fuera lo
mejor que puede sucederle al mundo desde galletas sin
grasa. Siento que mi cabeza va a girar sobre mis hombros. Gracias a
Dios que no se molestó en hacerlo frente, porque estoy segura de que
me habría empujado al abismo. Me hubiera vomitado a ciencia cierta.
Leí el texto de nuevo. ¿Retrocede? No puedo creer que ella
piense que estoy en eso. Ella debe haber pensado que nuestra pelea
era coqueteo (¿Bromea?). Al parecer, se perdió la parte donde yo
realmente quería convertir a Jason en una pulpa sanguinolenta. Tiro mi
teléfono en mi bolso con disgusto.
—¿Podrías por favor darte prisa? —Llamo de nuevo a Jason.
La tarde ha ido de mal en peor. Primero fuimos por el camino
equivocado cuando salimos del Tate y luego Jason se burló de mí
cuando saqué mi guía, completa con notas Post-it y un mapa
desplegable marcado, pero entonces tropezó con una grieta en la
acera y casi cayó en un grupo de turistas.
—¿Cuál es tu maldita prisa? —Trotó para caminar a mi lado—.
Mira a tu alrededor. Es una preciosidad. ¿No puedes calmarte por un
segundo?
Tiene razón, por supuesto, pero no voy a admitirlo. Finalmente
estamos al frente de la manera correcta, al este por el río a través de
Millbank. Los edificios que nos rodean son de piedra tallada, ladrillo
oxidado y cobre que se puso verde a lo largo de cientos de años de
lluvia. Sé por mi lectura de vuelta en Boston que tenemos suficiente
historia pasada para llenar más de diez volúmenes. Estuve a punto de
66
dejar de señalar el Chelsea College of Art and Design, que solía ser la
Royal Army Medical College, donde se desarrolló la vacuna contra la
fiebre tifoidea. Pero sé que cualquier mención de la historia del siglo XIX
y la enfermedad sólo se alcanzará con un poco de vista épica rodando
de Jason, así que en lugar de eso, recobro en nuestro camino, a la
sombra de los árboles que se curvan en el río.
—Quiero terminar con esto para que pueda volver al hotel y
nadar algunas vueltas antes de la cena —le contesto, mirando por
encima del muro bajo de piedra y en las oscuras aguas del Támesis.
El aire fresco que hace está ayudando a mi dolor de cabeza,
pero todavía quiero ir la piscina y resolver algunas de estas tensiones. La
invitación23 es hoy, y no puedo evitar desear estar allí, sobre todo
después de lo que pasó esta mañana.
—¿Vueltas? —Jason arqueo una ceja.
—Tú tienes tus remedios para la resaca, yo tengo los míos.
—¿Eres buena? —Pregunta, acelerando el paso para caminar
junto a mí.
—¿Perdón?
—Nadando. ¿Eres buena?
—Estoy bien —le respondo, preguntándome qué clase de
respuesta está buscando.
—¿Sólo bien? —Dice con incredulidad—. ¿No ganaste en el
estado por mujeres en cien metros de mariposa en los últimos dos años
seguidos?
—Y los cien metros estilo libre —agrego. Entonces me detengo—.
¿Cómo lo sabes? —Giro alrededor de la calle, así que estoy cara a cara
con él. De inmediato da un paso atrás.
—Quiero decir, creo que vi algo al respecto en el periódico o lo
que sea. No te obsesiones contigo misma por ello —dice, empujando
sus manos en los bolsillos vaqueros, caminando delante de mí con su
puntal meneo—. ¿A dónde vamos, de todos modos?
—Me imagine que podríamos ir a la Galería Nacional —le digo,
ahora igualando su ritmo—. Es fácil de encontrar, y va a ser fácil
encontrar un buen material para el ensayo. Tienen los Girasoles de Van
Gogh en la pantalla, y a mí sin duda me encantaría ver eso. Van Gogh
siempre hace un interesante ensayo. O podríamos escribir sobre una
serie de pinturas del Renacimiento y su contexto histórico.
—Y por 'nosotros', quieres decir tú. —Dice Jason, todavía
marchando hacia adelante, esquivando turistas tomando fotos de la
vista a lo largo y a través del Támesis.
23
Es un evento de deportes sólo para los participantes.
67
—De ninguna manera. —Tengo que doblar mi ritmo para
mantenerme a la hora con sus piernas largas y desgarbadas, y tengo la
súbita comprensión de que ahora estoy siguiéndolo. —Nuestro acuerdo
fue para los documentos de reflexión, son sólo 300 palabras. Gracias a ti,
le debemos a Tennison un extra de mil palabras, así que creo que vas a
ayudar.
—En realidad, tú saltaste sobre mí. Así que creo que a mi
responsabilidad le toca algún lugar en el rango de doscientas
cincuenta palabras. —Jason camina cerca de una mujer
balanceándose alrededor de tacones de plataforma. Él salta hacia la
derecha para evitar caerse—. Se necesitan dos para bailar un tango... o
luchar en el suelo del Tate, como sea el caso.
—Trescientas veinticinco, y esa es mi última oferta —dice sobre su
hombro.
—Lo que sea. —No estoy interesada en empezar otra pelea, y yo
claro que no puedo confiar en él para hacer el trabajo, de todos
modos. Estoy empezando a desear que vuelva a ignorarme, como lo ha
hecho siempre en el pasado.
—Si pudieras cooperar conmigo por la próxima hora, podríamos
conseguir que este trabajo este hecho y realmente aprendamos algo.
¡Tengo muchas ganas de ver el Caravaggio!
—Sueño. —Jason cae en un banco a lo largo del camino, inclina
la cabeza hacia atrás, saca su gorra sobre los ojos, y empieza a roncar
ruidosamente.
Un gigante tour bus rojo se está vaciando justo en frente de
nosotros, sus pasajeros ya armados con cámaras, listos para tomar fotos
de los barcos de crucero a lo largo del Támesis. Un anciano realmente
posa su cámara sobre Jason, tomando una foto como si fuera una
especie de artista de interpretación.
—¿Tienes una idea mejor? —Le digo, tratando de reprimir que mi
rabia se propague.
Salta de nuevo a sus pies y comienza a marchar por la acera,
continuando hacia el este a lo largo del río curvo.
—En realidad, sí. Sígueme.
Jason me llama con un gesto con la mano y luego imita una
inmersión a la derecha en un nudo de las cámaras que portan los
turistas. Estadounidenses, si la bandera americana en sus camisetas son
para que les crean. Me estoy imaginando lo que podría suceder si me
deshago de él y voy a la Galería Nacional por mi cuenta, cuando cojo
un destello de la gorra de Jason flotando a través de la multitud. Antes
de que pueda cuestionar la decisión, la quito después de él.
68
—¡Tú me obligaste a esto! —Digo—. Quinientas palabras, como
mínimo. —Mientras las palabras salían de mi boca, me cuesta creer que
esté negociando con él.
Mientras caminamos, el sol desaparece detrás de un grupo de
nubes. El día se convierte instantáneamente en uno de esos clásicos
nublados días londinenses. Una brisa fresca sopla fuera del Támesis. El río
está salpicado de remeras, vestidos con camisetas de rugby y el viento
rompe, cortando el agua en barcos brillantes rojos. El muro bajo la
piedra da paso a una verja de hierro forjado de hierba. Puedo ver las
torres de la Abadía de Westminster asomando entre los árboles y los
edificios próximos. Es como una película. Y a pesar de que estoy con
resaca, siguiendo a Jason a Dios sabe dónde, me invade el amor por
Londres. Todavía no tiene nada que me haya defraudado. Papá tenía
razón. Que se pudra París, Londres es la ciudad para mí.
Estoy en mi ensueño, mientras Jason nos conduce fuera del
camino pavimentado a abajo un terraplén, donde hay un crujido por
un estrecho sendero de grava cerca de la orilla del río. El camino está
salpicado de cristales rotos y pedazos de basura, y está claro que esto
no es para ser recorrido por los turistas.
—¿A dónde vamos? —Pregunto.
—Ya casi estamos ahí —dice, yendo por delante, como si no nos
estuviera llevando a algún lugar espeluznante o potencialmente
peligroso.
—Esa no es la respuesta a la pregunta que hice —le respondo.
Se retrasa un poco para que pueda caer en el paso a su lado.
—¿Siempre eres así de intensa?
—Sí —le contesto, porque sé que decir que no, sólo sería el
comienzo de otro argumento.
—Bueno, al menos eres honesta. Intensa y honesta —dice,
caminando hacia la base de un puente por delante.
—Una vez más, ¿Estamos yendo a...? —empiezo, pero me
interrumpe Jason.
—Estamos aquí. —Señala el paisaje que tenemos ante nosotros.
—Aquí. —Es una especie de cueva concreta delimitada por un
puente encima de la cabeza retumbando con el tráfico de
automóviles. Debajo del puente están las curvas de hormigón al lado de
la colina que conduce a la calle, formando no sólo un lienzo perfecto
para artistas de la calle, sino un ideal half-pipe24 para la banda de
sucios skates punks que arriesgan sus vidas (¡sin casco!) Yendo de arriba
para abajo. Los patinadores están volteando y torciendo dispersos en
24Es
una estructura en forma de "U" usada, generalmente, en la práctica de deportes
extremos, como el skateboard.
69
una rampa. Estaríamos casi en la oscuridad total si no fuera por la
intensidad de remolinos de la pintura en aerosol que cubre todas las
superficies disponibles, los colores brillantes que dan la ilusión de la luz.
Desde cualquier punto de vista en el camino o el puente, el parque
estaría completamente oculto.
—¿Qué es este lugar? —Pregunto.
—¡Parque subterráneo de Skate! —Responde sobre su hombro.
Empieza a correr por el espacio, saltando rampas diferentes.
—¿Genial eh?
—Pero, ¿qué estamos haciendo aquí? —Todavía estoy
desorientada: el remolino de colores y movimientos es vertiginoso, y los
ecos espaciales con los sonidos de niños gritando el uno al otro—. En
caso de que hayas olvidado, se supone que debemos estar escribiendo
un ensayo sobre arte y cultura.
—¿Estás bromeando? Hay un montón de arte y cultura aquí —
dice Jason, de regreso hacia una barrera de hormigón cubierta de
pintadas de colores en el extremo más alejado del parque—. Tal vez
aún más que en la crujiente y vieja Galería Nacional.
Decido dejar el comentario acerca de la Galería Nacional de ser
"crujiente" y "vieja" de lado (especialmente desde que 187 años es
prácticamente un bebé cuando estás hablando de una ciudad que fue
fundada por los romanos en el año 43) y en su lugar lo sigo a la pared.
Jason pasa su mano sobre el concreto, desconchado y con grietas,
pero cubierto con unos graffitis bastante impresionantes. No hay
ninguna forma o patrón discernible, a los remolinos y las explosiones de
pintura. El color es tan vibrante que parece que está a punto de estallar
de la pared. En cierto modo me recuerda a las que vimos de
Mondrian25 antes en el Tate.
—Es genial, ¿verdad? —Pregunta Jason, pasando los dedos por
encima del muro.
Con su pelo rojo brillante, se ve casi como si pudiera dar un paso
a la derecha en el cuadro.
—Sí —lo admito, alejándome de la pared hacia una enorme roca
cerca de la orilla del río. Está pintado para que parezca un psicodélico
huevo de Pascua.
—Gracias —dice Jason, tomando una ligera inclinación de
cabeza—. ¿Mejor que la Galería Nacional?
—Todavía quiero ver los girasoles —le contesto, incapaz y poco
dispuesta a dejarlo ganar tan fácilmente—. Pero esto es bastante
genial.
25
Fue un pintor vanguardista neerlandés.
70
—Me quedo con eso —dice con una sonrisa como la de un niño
que tiene una A en su primera prueba.
Deambula en la dirección opuesta, hacia la otra pared de
hormigón con una serie de plantillas pintadas con spray. No son
etiquetas Banksy26 como los que hemos visto en línea, pero son buenas
aproximaciones. En una serie de ratas negras pintadas se observa la
evolución del hombre. También hay un número de símbolos anarquistas
mal pintados, pero la mayoría de las imágenes se detallan de manera
impresionante. En el centro de la pared, hay lo que parece ser un
gigantesco agujero en el hormigón, a través del cual se puede ver una
escena de la calle concurrida. De hecho, tengo que dar un paso más
cerca para darme cuenta de que todo es una ilusión pintada con
spray.
En la esquina del parque, un chico del skate de aspecto sucio en
jeans ajustados y una aún más ajustada (y, supongo, irónica) playera de
Justin Bieber coge una guitarra acústica cubierta con una serie de
maltratadas calcomanías. Mientras se coloca la correa de cuero al
hombro, casi espero escuchar una versión aplastante del single más
reciente emo punk. Pero en cambio, comienza suavemente
arrancando las primeras notas de una de mis canciones favoritas de
todos los tiempos de los Beatles "Here, there and everywhere" Estoy
impresionada por lo talentoso que es: su versión es hermosa y lenta, con
algunos pequeños riffs27 de la melodía.
Cierro los ojos para escuchar, y por un momento, desaparece mi
resaca. Los Beatles tocaron en vivo en las orillas del Támesis: un perfecto
momento de Londres.
—¿Estás bien? —Pregunta Jason, poniendo su mano sobre mi
hombro.
—Sí, me encanta esta canción —le contesto, inclinando mi
cabeza hacia atrás para mirar el cielo y succionar una respiración
profunda.
Mamá caminó por el pasillo de la iglesia con esta canción, y mis
padres tenían una tradición de bailarla cada año en su aniversario,
aunque su baile era sólo un giro de dos minutos alrededor de la sala de
estar.
—Sí, The Beatles. Bastante buenos —responde.
Giro mi cabeza tan rápido para mirarlo a los ojos que me arriesgo
a dañarme los nervios.
—¿Bastante buenos? —Le digo con incredulidad—. Déjame ser
clara: The Beatles son la mejor banda que ha pisado la faz de la tierra, y
Es el pseudónimo de un prolífico artista del street art británico.
Es una frase que se repite a menudo, normalmente ejecutada por la sección de
acompañamiento.
26
27
71
si tú no puedes reconocer su talento, me cuesta entender cómo has
estado lo suficientemente consciente cómo para vestirte tú solo por la
mañana.
Es exactamente el mismo discurso que mi papá le dio a mi abuelo
cuando tuvo la osadía de cuestionar la grandeza de The Beatles. Por
supuesto, eso fue antes de que yo naciera, pero mi madre todavía
repite la historia de vez en cuando, riéndose de cómo papá estaba tan
hinchado hasta que el abuelo no pudo formular una respuesta.
—¡Tranquila, chica! —Dice Jason alzando las manos—. Soy un fan.
Se aleja, supongo que en un intento de escapar de mi locura, y
me dirijo de nuevo a algunos de los cuadros que me rodean. Hay un
punto donde muchas capas de pintura en aerosol en un arco iris de
colores han empezado a despegarse. Un artista laborioso ha tomado
alguna herramienta u otra al tallar las letras la canción de Queen "Fat
Girls Bottomed." Es de alguna manera hermoso.
—Hey, Jason —digo, agitando por encima de mi hombro para
mostrárselo a él, pero cuando me volteo, se ha ido.
Escaneo el parque y veo que se acercó al músico de la calle,
quien está ajustando la afinación de su guitarra. Jason saca su cartera y
pasa el chico algo de dinero, que el hombre necesita, y a cambio
entrega su guitarra.
Oh Dios. ¿Qué está haciendo?
Jason me habla. Al principio no me atrevo, pero él está
gesticulando frenéticamente mientras me mira como si estuviera a
punto de tener una convulsión.
Finalmente, camino penosamente hacia él.
—¿Qué estas ha...? —empiezo, pero me interrumpe.
—Siéntate —dice, y señala a un banco, como si fuera un perro.
Sé que va a molestarme hasta que esté de acuerdo, así que
suspiro y me siento donde él indica. Estoy en el banco justo delante de
él, así que tengo que buscar un poco para verle la cara.
—¿Feliz ahora? —Pregunto.
En vez de responder, se lanza a una interpretación acústica
perfecta de "Oh! Darling" pero a diferencia de chico del skate, Jason
canta. ¡Canta!
Ahora, normalmente no me gusta cuando la gente canta cerca
de mí, mucho menos a mí. No me importa si son buenos, malos o
mediocres. Es todo lo mismo. A menos que hayas formado con una
discográfica con música que pueda encontrar en iTunes, no quiero
escuchar tu presentación en vivo. Es por eso que no puedo mirar el
programa de búsqueda de talentos American Idol. Me preocupo
72
porque los concursantes cometerán un error y se avergonzarán,
entonces yo me avergonzaré por ellos.
Pero Jason es fantástico, estoy hipnotizada. Su voz corta la niebla
londinense, estoy pegada al banco, incapaz de quitar los ojos de él. Me
devuelve la mirada con ojos chispeantes. Da en el clavo con cada
nota, incluso los “ooohs” característicos de Paul McCartney y sus
diferentes tonos.
—Creeme cuando te digo (¡oooh!) —Canta, serpenteando—,
nunca te haré daño. —Para cuando termina la canción, debo tener la
quijada en el piso, y mientras me ocupo de qué debería decir (en este
momento en que debería estar completamente avergonzada pero en
su lugar estoy encantada) despreocupadamente se quita la guitarra y
se la da al patinador (quien está aplaudiendo), y se dirige hacia el
extremo lejanos del parque. Me levanto de la banca y voy tras él.
—¿De dónde salió eso? —Estallo. Pretende (creo) examinar más
graffitis.
—Te lo dije, soy un fan —dice, encogiéndose de hombros sin
mirarme.
—Seguro, un fan, pero no me di cuenta de que te referías a que
eras un mini Paul McCartney.
—Nah —dice, restándole importancia al cumplido—. Solo paso el
rato. Mi mamá solía ponerme los discos de The Beatles y todo eso.
Abro la boca para contarle de mis padres también, pero algo me
detiene. No me gusta hablar de mi papá. A duras penas si lo hago, aun
con Phoebe.
—Eso fue realmente bueno —digo, hago una pausa antes de
añadir—: Tú estuviste muy bien
Se encoge de hombros y mira su reloj. —Oye, aún podemos llegar
a la Galería Nacional si nos apuramos. ¿De qué dijiste que querías
escribir el ensayo?
—Esto —digo, disponiendo que me mire—. El graffiti. La “galería”
del parque. Es increíble. Hay arte y cultura aquí, tú mismo lo dijiste.
—¿Tú crees? —Finalmente voltea hacia mí.
—Sí, por supuesto. —Camino hacia la ilustración de la—
evolución—del—hombre—. Tengo mi cámara. Podemos tomar algunas
fotos.
—Genial —me dice, sus ojos se encienden—. Hagámoslo.
Busco en mi bolso la cámara digital y chequeo la vida de la
batería. —¿Cómo encontraste este lugar?
—Oh, um, un tipo… —empieza, pero ya me estoy riendo.
—Por supuesto —lo interrumpo—. Siempre conoces “algún tipo”.
73
—Sip, eso es correcto —dice rápidamente—. Estoy con los
personajes turbios. —Me señala una etiqueta que quiere que
fotografíe—. ¿Estás segura de esto? Quiero decir, ¿no estás preocupada
por tu nota? No creo que esto sea lo que la Sra. Tennison tenía en
mente.
—Estaré bien —digo, sorprendida de mi seguridad personal a
pesar de que mi nota cuelga de un hilo.
—Excelente progreso —dice. Sopla su dedo y luego los sacude en
su hombro—. Buen trabajo de mi parte. Estás haciendo una transición
adorable de Lamer Libros a Libidinosa.
Las siguientes horas las pasamos escogiendo los trabajos más
interesantes de los muros y cantos rodados alrededor del parque. Para
cuando nos vamos, hemos tomado cerca de cuarenta fotografías,
tengo páginas llenas de notas con los descuidados garabatos de Jason
y mi escritura plana y chiflada. Regresando al hotel ninguno puede
creer que casi oscurece. Estoy estupefacta por haber pasado casi
veinticuatro horas con Jason Lippincott y lo he disfrutado. Creo que esto
significa que podríamos ser amigos. Él está lleno de sorpresas.
Mientras trepamos la colina hacia el camino principal me doy
cuenta de que no he comido en horas. Jason está ocupado con su
teléfono, escribiendo un mensaje de texto con el ceño arrugado. O está
teniendo un montón de emergencias, o decididamente está usando su
teléfono para asuntos no—relacionados—con—la—escuela.
Saco mi celular, preguntándome si hay algún otro mensaje de
Chris que me perdí, o tal vez alguna llamada pérdida de alguno de los
chicos que conocí en la fiesta. Cuando abro el celular la pantalla no
muestra ninguna alerta. Suspiro alto, pero Jason sigue tecleando en su
propio aparato. El sonido es desconcertante.
—Me estoy muriendo de hambre —digo. O no me oye o pretende
no hacerlo. Pateo una lata aplastada en la acera frente a mí, suena
estrepitosamente y cae hacia la calle. —¿Quieres ir a comer algo
camino a casa?
—Um, seh, seguro —dice, manteniendo la nariz prácticamente
pegada al teléfono.
—Genial —digo. No puedo creer que acabe de pedirle a Jason
Lippincott que pase más tiempo conmigo. No puedo creer que de
hecho accedió. Volteo hacia un pub en la esquina, a media cuadra del
hotel. Tengo una debilidad por los puestos de comida frita, y estoy en
una casa no oficial del mejor pescado y patatas de Londres. Llego a la
puerta para dirigirme dentro cuando me doy cuenta de que Jason se
ha detenido en el bordillo.
—De hecho, no —dice, cerrando su teléfono y devolviéndolo a la
mochila. Por un momento me pregunto si estaba enviándole un
74
mensaje a la chica magnífica—pero—punky de mechas—rosadas de la
fiesta. Echo otra mirada a mi propio teléfono. No hay nada y ahora
Jason está a punto de dejarme plantada también.
—¿No? —pregunto, metiendo el teléfono en el bolso.
—Quiero decir, ahora no. No tengo hambre, y creo que
realmente necesito un tiempo a solas. Tú sabes, para relajarme. Estoy
realmente agotado —murmura, sofocando un bostezo fingido.
—Está bien, bueno… —comienzo, pero soy interrumpida cuando
Sarah Finder y Evie salen del pub. Lucen fabulosas con sus atuendos de
turistas, los cuales incluyen unos vaqueros apretados y camisas grandes.
Bufandas a juego rodeando su cuello y argollas plateadas gemelas
cuelgan bajo sus perfectamente ondeadas cabelleras. ¿Cómo han
logrado un cabello de playa en Londres en marzo? Miro mis vaqueros,
gastados agujeros en las rodillas hechos por mí, no por Abercrombie o
Fitch. ¿Por qué soy la única en este viaje que parece haber empacado
para un viaje de campo y no para un espectáculo de modas?
—¡Jason! —Exclama Sarah con un hipido, apresurándose hasta
nosotros para darle un abrazo de oso—. ¡Oh por Dios! ¿Dónde has
estado? ¡No te he visto desde la galería!
El par me sobrepasa con sus plataformas de cuña e
instintivamente me empino sobre los talones para no sentirme tan
pequeña.
—¿Viste algo genial hoy? —ronronea Evie, poniendo un brazo
sobre sus hombros.
—Nah, nada especial —replica Jason, y me sorprendo por las
pequeñas agujas que siento aguijoneándome la columna vertebral
cuando lo dice. Tampoco me mira. Es como si de pronto yo no existiera.
—Ugh, tampoco nosotras —gruñe Sarah—. No sé cómo voy a
escribir ese estúpido informe de reflexión.
—Estamos en Londres. Todo es especial —murmuro. Entonces
cierro la boca. Definitivamente no quería decir eso en voz alta.
—Oh, Julia, no te había visto —dice Evie con una risita—. ¿Te
diviertes en Londres? —No espera por mi respuesta, en su lugar, se
voltea de nuevo hacia Jason—. Así que, ¿dónde has estado? —Cuelga
un brazo a través del de él.
Espero a que le cuente sobre nuestra tarde en el parque de
patinaje (y el mini concierto), pero algunos de los miembros de nuestra
clase salen del pub y rodean a Jason. Me encuentro casi desplazada
hacia la calle por la muchedumbre. Mientras regresan hacia el pub,
Jason es arrastrado con ellos. No estoy segura de lo que sucede, pero sí
lo estoy de que sus planes no incluyen pescado y patatas.
75
Ahí va el tiempo a solas. Supongo que era a Sarah a la que le
enviaba los mensajes en nuestra caminata. Ella probablemente lo invitó
a la fiesta del pub. No cabe duda de que él planeaba abandonarme
antes de que llegáramos.
No me extraña que antes recibiera ese mensaje raro y
desagradable de parte de ella. Por suerte para Sarah, yo tenía una
resaca tremenda como para responderle, pero una vez pasada, no
estoy segura de lo que hubiera respondido. No necesito ser parte del
drama de Newton North, especialmente si tiene que ver con Jason.
Sarah está loca, y está claro que tiene los ojos puestos en él, qué bueno
por ellos, en serio.
Ella se merece a Jason y él a ella.
Me enfoco en la ira para no concentrarme en el burdo
sentimiento que carcome mi estómago de nuevo, asesinando mi
hambre. Un segundo me canta una serenata, al siguiente pretende que
no existo. Además, me abandona después de convertir en un gran
asunto esto del “sistema de compañeros”, arrastrándome a una fiesta y
metiéndome en problemas con la Sra. Tennison.
Ahí va el nuevo Jason. No puedo creer que pensé que podríamos
convertirnos en amigos en este viaje. Él es como siempre: un completo
idiota.
Más tarde esa noche, de vuelta en el hotel, estoy trabajando en
nuestro ensayo. Primero me propongo trabajar solamente en mi mitad
—quinientas palabras, ni más ni menos— pero mientras más escribo,
menos quiero lidiar con Jason. Estoy cerca a terminar esta cosa ahora y
ya no estoy molesta. Jason claramente me ve como un tipo de
aguafiestas o grillete social, y prefiero limitar nuestro tiempo juntos a
salidas patrocinadas por la escuela. No más fiestas o desvíos hacia
parques clandestinos.
Doy una mordida a mi emparedado de pollo al curry —el cual
compré en una pequeña tienda de abarrotes al doblar de la esquina y
del que he dado buena cuenta mientras escribía— y estiro los dedos.
Estoy a punto de comenzar las conclusiones cuando un correo
electrónico aparecen haciendo bing.
¡Hola cariño!
Solo quería chequear tu gran aventura en Londres. ¿Ya te
enamoraste? Mantente en contacto. ¡Me encantaría escucharlo todo
de tu viaje! Te extraño mucho, mucho. No te preocupes, estoy
grabando todos tus programas favoritos para que puedas verlos
cuando regrese. ¡Déjame saber que aterrizaste a salvo! Muchos besos y
abrazos mi amor.
—Mamá
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¿Enamorarme? Sé que se refiere a la ciudad, pero no puedo
evitar pensar el romántico montón de chicos que he conocido en las
últimas veinticuatro horas. Aprieto responder para comenzar a teclear,
pero entonces dudo, mis dedos revolotean sobre el teclado. No puedo
pedirle consejo a mamá sin sacar a relucir la bebida y el escaparme, y
las otras diez mil reglas que he roto en el día y medio que he pasado al
otro lado del océano. Desearía poder preguntarle, pero no creo que
haya una versión para madres de esta historia. En su lugar, escribo una
respuesta rápida, contándole sobre el viaje al Tate y enterándola sobre
la aventura de mañana en la Torre de Londres. Termino diciéndole que
la extraño un montón, lo cual es verdad. Mi laptop hace su usual
“whoosh” mientras el correo electrónico se lanza al ciberespacio hacia
mamá.
Abro el documento para producir en nada las últimas doscientas
palabras más o menos de mi (o “nuestro”) ensayo, pero el cursor me
parpadea. No recuerdo lo que planeaba decir. Mi cerebro se siente
como un cuenco de cereal con demasiada leche. Necesito un
descanso. Agarro la cámara y comienzo a pasar las fotos de la tarde
cuando me cruzo con una tomada por el patinador/guitarrista. Jason y
yo posando frente a una etiqueta de una cabina de teléfonos de estilo
británico. La Reina de Inglaterra está pintada dentro, y el texto que sale
del teléfono pone Londres está llamando. Mi brazo está sobre el hombro
de Jason. Parecemos un par en nuestra ropa negra de invierno, su polo
despuntando de su cuello sin cerrar. La gorra de béisbol de Jason
quedó ladeada de algún modo, haciendo que su cabello se salga en
todas direcciones. Estaba contenta por el parque, el mini concierto y la
divertida discusión de los graffitis con Jason. Llevo una gran y tonta
sonrisa y él también se ríe con ganas en la foto.
Solo ahora, mientras miro la imagen en la cámara, es que me doy
cuenta de por qué se reía.
Me había puesto orejas de conejo sobre la cabeza.
¿De veras? ¿Es que tiene cinco años?
Tiro la cámara a la cama, donde rebota dos veces antes de caer
de los bordes del colchón al piso. Me arrepiento al instante;
probablemente la garantía no cubre accidentes provocados por furia
inspirada por Jason. Me apresuro a recogerla. Cuando me agacho, veo
que ha aterrizado junto a mi teléfono, el cual parpadea con un mensaje
nuevo.
¿Mucho silencio radial? JL NO ESTÁ INTERESADO —SF
¿SF? Asumo que el texto es de Sarah Finder de nuevo, como el
desagradable que había borrado antes en mi indiferencia inducida por
77
la resaca. Creo que no se tomó en serio las advertencias de la Sra.
Tennison sobre texto no aprobado, de lo contrario, creo que
consideraría esto como una situación de emergencia.
Es casi risible. Cree que me gusta Jason Lippincott.
Pero el humor se desvanece rápido. Si ella lo cree, ¿es posible que
él lo crea? ¿Por eso estaba tan decidido a abandonarme? ¿Por qué era
actuaba raro y murmuraba? ¿Piensa que tengo algún enamoramiento?
Podía derretirme en un charco de vergüenza. Una cosa es ser la triste
chica enamorada, pero peor aún es cuando alguien piensa que eres la
triste chica enamorada cuando no lo eres.
Y si Sarah cree que soy la pobre chica enamorada, entonces muy
pronto todo el mundo lo hará.
Y eso puede llegar a Mark.
Me debato sobre responder —algo como Prefiero sacarme los
ojos con un lápiz sin punta que salir con Jason, eso debería ser
suficiente—, pero me preocupa que darle munición solo empeorará las
cosas. En su lugar, decido que no habrá más lucha medio en juego en
los pisos de ningún museo. Eso claramente la da las ideas equivocadas
a las personas. Jason y yo ni siquiera somos amigos. Es la última persona
en la tierra de la que me enamoraría, y me voy a asegurar de que ese
hecho sea obvio para Sarah y para todo el mundo.
El día entero se ha convertido en una fracturada red de ridículo y
todo lo que quiero es irme a dormir. Mientras me arrastro a la cama mi
teléfono parpadea nuevamente. Contemplo la idea de ignorarlo, no
deseando saber qué comentario irritante se le había ocurrido a Sarah
esta vez, pero sé que no seré capaz de dormir a menos que lo lea. Abro
la tapa del celular y mi corazón se salta un latido.
Chris.
78
9
Tweets contradictorios y Atún
Traducido por Mel Cipriano
Corregido por Itxi
La ausencia hace que el corazón se encariñe más…28
¿Puedo verte? — C
B
ueno, eso es todo. Definitivamente no puedo dormir ahora.
Sólo hay una cosa que puedo hacer para calmarme: Me
pongo mi Newton North verde amarillenta, facilitada por el
equipo Speedo, y me dirijo a la azotea para ir a la piscina olímpica
cubierta. Vi en la carpeta de bienvenida del hotel (que ya he leído de
principio a fin... dos veces), que todas las noches está abierta hasta
medianoche, y sólo son las nueve. Eso me da una hora para volver a mi
habitación antes de que la señora Tennison haga su comprobación final
para asegurarse de que todas las llaves se han devuelto. Todavía tengo
la llave de repuesto escondida en mi cartera, pero he terminado con el
estilo de travesuras de Jason.
No importa de qué lado del océano te encuentres, el olor a
químicos de una piscina sigue siendo el mismo, y encuentro consuelo en
el cloro y la quemadura de mis músculos cuando me lanzo a través del
agua. Allí abajo, el mundo está literalmente en silencio, y me quedo sola
con mi propia cabeza.
Empiezo con un sencillo estilo libre. Años de práctica de natación
temprano por la mañana, y reuniones los fines de semana, han definido
mis hombros, brazos y muslos. Mi cuerpo está construido como un
pequeño muelle comprimido, compacto y fuerte. Parece que en
cualquier momento podría soltar mis rollos y despegar en el aire. En
tierra firme esto, significa que mis vaqueros siempre son demasiado
Es la traducción literal de la popular frase: “Absence makes the heart grow
fonder…”, pero en español la frase correspondiente es: “La ausencia es como el
viento, que apaga las pequeñas llamas y aviva las grandes pasiones".
28
79
largos, nunca lo suficientemente grandes en el muslo. Las camisetas sin
mangas pueden hacerme parecer un poco varonil. Sin embargo, en la
piscina, mi cuerpo es perfecto. Hace exactamente lo que le digo que
haga, liberando sus rollos en el momento justo para darme el poder de
lograr victoria tras victoria, un récord tras otro.
Por desgracia, esta noche mi cabeza está confusa con los chicos.
Chris, mi mensajero misterioso. Mark, el único (si tan sólo lo supiera). Y
ahora, Jason, cuyo objetivo en la vida parece ser hacerme perder el
equilibrio y humillarme en tantas formas como sea posible. Si acosarme
no funcionaba, simplemente comenzaba a coquetear conmigo. De eso
debía tratarse la canción.
Porque estaba coqueteando conmigo. Lo sé. Lo sentí.
¿No es así?
Chris. Mark. Jason.
Chris. Mark. Jason.
Están creando un ritmo a través de mi cerebro con cada golpe. El
estilo libre no está funcionando. Necesito algo más fuerte, así que salto
fuera de la piscina, giro, y me sumerjo de nuevo en línea recta,
intentando empezar con mariposa, el más duro para la carrera, pero
también mi favorito. Esta vez, conforme corto en el agua con una
perfecta inmersión poco profunda, mi mente va directamente a papá.
En el verano en que yo tenía cinco años, había pasado semanas
enseñándome la técnica perfecta para el buceo. Papá siempre fue un
gran maestro. Duro, pero paciente. Mientras la mayoría de los niños
estaban recibiendo un aplauso por un planchazo torpe, papá estaba
de pie a mi lado en la cubierta, demostrándome cómo debía doblar las
rodillas, la forma de meter la cabeza entre los brazos. Me enseñó a
nadar, también, cuando era aún más joven. Claro, me dejó fallar por un
segundo, pero nunca dudé de que su firme mano me alcanzaría y me
arrancaría fuera del agua por mi traje de baño mientras me quedaba
sin aliento y escupía. Mi padre nunca dejaría que nada malo me
pasara.
En cambio, algo malo le pasó.
Mis músculos queman mientras me lanzo a través del carril de
vuelta, pensando en lo rápido que se enfermó. En mi memoria era fuerte
y saludable hasta el momento en que ya no lo era. Recuerdo haberlo
visitado en el hospital exactamente una vez. E incluso sin afeitar y
pálido, seguía pareciendo fuerte. Como si pudiera meter la mano y
sacarme de cualquier problema en el que podría encontrarme metida.
No recuerdo mucho del funeral, apenas tenía siete años, sólo la
bandera americana colgando sobre el ataúd, hombres en sus uniformes
en todas partes, y el saludo de las veintiún armas.
80
Cuento veintiún golpes por el camino, luego me voy
directamente a la cubierta de la piscina. Gotas de agua cubren mi
rostro, por lo que nadie sería capaz de decir que estoy llorando. Si no
me calmo ahora, van a pasar sólo unos momentos antes de que me
quede sin aliento, mis musculosos hombros están temblorosos por las
lágrimas. La mayoría de las veces la piscina es mi oasis, pero a veces,
cuando las memorias se arrastran adentro, me aplastan.
Claramente necesito ayuda, y sólo sé de una persona con toda la
información para aconsejarme.
Tomo unas cuantas respiraciones profundas mientras me quito la
toalla, luego regreso a mi habitación, donde abro mi ordenador portátil
y llamo a Phoebe por Skype. Acepta inmediatamente. Su cara sonriente
llena la mayor parte de la pantalla, y veo que lleva puesto su camiseta
favorita, una camiseta conmemorativa del largamente olvidado
fracaso de los '90, Dick Tracy. Las paredes de color calabaza de su
dormitorio, salpicadas de obras de arte diversas compradas en Etsy,
aparecen detrás de ella. La visión del cuadro entero me hace sentir el
tirón de la nostalgia. Tengo que concentrarme por un momento para
mantener las lágrimas a raya.
—¡Salute! —dice con un brillante acento de Mary Poppins, su
estado de ánimo alegre canta a través del altavoz de mi portátil—. ¡Me
preguntaba cuando volvería a saber de ti otra vez! Tu último texto fue
un poco confuso.
—Oh, sí —le digo, pensando en mi último mensaje borracho a
Phoebe—. Los textos serán pocos y espaciados. En un solo día Evie
aparentemente acumuló unos cuantos dólares enviando tweets o lo
que sea, y la señora Tennison se puso loca. Ella realmente le gritó en el
Tate.
—Oh, he oído. Sarah ya puso una actualización en Twitter para
decir que no habrá más actualizaciones. ¿Cuán contradictorio es eso?
—Nos reímos de lo ridículas que son nuestras compañeras de clase—. Así
que, estarías totalmente orgullosa de mí. Adivina lo que estoy haciendo
en este momento, a un total de doce horas antes de mi viaje.
—¡Empacando! —digo con una sonrisa. Sólo Phoebe sabe lo
mucho que la organización me hace feliz—. ¿Está utilizando la lista?
—Por supuesto —responde Phoebe, agitando un trozo arrugado
de papel con mi lista de embalaje patentada—. Sin este chico malo,
probablemente llegue a Chicago con un par de pantalones vaqueros,
seis sudaderas y exactamente sin ropa interior. ¿Cómo están las cosas
en la alegre y vieja Inglaterra?
—Ugh. —Es todo lo que puedo decir, cubriéndome la cara con las
manos.
81
—Así de bien, ¿eh? —Phoebe se recuesta en su silla de escritorio
salpicada de pintura, lanzando sus pies sobre la mesa.
—Peor —murmuro entre mis dedos.
—Bueno, tengo algo para que dejes de pensar en lo que sea que
es el problema —dice—. Algunos pocos chismes sobre Mark.
Mi corazón salta y me apoyo tan cerca de mi ordenador portátil
que prácticamente golpeo mi cabeza contra la pantalla. —¡Oh mi Dios,
me olvidé por completo! —le digo, pensando de nuevo en el texto de
anoche—. ¿Qué es?
—Está bien, hablemos del destino —dice ella—. Estaba en Polar
Pop cenando con la familia, y ¿quién estaba allí? Mark.
—¿Y? —no puedo ocultar mi impaciencia. Si pudiera, me gustaría
saltar a través del monitor ahora mismo.
—Y estaba con Ian Green, que estaba todo como friki porque al
parecer Serena Garner le pidió salir a Mark ayer por la noche.
Mi estómago se desploma. Serena Garner es alta, preciosa, y
agraciada. Y lo que es peor: es mayor. Echo un vistazo a mis musculosos
hombros de nadadora en el espejo. Me veo como un jugador de futbol
americano en comparación con Serena. No hay manera de que pueda
competir.
Phoebe puede ver mi rostro decaído, así que rápidamente dice.
— ¡Pero dijo que no! Le dijo a Ian que Serena no es su tipo, y que no va
a perder el tiempo con una chica que no puede darle lo que quiere —
termina triunfante.
¿No es su tipo? Rápidamente catalogo las características
definitorias de Serena. Es hermosa. Se ve como si estuviera
constantemente a punto de filmar un comercial de champú. Ha sido
elegida reina de la bienvenida, reina de la graduación, y presidente del
consejo estudiantil, y si hubiera una categoría de los de último año para
“La mejor en todo para siempre hasta el final”, probablemente la
ganaría.
También es tonta como una caja de piedras.
Espera. ¿Significa eso que le gustan las chicas inteligentes? ¿Las
chicas inteligentes como yo?
—¡Oh, Dios mío, me encanta! —exclamo, agarrando los lados de
mi portátil como si pudiera abrazar a Phoebe a través de la pantalla.
—Sí, muy bien, ¿eh? —Luego arruga la nariz—. Aunque creo que
es un poco espeluznante que dijera que no puede darle lo que quiere.
¿Qué significa eso?
—¡No es espeluznante! Estaba hablando de DAEJ —digo,
invocando nuestro código para decir el amor verdadero—. Destinados
82
a estar juntos. —Estoy pensando otra vez en nuestra boda en el patio
trasero, preguntándome si es una señal de que recuerda. Tal vez sabía
que Phoebe estaba escuchando su conversación. ¡Tal vez sabía que me
diría! ¿Quién necesita enviar mensajes de texto cuando el amor de tu
vida te envía mensajes a través de tu mejor amiga?—. Quiero decir, ya
sabes que Serena no es el más brillante lápiz de color en la caja.
¿Recuerdas esa vez que le compramos pasteles en el grupo de
recaudación de fondos para baile, y no podía recordar cuánto valía un
centavo? Probablemente sólo significa que no podría mantener una
conversación con ella.
—Tal vez. —Phoebe se encoge de hombros, aunque no parece
convencida.
—Espera un minuto, ¿no fuiste tú quien la semana pasada trató de
convencerme de comprar una mini amarilla, diciéndome que podía
llevarla en mi primera cita con Mark? —le pregunto, mirándola a través
de nuestra conexión pixelada—. ¿Ahora tienes dudas?
—¡Julia, despierta! No me importa si sales con Mark, o con la
alineación titular del equipo de fútbol, o incluso con Joey Benson…
—¡Ni loca! —lloro. Joey llevaba una capa a la escuela en el
octavo grado sin ningún sentido de la ironía, una negra capa de
terciopelo, larga hasta el piso. Ha dejado de ser material para citas
desde entonces.
—No me importa si sales con Jason Lippincott…
—¡Cierra la boca! —grito, apoyándome directamente en el
micrófono, pero Phoebe arremete con una mirada severa.
—Todo lo que quiero, querida amiga mía, es que puedas salir con
alguien. Haz algo, aunque no sea lo mágico y maravilloso que tienes en
mente. No te sientes un segundo más languideciendo en torno a una
fantasía que tal vez nunca vendrá, porque quizás ni siquiera existe.
—Vendrá con el tiempo —insisto—, y existe. Lo vi.
—Tal vez lo haga —suspira, con la barbilla en la mano, sin
atreverse a desafiarme cuando se trata de mamá y papá—. O tal vez
no. Pero mientras estás sentada alrededor suspirando, esperando,
pensando, y deseando que este amor perfecto ocurra, un montón de
chicos, un montón de citas y un montón de besos se te están pasando.
—Pero eso es todo —le digo—. Besos. O El Beso. Yo estaba
mirando eso hoy, en vivo y en directo, en el Tate. —Así que, bueno, casi
estoy recitando el raro discurso de la señora Tennison, pero tal vez tenía
razón. Es decir, los profesores tienen que saber algo, ¿no?—. Eso es lo
que quiero. Quiero besos impresionantes, que me retuerzan el dedo del
pie. Besos únicos de chicos únicos.
—Odio tener que decírtelo, Julia, pero Rodin hizo muchos moldes
de El Beso —dice, Phoebe rodando los ojos—. Hay decenas de versiones
83
de El Beso, en los museos de todo el mundo. Ah, y por cierto. Esas figuras
en la estatua, se supone que son los adúlteros del Inferno de Dante. Los
tramposos más románticos del mundo.
—Pero Mark… —empiezo a protestar.
—Quizás sea DAEJ —dice, interrumpiéndome—, pero tal vez no. Y
hasta que te des cuenta de eso, sólo estoy diciendo que hay otros
peces en el mar, Julia. Peces grandes. Peces sabrosos. ¡Atún!
—Quizás ya atrapé a uno —le digo, resignándome a poner fin a la
discusión y pasando a una conversación más jugosa. Empiezo
diciéndole a Phoebe todo sobre la fiesta, y Chris y los mensajes de
texto—. Y el último dice: La ausencia hace que el corazón se encariñe
más. ¡Y luego me preguntó si puede verme!
Phoebe me mira boquiabierta a través del monitor. La forma en
que se inclina en dirección a la cámara hace que cada uno de sus ojos
se vea aproximadamente del tamaño de una pecera. —¡Jules, eso es
impresionante! ¿Vas a reunirte con él?
Miro mis uñas. Nunca me las pinto debido a que el cloro,
inevitablemente, hace que el esmalte se rompa. Las uñas astilladas casi
me conducen a la distracción; son como mi kriptonita personal. —No lo
sé. Tengo a Jason encadenado a mí, haciendo las cosas difíciles. Quiero
decir, contestó el teléfono hoy, cuando Chris llamó.
—Lo que probablemente sólo lo puso celoso y más interesado —
dice Phoebe—. Quiero decir, te envió el texto para verte después de
eso, ¿verdad?
—Sí —admito.
—¿Ves? Está interesado. Y también deberías estarlo. ¡Contéstale!
—Pero ¿qué pasa con Jason? ¿Y Sarah? Está mirando todos mis
movimientos y prácticamente pegada a su teléfono —protesto—. No
creo que esté tan asustada de sus padres como Evie lo está. Y no quiero
volver de este viaje con una reputación y un registro permanente de
todos mis movimientos en Twitter.
Phoebe mueve una mano con desdén. —Tienes que olvidarte.
Todo el mundo sabe que el noventa por ciento de los chismes de Sarah
son falsos, y el otro diez por ciento es sólo parcialmente cierto —dice,
con el tono conciliador que ha estado perfeccionado durante años de
amistad conmigo—. Así que tienes que pasar de estas salidas con Jason.
Todo es un negocio, ¿cierto? Sólo está arruinándolo, y Sarah está loca.
No dejes que te afecte, ¿de acuerdo?
Sólo hicieron falta unos diez minutos de insistencia antes de que
me haya convencido. No es que Mark sea malo para mí, pero debería
estar teniendo un buen rato con algunos otros peces… er, chicos.
Phoebe también piensa que es una mala idea reunirme con un extraño,
en un país extranjero, antes de saber un poco más acerca de él, así que
84
cuando me siento a responderle el texto, tecleo el mensaje que ambas
acordamos.
He estado pensando en ti también. Pero necesito conocerte
mejor antes de que nos volvamos a encontrar. ¿Más mensajes de texto?
—J
Cierro el teléfono y hago mi rutina nocturna. Con la cara lavada,
mis dientes cepillados y con hilo dental, cada parte de mi cuerpo
hidratada, y mi ropa lista para la mañana siguiente, por fin estoy
preparada para terminar el día. Para el momento en que me meto en la
cama (peligrosamente cerca del tiempo que necesito para despertar
en la mañana), me siento mucho mejor. Soy, después de todo, una
mujer muy afortunada. Estoy acurrucada en la cama más cómoda del
mundo (en serio, se siente como dormir en un abrazo), en la habitación
de un hotel precioso en Londres. Tengo ocho días más de viaje
emocionante e interesante y un misterioso desconocido que quiere
besarme. Apuesto que Phoebe no tenía esto en mente cuando me
alentó a encontrar la aventura en Londres.
Lo que necesito es un plan. Me encantan los planes, sobre todo
cuando están escritos con mi lápiz favorito, usando algunas viñetas,
pero estoy demasiado cansada como para levantarme de la cama
ahora. En su lugar, hundo la cabeza en la almohada de plumas, me
acuesto de nuevo, mirando el candelabro de bronce con estilo
empañado por encima de mí, y empiezo a pensar.
En primer lugar, tengo que salir de esto de romper reglas.
¿Escaparnos? ¿Beber? Tengo suerte de que no nos hayan atrapado.
También tengo que averiguar quién es Chris. Además, me gustaría tener
más tiempo para seducirlo con mi ingenio, o al menos con mi uso
correcto de la gramática, para que no salga corriendo en la dirección
opuesta cuando se dé cuenta de que no soy exactamente la modelo
que he dicho ser.
Por supuesto, toda esta situación se hace mil veces más
complicada conmigo siendo arrastrada a través de Londres por el
mismísimo rey quebrantador de reglas, Jason Lippincott.
De repente, me doy cuenta de que estar atada a Jason durante
los próximos ocho días, no puede ser tan malo. Claro, es sumamente
molesto y más de una vez casi me arruinó la vida, pero ese chico
probablemente tiene un montón de tácticas de espionaje desviadas
para ayudarme a encontrar a mi hombre misterioso. Dejémoslo a él
romper las reglas, y yo iré detrás, cosechando la recompensa, con
suerte, en forma de impresionantes besos Europeos, o morreos, como
dirían los británicos, con mi misterioso chico. Y si tengo que escribir
algunos ensayos extras y tolerar algunas horas extras con Jason para
hacerlo, bueno, entonces ese es un trato que estoy dispuesta a hacer.
85
¿Quién sabe? Tal vez al final de este viaje, me habré enamorado
de algo más que de la ciudad.
86
10
Varias Formas de Tortura
Traducido por MarMar
Corregido por LuciiTamy
Mark, ¿quién? :P—J
C
uando mi alarma suena, mi mente está tan clara, y mi
panorama es tan soleado, que debe haber pájaros
revoloteando alrededor de la habitación y alegres ratones
pequeños esperando para vestirme para el baile. Estiro mis piernas, aún
algo tiesas gracias a la sesión de vueltas de anoche, luego arrojo el
enredón afelpado del hotel y salto fuera de la cama.
Me coloco mis jeans favoritos, una blusa y una franela abotonada
vintage que Phoebe me había regalado el pasado año. Es tan vieja y
está tan usada que es como vestir una canasta de gatitos (pero de una
forma extraña). Chequeo de nuevo mi bolso para asegurarme de que
llevo todo para la visita de hoy (Una guía, un mapa, mi agenda, el
teléfono con la carga completa, un libro en caso de que me quede
atrapada en alguna parte si nada que hacer, ibuprofeno, goma de
mascar, una cartuchera con cuarto lápices número cuatro con puntas
completas… ya sabes, lo básico). Satisfecha, me encamino al comedor
del hotel.
Las vueltas de anoche aclararon mi mente, pero también
despertaron mi apetito de nadador, y noté que estaba completamente
hambrienta.
Sin embargo, el staff de la cocina del hotel estaba listo para mí,
cuando llego al comedor, soy saludada por el buffet más increíble que
había visto nunca. Filas de brillantes platos de excoriación plateada
están desbordados de tostadas, panqueques con bayas, tocino,
mullidos huevos revueltos, patatas fritas caseras (¿es así como las llaman
aquí?). Pasando esos, espío una mesa separada casi hundiéndose por
el peso de varios pasteles, productos horneados, y tazones de manteca
87
y crema de leche batidas. Acumulo porciones de todo en mi plato con
borde de oro. Si existe un cielo, es este buffet, dentro de una librería con
nadie más que yo.
Y tal vez Phoebe. Y mi mamá.
Y Mark.
—Demasiado carbohidratos, ¿no? —dice Evie sarcásticamente
mientras vuela por mi lado.
Casi aflojo el agarre de mi pesado plato, haciendo que el Waffle
belga se alzara precariamente encima de mis dos scones casi
tropezando hacia el suelo, una porción de jarabe de arce volando
hacia mi manga. Ella rueda sus ojos, colocando la mitad de un pomelo
en su plato vacío, y se da la vuelta para unirse a Sarah en la mesa del
centro de la habitación. Hago una cara hacia su espalda, limpio el
jarabe de mi franela, y encuentro lugar en una mesa vacía al fondo.
Me arrojo a la comida junto con mi copia de Orgullo y Prejuicio.
Estoy perdida en la escena cuando Mr. Darcy le propone casamiento a
Elizabeth cuando siento a alguien cerniéndose sobre mí. Es Jason en su
uniforme estándar compuesto por un par de jeans que lucen como si no
hubiese sido lavado desde antes del gimnasia en noveno grado; un
andrajoso, con bolitas y viejo vellón North Face; y su gorra de béisbol
torcida. Apostaría todo el dinero en mis bolsillos, que debajo de su vellón
hay una camiseta Bruins29.
—¿A dónde desapareciste anoche, Lame Libros? —pregunta,
cómo si hubiese sido yo quien lo hubiese abandonado. Balancea un
plato aún más lleno que el mío.
—De vuelta al hotel —respondo fríamente. Tome una consciente,
y, creo, muy madura decisión de ignorar el sobrenombre. Me siento
bien, y voy a aferrarme a ese estado de ánimo. Meto una cucharada
de crema de leche en un pedazo de waffle, preguntándome si la
azúcar en mi sangre es demasiado alta como para poder enojarme.
Debo estar experimentando alguna especie euforia de comida.
—¿Sola? —Sus ojos se abrieron grandes.
—Sip —respondo. Meto un tenedor lleno de waffle a mi boca e
intento sonar segura de mí misma—. Quería nadar un poco.
—Ya veo —dice, acariciando su fleco lejos de sus ojos. Este cae
de nuevo sobre ellos, y luego de dos intentos más, finalmente se rinde y
lo empuja debajo de su gorra de béisbol.
—Realmente no deberías andar por ahí tú sola, ¿sabes? Hay
algunas personas locas sueltas.
—Claro —digo—. Porque estar contigo es completamente normal.
29
Boston Bruins: Equipo de hockey norteamericano.
88
—Já-Já —Se desliza en el asiento frente al mío, bajando el cierre
de su vellón. Veo que estoy correcta sobre su camiseta de Bruins—. De
verdad, Julia. Te habría acompañado de vuelta al hotel. Sólo, déjamelo
saber la próxima vez.
Luce genuino, pero su tono me hace sentir todavía más tonta,
como una patética chica solitaria que ni siquiera puede conseguir que
alguien la acompañe a casa. Esa es la segunda vez en diez minutos que
alguien me hace sentir cómo una perdedora, y estoy algo así como
cansada. Es tiempo de tomar el control de este día, así que decido
poner mi nuevo plan en marcha.
—Bien, quería escribirme con Chris —digo. Echo un vistazo por
sobre mi tenedor para observar su reacción. Jason simplemente rueda
sus ojos.
—Continuando con tu pequeña mensaploración tú sola, ¿eh? Ese
es un juego peligroso —dice. Toma un pan untado con algo que no
reconozco y le da una gran mordida. Inmediatamente, su nariz y su
boca se arrugan en una gran mueca. Traga con fuerza, luego toma la
servilleta de mi regazo y comienza a limpiar su lengua furiosamente.
—¿Qué estás comiendo? —pregunto.
—Marmite30 —escupe. Roba mi vaso de jugo de arándano y lo
vacía.
—Ugh, sabe cómo una pila salada de tierra.
—¿Por qué cubriste tu tostada con ella si no sabías lo que era?
—When in Rome31 —dice. Da vuelta su tostada para así no seguir
observando el ofensivo Marmite—. ¿No es esa la razón por la que estás
en esta casual aventura de mensajes de textos?
Abro mi boca para contestarle, pero soy interrumpida por Sarah,
quien prácticamente salta a nuestra mesa, con sus sueltas ondas rubias
rebotando en sus hombros.
—Oh por Dios, ¿no estás emocionado por el viaje a Stratfordupon-Avon? —pregunta, sus ojos fijos en Jason. En su mundo, ni siquiera
estoy aquí.
—¿El qué? —pregunta, levantando una ceja en su dirección.
—Stratford-upon-Avon —repite Sarah lentamente.
—El lugar dónde nació Shakespeare, —digo, entrometiéndome.
Meto mi dedo en un río de jarabe de arce y lo lamo. Sarah me arruga su
nariz, pero no me importa. Este jarabe de arce es amor líquido. Mientras
Marmite: Es un alimento saborizante.
En español “En la boda de mi hermana”: es una comedia romántica dirigida por
Mark Steven Johnson y protagonizada por Kristen Bell y Josh Duhamel.
30
31
89
ella está mirando, tomo un queso y le doy una gran mordida. Sarah luce
como si estuviera recontando calorías en su mente.
—Evie vio en la web que un montón de otras escuelas americanas
iban a asistir —explica Sarah, volviendo su atención a Jason—. Va a ser
un gran ambiente de fiesta.
—Al diablo la literatura, bebamos —balbuceo para mí a través de
migas de pastel de queso.
—¿Disculpa? —Sarah me mira.
—Nada —respondo, soltando mi servilleta en mi plato—. Suena
increíble.
—Estoy tan emocionada de que en realidad vamos a salir de
Londres por un día —Sarah suspira exageradamente—. Ya estoy
aburrida, así que ¿irás?
—Todos iremos —digo—. Es obligatorio.
—Has escuchada a la señorita —dice Jason, apuntando en mi
dirección con su pulgar—. Supongo que nosotros iremos.
—¿Nosotros? —pregunto con gran escepticismo, sin embargo es
puramente para el espectáculo. Yo estoy, para citar a Sarah, “tan
emocionada” por el viaje a Stratford-upon-Avon. No sólo porque es el
lugar de nacimiento de Shakespeare, es el lugar dónde mis padres
obtuvieron sus anillos de bodas y definitivamente planeo detenerme en
la pequeña tienda de antigüedades donde los encontraron.
—Sí, compañera, —dice, golpeando la mesa con su puño para
más énfasis—. Tú y yo como compañeros, y como compañeros,
debemos mostrar nuestro compañerismo asistiendo al viaje de Stratfordupon-Avon. Juntos.
—O porque tú tienes que estar con tu compañero —dice Sarah en
ese tono de voz odioso que ella tanto adora. Ajusta su bolso de cuero
marrón en su hombro, da una vuelta, y salta hacia Evie.
—Mira —digo, tan pronto como Jason vuelve su atención a mí—.
Dejemos una cosa en claro. Estoy realmente emocionada por este viaje,
y no es gracias al gran ambiente de fiesta o como sea que lo llamen.
Tan pronto como lleguemos allí, tomaremos caminos separados. Mi
hígado y yo no estamos interesados en repetir lo de la otra noche. Tú
puedes irte de fiesta, y yo tomaré la cultura.
Jason me sonríe burlonamente.
—Tú y yo tenemos dos definiciones de “cultura” muy diferentes,
Lame Libros.
—Tú y yo tenemos definiciones diferentes de todo —digo.
—Hablando de cultura… —Jason se inclina y roba una fresa
regordeta de mi plato. Lo estaba guardando para meterla en el azúcar
90
sobrante de mis waffles, y es todo lo que puedo hacer para no
alcanzarla y tomarla—. No has olvidado nuestro pequeño arreglo, ¿no?
—Escribiré tus estúpidos ensayos —digo instantáneamente. Me
atrapo y digo en un tono más normal de voz—. Mientras tú mantengas
nuestra parte del trato al final.
—Tienes un trato —dice. Sostiene su mano frente a mí. Ruedo mis
ojos y la sacudo.
—Un trato con el diablo —murmuro. Espero no haber cambiado
mucho de mi alma.
—¡De acuerdo, todo el mundo! —Mr. Tennison nos llama desde el
otro lado de la habitación—. ¡El autobús está aquí! ¡Terminen sus
desayunos!
Me pongo de pie camino al autobús sin esperar por Jason. Sólo
puedo esperar que las aventuras de hoy sean un poco menos
venturosas que mis últimas aventuras.
—¡Es enorme!
—¡Eso es lo que ella dijo!
Una risa desenfrenada se oye justo cuando nuestro autobús ruge
por al lado del Big Ben.
Quiero rodar mis ojos, pero tengo miedo de que pronto queden
atascados en el fondo de mi cabeza, además los chistes sobre penes
no valen la pena un daño permanente facial
Para cuando nuestro autobús se detiene en la Torre de Londres,
mis expectativas para el día están en alguna parte del sótano.
Llámenme cínica, pero desde que Jason ha pasado todo el tiempo que
hemos caminado por el Big Ben hablando de lo satisfecha que la Sra.
Ben debe estar, mi suposición es que el sitio conocido por sus joyas en la
corona no va a traer sus comentarios más encantadores tampoco.
Pero desde el momento en que pisamos la puerta, él está
tranquilo. No está lazando chistes, o riéndose, o bufando, o dándole los
cinco a nadie. Él está simplemente siguiendo el resto del tour,
escuchando a los guías y (¿puede ser?) realmente leyendo los
marcadores históricos en el camino.
Dejamos Waterloo Barracks, casa de las joyas de la corona, y la
Sra. Tennison nos dice que encontremos a nuestros compañeros y
discutamos lo que hemos visto hasta ahora.
—Recuerden, esto es perfecto para usarlo como tema para su
artículo de reflexión —dice, sus ojos radiantes con la emoción de
tareas—. No simplemente discutan. ¡Analicen!
91
Encuentro a Jason en una esquina, mirando un brillante folleto
que el guía no entregó cuando llegamos. No espero mucho de nuestro
análisis.
Yo, después de todo, escribiré su artículo de reflexión.
—Loco, ¿no? —Dice, agitando el folleto en mi dirección—. Sabes
que solían torturar personas aquí, ¿no? Raro que la mayoría de las
personas lo conozcan por las joyas.
Lo observo. El continúa hablando de la yuxtaposición de las
famosas coronas y de los prisioneros políticos que debieron de haber
sido retenidos entre las paredes de la torre. Él realmente usa la palabra
“yuxtaposición”. No podía estar más anonadada si él usara un sombrero
hecho de frutas y bailara el cancán en el medio de Westminster Abbey.
—Y muchos de los prisioneros ni siquiera eran grandes amenazas,
¿sabías? Es decir, Guy Fawkes intentó explotar el Parlamento o algo así,
pero ellos tenían más miedo de lo que él estaba diciendo —dice.
Recuerdo a Guy Fawkes de nuestra unidad de historia Europea—. Oye,
¿tomaste la clase de protesta política del Entrenador Hudson?
—Todavía no —contesto—. Esperaba hacerlo el semestre
siguiente. —El “Entrenador” Hudson en realidad entrenaba al equipo de
debate, pero él era tan respetado como nuestro entrenador de fútbol.
Tal vez más. He estado muriendo por tomar su clase.
—Hombre, tienes que tomarla —dice, su rostro animado—. Te
gustará un montón.
Pestañeo. Jason Lippincott recomendándome una clase a mí es
como que yo me ofreciera a darle consejos sobre maquillaje a Evie.
Afortunadamente, antes de que tenga que pensar en una respuesta,
nuestro guía nos indica que nos movamos.
Mientras continuamos con el tour, intento mirar el lugar desde los
ojos de Jason, pero cada vez que pasamos un corredor oscuro, el
cabello de mi nuca se eriza. Me imagino manos invisibles
arrebatándome hacia alguna celda, dónde me acuestan en una pila
de heno podrido con ratas correteando a mi alrededor. El guía continúa
mencionando que todo el lugar está encantado con los fantasmas de
las personas que han sido decapitadas allí. Sólo puedo imaginarme
cómo lucirían sus cadáveres vagando por ahí; de alguna forma no creo
que sean tan amistosos como aquellos en Harry Potter. Intento no
permanecer muy cerca de las paredes de piedra húmedas, en caso de
que haya persistido la tuberculosis o la plaga bubónica. Instintivamente
revuelvo mi bolso buscando mi botella de desinfectante para manos.
—¿Puedes creer que las personas fueron encarceladas aquí?
Algunos de ellos por nada —dice Jason. Se apoya en una de las
paredes tuberculosas y yo suprimo un estremecimiento.
92
—Bueno, las posibilidades son que al menos algunos de ellos eran
culpables de algo —contesto. No estoy completamente segura de que
lo creo, pero no me voy a pasar un viaje de estudio entero sin
agregar algo a una discusión con Jason. Aclaro mi garganta y canalizo
las habilidades de debate del Entrenador Hudson—. Es ingenuo e injusto
juzgar a la historia bajo nuestros estándares. Era lo que tenían. Lo que
conocían. Y las personas deberían ser castigadas por romper las reglas,
mientras que las reglas sean justas.
—¿Y quién decide si las reglas son justas? —pregunta él.
—La sociedad —contesto, manteniendo mi tono.
Jason alza sus cejas y abre su boca para responder, pero luego la
cierra. Siento un parpadeo de triunfo. ¿Significa que gané?
Vagamos hacia la siguiente puerta, una exhibición interactiva de
prisioneros. Es algo cursi, con videos recreados con acentos británicos
representando el rol de varios prisioneros históricos. A nuestro alrededor
hay instrumentos de tortura con el letreros explicando sus usos.
Jason prácticamente salta por la habitación. Cuando llega a la
pared más alejada, se quita su cinto con un meneo y lo coloca a través
de un set de anillos de acero construido en la pierda alta sobre su
cabeza.
—Jason, —digo. —¿Qué estás…?
—Oh, azótame. ¡He sido un chico malo! —Su voz retumba en la
habitación—. Todas las fiestas, todas las chicas, toda la diversión. Va en
contra de las reglas de la sociedad. ¡Va en contra de la moralidad!
¡Castígame, Julia!
Toda la sangre corre directamente hacia mi rostro. Extraños están
observando, bocas abiertas, mientras mis compañeros se ríen entre
dientes y susurran.
Sin querer moverme, corro a través de la habitación.
—¿Cuál es tu problema? —le pregunto, inclinándome—. ¿Tienes
problemas mentales o algo?
Jason simplemente comienza a gemir, alto y largo, retorciéndose
en la pared de piedra. Estoy segura que luce increíble conmigo de pie
tan cerca de él. Salto hacia atrás con tanta rapidez que casi caigo de
trasero como tetera sobre una dama de acero.
Un grupo de estudiantes británicas con uniformes que combinan
explotan a carcajadas.
—Amo los chicos americanos —dice una de las chicas.
—Tan gracioso —está de acuerdo la otra, y luego le regala uno
de esos saludos dónde sacuden sus dedos. Tengo que controlarme de
visiblemente no tener nauseas. ¿Cómo pueden estar tan encantadas
93
con él? Esto es Londres, donde las personas tienen clase. ¿No pueden
ver que él es esencialmente un niño de siete años crecido?
Escaneo la habitación por la Sra. Tennison. Seguramente, ella le
pondrá fin a toda está ridiculez, pero no puedo encontrarla. ¿De
verdad? Ha estado revoloteando a nuestro alrededor como una gruesa
nube de mosquitos desde que llegamos, y ¿ella elige este momento
para alejarse? Pensarías que alguien tan ansioso como la Sra. T
aprendería a aguantarse hasta que un grupo de adolescentes salvajes
dejara el edificio que contiene artefactos invaluables. Espero que el
guardia nos eche, pero parece que incluso la seguridad está
desinteresada. De hecho, atrapo a una mujer intentando suprimir una
sonrisa.
Jason finalmente desengancha su cinto de los anillos de metal. Su
sonrisa desapareciendo en una sonrisa satisfecha.
—¿Cuál es el problema, Julia? —Pregunta—. Déjame adivinar, ¿te
gusta la dominación? Quizás tú quieres ser dominada. Dicen que son las
personas más controladoras las que buscan que alguien les diga qué
hacer. Mira, si eso es lo que te gusta, estoy seguro que podemos hacer
que funcione…
Estoy tan avergonzada, y enojada, que podría acercarme y
abofetearlo. En vez de hacerlo, enrollo mis puños y siento mis uñas
hundiéndose en la carne de mis palmas.
—¿Por qué tienes que ser tan imbécil? —pregunto en el tono más
frío y calmo que puedo reunir—. ¿Por qué sientes la necesidad de llamar
la atención en cada momento del día? ¿Fuiste ignorado de niño
pequeño o algo? ¿Olvidó tu mamá amarte? Haznos un favor a todos y
supérate, ¿de acuerdo?
El rostro de Jason se volvió de piedra.
—Hombre, necesitas relajarte —dice. Intenta ponerse el cinto pero
lo deja caer; este traquetea en el suelo—. Me estoy divirtiendo, Julia. DIVIR-TIEN-DO. No tienes que ser tan perra todo el tiempo, ¿lo sabes?
Abro mi boca para responderle, pero él ya se está alejando de mí.
Mis mejillas están ardiendo, y para mi horror lágrimas comienzan a
amontonarse en mis ojos. Las alejo.
No puedo creer que me llamó perra. Siento que he sido
sumergida de cabeza en una cubeta de agua helada.
La clase se está juntando en la entrada de la exhibición para
movernos a otra galería, y Jason se pone de pie directamente en el
fondo de la multitud, un poco separado de los demás, metiendo sus
manos en el fondo de sus bolsillos y mirando decididamente al frente de
él.
Adiós a la idea de no dejar que Jason me afecte. Adiós a la idea
de que me ayude con Chris.
94
Mi teléfono suena en mi pierna, haciéndome saltar. Lo saco de mi
bolso con manos temblorosas y lo abro.
Estaba en el Globe anoche pensando n ti, ¿piensas n mí? —C
Mi corazón salta hacia mi garganta, y lo trago furiosamente,
intentando colocarlo dónde pertenece. Desearía poder correr hacia
Chris ahora mismo, lo cual me doy cuenta es un poco extraño
considerando que ni siquiera puedo recordad como luce. Presiono
responder y me quedo allí mirando la pantalla blanca y el parpadeante
cursor. No tengo idea qué decir sin arruinarlo.
—Déjame adivinar: Chris —Jason me está observando de la ahora
vacía galería. El resto de nuestra clase debe de haber seguido. Sus ojos
sin expresión alguna—. ¿No lo has ahuyentado todavía?
—¿Cuál es tu problema? —Exclamo.
—Creí que ya lo sabías. —dice alzando una ceja. —Problemas de
abandono e inmadurez. ¿Tienes algo más que agregar a la lista?
Siento la culpa retorciéndose en mi estómago. Pero él se lo
merecía. Lo hacía. Miro hacia otro lado lejos de él.
—No tienes por qué avergonzarme todo el tiempo —Mi voz sale
toda chillona—. Me avergüenzo a mí misma yo solita, ¿de acuerdo?
Hay un momento de silencio. Luego un chillido, otro, otro mientras
Jason cruza la habitación hacia mí. El sostiene su mano frente a mí.
—Entrégame tu teléfono —dice. No está sonriendo, pero su voz es
más suave.
—De ningún modo.
—Di la palabra incorrecta y puede que nunca más escuches de
él —dice Jason. Puedo decir que me ha perdonado por lo que he
dicho. Supongo que puedo perdonarlo por haberme llamado una
perra. Ocasionalmente, puedo ser un poco… franca—. Sabes que
necesitas al Dr. Amor-en-Cott para ayudarte.
—Asco —digo, poniendo una cara.
Se inclina hacia mí y me da un empujoncito con un hombro.
—Parece que tu táctica hasta ahora ha sido mentir y evitar. ¿Está
funcionando?
Siento como si mi estómago quisiera bailar fuera por mi ombligo.
No voy a arruinarlo. ¿Voy a hacerlo? Observo el teléfono en mis manos.
—Cómo tú quieras —dice. Jason comienza a caminar hacia atrás,
todavía mirándome. Ahora la sonrisa está de vuelta en sus ojos—. La
mejor de las suertes para ti.
Siento como su estuviera en algún tipo de película de terror, de
pie frente a una puerta, intentando decidir si debería dejar que el
95
vampiro me defendiera del hombre-lobo gruñendo. Uno me
despedazara parte por parte, el otro chupará mi sangre hasta
matarme. No puedo decidir cuál es peor.
Él se encuentra casi en la salida cuando lo llamo.
—¡Espera! —digo, y el salta de vuelta hacia mí.
—“Estaba en el Globe anoche pensando en ti” —lee en voz alta
mientras le enseño el teléfono—. Primero que nada, buena señal.
¿Pensando en ti? Eso significa que él está…
—¿Pensando en mí?
—Exacto —dice, ignorando mi sarcasmo—. Y el Globe. Esa tiene
que ser una pista. ¡Bueno, parece que tenemos un pequeño misterio en
nuestras manos, Julia Lichtenstein! Y posiblemente algo de aventura. —
Frota sus manos como un súper-villano—. El Globe es como una vieja
versión de un cine, ¿cierto?
Lo observo.
—Si con “cine” —respondo— te refieres al teatro mundialmente
famoso en el cual la mayoría de las obras de teatro de Shakespeare
fueron presentadas por primera vez.
Jason ríe.
—Relájate. Estoy contigo. No soy un completo imbécil. —Su rostro
se ilumina. Incluso sus pecas lucen más brillantes—. Tal vez Chris es un
geek del teatro. Un nerd, ¡cómo tú!
Sofoco una réplica asquerosa. Nuestra clase está caminando
fuera de la exhibición por las escaleras, otro tour terminado. Pronto
estaremos en la calle separándonos para “disfrutar” de nuestras horas
culturales. Las voces de nuestros compañeros de clase rebotan fuera de
las paredes de piedra, y puedo escucharlos planeando
emocionadamente sus siguientes pasos (la mayoría de los cuales
involucran ir de compras o a un pub o mirar fútbol). Jason y yo nos
apuramos detrás de ellos.
—Así que, ¿qué crees que debo hacer? —pregunto cuando nos
encontramos de nuevo en la acera.
—Bueno, creo que esto es una pista, y deberíamos seguirla —dice,
mirando alrededor por algún tipo de dirección—. Y averiguar quién es. Y
entonces pueden vivir felices para siempre leyendo libros y yendo a
museos, o lo que sea que ustedes los nerds hacen.
—Já-Já —digo, cerrando el teléfono—. No soy sólo una nerd,
¿sabes? Es decir, no soy para nada una nerd. Sólo pasa que encuentro
la historia interesante. Y la literatura. Y las estructuras políticas. Y…
Jason me interrumpe.
96
—Por favor —dice, luciendo adolorido—. Nunca te metas en la
abogacía. Pones una defensa terrible. —Entonces, se repone—. Así
que… ¿te sientes como para visitar algunos teatros británicos?
Deberíamos darnos una vuelta por el Globe. Hacer algunas preguntas.
Tal vez trabaje allí o algo.
—¿Y cuándo sugieres que vayamos? —pregunto. Estoy indecisa
entre mi deseo de hacer un gran trabajo detectivesco detrás de Chris y
mi voto de no romper más reglas. Tengo nuestro itinerario en mi bolso, y
no hay mucho tiempo libre en la agenda.
—No hay mejor tiempo que el presente —dice, sin perder
tiempo—. Usaremos nuestras horas culturales.
—Se supone que debeos usar esas horas para tours
independientes para que podamos escribir nuestro artículos de reflexión
—digo, tratando de enmascarar mi exasperación.
—Creo que la estructura oracional que buscas es “así yo
puedo escribir nuestros artículos de reflexión” —dice Jason. Se inclina
para atar su zapato izquierdo, un cordón que está deshilachado y
sucio—. Además, la mitad de la clase está usando ese tiempo para ir a
los pubs y de compras. Nosotros realmente vamos a un lugar que la Sra.
T llamaría culturalmente relevante.
Honestamente, no es una mala idea, y he querido ver el Teatro de
Globe desde la primera vez que leí Romeo y Julieta en el sexto grado.
Incluso si Chris no está allí, al menos llenaría un sueño de toda la vida.
Aun así, soy consciente del hecho de que estoy a punto de seguir
a Jason a través de las calles de Londres mientras supuestamente me
ayuda a encontrarme con un chico. Creo que si alguien hubiese escrito
esa oración hace una semana y me la hubiera ensenado, mi cerebro
habría explotado y escurrido por los hoyos de mis ojos.
—Vamos, Julia, tu destino espera, o lo que sea —dice, ya
habiendo caminado algunos pasos.
Yo sé mejor que nadie que es imposible discutir con el destino.
Levanto mi bolso más alto en mi hombro y comienzo a caminar para
alcanzarlo.
97
11
Varios usos para el papel de baño
Traducido por Chachi—
Corregido por Zafiro
Guau, supongo que has conseguido un nuevo DAEJ... —P
C
hico, este lugar es en serio vintage. ¿Puedes creer que
Shakespeare en realidad pudo haberse parado aquí?
Jason y yo estamos de pie en la acera, mirando hacia el
Teatro Globe frente a nosotros. El cielo es gris y parece que está a punto
de caerse, pero eso sólo lo hace algo aún más imponente. Jason una
vez más parece intrigado e impresionado por la historia, y estoy de
nuevo un poco alterada por ello.
Un frío y húmedo viento sopla a través y azota mis rizos,
directamente en mi cara. Suspiro pesadamente, sacudiendo la cabeza,
intentando pelear con mi cabello. He estado luchando con mi melena
desde que dejamos La torre de Londres, y el paseo de media hora a lo
largo y, finalmente, sobre el Támesis para llegar al Globe, lo ha
convertido en una maraña propia de la Novia de Frankenstein.
—Es una reproducción —respondo hurgando en mi bolso, por un
elástico para el cabello. Normalmente llevo por lo menos dos.
—¿En serio?
Miro hacia su rostro, el cual registra el mismo tipo de conmoción
que esperas ver cuando le dices a tu primo de cinco años que las
hadas no son reales.
—Sí. Esta es en realidad la tercera —explico, arreglando mi salvaje
cabello en una desordenada cola de caballo—. La primera se quemó
durante un show a principios de 1600, la segunda fue demolida cerca
de treinta años después, y esta no fue construida hasta finales de 1990.
—¿Ves? ¿Quién necesita a Tennison cuando te tengo como mi
guía turística?
98
Genial. He pasado de ser una Lame Libros a una patética
profesora de inglés de escuela secundaria. Supongo que ambos son
mejores que la triste chica enamorada, así que realmente no puedo ser
exigente.
Jason hace estallar un trozo de chicle de uva en su boca. —
Vamos a buscar a tu chico amante —dice subiendo los escalones—. ¡A
correr!
Cuando llego a la parte superior de las escaleras, encuentro a
Jason estudiando el horario del teatro en una vitrina de cristal.
—Hubo una presentación aquí anoche —dice Jason, golpeando
su dedo sobre el cristal junto a una producción de ―Sueño de una
noche de verano‖—. Tal vez tu hombre misterioso estuvo aquí.
—Bueno, ¿qué vamos a hacer? —pregunto pacientemente—.
¿Revisar las cintas de seguridad?
—No es mala idea, CSI: Londres, pero no —dice señalando hacia
la boletería—. Vamos a ir un poco más bajos en tecnología y le
preguntaremos a ese tipo.
Todas las taquillas están cerradas a excepción de una al final,
donde un anciano con cejas pobladas y una nariz enrojecida por el
licor está leyendo un grueso libro encuadernado en cuero. La placa de
identificación en la ventana dice FELIX.
Jason avanza furtivamente hacia la ventana, pero el hombre está
demasiado absorto en su libro para notarlo. Nos quedamos parados ahí
por un momento, aclarando nuestras gargantas e intentando darnos a
conocer, pero Jason finalmente golpea el cristal.
—¿Necesitan algo? —se queja Felix. Sus grandes ojos llorosos
miran hacia nosotros a través de sus gafas de montura metálica.
—Sí señor, realmente sentimos molestarlo —dice Jason—, pero
esperamos que usted sea capaz de ayudarnos con algo.
—¿Qué
seria
eso?
—murmura,
particularmente interesado en ayudarnos.
claramente
no
está
Jason se quita su gorra y la hace girar alrededor de sus dedos. —
Bueno, verá, mi amiga aquí está buscando a su amigo Chris…
—¿Disculpa? —dice. Ahora ni siquiera está intentando ocultar su
irritación.
—Esperábamos que puedas decirnos si mi amigo estuvo aquí
anoche —digo, poniendo la voz dulce y educada que suelo usar para
conseguir que los adultos hagan lo que yo quiero.
—Señorita, ¿tiene usted alguna puñetera idea de cuánta gente
estuvo aquí anoche? Hubo casa llena. —Felix dirige su atención de
regreso a su libro.
99
Me alejo de la boletería y dejo escapar un largo suspiro. No
parece que vallamos a llegar a ninguna parte.
—¿Casa llena? —Pregunta Jason, sin inmutarse por la falta de
información—. Ahora, Felix, ¿cuánta gente es eso?
Felix golpea con un dedo el arrugado y viejo letrero que dice
CAPACIDAD MÁXIMA: 1500, en la esquina de su pequeña taquilla. —
Anoche estuvo lleno de estudiantes, así que no hay manera de que
pueda decirte si tu muchacho estuvo aquí.
—¿Estudiantes? —Jason presiona su nariz contra la ventana,
esforzándose por ver los papeles en el escritorio de Felix.
Felix cierra su libro poniéndolo en el mostrador y se quita las gafas.
Puedo decir que estaba esperando que esta conversación hubiese
terminado para este momento.
Se inclina hacia el cristal. Casi parece como si él y Jason pudieran
golpear sus narices. —Sí, joven. Una manada entera de chicos de la
Academia St. Bonaventure‟s. Algún tipo de asignación escolar o alguna
basura.
Mis oídos se animan ante la mención de viaje de estudios.
Definitivamente hubo chicos de preparatoria en la fiesta. Puedo
imaginar las pequeñas crestas doradas en sus chaquetas. ¡Chris pudo
haber sido uno de ellos!
—Disculpe, um, ¿señor? —Digo, poniendo mi voz de adulta
nuevamente y quitando a Jason del camino con mi cadera—. ¿Podría
usted indicarme hacia dónde está St. Bonaventure‟s?
—Consigue el teléfono —susurra Jason detrás de mí—. ¡Consigue
el número de teléfono!
—¡Está bien! —Replico dándole un golpe con el codo—. Y, um,
¿Tal vez tenga el número de teléfono? Eso sería genial también.
Prometo que, después de eso, lo dejaremos con su libro.
Felix mira hacia mí con los ojos entrecerrados, como si no acabara
de creer que alguna vez lo dejaríamos solo. Su mirada se posa en Jason,
e inteligentemente se da cuenta de que es un profesional cuando de
ser un molesto se trata. Segundos después, suelta el número de teléfono.
—Dame un bolígrafo —dice Jason, pescando sin éxito en sus
bolsillos. Lo que sale, en cambio, es un puñado de monedas, algunas
pelusas, y medio paquete de goma de mascar.
Meto la mano en mi bolso, saco mi estuche de lápices, y le
ofrezco uno de mis completamente afilados número dos.
—¿Quién lleva lápices? —pregunta, luciendo como si le hubiera
ofrecido una pluma y un pergamino.
100
—Yo lo hago —replico, mi boca en una línea recta. Quiero el
número y ninguna tontería con él. No he llevado bolígrafos desde el
noveno grado, cuando, mientras cortaba camino por el gimnasio hacia
la biblioteca, me encontré en medio de un juego de contacto total de
quemados. Lo siguiente que supe fue que estaba sobre mi trasero, el
bolígrafo en mi bolsillo trasero derramando una oscura tinta roja en mis
pantalones de lino blanco. Evie fue por ahí diciéndoles a todos que
estaba en mi período, y convenció a unos pocos chicos, Jason incluido,
de entregar tampones en mi casillero. He estado en el Equipo Lápiz
desde entonces.
—¿Lo quieres o no? —pregunto. Lo tiendo a Jason del lado de la
punta primero, visiones de clavarlo justo en su globo ocular rebotan en
mi cabeza.
—Sí por favor, Señorita Lichtenstein, madame —dice él,
haciéndome algún tipo de ridícula reverencia (su ojo izquierdo llegando
peligrosamente cerca de la punta afilada, por cierto). Agarra el lápiz de
mi mano, junto con la pequeña libreta espiral, que también tengo en mi
bolso. Se inclina, posándola en su rodilla, y comienza a anotar el número
de teléfono. Apenas obtiene el primer número antes de que escuche el
chasquido delator. Toma el lápiz y se queda mirando la ahora
inexistente punta.
—¡Se rompió! —dice.
—Lo presionaste muy fuerte —le informo.
—Ese es el por qué la gente usa bolígrafos, Lame Libros. ¿Por qué
no tienes un jodido bolígrafo?
—Los bolígrafos gotean.
—Los lápices se rompen.
—Sí, pero siempre les puedes sacar punta. ¿Qué haces con un
bolígrafo roto?
—¿Sacarles punta? ¿Quién lleva por ahí un saca puntas? ¿Qué es
esto? ¿1943?
Meto la mano dentro de mi caja de lápices y expongo un
pequeño saca puntas rojo. Luego tomo el lápiz de su mano y, mirándolo
directamente en los ojos, lo empujo dentro del objeto y le doy tres duras
vueltas.
—Estás loca —dice, tomando el lápiz de regreso.
Cuando tenemos el número anotado, le agradecemos a Felix
(quien nos gruñe en respuesta), y caminamos lejos de la ventana. Jason
saca su móvil, lo pone en altavoz, y disca el número. Me inclino cerca,
no queriendo perderme ni un minuto.
—¿Hola? —Una alegre voz femenina suena a través del altavoz.
101
Hay un momento de silencio, mientras olvidamos discutir quién de
nosotros iba a hablar. Soy superada por un pánico repentino y lo único
que puedo soltar es un balbuceo, así que Jason se encarga de ello.
—S… si señora, hola —balbucea, aclarándose la garganta—, um,
estoy buscando a un estudiante suyo. Pensé que posiblemente me
podría ayudar.
—Es posible —dice ella, una sonrisa a través de su voz—. ¿Cuál es
el nombre del estudiante?
—Chris —dice Jason antes de darme una mirada de pánico. Me
pregunto de qué está preocupado cuando la mujer al otro lado de la
línea continua.
—¿Apellido? —da un chirrido. Oh. Cierto.
—Um, esa es la cosa —dice dando una pequeña risita para
suavizar las cosas—, no estamos totalmente seguros. Verá, mi amiga lo
conoció…
—¿Lo? —la voz interrumpe.
—Si señora —replica Jason—, y bueno…
—Oh querido —dice—. Me temo que podrías haber marcado el
número incorrecto. St. Bonaventure‟s es una academia de chicas. No
hay chicos aquí, me temo.
El aire es expulsado de mis pulmones. Nuestra única pista, y ahora
no nos conduce a nada. Jason murmura un educado agradecimiento
en el teléfono y lo cierra bruscamente, luego lo mete de vuelta en su
bolsillo.
—Esto es un fracaso —digo, mirando de nuevo hacia el Globe. —
No estamos más cerca de encontrar a Chris de lo que estábamos
cuando vinimos aquí.
Está comenzando a lloviznar, y a pesar de mi obsesivo embalaje y
comprobación esta mañana, me las arreglé para olvidar mi miniparaguas en el hotel. Realmente necesito poner mi cabeza en orden;
esto es tan impropio de mí.
—Bueno, no sé qué hay de ti, pero yo estoy hambriento —dice
Jason mientras salta debajo de un portal cercano para evitar la lluvia—.
¿Qué dices si encontramos algún lugar para comer y esperar a que
termine este clima?
—Seguro —respondo. Mi estómago se siente como algún tipo de
hueco, y todavía no he hecho ningún progreso con mi búsqueda del
mejor pescado con patatas. Tomo la guía de mi bolso de mensajero,
pero Jason extiende un larguirucho brazo y golpea mi mano lejos.
—Amiga, está lloviendo —dice—. No es tiempo de guías. Tenemos
que ser espontáneos. Puede ser que tengamos que elegir un lugar sobre
102
el que no hayamos leído ningún comentario. Pone una expresión de
sorpresa, sus manos presionadas en sus mejillas—. ¡Rayos! ¿Puedes
soportarlo?
Rodeamos el teatro y encontramos un Starbucks. Definitivamente
no hice todo el viaje a través del océano para tener las mismas bebidas
y productos de panadería caros, que puedo conseguir cualquier otro
día de mi vida, pero, desafortunadamente, mientras estamos parados
frente al omnipresente cartel verde, el cielo empieza a abrirse y la lluvia
realmente comienza a caer.
El tintineo de una campanilla anuncia nuestra llega al casi vacío
Starbucks. Hay el mismo despliegue de tazas blancas y verdes, las
mismas torres de café molido, el mismo cristalero de pasteles como en
las otras nueve billones de tiendas de Starbucks que he visitado en mi
vida. La única diferencia notable, pienso, es el conjunto de obras de
arte que cuelgan en la pared. Cerca del mostrador, por encima de los
envases de bebidas y sus estuches, una escultura de una araña que
luce como si estuviese hecha con perchas de alambre y ocupa casi
una pared entera. Hay un retrato de la reina hecho completamente
con chocolates M&M y una conocida Margared Thatcher 32 hecha con
envoltorios de Starburst. Hay algo en la esquina que luce como si el
artista desenrolló un rollo entero de papel higiénico y lo grapó en la
pared. Debajo de cada pieza hay una pequeña tarjeta blanca
destacando al artista, y por cuánto se vende el trabajo. Y hay un
montón de ceros después del signo de libra. Me pregunto qué pensaría
Phoebe de esta exposición. Sin duda, silenciaría el temor de sus padres
acerca de que la carrera de artista es un “boleto sin regreso para vivir
en una caja de cartón”, como a su padre le gusta decir.
—¿Piensas que la gente realmente compra estas cosas? —le
susurro a Jason.
—La verdadera pregunta sería cómo consiguieron que ese papel
higiénico llegue a la pared en una sola pieza —replica él, y no puedo
dejar de reír.
Hacemos nuestro camino a través del pequeño laberintos de
mesas redondas hasta que estamos en una vitrina llena de golosinas
horneadas en platos de cerámica de brillantes colores. Colgando sobre
nuestras cabezas hay una serie de pizarras vintage, bebidas y precios
garabateados a través de una cuidadosamente descuidada escritura.
—Así que, ¿qué vas a pedir? —pregunto, examinando las ofertas.
—No lo sé aún. ¿Tú? ¿Una taza de té? —pregunta, imitando el
acento Inglés.
—Oh, no —respondo arrugando la nariz—, el té es asqueroso.
32
Política británica que ejerció como primera ministra del Reino Unido.
103
—En serio —dice comprobando los productos horneados—, sabe
a tierra. —La chica detrás del mostrador, quien tiene una perforación en
la ceja y un flequillo azul eléctrico, rueda sus ojos.
—Quiero uno de esos —dice Jason señalando un dedo contra la
vitrina hacia un gran bollo de aspecto esponjoso salpicado con trozos
de chocolate.
—Que sean dos —digo, mi boca haciéndose agua.
—Que sean cuatro —dice él, sacando su billetera—. Yo invito.
Jason toma nuestro plato, repleto de pasteles, y coge dos vasos
de agua. Nos detenemos en una pequeña mesa de café en la esquina
de la ventana. Mientras tomamos asiento, me doy cuenta de que Jason
ha depositado su bolita de goma de mascar púrpura en el borde del
blanco plato de porcelana. Hago una mueca y me estiro para alcanzar
mis bollos del otro lado. Jason ya ha llenado su boca con la mitad de
uno, y tanto como quisiera darle una mirada sucia, es difícil hacerlo con
mi propia boca abarrotada de pastel. Mientras masticamos en silencio,
nuestros ojos se pegan en los aperitivos, y de nuevo pienso cómo de
extraño es estar sentada codo a codo en la mesa de Jason. Usualmente
estamos sentados en extremos opuestos de la cafetería.
Pero me siento sorpresivamente relajada. El silencio entre nosotros
es extrañamente confortable. Hemos alcanzado algún tipo de tregua, y
eso no es malo. Desde la ventana, puedo ver las colecciones de turistas
amontonados fuera del Globe, algunos con dignos paraguas, pero la
mayoría están envueltos en esas horribles bolsas de basura como
ponchos, que puedes comprar en las tramposas tiendas turísticas. Ellos
están intentando acuñarse bajo varias cornisas que sobresalen de los
edificios alrededor del teatro, pero son demasiados. Están comenzando
a buscar refugio en el Starbucks, y mientras fluyen a través de la puerta,
me imagino que son un ejército de enojados, y repletas bolsas de
basura preparadas para una invasión.
—Así que, ¿puede interesarte en una maqueta que contenga
dinosaurios de plástico y tubos viejos de brillo labial? —pregunta Jason
entre mordiscos. Hace un gesto hacia la pieza que generosamente
puede llamarse “arte” colgando en la pared por encima de mi cabeza.
—Tú sabes, realmente creo que eso podría combinar con mi
habitación. —Río, rodando mis ojos.
Entonces, de la nada, Jason pregunta—: ¿Qué es DAEJ?
Eso da entrada a miles de mini explosiones en mi cerebro.
—¿Perdona? —Me ahogo, y pedazos del bollo vuelan fuera de la
esquina de mi boca. Desesperadamente deseo que él no lo haya visto.
—DAEJ —repite casualmente, deslizando los restos fuera del borde
de la mesa. Genial.
104
—¿Dónde oíste eso? —Doy una vuelta a través de mi archivo
mental de recuerdos, preguntándome si pudo haberme escuchado
hablando con Phoebe, o tal vez yo, o debería decir über-Julia,
borracha, soltó algo entre mis historia de modelo? Oh Dios…
—Oh, una de esas chicas en la torre lo dijo. No tengo idea de qué
significa —dice, dándole un gran mordisco a su bollo—. Me imagine que
era una cosa Británica. Y con todos tus conocimientos librescos, pensé
que podrías saber.
—Já, já, já —río sarcásticamente. Hago una pausa para romper
otro pedazo de bollo. Realmente estoy estancada, deseando que él se
distraiga con algo más y lo deje ir.
—Vamos —presiona Jason—. Dime.
—No lo sé —digo con cautela—. Quiero decir, cuando Phoebs y
yo lo usamos, nos referimos a “Destinados a estar juntos”.
Ahora es el turno de Jason para ahogarse.
—¿Qué? —digo, instantáneamente a la defensiva.
—Así que, cuando ustedes dicen “DAEJ”, se refieren, como a,
¿chicos?
Me aclaro la garganta un par de veces, e intento sonar casual. —
Sí —respondo—. Me refiero, nosotras podríamos decir: “Fulano y fulana
son totalmente DAEJ”, con eso, esa pareja está totalmente destinada a
ser. O “Ese chico es totalmente mi DAEJ”, lo que significa que estamos
totalmente destinados a estar juntos.
Jason resopla. Puedo decir que él no lo cree. —Entonces, ¿tú
tienes un DAEJ? —pregunta.
La pregunta me sobresalta. Quiero decir, he estado diciendo que
Mark es mi DAEJ por tanto tiempo como puedo recordar, pero no hay
manera de que pueda decirle eso a Jason. Afortunadamente, no tengo
que llegar a una respuesta, porque él se hace cargo.
—Destinados a estar juntos... —dice con una risita. Toma un
montón de paquetes de azúcar negra del contenedor en nuestra mesa,
y empieza a golpearlos contra su palma para aflojar el azúcar. —Qué
montón de mierda.
—¿Qué quieres decir?
—Tú realmente no puedes creer en eso. Quiero decir, eres
inteligente. Sabes cosas. Así que tienes que saber que todo eso es un
gran cuenta de hadas. Una herramienta de marketing. Películas cursis,
tarjetas de Hallmark, el día de San Valentín y anillos de diamantes. Pura
mierda. —Arranca la parte superior de los tres paquetes de azúcar,
inclina su cabeza hacia atrás, y los vierte en su boca. Genial. Con toda
esa azúcar, ahora va a estar supersónico.
105
—¿Piensas que alguna vez te podrías enamorar? —pregunto
echándome hacia atrás en la silla, el respaldo de metal clavándose en
mi espada.
—Seguro, pienso que me voy a enamorar —dice. Arruga los
paquetes vacíos en su puño, y luego los arroja. Ellos rebotan y se
dispersan por la mesa. Los ignora, reuniendo una pequeña montaña de
migas en el plato, lamiendo su dedo y presionándolo en el montón—.
Muchas, muchas veces. Y cuando lo haga, no creo que vaya a ser por
la suerte, el destino o “Destinados a estar juntos”.
—Entonces ¿Acerca de qué será? —replico. Alcanzo los
envoltorios, recogiéndolos y poniéndolos sobre nuestro plato. ¿Por qué
siempre estoy juntando su basura?
—No lo sé, nunca he estado enamorado —dice separando en
trozos su bollo restante—, pero imagino que ella será alguien que piense
que es divertido cuando hago el ridículo, se ría de mi bromas tontas, y le
guste el mismo tipo de música.
—Así que, ¿estás buscando a alguien como tú?
—Por supuesto —se encoge. Entonces sonríe ampliamente—. Pero
con tetas.
Instintivamente cruzo los brazos sobre mi (plano) pecho.
—Adorable —digo, estrechando mis ojos hacia él.
—Lo que sea. El punto es, tal vez algunas personas no querrían
estar a mi alrededor todo el día, pero hay que gente ahí fuera que lo
haría. Y son inteligentes y divertidas. Les gusta hacer las mismas cosas
que a mí, y odian las mismas cosas que yo odio, pero ellas también me
introducirán en un montón de cosas nuevas. Eso es lo más cercano a
“Destinados a estar juntos” que puedo imaginar.
—Así que, ¿no hay una “ella”?
—No —dice—. Unas. Plural. Muchas de ellas. Lo que me hace un
chico con suerte. —Otra sonrisa se extiende por su rostro y me guiña el
ojo.
—Eres un bruto —respondo. Lanzo mi servilleta hacia él. La
atrapada en medio del aire.
—Estoy bien —dice. Arroja la servilleta de regreso a mí.
—No lo estás. —La esquivo, y la servilleta pasa sobre mi hombro y
rebota en la ventana.
—Ya lo veremos —responde.
Quiero decir algo inteligente y cortante, pero todo lo que puedo
murmurar es—: Supongo que lo haremos.
—Flirtear no es diferente de montar unos buenos argumentos o
sacar adelante un acuerdo —dice. Empieza a batear el último trozo de
106
su bollo y a lanzarlo a través de la mesa con sus dedos—. Es
manipulación, Julia. Buen convencimiento. Infiernos, es prácticamente
teatro.
De repente, casi ciento pena por él. ¿Manipulación? ¿Teatro?
¿Eso es lo que él cree cuando piensa en amor? Es triste, realmente. Todo
el mundo sabe que el padre y la madrastra de Jason se separaron en
un desastre épico de divorcio. Su papá es un gran abogado en Boston,
así que los detalles fueron esparcidos por toda la internet. Hubo un
montón de insultos (de él) y algunos rumores baratos (de ella), así como
un muy público lanzamiento de un plato de arroz en una función de
caridad (también de ella). No sé nada acerca de su madre biológica,
nadie lo hace, pero sé que ahora nunca ve a su madrastra, quien ha
estado alrededor desde que Jason era pequeño. ¿Te lo puedes
imaginar? Ella era prácticamente su madre, y ahora se ha ido. De
acuerdo con Sarah Finder, su papá siempre está corriendo de una rubia
de piernas largas a otra, cada una más joven que la anterior. No es de
extrañar que Jason tenga una versión distorsionada del amor.
Supongo que esa es la Razón Número 725 de por qué Jason y yo
somos completamente diferentes.
Probablemente unos minutos más, y podremos partir. Meto la
mano en mi bolso, ahora colgado en el respaldo de la silla, y saco
Orgullo y Perjuicio.
—¡GOOOOOOOL!
Un trozo de bollo rebota en mi pecho y en el suelo, dejando
crema de nata en mi camisa. Levanto la mirada y Jason tiene los brazos
levantados sobre su cabeza. Antes de que pueda protestar (o proteger
mis ropas), lanza otro pedazo hacia mí; este falla y en su lugar choca
contra la maqueta de dinosaurio directamente detrás de mi hombro
izquierdo.
La chica con el pelo azul y el metal en su cara, está furiosa, por
decir lo menos. Arruga el trapo en su mano y lo lanza al suelo con
bastante fuerza, luciendo como si estuviese a punto de atravesar el
mostrador y dirigirse hacia nosotros. Para echarnos, probablemente.
Pero no estoy de humor para ser reprendida hoy (o cualquier día,
realmente), así que tomo a Jason de la mano y lo tiro hacia la puerta.
—¿Qué estás… —pregunta, pero lo hago callar y asiento hacia la
enojada chica.
—Julia, estaba intentando ganar La Copa Mundial —se queja
Jason, tratando de detenernos—. ¡Sólo necesito un tiro más!
—Vamos. —Lo jalo fuerte de la mano, y juntos tropezamos en la
lluviosa calle.
107
12
La misión espía o Mick Jagger ataca de nuevo
Traducido por joseee96
Corregido por Jessi Redondo
Oye P, ¿cuál es tu línea favorita de Shakespeare?, me olvide. — J
¡
Ouch! — Saco mi dedo del botón de latón en mi tocador. Lo
meto en mi boca, tratando de calmar el dolor de una
descarga eléctrica verdaderamente impactante. Tengo todas
mis camisas en una pila en el suelo, y las estoy desarmando y volviendo
a colocar en el cajón las de manga larga a mangas cortas, de izquierda
a derecha. Como tengo que doblar cada uno, le doy un ojo rápido de
pelusas-fuera, sacando diminutos trozos de fuzz cada vez que
encuentro. Con toda la rápida preparación que he hecho en los
últimos días, mi cómoda está realmente desorganizada, y es el
momento de limpiarla.
Son las cinco de la tarde, hora en nuestro itinerario marcado
como "período de descanso." Está claro que la señora Tennison
pretende que se trate de su período de descanso. ¿Pensaba que el
resto de nosotros necesitamos una caja de jugos y una siesta? Ni
siquiera ha pasado la mitad de nuestro viaje, y la mujer ya tiene que
escapar. No sé cómo va a conseguir pasar a través de los próximos siete
días.
Realmente debería estar trabajando en mi papel de reflexión (o
papeles, plural, supongo), pero mi cerebro sólo puede tolerar la
búsqueda de pelusa en estos momentos. Me pregunto lo que mis
compañeros de clase van a escribir acerca del viaje, ya que, como
Jason ya señaló, la mayoría de ellos han pasado todo el tiempo en pubs
y shopping. Me podría haber ido con ellos, porque a pesar de que he
tomado nota en algunas culturas actuales, estoy teniendo un momento
muy difícil de enfocar.
La lluvia afuera de mi ventana del hotel está golpeando
ligeramente sobre el alféizar, me adormece un poco después de la
108
cena, y el cursor parpadeando en mi laptop parece estar burlándose
de mí por mi incapacidad para poner hacia fuera un simple documento
de una sola página, al menos reorganizar mi armario parece una buena
manera de tomar algún control en mi mundo. Reorganizar la
habitación, reorganizar la mente, mamá siempre dice. Pero todo lo que
puedo pensar es en mi conversación con Jason un par de horas atrás
en la cafetería, sus palabras siguen en mi mente: Tienes que saber que
todo es un gran cuento de hadas.
Supongo que es difícil de creer en el amor cuando la gente que
se supone que son tus modelos a seguir son como playboys y
buscadores de oro en público.
Echo mano a la foto de mamá y papá. Lo sé, es muy Brady
Bunch33 idolatrar a sus padres, pero los míos sí tuvieron un matrimonio
perfecto. Yo creo que por eso mamá ha estado sola desde que papá
murió. ¿Te imaginas tratando de encontrar la perfección por segunda
vez?
Trato de evocar una imagen de Mark, pero sigue apareciendo
todo borroso. Intento concentrarme en su sonrisa perfectamente
imperfecta cuando mis pensamientos son interrumpidos por un zumbido
persistente. Busco mi teléfono para encontrar otro mensaje de texto.
@Cue-2-cue, ¿lo sabes? -C
¡Chris! Y yo justo estaba pensando en mi DAEJ. Quiero decir, claro,
yo estaba pensando en Mark, pero tal vez esto se supone que es un
signo. Como tal vez Chris podría ser mi DAEJ. Y él me ha dado un lugar
real donde podría estar ahora mismo.
Un viaje rápido a Google
detiene sólo un hit para una
localización Cue-2-Cue en Londres (porque supongo que Chris Misterio
no es escalofriante en Turkmenistán), y resulta ser una tienda de música
Indie aquí en el Soho, a pocas cuadras del hotel. Probablemente sólo
unos cinco minutos. Podría ir allí ahora mismo y... ¿y qué?
Definitivamente conocerlo no. Jason tenía razón en una cosa:
Chris se sentirán decepcionados que über-Julia se ha transformado de
nuevo en... bueno, Julia. Pero yo podría ir y verle desde lejos. Tal vez por
fin voy a reconocerlo de la fiesta.
Hago clic en responder y empiezo a escribir un mensaje sobre
estar ocupada, pero me doy cuenta de que si yo le digo que no voy, él
33
The Brady Bunch (Español: La tribu de los Brady) es una sitcom estadounidense, La
serie gira en torno a la convivencia de un matrimonio recién casado formado por Mike
y Carol. Cada uno de ellos aporta tres hijos; varones en el caso del padre y niñas en el
caso de la madre.
109
podría irse. No. Quiero que se quede ahí. En cambio, no hago caso de
su texto. Voy a fingir que nunca lo tuve, luego iré a la tienda de discos y
haré un poco de trabajo detectivesco.
Olvidando todo acerca de mi voto de no romper más las reglas,
rápidamente anoto las direcciones de Google, las meto en el bolsillo de
mi abrigo, y me preparo para salir. Estoy a punto de coger el mini
paraguas cuando alguien llama a la puerta. Me asomo por la mirilla
para ver a Jason apoyado en la puerta de entrada. Maldita sea.
La puerta se abre para Jason y salta dentro antes de que pueda
cerrarla de golpe en su cara.
—¿Qué quieres?
—Esa no es manera de saludar a tu compañero. Hola a ti
también, rayo de sol.
—Lo siento. Estaba trabajando en mi informe y me interrumpiste.
—Tarea: Eso es seguro para asustar a Jason y que se vaya.
—Oh, genial. Por eso estoy aquí. —dice, con su sonrisa casi
haciéndose cargo de su cara ligeramente pecosa.
—¿Qué?
—Sólo comprobaba si ya tienes mi papel hecho—dice. Me
esquiva cuidadosamente y da pasos hasta llegar a mi habitación—.
Puede que tenga que hacer un poco de edición, ya sabes, así
parecerá de mis propias palabras.
—No está terminado todavía —le respondo. Tengo que mantener
las cosas cortas y dulces si espero estar libre de él. No soy una muy
buena mentirosa—. Pronto.
—¿Qué, estás teniendo un poco de dificultad para reflexionar?
¿Tu espejo interior tiene un poco de niebla?
—No —le digo—. Resulta que el doble de trabajo lleva el doble
de tiempo. —Disparo una mirada a mi teléfono. Está todavía abierto en
mi cama, el mensaje de texto visible—. Yo te mando un texto cuando
haya terminado, ¿de acuerdo?
—¿Tú me vas a mandar un texto? Vaya, te estas tomando mucha
libertad con los textos. —dice, levantando una ceja.
—Cuanto más tiempo me estés molestando, más tiempo me
llevara a escribir. —Abro la puerta y le hago un gesto para que se
vaya—. Ahora vete.
—Está bien, entonces. ¡De vuelta al trabajo! Chop-chop —dice.
Entonces su rostro se torna sospechoso. Sus ojos se deslizan a mi celular
con la mensajería llena, que está en la cama—. Espera un segundo. ¿Te
vas a alguna parte, Lame libros?
—No —le digo, un poco demasiado rápido.
110
—Entonces, ¿por qué llevas el abrigo? —Pregunta, inclinándose
para recoger un poco de pelusa de mi hombro—. ¿Para hacer un
proyecto? ¿Por si tienes un resfriado? Tratando de ponerte los
pantalones, ¿parecen que te atrape con fuego, tu mentirosa,
mentirosa?
—¡Muy bien! —Exploto, sólo para que se calle—. Sí, está bien.
Estaba pensando tal vez en la posibilidad de ir a alguna parte. ¿Estás
satisfecho?
Cruza los brazos y levanta las cejas. —¿Sin mí? Vaya, vaya,
realmente te estás convirtiendo en una infractora habitual. Déjame
adivinar. Tienes otro texto del chico-amor.
Ignoro la parte de "chico-amor" y le extiendo mi teléfono. Se frota
la barbilla mientras lee el texto. Me doy cuenta de que tiene un poco
de barba llegando a lo largo de su mandíbula. Se le da un aspecto más
adulto, que sólo hace la mirada traviesa en sus ojos más sensibles.
—Cue-2-Cue es una tienda de música —murmuro a través de mi
vergüenza—. Estaba pensando en empezar desde allí.
Entorna sus ojos azules brillantes hacia mí. —Bueno, entonces es
bueno que me presentara —dice mientras se vuelve hacia la puerta—.
Voy a buscar mi abrigo. Vuelvo en un instante.
Pienso en apurarme, en cambio tiro de mi puerta para que se
cierre, vuelvo a tirar dos veces para asegurarme de que se cerró, y
espero en el pasillo. En cuestión de segundos está trotando por el pasillo,
con el pelo oxidado, sucio rebotando en su rostro.
—Pensé que no creías en el amor —le digo mientras lidera el
camino hacia el ascensor.
—Yo, no —responde sobre su hombro.
—¿Entonces por qué vienes conmigo?
—Porque creo que este tipo podría ser una divertida aventura
para ti, Lame Libros. Tú necesitas relajarte y tener una aventura
extranjera podría ser el boleto. A lo mejor te vas a curar de ese ridículo
cuento de hadas.
Suspiro, pero lo dejo pasar. Me gusta mi cuento de hadas,
muchisimasgracias.
Cue-2-Cue Parece que salió a la derecha del siglo pasado. Cada
centímetro de pared espacio está ocupado por el polvo cargados de
CDs. Largas mesas bajo el peso de cajas de rellena de los registros. Estas
tablas forman los estrechos pasillos de la tienda, y hay una fila de
casetas de madera, ventanas de escucha, como una hilera de cabinas
telefónicas viejas, a lo largo de la pared del fondo. Huele a polvo y
debe ser ese cóctel especial de vintage-BO.
111
Hay unos pocos clientes en la tienda. Tres de ellos son niñas. Uno
de los dos chicos de la tienda es el empleado de mediana edad, con
barba y vestido con un viejo apolillado blazer. El otro es un chico de
unos trece años, que está pegado a una pantalla de todo el catálogo
de Rush.
—No creo que esté aquí —le susurro a Jason.
—¿Por qué estás susurrando? —Susurra de vuelta—. Esto no es
una biblioteca.
—Lo que sea —digo un poco más fuerte, aclarando mi
garganta—. Yo no creo que esté aquí.
—¿Estás segura?, él se ve como un candidato probable —dice, y
hace un gesto con el chico hojeando álbumes de Rush—. Y se parece a
su velocidad, también, nivel inicial.
—Hey, he estado en un montón citas antes, ya sabes —replico.
Bueno, tres citas, pero Jason no tiene por qué saber eso. Yo no soy una
perdedora total.
—¿En serio? ¿Y quiénes son esos afortunados solteros? ¿Los
miembros del club de robótica?¿Atletas matemáticos? —Se cruza de
brazos y se apoya en un rack de camisetas de conciertos, retándome a
que me atreva a demostrar que está equivocado.
—Kevin Heineman. Y algunos otros que probablemente no
conoces. —Debido a que no existen, yo mentalmente agrego.
Jason finge lo largo de casi caer. —¿Kevin Heineman? ¿Es una
broma? He visto ese tipo comer sus propios mocos.
—Oh, ¿cuándo fue eso primer grado?
—El año pasado —responde entre risas—. Vamos,
Marmalade, vamos a ir a ver los puestos de escucha en la pared.
Lady
Lo sigo por el pasillo hacia la izquierda, en la fila de cuatro
cabinas estrechas de madera, que están cubiertas con carteles
rasgados y la decoloración. Un letrero escrito a mano pegado a la
frente de cada stand dice: un invitado por stand. Las dos primeras están
vacías. La tercera contiene una niña sosteniendo un álbum de Tori Amos
y frunciendo el ceño.
—Ruptura Nasty —dice Jason, guiñándome un ojo, antes de
pasar a la cabina del pasado. Sus ojos se amplían—. Bueno, creo que
podría tener algo bueno aquí.
Mi corazón salta en mi garganta, y me muevo lentamente a la
vista de la ventana. ¿Chris? Yo no veo a nadie al principio, pero cuando
miro a Jason, que está apuntando hacia el suelo. Miro hacia abajo para
ver un par de adolescentes en uniforme escolar que comparten un par
de auriculares furiosamente haciendo fuera. La chica me pilla mirando y
112
me da una mirada asesina antes de darme el dedo y volver a su
negocio.
—Bonito, Jason —digo. Trato de arreglar mi cara en el mismo
aspecto sucio-lárgate que la señorita me dio.
—¿Qué? —Se pregunta, y me da esa mirada inocente que
parece haber perfeccionado.
—Vamos a salir de aquí —le digo, dirigiéndome hacia la puerta,
sintiéndome desinflada. Otra oportunidad para ver a Chris arruinada.
—¿Qué, caminamos todo el camino hasta aquí, y ahora quieres
rendirte después de unos minutos sólo porque tu amante misterio no
está aquí? — Jason abre la puerta a la cabina de primera en la fila,
haciendo un gesto para que me siente
—No voy a entrar contigo —le digo.
La cabina es apenas lo suficientemente grande para dos
personas, y no puedo dejar de recordar lo que dijo Sarah Finder sobre el
deseo de Jason de unirse al club de una milla de alto.
Pone los ojos en blanco. —Me comprometo a jugar limpio.
Vamos. Ya estamos aquí. Puede ser que también lo disfrute. —Se da
vuelta hacia el cubo más cercano de registros. Dramáticamente
moviendo los dedos, cierra los ojos, deja caer su mano en los registros, la
mueve de un tirón y saca una colorida portada del álbum de forma
aleatoria. Él mira a la cubierta, y luego abraza con fuerza contra su
pecho, sus brazos cruzados sobre el respaldo, así no puedo ver.
—Esto es perfecto —dice, con los ojos brillantes—. Es el momento
para una lección de amor, Lame libros. No hay tiempo como el
presente.
Abre la puerta de la cabina y me empuja dentro. Pasa detrás de
mí y cierra la puerta antes de que pueda protestar o hacer una
escapada. Una mesa en la esquina tiene una pila tambaleante de
equipo estéreo con bultos. Es una unidad de cinta, un reproductor de
CD, dos altavoces grandes, y descansando en la parte superior de la
pila, una plataforma giratoria. Jason me empuja con el hombro un par
de veces para sacarme del camino, a continuación, ejecuta una
maniobra poco “hula-hula” que resulta ser una revisión de cadera.
Hacemos un cambio poco circular, prácticamente cara a cara, hasta
que él es el uno por el equipo de música y yo estoy pegada a la puerta.
Mantiene chocando contra mí mientras trabaja para mantener a la
portada del álbum a la vista.
—Uh, Julia, viste la señal —dice, inclinando la cabeza hacia la
ventana de la cabina—. Sólo una persona por stand. Entonces… abajo
es mejor, ¿de acuerdo?
—¿Estás bromeando? —Lo fulmino con la mirada.
113
—¿Quieres meterme en problemas por romper las reglas? —
pregunta, arqueando una ceja. Maldita sea. Él me conoce demasiado
bien.
Me agacho al suelo, tirando las rodillas hacia el pecho.
Jason me da la espalda y coloca el disco en el plato. Se aprieta
un par de botones en el estéreo, luego levanta la aguja.
—Está bien. —Tiene la aguja dramáticamente en el registro de
hilado—. ¡Esta canción es la esencia, la quinta esencia! De música sobre
el amor.
—¿Quinta esencia?
Me ignora. —Está casi garantizado que te besen, y lo tengo de
buena fuente que Ryan llegó a la tercera base con Evie mientras
escuchaba esta canción.
Yo ahogo un grito. Ew. Así ew. No sabía que Evie y Ryan habían
conectado. Es sorprendente que ninguno de los dos pudiera estar lejos
de un espejo el tiempo suficientemente.
Jason deja caer la aguja y luego se une a mí en el suelo. Se
apoya contra la pared del fondo, frente a mí.
Una banda completa se pone en marcha, dirigido por lo que
suena como seis guitarras eléctricas y un sintetizador. Es fuerte, pero
también es lenta y dramática. Miro a Jason, que está mirando hacia mí
con tanta fuerza que tengo que bajar la mirada a mis rodillas. La
canción es suave, el edificio de la tensión. He oído algo de ruido de la
multitud, así que puedo decir que es una versión en vivo.
Miro hacia atrás y los ojos de Jason siguen a mi alrededor. Mi
corazón late con fuerza, comienza un tiempo con el ritmo. Abrazo a mis
rodillas más cerca, mis manos comienzan a sudar. Esta es una buena
canción....
A continuación, el cantante se presenta en, una voz de hombre.
—Amor en las rocas, no es ninguna sorpresa. Sólo tienes que verter una
bebida, y te diré algunas mentiras...
¿Qué?
Miro a Jason para una explicación, pero está empezando a reír.
—¡Tu cara! —Dice entre risas—. ¡Estabas tan concentrada!
—¿Qué es esto?
—¡Vamos, no me digas que no reconoces el diamante! —Tira de
la cubierta del álbum de debajo de su trasero. Me muestra una foto de
Neil Diamond, vestido con el par más apretado de los pantalones
vaqueros que he visto nunca en un hombre y una bandera americana
impresa en su camisa de seda, y desabrochado lo suficientemente bajo
como para mostrar demasiado Diamond para mi gusto.
114
Yo no sé ni qué decir. Lo miro con la boca abierta. —Eres un
enfermo. —Finalmente hablo—. ¿Esta es tu canción de amor épica?
Se ríe. —Por Dios, Julia, ¿no tuvimos ya esta conversación? El
amor es una fantasía. ¡Y no en el buen sentido!
Siento destellos de ira, pero con la misma rapidez se me pasa,
poniéndome triste por él. Tal vez puedo decir que siento pena por él.
Salta tan rápido. Hay un pequeño rasguño, y luego hay aplausos
como una sección de vientos patea para arriba. La cara de Jason
inmediatamente se enciende, su sonrisa tan amplia que todas sus pecas
parece que se están funcionando.
La voz de Neil entra, en ese cantar hablando, lo que hace
cuando está cantando en vivo.
—¡Sweet Caroline! —Jason dice entre letras—. Vamos. ¡Es como
estar en casa! ¡Canta conmigo!
—No hablas en serio —le respondo, todavía en cuclillas en el
suelo.
Se agacha, me coge el codo, y en un rápido movimiento me
transporta derecho a mis pies.
—Escucha, chica, tú eres de Boston —dice mientras estamos
prácticamente cara a cara otra vez—. No se puede negar a Neil, o la
mitad de Fenway, saltar. —Coge la aguja, se mueve un poco más, y lo
coloca en el lugar correcto para las primeras notas de Sweet Caroline.
Gira las medias tapa alrededor, tirando de ella hacia abajo sobre los
ojos para que pueda ver el logotipo, y el aire de las guitarras, junto con
el coro. Parece ridículo, y no puedo dejar de reír.
—¿Sabes la letra? —dice—. ¡Canta!
Después de vacilar un momento, lo hago. Canto la letra al igual
que mi padre me enseñó, añadiendo el —So good! So good! So good!
—, Como si yo estuviera en el Fenway Park. Cuando el coro termina, hay
un ligero golpe en la ventana, y me vuelvo a ver el empleado de la
tienda señalando frenéticamente hacia fuera de la cabina. Mi mano
vuela a mi boca.
—¡Oh mi Dios, él nos oye! Y no debemos estar aquí juntos. —
Señalo el cartelito.
Jason levanta una ceja. —Por supuesto que nos puede oír. ¿Por
qué crees que tienen los auriculares? Las cabinas no están
insonorizadas.
—¡Que vergonzoso! —Lloro, recostada contra la pared de la
cabina—. Vamos a tener problemas.
—No te estreses. Estabas mostrando un poco de amor de tu
ciudad natal. —Da golpes a la puerta de la cabina abierta con su
115
cadera, haciendo gestos para que pase en primer lugar. Cuando
regreso al pasillo, me apoyo en una caja de registros y Jason se aprieta
a mi lado.
—Además, ahora sé que podemos ser amigos —añade.
Lo miro, él no sabe lo mucho que la idea me agrada. Se siente
bonito pensar que podría tener un amigo en este viaje después de todo,
y es mejor que fingir ser amiga de Sarah o Evie.
—¿Por qué es eso?
—Porque eres una fanática de los Medias claramente. —Gira su
gorra de los Medias a un lado y sonríe.
—Odio decepcionarte, pero no he ido a un partido en años. —
Me encojo de hombros.
—¿Qué? —Jason explota, mirándome como si hubiera confesado
que tengo una cola.
—Yo solía ir con mi papá —le respondo. Las palabras vuelan de
mi boca antes de que pueda pensar en lo que estoy diciendo—. Era un
gran fan. Pero después de su muerte, yo no quería que mi mamá me
llevara. Pensé que la haría demasiado triste.
Al instante, me gustaría poder borrar las palabras. Nunca hablo
de mi papá. Hay un momento de silencio incómodo, de esos que te
hace darte cuenta que has absorbido accidentalmente el viento de
una conversación. Me quedo mirando al suelo, fingiendo estar
fascinado por un elástico de pelo antiguo que ha encontrado su
camino en la esquina. Trato de pensar en algo que decir para aligerar el
ambiente de nuevo, pero mi cerebro se siente como si estuviera
cubierto de tiza.
En cambio, Jason toma la palabra. —Pero las cosas funcionan, ya
sabes. Incluso si no se siente bien durante mucho tiempo, o incluso si
siente que las cosas nunca va a estar bien otra vez, todo va a salir bien
al final.
Miro hacia arriba, sorprendida por la suavidad de su voz. Ahora
parece que siente pena por mí. Mi cuello se calienta, y me alegro de
que llevo el pelo suelto para que no pueda ver las manchas que sé que
se están formando. Respiro, y mi cuerpo se inclina hacia él un poco. En
el pequeño espacio, me trae muy cerca, y me preocupa que pueda
sentir los latidos de mi corazón. Quiero decir algo, pero no sé qué, por lo
que terminamos mirando el uno al otro por demasiado tiempo.
Luego se saca el chicle de uva de la boca y se lo clava a un lado
de una caja de registro.
—¡Oh, asqueroso! —grito. Al igual que, la intensidad del momento
ha terminado.
116
Jason se ríe y se convierte en una pantalla de cartón de los
Rolling Stones. La boca de Mick Jagger está bien abierta, a mitad de la
letra. En un movimiento rápido, Jason agarra la portada de Mick y la
lame con sus brazos abrazando los bordes de la caratula.
—¿Qué estás haciendo?
—Getting me some satisfaction34 —responde.
—No creo que sea la letra —digo.
—Sí, me doy cuenta de eso —dice—. Mick no me devolvió el
beso, mojigato podrido. —Jason lanza el recorte en el suelo y se toma
accidentalmente Keith Richards y Brian Jones abajo con él. Antes de
que pueda parpadear, la banda de cartón sale volando, golpeando
sobre una pila de CDs cerca de la caja registradora. Los ojos de todos
caen sobre nosotros al oír el ruido, incluidos los del empleado de la
tienda, que está poniendo etiquetas de precios en una pila de discos.
—Oh, Dios mío, lo siento mucho —digo a nadie en particular, y
llego a recoger algunos de los CDs. Pero antes de que pueda hacer
ningún progreso, Jason agarra mi mano y tira de mí hacia la puerta. Una
vez más, una salida con Jason culmina en desastre y los dos corriendo
por la calle lejos de los problemas.
Y una vez más, mi cabeza está más llena de preguntas sin
respuestas.
Hace referencia a la famosa canción de los Rolling Stone, Satisfaction. Getting me
some satisfaction: Obteniendo un poco de satisfacción.
34
117
13
Sólo llama a una borla una borla
Traducido por ♥...Luisa...♥
Corregido por Juli
¿Sigue Jason siendo un imbécil total? –P
Y
este tratamiento de ventana fue seleccionado por la
mismísima Reina Victoria, la primera monarca en vivir en el
palacio, justo antes del primer intento contra su vida —dice
nuestro guía turístico, alzando la voz en entusiasmo mientras señala
hacia unas cortinas verdaderamente horribles. Luego se ríe en voz baja
para sí mismo—. ¡Uno espera que las dos cosas no estuviesen
relacionadas!
Agarro mi cuaderno, escribiendo furiosamente. P. Victoria.
Cortinas. ¿Intento de asesinato?*
Por debajo de esto, añado mi propio comentario: *¿Por qué
estamos aprendiendo esto?
Nuestro guía de turismo en el Palacio de Buckingham hoy ha sido
tan interesante como una traducción al latín de la guía telefónica de
Boston. Tiene una voz monótona y sólo muestra indicios de emoción
cuando habla de la importancia histórica de los diferentes ropajes a lo
largo del palacio. No puede dejar de hablar de tejidos y muestras de
color. Soy fan del simbolismo y todo eso, pero a veces una borla es sólo
una borla, ¿vale, chico? Estoy dispuesta a salir en una extremidad y
decirle que el hilo de oro en las cortinas de la sala del trono tiene muy
poco que ver con la firma del Tratado de Versalles.
Me vuelvo para decirle esto a Jason, pero está plantado en la
parte de atrás de la multitud. Ha estado de mal humor toda la mañana.
Comenzó el tour a mi lado, siguiendo nuestra guía de cerca mientras yo
garabateaba notas en mi libro. No dejaba de mirar su teléfono, luego lo
golpeó para cerrarlo con disgusto. Apenas prestó atención a nada de
118
lo que nuestro guía dijo, y mientras nos movíamos por el palacio,
rápidamente se alejó de mí.
Nuestro guía nos conduce por un pasillo y a una biblioteca. Mi
corazón se acelera al mirar en los estantes de los libros encuadernados
en piel. Me detengo a pasar mis dedos a lo largo de un estante lleno de
magníficas ediciones de Shakespeare, pero el guía de turismo está en él
otra vez. Esta vez se trata de la tela en un sillón de orejas de oro a rayas
en la esquina. Algo sobre cómo Churchill una vez se había sentado aquí
en una visita. Si puede conectar esa silla con el liderazgo de Churchill
durante el Blitz35, incluso voy a estar impresionada. Le doy la vuelta a
una página en blanco en mi cuaderno y corro de nuevo hacia la parte
delantera del grupo. Salgo casi justo al frente, pero Deirdre está
bloqueando mi visión de lo que nuestro guía turístico está señalando
ahora. Su melena gigante, rubia revoltosa en serio podría bloquear el
sol. Me pongo de pie de puntillas y bailo alrededor un poco, tratando
de conseguir una buena vista, pero no hay forma de ver nada
alrededor o por encima de su cabello.
Voy a tener que ponerme física.
Me aclaro la garganta un poco, luego doy una especie de paso
amplio a su alrededor, dándole un golpe de cadera suave a lo largo del
camino.
—¡Oye! —susurra.
—Oh, lo siento —le respondo, dándole una mirada comprensiva—
. ¡Soy tan torpe!
Vuelvo a ver lo que estamos viendo en este momento, e
instintivamente doy un medio grito en voz baja de miedo y doy un paso
atrás rápidamente.
En lo alto de una tabla está un ganso perfectamente disecado,
las alas extendidas como si estuviera en pleno vuelo.
—¿Estás bien? —pregunta Deirdre sorprendentemente indulgente,
teniendo en cuenta que le acabo de dar un golpe de cadera para
tener una mejor vista.
—Sí —le respondo, tratando de apartar los ojos del animal delante
de mí—. Es sólo que... gansos. Los odio.
—Oh sí, totalmente —susurra de nuevo con una risita—. Hubo una
vez en la que un ganso se cagó en mi nuevo bolso mensajero, que
gracias a Dios era a prueba de agua, y...
Deirdre continua, pero no estoy escuchando. Ya estoy pensando
en mi propio cuento de terror. Tenía cinco años, y mi familia estaba en
un picnic que el vecindario celebraba en un parque local. Jugaba con
El Blitz ('relámpago' en alemán) fue el bombardeo sostenido del Reino Unido por la
Alemania nazi entre el 7 de septiembre de 1940 y el 16 de mayo de 1941.
35
119
algunos de los otros chicos cerca de un estanque cuando una
bandada de gansos aterrizó cerca. Me había tambaleado sobre mis
pequeñas piernas de kínder y tratado de acariciarlos.
Desde mi poca borrosa memoria de niña, ese pájaro dejó
escapar el más fuerte, más largo, más espantoso chillido que jamás
había oído de cualquier animal de cualquier tipo, y chasqueó hacia mi
mano. Grité como un alma en pena y corrí como el infierno, pero ese
pájaro me persiguió inmediatamente. Pensé que iba a morir (o por lo
menos eso es lo que gritaba, decía mi papá). Papá corrió y me levantó,
y, de repente era más grande que el pájaro tonto. Conmigo en alto en
sus brazos, perseguimos a ese estúpido ganso juntos.
Aun así, siempre he tenido miedo de ellos. Cada vez que veo uno,
es un recordatorio de que tengo que perseguir a los gansos por mi
cuenta ahora. Al menos este ganso está relleno y barnizado y montado
sobre una plataforma de madera. Phoebe-la-vegetariana me iba a
matar por decir esto, pero es como que me da una especie enferma de
satisfacción.
Por suerte, nuestro tour no se queda mucho tiempo. Cuando
finalmente nos dirigimos de nuevo a la gran sala, la clase se dispersa a
pasear por la habitación, mirando los retratos que figuran en las paredes
y examinando la escalera de mármol. Meto mis notas en mi bolsa para
dejarlas a salvo y me apresuro hacia el lugar donde Jason está mirando
por una ventana de gran tamaño. Está lanzando su teléfono una y otra
vez entre sus manos, y supongo que no está contemplando las
ramificaciones políticas del brocado púrpura que cubre la ventana.
—¿Todo bien? —le pregunto—.
equivocado de la cama o algo así?
¿Te
levantaste
del
lado
—¿Qué? —comienza Jason, como si no se diera cuenta de que
había aparecido a su lado.
Agito una mano delante de su cara. —No has hecho una broma
de sexo en, como, dos horas. ¿Te sientes bien? ¿Tiene fiebre?
De la nada, exclama—: ¿Es en serio Mark Bixford tu tipo?
Mis poderes cerebrales caen por completo. —¿Perdón? —le digo.
Es todo lo que puedo hacer para no atragantarme con las palabras.
—Quiero decir, parece un poco superficial —dice Jason. Mi cara
no debe traicionar el hecho de que estoy teniendo una mini crisis
pasando en mi cerebro.
—¿Dónde has oído eso? —le digo, tratando de mantener la
calma, luchando por mantener el pánico en mi voz.
—¿Dónde más? Sarah Finder, la reina del chisme.
120
Por supuesto. De repente, me siento mal. La sala dorada está
girando alrededor de mí. ¿A quién más le ha dicho Sarah? ¿Mark sabe?
¿Y cómo diablos lo averiguo?
Oh mi Dios. ¿Escribió tweets sobre esto?
Jason prosigue. —Pero, de nuevo, es probable que sea realmente
encantador, y no un imbécil completo como yo. —Su voz se cierne
sobre "encantador" de una manera que no me gusta. Tenía la
esperanza de que pudiéramos olvidarnos de mí tirando hacia él ayer.
Desde luego, no parecía enojado anoche cuando fuimos a Cue Cue-2-,
pero es evidente que aún está un poco molesto al respecto.
—No sé de qué estás hablando —finalmente rechino. Espero que
no se dé cuenta de las gotas de sudor que se forman en mi frente.
—Puedes relajarte —dice Jason—. Como si diera una mierda por
sobre quien te desmayas otra vez. No le voy a decir a nadie.
—No me desmayo sobre Mark. E incluso si lo hiciera, ¿por qué te
importa? —Trato de sonar confiada y desdeñosa, pero lo único que
puedo pensar es que mis rodillas se tambalean como si hubieran sido
sustituidas por jalea de menta. Trato de cubrir casualmente el brazo
sobre el respaldo de un sillón de orejas para ayuda, pero en su lugar,
parece que me aferro a un mueble mientras el Titanic se está
hundiendo. Espero que la silla no sea una pieza invaluable de la historia
en caso de que me desmaye en ella. O la vomite.
—No lo hace —responde Jason. Se deja caer en la silla, y me
imagino que debe parecer como si estuviéramos posando para algún
retrato bizarro. Sólo que probablemente parece que estoy participando
a punta de pistola.
—¿Entonces por qué lo has traído a colación? —exijo. Mi cara
está quemando.
—No lo entiendes en lo absoluto —dice Jason, rodando sus ojos.
Me planto directamente en frente de él. —Escucha, no odies a
Mark sólo porque es todo lo que no eres —le digo justo a la cara.
—¿Perdón? —Jason me mira, sus ojos se estrecharon hasta
convertirse en rendijas enojadas.
—Ya me has oído. Mark es encantador y respetuoso, y no siempre
está compitiendo por atención. —Jason abre la boca, pero continúo
antes de que pueda decir nada—. Es realmente un gran tipo que nunca
ha dicho una mala palabra sobre nadie, y tú tirando basura sobre él sin
razón es patético.
—¿Sabes qué, Julia? Tu…
Antes de que algo realmente malo pueda salir de la boca de
Jason, mi teléfono empieza a zumbar en mi bolsillo trasero. Tengo un
dedo en él, el símbolo internacional de "Disculpa, tengo algo más
121
importante a lo que prestarle atención, por lo que vas a tener que
aguantar." Echo un vistazo alrededor en busca de signos de la señora
Tennison, pero no quiero correr ningún riesgo, me agacho detrás de una
de las cortinas de fantasía de la reina Victoria y levanto el teléfono para
encontrar un nuevo texto de Chris.
Sentado en una cafetería con un moca de caramelo quemado
viendo la lluvia soñando contigo...
Mi cara quema aún más caliente. Nunca nadie me envió un texto
antes así de dulce. Lo leí de nuevo. Y otra vez. Entonces siento un dedo
hurgando en mí a través de las cortinas.
—¿Estás ahí?
Empujo en las cortinas, tratando de encontrar la salida, pero
Jason se encuentra en mi camino y no puedo encontrar la abertura.
Siento su mano hurgándome, pero no puedo salir desde detrás de las
cortinas. Tengo un miedo breve y pánico que nunca vaya a salir de
aquí, y mi cuerpo momificado se convertirá en parte de la visita del
palacio.
Finalmente caigo de rodillas y me muevo por la parte inferior.
Cuando salgo, Jason está poniendo los ojos y me da una cara total de
"tú eres la jefa de residentes de crazytown".
—¿Cuál es tu problema? —le pregunto, tratando de fingir que no
escenifiqué una batalla épica con un conjunto de cortinas de
terciopelo.
—Si estás taaaan obsesionada con Mark, si él es tu DAEJ —aquí
hace aire comillas—, o lo que sea, entonces ¿por qué estás
persiguiendo a este chico Chris? Para alguien que probablemente
plancha su ropa interior, estás bastante por todo el lugar, ¿verdad?
Justo como todas las chicas que desprecias.
—¡No desprecio a la gente! —protesto.
—¿No lo haces? ¿No te has pasado la mayor parte de este viaje
pensando que todos tus compañeros de clase son unos cachondos
poco profundos que no pueden apreciar la historia y la literatura de
Londres así les pateara en los dientes?
—Bueno, Sarah y Evie son superficiales —retomo—. Especialmente
Sarah. ¿Por qué no puede ocuparse de sus propios asuntos? Actúa
como si la vida de otras personas fuera su Us Weekly personal.
—Ni siquiera la conoces —responde—. Si haces una segunda
lectura de la guía de Sarah Finder, sabrías que está en los asuntos de
todo el mundo porque quiere proteger a sus amigos. Estás demasiado
ocupada en Tierra Julia como para notar a cualquier otra persona.
—Lo que sea —murmuro. Mi garganta está teniendo espasmos.
Jason me hace sonar como un horrible, tenso, ensimismado monstruo.
122
¡No soy así! ¡Cree que me conoce! No me conoce en absoluto. Aspiro
profundamente y bajo la voz—. Mark no es asunto tuyo, ¿de acuerdo?
El hecho de que hayas salido con un grupo de chicas no te convierte
en un experto en el amor. Quiero decir, si has tenido novias, ¿pero
alguna permaneció lo suficiente como para ver más que una semana?
—Me muerdo el labio, lamentando las palabras tan pronto como las he
dicho.
—Si soy tan idiota, ¿por qué pides mi ayuda? —Me arroja algo
pequeño y plateado. Lo atrapo antes de que me golpee en la mejilla.
¡Mi teléfono!—. Aquí. Buena suerte con tus mensajes de texto.
—¿Qué? ¿Cómo…? ¿Cuándo…? —farfullo.
—Los de moral baja como yo tenemos los dedos pegajosos —dice
inexpresivamente.
Oh mi Dios. Las cortinas. Cuando trataba de "ayudarme", debió
de haber arrebatado el teléfono. Mis respiraciones vienen rápidas y
profundas, como si acabara de salir de la piscina después de un duro
sprint. Todo está al revés. Si hay tal cosa como la combustión humana
espontánea, me temo que voy a experimentarla.
—Déjame en paz —es todo lo que puedo susurrar.
—Con mucho gusto. —Jason me roza al alejarse, golpeándome
con el hombro. Doy un paso hacia atrás, tropiezo... y caigo de bruces
con una armadura.
Todo comienza a tambalearse en su pequeña base. Extiendo la
mano para agarrarla, pero ya es demasiado tarde. Veo, como en
cámara lenta la armadura, sorprendentemente pesada para una mini
réplica, se estrella contra el suelo. El sonido rebota en el piso de mármol
y remolina alrededor de la habitación como un tornado. Estoy
congelada de horror. Todo el mundo me está mirando, incluyendo
Jason, su rostro registra una mezcla de fastidio y diversión.
Nuestro guía da una risa fuerte, asfixiante y me dice a la cara
fijamente—: Es sólo una reproducción, sólo una reproducción. Tenga
más cuidado, sin embargo, ¿no, señorita?
—Julia Lichtenstein, ¿qué te pasa? —susurra la Sra. Tennison entre
dientes. Está claro que no quiere hacer más de una escena delante de
nuestro guía, pero está enojada con E mayúscula. Camina
pesadamente por el suelo en un par de Uggs destartalados, que la
señora Tennison probablemente piensa que la hacen ver a la moda,
aunque en realidad se ve como si tuviera pies zambos. Me toma del
brazo y me lleva rápidamente a un pasillo lateral.
—Señorita Lichtenstein —comienza, liquidando para una seria
conversación—, su comportamiento en este viaje ha sido
completamente inaceptable. Tenía la esperanza de que fuera un
modelo a seguir para sus compañeros de clase, pero en su lugar ha sido
123
impulsiva, irreflexiva, y una irrespetuosa. No me esperaba esto de usted,
sobre todas las personas.
Sus palabras suponen un aporte directo a mi estómago. Siento
que todo el viento ha sido noqueado fuera de mí, y mis ojos arden por
las lágrimas. Nunca me un profesor me han hablado así. Jamás.
—Lo siento mucho —le susurro. De repente, mi garganta se cierra
apretando y me doy cuenta de que estoy a punto de llorar.
—En serio. ¿Qué te pasa? —pregunta, mirándome duro en la
cara, los ojos entrecerrados. Se da la vuelta sobre sus talones hacia el
resto del grupo, moviéndome a lo largo de ella. Al parecer, no buscaba
una respuesta, lo cual es bueno, porque no tengo una. ¿Qué hay de
malo en mí? ¿Un profesor sólo seriamente se refirió a mí como impulsiva?
¿Y una irrespetuosa? Jason me llama superficial; la señora Tennison me
llama irreflexiva.... ¿Qué será lo próximo?
Camino con la señora Tennison, uniéndome a mis compañeros de
clase. Mientras me limpio las lágrimas de mis mejillas, vislumbro a Sarah
Finder, de pie cerca de la parte trasera de la sala. Espero ver una
sonrisa, pero todo lo que puedo ver es... lástima. En realidad parece que
siente pena por mí. Lo que no me hace sentir mejor. De hecho, me hace
sentir peor. Tal vez soy superficial. Lo que sea. Sólo sé que estoy harta de
ser ignorada, compadecida, juzgada... por todo el mundo.
124
14
El amor puede ser ciego, pero yo no lo estoy.
Traducido por Dannita
Corregido por Vericity
R
¿Pelea de amantes? ¡Vaya! —SF
ápido escribo como si estuviera respondiendo el mensaje de
Sarah, luego por el resto del tour deambulo como una
zombi, tratando de permanecer inexpresiva y sin emociones.
No voy a llorar. No voy a llorar. No voy a llorar.
Cuando el tour termina, nos dirigimos hacia un pub llamado
curiosamente El único lacayo caminante.
Está listado en mi guía como uno de los mejores lugares para “la
verdadera comida británica”, aunque por desgracia, mi libro no me dijo
de dónde viene ese nombre loco. Se encuentra ubicado según mi libro
me dice en el distrito Mayfair. Quiero dar la vuelta y verificar
exactamente lo que es, pero me duele demasiado la cabeza para
centrarme en la lista. Una vez dentro, mis compañeros se reparten entre
las mesas y cabinas de vinilo negro. Hacen pedidos de Shepherd‟s pie36
y pescado y papas fritas. Vertiginosa comida del pub. Ryan intenta
pedir una cerveza, pero tiene que reírse de ello como si fuera todo una
gran broma cuando la profesora Tennison le dispara una mirada de
odio. Este sería el lugar ideal para continuar mi búsqueda del perfecto
pescado y papas fritas. Incluso ofrecen lo que en el menú dice
“correcto mushy peas37”, pero no tengo hambre. Sigo pensando en la
voz enojada de la profesora Tennison, su dedo moviéndose en mi cara.
En vez de ordenar, me voy a sentar en una pequeña mesa en la
esquina y abro mi cuaderno, esperando poder centrarme en repasar
Sheperd’s pie: plato tradicional británico consistente en una capa de carne de
cordero picada y recubierta de puré de papas y opcionalmente de una capa de
queso.
37 Mushy peas: son guisantes secos que se remojan una noche antes y se cuecen a
fuego lento hasta formar una pasta verde empleada para acompañar carnes a la
brasa.
36
125
mis notas y escribir una con mis reflexiones de hoy, pero lo que veo en
las páginas no son de mi nivel, las notas están alineadas pulcramente
con guiones y símbolos. Mi sistema es inexistente y mis notas son un
terrible desastre. No puedo hacer nada bien hoy. No voy a llorar. No voy
a llorar. No voy a llorar.
Una sombra se traga mi cuaderno. Levanto la vista y veo a Jason.
Sostiene dos platos de porcelana blanca con pescado y papas fritas
con cucharadas perfectamente redondeadas de salsa tártara y mushy
peas a los lados. Tiene dos botellas de agua escondidas debajo de sus
brazos.
—No puedes dejar Inglaterra sin comer algo de pescado y papas
—dice en voz baja—. Vamos, Julia. Sé que puedes comer como un
corredor de fútbol americano.
Deja caer uno de los platos delante de mí, y un fuerte sonido
metálico cuando toca la mesa. Una de las papas fritas escapa de su
montón y cae en la cima de la montaña de salsa tártara.
Instintivamente la alcanzo, lo doy un toquecito a la salsa que está a un
lado del plato antes de devolverla a su pila.
—Gracias —murmuro, pero tengo que empujar el plato al otro
lado de la mesa. El olor de rebozado de cerveza me recuerda a nuestra
noche que bebimos en la fiesta, el inicio de toda la desobediencia de
las reglas que me trajo aquí. Dejo caer mi cabeza sobre mis brazos
cruzados, mis rizos desordenados se dispersaron a través de la mesa.
—¿Te importa si me siento? —No espera una respuesta, por
supuesto; pone el otro plato en frente de la silla vacía al lado de la mía
y se deja caer a mi lado. Los minutos pasan en silencio, con excepción
de los sonidos de su masticación ruidosa. Podría mantener mi cabeza
hacia abajo, pero el olor de las papas fritas está empezando a trabajar
su reveladora magia. Finalmente levanto mi cabeza, y Jason
inmediatamente desliza mi almuerzo al frente mío.
—Oye, te agradezco que no mencionaras mi nombre en eso —
dice, pasándome el vinagre de malta.
—¿De qué estás hablando?
—Lo que pasó en el palacio. Estás enojada conmigo; fue mi culpa
que tropezaras con esa armadura. —Tiene que tragarse la risa cuando
lo dice, lo cual sólo me hace recordar lo horrible y vergonzoso que fue
toda la situación. Rápidamente continúa—: De todos modos, te
agradezco que no le dijeras nada a Tennison. Si la profesora T me diera
una terrible calificación para este viaje, mi calificación para el semestre
se jodería, y francamente también mi promedio de notas.
—¿Qué pasó con esa puntuación verbal siete sobre veinte? —
Contesto con brusquedad—. ¿No deberías estar manteniéndote a
través de las clases con esa inteligencia?
126
—Soy muy inteligente —dice Jason sin emoción—, pero como
dijiste, no soy el estudiante más… serio en el mundo. Si mi promedio de
notas recibe otro golpe, no voy a entrar a una buena universidad. Y si
no entro a una buena universidad, no voy a entrar a una buena
Facultad de Derecho, créeme, ni siquiera seré bienvenido a unas
vacaciones familiares nunca más. —Su risa salió forzada.
Quiero seguir enojada, pero siento una punzada de simpatía por
él. A mi padre ni le hubiera importado lo que yo hiciera con mi vida,
mientras yo fuera feliz. No me puedo imaginar tener esa presión de mis
padres. Así que me trago de nuevo mi respuesta arrogante y miro mi
plato.
—Mira, estás enojada. Lo entiendo. Lo siento por lo que dije antes
¿de acuerdo? Quiero que hagamos las paces. —Por una vez, parece
sincero.
—¿Cómo planeas hacer eso? —suspiro.
—Bueno, ese texto de Chris… —dice, metiendo la mano en el
bolsillo. Saca un pedazo de papel arrugado; se ve como un recibo, con
su marca del pollo en la parte de atrás—. Él mencionó que tenía un
café moca con caramelo quemado. Resulta que sólo hay dos lugares
en Londres que los tienen en el menú. Busqué en Google —explica
mientras sostiene el papel para mí. Veo que ha escrito las direcciones en
él.
—¿Cómo demonios lo encontraste en Google?
—La chica sentada en el escritorio de seguridad. Era linda. Ella
pensó que yo era lindo… —Se calla, y lo entiendo.
—¿Así que ella estaba ciega? —le digo.
—Eso fue duuuroo duro. Supongo que me lo merecía. —Me
empuja con el codo—. Después del almuerzo es el momento cultural.
Entonces, ¿qué me dices? Yo digo que el café moca con caramelo
quemado es muy culturalmente relevante.
Juego con mi servilleta. Sé que Jason está intentándolo, pero no
estoy totalmente dispuesta a perdonarlo todavía. Sin embargo, tal vez el
café donde Chris pasa el rato regularmente está en algún lugar. Incluso
podría estar allí en este momento, a pesar de que envió el mensaje de
texto hace un tiempo; Phoebe y yo solíamos vivir prácticamente en
Beanstalk.
—Está bien —le digo—. De acuerdo. Pero tú escribirás tu propia
reflexión en esta ocasión.
—Discutiremos eso después —dice. Saca un puño al aire—. Oh, y
deberías responder a ese mensaje. Escribe… Escribe “ojalá pudiera estar
allí para encenderte”.
127
Lo miro como si su cabello rojo estuviera en realidad en fuego,
pero cuando él me mira sin inmutarse, me rindo. Saco mi teléfono y
escribo en él, palabra por palabra embarazosa. ¿Qué tengo que perder
de todos modos?
Al terminar el almuerzo, caminamos las ocho cuadras hasta el
primer café que él había dicho, pero desde el momento en que entro,
estoy segura de que este no es el lugar. La pared está cubierta con
papel grueso lleno de rosas del tamaño de mi cabeza. Hay muchas de
ellas, rojo, rosado y fucsia, en un patrón repetitivo que empiezo a sentir
miedo porque siento como si se acercaran cada vez más a mí. Cada
mesa redonda cubierta con un tapete hecho a mano, y puntos cruz
como en los versículos bíblicos en los marcos de madera que adornan
las paredes.
Los únicos clientes en el café son de la serie de peinado azul, y
parecen que pertenecen a un club de lectura centrada en el último
festival para llorar de Nicholas Sparks.
—¿Podemos salir de aquí? —me susurra Jason cuando la mujer
anciana en el mostrador agita amenazadoramente la tetera floral de
porcelana en nuestra dirección.
—Dios sí —le susurro también, una falsa sonrisa estampada en mi
cara para los clientes. Nos apresuramos a salir antes de que
comenzaran a mostrarnos fotos de sus nietos.
Tuvimos que tomar el metro para llegar al segundo café, y me doy
cuenta de que Jason es lo suficientemente agradable para interponerse
entre mí y el raro tipo que huele como avena y sudor. Resulta que
incluso en Europa hay tipos raros en el metro. O tipos raros en el tubo,
supongo que así lo dicen en Londres.
Cuando el tren se desliza hasta detenerse, Jason sale de la nada.
Entonces se va corriendo hacia la salida. Bajo del tren antes de que las
puertas corredoras se cierren de nuevo, y empezara su marcha. Él está
zigzagueando a través de la multitud de viajeros, esquivando gente
como si estuviera en un campo de eslalon. Cuando llega a la base de
la escalera mecánica, a las justas me da tiempo para alcanzarle.
—¿Qué fue todo eso? —le pregunto, pero las palabras apenas
salen de mi boca antes de que él salga corriendo de nuevo. Corro
detrás de él y cuando por fin lo alcanzo en la calle, los dos estamos
jadeando y riendo.
—¿Dónde está el fuego? —pregunto entre jadeos.
—Trabajo de cardio diario, Lame Libros —dice. Se inclina
ligeramente, con sus manos sobre sus rodillas, recuperando el aliento. Se
pone de pie y levanta una mano. Tengo que subir un poco mi mano
para poder regresarle los cinco—. Buen trabajo —dice.
128
—Gracias —le respondo. Hago puño y los mantengo en el aire
como si fuera una campeona que definitivamente no soy. Aunque estoy
sin aliento, me siento increíblemente energizada—. ¿Y qué pasa con la
carrera loca?
—¿No quieres conocer a este misterioso Chris? ¿Acaso él no vale
la pena que hayamos corrido? —Jason me da mirada extraña. Abro mi
boca pero me doy cuenta que no tengo nada que decir.
Una sensación incómoda de gusanos que hacen camino en mi
estómago. La verdad es que no estoy segura de lo que siento acerca
de ver a Chris. Todo lo que sé es que se siente bien ser querido,
perseguido, y que quieran contigo por primera vez.
Y una minúscula pequeña partecita de mí también disfrutaba la
compañía de Jason.
Jason me guía a través de una plaza hacia una angosta cafetería
que está en medio de una tienda de libros usados y un internet café. Al
entrar, me apresuro hacia la caja y echo un vistazo a la carta.
Efectivamente, el café moca con caramelo quemado está en la parte
de arriba de la carta, es la especialidad de la casa.
—¿Crees que deberíamos pedir una? —Pregunta Jason que viene
detrás de mí en la fila—. Recorrimos todo Londres para encontrarlos.
—Nah —digo, mirando alrededor de la tienda—. No bebo mucho
café.
No me le voy mucho a la cafeína de cualquier tipo. Me pone muy
nerviosa que siento como si pudiera leer toda la biblioteca de Havard
en una noche, o agitar mis brazos y saltar de la azotea de Hancock
Building. La última vez que tomé café con leche, decidí que la mejor
manera de estudiar para el examen de admisión sería memorizar el
diccionario entero. Mi mamá me encontró a la mañana siguiente
rodeada de tarjetas de memoria flash multicolores que parecían haber
sido escritas por un asesino en serie. Estaba babeando en medio de las
Ks. Pasó un mes antes de que pudiera mirar una palabra con K sin tener
estremecimientos.
Hay pocas personas en la tienda, y la mayoría de ellos parecen
mayores, como si fueran estudiantes de posgrado. Uno está golpeando
enojadamente su laptop, y estoy bastante segura de que no puede ser
Chris. Recordaría si él tuviera una cicatriz en la mejilla (espero). Otro está
enfrascado en una novela de bolsillo, pero tampoco creo que sea Chris,
estoy segura que una barba rojiza hasta la altura del pecho habría sido
bastante memorable.
Solo hay un candidato, y que está leyendo lo que parecer ser…
No. No puede ser.
Así es. Un Shakespeare de bolsillo está en la mesa al lado de su
taza (un café moca con caramelo quemado, ¿quizás?)
129
Es él. Tiene que serlo.
Mi estómago se mueve de un tirón. Tiene lentes con marcos
gruesos y un desordenado cabello negro. Es ese tipo de chico fuerte y
atractivo cerebrito. Por una parte emo y por la otra un hombre de
montaña. En una palabra, este chico está ardiente. Si él tiene acento
británico, creo que podría tener un derrame cerebral inducido por el
romance y desplomarme muerta aquí mismo en esta cafetería.
Mis manos instantáneamente empiezan a sudar y se va el color de
mi rostro.
—¿Piensas que es él? —Jason me da un codazo.
—No sé —digo, limitada a responder con una sola palabra por el
miedo que sentía.
—¿Vas a ir allá?
—No. —Espero no verme tan asustada como me siento. Meto las
manos en los bolsillos de mi pantalón así nadie se dará cuenta que
están tan sudadas como si las hubiera metido en una tina de
mantequilla de palomitas que compras en los cines. Mi corazón está
latiendo como si alguien estuviera jugando con un metal dentro de mi
caja torácica.
Jason me estudia por un segundo. Me doy cuenta que estoy
balanceándome de arriba abajo sobre mis pies. Bien. Así que
definitivamente luzco como si estuviera en pánico tal cual como me
siento.
—Está bien —dice, rozándome cuando pasa por mi costado—.
Entonces lo haré yo.
—¡No! —grito, llamando la atención de unos pocos clientes.
Extiendo mi mano y agarro el dobladillo de su camisa, tirando de él con
fuerza.
Tira mi mano hacia atrás y se gira hacia mí. —¿Qué te pasa?
Hemos ido por todo Londres para encontrar a este tipo. Ahora que está
aquí él, ¿no puedes avanzar más? Hay que sacarse las ruedas de
entrenamiento algunas veces, Julia.
—Yo… Yo sólo… —Mi boca se abre y se cierra como si fuera un
pez que ha sido sacado del océano. No sé qué decir. La verdad es que
ahora que lo he visto, no puedo acércame a él. Él es ARDIENTE. Y yo…
bueno, yo soy yo. Y por no mencionar de que le dije que era una
supermodelo. Él probablemente sólo lo creyó porque estaba borracho
en la fiesta tanto como yo lo estaba. Una mirada a mí en la sobria luz
del día, y todo se desmoronaría al suelo cerca de mis piernecitas cortas.
—No puedo hacerlo —logro decir al final.
—¿No es ese tu libro? —Incita Jason—. ¿Tu Shakespeare de bolsillo
o lo que sea?
130
Estoy sorprendida de que lo recuerde. La última vez que le
mencioné mi Shakespeare de bolsillo me miró como si estuviera
llevando un pez vivo en mi bolso.
—No estoy lista —digo en voz baja, casi en un susurro. Me doy la
vuelta y me dirijo hacia la puerta. Jason trota detrás de mí.
—¿Hablas en serio? —pregunta.
Sólo puedo asentir.
Siento un miliar de emociones, desde miedo a ansiedad y de
ansiedad a tristeza…me gustaría tener la confianza para acercarme a
Chris y sonreírle. Evie y Sarah lo harían. Phoebe definitivamente lo haría.
Pero yo no puedo. Diría algo y metería la pata, o me tropezaría
conmigo misma o golpearía el café a su regazo, y no sería capaz de
soportar la mirada decepcionada de su rostro.
Cuando salimos a la calle, tengo que inclinarme y tomar unas
cuantas respiraciones profundas. Mis piernas zumban con energía y
quiero salir corriendo. En cambio, inhalo tres respiraciones más, luego
giro y enfrento a Jason. —Creo que necesito algo más de tiempo.
Jason me mira por un momento, y me preparo para sus burlas.
Pero sorprendente, no vienen.
Jason escanea la calle y de repente se ilumina. —Tengo una idea
—dice. Agarra mis brazos y empieza a jalarme por la acera—. Esto te
levantará el ánimo. —Se escabulle por la puerta de la tienda de libros
usados, que parece especializarse en antigüedades y ediciones raras. El
lugar huele como un ático de biblioteca y desde el momento en que
entro por la puerta, la pequeña campana retiñe detrás de mí,
indicando mi llegada al dueño de la tienda, estoy en el cielo. Esto es
definitivamente más divertido que estar en el café, transformándome en
una pila de nervios.
Los estantes abarrotados de libros de todos los tamaños toman
casi cada centímetro cuadrado de la tienda, dejando pasillos estrechos
por donde puedes pasar. Un gato gordo y gris está tomando una siesta
en la esquina sobre una almohada roja abultada, una cesta de
amarillos Penguin Classics junto a él. Los suaves compases la música
están flotando a través de la tienda, es una melodía familiar pero no sé
dónde la he escuchado, sin embargo de todos modos la tarareo. Me
acerco a la vitrina de cristal donde los volúmenes de cuero reluciente
con las páginas y bordes dorados que prácticamente brillan. Al mirar a
una copia de las Obras Completas de Shakespeare, me doy cuenta de
que he estado aguantando la respiración desde que ingresé. Solté un
largo y satisfecho suspiro.
Jason se aleja por uno de los pasillos altos y estrechos, sin duda en
busca de la sección de DVD (que no encontrará en un lugar como
131
este). Espero que no haga caer nada. Vago por el pasillo más cercano,
en busca de él.
La parte trasera de la tienda se abre en una pequeña área de
cafetería con un escenario en la parte de atrás. Hay varias personas
que están reunidas en las mesas, tomando café y té en tazas
desportilladas. Una chica que parece joven con trenzas sueltas lleva
una guitarra acústica fuera del escenario, donde sus instrumentos están
esperando. El guitarrista hace girar algunas perillas de su Gibson
mientras el baterista se acerca a la esquina detrás de su batería. En
cuestión de minutos, se encienden los amplificadores y el bajista canta
a todo pulmón por el micrófono. Su música es fuerte y parece un poco
fuera de lugar en este pequeño y de aspecto envejecido lugar, pero
también es alegre. El ritmo empieza a golpear su camino a través del
suelo, a través de mi cuerpo.
Reconozco la canción desde sus primeras notas, debido a que la
he escuchado diez mil veces desde el reproductor antiguo de mis
padres hasta la vez que Jason la tocó en el parque de patinaje. Me
apoyo en un estante en la parte posterior de la sala, cierro los ojos y
escucho a medida que comienzan a cantar—: Oh darling…
Jason me da un golpecito en el hombro.
—Vamos —dice. Antes de que pueda protestar, tira de mí hacia el
escenario. Serpenteamos a través del laberinto de pequeñas mesas y
clientes, y al principio tengo miedo de que él salte al escenario y cante
(de nuevo). Aunque él para cerca del escenario. Su cadera se topa con
una mesa vacía, la corre rápido a un lado haciendo un poco de
espacio para nosotros. Entonces me tiende una mano.
—¿Qué estás haciendo? —le susurro. Puedo sentir los ojos del
público sobre nosotros. Estamos de pie en frente de toda la sala, a solo
unos metros de distancia de la banda.
—¿Qué te parece que estoy haciendo? —responde
neutralmente—. Vamos a bailar. —Agarra mi mano, tirando de mí hacia
él, y lo siguiente que sé, es que él me tiene en una pose al estilo baile
clásico. Me siento extraña en sus brazos, como si debería estar en
guardia. Estoy a la espera de un ataque de cosquillas de algún tipo o
que me baje el pantalón en cualquier momento. O tal vez que se
desarme bailando un ridículo fox-trot38 o tango. En su lugar, se relaja y
comienza un lento vaivén. Me rio en su hombro.
—¿Qué es tan gracioso?
Fox-trot: es un popular baile estadounidense, que nace en 1912. Su nombre significa,
literalmente, "trote del zorro" y alude a las primitivas danzas negras que imitaban pasos
de animales y en las que se inspiraron los primeros bailarines de foxtrot.
38
132
Esto es divertido, casi le digo. Pero en cambio, sacudo mi cabeza
y le digo—: Nada.. —Inhalo el olor de su camisa, que en partes iguales
huele a detergente y a cedro.
Comienza a tararear con el bajista. —Esta debe ser nuestra
canción.
—Sí, uno donde el tipo pide perdón —le digo, poniendo mis ojos
en blanco.
—Él no está pidiendo perdón —dice, retrocediendo un poco para
poder mirarme—. Él está pidiendo su confianza.
—Probablemente porque rompió esa confianza en algún
momento en el pasado reciente —replico. Me tiro un poco hacia atrás
también.
—¿Por qué eres tan cínica de repente?
Siento mis mejillas calentarse. Los ojos de Jason están fijos en los
míos. Puedo ver los pedazos de oro que nadan entre lo azul—. ¡Tú eres el
único que de repente se ha puesto sentimental!
—Lo siento —dice despreocupadamente—. Pensé que eras de las
personas que creen en el amor y todo eso —Tira de mí hacia él de
nuevo, eliminando todo el espacio entre nosotros. Él es cálido. Puedo
sentir el calor de su cuerpo pulsando a través de mí, desde la parte
superior de mi cabeza hasta la punta de los dedos de mis pies.
—Sí lo soy —respondo—, pero sí es, en efecto, nuestra canción,
entonces me voy por la interpretación alternativa.
—De acuerdo entonces, profesora Lichtenstein —dice riendo.
—¿No lo ves de esa manera? —le digo, mi mejilla ahora
peligrosamente cerca de presionar su pecho. Él se inclina hacia mi oído.
—El amor no mira con los ojos, sino con el corazón —dice. Su
aliento me hace cosquillas en el cuello y un escalofrío se dispara por mi
espina. Estoy tan sorprendida que acabo pisándole fuerte el pie. ¿De
dónde viene eso?
—¡Ay! —dice, saltando un poco—. Mira por dónde pisas con esas
cosas ¿de acuerdo? Son pequeños pero mortales.
—Um, es “El amor no mira con los ojos, sino con la mente” —digo
corrigiéndole, tratando de sacudirme la sorpresa al oírle citar a
Shakespeare, aunque incorrectamente—, “por eso pintan ciego al
alado cupido”.
Me siento rara diciéndole las líneas a él. Es diferente de las otras
miles de veces que le he corregido en algo. Esta vez siento un poco de
calor y no puedo mirarlo a los ojos. Es mi cita favorita de Shakespeare y
de Phoebe también, y siempre me imaginé a Mark susurrándomelo al
oído antes de plantar un suave beso en mis labios. En cambio, estoy
133
siendo apretada un poco demasiado fuerte por Jason Lippincott, que ni
siquiera está diciéndolo bien.
Miro hacia arriba. Él está mirando hacia mí, con una ceja
levantada y un leve destello en sus ojos. Me preocupa que empiece a
hacer bromas sobre el amor de nuevo, pero en cambio, comienza a
darme vueltas. La banda ya está por terminar, los amplificadores
zumban con los gemidos del cantante. Jason me hace girar más y más
rápido. Pierdo el equilibrio y me alejo de él, tropezando hacia atrás
hacia una silla vacía de la cafetería.
—Creo que suficiente baile para mí —le digo. Mis dedos se
agarran de la parte inferior de la silla mientras la habitación se inclina
hacia adelante. Me siento mareada por haber hecho los giros, y quizás
también un poco por la conversación.
Jason sigue mirándome. No hay brillo en sus ojos ahora. Su
expresión es totalmente ilegible. —Lo que tú digas —responde. Pone las
manos en sus bolsillos y entonces gira en sus chillones talones y se dirige
hacia la parte delantera de la tienda. En un abrir y cerrar de ojos, él
desaparece entre las estanterías. Tomo una respiración profunda.
Todavía puedo olerlo. Goma de mascar sabor a uva, suavizante de tela
y algo más, algo que no puedo identificar. Mi estómago da un pequeño
salto, y me digo que es solo a causa a de las náuseas por tanto girar. A
lo lejos, oigo el tintineo de la campanilla de la puerta principal.
—¡Oye, espera! —grito. Salgo disparada detrás de él,
reponiéndome por un momento a la sensación de mareo de mi
cabeza. Muchas más personas se giran para mirarme, pero los ignoro.
Puedo ver a Jason a través de la puerta de cristal, de espaldas a mí, su
cabello rojizo está rizado por debajo de su gorra de beisbol. La parte
trasera de sus jeans que está usando, el antiguo contorno de una
billetera visible en el bolsillo izquierdo trasero. Uno de sus presillas está
rota y colgando, provocando que su cinturón marrón caiga un poco
cerca de su cadera.
Me detengo por un momento para asegurarme de que todo el
vértigo se ha ido. Entonces empujo para abrir la puerta. Cuando la
campana suena, él no se gira.
—No sabía que podías bailar —le digo a su espalda.
Él hace una pausa por un segundo y me lanza una mirada por
encima de su hombro. —Hay muchas cosas que no sabes de mí —dice
y luego se marcha.
134
15
Su encargada o lo que sea
Traducido por Marie.Ang Christensen & Majo_Smile ♥
Corregido por Violet~
¿
Quiero llegar a conocerte mejor. —C
Puedo sentarme aquí?
Estoy sorprendida de encontrar a Susan de pie junto a mí.
Su cabello perfectamente lacio está hacia atrás en una
banda roja con una delicada y pequeña reverencia. Hace
juego con su chaqueta de punto y las zapatillas de cuero rojo
patentado en sus pies.
—Eh, claro —respondo, agarrando mi cuaderno más cerca para
darle espacio en mi usual esquina de la mesa. Estoy francamente
contenta de tenerla a mi lado. Pensé que Jason podría sentarse
conmigo en la cena, pero ha estado ignorándome desde la
improvisada presentación de danza en la librería.
Como si fuera una señal, oigo la risa desenfrenada viniendo a
través del comedor. Jason está sentado con un grupo de chicos y están
lanzando panecillos con sus tenedores. Típico. Noto que Ryan está
sentado con ellos. Su mesa está llena, lo cual explica por qué Susan está
sentada conmigo y no allí, pendiente de cada “amigo” que Ryan está
pronunciando.
Grandioso. Estoy en la mesa de rechazados.
—Entonces, ¿qué has estado…? —digo, pero Susan ya ha sacado
una pesada copia de British Vogue y está absorta en sus páginas. Susan
probablemente se unió a mí en mi mesa porque pensaba que era el
lugar para hojear su revista sin ser molestada.
Un panecillo navega sobre nuestra mesa y rebota en la pared
detrás de mí. Levanto la vista para ver a Ryan y Jason elevando sus
tenedores en triunfo.
135
—Ugh, ¿no es lo peor? —Instantáneamente, revista olvidada,
Susan azota de vuelta para mirar a la mesa de los chicos—. Como un
niño.
—En serio —digo. Gracias a Dios Susan Morgan y yo tenemos algo
de qué hablar: nuestra mutua aversión por Jason—. Es como si fuera
incapaz de actuar como un ser humano normal. ¡Y ese chicle! ¿Qué
chico de escuela secundaria conoces que mastica tanto el chicle de
uva? Tan grosero.
Susan se ve un poco desconcertada. —¿Qué? —Dice; entonces
sacude la cabeza—. Oh, me refería a Ryan. Él es, como, tan ridículo.
—Oh —respondo. Supongo que Susan y yo no tenemos nada en
común.
—Jason en realidad no es tan malo —continúa—. Él me rescató
totalmente la primavera pasada, cuando mi computadora se comió mi
proyecto final para la clase de Freeman de inglés avanzado. Me prestó
su ordenador de inmediato… ¡y sus notas eran taaan mejores que las
mías! Habría, como, fracasado totalmente si no fuera por él.
—Oh —digo de nuevo. A pesar de que estoy sentada, me siento
curiosamente desorientada. ¿Jason le prestó a Susan su computadora
sólo por ser amable? Aún más extraño, ¿Jason toma notas en clase?
—Sí. Tipos como Jason son mejor, en realidad —gorjea Susan.
Entonces, vuelve a su revista, y justo así, estoy sola de nuevo.
Vuelvo a mis propias notas, tratando de dar sentido a toda la
locura que he estado escribiendo. Voy a tener que hacer un
documento de reflexión más tarde, y no hay forma de que pueda ser
cuidadosa con el lío que he tenido frente a mí. Mi cerebro se siente
como que está haciendo vuelta al estilo libre a través de una piscina de
limón de gelatina. Bueno, tal vez no puedo culpar a mis notas por
completo. Era un largo paseo desde la cafetería a nuestro hotel, pero
de alguna manera hicimos todo el camino de regreso sin siquiera
mencionar una palabra de lo que había sucedido.
Ni siquiera estoy segura de lo que sucedió… si tuvimos algún tipo
de momento, como lo hicimos en la tienda de discos, o si imaginé todo.
Y luego, está el texto que recibí de Chris, el que por supuesto
embriagué en mi teléfono tan pronto como llegamos al hotel. Tuve la
tentación de mostrárselo a Jason, pero después del baile, me sentía rara
al respecto. Y, ¿qué quiso decir con, “Hay muchas cosas que no sabes
de mí”? ¿Qué está ocultando? ¿Por qué no puede ser normal? Un
segundo somos amigos, al siguiente él actúa como si tuviera lepra. Es
suficiente para darla una chica un latigazo. Es como si se excitara
confundiéndome, como si fuera un pequeño juego.
Bueno, ya no quiero jugar más.
136
Pero, quiero conocer mejor a Chris. O más exactamente, ahora
que lo he visto, quiero que él llegue a conocerme mejor, así que
cuando finalmente me armo de valor para conocerlo, él puede no estar
demasiado consternado o sorprendido de descubrir que soy una
nadadora de un metro cincuenta y dos y no una supermodelo de un
metro ochenta. Incluso si fuera el hombre más caliente que he visto
alguna vez (después de Mark, por supuesto), parece totalmente
perfecto. Quiero decir, estaba leyendo Shakespeare. En un café. El
mismo libro que yo estaba leyendo.
Echo un vistazo a Susan, que está completamente absorta en un
artículo sobre el retorno de la boa emplumada. Probablemente no le
importaría en lo más mínimo si me alejaba, pero todavía se siente mal
abandonarla.
—¿Te importa? —pregunto, asintiendo hacia el ascensor—.
Necesito ganar tiempo en este trabajo, y esa guía turística era
completamente inútil hoy.
—Lo que sea, totalmente bien —dice. Mira de nuevo a la mesa de
Ryan, donde un asiento se ha desocupado. Agarra sus cosas y va hacia
allá. Tanto por pensar que él es un niño.
Mientras tomo el glacialmente lento ascensor a mi piso, saco mi
teléfono y miro el texto de Chris. A medida que el elevador suena
pasando cada piso, tomo una profunda respiración y escribo una
respuesta.
Definitivamente. Igual. —J
Me imagino que mi mejor opción es mantenerlo corto y simple. De
esa manera, no puedo joder nada… espero. Acabo de llegar a mi piso
cuando mi teléfono vibra con una respuesta.
¿Lista para reunirse? —C
Jadeo y apago mi teléfono. No puedo responder a esto en el
pasillo. Necesito pensar un poco. Vuelvo a mi habitación y me tiro en la
mullida cama grande, mi portátil abierto y listo para otro documento de
reflexión. Sólo que todavía no puedo reflexionar. No puedo pensar en
absoluto. Sigo viendo esas gafas y ese pelo enmarañado. Él es tan sexy.
Esto era peor cuando no tenía ni idea de quién era. Ahora puedo
visualizar perfectamente su cara… y su inevitable mirada de decepción
cuando me acerco.
¿Qué diablos voy a decirle? Oh… oye, ¡Chris! Aquí está la cosa.
Cuando dije ―supermodelo‖, lo que en realidad quería decir era
137
―estudiante de secundaria‖. Y cuando mencioné ―sesiones de fotos‖, en
realidad me estaba refiriendo a una excursión. Así que, esencialmente,
soy una sucia mentirosa. Soy de Massachusetts, no de Manhattan; pero
por favor, todavía enamórate locamente de mí, ¿de acuerdo?
Golpeo mi ordenador portátil con suficiente fuerza que mi
teléfono celular rebota en el piso. Lo recojo y vuelvo a mirar el texto de
Chris. Quiere llegar a conocerme mejor. Así que, estoy suponiendo que
ahora no es momento de dejarlo saber que he estado básicamente,
acechándolo por toda la ciudad. Quiero ser coqueta o ingeniosa, pero
estoy demasiado asustada, así que no voy a ir con el Plan B: honestidad.
No todavía. Las cosas son complicadas.
“Complicado” es el eufemismo del año, pero si fuera a tratar de
describir cómo las cosas están en el teclado T9 de mi pequeño
préstamo de teléfono celular de mierda, me llevaría días. E incluso
entonces, probablemente no lo haría bien. Porque no tengo ni idea.
Pongo mi portátil de nuevo en mi regazo y me quedo mirando la
pantalla en blanco. Tomo otro intento en mis notas, esta vez
atacándolas con mi destacador verde favorito. Doy vuelta a las
páginas de mi escrito, tratando de sacar temas, o incluso un punto de
partida. Como mi hojeo se vuelve más maniaco, meto el marcador en
mi boca, pasando mis dedos a través de las líneas para encontrar algo,
cualquier cosa sobre lo que pueda escribir. Cuando más lejos voy al fin
del documento, más me acerco a conseguir una ruptura de toda regla.
Esto es inútil.
Mi reloj despertador de viaje me mira con enojadas luces rojas
rotas, burlándose de mí por el tiempo que he estado moliendo lejos esta
tarea. Salto de la cama, me cargo en la pared y apoyo en ella, luego
me dejo caer en cuclillas. Una buena quemadura en mis muslos debería
sacar la quemadura de mi cerebro. Empiezo a contar los segundos.
Treinta. Sesenta. Noventa. El tiempo pasa, pero nada está sucediendo.
Llego casi a los dos minutos, y mis muslos empiezan a temblar, pero aún
estoy sintiéndome loca. En alguna parte alrededor de la marca de los
tres minutos, mis piernas dan hacia afuera, y caigo al suelo justo en mi
trasero. Masajeo mi muslo, respirando con dificultad y tratando de
averiguar qué hacer.
Es como si fuera a investigar en mi cerebro con dos manos y una
linterna, pero sin poder encontrar una sola palabra para nombrar lo que
estoy sintiendo. Todo lo que sé es que no hay manera de que pueda
escribir dos de esos estúpidos trabajos de reflexión, especialmente
desde que Jason ha sido un poco o nada de ayuda para mí
últimamente. De hecho, él ha sido el opuesto exacto de utilidad
(¿ayuda-vacío?).
Si no mantiene su parte del trato, no mantendré la mía.
Y voy a decírselo. Ahora.
138
Paso mis manos sobre mi estómago, alisando mi arrugada
camiseta, tomo una respiración profunda, y luego me deslizo en el
pasillo, acuñando un zapato en la puerta así no se cierra detrás de mí,
ya que la señorita Tennison ya ha recogido las tarjetas de acceso por la
noche.
Me detengo en frente de la puerta de Jason, y antes de que
pueda pensar o hablarme a mí misma fuera de ella, doy un duro golpe.
Nada.
Presiono mi oreja contra la puerta, pero no escucho música o la
televisión o cualquier rumor alrededor. ¿Tal vez está dormido? Echo un
vistazo a mi reloj. Ya son las diez y media. Jason debió haber salido a
hurtadillas.
Llamo de nuevo. Me inclino más cerca como si fuera a ver a
través de la mirilla, y mi frente golpea en la puerta.
—Ay —murmuro, frotándome la frente.
—Amiga, él no está ahí —la voz me asusta, y me giro para ver a
Quentin Phillips, jugador de lacrosse y extraordinario adicto, asomando
su cabeza de la habitación directamente al otro lado del pasillo.
—¿Disculpa?
—Amiga, tienes… cosas… en tu… —Apenas puede pronunciar las
palabras entre risas.
—¿Qué? ¿Qué es? —espeto.
—Tus labios son verdes —dice, y levanta un dedo apuntando
directamente a mi rostro. De repente, el recuerdo de mi marcador
verde, atrapado entre mis dientes mientras estaba tratando de escribir
mi trabajo de reflexión, viene de golpe. Excelente. Chupo mis dedos y
los froto furiosamente, pero sin un espejo no tengo ni idea de si en
realidad lo saco.
—¿A dónde se fue? —pregunto, y Quentin no se ríe, así que
supongo que el verde se ha ido en su mayoría.
—Está afuera —dice Quentin en su extraño acento surfista. (Sé
que es un hecho que el niño nació y se crió en Boston)
—¿Sabes a dónde fue?
—No estoy seguro, amiga —dice lentamente Quentin, mirándome
con los ojos entrecerrados a rendijas—. Algún tipo de protesta antialcohol, creo.
—Lo siento, ¿qué? —No hablo imitación de sufista, así que debe
haber un mal entendido.
—No lo sé, amiga —dice Quentin, con una sonrisa extendiéndose
por su rostro—. Estaba hablando sobre la prohibición, y yo estaba un
139
poco cansado en ese momento, pero estoy bastante seguro de donde
es, como, creo que el alcohol es el diablo, ¿cierto?
—¿Estás seguro de eso? —pregunto. ¿Prohibición? ¿De verdad?
¿Qué en el mundo está este chico fumando? Quiero decir, incluso si
hubiera algún tipo de retroceso en manifestación anti-licor ocurriendo
en Londres, creo que Jason pronto establecería su cabello en llamas por
participar. Parecía ser bastante pro-alcohol la noche anterior.
—Mira, estaba volviendo de una carrera y lo vi en el pasillo y
estaba todo como, “Oye amigo, ¿dónde vas a ir?”, y él estaba todo
como, “Voy a ir a la ley seca” —dice Quentin, volviéndose un poco
irritable—. No soy su encargado o lo que sea. ¿Ese no es tu trabajo?
Una bombilla se enciende en mi cerebro. No es una protesta; es
ese bar de expatriados que pasamos en nuestro primer día aquí. Se
llamaba Ley Seca. Por supuesto que Jason fue a beber. Se escapó a
hurtadillas de nuevo, y esta vez ni siquiera se molestó en decirme.
Piso de nuevo hacia mi cuarto y le doy a la puerta el más duro
golpe que puedo reunir. Los espejos dorados traquetean en la pared.
Agarro una de las pesadas almohadas cubiertas de seda de mi cama,
entierro mi cara en ella, y dejo escapar el más fuerte y más largo grito
que creo alguna vez haber escuchado.
Tiro la almohada de nuevo a mi cama y me miro en el espejo. Me
veo enojada. En realidad, parezco loca. He estado pasando mis manos
por mi cabello tanto que está empezando a encresparse y pegarse en
lugares divertidos. Mis ojos están ligeramente inyectados de sangre, y
mis mejillas parecen haber adoptado algún tipo de rubor permanente.
Mi cuarto de hotel está empezando a sentirse pequeño y asfixiante. El
aire es espeso, pegajoso y duro, a la vez, y tengo problemas para hacer
buenas y profundas respiraciones.
Tengo que conseguir un asimiento de mí misma. Ahora.
Abro de golpe mi cómoda y saco mis pantalones cortos. Me visto,
ato mis zapatos de correr, y apilo la bola crispada que es mi cabello en
un moño desordenado. Entonces, nado alrededor en mi maleta por mi
bolso roto. En el bolsillo interior con cremallera, mi mano se cierra
alrededor de la tarjeta de acceso plástica, la que Jason robó para mí.
No la he usado desde la noche de la fiesta, cuando me dije a mí misma
que no estaría rompiendo ninguna regla más. Vaya, estaba
equivocada.
Abro mi puerta y asomo mi cabeza, mirando arriba y abajo del
pasillo. Nadie. Entonces, salgo al pasillo, tomo una profunda respiración,
y dejo que la puerta se cierre detrás de mí con un clic mecánico.
Pruebo la llave para estar segura de que aún funciona, y estoy feliz de
ver que la pequeña luz verde parpadea junto a la perilla, indicando que
todo está listo para salir. Meto la llave en el bolsillo de mis pantalones
cortos, y despego hacia las escaleras.
140
Corro por manzanas. Por kilómetros, por lo que se sienten como
horas. Corro hasta que ya no estoy cansada, hasta que mis piernas no
me duelen más, hasta que estoy en piloto automático. Corro al ritmo de
mi corazón latiendo. Es tarde y está oscuro, pero hay un montón de
gente fuera, así que no estoy preocupada de terminar en algún callejón
abandonado. Nadie parece prestar atención a la pequeña chica
americana corriendo a través de las calles en pantalones cortos color
rosa neón.
Como estoy empezando a relajarme, facilito el ritmo de mi
carrera, mis zapatillas cogen algo. Tropiezo y luego caigo al piso. Pongo
mis manos a tiempo para evitar golpear mi rodilla en la acera, pero mis
palmas pican y me las arreglo para raspar la piel de mi pulgar izquierdo.
—Genial —murmuro mientras me levanto cuidadosamente. Mi
zapato izquierdo está completamente desatado. Debo haber pisado el
cordón. Estaba en un apuro por salir del hotel, que olvidé el doble nudo
de mis cordones.
Me inclino a atar mis zapatos.
—¡Sweeeeet Caroline!
A pesar de que su voz es lodosa, la reconozco de inmediato:
Jason. Me doy la vuelta y lo veo tropezando fuera de un pub.
Corrí justo a Ley Seca. Por supuesto que lo hice.
Considero meter mi cabeza y huir. Pero entonces, veo que está en
mal estado. Se tropieza con un bote de basura en la calle y se ríe un
poco.
Oh-oh. Está definitivamente borracho.
No parece verme. Se endereza a sí mismo y empieza a bajar la
manzana. Se está tropezando mucho. Me disparo detrás de él. Será
mejor que me asegure de no se meta en más problemas. Después de
todo, soy, como Quentin tan ingeniosamente dijo, “su encargada o lo
que sea”. Apenas consigo cinco pasos en la manzana antes de que él
voltee sobre sus talones y se abra camino justo hacia mí.
—¡Oh! —grito en sorpresa, tratando de averiguar lo que voy a
decir acerca de por qué lo estoy siguiendo desde el bar y en la calle en
el medio de la noche.
—Guau, afortunado de mí —insulta—, tropezando con una chica
caliente como tú.
Eso significaría más si sus ojos no se sujetaran fuertemente
cerrados. En realidad, estoy roja y sudada de mi carrera. Mi vieja
camiseta de Newton North High está empapada de sudor, y mechones
de mi cabello se han escapado de mi moño y se pegan a los lados de
mi cara y mi frente.
141
Jason se frota los ojos como si él hubiera conseguido que lo
rociaran con gas.
—Soy yo, Julia —chasqueo, tratando de sacar sus manos lejos de
sus ojos, pero él se resiste. Cuando lo dejo ir, con el puño izquierdo
vuelve a encajar un poco difícil y termina el mismo perforándose en el
ojo.
—¡Ay! —grita, todavía frotándose la cara. —¿Esperaar por?
—Es por furtivamente salir del hotel de
chasqueo. Utilizo el dobladillo de mi camiseta
exceso de sudor de mi cara mientras yo suspiro
por conseguir malgastarte, solo, que al parecer
los ojos.
nuevo sin decirme —
para limpiar parte del
en la tela húmeda—. Y
ni siquiera puedes abrir
—¡No sólo! ¡Con amigos! Un montón de nuevos amigos... —dice,
apagándose, pero no veo ninguna señal de estos supuestos amigos
alrededor.
—¿Dónde están esos nuevos impresionantes amigos? —pregunto.
—Justo a la izquierda. —Se encoge de hombros—. Y yo me voy,
también. —Da un paso por la acera y prontamente tropieza con sus
cordones desatados. Lo agarro antes de que pueda golpear el
pavimento.
—No lo vas a hacer en cualquier lugar solo en esta condición —le
digo. Yo lo apoyo en la pared de una pequeña tienda de artículos
deportivos, luego bajo a atarle los cordones. Quentin tenía razón.
Realmente soy el guardián de Jason.
—¿Qué eres, mi mamá? —Insulta, apoyado en una farola
cercana. Su voz sale como "¿quueee eres, mi maaamá?" Al parecer,
Jason tiene bastante el acento de Boston cuando está borracho.
—Tal vez podrías usar una —replico, y deja caer las manos de sus
ojos, que son aguados y de color rojo—. ¿Qué te ha pasado, de todos
modos?
—Este tipo me compró esta foto y se llamó un especialista y
cuando lo haces lanza un chorro de limón en los ojos y sonó como una
idea extraña pero al igual el tiro era gratis ya sabes y qué tipo de feo
Americano sería si rechazara un tiro gratis —explica en una frase larga y
continua, sólo parando para tomar una gran bocanada de aire.
—Reaaaalmente inteligente, chico hielo —contesto, lanzando su
brazo sobre mi hombro y guiándolo de vuelta a la acera en dirección al
hotel. Ojalá hubiera pensado en traer dinero en efectivo, porque
entonces podría empujarlo a un taxi y hacerme con ello. En su lugar,
sudando de pies a cabeza, con las piernas llenas de plomo, tengo que
arrastrar prácticamente a Jason por las calles. Jason es flaco, pero sigue
siendo una cabeza más alto que yo, lo que añade una gran cantidad
de peso. Peso muerto, que ahora se envuelve alrededor de mi cuello.
142
Mientras estamos avanzando lentamente nuestro camino, tropieza una
y otra vez. Miro hacia el suelo para ver si tal vez sus zapatos se han
desatado, pero todavía están en perfectos nudos dobles.
—Esscucha —dice después de haber caído con todo su cuerpo
apretado al mío—. Estaba sólo haciendo algún reconocimiento,
¿sabes? Al igual que un espía. —Hipa con todo su cuerpo, y tengo que
abrazarlo más apretado alrededor de la cintura para que no plante su
cara en el pavimento.
—¿De qué estás hablando? —gruño, asegurándome de que
estamos limpios de tráfico mientras cautelosamente lo llevo a través de
la calle. TURISTAS ADOLESCENTES APLASTADOS POR AUTOBÚS DE DOS
PISOS. Eso sería un título precioso para el periódico local.
—Estoy haband sobre el Globo, Julia, —dice como si supiera
exactamente de lo que está hablando—. No ess soloa un nombre de
algún teatro estúpido, falsa humedad a viejo que ni siquiera es real —
hipo—, ess también este club subterráneo. ¡Ya sabes, como este lugar
frío que nadie conoce! Tal vez tu amigo, Chris, estaba allí.
Cuanto más excitado se pone sobre su información interior, menos
estable se pone en sus pie. Está gesticulando salvajemente, y cepilla su
mano contra mi teta. Me arde la cara y una descarga eléctrica va
desde mi ombligo hacia mi columna vertebral, pero Jason no se da
cuenta, así que me callo y lo mantengo guiándolo hacia el hotel.
—¿Noes grande, Julia? —Miro hacia arriba y él está sonriéndome,
más feliz de lo que lo he visto en días—. ¡Deberiamos verlo! ¡Vamoss!
—No estas mirando cualquier cosa además de tu cama —le digo
con firmeza. Me giro a la izquierda en Regent Street, una calle muy
transitada llena de tiendas y restaurantes. Estamos a sólo tres cuadras
de distancia. Casi en casa.
Él parece estar caminando un poco más constante, así que aflojo
mi agarre. Jason toma ese momento para lanzarse lejos de mí y
presionar su nariz contra el cristal de un restaurante de aspecto
altanero. Un nombre Francés está pintado en oro en un rollo de papel a
través de la ventana.
—¡Mira, Julia! ¡Carne! ¡Me encanta la carne! —Comienza a
golpear ligeramente sobre la ventana como si fuera un tanque de
peces, apuntando hacia una pareja de mediana edad en frente de
nosotros que están festejando en lo que parece una pierna de cordero.
Se ven muy enojados, sin duda porque no ordenaron un lado para el
adolescente borracho.
Agarro su brazo y trato de tirarlo por la calle, pero se resiste. Me
acerco, poniendo mi brazo alrededor de su cintura otra vez, y empiezo
a tirar. Articulo con la boca una disculpa a la pareja en la ventana.
Entonces mi mirada aterriza en algo con lentejuelas espumosas justo
143
detrás de la mujer. Mi estómago se cae en mis pies. Se trata de una
chaqueta bolero de lentejuelas de plata, y cubriendo a través de los
hombros de una mujer de cabello rizado que está sentada frente a un
hombre alto, delgado y calvo con un traje de tres piezas.
La Sra. Tennison.
Siento un impulso doble de reír y gritar. Aparentemente no todo es
té y bollos para nuestra chaperona. No sé qué me sorprende más: que
la Sra. Tennison se coló fuera, también, o que ella al parecer consigue
más acción que yo.
Está agitando su copa de vino vacía en el aire y tratando de
conseguir la atención de un camarero que está apresurando su camino
hacia la ventana, probablemente para mandar a Jason y a mí a
largarnos.
Tan pronto como su cabeza comienza a girar hacia la ventana,
agarro a Jason por la parte posterior de su camisa y tiro de él hasta el
pavimento. Afortunadamente, él no está en condiciones de hacer nada
más que arrugarse.
—Oye —dice Jason. Trata de estar de pie otra vez y lo tiro al suelo.
—¿Queeu haces?
—Descansar —le digo.
—Sí, necesito un descanso, también —dice. Inclina su cabeza en
mi hombro y suspira—. Esto es bueno.
—Sip —le respondo. Pongo mi mano sobre su cabeza para evitar
aparecer en la línea de visión de la Sra. Tennison—. Es bueno, hasta que
nuestra chaperona salga y te encuentre más borracho que un miembro
del elenco de un reality show de MTV.
—MTV apesta —murmura Jason.
A pesar de que estoy de acuerdo, lo ignoro. —Ahora este es el
plan. Tú y yo vamos a movernos poco a poco por la acera hasta que
estemos fuera de la ventana. A continuación, vamos a caminar de
regreso al hotel, donde puedes ir a dormir acostado sobre tu estómago
como se supone que debes, ¿de acuerdo?
Jason asintió rápidamente. —Tienes grandes planes, Julia.
—Ya era hora de que lo notaras —murmuro. Lo agarro de la mano
y lo arrastro conmigo mientras me arrastro en pies de cangrejo a lo largo
de la pared del edificio. Él me sacude fuera, luego se da la vuelta y se
arrastra torpemente detrás de mí. Cuando nos hemos movido lejos del
restaurante, lo acarreo de nuevo sobre sus pies, tiro mi brazo alrededor
de su cintura, y nos impulsamos hacia abajo las últimas tres cuadras
hasta nuestro hotel. A medida que hacemos nuestro camino a través de
la puerta giratoria, Jason se envuelve por mí, con la barbilla apoyada
sobre mi cabeza, sus brazos envueltos apretados a mí alrededor. Él
144
huele a chicle de uva, cerveza rancia, y algún tipo de picante colonia
que me hace magra para otra bocanada. Trato de respirar por mi boca
para que pueda concentrarme en la tarea en cuestión. Cuando
lleguemos hasta el final del camino, Jason se lanza hacia el vestíbulo sin
soltarse de mí y ambos caemos sobre la alfombra roja de felpa. Digo
una pequeña oración que ninguno de nuestros compañeros estén
alrededor, y una rápida mirada me dice que por una vez mis oraciones
han sido contestadas.
—Julia, ayúdame —gimotea Jason desde el suelo, con el brazo
estirado hasta el mío mientras trepo a mis pies. Agarro su mano,
acarreándolo hacia arriba, entonces lo guio directamente hacia el
ascensor. Golpeo el botón para llamar al ascensor un tanto duro que
una de mis uñas se inclina hacia atrás, y atasco mi dedo en mi boca
para aliviar el dolor.
—¿Vamos a casa ya? —murmura Jason.
—Casi —le respondo—. ¿Estás seriamente tan borracho?
—Eh —dice, agitándome fuera—. No ess tan malo. Specialmente
ahora que estás aquí. Tú eres la mejor colega jamás. ¡La mejor!
—Bueno, lo intento —digo—. Casi en casa. —Espero que podamos
llegar arriba antes de que alguien nos vea.
El ascensor llega después de lo que se siente como una eternidad.
Cuando las puertas de latón se deslizan abiertas, digo una oración
silenciosa de agradecimiento de que este vacío. Meto a Jason en el
ascensor y salto a la derecha detrás de él. En lugar de dejarse caer
sobre el banco de felpa roja en el interior, Jason opta por cubrirme de
nuevo por encima por el paseo breve arriba. Suspiro, poniendo mis
brazos alrededor de su cintura para que no se caiga.
—Graciash, Jules —murmura en mi pelo.
A medida que el ascensor desliza las puertas cerradas, disparo
una última mirada hacia el vestíbulo... y veo a Sarah Finder. Está en el
mostrador de recepción, pero ella se volvió directamente hacia
nosotros. Sus brazos están cruzados, la cadera inclinada hacia un lado, y
me da el más malvado mal de ojos.
—Excelente —murmuro mientras las puertas finalmente se cierran
y estamos deslizándonos arriba. Como si mis problemas no fueran lo
suficientemente grandes, ahora tengo que lidiar con Sarah. Una vez
más. Debería despertarme con algunos textos amistosos de ella
mañana, estoy segura, y probablemente algunas miradas locas del
resto de mis compañeros de clase. Maravilloso. La vida era mucho más
fácil cuando mi nombre estaba en una especie de lista negra de
chismes. ¿Quién sabe lo que dice la gente acerca de mí ahora? Tengo
que preguntarle a Phoebe por un informe del frente interno. Gracias a
Dios, la Sra. T prohibió actualizaciones de Twitter en este viaje.
145
El diminuto ascensor está lleno del olor de su colonia, sea la que
sea. Gracias a Dios que esconde el olor de mi sudor.
Tan pronto como el ascensor llega a nuestra planta, Jason se
retira al final del pasillo. Genial, ahora puede caminar por su cuenta.
Corro detrás de él, atrapándolo justo delante de su puerta. Él está
tirando de la llave robada de la habitación disponible de su bolsillo e
intentando atascarla en la pequeña ranura mecánica. Sin embargo
sigue fallando, y trata de empujarla directamente en la puerta de
madera en sí, la tarjeta llave cae en la alfombra a sus pies.
—Aquí, déjame —suspiro, pero me inclino en exactamente el
mismo tiempo que él lo hace y golpeamos nuestras cabezas.
—¡Ay! —Jason comienza a reír—. Tu cabeza es duuura.
Mi paciencia se ha agotado casi por completo, así que arranco la
tarjeta del terreno, la atasco en la cerradura y empujo la puerta abierta.
Jason tropieza en primer lugar. Vacilo por un segundo, luego decido
que probablemente debería seguirlo. Estoy tratando de recordar lo que
aprendimos en la clase de salud acerca de "consumo excesivo". Creo
que tengo que asegurarme de que no se duerma sobre su espalda.
En el interior, Jason cae sobre su cama, recién hecha, gracias a la
visita de la limpieza. Me dirijo directamente a su cuarto de baño y
agarro un vaso, lo lleno de agua fría. En mi salida, engancho el
pequeño bote de basura debajo del mostrador y lo coloco al lado de
su cama. Por si acaso.
—Tan cómoda —murmura.
—Lo sé —le respondo, arreglo el vaso de agua en su mesita de
noche—. No puedo esperar a llegar a la mía.
—¿La tuya es cómoda como la mía? Apuesto a que no lo es.
—Estoy segura de que todas las camas provienen del mismo
distribuidor y por tanto son idénticos en su...
—Vamos. Pruébala. —Él me mira con ojos estrechos y acaricia el
espacio junto a él.
—No lo creo —le digo, mis mejillas en llamas. Señalo el agua—.
Esto es para ti. Bebe.
Jason se da la vuelta sobre su estómago. —No lo necesito. Me
siento muy bien. —Su voz es ligeramente amortiguada por los montones
de almohadas a su alrededor—. Tú eres la mejor. ¿He dicho esto aún?
Porque lo eres. La mejor.
—Sip, gracias —le respondo, cepillo mis manos en mis pantalones
cortos—. Bueno, bien, buenas noches. No duermas boca arriba, ¿de
acuerdo?
146
No tengo una respuesta. En cuestión de segundos, él está
roncando.
Dejo la llave en la mesita de noche donde él seguro que
encontrará por la mañana, y luego alcanzo mi bolsillo para sacar la mía.
Sólo que no hay ninguna llave en mi bolsillo.
De hecho, hay apenas un bolsillo en mi bolsillo: mis dedos se
deslizan a través de un gran rasgón en el forro y directamente hacia
fuera de la pierna de mis pantalones cortos. Oh Dios. Mis manos y pies
están empezando a sentir un poco de hormigueo mientras la realidad
de la situación está comenzando a establecerse.
No tengo mi llave.
Cierro mis ojos y puedo al instante imaginar la pequeña tarjeta
blanca perdida en algún lugar en las calles de Londres a lo largo de mi
torcer, girando la ruta corriendo.
—Oh, joder —murmuro para mis adentros, y Jason resopla desde
su cama.
—Sólo di la mala palabra, Julia, —murmura. Al parecer, no está
del todo dormido.
Respiro hondo y pienso en mis opciones. Yo podría tratar de
convencer a la recepción para darme otra llave, pero hay una multa
por una llave perdida, y la Sra. Tennison sabrá que estaba fuera de mi
habitación a las (miro mi reloj) las doce de la noche. Genial. Miro hacia
atrás a Jason, tendido casi en toda la extensión a través del edredón.
Un pequeño charco de baba comienza a formarse en la almohada. No
hay manera en que yo entre ahí con él.
Agarro una de las almohadas de la pila en el suelo y tiro del
decorativo que está cubriendo sobre una silla en un rincón. Desde la
bañera de Jason, a diferencia de la mía, que se encuentra en su cuarto
de baño, el pie de la cama está ocupado por una manta de gran
tamaño. Creo una pequeña improvisada cama y me acurruco para la
noche.
Pero al cabo de quince minutos, yo sé que absolutamente no hay
ninguna manera de dormir. La alfombra tiene estos pequeños nudos
decorativos en ella que se mantienen escarbando en mi espalda.
Además no puedo sacar de mi mente el hecho de que estoy
durmiendo en el suelo, que es donde la gente camina con los pies
sucios. Prácticamente tengo los pies sobre mí. Así que sólo yazco allí,
parpadeando a la sobrecarga del oscuro techo, los nudos se clavaban
en mi espalda y los pies se arrastran sobre mí.
No puedo hacer esto. Pero mi única opción es... y no puedo... yo
no...
147
Hago estallar mi cabeza a los pies de la cama para ver que Jason
se ha acurrucado en su lado, ocupando exactamente la mitad de la
cama de matrimonio. Hay espacio suficiente para que yo pueda subir a
su lado sin llegar a tocarlo.
Tomo una respiración profunda y me subo en la cama. Apenas se
mueve mientras me acuesto. Estoy tan tensa que me preocupa no
poder conciliar el sueño, pero dentro de segundos el agotamiento me
agarra y me tira en virtud en el sueño.
148
16
Ojo por Ojo, Texto por Texto
Traducido por munieca & Juli
Corregido por LadyPandora
Ah, bueno. "La trayectoria del amor verdadero jamás fue un
camino fácil." ;) —C
U
n rayo de luz está brillando directamente en mis párpados.
Quema y trato de tirar la manta sobre mi cabeza, pero no
puedo, porque estoy durmiendo encima de ellas. ¿Sin
manta? ¿Cómo es que no tengo frío? Siempre tengo frío sin manta...
Mis ojos se arrastran abriéndose y veo un montón de ropa sucia en
un rincón en el suelo. ¿Por qué anoche no doblé mi ropa? Entrecierro
más fuerte los ojos en la pila. Mis vaqueros no tienen los agujeros de
Abercrombie & Fitch...
Entonces recuerdo dónde estoy. Estoy en la habitación de Jason
Lippincott. Y sé por qué no tengo frío. Estoy acostada de lado, mi mejilla
situada en una pesada almohada de plumas. Mis rodillas están
dobladas y retraídas hacia mi pecho. Me siento cálida y cómoda,
como si estuviera durmiendo en un abrazo gigante.
Entonces me doy cuenta: Estoy en un abrazo gigante. El peso por
encima de mi cintura es un brazo. Y eso que hay entre mis rodillas no es
una almohada. Es otro par de rodillas. Oh Dios mío. Creo que estoy
acurrucada. Con Jason. Estoy acostada con Jason y su cara está
enterrada en mi pelo, puedo sentir su aliento en mi oído y OH DIOS MÍO,
ESTOY ACOSTADA CON JASON.
Si hubiera una luz roja y una sirena en mi cerebro, serías capaz de
oír el chirrido y ver el parpadeo todo el camino de vuelta a Boston.
Tengo exactamente once minutos antes de que, supuestamente,
nuestra clase se reúna en el vestíbulo para unas horas de rutas
culturales. Sigo sin tener una llave para mi habitación, y no hay forma de
que, arrugada y medio dormida, pueda colarme en la recepción para
conseguir una, cambiarme y estar de vuelta abajo a tiempo.
149
Por mucho que quiera escapar directamente de la cama, no
quiero correr el riesgo de despertar a Jason y enfrentar el hecho de que
me acosté (oh Dios mío) en sus brazos la noche anterior. Así que con
cuidado y lentamente me contoneo para deslizarme a través del
colchón, con cuidado de no molestarlo. Estoy casi fuera de peligro, a
punto de oscilar mis pies en el suelo y hacer mi huida, cuando oigo un
bufido y una tos que viene del otro lado de la cama. El brazo de Jason
se arroja sobre el colchón, me engancha alrededor de la cintura
tirándome limpiamente de nuevo hacia él. Tanto trabajo para volver a
estar de nuevo acurrucada contra él.
Empiezo de nuevo mi escape, esta vez más lento, pero apenas
consigo una pulgada de distancia antes de oírle murmurar. Es ahogado,
pero sin duda escucho las palabras "otro beso" viniendo de la
almohada.
OH DIOS MÍO. Estoy acostada con Jason Lippincott, ¿y está
soñando con besos? Me doy por vencida en lo de ir despacio y
constante y, en vez de eso, me lanzo a mí misma fuera de la cama.
Aterrizo en el suelo, el trasero amortiguado por una almohada perdida
que fue arrojada a un lado aparentemente en algún momento de la
noche.
Me alzo y echo un vistazo en el espejo y me maldigo eternamente
por salir anoche de mi habitación. Todavía llevo mis pantalones cortos
fluorescentes de correr y mi camiseta de "Leer es Sexy" que llevé todo el
día de ayer. No estoy segura de sí soy lo suficientemente popular como
para que la gente note mi atuendo, pero no me importa descubrirlo
hoy. Además, anoche Sarah nos vio a Jason y a mí subiendo las
escaleras a trompicones. Si ella me ve con la misma ropa hoy, no habrá
fin a los rumores y mucho menos al aluvión de mensajes de texto. Por
suerte, mi teléfono estaba en el otro bolsillo.
El suelo está plagado de varias piezas de ropa. Empiezo a
levantar cosas de la alfombra, sosteniéndolas entre el pulgar y el índice
mientras las huelo. Retrocedo en horror cuando me doy cuenta de que,
sin duda, algunas de estas camisas no están limpias. Me dejo caer en
mis manos y rodillas, arrastrándome en busca de algo, cualquier cosa,
que sea limpio, o incluso medio limpio. Finalmente encuentro oro
cuando mis manos aterrizan en una pila que ha sido pateada a medio
camino por debajo de la cama. Corro al baño y me pongo la camiseta
verde del Campeonato de los Celtics del 2008, que cae muy por
debajo de mis rodillas. Si tuviera un cinturón, podría pasarlo como una
especie de mini vestido (y probablemente luciría más a la moda de lo
que llevo toda la semana), pero sin cinturón voy a tener que esperar
que el desamparado chic siga siendo algo. Paso los dedos por mi pelo
enredado, tirando del elástico de mi muñeca y enrollándolo en un
moño desordenado. Salpico un poco de agua fría en mi cara y hago un
intento valiente de cepillarme los dientes con un chorrito de crema
150
dental de Jason y mi dedo índice. Cuando doy un paso atrás y
contemplo mi aspecto en el espejo, todavía parezco un animal
atropellado. La camisa es un lío arrugado y unas seis tallas demasiado
grandes. Mis mejillas están manchadas, marcadas con la almohada y
trozos de mi pelo sobresalen del bollo en ángulos críticos. Mis pantalones
cortos se sienten sucios de todo un día (y noche) de usarlos, pero no hay
nada que pueda hacer. Tengo que irme.
Salgo del baño para ver a Jason aún muerto-dormido en la
cama. Si no lo despierto, se perderá el viaje. Si lo hago... bueno,
entonces tendré que mirarlo a la cara y, posiblemente, explicar cómo
acabé en su cama toda la noche.
—Lo siento, Jason —susurro, agarrando su forro polar de la parte
posterior de una silla y arrastrándome hacia la puerta.
La señora Tennison no nos devuelve nuestras llaves hasta que
todos estamos reunidos en el vestíbulo, listos para salir a Notting Hill. Para
alguien que estuvo despierta la noche pasada teniendo sus propias
aventuras ilícitas, ella luce sorprendentemente alegre.
—¿Dónde está tu compañero? —me pregunta mientras
finalmente aprieta mi llave en la mano. Está claro que estoy en apuros
con la señora T.
—No se encuentra bien —suelto. Este es el eufemismo del siglo—.
Piensa que podría tener un virus estomacal o algo así.
Cuando la señora Tennison entrecierra sus ojos, hago mi mejor
expresión de “¡Soy inocente!”. Oye, funcionó en tercer grado después
de que accidentalmente abollara el capó del Toyota de la señora
Hardwell durante un partido de béisbol callejero. De alguna manera
logré convencerla de que una ardilla debió haberlo golpeado con una
bellota enorme.
—Es una lástima —dice la señora Tennison finalmente—. Espero
que no la haya contagiado a usted.
Así es como termino siendo la tercera rueda con Ryan Lynch y
Susan Morgan. Sarah me da una mirada mordaz y le susurra algo a Evie.
Mis mejillas comienzan a arder. Recuerdo cómo vio a Jason envuelto
alrededor de mí anoche en el ascensor. Oh Dios... si de alguna manera
se da cuenta de que dormimos en la misma cama...
Tomo una respiración profunda. Nadie lo sabe. Nadie lo sabrá. No
pasó nada.
La Señora Tennison nos espanta por la puerta y nos señala la
dirección de la estación de metro más cercana.
—¿A dónde vamos? —La voz de Evie tiembla. La excursión de hoy
fue anotada en la agenda como "ir de compras”. Es evidente que la
idea de un día de lujo dedicado a las mejores boutiques de Londres
está poniéndola nerviosa.
151
—Nos dirigimos a Notting Hill —responde la señora Tennison,
constantemente contando y recontando nuestro grupo mientras nos
abrimos paso por la calle.
—¿Cómo en la película? —chilla Sarah.
—¿Qué película? —pregunta la señora Tennison y Sarah se queda
mirándola, con la boca abierta. La señora Tennison sacude la cabeza y
vuelve a su recuento incesante—. ¡Vamos a explorar los mercadillos,
que albergan algunas de las antigüedades más emocionantes e
interesantes en el mundo!
—¿Antigüedades? —grazna Evie. Prácticamente puedo ver
visiones de cachemira y Jimmy Choos39 derritiéndose ante sus ojos. Sé
por lo que he leído que también cuenta con un mercado de ropa de
segunda mano bastante impresionante, pero no quiero darle el placer
de que lo sepa. Además, Evie casi nunca lleva la misma ropa dos veces,
asi que sin duda, no aceptaría lo vintage.
Sonrío pensando en todas las tiendas de libros usados en Notting
Hill. Voy a tener que conformarme con la búsqueda, ya que todo mi
dinero está en mi bolso roto en mi habitación cerrada. Va a ser un largo
día.
152
Por desgracia, con Ryan y Susan, las tiendas de libros usados no
parecen estar en la agenda. Yo trato de llevarlos a una tienda llena de
gente, estrecha, con una fachada sorprendentemente azul, pero Susan
pone los ojos en blanco, agarra el brazo de Ryan y lo arrastra por la
calle. Queda claro demasiado pronto que hoy no voy a observar
ningunas antigüedades impresionantes. Parece que tendré que escribir
mi documento de reflexión sobre las técnicas de flirteo de una torpe
Susan Morgan, con notas que detallan las conductas igualmente torpes
de Ryan Lynch, el objeto de su afecto aparente y su incapacidad de
pillar una sola pista. Parte de esta intrincada danza de apareamiento
parece ser una estricta adhesión a la creencia de que yo no estoy aquí
para nada.
Por lo menos no tengo que preocuparme de que se den cuenta
de que estoy vestida con ropa de Jason. No me notarían aunque me
arrancara esta camiseta y corriera por el mercado en sujetador, los
brazos por encima de mi cabeza y riendo como una maníaca. Nunca
antes he dormido en la misma cama con un hombre. Lo que hace a
Jason, literalmente, al primer chico con el que me he acostado. Ese
Jimmy Choo Ltd: compañía de Reino Unido dedicada a la manufactura de
accesorios y zapatos de lujo. La compañía fue fundada en 1996 por la editora de
accesorios de la revista Vogue Tamara Mellon y el diseñador de zapatos Jimmy Choo.
39
pensamiento me da ganas de gritar, mojarme los pantalones o
transferirme de escuela.
Veo a Sarah en un puesto lleno de joyas hechas de pedazos rotos
de reloj y rápidamente me escabullo alrededor del puesto de un
vendedor diferente para evitarla. Me estoy preparando para otro texto
malvado. De hecho, estoy un poco sorprendida de que no haya
atiborrado ya mi bandeja de entrada. El único mensaje que he recibido
hoy es de Chris. No le he respondido. ¿Cómo puedo hacerlo? No tengo
ni idea de qué decirle.
Mientras que Susan se detiene a comprar un helado a un
vendedor ambulante, por fin tengo la oportunidad de mirar alrededor
un poco más de cerca y descubro una mesa llena de filas de tazas de
té y platos a juego. Cada uno está hecho de porcelana delicada y
pintada a mano con brillantes arreglos florales de colores. Parecen
como que si respiraras sobre ellos demasiado fuerte fueran a romperse
en mil pedazos. Se ven tan frágiles y vulnerables aquí afuera en la
entrada. Cierro los ojos y al instante tengo una imagen de Jason
haciendo algún tipo de patada ninja para divertirse, accidentalmente
volteando la mesa y enviando fragmentos de porcelana en una lluvia
sobre la carretera. Abro los ojos para ver las tazas siguen intactas y me
siento extrañamente decepcionada.
Oh, Dios mío.
¿En serio estoy extrañando a Jason? Bueno, tal vez no
extrañándolo, exactamente. Pero me doy cuenta de que sin él, estas
visitas son sin duda menos emocionantes. Tal vez sea lo ridículo de Susan
anhelando a Ryan, o tal vez es que nunca he conseguido divertirme
con las compras, pero estoy aburrida a muerte.
—Um, ¿vienes?
Susan está arrastrando por el camino de nuevo a Ryan de la
manga, con un cucurucho de helado en su mano libre. Suspiro y
camino penosamente después de ellos. Tengo que salir de aquí. Todo
este coqueteo me da ganas de vomitar.
Escaneo la multitud buscando a la señora Tennison, que por
suerte está a sólo dos puestos de distancia, mirando figuras de
porcelana de animales de granja. Me acerco a donde está de pie,
sosteniendo una oveja del tamaño de un puño con una sonrisa
espeluznante pintada en su pequeña cara de oveja.
—¿Has visto alguna vez algo tan adorable? —pregunta. Oh, no.
Debería haberlo sabido. La señora Tennison es una de esas mujeres que
nunca superó sus colecciones de muñecas. Apuesto a que también
colecciona almohadas bordadas.
—Um, ¿señora Tennison? Realmente no me encuentro muy bien —
le digo. Pongo mi mano sobre mi estómago, esperando que esto ayude
153
a mi causa—. Creo que tal vez agarré algo de Jason. —Trato de pensar
en algo que hará que el color se drene de mi cara, pero lo único que
puedo pensar es en despertar al lado de Jason, que tiene el efecto
contrario. Siento que me ruborizo como una loca.
—Hmmm. —Ella frunce el ceño, apoyando las ovejas—. Te ves un
poco febril.
¡Sí!
—Me siento muy caliente —le digo, saliendo con eso. Doy un
toque en mi frente como si estuviera a punto de romper en sudores.
—Bueno, voy a subirte a un taxi, probablemente deberías volver al
hotel y acostarte —dice, tomando mi codo y llevándome por la calle—.
Espero que no haya algún virus dando vueltas, o todos ustedes tendrán
un vuelo a casa muy incómodo. ¿Ustedes dos han estado
compartiendo alimentos o intercambiando bebidas?
La idea de intercambiar saliva con Jason es suficiente para que
me ahogue un poco, eso sólo ayuda a mi causa. La Señora Tennison me
frota la espalda, murmurando, “¡Dios mío!," para sí misma y suspirando.
—Bienvenida de nuevo, señorita —dice el portero, manteniendo
abierta la pesada puerta del hotel, con una mano enguantada de
blanco.
Le doy una débil sonrisa. No me siento como una "señorita" esta
mañana. En primer lugar me desperté en la cama de un chico, y luego
me puse ropa que fue mitad robada, mitad sucia y entonces mentí a la
señora Tennison con lo de sentirme enferma. Tan sólo es que ya no
podía soportar viendo a Susan reírse con Ryan mientras él
perezosamente escudriñaba a las sexis británicas que pasaban.
Cuando vuelvo a mi piso, camino justo más allá de mi propia
puerta y me dirijo directamente a la de Jason. Golpeo fuerte la puerta;
entonces (pensando en mi propia resaca) cambio a un suave golpe.
—¿Jason? —llamo en voz baja, pero lo suficientemente fuerte
para que pueda oírlo—. Jason, ¿estás ahí?
La puerta se abre. Jason lleva la misma ropa que tenía cuando lo
dejé esta mañana, la misma ropa que llevaba la noche anterior. Sus
ojos están inyectados de sangre, probablemente en parte por la resaca
y en parte de ese trago estúpido que hizo. Su cabello rojo se está
pegando en matas locas, un remolino gigante que sobresale de la
parte superior de su cabeza. Tanto para nunca conseguir una resaca.
—¿Qué? —murmura. Se aprieta las manos a las sienes, en lo que
podría ser un intento de mantener su cerebro quieto.
—Necesitas comida —le digo, desfilando al cuarto por delante de
él—. Tienes que limpiar y necesitas un poco de aire fresco.
154
—Uf —gruñe, arrojándose sobre la cama. Camino a la cómoda y
abro el cajón de arriba, pero está vacío. Lo mismo con todos los cajones
de debajo.
—¿Dónde está tu ropa limpia? —Pido con la eficiencia de un
sargento. No estoy teniendo suerte con los montones en el suelo otra
vez.
Él murmura en su almohada y su mano se cae a la izquierda,
apuntando hacia la esquina. Sigo su dirección a su maleta, llena de
camisetas arrugadas y vaqueros agujereados. Por supuesto que no
deshizo las maletas. Revuelvo su maleta y escojo un par de vaqueros y
una camiseta, tratando de ignorar el hecho de que he añadido en la
parte superior de la pila, un par de boxers azul marino con barcos de
guerra en ellos. Lanzo la ropa en la cama junto a él.
—Levántate —le digo—. Esto va a ser bueno para ti.
Hace otro ruido ininteligible en la cama que parece un cruce
entre un gruñido y un gemido.
—Levántate —repito, me dirijo al baño y enciendo la ducha—.
Esta es tu última oportunidad antes de que empiece a cantar melodías
de espectáculos tan fuerte como pueda. Y soy una cantante terrible.
Él yace allí otro momento, así que tomo una respiración profunda
e inicio con las primeras líneas de Tomorrow de Annie.
—¡Ahhhhh! —Grita, saltando de la cama—. ¡Muy bien! Caray,
debieron enviarte a Guantánamo.
—Excelente —le respondo, dirigiéndome hacia la puerta. No
quiero dar vueltas por los pantalones caídos de Jason—. Voy a estar de
vuelta en diez minutos. Por favor, espero verte bañado y listo para salir,
¡o será Bye Bye Birdie40 para ti!
Salto de vuelta al pasillo hacia mi habitación, de repente de un
humor excelente.
Me siento como si bajara del podio en un partido con una
medalla de oro alrededor de mi cuello. De vuelta en mi habitación, me
apresuro a cambiarme la ropa de gran tamaño de Jason y mis sucios
pantalones cortos por mi favorito par de pantalones de pana y el suéter
de lana escocesa que mamá consiguió cuando ella y papá estuvieron
aquí hace tantos años. El suéter es mayor que yo, lo encontré en el
armario de mamá un par de años atrás y he estado usándolo cada
invierno desde entonces.
Cuando vuelvo, veo que no hay necesidad de más números de
Broadway. Jason está limpio y vestido, a pesar de que todavía se ve
una sombra de luz verde bajo sus pecas y sus párpados cuelgan
pesadamente como siempre. Pongo la ropa, doblada en una pila
40
Bye Bye Birdie: musical de Broadway de 1960
155
ordenada sobre su cómoda (en realidad los únicos artículos de ropa en
la cómoda, ya que todo lo demás está tirado por la habitación).
Jason no dice mucho mientras salimos del hotel hacia la calle. De
hecho, no dice nada en absoluto, excepto gruñir y señalar a un
restaurante.
—¿Wagamama? —Leo de la señal—. Nunca he oído hablar de él.
—Comida para la resaca —dice Jason.
—Pensé que no pillaste una resaca —le respondo.
—Te dije que se necesita mucho —responde, abriendo la puerta y
dirigiéndose adentro—. Y eso es lo que tuve. Mucho.
Wagamama resulta ser una genial tienda de fideos y ambos
ordenamos tazones de ramen con pollo y verduras. Mientras Jason
come su comida, su color comienza a volver a la normalidad. Sus ojos se
aclaran un poco y la sonrisa ladeada y perezosa regresa.
—Entonces, ¿cómo lograste salir? —pregunta.
—Tomé una página del libro de jugadas de Jason Lippincott y
alegué estar enferma —le respondo—. Y por cierto, me tienes que
agradecer por conseguir librarte a ti también.
—Bien jugado —dice en su sopa—. Te debo una.
—¿Lograste dormir un poco? —Tan pronto como hago la
pregunta, me doy cuenta de que estoy invitándole a una conversación
sobre nuestra manera de dormir súper incómoda. Aunque no estoy
segura de si él lo recuerda. Estaba bastante borracho cuando se quedó
dormido y me fui antes de que se despertara.
—Sí, gracias a Dios —dice, abandonando sus palillos por una
cuchara cercana—. Dormí como un bebé. Probablemente el mejor
sueño que he tenido en mucho tiempo. ¿Tú?
—Uh, sí, muy bien. —Me sonrojo, preguntándome si sabe que me
alojé en su habitación. En su cama. Y dormimos apretujados.
—Te ríes en tus sueños.
Mi cabeza se levanta rápidamente de mi almuerzo. Así que lo
sabe.
—¿Yo qué?
—Sí, no te emociones —dice, sonriendo para sus adentros—. No es
lindo. Es un poco espeluznante. Más bien como un cacareo. Estabas
hecha polvo, Lame Libros.
—Oh, cállate —digo, sacudiendo mis palillos hacia él. Aterrizan
justo en su tazón, lo que ahora es casi todo caldo. Lo recoge y lo tira
hacia atrás, pero la resaca ha afectado a su fin. Lo lanza por encima de
mi hombro derecho.
156
Le hablo de mi salida de compras con Ryan y Susan y bromea
diciendo que necesitan comprarse nuevas personalidades. Le digo que
tuvo la suerte de dormir y me gustaría poder haber hecho lo mismo.
—Puedes dormir mañana —dice—. Yo te cubro. Dile a la señora
Tennison que te perdiste en una enciclopedia gigante o algo así.
—¡De ninguna manera! No puedo esperar para el viaje de
mañana —le digo, ignorando su codazo—. En serio, va a ser el punto
culminante de todo el viaje.
—¿Qué hay mañana?
—Es el viaje a Stratford —digo, sorprendida de que no lo recuerde.
—Oh, sí. Cierto. ¿Qué hay de bueno en visitar el lugar de
nacimiento de Shakespeare, eh? —pregunta Jason. Sorbe el caldo de la
cuchara con tanta fuerza que rocía de nuevo sobre la mesa.
—Shakespeare es, probablemente, el escritor más grande de
todos los tiempos —le digo—. Va a ser fuente de inspiración para ver de
dónde venía. Tal vez escribió algunos de sus sonetos allí. “Puedo
compararte a un día de verano…” —me detengo, avergonzada.
—Supongo que sí —murmura Jason antes de inclinar su tazón en la
boca para acabar con el caldo. Hago una mueca.
—Sé que tú no crees en el amor, pero yo sí —le respondo,
alineando mis palillos ordenadamente junto a mi plato vacío—. Y
Shakespeare sabía exactamente cómo escribir sobre eso. Chris lo
entendería. Apuesto a que él aprecia a Shakespeare.
—¿Por qué, porque es británico? Creo que eso es racista. —
Levanto la mirada para ver los bordes de su boca apareciendo. Me
está tomando el pelo. Esa es una buena señal. Levanta la vista de su
plato de fideos—. Oye, nunca dije que no creo en el amor. No creo que
venga en paquetes perfectos y predecibles.
Pongo los ojos en blanco por enésima vez, y él lo ignora por
enésima vez. Es un intercambio que está empezando a sentirse rutinario,
y casi cómodo. Incluso con sopa bebiendo ruidosamente y las burlas,
soy mucho más feliz ahora de lo que fui esta mañana, aunque estoy
segura de que tiene que ver con el texto de mi amigo con gafas y el
viaje de mañana a Stratford.
—Entonces, ¿qué sigue, Lame Libros? —pregunta Jason cuando
nos dirigimos a la calle.
—Bueno, en primer lugar, podrías acabar con eso de “Lame
Libros” —le respondo—. Le mentí a un maestro para que vinieras a
almorzar. Lo menos que puedes hacer es llamarme por mi nombre real.
—Está bien, está bien. No me di cuenta de que eras una rebelde
—dice, riéndose—. Entonces, ¿qué sigue, Julia?
157
No había pensado en tanto.
—No lo sé, lo que quieras hacer, supongo. En realidad tengo que
conseguir otra tarjeta telefónica. No sé cuánto cuestan estos mensajes,
pero no pueden ser…
—London Eye —dice, cortándome a mitad de la frase.
—¿Qué?
—Al London Eye. Quiero ir allí —dice. Dudo y él levanta una ceja—
. Dijiste lo que sea que yo quiera hacer y eso es lo que quiero hacer.
Tardo un minuto, pero finalmente cedo. No es como si le tuviera
miedo a las alturas, pero... Está bien, sí tengo un poco de miedo a las
alturas. El London Eye se menciona en cada una de mis cinco guías (y
en las tres que quedan en casa). Es la noria más grande de Europa, y
cada libro menciona que las vistas son impresionantes. Yo estaba
esperando admirar su majestuosidad desde el suelo, pero parece que
no está en las cartas.
Mi padre siempre se lamentó de que el Eye no se había construido
cuando él y mamá aún se encontraban aquí. Siempre decía que en su
próximo viaje tomarían un paseo por cada año de su matrimonio, y
mamá sonreía y decía: "Entonces mejor hagámoslo antes de estar viejos
y canosos." Supongo que esto significa que tendré que tomar diez
paseos en su honor, pero tendrá que ser suficiente.
Cuando llegamos al London Eye, me doy cuenta de que no es
exactamente una rueda gigante, más bien es como una rueda de la
fortuna en los esteroides. En cada vagón pueden caber al menos veinte
personas y el artilugio entero se arrastra a lo largo tan lentamente que
tarda media hora para que se complete una vuelta completa.
Jason paga mi ticket.
—Mi idea, yo invito —dice con firmeza, y damos un paso a bordo.
Los vagones se componen casi completamente de ventanas, donde los
habitantes puedan atestar a su alrededor para ver el Támesis y todo
Londres presentado ante ellos. Un banco de madera ocupa el centro
del espacio, pero sólo una mujer se sienta sobre él y creo que es porque
realmente tiene miedo a las alturas. Se mantiene respirando
profundamente y periódicamente pone su cabeza entre sus rodillas.
Espero que no vomite, porque no estoy segura de poder aguantar
quedar atrapada en una bola de hámster glorificada llena de vómito
extraño.
Mientras subimos, tomo la vista. Es verdaderamente espectacular.
He visto vídeos, vistas aéreas de los pilotos del pasado, pero nada
puede compararse. Me recuerda a la escena en Willy Wonka cuando
Charlie se escapa de la fábrica y vuela alto sobre la ciudad en un
ascensor de cristal. El cielo es azul claro. Nubes esponjosas en forma de
animal derivan por el cielo azul claro. Parece como si fuéramos a
158
terminar directamente en el vientre de un gatito de nube esponjosa. Los
barcos de excursión de crucero por el Támesis parecen juguetes a
medida que subimos más y más. Incluso el Big Ben comienza a verse
pequeño cuando nos acercamos a la cima. Casi espero a que Jason
haga una broma al respecto.
—Me encantaba esa cosa cuando era un niño —dice Jason en su
lugar, y le echo un vistazo para verlo mirando por encima de las
personas en la tierra, que ahora son poco más que manchas—. Creo
que fui una de las primeras personas en viajar. No he vuelto en años.
—No sabía que ya habías visitado Londres antes —le respondo,
manteniendo mi mirada, como la suya, en la ciudad a nuestros pies.
—Bueno, técnicamente no la he visitado —dice, encogiéndose
de hombros—. Soy un ciudadano británico. Mi madre es inglesa. Así que
supongo que no es como si fuera un turista.
—Lo siento, ¿qué? —le pregunto, apartando los ojos de la vista
para mirarlo sorprendida.
—Es una formalidad, realmente —dice, sin mirarme a los ojos—.
Quiero decir, tengo la doble nacionalidad. Todavía soy americano.
Realmente no sé qué decir. No sabía nada acerca de la
verdadera madre de Jason, pero pensé que era la típica madre
suburbana de clase media alta de Boston. Nunca me hubiera
imaginado que era británica y desde luego no tenía ni idea de que
Jason también lo era. Pienso en lo que dijo el otro día: Hay muchas
cosas que no sabes de mí. No bromeaba.
Lo observo con atención, tratando de juzgar cuánto debo
entrometerme, pero está distraído por completo. Está mirando sobre el
Támesis hacia un pequeño grupo de edificios a la izquierda hacia los
amplios jardines del Palacio de Buckingham.
—¿Ves ese pequeño chapitel41 de allá? —pregunta
bruscamente—. ¿El azul que parece que casi podría estar un poco
torcido? ¿En la cima de esa iglesia? —Sigo su dedo hacia el lugar en la
distancia, y por supuesto, hay un pequeño chapitel azul que tiene un
diseño tan extraño que parece casi doblado. Lo detecto cuando él
deja caer el dedo. Mete la mano en el bolsillo trasero y saca una
cartera de piel que es tan vieja que está ahora en su mayoría hecha de
cinta adhesiva. La abre y extrae una pequeña imagen arrugada de
adentro. Ha sido cortada para ajustarse cómodamente al lado de su
tarjeta de identificación de Newton North.
Es una foto de Londres, tomada desde la azotea de un edificio en
algún lugar. El marco entero está repleto de techos y chimeneas. Él
sostiene la imagen hasta el cristal y el paisaje en la imagen empieza a
Chapitel: elemento arquitectónico que se sitúa en la parte superior de una torre,
campanario o iglesia a modo de remate
41
159
alinearse con la vista. La foto fue tomada desde una distancia mucho
más corta que nuestro lugar en el cielo, así que todo es más grande y
no me cuesta distinguir el pequeño chapitel torcido. Señala una
pequeña azotea verde alrededor de la más torcida de las tres torres.
—Ahí es donde viví hasta los cinco años —dice—. Antes de que
mamá se fuera y papá se mudara a los Estados Unidos.
Hay un momento de silencio atónito mientras asimilo lo que
acaba de decir. ¿Así que no sólo la madre de Jason es británica, sino
que en realidad vivió en Londres? Siempre he pensado que Newton era
tan pequeño que todo el mundo sabía todo acerca de los demás, pero
nadie ha mencionado la vida de Jason en el Reino Unido.
—¿Cómo fue vivir aquí? —Trato de adivinar cuál de las pequeñas
chimeneas le pertenecía.
—No recuerdo mucho —dice, con una sonrisa leve
introduciéndose en la comisura de su boca—, o nada, realmente.
Nuestra casa era bastante pequeña, pero recuerdo una Navidad
cuando nos las arreglamos para meter un gigantesco árbol de Navidad
en la esquina. Le hice hacer a mamá palomitas de maíz como yo había
visto en las películas y ella seguía metiéndose consigo misma. Y mientras
tendía palomitas de maíz, yo comía en el otro extremo. Nunca
conseguimos ninguna palomita de maíz sobre aquel árbol. —Se está
riendo de sí mismo ahora.
—Eso suena como un gran recuerdo —le digo, pensando en mis
propios recuerdos de Navidad de cuando papá seguía vivo. Siempre
me decía que los niños que no creían en Santa Claus no recibían
regalos. El día de Nochebuena, siempre pedía a un vecino que viniera a
tocar nuestro timbre, y cuando yo atendía, encontraría una funda de
almohada con unos regalos envueltos dentro. Papá siempre hacía un
gran show sobre cómo Santa vendría a visitar especialmente a las niñas
y los niños buenos al principio. Yo creía en Santa Claus, realmente creía,
todo hasta que papá murió.
—Sí, esos eran los días —dice, aunque su risa ahora suena un poco
áspera. Guarda la imagen de nuevo en su billetera, luego mete la
billetera en la parte trasera de sus pantalones—. Es curioso, ahora los
únicos recuerdos de vacaciones de mi madre son las tarjetas de
Navidad que envía cada año. Ni siquiera sé si ella las firma.
Hay un momento de silencio espeso entre nosotros antes de que
haga un gesto de nuevo hacia la pequeña torre torcida.
—Cuarenta y dos, calle Ebury —dice—. Justo por ahí.
Echo un vistazo a mi reloj, dándome cuenta de que vamos a
tener mucho tiempo libre una vez que nuestro viaje haya terminado
antes de que Tennison y los otros regresen de nuevo al hotel.
160
—¿Quieres ir y verlo? —pregunto—. Tenemos mucho tiempo si
quieres ir a ver a tu antiguo barrio.
—Sin duda no —dice, con un tono repentinamente fuerte. No
presiono más. Quiero decir algo para romper la tensión, pero no puedo
pensar en algo que no sea simplemente una tontería. En cambio,
jugueteo con mi reloj.
De repente, el London Eye da una sacudida hasta detenerse,
nuestro vagón cuelga sobre el río a mitad de camino y nuestra
pequeña cápsula se estremece por un momento. Unas pocas personas
tropiezan, perdiendo su equilibrio ligeramente en la parada repentina
en movimiento. Jason, con las manos enterradas en los bolsillos, tropieza
en mí. Trato de saltar hacia atrás, pero la pareja detrás de mí está en el
camino y reboto como un pinball de nuevo en su pecho. Pongo mis
manos y lo agarro por los hombros, pero es demasiado alto y mis manos
terminan en su cintura.
No lo dejo ir de inmediato. Me digo que es porque no quiero
volver a caer, pero la pareja detrás de mí se ha movido hacia el centro
de la cápsula. Hay un montón de espacio.
La cabeza de Jason se inclina hacia abajo, y ahora, por fin, me
está mirando. Sostiene mi mirada durante lo que se siente como un
minuto completo. Hay un calor viniendo de algún lugar entre nosotros y
me pongo incómoda, sintiendo que podría empezar a sudar.
Finalmente lo suelto y rápidamente bajo la mirada a mis zapatos.
Abro la boca para decir algo, tal vez disculparme, pero antes de
que pueda encontrar las palabras adecuadas, el vagón se estremece
de nuevo y vuelve a descender. Estoy tan preparada para esta
sacudida como para la primera, pero empujo hacia atrás en lugar de
hacia adelante. Preferiría caer en mi trasero que accidentalmente
abrazar a Jason de nuevo.
Cuando caigo, sin embargo, Jason saca sus manos de los bolsillos
y las extiende. Sus brazos rodean mi cintura esta vez y me tira
levantándome con la fuerza suficiente para traerme de vuelta a su
pecho. El choque empuja parte del aire de mis pulmones. Tengo que
respirar hondo para llenarlos de nuevo. Nuestro vagón se desliza con
gracia hacia el suelo, pero Jason sigue sin dejarme ir. La sensación de
sus brazos alrededor de mí se está convirtiendo en demasiado familiar,
desde el baile en la librería a dormir acurrucados esta mañana en la
cama.
Estoy perdiendo el equilibrio de nuevo, empiezo a inclinarme
hacia atrás, pero Jason aprieta su puño, tirando de mí en posición
vertical y aún más cerca. Si lo miro, vamos a estar frente a frente, nariz
con nariz. En su lugar, me centro en mis zapatillas de deporte, en mis dos
cordones anudados, temerosa de lo que podría suceder si levanto la
161
mirada. Después de unos momentos, sus manos caen y tengo la
sensación de que están de nuevo en sus bolsillos.
A medida que nuestro vagón se abre paso hacia el suelo,
finalmente encuentro el coraje para levantar la mirada. Se ha alejado,
ahora está de pie junto a mí otra vez, mirando hacia el río.
Mientras estamos una pulgada más cerca y más cerca del suelo,
Jason se gira hacia mí.
—¿Crees que en realidad podrías reunirte con este tipo, Chris?
No estoy muy segura de cómo responder, en parte porque no sé
la respuesta y en parte porque todavía estoy sorprendida por lo que
acaba de pasar entre nosotros. Porque algo pasó entre nosotros, estoy
segura de ello. Finalmente asiento en una respuesta que parece
honesta y verdadera.
—Si se supone que debe ser, nos encontraremos el uno al otro —le
digo antes de saltar fuera de la cápsula que sigue moviéndose en la
parte inferior. Troto por el camino a través del pequeño parque que
llega hasta el Belvedere Road y Jason está cerca detrás de mí.
—Julia, tengo que decirte algo. Creo que… —empieza, pero su
teléfono vibra en la mano. Mira hacia abajo en la pantalla.
—¿Qué? —pregunto—. ¿Qué tienes que decirme?
Estudia su teléfono por otro pitido, distraídamente empujando el
flequillo bajo su gorra de béisbol.
—No importa —dice. Se mete el teléfono en el bolsillo—. No es
nada.
—¿Estás seguro? —Lo estudio, tratando de ver si puedo descifrar
su expresión. Ya ha arreglado su cara en una sonrisa torcida.
—Sí —responde, quitándose el gorro y deslizando la mano por su
pelo: casual, fácil—. Entonces el viaje de Stratford. Eso es mañana, ¿eh?
—Sí —le digo.
—Entonces, señorita guía —dice, acariciando la bolsa que está en
mi cadera—. Dime algunos datos curiosos y curiosidades sobre el lugar
de nacimiento del señor Bill Shakespeare.
—¿En serio? —le digo. Jason se encoge de hombros.
—No tenemos nada más que hacer —dice.
Saco mi guía turística y me detengo en uno de los muchos
apuntes multicolores colgando al lado. Nos acomodamos en un banco
a la sombra del London Eye, una línea de árboles en lo alto y me pongo
a leer pasajes para él. Mientras leo, Jason inclina la cabeza hacia atrás,
con el rostro apuntando directamente al cielo mientras se toma mucho
tiempo y dificultad para respirar. Me preocupa que esté usando esta
162
oportunidad para tomar una siesta, pero parpadea unas cuantas
veces, así que sé que está despierto.
Quiero preguntarle sobre el traspié en el Eye, la inclinación, la
mirada, pero no sé si quiero saber las respuestas. En cambio, sigo
adelante, leyendo sobre Henley Street y el lugar de nacimiento de
Shakespeare. Si él va a ignorarlo, yo también lo haré.
163
17
Una pérdida de tiempo
Traducido por kass y CrisCras13
Corregido por Mrs.Styles♥
OMG-¡Creo que tú puedes tener razón sobre tu DAEJ! Es el destino.
Nosotros tenemos que hablar lo antes posible. ¿Skype? –P
L
a velocidad del bus disminuyo en la M40, pasando pueblos
con nombres que suenan como si hubieran salido de una
novela de Harry Potter, como Boltmore End y Tiddington.
Kilómetro tras kilómetro circulando por vivos verdes. Yo casi no puedo
quedarme quieta en mi asiento. Incluso tengo que poner mi libro en mi
bolso. Por primera vez en mi vida, no me puedo concentrar en Orgullo y
Prejuicio. Cada vez que el señor Darcy va y dice algo adulador, mi
memoria piensa en Jason, en el gran momento en el Támesis cuando
Jason y yo compartimos... ¿Qué? ¿Una larga mirada? ¿Un casi un beso?
Jason no me ha reconocido, aparte de nuestro último encuentro
en la línea de buffet esta mañana para conseguir una segunda
rebanada de pan tostado francés. A pesar de las ordenes de Mrs.
Tennison de sentarnos con nuestros compañeros en el autobús, Jason
paso mi asiento y en su lugar se sentó en la fila de detrás de mí, junto a
Sarah. Lo que significa que me tengo que quedar con Evie en su lugar.
Jason y Sarah han estado lanzándose notas de ida y vuelta, riendo entre
sí y de lo contrario siendo desagradables.
—¡De ningún maldito modo! —Sarah exclama con otra risita
explosiva.
—Me gustaría que simplemente ellos volvieran a estar juntos ya—
murmura Evie en su copia Británica de Cosmo—. Quiero decir, ¡la
tensión sexual joder!
164
—Espera, ¿qué?— No puedo decir lo que resulta más
desconcertante: que Evie esté hablando conmigo (o a mi), o lo que
acaba de decir—. ¿Qué quieres decir con “volver a estar juntos”?
—¿Hola? Ponte al día, cielos. Ellos solían salir juntos. En primer año,
¿recuerdas? —Evie dice, rodando sus ojos con un “tú no sabes nada”
ceño fruncido. Ella pone sus pies en la parte posterior del asiento frente
a ella y perezosamente pasa una página—. Y por cómo se ven las
cosas, un encuentro está en las cartas.
¡No es de extrañar que Sarah haya estado enviando textos
sarcásticos toda la semana! Ella quiere a Jason de vuelta y cree que yo
estoy en su camino. Yo lo estoy, sin embargo. Yo no estoy en camino de
nadie cuando se trata de Jason.
Claro, a veces Jason es agradable, como cuando canta
canciones de los Beatles en el parque o baila en los pasillos de una
librería. Pero eso es sólo alrededor del diez por ciento del tiempo. El otro
noventa por ciento, se está burlando de mí o aún peor, fingiendo que
no existo.
Sin embargo, la idea de Sarah y Jason juntos hace que mi
estómago se agite.
Y ese diez por ciento... o sea, estaba cantando para mí y
bailando conmigo. ¿Cierto?
Paso el resto del viaje en autobús con mis pensamientos corriendo
a toda velocidad sobre los últimos días de nuestro viaje. A pesar de que
Jason y yo hemos estado buscando a Chris y yo sé que Mark es mi DAEJ,
no puedo dejar de pensar en él y Sarah juntos.
Cierro los ojos y me ordeno pensar en Mark y su sonrisa de oro o
incluso en Chris, sentado en la cafetería y casualmente empujando
hacia arriba sus gafas mientras él pasa las páginas de su Shakespeare
de bolsillo, pero he perdido el control total de mi cerebro. Me siento
como si estuviera viendo una película de los últimos días con Jason
mientras que alguien tiene el botón de avance rápido. Las imágenes
intermitentes están empezando a hacerme sentir mal.
Gracias a Dios el bus de pronto se estremece hasta detenerse.
Cojo una bocanada de aire fresco del campo y echo una mirada a mí
alrededor, y es difícil estar estresado. La ciudad es absolutamente
hermosa en este pintoresco, tipo de sitio de campo Británico, y yo no
voy a dejar que Jason (o cualquier otra persona, para el caso) me
impida disfrutar de esto.
El autobús nos deja fuera, cerca del Teatro Real de Shakespeare,
que está rodeado por pequeñas lindas tiendas y hermosas vistas del río
Avon. A diferencia de la mayor parte del tiempo en Londres, que ha
sido estereotipada gris, el sol está brillando hoy, y la sensación de
entusiasmo que tenía cuando salí de Londres esta mañana regresa.
165
Nos abrimos paso en Henley Street, donde nos encontramos
delante de una vieja vivienda de madera, rodeada de brillantes,
bonitas y explosivas flores silvestres y exuberantes jardines.
La casa de Shakespeare. Es lo que he estado esperando ver
desde que el viaje fue anunciado, y ahora estoy tan emocionada que
seriamente puedo mojar mis pantalones.
Por desgracia (y como era de esperar), el lugar de nacimiento de
Shakespeare parece ser un destino turístico muy popular. Una multitud
de personas se agolpan por los caminos a través de los jardines y se
esparcen a la calle. Una familia de cinco miembros toma una foto
cerca de la puerta de la casa, y la zona de una gran terraza está
repleta de personas que tienen cámaras, a la espera de hacer lo
mismo.
Mrs. Tennison nos indica a nosotros la dirección hacia la entrada,
donde una nueva guía turística está esperando por nosotros. Corro a la
parte delantera del grupo. He visitado un montón de viejos lugares de
interés en mi vida, y sé que tienden a ser bastante pequeños y
estrechos. Yo no voy a ser la idiota atrapado en el fondo de la sala
tratando de ver y oír. Saco mi bloc de notas y un lápiz recién afilado de
mi bolso.
Nuestro guía es un hombre alto y delgado que parece estar a
mediados de sus cincuenta años. Cuando habla, un extraño temblor se
apodera de su voz, como si estuviera superando sus nervios.
—Hola —dice, aclarándose la garganta—. Mi nombre es Bertrand.
Bienvenidos al lugar de nacimiento de William Shakespeare. Estoy
encantado de estar dando esta gira hoy, ya que es mi primera vez. —Él
está haciendo todo lo posible para parecer digno, pero sigue riéndose
nerviosamente.
Mis compañeros de clase empiezan a reírse, pero yo decidido
ignorarlos. He estado obsesionada con Shakespeare desde que me
enteré del ejemplar pesado polvoriento y dorado de sus obras
completas que era de mi madre del sexto grado. Pasé directamente a
Romeo y Julieta. Yo había oído hablar de Shakespeare antes, por
supuesto, pero nunca había leído una sola línea de sus obras.
Sabía ya entonces que una escritura coma la suya, era de alguna
manera importante. Recuerdo tropezando a través de las líneas, tener
que leer y releer para dar sentido a la lengua. Aun así, me dejó sin
aliento. Quería devorar la obra una y otra vez, seguido de todas las
demás que jamás había escrito.
Bertrand hace un gesto para que lo siguiéramos hacia el interior,
donde nos cuenta una breve historia de la vida de Shakespeare.
Nuestro guía podría parecer nervioso al principio, pero tan pronto como
comenzó su discurso, se convierte en un hombre diferente. Es casi como
si el propio Shakespeare, vestido con un chaleco de rombos, nos llevara
166
a través de su propia casa. Bertrand cuenta historias de años perdidos
de Shakespeare, chismes acerca de su matrimonio con Anne Hathaway
(¿tal vez fue un casamiento a la fuerza?) Y nos acribillo con su
exposición de citas de algunas de las mejores obras de Shakespeare.
Estoy en el paraíso total. Escribo tan duro y tan rápido que se me
rompe el lápiz y tengo que buscar rápidamente otro antes de que me
pierda una sola palabra. Seamos honestos: Bertrand me tenía en un
"hola", así que mi intrincado sistema de marcas de verificación,
asteriscos, cajas y viñetas quedan grabadas en la página. Me resulta
fácil hacer caso omiso de todo lo demás, incluido Jason. Especialmente
Jason.
Bueno, tal vez eso es una exageración leve. Tal vez, cuando yo lo
busco por un segundo para asegurarme de que no se ha perdido o, no
sé, ha sido arrestado, y le veo hablando con Sarah y ni siquiera
fingiendo prestar atención, a lo mejor me siento un golpe de
decepción.
Tal vez incluso me siento un poco celosa.
Pero rápidamente lo sofoco. Estúpido. Tú ni siquiera me gustas,
Jason. Y por supuesto está con Sarah, porque él no es tu DAEJ, y ni
siquiera se preocupa por Shakespeare. Mark. Marrrrk. Él estaría en esto.
Yo sé que lo haría.
—Ahora, estudiantes, si me siguen, vamos a dar un paseo por la
Santa Iglesia de la Trinidad, donde vamos a visitar la tumba de
Shakespeare —dice Bertrand, y con un movimiento leve de su mano nos
dirige de nuevo a salir a la calle—. No hace falta que os diga que el
respeto es necesario.
Como si fuera una señal, Jason y Ryan pasan los primeros a través
de la puerta y bloquean el camino, hombro con hombro. Ninguno
puede moverse hasta que Susan se acerca por detrás y le da un
empujón a Ryan, enviándolos a ellos a través de la puerta. Ellos terminan
tirados en el camino, riendo histéricamente. Mrs. Tennison se precipita
hacia ellos, y cuando paso, la oigo amenazándolos con ensayos
adicionales.
Es un ensayo que no voy a escribir. Los dejo con su regaño y me
doy prisa detrás de nuestro guía turístico.
Bertrand nos lleva hasta el final de Henley Street. Mrs. Tennison
anda y yo pisándole los talones, y el resto de nuestra clase camina
penosamente detrás de nosotros. La carretera está llena de viejas casas
de entramado de madera que se veían como que si les soplabas muy
fuerte, acabarían volcándose y colapsando. Llegamos al final del
camino, el viento esta en torno a una pequeña rotonda. La estrecha
carretera está llena de tiendas, toldos coloridos y cafés con mesas que
están colocadas fuera sobre la acera. Todo esto se llama de alguna
167
forma seguido de Cottage o Ye Olde Whatever. Es turístico como todo,
pero no me importa. Me encanta.
Mientras caminamos, me asomo por las calles laterales, con la
esperanza de poder echar un vistazo a la pequeña tienda de
antigüedades que mi madre me ha estado describiendo siempre. Debo
de haber oído la historia un millón de veces. Mamá y papá no
consiguieron sus anillos cuando recién se casaron, ya que mi padre
acababa de unirse a los marines y eran extremadamente pobres.
Estaban paseando por la pequeña ciudad, sin mapas, jugando "¿A
dónde conducirá este camino?” En las calles entrecruzadas. Llegaron a
una pequeña tienda de segunda mano, en donde ellos encontraron
dos anillos de oro. Mamá dijo que era una señal de que estaban en el
camino correcto. Ambos anillos debían ser casi del mismo tamaño, a
ellos les encajaban perfectamente. Se veía como si el oro hubiese sido
moldeado a mano, con pequeñas protuberancias e imperfecciones en
ambos. Siempre me ha gustado que mi padre me mostrara cómo el
anillo de mamá cabe a la derecha y hacia abajo en la suya. Ahora los
dos anillos viven en el joyero de mi madre, ubicado en el terciopelo azul,
el anillo escondido dentro de él.
Después de unas pocas manzanas de viviendas, las tiendas dan
paso a casas y oficinas pequeñas de ladrillo. La acera es estrecha y
tenemos que marchar por el camino en línea recta, uno detrás de otro.
Caminamos a lo largo en silencio durante unos minutos, luego el carril se
ensancha y los árboles crecen de forma densa. La torre de la iglesia se
asoma en la distancia. Estamos de pie en una puerta de hierro forjado.
Un muro bajo de piedra rodea una propiedad llena de árboles.
Bertrand nos hace señales para que nos reunamos alrededor, y
una vez más me pongo prácticamente bajo sus narices, con mi
cuaderno listo y un lápiz preparado. Estamos a punto de visitar la tumba
de Shakespeare. Si supiera cómo hacer una reverencia, la haría.
—Bienvenidos a la Santa Iglesia de la Trinidad, también conocida
simplemente como la Iglesia de Shakespeare —dice Bertrand después
de tomar una respiración profunda y aclararse la garganta—, William
Shakespeare fue bautizado aquí en 1564, y cincuenta y dos años más
tarde fue enterrado aquí a una profundidad de seis metros para evitar
el robo de su cuerpo.
—Oh, eso es asqueroso —Evie dice, y hay varias risitas suaves.
Quentin dice, en su perpetuoso tono de voz.
—Romeo y Julieta-conoce-a-un-asesino-de-zombies. ¡Muy bien!
—¡Que inteligenteeee! —Ryan levanta los brazos hacia la cabeza
de Evie y la mueve, con la lengua colgando hacia un lado. Ella se ríe y
salta lejos, agachándose detrás de Jason. Susan se encuentra a un
lado, haciendo un mohín.
168
Esto en cuanto a respeto. Estoy a una pulgada de distancia de
mis compañeros de clase y le ofrezco una mirada comprensiva a
Bertrand. Quiero que sepa que estoy de su lado.
Una vez dentro de la iglesia, todo el mundo se dispersa. Susan y
Ryan se dirigen por el pasillo central hacia el altar, ella viéndose como si
estuvieran a punto de estallar de felicidad. Él, por su parte, parece que
prefiere estar tomando el SAT en América que estar de pie en el altar
con ella. Yo no lo culpo.
Me dirijo en línea recta hacia la tumba de Shakespeare. Un busto
de él está sobre el altar, un cordón de seda azul que marca su tumba
revistiendo el suelo de piedra. Una placa superior se lee:
“BENDITO SEA EL HOMBRE QUE CUIDE ESTAS PIEDRAS.
Y MALDITO SEA AQUEL QUE MUEVA MIS HUESOS.”
He leído las palabras una y otra vez a mí misma. Me imagino que
mis padres están aquí, apenas hace veintidós años, recién casados, el
brazo de mi padre sobre el hombro de mamá, mamá apoyada en su
pecho. Y una vez más, estoy sorprendida por lo mucho que yo quiero
eso. Esta vez, cuando cierro los ojos, no tengo ningún problema
imaginando a Mark aquí conmigo, a mi lado, con los brazos alrededor
de mi cintura. Me recuesto en el imaginario abrazo, tal vez un poco
demasiado duro, porque en realidad comienzan a caer hacia atrás.
—Whow, lamedora de libros. —La mano derecha de Jason está
sobre mi espalda y me pone en posición vertical—. ¿Has estado
bebiendo el vino de la comunión?
—Muy gracioso —le digo. Odio que cuando abro los ojos, él es el
que está de pie detrás de mí. Quiero ver a Mark y su perfecta sonrisa
torcida y su pelo ondulado oscuro, no la sonrisa de Jason y su pelo
desordenado rojo.
—¡Estudiantes, reúnanse a mi alrededor! —la voz nasal de la
señora Tennison rebota en todas las superficies de la iglesia, llega como
dagas a nuestros oídos. Estoy agradecida de tener una razón para
escapar de Jason en este momento. El itinerario de ella está en su
mano, y está al mismo tiempo estudiándolo y usándolo para
abanicarse. Ella nos conduce fuera de la iglesia al cementerio, que es
sorprendentemente verde. El césped se ve tan completo y esponjoso,
quiero acostarme en él, mirando a su alrededor, me doy cuenta de que
algunos de mis compañeros de clase ya lo hacen. Sarah y Evie han
fijado su residencia bajo un sauce y están susurrando algo (por favor, oh
por favor, no dejes que sea yo).
—Bueno, clase, parece que he calculado mal nuestra ruta de hoy
—dice la señora Tennison, los pliegues de la preocupación en torno a la
formación de sus ojos. Sus manos están temblando, pero eso puede ser
más atribuible al té que ha estado tomando desde que puso un pie en
169
suelo británico. Este viaje definitivamente ha tomado por lo menos una
década de su vida. Sé por mirar el itinerario, oh, doce o trece mil veces
que tenemos al menos una hora libre antes de que podamos entrar en
el albergue para pasar la noche. Ella no está claramente preparada
para entretener a veinte personas de diecisiete años de edad durante
una hora. Mrs. Tennison finalmente dobla su pila de papeles, los mete de
nuevo en su maleta, y toma una respiración profunda, respirando—.
Parece que vamos a tener una hora cultural inesperada.
La gente empieza a chocarse los puños y los cinco. Ryan Lynch
grita.
—¡Las normas de Shakespeare!
—¡Con vuestros compañeros! —Mrs. Tennison se interrumpe a sí
misma—. ¡Quiero decir que... es una hora cultural! Espero ver mención
de lo que han hecho en vuestros documento de reflexión.
Todo el mundo empieza a formar parejas y van en direcciones
diferentes. Sé que debo ir a donde está Jason, que está de pie con Evie
y Sara, pero no me gusta sentirme como que sobro. Oigo a Sarah
decirles algo acerca de compras. Jason niega con la cabeza, y Evie y
Sarah se escabullen hasta el camino de vuelta hacia la calle principal.
Muy pronto, Jason y yo somos los únicos que quedamos, que no
sea la señora Tennison, que se hunde en un banco bajo un árbol de
sauce en el patio. Claramente, ella necesita un momento de relax.
Estamos en la hierba enfrente uno del otro por unos momentos, él
pateando algo invisible en el suelo. Después de un minuto de silencio
tortuoso, no puedo soportarlo más.
—Bueno, supongo que podríamos ir a hacer calcos de algunas de
las lápidas, y luego escribir sobre las personas enterradas allí —le digo.
—¿Tumbas? ¿Gente muerta? Guau, eres un verdadero rayo de
sol, J —dice. Desenvuelve un pedazo de goma de mascar, muerde la
mitad y luego envuelve la otra pieza. Mete la otra mitad en su bolsillo,
para más tarde, supongo. Asqueroso.
—¿Tienes tú alguna idea brillante? —todo lo que quiero hacer es
hacer caso omiso de Jason. Él, después de todo, ha estado haciendo
caso omiso de mí todo el día. Entonces voy a tener tiempo para buscar
la tienda antigua de mis padres, o soñar despierta con Chris. Quiero
decir, Mark. Quiero decir... bueno, los dos.
—¿Quieres dar una vuelta? —Me pregunta.
—¿Dar una vuelta? —pregunto. Siento algo en mi bolsa de
mensajero cavando en mi espalda. La paso sobre mi cabeza y la abro
para ver lo que está fuera de lugar.
—¡Sí! No hay guías, no hay hechos históricos, solo salir en una
dirección aleatoria, sin ninguna razón específica.
170
Encuentro el origen del golpe. Es mi estuche, el cual debería ir
delante de mi cuaderno, no detrás. Rápidamente reorganizo las cosas,
colocando mi mochila. Mucho mejor.
—Sé lo que “dar una vuelta” significa, muchas gracias. —No
menciono que el único lugar por donde yo doy una vuelta es por la
biblioteca. ¡Hey, Google Maps fue inventado por una razón!
Jason finge gestos y saludos hacia el camino en la dirección
opuesta de Henley Street y el resto de nuestra clase. Adquirimos un paso
silencioso. Mete las manos profundamente en sus bolsillos. Sus piernas
son largas y se mueve con amplias zancadas, y yo tengo que trabajar el
doble para mantener su paso.
—Así que, ¿hay algo en particular que quieras ver? —pregunta.
—Pensé que estábamos dando una vuelta —digo.
Jason levanta ambas manos.
—Escucha, tú eras la que se puso toda acalorada y molesta
acerca de venir aquí. Yo solo quiero asegurarme de que tus fantasías
literarias se hagan realidad.
—Bueno, tenía la esperanza de encontrar esta pequeña tienda
de antigüedades… —empiezo, pero Jason no me permitió terminar.
—Oh, infiernos no —dijo deteniéndose en seco—. Si quisiera ir de
compras habría seguido a Evie y a Sarah.
Considero hacerle saber que esto no es para nada como ir de
compras, pero eso significaría hablarle de mis padres.
—¿A dónde quieres ir?
—A ningún sitio en particular. Carpe diem y todo eso. Nunca
sabes qué va a suceder después. —Ruedo los ojos hacia él, pero ha
cogido su ritmo y no me ve. Suspiro y le sigo.
Seguimos la carretera, lejos de nuestros compañeros, más allá de
una serie de jardines. Paseamos pasada la Real Compañía de
Shakespeare, pero no nos detenemos porque está abarrotada de
turistas y niños con cámaras y mochilas. Nosotros “damos un paseo” a lo
largo del río, donde los patos chapotean con pereza y la gente alquila
barcas para deslizarse por el agua. Jason y yo guardamos silencio, pero
no se siente incómodo. El escenario es tan espectacular que realmente
no hay necesidad de palabras, aunque definitivamente veo cómo
Shakespeare creó tan bellos sonetos aquí. Huele a hierba recién
cortada y brilla bajo una capa de rocío. Hay un olor muy dulce de flores
flotando sobre todo. Los pájaros pían y las ranas croan guturalmente
debajo de ellos, y empiezo a sentir que si me sentara con mi cuaderno y
mi lápiz, podría crear algo grande y hermoso también. Todo es como un
sueño hasta que el sol empieza a cubrirse por las nubes que se vuelven
171
cada vez más inquietantes, y parece como si en cualquier momento
pudiera empezar a llover.
Jason me guía a través de un puente hasta el otro lado, donde las
casas y tiendas dan paso a los campos y pastos, donde la carretera se
estrecha y la hierba se hace alta. No quiero preguntar, pero según nos
vamos alejando más y más de la ciudad y adentrándonos cada vez
más en quién sabe dónde, no puedo evitarlo.
—¿A dónde vamos? —pregunto.
—Ya te lo dije, “a dar una vuelta” —repite, como si eso fuera un
destino apropiado.
Nos topamos con el Jardín Statford Butterfly y un antiguo
cementerio. Está oscureciendo por momentos. Nunca he visto las nubes
moverse tan rápido. No sé por qué pensé alguna vez que seguir a Jason
era una buena idea. Incluso si él no sabía a dónde estábamos yendo—
lo cual obviamente no sabía—todavía nos llevaría directamente hacia
problemas. Nunca aprenderé.
Jason empieza a trotar por el camino mientras el cielo se abre y
cortinas de lluvia empiezan a caer, con fuerza.
—¿Sabes a dónde estamos yendo? —le llamo por encima del
sonido de un trueno. Casi no necesitamos darnos prisa ahora; al cabo
de treinta segundos ya estamos calados hasta los huesos. Un áspero
rayo rasga el cielo. Un trueno retumba y yo salto.
—Creo que podemos volver a High Street más rápido si atajamos
a través de los Jardines Bancroft —dice Jason, observando el paisaje.
—No sé nada de eso —respondo, mentalmente intentando
evocar los mapas que había estudiado minuciosamente antes del viaje.
Lo que no daría por tener mi iPhone…—. Además, ¿no se supone que
hay que evitar los campos abiertos durante las tormentas eléctricas? No
quiero electrocutarme.
—Bueno, o te quedas aquí de pie en esta tormenta o tomas mi
oportunidad —dice, y como si fuera una señal, el estampido de un
trueno resuena a través de los árboles.
Saltamos la húmeda valla y partimos a través de la hierba alta. No
es una caminata difícil para Jason, cuyas piernas dan largas zancadas a
través del terreno sin esfuerzo, pero mis pequeñas piernas no son tan
rápidas. Probablemente no ayuda que cada vez que oigo un trueno,
me agacho en la posición de prevención de rayos que nos enseñaron
en cuarto grado. ¿Qué? ¡No quiero correr riesgos con mi vida! Tengo
que incorporar saltitos a mi forma de andar mientras trato de mantener
el paso de Jason. Mi suéter se pega con fuerza a mi piel, y mis vaqueros
están haciendo sonidos de succión con cada paso. Al cruzar el campo,
la velocidad de la lluvia se reduce a algo más parecido a una especie
de niebla. Tengo mis ojos en el suelo, asegurándome de no pisar ningún
172
charco o agujero, cuando oigo un ruido que me hace detenerme en
seco.
Jason se adelanta unos cuantos pasos, pero rápidamente se da
cuenta de que me he quedado atrás.
—¿Qué sucede?
—¿Has oído eso? —pregunto. Efectivamente, sucede otra vez:
como los bocinazos de un claxon, si el claxon tuviera treinta años y
estuviera cubierto de serrín.
—¿Qué, los gansos?
—¿Qué? —Grito, mis ojos moviéndose frenéticamente a mi
alrededor—. ¿Dónde?
—¡Tranquilízate! —dice riendo—. No van a atacarnos.
—¿Estás seguro? —Me cruzo de brazos—. No doy un paso más a
menos que puedas jurarme que…
—No hay gansos, cobarde —me interrumpe, dándome una
palmadita en la parte superior de la cabeza como si fuera un niño de
cinco años—. No hay necesidad de tener un colapso. ¿Cuál es tu
problema con los gansos, de cualquiera manera?
—No quiero hablar sobre eso —murmuro y camino por delante de
él. Doy seis o siete pasos de ventaja cuando los niveles de la tierra
cambian y me encuentro cara a pico con un rebaño de cerca de
nueve gansos, sus ojos pequeños y brillantes fijos en mí, sus bocas—o
picos—curvadas en sonrisas demoniacas.
Dejo salir un largo, fuerte y espeluznante grito. Me giro y echo a
correr, ya no prestando atención a la cantidad de trabajo que tienen
que hacer mis cortas piernas para sacarme del barro y la hierba o de
cómo podría alcanzarme un rayo en cualquier segundo. Oigo las fuertes
pisadas de Jason detrás de mí.
—¡Más despacio! —logra decir ahogadamente—. ¡Julia, espera!
—corre un poco más antes de doblarse y empezar a reír histéricamente.
Retrocedo, corriendo directamente hacia él.
—¡Tú, idiota! —Le doy un fuerte puñetazo en el brazo, cosa que
dudo que sienta, con tanto hipar y reírse—. ¡Dijiste que no había gansos!
—¡No los vi! —Dice a través de jadeos salvajes—. Ese fue un grito
increíble. ¡Creí que habías visto un cadáver! ¡Guau!
—¿Podemos por favor salir de aquí antes… —empiezo, pero es
demasiado tarde. Un trueno retumba otra vez mientras un relámpago
zigzaguea en el cielo. La niebla se convierte de nuevo en líquido y
empieza a llover otra vez. Jason no parece haberse dado cuenta, ya
que sigue riendo histéricamente.
173
Sin duda podríamos ser electrocutados y él aún seguiría riéndose.
No sé por qué he confiado en su estúpido plan de “dar una vuelta”
hasta ahora. Excavo en busca de mi teléfono, y luego encuentro el
número de la Sra. Tennison en la agenda. He estado en Reino Unido una
semana y todavía tengo que usar mi teléfono por cualquier motivo
legítimo.
Pero cuando pulso el botón verde para llamar para pedir
direcciones, mi sonido emite un pitido y un mensaje aparece en la
pantalla.
0 minutos restantes.
—¡Qué! —grito, literalmente dando un pisotón en el charco que se
ha formado a mi alrededor.
—¿Cuál es
recomponiéndose.
tu
problema?
—pregunta
Jason,
finalmente
—Bueno, además de estar de pie en un campo, perdida, bajo la
lluvia, a punto de ser atacada por aves portadoras de enfermedades o
posiblemente de ser electrocutada por un rayo —continuo—, mi
teléfono se ha quedado sin minutos.
—Vaya —dice Jason, mirando la pantalla en blanco—. Yo hubiera
pensado que alguien como tú habría planeado con antelación hacer
una recarga antes de salir del hotel.
—Probablemente lo habría hecho —digo, apretando mi agarre
sobre el teléfono, para así no tirárselo a su estúpida cabeza—. Pero creo
que tu inmadurez se me ha contagiado.
—Sé que no lo eres más de lo que yo soy —replica, cruzando los
ojos y pinchándome en las costillas.
—Por favor, cállate y dame tu teléfono —le digo, tendiéndole la
mano. Húmedos mechones de pelo se mantienen pegados a mis labios.
Jason deja de reír abruptamente. Me dedica una extraña mirada.
—¿Mi qué?
—Tu. Teléfono —digo, pronunciando cada palabra lentamente—.
Estamos perdidos y quiero sacarnos de aquí tan rápido como sea
posible. Puedo llamar a la Sra. Tennison para las direcciones. O puedes
llamar tú.
—No creo que sea una buena idea —dice, alejándose de mí.
—¿Por qué no? Ella no se va a enfadar —digo, yendo detrás de
él—. Quiero decir, no si le das uno de esos tontos saludos de Boy Scout
que parecen sacarte de muchos problemas.
—Mira, si la llamamos va a saber que no estábamos
experimentando la cultura de Stratford-Dónde-Quiera-Que-Estemos.
Además, no necesitamos direcciones. Si continuamos andando,
174
llegaremos allí eventualmente —dice, cogiendo el ritmo a través del
campo. Tengo que acelerar a una carrera para mantener alcanzarle.
—No quiero pisar el barro y la lluvia durante más tiempo del
necesario —digo—. Así que haz la llamada o la haré yo por ti.
—Poco probable —dice Jason, marchando hacia adelante.
—Jason, esto es tonto —le llamo, mi voz elevándose con mi ira—.
¡Sólo dame tu maldito teléfono!
—¡No! —grita por encima de su hombro.
—¿No?
—¡No! —Y luego está echando a correr en toda regla.
—¡Jason! —Grito, estampando el pie contra el barro—. ¡Este no es
el momento para jugar al pilla-pilla! —Pero él no se detiene, así que voy
tras él, y él subestima mis piernas de nadadora en una carrera a toda
velocidad. Estoy tan cerca que podría extender la mano y agarrar un
puñado de su chaqueta. Sin pensarlo, doy un salto sobre su espalda. En
un primer momento continúa corriendo, yo aferrándome a él en una
bizarra especie de carrera a cuestas, pero entonces tropieza. Los dos
chocamos contra el suelo. Entierro mi mano derecha en su bolsillo y
saco su teléfono.
—¡Hey! —grita, y al igual que de vuelta en el Tate, se da la vuelta
en dos movimientos, y de repente, estoy sobre mi espalda, en el barro,
la humedad filtrándose a través de mi suéter.
El aire sale de mis pulmones y mientras estoy jadeando para
respirar él me arrebata el teléfono y me muestra esa sonrisa
desagradable y ladeada. Sostiene el teléfono en alto por encima de su
cabeza y me sonríe, sus ojos azules clavados en los míos con lo que
parece puro triunfo.
—¡Déjame levantarme! —grito, tratando de escabullirme de
debajo de él.
Pero no lo hace. Y entonces algo cambia y me doy cuenta de
que Jason está tumbado sobre mí, mirándome, y sus labios están a
centímetros de los míos, y hay lluvia goteando de su pelo, rizado
alrededor de sus orejas, deslizándose hasta mi cuello.
Mi corazón late con fuerza y siento el cosquilleo empezar en los
dedos de mis pies.
Jason deja caer su teléfono en la hierba y utiliza la mano libre
para apartar un grueso y húmedo rizo de mis ojos. Sus dedos frotan mi
mejilla y siento ese tirón en mi ombligo que pasa directamente a través
de mi columna vertebral. Mientras coloca el pelo detrás de mi oreja, sus
manos ahuecan mi barbilla. Es sorprendentemente suave, y acaricio mi
rostro sin pensar contra él. Él se inclina ligeramente hacia abajo, luego
retrocede un poco.
175
Muchos pensamientos están dando vueltas en mi cabeza a la vez,
no puedo aferrarme a ninguno de ellos. ¿Es él…? ¿Quiere…? ¿Quiero yo
que…?
¿Vamos a…?
Y entonces él me está besando. Sus labios se presionan contra los
míos, duro al principio, con hambre, y por una vez no estoy preocupada
por lo que está ocurriendo o si esta es la cosa correcta que hacer. Me
relajo en ello, disfruto de ello, flotando. Su lengua recorre suavemente
mi labio superior. Separo mis labios, pero en vez de trabar su lengua en
mi garganta como hizo Billy Russel cuando estábamos en los multicines
en octavo grado, Jason deja que se adentre lentamente en mi boca
abierta. Suspiro en el beso, mis brazos alrededor de su cintura, mis dedos
enterrándose en la húmeda tela de su camiseta. Me besa por lo que
parecen horas, hasta que apenas puedo respirar. Puedo oír el trueno de
fondo, pero de repente ya no importa. Me siento como si el suelo se
estuviera abriendo y tirando de nosotros hacia abajo. El peso de todo
recae sobre mí, pero no me siento aplastada. Quiero más. Tiro de él más
cerca, más fuerte, más pesado.
Jason finalmente se aparta, y yo pestañeo hacia él. Quiero
preguntarle por qué me ha besado, y si lo hacía en serio, y lo qué
significa. Pero decido que probablemente lo mejor es mantener mi
boca cerrada así no derramaré una interminable corriente de
sinsentidos. Jason se da la vuelta a mi lado, apoyándose en el codo,
como si estuviéramos tumbados en un soleado campo en lugar de en
un montón de barro con lo que se ha convertido en una ligera llovizna
cayendo sobre nosotros.
—¿Puedo preguntarte algo? —Pregunta. Mi estómago se
desploma y espero lo inevitable—. ¿Quién diablos te enseñó a besar
así? —inquiere.
—Sí —le contesto, preparándome a mí misma, pero Jason sale de
la nada.
—En serio, ¿qué pasa con los gansos?
Levanto la vista para ver sus ojos brillantes, su boca apretada en
una línea para suprimir su risa desenfrenada.
—Oh, es una tonta cosa de la infancia —digo. Giro sobre mi
estómago y luego pongo mi mejilla sobre la hierba mojada. Mi mente
sigue girando, mi corazón aún está acelerado.
—Vamos, tú sabes que aún soy básicamente un niño tonto —dice,
dándome un codazo en las costillas—. Suéltalo.
Así que le cuento la historia, una mezcla de mis borrosos recuerdos
de niña y los revisados un sinfín de veces de mis padres. Mientras hablo,
recuerdo cómo mi padre solía actuar persiguiendo a los malditos
pájaros para espantarlos, me escondía en la seguridad de sus brazos, los
176
dos gritándoles a los gansos. En el momento en el que termino la historia,
Jason y yo estamos completamente tumbados de espaldas en la
hierba, agarrándonos el estómago de la risa.
—Tu padre parece un tipo increíble —dice Jason, cuando su risa
se va ralentizando por fin.
—Lo era —respondo, suspirando profundamente.
—¿Era? —Jason se incorpora sobre un codo. Puedo sentirle
mirándome.
—Murió cuando yo tenía siete años —digo, mis ojos fijos en el cielo
por encima de mí.
—Oh, está bien. Lo siento —susurra, extendiendo sus brazos y
tirando de mí más cerca. Entierra su rostro en mi pelo, plantando un
suave beso en mi sien. Me estiro y agarro su brazo, el cual está
rodeando mi pecho. Le doy un apretón, parpadeando
simultáneamente para contener las lágrimas. Respiro profundamente,
tomando respiraciones llenas del profundo aire húmedo que cubre la
hierba. No puedo creerlo, pero estar tumbada en la hierba, envuelta
por Jason, es mejor de lo que podría serlo estar en cualquier cama de
hotel o en cualquier piscina. No me importa que esté temblando por mi
ropa húmeda y el viento fresco. No me importa si estoy cubierta de
tanto barro que podría construir mi propia choza. No me importa que mi
pelo esté enredado en un nudo tan apretado que probablemente
tendré que afeitarme la cabeza. Cierro los ojos y dejo que se instale, lista
para tumbarme aquí para siempre.
Tomo una profunda respiración, inhalando el aire, pesado con el
olor de la lluvia. Jason no ha dicho nada durante unos pocos minutos.
Mi corazón está latiendo con fuerza en mi pecho, pero tengo que
preguntar.
—Jason, ¿esto significa…? —pero la pregunta se atasca en mi
garganta. Siento gruesas gotas deslizarse por mi cara, pegándose a mis
pestañas.
—Deberíamos… —dice Jason, y el resto de su frase es cortada por
el sonido de un trueno. Los dos nos levantamos apresuradamente. Jason
agarra mi mano y sale corriendo. No sé si él sabe a dónde estamos
yendo (yo desde luego no lo sé), pero estoy feliz de ser arrastrada. Mis
pies se hunden más profundamente en el barro con cada carrera,
salpicaduras volando por mis piernas. Mis vaqueros están totalmente
empapados y el barro se está endureciendo dentro de mis zapatillas de
deporte, pero no me importa. Sacudo mis rizos, pesados por la lluvia y
cubiertos de hierba y barro, y golpean a través de mi rostro, metiéndose
en mi amplia sonrisa. Corremos por el claro a través del extenso campo.
Caigo en un ritmo perfecto con él, agarrando su mano con fuerza,
pensando en esa primera noche en Londres cuando salimos corriendo
de la casa de la fiesta, pensando en los mucho que ha cambiado.
177
Reducimos la velocidad hasta detenernos debajo de un enorme
árbol, una brillante bicicleta azul apoyada contra el tronco. Es una de
esas bicicletas antiguas de estilo crucero, y parece que hay más óxido
que bicicleta allí. Jason rápidamente comprueba las ruedas, dándole
unas pocas vueltas, antes de subirse.
—Sube —dice con el pelo mojado pegado a la frente.
—¿Dónde?
—Aquí —dice, acariciando el resbaladizo manillar mientras yo
levanto mis ojos hacia él.
—¿Qué, quieres quedarte aquí?
Miro hacia arriba. Todo lo que puedo ver es una capa de nubes
grises.
—¿Estás esperando que vaya a caer un casco del cielo? —dice
Jason, burlándose de mí.
—O un Volkswagen —murmuro, dándole al cielo una última
mirada—. Está bien, está bien. Supongo que es más seguro que viajar a
dedo. —Trepo sobre el manillar, y mientras intento instalarme, Jason
agarra mis hombros y me levanta sin esfuerzo. Lo siguiente que sé es que
es que estamos acelerando por el estrecho camino de regreso a la
ciudad.
178
18
Predestinado o no predestinado, he ahí la cuestión
Traducción SOS por Joseee96
Corregido por LadyPandora
He cometido un ENORME error —J
N
os quedaremos en Stratford por la noche, en un pequeño
hostal que tiene la personalidad de un hospital mental. Las
paredes son blancas, las camas de color blanco y las
sábanas y las toallas, también. Estoy compartiendo la habitación con la
mitad de las chicas del viaje, metidas en literas como si estuviéramos en
un barco de vapor. Mi cama es vieja y de metal y cada vez que me
muevo, chirría. Y estoy moviéndome mucho. Probablemente, todas en
esta habitación me odian. Digo una pequeña oración para que todas
estén bien dormidas antes de moverme por billonésima vez. No puedo
evitarlo. Mi cerebro no está lo suficientemente tranquilo como para
dormirme.
Quiero a mamá. Ella es una campeona en calmarme, una
habilidad que ha pulido a lo largo de años de tratar con mis pequeños
ataques de nervios. No quiero nada más que estar en casa, acurrucada
en el sofá, mirando la televisión y comiendo galletitas de animales, bajo
la gran manta que la abuela hizo para mí cuando nací.
Pero no tengo la manta. En cambio, tengo este horrible y rasposo
hostal que huele a espárragos y a lejía.
Cada vez que cierro los ojos, me imagino el beso. Viene con tal
intensidad que casi puedo sentirlo. Fue el beso perfecto en todos los
sentidos excepto en uno: fue con Jason Lippincott. ¿Se suponía que
pasara? ¿Estaba predestinado? ¿Estaba él predestinado? Todo este
tiempo he estado persiguiendo a Chris, pero no he conseguido
acercarme a él. Me he acercado más a Jason, al parecer. Lo bastante
cerca como para bloquear los labios. Y entonces me aparto de nuevo,
reviviendo la lluvia y la hierba y el beso.
179
Pero tan pronto como me siento dichosa, oigo la voz de Jason en
mi oído que me llama Lame Libros. Lo oigo diciéndome que el
descubrimiento es una mierda. Oigo sus chistes verdes sobre el Big Ben y
lo veo arrinconándome en la pared y avergonzarme hasta la médula.
Hasta me lo imagino depositando tampones en mi casillero en el
noveno grado y haciendo garabatos en la pintura de Phoebe.
Esto claramente no estaba predestinado. O sea, claro que he
aprendido a tolerar a Jason en este viaje, pero categóricamente, sigo
sin querer estar cerca de él. Estoy bastante segura de que tan pronto
como regresemos a Estados Unidos, iremos directamente a ignorarnos
mutuamente de nuevo. No somos amigos. Somos menos de no amigos.
No tenemos nada en común.
Mi predestinado no será un irritante, inmaduro, inculto y contador
de chistes verdes como Jason. No será un imbécil que llama la atención
gastando cada minuto del día intentando ser la persona más ruidosa en
una habitación. No será un tipo que ni siquiera ha leído un sólo libro, ¡y
mucho menos una novela de Jane Austen!
Fue un accidente. Estábamos luchando, nos caímos y nos
quedamos atrapados en el momento. Hechizó mis hormonas con su
sonrisa ladeada y traviesa, su ridículas pecas, su cabello desordenado,
su voz baja, riéndose de mí como si todo fuera un chiste, como si
siempre me hubiese conocido… y antes de que lo sepa, estoy de vuelta
en el beso, reviviéndolo de nuevo…
La lluvia…
La suave presión de sus labios…
La sensación de sus manos en mi pelo…
Los sonidos del revoltijo de las maletas de mis compañeros de
clase me despiertan. Supongo que al final me dormí, después de todo.
Me siento demasiado rápido y me golpeó la cabeza contra el techo.
—Ouch —grito, frotando el chichón que pronto saldrá en mi
frente.
—Bueno, mira quién está despierta —refunfuña Sarah Finder—. Me
alegro de que alguien pudiera dormir un poco. El resto nos quedamos
despiertas por cierto chirrido.
—En serio —se queja Evie, lanzando su cepillo de dientes nuevo en
su bolso de Louis Vuitton—. Era como si estuvieras haciendo algo
desagradable con alguien allá arriba.
—Lo siento —murmuro, volviéndome de color rojo brillante. No
quiero ni pensar en lo que haría si Sarah se enterara de que Jason me
180
besó. Probablemente convencería a toda la escuela de que tenía un
tercer pezón o una enfermedad de transmisión sexual. Echo de menos a
Phoebe. En cuanto vuelva al hotel, le escribiré un correo y le rogaré que
use Skype.
—¿Puedo recuperar mi cargador, por favor? —Evie extiende la
palma y golpea teatralmente la punta del pie en el suelo. No sabía que
un “por favor" pudiera sonar como un insulto, pero se las ha arreglado
para que suene así.
¿El beneficio de que todas tengamos el mismo teléfono? Que
todas tenemos el mismo cargador. Y yo lo tomé "prestado" anoche,
después de que ella se fuera a dormir.
Abajo, en el vestíbulo del hostal, un desaliñado empleado está
repartiendo desayunos. En el interior encuentro un croissant medio duro,
un poco de mantequilla envuelta en papel de aluminio y un pequeño
recipiente de jugo de arándano. No importa. Mi estómago está todo
revuelto. No podría comer ni aunque quisiera.
Mientras alcanzo los escalones y subo al autobús, busco a Jason,
pero aún no ha subido. Me siento la ventana, hacia el centro,
preguntándome si finalmente se dejará caer a mi lado y me robará el
desayuno. Unos minutos más tarde, esa cabeza oxidada y la gorra de
béisbol cubierta de pelo aparece en la parte delantera del autobús. Mi
estómago hace un salto mortal.
Jason comienza a andar por el pasillo, saludando a la gente a su
paso. Cuando por fin se da cuenta de mí y del asiento vacío a mi lado,
no me sorprende del todo que no lo tome. Me sorprendo de que lo
único que consigo es un medio guiño antes de dejarse caer en un
asiento dos filas por delante de la mía. ¿Ni siquiera un arrogante buenos
días cuándo me llama Lame libros? ¿Ni una palabra?
Estiro el cuello sobre el asiento de delante de mí, pensando en
que tal vez se dé la vuelta y diga algo, pero el autobús se estremece al
arrancar y nos ponemos en marcha por el camino. Jason ni siquiera mira
hacia atrás en mi dirección.
Cuando inclino la cabeza contra la ventana del autobús, puedo
distinguir el brazo de Jason apoyado contra el cristal dos filas por
delante. Puedo verlo pasando algo al asiento frente a él, pero no
puedo averiguar qué es. Espero y observo cuidadosamente, pero no
puedo decirlo. La próxima vez que le veo hacer un movimiento, me
pongo de pie y me estiro falsamente y ahí es cuando veo lo que está
haciendo. Está pasándole una nota a Sarah Finder.
Vuelvo a caer en mi asiento con tanta fuerza que siento los
resortes de metal metiéndoseme en la parte trasera. No me importa.
Francamente, se siente bien tener una razón para las lágrimas en mis
ojos, incluso si se trata de un dolor literal en mi trasero. Cierro los ojos con
fuerza antes de que caiga una lágrima y evoco todas esas cosas de
181
Jason que enumeré anoche, como que es molesto y me pone apodos,
me avergüenza, odia los libros que me gustan, tiene que ser el centro de
atención y antes de darme cuenta, lo vuelvo a odiar. Pero ahora tengo
una razón aún más grande.
Porque él me dio el mejor beso de mi vida, mi primer beso, el
primero de verdad y ahora finge como si nunca hubiera ocurrido. Lo
que es peor, está coqueteando con Sarah delante de mí.
El resto del viaje es miserable. Trato de escuchar mi iPod, pero
cada canción parece una cursi canción de amor. Jason tenía razón.
¡Menuda mierda!
Cuando estamos a las afueras de la ciudad, el teléfono vibra
contra mi muslo. Logro sacarlo de mi bolsillo y abrirlo para ver un
mensaje.
Sólo quería decirte que espero que tengas un buen día —C
Nunca he sido tan feliz de tener un teléfono cargado en mi vida.
Un mensaje dulce de Chris es exactamente lo que necesito. Si,
finalmente, un mensaje que no tengo que analizar ni descifrar. Uno que
no necesita algún tipo de respuesta ingeniosa. De hecho, puedo
responder a esta todo por mí misma con (¡oh!) Honestidad.
Los he tenido mejores...
Segundos después, llega una respuesta.
"Si estás atravesando un infierno, sigue adelante." —Churchill
Me río. Mi padre solía decir eso todo el tiempo y mamá lo
golpeaba fuertemente por decir "infierno" delante de mí.
Me gusta esa
¿Y qué tal la cita de Frost?
3 cosas acerca de la vida: La. Vida. Sigue
Pulso enviar y me imagino a Chris en algún café, con un mocha
de caramelo caliente y un libro sobre la mesa y su teléfono en la mano.
Tal vez empuja las gafas sobre el puente de su nariz antes de enviar
cada respuesta, tal vez tiene que empujar hacia arriba las mangas de
su camisa de franela desgastadas. Imagino el pelo cayéndole sobre los
ojos mientras escribe y mi corazón da una pequeña sacudida.
Eres impresionante. ¿Nos veremos pronto?
Los estremecimientos del autobús llegan a su fin y estoy yendo
hacia delante, hacia la parte posterior del asiento frente a mí. Mi
teléfono cae al suelo y tengo que retorcerme como un pretzel para
llegar a él desde debajo de mi asiento. Cuando me levanto, veo a
Jason por delante, con la cabeza flotando por el pasillo. Arrojo mi bolso
sobre mi hombro y hago mi camino por el pasillo, pero algo en un
asiento de dos filas me llama la atención. Es un pequeño pedazo de
182
papel blanco, probablemente una receta, doblada con fuerza. La
escritura está garabateada en la parte posterior. La nota.
La quiero. Siento la misma intensidad de comezón que
normalmente siento al estar de pie en la parrilla de salida en una
competición de natación. Sólo dame la señal, que estaré lista para salir
corriendo.
La alcanzo, la levanto y cuando me doy la vuelta para ver a
Deirdre mirando por debajo de su pelo muy rizado echándome extraña
una mirada, le sonrió.
—No puedo creer que la gente deje su basura en el autobús para
que otra persona la recoja —digo, poniendo los ojos en blanco. Me
guardo la nota en el bolso.
De vuelta en mi habitación del hotel, echo la cadena, como si
alguien fuera a irrumpir y acusarme de robar. Despliego la nota y veo
dos tipos de escritura: la escritura cursiva de Sarah, ¿Qué pasó anoche,
chicos? Y la mala letra de Jason respondiendo, metí la pata. En más de
un sentido.
Lo leo de nuevo. Y otra vez. Y luego una cuarta vez. Después de la
quinta, lo aplasto en mi mano y la tiro con todas mis fuerzas a través de
la habitación. No es más que un pedacito de papel, sin embargo, se
agita y cae lánguidamente cerca de mis pies. No sé qué más hacer, así
que lo pisoteo fuertemente. Y después otra vez. Y luego salto arriba y
abajo sobre él.
Cuando por fin me detengo, estoy sin aliento, pero una sensación
de calma se apodera de mí.
Así que fue un error. Nos odiamos. Somos completamente
opuestos. Sólo fueron las hormonas. No significó nada.
No voy a pensar en eso otra vez, nunca, ni siquiera por un
segundo.
Parece como si en mi cerebro se hubieran cocinado unos huevos
revueltos. Todo lo que sé es que necesito sacar la rabia, así que me tiro
al suelo, de espaldas y hago cientos de abdominales. Cuando he
terminado, mis abdominales están tensos y ardientes y mis pulmones
pidiendo más oxígeno.
Me siento en la enorme y mullida cama y tiro del edredón hacia
mi alrededor como si fuera una capa. Entonces me dejo caer sobre la
cama y me quedo dormida, recuperando todas esas horas perdidas de
anoche.
Cuando me despierto de mi siesta, me doy cuenta de que me he
perdido el almuerzo. Oh, bueno. Sigo sin tener apetito. Localizo la toalla
de la piscina del hotel colgando sobre la repisa. Tan pronto como me
deslizo en mi bañador, siento que mis músculos empiezan a quemar,
rogando por un buen entrenamiento.
183
Arriba, en la piscina de la azotea, ejecuto una inmersión perfecta
en el agua, apenas haciendo un chapoteo. Empiezo estilo libre,
empujándome duramente a través del agua, pero no pasa mucho
tiempo antes de cambiar a mariposa. No es mi mejor golpe, pero hace
que mi cuerpo trabaje tan fuerte que no puedo pensar en nada más.
Excepto en el beso. El beso que fue un error. Hoy el agua no está
haciendo su trabajo. Nada es silenciado. De hecho, todo parece más
fuerte. ¿El beso fue un error? Pero entonces, ¿por qué pareció tan
correcto en ese momento? He tenido suficientes besos en mi vida
(bueno, cuatro) para saber que lo que ayer pasó fue diferente. Especial.
Francamente impresionante. Mi mente se distrae de nuevo al momento
en la hierba, justo antes de la lluvia, cuando pude sentir su aliento en mi
pelo. Estoy a punto de perderme en la memoria cuando hago clic en la
realidad y me trae de vuelta. Al parecer, la sensación "diferente" era
que nunca había sido besada por accidente. Yo nunca había sido
besada por alguien que no quería volver a besarme. (Incluso Johnny
Cafferty, que tuvo que darme un beso por “gira la botella” en el
campamento de verano, quiso besarme. Se lo dijo a Phoebe y ella
empujó la botella en el último segundo para que cayera sobre él.)
¿Cuándo voy a entender algo sobre el amor?
Entre Mark, Chris y Jason, sigo haciéndolo mal. Mark es un sueño,
Chris es un misterio y Jason un error. ¿O tal vez todos son errores? Ni
siquiera los conozco.
Entonces me golpea: todo este tiempo, Chris ha estado pidiendo
verme, conocerme. Y yo sigo rechazándolo. ¿Por qué? Porque tengo
miedo y eso es una razón estúpida para huir de alguien a quien en
realidad le gusto, que en realidad se alegra de conocerme, a pesar de
que no sabe bien la verdad sobre quien soy.
Si la relación de mis padres me ha enseñado algo es que las cosas
no duran para siempre, que no pueden, por lo que no se debe perder ni
un solo minuto. La conexión es una cuestión del destino: si Chris resulta
ser mi predestinado, entonces no le importará que no sea una
supermodelo. Me amará de todos modos. Además, ya me ha
conocido. Papá siempre decía que una gran recompensa siempre
viene con un gran riesgo, y ya es hora de que corra riesgos.
Nado hacia el borde de la piscina, donde he dejado mi toalla y
mi teléfono. Levanto la tapo y tecleo un mensaje nuevo a Chris.
¿Qué tal esta noche? —J
Hago clic en enviar, entonces cierro mi teléfono y me sumerjo en
otra vuelta para castigarme. Estoy a mitad de camino cuando me doy
cuenta de que hay alguien parado en el borde de la piscina, justo al
final de mi carril. Subo en busca de aire, retirando el agua de mis ojos.
—¡Julia!
184
Imposible. Parpadeo varias veces, dándome cuenta de que debo
tener una gran cantidad de cloro en los ojos. No puede ser. Estoy
soñando.
—¡Qué casualidad encontrarte aquí! Había
completo que los junios estabais alojados en este hotel.
olvidado
por
Mark Bixford, el hombre de mis sueños, el predestinado original,
está de pie en la terraza de la piscina, sonriéndome.
185
19
Tres son Multitud... Incluso si es una
Multitud Real.
Traducido por Anelynn y SOS Joseee96
Corregido por LuciiTamy
Ya estás. En encuéntrame en el @Mercado Camden esta noche
para conseguir algo de vino caliente con canela & vagabundear? —C
M
i teléfono timbra con un nuevo mensaje, pero estoy muy
pasmada para mirarlo. O tal vez es solo mi cerebro
timbrando—alguna alarma interna se apaga. ¡DAEJ!
¡DAEJ!
—¡Qué... qué estás haciendo aquí! —exclamo. La combinación
del duro ejercicio y el shock me hace sonar balbuceante y chillona. Me
agarro de un lado de la piscina, descansando mi barbilla en el borde,
tratando de ocultar tanto de mi cuerpo como me es posible. Mi traje de
baño Day-Glow del equipo de una pieza que no tiene exactamente un
gran atractivo sexual.
—Uh, bien, escuché que había una piscina en el techo, así que
imaginé que podría venir aquí arriba y echarle un vistazo —dice él,
encogiéndose de hombros.
—Quise decir en Londres —digo. Todavía estoy parpadeando el
cloro fuera de mis ojos, pero no parpadeo muy rápido, en caso de que
él sea algún tipo de milagro y que podría accidentalmente alejarlo.
—Llamaron a mi papá en último minuto para cubrir la semana de
la moda —explica, y recuerdo que su padre es una especie de grancosa como fotógrafo. No solo se ha extendido con frecuencia en
Vogue y Harper's, sino él se ofrece como voluntario para fotografiar a
pacientes con cáncer en el hospital para niños. El dona una sesión de
fotos para la subasta de caridad PTA Newport North cada año.
Obviamente, el Senior Bixford ha transferido su genialidad a su hijo.
186
—Desde que no tengo planes para las vacaciones de primavera,
me trajo con él. Me imaginé que una aventura en Londres sería
divertida.
—Pero pensé que el hotel no estaba abierto todavía. Para los
huéspedes regulares, quiero decir —Como si eso siquiera importara
ahora mismo, Julia. Tú eres una asistente convencional.
Pero Mark no rueda sus ojos o manda una broma. Sólo asiente y
explica que su papá conoce al hermano del esposo de la Señora
Tonnison (o lo que sea), también, a intercambiar algunas fotos para
colgarlas en el comedor del hotel, los Bixords se están quedando en el
hotel por el resto de la semana.
Un temblor pasa a través de mi cuerpo, y repentinamente
comprendo que Mark Bixford, mi DAEJ, está parado aquí, y yo estoy en
una piscina. Pongo mis manos arriba en el borde de la piscina y
comienzo a impulsarme derecho hacia arriba sobre la plataforma. Estoy
a la mitad del camino de salir del agua cuando me golpea que estoy a
punto de pararme en frente de Mark Bixford, mi DAEJ, usando un
mojado traje de baño. El horror me manda hacia atrás y caigo de golpe
en la piscina, el agua salpica sobre los perfectos tenis blancos de Mark.
Tengo un momento cuando pienso en quedarme en el fondo de
la piscina hasta morir... o hasta que Mark se marche, cualquiera que
venga primero. Pero eso solo dura un minuto antes emerja de regreso a
la superficie, jadeando por respirar.
—¿Necesitas ayuda? —Mark se agacha y me ofrece una de sus
manos. Necesito un par de jeans y una sudadera. Y posiblemente una
lobotomía, porque mi cerebro está, como congelado por el shock.
Agarro su mano y él me jala derecho hacia arriba sobre la
plataforma en un movimiento fluido. Puedo sentir sus ojos en mí en los
lugares donde solo imaginaba que los ojos de Mark Bixford irían. Estoy
simultáneamente horrorizada de estar usando el traje de baño de mi
equipo y agradecida de que no estoy usando un diminuto bikini. Cruzo
mis brazos frente a mi pecho, y luego los suelto a mis costados. Cruzo mis
manos en mi cintura. Debo lucir como que estoy haciendo alguna clase
de Macarena medio-desnuda, así que me sumerjo pasando a Mark por
la toalla que dejé antes de entrar en la piscina. La envuelvo en mí como
una capa.
—Yo, uh, bueno... —murmuro, rezando para que mi cerebro
emerja desde su niebla aguada y empiece a funcionar realmente—. Me
dirijo hacia la planta baja. Necesito vestirme.
—Iré contigo —dice. Me sigue hacia el elevador y brinca en frente
a mí para golpear el botón.
El elevador repica en cada piso. El sonido es alto, nítido y de
alguna forma alegre, una señal de que algo excitante está a punto de
187
empezar. No puedo creer que Mark esté realmente aquí hablando
conmigo, no solo porque él cree que debería. Tengo que dejar de
echarle miradas furtivas para estar segura de que no es un sueño.
Espero que no lo note.
Me concentro en no mirarlo fijamente, y tampoco trato de pensar
sobre el silencio extendiéndose entre nosotros. No hablaré, porque si
hablo, lo echaré todo a perder. Hay agua en mi oreja izquierda, puedo
sentirla, pero me rehúso a tratar de sacudir el agua. No voy a empezar a
dar saltitos arriba y abajo como liebre torcida en frente de Mark.
Mark está aquí.
Sigo repitiéndolo una y otra vez en mi cabeza, pero todavía no se
siente totalmente real. Quiero pellizcarme. O a él. O a ambos. O hacer
que él me pellizque a mí.
Debo de haber conseguido agua en mi cerebro.
Miro fijamente hacia las puertas de metal del elevador, las cuales
reflejan la imagen de Mark parado junto a mí. Él está inclinado contra la
pared del fondo del elevador, sus brazos cruzados sobre su pecho. Sus
mangas estaban enrolladas hacia arriba, y yo no puedo parar de mirar
su piel bronceada. Hay algunas pecas salpicadas a lo largo de su brazo.
Quiero recorrerlas con mis dedos desde la primera a la siguiente,
trazándolas como algún tipo de constelación.
Mark está aquí. Y hablando conmigo. ¡Conmigo!
—He oído que tuviste algo, um, de nerviosismo en el vuelo —dice,
arqueando una ceja.
—Oh sí, el vuelo estuvo muy movido —respondo—. ¿Cómo lo...
Antes de que pueda terminar la pregunta, el elevador repica dos
veces para indicar que hemos llegado a mi piso, y mientras las puertas
se deslizan abiertas, el reflejo de Mark desaparece... y es reemplazado
por la vida-real Jason, quien está esperando entrar en el elevador.
Su termal verde oscuro tiene un agujero cerca del dobladillo y las
mangas que están todas extendidas sobre sus dedos. Su cabello
desordenado parece estar montando un escape debajo de su gorra de
béisbol torcida.
Los ojos de Jason se mueven rápidamente de un lado al otro de
Mark a mí, de mí a Mark.
—¡Hola! —grito, totalmente muy alegre. Me apresuro a pasarlo
antes de que él pueda hacer algo que me avergüence, y Mark me
sigue hasta el corredor.
—¡Oye! —dice Jason, girando para enfrentarme, sin embargo
mantiene sus ojos en Mark. Ahora que puedo verlos parados uno en
frente del otro, no puedo creer que he salido con Jason si quiera. Dos
segundos. Mark es perfecto. Jason tenía razón: el beso fue un error.
188
La expresión de Jason es difícil de descifrar. El luce muy calmado.
Desafortunadamente, parece como el tipo de calma que viene antes
de un tornado que azota atravesando tu ciudad y deposita tres vacas y
una Pizza Hut en la parte superior de tu casa. Siento que mi cuerpo se
tensa mientras espero por la inevitable nube embudo.
Mark, para su crédito, está distraído.
—Hola, hombre, me da gusto verte —dice Mark, y ofrece su
mano.
Jason la ve por un momento antes inclinarse por un de esas
maneras medio-choca los cinco, medio-abrazo y palmada-en la
espalda de los chicos en los que parecen ser muy buenos.
Jason le da un golpe seco tan fuerte en la espalda que creo que
oigo que se escapa un bajo "ugh".
—A mí también hombre —contesta Jason, con un ligero sarcasmo
en su voz.
Jason se gira hacia mí.
—Así que, compañera, yo solo te estaba buscando. Tenemos a
esa tarea de espacios-abiertos, así que estaba pensando que
podríamos ir al Jardín Covent. Tú sabes, a oler algunas flores y esas
cosas.
—En realidad no es un jardín —contesto.
—¿Qué? —Jason luce desconcertado.
—Es una zona para ir de compras —digo. Doy un vistazo hacia
Mark con nerviosismo. No quiero que piense que soy alguna clase de
aburrida sabelotodo. Por suerte, él no parece estar prestando
atención—. Ahí están los mercados y la Casa de la Ópera Real y cosas.
—Lo que sea —dice Jason. Se coloca entre Mark y yo—. ¿Quieres
ir?
—Realmente no encaja con la tarea —respondo, incómoda
reajustando mi capa-toalla.
Mark mira su reloj. Se mueve fácilmente rodeando a Jason, y yo
prácticamente me derrito en un charco cuando él me sonríe.
—Me dirijo hacia el Parque Hyde en pocos minutos. Mi papá está
haciendo una sesión de fotos, y quiere que me encuentre con él.
Puedes venir conmigo si quieres.
Tengo una pequeña, pequeñísima astilla de un momento cuando
parece que Mark Bixford podría estar pidiéndome salir en una cita, pero
Jason rápidamente zapatea su pie en esa esperanza y sueño.
—Eso suena genial —dice, un pesado y fingido entusiasmo gotea
de sus palabras—. ¿No crees que eso suena genial Julia? Casi, no lo sé,
¿cómo que es el destino?
189
Le disparo una mirada de advertencia a Jason, y el parece recibir
el mensaje: No lo hagas. Solo. No lo hagas. Quiero golpear esa
arrogante sonrisa fuera de su pecoso rostro, pero en su lugar tomo una
profunda respiración y le sonrío a Mark.
—Sí, eso sería divertido —digo, esperando que mi voz suene
apropiadamente entusiasta sin mucho de un matiz de ¡OH DIOS MÍO SÍ
POR FAVOR AHORA MISMO!—. Iré a ponerme algo de ropa —digo.
—¿Estás segura? —Mark me sonríe y levanta sus perfectas cejas—.
Estoy seguro que la gente de Londres amaría verte de turista en tu traje
de baño. A mí ciertamente no me importaría.
Jason le lanza una mirada irritada, pero realmente no me importa,
porque en este momento, mil pequeñas Julias Lichtenstein están dando
volteretas en mi cerebro. Él no solo está hablando conmigo; ¡está
coqueteando conmigo!
—Solo apresúrate, ¿vale? —Dice Jason—. No quiero esperar todo
el día para que encuentres el atuendo perfecto.
—Sí, porque eso suena como yo —susurro. Realmente no quiero
empezar una pelea con Jason ahora mismo. No sé qué estimula este
repentino interés en el chico que ha ocupado el 94.32 por ciento de mi
cerebro desde que se mudó de regreso a Newton. Todo lo que sé lo
que sea que esta nueva realidad en la que me he involucrado es, que
me preocupo que se mantenga junto por palitos de paleta y por viejas
bandas de goma. No estoy a punto de pelear con Jason y perturbar
este delicado suceso milagroso.
—Bueno, apresúrate, ¿vale? Quiero continuar —dice Jason.
Golpea un botón para llamar al elevador otra vez. Un repique señala su
llegada. Las puertas se deslizan abiertas, y Jason entra—. Te encontraré
en el vestíbulo.
—Iré contigo —dice Mark, lanzando sus brazos dentro de las
puertas del elevador cerrándose. Estas suenan de regreso abiertas y
Mark entra—. Tomaré algunos bocadillos para el camino. ¿Algo para ti,
Jules? No sé si ellos hacen Starbucks en Reino Unido.
El elevador se desliza cerrándose antes de que pueda responder,
lo cual es probablemente bueno. No habría sido capaz de hablar de
cualquier forma. Estoy muy ocupada dando saltitos arriba y abajo,
haciendo un baile feliz, mis manos sobre mi cabeza, mi cabello mojado
batiéndose de un lado a otro.
La primera cosa que hago cuando regreso a mi habitación es
darme una pasada en el espejo. Mi cabello está colgando en pesadas
y mojadas ondas, pegándose a mis hombros, aglomerado cabello
castaño. Mi traje no se ha subido en ningún lugar vergonzoso, pero aún
así, un Speedo no es un atuendo que escogería para mi primera
conversación con Mark Bixford en cinco años. Resisto la urgencia de
190
poner el Skype con Phoebe ahora mismo
que Mark está hablando conmigo, Mark
(bueno... algo así). Tengo que estar en la
cinco minutos, así que nuestra sesión de
hasta después.
y chillar a través del internet
va a ir a una cita conmigo
planta baja en cómo, hace
chismes tendrá que esperar
Me cambio en un tiempo record, optando por dejar que mi
cabello se seque con el aire y esperando a que no convierta en una
loca bola encrespada. Mientras me cepillo los dientes, cierro mis ojos y
veo su sonrisa cuando dice mi nombre. Veo ese diente que se extiende
encima de otro diente, haciéndolo lucir solo un poco más—no sé—
mortal. Quiero decir, suena como que él recordó nuestra boda. Y sonrió.
¿Qué más posiblemente podría importar ahora mismo?
Cuando llego al vestíbulo. Localizo a Jason y Mark sentados en
frente uno de otro en sillones orejeros. Llego a tiempo para escuchar el
final de su conversación. Jason está mirando hacia el bar, donde un
grupo de modelos solitarias, que parece que se detuvieron por una
bebida a media tarde.
—Parece como que hay muchas presas fáciles alrededor para ti
—dice Mark. Asqueroso. No quiero saber nada sobre las "presas" de
Jason. No puedo creer que en realidad lo dejé besarme.
Tan pronto como el pensamiento viene a mí, aunque, la sensación
de su beso en el césped surge atravesándome como un shock
eléctrico. Repentinamente siento mucho calor, con el tipo de calor que
trae pinchazos de sudor directo a tus sienes. Jadeo y tengo que darle a
mi cabeza una pequeña sacudida para conseguir que la imagen se
aleje.
El ruido alerta a los chicos de mi presencia, y ellos levantan la vista
hacia mí.
—¿Listos? —pregunto un poco muy alegremente.
—Uh-huh —gruñe Jason, y comienza a ir hacia la puerta sin
siquiera echar un vistazo en la dirección de Mark. No es el mejor
comienzo.
Nos toma veinte minutos para caminar de la entrada al Parque
Hyde, y cada minuto es agonizantemente incómodo. Mark trata de
hacer una conversación sobre Londres; Jason resopla y rueda sus ojos
como respuesta; y para compensar, termino por actuar como si cada
palabra que sale de la boca de Mark es una joya cagada por una
princesa hada. Estoy peligrosamente al borde de recrear las técnicas
de coqueteo ridículo de Susan.
Si nada más, por lo menos el clima parece estar cooperando. La
Sra. Tennison parecía tan orgullosa de su pequeña tarea de "espacios
abiertos", designada para llevarnos a unos de los más famosos parques
de Londres y fuera de los bares y boutiques de los que mis compañeros
191
de clase están tan interesados. Después de los últimos dos días de lluvia,
estaba comenzando a pensar que nuestra tarea de espacios-abiertos
iba a ser un desastre épico.
Respiré un enorme suspiro de alivio cuando finalmente llegamos al
Parque Hyde, porque espero que eso signifique que tendremos algo
concreto para hablar. Tal vez incluso podamos deshacernos de Jason.
Excepto, claro, no puedo. Quiero decir, no debería. Porque eso es
contra las reglas. Y yo no rompo las reglas.
Excepto con Jason.
Puedo sentir las manos de Jason en mi cabello otra vez, sus labios
en los míos, y estoy jadeando por respirar.
—¿Estás bien, Jules? —pregunta Mark, deteniéndose para aliviar si
necesito una palmada en la espalda o boca a boca (Um, ¿tal vez?)
—Estoy bien —contesto—. Yo solo, uh, me tragué un insecto, creo
—Oh Mi Dios. ¿De verdad acabo de decir eso? Mark va a pensar que
soy asquerosa.
Afortunadamente, se ríe.
—Tragar puede ser un peligro —dice, como si estuviéramos
compartiendo alguna clase de broma interna. Me relajo otra vez,
agradecida con él por hacerme sentir aliviada.
Jason, por otro lado, definitivamente no está haciéndome sentir
aliviada. Él está acechando a un metro por delante de nosotros, sólo lo
suficientemente lejos para lucir deliberadamente grosero, pero no lo
suficientemente lejos para que nosotros podamos platicar con libertad
sin que se entrometa. Solo sé una forma para distraerlos de la
incomodidad, así que salgo hacia adelante y comienzo a hojear las
páginas hasta que encuentro la lista del Parque Hyde, la cual marqué
con un azul Post-it la primera vez que leí este libro de regreso en Boston.
—De acuerdo con la guía turística, el Rincón del Orador está
realmente cerca por… —digo, mis ojos pegados a la página.
—¿Qué es eso? —pregunta Mark, mirando encima de mi hombro
hacia el libro.
—Es un espacio al aire libre para debatir —digo, tratando de
ocultar el hecho que su cercanía está prácticamente dándome
palpitaciones en el corazón—. Cualquiera puede pararse y hablar
sobre... bueno, de cualquier cosa.
—Creo que tú deberías hablar, Julia —dice Jason, girándose para
dispararme otra indescifrable mirada—. ¡Creo que deberías
deslumbrarnos con tus teorías del DAEJ!
Por poco dejo caer mi libro.
192
—¿Qué es DAEJ? —pregunta Mark, mirando más cerca encima
de mi hombro como si fuera a encontrar la respuesta en mi Guía hacia
Londres de Frommer.
—¡Oh! Es... uh... solo esta cosa. De estudios Sociales —digo
rápidamente, mi mente corriendo para sacar tres pequeñas palabras—.
Es la… Distribución de… Acciones… Ejemplares para…. Judíos. O como
es más comúnmente conocido, el DAEJ.
Jason estalla en carcajadas. Podría matarlo ahora mismo. Desde
que estoy muy segura que el homicidio es tan ilegal en este lado del
océano, me giro en mis tacones y empiezo a caminar en dirección
contraria, recortando a lo largo del césped y hacia el Rincón del
Orador. Estoy feliz ver que Mark me sigue.
El Rincón del Orador me recuerda un poco de regreso a casa al
Público de Boston, sin los guías turísticos usando prendas de la Guerra de
la Revolución. Varias personas están merodeando alrededor en el
espacio. Algunos oradores están parados en literales cajas de jabón,
otros en sillas. Algunos han construido elaboradas carteleras; algunos
están ondeando carteles; otros están gesticulando ampliamente.
En un lugar del camino, inclinado contra una cerca, está un
hombre manifestándose en contra de la sobrepoblación. Directamente
frente a él está un desaliñado estudiante de universidad parado en un
taburete, tratando de convencer a los turistas que pasan sobre las
virtudes de la dieta vegetariana. Los corredores pasan volando atreves
de la multitud, con los auriculares fijados firmemente en sus orejas, y las
madres con hijos dándose prisa tan rápido como pueden. Pero muchas
personas se han detenido a escuchar. Ocasionalmente, la gente les
grita de regreso a los oradores. Algunos chicos siguen gritando.
—¡Me volvería vegetariano si el tocino creciera en los árboles,
colega!
Nos aplastan entre la multitud. La mayor parte de lo que he oído
sólo parece terco, reaccionario, o francamente loco. Empiezo a sentir
tensa la piel y un rastreo de incomodidad. No me gustan las multitudes,
y no me gusta gritar... lo que significa que definitivamente no me gustan
las multitudes gritando. Empiezo a sentirme un poco mareada: la marea
de voces hace girar mi cabeza.
Miro por encima del hombro para asegurarme de que Mark y
Jason están todavía cerca, y mi espalda se gira, me encuentro con
alguien. Golpeo a mí alrededor para ver a un hombre calvo con un
traje raído de pie en silencio en medio de la ruta. Él sostiene un cartel,
completamente blanco, con letras mayúsculas en negrita negro. Dice
No le crea a nadie, incluyéndome a mí.
—Lo siento —murmuro, pero no dice nada. Él sólo me da un poco
de una sonrisa escalofriante.
193
—Julia, ¿estás bien? — Mark aparece detrás de mí, una mano en
la parte baja de mi espalda. El calor de su toque me parece anclarme
a la realidad de nuevo y me atrae de vuelta al presente.
Mark está leyendo la frase del hombre, también.
—¿Qué quiere decir? —Se pregunta.
Una vez más, el hombre se limita a sonreír en respuesta.
Jason aparece en mi otro lado.
—¿Qué pasa?
—Nada, yo… yo quiero salir de aquí —le digo. Empujo más allá del
hombre y de su señal, y me pongo rápidamente para el final de la ruta
en la esquina del orador termina y comienza el resto de Hyde Park. Mark
anda en pos de mí, y Jason le sigue.
—¿Qué fue todo eso? — Jason pregunta.
—Yo no estaba en él —le digo, que es el eufemismo del siglo—.
Hay demasiada gente.
—Y gritos —dice Mark.
Jason se encoge de hombros.
—Yo como que lo entendí. Sobre todo ese tipo pasado —Jason
mantiene los ojos fijos en el suelo, pateando piedras cada pocos metros.
—Un eslogan inteligente.
—Realmente no lo entiendo —le digo. Tengo que dejar de lado la
torpeza de no correrme a la derecha de él. Mark, que está caminando
a mi lado, mueve su mano en mi codo para estabilizarme—. ¿Qué va a
conseguir?
—Quiero decir, ¿qué es él? —pregunto. Me siento frustrada. Estoy
confundida por el mensaje críptico. Me siento como si hubiera una
broma en alguna parte y no estoy en esto. —¿‖No creo en nadie, ni
siquiera en mi‖? Es decir, ¿se trata de una declaración política? ¿Se
trata de un eslogan de fiesta?
—Probablemente fue una locura —dice Mark, encogiéndose de
hombros.
—Parecía el más cuerdo del montón para mí —Jason retorta,
luego toma el paso, para poner distancia entre nosotros.
—Todavía no lo entiendo —le digo. Tratando de aflojar el cuello,
le doy a mi cabello un batido. Está todavía un poco húmedo de la
piscina y se siente como que me está pesando, como si alguien puso un
jarro de agua fría en la parte superior de mi cabeza y me obliga a
caminar con una buena postura.
194
—Figuras —Jason llama por encima de su hombro. Entonces, de la
nada, se lleva a cabo una rueda de carro, allí mismo, en medio de la
ruta.
Casi tiro afuera, ¿Qué se supone que significa eso? pero de nuevo
me trago las palabras. Siento que un edificio zumbando en mis piernas,
como si quisiera nadar hasta llegar a la luna y volver. Tratar con Jason y
Mark está resultando demasiado estresante. Murmuro algo sobre la
necesidad de agua y muevo la cabeza hacia uno de los carritos de
comida pequeños estacionados en la zona. Doy el vendedor un surtido
de monedas de chocolate, y me entrega una botella de agua fresca,
goteando en el exterior que saco hacia afuera de la pileta de hielo. Me
giro y la mitad de la botella se ha ido.
—Tranquila, amiga, deja un poco para mí —Jason está de pie
junto a mí, y yo instintivamente miro alrededor para ver a Mark.
—Se fue al baño —dice, poniendo los ojos en blanco.
—Oh —le respondo, él se aleja, yo me disgusto y molesto que
Jason se dio cuenta que lo estaba buscando.
—En serio, ¿estás bien?
—Estoy bien —le digo. Empujo la botella medio vacía en sus
manos—. Al igual por qué te importa.
—Oh, no empieces —dice Jason , empujando de nuevo en mis
manos—. Termínalo tú. Parece que lo necesitas.
—¿Por qué estás haciendo esto? —Estallo. De repente, me siento
como si estuviera al borde de las lágrimas.
Los ojos de Jason parpadear. Por un momento, parece incierto.
—¿Haciendo qué?
—Hacer mi vida un infierno en un minuto, luego actuar como si te
importara la siguiente.
—No voy a actuar —dice. Toma la botella de mi mano, y bebe el
resto, y la arroja a la papelera de reciclaje, al pie de la carreta. Da un
paso en mi pequeño círculo de espacio personal, esta vez más cerca,
por lo que tengo que mirarlo a los ojos, tengo que inclinarme mi cabeza
en alto. Al levantar la mirada, su mano se acerca a acariciar mi barbilla.
Se inclina un poco, y el magnetismo del momento y sus intensos ojos
azules casi me tiran fuera. Su cabeza gira ligeramente a la izquierda.
Empiezo a inclinarme derecho a reunirse con él, pero el recuerdo de su
nota a Sarah viene golpeando de nuevo.
Doy un paso atrás rápidamente. Me tropiezo hacia atrás, casi
derribando una mujer de negocios en un traje negro nítido que está
rodando un maletín con ruedas detrás de ella. Murmuro una disculpa.
Jason toma mi codo y me lleva lejos de la señora de negocios, que está
a punto de tener un colapso completo en más de un roce que he
195
añadido a sus zapatos negros inteligentes. Me lleva fuera de la ruta y a
la hierba. Mantengo mis ojos en el suelo, centrándome en recubrir los
dedos de mis zapatillas de deporte a la perfección con el borde del
camino pavimentado.
—Eso no es una buena idea —le digo, después de lo que parece
una eternidad de silencio. Jason se inclina contra un árbol escuálido, y
me preocupa que él esté a punto de desplomarse o tirarlo al suelo.
—No es... —Sus ojos son oscuros. No puedo decir por su tono si se
trata de una cuestión o si él está de acuerdo conmigo.
—No —respondo, sin dejar de mirar mis zapatillas de deporte—.
Los dos sabemos que fue un error. No hay que repetirlo, ¿de acuerdo?
Jason está en silencio por un momento. Entonces dice: —Sí, claro.
—Sus puños han caído descuidadamente sobre sus ojos. Su mirada de
película pasa por encima de mi hombro, sin embargo, y cuando me
vuelvo, veo a Mark paseando por el sendero hacia nosotros.
—¿Qué sigue? —pregunta, mostrando esa sonrisa perfectamente
imperfecta.
—Más caminata —le respondo. Me dirijo a Jason, pero él ya está
por delante como un disparo, la ejecución de una serie de volteretas
por el camino. Normalmente, su conducta me molesta, pero hoy me
alegro de que al menos ponga una distancia entre nosotros. No sé qué
tipo de juego está jugando, pero no estoy interesada en participar.
Mark y yo a caminamos a lo largo del camino al lado del otro. El
silencio incómodo se extiende entre nosotros. Estoy muy nerviosa y
tímida en hacer una buena impresión que yo no sé ni qué decirle.
Pretendo inspeccionar la tierra a mí alrededor. Noto una pequeña
cicatriz debajo de su oreja derecha. Es perfectamente redonda, como
un pinchazo. Tengo una igual en la parte de atrás de mi cuello. La
cicatriz de varicela de cuando yo tenía cuatro años. Me pregunto si así
es cómo llegó a él, también.
—Me alegra que me junte con ustedes —dice, y ahora que ha
hablado conmigo, soy capaz de mirar directamente hacia él sin que
parezca como una enredadera—. No me gustaría si tuviera que estar
solo en este viaje aburrido.
—Estoy segura de que ibas a encontrar algo que hacer —le
respondo. Tengo que trabajar para mantener a mi voz, incluso. No
quiero traicionar la emoción que está burbujeando en mi estómago.
¡Está contento de él se reunió conmigo! Tengo en los pies hormigueo.
Siento que en cualquier momento podrían entrar en algún tipo de
número de Broadway bailando, patadas altas y todo.
—Claro —responde. Mientras caminamos, nuestros brazos se
balancean ligeramente, con mi mano y él la agarra—. Pero esto es
mucho más divertido.
196
Sonrío como un idiota, y para ocultarlo, me quedo mirando mis
zapatos, y luego mirar hacia el parque. Caminamos a lo largo del
camino, cogidos de la mano, y mi corazón se siente como que está
explotando de alegría.
MANOS-Cogidos-de-la-mano-de-la-mano-de-la-mano-Oh-mi-diosnos-está-SOSTENIENDO.
Delante de nosotros, Jason continúa haciéndose un idiota total y
absoluta de sí mismo. Salta por encima de bancos, da volteretas sobre
la hierba, y salta a aplastar a las ramas bajas de los árboles. Está toda
velocidad por el camino como un acorazado. Total. De vez en cuando
un peatón tiene que saltar fuera de su camino para evitar ser aplastado
por la desconsideración S.S. Se siente como si Mark y yo estamos a
cargo de un hiperactivo de ocho años de edad.
El camino se abre, revelando un gran estanque a nuestra derecha
(gracias a Dios, ocas-fuera). El paisaje señala de nuevo a los recuerdos
de casa, de caminar a lo largo del río Charles con mis padres,
acariciando perros que pasan y alimentar patos. (Los patos son
pequeños y lindos. Gansos son enormes y malos. Diferencia mayor.)
Delante de nosotros, Jason se detiene y examina la escena.
—Como en casa, ¿eh? —Vuelve a llamar. Él hace una doble
toma cuando ve a Mark y yo cogidos de la mano, está en shock, tal
que sus pecas parecen dispuestos a saltar de la cara. Por alguna razón,
me siento increíblemente culpable.
Mi reacción inmediata es la quitar mi mano de Mark y agarrar mí
guía, ansiosamente pasando las páginas hasta encontrar nuestro lugar.
—Se llama la Serpentine —le digo mientras leía el texto en negro
pequeño. Una pequeño imagen negro y blanco acompaña a la
propaganda, y lo estudio con atención, esperando que ninguno de los
dos pueda decir cómo me siento incómodo.
—Es un nombre bastante increíble —dice Mark, dando un paso a
la orilla del agua—. ¿Tu libro dice de dónde viene? ¿Está lleno de
serpientes?
—¡Maldita sea! —Jason exclama. Se sube encima de un banco,
equilibrando peligrosamente en la espalda, luego arroja sus brazos, se
golpea el pecho y grita—: ¡He aquí el Serpentine! —Sus brazos y los ecos
de su voz sonando a través del agua. Me toma unos pasos llegar a él.
Una pareja de ancianos nos está pasando, y yo les disparo una sonrisa
de disculpa, que espero que les comunique algo en la línea de lo
terrible de ver la locura en alguien tan joven, estoy seguro de que su
cuidador le traerá de nuevo al asilo pronto.
—Um, mi libro no dice de dónde surgió el nombre, aunque se
menciona que las personas, mientras que tienden a llamar a todo el
197
cuerpo de agua de la Serpentine, que en realidad sólo se refiere a la
parte oriental del lago.
—Fascinante, Lame libros —dice Jason. Salta desde el banquillo,
aterrizando duro justo en frente de mí—. Simplemente fascinante. Pero
tengo una idea. ¿Por qué no te tomas tu nariz fuera de tu libro y
realmente ves en la maldita cosa?
Se ríe, y yo cierro el libro. No quiero que Mark piense que soy una
total nerd, y no me gusta Jason haciéndolo reír de mí. Lucho con mi
bolsa de mensajes para conseguir el libro en su lugar adecuado entre
mi caja de lápices, cartera, teléfono y copia de Orgullo y Prejuicio, pero
la bolsa es la colocación de una pelea. Me acerco a un banco
cercano y me tiro hacia abajo en el asiento, donde por fin estoy capaz
de hacer que todo encaje en su posición original otra vez.
—Eso está mejor —dice Jason, su amplia sonrisa más una burla
que un estímulo. Se quita, saltando por encima del banco y dando
volteretas sobre la hierba.
—Jason, ¿puedes parar? —le digo con los dientes apretados—. Yo
realmente no quieren arrastrarte al hospital cuando te rompas el brazo.
—Oh, vamos, Jules —dice, su voz cargada de sarcasmo—.
Relájate. ¡Pasa un buen rato! —Se vuelve a Mark con complicidad y
tapa-susurra detrás de su mano—: Nuestra niña es bastante
planificadora. En serio. Tú debes preguntarle acerca de sus planes. Sus
planes a largo plazo. Ella definitivamente tiene algunos.
—¿Sí? —Mark tiene un aspecto ligeramente desconcertado.
Empiezo a tener miedo que Mark se conectará con la locura de Jason
conmigo, así que pongo los ojos expresivos para demostrar que no
tengo ni idea de lo que está hablando de Jason.
—Por supuesto —Jason levanta los brazos por encima de su
cabeza para ejecutar otra voltereta. Me da un guiño, luego arroja su
cuerpo de cabeza en el suelo. Cuando él rueda más y aparece de
nuevo en sus pies, puedo ver de inmediato que tiene un momento.
Empieza a caer hacia atrás, pero sus pies se mueven en este loco correr
para no caer de culo, con los brazos balanceándose como un molino
de viento fuera de control. Trato de dar un paso fuera del camino, pero
antes de darme cuenta, terminamos en un abrazo de oso loco y me
está llevando de mis pies... directamente al estanque.
Trato de gritar, pero rápidamente cierró la boca a medida que
vamos cayendo bajo la superficie. Inundaciones de agua fría tapan mis
fosas nasales, encontrando empapada de agua en cada parte de mi
ropa. Hago estallar de nuevo a mis pies. Jason se ríe duro con el agua
del estanque podrida, luchando por estar en lo más hondo de barro.
—¿QUE ESTA MAL CONTIGO? —grito, empujando de nuevo Jason
duro en el estanque.
198
—Pensé que te gustaba nadar —dice. Finge un estilo espalda
mientras yace en el agua.
—Tu. Eres. Increíble —me ahogo.
—Vamos, Jules. —Hay una hoja de cubierta sobre su frente, y él
está luchando por contener la risa—. Fue un accidente.
Estoy tan triste, mojada y enojada que no puedo ni hablar. No
puedo creer que esta sea la segunda vez hoy que Mark me ha visto
completamente empapada. Yo no quiero ni pensar en las cosas locas
que mi pelo está haciendo. No quiero nada más que ahogar a Jason
aquí en el estanque. O por lo menos darle una buena patada en los
dientes. Trato de pisar fuerte con enojo fuera del estanque, pero mis
pantalones vaqueros y zapatillas de deporte son tan pesadas con agua
que apenas puedo levantar mis piernas. Las mangas de mi jersey
empapado cuelgan ahora muy por debajo de mis manos, y el
dobladillo está cediendo cerca de mis rodillas.
Hago unos cuatro pasos antes de pisar el borde alargado de mis
empapado vaqueros y caer delante de bruces de nuevo en el agua.
Mientras lucho por ponerme de pie, puedo escuchar Jason reír detrás
de mí.
No puedo creer que yo estaba confundido alguna vez acerca de
su lugar en mi vida. El único sentimiento que alguna vez tenga por Jason
Lippincott es total y absoluto odio.
Mark está de pie en el borde del estanque, sosteniendo mi bolsa.
A diferencia de Jason, no se está riendo. Se ve afectado.
—Jesús. ¿Cuál es tu problema? —Grita a Jason. Entonces, para
mí—: Te debes estar congelando, Julia.
Yo camino (con cuidado) a través del agua a unos cuantos pasos
antes de que Mark se acerque y me ofrezca su mano. Cuando estoy de
vuelta en tierra firme, llego arriba y escurro mi pelo.
—Toma, ponte esto —dice, quitándose su verde bosque de lana y
manteniéndolo fuera para mí. Me pongo mi propio suéter y tiro la lana
en mi todavía húmeda camiseta. No es un día frío, pero hay una brisa
fresca, y caminar de regreso al hotel con la ropa mojada
probablemente daría lugar a la gripe.
Recuerdo de pronto mi mamá en el lado de la carretera, la
hinchazón de los tobillos, cuando mi papá sacó el coche a ella. Esto es
todo. Mark me está cuidando. La idea me calienta tanto como la
chaqueta Mark.
Detrás de mí, Jason finge un buceo cisne en el estanque y grita:
—¡Vamos, Julia! ¿No quieres estar aquí?
La suavidad de la chaqueta de Mark, todavía caliente de su
cuerpo, y el olor enmaderado que impregna sirve para bloquear la ira.
199
Pongo mis manos en las mangas, tiro el cuello alrededor de mis mejillas,
y tomo respiraciones profundas y relajantes.
—¿Mejor? —Se pregunta. Asiento con la cabeza—. Mira, ¿por qué
no nos dirigimos de nuevo al hotel para que puedas entrar en calor y
secarte? Voy a llamar a mi padre y decirle que me encuentre un poco
más tarde.
—Está bien —le respondo—. Si estás seguro de que no le importa...
—Definitivamente no me importa. —Mark pone su brazo alrededor
de mí, tirando de mí a su lado y frotando mi espalda para mantener el
calor.
—Oye, ¿a dónde vas? —dice Jason en voz alta. Todavía está
tratando de salir del agua.
Mark gira a su alrededor.
—No es asunto tuyo. —Me apoyo en Mark. En este punto, no me
importa si me meto en problemas. No me importa si me arranca el viaje,
mientras yo no tenga que gastar un solo segundo con Jason añadido en
estos momentos.
No es hasta que estamos de vuelta en la cuadra del hotel que me
acuerdo que iba a organizar una reunión con Chris. Me detengo un
poco, con pánico en el pecho.
—¿Todo bien? —Mark pregunta, y una vez más su preocupación
sirve para liberar cualquier tensión que siento.
—Sí, está muy bien —le respondo—. Me olvidé de hacer algo,
pero, eh, no es gran cosa.
De vuelta en el hotel, me subo al ascensor y luego se detiene en
seco, pero estoy un poco elevada. Miro hacia arriba para ver a Sarah,
la cual me mira de arriba a abajo. Ni siquiera puedo imaginar lo que
debe pensar, yo empapada y completamente vestida, goteando todo
sobre la alfombra carmesí de felpa. Ella prácticamente tiene una gran
toma, sin embargo, cuando sus ojos la tierra en Mark. Ella da un codazo
a Evie, junto a ella, y ni siquiera tratan de ocultar que ella señala a mí,
aunque yo estoy mirando directamente hacia ella.
—Hey, ¿así que está bien si te dejo aquí? Quiero tomar un bocado
para comer —dice Mark, inclinando la cabeza hacia el bar, donde Evie
y Sarah siguen mirando.
—No, eso está bien —le respondo—.Yo podría ir contigo, si quieres.
—No, tienes que cambiarte —dice Mark, dando unos pasos hacia
atrás—. Voy a estar bien.
—Está bien —le digo, tratando de no traicionar a mi entusiasmo
por la tarde se derrite en mis zapatillas de deporte—. Bueno, al menos te
voy a dar el suéter.
200
—No te preocupes por eso —dice Mark—. Voy a llegar por ti más
tarde.
Y así, siento que alguien está tocando un bombo en mi pecho.
¿Más tarde? ¡Él quiere verme más tarde!
—¡Sí! ¡Más tarde! —le digo, pero Mark ya está partida en el bar,
donde Evie le está dando una de esas sonrisas de animadora y Sarah se
le agita de nuevo. Gag. Yo me meto en el elevador y tiro del cuello del
paño grueso y suave hasta alrededor de mi cara, respirando el olor
enmaderado de él. Pasó su día conmigo. Él me salvó.
De vuelta en mi habitación, saco mi teléfono, dando una vez más
el universo unas enormes gracias porque mi bolsa no se fue al estanque
conmigo. Abro la tapa y garabateo un texto rápido a Chris, pidiendo
disculpas por excusarme. Sólo cuando llego a la parte excusa, me doy
cuenta que no puedo decirle que estaba de gira por Londres con mi
enemigo y mi DAEJ. Pero como mis pensamientos permanecen en Mark
y su llegada a Londres para la semana de la moda, vengo con la
excusa perfecta.
¡No puedo esta noche!
La sesión fotográfica se hizo larga.
¿Otra vez será? –J
201
20
Malabares
Traducido por becky_abc2
Corregido por Jessi Redondo
Parece como si tu vida fuera picante. Afortunadamente me gustan
las cosas picantes... Si las cosas se mantienen tranquilas, hay que
intentarlo de nuevo —C.
E
strecho mis dedos en el extremo de mi tenis y agito el pie.
Hay una pequeña roca en mi zapato que ha estado
bailando en mis dedos toda la mañana. Cada cuarto o
quinto paso que doy creo que finalmente se ha ido, y entonces vuelve
otra vez, ahí está hurgando en el fondo de mi pie. Lo sacudo, siento la
piedra que empieza a moverse un poco, entonces lo muevo más fuerte.
La mañana es fresca y ventosa, así que me puse mi rompe-vientos
púrpura.
Hemos estado caminando toda la mañana, recorriendo primero
el London Pavilion y el Teatro Criterion. Todavía no hablo con Jason y
cada vez que viene dentro de un radio de diez metros, maniobro a
alrededor de mis compañeros para evitar que la Sra. Tennison nos
mande a
explorar el resto de Piccadilly Circus (que para mis
compañeros significa comprar). Todo en lo que puedo pensar es cuánto
no soporto a Jason.
Bueno eso y Mark. No puedo dejar de pensar en Mark desde que
me dejó en el vestíbulo anoche. He soñado toda la noche con él,
pensando en él en todo momento hasta que me desperté,
imaginándolo mientras me cepillaba los dientes y cuando me lave la
cara, e incluso lo tuve en cuenta cuando me puse mi ropa. Es por eso
que llevo mi rompe-vientos púrpura. Mark tiene uno igual, solo que
verde bosque. Lo lleva casi todos los días, excepto en días de lluvia
cuando viste su chaqueta de lluvia de la Patagonia. Cuando hace frío,
viste su chaqueta verde abrigadora, pero hoy no, ya que esta doblada
cuidadosamente en mi almohada en el hotel.
202
Uh-oh. Definitivamente soy peor que Susan. Sueno como una loca
acosadora.
Miro alrededor en busca de un lugar para sentarse, pero hay
gente en todas partes. Comienzo a codear mi camino entre la multitud.
Todos van en la misma dirección. Me pregunto qué es lo que están
buscando. Soy demasiado baja para ver sobre el gentío. Oigo algunas
personas gritando, y cada pocos segundos todo el grupo explota en un
estruendo de risas.
—Disculpe —digo pegando mi hombro entre dos señoras de
edad, sus gorras adornadas con peonías gigantes de seda. Al pasarlas
accidentalmente doy un codazo a la que lleva pantalones de poliéster
azul y comienza a maldecirme en lo que suena como alemán.
Miro al suelo, puedo ver algunos espacios libres a través de las
piernas de la línea de los hombres delante de mí. Podría ser mi lugar
para sentarme, me agacho y en encuclillas paso pero mi bolsa es
atrapada por una cangurera, y tropiezo hacia adelante en el
pavimento abierto.
Mi bolso se destraba de la cangurera, cayendo hacia adelante
como frijoles hacia mí, mis gafas de sol me noquean la cara.
—¡Excelente un voluntario!
Empujo mis gafas de sol encima de mi cabeza y sacudo el pelo
de mi cara. Estoy sentada en el piso en el centro de un círculo de
turistas. La única otra persona en medio de la multitud es un hombre
pequeño con canas escuálidas. Su cara es larga y se ve aún más viejo
con su piel envejecida flácida alrededor de la barbilla. Lleva el tipo de
mallas pegadas negras que se ven en los bailarines de ballet masculino
o artistas de circo y una camiseta blanca percudida de cuello V
colgando en su cuerpo huesudo.
Cuando señala con su huesudo dedo en mi dirección es que me
doy cuenta está hablando acerca de mí. ¡Soy la voluntaria!
—Oh…uh… no —digo luchando, me pongo en pie y quito el polvo
de mi trasero—. No soy... uh… Lo que quiero decir es que realmente no
quiero.
—¡No sea tímida, querida! —me contestó guiñándome—. Vamos
a tener una ronda de aplausos para nuestra encantadora voluntaria.
La multitud rompe en un sórdido aplauso. Observo la audiencia
con pánico, la multitud es amplia y fuerte. Debe haber al menos un
centenar de ellos, y todos los ojos están sobre mí. Siento un bulto del
tamaño de una pelota de tenis que se está formando en mi garganta.
—Por favor... usted no entiende... realmente no me gusta —las
multitudes, personas, voluntariado, estar en público. Todas las palabras
chocan en mi cabeza a la vez, y no puedo decir ni una sola.
203
—Sólo mantente ahí y observa —responde el hombre. Sostenido
mi brazo hacia arriba, haciendo onda a la multitud—. Pan comido.
Genial. Ahora tengo que avergonzarme a mí misma en público en
un país extranjero, espero lucir bien mientras lo hago. Me gustaba más
cuando mi mayor problema era una piedra en mi zapato.
El hombre se presenta como "El hombre de fuego." Esto no puede
ser bueno, antes de que pueda repetir mis protestas, me bate al centro
de un círculo y puntos en una caja de madera pintada de amarillo
plátano brillante. Es bastante alta, como la mitad de mi estatura y más
angosto. Parece que el viento podría voltearlo.
—Colócate —ordena y lo miro.
—Lo siento ¿qué? —Mi cerebro se siente como si fuese un montón
de harina de avena. La gente piensa que estoy haciendo un chiste, y
todo el mundo ruge con risas.
En respuesta, este pequeño hombre que parece que estaba
hecho de palillos de repente desarrollo fuerza de Hulk y me agarra por
mis axilas. En un movimiento rápido, estoy parada encima de la caja
amarilla. Mis rodillas empiezan a temblar
inmediatamente, las
sacudidas causan que la caja se empiece a tambalear, haciendo un
poco de tap-tap-tap ruido en la acera.
—Quédate quieta ¡Ahora! —Dice fuertemente a la multitud—.
Como estadounidense, debe tener muy, muy buen seguro para lo
siguiente.
—¿Qué? —Lloriqueo pero el hombre de fuego ya camina lejos de
mí, estrecha la mano con la gente en la fila delantera, realmente
trabajando con la multitud. Todos están riendo y gritando, y comienzo a
preocuparme que realmente quieran verme herida de gravedad.
¡Pensé que estaba en Londres, no el Coliseo Romano!
Quieta o mejor dicho, tambaleo encima de la caja, puedo ver
sobre la multitud un poco, todo el camino de vuelta a la fuente de
Shaftesbury Memorial, donde las personas descansan del sol de la
mañana. Veo a Jason en la audiencia, directamente delante de mí tres
filas atrás. Está de pie con Ryan y la siempre presente Susan, y están
sonriendo burlonamente hacia mí (bueno en realidad, Susan está
demasiado ocupada haciendo ojos seductores a Ryan y luego me
sonríe de manera burlona a mí, pero Jason compensando hacia ella se
ríe extra burlonamente.) Me quedo congelada.
—Ah sí, así está mucho mejor —bromea el hombre de fuego—. Tú
querrás mantenerte inmóvil.
Un chico, tal vez sobre los diez u once años de edad, aparece
entre el público. Se parece al hombre de fuego en miniatura. Su pelo es
rubio y le llega a los hombros. Lleva las mismas medias negras y camisa
blanca con cuello en v, aunque el aspecto de su camiseta es un poco
204
más nuevo que el hombre de Fuego (o al menos más lavada en algún
momento en el último año). El chico toma su posición a mi izquierda, sin
mirarme nunca a los ojos, el hombre de fuego se pone a mi derecha.
Miro hacia el niño, con la esperanza de que tenga compasión de mí y
me deje bajar, pero él sólo mira a través de mí. Veo una chispa en sus
ojos, que me doy cuenta rápidamente que es el reflejo de una chispa
real.
Detrás de mí, el hombre de fuego sostiene lo que parece cuatro
bolos, y enciende la parte final de cada uno en el fuego.
¡FUEGO!
Grité e hice un movimiento de cadera hacia abajo, pero el
hombre de fuego me grito. —¡Quédate QUIETA! —Me congele justo a
tiempo cuando el primer bolo de boliche en llamas paso zumbando mi
cara. En segundos, cuatro de ellos está en movimiento, ida y vuelta
entre el viejo y el niño. Se alternan delante de mí y detrás.
Quería voltear y agarrar mi cola de caballo para protegerlo de las
llamas, pero estaba demasiado petrificada para moverme. Vi las llamas
volar hacia adelante y hacia atrás, más rápido y más rápido. No podía
quitar mis ojos de ellos. Siguiendo sus movimientos, empecé a caer en
una leve neblina. La multitud parece desaparecer y lo único que puedo
ver son las llamas pasar en mis ojos. Están cayendo en un ritmo
constante, y mis pensamientos van con ellos.
Mark, Mark, Mark, Mark.
Mark, Mark, Mark, Chris.
Mark, Chris, Mark, Chris.
Mark, Chris, Mark, Jason.
La imagen de Jason vuela en mi cerebro, mi visión se borra y lo
veo a él en la multitud. Está mirando hacia a mí con una expresión que
no puedo leer, aunque definitivamente no es su estándar sonrisa
sarcástica. Todavía veo las llamas de los bolos pasadores volando
alrededor, pero de repente no me da miedo. Estoy simplemente
cansada. Hablando de malabares. ¿Cómo me enviaron aquí? Hace
poco más de una semana odiaba a Jason, y Mark no habla conmigo.
La aventura más grande que jamás había experimentado fue un Tour
de pato de Boston con Phoebe. (Ella fingió que éramos estudiantes de
intercambio sueco, lo que significaba que estaba sentada en su
mayoría mudas). Ahora me ha besado Jason (pero he vuelto a odiarlo)
y Mark está hablando conmigo, y quiere pasar tiempo conmigo. Dado
por el hecho de que tengo al chico más caliente que he visto (después
de Mark, por supuesto) leyéndome Shakespeare y enviándome
mensajes para conocerme, me siento como en un Viernes de Locos en
la vida de alguien mucho más popular de lo que soy.
¿Qué está pasando con mi vida?
205
La multitud estalla en aplausos, y sólo de esa forma salgo del
trance. Las clavijas no queman más y el hombre de fuego y el chico
están tomando un arco. Gesticulan hacia mí, y les doy una reverencia
poco torpe con mi cabeza hacia la cima de la caja.
—Muy agradable, muy bien —dice el hombre de fuego, me
ofrece una mano para brincar hasta el pavimento—. Siempre es bueno
cuando nuestros voluntarios no usan un montón de spray para cabello.
El público se ríe y aprovecho la oportunidad para perderme
nuevamente hacia la multitud. Empuje por mi camino a través de
donde vi a algunos de mis compañeros de clase, pero han
desaparecido. Doy más rápido el paso hasta que finalmente me
encontré con el círculo exterior de las personas. AI llegar a los pies de la
fuente de Eros, decido sacar finalmente la piedra molesta de mi zapato.
De la nada, Jason aparece junto a mí. En este punto, estoy demasiada
exasperada para pensar acerca de cómo moverme e ignorarlo, me
encojo hacia mi tenis desanudándolo doblemente hasta que el cordón
quede finalmente suelto. Tiro de mi tenis y los giro boca abajo, dándoles
tres sacudidas buenas y fuertes pero nada cae.
—¿Vas a ignorarme para el resto de tu vida? —pregunta mientras
me empuja con el hombro.
La respuesta es sí, por lo que en lugar de responder, me apuro y
pongo mi tenis de vuelta y rápidamente rehago el nudo doble. Cuando
termino, brinco de un salto para ponerme en mi pie recién ajustado, feliz
de que no sienta ningún tipo de piedrita ahí.
—¿No quieres disfrutar de la fuente? Es un monumento famoso —
dice mirando alrededor, limpió una mancha blanca de mi tenis, y
puedo sentir mi ablandamiento—. Si estudias los detalles,
probablemente podrías obtener un papel de toda reflexión fuera de él.
A pesar de la suciedad en mi zapato de deporte ahora es
pasado, yo sigo frotando de todas formas.
—Vamos, Julia —dice Jaso y saca mi guía de mi bolsa—. ¿Por qué
no me dices sobre todo esto?
Suspiro. —Debes asignar e interrogar a los delincuentes con la
policía de Boston —respondo y tomó el libro de sus manos—.
Definitivamente tú deberías estar en el penal más seguro. —Volto la
sección acerca de Piccadilly Circus, su clase en Londres es
aproximadamente como el Times Square.
—Esto se llama el Shaftesbury Memorial Fountain —le digo y leo,
poniendo mi dedo a lo largo del pequeño texto en la información
pertinente—. Fue construido para conmemorar a un famoso filántropo
Victoriano llamado Lord Shaftesbury. Cuando se construyó, muchos
londinenses estaban enojados con la presencia del arquero al lado
desnudo, Eros, en la parte superior. Pensaban que era demasiado
206
erótica una imagen de un hombre respetado y conservador. Y también
que la estatua estaba en una parte vulgar de la ciudad. Como
resultado, Eros es a menudo llamado el ángel de la caridad cristiana.
Supongo porque es un Dios de amor desnudo y es un poco
escandaloso.
En la mención de las palabras "erótico", "vulgar" y "Dios de amor
desnudo" me preparo para una broma sucia inevitable de Jason, pero
parece desapercibido. —Ajá. —Está escribiendo en su teléfono, sin ni
siquiera alzar la mirada.
Continúa con su nariz en el teléfono, así que encuentro otro lugar
vacío al pie de la fuente y abro mi guía. Puedo ser distraída, demasiado.
Pero volteando las páginas, veo que no puedo centrarme en
cualquiera de las palabras o imágenes. Me siento extrañamente
ansiosa. No he visto a Mark en todo el día o escuchado hablar de él
tampoco. Intercambie un mensaje texto con Chris, pero no me dio el
zumbido de la emoción como en el pasado.
Toda mi atención está en Mark, y mi intento de ser racional sobre
su repentina aparición en Londres no está funcionando. Claro, tuvimos
un gran día ayer y anduvo conmigo y me dejo quedarme con su
sudadera (y obviamente no dormí con ella, lo juro), pero eso es apenas
una declaración de amor. Aun así, no puedo parar de agitar el
sentimiento que me ha alcanzado.
No ayuda que Jason está actuando más extraño de lo normal.
Apenas me habla, aunque ha intentado tirarme en el estanque tres
veces hoy. Lo único que parece ser que le distrae ahora son las estatuas
vivientes en Piccadilly Circus, y eso es sólo porque está tomando gran
placer en hacerles burla. Me siento mal por ellos (realmente, conozco su
dolor muy bien), pero también estoy agradecida en que moleste a
alguien que no sea yo. Con la sensación de tranquilidad descansando
sobre mis hombros, sólo quiero quedarme sola.
Pero como el día pinta con Jason frío me hace sentir peor y peor.
No puedo dejar de pasar los últimos días: el casi beso en el London Eye,
la sesión completa de besuqueo en la Stratford sobre Avon, la nota que
él llamó todo un error.
Y luego ayer las rarezas con Mark. Jason estaba tan hostil.
Definitivamente hubo algún tipo de historia entre ellos que incluso Mark
no se dio cuenta, porque actuó fresco y tranquilo frente a la locura de
Jason. Traté de hablar acerca de eso una o dos veces, pero Jason
consiguió estar cauteloso y cambió al tema. Francamente es extraño,
podría preguntarle a Mark, pero no quiero particularmente llevarlo a ese
ridículo drama que es mi viaje de clase junior. Tal vez no es una buena
razón para ello. Tal vez Jason tiene el placer en ser un asno, que
realmente no me cuadra en lo más mínimo.
207
Cierro mi libro duro, junto las tapas entre mis Palmas. Cierro los ojos
y trato de despejar mi mente de toda la locura que parece estar
saltando alrededor de un millón de pequeños Jason‟s jugando bromas
en mi psique.
—Uh, odio a interrumpir tu meditación pero necesito ir para
Lillywhites. —Abro los ojos para ver a Jason dominándome nuevamente,
señala su pulgar sobre su hombro en la famosa tienda de productos
deportivos de Londres—. Quiero conseguir una camiseta de soccer para
llevarme conmigo.
—Es fútbol —murmuro fastidiada.
—Como sea —dice—. Voy estar un rato ¿Te encuentro aquí más
tarde?
—Sí—suspiro—. Claro —Froto mi cabeza, pero no calma el dolor
sordo en mi cráneo. La pongo en mi regazo y tomo unas profundas
respiraciones, como mi entrenador de natación nos dice que hagamos
antes de un entrenamiento. El oxígeno inunda mis pulmones y el
cerebro, realmente me siento un poco mejor. Cuando miro hacia arriba,
el paisaje no está dolorosamente brillante, los turistas no están tan
escandalosos.
Analizo la plaza y Jason aparece. Se detiene afuera de la entrada
de Lillywhites, está absorto en ese maldito teléfono de nuevo, pero lo
cuelga rápidamente. Sus ojos miran alrededor como si estuviera
buscando a alguien, a continuación, se gira y se aleja.
Él me abandono.
De repente me pongo furiosa. Él no me dejaba ignorarlo —no, me
llevaba hacia abajo por ser agradable... todo para que él me pudiera
utilizarme como tapadera.
Que manipulador...
Su gorra de beisbol atraviesa la plaza y desaparece por las
escaleras de la estación del metro de Piccadilly. Sin decidir
inconscientemente empiezo a seguirlo, brinco desde mi lugar aprisa
después de él. Estoy harta de ser engañada. Estoy cansada de ser
utilizada.
Y quiero saber dónde diablos irá la comadreja.
Cuando llego a la parte inferior de las escaleras, corro después de
él. Encuentro a un empresario particularmente alto con hombros anchos
y me agacho detrás de su traje de rayas. Cuando el tren llega y abre las
puertas, salto en el extremo opuesto del vagón en el que Jason viaja.
Puedo ver su reflejo en una de las ventanas, y mantengo mis ojos fijos en
ella porque así sabré cuando él salga.
El tren baja rápidamente por la pista, y me agarro del poste para
sostenerme y no caer encima en la mujer de aspecto cansado a mi
208
lado con el bebé gritando en sus brazos. Hago una nota mental para
encontrar el desinfectante en mi bolso cuando me baje. Cada vez que
el tren se detiene, tengo que esforzar mi mirada para no perder de vista
a Jason mientras personas se precipitan en bajar. Primero Green Park y
Hyde Park Corner al acercarnos a Knightsbridge lo veo moverse hacia
las puertas. Eso es todo, tomo una respiración profunda. La parada de
tren; la puertas se abren.
—Cuidado con el hueco—dice la voz automática con sonido de
trompetas y la gente empieza a correr, incluyendo Jason. Mi corazón
empieza a latir fuerte con el sonido electrónico que nos avisa que
pronto se cerrarán las puertas. Y justo cuando pienso que podría estallar
por esta espera, finalmente salto para bajar justo cuando las puertas se
empiezan a cerrar.
Jason se mueve rápidamente a lo largo de la plataforma,
metiéndose a través de viajeros y turistas. Él es rápido en su propósito y
tan veloz que no me preocupo si llegara a voltear y atraparme. Se
mueve por las escaleras a la calle y baja por Brompton, le sigo dejando
una media cuadra entre nosotros.
No vamos muy lejos antes de que llegue a su destino. Harrods una
tienda tan famosa como Macy´s pero tan caro como de Bendel‟s.
Ocupa toda una manzana, el edificio adornado grita "Dinero". Si Blair y
Serena de Gossip Girl vinieran a Londres, aquí vendrían a comprar. De
hecho estaría dispuesta a apostar todos los libros en mi dormitorio que
es donde Evie y Sarah han estado gastando sus horas culturales.
Jason desaparece a través de una de las puertas de bronce y
cristal y entro después de él. Me paro en la puerta, hecho un rápido
vistazo en una de las vitrinas de la tienda es impecable. Recuerdo
vívidamente el paso en mi guía detallando el código de vestimenta de
Harrods. Hay historias sobre como el personal niega la entrada a todo
tipo de personajes famosos para intentar siquiera entrar en chanclas, no
importa con cuántos diamantes traigas. No estoy aquí queriendo ser
expulsada por lucir "descuidada", como estipula el lenguaje impreciso.
Lamentablemente, veo mi reflejo y me doy cuenta de que
"descuidada" parece ser mi estilo personal. Mis dedos recorren mi
maraña de rizos en un fallido intento de domesticar el frizz y presiono mis
manos a lo largo de mi blusa. Mis manos húmedas tienen una especie
de efecto sobre las arrugas, y me siento satisfecha que probablemente
no voy a conseguir ser pateada de la tienda.
Una vez dentro, soy agredida por un olor picante opresivo. He
entrado directamente en el Departamento de perfumes de caballeros,
y hombres guapos y sexis están por todos lados, ofreciendo muestras de
los últimos perfumes de los diseñadores.
—¿Craving de David Beckham? —pregunta una voz británica con
acento grueso y profundo.
209
—¿Qué?
Al parecer es la palabra mágica, porque un chorro de algo
termina en mi cara, hasta mi nariz, en mis ojos y en mi lengua. Escupo y
por poco me atraganto y casi vómito en el piso de Harrods.
—Lo siento, Señor —dice el estúpido. ¿Señor? Dejo de toser lo
suficiente para darle la peor mirada que puedo, salta atrás en shock. —
¡Oh! querida mía. Lo siento, señorita. Uh, no me di cuenta.
—Como sea —masculle barriéndolo con la mirada. Genial ahora
estoy vestida como una persona sin hogar y huelo como gigoló.
Tendrán que tener detectives en mi camino para que me saquen de
aquí y gracias a este estúpido perfume, voy a ser muy fácil de
encontrar.
Vago, frotándome los ojos para librarme del último rastro del
perfume de David Beckham. Parpadeo varias veces para aclarar mi
visión brumosa, y tengo un breve momento de pánico cuando creo que
he perdido de vista a Jason. Pero rápidamente aparece de pronto su
sudadera oxidada subiendo la escalera. Me escabulló a través de la
densa multitud de compradores, le sigo lentamente al siguiente piso.
Mantengo la vista fija en la parte posterior de Jason, observando
cuando llega al segundo piso, hace un rápido giro de 180 grados.
Segundos más tarde aparecen en exhibición los más gloriosos zapatos
de diseñadora que jamás he visto en mi vida. Phoebe estaría en el cielo.
Veo un destello de pelo rojo debajo de una gorra azul marino de
Sox; Jason ha subido otra escalera. Meto mis hombros y me encojo; lo
sigo en la escalera, me pongo directamente detrás de una anciana de
pelo azul en un enorme abrigo de color miel. Ella tiene un perro bajo su
brazo, y el color de la piel del cachorro es casi igual al color de su
abrigo, me preocupa que lo destine a convertirse en un sombrero a
juego.
Con seguridad se parecerá a Cruella de Vil, soy capaz de seguir a
Jason tres pisos, pasando torres de equipaje apropiados para una
excursión en el Titanic, montañas de mullidas toallas con las que nunca
soñaría lavar mi rostro, algo llamado el Estudio de la Cama.
Inmediatamente me imagino a Jason utilizando todas las camas como
un trampolín personal; Luego, tan pronto como tengo a Jason y camas
en el mismo pensamiento, visiones de césped húmedo empiezan a
aparecerse en mi cerebro. Levanto mi pie derecho y piso duro con el
izquierdo para librarme de la imagen.
Finalmente llegamos a la cuarta planta, donde Jason hace una
pausa para mirar a su alrededor. Tengo que realizar un complicado
brinco en la parte superior de la escalera para evitar estrellarme contra
su espalda, me escondo detrás de un maniquí vestido de alta costura.
210
Cuento hasta diez y salgo detrás de las franjas de tela de una
toalla de color caramelo.
Jason está en marcha otra vez y una vez más me pongo a
seguirlo, me escondo detrás de unos vestidos y blusas hasta que él se
mueve a la izquierda. Aparece detrás de una pantalla de trincheras de
Burberry. Se dirige en el reino animal, una abertura flanqueada por dos
grandes dálmatas de porcelana sobre pedestales. Espero un momento
hasta que esté dentro, me doy prisa en el pasillo atestado para seguirlo.
Estoy distraída por las vitrinas llenas de zapatos del perro.
Es entonces cuando Jason se voltea. Tal vez se ha perdido por un
momento, o tal vez sospecha que está siendo seguido. La razón que sea
lanza un vistazo sobre su hombro. Afortunadamente, tengo apenas
tiempo para esconderme detrás del mostrador de la panadería en la
esquina. Me agacho detrás del mostrador de rayas de color de rosa y
blanco, tratando de bloquear los olores de hígado y tocino aunque este
impregnado en mí el olor de David Beckham, rociado en mi capucha.
Cuando estoy satisfecha de que Jason no me ha visto, miro lentamente
hacia arriba sobre el contador y el mismo nivel a través de la pantalla
de galletas en forma de signos del zodiaco. Veo la parte de atrás de su
cabeza desaparecer hacia el extremo opuesto del reino animal y
respiro profundo signo de alivio.
—¿Señorita, Disculpe? —Una mujer de mediana edad de perfecto
cabello en un traje azul marino se gira hacia mí—. ¿Hay algún tipo de
problema?
—Oh no, estoy bien —respondo con un suspiro—. Sólo necesito un
momento. Tú sabes, para descansar.
—Bueno, voy a tener que pedirle que se vaya—dice con su
acento británico recortado. De repente, ella suena a exactamente
como ese malvada directora de pequeña princesa y siento el mismo
terror frío que sentí al ver el personaje cuando tenía cinco años. Levanto
la mirada para encontrarme con una mirada tan fría que considero que
ella me ha empujado al río Charles a mediados de enero—.
Simplemente no toleramos este tipo de comportamiento en Harrods.
Susurro una disculpa rápida y me fugo hacia la salida antes de
que ella pueda tomar mi brazo como algunos prefectos y me salgo al
Wal-Mart más cercano. Puedo salirme yo misma, Muchisimasgracias.
211
21
No hay un lugar como Harrods
Traducido por Madeleyn
Corregido LuciiTamy
Ten cuidado. No te quiero ver lastimada. —S
G
enial. Sigo a Jason por los caminos de Londres y luego lo
pierdo en Doggie Heaven. Comienzo a dar vueltas hacia
el ascensor que conduce a la calle. El viento me lleva a mi
manera por la maternidad, bebé, niña, y jóvenes, un completo ciclo de
vida se desarrollaba ante mis ojos. Parece que estoy casi de vuelta al
punto de partida, y todavía tengo que encontrar la escalera mecánica
que me trajo aquí.
En este punto, es una sensación familiar. A partir de esa fiesta y
Jason y mi poca exploración en los mensajes de texto, he estado
tratando de volver a Julia Lichtenstein quien abordó un vuelo en Boston.
Demonios, yo daría cualquier cosa por ser Lame Libros de nuevo. Pero
tan pronto como creo que la he encontrado otra vez, ella se ha ido,
reemplazada por esta chica loca que sale de un viaje de estudios para
seguir a Jason Lippincott.
Más adelante hay un puesto llamado Diner, donde puedo ver que
los británicos han decidido aproximarse a la experiencia de un
restaurante americano real. Cabinas rojas de vinilo, relucientes
encimeras de formica blanca, y un brillante cromo en la medida que el
ojo pueda ver.
Por supuesto, esta versión de lujo de un restaurante americano
clásico tiene una cosa mal muy importante: todo es demasiado limpio,
demasiado brillante, demasiado perfecto. Mi lugar favorito para cenar
se llama The Deluxe, cuenta con cromo deslustrado, contadores de
astillas, y letras grabadas en los taburetes del bar.
Sin embargo, por un momento, siento una punzada de nostalgia.
Deluxe era el lugar de papá, y tan pronto como nací, él lo hizo nuestro
212
lugar. Él me llevaba allí cada domingo por la mañana para desayunar,
incluso cuando yo apenas era un bebé. Amaba contarme cómo había
puesto mi asiento de carrito al lado de su tocino y huevos. Esa era la
mañana de mamá, dijo, para que ella durmiera. Pero también era
nuestra mañana.
Cuando tuve la edad suficiente para sentarme en mi propio
taburete, mis pequeñas piernas se balanceaban bajo el mostrador, lo
suficientemente mayor para ordenar mis propios panqueques, mamá
dormía y solo estábamos papá y yo.
Miro a Jason, tiene su gorra apoyada en la mesa, su cabello rojo
corre salvaje por su frente. Está sentado con una chica rubia, aunque
"rubio" no es suficiente para describir su brillante cabello amarillo,
perfectamente recto. Su piel sin defectos hace pensar que un equipo
de ángeles ha lustrado su rostro todo el día. Ella usa un perfecto lápiz
labial que hacen lucir sus labios tan rojos como un rubí. Esta chica es tan
elegante que puede usar lo que mi madre llama "labios de puta" al
mediodía y no lucir como si estuviera buscando clientes. Un par de
batidos de leche se encuentran entre ellos, la mitad del de Jason se ha
ido y el de ella está casi sin tocar.
Se apoyan sobre la mesa y hablan con complicidad. Ella empuja
un trozo de papel sobre la mesa, Jason le da una rápida ojeada y luego
lo guarda en su bolsillo. Él saca el popote de su batido de leche, lo
arroja sobre la mesa, inclina la espalda, y lo termina en un trago largo.
Ella se ríe y toca su mano. Por alguna razón, la manera suave en la que
ella acaricia su piel hace que mi estómago caiga a mis pies.
Cuando ellos están de pie noto que ella es casi tan alta como él.
Ella se inclina más hacia él, y mi corazón se detiene....
¿Van a besarse?
En ese momento una monstruosidad hawaiana se deslizo en mi
vista. Un hombre con pantalones cortos plisados de color caqui y una
camisa de seda en una abominación de colores señala con su dedo
gordo hacia el restaurante.
—Cariño, ¡mira! ¡Apuesto a que puedo conseguir una
hamburguesa como en casa! —Por supuesto que un tipo como él viaja
miles de kilómetros para comer la misma mierda que comería en casa...
por veinte dólares más un plato. Bajo mi mirada, y es lo que yo
sospechaba: él está usando calcetines y sandalias. Doy un paso a la
izquierda, luego a la derecha, por fin consigo ver en torno al Sr. Hawaii,
pero Jason ya está dándole la mano a la muchacha y con un apretón
final da la vuelta y se va. Lo que sea que pasara, me lo perdí.
Entonces, de pronto, se vuelve en mi dirección. Ahora que el
señor Hawaii se ha ido, me di cuenta que estoy de pie a la intemperie.
No hay nada que pueda ocultarme, por lo que simplemente giro y
213
camino rápidamente en la dirección opuesta, mis zapatillas chirrían
sobre el suelo de mármol mientras corren. Veo una señal que dice
"Ladies 'Lounge", que supongo debe ser un cuarto de baño, y me dirijo
directamente hacia él.
En el interior, me saluda una entrada brillante, un sofá lujoso
dorado contra una pared. Me hundo en él y tomo algunas respiraciones
profundas, obligándome a mantener la calma. Mi cerebro no deja de
disparar preguntas: ¿Quién era ella? ¿Ella es a quien Jason ha estado
enviando mensajes todo el día? ¿Dónde la conoció? ¿Se besaron? Él
me besó. ¿Ahora él me utiliza como coartada para poder besarla?
Tan pronto como las preguntas vienen, mi cerebro proporciona las
respuestas: Ella es una supermodelo. Conoció a Jason en la fiesta.
Estaba encantada con su sentido del humor americano y su temerario
comportamiento. Ellos han tenido un affaire a través de los mensajes de
texto. Se reunieron para consolidar su relación. Él la quiere. Mal.
—Ugh —Suelto un suspiro antes de colocar mi frente sobre mis
rodillas.
—¿Puedo ofrecerle algo, señorita? —Levanto la mirada para ver a
una abuelita vestida con un uniforme de Harrods mirándome
consternada.
—No gracias, solo necesito un momento —le respondo. Tratando
de lograr que mi boca se acerque a una sonrisa. Lo que me hace ver
más patética todavía, porque ella me da una palmadita en el hombro.
—Entiendo, querida —dice ella—. Tómate todo el tiempo que
necesites.
Le doy las gracias, y luego dejo caer mi cabeza sobre mi regazo.
Ojalá pudiera caer al suelo para hacer algunas flexiones, pero de
alguna manera no creo que en Harrods toleren ese tipo de
comportamiento, tampoco. Todos mis músculos están tensos, y ese lugar
entre mis omóplatos empieza a doler. Tomo una respiración profunda,
muevo mi cabeza de un lado a otro para aflojar los músculos de mi
cuello. Tranquila, tranquila, repito una y otra vez, después de unas
cuantas respiraciones más profundas, finalmente me siento lista para
irme. Doy las gracias a la operadora en la salida, dejando caer algunas
monedas en el cuenco de plata junto a la puerta, y regreso a la
escalera mecánica. Esta vez, Jason no está realmente en ninguna
parte, gracias a Dios.
Paseo por los escalones de vuelta a la calle, y con cada paso, mi
humor desciende peligrosamente. Él se supone que me ayudaría, ese
era nuestro trato. Pero no tengo a Chris, y él no ha hecho nada más que
sabotear las cosas con Mark. Ha estado jugando conmigo todo el
tiempo, y no tengo ni idea por qué. Coquetea con las chicas para
conseguir llaves de habitación y acceso a Internet, y también, al
parecer, ¡sólo por deporte! Y él es bueno en eso, que es lo que
214
realmente me mata. Se las ha arreglado para saber lo suficiente de mí
como para manipularme (como mi amor por The Beatles) de esa forma
el obtiene exactamente lo que quiere, desde un beso para cubrir una
pila de documentos. Él no me está ayudando, está ayudándose a sí
mismo. Y ahora está ayudándose para tener a la chica más hermosa en
Gran Bretaña. ¿Jason ha estado llevando algún tipo de romance
secreto? Todo este tiempo he estado confiando en él, besándolo, y ¿él
ni siquiera se ha molestado en mencionar a la súper modelo que tiene
en su bolsillo? Quiero decir, claro, me he estado preguntando por su
ayuda con Chris... y no es que Jason me deba nada....
Me siento como si me hubiera tragado un montón de anguilas
vivas. Es cierto. Jason no me debe nada.
Pero él me hizo pensar que no le importaba....
Mis pensamientos son como un juego de ping-pong van rápido
que me marea. Estoy completamente mortificada. ¿Por qué
conformarse con la chica que finge ser una supermodelo cuando
puede tener una supermodelo real? Es absolutamente humillante, y
siento la vergüenza en mi estómago dando vueltas con mi desayuno.
No me puedo quitar la imagen de sus labios de color rojo rubí, y lo
siguiente que sé, es que estoy imaginando como se besan. Intento
decirme a mí misma que no me importa si lo hizo o si lo hará. Yo quiero
besar a otra persona. Alguien como Mark. Trato de imaginar lo que se
sentiría tener los brazos fuertes de Mark a mí alrededor, tirando de mí.
Trato de imaginar sus labios sobre los míos, pero la imagen sigue
desapareciendo antes de llegar a la parte emocionante. En su lugar,
todo lo que puedo ver es una presentación en diapositivas de Jason
besándome, y luego Jason besando a esa otra chica. Y entonces todo
tiene sentido. Eso es el por qué besarme fue un error. Probablemente
estaba pensando en ella todo el tiempo, y una vez que volvió en sí y se
dio cuenta de que tenía a Lame Libros en sus brazos, se alejó.
No es de extrañar que Sarah me dijera que volviera. Pensando en
la horrible mirada que me dio en el Palacio Buckingham, me doy
cuenta de que no estaba tratando de mantener a Jason para sí misma.
Ella estaba tratando de protegerme de Jasón y de sus mentiras. Ella me
advirtió que me mantuviera lejos de él. A lo mejor ella no es la súper
villana que siempre he pensado que era, pero ahora mi mundo entero
está al revés. Mark está coqueteando conmigo, Jason me besó, y
¿Sarah Finder está siendo amable conmigo? ¡Arriba es abajo, abajo es
arriba!
Cuando estoy de vuelta en la calle, voy directo a clases. Jason
probablemente se dirigió hasta allá, y no tardará mucho en darse
cuenta de que me he ido (¿o no?). Como puedo voy por la calle, siento
la ira acumulándose en mi interior, y también el dolor de los golpes.
215
No sé por qué estoy tan sorprendida por la forma en que Jason
me ha estado usando. Pero lo estoy. Sorprendida y dolida. Durante un
tiempo, parecía que me estaba convirtiendo en algo más. En alguien
más. Quizás él estaba dejándome ver otro lado de él. Pero incluso si
todo era una mentira. No hay otro lado. No era una traición, realmente,
desde que nunca habíamos tenido nada, para empezar. Un error no es
una relación.
Si puedo volver a ignorarlo, como justo antes de que este viaje
comenzara, entonces podré olvidar. Jason no es importante. ¡Mark es mi
DAEJ! Mark nunca me ha hecho sentir tan horriblemente confusa. Mark
me hace sentir bien. Eso es de lo que un DAEJ trata.
No importa. NO IMPORTA. Repito las palabras en mi cabeza a
cada paso, una y otra vez, hasta que realmente las estoy susurrando en
voz alta mientras camino por la calle.
216
22
Un paseo por el carril de la memoria
Traducido por Aria Obispo
Corregido por Zafiro
Creo habrt visto hoy, afuera d Harrods? (no stoy acosandont ¡lo
prometo!) ;) —C
J
ason está parado frente a Lillywhites. Pone un pie en el
edificio y noto su rodilla asomando a través de un agujero en
sus vaqueros. (¿Cómo no fue echado de Harrods por eso?) Se
apoya en el exterior de ladrillo como si hubiera estado allí todo el día, y
cuando me acerco, perezosamente levanta la vista de su teléfono.
—Hola, Lame Libros, ¿dónde has estado?
—¿Dónde he estado? —digo, la ira empezando a hervir, pero
rápidamente cierro la tapa antes de que pudiera salir del bote. No me
importa. No me importa. Repito la mantra una y otra vez hasta que, en
vez de explotar, regreso un perezoso encogimiento de hombros y saco
mi teléfono de mi bolso para hacer clic en él. —Oh, tú sabes, sólo
explorando.
—¿Exagerando? —pregunta, asintiendo a mi teléfono mientras
cierra el suyo y lo devuelve a su bolsillo. —¿Encontraste a tu chico
amante? ¿Logró agarrarse de ti?
—En realidad estoy esperando oír de Mark —digo, sin apartar mi
mirada del teléfono, una sonrisa maliciosa en mi rostro. ¿Puede ver que
no me importa?—. Creo que podríamos tratar de juntarnos esta noche,
tal vez para ir a nadar o algo así. —Jason arruga un poco la cara, como
si hubiese extendido mi mano y lo hubiese abofeteado—. ¿Qué pasó
con Chris? —Dice. Sigo en movimiento, por lo que se ve obligado a
dirigir la pregunta a mi espalda.
—Bueno, no conozco a Chris. Conozco a Mark —respondo, sin
darme vuelta.
—¿Lo haces? —dice, su voz afilada con frialdad.
217
Con eso, me volteé para enfrentarlo.
—Sé que es un chico totalmente dulce, agradable y lindo que no
actúa como un niño de cinco años o me empuja a los estanques —
digo.
—Touché —responde, pero no sonríe. Su expresión está
totalmente en blanco. Hay un momento de espeso silencio entre los
dos, y me reusó a hablar primero. No hablaré primero. NO. LO. HARÉ
—¿Qué has estado haciendo? —Pregunto. Maldición. Mi
curiosidad y mis ganas de atraparlo en una mentira ganan a cualquier
otro juego que mi mente quiere que juegue.
—Oh, tú sabes —dice. Dejando salir un largo suspiro. —Explorando.
Empapándome de cultura. Alistándome para las emociones por venir.
—¿Qué clase de emociones estas esperando? —Pregunto. Quiero
hacerlo tropezar; quiero que mencione Harrods, a esa chica o los
mensajes que ha estado recibiendo todo el día. Sin embargo, es
demasiado inteligente. O tal vez un muy buen mentiroso.
No alcanza a responder. Somos interrumpidos por un flujo de
nuestros compañeros saliendo de Lillywhites, algunos cargados con
bolsas. Se mueven en masa hacia la fuente, nuestro punto de reunión
designado. Ryan corre entre nosotros, un brillante nuevo palo de
lacrosse en la mano. Lo está moviendo tan salvajemente que tengo que
agachar la cabeza para mantener mis dientes delanteros. Cuando me
levanto de nuevo, Jason está empujando la pared con el pie.
—Nunca un momento aburrido conmigo, Lame Libros —dice.
Camino penosamente a través de las puertas de nuestro hotel
detrás del resto de la clase. Todo el mundo está hablando con
entusiasmo sobre sus nuevas adquisiciones. Todo lo que yo puedo
pensar es en un chapuzón. O una siesta. Tal vez en un chapuzón y luego
una siesta.
La clase se precipita por los ascensores, así que me dirijo recto a
las escaleras. Quiero caer directo en mi cama, y no quiero toparme con
nadie entre aquí y allá.
Subo los tres estrechos niveles hasta mi piso y lanzo mi cuerpo
contra la pesada puerta metálica de incendios. Se abre volando y
tropiezo contra ella.
Chocando directamente con Mark.
218
—¡Hola! —Mark exclama, estirando sus brazos para estabilizarme.
Mi rostro aterriza justo en su pecho, rozando mi mejilla contra el suave
suéter amarillo mantequilla.
—¡Oh, Dios mío! —digo, sin aliento por la subida. Doy un paso atrás
fuera de sus brazos y enderezo mi sudadera con capucha, el color rojo
arrastrándose en mis mejillas. —¡Lo siento tanto!
—Oye, no hay problema. En realidad, que suerte la mía. ¡He
estado buscándote toda la mañana! —dice, con esa gran sonrisa casi
perfecta que amo tanto extendiéndose por su rostro—. Tenía la
esperanza de que pudiéramos hacer un poco más de exploración, tal
vez tomar el almuerzo. Me encantó deambular contigo el otro día.
—¡Por supuesto! —Exclamo. Creo que eso de jugar a la dura para
conseguirlo no es mi fuerte. Puedo sentir los músculos de mi cuello y mis
hombros derritiéndose como la mantequilla del color de su suéter, que
va perfectamente con su cabello oscuro y su bronceado de primavera.
Mientras estaba por ahí cuidando de Jason, ¿Mark ha estado
buscándome toda la mañana? Finalmente, alguien que me está
persiguiendo. Así de sencillo, ya no estoy cansada—. Pero tal vez
¿Podríamos evitar estanques y otros cuerpos de agua esta vez?
—Por supuesto —dice, sonriendo. Se apoya en la pared, con los
brazos cruzados sobre su pecho. Lo juro, se ve como un anuncio de
colonia que vi el mes pasado en la revista Teen Vogue—. Me haces reír,
Julia.
Oh mi Dios. Piensa que soy graciosa. Y no de una manera torpegraciosa o tonta-graciosa. Estoy llena con la cálida y feliz sensación de
beber chocolate caliente delante de un fuego en un día de nieve.
Mark asiente hacia el ascensor en uno de los movimientos de
comunicación no verbal sin esfuerzo que sólo las personas realmente
geniales son siempre capaces de hacer. Lo sigo.
—¿Qué tienes en mente? —pregunto.
—No lo sé, sólo caminemos. ¿Cómo suena eso? —su voz es
relajada, tranquila.
—Perfecto —respondo. Mi pecho se siente lleno, y suelto un largo
suspiro. Sin embargo, la plenitud sigue allí. Pero esta vez sé que debe ser
la felicidad—. Déjame correr a mi habitación y coger mi mapa.
—De ninguna manera —dice. Presiona el botón de bajar, y el
ascensor se abre como si estuviera esperando por nosotros. Hace un
gesto hacia el elevador—. Permíteme ser tu guía. —Luego, con un tono
de deliberada indiferencia—: No necesitas encontrar a Jason o algo,
¿Cierto?
—¿Por qué? —Trato de mantener el borde fuera de mi voz, pero
no tengo interés en hablar con o sobre Jason justo ahora.
219
—¿No es tu compañero de viaje o lo que sea?
—Puede cuidar de sí mismo —respondo firmemente, y eso parece
satisfacer a Mark.
Mark lidera el camino a través de las calles hacia el Támesis.
Pasamos Cue-2-Cue, la tienda de discos que Jason y yo visitamos en
una de nuestras cacerías de Chris. Cambiaron la vitrina desde el otro
día, y ahora está llena de réplicas de cartón de gran tamaño de los
álbumes originales de The Beatles, las versiones británicas, no las
americanas, por supuesto. Hago mi mejor esfuerzo por no pensar en
Jason y en nuestra canción… la cual no es “nuestra canción.”
—Oh hombre, ¡me encantan The Beatles! —dice Mark,
apoyándose en la ventana hasta que su frente toca el cristal. Mi
corazón palpita y me siento a mi misma sonriendo con todo mi cuerpo.
Gracias a DIOS le gustan The Beatles.… Por supuesto, es mi DAEJ.
—¿Cuál es tu canción favorita? —Pregunto. Espero que diga ―I’ve
Just Seen a Face.‖ O ―Here, There and Everywhere.‖ Eso sería perfecto.
Mark piensa por un segundo antes de responder. —―Imagine‖ —
dice con una sonrisa, su diente torcido hacia mí—. Hombre, amo esa
canción.
Me muerdo el labio. No quiero corregirlo, pero tengo que hacerlo.
—Um, esa no es una canción de the Beatles —digo, trabajando
duro para mantener mi voz, incluso para no sonar como la sabelotodo
que soy.
—¿Qué quieres decir? —Se ve completamente desconcertado.
—Es una canción de John Lennon como solista —digo
suavemente, esperando empujarlo en la dirección correcta, pero por su
cara, puedo decir que esto es totalmente información nueva—. De
después de la ruptura.
—Oh, sí. Eh —dice, aunque no parece muy perplejo—. Bueno, lo
que sea. Todo es lo mismo, ¿verdad?
Me trago las ganas de decir que definitivamente no todo es lo
mismo. Una cosa es corregir a Jason, quién ya piensa que soy la más
grande cerebrito caminando por la faz de la tierra. Mark no parece
tener esa impresión, y corregirlo sólo sería plantar la semilla.
Además, es un error fácil. Al menos sabía que un Beatles la
cantaba. Un simple error. Y doble además, "Imagine" es una canción
realmente buena. Un poco cliché, pero aún una muy buena canción.
Tomo una respiración profunda, y aunque me cueste la vida,
suelto el más simple, tonto y casual “Sí” que puedo reunir.
Cuando llegamos al final de la manzana, podemos ver el Támesis.
Salgo de la acera y doy un paso al torcido paso peatonal británico.
220
Respiro una profunda bocanada del brumoso aire de Londres, la sonrisa
regresando a mi cara.
—¡Julia! —la voz de Mark, firme y urgente, me saca de mi
ensimismamiento. El fuerte y largo bocinazo del taxi que se aproxima
directamente hacia mí, la sigue muy de cerca. Mark toma mi mano y
tira de mí hacia la acera
—Estuvo cerca —dice cuando ambos estuvimos a salvo al otro
lado de la calle—. ¿Estás bien? ¿Ni siquiera lo viste venir?
—Sí, estoy bien —respondo, pero mis ojos están centrados en sus
dedos, que aún siguen entrelazados con los míos. No los deja ir. Cuando
miro de nuevo hacia él, noto que también está mirando hacia abajo a
nuestras manos juntas. Tengo que sujetar mi boca cerrada para no
estallar en un ¡Hurra! Tengo que decir algo, sé que es la cosa genial
para hacer, pero mi cerebro no puede poner tres palabras
comprensibles juntas.
Vuelvo mi mirada hacia él. Por primera vez, noto que sus ojos
tienen un ligero color caramelo en ellos. Rodea su pupila como una flor
de girasol en su iris. La atracción que siento es tan intensa, tan química,
que tengo que inhalar unas cuantas respiraciones profundas para no
tirarlo abajo en el medio de la acera y besarlo hasta la graduación. Me
sonríe, y mi cerebro me recuerda que esto no es una fantasía. Es la vida
real. Mi vida real, y acaba de atraparme mirando.
—¿Primeva vez en Londres? —Rompe la tensión perfectamente.
—Sí —respondo soñando.
—Bastante genial, ¿eh?
—Eso es un eufemismo —digo—. He oído sobre Londres desde que
tenía edad suficiente para escuchar. Mis padres vinieron para su luna
de miel y lo amaron.
—Eso es genial —dice, y luego continúa, de repente: —Recuerdo
a tu papá. Murió, ¿cierto?
Sentí un nudo formarse en la boca de mi estómago, que, por lo
general, se construye poco a poco cuando los pensamientos de mi
papá golpean, esta vez se construye muy rápido. Siento como si me
hubiera tragado una papa entera.
—Um, sí —respondo—. Cuando tenía siete.
—Eso es duro —dice, sacudiendo la cabeza—. Lo siento.
—Sí —le digo. Accidentalmente rozo la punta de mi zapato en el
pavimento cayendo hacia adelante. Mark agarra mi codo y me pone
de nuevo en posición vertical.
221
—Gracias —digo, sintiéndome increíblemente incómoda, en parte
porque me tropecé, y en parte debido a que su extraña línea de
interrogatorio me tiró literalmente y figurativamente fuera de balance.
—No hay problema —dice, luego me sonríe—. Te cubro.
Damos un paseo por el Támesis, mirando los barcos navegar a lo
largo de la superficie en el frío de la primavera. Deambulamos; no
hablamos en absoluto. Es como si Mark hubiera lanzado una bomba
atómica sobre nuestra conversación con su comentario de "padre
muerto", y creo que ni siquiera lo sabe. El silencio entre nosotros está
empezando a sentirse opresivo.
Más adelante puedo ver el Big Ben. —¿Sabías que aunque los
alemanes bombardearon Londres como locos durante el bombardeo y
dos de los lados del reloj se dañaron —le digo, recitando directamente
de mi guía de viaje—, aún funcionó con precisión y sonó a tiempo?
—¿El Bombardeo?
—El Bombardeo de Londres —respondo. Una mirada a su cara me
hace ver que aún sigue perdido—. ¿La Segunda Guerra Mundial?
—Oh, claro. Lo recuerdo —dice, y me relajo un poco. Historia
Avanzada fue hace todo un año atrás para él. —Guau, eres realmente
inteligente, ¿eh?
—Um, supongo —le respondo, porque realmente, ¿qué dices a
eso?
—No tenía idea de que había toda eso guardado detrás de tu
linda cara —dice, sonriendo. Las palabras me detuvieron en seco. Él sólo
dio otro paso antes de darse cuenta de que me había detenido, y se
giró para enfrentarme—. ¿Todo está bien?
—Sí —respondo, distraída. Me agacho y acomodo mis zapatos,
aunque no había nada malo con ellos. Aún así, los desaté y los até de
nuevo. Quiero centrarme en el hecho de que me llamó bonita, pero la
otra parte de su comentario me mantiene molesta. ¿Qué quiso decir
con eso? ¿En serio pensó que era estúpida?
—Oye, ¿recuerdas cuando éramos pequeños, y Robbie Hart dijo
que si se alguien metía un frijol en su nariz, crecería en su cerebro? —
Mark pregunta—. Tú dijiste que no era cierto, así que metió uno en su
nariz para mostrarte.
Me rio. Definitivamente lo recuerdo. La mamá de Robbie tuvo que
llevarlo a la sala de emergencias para lograr que le sacaran el frijol
porque él lo había metido muy lejos.
—Estaba equivocada —digo—. Resulta que una semilla puede
realmente crecer en tu cerebro. Lo leí en internet.
222
Estamos de nuevo en silencio, pero me siento un poco menos
incómoda. Claro, un frijol en la nariz de Robbie Hart no es el más dulce
de los recuerdos, pero aprecio su esfuerzo por aliviar la tensión.
Caminamos un poco más, charlando. Mantengo la conversación
ligera, y a Mark no parece importarle. Hablamos sobre películas
favoritas (la mía: Un Tranvía Llamado Deseo; la suya: El Club de la
Pelea), bandas favoritas (la mía: um, duh; la suya: Phish42), programas
de TV favoritos (míos: cualquiera en el canal A&E; los de él: cualquier
cosa en Cartoon Network). Así que su gusto no es exactamente lo que
siempre pensé que sería, pero al menos estamos hablando
tranquilamente y no me he vuelto un desastre tartamudeando. Phoebe
estaría orgullosa de mis habilidades de conversación.
Damos un paseo hasta que nos encontramos en un pequeño
parque en el centro de la ciudad. Una valla de hierro forjado y grandes
árboles lo protegen del bullicio de Londres. Un letrero dice Plaza de San
James. Estoy a punto de sugerir que vayamos a leer el marcador
histórico para ver cómo este pequeño y bonito parque llegó a ser así,
pero Mark ya está entrando. El camino a la entrada se divide en
pequeños esteros que serpentean alrededor de los árboles antes de
reunirse de nuevo en el centro del parque. Caminamos a través de la
puerta, y elegimos un sendero que conduce directamente hacia un
estanque en el centro del parque.
Nos detenemos y Mark se agacha a recoger piedras para arrojar
a través del agua. Da a un par de lanzamientos laterales, como si
estuviera lanzando un disco, pero caen y se hunden hasta el fondo.
En el otro lado del estanque hay una fiesta de bodas, las damas
de honor de azul suave y los padrinos de frac gris, flores blancas
prendidas en las chaquetas y cayendo de los brazos. Están reunidos
bajo un árbol de sauce en el medio del parque. Una niña florista en la
parte delantera de la reunión sigue sacudiendo la cesta vacía en el
aire. Una de las damas de honor parece estar luchando con su vestido,
tirando de él en varios lugares y luciendo irritada. Un padrino está
absorto en su teléfono celular, mientras que otro sigue bebiendo de una
petaca en su bolsillo. Un frenético fotógrafo toma fotos alrededor de la
escena.
La novia y el novio están de pie uno al lado del otro. Su vestido
largo y blanco se agrupa alrededor de sus pies, y el viento está
alterando su moño ingeniosamente colocado, pero a ella no parece
importarle. No parece notarlo. Mira a su nuevo esposo, él tiene su brazo
alrededor de su cintura, y una mano en la parte baja de su espalda, y
está mirándola directamente.
Es una banda estadounidense de rock conocida por sus improvisaciones musicales,
largas jam sessions, exploración entre géneros musicales, y sus fieles seguidores.
42
223
Mark lanza otra piedra al estanque, luego camina hacia mí. —¿En
qué estás pensando?
Dudo. Pero cuando lo miro, pude decir que realmente quiere
saber. No sólo está haciendo conversación.
—Así que esto es, probablemente, totalmente ridículo, y no puedo
creer incluso que estoy trayéndolo a colación ahora —le digo, a
continuación, tomo un hondo respiro antes de que las palabras salgan
rápidamente—. Pero, ¿recuerdas aquel día, cuando éramos pequeños
y tú y yo pretendimos casarnos en mi patio trasero?
—¡Por supuesto que lo recuerdo! —dice Mark. Se inclina hacia
atrás contra un árbol y se ríe. En el silencio, el sonido es fuerte y hueco—.
A mi mamá le encanta contar esa historia. Incluso tiene una pequeña
instantánea de ti y de mí en nuestras imaginarias ropas de boda.
Recuerdo la foto ahora. Su padre fotógrafo la tomó después de
que habíamos terminado y había corrido dentro para cambiarse de
ropa. Si no recuerdo mal, nosotros estábamos esperando los aspersores
para correr a nuestra luna de miel.
—Siempre recuerdo al pequeño Mark de seis años de edad, tan
serio sobre la boda falsa —digo. Pude sentir la sonrisa arrastrándose a
través de mi cara—. Dijiste que querías encontrar el tipo de amor del
que se lee en los libros.
Ahora fue el turno de Mark para hacer una pausa. Hace un fuerte
resoplido, y luego procede a reírse de sí mismo en silencio, de forma que
sacude los hombros.
—¿Qué es tan gracioso? —busco su rostro, pero no revela nada.
—Oh, es sólo lo que has dicho —suspira, sin dejar de reír ni un
poco—. O me imagino, lo que dije. Probablemente estaba esperando
un beso.
—¿A qué te refieres?
—¿El tipo de amor del que se lee en los libros? ¿Es una broma? No
hay manera de que se me haya ocurrido por mi cuenta. Probablemente
lo tomé de una de las novelas de mi mamá. Probablemente pensé que
tendría un poco de acción de jardín de niños. —Me guiña el ojo—. Tú
eras linda, incluso en aquel entonces. ¿Es pervertido de mi parte
decirlo?
Aparté la mirada de él. El calor inundando mis mejillas. —Bueno,
hay un poco de amor bastante fantástico en los libros —le digo en voz
baja, sintiendo el peso de Orgullo y Prejuicio en mi bolso.
—Sí, tal vez —dice, encogiéndose de hombros—. No estoy
realmente en la lectura. Yo no tengo tiempo, ¿sabes? Apenas puedo
pasar por la basura que nos asignan para la clase.
224
Mientras habla, me siento casi como si estuviera retrocediendo, o
como si él estuviera retrocediendo, todo estaba volando a mí
alrededor, y de repente, a pesar de que todavía está de pie junto a mí,
me parece increíblemente lejos. Miro hacia atrás a través del parque,
donde la fiesta de bodas se está empacando, probablemente para
dirigirse a algún lugar de una hermosa recepción con champagne y
pastel. Quiero ir con ellos. A medida que se abren camino a través del
parque, flores y tafetán a la zaga de ellos, siento algo dentro de mí
desapareciendo, también, una imagen, una idea, que parpadea hacia
afuera al mismo tiempo.
Mark se encuentra ahora sólo arrojando piedras en el estanque
con un abandono imprudente. Ni siquiera está intentando hacerlas
rozar el agua. El chico frente a mí no es el chico que ha estado en mi
cabeza todos estos años. Claro, es la misma sonrisa torcida y el pelo
perfecto, pero ¿odia los libros? ¿Estaba dándome una línea a los seis
años? ¿Su película favorita es El Club de la Pelea? Es como cuando ves
una entrevista con tu guapo actor favorito, sólo para darte cuenta de
que en verdad es un idiota pomposo murmurando.
En este momento, no quiero nada más que correr a mi habitación
del hotel y enterrar mi cabeza en las almohadas mientras mi mundo se
derrumba a mi alrededor. He pasado los últimos diez años desarrollando
este cuento de hadas sobre Mark que todo está inventado. Y aquí es
cuando me pinchó con un momento de déjà vu. He oído esa línea en
alguna parte antes... Jason. Antes, cuando por primera vez le hablé de
DAEJ y se burló de mí. Genial, ahora me estoy dando concejo filosófico
cortesía de Jason Lippincott.
Pero él tenía razón.
Estudio la cara de Mark, tratando de ver al chico que imaginé,
pero él no está allí. Sólo hay una gran sonrisa hermosa y un hombre cuya
canción favorita de los "Beatles" es "Imagine".
—He olvidado lo divertida que eres —dice Mark. Se empuja lejos
del árbol y camina más cerca de mí, y me da lo que yo pienso pretende
ser una mirada conmovedora. Es como si hubiera visto un montón de
cine ochentero adolescente antes de venir a este paseo, pero recogió
todos los movimientos del villano. No hay un Jake Ryan fuera de la
iglesia de Sixteen Candles, no un Lloyd Dobler sosteniendo un estéreo
sobre su cabeza. Él es el guapo idiota de Pretty in Pink.
Me sentí mal de estómago.
Desliza sus brazos alrededor de mi cintura y comienza a inclinarse
cerca. Este es: el momento en que he estado soñando durante años.
Pero sé que lo que viene no es por lo que suspiraba. No creo poder
soportar otra decepción hoy, así que mientras sus ojos comienzan a
cerrarse y sus labios apuntan directamente a los míos, digo
225
bruscamente. —Se me hace tarde... para, uh... una cita. Con la tarea.
Tengo una cita con la tarea. Tengo que volver a mi habitación.
No me deja ir. Se inclina aún más cerca y me susurra al oído—:
Déjame ir contigo. Soy un muy buen tutor.
Salto hacia atrás. —¡No! —respondo, mi voz aguda y chillona.
—Oye, mira. No es un baño de avión, pero todavía podemos
pasar un buen rato —dice. Me pongo completamente rígida. Me siento
como su hubiera sumergido mi cabeza en un balde de agua helada.
Oh mi Dios... él oyó… él cree que yo...
Recuerdo una de las primeras cosas que me dijo al llegar a
Londres: Oí que tuviste un poco de emoción en el vuelo.
Cierro los ojos y me balanceo por un segundo. Me preocupa estar
a punto de vomitar.
—Ryan me contó de tu pequeña aventura a treinta mil pies —
continua Mark, y luego se ríe y da un paso hacia mí—. No estés tan
molesta, Jules. Me gusta una chica con un lado salvaje.
No respondo, sólo giro sobre mis talones y me voy corriendo.
226
23
Varios Tipos de Nostalgia
Traducido por Annabelle
Corregido por Juli
Me siento tan perdida —J
P
ara el momento en que salgo del parque, comienzo a trotar
un poco. En los portones giro hacia la izquierda, y cuando
alcanzo la próxima cuadra, estoy corriendo. Las casas pasan
a mi lado, pero no las miro. Mantengo mis ojos fijos hacia adelante,
acelerando mi paso con cada cuadra que alcanzo. No quiero
detenerme para nada. Mientras más corro, más cansada estoy, y
mientras más cansada estoy, es más difícil pensar en la cosa de la que
estoy huyendo.
Llego hasta otro parque, y giro de pronto hacia la entrada. Corro
por el camino desnivelado hasta el arco de piedras que lleva hasta la
calle. Mi corazón late con fuerza, siento una molestia en mi costado, y
mis pantorrillas queman como nunca lo han hecho desde que corrí en
el equipo de atletismo en mi primer año. Me detengo súbitamente, me
doblo y respiro con dificultad, descansando mis manos sobre mis rodillas.
Estiro los brazos a los lados y comienzo a caminar en pequeños círculos,
intentando aliviar los calambres y refrescarme un poco. Es ahora
cuando tengo la oportunidad de mirar a mí alrededor.
Me encuentro fuera del parque en lo que parece mayormente un
vecindario residencial. En cada dirección se pueden ver casas Town
House de tres pisos a lo largo de las calles. Lo único que las distingue
una de las otras son los distintos colores en las puertas delanteras. Busco
alguna señal o indicación que me diga dónde es “aquí,” pero no
encuentro ninguna. Allí es cuando mi corazón comienza a latir en serio.
He corrido tan fuerte y tan rápido que no tengo la menor idea de en
dónde me encuentro. Y no tengo mapa, ya que Mark iba a ser mi guía.
Genial.
227
Camino hasta la esquina y me detengo allí por un momento,
mirando alrededor, esperando a que algo me parezca familiar, pero
cuando no lo hace, cruzo hasta la izquierda y comienzo a caminar. Me
dirijo por el camino, el cual muy pronto se convierte en una subida por
una pequeña colina. Cuando llego a la cima, me doy cuenta que
tengo una ligera mejor vista de lo que me rodea, y allí es cuando la veo:
la iglesia con el chapitel ligeramente torcido. La misma que señaló
Jason el día que fuimos al London Eye. Y si ese es el chapitel, entonces
debo estar cerca de...
Subo la mirada para ver una señal apuntando hacia la calle
frente a mí: Calle Ebury. Sigo caminando y veo los números pasar.
Cincuenta y dos. Cuarenta y ocho. Cuarenta y cuatro. Y de pronto, ahí
está. Cuarenta y dos, Calle Ebury.
Es una modesta casa de ladrillos de dos pisos, exacta a cualquier
otra casa en esa calle. Tiene una puerta principal azul con una amplia
ventana mirador en el primer piso. Dos ventanas en el segundo piso se
encuentran bordeadas con persianas, pintadas de azul para que
combinen con la puerta. Intento imaginarme a Jason adentro con sus
padres. Miro por la ventana, esperando poder ver el espacio donde el
árbol de navidad pudo haber ido, con el pequeño Jason comiendo
palomitas de maíz del borde de las guirnaldas.
Sin embargo, no veo al pequeño Jason. Veo a una niñita, quizá
de cinco o seis años, sentada en un sofá grandote con su mamá. Un
libro se encuentra descansando sobre sus regazos, y la pequeña sigue
con sus dedos las líneas de lectura, y su boca se mueve lentamente al
formar las palabras. Su madre sonríe y asiente, animándola a continuar.
Un hombre llevando un periódico entra a la habitación, y se sienta en
una poltrona.
No. No es cualquier hombre—mi padre.
Parpadeo un par de veces y la imagen se deshace. El hombre
adentro de la casa no es mi padre; la niña no soy yo. Me doy cuenta
que he estado sosteniendo la respiración, y puedo sentir las lágrimas
amenazando con salir desde la parte trasera de mis ojos, así que tomo
un paso atrás, apartando la mirada de la familia en el interior. Miro mis
zapatos, y mis trenzas aún se encuentran atadas tan firmes como
estuvieron cuando me los puse esta mañana, con perfectos nudos
dobles.
No sé si es por la carrera o por la vista que acababa de ver, pero
mis piernas se sienten como si fueran de gelatina. Me sostengo de los
bordes de la pared baja de ladrillos frente a la casa y me bajo hasta los
escalones de piedra que llevan hasta la puerta de enfrente. Cuando
me encuentro sentada, me inclino para descansar la frente sobre mis
rodillas, mi respiración se acelera con las lágrimas que quieren salir.
Parpadeo para alejarlas y noto algo pegado a mi zapato. Es un
pequeño pedazo de papel blanco. Intento agarrarlo, pero me doy
228
cuenta que está pegado a la suela de mi zapato, conectándome al
pavimento mediante un gran pedazo de goma de mascar.
Goma de uva.
Quito el papel, raspando con el pavimento la goma pegada a mi
zapato. El borde donde el papel estaba conectado con la goma se
rompió, pero la mayor parte aún se encuentra allí. La impresión está
ligeramente descolorida, pero puedo leer lo suficiente como para ver
que es una factura del Only Running Footman43. Mientras fuerzo mis ojos
para poder ver, noto que hay tinta roja del otro lado, así que volteo el
papel. Reconozco la letra de inmediato, ese rasguño de pollo todo
desnivelado y disparejo. En la cima se encuentra un número de
teléfono, y debajo, está la línea de que citó en la librería, sólo que esta
vez, es correcta.
El amor no mira con los ojos, sino con el alma:
Es por eso que el alado Cupido, siempre es pintado ciego.
Es la cita. La de Sueño de Una Noche de Verano. Esa que dijo mal
cuando estábamos bailando. La que es mi favorita de todos los
tiempos.
Jason mintió. Sí había venido a visitar su antiguo hogar. Debió
haberse parado justo aquí, con sus zapatos gastados sobre el
pavimento, y sus trenzas desatadas arrastrándose por las pilas de hojas
en la acera. ¿Había visto a la nueva familia dentro? ¿Estuvo recordando
a su propia familia, así como yo? ¿Recordando los tiempos que habían
sido buenos? ¿Antes de que todo se arruinara?
Pensar en que estuvo aquí, afuera viendo hacia adentro, causa
que mi corazón se rompa. Ahora no hay manera de que detenga las
lágrimas. Se deslizan por mi rostro en enormes gotas regordetas. Mi
cabeza cae sobre mis piernas, y me permito llorar. Lloro por Jason, y lloro
por mí misma. No sé por cuanto tiempo, pero lloro hasta que ya no
existe nada más.
Y cuando finalmente levanto mi rostro, secando las últimas
lágrimas sobre mis mejillas con un sorbido de nariz, me doy cuenta de lo
que debía haber sabido desde el principio.
Me he enamorado por completo de Jason.
Todo ese tiempo que gasté odiando sus chistes desagradables y
su actitud bizarra, sólo estuve engañándome a mí misma. Me he estado
enamorando de él desde ese primer día en el parque de skate, cuando
me cantó. He estado negándolo, persiguiendo mi cuento de hadas con
Mark, un cuento de hadas que construí durante los años para que
simplemente se cayera delante de mí en minutos. Y luego está Chris, el
cuento que sólo había tenido durante un par de días, pero el que
43
Taberna ubicada en Mayfair.
229
arruiné desde el principio al mentir. Quizá pude haber tenido algo con
él, pero nunca tuve la oportunidad de verlo, ya que lo arruiné desde el
principio. ¿Supermodelo? ¿En qué estaba pensando?
Tomo una gran bocanada de aire, del tipo que viene cuando
emerjo debajo del agua luego de una larga y dura nadada. Siento
como si estuviese tomando aire por primera vez en una semana, y mis
pulmones arden. Mi pecho se siente pesado y lleno. Finalmente salgo a
la superficie, finalmente enfrento la verdad.
Pero la verdad sólo me hace sentir incluso más triste.
Porque Jason dijo que había sido un error. No se siente de la
misma manera. Y entonces, también está la rubia de Harrods.
Vine desde el otro lado del mundo para descubrir que mi fantasía
con Mark es un mito total, para enamorarme del compañero de clases
que me cae más que mal, y una vez más, para encontrarme a mí
misma suspirando por alguien que no me quiere de vuelta.
230
24
Desastre de una noche de verano
Traducido por pau_07
Corregido por Juli
―Así rápidamente las cosas brillantes llegaron a la confusión‖ —J
M
e tire hacia arriba de los escalones antes de que la
familia dentro se dé cuenta de un sollozo de la Chica
estadounidense estacionada en frente de su casa y llame
a la policía. Empiezo a caminar por la calle. Más que nada, quiero tener
un momento de corazón-a-corazón con Phoebe, pero le echo un
vistazo a mi reloj y veo que se supone que debo estar en el Globe
Theater exactamente en veintiséis minutos, y no puedo llegar tarde.
Vamos a ver una producción de Sueño de una noche de verano y todo
el mundo notaría si entro después de iniciarse. Después de todo lo
demás en este viaje, si me pierdo la obra, probablemente sería
expulsada. Por no mencionar que la señora Tennison sabría con
seguridad que me fui por mí misma. Voy a estar totalmente jodida.
Doy un rápido vistazo a mi entorno, buscando la calle más
concurrida, lo que parece ser al final de la cuadra. Sé que estoy en 42
Ebury Street, pero no sé dónde está la 42 Ebury Street, y no tengo idea
de cuánto tiempo tardaré en llegar al Globe.
Me las arreglo para llamar a un taxi bastante rápido esta vez, rezo
para que el recorrido no me vaya a costar más de las veinticinco libras
que tengo en mi cartera. El viaje en taxi son los veinte minutos más
rápidos, sacudidos, y aterradores de mi vida, pero nos detenemos frente
al teatro con cinco minutos de más, le doy una generosa propina al
conductor.
La entrada al Globe, casi vacía hace una semana, ahora está
llena de gente. Los taxis están tratando de hacerse camino en la
carretera, dejando personas para el espectáculo de la noche, y siguen
teniendo que tocar la bocina para lograr que los peatones salgan de su
camino. Es ruidoso y caótico, y parece Mardi Gras, con los turistas y
231
aficionados al teatro pululando alrededor, sólo que todo el mundo está
sobrio. Me meto de barbilla y trato de hacer una línea recta hacia la
entrada. La multitud es tan espesa que me encuentro agachándome
bajo los codos y las mochilas y bebés encaramados en las caderas.
Al llegar a la entrada, soy recibida por un sujeto con aspecto de
oficial y un furioso recibidor de entradas. Mi corazón se hunde más en
mis zapatillas cuando me doy cuenta de que Jason debe tener nuestras
entradas. Sin él, no hay manera de que me dejen entrar.
Me levanto de puntillas y e incluso doy unos cuantos saltos
vigorosos tratando de ver por encima de la multitud. Una densa multitud
de turistas se agrupan alrededor de un diorama de tamaño natural de
un Sueño de una noche de verano, completo con maniquíes de hadas
y un disfraz de burro, bloqueando completamente mi punto de vista.
Malditas piernas cortas. Estoy a punto de rendirme e ir a sentarme en la
acera y llorar cuando veo un trapeador de desordenado cabello en la
parte de atrás de la multitud. Jason está de pie con Ryan Lynch y están
hablando animadamente. Ryan tiene una andrajosa y polvorienta
Hacky Sack y la están pasando entre ellos, golpeándola entre las
personas alrededor de ellos.
—Jason —grito, agitando el brazo sobre mi cabeza como una
loca, pero me está dando la espalda y no se da cuenta. Mantengo mi
camino a través de la multitud de espectadores y turistas, y mientras me
acerco, me pongo a escuchar retazos de su conversación. Lo oigo decir
"ella", y me doy cuenta de que está hablando de una chica. "Intenso"
viene a través y "mucho tiempo", pero no puedo escucharlo todo.
Bocinazos intermitentes de taxis tratando de seguir adelantándose
siguen interrumpiendo mi espionaje.
—Y es muy linda, pero… —BOCINAZOOOOO—. ¿Sabes lo que
quiero decir? —dice Jason.
—Totalmente, amigo —responde Ryan. Realiza algún movimiento
extraño de un salto, pasando el Hacky Sack detrás de su espalda, y
luego a la cabeza a Jason—. Realmente creo que sólo deberías… —
BOCINAZOOOOO.
Maldita sea. No puedo oír nada. Deben estar hablando de la
rubia de Harrods, pero ninguna de las cosas buenas está llegando.
Estúpidos taxis.
Ryan le da una fuerte patada a la Hacky Sack, y va a Jason tan
rápido que falla. Su dedo apenas toca un pedazo, pero es suficiente
para enviarla volando sobre su cabeza para aterrizar justo a mis pies.
Jason vuelve a agarrarla, y me doy cuenta al instante que me va
a detectar. No quiero que piense que escuchaba a escondidas, así que
me agacho rápidamente y como que salto hacia atrás lejos de él. Veo
a un empleado del Glob llevando un tablero con forma de sándwich
con la imagen de Reina Titania y me adelanto para esconderme detrás
232
de él. Sólo que no miro hacia donde choco contra un canoso, hombre
barrigón, que mira hacia abajo y me gruñe airadamente.
—Lo siento —grito y trato de esquivarlo. Choco de bruces con el
tipo usando el tablero de sándwich. Es algo difícil conservar el equilibrio
cuando estás usando un pedazo gigante de cartón, así que va volando
hacia atrás. Llego a por él y trabajo para agarrar el borde de la cara de
Titania, pero es demasiado pesada. Cae hacia atrás y caigo con él,
aterrizando justo encima de la pila. En realidad golpeé la nariz del pobre
tipo. Él me sonríe.
—Hola, preciosa —dice. Me doy cuenta de que ahora estoy
prácticamente a horcajadas sobre él.
Rápidamente me quito de él, con un dolor sordo en mi trasero.
—Eso fue gracioso, Lame Libros.
Jason extiende su mano hacia mí. Está riendo tan fuerte que tiene
un tiempo duro al levantarme de mi trasero. Me paro con dificultad,
sintiendo como si hubiera estado pegada de cabeza en el sol. Todo mi
cuerpo se está quemando. Me olvide que en realidad trataba de
encontrar a Jason, y en su lugar desearía estar de vuelta en la cabina,
con pánico por no tener mi entrada.
—No te veas tan triste —dice en un falso acento británico, tirando
de mi hombro—. Nadie miraba.
Claramente, está mintiendo. Un empleado del Glob está tratando
de levantar al chico con tablero de sándwich del piso, murmurando
para sí misma y lanzándome miradas sucias. Un par de otros grupos
están todavía riendo entre dientes, y una madre que estaba cerca con
un niño en su cadera se ve preocupada de que esté lesionada. Me
siento tan ridícula y tan fuera de control que me preocupa que voy a
empezar a llorar de nuevo.
—¡Julia!
Me vuelvo hacia el sonido de mi nombre, pero todo lo que veo es
una peluda cabeza de burro gigante flotando a mi lado. Escucho
cacareos provenientes del interior de la cabeza de burro, ya que
comienza a realizar una especie de confuso baile raro.
Ahora la gente está mirando, pero al menos no me están mirando
a mí. Ryan se está riendo y apretando las piernas juntas, como si
estuviera tratando de no hacer pis en sus pantalones. Incluso tengo que
admitir que Jason se ve muy divertido, y me las arreglo para esbozar
una sonrisa, justo antes de que la señora Tennison deje escapar un grito
horrorizado y le ladre a Jason.
Jason se quita la cabeza de burro y me da un guiño. Cuando la
señora Tennison sacude su dedo en la cara de Jason y le lanza el rollo
de “por qué no puede tener ningún respeto”, que en este momento me
parece tener memorizado, siento una oleada de gratitud hacia él. Es
233
seguida rápidamente por una ola de tristeza. Las cosas se parecen un
poco a la normalidad. Sea lo que sea que normalidad represente en las
cosas entre nosotros. Sólo dos amigos, pasando un buen rato siendo
muy amigos.
Trato de olvidarme de mi revelación de hoy —que estoy total y
completamente y patéticamente enamorada de él y me convertí en
chica triste y abrumada— y en su lugar me concentro en que entremos
al teatro. No sé si sentirme aliviada de que las cosas parecen normales,
o triste porque no son diferentes.
Sigo al resto de la clase dentro del teatro. O por lo menos, trato de
seguirlos. Hay un cuello de botella en la entrada, y la multitud se está
poniendo tensa y un poco irritable.
—Siempre haces esto —se queja una mujer detrás de mí—. Te
digo diez veces, y te molesta que diga diez veces, y luego aun así se te
olvida. Si no te amara, creo que tendría que matarte.
—¿Qué tal si la próxima vez sólo me lo dices una vez, y tal vez
podamos evitar estas estúpidas peleas? —responde un hombre. Hay un
poco de filo en su voz, y corta a través del ajetreo y el bullicio de la
multitud.
—O tal vez te diga veinte veces, y finalmente recuerdes traer la
cámara —golpea.
Todos hacemos nuestro camino a través de la puerta en el piso
del teatro. Es una habitación para permanecer de pie, y la furiosa
pareja serpentea detrás de mí. Genial.
Las luces se apagan y comienza la obra. Soy casi absorbida por la
magia en el escenario, pero no puedo deshacerme de esta
abrumadora sensación de nauseas. No ayuda que a mitad del segundo
acto, escucho el susurro de la mujer a su marido—: Realmente deseo
que tuviéramos la cámara. —Y él suspira profundamente en respuesta.
El dolor de cabeza que se ha ido construyendo desde que las
luces se apagaron se ha convertido en un dolor sordo en la base de mi
cráneo. Se arrastra alrededor de la frente y por intermedio está
palpitando fuertemente en mis sienes. Mientras sufro a través de tres
actos, no puedo creer que en realidad esté esperando que la obra
termine. Esta actuación, que he estado deseando desde que obtuve el
itinerario (¿Mi obra favorita de Shakespeare realizado en el Globe? Um,
¡increíble!), se está convirtiendo en la pesadilla de mi vida. Soy
totalmente miserable y desgraciada por ser miserable.
La multitud está envuelta apretadamente rodeándonos. Levanto
la vista para ver que los balcones que nos rodean están llenos, también.
Siento que hay caras opresivas en todas partes dirigidas hacia mí.
Quiero sentarme, incluso si es sólo en el suelo, pero no hay suficiente
campo. No me puedo concentrar en el escenario. Los actores se
234
precipitan alrededor en una completa mancha. Siento como si alguien
empujara bolas de algodón en remojo de gelatina en mis oídos. Oigo la
risa ahogada de la audiencia, que sólo hace que mi cabeza palpite
más.
En el escenario, los actores están gritando entre sí: una pelea de
amantes después de otra, cayendo sobre la audiencia como una gran
colcha de ruido enojado. Bajo la cabeza para tratar de bloquear algo
del caos, pero tan pronto como cierro los ojos, sale un flash detrás de
mis párpados. Sonidos: dentro de mi cabeza, dentro de mi memoria.
Oigo los gritos, dos voces distintas amortiguadas, como si viniera
de detrás de una puerta. Cierro los ojos con más fuerza, y entonces
puedo verlo. Estoy sentada en el suelo de mi habitación, las luces, mi
camisón de flores color rosa agrupado en torno a mis tobillos. Tengo mi
oreja pegada a la puerta para escuchar el sonido que viene de abajo
del pasillo. Sé que debería estar en la cama, pero no me puedo dormir.
No puedo dejar de escuchar los gritos, y quiero saber qué es.
Abro los ojos de golpe. El recuerdo me hace sentir toda
desconcentrada, y no sé por qué. Todos pelean, ¿no?
Y al igual que otro golpe al cerebro, sé por qué me siento tan
apagada. Porque siempre he pensado que mis padres nunca
peleaban. Seguro, los padres de todos pelean, pero no los míos. Porque
eran perfectos. ¿No es así? Tan pronto como el pensamiento se me
ocurre, me doy cuenta de lo ridículo que suena.
No me puedo concentrar en el resto de la obra. Los actores
terminan sus líneas, la historia se desenvuelve, el público aplaude, se
prenden las luces. De repente, la multitud está fluyendo hacia la puerta.
Sigo a Jason fuera del teatro. Mantengo los ojos fijos en su espalda. Está
vistiendo su abrigo de North Face, y noto un corto pelo marrón pegada
a la espalda. Se parece a un pelo de perro. ¿Jason tiene un perro?
Quiero alcanzarlo y arrancarlo, pero no lo hago. Estoy demasiado
ocupada forzando un pie delante del otro.
—Tengo que decirlo, Lame Libros —dice Jason que cuando
estamos en el vestíbulo—. En realidad fue bastante impresionante. —Su
sonrisa es tan grande que toca sus ojos con color brillante.
—Sí, genial —digo, y eso es todo lo que puedo juntar. Hablar
produce un extraño eco en mi cráneo que puedo realmente sentir. Sólo
empeora mi dolor de cabeza.
—Oye, ¿estás bien? No te ves tan bien —dice. Se inclina como si
fuera a frotarme la espalda o a poner un brazo alrededor de mis
hombros, pero después de un segundo, se lo piensa mejor y deja caer el
brazo.
—Caramba, gracias —respondo, sin dejar de mirar en mis zapatos.
235
—Eso no es lo que quise decir y lo sabes —dijo Jason—. ¿Por qué
siempre tomas todo lo que digo de la manera equivocada?
Antes de que pueda responder, se vuelve y se dirige hacia Ryan.
Estoy demasiado cansada y distraída para ir detrás de él. No puedo
concentrarme en nada en absoluto: lo único que puedo oír es el grito
sordo detrás de una puerta cerrada haciendo eco a través de mi
cabeza. Una y otra y otra vez.
236
25
Recoger los pedazos44
Traducido por Amy
Corregido por Violet~
@ El pub de Spice of Life, si estás libre
Esperaré toda la noche si tengo que hacerlo —C
A
migo, ella se ve pálida. ¿Está bien? —Apenas escucho la
voz de Ryan.
Jason se da vuelta y su cara está frente a la mía.
—¿Julia? ¡Yo, Julia! —dice. Chasquea sus dedos delante
de mi cara, pero su expresión es consternada—. En serio, ¿estás bien?
Parpadeo un par de veces y luego sacudo la cabeza. No me
había dado cuenta que habíamos salido a la acera en frente de Globe
y esperamos los taxis para que nos lleven al hotel. Una línea completa
de ellos, brillantes y negros están a punto de llegar, y nos vamos a
agrupar y distribuir en ellos. En mi bolsillo, mi teléfono vibra. Salto, luego
saco mi teléfono y lo abro.
—Por supuesto que eso es lo que te lleva a dejar de ser un zombie,
Julia —murmura Jason—. Tienes que estar en el otro extremo del maldito
teléfono.
—Es Chris —contesto mientras escaneo el mensaje de texto—. Está
en un pub y quiere saber si quiero ir.
—Bueno, parece que ha llegado la hora, entonces —dice.
Todavía me siento un poco nublada, por lo que apenas registro su voz.
—¿Crees que debería ir? —Las palabras están nadando en la
pantalla, formándose y re-formándose.
En sentido figurado, significa volver a empezar la vida después de una horrible
experiencia.
44
237
—¿Por qué no? —dice naturalmente—. Tiempo de crecer,
supongo.
—¿Sola? —murmuro, mi mente acelerando.
—¿Por qué no llevas a Mark contigo? Él es un real caballero, por lo
que he escuchado.
Ante la mención de Mark, levanto la vista, Jason me está dando
una mirada sucia.
—¿De qué estás hablando? —pregunto. Siento un leve temblor
comenzando en mis dedos, y tengo que agarrar el teléfono apretado
para no enviarlo al pavimento.
—Olvídalo —dice.
Genial. Por encima de todo, parece que los chismes sobre Mark y
yo han rodado. La papa que se ha sentado en mi estómago toda la
tarde se convierte en un yunque de 226 kg. Supongo que eso se instala.
Mark es una estúpida fantasía de infancia, y mis sentimientos
absolutamente insanos por Jason son claramente no correspondidos. He
pasado todo el viaje hablando, pensando, y persiguiendo el romance, y
no voy a dejar este país sin encontrar algo. No pasaré otro minuto
suspirando por alguien que no está disponible, no cuando hay un tipo
perfectamente dulce que me ha estado persiguiendo toda la semana.
Y yo lo he estado alejando. ¿Por qué? ¿Por Mark? ¿Por Jason?
Por nada.
Pero Jason obviamente, no ha terminado conmigo todavía.
—La última vez que hablamos, era Mark. Ahora estamos de vuelta
con Chris —dice. Lanza sus manos al aire—. Jesús, Julia, podrías recibir
latigazos cervicales siguiendo tu estúpida vida amorosa.
—Ni siquiera es así —respondo con un toque de veneno en mi voz.
Si él va a comenzar, es mejor que sea capaz de tomarlo—. Pasé algún
tiempo con Mark, y me di cuenta que quizás él no es como pensaba
que era.
Los taxis comenzaron a llegar. Todos nuestros compañeros de
clases se zambulleron, menos Jason y yo, que nos quedamos de pie en
la acera. Tenemos que tomar el último auto nosotros mismos. Juntos.
Jason salta en primer lugar, gritando por la ventana. —¿Ya no he dicho
eso?
—No, lo que dijiste es que Mark es demasiado bueno para mí —
respondo, deslizándome tras él.
—Nunca dije eso. Oyes lo que quieres oír, ¿cierto? —Se da vuelta
hacia la ventana y no puedo ver su cara. El taxi da tirones con el
movimiento.
238
—Lo que sea, Jason —suspiro. Me doy la vuelta para mirar por mi
ventana. Nuestro taxi avanza por el Támesis por medio de un estrecho
puente de piedra, luego se sumerge en un túnel oscuro. No hay nada
que mirar para distraerme de mi ira contra él.
—Exactamente, lo que sea. Menospréciame, al igual que
menosprecias a todos.
—¿De qué estás hablando? —Me esfuerzo para mantener el
temblor en mi voz.
—Si quieres sacar la cabeza de tus guías por dos segundos, quizás
veas que no eres la víctima solitaria que siempre finges ser. Hay gente
que realmente se preocupa por ti.
—¿Quién, tú?
Lo escucho respirar rápido, entonces hay una larga pausa.
—Tal vez —dice finalmente.
—Oh por favor —escupo—. Qué gran amigo has sido. Me ignoras
cuando te conviene, me tiras en la laguna, me avergüenzas
veinticuatro-siete, y prácticamente me has botado todo el viaje.
—Si no fuera por mí, habrías pasado todo el viaje sola, demasiado
ocupada mirando hechos y fechas para divertirte, pasando todo tu
tiempo soñando despierta con tu estúpido DAEJ, Mark. Deberías
agradecerme.
—¿Agradecerte? ¿Agradecerte? —golpeo mi mano en el asiento
de cuero por frustración. El golpe sordo fue apenas satisfactorio, y ahora
mi mano me pica—. Estás delirando, ¿sabes qué? Estás delirando, y… y
eres inmaduro, y…
—Y egoísta, y un niño, y un imbécil —finaliza por mí,
prácticamente escupiendo—. Ya lo has dicho antes. Lo has dicho
muchas veces, de hecho. —Se da vuelta para mirarme. Sus ojos están
medio-estrechados, y me está mirando con demasiada intensidad—.
¿Sabes cuál es tu problema? Nadie es suficiente bueno para ti. Vives en
un mundo de fantasía. Y si no despiertas, terminarás sola, con tus libros y
cuatro millones de lápices número dos.
Mi visión parpadea en rojo. No puedo creer lo que estoy
escuchando. Quiero pellizcarme para ver si puedo despertar de esta
pesadilla.
—Cómo te atreves a decirme eso —me ahogo.
—¿Qué, atreverme a decirte la verdad? —Jason se está riendo
ahora, pero es una risa furiosa y cortante—. ¿Ves? Puedes insultar, pero
no puedes tomarlo. Actúas como si fueras la única con sentimientos.
—El día en que muestres sentimientos será el día en que… —
murmuro, pero él me corta.
239
—¿De qué? ¿Ponerlo en tu guía? ¿Utilizar un bolígrafo? ¿Romper
las reglas?
—No he hecho nada más que romper las reglas desde que llegué
aquí —grito, casi lanzándome fuera del asiento.
—Sí, y has tenido más diversión de la que has tenido en toda tu
vida.
—No, ¡he estado estresada y miserable! He tenido más problemas
de los que he tenido en toda mi vida combinada desde que comencé
a romper las reglas.
—¿Por qué dices eso como si fuera mi culpa?
—¡Porque lo es! Desde el momento en que salimos de Boston, me
has estado recogiendo y empujando. Estoy harta de esto… harta de tus
bromas, tu sonrisa, tus hoyuelos y tu inmadurez. —Estoy respirando con
dificultad y puedo sentir mis mejillas enrojeciéndose. El conductor saca
sus ojos del espejo retrovisor, incapaz de mirarme.
—¿Inmadurez? ¿Eso es lo mejor que puedes decir? —Por fin me
mira—. Vamos Julia. Puedes hacerlo mejor que eso. Vuélvete loca. Usa
una mala palabra. —Entrecierra sus ojos, y todo lo que puedo notar son
sus cejas, que son rojo ardiente como su pelo. De repente, estoy
distraída por ellas, son todo lo que puedo ver. Me concentro en ellas en
vez del dolor y la ira en sus ojos. Ignoro el hecho de que él parece estar
al borde de las lágrimas.
—¿Quieres que lo haga mejor? —La ira burbujea en mí, caliente y
fundida—. No eres inmaduro. Sabes exactamente lo que estás
haciendo. Tú escoges ser un idiota. Y es enfermo lo bueno que eres en
eso. Has mentido y manipulado mis sentimientos a lo largo de este viaje,
y lo disfrutas, ¿no? Probablemente has estado afuera con Ryan
contándole como me molestas. Te burlas de mí, me consuelas, te burlas
de mí, me besas, me alejas por alguna supermodelo. Eso es lo que es
divertido para ti, ¿joder mi cabeza? ¿Alguien te ha enseñado que no
está bien tratar así a la gente? Oh espera, probablemente no. Tu mamá
te abandonó antes de enseñarte eso.
Lamento las palabras tan pronto como salen de mi boca. Su
cuerpo se tensa, como si fuera a saltar sobre mí o que fuera a salir
corriendo. Si sus ojos fueran rayos láser, habría hecho dos agujeros
perfectos directamente en la parte posterior de mi cráneo.
Por un breve momento me sentí un poco asustada.
Instintivamente me deslicé hacia atrás contra la puerta. Pero su cuerpo
se afloja, muy rápido, como si alguien le hubiera quitado la tensión. Se
inclina hacia atrás y levanta sus manos lentamente para aplaudir.
—Guau. Realmente genial, Julia. Un A+ por eso. Eso es todo lo que
quieres, ¿no? ¿Una buena calificación? Esa es la vida real para ti, libros
y escuela y calificaciones. Tu padre estaría muy orgulloso.
240
Nuestro taxi se detiene frente a nuestro hotel. Abro la puerta y
salto luego, me volteo.
—Jo.De.Te —digo, mi voz plana—. Ahí está tu mala palabra.
Apenas puedo ver mientras camino a la puerta del hotel, golpeo
con el hombro a mucha gente que se cruza en mi camino. Ni siquiera
me disculpo. Mi pelea con Jason se sigue repitiendo en mi cabeza
como si fuera la única canción en mi iPod y el dispositivo está
configurado para repetirse.
Cuando regreso a mi habitación, cierro la puerta con fuerza y las
fotos de Londres suenan en sus marcos. Voy al lavabo y salpico un poco
de agua fría en mi cara. El agua fría rompe mi ira y lo único que queda
es la confusión y el dolor. Me pongo a temblar. No sé si es el agua fría o
qué, pero envuelvo mis brazos alrededor de mí tratando de calmarme.
No puedo parar. Mis dientes castañean. Espero que las lágrimas lleguen,
pero no lo hacen. Mis ojos están secos y pican, y me froto duramente la
cara.
Necesito a mi mamá.
Saco mi billetera y descomprimo el bolsillo frontal con tal fuerza
que la cremallera se cae en la mano. Grito y lanzo la cremallera rota al
suelo. Saco la tarjeta roja que mamá me dio para emergencias. Y esta
es definitivamente una emergencia. No puedo dejar de pensar:
Necesito a mi mamá.
Golpeo los números en el teléfono inalámbrico en mi habitación
del hotel, siguiendo cuidadosamente las instrucciones en la parte
posterior de la tarjeta. Estoy muy ansiosa y escribo mal y tengo que
marcar tres veces. Finalmente, la línea comienza a sonar y el sonido
ligeramente crujiente de mi señal de socorro viaja por el océano.
—¿Hola?
—¡Mamá! —lloro, sosteniendo el teléfono con ambas manos.
—¿Julia? ¿Estás bien? —Su voz es gruesa por la preocupación.
—Todo está bien —digo, tratando de tragar un nudo en la
garganta—. Sólo es que te extraño y… necesito hablar contigo.
—Oh, bien —dice mi mamá, dejando escapar un largo suspiro—.
¡Estaba tan nervios cuando te escuché en la línea! Te extraño también
cariño. ¿Cómo van las cosas?
—Están bien —contesto. De repente, no sé qué decir. ¿Cómo
empiezo?
—No suenas bien —responde gentilmente. Mamá siempre puede
leer el tono de mi voz. Ella siempre me dice que nunca debo jugar
póker.
241
—Sólo estoy un poco nostálgica —digo, luego inhalo—. Nueve
días es un largo tiempo.
—¡Me lo estás diciendo! He estado vagando por la casa tratando
de averiguar qué hacer. Las cosas se pusieron tan mal que estaba
pensando tomar un tejido de punto.
La tensión comienza a romperse en mi pecho.
—¿Qué pasa con el baile en línea? —digo—. ¿O tejer canastas
bajo el agua?
Mi mamá se ríe, y el sonido es cálido y claro, incluso a través del
teléfono. Lo imagino en nuestra pequeña cocina en su lugar habitual en
la cabecera de la mesa de madera desvencijada, haciendo girar la
cuerda de nuestro teléfono antiguo con el dedo. Tomo una respiración
profunda. Sólo el sonido de su voz me calma.
—Bueno, en realidad… —dice, y luego se detiene—. Salí con Dan
anoche. Me llevó a ese nuevo lugar de tapas.
Y de nuevo, la pesadez de mi pecho está de vuelta.
—¿Q-qué? —tartamudeo—. ¿Quién es Dan?
—Oh, ya sabes, el de al lado, con quien Kathleen me tendió una
trampa. El contador en su oficina —explica mamá, su voz un poco
cortada.
Mi mente se volvió completamente blanca. —Así que… ¿es
material para segunda cita?
—Tercera, en realidad. El lunes fuimos a ver una película, ¿la
nueva de extraterrestres?
¿Una tercera cita? Sé que mamá ha estado en varias primeras
citas. Cada vez, termina volviendo a casa, dejándose caer en el sofá
con un gran suspiro, y pasando canales de TV para cualquier maratón
que pase en esa noche. Nunca pregunté los detalles, porque en parte
no quería saber, y porque seis episodios de Teen Mom describen algo
para mí.
Pero, ¿una tercera cita?
Estúpidamente, lo único que se me ocurre decir es—: Bueno,
¿cómo fue?
—Bueno, ya sabes. Odio las películas en 3-D. Me hacen sentir un
poco mal —dice.
—¡No la película, mamá! La cita.
—¡Oh! Fue genial. Es un tipo dulce. Divertido. Y en el lugar de
tapas ordenó en español, lo que fue bastante impresionante. Creo que
iremos al mercado de agricultores el sábado en la mañana.
242
Mi mamá fue a una tercera cita, y está planeando una cuarta. Mi
mamá tiene más vida romántica que yo en este momento.
—Yo… yo sólo estoy sorprendida —digo.
—Julia —suspira mi madre—. Estás actuando como si nunca
hubiera tenido una cita antes.
Estoy agarrando el teléfono tan fuerte que mis nudillos duelen.
—Sé que solías ir a citas…
—No estoy hablando de la secundaria, cariño.
—Quiero decir… No pensaba que actualmente empezaste, no lo
sé, a ver a alguien. —Tengo que sentarme antes de oír una respuesta.
—Tenía que suceder en algún momento —dice, su voz gentil—.
Han pasado casi diez años. Amé demasiado a tu padre. Lo sigo
haciendo. Pero esa no es una razón para cerrarse.
—Creo… —recojo una pelusa invisible del edredón de plumas
brillantes, y accidentalmente saco una larga y fina pluma del relleno.
Mi mamá suspira otra vez. —Escucha, Jules. Sabes lo duro que fue
cuando tu padre murió, pero es importante recoger los pedazos y volver
a intentarlo.
—¿Volver a intentarlo? —dirijo una pluma a un lado a otro a través
del edredón, luego la pongo entre mi pulgar y el índice.
—Por supuesto.
—Pero papá era el indicado. —Escucho mi voz cuando lo digo.
Sueno desesperada, infantil, como si lo digo las suficientes veces, puedo
hacerlo realidad. Dejo ir la pluma y la veo flotar suavemente en el suelo.
—Él lo era, y luego murió —dice suavemente—. No puedo
imaginar que el amor sólo se viva una vez, y sé que tu padre diría lo
mismo. No puedes simplemente apagar el amor. Es parte de la vida, y
está en todas partes. Hay que extenderse y tratar de tomarlo.
—Guau —suspiro, tomando todo lo que ha dicho. La imagen de
mi madre sentada en un restaurante de tapas con algún contador se
mantiene chocando con la idea de que mi padre era el DAEJ de mi
madre. Ella no puede estar buscando a alguien más. ¿No se supone
que su DAEJ tiene que buscarla?
Por supuesto que está buscando. Por supuesto. Sólo he sabido
esto por cinco minutos, y ya me siento tonta por haber creído algo más.
Es la misma ridícula sensación que tengo cuando finalmente recuerdo
su pelea.
Es como si hubiera estado creyendo en Santa Claus todo este
tiempo.
243
—Julia, no tenía la intención de hablar todo esto por teléfono —
dice mamá—. Es mucho para tomar.
—No te preocupes, mamá —contesto. Tiro mis zapatos y me dejo
caer sobre la cama—. En realidad es exactamente lo que necesitaba
oír.
—Así que, ¿no te hace sentir peor?
—Nop —contesto, esperando que pudiera escuchar la sonrisa en
mi cara—. Todo lo contrario. Me siento mucho mejor.
Los minutos se están acabando, así que nos despedimos y le digo
que no puedo esperar para llegar a casa. Ella me anima a disfrutar la
última parte de mi tiempo en Londres y sé que lo haré.
He estado conteniendo mi respiración, nadando bajo el agua por
mucho tiempo. Quizás no hay tal cosa como la persona perfecta. O
quizás Jason tiene razón: hay personas perfectas, muchas de ellas, y te
toca a ti escoger a uno cuando lo encuentres en el caos al azar de la
vida y del amor. Jason. Quizás podría haber sido una de esas personas.
Él estaba en lo correcto, todo el tiempo ha estado en lo cierto, y
ahora no puedo creer todo el daño que hice. Puedo ver como él nunca
me perdonará.
Quiero llamar a Phoebe, para hablar sobre todo: mi mamá, su
cita, mi papá, y mis sillas musicales de chicos aquí en Londres.
Desafortunadamente, no creo que haya suficientes tarjetas de llamadas
en todo Londres para contar la historia. En cambio, saco el celular de la
mesita de noche, y le mando un mensaje con la única verdad que sé
ahora mismo.
P— Me enamoré de Jason y lo jodí A-LO-GRANDE
No preguntes. Necesito que un montón de helado espere por mí.
Te amo y te extraño —J
Esperaba en ascuas, mirando el pequeño teléfono en mi mano,
pero no vibra. ¿Le habrá llegado mi mensaje a Phoebe? ¿Está su
teléfono apagado? Debe ser eso, o ella definitivamente me hubiera
respondido, probablemente para preguntarme si me estaba volviendo
loca. Quizás no quiso mandarme un mensaje y simplemente está
tratando de encontrar una institución británica mental donde pueda
meterme.
Espero un minuto o dos, quizás para que su sorpresa se vaya y me
pueda responder, pero nada viene. El único texto en mi teléfono es el
de Chris sobre el pub Spice of Life.
244
La pelea comenzó cuando dije que iba a ir con Chris. No hay
nada que perder. Jason me odia y es probable que salga con esa
chica rubia de todos modos, así que ¿qué importa? Es mejor no pelear
por nada, supongo.
Saco mi abrigo de la cama, lo pongo en mi hombro y marcho
hacia la puerta.
245
26
Misterioso Chris
Traducido por Jo
Corregido por Verito
Adelante. —J
S
algo del conducto en Leicester Square. Es tarde. Como mi
último acto de rebeldía en este viaje (y espero que del resto
de mi vida natural), he abandonado mi hotel, dejado mi
cena, y venido a buscar a mi chico misterioso. Hey, hazlo en grande o
vete a casa, ¿cierto? Y ya que me voy a casa mañana, pienso que
podría además hacerlo ENORME.
Las luces de las calles están recién encendiéndose alrededor de
mí, y el sol está comenzando a ponerse. Mientras me paro en la vereda,
intentando orientarme, la gente pasa empujándome. No he estado en
esta área antes, así que soy forzada a sacar mi mapa laminado de
Londres. Me paro contra la pared de afuera del conducto de la
estación para no ser pisoteada, y corro mis dedos a través de las calles
brillantemente coloreadas hasta que encuentro mi camino. Debería ser
sólo una caminata corta de un par de cuadras para llegar al pub.
Paso frente de tiendas coloridas pintadas como huevos de
pascua, sus mercancías igualmente coloridas mostradas en las
ventanas. Una tienda muestra una ventana llena de maniquís en
sweaters tejidos a manos en cada color del arcoíris. Una tienda de
relojes tiene una vitrina llena de bandas de colores brillantes, y la tienda
de joyas al lado muestra piezas de vestuario tan grandes que lucen
como si me fueran a aplastar.
Diamantes falsos en rojo y morado y azul están apilados uno sobre
el otro. Sólo unas pocas cuadras después he llegado a la dirección que
hallé en línea. El pub toma la esquina completa de la cuadra y está
iluminado como un árbol de navidad. La visión de la fachada de
grandes ladrillos me abruma por un momento, y tengo que detenerme
246
en la vereda y tomar algunas respiraciones profundas. Después de
todas las decepciones que he enfrentado esta semana, quiero que esto
esté bien. Aún a pesar de que probablemente no lo merezco, necesito
que esté bien.
Por favor no me decepciones.
Paso a través de las puertas e instantáneamente me doy cuenta
de que Spice of Life no es cualquier típico pub inglés. Claro, hay un bar
y cabinas y mesas, pero un escenario domina el primer piso. Hay una
banda, un montón de chicos tocando instrumentos con una cantante
femenina en el micrófono. La música es alta pero tranquila, y doy un
suspiro de alivio de que no me he encontrado con una banda de
covers de Black Sabbath. No creo que pudiera soportar eso.
Escaneo la multitud, buscando un desordenado montón de
cabello oscuro, un par de lentes negros, una camiseta gastada de
franela. Busco por Shakespeare de bolsillo. Pero no lo veo en ningún
lugar. Me encojo en mis hombros y tiro de las mangas de mi cardigán
gris sobre mis manos, como si esto de alguna manera me fuera a volver
invisible. Maldición. Estaba esperando que él ya estuviera allí para poder
tener un momento para verlo antes de que él me viera a mí. Quiero un
momento para respirar, para prepararme, para organizar mis palabras y
pensamientos antes de acercarme a él. Resignada a esperar, hago mi
camino hacia el bar y me poso en uno de los bancos altos de madera,
mis pies cuelgan debajo de mí. Le doy al barman un saludo y ordeno
una cerveza, mi primera vez. Sale de mi boca antes de que pueda
siquiera pensarlo, y una vez que está afuera, continúo con eso. Ni
siquiera sé cómo ordenar una cerveza; sólo digo—: Tomaré una
cerveza.
—¿De qué tipo? —pregunta el barman a través de su grueso
bigote rojo.
—¿Qué?
Él hace un gesto a la colorida fila de grifos a lo largo del bar.
—Lo que sea más barato —digo. Ni siquiera sé cuánto cuesta la
cerveza, y definitivamente no quiero ordenar una y después no tener
suficiente dinero en mi billetera para pagarla.
Ahora me doy cuenta de cómo mis compañeros de clase se han
salido con la suya toda la semana. Pregunta con la suficiente confianza
y un frío vaso de una pinta aparecerá en frente de ti, sin preguntas
hechas. Tomo un sorbo e intento no poner una cara por el amargo
trago. No quema como la bebida que Jason me hizo en la fiesta de
casa, pero claramente no es placentero. Trago dos más, rápidamente,
esperando que mis papilas gustativas se acostumbren, pero no lo
hacen.
247
Saco mi copia de Orgullo y Prejuicio y la abro. Estoy casi
terminando, a pesar de que espero no llegar al final mientras estoy
sentada aquí. No hay nada que odie más que estar varada en algún
lugar sola sin algo para leer.
—¡Ese es mi libro favorito!
Levanto la mirada. Una chica está sentada a mi lado, sonriendo
ampliamente. Sus dientes son deslumbrantemente blancos. Su largo
cabello rubio hace una cascada en olas por sus hombros. Es el tipo de
cabello que luce como si viniera de una película animada, con
perfecto rebote y forma. Ella está sentada, pero puedo decir que es
alta. Sus piernas caen sin esfuerzo por el banquillo. Está usando jeans
ajustados con botas de cuero negro hasta sus rodillas. Un chaleco
abotonado muy grande azul que en mí se vería como una cortina de
baño de algodón envuelta por mi cuerpo de alguna manera hace que
ella se vea alta y torneada y glamorosa. Un par de aviadores de borde
dorado están empujados en la parte superior de su cabeza, sosteniendo
hacia atrás su flequillo. Su cabello rubio tiene mechas rosadas, y ella
luce vagamente familiar.
Entonces recuerdo: ella estaba en la fiesta a la que Jason y yo
entramos nuestra primera noche en Londres. Vi a Jason hablando con
ella en la cocina de la casa y luego, horas después, su novio, con su
peinado a juego, empujando a Jason a la calle. Ella obviamente no me
reconoce, sin embargo, así que no digo nada. Siempre he sido buena
con los rostros, lo que quiere decir que suelo tener muchas reacciones
enloquecidas cuando reconozco a alguien que no tiene absolutamente
idea de quién soy yo.
—Sí, el mío también —respondo—. Probablemente lo he leído diez
veces.
—Lo mismo. Siempre estoy tan celosa cuando veo a gente
leyéndolo por primera vez. Suertudos bastardos no saben cuán bueno lo
tienen.
—Completamente —digo. Conozco ese sentimiento. Lo siento por
Jane Austen, y por Shakespeare también. Recuerdo vívidamente la
primera vez que los leí: toda la emoción y energía de absorber algo
nuevo e increíble.
—Desearía que hubiera pensado en traer un libro —suspira en su
vaso de pinta—. No creí que estaría sentada aquí tanto tiempo.
—Oh, nunca voy a ningún lugar sin un libro —respondo. Palmeo mi
bolso de mensajero, pensando con una punzada de ansiedad de que
debería haber empacado uno de repuesto. Pero si termino el libro y
Chris no está aquí todavía, podría tomarlo como una señal de que es
momento de rendirse—. ¡A veces realmente espero que la persona
llegue tarde para tener más tiempo para leer!
248
Ella ríe. —Te escucho. Hoy estoy un poco nerviosa, sin embargo.
No estoy segura de que podría concentrarme en un libro.
—¿Estás esperando a alguien también?
Ella asiente. —Rompí con mi novio la semana pasada después de
que me di cuenta de que era un tonto idiota, así que estoy algo
emocionada por este nuevo chico. Sin embargo me estoy comenzando
a preocupar un poco de que no vaya a aparecer —dice ella. Pero su
voz suena animada. Si no fuera tan genuinamente agradable, su
felicidad sería irritante, como esa gente que sigue y sigue hablando de
cuánto el yoga cambió su vida—. ¿Deberíamos esperar juntas, hacernos
compañía?
Conversamos sobre Orgullo y Prejuicio por un rato, y mientras
estoy distraída, soy capaz de tragar unos pocos sorbos más de cerveza
sin tener arcadas. Luego de unos minutos mi compañía echa un vistazo
a su reloj, luego revisa por segunda vez la hora en el reloj sobre el bar. —
Creo que he sido plantada —suspira ella.
—Yo también —respondo. Su mensaje decía que él esperaría
toda la noche, pero aparentemente no estaba diciendo la verdad
(aunque para ser justa, he sido bastante descuidada en decir la verdad
todo este tiempo). Sólo se siente como si fuera hora de rendirse—. Estoy
bastante segura de que ha sido mucho tiempo.
—¿Quién es el chico que te plantó?
—¿Cómo supiste que era un chico? —pregunto.
—Oh, siempre es un chico, ¿no?
Ella pone sus ojos en blanco y golpea con sus uñas pintadas
púrpura el bar, una después de la otra en una rápida secuencia. Me
siento extrañamente cómoda con ella. Tal vez es porque no he
escuchado de Phoebe en un tiempo, pero se siente bien tener a
alguien con quien conversar. No me importa abrirme.
—Esto puede sonar extraño, pero estoy buscando un chico que
sólo he visto una vez. Hemos estado enviándonos mensajes toda la
semana.
Su sonrisa titubea; sus ojos se entrecierran un poco. Se ve
levemente confundida.
—Yo también —dice ella.
—¿A qué te refieres con: “yo también”? —pregunto.
—Estoy esperando a un chico que sólo he visto una vez. Mi
teléfono ha estado sonando toda la semana por sus mensajes. Le dije
que me encontrara aquí.
—Wow. Extraña coincidencia —digo, pero aún cuando lo digo,
puedo decir que la palabra “coincidencia” parece incorrecta. Espero
249
que mis palabras no estén saliendo tan confusas como se siente mi
cerebro—. He estado cazando a este tipo, Chris, toda la semana.
Finalmente me da un lugar para encontrarlo y luego no aparece.
Ella rompe en risas. —¡Mi nombre es Chris! Bueno, Christina, pero
nadie me llama así excepto por mi abuela. ¿No es eso extraño?
—Extraño —repito, accidentalmente imitando su acento británico.
Suena algo cómo: Extraaño. La palpitación de antes está de vuelta, y
siento como si mi cerebro estuviera usando un gran y peludo sweater.
Parece un poco demasiado caliente aquí adentro también, y tiro del
cuello de mi camiseta para tener algo de aire circulando. ¿Qué hay en
esta cerveza?—. ¿Hace calor aquí? ¿Tienes calor? Yo tengo calor como
el infierno.
—Bueno, tú sabes lo que Churchill dice. “Si estás atravesando el
infierno, sigue avanzando” —dice ella con una pequeña risa entre
dientes en su bebida.
La cita me golpea como un puño en el rostro. Oh Dios mío. No
puede ser. Mientras lucho por algo que decir, la verdad comienza a
tomar forma en la parte trasera de mi cerebro. Lentamente hace su
camino al frente de mi mente como un rayo en cámara lenta, y siento
el calor comenzando a bajar a mi estómago.
—¿A quién estás esperando tú? —pregunto, preparándome para
la respuesta.
—Su nombre es Jason —dice ella—. Lo conocí en una fiesta el fin
de semana pasado. Él es americano.
Oh. Dios. Mío.
—Conozco a Jason —Es lo que finalmente sale de mi boca luego
de lo que sospecho es un minuto completo de abrirla y cerrarla.
—¿Lo haces? —Gira en su banquito hasta que nuestras rodillas se
están tocando. Ahora está empezando a verse confundida.
—Sí, él es uno de mis compañeros de clase. Estamos en este viaje
juntos. Ambos estábamos en la fiesta el fin de semana pasado. Allí es
donde lo conociste —explico, tanto como para mí que para ella.
—¿Tú crees que viene? —pregunta con esperanza.
—Uh, él está… bueno, está… no está disponible. —Sé que es una
mentira (o tal vez no—sí está la chica rubia de Harrods), pero aún si él
me odia, no puedo soportar el pensamiento de Jason enrollándose con
alguien que no sea yo, mucho menos esta valiente, lectora, claramente
muy interesante e inteligente rubia hermosa. Sin mencionar que su
nombre es Chris. Yo obtengo a mi Chris antes de que él tenga a la suya,
maldición.
Y justo entonces, la realización rompió sobre mí como una ola,
arrastrándome a la resaca de la realidad. Estoy esperando a Chris. Su
250
nombre es Chris. Ella está esperando a Jason. Nuestros mensajes pasan
ante mis ojos. Todos dirigidos a y firmados simplemente “J.”
Esta es mi Chris. De alguna manera, he estado enviándole
mensajes a ella.
Me siento enferma, empujo mi cerveza a mitad de beber por el
bar. Necesito un agua. Ahora. Le hago señas al cantinero, pero él no
me ve. Mi garganta se siente como si alguien le hubiera dado vuelta el
contenido de un salero dentro, y estoy luchando para tragar sin tener
arcadas.
—Oh Dios mío. Escucha—no has estado esperando a Jason. Me
has estado esperando a mí. —A penas puedo decirlo en un susurro—. Yo
te envié esos mensajes.
—¡Pero sonabas como un chico en el teléfono! —exclama, e
instantáneamente pienso en el momento en el Tate cuando Jason me
quitó el teléfono de mi mano y lo respondió. Oh Dios. Si tan sólo hubiera
sido más rápida, sostenido el teléfono con más fuerza, ¡todo esto podría
haberse solucionado hace una semana!
No puedo siquiera creer que esto me esté pasando. ¿Cómo esto
se convirtió en mi vida? La cerveza ahora está revolviéndose en mi
estómago como uno de esas piscinas de olas de parques de diversión.
Escucho la puerta del bar abrirse, pero no estoy lista para mirar nada
todavía. Mantengo mi rostro hacia abajo y mis ojos cerrados con fuerza.
—Santo wow, él es lindo. —Escucho a Chris murmurar, y mi
corazón se salta un latido. Aún a pesar de que Chris es… bueno, no mi
chico sexy soñado, todavía sostengo esperanza de que de alguna
manera, mi ante ojudo, bombón lector de Shakespeare va a entrar
caminando por la puerta. Abro mis ojos, y allí está la sorpresa de mi vida.
Es Mark.
Sí luce lindo. Se ve como que robó su atuendo directamente de
un maniquí, jeans gastados, oxford blanco, y un cárdigan gris. Sólo Mark
podría hacer que un cárdigan funcionara. Y a pesar de que sabía
objetivamente de que él es hermoso, no siento la misma adoración de
estómago enredado que he sentido cada otra vez que lo he visto en los
últimos 242-o más días. Estoy sorprendida de darme cuenta de que no
siento nada.
—¡Julia! —dice él—. No te he visto desde que corriste. ¿Terminaste
tu tarea?
—Uh, sí —digo. La mascullada inseguridad que sentí cada otra vez
que he hablado con él se ha ido. Lo he estado evitando desde su
propuesta indecente—. ¿Qué estás haciendo aquí?
—Papá dice que este lugar es asombroso. Pensé en chequearlo
—dice, y luego sus ojos ven a Chris—. Linda vista.
251
—Vas a… —comencé, pero Mark me interrumpe. Sus ojos están
completamente enfocados en la belleza de casi un metro ochenta
sentada junto a mí.
—¿Cuál es tu nombre? —dice, prácticamente botándome de mi
banquito mientras se acomoda entre Chris y yo.
Ella ríe. —Soy Chris.
—¿Chris, huh? Me gusta ese nombre. Es sexi —dice, su voz como
miel. Nunca noté cuán suave suena, y no de una buena manera. Más
como si estos fueran los 70s, él estaría usando un traje pata de elefante.
Hice una mueca con el pensamiento—. Y tú eres definitivamente sexi.
Oh ick. ¿En serio?
—Bien, bueno, voy a… —digo, pero de nuevo, Mark me
interrumpe.
Hace un gesto hacia mi taburete, en el que estoy actualmente
sentada, y dice—: ¿Te importa?
No puedo creer que me esté pidiendo dejar mi asiento para que
él pueda coquetear con alguna chica. No hace más de dos días,
estaba coqueteando conmigo. ¿Cómo no noté que este tipo es un
completo perro? Escucho la voz de Jason en mi oído, llamando a Mark
encantador, sólo ahora reconozco el sarcasmo.
Todo lo que dijo sobre Mark de pronto tiene mucho más sentido. Él
siempre supo.
Y estaba intentando decirme. Salto del taburete y busco una
mesa. Detrás de mí, Mark y Chris están charlando. Es claro que Chris no
tiene necesidad por su misterioso “J,” fuera Jason o yo.
El monstruo de celos tiene un duro agarre en mí. De pronto me
siento más sola de lo que me había sentido en todo el viaje. Necesito un
amigo. Necesito a Phoebe.
Saco mi teléfono y lo sostengo en mi mano, notando ningún signo
de cualquier respuesta de Phoebe, a pesar de mi temprano texto
bomba sobre enamorarme de Jason. ¿Dónde está ella?
Y aquí es cuando la última pieza del rompecabezas cae en su
lugar. Dejo caer mi teléfono y repiquetea en el suelo. Si Chris estaba
enviándole mensajes a Jason, pero yo estaba respondiendo, entonces
debo tener el teléfono de Jason. Y él debe tener el mío.
Cierro mis ojos—y ahora lo veo. Estoy tropezándome cabeza a
talones por los escalones de piedra luego de esa fiesta el fin de semana
pasado, los contenidos de mi cartera esparcidos. Mi teléfono está en el
escalón de arriba; luego se ha ido. La siguiente cosa que sé, Jason me
está arrastrando del pavimento y diciéndome que tiene mi teléfono.
Sólo que no es mi teléfono. Es el suyo. Lo que quiere decir… Los puntos
252
comienzan a conectarse rápido. ¿Todos esos mensajes de “C”? Eran
para Jason, no para mí. ¿Todos esos textos de Sarah?
Lo mismo. Y esto explica por qué Phoebe dejó de llamar o
enviarme mensajes… Espera un minuto. Si Jason ha tenido mi teléfono
todo este tiempo, entonces… oh, NO. ¡Entonces Phoebe
probablemente ha estado enviándole mensajes a Jason! No me
pregunto por qué sabía sobre Mark, y DAEJ, y… Oh Dios, ¿qué MÁS
sabe?
Levanto el teléfono del suelo y hago la única cosa que puedo
pensar en hacer. Me envió un mensaje a mí misma.
253
27
Todo lo Bueno Termina con Hortensias
Traducido por Annabelle
Corregido por Verito
¿Dónde demonios estás? —J
E
stoy a punto de presionar el botón de enviar cuando siento
una mano sobre mi hombro. Me doy la vuelta y quedo cara
a cara con Jason.
Su cabello todavía esta desordenado y cubierto con su gorra
vieja de Sox, pero ahora tiene puesto el suéter de cachemira que había
usado en la fiesta de fraternidad. Justo como esa noche, la tela hace
resaltar sus ojos azules, y ese color tan vivo casi me deja ciega. Sus
brazos están llenos, con un bouquet de hortensias envueltas con papel
marrón en una mano, y un pequeño libro con cubierta de cuero verde
en la otra.
No sé qué decir, por dónde comenzar, así que en vez de eso,
señalo el libro.
—¿Qué es eso? —pregunto.
—Oh, eh, creo que es un remplazo —dice, aclarando su
garganta—, de tu libro de Shakespeare. El de bolsillo.
Tomo el libro y lo aprieto contra mi pecho como una cobija de
seguridad. Nada parece ir de la manera correcta, pero al menos tengo
a mi Shakespeare.
—Leí algunas páginas —dice, con sus ojos enfocados en el libro—,
no estuvo tan mal.
Con mis brazos ahora llenos con Shakespeare, él simplemente
coloca las flores sobre la barra. Cuando no me muevo, o digo nada,
señala hacia los regalos. —Esto es—esto es porque lo lamento. Lamento
nuestra pelea.
254
Un nudo enorme obstruye mi garganta. Quiero decir que también
lo lamento, pero en vez de eso, lo que sale es—: Creí que me odiabas.
Sus ojos están llenos de una luz bastante cálida. Quiero saltar
hacia ellos y nadar. —Nunca podría odiarte. Cuando te volviste loca
contra mí por haberte dejado sola, me di cuenta que debiste haberme
visto con mi prima, Fiona. Eres bastante sigilosa para ser alguien que
siempre sigue las reglas —dice con una sonrisa avergonzada.
Mis mejillas comienzan a sonrojarse al recordar la chica rubia, la
supuesta supermodelo, deslizando el papel por la mesa hasta la mano
de Jason.
—¿Tu prima? —repito, porque aún me encuentro demasiado
confundida para producir oraciones completas o seguir líneas simples
de pensamiento.
—Sí —responde. Se sube a un banquito vacío, y luego saca el que
tiene al lado para que yo me siente. Me subo, aún acurrucando el
libro—. No la había visto desde que era pequeño, pero me di cuenta
que debía contactarla. Ya sabes, luego de que me animaste a hacerlo.
—¿Yo te anime?
—Sí. En el London Eye, cuando me sugeriste que fuera a mi
antigua casa. Bueno, lo hice. Y fue horrible, pero luego me di cuenta
que podría hacer algo al respecto. Así que la llamé. En verdad, estuvo
bastante emocionada al escuchar de mí, y también me mostro la
librería donde podía encontrar tu Shakespeare de bolsillo.
—Pero, ¿por qué las flores?
Inhala profundo. —Esta es la parte difícil —dice, pasando una
mano por su cabello—. Tu teléfono es… bueno, es mi teléfono. Y, uh…
ugh, bueno…
—Jason, sé lo del teléfono —digo. Libero mi—er, su—teléfono de
mi puño y lo coloco en la barra frente a él, luego le doy una vueltecita
con mi dedo. Él lo mira girar por encima de la barra, luego levanta su
rostro lentamente, hasta que su mirada encuentra la mía. Veo una
mezcla entre terror y alivio pasar por su rostro.
—¿Lo sabes? ¿Desde hace cuánto?
—Um, desde hace cinco minutos —digo, señalando al final de la
barra, donde están Chris y Mark—. Creo que ya conoces a Chris, ¿de la
fiesta? —Jason se inclina sobre la barra y logra ver los mechones rosa en
su pelo, luego rápidamente salta de vuelta a su banquito y se esconde
delante de mí, como si yo fuera alguna especie de escudo humano.
—No te preocupes —digo, rodando los ojos—. Estas a salvo. Ve a
dar otra mirada.
Jason mira sobre mi hombro, y allí es cuando ve a Mark. Se sienta
derecho, y noto como sus puños comienzan a tensarse un poco.
255
—¿Ese chico? —Dice, y puedo escuchar el odio en su voz, tan
claro como el agua—. ¿Qué está haciendo él aquí?
—Oh, ya sabes, hermano, escogiendo chicas —respondo con mi
mejor acento de chico.
—Odio ese chico —dice Jason, pero lo veo relajarse un poco—.
Siempre está hablando de alguna chica distinta. ¿Acaso el mundo
entero tiene que enterarse de sus conquistas?
—¿Conquistas? —escupo.
—En serio, ese chico es un cliché de secundaria andante.
Probablemente, también esté pegado a una cápsula de petri todo el
tiempo. No puedo ni pensar en todas las enfermedades que se le han
pegado, si la mitad de lo que dice es cierto. —Jason mira hacia su
teléfono, luego de vuelta a mí, y unas cuantas líneas de preocupación
se forman en su frente—. Espera, ustedes ya no están… ¿juntos?
¿Cierto?
—Oh, Dios, no —digo, y la fuerza de mi respuesta es suficiente
para hacer que Jason suelte una carcajada—. Ese chico
definitivamente no es mi DAEJ.
Jason deja de reírse y me mira directo a los ojos. La presión en su
rostro casi hace que me recueste hacia atrás sobre mi banco, pero
quiero estar más cerca de él, así que me inclino hacia adelante.
—¿Eso significa que sabes quién es? —Pregunta—. Me refiero a tu
DAEJ.
Muerdo mi labio. Creer en un DAEJ no me ha llevado a ningún
lugar. Quizá sea tiempo de comenzar a creer en otra cosa. Subo la
mirada hacia Jason, sonriéndome expectante, y siento un tirón en mi
corazón, allí es cuando lo sé.
—No tengo idea —respondo. Le sonrío—. Pero no creo que me
importe.
Jason exhala. Una sonrisa se expande por su rostro. —Entonces…
¿No estás enojada por lo de los teléfonos?
—En verdad no he tenido el tiempo suficiente con esa
información como para estar enojada —digo, lo cual es cierto—.
¿Debería estar enojada?
—Me imagine que lo estarías —dice—. Por eso las flores. Como
una disculpa premeditada. Espero que no te moleste que le haya
escrito a Phoebe para averiguar cuáles eran tus favoritas.
—Ella me conoce muy bien —digo, tomando una gran bocanada
del dulce aroma de las flores—. ¿Desde cuándo sabes lo del cambio?
—Desde lo de Tate —dice, con sus ojos fijos en sus rodillas—.
Respondí y escuché la voz de una chica, lo cual me hizo pensar.
256
Además, estaba comenzando a recibir los mensajes que se supone eran
para ti. Como por ejemplo, los de Phoebe.
Detrás de mí, puedo escuchar la risa tintineante de Chris, y
cuando me giro, veo su cabeza inclinada hacia atrás, con su cabello
rubio ondeándose como si fuese la protagonista de su propio comercial
de champú. Mark le sonríe con esa insoportable sonrisa torcida suya, y
puedo ver por qué la desea.
—Pero, si sabías que los textos de Chris eran de parte de ella —
digo, sacudiendo la cabeza en dirección a Chris—, ¿por qué no la
perseguiste?
—¿A qué te refieres? —pregunta. Puedo ver una pequeña arruga
formándose en su ceja. ¿En verdad no lo entiende?
—¡Es hermosa! ¡Te envía mensajes! ¡Ella quería estar contigo! —
Mientras las palabras salen tambaleándose de mi boca, me encojo
ante la voz temblorosa y ligeramente aguda que aparentemente, me
pertenece.
Jason se ríe y se encoje de hombros. —Chicas como esa salen
con chicos como esos —dice—, ¿crees que soy de ese tipo de chicos?
—No —digo, temblando al recordar al Mark lascivo y sus manos
sobre mí.
—Exactamente —dice—. Sólo esperaba que te dieras cuenta que
chicos como yo vamos con chicas como tú.
—Pero, ¿por qué no dijiste nada? —pregunto. Intento no pensar
en todas las cosas que Phoebe pudo haberle enviado, pensando que
serían para mí—. ¿O cambiaste los teléfonos otra vez?
—Me gustaba ayudarte con la búsqueda —dice avergonzado,
metiendo las manos en sus bolsillos—. Y parecía que tú también te
estabas divirtiendo. Era como si me necesitaras, o como si de verdad
me quisieras a tu alrededor. Antes de eso, actuabas como si desearas
que me tirara al río y me ahogara.
—Lo hacía —digo, y me mira ligeramente lastimado.
Rápidamente añado—: ¡Pero solo porque eras un idiota todo el tiempo!
Si hubieses actuado como un ser humano normal, entonces quizá te
haya querido junto a mí, con la búsqueda o sin la búsqueda.
—Sí, mira. —Frota su frente—. Lo lamento. No era mi intención ser
un idiota. Cuando estoy contigo… bueno, me siento cómodo. Puedo
hablarte. Y tú eres inteligente y desafiante, y me haces pensar en cosas.
Y también eres un completo dolor en el trasero.
—No soy un —chillo, y luego me detengo a mí misma. Supongo
que puedo ser bastante agobiante a veces.
Jason me sonríe. Sus ojos son tan azules que apenas puedo
soportar mirarlo.
257
—Así que, ¿como una tonta, me hiciste perseguir por todo Londres
a un chico inventado? —pregunto, hundiendo mi rostro en las
hortensias.
—No fuiste una tonta —dice. Estira la mano y acaricia mi brazo.
Miro el lugar en mi hombro que ahora se encuentra pulsando con
energía. Vuelve a estirarse y coloca su mano sobre mi brazo, esta vez
con firmeza, y luego me mira a los ojos—. Fuiste alguien determinado.
Me gusta eso de ti. Eres muy audaz.
Me sonrojo ante el piropo, incluso aunque no sea completamente
cierto. Si supiera todos mis miedos y dudas sobre mí misma, en verdad se
lanzaría al río.
—Mira, creí que una vez que te enteraras, estarías enojada —
dice—. Pensé que creerías que era otra de mis bromas estúpidas, y
luego no querrías pasar tiempo conmigo mientras te ayudaba a
encontrar a tu chico misterioso. Y con lo mucho que te importa el amor
y los DAEJ, o como sea, no creía que alguna vez me perdonarías por
meterme con tu idea del romance perfecto. Cuando todo el tiempo…
bueno, lo que esperaba que te dieras cuenta era que…
—Mi chico misterioso eras tú —término en un susurro.
—Bueno, sí —dice. Estira la mano y toca mi barbilla una vez, con
gentileza—. En verdad me gustas, Julia. Mucho. Yo… yo quiero estar
contigo.
Una enorme sonrisa se expande por mi rostro, tan grande que mis
mejillas se sienten como si se fueran a despegar de mi mandíbula. Me
muerdo el labio. Todo mi cuerpo se siente como si hubiese sido metido
dentro de un horno, y esta vez, me permito recordar, recordar de
verdad, nuestro beso en el campo. —Entonces, el beso… ¿fue en serio?
—Sí —dice, y esta vez, es su turno de sonrojarse—. Por supuesto.
—Pero le dijiste a Sarah que había sido un error —digo, mirándolo
fijamente a los ojos. Se echa hacia tras un poco, luciendo sorprendido.
—¿Cómo supiste eso?
—Vi tu nota —respondo avergonzada—. La dejaste en el autobús.
La tomé al bajarme.
—El beso no fue un error… mentirte fue el error. Besarte me hizo
entender lo mucho que me gustabas, pero también hizo que me diera
cuenta que ahora no había manera de salir de esto sin que te enteraras
que era un mentiroso. Creí haberlo arruinado por siempre.
—Guau. —Exhalo con fuerza, sintiéndome como un globo cuando
suelta todo el aire. No sé si quiero bailar con felicidad por toda la calle o
si quiero acurrucarme debajo de la barra y tomar una siesta.
—Entonces, supongo que ahora sólo tengo una pregunta —dice.
258
—¿Cuál? —pregunto. Jason toma mi mano y la aprieta con
fuerza.
—¿Te importa que sea un inmaduro insoportable que piensa que
los caramelos masticables amarillos saben a detergente de limón, que
no crea en los “destinados” y que no tenga ninguna de las cualidades
que buscas en tu mítico Sr. Perfecto? ¿Aunque lo llame soccer y no
fútbol, sin importar cuantas veces me corrijas? ¿Incluso aunque use
bolígrafo hasta el día que me muera?
—Bueno —digo, atrayéndolo más cerca y levantándome de mi
asiento—, una vez, alguien me dijo que el amor no es perfecto… ni
predecible.
Esta vez al besarnos, estoy lista. Lo quiero, y me hundo contra él
inmediatamente. Sus brazos se envuelven con fuerza alrededor de mi
cintura, con sus manos sobre mi espalda, abrazándome. Inclina su
cabeza para encontrarse con mis labios, y lo beso con toda la urgencia
que tengo luego de corretear por todo Londres buscando algo que ha
estado frente a mí durante todo este tiempo. No es mi DAEJ.
Es mucho mejor.
FIN
259
Sobre el Autor
Lauren Morrill creció en Maryville, Tennessee, donde fue una
Scout Girl, un orgulloso miembro (no tan) de la banda de marcha, y un
editor de revoltosos para el periódico escolar. Se graduó de la
Universidad de Indiana en la especialidad de Historia. Ahora vive en
Boston con su esposo y su perro, Lucy. Meant to Be es su primera novela.
Visítela en laurenmorrill.com.
260
Traducido, Corregido y
Diseñado por:
261
http://www.librosdelcielo.net

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