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Tessa se acaba de despertar de un sueño. Es consciente de que era todo
demasiadobonitoparasercierto…¿Esposiblevolverasonreírcuandotodo
se rompe en pedazos? Ella y Hardin parecían hechos el uno para el otro,
como dos almas gemelas, pero él lo ha roto todo, se ha acabado el sueño
para siempre. ¿Cómo ha podido ser tan ingenua? Si quiere recuperarla,
Hardindeberálucharcomonuncaporloquehahecho.¿Estarápreparado?
¿Sepuedeperdonartodo?
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AnnaTodd
Enmilpedazos
After-2
ePubr1.0
Titivillus09.02.15
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Títulooriginal:AfterWeCollided
AnnaTodd,2014
Traducción:VickyCharquesCànoves&MarisaRodríguez
Editordigital:Titivillus
ePubbaser1.2
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PRÓLOGO
Hardin
Nosientoelasfaltoheladobajomicuerponilanievequemecaeencima.Sólonoto
el agujero que me desgarra el pecho. Me arrodillo desesperado viendo cómo Zed
arrancaelcocheysaledelaparcamientoconTessaenelasientodelacompañante.
Nuncalohabríaimaginado,nienmispeorespesadillashabríapensadoquepodría
sentirundolorsemejante.Eldolordelapérdida,lollaman.Jamáshabíatenidonada
nianadiedeverdad,jamáshabíasentidolanecesidaddeteneraalguien,dehacera
alguiencompletamentemío,deaferrarmeaalguiencontantaintensidad.Elpánico,el
putopánicoquemedaperderla,noentrabaenmisplanes.Nadadeestoentrabaen
misplanes.Ibaasercoserycantar:melatiraba,meganabaunapastayelderechoa
restregárseloaZed.Puntopelota.Sóloquenofueasí.Larubiaconfaldaslargasque
hacelistasinterminablesdetareaspendientessemefuemetiendobajolapielhasta
que estuve tan loco por ella que ni yo mismo me lo creía. No me di cuenta de lo
enamoradoqueestabadeellahastaquemeencontrévomitandoenellavabodespués
dehaberlesenseñadoaloscafresdemisamigoslapruebadesuvirginidadrobada.
Fuehorribleylopaséfatal…,peroesonomeimpidióhacerlo.
Ganélaapuestaperoheperdidoloúnicoquehaconseguidohacermefelizenla
vida,ademásdetodaslascosasbuenasquemehizoverqueyotenía.Lanieveme
estácalandolaropaymegustaríaculparamipadreporhabermepasadosuadicción;
me gustaría culpar a mi madre por haberlo aguantado demasiado tiempo y haber
ayudadoacrearauncríodetarados;ytambiénculparaTessaporhabermedirigido
lapalabraalgunavez.Joder,megustaríaculparatodoelmundo.
Peronopuedo.Lohehechoyosolito.Lahedestrozadoaellaytambiénloque
teníamos.
Sinembargo,haréloquehagafalta,sealoquesea,paracompensarmiserrores.
¿Adóndeiráahora?¿Podrévolveraencontrarla?
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CAPÍTULO1
Tessa
—Tardómásdeunmes—sollozomientrasZedterminadecontarmecómoempezó
lodelaapuesta.
Semerevuelveelestómagoycierrolosojosenbuscadealivio.
—Lo sé. No paraba de salirnos con excusas y de pedir más tiempo, y rebajó la
cantidad que iba a percibir. Era muy raro. Todos pensamos que estaba obsesionado
conganar,condemostraralgoovetetúasaber,peroahoraloentiendo.—Zedhace
unapausayestudiamiexpresión—.Nohablabadeotracosa.Eldíaqueteinvitéa
verunapelículaselefuelaolla.Despuésdellevarteacasamecantólascuarentay
me dijo que me alejara de ti. Pero me lo tomé a broma porque pensaba que estaba
borracho.
—¿Os contó… os contó lo del arroyo? ¿Y todo… lo demás? —Contengo la
respiración.Lalástimaqueveoensusojosestodalarespuestaquenecesito—.Dios
mío.—Metapolacaraconlasmanos.
—Noslocontótodo…Conpelosyseñales…—diceenvozbaja.
Permanezcoensilencioyapagoelmóvil.Nohadejadodevibrardesdequesalí
delbar.Notieneningúnderechoallamarme.
—¿Dóndeestátunuevaresidencia?—preguntaZed.Estamoscercadelcampus.
—Novivoenunaresidencia.Hardinyyo…—Apenassipuedoterminarlafrase
—.Meconvencióparaquemefueraavivirconélhaceunasemana.
—No.—Zedalucina.
—Sí. Es un… Es un… —tartamudeo, incapaz de encontrar la palabra adecuada
parasucrueldad.
—Nosabíaquehubierallegadotanlejos.Creíaquedespuésdeenseñarnos…,ya
sabes,laprueba…volveríaalanormalidad,aliarseconunadistintacadanoche.Pero
desapareció.Apenaslehemosvistoelpelo,exceptolaotranoche,cuandovinoalos
muelles a intentar convencernos a Jace y a mí de que no te contásemos nada. Le
ofrecióaJaceunmontóndedineroparaquemantuvieralabocacerrada.
—¿Dinero?—digo.
Hardinnopodríasermásrastrero.LacabinadelacamionetadeZedsehacemás
pequeñaconcadarepugnanterevelación.
—Sí.Jaceselimitóareírse,claroestá,yledijoaHardinquenoibaacontarte
nada.
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—¿Y tú? —pregunto recordando los nudillos magullados de Hardin y la cara
nuevadeZed.
—Noexactamente…Ledijeque,sinotelocontabaélpronto,loharíayo.Saltaa
la vista que no le gustó la idea —dice señalando su cara—. Por si te hace sentir
mejor,creoqueleimportasdeverdad.
—No le importo y, aunque le importara, lo mismo da —replico apoyando la
cabezaenlaventanilla.
Hardin ha compartido con sus amigos cada beso y cada caricia, todos los
momentos que hemos pasado juntos. Mis momentos más íntimos. Los únicos
momentosdeintimidaddemividaresultaquenolohansido.
—¿Quieres que vayamos a mi casa? No va con segundas ni nada por el estilo.
Puedesdormirenelsofáhastaque…decidasquévasahacer—meofrece.
—No.No,gracias.¿Puedousartumóvil?MegustaríallamaraLandon.
Zed señala con un gesto de la cabeza hacia su móvil, que está sobre el
salpicadero, y por un momento me pregunto cómo habrían sido las cosas si no
hubierarechazadoaZedporHardindespuésdelahoguera.Nuncahabríacometido
todosestoserrores.
Landonrespondealsegundotimbrey,talycomoesperaba,medicequevayaasu
casa.Nolehecontadoloquehapasado,peroélesasídeamable.LedoyaZedla
direccióndeLandonypermaneceensilenciomientrasatravesamoslaciudad.
—Vaavenirabuscarmepornohabertellevadoconél—medice.
—Tepediríadisculpasporhabertemetidoenesto…,perolociertoesqueoslo
habéisbuscado—replicoconsinceridad.
Zedmedaunpocodepenaporquecreoquesusintencioneseranmásnoblesque
lasdeHardin,peromisheridasestándemasiadorecientescomoparapoderpensaren
esoahoramismo.
—Losé—dice—.Sinecesitascualquiercosa,llámame—seofrece,yyoasiento
antesdebajardelcoche.
Elvahosaledemibocaenbocanadascálidasquesepierdenenelairegélido.Sin
embargo,yonosientoelfrío.Nosientonada.
Landon es mi único amigo pero vive en casa del padre de Hardin. No se me
escapaloirónicodelasituación.
—Laqueestácayendo—diceinvitándomeaentraratodaprisa—.¿Ytuabrigo?—
meriñemedioenbroma.Luegoparpadeaperplejoencuantolaluzmedaenlacara
—.¿Quéhapasado?¿Quétehahecho?
Examinolahabitación,rezandoparaqueKenyKarennoesténabajo.
—¿Tantosemenota?—Mesecolaslágrimas.
Medaunabrazoyyomesecolosojosotravez.Yanotengofuerzas,nifísicasni
mentales,parasollozar.Estoymásallá,muchomásallá,delossollozos.
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Metraeunvasodeagua.
—Subeatuhabitación—medice.
Consigo sonreír, pero un instinto perverso me lleva a la puerta del cuarto de
Hardincuandollegoaloaltodelaescalera.Encuantomedoycuenta,eldolorque
amenazacondesgarrarmereaparececonmayorintensidad.Rápidamente,doymedia
vuelta y me meto en el cuarto que hay al otro lado del pasillo. Me asaltan los
recuerdos de la noche en la que crucé el pasillo corriendo al oír a Hardin gritar en
sueños. Me siento en la cama de «mi habitación», incómoda, sin saber qué hacer
después.
Landonaparecealospocosminutos.Sesientaamilado,lobastantecercapara
demostrarme que está preocupado y lo bastante lejos para ser respetuoso, como de
costumbre.
—¿Quiereshablardeloocurrido?—mepreguntaconamabilidad.
Asiento. A pesar de que repetir todo el culebrón duele aún más que haber
descubierto el pastel, el hecho de contárselo a Landon es casi una liberación, y me
consuela saber que al menos había una persona que no estaba al tanto de mi
humillación.
Él me escucha inerte como una piedra, hasta tal punto que no sé qué está
pensando. Quiero saber qué opina de su hermanastro. De mí. Aunque cuando
termino,salta,cargadodeenergíafuriosa.
—¡Pero¿quédemonioslepasaaesetío?!Esquenomelopuedocreer.Yoque
pensaba que casi se estaba convirtiendo… en una buena persona… y va y hace…
¡esto!¡Esdelocos!Nomepuedocreerquetelohayahechoprecisamenteati.¿Por
quéibaajorobarloúnicoquetiene?
Tanprontoterminalafrase,vuelvelacabezaalarmado.
Entoncesyotambiénlooigo.Alguienestásubiendoporlaescalera.Nosonunos
pasos cualesquiera, sino pesadas botas que hacen crujir los peldaños de madera y
avanzanatodavelocidad.
—Estáaquí—decimosalunísono,yduranteunafraccióndesegundomeplanteo
escondermeenelarmario.
Landonmemiramuyserio.
—¿Quieresverlo?
Niegofrenéticaconlacabezayélselevantaacerrarlapuertaalmismotiempo
quelavozdeHardinmeatraviesa:
—¡Tessa!
EncuantoLandonalargaelbrazo,Hardinvuelaporelpasilloyloechaaunlado
para entrar en la habitación. Se detiene en el centro y yo me levanto de la cama.
Landonsequedaahíparado,patidifuso;noestáacostumbradoaestascosas.
—Tessasuertequeestásaquí.—Suspiraysepasalasmanosporelpelo.
Medueleelpechodeverlo,apartolamiradaymeconcentroenlapared.
—Tessa,nena.Escúchame,porfavor.Túsólo…
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Nodigonadaycaminohaciaél.Seleiluminalamirada,esperanzado,yextiende
elbrazoparacogerme,peroyosigoandandoylodejoatrás.Conelrabillodelojo
veocómolaesperanzadesaparecedesusojos.
«Telomereces.»
—Háblame—mesuplica.
PeroniegoconlacabezaymeplantojuntoaLandon.
—No,¡novoyavolverahablartenunca!—grito.
—Nolodicesenserio…
Seacercaanosotros.
—¡Nometoques!—gritocuandomecogedelbrazo.
Landon se interpone entre nosotros y le apoya a su hermanastro la mano en el
hombro.
—Hardin,serámejorquetevayas.
Élaprietalosdientesynosmiraaunoyaotro.
—Landon,serámejorquetequitesdeenmedio—leadvierte.
PeroLandonnosemueve,yconozcoaHardinlosuficienteparasaberqueestá
sopesandosusopciones,sivalelapenaonopegarleunpuñetazodelantedemí.
Finalmenteparecedecidirquenoyrespirahondo.
—Porfavor…,danosunminuto—diceintentandomantenerlacalma.
Landonmemiraymisojoslesuplicanquenolohaga.LedalaespaldaaHardin.
—Noquierehablarcontigo.
—¡No me digas lo que quiere! —le grita Hardin, y estrella el puño contra la
pared.
Elyesoseabollayseagrieta.
Pegounbrincoymeechoallorardenuevo.«Ahorano,ahorano»,merepitoen
silenciointentandocontrolarmisemociones.
—¡Hardin,vete!—gritaLandonjustocuandoKenyKarenaparecenenlapuerta.
«Ay,no.Nodeberíahabervenido.»
—¿Quédemoniospasaaquí?—preguntaKen.
Nadiedicenada.KarenmemiracomprensivayKenrepitelapregunta.
Hardinlelanzaentoncesunamiradaasesina.
—¡EstoyintentandohablarconTessayLandonseempeñaenmetersedondeno
lollaman!
KenmiraaLandonyluegoamí.
—¿Qué has hecho, Hardin? —Su tono de voz ha cambiado. Ha pasado de la
preocupaciónal…¿enfado?Nosémuybiencómodefinirlo.
—¡Nada!¡Joder!—Hardindaunmanotazoalaire.
—Lohafastidiadotodo,esoesloquehahecho,yahoraTessanotieneadóndeir
—aclaraLandon.
Quierohablar,sóloquenotengoniideadequédecir.
—Síquetieneadóndeir.Puedeiracasa,queesdondedebeestar.Conmigo—
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replicaHardin.
—HardinhaestadojugandoconTessatodoeltiempo.¡Lehahechoalgohorrible!
—explotaLandon.
Karenahogaungritoyvienehaciamí.
Quiero desaparecer. Nunca me he sentido más expuesta e insignificante. No
queríaqueKenyKarenseenterasen…,aunquetampocoimportamuchoporqueno
creoquequieranvolveravermedespuésdeestanoche.
—¿Túquieresirteconél?—mepreguntaKenfrenandomibarrenamental.
Niegodébilmenteconlacabeza.
—Nopiensoirmesinti—saltaHardin.
Daunpasohaciamí,peroretrocedo.
—Creoqueeshoradequetevayas,Hardin—diceKenparamisorpresa.
—¿Perdona? —La cara de su hijo adquiere un tono de rojo que sólo puedo
describircomorabioso—.Puedesconsiderarteafortunadodequevengaatucasa…
¿Cómoteatrevesaecharme?
—Me ha hecho muy feliz ver crecer nuestra relación, hijo, pero esta noche es
mejorquetevayas.
Hardindamanotazosenelaire.
—Menudamierda;¡¿atiquéteimportaella?!—grita.
Kenmemirayluegomiraasuhijo.
—No sé lo que le has hecho, pero espero que haya valido la pena porque has
perdidoloúnicobuenoqueteníasenlavida—diceagachandolacabeza.
NosésilohandejadopasmadolaspalabrasdeKenosisuenfadohaalcanzadoel
punto máximo y luego se ha disipado como una tormenta, pero lo cierto es que
Hardin se queda muy quieto, me mira un instante y sale de la habitación. Nadie se
muevemientraslooímosbajarlaescaleraabuenritmo.
Elportazoretumbaenlacasaensilencio.MiroaKenysollozo:
—Losiento.Yamevoy.Noeramiintenciónqueocurrieranadadeesto.
—No, quédate todo el tiempo que necesites. Aquí siempre eres bienvenida —
dice,yKarenyélmeabrazan.
Entonces ella me coge de la mano y me la estrecha. Ken me mira cansado y
exasperado.
—Tessa,quieroaHardin—asegura—,perocreoquelosdossabemosque,sinti,
nohaynadaquenosuna.
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CAPÍTULO2
Tessa
Permanecíbajoelaguatodocuantopude,dejandoqueéstacayerasobremí.Quería
que me purificara, que me diera confianza. Pero la ducha caliente no me ayudó a
relajarmecomoesperabaquelohiciera.Nopuedopensarennadaquevayaacalmar
eldolorquesientopordentro.Pareceinfinito.Permanente.Comounorganismoque
se ha aposentado en mi interior y a la vez como un agujero que poco a poco se va
haciendomásgrande.
—Sientomucholodelapared.Meheofrecidoapagarla,peroKenseniega—le
digoaLandonmientrasmecepilloelpelohúmedo.
—No te preocupes por eso. Ya tienes bastante —repone frunciendo el ceño
mientrasmepasalamanoporlaespalda.
—No entiendo cómo mi vida ha acabado así, cómo he llegado a este punto —
explicomirandoalfrenteporquenoquieroverlosojosdemimejoramigo—.Hace
tresmesestodoteníasentidoparamí.TeníaaNoah,quenuncamehabríahechonada
parecidoaesto.Estabamuyunidaamimadreyteníaunaideaclaradecómoibaaser
mivida.Yahoranotengonada.Nadaenabsoluto.Nisiquierasésideberíavolvera
las prácticas porque Hardin puede aparecer por allí o tal vez convencer a Christian
Vance de que me despida simplemente porque sabe que puede hacerlo. —Cojo la
almohada que hay en la cama y la sujeto con fuerza—. Hardin no tenía nada que
perder,peroyosí.Hepermitidoquemeloquitaratodo.Mividaantesdeconocerlo
era muy sencilla y lo tenía todo muy claro. Ahora…, después de él…, es sólo…
después.
Landonmemiraconlosojosmuyabiertos.
—Tessa, no puedes dejar las prácticas, ya te ha quitado bastante. No dejes que
tambiéntequiteeso—dicecasisuplicando—.LobuenodelavidadespuésdeHardin
esquepuedeshacerconellaloquequieras.Comosiquieresempezardecero.
Sé que tiene razón, pero no es tan fácil. Ahora todo a mi alrededor guarda
relación con Hardin, incluso me pintó el puñetero coche. De algún modo se ha
convertidoenelpegamentoquemanteníamividaensusitio,yensuausenciasólo
mequedanlasruinasdeloquefuemiexistencia.
Cuandocedoyasientopococonvencida,Landonmesonríeunpocoymedice:
—Voyadejartedescansar.
Luegomeabrazaysedirigehacialapuerta.
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—¿Creesquepasaráalgúndía?—pregunto,ydamediavuelta.
—¿Elqué?
Mivozesapenasunsusurrocuandodigo:
—Eldolor.
—Nolosé…Quieropensarquesí.Eltiempolocura…casitodo—mecontesta
reconfortándomeconsumediasonrisa,ceñomediofruncido.
Nosésieltiempomecuraráono,peroséque,sinolohace,nosobreviviré.
Conmuchadecisióndisimuladaconsusmodalesintachablesysubuenaeducación,
Landonmesacadelacamaalamañanasiguienteparaasegurarsedequenofaltoa
lasprácticas.MetomounminutoparadejarlesunanotadeagradecimientoaKenya
KarenyparapedirlesperdónunavezmásporelagujeroqueHardinleshahechoen
lapared.Landonestámuycalladoymemiraconelrabillodelojomientrasconduce,
intentando animarme con sonrisas y pequeñas frases de autoayuda. Pero yo sigo
encontrándomefatal.
Losrecuerdosinvadenmimentecuandoentramosenelaparcamiento.Hardinde
rodillasenlanieve.Zedexplicándomelaapuesta.Abrolapuertademicochelomás
rápidoquepuedoparametermedentroyescapardelfrío.Hagounamuecaalvermi
reflejo en el retrovisor. Tengo los ojos inyectados en sangre y rodeados de sendos
círculos negros con unas bolsas enormes. Parezco sacada de una película de terror.
Voyanecesitarmuchomásmaquillajedelqueimaginaba.
MedirijoaWalmart—laúnicatiendaquehayabiertaaestashoras—acomprar
todoloquenecesitoparaenmascararmissentimientos,peronotengonilasfuerzasni
laenergíaparaesforzarmedeverdadconlasapariencias,asíquenoestoysegurade
tenermuybuenaspecto.
Un ejemplo: llego a la editorial y Kimberly ahoga un grito al verme. Intento
sonreírlecuandosaltadesusillón.
—Tessa,cielo,¿estásbien?—mepreguntamuypreocupada.
—¿Tanmalacaratengo?—digoencogiéndomedehombros,sinfuerzas.
—No,claroqueno—miente—.Sóloesqueseteve…
—Agotada. Lo estoy. Los exámenes finales casi consiguen acabar conmigo —
contesto.
Asienteymededicaunacálidasonrisa,peroséquenomequitaojodeencima
hastaquellegoamidespacho.Despuésdeeso,eldíasemehaceeterno,comosino
fueraaacabarnunca,hastaqueaúltimahoraelseñorVancellamaamipuerta.
—Buenastardes,Tessa—diceconunasonrisa.
—Buenastardes—consigoresponder.
—Sólo quería que supieras que estoy muy impresionado con el trabajo que has
hechohastaahora.—Sonríe—.Enrealidad,hacesuntrabajomejorymásdetallado
quemuchosdemisempleados.
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—Gracias,significamuchoparamí—digo,ydeinmediatounavozenmicabeza
merecuerdaqueconseguíestasprácticasgraciasaHardin.
—Dichoesto,megustaríainvitarteauncongresoenSeattleelfindesemanaque
viene.Suelensermuyaburridos,peroéstetratarásobreedicióndigital,«elfuturoya
estáaquí»ytodoeso.Conocerásamuchagenteyaprenderáscosas.Voyaabriruna
sucursalenSeattledentrodeunosmesesynecesitohacercontactos.—Seríe—.¿Qué
me dices? Tendrás los gastos pagados y saldremos el viernes por la tarde. Puedes
traerte a Hardin si quieres. No al congreso, pero sí a Seattle —me explica con una
sonrisadecomplicidad.
Sisupieraloquedeverdadestápasando…
—Porsupuestoquequieroir,yagradezcomuchosuinvitación—ledigo
sinpoderdisimularmientusiasmoyelalivioquesiento.Porfinmesucede
algobueno.
—¡Genial! Kimberly te dará todos los detalles y te explicará cómo va lo de los
gastos…—prosigue,aunqueyotengolacabezaenotraparte.
Laideadeasistiralcongresoaliviaunpocoeldolor.EstarélejosdeHardinpero,
porotraparte,SeattleahoramerecuerdaacuandoHardinhablabadellevarmeallí.
Lohamancilladotodoenmivida,incluyendoelestadodeWashington.Eldespacho
sehacemáspequeñoyelairemásdenso.
—¿Te encuentras bien? —pregunta el señor Vance frunciendo el ceño
preocupado.
—Sí, sí… Sólo es que… no he comido y anoche tampoco dormí mucho —le
digo.
—Anda,veteacasa.Puedesacabarloqueestéshaciendoallí.
—Nopasanada,puedo…
—No, vete a casa. Aquí no hay emergencias. Nos las apañaremos sin ti —me
aseguraconungesto,ysemarcha.
Recojo mis cosas y me miro en el espejo del baño. Sí, sigo estando hecha una
pena.EstoyapuntodesubiralascensorcuandoKimberlymellama.
—¿Tevasacasa?—mepregunta,yasiento—.QuesepasqueHardinestádemal
humor.Tencuidado.
—¿Qué?¿Cómolosabes?
—Porque me ha dicho de todo cuando no he querido pasarte sus llamadas. —
Sonríe—.Nisiquieraladécimavezquelohaintentado.Mefiguroque,siquisieras
hablarconél,tehabríallamadoalmóvil.
—Gracias —le digo, y se lo agradezco también en silencio por ser tan
observadora.LavozdeHardinporelauricularhabríahechodiezvecesmásgrandeel
agujeroquetengoenelpecho.
Consigollegaralcocheantesdeecharmeallorardenuevo.Eldolorsóloparece
ir a peor cuando no tengo con qué distraerme, cuando me quedo sola con mis
pensamientos y mis recuerdos y, por supuesto, cuando veo las quince llamadas
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perdidasdeHardinenlapantallademimóvilylosdiezmensajesdetextoquenovoy
aleer.
Merecompongolosuficienteparapoderconduciryhagoloquetantomiedome
dahacer:llamaramimadre.
Respondealprimertimbre.
—¿Diga?
—Mamá —sollozo. La palabra se me hace rara cuando sale de mi boca, pero
ahoramismonecesitosuconsuelo.
—¿Quétehahecho?
Ésa es la reacción de todo el mundo. Todos veían que Hardin era un peligro
inminente.Todosmenosyo.
—Yo…, él… —No consigo articular una frase completa—. ¿Puedo ir a casa,
aunquesóloseaundía?—lepregunto.
—Porsupuesto,Tessa.Nosvemosdentrodedoshoras—medice,ycuelga.
Muchomejordeloquemeimaginaba,peronotancariñosacomoesperaba.Ojalá
tuvierauncarácterparecidoaldeKaren,dulceycapazdeaceptarcualquierdefecto.
Desearíaquefueraunpocomástierna,lojustoparaqueyopudieratenerelconsuelo
deunamadre,unamadreafectuosaycomprensiva.
Memetoenlaautopistayapagoelmóvilantesdehacerunaestupidez,comoleer
algunodelosmensajesdeHardin.
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CAPÍTULO3
Tessa
Eltrayectodevueltaalhogardemiinfanciaesfácilyloconozcobien;nonecesito
pensarmucho.Meobligoagritarlotodo,talcual,agritartodocuantomepermiten
mispulmoneshastaquemeduelelagarganta,antesdellegaralaciudadenlaque
nací.Mecuestamuchomásdeloquepensabaporquenotengoganasdegritar.Delo
querealmentetengoganasesdellorarydequesemetraguelatierra.Daríacualquier
cosaporretrocedereneltiempohastamiprimerdíaenlauniversidad;habríaseguido
elconsejodemimadreymehabríacambiadodehabitación.Aellalepreocupabaque
Stephfueraunamalainfluencia;ay,sinoshubiéramosdadocuentadequeelchico
maleducadodepelorizadoibaaserelproblema.Dequeibaacogerme,amarearme
yahacermepedacitosparaluegosoplaryesparcirlosporelcieloybajolasbotasde
susamigos.
Sólo he estado a dos horas de casa todo este tiempo, pero con todo lo que ha
pasado,parececomosihubieraestadomuchomáslejos.Nohevueltoaquídesdeque
empecé la universidad. Si no hubiera roto con Noah, habría vuelto a menudo. Me
obligoamantenerlavistaenlacarreteracuandopasopordelantedesucasa.
Aparco en nuestra entrada y salto del coche. Pero cuando estoy delante de la
puerta no sé si debo llamar o no. Se me hace raro llamar, pero no me encuentro
cómodaentrandosinmás.¿Cómopuedenhabercambiadotantolascosasdesdeque
mefuialauniversidad?
Finalmentedecidoentrarsinmásymeencuentroamimadre,depiejuntoalsofá
marróndecuero,completamentemaquillada,conunvestidoyzapatosdetacón.Todo
estáigualquesiempre:limpioyperfectamenteordenado.Laúnicadiferenciaesque
parecemáspequeño,talvezencomparaciónconlacasadeKen.Bueno,laverdades
que la casa de mis padres es pequeña y fea vista desde fuera, pero por dentro está
muybiendecoradaymimadresiemprehizoloimposibleporesconderelcaosdesu
matrimonio detrás de unas paredes bien pintadas, flores y atención a las líneas
limpias.Unaestrategiadecorativaconlaquecontinuódespuésdequemipadrenos
dejara, creo que porque para entonces ya se había convertido en costumbre. Hace
calorenlacasa,yelfamiliararomadevainillainvademisfosasnasales.Mimadre
siemprehaestadoobsesionadaconlosquemadoresdeaceitesesenciales,yhayuno
encadahabitación.Mequitoloszapatosenlapuerta;séquenoquiererestosdenieve
ensusuelodemaderareciénencerado.
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—¿Teapeteceuncafé,Theresa?—preguntaantesdedarmeunabrazo.
Heheredadolaadicciónalcafédemimadre,yesapequeñaconexiónmedibuja
unasonrisaenloslabios.
—Sí,porfavor.
Lasigoalacocinaymesientoalamesasinsabermuybiencómoempezarla
conversación.
—¿Vasacontarmeloquehaocurrido?—preguntasinreparos.
Respirohondoyledoyunsorboamicaféantesderesponderle.
—Hardinyyohemosroto.
Suexpresiónesneutra.
—¿Porqué?
—Bueno,porqueresultónoserquienyocreíaqueera—digo.
Sujeto la taza de café con ambas manos para intentar no pensar en el dolor y
prepararmeparalacontestacióndemimadre.
—Y¿quiéncreíasqueera?
—Alguienquemequería.—NoestoymuyseguradequiéncreíaqueeraHardin,
comopersona,porsímismo,másalládeeso.
—Y¿ahorayanolocrees?
—No,ahoraséquenosignificoparaélloqueyomepensaba.
—¿Porquéestástansegura?—preguntaconsangrefría.
—Porqueconfiabaenélymehatraicionadodeunmodohorripilante.
Séqueestoyomitiendolosdetalles,perosigosintiendolaextrañanecesidadde
proteger a Hardin de los juicios de mi madre. Me regaño a mí misma por ser tan
tonta,porpensarenélsiquiera,cuandoestáclaroqueélnoharíalomismopormí.
—¿No crees que deberías haber considerado esa posibilidad antes de haber
decididoirteavivirconél?
—Sí,losé.Adelante,dimelotontaquesoy,dimequeyameloadvertiste.
—Te lo advertí, te advertí que había tipos como él. Es mejor mantenerse bien
lejos de hombres como él y como tu padre. Sólo me alegro de que todo haya
terminadoantesdeempezar.Lagentecometeerrores,Tessa.—Bebedesutazaydeja
unamarcarosadelápizdelabiosenelborde—.Estoyseguradequeteperdonará.
—¿Quién?
—Noah,¿quiénsino?
«Pero¿esquenoloentiende?»Sólonecesitohablarconella,quemeconsuele,no
quemepresioneparaquevuelvaconNoah.Mepongodepie,lamiroyluegomiro
alrededor.«¿Lodiráenserio?Nopuedeserqueloestédiciendoenserio.»
—¡QuelascosasnohayanfuncionadoconHardinnosignificaquevayaavolver
conNoah!—salto.
—Y¿porquéno?Tessa,deberíasdarlasgraciasdequeestédispuestoadarteuna
segundaoportunidad.
—¿Qué?¿Porquénopuedesdejarlocorrer?Ahoramismononecesitoestarcon
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nadie, y menos aún con Noah. —Quiero arrancarme el pelo a mechones. O
arrancárseloaella.
—¿Quésignificaesode«ymenosaúnconNoah»?¿Cómopuedesdeciralgoasí
deél?Sehaportadocontigodemaravilladesdequeeraiscríos.
Suspiroyvuelvoasentarme.
—Losé,mamá,yNoahmeimportamucho,sóloquenodeesamanera.
—Nosabesloquedices.—Selevantaytirasucaféporeldesagüe—.Elamorno
siempreeslomásimportante,Theresa.Loimportanteeslaestabilidadylaseguridad.
—Sólotengodieciochoaños—ledigo.
Noquieropensarenestarconalguiensinamarlo,sóloporlaestabilidad.Quiero
conseguirpormímismaseguridadyestabilidad.Quieroaalguienaquienamaryque
meame.
—Casidiecinueve,ysinollevascuidadoahoraluegonadietequerrá.Ahoravea
retocarte el maquillaje porque Noah llegará en cualquier momento —anuncia mi
madre,ysaledelacocina.
Noséporquéhevenidoaquíenbuscadeconsuelo.Mehabríaidomejorsime
hubieraquedadotodoeldíadurmiendoenelcoche.
Tal y como ha dicho, Noah llega cinco minutos después, aunque yo no me he
molestadoenarreglarme.Cuandoloveoentrarenlapequeñacocinamesientocaer
muchomásbajodeloquehecaídohastaahora,cosaquenocreíaquefueraposible.
Mesonríeconsuperfectaycálidasonrisa.
—Hola—saluda.
—Hola,Noah.
Se acerca y me levanto para darle un abrazo. Su cuerpo emana calor y su
sudaderahuelemuybien,talcomoyolorecordaba.
—Tumadremehallamado—dice.
—Losé.—Intentosonreír—.Perdonaquesigametiéndoteenesto.Noentiendo
cuálessuproblema.
—Yosí:quierequeseasfeliz—dicedefendiéndola.
—Noah…—leadvierto.
—Loquepasaesquenosabequétehacerealmentefeliz.Quierequeseayo,a
pesardequenoesasí.—Seencogedehombros.
—Perdona.
—Tess,dejadepedirmeperdón.Sóloqueríaasegurarmedequeestabasbien—
meconfirma,ymedaotroabrazo.
—Noloestoy—confieso.
—Losé.¿Quiereshablardeello?
—No lo sé… ¿Seguro que no te importa? —No quiero hacerle daño otra vez
hablándoledelchicoporelquelodejé.
—Sí,seguro—dice,ysesirveunvasodeaguaantesdesentarsealamesafrente
amí.
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—Vale…—repongo,ybásicamenteselocuentotodo.
Mereservolosdetallessexuales,porqueesoesprivado.
Bueno,enmicaso,no,peroparamíloson.SigosinpodercreermequeHardin
les contara a sus amigos todo lo que hacíamos… Eso es lo peor. Aún peor que
haberlesenseñadolassábanaseselhechodeque,despuésdedecirmequemequería,
ydehacerelamor,pudieradarmediavueltayburlarsedeloquehabíapasadoentre
nosotrosdelantedetodoelmundo.
—Sabía que iba a hacerte daño pero no me imaginaba hasta qué punto —dice
Noah.Esevidentequeestámuyenfadado.Meresultararoverloexteriorizarasílas
emociones, dado que normalmente es muy tranquilo y muy callado—. Eres
demasiadobuenaparaél,Tessa.Esetipoesescoria.
—Nomepuedocreerlotontaquehesido.Lodejétodoporél.Perolopeordel
mundoesamaraalguienquenotequiere.
Noahcogeelvasoyledavueltasentrelasmanos.
—Quémevasacontar—dicecondulzura.
Quieroabofetearmeporloqueacabodedecir,porhabérselodichoaél.Abrola
bocaperomecortaantesdequepuedadisculparme.
—No pasa nada —replica, y alarga el brazo para acariciarme la mano con el
pulgar.
Jo,ojaláestuvieraenamoradadeNoah.Conélseríamuchomásfelizyélnunca
seríacapazdehacermenadaparecidoaloquemehahechoHardin.
Noahmeponealdíadetodoloquemeheperdido,quenoesmucho.Vaaira
estudiaraSanFranciscoenvezdealaWCU,cosaqueleagradezcounmontón.Al
menos,hasalidoalgobuenodeldañoquelehehecho:lehadadoelempujoncitoque
necesitabaparasalirdeWashington.Mehabladeloquehaestadoinvestigandosobre
Californiay,paracuandosemarcha,yahaanochecidoycaigoenlacuentadequemi
madresehaquedadoensucuartotodoelratoquehaduradolavisita.
Salgo al jardín de atrás y acabo en el invernadero en el que pasé casi toda mi
infancia. Contemplo mi reflejo en el cristal y miro hacia el interior de la pequeña
estructura.Lasplantasylasfloresestánmuertasyestátodohechoundesastre.Muy
apropiado.
Tengotantascosasquehacer,tantoenloquepensar…Hedeencontrarunlugar
donde vivir y el modo de recoger todas mis cosas del apartamento de Hardin. He
pensadoseriamenteennoirabuscarlas,peronopuedo.Todamiropaestáallíy,lo
queesmásimportante,tambiénmislibrosdetexto.
Mellevolamanoalbolsillo,enciendoelmóvilyalospocossegundostengoel
correollenoyapareceelsímbolodelbuzóndevoz.Pasodelbuzóndevozyechoun
vistazo rápido a los mensajes, pero sólo al remitente. Todos son de Hardin excepto
uno.
Kimberlymehaescrito:
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Christianmehadichoquetequedesencasamañana.Todoelmundoseirá
al mediodía porque hay que pintar la primera planta, así que no vengas a la
oficina.Avísamesinecesitasalgo.Bss.
Qué alivio, mañana tengo el día libre. Me encantan mis prácticas, pero estoy
empezandoapensarquedeberíacambiarmedeuniversidadoinclusomarcharmede
Washington.ElcampusnoeslobastantegrandeparapoderevitaraHardinyatodos
susamigos,ynoquieroquemerecuerdeconstantementeloquetuveconél.Bueno,
loquecreíatenerconél.
Paracuandoentrodenuevoencasanosientonilasmanosnilacaraacausadel
frío.Mimadreestásentadaenunasilla,leyendounarevista.
—¿Puedoquedarmeadormir?—lepregunto.
Memirauninstante.
—Sí. Mañana veremos cómo te metemos otra vez en una residencia —dice, y
sigueleyendosurevista.
Imaginoquenovaadecirmenadamásestanoche.Suboamiantiguahabitación,
que está tal y como la dejé. No ha cambiado nada. Ni siquiera me molesto en
desmaquillarme.Mecuesta,peromeobligoadormirysueñoconlostiemposenlos
quemividaeramuchomejor.AntesdeconoceraHardin.
Suenaelmóvilenplenanocheymedespierta.PasodeélymepreguntosiHardin
serácapazdedormir.
Alamañanasiguiente,todocuantomimadremediceantesdeirseatrabajaresque
llamará a la facultad y los obligará a aceptarme de vuelta en la residencia, en un
edificiodistintodeldeantes.Memarchoconlaintencióndeiralcampus,peroluego
decido pasar por el apartamento. Cojo la salida a la carretera que lleva hasta allí y
conduzcotodolodeprisaquepuedoparallegarantesdepodercambiardeopinión.
BuscoelcochedeHardinenelparking.Dosveces.Cuandomeaseguro
dequenoestá,aparcoenlanieve,cercadelaentrada.Llegoalvestíbulocon
losbajosdelosvaquerosempapadosyestoycongelada.Tratodepensaren
cualquiercosamenosenHardinperomeresultaimposible.
Hardindebíadeodiarmedeverdadparahaberllegadoaesosextremoscontalde
destrozarmelavidayluegohacerquememudaraaunapartamentolejosdetodaslas
personas que conozco. Debe de sentirse muy orgulloso de sí mismo por hacerme
sufrirasí.
Mepeleoconlasllavesantesdeabrirlapuertadenuestroapartamentoymeentra
elpánico,demodoquecasimecaigoalsuelo.
«¿Cuándovaapararesto?¿Sevolverámássoportable?»
Entrodirectamenteeneldormitorioysacomismaletasdelarmario.Metotodami
ropaenellassinningúncuidado.Misojosseposanenlamesilladenoche,dondehay
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un pequeño portarretratos. Es la foto que nos hicimos Hardin y yo, la mar de
sonrientes,antesdelabodadeKen.
Quépenaquefueratodounafarsa.Laagarroestirándomeporencimadelacama
ylaarrojoconrabiaalsuelodehormigón.Elcristalsehaceañicos.Pasoentonces
por encima de la cama, recojo la foto del suelo y la rompo en pedazos lo más
pequeñosquepuedo.Nomedoycuentadequeestoysollozandohastaquenopuedo
respirar.
Cojo mis libros, los meto en una caja vacía y, de forma instintiva, me guardo
tambiénlacopiadeCumbresborrascosasdeHardin.Nocreoquelaechedemenos
y,laverdad,meladebedespuésdetodoloquemehaarrebatado.
Meduelelagarganta,asíquevoyalacocinaymepongounvasodeagua.Me
sientoalamesaunosminutosyfinjoquenadadeestohapasado.Meimaginoque,
envezdetenerqueenfrentarmeyosolaalosdíasvenideros,Hardinestáapuntode
volveracasadespuésdeclaseymesonreiráymediráquemequiereyquemeha
echadodemenosdurantetodoeldía.Quemesentaráenlaencimeraymebesarácon
deseoyamor…
Derepente,elruidodelosgoznesdelapuertamesacademiridículaensoñación.
MepongoenpiedeunbrincocuandoveoapareceraHardin.Élnomeveporqueestá
mirandohaciaatrás.
Aunamorenaconunvestidonegrodepunto.
—Esaquí…—empiezaadecir,ysecallaencuantovemismaletasenelsuelo.
Mequedoheladacuandosusojosrecorrenelapartamentoylacocina.Losabre
comoplatosalverme.
—¿Tess?—dicecomosinoestuvierasegurodequefuerareal.
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CAPÍTULO4
Tessa
Estoy hecha un asco. Llevo unos pantalones vaqueros caídos y una sudadera, el
maquillajedeayeryelpeloenmarañado.Miroalachicaqueestádepiedetrásdeél.
El pelo castaño le cae en sedosos rizos por la espalda como una cascada. Lleva un
maquillaje ligero y perfecto, es una de esas mujeres que ni siquiera lo necesitan.
Cómono.
Esto es muy humillante y desearía que me tragase la tierra y desaparecer de la
vistadeesapreciosachica.
Cuando me agacho a recoger una de mis maletas del suelo, Hardin parece
recordarqueellaestáahíysevuelveparamirarla.
—Tessa,¿quéhacesaquí?—pregunta.Intentolimpiarmelosrestosdemaquillaje
dedebajodelosojosmientraslepreguntaasunuevachica—:¿Nosdasunminuto?
Ellamemira,asienteysalealpasillodeledificio.
—Nomepuedocreerqueestésaquí—diceHardinentrandoenlacocina.
Se quita la chaqueta, cosa que hace que se le levante la camiseta blanca y
aparezca su torso bronceado. El tatuaje que lleva ahí, en el estómago, las ramas
retorcidasconfuriadeunárbolmuerto,meatormenta.Mepidequeloacaricie.Me
encanta ese tatuaje. Es mi favorito de todos los que lleva. Sólo ahora veo el
paralelismoentreelárbolyél.Ningunodelosdosescapazdesentirnada.Ambos
estánsolos.Almenos,elárboltienelaesperanzadevolveraflorecer.Hardin,no.
—Ya…yameiba—consigodecir.
Estáperfecto,guapísimo.Eldesastremáshermoso.
—Por favor, deja que me explique —me suplica, y veo que sus ojeras son aún
máspronunciadasquelasmías.
—No.
Intentocogerdenuevomismaletasperomelasquitadelasmanosylasdejaotra
vezenelsuelo.
—Dosminutos.Sólotepidoeso,Tess—dice.
DosminutosconHardinesdemasiadotiempo,peroeslaconclusiónquenecesito
para poder seguir con mi vida. Suspiro y me siento tratando de contener cualquier
sonido que pueda traicionar mi cara de póquer. Salta a la vista que Hardin está
sorprendido,perorápidamentesesientafrenteamí.
—Yaveoquenohasperdidoeltiempo—digoenvozbajalevantandolabarbilla
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hacialapuerta.
—¿Qué? —dice él, y entonces parece acordarse de la morena—. Trabaja
conmigo.Sumaridoestáabajo,consuhijareciénnacida.Estánbuscandopisoyella
queríavernuestro…apartamento.
—¿Temudas?—pregunto.
—No, si tú te quedas. Pero no le veo sentido a quedarme aquí sin ti. Estoy
sopesandomisopciones.
Unapartedemísienteungranalivio,peroalinstantemipartemásaladefensiva
merecuerdaqueelquenosehayaacostadoconlamorenanosignificaquenovayaa
acostarse con otra en breve. Ignoro la punzada de pena que siento al oír a Hardin
hablardemudarse,apesardequenovoyaestaraquícuandoesoocurra.
—¿Creesquetraeríaaalguienaquí,anuestroapartamento?Sólohanpasadodos
días…¿Esesoloquepiensasdemí?
Peroquécaratiene.
—¡Sí!¡Ahoraesesoloquepiensodeti!
Asiento furiosamente y el dolor le cruza la cara, pero después de un instante
simplementesuspiraabatido.
—¿Dóndedormisteanoche?Fuiacasademipadreynoestabasallí.
—Encasademimadre.
—Ah.—Bajalacabezaysemiralasmanos—.¿Habéishecholaspaces?
Lomirodirectamentealosojos.Esincreíblequetengaelvalordepreguntarme
pormifamilia.
—Esoyanoesdetuincumbencia.
Extiendelamanohaciamíperosedetiene.
—Teechomuchodemenos,Tessa.
Mequedosinaliento,aunqueentoncesrecuerdolobienqueseledaretorcerlas
cosas.Mevuelvo.
—Ya,seguroquesí.
Apesardequemisemocionessonuntorbellino,nomepermitodesmoronarme
delantedeél.
—Teechodemenos,Tessa—repite—.Séquelahefastidiadoamásnopoder,
perotequiero.Tenecesito.
—Calla,Hardin.Ahórrateeltiempoylasfuerzas.Yanomeengañas.Yatieneslo
quequerías,¿porquénolodejasdeunavez?
—Porque no puedo. —Intenta cogerme la mano pero la aparto—. Te quiero.
Tienesquedarmeotraoportunidadparaquepuedacompensarte.Tenecesito,Tessa.
Tenecesito.Ytútambiénmenecesitasamí.
—No,laverdadesqueno—replico—.Meibamuybienhastaqueaparecisteen
mivida.
—Quetefueramuybiennoeslomismoqueserfeliz—dice.
—¿Feliz?—resoplo—.Y¿ahorasemevefeliz?
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¿Cómoseatreveaafirmarqueélmehacefeliz?
Sinembargo,mehizofeliz.Mehacíamuyfeliz.
—Nopuedesquedarteahísentadaydecirmequenotecreesquetequiero.
—Sé que no me quieres. Para ti no era más que un juego. Tú me estabas
utilizandomientrasyomeenamorabadeti.
Selellenanlosojosdelágrimas.
—Dejaquetedemuestrequetequiero,porfavor.Haréloquesea,Tessa.Loque
sea.
—Yamehasdemostradobastante,Hardin.Laúnicarazónporlaqueestoyaquí
sentada es porque me debo a mí misma escuchar lo que tienes que decir para así
poderseguiradelanteconmivida.
—Noquieroquesigascontuvida—dice.
Resoplo.
—¡Me da igual lo que tú quieras! Lo que me importa es el daño que me has
hecho.
Suvozsuenadébilyquebradizacuandoañade:
—Dijistequenuncaibasadejarme.
Nomefíodemímismacuandoseponeasí.Odioquesudolormecontroleyme
hagaperderelbuenjuicio.
—Te dije que no te dejaría si no me dabas un motivo para hacerlo. Pero lo has
hecho.
Ahoraentiendoperfectamenteporquésiempretemíaquelodejara.Yocreíaque
eranparanoiassuyas,quecreíanoserlobastantebuenoparamí,peromeequivocaba.
Ydequémanera.Sabíaquesaldríahuyendoencuantodescubrieralaverdad.Debería
echaracorrerahoramismo.Lebuscabaexcusasportodoloquelepasódeniño,pero
entoncesempiezoapreguntarmesitodoesonoestambiénunamentira.Deprincipio
afin.
—Nopuedoseguirasí—digo—.Confiabaenti,Hardin.Confiabaenticontodo
mi ser. Creía en ti, te quería y tú me estabas utilizando desde el primer momento.
¿Tienes la menor idea de cómo me siento? Todo el mundo se burlaba de mí a mis
espaldas,empezandoporti,lapersonaenlaquemásconfiaba.
—Losé,Tessa,losé.Nosécómodecirtelomuchoquelosiento.Noséenqué
coñopensabacuandopropuselodelaapuesta.Creíaqueibaasermuyfácil…—Le
tiemblan las manos mientras me suplica—. Creía que te acostarías conmigo y se
acabó.Perotúerastantestarudaytan…fascinantequederepentenopodíadejarde
pensar en ti. Me sentaba en mi habitación planeando excusas para volver a verte,
aunquesólofueraparapelearnos.Supequeyanoeraunaapuestadespuésdelodel
arroyo pero no fui capaz de admitirlo. Estaba luchando conmigo mismo y me
preocupabamireputación.Séqueesdelocos,peroestoyintentandosersincero.Y
cuando le contaba a todo el mundo las cosas que hacíamos, no les contaba lo que
hacíamos de verdad… No podía hacerte eso, ni siquiera al principio. Me inventaba
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historiasyellosselastragaban.
Algunas lágrimas ruedan por mis mejillas y Hardin alarga el brazo para
enjugármelas.Nomemuevolobastanterápidoyeltactodesupielenciendelamía.
Tengoquesacarfuerzasdeflaquezaparanoesconderlacaraensumano.
—Odioverteasí—musita.
Cierro los ojos y vuelvo a abrirlos, desesperada por contener las lágrimas.
Permanezcoensilenciomientrasélsiguehablando.
—Telojuro,empecéacontarlesaNateyaLoganlodelarroyoperonotéqueme
estabacabreando,quemeponíacelosodepensarqueibanaenterarsedeloquehacía
contigo…,decómotehacíasentir,asíquelesdijequemehiciste…,bueno,lesconté
unatrola.
Séqueelhechodequelesmintierasobreloquehicimosnoesmejorqueelhecho
de que les contara la verdad, en serio. Pero por alguna razón me siento aliviada al
saber que Hardin y yo somos los únicos que realmente sabemos lo que ha pasado
entrenosotros,losdetallesdenuestrosmomentosdeintimidad.
Aunqueconesonobasta.Además,seguroqueloquemeestácontandotambién
esmentira.Notengomaneradesaberlo,yaquíestoy,dispuestaacreerlo.«Estoyfatal
delomío.»
—Aunquetecreyera,nopuedoperdonarte—digo.
Parpadeoparacontenerlaslágrimasyélsellevalasmanosalacabeza.
—¿Nomequieres?—preguntamirándomeporentrelosdedos.
—Sí,tequiero—admito.
Elpesodemiconfesióncaesobrenosotros.Hardinbajalasmanosymemiracon
una expresión que hace que desee tragarme mis palabras. Aunque sea la verdad: lo
quiero,loquierodemasiado.
—Entonces¿porquénopuedesperdonarme?
—Porque es imperdonable. No sólo me mentiste. Me robaste la virginidad para
ganar una apuesta y luego le enseñaste a la gente las sábanas manchadas con mi
sangre.¿Creesquehayalguiencapazdeperdonareso?
Dejacaerlasmanosysusojosverdesybrillantesparecendesesperados.
—¡Tehiceperderlavirginidadporquetequiero!—dice,cosaquesóloconsigue
quenieguefervientementeconlacabeza.Asíquecontinúa—:Yanoséniquiénsoy
sinti.
Desvíolamirada.
—De todas maneras, no habría funcionado, ambos lo sabíamos —le digo para
sentirmemejor.
Es horrible estar sentada delante de él y verlo sufrir pero, al mismo tiempo, mi
sentido de la justicia hace que el hecho de verlo sufrir me haga sentir… un poco
mejor.
—¿Porquénohabríasalidobien?Nosibadeperlas…
—Loqueteníamosestababasadoenunamentira,Hardin.—Y,comoelhechode
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verlo sufrir de repente me ha dado confianza en mí misma, añado—:
Además,¿tútehasvisto?Y¿mehasvistoamí?
No lo digo en serio, pero la cara que pone cuando utilizo su mayor
inseguridadsobrenuestrarelaciónensucontra,aunquepordentromemata,también
merecuerdaqueselomerece.Siemprelehapreocupadocómonosvenlosdemás,
quesoydemasiadobuenaparaél.Yahoraacaboderestregárseloporlacara.
—¿LodicesporNoah?Lohasvisto,¿noesasí?
La mandíbula me llega al suelo. ¿Cómo se atreve? Los ojos se le llenan de
lágrimas y tengo que recordarme a mí misma que él se lo ha buscado. Lo ha
estropeadotodo.
—Sí, pero es irrelevante. Ése es tu problema, que vas por ahí haciéndole a la
genteloquetesaledelasnarices,sinpreocupartedelasconsecuencias,¡yesperas
quetodosteríanlagracia!—legritolevantándomedelamesa.
—¡Noesverdad,Tessa!—exclama,ypongolosojosenblanco.Alverlo,hace
una pausa, se levanta y mira por la ventana y luego a mí—. Bueno, sí, es posible.
Perotúmeimportasdeverdad.
—Ya,puesdeberíashaberlopensadoantesdepresumirdetuconquistaantetus
amigos—respondoalinstante.
—¿Miconquista?¿Lodicesenserio?Noeresningunaconquista.¡Loerestodo
para mí! Eres el aire que respiro, el dolor que siento, mi corazón, ¡mi vida! —
exclamadandounpasoenmidirección.
Loquemásmeentristeceesquesonlaspalabrasmásconmovedorasquemeha
dichonunca,peromelasestádiciendoagritos.
—¡Abuenashoras!—ledevuelvolosgritos—.¿Creesquepuedes…?
Mepillaporsorpresacuandomecogeporlanuca,meatraehaciasíysuslabios
atrapanlosmíos.Elcalordesubocacasihacequemecaigaderodillas.Muevola
lenguacomorespuestaalasuyaantesdequemimenteproceseloqueestápasando.
Gime de alivio y trato de apartarlo. Me coge ambas muñecas con una mano y las
aprieta contra su pecho mientras continúa besándome y yo sigo intentando que me
suelte,peromibocalesigueelritmo.Empiezaaandarhaciaatrásytirademíhasta
queestácontralaencimerayllevalaotramanoaminucaparasujetarme.Micorazón
roto y todo el dolor que siento empiezan a disolverse y relajo las manos. Esto está
mal,peromesientamuybien.
Aunqueestámal.
Meapartoeintentavolverajuntarnuestroslabios,peroalejolacabeza.
—No—ledigo.
Sumiradasedulcifica.
—Porfavor…—suplica.
—No,Hardin.Hedeirme.
Mesueltalasmuñecas.
—¿Adónde?
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—Pues… Aún no lo sé. Mi madre está intentando volver a meterme en una
residencia.
—No…,no…—Menealacabezaysuvozsetornafrenética—:Túvivesaquí,no
vuelvasalaresidencia.—Sepasalasmanosporelpelo—.Sialguientienequeirse,
soyyo.Porfavor,quédateaquíparaquesepadóndeestás.
—Notehacefaltasaberdóndeestoy.
—Quédate—repite.
Sihedesersinceraconmigomisma,deseoquedarmeconél.Deseodecirlequelo
quiero más que al aire que respiro, pero no puedo. Me niego a que vuelva a
enredarmeyavolveraseresachicaquedejaqueuntíohagaconellaloquequiera.
Cojomismaletasymientoydigoloúnicoqueséqueleimpediráseguirme:
—Noahymimadremeestánesperando.Hedeirme—ysalgoporlapuerta.
Nomesigue,ynomepermitomiraratrásparaverlosufrir.
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CAPÍTULO5
Tessa
Cuandollegoalcochenomeechoallorar,comopensabaqueibaahacer.Envezde
eso,mequedosentadaymiroporlaventanilla.Lanievesehapegadoalparabrisas,
cobijándomeenelinterior.Elvientoaúllaenelexterior,recogelanieveylaarrastra
enremolinos,envolviéndomeporcompleto.Cadacopoquecubreelcristalformauna
barreraentrelacrudarealidadymicoche.
NomepuedocreerqueHardinhayaaparecidoenelapartamentojustomientras
yo recogía mis cosas. Esperaba no tener que verlo. Aunque ha ayudado, no para
aliviareldolor,perosíalasituaciónengeneral.Almenosahorapuedointentardejar
atrás este desastroso momento de mi vida. Deseo creerlo y creerme que me quiere,
pero estoy metida en esto por haberlo creído. Podría estar comportándose así sólo
porquesabequeyanotieneningúncontrolsobremí.Aunquemequiera,¿quécambia
eso?Nocambiaríanadadeloquehahecho,niborraríatodaslasburlasnilomucho
quehafanfarroneadosobrelascosasquehemoshecho,nilasmentiras.
Ojalápudierapagarelapartamentoyosola;mequedaríayobligaríaaHardina
marcharse. No quiero volver a la residencia a compartir habitación y las duchas
comunitarias. ¿Por qué tuvo que empezar todo con una mentira? De habernos
conocido de otra manera, ahora mismo estaríamos los dos en el apartamento,
riéndonosenelsofáobesándonoseneldormitorio,ynoestaríayosolaenelcoche
sinteneradóndeir.
Arrancoelmotor,tengolasmanoscongeladas.¿Nopodríahabermequedadoen
lacalleenverano?
Vuelvo a sentirme como Catherine, sólo que no la Catherine de Cumbres
borrascosas,sinolaCatherinedeLaabadíadeNorthanger:estupefactayobligadaa
emprender un largo viaje en solitario. Es cierto que no voy a recorrer más de cien
kilómetrosdesdeNorthangerdespuésdehabersidohumilladaydespedidapero,aun
así,comprendolomalquesesentía.NoconsigodecidirquiénseríaHardinenesta
versióndelanovela.Porunlado,escomoHenry,listoydivertido,ysabetantode
literaturacomoyo.Sinembargo,HenryesmuchomásamablequeHardin,yeneso
esenloqueHardinseparecemásaJohn,arroganteymaleducado.
Conduzco por la ciudad sin rumbo fijo y me doy cuenta de que las palabras de
Hardinhanproducidoenmíunimpactomayordelquemegustaría.Elhechodeque
me suplicara que me quedara casi lo recompone todo para volver a destrozarlo
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después.Estoyseguradequeúnicamentequeríaquemequedaraparademostrarque
eracapazdeconvencerme.Porque,desdeluego,nihallamadonimehaescritodesde
quemehemarchadodeallí.
Meobligoairalafacultadyahacerelúltimoexamenantesdelasfiestas.Me
sientomuydistantedurantelaprueba,ymepareceimposiblequelagentedelcampus
no sepa por lo que estoy pasando. Se ve que una sonrisa falsa y la charla
intrascendentepuedenesconderhastaeldolormásinsoportable.
Llamoamimadreparaverquétalvalodemetermeenotraresidencia.Sólome
dice«Nohahabidosuerte»ycuelgaalinstante.Sigoconduciendosinsaberadóndeir
unratomásyderepenteveoqueestoyaunamanzanadeVanceyquesoncasilas
cinco.NoquieroaprovecharmedeLandonpidiéndolequemedejepasarotranoche
en casa de Ken. Sé que no le importaría, pero no es justo que meta a la familia de
Hardinenesto,ylaverdadesqueesacasametraedemasiadosrecuerdos.Nopodría
soportarlo. Paso una calle tapizada de moteles y aparco en uno de los que tienen
mejor aspecto. De repente caigo en la cuenta de que nunca he estado en un motel,
perotampocotengomásopciones.
El hombre bajito detrás del mostrador parece amable. Me sonríe y me pide el
carnet.Unosminutosdespuésmeentregalatarjetaqueabrelahabitaciónyunahoja
depapelconlaclavedelaconexiónwifi.Conseguirhabitaciónenunmotelesmucho
másfácildeloqueimaginaba;unpococaro,peronoquieroquedarmeenunobarato
yjugarmeelcuello.
—Bajandoporlaaceraalaizquierda—meindicaconunasonrisa.
Le doy las gracias, salgo al gélido exterior y muevo el coche a la plaza más
cercanaamihabitaciónparanotenerquecargarlasmaletasmuylejos.
Aestoesaloquemehallevadoesechicodesconsideradoyegoísta:atenerque
hospedarme en un motel, sola, con todas mis cosas metidas en bolsas de mala
manera. Soy la que no tiene a nadie a quien acudir en vez de la chica que siempre
teníaunplan.
Cojoalgunasdemispertenencias,cierroelcoche,quepareceunacacajuntoal
BMWquehayaparcadoallado.Cuandopiensoquemidíanopodíairpeor,seme
caeunadelasmaletasenlaaceracubiertadenieve.Todamiropayunpardelibros
se desparraman sobre la nieve húmeda. Me apresuro a recogerlos con la mano que
tengolibre,peromedamiedoverquélibrosson.Nocreoquepuedasoportarvermis
máspreciadaspertenenciasestropeadas,hoyno.
—Permítame que la ayude —dice una voz masculina, y a mi lado aparece una
manoenmiauxilio—.¿Tessa?
Levanto la vista aturdida y encuentro unos ojos azules que me miran con
preocupación.
—¿Trevor? —digo, a pesar de que sé perfectamente que es él. Me enderezo y
miroalrededor—.¿Quéhacesaquí?
—Yopodríapreguntartelomismo.—Mesonríe.
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—Bueno…esque…—Memuerdoellabioinferior.
Sinembargo,meahorratenerquedarleexplicaciones.
—Miscañeríassehanvueltolocas,yhemeaquí.
Se agacha y recoge algunas de mis cosas. Me pasa un ejemplar empapado de
Cumbresborrascosas con una ceja enarcada. Luego me entrega un par de suéteres
mojadosyOrgulloyprejuicio,ydiceconcaradepena:
—Ésteestábastanteperjudicado.
Eluniversomeestágastandounabromapesada.
—Yasabíayoquetegustabanlosclásicos—mediceconunasonrisaamigable.
Me coge las maletas y le doy las gracias con un gesto de la cabeza antes de
introducirlallaveelectrónicaenlaranurayabrirlapuerta.Lahabitaciónestáhelada
ycorroaponerlacalefacciónalmáximo.
—Con lo que cobran, ya podrían ser menos tacaños con la electricidad —dice
Trevordejandolasmaletasenelsuelo.
Sonríoyasiento.Cojolaropaquehacaídoenlanieveylatiendoenlabarrade
lacortinadeladucha.Cuandovuelvoaldormitoriosehaceunincómodosilenciocon
estapersonaalaqueapenasconozco,enestahabitaciónquenoesmía.
—¿Está cerca de aquí tu apartamento? —pregunto intentando entablar
conversación.
—Micasa.Sí,estáapocomásdeunkilómetro.Megustavivircercadeltrabajo,
asínuncallegotarde.
—Québuenaidea…—Parecepropiodemí.
Trevor está muy distinto con ropa de calle. Siempre lo he visto con traje y
corbata,peroahorallevaunosvaquerosajustadosyunjerseyrojoyelpelorevuelto,
cuandonormalmentelollevarepeinadoyengominado.
—Eso creo. ¿Has venido sola? —pregunta mirando al suelo. Le incomoda
husmear.
—Sí,estoysola.—Sisupierahastaquépunto…
—Noquierofisgonear,sólolopreguntoporqueatunovionoparezcocaerlebien.
—Seríeunpocoyseapartaelpelonegrodelafrente.
—Ah,aHardinnadielecaebien.Noesnadapersonal.—Memuerdolasuñas—.
Aunquenoesminovio.
—Perdona.Pensabaqueloera.
—Loera…,másomenos.
«¿Lofue?»Dijoqueloera,entreotrasmuchascosas.
—Perdona,deverdad.Nohagomásquemeterlapata.—Seríe.
—Nopasanada.Nomeimporta—ledigo,ydeshagoelrestodemismaletas.
—¿Quieresquemevaya?Noquieromolestar.—Sevuelvehacialapuerta,como
paraqueveaquelodicedeverdad.
—No, no, quédate. Si quieres, claro está. No hace falta que te vayas —digo
demasiadorápido.
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«Pero¿quémepasa?»
—Decidido. Entonces me quedo —dice sentándose en la silla que hay junto al
escritorio.
Buscounsitioenelquesentarme.Optoporhacerloenelbordedelacama.Estoy
suficientementelejosdeél.Vaya,lahabitaciónesbastantegrande.
—¿Te gusta trabajar en Vance? —me pregunta dibujando en la mesa con los
dedos.
—Meencanta.Esmuchomejordeloqueimaginaba.Enrealidad,eseltrabajode
missueños.Esperoquemecontratencuandoterminelauniversidad.
—Creo que Christian te ofrecerá un puesto bastante antes. Le gustas mucho. El
manuscrito que le pasaste la semana pasada fue el único tema de conversación
durantelacomidadelotrodía.Dicequetienesbuenojoy,viniendodeél,estodoun
cumplido.
—¿De verdad? ¿Eso dijo? —No puedo evitar sonreír. Me resulta extraño e
incómodohacerlo,peroreconfortantealavez.
—Sí,¿porquésinoibaainvitartealcongreso?Sólovamosairloscuatro.
—¿Loscuatro?—pregunto.
—Sí.Christian,Kim,túyyo.
—Ah,nosabíaqueKimberlytambiénfuera.
EsperoqueelseñorVancenosesintieraobligadoainvitarmepormirelacióncon
Hardin,elhijodesumejoramigo.
—Nopodríasobrevivirtodoelfindesemanasinella—añadeTrevor—.Porlo
organizadaquees,porsupuesto.
Lesonrío.
—Yaveo.Y¿túporquévas?—preguntoantesdedarmeunapatadaenelculo
mentalmente—.Quierodecir,quecómoesquevasairsitútrabajasencontabilidad
—intentoaclarar.
—No,siloentiendo,losbibliófiloscomovosotrosnonecesitáistenercercaala
calculadorahumana.—Ponelosojosenblancoymeechoareírconganas—.Vaa
abrirunasucursalenSeattleenbreveyvamosareunirnosconunposibleinversor.
También vamos a buscar oficina y me necesita cerca para asegurarse de que
conseguimos un buen trato, y Kimberly quiere ver el edificio para comprobar que
encajaconnuestraformadetrabajar.
—¿Tambiénllevastemasinmobiliarios?
Lahabitaciónporfinsehacalentado,asíquemequitoloszapatosymesiento
conlaspiernascruzadas.
—No,paranada,perosemedanbienlosnúmeros—presume—.Lopasaremos
bien.Seattleesunaciudadmuybonita.¿Laconoces?
—Sí,esmiciudadfavorita.Aunquetampocoesquetengamuchasentrelasque
elegir…
—Yotampoco.SoydeOhio,asíquenohevistomuchas.ComparadaconOhio,
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SeattlepareceNuevaYork.
DerepentesientoverdaderointerésensabermássobreTrevor.
—Y¿cómoesquevinisteaWashington?
—Mimadrefalleciódurantemiúltimoañodeinstitutoyteníaquesalirdeallí.
Haytantoparaver…Justoantesdequemurieraleprometíquenoibaapasarelresto
de mi vida en el pueblucho de mala muerte en el que vivíamos. Cuando me
admitieronenlaWCUfueelmejoryelpeordíademivida.
—¿Porquéelpeor?—pregunto.
—Porque ella murió justo ese día. Irónico, ¿no te parece? —Me dedica una
sonrisalánguida.Esadorablecuandosólolamitaddesubocasonríe.
—Losientomucho.
—Notepreocupes.Eraunadeesaspersonasquenoencajabanaquí,contodoslos
demás. Era demasiado buena, ¿sabes? Pudimos disfrutarla más tiempo del que
merecíamosynocambiaríanada—dice.Meregalaunasonrisacompletaymeseñala
—.Y¿quéhaydeti?¿Vasaquedarteaquí?
—No, siempre he querido mudarme a Seattle. Pero últimamente he pensado en
irmeinclusomáslejos—confieso.
—Deberías. Deberías viajar y ver mundo. A una mujer como tú no se la debe
encerrarentrecuatroparedes.—Seguroquenotaquepongocarararaporqueañade
rápidamente—: Perdona…, sólo quiero decir que podrías hacer mil cosas. Tienes
muchotalento,setenota.
Nomehamolestadoloquehadicho.Hayalgoenelmodoenquemehallamado
mujerquemehacefeliz.Siempremehesentidocomounaniñaporqueasíescomo
metratatodoelmundo.Trevoressólounamigo,unnuevoamigo,peromealegrode
contarconsucompañíaenundíatanterrible.
—¿Hascenado?—pregunto.
—Aún no. Estaba pensando en pedir pizza para no tener que salir con este
tiempo.—Seríe.
—¿Compartimosuna?—leofrezco.
—Tratohecho—diceconlamiradamásamablequehevistoenmuchotiempo.
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CAPÍTULO6
Hardin
Mipadreponelacaramásestúpidaquehevistoenmivida.Siemprelaponecuando
intenta parecer autoritario, como ahora, con los brazos cruzados, plantado en el
umbraldelapuertaprincipal.
—Novaaveniraquí,Hardin.Sabequelaencontrarías.
Lucho contra el impulso de empotrarle los dientes en el paladar. Me paso los
dedosporelpeloyhagounamuecacuandosientoeldolorenlosnudillos.Estavez,
los cortes son más profundos que de costumbre. Darle de puñetazos a la pared de
ladrillodelapartamentohacausadomásdañoenmismanosdelquepensaba.Noes
nada comparado con cómo me siento por dentro. No sabía que esta clase de dolor
existiera,esmuchopeorquecualquierdolorfísicoquepuedainfligirmeamímismo.
—Hijo,creoquedeberíasdarleuntiempo.
«¿Éstequiéncoñosecreequees?»
—¿Untiempo?¡Nonecesitatiempo!¡Loquenecesitaesvolveracasa!—grito.
Laviejadealladosevuelveamirarnosylevantolosbrazosensudirección.
—Porfavor,noseasmaleducadoconmisvecinos—meadviertemipadre.
—¡Pues diles a tus puñeteros vecinos que se vayan a tomar por saco! —Estoy
segurodequelabrujalohaoído.
—Adiós,Hardin—dicemipadreconunsuspiro,ycierralapuerta.
—¡Joder!—gritodandovueltasenelsitiohastaquemedecidoavolveralcoche.
«¿Dónde mierda se habrá metido?» Estoy enloquecido, preocupado a más no
poderporella.¿Estaráacompañada?¿Tendrámiedo?Ja,esTessa.Noletemeanada.
Estarárepasandolasrazonesquetieneparaodiarme.Dehecho,seguroquelasestá
poniendoporescrito.Suestúpidanecesidaddecontrolarlotodoysusridículaslistas
solían ponerme de los nervios, pero ahora me muero por verla anotar las chorradas
más irrelevantes. Daría cualquier cosa por verla morderse el carnoso labio inferior
cuandoseconcentra,oquemedirijasuadorablemiradaasesinaunavezmás.Ahora
que está con Noah y con su madre, la oportunidad que creía tener se ha esfumado.
Cuandolerecuerdenqueesdemasiadobuenaparamí,volveráasersuya.
Lallamodenuevoperosaltaelbuzóndevozporenésimavez.Malditasea,soy
unimbécilintegral.Despuésdeconducirduranteunahoraatodaslasbibliotecasy
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librerías de la zona, decido volver al apartamento. «Puede que vuelva, puede que
vuelva…»,medigo.Aunqueséperfectamentequenovolverá.
Pero¿ysivuelve?Necesitolimpiareldesastrequeheliadoycomprarunavajilla
nuevaparareemplazarlosplatosquehelanzadocontralasparedes.Porsivuelvea
casa.
Unavozmasculinaretumbaenelaireyenmishuesos.
—¿Dóndeestás,Scott?
—Lohevistosalirdelbar.Séqueestáaquí—diceotrohombre.
Elsueloestáfríocuandosalgodelacama.Alprincipiocreíaqueeranpapáysus
amigos.Ahoraséqueno.
—¡Sal! ¡Sal si eres tan valiente! —dice la voz más grave, y oigo un terrible
estruendo.
—Aquínoestá—oigoquecontestamimadrecuandollegoalpiedelaescaleray
puedoverlosatodos.Mimadreycuatrohombres.
—Vaya, vaya… Mira lo que tenemos aquí —dice el más alto de todos ellos—.
QuiénseibaaimaginarquelamujerdeScottestabatanbuena.
Cogeamimadredelbrazoylalevantadelsofádeuntirón.
Ellaleagarralacamisacondesesperación.
—Porfavor…Noestáaquí.Siosdebedinero,osdarétodoloquetengo.Podéis
llevarosloquequeráis.Llevaoseltelevisor…
Peroelhombreseríedeella.
—¿Eltelevisor?Noquierounaputatele.
Veocómomimadreserevuelveparaintentarliberarse,igualqueunpezquecogí
enunaocasión.
—Llevaosmisjoyas…Nosongrancosa,pero…Porfavor…
—¡Cierraelpico!—diceotrohombreabofeteándola.
—¡Mamá!—gritocorriendoendirecciónalasaladeestar.
—¡Hardin,subeatucuarto!—mechilla,peronopiensodejaramimadrecon
esoshombresmalos.
—Lárgate,mocoso—meespetaunodeellos,ymedaunempujóntanfuerteque
mecaigodeculo—.Verás,zorra,elproblemaesquetumaridomehahechoesto—
diceseñalándoselacabeza.Untajoenormelecruzalacalva—.Y,comonoestáen
casa,loúnicoquequeremosesati.—Sonríeymimadreintentadarleunapatada.
—Hardin,cariño,veteatuhabitación…¡Corre!—megrita.
«¿Porquéestáenfadadaconmigo?»
—Creoquequieremirar—diceeldeltajoenlacabeza,ylatiraenelsofá.
Medespiertoviolentamenteymesientoenlacama.
«Mierda.»
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No cesan. Cada noche es peor que la anterior. Me había acostumbrado a no
tenerlasyapoderdormir.Graciasaella.Todograciasaella.
Peroaquíestoy,alascuatrodelamañana,conlassábanasmanchadasdesangre
demisnudillosyundolordecabezaespantosoacausadelaspesadillas.
Cierro los ojos e intento fingir que ella está aquí conmigo, y rezo para poder
volveradormirme.
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CAPÍTULO7
Tessa
—Tessa, nena, despierta —me susurra Hardin mientras con sus labios acaricia la
pielsensiblededebajodemioreja—.Estáspreciosaporlasmañanas.
Sonríoyletirodelpeloparapoderverlelosojos.Ledoyunbesodeesquimaly
seríe.
—Tequiero—dice,ysuslabiostomanlosmíos.
Soylaúnicaquepuededisfrutarlos.
—¿Hardin?—preguntoentonces—.¿Hardin?
Perosedesvanece…
Abro los ojos y aterrizo en la fría realidad. La habitación está oscura como la
nocheyporuninstantenosédóndeestoy.Hastaquemeacuerdo:enlahabitaciónde
unmotel.Sola.Cojoelteléfonodelamesilla:sólosonlascuatrodelamañana.Me
enjugolaslágrimasycierrolosojosparaintentarregresarjuntoaHardin,aunquesea
sóloensueños.
Cuandovuelvoadespertarmesonlassiete.Memetoenladuchaeintentodisfrutar
delaguacaliente,quemerelaja.Mesecoelpeloconelsecadorymemaquillo.Hoy
eselprimerdíaenelquequieroestarpresentable.Necesitolibrarmedeeste…caos
quellevodentro.Comonoséquéotracosahacer,sigoelejemplodemimadreyme
pintounacaraperfectaparaenterrarloquesiento.
Paracuandoterminonosóloparezcobiendescansada,sinoquetengomuybuen
aspecto.Merizoelpeloysacoelvestidoblancodelamaleta.Ay.Menosmalquehay
unaplanchaenlahabitación.Hacedemasiadofríoparaestevestido,quenomellega
a las rodillas, pero no voy a estar mucho rato en la calle. Escojo unas bailarinas
negrasylasdejosobrelacama,juntoalvestido.
Antesdevestirme,vuelvoahacerlasmaletasparaordenarsucontenido.Espero
que mi madre me llame con buenas noticias sobre la residencia. De lo contrario,
tendréquequedarmeaquíhastaquelohaga,cosaquemedejaráprontosinlospocos
ahorrosquetengo.Alomejordeberíabuscarapartamento.Talvezpuedapermitirme
unopequeñocercadeVance.
Abro la puerta y veo que el sol de la mañana ha derretido casi toda la nieve.
Menosmal.VoyaabrirelcochecuandoTrevorsaledesuhabitación,queestáados
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puertasdelamía.Llevauntrajenegroycorbataverde;vaimpecable.
—¡Buenosdías!Podríahaberteayudadoallevarlas—dicecuandomevecargada
conlasmaletas.
Anoche, después de comernos la pizza, vimos un rato la tele y compartimos
historiasdelauniversidad.Élteníamuchasmásqueyoporqueyasehagraduadoy,
aunque disfruté mucho escuchando cómo podría haber sido mi vida en la facultad,
cómodeberíahabersido,meentristecióunpoco.Nodeberíahaberestadoyendode
fiestaenfiestacongentecomoHardin.Deberíahabermebuscadounpequeñogrupo
deamigosdeverdad.Todohabríasidomuydistintoymuchomejor.
—¿Hasdormidobien?—mepreguntasacandounjuegodellavesdelbolsillo.
Conunclic,elBMWseponeenmarcha.Teníaquesersuyo.
—¿Tucochearrancasolo?—merío.
Levantalallave.
—Conayudadeesto.
—Muybonito.—Sonríoconalgodesarcasmo.
—Muycómodo—contraatacaél.
—¿Extravagante?
—Unpoco.—Seechaareír—.Perosiguesiendomuycómodo.Estáspreciosa,
comodecostumbre.
Metomiequipajeenelmaletero.
—Gracias.Haceunfríohorrible—digosentándome.
—Nos vemos en la oficina, Tessa —repone él al tiempo que se monta en su
BMW.
Apesardequebrillaelsol,haceunfríoquepela,asíquemeapresuroaarrancar
elmotorypongolacalefacción.
«Clic…,clic…,clic»,estodocuantorespondemicoche.
Lointentodenuevoconelceñofruncido.Nada.
—¿Es que no puede salirme nada bien? —exclamo en voz alta golpeando el
volanteconlaspalmasdelasmanos.
Intentoarrancarelcocheporterceravezpero,cómono,siguesinfuncionar.Esta
veznisiquieraemitesonidoalguno.LevantolavistaydoylasgraciasdequeTrevor
siga en el aparcamiento. Baja la ventanilla y no puedo evitar reírme de mi mala
suerte.
—¿Teimportaríallevarmealtrabajo?—pregunto,yasiente.
—Cómono.Creoqueséadóndevas…—Seechaareírysalgodemicoche.
NopuedoevitarencenderelmóvilduranteelcortotrayectohastaVance.Parami
sorpresa,nohayunsolosmsdeHardin.Tengounospocosmensajesenelbuzónde
voz,peronosésisonsuyosodemimadre.Prefieronoescucharlos,porsiacaso.Le
escribo a mi madre para preguntarle por la residencia. Trevor me deja en la puerta
paraquenotengaqueandarconestefrío.Esmuyconsiderado.
—Se te ve descansada —me dice Kimberly con una sonrisa cuando paso por
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delantedesumostradorycojoundonut.
—Meencuentroalgomejor—digosirviéndomeunatazadecafé.
—¿Lista para mañana? Me muero por pasar fuera el fin de semana. Seattle es
genial para ir de compras y, mientras el señor Vance y Trevor van de reunión en
reunión, seguro que se nos ocurren mil cosas para hacer… y… ¿Has hablado con
Hardin?
Tardounsegundoendecidirmeacontárselo.Sevaaenterardetodasmaneras.
—No.Recogímiscosasayer—ledigo,yellafrunceelceño.
—Nosabescuántolosiento.Setepasaráconeltiempo.
Nosé,esoespero.
El día transcurre más rápido de lo que esperaba y termino el manuscrito de esta
semana antes de lo previsto. Tengo muchas ganas de ir a Seattle, y espero poder
quitarmeaHardindelacabeza,aunquesóloseaunrato.Ellunesesmicumpleaños,
aunquenomehaceningunailusión.Silascosasnosehubierantorcidotanrápido,el
martes estaría de camino a Inglaterra con Hardin. Tampoco me apetece pasar la
Navidad con mi madre. Espero estar en una residencia para entonces, aunque esté
vacíadurantelasfiestas.Asípodrépensarenunabuenarazónparanotenerqueira
su casa. Sé que es Navidad y que es horrible que piense así, pero no estoy para
fiestas.
Mi madre me contesta al final de la jornada. No hay respuesta de ninguna
residencia.Fantástico.AlmenossólofaltaunanocheparaelviajeaSeattle.Estode
irdeunladoparaotroesunalata.
Cuandomeestoypreparandoparasalirrecuerdoquenohevenidoenmicoche.
EsperoqueTrevornosehayaidoya.
—Hastamañana.Nosvemosaquí.ElchóferdeChristiannosllevaráaSeattle—
meinformaKimberly.
«¿ElseñorVancetienechófer?»
Cómono.
Al salir del ascensor veo a Trevor sentado en uno de los sofás negros del
vestíbulo. El contraste del sofá negro, el traje negro y sus ojos azules es muy
atractivo.
—Nosabíasiibasanecesitarquetellevaraono,ynoqueríaimportunarteentu
despacho—medice.
—Gracias,deverdad.Voyabuscaraalguienquemearregleelcocheencuanto
vuelvaalmotel.
Hacemenosfríoqueestamañana,perosólounpoco.
—Puedoayudarte,siquieres.Yamehanarregladolascañerías,asíquenovoya
dormirenelmotel.Peropuedoacompañartesi…—Dejadehablarderepenteyabre
unosojoscomoplatos.
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—¿Qué?—preguntosiguiendosumirada.
Hardinestáenelaparcamiento,depiejuntoasucoche,ynosmirafurioso.
Mehadejadosinaireenlospulmonesdenuevo.¿Cómoesquecadavezestovaa
peor?
—¿Quéhacesaquí,Hardin?—preguntoacercándomeaélagrandeszancadas.
—Nomehasdejadootraopción:nomecogeselteléfono—dice.
—Sinotelocojo,seráporalgo.¡Nopuedesaparecerasícomoasíenmilugarde
trabajo!—legrito.
TrevorpareceincómodoylointimidalapresenciadeHardin,peropermanecea
milado.
—¿Estásbien?—dice—.Avísamecuandoestéslista.
—¿Listaparaqué?—replicaHardinconmiradadeloco.
—Vaallevarmedevueltaalmotelporquemicochenoarranca.
—¡Unmotel!—exclamaHardinlevantandolavoz.
AntesdequepuedadetenerloseabalanzasobreTrevor,locogedelasolapadel
trajeyloempotracontraunacamionetaroja.
—¡Hardin,para!¡Suéltalo!¡Nocompartimoshabitación!—leexplico.
No sé por qué le estoy dando explicaciones, pero no quiero que le haga daño a
Trevor.
HardinsueltaentoncesaTrevorperosiguepegadoasucara.
—Aparta,Hardin.—Locojodelhombroyserelajaunpoco.
—Noteacerquesaella—espetaapocoscentímetrosdelacaradeTrevor.
Élestálívidoy,unavezmás,hemetidoauninocenteenesteembrollo.
—Losientomucho—ledigoaTrevor.
—Nopasanada.¿Todavíanecesitasquetelleve?—pregunta.
—No—respondeHardinpormí.
—Sí,porfavor—ledigoaTrevor—.Dameunminuto.
Comoestodouncaballero,élasienteysemarchahaciasucocheparadarnosun
pocodeintimidad.
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CAPÍTULO8
Tessa
—Nomepuedocreerquetehayasbuscadounmotel—dicepasándoselamanoporel
pelo.
—Ya…,yotampoco.
—Puedes quedarte en el apartamento. Yo me quedaré en la fraternidad o donde
sea.
—No.—Deeso,nihablar.
—Porfavor,notepongasasí.—Sepasalasmanosporlafrente.
—¿Quenomepongaasí?¿Melodicesenserio?¡Nisiquieraséporquétedirijo
lapalabra!
—¿Quierestranquilizarte?Ahoradime,¿quélepasaatucoche?Y¿quéhaceese
pavoenelmotel?
—Noséquélepasaamicoche—gruño.
NovoyadecirlenadasobreTrevor,noesasuntosuyo.
—Leecharéunvistazo.
—No,llamaréaunmecánico.Ahoravete.
—Voyaseguirtealmotel—diceseñalandolacarreteraconlacabeza.
—¿Quieres dejarlo de una vez? —bramo, y Hardin pone los ojos en blanco—.
¿Esotrodetusjueguecitos?¿Quieresverhastadóndepuedesllegar?
Daunpasoatrás,comosilehubieradadounempujón.ElcochedeTrevorsigue
enelaparcamiento,esperándome.
—No,noeseso.¿Cómopuedespensarasídespuésdetodoloquehehecho?
—Lopiensoprecisamenteportodoloquehashecho—digoapuntodeecharmea
reírporlaeleccióndesuspalabras.
—Sóloquierohablarcontigo.Séquepodemosarreglarlo—insiste.Hajugadode
talmaneraconmigodesdeelprincipioqueyanoséquéesrealyquéno—.Séquetú
tambiénmeechasdemenos—añadeapoyándoseensucoche.
Mequedodepiedra.Esunarrogante.
—¿Esesoloquequieresoír?¿Queteechodemenos?Puesclaroqueteechode
menos.Pero¿sabesqué?Quenoesatiaquienextraño,sinoalapersonaquecreía
que eras, no a la persona que sé que eres en realidad. ¡De ti no quiero saber nada,
Hardin!—legrito.
—¡Siemprehassabidoquiénera!¡Hesidoyotodoeltiempoylosabes!—gritaa
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suvez.
¿Porquénopodemoshablarsinchillarnos?Porquemesacademiscasillas,por
eso.
—No,nolosé—replico—.Sihubierasabidoque…—Mecalloantesdeconfesar
quequieroperdonarlo.Loquequierohaceryloqueséquedeberíahacersoncosas
muydistintas.
—¿Qué? —pregunta. Evidentemente tenía que intentar obligarme a terminar la
frase.
—Nada.Vete.
—Tess,nosabeslomalquelohepasadoestosdías.Nopuedodormir,nopuedo
pensarsinti.Necesitosaberqueexistelaposibilidaddequevolvamos…
Nolodejoacabar.
—¿Lomalquelohaspasado?—¿Cómopuedesertanegoísta?—.Y¿cómocrees
que lo he pasado yo, Hardin? ¡Imagínate lo que se siente cuando tu vida se
desmoronaencuestióndehoras!¡Imagínateloquesesientealestartanenamorado
dealguienquelodejastodoporesapersonaparadescubrirquetodofueunsimple
juego, una apuesta! ¿Cómo te crees que sienta eso? —Doy un paso hacia él
manoteando—.¿Cómocreesquemesientoporhaberarruinadomirelaciónconmi
madre por alguien a quien no le importo una mierda? ¿Qué crees que se siente al
tener que dormir en un motel? ¿Cómo crees que me siento mientras intento salir
adelantecuandotúnodejasdeaparecerportodaspartes?¿Esquenosabesdejarlo
estar?
No dice nada, así que continúo echándole la bronca. Una parte de mí sabe que
estoysiendodemasiadoduraconél,peromehatraicionadodelapeormaneraposible
yselomerece.
—¡Nomevengasconqueteresultamuyduroporqueestodoculpatuya!
—prosigo—.¡Lohasestropeadotodo!Esoesloquehacessiempre.Y¿sabes
qué?Nomedasningunapena…Bueno,enrealidad,sí.Medaspenaporque
nunca serás feliz. Estarás solo toda tu vida y por eso me das pena. Yo seguiré
adelante,encontraréunbuenhombrequemetratecomotúdeberíashaberlohechoy
noscasaremosytendremoshijos.Yoseréfeliz.
Estoysinalientodespuésdemilargomonólogo,yHardinmemiraconlosojos
rojosylabocaabierta.
—Y ¿sabes qué es lo peor? Que me lo advertiste. Me dijiste que ibas a acabar
conmigoyyonoteescuché.
Intentocontrolarlaslágrimasdesesperadamenteperonopuedo.Caenimplacables
pormismejillas,semecorreelrímelymepicanlosojos.
—Yo…Perdóname.Yamevoy—diceenvozbaja.
Parece totalmente abatido, tal y como yo quería verlo, pero no me produce la
satisfacciónqueesperabasentir.
Simehubieradicholaverdad,quizáhabríasidocapazdeperdonarloalprincipio,
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inclusodespuésdehabernosacostado,peroenvezdeesomeloocultóyleofrecióa
la gente dinero a cambio de su silencio e intentó atraparme haciéndome firmar el
contratodealquiler.Miprimeravezesalgoquenuncaolvidaré,yHardinmelaha
fastidiado.
CorroalcochedeTrevorymemetodentro.Lacalefacciónestápuestayelaire
calientemegolpealacaraysemezclaconmislágrimas.Élnodicenadamientrasme
llevaalmotel,cosaqueagradezco.
Paracuandoseponeelsolmeobligoadarmeunaducha,demasiadocaliente.La
expresión de Hardin mientras se alejaba de mí y se metía en su coche se me ha
quedadograbadaenlamente.Laveocadavezquecierrolosojos.
ElmóvilnohasonadoniunavezdesdequesalídelaparcamientodeVance.Me
había hecho la ilusión, tonta e ingenua, de que podía funcionar. De que a pesar de
nuestras diferencias y de su pronto…, bueno, del pronto de ambos…, podríamos
hacer que funcionara. No sé muy bien cómo consigo obligarme a dormir, pero me
duermo.
A la mañana siguiente estoy un poco nerviosa por emprender mi primer viaje de
negocios y me entra el pánico. Además, se me ha olvidado llamar para que me
arreglenelcoche.Buscoelmecánicomáscercanoyllamo.Probablementemetocará
pagarmásparaquemeguardenelcocheduranteelfindesemanapero,ahoramismo,
ésaeslamenordemispreocupaciones.Noselomencionoalamableseñorqueme
contestaalotrolado,conlaesperanzadequenoseacuerdendecobrarmeelextra.
Me rizo el pelo y me maquillo más que de costumbre. Elijo un vestido azul
marinoqueaúnnoheestrenado.LocompréporquesabíaqueaHardinleencantaría
cómolatelafinaabrazamiscurvas.Elvestidoensínoesnadaatrevido:elbajome
llega al comienzo de las pantorrillas y la manga es semilarga, pero me sienta muy
bien.
Odioquetodomerecuerdeaél.Meplantoanteelespejoymeimaginocómome
estaría mirando si me viera con este vestido, cómo se le dilatarían las pupilas y se
relameríaysemorderíaellabiomientrasyomeatusoelpeloporúltimavez.
Llamanalapuertayvuelvoalmundoreal.
—¿La señorita Young? —pregunta un hombre con mono azul de mecánico
cuandoabrolapuerta.
—Soy yo —digo abriendo el bolso para sacar las llaves—. Aquí tiene, es el
Corollablanco—ledigoentregándoselas.
Miraatrás.
—¿ElCorollablanco?—preguntaconfuso.
Salgodelahabitaciónyveoquemicoche…noestá.
—Pero¿qué…?Espere,voyallamararecepciónparapreguntarsihanhechoque
lagrúasellevemicocheporhaberlodejadoaparcadoahítodoeldía.
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Quéformamásestupendadeempezareldía.
—Hola,soyTessaYoung,delahabitacióntreintayseis—digocuandomecogen
el teléfono—. Creo que ayer llamaron a la grúa para que se llevara mi coche… —
Estoyintentandoseramable,perolaverdadesqueestoesmuyfrustrante.
—No,nohemosllamadoalagrúa—contestaelrecepcionista.
Lacabezamedavueltas.
—Bueno,puesdebendehabermerobadoelcoche…
Como me lo hayan robado me han jodido pero bien. Ya casi es hora de
marcharme.
—No, esta mañana ha venido un amigo suyo y se lo ha llevado —añade el
hombre.
—¿Unamigomío?
—Sí,unchicollenode…tatuajesytodoeso—diceenvozbaja,comosiHardin
pudieraoírlo.
—¿Qué?—Loheentendidoperfectamente,peronoséquéotracosadecir.
—Sí,havenidoconunremolque,haráunashoras—dice—.Perdone,creíaquelo
sabía…
—Gracias —gruño, y cuelgo. Me vuelvo hacia el hombre vestido de azul y le
digo—: Lo siento muchísimo. Por lo visto, alguien se ha llevado mi coche a otro
mecánico.Nolosabía.Perdonequelehayahechoperdereltiempo.
Sonríeymeaseguraquenopasanada.
DespuésdelapeleadeayerconHardin,semehabíaidodelacabezaquenecesito
que alguien me lleve al trabajo. Llamo a Trevor y me dice que ya le ha pedido al
señorVanceyaKimberlyquepasenarecogermedecaminoalaoficina.Ledoylas
gracias, cuelgo y abro las cortinas. Un coche negro aparca entonces delante de mi
habitación,laventanillacomienzaabajaryveoelpelorubiodeKimberly.
—¡Buenos días, venimos a rescatarte! —anuncia con una carcajada en cuanto
abrolapuerta.
Trevor,amableeinteligente,hapensadoentodo.
Elconductorsaledelcocheysellevalamanoalagorraparasaludarme.Cogemi
bolsa y la mete en el maletero. Cuando abre la puerta trasera, veo que hay dos
asientos enfrentados. En uno de ellos está Kimberly, dando palmaditas en el cuero,
invitándomeasentarmeconella.EnelotroestánsentadoselseñorVanceyTrevor,
quememiranconexpresióndivertida.
—¿Lista para tu escapada de fin de semana? —me pregunta Trevor con una
ampliasonrisa.
—Másdeloqueteimaginas—contestosubiendoalcoche.
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CAPÍTULO9
Tessa
NosmetemosenlaautopistayTrevoryelseñorVanceretomanloquepareceseruna
conversación muy profunda sobre el precio por metro cuadrado de un edificio de
nuevaconstrucciónenSeattle.Kimberlymedauncodazoeimitasuparloteoconla
mano.
—Estoshombressonunrollo—dice—.Oye,Trevormehacontadoqueelcoche
teestádandoproblemas.
—Sí,noséquélepasa—contestotratandodequitarleimportancia,locualmees
más fácil gracias a la cálida sonrisa de Kimberly—. Ayer no arrancaba, así que he
llamadoaunmecánico,peroHardinyahabíahechoquevinieranabuscarlo.
Sonríe.
—Nosedaporvencido.
Suspiro.
—Esoparece.Ojalámedieratiempoparaprocesarlotodo.
—¿Quéesloquetienesqueprocesar?—pregunta.
Había olvidado que ella no sabe nada de la apuesta ni de mi humillación, y no
quierocontárselo.SólosabequeHardinyyohemosroto.
—No sé, todo. Están pasando muchas cosas y todavía no tengo donde vivir.
Siento que no se lo está tomando tan en serio como debería. Cree que puede hacer
conmigoyconmividaloquequiera,quepuedeaparecerydisculparseyqueselo
voyaperdonartodo,ylascosasnofuncionanasí,almenosyano—resoplo.
—Bienporti.Mealegrodequetehayaspuestoentusitio—dice.
Yyomealegrodequenomepidadetalles.
—Gracias,yotambién.
Estoy muy orgullosa de mí misma por haberle plantado cara a Hardin y por no
haber cedido, aunque también me siento fatal por lo que le dije ayer. Sé que se lo
teníamerecido,peronopuedoevitarpensar:«¿Ysideverdadleimportotantocomo
dice?». No obstante, aunque en el fondo sea así, no creo que con eso baste para
garantizarquenovolveráahacermedaño.
Porqueésaessucostumbre:hacerledañoalagente.
Kimberlyentoncescambiadetemayañadeentusiasmada:
—Deberíamossalirestanochedespuésdelaúltimacharla.Eldomingoesosdos
estaránreunidostodalamañanaypodremosirdecompras.Podemossalirestanoche
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yelsábado,¿quéteparece?
—Y¿adóndevamosair?—Meechoareír—.Sólotengodieciochoaños.
—Daigual.ChristianconoceamuchagenteenSeattle.Sivasconél,entrarásen
todaspartes.
MeencantacómoseleiluminalacaracuandohabladelseñorVance,yesoquelo
tienesentadoallado.
—Vale —digo—. Nunca he «salido». He estado en unas cuantas fiestas de la
fraternidad,peronuncahepisadounclubninadaparecido.
—Telopasarásbien,notepreocupes—measegura—.Ytienesqueponerteese
vestido—añadeconunacarcajada.
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CAPÍTULO10
Hardin
«Estarássolotodatuvidayporesomedaspena.Yoseguiréadelante,encontraréun
buen hombre que me trate como tú deberías haberlo hecho y nos casaremos y
tendremoshijos.Yoseréfeliz.»
LaspalabrasdeTessaresuenanenmicabezasincesar.Séquetienerazón,pero
desearíaquenofueraasí.Nuncamehabíaimportadoestarsolohastaahora.Ahorasé
loquemeestabaperdiendo.
—¿Teapuntas?—LavozdeJacemesacademissombríospensamientos.
—¿Cómodices?—pregunto.Casimeolvidodequeestoyconduciendo.
Ponelosojosenblancoyledaunacaladaalcanuto.
—VamosairacasadeZed,¿teapuntas?
Gruño.
—Nosé…
—¿Porquéno?Tienesquedejardesertannenaza.Vasllorandoporlosrincones
comounbebé.
Le lanzo una mirada asesina. Si hubiera podido pegar ojo anoche, lo
estrangularía.
—Noesverdad—digolentamente.
—Tío,nohacesotracosa.Loquenecesitasescogerteunbuenpedoyecharun
polvoestanoche.Seguroqueestarállenodechicasfáciles.
—Nonecesitoecharunpolvo.—Yosóloladeseoaella.
—Venga, vamos a casa de Zed. Si no te apetece follar, al menos tómate unas
cuantascervezas—insiste.
—¿Notecansasdehacersiemprelomismo?—lepregunto,yélmemiracomosi
tuvieramonosenlacara.
—¿Qué?
—Ya sabes, ¿no se te hace aburrido ir de fiesta y liarte con una distinta cada
noche?
—Madremía,¡estáspeordeloqueimaginaba!¡Tehadadofuerte,colega!
—Noeseso.Sóloesqueestoyhartodehacersiemprelomismo.
NosabeloagradablequeesmeterseenlacamayhacerreíraTessa.Nosabelo
divertidoqueesoírlahablarsinparardesusnovelasfavoritas,quemepeguecuando
intentometerlemano.Ledamilvueltasacualquierfiesta.
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—Tehadejadohechopolvo.Menudamierda.—Seechaareír.
—Noesverdad—miento.
—Ya, claro… —Tira lo que queda del canuto por la ventanilla—. Está soltera,
¿no?—inquiere,ycuandomeveapretandoelvolantesepartedelarisa—.Sólote
estoytomandoelpelo,Scott.Queríaversiteenfadabas.
—Quetejodan—masculloy,parademostrarqueseequivoca,girohaciacasade
Zed.
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CAPÍTULO11
Tessa
ElFourSeasonsdeSeattleeselhotelmásbonitoquehevistojamás.Intentocaminar
despacioparaapreciartodoslosdetalles,peroKimberlymearrastraalascensorque
hayalfondodelvestíbuloydejaatrásaTrevoryalseñorVance.
Alpoco,nosdetenemosdelantedeunapuerta.
—Ésta es tu habitación —dice—. Te veo en nuestra suite en cuanto hayas
terminadodedeshacerlasmaletaspararepasarelitinerariodelfindesemana,aunque
estoy segura de que ya lo has hecho. Deberías cambiarte, creo que tendrías que
reservar ese vestido para cuando salgamos esta noche. —Me guiña el ojo y sigue
andandoporelpasillo.
Ladiferenciaentreelhotelenelquehedormidolasdosúltimasnochesyéstees
abismal.Uncuadrodelvestíbulodebedecostarmásquetodoloquesehangastado
endecorarunahabitaciónenteradelmotel.Lasvistassonincreíbles.Seattleesuna
ciudad preciosa. Me imagino viviendo en ella, en un rascacielos, trabajando en
SeattlePublishing,oinclusoenVance,ahoraquevanaabrirunasucursalaquí.Sería
fantástico.
Cuelgolaropadelfindesemanaenelarmario.Mepongounafaldalápiznegray
unacamisalila.Tengomuchasganasdequeempieceelcongresoylosnerviosaflor
de piel. Sé que necesito divertirme un poco, pero todo esto es nuevo para mí y
todavíasientoelvacíodeldañoqueHardinmehacausado.
SonlasdosymediacuandollegoalasuitequecompartenKimberlyyelseñor
Vance.Estoymuynerviosaporqueséquetenemosqueestarenlasaladecongresosa
lastres.
Kimberly me recibe con una sonrisa y me invita a pasar. Su suite tiene salón y
saladeestar.Parecemásgrandequelacasademimadre.
—Es…Caray…—digo.
ElseñorVanceseríeysesirveunacopadealgoquepareceagua.
—Noestámal.
—Hemos llamado al servicio de habitaciones para poder comer algo antes de
bajar.Llegaráencualquiermomento—diceKimberly,ysonríoyledoylasgracias.
No me había dado cuenta del hambre que tenía hasta que la he oído hablar de
comida.Noheprobadobocadoentodoeldía.
—¿Listaparaaburrirtehastalasaciedad?—preguntaTrevoracercándosedesdeel
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salón.
—No creo que se me haga nada aburrido. —Sonrío y él se echa a reír—. De
hecho,esposiblequenoquierairmedeaquí—añado.
—Yotampoco—confiesa.
—Lomismodigo—diceKimberly.
ElseñorVancemenealacabeza.
—Esotienefácilarreglo,amor.—Leacaricialaespaldaconlamanoyapartola
miradaanteesegestotaníntimo.
—¡Deberíamos trasladar a Seattle la central y vivir todos aquí! —bromea
Kimberly.Oesocreo.
—ASmithleencantaríaestaciudad.
—¿Smith?—pregunto,luegomeacuerdodequesuhijoestabaenlabodayme
sonrojo—.Suhijo.Perdón.
—No pasa nada. Sé que es un nombre poco común. —Se ríe y se apoya en
Kimberly.
Debe de ser muy bonito mantener una relación llena de cariño y confianza.
EnvidioaKimberly;medavergüenzaadmitirlo,peroyaquerríayoalgoasíparamí.
Tieneensuvidaunhombreaquienleimportadeverdadyqueharíacualquiercosa
porhacerlafeliz.Esmuyafortunada.
Sonrío.
—Esunnombreprecioso.
Bajamos después de comer y me encuentro en una enorme sala de congresos
repletadeamantesdeloslibros.Estoyenelcielo.
—Contactos, contactos, contactos —dice el señor Vance—. Se trata de hacer
contactos.
Ydurantetreshorasmepresentaprácticamenteatodoslosasistentes.Lomejores
que no me presenta como a una becaria, sino que él y todos me tratan como a una
adulta.
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CAPÍTULO12
Hardin
—Pero mira a quién tenemos aquí —dice Molly, y pone los ojos en blanco cuando
JaceyyoentramosenelapartamentodeZed.
—¿Yaestásborrachayembarazada?—lecontesto.
—¿Y?Sonlascincopasadas—diceconunasonrisamaliciosa.Meneolacabeza
cuandoañade—:Tómateunchupitoconmigo,Hardin—ycogeunabotelladelicor
marrónydosvasosdechupitodelaencimera.
—Estábien.Uno—digo,ysonríeantesdellenarlospequeñosvasos.
Diezminutosdespués,estoymirandolagaleríadeimágenesdemimóvil.Ojalále
hubiera dejado a Tessa hacernos más fotos juntos. Ahora tendría más que mirar.
Joder, me ha dado fuerte de verdad, como ha dicho Jace. Creo que me estoy
volviendolocoylopeoresquemedaigualcontaldequeesomeayudeavolvera
estarconella.
«Yoseréfeliz»,dijo.Séqueyonolahehechofeliz,peropodríahacerlo.Aunque
tampoco es justo que continúe persiguiéndola. Le he arreglado el coche porque no
queríaquesepreocuparadehacerloella.Mealegrodehaberlohechoporquenome
habríaenteradodequeseibaaSeattlesinohubierallamadoaVanceparaasegurarme
dequeteníaquienlallevaraatrabajar.
¿Porquénomelodijo?AhoraesecapullodeTrevorestáconTessa,cuandoel
que debería estar allí soy yo. Sé que le gusta y ella podría enamorarse de él. Él es
justoloquenecesitaylosdossonmuyparecidos.Nocomoellayyo.Trevorpodría
hacerla feliz. La idea me cabrea hasta tal punto que quiero tirarlo de cabeza por la
ventana…
PerotalveztengaquedarletiempoaTessaylaoportunidaddeserfeliz.Ayerme
dejóclaroquenopuedeperdonarme.
—¡Molly!—gritodesdeelsofá.
—¿Qué?
—Tráemeotrochupito.
Nomehacefaltamirarla,notocómosusonrisavictoriosallenalahabitación.
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CAPÍTULO13
Tessa
—¡Ha sido increíble! Muchísimas gracias por haberme traído, señor Vance —le
sueltodeuntirónamijefecuandonosmetemostodosenelascensor.
—Ha sido un placer, de verdad. Eres una de mis mejores empleadas, muy
brillanteapesardeserunabecaria.Y,porelamordeDios,llámameChristian,como
yatedije—reponeconfalsaindignación.
—Sí, sí, de acuerdo. Pero es que no tengo palabras, señor… Christian. Ha sido
genialpoderoíratodoelmundodarsuopiniónsobrelaedicióndigital,ymásporque
novaaparardecreceryestancómodoytanfácilparaloslectores.Estremendo,yel
mercadovaaseguirenexpansión…—continúoconmiperorata.
—Cierto,cierto.YestanochehemosayudadoaqueVancecrezcaunpocomás.
Imaginaladeclientesnuevosquevamosaconseguircuandohayamosterminadode
optimizarnuestrasoperaciones.
—Vosotrosdos,¿habéisacabadoya?—protestaKimberlycogiéndosedelbrazo
de Christian—. ¡Vamos a cambiarnos y a comernos la ciudad! Es el primer fin de
semanaenmesesquetenemosniñera—añadeconunmohínjuguetón.
Éllesonríe.
—Asusórdenes,señora.
MealegrodequeelseñorVance,quierodecir,Christian,hayavueltoaencontrar
lafelicidadtraslamuertedesuesposa.MiroaTrevor,quemeregalaunapequeña
sonrisa.
—Necesitountrago—diceKimberly.
—Yotambién—asienteChristian—.Nosvemosenelvestíbulodentrodemedia
hora.Elchófernosrecogeráenlapuerta.¡Yoinvitoacenar!
Vuelvo a mi habitación y enchufo las tenacillas para retocarme el peinado. Me
aplicounasombradeojososcuraenlospárpadosymemiroalespejo.Senotapero
no es excesiva. Me pongo delineador de ojos negro y un poco de colorete en las
mejillas.Luegomearregloelpelo.Elvestidoazulmarinodeestamañanaahorame
queda mucho mejor, con el maquillaje de noche y el pelo algo cardado. Cómo me
gustaríaqueHardin…
«No,nomegustaría.No,noyno»,merepitoamímismamientrasmepongolos
zapatosnegrosdetacón.Cojoelmóvilyelbolsoantesdesalirdelahabitaciónpara
reunirmeconmisamigos…¿Sonmisamigos?
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Nolosé.SientoqueKimberlyesmiamigayTrevoresmuyamable.Christianes
mijefe,asíqueesotracosa.
EnelascensorleenvíounmensajeaLandondiciéndolequemeloestoypasando
muybienenSeattle.Loechodemenosyesperoquepodamosseguirsiendobuenos
amigos,aunqueyoyanoestéconHardin.
Al salir del ascensor veo el pelo negro de Trevor cerca de la entrada. Lleva
pantalonesnegrosdevestiryunjerseydecolorcrema.MerecuerdaunpocoaNoah.
Admiro durante un segundo lo apuesto que es antes de hacerle saber que ya estoy
aquí.Cuandomeve,abremucholosojosyemiteunsonidoentreunatosyungritito.
Nopuedoevitarecharmeareírunpocoalvercómoseruboriza.
—Estás…estáspreciosa—dice.
Sonríoylecontesto:
—Gracias.Tútampocoestásmal.
Seruborizaunpocomás.
—Gracias—musita.
Esmuyextrañoverloasídetímido.Normalmenteessiempremuytranquilo,muy
sereno.
—¡Ahíestán!—oigoqueexclamaKimberly.
—¡Vaaaya, Kim! —le digo llevándome la mano a la boca como si tuviera que
contenerlaspalabras.
Estáespectacularconunvestidorojodelosqueseatanalcuelloquesólolellega
alamitaddelmuslo.Llevaelpelocortoyrubiorecogidoconhorquillas.Ledaun
aspectosexiperoelegantealavez.
—Me parece que nos vamos a pasar la noche espantando moscones —le dice
ChristianaTrevor,yambosseríenmientrasnosacompañanalasalidadelhotel.
ConunaordendeChristian,elcochenosllevaaunamarisqueríamuybonitaen
la que tomamos el salmón y las croquetas de cangrejo más suculentos del mundo.
Christian nos cuenta unas anécdotas divertidísimas de cuando trabajaba en Nueva
York.Lopasamosmuybien,yTrevoryKimberlybromeanconél.Esunhombrecon
sentidodelhumoryseríedetodo.
Despuésdecenar,elcochenosllevaaunedificiodetresplantasqueestodode
cristal. Por las ventanas se ven cientos de luces brillantes que iluminan cuerpos en
movimiento y crean una fascinante combinación de luces y sombras en cuerpos,
piernasybrazos.Nodistamuchodecómomeimaginabaqueeraunclub,sóloquees
muchomásgrandeyhaymuchamásgente.
AlsalirdelcocheKimberlymecogedelbrazo.
—Mañanairemosaunlugarmástranquilo.Unascuantaspersonasdelcongreso
queríanveniraquí.¡Yaquíestamos!—diceconunacarcajada.
Elgigantescohombrequevigilalapuertasostieneunacarpetaenlamano,yes
evidentequecontrolaelaccesoalinterior.Lacoladalavueltaalaesquina.
—¿Vamosatenerqueesperarmucho?—lepreguntoaTrevor.
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—No—diceconunasonrisa—.ElseñorVancenuncatienequeesperar.
No tardo en averiguar a qué se refiere. Christian le susurra algo al portero y, al
instante,elgigantónretiraelcordónparadejarnospasar.Memareounpocoalentrar,
lamúsicaestámuyaltaylaslucesbailanenelinterior,enormeyllenodehumo.
Estoyseguradequejamásentenderéporquéalagentelegustapagarportener
dolordecabezayrespirarhumoartificialmientrasserestriegancontraextraños.
Unamujerconunvestidomuycortonosconduceescalerasarriba,aunapequeña
salaconfinascortinasenlugardeparedes.Enélhaydossofásyunamesa.
—Eslazonavip,Tessa—mediceKimberly,ymiroalrededorconcuriosidad.
—Ah—contesto.Sigosuejemploymesientoenunodelossofás.
—¿Quésuelesbeber?—mepreguntaTrevor.
—Nosuelobeber—digo.
—Yotampoco.Bueno,megustaelvino,peronosoyungranbebedor.
—Ah,no.Estanochevasabeber,Tessa.Tehacefalta—intervieneKimberly.
—Yo…No…—empiezoadecir.
—Unsexoenlaplayaparaellayotroparamí—ledicealamujerquenosha
acompañado.
Ellaasiente,yChristianlepideunabebidaquenoconozcoyTrevorunacopade
vinotinto.Nadiemehapreguntadositengoedaddebeber.Alomejoresqueparezco
mayor de lo que soy, o Christian es tan famoso que no quieren contrariarlo ni
molestarasusacompañantes.
No tengo la menor idea de qué es eso de «sexo en la playa», pero prefiero no
mostrar mi ignorancia. Cuando regresa, la mujer me trae un vaso de tubo con una
rodaja de piña y una sombrilla rosa. Le doy las gracias y pruebo un sorbo con la
pajita.Estádelicioso,dulceperoconunpuntoamargoaltragar.
—¿Tegusta?—preguntaKimberly.
Asientoyledoyuntragomáslargo.
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CAPÍTULO14
Hardin
—Joder,venga,Hardin.Unamás—mesusurraMollyaloído.
Aún no he decidido si quiero emborracharme o no. Ya me he tomado tres
chupitosyséque,simetomoelcuarto,estaréborracho.Porotrolado,pillarunbuen
pedoyolvidarmedetodosuenagenial.Peroquieropoderpensarconclaridad.
—¿Ysinosvamos?—mepreguntaentoncesarrastrandolaspalabras.
Mollyhueleawhiskyyamarihuana.Unapartedemíquierellevarlaalbañoy
follársela,sóloporquepuedo.SóloporqueTessaestáenSeattleconelputoTrevory
yoestoyatreshorasdeallí,sentadoenunsofáymedioborracho.
—Vamos,Hardin.Sabesquepuedohacerquelaolvides—dicesentándoseenmi
regazo.
—¿Qué?—lepreguntocuandomeechalasmanosalcuello.
—Tessa.Haréqueteolvidesdeella.Puedesfollarmehastaquenoteacuerdesni
desunombre.
Sualientotibiomerozaelcuello,ylaaparto.
—Levanta—ledigo.
—¿Quécoñotepasa,Hardin?—salta.Heheridosuorgullo.
—Contigonoquieronada—leespetoconbrusquedad.
—¿Desdecuándo?Noteheoídoquejartenunca,ymiraquehemosfolladolatira
deveces.
—Nodesde…—empiezoadecir.
—¿No desde qué? —Salta del sofá y empieza a manotear en el aire—. ¿Desde
queconocisteaesazorraestirada?
TengoquehacerunesfuerzoporrecordarqueMollyesunachica,noeldemonio
quepareceser,antesdehacerunaestupidez.
—Nohablesasídeella—replicoponiéndomeenpie.
—Eslaverdad,yahoramírate.¡ErescomoelperritofalderodeunaVirgenMaría
convertidaenputaquenoquiereniverte!—grita,nosésiriendoollorando;enella
eshabitualconfundirambascosas.
AprietolospuñosyenesemomentoJaceyZedaparecendetrásdeella.Mollyse
apoyaenelhombrodeJace.
—Decídselo, chicos. Decidle que no hay quien lo aguante desde que lo
desenmascaramosanteella.
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—Nosotros,no.Fuistetú—lacorrigeZed.
Mollylelanzaunamiradaasesina.
—Eslomismo—diceponiendolosojosenblanco.
—¿Quéospasa?—preguntaJace.
—Nada—respondoporella—.Lehasentadomalquenoquierafollarmesuculo
lastimero.
—No,estoycabreadaporqueeresgilipollas.Quesepasquenadietesoporta.Por
esoJacemedijoqueselocontaratodo.
Mehiervelasangre.
—¿Qué?—exclamoentredientes.
SabíaqueJaceerauncapullo,peroestabaconvencidodequeMollyselocontó
todoaTessaporquesemoríadecelos.
—Sí.Élmedijoqueselocontara.Loteníatodoplaneado:yodebíacontárselo
delante de ti cuando ella llevara unas copas encima y luego él iría a consolarla
mientrastúllorabascomounbebé.—Seríe—.¿Nofueesoloquedijiste,Jace?¿Que
ibas a follártela hasta dejarla sin sentido? —dice Molly usando las garras para
entrecomillarlasfrases.
DoyunpasohaciaJace.
—Tío,eraunabroma—empiezaadecirél.
Sinomeequivoco,loslabiosdeZedsecurvanenunasonrisacuandolecruzola
caraaJace.
Le pego tantos puñetazos a Jace que no siento los nudillos. La rabia lo puede
todo. Me siento encima de él y sigo repartiendo hostias. Me lo imagino tocando a
Tessa,besándola,desnudándola,ylepegoconmásfuerza.Lasangrequelecubrela
caraesunincentivomás,quierohacerletodoeldañoquepueda.
LasgafasdepastanegradeJaceestánrotasytiradasenelsuelo,juntoasucara
ensangrentada,mientrasunasfuertesmanosmeseparandeél.
—¡Paraya!¡Vasamatarlo!—megritaLoganparasacarmedemitrance.
—¡Sitenéisalgoquedecir,melodecísalacara!—legritoalgrupo,aesosalos
quecreíamisamigos,oalgoparecido.
Todoelmundoguardasilencio,inclusoMolly.
—Vaenserio.¡Sialguienmásseatreveamencionarla,lepartirélacara!
LelanzounaúltimamiradaaJace,queestáintentandolevantarsedelsuelo.Salgo
delapartamentodeZedymeadentroenlafríanoche.
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CAPÍTULO15
Tessa
—¡Estoestádevicio!—legritoaKimberlybebiéndomelopocoquequedabaenmi
vaso. Rebusco con la pajita entre los cubitos de hielo las últimas gotas del líquido
afrutado.
Sonríedeorejaaoreja.
—¿Otra? —Tiene los ojos un poco rojos pero sigue la mar de compuesta,
mientrasqueyotengolarisaflojaylacabezaenlasnubes.
Estoyborracha.Esoesloqueestoy.
Asientoconentusiasmoy,conlosdedosenlasrodillas,tamborileoalritmodela
música.
—¿Teencuentrasbien?—Trevorloveyseechaareír.
—¡Sí!¡Meencuentrodemaravilla!—gritoporencimadelamúsica.
—¡Deberíamosbailar!—diceKimberly.
—¡Yo no bailo! Quiero decir, que no sé bailar, y menos con esta música —
contesto.Nuncahebailadocomobailalagentedelclubymeaterraunirmeaellos.
Pero el alcohol que fluye por mis venas me infunde valor—. A la porra. ¡Vamos a
bailar!—exclamo.
Kimberly sonríe, se vuelve hacia Christian y le da un pico que dura más de lo
normal.Luegoselevantadelsofáenunabrirycerrardeojosymeconducealapista
de baile. Cuando pasamos junto a la barandilla, miro abajo, donde hay dos plantas
llenasdegentebailando.Estántanabsortosquemeasustaymeatraealavez.
Cómono,Kimberlysemuevecomounaexperta,asíquecierrolosojoseintento
dejarquelamúsicacontrolemicuerpo.Mesientoincómodaperoquierocaerlebiena
Kim,esloúnicoquetengo.
Después de bailar no sé cuántas canciones y dos copas más, todo empieza a
darme vueltas. Me excuso para ir al baño, sujetándome el bolso mientras me abro
pasoentrecuerpossudorosos.Notoquemimóvilempiezaavibrar.Losaco
del bolso. Es mi madre; paso de contestar. Estoy demasiado borracha para
poder hablar con ella. Cuando llego a la cola del baño, reviso el buzón y
frunzoelceñoalverquenohayningúnmensajedeHardin.
«¿Ysilollamo,averquéhace?»
No.Nopuedohacereso.Seríairresponsableymañanalolamentaría.
Las luces que rebotan en las paredes empiezan a marearme mientras espero.
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Intentoconcentrarmeenlapantalladelmóvil,esperandoaquesemepase.Cuandola
puertadeunodelosbañosseabrealfin,entrodeunsaltoymeinclinosobrelataza
delváter,esperandoaquemicuerpodecidasivaavomitarono.Detestosentirme
así.SiHardinestuvieraaquí,metraeríaaguayseofreceríaasujetarmeelpelo.
«No,noloharía.»
Deberíallamarlo.
Cuandoparecequefinalmentenovoyadevolver,salgodelcubículoendirección
aloslavabos.Tocounpardebotonesdelmóvil,losujetoconelhombroylamejilla
y cojo una toalla de papel del dispensador. La pongo debajo del grifo para
humedecerla pero no sale agua hasta que la paso por el sensor. Odio los grifos
automáticos.Semehacorridounpocoelmaquillajeyparezcootrapersona.Llevoel
peloalborotadoytengolosojosinyectadosensangre.Cuelgoaltercertimbreydejo
elmóvilenelbordedellavabo.
«¿Porquédemoniosnolocoge?»,mepregunto.Entonceselteléfonoempiezaa
vibrarycasisecaedentrodelagua,cosaquehacequemeecheareíracarcajadas.
Noséporquémehacetantagracia.
ElnombredeHardinapareceenlapantallaylatococonlosdedoshúmedos.
—¿Harold?—pregunto.
«¿Harold?»Ay,madre,hebebidodemasiado.
LavozdeHardinsuenararaycomosinalientoalotrolado.
—¿Tessa?¿Vatodobien?¿Mehasllamado?
Enserio,tieneunavozcelestial.
—Nosé,¿tesaleminombreenlapantalla?Deserasí,esprobablequehayasido
yo—digosinparardereír.
—¿Hasbebido?—preguntaentonoserio.
—Talvez—digoconvozaguda,ylanzolatoalladepapelalcubodelabasura.
Entonces entran dos chicas borrachas, una de ellas trastabilla sola y todo el
mundosepartederisa.Semetentambaleantesenelcubículomásgrandeyyovuelvo
aconcentrarmeenlallamada.
—¿Dóndeestás?—preguntaHardindemalasmaneras.
—Oye,cálmate.—Élsiempremeestádiciendoquemecalme.Ahorametocaa
mí.
Suspira.
—Tessa…—Séqueestáenfadado,peroestoydemasiadoatontadaparaqueme
importe—.¿Cuántastehastomado?
—Nosé…Puedequecinco.Oseis.Creo—respondoapoyadaenlapared.Elfrío
de los azulejos atraviesa la fina tela de mi vestido, son una gozada contra mi piel
sudada.
—¿Cincooseisqué?
—Sexosenlaplaya…Nuncalohemosprobado…Habríasidodivertido—digo
conunasonrisapícara.
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Ojalápudieraverlelacaradetonto.Nodetonto…,deadonis.Peroahoramismo
lode«caradetonto»mesuenamejor.
—Madre mía, estás como una cuba —dice, y adivino que se está pasando las
manosporelpelo—.¿Dóndeestás?
Séqueesinfantil,perorespondo:
—Lejosdeti.
—Esoyalosé.Ahoradimedóndeestás.¿Estásenunclub?—ladra.
—Uy…Pareceselenanitogruñón—replicoechándomeareír.
Séquepuedeoírlamúsica,poresolocreocuandomedice:
—Nomeserádifícilencontrarte.
Melasuda.
Laspalabrassalendemibocaantesdequepuedacerrarla:
—¿Porquénomehasllamadohoy?
—¿Qué?—inquiere.Estáclaroquenoseesperabalapregunta.
—Hoynohasintentadollamarme.—Soypatética.
—Creíaquenoqueríasquetellamara.
—Ynoquiero.Peroaunasí…
—Vale,puestellamomañana—diceconcalma.
—Nocuelgues.
—Novoyacolgar…Sóloqueríadecirquemañanatellamaré,aunquenomelo
cojas—meexplica,ymicorazóndaunsaltomortal.
Intentofingirdesinterés.
—Vale.
«Pero¿quéestoyhaciendo?»
—¿Vasadecirmedóndeestás?
—No.
—¿Trevorestácontigo?—preguntamuyserio.
—Sí, pero también están Kim y… Christian. —No sé por qué me estoy
justificando.
—¿Éseerasuplan?¿Llevartealcongresoyemborracharteenunputoclub?—
inquiere levantando la voz—. Lo que tienes que hacer es volver al hotel. No estás
acostumbradaabeber,yencimaestásporahíconTrevor…
Lecuelgosindejarloacabar.Pero¿quiénsecreequees?Tienesuertedequelo
hayallamado,aunqueseaborracha.Menudoaguafiestas.
Necesitootracopa.
Me vibra el móvil varias veces pero ignoro todas las llamadas. «Chúpate ésa,
Hardin.»
Encuentroelcaminodevueltaalazonavipylepidootracopaalacamarera.
—¿Teencuentrasbien?—mepreguntaKimberly—.Parecesenfadada.
—¡Estoybien!
Mebebolacopaencuantomelasirven.Hardinesunimbécil.Esculpasuyaque
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no estemos juntos. ¡Y encima tiene el morro de gritarme cuando lo llamo! Podría
estaraquíconmigosinohubierahecholoquehizo.PerotengoaTrevor,queesmuy
dulceymuyguapo.
—¿Qué?—preguntaélconunasonrisacuandomepillamirándolo.
Meríoydesvíolamirada.
—Nada.
Meterminootracopayhablamosdelointeresantequeserámañana.Melevanto
yanuncio:
—¡Mevoyabailar!
Da la impresión de que Trevor quiere decir algo, tal vez quiera ofrecerse a
acompañarme, pero se ruboriza y no abre la boca. Kimberly parece que ha tenido
suficienteymedicequemevayaconungestodelamano.Puedoiryosola,nome
importa. Me abro paso hasta el centro de la pista de baile y empiezo a moverme.
Seguroqueestoyridícula,perosientatanbiendisfrutardelamúsicayolvidartodolo
demás,comoelhaberllamadoaHardinestandoborracha…
Amediacanciónnotoquehayalguienaltodetrásdemí,cercademí.Mevuelvo.
Esunchicomuymono,convaquerososcurosycamisetablanca.Llevaelpelomuy
cortoytieneunabonitasonrisa.NoesHardin,peroesquenadieescomoHardin.
«Dejadepensarenél»,merecuerdomientraselchicomecogeporlascaderasy
mepreguntaaloído:
—¿Puedobailarcontigo?
—Sí…,claro—contesto.Peroenrealidadeselalcoholelquehabla.
—Eresmuyguapa—medice,medalavueltayponefinaloscentímetrosque
nosseparaban.
Se pega a mi espalda y cierro los ojos, intentando imaginarme que soy otra
persona.Unamujerquebailacondesconocidosenunclub.
El ritmo de la segunda canción es más lento, más sensual, y mis caderas se
mueven más despacio. Nos volvemos, estamos cara a cara. Se lleva mi mano a la
bocaymeacaricialapielconloslabios.Susojosencuentranlosmíosyderepente
tengo su lengua en mi boca. Mi corazón grita para que lo aparte y el sabor
desconocidocasimeproducearcadas.Peromicerebro…micerebromedicetodolo
contrario:«BésaloyolvídatedeHardin.Bésalo».
Asíqueignoroelmalestarquesientoenelestómago.Cierrolosojosyentrelazo
lalenguaconlasuya.Hebesadoamástíosentresmesesdeuniversidadqueentoda
mi vida. Las manos del desconocido se deslizan a mi espalda y comienzan a
descender.
—¿Ysinosvamosamicasa?—dicecuandonuestrasbocasseseparan.
—¿Qué?—Loheoído,peroesperoqueloqueacabodedecirborresupregunta.
—Vayamosamicasa—repitearrastrandolaspalabras.
—Nocreoqueseabuenaidea.
—Esunagranidea—reponeechándoseareír.
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Las luces multicolores son como un caleidoscopio en su cara, y hacen que
parezcaextrañoymuchomásamenazadorqueantes.
—¿Quétehacepensarquevoyairatucasacontigo?¡Noteconozcodenada!—
grito.
—Porquetepongoyteencanta,guarrilla—dicecomosifueraevidenteynada
ofensivo.
Me preparo para cantarle las cuarenta o pegarle un rodillazo en la entrepierna,
perointentocalmarmeypararmeapensar.Leheestadorestregandoelculoylohe
besado. Normal que quiera más. Pero ¿qué demonios me ocurre? Acabo de
enrollarmeconundesconocidoenunclub.Noespropiodemí.
—Losiento,perono—digoechandoaandar.
Cuando regreso junto al grupo, parece que Trevor está a punto de quedarse
dormidoenelsofá.Nopuedoevitarsonreírantesuadorabilidad.
¿Esapalabraexiste?Oh,creoquehebebidodemasiado.
Mesientoysacounabotelladeaguadelacubiteraquehayencimadelamesa.
—¿Lohaspasadobien?—mepreguntaKimberly.
Asiento.
—Sí,melohepasadogenial—digoapesardeloocurridohaceunosminutos.
—¿Nosvamos,cielo?Mañanatenemosquemadrugar—lediceChristianaKim.
—Sí.Cuandotúquieras—respondeellaacariciándoleelmuslo.
Apartolamiradaynotoquemesonrojo.
PinchoaTrevorconeldedo.
—¿Vienesoprefieresquedarteaquíadormir?—bromeo.
Seechaareíryseendereza.
—Aúnnolohedecidido.Elsofáesmuycómodoylamúsicaesmuyrelajante.
Christian llama al chófer, que dice que estará en la puerta dentro de cinco
minutos.Noslevantamosybajamosporlaescaleradecaracolquehayenunodelos
lateralesdelclub.Enlabarradelprimerpiso,Kimberlypidelaúltimacopayyome
planteotomarmeotramientrasesperamos,perofinalmentedecidoqueyahebebido
bastante.Unamásyperderéelconocimiento.Ovomitaré.Nomeapetecenilounoni
lootro.
Christian recibe un mensaje de texto y vamos a la salida. Se agradece el aire
fresco,aunquenoesmásqueunasuavebrisacuandosubimosalcoche.
Soncasilastresdelamadrugadacuandoregresamosalhotel.Estoyborrachay
memuerodehambre.Nodejonadacomestibleenelminibar,tropiezoconlacamay
mequedotumbada.Nisiquieramemolestoenquitarmeloszapatos.
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CAPÍTULO16
Tessa
—Caaaallaaa—gruñocuandounmolestoruidomedespiertadelamona.
Tardounossegundosendarmecuentadequenosonlosgritosdemimadre,sino
queestánllamandoalapuertaagolpes.
—¡Yava,yava!—grito,ytrastabillomientrasvoyaabrir.
Entoncesmeparoymiroelreloj:soncasilascuatrodelamadrugada.
«¿Quiéndiablosserá?»
Inclusoborracha,empiezaaentrarmemiedo.¿YsiesHardin?Hanpasadomásde
tres horas desde que lo llamé con un pedo tremendo. Es imposible que me haya
localizado.Y¿quéledigo?Noestoypreparadaparaesto.
Cuandovuelvenaaporrearlapuerta,apartomispensamientosylaabro,listapara
lopeor.
Pero sólo es Trevor. Es una decepción tan grande que hasta me duele el pecho.
Mefrotolosojos.Estoytanborrachacomoantesdeacostarme.
—Perdonaquetehayadespertado,pero¿notendrástúmimóvilporcasualidad?
—pregunta.
—¿Eh?—digo,ydoyunpardepasosatrásparaquepuedaentrar.
Cierra la puerta y nos rodea la oscuridad salvo por las luces de la ciudad que
entran por la ventana. Estoy demasiado borracha para ponerme a buscar el
interruptor.
—Creoquehemosintercambiadolosmóviles.Yotengoeltuyo,ycreoquetúhas
cogidoelmíoporerror.—Abrelamanoymeenseñamiteléfono—.Ibaaesperara
quesehicieradedía,perotumóvilnohaparadodesonar.
—Ah—melimitoadecir.
Encuentromibolsoyloabro.LoprimeroqueapareceeselmóvildeTrevor.
—Perdona…Debodehaberlocogidosinquerercuandoíbamosenelcoche—me
disculpoyselodevuelvo.
—Nopasanada.Perdonaquetehayadespertado.Ereslaúnicachicaqueconozco
queestáigualdeguapaaldespertarque…
Ungolpetremendoenlapuertaleimpideacabarlafrase,yelestruendomepone
demuymalhumor.
—Pero¡¿quépasa?¿Hayunafiestaenmihabitaciónoqué?!—gritoempezando
aandarhacialapuerta,listaparaecharlelabroncadesuvidaalempleadodelhotel
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queseguramentehavenidoapedirnosaTrevoryamíquenohagamostantoruidoy
que,irónicamente,hahechomuchomásruidoquenosotros.
Alargo la mano para abrir cuando los porrazos se intensifican y me quedo
petrificadadelsusto.Acontinuación,seoye:
—¡Tessa!¡Abrelamalditapuerta!
LavozdeHardinretumbaenelairecomosinadaseinterpusieraentrenosotros.
Seenciendelaluzdetrásdemí.Trevorestálívidodeterror.
Si Hardin lo encuentra en mi habitación, esto va a acabar en llanto y crujir de
dientes,aunquenohayapasadonada.
—Escóndeteenelbaño—ledigo,yélabreunosojoscomoplatos.
—¿Qué?¡Nopuedoescondermeenelbaño!—exclama.
Tienerazón,esunaideaabsurda.
—¡Abre la puta puerta! —vuelve a gritar Hardin. Entonces empieza a darle
patadas.Sinparar.
MiroaTrevorunaúltimavezparaintentarmemorizarsushermososrasgosantes
dequeHardinlehagaunacaranueva.
—¡Yava!—grito,yabrolapuertahastalamitad.
Hardin está que echa humo y va todo de negro. Lo recorro de arriba abajo con
ojosdeborracha.Nollevalasbotasdesiempre,sinounasConversenegras.Nuncalo
habíavistosinsusbotas.Megustanesoszapatos…
Peromeestoydispersando.
EntoncesHardinabrelapuertadeunempujón,entraalacargayvaderechoapor
Trevor.Porfortuna,locojodelacamisetayconsigodetenerlo.
—¡¿Crees que puedes emborracharla y meterte en su habitación?! —le grita
mientrasintentasoltarse.Séquenoloestáintentandocontodassusfuerzasporque,si
asífuera,yoyatendríaelculoentierra—.Hevistocómoencendíaslaluzporelojo
delacerradura.¿Quéestabaishaciendoaoscuras?
—Noestábamos…—empiezaadecirTrevor.
—¡Hardin, para ya! ¡No puedes ir por ahí pegándole a todo el mundo! —grito
tirándoledelacamiseta.
—¡Síquepuedo!—brama.
—Trevor, vuelve a tu habitación para que intente hacerlo entrar en razón —
intervengo—.Perdonaqueseestécomportandocomounacabraloca.
Trevor casi se echa a reír por mi elección de palabras, pero se corta con una
miradadeHardin.
HardinsevuelvehaciamíyTrevorsemarchademihabitación.
—¿Unacabraloca?
—¡Sí, porque estás chiflado! ¡No puedes aparecer hecho un energúmeno en mi
habitacióneintentardarleunapalizaamiamigo!
—No debería estar aquí. ¿Qué estaba haciendo? ¿Por qué sigues vestida? ¿De
dónde coño ha salido ese vestido? —dice recorriéndome de arriba abajo con la
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mirada.
Paso de la oleada de calor que me revuelve el vientre y me concentro en estar
indignada.
—Havenidoacogersumóvilporqueyoselohabíaquitadosinquerer.Y…ya
nomeacuerdodequémásmehaspreguntado—confieso.
—Ya,puestalveznodeberíashaberbebidotanto.
—Bebo lo que quiero, cuando quiero, donde quiero y siempre que quiero.
Gracias.
Ponelosojosenblanco.
—Erescomoungranoenelculohastacuandoestáspedo—meespeta,ysedeja
caerenelsillón.
—Y tú eres un grano en el culo… siempre. ¿Quién te ha dicho que puedes
sentarte?—resoplocruzándomedebrazos.
Élmemiraconsusojosverdesybrillantes.Joder,estátanbueno…
—Nomepuedocreerquelohayapilladoentuhabitación.
—Nomepuedocreerquetehayadejadoentrarenmihabitación—replico.
—¿Telohasfollado?
—¿Qué?¡¿Cómoteatrevesapreguntarmeeso?!—grito.
—Respondeamipregunta.
—No,gilipollas.Porsupuestoqueno.
—¿Ibasafollártelo?¿Teapetecefollártelo?
—¡Paraelcarro,Hardin!¡Estásloco!—exclamoaltiempoquesacudolacabeza
ycaminodelacamaalaventana.
—Entonces¿porquésiguesvestida?
—¡Eso no tiene sentido! —Pongo los ojos en blanco—. Además, no es asunto
tuyoconquiénmeacuestoodejodeacostarme.Puedequemehayaacostadoconél,
puedequemehayaacostadoconotro.—Lascomisurasdemislabiosamenazancon
dibujarunasonrisa,peromeobligoapermanecermuyseriacuandodigolentamente
—:Nuncalosabrás.
MispalabrasproducenelefectodeseadoyaHardinlecambialacarahastaque
pareceladeunabestia.
—¡¿Quéacabasdedecir?!—brama.
Ja.Estoesmuchomásdivertidodeloquecreía.Meencantaestarborrachacon
Hardin porque digo las cosas sin pensar, cosas que van en serio, y todo me hace
muchagracia.
—Yamehasoído…—replico,ymeacercoparaplantarmedelantedeél—.Alo
mejorhedejadoqueeltipodeladiscotecamellevaraalbaño.AlomejorTrevorme
lohahechoaquímismo—digomirandolacamaporencimadelhombro.
—Cállate.Cállate,Tessa—meadvierteHardin.
Peromeechoareír.Mesientofuerte,segura,yquieroarrancarlelacamiseta.
—¿Quétepasa,Hardin?¿NotegustaimaginarmeenbrazosdeTrevor?—Nosé
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sieslairadeHardin,elalcohol,olomuchoqueloechodemenos,perosinpensarlo
dosvecesmeencaramoensuregazo.Apoyolasrodillasjuntoasusmuslos.Lohe
pilladoporsorpresay,sinomeequivoco,estátemblando.
—¿Qué…quéestáshaciendo…,Tessa?
—Dime,Hardin,¿tegustaríaqueTrevor…?
—Calla.¡Dejadedecireso!—mesuplica,ylodejoestar.
—Anímate,Hardin.Sabesquenoloharía.
Lerodeoelcuelloconlasmanos.Lanostalgiadeestarentresusbrazosmetiene
casisinaliento.
—Estásborracha,Tessa—diceintentandosoltarse.
—¿Y?…Tedeseo.—Niyomismameesperabadecireso.
Decidodejardepensar,almenosconlógica,ylocojodelpelo.Cómoechabade
menossentirsusrizosentremisdedos.
—Tessa…Nosabesloquehaces.Vasmuypedo—medice.
Perolodicesinconvicción.
—Hardin…, no le des tantas vueltas. ¿Es que no me echas de menos? —digo
contrasucuello,chupándoselounpoco.Mishormonashantomadoelcontrol,ynosé
sialgunavezlohedeseadomás.
—Sí… —sisea, y succiono con más fuerza para asegurarme de que le hago un
chupetón—.Tessa,nopuedo…,porfavor.
Meniegoaparar.Muevolascaderassobresuentrepiernaygime.
—No…—susurra,ysusgrandesmanosseaferranamiscaderasylasobligana
detenerse.
Contrariada,lelanzounamiradaasesina.
—Tienesdosopciones:omefollasotelargas.Túdecides.
«¿Quédiablosacabodedecir?»
—Mañana me odiarás si te toco un solo pelo estando… como estás —dice
mirándomealosojos.
—Yateodioahora—espeto,yHardinhaceunamuecaaloírlo—.Másomenos
—añadoconmásdulzuradelaquedebería.
Mesueltalascaderashastaquepuedovolveramoverlas.
—¿Nopodemoshablarprimero?
—No,ydejadesertanplomo—gruñorestregándomecontrasupierna.
—Nopodemoshacerlo…Así,no.
¿Desdecuándotienesentidodelamoralidad?
—Séquequiereshacerlo,Hardin.Notoloduraquesetehapuesto—lesusurroal
oído.
Nomepuedocreerlasguarradasquebrotandemibocadeborracha,perolade
Hardinesrosaytienelaspupilastandilatadasquesusojosparecencasinegros.
—Ven —le susurro mordisqueándole el lóbulo de la oreja—, ¿no te apetece
follarme encima del escritorio? ¿O mejor en la cama? Las posibilidades son
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infinitas…
—Joder…Estábien.Alamierdatodo—dice,ymecogedelpeloyatraemiboca
hacialasuya.
En cuanto nuestros labios se tocan, mi cuerpo entra en ignición. Gimo y él me
recompensaconungemidosimilar.Enroscolosdedosensupeloytiroconfuerza,
incapazdecontrolarme,incapazdecontrolarlasganasqueletengo.Séqueseestá
conteniendo y eso me vuelve loca. Le suelto el pelo y cojo el bajo de su camiseta
negra, tiro de la tela y se la quito por la cabeza. Nuestros labios se separan un
segundoyHardinechalacabezaatrás.
—Tessa…—suplica.
—Hardin—respondorecorriendosustatuajesconlosdedos.
Echabademenoscómosusmúsculossetensanbajolapiel,cómolosintrincados
remolinosdetintanegraledecoranelcuerpoperfecto.
—No puedo aprovecharme de ti —dice, pero entonces gime y le lamo el labio
inferiorconlalengua.
Tengoquereírme.
—Serámejorquetecalles.
Mimanodesciendehastasuentrepierna.Séquenopuederesistirseamí,cosaque
me complace más de lo que debería. Nunca pensé que alguna vez sería yo la que
tendríatodoelcontrolestandoconél.Escuriosocómosevuelvenlastornas.
Estátanduroytanexcitado…Mebajodesuregazoybuscolacremallera.
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CAPÍTULO17
Hardin
La cabeza me da vueltas y sé que está mal, pero no puedo evitarlo. La deseo, la
necesito.Memueroporella.Tienequesermíaymehadadounultimátum:omela
follo,omelargo.Siésassonmisopciones,nopiensolargarme.Loqueestásaliendo
poresabocasuenatanraro…,tanimpropiodeella.
Peromeponemuchísimo.
Sus pequeñas manos intentan bajarme la cremallera de los vaqueros. Meneo la
cabezacuandoelcinturónmecaeporlostobillos.Nopuedopensarconclaridad.No
puedo razonar. Estoy borracho y loco por esta mujer dulce y, en este momento
salvaje,alaquequieromásdeloquepuedosoportar.
—Espera…—repito.
Nodeseoquepare,peromiladobuenoquiereoponerunmínimoderesistencia
paranosentirsetanculpable.
—No…, no espero. Ya he esperado bastante —dice con voz suave y seductora
mientrasmebajaelbóxerymelacogeconlamano.
—Joder,Tessa…
—Éseeselplan:joder,Tessa.
Nopuedodetenerla.Niaunquequisiera.Lonecesita,menecesita.Y,borrachao
no, soy lo bastante egoísta para aceptar si éste es el único modo en que puedo
conseguirquemequiera.
Se arrodilla y se la mete en la boca. Cuando bajo la vista, me mira y pestañea.
Joder, parece un ángel y un demonio a la vez, tan dulce y tan guarra mientras me
vuelvelococonlaboca,arribayabajoytrazandocírculos.
Haceunapausa,sesacalapolla,selaponejuntoalacaraymepreguntaconuna
sonrisa:
—¿Tegustoasí?
Casimecorrosólodeoírla.Asiento,incapazdehablar,ysemetragadenuevo,
ahuecalasmejillasychupaconfuerzametiéndoseuntramomásensupreciosaboca.
Noquieroquepareperonecesitotocarla.Sentirla.
—Para—lesuplico,ylepongolamanoenelhombroparaecharlaatrás.Niega
conlacabezaymetorturasubiendoybajandoavelocidaddevértigo—.Tessa…,por
favor—jadeo,perolanotoreír,unavibraciónprofundaquemeatraviesahastaque,
porfortuna,parajustocuandoestoyapuntodecorrermeensugarganta.
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Sonríeyselimpialoslabioshinchadosconeldorsodelamano.
—Esquesabesmuybien—dice.
—Joder, ¿desde cuándo tienes una boca tan sucia? —le pregunto cuando se
levantadelsuelo.
—Nolosé…Siemprepiensoestascosas,sóloesquenuncatengoloscojonesde
decirlas—respondeacercándosealacama.
Casimeechoareíracarcajadasaloírladecir«cojones».NoespropiodeTess,
peroestanochemandaellaylosabe.Séqueestádisfrutandodetenermeasumerced.
Esevestidobastaparahacerperderlarazónacualquiera.Latelaabrazatodassus
curvas,cadamovimientodesupielperfecta.Nuncahevistonadamássexi.Hastaque
seloquitaporlacabezaymelotirajuguetona.Creoquesemevanasalirlosojosde
las órbitas; tiene un cuerpo perfecto. El encaje blanco del sujetador apenas puede
contener sus senos plenos, y lleva enrollado uno de los laterales de la braguita de
encaje,dejandoexpuestalasuavepielentrelacaderayelpubis.Leencantaquela
beseahí,aunqueséqueseavergüenzadelasfinaslíneasblancas,casitransparentes
desupiel.Noséporqué;paramíesperfecta.Conosinmarcas.
—Tetoca.—Sonríe,ysedejacaerenlacama.
He soñado con esto desde el día en que me dejó. No creía que fuera a llegar y
aquíestamos.Séquenecesitoprestaratenciónacadadetalleporqueesprobableque
novuelvaasuceder.
Alparecer,lopiensodemasiadoporquelevantalacabezaymemiraconunaceja
enarcada.
—¿Voyatenerqueempezaryosola?—mepincha.
«Joder,esinsaciable.»
Envezdecontestarle,meacercoalacama,mesientojuntoasuspiernasyella
comienza a dar tirones con impaciencia a las bragas. Le aparto las manos y se las
bajo.
—Teheechadomuchodemenos—digo,peroellasólomecogedelpeloyme
hundelacabezaahíabajo,dondemequiere.
Me resisto un poco pero al final cedo y la acaricio con los labios. Gime y se
arqueacuandolededicotodaslasatencionesdemilenguaasupuntomássensible.
Sélomuchoquelegusta.Recuerdoquelaprimeravezqueselotoquémepreguntó
quéeraeso.
Suinocenciameexcitabamucho.Mesigueexcitandomuchísimo.
—Así,Hardin…—gime.
Loechabademenos.Normalmenteharíaalgúncomentariosobrelomojadaque
está,peronoencuentrolaspalabras.Meconsumensusgemidosyelmodoenquese
agarra a la sábana por el placer que le estoy dando. Le meto un dedo, lo deslizo
dentroyfuerayellaarquealaespalda.
—Más,Hardin.Más,porfavor—mesuplica,yledoyloquequiere.
Curvo dos dedos dentro de ella antes de sacarlos y regalarle mi lengua. Se le
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tensanlaspiernas,comopasasiemprequeestáapunto.Meapartoparaobservarlas
cariciasdemisdedos,quesemuevencadavezmásvelocesdeunladoaotro.Grita.
Gritaminombremientrassecorreenmisdedos.Lamiromemorizandocadadetalle,
los ojos cerrados, sus labios entreabiertos, su pecho que sube y baja y el rubor
sonrosado que cubre sus mejillas durante el orgasmo. La quiero. Joder, cuánto la
quiero.Nopuedoevitarmetermelosdedosenlabocacuandohaterminado.Sabea
gloria,yesperopoderrecordarlocuandomedejeotravez.
Elsubirybajardesupechomedistraehastaqueabrelosojos.Tieneunasonrisa
deorejaaorejaensupreciosacaraynopuedoevitarsonreírcuandomeindicaconel
dedoquemeacerque.
—¿Llevasuncondón?—mepreguntamientrasmetumboencimadeella.
—Sí… —digo. La sonrisa desaparece y frunce el ceño. Espero que no saque
conclusionesequivocadas—.Eslacostumbre—admitoconsinceridad.
—Medaigual—mascullamirandomisvaquerostiradosenelsuelo.
Sesienta,loscogeyrebuscaenlosbolsilloshastaqueencuentraloquequiere.
Cojodemalaganaelenvoltoriodelpreservativoylesostengolamirada.
—¿Estássegura?—lepreguntoporenésimavez.
—Sí. Y si vuelves a preguntármelo me iré a la habitación de Trevor con tu
condón—ladra.
Bajo la vista. Esta noche no tiene ningún pudor, pero no me la puedo imaginar
connadiemás,sóloconmigo.Talvezporquecreoqueesomemataría.Semeacelera
elpulsocuandomelaimaginoconelfalsoesedeNoah.Lasangremehierveenlas
venasymepongodemalhumor.
—Comoquieras.Estoyseguradequeleencantará…—empiezaadecir,perole
tapolabocaconlamanoparahacerlacallar.
—Noteatrevasaacabarlafrase—amenazo,ynotocómosuslabiosdibujanuna
sonrisabajomisdedos.
Sé que esto es muy mal rollo, y que me provoque así, y tirármela estando
borracha, pero no parece que ninguno de los dos podamos evitarlo. No puedo
negarme cuando sé que soy lo que quiere y que cabe la posibilidad…, la remota
posibilidaddequerecuerdeloquetenemosjuntosymedéotraoportunidad.Lequito
la mano de la boca y rasgo el envoltorio del condón. En cuanto me lo pongo, se
encaramaamiregazo.
—Quiero hacerlo así primero —insiste cogiéndome la polla antes de metérsela
dentro.
Dejoescaparunsuspirodeplacerydederrotayellaempiezaamoverlascaderas
contra las mías. Traza círculos lentos; es el ritmo más delicioso del mundo. Su
cuerpo,subocacarnosayperfecta…,estoeshipnóticoytremendamentesexi.Séque
no voy a durar mucho, llevo demasiado sin hacerlo. Últimamente lo único que he
hechohasidocascármelayosoloimaginándomequeestabaconella.
—Háblame, Hardin, háblame como antes —gimotea rodeándome el cuello con
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losbrazosyatrayéndomehaciasí.Odioelmodoenquedice«comoantes»,comosi
fuerahacecienaños.
Me incorporo un poco sobre la cama para seguir sus movimientos y pegarle la
bocaaloído.
—Te gusta que te diga guarradas, ¿verdad? —susurro, y Tessa gime—.
Contéstame—digo,yasienteconlacabeza—.Losabía.Intentasparecerunaingenua
peroyoteconozcobien.—Lemuerdoelcuello.
Miautocontrolhadesaparecidoychupoconfuerzaparadejarlemarca.Paraque
elputoTrevorlavea.Paraquetodoslavean.
—Sabes que soy el único que puede hacerte sentir así… Sabes que nadie más
puede hacerte gritar como yo… Nadie más sabe exactamente cómo tocarte —digo
bajando la mano y frotando con los dedos el punto en el que se unen nuestros
cuerpos.
Estáempapadaymisdedossedeslizanconfacilidadgraciasalahumedad.
—¡Sí,sí!—ronronea.
—Dilo,Tessa.Diquesoyelúnico.
Leacaricioelclítorisenpequeñoscírculosylaembistoconlascaderassinque
elladejedemoverse.
—Loeres.—Losojoslevanallegaralacoronilla.Estáperdidaenlapasiónque
sientepormíyyoestoyapuntodeunirmeaella.
—¿Quésoy?
Necesitoquelodiga,aunqueseamentira.Laquierocontaldesesperaciónqueme
damiedo.Lacojodelascaderasyconunmovimientorápidolatumbodeespaldas
sobrelacamaymepongoencimadeella.Gritacuandoentroysalgodesucuerpo
conmásfuerzaquenunca.Lemetolosdedosenlaboca.Quieroquemesienta.Que
mesientadeltodoyquemequieratantocomoyoaella.Esmíayyosoysuyo.El
sudorbrillaensupielsuaveyestáparacomérsela.Sussenossubenybajanconcada
embestidayechalacabezaatrás.
—Ereselúnico…,Hardin…,elúnico…—dice,ysemuerdeellabio.
Se lleva las manos a la cara y luego me coge la mía. Observo cómo se corre
debajodemí…yesmuyhermoso.Tieneunaformadeolvidarsedetodoqueesmás
queperfecta.Suspalabrassontodocuantonecesitoparaacabar,yentoncesellame
clavalasuñasenlaespalda.Seagradeceeldolor,meencantalapasiónquehayentre
nosotros.Meincorporoylalevantoconmigo.Lasientoenmiregazoparaquepueda
montarmeotravez.Laabrazoysucabezacaesobremishombrosmientraslevanto
las caderas fuera de la cama. Mi polla entra y sale de su interior a buen ritmo
mientrasmecorroenelcondónrugiendosunombre.
Metumbosinsoltarlaysuspiracuandoleacariciolafrenteconlosdedos
yleapartoelpeloempapadodelacara.Supechosubeybaja,subeybaja,y
mereconforta.
—Tequiero—ledigo,eintentomirarlaperovuelvelacabezaymetapalaboca
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conundedo.
—Calla…
—No,nomecallo…—Ruedohaciaunladoyañadoenvozbaja—:Tenemosque
hablar.
—Adormir…Tengoquelevantarmedentrodetreshoras…Adormir…—musita
rodeándomelacinturaconelbrazo.
Que me abrace me hace sentir mejor que el polvo que acabamos de echar, y la
idea de dormir en la misma cama que ella es una gozada, ha pasado demasiado
tiempo.
—Vale—digo,yledoyunbesoenlafrente.
Haceunamuecaperoséqueestádemasiadocansadapararesistirse.
—Tequiero—lerepito,perocuandonodicenadamásmetranquilizopensando
queyadebedehabersedormido.
Nuestrarelación,oloqueseaesto,hacambiadoporcompletoenunasolanoche.
Derepentemeheconvertidoenloquemásmiedomedabaser,yellamecontrolaa
su antojo. Podría hacerme el hombre más feliz sobre la faz de la Tierra o podría
hundirmeenlamiseriaconunasolapalabra.
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CAPÍTULO18
Tessa
Laalarmademimóvilirrumpeenmisueñocomounpingüinobailarín.Literalmente,
porquemisubconscientetraduceelsonidoenlaimagendeunpingüinoquebaila.
Sinembargo,laplacenterafantasíanoduramucho.Medespiertoydeinmediato
empieza a dolerme la cabeza. Cuando intento sentarme, algo me lo impide… O
alguien.
«Ay,no.»
Recuerdo a un tío que daba grima. Me entra el pánico y abro los ojos de
sopetón…PeroloqueveoeslapieltatuadadeHardinencimademí.Tienelacabeza
sobremiestómagoymerodeaconunbrazo.
«Mierda.»
Intento hacerlo a un lado sin despertarlo, pero él gime y abre los ojos muy
despacio. Los cierra otra vez, se levanta y desenreda nuestras piernas. Salto de la
cama y, cuando vuelve a abrirlos, no dice nada, sólo me observa como si estuviera
viendoaundepredador.LaimagendeHardinpenetrándomesincesarygritandomi
nombreserepiteenmimenteunayotravez.
«Pero¿enquédemoniosestabapensando?»
Quiero decir algo, pero la verdad es que no se me ocurre nada. Por dentro me
estoy poniendo mala, me va a dar un ataque. Como si supiera lo que pasa por mi
mente,saltadelacama,sábanaenmano,ysecubreelcuerpodesnudo.Ay,porfavor.
Se sienta en una silla y me mira y me doy cuenta de que sólo llevo puesto el
sujetador.Cierrolaspiernasyvuelvoasentarmeenlacama.
—Dialgo—mepide.
—Yo…Noséquédecir—confieso.
Nomepuedocreerquehayapasado.NopuedocreerqueHardinestéaquí,enmi
cama,desnudo.
—Losiento—dice,ydejacaerlacabezaentrelasmanos.
Mevaaexplotarelcerebroporlascantidadesingentesdealcoholquetoméayer
yporhabermeacostadoconHardin.
—Mástevale—mascullo.
Setiradelpelo.
—Fuistetúquienmellamó.
—Peronotedijequevinieras—replico.
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Noséquévoyahacer.Nohedecididoaúnsiquieropelearmeconél,echarloa
patadasointentarresolverlocomounaadulta.
Melevantoymevoyalbaño.Suvozmeacompaña.
—Estabas borracha y pensé que te encontrabas en apuros o algo así y Trevor
estabaaquí.
Abroelgrifodeladuchaymemiroalespejo.Llevounchupetónencarnadoenel
cuello.MetocolamarcayrecuerdolalenguadeHardinsobremipiel.Debodeestar
un poco ebria todavía porque no consigo pensar con claridad. Creía que lo estaba
superandoyresultaquetengoalcabrónquemerompióelcorazónenmihabitacióny
unchupetónenormeenelcuello,igualqueunaadolescenteindomable.
—¿Tessa?—diceentrandoenelbaño.
Me meto en la ducha. Permanezco en silencio mientras el agua caliente limpia
mispecados.
—¿Estás…? —Se le quiebra la voz—. ¿Estás bien después de lo que pasó
anoche?
¿Porquéestátanraro?Meesperabaunasonrisadesuperioridadycomomínimo
cinco«denada»encuantoabrieralosojos.
—No…Nolosé.No,noestoybien—ledigo.
—¿Meodias…másqueantes?
Parece tan vulnerable que me da un vuelco el corazón pero necesito plantarme.
Esto es un desastre: empezaba a olvidarlo. «No te lo crees ni tú», se mofa mi
subconsciente,peropasodeél.
—No,másomenosigualqueantes—contesto.
—Ah.
Meaclaroelpelounaúltimavezyrezoparaqueelaguadeladuchamerehidrate
ymelibredelaresaca.
—No era mi intención aprovecharme de ti, te lo juro —dice cuando cierro el
grifo.
Cojounatoalladelpequeñoestanteymeenvuelvoconella.Estáapoyadoenel
marcodelapuertayloúnicoquellevapuestoeselbóxer.Tieneelpechoyelcuello
cubiertosdemarcasrojas.
Nopiensovolverabeber.
—Tessa,séquedebesdeestarenfadada,perotenemosmuchodequehablar.
—No, no hay nada que hablar. Estaba borracha y te llamé. Viniste y nos
acostamos.¿Quéhayquehablar?—Intentomantenerlacalma,noquieroquesepalo
muchoquemeafecta.Lomuchoquemeafectólodeanoche.
Entoncesveoquetienelosnudillosencarneviva.
—¿Qué te ha pasado en las manos? ¡Joder, Hardin! ¡¿No me digas que le has
partidolacaraaTrevor?!—grito,yhagounamuecaporelterribledolordecabeza
quetengo.
—¿Qué?¡No!—exclamalevantandolasmanosparadefenderse.
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—Entonces¿aquién?
Menealacabeza.
—Lomismoda.Tenemoscosasmásimportantesdelasquehablar.
—No,notenemosnadaquehablar.Nohacambiadonada.
Abroelestuchedemaquillajeysacoelcorrector.Meloaplicogenerosamenteen
elcuellomientrasHardinsiguedepiedetrásdemí,ensilencio.
—Ha sido un error. No debería haberte llamado —digo al cabo de un rato,
enfadadaporquenicontrescapasdecorrectorconsigodisimularelchupetón.
—Nohasidounerror.Estáclaroquemeechasdemenos.Poresomellamaste.
—¿Qué?No.Tellamépor…poraccidente.Noeramiintención.
—Mentira.
Meconocedemasiadobien.
—¿Sabesqué?Noimportaporquétellamé—salto—.Nodeberíashabervenido.
Cojoeldelineadordeojosyempiezoapintarmeunarayabastantegruesa.
—Pues yo digo que tenía que venir. Estabas borracha y cualquiera sabe lo que
podríahaberpasado.
—¿Como,porejemplo,quemeacostaraconquiennodebía?
Se le encienden las mejillas. Sé que estoy siendo un poco borde, pero debería
haber sabido que no tenía que acostarse conmigo estando tan borracha. Me paso el
cepilloporelpelohúmedo.
—Nomedejasteotraopción,hazmemoria—replicatanbordecomoyo.
Meacuerdo.Recuerdoquesaltéencimadeélyempecéarestregarmecontrasu
entrepierna.Recuerdoqueledijequeoseacostabaconmigooseiba.Recuerdoque
medijoquenoymepidióqueparase.Mesientomuyhumilladayhorrorizadapormi
comportamiento pero, lo peor de todo, es que me recuerda a la primera vez que lo
besé,cuandomeacusódehabermelanzadoasusbrazos.
Larabiabulleenmiinteriorytiroelcepillocontraelmuebledelbaño.
—¡Noteatrevasaculparmeamí!¡Podríashaberdichoqueno!—legrito.
—¡Tedijequeno!¡Variasveces!—mecontestaagritos.
—¡Noeraconscientedeloquehacíaylosabes!
Noesdeltodocierto.Sabíaloquequería,sóloquenoestoydispuestaaadmitirlo.
Sinembargo,empiezaarepetirmelasguarradasqueledijeanoche:
—«¡Es que sabes muy bien!» «¡Háblame como antes!» «¡Eres el único,
Hardin!»…
Meestásacandodemiscasillas.
—¡Fueradeaquí!¡Largo!—legrito,ycojoelmóvilparaverlahora.
—Anochenoqueríasquememarchara—replicacontodalacrueldaddelmundo.
Mevuelvoparamirarlo.
—Meibamuybienantesdequellegaras.TeníaaquíaTrevor—digoporquesélo
malquelevaasentar.
Peroentoncesmesorprendeechándoseareír.
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—Por favor… Los dos sabemos que con Trevor no tienes ni para empezar. Me
deseabasamíysóloamí.Ytodavíamedeseas—semofa.
—¡Estababorracha,Hardin!¿Paraquétequieroatiteniéndoloaél?—lesuelto,
peromearrepientoalinstantedehaberlodicho.
Lebrillanlosojos,nosésiporquelehehechodañooporquesehapuestoceloso,
ydoyunpasohaciaél.
—No—diceextendiendolosbrazosparaquenomeacerque—.¿Sabesqué?Me
parece perfecto. ¡Eres toda suya! No sé por qué coño he venido. ¡Debería haber
sabidoqueibasaportarteasí!
Intento bajar la voz antes de que alguien llame para quejarse, pero no sé si lo
consigo:
—¿Me tomas el pelo? Te plantas aquí, te aprovechas de mí y ¿encima tienes el
valordeinsultarme?
—¿Quemeaprovechédeti?¡Túteaprovechastedemí,Tessa!Sabesquenosé
decirtequeno,¡ynoparabasdeinsistir!
Sé que tiene razón, pero estoy cabreada y me siento humillada por mi
comportamientoagresivodeanoche.
—Daigualquiénseaprovecharadequién.Loúnicoqueimportaesquetevayas
ynovuelvasaacercarteamí—sentencio,luegoenciendoelsecadorparanooírsu
respuesta.
Alospocossegundosarrancaelcabledelenchufedeuntirón;unpocomásyse
llevahastaelmarco.
—Pero ¡¿a ti qué coño te pasa?! —le grito enchufando el secador de nuevo—.
¡Podríashaberloroto!
Hardinescapazdehacerleperderlapacienciaaunsanto.
«¿Cómosemeocurrióllamarlo?»
—Novoyamarcharmehastaquehayamoshablado—resopla.
Ignoroeldolorquesientoenelpecho.
—Ya te lo he dicho: no tenemos nada de que hablar. Me has hecho daño y no
puedoperdonártelo.Findelacuestión.
Por mucho que intente luchar contra mis sentimientos, en el fondo sé que me
encantaquehayavenido.Aunqueestemosgritándonosypeleándonos,loheechado
muchodemenos.
—Nisiquierahasintentadoperdonarme—diceenuntonomuchomásdulce.
—Loheintentado.Heintentadosuperarlo,peronopuedo.Nosésitodoestoes
partedetujuego.Nosésivolverásahacermedaño.
Enchufolastenacillasysuspiro.
—Tengoqueterminardearreglarme.
Desaparececuandovuelvoaponerenmarchaelsecador.Unapequeñapartede
míesperaencontrarlosentadoenlacamacuandosalgadelbaño,lamuyidiota.Noes
miparteracional.Eslachicaingenuaytontaqueseenamoródeunchicoqueestodo
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locontrariodeloqueellanecesita.UnarelaciónentreHardinyyonuncafuncionará,
losé.Megustaríaqueellatambiénlosupiera.
Merizoelpeloyterminodepeinarmedetalmodoqueéstemetapaelchupetón
que me ha hecho en el cuello. Cuando salgo del baño a preparar lo que voy a
ponerme,Hardinestásentadoenlacamaylachicatontasealegraunpoco.Sacoun
sujetador rojo y unas bragas de la maleta y me las pongo sin quitarme la toalla.
Cuandoladejocaer,Hardinahogaungritoeintentadisimularlotosiendo.
Sacoelvestidoblancodelarmarioynotoqueunhiloinvisiblenosune,perome
resisto y me meto el vestido por la cabeza. Me siento muy cómoda con él aquí,
teniendoencuentalasituación.¿Porquétienequesertodotanconfusoyagotador?
¿Por qué tiene que ser tan complicado? Y, lo más importante, ¿por qué no puedo
olvidarloyseguirconmivida?
—Deberíasirte—digoenvozbaja.
—¿Necesitasayuda?—preguntacuandovequemecuestasubirmelacremallera
delvestido.
—No…Puedosola.
—Espera.
Selevantayseacercaamí.Caminamossobrelafinalíneaqueseparaelamordel
odio,latempestaddelacalma.Meresultaextrañoyembriagador.
Me levanto el pelo y Hardin se toma su tiempo para subirme la cremallera del
vestido.Semeaceleraelpulsoymeechounabroncamentalporhaberpermitidoque
meayude.
—¿Cómoconseguisteencontrarme?—inquieroencuantolapreguntasemepasa
porlacabeza.
Se encoge de hombros como si no me hubiera seguido desde la otra punta del
estado.
—LlaméaVance.
—¿Tediominúmerodehabitación?—Nomegustanadalaidea.
—No, me la dio el recepcionista. —Sonríe orgulloso de sí mismo—. Puedo ser
muypersuasivo.
Elhechodequehayasidocosadelhotelnohacequemesientamejor.
—No podemos seguir así…, ya sabes, contigo bromeando y actuando como si
fuéramosamigos—digosubiéndomealoszapatosnegrosdetacón.
Élcogesusvaquerosyempiezaaponérselos.
—¿Porquéno?
—Porquenonoshaceningúnbienestarenlamismahabitación.
Sonríeyaparecensushoyuelosmalvados.
—Sabes que eso no es verdad —dice poniéndose la camiseta con absoluta
tranquilidad.
—Loes.
—No.
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—¿Quieresdejarloestar?—lesuplico.
—Nolodicesenserio,ylosé.Sabíasmuybienloquetehacíascuandodejaste
quemequedaraanoche.
—No, no lo sabía —protesto—. Estaba borracha. Anoche no sabía lo que me
hacía,nicuandobeséaaqueltíonicuandoteabrílapuerta.
Cierrolabocaalinstante.Esperonohaberlodichoenvozalta.Noobstante,por
el modo en que Hardin abre los ojos y aprieta los dientes, sé que me ha oído. Mi
dolordecabezasemultiplicapordiezymeentranganasdedarmedebofetadas.
—¡¿Qué…quéacabasdedecir?!—brama.
—Nada…,yo…
—¿Besaste a un tío? ¿A quién? —pregunta con la voz rota como si acabara de
correrunmaratón.
—Auntíoenelclub—confieso.
—¿Va en serio? —jadea. Asiento y explota—: Pero ¿qué…? Pero ¿qué coño te
pasa, Tessa? ¿Besaste a un tío en un puñetero club y a continuación te acostaste
conmigo?Pero¿túquiéneres?
Sepasalasmanosporlacara.Siloconozcotanbiencomocreo,estáapuntode
romperalgo.
—Sucedió y ya está, y te recuerdo que tú y yo no estamos juntos. —Intento
defenderme,peroséqueloúnicoqueconsigoesempeorarlo.
—Joder…Eresincreíble.¡MiTessajamáshabríabesadoaunputodesconocido
enunclub!—ladra.
—NosoytuTessa—leinformo.
Menealacabezaunayotravez.Alfinalmemiraalosojosyescupe:
—¿Sabesunacosa?Tienesrazón.Y,sóloparaquelosepas,mientrastúteestabas
besuqueandoconesepavo,yomeestabafollandoaMolly.
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CAPÍTULO19
Tessa
«MeestabafollandoaMolly.»«MeestabafollandoaMolly.»«Meestabafollandoa
Molly.» «Me estaba follando a Molly.» «Me estaba follando a Molly.» «Me estaba
follando a Molly.» «Me estaba follando a Molly.» «Me estaba follando a Molly.»
«MeestabafollandoaMolly.»«MeestabafollandoaMolly.»«Meestabafollandoa
Molly.»«MeestabafollandoaMolly.»
LaspalabrasdeHardinresuenanenmicabezamuchodespuésdequehayasalido
para siempre de mi vida con un portazo. Intento tranquilizarme antes de bajar a
reunirmeconlosdemás.
Debería haber sabido que estaba jugando conmigo, que seguía liándose con ese
putón.Seguroquehaestadoacostándoseconellatodoeltiempoquehemosestado
«saliendo» juntos. ¿Cómo puedo ser tan tonta? Anoche estuve a punto de creerlo
cuandomedijoquemequería.Pensaba:«¿Porqué,sino,havenidoencochehasta
Seattle?».Perolaverdaderarazónesésta:porqueesHardinyhaceesetipodecosas
para marearme. Siempre las ha hecho y siempre las hará. Me confunde lo culpable
quemesientoporhaberlesoltadoquebeséauntipoyporhaberloculpadoaéldelo
sucedido anoche, cuando sé perfectamente que yo quería que pasara tanto como él.
Sóloesquenoquieroadmitirlo,nianteél,niamímisma.
SemerevuelveelestómagoalimaginármeloconMolly.Sinocomopronto,voy
adevolver.Nosóloporlaresaca,sinotambiénporlaconfesióndeHardin.Teníaque
ser con Molly… La detesto. La estoy viendo, con su sonrisa de superioridad,
disfrutandoalsabereldañoquemehacequevuelvaaacostarseconél.
Esospensamientosfunestosmeacosancomobuitreshastaquedetengoelataque
de nervios justo al borde del abismo, me limpio los lagrimales con un pañuelo de
papelycojoelbolso.Enelascensorestoyapuntodederrumbarmedenuevo,pero
paracuandollegoalaplantabajayaherecuperadoelcontrol.
—¡Tessa!—mellamaTrevordesdelaotrapuntadelvestíbulo—.Buenosdías—
diceacercándomeunatazadecafé.
—Gracias,Trevor.TepidodisculpasporelcomportamientodeHardinanoche—
empiezoadecir.
—Nopasanada,deverdad.Esechicoesunpoco…¿intenso?
Casimeechoareír,perolasolaideamedanáuseas.
—Sí…Eso…,intenso—mascullo,yledoyunsorboalcafé.
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Miraelmóvilyseloguardaotravezenelbolsillo.
—Kimberly y Christian bajarán dentro de unos minutos. —Sonríe—. ¿Hardin
sigueaquí?
—No,ytampocovaavolver—replicotratandodefingirquenomeimporta—.
¿Hasdormidobien?—preguntoparacambiardetema.
—Sí,peroestabapreocupadoporti.
Sumiradaseposaenmicuelloymerecolocoelpeloporsisemeveelchupetón.
—¿Yeso?—digo.
—¿Puedopreguntartealgo?Noquieroquetesientemalninada…—lodicecon
tonocautoyesomeponeunpoconerviosa.
—Sí…,adelante.
—¿Alguna vez… alguna vez te ha hecho daño Hardin? —me suelta entonces
mirandoalsuelo.
—¿Qué?Discutimosconstantemente,asíque,sí,mehacedañoatodashoras—le
contesto.Luegoledoyotrosorboaladeliciosatazadecafé.
Trevormemiraconojosdecordero.
—Merefieroafísicamente—musita.
Ladeo la cabeza para poder verlo bien. ¿Me está preguntando si Hardin me ha
pegadoalgunavez?Mequieromorir.
—¡No!—exclamo—.Porsupuestoqueno.Élnuncaharíaalgoasí.
Porsumirada,séquenoerasuintenciónofenderme.
—Perdona…Essóloqueparecemuyviolentoysiempreestáenfadado.
—Hardin está enfadado con el mundo y a veces se pone violento, pero nunca,
jamás,mepondríalamanoencima.
Resultararo,peroTrevormeestácabreandoporacusaraHardindeunacosaasí.
Élnoloconoce…Aunque,porlovisto,yotampoco.
Permanecemosdepievariosminutosensilencioyledoyvueltasalasuntohasta
queveoelpelorubiodeKimberlyacercándoseanosotros.
—Perdóname, de verdad. Sólo es que creo que te mereces que te traten mucho
mejor—añadeTrevorenvozbajaantesdequelosdemásseunananosotros.
—Meencuentrofatal.Peorquefatal—gruñeKimberly.
—Yo también. La cabeza me va a explotar —comparto con ella mientras
recorremosellargopasilloqueconducealasaladecongresos.
—Sí,perotútienesunaspectomagníficoyyotodavíallevopegadaslaslegañas
—añade.
—Estáspreciosa—lediceChristian,ylabesaenlafrente.
—Gracias,cariño,perotúnoeresobjetivo.—Kimberlyseríeyacontinuaciónse
masajealassienes.
—Parecequeestanochenovamosasalir—intervieneTrevorconunasonrisa.
Todoelmundoestádeacuerdoconél.
Llegamosalcongresoyvoydirectaalamesadeldesayunoacogeruncuencode
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cereales.Comomásdeprisadeloquedeberíaynopuedodejardepensarenloque
dijoHardin.Mehabríagustadopoderbesarlounavezmás…No,no,mal.Seveque
todavíaestoyborracha.
Los seminarios se suceden con rapidez, y aunque Kimberly gruñe porque el
volumendelmicrófonodeloradorprincipalestádemasiadoalto,amediodíamidolor
decabezayacasihadesaparecido.
Mediodía. Hardin ya debe de haber llegado a casa. Seguro que está con Molly.
Seguro que se ha ido directamente a buscarla sólo para fastidiarme. ¿Se habrán
acostado ya en nuestro antiguo dormitorio? ¿En la cama que era para nosotros?
Recuerdo sus caricias y cómo gemía mi nombre anoche, y de repente el cuerpo de
Molly sustituye al mío. Lo único que veo es a Hardin con Molly. A Molly con
Hardin.
—¿Mehasoído?—preguntaTrevorsentándoseamilado.
Sonríoparadisculparme.
—Perdona,teníalacabezaenotraparte.
—Como esta noche nadie quiere salir, me preguntaba si te gustaría cenar
conmigo.—Mirosusrelucientesojosazulesy,comotardoenresponder,tartamudea
—:Sinoteapetece…,nopasanada.
—Laverdadesquemeencantaría—ledigo.
—¿De verdad? —Por fin respira. Se nota que pensaba que lo iba a rechazar, y
másdespuésdelmodoenqueHardinsecomportóconélanoche.
Durante las siguientes cuatro horas de charlas y conferencias, dejo que mi
corazón disfrute sabiendo que Trevor aún quiere salir conmigo después de que el
energúmenodemiexlohayaamenazado.
—Qué bien que por fin ha terminado. Necesito dormir —gruñe Kimberly mientras
subimosalascensor.
—Parecequeteestáshaciendomayor—seburlaChristian,yellaponelosojosen
blancoyapoyalacabezaensuhombro.
—Tessa, mañana por la mañana, mientras ellos están reunidos, nosotras nos
iremosdecompras—diceantesdecerrarlosojos.
Pormí,perfecto.IgualqueunacenatranquilaenSeattleconTrevor.Dehecho,
suenademaravilladespuésdeminochesalvajeconHardin.Nomeestágustandomi
comportamiento este fin de semana: he besado a un desconocido y prácticamente
obliguéaHardinaqueseacostaraconmigo.Yahoramevoyacenarconotrotío.No
obstante,esteúltimoeselmenosmalodetodos,yséquenohabrásexoconél.
«Puede que tú no tengas sexo, pero seguro que Hardin y Molly…», empieza a
decirmisubconsciente.Quépesado,yameestátocandolasnarices.
Alllegaralapuertademihabitación,Trevorsedetieneydice:
—Pasaréarecogertealasseisymedia,siteparecebien.
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Lesonrío,asientoyentroenlaescenadelcrimen.
Iba a intentar echarme una siesta antes de salir a cenar con él, pero termino
dándome otra ducha. Me siento sucia después de todo lo que ocurrió anoche y
necesitoquitarmeelolordeHardindelapiel.Hacedossemanasestabaseguradeque
eldíadehoyibaasermuydistinto.Hardinyyoestaríamoshaciendolasmaletaspara
iravisitarasumadreaLondresporNavidad.Ahoranisiquieratengodóndevivir,lo
quemerecuerdaquedebodevolverlelasllamadasamimadre.Anochemetelefoneó
milveces.
Salgodeladucha,empiezoamaquillarmeymarcosunúmero.
—Hola,Tessa—respondecortante.
—Perdona que no pudiera llamarte anoche. Estoy en Seattle, en el congreso de
edición,yayerestuvimoscenandohastatardeconunosclientes.
—Anda,miraquébien.¿EstáHardinahí?—pregunta.Ésanomelaesperaba.
—No…¿Porquélodices?—contestohaciéndomelaloca.
—Porquemellamóanocheintentandoaveriguardóndeestabas.Nomegustaque
lehayasdadominúmero.Sabesloqueopinodeél,Theresa.
—Yonolehedadoelnúmero…
—Creíaquehabíaisroto—mecorta.
—Hemos roto. Yo rompí con él. Será que necesita preguntarme algo sobre el
apartamentooalgoparecido—miento.
Debíadeestarmuydesesperadoparallamaracasademimadre.Mealegro,pero
tambiénmeduele.
—Ya que lo mencionas, no vamos a poder encontrarte habitación en una
residenciahastapasadaslasvacacionesdeNavidad.Comonotienesqueiratrabajar
ytampocohabráclases,puedesquedarteaquíhastaentonces.
—Ah…Vale.
No quiero pasar las vacaciones de Navidad con mi madre, pero ¿acaso tengo
elección?
—Teveoellunes.Y,Tessa,sisabesloqueteconviene,procuranoacercarteaese
chico—diceantesdecolgar.
Una semana en casa de mi madre. El infierno. No sé cómo he podido vivir allí
durantedieciochoaños.Laverdadesquenomehabíadadocuentadelohorribleque
era hasta que disfruté de un poco de libertad. A lo mejor, como Hardin se va a
Inglaterraelmartes,podríapasardosnochesmásenelmotelyluegoquedarmeenel
apartamento hasta que él regrese. No me apetece nada volver allí, pero firmé el
contratodealquileryHardinnotieneporquéenterarse.
Miroelmóvilyveoquenimehallamadonimehaenviadoningúnmensaje.Lo
sabía.NomepuedocreerqueseacostaraconMollyymelorestregaraluegoporla
cara. Lo peor es que, si no le hubiera soltado que besé a un tipo, no me lo habría
contado. Igual que lo de la apuesta con la que empezó nuestra «relación». Y eso
significaquenopuedoconfiarenél.
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Terminodearreglarmeydecidoponermeunvestidonegro,sinadornos.Misdías
defaldasplisadasdelanasoncosadelpasado.Meaplicootracapadecorrectorenel
cuelloyesperoaquellegueTrevor.Comoeradeesperar,llamaalapuertaalasseisy
mediaenpunto.
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CAPÍTULO20
Hardin
Contemplolaenormecasademipadresindecidirmeaentrar.
Karenhaadornadoeljardíncondemasiadasluces,pequeñosárbolesdeNavidad
y lo que parece ser un reno bailarín. Un Santa Claus hinchable se retuerce con el
viento,escomosiseestuvieraburlandodemí.Salgodelcocheypedazosdebilletes
deaviónrotosrevoloteanporelasientohastaquecierrolapuerta.
Voyatenerquellamarparaquemereembolsenlosbilletesomeloscambienpor
otros;delocontrario,habrétiradodosmilpavosalabasura.Deberíairmeyosoloy
escapardeestepaísdemierdaunatemporadapero,noséporqué,volveracasa,a
Londres,nomeapetecenadasinTessa.Menosmalqueamimadrenolehaparecido
malaidealodeveniraverme.Dehecho,medalaimpresióndequelehaceilusión
veniraEstadosUnidos.
Toco el timbre e intento buscar una excusa que explique qué hago aquí. Pero
Landonapareceantesdequesemeocurranada.
—Hola—losaludocuandoabrelapuerta.
—¿Hola?—pregunta.
Memetolasmanosenlosbolsillos,sinsaberquédecirniquéhacer.
—Tessanoestáaquí—diceyendoalasaladeestar,indiferenteamipresencia.
—Sí…Yalosé.EstáenSeattle—digopisándolelostalones.
—¿Entonces?
—Pues…Hevenidoa…ahablarcontigo…oconmipadre.Quierodecir,Ken—
divago.
—¿Hablar?¿Dequé?
Sacaelpuntodellibroquellevaenlamanoyempiezaaleer.Quieroarrancárselo
delasmanosytirarloalfuegodelachimenea,peroesonovaallevarmeaninguna
parte.
—DeTessa—respondoenvozbaja.Ledoyvueltasalpiercingdellabioconlos
dedos,esperandoqueLandonseecheareír.
Élmemiraycierraellibro.
—Aversiloentiendo…Tessanoquieresabernadadetiyporesohasvenido…
¿ahablarconmigo?¿Ocontupadre?¿Inclusoconmimadre?
—Sí… Supongo… —Joder, qué pesado es. Como si esto no fuera ya bastante
humillante.
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—Vale… Y ¿qué te hace pensar que me importas un pimiento? Personalmente,
creoqueTessanodeberíavolveradirigirtelapalabray,aestasalturas,creíaqueya
habríaspasadoalasiguiente.
—Noseascapullo.Yaséquelahecagado…,perolaquiero,Landon.Yséque
ellamequiereamí.Loqueocurreesqueestámuydolida.
Élrespirahondoyserascalabarbillaconlosdedos.
—No sé, Hardin. Lo que le has hecho no tiene perdón. Confiaba en ti y la
humillastedelantedetodoelmundo.
—Losé…,losé.Joder,¿tecreesquenolosé?
Suspira.
—Bueno,sihasvenidoaquíapedirayuda,imaginoquecomprendeslomalque
estálasituación.
—Y¿quécreesquedeberíahacer?Nocomosuamigo,sinocomomi…,yasabes,
comoelhijastrodemipadre.
—¿Quieresdecircomotuhermanastro?Tuhermanastro.—Landonsonríe.Pongo
losojosenblancoyélseríe—.¿Haspodidohablarconella?
—Sí…Dehecho,anochefuiaSeattleydejóquemequedaraconella—ledigo.
—¿Qué?—inquieremuysorprendido.
—Sí. Estaba borracha. Muy borracha, y prácticamente me obligó a que me la
follara. —Por su expresión, entiendo que no he elegido bien las palabras—.
Perdona… Me obligó a que me acostara con ella. Bueno, no tuvo que obligarme,
porqueyoqueríahacerlo,¿cómoibaadecirlequeno?…Es…es…
«¿Porquélecuentotodoesto?»
Landonagitalamanoenelaire.
—¡Vale,vale!Yalopillo.
—Enfin,queestamañanalehedichounagilipollezquenodeberíahaberledicho
sóloporquemehacontadoquehabesadoaotro.
—¿Tessahabesadoaotro?—preguntaconincredulidad.
—Sí…,aunpavoenunputoclub—gruño.Noquieronipensarlo.
—Madremía,síquedebedeestarcabreadacontigo.
—Losé.
—Y¿quéesesoquelehasdichoestamañana?
—LehedichoqueayermefolléaMolly—confieso.
—¿Enserio?Quierodecir…,¿deverdadteacostasteayerconMolly?
—No,joder,no.—Niegoconlacabeza.
«¿Quédemoniosestápasando?¿Cómoesqueestoyteniendounacharlararísima
acorazónabiertonimásnimenosqueconLandon?»
—Y¿porquéselohasdichoentonces?
—Porque estaba cabreado. —Me encojo de hombros—. Porque había besado a
otro.
—Vale… O sea, que le has dicho que te has acostado con Molly sabiendo que
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Tesslaodiasóloparahacerledaño.
—Sí…
—Granidea—replica,yponelosojosenblanco.
Entoncesleborroelsarcasmodelacarasoltandounabomba:
—¿Túcreesquemequiere?—Tengoquesaberlo.
Landonlevantalacabeza,sehapuestomuyserioderepente.
—Nolosé…—Mientedepena.
—Dímelo.Laconocesmejorquenadie,aunquenotantocomoyo.
—Tequiere,peroporelmodoenquelatraicionaste,estáconvencidadequetúno
lahasqueridonunca.
Semevuelveapartirelcorazón.Ynomepuedocreerqueleestépidiendoayuda,
perolanecesito.
—¿Quépuedohacer?¿Vasaecharmeunamano?
—Nolosé…—Memirasinsaberquédecir,peroseguroquenotalodesesperado
queestoy—.Supongoquepuedointentarhablarconella.Ellunesessucumpleaños.
Esolosabes,¿no?
—Sí, claro que lo sé. ¿Has hecho planes con ella? —le pregunto. Más le vale
responderqueno.
—No,mehadichoqueibaairacasadesumadre.
—¿Acasadesumadre?¿Porqué?¿Cuándohashabladoconella?
—Mehaenviadounmensajehaceunpardehoras.Y¿quéotracosavaahacer?
¿Pasarsucumpleañossolaenunmotel?
Decido ignorar ese último comentario. Si no hubiera perdido los nervios esta
mañana,esposiblequemehubieradejadoquedarmeestanochetambiénconella.Y
ahoraestáenSeattleconeldichosoTrevor.
Se oyen pasos que bajan la escalera y mi padre aparece en la puerta instantes
después.
—Mehaparecidooírtuvoz…
—Sí…HevenidoahablarconLandon—miento.
Bueno, es una verdad a medias. He venido a hablar con el primero que pillase.
Soypatético.
Mipadreparecesorprendido.
—¿Ah,sí?
—Sí.Otracosa,mamállegaelmartesporlamañana—ledigo—.Parapasarlas
Navidades.
—Mealegrasaberlo.Teechamuchísimodemenos.
Megustaríacontestarle,soltarlealgúncomentariosobrelamierdadepadreque
es,peronotengofuerzas.
—Bueno,osdejoquehabléis—añade,ysevuelveparasubirporlaescalera—.
Oye,Hardin…—diceamitaddecamino.
—¿Sí?
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—Mealegraverteaquí.
—Vale—contesto.Noséquéotracosadecir.
Mipadremesonríeysiguesubiendo.
Vayadíademierda.Meduelelacabeza.
—Bueno…Puesyamevoy…—ledigoaLandon.
Asiente.
—Haréloquepueda—meprometemientrasmeacompañaalasalida.
—Gracias—digo.Y,cuandolosnosquedamosdepieincómodosenelumbral,
mascullo—: Sabes que no voy a darte un abrazo ni a hacer ninguna otra gilipollez
parecida,¿no?
Salgoylooigoreírseycerrarlapuerta.
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CAPÍTULO21
Tessa
—¿TienesplanesparaNavidad?—mepreguntaTrevor.
Levanto un dedo para indicarle que espere un momento mientras saboreo este
bocadoderavioli.Lacomidaesexcelente;nosoyunaexperta,peroesterestaurante
porlomenosdebedeserdecincotenedores.
—La verdad es que nada del otro mundo —contesto al cabo—. Voy a pasar la
semanaencasademimadre.¿Ytú?
—Voyatrabajarcomovoluntarioenuncomedorsocial.Laverdadesquenome
gusta mucho volver a Ohio. Tengo allí tías y primos, pero desde que mi madre
murió…Allínohaynadaparamí—meexplica.
—Sientomucholodetumadre,Trevor.Aunqueestodoundetallequetrabajesde
voluntario.
Sonríoparamostrarlemisimpatíaymellevoalabocaelúltimotrozoderavioli.
Me sabe tan bien como el primero, pero después de lo que me ha contado Trevor,
disfrutomenosconlacomidaapesardequeapreciolacenaaúnmás.¿Noesraro?
Seguimoscharlandoymepongolasbotasconunatartadechocolatesinharina
bañadadecaramelo.Mástarde,cuandolacamareratraelacuenta,élsacalacartera.
—Noserásunadeesasmujeresqueinsistenenpagaramedias,¿verdad?
—Ja.—Merío—.Puede,siestuviéramosenunMcDonald’s…
Trevorseríeperonodicenada.Hardinhabríahechoalgúncomentarioestúpido
sobrecómoacabodehacerretrocederelfeminismomediosiglo.
Vuelve a caer una especie de aguanieve y Trevor me dice que espere en el
restaurantemientrasélbuscauntaxi.Esmuyconsiderado.Alcabodepocosminutos,
mehacegestosalotroladodelcristalysalgocorriendodelrestauranteparasubiral
coche.
—¿Cómo es que quieres trabajar en el mundo editorial? —me pregunta de
caminoalhotel.
—Meencantaleer,nohagootracosa.Esloúnicoquemeinteresa,asíqueesla
carreraperfecta.Algúndíameencantaríaserescritora,peroporahoradisfrutomucho
conloquemepermitenhacerenVance—ledigo.
Sonríe.
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—Amímepasaigualconlacontabilidad.Tampocomeinteresanadamás.Desde
pequeñosupequeacabaríatrabajandoconnúmeros.
Aborrezcolasmatemáticas,perosonríomientrasélsiguehablandodeltema.
—¿Tegustaleer?—preguntocuandoporfinsecallayeltaxisedetienedelante
delhotel.
—Sí,másomenos.Peronoleoficción.
—Anda…,y¿porquéno?—Nopuedoevitarpreguntárselo.
Seencogedehombros.
—Nomevalaficción.—Saledeltaxiymeofrecelamano.
—¿Cómoesposible?—preguntoaceptándolaysaliendoamivez—.Lalectura
es la mejor manera de escapar de las preocupaciones del día a día, de poder vivir
cientos,inclusomilesdevidasdistintas.Loquenoesficciónnotieneesepoder,note
cambiadelmismomodoquelaficción.
—¿Laficcióntecambia?
—Sí,tecambia.Sinoteafecta,aunquesóloseaunpoco,esquenoestásleyendo
el libro adecuado. —Mientras atravesamos el vestíbulo contemplo los maravillosos
cuadros que adornan las paredes—. Me gusta pensar que todas las novelas que he
leído hasta ahora ya forman parte de mí, que me han hecho como soy, en cierto
sentido.
—¡Eresmuyapasionada!—diceriéndose.
—Sí…Supongoquesí—convengo.
Hardin estaría de acuerdo conmigo y podríamos seguir charlando de lo mismo
durantehoras,inclusodías.
En el ascensor ninguno de los dos dice gran cosa y, cuando bajamos, Trevor
caminaunpasodetrásdemítodoelpasillo.Estoycansadaylistaparairmeadormir,
yesoquesólosonlasnueve.
Élsonríecuandollegamosalapuertademihabitación.
—Lohepasadodemaravillaestanoche.Graciasporcenarconmigo.
—Graciasatiporhabermeinvitado.—Ledevuelvolasonrisa.
—De verdad que he disfrutado mucho con tu compañía. Tenemos mucho en
común. Me encantaría volver a verte. —Espera mi respuesta y luego puntualiza—:
Fueradeltrabajo.
—Claro,amítambiénmegustaría—digo.
Da un paso hacia mí y me quedo helada. Me pone la mano en la cadera y se
acerca.
—Creo…quenoeselmejormomento—añadoconvozaguda.
Seponecoloradocomountomatedelavergüenzaymesientomuyculpablepor
haberlorechazado.
—Locomprendo.Serámejorquemevaya—dice—.Buenasnoches,Tessa—y
seva.
Encuantoentroenmihabitación,dejoescaparunenormesuspiro.Nomehabía
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percatadodequeheestadoreprimiéndolotodalanoche.Mequitoloszapatosyme
pregunto si debo desvestirme o tumbarme un rato. Estoy cansada, muy cansada.
Decidotumbarmeunratoymequedodormidaencuestióndeminutos.
EldíaconKimberlysemepasavolandoy,másquecomprar,compartimoscotilleos.
—¿Quétalanoche?—pregunta.
Lamujerquemeestápintandolasuñaslevantalacabezaparaoírnosmejor,yle
sonrío.
—Estuvo bien. Hardin y yo salimos a cenar —digo, y Kimberly pone cara de
perplejidad.
—¿Hardin?
—Trevor.QueríadecirTrevor.—Sinomeestuvieranpintandolasuñas,medaría
debofetadas.
Terminandehacernoslamanicuraybuscamosunosgrandesalmacenes.Miramos
unmontóndezapatosyencuentromuchascosasquemegustan,peronadaqueme
apetezcacomprarme.Kimberlycompravariasblusasycamisetascontalentusiasmo
quenohacefaltaquemedigaqueleencantairdecompras.
Pasamosjuntoalaseccióndecaballerosyescogeunacamisaazulmarino.
—Creo que también le voy a comprar una camisa a Christian. Es divertido,
porqueodiaquemegastedineroenél.
—Pero¿aél…no…nolesobra?—pregunto.Esperonoparecerunaentrometida.
—Yatedigo.Lesaleporlasorejas.Peromegustapagarmipartecuandosalimos.
Noestoyconélporsudinero—diceconorgullo.
MealegrodehaberconocidoaKimberly.EllayLandonsonmisúnicosamigos
ahoramismo.Ynuncahetenidomuchasamigas,asíqueestoesnuevoparamí.
Apesardeeso,mealegrocuandoChristianenvíasucochearecogernos.Melohe
pasado genial en Seattle, pero también ha sido un fin de semana horrible. Duermo
todoeltrayectodevueltaacasaypidoquemedejenenelmotel.Paramisorpresa,
micochemeestáesperando.Aparcadodondelodejé.
Pagodosnochesmásyleescriboamimadreparadecirlequenomeencuentro
bien y que creo que es una intoxicación alimentaria. No me contesta. Enciendo el
televisorymepongoelpijama.Nodannada,nadaquevalgalapena,ylaverdades
queprefieroleer.Cojolasllavesdelcocheysalgoabuscarmimaleta.
Cuando abro la puerta del coche veo una cosa negra. ¿Un lector de libros
electrónicos?
Locojoyleoelpequeñopósitquellevapegadoenlapartesuperior:
«Felizcumpleaños,Hardin»,dice.
Elcorazónparecequemevaaexplotaryluegomedaunvuelco.Nuncamehan
gustado estos aparatos, prefiero un libro de verdad, palpar el papel. Pero, tras el
congreso,hecambiadoligeramentedeopinión.Además,asímeserámásfácilllevar
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conmigolosmanuscritosdeltrabajosintenerquemalgastarpapelimprimiéndolos.
Aun así, cojo el ejemplar de Cumbresborrascosas de Hardin de la guantera y
vuelvoamihabitación.Cuandoenciendoelaparatoprimerosonríoyluegomeecho
allorar.Enlapantalladeiniciohayunapestañaenlaquepone«Tess».Latococon
eldedoyapareceunalargalistaquecontienetodaslasnovelasdelasqueHardiny
yohemoshablado,discutidoeinclusoaquellasdelasquenoshemosreído.
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CAPÍTULO22
Tessa
Cuandoporfinmedespiertosonlasdosdelatarde.Norecuerdocuándofuelaúltima
vez que dormí hasta después de las once, y creo que nunca había dormido hasta la
tarde,peromeperdonoporqueanocheestuveleyendoyjugandoconelmaravilloso
regalodeHardinhastaaltashoras.Estantanconsiderado…Eselmejorregaloque
mehanhechonunca.
Cojoelmóvildelamesilladenocheyrevisolasllamadasperdidas.Haydosde
mi madre, una de Landon. Tengo unas pocas felicitaciones de cumpleaños en el
buzón,entreellas,unadeNoah.Nuncamehaimportadomuchomicumpleaños,la
verdad,perotampocomeapasionalaideadepasarlosola.
Bueno, no estaré sola. Catherine Earnshaw y Elizabeth Bennet son mejor
compañíaquemimadre.
Pidounmontóndecomidachinaymepasoeldíaenpijamaenlahabitación.Mi
madre se pone hecha una furia cuando la llamo para decirle que no me encuentro
bien.Séquenomecreeperoelcasoesquemeimportaunbledo.Esmicumpleaños
ypuedohacerloquemedélagana,ysiloquemeapeteceestumbarmeenlacama
concomidachinaymijuguetenuevo,puesesoesloquevoyahacer.
Mis dedos intentan marcar el número de Hardin unas cuantas veces, pero se lo
impido.Pormuymaravillosoqueseasuregalo,seacostóconMolly.Cadavezque
creoquenopuedehacermemásdaño,vaysesupera.Empiezoapensarenmicena
del sábado con Trevor, que es tan amable y encantador. Dice lo que siente y me
regalacumplidos.Nomegritanimehacerabiar.Nuncamehamentido.Nuncatengo
que adivinar lo que piensa o lo que siente. Es inteligente, educado y tiene éxito, y
trabaja como voluntario en un comedor social durante las vacaciones. Comparado
conHardin,esperfecto.
El problema es que no debería compararlo con Hardin. Trevor es un poco
aburrido y no comparte conmigo la misma pasión por las novelas que sentimos
Hardinyyo.Perotampococompartimosunpasadodemierda.
LoquemásmecabreadeHardinesqueenrealidadmeencantasupersonalidad,
inclusosumalaeducación.Esdivertido,ingeniosoymuydulcecuandoquiere.Este
regalo me está mareando. Que no se me olvide lo que me ha hecho. Todas las
mentiras,lossecretosyladevecesquesehatiradoaMolly.
LemandounmensajeaLandonparadarlelasgraciasymecontestaalospocos
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segundosparapedirmeladireccióndelmotel.Quierodecirlequenohacefaltaque
conduzcahastaaquí,perotampocomeapetecepasarloquequedademicumpleaños
completamente sola. No me visto pero me pongo el sujetador y espero a Landon
leyendo.
Llama a la puerta una hora después y, cuando abro, su amable sonrisa me hace
sonreír.Medaunabrazo.
—Felizcumpleaños,Tessa.
—Gracias—lecontesto,yloestrechoconfuerza.
Mesueltaysesientaenlasilladelescritorio.
—¿Tesientesmásmayor?
—No… Bueno, sí. Siento como si la semana pasada hubiera envejecido diez
años.
Sonríetímidamenteperonohacecomentarios.
—He pedido comida china… Ha sobrado mucha, si tienes hambre… —le
ofrezco.
Se da la vuelta, coge uno de los recipientes de poliestireno y un tenedor de
plásticodelescritorio.
—Gracias.¿Estoesloquehasestadohaciendotodoeldía?—seburla.
—Yaves.—Meríoymesientoconlaspiernascruzadassobrelacama.
Mientrasmastica,miradetrásdemíyenarcaunaceja.
—¿Tienesunlibroelectrónico?Creíaqueodiabasesostrastos.
—Bueno… Así era, pero ahora creo que me encantan. —Cojo el aparato y lo
contemploconadmiración—.¡Milesdelibrosenlapuntadelosdedos!¿Acasohay
algomejor?—Sonríoyladeolacabeza.
—Nohaynadamejorquehacerseunregaloeldíaenquecumplesaños—dice
conlabocallena.
—Enrealidad,esunregalodeHardin.Melohadejadoenelcoche.
—Vaya.Estodoundetalle—reponeconuntonodevozmuypeculiar.
—Sí,desdeluego.Inclusohacargadounmontóndenovelasmaravillosasy…—
Mecontengo.
—Y¿quéteparece?—pregunta.
—Pues me confunde aún más. A veces tiene este tipo de detalles superbonitos,
peroalmismotiempoescapazdehacermelascosasmáshirientes.
Landonsonríeydiceblandiendoeltenedor:
—Perotequiere.Pordesgracia,elamoryelsentidocomúnnosiemprevandela
mano.
Suspiro.
—Nosabeloqueeselamor.
Leolalistadenovelasrománticasycaigoenlacuentadequeelsentidocomún
nosueleaparecerenningunadelastramas.
—Ayervinoahablarconmigo—dice,yelregalosemecaesobreelcolchón.
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—¿Cómodices?
—Sí,yalosé.Paramítambiénfuetodaunasorpresa.Vinoabuscarmeamí,asu
padre,oamimadre—explica,ymeneolacabeza.
—¿Paraqué?
—Parapedirayuda.
Empiezoapreocuparme.
—¿Ayuda?¿Conqué?¿Estábien?
—Sí…Bueno,no.Mepidióqueleecharaunamanocontigo.Estáhechopolvo,
Tessa.Imagínatecómodebíadeestarparairacasadesupadre.
—Y¿quédijo?
No me imagino a Hardin llamando a la puerta de casa de su padre para pedirle
consejossobrerelaciones.
—Que te quiere. Que quiere que lo ayude a convencerte de que le des otra
oportunidad.Deseabaquelosupierasporquenoquieroocultartenada.
—Nosé…noséquédecir.Esincreíblequeacudieraati.Quepidieraayuda.
—Pormuchoqueodieadmitirlo,noeselmismoHardinScottqueconocí.Incluso
bromeóacercadedarmeunabrazo.
Seechaareír.
Nopuedoevitarqueamítambiénmedélarisa.
—¡Nomelocreo!—Noséquépensardetodoesto,perolodeabrazaraLandon
tienegracia.Cuandodejodereír,lomiroymeatrevoapreguntar—:¿Túcreesque
mequieredeverdad?
—Sí. No sé si deberías perdonarlo, pero si de algo estoy seguro es de que te
quiere.
—Peromemintió,meconvirtióenelhazmerreírdelcampus;apesardehaberme
dichoquemequería,fueylescontóloquehabíapasadoentrenosotros.Yluego,en
cuantoempiezoapensarquepodríaolvidarelasunto,vayseacuestaconMolly.
Las lágrimas me escuecen en los ojos, cojo la botella de agua de la mesilla de
nocheybeboparaintentardistraerme.
—Noseacostóconella—reponeLandon.
Meloquedomirando.
—Lohizo—contesto—.Melodijo.
Éldejadecomeryniegaconlacabeza.
—Sólolodijoparahacertedaño.Séquenomejoramucholascosas,peroambos
tenéistendenciaacombatirelfuegoconfuego.
Miro a Landon y lo primero que se me pasa por la cabeza es que Hardin es un
hacha. Ha conseguido que su hermanastro se crea sus mentiras. Pero luego pienso:
«¿Y si de verdad no se acostó con Molly?». Sin eso, ¿sería capaz de perdonarlo?
Estabadecididaanohacerlo,peronoconsigolibrarmedeél.
Y,comosieluniversoseburlarademí,enesemomentolapantalladelmóvilse
iluminaconunmensajedeTrevor:
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Felizcumpleaños,preciosa.
LeescribounagradecimientorápidoyluegoledigoaLandon:
—Necesitomástiempo.Noséquépensar.
Asiente.
—Meparecebien.¿QuévasahacerenNavidad?
—Esto —digo señalando los recipientes vacíos de comida para llevar y el libro
electrónico.
Cogeelmandoadistancia.
—¿Novasairteacasa?
—Aquímesientomásencasaqueconmimadre—digointentandonopensaren
lopatéticaquesoy.
—No puedes pasar la Navidad sola en un motel, Tessa. Deberías venir a casa.
Creoquemimadretecompróunascuantascosasantesdeque…yasabes.
—¿Antes de que mi vida se fuera a la mierda? —digo medio riéndome, y él
asiente—. En realidad, estaba pensando que, como Hardin se va mañana, podría
quedarmeenelapartamento…hastaquemedenhabitaciónenlaresidencia,quecon
suerteseráantesdequeélvuelvaasuhumildemorada.
Misituaciónestanabsurdaquenopuedoevitarreírmedeella.
—Sí… Eso deberías hacer —dice Landon con la mirada fija en la pantalla del
televisor.
—¿Túcrees?¿YsiHardinapareceoalgoasí?
Sindejardemirareltelevisor,responde:
—Pero¿novaaestarenLondres?
—Sí,tienesrazón.Además,mifirmaestáenelcontrato.
VemoslatelevisiónyhablamosdeDakota,queenbreveseiráaNuevaYork.Si
elladecidequedarseallí,élestápensandoentrasladarsealaNYUelañoqueviene.
Mealegroporél,peronoquieroquesevayadeWashington,aunquetampocovoya
decirle eso, claro está. Se queda hasta las nueve. Luego me meto en la cama y me
quedodormidaleyendo.
Alamañanasiguientemepreparopararegresaralapartamento.Noestoyconvencida
de volver allí, pero no tengo alternativa. No quiero aprovecharme de Landon, y de
ningunamaneravoyairacasademimadre,perosisigoenelmotelmequedarésin
dinero.Mesientoculpablepornoiracasademimadre,aunquelociertoesqueno
me apetece nada tener que oír sus comentarios insidiosos durante toda la semana.
PuedequevayaaverlaenNavidad,perohoyno.Tengocincodíasparadecidirlo.
Unavezheterminadodemaquillarmeyderizarmeelpelo,mepongounablusa
blanca de manga larga y unos vaqueros oscuros. Me gustaría quedarme en pijama,
perotengoqueiralatiendaacomprarcomidaparalospróximosdías.Simecomolo
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queHardinhayadejadoenelapartamento,sabráqueheestadoallí.Metomisescasas
pertenencias en mis maletas y corro al coche. Para mi sorpresa, le han pasado el
aspiradoryhueleunpocoamenta.Hardin.
Empiezaanevardecaminoalatienda.Comprosuficientecomidacomoparaque
medurehastaquehayadecididoquévoyahacerlospróximosdías.Esperoenlacola
pensandoenquémehabríacompradoHardinparaNavidad.Elregalodecumpleaños
hasidotanacertadoqueasaberquéselehabríaocurrido.Esperoquefueraunacosa
sencilla,nadacaro.
—¿Vasapasar?—oigoquegruñeunamujerdetrásdemí.
Cuandolevantolavista,lacajeraestáesperandoimpacienteyconcaradepocos
amigos.Nomehabíadadocuentadequeyanoquedabanadiedelante.
—Losiento—musitocolocandolacompraenlacintatransportadora.
Elpulsosemeaceleracuandollegoalparkingdelapartamento.¿Ysiaúnnose
haido?Sóloesmediodía.Buscosucocheconlamirada.Noestá.Esprobablequelo
hayadejadoenelaeropuerto.
«OpuedequelohayallevadoMolly.»
Mi subconsciente no sabe cuándo cerrar la boca. Decido que no está en casa,
aparcoycojolacompra.Nievaconfuerzayunafinacapadenievecubreloscoches
amialrededor.Almenosdentrodepocoestarécalentitaenelapartamento.Cuando
estoy delante de la puerta, respiro hondo antes de meter la llave en la cerradura y
entrar. Me encanta esta casa. Es perfecta para nosotros…, para él… o para mí, por
separado.
Abrolosarmariosdelacocinaylaneveraymesorprendeverqueestánllenosde
comida. Al parecer, Hardin ha hecho la compra hace poco. Meto mi comida donde
puedoyvuelvoalcocheapormiscosas.
NopuedodejardepensarenloquedijoLandon.EsalucinantequeHardinfueraa
pedirleconsejoaalguienyqueLandonestétansegurodequemequiere,cosaquesé
queheguardadoenlasprofundidadesyluegohetiradolallavepormiedoaqueme
dieraesperanzas.SimepermitoadmitirqueHardinmequiere,loúnicoqueestaría
haciendoseríaempeorarlascosas.
Encuantovuelvoalapartamentocierrolapuertayllevolasmaletasaldormitorio.
Sacocasitodamiropaylacuelgoenelarmarioparaquenosearrugue.Lomaloes
que usar el armario que iba a compartir con Hardin no hace más que retorcer de
nuevo la daga que llevo clavada en el corazón. Sólo ha colgado unos pocos
pantalones negros en el lado izquierdo. Tengo que contenerme para no colgarle las
camisetas que siempre lleva un poco arrugadas, y aun así se las apaña para estar
perfecto.Mirolacamisanegradevestirquecuelgademalamaneraalfondo,laque
sepusoparalaboda.Acaboatodaprisadecolgarlaropaymealejodelarmario.
Mepreparounosmacarronesyenciendolatele.Suboelvolumenparapoderoír
unantiguoepisodiode«Friends»quehevistoporlomenosveintevecesymemeto
enlacocina.Repitolosdiálogosmientrascargoellavavajillas;esperoqueHardinno
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lonote,peroesqueodioquehayaplatossuciosenelfregadero.Enciendounavelay
limpio la encimera. Antes de darme cuenta estoy barriendo el suelo, pasando la
aspiradoraporelsofáyhaciendolacama.Cuandoterminodelimpiarelapartamento,
pongolalavadoraydoblolaropaqueHardinsehadejadoenlasecadora.Eseldía
mástranquiloyserenoquehetenidoentodalasemana.Hastaqueoigovocesyveoa
cámaralentacómoseabrelapuerta.
«Mierda.» Ya está aquí, otra vez. Y ¿cómo es que siempre aparece cuando yo
estoy en el apartamento? Espero que no le haya dado las llaves a uno de sus
amigos… ¿Y si es Zed con una chica? «Me da igual quién sea, pero que no sea
Hardin,porfavor.»
Unamujeralaquenohevistonuncaentraporlapuertapero,dealgunamanera,
séquiénesalinstante.Elparecidoesinnegable,yespreciosa.
—Hardin,esunpisomuybonito—diceconunacentotanmarcadocomoeldesu
hijo.
«Esto…no…puede…estar…pasando.»Voyaquedarcomounapsicópataante
lamadredeHardin,conmicomidaenlosarmarios,laropaenlalavadoray
elapartamentocomoloschorrosdeloro.Mequedodepie,petrificada,yme
entraelpánico.
—¡Quéalegría!¡TúdebesdeserTessa!—mesonríeella,ycorrehaciamí.
Hardinentraporlapuerta,ladealacabezaydejalasmaletasconestampadofloral
desumadreenelsuelo.Sucaradesorpresaestodounpoema.Dejodemirarloyme
centroenlamujerquesemeacercaconlosbrazosabiertos.
—MellevéunadecepcióncuandoHardinmedijoqueestasemanaestaríasfuera
de la ciudad —dice estrechándome contra sí—. El muy pícaro me tenía bien
engañada.¡Menudasorpresa!
«¿Qué?»
Mecogeporloshombrosymeapartaparapodervermebien.
—¡Erespreciosa!—exclamaemocionada,ymedaotroabrazo.
Ledevuelvoelabrazoensilencio.Hardinpareceaterrorizadoyatónito.
Bienvenidoalclub.
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CAPÍTULO23
Tessa
LamadredeHardinmeabrazaporcuartavezyélporfinmasculla:
—Mamá,nolaatosigues.Esunpocotímida.
—Tienes toda la razón. Perdona, Tessa. Es que estoy muy contenta, por fin te
conozco.Hardinmehahabladomuchodeti—diceconafecto.
Noto que se me encienden las mejillas y ella da un paso atrás y asiente con
comprensión.Mesorprendequesepaqueexisto.Imaginabaque,comosiempre,me
manteníaensecreto.
—Tranquila—consigodecirapesardequeestoyhorrorizada.
LaseñoraDanielssonríefelizymiraasuhijo,queestádiciendo:
—Mamá,¿porquénovasalacocinaaporunvasodeagua?
SemarchayHardinsemeacercadespacio.
—¿Podemoshablar…unmomento…eneldormitorio?—tartamudea.
Asientoyechounvistazoalacocinaantesdeseguirloaldormitorioquesolíamos
compartir.
—Pero¿quédemoniosesesto?—preguntoenvozbajacerrandolapuerta.
Élhaceunamuecaysesientaenlacama.
—Lo sé… Lo siento. No he sido capaz de contarle lo que ha pasado. No podía
contarleloquehehecho.Y¿hasvenido…paraquedarte?—Lodiceconmásilusión
delaquepuedosoportar.
—No.
—Ah.
Suspiroymepasolasmanosporelpelo.Esegestomelohapegadoél,creo.
—Y¿ahoraquéhago?—lepregunto.
—Nolosé…—diceconunlargosuspiro—.Noesperoquemesigaslacorriente
ninada…Sólonecesitabaunpocomásdetiempoantesdecontárselo.
—Nosabíaqueibasaestaraquí.PensabaqueteibasaLondres.
—Cambiédeparecer.Noqueríairmesinti…—reponesinalientoyconlosojos
llenosdedolor.
—¿Hayalgunarazónporlaquenolehayascontadoqueyanoestamosjuntos?—
Nosésiquierooírlarespuesta.
—Estaba muy contenta porque había encontrado a alguien… No quería
entristecerla.
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RecuerdoqueKenmedijoquenuncapensóqueHardinfueracapazdeteneruna
relación, y estaba en lo cierto. Sin embargo, no quiero fastidiarle la estancia a su
madre, y desde luego no voy a decir lo que estoy a punto de decir por hacerle un
favoraél.
—Vale.Cuéntaselocuandocreasoportuno.Peronoledigasnadadelaapuesta.
Agacho la cabeza pensando que seguro que su madre sufriría al enterarse de lo
quehahechosuhijoparaperderasuprimeryúnicoamor.
—¿De veras? ¿Te parece bien que crea que seguimos juntos? —Parece más
sorprendido de lo que debería. Cuando asiento, respira aliviado—. Gracias. Estaba
convencidodequeibasadescubrirmedelantedeella.
—Yo nunca haría eso. —Y lo digo en serio. Por muy enfadada que esté con
Hardin,seríaincapazdearruinarlarelaciónconsumadre—.Meiréencuantoacabe
dehacerlacolada.Pensabaquenoestaríasencasa.Ibaaquedarmeaquíenvezdeen
elmotel.
Merevuelvoincómoda.Llevamosdemasiadoratoeneldormitorio.
—¿Notienesadóndeir?—pregunta.
—Puedoiracasademimadre,sóloquenomeapetece—confieso—.Elmotelno
estámal,peroesunpococaro.
Eslaconversaciónmáscivilizadaquehemosmantenidoentodalasemana.
—Séquenoaceptarásquedarteaquí,pero¿mepermitesquetedéalgodedinero?
Séquetememireacción.
—Nonecesitotudinero—repongo.
—Losé,sóloeraunofrecimiento.—Agachalacabeza.
—Serámejorquesalgamos—suspiro,yabrolapuerta.
—Ahoravoy—diceenvozbaja.
Nomegustalaideadeestarasolasconsumadre,peronopuedoquedarmeenel
pequeñodormitorioconHardin.Respirohondoysalgoporlapuerta.
Cuandoentroenlacocina,laseñoraDanielsmemiradesdeelfregadero.
—Noestáenfadadoconmigo,¿verdad?Noqueríaimportunarte.—Tieneunavoz
muydulce,nadaqueverconladesuhijo.
—No, claro que no. Sólo estaba… repasando algunas cosas para la semana —
miento.Semedafatalmentir,ysueloevitarloatodacosta.
—Me alegro. Sé que es muy temperamental. —Tiene una sonrisa tan afectuosa
quenopuedoevitardevolvérsela.
Me sirvo un vaso de agua para tranquilizarme y la señora Daniels empieza a
hablar.
—Mecuestaacostumbrarmealoguapaqueeres.Medijoqueeraslachicamás
bonitaquehabíaconocido,perocreíaqueeraunaexageracióndemihijo.
Conmenoseleganciaquelachicamásbonitaqueunchicohayaconocido,escupo
eltragodeaguadevueltaalvaso.«¿Hardinhadichoqué?»Quieropedirlequemelo
repita,perobebootrotragoparaintentardisimularmihorrendareacción.
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Seechaareír.
—Laverdadesqueteimaginabacubiertadetatuajesyconelpeloverde.
—No, nada de tatuajes. No son para mí. Ni tampoco el pelo verde. —Me río y
sientoquesemerelajanunpocoloshombros.
—VasagraduarteenFilologíaInglesa,comoHardin,¿verdad?
—Sí,señoraDaniels.
—¿SeñoraDaniels?LlámameTrish.
—EnrealidadestoyhaciendoprácticasenlaeditorialVance,asíquemihorario
declasesesunpocoraro,yahoramismoestamosdevacaciones.
—¿Vance?¿ChristianVance?—pregunta.Asiento—.Haceporlomenos…diez
añosquenoloveo.—Bajalavistaalvasoquetengoenlasmanos—.Hardinyyo
estuvimos viviendo con él durante un año después de que Ken… Bueno, eso no
importa. A Hardin no le gusta que me vaya de la lengua —añade con una risita
nerviosa.
No sabía que Hardin y su madre se hubieran quedado en casa del señor Vance,
pero sí que estaban muy unidos, mucho más que si Christian fuera sólo el mejor
amigodesupadre.
—SélodeKen—digointentandoquenosesientatanincómoda.
Sinembargo,deinmediatomepreocupaquecreaqueséloqueleocurrióaella,y
esperoquenosehayamolestado.
—¿Ah,sí?—contesta.
Intentosubsanarelerroryrespondo:
—Sí,Hardinmehacontado…
Dejodehablarencuantoélentraenlacocina,yhedeconfesarqueagradezcola
interrupción.
Enarcaunaceja.
—¿QuétehacontadoHardin?—inquiere.
Semedisparalatensiónpero,paramisorpresa,sumadremecubre.
—Nada,hijo,cosasdemujeres.
Seacercaaélylerodealacinturaconelbrazo.Hardinseapartaunpoco,como
por instinto. Ella frunce el ceño pero me da la sensación de que para ellos es lo
normal.
Lasecadorapita.Melotomocomounaseñalparasalirdelahabitaciónyacabar
dehacerlacolada.Cuantoantesmevaya,mejor.
Sacolaropacalientedelamáquinaymesientoenelsuelodelpequeñolavadero
paradoblarla.LamadredeHardinesunencantoymehabríagustadoconocerlaen
circunstancias normales. No estoy enfadada con Hardin. He pasado demasiado
tiempoenfadada.Estoytristeyextrañoloquepodríamoshabertenido.
Cuandoterminoconlacolada,medirijoaldormitorioahacerlasmaletas.Ojalá
nohubieracolgadolaropaenelarmarionihubieraguardadolacomidaenlacocina.
—¿Necesitasayuda,cariño?—mepreguntaTrish.
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—No,sóloestoyhaciendolamaletaparairmeacasademimadre—contesto.El
motelesdemasiadocaro,asíquenomequedaotra.
—¿Vasamarchartehoy?¿Ahoramismo?—Frunceelceño.
—Sí…LedijequeibaairacasaporNavidad—explico.
PorunavezquieroqueHardinaparezcaymesaquedeésta.
—Quépena.Esperabaquetequedarasalmenosunanoche.Quiénsabecuándo
volveré a verte… Me encantaría conocer a la chica de la que se ha enamorado mi
hijo.
De repente algo en mí quiere hacer feliz a esta mujer. No sé si es por haber
metidolapataaldecirlequesabíalodeellayKen,osiesporcómomehaprotegido
delantedeHardin.Peroséquenoquieropensarlodosveces,asíquehagocallarami
vocecitainterior,asientoydigo:
—Estábien.
—¿Deverdad?¿Vasaquedarte?Sóloseráunanoche.Luegopodrásirteacasade
tumadre.Además,noteconvieneconducirbajolanieve.
Medaelquintoabrazodeldía.
Bueno,ellaestaráaquíparasuavizarlascosasentreHardinyyo.Mientrasesté
presente no podemos pelearnos. Al menos, yo no pienso pelearme. Sé que es… la
peorideaquehetenidoenmivida,peroesdifícildecirlequenoaTrish.Igualquea
suhijo.
—Voyadarmeunaducharápida.¡Elvuelohasidomuylargo!—Sonríedeoreja
aorejayseva.
Medesplomosobrelacamaycierrolosojos.Vanaserlasveinticuatrohorasmás
largas y dolorosas de mi vida. Haga lo que haga, siempre acabo en el mismo sitio:
conHardin.
Abrolosojosunosminutosdespués.Hardinestádelantedelarmario,deespaldas
amí.
—Perdona, no quería molestarte —dice dándose la vuelta. Me incorporo. Está
muy raro, no para de disculparse—. He visto que has limpiado el apartamento —
comentaenvozbaja.
—Sí…Nohepodidoevitarlo.—Sonríoyélmesonríetambién—.Hardin,lehe
dichoatumadrequepasaríalanocheaquí.Sóloestanochepero,sinoteparecebien,
meiré.Mesabíamalporqueesmuyamableynohepodidodecirlequeno,perosi
vasaestarincómodo…
—Tessa, me parece bien —dice a toda prisa, aunque le tiembla la voz cuando
añade—:Quieroquetequedes.
No sé qué decir y no entiendo este extraño giro de los acontecimientos. Deseo
darlelasgraciasporsuregalo,peroahoramismonomecabenadamásenlacabeza.
—¿Lopasastebienayerentucumpleaños?—mepregunta.
—Sí.Landonvinoaverme.
—Ah…
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PeroentoncesoímosasumadreenelsalónyHardinsedisponeasalir.Sedetiene
antesdeabrirlapuertaymemira.
—Nosécómotengoquecomportarme.
Suspiro.
—Yotampoco.
Y,coneso,asienteylosdosnoslevantamosparareunirnosconsumadreenla
otrahabitación.
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CAPÍTULO24
Tessa
CuandoHardinyyoentramosenelsalón,sumadreestásentadaenelsofáyseha
recogidoelpelo.Parecemuchomásjovendeloqueesysuaspectoesimponente.
—Deberíamos alquilar alguna película. ¡Prepararé la cena! —exclama—. ¿Has
echadodemenoslacomidademamá,garbancito?
Hardinponelosojosenblancoyseencogedehombros.
—Claro.Ereslamejorcocineradelmundo.
Estonopodríasermásincómodo.
—¡Oye! ¡Que tampoco se me da tan mal! —Se echa a reír—. Y, gracias a ese
comentario,estanochetúereselchef.
Merevuelvoincómoda.NosécómocomportarmeconHardinahoraquenonos
estamospeleandoniestamosjuntos.Esunmomentomuyraroparaambos,aunquede
repentemedoycuentadequeespropiodenuestrarelación:KarenyKencreíanque
estábamossaliendomuchoantesdequeempezáramosasalir.
—Tessa,¿sabescocinar?—preguntaTrishsacándomedemiensimismamiento—.
¿OdeesoseencargaHardin?
—Lo hacemos entre los dos. Aunque, más que cocinar, preparamos cosas —
contesto.
—Mealegrodequeestéscuidandoamichico,yelapartamentoesmuybonito.
SospechoquelaquelimpiaesTessa.
Noestoycuidandodesuchicoporqueesoesloquesepierdeporhabermehecho
dañodeesamanera.
—Sí…Élesunguarro—respondo.
Hardinmemiraconunalevesonrisajugandoensuslabios.
—Nosoyunguarro…Ellaesdemasiadolimpia.
Pongolosojosenblanco.
—Esunguarro—exclamamosTrishyyoalunísono.
—¿Vamosaverunapelículauosvaisapasarlanochemetiéndoosconmigo?—
inquiereHardinconunmohín.
Mesientoenelsofáparanotenerquetomarlaincómodadecisióndedóndeme
acomodo.SéqueHardinnosestámirandoalsofáyamí,preguntándosequéhacer.
Alcabodeunmomentotomaasientoamiladoynotoelcalordesucercanía.
—¿Quéosapetecever?—preguntasumadre.
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—Medaigual—diceél.
—Eligetú.—Intentosuavizarsurespuesta.
Ellasonríeyelige50primerascitas,unapelículaqueestoyseguradequeHardin
debedeodiar.
Alinstante,élgruñeyempieza:
—¡Esapelículaesmásviejaquelatos!
—Chsss—ledigo,yresoplaperodejadeprotestar.
LopillomirándomevariasvecesmientrasTrishyyoreímosysuspiramosconla
película.Meloestoypasandobieny,duranteunosbrevesinstantes,casimeolvidode
todo lo que ha ocurrido entre Hardin y yo. Me cuesta no recostarme sobre él, no
acariciarlelamanooapartarleelpeloquelecaeenlafrente.
—Tengohambre—mascullacuandoacabalapelícula.
—Mivuelohasidomuylargo.¿PorquénococináisTessaytú?—sonríeTrish.
—Leestássacandomuchopartidoalodelvuelo,¿sabes?—replicaHardin.
Trishasienteyesbozaunamediasonrisaquelehevistounpardevecesasuhijo.
—Cocinoyo—meofrezco,ymelevanto.
Entroenlacocinaymeapoyoenlaencimera.Mecojoalbordedelmármolcon
másfuerzadelanecesaria,intentandorecobrarelaliento.Nosécuántotiempomás
podréseguirhaciendoesto,fingirqueHardinnolohaestropeadotodo,fingirquelo
quiero.«Loquiero,desgraciadamenteestoyenamoradadeél.»Elproblemanoesque
nosientanadaporestechicoegoístaytemperamental.Elproblemaesquelehedado
ya muchas oportunidades, que he mirado hacia otro lado para no ver las cosas tan
horriblesquehaceydice.Peroestoesdemasiado.
—Hardin, sé un caballero y échale una mano —oigo decir a Trish, y
corro al congelador, a fingir que no estaba teniendo un pequeño ataque de
nervios.
—Oye…,¿teayudo?—resuenasuvozenlapequeñacocina.
—Vale…—contesto.
—¿Polos? —pregunta, y miro lo que tengo en las manos. Iba a coger el pollo,
peromehedistraído.
—Sí,atodoelmundolegustanlospolos,¿no?—digo,ysonríeyaparecenesos
diabólicoshoyuelos.
«Puedo hacerlo. Puedo estar en la misma habitación que Hardin. Puedo ser
amableconélypodemosllevarnosbien.»
—Deberíashacerlapastaesaconpolloquepreparasteparamí—lesugiero.
Memirafijamenteconsusojosverdes.
—¿Esoesloqueteapetececomer?
—Sí,sinoesmuchotrabajo.
—Noloes.
—Hoyestásmuyraro—susurroparaquenuestrainvitadanopuedaoírnos.
—Quéva.—Seencogedehombrosydaunpasohaciamí.
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Semeaceleraelpulsoalverqueseagacha,ycuandoempiezoaapartarmecoge
lapuertadelcongeladorylaabre.
«Pensabaqueibaabesarme.Pero¿amíquémepasa?»
Preparamoslacenacasiencompletosilencio,ningunodelosdossabequédecir.
NolequitolosojosdeencimaaHardin,elmodoenquesuslargosdedossostienenla
basedelcuchilloparatrocearelpolloylasverduras,cómoserelamelascomisuras
deloslabioscuandopruebalasalsa.Séquemirarloasínomeayudaaserimparcial,
niessano,peronopuedoevitarlo.
—Voyaponerlamesamientrasledicesatumadrequelacenaestálista—digo
cuandotermina.
—¿Qué?Ahoralepegoungrito.
—No,esoesdemalaeducación.Veydíselo.
Ponelosojosenblancoperoobedece.Regresaalinstante,solo.
—Sehadormido—medice.
Loheoído,peroaunasípregunto:
—¿Qué?
—Sí.Sehaquedadofritaenelsofá.¿Ladespierto?
—No… Ha tenido un día muy largo. Le guardaré la comida para cuando se
despierte.Estarde.
—Sonlasocho.
—Sí…Muytarde.
—Supongo.
—Pero¿quétepasa?Séqueestoesmuyincómodo,perodetodosmodosestás
muyraro—señalosirviendodosplatossinpensar.
—Gracias—diceagarrandounoantesdesentarsealamesa.
Cojountenedordelcajónydecidocomerdepie,juntoalaencimera.
—¿Novasacontármelo?—insisto.
—¿Quétengoquecontarte?—Cargaeltenedoryempiezaacomer.
—Porquéestástan…callado…yerestan…amable.Esmuyraro.
Setomaunmomentoparamasticarytragarantesderesponder:
—Esquenoquieroabrirelpicoymeterlapata.
—Ah —digo. Es todo lo que se me ocurre. Esa respuesta no era la que me
esperaba.
Ledalavueltaalatortilla.
—Y¿túporquéestássiendotanamableyestástanrara?
—Porquetumadreestáaquíylopasadopasadoestá,nopuedohacernadapara
cambiarlo.Nopuedoestarenfadadatodalavida.—Meapoyoenlaencimeraconel
codo.
—¿Esoquésignifica?
—Nada.Sólodigoquequieroquenostratemosconcortesíaydejemosdepelear.
Nocambianadaentrenosotros.—Memuerdolalenguaparanoecharmeallorar.
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Envezderesponder,Hardinselevantayarrojaelplatoalapiladelfregadero.La
porcelanaseparteporlamitadconunsonorocrujidoydoyunsalto.Élnisiquiera
pestañea.Sevaaldormitoriosinecharlavistaatrás.
Me dirijo al salón para comprobar que su impulsividad no ha despertado a su
madre.Porsuerte,siguedurmiendo.Tienelabocaentreabiertadetalmodoqueaún
separecemásasuhijo.
Como siempre, me toca a mí recoger los platos rotos de Hardin. Cargo el
lavavajillas y guardo las sobras. Limpio la encimera. Estoy cansada, mentalmente
agotada,perotengoqueducharmeantesdeacostarme.¿Dóndevoyadormir?Hardin
estáeneldormitorioyTrishenelsofá.Alomejordeberíavolveralmotel.
Subounpocolacalefacciónyapagolaslucesdelsalón.Entroeneldormitorioa
cogerelpijama.Hardinestásentadoenelbordedelacama,conloscodosapoyados
en las rodillas y la cara entre las manos. No levanta la vista, así que cojo unos
pantalones cortos, unas bragas y una camiseta de mi maleta antes de salir de la
habitación.Cuandoestoyenlapuertaoigoalgoquepareceunsollozoahogado.
«¿Hardinestállorando?»
Nopuedeser.Noesposible.
Pero,porsiacaso,nopuedosalirdelahabitación.Vuelvoalacamaymepongo
delantedeél.
—¿Hardin? —digo en voz baja intentando apartarle las manos de la cara. Se
resisteytiroconmásfuerza—.Mírame—lesuplico.
Me quedo sin aire en los pulmones cuando lo hace. Tiene los ojos rojos y las
mejillasbañadasenlágrimas.Intentocogerlelasmanosperomeaparta.
—Vete,Tessa—dice.
Esacanciónyamelasé.
—No—repongoarrodillándomeentresuspiernas.
Selimpialosojosconeldorsodelamano.
—Estohasidounapésimaidea.Porlamañanaselocontarétodoamimadre.
—Noesnecesario.—Lecaenunascuantaslágrimasmás,peroyanoeselllanto
estremecedordeantes.
—Lo es. Tenerte tan cerca y tan lejos me está matando. Es el peor castigo
imaginable. No es que no me lo merezca… Pero es demasiado —solloza—. Hasta
paramí.
Respirahondo.
—Cuandoaccedisteaquedartepensé…quealomejor…quealomejortodavía
teimportabaigualquetúamí.Peroloveo,Tess,veocómomemirasahora.Veoel
daño que te he hecho. Veo cómo has cambiado por mi culpa. Sé que me lo he
buscado, pero aun así me mata ver cómo te me escurres entre los dedos. —Las
lágrimasfluyenahoramuchomásrápidoycaenensucamisetanegra.
Quierodecirlealgo,cualquiercosa,paraquepare.Paraquedejedesufrir.
Pero¿dóndeestabaélcuandoyomepasabalasnochesllorando?
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—¿Quieresquemevaya?—pregunto,yasiente.
Me duele su rechazo, incluso ahora. Sé que no debería estar aquí, que no
deberíamoshaceresto,peronecesitomás.Necesitomástiempoconél.Inclusoestos
momentospeligrososydolorosossonmejorquenada.Ojalánoloquisiera.Ojaláno
lohubieraconocido.
Peroloconozcoyloquiero.
—Vale.—Tragosalivaymepongodepie.
Mecogeporlamuñecaparadetenerme.
—Perdóname. Por todo. Por haberte hecho daño, por todo —dice con tono de
despedida.
Por mucho que me resista, en el fondo sé que no estoy preparada para que se
rinda. Por otra parte, tampoco estoy lista para perdonarlo. Llevo días confusa las
veinticuatrohoras,perolodehoynotienenombre.
—No…—empiezoadecir,peromeinterrumpo.
—¿Qué?
—Noquieroirme—digotanbajitoquenoestoyseguradequemehayaoído.
—¿Qué?—mepreguntaotravez.
—Noquieroirme.Séquedebería,peronoquiero.Almenos,noestanoche.
Juroque,trasdecireso,puedovercómolospedazosdeestehombredestrozado
sejuntanunoaunohastaquevuelveaestardeunapieza.Esprecioso,perotambién
aterrador.
—¿Esoquésignifica?
—No lo sé, pero tampoco estoy preparada para averiguarlo —digo con la
esperanzadepoderdescifrarestesentimientohablando.
Hardinmemiraperplejo,comosinohubieraestadollorando.Comounrobot,se
limpialacaraconlacamisetaydice:
—Vale.Túdormirásaquíyyoenelsuelo.
Cogedosalmohadasyunamantadelacamaynopuedoevitarpensarquepuede,
puede,quefueranlágrimasdecocodrilo.Peroséquenoesasí.Losé.
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CAPÍTULO25
Tessa
Bajoeledredón,noparodepensarenquenunca,nuncajamáspensabaqueveríaa
Hardinasí.Estabatandesvalido,tanvulnerable,temblandoporelllanto…Sientoque
ladinámicaentreélyyocambiaconstantemente,yunosiempretienemáspoderque
elotro.Ahoramismo,yosoyquientienelasarténporelmango.
Peronomegusta,ytampocomegustaestadinámica.Elamornodeberíaseruna
batalla tras otra. Además, no me fío de mí misma en lo que a nosotros se refiere.
Hastahaceunashorasloteníatodoclarísimo,peroahora,despuésdehaberlovisto
tanmal,nopuedopensarconclaridadytengolacabezaembotada.
Inclusoenlaoscuridad,séqueHardinmeestámirando.Cuandosuspirocontoda
elalma,dice:
—¿Quieresquepongalatele?
—No.Siatiteapetece,hazlo.Yoestoybienasí—contesto.
Ojaláhubieracogidoellibroelectrónicoparapoderleerhastaquedarmedormida.
A lo mejor contemplar cómo Catherine y Heathcliff se arruinan la existencia haría
que la mía pareciera más fácil, menos traumática. Catherine se pasó la vida
intentando luchar contra el amor que sentía por ese hombre hasta el día en que le
suplicaquelaperdoneyafirmaquenopuedevivirsinél…Totalparamorirsealas
pocas horas. Yo podré vivir sin Hardin, ¿no? No voy a pasarme el resto de mi
existencia así. Esto es temporal, ¿verdad? No nos pasaremos la vida siendo unos
infelices y haciendo desgraciados a los demás por ser unos cabezotas, ¿a que no?
Empiezaapreocuparmeelparalelismo,ymásporqueimplicaqueTrevoresEdgar.
Noséquépensar.Esmuyraro.
—¿Tess?—mellamamiHeathcliff.
—¿Sí?—digoconlavozrota.
—No me follé… No me acosté con Molly —dice, como si corrigiendo su
lenguajesoezlafrasefueraarepugnarmemenos.
Permanezcoensilencio.Enparte,perplejaporquehayasacadoeltema,enparte
porquequierocreerlo.Sinembargo,nopuedopermitirmeolvidarqueesunmaestro
delamentirayelengaño.
—Telojuro—añade.
«Bueno,yaquemelo“jura”…»
—Entonces¿porquélodijiste?—preguntodemalamanera.
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—Para herirte. Estaba muy cabreado porque acababas de soltarme que habías
besadoaotro,asíquedijeloquemásdañosabíaquepodíahacerte.
No lo veo, pero sé que está boca arriba, con los brazos cruzados debajo de la
cabeza,mirandoaltecho.
—¿Deverdadbesasteaotro?—preguntasindarmetiempoacontestar.
—Sí—confieso.Perocuandolooigorespirarhondo,intentosuavizarelgolpe—:
Bueno,sólounavez.
—¿Porqué?—Sutonodevozescalmado,perosenotaquelaprocesiónvapor
dentro.Esunsonidoextraño.
—La verdad es que no tengo ni idea… Estaba cabreada por cómo me habías
habladoporteléfonoyhabíabebidodemasiado.Mepuseabailarconaqueltipoyme
besó.
—¿Bailasteconél?¿Cómo?
Pongo los ojos en blanco. Tiene que saberlo todo de todo lo que hago, incluso
cuandonoestamosjuntos.
—Serámejorquenotelocuente.
—Cuéntamelo.
Surespuestahacequelatensiónvuelvaapodercortarseconuncuchillo.
—Hardin,bailamoscomobailalagenteenunclub.Luegomebesóeintentóque
mefueraacasaconél.
Mirolasaspasdelventiladordeltecho.Séque,siseguimoshablandodeesto,al
finalsedetendrán,incapacesdecortarlatensión.
Intentocambiardetema.
—Graciasporellibroelectrónico.Estodoundetalle.
—¿Intentóllevarteasucasa?¿Tefuisteconél?
Looigoresoplaryrevolverlamantayséqueahoraestásentado.
Yosigopegadaalcolchón.
—¿Deverdadmelopreguntas?Sabesquenuncaharíaalgoasí—leespeto.
—Bueno,tambiéncreíaquenuncabailaríasconunextrañoytebesuquearíascon
élenunclub,ymira—meladra.
Dejopasardossegundosdesilencioyreplico:
—Nocreoqueteapetezcahablardelascosasquenonosesperábamosdelotro.
Serevuelveentrelasmantasdenuevoyderepentenotoqueestáamilado,conla
vozenmioído:
—Porfavor,dimequenotefuisteconél.
Sesientaenlacamajuntoamíymeaparto.
—Sabesdesobraquenomefuiconél.Estuvecontigoesamismanoche.
—Necesito oírtelo decir. —Su voz es dura pero suplicante—. Dime que sólo lo
besasteunavezyquenohasvueltoahablarconél.
—Sólolobeséunavezynohevueltoahablarconél—repitosóloporqueséque
necesitaoírlocondesesperación.
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Mantengo la mirada fija en el remolino de tinta que asoma por el cuello de su
camiseta.Metranquilizaymeinquietaqueestéenlacama.Nopuedosoportarpor
mástiempolabatallaqueselibraenmiinteriorconmigoenmedio.
—¿Hayalgomásquedebasaber?—preguntaenvozbaja.
—No—miento.
No voy a contarle lo de mi cita con Trevor. No pasó nada, y no es asunto de
Hardin.MegustaTrevoryquieromantenerloasalvodelabombaderelojeríamás
conocidacomoHardin.
—¿Seguro?
—Hardin…Nocreoqueestésenposicióndedudardemí—ledigomirándoloa
losojos.Nopuedoevitarlo.
Paramisorpresa,responde:
—Losé.
Selevantadelacamaeintentoignorarelenormevacíoquemeengulle.
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CAPÍTULO26
Hardin
Hepasadoeldíaenelinfierno,uninfiernoenelquehecaídoconmuchogusto,pero
el infierno, al fin y al cabo. No esperaba encontrarme a Tessa en el apartamento al
volver del aeropuerto. Me había inventado una mentira sencilla: mi novia no iba a
estarencasaporquesehabíaidoasupuebloapasarlaNavidad.Mimadreprotestó
unpocoperonohizomáspreguntasnicuestionómiexcusa.Estabamuyemocionada,
y sorprendida, a decir verdad, de que tuviera una mujer en mi vida. Creo que mi
padreyellaesperabanquemepasaratodalavidasolo.Yotambiénlocreía.
En cierto sentido, me fascina no poder estar ni un segundo sin pensar en ella,
cuando hace apenas tres meses únicamente quería estar solo. No sabía lo que me
estabaperdiendoy,ahoraqueloheencontrado,noquieroperderlo.Esella.Hagalo
quehaga,noconsigoolvidarla.
Heintentadodejarloestar,quitármeladelacabeza,seguiradelante…Perohasido
undesastre.LarubiamajaconlaquesalíelsábadonoeraTessa.Nohayotracomo
Tessa.Deaspectoseleparecíamuchoyvestíaigualqueella.Seruborizabacuando
meoíamaldeciryparecíatenermeunpocodemiedodurantelacena.Eraagradable,
peroaburridísima.
LefaltabaelfuegoquetieneTess.Nocriticabamilenguajesoezynodijonada
cuandolepuselamanoenelmuslodurantelacena.Séquesóloaceptósalirconmigo
parahacerrealidadalgunaridículafantasíasobreelchicomaloantesdeiramisaala
mañana siguiente. Por mí perfecto, porque yo también la estaba utilizando para
reemplazaraTessa,paraolvidarqueTessaestabaenSeattleconelbabosodeTrevor.
Laculpabilidadquesentícuandofuiabesarlafueabrumadora.Meapartéysucara
inocentenopodíamostrarmásvergüenza.Huicorriendoalcocheyladejétiradaen
elrestaurante.
Mesientoymiroalachicadormidadelaqueestoylocamenteenamorado.Verla
ennuestroapartamento,suropaenlalavadora,lacasalimpiaysucepillodedientes
en el cuarto de baño… Me había hecho ilusiones. Pero eso que dicen sobre las
ilusionesesverdad.
Soy consciente de que me estoy aferrando a un clavo ardiendo, a la remota
posibilidaddequemeperdone.Sisedespierta,seguroquesepondráagritaralver
queestoydepiejuntoalacama.
Séquenecesitorelajarmeunpoco,darletiempoyespacio.Loquesientoyloque
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hagomedejanagotado,meconsumenynotengoniideadecómosobrellevarlo.Pero
loresolveré,arreglarétodoesto.Leapartounmechónrebeldedelacaraymeobligo
a alejarme de la cama, a volver al montón de mantas, al suelo de cemento, donde
deboestar.
Alomejorestanocheconsigodormir.
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CAPÍTULO27
Tessa
Cuando me despierto, el techo rojo de ladrillo me confunde unos instantes. Se me
hacerarodespertarmeaquídespuésdehaberpasadovariosdíasenelmotel.Cuando
saltodelacama,elsueloestálimpio;lamantaylasalmohadas,amontonadasjuntoal
armario.Cojolabolsadeaseoymemetoenelbaño.
OigolavozdeHardinprocedentedelsalón.
—Nopuedequedarsehoytambién,mamá.Sumadrelaestáesperando.
—Y¿nopodríaveniraquí?Meencantaríaconocerla—contestaTrish.
«Ay,no.»
—No.Asumadre…nolecaigobien—dice.
—¿Porquéno?
—CreequenosoylosuficientementebuenoparaTessa.Ypormiaspecto.
—¿Qué aspecto tienes, Hardin? No dejes que nadie te llene de inseguridades.
Creíaqueteencantabatu…estilo.
—Ymegusta.Meimportaunamierdaloquepiensenlosdemás,aexcepciónde
Tessa.
Abrolabocadeparenpar.Trishseechaareír.
—¿Quiénerestúydóndeestámihijo?—bromea.Entonces,conlavozcargada
de felicidad, añade—: No recuerdo cuándo fue la última vez que hablamos sin que
memandarasapaseo.Años.Estomegusta.
—Ya… Vale… —gruñe él, y me río imaginándome a Trish intentando darle un
abrazo.
Me ducho y decido terminar de arreglarme antes de salir del baño. Sé que soy una
cobarde,peronecesitounpocomásdetiempohastaquemeplanteunasonrisafalsa
enlacaraparalamadredeHardin.Noesunasonrisafalsa,nodeltodo…«Yahíestá
el problema», me recuerda mi subconsciente. Ayer lo pasé muy bien y he dormido
mejorqueentodalasemana.
Conelpelorizadocasialaperfección,recojomiscosasylasguardoenlabolsa
deaseo.Entoncesllamanalapuertatímidamente.
—¿Tess?—preguntaHardin.
—Yaheterminado—contesto.
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Abro y me lo encuentro vestido con unas bermudas grises de algodón y una
camisetablanca.
—Noquierometerteprisa,perotengoquemear.
Mesonríeyasiento.Intentonofijarmeencómolospantaloneslecuelgandelas
caderas, en cómo la tinta en cursiva del costado se transparenta a través de la
camisetablanca.
—Terminodevestirmeymevoy—ledigo.
Miralapared.
—Estábien.
Entro en el dormitorio. Me siento muy culpable por engañar a su madre y por
marcharme tan pronto. Sé que le hacía mucha ilusión conocerme y yo voy a
desaparecerensusegundodíadevisita.
Decido ponerme el vestido blanco con medias negras debajo porque hace
demasiadofríoparairsinnada.Talvezdeberíaponermevaquerosycamiseta,pero
meencantalasensacióndeseguridadenmímismaquemedaesevestidoyhoyla
voyanecesitar.Guardootravezlaropaenlamaletaymetolasperchasenelarmario.
—¿Teayudo?—preguntaTrishdetrásdemí.
Pego un brinco del susto y se me cae el vestido azul marino que me puse en
Seattle.
Examinaconlamiradaelcontenidodelarmariomediovacío.
—¿Cuántotiempovasaquedarteencasadetumadre?
—Pues…—Soyunapésimamentirosa.
—Parecequevasaestarfueraunalargatemporada.
—Ya…Esquenotengomucharopa—digoconunavocecitaaguda.
—Quería preguntarte si te apetecería salir de compras conmigo.
Podríamosirjuntassiregresasantesdequeyomevaya.
Nosésimecreeosisospechaquenotengointencióndevolver.
—Sí…,claro—vuelvoamentir.
—Mamá…—diceHardinenvozbajaentrandoenlahabitación.Frunceelceño
alverelarmariovacío.Esperoquesumadrenolotengatancaladocomoyo.
—Estoy terminando de hacer la maleta —le explico, y asiente. Cierro la
cremalleradelaúltimaylomirosinsaberquédebodecir.
—Ya te las llevo yo —dice cogiendo mis llaves de encima de la cómoda y
desapareciendoconmisbártulos.
Cuandosemarcha,Trishmedaunabrazo.
—Me alegro mucho de haberte conocido, Tessa. No tienes ni idea de cuánto
significaparamíveramiúnicohijoasí.
—¿Así?—consigopreguntar.
—Feliz—responde,yempiezanapicarmelosojos.
Si le parece que ahora mismo es feliz, no quiero ver al Hardin al que ella está
acostumbrada.
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—¿Tessa?—diceentonces.Mevuelvoparamirarlaporúltimavez—.Regresarás
acasaconél,¿verdad?
Semecaeelalmaalospies.Tengoelpresentimientodequenoserefieresóloa
quevuelvacuandohayanpasadolasfiestas.
Nosésilavozmevaadelatar,asíqueasientoconlacabezaymemarchoatoda
velocidad.
En la puerta del ascensor decido bajar por la escalera para no tener que ver a
Hardin.Meenjugolaslágrimasyrespirohondoantesdesaliralanieve.Alllegaral
cocheveoquenohaynieveenelparabrisasyqueelmotorestáenmarcha.
Decidonollamaramimadreparadecirlequeestoyencamino.Ahoramismonome
apetecehablarconella.Quieroaprovecharlasdoshorasalvolanteparadespejarme.
NecesitohacerunalistamentaldelosprosyloscontrasdevolverconHardin.Séque
parezcotontaporpensarlosiquieraporquemehahecholoindecible.Mehamentido,
me ha traicionado y me ha humillado. Por ahora, en la columna de los contras
tenemoslasmentiras,lassábanas,elcondón,laapuesta,sugenio,susamigos,Molly,
suego,suactitudyelquesehayacargadolaconfianzaquedepositéenél.
Enlacolumnadelosprostenemos…Queloquiero.Quemehacefeliz,mehace
sentirmemásfuerte,mássegurademímisma.Quenormalmentequierelomejorpara
mí,menoscuandomehacedañoporserundescerebrado…Suformadesonreírysu
risa,sumaneradeabrazarme,debesarme,deestrecharmeentresusbrazosyquese
notaqueestácambiandopormí.
Séquelacolumnadelosprosestállenadecosasinsignificantes,sobretodosilas
comparamosconlonegativo,pero¿acasonosonlascosaspequeñaseinsignificantes
las más importantes en la vida? No sé si estoy loca por plantearme perdonarlo o si
estoy siguiendo los dictados del corazón. ¿Quién me guiará mejor en el amor: mi
cerebroomissentimientos?
Intento luchar contra lo que siento, alejarme de él. Es algo que nunca he
conseguidohacer.
Enestemomentomeiríabientenerunamigoconquienhablar,alguienquehaya
pasadoporunasituaciónsimilar.MegustaríapoderllamaraSteph,peroellatambién
memintiódesdeelprincipio.HablaríaconLandon,peroélyamehadadosuopinión
yaveceslaperspectivadeunamujeresmásacertada,máscercana.
Nievamuchoyhaceunfuerteviento.Meacurrucoenelcocheentrelascarreteras
desiertas.Deberíahabermequedadoenelmotel.Nosécómosemehaocurridovenir.
Pasoalgúnmomentodeapuroperoaunasíeltrayectosemehacemáscortodeloque
pensabay,antesdedarmecuenta,lacasademimadresealzaantemí.
Memetoenelsenderoperfecto,sinnieve,ymeabrelapuertaalaterceravezque
toco el timbre. Lleva puesto un albornoz y el pelo húmedo. Puedo contar con los
dedosdeunamanolasvecesquelahevistosinpeinarysinmaquillar.
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—¿Qué haces aquí? ¿Por qué no has llamado para avisar? —me dispara con
menossimpatíaquenunca.
Entroencasa.
—Nolosé.Estabaconduciendobajolanieveynoqueríadistraerme.
—Aunasí,deberíashaberllamadoparaquepudieraarreglarme.
—Nohacefaltaquetearregles,soyyo,mamá.
Bufa.
—Ninguna excusa es buena para ir hecha un desastre, Tessa —dice como si se
estuvierarefiriendoamiaspecto.
Es un comentario tan ridículo que casi me echo a reír a carcajadas, pero me
contengo.
—¿Ytusmaletas?—inquiere.
—Enelcoche.Luegoiréaporellas.
—¿Esoquellevaspuesto…esunvestido?—Meinspeccionadearribaabajo.
—Esparalaoficina.Megustamucho.
—Esdemasiadoprovocador…Peroalmenoselcoloresbonito.
—Gracias.Oye,¿cómoestánlosPorter?—pregunto.Séquehablardelafamilia
deNoahladistraerá.
—Estánmuybien.Teechandemenos.—Entraenlacocinaydicesindarsela
vuelta—:Podríamosinvitarlosacenarconnosotrasestanoche.
Hagounamuecaycorrotrasella.
—No,nocreoqueseaunabuenaidea.
Memirayluegosesirveunatazadecafé.
—¿Por?
—Nosé…Semeharíamuyraro.
—Theresa,conocesalosPorterdesdehaceaños.Meencantaríaquesupieranque
hasconseguidounabecadeprácticasyqueestásyendoalauniversidad.
—¿Loquequieresespresumirdehija?
Esunaideaquenomegusta.Sóloquierequevenganparatenerotracosadela
quealardear.
—No,quieroqueveantodostuslogros.Esonoespresumir—meespeta.
—Preferiríaquenolosinvitaras.
—Theresa,éstaesmicasay,simeapeteceinvitarlos,loharé.Voyaterminarde
ponermepresentable.Enseguidavuelvo.
Yconungiroteatralmedejasolaenlacocina.
Pongolosojosenblancoymevoyamiantiguahabitación.Estoyagotada.Me
tumbo en la cama y espero a que mi madre termine su largo y laborioso ritual de
belleza.
—¿Theresa?
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Lavozdemimadremedespierta.Norecuerdohabermequedadodormida.
LevantolacabezaqueteníaapoyadaenBuddha,mielefantedepeluche,ydigo
desorientada:
—¡Voy!
Medio grogui, me levanto y me arrastro por el pasillo. Cuando llego al salón,
Noah está sentado en el sofá. No es la familia Porter al completo, como mi madre
habíaamenazado,perobastaparadespertarmedeltodo.
—¡Miraquiénhavenidomientrasdormías!—dicemimadreconsusonrisamás
falsa.
—Hola—saludo,peroloquedeverdadpiensoes:«Yasabíayoquenodebería
habervenido».
Noahmesaludaconlamano.
—Hola,Tessa.Estásmuyguapa.
Conélnotengoproblema.Loquierounmontón,comosifueradelafamilia.Pero
necesitoundescansoenmividaysupresenciahacequeaúnmesientamásculpable
ydolida.Séquenoesculpasuyayquenoesjustoquelotratemal,ymásaúnconlo
bienquesehaportadodurantelaruptura.
Mi madre nos deja solos. Me quito los zapatos y me siento en el sofá, lejos de
Noah.
—¿Quétallasvacaciones?—pregunta.
—Bien,¿ylastuyas?
—Bientambién.TumadremehacontadoquehasestadoenSeattle.
—Sí,hasidogenial.Fuiconmijefeyunoscuantoscompañerosdetrabajo.
Asiente,interesado.
—Eso es fantástico, Tessa. Me alegro mucho por ti. ¡Te estás metiendo en el
mundoeditorial!
—¡Gracias!—Sonrío.Estonoestanrarocomopensaba.
Un momento después mira el pasillo por el que ha desaparecido mi madre y se
acercaamí.
—Oye, tu madre está muy tensa desde el sábado. Mucho más de lo habitual.
¿Cómollevastúelasunto?
Frunzoelceño.
—Noentiendoaquéterefieres.
—A lo de tu padre —dice muy despacio, como si yo supiera de qué me está
hablando.
«Unmomento.»
—¿Mipadre?
—¿Notelohacontado?—Echaotrovistazoalpasillovacío—.Ah…Oye,nole
digasquetelohedicho…
Nolodejoacabar.Mepongodepieyechoaandarfuriosaporelpasillo,haciasu
habitación.
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—¡Mamá!
¿Quépasaconmipadre?Nolohevistonisénadadeéldesdehaceochoaños.
PorlosolemnequesehapuestoNoah…¿Sehabrámuerto?Nosécómomesentiría
sifueraeso.
—¡¿Qué pasa con papá?! —grito en cuanto entro en su habitación. Ella parece
sorprendida,peroserecuperarápido—.¿Ybien?
Ponelosojosenblanco.
—Tessa,bajalavoz.Noesnada,nadadeloquedebaspreocuparte.
—Esolodecidiréyo.¡Dimequéestápasando!¿Estámuerto?
—¿Muerto?Uy,no.Sisehubieramuerto,telocontaría—dicegesticulandocon
desdén.
—Entonces¿quéocurre?
Suspiraymemiraunsegundo.
—Havuelto.Estáviviendonomuylejosdedondevivestú,peronovaaintentar
ponerseencontactocontigo,notepreocupes.Yameheencargadoyo.
—¿Esoquédemoniossignifica?
YatengobastantesfollonesenlacabezaporculpadeHardin,yahoraelpadreque
meabandonóhavueltoaWashington.Ahoraquelopienso,nisiquierasabíaquese
hubieramarchadodeWashingtonalgunavez.Sólosabíaqueyonoteníapadre.
—No significa nada. Iba a contártelo cuando te llamé el viernes, pero como
estabasdemasiadoocupadaparadevolvermelasllamadas,losolventépormicuenta.
Esanocheestabademasiadoborrachaparahablarconella,ymenosmalquenolo
hice.Nuncapodríahabersoportadolanoticiaestandopedo.Apenaspuedosoportarla
ahora.
—Novaamolestarte,asíquedejadeponeresacaralargayarréglate.Nosvamos
decompras—dicecondemasiadaindiferencia.
—No quiero ir de compras, mamá. Esto me ha pillado por sorpresa y es
importanteparamí.
—No, no lo es —replica molesta y con desprecio—. Lleva años sin verte y así
seguirá.Nocambianada.
Desapareceensuvestidorymedoycuentadequenotienesentidodiscutircon
ella.
Regresoalsalón,cojoelmóvilymepongoloszapatos.
—¿Adóndevas?—preguntaNoah.
—¿Quiénsabe?—digo,ysalgoalairegélidodelacalle.
Heperdidounmontóndetiempoparaveniraquí,doshorasconduciendobajola
nievesóloparaquesecomportecomounaarpía…No,comounazorra.Esunazorra.
Limpio la nieve del parabrisas con el brazo. Resulta ser muy mala idea porque se
hielaaúnmás.Memetoenelcochey,tiritandodefrío,enciendoelmotoryesperoa
quesecaliente.
Grito sin parar mientras conduzco y llamo a mi madre de todo hasta que me
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quedo sin voz. Intento pensar en lo que voy a hacer a continuación pero tengo la
cabezallenaderecuerdosdemipadreynoconsigoconcentrarme.Laslágrimasme
ruedanporlasmejillas.Cojoelmóvildelasientodeallado.
AlospocossegundoslavozdeHardinmesaluda:
—¿Tess?¿Estásbien?
—Sí…—empiezoadecir,perometraicionalavozymeahogoenmitaddeun
sollozo.
—¿Quéhapasado?¿Quétehahecho?
—Ha…¿Puedovolveracasa?—pregunto,yoigoquedejaescaparunprofundo
suspiro.
—Claro que puedes volver, nena… Tessa —se corrige, aunque me gustaría que
nolohubierahecho.
»¿Acuántoestás?—pregunta.
—Aveinteminutos—lloro.
—Vale,¿quieresquesigamoshablando?
—No…Estánevando—leexplico,ycuelgo.
No debería haberme marchado de allí. Es irónico que vuelva corriendo con
Hardinapesardetodoloquemehahecho.
Mucho, demasiado tiempo después, entro en el parking del apartamento. Sigo
llorandoymelimpiolacaralomejorquepuedo,perosemecorreelmaquillajeyme
ensucialapiel.Cuandopongounpieenlanieve,veoaHardinenlapuerta,cubierto
deblanco.Sinpensar,corrohaciaélyloabrazo.Daunpasoatrás,perplejopormi
demostracióndeafecto,peroluegomerodeaconlosbrazosymedejallorarsobresu
sudaderacubiertadenieve.
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CAPÍTULO28
Hardin
Abrazarlaporprimeravezenloquesemeantojatodaunavidaesalgoquenotengo
palabrasparadescribir.Sientountremendoaliviofísicocuandocorreamisbrazos.
No me lo esperaba. Ha estado tan fría y distante últimamente… No la culpo pero,
joder,cómoduele.
—¿Estásbien?—preguntoconlabocaensupelo.
Asienteconlacabezacontramipechoperonoparadellorar.Séquenoestábien.
Seguroquesumadrelehasoltadoalgunamierdaquenodebía.Sabíaqueibaapasar
y,parasersincero,mipartemezquinasealegradequehayametidolapata.Nome
gustaquelehayahechodañoaTessa,aunqueesohaprovocadoquemichicaacudaa
míenbuscadeconsuelo.
—Vayamosadentro—ledigo.
Asientedenuevoperonosemueve.Meobligoasoltarlaycaminamoshaciael
interior. Churretes negros recorren su preciosa cara y tiene los labios hinchados.
Esperoquenohayavenidollorandotodoeltrayecto.
Encuantoentramosenelvestíbulomequitolabufandayletapolacabezaylas
orejashastaquesóloseleveesacaratanbonitaquetiene.Debedeestarheladacon
ese vestido. Ese vestido… En condiciones normales empezaría a fantasear largo y
tendidosobrequitárselo,perohoyno,talycomoestá,no.
Leentraelhipomásadorabledelmundoysesubelabufandahastacubrirsela
cabeza.Elpelorubiosobresaleporunlateraldelnudoyparecemuchomásjovenque
decostumbre.
—¿Quieres contármelo? —aprovecho para preguntarle cuando bajamos del
ascensoryechamosaandarhacianuestro…haciaelapartamento.
Asiente y abro la puerta. Mi madre está sentada en el sofá y pone cara de
preocupación al ver el estado en que se encuentra Tessa. Le lanzo una mirada de
advertencia,esperandoquerecuerdequemehaprometidoquenoibaabombardearla
apreguntasnadamásllegar.Mimadredejademirarlayfingequevelatelevisión.
—Estaremos en el dormitorio —anuncio, y ella asiente. Sé que la incomoda no
poderhablar,peronovoyaconsentirquesucuriosidadprovoquequeTessasesienta
peor.
Me detengo un momento por el camino para subir el termostato porque sé que
estámuertadefrío.Cuandoentroeneldormitorio,ellayaestásentadaenelbordede
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lacama.Nosécuántosemepermiteacercarme,asíqueesperoaquedigaalgo.
—¿Hardin? —me llama con un hilo de voz. La ronquera me confirma que ha
estadollorandotodoelcamino,ymesientofatalporella.
Me coloco frente a ella y vuelve a dejarme de piedra cuando me coge de la
camisetaytirademíhastaquemetieneentresuspiernas.Séquehaocurridoalgo
másgravedelohabitualconsumadre.
—Tess…¿Quétehahecho?
Rompe a llorar de nuevo y me mancha de maquillaje el bajo de mi camiseta
blanca.Nomeimporta,melaguardaréderecuerdoparacuandovuelvaadejarme.
—Mipadre…—diceconlavozrota,ymequedohelado.
—¿Tupadre?Siestabaen…Tessa,¿tupadreestabaencasa?¿Tehahechoalgo?
—lepreguntoentredientes.
Niega con la cabeza y le levanto la barbilla para que me mire. Nunca deja de
hablar,nisiquieracuandoestáenfadada.Dehecho,cuandoseenfadaescuandomás
seexpresa.
—Sehatrasladadoaviviraquíyyonisiquierasabíaquesehubieraido—explica
a continuación—. Quiero decir, me lo imaginaba, pero nunca me había parado a
pensarlo.Nuncahepensadoenél.
Mivoznosuenatanserenacomodesearíacuandolepregunto:
—¿Hashabladohoyconél?
—No. Pero ella sí. Me ha dicho que mi padre no se me va a acercar, pero no
quieroqueseaellaquienlodecida.
—¿Quieresverlo?
Tess sólo me ha contado cosas malas de su padre. Era un hombre violento que
pegabaasumadredelantedeella.¿Porquéibaaquererverlo?
—No… Bueno, no lo sé. Pero quiero decidirlo yo. —Se limpia los ojos con el
dorsodelamano—.Aunquenocreoqueélquieraverme…
Quieroencontraraesehombreyasegurarmedequenoseacerquenuncaaella,y
tengoquecontenermeparanohacerunaestupidez.
—Nopuedoevitarpensar:¿ysiesigualqueeltuyo?
—¿Quéquieresdecir?
—¿Y si ha cambiado? ¿Y si ha dejado de beber? —La esperanza en su voz me
parteelcorazón…Oloquequedadeél.
—No lo sé… No es lo habitual —le digo con sinceridad. Veo cómo tuerce el
gestoyañado—:Peropodríaser.Alomejorahoraesunhombredistinto…—Nome
locreoniyo,pero¿paraquéquitarlelailusión?—.Nosabíaqueteinteresaratantotu
padre.
—Nomeinteresa…Nomeinteresaba.Sóloestoyenfadadaporquemimadreme
lohaestadoocultando—dice,yentonces,enlaspausasentrellantosysollozos,me
cuentaelresto.
LamadredeTessaeslaúnicamujerdelmundocapazderevelarquesuexmarido
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alcohólico ha vuelto y a continuación anunciar que va a irse de compras. No hago
ningún comentario sobre la visita de Noah, por mucho que me fastidie. No hay
maneradequitarseaesecapullodeencima.
Porfinlevantalavistaymemira,algomáscalmada.Selaveunpocomejorque
cuando ha venido corriendo hacia mí en el aparcamiento, y quiero pensar que es
graciasaqueyoestoyconella.
—¿Notemolestaquemequedeaquí?—pregunta.
—No, claro que no. Puedes quedarte todo el tiempo que necesites. Al fin y al
cabo,estuapartamento.
Intento sonreír y, para mi sorpresa, me devuelve la sonrisa antes de volver a
sonarselanarizenmicamiseta.
—Lasemanaquevienemedaránhabitaciónenlaresidencia.
Asiento sin decir nada. Si abro la boca, le suplicaré como un patético que no
vuelvaadejarme.
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CAPÍTULO29
Tessa
Memetoenelbañoparadesmaquillarmeyrecomponerme.Elaguacalienteborralos
rastrosdeldíatanemocionantequehetenido,ylaverdadesqueestoycontentade
habervuelto.ApesardetodoloquehemospasadoHardinyyo,mealegrasaberque
todavía tengo un lugar seguro en el que refugiarme con él. Hardin es la única
constanteenmivida.Recuerdoquemedijoesounavez.Mepreguntosilosentía.
Y, aunque entonces no lo sintiera, estoy segura de que ahora sí que lo siente.
Ojalámehablaramásdesussentimientos.Ayer,cuandosevinoabajo,fuelaprimera
vezqueloviexpresarsussentimientoscontantafuerza.Sóloquierooírlaspalabras
quehaydetrásdelaslágrimas.
Vuelvoaldormitorioyloencuentrodejandomismaletasenelsuelo.
—Hesalidoaportuscosas—meinforma.
—Gracias. De verdad que espero no molestaros —le digo agachándome para
cogerunospantalonesdechándalyunacamiseta.Noaguantomásestevestido.
—Quiero tenerte aquí; lo sabes, ¿verdad? —repone en voz baja. Me encojo de
hombrosyfrunceelceño—.Deberíassaberlo,Tess.
—Losé…Sóloquetumadreestáaquí,ynooshaceningunafaltaqueaparezca
yoconmisdramas…—leexplico.
—Mimadresealegradequeestésaquíyyotambién.
Mehinchocomounpavorealperocambiodetema.
—¿Tenéisplanesparahoy?
—Creoquequeríairalcentrocomercial,peropodemosdejarloparamañana.
—No,idsiqueréis.Yopuedoentretenermesola.
Noquieroquecancelesusplanesconsumadre,alaquellevabatantotiemposin
ver.
—No,deverdadquenomeimporta.Noteconvieneestarsola.
—Estoybien.
—¿Esquenomehasoído,Tessa?—meruge,ylomiro.
Parecehaberolvidadoqueyanopuededecidirpormí.Nadievaadecidirpormí
nuncamás.
Entonces,cambiadetonoyrectifica:
—Perdona…Quédateaquíyyoirédecomprasconmimadre.
—Muchomejor—ledigomientrastratodenosonreír.
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Hardinestásiendotan…amable,tanprudenteestosdías…Aunquenoestábien
quemepresione,hasidoagradablesaberquesiguesiendoHardin.
Me dispongo a cambiarme de ropa y en cuanto me quito el vestido llama a la
puerta.
—¿Tess?
—¿Sí?
Tardaunsegundoendecir:
—¿Seguirásaquícuandovolvamos?
Merío.
—Sí.Notengootrositioadondeir.
—Vale.Sinecesitasalgo,llámame—añadeconvoztriste.
A los pocos minutos oigo cerrarse la puerta principal y salgo del dormitorio.
Deberíahabermeidoconellosparanoquedarmeaquíconmispensamientos.Yame
sientobastantesola.Veolateleduranteunahoraymeaburromortalmente.Devezen
cuandoelmóvilvibrayapareceelnombredemimadreenlapantalla.Pasodeella,y
desearíaqueHardinhubieraregresadoya.Cojoellibroelectrónicoymepongoaleer
paramatarelrato,peronopuedodejardemirarelreloj.
Quiero escribirle a Hardin y preguntarle cuánto van a tardar en volver, pero
finalmentedecidoqueserámejorquemepongaaprepararlacena.Entroenlacocina
paradecidirquévoyacocinar:algofácilperoquerequieratiempo.Lasaña.
Dan las ocho, las ocho y media, y a las nueve ya estoy pensando otra vez en
escribirle.
«Pero¿quémepasa?»¿Unapeleaconmimadreyderepentenopuedovivirsin
Hardin?Siendosincera,laverdadesquenuncahepodidovivirsinHardiny,aunque
nomegustaadmitirlo,séquenoestoypreparadaparapasarelrestodemividasinél.
Novoyalanzarmealapiscinaconél,peroestoyhartadelucharconmigomisma.Por
muymalquesehayaportadoconmigo,soymuchomásdesgraciadasinélquecuando
descubrílodelaapuesta.Unapartedemíestámuyenfadadaporsertandébil,pero
otra parte no puede negar lo resuelta que me sentía cuando he vuelto hoy aquí.
Todavíanecesitotiempoparapensar,paravercómosenosdalodeestarcerca.Sigo
estandomuyconfusa.
Lasnueveycuarto.Sólosonlasnueveycuartocuandoterminodeponerlamesa
yderecogerlacocina.Voyamandarleunmensaje,sólouno,unsimple«Hola,¿qué
tal vais?», para ver cómo están. Está nevando, es normal que me preocupe por su
seguridad.
Encuantocojoelmóvilseabrelapuerta.Dejoelteléfonocondisimuloalverlos
entrar.
—¿Quétaloshaido?—pregunto.
—¿Haspreparadolacena?—preguntaélalmismotiempo.
—Túprimero—decimosalavez.
Ynosechamosareír.
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Levantounamanoylosinformo:
—Hehecholacena,aunquesiyahabéiscenado,tampocopasanada.
—¡Huele de maravilla! —dice Trish inspeccionando la mesa llena de comida.
Sueltalasbolsasysesienta—.Muchasgracias,queridaTessa.Elcentrocomercialha
sidounhorror,llenodegentecomprandolosregalosdeNochebuenaaúltimahora.
¿Quiénseesperaacomprarlosregalosdosdíasantes?
—¿Tú?—diceHardinsirviéndoseunvasodeagua.
—¡Chsss!—loregañaTrish,ysellevaalabocaunpalitodepan.
Hardin se sienta a la mesa al lado de su madre y yo me instalo enfrente. Trish
habla de lo horroroso que ha sido salir de compras y de cómo los guardias de
seguridad han derribado a un hombre que estaba intentando robar un vestido en
Macy’s.Hardinaseguraqueelvestidoeraparaelhombre,peroTrishponelosojosen
blancoysigueconlapelículadeterror.Lacenaquehepreparadoestáespecialmente
rica,muchomejorquedecostumbre,yenlafuentedelasañacasinoquedanadapara
cuando los tres acabamos de comer. Yo he repetido. Es la última vez que no como
nadaentodoeldía.
—Hemoscompradounárbol—dicesumadrederepente—.Unopequeño,para
quepodáistenerloaquí.¡EsvuestraprimeraNavidadjuntos!—Aplaudeymeechoa
reír.
Hardin y yo nunca hemos hablado de comprar un árbol de Navidad, ni siquiera
antesdequetodosefueraapique.Lamudanzameteníatanocupada,yHardintan
distraída,quecasinimeacordabadequeeraNavidad.Ningunodelosdoscelebró
Acción de Gracias, él por razones obvias y yo porque no quería pasar el día en la
iglesiaalaquevamimadre,asíquepedimospizzaypasamoselratoenmicuarto.
—Os parece bien, ¿verdad? —pregunta Trish, y entonces caigo en la cuenta de
quenolehecontestado.
—Por supuesto que sí —le digo mirando a Hardin, que tiene la vista fija en su
platovacío.
Trish vuelve a monopolizar la conversación y se lo agradezco. Unos minutos
después,anuncia:
—Me encantaría quedarme un rato más con vosotros, pero necesito mi sueño
reparador.
Medalasgraciasdenuevoporlacenayllevasuplatoalfregadero.Nosdalas
buenasnochesyseinclinaparabesaraHardinenlamejilla.Élprotestayseaparta,
asíqueellaapenaslorozaconloslabios,peroparecedarseporsatisfechaconelleve
contacto. Luego me rodea los hombros con los brazos y me da un beso en la
coronilla. Hardin pone los ojos en blanco y le pego un puntapié por debajo de la
mesa.Unavezsehaido,melevantoyguardolopocoquehasobrado.
—Graciasporprepararlacena.Noteníasporquéhacerlo—diceHardin.
Asientoconlacabezaynosdirigimosaldormitorio.
—Comoanochedormistetúenelsuelo,hoymetocaamí—meofrezco,apesar
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dequeséquenuncamedejaríahacereso.
—No,noesnecesario.Tampocoseduermetanmal—repone.
MesientoenlacamayHardinsacalasmantasdelarmarioylasextiendeenel
suelo. Le lanzo dos almohadas y me sonríe ligeramente antes de desabrocharse los
vaqueros.«Deberíamirarhaciaotraparte.»Noquiero,peroséquedeberíahacerlo.
Se baja los vaqueros negros y saca los pies de las perneras. El modo en que se
muevensusabdominalestatuadosmehaceimposibleapartarlavistaymerecuerdalo
muchoquemesigueatrayendoapesardemienfado.Elbóxernegroseabrazaasu
piel,yHardinlevantalacabezaymemira.Suexpresiónesdura,lamiradafijaenmí,
yesomeponeaúnpeor.Tieneunamandíbulatanbiendibujada,tanfascinante…Y
siguesindejardemirarme.
—Perdona—ledigo,ymeobligoavolverlacabeza,rojadelahumillación.
—No, es culpa mía. Es la costumbre. —Se encoge de hombros y saca unos
pantalonesdealgodóndelacómoda.
Miroalaparedhastaquedice:
—Buenasnoches,Tess.
Yapagalaluz.Prácticamentepuedoversusonrisadesatisfacción.
Medespiertaunsonidoagudoymequedomirandoeltecho.Apenaspuedodistinguir
lasaspasdelventiladormoviéndoseenlaoscuridad.
LuegooigoaHardin,suvoz.
—¡No,porfavor!—gimotea.
«Mierda.Tieneotrapesadilla.»Saltodelacamaymearrodillojuntoasucuerpo
tembloroso.
—¡No!—repitemuchomásalto.
—¡Hardin! ¡Hardin, despierta! —le digo al oído mientras lo sujeto por los
hombros.
Tienelacamisetaempapadadesudoryelrostrocontorsionado.Abrelosojosyse
incorpora.
—Tess…—jadeaestrechándomeensusbrazos.
Lepasolosdedosporelpeloyluegoleacariciolaespalda,apenasunrocepor
encimadelapiel.
—Todovabien—lerepitounayotravez,yélmeabrazaconmásfuerza—.Ven,
vayamosalacama.
Melevantoy,sinsoltarmicamiseta,semeteenlacamaconmigo.
—¿Teencuentrasbien?—lepreguntoencuantoseacuesta.
Asienteymepegoaél.
—¿Teimportaríatraermeunvasodeagua?—dice.
—Claroqueno.Ahoravuelvo.
Enciendolalámparadelamesilladenoche,melevantodelacamaeintentono
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hacerruidoparanodespertaraTrish.Sinembargo,cuandoentroenlacocina,ellaya
estáallí.
—¿Estábien?—pregunta.
—Sí,yaselehapasado.Voyallevarleunvasodeagua—ledigollenandouno
conaguadelgrifo.
Cuandomedoylavuelta,tirademí,meabrazaymedaunbesoenlamejilla.
—¿Mañanapodríamoshablar?—mepregunta.
Derepenteestoydemasiadonerviosaparaarticularniunapalabra.Asientoconla
cabezayellamesonríeaunque,cuandomevoy,solloza.
Devueltaeneldormitorio,Hardinponecaradealivioalverme,medalasgracias
y acepta el vaso de agua. Se lo bebe de un trago mientras yo lo miro y disfruto de
volveratenerloenlacama.Séqueestáinquieto,creoqueporlapesadilla,perosé
queenparteespormí.
—Venaquí—ledigo.
Entonces veo cómo le cambia la expresión cuando acerca el cuerpo al mío, lo
rodeoconlosbrazosyapoyolacabezaensupecho.Mereconfortatantocomoaél.A
pesardetodoloquehahecho,mesientoencasaenbrazosdeestechicocontantos
defectos.
—Nomesueltes,Tess—mesusurra,ycierralosojos.
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CAPÍTULO30
Tessa
Me despierto sudando. Hardin se abraza a mí como un oso, con la cabeza
descansando sobre mi estómago. Seguro que se le han dormido los brazos bajo mi
peso.Tenemoslaspiernasentrelazadasyestároncandounpoco.
Respirohondoy,concuidado,muevoelbrazoparaapartarleelpelodelafrente.
Es como si hiciera años que no se lo toco, cuando en realidad sólo llevo desde el
sábado.EnmicabezarepasoelfindesemanaenSeattlecomosiestuvieraviendouna
películamientrascontinúoacariciándolelasuavemarañadepelo.
Abrelosojosyescondolamanoatodavelocidad.
—Perdona—digoavergonzadadequemehayapilladoconlasmanosenlamasa.
—No,sieramuyagradable—reponeconlavozroncaporelsueño.
Sedespereza,mehuelelapielunmomentoysedespegademídemasiadopronto.
Desearíanohaberletocadoelpeloparaquesiguieradurmiendo,abrazadoamí.
—Hoytengotrabajo.Meiréunratoalaciudad—dice.
A continuación, saca unos vaqueros negros del armario, coge las botas y se las
ponerápidamente.Tengolaimpresióndequeestádeseandolargarse.
—Vale—asiento.
«¿Cómoque“vale”?»Pensabaqueestaríacontentodehaberdormidoconmigoy
dequenoshayamosabrazadoporprimeravezenvariosdías.Pensabaquecambiaría
algo,notodo,peroalmenosveríaqueestabamermandomiresistencia,quemetenía
unpocomáscercadevolverareconciliarmeconél.
—Bueno…—dice,yledavueltasalpiercingdelacejacondosdedosantesde
quitarselacamisetablancaporlacabezaysacarunanegradelcajón.
Luego sale de la habitación sin añadir nada más y me deja hecha un lío. Me
esperabamuchascosas,peronoquesalierahuyendo.¿Quéesesetrabajotanurgente
que tiene que hacer hoy? Lee manuscritos, igual que yo, sólo que él tiene libertad
parahacerlodesdecasa.¿Porquéquiereiratrabajarprecisamentehoy?Elrecuerdo
deloqueHardinestuvohaciendolaúltimavezque«teníaquetrabajar»merevuelve
elestómago.
Looigohablarunosinstantesconsumadreyluegolapuertaprincipalqueseabre
y se cierra. Me tumbo sobre las almohadas y pataleo en la cama como una niña
enfadada.Sinembargo,entoncesoigoelcantodesirenadelacafeína,melevantode
lacamaymevoyalacocinaatomarmeuncafé.
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—Buenosdías,cielo—mesaludaalegrementeTrishcuandopasojuntoaella.
—Buenos días. Gracias por haber hecho café —digo cogiendo la cafetera
caliente.
—Hardinmehacontadoqueteníatrabajo.—Porsutono,parecequemeloestá
preguntando.
—Sí…Esohadicho—contesto,nomuyseguradequédecir.
Noobstante,ellanoparecenotarlo.
—Mealegrodequeestébiendespuésdelodeanoche—sigueafirmando.Parece
preocupada.
—Sí,yotambién.—Yentonces,sinpensar,añado—:Nodeberíahaberlehecho
dormirenelsuelo.
Frunceelceñoconexpresióninquisitiva.
—¿Notienepesadillascuandonoduermeenelsuelo?—preguntaconcautela.
—No.Nolastienecuando…—Noterminolafrase.Remuevoelcaféeintento
pensarencómosalirdeésta.
—Cuandotúestásconél—acabalafrasepormí.
—Sí…Cuandoestoyconél.
Memiraconesamiradaesperanzadaquesólotienenlasmadrescuandohablande
sushijos,oesomehandicho.
—¿Quieressaberporquélastiene?Séquemevaaodiarporcontártelo,perocreo
quedeberíassaberlo.
—No, por favor, Trish. —Trago saliva. No quiero que ella me explique esa
historia—.Yamelohacontadoél…,lodeaquellanoche.
Tragosalivadenuevocuandoabreunosojoscomoplatos.
—¿Telohacontado?—diceconungritoquedo.
—Lo siento, no era mi intención soltarlo así. La otra noche pensaba que ya lo
sabías…—medisculpo,yledoyotrotragoalcafé.
—No…,no…Nomepidasdisculpas.Essóloquemecuestacreerquetelohaya
contado.Esevidentequesabeslodelaspesadillas,peroesto…Estoesincreíble.—
Sesecalosojosconlosdedosysonríedetodocorazón.
—Esperoquenotehayamolestado—repito—.Sientomucholoocurrido.
No quiero husmear en los secretos de la familia, pero tampoco he tenido que
lidiarnuncaconnadaparecido.
—Nomehasmolestado,Tessa,querida—diceempezandoasollozar—.Mehace
muyfelizquetehayaencontrado…Eranunaspesadillastanhorriblesquesepasaba
la noche gritando. Intenté que fuera a terapia, pero ya conoces a Hardin. No les
contaba nada. Nada. Ni siquiera abría la boca. Sólo se sentaba en la consulta y se
quedabamirandolapared.
Dejolatazaenlaencimeraylaabrazo.
—No sé qué te hizo volver ayer, pero me alegro de que lo hicieras —añade
pegadaamihombro.
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—¿Qué?
Seapartaymemiraconironía.
—Cariño,soymayorperonotonta.Sabíaquepasabaalgoentrevosotros.Vila
caradesorpresaquepusoHardincuandollegamosalapartamento,ysupequealgo
noibabiencuandomedijoquenoibasapoderveniraInglaterra.
TeníalaimpresióndequeTrishsospechabaalgo,peronosabíaquepodíaleernos
como si fuéramos un libro abierto. Le doy un buen trago a mi café, que se ha
enfriado,ymeparoapensar.
Entonces,mecogedelbrazoconternura.
—Estaba muy ilusionado… con que vinieras a Inglaterra y, de repente, hace un
pardedíasmedijoquenoibasapoder,queteníasqueirtefuera.¿Quéospasó?
Bebootrosorboylamiroalosojos.
—Bueno…
Noséquédecirle,porque«Tuhijomedesvirgóparaganarunaapuesta»nome
parecelomásapropiadoenestemomento.
—Me mintió —me limito a contestar. No quiero que se enfade con Hardin ni
contarlelosdetalles,perotampocoquieroengañarla.
—¿Unamentiramuygrande?
—Unamentiradescomunal.
Memiracomosiestuvieramirandounaminaantipersona.
—Y¿losiente?
SemehacerarohablarconTrishdeesto.Nisiquieralaconozco,yessumadre,
asíquesiempresepondrádesupartepaseloquepase.Condelicadeza,respondo:
—Sí…Creoquesí—ymebeboloquequedadecafé.
—¿Tehadichoquelosiente?
—Sí…Unpardeveces.
—Y¿telohademostrado?
—Másomenos.
«¿Me lo ha demostrado?» Sé que el otro día se desmoronó y que está más
tranquiloquedecostumbre,perolaverdadesquenomehadicholoquequierooír.
Trish me mira y por un momento me da miedo su respuesta pero, para mi
sorpresa,dice:
—Verás, yo soy su madre y tengo que aguantarlo, pero tú no. Si quiere que lo
perdones,tendráqueganárselo.Tienequedemostrartequenovolveráahacernunca
nadaparecidoaloqueseaquetehahecho,ymeimaginoquelamentiratuvoqueser
muygordaparaquetefuerasdecasa.Trataderecordarquenosueleestarencontacto
con sus emociones. Es un chico, un hombre ya, que le guarda mucho rencor al
mundo.
Sé que parece una pregunta ridícula, la gente miente a todas horas, pero las
palabrassemeescapandelabocaantesdequemicerebropuedacensurarlas.
—¿Perdonaríasaalguienquetehubieramentido?—digo.
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—Todo depende de la mentira y del arrepentimiento que esa persona me
demostrara. Lo que sí te diré es que, cuando uno se permite creer demasiadas
mentiras,luegoleresultamuydifícilvolveraencontrarlaverdad.
«¿Meestádiciendoquenodeberíaperdonarlo?»
Tamborileaconlosdedossobrelaencimera.
—Sin embargo, conozco a mi hijo y noto lo mucho que ha cambiado desde la
últimavezquelovi.Enlosúltimosmeseshacambiadomuchísimo,Tessa,nosabes
cuánto. Se ríe y sonríe a menudo. Ayer incluso charló conmigo. —Su sonrisa es
radiante,apesardequeeltemaesmuyserio—.Séquesiteperdieravolveríaaser
comoeraantes,peronoquieroquetesientasobligadaaseguirconélsóloporeso.
—No,nomesientoobligada.Sóloesquenoséquépensar.
Desearía poder contarle toda la historia para que pudiera darme su sincera
opinión.OjalámimadrefueratancomprensivacomopareceserloTrish.
—Bueno,esoeslodifícil—repone—.Tienesquedecidirlotú.Tómatetutiempo
yhazqueselogane.Amihijotodoleresultamuyfácil,desdesiempre.Talvezen
parteseaésesuproblema:siempreconsigueloquequiere.
Meechoareírporquenopodríasermáscierto.
—Ésaesunagranverdad.
Suspiroyabrolaalacenaparacogerunacajadecereales,peroTrishinterrumpe
misplanes.
—¿Y si nos vestimos y salimos a desayunar y a hacer cosas de chicas? Me
vendríabiencortarmeelpelo—seríeyagitalamelenacastañaadelanteyatrás.
Tieneunsentidodelhumorparecidoaldesuhijo,aunqueélnolodemuestraa
menudo.EldeHardinesmásobsceno,aunqueveodequiénlohaheredado.
—Genial.Voyaducharme—digoguardandoloscereales.
—¿A ducharte? ¡Está nevando y nos van a lavar el pelo! Yo iba a salir así. —
Señalaelchándalnegroquellevapuesto—.¡Ponteunosvaquerosyvámonos!
Sifueraasalirconmimadre,lascosasseríanmuydistintas.Tendríaquellevarla
ropa planchada, el pelo rizado y el maquillaje perfecto… Aunque sólo fuéramos a
hacerlacompraalatiendadelaesquina.
Sonrío.
—Muybien.
Eneldormitorio,sacounosvaquerosyunasudaderadelarmarioymerecojoel
peloenlacoronillaconunagoma.MepongomisToms,entroenelbañoymelavola
caraylosdientes.CuandomereúnoconTrishenelsalón,estálistayesperandojunto
alapuerta.
—DeberíadejarleunanotaaHardin—digo.
Peroellasonríeymeempujahacialapuerta.
—Elchicoestarábien.
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Después de pasar el resto de la mañana y parte de la tarde con Trish, estoy mucho
másrelajada.Esamable,divertida,ysabeescuchar.Mantienelaconversaciónalegre
y me hace reír casi todo el rato. Nos arreglan el pelo a las dos y ella se corta el
flequillo.Meretaaquemelocorteyotambién,perolorechazoconunasonrisa.Sin
embargo,dejoquemeconvenzaparaquemecompreunvestidonegroparaNavidad,
apesardequenotengoniideadequévoyahaceresedía.Noquieroestropeárselaa
Hardinyasumadre,ytampocohecompradoregalosninada.Creoqueaceptaréla
invitacióndeLandonypasaréeldíaensucasa.Ahoraquenoestamosjuntos,pasar
el día de Navidad con Hardin me parece demasiado. Nos encontramos en esta fase
extraña: no estamos juntos pero, hasta esta mañana, sentía que nos estábamos
acercando.
Paracuandoregresamosalapartamento,veoelcochedeHardinenelparkingy
yoempiezoaponermenerviosa.Subimosacasaynosloencontramossentadoenel
sofá,conelregazoylamesitaauxiliarllenosdepapeles.Tieneunbolígrafoentrelos
dientesyparecemuyconcentradoensutarea.Sospechoqueestátrabajando,aunque
sólolohevistotrabajarunpardevecesdesdequeloconozco.
—¡Hola,hijo!—losaludaTrishconvozalegre.
—Hola—respondeélsinentusiasmo.
—¿Noshasechadodemenos?—bromeaTrish,yélponelosojosenblancoantes
derecogerlashojassueltasymeterlasenunarchivador.
—Estaréeneldormitorio—bufalevantándosedelsofá.
MiroaTrishymeencojodehombros.LuegosigoaHardinalahabitación.
—¿Adóndehabéisido?—preguntadejandoelarchivadorenlacómoda.Unade
lashojassecaeyvuelveaembutirladentro.
Mesientoenlacamaconlaspiernascruzadas.
—Adesayunar.Luegohemosidoacortarnoselpeloydecompras.
—Ah.
—¿Ytú?—pregunto.
Sequedamirandoalsuelo.
—Heidoatrabajar.
—MañanaesNochebuena.Nomelotrago—replicoenuntonoqueindicaque
estoyaprendiendodeTrish.
Hardinmelanzaunamiradaasesina.
—Me importa un pimiento que te lo tragues o no —dice en tono de burla
sentándoseenlaotrapuntadelacama.
—¿Quémoscatehapicado?—leespeto.
—Nada.Amínomepasanada.
Estáaladefensiva,notolosmurosquehalevantadoparaprotegerse.
—Saltaalavistaqueteocurrealgo—insisto—.¿Porquétehasmarchadoesta
mañana?
Sepasalasmanosporelpelo.
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—Yatelohedicho.
—Mentirmenotevaaayudarennada.Precisamenteporesoestamos…metidos
enestefollón—lerecuerdo.
—¡Vale!¿Quieressaberdóndeheestado?¡Encasademipadre!—megrita,yse
levanta.
—¿Encasadetupadre?¿Paraqué?
—HeestadohablandoconLandon.—Sesientaenlasilla.
Pongolosojosenblanco.
—Lodeltrabajoeramáscreíble.
—Sinomecrees,llámalo.
—Vale,y¿dequéhashabladoconLandon?
—Deti,porsupuesto.
—¿Quépasaconmigo?—Levantolasmanosparainvitarloaqueseexplique.
—Puesdetodo.Paraempezar,séquenoquieresestaraquí—replicamirándome
fijamente.
—Sinoquisieraestaraquí,noestaríaaquí.
—Notienesotrositioadondeir.Silotuvieras,noestaríasaquí.
—¿Quétehaceestartanseguro?Anochedormimosenlamismacama.
—Sí,ysabesmuybienporqué.Sinohubieratenidounapesadilla,nolohabrías
hecho.Sólolohicisteporeso,yésaeslaúnicarazónporlaquemesigueshablando.
Tedoypena.
Letiemblanlasmanosysusojossemeclavancomodagas.Veovergüenzadetrás
desusirisverdes.
—Elporquéeslodemenos—digonegandoconlacabeza.
Noséporquésiempretienequesacaresetipodeconclusiones.¿Porquélecuesta
tantoaceptarquealguienloquiera?
—¡Te da pena el pobre Hardin que tiene pesadillas y no puede dormir solo! —
exclama.Estálevantandomucholavoz,ytenemoscompañía.
—¡Dejadegritardeunavez!¡Tumadreestádetrásdeesapuerta!—leespeto.
—¿Esoesloquehabéisestadohaciendotodoeldía?,¿hablardemí?Nomehace
faltaquemetengaslástima,Tess.
—¡Por Dios, Hardin! ¡Eres de lo más frustrante! No hemos hablado de ti, no
comotúcrees.Y,paraqueconste,nomedaspena.Tequeríaenlacamaconmigo,
conosinpesadillas.
Cruzolosbrazos.
—Vengaya—meladra.
—El problema no son mis sentimientos; el problema es cómo te sientes tú
respectoatimismo.Tienesquedejardecompadecertedetimismo,paraempezar—
ledigoconlamismadureza.
—Nomecompadezcodemímismo.
—Pues a mí me parece que sí. Acabas de provocar una pelea sin motivo.
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Deberíamosavanzar,noretroceder.
—¿Avanzar?—Memiraalosojos.
—Sí…Quierodecir,talvez.—Semetrabalalengua.
—¿Talvez?—Sonríe.
Y de repente está más contento que unas pascuas, sonriendo como un niño en
Navidad.Haceunsegundoestabadiscutiendoconmigo,conlasmejillasencendidas.
Por raro que parezca, a mí también se me ha pasado el enfado casi del todo. El
controlquetienesobremímeaterra.
—Estásloco.Locodeatar—ledigo.
Meregalaunasonrisadesuperioridad.
—Megustacómotehandejadoelpelo.
—Tienesquehacértelomirar—lopincho,yseríe.
—Novoyadiscutírtelo—replica.
Ynopuedoevitarecharmeareírconél…Puedequeestétanlocacomoél.
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CAPÍTULO31
Tessa
Mimóvilinterrumpenuestromomentocuandoempiezaavibraryabailarencimade
lacómoda.Hardinlocogepormí,miralapantallaydice:
—Landon.
Lequitoelteléfonoyrespondo.
—¿Diga?
—Hola,Tessa—diceLandon—.Mimadremehapedidoquetellameparaversi
vasaveniracasaeldíadeNavidad.
Sumadreestanencantadora…Apuestoaquehacelosmejoresdulcesnavideños
delmundo.
—Sí,megustaríamucho.¿Aquéhoratengoqueestarahí?
—Amediodía.—Seechaareír—.Yahaempezadoacocinar,asíqueyodejaría
decomerhastaentonces.
—Que empiece el ayuno —bromeo—. ¿Tengo que llevar algo? Sé que Karen
cocinamuchomejorqueyo,peropodríaprepararalgo.¿Quétalelpostre?
—Sí, trae un postre… Y otra cosa… Sé que es muy raro y, si no te sientes
cómoda, no pasa nada —dice bajando la voz—. Pero quieren invitar también a
Hardinyasumadre.AunquesiHardinytúseguíscomoelperroyelgato…
—Ahoranosllevamosmejor,másomenos—lointerrumpo.
Hardinenarcaunacejaaloírloyyolesonríonerviosa.
Landonrespiraaliviado.
—Estupendo. Si puedes, invítalos de nuestra parte. Mis padres te lo agradecen
mucho.
—Loharé—legarantizo—.¿Quépuedocomprarles?¿Seteocurrealgúnregalo?
—No,no.¡Nada!Notienesquetraerregalos.
MirolaparedeintentonopensarqueHardinnomequitalosojosdeencima.
—Vale,entendido.Perovoyallevarregalos—insisto—.¿Seteocurrealgo?
Landonsuspira.
—Tancabezotacomosiempre.Amimadrelegustacocinar,yaKen…cómprale
unpisapapelesoalgoasí.
—¿Unpisapapeles?—Nosalgodemiasombro—.Esunregalohorroroso.
Seechaareír.
—Nolecompresunacorbataporqueselavoyaregalaryo.—Luegoprotesta—:
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Oye,sinecesitasalgo,avisa.Tengoquedejarte,hedeayudaralimpiarlacasa—y
coneso,cuelga.
DejoelmóvilenlacómodayHardinnotardaenpreguntar:
—¿VasapasarconelloslaNavidad?
—Sí…Noquieroiracasademimadre—digosentándomeenlacama.
—Nomeextraña.—Serascalabarbillaconelíndice—.¿Podríaspasarlaaquí?
Comienzoaarrancarmelaspielesdealrededordelasuñas.
—Podrías…venirconmigo—sugiero.
—¿Ydejarsolaamimadre?—gruñe.
—¡No! Por supuesto que no. Karen y tu padre quieren que vaya, quieren que
vayáislosdos.
Hardinmemiracomosiestuvieraloca.
—Sí,claro,y¿porquécreesquemimadrevaaquererirapasareldíaconmi
padreysunuevaesposa?
—No…nolosé.Peropodríaserguayestartodosjuntos.
Laverdadesquenoestoymuyseguradecómoacabaríalacosa,másquenada
porquenoséenquétérminosseencuentranTrishyKenahora,siesquesehablan.
Tampoco me corresponde a mí intentar que todos hagan las paces. No soy de la
familia.NisiquierasoylanoviadeHardin.
—Paso.—Frunceelceño.
ApesardelfollónquetenemosHardinyyo,habríasidobonitopasarla
Navidadconél.Peroloentiendo.ConvenceraHardindequefueraacasade
supadreyaeramuydifícil;quelleveasumadreesmisiónimposible.
Como a mi cerebro le gusta solucionar problemas, empiezo a pensar en que
necesitocomprarregalosparaLandonysuspadresypuedequetambiénparaTrish.
¿Quélescompro?Deberíasalirya.Sonlascincopasadas.Sólomequedaunratode
hoyymañana,queesNochebuena.Notengoniideadesideberíacomprarlealgoa
Hardinono.Dehecho,estoycasiseguradequeno.Seríamuyrarohacerleunregalo
ahoraqueestamosenestafasetanextraña.
—¿Quétepasa?—MepreguntaHardinalvermetancallada.
Refunfuño.
—Tengoqueiralcentrocomercial.EsomepasapornotenercasaenNavidad.
—Nocreoquelamalaplanificacióntenganadaqueverconnotenercasa—me
pincha.
Nosonríemucho,perolebrillanlosojos…¿Estáflirteandoconmigo?Meechoa
reírsólodepensarlo.
—Enlavidaheplanificadonadamal.
—Ya,ya…—seburla,ylevantolamanoensudirección.
Mecogelamuñecaparadetenermigolpejuguetón.Uncalorfamiliarfluyepor
mis venas y por todo mi cuerpo y lo miro a los ojos. Me suelta rápidamente y
ningunodelosdossabeadóndemirar.Elairesecargadetensiónymelevantopara
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volveracalzarme.
—¿Yatevas?—pregunta.
—Sí…Elcentrocomercialcierraalasnueve—lerecuerdo.
—¿Vasairsola?—Cambiaelpesodeunapiernaalaotra,nervioso.
—¿Teapetecevenir?—digo.
Sé que no es buena idea, pero al menos quiero intentar que avancemos, e ir al
centrocomercialestábien,¿verdad?
—¿Decomprascontigo?
—Sí…,perosinoteapetecenopasanada—digountantoincómoda.
—No,claroquemeapetece.Sóloesquenoesperabaquemelopidieras.
Asiento, cojo el bolso y el móvil y salgo al salón con Hardin pisándome los
talones.
—Nosvamosalcentrocomercial—lediceHardinasumadre.
—¿Losdos?—preguntaellaponiendolosojosenblanco.Cuandoestamosenla
puerta, grita sin levantarse—: ¡Tessa, cariño, si te apetece dejarlo allí, prometo no
protestar!
Meechoareír.
—Lotendréencuenta—digosaliendodelapartamento.
Hardinarrancaelcocheyunamelodíadepianoqueconozcomuybienresuenaenel
habitáculo. Se apresura a bajar el volumen pero es demasiado tarde. Lo miro muy
satisfecha.
—Leshepilladoelgusto,¿vale?
—Sí,claro…—meburlo,ysuboelvolumendenuevo.
Si las cosas pudieran ser siempre así… Si esta relación cordial, el flirteo y el
punto intermedio en el que estamos ahora pudieran durar para siempre… Pero no
durarán, es imposible. Tenemos que hablar de lo ocurrido y de cómo será todo de
ahora en adelante. Sé que tenemos mucho que aclarar, pero no vamos a resolver el
problemadeunasentada,nisiquieraaunqueyoinsista.Quieroencontrarelmomento
oportunoeirpocoapocohastaentonces.
Pasamoscasitodoeltrayectoensilencio.Lamúsicadicetodoloquemegustaría
que pudiéramos decirnos el uno al otro. Cuando estamos cerca de la entrada de
Macy’s,Hardinanuncia:
—Tedejoenlapuerta.—Yyoasiento.
Loesperobajolarejilladeventilaciónmientrasélaparcaelcocheycaminaporel
fríoenmibusca.
Despuésdepasarcasiunahoramirandofuentesparahorneardetodaslasformas
ytamaños,decidoregalarleaKarenunjuegodemoldesparatartas.Séquedebede
tenerunmontón,peroparecequelacocinaylajardineríasonsusúnicasaficiones,y
notengotiempoparapensarennadamejor.
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—¿Podemosllevarestoalcocheyluegoseguirconlascompras?—lepreguntoa
Hardinmientrasintentoquenosemecaigalacaja.
—Dame,yalallevoyo.Espérameaquí—dicealtiempoquemelaquitadelas
manos.
Encuantoseva,mevoyalaseccióndecaballero,dondecientosdecorbatasen
cajas largas y estrechas parecen burlarse de mí y de Landon, que las considera un
regaloinfalible.Sigobuscandoperonuncahecompradoun«regalodepadre»yno
tengoniideadequéregalarleaKen.
—Haceunfríodelcarajo—diceHardincuandovuelvedelcoche,temblandoy
frotándoselasmanos.
—Unacamisetanoparecelomásidóneoparalanieve.
Ponelosojosenblanco.
—Tengohambre,¿ytú?
Vamosalagaleríaderestauración.Hardinmebuscasitioycompraporcionesde
pizzadelaúnicafranquiciaaceptable.Minutosdespuéssesientaconmigoalamesa
condosplatosllenosarebosar.Cojounaporciónyunaservilletayledoyunpequeño
bocado.
—Qué elegancia —se burla cuando ve que me limpio la boca al terminar de
masticar.
—Cállate—ledigocogiendootrotrozo.
—Estoes…muyagradable,¿nocrees?—pregunta.
—¿La pizza? —pregunto la mar de inocente, aunque sé que no se refiere a la
comida.
—Nosotrosdospasandolatardejuntos.Hacíamuchoquenoestábamosasí.
«Parecequefuehacemilaños…»
—Sólohacealgunosdías,enrealidad—lerecuerdo.
—Paranosotros,esoesmucho.
—Ya…—Doyunbocadomásgrandeparapoderpermanecercalladamástiempo.
—¿Desdecuándollevaspensandoenavanzar?—pregunta.
Terminodemasticarlentamenteytomounlargotragodeagua.
—Desde hace unos pocos días, creo. —Quiero mantener la conversación tan
trivial como sea posible para evitar montar una escena, pero añado—: Todavía
tenemosquehablardemuchascosas.
—Losé,peroestoytan…—Abremucholosojosporalgoquehavistodetrásde
mí.
Giro la cabeza y se me revuelve el estómago al divisar una mata de pelo rojo.
Steph.Y,juntoaella,sunovioTristan.
—Vámonos—digo.
Melevantoydejolabandejadecomidasobrelamesa.
—Tessa,aúnnohascompradotodoslosregalos.Además,nocreoquenoshayan
visto.
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Cuando me vuelvo otra vez, los ojos de Steph se encuentran con los míos. Es
evidentequeestásorprendida,nosésidevermeamíodevermeconHardin.Puede
queambascosas.
—Mehavisto—digo.
Laparejasenosacercaysientoquetengolospiesclavadosalsuelo.
—Hola—saludaTristanincómodocuandollegajuntoanosotros.
—Hola—diceHardinfrotándoselanuca.
Noquierodecirnada.MiroaSteph,cojomibolsodeencimadelamesayechoa
andar.
—¡Tessa,espera!—mellamaella.Suszapatosdeplataformagolpeanlosduros
baldosinesmientrasintentaalcanzarme—.¿Podemoshablar?
—¿Hablardequé,Steph?—leespeto—.¿Decómomiprimerayúnicaamigade
lafacultaddejóquemehumillasendelantedetodoelmundo?
HardinyTristansemiranelunoalotro,nosabensidebenintervenirono.
Stephextiendelasmanos.
—Perdóname, ¿vale? Sé que debería habértelo dicho. Yo… ¡creía que te lo
contaría!
—Yconesosearreglatodo,¿no?
—No,yaséqueno.Perodeverasquelosiento,Tessa.Séquedeberíahabértelo
contado.
—Peronolohiciste.—Cruzolosbrazos.
—Teechodemenos.Echodemenosestarcontigo—añade.
—Seguroqueechasdemenosnopoderhacermeelblancodetusbromas.
—Teequivocas,Tessa.Eres…erasmiamiga.Séquelahecagado,perodeveras
quelosiento.
Ladisculpamepillaconlaguardiabaja,aunquemerecuperoyledigo:
—Ya,puesnopuedoperdonarte.
Frunceelceño.Yentoncesponecaradeenfado.
—Pero ¿a él sí que puedes perdonarlo? Él fue quien lo empezó todo y tú se lo
perdonas.¿Nosetehaceraro?
Quieroponerlaensusitio,llamarladetodo,peroséquetienerazón.
—Noseloheperdonado,sóloestoy…Noséloqueestoyhaciendo—gimoteo,y
mellevolasmanosalacara.
Stephsuspira.
—Tessa,noesperoquesetepasesinmás,peroalmenosdameunaoportunidad.
Podríamosquedar,sólonosotroscuatro.Elgruposehaidoalamierda,laverdad.
Melaquedomirando.
—¿Quéquieresdecir?
—JaceestámásinsoportablequedecostumbredesdequeHardinlepególapaliza
desuvida.Tristanyyonosmantenemosalejadosdetodos.
MiroaHardinyaTristan,quenosestánobservando,yluegootravezaSteph.
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—¿HardinlehapegadoaJace?
—Sí…,elfindesemanapasado.—Frunceelceño—.¿Notehadichonada?
—No…
QuieroenterarmedetodoloquepuedaantesdequeHardinseacerqueylecalle
laboca.ComoStephquierecongraciarseconmigo,empiezaahablarsinqueyotenga
quedecirlenada.
—Sí,fueporqueMollyledijoaHardinqueJacelohabíaplaneadotodo…,yame
entiendes —añade en voz baja—, que te lo contara delante de todos… —Pero
entoncesseríetímidamente—.Laverdadesqueselohabíabuscado,ylacaraque
puso ella cuando Hardin se la quitó de encima no tenía precio. En serio, ¡debería
haberlehechounafoto!
MequedopensandoqueHardinrechazóaMollyylepegóunapalizaaJaceantes
deviajaraSeattle.EntoncesoigodeciraTristan:
—Chicas…—casicomoparaavisarnosdequeHardinestácerca.
Hardinvieneamiladoymecogedelamano.TristanintentaquitaraStephdeen
medio.Ellamemirauninstanteydiceconlosojosmuyabiertos:
—Tessa,túsólopiénsalo,porfavor.¿Teparecebien?Teechodemenos.
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CAPÍTULO32
Tessa
—¿Estásbien?—mepreguntaHardincuandoporfinsevan.
—Sí…,estoybien—contesto.
—¿Quétehadicho?
—Nada…,quierequelaperdone.—Meencojodehombrosynosdirigimosala
zonadetránsito.
NecesitoprocesartodoloqueStephmehadichoantesdecomentárseloaHardin.
Debió de asistir a una de sus fiestas antes de ir a Seattle, y Molly estaba allí. Casi
resultagraciosoquemedijeraqueseacostóconellalanocheenque,enrealidad,la
rechazó.Casi.Laculpabilidadquesientoporhaberbesadoaaquelextrañoenunclub
mientrasHardinestabaquitándosedeencimaaMollynotardaensermuchomayor
quelaironíadelasituaciónoelpesoquemehequitadodeencima.
—¿Tess? —Hardin deja de andar y agita una mano delante de mi cara—. ¿Qué
pasa?
—Nada. Estaba pensando en qué le compro a tu padre. —Se me da muy mal
mentir,ymirespuestasalemásatropelladadeloquemegustaría—.¿Legustanlos
deportes? Creo que sí. Recuerdo que estuvisteis viendo juntos el partido de fútbol
americano.
Hardinmemirauninstanteyluegodice:
—LosPackers,legustaelequipodelosPackers.
Estoy segura de que quiere hacerme más preguntas sobre la conversación con
Steph,perosecontiene.
Vamosaunatiendadedeportesylosdosestamosmuycallados.Hardinescoge
unpardecosasparasupadre.Nomedejapagar,asíquecojounllaveroquehabía
cercadelacajaregistradoraylopagosóloparafastidiarlo.Ponelosojosenblancoy
lesacolalengua.
—Eresconscientedequetehasequivocadodeequipo,¿verdad?—dicecuando
salimosdelatienda.
—¿Qué?—Sacoelpequeñoobsequiodelabolsa.
—EsdelosGiants,nodelosPackers—seburlaHardin.
—Enfin…—digovolviendoaguardarelllavero—.Menosmalquenadiesabrá
quelosregalosbuenossonlostuyos.
—¿Hemosterminado?—lloriquea.
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—No,mefaltaLandon.
—Ah,sí.Dijoquequeríaprobarunpintalabiosnuevo.¿Eraentonocoral?
MepongoenjarrasymeplantodelantedeHardin.
—¡Notemetasconél!Alomejordeberíacomprarteatielpintalabios,yaque
sabesexactamenteeltonoytodo—loriño.
Me gusta discutir en broma con Hardin, es mucho mejor que cuando vamos
directosalasyugulares.
Ponelosojosenblancoperosonríeantesdehablar.
—Cómpraleentradasparaelhockey.Esoesfácilynomuycaro.
—Buenaidea.
—Losé—admite—.Quépenaquenotenganiunamigoconelqueir.
—Yopuedoirconél.
ElmodoenqueHardinseburladeLandonmehacegraciaporquenotienenada
queverconcómoseburlabadeélantes.Ahorayanolohaceconmalicia.
—Tambiénquierocomprarunregaloparatumadre—ledigo.
Melanzaunamiradadivertida,sexieinofensiva.
—¿Porqué?
—PorqueesNavidad.
—Cómpraleunjersey—dice,yseñalaunatiendaderopaparaancianas.
Lamirounmomentoydigo:
—Semedafatalestodecomprarregalos.¿Túquélehascomprado?
Loquemeregalópormicumpleañoseratanperfectoqueimaginoqueasumadre
lehacompradoundetalleigualdeacertado.
Seencogedehombros.
—Unapulserayunabufanda.
—¿Una pulsera? —pregunto arrastrándolo hacia las profundidades del centro
comercial.
—No,queríadeciruncollar.Esuncollarmuysencilloenelquepone«Mamá»o
algunagilipollezparecida.
—Québonito—digomientrasvolvemosaentrarenMacy’s.Miroalrededoryme
animounpoco—.Creoqueaquíencontraréalgo…Legustanloschándales.
—¡No,porfavor!¡Máschándalesno!Esloquellevatodoslosdías.
Sonríoalversuexpresióndecontrariedad.
—Razóndemásparacomprarleunonuevo.
Vemosvariosmodelos.Hardintocalateladeunoylesechounbuenvistazoasus
nudillosyalascostrasquelosrecubrenyvuelvoapensarenloquemehacontado
Steph.
Notardoenencontrarunchándalverdementaquecreoquelegustaráyvamosa
lacaja.Porelcamino,mesientovaliente,enparteporqueahoraséqueesverdadque
noseacostóconMollymientrasyoestabaenSeattle.
Cuandolleganuestroturno,dejoelchándalsobreelmostrador,mevuelvohacia
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Hardinydigo:
—Tenemosquehablar,estanoche.
La cajera nos mira a uno y a otro confusa. Quiero decirle que es de mala
educaciónquedarsemirandoalagente,peroHardinmecontestaantesdequehaya
podidoreunirelvalorsuficiente:
—¿Hablar?
—Sí… —digo observando cómo la cajera quita la alarma de la prenda—.
Despuésdeponerelárbolquetumadrenoscompróayer.
—Y¿dequéquiereshablar?
Mevuelvoparamirarlo.
—Detodo—digo.
Parece aterrorizado, y las implicaciones de esa palabra resuenan en el aire.
Cuando la cajera pasa el lector del código de barras por la etiqueta del chándal, el
pitidorompeelsilencioyHardinmusita:
—Voyaporelcoche.
MientrasobservoalacajerameterelchándaldeTrishenunabolsa,medigo:«El
año que viene me aseguraré de comprar unos regalos fabulosos para compensar lo
cutresquesonesteaño».Perodespuéspienso:«¿Elañoqueviene?¿Quiéndiceque
elañoquevieneestaréconél?».
Ninguno de los dos abre la boca durante el trayecto de vuelta al apartamento. Yo
estoy ocupada intentando organizar mis ideas y todo lo que quiero decir, y él…
Bueno,medalasensacióndequeestáhaciendolomismo.Cuandollegamos,cojolas
bolsasycorrobajolalluviaheladahaciaelvestíbulo.Prefierolanieve,sinduda.
Subimosalascensoryoigoquemerugeelestómago.
—Tengohambre—ledigoaHardincuandomemiralatripa.
—Ah.—Parececomosituvierauncomentariosarcásticoenlapuntadelalengua
perodecideguardárselo.
Elhambrevaapeorcuandoentramosenelapartamentoyeloloraajoseapodera
demissentidos.Semehacelabocaagua.
—¡Hepreparadolacena!—anunciaTrish—.¿Quétalporelcentrocomercial?
Hardinmequitalasbolsasdelasmanosydesapareceeneldormitorio.
—Nohaidomal—respondo—.Nohabíatantagentecomometemía.
—Mejor.¿Teapetecequepongamoselárbol?NocreoqueHardinnosayudecon
eso. —Sonríe—. Detesta todo lo que es divertido. Pero podemos hacerlo nosotras
dos,¿quieres?
Meechoareír.
—Claroquesí.
—Comealgoprimero—ordenaHardincuandoentraenlacocinadandograndes
zancadas.
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Lelanzounamiradaenfurecidaysigocharlandoconsumadre.Despuésdeponer
el árbol con ella me espera la temida charla con Hardin, y no tengo ninguna prisa.
Además,necesitoporlomenosmediahoraparacogerfuerzasypoderdecirtodolo
que quiero. Tener una conversación como ésta con su madre en casa no es lo más
acertado,peronopuedoesperarmás.Hayquedejarlascosasclarasdeunavezpor
todas. Se me está acabando la paciencia: no podemos seguir mucho más tiempo en
estafaserara.
—¿Tieneshambre,Tessa?—mepreguntaTrish.
—Laverdadesquesí—ledigosinhacercasodelplomodesuhijo.
MientrasTrishmesirveunplatodepolloasadoconespinacasyajo,mesientoa
lamesaymeconcentroenlobienquehuele.Meloponedelanteycasisemesaltan
laslágrimasalverquesabemejordeloquehuele.
—Hardin,¿podríassacarlaspiezasdelárboldelacaja?—diceentoncesella—.
Esonosfacilitaríamucholatarea.
—Claro—diceél.
Trishmesonríe.
—Tambiénhecompradoadornos—explica.
Para cuando termino de cenar, Hardin ha colocado las ramas en las ranuras
correspondientesyelárbolyaestámontado.
—¿Aquenohasidotanterrible?—ledicesumadre.Hardincogelacajadelos
adornosyellaselaquitadelasmanos—.Dame,teayudaremosconeso.
Llena a reventar, me levanto de la mesa y pienso que nunca, jamás, me habría
imaginadoqueibaaadornarunárboldeNavidadenloqueeranuestroapartamento,
conHardinysumadre.Disfrutomuchohaciéndoloy,cuandoterminamos,aunquelos
adornosparecenestarpuestosalazar,Trishestámuysatisfecha.
—¡Vamosahacernostodosunafoto!—sugiere.
—Nomevanlasfotos—refunfuñaHardin.
—Vamos,Hardin,esNavidad.
Trishparpadeaconcoqueteríayélponelosojosenblancoporenésimavezdesde
quellegóella.
—Hoy,no—replica.
Séquenoesjustopormiparte,peromedapenasumadre,asíquemiroaHardin
conojitostiernosyledigo:
—¿Sólouna?
—Vale,pesadas.Perosólouna.
Se coloca de pie frente al árbol con Trish. Cojo el móvil para hacerles la foto.
Hardin apenas sonríe, pero la felicidad de Trish lo compensa. Me alegro de que no
sugieraquenoshagamosotraHardinyyo.Necesitamosdecidirquévamosahacer
antesdeempezarasacarnosfotosrománticasconárbolesdeNavidaddefondo.
LepidoaTrishsunúmerodemóvilyleenvíounacopiadelafotoconHardin,
quienvuelvealacocinaaservirselacena.
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—Voyaenvolverlosregalosantesdequesemehagamástarde—anuncio.
—Hastamañana,cariño—diceTrishdándomeunabrazo.
MemetoeneldormitorioyveoqueHardinyahapreparadoelpapelderegalo,
los lazos, la cinta adhesiva y todo lo necesario. Me concentro en la tarea para que
podamoshablarcuantoantes.Quierozanjarelasuntoperomedamiedoloquepueda
pasar.Séqueyamehedecidido,peronoestoyseguradeestarlistaparaadmitirlo.
Soyconscientedequeesunatontería,peronohehechomásquetonteríasdesdeque
conocíaHardin,ynosiemprehasidoparamal.
Estoy terminando de escribir el nombre de Ken en la etiqueta de uno de los
regaloscuandoélentra.
—¿Hasterminado?—pregunta.
—Sí…TengoqueimprimirlasentradasdeLandonantesdequepodamoshablar.
Ladealacabeza.
—¿Porqué?
—Porque necesito que me ayudes y no sueles ser muy colaborador cuando
discutimos.
—¿Cómosabesquevamosadiscutir?
—Porque es lo que hacemos siempre —digo medio riendo, y él asiente en
silencio.
—Sacarélaimpresoradelarmario.
Enciendoelportátil.Veinteminutosdespuéstenemosimpresasymetidasenuna
pequeñacajaderegalodosentradasparaveralosSeattleThunderbirds.
—Vale…¿Algunaotracosamásantesdequepodamos…hablar?—mepregunta.
—No,creoqueno—digo.
Nos sentamos en la cama, él apoyado en la cabecera, con sus largas piernas
estiradas,yyoalospiesconlaspiernascruzadas.Nosépordóndeempezarniqué
decir.
—Bien…—comienzaHardin.
Estoesmuyincómodo.
—Bien…—Empiezoatirarmedelaspielecitasdealrededordelasuñas—.¿Qué
tepasóconJace?
—¿TelohacontadoSteph?
—Sí,melohacontado.
—Ya,estabahablandodemasiado.
—Hardin,tienesquehablarconmigoonovamosaningunaparte.
Abremucholosojosindignado.
—Estoyhablando.
—Hardin…
—Vale, vale… —Deja escapar un suspiro de enfado—. Tenía planeado intentar
liarsecontigo.
Semerevuelveelestómagosólodepensarlo.Aunque,porloquemehacontado
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Steph,ésenofueelmotivodelapelea.¿Meestarámintiendootravez?
—¿Y?—replico—.Sabesqueesonohabríasucedidonienunmillóndeaños.
—Esonocambianada.Sólodeimaginármeloponiéndotelasmanosencima…—
Se estremece y continúa—: Además, él fue quien… Bueno, él y Molly. Los dos
planearoncontártelodelantedetodoelmundo.Jacenoteníaderechoahumillartede
esemodo.Loestropeótodo.
ElaliviomomentáneoquesientoahoraquelaversióndeHardinencajaconlade
Stephsetornaenenfadoalcomprobarquesiguecreyendoquesiyonomehubiera
enteradodelodelaapuestatodoseríaperfecto.
—Hardin, lo estropeaste todo tú solito —le recuerdo—. Ellos sólo me lo
contaron.
—Yalosé,Tessa—dicemolesto.
—¿Deverdad?¿Estásseguro?Porquenohasdichonadaalrespecto.
Encogelaspiernasconunmovimientobrusco.
—¿Cómoqueno?¡Sielotrodíainclusomeechéallorar,joder!
Notoquelelanzounamiradaasesina.
—Paraempezar,tienesquedejardesoltartantostacoscuandomehablas.Y,para
continuar,ésahasidolaúnicaocasiónenlaquetehevistodeciralgo,perotampoco
mucho.
—LointentéenSeattle,peronoqueríashablarconmigo.Yhasestadopasandode
mí,asíque¿cómoibaadecirtenada?
—Hardin, lo importante es que, si vamos a intentar superarlo, necesito
queteabrasamí,necesitosaberexactamentecómotesientes.
Meclavasusojosverdes.
—Y¿cuándovoyapoderoírcómotesientestú,Tessa?Erestancerradacomoyo.
—¿Qué?No…Noesverdad.
—¡Loes!Nomehasdichocómotesientescontodoesto.Loúnicoquerepites
sincesaresquenoquieresnadaconmigo.—Agitalosbrazosenmidirección—.Sin
embargo,aquíestás.Noentiendonada.
Necesitounmomentoparapensarenloquehadicho.Tengolacabezaaturullada
detantascosasqueheolvidadodecirle…
—Heestadohechaunlío.
—Noleoelpensamiento,Tessa.¿Porquéestáshechaunlío?
Tengounnudoenlagarganta.
—Poresto.Pornosotros.Noséquéhacer.Niconnosotrosnicontutraición.—
Acabamosdeempezarahablaryyaestoyalbordedelllanto.
—Y¿quéquiereshacer?—inquiereenuntonoalgoborde.
—Nolosé.
—Síquelosabes.
Metienecalada.
Necesito oírlo decir un montón de cosas antes de poder estar segura de lo que
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quierohacer.
—¿Quéquieresquehaga?—digo.
—Quiero que te quedes conmigo. Quiero que me perdones y me des otra
oportunidad. Sé que ya me has dado muchas pero, por favor, dame otra más. No
puedovivirsinti.Loheintentadoyséquetútambién.Novamosaencontraranadie
más.Onosreconciliamos,oacabaremossolos,yséquetútambiénlosabes.
Tienelosojosllorososcuandoacabadehablar,ynecesitosecarmelaslágrimas.
—Mehashechomuchísimodaño,Hardin—digo.
—Lo sé, nena, lo sé. Daría lo que fuera por poder cambiar eso —asegura, y se
queda mirando la cama con una expresión extraña—. No es verdad. No cambiaría
nada.Bueno,telohabríacontadoantes,esosí—dice.Levantolacabeza.Éllevanta
la suya y me mira a los ojos—. No lo cambiaría porque, si no hubiera hecho una
cabronada como ésa, no habríamos acabado juntos. Nuestros destinos nunca se
habrían cruzado de verdad, no del modo que ha hecho que estemos tan unidos.
Aunquemehadestrozadolavida,sinlamalditaypérfidaapuestanohabríatenido
ninguna vida que destruir. Seguro que ahora aún me odias más que antes, pero
queríasoírlaverdad.
Lomiroatravésdesusojosverdes.Noséquédecir.
Porque, cuando lo pienso, cuando lo pienso seriamente, sé que yo tampoco
cambiaríanada.
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CAPÍTULO33
Hardin
Nuncahabíasidotansinceroconnadie,peroquieroponertodaslascartassobrela
mesa.
Tessaseechaallorarymepreguntaconternura:
—¿Cómoséquenovasavolverahacermedaño?
Séquellevaconteniendolaslágrimastodoeltiempo,peromealegrodequese
haya rendido. Necesitaba ver alguna muestra de emoción… Ha estado muy fría
últimamente,yesonoespropiodeella.Antesmebastabaconmirarlaalosojospara
saber en qué estaba pensando. Ahora ha levantado un muro que me impide verla
comosóloyopuedoverla.Ojaláqueeltiempoquehemospasadojuntoshoyjueguea
mifavor.
Esoymisinceridad.
—Nohayformadesaberlo,Tessa—confieso—.Teaseguroquevolveréahacerte
daño,ytúmeloharásamí.Perotambiénteaseguroquenuncateocultarénadani
volveréatraicionarte.Esposiblequesueltesalgunaburradaquenosientesdeverdad,
y ya verás como yo también diré barbaridades, pero podemos solucionar nuestros
problemasporqueesoesloquehacelagente.Sólonecesitounaúltimaoportunidad
parademostrartequepuedoserelhombrequemereces.Porfavor,Tessa.Porfavor…
—lesuplico.
Memirafijamenteconlosojosrojos,mordiéndoseloscarrillos.Odioverlaasíy
meodioamímismoporhaberlapuestoasí.
—Mequieres,¿noesasí?—pregunto.Miedomedalarespuesta.
—Sí,másqueanada—reconoceconunsuspiro.
Nopuedoocultarlasonrisaquedibujanmislabios.Oírdesubocaqueaúnme
quieremedevuelvealavida.Mepreocupabamuchísimoquehubieratiradolatoalla,
quehubieradejadodequerermeysiguieraadelanteconsuvida.Nomelamerezcoy
sé que lo sabe. Pero la cabeza me da vueltas y está demasiado callada. No soporto
estartanlejosdeella.
—¿Quépuedohacer?¿Quéquieresquehagaparaquepodamosdejarestoatrás?
—preguntodesesperado,condemasiadoénfasis.Loséporelmodoenquememira,
como si la hubiera asustado o molestado o… qué sé yo—. ¿He dicho algo que no
debería?—Mellevolasmanosalacaraymesecolosojos—.Sabíaqueibaameter
lapata.Nosemedanbienlaspalabras.
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Nuncamehepuestotansentimentalentodamivida,ynoesagradable.Nuncahe
tenidoqueexpresarlemissentimientosanadienihetenidoganasdehacerlo,aunque
por esta chica haría lo que fuera. Siempre lo fastidio todo, pero esto tengo que
arreglarlo,oalmenosintentarlocontodasmisfuerzas.
—No…—solloza—.Sóloesque…Nosé.Quieroestarcontigo.Quieroolvidarlo
todoperonoquieroarrepentirmedespués.Noquieroserlachicaquesedejapisotear
ymaltratarysiemprevuelveapormás.
Meinclinohaciaellaypregunto:
—¿Quiéncreesquevaapensarasídeti?
—Todoelmundo.Mimadre.Tusamigos…Tú.
Sabía que era eso. Sabía que le preocupaba más lo que debe hacer que lo que
quierehacer.
—Nopiensesenlosdemás—digo—.¿Quémásdaloquepiensenadie?Poruna
vez,piensaenloquequieres,enloquetúquieres.¿Quétehacefeliz?
Conunosojazospreciosos,redondos,rojosyllorosos,dice:
—Tú.
Yelcorazónmedaunbrinco.
—Estoycansadadeguardármelotodoparamí.Todocuantoqueríadecirteynote
hedichometieneagotada—añade.
—Puesnoteloguardes—replico.
—Mehacesfeliz,Hardin.Perotambiénmehacesmuydesgraciada,mecabreasy,
sobretodo,mevuelvesloca.
—Ahíestálagracia,¿no?Poresohacemostanbuenapareja,Tess,porquesomos
lopeorelunoparaelotro.
Amíellatambiénmevuelveloco,ymecabreaymehacefeliz.Muyfeliz.
—Somoslopeorelunoparaelotro—diceconunalevesonrisa.
—Lo somos —repito, y le devuelvo la sonrisa—. Pero te quiero más de lo que
nadietequerránunca,ytejuroquededicaréelrestodemividaacompensártelo.Si
medejas.
Espero que haya oído la sinceridad en mi voz, lo mucho que deseo que me
perdone.Lonecesito.Lanecesitocomonuncahenecesitadoanadanianadie,ysé
queellamequiere.Noestaríaaquídenoserasí,aunquenopuedocreermequeacabe
dedecir«elrestodemivida».Esperonohaberlaasustado.
No dice nada y se me parte el corazón. Las lágrimas se agolpan detrás de mis
párpadosysusurro:
—Losientomucho,Tessa…Tequieroconlocura…
Medesarmacuandosaltacomounrayoysesientaenmiregazo.Lecojolacara
entrelasmanos.Respirahondoyapoyalamejillaenlapalmademimano.
Memira.
—Necesitoqueseaconmiscondiciones—suplica—.Nopodrésoportarqueme
rompasotravezelcorazón.
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—Loquehagafalta.Yosóloquieroestarcontigo—leaseguro.
—Tenemos que ir despacio. No debería estar haciendo esto… Si vuelves a
hacermedaño,noteloperdonaréjamás—amenaza.
—Noloharé.Telojuro.
Preferiría morir a volver a hacerle daño. Todavía no me creo que vaya a darme
otraoportunidad.
—Teheechadomuchodemenos,Hardin.
Cierralosojosyquierobesarla,quierosentirsuslabiosardientescontralosmíos,
peroacabadedecirmequequiereirdespacio.
—Yotambiénati—respondo.
Apoyalafrenteenlamíayrespiroaliviado.
—Entonces ¿va en serio? —pregunto intentando que no se me note lo
desesperadoqueestoy.
Se sienta derecha y la miro a los ojos, esos ojos que se han pasado la semana
atormentándomecadavezquecierrolospárpados.Sonríeyasiente.
—Sí…Creoquesí.
Lerodeolacinturaconlosbrazosyserecuestaenmí.
—¿Medasunbeso?—leruego.
Nointentaocultarlasorpresa.Meacaricialafrenteymeapartaelpelodelacara.
Joder,meencantaquehagaeso.
—Porfavor—digo.
Ymehacecallarconsuslabios.
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CAPÍTULO34
Tessa
Abro la boca y Hardin no desaprovecha la oportunidad de meterme la lengua. El
metal del piercing de su labio inferior está frío, y paso la lengua por la suave
superficie.Esunsaborquemeresultafamiliarymeponeacien,comosiempre.Por
muchoquemeresista,lonecesito.Necesitotenerlocerca,necesitoquemeconsuele,
quemerete,quemehagaenfadar,quemebeseyquemequiera.Enroscolosdedos
en su pelo y tiro de los suaves mechones cuando me estrecha entre sus brazos con
másfuerza.Hadichotodocuantonecesitabaoír,ymesientomejorconmiinsensata
decisión de permitirle que vuelva a mi vida…, aunque la verdad es que nunca ha
dejado de formar parte de ella. Sé que debería haber aguantado más, que debería
haberlotorturadoyhaberlohechoesperarigualqueélmetorturóconsusmentiras.
Peronopuedo.Noescomoenlaspelículas.Eslavidareal,mivida,yamividale
falta algo sin él. Mi vida es insoportable sin él. Este chico tatuado, maleducado y
enfadado con el mundo se me ha metido en la piel, en el corazón, y sé que, por
muchoquelointente,noconseguirélibrarmedeél.
Sulenguameacariciaellabioinferiorymemuerodelavergüenzacuandoseme
escapaungemidogutural.Meaparto.Estamossinaliento,meardelapielyéltiene
lasmejillasencendidas.
—Graciaspordarmeotraoportunidad—jadeaestrechándomecontrasupecho.
—Lodicescomosihubieratenidoelección—replico.
—Latienes—dicefrunciendoelceño.
—Losé—miento.
Lo cierto es que no he tenido elección desde que lo conocí. Estoy loca por él
desdelaprimeravezquenosbesamos.
—¿Yahoraqué?—pregunto.
—Loquetúdecidas.Yoséloquequiero.
—Quieroquevolvamosaestarcomoantesde…comoantesdetodoloquepasó.
Hardinasiente.
—Esoquieroyotambién,nena.Telocompensaré,teloprometo.
CadavezqueHardinmellama«nena»sientomariposasenelestómago.Suvoz
ronca, el acento británico y la delicadeza que hay detrás de su tono son una
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combinaciónirresistible.
—Porfavor,nohagasquemearrepienta—lesuplico,ymecogelacaraentrelas
manosdenuevo.
—Noloharé.Yaloverás—meprometeymebesaotravez.
Sé que tenemos muchas cosas que solucionar, pero estoy tranquila, decidida y
seguradehaberhecholocorrecto.Mepreocupalareaccióndetodoelmundo,sobre
todolademimadre,aunqueyameocuparédeesollegadoelmomento.Elhechode
quenovayaapasarlaNavidadconellaporprimeravezendieciochoañosparapoder
estar con Hardin y que hayamos decidido volver a estar juntos no hará más que
empeorarlascosasconella,perolaverdadesquemedaigual.Bueno,meimporta,
pero no puedo seguir bregando con cada decisión que tomo y es imposible tenerla
contenta,asíquehedejadodeintentarlo.
ApoyolacabezaenelpechodeHardinyélmecogelacoletaylaretuerceentre
losdedos.Mealegrodehaberterminadodeenvolverlosregalos.Yahasidobastante
estresantetenerquecomprarlosaúltimahora.
«Mierda. No le he comprado nada a Hardin.» ¿Me habrá comprado él algún
regalo?Nocreo,peroahoraquevolvemosaestarjuntos…Oqueestamosjuntospor
primeravez…Mepreocupaquemehayacompradoalgoyquesesientamalcuando
veaqueyonotengoregaloparaél.¿Quépodríaregalarle?
—¿Quétepasa?—preguntalevantándomelabarbilla.
—Nada…
—No habrás… —empieza a decir, despacio y dubitativo—. No habrás…
cambiadodeopinión.
—No…,no.Sóloesque…notehecompradoningúnregalo—confieso.
Sonríeymemira.
—¿Estás preocupada porque no me has comprado nada? —Se echa a reír—.
Tessa, de verdad, me lo has dado todo. Es absurdo que te preocupes por un simple
regalodeNavidad.
Aunasí,mesientoculpable,aunquemeencantalaconvicciónconlaquelodice.
—¿Estásseguro?—pregunto.
—Deltodo.—Vuelveareírse.
—Tecompraréunsuperregalodecumpleaños—digo,yvuelveaacariciarmeel
labioinferiorconeldedo.
Entreabrolabocayesperoaquemebesedenuevo,perosuslabiosseposanen
minarizyluegoenmifrente.Esungestosorprendentementedulce.
—Nocelebromicumpleaños—explica.
—Losé…,yotampococelebroelmío.—Esdelopocoquetenemosencomún.
—¿Hardin?—SeoyelavozdeTrishmientrasllamaconcuidadoalapuerta.
Élgruñeyponelosojosenblancoyyomebajodesuregazo.
Lomiroalgoofendida.
—Notevasamorirportratarlaunpocomejor…Llevamuchotiemposinverte.
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—Nolatratomal—dice.Yséquedeverdadlocree.
—Intentaserunpocomásamableconella,hazlopormí.—Parpadeocomouna
vampiresayélmenealacabeza.
—Eresundemonio—meespeta.
Sumadrevuelveallamar.
—¿Hardin?
—¡Voy!—dice,ysebajadelacamadeunsalto.
Cuandoabrelapuerta,veoquesumadrepareceterriblementeaburrida.
—¿Osapeteceverunapelícula?—pregunta.
Hardinsevuelvehaciamíyenarcaunacejacuandodigo:
—Sí—ymelevantodelacama.
—¡Fantástico!—sonríeellaydespeinaasuhijo.
—Voy a cambiarme —dice Hardin echándonos del cuarto con un gesto de la
mano.
Trishmetiendelamano.
—Ven,Tessa.Vamosaprepararalgoparapicar.
Sigo a su madre a la cocina. Será mejor que no vea a Hardin cambiándose de
ropa.Quieroirpocoapoco.Despacio.Nosésiesoesposibleconél.Mepreguntosi
deberíadecirleaTrishquehedecididoperdonarasuhijo,oalmenosintentarlo.
—¿Galletas?—sugiere.
Asientoyabrolosarmariosdelacocina.
—¿Demantequilladecacahuete?—lepreguntocogiendolaharina.
Trishenarcalascejasimpresionada.
—¿Sabes hacerlas? Yo suelo comprar la masa lista para hornear, pero mucho
mejorsisabeshacerlascaseras.
—No soy una gran cocinera, pero Karen me ha enseñado a preparar una receta
fácildegalletasdemantequilladecacahuete.
—¿Karen?—pregunta,ysemecaeelalmaalospies.
NoqueríamencionaraKaren.LoúltimoquepretendoesincomodaraTrish.Me
vuelvoparaencenderelhornoyescondermivergüenza.
—¿Laconoces?—dice.
Noséinterpretarsutonodevoz,asíquemeandoconpiesdeplomo.
—Sí…Suhijo,Landon,esmiamigo…,mimejoramigo.
Trishmepasaunoscuencosyunacucharaypreguntaintentandoparecerneutral:
—Ah…Y¿cómoes?
Enrasolaharinaenlacucharademedirylaechoenuncuencograndetratando
quenuestrasmiradasnoseencuentren.Noquierocontestar.Nomeapetecementir,
peronosécómosesienteconrespectoaKenyasunuevaesposa.
—Puedescontármelo—insiste.
—Esencantadora—confieso.
Asiente.
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—Meloimaginaba.
—Nohasidomiintenciónmencionarla.Semehaescapado—medisculpo.
Mepasalamantequilla.
—Notepreocupes,cielo.Noledeseonadamaloaesamujer,nadaenabsoluto,
aunqueporsupuestomeencantaríaoírqueesmásfeaqueuntrol.—Seechaareíry
mesientomuyaliviada—.PeromealegrodequeelpadredeHardinseafeliz.Sólo
querríaquemihijoolvidaratodoelrencorquesientehaciaél.
—Lo ha… —empiezo a decir, pero cierro el pico en cuanto Hardin entra en la
cocina.
—¿Quédecías?—mepreguntaTrish.
Miroaunoyaotra.NomecorrespondeamídecírselosiHardinnolohahecho.
—¿Dequéestáishablando,pareja?—preguntaHardin.
—Detupadre—respondeTrish,yélpalidece.Porsuexpresión,séquenotenía
intencióndecontarlelarelaciónincipienteconsupadre.
—Nosabíaque…—intentoexplicarle,perolevantalamanoparaquemecalle.
Odiolomuchoquelegustaguardarsuintimidad.Imaginoquetendréquevivir
conello.
—Tranquila,Tess.Heestado…pasandoalgodetiempoconél—diceHardinrojo
comountomate.
Sin pensar, me pongo a su lado. Esperaba que se enfadara conmigo y que le
mintieraasumadre,peromealegrodehabermeequivocado.
—¿Enserio?—preguntaellamuysorprendida.
—Sí… Perdona, mamá. Ni me acerqué a él hasta hace un par de meses. Me
emborrachéyledestrocéelsalón…,peroluegopaséunpardenochesensucasay
fuimosasuboda.
—¿Has vuelto a beber? —inquiere Trish, y los ojos empiezan a llenársele de
lágrimas—.Hardin,porfavor,dimequenohasvueltoabeber.
—No,mamá.Sólofueenunpardeocasiones.Nadaqueverconlodeantes—le
promete.
¿«Lodeantes»?Séquesolíabeberdemasiadopero,porlareaccióndesumadre,
esmuchopeordeloquemehabíadadoaentender.
—¿Estásenfadadaconmigoporhaberidoaverlo?—preguntaHardin,ylepongo
lamanoenlacinturaparareconfortarlo.
—Ay, hijo. Nunca me enfadaría contigo por relacionarte con tu padre. Estoy
sorprendida,esoestodo.Podríashabérmelodicho.—Parpadeaunpardevecespara
contenerlaslágrimas—.Llevomuchotiempodeseandoqueolvideselresentimiento
que le tienes. Fue una época horrible de nuestras vidas, pero sobrevivimos y la
dejamosatrás.Tupadrenoeselhombrequeerayyotampocosoylamismamujer.
—Esonocambianada—diceélenvozbaja.
—No,nocambianada,peroavecesunotienequeelegirolvidar,seguiradelante.
Mehacemuymuyfelizquehayasestadoviéndolo.Teharábien.Larazónporlaque
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teenviéaquí…,bueno,unadelasrazones,fueparaqueloperdonaras.
—Noloheperdonado.
—Puesdeberías—diceellaconsinceridad—.Yolohehecho.
Hardinseapoyasobreloscodosenlaencimeraydejacaerlacabezamientrasle
acariciolaespaldaconlamano.Alnotarelgesto,Trishmesonríecomodiciéndome
quelohapillado.Laadmiromásquenunca.Estanfuerteycariñosapesealopoco
afectuosoqueessuhijo…Ojalátuvieraaalguienensuvida,igualqueKentienea
Karen.
Hardindebedeestarpensandoexactamentelomismoporquedejacaerlacabeza
ydice:
—Pero él vive en una mansión y conduce coches caros. Tiene una nueva
esposa…ytúestássola.
—Medanigualsucasaysudinero—leaseguraella.Luegosonríe—.Y¿quéte
hacepensarqueestoysola?
—¿Qué?—Levantalacabezasorprendido.
—¡Noteasombrestanto!Soyunbuenpartido,hijo.
—¿Estássaliendoconalguien?¿Conquién?
—ConMike.—Seruboriza,ymeencanta.
LamandíbuladeHardinllegaalsuelo.
—¿ConMike?¿Elvecino?
—Sí, con el vecino. Es un hombre muy bueno, Hardin. —Se echa a reír y me
miraconcomplicidad—.Ymeresultamuycómodotenerlojustoallado.
Hardinhaceoídossordosaesoúltimo.
—¿Desdecuándo?¿Porquénomelohabíasdicho?
—Desdehaceunpardemeses.Noesnadaserio…,porahora.Además,nocreo
queseasquiénparadarmeconsejosamorosos—seburlaella.
—Pero¿Mike?Esunpoco…
—Nohablesmaldeél.Todavíaestásenedadderecibirunaazotaina—loregaña
Trishconunasonrisajuguetona.
Hardinlevantalosbrazosenseñaldederrota.
—Vale,vale…
Está mucho más relajado que esta mañana. La tensión entre nosotros casi ha
desaparecidoymehacemuyfelizverlobromearconsumadre.
Acontinuación,Trishanunciamuycontenta:
—¡Perfecto!Voyaescogerlapelícula.Novengáissinlasgalletas.
Sonríeynosdejasolosenlacocina.
Meacercoalcuencodelosingredientesyterminodemezclarlamasa.Mechupo
eldedoyHardin,siempredegranayuda,apunta:
—Nocreoqueesoseamuyhigiénico.
Metoeldedoenelcuenco,rebañolamasapegajosaymeacercoaél.
—Prueba.
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Intentotransferirlamasaasumanoperosellevamidedoalabocaylochupa.
Ahogoungemidoytratodeconvencermedequesóloessuformadelimpiarmela
masadegalleta…apesardecómomeestámirando…,apesardecómomepasala
lengua por el dedo. A pesar de que la temperatura en la cocina haya subido
trescientosgradosyapesardequeelcorazónmelatatanfuertequesemevaasalir
delpecho.
—Yabasta—digosacandoeldedodesuboca.
Melanzaunasonrisamaliciosa.
—Tendráqueesperar.
Elplatodegalletasdesaparecedurantelosprimerosdiezminutosdepelícula.Hede
confesarquemesientoorgullosadehaberaprendidoahacergalletas.Trishmealaba
mucho,yHardinsecomelamitad,cosaquemesirvecomocumplido.
—¿EsmaloqueestasgalletasseanloquemásmehagustadodeEstadosUnidos
hastalafecha?—dicellevándoselaúltimaalaboca.
—Sí,unapena—seburlaHardin,yyomeríoporlobajo.
—Vasatenerquehacerlastodoslosdíashastaquemevaya,Tessa.
—Pormí,perfecto.—SonríoymeacurrucocontraHardin.Merodealacintura
conelbrazoydoblolaspiernasparapoderestarmáscercadeél.
Trishsequedadormidacasialfinaldelapelícula,peroHardinbajaelvolumen
deltelevisorparaquepodamosterminardeverlasindespertarla.Paraentoncesestoy
llorandoamocotendido.Esunadelaspelículasmástristesquehevisto.Nosécómo
Trishhapodidoquedarsedormida.
—Hasidoespantoso.Muybonitaperomuytriste—sollozo.
—Esculpademimadre.Yoqueríaverunacomediaynosécómohemosacabado
viendoLamillaverde.Yateloadvertí.
Subelamanodemicinturaamishombros,meestrechacontrasupechoymeda
unbesoenlafrente.
—Podemosponer«Friends»cuandoestemoseneldormitorioparaqueteolvides
dequealfinalsemue…
—¡Hardin,nomelorecuerdes!—protesto.
Noobstante,seechaareírantesdelevantarsedelsofáytirardemibrazopara
queyohagalomismo.Unavezenlahabitación,Hardinenciendelalámparadela
mesilladenocheyeltelevisor.
Cierra la puerta y vuelve junto a mí con esos ojos verdes brillantes y esos
hoyuelosmalévolosymeestremezco.
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CAPÍTULO35
Hardin
—Voyacambiarme—diceTessaydesaparecetraslapuertadelarmarioabierta,con
unpañuelodepapelenlamano.
Tiene los ojos rojos de tanto llorar con la película. Sabía que le iba a afectar,
aunquehedeconfesarqueestabaesperandoversureacción.Noporquedesearaverla
llorar,sinoporquemegustalomuchoqueseimplicaentodo.Seabresinreparosala
fuerzadelaficción,yaseaunapelículaounanovela,ysepermiteperderseenella
porcompleto.Esfascinante.
Cuandoregresa,vatansóloconunosshortsyelsujetadordeencajepuesto.
«Joder.»Nisiquieraintentodisimularquelaestoymirando.
—¿Crees que podrías ponerte… mi camiseta? —le pregunto. No sé qué le
parecerá,peroechodemenosverladormirconella.
—Meencantaría.—Sonríeycogelacamisetaquemehepuestohoydeencima
delcestodelacolada.
—Québien—afirmointentandodisimularmientusiasmo.
Sin embargo, cuando veo cómo sus tetas sobresalen por encima del encaje al
levantarlosbrazos…
«Dejademirar.Despacio,quiereirdespacio.Puedoirdespacio…,dentroyfuera
deella.Mierda,¿quéclasedeobsesosoy?»Cuandomedecidoadesviarlamirada,se
mete la mano debajo de la camiseta y se saca el sujetador por una manga…
«Jodeeer…»
—¿Estásbien?—preguntametiéndoseenlacama.
—Sí—digo.
Tragosalivaycontemplohipnotizadocómosesueltalacoleta.Lasondassuaves
y rubias caen sobre sus hombros y mueve la cabeza a un lado y a otro. Lo está
haciendoapropósito.
—Vale…—asiente,ysetumbaencimadeledredón.Megustaríaquesemetiera
debajoparanotenerla…tanalavista.
Melanzaunamiradainquisitiva.
—¿Novienesalacama?
Nimehabíadadocuentadequeaúnsigodepieenmediodelahabitación.
—Yavoy…
—Sehaceunpocoraroestodevolveraestarjuntos,peronotienesporquéestar
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tandistante—dicenerviosa.
—Lo sé —respondo, y me acuesto con las manos estiradas hacia adelante para
ocultarciertascosas.
—Aunquenotanrarocomopensaba—añadeenunsusurro.
—Sí…
Me alegra oírlo. Me preocupaba que no fuera como antes, que estuviera a la
defensivaynofueralaTessalaquetantoquiero.Sólohanpasadounaspocashoras,
peroesperoquetodosigacomohastaelmomento.Estanfácilestarconella,tantan
fácil…Ytandifícilalavez…
Ponesupequeñamanoencimadelamíayapoyalacabezaenmipecho.
—Estásmuyraro.¿Enquépiensas?—pregunta.
—Sóloestoycontentodetenerteaquí.Estodo.
«Ynopuedoparardepensarquememueroporhacerteelamor»,añadoparamis
adentros.YanoquierotirarmeaTessacomoantes,ahoraesmuchomás.Muchísimo
más.Quierotenerlalomáscercaposible.Quieroquevuelvaaconfiaraciegasenmí.
Medueleelcorazóncuandopiensoenlaconfianzaquedepositóenmíyencómola
traicioné.
—Hayalgomás—dice.Mehapillado.
Niegoconlacabezaysusdedosdibujanunafinalíneadesdemisienhastaelaro
demetalquellevoenlaceja.
—Noquierassaberquéestoypensando—confieso.
No me gustaría que creyera que para mí es sólo un objeto, que sólo quiero
utilizarla.Noquierocontarlequéestoypensando,peronopuedoseguirocultándole
cosas.Tengoquesersinceroconella,ahoraysiempre.
Memiraysucaradepreocupaciónmeparteelalma.
—Dímelo.
—Pues…estabapensandoen…follar…,quierodecir,enhacerteelamor.
—Ah—diceenvozbajayabriendomucholosojos.
—Losé,soyuncerdo—gruño.¿Porquéhabrétenidoquedecirlelaverdad?
—No…Noloeres.—Seruboriza—.Yoestabapensandolomismo.
Semuerdeellabioinferior.Estoesunatortura.
—¿Ah,sí?
—Sí… Quiero decir que hace mucho que no… Bueno, sin contar lo de Seattle,
peroesanocheestabamuyborracha.
Buscoensucaraalgúnsignodedespreciopormifaltadeautocontrollasemana
pasada,cuandosemeabalanzóencimacomounafiera,peronohaynirastro.Loque
veoesqueledavergüenzarecordarloqueocurrió.Meaprietaelbóxerdepensaren
lodeSeattle.
—Noquieroquecreasqueteestoyutilizando…portodoloquehaocurrido—le
explico.
—Hardin,teaseguroqueésaprecisamentenoesunadelascosasquesemepasan
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porlacabezaenestemomento.
Me daba miedo que mi estupidez hubiera arruinado nuestros momentos íntimos
parasiempre.
—¿Estássegura?Porquenoquierovolveracagarla—digo.
Sellevamimanoasuentrepiernaamododerespuesta.
«Joder.»
Le cojo la muñeca con la otra mano y la atraigo hacia mí. En cuestión de
segundosestoyencimadeella,conunarodillaentresusmuslos.Primerolebesoel
cuello, mi boca delirante y veloz se aferra a su piel suave. Tira de su camiseta y
levantalaespaldadelacamalojustoparaquepuedaquitársela.Milenguadejaun
senderohúmedoensuclavículayensupecho.Tirademicamisetaydemisudadera
alavezylaayudohastaquesólollevopuestoelbóxer.
Quieroacariciarhastaelúltimomilímetrodesucuerpo,cadacurva,cadaángulo.
Dios,espreciosa.Meagachoparabesarleelvientreysusdedosdesaparecenenmi
peloytirandelasraíces.Lamuerdo.Susbragasysusshortsaterrizanenelsuelo.Mi
lenguaacaricialapieldesuscaderas.
Explorosucuerpocomosifueralaprimeraolaúltimavez,peromemeteprisa.
—Hardin…,porfavor…
Pongo la boca en su parte más sensible y deslizo la lengua arriba y abajo,
saboreándolamientrasconsumemissentidos.
—Así—jadea,ymetiramásfuertedelpelo.
Despega las caderas de la cama para apretarse contra mi lengua. Me aparto y
gimotea.Meencantaquemetengatantasganascomoyoaella.Meincorporo,abroel
cajóndelamesilladenoche,cojoelenvoltoriometálicoylorasgoconlosdientes.
Nomequitalosojosdeencimayyoaellatampoco.Observocómosupechosube
ybajaexpectante.Medeshagodelbóxerylabesoenlamejilla,conlapollasobresu
muslo.
Meenderezoymepongoelcondón.
—Notemuevas—leordeno.
Tessa obedece y me recoloco entre sus piernas. No aguanto más. La tengo tan
duraquemeduele.
—Siempre estás a punto para mí —digo humedeciéndome los dedos en ella y
llevándoselosalabocaparaquesaboreesuspropiosjugos.
Es tímida pero no protesta, sino que me relame el dedo con la lengua, y la
sensaciónestanplacenteraquemeadentrodeinmediatoenella.Esexquisito,ylo
echabamuchísimodemenos.
—Hostiaputa…—blasfemomientrasellagimedealivio.
Todosmisdoloresdecabezasedesvanecenencuantomehundoenellaylalleno
del todo. Tess entorna los ojos, echa la cabeza atrás y yo muevo las caderas en
círculosmuydespacioantesdemetérselaysacárselaunayotravez.
—Más…,porfavor,Hardin.
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«Joder,cómomegustaoírlasuplicar.»
—No,nena…Quieroirdespacio—digoconotrarotacióndelascaderas.
Deseo saborear cada segundo. Quiero ir despacio y quiero que sienta lo mucho
quelaamo,lomuchoquemearrepientodehaberlehechodañoyqueestoydispuesto
ahacercualquiercosaporella.Lecubrolabocadebesosyellamelaacariciaconla
lengua.Gimocuandomeclavalasuñasenlosbícepscontantafuerzaqueseguroque
medejamarca.
—Te quiero… No sabes cuánto —le digo cambiando de ritmo. Sé que la estoy
torturandoconlalentituddemismovimientos.
—Te…tequiero—gime,yempiezanatemblarlelaspiernas.Yacasiestá.
Me encantaría poder vernos, encajados el uno en el otro pero separados. El
contraste de su piel suave y clara con la tinta negra que cubre la mía, sus manos
subiendo y bajando por mis brazos deben de ser dignas de ver. Somos la luz y la
oscuridad;esuncaosperfecto,estodoloquetemo,loquequieroyloquenecesito.
Gimeconmásfuerzaytengoquetaparlelabocaconlamanoparaquelamuerda
yahoguesusgritos.
—Chsss…Relájate,nena.
Mis embestidas se aceleran y su cuerpo se tensa debajo del mío mientras Tessa
grita mi nombre entre mis dedos. Me uno a ella en unos segundos, a lo bestia, sin
guardarmenada.Ellaesmidrogaperfecta.
—Mírame—susurro.
Memiraalosojosymeremata.Sueltohastalaúltimagotaysucuerposerelaja.
Estamos jadeantes, inmóviles. Me quito el condón, le hago un nudo y lo tiro a la
papeleraquehayjuntoalacama.
Cuandomeapartodeella,mecogedelbrazoparaimpedírmelo.Lesonríoyme
quedodondeestoy.Meapoyoenuncodoparanoaplastarla.Meacaricialamejillay
conlaalmohadilladelpulgardibujapequeñoscírculosenmipielempapada.
—Tequiero,Hardin—diceenvozbaja.
—Tequiero,Tess—contesto,yapoyolacabezacontrasupecho.
Me pesan los párpados y noto que Tessa empieza a respirar más despacio. Me
duermoescuchandoellatirconstantedesucorazón.
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CAPÍTULO36
Tessa
LacabezadeHardinmepesaenelestómago.Mimóvilvibraenlamesilladenoche
ymedespierta.Lohagoaunladocontodoelcuidadodelmundoycojoelmaldito
aparato.Enlapantallabrillaelnombredemimadreygruñoantesdecontestar.
—¿Theresa?—diceseveraalotrolado.
—Sí.
—¿Dóndeestás?¿Aquéhoravasallegar?—inquiere.
—Novoyair,mamá.
—EsNochebuena,Tessa.Séqueestásenfadadaporlodetupadre,peronecesito
quepaseslaNavidadconmigo.Nodeberíasestarsolaenunmotel.
Mesientounpococulpablepornopasarlasvacacionesconmimadre.Noesla
mujermásagradabledelmundo,perosoytodoloquetiene.Aunasí,ledigo:
—Novoyairhastaallí,mamá.Estánevandoynoquieroestarencasa.
Hardinsemueveylevantalacabeza.Justocuandovoyadecirquenoemitaniun
suspiro,abrelaboca.
—¿Quépasa?—dice,yoigoelgritoahogadodemimadre.
—¡TheresaYoung!¿Esquetehasvueltoloca?—grita.
—Mamá,noquierodiscutirloahoramismo.
—¡Esél,nomemientas!¡Reconozcosuvoz!
Vayaascodedespertar.MequitoaHardindeencima,cubromicuerpodesnudo
conlamantaymesiento.
—Voyacolgar,mamá.
—Noteatrevasacolgar…
Peromeatrevo.Yluegopongoelmóvilensilencio.Sabíaqueteníaqueenterarse
mástardeomástemprano,perohabríapreferidoquefueramásbientarde.
—Vale,puesyasabequehemosvuelto…aestarjuntos.Tehaoídoyestáhecha
una furia —digo, y le enseño el móvil para que vea que mi madre ha llamado dos
vecesenmenosdeunminuto.
Seacurrucaamiespalda.
—Habríaacabadoenterándosedetodosmodos,mejorquehayasidoasí.
—Puesno.Podríahabérselocontadoyoenvezdehaberlodescubiertoellasola
porquetehaoídoporelteléfono.
Seencogedehombros.
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—Lomismoda:sehabríacabreadoigual.
—Aunasí.—MemolestaunpocoqueHardinreaccionedeesemodo.Séquemi
madre le importa un bledo, pero al fin y al cabo es mi madre y no quería que se
enteraradeesemodo—.Notecostaríanadaserunpocomásamable.
Asienteydice:
—Perdona.
Esperabaquesepusieraborde.Quéagradablesorpresa.
Acontinuaciónsonríeymeatraehaciasí.
—¿Ysitepreparoeldesayuno,Daisy?
—¿Daisy?—inquieroconunacejaenarcada.
—Esprontoynoestoymuyfinoconlascitasliterarias,peroestásgruñona…Así
quetehellamadoDaisy.
—DaisyBuchanannoeragruñona,yyotampoco—refunfuño,aunquenopuedo
evitarsonreír.
Sueltaunacarcajada.
—Loeres,y¿cómosabesaquéDaisymerefiero?
—Nohaymuchasyteconozcobien.
—¿Ah,sí?
—Sí,yquesepasquenomesientoofendida—lopincho.
—Ya,ya…,señoraBennet—contraataca.
—Comohasdicho«señora»,imaginoqueterefieresalamadre,noaElizabeth,y
que intentas decir que soy insufrible. Pero como no estás muy fino, ¿a lo mejor
queríasdecirquesoyencantadora?Nohayquienteentienda.—Lesonrío.
—Está bien, está bien… Joder. —Se ríe—. A uno se le ocurre hacer un chiste
maloylomandanalparedón.
Mi cabreo inicial se disuelve mientras seguimos con nuestro duelo verbal y me
levantodelacama.Hardindicequepodemosquedarnosenpijamaporquenovamos
asalirdecasa.Semehaceraro.Encasademimadretendríaqueponermelaropade
losdomingos.
—Pontemicamiseta—diceseñalandolaquetiramosanochealsuelo.
Sonrío,larecojoymelapongojuntoconunospantalonesdechándal.Nocreo
que Noah me haya visto nunca en chándal. Hace poco que empecé a maquillarme,
perosiempreheidobienvestida.MepreguntoquéhabríapensadoNoahsihubiera
aparecidoporsucasavestidaasíparapasarunratoconél.Tienegracia,siemprecreí
quemeencontrabaagustoconNoah,creíaqueerayomismacuandoestabaconél
porquemeconocíadetodalavida,cuandoenrealidadnomeconoceenabsoluto.No
conoce a la verdadera Tessa. Con Hardin estoy tan cómoda que hasta me atrevo a
sacarla.
—¿Lista?—mepregunta.
Asientoymerecojoelpeloenunmoñoflojo.Apagoelmóvilylodejoencima
delacómoda,luegosalgoconHardinalsalón.Undeliciosoaromaacaféinundael
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apartamento.Trishestáenlacocina,haciendotortitas.
Sonríeysevuelvehacianosotros.
—¡FelizNavidad!
—AúnnoesNavidad—diceHardin,ylomiromal.
Ponelosojosenblancoylesonríeasumadre.Mesirvounatazadecaféyledoy
las gracias a Trish por preparar el desayuno. Hardin y yo nos sentamos a la mesa
mientrasnoscuentacómosuabuelaleenseñóaprepararestaclasedetortitas.Hardin
laescuchaconatenciónyhastasonríe.
Empezamosacomer.Sonlastortitasdearándanosmássuculentasdelmundo.
—¿Vamosaabrirhoylosregalos?—preguntaTrish—.Lodigoporqueimagino
quemañanaestarásencasadetumadre.
Nosémuybienquécontestar,yempiezoarebuscarlaspalabras.
—Enrealidad…,no…Laverdad…,lehedichoa…
—Mañana va a ir a casa de papá. Se lo prometió a Landon, que no tiene más
amigos,asíquenopuedecancelarlo—intervieneHardin.
Le agradezco que me eche un cable, pero que diga que soy la única amiga que
tieneLandonescruel…Puedequeseaverdad,peroéltambiénesmiúnicoamigo.
—Ah…Nopasanada,cariño.Notemasdecirmeesetipodecosas.Notengonada
encontradequevisitesaKen—diceTrish,ynosésisedirigeamíoaHardin.
Élniegaconlacabeza.
—Yonovoyair.LedijeaTessaquetúyyopasábamos.
Trishsequedaconeltenedorenlaboca.
—¿Tambiénmehabíaninvitadoamí?—dicesorprendidaamásnopoder.
—Sí…Queríanquevinieraislosdos—leexplico.
—¿Porqué?—pregunta.
—No…lo…sé—digo.
Eslapuraverdad.KarenesmuyamableyséquequierequesumaridoyHardin
haganlaspaces.Ésaeslaúnicaexplicaciónquesemeocurre.
—Yaleshedichoquenovamosair.Notepreocupes,mamá.
Trishsesacaporfineltenedordelabocaymasticapensativa.
—No,puedequedebamosir—dicealratoparamisorpresayladeHardin.
—¿Porquéquieresirallí?—lepreguntaélconmalacara.
—Nolosé…Laúltimavezqueviatupadrefuehacecasidiezaños.Creoque
me debo a mí misma ver cómo le ha dado la vuelta a su vida. Además, sé que no
quierespasarlaNavidadsinTessa.
—Podríaquedarme—digo.
No quiero cancelar lo de mañana pero tampoco quiero que Trish se sienta
obligadaair.
—No,deverdad.Meparecebien.Deberíamosirtodos.
—¿Estássegura?—LapreocupacióndeHardinesevidente.
—Sí… No será tan terrible. —Sonríe—. Además, si Kathy es quien le ha
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enseñado a Tessa a preparar esas deliciosas galletas, imagínate el festín que nos
espera.
—Karen,mamá.SellamaKaren.
—Oye, que es la esposa de mi exmarido, con quien voy a pasar la Navidad.
Puedollamarlacomomeplazca.—Sueltaunacarcajadaymeríoconella.
—AvisaréaLandondequevamosairtodos—digo,ymelevantoparairaporel
móvil.
NuncaimaginéquepasaríalaNavidadconHardinyconsufamiliaalcompleto.
Estosúltimosmesesnohansidoparanadaloqueesperaba.
Cuando enciendo el teléfono veo que tengo tres mensajes en el buzón de voz,
todosdemimadre,seguro.Nolosescucho,sinoquemarcoelnúmerodeLandon.
—Hola,Tessa.¡FelizNochebuena!—mesaluda,tanalegrecomosiempre.Melo
imaginosonriente.
—FelizNochebuena,Landon.
—¡Gracias!Loprimero:esperoquenotehayasrajado.
—No, claro que no. Más bien al contrario. Llamo para preguntarte si todavía
queréisqueHardinyTrishvayantambién.
—¿Deverdad?¿Hanaceptado?
—Sí…
—¿EsosignificaqueHardinytú…?
—Sí…Yaséquesoyunaimbécilpor…
—Yonohedichoeso.
—Losé,peroseguroqueloestáspensando…
—No.Mañanalohablamos,siquieres,peronoeresningunaimbécil,Tessa.
—Gracias—ledigodecorazón.Debedeserlaúnicapersonaquenotieneuna
opiniónnegativaalrespecto.
—Lediréamimadrequevanavenir.Sepondrámuycontenta—diceantesde
colgar.
Paracuandoregresoalsalón,TrishyHardinestánsentadosconsusregalosenel
regazo,yveodoscajassobreelsofáqueimaginoquesonparamí.
—¡Yoprimero!—diceTrish,yrasgaelpapelcondibujosdecoposdenievede
unadelascajas.Sonríedeorejaaorejaalverelchándalquelehecomprado—.¡Me
encanta!¿Cómolohassabido?—diceseñalandoelgrisquellevapuesto.
—Nosemedamuybiencomprarregalos—ledigo.
Seríe.
—Noseastonta.Esmuybonito—measeguramientrasabrelasegundacaja.
Setomaunmomentoparaverloquehaydentro,ledaunabrazoaHardinysaca
un collar que dice «Mamá», justo lo que él me había dicho. Parece que también le
gustalabufandagruesaquesuhijolehacomprado.
MeestoyarrepintiendodenohaberlecompradonadaaHardin.Sabíaquetardeo
tempranovolveríaconél,ycreoqueéltambiénlosabía.Nohamencionadoqueme
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hayacompradonada,ylasdoscajasquetengoenelregazotienenlafirmadeTrish,
quéalivio.
Hardineselsiguiente.Lededicaasumadresumejorsonrisafalsacuandovela
ropa que le ha regalado. Hay un jersey rojo de manga larga. Intento imaginarme a
Hardinconotrocolorquenoseanielblanconielnegro,peromeresultaimposible.
—Tetoca—medice.
Nerviosa,sonríoylequitoellazobrillantealacajadelprimerregalo.ATrishse
ledamejorelegirropademujerquedehombre,comodemuestraelvestidoamarillo
claroquecontienelacaja.Escortoyligero,ymeencanta.
—Muchasgracias.¡Esprecioso!—exclamoyledoyunabrazo.
Apreciodecorazónquesehayaacordadodemí.Acabadeconocerme,perome
tratacontantocariñoqueescomosilaconocieradesdehacetiempo.
Lasegundacajaesmuchomáspequeña,perohanusadotantacintaadhesivapara
envolverlaquemeresultacasiimposiblequitarleelpapel.Cuandoalfinloconsigo,
descubro un brazalete, una pulsera de charms. Nunca antes había visto una igual.
Trish es tan detallista como su hijo. La levanto y acaricio con los dedos el cordón
parapoderverbienloscolgantes.Sólohaytres,unpocomásgrandesquelauñade
mipulgar.Dossondepeltreyelterceroescompletamenteblanco…,¿porcelana?El
blanco es un infinito con los extremos en forma de corazón. Como el tatuaje de la
muñeca de Hardin. Lo miro a él y miro el tatuaje. Se revuelve y vuelvo a mirar el
brazalete.Elsegundocolganteesunanotamusical,yeltercero,unpocomásgrande
quelosotrosdos,tieneformadelibro.Cuandopasolosdedosporencima,
notoquetienealgoinscritoaldorso.Dice:
«Nosédequéestánhechaslasalmas,perolamíaylasuyasonunasola».
Alzo la vista en dirección a Hardin y me trago las lágrimas que amenazan con
formarsetrasmispárpados.Estonomelohacompradosumadre.
Estomelohacompradoél.
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CAPÍTULO37
Tessa
Hardin se ha ruborizado. Una sonrisa nerviosa le baila en los labios y lo miro en
silenciounminuto.
Luego prácticamente me planto en sus narices de un salto y estoy a punto de
tirarloalsuelodelasganasquetengodetenercercaaestelocosalvaje.Eslobastante
fuerteparaimpedirquenoscomamoselsuelo.Loabrazocontodasmisfuerzasyse
atraganta,asíqueaflojounpocolapresión.
—¡Es…esabsolutamenteperfecto!—sollozo—.Gracias.Esundetalleincreíble.
Apoyolafrenteenlasuyaymeacurrucoensuregazo.
Deinmediato,sinembargo,meapresuroaapartarme.Poruninstantesemehabía
olvidadoquenoestamossolos.
—¡Losiento!—medisculpoanteTrish,yvuelvoamisitioenelsofá.
Ellamesonríeconcomplicidad.
—Notienesporquédisculparte,cielo.
Hardinnodicenada.Séquenoquierehablardelregalodelantedesumadre,así
quecambiodetema.Suregaloesalucinante.Nopodríahaberescogidounacitamás
acertadadeningunaotranovela.«Nosédequéestánhechaslasalmas,perolamíay
lasuyasonunasola»…Describetambiénloquesientoporél.Somosmuydistintos,
peroalavezsomosiguales,delmismomodoqueCatherineyHeathcliff.Sóloespero
nocompartirtambiénsudestino.Prefieropensarquehemosaprendidodesuserrores
yquenopermitiremosquenossucedalomismoqueaellos.
Mepongolapulseraymuevoelbrazodeunladoaotro,despacio,paravercómo
semuevenloscharms.Nuncamehabíanhechounregalocomoéste.Creíaqueera
imposiblesuperarellibroelectrónico,peroHardinhaconseguidosorprendermecon
estebrazalete.Noahsiempremeregalabalomismo:perfumeycalcetines.Todoslos
años.Claroqueyotambiénleregalabacoloniaycalcetinestodoslosaños.Éramos
así,nosibalarutinayelaburrimiento.
ContemplolapulseraunossegundosmásantesdedarmecuentadequeHardiny
su madre me están mirando. Me levanto inmediatamente y empiezo a recoger los
papelesderegalo.
Conunacarcajada,Trishpregunta:
—¿Ybien,señoritaycaballero?,¿quéplanestenemosparahoy?
—Amímeapeteceecharmeunasiesta—contestaHardin,yellaponelosojosen
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blanco.
—¿Unasiesta?¿Tantemprano?¿YenNavidad?—seburla.
—Porenésimavez:hoynoesNavidad—diceunpocoborde.Luegosonríe.
—Eresunrollo—loregañaTrishdándoleungolpeenelbrazo.
—Detalpalo,talastilla.
Sepeleandebromaymepierdoenmispensamientosmientrasrecojolamontaña
depapelderegalorotoyarrugadoylatiroalcontenedormetálico.Mesientofatal
pornohaberlecompradonadaaHardin.Ojaláelcentrocomercialestuvieraabierto…
No sé qué le compraría, pero cualquier cosa es mejor que nada. Miro otra vez el
brazalete y acaricio con el dedo el pequeño infinito. Es increíble que me haya
compradounamuletoajuegoconsutatuaje.
—¿Yahasterminado?
Doyunbrincoaloírsuvozysentirsualientoenmioreja.Mevuelvoylepego
uncachete.
—¡Mehasasustado!
—Perdona,amor—diceentrerisas.
Elcorazónsemesaledelpechocuandomellama«amor».Noespropiodeél.
Lo noto sonreír con la boca pegada a mi cuello y me rodea la cintura con los
brazos.
—¿Teapeteceecharteunasiestaconmigo?
Mevuelvohaciaél.
—No. Me quedo aquí con tu madre. Pero… —añado con una sonrisa— iré a
arroparte.
Prefieronodormirlasiestaamenosqueestédemasiadoagotadaparahacernada,
ymegustaríapasarunratoconsumadre,oleer,oalgoasí.
Hardin pone cara de exasperación pero me conduce al dormitorio. Se quita la
camisetaylatiraalsuelo.Misojosviajanporlospaisajesdetintadesupielyme
sonríe.
—¿Deverdadtehagustadolapulsera?—preguntaacercándosealacama.Tira
loscojinesalsueloyyolosrecojo.
—¡Eres un cerdo! —protesto. Dejo los cojines sobre el arcón y la camiseta de
Hardinenlacómodaantesdecogermilibroelectrónicoytumbarmeenlacamacon
él—.Ylarespuestaessí:meencantalapulsera.Esundetalleprecioso,Hardin.¿Por
quénomehasdichoqueelregaloeratuyo?
Tirademíymecolocalacabezaensupecho.
—Porquesabíaqueyatesentíasbastantemalpornohabermecompradonada—
dice,yseechaareír—.Yquealvermimaravillosoregalotesentiríasaúnpeor.
—Vaya,erestanhumilde…—bromeo.
—Además,cuandoloencargué,nosabíasiibasavolveradirigirmelapalabra—
confiesa.
—Sabíasquevolvería.
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—No,laverdadesqueno.Estavezseteveíadistinta.
—¿Yeso?
—No sabría decirte. No era como el centenar de veces que has dicho que no
queríasnadaconmigo.—Meapartaunmechónrebeldedelafrenteconelpulgar.
Meconcentroenelsubirybajardesupecho.
—Bueno… Yo lo sabía. Quiero decir que no quería admitirlo, pero sabía que
volveríacontigo.Siemprelohago.
—Notedarémotivosparaquevuelvasadejarme.
—Esoespero—ledigo,ylebesolapalmadelamano—.Yyoatitampoco.
Nodigonadamásporque,porahora,nohaynadamásquedecir.Tienesueñoy
noquieroquesigarepitiendoquevoyadejarlo.Alospocosminutosestáfrito.Desde
queHardinmehallamadoDaisyestamañanamehanentradoganasdereleerElgran
Gatsby,asíquebuscoenlabibliotecademilibroelectrónicoparaversiHardinmelo
hadescargado.Nopodíafaltar.Justocuandomedispongoareunirmeconsumadre,
oigounavozfuribundademujer.
—¡Disculpe!
«Mimadre.»Dejoellibroelectrónicoalospiesdelacamaymelevanto.
«¿Quédemoniosestáhaciendoaquí?»
—¡Notieneustedderechoaentrarahí!—legritaTrish.
Trish.Mimadre.Hardin.Elapartamento.Mierda.Estonovaaacabarbien.
Lapuertadeldormitorioseabredeparenparyaparecemimadre,conaspecto
sofisticado pero amenazador, con un vestido rojo y unos zapatos negros de tacón.
Lleva el pelo rizado y recogido en lo alto de la coronilla y un tono de carmín
demasiadobrillanteparamisojos.
—¿Cómo es posible que hayas vuelto aquí? ¡Después de todo lo ocurrido! —
grita.
—Mamá…—empiezoadecirmientrassevuelvehaciaTrish.
—Y¿ustedquiéndemonioses?—preguntaacercándosedemasiadoaTrish.
—Soysumadre—diceellaseñalandoaHardin.
Élgruñemediodormidoyabrelosojos.
—Pero¿quécoñopasa?—Esloprimeroquesaledesubocacuandovealdiablo
vestidodecarmesí.
Mimadresevuelvehaciamí.
—Vámonos,Tessa.
—Yonovoyaningúnlado.¿Quéestáshaciendoaquí?—lepregunto.
Resoplaysellevalasmanosalascaderas.
—Yatelohedicho:eresmiúnicahijaynovoyaquedarmesentadadebrazos
cruzadosviendocómoarruinastuvidaporeste…gilipollas.
Suspalabrassongasolinabajomipiel,ydeinmediatosalgoensudefensa.
—¡Nohablesasídeél!—legrito.
—Ese gilipollas es mi hijo, señora —dice Trish con cara de pocos amigos. Por
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muydivertidaquesea,esunamujerdispuestaalanzarsealosleonesporsuhijo.
—Ya,puessuhijoestádestrozandoycorrompiendoamihija—contraatacami
madre.
—Vosotrasdos,fuera—diceHardinlevantándosedelacama.
Mimadremenealacabezaylesonríecontodaladentadura.
—Theresa,recogetuscosas.Ahora.
Quemedéórdenesmesientafatal.
—¿Qué parte de «yo no voy a ningún lado» no has entendido? Te di la
oportunidad de pasar las fiestas conmigo pero fuiste demasiado orgullosa para
permitírmelo.—Séquenodeberíahablarleasí,peronopuedoevitarlo.
—¡¿Demasiadoorgullosa?¿Creesqueporcomprarteunpardevestidosdeputón
yhaberaprendidoamaquillartederepentesabesmásqueyodelavida?!—Aunque
estágritando,parecequeseestériendo,comosimiseleccionesfueranunchiste—.
Puesteequivocas.¡Quetehayasentregadoaesta…estaescorianoteconvierteen
unamujer!Noeresmásqueunamocosa.Unamocosaingenuayfácildeimpresionar.
Recogetuscosasantesdequelohagayo.
—Novaatocarniunlápiz—leespetaHardin—.Novaairseconusted.Sevaa
quedaraquíconmigo,dondedebeestar.
Mimadresevuelvehaciaél.Larisahadesaparecido.
—¿Dondedebeestar?¿Dondedebíaestarcuandoladejastetiradaenunmaldito
moteldespuésdetodoloquelehiciste?Noeresdignodeellaynovaaquedarseaquí
contigo.
—Señora, está usted hablando con dos personas adultas —interviene Trish—.
Tessa es suficientemente responsable. Si lo que quiere es quedarse, usted no puede
hacernadapara…
Los ojos centelleantes de mi madre buscan los ojos impávidos de la madre de
Hardin. Esto es un desastre. Abro la boca para decir algo pero mi madre se me
adelanta.
—¿Cómo puede usted defender su comportamiento pecaminoso e indecente?
¡Deberíanencerrarlodespuésdeloquelehizoamihija!
—Es evidente que ella ha decidido perdonarlo, y a usted no le queda otra que
aceptarlo—diceTrishsindespeinarse.
Está demasiado tranquila. Parece una serpiente, de esas que se deslizan
imperceptiblementeynuncasabescuándovanaatacar.Perocuandolohacen,esel
final. Mi madre es la presa y ahora mismo espero que la picadura de Trish sea
venenosa.
—¿Perdonarlo?Lerobósuinocenciacomopartedeunjuego,deunaapuestacon
susamigos.¡Yluegofueapresumirdesuhazañaanteellosmientrasellaestabaaquí
jugandoalascasitas!
El grito quedo de Trish anula los demás sonidos, y durante un segundo sólo se
oyeelsilencio.Boquiabierta,miraasuhijo.
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—¿Qué…?
—Ah, ¿no se lo habían contado? ¿Quiere decir que el muy embustero tenía
engañada incluso a su madre? Pobre mujer, no me extraña que lo estuviera
defendiendo —dice mi madre meneando la cabeza—. Su hijo se apostó con sus
amigos,pordinero,quedesvirgaríaaTessa.Inclusoguardólapruebaylaexhibiópor
todoelcampus.
Estoy patidifusa. No dejo de mirar a nuestras madres porque tengo miedo de
mirar a Hardin. Por el cambio en su respiración, sé que pensaba que no le había
contado a mi madre los detalles de su traición. En cuanto a Trish, no quería que
supieralascosastanhorriblesquehahechosuhijo.Eramivergüenza,yyodecidíasi
compartirlaono.
—¿Laprueba?—diceTrishconlavoztemblorosa.
—Sí, la prueba. ¡El preservativo! Ah, y las sábanas manchadas de sangre de la
virginidadrobadadeTessa.Asaberenquésehabrágastadoeldinero,perolecontóa
todo el mundo hasta el último detalle de sus momentos de… intimidad. Ahora
dígame si debería obligar a mi hija a venir conmigo o no. —Mi madre arquea una
cejainquisitivayperfectamentedepiladaendirecciónaTrish.
Lo noto en cuanto sucede. Siento el cambio en la habitación, en el flujo de la
energía. Trish se ha pasado al bando de mi madre. Intento desesperadamente
aferrarmealbordedelprecipicioqueesHardin,peropuedoverloalaperfecciónen
lamiradadeascoqueledirigeasuhijo.Unamiradaquedicequeestonoesnada
nuevo.Esalgoqueyahatenidoqueusarcontrasuhijo,comounrecuerdoquevuelve
en forma de expresión facial. Una mirada que deja muy claro que se cree, una vez
más,todolomaloquelecuentandesuhijo.
—¡¿Cómo has podido, Hardin?! —grita—. Esperaba que hubieras cambiado…
Esperaba que hubieras dejado de hacerles esas cosas a las chicas…, a las mujeres.
¿Acasohasolvidadoloqueocurriólaúltimavez?
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CAPÍTULO38
Tessa
Noayuda.Noayudaenabsoluto,peromimadreprácticamentemebramaaloído:
—¿La última vez? ¿Lo ves, Theresa? Ésa es precisamente la razón por la que
tienesquealejartedeél.Yahahechoestoantes.¡Losabía!¡Elpríncipeazulatacade
nuevo!
MiroaHardinydejocaerlosbrazosaloscostados.«Otravez,no.»Nocreoque
puedaaguantarmásgolpes.Suyos,no.
—Estonoesasí,mamá—intervieneélfinalmente.
Trishlomiraboquiabiertaysesecalosojos,aunquelaslágrimassiguenbrotando
deellos.
—Puesteaseguroqueesloqueparece,Hardin.Nomelopuedocreer.Tequiero,
hijo,peroenestaocasiónnopuedoayudarte.Estoestámal.Muymal.
Siempre soy incapaz de expresar mi opinión en situaciones como ésta. Quiero
hablar,tengoquehacerlo,perounalistainterminabledeposiblescosasespantosasa
lasqueTrishpodríaestarrefiriéndoseconlode«laúltimavez»invademimentey
merobalavoz.
—¡Hedichoquenoesasí!—gritaHardinlevantandolosbrazos.
Trishsevuelveymemiracondureza.
—Tessa,deberíasirtecontumadre—dice,ysemeformaunnudoenlagarganta.
—¿Qué?—inquiereHardin.
—Túnolehacesningúnbien.Tequieromásqueamivida,peronopuedodejar
quehagasestootravez.SesuponíaqueveniraEstadosUnidosibaaayudarte…
—Theresa—intervienemimadre—.Creoqueyaheoídosuficiente.—Meagarra
delbrazo—.Vámonos.
Hardinseacercayelladaunpasoatrásymecogeconmásfuerza.
—Suéltelaahoramismo—diceconlosdientesapretados.
Las uñas de color ciruela de mi madre se clavan en mi piel mientras intento
procesarloacontecidoenlosúltimosdosminutos.Noesperabaqueellairrumpiera
en el apartamento, y desde luego no esperaba que Trish dejara caer insinuaciones
sobreotrodelosmuchossecretosdeHardin.
«¿Hahechoestoantes?¿Aquién?¿Laamaba?Y¿ellaloamabaaél?»Medijo
que nunca había estado con una chica virgen, y que nunca había querido a nadie.
«¿Memintió?»Suexpresióndeenfadomeimpideleerloensurostro.
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—Túyanotienesnadaquedecirenloqueaellaserefiere—leespetamimadre.
Sinembargo,sorprendiendoatodoslospresentes,inclusoamímisma,liberomi
brazolentamente…ymecolocodetrásdeHardin.Élsequedaboquiabierto,comosi
noestuvieramuysegurodequéestoyhaciendo.Trishymimadremuestranlamisma
expresióndehorror.
—¡Theresa!Noseasestúpida.¡Venaquí!—meordenamimadre.
En respuesta, envuelvo con los dedos el antebrazo de Hardin y me quedo
escondida detrás de él. No sé por qué, pero lo hago. Debería irme con mi madre u
obligaraHardinadecirmedequénaricesestáhablandoTrish.Perolociertoesque
sóloquieroquemimadresemarche.Necesitounosminutos,unashoras…,untiempo
indefinido, para comprender qué está sucediendo. Acababa de perdonarlo. Acababa
de decidir olvidarlo todo y seguir con él. ¿Por qué tiene que haber siempre algún
secretoocultoquesalealaluzenelpeormomentoposible?
—Theresa.—MimadredaotropasohaciamíyHardinechaelbrazoatráspara
protegermedeella.
—Noseacerque—leadvierte.
Trishseaproximaasuvez.
—Hardin, es su hija —interviene—. No tienes ningún derecho a entrometerte
entreellas.
—¿Que no tengo derecho? ¡Ella no tiene ningún derecho a irrumpir en nuestro
apartamentoyennuestrodormitoriosinquenadielahayainvitado!—grita,yyome
aferroconmásfuerzaasubrazo.
—Ésenoessudormitorio,yéstenoessuapartamento—replicamimadre.
—¡Sí que lo es! ¿No ve detrás de quién está? Me está utilizando como escudo
paraquelaprotejadeusted—subrayaHardinmientraslaseñalaconeldedo.
—Seestácomportandodemanerainsensataynosabeloqueleconviene…
Entonces,hallandoporfinpartedemivoz,lainterrumpo:
—¡Deja de hablar como si yo no estuviera presente! Estoy aquí, y soy una
personaadulta,mamá.Siquieroquedarme,loharé—anuncio.
Conojoscompasivos,Trishintentaconvencerme:
—Tessa,cielo,creoquedeberíasescucharatumadre.
Susutilmaneradeecharmesemeclavaenelpechocomounpuñaldetraición,
peronoséquéesloquesabeacercadesuhijo.
—¡Gracias! —exclama mi madre aliviada—. Por fin alguien razonable en esta
familia.
Trishlelanzaunamiradadeadvertencia.
—Señora, no me gusta el modo en que trata a su hija, así que no piense que
estamosenelmismoequipo,porquenoesasí.
Mimadreseencogedehombrosligeramente.
—Lo mismo da, el caso es que las dos estamos de acuerdo en que tienes que
marchartedeaquí,Tessa.Tienesquesalirdeesteapartamentoparanovolverjamás.
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Pediremoseltrasladoaotrafacultadsiesnecesario.
—Puedetomarsuspropias…—empiezaHardin.
—Te ha envenenado la mente, Theresa. Mira las cosas que te ha hecho. ¿Crees
queloconoces?—inquieremimadre.
—Loconozco—replicoconlosdientesapretados.
Mi madre centra la atención en Hardin. Viendo cómo su pecho asciende y
desciende al ritmo de su respiración agitada, sus mejillas rojas de ira y sus manos
formandopuñoscontantafuerzaquetienelosnudillosblancos,nosécómomimadre
no tiene miedo de él. Debería sentirse intimidada y, sin embargo, le dice sin
inmutarse:
—Sideverdadteimportalomásmínimo,pídelequesemarche.Hastaahorasólo
lehashechodaño.Noeslamismachicaquedejéenlauniversidadhacetresmeses,y
todo por tu culpa. Tú no la viste llorar durante días después de lo que le hiciste.
Probablemente estabas de fiesta con otra chica mientras ella lloraba hasta quedarse
dormida. La has destrozado. ¿Cómo puedes dormir por las noches? Sabes que
acabaráshaciéndoledañootravezantesodespués,demodoque,sitequedaalgode
decencia,dile…dilequevengaconmigo.
Unsilenciogélidoinvadelahabitación.
Trishestásumidaensuspensamientos,conlamiradaperdidaenlapared,comosi
estuvierarecordandolasaccionespasadasdesuhijo.Mimadreobservaconfuriaa
Hardin, esperando su respuesta. La respiración de él es tan agitada que temo que
estalle en cualquier momento. Y yo… yo estoy intentando decidir qué voluntad
ganarámiluchainterior:lademicorazónolademicabeza.
—Novoyaircontigo—digoporfin.
Enrespuestaamidecisión,midecisiónadulta,unadecisiónqueséqueacarreará
consecuencias que tendré que asumir y que hará que tenga que soportar grandes
dificultadesmientrastratodeaveriguarsipuedoestarconelhombrequeamoono,
mimadre…ponelosojosenblanco.
Yentoncespierdolospapeles.
—Noeresbienvenidaaquí.¡Novuelvasnunca!—legritocontodalacrudezade
quesoycapaz—.¿Quiéntecreesqueeresparairrumpiraquíyhablarledeesemodo?
—MecolocodelantedeHardinymeenfrentoaellacaraacara—.¡Noquierotener
ningunarelacióncontigo!¡Nadiequiere!Poresosiguessoladespuésdetodosestos
años.¡Erescruelyprepotente!¡Nuncaserásfeliz!—Tomoalientoytragosalivaal
notarlosecaquetengolagarganta.
Mimadrememiraconunagranseguridadensímismaynopocodesdén.
—Estoysolaporqueasílohedecidido—espeta—.Nonecesitoestarconnadie.
Yonosoycomotú.
—¿Comoyo?¡Yononecesitoestarconnadie!Túprácticamentemeobligastea
estar con Noah. ¡Nunca creí poder tener elección en nada! Siempre me has
controlado, pero eso se acabó. ¡Estoy harta! —Las lágrimas empiezan a descender
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pormismejillas.
Mimadrefrunceloslabioscomosiestuvieraconsiderandoalgoenserio,perosu
vozestácargadadesarcasmocuandodice:
—Está claro que tienes problemas de codependencia. ¿Esto es por culpa de tu
padre?
Conlosojosdoloridosy,sinduda,inyectadosensangreycargadoscontodoel
dañoquequieroinfligirle,lamiro.Empiezoahablardespacio,ysientocómopocoa
pocomevoyacelerandofrenéticamente:
—Te odio. Te odio con toda mi alma. Se marchó por tu culpa. ¡Porque no te
soportaba!Ynoloculpo.Dehecho,ojalásemehubiesellevadocon…
Y,enesemomento,lamanodeHardinmecubrelabocaysusfuertesbrazosme
estrechancontrasupecho.
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CAPÍTULO39
Hardin
Noparabadepensarenquemáslevalíaasumadrenovolveradarleunabofetada.
NosemehabíapasadoporlacabezaqueTessafueraaponersealadefensivadeesta
manera.
Tienelacararojadefuriaysuslágrimasmeempapanlamano.
¿Porquésumadretienequefastidiarlotodosiempre?Apesardelomuchoquela
detesto, no la culpo por estar enfadada. Le hice daño a Tessa, pero no creo que le
arruinaralavida.
¿Osí?
Miroamimadreenbuscadeayuda.Noséquéhacer.Sumiradameindicaque
me odia. No quería que supiera lo que le hice a Tess. Sabía que eso la destrozaría,
especialmentedespuésdeloquepasó.
Peroyanosoylapersonaqueeraentonces.Estoestotalmentediferente.
AmoaTessa.
Entretodoelcaosquecausé,encontréelamor.
Ellagritaenmimanoeintentalibrarsedemí,peronoeslobastantefuerte.Sé
quesinolaretengosumadreledaráotrabofetadaytendréqueintervenir,oTessa
diráalgodeloquesearrepentirátodalavida.
—Creoqueserámejorquesemarche—ledigoasumadre.
Tessa se revuelve entre mis brazos y no para de darme patadas en la espinilla.
Detesto verla enfadada, especialmente así de enfadada, aunque mi lado egoísta se
alegradequeestavezsuiranovayadirigidacontramí.
«Sinembargo,prontoseráasí…»
Séquesumadretienerazónconrespectoamí:nosoynadabuenoparaella.No
soyelhombrequeTessacreequesoy,perolaquierodemasiadocomoparapermitir
que me deje de nuevo. Acabo de recuperarla y no pienso volver a perderla. Sólo
espero que me escuche, que escuche toda la historia. Aunque tampoco creo que
cambienada.Séloquevaapasar,yséquenosequedaráconmigocuandolosepa
todo.«Joder,¿porquéhatenidoquedecirnadamimadre?»
GuíoaTessahaciaeldormitorio.Decamino,ellaseretuercecontantafuerzaque
ambosnosvolvemosynosencontramosfrenteasumadredenuevo.Conunaúltima
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miradadeodio,haceademándeabalanzarsesobreella,perolaretengoconfuerza.
Tirodeellahacianuestrahabitación,lasuelto,meapresuroacerrarlapuertay
corroelpestillo.
Tessadirigeentoncessumiradaletalhaciamí.
—¡¿Porquéhashechoeso?!Tú…
—Porqueestabasdiciendocosasdelasquetevasaarrepentir,ylosabes.
—¡¿Porquélohashecho?!—chilla—.¿Porquémehasdetenido?¡Tengotanta
mierdaquesoltarleaesazorraquenisiquiera…nosépor…!—Meempujaelpecho
conlasmanos.
—Eh…,eh…,cálmate—protesto,intentandonorecordarqueestáproyectandola
iraquesientehaciasumadreenmí.Séqueloestáhaciendo.
Cojo su rostro entre las manos y acaricio sus pómulos con los pulgares,
asegurándomedequememiraalosojosmientrassurespiraciónserelaja.
—Cálmate,nena—repito.
Elfuribundorubordesaparecedesusmejillasyasientelentamente.
—Voyaasegurarmedequesemarcha,¿deacuerdo?—digoenvoztanbajaque
casipareceunsusurro.
Asientedenuevoysealejaparasentarseenlacama.
—Dateprisa—mepidemientrassalgodelcuarto.
EnelsalónmeencuentroalamadredeTessasola,paseándose.Sevuelvehacia
mírápidamente,comoungatomontésaldetectarunapresa.
—¿Dóndeestá?—pregunta.
—Novaasalir.Márcheseynovuelva.Lodigoenserio—replicoconlosdientes
apretados.
Enarcaunaceja.
—¿Meestásamenazando?
—Tómeselocomoquiera,peromanténgasealejadadeella.
Esamujerdemanicuraperfecta,tancontenidayremilgada,melanzaunamirada
severayasesinaquesólohevistoenlagentequeconformaelgrupodeJace.
—Todoestoesculpatuya—dicetranquilamente—.Lehaslavadoelcerebro;ya
noescapazdepensarporsímisma.Séloqueestáshaciendo.Heestadoconhombres
comotú.Supequenostraeríasproblemasdesdeelprimerdíaquetevi.Deberíahaber
insistido en que Tessa se cambiara de habitación para evitar todo esto. Ningún
hombrevaaquererestarconelladespuésdeesto…,despuésdeti.Mírate.—Agitala
manoenelaireysevuelvehacialapuerta.
Lasigohastaeldescansillo.
—Deesosetrata,¿no?Dequenadielaquiera,nadiemásqueyo.Jamásestará
con nadie que no sea yo —alardeo—. Siempre me elegirá a mí antes que a usted,
antesqueanadie.
Damediavueltaycaminadenuevoenmidirección.
—Ereseldemonio,ynopiensodesaparecersinmás—espeta—.Esmihija,yes
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demasiadobuenaparati.
Asientorápidamentevariasvecesydespuéslamirodemanerainexpresiva.
—Measeguraréderecordarlocuandomeacuesteconellaestanoche.
Encuantolaspalabrassalendemiboca,sofocaungritoylevantalamanopara
golpearme.Laagarrodelamuñecayselabajosuavemente.Jamásleharíadaño,nia
ellanianingunaotramujer,perotampocovoyapermitirquemelohagaellaamí.
Leofrezcomimejorsonrisa,doymediavueltapararegresaramiapartamentoy
lecierrolapuertaenlasnarices.
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CAPÍTULO40
Hardin
Apoyolacabezaenlapuertaunmomentoy,cuandomevuelvo,meencuentroami
madre de pie en el salón, mirándome con una taza de café en las manos y los ojos
muyrojos.
—¿Dóndeestabas?—digo.
—Enelcuartodebaño—respondeconvozentrecortada.
—¿CómohaspodidodecirleaTessaquesevayayquemedeje?—pregunto.
Sabíaqueestaríadecepcionadaconmigo,peroesohasidodemasiado.
—Porque,Hardin—suspiraylevantalasmanoscomosifueraobvio—,noeres
buenoparaella,ylosabes.NoquieroqueacabecomoNatalieolasdemás—añade
negandoconlacabeza.
—¿Sabesquésucederásimedeja,mamá?Creoquenoloentiendes…Nopuedo
vivirsinella.Séquenosoybuenoparaella,ymearrepientodeloquehicecadavez
quelamiro,peropuedollegaraserlo.Séquepuedo.
Llegoalcentrodelsalónyempiezoapasearmedeunladoaotro.
—Hardin…,¿estássegurodequenoestásjugandootravez?
—No,mamá…—Agacholacabezaeintentomantenerlacalma—.Estonoesun
juegoparamí,estavezno.Laamo.Laamodeverdad.—Miroamimadre,buenay
amable,aesamujerquetantohatenidoquesoportar,yañado—:Laamotantoqueno
tengo palabras para describirlo, porque ni siquiera yo lo entiendo. Jamás pensé que
podríasentirmedeestaforma.Loúnicoqueséesqueellaesmiúnicaoportunidad
paraserfeliz.Simedeja,jamásmerecuperaré.Noloharé,mamá.Ellaeslaúnica
oportunidad que tengo de no pasarme solo el resto de mi vida. No sé qué coño he
hecho para merecerla, nada que yo sepa, pero me quiere. ¿Sabes lo que se siente
cuando alguien te quiere a pesar de que tú te comportes como un mierda? Es
demasiadobuenaparamí,ymeama.Ynotengoniputaideadeporqué.
Mimadresesecalosojosconeldorsodelamanoymeobligaadetenermeun
instante.Meresultadifícilcontinuar,perodigo:
—Siempre está ahí para mí, mamá. Siempre me perdona, aunque no debería.
Siempre tiene las palabras adecuadas. Me tranquiliza, pero me desafía, hace que
quieraserunhombremejor.Séquesoyunmierda,losé.Lahecagadomucho,pero
Tessanopuededejarme.Yanoquieroestarsolo,yjamásvolveréaamaranadie;ella
esmiotramitad.Losé.Esmipecadodefinitivo,mamá,ymecondenaréfelizmente
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porella.
Terminomidiscursocasisinaliento.Mimadre,conlasmejillashúmedas,mira
detrásdemí.
Me vuelvo y veo a Tessa con las manos en las caderas, los ojos abiertos como
platosylasmejillastanhúmedascomolassuyas.
Mimadresesuenalanarizydiceconvozsuave:
—Voy a salir un rato… Os daré un poco de intimidad. —Se dirige a la puerta,
cogesuszapatosysuabrigoysaledecasa.
MesientomaldequenohayamuchossitiosadondepuedairenNochebuena,y
ademásestánevando,peroahoramismonecesitoestarasolasconTessa.Encuanto
mimadresaleporlapuerta,cruzolahabitaciónparallegarhastaella.
—Esoque…acabasdedecir…¿ibaenserio?—preguntaentrelágrimas.
—Sabesquesí—contesto.
Lascomisurasdesuslabiossecurvanhaciaarribayrecorreelpequeñoespacio
quenosseparaparacolocarunamanosobremipecho.
—Necesitosaberquéhiciste.
—Losé…,peroprométemequeintentarásentenderlo…
—Cuéntamelo,Hardin.
—…yquesabesquenomesientoorgullosodenadadeesto.
Tessa asiente. Inspiro hondo mientras ella nos guía hacia el sofá. Ni siquiera sé
pordóndecoñoempezar.
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CAPÍTULO41
Tessa
ElrostrodeHardinpalidece.Sefrotalasrodillasconlasmanosysepasalosdedos
porelpelo.Miraaltechoyluegoalsuelo.Seguroque,ensuinterior,dealgúnmodo
esperaquetodoesoretraseestaconversacióneternamente.
Peroporfincomienza:
—Encasateníaungrupodeamigosdemierda;imaginoqueerancomoJace…
Teníamos una especie de… juego, supongo. Elegíamos a una chica… elegíamos a
una chica para el otro, y competíamos por ver quién conseguía tirarse a la suya
primero.
Semerevuelveelestómago.
—El que ganaba se llevaba a la tía más buena a la semana siguiente, y había
dinerodepormedio…
—¿Cuántassemanas?—pregunto,ymearrepientoalinstante.Noquierosaberlo,
perohedehacerlo.
—Sólohabíanpasadocincosemanascuandounachica…
—Natalie—digo,atandocabos.
Hardinmirahacialaventana.
—Sí…Nataliefuelaúltima.
—Y¿quélehiciste?—Meaterralarespuesta.
—Latercerasemana…JamespensóqueMartinestabamintiendo,demodoque
seleocurriólaideadeaportarpruebas…
«Pruebas.» Esa palabra siempre me atormentará. Las sábanas manchadas de
sangremevienenalacabezayempiezaadolermeelpecho.
—Noelmismotipodepruebas…—Sabeloqueestoypensando—.Fotos…
Mequedoboquiabierta.
—¿Fotos?
—Yunvídeo…—admite,ysecubreelrostroconsusgrandesmanos.
«¿Unvídeo?»
—¿Tegrabasteacostándoteconalguien?¿Ellalosabía?—inquiero,aunqueséla
respuesta antes incluso de que niegue con la cabeza—. ¿Cómo pudiste hacerlo?
¿Cómopudistehacerleesoaalguien?—Meechoallorar.
DerepentesoyconscientedequenoconozcoaHardinenabsoluto,ytengoque
tragarmelabilisqueasciendepormigarganta.Meapartodeéldemanerainstintiva,
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yveoeldolorreflejadoensusojos.
—No lo sé… Entonces no me importaba. Para mí sólo era una diversión…
Bueno,diversión,diversiónno,peronomeimportaba.
Susinceridadmedestrozaelalmay,porunavez,añorolosdíasenlosquemelo
ocultabatodo.
—Y ¿qué pasó con Natalie? —pregunto con voz ronca mientras me seco las
lágrimas.
—Cuando James vio su vídeo… quiso follársela también. Y cuando ella lo
rechazó,leenseñóelvídeoatodoelmundo.
—¡Jo!Pobrechica.—Mesientofatalporloquelehicieron,porloqueHardinle
hizo.
—Elvídeoseextendiótanrápidoquesuspadresseenteraronesemismodía.Su
familiaeramuyimportanteensucomunidadeclesiástica…ylanoticianolessentó
muy bien. La echaron de casa y, cuando se corrió la voz, perdió su beca para la
universidadprivadaalaqueibaaireseotoño.
—Learruinastelavida—digoenvozbaja.
Hardinlearruinólavidaaesachica,delmismomodoenqueunavezamenazó
conarruinarmelamía.¿Acabarécomoella?¿Soycomoellaya?
Lomiro.
—Dijistequenuncaanteshabíasestadoconunavirgen.
—Noeravirgen.Yalohabíahechoconotrotipo.Peroésafuelarazónporlaque
mimadremeenvióaquí.Todoelmundoallísabíaloquehabíapasado.Yonosalíaen
elvídeo.Bueno,melaestabafollando,peronosemeveía,sóloseveíanalgunosde
lostatuajesdemisbrazos.—Seagarraunodelospuñosconlapalmadelaotramano
—.Allíahorasemeconocebásicamenteporeso…
Lacabezamedavueltas.
—¿Quédijocuandodescubrióloquehabíashecho?
—Quesehabíaenamoradodemí…,ymepreguntósipodíaquedarseenmicasa
hastaqueencontraraalgúnotrositioadondeir.
—Y¿ladejaste?
Niegaconlacabeza.
—¿Porqué?
—Porquenoquería,medabaigualloqueleocurriera.
—¿Cómo puedes ser tan frío respecto a esto? ¿Es que no entiendes lo que le
hiciste? La engatusaste. Te acostaste con ella y la grabaste. Se lo enseñaste a tus
amigosybásicamenteatodoelinstituto.¡Perdiólabecayasufamiliaportuculpa!
Y ¡¿ni siquiera tienes la compasión de ayudarla cuando no tiene ningún otro sitio
adondeir?!—gritoponiéndomeenpie—.¿Dóndeestáahora?¿Quéfuedeella?
—Nolosé.Nomemolestéenaveriguarlo.
Loquemásmehorrorizadetodoestoeslacalmaylafrialdadconlaquemelo
cuenta. Esto es nauseabundo. Empiezo a ver un patrón, veo las similitudes entre
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Natalieyyo.YotambiénmequedésinningúnsitioadondeirporculpadeHardin.Ya
notengorelaciónconmimadreporculpadeHardin.Meenamorédeélmientrasme
estabautilizandocomopartedealgúnjuegocruel.
Élselevantatambién,peromantienelospocoscentímetrosquenosseparan.
—Diosmío…—Micuerpoenteroempiezaatemblar—.Megrabaste,¿verdad?
—¡No!¡Joder,no!¡Jamásteharíaesoati,Tessa!¡Tejuroquenolohice!
Nodebería,perounapartedemílocree,almenosenesto.
—¿Acuántasmásselohashecho?—pregunto.
—¿Elqué?
—Grabarlas.
—SóloaNatalie…hastaquelleguéaquí.
—¿Lo volviste a hacer? Después de lo que le hiciste a esa pobre chica, ¡¿lo
volvisteahacer?!—chillo.
—Unavez…alahermanadeDan—dice.
«¿AlahermanadeDan?»
—¿AlahermanadetuamigoDan?—Ahoratodoencaja—.¡AesosereferíaJace
cuandoosestabaispeleando!
MehabíaolvidadodelapeleaentreDanyHardin,peroJacehizoalusiónauna
tensiónpreviaentreambos.
—¿Porquéhicisteesosieratuamigo?¿Seloenseñasteatodoelmundo?
—No,noseloenseñéanadie.LoborrédespuésdemandarleaDanunacaptura
depantalla…Laverdadesquenoséporquélohice.Secomportócomouncapullo
diciéndome que me mantuviera alejado de ella cuando la trajo al grupo la primera
vez,ymeentraronganasdefollármelasóloparajoderlo.Esunauténticogilipollas,
Tessa.
—Pero¿esquenotedascuentadelohorriblequeesesto?¡¿Notedascuentade
lohorriblequeeres?!—grito.
—¡Claroquesí,Tessa!¡Yalosé!
—Pensabaquelodemiapuestaeralopeorquehabíashecho…pero,yoalucino,
estoesaúnpeor.
LahistoriadeNatalienomeduelenilamitaddeloquemedoliódescubrirlode
la apuesta que tenían Hardin y Zed, pero es mucho peor, porque es más vil y
vomitiva,yhacequemecuestionetodoloquecreíaquesabíasobreél.Sabíaqueno
eraperfecto,nimuchomenos,peroestoalcanzanuevosnivelesdeperversión.
—Todo esto fue antes de conocerte a ti, Tessa, forma parte de mi pasado. Por
favor, deja que siga siendo así —me ruega—. Ya no soy esa persona, tú me has
convertidoenalguienmejor.
—¡Hardin, ni siquiera te importa lo que les hiciste a esas chicas! Ni siquiera te
sientesculpable,¿verdad?
—Claroquesí.
Ladeolacabezaylomiroconrecelo.
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—Perosóloporqueyoloséahora.—Alverquenomelodiscute,reiterolodicho
—:¡Noteimportan,niellasninadie!
—¡Es cierto! No me importan. ¡La verdad es que no me importa nadie una
mierda,exceptotú!—megritaenrespuesta.
—¡Estoesdemasiado,Hardin!Inclusoparamí…Laapuesta,elapartamento,las
peleas, las mentiras, volver juntos, mi madre, tu madre, la Navidad… Joder, es
demasiado. Ni siquiera me das un respiro entre todos estos… todos estos líos.
Cuandoporfinsuperounacosa,surgeotra.¡Asaberquémáshabráshecho!—Me
echoallorar—.Noteconozcoenabsoluto,¿verdad?
—¡Claroquemeconoces,Tessa!Ésenoerayo.Éstesoyyo.Éstesoyyoahora.
¡Tequiero!Harécualquiercosaporti,paraqueveasqueéstesoyyo,elhombreque
te quiere más que al aire que respira, el hombre que baila en las bodas y que te
observa dormir, el hombre que no puede empezar el día hasta que me besas, el
hombrequepreferiríamoriraestarsinti.Éstesoyyo,asíescomosoy.Porfavor,no
dejesqueestoarruinelonuestro,porfavor,nena.
Memiraconsusojosverdesyvidriososysuspalabrasmeconmueven,peronoes
suficiente.Daunpasohaciamí,yretrocedo.Necesitopensar.Levantounamanoen
sudirección.
—Necesitotiempo.Ahoramismoestoesdemasiadoparamí.
Dejacaerloshombrosyparecealiviado.
—Estábien…,estábien…Tómateuntiempoparapensar.
—Lejosdeti—meexplico.
—No…
—Sí,Hardin,nopuedopensarconclaridadatulado.
—No,Tessa,novasairaningunaparte—diceamododeorden.
—Novasadecirmeloquepuedoonopuedohacer—leespeto.
Suspira,hundelosdedosensupeloytiraconfuerzadelasraíces.
—Estábien…Estábien…Perodejaquememarcheyo.Quédatetúaquí.
Quiero replicar, pero lo cierto es que no deseo marcharme. Ya estoy harta de
habitacionesdehotel,ymañanaesNavidad.
—Volveréporlamañana…,amenosquenecesitesmástiempo—dice.
Seponeloszapatosyalargalamanohaciaelportallavesyentoncessedacuenta
dequesumadresehallevadosucoche.
—Llévateelmío—digo.
Asienteyseaproximaamí.
—No—digo,ylevantolamanodenuevo—.Ytodavíallevaspuestoelpijama.
Frunce el ceño y mira hacia abajo. Se dirige al dormitorio y sale dos minutos
despuéscompletamentevestido.Sedetieneparamirarmealosojos.
—Porfavor,recuerdaquetequieroyquehecambiado—diceunavezmásantes
demarcharseydejarmetotalmentesolaenelapartamento.
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CAPÍTULO42
Tessa
«¿Quédiablosvoyahacer?»
Me dirijo al dormitorio y me siento en el borde de la cama. Todo esto me ha
revuelto el estómago. Sabía que Hardin no había sido una buena persona en el
pasado,ysabíaquehabríamáscosasquenomegustaríaoír,perodetodoaqueme
habíaimaginadoquepodíaestarrefiriéndoseTrish,estonosemehabíapasadoporla
cabezaniporuninstante.Abusódeesachicadeunamaneraespantosaydeplorable,
ynotuvoningúntipoderemordimientos;apenassilostieneahora.
Intento inspirar y espirar lentamente mientras las lágrimas descienden por mis
mejillas.Paramí,lapeorparteessabersunombre.Séqueestriste,perosisetratara
sólodeunachicaanónimapodríafingirdealgunamaneraquenoexistió.Saberque
se llama Natalie me genera demasiados pensamientos. ¿Qué aspecto tiene? ¿Qué
pensabaestudiarenlauniversidadantesdequeHardinlearrebatasesubeca?¿Tiene
hermanosohermanas?¿Vieronelloselvídeo?Y,siTrishnolohubieramencionado,
¿mehabríaenteradodeestoalgunavez?
¿Cuántasvecesseacostaron?¿LegustóaHardin?…Claroquelegustó.Essexo,
y es evidente que él lo practicaba con mucha frecuencia. Con otras chicas. Con
muchas otras chicas. ¿Se quedó a pasar con Natalie la noche después de hacerlo?
¿Porquésientocelosdeella?Deberíasentirlástima,noenvidiaporhabertocadoa
Hardin.Descartoesepensamientoyvuelvoacentrarmeenlaclasedepersonaquees
élenrealidad.
Debería haberle dicho que se quedara para hablar de todo esto; siempre me
marcho o, en este caso, hago que se marche él. El problema es que su presencia
eliminatodoelautocontrolquedeberíatener.
MegustaríasaberquélesucedióaNataliedespuésdequeHardinlearruinasela
vida;sabersiahoraesfelizyllevaunabuenavida.Asímesentiríaalgomejor.Ojalá
tuvieraunaamigaconlaquehablardetodoesto,alguienquesupieraaconsejarme.
Pero aunque la tuviera, jamás divulgaría la indiscreción de Hardin. No quiero que
nadiesepaloqueleshahechoaesaschicas.Séqueesabsurdoqueintenteprotegerlo
cuandonoselomerece,peronopuedoevitarlo.Noquieroquenadiepiensemalde
él,ysobretodonoquieroqueéltengaunconceptopeordesímismodelqueyatiene.
Me recuesto sobre las almohadas y me quedo mirando el techo. Acababa de
superar…,bueno,estabasuperandoelhechodequemehubierautilizadoparaganar
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unaapuesta.Y¿ahorameenterodetodoesto?Natalie,ycuatrochicasmás,yaqueha
dicho que lo de ella fue en la quinta semana. Y luego la hermana de Dan. Es una
especiedeciclo,asíescomoactúa.¿Serácapazdedejardehacerlo?¿Quémehabría
pasadosinosehubieraenamoradodemí?
Séquemequiere,quemequieredeverdad.Losé.
Y yo lo amo a pesar de todos los errores que comete y que ha cometido en el
pasado. He visto cambios en él, incluso durante la última semana. Nunca había
expresadoloquesientepormícomolohahechohoy.Ojaláesabonitadeclaraciónno
hubieravenidoacompañadadeesaespantosarevelación.
Dijoqueyoerasuúnicaoportunidaddeserfeliz,quesoylaúnicaoportunidad
quetienedenopasarselavidasolo.Quéafirmacióntanenorme,tanveraz.Nadielo
amará nunca como yo lo hago. No porque no sea merecedor de ello, sino porque
nadieloconocerájamáscomoloconozcoyo.Oloconocía.¿Loconozcotodavía?No
estoy segura, pero quiero creer que sí, que conozco a su verdadero ser. La persona
queesahoranoeslamismaqueerahacesólounosmeses.
Apesardeldolorquemehacausado,tambiénhahechomuchoparademostrarme
quemequería.Sehaesforzadomuchísimoparaserlapersonaquenecesitoquesea.
Puedecambiar,lohevistohacerlo.Enelfondopiensoqueyaeshoradequeacepte
mipartedeculpaenestecaso,noporloquelehizoaNatalie,sinoporsertandura
conélcuandoséquecambiarrequieretiempoyquenadiepuedeborrarsupasado.Lo
que hizo estuvo mal, tremendamente mal, pero a veces olvido que es un hombre
solitarioyenfadadoquehastaahoranohabíaamadoanadie.Quiereasumadre,asu
manera,quenoeslatípicamaneraenquelagentesuelequererasuspadres.
Al mismo tiempo, sin embargo, estoy harta. Harta de este ciclo con Hardin. El
principio de nuestra relación fue un constante toma y daca. Se mostraba cruel,
despuésagradable,despuéscruelotravez.Ahoraelciclohaevolucionadoencierto
modo, pero es peor. Mucho peor. Lo dejo, después volvemos, y luego vuelvo a
dejarlo. No puedo seguir haciendo esto, no podemos seguir así. Como me esté
ocultando algo más, me destrozará. Apenas puedo mantenerme en pie ahora. No
soportaré más secretos, más desengaños, más rupturas. Antes siempre lo tenía todo
planeado. Calculaba y sobreanalizaba cada detalle de mi vida, hasta que Hardin
apareció. Ha puesto mi existencia patas arriba, en muchas ocasiones de un modo
negativo.Peroaunasímehahechomásfelizdeloquenuncalohabíasido.
Necesitamosestarjuntoseintentarsuperartodaslascosashorriblesquehahecho,
otengoquecortardefinitivamente.Silodejo,tendréquemarcharmedeaquíeirme
muylejos.Necesitodejaratrástodoloquemerecuerdemividaconélojamáspodré
pasarpágina.
Yderepentemedoycuentadequelaslágrimashancesado,indicándomequeya
tengo mi veredicto. El dolor que siento al considerar dejarlo es mucho peor que el
queélmehacausado.
Nopuedodejarlo,ahorayalosé.
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Soy consciente de lo patético que resulta, pero no puedo vivir sin él. Nadie me
hará sentir jamás como él me hace sentir. Nadie será nunca como él. Él es mi otra
mitad,delmismomodoenqueyolosoyparaél.Nodeberíahaberpermitidoquese
marchara. Necesitaba tiempo para pensar y debería tomarme un poco más, pero ya
estoydeseandoquevuelva.«¿Essiempreasíelamor?¿Essiempretanapasionadoy
tantremendamentedoloroso?»Notengoningunaexperienciaconlaquecomparar.
Aloírlapuertadecasa,melevantodelacamaycorroalsalón,peromellevouna
grandecepciónalencontrarmeconTrishenvezdeconHardin.
Cuelgalasllavesdesuhijoenelportallavesysequitaloszapatoscubiertosde
nieve.Noséquédecirledespuésdequemerecomendaraquememarchaseconmi
madre.
—¿DóndeestáHardin?—preguntamientrassedirigealacocina.
—Sehamarchado.Estanochenovolverá—leexplico.
Sevuelvehaciamí.
—Vaya.
—Silollamastedirádóndeestá,sinoquierespasarlanocheaquí…conmigo.
—Tessa—dice,yesevidentequeestábuscandolaspalabrasadecuadas,perola
compasiónsereflejaclaramenteensurostro—.Lamentoloquedije.Noquieroque
piensesquetengonadaencontradeti,porquenoesasí.Sóloqueríaprotegertedelo
queHardinpuedellegarahacerte.Noquieroque…
—¿QueacabecomoNatalie?
Veoensurostroqueelrecuerdolehacedaño.
—¿Telohacontado?
—Sí.
—¿Todo?—Detectoladudaensuvoz.
—Sí,lodelvídeo,lasfotos,labeca.Todo.
—Y¿siguesaquí?
—Ledijequenecesitabatiempoyespacioparapensar,perosí.Nopiensoirmea
ningunaparte.
Asiente,yambasnossentamosalamesa,unaenfrentedelaotra.Alverqueme
miraconlosojosabiertoscomoplatos,séloqueestápensando,demodoqueledigo:
—Séquehahechocosashorribles,cosasdeplorables,noobstantelocreocuando
dicequehacambiado.Élyanoesesapersona.
Trishcolocaunamanosobrelaotra.
—Tessa,esmihijo,yloquiero,perotienesquepensarbientodoesto.Atitehizo
lomismoquehabíahechoantes.Séquetequiere,ahoralosé,aunquemetemoqueel
dañoyaestáhecho.
Asiento,yapreciosusinceridad,peroledigo:
—Noescierto.Bueno,eldañosindudaestáhecho,peronoesirreversible.Yme
corresponde a mí averiguar cómo sobrellevar lo de su pasado. Si se lo recrimino,
¿cómovaaavanzarydejarloatrás?¿Acasoyanomerecequenuncanadieloamepor
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sus errores? Sé que seguramente pensarás que soy una ingenua y una estúpida por
perdonarlo,peroquieroatuhijoyyotampocopuedovivirsinél.
Trishchasqueasuavementelalenguayniegaconlacabeza.
—Tessa,nocreoqueseasningunadeesascosas.Entodocaso,queseascapazde
perdonarlodenotamadurezycompasión.Mihijoseodiaasímismo,siempreloha
hecho,ycreíaquesiempreloharía,hastaqueaparecistetú.Noséquéhicemalcon
Hardin. Intenté ser la mejor madre que pude, pero todo era tan difícil cuando se
marchósupadre…Teníaquetrabajarmucho,ynoleprestélaatenciónquedebería
haberleprestado.Dehaberlohecho,talvezahorarespetaríamásalasmujeres.
Sé que, si no hubiese llorado ya todo lo que tenía que llorar hoy, ahora mismo
estaríahaciéndolootravez.Sesientetanculpablequemedanganasdeconsolarla.
—Hardinnoesasíportuculpa—digo—.Creoquetienemucharelaciónconlos
sentimientoshaciasupadreyconlaclasedeamistadesquetiene,yestoytrabajando
enambascosas.Porfavor,noteculpes.Nadadeestoesculpatuya.
Trishalargalosbrazosyleofrezcomismanos.Melascoge,ydice:
—Eres la persona con el corazón más grande que he conocido en mis treinta y
cincoañosdevida.
Enarcounaceja.
—¿Treintaycinco?
—Oye,déjaloestar.Losaparento,¿no?—Sonríe.
—Claro—respondo,ymerío.
Hace veinticinco minutos estaba llorando y al borde de un ataque de nervios, y
ahorameestoyriendoconTrish.Enelmomentoenquedecidídejarqueelpasadode
Hardinsiguieseahí,enelpasado,sentícómolatensiónabandonabamicuerpo.
—Deberíallamarloycomunicarlemidecisión—digo.
Trishladealacabezaysonríeconmalicia.
—Yocreoquenolevendrámalunpocomásdetiempodesufrimiento.
Nomeatraelaideadeseguirtorturándolo,perolociertoesquenecesitapensar
entodoloquehahecho.
—Supongoqueno…
—Creo que necesita saber que las malas decisiones tienen consecuencias. —Y
después,conunamiradapícara,añade—:¿Quéteparecesipreparolacenaydespués
losacasdelaincertidumbre?
Mealegrodecontarconsusentidodelhumorysusconsejosparasacarmedemi
tristeconfusiónconrespectoalpasadodeHardin.Estoydispuestaadejarestoatrás,o
almenosaintentarlo,peroesverdadquenecesitasaberqueestascosasnoestánbien,
y yo necesito saber si hay algún otro demonio de su pasado esperando para
arrollarme.
—¿Quéteapetece?
—Cualquiercosa.¿Teayudo?—meofrezco,peroellaniegaconlacabeza.
—Túrelájate.Hastenidoundíalargo,contodoeltemadeHardin…ylodetu
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madre.
Pongolosojosenblanco.
—Sí…,esunamujercomplicada.
Sonríeyabrelanevera.
—¿«Complicada»?Yohabríausadootrapalabra,perosetratadetumadre…
—Esunaz…—replicoevitandodecirlapalabracompletadelantedeTrish.
—Sí,esunazorra.Yolodiréporti.—Seríe,yyolaacompaño.
Trishcocinatacosdepolloparacenar,ymientrastantocharlamosunpocosobrela
Navidad, el tiempo, y cualquier cosa menos lo que realmente tengo en la cabeza:
Hardin.
Laverdadesquecreoquemeestámatandoliteralmenteelhechodenollamarlo
paradecirlequevuelvaacasaahoramismo.
—¿Creesqueyahasufridobastante?—digosinadmitirqueheestadocontando
losminutos.
—No,peronoesdecisiónmía—respondesumadre.
—Tengoquehacerlo.
Salgo de la cocina para llamarlo. Cuando contesta, la sorpresa en su voz es
evidente.
—¿Tessa?
—Hardin, aún tenemos mucho de que hablar, pero me gustaría que volvieses a
casaparapoderhacerlo.
—¿Ya?Sí…,sí,¡porsupuesto!—diceapresuradamente—.Ahoramismosalgo.
—Vale…—digo,ycuelgo.
No tengo mucho tiempo de repasarlo todo en mi cabeza antes de que llegue.
Necesitoserfirmeyasegurarmedequeentiendequeloquehizoestámal,peroquelo
quierodetodosmodos.
Mepaseodeunladoaotroporelfríosuelodehormigón,esperando.Despuésde
loquemepareceunahora,oigolapuertadeentradaylasfuertespisadasdesusbotas
avanzandoporelpequeñopasillo.
Cuandolapuertadeldormitorioseabre,semeparteelcorazónporenésimavez.
Tiene los ojos hinchados e inyectados en sangre. No dice nada. En lugar de
hacerlo,seacercaymedejaunobjetopequeñoenlamano.«¿Unpapel?»
Lomiromientrasmecierraelpuñoalrededordelpapeldoblado.
—Léeloantesdetomarunadecisión—diceconvozsuave.
Despuésmedaunbesoenlasienysedirigealsalón.
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CAPÍTULO43
Tessa
Conformedesdobloelpapel,abrounosojoscomoplatosdelasorpresa.Todalahoja
estállenadegarabatosnegros,pordelanteypordetrás.EsunacartadeHardin.
Casitengomiedodeleerla…,peroséquedebohacerlo.
Tess:
Puestoquenosemedanbienlaspalabrasalahoraderelatarmividainterior,puedequelehayarobado
algunasalseñorDarcy,esequetantotegusta.Teescribosinningunaintencióndeafligirtenidehumillarmea
mímismoinsistiendoenunosdeseosque,paralafelicidaddeambos,nopuedenolvidarsetanfácilmente;el
esfuerzoderedactarydeleerestacartapodríahaberseevitadosimimododesernomeobligaraaescribirlay
a que tú la leas. Por tanto, perdóname que me tome la libertad de solicitar tu atención; aunque ya sé que
habrásdeconcedérmelademalagana,telopidoenjusticia…
Séquetehehechodemasiadasputadas,yquenotemerezco,perotepido…,no,teruegoque,porfavor,
pases por alto las cosas que he hecho. Soy consciente de que siempre te pido demasiado, y lo lamento. Si
pudieravolveratrásyborrarlotodo,loharía.Séqueestásenfadadaydecepcionadapormisactos,yesome
mata. En lugar de inventarme excusas que justifiquen mi manera de ser, voy a hablarte sobre mí, sobre la
personaquenoconociste.Voyaempezarporlascosasquerecuerdo.Seguroquehaymás,perojuroquea
partirdehoynovolveréaocultartenadaapropósito.Cuandoteníanueveaños,robélabicidemivecinoy
rompí la rueda, y mentí al respecto. Ese mismo año lancé una pelota de béisbol por la ventana del salón y
tambiénmentíalrespecto.Yasabeslodemimadreylossoldados.Mipadresemarchópocodespués,yyo
mealegrécuandolohizo.
No tenía muchos amigos porque era un capullo. Me metía con los chicos de mi clase a menudo.
Prácticamentetodoslosdías.Fuiunimbécilconmimadre.Ésefueelúltimoañoqueledijequelaquería.
Seguímetiéndomeconlagenteycomportándomecomoungilipollascontodoelmundohastaahora,asíque
no puedo nombrar todas las situaciones, pero quiero que sepas que fueron muchas. A los trece años, unos
amigos y yo entramos en una tienda y robamos un montón de cosas de forma aleatoria. No sé por qué lo
hicimos,perocuandopillaronaunodemisamigos,loamenacéparaqueasumiesetodalaculpa,ylohizo.Me
fumémiprimercigarrilloalostrece.Mesupoamierdaymepasédiezminutostosiendo.Novolvíafumar
hastaqueempecéconlahierba,peroyallegaremosahí.
AloscatorceperdílavirginidadconlahermanamayordemiamigoMark.Eraunaputayteníadiecisiete
añosentonces.Fueunaexperienciaincómoda,peroaunasímegustó.Seacostócontodosnuestrosamigos,no
sóloconmigo.Despuésdehacerloporprimeravez,novolvíahacerlohastalosquinceaños,perodespuésde
esoyanoparé.Meenrollabaconcualquieraenfiestas,siemprementíaacercademiedadylaschicaseran
fáciles.Aningunadeellasleimportabaunamierda,niellasamítampoco.Empecéafumarhierbaesemismo
año,ylohacíaconfrecuencia.Comencéabebermásomenosalmismotiempo,misamigosyyorobábamos
alcoholdecasaodecualquiersitioquepodíamos.Empecéapelearmemuchotambién.Recibílomíoalgunas
veces,perolamayoríaganabayo.Siempreestabamuyenfadado,siempre,ymehacíasentirbienheriraotros.
Provocabapeleastodoeltiempopordiversión.LapeorfueconunchicollamadoTucker,queproveníadeuna
familiapobre.Llevabaropaviejaygastadayyolotorturabaporello.Lehacíamarcasenlacamisaconun
bolisóloparademostrarcuántasvecesselaponíasinlavarla.Sí,séquefuiuncapullo.
Undíalovicaminandoylogolpeéenelhombrosóloporjoder.Élseenfadóymellamócapullo,demodo
quelemetíunabuenapaliza.Lerompílanariz,ysumadrenisiquierateníadineroparallevarloalmédico.
Despuésdeaquelloseguíhaciéndolelavidaimposible.Unosmesesdespués,sumadremurióyélacabóen
unacasadeacogida,degenterica,porsuerteparaél.Eldíaqueyocumplíadieciséisaños,pasópordelante
de mí en un coche. Era un vehículo de último modelo. Verlo me cabreó y quise buscarlo para romperle la
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narizotravezpero,ahora,alpensarlo,mealegroporél.
Voyasaltarmeelrestodelosdieciséisporqueloúnicoquehicefuebeber,drogarmeypelearme.Yesose
aplica asimismo a los diecisiete. Robé algunos coches y también rompí algunas ventanas. A los dieciocho
añosconocíaJames.Mecaíabienporquenoleimportabanadaunamierda,comoamí.Bebíamostodoslos
días,elgrupoentero.Llegabaacasaborrachotodaslasnochesypotabaenelsuelo,ydespuésmimadretenía
que limpiarlo. Rompía algo nuevo casi a diario… Teníamos nuestra pequeña panda y nadie se metía con
nosotros,sabíanquenolesconvenía.
Entoncesempezaronlosjuegos,losqueyatehecontado,yyasabesloquepasóconNatalie.Esofuelo
peor de todo, te lo juro. Sé que te disgusta que no me importara lo que le sucediera. No sé por qué no me
importó,peroasífue.Justoahora,mientrasconducíahastaestahabitacióndehotelvacía,estabapensandoen
Natalie. Sigo sin sentirme tan mal como debería, pero me he puesto a pensar en qué pasaría si alguien te
hicieraesoati.Casihetenidoquedetenerelcocheparavomitarsólodepensarquealgúndíapudierasestar
ensulugar.Estuvomal,muymalloquelehice.Unadelasotraschicas,Melissa,tambiénsecolgódemí,
peronopasónada.Eraodiosaylegustaballamarlaatención.Ledijeatodoelmundoqueteníaproblemasde
higieneahíabajo…,demodoquetodoelmundosemetióconellaydejódemolestarme.Mearrestaronuna
vezporestarborrachoenpúblico,ymimadreseenfadótantoquemedejóenlacomisaríatodalanoche.Y
cuando la gente se enteró de lo de Natalie…, aquello ya fue la leche. Me puse hecho una furia cuando
mencionóqueibaamandarmeaEstadosUnidos.Noqueríadejarmivida,pormuyjodidaqueéstafuera,por
muy jodido que estuviera yo. Pero cuando le di una paliza a alguien delante de una multitud durante un
festival,memandóaquí.SolicitéplazaenlaWCUymeadmitieron,claro.
AlprincipiodellegaraEstadosUnidosloodiaba.Loodiabatodo.Estabatanenfadadoportenerquevivir
cerca de mi padre que me rebelé todavía más. Bebía y estaba de fiesta en la casa de la fraternidad todo el
tiempo.ConocíaSteph.Meenrolléconellaenunafiesta,yellamepresentóalrestodesusamigos.Nateyyo
hicimosbuenasmigas.DanyJaceeranunoscapullos,Jaceelpeordelosdos.Yasabeslodelahermanade
Dan,asíquemesaltaréesaparte.Metiréaunascuantastíasdespués,peronotantascomopuedaspensar.Me
acostéconMollyunavezdespuésdequetúyyonosbesáramos,perosólolohiceporquenopodíadejarde
pensarenti.Nopodíasacartedemicabeza,Tess.Imaginéqueerastútodoeltiempoconlaesperanzadeque
esoayudara,peronofueasí.Sabíaquenoerastú.Túlohabríashechomejor.Noparabaderepetirmequesite
veíaunavezmásmedaríacuentadequeloquesentíanoeramásqueunafascinaciónabsurda,
puralujuria.Perocadavezqueteveíaqueríamásymás.Semeocurríanmanerasdecabreartesólo
para oír cómo pronunciabas mi nombre. Quería saber qué pensabas en clase cuando mirabas tu
libro con el ceño fruncido. Quería alisarte la arruga que se te formaba entre las cejas. Quería saber qué
susurrabaisLandonytú.Queríasaberhastaloqueescribíasentuputaagenda.Casitelaquitoaqueldíaque
setecayóyyoteladi.Nolorecordarás,perollevabaspuestaunacamisamoradayaquellahorriblefaldagris
quesolíasponertecasitodoslosdías.
Despuésdeaquellavezquetirétusapuntesalaireentucuartoytebesécontralapared,estabademasiado
prendado como para mantenerme alejado de ti. Pensaba en ti constantemente. Consumías todos mis
pensamientos.Alprincipionosabíaquéera,nosabíaporquémehabíaobsesionadotantocontigo.Laprimera
vezquepasastelanocheconmigo,losupe.Supequetequería.Supequeharíacualquiercosaporti.Séqueno
mecreerás,despuésdetodoloquetehehechosufrir,peroeslaverdad.Telojuro.
Mepasabaeldíasoñandodespierto.Soñabaconlavidaquepodíatenercontigo.Teimaginabasentadaen
elsillónconunbolientrelosdientes,leyendounanovela,conlospiesenmiregazo.Noséporqué,perono
podíaquitarmeesaimagendelacabeza.Metorturabaquererteasísabiendoquetújamássentiríaslomismo.
Amenacé a todo aquel que intentaba sentarse en el asiento al lado del tuyo. Amenacé a Landon para
asegurarmedepodersentarmeahí,sóloparaestarcercadeti.Merepetíamilvecesquesólohacíatodasesas
cosasextrañasparaganarlaapuesta.Sabíaquemeestabaengañandoamímismo,peronoestabapreparado
paraadmitirlaverdad.Hacíacosas,tonterías,quealimentabanmiobsesiónporti.Subrayabafrasesenmis
novelasquemerecordabanati.¿Quieresoírlaprimera?Era:«Bajóalapista,evitandomirarladuranteun
buenrato,comosisetrataradelsol;pero,aunquenolamiraba,laveía,comosucedeconelsol».
SupequeteamabamientrassubrayabaaTolstói.
Cuandotedijequetequeríadelantedetodos,lodecíadeverdad,perofuiungilipollaspornoadmitirlo
cuandomerechazaste.Eldíaquemedijistequemequerías,fuelaprimeravezquesentíquehabíaesperanza,
esperanzaparamí,paranosotros.Noséporquéseguíhaciéndotedañoytratándotecomolohice.Novoya
hacerte perder el tiempo con una excusa, porque no tengo ninguna. Sólo tengo estos malos instintos y
costumbres,yestoyintentandocombatirlosporti.Loúnicoqueséesquemehacesfeliz,Tess.Mequieresa
pesar de que no deberías, y te necesito. Siempre te he necesitado y siempre lo haré. Cuando me dejaste la
semanapasadacreíaquemeibaamorir.Estabamuyperdido.Estabacompletamenteperdidosinti.Salícon
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unachicalasemanapasada.Noibaacontártelo,peronoquieroarriesgarmeavolveraperderte.Enrealidad
nofuenada.Nopasónadaentrenosotros.Estuveapuntodebesarla,peromedetuve.Nopodíabesarla,no
podíabesaranadiequenofuerastú.Eraaburridaynopodíacompararsecontigo.Nadiepuede,ynadiepodrá.
Séqueseguramenteyaesmuytarde,ymásahoraquesabestodoelmalquehehecho.Sólomequeda
cruzar los dedos y esperar para que me quieras del mismo modo después de leer esto. Y, si no es así, no
importa. Lo entiendo. Sé que puedes encontrar a alguien mejor que yo. Yo no soy romántico; nunca te
escribiréunpoemanitecantaréunacanción.
Nisiquierasoysimpático.
Nopuedoprometertequenovolveréahacertedaño,perosípuedojurartequeteamaréhastaeldíaque
memuera.Soyunapersonahorribleynotemerezco,peroesperoquemedeslaoportunidaddehacerque
recupereslafeenmí.Sientotodoeldolorquetehecausado,yentenderéquenopuedasperdonarme.
Lo siento, no pretendía que esta carta fuera tan larga. Supongo que la he cagado más veces de las que
imaginaba.
Siempretequerré.
HARDIN
Me quedo sentada mirando el papel con la boca abierta y después lo releo dos
veces.Noséquéesperaba,perodesdeluegonoeraesto.¿Cómopuededecirqueno
esromántico?Lapulseradecharmsquellevoenlamuñecayestapreciosísimacarta,
aunque algo perturbadora, demuestran lo contrario. Incluso ha utilizado el primer
párrafodelacartadeDarcyaElizabeth.
Ahoraquemehaexpuestosualma,nopuedosinoamarlomástodavía.Hahecho
muchas cosas que yo jamás haría, cosas horribles que han causado daño a mucha
gente,peroamíloquemásmeimportaesqueyanolashace.Nosiemprehahecho
lo correcto, pero no puedo pasar por alto todos sus esfuerzos por demostrarme que
está cambiando e intentando cambiar, por demostrarme que me quiere. Detesto
admitirlo,peromeresultapoéticoelhechodequenuncalehayaimportadonadiemás
queyo.
Miro la carta un poco más hasta que oigo unos golpes en la puerta de la
habitación.Doblolahojaylaguardoenelúltimocajóndelacómoda.Noquieroque
Hardintratedeobligarmeatirarlaoaromperlaahoraquelaheleído.
—Pasa—digo,ymeacercoalapuertapararecibirlo.
Abre,yaconlamiradaenelsuelo.
—¿Has…?
—Sí…—Alargolamanoylelevantolabarbillaparaquememirecomosiempre
lohace.
Susojosrojosestánmuyabiertosytristes.
—Losiento,hasidounaestupidez…,sabíaquenodeberíahaber…—empieza.
—No,nolohasido.Nohasidounaestupidezenabsoluto.—Retirolamanode
su barbilla, pero él mantiene la mirada fija en la mía—. Hardin, es justo lo que
llevabaesperandoquemedijerasdesdehacemucho.
—Sientohabertardadotanto,yhaberloescrito…Meresultabamásfácil.Nose
medabiendecirlascosas.—Elrojodesusojoscautelososespreciosoencontraste
conelbrillanteverdordesusiris.
—Yalosé.
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—¿Has…? ¿Quieres que hablemos de ello? ¿Necesitas más tiempo ahora que
sabeslohorriblequesoyenrealidad?—Frunceelceñoymiraalsuelodenuevo.
—Noloeres.Loeras…Hashechomuchascosas…malas,Hardin.—Asiente.No
soporto verlo sintiéndose tan mal consigo mismo, incluso a pesar de su pasado—.
Peroesonosignificaqueseasmalapersona.Hashechocosasmalas,peroyanoeres
malapersona.
Levantalavista.
—¿Qué?
Cojosucaraentrelasmanos.
—Hedichoquenoeresmalapersona,Hardin.
—¿Deverdadlopiensas?¿Hasleídoloqueheescrito?
—Sí,yelhechodequelohayasescritolodemuestra.
Surostroperfectoreflejaclaramentesuconfusión.
—¿Cómopuedesdecireso?Noloentiendo.Queríasquetedieraespacio,yhas
leídotodaesamierda,¿yaunasídiceseso?Noentiendo…
Leacariciolasmejillasconlospulgares.
—Laheleído,yahoraquesétodoloquehashecho,sigosincambiardeopinión.
—Vaya…—Susojossevuelvenvidriosos.
Me duele pensar que vaya a llorar otra vez, y especialmente de que lo haga
delantedemí.Estáclaroquenoentiendeloquequierodecirle.
—Ya me había decidido mientras estabas fuera. Y después de leer lo que has
escritoquieroestarcontigomásquenunca.Teamo,Hardin.
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CAPÍTULO44
Tessa
Mecogedelasmanosylassostieneduranteunsegundoantesderodearmeconlos
brazoscomosifueraadesaparecersimesoltara.
Mientraspronunciabalaspalabras«quieroestarcontigo»mehedadocuentadelo
liberador que resulta todo esto. Ya no tengo que preocuparme por el hecho de que
secretosdelpasadodeHardinvuelvanparaatormentarnos.Yanotengoqueesperara
que nadie me suelte una bomba. Lo sé todo. Por fin sé todo lo que había estado
ocultando. No puedo evitar pensar en la frase «A veces es mejor permanecer en la
oscuridadquesercegadosporlaluz»,peronocreoqueesoseapliqueamicasoen
estosmomentos.Meperturbanlascosasquehahecho,peroloquieroyheelegidono
dejarquesupasadonossigaafectando.
Hardinseapartaysesientaenelbordedelacama.
—¿En qué estás pensando? ¿Tienes alguna pregunta sobre algo? Quiero ser
sincerocontigo.
Me coloco entre sus piernas. Él da la vuelta a mis manos y empieza a trazar
pequeñospatronesenlaspalmasmientrasinspeccionamirostrobuscandopistasde
cómomesiento.
—No…MegustaríasaberquéfuedeNatalie…,peronotengoningunapregunta.
—Yanosoyesapersona,losabes,¿verdad?
Yaselohedicho,peroséquenecesitaoírlootravez.
—Losé.Losé,cariño.
Encuantopronuncioesapalabra,susojossefijanenlosmíos.
—¿«Cariño»?—Enarcaunaceja.
—Noséporquéhedichoeso…—Meruborizo.
NuncalehabíallamadonadaquenofueraHardin,asíquemeresultaunpocoraro
hacerloahora.
—No…,megusta.—Sonríe.
—Echabademenostusonrisa—ledigo,ysusdedosdejandemoverse.
—Yotambiénechabademenoslatuya—replica,yacontinuaciónfrunceelceño
—.Notehagosonreírlosuficiente.
Deseodeciralgoparaeliminarlaexpresióndedudadesurostro,peronoquiero
mentirle.Esprecisoquesepacómomesiento.
—Sí…,tenemosquetrabajareneso—respondo.
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Susdedosreanudansusmovimientosytrazanpequeñoscorazonesenlapalmade
mimano.
—Noséporquémequieres—dice.
—Larazónnoimporta.Loqueimportaesquelohago.
—Lacartaeraestúpida,¿verdad?
—¡No!¿Quieresdejaryadeodiartetanto?—replico—.Hasidomaravillosa.La
heleídotresvecesseguidas.Mehagustadomucholeerlascosasquepensabassobre
mí…,sobrenosotros.
Levantalamiradaconunaexpresióndesuficienciaydepreocupaciónalavez.
—Yasabíasquetequería.
—Sí…, pero es bonito saber esos detalles, que te acuerdes de lo que llevaba
puesto.Esetipodecosas.Nuncadicesesaclasedecosas.
—Vaya.—Pareceavergonzado.
MesigueresultandoalgodesconcertanteelhechodequeHardinseaelvulnerable
delarelación.Esepapelsiemprehabíasidoelmío.
—Noteavergüences—ledigo.
Me envuelve la cintura con sus brazos y tira de mí para colocarme sobre su
regazo.
—Nolohago—miente.
Le paso una de mis manos por el pelo y enrosco mi otro brazo alrededor de su
hombro.
—Pues yo creo que sí —lo desafío suavemente. Él se echa a reír y entierra la
cabezaenmicuello.
—Menuda Nochebuena. Ha sido un día larguísimo —protesta, y no me queda
másremedioqueestardeacuerdo.
—Sí, ha sido demasiado largo. No me puedo creer que mi madre haya venido
aquí.Esincreíble.
—Enrealidad,no—dice,yyomeapartoparamirarlo.
—¿Qué?
—La verdad es que no está siendo irracional. Sí, sus maneras no son las más
adecuadas,peronolaculpopornoquererqueestésconalguiencomoyo.
Cansadadeestacharla,ydequepiensequemimadretieneenciertomodorazón
conrespectoaél,lomiroconelceñofruncidoymeretirodesuregazoparasentarme
asuladoenlacama.
—Tess,nomemiresasí.Sólodigoque,ahoraquehepensadoentodoelmalque
hehecho,nolaculpoporestarpreocupada.
—Hardin,mimadreseequivoca,ydejemosyadehablardeella—protesto.
El torbellino emocional del día, y de los últimos meses, me tiene agotada y
malhumorada.Nopuedocreerqueelañoestéapuntodeterminar.
—Vale,y¿dequéquiereshablar?—pregunta.
—Nolosé…dealgomásligero.—Sonríoparaobligarmeaestarmenosirritable
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—.Como,porejemplo,delorománticoquepuedesllegaraser.
—Yonosoyromántico—resopla.
—Desdeluegoquesí.Esacartaesunclásico—ledigodebroma.
Ponelosojosenblanco.
—No era una carta, era una nota. Una nota que en un principio iba a ser de un
párrafocomomucho.
—Vale.Puesunanotaromántica,entonces.
—Ay,¿tequierescallar?—gruñedemaneracómica.
Enroscounodesusrizosenmidedoymerío.
—¿Esahoracuandovasaempezarachincharmeparaquedigatunombre?
Actúademasiadodeprisacomoparaquemedétiempoareaccionar.Meagarrade
la cintura y me empuja contra la cama mientras él permanece frente a mí con las
manosenlascaderas.
—No.Desdeentonceshehalladonuevasmanerasdehacerquedigasminombre
—exhalaconloslabioscontramioreja.
MicuerpoenteroseenciendeconsólounaspocaspalabrasdeHardin.
—¿Ah,sí?—digoconvozgrave.
Peroderepente,lafigurasinrostrodeNatalieapareceenmimenteyhacequese
merevuelvaelestómago.
—Creoquedeberíamosesperaraquetumadrenoestéenlahabitacióndeallado
—sugiero, en parte porque es evidente que necesito más tiempo para volver a la
normalidad de nuestra relación, pero también porque ya me resultó bastante
incómodohacerlolaotravezestandoellaaquí.
—Puedoecharlaahoramismo—bromea,perosetumbaamilado.
—Oyopodríaecharteati.
—Nopiensovolveramarcharme.Nitútampoco.—Laseguridadensuvozme
hacesonreír.
Permanecemostumbadoselunoalladodelotro,ambosmirandoaltecho.
—Bueno,puesyaestá.Seacabóelvolverydejarlo,¿no?—pregunto.
—Sí.Seacabaronlossecretos,yseacabóelhuir.¿Creesquepodrásaguantaral
menosunasemanaenterasindejarme?
Ledoyuncodazoymerío.
—Y¿túcreesquepodrásaguantaralmenosunasemanaenterasincabrearme?
—Seguramenteno—responde.Séqueestásonriendo.
Mevuelvoy,talycomoesperaba,comprueboqueunaenormesonrisacubresu
rostro.
—Tendrásquequedarteadormirconmigoenmiresidenciadevezencuando—
digo—.Estoestámuylejos.
—¿Enturesidencia?Novasavivirenunaresidencia.Vivesaquí.
—Acabamosdevolveraestarjuntos,¿creesqueesbuenaidea?
—Vasaquedarteaquí—replica—.Nopiensodiscutireso.
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—Esevidentequeestásconfundidoparaestarhablándomeasí—digo.Meapoyo
sobreuncodoylomiro.Sacudolacabezaligeramenteyleregalounalevesonrisa—.
Noquierovivirenlaresidencia,sóloqueríaverloquedecías.
—Bueno—diceincorporándoseeimitandomisgestos—.Mealegrodeverque
vuelvesasertanirritantecomodecostumbre.
—Yyomealegrodeverquevuelvesaserungrosero.Despuésdelodelacarta
romántica,mepreocupabaquehubiesesperdidotuencanto.
—Comovuelvasadecirquesoyrománticopiensotomarteaquíyahora,meda
igualqueestémimadre.
Abrounosojoscomoplatosyélseechaareírcomonuncaanteslohabíaoído.
—¡Esbroma!¡Deberíasvertelacara!—grita.
Tambiénmeechoareírirremediablemente.
—Siento que no deberíamos reírnos después de todo lo que ha pasado hoy —
admitecuandoparamos.
—Igualporesoprecisamentedeberíamosreírnos.
Esoesloquehacemossiempre:pelearnosyreconciliarnosdespués.
—Nuestrarelaciónesundesastre.—Sonríe.
—Sí…,unpoco—admito.Hastaahorahasidocomounamontañarusa.
—Peroyanoloserá,¿deacuerdo?Loprometo.
—Deacuerdo.—Meinclinoyledoyunbesorápidoenloslabios.
Peronoessuficiente.Nuncaloes.Vuelvoapegarlabocaalasuya,yestavezla
mantengo ahí. Nuestros labios se abren al mismo tiempo y desliza la lengua en mi
boca.MismanosseaferranasupeloyHardinmecolocaencimadeélmientrassu
lengua masajea la mía. Por muy desastrosa que haya sido nuestra relación, no se
puedenegarquenuestrapasiónsigueintacta.Empiezoamenearlascaderas,mepego
confuerzaaélysientocómosonríecontramislabios.
—Creoqueyaessuficienteporahora—dice.
Asiento,meapartoyapoyolacabezasobresupecho,disfrutandodelasensación
detenersusbrazosalrededordemiespalda.
—Esperoquemañanavayabien—digodespuésdeunosminutosdesilencio.
Noresponde.Y,cuandolevantolacabeza,veoquetienelosojoscerradosylos
labiosligeramenteseparados,dormido.Debedeestaragotado.Ylaverdadesqueyo
tambiénloestoy.
Me incorporo y miro la hora. Son más de las once. Le quito los vaqueros con
suavidadparanodespertarloymeacurrucoasulado.MañanaesNavidad,yespero
queeldíatranscurramuchomejorqueéste.
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CAPÍTULO45
Hardin
—Hardin—diceTessaconvozsuave.
Gruñoysacoelbrazodedebajodesucuerpo.Agarrolaalmohadaymecubroel
rostroconella.
—Nomevoyalevantaraún.
—Estardeytenemosquearreglarnos.
Mequitalaalmohadadeencimaylatiraalsuelo.
—Quédateenlacamaconmigo—replico—.Cancelémoslo.
LaagarrodelbrazoyTessaseponedelado,acoplandosucuerpoalmío.
—No podemos cancelar la Navidad —dice riéndose, y pega los labios a mi
cuello.
Me acerco más a ella y presiono las caderas contra las suyas. Me aparta de
manerajuguetona.
—No, de eso nada. —Me empuja el pecho con las manos para evitar que me
coloqueencimadeella.
Selevantadelacamaymedejasolo.Semepasaporlacabezaseguirlahastael
baño,noparahacerlenada,sinoporestarcercadeella.Perolacamaestádemasiado
calentita,asíquedecidonohacerlo.Todavíanopuedocreermequesigaaquí.Nunca
dejadesorprendermequemeperdoneyquemeaceptecomosoy.
TenerlaaquíenNavidadtambiénserádiferente.Nuncamehabíanimportadouna
mierdaestasfiestas,perovercómosurostroseiluminaalverunestúpidoárbolcon
adornosexcesivamentecaroshacequetodalasituaciónmeresultemástolerable.Que
mimadreseencuentreaquítampocoestámal.Tessapareceadorarla,ymimadreestá
casitanobsesionadaconmichicacomoyo.
«Michica.»Tessaesmichicaotravez,yvoyapasarlaNavidadconella,ycon
midesestructuradafamilia.Menudadiferenciaconelañopasado,quemepaséeldía
deNavidadborrachocomounacuba.
Unosminutosdespués,meobligoasalirdelacamaymedirijoalacocina.Café.
Necesitocafé.
—FelizNavidad—dicemimadrecuandoentro.
—Igualmente.
Pasopordelantedeellaymeacercoalanevera.
—Hehechocafé—anuncia.
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—Yaloveo.
CojolosfrostiesdeKellogg’sdeencimadelaneveraymeacercoalacafetera.
—Hardin,sientoloquedijeayer.Séquetemolestóqueestuvieradeacuerdocon
lamadredeTessa,perodebesentenderporquélohice.
Elcasoesqueentiendoperfectamenteporquélohizo,peroellanoesquiénpara
decirleaTessaquemedeje.Despuésdetodoporloquehemospasado,necesitamos
quealguienestédenuestraparte.Escomosiestuviéramosellayyosoloscontrael
mundo,ynecesitoquemimadreestédenuestrolado.
—Es sólo que su sitio está conmigo, mamá. No en ninguna otra parte. Sólo
conmigo.
Cojo un trapo para limpiar el café que se ha derramado de mi taza. El líquido
marrón mancha la tela blanca y casi me parece oír a Tessa regañándome por haber
usadoeltrapoquenotocaba.
—Losé,Hardin—dicemimadre—.Ahoraloveo.Losiento.
—Yotambién.Ysientocomportarmecomouncapullotodoeltiempo.Noesmi
intención.
Mispalabrasparecensorprenderla,ynoseloreprocho.Nuncamedisculpo,tenga
onomotivosparahacerlo.Supongoqueaesomededico,acomportarmecomoun
capulloyanodarlacarajamás.
—Tranquilo, lo superaremos. Vamos a pasar una bonita Navidad en la preciosa
casadetupadre.—Sonríe,yelsarcasmoesevidenteensuvoz.
—Sí,vamosasuperarlo.
—Sí, hagámoslo. No quiero que el día de hoy se fastidie por todo lo que pasó
ayer.Ahoraentiendomejortodalasituación.Séquelaquieres,Hardin,yséqueestás
aprendiendoaserunhombremejor.Ellateestáenseñando,yesomehacemuyfeliz.
Mimadresellevalasmanosalpechoyyopongolosojosenblanco.
—Deverdad,mealegromuchoporti—dice.
—Gracias.—Apartolamirada—.Tequiero,mamá.
Se me hace raro pronunciar esas palabras, pero su expresión hace que valga la
pena.
Sofocaungrito.
—¿Quéacabasdedecir?
Las lágrimas inundan inmediatamente sus ojos al oír las palabras que nunca le
digo.Noséquémehallevadoapronunciarlasahora,talvezelsaberquesólodesea
lomejorparamí.Oquizáqueestéaquíahorayquehayadesempeñadounpapeltan
importanteenladecisióndeTessadeperdonarme.Nolosé,perosumiradahaceque
deseehabérselodichoantes.Hapasadopormuchascosas,yhahechotodoloposible
por ser una buena madre para mí. Debería disfrutar del sencillo placer de escuchar
quesuúnicohijolaquieremásdeunavezentodosestosaños.
Estabamuyenfadado,aúnloestoy,peronoesculpasuya.Nuncalohasido.
—Quetequiero,mamá—repitoalgoavergonzado.
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Tirademíymeestrechaconfuerzaentresusbrazos,conmásfuerzadelaque
suelotolerar.
—Ay,Hardin,yotambiéntequiero.Tequieromuchísimo,hijo.
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CAPÍTULO46
Tessa
Decidollevarelpeloliso,porprobaralgodiferente.Perocuandoacabodepeinarme,
me veo rara, así que termino rizándomelo como de costumbre. Estoy tardando
demasiadoenarreglarme,yseguroqueyacasieshorademarcharnos.Puedequeesté
invirtiendo más tiempo de lo habitual porque en el fondo estoy nerviosa y tengo
miedodecómosaldránlascosas.
EsperoqueHardinsecomportedelamejormaneraquesabe,oalmenosquelo
intente.
Opto por un maquillaje ligero y me pongo sólo un poco de base, lápiz negro y
rímel. Iba a ponerme sombra también, pero he tenido que borrarme la raya del
párpadosuperiortresveceshastaqueporfinheconseguidohacérmelabien.
—¡¿Estásviva?!—gritaHardindesdeelotroladodelapuerta.
—Sí,yacasiestoy—respondo,ymecepillolosdientesunavezmás.
—Voy a darme una ducha rápida, pero después tenemos que irnos si quieres
llegarallíatiempo—meinformacuandoabrolapuerta.
—Vale,vale,mevestirémientrasteduchas.
Desaparece en el baño. Me dirijo al armario y cojo el vestido verde bosque sin
mangasquecompréparaponérmelohoy.Latelaverdeoscuroesgruesa,yelescote,
alto.Ellazoquecubremicinturaesmuchomásgrandedeloqueparecíacuandome
loprobéelotrodía,perovoyallevarunarebecaencimadetodosmodos.Cojomi
pulseradecharmsdelacómodaysientomariposasenelestómagocuandoreleola
perfectainscripción.
Noséquézapatosponerme;simepongotacones,parecerédemasiadoarreglada.
Me decido por unos negros y planos, y me coloco la rebeca sobre el vestido justo
cuandoHardinabrelapuertaconsólounatoallaalrededordelacintura.
«Vaya.» Por mucho tiempo que pase, sigo quedándome sin aliento al verlo.
Mientrasobservosucuerposemidesnudomepreguntocómoesposiblequeantesno
megustasenlostatuajes.
—Joder—diceobservándomedearribaabajo.
—¿Qué?¿Quépasa?—Mirohaciaabajoparaverquépuedeestarmal.
—Pareces…tremendamenteinocente.
—Y¿esoesbuenoomalo?EsNavidad,noquieroparecerindecente.
Derepentemesientoinsegurademielección.
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—No,estábien—measegura—.Estámuybien.
Sulenguaserpenteaporsulabioinferior.Entonceslocapto,mepongocoloraday
apartolavistaantesdequeiniciemosalgoquenovamosapoderterminar.Almenos,
noporahora.
—Gracias.¿Túquévasaponerte?
—Lomismodesiempre.
Lomirootravez.
—Ah.
—Novoyaarreglarmeparairacasademipadre.
—Ya…Y¿porquénoteponeseljerseyrojoqueteregalótumadre?—sugiero,
aunqueséquenolohará.
Sueltaunacarcajada.
—Nidecoña.
Se dirige al armario, tira de los vaqueros que están en la percha y ésta cae al
suelo,aunqueHardinnosuelerepararenesascosas.Decidonodecirlenada.Enlugar
dehacerlo,mealejodelarmariojustocuandoéldejacaerlatoalla.
—Estaré fuera con tu madre —me apresuro a decir, intentando obligarme a no
mirarsucuerpo.
—Como quieras —responde con una sonrisa de superioridad, y salgo de la
habitación.
Trish está en el salón, y luce un vestido rojo y unos tacones negros, algo muy
distintodelchándalquellevahabitualmente.
—¡Estáspreciosa!—ledigo.
—¿Seguro? ¿No es demasiado con el maquillaje y demás? —pregunta nerviosa
—.Noesquemeimporte,peronoquieroquemiexmaridomeveaconmalaspecto
despuésdetodosestosaños.
—Créeme,notienesmalaspectoenabsoluto—leaseguro,yconsigoquesonría
unpoco.
—¿Estáislistas?—preguntaHardincuandosereúneconnosotrasenelsalón.
Todavía lleva el pelo mojado, pero de algún modo sigue teniendo un aspecto
perfecto.Vatododenegro,incluidaslasConversequellevabaenSeattleyquetanto
megustan.
Sumadrenoparecerepararensuoscuravestimenta,probablementeporquesigue
centrada en su propia apariencia. Cuando entramos en el ascensor, Hardin mira a
Trishporprimeravezypregunta:
—¿Porquévastanelegante?
Ellaseruborizaunpoco.
—Esfiesta,¿porquénoibaaarreglarme?
—Esunpocoraro…
Lointerrumpoantesdequedigaalgoquelefastidieeldíaasumadre.
—Estáguapísima,Hardin—aseguro—.Yyovoytanarregladacomoella.
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Durante el trayecto, todos guardamos silencio, incluida Trish. Es evidente que
estánerviosa,y¿quiénnoibaaestarlo?Yotambiénloestaría.Dehecho,pormotivos
diferentes,cuantomásnosacercamosacasadeKen,másnerviosamepongo.Sólo
quieroqueeldíatranscurraenpaz.
Cuandoporfinllegamosyaparcamoselcoche,oigoqueTrishsofocaungrito.
—¿Éstaessucasa?
—Sí.Yatedijequeeragrande—diceHardinapagandoelmotor.
—Nopenséquefueratangrande—respondeellaenvozbaja.
Hardinsaledelvehículoyleabrelapuertaasumadre,quesigueahísentadacon
la boca abierta. Yo también salgo y, mientras ascendemos los escalones que nos
llevanalaenormevivienda,veolaaprensiónensurostro.Locojodelamanopara
intentartranquilizarlo,yélmemiraconunasonrisaleveperoevidente.Nollamaal
timbre,sinoqueabrelapuertayentra.
Karen está de pie en el salón con una radiante sonrisa de bienvenida, tan
contagiosa que hace que me sienta un poco mejor. Hardin recorre el vestíbulo
primero,consumadreasuladoyyodetrás,cogiéndolotodavíadelamano.
—Graciasatodosporvenir—diceKarenmientrasseacercaaTrish,yaqueda
porhechoqueHardinnovaamolestarseenpresentarlas—.Hola,Trish,soyKaren
—lasaludaaltiempoqueletiendelamano—.Mealegrodeconocerte.Teagradezco
muchoquehayasvenido.
Karenparececompletamenterelajada,perolaconozcoyséqueenelfondonolo
está.
—Hola,Karen,encantadadeconocertetambién—respondeTrish,yleestrechala
mano.
En ese preciso momento, Ken entra en la habitación, nos ve y, después de
mirarnos dos veces, se detiene de repente y mira a su exmujer. Me inclino hacia
Hardin;esperoqueLandonlehayadichoaKenqueíbamosavenir.
—Hola,Ken—diceTrishenuntonomáselevadodelohabitual.
—Trish…Vaya…,hola—tartamudeaél.
Trish, a quien sospecho satisfecha tras ver su reacción, asiente una vez con la
cabezaydice:
—Estás…distinto.
He intentado imaginar el aspecto que tendría Ken años atrás, con los ojos
probablementerojosporelalcohol,lafrentesudorosayelrostropálido,peronosoy
capaz.
—Sí…,tútambién—respondeél.
Empiezo a marearme debido a la incómoda tensión, de modo que me siento
inmensamentealiviadacuando,derepente,Karenexclama:
—¡Landon!—Yélseuneanosotros.
Claramente, Karen también se siente aliviada al ver a su ojito derecho, y su
aspectoesmuyapropiadoparalaocasión;llevaunospantalonesazulesyunacamisa
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blancadevestirconunacorbatanegra.
—Estásmuyguapa—meadula,ymedaunabrazo.
Hardin me agarra la mano con más fuerza, pero yo consigo liberarla y también
abrazoaLandon.
—Tútampocoestásnadamal,Landon—ledigo.
Hardin rodea entonces mi cintura con el brazo y tira de mí para recuperarme,
sosteniéndomemáscercaqueantes.
LandonponelosojosenblancoysevuelvehaciaTrish.
—Hola, señora, soy Landon, el hijo de Karen. Me alegro de conocerla
porfin.
—Vaya,porfavor,nomellamesseñora.—Trishseechaareír—.Pero
yotambiénmealegrodeconocerte.Tessamehahabladomuchodeti.
Landonsonríe.
—Esperoquecosasbuenas.
—Principalmente—bromeaella.
El encanto de Landon parece disminuir la tensión del ambiente, y Karen
interviene:
—Llegáisjustoatiempo.¡Elgansoseservirádentrodeunpardeminutos!
Ken nos dirige a todos al comedor y Karen desaparece en la cocina. No me
sorprende encontrar la mesa perfectamente dispuesta con su mejor vajilla de
porcelana, la cubertería de plata bruñida y unos elegantes servilleteros de madera.
Conunosplatosdeentremesesordenadamentecolocados.Elplatoprincipaldeganso
estárodeadodegruesasrodajasdenaranja.Unpuñadodebayasrojasdescansasobre
elcuerpodelave.Todoesmuyelegante,yelolorhacequelabocasemehagaagua.
Delante de mí tengo un plato de patatas asadas. El aroma a ajo y perejil inunda el
aire,ymequedoadmirandoelrestodelamesa.Unornamentodefloresdescansaen
elcentro,ycadaelementodecorativorepiteeltemadelasnaranjasylasbayas.Karen
essiempreunamagníficaanfitriona.
—¿Queréisalgodebeber?Tengounvinotintodeliciosoenlabodega—dice.
Veocómosusmejillassesonrojandeinmediatoaldarsecuentadeloqueacaba
depreguntar.Elalcoholesuntemadelicadoenestegrupo.
Trishsonríe.
—Yosíquiero,gracias.
Karen desaparece y el resto nos quedamos tan callados que, cuando saca el
corchoenlacocina,elsonidoseoyetanfuertequepareceresonarenlasparedesque
nos rodean. Cuando regresa con la botella abierta, me planteo pedirle que me sirva
una copa para ver si así se me pasa esta incómoda sensación en el estómago, pero
finalmente decido no hacerlo. Con la anfitriona de vuelta, tomamos asiento. Ken
presidelamesa,conKaren,LandonyTrishaunladoyHardinyyoalotro.Después
dealgunoscumplidosporlapresentación,nadiediceunapalabramientrassesirven
comidaenelplato.
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Trasdarunoscuantosbocados,Landonestablececontactovisualconmigo,yveo
quesedebateentrehablarono.Asientoligeramente;noquierotenerqueinterrumpir
elsilencio.MellevountenedorcongansoalabocayHardinmecolocalamanoen
elmuslo.
LandonselimpialabocaconlaservilletaysevuelvehaciaTrish.
—Bueno,¿quélehaparecidohastaahoraEstadosUnidos,señoraDaniels?¿Esla
primeravezqueviene?
Ellaasienteunpardeveces.
—Puessí,esmiprimeravez.Megusta.Nomegustaríaviviraquí,peromegusta.
¿Piensas quedarte en Washington cuando termines la universidad? —dice entonces
mirandoaKencomosileestuviesepreguntandoaélenlugardeaLandon.
—Todavíanolosé;minoviasetrasladaaNuevaYorkelmesqueviene,asíque
dependerádeloqueellaquierahacer.
Aunqueseaegoístapormiparte,esperoquenosemudeallíenbreve.
—Bueno,yoestoydeseandoqueHardintermineparaquepuedavolveracasa—
diceTrish,yyodejocaerelcuchilloenelplato.
Todaslasmiradassecentranenmí,ysonríoamododedisculpaantesderecoger
elcubierto.
—¿VasavolveraInglaterracuandotegradúes?—lepreguntaLandonaHardin.
—Sí,porsupuesto—respondeélgroseramente.
—Vaya—diceLandonmirándomeamídirectamente.
Hardin y yo no hemos hablado sobre nuestros planes para después de la
universidad, pero jamás se me había pasado por la cabeza que quisiera volver a
Inglaterra.Tendremosquediscutirlomástarde,nodelantedetodoelmundo.
—Y ¿a ti, Ken…, te gusta Estados Unidos? ¿Piensas quedarte aquí de manera
permanente?—preguntaTrish.
—Sí,meencantaesto.Piensoquedarme,sinduda—asegura.
Trishsonríeybebeunsorbodevino.
—TúodiabasEstadosUnidos—repone.
—Túlohasdicho.Loodiaba—replica,yleofreceunamediasonrisa.
Karen y Hardin se revuelven incómodos en sus asientos, y yo me concentro en
masticarlapatataquetengoenlaboca.
—¿AlguientienealgodequehablarquenoseaEstadosUnidos?—Hardinpone
losojosenblanco.
Lepropinounpuntapiépordebajodelamesa,peronosedaporaludido.
Karenintervienedeinmediato.
—¿QuétalelviajeaSeattle,Tessa?—mepregunta.
Yaseloherelatado,peroséquesóloestáintentandoestablecerconversación,de
modoquelecuentoatodoelmundolodelaconferenciayeltrabajootravez.Yasí
conseguimos superar la comida. Todo el mundo me hace preguntas en un claro
intentodepermanecerenestetemaseguroalejadodelosdardosdelosexcónyuges.
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Cuando terminamos con el delicioso ganso y los entremeses, ayudo a Karen a
llevar los platos a la cocina. Parece distraída, de modo que no intento darle
conversaciónmientrasrecogemoslavajilla.
—¿Quieresotracopadevino,Trish?—preguntaKarencuandotodospasamosal
salón.
Hardin, Trish y yo nos sentamos en uno de los sofás, Landon se sienta en el
sillón,yKarenyKen,enelotrosofáenfrentedenosotros.Escomosiestuviésemos
formandoequiposyLandonfueraelárbitro.
—Sí, por favor. La verdad es que tiene un sabor exquisito —responde Trish, y
ofrecelacopavacíaparaqueKarenselarellene.
—Gracias,locompramosenGreciaesteverano;fueunviajemag…—Sedetiene
enmitaddelafrase.Trasunapausa,añade—:Unlugarmuybonito—yledevuelve
lacopaaTrish.
LamadredeHardinsonríeylalevantaligeramenteamododebrindis.
—Bueno,elvinoesexcelente.
Alprincipionoentiendoelmomentoincómodo,peroentoncesmedoycuentade
queKarenhaconseguidoalKenqueTrishnuncatuvo.ViajaaGreciayportodoel
mundo,tieneunacasaenorme,cochesnuevosy,loqueesmásimportante,unmarido
cariñosoysobrio.AdmiroaTrishporsertanfuerteyporsucapacidadparaperdonar.
Está haciendo un esfuerzo tremendo por ser amable, especialmente dadas las
circunstancias.
—¿Alguienmás?Tessa,¿quieresunacopa?—preguntaKarenmientrastermina
deservirleunaaLandon.
MevuelvohaciaTrishyHardin.
—Sólouna,paracelebrarlafiesta—añadeKaren.
Alfinalcedo.
—Sí,porfavor—respondo.
Voy a necesitar más de una copa de vino si el día continúa siendo así de
incómodo.
Mientrasmesirve,veoqueHardinasienteconlacabezavariasveces,yentonces
pregunta:
—¿Ytú,papá?¿Quieresunacopadevino?
Todoelmundolomiraconunosojoscomoplatosylabocaabierta.Yoledoyun
apretónenlamanoenunintentodehacerlocallar,peroélcontinúaconunasonrisa
malévola:
—¿Qué?¿No?Venga,seguroquequieresuna.Séqueloechasdemenos.
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CAPÍTULO47
Tessa
—¡Hardin!—exclamaTrish.
—¿Qué?Sóloleestoyofreciendounabebida.Estoysiendosociable—dice.
ObservoaKenyveoquesedebateentremorderonoelanzuelodesuhijo;no
sabesidejarqueestoseconviertaenunagrandiscusión.
—Para—lesusurroaHardin.
—Noseasgrosero—lediceTrish.
Porfin,Kenreacciona.
—Nopasanada—dice,ybebeunsorbodeagua.
Analizolasala.Karenestáblancacomolacal.Landonestámirandoelenorme
televisordelapared.Trishbebevino.Kenparecedesconcertado,yHardinlofulmina
conlamirada.
Entoncesmuestraunasonrisatranquilizadora.
—Yaséquenopasanada.
—Sé que sólo estás furioso —añade Ken—, así que, adelante, di lo que tengas
quedecir.
No debería haber dicho eso. No debería haber tratado las emociones de Hardin
conrespectoaestasituacióntanalaligera,comosisólofueralaopinióndeunniño
alqueapenastienequeaguantarunmomento.
—¿Furioso?Noestoyfurioso—replicaélconcalma—.Molestoydivertidocon
todoesto,sí,perofuriosono.
—¿Quéesloquetedivierte?—preguntaKen.
«Ay,Ken,cierralaboca.»
—Medivierteelhechodequeestésactuandocomosinadahubierapasado,como
sinofuesesunaputamierda.—SeñalaaKenyaTrish—.Osestáiscomportandode
unaformaridícula.
—Teestáspasandodelaraya—leadviertesupadre.
«PorDios,Ken.»
—¿Ah,sí?Y¿desdecuándodecidestúdóndeestáellímite?—lodesafíaél.
—Desdequeéstaesmicasa.Poresopuedodecidir.
Hardinselevantainmediatamente.Loagarrodelbrazoparadetenerlo,peroélse
mequitadeencimaconfacilidad.Meapresuroadejarmicopadevinoenlamesita
auxiliarymepongodepie.
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—¡Hardin,para!—leruego,yloagarrodelbrazodenuevo.
Todo iba bien. Algo incómodo, pero bien. Sin embargo, Hardin ha tenido que
soltaresecomentariotangrosero.Séqueestáenfadadoconsupadreporloserrores
quecometió,peroeldíadeNavidadnoeselmomentomásapropiadoparasacartodo
eso.HardinyKenhabíanempezadoareconstruirsurelación,ycomoHardinnodeje
estoya,lascosassepuedenponermuyfeas.
Supadreselevantaconaireautoritario.
—Creíaqueestábamossuperandoesto.¿Novinistealaboda?—preguntacomo
loharíaunprofesor.
Estánsóloaunoscentímetrosdedistancia,yséqueestonovaaacabarbien.
—¿Superandoqué?¡Nisiquieratehacesresponsabledenada!¡Telimitasafingir
quenoocurrió!
AhoraHardinestágritando.Lacabezamedavueltasylamentohaberextendido
lainvitacióndeLandonaHardinyaTrish.Unavezmáshecausadounadiscusión
familiar.
—Hoynoeseldíaparahablardeesto,Hardin—diceKen—.Estábamosteniendo
unajornadaagradable,peroteníasqueiniciarunapeleaconmigo.
Hardinlevantalasmanosenelaire.
—Y¿cuándoeseldía?Joder,¡estetíoesincreíble!—exclama.
—CualquieraquenoseaNavidad.Hacíaañosquenoveíaatumadre,¿deverdad
teníasqueelegirestemomentoparasacartodoesto?
—¡Sihacíaañosquenolaveíasesporquelaabandonaste!Nosdejastesinnada,
sindinero,sincoche…,¡sinnada!—gritaHardin,yseacercaalacaradesupadre.
Kenseestáponiendorojodeira.Yentoncescomienzaagritar:
—¿Sindinero?¡Enviabadinerotodoslosmeses!¡Muchodinero!¡Ytumadreno
quisoaceptarelcochequeleofrecí!
—¡Embustero!—leespetaHardin—.¡Noenviasteunamierda!¡Poresovivíamos
enesacasadestartaladayellateníaquetrabajarcincuentahorasalasemana!
—Hardin…,noestámintiendo—intervieneTrish.
Élsevuelvehaciasumadrealinstante.
—¿Qué?
Estoesundesastre.Undesastremuchomásgrandequeelquehabíaimaginado.
—Enviabadinero—explicaTrish.
Dejalacopayseacercaaél.
—Y¿dóndeestáesedinero?—inquiereHardincontonodeincredulidad.
—Pagandotusestudios.
Élseñalaentoncesasupadreconundedofurioso.
—¡Me dijiste que los estaba pagando él! —chilla, y se me parte el corazón al
verloasí.
—Y así es, con el dinero que guardé durante todos esos años. El dinero que él
enviaba.
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—¿Quécoñodices?—Hardinsefrotalafrenteconlamano.
Mecolocodetrásdeélyentrelazolosdedosconlosdesumanolibre.
Trishapoyaunamanoenelhombrodesuhijo.
—Nolousétodoparatusestudios.Tambiénpagabalasfacturasconél.
—¿Por qué no me lo contaste? Debería estar pagándolos él, y no con el dinero
con el que se supone que tenía que alimentarnos y mantenernos en una casa
diariamente. —Se vuelve hacia su padre—. Aun así, nos abandonaste, ¡enviases
dinero o no! Te marchaste y ni siquiera fuiste capaz de llamarme para mi puto
cumpleaños.
ElexcesodesalivaseacumulaenlascomisurasdelabocadeKenyempiezaa
parpadearrápidamente.
—¿Qué querías que hiciera, Hardin? —replica—. ¿Que me quedara allí? Era
alcohólico. Un alcohólico que no valía para nada, y vosotros dos merecíais algo
mejordeloqueyopodíaofreceros.Despuésdeaquellanoche…supequeteníaque
marcharme.
Hardinseponerígidoysurespiraciónsevuelveirregular.
—¡Nohablesdeaquellanoche!¡Todopasóportuculpa!
Hardin aparta la mano de la mía, Trish parece enfadada, Landon aterrado, y
Karen…Karensiguellorando,yentoncesmedoycuentadequevoyatenerqueser
yoquiendetengatodaestasituación.
—¡Yalosé!Ynosabescuántomegustaríapoderborrareso,hijo.¡Esanocheme
haatormentadodurantelosúltimosaños!—respondeKenconvozronca,intentando
nollorar.
—¿Que te atormenta? ¡Yo vi cómo pasó, hijo de puta! ¡Fui yo quien tuvo que
limpiar la maldita sangre del suelo mientras tú seguías fuera poniéndote como una
cuba!—respondeHardinformandopuñosconlasmanos.
Karensollozaysetapalabocaantesdesalirdelaestancia.Noseloreprocho.No
me había dado cuenta de que yo también estaba llorando hasta que las cálidas
lágrimasgolpeanmipecho.Teníalasensacióndequealgoibaapasarhoy,perono
meesperabaesto.
Kenlevantalasmanosenelaire.
—¡Losé,Hardin!¡Losé!¡Ynopuedohacernadaparacambiarlo!¡Ahoraestoy
sobrio! ¡Hace años que no bebo! ¡No puedes seguir guardándome rencor por ello
eternamente!
Trish grita cuando Hardin carga contra su padre. Landon corre para intentar
ayudar,peroesdemasiadotarde.HardinempujaaKencontralavitrinadelavajilla,
laquesustituyealaqueyarompióhacemeses.Kenagarraasuhijodelapecherae
intentaretenerlo,peroéstelepropinaunpuñetazoenlabarbilla.
Mequedohelada,comosiempre,mientrasHardingolpeaasupropiopadre.
Ken consigue esquivar el siguiente golpe de Hardin, que acaba alcanzando la
puertadecristaldelavitrina.Alverlasangre,salgodemiestuporyloagarrodela
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camiseta.Entoncesdaungolpehaciaatrásconelbrazoymelanzacontraunamesa.
Unacopadevinotintosecaeymanchamirebecablanca.
—¡Miraloquehashecho!—legritaLandonaHardin,ycorreamilado.
Trishestájuntoalapuertaylelanzaasuhijounamiradaasesina.Kenobservala
vitrina rota y después a mí mientras Hardin detiene su ataque contra su padre y se
vuelveenmidirección.
—¡Tessa!Tessa,¿estásbien?—pregunta.
Asientoensilenciodesdeelsuelomientrasobservounhilodesangrequecaepor
susbrazosdesdelosnudillos.Noestoyherida,yelhechodequemichaquetasehaya
manchadoesalgodemasiadotrivialcomoparamencionarloenmediodeestecaos.
—Aparta —le suelta Hardin a Landon mientras ocupa su lugar a mi lado—.
¿Estás bien? Creía que eras Landon —dice, y me ayuda a levantarme con la mano
magulladaquenoestámanchadadesangre.
—Estoybien—repito,ymeapartodeélunavezdepie.
—Nosmarchamos—gruñe,ysedisponearodearmelacinturaconelbrazo.
Me alejo más de él. Observo cómo Ken utiliza la manga de su camisa blanca
impolutaparalimpiarselasangredelaboca.
—Deberíasquedarteaquí,Tessa—mediceLandon.
—¡No me provoques, Landon! —le advierte Hardin, pero él no parece
impresionado.Deberíaestarlo.
—Hardin,yabasta—intervengo.
Alverquehaceademándehablarperonodiscute,mevuelvohaciamiamigo.
—Estarébien—leaseguro.
EsporHardinporquiendeberíapreocuparse.
—Vamos —ordena él, pero conforme se dirige hacia la puerta se vuelve para
asegurarsedequevoydetrásdeél.
—Sientomucho…todoesto—ledigoaKenmientrassigoasuhijo.
—Noesculpatuya,sinomía—oigoquerespondeconvozsuaveamiespalda.
Trishestácallada.Hardinestácallado.Yyoestoyhelada.Losfríosasientosdepiel
me tocan las piernas desnudas, y mi chaqueta mojada tampoco ayuda. Subo la
calefacción al máximo. Hardin me mira, pero yo me concentro en mirar por la
ventanilla. No sé si debería enfadarme con él. Ha echado a perder la cena y ha
atacadoasupadre,literalmente,delantedetodoelmundo.
Sin embargo, siento lástima por él. Ha sufrido mucho, y su padre es la raíz de
todos sus problemas, de las pesadillas, del miedo, de su falta de respeto por las
mujeres.Nuncatuvoanadiequeleenseñaraaserunhombre.
CuandoHardinmecolocalamanosobreelmuslo,noselaaparto.Meduelela
cabezaynoentiendocómolascosassehanpodidoiralamierdatanrápido.
—Hardin,tenemosquehablardeloqueacabadepasar—diceTrishalcabode
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unosminutos.
—No—respondeél.
—Sí,tenemosquehablar.Tehaspasadomuchodelaraya.
—¿Queyomehepasado?¿Cómopuedeshaberolvidadotodoloquehahecho?
—No he olvidado nada, Hardin —asegura ella—. He elegido perdonarlo; no
quierovivirodiándolo.Perolaviolencianuncaeslasolución.Además,esaclasede
irateacabaconsumiendo;seapoderadetuvidasiladejas.Tedestruyesiteaferrasa
ella.Noquierovivirasí.Quieroserfeliz,Hardin,yperdonaratupadrehacequeme
resultemásfácilserlo.
Sufortalezanuncadejadesorprenderme,ylatestarudezdeHardintampoco.Se
niegaaperdonarasupadreporsuserroresdelpasado,aunqueélnodejadereclamar
miperdónacadainstante.Perotampocoseperdonaasímismo.Quéirónico.
—Bueno,puesyonoquieroperdonarlo.Creíaquepodíahacerlo,perodespuésde
lodehoynopuedo.
—Hoynotehahechonada—loreprendeTrish—.Túlohasprovocadoconlode
labebidasinningúnmotivo.
Hardinapartalamanodemipiel,dejandounamanchadesangreensulugar.
—Novaairsederositassinmás,mamá.
—Nosetratadeeso.Hazteestapregunta:¿quéganasestandotanfuriosoconél?
¿Quéconsiguesapartedeunasmanosensangrentadasyunavidasolitaria?
Hardinnoresponde.Selimitaamantenerlavistaalfrente.
—Exacto—diceella,yelrestodeltrayectotranscurreensilencio.
Cuandovolvemosalapartamento,medirijodirectamentealdormitorio.
—Ledebesunadisculpa,Hardin—oigoquelediceTrishpordetrásdemí.
Medeshagodelarebecamanchadayladejocaeralsuelo.Mequitoloszapatosy
meapartoelpelodelacara,colocándomelosmechonessueltosdetrásdelasorejas.
Unos segundos después, Hardin abre la puerta del dormitorio; mira la prenda
manchadaderojotiradaenelsueloydespuésamí.
Secolocadelantedemíymecogedelasmanosconojossuplicantes.
—Losientomucho,Tess.Nopretendíaempujarteasí.
—Nodeberíashaberhechoeso.Hoy,no.
—Lo sé… ¿Te he hecho daño? —pregunta secándose las manos heridas contra
losvaquerosnegros.
—No.
Simehubiesehechodañofísico,tendríamosproblemasmuchomásgraves.
—Losiento,deverdad.Estabafurioso.CreíaqueerasLandon…
—Nomegustascuandoestásasí,tanenfadado.
MisojosseinundandelágrimasalrecordarlasmanosdeHardinllenasdecortes.
—Lo sé, nena. —Se inclina ligeramente hasta quedar a la altura de mis ojos—.
Jamásteharíadañoapropósito.Losabes,¿verdad?
Meacaricialasienconelpulgaryyoasientolentamente.Séquejamásmeharía
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daño,almenosnofísicamente.Siemprelohesabido.
—¿Aquéhavenidoesecomentariosobrelabebida?Lascosasibanbien—digo.
—Porqueseestabacomportandocomosinadahubierapasado,comouncapullo
pretencioso,ymimadreleseguíalacorriente.Alguienteníaqueintercederporella
—explicaconunavozsuave,confundida,totalmenteopuestaacomoerahacemedia
horacuandolegritabaasupadre.
Se me rompe el corazón de nuevo; era su forma de defender a su madre. Una
maneraerrónea,peroinstintivaparaél.Seapartaelpelodelafrenteysemanchala
pieldesangre.
—Intenta ponerte en su lugar —digo—. Va a tener que vivir siempre con ese
sentimientodeculpa,Hardin,ytúnoseloponesnadafácil.Nodigoquenotengas
derecho a estar enfadado, porque ésa es una reacción natural, pero precisamente tú
tendríasqueestarmásdispuestoaperdonar.
—Yo…
—Y esa violencia tiene que acabar. No puedes ir por ahí golpeando a la gente
cadavezqueteenfadas.Noestábien,ynomegustanada.
—Losé.—Mantienelavistafijaenelsuelodehormigón.
Suspiroycojosusmanosentrelasmías.
—Yahoravamosacurarte,aúntesangranlosnudillos—digo.
Ylollevoalcuartodebañoparalimpiarlelasheridasporenésimavezdesdeque
loconozco.
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CAPÍTULO48
Tessa
Hardinnohaceelmásmínimogestodedolormientraslelimpiolasheridas.Sumerjo
latoallaenellavabollenodeaguaenunintentodediluirlasangredelatelablanca.
Él me observa sentado en el váter mientras permanezco de pie entre sus piernas.
Levantalasmanosunavezmás.
—Tenemos que comprar algo para ponértelo en el pulgar —le digo mientras
retuerzolatoallaparaescurrirelexcesodeagua.
—Yasecurará—dice.
—No, mira lo profunda que es la herida —lo reprendo—. La piel en sí es ya
prácticamentetejidocicatrizal,ynoparasdeabrírtelaunayotravez.
Nodicenada,simplementeanalizamirostro.
—¿Quépasa?—lepregunto.
Vacíolapiladeaguarosadayesperoaquemeresponda.
—Nada…—miente.
—Dímelo.
—Noentiendocómopuedesaguantartodasmismierdas—dice.
—Yotampoco.—Sonrío,yobservoquetuerceelgesto—.Peromerecelapena
—añadoconsinceridad.
Élsonríeasuvez,acercamimanoasurostroymepasalaalmohadilladelpulgar
porelhuecodesuhoyuelo.
Susonrisaseintensifica.
—Seguro que sí —dice, y se levanta—. Necesito una ducha. —Se quita la
camisetayseinclinaparaabrirelgrifo.
—Teesperoenlahabitación—ledigo.
—¿Porqué?Dúchateconmigo.
—Tumadreestáenlahabitacióndeallado—leexplicoenvozbaja.
—¿Yqué?Sóloesunaducha.Porfavor.
No puedo negarme, y lo sabe. La sonrisa de superioridad en su rostro
cuandosuspirovencidalodemuestra.
—¿Mebajaslacremallera?—lepido,ymepongodeespaldasaél.
Melevantoelpeloyempiezaadesabrochármelainmediatamente.
—Megustaesevestido—dicecuandolatelaverdeseacumulaenelsuelo.
Se quita los pantalones y el bóxer y yo intento no mirar su cuerpo desnudo
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mientrasdeslizolostirantesdemisujetadorpormisbrazos.Cuandoestoytotalmente
desnuda,Hardinsemeteenladuchaymeofrecelamano.Recorremicuerpoconla
miradaysedetienealaalturademismuslosconelceñofruncido.
—¿Quépasa?—preguntoaltiempoquetratodecubrirmeconlosbrazos.
—Tienessangre.—Señalaalgunasmanchasleves.
—Nopasanada—aseguro.
Cojolaesponjadelufaymefrotolapielconella.Entonces,Hardinmelaquita
delasmanosyviertejabónenella.
—Déjameamí—dice.
Searrodillaysemeponentodoslospelosdepuntaalverloahíabajodelantede
mí.Asciendelaesponjavegetalpormismuslosytrazacírculosconella.Estechico
tiene línea directa con mis hormonas. Acerca el rostro a mi piel e intento no
retorcermecuandosuslabiosrozanmicaderaizquierda.Apoyaunadesusmanosen
lapartetraserademimusloparamantenermeenelsitiomientrashacelomismocon
laderecha.
—Pásamelaalcachofa—diceinterrumpiendomislascivospensamientos.
—¿Qué?
—Quemepaseslaalcachofa—repite.
Asiento,sacoelgrifodelsoporteyseloentrego.Mirándomeconunbrilloenlos
ojosyconelaguagoteandodesdesunariz,hacegirarlaalcachofaenlamanoyla
dirigehaciamivientre.
—¿Qué…quéestáshaciendo?—preguntoalverquelabajaunpocomás.
Elaguacalientegolpeamipielyobservosusactosconanticipación.
—¿Tegusta?
Asiento.
—Puessiestotegusta,veamosquépasasilabajamosunpoquitomás…
TodaslascélulasdemicuerposedebilitanydanzanbajomipielmientrasHardin
juegaatorturarme.Doyunbrincocuandoelaguametoca,yélsonríeconpetulancia.
Esunasensaciónmuchomásagradabledeloquehabíaimaginado.Meaferroasu
pelo y me muerdo el labio inferior para sofocar mis gemidos. Su madre está en la
habitacióndeallado,peronopuedodetenerlo,megustademasiado.
—¿Tessa…?—diceélesperandounarespuesta.
—También.Déjalaahí—jadeo,yélseríeymeacercaelaguaparaañadirmás
presión.
CuandosientolasuavelenguadeHardinlamiéndomejustodebajodelaguacasi
pierdoelequilibrio.Estoesdemasiado.Suslametonesylascariciasdelaguahacen
quemetiemblenlasrodillas.
—Hardin…, no puedo… —No sé qué estoy intentando decir, pero cuando su
lenguaseacelera,letirodelpeloconfuerza.
Meempiezanatemblarlaspiernas,yélsueltaentonceslaalcachofayusalasdos
manosparasostenerme.
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—Joder…—maldigoenvozbaja,yesperoqueelruidodeladuchaahoguemis
gemidos.
Notocómosonríepegadoamíantesdecontinuarllevándomeallímite.Cierrolos
ojosconfuerzaydejoqueelplacerseapoderedemicuerpo.
Hardinapartalabocademíeltiempojustoparadecir:
—Vamos,nena,córrete.
Ylohago.
Cuandoabrolosojos,élsiguederodillas,conlamanoenlapolla,queestáduray
ansiosa. Recuperando todavía el aliento, me pongo de rodillas, coloco la mano
alrededordelasuyayloacaricio.
—Levántate—leordenoenvozbaja.
Bajalavista,asienteyseponedepie.Mellevosusexoalabocaylelamola
punta.
—Joder…
Inspirahondoyledoyvarioslametones.Enroscolosbrazosalrededordelaparte
traseradesuspiernasparamantenerelequilibriosobreelsuelomojadodeladuchay
memetosupollahastalagarganta.Hardinhundelosdedosenmipelomojadoyme
sostienequietamientrasmenealascaderasymepenetralaboca.
—Podríapasarmehorasfollándotelaboca.
Susmovimientosseaceleranunpoco,ygimo.Sussuciaspalabrashacenquemis
labioslosuccionenconmásfuerza,loqueloobligaamaldecirdenuevo.Estemodo
salvaje con el que reclama mi boca es algo nuevo. Tiene el control absoluto, y me
encanta.
—Mevoyacorrerentuboca,nena.
Tirademipelounpocomás,ysientocómolosmúsculosdesuspiernassetensan
bajomismanosygimeminombrevariasvecesmientrassevacíaenmigarganta.
Despuésdeunoscuantosjadeos,meayudaalevantarmeymebesaenlafrente.
—Creoqueyaestamoslimpios.—Sonríeyselameloslabios.
—Yodiríaquesí—contestoconlarespiraciónentrecortada,ycojoelchampú.
Cuandoambosestamosdefinitivamentelimpiosylistosparasalirdeladucha,le
paso las manos por los abdominales y recorro con los dedos el tatuaje de su
estómago.Mismanosreptanhaciaabajo,peroHardinmeagarradelamuñecayme
detiene.
—Sé que cuesta resistirse a mí, pero mi madre está en la habitación de al lado.
Contrólate,jovencita—bromea,yledoyunapalmadaenelbrazoantesdesalirdela
duchaycogerunatoalla.
—Eso,viniendodealguienqueacabadeusarme…—Mepongocoloradaysoy
incapazdeterminarlafrase.
—Tehagustado,¿no?—Enarcaunacejaypongolosojosenblanco.
—Tráemelaropadelcuarto—ledigocontonoautoritario.
—Sí,señora.
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Secolocalatoallaalrededordelacinturaydesaparecedelbañorepletodevapor.
Pasolamanoporelespejodespuésdeenvolvermeelpeloconunatoalla.
Esta Navidad ha sido agitada y muy estresante. Debería llamar a Landon más
tarde, pero antes quiero hablar con Hardin sobre su idea de regresar a Inglaterra al
terminarlosestudios.Nuncamelohabíamencionado.
—Aquítienes.
Mepasaunmontónderopaymedejasolaenelbañomientrasmevisto.Mehace
gracia encontrar el conjunto de bragas y sujetador de encaje con un pantalón de
chándalyunacamisetanegralimpia.Limpia,porquelaquellevabahoyestállenade
sangre.
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CAPÍTULO49
Tessa
La última noche con la madre de Hardin la pasamos básicamente bebiendo té y
escuchando historias embarazosas de cuando era pequeño. Trish nos hizo prometer
unasdiezvecesqueelañoquevienepasaríamoslaNavidadenInglaterrayqueno
queríaexcusas.
La idea de celebrar la Navidad con Hardin dentro de un año hace que sienta
mariposasenelestómago.Porprimeravezdesdequenosconocemos,soycapazde
imaginarunfuturoconél.Ynomerefieroatenerhijosoaquenoscasemos,sinoa
queporfinmesientolobastanteseguradesussentimientoscomoparaplantearmeel
futurodentrodeunaño.
Alamañanasiguiente,cuandoHardinregresadedejaraTrishenelaeropuerto
demasiadotemprano,medespierto.Oigoquetiralaropaalsueloyvuelveameterse
enlacamavestidosóloconelbóxer.Merodeaconlosbrazosunavezmás.Sigoalgo
cabreada con él por lo sucedido ayer, pero tiene los brazos fríos y lo he echado de
menoseltiempoquesehaausentadodelacama.
—Vuelvoatrabajarmañana—digoalcabodeunosminutos,sinsabersiyaseha
quedadodormidoono.
—Yalosé—responde.
—EstoyilusionadaporpodervolveraVance.
—¿Porqué?
—Porque me encanta, y ya llevo más de una semana de vacaciones. Echo de
menostrabajar.
—Quéaplicada—seburla,yséqueestáponiendolosojosenblancoaunqueno
puedaverlelacara.
Cuandolopienso,pongolosojosenblancotambién.
—Perdonasimeencantanmisprácticasyatinotegustatutrabajo—digo.
—Megustamitrabajo,yterecuerdoquetuveelmismotrabajoquetú.Perolo
dejéporalgomejor—alardea.
—Y¿larazóndequetegustemásesquepuedeshacerlodesdecasa?
—Sí,ésaeslarazónprincipal.
—¿Cuáleslaotrarazón?
—SentíaquelagentepensabaquesólohabíaobtenidoelempleoporVance.
Noesningunanovedad,peroesunarespuestamássinceradeloqueesperabapor
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su parte. Esperaba una palabra o dos acerca de que el trabajo era una mierda o un
coñazo.
—¿De verdad crees que la gente pensaba eso? —Me pongo boca arriba y él se
apoyaenelcodoparamirarme.
—No lo sé. Nunca nadie me dijo nada, pero tenía la sensación de que todos lo
pensaban.Sobretododespuésdequemehicieseuncontratocomoempleado,node
prácticas.
—¿Creesqueseenfadócuandotemarchasteatrabajaraotraparte?
Esboza una sonrisa que parece especialmente amplia en la penumbra del
dormitorio.
—Nolocreo.Susempleadossiempreseestabanquejandodemisupuestaactitud.
—¿«Supuestaactitud»?—pregunto,medioenbroma.
Mecogedelamejillayagachalacabezaparabesarmeenlafrente.
—Sí, supuesta. Soy una persona encantadora. No tenía ningún problema de
actitud.—Sonríepegadoamipiel.Meríoysonríetodavíamásypegalafrenteala
mía—.¿Quéquieresquehagamoshoy?—pregunta.
—Nolosé.HabíapensadollamaraLandoneiralatienda.
Retrocedeunpoco.
—¿Paraqué?
—Para hablar con él y preguntarle cuándo puede quedar conmigo. Me gustaría
darleesasentradas.
—Losregalosestánensucasa,seguroqueyaloshanabierto.
—Nocreoquelosabransinoestamosallí.
—Yocreoquesí.
—Puesporesolodigo—bromeo.
Sinembargo,Hardinsehapuestoserioencuantohemencionadoasufamilia.
—¿Creesque…creesquedeberíadisculparme?Bueno,disculparmeno…,pero
¿ysilollamo?Yasabes…,amipadre.
SéquetengoqueandarconcuidadoenloqueaHardinyaKenserefiere.
—Creoquedeberíasllamarlo.Creoquedeberíasintentarasegurartedequeloque
pasóayernoestropealarelaciónqueestabasempezandoaestablecerconél.
—Supongo… —suspira—. Después de que le golpease, por un segundo pensé
quetequedaríasallíyquemedejarías.
—¿Enserio?
—Sí.Mealegrodequenolohicieras,peroesloquepensé.
Levantolacabezadelcolchónylobesoenlamandíbulaenlugarderesponder.
He de admitir que, de no haberse sincerado previamente sobre su pasado,
probablementelohabríahecho.Esolohacambiadotodoparamí.Hacambiadomi
modo de verlo, y no de una manera negativa o positiva, sino de una manera más
comprensiva.
Hardinmiraenmidirección,hacialaventana.
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—Supongoquepuedollamarlohoy.
—¿Crees que podríamos ir a su casa? De verdad que me gustaría darles los
regalos.
Memiraperplejoydice:
—Podríamos decirles que los abran mientras hablas con ellos por teléfono. Es
prácticamente lo mismo, pero así no tenemos que ver sus sonrisas falsas cuando
descubrantusespantososregalos.
—¡Hardin!—protesto.
Seríeyapoyalacabezaenmipecho.
—Es broma, eres la mejor haciendo regalos. El llavero del equipo deportivo
equivocadofuelomás.—Seríe.
—Vuelvealacama—digotocándoleelpeloalborotado.
—¿Quénecesitasdelatienda?—mepreguntamientrassetumbadenuevo.
Habíaolvidadoquehabíadichoeso.
—Nada.
—No,hasdichoqueteníasqueiralatienda.¿Quéquieres?¿Taponesoalgo?
—¿Tapones?
—Sí,para…cerrarelgrifo.
«¿Qué?»
—Nolopillo…
—Tampones.
Meruborizo,yestoyseguradequemepongorojadepiesacabeza.
—Eh…,no.
—¿Nuncatieneslaregla?
—Porfavor,Hardin,dejadehablardeello.
—¿Quépasa?¿Tedavergüenzahablardetumens-trua-ciónconmigo?—Levanta
lacaraparamirarmeyveoqueestásonriendoconmalicia.
—No me da vergüenza. Es que no es apropiado —me defiendo tremendamente
abochornada.
Élsonríedenuevo.
—Hemoshechomuchascosasinapropiadas,Theresa.
—NomellamesTheresa,¡ydejadehablardeello!—protesto,ymetapolacara
conlasmanos.
—¿Estássangrandoahora?—Notocómosumanodesciendepormivientre.
—No…—miento.
Hasta ahora he conseguido librarme de esta situación porque, como siempre
estamosdejándoloyvolviendo,nuncahacoincidido.Ahoraquevamosaestarjuntos
deunamaneramásestable,sabíaqueestosucedería,sóloestabaevitándolo.
—Entonces no te importará que… —Desliza la mano por el elástico de mis
bragas.
—¡Hardin!—chillo,yleapartolamanodeunapalmada.
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Seríe.
—Puesadmítelo;di:«Hardin,tengolaregla».
—Nopiensodecireso.
Séquedebodetenerlacaracomountomateahoramismo.
—Venga,mujer,sóloesunpocodesangre.
—Eresasqueroso.
—Eso puede arreglarse. —Sonríe con petulancia, claramente orgulloso de su
estúpidochiste.
—Eresrepulsivo.
—Relájate,déjatellevar,aprendeafluir…—Seríeconmásganas.
—¡Para ya! Está bien, si lo digo, ¿dejarás de hacer bromitas sobre la
menstruación?
—Sí,almenosduranteunperíododetiempo.
Su risa es contagiosa y es estupendo estar tumbada en la cama riendo con él a
pesardeltemadeconversación.
—Hardin, tengo la regla. Me ha bajado justo antes de que llegaras a casa.
¿Contento?
—¿Porquétedavergüenza?
—No me la da, es sólo que no creo que sea algo de lo que las mujeres deban
hablar.
—Menuda tontería, a mí no me molesta un poco de sangre. —Se pega a mi
cuerpo.
—Eresunguarro—replicoarrugandolanariz.
—Mehanllamadocosaspeores.—Sonríe.
—Hoyestásdebuenhumor.
—Quizátútambiénloestaríassinoestuvierasenesosdíasdelmes.
Gruñoycojolaalmohadaquetengodetrásparataparmelacaraconella.
—¿Podemoshablardeotracosa,porfavor?—digoatravésdelatela.
—Claro…,claro…Notehagasmalasangre—replica,yseríe.
Me aparto la almohada de la cara y lo golpeo con ella en la cabeza antes de
levantarme de la cama. Oigo cómo sigue riendo mientras abre la cómoda, supongo
queparasacarunospantalones.Estemprano,sólosonlassietedelamañana,pero
estoy totalmente despierta. Preparo café y echo cereales en un cuenco. Es increíble
quehayapasadoyalaNavidad;dentrodeunosdíasterminaráelaño.
—¿QuésueleshacerenNochevieja?—lepreguntoaHardincuandosesientaala
mesavestidoconunospantalonesblancosdealgodónconcordones.
—Puessalir.
—¿Adónde?
—A alguna fiesta o a un club. O las dos cosas. El año pasado fueron las dos
cosas.
—Vaya.—Lepasoelcuencodecerealesquehepreparado.
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—¿Quéteapetecehacer?
—Nolosé.Salir,creo—contesto.
Enarcaunaceja.
—¿Enserio?
—Sí…¿Atino?
—Laverdadesquemeimportaunamierdaloquehagamos,perosiquieressalir,
esoesloqueharemos.
Sellevaunacucharadadefrostiesalaboca.
—Vale…—asientosinsabermuybienadóndeiremos.Mepreparootrocuenco
para mí—. ¿Vas a preguntarle a tu padre si podemos pasarnos hoy? —añado
sentándomeasulado.
—Nolosé…
—¿Ysilesdecimosquevenganellos?—sugiero.
Hardinmemiraconrecelo.
—Deeso,nada.
—¿Porquéno?Tesentiríasmáscómodoaquí,¿no?
Cierralosojosunmomentoantesdeabrirlosdenuevo.
—Supongo.Luegolosllamo.
Terminodedesayunarrápidamenteymelevantodelamesa.
—¿Adóndevas?—pregunta.
—Alimpiar,claro.
—¿Alimpiarqué?Lacasaestáimpoluta.
—No,noloestá,yquieroqueestéperfectasivamosatenerinvitados.—Enjuago
micuencoylometoenellavavajillas—.Podríasayudarmealimpiar,¿no?Yaque
siempreerestúelquemásensuciaydesordena—señalo.
—Uy,no.Túlimpiasmuchomejorqueyo—replica.
Pongolosojosenblanco.Nomeimportalimpiar,porquelaverdadesquetengo
mis manías a la hora de hacerlo todo, y lo que Hardin entiende por limpiar no es
precisamentelimpiar.Selimitaaguardarlascosasdondequepansinningúnorden.
—Ah,ynoolvidesquetenemosqueiralatiendaaportustapones.—Seríe.
—¡Dejadellamarlosasí!
Letirountrapoalacarayoigocómoseríeconmásintensidadantemipudor.
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CAPÍTULO50
Tessa
Cuando el apartamento está limpio como a mí me gusta, me dirijo a la tienda para
comprartamponesyalgunascosasmásporsivienenKen,KarenyLandon.Hardin
quería acompañarme, pero sabía que no iba a parar de hacer bromas sobre los
tampones,asíqueloheobligadoaquedarseencasa.
Alvolver,loencuentrosentadoenelmismositioenelsofá.
—¿Hasllamadoyaatupadre?—preguntodesdelacocina.
—No…,teestabaesperando—responde,yseacercaalacocinaysesientaala
mesa,suspirando—.Voyallamarloahora.
Mesientofrenteaélmientrassellevaelteléfonoalaoreja.
—Eh…,hola—diceHardin,yponeelteléfonoenmanoslibresylodejasobrela
mesa,entreambos.
—¿Hardin?—preguntaKensorprendido.
—Sí…Hum…,oye,¿osapetecepasarosporaquíoalgo?
—¿Pasarnos?
Hardinmemiraynotoquesupacienciayaseestáagotando.Alargolamano,la
dejosobrelasuyayasientoparamostrarlemiapoyo.
—Sí…Tú,KarenyLandon.Paraintercambiarregalos,yaquenolohicimosayer.
Mamásehaido—dice.
—¿Estásseguro?—preguntaKenasuhijo.
—De lo contrario, no te lo habría preguntado, ¿no? —responde Hardin, y yo le
aprietolamano—.Digo…,sí,claro—secorrige,ylesonrío.
—Bien, bueno, deja que hable con Karen, pero sé que estará entusiasmada. ¿A
quéhoraosvienebien?
Hardinmemira.Articuloconloslabiosquealasdos,yélselodiceasupadre.
—Bien…Bueno,nosvemosalasdosentonces.
—TessaleenviaráaLandonladirecciónenunmensaje—añadeHardin,ycuelga
elteléfono.
—Nohaestadomal,¿no?—digo.
Ponelosojosenblanco.
—Loquetúdigas.
—¿Quémepongo?
SeñalaconlamiradamisvaquerosymicamisetadelaWCU.
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—Eso.
—Deeso,nada.ÉstaesnuestraNavidad.
—No,eseldíadespuésdeNavidad,asíquedeberíasllevarvaqueros.—Sonríey
setiraconlosdedosdelarodellabio.
—Novoyallevarvaqueros.—Meríoymedirijoalahabitaciónparadecidirqué
ponerme.
SostengomivestidoblancocontramipechodelantedelespejocuandoHardinentra
eneldormitorio.
—Nosésiesbuenaideaquevayasdeblanco.—Sonríe.
—Pero¿atiquétepasa?¡Paraya!—protesto.
—Estásmuymonacuandoteruborizas.
A continuación saco el vestido granate. Me trae muchos recuerdos. Me lo puse
parairalaprimerafiestadelafraternidadconSteph.EchodemenosaStephapesar
deloenfadadaqueestoy…queestabaconella.Mesientotraicionada,perolaverdad
esqueteníaciertapartederazóncuandodijoquenoerajustoqueperdonaraaHardin
yaellano.
—¿Enquépiensaesacabecita?—preguntaélentonces.
—Ennada…SólomeacordabadeSteph.
—¿Quépasaconella?
—Nolosé…Laechodemenos.¿Echasdemenosatusamigos?—pregunto.No
loshamencionadodesdelacarta.
—No.—Seencogedehombros—.Prefieropasareltiempocontigo.
MegustaesteHardinsincero,aunqueseñalo:
—Perotambiénpuedesquedarconellos.
—Supongo.Nolosé,laverdadesquemedabastanteigual.¿Quieresquedarcon
ellos…,yasabes,despuésdetodoaquello?—Miraalsuelo.
—Nolosé…,perosupongoquepodríaintentarloaverquétal.PeroconMolly,
no.—Frunzoelceño.
Levantalavistaconexpresiónpícara.
—¿Porqué?Conlobuenasamigasquesois.
—Uf.Nohablemosdeella.¿QuécreesqueharánenNochevieja?—pregunto.
Nosécómomesentiréconellos,peroechodemenosteneramigos,oloqueyo
creíaqueeranamigos.
—Supongo que habrá una fiesta. Logan está obsesionado con el Año Nuevo.
¿Estásseguradequequieressalirconellos?
Sonrío.
—Sí…Simeestallaenlacara,elañoquevienenosquedaremosencasa.
Hardinabrelosojoscomoplatoscuandomencionoelañoqueviene,perofinjo
no darme cuenta. Necesito que nuestro segundo intento de celebrar la Navidad
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transcurrademanerapacífica.Hoymecentroenelpresente.
—Tengoqueprepararalgoparacomer.Deberíamoshaberlesdichoalastres,ya
esmediodía,ynisiquieraestoylista.—Mepasolasmanosporlacarasinmaquillaje.
—Tranquila, arréglate. Ya preparo algo yo… —dice él, y sonríe con malicia—.
Peroasegúratedenocomernadamásqueloqueyopongaentuplato.
—Bromeandosobreenvenenaratupadre,¿eh?Encantador…—suelto.
Seencogedehombrosydesaparece.
Melavolacaraymemaquillounpocoantesdesoltarmelacoletayrizarmelas
puntas.Paracuandoheterminadodearreglarme,detectoundeliciosoaromaaajoque
provienedelacocina.
CuandollegojuntoaHardin,veoquehapreparadounpardebandejasdefrutay
verdura y ya ha puesto la mesa. Estoy impresionada, aunque tengo que contener el
impulsodereorganizaralgunascosas.MealegramuchoqueHardinestédispuestoa
invitarasupadreanuestroapartamento,ymealiviaverquehoypareceestardemuy
buenhumor.Miroelrelojyveoquenuestrosinvitadosestaránaquídentrodemedia
hora, de modo que me pongo a recoger el pequeño desorden que ha creado Hardin
mientrascocinabaparaasegurarmedequeelapartamentoestáimpecabledenuevo.
Meabrazoasucinturamientrasestádepiefrentealhorno.
—Graciasporhacertodoesto.
Seencogedehombros.
—Noesnada.
—¿Estásbien?—pregunto,ylosueltoyledoylavueltaparaverlelacara.
—Sí…,estoybien.
—¿Seguroquenoestásunpoconervioso?—insisto.Séqueloestá.
—No… Bueno, sólo un poco. Se me hace raro de cojones que vengan aquí,
¿sabes?
—Ya,estoymuyorgullosadequeloshayasinvitado.
Pegolamejillaasupechoyéldeslizalasmanoshastamicintura.
—¿Deverdad?
—Porsupuestoquesí,ca…Hardin.
—¿Quéibasadecir?
Escondolacara.
—Nada.
Nosédedóndesaleahoraesanecesidaddellamarleapelativoscariñosos,peroes
muyembarazoso.
—Dímelo —arrulla, y me levanta la barbilla para obligarme a salir de mi
escondite.
—No sé por qué, pero casi te llamo «cariño» otra vez. —Me muerdo el labio
inferiorysusonrisaseintensifica.
—Venga,llámamelo—dice.
—Tevasaburlardemí.—Sonríodébilmente.
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—No,noloharé.Yotellamo«nena»todoeltiempo.
—Ya…,perocuandotúlohacesesdiferente.
—¿Porqué?
—Nolosé…Suenacomomássexioalgocuandolohacestú…,másromántico.
Nolosé.—Meruborizo.
—Hoyestásmuyvergonzosa.—Sonríeymebesaenlafrente—.Peromegusta.
Venga,dímelo.
Loabrazoconmásfuerza.
—Estábien.
—¿Estábien,qué?
—Está bien…, cariño. —La palabra me sabe raro mientras se desliza por mi
lengua.
—Repítelo.
Dejo escapar un alarido de sorpresa cuando me levanta, me deja sobre la fría
encimeraysecolocaentremismuslos.
—Nocreasqueestomevaadetener.—Susdedostrazancírculosenmismedias
negras.
—Puedequeno,perola…,yasabes,sílohará.
UnosgolpesenlapuertamehacendarunbrincoyHardinsonríeymeguiñaun
ojo.Mientrassemarchaparaabrirla,diceporencimadelhombro:
—Nena…,esotampocolohará.
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CAPÍTULO51
Hardin
Al abrir la puerta, la cara de mi padre capta inmediatamente mi atención. Tiene un
enormemoratónenlamejilla,yuncortepequeñoenelcentrodellabioinferior.
Lossaludoconungestodelacabezaporquenoséquécoñodecir.
—Qué casa tan bonita —sonríe Karen, y los tres permanecen en el descansillo,
sinsaberquéhacer.
Tessaapareceentoncesysalvalasituación.
—Pasad.Puedesdejaresobajoelárbol—lediceaLandon,señalandolabolsade
regalosquesostiene.
—Tambiénhemostraídolosquevosotrosdejasteisencasa—terciamipadre.
El ambiente está cargado de tensión, pero no de una tensión furiosa, sino
tremendamenteincómoda.
Tesssonríecondulzura.
—Muchísimasgracias.
Seledatanbienhacerquelagentesesientaagusto…Almenos,unodenosotros
loestá.
Landoneselprimeroenentrarenlacocina,seguidodeKarenydeKen.Agarroa
Tessadelamanoylausocomoanclajecontramiansiedad.
—¿Quétaleltrayecto?—diceTessaenunintentodeentablarconversación.
—Nohaidomal,conducíayo—respondeLandon.
Laconversaciónpasadealgoincómodaalprincipioabastanterelajadamientras
comemos.Entreplatoyplato,Tessameaprietalamanopordebajodelamesa.
—Lacomidaestabadeliciosa—diceKarenmirandoaTessa.
—Ah,no,nolahepreparadoyo:hasidoHardin—respondeella,ymecolocala
manoenelmuslo.
—¿Enserio?Puesestabaexquisita,Hardin.—Mesonríe.
No me habría importado que Tessa se llevara el mérito por la comida. Sentir
cuatro pares de ojos mirándome me está dando ganas de vomitar. Tessa aplica más
presiónenmipiernaesperandoquedigaalgo.
MiroaKaren.
—Gracias —respondo, y ella me aprieta de nuevo para instarme a ofrecerle a
Karenunasonrisaincómodadelahostia.
Trasunossegundosdesilencio,Tessaselevantayrecogesuplatodelamesa.Se
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dirigealfregaderoyyomedebatoentreseguirlaono.
—La comida estaba muy buena, hijo, estoy impresionado —dice mi padre,
interrumpiendoelsilencio.
—Ya,essólocomida—farfullo.Desvíalamiradaalsueloymecorrijo—:Quería
decirqueTessacocinamejorqueyo,perogracias.
Parece satisfecho con mi respuesta, y bebe un sorbo de su vaso. Karen sonríe
incómoda y me mira con esos extraños ojos casi consoladores que tiene. Aparto la
mirada. Tessa vuelve antes de que nadie más tenga la oportunidad de elogiar la
comida.
—¿Abrimoslosregalos?—preguntaLandon.
—Sí—respondenKarenyTessaalunísono.
MemantengolomáscercaposibledeTessamientraspasamosalsalón.Mipadre,
KarenyLandonsesientanenelsofá.CojolamanodeTessaytirodeellaparaquese
sienteenmiregazo,enelsillón.Veoquemiraanuestrosinvitados,yKarenintenta
reprimir una sonrisa. Tessa aparta la mirada avergonzada, pero no se levanta de mi
regazo.Mepegomásaellayestrechosucinturaconmásfuerza.
Landonselevantaycogelosregalos.LosreparteyyomecentroenTessayenel
modoenqueseemocionaconestascosas.Meencantaelhechodequeseentusiasme
por todo, y me encanta que haga que la gente se sienta cómoda. Incluso en un
«segundointentodeNavidad».
Landonlepasaunacajapequeñaenlaqueselee:«DeKenyKaren».Desgarrael
papelyapareceunacajaazulconlamarcaTiffany&Co.escritaenlapartedelantera
enletrasplateadas.
—¿Quées?—preguntoenvozbaja.
Notengoniputaideadejoyería,peroséqueesamarcaescara.
—Unapulsera.
Lasacaydejacolgandounapulseritadeeslabonesdeplatadelantedemí.Unos
charms con forma de lazo y de corazón penden del caro metal. El brillante objeto
hace que la pulsera que tiene en la muñeca, el regalo que yo le hice, parezca una
auténticamierda.
—Cómono—digoentredientes.
Tessamemiraconelceñofruncidoysevuelvedenuevohaciaellos.
—Espreciosa;muchísimasgracias—diceradiante.
—Yatenía…—empiezoaprotestar.
Detestoquelehayanhechounregalomejorqueelmío.Sí,yaséquetienenpasta.
Pero¿nopodríanhaberleregaladootracosa,loquefuera?
Sinembargo,Tessasevuelvehaciamíymeruegaensilencioquenohagaquela
situaciónseaaúnmásincómoda.Suspiroderrotadoymeapoyocontraelrespaldodel
sillón.
—¿Quétehanregaladoati?—sonríeTessa,intentandocalmarmihumor.
Seacercaymebesaenlafrente.Miralacajaenelbrazodelabutacaymeinstaa
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abrirla.Cuandolohago,sostengoelcarocontenidoenaltoparaquelovea.
—Unreloj.—Selomuestro,intentandocontentarlalomejorquepuedo.
Enserio,sigocabreadodelahostiaconlodelapulsera.Queríaquellevaralamía
todoslosdías.Queríaquefuerasuregalofavorito.
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CAPÍTULO52
Hardin
A Karen se le ilumina la cara al ver el juego de moldes para tartas que le compró
Tessa.
—¡Hacetiempoquequeríaunoscomoéstos!
Tessa creía que no iba a darme cuenta de que había añadido mi nombre en las
etiquetas con forma de muñeco de nieve, pero lo vi, lo que pasa es que no me
apetecíatacharlo.
—Me siento fatal por haberte regalado una tarjeta regalo cuando tú me has
compradoestasmagníficasentradas—lediceLandonaTessa.
Hedeadmitirquemealegrodequelehayacompradoalgotanimpersonal:una
tarjetaregaloparaellibroelectrónicoqueleregaléporsucumpleaños.Silehubiese
compradoalgomásmeditado,mehabríacabreado,peroviendolasonrisadeTessa,
cualquiera diría que le ha regalado la puta primera edición de la novela de Austen.
Sigosinpodercreerquelehayanregaladounapulseracara,quéganasdepresumir
dedinero.¿Ysiahoraprefierellevaréstaenlugardelamía?
—Gracias por los regalos, son estupendos —dice mi padre, y me mira
sosteniendoelllaveroqueTessaescogióerróneamenteparaél.
Mesientounpococulpablealversucaradedecepción,peroalmismotiempola
extrañacombinacióndecoloresensurostromeresultaligeramentedivertida.Quiero
disculparme por mi arrebato de ayer. Bueno, yo no diría que quiero, pero he de
hacerlo. No quiero dar pasos hacia atrás con él. Supongo que no estaba mal pasar
tiempoensucompañía.KarenyTessasellevanbastantebien,ymesientoobligadoa
darlelaoportunidaddequetengaunafiguramaternacerca,yaqueesculpamíaque
sumadreyellahayanacabadotanmal.Aunqueestéfeodecirlo,amímeconviene
queesténasí,porqueesunapersonamenosqueseentrometeennuestrarelación.
—¿Hardin?—mediceTessaaloído.
Levantolavistaymedoycuentadequeunodeellosdebedehabermedichoalgo.
—¿TegustaríairalpartidoconLandon?—pregunta.
—¿Qué?No—meapresuroacontestar.
—Gracias,tío.—Landonponelosojosenblanco.
—QuierodecirquenocreoqueaLandonleapetezca—mecorrijo.
Sercorrectoesmuchomásdifícildeloquepensaba.Sóloestoyhaciendoestopor
ella… Bueno, para ser sincero, un poco por mí también, ya que las palabras de mi
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madreacercadequelairasólomeproporcionarámanosensangrentadasyunavida
solitarianoparandereproducirseenmicabeza.
—Sitúnovienes,iréconTessa—mediceLandon.
¿Porquéintentaprovocarmeparaunavezquetratodeseramable?
Ellasonríe.
—Sí,yoiréconél.Nosénadadehockey,peroharéloquehagatodoelmundo.
Sin darme cuenta siquiera, rodeo su cintura con el otro brazo y la pego a mi
pecho.
—Iré—cedo.
El rostro de Landon se torna divertido y, aunque está de espaldas, estoy
convencidodequeeldeTessamuestralamismaexpresión.
—Megustamuchocómohabéisdejadoelpiso,Hardin—dicemipadre.
—Yaveníadecorado,perogracias—respondo.
Hellegadoalaconclusióndequemesientomuchomenosincómodocuandolo
estoygolpeandoquecuandointentamosevitarunadiscusión.
Karenmesonríe.
—Hasidomuyamableportuparteelinvitarnos.
Mi vida sería mucho más sencilla si fuese una zorra asquerosa, pero, hay que
joderse,esunadelaspersonasmásagradablesqueheconocidoenmivida.
—Noesnada…—digo—.Despuésdelodeayereslomenosquepodíahacer.
Séquemivozsuenamásforzadaytemblorosadeloquemegustaría.
—Tranquilo…,esascosaspasan—measeguraKaren.
—Noesverdad,nocreoquelaviolenciaseaunatradiciónnavideña—respondo.
—Puede que lo sea a partir de ahora. Tessa puede golpearme a mí el año que
viene—bromeaLandonenuntristeintentodeanimarme.
—Puedequelohaga.—Tessalesacalalenguayyosonríoligeramente.
—Novolveráaocurrir—digo,ymiroamipadre.
Élmeobservapensativo.
—Enpartefueculpamía,hijo.Deberíahaberimaginadoquenoibaasalirbien,
pero espero que ahora que has dejado la ira un poco aparcada podamos volver a
intentarestablecerunarelación—medice.
Tessa coloca sus pequeñas manos sobre las mías para infundirme ánimos, y
asiento.
—Eh…Sí…,genial—respondotímidamente—.Sí…—Memuerdouncarrillo.
Landonsedaunapalmadaenlasrodillasconlasmanosyseponedepie.
—Bueno,tenemosqueirnos.Dimealgosideverdadquieresveniralpartido.Y
graciasalosdosporhabernosinvitado.
Tessalosabrazaalostresmientrasyomeapoyoenlapared.Lacosanohaido
mal,peronopiensoabrazaranadie.MenosaTessa,claro,aunquedespuésdelobien
quemeheportadotodoeldíadeberíadarmealgomásqueunabrazo.Observocómo
su vestido ancho oculta sus preciosas curvas y tengo que controlarme ligeramente
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para no arrastrarla hasta el dormitorio. Recuerdo la primera vez que la vi con ese
espantosovestido.Bueno,poraquelentoncesmeloparecía;ahoraloadoro.Salióde
suresidenciacomosienvezdeaunafiestafueseaunentierro.Mepusolosojosen
blancocuandomemetíconellamientrassesubíaenelcoche,peroentoncesnotenía
niideadequeacabaríaenamorándome.
Me despido con la mano una vez más de nuestros invitados y, cuando se han
marchado, exhalo el aire que no me había dado cuenta que estaba conteniendo. Un
partidodehockeyconLandon,¿porquécoñohabréaceptado?
—Ha sido agradable, tú has sido agradable —me elogia Tessa, y se quita
inmediatamentelostaconesyloscolocademaneraordenadajuntoalapuerta.
Meencojodehombros.
—Sí,supongoquehaestadobien.
—Haestadomuchomejorquebien—dicesonriéndome.
—Loquetúdigas—replicoenuntonoexageradamentegruñón,yellaseríe.
—Te quiero mucho. Lo sabes, ¿verdad? —pregunta mientras se dirige al salón
paraordenarlo.
Bromeo sobre su obsesión por la limpieza, pero lo cierto es que el apartamento
estaríahechounascosiestuvieraviviendoyosoloaquí.
—¿Quétehaparecidoelreloj?¿Tegusta?—pregunta.
—No,esespantoso,yyonuncallevorelojes.
—Amímeparecebonito.
—¿Ytupulsera?—digoconvacilación.
—Esbonita.
—Ah…—Apartolamirada—.Escarayelegante—añado.
—Sí…Mesabemalquesehayangastadotodoesedinerocuandonomelavoya
ponermucho.Tendréqueponérmelacuandovayamosaverlosalgunaqueotravez.
—¿Porquénovasaponértela?
—Porque ya tengo una pulsera favorita. —Sacude la muñeca de un lado a otro
haciendoqueloscharmschoquenentresí.
—Vaya.¿Tegustamáslamía?—digosinpoderocultarunaestúpidasonrisa.
Ellamemiraconunaligeraexpresióndereproche.
—Puesclaroquesí,Hardin.
Intentoconservarlapocadignidadquemequeda,peronopuedoevitarlevantarla
por la parte trasera de las piernas. Tessa grita, y me echo a reír con ganas. No
recuerdohabermereídoasíentodamivida.
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CAPÍTULO53
Tessa
A la mañana siguiente me despierto temprano, me ducho y, todavía enrollada en la
toalla, empiezo a preparar el elixir de la vida: café. Mientras observo cómo se va
haciendomedoycuentadequemeponealgonerviosalaideadeveraKimberly.No
sécómoreaccionarácuandosepaqueHardinyyohemosvuelto.Nosuelejuzgarala
gente, pero si las cosas fueran al revés y fuera ella la que estuviera en mi misma
situación con Christian, no sé cómo reaccionaría yo. No conoce todos los detalles,
perosabequeeranlobastantemaloscomoparaquenoquisieracontárselos.
Con una humeante taza en la mano, me acerco al ventanal del salón. Cae una
nievedensa;ojaláparaseya.Detestoconducircuandonieva,ycasitodoeltrayecto
hastaVanceesporlaautopista.
—Buenosdías—mesorprendelavozdeHardindesdeelpasillo.
—Buenos días. —Sonrío y doy otro sorbo al café—. ¿No deberías estar
durmiendo?—lepreguntomientrassequitalaslegañasdelosojos.
—¿Ytúnodeberíasestarvestida?—responde.
Sonríodenuevoypasoporsuladoendirecciónaldormitorioparavestirme,pero
él tira de la toalla y me la quita del cuerpo. Dejo escapar un grito y corro a la
habitación.Aloírsuspasospordetrás,cierrolapuertaconpestillo.Cualquierasabe
loquepasarásilodejoentrar.Meardelapielsólodepensarlo,peroahoranotengo
tiempoparaeso.
—Muymaduroportuparte—dicedesdeelotrolado.
—Nuncahedichoqueseamadura.
Sonríoymeacercoalarmario.Medecidoporunafaldanegralargayunablusa
roja. No es mi mejor conjunto, pero es mi primer día después de vacaciones y está
nevando.Memaquilloligeramentefrentealespejodecuerpoenterodelarmarioyya
sólomefaltapeinarme.CuandoabrolapuertanoveoaHardinporningunaparte.Me
secoelpelounpocoantesderecogérmeloenunmoñoseguro.
—¿Hardin?—Cojomibolsoysacomimóvilparallamarlo.
No contesta. «¿Dónde se habrá metido?» El corazón se me acelera mientras
recorroelapartamento.Unminutodespués,lapuertadelaentradaseabreyaparece
cubiertodenieve.
—¿Dóndeestabas?Meestabaponiendonerviosa.
—¿Nerviosa?¿Porqué?—pregunta.
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—Laverdadesquenolosé.Porsiestabasheridooalgo.—Quéridículasoy.
—He salido a quitar la nieve de tu coche y a arrancar el motor para que esté
calentitocuandobajes.
Sequitalachaquetaylasbotasempapadasydejauncharcodenievederretidaen
elhormigón.
Mequedopatidifusa.
—¿Quiénerestú?—Meechoareír.
—Noempiecesconesamierdaovuelvoabajoyterajolasruedas—dice.
Pongolosojosenblancoymeríoantesufalsaamenaza.
—Enfin,gracias.
—¿Quieres…quieresquetelleve?—dice,ymemiraalosojos.
Ahorasíquenoséquiénes.Ayerfueamablelamayorpartedeldía,yahoraha
bajadoacalentarmicocheyseestáofreciendoallevarmealtrabajo,pornohablarde
queanochesepusoallorarderisa.Serhonestolesientademaravilla.
—¿Omejorno?—añadealverquemetomomitiempopararesponder.
—Meencantaría—digo,yvuelveacalzarselasbotas.
Cuando llegamos abajo y empezamos a salir de la plaza de aparcamiento, me
suelta:
—Menosmalquetucocheesunamierda.Delocontrario,alguienpodríahaberlo
robadomientrasestabaaquíenmarcha.
—¡No es ninguna mierda! —me defiendo mirando la pequeña raja en la
ventanilla del pasajero—. Oye, estaba pensando que la semana que viene, cuando
empiecen las clases, podríamos ir juntos en coche al campus, ¿no? Tus horarios
coincidenmásomenosconlosmíos,ylosdíasquetengaqueiraVancemellevaré
micocheynosveremosdespuésencasa.
—Vale…—diceconlamiradafijaalfrente.
—¿Quépasa?
—Quemehabríagustadoquemedijerasenquéclasesteibasamatricular.
—¿Paraqué?
—Nosé…Alomejorpodríahabermematriculadoenalgunacontigo,peroclaro,
prefieresapuntartecontuqueridocompañerodelalmaLandon.
—Túyahasdadoliteraturafrancesayestadounidense,ynocreíaqueteinteresara
religióninternacional.
—Ynomeinteresa—resopla.
Sé que esta conversación no nos lleva a ninguna parte, de modo que me siento
aliviadacuandoveolaenorme«V»deledificioVance.Lanievehaamainado,pero
Hardinsedetienecercadelapuertaprincipalparaminimizarmiexposiciónalfrío.
—Volveréarecogertealascuatro—dice,yyoasientoantesdeacercarmepara
darleunbesodedespedida.
—Graciasportraerme—susurrocontrasuslabios,rozándolosunavezmás.
—Mmm…—murmura,ymeaparto.
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Cuandosalgodelcoche,Trevorapareceaunosmetrosdedistancia,consutraje
negro salpicado de nieve blanca. Se me revuelve el estómago cuando veo que me
ofreceunacálidasonrisa.
—¡Hola!¡Cuántotiem…!
—¡Tess!—gritaHardin,ycierralapuertadelcocheycorreamilado.
TrevormiraaHardin,despuésamí,ysusonrisadesaparece.
—Tehasdejadoalgo…—diceHardin,ymeentregaunaplumaestilográfica.
«¿Unapluma?»
Enarcounaceja.
Élasienteymecogedelacinturaymebesaconfuerza.Sinoestuviéramosenun
aparcamiento público y no supiera que ésta es su enfermiza forma de marcar su
territorio, me derretiría ante la agresiva manera con la que su lengua me separa los
labios.Alapartarme,veoensurostrounaexpresióndepetulancia.Notounescalofrío
y me paso las manos por los brazos. Debería haberme puesto una chaqueta más
gruesa.
—Mealegrodeverte…Trenton,¿verdad?—diceHardinconfalsasinceridad.
Séquesabeperfectamentecómosellama.Quémaleducadoes.
—Eh…,sí.Lomismodigo—farfullaTrevor,ydesapareceatravésdelaspuertas
correderas.
—¿Aquénariceshavenidoeso?—loreprendo.
—¿Elqué?—Sonríeconmalicia.
Gruño.
—Ereslopeor.
—Noteacerquesaél,Tess.Porfavor—meordenaHardin,ymebesaenlafrente
parasuavizarsusduraspalabras.
Pongolosojosenblancoymedirijoaledificiopisandoelsueloconfuerzacomo
unaniña.
—¿QuétallasNavidades?—preguntaKimberlymientrascojoundonutyuncafé.
Seguramente no debería beberme otra taza, pero la escenita de cavernícola de
Hardinmehacabreado,yelaromadelosgranosdecafémerelaja.
—Pues…
«Verás, volví con Hardin, después descubrí que había grabado vídeos sexuales
convariaschicasparadestrozarleslavida,peroluegovolvíconélotravez.Mimadre
aparecióenmiapartamentoymontóunaescena,yahoranonoshablamos.Lamadre
deHardinvinoavisitarnos,demodoquetuvimosquefingirqueestábamosjuntos,
aunqueenrealidadnoloestábamos,loquebásicamentehizoqueacabásemosjuntos
denuevo,ytodoibadeperlashastaquemimadrelecontóalasuyaquemehabía
desvirgadoporunaapuesta.Ah,yenNavidad,paracelebrareldía,Hardinlepegó
una paliza a su padre y atravesó de un puñetazo una vitrina de cristal. Ya sabes, lo
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normal.»
—…genial.¿Ylastuyas?—respondo,decantándomeporlaversióncorta.
Kimberly empieza a narrarme sus magníficas fiestas con Christian y su hijo. El
niño lloró al ver la bicicleta nueva que «Santa» le había traído, e incluso llamó a
Kimberly«mamiKim»,cosaqueleenternecióelcorazón,perohizoquesesintiera
incómodaalmismotiempo.
—Semehacerarovermecomolaresponsabledealguienoloqueseaquesoy—
dice—.Noestoycasada,niprometida,conChristian,asíquenosémuybiencuáles
miposiciónconrespectoaSmith.
—CreoquetantoSmithcomoChristiantienensuertedequeestésensusvidas,
independientementedelcargoqueocupes—leaseguro.
—Eresunachicamuyinteligenteparatuedad,señoritaYoung.
Sonríeyyomeapresuroallegaramidespachoalverlahoraquees.Amediodía,
Kimberlynoestáensupuesto.Bajoenelascensory,cuandosedetieneenlatercera
planta,chilloparamisadentrosalverentraraTrevor.
—Hola—losaludotímidamente.
No sé por qué se me hace tan incómoda la situación. No estaba saliendo con
Trevorninada.Quedamosunavezylopasamosbien.Disfrutodesucompañíayél
delamía,esoestodo.
—¿Qué tal las vacaciones? —pregunta, y sus ojos azules brillan bajo la luz
fluorescente.
Ojalátodoelmundodejasedepreguntarmeesodeunavez.
—Bien,¿ylastuyas?
—Bientambién,elcomedorsocialestuvomuyconcurrido:dimosdecomeramás
detrescientaspersonas—dicesonriendoconorgullo.
—¡Vaya!¿Trescientaspersonas?Esestupendo.—Sonríoamivez.
Esunapersonamuyagradable,ylatensiónentrenosotroscasihadesaparecido.
—La verdad es que fue genial; con suerte, el año que viene tendremos todavía
más recursos y podremos alimentar a quinientas. —Cuando ambos salimos del
ascensor,mepregunta—:¿Vasacomer?
—Sí,ibaairaFirehouse,yaquenohevenidoenmicoche—respondosinquerer
hablarsobreHardinyyoenestosmomentos.
—Puedesacompañarme,siquieres.YovoyaPanera,perosiquieresteacercoa
Firehouse;nodeberíasircaminandosiestánevando—seofreceamablemente.
—¿Sabesqué?MevoycontigoaPanera.—Sonríoynosdirigimosasucoche.
LosasientostérmicosdesuBMWmehacenentrarencalorantesinclusodesalir
delaparcamiento.Enelrestaurante,Trevoryyopermanecemoscasitodoeltiempo
en silencio mientras pedimos la comida y nos sentamos a una mesa pequeña en la
partedeatrás.
—Estoy pensando en trasladarme a Seattle —me cuenta él mientras mojo pan
tostadoenmisopadebrócoli.
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—¿En serio? ¿Cuándo? —pregunto en voz alta, intentando que se me oiga por
encimadelbarullodelcomedor.
—Dentrodeunpardemeses.Christianmehaofrecidountrabajoallí,unascenso
ajefedefinanzasenlanuevaoficina,ymeloestoyplanteandoenserio.
—¡Esunanoticiafantástica!¡Enhorabuena,Trevor!
Selimpialascomisurasdelabocaconlaservilleta.
—Gracias.Meencantaríadirigirtodoeldepartamentofinanciero,ymástodavía
mudarmeaSeattle.
Hablamos sobre Seattle durante el resto de la comida y, para cuando hemos
terminado,nopuedoparardepensar:«¿PorquéHardinnosientelomismorespectoa
esaciudad?».
CuandovolvemosaVance,lanievesehatransformadoenunalluviagélidaylos
doscorremoshaciaeledificio.Alllegaralascensorestoytiritando.Trevormeofrece
lachaquetadesutraje,peromeapresuroarechazarla.
—Entonces ¿Hardin y tú habéis vuelto? —dice, formulando por fin la pregunta
quehabíaestadoesperando.
—Sí…Estamostrabajandoenello.—Memuerdouncarrillo.
—Vaya…¿Estáscontenta?—preguntamirándome.
—Sí—asientomirándoloamivez.
—Bien, me alegro por ti. —Se pasa las manos por el pelo negro y sé que está
mintiendo,peroleagradezcoquenohagaquelasituaciónseamásincómodatodavía.
Esotambiénformapartedesubuentalante.
Cuandosalimosdelascensor,Kimberlytieneunaexpresiónextraña.Meconfunde
lamaneraenqueestámirandoaTrevor,hastaqueladireccióndesumiradamelleva
hastaHardin,queestáapoyadocontralapared.
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CAPÍTULO54
Hardin
—¿En serio? ¿En serio? —pregunto agitando las manos en el aire de manera
dramática.
Tessa se queda boquiabierta, pero no dice nada mientras mira al puto Trevor y
luego otra vez a mí. «Joder, Tess.» La ira me invade y empiezo a visualizar las
múltiplesmanerasenlasquequierogolpearaesetío.
—Graciasporlacomida,Tessa.Nosvemos—diceélconvoztranquilaantesde
marcharse.
MiroaKimberlyyveoquesacudelacabezacongestodedesaprobaciónantesde
cogerunacarpetadesumostradorydejarnossolos.Tessamiraasuamigayyocasi
meechoareír.
Seexcusayseencaminahaciasudespacho.
—Sólo hemos comido, Hardin. Puedo comer con quien quiera. Así que no
empieces—meadvierte.
Cuandoambosestamosdentro,cierrolapuertaconpestillo.
—Yasabesloquepiensodeél.—Meapoyoenlapared.
—Hablaenvozbaja.Estoesmitrabajo.
—Tusprácticas—lacorrijo.
—¿Qué?—Memiraconunosojoscomoplatos.
—Noeresunaempleadadeverdad,sóloestáshaciendoprácticas—lerecuerdo.
—¿Otravezconeso?
—No,sóloestabaconstatandounhecho.
Soyuncapullo:otrohecho.
—¿Enserio?—medesafía.
Aprietolosdientesymiroalatestarudademichica.
—¿Quéestáshaciendoaquí?—inquiere,ysesientaensusilladetrásdelamesa.
—Hevenidoparallevarteacomer,paraquenotuvierasquecaminarbajolanieve
—respondo—.Peropareceserquesabescómohacerqueotrostíosteayuden.
—No es para tanto. Hemos ido a comer y hemos vuelto. Tienes que aprender a
controlartuscelos.
—Noestoyceloso.
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Porsupuestoqueloestoy.Yasustado.Peronopiensoadmitirlo.
—Somosamigos,Hardin.Déjaloestaryvenaquí.
—No—contesto.
—Porfavor…—meruega.
Pongolosojosenblancoantemifaltadeautocontrolmientrasmeacercohacia
ella.Seinclinaporencimadesumesaytirademíparaquemepongadelante.
—Sólo te quiero a ti, Hardin. Te quiero y no quiero estar con nadie más. Sólo
contigo. —Me observa con tanta intensidad que aparto la mirada—. Siento que
Trevornotecaigabien,peronopuedesdecirmedequiénpuedoseramiga.
Cuando me sonríe, intento aferrarme a mi ira, pero noto cómo ésta se disipa
lentamente.«Joder,esbuena.»
—Nolosoporto—digo.
—Esinofensivo.Deverdad.Además,setrasladaaSeattleenmarzo.
Semehielalasangreenlasvenas,perointentomostrarindiferencia.
—¿Enserio?
Cómono,TrevorvaamudarseaSeattle,ellugaralqueTessaquiereir.Ellugar
al que yo no pienso ir jamás. Me pregunto si habrá pensado en marcharse con él.
«No,ellanoharíaeso.¿Osí?Joder,nolosé.»
—Sí, así que ya no estará por aquí. Por favor, déjalo en paz. —Me aprieta las
manos.
Lamiro.
—Vale,joder,vale.Nolotocaré.—Suspiro.
«Nomepuedocreerqueacabedeaccederadejarquesevayaderositasdespués
dehaberintentadobesarla.»
—Gracias.Tequieromucho—medicemirándomeconsusojosgrises.
—Aunque sigo cabreado porque intentó seducirte. Y contigo también, por no
escucharme.
—Losé,yahoracállate…—Sepasalalenguaporellabioinferior—.¿Medejas
quetequiteeldisgusto?—preguntaconvoztemblorosa.
«¿Qué?»
—Megustaría…megustaríademostrartequesólotequieroati.
Sus mejillas se ruborizan con intensidad y desliza las manos hasta mi cinturón
mientrasselevantayseponedepuntillasparabesarme.
Estoy confundido, cabreado… y tremendamente cachondo. Lame con la lengua
mi labio inferior. Gruño inmediatamente y la coloco sobre la mesa. Sus manos
temblorosas juguetean de nuevo con mi cinturón y me despojan de él. Agarro el
dobladillodesufaldaexcesivamentelargayselalevantohastalapartesuperiorde
losmuslos,agradecidodequehoynosehayapuestomedias.
—Te quiero, cariño —susurra contra mi cuello, envolviendo mi cintura con las
piernas.
Gimo al oír esas palabras saliendo de sus carnosos labios, y me encanta su
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repentinatomadecontrolcuandoempiezaabajarmelospantalones.
—¿Noestás…?—pregunto,refiriéndomeasuregla—.No,nolatienes.
Se pone colorada y me coge la polla con la mano. Silbo entre dientes y Tessa
sonríemientrasmemasturbadespacio,demasiadodespacio.
—Nojueguesconmigo.
Gruñoyellamenealamanomásrápidomientrasmechupaelcuello.Siéstaessu
maneradecompensarme,nomeimportaríaquelacagaramásamenudo.Siemprey
cuandonoimpliqueaotrotipo.
Laagarrodelpeloytirodesucabezaparaquememire.
—Quierofollarte.
Niegaconlacabezayunatímidasonrisaseformaensuslabios.
—Sí—insisto.
—Nopodemos.—Mirahacialapuerta.
—Lohemoshechoantes.
—Merefieroa…yasabes.
—No pasa nada —digo quitándole importancia. La verdad es que no es tan
terriblecomolagentepiensa.
—¿Esoes…normal?
—Sí.Esnormal—decreto,yabreunosojoscomoplatos.
A pesar de su tímida actitud, sus pupilas dilatadas me indican lo mucho que
quierehacerlotambién.Sumanosigueenmimiembro,meneándoselentamente.Le
separomáslaspiernas.Tirodelhilodesutampónyloarrojoalapapelera.Después
leapartolamanoymepongoelcondón.
Ellasebajayseinclinasobreelescritorio,levantándoselafaldahastaelculo.
Joder, esto es lo más excitante que he visto en mi vida, a pesar de las
circunstancias.
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CAPÍTULO55
Tessa
MiexcitaciónaumentacuandoHardinmelevantalagruesateladelafaldahastala
cintura.
—Relájate,Tess.Desconectalamente,novaaserdistintodeotrasveces—me
promete.
Intento ocultar la vergüenza cuando entra dentro de mí; no noto nada diferente.
Bueno, en todo caso, la verdad es que es aún mejor. Más atrevido. Hacer algo tan
alejadodemisnormas,algotantabú,lohacemásemocionante.LamanodeHardin
desciendepormicolumnayhacequetiembledeanticipación.Suestadodeánimoha
cambiadoradicalmente.Despuésdeversuactitudalsalirdelascensor,esperabaque
montaraunaescena.
—¿Estásbien?—pregunta.
Asientoygimoenrespuesta.
Meagarradelacaderaconunamanoydelpeloconlaotraparamantenermeen
elsitio.
—Meencantaestardentrodeti,nena—diceconvozgravemientrasentraysale.
Su mano pasa de mi pelo a mis senos. Tira del escote y deja mi pecho al
descubierto.Encuentramipezónyloretuercesuavementeentrelosdedos.Sofocoun
gritoyarqueolaespaldamientrasrepiteesamismaacciónunayotravez.
—Joder—exhalo,ycierrolabocaconfuerza.
Soy consciente de que estamos en mi despacho, pero por alguna razón no me
preocupatantocomomepreocuparíahabitualmente.Mispensamientosempiezancon
Hardin y acaban con el placer. La realidad de la situación y el tabú que supone
nuestroactonomeparecerelevanteenestosmomentos.
—Tegusta,¿verdad,nena?Yatelodecía,nohayningunadiferencia…,bueno,al
menos no hay ninguna diferencia negativa. —Gime y me rodea la cintura con el
brazo.Casimeresbalodelbordedelamesacuandocambiadeposiciónymecoloca
tumbadaconlaespaldacontraladuramadera—.Joder,tequiero;losabes,¿verdad?
—jadeaenmioreja.
Asiento,peroséquenecesitamás.
—Dilo—insiste.
—Séquemequieres—leaseguro.
Micuerposetensayélenderezalaespaldayacercalosdedosparaacariciarmi
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clítoris.Measomoparaintentarvercómolosdedoshacenmagiaconmicuerpo,pero
lasensaciónesdemasiadoparamí.
—Vamos,córrete,nena.—Hardinaceleraelritmoymelevantamásunadelas
piernas.
Pone los ojos en blanco, y yo estoy tan cerca de un clímax tan intenso y tan
abrumador que no veo nada más que estrellas mientras me aferro a sus brazos
tatuados.Aprietoloslabiosconfuerzaparaevitargritarsunombremientraspierdoel
control. El final de Hardin no es tan silencioso: se inclina hacia abajo, entierra la
cabezaenmicuelloygritaminombreunavezantesdepegarlabocaamipielpara
acallarsuvoz.
Luego se retira y me besa el hombro. Me levanto y me arreglo la ropa, aunque
supongoquenotardaréeniralaseo.«Dios,quéraroesesto.»Nonegaréquelohe
disfrutado,peronopuedoquitarmeesaideadelacabeza.
—¿Lista?—pregunta.
—¿Paraqué?—digoconlarespiracióntodavíaagitada.
—Parairnosacasa.
—No puedo irme a casa. Son sólo las dos —respondo, y señalo el reloj de la
pared.
—LlamaaldespachodeVancemientrassalimos.Venteacasaconmigo—ordena
Hardin, y coge mi bolso de la mesa—. Aunque supongo que querrás ponerte otro
tapónantesdequenosvayamos.
Sacauntampóndemibolsoymedaunostoquecitosenlanarizconél.
Leapartoelbrazodeunapalmada.
—¡Dejadedecireso!—gruño,yvuelvoameterloenmibolsomientrasélseríe.
Cuatrodíasdespués,meencuentroesperandopacientementeaqueHardinmerecoja,
mirando por el enorme ventanal del vestíbulo y agradecida de que no haya nevado
últimamente.Elúnicorastrodelasnevadasdelosdíasanterioreseselmontónnegro
dehieloqueseacumulaalosladosdelaacera.
Paramifastidio,Hardinhainsistidoenllevarmeatrabajartodoslosdíasdesde
nuestradiscusiónsobreTrevor.Todavíamesorprendehaberconseguidocalmarlode
esa manera. No sé qué habría hecho si hubiera atacado a Trevor en la oficina;
Kimberly se habría visto obligada a llamar a seguridad, y probablemente habrían
arrestadoaHardin.
Sesuponíaqueibaarecogermealascuatroymedia,yyasonlascincoycuarto.
Casitodoelmundosehamarchadoya,yvariaspersonassehanofrecidoaacercarme
acasa,incluidoTrevor,aunquemelodijodesdemilmetrosdedistancia.Noquiero
que las cosas estén raras entre nosotros, y me gustaría seguir siendo amiga suya, a
pesardelas«órdenes»deHardin.
Por fin, detiene el coche en el aparcamiento y yo salgo a la calle. Hoy no hace
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tantofríocomolosúltimosdías,yelsolbrillanteañadeunpocodecalidez,perono
lasuficiente.
—Sientollegartarde,mehequedadodormido—medicemientrasmemetoenel
cochecalentito.
—Nopasanada—leaseguro,ymiroporlaventanilla.
Estoy algo nerviosa por la Nochevieja esta noche, y no quiero añadir una pelea
conHardinamilistadefactoresdeestrés.Todavíanohemosdecididoquévamosa
hacer,cosaquemeponehistérica.Quieroconocertodoslosdetallesytenerlanoche
planificada.
HeestadodebatiéndomeentreresponderonoalosmensajesdetextoqueSteph
meenvióhaceunpardedías.Aunapartedemíleapeteceverla,demostrarleaellay
atodoelmundoquenopudieronconmigo,quemehumillaron,sí,peroquesoymás
fuerte de lo que imaginan. Dicho esto, la otra parte de mí se siente tremendamente
incómodaantelaideadeveralosamigosdeHardin.Séqueseguramentepensarán
quesoyunaidiotaporhabervueltoconél.
Nosabrécómoactuardelantedeellos,ylaverdadesquemedamiedoquelas
cosasseandiferentescuandosalgamosdenuestrapequeñaburbuja.¿YsiHardinpasa
demítodoeltiempo,osiMollyestáallí?Mehiervelasangresólodepensarlo.
—¿Adóndequieresir?—pregunta.
Lehecomentadoantesquenecesitabacomprarmealgoparaestanoche.
—Al centro comercial. Tenemos que decidir adónde vamos a ir para saber qué
tengoquecomprarme.
—¿Deverdadquieresquedarcontodos,oprefieresquesalgamoslosdossolos?
Amíaúnmeapetecequenosquedemosencasa.
—Noquieroquedarmeencasa,esolohacemossiempre.—Sonrío.
MeencantaquedarmeencasaconHardin,peroélsolíasalirtodoeltiempo,ya
veces me preocupa que se acabe aburriendo de mí si lo tengo constantemente
encerrado.
Alllegaralcentrocomercial,medejaenlaentradadeMacy’syyomeapresuroa
entrar.Cuandosereúneconmigo,yatengotresvestidosenlosbrazos.
—¿Quéeseso?—dicearrugandolanarizalverunvestidoamarillocanarioenlo
altodelmontón—.Esecoloresespantoso.
—Atiteparecenespantosostodosloscoloresmenoselnegro.
Se encoge de hombros ante mi veraz afirmación y pasa el dedo por la tela del
vestidodoradoquehaydebajo.
—Éstemegusta—dice.
—¿Deverdad?Puesesjustoelquemenosmeconvencíaamí.Noquierollamar
laatención,¿sabes?
Enarcaunaceja.
—¿Ynolallamaríasconelamarillo?
Tienerazón.Devuelvoelvestidoamarilloasusitioylemuestrounoblancosin
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tirantes.
—¿Quétepareceéste?
—Pruébatelos—sugiereconunasonrisatraviesa.
—Pervertido—bromeo.
—Amuchahonra.
Sonríeconpetulanciaymesiguealosprobadores.
—Tútequedasfuera—ledigo,ycierrolapuertadejandosóloelespaciojusto
paraasomarlacabeza.
Ponemorritosysesientaenelsillónnegrodepielquehayfrentealprobador.
—Quieroverlostodos—dicecuandocierrolapuertadeltodo.
—Cállate.
Oigo cómo se ríe y me dan ganas de asomarme sólo para ver su sonrisa, pero
decido no hacerlo. Me pruebo primero el vestido blanco sin tirantes y me cuesta
subirme la cremallera de la espalda. Es estrecho. Demasiado estrecho. Y corto.
Demasiado corto. Por fin consigo subírmela y tiro de la falda hacia abajo antes de
abrirlapuertadelprobador.
—¿Hardin?—digocasienunsusurro.
—¡Joder!—exclamaboquiabiertoymeveconelvestidocasiinexistente.
—Esmuycorto—digo,ymepongoroja.
—Sí,éseno—conviene,ymemiradearribaabajo.
—Lollevarésiquiero—ledigopararecordarlequeélnovaadictarquépuedoy
quénopuedoponerme.
Melanzaunamiradaasesinaduranteuninstanteyluegoresponde:
—Losé…Sóloqueríadecirquenodeberíashacerlo.Enseñademasiadoparatu
gusto.
—Esoesloquehepensadoyo—replico,ymemiroenelespejodecuerpoentero
unavezmás.
Hardinsonríeconmaliciaylopillomirándomeeltrasero.
—Aunquelaverdadesqueestremendamentesexi.
—Siguiente—digo,yentrodenuevoenelprobador.
El vestido dorado resulta ser muy suave, a pesar de que está cubierto de
minúsculaslentejuelas.Mellegahastalamitaddelmusloylasmangassondetres
cuartos. Esto es más de mi estilo, sólo que con un toque más arriesgado que de
costumbre.Lasmangashacenqueparezcaalgomásconservador,perolalongitudde
latelayelmodoenqueseciñeamicuerpoindicanlocontrario.
—Tess—protestaHardinimpacientedesdefuera.
Abrolapuertaysureacciónmelevantaelánimo.
—Joder.—Tragasaliva.
—¿Tegusta?—preguntomordiéndomeellabioinferior.
Mesientobastanteseguraconelvestido,ymásdespuésdeverquelas
mejillasdeHardinseruborizanycambiaelpesodesucuerpohaciaadelante
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yhaciaatrásdeunpieaotro.
—Mucho.
Esto es algo tan típico de parejas, probarme ropa para él en Macy’s, que se me
hace raro, aunque resulta muy reconfortante. Hace unos días me entró el pánico
cuandoseenteródelodemicenaconTrevorenSeattle.
—Entoncesmequedoconéste—digo.
Después de encontrar un par de zapatos de plataforma negros y bastante
intimidantes, nos dirigimos a la caja. Hardin insiste en que lo deje pagar, pero me
niego,yenestaocasiónganolabatalla.
—Es verdad, de hecho, deberías comprarme algo tú a mí…, ya sabes, para
compensar la escasez de regalos que me hiciste en Navidad —bromea mientras
salimosdelcentrocomercial.
Medispongoagolpearloenelbrazo,peroélmeagarradelamuñecaantesdel
impacto.Pegaloslabioscontramipalma,mecogedelamanoymedirigehaciael
coche.«Ircogidosdelamanoenpúbliconoeslonuestro…»Justomientrasseme
pasaesepensamientoporlacabeza,parecedarsecuentadeloqueestamoshaciendo
ymesuelta.Pasoapaso,supongo.
Deregresoalapartamento,despuésdedecirleporoctavavezquequierosalirconsus
amigos, los nervios empiezan a apoderarse de mí mientras imagino las posibles
situacionesquepodríandarseestanoche.Sinembargo,nopodemosescondernosdel
mundoeternamente.CómosecomporteHardindelantedesusamigosmedemostrará
loquesientedeverdadpormí,loquesienterespectoanosotros.
Enladucha,mepasolacuchillaporlaspiernastresvecesypermanezcodebajo
delaguacalientehastaqueempiezaasalirfría.Cuandosalgo,lepreguntoaHardin
quéhadichoNatesobreestanoche,aunquenoestoymuyseguradesiquierosaberla
respuesta.
—Mehamandadounmensajeparaquedarenlacasa…enmiantiguacasa.Alas
nueve.Pareceserquevanadarunagranfiesta.
Mirolahora.Yasonlassiete.
—Bien,voyaprepararme—asiento.
Me maquillo y me seco el pelo con el difusor rápidamente para rizármelo. Me
recojoelflequillohaciaatrás,comodecostumbre.Estoy…bien…
«Aburrida. Aburrida.» Me veo igual que siempre. Tengo que estar mejor que
nuncaparamireaparición.Esmimaneradedemostrarlesquenoacabaronconmigo.
SiMollyseencuentraallí,probablementeirávestidaparallamarlaatencióndetodo
el mundo, incluida la de Hardin. Por mucho que la deteste, debo reconocer que es
preciosa.Consupelorosaardiendoenmimemoria,cojoellápizdeojosnegroyme
pintounarayagruesaenelpárpadosuperior.Porprimeravez,consigoquemesalga
recta, afortunadamente. Hago lo mismo en el inferior y me aplico un poco más de
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colorete en las mejillas antes de quitarme la horquilla del pelo y de tirarla a la
papelera.
Sinembargo,larecojoalinstante.Vale,puedequetodavíanoestépreparadapara
deshacermedeellas,peroestanochenolasusaré.Mepongocabezaabajoymepaso
los dedos por los gruesos rizos. La imagen del espejo me deja perpleja. Parezco la
típicachicaqueencontraríasenunadiscoteca,unachicasalvaje…,inclusosexi.La
últimavezquemepusetantomaquillajefueenaquellaocasiónqueStephmehizoun
«cambiodeimagen»yHardinseburlódemí.Estavezestoyaúnmásguapa.
—¡Sonlasochoymedia,Tess!—meavisadesdeelsalón.
Compruebo el espejo por última vez, respiro hondo y corro al dormitorio para
vestirmeantesdequeHardinmevea.«¿Ysinolegusta?»Laúltimaveznoledio
ningunaimportanciaaminuevoymejoradoaspecto.Apartoesospensamientosdemi
mente y me meto el vestido por la cabeza, me subo la cremallera y me pongo los
taconesnuevos.
¿Deberíallevarmedias?No.Tengoquerelajarmeydejardedarletantasvueltasa
esto.
—¡Tessa,enserio,tenemosque…!—empiezaagritarHardinmientrasentraenla
habitación,peroseinterrumpeamediafrase.
—¿Estoy…?
—Sí,joder,sí—diceprácticamentegruñendo.
—¿Noteparecequeesdemasiado,contodoestemaquillaje?
—No,está…,eh…esbonito,quierodecirque…estábien—tartamudea.
Es evidente que se ha quedado sin palabras, algo que no le sucede nunca, e
intentonoreírme.
—Venga…,vámonosonosaldremosnuncadeesteapartamento—masculla.
Sureaccióndisparamiseguridadenmímisma.Séquenodeberíaserasí,peroes
la verdad. Él está perfecto como siempre, con una camiseta negra sencilla y unos
vaqueros negros ceñidos. Las Converse que tanto me gustan completan lo que yo
denominoel«lookHardin».
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CAPÍTULO56
Tessa
TheFraycantanenvozbajasobreelperdóncuandollegamosalaantiguacasadela
fraternidad de Hardin. Me he pasado todo el trayecto bastante nerviosa, y los dos
estábamosmuycallados.Unmontónderecuerdos,lamayoríamalos,mevienenala
mente,perodecidoignorarlos.Hardinyyoahoratenemosunarelación,unarelación
deverdad,asíquesupongoquetodoserádiferente;¿ono?
Hardin permanece cerca de mí mientras recorremos la casa atestada de gente
hasta el salón repleto de humo. De inmediato nos colocan unos vasos rojos en la
mano,peroHardinsedeshacedelsuyoalinstanteymequitaelmío.Medispongoa
cogerlodenuevoymemiraconelceñofruncido.
—Creoquenodeberíamosbeberestanoche—dice.
—Creoquetúnodeberíasbeberestanoche.
—Vale,sólouno—meadvierte,ymedevuelveelvaso.
—¡Scott!—exclamaunavozfamiliar.
Nate aparece proveniente de la cocina y le da unas palmaditas a Hardin en la
espaldaantesdeofrecermeunasonrisaamistosa.Casihabíaolvidadolomonoquees.
Intentoimaginármelosintodosesostatuajesypiercings,peromeresultaimposible.
—Vaya,Tessa,estás…distinta—dice.
Hardin pone los ojos en blanco, me coge el vaso de las manos y bebe un trago
antes de devolvérmelo. Quiero quitárselo, pero no me apetece provocar una
discusión. Por una bebida no va a pasar nada. Le meto mi teléfono en uno de los
bolsillostraserosparapodersostenermivasomásfácilmente.
—Vaya, vaya, vaya… Mira a quién tenemos aquí —dice entonces una voz
femeninaalmismotiempoqueunamelenadepelorosaaparecepordetrásdeuntipo
grandeygrueso.
—Genial—gruñeHardinmientrasMollycaminacontoneándosehacianosotros.
—Cuántotiempo—diceconunasonrisasiniestra.
—Sí—respondeHardin,ymequitadenuevoelvaso.
Después,Mollymemiraamí.
—¡Vaya,Tessa!Notehabíavisto—diceconsarcasmo.
DecidopasarloporaltoyNatemeofreceotrovaso.
—¿Mehasechadodemenos?—lepreguntaMollyaHardin.
Llevamásropaquedecostumbre,aunquesiguepareciendoquevadesnuda.Su
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blusa negra está rasgada por delante, a propósito, supongo. Los shorts rojos son
tremendamente cortos, con cortes en la tela a los lados para revelar todavía más su
pielpálida.
—Nomucho—respondeélsinmirarla.
Mellevoelvasoaloslabiosparaocultarmisonrisadesatisfacción.
—Notecreo—replica.
—Vetealamierda—gruñeél.
Ellaponelosojosenblancocomositodoformarapartedeunjuego.
—Vaya,alguienestádemalhumor.
—Vamos,Tessa.—Hardinmecogedelamanoymealejadeallí.
NosdirigimosalacocinaydejamosaMollyindignadayaNateriéndosedetrás.
—¡Tessa!—exclamaStephentonceslevantándosealinstantedeunodelossofás
—.¡Joder,tía!¡Quésexiestás!¡Vaya!—Yañade—:¡Esomelopondríayo!
—Gracias.—Sonrío.
MeresultaalgoincómodoveraSteph,peronotantocomoveraMolly.Laverdad
esquelaechabademenos,yesperoquelanochetranscurralobastantebiencomo
paraquepodamosexplorarlaposibilidaddereconstruirnuestraamistad.
Meabraza.
—Mealegrodequehayasvenido.
—VoyahablarconLogan,quédateaquí—meordenaHardinantesdemarcharse.
Stephloobservaconhumor.
—Veoquesigueigualdegroseroquesiempre—dice,yseríesonoramentepor
encimadelaestruendosamúsicayelbarullodelamultitudpresente.
—Sí…,algunascosasnuncacambian.
Sonríoyterminoelúltimotragodelabebidadulcequetengoenelvaso.Detesto
pensarenello,peroelsaboracerezasmerecuerdamibesoconZed.Subocaerafría,
ysulengua,dulce.Escomosiaquellohubierapasadoenotravida,comosihubiera
sidootraTessalaquecompartióaquelbesoconél.
Comosimehubieseleídolamente,Stephmedaunaspalmaditasenelhombro.
—Ahí está Zed. ¿Lo has visto desde…? ya sabes. —Señala con su uña pintada
conrayasdecebrahaciaunchicodepelonegro.
—No…,laverdadesquenohevistoanadie.ExceptoaHardin.
—Zed se sintió como un gilipollas después de todo. Casi me daba pena —
asegura.
—¿Podemoshablardeotracosa,porfavor?—leruegoaltiempoquelosojosde
Zedseencuentranconlosmíos,yapartolamirada.
—Claro,joder.Perdona.¿Teapeteceotracopa?—preguntaSteph.
Sonríoparaaliviarlatensión.
—Sí,claro.
EntramosenlacocinaymiroendirecciónhaciaellugardondeestabaZed,pero
ha desaparecido. Me muerdo un carrillo y miro de nuevo a Steph, que está
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observandosuvaso.Ningunadelasdossabemosquédecir.
—VamosabuscaraTristan—sugiere.
—Hardin…
Empiezoadecirquemehapedidoquemequedeaquí.Perolociertoesqueno
me lo ha pedido, sino que me lo ha ordenado, y eso me fastidia. Inclino el vaso y
engulloelrestodelafríabebida.Yatengolasmejillascalientesacausadelalcohol…
Estoyalgomenosnerviosa,ycojootrovasoantesdeseguiraStephhastaelsalón.
Lacasaestámásllenaquenunca,ynoveoaHardinporningunaparte.Lamitad
del salón está ocupada por una larga mesa repleta de hileras de vasos rojos.
Universitariosborrachoslanzanbolasdeping-pongalosvasosydespuéssebebensu
contenido. Nunca entenderé la necesidad de jugar a toda clase de juegos mientras
estánebrios,peroalmenosenestaocasiónnohaybesosdepormedio.VeoaTristan
sentadoenelsofájuntoauntipopelirrojoalquerecuerdohabervistoaquíantes.La
últimavezseestabafumandounporroconJace.Zedestásentadoenelbrazodelsofá
y dice algo al grupo. Acto seguido, Tristan inclina la cabeza hacia atrás muerto de
risa. Al ver a Steph, le sonríe. El compañero de cuarto de Nate me gustó desde el
momentoenqueloconocí.Esunchicomuysimpático,yparecequeellaleimporta
deverdad.
—¿Qué tal van las cosas entre vosotros? —le pregunto a Steph mientras nos
acercamosaellos.
Giraelcuerpoenterohaciamíysonríe.
—Pueslaverdadesquenosvagenial.¡Creoqueloquiero!
—¿«Crees»?¿Todavíanooslohabéisdicho?—preguntosorprendida.
—No…¡Claroqueno!¡Sólollevamostresmesessaliendo!
—Ah…
Hardinyyonoslodijimosinclusoantesdeestarsaliendodeverdad.
—Hardinytúsoisdiferentes—seapresuraadecirella,reforzandomissospechas
dequemeleeelpensamiento—.¿Quétalosva?—pregunta,ymiradetrásdemí.
—Bien,nosvabien.
Esgenialpoderdecirqueestamosbienparavariar.
—Soisunaparejadelomásextraña.
Merío.
—Sí,losomos.
—Peroesoesbueno.¿TeimaginasqueHardinsalieraconunachicacomoél?No
querríaconocerlaenlavida,teloaseguro.—Seechaareír.
—Yotampoco—digo,ymeunoasusrisas.
TristansaludaaStephconlamanoyellaseacercaysesientaensuregazo.
—Aquíestámichica.—Labesadulcementeenlamejillaymemira—.¿Cómo
estás,Tessa?
—Estupendamente.¿Quétalestástú?—pregunto.Parezcounpolítico.«Relájate,
Tessa.»
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—Bien.Comounacuba,perobien.—Seechaareír.
—¿DóndeestáHardin?Nolohevisto—mepreguntaelchicopelirrojo.
—Está…,puesnotengoniidea—respondo,ymeencojodehombros.
—Seguroqueestáporahí,enalgunaparte.Nocreoquesealejemuchodeti—
terciaStephintentandoconsolarme.
La verdad es que no me importa no haber visto a Hardin en un rato, porque el
alcoholhaconseguidoqueestémenosnerviosa,aunquemegustaríaquevolvierapara
estarconmigo.Éstossonsusamigos,nolosmíos.ExceptoSteph,delaquetodavía
meloestoypensando.Sinembargo,ahoramismoéleslapersonaquemásconozco,
ynoquieroquedarmeaquíplantada,incómodaysola.
Alguiensetopaconmigoymetambaleohaciaadelanteligeramente;porsuerte,
mivasoestabavacío,asíquealcaeralsuelosobrelamoquetayamanchadasólounas
cuantasgotasdelíquidorosasalpicanlasuperficie.
—Mierda,losiento—balbuceaunachica,borracha.
—Tranquila,nopasanada—respondo.
Su pelo negro es tan brillante que me ciega, y tengo que entornar los ojos.
«¿Cómoesposible?»Debodeestarmásperjudicadadeloquesuponía.
—Venysiéntateantesdequeteaplasten—bromeaSteph.
Meríoytomoasientoenunextremodelsofá.
—¿TehasenteradodelodeJace?—preguntaTristan.
—No, ¿qué ha pasado? —La mera mención de su nombre hace que se me
revuelvaelestómago.
—Lodetuvieron.Saliódelacárceljustoayer—meexplica.
—¿Enserio?¿Porqué?¿Quéhizo?—pregunto.
—Mataraalguien—respondeelpelirrojo.
—¡Dios mío! —exclamo, y todo el mundo empieza a reírse. Mi voz es mucho
másagudaahoraqueestoyalbordedelaborrachera.
—Te está tomando el pelo; lo pararon y llevaba hierba encima —dice Tristan
entrerisas.
—Eresunidiota,Ed—replicaSteph,yledaunapalmadaalchicoenelbrazo,
peronopuedoevitarreíralverlorápidoquemelohetragado.
—Deberíashabertevistolacara—diceTristan,yseechaareírdenuevo.
Pasa otra media hora sin rastro de Hardin. Su ausencia comienza a cabrearme,
perocuantomásbebo,menosmeimporta.Estoenpartesedebetambiénalhechode
que tengo a Molly a la vista, y puedo ver que se ha buscado un juguete rubio para
pasarlanoche.Élnoparadesobarlelosmuslos,yambosestántanborrachosqueda
vergüenzaajenaverlos.Aunasí,mejorélqueHardin.
—¿Quiénquierejugar?EsobvioqueKyleyanopuedemás—diceunchicode
gafasseñalandoconlamiradaasuamigoebrio,tumbadoenposiciónfetalsobrela
moqueta.
Mirolamesarepletadevasosysumodosmásdos.
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—¡Yo! —grita Tristan, dándole un toquecito a Steph para que se levante de su
regazo.
—¡Yyo!—seapuntaella.
—Sabesquesetedafatal—laprovocaTristandebroma.
—Noesverdad.Loquepasaesquetedarabiaqueseamejorquetú.Peroahora
estoy en tu equipo, así que no tienes por qué sentirte intimidado —responde, y
parpadeademanerajuguetona.Élsacudelacabeza,riendo.
»¡Tess,juegatútambién!—gritaporencimadelamúsica.
—Eh…No,daigual—digo.
Notengoniideadeaquéestánjugando,peroseguroquesemedafatal.
—¡Vamos! Será divertido. —Steph une las manos como si me lo estuviera
rogando.
—¿Quéjuegoes?
—Birrapong.—Seencogedehombrosdemaneradramáticayempiezaareírse
sinparar—.Nohasjugadonunca,¿verdad?—añade.
—No,nomegustalacerveza.
—Podemos usar vodka sour de cereza si lo prefieres. Hay garrafas preparadas.
Voyalaneveraaporuna.—SevuelvehaciaTristan—.Vecolocandolosvasos.
Quieroprotestar,peroalmismotiempoquierodivertirmeestanoche.Deseoestar
relajadaydesmelenarme.Puedequeel«Birrapong»noestétanmal.Seguroqueno
espeorqueestarsentadaenesesillónsolaesperandoaqueHardinvuelvadedonde
naricesesté.
Tristanempiezaacolocarlosvasosformandountriánguloquemerecuerdaala
disposicióndelosbolosenlapista.
—¿Vasajugar?—mepregunta.
—Supongo.Peronosécómosejuega—ledigo.
—¿Quiénquierejugarconella?—preguntaTristan.
Mesientoidiotacuandonadieseofrece.Genial.Sabíaqueestoera…
—¿Zed?—diceTristan,interrumpiendomispensamientos.
—Eh…,nosé…—respondeélsinmirarmealacara.Mehaestadoevitandotodo
eltiempoquellevoaquí.
—Sólounaronda,tío.
LosojosdecolormieldeZedmemiranporuninstante,acontinuaciónvuelvea
miraraTristanyasiente.
—Vale,estábien,sólounjuego.
Seacercaysecolocaamilado.AmbospermanecemosensilenciomientrasSteph
rellenalosvasosconelalcohol.
—¿Se han estado usando los mismos vasos toda la noche? —le pregunto,
intentandoocultarelascoquemedapensarquevariasbocashayanbebidodeellos.
—Nopasanada—diceellariéndose—.¡Elalcoholmatalosgérmenes!
ConelrabillodelojoveoqueZedtambiénseríe,perocuandomevuelvoensu
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direcciónmirahaciaotrolado.Sí,vaaserunjuegomuylargo.
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CAPÍTULO57
Tessa
—Sólo tienes que tirar la bola hacia la mesa y meterla en uno de los vasos —me
explicaTristan—,yelotroequipotienequebeberseelcontenidodelvasoenelque
la hayas colado. Gana el equipo que antes consiga colarla en todos los vasos del
adversario.
—Y¿quésegana?—pregunto.
—Eh…, nada. Simplemente no te emborrachas tan rápido porque no tienes que
bebertantosvasos.
Estoyapuntodeseñalarqueunjuegoparabeberenelqueelganadoreselque
menos bebe parece estar en contradicción con la mentalidad de la fiesta, pero
entoncesStephexclama:
—¡Empiezoyo!
Frota de manera juguetona la pequeña bola blanca en la camiseta de Tristan, la
sopla y la lanza en dirección a la mesa. Rebota en el borde de uno de los vasos y
acabacayendojustoeneldeatrás.
—¿Quieresbebertúprimero?—mepreguntaZed.
—Vale.—Meencojodehombrosylevantoelvaso.
Cuando Tristan lanza la siguiente bola, falla el tiro y ésta cae al suelo. Zed la
recogeylasumergeenunvasosolitariollenodeaguaquehayennuestrolado.Así
que era para eso. No es que sea muy higiénico, pero es una fiesta universitaria…,
¿quéesperaba?
—Yluegodicesquesoyyolaquenojuegabien—semofaStephdeTristan,que
selimitaasonreírle.
—Túprimero—diceZed.
Mi primer intento de Birra…, digo, de «Vodka sour de cereza pong» parece ir
bien, ya que meto mis primeras cuatro bolas seguidas. Me duele la mandíbula de
sonreírydereírmedemisrivales.Estoyalegreporellicoryporelhechodequeme
encantaquesemedenbienlascosas,inclusosisetratadejuegosuniversitariospara
beber.
—¡Tú ya has jugado antes! ¡A mí no me engañas! —me acusa Steph con una
manoenlacadera.
—No,essóloquesoyhabilidosa.—Merío.
—¿Habilidosa?
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—NosientascelosdemisuperhabilidadparajugaralBebepong—digo,ytodos
losquenosrodeanseechanareír.
—¡Coño! ¡No vuelvas a decir habilidad! —replica Steph, y yo me agarro la
barrigamientrasintentodejardereírme.
Lodeljuegohasidomejorideadeloquepensaba.Lagrancantidaddealcohol
queheconsumidoayuda,ymesientoatrevida.Jovenyatrevida.
—Simetesésta,ganamos—digoparaanimaraZed.
Conformemásbebe,máscómodoparecesentirseamilado.
—Loharé—alardeaconunasonrisa.
LapequeñabolacruzaelaireyaterrizadirectamenteenelúltimovasodeStephy
Tristan.
Chillodealegríaymepongoadarsaltoscomounaidiota,peromedaigual.Zed
daunapalmaday,sinpensarlo,loabrazoemocionada.Sequedaunpocoparado,pero
me rodea la cintura antes de que ambos nos separemos. Es un abrazo inocente,
acabamosdeganar,yestoycontenta.Inocente.Cuandolamiro,Stephabrelosojos
asustada,yesohacequemevuelvaenbuscadeHardin.
No está, pero ¿y qué si estuviera? Ha sido él quien me ha dejado sola en esta
fiesta.Nisiquierapuedollamarloomandarleunmensajeporquetienemimóvilensu
bolsillo.
—¡Quierolarevancha!—gritaSteph.
MiroaZedconojossuplicantes.
—¿Quieresjugarotravez?
Élechaunvistazoporlahabitaciónantesderesponder.
—Sí…,sí…,juguemosotra.—Sonríe.
Zedyyoganamosporsegundavez,loquehacequeStephyTristannosacusen
enbromadeestarhaciendotrampa.
—¿Estásbien?—preguntaZedcuandoloscuatronosalejamosdelamesa.
Con dos juegos de Birra pong tengo suficiente; estoy algo borracha. Vale, más
que«algo»,peromesientodemaravilla.TristandesaparececonStephenlacocina.
—Sí,estoybien.Muybien.Loestoypasandogenial—ledigo,yseechaareír.
El modo en que apoya la lengua detrás de sus dientes cuando sonríe resulta
encantador.
—¡Estupendo!—exclama—.Pero,simedisculpas,tengoquesaliraquemedé
unpocoelaire.
«Aire.»Meencantaríarespirarunpocodeairequenoestécargadodehumonide
olorasudor.Enestacasahacemuchocalor.
—¿Puedoacompañarte?—pregunto.
—Esto…Nosésiesbuenaidea—respondeélapartandolamirada.
—Ah…,deacuerdo.—Mepongocoloradadelavergüenza.
Mevuelvoparaalejarme,peroentoncesmeagarradelbrazo.
—Puedesvenir.EssóloquenoquierocausarproblemasentreHardinytú.
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—Hardinnoestá,ypuedoseramigadequienmedélagana—balbuceo.Mivoz
suenarara,ynopuedoevitarquemeentrelarisaaloírmeamímisma.
—Estás bastante borracha, ¿no? —pregunta Zed, y me abre la puerta para que
salga.
—Unpequito…unpequeño…unpoquito.—Merío.
El gélido aire del invierno es refrescante y me sienta de maravilla. Zed y yo
recorremoselpatioyacabamossentándonosenelpequeñomurodepiedraquesolía
sermifavoritoduranteestasfiestas.Sólohayalgunoschicosfueraacausadelfrío.
Unodeellosestávomitandoentrelosarbustosaunosmetrosdedistancia.
—Genial—protesto.
Zedseríeperonodicenada.Sientolapiedrafríacontramismuslos,perotengo
lachaquetadeHardinenelcochesilanecesito.Sigosintenerniideadedóndeestá
él.Veoquesucochecontinúaaquí,peroélllevadesaparecido…,bueno,dospartidas
deBirrapongyalgomás.
MiroaZedyveoquetienelavistafijaenlaoscuridad.¿Porquéestanincómoda
la situación? Se lleva la mano al estómago y parece que le pica la piel. Cuando se
levantaligeramentelacamiseta,veounvendajeblanco.
—¿Quéeseso?—preguntoconcuriosidad.
—Untatuaje.Melohehechoantesdevenir.
—¿Meloenseñas?
—Sí…
Se quita la chaqueta y la deja a su lado. Después retira el esparadrapo y el
vendaje.
—Esto está muy oscuro —dice, y saca su móvil para usar la pantalla como
linterna.
—¿Elmecanismodeunreloj?—lepregunto.
Sinpensar,pasoeldedoíndicesobrelatinta.Élseencogeperonoseaparta.El
tatuaje es largo y le cubre casi todo el estómago. El resto de la piel está repleta de
variostatuajesmáspequeñossinrelaciónaparente.Elnuevotatuajeesunconjunto
deengranajes;parecequesemueven,perosupongoqueesoescosadelvodka.
Continúorecorriendosucálidapielcuandoderepentemedoycuentadeloque
estoyhaciendo.
—Perdona…—digoapurada,yapartolamano.
—Tranquila…, y sí, es una especie de engranaje. ¿Has visto que la piel parece
desgarradaaquí?—Señalalosextremosdeltatuaje,yyoasiento.
Seencogedehombros.
—Escomosiretirásemoslapielydebajohubieraunsistemamecánico.Comosi
fueseunrobotoalgoasí.
—¿Elrobotdequién?—Noséporquéhepreguntadoeso.
—Delasociedad,supongo.
—Vaya…—melimitoadecir.Surespuestahasidomuchomáscomplejadelo
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queesperaba—.Esoesgenial;entiendoloquequieresdecir.—Sonrío,ylacabeza
medavueltasacausadelalcohol.
—Nosésilagenteentenderátodoelconcepto.Hastaahoratúereslaprimeraque
lohapillado.
—¿Cuántostatuajesmásquiereshacerte?—pregunto.
—Nolosé,nomequedaespacioenlosbrazos,yahoratampocoenelestómago,
asíquesupongoquepararécuandoyanotengahueco.—Seríe.
—Yodeberíatatuarmealgotambién—espeto.
—¿Tú?—Seechaareírconfuerza.
—¡Sí!¿Porquéno?—digoconfingidaindignación.
Ahoramismomeapetecebastante.Noséquémetatuaría,peroparecedivertido.
Atrevidoydivertido.
—Creoquehasbebidodemasiado—bromea,ysepasalosdedosporencimadel
esparadrapoparavolveracubrirselapielconelvendaje.
—¿Creesquenoseríacapazdeaguantarlo?—lodesafío.
—No,noeseso.Essóloque…,nosé.Noteimaginohaciéndoteuntatuaje.¿Qué
tedibujarías?—Intentanoreírse.
—Nolosé…¿Unsol?¿Ounacarasonriente?
—¿Unacarasonriente?Vale,sindudaestásborracha.
—Puede—digoconunarisitatonta.Después,másserena,añado—:Pensabaque
estabasenfadadoconmigo.
Zeddejadereírseyadoptaunaexpresiónneutra.
—¿Porqué?—preguntaenvozbaja.
—PorquemeestabasevitandohastaqueTristantehadicholodejugaralBirra
pong.
Exhala.
—Ah…Noteestabaevitando,Tessa.Essóloquenoquierocausarproblemas.
—¿Conquién?¿ConHardin?—pregunto,aunqueyasélarespuesta.
—Sí.Medejóbienclaroquenodebíaacercarmeati,ynomegustaríapelearme
con él otra vez. No quiero que haya más problemas entre nosotros, o contigo. Es
que…,daigual.
—Estámejorando.Estáaprendiendoacontrolarlaira,másomenos—leexplico
algoincómoda.
Nosésiesoesdeltodocierto,peromegustaríapensarqueelhechodequeno
hayamatadoaTrevoraúnsignificaalgo.
Memiraconvacilación.
—¿Enserio?
—Sí.Creoque…
—Porcierto,¿dóndeestá?Mesorprendequetehayadejadosola.
—Notengoniidea—digo,ymiroamialrededor,comosiesosirvieradealgo—.
MehadichoqueibaahablarconLoganyyanohevueltoaverlo.
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Asienteyserascaelestómago.
—Quéraro.
—Sí,muyraro.—Merío,yagradezcoelhechodequeelvodkahagaquetodo
seamuchomásdivertido.
—Stephsehaalegradomuchodeverteestanoche—dice,ysellevauncigarrillo
aloslabios.Conungolpedepulgarenciendelallamadelmecheroyprontoelolora
nicotinainvademisfosasnasales.
—Ya.Laechabademenos,perotodavíaestoyenfadadaportodoloquepasó.
Elasuntonomeparecetangravecomoantes.Meloestoypasandogenial,apesar
dequeHardinnoesté.MehereídoybromeadoconSteph,yporprimeravezsiento
quepuedodejartodoestoatrásypasarpáginaconella.
—Hassidomuyvalienteporvenir—mediceconunasonrisa.
—Tontayvalientenosonsinónimos—bromeo.
—Enserio,despuésdetodoloquepasó…,notehasquedadoescondidaencasa.
Yolohabríahecho.
—Meescondíduranteuntiempo,peroélmeencontró.
—Siemprelohago.—LavozdeHardinmesobresalta,ymeagarroalachaqueta
deZedparaevitarcaermedelmurodepiedra.
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CAPÍTULO58
Hardin
Mis palabras son ciertas. Siempre la encuentro. Y suelo encontrarla haciendo cosas
quemesacandemiscasillas,comoestandoencompañíadeTrevorodeZed.
Nomepuedocreerquesalgaylosdescubraaquísentadosenelmuro,hablando
sobrecómoseescondíademí.Estoesunamierda.SeaferraaZedparanoperderel
equilibriomientrasrecorroelcéspedhelado.
—Hardin—exclamaclaramentesorprendidaantemipresencia.
—Sí,Hardin—digorepitiendosuspalabras.
Zed se aparta de ella e intento mantener la calma. ¿Por qué cojones está aquí
fuerasolaconZed?Ledijequesequedaradentro.CuandolehepreguntadoaSteph
dóndecoñoestabaTessa,loúnicoquemeharespondidohasido«Zed».Despuésde
cincominutosbuscándolaportodalacasa,principalmenteenlashabitaciones,porfin
hesalidoabuscarlaafuera,yaquíestán.Juntos.
—Se suponía que tenías que quedarte dentro —digo, y añado «nena» para
suavizarmitonosevero.
—Ysesuponíaquetúibasavolverenseguida—mecontesta—.Cariño.
Exhaloeinspirohondoantesdehablardenuevo.Siemprereaccionoatodosmis
impulsos,yestoyintentandodejardehacerlo.Pero,joder,nomeloponefácil.
—Vayamosadentro—digo,yestirolamanoesperandoquemedélasuya.
TengoquealejarladeZedy,parasersincero,yotambiéntengoquealejarmede
él.Yalediunapalizaensudía,yaunapartedemínoleimportaríavolveradársela.
—Voy a hacerme un tatuaje, Hardin —me dice Tessa mientras la ayudo a bajar
delmuro.
—¿Qué?
«¿Estáborracha?»
—Sí… Deberías ver el tatuaje nuevo de Zed. Es muy bonito. —Sonríe—.
Enséñaselo,Zed.
¿Por qué coño está mirándole los tatuajes? ¿Qué me he perdido? ¿Qué más
estabanhaciendo?¿Quémáslehaenseñado?Siemprehaidodetrásdeella,desdeel
díaquelaconoció,comoyo.Ladiferenciaesqueyosóloqueríafollármelayaélle
gustabadeverdad.Peroganéyo,meeligióamí.
—Nocreo…—empiezaZed,visiblementeincómodo.
—No,no.Adelante,enséñamelo,porfavor—digoconsarcasmo.
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Élexhalaunpocodehumoy,paramiespantoymiabsolutodisgusto,selevanta
lacamiseta.Cuandoseapartaelvendajeveoqueeltatuajeensímolabastante,pero
noentiendoporquécojoneshatenidolanecesidaddemostrárseloamichica.
Tessasonríe.
—¿Aqueesfantástico?Yoquierouno.¡Voyatatuarmeunacarasonriente!
Nopuedeestarhablandoenserio.Memuerdoellabioinferiorparaevitarreírme
ensucara.MiroaZed,quesacudelacabezayseencogedehombros.Partedemi
enfadodesapareceanteelridículotatuajequepretendehacerse.
—¿Estásborracha?—lepregunto.
—Puede—diceconunarisatonta.
«Genial.»
—¿Cuántohasbebido?—pregunto.
Yomehetomadodoscopas,peroesevidentequeellahabebidomás.
—Nolosé…¿Cuántohasbebidotú?—bromea,ymelevantalacamiseta.
Apoyasusmanosfríascontramipielcalienteymeencojoantesdequehundala
cabezaenmipecho.
«¿Loves,Zed?Esmía.Notuyanidenadiemás,sólomía.»
—¿Cuántohabebido?—lepreguntoaél.
—Nosécuántohabrábebidoantes,peroacabamosdejugardospartidasdeBirra
pong…convodkasourdecereza.
—¿Cómoque«acabamos»?¿HabéisjugadoaBirrapongjuntos?—preguntocon
losdientesapretados.
—No. ¡A Vodka sour de cereza pong! —me corrige Tessa, muerta de risa, y
levantalacabeza—.¡Yhemosganado!¡Dosveces!Hetiradoyocasitodoeltiempo.
StephyTristantambiéneranbastantebuenos,peroleshemosdadounapaliza.¡Dos
veces!—LevantalamanocomoesperandoaqueZedselachoque,yélhaceelgesto
enelairedemalaganadesdeellugardondepermanecesentado.
AsíesTessa,unatíaqueestátanacostumbradaaserlamejorylamáslistaen
todoquehastasealegradeganarunjuegodeBirrapong.
Ymeencanta.
—¿Vodkaapaloseco?—lepreguntoaZed.
—No,lamezclateníasólounpocodevodka,perohabebidomuchosvasos.
—¿Ylahastraídoaquíalaoscuridadsabiendoqueestababorracha?—inquiero
alzandolavoz.
Tessaacercaelrostroalmíoypuedoolerlacombinacióndevodkaensualiento.
—Hardin,porfavor,relájate.Hesidoyoquienlehapedidosipodíasaliraquícon
él.Alprincipiomehadichoqueno,porquesabíaquereaccionarías…así.—Frunce
el ceño e intenta apartar las manos de mi estómago desnudo, pero yo vuelvo a
colocarlascontramipiel.Rodeosucinturaconlosbrazosylaestrechomáscontra
mí.
«¿Quemerelaje?¿Acabadedecirmequemerelaje?»
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—Y no nos olvidemos de que tú me has dejado sola. Podríamos haberr sssido
commmpañerosdeBirrrrrapong—añadearrastrandolaspalabras.
Séquetienerazón,peromeestácabreando.Contodalagentequehabía,¿porqué
ha tenido que jugar precisamente con Zed? Sé que él todavía siente algo por ella,
nadacomparadoconloquesientoyo,peroporcómolamiraséqueellaleimporta.
—¿Tengoonorazón?—preguntaella.
—Sí,Tessa—gruñoparaversiasísecalla.
—Mevoyadentro—anunciaZed,ytiraelcigarrilloalsueloantesdemarcharse.
Tessasequedamirándolo.
—Eres un tocahuevos —dice mientras intenta apartarse de mí de nuevo—.
Deberíasvolveraloquefueraqueestuvierashaciendo.
—No pienso ir a ninguna parte —replico, pasando por alto a propósito su
comentariosobremiausencia.
—Puesdejadesertancapullo,porqueestanochepiensodivertirme.
Memira.Susirisparecenaúnmásclarosquedecostumbreconlasrayasnegras
quesehapintadoalrededordelosojos.
—NopuedesesperarquemealegredeencontrarteasolasconZed.
—¿Preferiríasqueestuvieraasolasconotrapersona?
Seponedemuymalalechecuandoestáborracha.
—No,nomeestásentendiendo…—digo.
—Nohaynadaqueentender.Nohehechonadamalo,asíquedejadecomportarte
comounimbécilonopiensoestarcontigo—meamenaza.
—Vale,estarédemejorhumor.—Pongolosojosenblanco.
—Ytampocopongaslosojosenblanco—meregaña,yapartolosbrazosdesu
cintura.
—Vale,tampocopondrélosojosenblanco.—Sonrío.
—Asímegusta—dice,eintentacontenerunasonrisa.
—Estanocheestásmuymandona.
—Elvodkamehacemásvaliente.
Sientocómosusmanosdesciendenpormivientre.
—Entonces¿quiereshacerteuntatuaje?—pregunto,ylesubolasmanosotravez,
peroelladesafíamiintentoylasbajamásaún.
—Sí,puedequecinco.—Seencogedehombros—.Nolotengoclaro.
—Novasatatuartenada.—Merío,aunquelodigomuyenserio.
—¿Porquéno?—Susdedosjueganconelelásticodemibóxer.
—Yahablaremosdeesomañana,cuandoestéssobria.—Séquenoleparecerátan
buenaideacuandonoestéborracha—.Vayamosadentro.
Deslizalamanoenelinteriordemibóxeryseponedepuntillas.Doyporhecho
que va a besarme en la mejilla, pero acerca la boca a mi oreja. Siseo entre dientes
cuandomeestrujasuavementeconlamano.
—Yocreoquedeberíamosquedarnosaquífuera—susurra.
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«Joder.»
—Va a ser verdad que el vodka te hace más valiente —digo, y mi voz
entrecortadametraiciona.
—Sí…,ymeponecach…—empiezaadecir,demasiadoalto.
Letapolabocacuandoungrupodechicasborrachaspasanpornuestrolado.
—Tenemosqueentrar,hacefrío,ynocreoqueaestagentelehagagraciaquete
folleentrelosarbustos.—Sonríoconairedesuperioridadysuspupilassedilatan.
—Peroamísímelaharía—replicaencuantolequitolamanodelaboca.
—Joder,Tessa,unaspocasbebidasytehasvueltounaobsesasexual.
MeríoyrecuerdoelviajeaSeattleylasobscenidadesquesalierondesuslabios
carnosos. Tengo que llevarla adentro antes de tomarle la palabra y arrastrarla hasta
losarbustos.
Meguiñaunojo.
—Sóloporti.
Meechoareír.
—Vamos.—Leofrezcolamanoytirodeellaporelpatiohastalacasa.
Ellahacepucheroshastaqueentramosyesoprovocaquemeduelalaentrepierna
mástodavía,especialmentecuandosacaellabioinferior.Medanganasdevolverme
y mordérselo. Joder, estoy tan cachondo como ella, y yo no estoy borracho. Puede
que un poco colocado, pero borracho no. Se habría enfadado mucho si me hubiera
vistoarriba.Yonohefumado,peroestabaenlahabitación,ynoparabandeecharme
elhumoalacara.
Laarrastroentrelamultitudyladirijohastalahabitaciónmenosatestadadelpiso
deabajo,queresultaserlacocina.Tessaapoyaloscodosenlaislaymemira.¿Cómo
puede estar igual de guapa que cuando salimos de casa? Todas las demás chicas
tienen un aspecto espantoso a estas horas, después de la primera bebida se les
empiezaacorrerelmaquillaje,selesalborotaelpeloysuaspectoesdesaliñado.Pero
Tessa,no.Tessapareceunaputadiosaencomparaciónconellas.Encomparacióncon
cualquiera.
—Quierootrabebida,Hardin—dice,perocuandoniegoconlacabeza,mesacala
lenguacomounaniña—.Porfavor…Meloestoypasandobien,noseasaguafiestas.
—Vale, una más, pero debes dejar de hablar como si tuvieras diez años —
bromeo.
—De acuerdo, señor. Le ruego acepte mis disculpas por mi inmaduro lenguaje.
Novolveréarepetirsemejanteindiscreción…
—Ocomounavieja—digo,riéndome—.Peropuedesvolverallamarmeseñor.
—Joder, vale, tío. Coño, dejaré de hablar como una puta… —empieza, pero no
terminalafraseporquelosdosempezamosareírnosacarcajadas.
—Estanocheestáscomounacabra—ledigo.
Seríe.
—Losé,esdivertido.
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Mealegrodequeloestépasandobien,aunquenopuedoevitarsentirmemolesto
porelhechodequelohayapasadobienconZedynoconmigo.Sinembargo,novoy
adecirnadaporquenoquierofastidiarla.
Seincorporaydauntragoasubebida.
—VamosabuscaraSteph—propone.
—¿Ya sois amigas otra vez? —le pregunto mientras la sigo. No sé cómo me
sientoalrespecto.Supongoquemeparecebien…
—Esocreo.¡Mira,ahíestán!—exclamaseñalandoaTristanyaStephsentados
enelsofá.
Cuandoentramosenelsalón,unpequeñogrupodetíosqueestánsentadosenel
suelo se vuelven para mirar a Tessa. Ella ni siquiera se percata de sus expresiones
lascivas,peroyosí.Leslanzounamiradadeadvertenciaycasitodossevuelvende
nuevo menos un tipo rubio que se parece ligeramente a Noah. Sigue mirando
mientraspasamos.Yomeplanteosidarleunapatadaenlacaraseríabuenaideaono.
PerodecidocogeraTessadelamanoenlugardedarhostias,almenosporahora.
Ella se vuelve al instante para mirar nuestras manos unidas, y abre unos ojos
como platos. ¿Por qué se sorprende tanto? Bueno, ya sé que normalmente no me
sientocómodohaciéndolo,peroenestaocasión,sí…¿Ono?
—¡Porfinaparecéis!—gritaStephmientrasnosacercamos.
Mollyestásentadaenelsuelo,alladodeuntipoquereconozco.Estoysegurode
queesunestudiantedeprimercursoyquesupadretieneterrenosenVancouver,lo
queloconvierteenunhijodepapá.Hacenunaparejaridícula,peromealegrodeque
nomeagobieporahora.Esunapesada,yTessaladetesta.
—Estábamosfuera—explico.
—Meaburro—diceNate,meneandolacervezaconeldedo.
MeacomodoenunextremodelsofáysientoaTessasobremiregazo.Todosnos
miran,peromeimportaunamierda.Quealguienseatrevaadeciralgo.Alcabode
unossegundos,todosapartanlamiradaexceptoSteph,quesequedaobservándonos
más tiempo de la cuenta antes de sonreír. No le devuelvo el gesto, pero no le digo
nadatampoco,locualesunavance,¿no?
—DeberíamosjugaraVerdadodesafío—sugierealguien,ytardouninstanteen
asimilarquiénhasido.
«¿Quécojones…?»
LevantolacabezaymiroaTessa,quesiguesentadasobremiregazo.
—Ya,comosideverdadquisierasjugar—replicaMollymofándosedeella.
—¿Aquévieneeso?Túodiasesosjuegos—ledigoenvozbaja.
Ellasonríeconmalicia.
—Nolosé,creoqueestanochepodríaserdivertido.
Sigo su mirada hasta Molly, y no sé si quiero saber lo que está pasando por la
preciosacabecitadeTess.
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CAPÍTULO59
Hardin
LesusurroaTessaquenomeparecebuenaidea,peroellasevuelveenmiregazoy
meplantaeldedoíndiceenloslabiosparasilenciarme.
—¿Quépasa,Hardin?¿Temesunpocodedesafío…oeslaverdadloqueteda
miedo?—sueltaMollyconunasonrisaartera.
«Quéhijadeputa.»Estoyapuntoderesponder,peroentoncesTessaruge:
—Túeresquiendeberíatenermiedo.
Mollyenarcaunaceja.
—¿Nomedigas?
—Bueno…,bueno…,relajaos—intervieneNate.
PormuchoquemeestégustandovercómoTessaponeaesachicaensusitio,no
quiero que Molly se pase. Tessa es mucho más frágil y sensible que ella, y Molly
seríacapazdedecircualquiercosaparahacerledaño.
—¿Quiénempieza?—preguntaTristan.
Tessalevantalamanoinmediatamente.
—Yo.
«Joder,estovaaserunputodesastre.»
—Creoqueserámejorqueempieceyo—intervieneSteph.
Tessasuspira,perobajalamanodenuevosindecirnadaysellevaelvasoala
boca. Sus labios están rojos por la cereza de la bebida, y por un momento rayo y
empiezoaimaginármelosrodeandomi…
—Hardin, ¿verdad o desafío? —pregunta Steph, interrumpiendo mis lascivos
pensamientos.
—Yonojuego—digo,yvuelvoamisfantasías.
—¿Porquéno?—inquiere.
Unavezrotoelhechizo,lamiroygruño:
—Uno, porque no quiero. Y dos, porque ya he jugado a bastantes juegos de
mierda.
—Parecequequiereverdad—mascullaMolly.
—Nohaqueridodecireso.Venga,déjaloya—diceTristanenmidefensa.
«¿Por qué cojones me acosté con Molly?» No está buena, y no hacía malas
mamadas,peroesunputoincordio.Alrecordaraquellosmomentosconellamedan
náuseas,yledirijoaStephungestodequepasealsiguienteconlamanoparapoder
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pensarenotracosa.
—Vale.Nate,¿verdadodesafío?—preguntaSteph.
—Desafío—responde.
—Hum… —Steph señala a una chica alta que lleva los labios pintados de rojo
intenso—.¿Aquenoteatrevesabesaraesachicarubiadelablusaazul?
Natemirahacialachicayprotesta:
—¿Ynopuedobesarasuamigaenvezdeaella?
Todosmiramosalachicaqueestáallado,quetieneelpelolargoyrizadoyla
pielmorena.Esmuchomásguapaquelarubia,asíqueporelbiendeNateesperoque
Stephaccedaalcambio.Sinembargo,ellaseríeydicecontonoautoritario:
—No.Alarubia.
—Eres una cabrona —gruñe Nate, y todo el mundo se echa a reír mientras se
dirigealachica.
Cuandovuelveconlabocamanchadadepintalabiosrojo,empiezoaentenderpor
quéTessadetestaestetipodejuegos.Desafiarnosahacercosasestúpidascomoésta
es absurdo. Hasta ahora nunca me había parado a pensarlo, pero lo cierto es que
tampocohabíadeseadobesarsóloaunapersona.Noquierovolverabesarnuncaa
nadiequenoseaTessa.
Cuando Nate desafía a Tristan a beberse un vaso de cerveza que la gente haya
estadousandocomocenicero,desconecto.CojounmechóndelsuavepelodeTessay
jugueteoconélentrelosdedos.EllasetapalacaracuandoaTristanledanarcadas,y
Stephseríecomounahistérica.
Despuésdeunoscuantosdesafíosabsurdosmás,porfinllegaelturnodeTessa.
—Desafío—respondeconvalentíaaEd.
Le lanzo una mirada asesina para advertirle que, como se atreva a desafiarla a
hacer algo inapropiado, no dudaré en abalanzarme sobre él y asfixiarlo. Es un tío
bastante guay y legal, así que no creo que se pase demasiado, pero prefiero
advertírseloporsiacaso.
—¿Aquenoteatrevesabeberteunchupito?—diceEd.
—Menudamierda—protestaMolly.
Tessa hace como que no la oye y se bebe el chupito. Ya está borracha. Si bebe
muchomás,acabarávomitando.
—Molly,¿verdadodesafío?—diceentoncesTessacondemasiadapetulancia.
Todo el mundo se pone tenso, y veo que Steph me está observando de manera
inquisitiva.
MollymiraaTessaalosojos,claramentesorprendidaantesuaudazmovimiento.
—¿Verdadodesafío?—repiteella.
—Verdad—contestaMolly.
—¿Es verdad… —empieza Tessa inclinándose hacia adelante— que eres una
puta?
Se oyen risas y exclamaciones ahogadas de sorpresa. Entierro el rostro en la
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espalda de Tessa para amortiguar mis carcajadas. Joder, esta chica se vuelve loca
cuandoestáborracha.
—¿Perdona?—inquiereMolly,boquiabierta.
—Yamehasoído…¿Esverdadqueeresunaputa?
—No—respondeMollyconlosojosentornadosdeodio.
Natesigueriéndose,aStephlediviertelasituación,aunqueestáalgopreocupada,
yTessapareceestarapuntodeabalanzarsesobreMolly.
—Sellama«verdad»porunarazón—siguepinchándola.
Ledoyunapretónenelmusloylesusurroquelodejeestar.NoquieroqueMolly
lehagadaño,porqueentoncesyotendréquehacerledañoaella.
—Metoca—diceellaentonces—.Tessa,¿verdadodesafío?—pregunta.
Alláva.
—Desafío—respondeTessaconunasonrisasarcástica.
Laotrafingesorpresa,yentoncessonríeconmalicia.
—¿AquenoteatrevesabesaraZed?
LevantolavistahaciaelhorriblerostrodeMolly.
—Nidecoña—digoenvozalta.
Todoelmundomenosellapareceencogerseunpocohaciaatrás.
—¿Por qué no? —sonríe Molly mordazmente—. Es terreno conocido, ya lo ha
hechoantes.
MeincorporoyestrechoaTessacontramí.
—Eso no va a pasar —gruño a esa putilla del tres al cuarto. Me importa una
mierdaesteestúpidojuego,nopiensodejarquebeseanadie.
Zedestámirandohacialapared,ycuandoMollylomira,vequenotieneningún
apoyoenél.
—Vale, pues que sea verdad entonces —dice—. ¿Es verdad que eres gilipollas
por volver con Hardin después de que admitiese que se te folló para ganar una
apuesta?—preguntaconvozalegre.
Tessaseponerígidasobremiregazo.
—No,esonoesverdad—diceconunhilodevoz.
Mollyseponedepie.
—No, no, este juego se llama Verdad o desafío, no La niñata mentirosa. Es la
verdad,ytúeresgilipollasporvolverconél.Tecreestodoloquesaleporsuboca.Y
noteloreprocho,porquesélascosastanincreíblesqueesabocapuedehacer.Joder,
esalengua…
Antesdequepuedadetenerla,TessasaltademiregazoycargacontraMolly.Sus
cuerposimpactan.Tessalaempujaporloshombrosyseaferraaelloscuandoambas
caen encima de Ed. Por suerte para Molly, un chico ha amortiguado su caída. Pero
pordesgraciatambién,Tessalasueltadeloshombrosylaagarradelpelo.
—¡Eresunazorra!—gritaTessaconelpelorosadelaotraenlospuños.
Le levanta la cabeza de la moqueta y vuelve a golpearla contra el suelo. Molly
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gritaypataleabajoelcuerpodeTessa,aunqueTessallevaventajayMollynotiene
maneradecontrolarlasituación.Leclavalasuñasenlosbrazos,peroTessalaagarra
delasmuñecasyselasapartaaambosladosantesdelevantarlamanoydarleuna
bofetada.
«¡Joder!»MelevantodelsofáyagarroaTessadelacinturaparadetenerla.Jamás
habríaimaginadoqueprovocaríaunapeleaentreTessynadie,ymuchomenosMolly,
queesdemucholadrarypocomorder.
Tess se revuelve entre mis brazos durante unos segundos antes de calmarse
ligeramente hasta que puedo sacarla del salón. Tiro de la falda de su vestido para
asegurarme de que no se le ha subido; lo último que necesitamos ahora es que yo
tambiénmeenzarceenunapeleaconalguien.Haypocagenteenlacocina,yyaestán
todoshablandosobrelapeleadelsalón.
—¡Lavoyamatar,Hardin!¡Telojuro!—gritalibrándosedemí.
—Ya lo sé…, ya lo sé —digo, pero no puedo tomarla en serio, a pesar de que
acabodesertestigodesubrutalidad.
—Dejadereírtedemí—resoplasinaliento.Susojosabiertoscomoplatosbrillan
ysusmejillasestánrojasdeira.
—No me río de ti. Es sólo que me ha sorprendido lo que ha pasado —digo
mordiéndomeellabioinferior.
—¡Nopuedoconella!¡¿Quiéncoñosecreequees?!—gritahacialosotrosque
siguenenelsalón,intentandoclaramentequellegueaoídosdeMolly.
—Bien,Ortiz…vamosadarteunpocodeagua—digo.
—¿Ortiz?—pregunta.
—EsunluchadordelaUFC.
—¿LaUFC?
—Noimporta.
Meríoylepongounvasodeagua.MeasomoalsalónparacomprobarqueMolly
noestá.
—Sientounsubidóndeadrenalinaentodoelcuerpo—mediceTessa.
Lomejordepelearseeselsubidóndeadrenalina.Esadictivo.
—¿Tehabíaspeleadoalgunavezconalguien?—pregunto,aunqueestoyseguro
delarespuesta.
—No,claroqueno.
—Y ¿por qué lo has hecho ahora? ¿Qué más da lo que piense Molly de que
estemosjuntos?
—Noeseso.Noesesoloquemehacabreado.
—Entonces¿quéhasido?—lepregunto.
Mepasaelvasovacíoyselorellenodeagua.
—Loquehadichodevosotrosdos—admiteconrabia.
—Ah.
—Sí.Deberíahaberledadounpuñetazo—resopla.
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—Sí,perocreoquelodetirarlaalsueloyestamparlelacabezacontraéltampoco
haestadomal,Ortiz.
Ensuslabiosseformaunalevesonrisayseechaareírtímidamente.
—Nomepuedocreerquehayahechoeso.—Seríeotravez.
—Estásmuyborracha—asientoriendoamivez.
—¡Sí!—coincideenvozalta—.LosuficientecomoparaestamparleaMollyla
cabezacontraelsuelo—secarcajea.
—Creoquetodoshandisfrutadodelespectáculo—digomientraslaagarrodela
cintura.
—Esperoquenosehayanenfadadoconmigoporhabermontadounaescena.
AhíestámiTessa.Borrachacomounacuba,perointentandoserconsideradacon
losdemás.
—Nadie se ha enfadado, nena, en todo caso te estarán agradecidos. Ésta es la
clasedecosasquedanvidaaloschicosdelafraternidad—leaseguro.
—Joder,esperoqueno—dice,yparecemomentáneamentehorrorizada.
—Notepreocupes.¿QuieresquebusquemosaSteph?—preguntoparadistraerla.
—Opodríamoshacerotracosa…—dicecolandolosdedosporlacinturademis
vaqueros.
—Jamásdejaréquebebasvodkacuandonoestéyodelante—bromeo,aunqueen
elfondolodigoenserio.
—Vale…,peroahoravayamosarriba.—Seponedepuntillasymeplantaunbeso
enlamandíbula.
—Quémandonaeres,¿no?—Sonrío.
—Novasasertúelquemandetodoeltiempo.—Seríe,meagarradelcuellode
lacamisetaytirademíhaciaabajohastaponermeasualtura—.Dejaalmenosquete
hagaalgo—ronronea,mordisqueándomeellóbulodelaoreja.
—¿Acabasdevivirtuprimerapeleayestáspensandoeneso?
Asiente.
—Sabesqueloestásdeseando,Hardin—diceconunavoztangravequehaceque
meaprietenaúnmásloscalzoncillos.
—Vale…Joder…,estábien—cedo.
—Vaya,quéfácilhasido.
Laagarrodelamuñecaylaguíohastaelpisodearriba.
—¿Ocupaalguienyalaqueeratuhabitación?—preguntacuandollegamosala
segundaplanta.
—Sí,perohaymuchashabitacionesvacías—ledigo,yabrolapuertadeunade
ellas.
Las dos camas pequeñas están cubiertas de mantas negras, y hay zapatos en el
armario.Nosédequiénseráestecuarto,peroahoraesnuestro.
CierrolapuertayavanzounospasoshastaTessa.
—Bájamelacremallera—meordena.
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—Veoquenoquieresperdereltiempo.
—Cállateydesabróchameelvestido—meespeta.
Sacudolacabezadivertido,yellasevuelveyselevantaelpelo.Rozosucuello
conloslabiosmientraslebajolacremalleraporlaespalda.Veocómoelvelloseeriza
ensusuavepiel,ylosigodescendiendoporsucolumnaconeldedoíndice.
Tiritandounpoco,sevuelveysedeslizalasmangasdelvestidoporlosbrazos.
Laprendacaeasuspiesydejaaldescubiertoelconjuntodebragasysujetadorrosa
intensodeencajequetantomegusta.Deduzcoporsusonrisaqueesperfectamente
conscientedeello.
—Déjatepuestosloszapatos—digoprácticamenterogando.
Ellaaccedeconunasonrisaysemiralospies.
—Antesquierohacerteunacosa.
Con un movimiento veloz, tira de mis vaqueros. Me desabrocha rápidamente la
cremalleraymelosbaja.Retrocedohacialacama,peroellamedetiene.
—No,puaj.Asaberquiénhahechoquéahí—diceconcaradeasco—.Alsuelo
—ordena.
—Te aseguro que el suelo estará mucho más sucio que la cama —replico—.
Espera,dejaquepongamicamiseta.
Mequitolacamisetaporlacabeza,laextiendoenelsueloymesientoencimade
ella.Tessadesciendeysecolocaahorcajadassobremí.Subocaseaferraalapielde
micuellomientrasmenealascaderasysepegaamicuerpo.
«Joder.»
—Tess…—exhalo—.Sisigueshaciendoesovoyaacabarantesdeempezar.
Apartaloslabiosdemicuello.
—¿Quéquiereshacer,Hardin?¿Quieresfollarmeoquieresquetehagaunam…?
La interrumpo con un beso. No voy a perder el tiempo con preliminares. La
deseo, la necesito, ahora. En cuestión de segundos, sus bragas descansan sobre el
sueloasulado,yrebuscoenmisbolsillosuncondón.Necesitorecordarlequetiene
queempezaratomarselapíldora;nosoportousarcondonesconella.Quierosentirla
deltodo.
—Hardin…, date prisa —me ruega, y se echa en la moqueta apoyada sobre los
codos.Sucabellolargocaehastarozarelsuelodetrásdesuespalda.
Gateohastaella,leseparolosmuslostodavíamásconlasrodillasymedispongo
a penetrarla. Pierde el equilibrio, se cae hacia atrás y se agarra a mis brazos para
incorporarse.
—No…quierohacerloyo—dice.
Meempujacontraelsueloysemontaencimademí.Gimemientrasdesciendey
eselsonidomásdeliciosoqueheoídoenmivida.Menealascaderaslentamente,en
círculos,subiendoybajando,torturándome.Setapalabocaconlamanoyponelos
ojos en blanco. Cuando me pasa las uñas por el estómago, casi pierdo el control.
Rodeosuespaldaconelbrazoyvuelvolastornas.Yamehecansadodequetenga
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ellaelcontrol.Nolosoporto.
—¿Qué…?—empieza.
—Soyyoquienmandaaquí,soyyoquientieneelcontrol.¡Noloolvides,nena!
—gruño,ylapenetroconfuerza,entrandoysaliendoaunritmomuchomásrápido
queconelqueellameestabaatormentando.
Tessasienteembriagadaysetapalabocadenuevo.
—Cuando…lleguemosacasa…tefollaréotravez,yallínotetaparáslaboca…
—leadviertomientraslevantosupiernahastamihombro—.Todoelmundoteoirá.
Oiránloqueteestoyhaciendo,loquesóloyotehago.
Gime de nuevo. Le beso la pantorrilla y se tensa. Estoy cerca…, muy cerca, y
entierro la cabeza en su cuello mientras inundo el condón. Apoyo la cabeza en su
pechohastaquenuestrarespiraciónvuelvealanormalidad.
—Esohasido…—exhala.
—¿MejorqueatacaraMolly?—Merío.
—Nolosé…,porunestilo—bromea,yselevantaparavestirse.
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CAPÍTULO60
Tessa
Hardin me sube la cremallera y yo me arreglo el pelo con los dedos mientras él se
abrochalospantalones.
—¿Quéhoraes?—preguntomientrasseponeloszapatos.
—Faltan dos minutos para las doce —responde tras comprobar la hora en un
despertadorquehayenunpequeñoescritorio.
—Vaya…,puesvamosabajarya—ledigo.
Sigomásqueborracha,peroahoraestoymásrelajada,graciasaél.Bebidaono,
aúnnomecreoloquehapasadoconMolly.
—Vamos.
Mecogedelamanoyllegamosalaescalerajustocuandotodoelmundoempieza
agritar:
—¡Diez…,nueve…,ocho…!
Hardinponelosojosenblanco.
—¡Siete…,seis…!
—Estoesabsurdo—protesta.
—¡Cinco…,cuatro…,tres…!—empiezoagritar—.Hazloconmigo—digo.
Intentanosonreír,perofracasayunaenormesonrisasedibujaensucara.
—¡Dos…,uno…!—digometiéndoleeldedoenelhoyuelo.
—¡FelizAñoNuevo!—gritatodoelmundo,yoincluida.
—QuevivaelAñoNuevo—diceHardinsinelmenorentusiasmo,yyomerío
cuandopegaloslabiosalosmíos.
Aunapartedemílepreocupabaquenomebesaraaquí,delantedetodos,pero
ahoraacabadehacerlo.Cuandomismanossedeslizanhastasucintura,melascoge
paradetenerme.Seapartaysusojosdecoloresmeraldarelucen.Quéguapoes.
—¿Aúnnoestáscansada?—bromea,yniegoconlacabeza.
—Notehagasilusiones.Novoyahacerloqueimaginas.—Sonrío—.Tengoque
hacerpis.
—¿Quieresqueteacompañe?
—No.Ahoravuelvo—digo,yledoyunbesorápidoantesdedirigirmealcuarto
debaño.
Deberíahaberlodejadovenir.Estoesmuchomásdifícilquecuandoestoysobria.
Hasidounanochedivertida,aunapesardelodeMolly.Hardinmehasorprendido
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mostrándosecalmado,inclusoconZed,yhaestadodebuenhumortodoeltiempo.
Despuésdelavarmelasmanos,recorroelpasillodenuevoensubusca.
—¡Hardin!—oigoqueexclamaunavozfemenina.
Miroyveounacarafamiliar:eslachicadepelonegroconlaquemehetopado
antes. Y se dirige hacia él. Como soy de naturaleza curiosa, decido quedarme atrás
unosmetros.
—Tengotumóvil,lohasolvidadoenelcuartodeLogan.—Sonríeysesacael
teléfonodeHardindelbolso.
«¿Qué?» Seguro que no es nada. Estaban en la habitación de Logan, lo que
significaqueprobablementenoestabansolos.Confíoenél.
—Gracias.—Cogeelteléfonoysealejadeella.Menosmal—.¡Oye!—legrita
entonces—. ¿Te importaría hacerme el favor de no decirle a nadie que estábamos
juntosenelcuartodeLogan?—pregunta.
—Yonuncaalardeodemisrollos—sonríelachicaantesdemarcharse.
Elpasilloempiezaagiraramialrededor.Notoundolorinstantáneoenelpechoy
corroporlaescalera.Hardinmevecorriendoycompruebocómoelcolordesaparece
desurostroalsaberquelohepillado.
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CAPÍTULO61
Hardin
Veounresplandordoradoaunosmetrosdedistancia.SorteoaJamieyveoaTessa,
con los ojos abiertos como platos y el labio inferior tembloroso. En unos instantes
pasadeanimaldeslumbradoanoviafuriosaysalecorriendoatodavelocidadporla
escalera.
«¿Qué?»
—¡Tessa!¡Espera!—gritotrasella.
Paraestartanborracha,vuelaporlosescalones.¿Porquétienequehuirsiempre
demí?
—¡Tess!—gritodenuevo,yapartoalagentedemicamino.
Porfin,cuandolatengoatansólounosmetrosdedistanciaenelrecibidor,hace
algoquecasiprovocaquemecaigadeculo.Elcapullorubioquelaestabamirando
antes silba cuando la ve pasar. Ella se detiene de repente y su mirada hace que me
quedeheladoenelsitio.Sonriendocondespecho,cogealtipodelacamisa.
«¿Quécoñoestáhaciendo?¿Vaa…?»
Respondiendoamispensamientos,memirayleplantaunbeso.Cierrolosojos
confuerzaenunintentodeborrarlodemimente.Estonopuedeestarpasando.Ella
jamásharíaeso,Tessa,no,pormuyenfadadaqueestuviera.
Eltipo,sorprendidoporsurepentinamuestradeafecto,serecuperaalinstantey
rodeasucintura.Ellaabrelaboca,deslizaunamanohastasupeloyseagarraaél.
Soyincapazdeentenderloqueestápasando.
—¡Hardin,no!—grita.
«¿No,qué?»
Cuando abro los ojos me encuentro encima del rubio y veo que tiene el labio
partido.¿Yalohegolpeado?
—¡Hardin,porfavor!—gritaotravez.
Me apresuro a apartarme del tío antes de que todo el mundo forme un corro a
nuestroalrededor.
—Pero¿quécojones…?—gruñeél.
Quiero romperle la puta cabeza, pero me he esforzado mucho por intentar
controlarmisarrebatos.¿Porquéhatenidoquehaceresoyecharportierratodomi
trabajo?Medirijohacialapuertasinmolestarmeencomprobarsimeestásiguiendo.
—¡¿Porquélehaspegado?!—gritaTessamiespaldacuandollegoamicoche.
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—¿Túquécrees?¡Porqueacabodevercómoteenrollabasconél!—chillo.
Casihabíaolvidadoloquesesiente,elsubidóndeadrenalinayelfamiliardolor
enlosnudillos.Sólolehepegadounavez…,oesocreo…Noestámal.Peroquiero
más.
Ellaempiezaallorar.
—Y ¿qué más te da? ¡Tú has besado a esa chica! ¡Y seguramente has hecho
bastantemásqueeso!¿Cómohaspodido?
—¡No! No te atrevas a llorar, Tessa. ¡Acabas de besar a un tío delante de mis
narices!—digogolpeandoelcapódelcoche.
—¡Loquetúhashechoesmuchopeor!¡Heoídocómoledecíasaesachicaque
nodijeranadadeloquehabíaishechoenlahabitacióndeLogan!
—Notienesniideadeloqueestásdiciendo.¡Yonohebesadoanadie!
—¡Claro que sí! ¡Ella te ha dicho que nunca alardea de sus rollos! —grita
sacudiendolosbrazosenelairecomounaidiota.
«Joder,esexasperante.»
—Esunaformadehablar,Tessa.Sereferíaaquenoibaacontarleanadieloque
habíamosestadohablando…,¡niquehemosestadofumandohierba!—grito.
Sofocaungrito.
—¿Hasfumadohierba?
—No,nolohehecho.Pero¿quémásdaeso?¡Acabasdeponermeloscuernos!
Metirodelpelo.
—¿Porquémehasdejadosolaparairteconella,yluegoledicesquenocuente
nada?Notieneningún…
—¡Es la hermana de Dan! Le he dicho que no dijera nada porque estaba
intentando disculparme en privado por lo que le hice. ¡Iba a contártelo mañana
cuandonoestuviesestanbeligerante,joder!Estábamostodosenlahabitación:Logan,
Nate,ellayyo.Ellosestabanfumándoseunporro,ycuandoseibanlehepedidoa
Jamiequesequedaraunmomentoporquequeríahacerlocorrectoconella,porti.—
Estoy seguro de que toda mi ira escapa por mis ojos cuando digo—: ¡Yo nunca te
pondríalosputoscuernos…yadeberíassaberlo!
Y, al instante, Tessa se desinfla. Se ha quedado sin habla, y me alegro. Se está
equivocandoconmigo,yestoycabreadodelahostia.
—Pero…—empieza.
—Pero¿qué?Túhasactuadomal,noyo.Nisiquieramehasdadolaoportunidad
deexplicarme.Tehascomportadocomounacría.¡Comounacríaimpulsiva!—grito,
ygolpeoelcapódenuevo.
Elgolpehacequedéunbrinco,peromedaigual.
Deberíavolveradentro,buscaralrubioyterminarloqueheempezado.Golpear
micochenomeproporcionalamismasatisfacción.
—¡Nosoyningunacría!¡Creíaquehabíashechoalgoconella!—megritaentre
lágrimas.
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—¡Puesnolohehecho!Despuésdetodoporloquehetenidoquepasarparaque
siguieras conmigo, ¿de verdad crees que iba a ponerte los cuernos con una tía
cualquieraenunafiestaodondesea?
—Nosabíaquépensar—replicaagitandodenuevolosbrazosenelaire.
Mepasolamanoporelpeloeintentotranquilizarme.
—Pueslosiento,peroéseestuproblema.Yoyanoséquémáshacerparaquete
descuentadequetequiero.
Habesadoaotro.Habesadoaotrotíodelantedemisnarices.Mesientoaúnpeor
quecuandomedejó,porquealmenosenaquellaocasiónfueculpamía.
Sucálidoalientoformabocanadasdevahoenelairefrío.
—¡Bueno,puesigualsinoestuvieratanacostumbradaaquemeocultescosasno
estaríatanpredispuestaalosmalentendidos!—grita.
Lamiroboquiabierto.
—Eresincreíble,enserio.Enestosmomentosnopuedonimirartealacara.
Enmimente,noparodeverlabesándoseconaqueltipounayotravez.
—Sientohaberlobesado—diceresignada—.Peronoesparatanto.
—Estás de coña, ¿no? Por favor, dime que sí, porque si hubiera sido yo el que
hubiese besado a alguien probablemente no volverías a hablarme en la vida. Pero
claro,comohasidolaprincesaTessa,nopasanada.¡Todoscontentos!—memofo.
Secruzadebrazosconindignación.
—¿LaprincesaTessa?¿Dequévas,Hardin?
—¡Venga ya! ¡Me has puesto los cuernos en mis propias narices! Te he traído
aquí para que vieras lo mucho que significas para mí. Quería que supieras que me
importaunamierdaloquelosdemáspiensendenosotros.Queríaquetelopasaraslo
mejorposible,¡ytúvasyhacesesamierda!
—Hardin…,yo…
—¡No!¡Aúnnoheacabado!—Sacolasllavesdelcoche—.¡Actúascomosiesto
no fuese nada! Pero para mí es muy importante. Ver los labios de otro sobre los
tuyos…es…¡notepuedesniimaginarloenfermoquemepone!
—Hedichoque…
Pierdoloscabales.Séquedoymiedo,peronopuedoevitarlo.
—¡Dejadeinterrumpirmeporunavezentuputavida!—grito—.¿Sabesqué?No
tepreocupes.Puedesvolverahíadentroypedirleatunuevonovioquetelleveacasa.
—Mevuelvoyabrolapuertadelcoche—.SeparecemuchoaNoah,yseguramente
loquepasaesqueloechasdemenos.
—¿Qué?¿QuétienequeverNoahentodoesto?Yesevidentequenotengoun
tipodehombre—gruñe,ymeseñalaconlamano—.Aunquealomejordebería.
—¡Alamierda!—chillo,ymemetoenelcoche.
Arrancoyladejoahíplantadaconelfríoquehace.Cuandollegoalstopnopuedo
evitargolpearelvolantesinparar.
Sinomehallamadoantesdeunahorasignificaráquesehaidoconotrapersona.
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CAPÍTULO62
Tessa
Diez minutos después sigo de pie en la acera. Tengo las piernas y los brazos
entumecidosyestoytiritando.Hardinvolverádeunmomentoaotro;nopuedocreer
quedeverdadvayaadejarmeaquísola.Borrachaysola.
Cuandomedispongoallamarlorecuerdoqueéltienemiteléfono.
«Genial… ¿En qué coño estaba pensando?» No estaba pensando, ése es el
problema.Todoibatanbien,yyonisiquieraleheconcedidoelbeneficiodeladuda.
En lugar de hacerlo, he besado a otro chico. Me dan ganas de vomitar sólo de
pensarlo.
«¿Porquénohavueltotodavía?»
Tengoqueiradentro.Hacedemasiadofríoaquí,yquierootracopa.Semeestá
empezandoapasarlaborrachera,ynoestoypreparadaparaenfrentarmealarealidad.
Unavezenlacasa,voydirectamentealacocinaparaservirmeunabebida.Ésta
eslarazónporlaquenodeberíabeber.Elsentidocomúnmeabandonacuandoestoy
ebria.Hepensadolopeordeélyhecometidounerrortremendo.
—¿Tessa?—diceZeddetrásdemí.
—Hola—gruño.Levantolacabezadelfríobancodelacocinaymevuelvopara
mirarlo.
—Esto…,¿quéhaces?—diceriéndoseamedias—.¿Estásbien?
—Sí…,estoybien—miento.
—¿DóndeestáHardin?
—Sehaido.
—¿Sehaido?¿Sinti?
—Sí.—Doyuntragoamibebida.
—¿Porqué?
—Porquesoyunaidiota—respondoconsinceridad.
—Lodudomucho.—Sonríe.
—No,enserio,estavezsí.
—¿Teapetecehablardeello?
—Laverdadesqueno—suspiro.
—Vale…,puestedejosola—dice,yempiezaaalejarse.Peroentoncessevuelve
otravez—.Notieneporquésertancomplicado,¿sabes?
—¿El qué? —le pregunto, y lo sigo hasta que nos sentamos a una mesa de la
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cocina.
—Elamor,lasrelaciones…,todoeso.Notieneporquésertandifícil.
—¿Ah,no?¿Noessiempreasí?
LaúnicareferenciapreviaquetengoesNoah,yconélnuncanospeleábamosasí,
perotampocosésiloquería.Almenos,nocomoquieroaHardin.Tiroelalcoholal
fregaderoymesirvounvasodeagua.
—Nolocreo.Yonuncahevistoanadiepelearsecomolohacéisvosotrosdos.
—Esporquesomosmuydiferentes,esoestodo.
—Sí,supongoqueasíes.—Sonríe.
Cuando compruebo el reloj, ha pasado una hora desde que Hardin se marchó
dejándomeaquí.Puedequenovayaavolverdespuésdetodo.
—¿Perdonaríasaalguienquehabesadoaotrapersona?—lepreguntoporfina
Zed.
—Supongoquedependedelascircunstancias.
—¿Ysilohubiesehechodelantedeti?
—Joder,no.Esoesimperdonable—diceconunaexpresióndedisgusto.
—Vaya.
Seinclinahaciamíconcompasión.
—¿Hahechoeso?
—No.—Levantolavistaylomiroalosojos—.Hesidoyo.
—¿Tú?—preguntaclaramentesorprendido.
—Sí…,yatehedichoquesoyunaidiota.
—Sí,sientodecirlo,peroloeres.
—Sí—coincido.
—¿Cómovasavolveracasa?—preguntaentonces.
—Pues sigo esperando que regrese a por mí, aunque está claro que no lo va a
hacer.—Memuerdoellabio.
—¿Quieresquetelleve?—dice,perocuandomiroamialrededorconvacilación,
añade—:StephyTristanestaránarriba,siprefieres…
Lomirosindejarloacabar.
—¿Podríasllevarmeahora?Noquierometerlapatamástodavía,perosemeestá
pasandolaborrachera,porsuerte,yquierovolveracasaeintentarhablarconHardin.
—Claro.Vamos—diceZed,yapuroelaguaantesdeseguirlohastasucoche.
Adiezminutosdelapartamento,empiezoatemerlareaccióndeHardincuandovea
que Zed me ha acompañado a casa. Intento esforzarme por recuperar la sobriedad,
perolascosasnofuncionanasí.Estoymuchomenosebriaquehaceunahora,pero
sigoborracha.
—¿Puedollamarlodesdetuteléfono?—lepreguntoaZed.
Apartaunamanodelvolanteyselallevaalbolsilloparabuscarsumóvil.
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—Toma…Mierda,notienebatería—dicecuandopresionaelbotónsuperioryve
elsímbolodelabateríaagotada.
—Graciasdetodosmodos—respondoencogiéndomedehombros.
Noobstante,llamaraHardindesdeelteléfonodeZedseguramentenoseamuy
buena idea. No es tan mala como la de besar a un chico cualquiera delante de sus
narices,perosiguesinserunabuenaidea.
—¿Ysinoestáencasa?—digo.
Zedmemirasocarronamente.
—Tienesllaves,¿no?
—Nohecogidolasmías…Nopenséquefueraanecesitarlas.
—Ah…,vaya…Bueno,seguroquesíqueestá—dice,aunqueparecenervioso.
Hardin lo asesinaría si me encontrara en su casa. Cuando llegamos al
apartamento, Zed aparca y busco con la mirada el coche de Hardin. Está donde
siempre,menosmal.Noséquéhabríahechosinollegaaestaraquí.
Zed insiste en acompañarme hasta arriba. Aunque creo que la cosa no acabará
bien,nosésiserécapazdellegarsolaalpisoenmiestadodeembriaguez.
Maldito sea Hardin por dejarme en esa fiesta. Maldito sea por ser un idiota
impulsivo.MalditoseaZedporsertanmajoytemerariocuandonodeberíaserlo.Y
malditoseaWashingtonporsuclimafrío.
Cuandollegamosalascensor,empiezaalatirmelacabezaalritmodemicorazón.
NecesitopensarquévoyadecirleaHardin.Estarámuycabreadoconmigo,ytengo
quepensarenunabuenamaneradedisculparmequenoimpliqueelsexo.Noestoy
acostumbradaaseryolaquetienequedisculparse,yaquesiempreesélquienmete
lapata.Estarenestaposiciónnoesnadaagradable.Dehecho,esbastantehorrible.
Avanzamos por el pasillo y no puedo evitar sentirme como si estuviésemos
preparándonosparacaminarporunatablarodeadosdetiburones,ynosésiseráZed
osiseréyolaqueacabeenelagua.
Llamoalapuertayélaguardaunospasospordetrásdemímientrasesperamosa
queHardinabra.Estohasidomuymalaidea.Deberíahabermequedadoenlafiesta.
Llamodenuevo,estavezconmásfuerza.¿Ysinoabre?
¿Y si se ha llevado mi coche y no está en casa? No se me había ocurrido la
posibilidad.
—Si no abre, ¿puedo quedarme en tu casa? —digo intentando contener las
lágrimas.
No quiero quedarme en casa de Zed y hacer que Hardin se enfade todavía más
conmigo,peronosemeocurreotraopción.
¿Ysinomeperdona?Nopuedovivirsinél.Zedapoyalamanoenmiespalday
me la frota para consolarme. No puedo llorar, tengo que estar tranquila cuando
abra…,siesqueabre.
—Claroquesí—respondeZedporfin.
—¡Hardin! Abre la puerta, por favor —le ruego en voz baja, y apoyo la frente
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contralamadera.
No quiero gritar porque no quiero montar una escena a las dos de la mañana.
Bastantehartosestarányalosvecinosdenuestrosgritos.
—Me temo que no va a abrir. —Suspiro y me recuesto contra la pared un
momento.
Entonces,porfin,cuandoempezamosaalejarnos,lapuertaseabre.
—Vaya…,miraquiénhadecididopasarseporaquí—diceHardinobservándonos
desdelapuerta.Algoensutonomedaescalofríos.Cuandomevuelvoparamirarlo,
tienelosojosinyectadosensangreylasmejillasrosadas—.¡Zed,tío!Mealegrode
verte—exclamaarrastrandolaspalabras.Estáborracho.
Semedespejalamentealinstante.
—Hardin…,¿hasestadobebiendo?
Memirademaneraimperiosa,claramenteinestable.
—¿Atiquéteimporta?Ahoratienesotronovio.
—Hardin…
Noséquédecirle.Estáclaroqueestácomounacuba.Laúltimavezqueloviasí
fue la noche que Landon me llamó para que fuera a casa de Ken. Conociendo el
historialdesupadreconlabebida,yviendoelmiedoqueteníaTrishdequeHardin
hubieraempezadoabeberdenuevo,semecaeelalmaalospies.
—Gracias por traerme a casa, creo que es mejor que te vayas —le digo
amablementeaZed.Hardinestádemasiadoborrachocomoparaestarcercadeél.
—¡Nooo!—exclamaHardin—.¡Pasa!¡Tomemosalgo!—CogeaZeddelbrazoy
tiradeélhaciaelinteriordelapartamento.
Lossigo,protestando:
—Noesbuenaidea,Hardin.Estásborracho.
—Tranquila —me dice Zed haciéndome un gesto con la mano. Es como si
estuvieradeseandomorir.
Hardin se tambalea hasta la mesita auxiliar, coge la botella de licor oscuro que
haysobreellaysirveunacopa.
—Sí,Tessa.Relájate.
Quierogritarleporhablarmedeesamanera,peromehaabandonadolavoz.
—Aquí tienes. Voy a por otro vaso para ti, Tess —farfulla, y desaparece en la
cocina.
Zedsesientaenelsillónyyotomoasientoenelsofá.
—Novoyadejarteaquísolaconél.Estámuyborracho—susurra—.Pensabaque
nobebía.
—Ynobebe…,asíno.Estoesculpamía.—Entierrolacabezaentrelasmanos.
DetestoqueHardinsehayaemborrachadoporloquehehecho.Queríateneruna
conversacióncivilizadaconélparapoderdisculparmeportodo.
—No,noloes—measeguraZed.
—¡Ésta…parati!—gritaHardincuandoirrumpedenuevoenelsalón,ymepasa
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unvasollenohastalamitaddelicor.
—Noquierobebermás.Yahebebidobastanteporestanoche.—Lequitoelvaso
delasmanosylodejosobrelamesita.
—Comoquieras.Másparamíentonces.—Mesonríe,yesunasonrisamalévola,
noesasonrisaquetantoadoro.
Estoyempezandoaasustarme.SéqueHardinjamásmeharíadañofísicamente,
peronomegustanadaestacaradeél.Preferiríaquemegritaraoquegolpearauna
paredaqueestéaquíbebiendosinpararmientrassemuestratanrelajado.Demasiado
relajado.
Zedhaceunpequeñobrindisysellevalabebidaaloslabios.
—Es como en los viejos tiempos, ¿verdad? Ya sabes, como cuando querías
follarteamichica—diceHardin,yZedescupesubebidadenuevoenelvaso.
—No.Túlahasdejadoallísola;yosólolahetraídoacasa—respondeZedcon
tonoamenazador.
Hardinmeneasupropiabebidaenelaire.
—Nomerefieroalodeestanoche,ylosabes.Aunqueestoybastantecabreado
contigo porque te hayas tomado la libertad de traerla a casa. Ya es mayorcita, sabe
defenderse.
—Nodeberíatenerquedefenderse—replicaZed.
Hardingolpeaelvasocontralamesaydoyunbrinco.
—¡Esonoesasuntotuyo!Aunquedesearíasquelofuera,¿verdad?
Mesientocomosiestuvieraenmediodeuntiroteoyquisieraapartarmeperomi
cuerpo no me lo permitiera. Observo horrorizada cómo mi señor Darcy particular
empiezaatransformarseenTomBuchanan…
—No—contestaZed.
Hardinsesientaamilado,peromantienesusojosvidriososfijosenZed.Mirola
botelladealcoholyveoquequedamenosdelamitad.EsperoqueHardinnosehaya
bebidotodoloquefaltaenlaúltimahoraymedia.
—Claroquesí—replicaél—.Nosoyidiota.Ladeseas.Mollymecontótodolo
quedijisteensudía.
—Déjaloestar,Hardin—gruñeZed,yestonohacesinoprovocarmásamichico
—.EsotepasaporhablarconMolly.
—Ay, Tessa es tan guapa… ¡Tessa es tan dulce…! ¡Tessa es demasiado buena
paraHardin!¡Tessadeberíaestarconmigo!—seburlaHardin.
«¿Qué?»
Zedevitamimirada.
—Cierralaputaboca,Hardin.
—¿Hasoído,nena?Zedcreíaquepodíatenerte.—Seríe.
—Yabasta,Hardin—digo,ymelevantodelsofá.
Zed parece humillado. No debería haberle pedido que me trajera a casa. ¿De
verdad dijo esas cosas sobre mí? Había dado por hecho que su actitud conmigo se
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debíaaquesesentíaavergonzadoporlodelaapuesta,peroahorayanoestoysegura.
—Mírala, seguro que lo estás pensando ahora mismo…, ¿verdad? —lo provoca
Hardin. Zed lo fulmina con la mirada y deja el vaso sobre la mesita—. Nunca será
tuya,chaval,ríndete.Noserádenadie.Sólomía.Soyelúnicoqueselafollarájamás.
Soyelúnicoquesabránuncaloquesesienteestandoconella…
—¡Yabasta!—grito—.Pero¿quécoñotepasa?
—Nada,sóloestoydiciendolaverdad—respondeHardin.
—Estássiendocruel—replico—.¡Ymeestásfaltandoalrespeto!—Mevuelvo
haciaZed—:Creoquedeberíasmarcharte.
ÉlmiraaHardin,ydespuésotravezamí.
—Estoybien—leaseguro.
No sé qué va a pasar, pero sé que no será ni la mitad de malo de lo que puede
llegarasersicontinúaaquí.
—Porfavor—leruego.
Porfin,Zedasiente.
—Estábien,meiré.Tienequesolucionarsumierda.Bueno…,tenéis.
—Ya la has oído: lárgate —le espeta Hardin—. Pero no te sientas mal, a mí
tampoco me quiere. —Da otro trago a su copa—. Le gustan más los tíos guapos y
bienvestidos.
Semecaeelalmaalospies,yséquemeesperaunanochemuylarga.Nosési
deberíaestarasustada,peronoloestoy.Bueno,puedequeunpoco,aunquenopienso
irmeaningunaparte.
—Largo—repiteHardinseñalandomientrasZedsedirigehacialasalida.
Unavezquesehamarchadodelapartamento,Hardincierralapuertaysevuelve
haciamí.
—Tienessuertedequenolehayadadounapalizaporhabertetraído.Losabes,
¿verdad?
—Sí—contesto.Discutirconélnomeparecebuenaideaenestosmomentos.
—¿Porquétehasmolestadoenvenir?
—Vivoaquí.
—Nopormuchotiempo.—Seponemásalcoholenelvaso.
—¿Qué?—Mequedosinaliento—.¿Vasaecharme?
Cuandoelvasoestálleno,meguiñaunojo.
—No—dice—,acabarásyéndoteporvoluntadpropia.
—No,noloharé.
—Puede que tu nuevo amante tenga espacio en su casa. Hacíais muy buena
pareja.
Sudetestablemaneradehablarmemerecuerdaloscomienzosdenuestrarelación,
ynomegustanada.
—Hardin, deja de decir esas cosas, por favor. Ni siquiera lo conozco. Y siento
muchísimoloquehehecho.
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—Diréloquemesalgadeloscojones,delmismomodoquetúhacesloqueteda
laputagana.
—Hecometidounerror,ylosiento,peroesonotedaderechoatratarmedeesta
maneratancruelniabeberasí.Estababorrachaydeverdadcreíaquehabíapasado
algo entre esa chica y tú. No sabía qué pensar. Lo siento, jamás te haría daño a
propósito—digolomásrápidoquepuedoyesforzándomeporqueloentienda,pero
séquenomeestáescuchando.
—¿Aúnsigueshablando?—meespeta.
Suspiroymemuerdouncarrillo.«Nollores.Nollores…»
—Mevoyalacama.Hablaremoscuandonoestéstanborracho.
Nodicenada;nisiquieramemira,demodoquemequitoloszapatosymedirijo
aldormitorio.Encuantocierrolapuerta,oigoelvasoestrellarse.Salgocorriendoal
salón y me encuentro la pared mojada y el suelo lleno de cristales. Observo con
impotencia cómo coge los otros dos vasos y los estampa contra la pared. Bebe un
último trago directamente de la botella y después la arroja también con todas sus
fuerzas.
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CAPÍTULO63
Tessa
Cogelalámparadelamesitaauxiliar,arrancaelcabledelaparedylatiracontrael
suelo.Despuésagarraunfloreroyloestrellacontralapareddeladrillo.¿Porquésu
primerinstintoessiemprerompertodoloquetengaamano?
—¡Para!—grito—.¡Hardin,vasarompertodasnuestrascosas!¡Para,porfavor!
—¡Esto es culpa tuya, Tessa! ¡Tú lo has provocado! —me grita, y se hace con
otroflorero.
Corroporelsalónyseloquitodelasmanosantesdequelohagaañicos.
—¡Ya lo sé! Pero, por favor, habla conmigo —le ruego. Ya no puedo seguir
conteniendolaslágrimas—.Porfavor,Hardin—sollozo.
—¡Lahascagado,Tessa!¡Ymucho!
Golpealaparedconelpuño.
Sabíaqueestoibaapasary,laverdad,mesorprendequehayatardadotanto.Me
alegrodequeporlomenoshayaescogidogolpearelmurodeyesoenlugardelde
ladrillo,delocontrariosehabríahechodañoenlamano,oalgopeor.
—¡Déjameenpaz,joder!¡Lárgate!—chilla,yempiezaapasearsedeunladoa
otroantesdeapoyarlasdosmanoscontralapared.
—Tequiero—digosinpensar.
Necesitoquesecalme,peroestádemasiadoborrachoymeestáintimidando.
—¡Puesnoloparece!¡Hasbesadoaotroputotío!¡YhastraídoaZedamiputa
casa!
SemeparteelcorazóncuandomencionaaZed.Hardinlohahumillado.
—Losé…,losiento.
Reprimoelimpulsodedecirlequeesunhipócrita.Sí,séqueloquehehechoha
estadomal,muymal,peroyoloheperdonadoporhacermedañomuchasveces.
—Sabes perfectamente que me jode mucho verte con otra persona, ¡y tú vas y
haces esa mierda! —Las venas de su cuello se tornan moradas y está empezando a
parecerunmonstruo.
—Hardin, he dicho que lo siento —insisto, hablando lo más suave y
relajadamenteposible—.¿Quémásquieresquetediga?Nopensabaconclaridad.
Setiradelospelos.
—Que digas que lo sientes no hace que desaparezca de mi mente. No paro de
verlo.
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Meacercoymecolocojustodelantedeél.Apestaawhisky.
—Puesentoncesmírame.Mírame.
Llevolasmanosasusmejillasyloobligoadirigirsusojoshaciamí.
—Lohasbesado.Hasbesadoaotrotío—diceenuntonomuchomáscalmado
quehaceunossegundos.
—Losé,ylosientomucho.Nosabíaloquehacía.Yasabesqueavecespuedoser
muyirracional.
—Esonoesexcusa.
—Losé,cariño,losé.—Esperoqueesaspalabraslotranquilicen.
—Mehacedaño—dice,aunquelafuriahadesaparecidodesusojosenrojecidos
—.Poresonoteníanovia,aunquenuncahequeridotenerla,peroestoesloquepasa
cuandolagentesale…osecasa.Porestasmierdasesporloquenecesitoestarsolo.
Noquieropasarporesto.—Seapartademí.
Me duele el pecho porque suena como un niño; un niño solitario y triste. No
puedo evitar pensar en Hardin cuando era pequeño, escondiéndose mientras sus
padressepeleabanporqueKenabusabadelalcohol.
—Hardin,porfavor,perdóname.Novolveráaocurrir,jamásvolveréahaceralgo
así.
—Da igual, Tess, uno de los dos lo hará. Eso es lo que hace la gente que se
quiere. Se hacen daño entre sí y luego rompen, o se divorcian. Y yo no quiero eso
paranosotros.Noquieroesoparati.
Meacercomásaél.
—Esononospasaráanosotros.Nosotrossomosdiferentes.
Niegaligeramenteconlacabeza.
—Lepasaatodoelmundo;miranuestrospadres.
—Nuestros padres se casaron con la persona equivocada, eso es todo. Mira a
Karenyatupadre.—Mealegrodecomprobarqueahoraestámuchomáscalmado.
—Ellostambiénacabarándivorciándose—repone.
—No,Hardin.Nolocreo.
—Yosí.Elmatrimonioesunamierda:«Oye,megustas,vamosavivirjuntosya
firmar un papel para prometernos que jamás nos dejaremos, aunque luego no lo
cumplamos».¿Porquéibaaquerernadiehaceresovoluntariamente?¿Quiénquiere
atarseaunapersonaparasiempre?
Noestoypreparadaparaprocesarloqueacabadedecirme.¿Noimaginaunfuturo
conmigo?Sóloestádiciendoesoporqueestáborracho,¿no?
—¿De verdad quieres que me vaya? ¿Eso es lo que deseas?, ¿dejarlo? —le
preguntomirándolodirectamentealosojos.
Nomeresponde.
—¿Hardin?
—No… Joder…, no, Tessa. Te quiero. Te quiero un montón, pero tú… Lo que
has hecho ha sido horrible. Has cogido todos mis miedos y los has convertido en
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realidadconunsologesto.—Susojossehumedecenysemeparteelcorazón.
—Losé,ymesientofatalporhabertehechodaño.
Mira la habitación y comprendo que todo lo que hemos construido aquí era su
intentodedemostrarmequemequiere.
—DeberíasestarconalguiencomoNoah—dice.
—Noquieroestarconnadiequenoseastú.—Mesecolosojos.
—Tengomiedodequelohagas.
—¿Elqué?¿DejarteporNoah?
—Noporélexactamente;poralguiencomoél.
—Noloharé,Hardin.Tequiero.Noquieroanadiemás,sóloati.Megustatodo
deti,asíquedejadedudardeti.
Meduelepensarquesesientedeestamanera.
—Entonces¿noempezasteasalirconmigosóloparacabrearatumadre?
—¿Qué?—exclamo,peroélmemirayesperaunarespuesta—.No,claroqueno.
Mimadrenotienenadaqueverconlonuestro.Meenamorédetiporque…,bueno,
porque no tenía elección. No pude evitarlo. Intenté no hacerlo por lo que pudiera
pensarella,peroerainevitable.Siempreteheamado,quisieraonohacerlo.
—Ya.
—¿Quépuedohacerparaquemecreas?
Despuésdetodoporloquehemospasado,¿cómopuedepensarqueestabaconél
pararebelarmecontramimadre?
—Puespodríasempezarpornobesarteconotros—dice.
—Sé que eres inseguro, pero deberías saber que te quiero. He luchado por ti
desdeelprimerdía,conmimadre,conNoah,contodoelmundo.
Sinembargo,algodeloqueacabodedecirlohamolestado.
—¿Inseguro? —replica—. Yo no soy inseguro. Pero tampoco pienso quedarme
ahísentadomientrasjuegasconmigocomosifueraunputoidiota.
Consurepentinarecuperacióndelaira,empiezoacabrearmeyotambién.
—¿Atitepreocupaqueyojueguecontigo?
Séqueloquehehechoestámal,peroélmehahechocosasmuchopeores.Élsí
quemetratócomosifueraunaidiota,yloperdoné.
—Noempiecesconesamierda—ruge.
—Hemos recorrido un largo camino, hemos pasado por muchas cosas, Hardin.
No dejes que un error lo eche todo a perder. —Jamás pensé que sería yo la que
tuvieraquerogarlequemeperdonara.
—Túlohasechadotodoaperder,noyo.
—Dejadesertanfríoconmigo.Tútambiénmehashechomuchascosasamí—le
espeto.
Lafuriaregresaasurostroyseapartabruscamentedemígritandoporencimadel
hombro:
—¡¿Sabesqué?Yohabréhechomuchascosas,perotúhasbesadoauntíodelante
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demisnarices!
—Ah,¿comoaquellavezqueMollyestabaencimadetiylabesastedelantede
mí?
Sevuelverápidamente.
—Ahínoestábamosjuntos.
—Puedequeparatino,peroyocreíaquesí.
—Esonotieneimportancia,Tessa.
—¿Quieresdecirquenovasadejarlopasar?
—Noséquéquierodecir,peromeestásrayando.
—Creoquedeberíasirtealacama—lesugiero.
A pesar del breve momento de comprensión de los últimos minutos, está claro
quesumentesigueenmodocruel.
—Yyocreoquenodeberíasdecirmeloquetengoquehacer—replica.
—Sé que estás enfadado y herido, pero no puedes hablarme de esa manera. No
estábienynopiensotolerarlo.Medaigualsiestásborrachoono.
—Noestoyherido—dicefulminándomeconlamirada.Hardinysuorgullo.
—Acabasdedecirquesí.
—No,noesverdad,nomedigasloqueacabodedecir.
—Está bien. Está bien. —Levanto las manos, dándome por vencida. Estoy
agotadaynopiensotirardelaanilladelagranadaqueesHardinenestosmomentos.
Se acerca al portallaves y coge su llavero mientras trastabilla para ponerse las
botas.
—¿Quéestáshaciendo?—pregunto,ycorrohaciaél.
—Melargo,¿atiquéteparece?
—Novasairaningunaparte.Hasestadobebiendo,ymucho.—Intentoquitarle
lasllaves,peroélselasmeteenelbolsillo.
—Meimportaunamierda.Necesitomásbebida.
—¡No!Deesonada.Yahasbebidosuficiente,yhasrotolabotella.
Intentoecharlemanoalbolsillo,peromeagarradelamuñecacomohahechoun
millóndeveces.
Sinembargo,estavezesdiferente,porqueestámuyenfadado,yporuninstante
tengomiedo.
—Suéltame—lodesafío.
—Nointentesevitarquemevayaytesoltaré.—Noafloja,ytratodefingirque
nomeimporta.
—Hardin…,vasahacermedaño.
Memiraalosojosymesueltaalinstante.Cuandolevantalamano,meencojoy
retrocedo,perosóloibaapasarselamanoporelpelo.
Elpánicosereflejaensusojos.
—¿Creías que iba a pegarte? —dice casi en un susurro, y yo me aparto más
todavía.
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—Yo…,nolosé…Estásmuyenfadado,ymeestásdandomiedo.—Sabíaqueno
ibaahacermedaño,peroéstaeslamaneramásfácildehacerqueentreenrazón.
—Deberíassaberquejamásteharíadaño.Pormuchoquehayabebido,jamáste
tocaríaunputopelo.—Mefulminaconlamirada.
—Para odiar tanto a tu padre no parece importarte lo más mínimo comportarte
comoél—leespeto.
—¡Vetealamierda!¡Nosoycomoél!—grita.
—¡Síqueloeres!¡Estásborracho,mehasdejadotiradaenesafiestayhasroto
todo cuanto había en el salón, incluida mi lámpara favorita! Te estás comportando
igualqueél…,igualqueeraélantes.
—Sí, bueno, y tú te comportas como tu madre. Como una esnob malcriada y
una…—escupecondesprecio,ysofocoungrito.
—¿Quiénerestú?—pregunto,ysacudolacabeza.
Me marcho de la habitación. No quiero seguir escuchándolo, y sé que si
continuamos discutiendo mientras está así de borracho las cosas acabarán mal. Ha
llevadolafaltaderespetohaciamipersonahastaunnuevonivel.
—Tessa…,yo…—empieza.
—Cállate—ledigovolviéndome,ycontinúocaminandohaciaeldormitorio.
Puedosoportarsuscomentariosgroseros,yquemegrite,porque,joder,esverdad
que he besado a un tío delante de él, pero ahora ambos necesitamos distanciarnos
antesdedeciralgoaúnpeordeloquenoshemosdichoya.
—Nohequeridodecireso—asegurasiguiéndome.
Cierro la puerta y el pestillo al entrar. Puede que no logremos hacer que esto
funcione. Puede que él esté demasiado enfadado con el mundo y que yo sea
demasiadoirracional.Lopresionodemasiadoyélhacelomismoconmigo.
No,esonoesverdad.Esprecisamenteesapresiónquenosimponemoselunoal
otro la que hace que esto funcione. A pesar de las peleas y las tensiones, entre
nosotros hay pasión. Tanta pasión que casi me ahoga, que me hunde…, y él es la
únicaluz,elúnicoquepuedesalvarmeapesardetodo,aunqueseaprecisamenteél
quienmeestácondenando.
Hardingolpealamaderaconsuavidad.
—Tess,abrelapuerta.
—¡Vete,porfavor!—grito.
—¡Malditasea,Tessa!Abrelapuertaahoramismo.¡Losiento,¿vale?!—chilla,y
empiezaaaporrearla.
Cruzando los dedos para que no la eche abajo, me dirijo a la cómoda para
rebuscar en mi último cajón. Al ver el papel blanco me siento aliviada. Voy al
armario y me encierro en él. Empiezo a leer la nota que Hardin me escribió y los
golpesdelapuertaseamortiguanhastaquedejandeexistir.Eldolorquesientoenel
pechosedisuelve,comoeldemicabeza.Nohaynadamásalládeestacarta,másallá
delaspalabrasperfectasdemiimperfectoHardin.
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La leo una y otra vez hasta que mis lágrimas cesan, así como el ruido en el
pasillo.Deseocontodamialmaquenosehayamarchado,peronovoyasalirpara
averiguarlo.Medueleelcorazón,ylosojos,ynecesitotumbarme.
Llevándomelacartaconmigo,arrastromicuerpohastalacamaymeacuestocon
el vestido puesto. Por fin, el sueño se apodera de mí y soy libre de soñar con el
Hardinqueescribióesaspalabrasenunahojadepapelenunahabitacióndehotel.
Cuandomedespiertoenmitaddelanoche,doblolacarta,vuelvoaguardarlaenel
cajónyabrolapuertadeldormitorio.Hardinestáenelpasillo,acurrucadoenelsuelo
dehormigón.Creoqueesmejornodespertarlo,asíquelodejodurmiendolamonay
vuelvoalacama.
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CAPÍTULO64
Tessa
Ya por la mañana, el pasillo está vacío y el desastre del salón completamente
recogido.Nohaynirastrodecristalesenelsuelo.Lahabitaciónhuelealimón,yya
nohaymanchasdewhiskyenlapared.
MesorprendequeHardinsupieradóndeestabanlosproductosdelimpieza.
—¿Hardin?—digoconlavozroncadespuésdelosgritosdeanoche.
Alnoobtenerrespuesta,meacercoalamesadelacocina,dondeveounaficha
conunanotamanuscritaquedice:«Porfavor,notemarches,volverépronto».
Sientocomosialguienmehubieraquitadounatoneladadepesodeencima.Cojo
ellectordelibroselectrónicos,mesirvouncaféyesperoaquevuelva.
Pasan lo que me parecen horas mientras aguardo a que Hardin regrese. Me he
duchado,heordenadolacocinayheleídocincuentapáginasdeMobyDick,yesoque
ellibronomeapasiona.Mehepasadolamayorpartedeltiempoplanteándometodos
susposiblescomportamientosypensandoenquévaadecirme.Elhechodequeno
quiera que me marche es algo positivo, ¿no? Espero que sí. La noche anterior está
borrosaenmimente,perorecuerdolospuntosmásimportantes.
Cuando oigo abrirse la puerta, me quedo paralizada y olvido al instante todo lo
quehabíapensadodecirle.Dejoellibroelectrónicosobrelamesitaymeincorporoen
elsofá.
Entra por la puerta y veo que lleva puesta una sudadera gris y sus pantalones
negros característicos. Nunca sale de casa con nada que no sea negro y,
ocasionalmenteblanco,demodoquelacombinacióndehoyesunpocoextraña,pero
lasudaderaledaunairemásjoven.Tieneelpelorevueltoyapartadodelafrente,y
unas ojeras importantes. Lleva una lámpara en la mano. No es igual que la que
rompióanoche,peroseleparecemucho.
—Hola —dice, y se pasa la lengua por el labio inferior antes de atrapar el
piercingentrelosdientes.
—Hola—murmuroenrespuesta.
—¿Cómo…cómohasdormido?—pregunta.
Melevantodelsofámientrassedirigealacocina.
—Bien…—miento.
—Mealegro.
Es obvio que ambos andamos con pies de plomo por miedo a decir algo
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inapropiado.Élestájuntoalaencimera,yyomequedoalladodelfrigorífico.
—He… comprado una lámpara nueva —dice señalando con la cabeza su
adquisición.
—Esbonita.
Estoynerviosa,muynerviosa.
—Noteníanlaotra,pero…—empiezaadecir.
—Losientomuchísimo—espeto,interrumpiéndolo.
—Yotambién,Tessa.
—Laveladanodeberíahaberacabadoasí—respondo,ybajolamirada.
—Yquelodigas.
—Fueunanochehorrible.Deberíahaberdejadoqueteexplicarasantesdebesara
nadie,fueestúpidoeinmaduropormiparte.
—Sí,lofue.Nodeberíanhabertehechofaltaexplicaciones.Deberíasconfiaren
míynosacarconclusionesequivocadas.
Apoya los codos en la encimera detrás de él y yo jugueteo con los dedos
intentandonoarrancarmelaspielecitasdealrededordelasuñas.
—Losé.Losiento.
—Teheoídolasprimerasdiezvecesquelohasdicho,Tess.
—¿Vasaperdonarme?Anocheinsinuastequemeibasaechar.
—No insinué que fuese a echarte —contesta, y se encoge de hombros—. Sólo
dijequelasrelacionesnofuncionan.
Una parte de mí deseaba que no recordara las cosas que soltó anoche.
Básicamentemedijoqueelmatrimonioesalgodelocosyquedeberíaestarsolo.
—¿Quéquieresdecir?
—Pueseso.
—Pueseso,¿qué?Creía…—Nosécómoseguir.
Pensabaquecomprarunalámparanuevaerasumaneradedisculparseyquepor
lamañanayahabríacambiadodeidea.
—¿Quécreías?—dice.
—Quenoqueríasquemefueraporquedeseabasquehabláramosdeellocuando
volvierasacasa.
—Estamoshablandodeello.
Semehaceunnudoenlagarganta.
—Entonces¿quépasa?¿Yanoquieresseguirestandoconmigo?
—Noesesoloqueestoydiciendo.Venaquí—ordenaabriendolosbrazos.
Recorro nuestra pequeña cocina en silencio y me acerco a él. Gruñe con
impaciencia, y cuando estoy lo suficientemente cerca me estrecha contra su pecho,
envolviendo mi cintura con los brazos. Apoyo la cabeza en su pecho. El suave
algodóndesusudaderatodavíaestáfríoporelgélidoclimainvernal.
—Teheechadomuchodemenos—dicecontramipelo.
—Nomeheidoaningunaparte—respondo.
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Meestrechamáscontraél.
—Sí lo has hecho. Cuando besaste a ese tío, te perdí por un momento; eso fue
suficiente.Nopudesoportarlonisiquieraunsegundo.
—Nomeperdiste,Hardin.Cometíunerror.
—Porfavor…—empieza,peroentoncessecorrige—:Novuelvasahacerlo.Lo
digoenserio.
—Noloharé—legarantizo.
—YtrajisteaZedaquí.
—Sóloporquemedejastesolaenlafiestaynecesitabaquealguienmetrajeraa
casa—lerecuerdo.
No nos hemos mirado a la cara desde que hemos iniciado esta conversación, y
quieroquesigasiendoasí.Sinsusojosverdesatravesándomeconlamiradanotengo
miedo…,bueno,tengomenosmiedo.
—Deberíashabermellamado—dice.
Sigosinmirarlo.
—Tú tenías mi teléfono, y estuve esperando fuera. Creía que ibas a volver —
replico.
Me aparta con suavidad de su pecho y me sujeta frente a él para poder verme.
Parecemuycansado.Yséqueyotambién.
—Puede que no controlara demasiado bien mi ira, pero no sabía qué otra cosa
hacer.
Laintensidaddesumiradameobligaaapartarlosojosyafijarlosenelsuelo.
—¿Te gusta? —pregunta Hardin con voz temblorosa cuando me levanta la
barbillaparaquelomire.
«¿Qué?»Nopuedehablarenserio.
—Hardin…
—Contéstame.
—Nocomotúpiensas.
—¿Esoquésignifica?
Seestáponiendonervioso,ofurioso,nolotengoclaro.Puedequeambascosas.
—Megusta,perocomoamigo.
—Y ¿nada más? —Su tono es de súplica. Me está rogando que le asegure que
sóloloquieroaél.
Atraposurostroentrelasmanos.
—Nadamás,tequieroati,ysóloati.Yséquecometíunaestupidez,aunquesólo
lohiceporqueestabaenfadada,yborracha.Peronosientonadapornadiemás.
—Y¿porquétuvistequepedirleaélprecisamentequetetrajeraacasa?
—Fueelúnicoqueseofreció.—Yentoncesformulounapreguntadelaqueme
arrepientoalinstante—:¿Porquéerestanduroconél?
—¿Duroconél?—resopla—.Nopuedeshablarenserio.
—Fuistecruelalhumillarlodelantedemí.
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Hardin se aparta a un lado y dejamos de estar frente a frente. Me vuelvo para
colocarmedelantedeél,ysepasalosdedosporelpeloalborotado.
—Nodeberíahabervenidoaquícontigo.
—Prometiste que controlarías tu temperamento. —Estoy intentando no
presionarlo,quierohacerlaspaces,noseguiralimentandoestadiscusión.
—Ylohehecho.HastaquemepusisteloscuernosytefuistedelafiestaconZed.
Podría haberle dado una paliza a Zed anoche y, joder, de hecho podría irme ahora
mismoydársela—dicelevantandolavozdenuevo.
—Séquepodríashaberlohecho,ymealegrodequenofueraasí.
—Yono,peromealegrodequetúsí.
—Noquieroquevuelvasabeber.Noerestúmismocuandolohaces.—Sientolas
lágrimasformándoseenmisojoseintentocontenerlas.
—Ya lo sé… —Me da la espalda—. No pretendía acabar así. Estaba muy
enfadado y… dolido…, estaba dolido. En lo único que podía pensar aparte de en
matar a alguien era en beber, así que fui a Conner’s y compré el whisky. No iba a
bebertanto,peronoparabadeverteenmimentebesandoaesetipo,asíqueseguí
bebiendo.
Se me pasa por la cabeza pasarme por Conner’s y gritarle a esa anciana por
venderlealcoholaHardin,perodentrodeunmescumpleveintiúnaños,yeldañode
anocheyaestáhecho.
—Teníasmiedodemí,lovientusojos—dice.
—No…,noteníamiedodeti.Sabíaquenomeharíasnada.
—Perorecuerdoqueteencogiste.Todolodemásesunborrón,peromeacuerdo
deesoperfectamente.
—Mepillasteporsorpresa—repongo.
Sabía que no iba a pegarme, pero se estaba comportando de un modo muy
agresivo,yelalcoholllevaalagenteahacercosasatrocesquejamásharíanestando
sobrias.
Daunpasohaciamí,eliminandoprácticamenteelespacioquehayentrenosotros.
—Noquieroquevuelvasa…Noquierovolverapillarteporsorpresa.Novolveré
abeberdeesamanera,lojuro.
Acercalamanoamirostroymeacaricialasienconeldedoíndice.
Prefieronocontestarnada.Todalaconversaciónhasidoconfusaycambiante.En
un momento siento que me perdona y, al siguiente, ya no estoy segura. Su tono es
muchomáscalmadodeloqueesperaba,perolairasiguepresentebajolasuperficie.
—Noquieroseresaclasedetío—prosigue—,ydesdeluegonoquierosercomo
mipadre.Nodeberíahaberbebidotanto,perotútampocohicistebienlascosas.
—Yo…—empiezoadecir,peroélmesilenciaysusojossevuelvenvidriosos.
—No obstante, yo he hecho un montón de gilipolleces… Podría escribirse un
libro entero con todas las mierdas que te he hecho, y tú siempre me perdonas. He
hechocosaspeoresquetú,asíquetelodebo,tedebodejarlocorreryperdonarte.No
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esjustoqueesperecosasdetiqueyonopuedodarte.Losientomuchísimo,Tess,por
todolodeanoche.Mecomportécomounauténticocapullo.
—Yo también. Sé lo que sientes respecto a mí con otros chicos, y no debería
haber usado eso en tu contra aunque estuviera enfadada. Intentaré pensar antes de
actuarlapróximavez.Losiento.
—¿Lapróximavez?—Unapequeñasonrisasedibujaensuslabios.Quérápido
cambiadeestadodeánimo.
—Entonces¿todoestábienya?—pregunto.
—Esonodependesólodemí.
Lomirofijamenteaesosojosverdesquetiene.
—Yoquieroqueestemosbien.
—Yotambién,nena.Yotambién.
Una tremenda sensación de alivio me invade al oír esas palabras, y me pego
contra su pecho una vez más. Sé que hemos dejado muchas cosas por decir a
propósito,peroyahemosresueltolosuficienteporelmomento.Mebesaenlacabeza
ymicorazónlatedealegría.
—Gracias.
—Esperoquelalámparalocompensetodo—añadeconvozsocarrona.
—Podrías haber intentado comprar la misma que teníamos —respondo
pinchándolodebroma.
Memiraconexpresióndivertida.
—Helimpiadotodoelsalón.—Sonríe.
—Bueno,alfinyalcabolodestrozastetú.
—Ya,peroyasabesquenomegustanadalimpiar.
Meestrechaentresusbrazosconmásfuerza,abrazándome.
—Puesyonopensabarecogerlo,lohabríadejadoahí—ledigo.
—¿Tú?¡Vengaya!Sabesquenoseríascapaz.
—Claroquesí.
—Teníamiedodequenoestuvierascuandovolviese—diceentonces.
Lomiroyélmemiraamí.
—Nopiensoirmeaningunaparte—leaseguro,ycruzolosdedosparaquesea
verdad.
Enlugardecontestar,pegaloslabiosalosmíos.
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CAPÍTULO65
Tessa
—Menudamaneradeempezarelaño—diceHardincuandonosseparamos,yapoya
lacabezacontralamía.
Entonces mi teléfono empieza a vibrar sobre la mesa, rompiendo el hechizo, y
antesdequemedétiempoacogerlo,élyalotieneenlamanoyselopegaalaoreja.
Cuandomepongodepuntillasparaintentarquitárselo,daunpasoatrásysacudela
cabeza.
—Landon, ahora te llamará Tess —dice. Me agarra de la muñeca con la otra
manoytirademíhaciaél,conmiespaldacontrasupecho.Pasanunossegundosy
añade—:Estáocupadaconotracosa.
Mellevapegadaaélhacianuestrodormitorio.Rozamicuelloconloslabiosyme
entraunescalofrío.«Vaya.»
—Deja de dar el coñazo, vosotros dos necesitáis medicación —dice Hardin al
teléfono,luegocortalallamadaylodejaenelescritorio.
—Tengoquehablarconélsobrenuestrasclases—digo.
Mivozmetraicionacuandolameychupalapieldemicuello.
—Necesitasrelajarte,nena.
—Nopuedo…Tenemosmuchoquehacer.
—Puedoayudarte—dicedeunmodomáslentodelohabitual.
Meagarraconmásfuerzadelacaderacuandocolocalaotramanoenmipecho
paramantenermequieta.
—¿Recuerdasaquellavezquetemasturbédelantedelespejoyteobliguéaque
vierascómotecorrías?—pregunta.
—Sí—digotragandosaliva.
—Fuedivertido,¿verdad?—ronronea.
Unintensocalormerecorreelcuerpoaloírsuspalabras.Noescalor…,esfuego.
—Puedo enseñarte a tocarte como yo te toco —dice, y me chupa con fuerza la
piel.Acabodeconvertirmeenunaboladeelectricidad—.¿Quieresquelohaga?
Lalascivaideameatrae,peromeresultademasiadohumillanteadmitirlo.
—Metomarétusilenciocomounsí—añadeymesueltalacintura,peromecoge
lamano.
Permanezcocalladamientrasrepasonerviosasuspalabrasenmimente.Estome
damuchísimopudor,ynosécómomesientoalrespecto.
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Me guía hasta la cama y me empuja con cuidado contra el blando colchón. Se
monta encima de mí, a horcajadas sobre mis piernas. Lo ayudo a quitarme los
pantalonesdelchándalyélmebesalacarainternadelmusloantesdedespojarmede
lasbragas.
—Notemuevas,Tessa—meordena.
—No puedo —gimoteo mientras me muerde suavemente la piel. Me resulta
imposible.
Seechaareír,ysimicerebroestuvieraconectadoconelrestodemicuerpoen
estosmomentos,lepondríalosojosenblanco.
—¿Quiereshacerloaquíoprefieresmirar?—pregunta,ysientounhormigueoen
elestómago.
La presión entre mis piernas continúa aumentando e intento apretarlas para
conseguiralgodealivio.
—No,no,nena—dice—.Todavíano.—Meestátorturando.
Meseparalosmuslosyseapoyaenmíparaobligarmeamantenerlosabiertos.
—Aquí —respondo por fin. Casi había olvidado que me había hecho una
pregunta.
—Esopensaba—diceconunasonrisadesuperioridad.
Esunengreído,perosuspalabrastienenunefectoenmíquejamáscreíposible.
Nunca tengo suficiente, ni siquiera cuando me tiene atrapada en la cama con las
piernasseparadas.
—Había pensado en hacer esto antes, pero era demasiado egoísta. Quería ser el
únicoquetehicierasentirasí.—Seinclinahaciaabajoymepasalalenguaporlapiel
desnudaentremicaderaylapartesuperiordelmuslo.
Mispiernasintentantensarsedemanerainvoluntaria,peroélnolopermite.
—Enfin,comoséexactamentedóndetegustaquetetoque,noseharámuylargo.
—¿Por qué quieres hacerlo? —pregunto con voz aguda cuando me muerde de
nuevoydespuésmelamelapielsensible.
—¿Elqué?—dicemirándome.
—¿Por qué…? —repito con voz temblorosa—. ¿Por qué quieres enseñarme, si
quieresserelúnico?
—Porque,apesardeeso,laideadequetetoquesdelantedemí…,joder—me
explica.
«Vaya.» Necesito alivio, y pronto; espero que no tenga pensado torturarme
durantemuchotiempo.
—Además,enocasionesparecesdemasiadoestresada,yalomejoresestoloque
necesitas.—Sonríeyyointentoesconderelrostroavergonzada.
Sinoestuviésemoshaciendo…esto…,lecontestaríaalgopordecirqueparezco
estresada. No obstante, tiene razón y, como ha dicho antes, estoy ocupada con otra
cosa.
—Mira…,aquíesdondetienesqueempezar.—Mesorprendetocándomeconsus
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fríos dedos. Un siseo escapa de mis labios ante el gélido tacto—. ¿Están fríos? —
pregunta, y yo asiento—. Perdona. —Se ríe y desliza los dedos dentro de mí sin
previoaviso.
Miscaderasseseparandelacamaymellevolamanoalabocaparanogritar.
Sonríeconpetulancia.
—Asímeloscalientounpoco.
Mientras mete y saca los dedos lentamente unas cuantas veces, el fuego en mi
interior se aviva. Entonces los retira y me siento vacía y desesperada. De repente
vuelveaintroducirlosymemuerdoellabioinferior.
—Serámejorquenohagasesoonopodremosterminarlalección—dice.
No lo miro. En lugar de hacerlo, me paso la lengua por el labio y vuelvo a
mordérmelo.
—Hoyestásdemasiadorebelde.Noeresmuybuenaestudiante—bromea.
Inclusosumaneradeprovocarmemevuelveloca.¿Cómopuedesertanseductor
inclusocuandonolopretende?Estoyseguradequeestahabilidadesalgoquesólo
Hardinhaconseguidodominar.
—Damelamano,Tess—meordena.
Peroyonomemuevo.Elpudorseconcentraenmismejillas.
Entonces su mano coge la mía y desliza ambas por mi estómago hasta la parte
superiordemismuslos.
—Si no quieres hacerlo, no tienes por qué, pero creo que te gustará —dice con
suavidad.
—Quierohacerlo—decido.
Sonríeconcomplicidad.
—¿Estássegura?
—Sí,essóloque…estoyalgonerviosa—admito.
Me siento mucho más cómoda con Hardin que con cualquier otra persona que
haya conocido en mi vida, y sé que no hará nada que me haga estar incómoda, al
menosnoconmalaintención.Leestoydandodemasiadaimportanciaaesto.Lagente
lohacetodoeltiempo,¿no?
—Puesnoloestés.Tegustará.—Semuerdeellabioinferioryyosonríonerviosa
—.Ynotepreocupes:sinoconsiguesllegaralorgasmo,yoteayudaré.
—¡Hardin! —exclamo muerta de vergüenza, y dejo caer la cabeza sobre la
almohada.
Oigocómoseríeligeramenteydice:
—Así.
Me separa los dedos. El corazón se me acelera a un ritmo vertiginoso mientras
coloca mi mano… ahí. Es una sensación extraña. Rara y extraña. Estoy tan
acostumbradaaltactodelasmanosdeHardin,almodoenquemetocansusdedos
ásperos y callosos, largos y delgados, y al modo en que sabe perfectamente cómo
tocarme,cómo…
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—Tienesquehaceresto—meexplicaconvozgraveyllenadelujuriamientras
guíamisdedoshastamipartemássensible.
Intentonopensarenloqueestamoshaciendo…¿Quéestoyhaciendo?
—¿Quéteparece?—pregunta.
—No…nolosé—musito.
—Vengaya.Dímelo,Tess—meordena,yapartalamanodelamía.Gimoteoante
lafaltadecontactoyempiezoaapartarlamano—.No,déjalaahí,nena.—Sutono
hacequevuelvaacolocarlamanodondeestabaalinstante—.Continúa—mepide
consuavidad.
Tragosalivaycierrolosojos,intentandorepetirloqueélestabahaciendo.Nome
gustanilamitadquecuandolohaceél,perolaverdadesquenoestámal.Lapresión
enlaparteinferiordemivientrecomienzaaaumentardenuevo.Cierrolosojoscon
fuerzaeimaginoquesonlosdedosdeHardinlosquemeestánhaciendosentirasí.
—Noteimaginascuántomeponevercómotetocasdelantedemí—dice,yno
puedoevitargemiryseguirtrazandoelpatrónqueleshaenseñadoamisdedos.
Cuandoabroligeramentelosojos,veoqueHardinseestátocandoporencimade
losvaqueros.Madremía.¿Porquéestoytancachonda?Creíaqueestoeraalgoquela
gente sólo hacía en las películas guarras, no en la vida real. Hardin hace que todo
resulteexcitante,pormuyextravagantequesea.Tienelamiradafijaentremispiernas
mientrassemuerdeellabioinferior,loquehacequesuaroplateadosobresalgadela
tensión.
En el momento en que creo que va a pillarme mirándolo, cierro los ojos y
desconectomisubconsciente.Estoesalgonatural,todoelmundolohace…,aunque
no todo el mundo deja que alguien lo observe mientras tanto. Sin embargo, si
estuvieranconHardin,seguroquesíloharían.
—Québuenachicaeressiempreconmigo—mesusurraaloído,ytiradellóbulo
demiorejaconlosdientes.
Sualientoescálidoyhueleamenta,yhacequequieragritaryderretirmeenlas
sábanasalmismotiempo.
—Hazlotútambién—exhalosinapenasreconocermivoz.
—¿Elqué?
—Loqueyoestoyhaciendo…—digosinquererusarlapalabra.
—¿Quieresquelohaga?—preguntasorprendido.
—Sí…,porfavor,Hardin.
Estoymuycerca,ynecesitoesto;necesitocentrarmeenalgoquenoseaenmíy,
sinceramente,vercómosetocabamehavueltoloca,yquierovercómolohaceotra
vez,esoymuchomás.
—Vale—contestasinmás.
Éltienemuchaseguridadenloquealsexoserefiere.Ojaláyolatuviesetambién.
Oigo la cremallera de sus vaqueros e intento ralentizar los movimientos de mis
dedos;sinolohago,estoacabarámuymuypronto.
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—Abrelosojos,Tess—ordena,yyoobedezco.
Envuelveconlamanosumiembrodesnudoymisojosseabrendeparenparante
laperfectavisiónmientrasobservocómoHardinhacealgoquejamáspenséquevería
haceranadie.
Baja la cabeza de nuevo y esta vez me da un único beso en el cuello antes de
acercarlabocaamioreja.
—Estotegusta,¿verdad?Tegustavercómomedoyplaceramímismo.Eresuna
pervertida,Tess.
No aparto ni por un momento la vista de la mano entre sus piernas, y entonces
empiezaamoverlamásdeprisamientrashablaconmigo.
—No voy a durar mucho mirándote, nena. No tienes ni idea de cómo me pone
esto.—Jadea,yyohagolomismo.
Ya no me siento incómoda. Estoy cerca, muy cerca, y quiero que Hardin esté
cercatambién.
—Cómo me gusta, Hardin… —gimo sin importarme lo estúpida o desesperada
que pueda parecer. Es la verdad, y él me hace sentir que no pasa nada porque me
sientaasí.
—Joder…Siguehablando—diceconlosdientesapretados.
—Quieroquetecorras,Hardin.Imagínatemibocaalrededordeti…
Encuantolassuciaspalabrassalendemislabiossientounahúmedacalidezenmi
estómagomientrassecorresobremipielardiente.Esomellevaallímiteypierdoel
control.Cierrolosojosyrepitosunombreunayotravez.
Cuandolosabrodenuevo,veoqueHardinestáapoyadosobreuncodoamilado,
yentierroelrostroensucuelloalinstante.
—¿Qué te ha parecido? —pregunta rodeándome la cintura y estrechándome
contrasí.
—Nolosé…—miento.
—Noseastímida,séquetehagustado.Amítambién.
Mebesaenlacabezayyolevantolavistaparamirarlo.
—Mehagustado,peromesiguegustandomáscuandolohacestú—admito.
Élsonríe.
—Bueno,esoespero—dice,ylevantolacabezaparadarleunbesoenelhuecode
suhoyuelo—.Puedoenseñartemuchascosas—añade,ycuandomepongocolorada
denuevometranquiliza—:Iremospocoapoco.
Mi mente empieza a imaginar todo cuanto Hardin puede enseñarme.
Probablementenisiquierahayaoídohablardemuchasdelascosasquehahecho,y
quieroaprenderlastodas.
—Bueno—diceacontinuación—,yahoravamosaducharamimejoralumna.
Lomiro.
—Querrásdecirtuúnicaalumna.
—Sí, por supuesto. Aunque me parece que también debería enseñar a Landon.
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Creoquelonecesitatantocomotú—bromea,ysaledelacama.
—¡Hardin!—exclamo,yélseechaareírconganas.Esunsonidomaravilloso.
Cuando la alarma de mi móvil suena temprano el lunes por la mañana, salto de la
cama y me dirijo al baño para ducharme. El agua me llena de energía y mis
pensamientos retroceden a mi primer trimestre en la WCU. No sabía qué esperar,
peroalmismotiempomesentíamuypreparada,teníatodoslosdetallescontrolados.
Imaginaba que haría unos pocos amigos y que me centraría en actividades
extraescolares.Quizámeuniríaalclubdeliteraturayaunoscuantosmás.Mepasaría
lavidaenmicuartooenlabiblioteca,estudiandoypreparándomeparamifuturo.
No tenía ni idea de que tan sólo unos meses después estaría viviendo en un
apartamento con mi novio, que no sería Noah. No me imaginaba lo que estaba por
venircuandomimadredejóelcocheenelaparcamientodelaWCU,ymuchomenos
cuandoconocíaesechicotangroserodepelorizado.Sialguienmelohubieradicho,
jamás lo habría creído, y ahora no puedo imaginarme la vida sin ese cascarrabias.
Noto mariposas en el estómago cuando recuerdo cómo me sentía al verlo en el
campus, cuando lo buscaba en el aula de literatura, cómo lo sorprendía mirándome
mientraselprofesorimpartíalaclaseylamaneraenqueescuchabaahurtadillaslo
quehablábamosLandonyyo.Esosdíasparecenmuylejanos.Escomosihubiesen
pasadosiglos.
Me encuentro sumida en mis pensamientos cuando, de repente, la cortina de la
duchaseabreyapareceHardinconeltorsodesnudoyelpelorevueltocubriéndolela
frentemientrassefrotalosojos.
Sonríeyhablaconlavozgraveyafónicadeacabardedespertarse:
—¿Porquéestástardandotanto?¿Quéhaces?,¿practicarlasleccionesdeayer?
—¡No!—exclamo,ymepongocoloradacuandomevienealacabezalaimagen
deHardin.
Meguiñaunojo.
—Ya,ya.
—¡Noloestabahaciendo!Sóloestabapensando—confieso.
—¿Enqué?—Sesientaenelváterycierrolacortina.
—Enlodeantes…
—¿Lodeantesdequé?—preguntaconpreocupación.
—En el primer día de universidad, y en lo grosero que eras —lo provoco de
broma.
—¿Grosero?¡Sinisiquierahablécontigo!
Meechoareír.
—Poresomismo.
—Dabas asco con esa falda espantosa y tu novio con mocasines. —Da una
palmadaregodeándose—.Lacaradetumadrefueunpoemacuandonosvio.
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Sientounapunzadaenelpechoalhablardemimadre.Laechodemenos,pero
me niego a cargar con sus errores. Cuando esté dispuesta a dejar de juzgarnos a
Hardinyamí,hablaréconella.Noobstante,sinolohace,entoncesnomereceque
pierdaeltiempoconella.
—Y tú dabas asco con tu…, bueno…, con tu actitud —contraataco. No se me
ocurrequédecir,porquenomedijonadaelprimerdíaquenosvimos.
—¿Recuerdaslasegundavezquetevi?Estabasenvueltaenunatoallayllevabas
laropamojadaenlosbrazos.
—Sí,ytúdijistequenoibasamirar—lerecuerdo.
—Mentí.Síqueteestabamirando.
—Parecequehapasadomuchotiempo,¿verdad?
—Sí,muchomuchotiempo.Escomosinohubierasucedidonunca;escomosi
siemprehubiésemosestadojuntos,¿sabesaloquemerefiero?
Asomolacabezaporlacortinaysonrío.
—Sí.
Es verdad, pero se me hace muy raro pensar que Noah era mi novio en vez de
Hardin. Me resulta extraño. Aprecio mucho a Noah, pero ambos perdimos varios
añosdenuestrasvidassaliendojuntos.Cierroelgrifodeladuchayloapartodemis
pensamientos.
—¿Teimportaría…?—empiezoapedir,peroantesdequetermine,mepasauna
toalla por el costado de la cortina—. Gracias —digo al tiempo que envuelvo mi
cuerpohúmedoconella.
Me sigue hasta el dormitorio y me visto lo más rápido posible mientras él
permanecetumbadobocaabajoennuestracama,sinapartarlosojosdemí.Meseco
elpeloconlatoallaymevisto.Hardinseesfuerzapordistraermetoqueteándoseenel
proceso.
—Yoconduzco—dice,yselevantadelacamaparavestirse.
—Hicimosunpacto,¿recuerdas?
—Cállate, Tess. —Sacude la cabeza de manera juguetona y yo le regalo una
inocentesonrisaburlonaantesdedirigirmealsalón.
Decido llevar el pelo liso para variar. Después me maquillo un poco, cojo la
mochilaycompruebodenuevoquellevotodoloquenecesitoantesdereunirmecon
Hardinenlapuertadeentrada.Cogemibolsadedeporteparalaclasedeyogayyo
cargoconmimochilallenadetodolodemásquepuedanecesitar.
—Adelante—dice,yambossalimos.
—¿Qué?—Mevuelvoparamirarlo.
—Adelante,enfádate—diceconunsuspiro.
Le sonrío y empiezo a contarle por enésima vez los planes para las próximas
veinticuatrohoras.
Mientras finge escucharme atentamente, le prometo —y también a mí misma—
queapartirdeahoramerelajarémás.
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CAPÍTULO66
Tessa
Hardinaparcalomáscercaquepuededelacafetería,peroelcampusestáatestado,ya
quetodoelmundoharegresadodelasvacacionesdeNavidad.Maldiceacadavuelta
quedaporelparking,yyointentonoreírmedelcabreoquelleva.Resultabastante
adorable.
—Dametumochila—dicecuandosalgodelcoche.
Se la paso con una sonrisa y le doy las gracias por ser tan considerado. Pesa
bastante,escómoda,peropesa.
Semehaceraroestardenuevoenlafacultad.Hancambiadoysucedidomuchas
cosas desde la última vez que estuve aquí. El viento frío azota mi piel y Hardin se
poneungorrodelanaenlacabezaantesdesubirselacremalleradelachaquetahasta
arriba.Apretamoselpasoporelaparcamientoyporlacalle.Deberíahabermepuesto
una chaqueta más gruesa, y guantes, y también un gorro. Hardin tenía razón al
decirmequenodeberíahabermepuestoelvestido,peronopiensoadmitirlo.
Élestáadorableconelpeloescondidobajoelgorro,ytienelasmejillasylanariz
rojasdelfrío.SóloHardinestaríaaúnmásatractivosicabeconestetiempo.
—Ahíestá—diceseñalandoaLandonmientrasentramosenlacafetería.
La familiaridad del pequeño establecimiento me calma los nervios, y sonrío en
cuantoveoamimejoramigosentadoaunamesa,esperándome.
Sonríealvernos.
—Buenosdías—nossaluda.
—¡Buenosdías!—canturreo.
—Voyaponermealacola—farfullaHardin,ysedirigehaciaelmostrador.
Noesperabaquesequedara,niquefueseapormicafé,peromealegrodequelo
haga. Este trimestre no coincidimos en ninguna asignatura, y lo voy a echar de
menos.Meheacostumbradoaverlotodoeldía.
—¿Listaparaelnuevotrimestre?—preguntaLandoncuandotomoasientofrente
aél.
Lasillachirríacontraelsueloembaldosadoyllamalaatencióndetodoelmundo.
SonríoamododedisculpaymevuelvoparaverbienaLandon.
Sehacambiadoelpeinado.Sehaapartadoelpelodelafrenteylaverdadesque
lesientamuybien.Echounvistazoalacafeteríayempiezoadarmecuentadeque
quizá debería haberme puesto unos vaqueros y una sudadera. Soy la única persona
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que va arreglada, excepto por Landon, que lleva una camisa azul claro y unos
pantalonescolorcaqui.
—Síyno—ledigo,yélasiente.
—Yoigual.¿Cómovanlascosas…—seinclinaparasusurrar—,yasabes,entre
vosotros?
MevuelvoyveoqueHardinestádeespaldasanosotros.Lacamarerafrunceel
ceñoyponelosojosenblancocuandoélleentregalatarjetadedébitoparapagar,y
yo me pregunto que habrá podido hacer para irritarla tanto ya a primera hora de la
mañana.
—Bien,laverdad.¿QuétalvastúconDakota?Parecequehayapasadomucho
másdeunasemanadesdelaúltimavezquenosvimos.
—Bien,seestápreparandoparairseaNuevaYork.
—Esoesfantástico.MeencantaríairaNuevaYork.—Nomepuedoniimaginar
loquedebedeserestarenesaciudad.
—A mí también. —Sonríe. Me gustaría pedirle que no lo haga, pero sé que no
puedo hacer eso—. Todavía no me he decidido —añade respondiendo a mis
pensamientos—. Quiero ir para estar cerca de ella. Llevamos mucho tiempo
separados. Pero me encanta la WCU, y no sé si quiero alejarme de mi madre y de
Kenparairaunaciudadenormedondenoconozcoabsolutamenteanadie,exceptoa
ella,claro.
Asientoeintentoanimarloaunquevayaencontrademispropiosdeseos.
—Seguroquetevademaravillaallí.PodríasiralaUniversidaddeNuevaYorky
podríaisalquilarunapartamentoyvivirjuntos—digo.
—Sí,peroesquenosé.
—¿Elquénosabes?—interrumpeHardin,quedejamicafédelantedemíperono
sesienta—.Bueno,noimporta.Tengoqueirme.Miprimeraclaseempiezadentrode
cinco minutos al otro lado del campus —explica, y yo me estremezco al pensar en
llegartardeelprimerdíadelasnuevasclases.
—Vale,teverédespuésdeyoga.Esmiúltimaclase—ledigo,yélmesorprende
inclinándoseparadarmeunbesoenloslabiosyotroenlafrente.
—Tequiero,tencuidadoconlosestiramientos—meaconseja.
Tengolasensacióndeque,sisusmejillasnoestuviesenyarojasporelfrío,ahora
lo estarían de todos modos por otra causa, y desvía la mirada al suelo cuando
recuerda que Landon está con nosotros. Definitivamente, las muestras de afecto en
públiconosonlosuyo.
—Lotendré.Tequiero—ledigo.
HardinsedespidedeLandonconunincómodosaludoconlacabezaysemarcha
porlapuerta.
—Esohasido…raro.—Landonenarcalascejasybebeunsorbodecafé.
—Laverdadesquesí.—Merío,apoyolabarbillaenmimanoysuspirofeliz.
—Deberíamosiryendoareligión—diceLandon.
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Recojomimochiladelsueloymibolsadedeporteylosigofueradelacafetería.
Afortunadamente nuestra primera clase no está lejos. Tengo muchas ganas de
empezar esta asignatura. Debe de ser muy interesante, aunque polémica, y que
Landon venga conmigo también es un incentivo. Cuando entramos en el aula, no
somos los primeros estudiantes en llegar, pero la primera fila está completamente
vacía. Landon y yo nos sentamos por el centro y sacamos nuestros libros. Es
agradablevolveraestarenmielemento.Losestudiossiemprehansidolomío,yme
encantaqueLandonseacomoyo.
Esperamos pacientemente mientras llegan los demás estudiantes, la mayoría de
los cuales hablan a grito pelado. El tamaño reducido de la clase no ayuda con el
ruido.
Por fin llega un señor alto que parece demasiado joven para ser profesor y
empiezalaleccióndeinmediato.
—Buenosdíasatodos.Comolamayoríadevosotrossabréisya,soyelprofesor
Soto.Estáisenlaasignaturadereligióninternacional;esposiblequeosaburráisen
algunasocasiones,aunqueosaseguroqueaprenderéisunmontóndecosasquenoos
serviránparanadaenelmundoreal,pero,oye,paraesoestálauniversidad,¿no?—
Sonríe,ytodoelmundoseechaareír.
Vaya,estoesalgodiferente.
—Bien, empecemos. No seguiremos ningún programa ni ningún orden estricto,
noesmiestilo.Peroacabaréisaprendiendotodoloquenecesitáissaber.Elsetentay
cincoporcientodelanotaprovendrádeundiarioquetendréisqueelaborar.Yséque
estaréis pensando: «¿Qué tendrá que ver un diario con la religión?». Pues en
principio,nada…,peroenciertomodosíqueestárelacionado.Paraestudiaryllegar
acomprendercualquierformadeespiritualidad,tendréisqueabrirosalaideadeque
todoesposible.Elaborarundiarioosayudará,yalgunasdelascosasqueospediré
queanotéisenélimplicarántemasconlosquelagentenosuelesentirsedemasiado
cómoda, temas controvertidos o embarazosos para algunos. No obstante, al mismo
tiempo,tengograndesexpectativasdequetodoelmundosaldrádeestaclaseconuna
menteabiertaytalvezunpocodeconocimiento.—Sonríedenuevoysedesabrocha
lachaqueta.
Landonyyonosmiramoselunoalotroalmismotiempo.«¿Nohayprograma?»,
articulaLandon.
«¿Undiario?»,respondoyoensilencio.
ElprofesorSotosesientaensuenormemesafrentealaclaseysacaunabotella
deaguadesucartera.
—Podéishablarentrevosotroshastaelfinaldelaclase,opodéismarcharospor
hoy. Mañana empezaremos a trabajar de verdad. Pero firmad la hoja de asistencia
para que veamos cuántos han faltado el primer día —anuncia con una sonrisa
sarcástica.
Losalumnosempiezanagritarparacelebrarloyseapresuranaabandonarelaula.
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Landonmemiraencogiéndosedehombrosyambosnoslevantamoscuandolaclase
sequedavacía.Somoslosúltimosenfirmarlahojadeasistencia.
—Bueno, supongo que no hay mal que por bien no venga. Así puedo llamar a
Dakotaunratoentreclases—diceLandon.
El resto del día transcurre bastante rápido, y estoy deseando ver a Hardin. Le he
mandadovariosmensajesperonomehacontestadoaún.Lospiesmematanmientras
me dirijo al edificio del gimnasio. No me había dado cuenta de lo lejos que estaba
caminando. El olor a sudor inunda mis orificios nasales cuando abro la puerta
principal.Entrocorriendoenlosvestuariosencuyapuertasemuestraunafiguracon
un vestido. Las paredes están repletas de taquillas pintadas de rojo. Bajo la pintura
desconchadaseveelmetaldelqueestánhechas.
—¿Cómosabemosquétaquillatenemosqueutilizar?—lepreguntoaunachica
morenaquellevapuestounbañador.
—Puedesusarlaquequierasycerrarlaconelcandadoquehayastraído—dice.
—Vaya…
Cómono,nosemehaocurridotraerningúncandado.
Alvermiexpresión,rebuscaensubolsaymeentregauncandadopequeño.
—Toma, tengo uno de sobra. La combinación está en la parte de atrás; no he
quitadolapegatinatodavía.
Ledoylasgraciasmientrassaledelvestuario.Mepongounospantalonesdeyoga
negrosnuevosyunacamisetablancaytambiénsalgo.Mientrasmedirijoalasalade
yoga, un grupo de jugadores de lacrosse pasan por mi lado. Varios de ellos hacen
comentariosvulgaresquedecidopasarporalto.Todossiguensucaminoexceptouno.
—¿Vas a hacerte animadora para el año que viene? —pregunta el chico, y sus
ojosmarrónoscuros,casinegros,memirandearribaabajo.
—¿Yo?No,sólovoyaclasedeyoga—tartamudeo.
Somoslasúnicaspersonasenelpasillo.
—Vaya,quélástima.Estaríaspreciosaconminifalda.
—Tengonovio—digo.
Intentosortearlo,peromebloqueaelpaso.
—Y yo tengo novia… Pero ¿qué más da? —Sonríe y avanza hacia mí,
arrinconándome.
Su aspecto no me intimida en lo más mínimo, pero algo en su sonrisa de
superioridadmeponelospelosdepunta.
—Llegotardeaclase—digo.
—Puedoacompañarte…opodríassaltártelayasíteenseñoeledificio.
Apoya el brazo en la pared, al lado de mi cabeza, y yo doy un paso atrás, sin
poderiraningunaparte.
—Apártate de ella —truena la voz de Hardin detrás de mí, y mi acosador se
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vuelveparamirarlo.
Con esos shorts largos de baloncesto y una camiseta negra con las mangas
recortadasquemuestrasusbrazostatuados,suaspectointimidamásquenunca.
—Vaya…,losiento,tío.Nosabíaqueteníanovio—miente.
—¿Nomehasoído?Tehedichoqueteapartesdeella.
Hardin avanza hacia nosotros y el jugador de lacrosse retrocede rápidamente,
peroélloagarradelacamisetayloestampacontralapared.
Nolodetengo.
—Comovuelvasaacercarteaella,teaplastarélacabezacontraestapared.¿Me
hasentendido?—ruge.
—Sss…sí—tartamudeaeltipoantesdesalircorriendo.
—Menosmal—digo,ymeabrazoasucuello—.¿Quéhacesaquí?¡Creíaqueno
necesitabasmásclasesdeeducaciónfísica!—lecuestiono.
—Hedecididovenirauna.Ymealegrodehaberlohecho.—Suspiraymecoge
delamano.
—¿Acuáltehasapuntado?—pregunto.
NomeimaginoaHardinhaciendoejercicio.
—Alatuya.
Sofocoungrito.
—Vengaya.
—Vehaciéndotealaidea.
Sufuriaparecedesvanecersemientrassonríeantemicaradepasmo.
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CAPÍTULO67
Tessa
Hardincaminaligeramentedetrásdemíapropósito,yderepentedesearíavolvera
estar en décimo curso, cuando me anudaba un jersey alrededor de la cintura para
taparmeelculo.
—Vasatenerquecomprartemáspantalonesdeésos—diceenvozbaja.
Recuerdo la última vez que me puse pantalones de yoga delante de él y los
comentarios vulgares que me hizo, y aquellos pantalones no eran ni la mitad de
ceñidosqueéstos.Meríoligeramenteyloagarrodelamanoparaobligarloacaminar
amiladoenvezdedetrásdemí.
—Dimequenoesverdadquevayasavenirayoga.
Pormásquelointento,nopuedoimaginarmeaHardinhaciendolasposturas.
—Claroquesí.
—Perosabesloquees,¿no?—lepreguntocuandollegamosalasala.
—Sí,Tessa.Séloquees,yvoyavenir—resopla.
—¿Porqué?
—Esodaigual,sóloqueríapasarmástiempocontigo.
—Ah.
Suexplicaciónnomeconvence,peromemuerodeganasdeverlohaciendoyoga,
ypasarmástiempoconéltampocoestámal.
Lainstructorasesientaenunaesterilladecoloramarilloenelcentrodelasala.
Su cabello castaño y rizado recogido en un moño alto y su camiseta de flores me
causanunabuenasensación.
—¿Dónde está la gente? —me pregunta Hardin mientras cojo una esterilla
moradadelaestanteríadelapared.
—Hemosllegadopronto—digo.
Lepasounaazulyéllaexaminaantesdecolocárseladebajodelbrazo.
—Cómo no. —Sonríe sarcásticamente y me sigue hasta la parte delantera de la
sala.
Empiezo a colocar mi esterilla directamente frente a la instructora, pero Hardin
mecogedelbrazoymedetiene.
—Nihablar,nospondremosalfondo—dice,yveocómoelrostrodelaprofesora
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seiluminaconunaligerasonrisaaloírsuspalabras.
—¿Qué? ¿Que nos pongamos al fondo en clase de yoga? No, yo siempre me
pongodelante.
—Exacto.Vamosaponernosatrás—repiteél,ymequitalaesterilladelasmanos
paradirigirsealfondodelasala.
—Sivasaponertetangruñónnodeberíasquedarte—lesusurro.
—Nomepongogruñón.
La instructora nos saluda y se presenta como Marla cuando nos sentamos en
nuestrasesterillas.DespuésHardinmeaseguraconrotundidadquevacolocada,yme
entralarisa.Vaaserunaclasedivertida.
Sinembargo,cuandolaclaseempiezaallenarsedechicasconmallasestrechasy
topsminúsculosytodasparecenmiraraHardin,mevoyponiendocadavezmenos
zen.Porsupuesto,éleselúnicochicopresente.Porfortuna,élnoparecerepararen
toda la atención femenina que está recibiendo. Eso, o simplemente ya está
acostumbrado…Sí,esodebedeser.Siemprellamalaatencióndeestamanera.Yno
culpoalaschicas,peroesminovioytienenquemiraraotraparte.Séquemuchasde
ellas lo miran por los tatuajes y los piercings, y deben de estar preguntándose qué
nariceshaceenclasedeyoga.
—¡Bueno,empecemos!—anuncialainstructora.
SepresentacomoMarlaantetodoslosdemásydaunabrevecharlasobreporqué
ycómoacabóenseñandoyoga.
—¿Nosevaacallarnunca?—gruñeHardinalcabodeunosminutos.
—Estásansiosoporhacerlasposturitas,¿verdad?—digoenarcandounaceja.
—¿Quéposturitas?—inquiere.
—Primeroempezaremosconunosestiramientos—anunciaMarlajustoentonces.
Hardinsesientainmóvilenelsuelomientrastodaslasdemásimitamoslosgestos
delaprofesora.Notoquememiratodoeltiempo.
—Sesuponequetienesqueestirar—loregaño,yélseencogedehombrospero
nosemueve.
Entonces,convozcantarina,Marlalellamalaatención:
—Aver,eldeatrás,aestirar.
—Eh…,claro—farfulla,ydescruzasuslargaspiernas,lasextiendepordelante
deéleintentatocarselosdedosdelospies.
MeobligoavolvermehaciaadelanteparanomiraraHardinynoreírme.
—Sesuponequetienesquetocartelosdedosdelospies—ledicelachicarubia
quetieneallado.
—Esointento—respondeélconunasonrisaexcesivamenteempalagosa.
¿Porquélehacontestado?Y¿porquéestoytancelosa?Ellalesonríecomouna
tontayyonoparodeimaginarmequeleestampolacabezacontralapared.Siempre
estoy riñendo a Hardin por su temperamento, y aquí estoy yo ahora, planeando el
asesinatodeesazorra…yllamándolazorraaunquenolaconozco.
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—Noveobien,voyaponermemáscerca—ledigoaHardin.
Parecesorprendido.
—¿Porqué?Noestaba…
—No pasa nada, es que quiero ver y oír la clase —le explico, y arrastro mi
esterillaunosmetroshastacolocarlajustodelantedeél.
Mesientoyterminodeestirarmeconelgrupo.Nonecesitovolvermeparaverla
expresiónenelrostrodeHardin.
—Tess—siseaintentandocaptarmiatención,peronomevuelvo—.Tessa.
—Empecemos con la postura del perro boca abajo. Es una postura básica muy
sencilla—diceMarla.
Me inclino hacia adelante, apoyo las manos en la esterilla y miro a Hardin a
travésdelhuecoentremiestómagoyelsuelo.Estádepie,conlabocaabierta.
Denuevo,MarlasedacuentadequeHardinnosemueve.
—Oye,tío,¿vasaunirtealaclase?—preguntadebroma.
Si vuelve a hacerlo, no me extrañaría que la insultara delante de toda la clase.
Cierrolosojosyelevolascaderasdemaneraquemequedototalmentedoblada.
—Tessa—oigoquemellamaunavezmás—.The-reeee-sa.
—¿Qué quieres, Hardin? Estoy intentando concentrarme —digo mirándolo de
nuevo.
Se ha inclinado y está tratando de hacer la postura, pero su largo cuerpo está
dobladoformandounánguloincómodoynopuedoevitarpartirmederisa.
—¡¿Quiereshacerelfavordenoreírte?!—meespeta,yyomeríotodavíamás.
—Estosetedafatal—lopico.
—Meestásdistrayendo—replicaconlosdientesapretados.
—¿Ah,sí?¿Yeso?—MeencantatenerelcontrolconHardinporquenosucede
muyamenudo.
—Yalosabes,guarra—susurra.
Sé que la chica que tiene al lado nos está oyendo, pero me da igual. Es más,
esperoquenosoiga.
—Puesmuevelaesterilla.
Melevantodeliberadamenteparaestirarmeyvuelvoainclinarmehaciaadelante
parahacerlapostura.
—Muévetetú…Estásjugandoconmigo.
—Provocándote—locorrijo.
—Bien,ahoravamosapasaralamediapinza—anunciaMarla.
Meincorporodenuevoymedobloporlacintura,colocandolasmanossobrelas
rodillasyasegurándomedequemiespaldaformaunángulodenoventagrados.
—Vengaya—gruñeHardinalvermitraseroprácticamenteensucara.
Me vuelvo para mirarlo y veo que ni siquiera se acerca a la postura; tiene las
manosenlasrodillas,perosuespaldaestáprácticamenterecta.
—¡Esoes!Ahoralapinza—indicalainstructora,yyomeinclinohaciaadelante
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doblandoelcuerpo.
—Escomosiquisieraquetefollaseaquídelantedetodoelmundo—dice,yyo
mevuelvoinmediatamenteparaasegurarmedequenadielohaoído.
—Chsss…—lechisto,yoigocómoseríe.
—Muevelaesterillaopiensodecirtodoloquesemeestápasandoporlacabeza
en este mismo instante —me amenaza, y me incorporo de inmediato y vuelvo a
colocarmeasulado.
—Buenachica—dicesonriendoconpetulancia.
—Puedesdecirmeesascosasdespués—susurro,yélladealacabeza.
—Loharé,nolodudes—measegura,ysientouncosquilleoenelestómago.
No participa mucho el resto de la clase, y la rubia acaba cambiándose de sitio
hacialamitad,probablementeporqueHardinnoparadehablar.
—Sesuponequehayquemeditar—lesusurro,ycierrolosojos.
Todalasalaestáensilencio,exceptoporlossiseosdeHardin.
—Estoesunaputamierda—protesta.
—Nadietehapedidoqueteapuntaras.
—Nosabíaqueeratanaburrido.Estoyapuntodequedarmedormido.
—Dejadequejarte.
—Nopuedo.Mehaspuestotodocachondo,yahoraestoyaquísentado,conlas
piernascruzadas,meditandoyconunaerecciónenunasalallenadegente.
—¡Hardin!—silbo,másaltodeloquepretendía.
—Chsss…—chistanvariasvoces.
Élseríe,lesacolalenguaylachicaquetengoamiderechamemiramal.Estode
venirayogajuntosnovaafuncionar;omeechanomesuspenden.
—Vamosadejarestaclase—diceHardincuandoterminalameditación.
—Ladejarástú,yono.Necesitouncréditodeeducaciónfísica—loinformo.
—¡Haestadomuybienparaserelprimerdía!—diceMarlaparadespedirnos—.
Nosvemosafinalesdesemana.Namasté.
Enrollo mi esterilla, pero Hardin ni siquiera se molesta y la mete tal cual en la
estantería.
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CAPÍTULO68
Tessa
Cuandoregresoalosvestuariosnoencuentroporningunapartealachicaquemeha
prestado el candado, así que vuelvo a colocarlo en la puerta y, si mañana no me lo
pide,seguiréusándoloyselopagaréoalgo.
TerminoderecogermiscosasymereúnoconHardinenelpasillo.Estáapoyado
contralaparedconunpieenelmurodetrásdeél.
—Sillegasatardarmás,habríaentrado—meamenaza.
—Deberías haberlo hecho. No habrías sido el único chico —miento, y observo
cómolecambiaelgesto.
Pasodelargoydoyunoscuantospasos.Entoncesmeagarradelbrazoymedala
vueltaparacolocarmefrenteaél.
—¿Quéacabasdedecir?—inquiereconlosojosentornadosyprimitivos.
—Es broma. Sólo te estaba provocando. —Sonrío con petulancia y, con un
resoplido,élmesueltadelbrazo.
—Creoqueyamehasprovocadobastanteporhoy.
—Puede.—Sonríodenuevo.
Sacudelacabeza.
—Estáclaroquetegustatorturarme.
—Elyogameharelajadoymehalimpiadoelaura—digo,ymeechoareír.
—Puesamíno—merecuerdamientrassalimos.
Elprimerdíadelnuevotrimestrehaidobastantebien,inclusolaclasedeyoga,
quehaacabadosiendobastantedivertida.Nosuelopreferirladiversiónenloquea
estudios se refiere, pero ha sido agradable estar con Hardin. La clase de religión
puede ser un problema por la falta de estructuración, pero intentaré dejarme llevar
paranovolvermeloca.
—Tengo trabajo que hacer durante un par de horas, pero habré terminado a la
hora de cenar —me dice Hardin. Ha estado trabajando mucho últimamente—. El
partidodehockeyesmañana,¿no?—pregunta.
—Sí.Vasair,¿verdad?
—Nolosé…
—Necesitosaberlo,porquesitúfallasiréyoconLandon—respondo.
SeguroqueLandonpreferiríairconmigo,aunquenolesvendrámalpasarunrato
juntosparaestablecervínculos.Séquenuncaseránamigosdeverdad,peroseríade
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granayudaquesellevaranmejor.
—Joder,estábien,iré…—suspirametiéndoseenelcoche.
—Gracias.—Sonrío,yHardinponelosojosenblanco.
Mediahoradespués,aparcamosenlaplazadesiempreenelparkingdenuestro
apartamento.
—¿Quétallasclases?—lepregunto—.¿Lasodiastodasmenosladeyoga?—
bromeoparasuavizarelambiente.
—Sí,menosladeyoga.Elyogahasido…interesante.—Sevuelveparamirarme.
—¿En serio? Y ¿eso por qué? —Me muerdo el labio inferior en un intento de
aparentarinocencia.
—Creoquetienealgoqueverconunarubia—sonríeconpetulanciaymepongo
tensa.
—¿Perdona?
—¿Nohasvistoalarubiazaqueteníaallado?Madremía,nena,deberíashaber
vistoeseculoconesospantalonesdeyoga.
Lofulminoconlamiradayabrolapuertadelcoche.
—¿Adóndevas?—inquiere.
—Adentro.Hacefríoenestecoche.
—Vengaya,Tess.¿Tienescelosdelachicadeyoga?—meprovocaHardin.
—No.
—Claro que sí —me desafía, y yo pongo los ojos en blanco mientras salgo del
vehículo.
Me sorprendo un poco al oír sus botas golpeando el hormigón a mis espaldas.
Tirodelapesadapuertadecristalparaabrirla,entroenelvestíbuloyllegohastala
puertadelascensor.Entoncesmeacuerdodequemehedejadolasbolsasenelcoche.
—Eresunaidiota—diceriéndose.
—¿Perdona?—Levantolavistaparamirarlo.
—¿Deverdadcreesquemiraríaaunarubiacualquieraestandotúahí,pudiendo
mirarteati?Yespecialmenteconesospantalones.Puesno.Además,esliteralmente
imposiblequemireanadiemás.Meestabarefiriendoati.
Seaproximayyodoyunpasoatrás,pegándomealapareddelascensor.
Casimeechoallorar.
—Bueno,esquehevistocómotonteabacontigo.
Nosoportoestarcelosa,eslasensaciónmásdesagradabledelmundo.
—Eresburra.—Daunpasomásparapegarelcuerpoalmíoydespuésentramos
enelascensor.Mecogedelasmejillasymeobligaamirarloalosojos—.¿Cómo
puedesnoserconscientedelefectoquetienesenmí?—preguntaaunosmilímetros
demiboca.
—Nolosé—digoconvozagudacuandosumanolibreagarralamíaylacoloca
sobresusshorts.
—Miraloquemehaces.—Muevelacaderaysuerecciónmellenalamano.
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—Vaya.—Lacabezamedavueltas.
—Vasadecirmuchomásque«vaya»…—empieza,peroseinterrumpecuandoel
ascensorsedetiene—.Vengaya—gruñeenelmomentoenqueunamujerysustres
hijosentranenelascensor.
Intento apartarme de él, pero me agarra de la cintura para impedirme que me
mueva.Unodelosniñosempiezaallorar,yHardinresoplaconfastidio.Comienzoa
imaginarme lo gracioso que sería que el ascensor se averiase y nos quedásemos
atrapados con el niño llorando. Por suerte para Hardin, las puertas se abren unos
momentosdespuésysalimosanuestrodescansillo.
—Odioalosniños,literalmente—sequejaalllegaralapartamento.
Cuandoabrelapuerta,unairefríosaledelpiso.
—¿Apagastelacalefacción?—lepreguntoencuantoentramos.
—No,estamañanaestabaencendida.—Hardinseacercaaltermostatoymaldice
entre dientes—. Aquí pone veintiséis grados, cuando es evidente que no hace esa
temperatura.Llamaréalosdemantenimiento.
Asiento, cojo una manta del respaldo del sofá y me envuelvo con ella
antesdesentarme.
—Sí…,lacalefacciónnofuncionayhaceunfríodecojonesaquí—dice
Hardinporelauricular—.¿Mediahora?No,deesonada…Meimportaunamierda,
pagounafortunaporviviraquí,ynopiensopermitirqueminoviasemueradefrío
—añade,ydeinmediatosecorrige—:Nopiensopermitirquehagafríoaquí.
Memirayyoapartolamirada.
—Bien. Quince minutos. Ni uno más —ladra por el teléfono, y después lo tira
contraelsofá—.Vanamandaraalguienparaqueloarregle—medice.
—Gracias—lesonrío,yélsesientaamilado.
Abrolamantayloagarrodelaropaparaacercarlo.Unavezcerca,memontoen
suregazo,hundolosdedosensucabelloytirodeélligeramente.
—¿Quéhaces?—preguntaaltiempoquemeagarradelascaderas.
—Hasdichoquetenemosquinceminutos.—Rozosumandíbulaconloslabiosy
ledanescalofríos.
Depronto,notoquesonríe.
—¿Vasacorrerteencimademí,Tess?
—Hardin…—protestoparaevitarquesigapinchándome.
—Es broma. Quítate la ropa —me ordena, pero sus manos me levantan la
camisetacontradiciendoasísupropiaorden.
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CAPÍTULO69
Hardin
Se le pone la carne de gallina cuando le acaricio los brazos con las puntas de los
dedos.Séquetienefrío,peromegustaríapensarqueenparteseloestoyprovocando
yo. La agarro de los brazos con más fuerza cuando se menea sobre mi regazo,
presionando las caderas contra mí para crear la fricción que deseo y que necesito.
Nuncahabíadeseadotantoanadie,tanamenudo.
Sí,mehetiradoamuchastías,peroesoerasóloporlasatisfaccióndelmomento,
para poder jactarme de ello, no para estar lo más cerca posible de ellas, como me
sucedeconTess.Conella,esunacuestióndesensaciones.Megustavercómosele
erizaelvellocuandolatoco;cómosequejadequetenerlacarnedegallinalaobliga
a afeitarse más a menudo, y yo pongo los ojos en blanco aunque me hace gracia;
cómogimecuandoatraposulabioentrelosdientesyhaceeseruidocuandolosuelto
y,sobretodo,megustaelhechodeestarhaciendoalgoqueúnicamentecompartimos
ellayyo.Nadiehaestadoniestaránuncatancercadeelladeestemodo.
Deslizasusfinosdedosparadesabrocharseelsujetadormientrasyochuposupiel
justoporencimadelacopa.
Ladetengo.
—Notenemosmuchotiempo—lerecuerdo,yellahacepucheros,lograndoquela
deseemástodavía.
—Puesdateprisayquítatelaropa—meordenaconsuavidad.
Meencantaverquecadavezsesientemáscómodaconmigo.
—Nomelodigasdosveces.
La cojo de las caderas, la levanto y la coloco al lado en el sofá. Me quito los
shortsyelbóxerylehagounaseñalparaquesetumbe.Mientrascojomicarterade
la mesa para sacar un condón, ella se quita los pantalones… los pantaloncitos de
yoga.Enmisveinteañosdevida,jamáshabíavistoalgotansexi.Notengoniputa
ideadequéesloquetienen,puedequeseaelmodoenqueseciñenasusmuslos,
resaltando cada una de sus maravillosas curvas, o puede que sea el hecho de que
muestran su culo perfectamente pero, sea como sea, van a convertirse en la prenda
quellevepuestaparaestarporcasaatodashoras.
—Tienesqueempezaratomartelapíldora.Noquierousarestonuncamás—le
digo,yellaasientemirandomisdedosmientrasyomecolocoelcondón.
Lodigoenserio:piensorecordárselotodaslasmañanas.
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Tessamesorprendetirandodemibrazoenunintentodeobligarmeasentarmeen
elcojínquetieneallado.
—¿Qué? —pregunto sabiendo perfectamente lo que pretende, pero quiero oír
cómolodice.Meencantasuinocencia,peroséqueesmuchomáspervertidadelo
queseadmiteasímisma:otracaracterísticadesupersonalidadquesóloyoconozco.
Mefulminaconlamirada,yeltiempoapremia,asíquedecidonoprovocarla.Me
sientoylacolocoencimademídeinmediato.Laagarrodelpeloypegoloslabiosa
los suyos. Absorbo los gritos y los gemidos que emanan de su boca mientras hago
descender su cuerpo sobre mí y la penetro. Ambos suspiramos. Pone los ojos en
blancoycasimecorroalinstante.
—La próxima vez lo haremos despacio, nena, pero ahora sólo tenemos unos
minutos, ¿de acuerdo? —gruño en su oído mientras ella menea en círculos sus
generosascaderas.
—Mmmm—gime.
Metomoelgestocomounaseñalparaacelerarelritmo.Envuelvosuespaldacon
los brazos, la estrecho contra mí para que nuestros pechos se toquen y elevo las
caderas al tiempo que ella hace rotar las suyas. Es una sensación indescriptible.
Apenas puedo respirar mientras los dos nos movemos más y más deprisa. No
tenemosmuchotiempoy,porunavez,estoydesesperadoporacabarpronto.
—Dime algo, Tess —le ruego sabiendo que le dará vergüenza, pero esperando
que penetrarla y agarrarla del pelo con la fuerza suficiente le inspire el valor para
hablarmedeunmodoenelqueyamehahabladoantes.
—Vale… —Jadea, y yo me muevo más deprisa—. Hardin… —Su voz es
temblorosa, y se muerde el labio para relajarse, cosa que no hace sino calentarme
todavía más. La presión empieza a concentrarse en mi estómago—. Hardin, me
encanta sentirte… —dice con confianza, y yo maldigo entre dientes—. Ya estás
protestandoynisiquierahedichonada—mesuelta.Sutonopresuntuosomellevaal
límiteypierdoelcontrol.
Sucuerpotiemblaysetensayobservocómollegaalorgasmo.Escomosifuese
igual de cautivadora, si no más, cada vez que se corre. Por eso nunca me canso de
ella,ynuncaloharé.
Unos golpes en la puerta nos sacan a los dos de nuestro estado de sedación
postorgásmica y Tessa se aparta de mí al instante. Levanta su camiseta del suelo
mientrasyomequitoelcondónusadoytambiéncojomiropadelsuelo.
—¡Unmomento!—grito.
Tessaenciendeunavelaycomienzaaordenarloscojinesdecorativosdelsofá.
—¿Por qué enciendes una vela? —pregunto mientras me visto y me dirijo a la
puerta.
—Porquehueleasexo—susurra,apesardequeeldemantenimientonopuede
oírla.
Se arregla a toda prisa el pelo con los dedos. Me río en respuesta y sacudo la
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cabezajustoantesdeabrir.Elhombrequeesperaalotroladoesalto,másaltoqueyo,
ytieneunabarbalarga.Llevaelpelocastañohastaloshombrosyaparentateneral
menoscincuentaaños.
—Sehaestropeadolacalefacción,¿no?—preguntaconvozáspera.Esevidente
quehafumadodemasiadoscigarrillosalolargodesuvida.
—Sí,¿porquésinoíbamosaestaramenosseisgradosenesteapartamento?—
respondo,yveocómolosojosdelhombreseposanenmiTessa.
Me vuelvo y, cómo no, compruebo que está inclinándose hacia adelante para
sacar el cargador de su móvil de la cesta de debajo de la mesa. Y, cómo no, lleva
puestos los putos pantalones de yoga. Y, cómo no, este tipo grasiento con una puta
barba le está mirando el culo. Y, cómo no, ella se incorpora de nuevo ajena a ese
intercambio.
—Oye, Tess, ¿por qué no esperas en el cuarto hasta que esté arreglado? —le
sugiero—.Allíseestámáscalentito.
—No,estoybien.Mequedoaquícontigo—repone,ysesientaenelsillón.
Semeestáagotandolapaciencia,ycuandolevantalosbrazospararecogerseel
peloofreciéndoleaestecapullounespectáculo,tengoquearmarmedepacienciapara
noarrastrarlahastalahabitación.
Debodeestarmirándolaconfuria,porquemeobservaduranteunossegundosy
luegodice:
—Vale…—claramenteconfundida.
Recogesuslibrosdetextoydesapareceenlahabitación.
—Arreglelaputacalefacción—leespetoalviejoverde.
Élseponeatrabajarensilencio,ypermaneceensilencio,demodoquedebede
sermásinteligentedeloquehabíadadoporhecho.
Alcabodeunosminutos,elmóvildeTessaempiezaavibrarenlamesitaauxiliar.
MetomolalibertaddecogerlocuandoveoelnombredeKimberlyenlapantalla.
—¿Sí?
—¿Hardin?
La voz de Kimberly es tremendamente aguda, no sé cómo Christian lo soporta.
Seguramente fue su aspecto lo que lo atrajo, probablemente en alguna discoteca,
dondenopodíaoírlabien.
—Sí.Unsegundo,ahoratelapaso.
AbrolapuertadeldormitorioymeencuentroaTessatumbadabocaabajoenla
cama,conunbolientrelosdientesylospiesenelaire.
—EsKimberly—leexplico,yletiroelteléfonoalacamaasulado.
Locoge.
—¡Hola,Kim!¿Vatodobien?—Alcabodeunossegundos,exclama—:¡Nome
digas!Esoeshorrible.
Enarcounaceja,peronoreparaenello.
—Ah…, vale… Deja que se lo comente a Hardin. Sólo será un segundo, pero
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seguro que no tendrá inconveniente. —Se aparta el teléfono de la oreja y tapa el
auricularconlamano—.ChristianhacogidounaespeciedevirusestomacalyKim
tienequellevarloalhospital.Noesnadagrave,perosuniñeranoestádisponible—
susurra.
—¿Y?—digoencogiéndomedehombros.
—NecesitanquealguiencuidedeSmith.
—Yyyy,¿porquémecuentasesto?
—Quieresabersipodemoscuidarlonosotros.—Semuerdeloscarrillos.
Nopuedocreerquemeestésugiriendoquequierecuidardeeseniño.
—¿Qué?
Tessasuspira.
—Hacerdeniñeros,Hardin.
—No.Deeso,nada.
—¿Porquéno?Esunniñomuybueno—protesta.
—No,Tessa,estonoesunaguardería.Nidecoña.DileaKimquelecompreun
pocodeparacetamolyqueledéunpocodesopadepolloylistos.
—Hardin…, ella es mi amiga y él es mi jefe, y está enfermo. Creía que te
importaba—replica,ysemerevuelvelaconciencia.
ClaroqueletengoaprecioaVance,estuvoahíparamíyparamimadrecuando
mipadrelacagaba,peroesonosignificaquequieracuidardesuhijocuandomañana
yamehecomprometidoairaunpartidodehockeyconLandon.
—Hedichoqueno—reitero,manteniéndomefirme.Loúltimoquenecesitoahora
es un incordio de niño con la boca manchada de chocolate que me destroce el
apartamento.
—Porfavor,Hardin—meruegaTess—.Notienenanadiemás.Porfavooor…
Sé que va a decir que sí de todos modos; sólo me ha preguntado por cortesía.
Suspirovencidoyveocómosedibujaunasonrisaensurostro.
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CAPÍTULO70
Hardin
—¿Quieresdejarderefunfuñar?Teestáscomportandopeordeloquesevaaportar
él,ysólotienecincoaños—meregañaTessa.
Pongolosojosenblanco.
—Sólodigoqueestoescosatuya.Ymáslevalequenotoquemiscosas.Túhas
accedidoahacerdecanguro,asíqueesproblematuyo,nomío—lerecuerdojusto
cuandoungolpeenlapuertaanunciasullegada.
MesientoenelsofáydejoqueseaTessaquienabra.Mefulminaconlamirada,
peronohacequelosinvitados,sus invitados, esperen mucho antes de colocarse su
mejorsonrisayabrirlapuertadelapartamentodeparenpar.
Alinstante,Kimberlyempiezaaparlotear,prácticamentechillando.
—¡Muchísimasgracias!Mesalváislavidaconesto,enserio,noteníaniideade
quéhabríahechosimehubieseisdichoquenopodíaiscuidardeSmith.Christianestá
fatal,noparadevomitar,y…
—No te preocupes, mujer —la interrumpe Tess, y doy por hecho que lo hace
porquenoquieresaberlosdetallesescabrososdelosvómitosdeChristian.
—Sí,bueno,meestáesperandoenelcoche,asíquemetengoqueirya.Smithes
bastanteindependiente,seentretieneélsolito,ysinecesitaalgoosloharásaber.
Sehaceaunladoyunniñopequeñodecabellorubiooscuroaparecedetrásde
ella.
—¡Hola,Smith!¿Cómoestás?—diceTessaenuntonorarísimoquenolehabía
oídoantes.Debedesersuintentodeadoptarunlenguajeinfantil,aunqueelniñoya
tienecincoaños.Enfin,cosasdeTessa.
Elcríonodicenada,sólolesonríetímidamenteypasahaciaelsalón.
—Sí,noesmuyhablador—lediceKimberlyaTessalversuexpresiónapenada.
Por mucha gracia que me haga que no le haya contestado, no quiero que se
entristezca, así que más le vale al niñato este cambiar de actitud y ser amable con
ella.
—Bueno, ¡ahora sí que me voy! —Kim sonríe y cierra la puerta después de
despedirsedeSmithconlamanoporúltimavez.
EntoncesTessaseagachaylepreguntaalniño:
—¿Tieneshambre?
Élniegaconlacabeza.
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—¿Ysed?
Lamismarespuesta,sóloqueestavezsesientaenelsillón,enfrentedemí.
—¿Quieresquejuguemosaunjuego?
—Tess, creo que sólo quiere sentarse ahí tranquilamente —le digo cuando veo
queseponecolorada.
Comienzo a zapear buscando algo interesante que ver en la televisión para
mantenermeocupadomientrasellacuidadelniño.
—Perdona,Smith—sedisculpa—.Sóloquieroasegurarmedequeestásbien.
El crío asiente como un robot, y entonces me doy cuenta de que se parece
muchísimo a su padre. Tiene el pelo del mismo color, y los ojos del mismo tono
verde azulado, y sospecho que, si sonriera, tendría los mismos hoyuelos que
Christian.
PasamosunosminutosenincómodosilencioduranteloscualesTessaselimitaa
estardepiejuntoalsofá,yveocómosumentenoparadeplanificar.Lapobrehabía
dadoporhechoqueelniñollegaríaaquíllenodeenergíaydispuestoajugarconella,
pero no ha abierto la boca ni se ha movido un milímetro del sillón. Va
impecablemente vestido, tal y como había imaginado, con unas deportivas blancas
que parecen nuevas. Cuando levanto la vista de su polo azul, veo que me está
mirando.
—¿Qué?—lepregunto.
Élapartalamirada.
—¡Hardin!—mereprendeTessa.
—¿Quépasa?Sólolehepreguntadoporquémeestabamirando.
Meencojodehombrosycambioelcanalquehabíadejadosinquerer.Loúltimo
quemeapetecevereselrealitydelasKardashian.
—Séamable—dicefulminándomeconlamirada.
—Losoy—lecontesto,ymeencojodehombroscomosinotuvieraimportancia.
Tessponelosojosenblanco.
—Bueno, voy a preparar la cena. Smith, ¿quieres venir conmigo o prefieres
quedarteconHardin?
Sientoqueelniñomeobserva,perodecidonomirarlo.Tienequeirseconella.
Ellaeslaniñera,noyo.
—Veconella—ledigo.
—Puedesquedarteaquísiquieres,Smith.Hardinnotemolestará—leasegura.
Elniñonodicenada.Quésorpresa.Tessdesapareceporlacocinayyosuboel
volumen del televisor para evitar cualquier posible conversación con el mocoso,
aunqueesbastanteimprobablequesedéelcaso.Estoytentadodeiralacocinacon
ellaydejarlosoloenelsalón.
Pasanunosminutosycadavezestoymásincómodoconelcríoahísentado.¿Por
quénohablanijuegaoloqueseaquehaganlosniñosdecincoaños?
—Bueno,¿quétepasa?¿Porquénodicesnada?—lepreguntoalfinal.
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Seencogedehombros.
—Esdemalaeducaciónnocontestarcuandoalguientehabla—loinformo.
—Esdepeoreducaciónpreguntarmeporquénohablo—mecontesta.
Tieneunligeroacentobritánico,notanmarcadocomoeldesupadre,peroestá
ahí.
—Bueno,almenosahoraséquesabeshacerlo—digo.Surespuestamehacogido
porsorpresaynosémuybienquédecirleacontinuación.
—¿Por qué tienes tanto interés en que hable? —me pregunta, y parece mucho
mayordeloquees.
—Pues…nosé.¿Porquénotegustahacerlo?
—Nolosé.—Seencogedehombros.
—¿Vatodobienporahí?—preguntaTessadesdelacocina.
Poruninstantesemepasaporlacabezadecirlequeno,queelniñosehamuerto
oqueestáherido,perodejadeparecermegraciosomientraslopienso.
—Sí—lecontesto.
Esperoqueterminepronto,porquenopiensoseguirconestaconversación.
—¿Porquéllevasesascosasenlacara?—mepreguntaSmithseñalándomeelaro
dellabio.
—Porquequiero.Quizálapreguntaadecuadaseaporquénollevastúninguna—
digo para centrar la atención en él, intentando no pensar que al fin y al cabo es un
niño.
—¿Tedolió?—repone,evitandoasímipregunta.
—No.
—Tienepintadedoler—diceconunamediasonrisa.
Supongoqueelcríonoestátanmal,perosiguesingustarmelaideadetenerque
cuidardeél.
—¡Casiheterminado!—gritaTessa.
—Vale,yoleestoyenseñandoalniñoaconfeccionarunabombacaseraconuna
botella de gaseosa —bromeo, y Tess asoma la cabeza por la puerta para echar un
vistazo.
—Estáloca—ledigo,yélseríemostrandosushoyuelos.
—Esguapa—susurracolocándoselasmanosalrededordelaboca.
—Sí,loes,¿verdad?
AsientoylevantolavistahaciaTess,quetieneelpelorecogidoenunaespeciede
nidoenloaltodelacabeza.Aúnllevapuestoslospantalonesdeyogayunacamiseta
sencilla,yasientodenuevo.Espreciosa,ynisiquieratienequeesforzarseporserlo.
Séquetodavíanosoye,yveocómosonríemientrassevuelveparaterminarsu
tareaenlacocina.Noséporquésonríedeesamanera;¿yquésiestoyhablandocon
esteniño?Siguesiendounincordio,comotodoslosdemáshumanosenminiatura.
—Sí,muyguapa—vuelveadecir.
—Vale,relájate,chaval,queesmía—bromeo.
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Memiraconlabocamuyabierta.
—¿Estumujer?
—No,joder,no—resoplo.
—¿Joder,no?—repite.
—¡Mierda,nodigaseso!—Corroalsillónparataparlelaboca.
—¿Quenodiga«mierda»?—preguntaapartándomelamano.
—No,nodigasni«mierda»ni«joder».
Éstaesunadelasrazonesporlasquenodeberíaestarenpresenciadeniños.
—Séquesonpalabrotas—medice,yyoasiento.
—Puesnolasdigas—lerecuerdo.
—Entonces,sinoestumujer,¿quiénes?
Joder,quécotilla.
—Esminovia.
Noséparaquémemolestoenhacerlehablar.
Entonceselniñojuntalasmanosymemiracomosifueseunsacerdoteoalgoasí.
—¿Quierescasarteconella?
—No,noquierocasarmeconella—digodeformapausadaperoclaraparaversi
lopillaestavez.
—¿Nunca?
—Nunca.
—Y¿tendréisunbebé?
—¡No! ¡Joder, no! ¿De dónde sacas esas cosas? —Me estoy agobiando sólo de
oírlasenvozalta.
—¿Porqué…?—empiezaapreguntar,perolointerrumpo.
—Dejadehacertantaspreguntas—gruño,yélasiente,mequitaelmandodela
manoycambiadecanal.
Tessa lleva varios minutos sin asomarse, de modo que decido acercarme a la
cocinayversilefaltamucho.
—Tess…,¿tefaltamucho?Porqueelcríoestáhablandodemasiado—protesto,y
cojountrozodebrócolidelplatoqueestápreparando.
Séqueodiaquecomaantesdequeestélistalacena,perohayunniñodecinco
añosenmisalón,asíquepuedocomermeelputobrócolisiquiero.
—No,sólounpardeminutos—contestasinmirarme.
Sutonoesextrañoyparecemolestaporalgo.
—¿Estásbien?—lepregunto,yentoncessevuelveconlosojosvidriosos.
—Sí,estoybien.Sonlascebollas,quemehacenllorar.—Seencogedehombros
yabreelgrifoparalavarselasmanos.
—No te preocupes…, acabará hablando contigo también. Ahora ya está más
relajado—leaseguro.
—Ya,yalosé.Noeseso…,sonsólolascebollas—repite.
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CAPÍTULO71
Hardin
ElcríopermanececalladoyselimitaaasentircuandoTessalepreguntaalegremente:
—¿Tegustaelpollo,Smith?
—¡Estádelicioso!—digoconunentusiasmoexageradoparasuavizarelgolpede
queelniñotodavíanoquierahablarconella.
Mesonríeligeramenteperonomemiraalosojos.Elrestodelacenatranscurre
ensilencio.
MientrasTessarecogelacocina,yovuelvoalsalónyoigounaspequeñaspisadas
quemesiguen.
—¿Quieresalgo?—pregunto,ymedejocaersobreelsofá.
—No.—Elchavalseencogedehombrosycentralaatenciónenlatele.
—Estupendo…
Estanochenohaynadadecentequever.
—¿Vaamorirsemipapá?—mepreguntaderepentelavocecitaquetengoami
lado.
Mevuelvohaciaél.
—¿Qué?
—Mi papá, ¿va a morirse? —dice Smith, aunque parece bastante tranquilo
respectoaltema.
—No,sólosehapuestoenfermoporquehacomidoalgoenmalestado.
—Mimamásepusoenfermayahoraestámuerta—replica,yunpequeñotemblor
ensuvozmehaceverquenoesinmunealapreocupación.
Sientoquemeasfixioconmipropiarespiración.
—Ya…,bueno—comienzoadecir—.Esoeradiferente.
«Pobrechaval.»
—¿Porqué?
Joder, ¿por qué hace tantas preguntas? Quiero llamar a Tess, pero algo en la
expresióndepreocupacióndesurostromedetiene.Nohablaconella,asíquenocreo
quequieraquelallame.
—Tupadresóloestáunpocoenfermo…,perotumadreestabamuyenferma.Él
estarábien.
—¿Meestásmintiendo?
Habla como si fuese mucho mayor de lo que es, y me recuerda mucho a mí.
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Supongoqueestoesloquepasacuandotevesobligadoacrecerdemasiadodeprisa.
—No,situpadrefueseamorirtelocontaría—ledigo,ylodigoenserio.
—¿Deverdad?
Susojosbrillanytemoporunmomentoquevayaaecharseallorar.Noséqué
coñoharíasiempezaraallorarahora.Huir.Saldríacorriendohastaelotrocuartoy
meesconderíadetrásdeTessa.
—Sí.Yahorahablemosdealgomenosmacabro.
—¿Quées«macabro»?
—Algoretorcidoyjodido—leexplico.
—Hasdichootrapalabrota—meregaña.
—Yopuedodecirlasporquesoymayor.
—Siguesiendounapalabrota.
—Túhasdichodosantes,podríachivarmeatupadre—loamenazo.
—Yyomechivaréatunovia—mecontesta,ynopuedoevitarecharmeareír.
—Vale,vale,túganas—digo,yleindicoconungestoquenoabralaboca.
Tessaasomalacabeza.
—Smith,¿vienesaquíconmigo?
Éllamira,despuésmemiraamíypregunta:
—¿PuedoquedarmeconHardin?
—Nocreoque…—empiezaella,perolainterrumpo.
—Estábien—suspiro,ylepasoelmandoalniño.
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CAPÍTULO72
Tessa
ObservocómoSmithseacomodaenelsofáyseaproximaligeramenteaHardin.Él
lomiraconcautela,peronolodetienenidicenadaacercadesucercanía.Escurioso
que al crío le guste Hardin cuando es evidente que él detesta a los niños. Sin
embargo,comoSmithpareceenciertomodounhacendadosacadodeunanovelade
Austen,esposiblequenoloincluyaenesacategoría.
«Nunca», le ha dicho a Smith cuando éste le ha preguntado si quiere casarse
conmigo.
«Nunca.»Nopiensatenerunfuturoconmigo.Enlomáshondodemiseryalo
sabía,peromedueleoírselodecir,ymásdeunamaneratanfríayrotunda,comosi
fueraunchisteoalgo.Podríahabersuavizadoelgolpe,aunquefuerasólounpoco.
Obviamentetodavíanoquierocasarme,nohastadentrodeunosaños.Peroloque
meduele,ymucho,eselhechodequenohayalamásmínimaposibilidad.¿Diceque
quiere estar conmigo para siempre pero no quiere casarse? ¿Qué quiere?, ¿que
seamosnoviostodalavida?¿Quierorenunciaratenerhijos?¿Mequerrálosuficiente
comoparaquememerezcalapenaestarelación,apesardelfuturoquesiemprehabía
imaginadoparamí?
Lo cierto es que no lo sé, y me duele la cabeza sólo de pensarlo. No quiero
obsesionarmeporelfuturoenestosmomentos;sólotengodiecinueveaños.Lascosas
vanbastantebienentrenosotrosahora,ynoquierofastidiarlo.
Cuandolacocinaestálimpiayellavavajillaslleno,compruebounavezmásque
todovabienenelcomedorymedirijoaldormitorioparaprepararmelascosaspara
mañana.Miteléfonocomienzaasonarmientrassacounafaldanegralargaparaeldía
siguiente.EsKimberly.
—¡Hola!¿Vatodobien?—digoalcontestar.
—Sí,todobien.Vanaadministrarleantibióticosy,enteoría,deberíamos
acabarpronto.Aunquepuedequeseretraselacosaunpoco,esperoqueno
osimporte—dice.
—Notepreocupes.Tomaoseltiempoquenecesitéis.
—¿QuétalSmith?
—Bien,sellevafenomenalconHardin—ledigo.Todavíanopuedocreerlo.
Ellaseríeconganas.
—¿Enserio?¿ConHardin?
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—Sí,quémevasacontar.—Pongolosojosenblancoymedirijoalsalón.
—Vaya,nomeloesperaba,peroesunbuenentrenamientoparacuandotengáis
pequeñosHardinsporlacasa—bromea.
Suspalabrasmehierenenlomásprofundodelcorazónymemuerdoellabio.
—Sí…,supongo…—Quierocambiardetemaantesdequeelnudoquesemeha
formadoenlagargantaaumentedetamaño.
—Bueno,notardaremos,espero.Smithtienequeacostarsealasdiez,perocomo
ya son las diez, dejad que se quede despierto hasta que queráis que se duerma.
Graciasotravez—diceKimberly,ycuelgaelteléfono.
Me detengo un momento en la cocina para preparar un pequeño almuerzo para
mañana;mellevarélassobrasdeestanoche.
—¿Porqué?—oigoqueSmithlepreguntaaHardin.
—Porqueestánatrapadosenlaisla.
—¿Porqué?
—Porquesuaviónsehaestrellado.
—Y¿cómoesquenohanmuerto?
—Esunaserie.
—Esunaserieabsurda—diceSmith,yHardinseechaareír.
—Sí,tienesrazón.
Hardin sacude la cabeza divertido y Smith se ríe. En cierto modo se parecen
mucho,loshoyuelos,laformadelosojosylassonrisas.Imaginoque,menosporel
pelo rubio y el color de los ojos, Hardin se parecería mucho a Smith cuando era
pequeño.
—¿Te parece bien que me acueste o quieres que me quede a cuidarlo? —le
pregunto.
Élmemira,ydespuésmiraaSmith.
—Esto…,acuéstatetranquila.Detodosmodos,sóloestamosviendotonteríasen
latele—responde.
—Vale.Buenasnoches,Smith.TeverédentrodeunratocuandoKimvengaapor
ti—ledigo.
ElniñomiraaHardin,despuésamí,ysonríe.
—Buenasnoches—susurra.
Mevuelvoparairaldormitorio,peroHardinmedetieneagarrándomedelbrazo.
—Oye,¿amínomedaslasbuenasnoches?—diceponiendomorritos.
—Ah…, sí. Perdona. —Lo abrazo y le doy un beso en la mejilla—. Buenas
noches—ledigo,yélmeabrazadenuevo.
—¿Seguro que estás bien? —pregunta, y me aparta por los hombros para
mirarme.
—Sí,essóloqueestoymuycansada,ydetodosmodosélprefiereestarcontigo.
—Sonríodébilmente.
—Tequiero—medice,ymebesaenlafrente.
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—Tequiero—respondo,ycorroaldormitorioycierrolapuerta.
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CAPÍTULO73
Tessa
Aldíasiguiente,eltiempoesagradable.Apenassihaynieveyaenlacuneta.Cuando
llegoaVance,Kimberlyestásentadadetrásdelmostradorderecepciónymesonríe
mientrasyocojomidonutymicafécomotodoslosdías.
—Nisiquierameenterédecuándovinisteanoche.Mequedédormida—ledigo.
—Lo sé, Smith también estaba dormido. Gracias de nuevo —contesta, y su
teléfonoempiezaasonar.
Semehaceraroestarenlaoficinadespuésdehaberestadoenelcampusayer.A
veces tengo la sensación de tener una doble vida: una de estudiante universitaria y
otradeadultatrabajadora.Tengounpisoquecompartoconminovioyunabecade
prácticas pagadas que, sinceramente, parece más un trabajo real que una beca. Me
gustan las dos vidas y, si tuviera que escoger una, elegiría la de adulta, pero con
Hardin.
Mesumerjoenmitrabajoyprontollegalahoradealmorzar.Despuésdevarios
desastres, por fin doy con un manuscrito bastante cautivador, y me encuentro
comiendo a toda prisa para poder seguir leyéndolo hasta terminarlo. Espero que
encuentrenunacuraparalaenfermedaddelpersonajeprincipal;seríaunalástimaque
falleciera. El resto del día transcurre deprisa. Ajena al resto del mundo, estoy
enfrascadaenlaobra,quetieneunfinalterriblementetristeymedejaabsolutamente
desolada.
Conlágrimasenlasmejillas,salgodelaoficinaymemarchoacasa.Nosénada
deHardindesdequelohedejadodurmiendoymalhumoradoenlacama,ynopuedo
hacer otra cosa que pensar en sus palabras de anoche. Necesito distraerme de esas
cavilaciones; a veces desearía poder desconectar mi mente como parece hacer otra
gente. No me gusta pensarlo todo tanto, pero no puedo evitarlo. Soy como soy, y
ahora sólo puedo pensar en que Hardin y yo no tendremos un futuro juntos. No
obstante, necesito de verdad hacer algo para dejar de obsesionarme con esto. Él es
comoes,ynoquierecasarsenitenerhijosenlavida.
QuizádeberíallamaraStephdespuésdepasarmeporConner’sparacompraralgo
decomidaydeponerunalavadora,yaqueHardinyLandonvanairalpartidoesta
noche…Madremía,esperoquetodovayabien.
Cuandollegoalapartamento,Hardinestáleyendoenlacama.
—Hola,guapa.¿Quétaleldía?—preguntacuandoentro.
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—Supongoquebien.
—¿Quétepasa?—dicemirándomealacara.
—Hoy he leído un libro muy triste. Era fantástico, pero desgarrador —digo
intentandonoponermesensibleotravez.
—Vaya,puessíquedebedeserbuenoparaquesigastanafectada.—Sonríe—.
NomehabríagustadoestarpresentelaprimeravezqueleísteAdiósalasarmas.
Medejocaerasuladosobrelacama.
—Estohasidopeor.Muchopeor.
Meagarradelablusaytirademíparaqueapoyelacabezaensuhombro.
—Quésensibleesminiña—dicemientrasmeacaricialaespaldaconlosdedos
arribayabajo,ysumaneradepronunciaresaspalabrashacequenotemariposasenel
estómago. Que me llame «mi niña» hace que me sienta mucho más feliz de lo que
debería.
—¿Hasidohoyaclase?—lepregunto.
—No.Cuidardelminihumanoagotómisenergías.
—¿Cuidarlo?Sisóloestuvisteisviendolatele.
—Lomismoda.Hicemásquetú.
—¿Tecaebien,entonces?—Noestoyseguradeporquélepreguntoeso.
—No…,bueno,teniendoencuentalomolestosquesonlosniños,éstenoestaba
mal del todo, pero no tengo intención de quedar para jugar con él en una buena
temporada.—Sonríe.
PongolosojosenblancoperonodigonadamásenrelaciónconSmith.
—¿Estáslistoparaelpartidodeestanoche?
—No,yalehedichoaLandonquenovoy.
—¡Hardin!¡Tienesqueir!—grito.
—Es broma… Pasará a por mí dentro de poco. Ésta me la debes, Tess —
refunfuña.
—Atitegustaelhockey,yLandonesmuybuenacompañía.
—Notanbuenacomotú—repone,ymedaunbesoenlamejilla.
—Estásdebastantebuenhumorteniendoencuentaqueactúascomositellevaran
almatadero.
—Siestosalemal,noseréyoquienacabesacrificado.
—MástevaleseramableconLandonestanoche—leadvierto.
Levantalasmanosconfingidainocencia,aunqueyameconozcolahistoria.Oigo
quellamanalapuerta,peroHardinniseinmuta.
—Estuamigo,abretú—dice.
Pongolosojosenblancoyvoyaabrir.
Landonvisteunasudaderadesuequipodehockey,unospantalonesazulesyunas
deportivas.
—¡Hola,Tessa!—diceofreciéndomesuafablesonrisadesiempreysaludándome
conunabrazo.
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—¿Podemos acabar con esto de una vez? —dice Hardin antes de que me dé
tiempoadecirhola.
—Vaya,veoquelanochepromete—señalaLandon,yponelosojosenblancoy
sepasalamanoporsupelocorto.
—Serálamejornochedetodatuvida—lesueltaHardin.
—Buenasuerte—ledigoaLandon,yélseechaareír.
—Tranquila, Tess, sólo está haciéndose el gallito, intentando aparentar que no
estádeseandopasarelratoconmigo.—Sonríe,yahoraesHardinquienponelosojos
enblanco.
—Enfin,aquíhaydemasiadatestosteronaparamí,asíquevoyacambiarmeya
hacer algunos recados —replico—. Que lo paséis bien —y dejo a los hombres con
susjueguecitos.
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CAPÍTULO74
Hardin
—¿Por qué coño hay tanta gente ya? —gruño mientras Landon y yo nos abrimos
pasoentrelamultitud.
Memiraconreproche.
—Porquehemosllegadotardegraciasati.
—Aúnfaltanquinceminutosparaqueempieceelpartido.
—Yosuelovenirunahoraantes—meexplica.
—Cómono.InclusocuandonoestoyconTessa,estoyconTessa—protesto.
Landonyellasonidénticosenloquerespectaasufastidiosanecesidaddeserlos
primerosylosmejoresentodoloquehacen.
—Deberíassentirteorgullosodeestarconella—medice.
—Dejadecomportartecomouncapulloyesposiblequedisfrutemosdelpartido
—replico,conteniéndome,aunquenopuedoevitarsonreíralversucaradefastidio
—.Perdona,Landon.Mesientoorgullosodeestarconella.Yahora,¿quiereshacerel
favorderelajarte?—Merío.
—Claro, claro. Busquemos nuestros asientos —dice en voz baja, dirigiendo el
camino.
—¡Pero¿quédiablos…?!¿Hasvistoeso?¡¿Cómonariceslohandadoporválido?!
—gritaLandonamilado.
Nuncalohabíavistomostrarsetanenérgico.Peroinclusoestandofuriososuena
comounpelele.
—¡Vengaya!—gritaunavezmás,yyomemuerdolalenguamuertoderisa.
Supongo que Tessa tenía razón: no es tan mala compañía. No sería mi primera
elección,peronoestátanmal.
—Veoque,cuantomáschillas,másprobabilidadestienendeganar—ledigo.
Élhacecomoquenomeoyeysiguegritandoyabucheandosegúnsedesarrollael
partido.YoalternoentreprestaratenciónaljuegoymandarleaTessamensajespara
decirle obscenidades y, antes de que me dé cuenta, oigo que Landon grita: «¡Sí!»,
cuandosuequipoganaelpartidoenelúltimosegundo.
Lamultitudseagolpaenelcampoyyomeabropasoentreellos.
—Tenmáscuidado—oigounavozdetrásdemí.
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—Perdón—sedisculpaLandon.
—Asímegusta—diceeldelavoz,ycuandomevuelvomeencuentroaLandon
nerviosoyauncapulloquellevalasudaderadelequipocontrario.
Landontragasaliva,peronodicenadamásmientraseltipoysusamigossiguen
provocándolo.
—Mira qué miedo tiene —dice otra voz, supongo que de uno de los
acompañantesdelcapullo.
—Yo…,esto…—tartamudeaLandon.
«Estoeslahostia.»
—Haced el favor de dejarlo tranquilo —les bramo, y ambos se vuelven para
mirarme.
—¿Oqué?—escupeelmásalto.Puedopercibireloloracervezaensualiento.
—Uoscerrarélaputabocadelantedetodoelmundo,yacabaréistanhumillados
queaparecerácomotitularentrelasnoticiasdelpartido—lesadvierto,ylodigomuy
enserio.
—Venga,Dennis,vámonos—diceelmásbajo,elúnicoquepareceteneralgode
sentidocomún,ytiradelasudaderadesuamigoydesaparecenentrelamultitud.
AgarroaLandondelbrazoytirodeélhastaquesalimosdeallí.Tessamecortará
laspelotascomoalguienledéunapalizaestanoche.
—Graciasporlodeantes,noeranecesario—dicecuandollegamosasucoche.
—Nohagasquelasituaciónseamásincómodatodavía,¿vale?
Pongounafalsasonrisayélsacudelacabeza,perooigoqueseríeporlobajo.
—¿Tellevodevueltaatuapartamento?—preguntadespuésdevariosminutosde
silencioembarazosomientrasesperamosparasalirdelatestadoaparcamiento.
—Sí,vale.—ComprueboelteléfonoparaversiTessameharespondido.Noloha
hecho—.¿Tevasamudar?—lepreguntoaLandon.
—Noloséaún.LaverdadesquequieroestarmáscercadeDakota—explica.
—Y¿porquénosemudaellaaquí?
—Porque su carrera de ballet aquí no tiene ningún futuro. Tiene que estar en
Nueva York. —Landon deja pasar a otro coche delante de nosotros a pesar de que
apenasnoshemosmovidodesdequesalimosdelaplazadeaparcamiento.
—Y¿quévasahacer?¿Renunciaratuvidaparaestarconella?—memofo.
—Sí, prefiero hacer eso a seguir alejado de ella. Además, no me importa tener
quemudarme;NuevaYorkdebedeserunlugarfantásticoparavivir.Lasrelaciones
nogiransiempreentornoaunasolapersona,¿sabes?—dicemirándomedereojo.
«Capullo.»
—¿Esosesuponequevapormí?
—Noexactamente,perositehasdadoporaludido,alomejorsí.
Un grupo de idiotas borrachos pasan tambaleándose delante del coche, pero a
Landonnopareceimportarlequenosesténbloqueandoelpaso.
—Cierraelpico,¿quieres?—digo.Ahorasólopretendetocarmeloscojones.
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—¿QuieresdecirquetúnotemudaríasaNuevaYorkparaestarconTessa?
—Sí,esomismoquierodecir.YonoquierovivirenNuevaYork,asíquenoviviré
enNuevaYork.
—SabesquenomerefieroaNuevaYork,sinoaSeattle.Tessaquierevivirallí.
—SevendráaInglaterraconmigo—ledigo,ysuboelvolumendelaradioconla
esperanzadezanjarestaconversación.
—¿Ysinolohace?Sabesquenoquierehacerlo,¿porquéibasaobligarla?
—Novoyaobligarlaahacernada,Landon.Sevendráallíporquetenemosque
estarjuntosyellanoquerráestarlejosdemí,esasídesimple.
Compruebomiteléfonounavezmásparaintentardistraermedelairritaciónque
miqueridohermanastromeestácausando.
—Eresuncapullo—meespeta.
Meencojodehombros.
—Nuncahedichoquenolosea.
MarcoelnúmerodeTessyesperoaquemeresponda.Nolohace.«Genial.De
putamadre.»Confíoenquesigaencasacuandollegue.SiLandonnocondujeratan
lentoyaestaríamosallí.Permanezcoensilencio,arrancándomelospadrastrosdelas
uñas.Despuésdeloqueparecentresputashoras,Landondetieneelcochedelantede
miapartamento.
—Nohaestadomallanoche,¿eh?—dicecuandosalgo.
—No, supongo que no —admito riéndome por lo bajo—. Pero como le digas a
alguienquehedichoesto,temataré—bromeo.
Élseríeysemarcha.Dejoescaparunprofundosuspiro,satisfechodequeesos
tiposnolehayandadounapaliza.
Cuandoentroenelapartamento,Tessaestáprofundamentedormidaenelsofá,así
quemesientoymequedoobservándolaunrato.
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CAPÍTULO75
Hardin
DespuésdeobservaraTessaunratomientrasduerme,lacojoenbrazosylallevoal
dormitorio. Se abraza a mí y apoya la cabeza en mi pecho. La deposito en nuestra
camaylatapoconlamanta.Ledoyuntímidobesoenlafrenteycuandomedoyla
vueltaparaacostarmeyotambién,abrelaboca.
—Zed—musita.
«¿Acaba de…?» La miro fijamente, intentando reproducir en mi mente los
últimostressegundos.Nopuedehaberdicho…
—Zed.—Sonríeyseponebocaabajo.
«¿Porquécoñoestádiciendosunombre?»
Unapartedemíquieredespertarlaypreguntarleporquélohallamadodosveces
ensueños.Elrestodemí,lapartetaradayparanoica,sabeloquemedirá.Tessame
diráquenotengoporquépreocuparme,quesólosonamigos,quemequiere.Puede
queseacierto,peroacabadedecirsunombre.
OírelnombredeesecapullodesubocayelpánfilodeLandon,tansegurodesu
futuro, me superan. Yo no tengo nada claro, no tanto como él, y Tessa por lo visto
tampocotieneclarosivaaseguirconmigo.Delocontrario,noestaríasoñandocon
Zed.
Cojopapelylápizyleescribounanota,ladejoenlacómodaymeadentroenla
noche.
Giro el coche hacia la taberna de Canal Street. No quiero ir por si Nate y los
demás siguen ahí, pero hay un sitio cerca al que solía ir a emborracharme. Me
encantanelestadodeWashingtonylosretrasadosquenuncalespidenelcarnetalos
universitarios.
La voz de Tessa resuena en mi mente, me advierte de que no vuelva a beber
despuésdelodelaúltimavez.Melasuda.Necesitountrago.Acontinuaciónoigolas
voces de Landon y de Zed. ¿Por qué todo el mundo se cree que sus opiniones me
importanunbledo?
No voy a mudarme a Seattle; Landon y su consejo de mierda pueden irse al
carajo.Sóloporqueélquieraseguirasunoviacomounperritofalderonosignifica
queyovayaahacerlomismo.Yaloestoyviendo:recojomisbártulosymemudoa
Seattleconella,ydosmesesdespuésdecidequeestáhastalacoronillademimierda
ymedeja.EnSeattle,estaremosensumundo,noenelmío,ypodríaecharmedeél
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conlamismafacilidadconlaquemepermitióentrar.
Cuandollegoalbar,lamúsicanoestáaltayapenashaygente.Larubiadedetrás
delabarramemirasorprendida,interesada.
—Cuánto tiempo sin verte, Hardin. ¿Me has echado de menos? —Sonríe y se
pasa la lengua por los labios carnosos, recordando las noches que hemos pasado
juntos,seguro.
—Sí.Oye,¿meponesunacopa?—contesto.
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CAPÍTULO76
Tessa
Cuandomedespierto,veoqueHardinnoestáenlacama.Imaginoquehasalidoapor
caféoqueestáenladucha.Mirolahoraenelmóvilymeobligoalevantarme.Estoy
cansada, y eso que anoche no salí, así que paso de arreglarme. Me pongo una
camiseta de la WCU y unos vaqueros. Me pondría unos leggings para provocar a
Hardin,peronolosencuentro.Conociéndolo,seguroqueloshaescondidoparaque
ningúnotrochicomeveaconellos.
Vuelvo a buscarlos en el cajón de arriba de la cómoda y, cuando lo cierro, un
pedazodepapelcaealsuelo.
«He salido a desayunar con mi padre», dice la letra de Hardin. La nota me
confundeymealegraapartesiguales.EsperodeverdadqueKenyélpuedanseguir
trabajandoensurelación.
Imagino que ya habrán acabado e intento llamar a Hardin, pero no lo coge. Le
envíounmensajeysalgoareunirmeconLandonenlacafeteríadelafacultad.
Alllegar,élyaestásentadoaunamesayseñalalasdostazasquehayenella.
—Hepedidounaparati—diceconunasonrisaaltiempoquemeofreceunade
lastazasdepapel.
—Quéamable.Muchasgracias.
El sabor dulce y amargo del café termina de despertarme y empieza a
preocuparmenotenernoticiasdeHardin.
—Fíjate: parecemos universitarios normales —bromea Landon señalando
nuestrascamisetas,quesonidénticas.
Meechoareíryledoyotrosorboalbenditocafé.
—Oye,¿dóndeestáHardin?—Sonríe—.Estamañananotehaacompañado.
Meencojodehombros.
—No lo sé. Me ha dejado una nota que decía que se había ido temprano para
desayunarconsupadre.
Landondejadebeberamediosorboymemirainquisitivo.
—¿Deverdad?—Y,trasunapausa,añade—:Cosasmásrarassehanvisto.
Surespuestanohacemásqueempeorarmisdudas.¿SeguroqueHardinhasalido
adesayunarconsupadre?¿Seguro?
LandonyyonosvamosaclaseyHardintodavíanohacontestadoaningunode
mismensajes.Sientounaopresiónenelpecho.
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Ocupamosnuestrosasientos;Landonmemiraymepregunta:
—¿Teencuentrasbien?
EstoyapuntodecontestarlecuandoveoentrarenclasealprofesorSoto.
—¡Buenos días! Disculpad mi tardanza, anoche acabé a las tantas. —Sonríe, se
quitalachaquetadecueroyladejadecualquiermaneraenelrespaldodesusilla—.
Esperoquetodoshayáisencontradotiempoparacomprarorobarundiario.
Landonyyonosmiramosysacamosnuestrosdiarios.Miroalrededoryveoque
somoslosúnicosquelohemostraído,yunavezmásmeasombrodelopocoquese
esfuerzanlosuniversitarios.
Sinembargo,elprofesorSotosiguehablandoimpasible,ausente,ajustándosela
corbata.
—Si no lo habéis traído, sacad una hoja de papel en blanco porque vamos a
dedicarlaprimeramitaddelaclasealaprimeratareadeldiario.Aúnnohedecidido
cuántasharemospero,comoyahedicho,eldiariorepresentabuenapartedevuestra
notafinalydebéisdedicarlealmenosunpocodeesfuerzo.—Sonríe,sesientaypone
lospiesencimadelamesa—.Quierosaberquépensáisdelafe.¿Quésignificapara
vosotros? No hay una respuesta errónea y vuestra religión tampoco supone una
diferencia. Podéis enfocarlo de muchas maneras. ¿Tenéis fe en un poder superior?
¿Creéis que la fe aporta cosas buenas a la vida de la gente? A lo mejor tenéis una
visiónmuydistintadelamisma.¿Creéisquetenerfeenalgooenalguiencambiael
desenlace de una situación? Si tenéis fe en que vuestro amante infiel va a dejar de
serlo,¿cambiaráesolascosas?ElhechodecreerenDios…oenvariosdioses,¿os
hacesermejorpersonaquealguienquenocreeennada?Cogedeltemadela
feyhacedconélloquequeráis…Perohacedalgo—dice.
Mimenteesuntorbellinodeideas.Depequeñasolíairalaiglesia,pero
hedereconocerquemirelaciónconDiosnosiemprehasidomuyestrecha.Cadavez
queintentoempezaraescribirenlaprimerapáginademidiario,Hardinmevieneala
cabeza.«¿Cómoesquenosénadadeél?Siempremellama.Medejóunanotapara
quesupieraqueestababien,pero¿dóndesehabrámetido?¿Cuántotardaréentener
noticiassuyas?»
Concadamensajesinrespuesta,meentramásymásmiedo.Hacambiadomucho,
ahoraseportamejor.
Fe.¿LetengodemasiadafeaHardin?¿Cambiarásisigoteniendofeenél?
Antesdedarmecuentaestoyenlatercerapágina.Casitodoloqueheescritome
hasalidodelcorazón.Escomosimehubieraquitadounpesodeencimaalescribir
sobremifeenHardin.ElprofesorSotoanunciaquelaclasehaterminadoyLandon
mehabladeloquehaescritoeneldiario.Haelegidoescribirdelafequetieneensí
mismoyensufuturo.YoheescritosobreHardinsinpensarlodosveces.Noséqué
opinaralrespecto.
Elrestodeldíasemehaceeternoporquesigosinnoticiasdeél.Lohellamado
tresvecesmásyleheescritootrosochomensajesytodavíanoesnilauna.Nohay
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respuesta.Mehacesentirmuymal,sobretododespuésdehaberestadoescribiendo
sobrelafeysobreloquesientoporél,peroloprincipalesqueesperoquenoesté
haciendoalgoquenoshagadañoalosdos.
LosegundoquemevienealacabezaesMolly.Escuriosocómosiempreaparece
enmimentecuandohayproblemas.Bueno,másquecurioso,persistente.Escomoun
fantasma que se aparece en mi cabeza, aunque sé que Hardin no me pondría los
cuernos.
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CAPÍTULO77
Hardin
—¿Quieresotratazadecafé?—mepregunta—.Teirábienparalaresaca.
—No.Sécómolibrarmedeunaresaca.Hetenidomuchas—gruño.
Carlyponelosojosenblanco.
—Nohacefaltaquetepongasimpertinente.
—Cierralaboca.—Memasajeolassienes.Tieneunavozmuydesagradable.
—Tanencantadorcomosiempre.
Seechaareírymedejasoloenlapequeñacocina.
Soy un imbécil integral por haber venido, pero ¿acaso tenía otra opción? Sí, la
tenía,sóloestoyintentandonoaceptarquemireacciónfueuntantoexagerada.Me
mosqueé al oír que estaba soñando con Zed, y ahora estoy en la cocina de Carly
tomandocaféporlatarde.
—¡¿Necesitasquetellevehastatucoche?!—gritadesdelaotrahabitación.
—Evidentemente—respondo,yentraenlacocinasóloconelsujetadorpuesto.
—Tienessuertedequemetrajeratuculodeborrachoacasa.Minovionotardará
enllegar,serámejorquenosvayamos—dicemientrasseponeunacamisetaporla
cabeza.
—¿Tienesnovio?Bienporti.—Estonohacemásquemejorar.
Ponelosojosenblanco.
—Sí,tengonovio.Puedequetesorprenda,peronotodoelmundoseconforma
conunnúmeroinfinitodeamigasconderechoaroce.
CasilehablodeTessa,perodecidonohacerlo.Noesdesuincumbencia.
—Tengoquemear—ledigoymevoyalbaño.
Me duele la cabeza y estoy enfadado conmigo mismo por haber venido aquí.
Deberíaestarencasa,bueno,enelcampus.Mimóvilvibraencimadelaencimeray
mesobresalto.
—¡Nolocojas!—legritoaCarly,quedaunpasoatrás.
—¡Nopensabacogerlo!Tío,anochenoestabastangilipollas—recalca,perono
lehagonicaso.
Sigo a Carly hasta su coche. La cabeza me retumba como un bombo con cada
pasoquedoysobreelduroasfalto.Nodeberíahaberbebidotanto.Nodeberíahaber
bebidoypunto.MiroaCarlymientrasbajalaventanillayenciendeuncigarrillo.
¿Cómo pudo ser alguna vez mi tipo? No lleva puesto el cinturón de seguridad.
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Aprovechalossemáforosparamaquillarse.Tessaesmuydistintadeella,detodaslas
chicasconlasqueheestado.
Volvemosalbardondepilléelpedoanoche.LeoyreleolosmensajesdeTessa.
Estoeshorrible,debedeestarmuypreocupada.Estoydemasiadomareadoparapoder
inventarmeunaexcusa,asíquesólolerespondo:
Me he quedado dormido en el coche. Anoche bebí demasiado con Landon.
Llegaréprontoacasa.
Hayalgoraroymeparoapensar,peroesquenomequedaunaneuronaviva.Le
doya«Enviar»yesperoaquemeconteste.Nada.
Bueno,nopuedocontarlequehepasadolanocheencasadeCarly.Nuncamelo
perdonaría, ni siquiera me dejaría hablar. Lo sé. Noto que se está cansando de mis
mierdas.Losé.
Peronotengoniputaideadecómoarreglarlo.
Carlyinterrumpemisdivagacionesmentalescuandopisaelfrenoymaldice.
—Joder,quémierda.Tenemosquedarmediavuelta,hahabidounaccidente—
diceseñalandoloscochesquenosbloqueanelcamino.
Echo un vistazo y veo a un hombre de mediana edad hablando con un policía.
Señalauncocheblancoqueesidéntico…igualitoqueelde…
Meentraelpánico.
—Para—ordeno.
—¿Qué?¿Quécoñohaces,Hard…?
—¡Hedichoquepareselputocoche!
Sinpensar,abrolapuerta,mebajodelcocheencuantoaminoraycorrohacialos
vehículosaccidentados.
—¿Dóndeestáelotroconductor?—lepreguntofuribundoalpolicía.
Elcapódelcocheblancoestábastantemal,yluegoveounpasedeaparcamiento
delaWCUcolgandodelretrovisor.«Mierda.»Hayunaambulanciaaparcadajuntoal
cochedepolicía.«Mierda.»
Silehapasadoalgo…Siestáherida…
—¿Ylachica?¡Quealguienmelodiga!—grito.
Elpolicíameponecaradepocosamigosperoelotroconductorveloalteradoque
estoyydiceenvozbaja:
—Ahí—yseñalalaambulancia.
Micorazóndejadelatir.
Como en un sueño, camino hacia la ambulancia. Las puertas están abiertas… y
Tessaestásentadaenlacamilla,conunabolsadehieloenlacara.
«GraciasaDios.GraciasaDiosnoesgrave…»
Corrohaciaellaysemeaturullanlaspalabras.
—¿Quéhapasado?¿Estásbien?
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Poneunacaradetremendoalivioalverme.
—Hetenidounaccidente.
Llevaunpequeñoapósitoencimadelojoytieneellabiohinchadoypartido.
—¿Puedesirte?—preguntoconmalaeducación—.¿Puedeirse?—lepreguntoa
lajovenparamédica.
Ellaasienteysealejadeprisa.CojolabolsadehielodeTessayselaapartodela
cara.Tieneunchichóndeltamañodeunapelotadegolf.Laslágrimasleruedanpor
las mejillas y tiene los ojos rojos e hinchados. Ya se ve el cardenal que se le está
formandobajoladelicadapieldelojo.
—Mierda,¿estásbien?¿Hasidoculpasuya?—Mevuelvoeintentoencontraral
muyimbécil.
—No,hesidoyolaqueselehaechadoencima—dicehaciendounamueca.
Mecogelabolsadehieloyselaponeotravezenlacara.Luegopartedelalivio
abandonasusojoscuandomemiraymepregunta:
—¿Dóndehasestadotodoeldía?
—¿Qué?—digoconfundidodeverdadporlaresacayportenerqueverlaasí.
Conunamiradamásfría,dice:
—Tehedicho:«Hardin,¿dóndehasestadotodoeldía?».
Aterrizodesopetón.
«Joder.»
Y,justocuandovoyainventarmeunaexcusa,apareceCarlyymedaunapalmada
eneltrasero:
—Bueno, chico malo, ¿puedo irme? Tu coche ya no está muy lejos andando.
Tengoquevolveracasa.
Tessaabreunosojosenormes.
—Y¿túquiéneres?
«Mierda,mierda,mierda.»Ahorano.Estono.
CarlysonríeysaludaaTessaconunainclinacióndelacabeza.
—SoyCarly,unaamigadeHardin.Sientolodelaccidente.—Luegomemira—.
¿Puedoirmeya?
—Adiós,Carly—leespeto.
—Espera—diceTessa—.¿Hapasadolanocheentucasa,contigo?
IntentomirarlaalosojosperolostieneclavadosenCarly.
—Sí.Sóloloestaballevandodevueltaasucoche.
—¿Sucoche?¿Dóndeestá?—Letiemblalavoz.
—Adiós,Carly—repitolanzándoleunamiradaasesina.
Tessaseponedepie,aunquelecedenunpocolasrodillas.
—No.Dimedóndetieneelcoche.
La cojo del codo para detenerla pero me aparta y gimotea porque se ha hecho
daño.
—¡Nometoques!—siseaentredientes.
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»Carly,¿dóndetieneelcoche?—lepreguntaTessaotravez.
Carlylevantalasmanosynosmiraaunoyaotro.
—Enelbarenelquetrabajo.Vale,yamevoy—diceechandoaandar.
—Tess…—lesuplico.
«Mierda,¿porquésoytanimbécil?…»
—Aléjatedemí—replicaella.
Lamejillaselehundeunpoco.Séqueselaestámordiendopordentroparano
llorar. Ahora que la tengo aquí delante, mirando a la nada e intentando aparentar
frialdad,echodemenoslostiemposenlosquenoparabadellorar.
—Tessa,tenemos…—empiezoadecir,peromefallalavoz.
Ahoraelemocionalsoyyo,ymelasuda.Elpánicoquesehaapoderadodemíal
versucochearrugadocomounpapelmetienetemblandocomounahoja,yloúnico
quequieroesabrazarla.
Tesssiguesinmirarme.
—Veteolepediréalpolicíaqueteeche—meespeta.
—Siseacerca,lomato—replico.
Susojosmemirancomolátigos.
—No.¡Estoyhartadeescucharte!Noestoymuyseguradeloquepasóanoche,
perolohesabidotodalamañana,nosécómoperosabíaqueestabasconotra.Sólo
queestabaintentandoobligarmeacreerquenoeraasí.
—Podemossolucionarlo—lesuplico—.Siemprelohacemos.
—¡Hardin! ¡¿Es que no ves que acabo de tener un accidente?! —grita y, al ver
queseechaallorar,laparamédicaseacercadenuevo—.Seguroquenisiquieraeres
capazdeverlo,tuversióndelarealidadesmuyretorcida.Anochemeescribisteuna
notadiciéndomequehabíassalidoadesayunarcontupadreestamañana.Luegome
mandasunmensajedetextodiciéndomequetehasquedadoadormirlamonaenel
cochedespuésdehaberestadobebiendoconLandon.¡ConLandon!Piensasquesoy
tanidiotacomoparacreermecualquiercosa,pormuycontradictoriaquesea.—Me
lanzaunamiradaasesina—.Estáclaroqueeresunacontradicciónandante,asíqueya
veoporquéteparecequelarealidadtambiénloes,peroestásmuyequivocado.
Acabo de darme cuenta de lo imbécil que he sido, y me quedo sin habla un
instante. Soy imbécil. Soy Imbécil con mayúsculas. Y no sólo por no haber sabido
atenermeaunasolamentira.
LaparamédicaleponeaTessalamanoenelhombroylepregunta:
—¿Todobien?Tenemosquellevartealhospitalparaexaminarte.
Tesssesecalaslágrimas,memiracarentedeemociónyledicealamujer:
—Sí.Podemosirnoscuandoquieran.Estoylistaparamarcharme.
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CAPÍTULO78
Hardin
Abrolacuartacervezayledoyvueltasalachapasobrelamesitaauxiliar.¿Dónde
estará?¿Vendráaquí?
AlomejordeberíaenviarleunmensajeydecirlequemeheacostadoconCarlyy
acabarconnuestramiseria.
Llamanalapuertaymesacandemismaquinaciones.
«Allá vamos. Espero que esté sola.» Cojo la cerveza, le pego otro trago y me
dirijo hacia la puerta. Ahora ya la están aporreando y, cuando abro, veo que es
Landon. Antes de que pueda pestañear, me coge del cuello de la camiseta y me
empotracontralapared.
«Pero ¿qué coño…?» Es mucho más fuerte de lo que me esperaba, y su
agresividadmetienealucinado.
—¡¿Atiquédemoniostepasa?!—grita.Nosabíaquepudierasubirtantolavoz.
—¡Suéltame!—Loempujoperonosemueve.Joder,síqueestáfuerte…
Mesueltayduranteunsegundocreoquevaapegarmeunpuñetazo,peronolo
hace.
—¡Sé que te has acostado con otra y por tu culpa Tessa se la ha pegado con el
coche!—Seplantaenmicaraotravez.
—Tesugieroquebajeslaputavoz—leespeto.
—Nomedasmiedo—siseaentredientes.
El alcohol hace que esté indignado, cuando en realidad debería sentirme
avergonzado.
—Ya te he pateado el culo antes, ¿te acuerdas? —le digo mientras vuelvo a
sentarmeenelsofá.
Landonmesigue.
—Aquellaveznoestabatanenfadadocontigocomoahora.—Levantaaúnmásla
barbilla—.¡Nopuedespasartelavidahaciéndoledaño!
Lequitoimportanciaconungestodelamano.
—Nisiquierameacostéconlaotrachica—replico—.Sólomequedéadormiren
sucasa.Méteteentusasuntos.
—¡Qué cosas! ¡Pero si estás bebiendo! —dice señalando las botellas vacías de
cervezaquehayenlamesitaylaquetengoenlamano—.Tessaestátodamagullada
ytieneunaconmocióncerebralportuculpayaquíestástú,emborrachándote.¡Eres
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uncapullo!—megrita.
—¡Elaccidentenohasidoculpamía,eintentéhablarconella!
—¡Sí que ha sido culpa tuya! Estaba tratando de leer tu puñetero mensaje
mientrasconducía.Unmensajequesabíaqueeramentira,deboañadir.
Nopuedorespirar.
—¿Dequéestáshablando?—Meatraganto.
—Estabamuynerviosaporquenosabíanadadetiycogióelmóvilencuantovio
tunombreenlapantalla.
Esculpamía.¿Cómonohesabidoverlo?Estáheridapormiculpa.Lehehecho
daño.
Landonsiguemirándomefijamente.
—Notequiereniver,losabes,¿no?
Lomiro,derepentemesientoabatido.
—Sí,losé.—Cojomicerveza—.Yapuedesirte.
Peromearrancalabotelladelamanoysemeteenlacocina.
—Tío,telaestásbuscando—replicoponiéndomeenpiedeunbrinco.Avisado
está.
—Te estás comportando como un imbécil y lo sabes, ¡aquí emborrachándote
mientrasTessaestáenelhospital!¿Esquenoteimporta?—megrita.
—¡Dejadechillarme,joder!—Mellevolasmanosalacabezaymetirodelpelo
—.Claroquemeimporta.¡Peronosevaacreernadadeloquelediga!
—¿Acasopuedesculparla?Podríashabervueltoacasao,muchomejor,nohaber
salido —dice vertiendo mi cerveza por el desagüe—. ¿Cómo puedes ser tan
indiferente?Conloqueellatequiere.
Abrelaneveraymepasaunabotelladeagua.
—Nosoyindiferente.Sóloestoyhartodeesperarlopeor.Noparabasdehablar
detuperfectavidaamorosaydehacersacrificios,bla,bla,bla,yluegoTessvaydice
sunombre…—Echoatráslacabezaymequedomirandoeltechounmomento.
—¿Elnombredequién?—inquiere.
—Zed.Dijosunombreensueños.Clarocomoelagua,comosiquisieraestarcon
él,noconmigo.
—¿Mientrasdormía?—preguntaLandonconsarcasmo.
—Sí.Perodormidaodespierta,dijosunombreynoelmío.
Ponelosojosenblanco.
—¿Eresconscientedeloridículoquesuenaeso?¿TessadiceelnombredeZed
mientrasduermeytúvasycorresaemborracharte?Estáshaciendounamontañade
ungranodearena.
Elplásticodelabotelladeaguasearrugabajolapresióndemisdedos.
—Túnosabes…—empiezoadecir,peroentoncesoigolasllavesenlacerradura
ylapuertaqueseabre.
Mevuelvoylaveoenelumbral.Tessa…
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…yZed.HavenidoconZed.
Semenublalavistaycorrohaciaellos.
—¿Quécoñopasaaquí?—pregunto.
Ella da un paso atrás, trastabilla y se agarra a la pared que tiene detrás para no
caer.
—¡Calla,Hardin!—Medevuelvelosgritos.
—¡No!¡Alamierda!¡Estoyhartodeversucaretocadavezquehayunproblema!
—digoempotrandolasmanosenelpechodeZed.
—¡Para!—gritaotravezTessa.
»Porfavor—dice,yluegomiraaLandon—.¿Quéhacestúaquí?—lepregunta.
—He…hevenidoahablarconél.
Asientoconsarcasmo.
—Enrealidad,havenidoaintentardarmeunapaliza.
ATessacasiselesalenlosojosdelasórbitas.
—¿Qué?
—Luegotelocuento—diceLandon.
Zedrespiraconfuerzayveoquelaestámirando.¿Cómohapodidotraerloaquí
despuésdetodoloquehapasado?Estabaclaroqueibaaircorriendoabuscarlo.El
hombredesussueños.
Tessaseacercaaélyleponelamanoenelhombro.
—Graciasportraermeacasa,Zed,deverdad.Peroahoraserámejorquetevayas.
Élmemira.
—¿Estássegura?—lepregunta.
—Sí. Y muchísimas gracias. Landon está aquí y esta noche dormiré en casa de
suspadres.
Zedasienteconlacabeza,luegodamediavueltayseva.Ellacierralapuerta.
No puedo controlar la rabia que siento cuando Tessa se vuelve y me lanza una
miradaasesina.
—Voyacogermiropa—dicemetiéndoseeneldormitorio.
Porsupuesto,lasigo.
—¡¿PorquéhasllamadoaZed?!—legrito.
—¿Por qué te fuiste de copas con la tal Carly? Uy, espera, seguramente para
quejarte de lo pesada que es tu novia y de la de cosas que quiere y espera —me
espeta.
—Y¿cuántohastardadotúensoltarleaZedlomaloquesoy?—lesuelto.
—¡No!Nolehecontadonada,peroestoyseguradequeseloimagina.
—¿Novasadejarqueteexpliqueloquehapasado?—lepregunto.
—Adelante —se burla intentando sacar su maleta de lo alto del armario. Me
acercoparaayudarla.
—Aparta—mesuelta.Estáclaroqueheagotadosupaciencia.
Retrocedoyladejobajarsolalamaleta.
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—Anochenodeberíahabersalido—ledigo.
—¿Deverdad?—contestaconsarcasmo.
—Sí,deverdad.Nodeberíahabermemarchadoynodeberíahaberbebidotanto.
Peronotepuseloscuernos.Yonoharíaeso.Mequedéadormirensucasaporque
estabademasiadoborrachoparaconducir,esoestodo—leexplico.
Cruzalosbrazosyponelaclásicaposturadenoviacabreada.
—Y¿porquélasmentirasentonces?
—Nolosé…Porquesabíaquesitelocontabanomecreerías.
—Ya.Losquesoninfielesnosuelenadmitirsusinfidelidades.
—Notehesidoinfiel—ledigo.
Ellasuspira,enabsolutoconvencida.
—Me cuesta mucho creerte cuando no haces más que mentir descaradamente.
Igualquehoy.
—Losé.Perdónameporlasmentirasdeantes,portodo,perodeverdadquenote
pondríaloscuernos.—Lanzolosbrazosalaire.
Colocaunablusaperfectamentedobladaenlamaleta.
—Comohedichoantes,losquesoninfielesnosuelenadmitirsusinfidelidades.
Sinotuvierasnadaqueocultar,nomehabríasmentido.
—Noesparatanto,nohicenadaconella—digoenmidefensamientrasellamete
otraprenda.
—¿Quépasaríasiyocogieraunpedodescomunalymequedaraadormirencasa
deZed?¿Quéharías?—inquiere,ylasolaideamedaganasdematar.
—Lomataría.
—Ya.Cuandotúpasaslanochefueraencasadeunachicanopasanada,perosi
yo hiciera lo mismo, montarías un pollo —replica—. Lo que ha pasado es lo de
menos.Hasdejadomuyclaroquesóloestoydepasoentuvida—añade.
Sale de la habitación y entra en el baño a recoger sus cosas de aseo. Se va con
Landon a casa de mi padre. Menuda mierda. No está de paso en mi vida. ¿Cómo
puedepensareso?Puedequeportodaslasmentirasquelehesoltadoymisilenciode
hoy.
—Sabesquenovoyadejarloestar—ledigocuandocierralamaleta.
—Ya,puesyomevoy.
—¿Porqué?Sabesquevolverás—aseguro.Eslarabialaquehabla.
—Precisamenteporeso—diceconlavoztemblorosa.
Cogelamaletaysaledelahabitaciónsinmiraratrás.
Cuandooigoelportazo,meapoyocontralaparedymedejocaerhastaelsuelo.
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CAPÍTULO79
Tessa
Nuevedías.
LlevonuevedíassinsabernadadeHardin.Creíaquemeseríaimposiblevivirun
solodíasinhablarconélyyallevonueve.Aunquemehanparecidocien,paraser
sincera, cada hora que pasa duele un poquito menos que la anterior. No ha sido en
absoluto fácil. Ken llamó al señor Vance para que me diera el resto de la semana
libre;total,sóloibaaperderundía.
Sé que me marché yo, pero me está matando que ni siquiera haya intentado
llamarme.Siempreheaportadoyomásalarelación,yéstaerasuoportunidadpara
demostrarmeloquedeverdadsiente.Imaginoqueesoesjustoloqueestáhaciendo,
loquepasaesqueloquesienteesprecisamentelocontrariodeloqueyodeseabacon
desesperación.Deloqueyonecesitabacondesesperación.
SéqueHardinmequiere,losé.Noobstante,tambiénséque,simequisieratanto
comoyocreía,aestasalturasyamelohabríademostrado.Dijoquenoibaadejarlo
estar,perolohahecho.Lohadejadoestarymehadejadomarchar.Loquemásme
asusta es que la primera semana parecía un fantasma. Estaba perdida sin Hardin.
Perdidasinsusingeniososcomentarios.Perdidasinsuformadedibujarcírculosen
mi mano, sin los besos que me daba porque sí, sin su modo de sonreírme cuando
creía que no lo estaba mirando. No quiero estar perdida sin él, quiero ser fuerte.
Empiezoasospecharquesiempreestarésola,porexageradoqueparezca.ConNoah
noerafeliz,peroentreHardinyyotampocohafuncionadolacosa.Alomejorsoy
comomimadreymevamejorcuandoestoysola.
No quería que acabáramos así, cortando por lo sano. Quería que lo hablásemos
todo,queríaquemecontestaraalasllamadasyquepudiéramosllegaraunacuerdo.
Sólonecesitabatiempoparapensar,untiemposinélparaqueaprendieraquenosoy
unfelpudo.Eltiromehasalidoporlaculataporqueesevidentequenoleimporto
tanto como suponía. Puede que éste fuera su plan desde el principio: hacer que yo
rompiera con él. Conozco a un par de chicas que pasaron por lo mismo con sus
novios.
Elprimerdíaesperabaquemellamara,quemeescribierao,siendoHardin,que
echara la puerta abajo gritando a pleno pulmón y montara una escena mientras su
familia y yo estábamos sentados en silencio en el comedor, sin saber qué decirme.
Peronopasóyyomevineabajo.Nomeechéallorarenunrincónnimehundíenla
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autocompasión. Quiero decir que me vine abajo, que me perdí a mí misma. Vivía
cada segundo esperando que Hardin volviera con el rabo entre las piernas para
pedirmeperdón.Esedíacasitirolatoalla.Estuveapuntodevolveralapartamento.
Estabadispuestaamandaraldiabloelmatrimonioyadecirlequenomeimportaque
me mienta a diario, ni que me falte al respeto, con tal de que no me deje nunca.
Menos mal que se me pasó y logré salvar un poco del respeto que me debo a mí
misma.
El tercer día fue el peor. Fue cuando lo comprendí todo. Fue cuando empecé a
hablardespuésdehabermepasadotresdíassinabrirlaboca,aexcepcióndealgúnsí
onoaLandonoaKarencuandolospobresintentabandarmeconversación.Loúnico
quehacíaerallorarybalbucearquemividahabríasidomejorymuchomássencilla
sinolohubieraconocido.Nomelocreoniyo.Eltercerdíafuecuandoporfinme
miréalespejoconlacarasuciayamoratada,conlosojostanhinchadosqueapenassi
podía abrirlos. Fue cuando me tiré al suelo y le recé a Dios para que hiciera
desaparecereldolor.Ledijequenadiepodíasoportarundolorsemejante,nisiquiera
yo. El tercer día fue cuando no puede evitar llamarlo. Me dije que si me cogía el
teléfonolosolucionaríamos,llegaríamosaunacuerdo,nospediríamosperdónynos
prometeríamosquenoíbamosarompernuncamás.Perosaltóelbuzóndevozalos
dossegundos,pruebadequerechazómillamada.
Elcuartodíavolvíadescarriarmeylollaméotravez.Estaveztuvoeldetallede
dejarquesonarahastaquesaltóelbuzóndevoz,envezdepulsarelbotón«Ignorar».
Fuecuandomedicuentadequeloquieromuchomásqueélamí.Elcuartodíano
salídelacamayestuverecordandolaspocasvecesquemehabíadicholoquesentía
pormí.Comencéadarmecuentadequecasitodanuestrarelaciónyloqueyocreía
quesentíapormínoeranmásque…imaginacionesmías.Comencéadarmecuenta
deque,mientrasyomededicabaapensarquepodíamosconseguirlo,quepodíamos
hacerquefuncionaraparasiempre,élnopensabaenmíenabsoluto.
Ésefueeldíaenquedecidíunirmealasfilasdelosjóvenesnormalesylepedía
Landonquemeenseñaraadescargarmemúsicaenelmóvil.Fueempezarynopoder
parar.Mepaséveinticuatrohorassinquitarmelosauricularesyescuchandomásde
ciencanciones.Lamúsicaayudamucho.Elescucharlaspenasdeotrosmerecuerda
que no soy la única que lo pasa mal en la vida. No soy la única que ha querido a
alguienquenolaqueríalosuficienteparalucharporella.
El quinto día por fin me duché e intenté ir a clase. Fui a yoga, con los dedos
cruzadosparapodersoportarlosrecuerdos.Mesentíararacaminandoenunocéano
de universitarios felices. Gasté toda la energía que me quedaba en rezar para no
tropezarme con Hardin en el campus. Ya no tenía ganas de llamarlo. Esa mañana
conseguíbebermemediocaféyLandonmedijoqueelcolorestabavolviendoamis
mejillas.Pasécompletamentedesapercibida,queerajustoloquequería.Elprofesor
Soto nos mandó escribir nuestros mayores miedos en la vida y la relación que
guardanconDiosyconlafe.«¿Osdamiedomorir?»,nospreguntó.«Perosiyoya
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estoymuerta»,respondíensilencio.
El sexto día fue un martes. Empecé a formar frases completas, un tanto
fragmentadas, que no venían a cuento, pero nadie se atrevió a decírmelo. Me
reincorporéaVance.Kimberlysepasólamañanasinpodermirarmealacaraperoal
final se decidió a intentar entablar conversación conmigo, aunque no fui capaz de
participar. Mencionó algo de una cena y recuerdo que le dije que me lo preguntara
otravezcuandopudierapensar.Estuvetodoeldíamirandolaprimerapáginadeun
manuscritoque,pormásqueleyerayreleyese,noretenía.Esedíavolvíacomer.Los
días previos sólo había comido algún plátano o un poco de arroz hervido. Ese día
Karenhizounasadoquemerecordóalquehabíapreparadoundíamuylejanoenel
que Hardin y yo cenamos en su casa. Los recuerdos de aquella velada, con él
acomodadoamiladocogiéndomedelamano,mesentarontanmalquemepaséla
nocheencerradaenelbaño,vomitandolopocoquehabíacomido.
Elséptimodíasemehizoeternoyempecéapensarenquépasaríasiderepente
dejara de doler. ¿Desaparecería sin más? Era una idea aterradora, no porque me
muriera,sinoporquemeasustóquemimentefueracapazdesumirseenlastinieblas.
Esomesacódelabarrenamentalymedevolvióalmundoreal,oalomásparecido
que mi mente podía gestionar. Me cambié la camiseta y juré no volver a pisar la
habitación de Hardin. Empecé a buscar apartamentos que estuvieran dentro de mi
presupuestoycercadeVanceycursosonlineenlaWCU.Megustademasiadoira
clasecomoparaestudiaradistancia,asíquealfinalrechacélaidea,peroencontréun
pardeapartamentosinteresantes.
Eloctavodíasonreíuninstanteperotodoelmundolovio.Fueeldíaenquevolví
a coger mi taza de café y mi donut de siempre al llegar a la editorial. Me sentaron
bien y volví a por más. Vi a Trevor. Me dijo que estaba preciosa, a pesar de que
llevabalaropaarrugadayteníalamiradaperdida.Fueeldíadelcambio,elprimer
díaquesólodediquélamitaddemitiempoadesearquelascosashubiesensidode
otramaneraentreHardinyyo.OíaKenyaKarenhablardequeelcumpleañosde
Hardin estaba a la vuelta de la esquina y, para mi sorpresa, sólo sentí una pequeña
punzadaenelpechoaloírsunombre.
Yhoysecumplennuevedías.
—¡Estoyabajo!—mediceLandonatravésdelapuertade«mi»habitación.
Nadiehadichonadadequemevayanideadóndeiré.Lesestoymuyagradecida,
peroséquesimequedoaquíacabarésiendounamolestia.Landonmeaseguraque
puedoquedarmetodoeltiempoquenecesite,yKarenmerecuerdavariasvecesaldía
lo mucho que disfruta con mi compañía. Sin embargo, son la familia de Hardin.
Quieroseguiradelante,decidirdóndevoyavivir.Yanotengomiedo.
Nopuedo,meniego,apasarunsolodíamásllorandoporunmentirosotatuado
queyanisiquieramequiere.
BajoyLandonestáenlacocinacomiéndoseunbagel.Unpocodequesocremale
cuelgadelacomisuradellabioysacalalenguapararecuperarlo.
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—Buenosdías.—Mesonríemasticandoadoscarrillos.
—Buenosdías—repito,ymesirvounvasodeagua.
Semequedamirando.
—¿Qué?
—Nada…,esque…estásestupenda—dice.
—Muchas gracias. He decidido ducharme y resucitar de entre los muertos —
bromeoymesonríedespacio,comosinoestuvieramuyconvencidodemicondición
mental—.Estoybien,deverdad—leaseguromientrasélseterminaelbageldeun
bocado.
Decido poner uno a tostar para mí e intento no pensar que Landon me está
mirandocomosifueraunanimaldelzoo.
—Cuandoquieras,nosvamos—ledigoalterminardedesayunar.
—¡Hoyestásguapísima,Tessa!—exclamaKarenencuantoentraenlacocina.
—Gracias.—Lesonrío.
Es el primer día en que me he molestado en arreglarme. Los últimos ocho, mi
aspectodistabamuchodemipulcritudhabitual.Hoymesientoyomisma.Minueva
yo.Miyo«despuésdeHardin».Elnovenodíaesmidía.
—Esevestidoesmuyfavorecedor—diceKarenconadmiración.
Es el amarillo que me regaló Trish por Navidad. Sienta muy bien y es muy
informal.Novoyacometerotravezelerrordeintentariraclasecontacones,hoyme
pongolasToms.Meherecogidolamitaddelpeloconhorquillasyunospocosrizos
me caen sobre la frente. El maquillaje es sutil pero creo que me queda bien. Me
picabanunpocolosojoscuandomehepuestoeldelineadormarrón…Elhechode
maquillarmenoestabaenmilistadeprioridadesmientrasmehundíaenlamiseria.
—Muchasgracias.—Vuelvoasonreír.
—Quetengasunbuendía—medeseaKarenconunasonrisa.Selavecontenta,y
sorprendida,dequehayavueltoalmundo.
Asíescomodebedesertenerunamadrecariñosa,alguienquetemandaaclase
conunaamablepalabradealiento.Todolocontrarioquelamía.
Mimadre…Llevodíasignorandosusllamadas.Eslaúltimapersonaconlaque
me apetece hablar, pero ahora que puedo respirar sin desear arrancarme el corazón
delpecho,creoquequierollamarla.
—Tessa,¿vendrásconnosotrosalacenadeldomingoencasadeChristian?—me
preguntaKarenenelmomentoenquemedispongoasalir.
—¿Eldomingo?
—LacenaparacelebrarquesemudanaSeattle.—Melodicecomosituvieraque
saber de qué me está hablando—. Kimberly me dijo que te lo había comentado.
Aunque,sinoteapeteceir,loentenderán—meconsuela.
—No,no.Quieroir.Iréconvosotros.—Sonrío.
Estoylista.Puedosalir,estarcongentesindesmoronarme.Misubconscienteestá
mudoporprimeravezennuevedías.LedoylasgraciasantesdeseguiraLandonal
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exterior.
Eltiemporeflejamiestadodeánimo:soleadoycálidoparaestarenenero.
—¿Tútambiénvasaireldomingo?—lepreguntocuandoestamosenelcoche.
—No,mevoyestanoche,¿noteacuerdas?—mecontesta.
—¿Qué?
Memiraconlafrentecomounacordeón.
—MevoyapasarelfindesemanaaNuevaYork.Dakotasevaamudaralnuevo
apartamento.Telodijehaceunpardedías.
—Perdona, debería haberte prestado más atención en vez de pensar sólo en mí
misma—repongo.
Esincreíbleloegoístaquehesido,nisiquieralooícuandomecontóqueDakota
semudabayaaNuevaYork.
—No pasa nada. Sólo te lo mencioné de pasada. No quería restregártelo por la
caraahoraqueestás…Bueno,yasabes…
—¿Hechaunazombi?—terminolafraseporél.
—Sí,unazombiaterradora—bromea,ysonríoporquintavezennuevedías.Es
agradable.
—¿Cuándovuelves?—lepregunto.
—Ellunesdemadrugada.Meperderéreligión,peroiréatodaslasdemásclases.
—Quéemocionante.NuevaYorkdebedeseralucinante.
Meencantaríaescapar,salirdeaquíunatemporada.
—Mepreocupabamarcharmeydejarteaquí—mediceLandonentonces,
ymesientomuyculpable.
—¡No!Yahashechodemasiadopormí.Eshoradequemepongalaspilas.No
quieroquetengasquevolveraplanteartedejardehaceralgopormí.Perdonaquete
hayahechosentirasí—ledigo.
—EsculpadeHardin,notuya—merecuerda,yasiento.
MepongolosauricularesyLandonsonríe.
En religión, el profesor Soto escoge el tema del dolor. Por un momento me da la
impresión de que lo ha hecho a propósito, para torturarme, pero cuando empiezo a
escribirsobrecómoeldolorpuedehacerquelagenteserefugieorenieguedesufey
de Dios le agradezco la tortura. Lo que escribo en el diario habla de cómo puede
cambiarteeldolor,cómopuedehacertemuchomásfuerteyque,alfinal,tampocote
hacefaltatenertantafe.Loúnicoquenecesitasesatimismo.Tienesqueserfuertey
nopermitirqueeldolorteobligueanadaniteimpidahacernada.
Vuelvoalacafeteríaareponerfuerzasantesdeirayoga.Decaminoaclase,paso
juntoalaFacultaddeCienciasMedioambientalesypiensoenZed.Mepreguntosi
estaráenclase.Imaginoquesí,peronoséquéhorariotiene.
Entrosinpensarlodosveces.Faltaunratoparaqueempiecelaclasedeyogay
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estáamenosdecincominutosdeaquí.
Elvestíbuloesenorme.Comoimaginaba,unosárbolesgigantescosocupancasi
todoelespacio.Eltechoesdepanelesdecristalyescasiinvisible.
—¿Tessa?
MevuelvoyahíestáZed.Llevapuestaunabatablancaysehaechadohaciaatrás
lasgafasdelaboratoriodetalmodoqueleaplastanelpelo.
—Hola…—losaludo.
Sonríe.
—¿Quéhacesaquí?¿Hascambiadodeespecialidad?
Adorocómoescondelalenguadetrásdelosdientescuandosonríe,siempremeha
gustado.
—Laverdadesqueteestababuscando.
—¿Ah,sí?
Lohedejadopatidifuso.
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CAPÍTULO80
Hardin
Nuevedías.
Llevo nueve días sin hablar con Tessa. Creía que me sería imposible vivir uno
solosinhablarconellayyallevonueve.Aunquemehanparecidomil,ycadahora
quepasaespeorquelaanterior.
Cuandosefuedelapartamentoesanochelaestuveesperando.Esperéyesperéa
volveraoírlaentrarporlapuerta,esperéquevolvieraymecosieraagritos.Perono
volvió.Mesentéenelsueloaesperar.Esperéyesperé.Ynovolvió.
Mebebítodalacervezaqueteníaenlaneverayluegoarrojélasbotellascontrala
pared. Cuando me desperté a la mañana siguiente todavía no había vuelto. Hice la
maleta y decidí coger el primer avión que saliera de Washington. Si Tessa tenía
intencióndevolver,lohabríahechoesamismanoche.Necesitabalargarmeyrespirar
unpoco.Conelalientoapestandoaalcoholylacamisetablancallenademanchas,
mefuialaeropuerto.Notelefoneéamimadreantesdellegar.Total,siempreestáen
casa.
«Si Tessa me llama antes de que me suba al avión, volveré. Y, si no, ella se lo
pierde»,medecíaamímismo.Lehedadolaoportunidaddevolverconmigo.Eslo
quehacesiempre,daigualloqueyolehaga.¿Porquéibaaserdiferenteestavez?Si
encima no he hecho nada; le mentí, pero era una mentirijilla de nada y ella es una
exagerada.
Elquedeberíaestarenfadadosoyyo.TrajoaZedamiputacasa.Y,encima,el
puto Landon se presenta como si fuera el increíble Hulk y me empotra contra la
pared.Pero¿quécoño?,deverdad.
Estasituaciónesunamierdadelasgordasynoesculpamía.Bueno,puedeque
sí, pero tendrá que volver a mí arrastrándose y no a la inversa. La quiero, pero no
estoydispuestoadarelprimerpaso.
Elprimerdíalodediquéadormirlamonaenelavión.Lasauxiliaresdevueloy
loscapullostrajeadosmemirabanmal,peromeimportabaunpimiento.Nosignifican
nadaparamí.Cogíuntaxiacasademimadreycasiestranguloalconductor.¿Cómo
seatreveasablearmeasíporunacarreradequincekilómetros?
Mimadresequedódepiedraperosealegródeverme.Lloróunpardeminutos
perodejódehacerloencuantoaparecióMike.Porlovisto,hanempezadoallevarlas
cosas de mi madre a su casa y ella tiene pensado vender la suya. No me supone
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ningún problema porque detesto la casa. Está llena de recuerdos del borracho
inconscientedemipadre.
EsagradablepoderpensaresascosassinlainfluenciadeTessa.Siellaestuviera
aquí,mesentiríaunpococulpableporsermaleducadoconmimadreysunovio.
Porsuerte,noestáaquí.
Elsegundodíafueagotador.Mepasélatardeoyendoamimadrehablarsobresus
planes para el verano y evitando responderle cuando me preguntaba por qué había
vueltoacasa.Lerepetíque,siquisierahablarlo,yalohabríahecho.Hevenidoaestar
tranquilo,yloúnicoqueheconseguidoesquenoparendemolestarme.Alasocho
me aposenté en el pub que hay al final de la calle. Una morena buenísima con los
ojosdelmismocolorquelosdeTessamesonrióymeinvitóaunacopa.Larechacé
casiconeducación;creoquefuitanamableporelcolordesusojos.Cuantomáslos
miraba, más distintos me parecían de los de Tessa. Los de esta chica estaban
apagados y carentes de vida. Los ojos de Tessa son del gris más fascinante del
mundo.Siunonosefijabien,parecenazules.Tieneunosojosmuybonitos.«¿Qué
coño hago en un pub pensando en globos oculares? —me dije de pronto—.
Mierda…»
Vilacaradedecepcióndemimadrecuandoentrétambaleándomeporlapuertaa
lasdosdelamadrugadaperohiceloposibleporignorarlaymusitéunadisculpade
mierdaantesdeobligarmeasubirlaescalera.
Empezó el tercer día. Tessa me venía a la cabeza cuando menos lo esperaba.
MientrasveíaamimadrefregarlosplatosmeacordabadeTessa,quesiempreestá
cargandoellavavajillasporquenosoportaverunsoloplatoenelfregadero.
—Nosvamosalaferia,¿teapetecevenir?—mepreguntómimadre.
—No.
—Hardin,porfavor,hasvenidodevisitayapenasmehasdichodospalabraso
haspasadocincominutosconmigo—replicóella.
—No,mamá.
—Séporquéhasvenido—repusoconternura.
Dejélatazaencimadelamesadegolpeymefuidelacocina.
Sabíaqueadivinaríaqueestabahuyendodealgo,escondiéndomedelarealidad.
NoséquéclasederealidadmeesperasinTessa,peronomesientopreparadopara
lidiar con la mierda, ¿por qué tiene que darme la lata? Si Tessa no quiere estar
conmigo,queleden.Nolanecesito.Estoymejorsolo,queesloquesiemprehabía
querido.
Alcabodepocossegundossonómimóvilperoignorélallamadaencuantoviel
nombredeTessaenlapantalla.«¿Paraquémellama?—medije—.Paradecirmeque
meodiaoquequitesunombredelcontratodealquiler,seguro.»
«Mierda, Hardin, ¿por qué lo has hecho?», me lamenté después una y otra vez.
Noteníaunabuenarespuesta.
Elcuartodíaempezódelapeorformaposible.
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—¡Hardin,subeatucuarto!—meruega.
No,no,no.Otravezno.Unodeloshombreslecruzalacaradeunbofetónyella
miralaescalera.Susojosencuentranlosmíosygrito.Tessa.
—¡Hardin!¡Hardin,despierta!¡Despierta,porfavor!—oíquegritabamimadre
entoncesmientrasmeagarrabaporloshombroshastaqueabrílosojos.
—¿Dóndeestá?¿DóndeestáTess?—balbuceébañadoensudor.
—Noestáaquí,Hardin.
—Perolaestaban…
Tardéunmomentoendespertarmedeltodoyendarmecuentadequesóloerauna
pesadilla.Lamismapesadilladetodalavida,sóloqueestavezeramuchopeor.En
vezdeamimadre,veíaaTessa.
—Ya, ya está… Ya ha pasado todo. Sólo ha sido un mal sueño. —Mi madre
llorabaeintentabaabrazarme,perolaapartéconsuavidad.
—No,estoybien—leaseguré,yledijequemedejaraenpaz.
Me pasé la noche en vela intentando borrar la imagen de mi cabeza pero me
resultóimposible.
El cuarto día continuó igual de mal que había empezado. Mi madre me ignoró
durantelamayorpartedeltiempo.Creíaqueesoeraloquequería,peroresultóque
entonces me sentí… solo. Comencé a echar de menos a Tessa. No dejaba de
volverme para hablar con ella, de esperar a que dijera algo que me hiciera sonreír.
Queríallamarlayestuveapuntodepulsarelbotónverdeunmillóndeveces,perono
lohice.Nopuedodarleloquequiere,yesoparaellaesinaceptable.Estoeslomejor.
MepasélatardemirandocuántomecostaríatraermiscosasdevueltaaInglaterra.
Acabaréviviendoaquí,asíquenopierdonadaporadelantarlo.
Nohabríafuncionado.Siempresupequelonuestronoibaadurar.Eraimposible.
No hay manera de que pudiéramos estar juntos para siempre. Ella es demasiado
buena para mí y lo sé. Todo el mundo lo sabe. Veo cómo la gente se vuelve para
mirarnos cuando salimos, y sé que se preguntan qué hace una chica tan guapa con
alguiencomoyo.
Permanecí durante horas mirando la pantalla del móvil mientras me trincaba
mediabotelladewhiskyantesdeapagarlaslucesyquedarmedormido.Mepareció
que el teléfono vibraba sobre la mesilla de noche, pero estaba demasiado borracho
para incorporarme y contestar. La pesadilla se repitió. Esta vez era el camisón de
Tessaelqueestabaempapadodesangreyellamegritabaquemefuera,queladejara
enesesofá.
Elquintodíamedespertólaluzrojadelmóvil,queindicabaquehabíavueltoa
perderunadesusllamadas,sóloqueestaveznolohabíahechoapropósito.Elquinto
díafuecuandovisunombreenlapantallayluegounafotosuyatrasotra.¿Cuándo
selashice?Nomehabíadadocuentadelacantidaddefotosquelehehechosinque
sedieracuenta.
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Mientrasmirabalasfotosmeacordabadesuvoz.Nuncamehagustadoelacento
americano, me aburre mortalmente y me parece molesto, pero la voz de Tessa es
perfecta.Suacentoesperfecto,ypodríapasarmeeldíaoyéndolahablar.¿Volveréa
oírsuvoz?
«Éstaesmifavorita»,penséporlomenosdiezvecesmientrasmirabalasfotos.
Al final me decidí por una en la que está tumbada boca abajo en la cama, con las
piernascruzadasenelaireyelpelosueltorecogidohaciaunlado.Tienelabarbilla
apoyada en una mano y la boca entreabierta mientras devora las palabras que
aparecenenlapantalladesulibroelectrónico.Lehicelafotoelinstanteenqueme
pillómirándola,enelmomentojustoenqueesasonrisa,lasonrisamásmaravillosa
delmundo,aparecióensucara.Parecíamuycontentadeverme.¿Siempre…siempre
mehamiradoconesosojos?
Ese día, el quinto día, fue cuando empecé a sentir la opresión en el pecho. Un
recordatorioconstantedeloquehabíahechoydeloqueseguramentehabíaperdido.
Deberíahaberlallamadoesedíamientrasmirabasusfotos.¿Estaráellamirandofotos
mías?Queyosepa,sólotieneuna,yderepentedesearíahaberdejadoquemehiciera
más. El quinto día fue cuando arrojé el móvil contra la pared con la esperanza de
hacerlo estallar, pero sólo conseguí rajarle la pantalla. El quinto día fue cuando
empecé a desear desesperadamente que me llamara porque entonces todo iría bien,
todoiríabien.Losdospediríamosperdónyyovolveríaacasa.Simellamaraella,no
me sentiría culpable por volver a su vida. Me pregunté si Tess se estaría sintiendo
igual que yo. ¿También se le hacía más duro cada día? ¿También le costaba más
respirarcadasegundoquepasabasinmí?
Esedíaempecéaperderelapetito.Nomeapetecíacomer.Echabademenossus
platos,inclusolascomidassencillasquepreparabaparamí.Joder,echabademenos
hastaverlacomer.Echabademenoscadamalditodetalledeesachicadesesperante
dedulcemirada.Elquintodíafuecuandomedesmoroné.Llorécomounniñoyni
siquiera me sentí mal por haberlo hecho. Lloré y lloré. No podía parar. Lo intenté
desesperadamenteperonomelaquitabadelacabeza.Nomedejabaenpaz,seme
aparecíaunayotravez,medecíaquemequeríaymeabrazabay,cuandocomprendía
quesóloerafrutodemiimaginación,meechabaallorarotravez.
El sexto día me desperté con los ojos rojos e hinchados. No me podía creer la
lloreradelanocheanterior.Laopresiónenelpechoeramuchopeoryapenaspodía
abrir los ojos. ¿Por qué fui tan capullo? ¿Por qué seguí tratándola como a una
mierda? Es la primera persona que de verdad me ha visto, que sabe cómo soy por
dentro,cómosoydeverdad,yyovoyylatratocomoaunamierda.Laculpéaellade
todo cuando en realidad todo era culpa mía. Siempre ha sido mía, siempre, incluso
cuando parecía que no estaba haciendo nada malo. Era grosero con ella cuando
intentabahablarconmigo.Legritabacuandomepillabahaciendounadelasmías.Y
lementíasinparar.Melohaperdonadosiempretodo.Siemprepodíacontarconesoy
tal vez por eso la trataba así, porque sabía que podía. El sexto día aplasté el móvil
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bajo mis pies. Me pasé medio día sin comer. Mi madre me preparó unas
gachas de avena pero, cuando intenté obligarme a comer, casi vomito.
Llevaba sin ducharme desde el tercer día y estaba hecho un asco. Traté de
escucharlascosasquemimadrequeríaqueletrajeradelatienda,peronoentendía
nada.SólopodíapensarenTessayensunecesidaddeiraConner’salmenoscinco
díasalasemana.
UnavezTessamedijoqueyolahabíadestrozado.Ahora,sentadoaquí,mientras
intento concentrarme, mientras trato de respirar, sé que se equivocaba. Ella me ha
destrozadoamí.Semehametidomuyadentroymehajodidolavida.Hetardado
añosenlevantarlosmuros,todalavida,laverdad,yvaellaylosechaabajoyme
dejarodeadodeescombros.
—Hardin, ¿me has oído? Te he hecho una lista, por si acaso —dijo mi madre
poniéndomeenlamanoelpapeldecolores.
—Sí.—Mivozeraapenasunsusurro.
—¿Seguroquepuedesir?
—Sí,seguro.—Melevantéymemetílalistaenlosvaquerossucios.
—Anocheteoí,Hardin.Sinecesitas…
—Para,mamá.Noinsistas.—Casimeatraganto.Teníalabocasecaymedolíala
garganta.
—Estábien.—Susojosestabantristes.
Salídecasayfuialatiendaqueestáalfinaldelacalle.
Lalistasecomponíadeunospocosartículos,peronohabríarecordadounosolo
sinmirarelpapel.Conseguícogerlotodo:pan,mermelada,caféengranoyalgode
fruta.Merugíaelestómagovacíoalvercomidaenlosestantes.Cogíunamanzanay
meobliguéacomérmela.Sabíaacarbónynotabacómolospequeñospedazoscaían
enelfondodemiestómagomientraslepagabaalaancianadelacaja.
Salídelatiendajustocuandoempezabaanevar.Lanievetambiénmerecordóa
Tessa. Todo me recordaba a Tessa. Me dolía la cabeza, un dolor que se negaba a
desaparecer.Memasajeélassienesconlamanolibreycrucélacalle.
—¿Hardin?¿HardinScott?—oíentoncesquemellamabaunavozdesdeelotro
ladodelacalle.
Imposible.
—¿Erestú?—volvióapreguntar.
«Natalie.»
No podía estar pasando, pensaba mientras se acercaba a mí cargada con un
montóndebolsasdelacompra.
—Eh…Hola—fuetodocuantoconseguídecir.
Lacabezameibaacienymesudabanlasmanos.
—Creíaquetehabíasidoavivirfuera.
Le brillaban los ojos, no eran los ojos sin vida que yo recordaba de cuando me
suplicaballorandoqueladejaraquedarseenmicasaporquenoteníaadóndeir.
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—Sí…Hevenidodevisita—ledije,yelladejólasbolsasenlaacera.
—Québien—repusoconunasonrisa.
¿Cómopodíasonreírmedespuésdeloquelehabíahecho?
—Sí…¿Cómoestás?—meobliguéapreguntarlealachicaalaqueledestrocéla
vida.
—Bien, muy bien —dijo muy contenta mientras se pasaba las manos por la
barrigaabultada.
«¿Y esa barriga? Ay, no. No, un momento…» Las fechas no cuadraban. Por un
instante,mellevéunbuensusto.
—¿Estás embarazada? —le pregunté, esperando que así fuera porque, de lo
contrario,acababadeinsultarla.
—Deseismeses.¡Ycomprometida!—Volvióasonreírymemostrósupequeña
manoparaquevieraelanillodeoro.
—Anda.
—Sí, es curioso cómo son las cosas, ¿no te parece? —Se metió un mechón de
pelodetrásdelaorejaymemiróalosojos,rodeadosdesendosanillosvioletaporla
faltadesueño.
Su voz era tan dulce que me hacía sentir mil veces peor. No podía dejar de
recordarsucaracuandonospillóatodosviéndolaenlapequeñapantalla.Sepusoa
gritar,agritaraplenopulmón,ysemarchó.Nofuidetrásdeella,claroestá.Sólome
reídeella,mereídesudolorydesuhumillación.
—Losientomuchísimo—ledije.
Fue raro, extraño y necesario. Esperaba que me llamara de todo, que me dijera
queeraunmierda,inclusoquemepegara.
Loquenomeesperabaeraquemeabrazaraymedijeraquemeperdonaba.
—¿Cómopuedesperdonarme?Fuiuncabrónytearruinélavida—ledijeconlos
ojosescocidos.
—No, no lo hiciste. Al principio, sí, pero al final todo salió bien —repuso, y
estuveapuntodevomitarensujerseyverde.
—¿Qué?
—Después de que…, ya sabes… No tenía adónde ir. Encontré una iglesia, una
iglesianuevaporquedelamíameexpulsaron,yallíconocíaElijah.—Seleiluminó
la cara sólo con decir su nombre—. Y aquí estamos pocos años después,
comprometidos y esperando un bebé. Todo sucede por una razón, supongo, aunque
sueneunpococursi…—añadióriendo.
Surisamerecordóquesiemprefueunachicamuydulce.Sóloqueamínome
importóunamierdaysubondadlaconvertíaenunapresafácil.
—Un poco —repuse—, pero me alegro mucho de que hayas encontrado a
alguien.Hepensadoentiúltimamente…,yasabes…,enloquetehice,ymesentía
fatal.Séqueahoraeresfeliz,peroesonodisculpaloquetehice.Hastaqueconocía
Tessano…—Tuvequecerrarelpico.
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Unapequeñasonrisaseledibujóenloslabios.
—¿Tessa?
Apuntoestuvededesmayarmededolor.
—Es…es…—tartamudeé.
—¿Elqué?¿Tuesposa?—LaspalabrasdeNataliemetieroneldedoenlallagay
buscóconlamiradaunanilloenmisdedos.
—No,era…eraminovia.
—Anda,¿ahoratevanlasrelaciones?—dijomedioenbroma.Notabamidolor,
seguro.
—No…Sóloconella.
—Yaveo.Y¿yanoestunovia?
—No.—Mellevélosdedosalpiercingdellabio.
—Lamentomuchooírlo.Esperoquealfinaltodotevayaigualdebienquemeha
idoamí—repuso.
—Gracias. Enhorabuena por el compromiso y… por el bebé —le dije muy
incómodo.
—¡Gracias!Esperamospodercasarnosesteverano.
—¿Tanpronto?
—Bueno,llevamosdosañosprometidos—dijoentrerisas.
—Vaya.
—Fuetodomuyrápido—explicó.
Mesentícomoungilipollasmientraslodecía,peroaunasílepregunté:
—¿Nosoisunpocojóvenes?
Nataliesonrió.
—Tengo casi veintiún años, y esperar no tiene sentido. He tenido la suerte de
encontraralapersonaconlaquequieropasarelrestodemividamuyjoven.¿Por
quéperdereltiempocuandoséquéesloquequiero?Esunhonorquequierahacerme
sumujer,noexistemayordemostracióndeamorqueésa.
Mientras me lo explicaba, oía la voz de Tessa en mi cabeza repitiendo esas
mismaspalabras.
—Supongoquetienesrazón—ledije,yellasonrió.
—¡Mira, ahí está! He de irme. Estoy helada y embarazada, no es una buena
combinación.
Conunasonrisa,recogiólasbolsasdelaaceraysaludóaunhombrevestidocon
un suéter y unos caquis. La sonrisa de él al ver a su prometida embarazada era tan
deslumbrantequejuraríaqueparecíacomosielsolhubierasalidoentodalagrisy
tristeInglaterra.
Elséptimodíafuemuylargo.Todoslosdíassemehanhecholargos.Nodejaba
depensarenNatalieyensuperdón,quenopodríahaberllegadoenmejormomento.
Sí,yodabapenayellalosabía,peroestabafelizyenamorada.Ypreñada.Después
detodo,noledestrocélavidacomoyocreía.
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GraciasaDios.
Mepaséelséptimodíaenlacama.Nopodíanisubirlaspersianas.Mimadrey
Miketeníanplanesymequedésoloencasa,sumidoenmidesgracia.Cadadíaera
peor que el anterior. Pensaba constantemente en qué estaría haciendo Tessa y con
quién. ¿Estaría llorando? ¿Se sentiría sola? ¿Habría vuelto a nuestro apartamento a
buscarme?¿Porquénomehabíallamado?
Éste no es el dolor del que hablan las novelas. No es sólo un dolor mental, es
físico.Medueleelalma,escomosialgomeestuvieradescuartizandodesdedentroy
nocreoquepuedasoportarlo.Nadiepodríasoportarlo.
Así es como Tessa debe de sentirse cada vez que le hago daño. No me puedo
imaginar su frágil cuerpo soportando esta clase de dolor, pero por lo visto es más
fuertedeloqueparece.Hadeserloparaaguantarme.Sumadremedijounavezque
sideverdadTessameimportaba,debíadejarlaenpaz,porqueyoibaaterminarpor
hacerledaño.
Tenía razón. Debería haberla dejado en paz cuando me lo dijo. Debería haberla
dejadoenpazelprimerdíaqueentróenlahabitacióndelaresidencia.Meprometía
mímismoqueantesmuertoquevolverahacerledaño…Yaquíestamos.Estoesla
muerte;espeorquelamuerte.Ymuchomásdoloroso.Debedeserlo.
El octavo día me lo pasé empinando el codo. No podía parar. Después de cada
tragorezabaparaquesucaradesaparecierademimente,peronohabíamanera.
«Nopuedesseguirasí,Hardin.Nopuedes.Nopuedes.Deverdadquenopuedes
seguirasí.»
—Hardin…—LavozdeTessamedaescalofríos—.Cariño…—dice.
Cuando la miro está sentada en el sofá de mi madre, con una sonrisa en los
labiosyunlibroenelregazo.
—Venaquí,porfavor—lloriqueacuandolapuertaseabreyentraungrupode
hombres.
«No.»
—Ahíestá—diceeltipobajitoquemetorturaensueñostodaslasnoches.
—¿Hardin?—Tessaseechaallorar.
—¡Apartaosdeella!—lesadviertoamedidaquelaacorralan.Noparecequeme
oigan.
Lerasganelcamisónylatiranalsuelo.Unasmanossuciasyarrugadassubeny
bajanporsusmuslosyellamellamaentresollozos.
—Porfavor…Hardin,ayúdame.—Memiraperoestoypetrificado.
Nopuedomovermeynopuedoayudarla.Meobligoamirarmientraslepegany
laviolanhastaqueestátumbadaenelsuelo,ensilencioycubiertadesangre.
Mimadrenomedespertó.Nadielohizo.Teníaqueverloacabar,hastaelfinal,y
cuandodespertélarealidaderamuchopeorquecualquierpesadilla.
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Hoyeselnovenodía.
—¿TehasenteradodequeChristianVancesetrasladaaSeattle?—mepregunta
mimadremientrasapartoelcuencodecerealesquetengodelante.
—Sí.
—Quéemocionante,¿verdad?UnanuevasucursalenSeattle.
—Supongo.
—Vaacelebrarloconunacenaeldomingoycreequetegustaríaasistir.
—¿Cómolosabes?—lepregunto.
—Porquemelodijo.Hablamosdevezencuando.—Sesirveunasegundatazade
café.
—¿Porqué?
—Porquepodemos.Acábateeldesayuno—meregañacomosifuerauncrío,pero
notengofuerzasparacontestarlecomosemerece.
—Noquieroir—ledigo,ymeobligoallevarmelacucharaalaboca.
—Esprobablequenovuelvasaverloenunatemporada.
—¿Y?Tampocoesqueahoranosveamosadiario.
Memiracomosituvieraalgomásquedecirperosereprime.
—¿Tienesunaaspirina?—lepregunto.
Asienteysevaabuscarlas.
No quiero ir a una ridícula cena de despedida para celebrar que Christian y
Kimberly se mudan a Seattle. Estoy harto de que todo el mundo hable siempre de
Seattle,yséqueTessairáaesacena.Eldolorquemeproducelaideadeverlame
aplastayporpocometiradelasilla.Tengoquealejarmedeella,selodebo.Sipuedo
quedarmeaquíunoscuantosdíasmás,ounassemanas,ambospodremosseguircon
nuestras vidas. Ella encontrará a alguien como el prometido de Natalie, alguien
muchomejorparaellaqueyo.
—Creoquedeberíasir—repitemimadremientrasmetragolaaspirina,aunque
séquenovaaservirdenada.
—No puedo ir, mamá…, aunque quisiera. Tendría que salir de aquí a primera
horadelamañanaynoestoylistoparamarcharme.
—Quieresdecirquenoestáslistoparaenfrentartealoquedejaste—repone.
Nopuedosoportarlomás.Hundolacaraentrelasmanosydejoqueeldolorse
adueñedetodo,quemeahogue.Ledoylabienvenidayesperoquememate.
—Hardin… —La voz de mi madre es dulce y reconfortante, y me abraza y
tiemblocontrasupecho.
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CAPÍTULO81
Tessa
LosientoenelmismomomentoenqueKarensevaallevaraLandonalaeropuerto.
Sientolasoledadquemeacecha,perotengoqueignorarla.Hedehacerlo.Solaestoy
bien.Bajoalacocinaporquemiestómagoseniegaadejarderugirymerecuerda
queestoyhambrienta.
Kenestárasgandoelpapeldealuminiodeunamadalenaconcoberturaazul.
—Hola,Tessa.—Sonríeyledaunmordisco—.¿Quieresuna?
Mi abuela solía decir que las madalenas eran alimento para el alma, y eso es
justamenteloquenecesito.
—Gracias.—Sonríoantesdepegarleunlametónalacobertura.
—DáselasaKaren.
—Loharé.
Estamadalenaestáparamorirse.Puedequeseaporquellevonuevedíascasisin
comer,opuedequeseaporquerealmentelasmadalenassonbuenasparaelalma.
Cuandoelbrillodeldulceseapaga,sientoqueeldolorsigueahí,constantecomo
ellatirdemicorazón.Sinembargo,yanomesupera,yanomehunde.
Kenmesorprendealdecir:
—Seharámásfácilconeltiempoyencontrarásaalguiencapazdequereraotra
personaynosóloasímismo.
Se me revuelve el estómago con el repentino cambio de tema. No quiero mirar
atrás,quieroseguiradelante.
—YotratéfatalalamadredeHardinylosé—prosigue—.Avecesdesaparecía
durante días, le mentía, bebía hasta que no me tenía en pie. Si no hubiera sido por
Christian,nosésiTrishymihijohabríansobrevivido…
Aloíreso,meacuerdodelomuchoquemeenfadéconKencuandomeenterédel
origendelaspesadillasdeHardin.Recuerdoquequeríaabofetearloporpermitirque
le hicieran eso a su hijo. Sus palabras remueven la rabia que le tenía guardada y
aprietolospuños.
—Nuncapodréhacerretrocedereltiemponicompensarlaporloocurridopormás
quequieraypormásquelointente—añade—.Noerabuenoparaellaylosabía.Ella
era demasiado buena para mí, era consciente, todo el mundo lo era. Ahora tiene a
Mike,queséquelatratarácomosemerece.TambiénhayunMikeparatienalguna
parte,estoyconvencidodeello—dicemirándomecomounpadre—.Mihijotendrá
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suertesiconsigueencontrarasuKarenmásadelante,cuandomadureydejedeluchar
contratodoycontratodos.
Cuando dice lo de Hardin y «su Karen», trago saliva y miro a otra parte. No
quieroimaginarmeaHardinconnadiemás.Esdemasiadopronto.Ledeseolomejor,
deverdad;noquieroquesepaselavidasolo.Esperoqueencuentreaalguienaquien
quiera tanto como Ken quiere a Karen para que tenga una segunda oportunidad y
puedaamaraalguienmásdeloquemequisoamí.
—Esoespero—digoalfin.
—Lamentoquenosehayapuestoencontactocontigo—reponeKenenvozbaja.
—Nopasanada…Dejédeesperarhacedías.
—Enfin—diceconunsuspiro—.Serámejorquemevayaamidespacho.Tengo
unascuantasllamadaspendientes.
Mealegrodequesevayaatrabajar.NoquieroseguirhablandodeHardin.
AparcodelantedeledificiodondeviveZedyveoquemeestáesperandofueraconun
cigarrillodetrásdelaoreja.
—¿Fumas?—lepreguntoarrugandolanariz.
Pareceperplejocuandosubeamidiminutocoche.
—Sí.Bueno,aveces.Llevabauntiemposinhacerlo,peroheencontradoaeste
pequeñínenmihabitación.
—No sólo estás pensando en fumar, sino que estás pensando en fumarte un
cigarrilloantiguo.
—Esoes.¿Notegustaeltabaco?
—Nada en absoluto. Pero, eh, si quieres fumar, adelante. Aunque no puedes
hacerloenmicoche.
Presionaunodelospequeñosbotonesdelapuerta.Conlaventanillabajada,se
sacaelcigarrillodedetrásdelaorejaylotiraalacalle.
—Entoncespasodefumar.—Sonríeysubelaventanilla.
Pormuchoquedetesteeltabaco,hedeadmitirqueelcigarrillolequedabamuy
bienconelpelocasidepunta,lasgafasdesolylachaquetadecuero.
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CAPÍTULO82
Hardin
—Aquítienes—dicemimadreentrandoenmiantiguahabitación.
Metiendeunapequeñatazadeporcelanaymeincorporoenlacama.
—¿Quées?—preguntoconlavozronca.
—Lechecalienteconmiel—dicecuandoledoyunsorbo—.¿Teacuerdasdeque
telapreparabadepequeñosiemprequeteponíasenfermo?
—Sí.
—Tessateperdonará,Hardin—medice,ycierrolosojos.
Porfinhepasadodelloraramocotendidoaestarmedioatontadoysinlágrimas.
Nosientonada.
—Nolocreo…
—Teperdonará.Hevistocómotemira.Tehaperdonadocosaspeores.
Mepeinalamarañaenredadaymelaapartadelafrente.Porunavez,nohago
unamueca.
—Yalosé—digo—,peroestavezesdistinto,mamá.Hearruinadotodoloque
hemospasadomesesconstruyendo.
—Tequiere.
—No puedo seguir de este modo, no puedo. No puedo ser lo que ella quiere.
Siemprelofastidiotodo.Soyasíysiempreloseré,eltíoquelofastidiatodo.
—Esonoesverdad,yséqueeresjustoloqueellaquiere.
Latazatiemblaenmimanoyestáapuntodecaerse.
—Séquesóloquieresayudarpero,mamá…,déjalo,porfavor.
—Y¿quévasahacer?¿Vasaperderlayseguiradelantecontuvida?
Dejolatazayelplatosobrelamesillaantesdecontestar.Suspiro.
—No,nopodríaseguirconmividaaunquequisiera.Peroellatienequehacerlo.
Hededejarlamarcharantesdecausarlemásdaño.
TengoquedejarqueacabecomoNatalie.Feliz…,felizdespuésdetodoloquele
hice.FelizconalguiencomoElijah.
—Está bien, Hardin. No sé qué más decirte para convencerte de que seas un
hombreylepidasperdón—meespeta.
—Vete,porfavor—leruego.
—Esovoyahacer,perosóloporquetengofeenquealfinalharáslocorrectoy
lucharásporella.
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Encuantosaledelcuartoycierralapuertatrasdesí,estrellolatazayelpequeño
platocontralapared.
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CAPÍTULO83
Tessa
ComemosenunpequeñocentrocomercialdelasafuerasyvolvemosacasadeZed.
Pasamosjuntoalcampus,mearmodevalorylepreguntoloquesiemprehequerido
preguntarle:
—Zed,¿quécreesquehabríapasadositúhubierasganadolaapuesta?
Salta a la vista que lo he pillado por sorpresa. Se mira las manos un momento
antesdecontestar.
—Nolosé—dicefinalmente—,ymiraquelehedadovueltas.
—¿Ah,sí?—Lomiroysusojoscolorcarameloencuentranlosmíos.
—Puesclaro.
—¿Ybien?
Memetounmechónrebeldedetrásdelaoreja,esperandosurespuesta.
—Pues…—empieza—.Séquetelohabríacontadoantesdedejarquelascosas
sesalierandemadre.Siemprequisehacerlo.Queríacontártelocadavezqueosveía
juntos.—Tragasaliva—.Quieroquetequedeclaro.
—Losé—digoenunsusurro.
Continúa:
—Quieropensarquemehabríasperdonadoporquetelohabríacontadoantesde
queocurrieranadayhabríamossalidounpardeveces,comotienequeser:habríamos
ido al cine o algo así y lo habríamos pasado bien. Te habrías reído y te habrías
divertido y yo no me habría aprovechado de ti. Y me gusta pensar que te habrías
enamorado de mí igual que te enamoraste de él, y que cuando llegara el momento
perfecto,habríamos…ynoselohabríacontadoanadie.Nolehabríadadoanadieun
solo detalle. Demonios, habría dejado de quedar con ellos porque querría estar
contigoatodashoras,haciéndotereírcomosueleshacerlocuandocreesquealgoes
muygracioso…Esdistintodeturisanormal.Asíescomosécuándotehagoreírde
verdadycuándoestásfingiendoporeducación.—Sonríeysemeaceleraelpulso—.
Tehabríavaloradoynotehabríamentido.Nomehabríaburladodetiatusespaldas
nitehabríainsultado.Mehabríaimportadounpimientomireputacióny…y…creo
que habríamos sido felices. Habrías sido feliz en todo momento, no sólo a veces.
Quieropensarque…
Nolodejoacabarporquelocojodelcuellodelachaquetayacercoloslabiosa
lossuyos.
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CAPÍTULO84
Tessa
Zedmeacaricialamejillaysemeerizaelvellodelanuca.Metiradelbrazopara
acercarmemásaél.Megolpeolarodillaconelvolantemientrasmesientosobresu
regazoymemaldigoporhaberestadoapuntodeestropearelmomento,peroélno
parecedarsecuentaymeabrazaymeestrechacontrasupecho.Leecholasmanosal
cuelloynuestrasbocassemuevenenperfectasincronía.
Suslabiossonunpaísextranjeroparamí;nosoncomolosdeHardin.Sulengua
semuevedeotramanera,noacaricialamíaynomemuerdeellabioinferiorentre
besoybeso.
«Noloscompares,Tessa.Lonecesitas.Tienesquedejardepensarenél.Seguro
queyaestáenlacamaconcualquiera,puedequeconMolly.»Miraque,comoesté
conMolly…
«Habríassidofelizentodomomento,nosóloaveces.»
Sé que Zed tiene toda la razón. Me habría ido mucho mejor con él. Me lo
merezco.Merezcoserfeliz.Yahesufridobastanteyhetenidoquetragarsuficiente
mierda con Hardin para que ni siquiera se haya molestado en llamarme y hablarlo
conmigo.Sóloalguienmuydébilvolveríacorriendoconalguienquelahapisoteado
una y otra vez. No puedo ser así, tengo que ser fuerte y seguir adelante. O por lo
menosintentarlo.
Mesientomejorahora,enestemomento,deloquemehesentidoenlosúltimos
nuevedías.Nuevedíasnoparecentantotiempohastaquetelospasascontandocada
segundo, esperando agónicamente lo que no va a pasar. Entre los brazos de Zed
puedorespiraralfin,puedoverlaluzalfinaldeltúnel.
Zed siempre me ha tratado bien y siempre ha estado ahí. Ojalá me hubiera
enamoradodeélynodeHardin.
—Joder,Tessa…—gime,yletirodelpelo.
Lobesoconmásintensidad.
—Espera…—mascullaenmiboca,ymeapartolentamente—.¿Quépasaaquí?
—Memiraalosojos.
—No…Nolosé…—Metiemblalavozyestoysinaliento.
—Yotampoco…
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—Perdona…Esqueestoyunpocoinestableyhepasadopormucho,yloqueme
hasdichohahechoque…Nosé…Nodeberíahaberlohecho.—Mirohaciaotraparte
ymebajodesuregazo,devueltaalasientodelconductor.
—No tienes por qué disculparte… Sólo es que no quiero que te hagas una idea
equivocada,¿sabes?Únicamentequierosaberquésignificaestoparati—medice.
«¿Quésignificaparamí?»
—Notengorespuestaparaeso,aúnno.Yo…
—Esocreía—diceconunligeromatizdeenfado.
—Esquenosé…
—Nopasanada,loentiendo.Siguesenamoradadeél.
—Sólo han pasado nueve días, Zed. No puedo evitarlo. —No sé cómo me las
apaño,peronohagomásqueliarla,ycadaembrolloesmásgordoqueelanterior.
—Lo sé. No te estoy diciendo que dejes de quererlo ni que vayas a dejar de
hacerlo. Sólo es que no quiero ser el segundo plato. Acabo de empezar a salir con
alguien.Nohabíasalidoconnadiedesdequeteconocí,hastaqueaparecióRebecca.
Peroluego,cuandotellevéatucasayvicómoreaccionastecuandotedijequeestaba
saliendoconalguien,empecéapensar…Séquesoyunidiota,peroempecéapensar
quenoqueríasquepasarapáginaoalgoasí.
Apartolavistadesuhermosorostroymiroporlaventanilla.
—No eres un segundo plato… —digo—. Me apetecía besarte. Sólo que no sé
muybienniloquepiensoniloquehago.Nadatienesentidodesdehacenuevedías,y
cuandotehebesadohasidoalucinanteyhedejadodepensarenél.Hesentidoque
podía hacerlo, que podía olvidarlo, pero sé que no es justo que te utilice de este
modo.Estoyconfusayheperdidolarazón.Perdonaquetehayaforzadoaserleinfiel
atunovia,noeraésamiintención.Sóloesque…
—Noesperoqueloolvidestanpronto.Séhastaquépuntotetieneensusgarras…
Nolosabeélbien.
—Dime una cosa —dice luego, y yo asiento—. Dime que al menos intentarás
permitirteserfeliz.Notehallamadoniunavez.Tehahechopasaruncalvarioyni
siquieraestáintentandolucharporti.Sifuerayo,pelearíaporti.Paraempezar,nunca
tehabríadejadomarchar.—Extiendeelbrazoymemeteunmechónperdidodetrás
de la oreja—. Tessa, no necesito una respuesta inmediata. Sólo necesito saber que
estás lista para intentar ser feliz. Sé que no estás preparada para una relación
conmigo,peropuedequealgúndíaloestés.
La cabeza me va a cien, el corazón se me va a salir del pecho y me duele al
mismotiempo,yescomosimefaltaraelaire.Quierodecirlequelointentaréperono
me salen las palabras. La media sonrisa de Hardin por las mañanas cuando por fin
consigoqueselevantedespuésdehabersepasadounratoprotestandoporlaalarma
demimóvil.Lavozsomnolientaconlaquepronunciaminombre.Elmodoenque
intentaquemequedeenlacamaconélhastaquetengoquesalircorriendomuertade
larisadelahabitación.Elcafé,quelegustasinlecheysinazúcar,igualqueamí.El
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hecho de que lo quiero más que a nada en el mundo y cómo desearía que fuera
distinto.Ojalápudieraserexactamenteigualperodistinto.Notienesentido,nipara
míniparanadie,peroasísonlascosas.
Ojalánoloquisieracomoloquiero.Ojalánohubierahechoquemeenamorarade
él.
—Loentiendo.Nopasanada—diceZed,yseesfuerzaporsonreírperofracasa
estrepitosamente.
—Losiento…—aseguro,ydeverdadquenosabecuánto.
Sebajadelcoche,cierralapuertayvuelvoasentirmesola.
—¡Mierda! —grito y golpeo el volante con las manos, cosa que también me
recuerdaaHardin.
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CAPÍTULO85
Hardin
Me despierto bañado en sudor otra vez. Se me había olvidado lo horrible que es
despertarseasícasitodaslasnoches.Creíaquelasnochesenvelaeranaguapasada,
peroahoravuelvenatorturarme.
Miroelreloj:lasseisdelamañana.Necesitodormir,dormirdeverdad.Dormir
sin interrupciones. La necesito a ella, necesito a Tess. Tal vez, si cierro los ojos y
finjoqueestáaquíconmigo,consigavolveradormirme…
Cierrolospárpadosytratodeimaginarqueestoytumbadobocaarribayellatiene
lacabezaapoyadaenmipecho.Intentorecordarelperfumeavainilladesupelo,su
respiraciónlentacuandoduerme.Porunmomentocasipuedosentirla,susuavepiel
contramipechodesnudo…Esoficial:meestoyvolviendoloco.
«Mierda.»
Mañanaestarémejor.Seguro.Llevopensandoeso…diezdías.Sipudieravolver
averlasólounavez,seguroquenoseríatanmalo.Sólounavez.Sipudieravolvera
verlasonreír,podríasoportarhaberladejadomarchar.¿Estarámañanaenlacenade
Christian?Pareceprobable…
Miro el techo e intento imaginarme qué se pondrá para la cena. ¿Se pondrá el
vestidoblancoquesabequetantomegusta?¿Serizaráelpeloyselorecogeráaun
ladooseharáunacoleta?¿Semaquillará?Laverdadesquenolehaceningunafalta.
«Malditasea.»
Meincorporoymelevantodelacama.Novoyapodervolveradormirme.Bajo
laescalerayveoqueMikeestásentadoenlacocinaleyendoelperiódico.
—Buenosdías,Hardin—mesaluda.
—Hola—mascullo,ymesirvounatazadecafé.
—Tumadreestádurmiendo.
—Nomedigas…—Pongolosojosenblanco.
—Estámuycontentadetenerteaquí.
—Vengaya.Meheportadofataldesdequellegué.
—Eso es verdad. Pero se alegró de que te abrieras a ella. Siempre estaba muy
preocupadaporti…HastaqueconocióaTessa.Entoncesdejódepreocuparsetanto.
—Puesimaginoquetendráquevolverapreocuparse—suspiro.
¿Porquéestáintentandomantenerunacharlaacorazónabiertoconmigoalasseis
delamañana?
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—Queríahablarcontigo—diceentonces,ysevuelvehaciamí.
—¿Ybien?…—replicomirándolodereojo.
—Hardin,quieroatumadreytengointencióndecasarmeconella.
Escupoelcafédevueltaalataza.
—¿Quierescasarteconella?¿Estásloco?
Enarcaunaceja.
—Noveoquétienedelocuraquequieracasarmeconella.
—Nolosé…Yahaestadocasada…ytúeresnuestrovecino…,suvecino.
—Puedo cuidar de ella como se merece, como deberían haber cuidado de ella
todalavida.Sinoloapruebas,losientomucho,peropenséquedebíainformartede
que, llegado el momento adecuado, voy a pedirle que pase el resto de su vida
conmigodemaneraoficial.
Noséquédecirleaestehombrequehavividoenlacasadealladotodamivida.
Unhombrealquenuncahevistoenfadado,niunasolavez.Laquiere,senota,pero
ahoramismosemehacemuyraro.
—Estábien—asiento.
—Estábien—repite,ymiradetrásdemí.
Mimadreentraenlacocinaenalbornozydespeinada.
—¿Quéhacesdespiertotantemprano,Hardin?¿Vasavolveracasa?—pregunta.
—Nopodíadormir,yéstaesmicasa—ledigo,ymetomootrotragodecafé.
Éstaesmicasa.
—Ya…—Sonríemediodormida.
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CAPÍTULO86
Tessa
Me estoy hundiendo otra vez. Los recuerdos que compartí con Hardin son como
piedrasatadasamispiesqueintentanarrastrarmebajoelagua.
Abro las ventanillas, necesito aire. Zed es muy dulce conmigo, es amable y
comprensivo. Ha aguantado mucho por mí y siempre lo he despreciado. Si pudiera
dejardecomportarmecomounaidiota,podríaintentarloconél.Ahoramismonome
imagino en una relación, ni ahora ni en un futuro inmediato. Pero tal vez con el
tiempo… No quiero que Zed rompa con Rebecca por mi culpa cuando ni siquiera
puedodarleunarespuesta,ounapistasobremifuturo.
ConduzcodevueltaacasadeLandonmásconfusaquenunca.
Si pudiera hablar con Hardin, verlo una vez más, al menos podría zanjar el
asunto. Si pudiera oírlo decir que no le importo, si fuera cruel conmigo por última
vez, entonces podría darle a Zed una oportunidad. Podría darme a mí misma una
oportunidad.
Antesdedarmecuenta,cojoelmóvilypulsoelbotónquellevoevitandotocar
desdeelcuartodía.Simeignora,pasarépágina.Sinolocoge,larupturaseráoficial.
Simedicequelosienteyquepodemosarreglarlo…No.Dejoelmóvilenelasiento.
Hellegadodemasiadolejoscomoparavolverallamarlo,paravolverahumillarme.
Perotengoquesaberlo.
Saltaelcontestador.
—Hardin…—laspalabrassalendemibocaaborbotones—.Hardin,soyTessa.
Yo…necesitohablarcontigo.Estoyenelcoche,yestoyhechaunlío…—Rompoa
llorar—.¿Porquénolohasintentadosiquiera?Dejastequememarcharasinmásy
aquí estoy, llamándote y llorándole a tu buzón de voz. Necesito saber qué nos ha
pasado. ¿Por qué esta vez ha sido distinto? ¿Por qué no seguimos peleando hasta
solucionarlo? ¿Por qué no has luchado por mí? Merezco ser feliz, Hardin… —
sollozo,ycuelgo.
¿Porquélohehecho?¿Porquémeherendidoylohellamado?Soyunaimbécil.
Seguroquesemondaráderisacuandoescucheelmensaje.Seguroqueseloponeala
chicaalaqueseestétirandoylosdossepartiránelpechoamicosta.Memetoenun
aparcamientodesiertoparaordenarmisideas,noquierotenerotroaccidente.
Miroelmóvilyrespirohondoparadejardellorar.Hanpasadoveinteminutosy
nomehadevueltolallamada.Nisiquieramehaescritounmensaje.
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¿Porquéestoyenunaparcamientovacíoalasdiezdelanoche,esperandoaque
mellame?Llevonuevedíasluchandoconmigomismaparaserfuerte,ysinembargo
aquíestoy,hechapolvootravez.Nopuedoconsentirlo.Sacoelcochedelparkingy
vuelvoalapartamentodeZed.EsevidentequeHardinestámuyocupadoynotiene
tiempoparamí,peroZedestáaquí,essinceroysiempreacudecuandolonecesito.
Dejoelcochejuntoasucamionetayrespirohondo.Tengoquepensarenmíyenlo
queyoquiero.
Subocorriendolaescaleray,cuandollegodelantedelapuertadelapartamentode
Zed,sientoqueestoyenpazconmigomisma.
Golpeolapuertayesperoimpacienteaquemeabra.¿Ysiesdemasiadotardey
nomeabre?Melotengomerecido,supongo.Nodeberíahaberlobesadoconlaque
estácayendo.
Abrelapuertaysemecortalarespiración.Zedsólollevaunospantalonescortos
dedeporte;tieneeltorsotatuadoaldescubierto.
—¿Tessa?—Estáboquiabierto.Nomeesperaba.
—No…Noséquépuedoofrecerte,peroquierointentarlo—ledigo.
Sepasalamanoporelpelonegroyrespirahondo.Vaarechazarme,losé.
—Perdona,nodeberíahabervenido…—digo.Nopuedosoportarqueéltambién
merechace.
DoymediavueltayempiezoabajarlosescalonesdedosendoshastaqueZedme
agarradelbrazoymemiraalosojos.
Nodicenada,sólomecogedelamanoymeconducedevueltaasuapartamento.
Estátranquiloycallado.Esmuycomprensivo.Nossentamosenelsofá,unoen
cada extremo. Es totalmente distinto de Hardin. No quiero hablar y lo respeta. No
puedo explicarle mis actos, no me lo reprocha. Y cuando le digo que no me siento
cómodadurmiendoenlamismacamaqueél,metraelamantamássuavedelmundo
yunaalmohadaqueestámásomenoslimpiaylasdejaenelsofá.
Alamañanasiguiente,cuandomedespierto,meduelehorroreselcuello.Elsofáde
Zed está viejo y no es nada cómodo, pero he dormido bastante bien teniendo en
cuentalascircunstancias.
—Hola—mesaludacuandoentraenelsalón.
—Hola.—Sonrío.
—¿Hasdormidobien?—mepregunta.
Zedseportódemaravillaanoche.Nisiquieraparpadeócuandoledijequequería
dormirenelsofá.MeescuchócuandolehablédeHardinydecómosehabíaidotodo
altraste.MecontólomuchoqueleimportaRebecca,peroqueahoranoestáseguro
porque nunca ha dejado de pensar en mí, ni siquiera después de conocerla. La
primerahoramesentículpableynohicemásquellorar,peroamedidaqueavanzaba
la noche las lágrimas se fueron transformando en sonrisas y después en carcajadas.
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Para cuando decidimos irnos a dormir, me dolía la barriga de tanto reír porque
habíamosestadocompartiendorecuerdostronchantesdelainfancia.
Soncasilasdosycreoquenuncahabíadormidohastatantarde,peroesoeslo
quepasacuandounosequedadespiertohastalassietedelamañana.
—Sí—respondo—,¿ytú?
Me levanto y doblo la manta. Recuerdo que me arropó con ella mientras me
quedabadormida.
—Igual.
Sonríeysesientaenelsofá.Llevaelpelohúmedoybrillante,comosiacabarade
salirdeladucha.
—¿Dóndeladejo?—lepregunto.
—Dondequieras.Noteníasquedoblarla.—Separtedelarisa.
Me acuerdo del armario del apartamento y de cómo Hardin mete las cosas sin
ningúncuidadosóloparahacermerabiar.
—¿Quéplanestienesparahoy?—lepregunto.
—Heidoatrabajarestamañana.Nadamás.
—Y¿yahasvuelto?
—Sí.Empiezoalasnueveysalgoamediodía.—Sonríe—.Hoyloúnicoquehe
hechohasidoarreglarmicamioneta.
Se me había olvidado que Zed trabaja de mecánico. No sé gran cosa de él,
exceptoquetienemuchaenergía,porquesólohadormidodoshorasantesdeirsea
trabajar.
—¿Eresunprodigiodelascienciasmedioambientalesdedíayunpríncipedela
grasadecamióndenoche?—bromeo,yentoncesZedseechaareír.
—Algoasí.¿Túquéplanestienes?
—Nolosé.Tengoqueiracomprarmeunvestidoparalacenaencasademijefe
mañanaporlanoche.
Porunmomentopiensoquepodríapedirlequefueramiacompañante,peronoes
buenaidea.Nuncaseríacapaz:todoelmundosesentiríaincómodo,yolaprimera.
Zed y yo hemos llegado a un acuerdo. No vamos a forzar las cosas. Vamos a
pasartiempojuntosyverquépasa.NovaapresionarmeparaqueolvideaHardin;
losdossabemosquenecesitomástiempoantesdeempezaraplantearmeelsalircon
nadie.Tengomuchoquepensar,paraempezar,dóndevoyavivir.
—¿Quieres que te acompañe? O podríamos ir al cine cuando acabes… —
preguntanervioso.
—Sí,lasdoscosassuenanbien.—Sonrío,ymiroelmóvil.
Nohayllamadasperdidas,nimensajesdetexto,nimensajesenelbuzóndevoz.
Zedyyoacabamospidiendounapizzayharaganeandoensuapartamentohasta
quevuelvoacasadeLandonadarmeunaducha.Porelcaminopasoporelcentro
comercialantesdelahoradecierreyencuentroelvestidorojoperfecto,conelescote
cuadradoyelbajojustoporencimadelarodilla.Noesnidemasiadoconservadorni
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demasiadoatrevido.
Para cuando vuelvo a casa de Landon, hay una nota en la encimera, junto a un
plato lleno de comida que me ha guardado Karen. Ken y ella han ido al cine y
volveránpronto,diceelpapel.
Quéalivioestarsola,aunquecuandoestántampocomeenteroporquela
casaesenorme.Meduchoymepongoelpijama.Luegomemetoenlacama
ymeobligoadormir.
Missueñossonuntirayaflojaentreunchicodeojosverdesyunchicodeojosde
colorcaramelo.
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CAPÍTULO87
Tessa
Once días. Han pasado once días desde la última vez que supe de Hardin, y no ha
sidonadafácil.
Sinembargo,lacompañíadeZedhasidodegranayuda.
HoyeslacenaencasadeChristian,yheestadotodoeldíatemiendoqueverlas
caras de siempre me recuerde a Hardin y que de un plumazo se desmoronen los
murosquehelevantado.Bastaunapequeñagrietaparaquedejedeestarprotegida.
Finalmente, cuando es la hora de salir, respiro profundamente e inspecciono mi
aspectounavezmásenelespejo.Mehepeinadocomosiempre:conelpelosueltoy
rizos suaves, pero el maquillaje es más oscuro que de costumbre. Me pongo la
pulsera que Hardin me regaló en la muñeca; aunque sé que no debería llevarla, me
siento desnuda sin ella. Se ha convertido en una parte tan importante de mí… El
vestidomesientaaúnmejorqueayer,ymealegrodehaberrecuperadoloskilosque
perdíenlosprimerosdíasdeayuno.
«Ijustwantitbackthewayitwasbefore.AndIjustwanttoseeyoubackatmy
frontdoor…»(«Sóloquieroquevuelvaasercomoantes.Sóloquierovolveraverte
enmipuerta…»),suenalamúsicamientrascojolacarterademano.Enelsiguiente
compás,mequitolosauricularesylosmetodentro.
Me reúno con Karen y Ken abajo, los dos van muy elegantes. Ella lleva un
vestidolargoconunestampadoazulyblancoyéltrajeycorbata.
—Estáisestupendos—ledigoaKaren,yseponecolorada.
—Gracias,cielo,tútambién—respondesonriéndomedeorejaaoreja.
Esmuydulce.Cuandotengaquedejarlosvoyaecharlosmuchísimodemenos.
—Estabapensandoqueestasemanapodríamostrabajarunratoenelinvernadero.
¿Quéteparece?—mepreguntamientrasandamoshaciaelcoche.
Mistaconesrepiqueteansobreelhormigóndelgaraje.
—Meencantaría—lecontesto,ymesuboalasientotraserodesuVolvo.
—Esto va a ser muy divertido. Hacía tiempo que no íbamos a una fiesta como
ésta.—KarencogelamanodeKenyselaponeenelregazomientrasélmaniobra
parasacarelcoche.
Noenvidiolomuchoquesequieren;merecuerdanquelaspersonaspuedenser
buenasycariñosas.
—Landon llegará muy tarde de Nueva York. Lo recogeré a las dos de la
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madrugada—diceKarenconentusiasmo.
—Quéganastengodeverlo—contesto.
Y es cierto… He echado de menos a mi mejor amigo, sus sabias palabras y su
cálidasonrisa.
LacasadeChristianVanceestalcuallaimaginaba.Deunestilomuymoderno,con
laestructuracasitransparente.Parecequesólolasvigasyloscristaleslasujetanala
colina.Enelinterior,cadaelementodeladecoraciónestápensadoparacombinarse
orgánicamenteenunconjuntoperfecto.Esimpresionante,ymerecuerdaaunmuseo
enelsentidodequenadadeloquecontienehasidotocadoantes.
Kimberlynossaludaenlapuertaprincipal.
—Muchísimasgraciasporvenir—dice,ymedaunabrazo.
—Gracias a ti por invitarnos. —Ken le estrecha la mano a Christian—.
Enhorabuenaporlamudanza.
Me quedo sin aliento al ver el agua a través de las ventanas de atrás. Ahora
entiendoporquécasitodalaestructuraesdecristal:lacasaseasientajuntoaungran
lago.Elaguaenelexteriorparecenotenerfin,ylapuestadesol,quesereflejaenel
lago,estanapabullantequemeciega.Elhechodequelacasaestésobreunacolinay
queeljardínhagapendientetehacecreerqueestásflotandosobrelasaguas.
—Yaestáaquítodoelmundo.—Kimberlynosllevaalsalón,que,comoelresto
delacasa,esperfecto.
Enrealidadnoesmiestilo,megustamásunadecoraciónclásica,perolacasade
Vance es realmente exquisita. Dos largas mesas rectangulares llenan el espacio,
decoradas con flores de colores y pequeños recipientes con velas flotando en su
interiorjuntoacadaunodelosasientos.Eleganteycolorido,parecesacadodeuna
revista.Kimberlysehasuperadoconestafiesta.
Trevorsesientaalamesamáscercanaalaventana,juntoconotrascarasqueme
resultan familiares de la oficina, incluyendo a Crystal, del departamento de
marketing, y su futuro marido. Smith está dos sitios más abajo, enfrascado en un
videojuegoenelmóvil.
—Estáspreciosa.—TrevormesonríeyselevantaparasaludaraKenyaKaren.
—Gracias.¿Quétal?—pregunto.
Sucorbataesexactamentedelmismoazulquesusojos,quebrillanradiantes.
—¡Genial!Preparadoparalagranmudanza.
—¡Meimagino!—contesto,peroloquerealmentepiensoes:«Ojaláyotambién
pudieratrasladarmeaSeattle…».
—Trevor,quéalegríaverte.—Kenleestrechalamanoyyobajolavistacuando
notounligerotirónenmivestido.
—Hola,Smith,¿cómoestás?—preguntoalpequeñodebrillantesojosverdes.
—Bien. —Se encoge de hombros. Entonces, en voz baja, pregunta—: ¿Dónde
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estátuHardin?
No sé qué decirle, y su forma de llamarlo «mi Hardin» remueve algo en mi
interior.Losmurosdepiedraestánempezandoadesquebrajarseytodavíanohaceni
diezminutosqueestoyaquí.
—Está…—empiezoadecir—,noestáaquíahoramismo.
—Perovaavenir,¿no?
—No,losiento.Nocreoquevenga,cariño.
—Ah.
Esunamentiraterrible,ycualquieraqueconozcaaHardinlosabría,peroledigo
alpequeño:
—Medijoquetemandararecuerdos—ylerevuelvounpocoelpelo.Porculpa
deHardin,hetenidoqueengañaraunniñopequeño.Estupendo.
Smithsonríepococonvencidoysesientaotravezalamesa.
—Estábien.MegustatuHardin.
«Amítambién—quierodecirle—,peronoesmío.»
Durante los siguientes quince minutos, llegan veinte invitados más y Christian
enciende su sistema de sonido ultramoderno. Con sólo apretar un botón, una suave
melodía de piano inunda la estancia. Jóvenes camareros uniformados desfilan
alrededordelasmesasconbandejasdecanapésyyoelijounoquepareceunpedazo
depancubiertodetomatesysalsa.
—La oficina de Seattle es alucinante, deberíais verla —nos dice Christian a un
pequeñogrupodeinvitados—.Estácasiencimadelagua,eseldobledegrandeque
ladeaquí.Nomepuedocreerqueporfinmeestéexpandiendo.
Trato de parecer interesada mientras un camarero me ofrece una copa de vino
blanco. En verdad sí que me interesa, sólo es que estoy distraída. Me distrae oír
hablar de Hardin y la idea de Seattle. Me quedo mirando el agua y me imagino a
Hardinyamímudándonosavivirjuntosaunapartamentoenmediodelajetreode
una nueva ciudad, un sitio nuevo, con gente nueva. Haríamos nuevos amigos y
comenzaríamos una nueva vida juntos. Hardin trabajaría otra vez para Vance y
alardearíadíaynochedequeganamásdineroqueyo,ytendríaquepelearmeconél
paraquemepermitierapagarlafacturadelaluz.
—¿Tessa?
LavozdeTrevormesacademisensoñaciones.
—Perdona…—tartamudeo,ymedoycuentadequenoshemosquedadoapartey
queestáacabando,ocomenzando,unahistoriaquenosabíaqueestabacontándome.
—Comotedecía,miapartamentoestácercadelnuevoedificio,enplenocentro…
Deberíasverlasvistas.—Sonríe—.Seattleesmaravilloso,especialmentedenoche.
Sonríoyasiento.Seguroqueloson.Seguro,segurísimo,queloson.
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CAPÍTULO88
Hardin
«¿Quécoñoestoyhaciendo?»
Noparodedarvueltasdeunladoparaotro.Hasidounaideamuymala.
Ledoyunapatadaaunapiedraylamandoalotroladodelaentradadevehículos.
¿Qué espero? ¿Que corra a mis brazos y se olvide de todas las putadas que le he
hecho?¿DerepentevaacreersequenomeacostéconCarly?
MirohacialaimpresionantecasadeVance.ProbablementeTessanisiquierahaya
llegado todavía, y voy a quedar como un idiota que se presenta sin haber sido
invitado. De hecho, voy a quedar como un gilipollas haga lo que haga. Debería
largarmeypuntopelota.
Además,estacamisapicaquetecagasyodiotenerqueirdisfrazado.Perobueno,
sóloesunacamisanegra.
Alverelcochedemipadre,meacercoymiroelinterior.Enelasientodeatrás
estálaespantosacarterademanoqueTessasereservaparalasocasionesespeciales.
Ha venido y está dentro. Siento mariposas en el estómago vacío de pensar que
voy a verla, a tenerla cerca. Y ¿qué le digo? Ni idea. Tengo que explicarle que he
estadoenelinfiernodesdequememarchéaInglaterrayquelanecesito,lanecesito
más que a nada. Tengo que decirle que soy un capullo y que no puedo creer que
fastidiara la única cosa buena que tenía en la vida. Ella. Ella lo es todo para mí,
siempre lo será. Simplemente entraré y la sacaré afuera para que podamos hablar.
Estoynervioso,estoycomounputoflan.
Voyadevolver.No.Perosituvieracomidaenelestómago,seguroqueloharía.
Séquemiaspectodejabastantequedesear,mepreguntosielsuyotambién.Bueno,
esoesdeltodoimposible,pero¿aellalehabrásidotandurocomolohasidopara
mí?
Finalmentemeplantoenlapuertaprincipal…ymevuelvo.Odioestarcongente
yhecontadocomoquincecochesaparcados.Todoelmundomemiraráypareceréun
malditochalado,queesjustoloquesoy.
Antesdequemeconvenzadelocontrario,mevuelvodenuevoytocoeltimbre.
Esto va por Tessa. «Va por ella», me digo en el momento en que Kim abre la
puertaymesonríesorprendida.
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—¿Hardin?Nosabíaqueibasavenir—dice.
Puedo ver que intenta por todos los medios ser amable, pero la noto enfadada,
probablementeporquequiereprotegeraTessa.
—Ya,yotampoco—contesto.
Después, una nueva emoción: compasión. Se filtra a través de sus ojos cuando
reparaenmiaspecto,quepuedequeseainclusopeordeloqueyomefiguraba,dado
quehevenidoaquídirectamentedesdeelaeropuerto.
—Oye,pasaadentro,hacemuchofrío—meofrece,ymeacompañaalinterior.
Por un instante me quedo boquiabierto por la jodida obra de arte que ha hecho
Vance con su casa. No parece que nadie viva aquí. Es original y muy guay, pero
prefierounrollomásclásico,notantoartemoderno.
—Estamosapuntodeempezaracenar—mediceKimberlymientrascaminamos
haciaunsalóncomedorconlasparedesdecristal.
Yentonceslaveo.
Elcorazóndejadelatirmeysientounaopresióntanfuerteenelpechoquecasi
me asfixio. Parece estar escuchando una historia que alguien le está contando,
mientrassonríeysepasalamanoporlafrenteparaarreglarseelpelo.Elreflejodela
puestadesoldetrásdeellalahaceresplandecer,ynopuedomoverme.
Oigosurisayporprimeravezenoncedíasnotoquepuedorespirar.Laheechado
tantodemenosyestátanguapacomosiempre.Conesevestidorojoylaluzdelsol
sobresupielyesasonrisa…¿Cómoesqueestátanfelizytansonriente?
¿Nodeberíaestarhechaunamierdayllorandoamocotendido?Sonríeotravezy
finalmentemisojosalcanzanaverconquiénestáhablando,quiénlaestáhaciendo
olvidarsedemí.
«Maldito Trevor.» Odio a muerte a ese cabrón. Me dan ganas de acercarme y
tirarlo por la ventana. Nadie podría impedírmelo. ¿Por qué coño está siempre
revoloteandocercadeTessa?Esunmariposónremilgadoymelovoyacargar.
No.Tengoquetranquilizarme.Silepartolacara,Tessanovolveráadirigirmela
palabra.
Cierro los ojos unos segundos y reflexiono. Si me muestro tranquilo me
escuchará,saldremosdeaquíynosiremosacasa.Lesuplicaréquemeperdoneyella
mediráquetodavíamequiereyharemoselamorytodoirábien.
Continúo mirándola. Parece animada, está empezando a contar una anécdota.
Mientrashabla,gesticulaconlamanoconlaquenosujetalacopadevinoysonríe.
Semeaceleraelcorazóncuandoveoquellevapuestamipulsera.¡Aúnlalleva!Aún
lalleva.Esunabuenaseñal.Tienequeserlo.
ElcapullodeTrevorlaobservaconintenciones,conunaexpresióndeadoración
quemeponemalo.Pareceunperritofalderoyellaestáencantadadelavida.
¿Habrápasadopágina?¿Conél?
Eso me mataría…, pero no puedo culparla. No le he devuelto las llamadas. Ni
siquieramehemolestadoencomprarmeotromóvil.Probablementepiensequenome
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importa,queheseguidoconmivida.
Mi mente regresa a esa calle tranquila de Inglaterra, al vientre abultado de
Natalie,alacaradeadoracióndeElijahalmirarasuprometida.TrevormiraaTessa
delamismamanera.
TrevoressuElijah.Susegundaoportunidadparatenerloquemerece.
Es como un jarro de agua fría. Necesito largarme, necesito salir de aquí y
desaparecerdesuvida.
AhoraentiendoporquémetropecéconNatalie.Teníaqueveralachicaalaque
ledestrocélavidaparanocometerelmismoerrorconTessa.
«Tengoqueirme.Tengoquesalirdeaquíantesdequemevea.»
Perojustoenesemomentonuestrasmiradasseencuentran.Seleborralasonrisa
delacaraylacopadevinosedeslizaentresusdedosysehaceañicoscontraelsuelo
demadera.
Todo el mundo se vuelve para mirarla pero ella sólo me ve a mí. Desvío la
mirada.Trevorlaestáobservando,confusoperodispuestoaacudirasocorrerla.
Tessaparpadeaunpardevecesymiraalsuelo.
—Lo siento muchísimo —se disculpa muerta de la vergüenza, y se agacha a
recogerloscristalesrotos.
—¡Tranquila, no pasa nada! Traeré una escoba y papel de cocina —le dice
Kimberly,yseapresuraabuscarlas.
Necesitosalirdeaquíya.Mevuelvo,listoparapirarmeycasimecaigoencima
deunpequeñín.BajolavistayahíestáSmith,quememirainexpresivo.
—Creíaquenoibasavenir—dice.
Niegoconlacabezaylerevuelvoelpelo.
—Yameiba.
—¿Porqué?
—Porquenodeberíaestaraquí—leexplico,ymiroatrás.
TrevorlehaquitadolaescobaaKimberlyyestáayudandoaTessaarecogerlos
cristalesyatirarlosenunabolsa.Debedehaberunsimbolismoocultodetrásdetodo
esto,detrásdequeloestéviendoayudaraTessaarecogerlosplatosrotos.Quéasco
demetáforas…
—Yotambiénquieroirme—protestaSmith.
Lomirootravezyasiento.
—¿Tequedas?—preguntaconinocencia,conesperanza.
MiroaTessayalchiquillo.Hoynomeresultatanmolestocomoantes.Creoque
nomequedanfuerzasparaenfadarmeconél.
Entoncesunamanomesujetadelhombro.
—Hazlecaso—diceChristian,yaprietaunpoco—.Almenos,quédateacenar.
Kimhatiradolacasaporlaventanaestanoche—añadeconunacálidasonrisa.
Miroallugardondesunovia,vestidaconunsencillovestidonegroyarmadacon
unrollodepapeldecocina,sepeleaconeldesastrequehaarmadoTessagraciasa
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mí.Cómono,Tessanoseseparadeellaysedisculpaprofusamente.
—Vale—asientomirandoaChristian.
Sisobrevivoaestacena,puedosobreviviracualquiercosa.Metragaréeldolor
deveraTessatancontentasinmí.Parecíaestarbienantesdeverme,ydespués,su
hermosorostrosehacubiertodetristeza.
Actuaréigualqueella,comosinomeestuvieramatandocadavezquepestañea.
Sicreequenomeimporta,podráseguiradelanteyfinalmenteestarconalguienque
latratetanbiencomosemerece.
Kimberly termina de recogerlo todo justo en el momento en que uno de los
camareroshacesonarunapequeñacampana.
—Elespectáculohaterminado.¡Todosacenar!—diceconunasonrisamientras
conlosbrazosgesticulaparaguiaraloscomensalesalasmesas.
YosigoaChristianyescojounasientoalazar,sinprestaratenciónallugarenel
queestánTessay«suamigo».Juegounratoconloscubiertos,hastaquemipadrey
Karenseacercanasaludar.
—Noesperabaverteaquí,Hardin—diceél.
Karensesientaamilado.
—Todoelmundodicelomismo…—suspiro.
MeprohíbomiraraTessa.
—¿Hashabladoconella?—mepreguntaKarendeformacasiinaudible.
—No—contesto.
Me quedo mirando el estampado del mantel mientras espero que los camareros
sirvanlacena.Pollo.Unmontóndepollosenterosquetraenengrandesbandejas.Los
camarerosdisponenplatosymásplatosdeacompañamientosenfilaalolargodela
mesa.Alfinal,nopuedoevitarlevantarlavistaparabuscarla.Miroamiizquierda,
pero me llevo una sorpresa: está sentada casi enfrente de mí, junto al capullo de
Trevor,cómono.
Está ausente, mareando un espárrago en el plato. Sé que no le gustan, pero es
demasiadoeducadacomoparanocomerseloquelehanpreparado.Cierralosojosy
sellevaelespárragoalaboca.Casisonríoalverquehaceloquepuedeparaqueno
senoteelascoqueleda,bebegrandestragosdeaguaparaquelebajelacomiday
luegoselimpialascomisurasdeloslabios.
Me pilla observándola e inmediatamente desvío la mirada. Puedo distinguir el
dolor en sus ojos grises. Dolor que yo he causado. Dolor que sólo cesará cuando
desaparezcadesuvidaypuedaseguiradelantesinmí.
Todoloquenonoshemosdichoflotaenelaireentrenosotros…,yentoncesella
secentradenuevoensuplato.
Novuelvoalevantarlavistadelamesaentodalacena,delaqueapenasconsigo
probarbocado.NisiquieramirocuandooigoaTrevorhablarleaTessasobreSeattle.
Eslaprimeravezenmividaquedesearíaserotrapersona.Daríacualquiercosapor
serTrevor,porsercapazdehacerlafelizenlugardehacerledaño.
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Ella contesta a sus preguntas escuetamente y sé que respira agradecida cuando
KarencomienzaahablarsobreLandonysunoviadetodalavidaenNuevaYork.
El sonido de un tenedor que golpea una copa resuena en la sala y Christian se
levantayanuncia:
—Osruegoqueprestéisunmomentodeatención.—Vuelveahacersonarlacopa
coneltenedor.Sonríeyañade—:Serámejorquepareantesdequelarompa—yle
dirigeaTessaunamiradadecomplicidad.
Ella se pone colorada y tengo que sujetarme las manos contra los muslos para
quedarmequietoenlasillaynoabalanzarmesobreélporhaberlesacadoloscolores.
Séqueeraunabroma,peroesunabromademalgusto.
—Muchasgraciasatodosporhabervenido—prosigueVance—.Significamucho
paramíquetodosmisseresqueridosesténestanocheconnosotros.Estoymásque
orgulloso del trabajo de todas las personas aquí presentes, y es posible que sin
vosotros no hubiera podido dar este paso. Sois el mejor equipo que podría desear.
Quiénsabe,talvezelañoquevieneestrenemosoficinaenLosÁngeles,oinclusoen
NuevaYork,paraquepuedavolverosatodoslocosdenuevoconlaplanificación.—
Seríeconsusbromas,peroirradiaambición.
—No adelantes acontecimientos —le dice Kimberly, y le da una palmada en el
trasero.
—En especial quiero darte las gracias a ti, Kimberly —añade él cambiando
drásticamente el tono—. No sé dónde estaría sin ti. —Todos los presentes se
revuelvenensusasientos.ChristiancogeentonceslasmanosdeKimberlyentrelas
suyas y se pone delante de ella—. Tras la muerte de Rose vivía sumido en la
oscuridad.Losdíassesucedíanborrosos,idénticos,ypensabaquenuncavolveríaa
serfeliz.Nocreíaquefueracapazdevolveraquereraalguien.Meresignéalhecho
de que Smith y yo nos habíamos quedado solos. Y un buen día apareció esta rubia
pizpiretaenmidespacho.Llegabadiezminutostardeasuentrevistadetrabajoycon
lamanchadecafémásescandalosadelmundoenlablusablanca.Yconesobastó.Su
vitalidadysuenergíamecautivaronalinstante.
SevuelvehaciaKimberly.
—Me diste la vida cuando no quedaba nada dentro de mí. Nadie podría nunca
reemplazar a Rose y tú lo sabías. Pero no intentaste reemplazarla. Honraste su
memoriaymeayudasteaconstruirunanuevavida.Ojalátehubieraconocidoantes.
Mehabríaahorradomuchosufrimiento.
Seríeunpoco,intentandorestarleintensidadalmomento,peronoloconsigue.
—Tequiero,Kimberly,másqueanada,ymeencantaríapasarelrestodemivida
devolviéndotetodoloquemehasdado.
Acontinuaciónhincaunarodillaenelsuelo.
«Pero ¿qué clase de broma es ésta? ¿Es que a todo el mundo le ha dado por
casarseoesqueelguionistademividasehavueltomajara?»
—Estonoesunafiestadedespedida.Esunafiestadecompromiso.—Christian
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sonríemirandoasuamada—.Bueno,simedicesquesí,claro.
Kimberlychillayseechaallorar.MiroaotrapartecuandoaceptaaVanceagrito
pelado.
NopuedoevitarmiraraTessa.Sellevalasmanosalacaraysesecalaslágrimas.
Séqueestáhaciendotodoloposibleparamostrarlomuchoquesealegradeladicha
de su amiga, para simular que son lágrimas de alegría, pero sé que está fingiendo.
Estáabrumada,acabadevercómoKimberlyescuchabatodoloqueelladeseabaque
yoledijera.
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CAPÍTULO89
Tessa
MedueleelpechoalveraChristianlevantaraKimberlydelsueloenunabrazodelo
másamoroso.Mealegroporella,decorazón.Sinembargo,pormuchoquemealegre
porambos,meresultamuyduroestaraquíviendocómoalguienconsigueloqueyo
quería.Séquenolesrobaríaniunapizcadefelicidad,peromecuestamirarcómoél
leplantaunbesoenlasmejillasyleponeunanillodediamantesmaravillosoenel
dedo.
Melevantoyesperoquenadiesepercatedemiausencia.Llegoalsalónantesde
convertirme en un mar de lágrimas. Sabía que iba a pasar, sabía que me iba a
desmoronar. Si él no estuviera cerca sería más soportable, pero es demasiado
surrealistaydolorosotenerloaquí.
Estáaquíparatorturarme,eseso.¿Quéhaceaquísino?Vieneynomehabla.No
tienenipiesnicabeza:llevaoncedíasevitándomeyderepenteapareceaquí,como
yomeimaginaba.Nodeberíahabervenido.Sialmenosmehubieratraídoelcoche,
podríalargarmeahoramismo…PeroZednomerecogeráhasta…
Zed.
Zedvaavenirabuscarmealasocho.Miroelrelojdepared.Yasonlassietey
media.ComoHardinlovea,lovaamatar.
Opuedequeno,puedequeleimporteunpimiento.
Encuentroelbaño,entroycierrolapuerta.Tardounmomentoendarmecuenta
dequeparaencenderlaluzhayquepulsarunpaneltáctilquehayenlapared.Esta
casaesdemasiadomodernaparamí.
Ha sido muy humillante que se me haya caído la copa de vino. Hardin parece
indiferente,comosinoleafectaralomásmínimomipresencianiloraroqueseme
hacetenerlocerca.¿Lehabrásidoduro?¿Sehabrápasadodíasenterosenlacamasin
poderparardellorar?Yosí.Notengoformadesaberlo,perodesdeluegonoparece
quetengaelcorazónroto.
«Respira,Tessa.Respira.Olvídatedelpuñalquellevasclavadoenelpecho.»
Me seco los ojos y me miro al espejo. Por suerte, no se me ha corrido el
maquillajeymipelosigueperfectamenterizado.Estoyalgosonrojadaperomesienta
bien,parecequeestoyvivaytodo.
AbrolapuertayveoaTrevorapoyadocontralaparedconcaradepreocupación.
—¿Teencuentrasbien?Tehasidoatodaprisa.—Daunpasoenmidirección.
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—Sí…Necesitabaairefresco—miento.
Quémentiramástonta,notienesentidobuscarairefrescoenuncuartodebaño.
Por suerte, Trevor es un caballero y no va a dejarme en evidencia. Hardin, en
cambio,nolopensaríadosveces.
—Están sirviendo el postre. ¿Tienes hambre? —dice, y me acompaña de vuelta
conlosdemás.
—Laverdadesqueno,peroprobaréunpoco—contesto.
Respiro despacio y noto que me ayuda a calmarme. Estoy pensando en cómo
evitarqueZedyHardinseveancuandooigolavocecitadeSmithprocedentedeuna
delashabitacionesquedejamosatrás.
—¿Cómolosabes?—preguntanadaconvencido.
—Porqueyolosétodo—lecontestaHardin.
«¿Hardin?¿Quéestáhaciendoelniño?»
MedetengoydespachoaTrevorconungestodelamano.
—Trevor,vetúdelante.Yo…voy…voyahablarconSmith.
Memirainquisitivo.
—¿Estássegura?Puedoesperarte—seofrece.
—No,no.Estoybien—lodespidoconeducación.
Asienteconlacabezaysigueandando.Soylibreparapoderespiar,aunqueséque
estámuyfeo.
SmithdicealgoquenocomprendoyHardinlecontesta:
—Yatelohedicho:yolosétodo.
Parecetantranquilocomodecostumbre.
MeapoyoenlapareddeenfrenteySmithpregunta:
—¿Sevaamorir?
—No,hombre.¿Porquésiemprepiensasquetodoelmundosevaamorir?
—Nolosé—respondeelpequeño.
—Puesnoesverdad.Notodoelmundosemuere.
—Y¿quiénsemuere?
—Notodoelmundo.
—Pero¿quién,Hardin?—insisteSmith.
—Lagente,lagentemala,supongo.Ylosancianos.Ylosenfermosy,aveces,la
gentequeestátriste.
—¿Comotuchicaguapa?
Semeaceleraelpulso.
—¡No!Ellanosevaamorir.Noestátriste—diceHardin,ymetapolabocacon
lamano.
—Ya…
—Deverasqueno.Esfelizynovaamorirse.YKimberlytampoco.
—¿Cómolosabes?
—Porque,comoyatehedicho,yolosétodo.
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SutonodevozhacambiadodesdequeSmithmehamencionado.
Elchiquilloseríemuyagusto.
—Noesverdad.Nolosabestodo.
—¿Teencuentrasmejorovasaseguirllorando?—lepreguntaHardin.
—Nomeprovoques.
—Perdona.¿Yanovasallorarmás?
—No.
—Bien.
—Bien.
—Nomehagasburla.Esdemalaeducación—lediceHardin.
—Túeresunmaleducado.
—Igualquetú.¿Estássegurodequesólotienescincoaños?—replicaHardin.
Esjustoloquesiemprehequeridopreguntarleaeseniño.Smithesmuymaduro
parasuedad,peroimaginoque,contodoloquehapasado,esnormal.
—Seguro.¿Jugamos?—lepreguntaSmith.
—No.
—¿Porqué?
—¿Porquéhacestantaspreguntas?Merecuerdas…
—¿Tessa?
Me sobresalto al oír la voz de Kimberly y estoy a punto de soltar un grito. Me
ponelamanoenelhombroparatranquilizarme.
—¡Perdona!¿HasvistoaSmith?HasalidocorriendoyHardinhaidodetrásdeél.
—ParecealgoconfusaperoconmovidaporelgestodeHardin.
—No—meapresuroaresponder,yhuyoporelpasilloparaevitarlahumillación
dequeélmepilleespiando.SéquehaoídoaKimberlyllamándome.
Cuando vuelvo al salón me acerco al pequeño grupo con el que Christian está
hablando, le doy las gracias por haberme invitado y lo felicito por su compromiso.
Kimberlyaparecepocodespués,laabrazoymedespidotambiéndeella.Luegohago
lopropioconKarenyKen.
Miro el móvil: son las ocho menos diez. Hardin está ocupado con Smith y es
obvio que no tiene intención de hablar conmigo. Me parece bien. Es justo lo que
necesito,noquemevengacondisculpasyquemedigaquelohapasadofatalsinmí.
No necesito que me abrace y que me diga que encontraremos la manera de
solucionarlo,dearreglartodoloquehaestropeado.Nolonecesito.Tampocoesque
vayaahacerlo,asíqueseríaridículoquelonecesitara.
Cuandonolonecesitoduelemenos.
Paracuandollegoalfinaldelaentradadevehículos,estoyhelada.Deberíahaber
cogidounachaqueta.Estamosamediadosdeeneroyacabadeempezaranevar.No
séenquéestaríapensando.EsperoqueZednotardeenllegar.
El viento glacial es inmisericorde y me azota el pelo y el cuerpo hasta que me
echoatemblar.Merodeoelcuerpoconlosbrazosparaintentarconservarelcalor.
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—¿Tess?
Levantolavistayporuninstantecreoqueelchicodenegroquecaminahaciamí
esproductodemiimaginación.
—¿Quéhaces?—diceHardinacercándoseunpocomás.
—Mevoy.
—Ah… —Se pasa la mano por la nuca, como hace siempre. No digo nada—.
¿Cómoestás?—mepregunta,yyonosalgodemiasombro.
—¿Cómoestoy?—inquierovolviéndomehaciaél.
Intentomantenerlacalmayélmemiraconcaradepóquer.
—Sí…Quierodecir…,¿estásbien?
«¿Mientooledigolaverdad?»
—¿Cómoestástú?—lepregunto,conlosdientescastañeteandoacausadelfrío.
—Yolohepreguntadoprimero—contesta.
Nomeimaginabaasínuestroprimerencuentro.Nosémuybienquécreíaqueiba
a pasar, pero seguro que no era esto. Pensaba que me maldeciría y que nos
gritaríamos hasta quedar afónicos. No suponía que estaríamos en una salida para
vehículos cubierta de nieve, preguntándonos el uno al otro qué tal estamos. Los
farolillosquecuelgandelosárbolesquebordeanelsenderohacenqueHardinbrille
comounángel.Evidentementeesunailusión.
—Estoybien—miento.
Memiradearribaabajo.Semeencogeelestómagoyelcorazónsemevaasalir
delpecho.
—Yaloveo—dicesuvozentreelviento.
—Y¿túcómoestás?
Quieroquedigaqueestáfatal.Peronolohace.
—Igual.Bien.
Rápidamentelepregunto:
—¿Porquénomehasllamado?—Aversiasídaseñalesdesentiralgo.
—Pues… —Me mira, agacha la cabeza, se mira las manos y se las pasa por el
pelosalpicadodecoposdenieve—.Heestadoocupado.
Surespuestaeseltoquedegracia,lamazaquederrumbaloquequedabademis
defensas.
La rabia es más fuerte que el dolor aplastante que siento y amenaza con
apoderarsedemíencualquiermomento.
—¿«Ocupado»?
—Sí…Heestadoocupado.
—Vaya…
—¿Quéquieredecireso?—pregunta.
—¿Has estado ocupado? ¿Sabes por lo que he pasado estos últimos once días?
Han sido infernales y he sentido tal dolor que creía que no iba a ser capaz de
soportarlo.Heestadoesperando…¡Esperandocomounamalditaimbécil!—grito.
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—¡Notienesniideadeloqueheestadohaciendo!¡Siemprecreesquelosabes
todoperonoteenterasdeunamierda!—megrita,yyoechoaandarhaciaelfinaldel
sendero.
Le va a dar un ataque cuando vea quién viene a recogerme. ¿Dónde demonios
estáZed?Yasonlasochoycinco.
—¡Puesdímelo!Dimequeeramásimportantequelucharpormí,Hardin.—Me
enjugolaslágrimasymesuplicoamímismaquedejedellorar.
Estoyhartadelloraratodashoras.
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CAPÍTULO90
Hardin
Cuandoempiezaallorarsemehacemuchomásdifícilmantenerlacaradepóquer.
Noséquésucederíasiledijeraqueyotambiénlohepasadofatal,quehesentidoun
dolorquetampocosabíasiibaasercapazderesistir.Creoquecorreríaamisbrazos
ymediríaquenopasanada.EstabaescuchándomemientrashablabaconSmith,lo
sé.Estátriste,comohadichoelmocoso,peroyameséelfinal.Simeperdona,seme
ocurrirá otra gilipollez con la que hacerle daño. Siempre ha sido así y no sé cómo
evitarlo.
La única opción es darle la oportunidad de estar con alguien que le convenga
mucho más que yo. Creo que en el fondo quiere a alguien más parecido a ella.
Alguiensinpiercingsnitatuajes.Alguiensinunainfanciaproblemáticaquenosabe
controlarsusemociones.Creequemequiere,peroundía,cuandolehagaalgopeor
deloquelehehechohastaahora,searrepentirádehabermeconocido.Cuantomásla
veollorarbajolanieve,másconvencidoestoydequenoleconvengo.
YosoyTomyellaesDaisy.LadulceDaisy.Tomlacorrompeynovuelveaserla
misma.Silesuplicoquemeperdone,derodillas,enelsuelonevado,serálaDaisy
odiosa para siempre, no quedará ni rastro de su inocencia y acabará odiándome y
odiándose también a sí misma para siempre. Si Tom hubiera dejado a Daisy la
primera vez que ella tuvo dudas, Daisy podría haber disfrutado de la vida con el
hombreconquienestabadestinadaaestar,unhombrequelahabríatratadotodolo
bienqueellamerecía.
—Noesasuntotuyo—ledigo,ycontemplocómomispalabrasseleclavanenel
alma.
DeberíaestardentroconTrevor.OensupuebloconNoah.Noconmigo.Nosoy
Darcyyellasemereceuno.Nopuedocambiarporella.Encontrarélamaneradevivir
sinellayellahadeencontrarelmododevivirsinmí.
—¿Cómo puedes decir eso? ¿Después de todo lo que hemos pasado juntos, me
dejastiradacomounacolillaynotienesniladecenciadedarmeunaexplicación?—
Llora.
Las luces de unos faros de coche aparecen entonces al final de la calle oscura,
enmarcansusiluetaycreannuevassombrasenelsuelo.
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Quisieragritarle:«¡Loestoyhaciendoportubien!».Peronolohago.Meencojo
dehombros.
Abrelaboca,lacierrayunacamionetasedetieneantenosotros.
Esacamioneta…
—¿Quépintaélaquí?—bramo.
—Recogerme—sentenciaTesscontantadeterminaciónquelanoticiameponede
rodillas.
—¿Porqué…?¿Yel…?¿Quécoño…?—Doyvueltasarribayabajo.
He estado intentando alejarla de mí para que siga adelante con su vida y pueda
estarconalguiencomoella,noconelputoZed.TeníaqueserZed.
—¿Has…hasestadoviendoaesedesgraciado?—ledigoconmiradaasesina.Sé
queestoyfrenético,peromeimportaunamierda.
DejoatrásaTessaymeacercoalacamioneta.
—¡Saldelmalditocoche!—grito.
Paramisorpresa,Zedbajadelvehículoydejaelmotorenmarcha.Esuncapullo
integral.
—¿Teencuentrasbien?—tieneloscojonesdepreguntarle.
Meplantoensusnarices.
—¡Lo sabía! ¡Sabía que estabas esperando el momento oportuno para ir a por
ella!¿Creíasquenomeibaaenterar?
Lamirayellalomiraaél.
«Lamadrequemeparió,estosdosvanenserio.»
—¡Déjaloenpaz,Hardin!—insisteTessa.
Yexploto.
ConunamanocojoaZedporelcuellodelachaqueta.Conlaotraleatizoenla
mandíbula.Tessagritaperoesapenasunsusurroquesetraganelvientoymirabia.
Zedsetambaleaysellevalamanoalamandíbula,perorápidamenteseestabiliza
yvieneapormí.Tieneganasdemorirjoven.
—¿Creíasquenoibaaenterarme?¡Tedijequenoteacercarasaella!
Meabalanzodenuevosobreél,peroestavezbloqueaelgolpeyselasapañapara
devolvermeelganchoenlamandíbula.
La ira se mezcla con la adrenalina que genera mi primera pelea desde hace
semanas.Echabademenoslasensación,laenergíaquecorrepormisvenas.Menudo
subidón.
Le atizo en las costillas. Esta vez lo derribo y en cuestión de segundos estoy
sentadoencimadeél,pegándoleunpuñetazotrasotro.Hedereconocerqueconsigue
hacermeencajaralgúngolpe,peronovaapoderconmigo.
—Yoestabaallí…Ytúno—meprovoca.
—¡Para,Hardin!¡Suéltalo!—Tessameagarradelbrazoy,enunactoreflejo,la
empujoparaquemesuelteylatiroalsuelo.
Salgodemitrancealinstanteymevuelvohaciaella,queretrocedeagatasenla
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nieve,seponedepieyextiendelosbrazosparaprotegersedemí.
«Pero¿quéhehecho?»
—¡Noteacerquesaella!—gritaZedamiespalda.
Enunabrirycerrardeojosestáasulado.Ellaseloquedamirandofijamenteyni
siquierasemolestaenmirarmeamí.
—Tess…,noqueríahacerlo.Nosabíaqueerastú,¡telojuro!Sabesquepierdoel
controlcuandomeenfado…Losiento,yo…
Miraenmidirección,peroescomosinomeviera.
—¿Podemos irnos, por favor? —pregunta con calma, y me da un vuelco el
corazón…HastaquemedoycuentadequeleestáhablandoaZed.
«Pero¿cómocoñohanacabadoasí?»
—Desdeluego.
Zedleponelachaquetasobreloshombros,leabrelapuertadelacamionetayla
ayudaasubir.
—Tessa… —la llamo otra vez, pero hace como que no me oye, se tapa la cara
conlasmanosysollozatanfuertequeletiemblatodoelcuerpo.
SeñaloaZedconundedoyloamenazo:
—Estonohaacabado.
Asiente,abrelapuertaymemira.
—Yocreoquesí—dice,sonríesatisfechodesímismoysubealvehículo.
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CAPÍTULO91
Tessa
—Siento mucho que te hayas llevado un empujón —dice Zed mientras le lavo el
cortedelamejillaconunagasatibia.Nodejadesangrar.
—No ha sido culpa tuya. Siento haberte metido en esto —suspiro, y vuelvo a
humedecerlagasaenellavabodesucasa.
Se ha ofrecido a llevarme de vuelta a casa de Landon en vez de irnos al cine,
comohabíamosplaneado,peroyonoqueríavolverallí.NomeapetecíaqueHardin
aparecieraymontaraunaescena.
Esprobablequeestéallíahoramismo,destrozándoleslacasaaKenyaKaren.
Dios,esperoqueno.
—Tranquila.Sécómoes.Mealegrodequenotehayahechodaño.Bueno,más
daño—suspiraZed.
—Voyapresionarunpoco,esposiblequeteduela—loaviso.
Cierra los ojos y aprieto con la gasa. Es un corte profundo, creo que le va a
quedarcicatriz.Esperoqueno.Tieneunacarademasiadoperfectaparaunacicatriz
comoésta,ynoquieroserlacausadequequededesfigurado.
—Yaestá—digo,ysonríeapesardequetambiéntieneloslabioshinchados.
«¿Cómoesquesiempreestoylimpiandoheridas?»
—Gracias.—Sonríedenuevoyyoenjuagolatoallamanchadadesangre.
—Teharéllegarlafactura—bromeo.
—¿Seguroqueestásbien?Tehatiradoconmuchafuerza.
—Sí,medueleunpoco,peroestoybien.
CuandoHardinmehaseguidoalexterior,lanochehadadoungiroapeor.Tenía
lasensacióndequenoledolíamuchoquelohubieradejado,perocreíaqueestaríaun
pocomásafectado.Mehadichoquehabíaestadoocupadoyqueporesonomehabía
llamado. A pesar de que creía que lo nuestro no le importaba tanto como a mí,
pensabaquemequeríalosuficienteparaqueselenotaraunpoco.Sinembargo,seha
comportadocomosinadahubieraocurrido,comosifuéramosamigoshablandodel
tiempo.HastaquehavistoaZedyhaperdidolospapeles.Yopensabaquealvera
Trevorsecabrearíaeintentaríapelearseconéldelantedetodoelmundo,peronise
hainmutado.Hasidomuyraro.
A pesar de que tengo el corazón roto, sé que Hardin nunca me haría daño a
propósito.Sinembargo,eslasegundaocasiónqueocurrealgoasí.Laprimeravezme
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apresuré a excusar su comportamiento. Fui yo quien lo convenció para que fuera a
casadesupadreenNavidadyfuedemasiadoparaél.Estanochehasidoculpasuya,
noséniporquéhavenido.
—¿Tieneshambre?—mepreguntaZed.
Salimosdesupequeñocuartodebañoyvamosalsalón.
—No, ya he cenado en la fiesta —digo. Tengo la voz ronca de la vergonzosa
lloreraquemehepegadoeneltrayectohastaaquí.
—Vale. No tenemos gran cosa, pero podemos pedir algo si quieres. Avísame si
cambiasdeopinión.
—Gracias—digo.
Zedsiempremetratamuybien.
—Micompañerodepisollegarádentrodeunrato,perononosmolestará.Lomás
probableesquesemetaenlacamanadamásllegar.
—Sientomuchoquehayavueltoapasar,Zed.
—Notedisculpes.Comoyatehedicho,mealegrodehaberestadoahí.Hardinse
hacabreadomuchoalverme.
—Yaestábamospeleándonosantesdequetúllegaras.—Pongolosojosenblanco
ymesientoenelsofáconunamuecadedolor—.Cómono.
Ahora que se me habían curado las magulladuras y los cortes del accidente de
coche…,tengounanuevacoleccióndecardenalesregalodeHardin.Lapartetrasera
delvestidoestásuciaydestrozada,ysemehanrayadoloslateralesdeloszapatos.
RealmenteHardindestrozatodoloquetoca.
—¿Necesitasunpijamaoalgoparadormir?—mepreguntaZedcuandometrae
lamantaviejaconlaquemetapéhacealgunasnoches.
Medaunpocodecosaponermesuropa.EraalgoquehacíaconHardinynunca
hellevadoropadenadiemás.
—CreoquehayalgodeMollyporaquí…,enlahabitacióndemicompañerode
piso.Séquesuenaunpocoraro…—mediosonríe—,peroseguroqueesmejorque
dormirconesevestido.
Mollyestámuchomásdelgadaqueyoycasimeechoareír.
—Noquepoensuropa,perograciasporpensarquesí.
Zednoparececomprendermirespuesta;suconfusiónesadorable.
—Bueno, puedes ponerte algo mío —me ofrece, y asiento antes de darle
demasiadasvueltas.
Puedoponermelaropaquequieraydequienquiera.Hardinnoesmidueño,ni
siquieraleimportolosuficientecomoparadarmeexplicaciones.
Zeddesapareceentoncesensucuartoyvuelveconlasmanosllenasderopa.
—Hecogidounpuñadodecosas,noséquétegusta.—Hayalgoensutonode
vozquemehacepensarquedeverdadlegustaríallegaraesafaseconmigo.Ésaenla
que sabes lo que le gusta al otro. Esa fase en la que yo estoy con Hardin… O
estaba…Bueno,loquesea.
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Cojounacamisetaazulyunospantalonesdepijamadecuadros.
—No soy exigente —digo y le sonrío agradecida antes de volver al baño a
cambiarme.
Horroryterror.Loqueyocreíaqueeraunpantalóndepijamadecuadrosesen
realidadunbóxer.UnbóxerdeZed.Mierda.Mebajolacremalleradelvestidoyme
pongolacamisetaantesdedecidirquéhagoconelbóxer.
LacamisetaesalgomáspequeñaquelasdeHardin,apenasmellegaalosmuslos,
ynohueleaHardin.Normal,noesdeHardin.Hueleadetergenteyunpocoatabaco.
Esunoloragradable,aunquenotantocomoeldelchicoalquetantoechodemenos.
Me pongo el bóxer y me miro. No es muy corto. De hecho, es holgado, más
ajustadoquelosdeHardin,peronodemasiadoapretado.Caminarédeprisahastael
sofáymetaparéconlamantalomásrápidamentequepueda.
Me da mucha vergüenza llevar puesta su ropa, pero sería mucho peor darle
importanciadespuésdeloquelehapasadoaZedestanochepormiculpa.Supobre
caraeslapruebavivientedelairadeHardin,unrecordatoriosangrientodeporquélo
nuestronopuedefuncionar.Sólopiensaensímismo,ylaúnicarazónporlaquese
hapuestoasíalveraZedessumalditoorgullo.Nomequiere,perotampocoquiere
vermeconnadiemás.
Dobloelvestidoylodejoenelsuelodelcuartodebaño.Total,yaestásucioy
roto.Probaréallevarloalatintorería,aunquenocreoquetengaarreglo.Megustaba
mucho ese vestido, y me ha costado un buen dinero, dinero que necesitaré
desesperadamentecuandoencuentremipropioapartamento.
Andotodolodeprisaquepuedopero,cuandollegoalsalón,Zedestádepiejunto
altelevisor.Abreunosojoscomoplatosalvermeymemiradearribaabajo.
—Yo…,eh…,ibaaponeralgo…Abuscarunapelícula…paraverla.Oalgopara
quetúvieras,quierodecir—tartamudea.
Mesientoenelsofáymetapoconlamanta.
Suspalabrasatropelladasylamiradaquellevaenlacaralohacenparecermás
jovenyvulnerable.
Seríenervioso.
—Perdona.Loquequeríadeciresqueibaaponerlateleparaquepudierasverla,
siteapetece.
—Gracias—ledigoysonrío.
Se sienta en la otra punta del sofá. Apoya los codos en las rodillas y mira al
frente.
—Sinoquieresvolveraverme,loentenderé—digoparaponerfinalsilencio.
Sevuelvehaciamí.
—¿Qué?No,nopiensesasí.
Memiraalosojos.
—Notepreocupespormí,puedosoportarlo.Unpardetundasnovanahacerque
mealejedeti.Sólomeapartarédetisitúmelopides.Siquieresquemevaya,lo
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haré.Perohastaentonces,aquíestaré.
—Noquieroquetevayas.SóloesquenoséquéhacerconHardin.Noquieroque
vuelvaapegarte—ledigo.
—Es un tío violento. Sé lo que hay, creo. Pero no te preocupes por mí. Sólo
esperoque,despuésdehabervistoquiénesenrealidad,guardeslasdistanciasconél.
Laideameponemuytriste,peroasiento:
—Loharé.Noleimportonada.¿Porquédeberíaimportarmeélamí?
—Nodebería.Eresdemasiadobuenaparaél,siemprelohassido—measegura.
Me siento un poco más cerca de él, y entonces Zed levanta la manta y se mete
debajoantesdepulsarunbotóndelmandoadistanciayencenderlatele.Meencanta
lotranquilosqueestamos.Nodicecosassóloparaherirmeocabrearme,nohieremis
sentimientosapropósito.
—¿Estáscansado?—lepreguntoalrato.
—No,¿ytú?
—Unpoco.
—Puesadormir.Yomevoyamicuarto.
—No.Enrealidad,puedesquedarteaquíhastaquemeduerma—digomáscomo
unapreguntaquecomounaafirmación.
Zedmemiracontentoyaliviado.
—Claro.Cómono.
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CAPÍTULO92
Hardin
Estampoelpuñocontraelmaleterodemicocheygritoparasoltarpartedemirabia.
¿Cómohapodidopasar?¿Cómoesquelahetiradoalsuelo?Zedsabíaqueibaa
acabarasíencuantosebajódelacamioneta,yhevueltoapartirlelacara.Conozcoa
Tessa,secompadecerádeélyseculparáasímismadelazurraquelehedadoaese
cretinoyluegocreeráqueledebealgo.
—¡Mierda!—gritoaúnmásalto.
—¿Porquégritas?—Christianapareceenelsenderonevado.
Lomiroypongolosojosenblanco.
—Pornada.
Laúnicapersonaalaquequerréenlavidaacabadeirseconlapersonaalaque
másdetestoenelmundoentero.
Vancememiraconasombro.
—Algotepasa—contraataca,yledaunbuentragoasucopa.
—Ahoramismonomeapetecedesnudartemialma—lesuelto.
—Quécoincidencia:amítampoco.Sólointentoaveriguarporquéhayuncapullo
gritandoenlaentradademicasa—diceconunasonrisaenloslabios.
Casimeechoareír.Casi.
—Queteden—leespeto.
—¿Nohaaceptadotusdisculpas?
—¿Quiénhadichoquemehayadisculpadooquetengaquehacerlo?
—Eres como eres y, además, eres un hombre… —Me saluda con la copa y se
bebe el resto de su contenido—. Los hombres siempre tenemos que disculparnos
primero.Asísonlascosas.
Dejoescaparunlargosuspiroyledigo:
—Ya,bueno,ellanoquieremisdisculpas.
—Todaslasmujeresquierenuna.
NopuedodejardeimaginármelaacudiendoaZedenbuscadeconsuelo.
—Lamía,no…Ella,no.
—Vale,vale,vale—diceChristianbajandolasmanos—.¿Vienesadentro?
—No…Paso.—Mesacudolanievedelpeloymeloapartodelafrente.
—Ken…tupadre,yKarenestánapuntodeirse.
—¿Yesoamíquécoñomeimporta?—lecontesto,ysueltaunacarcajada.
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—Tulenguajenuncadejadesorprenderme.
Lesonrío.
—¿Quédices?Sisueltasaúnmástacosqueyo.
—Precisamente.
Mepasaelbrazoporloshombrosy,paramisorpresa,dejoquemelleveadentro.
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CAPÍTULO93
Tessa
No puedo dormir. Me despierto cada media hora para ver si Hardin ha intentado
llamarme.Nada.Comprueboquehepuestolaalarma.MañanatengoclaseyZedvaa
llevarmeacasadeLandontempranoparaarreglarmeyllegaralafacultadatiempo.
Intento cerrar los ojos pero no paro de pensar, de recordar cómo Hardin me
suplicabaensueñosquevolvieraacasa.Aunquefueraunsueño,memataverloasí.
Después de dar mil vueltas en el pequeño sofá, decido hacer lo que debería haber
hechoantes.
AbrolapuertadelahabitacióndeZedylooigoroncarconsuavidad.Nolleva
camisetayestádurmiendobocaabajoconlosbrazosamododealmohada.
Unabatallacampalselibraenmiinteriormientrasélsedespierta.
—¿Tessa?—Seincorpora—.¿Estásbien?—Parecealarmado.
—Sí…,perdonaquetehayadespertado…Mepreguntabasimedejaríasdormir
aquí—digotímidamente.
Memiraunsegundoantesdedecir:
—Porsupuestoquesí—ysemueveunpocoparadejarmesitioenlacama.
Tratodeignorarqueenlacamanohaysábanas.Alfinyalcabo,esunestudiante
ynotodoelmundoestanpulcrocomoyo.Mepasaunaalmohadaymetumboasu
lado.Estamosamenosdetreintacentímetros.
—¿Quiereshablar?—pregunta.
«¿Quierohablar?»,mepregunto.
—No,estanoche,no.Noconsigoaclararmelasideas.
—¿Hayalgoqueyopuedahacer?—Tieneunavozmuydulceenlaoscuridad.
—¿Puedesacercarteunpocomás?—lepido,yesoesjustoloquehace.
Estoy nerviosa y me vuelvo para verle la cara. Me acaricia la mejilla con el
pulgar.Esunacariciatiernaydelicada.
—Mealegrodequeestésaquíconmigoynoconél—susurra.
—Yotambién—contestosinsabersilodigodecorazónono.
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CAPÍTULO94
Hardin
ALandonlehansalidopelosenloshuevosdesdelanocheenqueintentóagredirme.
Hapilladounbuenberrincheenelaeropuertocuandomehavistojuntoalascintas
de recogida de equipajes. Esperaba a su madre. Karen ha accedido a que fuera a
recogerasuhijo,talvezporquenoleapetecíairdespuésdelafiestadeVance,tal
vezporqueledoypena.Noestoyseguro.Peromealegro.
Porsuparte,Landonestácabreadísimo.Dicequesoyeltíomásgilipollasqueha
conocido,yalprincipionisiquieraqueríasubiralcocheconmigo.Hetardadoveinte
minutos en convencer a mi encantador hermanastro de que volver a casa en mi
compañíaesmejorquecaminarsesentakilómetrosenplenanoche.
Tras un largo silencio, retomo la conversación que habíamos iniciado en la
terminal.
—Landon, aquí me tienes, y necesito que me digas lo que debería hacer. Estoy
hechounlíoynomedecidoporunacosaolaotra.
—¿Quéescadacosa?—pregunta.
—NosésivolveraInglaterraparaasegurarmedequeTessatienelavidaquese
merece,osiiracasadeZedymatarlo.
—Y¿quépintaTessaenesoúltimo?
Lomiroymeencojodehombros.
—Despuésdematarlo,laobligaríaavenirconmigo.
—Éseeselproblema.Creesquepuedesconseguirquehagatodoloquequieres.
Estásasíprecisamenteporeso.
—Nomeheexplicadobien.Queríadecir…—Séqueestáenlocierto,ynome
molesto en acabar la frase—. Pero está con Zed. ¿Cómo demonios ha acabado con
Zed?Esqueveorojosólodepensarlo—gruño,ymefrotolassienes.
—Serámejorqueconduzcayo—repone.
Landonescomoungranoenelculo.
—Hardin,sequedóadormirensucasaelviernesypasóelsábadoconél.
Derepenteloveotodonegro.
—¿Qué?Entonces…¿estásaliendo…conél?
Landongarabateaenelcristal.
—Nolosé…,peroséquecuandohabléconellaelsábadomedijoquesehabía
reídoporprimeravezdesdequelaabandonaste.
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Vengaya.
—Perosinisiquieraloconoce.—Nomepuedocreerqueestoestépasando.
—Noquieroseruncapullo,peronopuedesignorarlaironíaquetenemosentre
manos: estabas obsesionado con que estuviera con alguien como ella, pero acaba
saliendoconalguienexactamenteigualquetú.
—Nosepareceamíennada—ledigoeintentoconcentrarmeenlacarreterapara
noecharmeallorardelantedeél.
Noabrolabocaduranteelrestodeltrayecto.
—Y¿hallorado?—preguntocuandolodejoenlapuerta.
Landonmemiraconincredulidad.
—Sí.Unasemanaenterasinparar.—Luegomenealacabeza—.Tío,notienesni
ideadeloquelehashechoytampocoteimporta.Siguespensandosóloentimismo.
—¿Cómo puedes decir eso, si lo he hecho por ella? Me he alejado de ella para
quepuedapasarpágina.Nolamerezco,túmismomelodijiste,¿teacuerdas?
—Meacuerdo,ynohecambiadodeopinión.Perotambiéncreoqueesellaquien
deberíadecidirquéesloquemerece—diceconunbufidoantesdebajardelcoche.
Jaceledaunacaladaalporroylomirafijamente.
—Hacíatiempoquenomefumabauno.Tristanyanovienecasinunca.Sepasael
díaentrelaspiernasdeSteph.
—Ya…—musito.
Bebountragodecervezayechounvistazoalapartamentodemierda.Nosépor
quéhevenido,perotampocosabíaadóndeir.Nopiensovolveramiapartamentoesta
noche.NomepuedocreerqueTessaestéconZed.Enserio.«Pero¿quécoño…?»
LandonnohaqueridollamaraTessaparapedirlequevolvieraacasademipadre.
Heintentadoconvencerlodetodaslasmanerasposibles.Esuncapullo.
Aunasí,hedeconfesarqueadmirosulealtad,aunquenocuandoseinterponeen
mi camino. Landon dice que debería permitirle a Tessa decidir si quiere estar
conmigoono,peroyasécuálseríasudecisión.Oesocreía.
Zedmeteníabienengañado.Haidoarecogerlayhapasadocasitodoelfinde
semanaconella.
—¿Atiquétepasa?—mepreguntaJaceechándomeelhumodelporroalacara.
—Nada.
—Hededecirquemehasorprendidoencontrarteenmipuertaestanochedespués
deloquepasólaúltimavezquenosvimos—merecuerda.
—Yasabesporquéhevenido.
—¿Losé?—Estádisfrutando.
—TessayZed.Séqueestásenterado.
—¿Tessa?¿TessaYoungyZedEvans?—Sonríe—.Cuéntame.
Máslevaleborraresaestúpidasonrisadesucara.
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Ledoylacalladaporrespuestayseencogedehombros.
—Nosénada,deverdad.—Ledaotracaladaalporroypequeñoscoposdepapel
caenensuregazo.Nosedanicuenta.
—Túnuncadiceslaverdad.—Mebebootrotrago.
—Falso.¿Dicesqueestánfollando?—Enarcaunaceja.
Casimeatragantoconlapregunta.
—Cuidado con lo que dices. ¿Los has visto juntos? —Inspirar, espirar…
Despacio.
—No,nosénadadeellos.—Jacedejaelporroenelcenicero—.Creíaqueestaba
saliendoconunapavadeinstituto.
Mirolapiladeropasuciaquehayenunaesquinadelahabitación.
—Esocreíayotambién.
—¿TehadejadoporZed?
—Noteburles,quenoestoydehumor.
—Te presentas aquí con un montón de preguntas. No me burlo —dice con
desdén.
—Heoídoquepasaronjuntoselviernes,yqueríasaberquiénmáshabíaporallí.
—Nolosé.Tampocoestuveconellos.Pero¿vosotrosdosnovivíaisjuntos?—
replica.Sequitasusgafasdeaspiranteamodernoylasdejaencimadelamesa.
—Sí.¿PorquétecreesqueestoytancabreadoconZed?
—Bueno,yasabescómoesdesdequetú…
—Losé.
OdioaJace.Amásnopoder.YaZed.¿QuélecostabaaTessahaberelegidoa
Trevor?Joder,nuncapenséquemepareceríabienqueTessasalieraconTrevor.
Pongo los ojos en blanco y lucho contra el impulso de partirle la crisma a Jace
contralamesitadecafé.Asínovoyallegaraningunaparte.Elalcoholylarabiano
ayudan.
—¿Seguro que no sabes nada? Porque, si descubro lo contrario, te mataré y lo
sabes—loamenazomuyenserio.
—Sí, colega, todos sabemos lo psicótico que te pones cuando se trata de esa
chica.Noseastancapullo.
—Estásavisado—ledigo,yponelosojosenblanco.
¿Cómo es que me hice amigo suyo? Es un montón de mierda y debería haber
puestofinanuestrasupuestaamistadconunabuenapaliza.
Jaceselevantayseestira.
—Mevoyalacama.Sonlascuatro.Puedesecharteenelsofá.
—No,yameiba—digocaminandohacialapuerta.
Sonlascuatrodelamañanayenlacallehacemuchofrío.Novoyapoderpegar
ojosabiendoqueestáconZed.Ensuapartamento…¿Ysilatoca?¿Ysisehapasado
todoelfindesemanaponiéndolelasmanosencima?
¿Selofollaríapordespecho?
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No,laconozcobien.Estoyhablandodeunachicaquetodavíaseruborizacuando
le bajo las bragas. No obstante, Zed puede ser muy persuasivo y podría haberla
emborrachado. Sé que no sabe beber. Dos copas y empieza a maldecir como un
camioneroyaintentardesabrocharmeelcinturón.
Joder,comolaemborracheylatoqueconsussuciasmanos…
Doymediavueltaenunaintersecciónyesperoquenohayapoliscercaporqueel
alientomeapestaacerveza.
«Alamierdalagilipollezdemantenermelejosdeellos.»
Puedequehayasidouncapulloypuedequelahayatratadocomoaunamierda,
peroZedesmuchopeorqueyo.Laquieromuchomásqueél,muchomásdeloque
laquerráningúnhombre.Ahoraséloquetenía.Séloquepodíaperdery,ahoraque
loheperdido,quierorecuperarlo.Nopuedetenerla,niélninadie.Esmíaysólomía.
Maldita sea. ¿Por qué no le pedí perdón en la fiesta? Eso es lo que debería haber
hecho. Debería haberme hincado de rodillas delante de todo el mundo y haberle
suplicado que me perdonara y ahora estaríamos en la cama. Pero no. Tenía que
pelearme con ella y tirarla al suelo por accidente cuando estaba tan rabioso que no
sabíaquiéneraquién.
Zedesunmalditobastardo.¿Quiéncoñosecreequeesparavenirarecogerlaala
fiesta?¿Metomaelpelo?
Lairamepuedeotravez.Tengoquecalmarmeantesdellegar.Siestoytranquilo,
ellahablaráconmigo.Oesoespero.
ParacuandollegoacasadeZedsonlascuatroymediadelamadrugada.Paroy
mequedoquietounosminutosintentandotranquilizarme.Luegollamoalapuertay
esperoimpaciente.
Justo cuando voy a empezar a aporrearla, la puerta se abre. Es Tyler, el
compañero de piso de Zed. He hablado con él un par de veces, en las fiestas que
montabanaquí.
—¿Scott?¿Quéhay,colega?—dicearrastrandolaspalabras.
—¿YZed?—Memetoenelpiso,noquieroperdermástiempo.
Sefrotalosojos.
—Tío,sonlascincodelamadrugada.
—No,lascuatroymedia.¿Dónde…?
Entoncesveolamantadobladaenelsofá.Dobladaconesmero:elsellopersonal
deTessa.Micerebrotardaunsegundoenasociaresoconelhechodequeelsofáestá
vacío.
Sinoestáenelsofá,¿dóndepuedeestar?
Labilismesubeporlagargantayporenésimavezestanochenotoquenopuedo
respirar. Cruzo el apartamento como una exhalación y dejo atrás a un Tyler medio
dormido.
Abro la puerta del dormitorio de Zed, que está oscuro como la noche. Saco el
móvilylousodelinterna.ElpelorubiodeTessacubreunadelasalmohadasyZed
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nollevacamiseta.
«Mierda,mierda,mierda…»
Buscoelinterruptoryenciendolaluz.Tessaserevuelveyruedahaciasulado.
Tropiezoconlapatadelamesayellacierralosojosconfuerzaylosabreparaver
quélahadespertado.
Trato de pensar qué voy a decir mientras intento procesar el cuadro que tengo
delante.TessyZedenlacama,juntos.
—¿Hardin?—gimotea,yfrunceelceño.Parecequeseestádespertando.Miraa
Zedyluegomemiraamí.Sorpresa—.¿Qué…quéhacestúaquí?—preguntapresa
delpánico.
—No,no.¿Quéhacestúaquí?¡Enlacamaconél!—Intentonogritar,meclavo
lasuñasenlapalmadelamano.
Siselohafollado,seacabó.Seacabóparasiempre,noquierovolveraverla.
—¿Cómohasentrado?—preguntacontristeza.
—Tyler me ha abierto la puerta. ¿Qué haces en su cama? ¿Cómo has podido
meterteensucama?
Zedsevuelvesobrelaespaldaysefrotalosojos.Losabre,sesientaymemira
fijamente.
—¿Quédemoniosestáshaciendoenmihabitación?—exigesaber.
«Contente,Hardin.Notemuevas.»
Tengoquecontrolarmeoalguienacabaráenelhospital.EsealguienesZed,pero
sivoyaalejarladeél,hedepermanecertodolocalmadoquepueda.
—Hevenidoabuscarte,Tessa.Vámonos—digo,yletiendolamanoapesarde
queestoyenlaotrapuntadelahabitación.
Ellafrunceelceño.
—¿Cómodices?
AhíestáelmundialmenteconocidocarácterdeTessa…
—No puedes presentarte en mi apartamento y decirle que se vaya. —Zed se
mueveparalevantarsedelacamayveoquesólollevapuestosunospantalonescortos
dedeportequedejanversuscalzoncillos.
Nocreoquepuedamantenerlacalma.
—Puedoyacabodehacerlo.Tessa…
Esperoaqueselevantedelacamaperonomueveunmúsculo.
—Novoyairaningunapartecontigo,Hardin—medice.
—Yalahasoído.Noquiereirsecontigo—seburlaZed.
—Yodeticerraríaelpico.Estoyintentandocontodasmisfuerzasnohacernada
deloquemearrepientadespués.Mástevalenobuscarmelascosquillas—rujo.
Zedabrelosbrazospararetarme.
—Esmiapartamentoymidormitorio,ysiellanoquiereirsecontigo,notienepor
quéhacerlo.Siquierespelea,adelante.Peronovoyaobligarlaamarcharsecontigosi
noquiere.—Cuandotermina,lamiraconlaexpresióndepreocupaciónmásfalsaque
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hevistoenlavida.
Sueltounacarcajadamaléfica.
—Éseeselplan,¿no?Mecalientashastaquetepartolascostillas,aellaledas
penayyoquedocomoelmonstruoalquetodostemen,¿noesasí?¡Nolecreasni
unapalabra,Tessa!—grito.
Nosoportoquesigaenlacamaconél,yaúnmenoselhechodequenopuedo
partirlelacaraaesegilipollasporqueesoesjustoloquequiere.
Ellasuspira.
—Vete.
—Tessa,escúchame.Noesquientúcrees.NoesdonInocente.
—Y¿esoporqué?—mereta.
—Porque…,bueno,aúnnolosé.Peroséqueteestáutilizandoparaalgo.Sólo
quiereecharteunpolvo,ylosabes—ledigo.Mecuestacontrolarmisemociones.
—Noesverdad—dice,peroséqueseestácabreando.
—Tío, deberías irte —repite Zed—. Ella quiere quedarse. Estás haciendo el
ridículo.
Cuando termina de hablar con el labio partido, empiezo a temblar. Tengo
guardadademasiadarabiaynecesitodejarlasalir.
—Teloadvierto:cierraesaputaboca.Tessa,dejadesertancabezotayvámonos.
Tenemosquehablar.
—Esdemadrugadaytú…—empiezaadecir,perolacorto.
—Tessa,porfavor.
Lecambialacaraynoséporqué.
—No,Hardin.¡Nopuedespresentarteaquíyordenarmequemevayacontigo!
Zedseencogedehombroscomosilacosanofueraconél.
—Nomeobliguesallamaralapolicía,Hardin.
Seacabó.DoyunpasohaciaélperoTessasaltadelacamayseinterponeentre
losdos.
—No.Otravezno—meruega,ymemiradirectamentealosojos.
—Entoncesvenconmigo.Nopuedesconfiarenél—ledigo.
Zedseríe.
—Y ¿de ti sí que puede fiarse? Acéptalo: la has cagado. Se merece a alguien
mejorquetú,ysiladejarasserfeliz…
—¿Que la deje ser feliz? ¿Contigo? —escupo—. ¡Como si de verdad quisieras
tenerunarelaciónconella!¡Séqueloúnicoqueteinteresaesmeterteensusbragas!
—Eso no es verdad. ¡Tessa me importa mucho y podría tratarla infinitamente
mejor que tú! —me grita en las narices, y Tess me empuja con las palmas de las
manosenmipecho.
Séqueesridículo,peronopuedoevitardisfrutarconelgesto,conlasuavidadde
susmanosenmipecho.Hacíamuchoquenolasentía.
—¡Paraddeunavezlosdos!Hardin,tienesqueirte.
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—Novoyairme,Tessa.Eresdemasiadoingenua.¡Noleimportasunamierda!—
legrito.
Nisiquieraparpadea.
—¿Yatisí?¡Hasestado«demasiadoocupado»parallamarmeduranteoncedías!
¡Élestabaaquíytúno,ysi…!—gritaysiguegritándome,peroloúnicoqueveoes
loquellevapuesto.
«¿Lleva…?No.Nopuedeser…»
Doyunpasoatrásparaasegurarme.
—¿Eso es…? ¿Qué demonios llevas puesto? —tartamudeo, y empiezo a dar
vueltas.
Mirahaciaabajo,porlovistoselehaolvidado.
—¿Llevaspuestasuputaropa?—digocasiagritos.Semequiebralavozyme
tirodelpelo.
—Hardin…—intentahablar.
—Sí—respondeZedporella.
Sillevapuestasuropa…
—¿Telohasfollado?—digoconlavozrota.Laslágrimasamenazanconrodar
pormismejillasencualquiermomento.
Abreunosojoscomoplatos.
—¡No!¡Desdeluegoqueno!
—¡Quierolaverdad,Tessa!¿Telohasfollado?
—¡Yatelohedicho!—medevuelveelgrito.
Zed retrocede y observa con la cara magullada y preocupada. Aún le he hecho
poco.
—¿Lohastocado?¡Joder!¿Tehatocado?
Estoy como loco y me da igual. No puedo soportarlo. Si le ha tocado un solo
pelo,novoyapodersoportarlo,novoyapoder.
MevuelvohaciaZedantesdequeningunodelosdospuedacontestar.
—Silahastocado,tejuroporDiosquenomevaaimportarqueellaestépresente
ono,tevoy…
Tessavuelveainterponerseentrenosotrosyveomiedoensusojos.
—Saldemiapartamentoollamoalapolicía—meamenazaZed.
—¿Lapolicía?¿Tecreesquemeimportauncom…?
—Mevoycontigo.—LavozdeTessasuenasuaveenmediodelcaos.
—¿Qué?—exclamamosZedyyoalunísono.
—Me voy contigo, Hardin, sólo porque sé que no te irás a menos que te
acompañe.
Quéalivio.Bueno,sólounpoco.Medaigualporquévengaconmigosiemprey
cuandovengadeverdad.
Zedsevuelvehaciaella,casisuplicante.
—Tessa,notienesporquéirte.Puedollamaralapolicía.Notienesqueirtecon
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él.Siemprehacelomismo,tecontrolaabasedemetertemiedoydeasustaratodoel
queterodea.
—Teequivocas…—suspira—.Peroestoyagotada,sonlascincodelamañanay
tenemoscosasquehablar.Eslomássencillo.
—Notieneporqué…
—Sevieneconmigo—ledigo,yellamelanzaunamiradaasesina.Silasmiradas
matasen…
—Tellamomañana,Zed.Sientomuchoquesehayapresentadoaquí—lediceen
voz baja, y al final él asiente y comprende que he ganado yo. Pone cara de pena y
esperoqueTessanoselatrague.
Enrealidad,mesorprendequehayaaccedidotanfácilmenteavenirconmigo…
Aunquemeconocemejorquenadieyteníarazónaldecirquenoibaairmesinella.
—No te disculpes. Ten cuidado y no dudes en llamarme si necesitas algo —le
dice.
Debedeserunascoserunpringadoquenopuedehacerunamierdaparaevitar
queirrumpaensuapartamentoenplenanocheymelleveaTessaconmigo.
EllanoabrelabocamientrassaledeldormitoriodeZedysedirigealbañoque
hayalotroladodelpasillo.
—No vuelvas a acercarte a ella. Ya te lo he advertido y parece que no sabes
captarunaindirecta—ledigoalllegaralapuertadesuhabitación.
Zedechachispasporlosojosy,sinofueraporqueTessameestállamandodesde
elsalón,lepartiríaelcuello.
—¡Silehacesdaño,tejuropormispelotasquemeasegurarédequenovuelvasa
hacérselo! —grita lo bastante alto para que ella lo oiga mientras salimos del
apartamentoycaminamossobrelanieve.
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CAPÍTULO95
Hardin
TaconesaltosyelputobóxerdeZed.Esunacombinaciónabsurda,peroimaginoque
notieneotroszapatos,señaldequenopensabapasarlanocheconél.Aunasí,seha
quedadoadormir,yestoyasqueadodehaberlapilladoensucama.Merepugnaverla
vestidaconesaropa.Eslaprimeravezquenoquieromirarla.Llevaelvestidorojoen
lamanoyséqueseestácongelando.
Intento prestarle mi chaqueta pero me espeta que cierre el pico y que la lleve a
casa de mi padre. No me importa que esté mosqueada conmigo. De hecho, lo
agradezco. Estoy contento porque es un gran alivio que haya accedido a
acompañarme. Podría haberse pasado el viaje llamándome de todo y habría
disfrutadoconcadaimproperioquesalieradesuslabioscarnosos.
Yo también estoy cabreado. Me cabrea que haya ido corriendo a arrojarse a los
brazosdeZed.Mecabreahaberintentadoquesealejarademí.
—Tengotantascosasquecontarte…—ledigomientrasnosmetemosenlacalle
enlaquevivemipadre.
—Noquierooírlas—replicaconunamiradaglacial—.Hastenidooportunidades
desobraparahablarconmigoestosúltimosoncedías.
—Túsóloescúchame,¿vale?
—¿Porquétienequeserahora?—preguntamirandoporlaventanilla.
—Porque…porqueteheechadodemenos—confieso.
—¿Mehasechadodemenos?Querrásdecirqueestáscelosoporqueestabacon
Zed. No me has echado de menos hasta que él ha venido a recogerme esta noche.
Estásasíporloscelos,noporamor.
—Noesverdad,esonotienenadaquever.—Bueno,tienemuchoquever,pero
esonoquitaquelaechedemenos.
—Nomehashabladoentodalanocheyluegosalesafueraymedicesquehas
estadodemasiadoocupadoparahablarconmigo.Esonoesloqueunapersonanormal
hacecuandoechaaalguiendemenos—recalca.
—Estabamintiendo.—Alzolasmanosalcielo.
—¿Tú?¿Mintiendo?¡Vengaya!—Cierralosojosymenealacabezadespacio.
Mierda, esta noche está belicosa. Respiro hondo para asegurarme de no decir
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nadaqueempeoreaúnmáslasituación.
—Paraempezar,notengomóvil,yestabaenInglaterra.
Giralacabezacomosituvieraunresorte.
—¿Cómodices?
—Me fui a casa de mi madre a despejarme. No sabía qué otra cosa hacer —le
explico.
Tessabajaelvolumendelaradioycruzalosbrazos.
—Norespondíasamisllamadas.
—Losé.Lasignoréytepidoperdón.Queríadevolvértelasperonopodía,yluego
meemborrachéymecarguéelmóvil.
—Y¿sesuponequeesohadehacerquemesientamejor?
—No…Sóloquieroqueseasfeliz,Tessa.
Nodicenada.Miraotravezporlaventanillaybuscosumanoperolaaparta.
—Nometoques—dice.
—Tess…
—¡No, Hardin! No puedes aparecer once días después y cogerme de la mano.
Estoy harta de caminar en círculos contigo. Por fin he llegado al punto en el que
puedopasarmeunahoraenterasinllorar,yentoncesaparecesdegolpeyporrazoe
intentasvolveraembaucarme.Mehashecholomismounayotravezdesdeeldíaen
quenosconocimosyestoyhartadepicarsiempre.Sideverdadteimportara,aunque
sólofueraunpoco,mehabríasdadounaexplicación—espeta,haciendoloimposible
paranollorar.
—Estoyintentandodártelaahora—lerecuerdo.
Mientrasmemetoenlaentradadevehículosdelacasademipadre,estoycada
vezmáscabreado.
Tesstratadeabrirlapuertadelcocheperoecholosseguros.
—¿Deverdadvasaintentarencerrarmeaquícontigo?¡Yamehasobligadoairme
decasadeZed!¿Tehasvueltoloco?—empiezaagritar.
—Noestoyintentandoencerrarteenelcoche.—Mentira.Noobstante,hededecir
enmidefensaqueesmuycabezotayquenolegustaoírnadadeloquetengoque
decirle.
Quitaelseguroysaledelcoche.
—¡Tessa!Malditasea,Tessa.¡¿Quieresescucharme?!—legritoalviento.
—¡Noparasderepetirmequeteescuche,peronodicesnada!
—¡Porquenomedejashablar!
Siempreacabamosagritopelado.Tengoquedejarquemegriteycontenerme,de
locontrario,soltaréunaburradadelaquemearrepentirédespués.Quieromencionar
a Zed y el hecho de que lleva puesta su maldita ropa, pero tengo que controlar mi
pronto.
—Lo siento, ¿vale? Dame dos minutos, dos minutos sin interrupciones. Por
favor…
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Paramisorpresa,asienteycruzalosbrazosalaesperadequeyohable.
Estánevandoabundantementeyséqueseestáhelando,perotengoquehablarcon
ellaantesdequecambiedeopinión.
—MefuiaInglaterraporquenovolvisteaquellanoche.Estabatancabreadoque
noveíanipordóndeiba.Estabasimposible,yyo…
Da media vuelta y echa a andar por el sendero nevado en dirección a la casa.
Joder.Semedafatalpedirperdón.
—Sé que no es culpa tuya. ¡Te mentí y no sabes cuánto lo siento! —grito
esperandoquevuelva.
Lohace.
—Nosetratasólodetusmentiras,Hardin.Esmuchomásgravequeeso.
—Explícate,porfavor.
—Nometratascomomerezcoquemetraten.Paratinuncasoyloprimero.Sólo
piensasenti,entusamigos,entusfiestas,entufuturo.Yonopintonadanidecido
nada, y me hiciste sentir como una tonta cuando dijiste que estaba loca por querer
casarme.Nomeestabasescuchando.Nosetratadelmatrimonio,setratadequeni
siquierahaspensadoenloqueyoquieroparamíyparamifuturo.Y,sí,megustaría
casarme algún día, no en este momento, pero necesito seguridad. Así que deja de
comportarte como si esta relación fuera más importante para mí que para ti. No
olvidemosqueteemborrachasteytepasastetodalanocheporahíconotramujer.
Paracuandotermina,sehaquedadosinaliento,ydoyunpasohaciaella.Tiene
razón,sóloquenoséquéhacer.
—Lo sé. Mi idea era que nos mudásemos juntos a Inglaterra. Pensaba que allí
estaríamoslosdossolosyquetú…—tartamudeo.
—¿Yo,qué,Hardin?—Estátiritandoytienelanarizrojadefrío.
Merascolascostrasdelosnudillos.Nosécómodecirleloquesientosinparecer
elcapullomásegoístadelplaneta.
—Tendrías menos oportunidades de dejarme —confieso, y espero su réplica
horrorizada.
Nada.
Seechaallorar.
—No sé qué más podría haber hecho para demostrarte lo mucho que te quería,
Hardin.Hevueltocontigocadavezquemehashechodaño,mefuiavivircontigoy
te perdoné todas las cosas imperdonables que me hiciste, ya no me hablo con mi
madreportiy,aunasí,siguesdudandodemí.—Seapresuraasecarselaslágrimas.
—Nodudodeti.
—¿Loves?—llora—.Poresonovaafuncionarnunca.Siempredejasquetuego
seentrometa.
—¡Mi ego no tiene nada que ver! —exploto—. De hecho, mi ego está bastante
tocadoenestemismoinstanteporqueacabodepillarteenlacamaconZed.
—¿Deverdadquiereshablardeesoahora?
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—¡Joder,claroquesí!Teestásportandocomouna…—Mecontengoalverque
haceunamuecaporquesabeloquevoyadecir.
Sé que no es culpa suya que la tenga comiendo de su mano, eso se le da muy
bien,peroaunasímeduelequesehayaquedadoconél.
Extiendelosbrazos,desafiante.
—Adelante,Hardin,insúltame.
Es la mujer más desesperante del universo, pero, hay que joderse, no sabe lo
mucho que la quiero hasta cuando se pone imposible. No digo nada e intento
apaciguarmifuria.Chasquealalengua.
—Bueno,esoestodounlogro,peromevoyadentro—añade—.Tengofríoyhe
delevantarmedentrodeunahoraparairaclase.
Caminahacialacasaylasigo,esperandoqueseacuerdedequesehadejadola
carterademanoenelcochedemipadre,queestácerradoconllave.
Sequedamirandolapuertaunmomentoydice,imaginoquehablandosola:
—TendréquellamaraLandon,notengollave.
—Puedesveniracasaconmigo—sugiero.
—Sabesquenoesbuenaidea.
—¿Por qué no? Sólo tenemos que solucionar esto. —Me tiro del pelo con una
mano—.Juntos—leaclaro.
—¿Juntos?—repiteTessa,medioriéndose.
—Sí, juntos. Te he echado mucho de menos. No sabes el infierno que ha sido
vivirsinti…Esperoquetútambiénmehayasechadodemenos.
—Deberíashabermellamado.Estoyagotada,siemprehacemoslomismo.
—Peropodemosestarjuntos.Eresdemasiadobuenaparamíynotecreasqueno
losé,pero,porfavor,Tessa,harécualquiercosa.Nopuedosoportarotrodíasinti.
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CAPÍTULO96
Tessa
Medueleelcorazóndeoírlo.Seledademasiadobien.
—Siemprehaceslomismo.Repiteslomismounayotravezperonuncacambia
nada—ledigo.
—Tienesrazón—reconocemirándomealosojos—.Escierto.Sí,hedeadmitir
que los primeros días estaba tan cabreado que no quería ni verte porque estabas
exagerando.Entoncesmedicuentadequepodíaserelfinalymeasusté.Séquenote
hetratadocomodebería,nosécómoquereranadiesalvoamímismo,Tess.Loestoy
intentandocontodasmisfuerzas…Vale,puedequenocontodasmisfuerzas,perolo
haréapartirdeahora,telojuro.
Lomiro.Mehadichoesomismodemasiadasveces.
—Eresconscientedequeesoyamelohabíasdichoantes,¿verdad?
—Losé,peroestavezlodigoenserio.DespuésdeveraNatalie,yo…
«¿Natalie?»
Mehequedadoacuadros.
—¿Lahasvisto?
¿Sigueenamoradadeél?¿Oloodia?¿Lehaarruinadolavida?
—Sí,laviyhabléconella.Estáembarazada.
«Loquefaltaba.»
—Llevabaañossinverla,Tessa—diceconsarcasmo.Mehaleídoelpensamiento
—.Estácomprometidayesmuyfeliz.Medijoquemeperdonabaymecontólofeliz
quelehacíacasarseporqueeraungranhonor,oalgoasí,peromeabriólosojos.—
Daotropasohaciamí.
NosientonilosbrazosnilaspiernasacausadelfríoyestoyfuriosaconHardin.
Furiosa se queda corto. Estoy que muerdo y con el corazón roto. Va y viene y es
agotador. Ahora está aquí, delante de mí, hablando de matrimonio, y no sé qué
pensar.
Nodeberíahabermeidoconél.Yaloteníadecidido:ibaaolvidarmedeélaunque
fueraloúltimoquehicieraenestemundo.
—¿Quédecías?—pregunto.
—Que ahora me doy cuenta de lo afortunado que soy de tenerte, de que hayas
permanecidoamiladoapesardetodalamierdaquetehehechotragar.
—Lo eres. Y deberías haberte dado cuenta mucho antes. Siempre te he querido
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másdeloquetúmequieresamíy…
—¡Eso no es verdad! Te quiero más de lo que nadie ha querido nunca a otra
persona.Yotambiénlohepasadofatal,Tessa.Mehepuestoenfermo,literalmente,
sinti.Nopodíacomeryparecíaunmuertoviviente.Loestabahaciendoporti,para
quepudieraspasarpágina—explica.
—Esonotienesentido.—Meapartoelpelohúmedodelacara.
—Lo tiene. Tiene mucho sentido. Pensé que, si me mantenía fuera de tu vida,
podríasseguiradelanteyserfelizsinmí,contuElijah.
—¿QuiénesElijah?
«¿Dequémeestáhablando?»
—¿Qué? Ah. El prometido de Natalie. Ha encontrado a alguien a quien amar y
quequierecasarseconella.Siellahapodido,tútambién—medice.
—Peroesealguien…¿noerestú?—lepregunto.
Pasanunossegundosynodicenada.Estáperplejoyfrenético,setiradelpelopor
décimavezenunahora.Franjasdelucesrojasyanaranjadasaparecenentoncespor
detrásdelascasasdelamanzana.Tengoqueentrarantesdequetodoelmundose
levanteymeveaconbóxerytacones.Quévergüenza.
—Yameparecíaamí—suspiro,ynomepermitoderramarniunasolalágrima
másporél.Almenosnohastaqueestésola.
Hardinestádepieantemíconexpresiónausente.MarcoelnúmerodeLandony
le pido que me abra. Debería haberme imaginado que Hardin sólo iba a luchar por
sacarme del apartamento de Zed. Ahora que tiene la ocasión perfecta para decirme
todoloquenecesitooír,sequedasinhabla.
—Entra,haceunfríoquepela—diceLandoncerrandolapuertadetrásdemí.
Noquieroaburrirloconmisproblemasahoramismo.AcabadellegardeNueva
Yorkynopuedosertanegoísta.
Cogelamantaquecuelgadelrespaldodelsofáymelaechaporloshombros.
—Subamosantesdequesedespierten—sugiere,yasiento.
EntreHardinylanievenosientonilacabezanielcuerpo.Miroelrelojmientras
sigo a Landon escaleras arriba. Las seis y diez. Tengo que meterme en la ducha
dentro de diez minutos. Va a ser un día muy largo. Landon abre la puerta de la
habitaciónenlaqueheestadodurmiendoyenciendelaluzmientrasyomesientoen
elbordedelacama.
—¿Te encuentras bien? Parece que te has quedado helada —dice, y asiento. Le
agradezcoquenohaganingúncomentariosobremivestimenta.
—¿Qué tal por Nueva York? —pregunto, pero sé que mi voz carece de
entonaciónointerés.Síquemeinteresalavidademimejoramigo,elproblemaes
quemehequedadosinemocionesqueexpresar.
Memirapreocupado.
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—¿Seguroqueteapetecequetelocuente?Puedeesperarhastalahoradelcafé.
—Seguro—ledigoobligándomeasonreír.
Estoy acostumbrada al tira y afloja con Hardin, lo que no significa que duela
menos,perosabíaqueibaasuceder.Siempreocurrelomismo.Esincreíblequese
fueraaInglaterraparaalejarsedemí.Hadichoqueteníaqueaclararselasideas,pero
soy yo la que tiene que aclararse. No debería haberme quedado tanto tiempo en la
calle hablando con él. Debería haber hecho que me trajera y haberme metido en la
casaenvezdeescucharlo.Loquehadichomehadejadomásconfusaqueantes.Por
unmomentopenséqueibaadecirquecreequetenemosfuturo,quequiereunfuturo
a mi lado, pero cuando ha llegado la hora de la verdad, ha vuelto a dejar que me
marchase.
EncuantohareconocidoquequeríallevarmeaInglaterraparaquenolodejara
debería haberme largado, pero lo conozco demasiado bien. Sé que no cree merecer
quenadieloquiera,yséqueensucabezaesaideaabsurdatienesentido.Elproblema
esquenoesloquehacelagentenormal;nopuedeesperarquelodejetodoyatodos
para quedarme atrapada con él en Inglaterra. No podemos vivir allí sólo porque él
tengamiedodequelodeje.
Tienemuchosproblemasquehaderesolverélsolito.Yyotambién.Loquiero,
perohedequerermemásamí.
—Haestadobien,mehaencantado.ElapartamentodeDakotaesalucinante,ysu
compañeradepisoesmuyamable—empiezaadecirLandon.
Loúnicoenloqueyopuedopensaresenloagradablequedebedeserteneruna
relación sin complicaciones. Me acuerdo de las horas y horas que Noah y yo nos
pasamosviendopelículas;conéltodoerasencillo.Peroalomejorporesonoduró.
Tal vez por eso quiero tanto a Hardin, porque es un reto y hay tanta pasión entre
nosotrosquecasiacabaconlosdos.
MedamásdetallesysemecontagiasuentusiasmoporNuevaYork.
—¿Vasairteavivirallí?—lepregunto.
—Sí,creoquesí.Nohastaqueacabeelsemestre,peroquieroestarcercadeella.
Laechomuchodemenos—mecuenta.
—Losé.Mealegromuchoporti,deverdad.
—SientolodeHardin…
—Nolosientas.Seacabó.Estoyharta.Nopuedomás.TalvezdebairmeaNueva
Yorkcontigo.—Sonríoyseleiluminalacaraconesasonrisaqueadoro.
—Sabesquepodrías.
Siempre digo lo mismo. Siempre digo que se ha acabado y luego vuelvo con
Hardin,esunbucleinfinito.Tomounadecisión.
—ElmarteshablaréconChristiandeSeattle.
—¿Enserio?
—Tengoquehacerlo—ledigo,yasienteporqueestádeacuerdo.
—Voy a vestirme para que puedas ducharte. Nos vemos abajo cuando hayas
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terminadodearreglarte.
—Teheechadomuchodemenos.
Mepongodepieyloabrazoconfuerza.Laslágrimasruedanpormismejillasyél
meabrazaaúnmásfuerte.
—Perdona, estoy fatal. Soy un desastre desde que irrumpió en mi vida —digo
llorandoysoltándolo.
—¿Tessa?—dicecuandollegaalapuertadesuhabitación.
—¿Sí?
Memiracontodalacomprensióndelmundoenlosojos.
—Que no pueda quererte como tú quieres que te quiera no significa que no te
quieracontodasualma—dice.
¿Esoquésignifica?Procesosuspalabrasmientrascierrolapuertadelbañoyabro
el grifo de la ducha. Hardin me quiere, eso lo sé, pero sigue cometiendo un error
detrásdeotroyyosigocometiendoelerrordeaguantárselos.¿Mequierecontodasu
alma?¿Bastaconeso?MequitolacamisetadeZedyoigoquellamanalapuerta.
—¡Unmomento,Landon!—grito,yvuelvoaponermelacamisetaparacubrirme
elcuerpo.
Sinembargo,cuandoabrolapuertaveoquenoesLandon.EsHardin,ytienelas
mejillascubiertasdelágrimasylosojosrojos.
—¿Hardin?
Mecogedelanucaymeatraehaciasubocaantesdequepuedaresistirme.
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CAPÍTULO97
Hardin
Puedosaborearmislágrimasyladudaensuslabioscuandoaprietosucuerpocontra
el mío, y la sujeto de la cintura mientras la beso con más intensidad. Es un beso
ardienteyemocional,ypodríadesmayarmedelaliviotangrandequesuponesentirsu
bocaenlamía.
Sé que no tardará en apartarme de un empujón, por eso aprovecho cada
movimientodesulengua,cadagemidocasiinaudiblequeemitensuslabios.
Eldolordelosúltimosoncedíasseevaporacasiporcompletocuandosusbrazos
rodeanmicintura,yenestemomentoestoymásseguroquenuncadeque,pormucho
que discutamos y peleemos, siempre encontraremos el camino de vuelta al otro.
Siempre.
Después de ver cómo se metía en la casa me he sentado en el coche antes de
echarleunpardehuevosyvenirabuscarla.Lahedejadoescapardemasiadasvecesy
nopuedoarriesgarmeanovolveraverla.Mederrumbé.Nohepodidoevitarecharme
a llorar cuando Landon ha cerrado la puerta detrás de ella. Sabía que tendría que
venirabuscarla,quetendríaquelucharporellaantesdequealguienmelaquite.
Ledemostraréquepuedosercomoellaquierequesea.Noalcienporcien,pero
verá lo mucho que la quiero y que no permitiré que vuelva a huir de mí tan
fácilmente.
—Hardin…—dice,yapoyalamanoenmipechoconcuidadoymeaparta.
Findenuestrobeso.
—Nolohagas,Tessa—lesuplico.Noestoylistoparaqueseacabe.
—Hardin,nopuedesbesarmeyhacercomosinohubierapasadonada.Estavez,
no—susurra,ycaigoderodillasanteella.
—Lo sé, no sé por qué dejé que volvieras a marcharte. Perdóname. Lo siento
mucho,nena—ledigoesperandoqueesomeayude.Meagarroasuspiernasyella
mepasalasmanosporelpelo—.Soyconscientedequesiemprelofastidiotodoyde
quenopuedotratartecomoheestadohaciéndolo.Tequierotantoquemesupera,yla
mitaddeltiemponoséquécoñohacer,asíquedigoloprimeroquesemepasaporla
cabeza sin pensar en cómo puede afectarte. Sé que no hago más que romperte el
corazónpero,porfavor…,porfavor,déjamearreglarlo.Lopegaréynomeatreveréa
volver a romperlo. Perdóname. Siempre te estoy pidiendo perdón, lo sé. Iré a un
comecocosoloquesea.Lomismoda…—sollozoentresuspiernas.
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Cojoelelásticodelbóxeryselobajo.
—¿Quéestás…?—Mecogelasmanos.
—Quítatelo,porfavor.Nosoportoverteconesopuesto.Porfavor…Notetocaré,
perodejaqueteloquite—leruego,yellamesueltalasmanosymeacariciaelpelo
mientraslequitoelbóxer.
Me levanta la barbilla con una mano. Sus pequeños dedos me acarician las
mejillasymesecanlaslágrimas.Sucarasigueconfusaymeobservadetenidamente,
comosimeestuvieraestudiando.
—Noteentiendo—medicesindejardeenjugarmelaslágrimasconelpulgar.
—Yotampoco—confieso,yellafrunceelceño.
Me quedo así, arrodillado delante de ella, rogándole que me dé una última
oportunidadaunquehedesaprovechadotodaslasquemehadado.Elcuartodebaño
estállenodevaporyelpeloselepegaalacara.Lahumedadsecondensaensupiel.
Joder,espreciosa.
—Nopodemosseguirdeestamanera,Hardin.Noesbuenoparaningunodelos
dos.
—Novolveráapasar.Podemossuperarlo.Hemossuperadocosasmuchopeoresy
ahorasoyconscientedelorápidoquepuedoperderte.Nohesabidovalorarte,losé.
Sólotepidounaúltimaoportunidad—suplicocogiéndolelacaraentrelasmanos.
—No es tan fácil —me dice. Empieza a temblarle el labio inferior y yo sigo
intentandodetenerlaslágrimas.
—Sesuponequenotienequeserfácil.
—Lo que se supone es que no tiene que ser tan difícil. —Se echa a llorar
conmigo.
—Sí, sí que lo es. Para nosotros nunca será fácil. Somos como somos,
peronosiempreserátandifícil.Tenemosqueaprenderacomunicarnossin
discutir cada vez que intentamos hablar. Si hubiéramos sido capaces de
mantenerunaconversaciónsobreelfuturo,noestaríamoscomoestamos.
—Yolointentéperotúnoquisistesabernada—merecuerda.
—Losé—suspiro—.Yesalgoquehedeaprender.Sintinovalgonada,Tessa.
Nosoynada.Nopuedocomer,nidormir,nirespirar.Llevodíasllorandosinparary
tú sabes que yo no lloro. Sólo es que… te necesito —digo con un hilo de voz.
Parezcounimbécil.
—Levántate.—Mecogededebajodelbrazoparaayudarme.
Yadepie,mequedodelantedeella.Mirespiraciónesirregularycuestarespirar
contodoelvaporquesehaformadoenelcuartodebaño.
Memiraalosojosyasimilamiconfesión.Sinofueraporqueestoyllorando,sé
que no me creería. Soy consciente de que está luchando contra sí misma por la
miradaquetieneenlosojos.Yalahevistoantes.
—Nosésipuedo.Seguimoshaciendolomismounayotravezyotra.Nosési
estoylistaparavolveraponermeenestasituación.—Agachalacabeza—.Losiento.
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—Eh,mírame—lesuplico,ylelevantolabarbillaparapodermirarlaalosojos.
Apartalavista.
—No,Hardin.Tengoqueducharme.Voyallegartarde.
Capturounasolalágrimadesusojosyasiento.
Sé que se las he hecho pasar canutas y que nadie en su sano juicio volvería a
aceptarme después de lo de la apuesta, las mentiras y mi constante necesidad de
fastidiarlotodo.Ellanoescomolosdemás.Amademaneraincondicionalyconmigo
lohadadotodo;inclusoahora,quemeestárechazando,séquemequiere.
—Piénsalo,¿vale?—lepido.
Ledarétiempoparaquelopienseperonovoyadarmeporvencido.Lanecesito
demasiado.
—Porfavor…—digocuandonomeresponde.
—Estábien—susurraalfin.
Elcorazónmedaunbrinco.
—Tedemostraré…Tedemostrarélomuchoquetequieroyquelonuestropuede
funcionar.Noterindasconmigo,¿vale?—Cojoelpomodelapuerta.
Semuerdeellabioinferiorysueltoelpomoparaeliminarlaescasadistanciaque
nos separa. Cuando estoy junto a ella me mira con recelo. Quiero volver a besarla,
sentirsusbrazosenmicintura,peroledoyunbesoenlamejillaymealejodenuevo.
—Estábien—repite.
Echo mano de toda mi autodisciplina para salir del cuarto de baño, sobre todo
cuandomevuelvoyveoqueseestáquitandolacamiseta.Hacíamuchoquenoveía
esapieldecolorcrema.
Cierro la puerta al salir y me apoyo en el marco. Parpadeo para no volver a
echarmeallorar.
«Mierda.»
Almenoshadichoquelopensará.Parecíareticente,comosiledolieravolvera
estarconmigo.AbrolosojoscuandolapuertadelahabitacióndeLandonseabrey
salealpasillovestidoconunpoloblancoyunoscaquis.
—Hola—mesaludaechándoselamochilaalhombro.
—Hola.
—¿Estábien?—pregunta.
—No,peroconfíoenqueloestará.
—Yotambién.Esmásfuertedeloquecree.
—Losé.—Mesecolosojosconlacamisa—.Laquiero.
—Esoyalosé—dice,cosaquemesorprende.
Lomiro.
—¿Cómoselodemuestro?¿Túquéharías?—lepregunto.
Elresentimientobrillauninstanteensusojosperodesapareceprontoycontesta:
—Tienes que demostrarle que estás dispuesto a cambiar por ella. Tienes que
tratarlatodolobienquesemereceydarletiempoyespacio.
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—Esoúltimonomeresultafácil—ledigo.Nomepuedocreerqueestéhablando
otravezdelomismoconLandon.
—Puesvasatenerquehacerlooserebelará.¿Porquénointentasdemostrarleque
vasalucharporellaperosinagobiarla?Esoestodoloquequiere.Quiereverquete
esfuerzas.
—¿Quemeesfuercesinagobios?
Yonolaagobio.Bueno,puedequesí,peronopuedoevitarlo.Notengotérmino
medio: o no me despego de su lado o me distancio tanto que la pierdo. No sé
encontrarelequilibrio.
—Sí—dicecomosinohubieranotadomitonosarcástico.
Sinembargo,comonecesitoquemeayude,controlomiactitud.
—¿Puedes explicarme un poco mejor qué demonios quieres decir? Ponme un
ejemplooalgo.
—Puespodríaspedirleunacita.¿Habéissalidojuntoseneseplanalgunavez?—
pregunta.
—Puesclaroquesí—contestodeinmediato.
«¿Ono?»
Landonenarcaunaceja.
—¿Cuándo?
—Pues…cuandofuimos…,yaquellavezque…—Mehequedadoenblanco—.
Vale,puedequenolehayapedidonuncaunacita—concluyo.
Trevorlehabríapedidounacitayhabríasalidoconellacomoesdebido.¿YZed?
Sihasalidoconella,juroquelovoya…
—Vale, pues pídele una cita. Hoy no, porque es demasiado pronto incluso para
vosotrosdos.
—¿Quéinsinúas?—leespeto.
—Nada, sólo digo que necesitáis tomaros un tiempo. Al menos ella, de lo
contrario,lavasaespantaraúnmás.
—¿Cuántodeberíaesperar?
—Al menos unos días. Intenta actuar como si acabaseis de empezar a salir, o
como si quisieras que accediera a salir contigo. Tienes que hacer que vuelva a
enamorarsedeti.
—¿Me estás diciendo que ya no está enamorada de mí? —le digo en tono
agresivo.
Landonponelosojosenblanco.
—Queno…¿Quieresdejardesertanpesimista?
—No soy pesimista —me apresuro a defenderme. En realidad, no me había
sentidotanoptimistaenmuchotiempo.
—Loquetúdigas…
—Eresgilipollas—leespeto.
—Elgilipollasalqueacudesenbuscadeconsejosentimental—alardeaconuna
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sonrisadecretino.
—Sóloporqueereselúnicodeentremisamigosquetieneunarelacióndeverdad
yporque,excluyéndomeamí,conocesaTessamejorquenadie.
Lasonrisalellegadeorejaaoreja.
—Acabasdedecirquesoytuamigo.
—¿Qué?Túflipas.
—Sí,sí.Lohasdicho—dicemuycomplacido.
—Nomereferíaaamigo,amigo.Queríadecir…Noséquédiablosqueríadecir,
peroseguroque«amigo»noeralapalabra.
—Ya.
Seechaareíryentoncesoigoqueelaguadeladuchadejadecorrer.
Supongoquenoesmaltío,peronoesquevayaadecírselo.
—¿Meofrezcoallevarlaaclasehoy?—preguntomientraslosigoabajo.
Niegaconlacabeza.
—¿Quépartede«sinagobiarla»nohasentendido?
—Mecaíasmejorcuandonohablabas.
—Ytúmecaíasmejorcuando…Uy,sinuncamehascaídobien—dice,perosé
queestábromeando.
Nunca pensé que le cayera bien, la verdad. Creía que me odiaba por todas las
putadasquelehehechoaTessa.Peroaquíestá,miúnicoaliadoenesteembrolloque
heorganizadoyosolito.
Alargoelbrazoparadarleunpequeñoempujón,cosaquelohacereír,ycasime
echo a reír con él cuando veo a mi padre al pie de la escalera mirándonos como si
tuviéramosdoscabezas.
—¿Quéhacestúaquí?—mepreguntadándoleuntragoasutazadecafé.
Meencojodehombros.
—Lahetraídoacasa…Aquí.
«¿Ahoraeséstasucasa?»Esperoqueno.
—Ah—dicemipadre,ymiraaLandon.
—Relájate,papá—añadoconbastantemalaleche—.Puedollevarlaadondeme
délagana.Dejadehacerteelprotectorconellayrecuerdacuáldelosdosestuhijo.
Landon me lanza una de sus miraditas y a continuación los tres entramos en la
cocina. Me sirvo una taza de café sin que mi hermanastro me quite los ojos de
encima.
Mipadrecogeunamanzanadelfruteroyempiezaaecharmeunsermón.
—Hardin, en estos últimos meses Tessa se ha convertido en una más de la
familia,yestacasaessuúnicorefugiocuandotú…—SeinterrumpeencuantoKaren
entraenlacocina.
—¿Cuandoyo,qué?—replico.
—Cuandolalías.
—Nisiquierasabesloquehapasado.
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—Nonecesitotenertodoslosdetalles.Loúnicoqueséesqueeslomejorquete
hapasado,yteestoyviendocometerconellalosmismoserroresqueyocometícon
tumadre.
«¿Metomaelpelo?»
—¡Nomeparezcoennadaati!¡Laquieroyharíacualquiercosaporella!Tessa
loestodoparamí.¡Encambio,túnopuedesdecirlomismodemimadre!
Dejo la taza de golpe sobre la encimera y parte del café se derrama encima de
ella.
—Hardin…—EslavozdeTessa.Estádetrásdemí.Mierda.
Paramisorpresa,Karensaleenmidefensa.
—Ken,dejaalchicoenpaz.Loestáhaciendolomejorquesabe.
Lamiradademipadresesuavizaencuantosevuelvehaciasuesposa.Luegome
miraotravezamí.
—Perdóname, Hardin. Sólo me preocupo por ti —suspira, y Karen le pasa la
manoporlaespalda.
—Nopasanada—digo,ymiroaTessa.
LlevaunosvaquerosyunasudaderadelaWCU.Elpelohúmedoleenmarcael
rostrosinmaquillar,esunabellezainocente.Siellanohubieraentradoenlacocina,
lediríaamipadrelocabrónqueesyqueeshoradequeaprendaanometersedonde
nolollaman.
Cojounaservilletadepapelylimpioelcaféquehacaídoensucarísimaencimera
degranito.
—¿Estáslista?—lepreguntaLandonaTessa.
Ellaasientesindejardemirarme.
Me gustaría poder llevarla yo, pero debería volver a casa y dormir un poco o
darmeunaducha,tumbarmeenlacamaamirareltecho,limpiar…Joder,cualquier
cosamenosquedarmeaquíacharlarconmipadre.
NuestrasmiradasseseparanyTessasaledelacocina.Oigocerrarselapuertade
laentradaysuspiro.
Encuantodoymediavuelta,Karenymipadreempiezanahablardemí.Cómo
no.
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CAPÍTULO98
Tessa
Séloquedeberíahaberhecho:deberíahaberledichoaHardinquesemarchara,pero
no he podido. Casi nunca exterioriza sus emociones, y verlo postrado de rodillas
delante de mí me ha partido mi ya maltrecho corazón en mil pedazos. Le he dicho
que pensaría lo de darnos otra oportunidad, pero no veo la manera de que esto
funcione.
Ahoramismotengosentimientosencontrados,estoymásconfundidaquenuncay
enfadadaconmigomismaporhaberestadoapuntodeentregarmeaélporcompleto.
No obstante, por otro lado, estoy orgullosa de haber parado las cosas antes de que
llegarandemasiadolejos.Necesitopensarenmí,ynosóloenél,porunavez.
MientrasLandonconduce,miteléfonovibraenmiregazoymirolapantalla.
EsunmensajedeZed.
¿Estásbien?
Respirohondoantesdecontestar.
Sí,estoybien.VoydecaminoalcampusconLandon.Sientolodeanoche,fue
culpamíaquefueraallí.
Pulso«Enviar»ycentrolaatenciónenLandon.
—¿Quécreesquevaapasarahora?—mepregunta.
—No tengo ni idea. Aún tengo intención de hablar con Christian sobre lo de
Seattle—respondo.
Zedmeescribeotravez:
No,nolofue.Laculpaessuya.Mealegrodequeestésbien.¿Sigueenpielo
delacomidadehoy?
Había olvidado nuestro plan de quedar en la Facultad de Ciencias
Medioambientalesparacomer.Medijoquequeríaenseñarmeunasfloresquebrillan
enlaoscuridadquehaayudadoacrear.
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Me gustaría mantener mis planes con él; se ha portado muy bien conmigo con
todo esto, pero después de haber besado a Hardin esta mañana no sé qué hacer.
Anoche dormí en casa de Zed y esta mañana he besado a Hardin. «¿Qué me está
pasando?»Noquieroseresaclasedechica;todavíamesientoalgoculpableporlo
que pasó con Hardin cuando aún estaba con Noah. En mi defensa he de decir, sin
embargo,queHardinapareciócomounaboladedemolición.Notuvemásremedio
que gravitar hacia él mientras él me destruía lentamente y después me reconstruía
paradestruirmeotravez.
LoqueestápasandoconZedestotalmentedistinto.Hardinllevabaoncedíassin
hablarmeyyonoteníaniideadeporqué.Lleguéalaconclusióndequeyanome
quería,yZedestabaahíparamí.Siemprehasidounencantoconmigo.Intentózanjar
laapuestaconHardinperoélnoloaceptó,teníaquedemostrarquepodíaganarmea
pesardelainsistenciadeZeddeacabarconeseasquerosojuego.
EntreHardinyZedhahabidomalrollodesdequelosconozco.Noestoysegura
decuáleslarazón—acausadelaapuesta,heempezadoasuponerúltimamente—,
perosuanimadversióneraevidentedesdequeempecéasalirconellos.Hardindice
que Zed sólo quiere meterse en mis bragas pero, sinceramente, me parece un
comentariomuyhipócritaporsuparte.YZednohahechonadaquemehagapensar
queestáintentandoacostarseconmigo.Nunca,nisiquieraantesdequemeenterase
de lo de la apuesta y de que lo besase en su apartamento, me ha hecho sentir que
tuvieraquehacernadaquenoquisierahacer.
Detesto cuando mi mente se traslada a esos días. Fui una estúpida, y ambos
estabanjugandoconmigo.Noobstante,hayalgotraslosojosdecolorcaramelode
Zedquemeinspirabondad,mientrasquedetrásdelosojosverdesdeHardinsóloveo
ira.
«Sí.Nosvemosamediodía»,lerespondoaZed.
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CAPÍTULO99
Tessa
No tengo muy claro cómo me siento hoy. No estoy precisamente contenta, pero
tampoco me siento desgraciada. Estoy muy confundida, y ya echo de menos a
Hardin. Patético, lo sé. No puedo evitarlo. Llevaba mucho tiempo sin verlo y casi
habíaconseguidoexpulsarlodemiorganismo,peroconsólounbesohaconseguido
instalarse en mis venas de nuevo, destruyendo el poco sentido común que me
quedaba.
Landonyyoesperamosaqueelsemáforoparalospeatonessepongaenverdey
mealegrodehabermepuestounasudadera,porqueelfríonodatregua.
—Bueno, parece que ha llegado el momento de hacer esas llamadas a la
UniversidaddeNuevaYork—dice,ysacaunalistadenombres.
—¡Vaya!¡LaNYU!—exclamo—.Seguroqueteirágenialallí.Esfantástico.
—Gracias. Estoy un poco nervioso por si no me aceptan para el trimestre de
verano,ynoquierotomarmeelveranosabático.
—¿Estás tonto? ¡Claro que te aceptarán, para cualquier trimestre! ¡Tienes unas
notasfantásticas!—Meechoareír—.Ytienesunpadrastrorector.
—¿Quieresllamartúpormí?—bromea.
Nosseparamosyquedamosenencontrarnosenelaparcamientoalfinaldeldía.
SemehaceunnudoenelestómagocuandollegoalgranedificiodelaFacultad
deCienciasMedioambientalesyabrolapesadapuertadoble.Zedestásentadoenun
bancodecementodelantedeunodelosárbolesdelvestíbulo.Alverme,unasonrisa
sedibujaensurostroalinstanteyseponedepiepararecibirme.Visteunacamisa
blanca de manga larga y unos vaqueros. La tela de la camisa es tan fina que se
transparentanlaslíneasdesustatuajes.
—Hola.—Sonríe.
—Hola.
—He pedido pizza, llegará enseguida —me dice, y nos sentamos los dos en el
bancoycharlamossobrecómonoshaidoeldíahastaahora.
Cuandollegalacomida,Zedmeguíahastaunasalallenadeplantasqueparece
seruninvernadero.Hilerasdefloresdiferentesquenohabíavistoenmividainundan
elreducidoespacio.Zedseacercaaunadelaspequeñasmesasytomaasiento.
—Hueledemaravilla—ledigomientrasmesientodelantedeél.
—¿Elqué?¿Lasflores?
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—No,lapizza.Bueno,lasflorestambién.—Merío.
Memuerodehambre.Nomehadadotiempodedesayunarestamañanayllevo
despiertadesdequeHardinhairrumpidoenelapartamentodeZedbuscándome.
Cogeunaporcióndepizzayladoblaporlamitadcomorecuerdoquesolíahacer
mipadre.Antesdedarleunbocado,mepregunta:
—¿Cómofueronlascosasanoche?Bueno…estamañana.
Empiezoasentirmeincómodaalobservarlo,yelaromadelasfloresmerecuerda
a las horas que pasaba en el invernadero de la casa de mi infancia, huyendo de los
gritosdemipadrealcohólicohaciamimadre.
Apartolamiradadeélyterminodemasticarantesdecontestarle:
—Alprincipiofueundesastre,comosiempre.
—¿Alprincipio?—Ladealacabezayserelameloslabios.
—Sí. Discutimos, como siempre, aunque ahora parece haber mejorado algo —
digosimplemente.
NovoyahablarleaZedsobrecómoHardinsedesmoronóysepostróderodillas
antemí;esalgodemasiadopersonalynoleinteresaanadiemásqueaHardinyamí.
—¿Quéquieresdecir?
—Sedisculpó.
Melanzaunamiradaquenomegustaunpelo.
—Y¿telotragaste?
—No,lerespondíquenoestabapreparadaparanadatodavía.Sóloledijequelo
pensaría.
Meencojodehombros.
—Noirásaperdonarlo,¿verdad?—diceconuntonocargadodedecepción.
—Novoyavolverconélasísinmás,ynopiensoregresaraeseapartamento.
Zeddejasuporciónsobresuservilleta.
—No deberías malgastar ni un minuto en pensarlo, Tessa. ¿Qué más tiene que
hacerparaquetemantengasalejadadeél?
Memiracomosiledebieraunarespuesta.
—Lascosasnofuncionanasí.Noestansencilloeliminarlodemivida.Hedicho
quenovoyasalirconélninada,perohemospasadopormuchascosasjuntos,yloha
estadopasandomuymalsinmí.
Zedponelosojosenblanco.
—Ya,¿beberycolocarseconJaceessuversióndepasarlomal?—medice,yse
mecaeelalmaalospies.
—NohaestadoconJace.EstabaenInglaterra.
«PorqueestabaenInglaterra,¿verdad?»
—PuesanocheestuvoencasadeJace,justoantesdepresentarseenmicasa.
—¿Enserio?
JamáspenséqueHardinvolveríaaquedarconJace.
—Mepareceunpocoraroquequedeconalguienquetienegranpartedeculpaen
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todoloquehapasadocuando,segúnparece,detestaqueyoestécercadeti.
—Ya…,perotútambiénestabasimplicado—lerecuerdo.
—Noenlodeponertealtanto.Yonotuvenadaquevercuandoteavergonzaron
delantedetodoelmundo.JaceyMollyloprepararontodo,yHardinlosabe.Poreso
lediounapalizaaJace.Yyoqueríadecírtelotodoeltiempo;paramínoerasólouna
apuesta,Tessa.Peroparaél,sí.Lodemostrócuandonosenseñólassábanas.
Heperdidoelapetitoytengoganasdevomitar.
—Noquieroseguirhablandodeesto.
Zedasienteylevantaunamanoamododedisculpa.
—Tienesrazón.Lamentohabersacadoeltema.Essóloquemegustaríaqueme
dieras a mí la mitad de oportunidades que le das a él. Yo nunca haría cosas como
quedar con Jace si estuviera en el lugar de Hardin y, además, Jace siempre está
rodeadodechicas…
—Vale —lo interrumpo. No puedo seguir oyendo hablar más sobre Jace y las
chicasdesuapartamento.
—Hablemosdeotracosa.Losientosiheheridotussentimientos,deverdad,pero
es que no lo entiendo. Eres demasiado buena para él, y le has dado muchas
oportunidades.Sinembargo,novolveréasacareltemaamenosquetúquierashablar
deello.—Alargaelbrazoporencimadelamesayapoyalamanosobrelamía.
—Notepreocupes—respondo,peronopuedocreerqueHardinhayavistoaJace
despuésdeloqueocurrió.Sucasaseríaelúltimolugaralquepenséqueiría.
Zedselevantayseacercaalapuerta.
—Ven. Quiero enseñarte algo. —Me levanto y lo sigo—. Espera aquí —dice
cuandollegoalcentrodelasala.
Laslucesseapaganyesperoquedarmeaoscuras.Peroenlugardeesounasluces
de neón verdes, rosa, naranja y rojas sorprenden a mis ojos. Cada hilera de flores
brillaconuncolordiferente,unasmásqueotras.
—¡Vaya!—exclamoenunsusurro.
—¿Aquemola?—pregunta.
—Sí,mucho.
Meacercoaunafilalentamenteadmirandolaescena.
—Básicamentelasdiseñamosydespuésmodificamoslassemillasparahacerque
brillaranasí.—Derepentesecolocadetrásdemí—.Miraesto.
Mecogedelbrazoyguíamimanoparaquetoqueelpétalodeunaflorquebrilla
decolorrosa.Éstaenconcretonobrillatantocomolasdemás…,almenoshastaque
mi dedo la toca, y entonces parece cobrar vida. Retiro la mano al instante,
sorprendida,yoigocómoZedseríedetrásdemí.
—Pero¿cómoesposible?—preguntofascinada.
Me encantan las flores, especialmente los lirios, y estas flores modificadas
genéticamenteseparecenmuchoyhanpasadoasermisnuevasfavoritas.
—Conlacienciatodoesposible—diceconelrostroiluminadoporelresplandor
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queemitenlasfloresyunaampliasonrisa.
—Eresunempollón—bromeo,yélseríe.
—Miraquiénfueahablar—replica,yestavezmeríoyo.
—Cierto.—Tocolaflordenuevoyveocómosubrilloseintensificaunavezmás
—.Estoesincreíble.
—Imaginé que te gustaría. Estamos intentando hacer lo mismo con un árbol; el
problemaesquelosárbolestardanmuchomástiempoencrecerquelasflores.Pero
tambiénvivenmás;lasfloressondemasiadofrágiles.Sinolascuidas,semarchitany
mueren. —Su tono es suave, y no puedo evitar compararme con la flor, y tengo la
sensacióndequeélestáhaciendolomismo.
—Ojalálosárbolesfuerantanbonitoscomolasflores—digo.
Secolocadelantedemí.
—Podrían serlo, si alguien los hiciera de esa manera. Si cogimos unas flores
normales y corrientes y las convertimos en esto, también podemos hacer lo mismo
conunárbol.Conloscuidadosylasatencionespertinentes,podríanbrillarcomolas
flores, pero ser mucho más fuertes. —Permanezco callada mientras él acaricia mi
mejillaconeldedopulgar—.Túmerecesesaclasedeatención,Tess.Merecesestar
conalguienquetehagabrillar,noconalguienquetearrebatelaluz.
EntoncesZedseinclinaparabesarme.
Retrocedo y choco con la hilera de flores. Por fortuna, ninguna se cae y yo me
recompongo.
—Losiento,nopuedo.
—¿Nopuedes,qué?—dicelevantandoligeramentelavoz—.¿Dejarqueseayo
quienteenseñelofelizquepodríasser?
—No…, no puedo besarte. Ahora mismo no puedo. No puedo estar todo el
tiempo entre uno y otro. Anoche estaba en tu cama, y esta mañana he besado a
Hardin,yahora…
—¿Lohasbesado?
Sequedaboquiabiertoyyomealegrodequelasalaestéaoscurasexceptoporel
brillodelasflores.
—Bueno, me ha besado él a mí, pero yo he dejado que lo hiciera antes de
apartarme—leexplico—.Estoyconfundida,yhastaquesepaloquevoyahacer,no
puedoirporahíbesándomecontodoelmundo.Noestábien.
Nodicenada.
—Losientositehedadofalsasesperanzasytehehechocreerque…
—Nopasanada—respondeZed.
—No,síquepasa.Nodeberíahabertemetidoentodoestelíohastaquepudiera
pensarconclaridad.
—Noesculpatuya.Soyyoquiennodejadeinsistir.Nomeimportaquemedes
falsasesperanzasmientraspuedaestarcercadeti.Séquenosiríabienjuntos,ytengo
todo el tiempo del mundo para esperar a que tú también te des cuenta —dice, y se
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alejaparaencenderlaluz.
¿Cómopuedesersiempretancomprensivo?
—Oye, si me odiases no te lo tendría en cuenta —le aseguro, y me cuelgo la
mochilaenelhombro.
—Yojamásteodiaría—dice,ysonrío.
—Graciasporenseñarmeesto.Esincreíble.
—Graciasporvenir.Perodéjamealmenosqueteacompañeaclase,¿no?—se
ofrececonunasonrisa.
Medirijoalosvestuariosparacambiarmeycogermiesterillayentroenlasalade
yogasólocincominutosantesdelahora.Unamorenaaltaocupamisitiodelante,y
me veo obligada a ponerme en la última fila, cerca de la puerta. Había planeado
decirle a Zed que jamás podré sentir por él lo que siento por Hardin, que lamento
haberlobesadoyquesólopodemosseramigos,peronohesidocapazdehacerlocon
todaslascosasbonitasquemedecía.Mehapilladototalmenteporsorpresacuando
mehacontadoqueHardinestuvoencasadeJaceanoche.
SiemprecreoqueséloquetengoquehacerhastaqueZedempiezaahablar.Su
vozsuaveysusojosamablesmeaturdenyconfundenmispensamientos.
Cuando vuelva a casa de Landon tengo que llamar a Hardin y contarle lo de la
comida con Zed y preguntarle qué hacía en casa de Jace… ¿Qué estará haciendo
ahora?¿Habrávenidohoyalafacultad?
La clase de yoga es justo lo que necesito para aclararme las ideas. Una vez
concluidamesientomuchomejor.Enrollolaesterillaysalgodelasala.Entonces,de
repente,oigoquealguienmellamajustocuandollegoalvestuario.
MevuelvoyveoqueHardincorrehaciamíysepasalamanoporelpelo.
—Verás…,queríahablarcontigodeunacosa…
Parececontrariado,comosiestuviera…¿nervioso?
—¿Ahora?Nocreoqueésteseaellugar…
Noquierodebatirsobrenuestrosproblemasenmediodelgimnasio.
—No… no es eso —dice con voz muy aguda. Está nervioso, esto no puede ser
nadabueno.Élnuncaseponenervioso.
—Mepreguntaba…Nosé…Bueno,daigual.—Seruboriza,damediavueltayse
disponeamarcharse.
Suspiroymevuelvoparaentrarenelvestuarioacambiarme.
—¿Quieressalirconmigo?—exclamaentonces,casichillando.
Mevuelvosinpoderocultarmisorpresa.
—¿Qué?
—Comounacita…,yasabes…¿Podemossalirporahí?Sólositúquieres,claro,
peropodríaestarbien.Noestoyseguro,peromegustaría…—Sedetiene,yyodecido
acabarconsuhumillaciónalverquesusmejillassetornanrojoescarlata.
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—Claro—respondo,yHardinmemiraalosojos.
—¿Enserio?—Suslabiossetransformanenunasonrisa,unasonrisanerviosa.
—Sí.
Nosécómoacabaráesto,peronuncaantesmehapedidosalir.Lomáscercaque
hemosestadodetenerunacitafuecuandomellevóaaquelarroyoydespuésacenar.
Pero todo aquello fue una mentira, así que no fue una cita real. Fue su manera de
meterseenmisbragas.
—Vale…¿Cuándo?¿Ahoramismo?¿Omañana?¿Oafinalesdesemana?
No recuerdo haberlo visto nunca tan nervioso. Resulta adorable, e intento no
reírme.
—¿Mañana?—propongo.
—Sí,mañanaestábien.—Sonríeysemuerdeellabioinferior.Elambienteentre
nosotrosesincómodo,perodeunamanerapositiva.
—Genial…
Mesientonerviosa,comolasprimerasvecesqueestabacercadeél.
—Genial—repite.
Damediavuelta,semarchaapresuradamenteycasitropiezaconunacolchoneta
deluchalibre.Entroenlosvestuariosyempiezoapartirmedelarisa.
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CAPÍTULO100
Hardin
Landonsequedaperplejoalverme.
—¿Quéhacestúaquí?—meespetacuandoirrumpoeneldespachodemipadre.
—Hevenidoahablarcontigo.
—¿Sobrequé?—inquieremientrasmesientoenelsillóngrandedepielquehay
detrásdelacarísimamesaderoble.
—DeTessa,¿dequévaaser?—Pongolosojosenblanco.
—Mehacontadoqueyalehaspedidosalir.Veoquelehasdadomuchoespacio.
—¿Quétehadicho?—lointerrogo.
—Novoyacontarteloquemehadicho.—Deslizaunahojadepapelenelfax.
—¿Quéestáshaciendo?—lepregunto.
—Mandar mi expediente académico a la NYU por fax. Me traslado allí el
trimestredeverano.
«¿Enverano?¡Joder!»
—¿Porquétanpronto?
—Porque no quiero seguir perdiendo el tiempo aquí cuando podría estar con
Dakota.
—¿LosabeTessa?
Séqueesolaentristecerá.Élessuúnicoamigodeverdad,yesoenciertomodo
hacequeyotambiénseareacioaquesevaya.
—Porsupuestoquesí.Ellahasidolaprimeraensaberlo.
—Bueno,necesitoayudaconlamierdaestadelacita.
—¿Lamierdadelacita?—Sonríe—.Québonito.
—¿Mevasaayudarono?
—Supongo.—Seencogedehombros.
—¿Dóndeestáellaahora?—lepregunto.
He pasado por delante de la habitación donde se ha estado quedando, pero la
puerta estaba cerrada y no he querido llamar. Bueno, sí quería llamar, pero estoy
haciendotodoloposiblepordarleunpocodeespacio.Sinohubieravistosucoche
aparcado fuera, ahora mismo estaría de los nervios, pero sé que está aquí. O, al
menos,esoespero.
—Nolosé,creoqueestáconesetalZed—diceLandon,ysemecaeelalmaa
lospies.
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Melevantodelasientoencuestióndesegundos.
—¡Esbroma!Esbroma—seapresuraaañadirconunasonrisaburlona—.Estáen
elinvernadero,conmimadre.
Sin embargo, no me importa, me alivia pensar que mis fantasías paranoicas
estabansacandolomejordemí.
—Puesnotieneningunagracia.Eresuncapullo—leespeto,yélseríe—.Ahora
tienesqueayudarmesíosí—ledigo.
Después de darme algunos consejos, Landon da por finalizado nuestro encuentro y
meacompañahastalasalida.Decamino,lepregunto:
—¿HaconducidoellahastaVanceestosdías?
—Sí,faltóunpardedíascuandoestaba…,bueno,yalosabes.
—Hum…—BajolavozmientraspasamospordelantedelahabitacióndeTessa.
Noquieropensareneldañoquelehice,noenestosmomentos—.¿Creesqueestará
ahídentro?—susurro.
Seencogedehombros.
—Nolosé.Probablementesí.
—Debería…—giroelpomoylapuertaseabreconunpequeñochirrido.
Landonmefulminaconlamirada,peroyohagocasoomisoymeasomo.
Estátumbadaenlacama,conpapelesylibrosdetextoesparcidosasualrededor.
Todavía lleva puestos los vaqueros y una sudadera; debía de estar realmente muy
cansadaparahabersequedadodormidamientrasestudiaba.
—¿Hasterminadodecomportartecomounmirón?—siseaLandonenmioído.
Le doy al interruptor de la luz para apagarla, me aparto del umbral y cierro la
puerta.
—Nosoyningúnmirón.Laquiero,¿vale?
—Ya,peroestáclaroquenoentiendeselconceptodedarleunpocodeespacio.
—No lo puedo evitar. Estoy acostumbrado a estar con ella, y he pasado un
auténticoinfiernoestasúltimasdossemanassinsupresencia.Mecuestamantenerlas
distancias.
Bajamos la escalera en silencio y espero no haber parecido demasiado
desesperado.Perobueno,sóloesLandon,asíqueenrealidadmeimportaunamierda.
Detesto estar en el apartamento ahora que Tessa no está allí. Por un momento
considerollamaraLoganypasarmeporlacasadelafraternidad,peroenelfondosé
quenoesbuenaidea.Nomeapetecequehayaproblemas,yallísiempreloshay.Pero
esquenoquierovolveraesepisovacío.
Lohagodetodosmodos.Estoyagotado,tengolasensacióndenohaberdormido
bien desde hace siglos. Me tumbo en nuestra cama e intento visualizar sus brazos
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alrededordemicinturaysucabezasobremipecho.Mecuestaimaginarmelavida
así.Sinoconsigorecuperarla,sinoconsigovolverasentirelcalordesucuerpojunto
al mío… Tengo que hacer algo. Tengo que hacer algo diferente, algo para
demostrarle,aellayamímismo,quepuedohaceresto.
Puedocambiar.Tengoquehacerloy,joder,loharé.
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CAPÍTULO101
Tessa
Paracuandoterminodeducharmeysecarmeelpeloyasonlasseisyyahaceratoque
elsolsehaescondido.LlamoalapuertadelahabitacióndeLandon,peronoobtengo
respuesta. Tampoco veo su coche aparcado fuera, aunque últimamente ha estado
dejándoloenelgaraje,asíquepuedequetodavíaestéahí.
Noséquéponermeporquenoséadóndevamosair.Nopuedoevitarmirarporla
ventana constantemente, esperando ansiosa el coche de Hardin. Cuando la brillante
luzdelosfarosapareceporfin,semehaceunnudoenelestómago.
Casitodamiansiedadseesfumaalverquesaledelcochevestidoconlacamisa
negraquesepusoparalacena.¿Llevapantalonesdevestir?Madremía,síquelos
lleva. Y zapatos, zapatos negros y brillantes. Vaya. ¿Hardin se ha arreglado? Me
sientoinapropiada,perosumanerademirarmedisipamidesasosiego.
Sehaesforzadomucho.Estámuyguapo,einclusosehapeinadoparalaocasión.
Llevaelpelohaciaatrás,yséquehautilizadoalgúnproductoparafijarloporqueno
lecaesobrelafrentealcaminar,comosuelehacerlo.
Seruboriza.
—Esto…,hola.
—Hola.—Nopuedodejardemirarlo.«Unmomento…»—.¿Ytuspiercings?—
Losarosdemetalhandesaparecidodesucejaydesulabio.
—Meloshequitado.—Seencogedehombros.
—¿Porqué?
—Nolosé…¿Nocreesqueestoymejorasí?—Memiraalosojos.
—¡No!Meencantabacómoestabasantes…Ahoratambién,perodeberíasvolver
aponértelos.
—Yanoquierollevarlos.—Seacercaalapuertadelacompañantedesucochey
laabreparamí.
—Hardin…,esperoquenoteloshayasquitadopensandoqueasímevasagustar
más,porquenoesverdad.Tequierodelmismomodo.Porfavor,vuelveaponértelos.
Susojosseiluminanaloírmispalabrasyyoapartolamiradaantesdesubirmeal
coche.Pormuyenfadadaqueestéconél,noquieroquesientaquetienequecambiar
suaspectopormí.Loprejuzguécuandovisuspiercingslaprimeravez,peroaprendí
aamarlos.Formanpartedeél.
—No es eso, de verdad. Llevaba ya tiempo pensando en quitármelos. Los he
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llevadotodalavidayyamehecansado.Además,¿quiéncojonesvaacontratarme
parauntrabajodeverdadconesamierdaenlacara?—Seabrochaelcinturónyme
mira.
—Puesclaroquetecontratarán,estamosenelsigloXXI.Sitegustan…
—Noesparatanto.Megustabastanteelaspectoquetengosinellos,escomosi
yanomeestuvieraescondiendo,¿sabes?
Lomirodenuevoyanalizosunuevaimagen.
Estáguapísimo,comosiempre,peroresultaagradablequenohayaningúntipode
distraccionesensurostroperfecto.
—Bueno, creo que estás perfecto sea como sea, Hardin; sólo espero que no
pienses que quiero que tengas un aspecto determinado, porque no es cierto —le
aseguro,ylodigodeverdad.
Cuando me mira, me sonríe con tanta timidez que se me olvida la bronca que
queríaecharle.
—Bueno,¿adóndemevasallevar?—lepregunto.
—Acenar.Esunsitiomuybonito—respondeconvoztemblorosa.
ElHardininsegurosehaconvertidoenmiHardinfavorito.
—¿Heoídohablardeél?
—Nolosé.Puede.
Elrestodeltrayectotranscurreensilencio.Murmuroalgunasdelascancionesde
The Fray, canciones que parecen gustarle mucho a Hardin ahora, mientras él mira
atento a través del parabrisas. No para de frotarse el muslo con la mano mientras
conduce,yséquesetratadeunticnervioso.
Cuando llegamos al restaurante, parece sofisticado y muy caro. Todos los
vehículosquehayenelaparcamientovalenmásquelacasademimadre,nomecabe
duda.
—Pretendíaabrirtelapuerta—medicecuandomedispongoabajardelcoche.
—Siquieres,lacierroparaquemelaabras—lepropongo.
—Eso no cuenta, Theresa. —Me sonríe con una sonrisa petulante, y no puedo
evitarsentirlasmariposasenelestómagoqueaparecencadavezquemellamapormi
verdaderonombre.
Solíasacarmedequicio,perolociertoesquemeencantabacadavezquelodecía
parachincharme.Megustacasitantocomosumaneradellamarme«Tess».
—Hemosvueltoalode«Theresa»,porloqueparece.—Lesonrío.
—Sí,asíes—contesta,ymecogedelbrazo.
Veoquesuconfianzavaaumentandoacadapasoquedamoshaciaelrestaurante.
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CAPÍTULO102
Hardin
—¿Hay algún otro sitio adonde te apetezca ir? —le pregunto cuando volvemos al
coche.
Elhombredelrestaurantepijoenelquehabíareservadomesahadichoquemi
nombre no estaba en la lista. He mantenido la compostura para no joder la noche,
peroerauncapullodemuchocuidado.Agarroconfuerzaelvolante.
Calma.Tengoquerelajarme.MiroaTessaysonrío.
Ellasemuerdeellabioyapartalamirada.
Lasituaciónhasidohorrible.
—Enfin,menudavergüenza—digoenuntonoinseguroyexageradamenteagudo
—.¿Seteocurrealgúnsitioenparticular,ahoraquepareceserquehemospasadoal
planB?—lepregunto,deseandosaberdealgúnotrositiobonitoalquellevarla.Uno
enelquenosdejenentrar.
—Laverdadesqueno.Cualquiersitiodondesirvancomidayamevale—sonríe.
Ha llevado esto muy bien, y me alegro. Ha sido humillante que nos hayan
prohibidolaentrada.
—Vale…¿McDonald’s,entonces?—bromeosóloparaoírlareír.
—LlamaríamosunpocolaatenciónenMcDonald’sasívestidos.
—Sí,unpoco—coincido.
No tengo ni puta idea de adónde ir. Debería haber elaborado un plan de
emergenciaporsiacaso.Lanocheyaestásiendoundesastre,yesoquetodavíanoha
empezado.
Paramos en un semáforo y miro a mi alrededor. Hay un montón de gente en el
parkingquetenemosallado.
—¿Quéhayahí?—preguntaTessaintentandoasomarsepormilado.
—Nolosé,creoquehayunapistadepatinajesobrehielooalgunamierdadeésas
—ledigo.
—¿Patinajesobrehielo?—preguntaelevandolavozcomocuandoseemociona
poralgo.
«No,porfavor…»
—¿Vamos?—pregunta.
«Mierda.»
—¿Apatinarsobrehielo?—preguntoinocentemente,comosinosupieraaquése
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estárefiriendo.
«Porfavor,diqueno.Porfavor,diqueno.»
—¡Sí!—exclama.
—Esque…no…—Nohepatinadosobrehieloenmivida,ynoteníaintención
de hacerlo, pero si eso es lo que quiere, supongo que no me voy a morir por
intentarlo…Bueno,puedequesí,peroloharédetodosmodos—.Claro…,¿porqué
no?
Cuandolamiro,veoqueestásorprendida.Noesperabaqueaccediera.Joder,ni
yotampoco.
—Espera…, ¿qué vamos a ponernos? Sólo llevo este vestido y unas Toms.
Debería haberme puesto vaqueros, habría sido divertido —dice casi haciendo
pucheros.
—Siquieresvamosalatiendaytecomprasalgoderopa.Yollevoalgunascosas
enelmaletero—ledigo.
Nomepuedocreerquevayaapasarportodaestamierdaparairapatinarsobre
hielo.
—¡Vale! —responde sonriente—. ¡Tener el maletero lleno de ropa resulta
bastanteútildespuésdetodo!Oye…y¿porquéllevassiempretantaropaahí?Nunca
melohascontado.
—Era una costumbre. Cuando me quedaba a dormir en casa de las chicas…,
quiero decir, cuando salía toda la noche, necesitaba ropa limpia por la mañana, y
nunca tenía, así que empecé a guardarla en el maletero. Es bastante práctico —le
explico.
Frunceloslabiosligeramenteyséquenodeberíahabermencionadoalasotras
chicas,aunqueesosucedieraantesdeconocerlaaella.Ojalásupieracómoeranlas
cosasentonces,yquemelasfollabasinningúntipodesentimiento.Noeralomismo.
Nolastocabadelamaneraenquelatocoaella,noestudiabacadamilímetrodesus
cuerpos,nimedeleitabaconsusjadeoseintentabaacompasarlosmíosconlossuyos,
nideseabadesesperadamentequedijeranquemequeríanmientrasentrabaysalíade
ellas.
Nopermitíaquemetocaranmientrasdormíamos,ysimequedabaenlamisma
cama que ellas era porque estaba demasiado borracho como para marcharme. No
teníanadaqueverconloquevivoconellay,silosupiera,talveznoleimportaría
saberloquepasóconellas.Siyofueraella…LaideadeimaginaraTessafollando
conotrotíoinvademimenteymeprovocanáuseas.
—¿Hardin?—diceenvozbaja,devolviéndomealarealidad.
—¿Qué?
—¿Mehasoído?
—No…,perdona.¿Quéhasdicho?
—QueyatehaspasadoTarget.
—Ah,mierda,perdón.Darélavuelta.
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Me meto en el primer aparcamiento que encuentro y cambio de sentido. Tessa
está obsesionada con esa tienda, y no lo entenderé jamás. Es como el Marks &
SpencerdeLondresperomáscara,ymedaganasdeabofetearalosempleados,con
susestúpidospolosrojosysuscaquis.Peroellasiempremediceque«EnTargethay
artículosdecalidadyunagranvariedadparaelegir».Ynoloniego,perolosgrandes
almacenes siguen siendo una de esas cosas de Estados Unidos que hacen que me
sientacomoelextranjeroquesoy.
—Entrarédeunsaltoycogeréloprimeroquevea—diceTessacuandoaparco.
—¿Estás segura? Si quieres, te acompaño. —Me apetece ir con ella, pero no
puedoimponerlemipresencia.Estanoche,no.
—Siquieres…
—Quiero—contestoantesdequeterminedehablar.
A los diez minutos ya tiene la cesta llena de un montón de mierda. Ha acabado
cogiendo un suéter gigante y unas mallas de licra. Ella dice que no, que se llaman
leggings, pero a mí me parecen mallas de licra. Intento imaginármela con ellas
puestasmientrascogeunosguantes,unabufandayungorro.Porsucomportamiento,
cualquieradiríaquenosvamosalaputaAntártida;aunquelaverdadesquehaceun
fríodecojonesahífuera.
—Creo que también deberías comprarte unos guantes. El hielo está muy frío, y
cuandotecaigassetecongelaránlasmanos—repite.
—Nomevoyacaer…perobueno,mellevaréunosguantes,yaqueinsistes.—
Sonrío y ella me devuelve el gesto mientras mete un par de guantes negros en la
cesta.
—¿Quierestambiénungorro?—pregunta.
—No,llevounodelanaenelmaletero.
—Cómono.
Sacalabufandadelacestayladejadenuevoensusitio.
—¿Notellevaslabufanda?—lepregunto.
—Creoqueconestoyavoybien—diceseñalandolacestallena.
—Sí,yodiríaquesí—bromeo,peroellapasaporaltomicomentarioyseacerca
alaseccióndeloscalcetines.
Vamosapasarnostodalanocheenestamalditatienda.
—Vale,creoqueyaestoy—anuncialuegoporfin.
Enlacaja,intentadiscutirconmigoporelhechodequequierapagarsuscosas,
comosiemprehace,peronocedo.Estoesunacitaqueyolepedí,asíquenopienso
dejarquepaguenada.Ponelosojosenblancovariasvecesyseniegaapermitirme
quepagueporsuscosas.
«¿Cómo va de dinero? Si le hiciera falta, ¿me lo diría? ¿Debería preguntarle?»
Joder,estoypensandodemasiadoentodoesto.
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Cuando volvemos al aparcamiento donde está la pista de patinaje, Tessa está
deseando salir corriendo del coche, pero yo aún tengo que cambiarme de ropa.
Mientraslohago,ellamirahaciaelotroladoporlaventanilla.Despuésledigoque
podemosirabuscarunosaseosparaquesecambie.
Peroellaseencogedehombros.
—Ibaacambiarmeenelcocheparanotenerqueircargandoconelvestido.
—No,haydemasiadagente.Alguienpodríavertedesnuda.
Me vuelvo y veo que en la zona donde hemos aparcado no hay prácticamente
nadie,peroaunasí…
—Hardin…,nopasanada—dicealgomolesta.
Deberíahabermellevadolapelotaantiestrésquevianochesobrelamesademi
padre.
—Siinsistes—resoplo,yellaempiezaaquitarleslasetiquetasalaropanueva.
—¿Mebajaslacremalleraantesdesalir?—mepregunta.
—Eh…, sí. —Me inclino en su dirección y ella se levanta el pelo para darme
accesoalacremallera.
Lehedesabrochadoestevestidoinfinidaddeveces,peroéstaeslaprimeraqueno
podrétocarlamientraslodejacaerporsusbrazos.
—Gracias.Yahoraespéramefuera—meordena.
—¿Qué?Siyatehevisto…—empiezoadecir.
—Hardin…
—Vale.Dateprisa.—Salgodelcocheycierrolapuerta.Soyconscientedequelo
queacabodedecirhasidounagrosería.Abrolapuertarápidamenteymeagacho—:
Porfavor—añado,ylacierrodenuevo.
Oigocómoseríedentrodelcoche.
Minutosdespués,saleysepeinasulargamelenaconlamanoantesdeponerseun
gorritomoradoenlacabeza.Cuandosereúneconmigoalotroladodelvehículo,la
encuentro…mona.Siempreestáguapaysexi,peroconesesuétergigante,elgorroy
losguantespareceaúnmásinocentequedecostumbre.
—Toma,tehasolvidadolosguantes—dice,ymelosentrega.
—Menos mal, no habría sobrevivido sin ellos —bromeo, y ella me propina un
codazo.Joder,quépreciosaes.
Hay muchas cosas que me gustaría decirle, pero no me apetece soltar algo
inapropiadoyfastidiarlanoche.
—Oye, si querías llevar un jersey tan grande podrías haberte puesto uno mío y
haberteahorradoveintepavos—digo.
Ellamecogedelamanoperomesueltaalinstante.
—Perdona—murmura,yseponecolorada.
Quierocogerladelamanootravezpero,unavezenlapista,unamujernosrecibe
ymedistrae.
—¿Quénúmerotenéis?—preguntaconvozgrave.
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MiroaTessayellacontestaporlosdos.Lamujervuelvecondosparesdepatines
dehieloyyomehorrorizoalverlos.Estonopuedeacabarbiendeningunamanera.
SigoaTesshastaunbancocercanoymequitoloszapatos.Seponelos
dospatinesenuninstantecuandoyotodavíanohemetidonimediopieen
uno.Esperoqueseaburraprontoyquieraquenosmarchemos.
—¿Todobienporahí?—semofademícuandoporfinmeatoloscordonesdel
segundopatín.
—Sí.¿Dóndedejoloszapatos?—lepregunto.
—Yooslosguardo—respondelamujerbajitadeantes,queaparecederepente.
LeentregomicalzadoyTesshacelomismo.
—¿Preparado?—mepregunta,ymepongodepie.
Meagarroalabarandilladeinmediato.
«¿Cómocojonesvoyahaceresto?»
Tessareprimeunasonrisa.
—Esmásfácilcuandotedesplazassobreelhielo.
Joder,esoespero.
Peronoesmásfácil,ymecaigotresvecesencincominutos.Tessaseríeencada
ocasión,yhedeadmitirque,denollevarlosguantes,ahoramismotendríalasmanos
congeladas.
Seríeymeofrecelamanoparaayudarmealevantarme.
—¿Recuerdasquehacemediahorahasdichoconvencidoquenoibasacaerte?
—¿Tú qué eres?, ¿una especie de patinadora sobre hielo profesional? —le
preguntomientrasmelevanto.
Odioelpatinajesobrehielomásquenadaenelmundoenestosmomentos,pero
Tessapareceestarpasándoloengrande.
—No, hacía tiempo que no patinaba, pero solía hacerlo mucho con mi amiga
Josie.
—¿Josie?Nuncatehabíaoídodecirquetuviesesamigasdondevivías.
—Noteníamuchas,laverdad,pasabalamayorpartedeltiempoconNoah.Josie
setrasladóallíantesdemiúltimocurso.
—Ah.
No entiendo por qué no tenía muchas amigas. ¿Y qué si es un poco obsesivacompulsiva,ypudorosayseobsesionaconlasnovelas?Essimpática,avecesincluso
demasiado, con todo el mundo. Menos conmigo, claro. A mí me las hace pasar
canutasconstantemente,peromeencantaesodeella.Lamayorpartedeltiempo.
Media hora más tarde todavía no hemos dado ni una vuelta entera a la pista
graciasamigranhabilidad.
—Tengo hambre —dice por fin, y mira hacia un puesto de comida con luces
parpadeantesencima.
Sonrío.
—Perotodavíanotehascaídoymehasarrastradocontigodemaneraqueacabas
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aterrizandosobremíymirándomealosojos,comoenlaspelículas—replico.
—Estonoesunapelícula—merecuerda,ysedirigehacialasalida.
Ojalá me hubiera agarrado de la mano mientras patinábamos; si hubiera
conseguidomantenermedepie,claro.Todaslasparejitasfelicesparecenburlarsede
nosotros mientras recorren la pista en círculos a nuestro alrededor, cogiditos de las
manos.
En cuanto salgo de la pista, me quito los horribles patines, se los devuelvo a la
mujermenudayrecuperomiszapatos.
—Tienes un gran futuro en los deportes —me pincha Tess por enésima vez
cuandomereúnoconellaenelpuestodecomida,dondeestádevorandoungofrey
llenándoseelsuétermoradodeazúcarglas.
—Ja, ja. —Pongo los ojos en blanco. Todavía me duelen los tobillos de esa
mierda—. Te podría haber llevado a otro sitio a comer, los gofres no son
precisamente lo que yo entiendo por una buena cena —le digo, y bajo la vista al
suelo.
—Nopasanada.Hacíamuchotiempoquenomecomíauno.—Sehacomidolos
suyosylamitaddelmío.
La pillo mirándome otra vez; su rostro tiene una expresión pensativa, como si
estuvieraestudiandomicara.
—¿Porquémemirastanto?—preguntoporfin,yapartalamirada.
—Perdona…, es que no estoy acostumbrada a verte sin piercings —admite
mirándomeotravez.
—Tampocohaytantadiferencia.
Sindarmecuenta,mehellevadolosdedosalaboca.
—Ya…,perosemehaceraro.Mehabíaacostumbradoaverlos.
«¿Debería volver a ponérmelos?» No me los he quitado por ella. Lo que le he
dichoesverdad.Sientoqueestabaescondiéndomedetrásdeellos,queestabausando
losarosdemetalparamanteneralagenteaciertadistancia.Lospiercingsintimidan
alagenteyesohacequeevitenhablarmeoquesemeacerquen,ysientoqueyaestoy
superando esa etapa de mi vida. No quiero mantener alejada a la gente, y menos a
Tessa.Quieroatraerlahaciamí.
Meloshicecuandoerasólounadolescente.Falsifiquélafirmademimadreyme
emborraché antes de tambalearme hasta la tienda. El muy capullo sabía que había
bebido,peromeloshizodetodosmodos.Nomearrepientoenabsoluto;peroyano
losnecesito.
Lo de los tatuajes es diferente. Me encantan y sé que siempre será así. Seguiré
cubriéndomeelcuerpodetinta,revelandopensamientosquesoyincapazdeexpresar
con palabras. Bueno, en realidad no es ése el caso, teniendo en cuenta que son un
montóndetonteríassinrelaciónquenoguardanningúnsignificadoenabsoluto,pero
quedanbien,asíquemeimportaunamierda.
—No quiero que cambies —me dice, y levanto la vista para mirarla—. No
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físicamente.Sóloquieroquemedemuestresquepuedestratarmemejoryquedejes
decontrolarme.Tampocodeseoquecambiestupersonalidad.Sóloquieroqueluches
pormí,noqueteconviertasenunapersonaconlaquecreesquequieroestar.
Suspalabrasmelleganalalmayamenazancondesgarrármelayabrírmela.
—Noesesoloquepretendo—contesto.
Intentocambiarporella,peronodeesemodo.Estolohehechopormí,yporella.
—Quitármelossólohasidounpasoentodoesto.Estoyintentandoconvertirmeen
una persona mejor, y los piercings me recuerdan una mala época de mi vida. Un
tiempoquequierodejaratrás—ledigo.
—Ah—dicecasienunsusurro.
—¿Tegustaban,entonces?—Sonrío.
—Sí,mucho—admite.
—Siquieresmelosvuelvoaponer—leofrezco,peroniegaconlacabeza.
Estoymuchomenosnerviosoahoraquehacedoshoras.ÉstaesTessa,miTessa,y
nodeberíaestarnervioso.
—Sólositúquiereshacerlo—añade.
—Puedoponérmeloscuandote…—meinterrumpo.
—¿Cuandoqué?—preguntaladeandolacabeza.
—Esmejorquenoterminelafrase.
—¡Venga!¿Quéibasadecir?
—Vale,comoquieras.Ibaadecirquepuedoponérmeloscuandotefollesitanto
teexcitan.
Suexpresióndeespantomehacereír,yellasevuelvemirandoatodaspartespara
comprobarquenadiemehaoído.
—¡Hardin!—mereprendeconunamezcladediversiónyvergüenza.
—Te lo he advertido… Además, esta noche no he hecho ningún comentario
lascivo.Tengoderechoahaceralmenosuno.
—Cierto—coincideconunasonrisa,ybebeuntragodelimonada.
Quiero preguntarle si eso significa que se ve practicando el sexo conmigo otra
vez,yaquenomehacorregido,peroalgomedicequeéstenoeselmomento.Noes
sóloporquequierasentirladenuevo,esporque,joder,laechomuchísimodemenos.
Nosestamosllevandobastantebien,paratratarsedenosotros.Séqueengranpartees
porqueyonomeestoycomportandocomouncapulloporunavez.Laverdadesque
noestandifícil.Sólotengoquepensarantesdedecircualquiergilipollez.
—Mañana es tu cumpleaños. ¿Qué piensas hacer? —me pregunta después de
unosminutosdesilencio.
«Mierda.»
—Pues…LoganyNatemevanadarunaespeciedefiesta.Noteníaintenciónde
ir,peroStephhadichoquefuerontodosacomprarmealgoyquesehangastadoun
montón de pasta, así que supongo que al menos me pasaré un rato. A no ser…,
¿queríashaceralgo?Siesasí,noiré—ledigo.
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—No,tranquilo.Seguroqueenlafiestatelopasasmuchomejor.
—¿Quieres venir? —Y, como sé la respuesta, añado—: Nadie sabe lo que pasa
entrenosotros,exceptoZed,claro.
TengoqueobligarmeennocentrarmeenporquécojonesestáZedaltantodemis
putosasuntos.
—No, aunque gracias de todos modos. —Sonríe, pero el gesto no alcanza sus
ojos.
—Notengoporquéir.
Si quiere pasar mi cumpleaños conmigo, Logan y Nate pueden irse a tomar
viento.
—No,tranquilo,deverdad.Tengocosasquehacerdetodasformas—replica,y
apartalamirada.
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CAPÍTULO103
Tessa
—¿Tienesplanesparaelrestodelanoche?—mepreguntaHardinmientrasdetieneel
cocheenlaentradadevehículosdelacasadesupadre.
—No,estudiarydormir.Unanocheloca.—Lesonrío.
—Yo echo de menos dormir. —Frunce el ceño y pasa el dedo índice por los
surcosdelvolante.
—¿Noduermes?—Claroquenoduerme—.¿Estás…hasestado…?—empiezo.
—Sí,todaslasnoches—medice,ysemecaeelalmaalospies.
—Losiento.
Detesto esto. Detesto que lo atormenten esas pesadillas. Detesto ser su único
elixir,loúnicoqueconsiguehacerquedesaparezcan.
—No te preocupes. Estoy bien —asegura, pero las ojeras debajo de sus ojos
indicanlocontrario.
Invitarloaentrarseríaunaideatremendamenteestúpida.Sesuponequetengoque
pensar qué quiero hacer con mi vida de ahora en adelante, no pasar la noche con
Hardin.Semehaceraroquemeestédejandoencasadesupadre,yporesomismo
tengoquebuscarmemipropioapartamento.
—Puedes entrar si quieres. Sólo para dormir, todavía es pronto —le ofrezco
finalmente,ylevantalacabezaalinstante.
—¿Estássegura?—dice,yyoasientoantesdearrepentirme.
—Sí…,perosóloparadormir—lerecuerdoconunasonrisa,yélasiente.
—Yalosé,Tess.
—Nolodecíaenesesentido…—intentoexplicarle.
—Lohepillado—resopla.
«Vale…»
Ladistanciaquehayentrenosotrosesincómodaperonecesariaalmismotiempo.
Quieroacercarlamanoyretirarleelúnicomechónrebeldequelecaesobrelafrente,
pero eso sería demasiado. Necesito espacio, tanto como necesito a Hardin. Es todo
muyconfuso,yséqueinvitarloaentrarnomeayudaráaaclarartodaestaconfusión,
peroquieroqueduermabien.
Leofrezcounalevesonrisayélmemiraduranteunsegundoyluegoniegaconla
cabeza.
—¿Sabesqué?Serámejorquemevaya.Tengotrabajoquehacery…—empieza.
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—Nopasanada.Enserio—lointerrumpo,yabrolapuertadelcocheparahuir
delbochornoquesiento.
Nodeberíahaberhechoeso.Sesuponequetengoquedistanciarme,yaquíestoy,
permitiendoquemerechace…otravez.
Cuandollegoalapuerta,meacuerdodequemehedejadoelvestidoylostacones
en el coche de Hardin, pero cuando me vuelvo ya está dando marcha atrás por el
sendero.
Mientras me desmaquillo y me preparo para acostarme, mi mente reproduce la
citaunayotravez.Hardinhaestadotan…agradable.Hardinhasidoagradable.Se
havestidodemaneraelegante,ynosehapeleadoconnadie.Nisiquierahainsultado
a nadie. Es un progreso importante. Empiezo a reírme como una idiota cuando me
acuerdo de sus caídas en la pista de hielo. Él estaba rabioso, pero ha sido muy
divertido. Con su figura alta y desgarbada y esas piernas que no paraban de
tambalearseconlospatines,desdeluegohasidounadelascosasmásgraciosasque
hevistoenmivida.
Notengoclarocómomesientoconrespectoalhechodequesehayaquitadolos
piercings,peroélmehaaseguradoquequeríahacerlo,asíquenoesculpamía.Me
preguntoquéopinaránsusamigos.
Mehacambiadoligeramenteelhumorcuandomehacontadolodelafiestade
cumpleaños.Noséquépensabaqueibaahacer,perodesdeluegolodelafiestanose
mehabíapasadoporlacabeza.Sinembargo,soyunaestúpida,porquealfinyalcabo
cumplelamayoríadeedad.
Quiero pasar su veintiún cumpleaños con él más que nada en el mundo, pero
siemprequevoyaesamalditacasadelafraternidadocurrealgomalo,ynoquiero
continuarconeseciclo,ymenosconlodelicadasqueestánlascosasentrenosotros.
Lo último que necesito es beber y empeorarlo todo. No obstante, me gustaría
regalarlealgunacosa.Semedafatalhacerregalos,peroyapensaréalgo.Medetengo
frentealahabitacióndeLandon,peronomecontestacuandollamoalapuerta.Abro
yveoqueestádurmiendo,asíquedecidoirmealacamayotambién.
Abro la puerta de mi habitación y casi me da un infarto cuando veo una figura
sentadasobreelcolchón.Dejocaermibolsadeaseosobrelacómoda…,entoncesme
doycuentadequeesHardinymetranquilizo.Mientrasloobservo,veoquecruzalos
tobillospordelantedeél,incómodo.
—Yo…eh…sientohabersidouncapulloantes.Queríaquedarme.—Sepasalos
dedosporsupelorebelde.
—Yyoteheinvitadoaquedarte—lerecuerdo,ymeacercoalacama.
Suspira.
—Losé,ylosiento.¿Puedoquedarme,porfavor?Lohepasadomuybienesta
nochecontigo,yestoytancansado…
Lo medito durante unos instantes. Quería que se quedara. Echo de menos la
reconfortante sensación de tenerlo en mi cama, pero ha dicho que tenía cosas que
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hacer.
—Y¿quépasacontutrabajo?—preguntoconunacejaenarcada.
—Puedeesperar—responde.Pareceangustiado.
Mesientoasuladoenlacama,cojolaalmohadaylacolocosobremiregazo.
—Gracias—dice,ymeacercoaél.
Es como un imán para mí; soy incapaz de mantenerme ni siquiera a unos
centímetrosdedistancia.
Lomiroyélsonríe,yentoncesbajalavistaalsuelo.Micuerpo,actuandoasu
libre albedrío, se inclina hacia él y coloca mi mano sobre la suya. Tiene las manos
frías,ylarespiraciónagitada.
«Teheechadodemenos—megustaríaconfesarle—.Quieroestarcercadeti.»
Élmeaprietalamanosuavementeyapoyolacabezaensuhombro.Unodesus
brazosmerodealaespaldaymeestrechaconfuerza.
—Lohepasadomuybienestanoche—ledigo.
—Yotambién,nena.Yotambién.
Oírlollamarme«nena»hacequequieraestaraúnmáscercadeél.Levantolavista
yveoquemeestámirandoloslabios.Demanerainstintiva,ladeolacabezayacerco
la boca a la suya. Cuando pego los labios a los suyos, se inclina hacia atrás para
apoyarse en los codos, y me monto sobre su regazo. Apoya una mano en mi zona
lumbaryacercamicuerpomástodavíaalsuyo.
—Teheechadodemenos—dice,ymelamelalengua.Echoenfaltaelfríodel
arodemetal,peromisansiasporélcalientanmicuerpoyhacenquetodolodemás
seairrelevante.
—Yoatitambién—contesto.
Hundolosdedosensupeloylobesoconfuerza.Mimanolibreserpenteaporsus
fuertes músculos por debajo de su camisa, pero Hardin me detiene y se aparta,
conmigotodavíaenelregazo.
Sonríeclaramentemortificado.
—Creoquedeberíamosdejaresteencuentroenalgoaptoparatodoslospúblicos.
—Seponecoloradoyrespiraagitadamentecontramirostro.
Quiero protestar, decirle que necesito su tacto, pero sé que tiene razón.
Suspirando,mequitodesuregazoymetumboalotroextremodelacama.
—Perdona,Tess.Noqueríadecir…—Noterminalafrase.
—No,tienesrazón.Deverdad,notepreocupes.Vamosadormir.—Sonrío,pero
micuerpovibratraselcontacto.
Se tumba lejos de mí, ciñéndose a su lado de la cama con una almohada entre
nosotros,ymehacerecordarnuestroscomienzos.Notardaenquedarsedormido,y
susserenosronquidosinundanelaire.Sinembargo,cuandomedespiertoenmitadde
lanoche,Hardinsehaidoymehadejadounanotasobresualmohada:
Graciasotravez.Teníacosasquehacer.
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Alamañanasiguiente,lemandounmensajeaHardinencuantomedespiertopara
desearle un feliz cumpleaños y me visto mientras espero su respuesta. Me habría
gustado que se quedara, pero a la luz del día me siento aliviada de no tener que
enfrentarmealincómodomomentodedespertarjuntosdespuésdeunaprimeracita.
Suspirando, guardo el móvil en la mochila y me dirijo al piso de abajo para
reunirmeconLandonydecirlequefaltaréalamitaddelasclaseshoyporquequiero
irabuscarunregaloparaHardin.
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CAPÍTULO104
Hardin
—Vaaserlahostia,tío—mediceNatemientrassesubealmurodepiedraalfinal
delaparcamiento.
—Porsupuesto—contesto.
MeapartodelhumodeltabacodeLoganymesientoalladodeNate.
—Y más te vale no escabullirte, porque llevamos meses planeando esto —me
informaLogan.
Balanceolaspiernashaciaadelanteyhaciaatrásy,porunsegundo,meplanteo
empujar a Logan del muro por todo lo que se ha metido conmigo por haberme
quitadolospiercings.
—Iré.Yaoshedichoqueiré.
—¿Vasatraerla?—preguntaNate,refiriéndoseclaramenteaTess.
—No,estáocupada.
—¿Ocupada? Cumples veintiún años, tío. Te has quitado los piercings por ella,
tienequevenir—señalaLogan.
—Siemprequevienepasaalgunamierda.Y,porúltimavez,nomeloshequitado
porella.—Pongolosojosenblancoyrecorroconeldedolasgrietasenelcemento.
—PodríaspedirlequeledieraotrapalizaaMolly.Aquellofuedignodever—se
ríeNate.
—Fueunapasada,yesmuydivertidacuandoestáborracha.Ycuandodicetacos
esparamearse.Escomooíramiabuela.—Loganseechaareírtambién.
—¿QueréisdejardehablardeTessadeunaputavez?Novaavenir.
—Vale,relájate,tío—sonríeNate.
Ojalá no me hubiesen organizado ninguna fiesta, porque quería pasar mi
cumpleañosconella.Nomeimportanunamierdaloscumpleaños,peroqueríaverla.
Sé que no tiene nada que hacer, pero no quiere estar con mis amigos, y no se lo
reprocho.
—Oye,¿tepasaalgoconZed?—preguntaNatemientrasnosdirigimosaclase.
—Sí,queesuncapulloquenoparaderondaraTessa.¿Porqué?
—Por nada, porque el otro día la vi a ella entrando en el edificio ese de
medioambienteocomosellameymeparecióraro—dice.
—¿Cuándofueeso?
—Haráunpardedías.Ellunes,creo.
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—¿Estásde…?—Peromedetengoamediafraseporqueséquehablaenserio.
«Malditasea,Tessa,¿quépartede“mantentealejadadeZed”nohasentendido?»
—AunquenoteimportaráqueZedvenga,¿no?Porqueyaselohemosdichoa
todosynoquierotenerqueretirarlelainvitaciónanadie—prosigueNate;siempreha
sidoelmásagradabledelgrupo.
—Meimportaunamierda.Noesélquienselaestáfollando,sinoyo—ledigo,y
seechaareír.Sisupieracómoestánlascosasenrealidad…
Nate y Logan me dejan delante del edificio del gimnasio, y he de admitir que
estoyansiosoporveraTessa.Mepreguntocómollevaráelpelohoy,ysisehabrá
puestoesospantalonesquetantomegustan.
«Pero¿quécoño…?»Todavíaalucinoalsorprendermepensandoenestetipode
cosas tan absurdas. Si alguien llega a decirme hace unos meses que iba a estar
soñandodespiertosobrecómollevaelpelounatía,lehabríapartidolosdientes.Y
aquíestoyahora,esperandoqueTessselohayarecogidoparapoderverlelacara.
Horasmástarde,nomepuedocreerqueestéenlacasadelafraternidaddenuevo.
Me parece que han pasado siglos desde que vivía aquí. No lo echo de menos en
absoluto,perotampocomegustanadavivirsoloeneseapartamento.
Este curso ha sido una puta locura. No me puedo creer que haya cumplido
veintiún años y que vaya a terminar la carrera el año que viene. Mi madre se ha
puestoallorarporteléfonoantesyadecirmequeestoycreciendodemasiadodeprisa,
y he acabado colgándole porque no paraba. En mi defensa he de decir que no he
colgadosinmás,sinoquehefingidodurantetodalaconversaciónqueestabaapunto
deacabarselabatería.
La casa está llena de personas, la calle repleta de coches, y me pregunto quién
cojones es toda esta gente y qué hacen en mi cumpleaños. Sé que la reunión no es
todaenmihonor.Essólounaexcusaparadarunafiestaalogrande,peroaunasí…
JustocuandoempezabaadesearqueTessaestuvieraaquí,veoelespantosopelorosa
deMollyymealegrodequenohayavenido.
—Ahíestáelcumpleañero—dicesonriendomientrasentraenlacasadelantede
mí.
—¡Scott! —grita Tristan desde la cocina; por lo que parece, ya ha estado
bebiendo.
—¿YTessa?—preguntaSteph.
Todos mis amigos están a mi alrededor formando un pequeño círculo y
mirándome mientras intento improvisar algo. Lo último que necesito ahora es que
sepanqueestoyintentandopersuadirlaparaquevuelvaconmigo.
—Un momento…, ¿dónde coño están tus piercings? —exclama Steph a
continuación,ymecogedelabarbillaymeladealacabezaparaexaminarmecomosi
fueseunaputaratadelaboratorio.
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—Quita—gruño,apartándome.
—¡Joder! Te estás transformando en uno de ellos —dice Molly, y señala a un
grupodepijosasquerososquehayalotroladodelahabitación.
—Noesverdad—respondofulminándolaconlamirada.
Ellaseechaareíreinsiste:
—¡Claroquesí!Tedijoellaquetelosquitaras,¿verdad?
—No. Me los quité porque me salió de los cojones. Métete en tus asuntos —le
espeto.
—Lo que tú digas —dice poniendo los ojos en blanco, y se marcha, gracias a
Dios.
—Nolehagasnicaso.Bueno,di,¿vaavenirTessa?—insisteSteph,yyoniego
conlacabeza—.¡Laecharemosdemenos!Ojalásalieramás—dice,ybebeuntrago
desuvasorojo.
—Ya—murmuroentredientes,ymellenounvasodeagua.
Para mi desgracia, el volumen de la música y las voces aumentan conforme
avanza la noche. Todo el mundo está borracho antes de las ocho. Todavía no he
decididosiquierobeberono.Llevabamuchotiemposinhacerlohastaaquellanoche
encasademipadre,cuandodestruítodalavajilladeporcelanadeKaren.Antesvenía
aestasfiestasdemierdasinbebernada…,bueno,almenoslamayorpartedeltiempo
eraasí.Apenasrecuerdomisprimerosdíasdefacultad,botellatrasbotella,zorratras
zorra… Todo está borroso, y me alegro por ello. Nada tenía sentido hasta que
aparecióTessa.BuscounhuecoenelsofáalladodeTristanymepongoapensaren
ellamientrasmisamigosjueganaotroestúpidojuegoparabeber.
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CAPÍTULO105
Tessa
«Hola», dice el mensaje de Hardin y, por ridículo que parezca, siento miles de
mariposasenelestómago.
«¿Quétallafiesta?»,leescribo,ymemetootropuñadodepalomitasenlaboca.
Me he pasado dos horas seguidas frente a la pantalla de mi libro electrónico y
necesitoundescanso.
«Unamierda.¿Puedoiraverte?»,responde.
Casi salto de la cama. Antes, después de pasarme horas buscando algo decente
queregalarle,hetomadoladecisióndequemi«espacio»puedeesperarhastadespués
desucumpleaños.Medaigualsiparezcopatéticaonecesitada.Siprefierepasarel
tiempo conmigo en vez de con sus amigos, pienso aceptarlo. Se está esforzando
mucho,ytengoquereconocerlo.Esverdadquetenemosquehablarsobreelhechode
quenoquieraunfuturoconmigoydecómoafectaráesoamicarrera.
Peroesopuedeesperaramañana.Lecontesto:
Sí.¿Cuántotardas?
RebuscoenelarmarioysacounablusaazulsinmangasqueHardinmedijoensu
día que me quedaba bien. Tendré que ponerme unos vaqueros; de lo contrario,
pareceréunaidiotaencerradaenestahabitaciónconunvestidopuesto.Mepregunto
cómoiráél.¿Llevaráelpelohaciaatráscomoayer?¿Seaburríaenlafiestasinmíy
ha preferido venir a verme en lugar de quedarse allí? Está cambiando mucho, y lo
adoroporello.
«¿Porquémepongotantonta?»
Mediahora.
Corroalcuartodebañoparacepillarmelosdientesyquitarmelosrestos
depalomitas.Aunquenodeberíabesarlo,¿no?Essucumpleaños…,porun
besonopasaránaday,laverdad,semereceunbesoportodoelempeñoque
hapuestohastaahora.Unbesonocambiaránadadeloqueestoyintentandohacer.
Meretocoelmaquillajeymepasoelcepilloporelpeloantesderecogérmeloen
unacoleta.EstáclaroquepierdoeljuicioenloqueaHardinserefiere,peroyame
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fustigaréporellomañana.Séquenosuelecelebrarloscumpleaños,peroquieroque
ésteseadiferente.Megustaríaquesupieraqueesimportante.
Cojo el regalo y empiezo a envolverlo rápidamente. El papel que he comprado
estárepletodenotasmusicalesyquedaríamuybienparaforrarlibros.Estoynerviosa
ydespistada,ynodeberíaestarlo.
«Vale,hastaahora»,leenvío,ymedirijoalpisodeabajodespuésdeescribirsu
nombreenlaetiquetadelregalo.
MeencuentroaKarenbailandoalritmodeunaviejacancióndeLutherVandross,
ynopuedoevitarecharmeareírcuandosevuelveconlacaratodaroja.
—Perdona,nosabíaqueestabasahí—diceclaramenteavergonzada.
—Meencantaesacanción.Mipadrelaescuchabatodoeltiempo—ledigo,yella
sonríe.
—Tupadretienebuengusto,entonces.
—Lotenía.
Sonrío cuando me viene a la cabeza un recuerdo bastante bonito de mi padre
bailandoconmigoenbrazosenlacocina…,antesdequeanochecieraylepusieraun
ojomoradoamimadreporprimeravez.
—¿Quévasahacerestanoche?Landonestáenlabibliotecaotravez—medice,
aunqueyalosabía.
—IbaapreguntartesimeayudaríasaprepararunatartaoalgoparaHardin.Essu
cumpleaños,yllegarádentrodeunamediahora.—Nopuedoevitarsonreír.
—¿De veras? Pues claro que sí, podemos hacer una tarta rápida… o, mejor,
¡hagamosunadedoscapas!¿Quélegustamás:elchocolateolavainilla?
—Tartadechocolateconcoberturadechocolate—ledigo.
Por mucho que a veces crea que no lo conozco, lo conozco mejor de lo que
pienso.
—Bien,¿mesacaslosmoldes?—pregunta,ymepongoaello.
Treinta minutos después, estoy esperando a que la tarta se enfríe del todo para
poderecharlelacoberturaantesdequellegueHardin.Karenhasacadoalgunasvelas
usadas. Sólo ha encontrado un uno y un tres, pero estoy segura de que a él le hará
gracia.
Entroenelsalónymiroporlaventanaparaversihallegadoya,peroelsendero
está vacío. Seguramente sólo se esté retrasando un poco. Únicamente han pasado
cuarentaycincominutos.
—Ken llegará a casa dentro de una hora —señala Karen—, iba a cenar con
algunoscolegas.Séquesoyunapersonahorrible,perolehedichoquemedolíala
barriga.Detestoesascenas.—Seechaareíryyolaacompañomientrasintentoalisar
lacoberturadechocolateporlosbordesdelatarta.
—Noteculpo—ledigo,yhundolasvelasenlatarta.
Después de colocarlas de manera que ponga «31», decido cambiarlas para que
ponga «13». Karen y yo nos echamos a reír y me peleo con el glaseado duro para
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escribirelnombredeHardinbajolascursisvelas.
—Qué…bonito—miente.
Tuerzoelgestoalverlomalquesemedaesto.
—Laintenciónesloquecuenta.O,almenos,esoespero.
—Leencantará—measeguraellaantesdesubiralpisodearribaparadarnosa
Hardinyamíunpocodeintimidadcuandollegue.
Yahapasadounahoradesdequememandóelmensaje,yestoyaquísentadasola
enlacocina,esperandoaqueaparezca.Quierollamarlo,perosinovaavenirdebería
serélquienmellamaraparadecírmelo.
Vendrá.Alfinyalcabo,lodevenirhasidoideasuya.Vendrá.
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CAPÍTULO106
Hardin
Nateintentadarmesuvasoporterceravez.
—Venga,tío.Sólounacopa,cumplesveintiúnaños,¡esilegalnobeber!
Alfinalcedoparapoderlargarmeantesdeaquí.
—Vale,perosólouna.
Sonriendo,recuperaelvasoylequitaaTristanlabotelladealcoholquetieneen
lasmanos.
—Deacuerdo,entoncesqueseaalmenosunadecente—dice.
Pongolosojosenblancoantesdebebermeellíquidooscuro.
—Vale,yaestá.Yahoradéjametranquilo—ledigo,yélasiente.
Me dirijo a la cocina a por otro vaso de agua y, de todas las personas posibles,
teníaqueserprecisamenteZedelquemedetuviera.
—Toma—dice,ymedamimóvil—.Telohasdejadoenelsofáallevantarte.
Ysemarchadenuevoalsalón.
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CAPÍTULO107
Tessa
Dos horas después, dejo la tarta en la encimera y subo al piso de arriba para
desmaquillarmeyvolveraponermeelpijama.Estoesloquepasacadavezqueme
permitodarleotraoportunidadaHardin.Larealidadmeexplotaenlacara.
De verdad he creído que iba a venir, qué estúpida soy. Estaba abajo haciéndole
unatarta…Notengoremedio,soyunaidiota.
Mepongolosauricularesantesdepermitirmellorardenuevo.Lamúsicainunda
misoídosmientrasmetumbosobrelacamaymeesfuerzoennoserdemasiadodura
conmigo misma. Anoche se comportó de una manera muy diferente, en un sentido
positivo,peroechodemenosesoscomentarioslascivosyordinariosquefinjoodiar,a
pesardequeenrealidadmeencantan.
MealegrodequeLandonnohayavenidoasaludarmecuandoloheoídollegara
casa. Todavía albergaba esperanzas de que viniera, y habría parecido aún más
patética,aunqueélnomelodiríanunca,porsupuesto.
Alargoelbrazoyapagolaluzdelamesilladenoche,ydespuésbajoelvolumen
de la música ligeramente. Hace un mes me habría metido en el coche y me habría
presentadoenesaestúpidacasaparapreguntarleporquémehadejadoplantada,pero
ahorayanotengoganasnienergíadepelearconél.Yano.
Medespiertoconeltonodemimóvilenlosoídosyelruidomesobresaltaatravésde
losauriculares.
EsHardin.Yescasimedianoche.«Nolocojas,Tessa.»
Tengoqueobligarmeliteralmenteaignorarlallamadayadesconectarelteléfono.
Cojoeldespertadordelamesilla,pongolaalarmaalahoraquequierolevantarmey
cierrolosojos.
Debe de estar muy borracho para llamarme después de dejarme plantada. Qué
ilusahesido.
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CAPÍTULO108
Hardin
Tessanorespondeamisllamadasymeestoyempezandoacabrear.¿Faltanquince
minutosparaqueterminemiputocumpleañosynomecogeelteléfono?
Vale,deberíahaberlallamadoantes,peroaunasí…Nisiquierahacontestadoal
mensaje que le he mandado hace unas horas. Creía que lo habíamos pasado bien
anoche;inclusomeinvitóaentrarencasademipadreparaquepudieradormir.Me
sentí fatal al rechazar su ofrecimiento, pero sabía lo que pasaría si entraba. Habría
llevadolascosasdemasiadolejos,ytengoquedejarqueseaellalaquehagaelprimer
movimiento. No puedo aprovecharme de ella ahora, aunque, joder, me gustaría
hacerlo.
—Creo que me voy a ir ya —le digo a Logan, obligándolo a despegarse de la
chicadepelonegroypielmorenaque,obviamente,tantolegusta.
—No,nopuedesirtetodavía,nohasta…¡Ah!¡Ahíestán!—grita,yseñalahacia
adelante.
Mevuelvoyveoadoschicascongabardinaquevienenhacianosotros.«¿Esuna
putabroma?»
Lamultitudempiezaaaplaudiryasilbar.
—Nomevanlasstrippers—ledigo.
—¡Vengaya,tío!¿Cómohassabidoqueeranstrippers?—Seechaareír.
—¡Llevangabardinasytaconesaltos!—Estoesunaputagilipollez.
—¡Vamos,hombre!¡ATessanoleimportará!—añadeLogan.
—Ésa no es la cuestión —gruño, aunque sí que lo es. No es la única cuestión,
perosílamásimportante.
—¿Ereselcumpleañero?—diceunadelaschicas.
Supintalabiosrojointensoyameestádandodolordecabeza.
—No,no,no.Nolosoy—miento,ysalgopitandoporlapuerta.
—¡Vamos,Hardin!—gritanunascuantasvoces.
Yunamierda.Nopiensodarmelavuelta.Tessasevolveríalocasiseenterarade
queheestadodefiestaconunasstrippers.Casipuedooírlagritándomeporelloen
estosmomentos.Ojalámehubieracogidoelteléfono.Prueboallamarlaunavezmás
mientrasNateintentallamarmeporlaotralínea.Nopiensovolverahípornadadel
mundo.Yaheparticipadobastanteenlacelebración.
Seguroqueestácabreadaconmigopornohaberlallamadoantes,peronuncasé
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cuándodebollamarlaycuándono.Nopretendoagobiarla,perotampocoquierodarle
demasiadoespacio.Lasituaciónpendedeunhiloynosécómoactuar.
Compruebomiteléfonounavezmásyveoqueel«Hola»quelehemandadoesel
último mensaje recibido o enviado. Parece ser que esta noche seremos mi
apartamentosolitarioyyodenuevo.
Felizcumpleañosdemierda.
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CAPÍTULO109
Tessa
Me despierto con una alarma extraña y tardo unos instantes en recordar que
desconectémiteléfonoanocheporHardin.Despuésrecuerdohaberestadoesperando
enlacocina,desilusionándomecadavezmásacadaminutoquepasaba,yalfinalno
sepresentó.
Me lavo la cara y me preparo para el largo trayecto hasta Vance; lo único que
echo de menos del apartamento es lo cerca que estaba de la editorial. Y a Hardin,
claro.Ylasestanteríasllenasdelibrosquecubríanlasparedes.Ylacocinapequeña
peroperfecta.Yesalámpara.YaHardin.
Cuandollegoabajo,enlacocinasóloestáKaren.Trasladolamiradadirectamente
hacia la tarta con las velas con el número equivocado encima y los estúpidos
garabatos con los que puse «Hardin», pero que ahora, después de haber estado ahí
todalanoche,parecequeponga«Mierda».
Ypuedequelopongadeverdad.
—Alfinalnopudovenir—ledigosinmirarlaalosojos.
—Ya…,meloheimaginado.—Mesonríeconcompasiónyselimpialasgafasen
eldelantal.
Esunamadecasaejemplar.Siempreestácocinandoolimpiandoalgo.Perono
sóloeso,sinoquetambiénesamableyadoraasumaridoyasufamilia,incluidoal
groserodesuhijastro.
—Estoybien.—Meencojodehombrosymesirvounatazadecafé.
—Notienesporquéestarbiensiempre,cielo.
—Losé.Peroesmásfácilestarbien—repongo,yellaasiente.
—Nadie dice que tenga que ser fácil —asegura, y casi me echo a reír ante la
ironía de oírla usar las palabras que emplea siempre Hardin en mi contra—.
Cambiandodetema,estamosplaneandohacerunaexcursiónalaplayalasemanaque
viene.Siteapetecevenir,estásinvitada.—Unadelascosasquemásmegustandela
madredeLandonesquenuncamepresionaparahablardenada.
—¿Alaplaya?¿Afinalesdeenero?—pregunto.
—Tenemos un bote con el que nos gusta salir a navegar antes de que haga
demasiadocalor.Vamosaverballenas,yesmuybonito.Deberíasvenir.
—¿Enserio?—Nuncahesubidoaunbote,ylaideameaterra,perolodeiraver
ballenassuenainteresante—.Vale,genial.
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—¡Estupendo!Lopasaremosmuybien—measegura,ysedirigealsalón.
EnciendomiteléfonodenuevocuandollegoaVance.Tengoquedejardeapagarlo
cuando estoy enfadada. Basta con que ignore sus llamadas la próxima vez. Si le
ocurrieraalgoamimadreynopudieracontactarconmigo,mesentiríafatal.
Kimberly y Christian están la una encima del otro en el vestíbulo cuando salgo
delascensor.Éllesusurraalgoaloídoyellaseríeantesdecolocarseelpelodetrás
delaorejaysonreírleampliamentecuandoéllabesa.Ambossonríensinparar.
Corroamidespachoparallamaramimadre,yavasiendohora,peronolocoge.
El manuscrito que empiezo a leer consigue cabrearme ya en las primeras cinco
páginas. Cuando ojeo las últimas, leo «Sí, quiero» y suspiro. Estoy harta de las
mismas historias de siempre. Chica conoce a chico, el chico la quiere, tienen un
problema,hacenlaspaces,secasan,tienenhijos,fin.Tirolaspáginasalabasurasin
leermás.Mesientomalpornodarleunaoportunidad,peronomeinteresa.
Necesitounahistoriarealistaenlaqueaparezcanproblemasreales,másalláde
una pelea o incluso de una ruptura. Un problema real. Personas que se hieren pero
quevuelvenapormás…,comohagoyo,porsupuesto.Ahoramedoycuenta.
Christian pasa por delante de mi despacho y respiro hondo antes de levantarme
paraseguirlo.Mealisolafaldaeintentopracticarloquequierodecirleconrespectoa
Seattle.EsperoqueHardinnomefastidielaoportunidaddeir.
—¿Christian?—preguntollamandoasupuertaligeramente.
—¿Tessa?Pasa—diceconunasonrisa.
—Lamentomolestarlo,peroqueríasabersitendríaunosmomentosparahablar—
pregunto.Mehaceungestoconlamanoparaquemesiente—.Heestadopensando
mucho en Seattle. ¿Habría alguna posibilidad de trasladarme allí? Si es demasiado
tardeloentenderé,peromegustaríamuchoir.Trevormelocomentó,yhepensado
queseríaunagranoportunidadparamísi…
Christianlevantalasmanos,seechaareírymedetiene:
—¿Deverdadquieresir?—preguntaconunasonrisa—.Seattleesunlugarmuy
distinto de éste. —Sus ojos verdes son amables, pero tengo la sensación de que no
estádeltodoconvencido.
—Sí,sinduda.Meencantaríair…—Yesverdad.Meencantaría.¿No?
—¿YHardin?¿Seirácontigo?—Setiradelnudodelacorbataparaaflojarseun
pocolatelaestampadaquerodeasucuello.
¿DeberíadecirlequeHardinseniegaair?¿Quesulugarenmifuturoesincierto
yqueesuncabezotayunparanoico?
—Aúnloestamoshablando—respondofinalmente.
Mijefememiraalosojos.
—MeencantaríaquevinierasaSeattleconnosotros—dice,yalinstanteañade—:
YHardintambién.Podríaveniryocuparsuantiguopuesto—sugiere,yseechaareír
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—.Siesquepuedemantenerlabocacerrada…
—¿Enserio?
—Sí,porsupuesto.Deberíashaberlodichoantes.—Jugueteaconsucorbataun
pocomáshastaquealfinalselaquitadeltodoyladejasobrelamesa.
—¡Muchísimasgracias!¡Seloagradezcoenormemente!—digoconsinceridad.
—¿Haspensadocuándopodríastrasladarte?Kim,Trevoryyonosiremosdentro
de un par de semanas, pero tú puedes venir cuando estés lista. Sé que tendrás que
hacereltrasladodeexpediente.Teayudaréentodoloquepueda.
—Dossemanasseránsuficientes—respondosinpensar.
—Genial,esoesestupendo.Kimsepondrámuycontenta.—Sonríeyveocómo
desvíalamiradahacialafotoquetienedeellosdosjuntossobrelamesa.
—Gracias otra vez, significa mucho para mí —le digo antes de salir de su
despacho.
Seattle.
Dossemanas.
¡VoyamudarmeaSeattledentrodedossemanas!Estoypreparada.
«¿Verdad?»
Por supuesto que sí. Llevo años aguardando este momento. Es sólo que no
esperabaquesucedieratanpronto.
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CAPÍTULO110
Tessa
MientrasaguardofrentealapartamentodeZed,esperoquenotardemucho.Necesito
hablarconél,ymehadichoqueveníadecaminodesdesutrabajo.Meheparadoa
cogeruncaféparamatarunpocoeltiempo.Alcabodeunosminutos,sedetieney
tocaelclaxondesucamioneta,quehaceunruidotremendo.Cuandosaledeella,va
tan bien vestido con unos vaqueros negros y una camiseta roja con las mangas
recortadasqueporunmomentomedistraigodemiobjetivo.
—¡Tessa!—exclamaconunaampliasonrisa,ymeinvitaaentrarensucasa.
Mesirveuncaféamíyunrefrescoparaélypasamosalsalón.
—Zed,creoquetengounacosaquecontarte.Peroquieroqueantesmerespondas
aalgo—ledigo.
Secolocalasmanosdetrásdelacabezayseapoyaenelrespaldodelsofá.
—¿Essobrelafiesta?
—¿Fuiste? —pregunto, dejando por un momento mis noticias a un lado. Me
sientoenelsillónquehayenfrentedelsofá.
—Sí, fui un rato, pero me marché cuando aparecieron esas strippers. —Zed se
rascaelcuello.Semecortalarespiración.
—¿Strippers? —grazno, y dejo mi taza de café sobre la mesa auxiliar para no
derramarmeellíquidocalienteencima.
—Sí, todo el mundo estaba muy borracho, y encima habían contratado a esas
chicas.Amínomevaeltema,asíquemelargué.—Seencogedehombros.
¿MientrasyolepreparabaaHardinunatartaypensabaenpasarsucumpleaños
conél,élestabaemborrachándoseconunasstrippers?
—¿Pasóalgomásenlafiesta?—inquierocambiandodetemaotravez.
Nomepuedoquitaralasstrippersdelacabeza.¿Cómopudodejarmeplantada
poreso?
—No, nada del otro mundo. Fue una fiesta como las demás. ¿Has hablado con
Hardin? —pregunta con la mirada fija en su lata de refresco sin dejar de mover la
anilladeunladoaotro.
—No,esque…—Noquieroadmitirqueanochemedejótirada.
—¿Quéibasadecir?—preguntaZed.
—Medijoqueibaavenir,peronosepresentó.
—Quécapullo.—Sacudelacabeza.
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—Lo sé, y ¿sabes qué es lo peor? Que lo habíamos pasado realmente bien en
nuestracita,ycreíaqueibaaempezaratratarmecomounaprioridad.
Cuandolomiro,losojosdeZedestáncargadosdecompasión.
—Peroprefirióquedarseenunafiestaairaverte—añade.
—Sí…—Noséquéotracosadecir.
—Creoqueesodemuestraquéclasedepersonaes,yquenovaacambiar.
«¿Tendrárazón?»
—Losé.Essóloquemehabríagustadoquehubiesehabladoconmigooqueme
hubiese dicho que no quería venir en lugar de dejarme ahí plantada durante horas,
esperándolo.
Misdedosempiezanajuguetearconlosbordesdelamesa,yapelarlamadera
desportillada.
—Creoquenodeberíasdecirlenadaalrespecto.Sicreyeraquemereceslapena,
habríaaparecidoenlugardedejarteesperando.
—Sé que tienes toda la razón, pero ése es el principal problema: que nunca
hablamos las cosas. Llegamos a nuestras propias conclusiones y acabamos
gritándonoshastaqueunodelosdossemarcha—explico.
Sé que Zed sólo intenta ayudar, pero quiero que Hardin me explique, a la cara,
porquépasarelratoconunasstripperseramásimportantequeyo.
—Creíaqueyanoteníaisunarelación…—reponeél.
—Latenemos…,bueno,no,pero…
Ni siquiera sé cómo explicarlo. Estoy mentalmente agotada, y a veces la
presenciadeZedmeconfundemástodavía.
—Esodependedeti,peroojaládejarasdemalgastareltiempoconél.—Suspiray
selevantadelsofá.
—Losé—susurro,ymiromiteléfonoparaversitengoalgúnmensajedeHardin.
Nohayninguno.
—¿Tieneshambre?—mepreguntaZedentoncesdesdelacocina,yoigocómosu
latavacíaimpactacontraelcubodelabasura.
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CAPÍTULO111
Hardin
Esteapartamentoestávacíodelahostia.
Detestoestaraquísentadosinella.Echodemenosqueapoyelaspiernasenmi
regazo cuando estudia y lanzarle miradas furtivas mientras finjo trabajar. Echo de
menosquemepincheenelbrazoconelboliinsistentementehastaqueseloquitoy
losostengoporencimadesucabeza.Entoncessehacíalaenfadada,peroséquesólo
me estaba provocando para que le prestara atención. Cuando se subía a mi regazo
paraquitarmeelobjetodelasmanos,lacosasiempreacababadelamismamanera,
siempre,locual,obviamente,meencantaba.
—Joder —digo en voz alta, y dejo la carpeta de anillas a un lado. No he
conseguidohacernadahoy,niayer,nienlasúltimasdossemanas.
Aúnmecabreaquenomecontestaraanoche,peronecesitoverlamásquetodas
lascosas.Estoysegurodequeestaráencasademipadre,asíquedeberíapasarme
porallíyhablarconella.Silallamo,puedequenoconteste,yesosóloalimentarámi
ansiedad,asíquemejormeacercaréallí.
Sé que se supone que tengo que darle espacio, pero, en serio…, a la mierda el
espacio.Amínomeestáfuncionando,yesperoqueaellatampoco.
CuandollegoacasademipadresoncasilassieteyveoqueelcochedeTessano
está.
«Pero¿quécoño…?»
HabráidoacompraroalabibliotecaconLandonoalgunaotracosaporelestilo.
Sinembargo,cuandoentromeencuentroamihermanastrosentadoenelsofáconun
librodetextosobrelaspiernas.Genial.
—¿Dóndeestá?—lepreguntoencuantoirrumpoenelsalón.
Estoyapuntodesentarmeasulado,peroalfinaldecidoquedarmedepie.Seme
haríararodecojonessentarmeconél.
—No lo sé, hoy no la he visto —responde levantando apenas la mirada de sus
libros.
—¿Hashabladoconella?—lepregunto.
—No.
—¿Porquéno?
—¿Porquéibaahacerlo?Notodoelmundolaacosa—mediceconunasonrisa
enlacara.
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—Vetealamierda—resoplo.
—Nosédóndeestá,deverdad—asegura.
—Bien,entoncessupongoquelaesperaréaquí.
Entroenlacocinaymesientosobrelaencimera.Queahoramellevealgomejor
conLandonnosignificaquevayaaquedarmeahíamirarcómohacelosdeberes.
Delantedemíhayunamasadechocolateconunasvelasencimaconelnúmero
«13».¿Eslatartadecumpleañosdealguien?
—¡¿Paraquiénesestamierdadetarta?!—grito.Nosedistingueelnombre,sies
queesunnombreloqueponeconglaseadoblanco.
—Esamierdadetartaeraparati—merespondeKaren.
Cuandomevuelvo,veoquememiraconunasonrisasarcástica.
Nisiquieralahabíavistoentrar.
—¿Paramí?Pone«13».
—Eranlasúnicasvelasquetenía,yaTessalehizogracia—medice.Sutonome
indicaquealgonovabien.¿Estáenfadadaoalgo?
—¿Tessa?Noentiendonada.
—Lahizoanocheparatimientrasteesperaba.
Miro la espantosa tarta y me siento como un auténtico capullo. ¿Por qué iba a
prepararmeunatartasinisiquieramehabíapedidoqueviniera?Nuncaentenderéa
esachica.Cuantomásmirolatarta,másencantadorameparece.Admitoquenote
entra por los ojos precisamente, pero puede que anoche, recién hecha, sí que fuera
bonita.
Melaimaginoriéndosemientrascolocabalasvelasconlaedadequivocadaenla
coberturadechocolate.Melaimaginolamiendolamasadelacucharayarrugandola
narizmientrasescribíaminombre.
Ellamepreparóunajodidatartayyomefuiaesamierdadefiesta.¿Sepuedeser
másgilipollas?
—¿Adóndehaido?—lepreguntoaKaren.
—Notengoniidea,ynosésivaaveniracenar.
—¿Puedoquedarme?—lepregunto.
—Porsupuestoquepuedes.Esonisepregunta.—Sevuelveconunasonrisa.
Su sonrisa es un reflejo perfecto de su carácter. Debe de pensar que soy un
capullo,yapesardeellomesonríeymeinvitaaquedarmeensucasa.
Paracuandollegalahoradecenar,estoydesesperado.Noparoderevolvermeenmi
asientoydemirarporlaventanacadapocossegundos.Considerollamarlamilveces
hastaquemeconteste.Meestoyvolviendoloco.
MipadrehablaconLandonsobrelapróximatemporadadebéisbol;ojalácerraran
laputaboca.
«¿Dóndecojonesestá?»
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Alfinal,sacomiteléfonoparamandarleunmensaje,yjustoenesemomentooigo
queseabrelapuerta.Mepongodepiealinstanteytodoelmundomemira.
—¿Qué?—lesespeto,ymedirijoalsalón.
Sientounaliviotremendocuandolaveoentrarcargandounmontóndelibrosylo
queparecelacartulinadeunapresentaciónenlasmanos.
Encuantomeve,losobjetosempiezanacaérselealsuelo.Corroparaayudarlaa
recogerlos.
—Gracias.—Mequitaloslibrosdelasmanosyempiezaasubirlaescalera.
—¿Adóndevas?—lepregunto.
—A dejar mis cosas… —Se vuelve para responder, pero me da la espalda otra
vez.
Cualquierotrodíahabríaempezadoadecirledetodopornocogermeelteléfono
pero,porunavez,quierosaberquélepasasingritar.
—¿Vasacenaraquí?—lepregunto.
—Sí—contestasinvolversesiquiera.
Memuerdolalenguayregresoalcomedor.
—Bajaráenseguida—digo,yjuraríaquehevistoaKarensonreír,peroelgesto
desaparecedesurostroencuantolamiro.
LosminutossemehacenhorashastaqueTessaporfintomaasientoamiladoen
lamesa.Esperoqueelhechodequesehayasentadojuntoamíseaunabuenaseñal.
Minutosdespués,sinembargo,medoycuentadequenoesasí,yaquenomeha
dirigidolapalabrayapenashacomidonada.
—YatengotodoelpapeleodeltrasladoalaNYUsolucionado,todavíanomelo
creo—diceLandon,ysumadresonríeconorgullo.
—Allínotendrásdescuentoporserfamilia—bromeamipadre,perosóloseríe
sumujer.
Tessa y Landon sonríen y fingen reír por educación, pero sé que no les hace
gracia.
Cuandomipadrellevalaconversacióndenuevohastalosdeportes,encuentroel
momentoparahablarconTessa.
—Hevistolatarta…Nosabíaque…—empiezoasusurrar.
—Déjalo. Ahora, no, por favor. —Frunce el ceño y señala con la mano a los
demás.
—¿Despuésdecenar?—pregunto,yellaasiente.
Meponedelosnerviosvercómopicotealacomida.Medanganasdemeterleel
tenedor lleno de patatas en la boca. Por eso tenemos problemas, porque sueño
despierto con obligarla a comer a la fuerza. Mi padre no para de intentar que
conversemos todos hablando de cosas triviales y haciendo bromas sin gracia. Hago
todoloposibleporhacercomosinoestuvierayterminodecenar.
—Estaba delicioso, cariño —elogia mi padre a Karen cuando ella comienza a
recoger la mesa. Después mira a Tessa, y luego a su mujer otra vez—. Cuando
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termines con eso, ¿qué tal si os llevo a Landon y a ti a comer un helado a Dairy
Queen?Hacetiempoquenovamos…
Karenasienteconfingidoentusiasmo,yLandonseponeenpieparaayudarla.
—¿Podemoshablar,porfavor?—mepreguntaTessparamisorpresacuandose
levanta.
—Sí,claro—asiento.
Lasigohastaelpisodearriba,hastaelqueesahorasucuarto.Noestoysegurode
simevaagritaroallorarcuandolaveoquecierralapuertaenelmomentoenque
entro.
—Hevistolatarta…—Decidointervenirprimero.
—¿Ah,sí?—dicecomosininterés,ysesientaenelbordedelacama.
—Sí…Hasido…muyamableportuparte.
—Ya…
—Siento haber ido a la fiesta en vez de pedirte que pasaras mi cumpleaños
conmigo.
Tessa cierra los ojos durante unos segundos y respira hondo antes de volver a
abrirlos.
—Vale—diceconvozmonótona.
Sumanerademirarporlaventanasinemociónalgunaenelrostromeponelos
pelosdepunta.Escomosialguienlehubieraabsorbidolavida…
Yalguienlohahecho.
Yo.
—Lo siento mucho. No sabía que quisieras verme, dijiste que tenías cosas que
hacer.
—¿Cómo pudiste pensar eso? Estuve esperándote durante dos horas. Me dijiste
que tardarías media hora. —Su voz sigue sin denotar emoción, y se me empieza a
erizarelvellodelanucaalescucharla.
—¿Dequéestáshablando?
—Me dijiste que vendrías, y no lo hiciste. Así de simple. —Ojalá me estuviera
gritando.
—Yonotedijequefueseavenir.Tepreguntésiqueríasveniralafiesta,temandé
unmensajeyteintentéllamar,peronomecontestasteniaunacosanialaotra.
—Vaya.Debíasdeestarmuyborracho—dicelentamente.
Meacercoymecolocodelantedeella.
Tess ni siquiera me mira. Su mirada perdida me resulta perturbadora. Estoy
acostumbradoasuira,asucabezonería,asuslágrimas…peroaestono.
—¿Quéquieresdecir?Tellamé…
—Sí,amedianoche.
—Sé que no soy tan listo como tú, pero la verdad es que ahora mismo estoy
totalmenteconfundido—ledigo.
—¿Porquécambiastedeidea?¿Porquénovinistealfinal?—mepregunta.
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—No sabía que tenía que venir. Te escribí y te puse «Hola», pero no me
contestaste.
—Sí te contesté, y tú a mí. Me dijiste que no te estabas divirtiendo y me
preguntastesipodíasvenir.
—Noesverdad.—«¿Bebióellaanoche?»
—Claroquesí—replica.
Sostieneelteléfonoenelaireyseloquitodelasmanos.
Unamierda.¿Puedoiraverte?
Sí.¿Cuántotardas?
Mediahora
«Pero¿quécoño…?»
—Yonoenviéesosmensajes—meapresuroadecir.Intentoreproducirlanoche
entera en mi mente. Ella no dice nada y se limita a mirarse las uñas—. Tessa, si
hubierapensadoporunsegundoquemeestabasesperando,habríavenidoparaestar
contigo.
—¿Meestásdiciendoenserioquenomeescribistecuandoacabodedemostrarte
quesílohiciste?—diceconincredulidad,casiriéndose.
Necesitoquemegrite.Almenoscuandomegritaséqueleimporto.
—Tedigoquenofuiyo—leladro.
Ellasequedaensilenciounosinstantes.
—Entonces¿quiénlohizo?—dicealcabo.
—Nolosé…Joder,nolosé…¡Zed!¡Claro!¡FueelputoZed!
Esecabrónmedevolvióelteléfonocuandomelodejéenelsofá.Leescribiríaa
Tessahaciéndosepasarpormíparaquesepasaralanocheesperándome.
—¿Zed?¿EnseriovasaculparaZeddeesto?
—¡Sí!¡Esoesjustoloquevoyahacer!Sesentóenelsofácuandoyomelevanté,
ydespuésmedevolviómiteléfono.Séquefueél,Tessa—ledigo.
Susojosdestellanconconfusión,yporunsegundoséquemecree,perosacudela
cabeza.
—Nosési…—Pareceestarhablándoseasímisma.
—Yojamástediríaquevoyavenirparaluegonoaparecer,Tess.Meheestado
esforzando mucho, muchísimo, para demostrarte que puedo cambiar. No te dejaría
plantadaasí,yano.Esafiestaeraunasco,ymesentíacomounamierdaallísinti…
—¿Ah,sí?—Subeeltonoyselevantadelacama.
«Alláva.»
—¡¿Tesentíascomounamierdarodeadodestrippers?!—chilla.
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«Mierda.»
—¡Sí!¡Melarguéencuantoaparecieron!Unmomento…,¿cómosabeslodelas
strippers?
—Y¿esoquéimporta?—medesafía.
—¡Claroqueimporta!Telohadichoél,¿verdad?¡TelohadichoZed!¡Teestá
llenandolacabezademierdaparaponerteenmicontra!—legrito.
Sabía que tramaba algo, pero no pensé que fuese a caer tan bajo. Le mandó
mensajesdesdemiteléfonoydespuésloseliminó.¿Estancapullocomoparavolver
aentrometerseenmirelación?Voyabuscaraeseniñatoy…
—¡Noesverdad!—chillainterrumpiendomiira.
«¡Hostiaputa!»
—Vale,llamemosatuqueridoZedypreguntémosle.
Cojosuteléfonodenuevoybuscosunombre.Lotieneensulistadefavoritos.
Malditasea,quieroestamparelteléfonocontralaputapared.
—¡Nolollames!—meruge,peronolehagocaso.
Nocontesta.¡Cómono!
—¿Quémástehacontado?—Estoyqueechohumo.
—Nada—miente.
—Mientesfatal,Tessa.¿Quémástehacontado?
Secruzadebrazosymefulminaconlamirada.Yoesperosurespuesta.
—¿Ybien?—insisto.
—QueestuvisteconJacelanochequemequedéensucasa.
Mifuriaamenazaconsacarlopeordemí.
—¿QuieressaberquiénserelacionaconJace,Tess?¡ElputoZed!Salentodoel
tiempo.Fuiallíparapreguntarleporvosotrosdos,yaqueparecequederepenteahora
quierescohabitarconél.
—¿«Cohabitar con él»? ¡No estaba cohabitando con nadie! ¡Me quedé allí esas
nochesporquedisfrutodesucompañíaysiempremetratabien!¡Nocomotú!—Da
unpasohaciamí.
Quería que me gritase, y ahora no para, pero prefiero esto a verla ahí parada,
comositodoleimportaraunamierda.
—No es tan bueno como crees, Tessa. ¿Es que no lo ves? Te está llenando la
cabezademierdaparaconseguirte.Quierefollarte,esoestodo.Notelocreastantoy
pienses que… —Me detengo. Quería decir la parte sobre Zed, no el resto—. No
pretendíadeciresoúltimo—digointentandoavivarsuira,nosutristeza.
—Porsupuestoqueno.—Ponelosojosenblanco.
NomepuedocreerqueestemosteniendoestadiscusiónsobreZed.Estoesuna
putamierda.Ledijequesealejaradeél,peroesunacabezotaynuncaescuchaloque
ledigo.
Almenosmehadichoquenoseacostóconélcuandosequedóensucasaesa…
¿«esasnoches»?
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—¿Cuántas noches te has quedado en su casa? —le pregunto, esperando haber
oídomal.
—Yalosabes.—Sucabreoaumentaacadasegundoquepasa,yelmíotambién.
—¿Podemos,porfavor,intentarhablardeestoconcalma?Porqueestoyapunto
deperderlospapelesyesononosvaatraernadabuenoanadie—pidojuntandolos
dedosparamostraraquémerefiero.
—Loheintentado,perotú…
—¡¿Tequierescallarunmomentoyescucharme?!—grito,ymepasolosdedos
porelpelo.
Y,paramisorpresa,hacejustolocontrariodeloquepensabaqueibaahacer.Se
dirigealacama,sesientaycierraelpico.
No sé qué decir ni cómo empezar, porque no esperaba que de verdad quisiera
escucharme.
Me acerco y me quedo delante de ella, que levanta la vista y me mira con una
expresióndifícildeinterpretar.Mepaseodeunladoaotrounossegundosyentonces
medetengoparahablar.
—Gracias. —Suspiro con alivio y frustración—. A ver…, todo esto es muy
retorcido.Pensastequetehabíapedidoveniraverteyquedespuéstedejéplantada.
Noobstante,yadeberíassaberqueyonoharíaeso.
—¿Ah,sí?—meinterrumpe.
Nosécómoesperoquelosepadespuésdetodoloquelehehecho.
—Tienesrazón…,perocállate—digo,yponelosojosenblanco—.Lafiestafue
unaputamierda—continúo—,ysitúnohubiesesqueridoquefuera,nohabríaido.
Nobebínada.Bueno,enrealidadmetoméunacopa,peroesofuetodo.Nohablécon
ningunaotrachica,apenashabléconMolly,ydesdeluegonoestuvedefiestaconlas
strippers.¿Porquécojonesibaaquererestarconunastripperscuandotetengoati?
Su mirada se suaviza y ya no me observa como si quisiera cortarme la maldita
cabeza.Algoesalgo.
—Bueno,notetengo…,peroestoyintentandorecuperarte—digo—.Noquiero
estarconnadiemás.Y,loqueesmásimportante,tampocoquieroquetúloestés.No
séporquénaricestefuisteconZed,séquetetratabienybla,bla,bla…,peroesmala
persona.
—Nohahechonadaparahacermepensareso,Hardin—insiste.
—Temandómensajesdesdemiteléfonofingiendoqueerayo.Ytedijoadredelo
delasstrippers…
—Nosabessifueélquienmemandólosmensajes.Ylaverdadesquemealegro
desaberlodelasstrippers.
—Telohabríacontadoyosimehubierascontestadocuandotellamé.Noteníani
idea de qué pasaba, ni sabía que me habías preparado una tarta ni que me estabas
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esperando.Yaesbastantedifícilconseguirqueveasqueestoyhaciendounesfuerzo
como para que venga él a interponerse entre nosotros y a meterte estas ideas en la
cabeza.
Ellasequedacallada.
—¿Adóndenosllevaesto,Tess?Necesitosaberloporquetodaestasituaciónme
estámatando,ynopuedoseguirdándoteespacio.
Mearrodillodelantedeellaymisojosencuentranlossuyosmientrasaguardouna
respuesta.
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CAPÍTULO112
Tessa
NoséquéhacerniquédecirleaHardinenestosmomentos.
Unapartedemísabequenomeestámintiendoconrespectoalodelosmensajes,
peronocreoqueZedfueracapazdehacermeeso.Acabodehablarconélsobretodo
loquehaocurridoconHardinysehamostradotanamableycomprensivo…
PeroHardinescomoes.
—¿Puedesdarmeunarespuesta?—meinsiste,aunqueconvozsuaveypausada.
—No lo sé. Yo también estoy harta de esta situación. Es agotador, y no puedo
más.Deverdadquenopuedo—ledigo.
—Peroyonohehechonadamalo.Estábamosbienhastaayer,ynadadeloqueha
pasado es culpa mía. Sé que siempre lo es, pero esta vez no. Lamento no haber
pasado mi cumpleaños contigo. Sé que debería haberlo hecho, y lo siento —dice
Hardin.
Apoya las palmas de las manos en los muslos mientras se postra de rodillas
delantedemí,nosuplicándomecomoantes,sinoesperando.
Simeestádiciendolaverdadynofueélquienmemandólosmensajes,cosaque
creo,estohasidosólounmalentendido.
—Pero ¿cuándo va a parar todo esto? Ya me he cansado. Lo pasé genial en
nuestra cita, pero luego no quisiste entrar cuando te lo pedí. —Me ha estado
preocupandoelhechodequerechazaramiinvitación,peronoqueríasacareltema.
—Noquiseentrarporqueestabaintentandodarteespacio,siguiendoelconsejode
Landon. Está claro que se me da fatal, pero creía que si te concedía un poco de
espaciotendríastiempoparapensarentodoestoytepondríalascosasmásfáciles—
medice.
—Nomeresultamásfácil,peronosetratasólodemí.Tambiénsetrata
deti—ledigo.
—¿Qué?—preguntaconfundido.
—Quenosoylaúnicaenestasituación.Paratitambiéndebedeseragotador.
—¿A quién le importa una mierda lo que me pase a mí? Yo sólo quiero que tú
estésbienyquesepasquedeverdadestoyhaciendounesfuerzo.
—Losé.
—¿Quésabes?¿Quemeestoyesforzando?—pregunta.
—Eso,yamísímeimportaloquetepase—lecontesto.
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—Entonces ¿qué hacemos, Tessa? ¿Estamos bien ahora? ¿Vamos en la buena
dirección?—Levantalamanoylacolocaenmimejilla.
Memiraesperandomiaprobación,ynolodetengo.
—¿Por qué estamos tan locos los dos? —susurro cuando me acaricia el labio
inferiorconelpulgar.
—Yonoloestoy.Perotúsí,desdeluego.—Sonríe.
—Túestásmáslocoqueyo—replico,yélseacercaentonceslentamente.
EstoycabreadaconHardinporhacerqueloestuvieraesperandoanoche,aunque
sesuponequeélnotuvonadaqueverconeso.Mefastidiaverquenoacabamosde
llevarnosbien,peroesossentimientosnosonnadaencomparaciónconlomuchoque
loechodemenos.Echodemenosnuestracercanía.Echodemenosvercómocambia
sumiradacuandomemira.
Tengoqueadmitirmisfaltasymiresponsabilidadentodoestedesastre.Séque
soyunacabezota,yquepensarsiemprelopeordeélnoayudadespuésdelomucho
queséqueseestáesforzando.Noestoypreparadaparatenerunarelaciónconél,pero
notengomotivosparaestarenfadadaporlodeanoche.O,almenos,esoespero.
Noséquépensar,peronoquieropensarenestosmomentos.
—No—susurraconsubocaapenasaunoscentímetrosdelamía.
—Sí.
—Cállate.
Pega los labios a los míos con extrema precaución. Apenas me rozan mientras
colocalasmanosenmismejillas.
Sulenguatanteamilabioinferiorymequedosinrespiración.Abroligeramente
labocaparaintentartomaralgodeaire,peronohay.Nohaynada.Sóloél.Tirodesu
camisetaparalevantarlodelsuelo,peroélnocedeycontinúabesándomelentamente.
Suritmoinsoportablementelentomeestávolviendoloca,ymelevantodelbordede
lacamaparareunirmeconélenelsuelo.
Susbrazosenvuelvenmicinturaylosmíoshacenlopropioconsucuello.Intento
empujarlohaciaatrásparasubirmeencimadeélpero,unavezmás,nocede.
—¿Quépasa?—pregunto.
—Nada,esquenoquierollegardemasiadolejos.
—¿Porquéno?—lepreguntopegadaasuslabios.
—Porque tenemos mucho que hablar, no podemos meternos en la cama sin
resolvernada.
«¿Qué?»
—Peronoestamosenlacama.Estamosenelsuelo.—Parezcodesesperada.
—Tessa…—Meapartadenuevo.
Merindo.Melevantoyvuelvoasentarmeenlacama.Élmemiraconunosojos
comoplatos.
—Sóloestoyintentandohacerlocorrecto,¿vale?—dice—.Quierofollarcontigo,
teloaseguro.Joder,vayasiquiero.Pero…
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—Tranquilo.Dejadehablardeello—leruego.
Sé que probablemente no sea muy buena idea, pero no pretendía que nos
acostásemossíosí.Sóloqueríaestarmáscercadeél.
—Tess.
—Déjalo,¿vale?Yalohepillado.
—No,esobvioqueno—diceconfrustración,yseponedepie.
—Estonosevaasolucionarnunca,¿verdad?Lascosassiempreseránasíentre
nosotros. Ahora sí y ahora no, te cojo y te dejo. Tú me deseas, pero cuando yo te
deseo,meapartas—digoesforzándomepornollorar.
—No…,esonoesverdad.
—Pues es lo que parece. ¿Qué quieres de mí? Quieres que crea que estás
intentandodemostrarquepuedescambiarpormí,yluego¿qué?
—¿Quéquieresdecir?
—¿Despuésdeesoquévaapasar?
—No lo sé… Todavía no hemos llegado a ese punto siquiera. Quiero seguir
saliendocontigoyhacertereírenvezdellorar.Quieroquemequierasotravez.—
Tienelosojosvidriososynodejadeparpadear.
—Tequieromuchísimo—leaseguro—.Peroconesonobasta,Hardin.Elamor
no lo puede todo como pretenden hacerte creer las novelas. Siempre hay muchas
complicaciones,yesascomplicacionesestánganándolelabatallaalamorquesiento
porti.
—Losé.Lascosassoncomplicadas,peronoserásiempreasí.Nosomoscapaces
dellevarnosbienniundíaentero,nosgritamosynospeleamosydespuésdejamosde
hablarnoscomosituviésemoscincoaños.Actuamospordespechoydecimosloque
noqueremosdecir.Complicamoscosasquenotienenporquésercomplicadas,pero
podemossolucionarlo.
Noséadóndenosllevaesto.MealegrodequeHardinyyoestemosmanteniendo
unadiscusiónbastantecivilizadasobretodoloquehasucedido,peronopuedopasar
poraltoelhechodequenoapoyarámidecisióndeiraSeattle.
Ibaadecírselo,perotengomiedodeque,silohago,vayaahablarconChristian
otravezy,sinceramente,siHardinyyovamosaseguirintentandoreconstruirnuestra
relaciónoloqueseaqueestamoshaciendo,esosólocomplicarámáslascosas.
Si realmente somos capaces de hacer que esto funcione, no importará si estoy
aquíoadoshorasdedistancia.Nomeeducaronparaquedejaraqueningúnhombre
dictaramidestino,pormuyprofundoqueseamiamorporél.
Séperfectamenteloquesucederá:sepondráhechounafuriaysaldrácorriendoa
buscaraChristian,oaZed.SobretodoaZed.
—Si finjo que las últimas veinticuatro horas no han pasado, ¿me prometes una
cosa?—lepregunto.
—Loquequieras—seapresuraacontestar.
—Nolehagasdaño.
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—¿AZed?—preguntacontintesdeodioenlavoz.
—Sí,aZed—leaclaro.
—No,deesonada.Novoyaprometerteeso.
—Hasdicho…—empiezo.
—No, no vayas por ahí. Está causándonos muchísimos problemas y no pienso
quedarmedebrazoscruzados.Nidecoña.—Comienzaapasearsedeunladoaotro.
—No tienes ninguna prueba de que haya sido él, Hardin. Y pelearos no va a
solucionarnada.Dejaquehableconély…
—¡No,Tessa!Yatehedichoquenoquieroqueteacerquesaél.Novoyavolver
arepetírtelo—ruge.
—Novasadecirmeconquiénpuedoonohablar,Hardin.
—¿Qué más pruebas necesitas? ¿No te basta con el hecho de que te escribiera
desdemimóvil?
—¡Nofueél!Élnoharíaalgoasí.
Nocreoquefueracapaz.¿Osí?
Detodosmodos,piensopreguntárselo,peronomeloimaginohaciéndomeeso.
—Eresliteralmentelapersonamásingenuaqueheconocidoenmivida—replica
—,ymejodeunmontón.
—¿Podemosdejardediscutir,porfavor?
Mesientodenuevoenlacamayentierroelrostroentrelasmanos.
—Puesdimequetemantendrásalejadadeél.
—PuesdimequenotepelearásconZedotravez—lecontesto.
—Siaccedo,¿temantendrásalejadadeél?
Noquierodarmibrazoatorcer,perotampocoquieroqueHardinlepegue.Todo
estomeestádandodolordecabeza.
—Sí.
—Ycuandodigoquetemantengasalejadadeélmerefieroanadadecontactoen
absoluto.Nimensajes,nivisitasaledificiodeciencias…,nada—dice.
—¿Cómosabesqueheestadoallí?—lepregunto.¿Acasomehavistoentrar?
Se me acelera el corazón al pensar que Hardin me vio entrar con Zed en el
invernaderollenodeesasfloresluminosas.
—Natemedijoquetehabíavisto.
—Ah.
—¿Hayalgomásquequierasdecirme,ahoraqueaúnseguimoshablandodeZed?
Porqueestaconversaciónsehaterminado.Noquierovolveraoírniunapalabramás
acercadeél—diceHardin.
—No—miento.
—¿Estássegura?—insiste.
No quiero contárselo, pero debo hacerlo. No puedo esperar honestidad por su
partesiyonolepagoconlamismamoneda.
Cierrolosojos.
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—Lohebesado—susurroconlaesperanzadequenomehayaoído.
Sinembargo,cuandotiraloslibrosdelescritorio,séquesílohahecho.
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CAPÍTULO113
Tessa
AbrolosojosymiroaHardindesdelacama,peroélnomedevuelvelamirada.Creo
queapenasesconscientedequeexisto.Susojosestánfijosenloslibrosquehatirado
alsueloytienelospuñoscerradosaloslados.
—Lo he besado, Hardin —digo para hacer que vuelva conmigo desde
dondequieraqueesté.
Enlugardemirarme,segolpeavariasveceslafrenteconfrustraciónymimente
intentabuscarunaexplicaciónquedarle.
—Yo…,tú…¿Porqué?—balbucea.
—Creía que te habías olvidado de mí…, que ya no me querías. Y él estaba ahí
y…
Mi explicación no es justa, y lo sé. Pero no sé qué otra cosa decir. Mi mente
ordena a mis pies que se acerquen a él, pero éstos no hacen caso y permanezco
sentadaenlacama.
—¡Dejadedeciresamierda!¡Dejadedecirqueélestabaahí!¡Tejuroporloque
másquierasquecomovuelvaaoírlootraputavez…!
—¡Vale!Losiento,losiento,Hardin.Estabadolidayconfundida.Yélnoparaba
dedecirtodaslascosasqueyonecesitabaquetúmedijeras…
—¿Quétedecía?
NoquierorepetirnadadeloqueZedmehadicho,nodelantedeél.
—Hardin…—Meaferroalaalmohadacomoanclaje.
—¡¿Quétedecía?!—grita.
—Sólomedecíaloquehabríapasadosihubieraganadoéllaapuesta,sihubiera
salidoconélenlugardecontigo.
—Y¿quépensaste?
—¿Qué?
—¿Que qué pensaste al oír toda esa mierda? ¿Es eso lo que quieres? ¿Quieres
estarconélenvezdeconmigo?
Está a punto de estallar, y sé que está intentando controlarse con todas sus
fuerzas,peroelvapornoparadeaumentarlapresión.
—No,noesesoloquequiero.
Melevantodelacamaycaminohaciaélconpiesdeplomo.
—No.Noteacerquesamí.—Suspalabrasmedetienenenelacto.
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—¿Quémáshashechoconél?¿Hasfolladoconél?¿Lehascomidolapolla?
Me alegro inmensamente de que no haya nadie en casa para oír las asquerosas
acusacionesdeHardin.
—¿Qué?¡No!Sabesperfectamentequeno.Noséenquépensabacuandolobesé,
fuiunaestúpidaymesentímuymalcuandomeabandonaste.
—¿Que yo te abandoné? ¡Fuiste tú la que me dejó! ¡Y ahora me entero de que
ibasporelcampuspavoneándotecomounacualquiera!—grita.
Quierollorar,peronotengoderecho.Séqueestámuyheridoyenfadado.
—Sabes que no lo decía en ese sentido, y no me insultes —digo apretando el
respaldodelasilladelescritorio.
Hardinmedalaespaldaymedejasolaconmisentidodeculpabilidad.Noquiero
niimaginarcómomesentiríasihubierasidoélquienhubiesehechoestodurantelos
peores momentos de mi vida. No pensé en cómo se sentiría cuando lo hice. Di por
hechoqueélestabahaciendolomismo.
No quiero seguir presionándolo. Sé que cuando está así le cuesta controlar su
temperamento,yseestáesforzandomuchoparahacerlo.
—¿Quieresquemevayaytedejeasolas?—preguntodébilmente.
—Sí.
Noqueríaquesurespuestafueraafirmativa,perohagoloquemepideysalgode
lahabitación.Élnosevuelve.
No sé qué hacer, de modo que me apoyo contra la pared del pasillo. En cierto
modopreferiríaquemegritaraymeexigieraqueleexplicaraporquéhiceloquehice
enlugardequedarsemirandoporlaventanaypedirmequememarche.
Puede que ése sea nuestro problema: ambos somos adictos al dramatismo de
nuestrosdesacuerdos.Nocreoqueesoseacierto;hemosavanzadomuchodesdelos
comienzosdenuestrarelación,inclusoapesardequenoshemospasadomástiempo
peleándonosqueenpaz.Lamayoríadelasnovelasqueheleídomellevanapensar
quelasdiscusionessurgenydesaparecenenunabrirycerrardeojos,queunasimple
disculpa acabará con cualquier problema y que todo se solucionará en cuestión de
minutos. Las novelas mienten. Puede que por eso me gusten tanto Cumbres
borrascosas y Orgullo y prejuicio; ambas son tremendamente románticas a su
manera, pero revelan la realidad que se esconde detrás del amor ciego y de las
promesasparatodalavida.
Ésta es la realidad. Vivimos en un mundo en el que todos cometemos errores,
incluso la chica ingenua que suele ser víctima del temperamento y la falta de
sensibilidaddeunchico.Nadieesdeltodoinocenteenestavida,nadie.Yaquellos
quesecreenperfectossonlospeores.
Oigoungolpeenlahabitaciónymellevolamanoalabocacuandolosigueotro
yotromás.Hardinestádestrozandoelcuarto.Sabíaqueloharía.Deberíadetenerloy
evitar que siga destruyendo la propiedad de su padre pero, sinceramente, me da
miedohacerlo.Notemoquemehagadañofísicamente,sinolaspalabrasquepueda
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llegaradecireneseestado.Sinembargo,nopuedopermitirmetenermiedo.Puedo
conestasituación.Yo…
—¡¡¡Joder!!!—grita,yentroeneldormitorio.
MealegrodequeKensehayaidoconKarenyLandonatomarelpostrefuera,
peroojaláhubieraalguienaquíparaayudarmeadetenerlo.
Hardintieneuntrozodemaderaenlamano.Cuandoveounasillatiradajuntoa
su pie deduzco que se trata de una pata de la misma. Arroja por el aire la madera
oscuraysusojosverdesrefulgenconiraalverme.
—¿Quépartede«déjamesolo»nohasentendido,Tessa?
Respirohondoypermitoquesuspalabrasfuriosasmeresbalen.
—Novoyadejartesolo.—Mivoznotransmiteladeterminaciónquepretendía.
—Lárgate.Telodigoportubien—meamenaza.
Caminohaciaélymedetengoaunpardepasos.Hardinintentaretroceder,pero
laparedseloimpide.
—Novasahacermedaño—respondoasuvacíaamenaza.
—Esonolosabes.Yatelohehechoantes.
—Noapropósito.Tuconciencianotedejaríavivirsilohicieras.Losé.
—¡Notienesniputaideadenada!—chilla.
—Hablaconmigo—digoconcalma.Tengoelcorazónenunpuñomientrasveo
cómocierralosojosylosabredenuevo.
—Notengonadaquedecirte.Yanotequiero—replicaconvozentrecortada.
—Claroquemequieres.
—No,Tessa.Noquierotenernadaquevercontigo.Puedesirteconél.
—Noquieroestarconél.—Tratodenodejarquesusduraspalabrasmeafecten.
—Estáclaroquesí.
—No.Sólotequieroati.
—¡Y una mierda! —Golpea la pared con la mano abierta. Me sobresalto
ligeramente,peronomemuevo—.¡Lárgate,Tessa!
—No,Hardin.
—¿No tienes nada mejor que hacer? Vete con Zed. Vete a follar con él, me
importaunamierda.Yoharélomismo,créeme.Memarcharéymefollaréatodaslas
tíasquesemeponganpordelante.
Semellenanlosojosdelágrimas,peroélnolesprestaatención.
—Sólodicesesascosasporqueestásfurioso,nolaspiensasdeverdad.
Miraalrededordelahabitacióncomosiestuvierabuscandoalgo,loquesea,que
todavía esté por romper. No queda mucho intacto. Afortunadamente, la mayoría de
losobjetosquehansidodestruidossonmíos.Lacartulinaquehecompradoparael
trabajodeLandonestáhechaañicos.Lamaletallenadelibrosestátiradaenelsuelo,
y las novelas esparcidas por la moqueta. Ha arrancado algunas prendas de ropa del
armario,ylasilla,porsupuesto,tambiénestátiradayrota.
—Noquieronimirarte…,vete—diceconbrusquedad,aunqueahoraconuntono
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mássuave.
—Siento haberlo besado, Hardin. Sé que te he hecho daño, y lo siento
mucho.—Lomiro.
Élestudiamirostroensilencio.Meencojoligeramentecuandosupulgar
mesecalaslágrimasqueempapanmirostro.
—Notemas—susurra.
—Nolohago—digosusurrandotambién.
—Nosésivoyapodersuperaresto—añaderespirandodemaneraagitada.
Mispiernasflaqueanaloírlo.Creoquenunca,desdequenosdeclaramosnuestro
amor,mehabíaplanteadoqueHardinfueraelquecortaralarelaciónacausadeuna
infidelidad.ElbesoquelediaaqueldesconocidoenNocheviejanotienenadaque
ver con esto; se enfadó, y sabía que me montaría una escena, pero en el fondo
también sabía que pronto se le pasaría. No obstante, esta vez ha sido con Zed, con
quienmanteníaunamalarelaciónpormicausa;sehanpeleadovariasvecesyséque
nisiquierasoportaquehableconél.
NocreoquevolveratenerunarelaciónpropiamentedichaconHardinseabuena
ideaahoramismo,peronuestrosproblemashanpasadodeserporunfuturoinciertoa
esto.UnaslágrimasinvoluntariasescapandemisojosrebeldesyHardinfruncemás
elceño.
—Nollores—medice,ysusdedosseextiendenydescansancontramimejilla.
—Losiento—exhalo.Unaúnicalágrimacaesobremislabios,ylaretiroconla
lengua—.¿Aúnmequieres?—Necesitabapreguntárselo.
Séquesí,peronecesitodesesperadamenteoírselodecir.
—Porsupuestoquesí.Siempretequerré—meconsuelaconvoztranquilizadora.
Esunsonidocuriosamentehermoso:surespiraciónesagitadaylaboriosa,perosu
voztranquilaysuave,comounaimagendeolasfuriosasrompiendocontralaorilla
sinsonidoalguno.
—¿Cuándosabrásloquequiereshacer?—ledigo,temiendolarespuesta.
Hardinsuspiraypegalafrentecontralamía.Surespiraciónempiezaarelajarse
ligeramente.
—Nolosé.Parecequesoyincapazdeestarsinti.
—Yotampocopuedo—lesusurro—.Estarsinti.
—Parecequesomosincapacesdesolucionarnuestrosproblemas,¿verdad?
—Eso parece, sí. —Casi sonrío ante nuestro sosegado intercambio de palabras
despuésdelarrebatodehaceunosminutos.
—Venaquí.
Tirademisbrazosymeestrechacontrasupecho.
Es una sensación maravillosa, como volver a casa después de pasar una larga
temporada fuera, y cuando entierro la cara en su camiseta, su fragancia calma mi
corazón.
—Novuelvasaacercarteaél—diceconelrostrohundidoenmicabello.
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—Deacuerdo—accedosinpensar.
—Yestonosignificaquevayaadejarlocorrer,peroteechodemenos.
—Losé—contesto,pegándomemáscontraélhastaqueoigosuslatidosfuertesy
rápidos.
—Nopuedesirporahíbesándoteconlagentecadavezqueteenfadas.Noestá
bien,ynopiensotolerarlo.Tútepondríashechaunafuriasiyohicieralomismo.
Apartolacabezadesupechoyobservosurostrohostil.Despegolosdedosdel
finotejidodesucamisetayloshundoensussuavesrizos.
Sumiradaessevera,perosuslabiosligeramenteentreabiertosmeindicanqueno
me detendrá si tiro de su cabello para atraer su rostro hacia el mío. Si no fuera tan
alto,estoseríamuchomásfácil.Hardinsuspira,mebesaymeagarradelacintura
con más fuerza. Sus dedos descienden hasta mis caderas y vuelven a ascender y a
rodearmitalledenuevo.
Mislágrimassemezclanconsulaboriosarespiraciónenunaletalcombinaciónde
amor y deseo. Lo quiero infinitamente más de lo que lo deseo, pero ambos
sentimientossefundenyseintensificancuandoapartalabocadelamíapararecorrer
mimandíbulaymicuelloconsuscálidoslabios.Searrodillaparatenermejoracceso
amipielyyoapenaspuedomantenermedepiemientrasmemordisqueasuavemente
encima de lo que sería el hueso de la clavícula si estuviera tan delgada como la
sociedadquerríaqueestuviera.
Empiezo a retroceder hacia la cama y le tiro de la camiseta cuando intenta
protestar.Cede,resoplando,ymedaunbesofirmeenelcuello.Llegamosalacamay
nosdetenemosparamirarnosalosojos.
No quiero que ninguno de los dos diga nada que pueda fastidiar lo que hemos
empezado,demodoqueagarroelbordedemicamisetaymelaquitoporencimade
lacabeza.Surespiraciónseintensificadenuevo,estavezporlanecesidad,noporla
furia.
Dejo caer la prenda al suelo y alargo la mano para desvestirlo a él. Se quita la
suya y, cuando mis dedos nerviosos pero rápidos le desabrochan el cinturón y
deslizansusvaquerosporsusmuslos,seimpacientayusalapiernaqueyonoestoy
sosteniendoparaacabardedesprendersedeellos.
MesientodenuevoenlacamayHardinhacelopropiosindejardeacariciarmi
pieldesnudaconlosdedos.Nuestroslabiosseunenotravezysulenguaatraviesalos
míoslentamentealtiempoquesecolocasobremí,apoyandoelpesosobrelosbrazos.
Sientocómoseleponeduracontansólobesarnos.Levantoligeramentelacadera
delacamaylapegocontralasuyaparacrearfricciónentrenosotros,loqueprovoca
quedejeescaparungruñido.Sebajaelbóxerdeuntirónylodejaalaalturadesus
rodillas.Meaferroinmediatamenteasumiembroyoigocómosiseaenmioído.Mi
mano empieza a ascender y a descender alrededor de él. Me inclino y mi lengua
recorrelapuntadesupolla,ansiosaporprovocarmássonidosporsuparte.Levanto
lacabezaparamirarlaylaenvuelvootravezconlamano.
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—Tequiero—lerecuerdocuandogimecontramicuello.
Desplazaunamanohastamipechoytirasincuidadodelascopasdemisujetador
paradejarmissenosaldescubierto.
—Tequiero—respondeporfin—.¿Estásseguradequequiereshacerlo,contodo
lo que está pasando y teniendo en cuenta que no estamos juntos? —pregunta, y yo
asiento.
—Porfavor—leruego.
Acerca la boca a mi pecho y sus manos ascienden por mi espalda para
desabrocharmeelsujetadoryquitármeloporcompleto.Notosusdedosfríossobremi
piel.Sulengua,encambio,estácaliente,ylameávidamentemipezónatrapadoentre
susdientes.
Letirodelpeloyobtengounlevegemidoaltiempoquesubocasedesplazahacia
elotropecho.
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CAPÍTULO114
Hardin
Con tan sólo mirarla mientras se está desnudando ya estoy preparado para
introducirmeenella.Séquenuestrosproblemasnosehansolucionado,peronecesito
esto.Joder,losdoslonecesitamos.
Me bajo los vaqueros hasta los tobillos y me siento en la cama con ella, con la
exasperantechicaquemeharobadocadamilímetrodemiser,demicuerpoydemi
alma,ynoquieroquemelosdevuelva.Nisiquierameimportaloquehagaconellos.
Sonsuyos.Soysuyo.
Se me pone dura sólo de mirar su cuerpo desnudo. Aparto la boca de sus
preciosastetasúnicamenteeltiemposuficientecomoparasacaruncondón.Ellase
tumbabocaarribaconlaspiernasabiertas.
—Quieroverte—ledigo.
Ladea la cabeza, algo confundida, de modo que la agarro suavemente de los
brazos y la coloco encima de mí. Me encanta sentir su cuerpo encima del mío; fue
creadaparamí.
Tessa separa aún más los muslos, menea las caderas y restriega su humedad
contramipollatiesa.Estoyansiosoypreparado,perosumaneradedeslizarsesobre
mimiembrotrazandotentadorescírculosconlascaderasmeestávolviendoloco.
Introduzcolamanoentrenosotrosyleacaricioelclítorisconelpulgar.Ellajadea
yseagarraamicuelloconunamano.
Desciende sobre mí y ambos silbamos mientras la penetro. Joder, echaba de
menosesto.Echabademenoslonuestro.
—Meencantasentirtecuandotepenetro—ledigo,yobservocómoponelosojos
enblancodeplacer.
Comienzaamoverseencírculosdenuevomientrasadmirolaimagenquetengo
ante mí. Es preciosa y tremendamente sexi. Es exquisita. Jamás he visto nada, ni a
nadie,igual.Supechoesgeneroso,ysobresalecadavezquemenealascaderas.Me
encantavercómomemonta.
Cadavezseledamejorlodeestarencima.Recuerdolaprimeraocasiónquelo
intentó. No lo hizo mal, pero estaba muy nerviosa todo el tiempo. Ahora está al
mandoynopodríahacerlomejor.Esobvioquesesientecadavezmáscómodacon
sucuerpo,ymealegro.Essexiarabiar,ydeberíaserconscientedeello.
Levanto las caderas de la cama para recibir sus movimientos. Ella gime y abre
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unosojoscomoplatos.
—Tegusta,¿verdad,nena?Eresincreíble—laestimulo.
La agarro del brazo para inclinarla hacia mí. Por mucho que quiero observar
cómosucuerpoposeeelmío,minecesidaddebesarlaesmayor.Mibocaencuentrala
suyaymeencantaescucharsusgemidoscuandolabeso.
—Dimequésientes—digopegadoasuslabios,ylacojodelculoparameterlela
pollahastaelfondo.
—Meencanta…Hardin,meencanta—gime,yapoyalasmanosenmipechopara
soportarsupeso.
—Másrápido,nena.
Levantolamanoylecojounateta.Selaaprietoyseretuercedegusto,gimiendo.
Segundosmástarde,haceunamuecadedolorysedetiene.Entoncesmemiraa
losojos.
—¿Quépasa?—Intentoincorporarmeconellacontramipecho,sinapartarlade
mí.
—Nada…, es que la he sentido… más profunda, o algo. Te siento mucho más
adentro.—Seruborizaysuvozessuaveyllenadesorpresa.
—Y¿esoesbuenoomalo?—Levantolamanoparacolocarleelpelodetrásdela
oreja.
—Esbueno…Muybueno—dice,yponelosojosenblanco.
Hefolladoconestachicamuchasvecesya,ytodavíahaymuchascosassobreel
sexoquedesconoce.Hacermamadasnoesunadeellas.Esoseledademaravilla.
Muevo sus caderas de nuevo en un intento de encontrar ese punto otra vez, el
puntoqueharáquegriteminombreencuestióndesegundos.Meencantacómome
miramientraslasmenea,ysuforma,quenopodríasermásperfecta.Cuandoclava
lasuñasenmipechodesnudoséqueheencontradoelpunto.Setapalabocaconla
manoysemuerdelapalmaparanogritarmientraselevolascaderaspararecibirsus
movimientosypenetrarlamásdeprisa.
—Voyahacerquetecorrasasí—exhalo.
Esdemasiadoperfecta.Cierralosojosconfuerzaysusmovimientossevuelven
máslentos.
—Vasacorrerteya,¿verdad?¿Vasacorrerteparamí,nena?
—Hardin…—Gimeminombre,yeslarespuestacorrecta.
—Hostiaputa.—Nopuedoevitarmaldeciralvercómoarquealaespaldaycomo
cierrasusojosgrisesdenuevo.
Clavaenmipecholasuñasdelamanoconlaquenoseestátapandolabocay
siento cómo sus músculos se tensan a mi alrededor. Joder, es increíble. Altero el
ritmo y empiezo a moverme más despacio, aunque me aseguro de llegar lo más al
fondodeellaquepuedoconcadaembestida.
Séqueleencantacómolehablomientraslafollo.Estavez,prácticamentegrita
ensumanomientrasyollenoelcondón.
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—Hardin…—suspiramientrasapoyalacabezaenmipechojadeandosinparar.
—Nena…—respondo,yTessmemiraconunasonrisasoñolienta.
Respiroalmismoritmoqueellayhundolosdedosenlamasadesucabellorubio,
que cubre mi pecho. Sigo cabreado con ella, y con Zed, pero la quiero y estoy
intentandodemostrarlequeestoycambiando.Esinnegablequenuestracomunicación
hamejoradomuchísimo.
Se enfadará conmigo al menos una vez más a causa de Zed, pero tengo que
dejarleclaroqueTessaesmíayque,comovuelvaatocarla,lomataré.
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CAPÍTULO115
Tessa
Me recuesto sobre el torso de Hardin para recuperar el aliento. Nuestros torsos
desnudossubenybajanlentamentedebidoanuestroestadodedichaposcoital.Nose
mehahechotanrarocomocreía.Echabademenosdesesperadamenteintimarconél;
sé que puede que hacer el amor tan pronto, antes de haber llegado a ninguna
determinación, no sea muy buena idea, pero ahora mismo, mientras sus dedos
asciendenydesciendenacariciandomicolumna,mesientodemaravilla.
Nopuedodejardereproducirenmimentelaimagendesucuerpodebajodelmío,
elevando las caderas del colchón para llenarme por completo. Nos hemos acostado
muchasveces,peroéstahasidounadelasmejores.Hasidotanintenso,ysincero,y
cargadodedeseo…,no,denecesidadporelotro.
Hardinsehadejadollevarporsutemperamentohaceunrato,peroahoralomiro
ysusojosestáncerradosysuslabiosligeramentecurvadoshaciaarriba.
—Séquemeestásmirando,ytengoquemear—dice,ynopuedoevitarreírme—.
Arriba.—Melevantaporlascaderasymecolocaasulado.
Se pasa las manos por el pelo para apartarse un mechón suelto de la frente
mientras recoge su ropa del suelo. Se pone sólo los pantalones y desaparece de la
habitación.Empiezoavestirme.Mimiradavadirectamenteasucamisetatiradaenel
sueloy,porcostumbre,meagachopararecogerla,perovuelvoadejarladondeestá.
No quiero forzar las cosas ni provocar que se enfade, así que debería ponerme mi
propiaropaporahora.
Soncasilasocho,asíquemepongounpantalóndechándalanchoyunacamiseta
sencilla. Los restos del arrebato de Hardin cubren el suelo, así que me tomo la
libertad de empezar a colocarlo todo en su sitio. Comienzo por la ropa de mis
cajones. Cuando regresa a la habitación me encuentro cerrando la maleta llena de
novelas.
—¿Quéestáshaciendo?—pregunta.
Enunamanosujetaunvasodeaguayunamadalenaenlaotra.
—Sóloestoyrecogiendounpoco—respondoenvozbaja.
Tengo miedo de que volvamos a empezar a pelearnos otra vez, y no sé cómo
comportarme.
—Ah…—dice,ydejaelvasoyeltentempiésobrelacómodayseacercaamí.
—Teayudo—seofrece,yrecogelasillarotadelsuelo.
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Trabajamos en silencio para devolver la habitación a su estado normal. Hardin
cogelamaletaysedirigealarmarioconellaenbrazos.Enelproceso,casitropieza
conunodeloscojinesdecorativosdelacama.
No sé si debería ser la primera en hablar, y no sé qué decir. Sé que sigue
enfadado,peronoparodepillarlomirándome,asíquenodebedeestarlodemasiado.
Salededetrásdelarmarioconunabolsapequeñayunacajadetamañomediano.
—¿Quéesesto?—inquiere.
«¡Ay,no!»
—Nada —me apresuro a responder, y me acerco corriendo para intentar
quitárselosdelasmanos.
—¿Sonparamí?—preguntaconcuriosidad.
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CAPÍTULO116
Hardin
—No—miente,yseponedepuntillasparaintentaralcanzarlacajaquetengoenla
manoizquierda,demodoquelalevantomástodavía.
—Poneminombreenlaetiqueta—señalo,yellabajalamirada.
¿Porquétienetantavergüenza?
—Esque…,bueno,tecompréalgunascosas,peroahorameparecentonterías,así
quenohacefaltaquelasabras.
—Quierohacerlo—leaseguro,ymesientoenelbordedelacama.
Nodeberíahaberrotoesaespantosasilla.
Tessasuspiraymantienesuposiciónalotroextremodelcuartomientrastirode
losextremosdelpapelderegalopegadosconcintaadhesiva.Mefastidialacantidad
deceloquehautilizadoparaenvolverestacaja,peroadmitoqueestoyunpoco…
…emocionado.
Noesemociónexactamente,sinofelicidad.Norecuerdocuándofuelaúltimavez
querecibíunregalodecumpleañosdealguien,nisiquierademimadre.Desdeuna
edadmuytempranadejébienclaroqueodiabaloscumpleaños,ymecomportabade
unamaneratandesagradablecadavezquemimadremecomprabaalgoquedejóde
hacerloantesdequecumplieradieciséisaños.
Mipadrememandabaunatarjetademierdaconunchequedentrotodoslosaños,
peroyomededicabaaquemarlos.Lleguéamearmeenlosqueenviócuandocumplí
losdiecisiete.
Cuandoporfinabrolacaja,encuentrovariascosasdentro.
LaprimeraesunacopiadestrozadadeOrgulloyprejuicioy,encuantolasaco,
Tessaseacercaymelaquitadelasmanos.
—Estoesunatontería…,olvídalo—dice,peroestáclaroquenopiensohacerlo.
—¿Porqué?Devuélvemelo—leexijoextendiendolamano.
Cuandomepongodepieparecedarsecuentadequeesimposiblequeganeesta
batalla, de modo que me devuelve el libro. Mientras lo hojeo veo que hay frases
subrayadasenamarillofosforescenteportodalanovela.
—¿Recuerdas cuando me dijiste que habías estado subrayando a Tolstói? —me
pregunta,yseponemásrojaquenunca.
—Sí,¿y?
—Bueno, pues… es que yo también subrayaba frases de libros —admite, y me
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miraalosojos.
—¿Enserio?—digo,yloabroporunapáginaqueestáprácticamentecubiertade
marcas.
—Sí.Sobretodoéste.Nohacefaltaqueloreleastodoninada.Sólopenséque…
Semedafatalhacerregalos,losiento.
Eso no es cierto. Me encantará leer qué palabras de su novela favorita le
recuerdanamí.Ésteeselmejorregaloquepodríanhabermehechoenlavida.Son
estascosas,lascosassencillas,lasquemedanesperanzasdequepodemoshacerque
estofuncione,elhechodequelosdosestuviésemoshaciendolomismo,quelosdos
leamosaJaneAusten,sinsaberlo.
—Noesverdad—ledigo,yvuelvoasentarmeenlacama.
Dejolanoveladebajodemipiernaparaquenointentequitármeladenuevo.Una
levecarcajadaescapademislabiosalverotrodelosobjetosdelacaja.
—¿Para qué es esto? —pregunto con una sonrisa maliciosa, sosteniendo la
carpetadeanillasdepiel.
—Esacosaqueusasparatrabajarseestápelandoporlosbordesyestáhechaun
desastre. Mira, ésta tiene etiquetas para cada semana, o tema, lo que prefieras. —
Sonríe.
Me hace gracia que me haya regalado esto porque me doy cuenta de la cara de
horror que pone cada vez que me ve meter mis papeles en mi antigua carpeta. Me
niegoadejarquemelaorganiceapesardesusnumerososintentos,yséquelasaca
dequicio.Noquieroquevealoquehaydentro.
—Gracias.—Merío.
—Eso no era un regalo, en realidad: te la compré hace tiempo e iba a
tirarlaotra,peronuncatuvelaocasióndehacerlo—admiteriéndose.
—Esoesporquesiemprelallevabaconmigo.Teveíalasintenciones—
bromeo.
Me falta abrir la bolsa pequeña, y una vez más me echo a reír al ver lo que
contiene.
«Kickboxing»esloprimeroqueleoenelpequeñoticket.
—Es una semana de kickboxing en el gimnasio de nuestro… de tu barrio. —
Sonríe,claramenteorgullosadesuingeniosoregalo.
—Y¿quétehacepensarquemeinteresapracticarkickboxing?
—Yalosabes.
Esobvioquemelohacompradoparaqueliberelarabiaconeldeporte.
—Nuncaloheprobado.
—Alomejortegusta—dice.
—No tanto como darle una buena paliza a alguien —contesto, y ella frunce el
ceño—.Esbroma.
Cojo el CD que queda dentro de la bolsa. El capullo que llevo en mi interior
quiereburlarsedeTessporhabercompradounCDcuandopodríahaberlodescargado
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directamentedeinternet.Disfrutaréescuchandocómotarareasuscanciones;supongo
queeselsegundoálbumdeTheFray.
Estoy convencido de que ya se sabe todos los temas a la perfección, y que le
encantaráexplicarmesusignificadomientrasconducimosescuchándolo.
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CAPÍTULO117
Tessa
—¿Puedo quedarme contigo esta noche? —me ha preguntado antes Hardin,
mirándomealacaraparaanalizarmiexpresión.Heasentidoconefusividad.
Demodoqueahoraqueseestáquitandolacamiseta,laagarroconansiaymela
pongo. Observa cómo me cambio de ropa pero permanece en silencio. Nuestra
relación es muy confusa. Siempre lo es, pero ahora especialmente. En estos
momentos no estoy segura de quién lleva la voz cantante. Hace un rato estaba
enfadada con él por haberme dejado plantada en su cumpleaños, pero ahora estoy
convencidadequeélnotuvonadaqueverconeso,asíquevuelvoaestarcomohace
unosdías,cuandofuetanmonodeaccederallevarmeapatinarsobrehielo.
DespuésélsehaenfadadomuchoporlomíoconZed,peroahoranadielodiría,
dadaslassonrisasyloscomentariossarcásticosquenoparadelanzarme.Puedeque
sus ganas de estar conmigo sean más grandes que su ira, que me haya echado de
menosyahorasealegredequeyanoestéenfadadaconél.Nosélarazón,perola
verdad es que me da igual. Me gustaría que me permitiera hablar sobre Seattle.
¿Cómoreaccionará?Noquierodecírselo,peroséquetengoquehacerlo.¿Sealegrará
pormí?Nolocreo;dehecho,séqueno.
—Ven aquí. —Me estrecha contra su pecho mientras se tumba de nuevo en la
cama.
Coge el mando del televisor de su soporte de la pared y empieza a cambiar de
canalantesdedetenerseenunaespeciededocumentaldehistoria.
—¿Quétalcontumadre?—lepreguntoalcabodeunosminutos.
Nomecontesta,lomiroalacarayveoquesehaquedadodormido.
Cuandorecuperolaconcienciahacecalor,demasiadocalor.Hardinestátumbado
encima de mí, atrapándome con su peso contra el colchón. Estoy boca arriba y él
boca abajo, con la cabeza sobre mi pecho, con uno de sus brazos alrededor de mi
cintura y el otro extendido en el espacio que tiene al lado. He echado de menos
dormirdeestamanera,einclusodespertarmesudandotapadaporsucuerpo.Miroel
relojyveoquesonlassieteymedia.Laalarmademimóvilsonarádentrodediez
minutos. No quiero despertar a Hardin, está tan sereno… Luce incluso una leve
sonrisaenloslabios,cuandonormalmentetieneelceñofruncido,inclusodormido.
Enunintentodemoverlosindespertarlo,lelevantoelbrazoquerodeamicintura.
—Mmmm —protesta. Sus ojos se mueven bajo sus párpados. Se revuelve un
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pocoyseaferraamíconmásfuerza.
Miroaltechoymedebatoentresideboapartarlodirectamenteono.
—¿Quéhoraes?—preguntaconlavozronca.
—Casilassieteymedia—ledigoenvozbaja.
—Mierda.¿Hacemosnovilloshoy?
—Yonopuedo,perositúquieres…—Sonrío,hundolosdedosensupeloyle
masajeoelcuerocabelludosuavemente.
—¿Desayunamosporahí?—Sevuelveparamirarme.
—Es una oferta muy tentadora, pero no puedo. —La verdad es que me apetece
mucho.Deslizaelcuerpounpocohaciaabajoyapoyalabarbillajustodebajodemi
pecho—.¿Hasdormidobien?—lepregunto.
—Sí,muybien.Nodormíaasídesde…—Noterminalafrase.
Derepentemesientoinmensamentefeliz,ysonríocontenta.
—Mealegrodequehayasdormidounpoco.
—¿Te puedo contar algo? —dice entonces. No parece haberse despertado del
todoaún,lebrillanlosojosysuvozesmásgravequenunca.
—Claro.—Vuelvoamasajearlelacabeza.
—CuandoestabaenInglaterravisitandoamimadre,tuveunsueño…,bueno,una
pesadilla.
«Ay,no.»Semecaeelalmaalospies.Sabíaqueteníapesadillasotravez,pero
medueleoírlo.
—Sientoquehayasvueltoatenerpesadillas.
—No, no sólo he vuelto a tenerlas. Son peores que antes. —Juraría que me ha
parecidonotarquetemblaba,perosurostronomuestraningunaemoción.
—¿Peores?
¿Cómoesposiblequeseanpeores?
—Tú estabas ahí, y ellos… te lo estaban haciendo a ti —dice, y se me hiela la
sangreenlasvenas.
—Vaya—digoconvozdébilypatética.
—Sí,era…erahorrible.Eramuchopeorqueantes,porqueestoyacostumbradoa
losdemimadre,¿sabes?
Asientoyacercomiotramanoasubrazodesnudoparaacariciárseloaligualque
sucabeza.
—Nisiquieraintentabavolveradormirmedespués.Permanecíadespiertoadrede
porquenopodíasoportarverlootravez.Laideadequealguienpuedahacertedaño
mevuelveloco.
—Losientomuchísimo.
Susojosreflejanangustia,ylosmíosestánllenosdelágrimas.
—Nomecompadezcas—mepide.
Levantalamanoyatrapalaslágrimasantesdequelleguenaderramarse.
—Nolohago.Mesientomalporquenoquieroquesufras.Notecompadezco—
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aseguro,yesverdad.
Me siento fatal por este hombre traumatizado que sueña con que violan y
maltratanasumadre,ylaideadequemirostrosustituyaaldeTrishmemata.No
quieroqueesospensamientosatormentensumenteyadeporsíangustiada.
—Sabes que jamás dejaría que nadie te hiciera daño, ¿verdad? —pregunta
mirándomealosojos.
—Losé,Hardin.
—Nisiquieraahora.Inclusosinuncavolvemosaestarcomoestábamos,mataría
acualquieraquelointentara.—Suvozesentrecortadaperosuave.
—Losé—leaseguroconunadébilsonrisa.
Noquieromostrarmealarmadaantesussúbitasamenazasporqueséquelasdice
demaneraafectuosa.
—Hoyhedormidobien—dicepararelajarunpocoelambiente,yyoasiento.
—¿Dóndequieresdesayunar?—lepregunto.
—Hasdichoquetenías…
—Hecambiadodeidea.Tengohambre.
Despuésdequesehayaabiertotantoconrespectoalodesuspesadillas,quiero
pasar la mañana con él. Quizá continúe con la línea de comunicación abierta.
Normalmentetengoquepelearmeconélparaobteneralgúntipodeinformación,pero
hoymehacontadoesodemaneravoluntaria,yparamíesosignificamuchísimo.
—¿Tehepersuadidotanfácilmenteconmipatéticahistoria?—preguntaconuna
cejaenarcada.
—Nodigaseso.—Frunzoelceño.
—¿Porquéno?
Seincorporayselevantadelacama.
—Porque no es verdad. No ha sido lo que me has contado lo que me ha hecho
cambiardeidea,sinoelhechodequelohayascompartidoconmigo.Ynodigasque
eres patético. Eso no es cierto. —Apoyo los pies en el suelo mientras se sube los
vaquerosporlaspiernas—.Hardin…—digoalverquenoresponde.
—Tessa…—seburlademíconvozaguda.
—Lodigoenserio.Nodeberíaspensaresodetimismo.
—Losé—seapresuraadecir,zanjandobruscamentelaconversación.
Séquenoesperfectonimuchomenos,quetienenumerososdefectos,perotodo
elmundolostiene,sobretodoyo.Ojaláfueracapazdevermásalládesusfaltas,tal
vezesoloayudaríaasolucionarsusproblemasconrespectoalfuturo.
—Bueno,dime,¿voyatenerteparamítodoeldía,osóloparadesayunar?—Se
agachaparameterelpieenlasConversenegras.
—Me gustan esas zapatillas, por cierto, siempre se me olvida decírtelo —digo
señalándolas.
—Ah…, gracias. —Se ata los cordones y se levanta. Para tener el ego tan
hinchadoseledafatalaceptarcumplidos—.Nomehascontestado.
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—Sóloparadesayunar.Nopuedofaltaratodaslasclases.—Mequitosucamiseta
ymepongounapropia.
—Estábien.
—Voy a peinarme y a lavarme los dientes —digo cuando he terminado de
vestirme.
Cuandoempiezoacepillarmelalengua,Hardinllamaalapuerta.
—Pasa—farfulloconlabocallenadedentífrico.
—Hacetiempoquenohacemosesto—medice.
—¿Practicarsexoenelcuartodebaño?—inquiero.
«¿Porquéhabrédichoeso?»
—Nooooo…Ibaadecir«lavarnoslosdientesjuntos».—Seechaareírysacaun
cepillonuevodelarmario—.Noobstante,siloquequiereseshacerloenelbaño…
—metienta,ypongolosojosenblanco.
—No sé por qué he dicho eso, ha sido lo primero que se me ha pasado por la
cabeza.—Meechoareírantelaestupidezdemisalida.
—Vaya,esbuenosaberlo.—Mojaelcepillounmomentoynodicenadamás.
Despuésdequeambosnoshayamoslavadolosdientesyderecogermeelpeloen
una coleta, bajamos al piso de abajo. Karen y Landon están charlando en la cocina
frenteaunostazonesdeavena.
Miamigomeofreceunacálidasonrisa.Noparecesorprenderlodemasiadovernos
a Hardin y a mí juntos. A Karen tampoco. En todo caso, parece… ¿encantada? No
estoysegura,porquesellevalatazadecaféaloslabiosparaocultarsusonrisa.
—HoyllevaréaTessayoalcampus—lediceHardinaLandon.
—Vale.
—¿Lista?—preguntavolviéndosehaciamí,yyoasiento.
—Te veré en religión —le digo a Landon antes de que Hardin me arrastre,
literalmente,fueradelacocina.
—¿Aquévienenestasprisas?—lepreguntounavezfuera.
Mecogelabolsadelhombromientrassalimosafuera.
—Nada,peroosconozcoaLandonyati,ysiosponéisahablaryanonosvamos
nunca,ysiañadimosaKarenalamezclaacabarémuriéndomedehambreantesde
queoscalléis.
Meabrelapuertadelcoche,sedirigeasuladoysemonta.
—Cierto.—Sonrío.
NospasamosalmenosveinteminutosdiscutiendosobresiiraIHOPoaDenny’s,
y al final nos decidimos por IHOP. Hardin dice que sirven las mejores tostadas
francesas,peroyomeniegoacreerlohastaquelovea.
—Tendréisqueesperarunosdiezoquinceminutos—nosdiceunamujerbajita
conunpañueloazulalrededordelcuelloencuantoentramos.
—Deacuerdo—contestoalmismotiempoqueHardinpreguntaporqué.
—Hay mucha gente y no tenemos ninguna mesa disponible —explica la mujer
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dulcemente.
Hardinponelosojosenblancoyyoloapartodeellaymelollevoparasentarnos
enunbancoenlaentrada.
—Mealegrodequehayasvuelto—bromeo.
—¿Quésignificaeso?
—Queparecequehasrecuperadotumordacidad.
—¿Cuándohedejadodetenerla?
—Nolosé,enlacitadelotrodíayanochetambiénunpoco.
—Anochedestrocélahabitaciónyteinsulté—merecuerda.
—Losé,sóloeraunabroma.
—Bueno, pues intenta que la próxima vez sea buena —replica, aunque veo un
atisbodesonrisaensuslabios.
Cuando por fin nos sentamos, pedimos el desayuno a un chico joven que lleva
una barba que parece demasiado larga para alguien que trabaja como camarero.
Cuandosemarcha,Hardinprotestayjuraquecomoencuentreunpeloensucomida
learrancalabarbaapuñetazos.
—Teníaquedemostrartequeconservomimordacidad—merecuerda,ymeecho
areír.
Me encanta que esté intentando ser un poco más agradable, pero también me
gustaelhechodequenoleimporteloquelagentepiensedeél.Ojalásemepegasen
algunas de esas cualidades. Continúa elaborando una lista de cosas que lo irritan
sobreellugarhastaquelleganuestracomida.
—¿Por qué no puedes faltar todo el día? —me pregunta mientras se lleva un
bocadodetostadafrancesaalaboca.
—Porque… —empiezo. «Verás, porque voy a trasladarme a otro campus y no
quiero complicar las cosas perdiendo puntos de asistencia antes de trasladarme en
mitaddeltrimestre»—.Noquieroarriesgarmeanosacarsobresalientes—ledigo.
—Es la universidad, Tessa. Nadie va a clase —me dice por enésima vez desde
queloconozco.
—¿Notienesganasdequelleguelaclasedeyoga?—Merío.
—No,paranada.
Cuandoterminamosdedesayunar,meacercaencochealcampusyseguimosde
buen humor. Su móvil vibra sobre el salpicadero pero no lo coge. Quiero contestar
porél,peronosestamosllevandotanbienquenoquierofastidiarlo.Laterceravez
quesuena,alfinalmepronuncio.
—¿Novasacogerlo?—lepregunto.
—No,quedejenunmensaje.Serámimadre.—Levantaelteléfonoymemuestra
lapantalla—.¿Ves?Hadejadounmensaje.¿Quieresescucharlo?—pregunta.
Micuriosidadsacalopeordemíylequitoelmóvildelasmanos.
—Ponelaltavoz—medice.
—«Tienesietemensajesnuevos»—anuncialavozautomáticamientrasaparcael
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coche.
Gruñe.
—Poresonuncaloscompruebo.
Pulsoelnúmerounoparaescucharlos.
—«Hardin… Hardin, soy Tessa… Yo…» —Intento pulsar el botón de
«Finalizar»,peroélmequitaelteléfonodelamano.
«Malditasea.»
—«…necesitohablarcontigo.Estoyenelcoche,yestoyhechaunlío…»—Mi
vozsuenahistéricaymedanganasdesalircorriendodelvehículo.
—Porfavor,apágalo—leruego,peroélsepasaelteléfonoalaotramanopara
quenoselopuedaquitar.
—¿Quéesesto?—preguntamirandoelaparato.
—«¿Por qué no lo has intentado siquiera? Dejaste que me marchara sin más y
aquí estoy, llamándote y llorándole a tu buzón de voz. Necesito saber qué nos ha
pasado. ¿Por qué esta vez ha sido distinto? ¿Por qué no seguimos peleando hasta
solucionarlo?¿Porquénohasluchadopormí?Merezcoserfeliz,Hardin…»
Miestúpidavozinundaelcoche,ymeatrapadentro.
Permanezco sentada en silencio con la vista en mis manos, apoyadas sobre mi
regazo. Esto es humillante. Casi había olvidado lo del mensaje; ojalá no lo hubiera
escuchado,ymenosahora.
—¿Decuándoesesto?
—Decuandotefuiste.
Exhalasonoramenteycortaelmensaje.
—¿Porquéestabashechaunlío?
—Nocreoquequierashablardeello.—Memuerdoellabio.
—Claroquesí.—Sedesabrochaelcinturónysevuelvehaciamí.
Lomiroeintentopensarenlamejormaneradeexplicárselo.
—Esehorriblemensajeesdelanoche…lanocheenquelobesé.
—Ah.—Apartalacara.
El desayuno ha sido de maravilla, y ahora el estúpido mensaje que le dejé en
medio de una tormenta emocional lo ha fastidiado todo. No puede hacerme
responsabledeesto.
—¿Antesodespuésdebesarlo?
—Después.
—¿Cuántasveceslobesaste?
—Una.
—¿Dónde?
—Enmicoche—contesto.
—Y ¿después, qué? ¿Qué hiciste después de dejar ese mensaje? —pregunta
sosteniendoelteléfonoenelaireentrenosotrosdos.
—Volvíasuapartamento.
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Encuantolaspalabrassalendemiboca,Hardinapoyalafrentecontraelvolante.
—Yo…—empiezo.
Levantaundedoparaindicarmequemecalle.
—¿Quépasóensuapartamento?—Cierralosojos.
—¡Nada!Estuvellorandoyvimoslatele.
—Meestásmintiendo.
—No, Hardin. Me quedé dormida en el sofá. La única vez que dormí en su
habitaciónfueeldíaquetepresentasteallí.Loúnicoquehapasadoentrenosotrosha
sido un beso, y hace unos días, quedé con él para comer, intentó besarme y yo me
aparté.
—¿Intentóbesarteotravez?
«Mierda.»
—Sí,peroentiendeloquesientoporti.Séquelahefastidiadocontodoesto,y
sientoinclusohaberpasadotiempoconél.Notengoningunabuenarazónnininguna
excusa,perolosiento.
—Recuerdas lo que me has dicho, ¿no? Que te mantendrás alejada de él. —Su
respiración es controlada, demasiado controlada, cuando levanta la cabeza del
volante.
—Sí,lorecuerdo—digo.
Nomegustalaideadequemedigadequiénpuedoseramigaydequiénno,pero
la verdad es que, si invirtiésemos los papeles, cosa que ha estado pasando mucho
últimamente,yoesperaríalomismoporsuparte.
—Ahoraqueconozcolosdetalles,noquierovolverahablardeello,¿deacuerdo?
Lo digo en serio. No quiero ni que su puto nombre salga de tu boca. —Está
intentandomantenerlacalma.
—Vale—accedo,yalargolamanoparacogerlelasuya.
Yotampocoquierovolverahablardeesto.Amboshemosdichotodoloquehabía
que decir al respecto, y volver al tema sólo nos ocasionará más problemas
innecesariosanosotrosyanuestrayamaltrecharelación.Esunalivioserlacausadel
problema para variar, porque lo último que necesita Hardin en estos momentos es
tenerotromotivoparaodiarseasímismo.
—Serámejorquevayamosaclase—dicealfinal.
Se me cae el alma a los pies al oír su tono frío, pero mantengo la boca cerrada
cuandoretiralamanodelamía.HardinmeacompañahastalaFacultaddeFilosofíay
yobuscoaLandonporlacalle,peronoloveo.Debedehaberentradoya.
—Graciasporeldesayuno—digo,ycojomimochiladelamanodeHardin.
—Denada.—Lequitaimportanciayyoesbozounasonrisaymedoylavuelta.
Me agarra del brazo y, antes incluso de llegar a pegar la boca a la mía, me
reclamacomosóloélsabehacerlo.
—Te veré después de clase. Te quiero —me dice, y se marcha, dejándome
jadeandoysonriendomientrasentroeneledificio.
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CAPÍTULO118
Hardin
Escuchoesemensajeporquintavezmientrascaminoporlaaceradelcampus.Suena
tanangustiada…Aunqueparezcaretorcido,enciertomodomealegrodeescucharlo
ydepercibireldolorylaabsolutatristezadesuvozmientraslloraenmioído.Quería
sabersisesentíatandesgraciadasinmícomoyosinella,yaquítengolapruebade
que sí. Sé que la he perdonado muy pronto por besarse con ese capullo, pero ¿qué
otra cosa podía hacer? No puedo vivir sin ella, y ambos hemos cometido muchos
errores,nosóloTess.
Además,estoesculpamía,élsabíalovulnerablequeseríacuandorompimos.Sé
que lo sabía. Y la vio llorar y demás, y no se le ocurrió otra cosa que besarla una
semanadespuésdequemedejara.¿Quéclasedecabrónasquerosohaceeso?
Seaprovechódeella,demiTessa,ynopiensodejarlopasar.Secreemuylistoy
piensaquevaairsederositas,peronopiensoconsentirlo.
—¿DóndeestáZedEvans?—lepreguntoaunarubiabajitaqueestásentadajunto
aunárbolenlaFacultaddeCienciasMedioambientales.
¿Porquécojoneshayárbolesgigantesenelvestíbulodeesteestúpidoedificio?
—Enlasaladeplantas,lanúmero218—meinformaconvoztemblorosa.
Por fin llego a la sala con la placa «218» y abro la puerta antes de pararme a
pensarenlapromesaquelehehechoaTessa.Nopensabadejarloestardeningunade
las maneras, pero después de oír lo angustiada que estaba la noche que estuvo con
Zed,haempeoradotodavíamáslasituaciónparaél.
Lasalaestállenadehilerasdeplantas.¿Quiénquerríadedicarseaestamierdatodoel
día?
—¿Quéhacesaquí?—looigodecirantesdeverlo.
Está de pie junto a una caja grande o algo parecido; cuando se asoma, avanzo
haciaél.
—Notehagaseltonto,sabesperfectamenteloquehagoaquí.
Sonríe.
—No, me temo que no tengo ni idea. El estudio de la botánica no requiere
poderespsíquicos—seburlademíconesasestúpidasgafasenlacabeza.
—¿Cómopuedeshabersidotancapullo?
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—¿Respectoaqué?
—ATessa.
—Yo no soy el capullo. Eres tú el que la trata como una mierda, así que no te
cabreessivienecorriendoamíportuculpa.
—¿Cómoseteocurresertanidiotademeterteconalgoqueesmío?
Seapartadelacajayrecorreelpasilloquetengoallado.
—Ellanoestuya.Noesunaposesión—medesafía.
Alargo los brazos por encima de las cajas de plantas, lo agarro del cuello y le
estampolacaracontralabarrerademetalquenossepara.Oigounfuertecrujido,así
queyaséloquehapasado.Perocuandolevantalacabezaygrita:«¡Mehasrotola
nariz!»mientrasforcejeaparalibrarsedemí,hedeadmitirquelacantidaddesangre
queempapasurostroresultaunpocoalarmante.
—Durante varios meses te advertí que te mantuvieras alejado de ella, y ¿qué
hacestú?Besarlaymeterlaentuputacama.
Medirijoalpasilloparairaporéldenuevo.Seestácubriendolanarizrotaconla
manoylasangrerojainundasurostro.
—Y yo te dije que me importaba una puta mierda lo que tú dijeras —ruge
viniendoamiencuentro—.¡Mehasrotolaputanariz!—gritaotravez.
Tessamevaamatar.
Deberíamarcharmeya.Merecequeledéunabuenapaliza,otravez,perosevaa
ponerfuriosacuandoseentere.
—Túmehashechoalgopeor.¡Noparasdemarearaminovia!—lerespondo.
—Tessa no es tu novia, y eso no es nada comparado con todo lo que pienso
marearla.
—¿Meestásamenazando?
—Nolosé,¿túquécrees?
Doy otro paso hacia él y me sorprende cargando contra mí. Su puño impacta
contra mi mandíbula y me tambaleo hacia atrás hasta que tiro una caja de madera
llenadeplantas,quecaenalsuelomientrasmerecupero.Atacadenuevoconfuria,
peroestavezbloqueosugolpeymeapartoaunlado.
—Pensabasqueeraunblandengue,¿verdad?—Sonríecomounposesoysuboca
ensangrentada avanza hacia mí—. Te creías muy duro, ¿no? —Se ríe y se detiene
paraescupirsangresobrelasbaldosasblancasdelsuelo.
Lo agarro de la tela de su bata de laboratorio y lo empujo contra otra hilera de
plantas, que caen al suelo al igual que nosotros. Me monto encima de él para
asegurarmedequenotengaelcontrol.Veoconelrabillodelojoquelevantaelbrazo,
pero para cuando me doy cuenta de lo que está pasando, me estampa una de las
pequeñasmacetascontralasien.
Me quedo aturdido y parpadeo rápidamente para recuperar la visión. Soy más
fuertequeél,peroporlovistoesmejorluchadordeloquemehabíadejadocreer.
Sinembargo,pornadadelmundopiensopermitirlequesaquelopeordemí.
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—Detodosmodos,yamelahefollado—mesueltamientrasloagarrodelpeloy
legolpeolacabezacontraelsuelo.Enestosmomentosmeimportaunamierdasilo
matoono.
—¡No,nolohashecho!—grito.
—Claro que sí. Qué cosa tan estrechita —me provoca con voz ahogada cuando
tengolasmanostodavíaensurostro.
Lo golpeo en la sien y él lanza un alarido. Por un breve momento considero
agarrarlodelanarizrotaparacausarleaúnmásdolor.Pataleafrenéticamentedebajo
de mí para intentar levantar mi cuerpo del suyo. Imágenes de Zed tocando a Tessa
inundanmimenteymellevanaunestadodefuriaquenohabíaalcanzadojamás.
Seagarraamisbrazosintentandoapartarmedenuevodeencima.
—Novolverásatocarlaenlavida—digo,ylocojodelagarganta—.Sicreesque
vasaarrebatármela,teequivocas.
Le aprieto el cuello con más fuerza. Su rostro ensangrentado se vuelve rojo.
Intentahablar,perosólooigojadeosentrecortadosenelaire.
—¿Quédiablosestápasandoaquí?—gritaunhombredetrásdemí.
Cuandomevuelvoparamirar,Zedintentaagarrarmedelcuello,peroesonovaa
pasar. Un puñetazo en la mejilla basta para hacer que deje caer los brazos a los
costados.
Unamanomeagarradelbrazoymelaquitodeencima.
—¡Llamadaseguridad!—gritalavoz,yyomeapresuroaquitarmedeencimade
Zed.
«Mierda.»
—No,noesnecesario—digo,ymepongodepietambaleándome.
—¿Quéestápasando?¡Saldeaquí!¡Esperaenlaotrasala!—gritaelhombrede
medianaedad,peroyonomemuevo.Supongoqueesunprofesor.
«Mierda.»
—Ha entrado aquí y me ha atacado —dice Zed, y empieza a llorar. Empieza a
llorar,literalmente.
Secubreconlamanolanarizhinchadaytorcidamientrasseponedepie.Tienela
cara ensangrentada y la bata blanca llena de manchas rojas. Su sonrisa de
superioridadhadesaparecido.
—¡Ponte cara a la pared hasta que llegue la policía! ¡Lo digo en serio! ¡No te
muevasniunmilímetro!—ordenaconaireautoritarioelhombre,señalándome.
Mierda,vaavenirlapolicíadelcampus.Estoyjodido.¿Porquécoñohetenido
queveniraquí?PrometíquememantendríaalejadodeélsiTessatambiénlohacía.
Yahoraqueherotootrademispromesas,¿romperáellalasuya?
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CAPÍTULO119
Tessa
Cuandopegoelbolialpapel,miintenciónesescribiracercademiabuela,quededicó
su vida al cristianismo pero, sin saber cómo, el nombre de Hardin aparece en tinta
negra.
—¿Señorita Young? —dice el profesor Soto con voz suave, aunque lo bastante
fuertecomoparaquetodoslosdelaprimerafilalooigan.
—¿Qué?—LevantolavistaymiatenciónsedirigedirectamenteaKen.
«¿QuéhaceelpadredeHardinaquí?»
—Tessa,necesitoquevengasconmigo—dice,ylarubiaimpertinentequetengo
detrás dice «uuuh», como si estuviésemos en sexto de primaria. Probablemente ni
siquierasepaqueKeneselrectordelafacultad.
—¿Quépasa?—lepreguntaLandonmientrasyomelevantoyempiezoarecoger
miscosas.
—Hablamosfuera—señalaKenconvozinsegura.
—Voyconvosotros—diceLandon,ytambiénseponedepie.
ElprofesorSotomiraaKen.
—¿Estáusteddeacuerdo?
—Sí,esmihijo—ledice,ynuestroprofesorabreunosojoscomoplatos.
—Ah,disculpe.Nolosabía;y¿ellaessuhija?—lepregunta.
—No —responde Ken secamente. Parece preocupado, y está empezando a
asustarme.
—¿Le ha ocurrido algo a…? —comienzo a decir, pero Ken me guía hacia la
puertaconLandondetrásdemí.
—HanarrestadoaHardin—explicaencuantosalimos.
Mequedosinrespiración.
—¿Qué?
—Lohanarrestadoporpelearseypordestrozarunapropiedaddelcampus.
—Diosmío—esloúnicoqueconsigoarticular.
—¿Cuándo?¿Porqué?—preguntaLandon.
—Haceveinteminutos.Estoyhaciendotodoloposibleparamanteneresteasunto
bajolajurisdiccióndelcampus,peroélnomeloestáponiendofácil.
Kencaminaatodaprisaycasitengoquecorrerparaseguirsuritmo.
Mevienenalacabezaunmillóndepreguntas:«¿HanarrestadoaHardin?Ostras,
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¿porquéhabrásido?¿Conquiénsehapeleado?».
Sinembargo,yasélarespuestaaesaúltimapregunta.
¿Porquénohapodidodejarlocorrerporunavezensuvida?¿Estarábien?¿Iráa
lacárcel?¿Aunacárceldeverdad?¿EstarábienZed?
Kenabrelaspuertasdesucocheylostresmontamosenél.
—¿Adóndevamos?—preguntaLandon.
—Alaoficinadeseguridad.
—¿Élestábien?—pregunto.
—Tieneuncorteenlamejillayotrodebajodelaoreja,oesomehandicho.
—¿«Tehandicho»?¿Aúnnohasidoaverlo?—inquiereLandon.
—No,noheido.Tieneunodesusataquesdefuria,asíquesabíaqueeramejor
quefueraTessaprimero—dicemeneandolacabezaenmidirección.
—Sí,buenaidea—coincideLandon.
Yonodigonada.
¿Uncorteenlacabezayenlaoreja?Esperoquenoleduela.Porfavor,estoes
una locura. Debería haber accedido a pasar el día entero con él. De haberlo hecho,
hoynohabríavenidoalcampus.
Kenconduceatodaprisaporvariascallessecundariasy,alcabodecincominutos,
aparcamos delante de un pequeño edificio de ladrillo que alberga la oficina de
seguridaddelcampus.Hayunaseñaldeprohibidoaparcarjustoenelsitiodondeha
estacionado,perosupongoqueaparcardondetedalaganaesunadelasventajasde
serrector.
Lostrescorremosalinteriordeledificio,ymisojosempiezanabuscara
Hardininmediatamente.
Noobstante,antesdeverlo,looigo…
—¡Meimportauncarajo,noeresmásqueungilipollasconunaplacafalsa!¡Eres
unseguratadecentrocomercial,capullodemierda!…
Rastreosuvozygiroporelpasilloensubusca.OigoaKenyaLandondetrásde
mí,peroloúnicoquemeimportaesllegarhastaél.
Encuentro a varias personas reunidas… y entonces veo a Hardin paseándose de
un lado a otro en una pequeña celda. «Joder.» Lleva los brazos esposados a la
espalda.
—¡Queosdenatodosporelputoculo!—grita.
—¡Hardin!—bramasupadrepordetrásdemí.
Mi chico furibundo gira la cabeza al instante en mi dirección y abre unos ojos
como platos en cuanto me ve. Tiene un buen corte justo debajo del pómulo, otro
desdelaorejahastalanucayelpelomanchadodesangre.
—¡Estoyintentandoqueestonovayaapeorytuactitudnoayuda!—legritaKen
asuhijo.
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—¡Me tienen aquí atrapado como si fuera un maldito animal! ¡Esto es una
mierda! ¡Llama a quien tengas que llamar y haz que abran esta puta reja! —grita
Hardinintentandosacarlasmanosdelasesposas.
—Para—ledigoconelceñofruncido.
Suactitudcambiaalinstante.Secalmaunpoco,aunquesigueigualdeenfadado.
—Tessa, tú ni siquiera deberías estar aquí. ¿De qué genio ha sido la idea de
traerla?—silbaHardinasupadreyaLandon.
—Yabasta—digoatravésdelosbarrotes—.Tupadreestáintentandoayudarte.
Tienesquecalmarte.
Estonoparecereal,estarhablándolemientrasestáesposadoyencerradoenuna
celda. No puede ser verdad. Pero esto es lo que pasa en el mundo real. Si atacas a
alguien,tearrestan,enelcampusodondesea.
Cuandomemiraalosojosséquepuedeverlomalquemesientoporélenestos
instantes. Quiero pensar que ésa es la razón por la que por fin cede y asiente
suavemente:
—Estábien.
—Gracias, Tessa —dice Ken. Y después añade dirigiéndose a su hijo—: Dame
cincominutosparaquevealoquepuedohacer.Mientrastanto,tienesquedejarde
gritar. Estás empeorando la situación para ti, y el lío que has organizado ya es
bastantegrande.
Landon me mira, luego mira a Hardin y se marcha con Ken por el estrecho
pasillo.Apenasllevounosinstantesaquíyyadetestoestelugar;todoesdemasiado
blancoynegro,yhuelealejía.
Losagentesdeseguridaddelcampussentadosdetrásdesumesaestánhablando
desuscosasenestemomento,oalmenoshanfingidohacerlodesdequeelrectorde
launiversidadhaaparecidoparatratarconsuhijo.
—¿Quéhaocurrido?—lepreguntoaHardin.
—Mehaarrestadolapolicíadelcampus—resopla.
—¿Estásbien?—lepregunto,desesperadaporacariciarlelacara.
—¿Yo?Sí,estoybien.Parecepeordeloquees—contesta,ycuandoloexamino
másdecercaveoquetienerazón.
Los cortes no son profundos. En los brazos tiene algunos arañazos leves que,
mezcladosconlatintanegra,ledanunaspectoaterrador.
—¿Estásenfadadaconmigo?—mepreguntaconvozsuave,aañosluzdecómo
sonabahaceunosinstantescuandolegritabaalapolicía.
—Nolosé—respondoconsinceridad.
Claro que estoy enfadada, porque sé con quién se ha peleado… Bueno, no es
difíciladivinarlo.Perotambiénestoypreocupadaporélyquierosaberquéhapasado
paraquehayaacabadoenestelío.
—Nohepodidoevitarlo—dice,comosiesojustificarasusacciones.
—Tedijeensudíaquenoiríaavertealacárcel,¿lorecuerdas?—Frunzoelceño
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yobservolaceldaenlaqueestáatrapado.
—Estonocuenta.Noesunacárceldeverdad.
—Amísímeloparece—replicogolpeandolosbarrotesdemetalparamostrara
quémerefiero.
—No es una cárcel real, es sólo un calabozo de mierda en el que me retendrán
hastaquedecidansillamanalapolicíadeverdadono—dicelobastantealtocomo
paraquelosdosoficialeslevantenlavista.
—Paraya.Estonoesningunabroma,Hardin.Podríasmeterteenunbuenlío.
Ponelosojosenblanco.
Ése es el problema con él: aún no se ha dado cuenta de que sus actos tienen
consecuencias.
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CAPÍTULO120
Tessa
—¿Quiénempezó?—pregunto,esforzándomepornosacarmispropiasconclusiones
comodecostumbre.
Hardinintentamirarmealosojos,peroapartolamirada.
—Heidoabuscarlodespuésdeacompañarteaclase—dice.
—Meprometistequelodejaríasenpaz.
—Losé.
—Y¿porquénolohashecho?
—Sepasódelaraya.Empezóaprovocarme.Medijoquehabíaisfollado.—Me
miraconabsolutadesesperación—.Nomeestásmintiendorespectoaeso,¿verdad?
—pregunta,ycasipierdolacompostura.
—Nopiensovolveracontestaraesapregunta.Yatehedichoquenohapasado
nadaentrenosotros,yaquíestás,volviendoapreguntármeloenunamalditacelda—
digofrustrada.
Ponelosojosenblancoysesientaenelpequeñobancometálicodelcalabozo.
Meestácabreandodeverdad.
—¿Porquéhasidoabuscarlo?Quierosaberlo.
—Porque tenía que darle una paliza, Tessa. Quería que supiera que no debe
volveraacercarseati.Estoyhartodesusputosjueguecitosydequecreaquetiene
posibilidadescontigo.¡Lohehechoporti!
Mecruzodebrazos.
—¿Cómotesentiríastúsiyohubieraidoabuscarlodespuésdehabertedichoque
noloharía?Creíaquelosdosestábamosintentandohacerqueestofuncionara,pero
me has mentido descaradamente. Sabías que no ibas a cumplir tu parte del trato,
¿verdad?
—Sí,losabía,¿vale?Peroesoahorayanoimporta,lohechohechoestá—resopla
comounniñofurioso.
—Amísímeimporta,Hardin.Noparasdemeterteenlíosinnecesariamente.
—Eramuynecesario,Tess.
—¿DóndeestáZed?¿Tambiénestáenlacárcel?
—Estonoesunacárcel.
—Hardin…
—Nosédóndeestá,nimeimporta,yatitampoco.Novasaacercarteaél.
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—¡Deja de ser así! ¡Deja de decirme lo que puedo o no puedo hacer! ¡No lo
soporto,joder!
—¿Estásdiciendotacos?—replicaconunasonrisadivertida.
¿Por qué le parece gracioso? Esta situación no tiene ninguna gracia. Empiezo a
alejarmedeélylasonrisadesaparecedesuslabios.
—Tessa,vuelve—mepide,ymedoylavuelta.
—Voyabuscaratupadreparaverquépasa.
—Dilequesedéprisa.
Legruñoliteralmentemientrasmealejo.Piensaqueporquesupadreeselrector
sevaairderositasy,sinceramente,esperoqueasísea,peromeponedelosnervios
verlapocaimportanciaqueledaatodoesteasunto.
—¡¿Quécojonesmiráis?!—looigogritarlesalospolicías,ymefrotolassienes
conlosdedos.
Encuentro a Ken y a Landon hablando con un hombre mayor de pelo cano y
bigote.Llevaunacorbatayunospantalonesnegrosdevestir,yporsuportediríaque
esalguienimportante.CuandoLandonadviertemipresencia,seacercaamí.
—¿Quiénesése?—lepreguntoenvozbaja.
—Eseldecano.
—Esoeselvicerrector,¿verdad?
Miamigoparecepreocupado.
—Sí.
—¿Qué pasa? ¿Qué dicen? —Intento escuchar la conversación, pero no oigo
nada.
—Pues…lacosanopintabien.Hahabidomuchosdañosenellaboratoriodonde
estaba Zed. Estamos hablando de miles de dólares de desperfectos. Y, además, Zed
tienelanarizrotayunaconmocióncerebral.Selohanllevadoalhospital.
Empiezaahervirmelasangre.NolehadadoaZedunasimplepaliza.¡Haestado
apuntodematarlo!
—Además,Hardintiróaunprofesoralsuelo.Unachicaquevaalamismaclase
queZedyahafirmadounadeclaraciónenlaquedicequeHardinibabuscándolo.La
cosapintamuymal.KenestáhaciendotodoloposibleparaevitarqueHardinvayaa
lacárcel,peronosésiseráposible.—Landonsuspiraysepasalosdedosporelpelo
—.LoúnicoqueevitaráqueloencarcelenesqueZeddecidanopresentarcargos.E,
inclusoasí,nosésiseráposible.
Lacabezamedavueltas.
—Expulsión—oigodeciralhombredepelocano,yKensefrotalabarbilla.
«¿Expulsión?»¡NopuedenexpulsaraHardin!Diosmío,estoesundesastre.
—Esmihijo—diceKenenvozbaja,yyomeacercoahurtadillasaellos.
—Lo sé, pero atacar a un profesor y destrozar bienes de la universidad no es
ningunatontería—reponeelhombre.
MalditoseaHardinysutemperamento.
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—Estoesundesastre—ledigoaLandon,yélasientehoscamente.
Quierotirarmealsueloyecharmealloraro,mejoraún,quieroentrarenlacelda
donde está encerrado Hardin y darle un puñetazo en toda la cara. Pero ninguna de
esasdoscosasvaaayudar.
—¿YsihablasconZedylepidesquenopresentecargos?—sugiereLandon.
—Hardinsevolveríalocosiseenteraradequemeheacercadoaél.
Aunquenodeberíahacerlecaso.Élnomelohaceamí.
—Losé—respondeLandon—,peronosemeocurrequémássugerir.
—Supongoquetienesrazón.—MirodenuevoaKenymevuelvoendirecciónal
pasillo,haciaellugardondeestáHardin.
Élesmiprincipalprioridad,peromesientofatalporloquelehahechoaZed,y
esperoqueelchicoestébien.Talvezsivoyahablarconélpuedaconvencerlodeque
nopresentecargos.Esoalmenoseliminaríaunproblema.
—¿Sabesaquéhospitallohanllevado?—lepreguntoaLandon.
—CreoquemehaparecidooírqueestabaenelGrandview.
—Vale.Bien,iréallíprimero.
—¿Quieresqueteacerqueatucoche?
—Mierda.MehatraídoHardin.
Landonsemetelamanoenelbolsilloymeentregalasllavesdelsuyo.
—Toma.Conduceconprecaución.
Sonríoamimejoramigo.
—Gracias.
No tengo ni la menor idea de qué haría sin él pero, puesto que va a marcharse
pronto, supongo que tendré que averiguarlo. Me entristece pensarlo, pero aparto la
ideademimente;ahoranopuedopararmeapensarenlamarchadeLandon.
—YoiréahablarconHardinparacontarleloqueestápasando.
—Graciasotravez.—Ledoyunfuerteabrazo.
Cuandollegoalapuerta,lavozfuriosadeHardinretruenaporelpasillo.
—¡Tessa!¡Niseteocurrairaverlo!—grita.
Hagocasoomisoyabrolapuertadoble.
—¡Lodigoenserio!¡¡¡Tessa!!!¡Vuelveahoramismo!
El aire frío amortigua su voz cuando salgo. ¿Cómo se atreve a decirme lo que
tengo que hacer de esa manera? ¿Quién se ha creído que es? Está hecho un asco
porque es incapaz de controlar su temperamento y sus celos. Estoy intentando
ayudarlo a solucionar esto. Tiene suerte de que no le haya dado un guantazo por
haberrotosupromesa.Joder,esdesesperante.
CuandollegoalhospitalGrandview,lamujerenelpuestodeenfermeríaseniegaa
proporcionarmeinformaciónsobreZed.Nomeconfirmasiestáaquínisihavenido
enalgúnmomento.
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—Esminovio,ynecesitoverlo—ledigoalajovenrubiadebote.
Haceungloboconelchicleyseenroscaunmechóndepeloeneldedo.
—¿Tunovio?¿Elchicollenodetatuajes?—Seechaareír,estáclaroquenome
cree.
—Sí. Ése mismo —digo en tono severo, casi amenazador, y me sorprende lo
intimidantequepuedollegarasonar.
Pareceserquefunciona,porqueseencogedehombrosymeindica:
—Poresepasillo.Eslaprimerapuertaalaizquierda—ysemarcha.
Bueno, no ha sido tan difícil. Debería mostrarme así de contundente más a
menudo. Sigo las instrucciones que me ha dado y llego a la primera puerta a la
izquierda.Estácerrada,demodoquellamodespacitoantesdeentrar.Esperoqueno
sehayaconfundidodehabitación.
Zed está sentado en el borde de la cama del hospital. Sólo lleva puestos unos
vaquerosyunoscalcetines.Sucara…
—¡Diosmío!—exclamosinremedioalverlo.
Yasabíaqueteníalanarizrota,perosuaspectoesespantoso.Latienetotalmente
hinchada, y los dos ojos morados. Su pecho está cubierto de vendajes. Sólo el
conjuntodeestrellasquellevatatuadasdebajodelaclavículaestádescubiertoysin
cortes.
—¿Estásbien?—preguntoacercándomealacama.
Esperoquenoestéenfadadoconmigoporhabervenidoaquí,alhospital;alfiny
alcabo,todoestoespormiculpa.
—Nomucho—contestatímidamente.
Exhalahondoyseatusaelpeloantesdeabrirlosojos.Acontinuacióndaunas
palmaditassobrelacamaasuladoymeacercoparasentarmejuntoaél.
—¿Quierescontarmeloquehapasado?
Zedmemiraalosojosconlossuyosdecolorcarameloyasiente.
—Yo estaba en el laboratorio, no en el que estuvimos el otro día, sino en el de
tejidosvegetales.Derepentehallegadoysehapuestoadecirmequemealejaradeti.
—Y¿quéhapasadodespués?
—Le he dicho que no le perteneces y me ha estampado la cabeza contra una
barrerademetal.
Meencojodedoloraloírloyversunariz.
—¿Lehasdichoqueteacostasteconmigo?—lepregunto,sinsabersicreérmelo
ono.
—Sí, se lo he dicho. Y lo siento muchísimo, pero tienes que entender que me
estabaatacando,ysabíaqueésaeralaúnicaformadedetenerlo.Mesientocomoun
capulloporhaberdichoeso,losientomucho,Tessa.
—Meprometióquenoteharíanadasimemanteníaalejadadeti—ledigo.
—Bueno,puespareceserquehavueltoaromperotradesuspromesas—replica
señalandosunariz.
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Me quedo callada un minuto intentando reproducir la pelea en mi mente. Estoy
furiosaconZedporhaberledichoaHardinquenosacostamosjuntos,peromealegro
dequelohayaadmitidoysehayadisculpado.Noséconcuáldelosdosestoymás
enfadada.EsdifícilenojarseconZedcuandolotengoaquíallado,contantaslesiones
pormiculpa,yapesardeesosiguemostrándoseamableconmigo.
—Lamentoqueestosigasucediendopormiculpa—leaseguro.
—Noesculpatuya.Esmía,ydeél.Élsólotevecomounaespeciedepropiedad,
ymesacadequicio.¿Sabesquémedijo?Que

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