UNA EXPLICACION DE LAS CAUSAS ECONOMICAS DE LA

Transcripción

UNA EXPLICACION DE LAS CAUSAS ECONOMICAS DE LA
UNA EXPLICACION DE LAS CAUSAS ECONOMICAS DE LA VIOLENCIA
EN COLOMBIA♣
Grupo de Investigaciones en Violencia, Instituciones y Desarrollo Económico –VIDE–
Alexander Cotte Poveda
División de Formación Avanzada – DFA –
Universidad de La Salle
RESUMEN
Este documento tiene como propósito analizar y determinar la incidencia que las
variables económicas tienen sobre la violencia en Colombia. Se utiliza la metodología
de series de tiempo para la estimación de los diferentes coeficientes de largo plazo que
explican los efectos de estas variables sobre la violencia en Colombia para el período
1950-2006. Se encontró evidencia según la cual, las características socioeconómicas, la
pobreza y variables asociadas con el conflicto han afectado la dinámica de la violencia,
por lo tanto se demuestra que para Colombia existen una serie de variables de carácter
político y económico que tienen efectos en los determinantes de la violencia. En
particular, se halló que las variables asociadas con la ausencia de la presencia del Estado
en ciertas regiones y los factores económicos son una explicación del aumento de la
violencia en el país.
Palabras clave: Pobreza, Violencia, Desarrollo Económico
Clasificación JEL: O47, E23, O4
♣
Investigación financiada por el Departamento de Investigaciones de la Universidad de La Salle. Las opiniones
expresadas en este documento son única responsabilidad del autor y no comprometen en sentido alguno la posición
institucional de la Universidad de La Salle. El autor agradece los valiosos y acertados comentarios de Jorge Restrepo y
Jairo Isaza a una versión inicial del documento.
INTRODUCCION
En un sentido amplio, la exclusión política, la pobreza y los profundos desequilibrios configuran
las causas objetivas de la violencia, fenómeno que se produce cuando la sociedad ve
obstaculizado su desarrollo debido a las limitaciones que provienen de las estructuras sociales
mismas, producto de relaciones basadas en la desigualdad, el bajo crecimiento económico y el
insuficiente capital humano, Cotte y Cotrino [2006]. Aceptando la complejidad y las múltiples
dimensiones que de la violencia en Colombia se presentan, la literatura ha extendido su énfasis
de la confrontación de mediados del siglo pasado y la guerra insurgente para dedicarse a
considerar otras formas de violencia, no directamente relacionadas con el conflicto armado,
que dan cuenta de la mayor parte de las muertes violentas en el país, Moser [1999].
Actualmente, las interpretaciones tradicionales que enfatizan de manera reiterada las
condiciones estructurales como factores explicativos trascendentales han sido seriamente
cuestionadas. Uno de los propósitos del presente trabajo es el de ofrecer algunas reflexiones
sobre los argumentos centrales de estas nuevas interpretaciones, especialmente en lo
referente a la relación entre causas objetivas y violencia en Colombia, Cotte [2007].
La violencia en el país sigue siendo atribuida mayoritariamente a un fenómeno cultural
generalizado, enraizado en las características de la sociedad. Como lo señala Becerra y
Sarmiento [1998], la violencia en general y más una violencia con la persistencia de la
colombiana, es el resultado de un complejo número de causas. Así mismo, los trabajos
recientes sobre el tema han controvertido la estrecha relación entre "condiciones objetivas" y
violencia, concediéndole menor importancia a los actores armados, se pretende entonces en
este documento mostrar la incidencia que lo económico tiene sobre la violencia en Colombia.
Se ha visto cómo las estrategias y los movimientos tácticos de las organizaciones irregulares
se vienen modificando en función de los cambios experimentados en la confrontación. Así
mismo, los impactos de las actuaciones de los grupos armados sobre la población civil han
cambiado. La tendencia creciente de la violencia producida en medio del conflicto en los
diferentes años, es resultado de una dinámica desencadenada por sus protagonistas que
dirigen sus acciones contra los civiles, pues las respuestas para mantener el control sobre las
zonas en disputa se centran en la población.
El documento está organizado en seis partes siendo esta introducción la primera. La segunda
parte presenta algunas consideraciones teóricas y conceptuales sobre la violencia y la teoría
del conflicto. La tercera realiza una revisión de la literatura sobre el tema de estudio focalizado
en las principales categorías de análisis. La cuarta muestra la evidencia empírica y los
principales hechos estilizados del conflicto en Colombia. La quinta realiza una explicación de la
metodología utilizada y presenta los resultados del análisis para las conjeturas propuestas
durante el periodo 1950 y 2006. Finalmente se presentan las conclusiones.
MARCO TEÓRICO CONCEPTUAL
Considerado como un proceso político, el fenómeno de la violencia y en particular, el conflicto
armado, es consecuencia de diversos hechos contradictorios, desde una perspectiva, ésta
surge de la confrontación de las élites por imponer desde el Estado un modelo de
modernización conforme a pautas partidistas, liberales o conservadoras, y de otro lado el
sectarismo localista de ciertos grupos, clases y regiones de un país que se transforma de lo
rural a lo urbano, con diferencias de interpretación sobre los períodos o sobre la jerarquización
de los epicentros del fenómeno.
Nociones sobre la violencia
Existen diversas concepciones y/o definiciones sobre violencia. Por ejemplo, la violencia
concebida como la existencia de estructuras económicas, culturales, sociales, jurídicas y
políticas, que son fuente de opresión del ser humano e impiden su liberación y total realización,
es la llamada “violencia de las estructuras”, desde otra configuración, la violencia como el uso
de las armas para imponerse a otros, con la fuerza del sometimiento, se traduce en lo que
comúnmente se conoce como la “violencia armada”. Cuando la violencia es cometida por parte
de individuos, bandas o grupos armados en contra de los poderes establecidos del Estado o de
la sociedad, se interpreta como la “violencia revolucionaria armada”. Una concepción
criminológica propiamente dicha, aborda la violencia como una conducta -individual o social- de
agresión destructiva, que acude al empleo ilegítimo, o por lo menos ilegal de la fuerza, para
llegar a un fin. La violencia según Buvinic et al, [1999] se define como: “el uso o amenaza de
uso, de la fuerza física o psicológica, con intención de hacer daño” y en sus varias
manifestaciones -homicidio, robo, secuestro, violencia doméstica- es uno de los mayores
obstáculos al desarrollo y bienestar de la población de América Latina.
Dentro de las diferentes clases de violencia, en Colombia se presentan algunos tipos, los más
frecuentes están asociados con: la violencia cotidiana, la intrafamiliar y la violencia política.
Desde el punto de vista geográfico, se encuentra la violencia nacional, la violencia regional y la
violencia local, coexistiendo una estrecha interrelación entre ellas. La violencia contiene varias
formas de manifestarse, encontrando en el homicidio su máxima expresión, aunque se
contemplan otras, como son las lesiones personales, el maltrato, el desplazamiento masivo de
personas, el abandono de la actividad productiva, entre las más relevantes. La comunidad en
general tiene como principal indicador al homicidio por ser este el que se registra con mayor
precisión y periodicidad.
En épocas pasadas, las manifestaciones de la violencia y los lugares donde éstos se producían
estaban más claramente delimitados. Los conflictos violentos eran considerados característicos
de regiones remotas, en las cuales el Estado no estaba presente. Giraban en torno a la
posesión o distribución de los recursos locales, en cambio, las regiones urbanizadas y sobre
todo las grandes ciudades eran consideradas lugares con cierto nivel de civilización en donde
el individuo no tenía que temer por su vida permanente. Hoy, esta situación ha cambiado y los
centros urbanos están afectados en mayor proporción por esta situación.
Si se toma la violencia clásica, desatada en 1948, como punto de quiebre del orden social
colombiano, se debe tener presente la forma en que está ha permanecido y su continuidad a lo
largo del tiempo. La lectura de la violencia clásica como un puro fenómeno político, olvida que
su efecto más duradero fue el enorme paso de riquezas y propiedades de unas manos a otras,
y sus consecuencias más evidentes: el surgimiento de economías de exportación, la
consolidación de nuevos sectores económicos, la generación de nuevas formas de ganar,
asegurar y defender la riqueza. Esto no quiere decir, por supuesto, que la violencia clásica, e
incluso el conflicto armado de hoy, hayan tenido solamente móviles económicos, tampoco se
pretende rechazar la tesis de un posible origen político del conflicto armado. La tesis de Deas
[Deas, 1999 y Deas y Gaitán, 1995] acerca del origen político de la violencia puede sostenerse.
La violencia desde un punto de vista del orden social muestra una tríada fundamental,
conformada por la tecnología de la organización armada para conseguir fines políticos,
territoriales y económicos, la violencia sistemática para ganar el control de la población y el
intercambio mercantil para asegurar la supervivencia en condiciones de amenaza e
incertidumbre, Hirshleifer [2003:15-20]. No puede desconocerse, por supuesto, que el
fenómeno de la exclusión política, generado por el Frente Nacional, explica el surgimiento y
proliferación de las organizaciones armadas revolucionarias activas en las décadas del setenta
y del ochenta. Pero la dimensión política y revolucionaria de esas organizaciones actúan en el
contexto más amplio de una organización social en la que la depredación sistemática, el
ejercicio de la violencia y la búsqueda de ventajas económicas individuales aún prevalecen.
Desde el punto de vista de los costos, estos no se miden tanto en combatientes perdidos, sino
en territorios, en recursos económicos, en vías de comunicación y en poblaciones que escapan
de su control. Hay, entonces, un tipo de conflicto costoso y otro que no lo es. El primero
conduce, por supuesto, a la intensificación del conflicto, a las masacres y al terror sobre la
población civil de las zonas en disputa, pero tiene una ventaja: posee una disciplina interna que
permite vislumbrar la posibilidad, primero, de un equilibrio entre las fuerzas en conflicto y,
segundo, de una solución negociada. El segundo no produce mayores efectos, no incrementa
la tasa de homicidios en forma notable, pero no permite ver ninguna solución en el futuro
próximo. En el conflicto la regulación y el poder provienen de la utilización de las armas. Pero el
éxito de unos ha generado imitadores efectivos. Las organizaciones paramilitares no sólo
imitan las formas de acción de la guerrilla, sino que han diseñado técnicas de terror para
controlar en forma efectiva a la población que le sirve o puede servir de apoyo a las
organizaciones guerrilleras.
LA LITERATURA SOBRE LA VIOLENCIA Y SUS CAUSAS ECONOMICAS
Las causas objetivas de la violencia
Las “causas objetivas” de la violencia explica Posada [2002], con ella se quiere expresar que la
violencia tiene un origen estructural: en la pobreza, en las desigualdades económicas, en la
falta de oportunidades – sociales, políticas o económicas -, que ofrece el sistema. Igualmente
afirma que alrededor de este tema ha existido un alto grado de consenso social, agrega
entonces que un mejor entendimiento del conflicto armado colombiano debe comenzar por
apreciar los errores del diagnóstico que hasta ahora ha servido para sustentar las políticas
públicas.
El dominio tradicional de la interpretación de la violencia colombiana como resultado de las
citadas “causas objetivas de la violencia” se ha discutido en los últimos años, la literatura
relativamente reciente conocida como la línea revisionista a postulado otras hipótesis de
trabajo. Desde 1994, con la publicación del trabajo pionero de Gaitán y Deas [1994], han
surgido nuevas explicaciones alternativas al problema. Tras una revisión pormenorizada de
diversas teorías, se concluyó que ni la pobreza, ni las desigualdades, ni otras razones
estructurales podían por sí solas responder por los grados extraordinarios de la violencia
colombiana. Gaitán sugería prestar más atención a las consecuencias del delito, al sistema
judicial y a los altos grados de impunidad frente al crimen.
En un ensayo en la misma línea del anterior Gaitán y Montenegro [2000] emprendieron “una
mirada crítica a veinte años de estudios sobre la violencia en Colombia”. En este esfuerzo de
síntesis, los autores vuelven a subrayar las falacias de la teoría sobre las “causas objetivas de
la violencia”, pero concluyen con unas observaciones más generales. Según ellos, es
necesario que los trabajos sobre la violencia en Colombia se encuentren “firmemente
respaldados en datos empíricos”, que “resistan las pruebas del tiempo y de las comparaciones
internacionales”, y que permitan “jerarquizar las causas de la violencia”, con el fin de poder así
jerarquizar políticas y canalizar recursos hacia aquellas áreas prioritarias.
López y García [1999] por su parte argumentan y demuestran que la pobreza y la desigualdad
se constituyen en un determinante importante de la violencia. Es decir, la inequidad produce
violencia en un contexto dinámico, y esto se hace más evidente: “cuando el Estado es débil y
no es capaz de asumir funciones de pretensión de legalidad, de mediación de conflictos, de
provisión de bienestar colectivo y de formación de ciudadanía”. Finalmente el trabajo sugiere
que las políticas públicas se deben dirigir a reducir las causas de la pobreza.
El trabajo de Sánchez y Núñez [2001], tras un estudio sistemático de diversas variables en las
siete principales ciudades colombianas, refuerzan las teorías revisionistas sobre el origen de la
violencia. En sus términos, las “variables socioeconómicas como pobreza o desigualdad
afectaron muy poco el comportamiento de la tasa de homicidios”. En cambio, la explicación
“fundamental del aumento en la tasa de homicidios durante los años ochenta fue el incremento
de la actividad del narcotráfico y en menor medida el colapso del sistema judicial”.
Echandia [2003], argumenta que tradicionalmente se ha explicado el conflicto armado
colombiano por la existencia de "condiciones objetivas" que se presentan en las zonas rurales y
apartadas, donde la insurgencia asume la causa del campesinado víctima de la violencia
terrateniente o estatal. Mediante la evidencia estadística y los mapas que se presentan en el
trabajo, se reconocen los cambios en la evolución reciente del conflicto armado, pone en
evidencia la existencia de planes dirigidos hacia el control de posiciones con elevado valor
estratégico para los actores en competencia. De igual manera, se muestra la alta concentración
de masacres y asesinatos selectivos en zonas determinadas con importante ubicación
estratégica y al mismo tiempo explica como estas han experimentando un incremento de los
homicidios de forma indiscriminada. En sus conclusiones afirma que “a pesar de que la
ampliación de la capacidad operativa y de inteligencia del Estado ya ha mostrado resultados
positivos en la lucha contra la guerrilla, ello difícilmente implicará que se consiga el
sometimiento de los alzados en armas por la vía militar”; y dentro de este contexto se propone
que si bien es cierto que “los resultados obtenidos en este campo deben interpretarse como
una contribución en la creación de condiciones para negociar la terminación de la guerra, por
cuanto permiten contener la expansión de la guerrilla y bloquear el acceso a las fuentes de
financiamiento, con lo cual la solución política del conflicto se convierte en una opción”.
Valenzuela [2001], discute los factores y mitos sobre la violencia, el trabajo argumenta que la
evidencia empírica sobre la relación entre factores objetivos y violencia es la “más difícil de
interpretar”, y reconoce que estudios comparativos internacionales han demostrado que hay
una relación de causalidad entre la desigualdad y la violencia. En este respecto advierte el
documento lo siguiente: “puesto que muchos estudios respaldan la capacidad explicativa de
por lo menos un factor objetivo –la desigualdad–, entre países y a través del tiempo, tanto para
el robo como para el homicidio, e independientemente de la medida de desigualdad utilizada,
las fuertes afirmaciones iníciales en contra de la hipótesis deberían, como mínimo, revisarse”.
Igualmente y según la argumentación explicativa dada en el trabajo la evidencia de diferentes
investigaciones no justifica el calificativo de “mito” atribuido a la relación entre causas objetivas
y violencia. Por otro lado, la desigualdad no puede desligarse tan nítidamente de la pobreza,
puesto que es su inclusión como parte de la ecuación de desigualdad lo que explica el efecto
de ésta sobre la violencia.
De otro lado, el trabajo de Palau y Sánchez [2006] determina las variables que explican la
expansión geográfica y el aumento de la actividad armada de los grupos ilegales desde
mediados de los años sesenta, teniendo como instrumentos de análisis la descentralización
política, fiscal y administrativa de los años ochenta y sus efectos sobre los gobiernos locales. El
trabajo sostiene que el conflicto se ha trasladado a lo local a través de un mayor uso de la
violencia destinada a la apropiación de bienes y recursos públicos, control del proceso electoral
y/o consolidación del dominio territorial. El análisis sobre los determinantes de la actividad
armada en los primeros años (1974-1982) muestra según los autores que el mayor uso de la
violencia coincide con condiciones objetivas como la pobreza y la desigualdad.
BREVE EVIDENCIA DE LA VIOLENCIA EN COLOMBIA
Las diferentes estadísticas disponibles confirman que durante un largo período de tiempo se
observaron tasas de homicidios relativamente bajas. Las cifras oficiales disponibles de
comienzos de los años veinte registran tasas del orden del 2,8 y 4,2 por cien mil habitantes en
1923 y 1924. Posteriormente los registros sistemáticos anuales de los homicidios muestran que
entre 1948 y 1965 se presentó la violencia con sus respectivos coletazos, gráfico 1.
GRAFICO 1
TASA DE HOMICIDIOS COLOMBIA
1952-2006
90
80
70
60
50
40
30
20
10
0
Fuente: Policía Nacional
Las tasas anuales llegaron a 39 por cien mil habitantes en 1952 y a 46 en 1958. Según los
datos de la Policía Nacional, entre 1948 y 1965 se presentaron 82.051 homicidios. Durante los
últimos gobiernos del Frente Nacional las cifras de la violencia descendieron hasta el punto en
que a los comienzos de los años setenta fue de 22 por cien mil habitantes. Las tasas de
homicidios comenzaron nuevamente a ascender en la segunda mitad de los años setenta y
llegó a su nivel máximo en 1991 cuando registro 86 por cien mil habitantes, mucho más
elevada que la máxima observada durante el periodo de la violencia y la mayor en la historia de
Colombia, gráfico 2.
GRAFICO 2
HOMICIDIOS EN COLOMBIA
1952-2006
100
30000
90
25000
80
Tasa de Homicidios
20000
60
50
15000
40
10000
30
20
5000
10
0
0
TASA DE HOMICIDIOS
HOMICIDIO COMUN
Fuente: Policía Nacional
Posteriormente y durante la década de los noventa la tasa de homicidios inicio su descenso y
en 1998 fue de 56, una cifra aún demasiado elevada bajo cualquier comparación internacional.
La reducción de los homicidios entre 1992 y 1998, en buena parte se concentró en la
disminución de los homicidios ocurrida en las tres principales ciudades, usualmente se atribuye
al desmantelamiento de los principales carteles de la droga y a diferentes campañas locales
para reducir la inseguridad ciudadana. En términos generales, los municipios que eran más
violentos muestran una caída en las tasas mientras que, en el otro extremo, los municipios más
pacíficos fueron aquellos que en mayor medida se vieron afectados por una violencia creciente
durante los noventa, Rubio [2001].
El proceder de los actores organizados de la violencia, señala que el homicidio en Colombia
haya tenido una “difusión contagiosa” Cohen y Tita [1999] en el sentido en que la presencia de
estructuras organizadas que recurren a la violencia generan una dinámica de las que son
víctimas tanto miembros de organizaciones rivales como no miembros. Los homicidios
originados por una organización suscitan una progresión de acciones violentas que se
expanden en el tiempo mas allá de los actores inicialmente implicados y que tienden
posteriormente a perdurar. Si bien existe un excesivo desconocimiento sobre los causantes de
las muertes en el país, las autoridades y los académicos han admitido que las violencias que
están cobrando el mayor número de víctimas sobrepasan a las que generan las guerrillas, los
grupos de autodefensa, las organizaciones de justicia priva al servicio del narcotráfico. Como
Número de Homicidios
70
se ha visto, en las localidades urbanas y rurales aludidas, la presencia de los actores violentos
se asocia estrechamente con las altas tasas de homicidios indiscriminados; a la vez, también
son altos los homicidios selectivos.
Los nuevos estudios cuestionan también el planteamiento de que la violencia generalizada
transita por todos los ámbitos de la vida nacional y hace parte integral de la vida de los
individuos y las comunidades. Estos trabajos insisten en que la violencia de los últimos años
ocurre con especial intensidad en algunos sitios del país donde tienen mayor incidencia los
grupos armados –mafias, guerrilla y paramilitares- y, más importante aún, que la autoría de los
homicidios corresponde a un pequeño grupo de personas, profesionales del crimen, y no a la
gran mayoría de los colombianos.
ESTIMACIONES Y RESULTADOS
El esfuerzo por entender los daños que en el tejido de la sociedad ha producido el conflicto
armado en Colombia y proponer una solución es una tarea multidisciplinaria. Para este
propósito se ha desarrollado una estructura explicativa con una serie de hipótesis que
corrientemente se expresan en los diferentes análisis sobre la violencia y el conflicto a partir de
la construcción de una serie de variables explicativas que intentan mostrar los determinantes
de la violencia en Colombia.
La labor es compleja si se pretende realizar un trabajo teórico y empírico sobre el tema, sobre
todo si se piensa en la dificultad que se presenta al tratar de definir las series a utilizar; en este
último caso aún para cuestiones que en principio no deberían presentar problemas serios de
medición, son frecuentes las referencias al sub-registro, la incompatibilidad de las cifras de
distintas fuentes, o a la imposibilidad de contar con una serie suficientemente larga para un
análisis a lo largo del tiempo, Cotte [2006b:62]. En términos prácticos la construcción de las
series se refinó a partir de los datos suministrados por varias instituciones, aunque no existen
inconsistencias serias entre las instituciones públicas –Policía Nacional, Ministerio de Defensa,
DAS, Observatorio de Derechos Humanos de la Vicepresidencia de la República– instituciones
encargadas de llevar sistematicamente los datos del conflicto, si se perciben diversos síntomas
de fallas en sus registros y existen sesgos de inclusión.
Incluso en aquellos escasos casos en los que se hallan datos sistemáticos éstos presentan
serios inconvenientes. En general tienen muy baja periodicidad -habitualmente de forma
anualizada-, están demasiado agregados a nivel geográfico, cobijan un período de tiempo
breve y los criterios de recolección y clasificación son muy deficientes. El principal problema, de
hecho, lo constituye el diseño de la base de datos y los métodos para su categorización. La
mayor parte de las bases de datos no están diseñadas para medir el conflicto o aspectos
particulares de éste, Restrepo, et al [2004].
Para propósitos de esta investigación, la recolección y agrupación de los datos se realizó
mediante la metodología de series de tiempo, las diferentes bases de datos registraron las
distintas estadísticas sobre acciones en contra de los derechos humanos de la primera
generación: asesinatos políticos, desaparición forzada, torturas, entre otras. Cifras que se
obtuvieron de las bases de datos de la Policía Nacional, Medicina Legal, el Banco de Datos del
Centro de Investigación y Educación Popular –CINEP–, la Consultoría para los Derechos
Humanos y los Desplazamientos –CODHES–, del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones
Internacionales –IEPRI– de la Universidad Nacional de Colombia sobre violencia política, el
Departamento Nacional de Estadística –DANE– y el Departamento Nacional de Planeación –
DNP–. Para determinar la incidencia de los diferentes aspectos de la desigualdad, la pobreza y
los demás determinantes socioeconómicos sobre la violencia, se incorporaron indicadores
como los siguientes: Evolución del PIB, salario mínimo, población desempleada, coeficiente de
gini, nivel de empleo.
Para realizar las diferentes estimaciones se sometieron las variables a las diferentes pruebas
para determinar si cumplen con la condición de estacionariedad, esto es, que su media y
varianza no sean dependientes del tiempo. Para este propósito se hace uso del análisis de
cointegración, en el cual se plantea como hipótesis la existencia de relaciones de largo plazo
entre las diferentes variables. De esta forma, la existencia de una relación de cointegración
entre un conjunto de variables puede interpretarse como la existencia de una relación lineal.
Finalmente y dado que muchas de las variables presentan cambios estructurales, es decir, que
en algunos momentos las series de tiempo se ven afectadas por la ocurrencia de fenómenos
que tienen efectos de carácter permanente y que en ocasiones vuelven ineficientes las pruebas
de raíces unitarias, se aplicó la prueba de Perron [1998, 1990]. El método sugerido por este
autor consiste en postular una cierta forma de cambio de comportamiento de la serie a partir de
un cierto momento conocido, cuando se observa evidencia de cambio estructural en la serie
estudiada. Igualmente, se aplicó como complemento la técnica del análisis de intervención,
entendida como la ocurrencia de un evento exógeno al comportamiento histórico de las
diferentes variable, Guerrero [2003], esto con el fin de refinar los diferentes procesos de
estimación.
Las variables como se explicó son observables en forma anualizada. Tanto la variable
explicada como las explicatorias son cuantificables. Los trabajos más recientes sobre el tema
han demostrado que existen variables adicionales –fuerzas sociales, políticas e institucionales-,
que de alguna manera ayudan a explicar la incidencia de ciertas variables sobre el aumento de
la violencia en ciertas regiones. Los estudios económicos internacionales sobre crecimiento e
inversión demuestran la influencia negativa de la violencia, la inestabilidad social y los hechos
en contra de los derechos humanos sobre el crecimiento. La sociedad colombiana tiene
características especiales que deben ser estudiadas desde una perspectiva económica, social
y política. La estimación se hizo para series de datos para el período 1950-2006. Se introdujo la
variable dependiente Tasa de Homicidios como variable explicativa. En términos generales se
estimó la siguiente estructura:
dVt
= ηi + αXi,t + ξi,t
dt
(1)
En está estructura funcional, (Vt) relaciona fenómenos asociados con la violencia, (Xi) es un
vector que determina variables socioeconómicas y demográficas, ηi es la constante y ξi,t es el
término de error. Las expresiones para estimar los efectos de la violencia, la pobreza y los
actos en contra de los derechos humanos se agregaron integrando funciones compuestas de
diversas variables. Con esta explicación, se debe advertir que los resultados que se comentan
a continuación deben entenderse como el contraste empírico de una serie de hipótesis que
habitualmente se enuncian en los análisis sobre la violencia en Colombia. Una hipótesis que
suele expresarse frecuentemente es que las condiciones socioeconómicas son una explicación
de la violencia, lo que se conoce en la literatura como las causas objetivas de la violencia.
Tabla 1. Determinantes Socioeconómicos de la violencia en Colombia 1950-2006.
TCHOMICIDIOS
t
CONSTANTE
POBLACION
DESEMPLEADA
SALARIO
MINIMO
RURAL
SALARIO
MINIMO
URBANO
EMPLEO
GINI
TASA DE
CRECIMIENTO
DEL PIB
7,377802
-0,426624
-0,483061
0,831494
0,518537
0,913168
-0,792983
(2,017573)**
(-2,677234)**
(-1,371698)
(2,260135)**
(0,973183)
(1,429116)*
(-1,956588*)
Observaciones: 54
R-squared: 0,82
F-statistic: 33,5
Nota: El estadístico t aparece en paréntesis
*** Significativo al 99%
** Significativo al 95%
* Significativo al 90%
En la tabla 1, se observan los resultados del ejercicio. Se muestra que la tasa de homicidio está
asociada positivamente a niveles mayores de pobreza, concentración del ingreso, el nivel de
riqueza y el empleo; de otro lado, se encontró que está negativamente relacionada con la
población desempleada y el nivel salarial de los diferentes sectores de la economía. En efecto,
se encuentra una relación positiva entre el índice de homicidios y la riqueza, para cada una de
las variables utilizada en el modelo. Esta relación quiere decir que tienen más alta probabilidad
de sufrir violencia los municipios donde se dan posibilidades nuevas de acumulación de riqueza
en donde las condiciones actuales de distribución de ingresos es desigual, de seguridad y de
presencia y eficacia de la acción estatal son bajas.
Otro interesante resultado es la relación inversa entre violencia y capital humano, medido como
el número de alumnos matriculados y el de establecimientos educativos. En conjunto se
encontró que si existe un mayor número de alumnos matriculados y de establecimientos
educativos, los indicadores de la violencia tienden a ser menores. Esto corrobora lo de otros
estudios que utilizan como indicador los años de educación promedio de las personas del
hogar, se encontró que aquellos municipios con mayor capital humano, en promedio, tienen
menores tasas de violencia. Así, por ejemplo, un aumento del 1 % en el promedio de educación
disminuiría la tasa de homicidios en 3.0 % en todo el país, Sarmiento y Becerra [1998]. Un
resultado similar es el obtenido por Londoño [1998], donde se encuentra que un bajo nivel de
educación es uno de los mayores factores de riesgo para caer en situaciones violentas, en
igual sentido el trabajo de Perfetti [2003] explica la importancia de la educación especialmente
en las zonas rurales.
CONCLUSIONES
La violencia en general y más una violencia con la persistencia de la colombiana, es el
resultado de un complejo número de causas. A pesar de la inexistencia de una explicación
única, existe un factor común que se encuentra en los análisis más connotados de la violencia.
Fallas importantes en el funcionamiento de los procesos democráticos que han llevado a que
grupos numerosos de la población se sientan excluidos del manejo de las cuestiones públicas,
discriminados en el ejercicio de la justicia, desprotegidos en la seguridad personal. Igualmente
se señalan en los estudios, comportamientos frecuentes donde grupos cerrados se apropian de
espacios y bienes públicos para su propio provecho utilizando la fuerza para adueñarse de los
factores de acumulación y de riqueza. Estas dos explicaciones parecen concentrarse en la raíz
de buena parte de la violencia que se ha dado en Colombia.
De la verificación empírica, de hipótesis comunes sobre factores asociados con la violencia se
puede afirmar que la violencia tiende a reproducirse con más probabilidad en sectores o zonas
con altas posibilidades de acumulación económica y con presencia débil del Estado. Sin
embargo, en las zonas y grupos de población con niveles altos de violencia, los pobres son las
principales víctimas. Las desigualdades existentes para que las personas y las familias utilicen
su potencial para alcanzar las condiciones deseables de calidad de vida, favorecen la
reproducción de la violencia. La presencia de los grupos armados es indudablemente un
elemento generador de violencia.
A pesar de las simplificaciones, el modelo arroja resultados compatibles con la realidad política,
económica y social, es útil para ayudar a describir e interpretar los procesos y mecanismos
básicos de la violencia en Colombia. Tanto desde lo teórico como desde lo empírico, la
evidencia presentada apunta a que en el país se configuran una serie de interrelaciones en la
que la evolución de la violencia a lo largo del tiempo está determinada por aspectos
socioeconómicos, demográficos, el conflicto armado y la presencia del Estado en algunas
regiones del país. Igualmente se pudo comprobar que las variables asociadas con las causas
objetivos de la violencia tienen incidencia en el conflicto actual que se vive en el país.
En resumen, se tiene que el ejercicio empírico realizado para el caso colombiano confirma la
hipótesis de varios trabajos sobre el tema central de la incidencia de las “causas objetivas” y su
incidencia sobre la violencia en Colombia. Pero adicionalmente se encontró que para Colombia
existen una serie de variables de carácter político que tienen una notable incidencia en los
determinantes de la violencia. En particular, se halló que las variables tradicionales asociadas
con los factores educativos como el número de alumnos matriculados, el número de
establecimientos educativos son factores que tienen que ver con el aumento de la violencia.
Finalmente, la función que cumplen los países marginados en la incidencia global del conflicto
dependerá del tamaño del grupo y de su desempeño económico. De modo que fomentar el
desarrollo de los países de crecimiento lento e ingreso bajo es una de las dos mediaciones
cruciales para reducir la incidencia global del conflicto, Banco Mundial [2003:108]. Estas no son
las únicas instancias de mediación para mejorar la paz mundial, pero cada vez más se
convertirán en las más importantes, Collier, et al. [2004].
BIBLIOGRAFIA
Banco Mundial [2003]. Guerra civil y políticas de desarrollo. Cómo escaper de la trampa del
conflicto. Washington, D.C.
Bolivar Ingrid, González Fernán y Vazquez Teófilo [2006]. Violencia política en Colombia. De la
nación fragmentada a la construcción del Estado. Bogotá: Centro de Investigación y
Educación Popular, CINEP.
Buvinic Mayra, Morrison Andrew y Shifter Michael. [1999]. “Violence in Latin America and the
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