Espiritismo y Ecología

Transcripción

Espiritismo y Ecología
Espiritismo y
Ecología
André Trigueiro
Espiritismo y
Ecología
Traducción de: Ricardo de Bittencourt
Copyright © 2009 by
FEDERACIÓN ESPÍRITA BRASILEÑA
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reproducida, almacenada o transmitida, total o parcialmente, por cualquier método o
proceso, sin autorización del poseedor del copyright.
ISBN edición impresa: 978-85-7945-008-2
Título del original en portugués:
ESPIRITISMO E ECOLOGIA
(Brasil, 2009)
Traducción al castellano: Ricardo de Bittencourt
Portada y proyecto gráfico: Luciano Carneiro Holanda
Foto de portada: www.istockphoto.com / amphotora
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Primera edición 10/2010
Edición autorizada por la Federación Espírita Brasileña.
DATOS INTERNACIONALES PARA CATALOGACIÓN EN LA FUENTE – CIP
T748
Trigueiro, André, 1966Espiritismo y ecología / André Trigueiro ; traducción de
Ricardo de Bittencourt. – Brasilia (DF), Brasil : Consejo Espírita
Internacional, 2011.
164p. : 21cm
Título del original: Espiritismo e ecologia.
ISBN 978-85-7945-008-2
1. Espiritismo. 2. Medio ambiente. 3. Espiritismo y
problemas sociales. I. Título.
CDD: 133.9
CDU: 133.7
Agradecimientos
Son tantos los que me ayudaron en este proyecto que
cualquier intento de nombrarlos incurriría en alguna enorme
injusticia. Aún así, no puedo dejar de agradecer a Márcia
Trigueiro y a Claudia Guimarães por la amorosa revisión,
que prestó nuevos e importantes significados al libro. A Patrícia Mousinho, por su competencia en revisar, acrecentar
datos y actualizar el maravilloso glosario, cuyas entradas aparecen destacadas con mayúsculas a lo largo del texto. A Marcelo Teixeira y Renata Gazé, por las valiosas opiniones que
llegaron en buena hora. A Sylvio Damiani, por las orientaciones puntuales que determinaron el rumbo de los hechos que
resultaron en la edición de este libro. A Hermínio Miranda,
por hacerme el honor de compartir sus opiniones. A Leonardo Boff, el más espírita de todos los católicos. A Divaldo
Franco, por su incansable trabajo en favor de la paz. A los
amigos de la FEB, por su acogimiento y confianza.
Agradezco también a Luis Antonio Millecco, que sembró en vida la idea que resultó en este proyecto, y a otros
compañeros que también ya desencarnaron, pero permane-
5
André Trigueiro
cen próximos por los lazos del corazón: Durmeval Trigueiro,
Marcelo Ribeiro y Gabriela Vieira Gomes.
Agradecimientos especiales a los cofrades del Centro
Espírita Joanna de Ângelis, en Copacabana. En todos los
aquí nombrados – y en tantos otros que me enseñan diariamente preciosas lecciones de sabiduría – reconozco la presencia de Dios, siempre solícito y amoroso, amparándome y
estimulándome a seguir adelante.
6
Sumario
Introducción .................................................................... 9
El Espiritismo en frases de efecto .................................... 13
Signos de alerta .............................................................. 17
Espiritismo y Ecología .................................................... 19
La ebullición del siglo XIX ............................................. 21
Kardec y Haeckel ........................................................... 23
La ciencia espírita ........................................................... 25
La ciencia ecológica ........................................................ 29
Construyendo puentes de afinidad ................................. 31
El planeta está dentro de nosotros................................... 37
En busca de la sustentabilidad ........................................ 41
Sentido de urgencia ........................................................ 47
Ley de Destrucción ........................................................ 51
Contaminación y Psicosfera............................................ 53
Consumo conciente........................................................ 57
Medios de comunicación, niños y futuro ........................ 65
El consumo según el Espiritismo .................................... 71
Sustentabilidad como valor espiritual ............................. 75
¿Un planeta vivo? ........................................................... 83
Una nueva posibilidad para el amor universal ................. 91
Ecología en la obra de Chico Xavier ............................... 99
Mientras tanto, en los centros espíritas... ..................... 105
Un pequeño diccionario ambiental ............................... 117
Introducción
Este libro resume las ideas básicas que he venido presentando en charlas y seminarios organizados en casas espíritas, donde los temas ecológicos empezaron a demandar
mayor atención de unos tiempos a esta parte. La oportunidad
de investigar lo que el Espiritismo y la ECOLOGÍA tienen
en común surgió en 2004, cuando Luis Antonio Millecco,
recordado orador, escritor, médium y ex presidente de la
SPLEB (Sociedad Pro Libro Espírita en Braille, creada en
Brasil en 1953), telefoneó para hacerme una invitación.
Millecco me había oído hablar sobre temas ambientales en la
Radio CBN y, sabiendo que yo era espírita, me pidió que hiciese una charla en la SPLEB sobre el tema “Ecología y Paz”.
Acepté de inmediato la invitación, honrado porque viniese
de quien venía, sin darme cuenta del enorme desafío que enfrentaría a partir de entonces.
“Paz” era un tema recurrente en conferencias públicas
en los centros espíritas que frecuento desde 1987. “Ecología”, no. Confirmé mi suposición al consultar a dirigentes de
casas espíritas y verificar algunas listas de temas para charlas
9
André Trigueiro
públicas en esas instituciones. Pude comprobar que, en la
mayoría absoluta de los casos, los temas ecológicos eran considerados periféricos o poco importantes. Cuando mucho, se
los citaba en el curso de una charla que tenía como tema
principal otro asunto.
¿Cómo podía estar ocurriendo eso, si atravesamos
la mayor crisis ambiental de la historia de la Humanidad?
¿Cómo podría el Espiritismo no enfrentar un asunto tan
importante y urgente con la debida claridad y objetividad?
Alguien podrá decir que esa crisis no existía en el siglo XIX,
cuando Allan Kardec codificó la Doctrina Espírita. Aunque
eso fuese verdad –abordaremos esa cuestión más adelante–,
¿no fue el propio Codificador quien afirmó que “no hay fe
inconmovible si no aquella que puede enfrentar a la razón
cara a cara, en todas las épocas de la Humanidad”?1 Si la
Ciencia en algún momento contradice alguna premisa del
Espiritismo, ¿no cabe al espírita revisar ese punto equivocado
y seguir la orientación de la Ciencia? Hay un espacio abierto,
por lo tanto, para la actualización de los conocimientos y la
debida contextualización de los contenidos doctrinarios, de
modo que el Espiritismo se muestre siempre útil para la comprensión de la realidad que nos rodea.
Lo curioso es que, aún en el siglo XIX, cuando todavía
no se hablaba de la crisis ambiental en escala planetaria y los
recursos naturales aún parecían infinitos –a pesar de que los
efectos colaterales de la Revolución Industrial y la urbanización caótica y acelerada ya se manifestasen en ciudades como
Londres y París–, la doctrina espírita ya ofrecía un precioso
auxilio para la comprensión de esos problemas que sólo se
1
10
KARDEC, Allan. O Evangelho segundo o Espiritismo. Traducción de Guillon Ribeiro.
Rio de Janeiro: Federação Espírita Brasileira. Cap. XIX, ítem 7.
Espiritismo y Ecología
manifestarían más tarde, por lo menos 100 años después.
Por lo tanto, no me parece que el Espiritismo no se haya
manifestado sobre este asunto. La hipótesis más probable es
que no estemos entendiendo con la debida claridad ciertas
informaciones transmitidas por la Espiritualidad hace más
de 150 años, con respecto a esas cuestiones, que se están agravando a niveles jamás imaginados en el inicio del siglo XXI.
11
El
Espiritismo en
frases de efecto
Volvamos a la charla en la SPLEB. Días antes del compromiso asumido con Millecco, todavía preocupado con la
omisión de las casas espíritas en relación a un tema considerado tan importante, recordé que una de las razones para que
todo eso ocurriese podría estar contenida en algunas de las
frases que usamos para expresar nuestra fe. Los espíritas –así
como los seguidores de otras doctrinas o religiones– afirmamos nuestras creencias a través de frases cortas que prestan
sentido a nuestras convicciones. Esas frases alimentan nuestra fe por las ideas que contienen. “El acaso no existe” es una
de ellas. Toda vez que decimos “el acaso no existe”, reafirmamos nuestra confianza en Dios, en la “Inteligencia Suprema,
causa primera de todas las cosas”2, en la Providencia Divina
o en el orden establecido en medio del caos.
Pues bien, hay por lo menos dos frases repetidas con
frecuencia en el movimiento espírita que podrían explicar ese
2
Respuesta a la pregunta nº 1 –, “¿Qué es Dios?” – in: KARDEC, Allan. El Libro de los
Espíritus .1. ed. Traducción de Gustavo N. Martínez. Brasília: Consejo Espírita Internacional, [2008], p. 83.
13
André Trigueiro
distanciamiento de los asuntos ecológicos. Al compartirlas
aquí, no tengo ninguna pretensión de estar diciendo una verdad absoluta. Son apenas elementos de reflexión que pueden
auxiliar en la comprensión del problema. Una de ellas es la
siguiente: “La verdadera vida es la vida espiritual”. Con lo que
concuerdo enteramente. Para el espírita, tiene sentido creer
que la verdadera vida es la vida espiritual. Pero es forzoso
admitir que muchos de nosotros usamos esa frase para legitimar el desinterés, la desatención, el completo desapego por
los asuntos terrenales.
Ese es un tema delicado, sobre el cual hay cierta confusión. Es necesario reconocer que la vida espiritual no comienza en el exacto instante de la desencarnación. Somos
espíritus encarnados, por lo tanto experimentamos desde
ya la vida espiritual –aunque con restricciones, dadas las limitaciones impuestas por el cuerpo físico– y necesitamos
recordar siempre que somos espíritus que animan cuerpos,
y no cuerpos que animan espíritus. Hay que reconocer también que el momento decisivo de nuestra existencia es aquí
y ahora, ya que las elecciones que hagamos en cada instante
definirán la calidad de nuestra vida espiritual. Una vez encarnados, es evidente que debemos tener alguna preocupación con la materia (nuestro cuerpo, nuestro planeta) mientras aquí estemos. Sin exageraciones, sin ilusiones –pues
nada de eso nos pertenece y de aquí sólo nos llevaremos lo
que “las polillas y el herrumbre no consuman y los ladrones
no hurten ni roben”, como aseguró Jesús3 –, pero reconociendo que es parte de nuestro aprendizaje espiritual el que
nos relacionemos de forma saludable, inteligente y responsable con los asuntos de la materia, y consagremos parte de
14
3
Mateo, 6: 20.
Espiritismo y Ecología
nuestro tiempo al mantenimiento del cuerpo y del planeta
que nos acogen.
“Yo sólo estoy aquí de paso” es otra frase bastante repetida. A través de ella, se afirma la impermanencia, la transitoriedad de todas las cosas, el eterno devenir preconizado por
los filósofos griegos, la realidad física inexorable del universo
donde nada es, todo está. Dependiendo de la forma como se
diga, muchos de aquellos que repiten la frase “yo sólo estoy
aquí de paso” pueden estar reforzando el peso de su desapego
y desinterés por los asuntos del aquí y del ahora. ¿Por qué voy
a preocuparme con el calentamiento global, si en breve no estaré más aquí? ¿Por qué economizar agua y energía, si estaré
desencarnado dentro de algunos años? Si dejamos un legado material y espiritual en el planeta –en el cual podremos
eventualmente reencarnarnos–, es evidente que, aún estando
de paso, debemos preocuparnos con las huellas que dejemos.
Por la ley de causa y efecto, el eventual desperdicio o uso
irresponsable de los recursos naturales que hagamos tendrá
implicaciones en nuestro proceso evolutivo. Por lo tanto, no
porque la vida sea transitoria debemos dejar de prestar atención a aquello que hagamos –y también a lo que dejemos
de hacer–, apenas porque dentro de poco retornaremos a la
patria espiritual. Nos cabe identificar qué acciones estarían a
nuestro alcance y de que modo, para transformar a este mundo en un lugar mejor y más justo. Entonces, aunque estemos
de paso, debemos cuidar mejor del mundo donde hacemos el
aprendizaje en nuestra jornada evolutiva.
15
Signos de
alerta
En este momento, en que pasamos por una crisis ambiental sin precedentes en la historia de la Humanidad, es
importante reconocer nuestra responsabilidad, en cuanto especie “más evolucionada”, en la destrucción de los recursos
naturales no renovables fundamentales para la vida. Cambios climáticos, calentamiento global, escasez de recursos hídricos, producción descomunal de basura, destrucción sistemática y veloz de la BIODIVERSIDAD, crecimiento caótico
y desordenado de las ciudades donde vive la mayor parte de
la población mundial, TRANSGENIZACIÓN irresponsable, son problemas causados por nosotros, por nuestro estilo
de vida, hábitos, comportamientos y niveles de consumo. Es
nuestro libre albedrío en acción, el que ha determinado elecciones que ponen a prueba la RESILIENCIA del planeta y el
confort ambiental de la especie que se considera en el “tope
de la cadena evolutiva”.
El modelo de desarrollo vigente fue descripto en el informe final de la Conferencia Internacional de la ONU sobre Medio Ambiente y Desarrollo (Rio-92) como “ecológi-
17
André Trigueiro
camente depredador, socialmente perverso y políticamente
injusto”.4 Algunos investigadores prefieren usar la expresión
“ecocidio” para referirse al exterminio de las condiciones
que mantienen la vida en el planeta. Debemos destacar aquí
que somos nosotros los depredadores del ambiente que nos
acoge. No se trata de una fatalidad, castigo divino u otra
razón mística cualquiera. Estamos hoy sufriendo los efectos
de las opciones que hacemos cotidianamente. Si somos la
causa de los problemas, también es verdad que las soluciones deben partir de nosotros. Tenemos que buscar alternativas, nuevos conceptos de gestión, una nueva economía, una
nueva ética, una nueva noción de civilización basada en la
SUSTENTABILIDAD.
4
18
BRASIL. Presidencia de la República. Comisión Interministerial para la Preparación
de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo –
CIMA. El desafío del Desarrollo Sustentable. Informe de Brasil para la Conferencia de
las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo. Brasília. 1991.
Espiritismo y
Ecología
El principal objetivo de este libro es demostrar –con
todas las limitaciones que tenemos, para un análisis más minucioso y profundo de este tema– que Espiritismo y Ecología
son ciencias afines, sinérgicas, y que sugieren abordajes sistémicos de la realidad que aún no fueron debidamente comprendidos o aceptados. Es justamente esa visión sistémica de
la realidad la que nos ofrece amplias condiciones de navegabilidad en un mar revuelto donde el analfabetismo ambiental
ha causado grandes estragos. Es muy feliz el pensamiento
–de autor desconocido– que invierte una antigua máxima
del movimiento ambientalista: “Más importante que cuidar
del planeta para nuestros hijos y nietos, es cuidar mejor de
nuestros hijos y nietos para el planeta”.
No hay ninguna duda de que la Tierra atraviesa un
turbulento período de transformación después del cual,
según los espíritas, deberá surgir un nuevo mundo, clasificado como “de regeneración”, en el que sólo aquellos que
sepan respetar y seguir ciertos principios éticos estarán en
condiciones de permanecer. Debemos estar prontos para lo
19
André Trigueiro
que vendrá, reconociendo la bendición que representa la encarnación en estos tiempos difíciles, especialmente cuando
nos encontramos aptos para el trabajo intenso y urgente en
favor de la vida.
20
La ebullición del
siglo XIX
“Para las cosas nuevas se necesitan palabras nuevas”. La frase, escrita por Allan Kardec en la abertura
de El Libro de los Espíritus 5 para justificar el uso de una
nueva palabra creada por él, “Espiritismo”, bien podría
haber sido usada por otros pensadores, filósofos y hombres de ciencia que hicieron del siglo XIX uno de los
más inspirados y fértiles de la historia del pensamiento
humano. Además del Espiritismo, surgieron en la misma época otros neologismos, como la Ecología, de Ernst
Haeckel, el Evolucionismo de Charles Darwin, el Positivismo de Augusto Comte, el Trascendentalismo de Ralph Waldo Emerson, el Comunismo de Friedrich Engels
y Karl Marx, el Psicoanálisis de Sigmund Freud y otros
movimientos que aún son referencias –cada cual a su
modo– en los días de hoy.
Vamos a detenernos aquí en la observación del Espiritismo y de la Ecología, básicamente en sus aspectos
comunes, reconociendo desde ya la fabulosa contribu5
KARDEC, Allan. El Libro de los Espíritus, op. cit., p. 19.
21
André Trigueiro
ción de esas ciencias a la percepción de la realidad en un
mundo que sufre en los días actuales una combinación de
crisis (ambiental, económica y moral) que también tienen
relación entre ellas.
22
Kardec y
Haeckel
No hay informaciones acerca de si uno sabía de la existencia del otro. Pero el hecho es que el profesor francés Hippolyte Léon Denizard Rivail (que llamaremos aquí Allan
Kardec, seudónimo utilizado por él para firmar las obras básicas de la Codificación) y el naturalista alemán Ernst Heinrich Haeckel tenían muchas cosas en común.
Ambos tenían múltiples habilidades profesionales y
obtuvieron éxitos y reconocimiento aún en vida. Nacieron
y trabajaron en países fronterizos (Francia y Alemania) y divulgaron sus nuevos descubrimientos en la misma época, con
un intervalo de apenas nueve años (Kardec publicó El Libro
de los Espíritus en 1857, mientras Haeckel acuñó la expresión
“ecología” en 1866). Ambos simpatizaban con la Teoría de
la Evolución de Darwin y, cada uno a su modo, percibieron
rápidamente que incomodaban a la Iglesia Católica, en particular al Santo Oficio.6
6
La Congregación para la Doctrina de la Fe, originalmente llamada Sagrada Congregación de la Romana y Universal Inquisición, fue fundada por Pablo III en 1542
con la Constitución “Licet ab initio”, para defender a la Iglesia de las herejías. Es la
más antigua de las nueve Congregaciones de la Curia. En 1908 el Papa San Pio X
23
André Trigueiro
La preocupación de utilizar el método científico como
base de sustentación de sus tesis y principios unía a Kardec
y Haeckel. Puede decirse, entonces, que tanto uno como el
otro pensaban y actuaban como hombres de ciencia.
24
cambió su nombre por el de Sagrada Congregación del Santo Oficio. Finalmente,
en 1965, recibió su nombre actual, bajo el Pontificado de Pablo VI.
Fuente: http://www.veritatis.com.br/article/1893 Acceso el: 17 jul. 2009.
La ciencia
espírita
Al contrario de lo que mucha gente piensa, el Espiritismo no se considera una nueva religión. Allan Kardec, en discurso pronunciado el 1 de noviembre de 1868 en la Sociedad
Espírita de París, explicó esa cuestión de la siguiente forma:
Si es así, preguntarán, ¿entonces el Espiritismo es una
religión?¡Sí, sin duda, señores! En el sentido filosófico, el
Espiritismo es una religión y nosotros nos enorgullecemos
por ello, porque es la doctrina que funda los vínculos de la
fraternidad y de la comunión de pensamientos no en una
simple convención, sino sobre bases más sólidas: las propias
Leyes de la Naturaleza.
¿Por qué, entonces, hemos declarado que el Espiritismo no
es una religión? Debido a que no hay sino una palabra para
expresar dos ideas diferentes y a que, en la opinión general,
la palabra religión es inseparable del culto; despierta exclusivamente una idea de forma, que el Espiritismo no tiene.
Si el Espiritismo se dijese una religión, el público no vería
allí sino una nueva edición, una variante, si se quiere, de los
25
André Trigueiro
principios absolutos en materia de fe; una casta sacerdotal
con su cortejo de jerarquías, de ceremonias y de privilegios;
no lo separaría de las ideas de misticismo y de los abusos
contra los cuales tantas veces se levantó la opinión pública.7
Es más correcto decir, pues, que el Espiritismo es una
religión en el sentido filosófico, en la medida en que reconoce
la existencia de Dios, explica el sentido de la vida y el destino
de las almas.
En los apuntes de estudio sistematizado de la Doctrina
Espírita, normalmente utilizados en los centros para el esclarecimiento de nuevos adeptos, se informa que el Espiritismo
es una ciencia que trata de la naturaleza, origen y destino de
los Espíritus, así como de sus relaciones con el mundo corporal. Es importante comprender la forma como el Espiritismo
se entiende como ciencia.
Como medio de elaboración, el Espiritismo procede exactamente de la misma forma que las ciencias positivas, aplicando el método experimental. Hechos nuevos se presentan, que no pueden ser explicados por las leyes conocidas;
el Espiritismo los observa, compara, analiza y, remontándose de los efectos a las causas, llega a la ley que los rige;
después, deduce sus consecuencias y busca las aplicaciones
útiles. [...] Es, pues, rigurosamente exacto decir que el Espiritismo es una ciencia de observación, y no un producto de
la imaginación.8
7
8
26
Revista Espírita, diciembre de 1868. Edición FEB.
In: “Ciencia y Espíritu”. Disponible en: http://www.guia.heu.nom.br/ciencia_e_
espirito.htm Acceso el: 8 jul. 2009.
Espiritismo y Ecología
Sobre esta cuestión, el doctor en Ciencias por la Universidad de São Paulo (USP), profesor titular de FísicoQuímica en el Instituto de Química de la Universidad de
Campinas (Unicamp), ambas en Brasil, Aécio Pereira Chagas, explica que el Espiritismo es una ciencia que trata de un
orden diferente de fenómenos que aquellos de que tratan las
ciencias de la materia. En su texto “¿La ciencia confirma el
Espiritismo?”9 Aécio afirma que:
Las ciencias vulgares reposan sobre las propiedades de la
materia, que se puede manipular según se desee; los fenómenos que ella produce tienen por agentes fuerzas
materiales. Los del Espiritismo tienen, como agentes, inteligencias que tienen independencia, libre albedrío, y no
están sujetas a nuestros caprichos; por eso ellos escapan a
nuestros procesos de laboratorio y a nuestros cálculos, y
desde entonces quedan fuera de los dominios de la ciencia
propiamente dicha.
9
CHAGAS, Aécio Pereira. ¿La Ciencia Confirma el Espiritismo? Reformador, jul. 1995,
p. 208-211. Disponible en: www.espiritualidades.com.br/artigos_a_c/chagas_
aecio_prova_cient.htm Acceso el: 23 jul. 2009.
27
La ciencia
ecológica
Ecología (oecologie) nace de la combinación de las palabras griegas oikos (casa) y logos (estudio). Significa, literalmente, “estudio de la casa”. Ernst Haeckel10 creó esta expresión para designar a una nueva ciencia que busca investigar
las relaciones entre todos los seres vivos existentes, y las de
éstos con el medio que los rodea. Haeckel percibió la necesidad de ir más allá de los límites impuestos por la Biología
para investigar con más atención el funcionamiento de los
ECOSISTEMAS –expresión que sólo aparecería en el siglo
siguiente– y la relación de interdependencia entre todos los
seres de la Naturaleza. A partir de sus trabajos como zoólogo,
lanzó las bases de una nueva ciencia que a lo largo del tiempo
fue siendo subdividida en otros frentes de investigación.
La Ecología maduró como ciencia y en ese proceso un
marco importante fue la propuesta de un cambio radical,
10
El naturalista alemán Ernst Heinrich Philipp August Haeckel (1834-1919) empleó
el término Ecología por primera vez en su libro La Morfología General de los Organismos. El original (Haeckel, Ernst. Generelle Morphologie der Organismen. Berlin:
G. Reimer, 1866) está disponible en http://books.google.com.br/books?id=-5k5
AAAAcAAJ&dq=haeckel+generelle+morphologie+der+organismen&source=
gbs_navlinks_s.
29
André Trigueiro
hecha por el biólogo austríaco Ludwig von Bertalanffy, en
1937: contraponiéndose al reduccionismo cartesiano, desarrolló la Teoría General de los Sistemas, en la que propuso
que el medio ambiente fuese observado como una totalidad
integrada y enfatizó las interrelaciones e interdependencias
entre sus componentes, que hacen imposible estudiar a sus
elementos aisladamente. El biólogo definió sistema como un
conjunto de elementos interdependientes que interactúan,
con objetivos comunes, y forman un todo mayor que la suma
de sus partes, en el cual cada uno de los elementos componentes se comporta, a su vez, como un sistema. El resultado
es mayor que aquel que las unidades podrían obtener si funcionasen independientemente. Para Bertalanffy, la necesidad
de un enfoque sistémico de la realidad surgió en función de
los cambios que se habían verificado en la sociedad:
Uno es el desarrollo tecnológico, que permite un dominio de la Naturaleza nunca antes conseguido y que debería
abrir camino al alivio del hambre, de las enfermedades, de
la superpoblación a que la Humanidad estuvo anteriormente expuesta. El otro factor es la naturaleza global de nuestra
civilización. Las anteriores se veían limitadas por fronteras
geográficas y comprendían solamente a grupos limitados de
seres humanos.11
Como se ve, la Ecología es por definición una ciencia
de interrelaciones y, en ese sentido, frontalmente contraria a
la fragmentación del conocimiento que alcanzaba su apogeo
en el siglo XIX.
11
30
BERTALANFFY, Ludwig von, Teoria Geral dos Sistemas. Petrópolis (RJ): Vozes, 1975,
p.271.

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