Arraigo y Memoria - Ediciones Rondas

Transcripción

Arraigo y Memoria - Ediciones Rondas
Arraigo
y
Memoria
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ED
IC ª
IÓ
N
ARRAIGO
y
Memoria
JOSÉ GARCÍA GALERA
ARRAIGO
y
Memoria
(Autobiografía)
Segunda Edición
EDICIONES RONDAS, S.L. Barcelona
© Textos : José García Galera
© Presentación y prólogos: Juan Herrera Segura, Francisco Gutiérrez Latorre
y Pedro Soler Valero
© Dibujo de la cubierta: Pedro Soler Valero
Primera Edición: Arráez Editores S.L. Agosto 2010
Segunda Edición, ampliada: Abril 2014
Ediciones Rondas, S.L.
[email protected]
933 721 068. Esplugas Ll. (Barcelona)
ISBN. 84-85247-82-5
Depósito Legal: B 8898-2014
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Bajo las sanciones establecidas por la Ley.
A Ana María, mi mujer,
por su paciencia
en la gestación de esta obra
y como testimonio
de su generosidad y aliento
Presentación
H
acía años que se hablaba en Lucainena de las Torres de
don José García Galera, un médico que ejercía en el Hospital de San Pablo de Barcelona.
En nuestro interés desde el Ayuntamiento por reconocer la labor
que realizan los lucainenses que por diversos motivos dejaron
nuestra tierra, pregunté en el pueblo a personas mayores que nos
pudieran dar información y opinión sobre el doctor García Galera,
ya que desde hace años, pensamos en la posibilidad de que hiciese
el pregón de las fiestas en honor de nuestra patrona la Virgen de
Montesión, o bien, como es el caso, que quedase constancia en una
de nuestras calles de una persona ilustre.
De esta forma hablé con su primo Juan Magaña aprovechando
uno de los viajes que con frecuencia hace al pueblo. Hablamos de
don José durante muchas horas y de la gran labor que hacía con
los enfermos que desde nuestro pueblo y de otros muchos limítrofes a nosotros se desplazaban a la ciudad condal para que los ingresara en el Hospital de San Pablo y encontrar remedio a sus
males.
Incluso hablamos de mi tío Alfonso Pérez al que le había dado
clase durante su estancia en el pueblo en la inmediata postguerra
y lo llevó a Almería a examinarse de Ingreso de Bachillerato, le
recomendó después que siguiera estudiando, aunque él ya no estuviera allí; siguió su consejo, fue maestro nacional y director del
colegio. Paradojas de la vida, muchos años más tarde don José
intervino otra vez ingresándolo y operándolo en el Hospital de San
Pablo por una grave afección que se resolvió favorablemente.
Otros muchos enfermos y entre ellos José Marín que estuvieron
en el mismo centro hospitalario, me hablaron del gran interés, el
trato amable que tuvo con ellos y los buenos resultados obtenidos.
Eran unos años en que no teníamos los medios que afortunadamente disponemos hoy. Podíamos seguir enumerando a las numerosas personas que interrogué. Todos guardaban un buen recuer-
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José García Galera
do de su paso por San Pablo y de las atenciones desinteresadas del
doctor García Galera.
Ya tenía suficientemente claro que, como médico, tenía méritos
profesionales y humanos para que, por unanimidad de la Corporación Municipal, se aprobase el cambio de nombre de la calle
Nueva, que era la calle donde había nacido, y recibiera el de calle
del Doctor José García Galera. Pensé que sería más que suficiente para solicitarlo al pleno pero me apasionaban las conversaciones que sobre él tenía con Juan Magaña, con familiares míos y con
numerosos vecinos, ya mayores. Fui anotando bastantes datos de
su infancia y del protagonismo que había tenido de sus desplazamientos familiares por el trabajo de su padre desde Almería a Málaga, Granada y Alicante para regresar de nuevo a Lucainena al
finalizar la guerra civil con las secuelas y penurias de la postguerra. Con gran esfuerzo y sacrificio y alternándolo con el trabajo
termina los estudios de bachillerato, aprueba la carrera de Practicante y es nombrado oficialmente para este cargo tanto en nuestro pueblo como en el de Turrillas el año 1942 y un año después,
por asimilación, la plaza de comadrona.
Al mismo tiempo ejerció el cargo de auxiliar del juzgado, cuando era juez de paz don José Marín, colaborando en las mismas fechas en la confección del padrón municipal y de amillaramiento;
incluso hizo suplencias en la escuela pública y particularmente
daba clases de bachillerato hasta que en 1944 se traslada con toda su familia a Barcelona. Cinco años después, en 1949, tras un
duro esfuerzo de trabajo y estudio se licencia en Medicina y Cirugía en la Facultad de Barcelona e ingresa en el Hospital de San
Pablo.
Cuando se expuso su dilatada vida en el pleno y los hechos relatados, no quedó ninguna duda de la coherencia de dar su nombre a una calle de nuestro municipio. El hecho culminó con la entrega de una placa en el Salón de Plenos del Ayuntamiento el día
19 de enero del 2002 en presencia de sus cuatro hijos, nietos y primos, desplazados para este acto, así como los amigos del pueblo.
Ya en la cena, se hizo entrega a su esposa doña Ana María de un
ramo de flores. En los postres nos deleitó con su forma de contar
sus recuerdos y vivencias desde su infancia hasta este día.
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Todo ello culminó el día 20 con el descubrimiento de una placa
con el nombre de “Calle del Dr. José García Galera”, acompañándonos en este acto el presidente del Colegio de Médicos de Almería
don Francisco Ortega Viñolo. Para mí fue un gran momento y desde entonces tengo la suerte de contar con su amistad, ya que desde esta fecha suele pasarse unos días entre nosotros en las fiestas
patronales o en el Día de las Flores.
Don José, mi afecto más sincero y mi eterno agradecimiento
por tener la oportunidad de tener un espacio en esta obra sobre su
biografía, ya que es usted una persona a la que admiro y respeto,
y el mejor de mis deseos para una persona ilustre que ha sabido
llevar con orgullo el pertenecer a una familia de lucainenses.
Juan Herrera Segura
Alcalde de Lucainena de las Torres
PRÓLOGO
N
arrada con naturalidad, sugestión y amenidad, nos ofrece el
doctor José García Galera su autobiografía, Arraigo y memoria, en la que rinde cuentas de numerosas vivencias acumuladas durante el transcurso de su dilatada existencia en uno de
los periodos más azarosos de la España del Siglo XX.
Nota esencial del relato es la intención del autor de legarnos un
testimonio válido con propósito pedagógico: que el espíritu de superación personal en la lucha por la vida nos sirva a todos de ejemplo
para no decaer en la empresa –no siempre fácil– de cumplir con el
compromiso de nuestra vocación, las exigencias de nuestra responsabilidad y los deberes de nuestra formación, y poder así convertirnos en hombres y mujeres de provecho a la sociedad. Actitud que el
doctor García Galera denomina coloquialmente “tozudez personal”,
pero que es la condición que explica muy bien el por qué del éxito
que él ha cosechado en la vida.
Con habilidad descriptiva recurre al género de la crónica y con
su técnica nos ilustra detalladamente de las vicisitudes de una familia caminante, la formada por sus padres y hermanos y él mismo,
que protagoniza un periplo migratorio desde Almería, pasando por
Málaga, Granada, Alicante, Lucainena de las Torres, hasta finalmente asentarse en Barcelona, ciudad donde él florece en plenitud
con sus valores individuales y profesionales. Y además, funda una
familia cuyos miembros contribuyen a que el autor siegue la mejor
cosecha de todas sus acciones y, en consecuencia, pase a vivir los
mejores años de su vida después de tan largo y proceloso caminar.
La crónica, a su vez, se estructura en estampas muy ingeniosas
que corresponden a cada época protagonizada, estando algunas de
éstas ilustradas con sencillas, pero bellas, descripciones de los paisajes y ciudades visitadas, sazonadas con amenas y curiosas anécdotas; y en otras se aportan referencias testimoniales de episodios
críticos de nuestra Guerra Civil que tienen un considerable valor
histórico. Un valor clave y extraordinario porque nos lo expone un
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José García Galera
adolescente que, si bien fue desgarrado en momentos por la crueldad de la contienda y la penuria de una economía subdesarrollada,
nos asombra por su “tozudez personal” en la necesidad de seguir
caminando hacia adelante y estudiar, trabajar y aprender múltiples
oficios, ayudar a los demás y ser responsable… y así hasta llegar a
ser un notable universitario e incardinarse después en un destacado
profesional de la Medicina.
Llegado en plena postguerra a Barcelona, en cuya Facultad de
Medicina se licencia, mediante un gran esfuerzo personal y notable
nivel académico, desarrolla luego toda su vida profesional en el Hospital de San Pablo. Y es entonces cuando de su condición humana
emanan, juntos con apreciados valores profesionales, otros de gran
sensibilidad social, como la abnegada solidaridad hacia sus paisanos almerienses, a todos los que recalan en la Casa de Almería en
Barcelona. En aquellos años prácticamente no existía la Seguridad
Social pero él prestaba asistencia médica gratuita, pasando consulta en el local social un día a la semana; llama telefónicamente cada
día a nuestra Entidad para comprobar si hay algún asociado que requieran de su asistencia médica y, si los hay, se desplaza expresamente para atenderles. Cuando el doctor García Galera ingresa en
la Casa de Almería, tenía 32 años, con fecha febrero de 1955 y con
el número 80 de socio. A finales de 1956 dirige la sección de Sanidad y Benéfico Social de la Casa de Almería en Barcelona. Este consultorio para los asociados funcionó semana tras semanas durante
muchos años. Por entonces la Casa de Almería costeaba el gasto
diario de una cama para enfermos en el Hospital de San Pablo. Al
mismo tiempo de su actuación en nuestra entidad, desempeñaba su
actividad profesional como Médico Digestólogo del Hospital de San
Pablo. En la Casa de Almería en Barcelona, con la ayuda del doctor García Galera y de otros colegas más, igualmente almerienses,
formaban un Cuadro Médico Asistencial, de cuya capacidad y personalidad científica podían beneficiarse cuantos por desgracia se
hallaban aquejados de alguna dolencia. En julio de 1957 el doctor
García Galera fue elegido además Vocal de la Junta directiva de
nuestra Entidad cargo que desempeñó hasta 1960 y continuando como Delegado de la Sección de Sanidad y Benéfico-Social que abarcó un dilatado periodo de tiempo. Fue cofundador y director adjun-
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to de la entidad “Estudios del Sur de España”, sección de nuestra
casa, que tenía por misión promover y divulgar un plan de investigación sobre los pueblos del sur de España. Contribuyó a configurar el futuro de la Casa de Almería pues a su iniciativa se debe la
propuesta de elegir nuestro inmueble, en la calle San Luis número
64, que la Junta Directiva adquirió para ubicar nuestra nueva sede
social. Entregado totalmente a la Medicina del Hospital de San Pablo, se alejó durante unos años de la dinámica asociativa de la Casa, dado que la irrupción de la Seguridad Social más efectiva a mediados de la década de los años sesenta hacía innecesaria la existencia del Cuadro Médico Asistencial de la Entidad.
Anclado en la placidez de la jubilación, el doctor García Galera
reinició con asiduidad sus visitas a partir de febrero de 2004, con
motivo de presentarse el libro de memorias de un combatiente almeriense durante nuestra guerra y en la segunda mundial, nacido como él en Lucainena de las Torres. Entonces descubrió una Casa de
Almería en Barcelona modernizada y articulada con originalidad en
diversas “Tertulias” que agrupan a los asociados según sus zonas
de origen, y cuyas actividades culturales y sociales le hacen revivir
ahora aquellos años en los que, con generoso esfuerzo, entrega y abnegación, tanto él como otros directivos han contribuido a que la
Entidad llegue hoy a confines insospechados.
El doctor García Galera es el mejor prototipo de directivos de
nuestra Casa que, con acierto, nos deja en este momento un testimonio de su vida y de su época, escrito con harta sensibilidad y que denota sobremanera su exquisita calidad humana.
Francisco Gutiérrez Latorre
Presidente de la Casa de Almería
en Barcelona
PEPE GARCÍA GALERA
M
e gustaría no saber nada de quien escribe y por qué lo
hace. Solo conocer el texto y como mucho, a través de él
tratar de adivinar los entresijos que movieron al autor
para escribirlo. ¿Cómo es éste? ¿Qué clase de personalidad escribió aquello por lo que yo he de escribir? ¿Qué orígenes y causas
le llevaron a pergeñar lo que, casualmente o no, cayó en mis manos? Esta incógnita sobre la personalidad de quien nos emociona
con sus escritos, de quien nos despierta el interés sobre aspectos
a los que nunca habíamos prestado atención, a veces, nos inquieta más que sus escritos. Después, una vez desvelado el misterio,
comprobamos con cierta decepción que es una persona como nosotros. No nos paramos a pensar que el talento y la osadía de escribir o hacer algo poco común no confieren un aspecto físico distinto al de los demás, ni envuelve en un aurea que distinga o dote
de originalidad alguna.
Decía José Luis Borges en uno de sus prólogos: “lo que es común a una persona lo es para todas”. No sé si eso es cierto o no,
ponerlo en duda sería entrar en una discusión metafísica que no
es oportuna. Yo diría que no es común o frecuente que una persona considere relatar su vida cuando personal y profesionalmente alcanzó todas sus metas y el tiempo que le resta lo dedica a vivir con la mayor dignidad posible y a rememorar el trayecto que
ha hecho hasta donde está; las circunstancias y las vicisitudes de
las personas que fueron fundamentales, hasta que decidió que las
influencias de sus días y sus avatares no quedarían para el olvido.
La determinación de situarse ante un folio en blanco para intentar llenarlo de ideas y recuerdos, para dejar en él los secretos
y la personalidad de uno mismo, es una decisión ardua y difícil.
Pero hacerlo con clarividencia y frescura es más difícil aún. Si
además uno está convencido de que el camino recorrido hasta esa
determinación ha sido poco común por los atolladeros y dificultades del tiempo que le tocó vivir y la voluntad de superar cual-
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José García Galera
quier escollo que encontrase en su camino, el reflejo de todo esto
se convierte en una aventura inevitable. Una aventura con la que
uno quiere coronar sus días.
Para que yo escribiera este prólogo han pasado cuarenta y ocho
años desde el día que conocí a Pepe García Galera. Ha sido un
tiempo en que personas comunes en la sangre y la amistad nos
dejaron. Un tiempo en que a pesar de nuestra diferencia de edad
mantuvimos acaloradas discusiones sobre ideas y distintas concepciones de la vida. Han sido diecisiete mil quinientos días, en
los que también yo dejé la osadía de la juventud. Comprendo ahora mejor a las personas y las circunstancias que les llevaron a ser
como son. Comprendo mejor ahora a Pepe y a su titánica lucha
por llegar a ser lo que es. Comprendo ahora por qué se justifica
este libro y por qué ha merecido la pena escribirlo.
La época y las circunstancias que se relatan fueron especiales
por las dificultades, las convulsiones sociales y el odio enconado
entre dos Españas que no supieron ni quisieron entenderse. Ello
llevó a una de las guerras más crueles que ha sufrido Europa. Una
guerra feroz y fratricida, en la que el odio y los peores instintos
del ser humano fueron bandera de oprobios y crímenes ingentes.
De aquellas desproporcionadas miserias y padecimientos, surgió
una generación especial. Unas gentes a las que pocas cosas les podían asustar más que los tiempos que habían vivido. Los que se
hundieron en la desesperanza no contaron para nada. Los que se
encumbraron en la soberbia de la victoria al final, tampoco han
contado para nada. En cambio, aquellas personas (muchas de ellas
anónimas) que se impusieron a las circunstancias, que decidieron
cambiar el destino por medio del esfuerzo, que tomaron la determinación de vivir, a pesar de todo lo sufrido, son las únicas que
pueden justificar su existencia, porque no se pararon a rememorar odios, no se dedicaron a alimentar rencores. No tenían tiempo para ello; el ejercicio de vivir y superar todos los avatares que
se presentaron no dejaron tiempo para más. No solo fueron propietarios de su futuro, su esfuerzo forjó el de su País y el de las
generaciones que les sucedieron. Sobrados son los méritos que José García Galera tiene para estar entre esas personas que hicieron de las dificultades y penurias de su época, motivo para cons-
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truir una España mejor. Se impusieron al odio y al terror con las
armas más eficaces: el tesón, el ansia de mejorar su vida y la de
los suyos
Cuando se han alcanzado las metas que un día nos propusimos, todo se ve más fácil. Parece que no costó tanto llegar; la generosidad para juzgar aquellas circunstancias se vuelve tolerante, las disculpa y minimiza. Sobre todo quienes no las vivimos solemos juzgarlas de soslayo, como si no hubiera sido para tanto.
Es la actitud de los acomodados; prefieren ignorar el esfuerzo de
quienes los acomodaron. Así nos ahorramos el reconocimiento, y
sobre todo, el agradecimiento.
Pensar que en año 1923, en un pueblo perdido en el último rincón de este país, escondido en las primeras estribaciones de Sierra Alhamilla, donde no había nada, las comunicaciones eran heroicas y las penurias y las necesidades campaban por casi todos
los hogares como una plaga oscura que no dejaba vislumbrar futuro alguno. Que en ese año y en Lucainena de las Torres naciera un niño que a los catorce años tenía la responsabilidad de colaborar al peculio familiar, que en medio de una guerra siguiera
en sus trece para mejorar su destino. Que después no se arredró
a tener que volver a lo que ya hizo y estudiar lo que ya hubo superado. Que adquiere la responsabilidad de sacar a su padre de
la cárcel y lo logra. Que fue practicante, comadrona, oficial de la
justicia y que también se dedicó a la docencia y que, finalmente,
superado el sueño de interminables noches, renunciando a toda
diversión que le privara de un tiempo imprescindible para el estudio, logra su anhelo de ser médico. Despues, el tiempo, la vocación y el espíritu forjado desde la infancia hicieron lo demás
Todo parece sencillo y normal, pero sospecho que no ha sido
así. Aquel niño ya dejó de serlo hace mucho tiempo. Tanto que su
dilatada vida le da para escribir sus memorias. En ellas quedan
reflejados el tesón y la voluntad, vehículos que le llevaron a la sensatez y a la experiencia. En definitiva a ejercer el oficio de vivir
con dignidad. No es tan sencillo.
Pedro Soler Valero
Pintor y escritor
INTRODUCCIÓN
He tenido serias dudas en publicar esta autobiografía por la complejidad que presentan diversos temas y por la tendencia que tenemos
a no hacer pública nuestra intimidad. No obstante, han sido varias las
causas que me han inducido a escribir sobre mi largo periplo por el
camino de la vida. En primer lugar el interés mostrado por mis hijos
y nietos en que lo hiciera, y a los que quiero expresar mi agradecimiento por su paciencia y apoyo. En segundo término porque siempre he sido una persona muy activa, ahora jubilada, y en el crepúsculo de la vida no quiero permanecer estático; escribir es un motivo para llenar el tiempo, estimular y hacer trabajar a las neuronas, porque
gracias a su plasticidad se reorganizan para compensar a las que mueren, y así mantener sus mismas funciones y conseguir que la inteligencia pueda mantenerse lúcida a pesar del transcurso de los años. En
tercer lugar, he sido un testigo que puede aportar datos de nuestra desgraciada guerra civil, aunque para ello me sea doloroso exponerlos y
recordar escenas de aquella tragedia llenas de horror, pánico e incertidumbre, que a mi generación le ha correspondido vivir, con la idea
de que se debe tener siempre presente la experiencia de la Historia
para evitar que el hombre, con su radicalismo y falta de diálogo, con
la incomprensión, el fanatismo y los intereses partidistas, vuelva a recaer en tan nefastos acontecimientos. Además, al ahondar en búsqueda de detalles, me ha servido para rememorar hechos y circunstancias, ver en un desfile de imágenes a personas que casi ignoraba, pero
que al extraerlas del baúl de los recuerdos revives, aparecen antiguas
amistades y días de felicidad que compensan un poco aquellos de una
infancia y juventud triste y difícil, en una España conflictiva donde
solo con tesón y esfuerzo se podía abrir paso.
Para realizar estas memorias me he bastado a mí mismo, aunque
alguna vez he recurrido para confirmar un hecho a personas allegadas. Una de mis aficiones, quizá la más importante aparte de la Medicina, ha sido la Historia y ella me ha proporcionado el conocimiento de sucesos y eventualidades, difíciles y trágicos, de unos años muy
sombríos, junto a mi visión personal como protagonista de aquel tiem-
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po, que sin embargo no han sido obstáculo para la consulta en diferentes fuentes que me han ayudado a recordar y confirmar lo que narro. En las autobiografías se escribe aportando datos, fechas, documentos y situaciones que afectan a la persona, mientras que en las
memorias se hace teniendo como base el recuerdo. En nuestro caso
coexisten ambas.
He procurado en la exposición respetar la ecuanimidad y el rigor,
a veces, aún en contra de mi propio pensar. En el texto comprobará
el lector que los acontecimientos reales no justifican querer reabrir en
la actualidad, con el nombre de Memoria Histórica, los hechos desgraciados y vituperables de una guerra fratricida con el riesgo de una
interpretación, parcial y distinta de unos y otros que llevara, de nuevo, más a la división y enfrentamiento de los españoles, que predomine el sentido común y reconocer que ambos tienen valores que merecen comprensión y respeto, volver a la generosidad y al entendimiento; porque es muy superior lo que nos une que lo que nos separa, motivo por lo que debe desaparecer esta radicalidad en los debates políticos como instrumento ya obsoleto, al cabo de 70 años, pues al mismo tiempo que se desentierran tumbas, se suelen desenterrar también
odios y pasiones. Deben de prevalecer el dialogo y el entendimiento,
sin perjuicio de que cada uno defienda sus ideas. Entienden la Historia no como hechos pasados que nos ayudan para prevenir el presente, sino que al actualizarlos se consigue el efecto contrario, se desmitifica lo conseguido en el transcurso del tiempo, nos retrotraen a la
desunión y me recuerdan los prolegómenos de la terrible contienda.
En 1976, terminada la dictadura, aprendieron la lección, cedieron unos
y otros, llegaron a un acuerdo, a una voluntad de reconciliación nacional con la determinación de que esta tragedia no volviera a repetirse. Fue una transición modélica, elogiada en todas partes y que durante treinta años ha hecho que España disfrute la mejor época de su
historia, libre, pujante, democrática, plural y unida. Detesto la imagen
que representa el cuadro de Goya “Riña a garrotazos”. No debe imperar la ley del péndulo con los radicalismos de uno y otro extremo,
propios de nuestra idiosincrasia.
Arraigo y memoria es una autobiografía escrita un poco a vuela
pluma, en que a lo largo de una veintena de temas se exponen acontecimientos y situaciones personales que han sucedido desde el albor
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al crepúsculo de mi existencia, completados con numerosas anécdotas y la presencia de muchos personajes, con los que he convivido; al
mismo tiempo que aparecen unas series de reflexiones, meramente
personales y no excluyentes, sobre mi actitud ante la vida que, en su
conjunto, creo mostrarán mi forma de ser y de pensar, mi otro Yo, con
mis penas y alegrías y las luces y sombras de un ciudadano de a pie
que hizo frente a la adversidad… Como es obvio, no me extiendo en
pormenorizar debido a la concisión; y si no figuran nombres de compañeros o amigos, que podía haber introducido en forma de dialogo,
no es por olvido, pues siempre los tengo presentes en mi recuerdo. Solo he expuesto algunas pinceladas de la época variopinta que me ha
correspondido vivir.
En esta segunda edición su texto no solo está revisado sino que
también se ha visto aumentado con un considerable número de páginas, nuevos temas y la ampliación de otros, que dejo a la benevolencia del lector.
AÑO 1923
He regresado después de muchos años de ausencia al pueblo de
mis antepasados y lugar donde nací. Desde la terraza diviso al fondo
el amplio valle, silencioso, cautivador, luminoso, salpicado por numerosos grupos de olivos. En su centro y sobre una pequeña colina, “el
molinillo”, resto de una torre vigía que, junto a otra seis, defendían la
Locaynena musulmana y que han dado origen a la toponimia del lugar. A su izquierda, la carretera que conduce a la general serpentea
entre eucaliptos. A sus pies cruza el antiguo camino de los carros y
como telón de fondo, pequeñas montañas y, tras ellas y cubriéndolo
todo, un gran cielo azul. Bajo la terraza transcurre la calle de Almería con sus casas encaladas en las que destacan, sobre la blancura de
sus paredes, el verde y rojo de los geranios de las macetas que penden en ellas; a los lados de las puertas y ventanas, las jardineras y maceteros son un arco iris de flores.
Es una tarde tranquila, sin nada que interrumpa su silencio; solo
refleja paz y quietud. A mi mente acuden en tropel hechos y circunstancias que tanto influyeron en mi vida. Aquí está mi albor, mi cenit
y el inicio de mi crepúsculo. En solo cincuenta metros de calle se puede inscribir un triángulo y en cada uno de sus vértices se sitúan tres
casas. En la de abajo vine al mundo y vi la primera luz; la de arriba
es la que habité, al regresar al pueblo después de una larga ausencia;
estaba recién concluida nuestra desgraciada guerra civil y la recuerdo
como una época de lucha y sacrificio. En la tercera casa, situada enfrente de la primera, se manifiesta en una placa el abrazo que da el
pueblo al hijo que tanto tiempo estuvo ausente y que expresa el afecto y comunión de sentimientos que hemos mantenido siempre.
Mi mente vaga y se pierde en la lejanía del tiempo, busco mis raíces, mis ancestros; recuerdo mi infancia y aquellos hechos que conozco a través de mis padres. Me explican cómo era el pueblo en que nací y cómo eran la España desgarrada y la Europa convulsa de aquella
época, que tengo curiosidad por conocer. Mis progenitores estaban
suscritos y coleccionaban entonces (1923), fecha de mi nacimiento, la
revista Blanco y Negro, que coleccionaban, de gran formato, amplia
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información, excelente y numerosa iconografía e incluso algunas páginas en color de láminas de los principales pintores contemporáneos.
Años después tuve curiosidad por todo lo que sucedía en aquella época y las ojeaba con frecuencia. Retengo en mi memoria los luctuosos
años de nuestra nación y una Europa pródiga en acontecimientos.
EUROPA en 1923
Este año fue muy negativo para esta Europa que no asimilaba las
consecuencias de la caída de dos imperios y la honda transformación
que se avecinaba. La revolución bolchevique, su extensión a países limítrofes, las secuelas de la primera Gran Guerra mundial, la rebelión
contra el tratado de Versalles, la falta de justicia social, y el hundimiento de la economía en muchos países, creaban el caldo cultivo de
una inestabilidad política que amenazaba la existencia misma de Europa, el fortalecimiento del fascismo en Italia y la conversión de Mussolini en dictador al ser nombrado jefe de gobierno con plenos poderes. Lenin era elegido presidente del congreso de los soviets y en Turquía se proclamaba la república de Mustafá Kemal Atatürk con la pretensión de occidentalizar la nación.
ESPAÑA en 1923
La situación de España era muy compleja, como una gran caldera
sometida a presión y a punto de estallar. Se sucedían los gobiernos
débiles, una sociedad atrasada con opresión de los más necesitados,
el caciquismo, el desorden, la rebelión de los sindicatos, la lucha entre ellos, la anarquía y las huelgas de todo tipo y clase.
Entre los hechos más significativos de la guerra en Marruecos destacaba el derrumbe de la comandancia militar de Melilla, el desastre
de Annual e Iqueriben en l921 y sus posteriores consecuencias. En la
misma fecha se constituyeron las comisiones parlamentarias para investigar lo ocurrido y exigir responsabilidades.
Los crímenes sociales eran frecuentes. En Cataluña la cifra de atentados superaba el centenar y el número de muertos la treintena. Entre
los asesinatos destacó el del Noi del Sucre, anarcosindicalista que representaba la facción moderada. También fue asesinado Domínguez,
presidente del Sindicato de Bolsa y Banca, y la misma suerte corrie-
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ron su secretario y el arzobispo de Zaragoza, cardenal Soldevila.
El fracaso militar y político de unos gobiernos débiles aumentó la
tensión y el descontento entre el elemento militar, que condujeron al
pronunciamiento del general Primo de Rivera con el beneplácito del
Rey y de grandes sectores de la población, esperanzados en que se
restableciera el orden, se solucionara el problema de Marruecos y se
modernizara el país.
Entre otros sucesos de este año desatacaron los homenajes que se
atribuían a Albert Einstein, físico suizo de origen alemán, premio Nobel de Física en l921 por su contribución a la física teórica. También
en l923 se rindieron toda clase de honores a Jacinto Benavente Premio Nobel de Literatura de l922 que era considerado el autor teatral
más importante de la época.
LUCAINENA 1923
El pueblo en que nací, Lucainena de las Torres, está situado al pie
de Sierra Alhamilla; su historia, muy antigua, se remonta a la Edad
de Bronce y forma parte de la zona en donde se han hallado grandes
yacimientos arqueológicos (Antas, Vera, Argar, Cuevas de Almanzora) que muestran en todo su esplendor la cultura del Argar del Neolítico Superior. Es la Lucanius de los romanos, la Locaynena de los musulmanes. Tenía mezquita y estaba defendida por murallas y siete torres (Lucainena de las Torres). La expulsión de los moriscos la condujo a un declive progresivo. A finales del siglo XIX comienza su
época de esplendor y grandes cambios, con la abolición de los señoríos, el descubrimiento de las propiedades terapéuticas de sus aguas
sulfurosas y, especialmente, el gran auge de la minería que la hacen
gozar de una importancia insólita para aquellos tiempos. Elemento
necesario para la explotación de los abundantes y ricos yacimientos
de mineral de hierro era su transporte: se construyó un ferrocarril de
vía estrecha, 35 kilómetros desde Lucainena hasta el embarcadero de
Agua Amarga, donde se almacenaba en grandes depósitos el mineral,
y desde aquí se conducía por un gran desnivel a un muelle de hierro
sobrevolado sobre el mar y debajo del cual se colocaban los barcos
para recibirlo en sus bodegas.
Tenía, algo insólito en aquel tiempo, alumbrado eléctrico propio,
público y privado, gracias a una central con motor diesel. La existen-
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cia de las minas hacía de Lucainena un pueblo próspero. Por curiosidad cito algunas de las principales instalaciones. Poseía, en aquella
época, telégrafo, Guardia Civil, dos médicos, comadrona, hospital minero donde se realizaban importantes operaciones, estafeta de correos,
juzgado municipal, tres estancos, cuatro barberías, tres agencias bancarias, tres panaderías, dos librerías, numerosas tiendas, relojerías y
hasta un teatro llamado Cervantes, amén de otros servicios y profesiones. Gran predicamento tenía el balneario conocido por “Los Baños” muy concurrido por las propiedades curativas de sus aguas; contaba con una buena asistencia hotelera, se celebraban reuniones de sociedad, disponía de capilla y una sala de música que utilizaban numerosas personalidades de diferentes lugares, que acudían al balneario,
entre otras el poeta Villaespesa y el tenor Gayarre.
Recuerdo los relatos que hacía mi madre sobre lo que ocurría en
aquellas fechas. Vivía el matrimonio en Almería; mi padre estaba empleado en una multinacional norteamericana; ella estaba embarazada
de su primer hijo. Cuando faltaban unas semanas para el parto se trasladó a casa de sus progenitores que residían en la calle Nueva de Lucainena; él, José Galera García, encargado de uno de los talleres de
la estación del ferrocarril, muy estimado por sus convecinos por su
bonhomía y equidad; se le consideraba en el pueblo como “el hombre
bueno” y muchas de las personas que tenían desavenencias aceptaban
su juicio y decisión. Ella, Isabel Vázquez Llorente, inteligente y muy
hacendosa era oriunda del vecino pueblo de Sorbas aunque sus padres
José Vazquez Llorente y María Llorente Galera eran de ascendencia
navarra y habían tomado parte en las guerras carlistas del norte. Mimaban a su hija y les hacía ilusión ser abuelos. Los días iban pasando, hacía buen tiempo, se apreciaba la cotidiana actividad, los ruidos
de los talleres y la estación próxima, el pitido de las locomotoras, el
humo de los ocho hornos de calcinación del carbonato de hierro, el
trasiego de los vagones que ascendían y descendían por el gran plano
inclinado del Burrucho y la circulación detenida, a veces, por la barrera del paso a nivel.
Por la tarde los grupos de mineros, algunos de ellos aún eran adolescentes, regresaban del trabajo con sus trajes viejos, sucios y llenos
de polvo; sus rostros expresaban la fatiga de una dura jornada de trabajo pero a pesar de ello y de lo mísera de su retribución, se consideraban afortunados porque, aunque precariamente, solventaban el sus-
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tento de la familia en una época de tanta penuria. Muchos de ellos
portaban sus lámparas de carburo y se dirigían a la barriada de los
Garruchetes donde tenían sus viviendas, en algunas de las cuales tenían limitado el espacio por la aglomeración de personas procedentes
de otros pueblos que habían acudido para trabajar en las minas. Más
abajo, en el gran mirador del Poyo de la Cruz, otros pasaban la tarde
jugando a la pelota a mano utilizando como frontón una de la paredes de la iglesia del siglo XVIII de estilo neoclásico, construida sobre
una antigua mezquita y con una gran torre cuadrangular que domina
el pueblo y el extenso valle. En los bares se entretenían jugando a la
brisca, al subastado o al dominó. En la entrada del pueblo, en la calle
Bilbao, se encuentra el gran edificio de oficinas de la Compañía Minera de Sierra Alhamilla y hay gran actividad: ingenieros, capataces
de minas, facultativos y oficinistas que controlan el complejo entramado de la explotación; al otro lado del edificio se localizan las dos
pistas de tenis, una de ellas está ocupada por una pareja que está jugando.
El día siete de abril, sábado, mi madre se sintió indispuesta; llamaron a la comadrona y dio a luz a su primer hijo, a mí. Llega desde
Almería mi progenitor, hay alegría en la casa; permanece con sus padres un mes y después se traslada a su hogar de Almería. Dos años
más tarde mi madre que de nuevo estaba embarazada, se traslada a
Lucainena y alumbra a mi hermana Isabel, con gran regocijo de todos. Mi padre asciende profesionalmente de categoría en la multinacional Compañía Singer de Máquinas de Coser: es nombrado jefe de
la sucursal de Málaga y nos desplazamos a dicha ciudad.
MALAGA-GRANADA, LA REPÚBLICA
Dada mi escasa edad, los recuerdos de mi estancia en la capital
malagueña son vagos, aislados y con frecuencia inconexos. En ocasiones algunos acuden con nitidez como en el caso de un día que fuimos al cine a ver unas películas mudas de Tommy, el vaquero texano,
con su famoso alazán y otra del gran Charlot con sus estrafalarias botas, bombín, bigote y bastón, cuando durante el descanso, en el hall,
encontré a un amiguito convecino y de pocos años. Su padre había
dejado en una silla su canotier o sombrero de paja rígido, de moda entonces. El niño empezó a jugar con él y creyendo que sería resistente
se le ocurrió sentarse sobre el inmaculado canotier que como era de
esperar quedó aplastado; y aún recuerdo con detalle que la actitud apaciguadora de la madre hizo que su padre se limitara a expresar su gran
indignación y una fuerte reprimenda. Sin embargo ignoro otros acontecimientos de más importancia. No obstante, rememoro con facilidad, por lo reiterativo de su visión, el Paseo del Parque junto al puerto y el conjunto impresionante de la Alcazaba y el Castillo de Gibralfaro desde el que se divisaba una bella panorámica de la ciudad. Nuestro domicilio estaba situado en la calle del Marqués de Larios, próxima al lugar donde se hallaba la oficina de mi padre. Como la mayoría
de los de entonces (1928), carecía de luz eléctrica, y usaba luz de gas;
esto sí que lo puedo recordar porque era un niño travieso que, cuando me habían comprado un globo, al llegar a casa lo acercaba a la pantalla de gas con la consiguiente explosión y estruendo, que tanto molestaba a mis progenitores. Retengo también en la memoria los baños
del Carmen: mi madre con un largo bañador azul que le llegaba a la
rodilla cubría su cabeza con un gorro de tela del mismo color; el de
mi padre, también muy amplio, con rayas blancas y azules. Ambos
adosaban a sus cinturas unos flotadores compuestos por varias piezas
cuadradas de corcho. No se podían hacer muchas filigranas con la arena porque ésta era muy gruesa.
Mi progenitor fue ascendido de nuevo y trasladado a Granada, no
solo como jefe de la tienda y oficinas de la capital, sino también de
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José García Galera
las localizadas en los numerosos pueblos de la provincia granadina.
GRANADA, situada en las estribaciones de Sierra Nevada, entre
las dos famosas colinas de la Alhambra y el Albaicín, en la confluencia de los ríos Darro y Genil y rodeada por la feraz vega de este último. Ciudad extraordinariamente hermosa por su riqueza monumental, es una verdadera maravilla del arte árabe.
Un nuevo acontecimiento alegra nuestro hogar: el nacimiento de
mi segunda hermana, Conchita. A nuestra llegada a la capital nazarí
nos domiciliamos en la histórica calle Elvira, por la que entraron los
Reyes Católicos cuando la toma de Granada.
Hasta que cumplí los ocho años iba a un colegio privado en régimen de media pensión, y posteriormente preparé el examen de ingreso de bachillerato en el Instituto Ganivet. Estaba éste situado en la calle de San Juan de los Reyes, junto a la Plaza Nueva. Fue fundado por
don Fernando de los Ríos, catedrático granadino y ministro de Instrucción Pública de la República. Lo dotó de un profesorado seleccionado y joven con, entre otros, el decano Aniceto León y los profesores Sabrás, Portolez y Magariño, este último discípulo de Unamuno.
Sus clases no eran las habituales de memorizar y rutinarias, sino que
tenías que contrastar lo que estudiabas con la realidad de las cosas,
observando in situ la orografía, la hidrografía, la arquitectura, los monumentos, la historia misma que ellos representaban; máxime cuando te encontrabas en una ciudad tan rica en todo ello. Como anécdota de aquel entonces recuerdo que en esta plaza en la que se hallaba
la Audiencia Provincial presenciamos, dentro de la misma, la filmación de una escena de la película “Morena Clara” interpretada por Imperio Argentina y Miguel Ligero, graciosos gitanos, en un juicio por
robo de unos jamones. Se organizaban visitas a la Alhambra, Generalife, Albaicín, Catedral, a los ríos Darro y Genil, se estudiaba la flora y fauna de sus extensos bosques y se hacían excursiones a los alrededores.
El instituto era muy superior a los colegios religiosos privados; sus
enseñanzas eran de mayor calidad; todos los profesores eran obligatoriamente licenciados, en nuestro caso seleccionados, mientras que
en los religiosos muchas asignaturas eran impartidas por eclesiásticos
no titulados que solo tenían los conocimientos adquiridos en la carrera sacerdotal y se tradujo en el hecho particular de que muchos alum-
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nos se dieran de baja en los colegios y se inscribieran en el Ganivet.
Granada tiene un gran patrimonio artístico, monumental y etnológico. La Alhambra es el más antiguo, bello y mejor conservado de todos los palacios árabes que quedan en el mundo. Está situada en una
colina a la orilla izquierda del río Darro; en el otro lado y enfrente se
encuentra, en otra colina, el Albaicín. Las líneas de la inconfundible
arquitectura de la fortaleza nazarí con sus torres y murallas destacan
sobre un cielo azul. Al fondo las blancas cumbres de Sierra Nevada.
Está cercana al Instituto Ganivet, subíamos por la Cuesta Gomerez y
después de atravesar un gran arco por la puerta de las Granadas ascendíamos por sus paseos jalonados de árboles altos, frondosos y a
ambos lados serpenteaban dos acequias por las que el agua se deslizaba saltarina y rumorosa y llegábamos a un monumento conocido
por el Pilar de Carlos V y poco después nos introducíamos en la fortaleza por la Puerta de Justicia. En alguna ocasión, cuando había nevado, la aprovechábamos para después de atravesar esta puerta subir
a sus murallas y desde allí, en el invierno, lanzar bolas de nieve a los
transeúntes. Bebíamos agua muy fresca en la fuente de la Plaza de los
Algibes que por su situación era un magnífico mirador desde el que
se divisaba toda la ciudad y en la lejanía su feraz vega; estaba limitada por las murallas de la torre del Homenaje y junto a ella la más conocida torre de la Vela. Desde esta plaza solíamos pasar a a corretear
por las distintas instalaciones y en especial por los palacios nazaríes.
Un día, en visita guiada, nos explicaron todo lo que era y significaba
la fortaleza. Era como trasladarse con la imaginación a las “Mil y una
Noches”. El serrallo, de gran riqueza ornamental, los azulejos policromados y las verdaderas filigranas que hacían con el yeso y la escayola. El Mexuar donde el sultán recibía en audiencia, el Salón de
los Embajadores, el más grande de la Alhambra, su suntuosidad, el
artesonado y sus muros con caracteres epigráficos con versos de Corán. El patio de los Arrayanes, modelo típico de los patios granadinos; sin embargo tal vez lo más conocido sea el Patio de los Leones,
la obra más representativa y popular de la Alhambra, rodeado de pórticos con arcos sostenidos por columnas; en el centro la gran fuente
de mármol blanco que sostienen doce leones, a cuyo número se le han
atribuido varias explicaciones simbólicas; el guía hizo el comentario
de que no es frecuente en el Islam que se representen animales, por
prohibirlo el Corán, a fin de evitar que pudieran ser objeto de culto.
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José García Galera
En la Sala de los Abencerrajes, en donde según la leyenda el sultán
hizo asesinar a estos nobles y a todos los hijos que tuvo de su primera mujer, con el fin de que el trono lo ocupara el hijo de su favorita
Soraya.
Así mismo comentó, entre otras curiosidades, que a pesar de que
el Corán prohíbe el uso de bebidas alcohólicas, y en especial el vino,
en la España musulmana de aquella época, mozárabe, muchos no la
cumplían escrupulosamente y que el Rey Mutamid de Sevilla, en el
siglo XI, dejó escrito entre otras cosas: “Cuántas noches pasé divirtiéndome a su sombra con mujeres de caderas opulentas, talles estrechos, pasándose el vaso del vino de boca en boca”.
Entre las numerosas torres destacan las de la Vela, Comares, Torre Bermeja, la Torre de las Damas y la de los Siete Suelos sobre la
Puerta de la Justicia. Como contraste figura el Palacio de Carlos V, de
puro estilo renacentista italiano con fachada cuadrangular y un patio
circular con columnas, que se considera como uno de los monumentos de este estilo más logrado de España. Recuerdo los comentarios
que sobre él nos explicó sobre la diferencia entre el Emperador que
tenía la intención de engrandecer la Alhambra con nuevas instalaciones y su hijo Felipe II que no lo hizo e incluso no llegó a terminar el
Palacio. Como anécdota rememoro cuando en alguna ocasión con
otros compañeros del Instituto habíamos visitado estos lugares nos
extrañó la gran diferencia que existía entre la habitación dormitorio
en que se alojaba el rey Felipe, pequeña, oscura, lóbrega y sencilla,
con las que usaban los sultanes nazaríes, espléndidas, lujosas, y donde el agua corría generosa por las instalaciones.
El complemento de la Alhambra lo constituye el Generalife, lugar
de recreo y ocio de los reyes musulmanes para desligarse de los problemas de la corte; consta de un palacio, jardines, miradores y hasta
huerta. Lo visitábamos con alguna frecuencia y especialmente nos deteníamos en la larga hilera de surtidores de agua que a uno y otro lado de la acequia central se entrecruzaban artísticamente.
El ALBAICÍN se extiende en una colina frente a la Alhambra y
allí tenían su corte los monarcas ziries. De la Alcazaba solo quedan
restos de las murallas que rodeaban el Albaicín musulmán. Destacan
en esta popular barriada las casas de poca altura que se arraciman por
calles estrechas sin aceras en un verdadero laberinto que conserva en
su primitiva pureza su pasado morisco. Es de destacar el encanto de
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los “Cármenes”, casa y jardín, sus plazoletas y rincones llenos de paz
y la fragancia de la variada gama de flores.
Después de ascender por el paseo de los Tristes se sube a la abadía del SACROMONTE ascendiendo por la Cuesta del Chapiz; allí
se entremezclan edificios moriscos y cristianos, se adentra en las cuevas de los gitanos, típicas, muy limpias y en cuyas paredes brillan los
azulejos y toda clase de cerámicas y objetos de cobre. Para comprender el Sacromonte gitano y a sus moradores de entonces, tal vez con
una idiosincrasia distinta a la de otros lugares de la misma etnia, hay
que mencionar la vida de un gran hombre que había fallecido hacia
poco (l923): el padre Andrés Manjón, pedagogo español, canónigo del
Sacromonte y fundador de las Escuelas del Ave María. Persona de
gran humildad, subía diariamente, montado sobre un burro, con el fin
de escolarizarlos y mejorar su vida. Sus métodos pedagógicos, que se
extendieron por toda España eran tan sugestivos y gratos y su enseñanza tan intuitiva que logró cambiar la mentalidad calé. Entre los gitanos salieron profesores, maestros y hasta un guardia civil; la mayoría de ellos estaban alfabetizados, eran pulcros, trabajadores; abundaban los tratantes de ganado, otros se dedicaban al comercio y tenían
propiedades. Dentro de mis recuerdos figura una gitana joven, esbelta, limpia, de grandes ojos negros y una melena brillante, larga y recogida. Vestía casi siempre un traje largo y ajustado de terciopelo negro. Los que pasaban junto a ella se giraban para admirar tanta belleza. Parecía sacada de un cuadro de Romero de Torres. Con frecuencia también era objeto de atención en la Gran Vía un gitano de mediana edad, rumboso, adinerado, tocado con sombrero cordobés y
montado en un soberbio alazán; llevaba unas amplias alforjas de las
que extraía caramelos que lanzaba a los chiquillos y transeúntes.
Un día al atardecer, cuando hubo terminado su trabajo en la oficina, mi padre quiso que conociera las Cuevas del Sacromonte y la zambra gitana. Nos desplazamos allí. Delante y en el centro de la explanada, frente a una de las cuevas, una hoguera chisporroteaba y elevaba sus llamas. Ya había anochecido, era día de luna llena, brillaban
las estrellas y al fondo se visualizaba la silueta de la Alhambra y de
la Torre de la Vela. Alrededor de la hoguera y formando corro había
varios turistas ingleses y norteamericanos, algunos de ellos sentados
en sillas bastante toscas; otros se acomodaban en el suelo; enfrente,
la zambra, numerosas y esbeltas gitanas vestidas de faralaes se ani-
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José García Galera
maban al son de las palmas y el rasgueo de la guitarra. Sentado en
una silla “el cantaor”, y en el centro a punto de iniciar el ancestral baile, “la pareja”, él de corto y con tacones altos, ella con un vestido largo con volantes, rojo y con lentejuelas blancas. De pronto, un grito
agudo, un ronco lamento, un jipío del cantaor rompió el silencio de la
noche estrellada; súbitamente todo aquello se volvía fantasmagórico,
solemne, dramático como embrujado, en donde se mezclaban jipíos,
lamentos, gritos, el repicar de las palmas, el rasgar de la guitarra, el
taconeo frenético de la pareja y aquellas manos que se movían haciendo como arabescos de exorcismo, que se contagiaban a todos los asistentes, les penetraba muy dentro. Era el duende de una noche mágica.
Después de haber transcurrido tantos años lo evoco como si lo volviera a vivir. Tuve un una gran decepción cuando llevé a Ana María
a que conociera Andalucía: uno de los primeros lugares a visitar fue
Granada y, como espectáculo de preferencia, las cuevas del Sacromonte. Me explicaron en la recepción del hotel que tenía que adquirir unas
entradas y que se organizaban unos grupos en diversos hoteles. Cuando les expresé mi extrañeza me contestaron que ¡los gitanos estaban
sindicados! y pertenecían al Sindicato del Espectáculo. Nos condujeron en un autocar a las cuevas del Sacromonte. En la explanada había
numerosas sillas plegables dispuestas en hileras; las cuevas adornadas
con la típica artesanía granadina del cobre y la cerámica; en la zambra mujeres algo mayores y algunas jóvenes; el bailarín algo más que
cincuentón. Destacaba el resonar de las palmas y el rasgar de la guitarra, bailaban varias parejas pero todo era cansino y a una de ellas,
próxima a nosotros, la gitana mayor le recriminaba su poco ímpetu y
la contestación fue que estaban cansados y que dentro de media hora
venia otro grupo. Comentándolo con otros me dijeron que la mayoría
de los buenos bailaores y bailaoras se había incorporado al grupo de
Antonio. En el Sacromonte de mi infancia dominaba el sentimiento,
bailaban para ellos. El espectáculo que presencié muchos años después era un vulgar folklore lucrativo. No obstante es interesante.
Cuando estábamos domiciliados en la calle Elvira sucedió un hecho que me afectó mucho. En el piso tercero, superior al nuestro, vivía un matrimonio al que apreciábamos mucho. El marido, don Torcuato, era pianista, director de orquesta y tocaba el órgano de la iglesia. Tenían dos hijos, uno Juanito, de siete años, y otro Manolito, de
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cuatro, que contrajo una neumonía, enfermedad muy grave entonces,
y falleció un mes más tarde. Yo tenía entonces nueve años y aún recuerdo la tremenda impresión que me produjo ver el frágil cuerpo, ya
sin vida, vestido de blanco y dentro de un pequeño ataúd forrado de
raso blanco y con unas flores rojas y blancas situadas en sus pies. Bajamos el féretro cuatro niños para conducirlo al coche fúnebre, también blanco, tirado por dos caballos del mismo color y con unos grandes penachos de plumas blancas. Blanco sobre blanco para un alma
blanca. El sacerdote hacía las preces y encomendaba al Supremo el
alma de Manolito y un pequeño coro de niños entonaban un canto elegiaco. Me impresionó mucho la ceremonia pero me afectó mucho más
conocer la muerte, el final de un camino, en un niño que solo tenía
cuatro años.
En aquel tiempo la calle de los Reyes Católicos, especialmente en
las proximidades de la Plaza del Carmen estaba muy concurrida tanto de peatones como de coches de caballos, a veces carrozas enjaezadas, jinetes montando briosos corceles y bastantes automóviles. Se
encontraba regulando el tráfico en este cruce Reyes Católicos-Plaza
del Carmen un guardia municipal al que el público había bautizado
con el nombre de Viriato comparándolo con otro guardia de circulación, cómico, del mismo nombre, que actuaba en una película de reciente estreno. Era un verdadero espectáculo verle ordenar el tráfico
hasta el punto de que se acumulaban muchas personas para presenciarlo. El municipal, como si actuara en la plaza de toros Monumental, a cada coche o caballo cuando les daba paso era como si estuviera toreando a base de una larga tendida de unos pases largos y lentos;
el alto a los vehículos era espectacular y también tenía su garbo cuando daba paso a los peatones.
Éramos cuatro hermanos: Isabel, Conchita, Miguel Jesús de pocos
años y yo. Aún no había nacido Horacio. Los domingos salía toda la
familia a pasear por Reyes Católicos, carrera de la Virgen de las Angustias o por los jardines del Salón junto al río Genil. A Miguel Jesús, muy pequeño, siempre lo llevaban cogido de la mano, los otros
íbamos delante. Siempre existía una gran aglomeración de público y
en más de una ocasión nos habíamos separado y perdido a nuestros
padres que estaban desesperados buscándonos; pero siempre al regresar a casa nos encontraban a los tres, sentados en un peldaño de la escalera. Deseábamos que nos llevaran a la Plaza Bib-Rambla donde en
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José García Galera
una de las cafeterías nos daban una “leche rizada” con abundante nata helada y canela que tanto saboreábamos. Muchos años después
cuando volví a Granada, iluso de mí, fui a la misma cafetería y de la
“leche rizada” no tenían ni idea.
Mi padre, una vez terminada la comida, después del café tenía la
costumbre de tomar media copita de coñac. Un día me envió a comprar en un establecimiento próximo una botella de coñac, Domec “Tres
cepas”, que costaba cinco pesetas, Al poco de estar en la tienda surgió en la calle un gran alboroto con voces, carreras y fuertes gritos
de amenaza de unos guardias civiles que perseguían a unos anarquistas que habían colocado un petardo en una iglesia próxima. Uno de
los que huían se volvió y disparó contra la guardia civil y siguió corriendo. Le dispararon a él alcanzándolo en una pierna y deteniéndolo. Los otros huyeron. Pasé mucho miedo y llegué a casa muy asustado.
Recuerdo algunos precios de aquel tiempo: un huevo valía quince
céntimos de peseta, dos huevos veinticinco céntimos, el pan quince
céntimos, un kilo de chorizos de Cantimpalos siete pesetas, un pastel
de milhojas grande, especialidad a la que yo me abonaba mucho, costaba una perra gorda, es decir diez céntimos; el valor de la perra chica era de cinco céntimos. Mi madre, en ocasiones me mandaba a la
tienda de comestibles a comprar algunas cosas. La dueña del establecimiento me daba como recompensa el “mandaico” es decir una perra chica. A mi padre, cuando hablaba con otros compañeros de negocios y teniendo en cuenta que su compañía era norteamericana, yo
les había oído con frecuencia hablar del cambio de moneda y que la
cotización del dólar giraba alrededor de siete pesetas y la libra esterlina cuarenta y seis.
Nos trasladamos a vivir a la calle del Pulgar. Nuestro nuevo domicilio estaba situado frente a la Capilla Real, que junto al Sagrario y la
Catedral forman un conjunto levantado sobre la mayor mezquita de
la capital nazarí. La capilla, el edificio gótico más importante de la
ciudad, en un principio, por voluntad del Rey Fernando, su arquitectura era más bien modesta, pero fue muy enriquecida por Carlos V
cuando hizo de ella el panteón de la dinastía: encargó su construcción
a numerosos artistas que lograron que sea una de las más importantes muestras del arte español de principios del siglo XVI. Como anécdota curiosa el profesor nos explicó que en las esculturas yacentes de
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los Reyes Católicos la almohada en que reposaba la Reina Isabel estaba más hundida porque el escultor quiso representar que ella era más
inteligente que el Rey Fernando y lo aprovechó para añadir que ella
era más idealista y él más sagaz y maniobrero, hasta el punto que muchos lo consideran que fue modelo en que se inspiró Maquiavelo para escribir el Principe. Levantando una trampilla que hay en el suelo
del mausoleo se desciende por unos escalones a la cripta donde se encuentran depositados los féretros de los Reyes Católicos y sus hijos
Juana la Loca y Felipe el Hermoso.
La basílica granadina impone por su grandeza arquitectónica. Consta de cinco naves de grandes dimensiones que asombran por su magnificencia. Hay numerosas capillas con magníficos retablos y valiosas
obras de Alonso Cano, Ribera y otros muchos. Es una pena que toda
la grandeza y suntuosidad de esta gran obra arquitectónica no pueda
ser admirada mejor a causa de los edificios próximos que la rodean.
La Semana Santa granadina era una de las mayores fiestas, se celebraban con gran boato, solemnidad y fervor. Destacaba el gran número de cofradías que desfilaban con suntuosos pasos con imagenería de grandes escultores. De todas ellas la que más me impresionó
fue la “Procesión del Silencio”, con Jesús yacente; transcurría por el
Paseo de los Tristes, la carrera del río Darro, de noche, con todas las
luces apagadas excepto las de las antorchas que portaban los cofrades
vestidos de riguroso chaqué, recogimiento y tristeza, silencio absoluto, sobrecogedor, únicamente roto por los agudos de una saeta de pena y el redoble fúnebre de los tambores, descendía bordeando el río,
a la izquierda la silueta de la Alhambra, en la que destacaba la Torre
de la Vela. La escena era impresionante y emotiva.
Tenía mucha importancia, y era tal vez la mayor de todas las fiestas la del Corpus Cristi, instituida por los Reyes Católicos. Es la fiesta oficial de Granada y se inicia con la salida de la procesión con la
Eucaristía que con gran magnificencia recorre las calles presidida por
las autoridades; a nosotros, los niños, lo que más nos llamaba la atención eran los gigantes y cabezudos que la precedían y representaban
a moros y cristianos. La Plaza Bib-Rambla ese día estaba muy animada y concurrida, con numerosas terrazas, cafeterías y casetas. Se
exhibían las carocas, numerosos y llamativos carteles satíricos de los
hechos que habían transcurrido en la ciudad durante ese año. Estaba
además presente en la plaza la carroza de la “tarasca” que consistía
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en un maniquí, colocado sobre un dragón, portador de la moda de vestir de ese año que luego recorrería las calles granadinas. Existía en
una de las esquinas de la plaza un establecimiento titulado “El 095”
en el que por menos de una peseta podías adquirir toda clase de objetos y al que acudíamos para comprar juguetes. Al mencionar esta
plaza acude a mi memoria una magnífica trinchera que adquirieron
mis padres en una de sus tiendas y que yo lucía muy orgulloso. Recuerdo su precio: treinta pesetas.
Otra de las fiestas más celebradas era el día 2 de enero, fecha de
la toma de Granada por los Reyes Católicos en el que en la plaza del
Carmen, llena a rebosar, el Alcalde desde el balcón del Ayuntamiento tremolaba el pendón que llevaban los reyes cuando entraron en la
ciudad, al mismo tiempo que con voz potente pregonaba: “Granada
por doña Isabel y don Fernando” durante tres veces.
En este día 2 de enero de 1933 nació en Granada mi hermano Horacio.
La calle del Pulgar, nuestro nuevo domicilio, comunicaba con una
peatonal, estrecha y muy conocida como era la del Zacatín o la de Alcaiceria, pura filigrana árabe, de tiendas contiguas a uno y otro lado
de la calle con toda clase de souvernirs andaluces, variados objetos
de cobre, repujados de cuero y marroquinería en general expresión de
la prestigiosa artesanía granadina y como anécdota curiosa recuerdo
que era tal la cantidad de piezas de marroquinería expuestas que se
apreciaba un acusado olor a cuero. Eran calles peatonales muy concurridas, típicas y a las que acudían numerosos turistas para adquirir
recuerdos de la capital granadina.
El instituto Ganivet organizaba excursiones amenas y didácticas.
Unas por los alrededores y otras más lejanas como la del Torcal en
Antequera, Málaga, que encontramos muy original; es un gran conjunto de rocas calizas en que la erosión por la acción del agua origina formas espectaculares e interesantes y unos importantes monumentos megalíticos, especialmente dólmenes. Entre las primeras recuerdo la que hicimos a Sierra Nevada utilizando un tranvía que se
había inaugurado hacía pocos años que partía desde la capital, junto
al río Genil, con un recorrido de unos 18 kilómetros, remontaba el valle del río y alcanzaba una altitud de 1.000 metros. En otras ocasiones el desplazamiento lo realizamos por carretera, difícil entonces,
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pero practicable todo el año, que al final atraviesa mediante un túnel
el picacho Veleta y da paso a contemplar una de las más bellas vistas
de montaña de Europa, Sierra Nevada, con nieves perpetuas. Posee
las cumbres más elevadas de España: El Mulhacen (3.554 m.) y el Veleta (3.470 m.), exceptuando el Teide en Canarias, destacando entre
sus estribaciones las de Almijara y Sierra Elvira y en esta última la
popular comarca de la Alpujarra, de gran pintoresquismo y belleza,
con reminiscencias moriscas. Las laderas de sus montañas están salpicadas de aldeas y un paisaje de viviendas escalonadas, pueblos de
casas blancas y calles estrechas destacando, entre otros, Lanjarón, famoso balneario de aguas medicinales. Fue una excursión muy agradable, con el tranvía sobre-elevado, la carretera más alta de Europa y
las pistas de esquí muy concurridas de amantes de este deporte. Desde el balcón de Canales la vista se recreaba ante una panorámica maravillosa. La mayoría de los alumnos disfrutábamos tirándonos bolas
de nieve o haciendo monigotes; otros aprovecharon la excursión para
esquiar un rato. Los profesores la utilizaron para explicarnos la orografía, el cauce de los ríos Genil y Darro y el origen geológico de este gran macizo montañoso.
Es significativo que a pesar del tiempo transcurrido aún recuerdo
aquellos inviernos de fríos intensos, nevadas frecuentes y calles heladas en las que teníamos que deambular con mucho cuidado para no
resbalar, y como anécdota curiosa, los distribuidores de la leche a domicilio, para resolver estas dificultades, protegían los cascos y patas
de sus caballos envolviéndolos con tela de saco a fin de evitar caídas.
Por el contrario los veranos solían ser bastante calurosos.
A mi memoria acude el tiempo que estuve integrado en los boy
scouts que tanto me seducían. Era una organización ejemplar, humana, solidaria, abierta, en constante comunicación con el hombre y la
naturaleza; su código ético, un referente para la juventud; tenías que
amar al prójimo, hacer una buena obra cada día, no decaer y como
dice su lema “siempre adelante”.
Los finales de semana realizábamos, como siempre a pie, la excursión a la cercana Alfaguara, en donde en medio del campo se establecía el campamento y se ejecutaban toda clase ejercicios y competiciones deportivas; también desbrozábamos el terreno si estaba sucio y en
ocasiones, para pasar un pequeño riachuelo, se construía una pasarela con cuerdas y los bordones. Tenías que preparar tu propia comida
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José García Galera
y por cierto, como curiosidad, para encender el fuego no se podían
gastar más de tres cerillas. Durante la tarde, según la época, se realizaban los exámenes para pasar de categoría: de pañuelo rojo a azul, a
amarillo, o al blanco, grado máximo. Algunos de los miembros de
este grupo fueron seleccionados para incorporarse al buque Artabro
en la expedición científica al Amazonas. Entre las acciones más destacadas me acude a la memoria el “fuego de campamento” que hacíamos después de cenar, cada patrulla o grupo alrededor de una hoguera, y se relataban hazañas o hechos como si se estuviera en una tribu
india. Cuando nos retirábamos para dormir acostándonos sobre una
manta era muy confortable mirar hacia arriba ya que se producía una
sensación de paz y evasión al contemplar un firmamento poblado de
estrellas entre las que destacaban la Polar y las constelaciones de la
Osa mayor y Osa menor. El silencio de la noche era a veces interrumpido por el ladrido de un perro, el croar de la rana o el sonido del grillo. Esta quietud se prestaba para la meditación. También eran interesantes las prácticas de Morse con banderas, silbato o espejo. Punto y
raya. Cuando regresábamos a Granada desfilábamos con el sombrero
de cuatro bollos, el uniforme, la cuerda, la navaja, el pito y el inseparable bordón al hombro por la Avenida de la Gran Vía de Colón y la
calle de los Reyes Católicos hacia el domicilio social.
Un día se desplazó a Granada el Presidente de la República, Aniceto Alcalá-Zamora, que pasaría revista a una parada militar. Junto a
otras fuerzas estábamos formados varios grupos de boys-scouts. Recuerdo que era un verano muy caluroso, estábamos sin movernos, con
un uniforme algo grueso, el sombrero, el pañuelo anudado al cuello,
que agobiaban mucho; la espera se hacía larga y un compañero de otra
patrulla cayó al suelo desmayado por un golpe de calor. Una excursión que también rememoro fue la de Sierra Espuña, en Murcia; era
una concentración de exploradores de varias regiones que se reunían
para celebrar una yamboree nacional.
Un suceso que me causó gran impresión fue la muerte por asta de
toro de un novillero granadino, “Atarfeño”, cuando le daban la alternativa en la plaza de toros Monumental de Granada. Fue impresionante la conmoción que produjo en toda la ciudad y su cadáver, vestido con el traje de luces, fue expuesto en las instalaciones de la plaza
para que la ciudad le rindiera tributo. Existía una gran cola, a la cual
me agregué, para despedir al malogrado diestro. No debí hacerlo pues
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dada mi corta edad me impresionó mucho ver yacente, sin vida, a una
persona tan joven.
Sin embargo, lo que causó un gran impacto nacional y era el principal tema de conversación durante tiempo, objeto de controversia de
la prensa y de comentarios y sentimientos en mi casa, fue el trágico
fin de la jovencísima escritora (18 años) e intelectual Hildelgart Rodríguez, a la que mi padre había conocido personalmente en algún acto socialista y que fue asesinada por su madre. La sociedad observaba este hecho atónita y compungida, especialmente tratándose de personas tan destacadas que se consideraban muy unidas, y la hija muy
admirada por su madre gracias a sus repetidos éxitos.
Llamaban la atención las características de ésta, soltera, culta, muy
conocida, que deseaba engendrar un hijo con fines idealistas para que
cumpliera una misión: luchar por la revalorización de la mujer, educarlo con rigor intelectual: que fuera muy culto y excepcionalmente
preparado. Para lograrlo buscó un hombre que debía de tener unas
condiciones físicas, morales e intelectuales superiores que heredaría
su futuro descendiente. Según comentaba mi padre el elegido fue un
oficial de marina, del que se deshizo una vez conseguido su objetivo.
Dio a luz una niña, Hildelgart, que su madre, Aurora Rodriguez, consideraba debía redimir a la mujer. La obligó a una educación y disciplina muy severas, era una superdotada que a los once años daba conferencias, a los trece años era bachiller y a los dieciséis abogada, con
dispensa; dominaba el francés, el inglés y el alemán; publicaba libros
y en la prensa, gozaba de fama internacional; actuaba defendiendo con
energía los derechos de la mujer y era una conocida activista política
de las juventudes socialistas. Era una muchacha activa, alegre, simpática y una gran promesa. Su personalidad la indujo finalmente a ser
más libre y desligarse de la influencia opresiva de su madre, a la que
le pidió su independencia, su deseo de vivir, de gozar de liberalizarse, de disfrutar, pero su progenitora al observar que no la obedecía
ciegamente, que se emanciparía y no lograría alcanzar el fin para el
que la había criado, la asesinó con cuatro tiros mientras dormía. La
sorpresa y la estupefacción fueron enormes. Recuerdo que se comentó con horror la frialdad con que se presentó en el juzgado para declarar el asesinato y entregar la pistola. Ante la sospecha general de
un desequilibrio mental alegó que se encontraba totalmente cuerda y
que no se arrepentía de lo sucedido porque consideraba frustrado el
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José García Galera
alto destino que alcanzaría su hija. Fue muy aireado el caso durante
mucho tiempo y se comentó si era el complejo o mito del escultor Pigmalión que destruye su obra cuando aprecia que ésta es imperfecta y
no le satisface. Fue condenada a veintiséis años de cárcel.
Un acontecimiento que me satisfizo fue la celebración en el aeródromo de Armilla, próximo a la capital granadina, de un festival aéreo en que tras unas exhibiciones invitaban, previo pago de unas pesetas, a una persona a subir al aparato ocupando el asiento del copiloto. Se elevaban y evolucionaban sobre la ciudad durante unos minutos. A mi padre no le seducían aquellos modestos y sencillos aeroplanos y rechazó la oferta, sin embargo ante la sorpresa de todos, mi
madre la aceptó ilusionada. Al regresar del pequeño vuelo dijo, entusiasmada, que le había gustado mucho y que era muy bella y distinta
la vista de la ciudad desde el aire, destacando especialmente la fortaleza de la Alhambra.
Durante los años que permanecimos en la capital granadina, España padecía una situación inestable, conflictiva y preocupante que
mis progenitores tenían por hábito seguir por la prensa diaria. Mi padre leía El Socialista y El Heraldo de Madrid y como revista semanal alternaba entre Estampa o Crónica. Mi madre estaba suscrita a la
revista Blanco y Negro y El Hogar y la Moda; yo también era muy
aficionado a la lectura, no solo de la sección de deportes, sino también a la de noticias y sucesos, tan frecuentes entonces
Entre los hechos más destacados entonces figuraban la muerte de
Pablo Iglesias, fundador del PSOE y de la UGT, y el fallecimiento en
el mismo año del político liberal Antonio Maura, el óbito de la Reina
María Cristina, madre de Alfonso XIII y el del prestigioso arquitecto
catalán Antonio Gaudí. Se consideró una auténtica hazaña el vuelo
del hidroavión Plus Ultra, pilotado por Ramón Franco, desde Palos
de Moguer a Buenos Aires. Otro vuelo de gran transcendencia fue el
del piloto norteamericano Carlos Lindbergh, que en vuelo solitario
atravesó el Atlántico Norte. En el año l929 se hunde la bolsa de Wall
Street y también por aquellas fechas fue un año de luto para España
a causa de la tragedia del incendio del Teatro Novedades de Madrid
y la catástrofe por la explosión del polvorín de Melilla que causó centenares de muertos.
Mención especial merece la situación política de una España in-
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gobernable, conflictiva y débil donde predominaba la anarquía, la incompetencia y el caciquismo que como se ha comentado dieron paso
a la dictadura del General Primo de Rivera, que tenía por finalidad
sanear las costumbres políticas y electorales, modernizar el país, acabar con las sangría y derrotas de Marruecos, combatir el caciquismo,
poner fin a la anarquía de Cataluña y que contó con el beneplácito de
grandes sectores de la población. Un gran éxito fue la alianza con
Francia para el desembarco de Alhucemas y que se consiguiese una
gran victoria, la derrota total de Abdelkrin y el desarme de los cabileños. Son de destacar el restablecimiento del orden y de la paz social
con el visto bueno de los sindicatos, nombrándose incluso a Largo Caballero Secretario de Estado para supervisar la política social corporativa de la dictadura. Todo ello condujo a una estabilización económica y la afluencia de capital extranjero. Se estableció un gran plan
de obras públicas, arreglo y trazado de carreteras, electrificación de
ferrocarriles, confederaciones hidrográficas y repoblación forestal.
Sin embargo, pese a la estabilidad y recuperación del orden, a haber resuelto el problema de Marruecos y haber conseguido el apoyo
de grandes sectores de la población, ya en 1926 había enfrentamiento entre militares, huelgas de los universitarios, el divorcio de los intelectuales, la devaluación de la peseta, la retirada de capital extranjero y el conflicto con los nacionalismos vasco y catalán condujeron
a que les retiraran su apoyo numerosas instituciones y algunos capitanes generales y que ello fuera el fin de la dictadura y la dimisión del
general Primo de Rivera que se trasladó a Paris (1930) y donde falleció dos meses más tarde. Es nombrado para sustituirle el general Berenguer con el fin de reintegrar el gobierno a los cauces constitucionales.
El año 1930 se caracteriza por la animadversión del pueblo hacia
el Rey, el auge del republicanismo y la proliferación de los comités
clandestinos. Incluso con alzamientos militares. Había crisis de Estado, el sistema político se había desplomado, existía desorden y un gobierno sin autoridad moral. Los sindicatos eran más fuertes y conflictivos y una monarquía en entredicho. Recuerdo el interés casi desmesurado de la gente por adquirir periódicos y las constantes conversaciones sobre como acabaría el desenlace de tan cruciales momentos.
Existía mucha inquietud para unos y euforia casi desmedida para otros
Se intentó la revolución uniéndose militares, republicanos y sindica-
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José García Galera
listas. Los capitanes Galán y García Hernández se sublevan en Jaca
y fracasados en su intento un tribunal militar les condena a muerte y
son fusilados. Ya la República tiene sus mártires y todo ello conduce
a que el general Berenguer presente la dimisión y sea nombrado un
gobierno interino que convoca elecciones municipales para el 12 de
abril de l931. Se celebran y dan mayoría por un escaso margen a la
postura monárquica en el conjunto del país pero con mayoría de los
republicanos en las grandes ciudades y capitales de provincia. Existía
una gran presión popular para la abdicación del Rey, que se veía inminente, e incluso se comentó la frase del Presidente del Gobierno
cuando dijo: ¿Quieren ustedes más crisis que la de un país que se
acuesta monárquico y amanece republicano? Aunque eran unas elecciones normales, por el Gobierno, los consejeros palatinos y el mismo Rey las estimaron como un plebiscito y un desastre e indujeron al
monarca a solicitar el apoyo del general Sanjurjo, director de la Guardia Civil, que no se lo prestó y el Rey, para evitar enfrentamientos y
derramamiento de sangre, se prestó a abdicar. Se crea un Comité Provisional Revolucionario que negocia con el débil gobierno la marcha
del Rey al exilio, embarcando junto a su familia en un crucero de la
marina de guerra rumbo al extranjero. Hay una transmisión de poder
al Gobierno Provisional de la República que convoca Cortes Constituyentes y la proclamación de la República el día l4 de abril. Se iniciaba una proclamación sin incidencias a pesar de los graves momentos de alta tensión; animosa, alegre, festiva, enfervorizada y sin los
sucesos dramáticos tan frecuentes otras veces en este tipo de situaciones.
La Segunda República española llegaba envuelta en ilusiones, ya
que se consideraba que nuestro país necesitaba una reforma profunda
de España y se tenía la convicción de que la República lo conseguiría; pero no tenían en cuenta las dificultades que presentaría la actitud extremista del proletariado obrero y campesino que optaba por la
solución radical de la revolución anarcosindicalista contra el antiguo
régimen sostenido por la aristocracia, la iglesia y el ejército.
Recuerdo muy bien el gran impacto que produjo la proclamación
de República. Manifestaciones de alegría recorrían la ciudad, cantando el himno de Riego, especialmente con las palabras ¡Libertad! ¡Libertad! ¡Libertad! en una exaltación republicana. Una multitud enfer-
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vorizada portando banderas tricolores y gritando vivas a la República
se dirigió hacia la plaza del Carmen, ocupando el Ayuntamiento, cantando y disparando cohetes para expresar sus sentimientos. Otra manifestación se dirigió a la plaza de Mariana Pineda para festejar a la
heroína del republicanismo ajusticiada en tiempos de Fernando VII.
No obstante se notaba un mayor aumento de la rivalidad monárquica-republicana. Existía una gran crisis económica que propiciaba
el radicalismo que se traducía aún más entre familias y amistades que
ahora se mostraban más distantes. Muchos pensaban utópicamente
que la venida de la República sería la panacea que resolvería la mayoría de los problemas, traería prosperidad, modernización y terminarían las injusticias sociales. El gobierno empezó a legislar con disposición democrática, aprobó una buena Constitución, avances sociales, reformas militares, expulsión de los jesuitas, incautación de la mayor parte de bienes y colegios religiosos, la reforma militar y agraria
y un gran impulso de la enseñanza; pero se encontró con la resistencia, por una parte, de los propietarios, patronos, la Iglesia, y los monárquicos, y de otra por el radicalismo de la izquierda formada por
los anarcosindicalistas y el sindicato de la UGT, contrarios a lo que
consideraban reformismo republicano insuficiente y burgués. Se tropezó con el mal endémico de los españoles, el resentimiento, el espíritu revanchista y la revisión total del planteamiento político, porque
miraba al pasado en vez de ocuparse del futuro. Existía una división
entre ricos, menos ricos y pobres, entre católicos y anticlericales, entre republicanos y monárquicos. Los menos favorecidos, los míseros,
vieron que no se cumplían las profecías que le habían prometido, se
radicalizaron, hubo una revolución de las masas, la anarquía, que originó el enfrentamiento con el gobierno republicano que no podía tolerar, en una república parlamentaria, un desmán totalitario antidemocrático. La CNT, los anarquistas radicales nunca aceptaron la República. Existía una acusada inestabilidad política. No se miraba al
futuro, se volvía la vista atrás, vengarse de antiguos agravios, se multiplicaron y aumentaron en intensidad las acciones anarcosindicalistas, había que anular por completo todo lo que representaba al antiguo régimen, que con la respuesta contraria herían de muerte a la joven República. A los buenos deseos se impuso la dura realidad. La
llegada de la nueva forma de estado encontraba una España de grandes latifundios, enorme desigualdad de la propiedad, descapitaliza-
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José García Galera
ción, paro, analfabetismo, retraso tecnológico, conflicto Iglesia-Estado, problemas de las autonomías y la gran depresión económica mundial.
Durante el primer mes de la República recuerdo dos hechos que
me produjeron una gran impresión. Tres semanas después de haberse instaurado, mi madre se encontraba en la última fase de la gestación. Eran las doce de la noche cuando todos nos despertamos sobresaltados al oír el fuerte ruido del redoble de un tambor. Miramos
a través de los cristales de un balcón: abajo, en la calle y frente a la
iglesia de San Andrés había un grupo de unos siete hombres: uno
tamborileaba, dos portaban sendas latas de gasolina, vociferaban entre ellos y el que parecía el cabecilla dijo que la calle era estrecha,
había casas adosadas, sería peligroso incendiar la iglesia y era preferible hacerlo en otra que estaba aislada y próxima. No obstante, colocaron un petardo en la puerta del edificio que quedó destrozada y
originó la rotura de muchos cristales de las casas próximas y el consiguiente susto e intranquilidad. A la mañana siguiente nacía mi tercer hermano: Miguel Jesús. Este caso no fue único: se incendiaron y
saquearon muchas iglesias, conventos, colegios religiosos y se profanaron tumbas.
El otro hecho a que me refería anteriormente fue el anunciado mitin que don Fernando de los Ríos daría en la Plaza del Carmen desde
el balcón del Ayuntamiento. Los niños portábamos una banderita tricolor y una fotografía de Fermín Galán y García Hernández que al
ser fusilados se convirtieron en héroes de la República. Inició su discurso con una loa a la Democracia y a la República. Todos escuchábamos en silencio la excelente pieza oratoria cuando súbitamente, y
desde un balcón del tercer piso de un edificio que hacia chaflán con
la plaza y en el que estaban ubicados los almacenes “Paños Ramos”,
una mujer vociferando insultaba al orador llamándole “¡Quema iglesias! ¡Quema curas!” Aquella masa de gente enfervorizada, pero tranquila, súbitamente inició como una estampida, gritando y tratando de
derribar la puerta de la casa para arrojar a la mujer que insultaba al
orador, pero sobre aquel caos se alzó la voz potente de don Fernando
de los Ríos que micrófono en mano gritaba ¡Quietos¡ ¡Quietos! no ensuciéis nuestra recién nacida República¡ ¡En democracia hay el derecho de libre expresión y esa mujer tiene el mismo derecho que yo para expresar lo que siente¡ Aquella estampida, aquel frenesí se calmó
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con el buen hacer del conferenciante. Mi padre exclamó: ¡Fernando,
eres un gran líder y un gran demócrata!
Al recordar simultáneamente este episodio lo ligo con la forma de
ser de mi padre y quisiera dar unas pinceladas sobre él. Era un gran
trabajador, multiplicaba el tiempo, buen organizador y librepensador,
tenia estudios de Magisterio, pero sobre todo era un gran autodidacta; leía mucho, especialmente de pensadores del siglo XX y de autores de la generación del 98. Tenía inquietud intelectual y procuraba
disponer de tiempo para asistir a conferencias y reuniones. Estaba afiliado al partido socialista y recuerdo que tenía un medallón plateado
con la leyenda y el busto de Pablo Iglesias Pose. Estaba muy relacionado con la ejecutiva del PSOE e incluso renunció a una concejalía
que le ofrecieron en el Ayuntamiento. No le interesaba la política activa y solo se ocupaba de su trabajo. Con frecuencia asistía a las tertulias del café de la Maison Doré a las que algunas veces le había
acompañado; recuerdo los nombres de Saturnino Reyes, Montesinos
y el catedrático de Ginecología don Alejandro Otero. En alguna ocasión también había asistido Federico García Lorca. Consideraba muy
significativo un dato de tolerancia democrática. Los domingos mi padre acompañaba a mi madre hasta la puerta de la iglesia a la que ella
acudía para asistir a la santa misa; él no entraba, la esperaba fuera haciendo tertulia con un amigo, para recogerla a la salida del acto religioso o bien regresaba a casa. Posteriormente me enteré que mi padre
era miembro de la logia masónica de Granada en la que militaban destacados políticos del socialismo. Pertenecía a la rama moderada del
PSOE de Besteiro, Indalecio Prieto y Fernando de los Ríos. Criticaba
con frecuencia a los advenedizos progres que se habían incorporado
a la República y que con su radicalismo estaban destrozándola.
El enfrentamiento alcanzaba también a la clase estudiantil. En la
Universidad eran antagónicas la FUE y la FEC y entre los Institutos
los del Ganivet estábamos afiliados a la FUE (Federación Universitaria Escolar) y los del Padre Suarez a la FEC (Federación de Estudiantes Católicos) recuerdo que cuando en alguna ocasión nos enfrentábamos íbamos cantando: ¡León, Sabrás, Magariños y Portolez adelante el Ganivet!
Como he comentado, en l931 en numerosas provincias aparecían
incendios y saqueos de iglesias, conventos, residencias de jesuitas y
alguna mansión privada. Presencié el incendio de una iglesia de Gra-
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José García Galera
nada en que no solo ardía el edificio y cuanto en él contenía sino que
delante de él y en una gran hoguera ardían cuadros religiosos de pintores célebres, imaginerías y gran cantidad de libros, algunos incunables. Se destruyeron muchas obras importantes del patrimonio artístico nacional. Era una verdadera orgía de destrucción, de una masa
humana con sentimientos iconoclastas, de desorden, huelgas de todas
clases y matices, de distintos sindicatos y oficios que extendían el movimiento del comunismo libertario especialmente en Andalucía.
Durante la huelga agraria en el pueblo de Castilblanco (Badajoz)
fueron asesinados cuatro guardias civiles, incendiado residencias, casinos, círculos y algunas fincas privadas. Rememoro un gran enfrentamiento ante la residencia del Conde de Guadiana, en Granada, que
intentaron asaltar derribando la puerta y al no lograrlo montándose
unos sobre otros lograron alcanzar el balcón de la primera planta con
el fin de penetrar en ella. Sonó un disparo que alcanzó al asaltante.
Se organizó un verdadero pandemónium con incendios y muerte.
Eran muy frecuentes los choques entre la fuerza pública y los huelguistas. La Guardia de Asalto era un cuerpo escogido, preparados físicamente, de elevada estatura, utilizaban para desplazarse unos autobuses sin techo ni puertas con unos bancos colocados transversalmente para poder saltar en plena marcha. Se les conocía con el nombre de “jardineras”. Pronto la porra fue sustituida por la carabina al
encontrar resistencia armada y en alguna ocasión cuando transitábamos por la Gran Vía había que hacerlo con los brazos en alto y con
los guardias apostados en las esquinas. Un día hubo un gran enfrentamiento entre anarquistas y guardias de asalto a la altura de la Gran
Vía y el Arco del Triunfo hubo varios disparos y heridos y recuerdo
que al, pasar pocas horas después, observé en el suelo manchas de
sangre que aún no habían limpiado. Entre los anarquistas había un líder muy conocido, Maroto, corpulento y carpintero. Un día, que estábamos en clase, vino a arreglar unos pupitres y fue muy comentada
su presencia. Como más adelante comentaré fue una casualidad que
durante la guerra civil lo viera sentado en una terraza de la calle Mendez Nuñez de Alicante vestido de militar y con la graduación de comandante.
El enfrentamiento era constante y la provocación casi continua.
Me viene a la memoria que el día 2 de enero fecha de la toma de Gra-
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nada por los Reyes Católicos hubo un desfile militar y varios individuos en plan provocativo arrojaban arroz al paso de los soldados al
mismo tiempo que les gritaban ¡Pío!, ¡Pío!, ¡Gallinas! El radicalismo
revolucionario más acusado estaba en el Albaicín. Era muy difícil penetrar allí. Cuando “las jardineras” se atrevían a cruzar calles muy
estrechas las recibían lanzando desde las terrazas cubos con agua hirviendo.
Granada era una población fanatizada en ambos bandos; por una
parte el comunismo libertario utópico y por otra parte la derecha clerical ultramontana. Era bastante frecuente ver ante la basílica de la
Virgen de las Angustias, patrona de la ciudad, que cuando las puertas
exteriores estaban cerradas, numerosas personas estaban arrodilladas
en plena calle, con los brazos en cruz mirando hacia la puerta de la
basílica. El pueblo mostraba animadversión hacia la Iglesia por su poder y porque frenaba las nuevas ideas. Precisamente una importante
figura de la Iglesia declaró “los revolucionarios han destruido la Iglesia, pero el clero la había destruido primero”.
Dijo Victor Hugo que achacar la revolución a los hombres es como culpar la marea a las olas porque la revolución surge espontánea
ante un ambiente opresivo y adverso. El paro, el analfabetismo, la miseria, el resentimiento formaban un coctel muy peligroso aunque no
podían justificar, en modo alguno, los asesinatos, saqueos y destrucción de bienes y templos.
En agosto de l932 surge, en Sevilla, la llamada “sanjurjada” del
general Sanjurjo que con el pretexto de la anarquía reinante se sublevó contra el Gobierno. Fue un alzamiento que ya nació fracasado y
que no tuvo consecuencias. El general Sanjurjo y otros fueron condenados a muerte, conmutada por la de cadena perpetua y posteriormente con el triunfo del centro derecha serían amnistiados. Se procedió a
la depuración de militares y funcionarios. Como anécdota, el fiscal
del Tribunal Supremo que los juzgó, don Francisco Poyatos, era familiar de mi padre, primo segundo, y por aquella actuación tiempo después, durante la guerra civil, residiendo en Córdoba, fue depuesto de
todos sus cargos y gracias a la amistad que le unía con Queipo de Llano no tuvo peores consecuencias.
Se comentó mucho en casa durante varios días y fue titular de la
prensa durante semanas, en el mismo año, la revuelta anarquista en el
Alto Llobregat de Barcelona. El anarquismo desecha toda clase de go-
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José García Galera
bierno, autoridad y orden jurídico, ignora al Estado y solo cree en la
comuna de los individuos. El individuo es tan bueno que no necesita
autoridad, no ha de existir represión, hay que dejarlo a la buena voluntad, teóricamente rechazan la violencia, sin embargo en su lucha
contra lo que ellos consideran tiranía la elevan a extremos increíbles.
En 1932 las dificultades económicas y de trabajo de los mineros y
obreros de las fábricas de Manresa, Sallent, Figols. Berga, Suria y
Cardona, en Cataluña, hacen que los sectores anarquistas más radicalizados en número superior a los seiscientos, provistos de pistolas y
de cartuchos de dinamita, desarmen a la Guardia Civil y al Somaten
de estos pueblos. Ocuparon los ayuntamientos, izando la bandera roja y negra de los anarquistas y publican un bando, en Sallent, que proclama la Revolución Social en toda España con severas amenazas para los opositores y se constituyeron en comuna libertaria. Intentaron
arrastrar al resto de la nación y que se convocara una huelga general,
pero no obtuvieron apoyo. Hubo enfrentamientos con la Guardia Civil y víctimas. Fue necesaria la intervención del ejército, que rápidamente dominó la situación y los insurgentes fueron deportados a la
Guinea Ecuatorial. Se organizaron otros movimientos revolucionarios
propiciados por la CNT en otras zonas de Levante, Aragón y Andalucía con huelgas campesinas de los jornaleros
Un nuevo suceso ataca y debilita las instituciones. En Casas Viejas un pequeño pueblo gaditano casi desconocido, se proclama el comunismo libertario y cercan el cuartel de la guardia civil asesinando
al sargento y a un guardia. Ante la llegada de numerosas fuerzas de
orden público, muchos huyen a los montes vecinos y unos pocos de
refugian en una casa, pero los guardias ponen cerco a la misma y la
incendian. Todos los sitiados acabaron carbonizados. La policía se extralimita y en un desencadenamiento de pasiones pasa por las armas
a once revoltosos que había detenido antes y estaban esposados. El
capitán que los mandaba fue detenido y procesado. Tuvo una gran repercusión nacional, un verdadero escándalo periodístico, intervino el
Parlamento y el Gobierno perdió credibilidad. En l933 hay una nueva
revuelta anarquista en Barcelona con gran número de muertos y heridos. También la derecha da signos de violencia, se unen los partidos
Tradicionalista y Renovación Española a la que se agregan la Unión
Militar Española y los grupos de asalto de las JONS.
Padres espirituales de la Segunda República como Ortega Gasset,
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Gregorio Marañón o Unamuno estaban defraudados por una evolución tan radical y se consideraban desbordados y casi marginados.
Los comentarios de mi padre, en casa, eran muy pesimistas, no disfrutábamos de una verdadera democracia con tanto extremismo y presagiaba malos acontecimientos. Existía malestar general, inquietud e
incluso en el Instituto los alumnos nos enfrascábamos en discusiones,
a veces violentas. Se organizaban huelgas de todos los matices, de todos los oficios y en todas las poblaciones. Los enfrentamientos con
las fuerzas del orden eran violentos y frecuentes.
Se quiere representar a las dos Españas. Cada uno de los dos partidos mayoritarios aspira a que los demás acepten sus valores y sus
conceptos de cómo debe gobernarse el país y que deben ser aceptados por los contrarios como bueno para el conjunto de la sociedad.
Sin embargo el programa del contrario no lo consideraban válido y
daba motivo al enfrentamiento sin cesiones.
A pesar de todas estas circunstancias nuestra vida familiar, aunque con inquietud, se desarrollaba plácidamente. Éramos cinco hermanos y mi hermana Isabel se había examinado ya del ingreso de bachillerato en el Instituto. Los exámenes me iban bien, tenía buenos
amigos, me ilusionaban los boy-scouts, hacía deporte y me encontraba feliz. Los domingos solíamos hacer alguna excursión al campo generalmente a Deifontes, Pinos Puente o Santa Fe. A veces había acompañado a mi padre cuando con el chofer hacia inspección a algunas
de las tiendas que tenían en los pueblos importantes de la provincia,
que solían durar dos o tres días y lo encontraba divertido. La empleada del hogar que teníamos, Encarna, era muy alegre, nos quería mucho y le gustaba jugar con los pequeños. Mi madre se distraía también haciendo innovaciones que encontraba en la Revista de Hogar y
la Moda, de la que era asidua lectora.
El Gobierno está desacreditado, el presidente Alcalá Zamora disuelve las Cortes y convoca elecciones generales en l933. La derecha
se había reagrupado: CEDA, Renovación Española y Radicales, mientras que la izquierda estaba dividida, lo que junto al desorden y los
estragos de la revolución comunista libertaria hace que los conservadores triunfen en las elecciones. Se forma un gobierno de centro-derecha. Hay enfrentamientos armados entre falangistas y las milicias
socialistas que se radicalizan y Besteiro es sustituido, de la dirección
del partido, por Largo Caballero que había cambiado: de ser un hom-
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José García Galera
bre recto, sincero y abnegado, se vuelve extremista, busca el enfrentamiento, hace unas declaraciones de violencia e incita a la clase a que
se arme y prepare para la lucha, pues era preciso transformar la república burguesa en una república socialista; para él, si en las elecciones triunfa la izquierda, se estará dentro de la legalidad; pero si gana
la derecha se tiene que ir a la guerra civil y desplazarla del poder. Se
le llega a llamar el Lenín español.
En l934 se intensifican las huelgas en casi toda España; en Madrid
hay huelga general total, se tirotea a las fuerzas públicas e incluso se
realiza algún conato de atacar un centro oficial. Existe una gran tensión y en el mes de octubre el partido socialista, apoyado por el comunista y la CNT, desató una revolución armada en Asturias. Proclaman una República Socialista defendida por las milicias del “Ejército
Rojo”. Los mineros y anarcosindicalistas, en número de unos 30.000,
se apoderan de la fábrica de armas de Oviedo, bien armados y con
abundante dinamita se hacen dueños además de la fábrica de cañones
de Trubia y con el material requisado en ésta, millares de fusiles, algunas ametralladoras y veinte piezas de artillería, se dirigen con varias columnas a Oviedo arrasando cuanto encontraban a su paso con
el uso indiscriminado de la dinamita, cometiendo toda clase de tropelías; fue muy comentada la confiscación de todas las fábricas, y la
incautación del oro del Banco de España de Oviedo. Extienden la sublevación por toda la provincia; asaltan, destruyen y conquistan una
veintena de cuarteles, se apoderan de las cuencas mineras, dominan
Gijón y Avilés y ponen cerco a Oviedo, donde con gran dificultad resisten las fuerzas de Guardias de Asalto y del Ejército. Se combatió
con saña dentro de la capital, con destrucción de numerosos edificios,
entre ellos la Catedral y la Universidad, parcialmente dinamitadas e
incendiadas; con la desaparición en esta última de su famosa biblioteca de 300.000 volúmenes. A pesar de que se emplean grandes efectivos militares, unos 20.000 hombres, en varias columnas dirigidos
por el General Franco, no se consigue dominarlos e incluso algunas
fueron cercadas. Era un conato de guerra civil. El empuje minero superaba en intensidad, extensión y eficacia toda imaginación. Los combates son intensos, especialmente en la capital; durante diez días de
lucha, intervienen el Tercio, los Regulares, la aviación y la escuadra,
que bombardea Gijón; se lucha con enorme agresividad, se hacen fuertes en otras poblaciones con el resultado de más de un millar de muer-
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tos y triple el número de heridos. Al final capitularon ante una lucha
sin cuartel muy dura, y con grandes represalias. Se cometieron terribles atrocidades. Los revolucionarios efectuaron 70 ejecuciones y los
militares fusilaron ilegalmente a 200 obreros. Los detenidos pasaron
del millar.
Recuerdo que durante mucho tiempo existió una verdadera controversia en los medios de comunicación, donde según el sentido político del periódico se relataban e incluso se exageraban las tropelías recíprocas. Me viene a la memoria, entre otras, la fotografía de un dirigente y diputado torturado con numerosas equimosis en cara y cuerpo que mostraba el Heraldo de Madrid. Fue un verdadero conato de
guerra civil que no se extendió a otras partes de España, como esperaban los sublevados, excepto en Cataluña.
En las mismas fechas existía gran tensión en el resto del país, especialmente en Cataluña; se exacerbaba el espíritu separatista, se movilizan masas, se atacan centros, se llevan a cabo manifestaciones de
protesta y, coincidiendo con el levantamiento de Asturias, la Generalitat se subleva y Companys proclama el Estado Catalán dentro de la
República Federal Española. Ocupa Barcelona con las fuerzas de orden público dependientes de la Generalidad, hay manifestaciones de
entusiasmo por una Cataluña independiente, con profusión de banderas cuatribarradas; centenares de “rabasaires”, el somaten republicano y diferentes grupos armados acuden a la capital en apoyo de las
fuerzas de la Generalidad. Companys, que creía contar con la aquiescencia del Capitán General, que era catalán, le telefonea para que se
ponga a sus órdenes, pero el general Batet, al contrario, recibiendo órdenes de Madrid, declara el estado de guerra. Las tropas son tiroteadas desde varios lugares, con algún muerto y varios heridos. Se entabla una lucha contra los mozos de escuadra, la Generalidad hace llamamientos por radio para que acudan a defenderla pero los que estaban tan animosos y beligerantes por la mañana, ante la lucha real,
abandonan las armas y se refugian en sus casas. Se instala ante el edificio de la Generalidad una batería de cañones; cuando las granadas
estallan en su fachada nadie acude en su ayuda, y ante lo inútil de su
resistencia, Companys se rinde junto a los que le acompañan. Dignamente acepta la responsabilidad de su acción, comunica por radio a
la ciudanía su rendición y es detenido junto a sus colaboradores. La
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rebelión duró poco más de veinticuatro horas.
La revolución de Asturias contribuyó aún más a envenenar el enfrentamiento político de dos actitudes totalmente irreconciliables. La
derecha, los terratenientes, pensaban que la izquierda intentaba hacer
una revolución análoga a la soviética y desaparecería su religión, tierras y privilegios; en contra, la izquierda opinaba que aquí se desarrollaría un fascismo brutal como el italiano o el alemán.
En toda España, el pueblo y la población civil no beligerante estaban muy preocupados, tensos y expectantes por los grandes desatinos
de un radicalismo feroz, en ambos bandos, fanatizado, con sed de venganza alimentada en muchos casos por políticos y demagogos intransigentes. Esta situación nos afectaba a todos; se discutía, a veces acaloradamente, produciendo enfrentamientos incluso de personas que
se consideraban amigas; se echaba en falta que ante una mala situación económica y con un nivel de vida bajo había que buscar la unidad entre todos y que dominara el bien común frente al partidismo.
En todos los hogares se mostraba inquietud ante el previsible e infausto final. Historiadores con la solvencia de Salvador de Madariaga manifestaron que la izquierda española, con la rebelión de octubre de
1934 contra un gobierno legítimamente constituido, perdió la autoridad moral para condenar la rebelión de l936.
Eran frecuentes los enfrentamientos entre las JONS, los falangistas, y los grupos armados de las Juventudes Socialistas; se organizaban las milicias populares, los elementos anarcosindicalistas se armaban subrepticiamente, se intentaba una revolución campesina, eran
frecuentes los conatos de violencia, manifestaciones, agresiones y asesinatos entre uno y otro bando. La tensión era máxima y en los hogares existía inquietud y miedo. La prensa de unos u otros partidos no
favorecía el entendimiento, sino al contrario. Mis padres eran pesimistas y estaban defraudados. Se unió el frente de izquierdas y se creó
el Frente Popular formado por republicanos y radicales de Izquierda
Republicana, Partido Socialista, Partido Comunista, POUM; y frente
a él, la derecha integrada por la CEDA, monárquicos, tradicionalistas
y Renovación Española. Alcalá Zamora convocó nuevas elecciones
generales para febrero de 1936. La diferencia de votos entre la izquierda y derecha fue apenas de 200.000, triunfó el Frente Popular y se
formó un gobierno presidido por Azaña. Se practicó una mala política económica, más bien restrictiva y el aspecto industrial fue poco re-
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levante. El triunfo del Frente Popular aumentó la tensión que se palpaba en la calle, la hostilidad se extendía por todas partes y nuestros
padres nos aconsejaban que estuviéramos el menor tiempo posible
fuera de casa.
En conjunto, la acusada inestabilidad política fue causa de que en
los cinco años de República existieran dieciocho gobiernos. Se mezclaron en realidad dos revoluciones, la burguesa (Frente Popular) que
propició la amnistía de los condenados por los sucesos de octubre, expropiaciones, reforma agraria, educación, mientras que la revolución
proletaria (anarcosindicalista) destructiva, anárquica que no creía en
la República ni en un gobierno y sí en el dominio de la comuna, que
chocaron entre sí; a las que se agregaba el enfrentamiento con la derecha y falangistas que serían el preludio de la guerra civil.
Como índice de la intensidad del enfrentamiento baste citar que
en el período comprendido entre las elecciones de febrero de 1936
hasta el 7 de julio se cometieron doscientos asesinatos, se destruyeron 78 centros religiosos y se incendiaron más de un centenar de iglesias a consecuencia del enfrentamiento entre el radicalismo de la izquierda y el radicalismo de la derecha.
El español, ya en sí, es indisciplinado y tiene dificultad para someterse a la opinión de otro y a veces recurre al enfrentamiento. Podría citarse la opinión de Angel Ganivet cuando dice: “Las ideas de
los españoles son como si llevaran en el bolsillo una carta foral con
un solo artículo redactado en estos términos breves: Este español está autorizado para hacer lo que le dé la gana”. Predomina el egoísmo, más para él que para el bien común; y los partidos, más que en
el diálogo, suelen inclinarse por su propio interés, en lugar de por el
del Estado.
Sin embargo, a pesar de los extremismos de la derecha y de la izquierda, parecía que se iba despejando el camino para la joven República. Se había votado una buena Constitución, se lograron acuerdos
y avances sociales, se instauraron los jurados mixtos, jornadas de ocho
horas, beneficios por enfermedad y vacaciones. Se modernizó el ejército sobrecargado de mandos. Se jubilaron casi la mitad de los generales y oficiales con las pensiones completas, se iniciaron obras públicas; aunque la reforma agraria solo se realizara muy parcialmente,
porque en una sociedad democrática que respeta la propiedad privada no podía llevarse a cabo una profunda reforma agraria porque no
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José García Galera
disponía de recursos financieros para compensar la expropiación de
grandes patrimonios. Sin embargo, fue un gran éxito la revisión y mejora de la enseñanza de Marcelino Domingo, ministro de Instrucción
Pública, para luchar contra el analfabetismo, creando 7.000 escuelas,
7.000 profesores, numerosas bibliotecas públicas, institutos de Segunda Enseñanza, becas estudiantiles y se elevó la moral del magisterio,
aunque también fue causa de que desaparecieran plazas escolares al
cesar numerosos establecimientos religiosos. Durante la República
cambiaron costumbres, modas, gustos y tendencias pero tal vez la
transformación más importante no fuera la política, la económica o
la social, sino la cultural, con el pleno desarrollo de la generación del
27 que tomó el relevo a la del 98 y que logró alcanzar uno de los mayores éxitos de la vida intelectual española.
En este mes de febrero de 1936 mi padre ascendió en su trabajo y
desde Granada fue destinado a la sucursal de Alicante y aumentaba
su jurisdicción a tres provincias: Alicante, Albacete y Murcia.
ALICANTE
Alicante era el prototipo de una ciudad a orillas del Mediterráneo,
entre los cabos Santa Pola y las Huertas al pie del monte Benicantil,
con la inmensa mole del castillo de Santa Bárbara. Ciudad muy laboriosa e industrial, culta, con el perfil de una ciudad moderna y un centro turístico muy importante. En su provincia se encontraban numerosas ciudades que en aquella fecha tenían una población próxima a
los 50.000 habitantes y con una industria variada, como Elche, Alcoy,
Benidorm, Orihuela y Elda entre otras, que prevalecía sobre la agricultura. Alicante se consideraba de una gran importancia mercantil y
su capital se aproximaba entonces a los 200.000 habitantes. Su historia se remonta al tiempo de los griegos, cartagineses y romanos. Fue
la Acra Leuca (Montaña Blanca) y la Lucentumn de los romanos. Como curiosidad, cuando nos referimos a la situación respecto a la altura de cualquier punto de España sobre el nivel del mar se toma como
referencia 0 (cero) la situación del Ayuntamiento de Alicante.
Nuestro nuevo domicilio era la calle Segura junto a la Avenida de
Alfonso el Sabio. La vivienda, de construcción reciente, amplia, luminosa, con paredes estucadas y una cocina económica espaciosa que
comunicaba con un amplio comedor. Una terraza frente a un gran patio en el que confluían otras edificaciones, cuatro habitaciones bien
distribuidas y un salón que daba a la calle Segura con un mirador desde el que se veía el mar.
Al día siguiente de mi llegada deambulaba por la ciudad llamándome especialmente la atención la bella Explanada de España, larga,
extensa, con numerosas filas de esbeltas palmeras; en los parterres,
macizos de flores se extendían por ambos lados y daban una nota de
color. En el centro, un templete cubierto, desde el que los domingos
y días festivos daba conciertos la Banda Municipal. Otro aspecto muy
destacado de este largo paseo era el pavimento de su suelo, compuesto por miles de losetas que dibujaban un mosaico a modo de ondas
con los colores blanco, rojo y negro que formaban un conjunto vistoso y muy llamativo. Al fondo de tan largo paseo y como una prolongación del mismo estaban los jardines de Canalejas, también con pal-
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José García Galera
meras y ficus de gran tamaño, centenarios. Muy próximo a nuestro
domicilio, atravesando la calle Pérez Galdós y a una manzana, se encontraba la otra fortaleza de Alicante, el castillo de San Fernando, de
mucha menor relevancia: tenía más aspecto de parque y jardín que de
verdadero baluarte defensivo. Otro día dediqué toda la mañana a visitar el puerto, paralelo a la Explanada, grande, con numerosos navíos
en sus muelles, muy importante comercialmente y con líneas regulares a las Islas Baleares, Islas Canarias, Orán, Argel y otros puertos
del Mediterráneo.
El puerto era un lugar que me atraía y al que acudía con frecuencia dada mi gran afición por el mar. A menudo iba a la escollera llevando mi caña de pescar, mis gusanos y una pasta maloliente que utilizaba como cebo en los anzuelos o bien me limitaba simplemente a
contemplar hacia el horizonte como pasaban numerosos barcos, a los
que intentaba catalogar por su clase, desplazamiento o nacionalidad.
Mi primera gestión fue ir al Instituto de Segunda Enseñanza para
gestionar el traslado del expediente y de la matrícula oficial desde el
Instituto de Granada al de Alicante. Para mí era un hándicap el cambio de Instituto a mediados del curso, con profesorado, métodos y libros diferentes y la ausencia de amigos con quienes compartir apuntes y comentarios. El inmueble estaba situado en la calle Maisonave,
era un edificio antiguo, con clases también poco acondicionadas y un
gran patio donde los alumnos habían pintado en una de sus paredes
una raya y les servía de frontón para jugar a pelota durante los momentos libres. Destacaba por haberme llamado la atención un bonito
museo en el departamento de ciencias naturales. Pendientes del techo
había un gran tiburón blanco y dos delfines; en estanterías, varios mamíferos disecados. A pesar de la orientación distinta de los estudios
superé bien los exámenes. Aún recuerdo las clases del Instituto con
pupitres de dos personas, en los que estábamos sentados según riguroso orden de lista. El mío lo compartía con una buena amiga, muy
empollona, y no he olvidado su nombre: Antonia Jurado.
Comentábamos en casa nuestra impresión sobre el nuevo destino.
Alicante era una ciudad agradable, moderna, acogedora, que nos gustaba, con un buen clima, aunque en ocasiones hacía un fuerte viento
de origen subsahariano, con muy buen ambiente, gente amable y con
un talante abierto y liberal. Eran muy populares los conciertos que
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daba la Banda de Música Municipal en el templete alrededor del cual
había numerosas personas sentadas en sillas plegables y otras de pie,
haciendo corro, escuchaban música. Las aceras laterales de la parte
media de la Explanada la ocupaban numerosos cafés en los que solíamos tomar chocolate, horchata de chufa, café o helados. En alguna
ocasión se había sentado en nuestra mesa uno de los inspectores y
amigo que tenía mi padre y recuerdo una anécdota muy curiosa. Este empleado tenía un tic nervioso en el ojo derecho que con alguna
frecuencia cerraba bruscamente el párpado como si hiciera un guiño
rápido; al ir a abonar mi padre la consumición el camarero dijo que
ya estaba pagada, mi progenitor quiso saber quien lo había hecho y el
camarero señaló a nuestro amigo. Había tomado el guiño por un signo de que no cobrara a mi padre pues lo abonaría él.
Pronto hice amistad con compañeros del Instituto y en bastantes
ocasiones, aprovechando la benignidad del clima de Alicante en abril
y mayo, íbamos a bañarnos a la hermosa playa del Postiguet, al pie
del castillo de Santa Bárbara. Me sorprendió la existencia de unos balnearios que se introducían dentro del mar, y que a modo de palafitos,
apoyándose sobre unas columnas de hierro, sostenían la gran plataforma con las casetas de baño en cuyo suelo había una trampilla y debajo de ella una escalera por la que se llegaba al agua. Algunos de
ellos tenían salón y restaurante. Nos íbamos nadando a una gran boya anclada a bastantes metros mar adentro y con esfuerzos incluso nos
sentábamos sobre ella. Otra playa importante era la Albufereta y aun
más lejana, a unos cinco kilómetros, la de San Juan, centro turístico
y residencia de estudios cinematográficos en aquella época.
Un lugar preferido era la visita al castillo de Santa Bárbara, una
gran fortaleza sobre un elevado promontorio. Antiguo castillo de origen árabe reconstruido siglos más tarde y con tres grandes recintos.
Desde él se disfruta de una bellísima vista de la ciudad, con los amplios muelles del puerto a sus pies y, en lontananza, toda la bahía de
Alicante y a unas tres millas, la isla de Tabarca a la que se puede llegar con unos barquitos que parten de los puertos de Alicante o de Santa Pola. Esta isla era un antiguo refugio de piratas, posteriormente se
la dotó de fortaleza e iglesia y unas pequeñas murallas; fue poblada
de genoveses hace siglos, actualmente poco habitada por su escasez
de recursos. Muy visitada turísticamente, tiene un puerto muy pequeño, casas de pescadores y numerosos restaurantes.
62
José García Galera
Durante el mes de mayo empezó a notarse mayor actividad, se
aproximaban las grandes fiestas “les fogueres de San Joan” en honor
de este santo, coincidiendo con su onomástica y muy semejantes a las
de Valencia. Se plantaban numerosas y grandes fallas distribuidas por
la mayoría de calles de la capital. Su origen se remonta al culto del
fuego transmitido a través de los siglos, aumentando su importancia
hasta ser consideradas fiestas oficiales de la ciudad
Acudían turistas de todas partes y el puerto estaba ocupado por
buques de recreo. Recuerdo especialmente uno, porque era un gran
trasatlántico, procedía de Oran y tenía el nombre de “Side-bel-Abes”.
Toda la familia se trasladó a presenciar este para ellos insólito espectáculo. Era una noche fantasmagórica, alucinante, donde se consumían entre las llamas verdaderas obras de arte que durante todo el
año grandes artistas habían confeccionado para entregárselo como un
tributo pagano a nuestros ancestros. Todo ello estaba acompañado del
estruendo de los morteros, de las numerosas tracas y del espectáculo
alucinante de sonido, luz y color de los fuegos artificiales.
Este bienestar, esta tranquilidad, el bullicio de la gente, el deambular por la Explanada, tan bella y acogedora solo duró para nosotros
cinco meses pues al cabo de ellos estallaría la sinrazón de una guerra
fratricida y cruel que sufrimos en esta martirizada ciudad durante toda la contienda.
Málaga 1927. Junto a mis padres y mi hermana Isabel
Lámina 1
Granada 1932. Acompañado de mi padre
Lámina 2
Carnet de estudiante de bachillerato en el Instituto Ángel Ganivet, de
Granada, curso 1934-1935. Abajo: calificaciones obtenidas en los cursos de
practicante en la Facultad de Medicina de Granada (1941)
Lámina 3
Izquierda: concesión
de una beca de
estudios, 1938.
Abajo: carnet de la
Facultad de Medicina
de Granada 1941.
Lámina 4
Lámina 5
Título de Bachiller, con la calificación de Notable
Nombramiento oficial como practicante de Turrillas (1944)
Lámina 6
LA GUERRA CIVIL
A partir del triunfo del Frente Popular en febrero y a pesar de los
esfuerzos de políticos moderados de derechas, centro e izquierdas,
aún era mayor el encono y el choque frontal entre falangistas, JONS
y monárquicos de una parte y las Milicias de la Juventudes Socialistas, comunistas y anarcosindicalistas de otra. La mayoría de las personas ya no se saludan con el cordial apretón de manos sino con la
palma de la mano alzada o con el puño cerrado, se acentúa en extremo el resentimiento, eran frecuentes los atentados y asesinatos, cada
vez aumentaba más el odio y la venganza en unas masas fanatizadas,
se recela, hay desconfianza; recuerdo casos de algunos vecinos, que
antes eran amigos, ahora militan en bandos opuestos y no se saludan.
Mis compañeros padecían esta tensión, estaban intranquilos por la incertidumbre, el temor de los mayores y el ambiente hostil generalizado; los medios de comunicación expresaban violencia, sensacionalismo, enfrentados unos contra otros a causa de las distintas ideas políticas
En el Instituto en el que prevalecían antes los problemas propios
del estudio, las competiciones deportivas y la alegría propia de una
juventud dicharachera, bulliciosa y animada, ahora en nuestras conversaciones y comportamientos dominaba la inquietud de un ambiente hostil y de confrontación. En la universidad los que antes eran buenos compañeros ahora uno es falangista y otro de las juventudes socialistas, se discuten, enfadan y llegan a las manos.
Existían sobrados motivos de preocupación y algunas personas
más temerosas empezaron a ocultarse. En mi casa nuestros padres nos
recomendaban prudencia y que estuviéramos fuera de ella el menor
tiempo posible, existía mucho temor a que sucediera lo inevitable y
hacía días que la prensa alertaba sobre “ruido de sables” y era vox
populi la conspiración militar que organizaba el general Mola.
Dos sucesos son el detonante que conducen a la guerra civil: un
grupo de falangistas asesinan en la puerta de su casa al teniente instructor y activista de las milicias socialistas José del Castillo, perte-
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José García Galera
neciente a la Guardia de Asalto y que acababa de contraer matrimonio. Su novia días anteriores había recibido amenazas de por qué se
casaba con un futuro cadáver. Como represalia, un día después, las
fuerzas de orden público, fuera del control del gobierno, Guardias de
Asalto dirigidos por un capitán, se presentan a las tres de la madrugada con una falsa orden de detención en el domicilio particular de
Calvo Sotelo, jefe de la oposición y dotado de inmunidad parlamentaria, que ya había recibido amenazas de muerte en el propio Parlamento, lo sacan de su domicilio y a doscientos metros de sus casa y
en la camioneta oficial donde lo trasladaban le asesinan con dos tiros
en la nuca y arrojan su cadáver en el cementerio del Este. Este suceso causó gran impacto en la población y en mi casa fue motivo para
que no nos dejaran salir por la tarde, porque se presumía que era inminente un alzamiento militar. Fueron detenidos todos los ocupantes del vehículo y quedó demostrada la debilidad del gobierno para
controlar a sus agentes, y su asesinato constituyó el detonante para
que algunas figuras militares que dudaban se alinearan con el general Mola y propiciaran el golpe de estado. El climax de tensión alcanza el máximo y fue motivo para que un día después ya no hubiera
clase y se esperara lo peor. Cinco días más tarde se produciría el alzamiento militar. Recuerdo que aquel día mi padre regresó de la oficina muy nervioso porque había oído por radio el levantamiento militar de los rebeldes en el Marruecos Español y que aquel 18 de julio,
sábado, yo paseaba por la Explanada cuando los vendedores de periódicos voceaban ¡¡Golpe militar en África!! Compré por diez céntimos el periódico Claridad que en grandes titulares anunciaba el Alzamiento en Melilla. En la calle había la sensación de tensión de crispación y de miedo ante tales hechos y en la conversación con varios
de mis compañeros nos inquietaba cómo acabaría este terrible drama
en que el odio, la venganza, el resentimiento y la insensatez era el denominador común. La gran incógnita era si el Alzamiento se resolvería en unos días o por el contrario sería el anticipo de una larga
guerra civil.
Es la guerra civil de un pueblo que se ha vuelto loco, el fracaso total de unos y otros, un enorme error, fruto de la soberbia y falta de
sentido común, que en lugar de entenderse persisten en su radicalismo extremo arrastrando a las masas a una guerra que finalizará con
casi cuatrocientos mil muertos, la ruina de España y el odio entre los
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españoles. Nuestra mayor vergüenza histórica. Toda Europa sintió sus
efectos porque lo que se decidía en nuestra patria tendría una gran influencia y repercusión en ella, que se debatía entre conceptos distintos de democracia y totalitarismo, entre libertad, fascismo y comunismo. España era el centro de atracción mundial y a los pocos días
el puerto de Alicante se llenó de buques de guerra extranjeros, la Home Fleet inglesa, Francia, Argentina, Italia, Alemania, entre otros,
que venían a evacuar a sus súbditos e incluso en la nave argentina Tucumán encontraron refugio numerosos nacionales que huían del territorio republicano al mismo tiempo que millares de persona de derechas aprovechando el derecho de territorialidad del gobierno de la República se refugiaron, pidiendo asilo, en las embajadas de los países
extranjeros en Madrid.
Aunque esperado, el alzamiento militar causó gran estupor. Se consideraba que sería difícil controlarlo. Iniciado en Melilla, pocos días
después este ejército de élite, Tercio y Regulares de Marruecos logra
pasar el estrecho de Gibraltar y se le suman otras guarniciones y entre ellas Sevilla. Alguien comentó, en broma a pesar de la tragedia,
que venían los moros y habría que iniciar la Reconquista. Mi padre
estaba muy pesimista; opinaba que no se trataba de una vulgar sublevación sino una guerra con todas sus consecuencias. Era un sentir general que lo que en un principio se estimó que podría ser un pronunciamiento militar, al internacionalizarse el conflicto cambió el pronóstico decantándose por el de que la lucha sería una larga y sangrienta guerra civil. Un enfrentamiento interminable en que los combatientes eran hermanos y en el que se confundían víctimas y verdugos
La República contaba a su favor con suficientes elementos militares, navales y aéreos. El Gobierno tenía conocimiento por varios conductos del posible alzamiento, incluso directamente por algunos militares; sin embargo, ante uno de ellos, el Presidente Azaña contestó
con soberbia: En cuanto a las sublevaciones militares no las temo,
lo de Sanjurjo lo supe, pude haberlo detenido, pero preferí verlo fracasar. Se hicieron cambios de destino de bastantes jefes militares. El
gobierno ordenó el acuartelamiento de las tropas. Se puso en contacto con numerosos generales e intentó el aislamiento de los sublevados.
La primera decisión estratégica fue aislar Marruecos enviando unidades de la marina al estrecho de Gibraltar, patrullando ante Ceuta y
Melilla, pero poco después Queipo de Llano se alza en Sevilla. El gol-
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José García Galera
pe de estado fue obra principalmente de oficiales y mandos jóvenes,
la mayoría de los generales permanecieron leales a la República. Se
mantuvieron fieles las principales guarniciones de Madrid, Valencia,
en Barcelona fracasó un conato de alzamiento, la fuerza de la Guardia de Asalto, la mayoría de la Guardia Civil y de las fuerzas navales
en las que los mandos intermedios y la marinería se había hecho con
el control de las naves eliminando a los oficiales.
Existen unas frases que definen aquellos días. Azaña: “El canibalismo racional de los hispanos ha estallado con más fuerza que la
misma rebelión”. Los anarquistas, entre ellos Federica Montseny, dicen que la revolución es ciega y destructora, que se desborda como
una marea y destruye todo cuanto se opone a su paso y la Pasionaria sentencia que todo el aparato estatal quedó destruido y el poder
del Estado pasó a la calle. La ola revolucionaria era ciega, arrolladora e incontrolable.
El público escuchaba las noticias a través de altavoces que habían
colocado en las calles o de los que llevaban los coches que iban circulando, leía con avidez la prensa local y estaba pendiente de las noticias que emitía la radio. Había mucha inquietud, todo parecía confuso, era pródigo en rumores, dominaba el sobresalto y el temor. Las
familias permanecían en sus domicilios, se acaparaban víveres e incluso recuerdo que una de las cosas que más llamaron la atención y
más preocuparon fue la desaparición de las monedas de plata fraccionarias, que eran muy apreciadas pues llevar un par de duros en los
bolsillos era casi un signo de opulencia.
Brotó, en ambas zonas, todo el rencor acumulado y progresivamente se exteriorizarían la venganza, el ensañamiento, el odio, las
envidias, el ajuste de cuentas y desaparecería todo lo bueno del alma
humana. La muerte planeaba por todas partes, había que exterminar
al contrario: a los ricos por culpa de no ser pobres, a los pobres por
querer ser ricos, eliminar a los católicos en una parte y a los ateos en
el bando contrario. La gente no dormía. Muchos se desvelaban, somnolientos y ansiosos observaban a través de las rendijas de las ventanas cuando oían el ruido del motor de un coche o camión que se detenía pues pudiera tratarse que vinieran a practicar controles o registros domiciliarios del que eran sustraídos familiares que conducidos
al comité no regresarían nunca. Existía pánico. Dominaba un gran
silencio. Se oían algunos disparos, se comentaban saqueos y asesi-
Arraigo y Memoria
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natos y era frecuente ver patrullas de control que se saludaban puño
en alto. Corrían continuos rumores de personas que fueron arrancadas de sus hogares en sacas nocturnas para poner fin a sus vidas y
eran muy dolorosos y motivo de temor los comentarios entre vecinos
explicando que habían encontrado en las afueras del cementerio los
cuerpos de algunos allegados, o cuando hallaban el de un amigo con
el que habían estado charlando días antes.
Un caso que se comentó mucho fue el exterminio casi total de una
familia a la que requisaron sus propiedades, asesinaron al padre y un
hermano, encarcelaron a la madre y solo se salvaron dos hijos acogidos por unos familiares. Los abuelos pudieron exiliarse cuando el crucero argentino Tucuman estuvo en el puerto de Alicante para evacuar
sus súbditos. Eran mudas escenas de dolor y desesperación porque no
solo habían criminalmente abatido una vida humana sino que también
habían destrozado una familia. Y con el contrasentido de que no podían expresar vivamente su protesta y condena porque corrían el riesgo de ser también asesinados. Era la expresión de una violencia sin
control y una falta total de autoridad durante los primeros meses. Era
una revolución igualitaria y la vida política estaba dominada por los
anarquistas y los partidos marxistas.
Muchas de las personas adictas a la República y que habían luchado para su instauración mostraban su repulsa e irritación ante tanta anarquía y maldad. Estaban desbordados por la acciones de una
turba maléfica, radical, iconoclasta y vengativa. Las requisas de pisos y propiedades proliferaban y se consideraban personajes importantes portadores de la verdad absoluta y dueños de vidas y haciendas.
Los anarquistas rehusaban los tribunales y hacían su propia justicia para “darles el paseo” y algunos Comités Antifascistas no podían
controlarlos y evitar que siguieran asesinando a tantas personas, a indefensos ciudadanos Las patrullas saqueaban los establecimientos cuyos propietarios se consideraban enemigos de la República y se aprovechaban de esta anarquía los habituales delincuentes de la propiedad
para saquearla. Controlaban domicilios, conversaciones, interrogatorios y hasta la forma de vestir. Se requisaban los coches de la burguesía, incendiaban iglesias y conventos, desaparecían en el fuego verdaderas obras de arte con perjuicio del Patrimonio Nacional y de tantos
bienes culturales tan importantes en esculturas, pinturas y arquitec-
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José García Galera
tura. Otra nota a destacar era la proliferación de carteles muy llamativos y excitantes como exponentes de posturas ideológicas que incitaban a la resistencia contra el fascismo; destacaban entre ellos los de
la CNT y los del departamento de Agit-Prop (Agitación y Propaganda) del partido Comunista.
No se podía evitar el temor y la incertidumbre. Nuestros convecinos, los Calpena, unos excelentes amigos, sufrían porque en su domicilio encontraba cobijo una hermana de él que era monja. Destruir está al alcance de todas las inteligencias; sin embargo conservar, crear
es lo más elevado que se puede hacer y desgraciadamente el radicalismo lo ignoró.
Fueron muy comentadas, tanto en una zona como en la otra y especialmente en el ámbito internacional las grandes matanzas, que hoy
se calificarían de genocidio, que se cometieron en uno y otro bando
y que aunque repugne mencionarlas deben ser conocidas.
Destacan en la zona republicana los asesinatos masivos cometidos,
durante la batalla de Madrid, de miles de prisioneros de las cárceles
de la capital que estaban detenidos por considerárseles desafectos a
la Republica y en noviembre y diciembre de 1936 realizaron numerosas sacas de presos, planificadas durante varios días y que fueron fusilados por las milicias de las organizaciones obreras en Paracuellos
del Jarama y Torrejón. La masacre se había generalizado en toda la
zona gubernamental y con cifras verificadas se asesinaron a 13 obispos, 250 monjas y a más de seis millares de sacerdotes y religiosos,
destacándose el obispado de Barbastro que constaba de 140 sacerdotes y le suprimieron la vida a 123. Era el ensañamiento contra la Iglesia que consideraban estaba al lado de los poderosos pero totalmente
injustificados hasta el extremo que la dirección de los sindicatos quiso atajarlos y lanzó un manifiesto: ¡Que la revolución no nos ahogue
a todos en sangre! ¡Justicieros sí, pero asesinos no! Esto fue uno de
los más graves errores que cometieron los revolucionarios por el pernicioso efecto que causó en el extranjero ante tantos desmanes y ruinas, con el peligro que podría causar su extensión y que reaccionaran
apoyando a los sublevados en lugar de al legítimo Gobierno de la República.
En la zona sublevada ocurría la misma sed de odio y exterminio
del contario, los crímenes y asesinatos cometidos por pelotones de fu-
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silamiento de falangistas, requetés y guardia civil contra cargos políticos, autoridades civiles, directivos del Frente Popular y representantes de los sindicatos estaban a la orden del día e incluso algunos hacían méritos para que los dejaran tomar parte en los piquetes de ejecución. El terror se mantenía no solo por las detenciones y fusilamientos sino también por las denuncias de cualquier enemigo personal que
te podía señalar como simpatizante de la República y peligrar tu vida. Los asesinatos se contaban por millares destacando los de Navarra, Valladolid y especialmente las durísimas represalias llevadas a
cabo tras la conquista de Málaga y Badajoz, destacando la de esta última ciudad en la que el entonces coronel Yagüe, cuando la conquistó
tras una lucha muy encarnizada, practicó ejecuciones en masa de prisioneros y civiles, que en días posteriores sobrepasaron el millar. Un
familiar nuestro, en Granada, nos explicaba que existía una odiada
patrulla de asesinos mandada por un comandante de la Guardia Civil, tristemente famoso, que durante la noche subía los detenidos al
cementerio y en las tapias del mismo los fusilaba. A este criminal se
le podían aplicar los versos de García Lorca del Romancero Gitano
“con el alma de charol avanzan por la carretera”. El párroco del cementerio, ante tanto asesinato a pesar de sus protestas, perdió el uso
de la razón. Pasaron con creces el millar los fusilamientos practicados en el recinto. Un amigo nuestro, Delegado del Trabajo, Juan Comino, fue asesinado y de todos es conocido cómo García Lorca, junto a otros, siguieron el mismo camino y reposan en una fosa común
de Viznar.
Muchas familias estaban divididas, aún dentro de ellas mismas,
entre partidarios del alzamiento o defensores de la República. Unos
se consideraban buenos y a los contrarios los tildaban de malos y asesinos. Incluso, en alguna ocasión, te enterabas de personas que habías
catalogado como normales y correctas y se habían transformado en
vituperables criminales. Para satisfacer sus odios buscaban a sus víctimas bajo el nombre de una causa que fanáticamente consideraban
justa pero, cuando se mata a sangre fría por una idea, cualquiera que
sea, no se está defendiendo ese ideal, se está asesinando.
Un gobierno legítimamente constituido pero débil, era puesto a
prueba por la sublevación; dimitió a las pocas semanas y fue sustituido rápidamente por uno de centro izquierda. Los trabajadores pedían
armas y Largo Caballero exigía que “un gobierno que se niega a ar-
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José García Galera
mar a los trabajadores era un gobierno fascista”. Existían dos soluciones: una, no hacer frente, claudicar para evitar una guerra civil o por
el contrario defender la legitimidad y armar el pueblo a pesar del riesgo que suponía. La República no se dejó intimidar y entregó armas a
las milicias obreras. Para unos era la lucha por la libertad y la democracia, para otros, los sublevados, era la defensa de España de la anarquía, del orden, de la unidad y la Cruzada Nacional en la que la Iglesia alcanza la sublimación de su poder e influencia.
Por la calle circulaban enardecidos milicianos con el típico gorro
de dos picos, rojo y negro, de los anarquistas, uniformados con el clásico “mono” caqui, armados de fusiles, escopetas y pistolas. Eran turbas amenazadoras, exaltadas y alegres que recorrían las calles gritando, vociferando con himnos revolucionarios de triunfo que acompañaban con el estruendoso sonido del claxon de los camiones, repletos
de militantes que puños en alto hacían flamear numerosas banderas.
Era un desfile casi continuo, mostrando su poder ante un público expectante que ocupaba las calles, unos para aclamar y otros con dudas
y temerosos de un porvenir incierto. Un hombre con un megáfono repetía sin cesar consignas revolucionarias contra los capitalistas y los
militares sublevados y animaba a la lucha por la revolución. A pesar
de la preocupante desorganización y la incógnita de si se lograría vencer el alzamiento, mostraban un gran entusiasmo y existían centros
de reclutamiento voluntario para ir al frente formando columnas llenas de entusiasmo que con aire poco marcial y con el puño en alto
desfilaban `por la calle de Alfonso el Sabio. Era un espectáculo reiterativo, casi cotidiano, y vociferante al que ya nos habíamos habituado
y que mantenía nuestro estado de inquietud y de temor.
Recuerdo que conocí a algunos, no extremistas, que idealizaban el
momento, llenos de fervor patrio, que consideraban había que apoyar
al Gobierno y consideraban un orgullo luchar por la República y se
alistaban llenos de entusiasmo en las oficinas de reclutamiento. Así
mismo conocí algún caso de personas que creíamos de derechas que
posiblemente para evitar que los detuvieran se adelantaban afiliándose a sindicatos extremistas en otras localidades, haciendo ostentación
de su anarquismo; y actuando como tales hostigaban incluso a pacíficos ciudadanos.
Entre mis compañeros del Instituto afortunadamente no presencié
ningún caso de intimidación y aunque en ocasiones existía algún mo-
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mento de enfrentamiento, lo que dominaba era la fraternización y el
estudio. Mis hermanos, a pesar de sus pocos años, soportaban bastante bien la situación aunque los bombardeos les afectaban mucho, especialmente a uno de ellos, que cuando sonaba la sirena de alarma o
se iniciaba el ataque y teníamos que bajar al refugio, a veces sus nervios no le permitían encontrar la puerta de salida de nuestra vivienda. A pesar de todo uno se acostumbra y hacíamos una vida normal
mi hermana Isabel y yo, los otros eran pequeños; asistíamos diariamente a las clases del Instituto y durante el verano en alguna ocasión
habíamos ido a bañarnos a la playa del Postiguet.
Como he comentado la revolución anarcosindicalista, ya de por sí
muy activa, fue la respuesta al alzamiento de una forma incontrolada
y con una filosofía política y social que llama a la oposición y a la
desaparición del Estado. Se produjo una revolución proletaria igualitaria que se extendió por toda la zona, y abarcaba todas las facetas de
la vida en sus distintos aspectos, tanto políticas como económicas, de
costumbres o de conciencia. Desapareció el sombrero, la corbata y escaseaban las americanas que eran consideradas prendas propias de los
burgueses y podían traer complicaciones y si se terciaba la discusión
incluso pasearte. Recuerdo un caso comentado por uno de nuestros
vecinos que había presenciado el día anterior en la calle de Alfonso
el Sabio. Se trataba de un profesional de clase media, vestido correctamente con americana y corbata y al que una patrulla de la CNT no
le dejaba pasar la calle, le insultaban y amenazaban detenerle por considerarlo un capitalista burgués y fascista. Discutían con grandes voces y el detenido les increpaba que era un trabajador como ellos, hombre libre y republicano y que con estos atropellos estaban perjudicando la causa. Ante la intensidad de la situación y la gravedad del hecho, porque insistían en detenerle, se habían agrupado alrededor de
ellos numerosos transeúntes y se destacó uno, que al parecer conocía
y gozaba de la confianza de la patrulla, y les dijo que era amigo del
detenido, lo consideraba una excelente persona, leal a la República y
se hacía responsable de él. Afortunadamente todo se solucionó y pudo recuperarse la normalidad. Se usaban prendas de vestir más sencillas en muchas de las cuales algunos simpatizantes se colocaban insignias del partido comunista con clásica estrella roja de cinco puntas
y la hoz y el martillo o bien la emblemática del anagrama de la CNT
u otras organizaciones que se adquirían en los establecimientos o en
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los vendedores ambulantes. Como curiosidad mencionaré que también desaparecieron las “propinas” que se consideraban humillantes
y que al despedirse dos personas la frase cordial de “adiós” fue sustituida por la de “salud.” Otra muestra de contraste era el de las iglesias que gozaban de tanta consideración y respeto, ahora desposeídas
de toda imagen de culto, estaban dedicadas a grandes almacenes y
mercados.
Un suceso que produjo fuerte impacto entre la población y motivó
durante tiempo a los periódicos fue el fallecimiento en combate de
una destacada militante y dirigente del Partido Comunista, la catalana Lina Odena que al estallar la rebelión se encontraba haciendo proselitismo en Almería. Con gran entusiasmo se incorporó rápidamente como miliciana en la columna que se formó con destino al frente
de Granada, tomando parte activa en los combates durante unos meses, perdiendo la vida en el último enfrentamiento: al verse rodeada
en territorio enemigo por falangistas, sacó la pistola y se suicidó. Recibió numerosos homenajes necrológicos y fue considerada como una
heroína.
El alzamiento se consolidaba con el apoyo de la Iglesia totalmente entregada y dominante que había convertido la insurrección en Cruzada y sobre todo contaba con el sostén de los regímenes totalitarios
de Italia y Alemania y se afianzaba el poder absoluto de su caudillo
Franco.
Al iniciarse 1937 a causa de que por las movilizaciones muchos
campos dejaron de estar cultivados, con una considerable disminución
de la superficie sembrada, a las que solía añadirse la anarquía de los
experimentos colectivistas, en muchas ocasiones a causa de gente no
experimentada, existía dificultad para el abastecimiento, se inicia la
escasez de alimentos y el racionamiento de los mismos que se acentuaba a medida que progresaba la contienda. El gobierno intentó fijar
la política de precios y abastecimiento mediante la Fiscalía de Tasas
pero con resultado ineficaz toda vez que no eran reales y se comentaba por ejemplo que el precio marcado para el pan era inferior a lo que
costaba la harina para hacerlo. El suministro de alimentos era muy
insuficiente, daba origen a la especulación, el estraperlo, y que la gente se las ingeniara de muchas maneras para poder subsistir. Se hacían
largas colas a horas ya tempranas y en las cuales con frecuencia exis-
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tían discusiones y malos modos. Para intentar compensarlo nos desplazábamos en tranvía a los pueblos limítrofes con predilección a Muchamiel y Campello, donde adquiríamos con preferencia, hortalizas,
frutas y algún huevo. En la capital, para la adquisición de 500 gramos
de carne o cuatro huevos por persona, como he referido, se hacían
grandes colas que se iniciaban dos o tres horas antes de que abrieran
los establecimientos o las cooperativas. Las cantidades que proporcionaba la cartilla de racionamiento eran insuficientes y a medida que
progresaba la contienda una de las preocupaciones más importantes
era la alimentación. Se pasaba hambre y las amas de casa se las ingeniaban para hacer nuevos platos utilizando las cáscaras o vainas de
las habas o guisantes, las farinetas que eran una sopa espesa a base
de harina a la que se condimentaba con algún ajo frito. El café era
sustituido por cebada tostada a la que se añadía achicoria y el aceite
de oliva era sustituido por el de soja. Las lentejas eran más abundantes y las conocíamos como píldoras del doctor Negrin y de vez en
cuando se podían adquirir quinientos gramos de carne de burro al faltar la de vacuno. La escasez de alimentos era un factor que preocupaba mucho, desmoralizaba a la retaguardia y que explotaba Queipo de
Llano desde la radio de Sevilla en sus alocuciones entre burlonas,
crueles y obscenas, que aparte de denigrar al Gobierno, aconsejaba
unas excelentes recetas culinarias con toda clase de sabrosos manjares que se ingerían en la zona nacional para envidia y contraste de la
escasez de la zona gubernamental. Creo recordar que incluso en uno
de los bombardeo lanzaron varias sacas de pan blanco con folletos
explicativos de que apreciaran la bondad alimenticia que existe en la
zona nacional.
Otra nota significativa fue la desaparición de la moneda metálica
y especialmente la de menor cuantía, la vulgarmente conocida como
calderilla que fue sustituida por pequeños billetes de una, dos o cinco pesetas, entre otros, emitidos por el gobierno central; pero además
existían monedas distintas en cada pueblo o provincia porque los ayuntamientos también emitían pequeños billetes de una o dos pesetas firmados por el alcalde.
A propósito del racionamiento recuerdo un episodio que he mencionado al principio de este relato. Deambulaba yo por la Rambla de
Mendez Nuñez cuando ya en la parte baja y a la izquierda se encontraba la Comandancia Militar y en su amplia acera y frente a ella es-
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José García Galera
taban instaladas unas mesas ocupadas por militares que consumían
unas cervezas o copas de vino. En una de ellas discutían acaloradamente dos oficiales del ejército republicano, uno de ellos era un comandante acompañado por una mujer de aspecto alegre y el otro militar era un capitán con otra amiga. El motivo de la discusión que llegó a términos violentos era que la amiguita del capitán mostraba a su
compañera tres botes de leche condensada que su acompañante le había conseguido en el economato. El comandante le reprochaba que
este tipo de leche estaba muy racionado y solo se le suministraba a
los lactantes y enfermos. Grande fue mi sorpresa cuando al acercarme comprobé que el comandante era Maroto, el famoso jefe de los
anarquistas de Granada que había conocido cuando él era carpintero
y había ido a arreglar unos pupitres al colegio.
Las ambiciones, las divergencias y rivalidades del Frente Popular
se acentuaron durante la guerra y en lugar de tener como objeto principal al enemigo lo aprovechaban para hacer la revolución. Eran frecuentes las rivalidades y las luchas internas entre las sindicales obreras para apoderarse de cooperativas, vehículos e incluso de fábricas
de armas
“Nadie puede ser superior a otro ni ganar más que otro”, era uno
de sus importantes lemas. Recuerdo una anécdota que me explicaba
el doctor Vidal Texidor, psiquiatra del Servicio de Digestivo del Hospital de San Pablo y yerno del famoso tenor Marco Redondo. Se quejaba este de que su salario era idéntico al del tramoyista que subía el
telón, le exigían aún más y un día se enfadó, se encaró con el Comité
y dijo: puesto que en todo somos iguales yo subiré telón y el tramoyista que salga a cantar La Traviata. Rara avis, lo consideraron y mejoraron sus condiciones. No sucedió así con el que me comentaba Carlos Saldaña (Alady) que un día, al comienzo de la guerra, tenía que
actuar en un espectáculo en honor de Celia Gámez, anunciado en la
prensa y diferentes medios de publicidad, cuando entró en su camerino un mal encarado y violento elemento de la FAI exigiéndole que
le acompañara para actuar en un acto del local anarquista para recaudar fondos. Coincidían ambos espectáculos a la misma hora y que por
ello le era imposible satisfacerlo. Le mostró la prensa para confirmarlo, hubo amenazas, le increpó que solo trabajaba para los ricos y le
obligó a acompañarlo a su local. Salió al escenario y mostro al público el periódico y carteles publicitarios anunciando con anterioridad
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que tenía que actuar en otro local. Fueron comprensivos, lo aplaudieron y dejaron marchar al teatro Cómico para actuar en el acto de Celia
Gámez. Durante la guerra tuvo bastantes contratiempos similares a
éste.
Por aquellos días me causaron impresión, por haberlos apreciado
de cerca, varios casos de la maldad humana. Mencionaré el de un empleado de mi padre apellidado Bueno, destinado en el taller de reparaciones, tenía unos 50 años, era muy amable y bondadoso, a veces
me explicaba anécdotas de cuando trabajaba en Gibraltar; muy religioso, se le conocía porque antes de acudir al trabajo asistía diariamente a misa. Cuando estalló la guerra unos milicianos lo detuvieron
y le dieron el paseo. Su única falta fue la religiosidad. Un día fue muy
comentado en Floreal del Raspeig (habían cambiado su anterior nombre de San Vicente del Raspeig) pueblo colindante con la capital alicantina, el hallazgo junto a las tapias del cementerio, de cuatro cadáveres con señales de violencia. Dos de ellos fueron retirados por sus
hijos y depositados en unos nichos y a los otros dos, que llevaban dos
días sin ser reclamados y hacían un hedor penetrante les dieron sepultura en una fosa. En aquellos terribles días, unos vecinos que regresaban de Muchamiel, limítrofe con Alicante, encontraron junto a unos
árboles, atados por las muñecas, a cinco cadáveres con signos de tortura y varios disparos en el cuerpo
Se organizaban columnas anarquistas que marchaban al frente, pero faltas de organización, control y una disciplina que sustituía a la
militar, creaba una verdadera pesadilla a los oficiales de Estado Mayor para movilizar estas unidades. Con frecuencia parte de las armas
que poseían y estaban destinadas para ir al frente con el fin de detener a los sublevados, se quedaban en la ciudad; los sindicatos desconfiaban y consideraban que debían tenerlas porque, a veces, se enfrentaban entre sí y aducían que había que hacer la revolución en la retaguardia. Recuerdo que en Alicante, en la calle de Alfonso el Sabio y
frente a un cine estaba la sede de un sindicato con un muro de sacos
terreros y dos ametralladoras montadas en trípode.
Las milicias no eran muy eficaces y se desmoralizaban pronto durante el combate. Los anarquistas exigían someter a votación cualquier acto bélico y en las localidades bajo su control eran muy frecuentes las requisas y la administración en comuna predominando el
espíritu sindical sobre el deber de luchar contra el alzamiento; e in-
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José García Galera
cluso en ocasiones en las fábricas de producción de guerra exigían la
jornada laboral y no hacer horas extraordinarias lo que se traducía a
la larga en un espíritu colectivista con resultados muy inferiores a los
de tipo capitalista con severo control que tenían los nacionales.
A finales de 1936 es nombrado jefe del Gobierno Largo Caballero, conocido por el Lenin español, que intentó poner coto a tanto desbarajuste; prohibió todos los partidos del Frente Popular y la actividad política de los mismos, y creó un ejército profesional con un mando único, decretando la disolución de los comités y de toda clase de
milicias, restando poder a los anarcosindicalistas y aumentando la autoridad del gobierno. Puso orden en la administración, organizando
la intendencia, la sanidad, y sobre todo la compra de armamento en
el exterior. Recogió las armas de todas clases que existían en la retaguardia para “vigilar la Revolución” apareciendo incluso ametralladoras y cañones, consiguiendo poner fin a los actos de terrorismo; pero ello fue causa de momentos de gran tensión, especialmente en Cataluña, donde el anarcosindicalismo y el POUM era casi superiores
en fuerza al gobierno. Hubo numerosas negociaciones, el gobierno
aumentó los contingentes militares de tierra y aire en aquella región,
pero al final hubo un choque frontal con motivo de la ocupación de la
Telefónica de Barcelona.
En mayo de l937 se entabla una lucha contra los anarquistas y en
la tercera internacional comunista, entre marxistas ortodoxos y heterodoxos. Para el PSUC, más moderado, lo primero era formar un ejército popular disciplinado, uniformado y técnico para ganar la guerra,
antes que hacer la revolución en contra del sentir de los anarquistas y
el POUM, representante del marxismo más intransigente de Trostki,
en que lo más importante era esta última. Conceptos antagónicos que
condujeron a una lucha, una guerra civil dentro de otra guerra civil,
con motivo de la conquista de la Telefónica de Barcelona, centro clave de poder que estaba ocupada por la CNT, que no la cedía. Quiso
recuperarla la Generalitat apoyada por la Guardia de Asalto, los comunistas del PSUC y la UGT enfrentándose contra la CNT, FAI,
POUM y Juventudes libertarias. Se levantaron barricadas y la lucha
ensangrentó las calles de Barcelona durante cinco días; se utilizaron
todo tipo de armas, vehículos blindados, ametralladoras, se luchó con
verdadera saña, fueron asesinados varios dirigentes. Pero ante su im-
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potencia la Generalitat solicitó la intervención del Gobierno Central
que actuó con rapidez para poner orden, enviando 1.500 guardias de
asalto desde Valencia, apoyados por carros blindados, que se hicieron
cargo del orden público en Cataluña y causó el cese del gobierno de
Largo Caballero, y de los cuatro ministros anarquistas, entre ellos Federica Montseny, líder que fue ascendiendo desde comadrona hasta
ministro, y que fue sustituida por el doctor Negrín, socialista, gran
investigador, hombre de acción y más proclive que Largo Caballero
a la influencia soviética a la que se oponía en ciertos casos. El balance fue de 400 muertos y mil heridos. Recuerdo que la prensa comentó mucho la misteriosa desaparición del POUM y de su dirigente Nin,
asesinado en una checa por los stalinistas. Este enfrentamiento tuvo
una gran repercusión política porque supuso la eliminación de los
anarquistas y el auge de los comunistas, con gran influencia rusa y la
proliferación de los comisarios políticos en el ejército.
Estas luchas internas han sido frecuentes. La Revolución devora a
sus propios hijos. En la rusa, Kerenski, menchevique, jefe del gobierno revolucionario que suplantó al depuesto zar, fue a su vez violentamente desplazado por los bolcheviques de Lenin y posteriormente la
pugna entre Stalin y Trostki, jefe del Ejército de la Revolución, perdió este y fue deportado y asesinado. Durante la Revolución Francesa Robespierre, jacobino radical, jefe del gobierno en el periodo del
Terror, envió a la guillotina a muchos girondinos, que también eran
revolucionarios, entre ellos a Rouget de Lisle, autor del himno de la
República, La Marsellesa, que cuando subía al cadalso exclamó: ¡Oh
libertad querida, cuántos abusan de tu nombre! Posteriormente el mismo Robespierre probó el invento del doctor Guillotín.
En el partido comunista actuaron durante esta etapa personajes que
luego alcanzarían gran renombre como Billy Brant, futuro canciller
de Alemania, el mariscal Tito de Yugoeslavia o el escritor George
Orwells. A partir de entonces y con una excelente propaganda el partido comunista fue aumentando su influencia y llegó a dominar unidades militares enteras
En un análisis de la situación, Indalecio Prieto, Ministro de la Guerra, demostraba que los medios del Gobierno eran muy superiores a
los de los rebeldes y podrían vencer si se actuaba con orden y un Gobierno fuerte que tenía grandes reservas de oro, contaba con las tres
principales ciudades del país, Madrid, Barcelona y Valencia entre
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José García Galera
otras, disponía del centro de la red vial de comunicaciones y la mayoría de generales y coroneles eran leales como así mismo poseía el
mayor número de las divisiones de montaña e infantería y tenía los
parques de artillería, las fábricas de armas de Toledo, Murcia, Trúbia,
Reinosa, Eibar y Plasencia además de la gran cantidad de armamento que se encontraba en almacenes y cuarteles. La mayor parte de la
flota aérea y marina también estaba en su poder como así mismo el
sesenta por ciento de la Guardia Civil y Asalto permanecía leal. Por
ello opinaba que la situación se resolvería favorablemente si existía
disciplina, cohesión y unidad de las fuerzas políticas en lugar de enfrentamientos y anarquía.
La rebelión distaba mucho de ser un paseo militar. Cada uno de
los bandos tuvo que recurrir a la ayuda extranjera. La primera y más
numerosa fue la italiana que ya envió, al iniciarse la contienda, aviones para trasladar tropas desde Marruecos a España y posteriormente aparte de la división militar Litorio, otras tres divisiones de voluntarios, con mandos militares profesionales, entre ellos varios generales dirigidos por el general Roatta que actuaron como protagonistas
en diversos frentes de la contienda, aportó además aviones, tanques
y material naval, incluso un submarino italiano hundió por sorpresa
al crucero republicano Miguel de Cervantes toda vez que se presumía que los nacionales carecían de ellos. En la primera fase de la contienda ya se rumoreó internacionalmente que varios barcos con suministro de armas y municiones para el ejército republicano fueron
hundidos por los submarinos italianos de Mussolini y no por los bous
pesqueros armados de los sublevados. La Legión Cóndor alemana,
aparte de técnicos y soldados, ayudó con tanques, artillería, aviación
y material pesado que era manejado por especialistas germanos. Entre los generales destacaron von Richtofen y von Thomas. Rusia fue
la mayor suministradora de material a la República, previo pago con
el oro que se había depositado allí; envió grandes cantidades de material, especialmente tanques y aviones, también manejados por centenares de técnicos y algunos generales soviéticos con lo que consiguió que progresivamente fuera aumentando la influencia comunista
en la zona republicana. Además se ha de mencionar la presencia de
siete Brigadas Internacionales formadas especialmente por ingleses,
belgas y los procedentes de países europeos dominados por las dic-
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taduras fascistas que estaban exiliados de su país. Los rusos, como
los alemanes e italianos, se beneficiaron económica y técnicamente
de su intervención porque probaron su armamento en nuestra guerra,
así como la formación y especialización de numerosos generales alemanes y soviéticos que luego destacarían en la Segunda Guerra Mundial.
Diariamente la radio emitía los partes oficiales de la guerra, con
las grandes batallas como Guadalajara, Jarama, Brunete, Teruel, el
Norte y finalmente la del Ebro, la más sangrienta y feroz batalla de
desgaste donde se inmoló la juventud española de ambos bandos en
una orgía de sangre y horror. En otras ocasiones lo más cotidiano del
Parte de Guerra era la toma de la cota X o la defensa de la cota Z. Esto, casi rutinario, que parecía tan aséptico y trivial por su frecuencia,
era el exponente de que detrás de estas noticias muchos seres humanos habían perdido la vida y habría viudas y madres sin hijos.
Seguíamos las incidencias de los combates sobre un gran mapa de
España que vendían en las librerías, lo adosábamos a una plancha de
corcho y en él dibujábamos los frentes que separaban ambas zonas.
Los lugares de los combates los controlábamos con unas banderitas
pegadas a unos alfileres que se iban desplazando según las incidencias de la lucha. Los partes de guerra y las noticias las oíamos con un
aparato de galena y auriculares, muy extendido entonces, que sintonizaba con la radio local.
En esta primera fase la guerra ya se había internacionalizado y se
iniciaron por primera vez en la historia de la aviación los bombardeos
aéreos de la retaguardia enemiga con ataque a la población civil. En
un principio eran más bien bombardeos de represalia y se comentaba
en la prensa por ejemplo que al bombardeo de Madrid o Lérida se respondía con bombardeos de Valladolid, Salamanca o Sevilla; pero que
a medida que fue avanzando la contienda ya eran verdaderos bombardeos de terror, que practicaban con el fin de anular la moral enemiga
causando millares de bajas en la población civil y en la que destacaron los Savoias italianos o los Junkers alemanes.
Otro objeto de los comentarios de la población civil y a veces motivo de controversia era la actuación de la flota de guerra del Gobierno que a pesar de superar con mucho a las unidades del adversario la
acusaban de ineficacia y de mantenerse a la defensiva y de no dar apoyo suficiente a la evacuación cuando la pérdida del Norte y a defen-
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José García Galera
der a los miles de refugiados que huían de la derrota de Málaga; y los
cruceros nacionales machacaban a aquella enorme multitud cuando
huían por la carretera de la costa hacia Almería. Al iniciarse la guerra civil la marinería y los soldados se enfrentaron en los buques a sus
oficiales, eliminando a la mayoría de ellos que eran partidarios del alzamiento, y se hicieron dueños de la mayor parte de la flota. Solo quedaron algunos mandos leales y se intentó paliar sus carencias. En la
mayor parte de los buques dominaba la desidia, la ineficacia e incluso la indisciplina. Era escasa la moral de combate y solía permanecer
a la defensiva y ocuparse especialmente en la protección de los comboyes de buques de suministros que procedían de Rusia y de Méjico,
únicos países que suministraban armamento. Sin embargo, hay que
destacar una importante acción naval que fue seguida con expectación desde Alicante, por su proximidad al lugar donde se había llevado a cabo el combate (marzo 1938) y que fue objeto de muchos comentarios entre nosotros, e incluso recuerdo cuando mi padre nos explicaba como se había desarrollado el encuentro a la altura del Cabo
Palos (Murcia) entre una flotilla de destructores republicanos de la
base de Cartagena que atacó a la división de cruceros rebeldes formada por los cruceros pesados Baleares, Canarias y el Almirante Cercera que protegían un convoy de buques, con un violento ataque de
torpedos, dos de los cuales hicieron blanco en el Baleares volando
parcialmente el pañol de municiones y provocando su hundimiento.
Dos destructores ingleses lograron recoger 430 supervivientes pero
800 personas desaparecieron junto al buque, entre ellos el almirante
y su Estado Mayor. Los otros dos cruceros no intervinieron y siguieron con la protección de su convoy. Sobre este hecho, y poco después
de finalizada la guerra, se comentaba una anécdota que me chocó mucho y es que al parecer el gobierno nacional había arrestado y condenó al dique seco al destructor Lepanto que fue el causante de su hundimiento.
He estado dudando entre si debía o no hacer, en pocas líneas, una
breve síntesis de las principales batallas que tuvieron lugar durante la
guerra civil. De una parte esto sería reiterativo y es numerosísima la
bibliografía nacional e internacional sobre el tema y para las nuevas
generaciones, después de 70 años es lógico que las consideren como
un dato histórico poco relevante que se puede consultar con facilidad,
pero no para los que lo sufrimos en nuestras propia carne y las seguía-
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mos día a día, ya que de su resultado podía depender nuestro futuro,
especialmente la derrota de la última y más sangrienta, la del Ebro,
que tanto influyó en nosotros y justifican que tengan un lugar destacado en nuestra biografía. Eran episodios que vivíamos con gran intensidad, fuimos testigos directos y a pesar de los años transcurridos
rememoramos con detalle. Por otra parte mis nietos me han animado
a que las describa aunque solo sea esquemáticamente pues ellos, como la última generación, las desconocen.
Solo haré una muy breve mención de las acciones bélicas más destacadas y las consecuencias que tuvieron en la evolución posterior de
la guerra para comentar a continuación algunos de las ocasiones en
las que desgraciadamente tomé parte o fui testigo directo. Entre los primeros combates y verdadera lucha hay que destacar
los del Norte. El general Mola, el “director de la rebelión”, organizaba las brigadas de requetés con el fin de conquistar Guipuzcoa y aislar al Gobierno de la frontera francesa. El avance por el Bidasoa ofrecía muchas dificultades, aumentaba por la destrucción del puente sobre el río, cae Oyarzum, abundan las zonas fortificadas, ataques y
contraataques hasta que en el mes de agosto se hunde el frente y los
nacionales entran en San Sebastian. La Junta de Defensa se traslada
a Bilbao
El ejercito nacional en su rápido avance desde Andalucía y Extremadura empleaba tácticas que remedaban las que se hicieron en la
guerra de Marruecos, su objetivo ir hacia el norte y tomar Madrid,
por todo lo que ello significaba internacionalmente y podía ser el final de la guerra. Avanzaban optimistas, ante la poca resistencia ofrecida, con cuatro columnas e incluso el general Mola proclamó que en
la retaguardia republicana tenía la quinta columna de adictos que sabotearían la defensa y se permitió la licencia, que fue muy comentada, de afirmar que al cabo de tres días tomaría café en la Puerta del
Sol. Llegaron a estar a cinco kilómetros de esta céntrica plaza y comentaban que la conquista de la capital estaba prevista para antes de
las Navidades (1936). Como anécdota recuerdo que durante bastante
tiempo en la Puerta del Sol, en son de mofa, había siempre dispuesta
una mesa con una taza de café.
Sin embargo Franco decidió desviarse y ocupar Toledo para liberar a los sitiados en el Alcázar, lo que se ha considerado como un gran
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José García Galera
error porque de haber seguido avanzando directamente, con escasa
resistencia, hacia Madrid, insuficientemente preparado, podía haberla conquistado y por su trascendencia dado fin a la contienda. Esto favoreció al Gobierno que intentaba regularizar un incipiente ejército
para organizar las fortificaciones y defensa de Madrid, al que habían
llegado 2.000 hombres de las bien equipadas Brigadas Internacionales.
Después de la liberación del Alcázar inician su ataque en octubre
de l936; avanzan hacia Madrid apoyados por el ejército nacional del
Norte que irrumpe en la Sierra de Gredos y en el valle del Jarama,
esta batalla podía ser la clave de la guerra, cruzan el río con puentes
pero un contraataque del gobierno anuló la ofensiva nacional que buscaba alcanzar la carretera de Valencia para aislar la capital, dando origen a reacciones de verdadero pánico y que ante la gravedad de la situación de Madrid el Gobierno, aunque con reticencias, decidiera trasladarse a Valencia de una forma precipitada, a pesar de la crítica y
fuerte oposición del pueblo que la consideraba una cobardía e influyó
en su moral. Se constituyó la Junta de Defensa presidida por el General Miaja, apoyado por buenos militares profesionales, un reorganizado ejército y buen material de aviones de caza y tanques lo que junto
con la llegada de las brigadas internacionales elevó la confianza y aumentó el ánimo de lucha y en todo el frente se extendió una resistencia, enfervorizada y casi fanática de la población como un clamor que
se extendía al grito de ¡No pasarán!
Las columnas que avanzan encuentran una firme resistencia y sufren un gran número de bajas. El enfrentamiento fue atroz, una de los
más importantes por la gran cantidad de material y combatientes que
se emplearon. Fue una sorpresa para los atacantes que a pesar del ímpetu de sus tropas de choque, Regulares y Legión no lograron romper
las líneas enemigas. Intervinieron numerosas fuerzas extranjeras destacando las italianas, la Legíón Condor alemana e importantes contingentes rusos. Las bajas humanas y la pérdida de material fueron
muy cuantiosas. Persiste el asedio a Madrid, se fortifica la ciudad,
existe un gran fervor defensivo entre la población, la resistencia es numantina; la lucha feroz, casa por casa, ataques y contraataques en el
entorno de la ciudad. Barrios enteros y edificios emblemáticos quedan arrasados por el fragor de los combates y el bombardeo incesante de los cañones y la aviación.
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Toda la población civil resistía impávida el asedio y se comentaba
entre otras anécdotas que a pesar de que la artillería nacional del Cerro de los Ángeles disparaba sin cesar y persistían los bombardeos aéreos, Madrid tenía vida, luchaba y se defendía. Fue muy comentada
y produjo gran conmoción por la forma aislada en que se produjo, la
muerte en la defensa de Madrid y al frente de la columna anarquista,
de su gran líder Durruti, casi un mito, que se había destacado en la
contienda desde el inicio de la guerra.
Se decidió al mismo tiempo la evacuación de los presos políticos
practicándose numerosas sacas, cono se ha comentado anteriormente, de la Cárcel Modelo, con la excusa de trasladarlos hacia otras cárceles más interiores, pero que fueron ejecutados en Paracuellos del
Jarama durante varios días y en Torrejón de Ardoz, siendo una verdadera masacre y atrocidad convirtiendo a ambas poblaciones en verdaderos cementerios.
La batalla continuó con intensidad durante seis meses, para al final estabilizarse el frente hasta el término de la lucha. Muchos no se
explicaban la insistencia de los rebeldes en sus ataques frontales por
la parte del río y zona universitaria, mucho más difícil y mejor defendida que si lo hubieran realizado por la sierra, más asequible.
Mencionaré como comentario que se hicieron grandes panegíricos
del héroe nacional, el cabo Coll, que con cócteles Molotov destruyó
tres tanques enemigos y al final fue abatido por la ametralladora de
otro carro. Fue muy alabada también la actuación del capitán inglés
Natahan que en una acción espectacular al frente de su batallón internacional, avanzaba impertérrito con un bastón en la mano hacia las
líneas enemigas y recuperó un puente sobre el Jarama.
Antes existía una dispersión de fuerzas y falta de unidad. Orden
más contraorden equivalen a desorden. Se impuso el sentido común:
había que unificar el mando, poner orden y disciplina para obtener
unidad de acción en todos los frentes y se creó el Ejército Popular Republicano, en perjuicio de los anarquistas que detestaban la organización militar. Constituyó una innovación la creación de las llamadas
brigadas mixtas, orientadas por los mandos rusos y formadas por cuatro batallones que contaban, aunque en pequeña escala, con todos los
servicios de armas y auxiliares y era muy conocida y alabada por la
prensa la actuación de la Quinta Brigada. La mayoría de las brigadas
estaban bajo mando de militantes comunistas. En la defensa de Ma-
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José García Galera
drid ya mostraron su eficacia y que se había conseguido tener un buen
ejército regular, experimentado y eficaz.
Un hecho que era objeto de apasionado comentario en Alicante,
en noviembre de 1936, fue el juicio que un Tribunal Popular seguía
contra el Jefe de la Falange, José Antonio Primo de Rivera, del que la
prensa publicaba diariamente su desarrollo con todo lujo de detalles
y las incidencias de la vista. Durante su estancia en la prisión hubo
un intento de liberarlo por un grupo de falangistas que fracasaron,
fueron hechos prisioneros y ejecutados. Como antecedente se llegó a
considerar el canjear a José Antonio Primo de Rivera por un hijo de
Largo Caballero que tenían preso en Sevilla. Indalecio Prieto, que no
era partidario de que lo fusilaran porque con el canje el jefe falangista podría causarle problemas de unidad a Franco, evitó que meses antes lo ejecutaran, junto a su hermano Miguel y su cuñada, que también se encontraban detenidos en la cárcel de Alicante. El Comité de
Orden Público, totalmente sectario, tenía el propósito de que subrepticiamente lo sacarían de la cárcel y en el traslado los asesinarían con
el consiguiente escándalo internacional si lo hubieran llevado a efecto. Como se traslucía por la prensa, fue un juicio correcto, en el que
José Antonio se defendía a sí mismo, con toda clase de formalidades
legales, pero que dada su participación en el Alzamiento fue condenado, junto a otros cuatro compañeros, por conspiracíón y auxilio a
la rebelión militar contra la República a la pena de muerte y fusilados
en el patio de la prisión. Su hermano y cuñada, sentenciados a prisión,
permanecieron en la cárcel.
Este fusilamiento tuvo un fuerte impacto nacional, especialmente
en la zona sublevada, que clamaba venganza y fue motivo para que
pocos días después sufriéramos como represalia un bombardeo que
se mantuvo durante ocho horas y que el general nacional Queipo de
Llano, el general-radio, en sus alocuciones diarias y grotescas, considerara que era la causa de que sufriéramos casi diariamente toda clase de bombardeos. Recuerdo que en una ocasión dijo que como teníamos escasez de patatas nos enviaría con los aviones unos cuantos sacos, lo que confirmó con un intenso ataque nocturno. A causa de uno
de estos raids de la aviación italiana resultaron destruidos varios balnearios de la playa del Postiguet que tanto estimaba la población alicantina.
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En la zona republicana existían los tribunales populares, formados
por representantes del Frente Popular, algunas veces correctos y con
garantías, como el que he mencionado, pero en la mayoría de las ocasiones las normas procesales estaban alteradas y las sentencias predeterminadas. En agosto de 1938, durante el gobierno de Companys,
fueron fusiladas en los fosos del Castillo de Monjuich de Barcelona
sesenta personas, entre ellas diez mujeres, sentenciadas a muerte por
un tribunal popular bajo la supuesta acusación de traidores fascistas
de la Quinta Columna.
En la zona nacional ocurría lo mismo con los juicios sumarísimos,
formados por militares, que condenaban rápidamente a muerte; bastaban con frecuencia pocos minutos y sentenciaban al mismo tiempo
a todo un grupo, por auxilio a la rebelión, cuando tal hecho en la gran
mayoría de los casos no había existido y carecieron de una defensa
correcta, que se limitaba en gran parte de las veces, sin haber llegado a estudiar el caso, a pedir benevolencia para el acusado.
El objetivo de los nacionales seguía siendo alcanzar la carretera de
Valencia y para ello prepararon la gran batalla de Guadalajara que tuvo su inicio en marzo de 1937 a cargo de las fuerzas italianas que no
se encuadraban en el mando español sino que se consideraba un cuerpo autónomo bajo mando italiano. Como preámbulo a su desarrollo
hay que señalar la conquista de Málaga por las tropas regulares marroquíes y el gran contingente del cuerpo de tropas italiano, superior
a 15.000 hombres con la división Littorio y Camisas Negras, que habían desembarcado en Cadiz, bien armados, con abundante artillería,
carros blindados, lanzallamas y cien aviones y con la táctica de guerra relámpago, consiguieron vencer al ejército republicano, irregular,
desorganizado, peor armado, en su mayoría compuesto de milicianos
desmoralizados por la gran motorización del enemigo y las modernas
armas y tácticas de combate. La victoria fue muy fácil y conquistaron Málaga al cabo de una semana, apoderándose de gran cantidad
de armamento y suministros que había en el puerto.
A destacar la durísima represalia de los nacionales cuando ocuparon la ciudad, que intentaron justificar por los asesinatos y desmanes
que habían cometido en la capital los elementos anarcosindicalistas
al inicio de la contienda, arrasando el barrio burgués de la capital, y
al iniciar la retirada. Ello fue motivo para que los vencidos temieran
esta venganza y presa de gran pánico fuera causa de un éxodo masi-
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vo de la población civil y milicias hacia la carretera de Málaga a Almería, junto a la costa, que fue masivamente ametrallada y bombardeada por los cruceros Canarias, Baleares y la aviación sobre la ingente masa humana que huía de la ciudad y que constituyó una de las
mayores masacres civiles de la guerra. Tuvo repercusión en la retaguardia porque el número de refugiados malagueños fue muy numeroso; gran parte de ellos llegó a Alicante y hubo conflictos para alojarlos; fueron días de tensión porque el Gobierno obligó a admitirlos
en casa particulares que tuvieran más habitaciones, a pesar de las protestas de los inquilinos y diferencias con los refugiados.
Mussolini se jactaba de la gran ayuda que prestaba al ejército nacional con gran cantidad de tropas, varias divisiones y armamento,
porque sus victorias suponían una gloria para él, para Italia y el fascismo. El Estado Mayor italiano, en un ambiente triunfalista por el
resonante y fácil triunfo de la conquista de Málaga, del que alardeaba el dictador italiano, consideró la ofensiva de Guadalajara como empresa muy accesible y además cometieron el error de minusvalorar al
enemigo y despreciar la situación meteorológica con temperaturas
muy bajas y amenaza de tormenta.
Disponían de una división militar, la Littorio y de tres divisiones
de camisas negras mandadas por militares. Enfrente tenían al Ejército del Centro al mando del general Miaja y a la meteorología. Tuvieron un buen inicio. Apoyados por un gran fuego artillero y la intervención masiva de la aviación, lograron romper las líneas gubernamentales, avanzaron bastantes kilómetros y ocuparon varios pueblos;
pero la presencia de grandes tormentas, lluvias y nevadas dificultaban
la acción motorizada en unos campos embarrados que impedían desplazarse a los vehículos ni actuar la aviación, lo que fue aprovechado
por un gran contraataque del ejército republicano, apoyado por los
aviones de caza que partían de aeródromos secos próximos a Madrid
y de gran número de tanques rusos sembrando el desconcierto y el
pánico entre las columnas italianas, que para mayor contrariedad se
encontraron con que en uno de los sectores estaba el batallón Garibaldi de la brigada internacional formado por exiliados y perseguidos
de Mussolini, que desde sus trincheras los hostigaban y con grandes
altavoces, en italiano, insultaban y denigraban a los “ fascistas”.
Las divisiones de camisas negras, totalmente desmoralizadas huían,
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incluso los oficiales desoyendo las órdenes del mando se subían a los
camiones abandonando toda clase de material. El general Roatta que
mandaba todas las tropas ordenó la retirada, pidió auxilio a Franco
para que le ayudara y relevara, pero este se lo negó por haber actuado al margen del mando nacional; no obstante ante el desastre al final
intervino y se estabilizó el frente. Recuerdo que era motivo de chistes entre los compañeros del Instituto que hacían mofa de la cobardía
italiana, a pesar de que habían dejado casi mil cuatrocientos muertos
en el campo de la contienda.
Asistí a una exposición de trofeos y abundantes piezas del material de guerra abandonado en esta batalla que se mostraba en el Teatro Principal de Alicante y que como curiosidad, entre las numerosas
muestras de material bélico abandonado, como banderas y estandartes, figuraban prendas íntimas entre las que destacaban unos calzoncillos del general Bergonzoli.
La derrota italiana en Guadalajara, aparte del fracaso de aislar Madrid, demostró la suficiencia del naciente Ejército Popular para una
guerra moderna con coordinación entre las distintas armas. La opinión generalizada sobre los italianos era mala pues, a pesar de tener
un excelente armamento, gran potencia de fuego en blindados, artillería y aviación, después del fracaso de Guadalajara se les despreciaba por cobardes. Los comentarios internacionales y de la prensa eran
muy peyorativos y el Gobierno, muy eufórico, haciendo gala de un
gran optimismo, celebraba la victoria y hacía elogios de la “Gloriosa”
nombre con que se conocía a la aviación republicana.
Ante el fracaso de Madrid, Franco decidió atacar en el sector norte, que había quedado aislado, con el fin de apoderarse de sus industrias y minas. Aparte de su precaria situación en hombres y material,
y sin aviación en esta zona, al ejército republicano se le añadía, como
era frecuente, la ausencia de un mando único. En el Norte había tres
poderes políticos, el gobierno vasco, el Consejo de Asturias y la Junta de Santander. El Gobierno Central no conseguía un mando unificado, obstaculizado por el gobierno vasco muy celoso de su autonomía, con mando independiente de unas milicias (gudaris) de difícil
coordinación; se confió en la orografía y en las fortificaciones especialmente en las de Bilbao, conocidas como “el cinturón de hierro”;
los asaltos frontales eran muy violentos tanto en defensa como en ataque, bloquearon la costa cantábrica, había desavenencias entre las mi-
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José García Galera
licias, se carecía de aviación y se iban perdiendo fortificaciones.
Hay que resaltar el horroroso bombardeo de Guernica, villa sagrada vasca, por los Heinkel y Junkers de la Legión Cóndor de von Rincthoffen: en pasadas sucesivas, durante tres horas, arrojaron cincuenta
toneladas de bombas incendiarias y destructoras y arrasaron el centro de la ciudad sobrepasando en centenares el número de muertos,
heridos y quemados; fue motivo de la repulsa internacional y que Pablo Picasso la inmortalizó al plasmarla en su famoso cuadro. Este experimento les sirvió a los alemanes como vuelo de prueba destructora sobre núcleos urbanos y utilizarlo como modelo en la Segunda Guerra Mundial arrasando la ciudad inglesa de Conventry y que diera lugar a la aparición en el léxico de un nuevo y triste verbo: “conventryzar” que con posterioridad conjugaron ampliamente los aliados en la
postrimería de la Segunda Guerra Mundial destacando, entre otras, la
destrucción de Dresde y Hamburgo.
La ofensiva contra el Norte propiciada por el General Mola y el
ataque contra Bilbao que contaba aparte de las brigadas navarras, Regulares y las divisiones italianas, que querían desquitarse de la derrota de Guadalajara, con gran cantidad de medios, se proponía asaltar
la capital bilbaína que se había fortificado considerablemente por el
llamado “cinturón de hierro”. Factor de gran sorpresa fue el fallecimiento del General Mola en accidente de aviación, que durante tiempo fue objeto de grandes comentarios entre la población.
Persistían los cruentos combates, pero a pesar de la dura defensa
Bilbao capituló ante el enemigo. Se inició la retirada hacia Santander
tras encarnizada lucha. Para distraer a las fuerzas nacionales del sector norte y la presión que ejercían sobre Santander y Asturias, el Gobierno organizó la maniobra en el sector centro al mando del general
Miaja. La operación a la que se denominaría la Batalla de Brunete y
en la que se acumuló la mayor cantidad de tanques, aviación y combatientes, cogió por sorpresa al ejército nacional arrollando sus defensas, consiguió un gran avance y conquistar Brunete. Recuerdo la gran
euforia que reflejaba la prensa que comentaba la victoria de un gran
ejército disciplinado, bien dirigido y con gran potencia ofensiva, obligando a los franquistas a detener la ofensiva del norte. Especialmente estaban muy entusiasmados los madrileños porque esta ofensiva
había mejorado la defensa de Madrid y la aviación republicana se había hecho dueña del cielo de la capital. Tras tres semanas de una lu-
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cha muy intensa, una verdadera sangría, con enormes pérdidas en
hombres y material en ambas partes, al final fue un descalabro y se
perdió Brunete. Como anécdota recuerdo que se la mencionaba como
“la batalla de la sed” pues al sufrimiento del combate se le agregó el
fuego de un sol abrasador. La operación acabó en tablas.
Al cabo de un mes se inició la ofensiva de los nacionales en el norte, apoyada por tropas italianas, frente a la precaria situación del ejército republicano, que con deficiente material seguía luchando y se replegaba hacia Santander y Asturias. Los gudaris, las milicias vascas,
muy desmoralizados después del bombardeo de Guernica y la intensidad de los combates, no querían seguir combatiendo fuera de su tierra y defender lo que no consideraban suyo, se negaron a replegarse y
se entregaron sin resistencia en Laredo y Santoña a las tropas italianas del general Bergonzoli, abandonando gran cantidad de material
bélico, desguarneciendo la zona y colocando en situación crítica a las
fuerzas republicanas que se replegaron hacia Asturias. Las fábricas
de armamento, siderúrgicas y minas quedaron intactas durante la retirada. Los combates eran muy violentos, la resistencia a ultranza, pero al final el avance nacional con tres divisiones italianas y las brigadas navarras aíslan Santander de Asturias y ante la situación insostenible, en septiembre, se decidió la evacuación a través del Cantábrico
con todo tipo de embarcaciones pese al bloqueo de la escuadra nacional.
Llama la atención la intensidad con que quedan grabados en la
mente episodios de nuestra guerra civil que aún hoy, después de haber pasado más de medio siglo, los recordamos con todo lujo de detalle y los revives como si hubieran pasado ayer; ves de nuevo, en la
fase inicial de la contienda, aquellas improvisadas columnas de milicianos que marchaban al frente desfilando con un aire poco marcial,
con su gorro de dos picos, un lado negro y otro rojo y las letras FAI,
una manta arrollada cruzada en bandolera sobre la espalda, las cartucheras, el mono, fusil al hombro y el brazo derecho puño en alto; se
transformarían durante el transcurso de la contienda en un ejército regular y moderno.
En la guerra era frecuente que las trincheras de uno y otro bando
estuvieran muy próximas y que en la fase de calma aprovechaban la
noche para establecer conversaciones a grito pelado sobre temas casi
normales. A veces se utilizaba esta estabilización para burlar al cen-
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José García Galera
tinela enemigo, infiltrarse sigilosamente a fin de obtener información
sobre elementos de defensa. No eran infrecuentes los casos en que se
encontraran combatiendo dos hermanos frente a frente movilizados
en bandos contrarios.
Es muy significativo el caso que relata mi buen amigo y compañero el doctor Mir Villellas de dos de sus familiares. Su tío Santiago estaba enrolado en el ejército republicano y su otro tío, hermano del anterior, Eleuterio, estaba movilizado en la zona nacional. Una noche en
calma empezaron a hablar gritando de una a otra trinchera y uno de
los interlocutores Santiago preguntaba a uno de la otra trinchera ¿Tú
de donde eres? Yo soy de las Ventas, pueblo de Aragón. Eleuterio, en
la otra trinchera rápidamente y sobresaltado contestó: ¡Yo soy también
de ese pueblo! ¿No serás Santiago? ¡¡ Recorchos, que sí hermano!!
Ambos empezaron a dar saltos y gritos de alegría al apreciar que vivían. La idea dominante de su tío Santiago, a pesar del gran riesgo
que suponía, era pasarse a la otra zona aunque no dejaba de pensar
que entonces tendría que combatir contra sus actuales compañeros
con los que le unía una gran amistad e incluso uno de ellos casi le había salvado la vida en un combate. Durante la noche intentó pasarse
a la otra zona a fin de unirse a su hermano, rastreando ascendió por
el montículo para alcanzar la cúspide y evadir el centinela enemigo
que lo sorprendió y creyendo que le atacaban le propinó un culatazo
en la frente y cayó ensangrentado rodando pendiente abajo hasta las
trincheras republicanas. El capitán de la compañía interpretó que había llevado a cabo un acto heroico para suprimir el centinela enemigo e infiltrarse para obtener información; le condecoraron y le dieron
seis meses de permiso en Barcelona, que según comentó el doctor Mir
los pasó en casa de sus padres.
Otro caso, que nos afecta por ser familiares allegados a nosotros.
Se trata de dos hermanos, oficiales del Ejército, uno de Estado Mayor
destinado en Marruecos y el otro, oficial de artillería, con destino en
la península cuando se inició la guerra civil. Llegaron a encontrase en
bandos opuestos en el frente de Extremadura. La artillería republicana batía con saña reductos nacionales. El que estaba en esta zona comentó que el que dirigía el bombardeo contra ellos, por la forma de
hacerlo y por las cadencias del fuego, era su hermano. Como así fue
en efecto. Terminada la contienda, el de la zona nacional era coronel
y el de la republicana general que no se exilió y fue condenado a muer-
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te por auxilio a la rebelión y gracias a la intervención de su hermano
le fue rebajada la pena. La parte militar de nuestra guerra civil, en
ambas zonas, publicada en la gran enciclopedia Espasa, está escrita
por los dos hermanos, cada uno la de su zona aunque como es natural solo la firmara uno, el autorizado. Los emolumentos de este trabajo fueron para la familia del encarcelado que también recibía los que
obtenía el hermano en activo, gran técnico y estratega, por las crónicas y comentarios que hacía diariamente sobre la evolución de la Segunda Guerra Mundial en un prestigioso periódico de Barcelona.
En Alicante un día se presentó en el almacén de la Compañía una
patrulla de la FAI con la intención de incautarse y requisar todas las
máquinas industriales y domésticas. La Compañía, que era una multinacional americana tenía colocada en su fachada la bandera de Estados Unidos que también llevaban sus furgonetas y coches; análogamente todas las empresas extranjeras ostentaban sus enseñas en los
locales de residencia. El encargado del taller subió a la oficina para
comunicar las intenciones de la patrulla, mi padre bajó al almacén y
les dijo que con dos máquinas tenían suficiente pero insistieron en su
pretensión. Mi progenitor les expresó que era una compañía norteamericana bajo la protección del Gobierno y que si requisaban todo
tendría repercusión internacional; se pusieron fuertes y amenazantes;
mi padre, socialista, les expuso que se estaban cargando la República. Inmediatamente le respondieron que lo discutirían en el Comité y
que los acompañara. Esto ya lo sabíamos era equivalente al “paseo”.
Con gran sangre fría, les dijo que no se pusieran así que subiría al despacho para solicitarlo a la dirección de la Compañía en Madrid y que
creía que no existiría dificultad en que se llevaran todas las máquinas.
Subió al despacho a telefonear pero no lo hizo a la Central de la Compañía en Madrid, sino al Gobierno Civil que estaba cercano y tenía
buena relación con el gobernador, este le dijo que los entretuviera unos
diez minutos que le enviaba una patrulla de la Guardia de Asalto que
se presentaría como si fueran de ronda y no lo hubieran avisado. Sucedió así y los anarcosindicalistas cedieron ante la Guardia de Asalto
al manifestarle ésta que por ser propiedad extranjera como podían ver
por la bandera estaba bajo la protección del Gobierno.
Alicante estaba muy alejado de los frentes de guerra pero sin embargo no por eso dejó de sufrir sus consecuencias. El puerto alicanti-
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no era el lugar de abastecimiento al que llegaban alimentos, materias
primas, armamento y combustibles y recuerdo como desde la Explanada se visualizaban en los muelles como montañas doradas que correspondían a grandes cantidades de trigo sin envasar, muchas veces
cubiertas con grandes toldos, o pilas de voluminosas cajas almacenadas y algo fuera del puerto la silueta de dos o tres petroleros Era continua la actividad que se desarrollaba en él y la entrada y salida de carros tirados por caballos percherones que trasladaban mercancías. Este tráfico los nacionales trataban de impedirlo con bombardeos casi
continuos y al mismo tiempo los utilizaban para desmoralizar a la población. Los bombarderos procedían de Mallorca. Los ataques nocturnos solían ser por un hidroavión nacional y los diurnos con numerosos aparatos italianos tripulados por italianos. Durante las noches
de luna llena teníamos la visita del que denominábamos La pava o El
zapatones que conocíamos por su típico sonido “rum, rum, rum” que
se adelantaba al aviso estridente de las sirenas de alarma anunciando
la proximidad del bombardeo. Correspondía a un hidroavión que casi en vuelo rasante descendía sobre el puerto y bombardeaba, hundía
o incendiaba un petrolero o un buque mercante. La gente salía a la calle pues sabía que no atacaría a la población. Era un espectáculo ver
cruzarse los haces luminosos de los numerosos reflectores que buscaban al intruso, las pequeñas nubecitas blancas de las explosiones del
fuego antiaéreo procedente de las baterías instaladas en los castillos
de Santa Bárbara y San Fernando y las grandes llamas y humo de la
nave.
Muy distintos eran los bombardeos con los Savoia de los aviadores italianos, con base en la isla de Mallorca, que venían en grupo y
a gran altura para que no les alcanzaran los antiaéreos, lanzaban sin
precisar su mortífera carga. Eran los más temidos, los que ocasionaban mayor número de víctimas y destrucción de edificios especialmente en el centro de la ciudad y en el entorno de la Explanada, con
palmeras en el suelo, otras decapitadas, grandes socavones, como cráteres, carros destrozados y caballos percherones muertos y mutilados.
Los edificios destruidos se aproximaban el millar y las personas fallecidas superaron los quinientos. Esto hacía, como comentaba antes,
que aunque Alicante estuviera muy alejado de la zona de guerra no
obstante carecía de seguridad porque estaba sometido a bombardeos
muy crueles. Como anécdota curiosa recuerdo que enfrente de nues-
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tra casa, que daba a un gran patio común, estaba instalada la emisora
de Radio Alicante. En su terraza había un perro pastor alemán; cuando este aullaba ininterrumpidamente, unos cinco minutos más tarde
sonaban las sirenas de alarma y empezaba el bombardeo
La puerta de entrada de nuestro edificio estaba protegida por sacos terreros y los cristales de los balcones y ventanas mostraban unas
tiras de papel, adheridas y cruzadas, para protegerse de las roturas o
que al caer hirieran a alguien. Durante la noche todas las luces exteriores de la ciudad y de los edificios estaban apagadas. Si había comenzado el bombardeo era peligroso trasladarse al refugio del castillo de San Fernando ya que quedaba algo distante, suponía un riesgo
y preferíamos quedarnos en los bajos de casa protegidos por los sacos. Como curiosidad recuerdo que el hijo de nuestros porteros al ser
movilizado lo destinaron al cuerpo de aviación y lo enviaron a la escuela de guerra de la Unión Soviética donde permaneció durante seis
meses y al volver como piloto de caza estaba destinado al aeródromo
de Rabassa, próximo a Floreal del Raspeig; pilotaba un chato e intervino en algunos combates.
En nuestra guerra civil la lucha no se llevaba a cabo solo entre fuerzas militares en los frentes de batalla, sino que se inició además el
ataque contra la población civil para doblegar su resistencia y desorganizar la retaguardia mediante el bombardeo aéreo indiscriminado
de las poblaciones. Como respuesta a ello se llevó a cabo la construcción de gran número de refugios antiaéreos que fueron vitales para la
protección.
Durante una de las incursiones, que sufríamos casi diariamente,
corríamos hacia el refugio del castillo de San Fernando; llevaba a Horacio, mi hermano pequeño de tres años, rodeado con mi brazo y agarrado a mi cuerpo, era incesante el agudo y ensordecedor sonido de
las sirenas y el ulular de la gente que corría, me impresionó el caso
de una convecina, de unos 45 años y con unas voluminosas varices
en ambas piernas, que corría atropelladamente delante de nosotros;
iba acompañada de su hijo, de unos 15 años, y tuvo la mala fortuna
de tropezar, caer al suelo y desgarrarse una de las varices que sangraba copiosamente. Empezaban a caer las primeras bombas, su hijo,
desesperado, lloraba y pedía auxilio con grandes voces, ella ante su
impotencia gritaba, unos minutos más tarde dos hombres la ayudaron, colocaron un torniquete y la llevaron al refugio en el que consi-
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guió asistencia médica. Este refugio, excavado en la montaña, con numerosas galerías, estaba bien iluminado y con unas modestas instalaciones y puestos de socorro. En unos carteles se podían leer unas instrucciones gráficas sobre conducta a seguir en el recinto durante los
bombardeos. Eran muchas las horas que pasábamos en él. Aparte de
la sensación de temor, de inquietud, de inseguridad y de ansiedad, ante estas incursiones de la aviación, pesaba el hacinamiento y la impresión de claustrofobia. Todos hablaban al mismo tiempo, algunos gritaban y daban pábulo a todo tipo de rumores; aumentaba la tensión
cuando oíamos el atronador ruido de las explosiones próximas a nuestro entorno y pensábamos como encontraríamos nuestras viviendas
una vez cesada la alarma. En otras ocasiones, tal vez por el hábito que
se llegaba a adquirir por su frecuencia, la estancia en él era más llevadera y las conversaciones casi normales. Ante la persistencia de los
bombardeos miles de ciudadano abandonaron la parte central de Alicante capital y se establecieron en los alrededores y pueblos colindantes. Recuerdo que humorísticamente se les llamaba la columna del
miedo.
A pesar de los muchos años transcurridos persiste en mí la imagen más impactante y sobrecogedora de la guerra civil y que a pesar
de su crudeza esbozaré en unas líneas. Era el día 25 de mayo, una mañana soleada y tranquila. Me encontraba en el Mercado Central próximo al cine Monumental y en la avenida de Alfonso el Sabio haciendo
cola para obtener medio kilo de carne de burro. En la parte posterior
de este mercado y en una plaza contigua se situaba el de verduras,
hortalizas y frutas, muy agradable a la vista. Estaba cobijado bajo una
gran cubierta metálica sostenida por unas columnas y en el que estaban instalados los diferentes puestos con las mercancías y junto a los
mismos la gente hacía cola y compraba. De repente, el ensordecedor
sonido de las sirenas, ineficaz porque al ser simultáneo al ataque de
los aviones italianos no dio tiempo a desalojarlo, fue seguido del estallido de numerosas bombas que explotan de lleno en él.
Cuando cesó la alarma de las sirenas nos dirigimos rápidamente
al mercado de verduras. Era un espectáculo horripilante, la atmósfera de polvo y humo era casi irrespirable, con un intenso olor acre, quedas alelado ante esta dantesca escena de muerte y destrucción. Entre
los escombros y restos de mercancías sobre un pavimento teñido por
el rojo de la sangre, un hacinamiento de cadáveres, cuerpos mutila-
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dos, algunos decapitados y restos humanos. No podía articular palabra, como inmerso en una terrible pesadilla, nadie hablaba, es el silencio del terror solo roto por la voz apagada de los moribundos y los
gemidos y llantos de los supervivientes a lo que poco después con la
llegada de los que acudían a ayudar se convertiría en un griterío ensordecedor de maldiciones y crisis histéricas. Las “estibes”, grandes
capazos de esparto, que contenían las hortalizas tenían ahora un nuevo uso: en ellos se depositaban restos humanos, muchos de estos, recogidos con palas. Al final estallas, gritas, lloras, te descentras, te has
transformado, tú mismo no te reconoces, ha desaparecido el pacifista
y el dialogante: te conviertes en uno más, vociferante, que clama venganza y lucha, eres la antítesis de aquellos bellos preceptos que nos
enseñaron de que si te golpean en la mejilla izquierda ofrezcas la derecha, de la moral cristiana, o sé como el sándalo que perfuma el hacha que lo hiere de Confuncio.
Durante unos días nadie pudo hacer una vida normal, reinaba la
confusión, continuaban las labores de rescate entre las ruinas de tanto desastre y ya no quedaban supervivientes. Se contagiaba el terror
y hubo momentos de histeria colectiva que lograron superarse. Los
muertos superaron los 300 y los heridos el millar, la mayoría mujeres
y niños; tuvo una amplia repercusión internacional y recuerdo que los
consulados colocaron las banderas a media asta durante varios días.
En ese mismo raid aéreo de los italianos explotaron también numerosas bombas en otras calles de la ciudad aumentando el número de
muertos y heridos. Duplicó al de los fallecidos en Guernica, aunque
ha tenido menos difusión que este promocionado por el cuadro de Picasso.
Fue un bombardeo de terror contra la población civil llevado a cabo por nueve aviones italianos en grupo, pilotados por italianos, aprovechando la hora de máxima afluencia en el mercado y agravada por
la ineficacia de la alarma; era una campaña de terror que tenía por objeto minar la moral de la población civil en un momento que coincidía con la rotura del frente por los nacionales al alcanzar el Mediterráneo con la conquista de Vinaroz y amenazar a Valencia. Eran momentos de gran tensión, la gente estaba atemorizada pero al mismo
tiempo rebelde ante la tragedia.
Presencié alguna escena, aislada, de personas que ante el peligro
de los bombardeos se jactaban de ser valientes, no tener miedo y no
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tomar las debidas precauciones. Para mí esto era ser inconscientes
pues considero que el verdadero valor reside en actuar correctamente, sin rehuir situaciones límites pero dominando el miedo que se siente.
Durante la guerra en alguna ocasión había venido a visitarnos José Magaña, hermano de un cuñado de mi padre, que estaba incorporado en el cuerpo de Carabineros de Santa Pola y posteriormente pasó al Cuerpo de Tanquistas de Archena donde los prepararon bien instructores rusos. El tanque que usaban era uno de los más poderosos
de la contienda y con una gran potencia de fuego. Nos contaba algunas de las incidencias de la guerra pero hubo un suceso que le preocupó e impresionó fuertemente. Se trataba de dos jóvenes de otra compañía que en el frente intentaron pasarse al enemigo; se dirigieron a
unas trincheras supuestamente contrarias dando vivas a España y a
Franco pero para su desgracia la trinchera no era nacional sino del
ejército republicano. Tras un Consejo de Guerra fueron condenados a
muerte. Eligieron a dos compañías para que de ellas saliera el pelotón de fusilamiento; la suya era una de ellas y no pudo dormir pensando en aquellos dos hombres con los que había convivido y bromeado con ellos, era una verdadera pesadilla que no le dejaba dormir, deseaba que se alargara la noche para que no llegara la mañana fatídica
que posiblemente a él le correspondería formar parte del pelotón ejecutor de una muerte sin sentido. Afortunadamente en el sorteo le correspondió realizarlo a la otra compañía. No obstante siempre recordará que fueron obligados a presenciar la ejecución y desfilar ante los
cadáveres.
Meses después, en otra visita con permiso, nos comentaba que había intervenido en la batalla de Guadalajara y en una que consideraba
de las más crueles, la de Teruel; el frío era muy intenso a causa de una
gran nevada con temperaturas que llegaron a los veinte grados bajo
cero que conseguía, por impracticables, que no se pudieran utilizar
las armas; todo estaba afectado por la intensidad del frío. Nos explicaba que incluso llegó a ver a un chofer congelado al volante de su camión, aislado en la nieve, al que le había explotado el motor a causa
de tan bajas temperaturas; y que el frío se cebaba con predilección
con la infantería, especialmente la que estaba en descampado, mal
vestida, escaseaban las botas, tirada sobre la nieve o la escarcha del
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campo que al salir el sol se convertía en un barrizal; muchos fallecieron congelados, otros se les helaban los pies y tuvieron que amputárselos. A los tanquistas les afectó menos porque estaban dentro del “carro” y cuando se desplazaban para aprovisionarse de gasolina y municiones podían comer caliente y cobijarse bien. Tuvieron gran número de bajas y debieron retirarse ante el empuje enemigo.
En la Sierra de Pandols, durante la batalla del Ebro les alcanzó un
obús, fallecieron sus dos compañeros y él sufrió numerosas heridas.
Tras el hundimiento de Cataluña fue evacuado, cruzó la frontera, pasó por distintos campos de concentración y hospitales e iniciada la
Segunda Guerra Mundial se incorporó a la Resistencia francesa, fue
hecho prisionero y padeció una verdadera odisea entre campos de concentración, fuga y reincorporación al Ejercito de Liberación francés
hasta el final de la contienda.
El siguiente episodio será el último que menciono sobre la guerra
civil. Por su dramatismo he dudado en exponerlo al afectarme personalmente.
Era una mañana normal, parecía tranquila. En la puerta del Instituto de la calle Maisonave mi hermana Isabel junto a otras compañeras esperaba la llegada del profesor de francés. Yo estaba dentro en la
clase de Matemáticas interrumpida bruscamente por las sirenas de
alarma; un minuto después el silbido de una bomba que explotaba en
la entrada. La explosión hizo saltar los pupitres y a los alumnos; apenas veíamos, todo era polvo, gritos, llantos, voces y carreras. Súbitamente pensé en mi hermana que se había quedado en la puerta esperando la llegada del profesor. Parecía que tenia alas en los pies pero
afortunadamente en la acera no había victimas, solo cascotes y escombros. Seguían sonando las sirenas y el estallido de las bombas.
Corría como un loco junto a un compañero de clase y gran amigo,
llevábamos un palillo entre los dientes que recomendaban para protegernos de la onda expansiva de la explosión y nos habían aconsejado que cuando nos tiráramos al suelo lo hiciéramos junto a la pared
del edificio pues existía menos peligro en el caso que se derrumbara.
Cruzábamos la próxima plaza del l4 de Abril (hoy de la Muntañeta),
persistía el bombardeo y de repente por el agudo silbido de la bomba
apreciamos que la teníamos encima. Yo me lancé al suelo unos metros antes de llegar al cruce de la calle Canalejas; mi compañero iba
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unos metros delante y lo hizo en el cruce de la calle. El ruido al estallar fue horroroso, parecían reventar los tímpanos y que la cabeza iba
a explotar, quedé inconsciente unos minutos. Sobre mi cuerpo había
algunos cascotes y escombros; próximo a la rodilla izquierda había
una herida superficial que sangraba algo pero no importante y a la que
le anudé un pañuelo. La esquina del edificio había protegido mi vida
del impacto de la explosión. Aturdido, desorientado, no oía bien, pude levantarme y zigzagueante busqué a mi compañero. Estaba casi
cubierto de escombros en medio de la calle. No había tenido suerte.
El cuerpo estaba inmóvil, la cabeza ladeada, los ojos abiertos y sin
brillo parecían mirar al infinito; el jersey estaba teñido de rojo y algunos de sus libros esparcidos bastantes metros más adelante. Estaba
muerto. ¡Grité! ¡pateé! ¡blasfemé! y lloré, no sabía ni cómo ni donde
me encontraba ni quién era. Aturdido me senté llorando entre los cascotes junto al cuerpo de mi amigo.
No sé el tiempo que estuve como ausente, no sabía qué hacer, me
costaba coordinar; de repente pensé en qué habría sido de mi hermana; como alucinado y renqueando llegué a casa. Por fortuna se encontraba ya en ella, pues al ver que no se presentaba el profesor se marcharon. Estaba desencajado, con el cuerpo y la cabeza casi blanca por
la gran cantidad de polvo, la ropa maltrecha y el pañuelo que me coloqué en la rodilla teñido de sangre. Entre sollozos y llantos madre e
hijo nos fundimos en un abrazo. Si leve fue la herida de la pierna no
fue así la del alma. Anímicamente estaba destrozado. En las largas
noches de insomnio me aparecían aquellos ojos, fijos, abiertos, mirando al infinito. Ya no tendría amigo con quien intercambiar apuntes ni jugaría con él a la pelota a mano en el patio del Instituto, ni pasearíamos por la Explanada o el puerto, ni nos bañaríamos en la playa del Postiguet. Sus ilusiones y esperanzas quedaron truncadas de
raíz por la sinrazón de una guerra.
Hay que huir de las emociones y sentimientos reprimidos que conducen a la depresión. Con el paso del tiempo fueron desapareciendo
las pesadillas. Tenemos que vivir y no solo existir.
Aunque me ha sido violento exponer escenas de extremada crudeza creo deben conocerse tal como sucedieron y el grado de ensañamiento que llegaron a alcanzar, para que la generación actual, que
afortunadamente no los padeció, cuando hable de memoria histórica
no lo haga como unos hechos lejanos que se comentan fríamente y se
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intente hablar con autoridad, sin sentimientos, a pesar del desconocimiento real de los mismos. Paz a los muertos. A mi generación, que
sufrió en sus carnes tanta desgracia, nos repele que se vuelvan a sacar después de setenta años aquellos luctuosos sucesos que por interpretación distinta de unos y otros, con sus radicalismos, intentan aniquilar al contrario, vuelven a abrir heridas que se consideraban cerradas, ocasionando nuevos enfrentamientos que son algo parecidos a los
que sucedieron en los prolegómenos de nuestra guerra civil.
En el Instituto, aparte de que los temas dominantes eran los de la
enseñanza, también alcanzaban relieve las conversaciones sobre episodios de la guerra civil. En una de las paredes de la primera planta,
junto a la Secretaría, figuraba el tablón de anuncios del centro con
convocatorias, normas ante una alarma aérea y notas administrativas.
Junto a él y ocupando bastante lugar había una serie de pequeños poster realizados por los alumnos, a instancia de los profesores, con temas de diversos matices: hechos históricos, literatura y poesía, entre
otros, pero dominaban los relacionados sobre nuestra guerra civil alentando sobre la lucha y entre ellos me viene a la memoria uno, en verso, como un poema corto, sobre la cobardía y el sadismo de los aviadores italianos, asesinos del aire; y aún recuerdo, aunque de una forma imprecisa, algunas de sus estrofas referentes a que estallaban vientos, reventaban soles y la réplica que darían los españoles. Dominaban los cantos laudatorios para los combatientes y vituperios para el
enemigo.
Ante la intensidad y frecuencia de los bombardeos muchos alumnos abandonaron las clases y numerosas familias se trasladaron a pueblos próximos alejados de la capital, especialmente a Floreal (antes
San Vicente) del Raspeig.
No obstante, la mayoría de la gente se había habituado ante las incidencias bélicas y si observaban que los ataques aéreos estaban alejados del centro de la capital permanecían en las colas para conseguir
alimentos porque la penuria alimentaria algunos la consideraban causa de supervivencia.
A pesar del ambiente de guerra, lo que ocupaba mi atención y era
lo cotidiano, consistía en los estudios. Ante los repetidos bombardeos
y asedio de Madrid algunos profesores del Instituto Velázquez fueron
evacuados e incorporados al Instituto de Alicante y ello tuvo como
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José García Galera
consecuencia una gran mejoría en la calidad de la enseñanza. Destacaba entre ellos don Enrique Canito, catedrático de francés que había
sido profesor de español en la Sorbona de París. Sus métodos didácticos eran franceses, cartesianos, con lógica, había que sintetizar, analizar el qué y el porqué de las cosas; yo creo que para mí, aparte del
francés, lo más importante es que nos enseñaba a aprender a pensar,
a estudiar, a resolver los problemas y cuando traducías a un clásico
francés no solo tenía importancia la traducción correcta, sino que además había que hacer un comentario razonado sobre la intención del
autor al escribirlo. Aún recuerdo, a pesar del tiempo transcurrido, la
interpretación de un aforismo: Lo fácil cansa a lo difícil y lo difícil
cansa a lo fácil, que interpretábamos como el pensamiento de una
persona acostumbrada a realizar ejercicios sencillos y problemas fáciles, manuales, y le suponía un gran esfuerzo resolver problemas difíciles; por el contrario, una persona intelectualmente bien dotada y
dedicada a solucionar problemas muy complejos, encontraría monótono y sin interés si se dedicara a tramitar asuntos de fácil solución o
meramente mecánicos.
Nos llamaba la atención la forma en que exponíamos la traducción
de textos españoles, generalmente de Azorín, al francés. En la libreta, apaisada, con finas líneas en las que se asentarían los renglones
que escribíamos con tinta negra, el texto en castellano con separación
de dos líneas y la traducción en francés en tinta roja intercalada entre
las líneas negras. De esta forma a cada palabra o giro le correspondía
el sinónimo de la otra lengua Lo curioso de esta libreta multicolor hizo que la conservara durante muchos años como una reminiscencia
de la época estudiantil. Era un hombre dedicado en cuerpo y alma a
la docencia que se ocupaba del alumno y admitía el dialogo y su opinión. Dentro del curso estábamos un grupo de cuatro que por las tardes íbamos a su despacho en la Residencia a copiar e imprimir por
ciclostil, en folios, los textos que al día siguiente había que traducir y
comentar. Los más frecuentes eran las Cartas Persas de Pascal. Sus
enseñanzas me fueron muy útiles cuando tuve que enfrentarme, años
después, a situaciones adversas para poder seguir estudiando sin ayuda. Otro profesor importante fue don Francisco Escolano, catedrático
de Literatura que, aparte de hacer la asignatura muy interesante, insistió en que se leyeran las obras de los clásicos griegos, latinos y nacionales. Existían varias editoriales (Prometeo, Universal, Austral)
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con unos precios de los libros en rústica muy asequibles entre dos y
tres pesetas.
Me apasionaba la lectura, los libros siempre te hacen compañía,
son amigos que te apoyan en los momentos de soledad y consiguen
que rías, llores o sueñes. Durante los años que estuve en Alicante pude disfrutar de los numerosos volúmenes que tenía a mi alcance; recuerdo entre ellos a Homero con La Iliada y La Odisea, Platón, Aristóteles, Sófocles, Aristófanes, Esquilo y entre los latinos a Cicerón
(Catilinarias), César (De bello gallico), Séneca el estoico filósofo de
Córdoba autor de Hipólito y Fedra, Dante Aligheri (me satisfizo mucho la lectura de la Divina Comedia) y el poema épico de La Eneida
de Virgilio y entre los cantares de gesta la Chançón de Roland con la
derrota de los caballeros de Carlomagno; pero uno de los que más disfruté, hasta el extremo de memorizar parte de él, fue el Romancero
del Cid con las aventuras de Rodrigo Díaz de Vivar y el duro juramento que le hace al Rey Alfonso en Santa Gadea. Era muy entretenida la lectura de la Novela Picaresca: El lazarillo de Tormes, Rinconete y Cortadillo, La vida del Buscon; de Lope de Vega, recuerdo con
agrado Fuenteovejuna, y el Mayor Alcalde El rey. El Quijote de Cervantes lo llegué a leer dos veces, así como sus Novelas Ejemplares y
la comedia de Calderón El Alcalde de Zalamea, Quevedo, Moratín,
Zorrilla con su Tenorio, Gabriel Miró, Azorín, Leopoldo Alas con El
Buey suelto, Jacinto Benavente, con Los Intereses Creados y La Malquerida; de Juan Ramón Giménez Platero y Yo que por encontrarlo
muy interesante repetí su lectura; de Valle-Inclan las Sonatas y Tirano Banderas y finalmente de García Lorca el Romancero Gitano que
también intenté memorizar. Un libro que tuvo gran influencia en mí
fue el de Tónicos de la Voluntad de Ramón y Cajal y Recuerdos de
mi vida donde don Santiago narra su infancia díscola, su juventud inquieta, su gran trabajo científico, su aventura en la ciencia y en la vida.
Otro profesor del que tengo buen recuerdo era el catedrático de
Geografía e Historia al que coloquialmente llamábamos Paleolo porque su facies recordaba la de nuestros primeros antepasados, los primates, pero que explicaba la asignatura de una forma muy atractiva,
con una geografía física sugestiva; pero ponía especial énfasis en la
geografía económica y en lo que concierne a la historia consideraba
que aunque fuera importante que retuviéramos las fechas de los acon-
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José García Galera
tecimientos, nombres de reyes y dinastías, tenía más valor que conociéramos los hechos históricos y los elementos que los causaron, cómo era la sociedad civil en aquella época, su cultura, conocer el perfil y forma de ser de los personajes para explicarnos su comportamiento y la diferencia abismal entre las clases sociales que en su conjunto
nos darían mayor comprensión de cómo eran y vivían nuestros antepasados y la evolución de la historia. Tal vez mi afición por ésta tanga como base inicial la forma sugestiva e interesante en cómo explicaba las lecciones.
Era un grupo de catedráticos muy preparados y didácticos, adictos a las nuevas técnicas de enseñanza, dos de ellos con experiencia
internacional, en que ponían especial énfasis en no memorizar pero
sí analizar, esquematizar, razonar y superarnos.
Una de las asignaturas que más me seducían eran las Ciencias Naturales del profesor Orestes Cendrero y el recordar bien los minerales
y sistemas cristalinos, cuento como anécdota, me sirvió bien para poder descifrar un problema matemático en el Examen de Estado que
venía mal enunciado, pero aún disfrutaba más con la Anatomía y Fisiología y creo, tal vez, que aquí nació la que posteriormente sería mi
inclinación para el estudio de la Medicina.
Convocó el Instituto unas becas y para conseguirlas era necesario
tener un buen expediente, hacer un examen riguroso y aportar un certificado que acreditara no pagar contribución ni tener bienes. Me presenté y obtuve la beca pensionada con 200 pesetas al mes, cantidad
importante entonces y con derecho a matrícula y libros gratuitos. Existía una Junta Supervisora, muy exigente, para la que si se cometía una
falta grave o los exámenes no eran buenos se perdía el derecho a ella.
Se premiaba el estudio y sobre todo el esfuerzo. Como anécdota recuerdo que mi padre estaba escéptico en que me la concedieran, por
la escasez de ellas y que pagaran mensualmente la aludida cantidad,
importante en aquella fecha. Pasaron uno, dos y tres meses sin cobrar
y mi progenitor con una sonrisa irónica “ya te lo decía yo” pero por
fin al cuarto mes percibí las ochocientas pesetas en ocho billetes verdes de 100 pesetas con la efigie de Felipe II que vinieron bien para la
economía de la casa. Aún sonrío cuando me viene a la memoria.
Persistían los bombardeos, la comida escaseaba cada vez más y
nos considerábamos afortunados si lográbamos obtener frutas, verdu-
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ras, píldoras del doctor Negrín (lentejas) y algún huevo o carne en
conserva, enlatada, procedente de Argentina e incluso aparte de la de
ternera, por su escasez, se comercializaba la de burro. Ante las dificultades se agudiza el ingenio y en algunas casas que disponían de
terraza, como en nuestro caso, ésta fue utilizada como gallinero con
tres o cuatro gallinas que proporcionaban algún huevo. En las mansiones que disponían de jardín lo emplearon como tierra de cultivo
que les proveía de patatas y otras hortalizas. Desaparecieron como
por ensalmo las palomas y los gatos.
Ante lo dramático de la situación y el aumento de la frecuencia de
los bombardeos, mis padres estaban muy preocupados por sus hijos
e intentaban protegerlos de la mejor manera posible. Mis cuatro hermanos eran pequeños, en pleno crecimiento y como los bombardeos,
cada vez más frecuentes, aumentaban el riesgo, originó que mis progenitores decidieran enviar sus hijos a Lucainena, pueblo tranquilo de
la provincia de Almería en donde residía María Galera, hermana de
mi madre, con su esposo Rafael Moreno. Faltaban tres meses para que
terminara el curso, no quería perderlo cuando se desplazaron y me
quedé en Alicante. Una vez aprobados los exámenes me trasladaría a
Lucainena pero cuando quise hacerlo se presentó la contrariedad que
el ferrocarril había suspendido el servicio de viajeros a Almería.
Yo era el mayor de los hermanos, era aconsejable que estuviera
junto a ellos, estaban en casa de mi tía María Galera y yo les podía
ayudar mientras que mis padres permanecían, por su trabajo, en Alicante. Trasladarme yo a Lucainena por medios no usuales suponía un
gran riesgo y se debatían en la incertidumbre de que me desplazara o
no junto a mis hermanos. Me causaba mucha pena verlos sufrir. Yo
tenía quince años pero el cuerpo de un adulto y gozaba de la confianza de mis progenitores por lo que ante mi insistencia, después de muchas dudas, me autorizaron a marchar utilizando los camiones cargados de material que paraban en el control militar en las afueras, en
Benalua.
Me desplacé a este lugar donde encontré una multitud ávida de lograr cualquier medio de transporte. Me abrí paso a empujones hacia
un camión con destino a Alcantarilla y apoyándome sobre una gran
rueda, de un salto me encontré sentado sobre unas cajas marcadas con
“Bombas de aviación”; iba destinado al aeródromo de los Alcáceres
y nos dejó en Alcantarilla. Algunos prefirieron seguir hasta el control
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José García Galera
del pueblo de Totana, otros como yo nos dirigimos a la estación de
ferrocarril donde según noticias había formado un convoy mixto, con
destino a Almería, con tres vagones de pasajeros completamente llenos que ocupaban asientos, pasillos, plataformas y hasta en los peldaños para subir al vagón. Había cuatro vagones más cubiertos con puertas cerradas y selladas y finalmente cuatro vagones descubiertos cargados de carbón mineral. Conseguimos algunos sacos y periódicos,
excavamos e hicimos un hueco en el centro del carbón.
Cuando llegué a Almería estaba titiritando de frío, tiznado, sucio
con unos ojos y pestañas como cubiertas de rímel por la carbonilla
que despedía la locomotora. Un antiguo autobús me trasladó a Lucainena y lo primero que hice fue cursar un telegrama a mis padres; “Llegué bien. Todos bien. Abrazos. Pepe”. Las circunstancias obligan.
Ahora que soy mayor y padre comprendo el dolor, la angustia y la incertidumbre de los míos cuando ante situaciones extremas autorizaron un viaje de alto riesgo.
La guerra seguía con intensidad en todos los frentes. Con la caída
del Norte, Franco obtiene una zona industrial, altos hornos, siderúrgica y minera muy importante y además dispone de más tropas para
incorporarlas a la zona del Centro e intentar tomar Madrid. Para evitarlo el Gobierno inicia una ofensiva en el Bajo Aragón con la finalidad de conquistar Teruel lo que consigue después de grandes combates y que se destacó por la presencia de una gran nevada con temperaturas hasta 20 grados bajo cero. La prensa y la radio mostraron gran
énfasis y toda clase de panegíricos en destacar que era la primera capital de provincia que se tomaba y suponía la apoteosis del Ejército
del Pueblo capaz de vencer al enemigo y acortar la guerra.
Existía una gran euforia en toda la zona republicana como ponían
de manifiesto las grandes manifestaciones de contento que se celebraban en las ciudades pues insistían en que había cambiado el signo de
la guerra e incluso tuvo una gran repercusión internacional. Me viene
a la memoria, como anécdota que en la zona republicana se comentó,
y la prensa se hizo cargo de ello, que en esta batalla intervino como
combatiente en la zona republicana con la graduación de teniente el
Negus de Abisinia, que había sido despojado de su patria por los italianos. Fue herido y gozaba de la simpatía de los miembros del batallón Garibaldi que luchaban contra Mussolini.
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Ante esta operación Franco desiste atacar Madrid e inicia la contraofensiva pero las intensas nevadas estabilizan el frente por las bajísimas temperaturas y fueron más numerosas las bajas por congelación que por el fuego enemigo. Al mejorar el tiempo se inicia de nuevo el ataque nacional con efectivos muy poderosos y en la batalla de
Alfambra rompieron las líneas republicanas, se derrumba el frente,
recuperan Teruel y capturan gran cantidad de material bélico. Se dirigen hacia Tortosa, alcanzan el Mediterráneo ocupando Vinaroz, dividen en dos la zona republicana y siguen la ofensiva, a pesar de la
dura resistencia, presionando hacia Castellón y Valencia.
El Gobierno se trasladó a Barcelona. Recuerdo el pesimismo y la
desmoralización que esto produjo respecto al desenlace de la contienda. Se intentaba combatir este estado anímico con una intensa propaganda y profusión de carteles para luchar contra el derrotismo y los
bulos. Se comentaba que al quedar cortado en dos partes el territorio
republicano, para trasladar la correspondencia de una zona a otra, se
utilizaba un submarino y Correos editó con este motivo un sello que
después alcanzaría gran valor filatélico. Se emitieron varias series y
en ellas figuraba un submarino. Dejó de realizarse este medio de transporte porque resultaba más cómodo y barato el empleo del avión que
al mismo tiempo servía para trasladar mandos y responsables, de una
a otra zona.
Para evitar la ofensiva nacional y ganar tiempo a que la situación
prebélica en Europa, por la beligerancia de Hitler, evolucionase a favor de la República, se puso en marcha la más encarnizada batalla de
la guerra civil y el día 25 de julio el ejército popular con abundante
tropa y nuevo material soviético cruza el Ebro con éxito hacia Gandesa, rebasaron el río entre 20 y 25 kilómetros. Se inician contraofensivas nacionales, durante unas semanas las posiciones cambian varias
veces de mano, es una verdadera sangría, grandes masas de artillería
machacan las líneas republicanas durante todo el día, es una batalla
de desgaste con siete durísimas ofensivas y contraofensivas con enormes pérdidas humanas, quince mil muertos entre ambos bandos, obligando al Ejército Popular a repasar el río. Se llegó a movilizar a la
quinta del reemplazo de l942, los reclutas tenían l8 años, inexpertos
y mal preparados, los conocíamos por la quinta del biberón, que también pagó su tributo de sangre.
Con un Ejército Popular maltrecho, agotado y desmoralizado Fran-
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José García Galera
co inicia la ofensiva contra Cataluña apoyada por las divisiones italianas y se avanza en todos los sectores ante un ejército agotado e impotente; el derrumbe en la retaguardia ya era general, hay una fuga
desordenada con deserciones en masa. Cataluña, harta de guerra, no
tiene deseos de seguir luchando y el 26 de enero sin resistencia cae
Barcelona; se precipita la huida hacia la frontera francesa que atraviesan unas 400.000 personas entre militares y civiles, muchos de ellos
familiares de los combatientes, mujeres y niños. Era un pueblo desarraigado en la deficiencia y en la hospitalidad. Fue un verdadero éxodo tras penosas marchas a pie, escasos medios de locomoción y soportando toda clase de inclemencias. Pasada la frontera aquella avalancha humana era llevada a campos de concentración, que a toda prisa tuvo que improvisar un gobierno francés no preparado para la
afluencia de tantos refugiados. La vida en ellos era muy dura, rodeados de alambradas y custodiados por tropas coloniales, en condiciones muy precarias y a veces se tenía por manta el cielo y por colchón
el suelo; mucha hambre y poca comida y una asistencia sanitaria deficiente, aunque se intentó mejorarla algo. Muchos fallecieron de inanición o de enfermedad. No existía buena acogida por parte de la
población francesa pues veían en ellos desorden, indisciplina y a veces actos violentos y delincuencia. El esfuerzo económico y social
que hizo el gobierno francés, fue ampliamente recompensado con la
incorporación de muchos de los exiliados en los batallones de trabajadores o en la Legión Extrajera y el ejército francés para hacer frente a la invasión alemana.
Después de la derrota y desastre de Cataluña la guerra se consideraba perdida, Azaña, presidente de la República, había dimitido, el
Parlamento no se reunía y el Gobierno se encontraba dividido. Para
unos, el Jefe del Gobierno, Negrin, los comunistas y el coronel Modesto consideraron que aún quedaban bastantes fuerzas y tenía que
seguir la lucha pues el estado prebélico en Europa por la actitud cada
vez más agresiva de Hitler, que acababa de invadir Austria y el País
de los Sudetes de Checoslovaquia, podían originar la Segunda Guerra Mundial y cambiaría totalmente la situación en España. Por el contrario, en la Junta Central de Defensa, el general Miaja, el coronel Casado y Besteiro opinaban que era una utopía; consideran suicida la
política de resistencia de Negrín después de la pérdida de Cataluña y
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con ello la del 70% de la industria bélica, la gran desproporción de
fuerzas, la desaparición de una frontera natural con Europa y el reconocimiento por los gobiernos de Francia e Inglaterra del régimen nacional. España estaba destrozada; no querían que corrieran más ríos
de sangre, lo que dio origen a una lucha armada entre las dos facciones, breve pero cruenta, con pérdidas de nuevas vidas humanas, logrando imponerse la Junta que decidió iniciar negociaciones de paz
con Franco; pero éste, apreciando la desorganización del enemigo, solo aceptó la rendición sin condiciones. Madrid se entregó y se desmoronaron los frentes. En su avance hacia el Norte los nacionales alcanzaron la frontera francesa en febrero y en su despliegue hacia el Sur
tomaron Alicante el día 3l de marzo.
Cuatro días antes, el puerto alicantino era un caos y un hormiguero humano de los restos del Ejército Popular; civiles, mujeres y niños,
que utilizando toda clase de elementos de locomoción y procedentes
la mayoría de Valencia y Madrid, buscaba la única salida, la retirada
para marchar al exilio. Se encontraban acosados en los muelles y luchaban por una plaza en los barcos que les conducirían a la libertad.
Al estrés de la derrota se le agregaba el miedo, la angustia, y el temor
a las terribles represalias de los vencedores en las zonas ocupadas.
El puerto de Alicante se consideraba como lugar de evacuación.
Intervenía la Comisión Internacional de Evacuación, existían conversaciones entre diputados y cónsules franceses con los italianos de la
división Littorio, que estaban en las puertas de la ciudad y no desean
entrar por la fuerza, a fin de demorar durante unos días la entrada de
las tropas nacionales en la capital, para evitar un choque armado y
centenares de muertos, pero exigían que entregaran las armas. Muchos pudieron alcanzar los primeros barcos, hacinados en sus bodegas y a pesar del bloqueo de la escuadra nacional, que intentaba impedir la entrada o salida del puerto, pudieron alcanzar los muelles argelinos y fue objeto de comentario la de un carguero ingles que ya
estaba en el puerto de Alicante: pudo atracar en Oran con 2.600 exiliados a pesar de encontrarse la línea de flotación medio hundida. Fue
una situación angustiosa con momentos de mucha tensión y desesperanza. Continuamente iban llegando a los muelles, con toda clase de
medios de locomoción millares de civiles, militares, cargos políticos
que procedían la mayoría de Valencia, Madrid y otras ciudades y se
trasladaban en caravanas de vehículos hasta el puerto y una Explana-
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da en ruinas, con palmeras amputadas, socavones y gran parte de edificios destruidos por los bombardeos. Comentaban mis padres la gran
preocupación e incertidumbre que existía entre la población porque
temían un mal desenlace. Existía gran ansiedad y temor. Algún barco, al observar la avalancha de gente, gran parte de ella armada, temía que asaltara el buque y no llegaron a echar anclas, viraron en redondo y abandonaron el puerto. Insistieron de nuevo en que para subir a los barcos antes debían dejar las armas. No había unanimidad,
existían dudas, y por ello algunos barcos, a pesar de estar anclados,
decidieron abandonar el puerto sin recoger a los refugiados.
Era un verdadero drama de exclamaciones, griterío y discusiones.
Otros, a los que ya les habían dado día y hora del embarque, veían que
su buque no llegaba, muchos corrían atropelladamente hacia la bocana del puerto para ver si aparecía en lontananza y regresaban desesperados. La Conferencia Internacional para la Evacuación había contratado otros dos barcos e intentó calmarlos. Se preguntaban qué sería de ellos si no podían embarcar, pues tenían miedo a las crueles represalias, el fusilamiento o el encarcelamiento; si por el contrario llegaba el buque, suponía el exilio y la libertad. Se encontraban hacinados en los tinglados o en los muelles, insomnes, casi famélicos, angustiados, apenas podían comer unas lentejas cocidas, gracias a los
muchos sacos de ellas que estaban depositados en los almacenes del
puerto, sin guarnición ni pan; estaban agotados, dominados por la ansiedad, la desesperanza y el terror. La obsesión de todos era no caer
en manos del enemigo, pues conocían la crueldad de este con los vencidos. Alicante daba la sensación de una ciudad fantasma sin moradores, pues se hallaban refugiados en sus domicilios. La población civil, mis padres, cada vez estaban más preocupados y con miedo, pues
en el puerto además había muchas armas que junto a la extrema tensión reinante podían salirse de control en cualquier momento, similar
a una olla a presión presta a estallar.
Era como una tragedia griega con los hados maléficos y el coro
diabólico de venganza de las Euménides. Era el último día de la República. Solo faltaba un día y los dos barcos no se presentaron, en el
puerto quedaban miles de personas atrapadas. Solo se pudieron evacuar a unas 15.000, la mayoría de ellas con destino a Argelia. Los que
no lograron exiliarse tenían que entregarse a las tropas italianas y a
los moros; muchos de ellos antes de hacerlo prefirieron suicidarse lan-
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zándose al agua y otros, la mayoría, pegándose un tiro en la cabeza.
El suicidio es enfermedad contagiosa. Se comentó que llegó a haber
en algunos momentos un suicidio colectivo, como una dolorosa epidemia. ¡Vae victis!
Para mayor infortunio la escuadra republicana, desorganizada y a
pesar de contar con numerosos buques, que podían haber facilitado
la evacuación y embarcado a una gran muchedumbre de refugiados,
no lo hizo, los traicionó, y su deserción costó la vida a miles de personas que hubieran podido salvarse. Salió del puerto de Cartagena para internarse en el puerto francés de Bizerta, en Túnez. En la noche
del día 30 las tropas italianas de la división Littorio junto a otras fuerzas entraron sin resistencia en la ciudad. La República nació un día
de abril y dejó de existir en otro día de abril.
El día l de abril de 1939 se decretó oficialmente por terminada la
guerra. Días después de la ocupación de Alicante, en las calles se veían
algunos moros que con objetos procedentes del saqueo gritaban ¡Morito vender barato! ¡Morito vender barato!
La sangría humana y material fue espantosa. España era una ruina, la industria destruida, los campos y cultivos devastados, donde debía existir trigo y vida solo existían algunas bombas sin explotar, tumbas y desolación, numerosísimos pueblos y ciudades arrasadas. La
gran destrucción de viviendas dejó sin hogar a casi cuatro millones
de personas. Pero además a este caos económico y de ruinas había
que agregar que España estaba aislada de las economías occidentales
y se le agregó el bloqueo diplomático y económico que le impusieron
las Naciones Unidas posteriormente. La renta per cápita había quedado a niveles del siglo XIX provocando una recesión económica sin
precedentes Las pérdidas de vidas humanas en la guerra civil en los
frentes de combate durante la lucha, fueron 165.000. Ejecutadas en
zona republicana durante la guerra 60.000 personas y en la nacional
40.000 a los que han de añadirse los muchos millares que fueron ejecutados después de finalizar la guerra. y durante años posteriores. La
mortalidad varonil achacada a la contienda fue de 250.000. Aunque
hay diferentes estadísticas de la represión, parece admitirse que durante el año inmediato a haber acabado la contienda los fusilamientos
por consejos de guerra sumarísimos fueron 10.000 que sumados a los
ejecutados en años posteriores alcanzarían en total alrededor de los
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José García Galera
20.000. Para mí este número es mucho más significativo y muestra
hasta que extremo puede llegar el grado de venganza y ensañamiento. No hubo ni el más mínimo intento de acercar los dos bandos de
cara al futuro, persistió el odio. Las atrocidades y asesinatos que se
cometieron por ambos bandos, en una y otra parte, durante la contienda pueden achacarse, sin ninguna justificación, al fragor de la lucha,
al encarnizamiento y represalias, a perderse con tanta sangre y muerte toda clase de principios y transformarse en “bestias”; pero una vez
acabada la lucha, en los ajusticiados después, en lugar de moderarse,
persistió el rencor y la venganza, ya que entre ellos había muchísimos
inocentes que no tuvieron un juicio justo. En total y por diferentes
medios emigraron al extranjero (Francia, Europa, Méjico especialmente) 500.000 personas. Al término de la contienda la población española era de 26.000.000 que se dividían entre la resignación, el entusiasmo y el terror. Se crearon tribunales con juicios sumarísimos o
comisiones depuradoras de cargos públicos, catedráticos, jueces y funcionarios que se aprovecharon para un severísimo ajuste de cuentas,
la humillación y la vejación de los vencidos.
Al cabo de un mes del final de la lucha se presentó en Alicante el
jefe de la sucursal de Granada de la multinacional, que había ocupado este destino al dejarlo mi padre, que había sido ascendido y destinado a Alicante. Dicho vil compañero le hizo a mi progenitor la siguiente propuesta: “Don Miguel nos conocimos en Granada; usted
era un destacado socialista y masón; a mí me interesa su puesto, si
usted dimite yo lo ocupo y no ha pasado nada; si no dimite lo denunciaré, lo encarcelaran y será mío”. Mi padre dimitió. Huelga cualquier
comentario.
EPÍLOGO
La joven República en quien tantas esperanzas se habían depositado para modernizar el país y mejorar el estatus social murió a causa de sus propios pecados. En lugar de intentar un dialogo, un entendimiento, una reconciliación entre hombres de derechas, centro e izquierda, que los había, para hacer una transición incruenta con avances sociales y la amplia apertura social y política tan necesaria, se optó por el radicalismo. La Constitución nació el 9 de diciembre de 1931
y murió el 18 de julio de 1936. Durante la República hubo tres alza-
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mientos armados contra gobiernos legítimamente constituidos: En
1932 uno contra la izquierda, en octubre de 1934 contra la derecha,
en 1936 contra la izquierda.
La inestabilidad política se demostraba con la existencia de dieciocho gobiernos centrales durante cinco años. Solo se miraba para
atrás para destruir lo anterior y al adversario consiguiendo con ello
su propia destrucción en la que no solo intervino el Alzamiento sino
también, el desorden, la desunión de las fuerzas políticas y la revolución anarcosindicalista que influyeron no solo aquí sino que repercutió en el extranjero restándonos apoyos que se inclinaron por los sublevados. Hubo un duelo desigual entre un ejército nacional con mando único y plenos poderes de decisión en un estado totalitario con una
gran disciplina militar, mientras que su oponente era un gobierno débil en que aparte de otras causas existía una rivalidad entre los militares de carrera leales a la República y los oficiales de nuevo cuño surgidos de las milicias. Los primeros consideraban a los segundos ignorantes y estos desleales a los primeros. En el bando nacional predominaba lo militar sobre lo civil y en el republicano al contrario lo
civil sobre lo militar; en los primeros, una unidad férrea y entre los
segundos, como decía Madariaga, una multitud de multitudes, un gobierno integrado por una serie de partidos (CNT, FAI, POUM, PSUC,
Partido Socialista, Partido Comunista, Izquierda Republicana) cada
uno con su particular concepción, a veces contrapuesta, que en algunos ocasiones llegó incluso al enfrentamiento armado. Para los anarquistas lo primordial era el triunfo de la revolución y después ganar
la guerra mientras para otros como los comunistas lo esencial era ganar la guerra porque sin ello no se podía hacer la revolución, aunque
en los dos últimos años existió la unidad de mando, orden y disciplina de un ejército regular moderno.
Otro factor que tuvo influencia fue la administración económica
nacional, capitalista, basada en la economía mixta de guerra; muy superior a la republicana a pesar de que esta última contaba con las grandes reservas de oro del Banco de España, pues los nacionales le daban tanta importancia a la logística económica como a la militar, mientras que en los republicanos, colectivista, existía menos control.
La República y la democracia estaban condenadas a desaparecer.
Había triunfado una dictadura que se mantendría en el poder durante
décadas. Posiblemente también habrían desaparecido si hubiera triun-
112
José García Galera
fado el Gobierno. El ejército del Ebro era sin duda un ejército comunista como asimismo sus jefes de cuerpo de ejército Modesto, Lister,
Tagüeña y el Campesino y los altos mandos de división y brigada. En
todas las unidades estaba presente el comisario político y la infiltración rusa era muy importante. Se habrían cumplido los deseos que
años atrás había manifestado Largo Caballero: convertir una República burguesa en una República socialista y en el gobierno que formarían no estarían verdaderos demócratas como Indalecio Prieto,
Besteiro, Fernando de los Rios o Azaña. En el gobierno estarían Largo Caballero, Negrin y La Pasionaria o Carrillo, entre otros, dando
paso a una dictadura de izquierdas.
POSTGUERRA - LUCAINENA
Mis padres permanecieron en Alicante durante dos meses. Se desplazaron a Lucainena para reunirse con sus hijos e instalarse allí provisionalmente. Este traslado se producía en unas circunstancias muy
diferentes a otras ocasiones, pues obedecía a su cese en la compañía
por motivaciones políticas. De una situación económica, social e intelectual holgada y con numerosos amigos, pasar a una muy distinta,
en precario, con grandes dificultades de todo tipo y además para mí
existía el riesgo de no poder continuar los estudios. Nos preocupaba
nuestro futuro, cuál sería nuestra situación en un país que se había
convertido en un solar tras una terrible contienda fratricida, que había borrado del mapa pueblos y ciudades, arrasado su industria y medios de comunicación, un erario público lleno de deudas, carencia de
técnicos y un largo etcétera desolador; sería necesario un esfuerzo sobrehumano para intentar paliar tan negra situación. Si a esto, como
base de una situación general, agregábamos el cese de mi padre en la
multinacional, el problema se hacía mucho más difícil.
Nuestro nuevo hábitat, un pueblo al que amas mucho y en el que
has nacido, en otra hora con un buen desarrollo económico durante
la explotación minera, pero que en la postguerra era mísero, triste, con
escasos recursos y sin futuro, no obstante ofrecía buena acogida y seguridad. Salíamos del infierno de una guerra huyendo de un ambiente hostil, peligroso y obsesivo y que al haber cesado en la multinacional carecíamos de soporte económico. Los directivos de la Compañía
tenían un fondo de garantías en obligaciones del Estado que dadas las
circunstancias mi padre retiró y sirvieron para paliar económicamente la nueva situación durante un cierto tiempo.
Poco después de haber llegado a Lucainena, un día me trasladé a
la Cañada del Moro donde poseíamos una pequeña finca de secano
con olivos, bastante alejada del pueblo y que teníamos arrendada en
aparcería. Durante mi regreso pensaba en las dificultades en que nos
encontrábamos, de un estatus acomodado a otro con una situación
económica bastante difícil y un futuro incierto. Mi madre, la que parecía débil, toda bondad, ahora se mantenía firme pero sobresaturada
114
José García Galera
de trabajo, cuatro hermanos pequeños, yo era el mayor con dieciséis
años, mi padre un hombre de carácter y destacado profesionalmente
observarlo ahora deprimido, triste, temeroso y en ocasiones malhumorado. Habían establecido un pequeño comercio pero con beneficios
muy limitados. Yo había dejado los estudios y aquí no existían academias ni profesores que pudieran ayudarme. Constituían en su conjunto una serie de problemas que coincidían en una época, la adolescencia, que junto a los cambios hormonales que en estos momentos se
originan en nuestro cerebro eran como un torbellino de sensaciones
en que se mezclaban depresión, rebeldía, injusticia, ánimo de lucha y
toda clase de contratiempos que incitaban a tomar una decisión rápida y que únicamente con un gran esfuerzo se podría resolver una situación tan difícil. A medida que me aproximaba al pueblo se iban
acumulando en mi pensamiento todas estas circunstancias hasta que
al llegar, ya casi anochecido, a la altura del cementerio me senté sobre una gran roca que había próxima al camino, y cosa muy rara en
mí, rompí a llorar. Al cabo de unos minutos me tranquilicé. Creo que
el llanto ejerce una acción protectora en los casos de sobrecarga emocional. Observé como una paz interior, como si hubiera sacado todo
lo que me oprimía, como si las dificultades fueran el acicate que aumentaba mi energía para superarlas. Razonando apreciaba que, aunque difícil, podía existir una salida porque si no luchas, si desaparece
la ilusión por alcanzar nuestro deseo, nuestro proyecto, queda un vacio intelectual que conduce a la depresión, a la impotencia, a la minusvaloración y contra ello me rebelaba. Todo era cuestión de voluntad y de sacrificio. Saldríamos adelante y me prometí continuar los
estudios a pesar de todos los obstáculos. Creo que este suceso fue para mí el punto de inflexión que marcó una conducta. Allí se formaron
los núcleos de mis sentimientos: de lucha, de rebeldía, de querer ser,
de alcanzar un mañana mejor y que darían soporte a mi personalidad.
Nos encontrábamos inmersos en una situación muy precaria, con
un porvenir muy oscuro, no solo local, para nuestra situación, sino a
nivel nacional. España era un pueblo recién salido de la guerra, aislado del mundo exterior, habían retirado todos los embajadores extranjeros, con una visión carcelaria, triste, mísera y piojosa de aquellos
años. Era obligatoria una doctrina política única, la del Movimiento,
con la anulación de cualquiera otra ideología, un país física y moralmente arruinado inmerso en un porvenir muy oscuro. La población
Arraigo y Memoria
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total de reclusos era de doscientos sesenta mil, a los que había que
agregar los fallecidos durante la guerra y que aun no habían sido desmovilizadas varias quintas de soldados, por lo que millares de familias se veían privadas de uno o varios miembros, lo que obligaba a que
adolescentes y niños realizaran los más insólitos trabajos para ayudar
a la economía familiar. Existía un gran problema de convivencia, no
se intentaba una sincera reconciliación entre las dos zonas. Era una
situación muy difícil porque los excesos que se cometieron durante la
contienda, en uno y otro lado, habían creado una actitud de acentuadísimos odios y contraodios, de venganzas y ajustes de cuentas, que
no propiciaban la templanza y la serenidad.
Al poco tiempo de acabar la lucha, el Gobierno aprobó un decreto de responsabilidades políticas que le permitía fuertes represalias,
juicios sumarísimos que abarcaban toda clase de situaciones, que los
concluían en pocas horas y tenían una defensa ficticia. Destacaba la
arbitrariedad de estos juicios, que solían tener poco en cuenta el valor de la vida humana. Para justificarlos se publicaban continuamente
esquelas colectivas sobre las victimas que fueron asesinadas en la zona “roja” y la masacre de la Iglesia.
El nuevo régimen significaba un control ideológico con ventajas
para la clase dominante, como que los funcionarios y militares vencedores eran premiados con excelentes cargos y los vencidos eran depurados o encarcelados. Existía destitución de catedráticos, de autoridades científicas, de maestros de la enseñanza y pasaban a ocupar
sus plazas los excombatientes y “excautivos”. Los estudiantes universitarios, oficiales de complemento durante la contienda, aprobaban rápidamente en unos “exámenes patrióticos” muy benevolentes para terminar las carreras que comenzaron antes de la guerra. Entre los millares y millares de mutilados a los vencedores se les llamaba “caballeros mutilados” y gozaban de privilegios en la solicitud de empleo
y pensión, sin embargo los mutilados vencidos carecían de consideración social.
Pocos días después de haber finalizado la contienda se anunció la
visita a Almería de una alta personalidad, si mal no recuerdo el Ministro de Trabajo Girón y preparaban con este motivo un recibimiento multitudinario con movilizaciones, del clásico camión y bocadillo,
de los pueblos de la provincia. A Lucainena llegaron tres falangistas
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José García Galera
con la intención de trasladar en el camión a Almería a los jóvenes para engrosar el recibimiento que pensaban hacer al ministro. Convocaron a la gente en la plaza del pueblo. Estaban eufóricos, sentían lo
que pregonaban, mostraban una gran fe y esperanza, orgullosos del
nuevo Estado que representaba la salvación de España, y nuestro destino histórico, con el imperio hacia Dios, por el pan la patria y la justícia, era un nuevo amanecer, conseguiríamos una nación potente y se
elevaría el bienestar social del pueblo. Aparecían como imbuidos de
un gran espíritu y consideraban a España como defensora de la civilización de Occidente. Era un discurso triunfalista, autoritario y totalmente excluyente de otras opciones. Intentaron transmitir estas consignas al público que les escuchaba, pero sin resultado. Una vez terminada la alocución separaron a los jóvenes que nos encontrábamos
allí, nos dieron unos bocadillos que tenían preparados y nos hicieron
subir al camión con destino a Almería. Durante el trayecto trataron
de enseñarnos el himno de Cara al Sol de Falange. Al terminar de
cantarlo el jefe de la expedición gritaba: ¡España! respondía ¡Una! ¡España! contestación nuestra: ¡Dos! ante la mirada iracunda de los falangistas. ¡España! ¡Tres! respuesta a la que nos contestó con improperios y amenazas. Pobre de nosotros que ignorábamos que había de
contestarse una, grande y libre y de buena fe creíamos que al uno le
seguían el dos y el tres. Una vez llegados a nuestro destino nos incluyeron con otros grupos que se habían desplazado desde otros pueblos
y constituimos la multitud que aclamó al ministro.
Se intentaban paliar las carencias, aunque parcialmente, con la institución del Auxilio Social; los menos afortunados hacían cola para
conseguir las sobras de los ranchos cuarteleros. Los racionamientos
eran cada vez más insuficientes. Eran unos años muy difíciles. Existía hambre, miseria, colas y duros inviernos sin medios para superarlos. Recuerdo una verdadera plaga de sabañones debidos al frio, el hacinamiento y la mala nutrición; no solo se localizaban en los dedos
de las manos sino incluso en la nariz y orejas; asimismo eran frecuentes las infecciones de sarna y para mayor abundancia se agregó la epidemia del tifus exantemático transmitido por el “piojo verde” que obligaba a ir rapado al cero. Existían, además algunos casos de afectos
de silicosis, enfermedad que adquirieron trabajando como picapedreros o en el interior de las minas de oro de la cercana Rodalquilar (Nijar) por la inhalación de polvo de sílice que les ocasionaba fibrosis
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pulmonar, enfisema, infecciones y a veces se acompañaba de tuberculosis. Era causa de invalidez total y sombrío pronóstico.
Como anécdota destacada, y aislada de este contexto, quiero mencionar el hecho casi insólito, en aquella época, de que en Lucainena,
tanto durante la guerra civil en la zona republicana, como en la postguerra después del triunfo de los nacionales, no llegara a acometerse
algún asesinato de tipo político. Durante toda la contienda el coadjutor de la iglesia, el sacerdote don Angel Llamas fue respetado y gozaba de la misma libertad que cualquier otro ciudadano. El párroco,
don José Imbernón estaba recluido en la finca de su propiedad protegido por Diego el Poderoso y no existió ningún intento de molestarle.
Mi tía Bárbara, hermana de mi abuela materna, tenía durante la guerra civil su domicilio en Lucainena. Era muy religiosa y en la sala de
estar de su casa y en lugar destacado figuraban dos grandes cuadros
con la imágenes de Nuestra Señora del Carmen y de la Santa Cena y
sin embargo nunca fue molestada ni la obligaron a retirar los cuadros
a pesar de que era conocido por todos. Del mismo modo durante la
postguerra, en que estaba generalizada una cruel e implacable represión, sin embargo en Lucainena nadie estuvo afectado ni hubo detenciones importantes porque solo algunos a los que se acusaban de haber quemado los santos de la iglesia fueron puestos en libertad poco
tiempo después.
La escasez de alimentos se agravaba, aumentaba el estraperlo e incluso en el pueblo apareció el trueque de cambiar mercancía por mercancía o servicio, se retrocedía a los primeros tiempos del comercio.
Existía la cartilla de racionamiento, insuficiente, y la tarjeta del fumador, pero se vendía clandestinamente harina, aceite, carne, pan y
hasta se comerciaba como tabaco picado lo que no era más que colillas de tabaco que habían ido recogiendo y que una vez abiertas y mezcladas parecían picadura.
En el pueblo todos estaban encerrados en sí mismo, sin recursos
ni ocasiones para distraerse, a veces les distraía el chismorreo sobre
alguien, para regocijo de unos y contrariedad y pena de otros. Se comentaban en voz baja conversaciones triviales como si tuvieran importancia, no había lucidez ni alegría, ni sentido del humor, ni quien
explicara un chiste y minimizadas las ilusiones a pesar de encontrarnos en la juventud. Los domingos por la tarde eran frecuentes los pa-
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José García Galera
seos por la Calle Nueva hasta el Puente Rulo donde se apoyaban en
el muro protector y se establecían conversaciones algo animadas de
chismes y comentarios sobre algún pequeño suceso como única expresión de una juventud inmotivada, triste y sin horizontes. Una de
las escasas distracciones era un modesto baile que se celebraba algún
domingo, amenizado por la bandurria o el acordeón de Juan el Ciego
a base de pasodobles y mazurcas. Durante las Navidades se organizaban en una u otra casa coros que cantaban villancicos al compás de
zambombas, castañuelas, triángulos y otros improvisados instrumentos. Este pasatiempo tan simple les ocupaba unas semanas en que con
pieles de conejo y carrizos, fabricaban sus propias zambombas. En
otras ocasiones se trataba de tertulias limitadas a cantos y a juegos,
como el de las prendas, limitados de ingenio, pero lo suficientes para
en aquellos momentos aparcar la tristeza y olvidar la desesperanza.
Eran unas reuniones sencillas para una mocedad tan parca en disponer de ocasiones de gozo y alegría.
Uno de los días que recuerdo pasé bien fue jugando un partido de
futbol entre jóvenes y mayores que tenía como premio para el vencedor un cordero. Carecíamos de campo de futbol y lo improvisamos
en un bancal, grande y llano marcando las porterías con dos palos
verticales, no teníamos el horizontal superior y señalábamos las líneas con agua de cal. Nos divertimos mucho y vencimos los jóvenes.
Una semana después fue sacrificado el cordero, cocinado por las mujeres y todos confraternizamos en una comida a la que los vencidos
aportaron el vino, pan y fruta. Fueron unos días de regocijo y bromas,
algo insólito en tiempos tan difíciles y tristes. En el invierno, durante
la matanza del cerdo mi tía María Galera, que tenía un comercio de
comestibles, nos hizo unas migas en una sartén muy grande colocada
sobre unas trebedes en la chimenea. Eran muy abundantes, sabrosas
y con gran cantidad de “tropezones”: lomo, morcilla, hígado y chorizo. Estábamos colocados alrededor de la sartén y alargábamos la mano con la cuchara para disfrutar de tan buen manjar.
Asimismo fue motivo de regocijo durante semanas las que pasamos ensayando la representación de una divertida comedia teatral. La
idea partió de don Angel Llamas, excelente persona, que en la inmediata postguerra renunció a su condición de sacerdote solicitando la
dispensa del Vaticano, aprobó la carrera de Derecho y ejercía de secretario del Ayuntamiento. Entre los autores se eligió a Muñoz Seca
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por la gran comicidad de sus obras. Estuvimos dudando entre la Venganza de Don Mendo, muy buena, como sátira cómica del teatro histórico pero nos decidimos por una menos trascendental y sencilla como la Nicotina, muy alegre, desenfada y con la que nos reíamos mucho. Don Angel figuraba como director de escena; nos reuníamos diariamente durante la noche y los ensayos eran un motivo de expansión
que momentáneamente nos hacían olvidar la tristeza de aquellos tiempos. Las mujeres estaban ocupadas y distraídas en animada conversación mientras confeccionaban el vestuario. La representación fue
bastante aceptable para tan modestos aficionados y al término de la
misma, entre la alegría y animación general, tomamos una copa de
vino acompañada de embutidos y frutos secos mientras se coreaban
varias canciones. Como comentario aparte fue una verdadera atrocidad que tan insigne autor teatral, gloria de nuestra literatura, fuera
asesinado en la gran matanza del mes de noviembre de 1936 de Paracuellos del Jarama, en la zona gubernamental.
Durante unos días llamó la atención un hecho al que por lo insólito hago referencia. Detrás del “peñón”, montículo que se eleva a las
espaldas del pueblo, y por su parte llana se encontraba un pastorcillo
apacentando un rebaño de ovejas y cabras. En esta zona existen una
serie de cuevas y grutas, con estalactitas y estalagmitas, entre ellas la
de Ben Huma, en las que se puede practicar espeleología. Un día estando en su proximidad cuidando el ganado se escapó una cabra que
se introdujo en una cueva; el pastor fue tras ella y para hacerla salir
le lanzaba unas pequeñas piedras que había en un rincón poco después de entrar en el recinto. Pasaba por allí un hombre al que le comentó lo sucedido y que llamaba la atención que eran unas piedras
raras, algo redondeadas y casi del mismo tamaño. Mostrándole algunas las mojaron y quitaron la tierra que tenían adheridas y resultaron
ser monedas árabes de cuando Lucainena estaba dominada por los
musulmanes y que al cabo de los siglos y por la acción de la naturaleza estaban irreconocibles. El suceso llegó a conocimiento de la Guardia Civil que obligó al hombre a que las devolviera. Buscaron y hallaron otras piezas que fueron entregadas en el Gobierno Civil por
considerarlas patrimonio nacional.
Inmediatamente después de haber finalizado la guerra el Gobierno, mediante decreto, declaraba nulos todos los estudios y exámenes
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José García Galera
realizados en la “zona roja”. Al parecer las matemáticas, física o química y demás ciencias eran distintas según el gobierno imperante. Los
exámenes de reválida habían de repetirse en el mismo lugar donde se
habían realizado anteriormente. En mi caso se añadía la dificultad de
que como los cursos tercero y cuarto los hice con matrícula gratuita,
por haber gozado de beca, tenía que abonar los derechos de matriculación por no haberlos hecho efectivos antes. Nuestra situación económica era muy precaria y a los gastos de desplazamiento a Alicante
y manutención había que agregar el importe de las matriculas y tuvimos problemas para conseguirlo.
Aprovecho la ocasión para hacer un comentario sobre este desplazamiento por ferrocarril a Alicante en aquella ocasión. Me sirvió para comprobar cómo desgraciadamente habían quedado las comunicaciones a consecuencia de la guerra. El tren lo componían unos antiguos vagones desvencijados, totalmente ocupados, con pasajeros apelotonados, incluso en los pasillos. Las dos primeras horas me correspondió ir de esta forma aunque después logré encontrar un asiento.
Muchos de estos viajeros eran portadores de paquetes, cestos y bocadillos de chorizo, queso y tortilla, con su peculiar aroma, envueltos
en el tosco papel de estraza para satisfacer un frugal almuerzo y otros
que los utilizaban como mercancía para venderlos en pueblos próximos. La aglomeración, el clima y el cierre de las ventanillas para evitar que entrara la carbonilla que despedía la locomotora eran causa
de un calor sofocante al que se agregaba en aquella época de penuria,
sin duchas, con gente mal vestida, poco aseada y sudorosa, que fueran la causa de un ambiente maloliente y enrarecido poco agradable.
Era deprimente que tuviera que examinarme otra vez de unos cursos que había aprobado con nota y matrícula, exponiéndome a los riesgos de los bombardeos para asistir a clase, mientras que otros que no
quisieron correr tal peligro, alegaban que no habían querido estudiar
con “los rojos” aprobaron con benevolencia unos cursos a los que no
habían asistido. Cuando me desplacé a Alicante estuve en casa de
nuestros antiguos vecinos de la calle Segura, la familia Calpena, con
quien nos unía una buena amistad y que se mostraron tan cariñosos
como siempre. Ahora se encontraban sin los sobresaltos que padecieron durante la guerra, temerosos de que los detuvieran porque en su
casa convivía una hermana de ellos que era monja. En la actualidad
la situación que encontré en Alicante era distinta. Los temerosos es-
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taban eufóricos y los eufóricos temerosos, para unos aumentaba la esperanza, para los otros aumentaba el miedo. Pensaba con inquietud
que se había incrementado aún más el encono entre las dos Españas.
Antes rojo sobre azul, ahora azul sobre rojo. Se acentuaba la prepotencia de unos y el miedo a las represalias de los otros.
Los exámenes de reválida de los estudios realizados durante la
guerra civil no ofrecieron dificultad porque dominaba las asignaturas
y los aprobé ampliamente. Durante mi estancia tuve la satisfacción de
poder conversar con antiguos compañeros y comprobar que aquí también se repetía el mismo fenómeno: la euforia de unos que glorificaban la nueva situación y la tristeza y depresión de otros. Con dos de
mis antiguos amigos tuve, a partir de aquí, una frecuente relación epistolar, durante años, en la que nos referíamos a tiempos pasados o hacíamos mención a esta nueva etapa difícil y dura. Recuerdo aún que
uno de ellos dedicaba con frecuencia varios párrafos a mi hermana
Isabel porque se conocían del Instituto.
Tenía que hacer frente a una situación para mi atípica, llena de dificultades, prácticamente aislado sin un colegio o Instituto en que confraternizaría con otros compañeros, la ausencia de orientación que
pudiera ofrecerte el profesorado, amigos con los que compartir y contrastar opiniones o comentar problemas, incluso sobre el sexo, que ya
se despertaba entre nosotros, y la abstinencia, que una forma obsesiva nos inculcaban los sacerdotes. Sin embargo a pesar de ello para mí
no fue motivo importante porque el trabajo y el poco tiempo disponible cuando llegaba el final de la jornada lo tenía que dedicar al estudio en solitario; ya no pensaba en este tipo de cuestiones, prácticamente yo no gozaba del gran caudal de complacencias de que disfruta la juventud.
En la primavera la situación aún era más difícil, pues además de
cumplir con el trabajo, se intensificaba el tiempo disponible para el
estudio porque se aproximaban los exámenes de junio y suponía un
gran esfuerzo estar como enclaustrado de espaldas a una naturaleza
que explotaba, casi ignorando que florecían las plantas, germinaban
los árboles, el verdor de los campos, que lucía el sol y se acompañaba del trino de los pájaros que regresaban. Tenía que administrar el
tiempo y repartirlo bien en el binomio trabajo-estudio. Me distribuía
las páginas que había de hacer diariamente y resumirlas en una libreta. Por falta de tiempo le robaba horas a la noche e incluso en alguna
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José García Galera
ocasión que no había luz eléctrica utilizaba un quinqué o una vela porque tenía que cumplir el programa que me había señalado. Dominaba el espíritu de lucha, no podía permitirme no pasar curso porque
suponía el retraso de un año de mi vida, de mi proyecto. No obstante,
me encontraba optimista porque con constancia se pueden lograr las
cosas y a mayor esfuerzo encuentras también mayor satisfacción cuando lo has conseguido y sigues avanzando hasta tu propósito. Tuvieron
gran influencia las enseñanzas del instituto de Alicante que como ya
he expresado en otra ocasión me adiestraron a estudiar, sintetizar, analizar y programar.
Para terminar el Bachillerato tenía que estudiar los cursos quinto
y sexto en Lucainena, donde como he mencionado no existía academia alguna, ni profesor ni licenciado que me pudiera ayudar y tuve
que arreglármelas por mí mismo. Me matriculé en Almería, me dieron los programas y los libros pero como no tenía quien me orientara
me encontraba que algunas asignaturas como la geometría analítica,
el análisis aritmético y los problemas de física y química ofrecían ciertas dificultades; intenté solucionarlo haciendo que me remitieran contra reembolso desde la librería Preciados de Madrid libros dedicados
a resolver problemas de matemáticas, física y química, que me fueron
muy útiles. Existía otro inconveniente: se tenían que estudiar dos idiomas, a elegir entre francés e inglés y alemán o italiano. En el caso primero ya lo tenía resuelto al tener aprobado el francés y en el segundo
como comprenderán elegí el italiano aunque nadie en Lucainena conociera este idioma. Compré una gramática, textos y un diccionario
de esa lengua y a pesar de las dificultades pude superar la prueba. En
el mes de junio acudía a Almería y tras los correspondientes exámenes aprobé los dos cursos.
Como anécdota de mi primera visita a la capital, para mí casi desconocida, recuerdo que me impresionó la fortaleza de la Alcazaba con
su recinto cerrado de altas y numerosas murallas, que junto con las
del Cerro de San Cristobal constituyen la construcción árabe más extensa de Espàña. Así mismo me llamó la atención la catedral con aspecto de fortaleza provista de almenas y torreones para defenderse de
los piratas moriscos.
A principios del año 1941 pensé que mientras terminaba el Bachillerato podría estudiar, simultáneamente, la carrera de practican-
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te, que constaba de dos años y podía compensarme económicamente. Tuve la ayuda del médico del pueblo don Antonio Moreno que me
orientó y firmó el certificado de prácticas como director del Hospital
Minero de Sierra Alhamilla. Solicité a la Editorial Prieto que me enviara contra reembolso los libros de los dos cursos de Practicante. Al
examinarlos y después de pensármelo decidí presentarme en la misma convocatoria de las asignaturas de ambos en la Facultad de Medicina de Granada. El primer curso lo aprobé con notable el 23 de
septiembre e l941 y el segundo año el 29 de septiembre de l941 con
la calificación de aprobado. Me nombraron practicante titular de Asistencia Pública Domiciliaria de los Ayuntamientos de Lucainena de
las Torres y del vecino pueblo de Turrillas con fecha 2 de enero l942
y al estar vacante la de comadrona me asimilaron dicha plaza en ambos municipios.
Poco tiempo después de mi llegada de Alicante, como siempre me
había gustado la docencia, busqué unos pupitres y daba clase en mi
domicilio a ocho alumnos y preparaba a algunos de ellos para que se
examinaran de Ingreso de Bachillerato. La cortijada-barriada de Rambla Honda, anejo de Lucainena y a 5 Km de la misma tenía escuela
pública. Un día me vino a ver el maestro titular de la misma expresándome que no gozaba de buena salud, quería estar una temporada
en Almería y me propuso si podía hacerle la sustitución; el horario
era de 9 a l3 y pagaba 5 pesetas diarias. Lo acepté durante cuatro meses en que diariamente iba andando los 5 km de ida y los 5 km de
vuelta.
Al mismo tiempo preparaba el Examen de Estado de Bachillerato
que había de realizar en la Universidad de Granada. Era una prueba
difícil y dura que empleaban como filtro de aquellos que benevolentemente habían pasado los cursos sin una preparación adecuada. En
mi convocatoria concurrimos l200 y solo la aprobamos 480 en octubre de 1943. Recuerdo que, cuando me presenté, la Universidad de
Granada estaba completamente ocupada por alumnos acompañados
y asesorados por las respectivas academias y otros con profesores particulares. Era un día caluroso y debido al gran número de estudiantes
que estábamos pendientes de examen apenas podíamos desplazarnos,
muy juntos unos a otros, yo estaba sudoroso por el calor y por la incógnita del resultado, por mi soledad, aislado, sin conocer a nadie, co-
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José García Galera
mo un extraño, como indefenso, sin los medios que otros tenían ni
poder intercambiar opiniones, impresionado por el ambiente y el edificio de la Universidad de reconocida fama y que se considera la cuarta universidad de España.
Era muy importante aprobar el examen escrito porque constituía
requisito necesario para pasar al oral. Una vez entrado en el aula estaba sudoroso, con ganas de que pusieran los temas para así concentrarme en ellos y no pensar en la inquietud e incertidumbre del momento. No tuve dificultad con el tema de literatura ni con la traducción del latín. El que presentaba complicación era el de matemáticas.
Comentaré una anécdota del examen oral y otra del examen escrito.
Recuerdo que ante el tribunal oral había siempre cinco alumnos, uno
delante de cada profesor e íbamos pasando sucesivamente de uno a
otro. El tribunal del oral lo formaban el profesor de Religión, uno de
los más duros y exigentes, el de Geografía e Historia, Palomeque, el
de Filosofía, Lógica y Ética, Mesamoles y los de Ciencias y Literatura. Un alumno que iba delante de mí fue llamado a examen. El momento más difícil es cuando pronuncian tu nombre, te levantas y diriges al estrado estás tenso y temeroso, sensaciones que desaparecen
una vez que comienzas a contestar las preguntas. Este pobre alumno
nada más llegar al estrado le pregunta el profesor de Religión:
–¿Por donde se entra en la Iglesia?
Respuesta del azorado alumno:
–Por la puerta.
Contestación del profesor.
–Retírese. Entramos por el Sacramento del Bautismo.
Los exámenes orales en ocasiones tienen su técnica. Unos profesores repiten en un tanto por ciento elevado el mismo método o las
mismas preguntas; en el tribunal, Mesamoles, catedrático de Filosofía, sistemáticamente preguntaba en el transcurso del examen si en la
respuesta pronunciabas una palabra, relacionada con su tema te pedía
que le contestaras sobre esa palabra. Durante mi examen lo frecuente era interrogar siempre sobre Filosofía y Lógica y muy rara vez sobre Ética por lo que ésta casi no la mirábamos; tuvo sin embargo la
ocurrencia, aunque fuera poco usual, de preguntarme sobre este tema:
–Razóneme usted sobre el suicidio.
Comencé divagando que aunque el hombre voluntaria y personal-
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mente intente quitarse la vida por ley natural no puede llevarlo a cabo, que si esta situación se generaliza rompería el orden establecido
e intenté salir de la pregunta lanzando una palabra: porque es virtud
del hombre conservar… e inmediatamente me preguntó:
–Qué es virtud.
Respuesta rápida:
–Amar amando lo que se debe de amar, según Aristóteles.
–¿Quién era Aristóteles?
–Filósofo griego discípulo de Sócrates, etcétera.
Todo salió a pedir de boca
El examen escrito de matemáticas, como he mencionado antes, fue
un nuevo obstáculo, me causó tanto impacto que aún hoy, después de
los muchos años transcurridos, lo podría repetir. Constaba de tres problemas. En el caso que nos ocupa uno de ellos era de máximos y mínimos: Tenemos un diamante de Valor V y Peso P, se fracciona en dos
de valor V1 y peso P1, hallar la depreciación máxima teniendo en
cuenta que los valores están en relación directa con los pesos. Haciendo todos los cálculos siempre me salía Y=0 Es decir no existía
depreciación. Lo repetí varias veces y siempre Y=0. Pensando recordé que en el estudio de los sistemas cristalinos de ciencias de la naturaleza de Orestes Cendrero se hacía constar que un diamante de un
quilate tenia siempre un valor superior a dos diamantes de medio quilate. Y los justificaban diciendo que el valor de un diamante está en
“relación directa del cuadrado de los pesos”. Estaba dispuesto a
arriesgarme y cambiar el enunciado del problema. Me puse de pie sin
decir palabra, acudió a mi uno de los profesores que andaban vigilando y me preguntó sobre el motivo, tenía que ser muy cauto en la respuesta porque podía ser mal interpretada y cesarme fulminantemente: “Quisiera saber si he copiado correctamente el enunciado de la pregunta de la relación directa del valor y del peso y si está correctamente escrita la palabra depreciación”. Me contesto que sí, con ironía y
casi en son de burla me dijo: si Vd. acudiera a Bolsa sabría perfectamente qué significa depreciar. Le contesté que yo no iba a bolsa pero
que conocía que depreciar viene del verbo latino depreciare, depreciavi, que quiere decir perder precio o valor. Bruscamente me dijo:
¡Siéntese!
Decidí jugármela y escribí que si se aplicaba la relación directa entre ambos no existía depreciación y que por un posible lapsus en el
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José García Galera
enunciado del problema no se hacía constar que el valor de un diamante está en relación directa del “cuadrado” de los pesos. Apliqué
la nueva fórmula y ahora Y no era igual a 0, existía depreciación y escribí que si se consideraba en relación directa no existía depreciación
cosa que sí se cumplía si se consideraba en relación directa del cuadrado de los pesos. Pero mis cuitas no acabaron aquí. Cuando salí
preocupado del examen todos los profesores y alumnos estaban de
acuerdo en que Y=0 pues si se consideraba en razón directa no existía depreciación .Y que los cálculos eran correctos. Con timidez y cariacontecido expuse que sí existía depreciación y que el problema estaba mal enunciado porque el valor está en relación directa del cuadrado de los pesos. Me contestaron que cómo me había atrevido a enmendar el enunciado de un problema que venía desde Madrid en un
sobre lacrado y que se abría solemnemente en el momento del examen. De nuevo me volví a encontrar allí como un extraño, aislado, solo, pero esta soledad desapareció cuando dos días después, acabados
todos los exámenes fui a recoger la papeleta o libro de calificación escolar y vi escrita la palabra notable. ¡Como disfruté con mi notable!
En la inmediata postguerra había un gran déficit de servicios, el
Juez Municipal o de Paz de los pueblos pequeños era nombrado directamente entre personas conocidas de la localidad y no necesitaban
poseer algún título. Gran parte del personal administrativo había desaparecido durante la contienda, muchos se habían exiliado, otros detenidos o depurados y a causa de ello muchas instituciones estaban
faltas de personal, escaseaban los funcionarios y gente especializada
y ante tanta carencia había que recurrir en ocasiones a soluciones atípicas, y no siempre correctas, para que pudieran funcionar. El Juzgado Municipal de Lucainena carecía, por ausencia, de Secretario Judicial y no encontraban algún funcionario o persona capacitada para
desempeñar interinamente sus funciones.
Un día, a finales de l94l, vino a verme José Marín, Juez Municipal. El juzgado no funcionaba, estaba paralizado, el Juez de Instrucción de Sorbas se quejaba de que se le acumulaban los expedientes,
dada la cantidad de situaciones creadas por la inmediata postguerra,
eran casi innumerables las actuaciones jurídicas, de propiedades, requisas, indemnizaciones, estado civil, entre otras; estaba sobresaturado de trabajo y no podía delegar algunas funciones en el Juzgado de
Arraigo y Memoria
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Lucainena por carecer de secretario, cosa frecuente en aquellas circunstancias. Había hablado de esto José Marín con el Juez de Sorbas
y con su consentimiento me proponía hacer de funcionario de juzgado para realizar las diligencias. Me sorprendió la proposición ya que
yo carecía de conocimientos jurídicos. Fuimos al Juzgado. Sobre la
mesa había cuatro libros: Código Civil, Ley de Enjuiciamiento Civil,
Código Penal, Ley de Enjuiciamiento Penal y un voluminoso libro de
formularios judiciales. Le contesté que me dejara ojear los libros durante un par de días…
Tuve una grata sorpresa al empezar a escudriñarlos. Mi respuesta
fue afirmativa. Los consideraba en extremo interesantes y muy formativos. El de formularios era muy explícito y exponía cómo habían
de redactarse autos, providencias, exhortos, sentencias y demás documentos jurídicos. El Registro Civil no ofrecía problemas pues solo
se trataba de inscripciones en el de Nacimientos, Defunciones y Matrimonios y enviar contra reembolso los certificados que solicitaban
las gestorías. Se pudieron celebrar varios juicios de faltas y ninguna
sentencia fue recurrida a pesar de que alguno de ellos fue complicado, pero se resolvieron consultando los libros. Entre las muchas anécdotas que recuerdo hay algunas que por lo insólitas expongo.
Una era en la que el juez de Instrucción de Sorbas, don Juan Amérigo, ordenaba mediante exhorto tomar declaración a los implicados
en una separación matrimonial ¡en l941! Otro caso, también por delegación, en un juicio ab intestato por el fallecimiento de un anciano,
soltero, avaro y acomodado propietario que no había hecho testamento, tenía sobrinos y habían iniciado juicio ab intestato y declaración
de herederos. El juez de Instrucción nos solicitaba por exhorto hacer
inventario de los bienes existentes en el domicilio y precintarlo. Recuerdo que al practicar las diligencias en una caja de lata de pimentón y atado con un cordel había en su interior diez mil pesetas en billetes, una fortuna en aquellos días, y que había ido acumulando con
su avaricia.
Un sábado, a primeras horas de la mañana se presentó un hombre
que se desplazaba desde Almería en un taxi. Era un guardia civil destinado en Barcelona y le habían concedido permiso oficial, por solo
cinco días, para contraer matrimonio en Almería. La ceremonia se
celebraba el día siguiente, domingo. La novia de 20 años, era menor
de edad en aquella fecha y necesitaba la autorización de su padre pe-
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José García Galera
ro este había fallecido en Lucainena durante la guerra y el novio solicitaba un certificado de defunción que justificara el por qué no daba
su consentimiento. Una vez en el Registro Civil se comprobó que no
lo habían inscrito. Numerosos vecinos del pueblo confirmaron la defunción e incluso el médico que había hecho el correspondiente certificado, pero con el desbarajuste de aquellos tiempos se olvidaron de
inscribirlo. Existía un gran problema: contraía matrimonio al día siguiente y un expediente de inscripción fuera de plazo requería varios
días. Ante el drama decidí iniciar el expediente figurando haberlo solicitado con fecha anterior. Hice todas las diligencias, providencias,
comparecencia de testigos, informe del fiscal y sentencia en apenas
tres horas, pero había que salvar los obstáculos de que el fiscal estaba
cazando y el juez en un cortijo. Se enviaron emisarios con el expediente a ambos y una vez firmados me trasladé en el taxi a Sorbas para obtener el visto bueno del juez de Instrucción. Regresé a Lucainena, lo inscribí en el libro de Defunciones y le entregué el ansiado certificado. Recuerdo que eran las cinco de la tarde. El futuro contrayente insistió una y otra vez que me fuera con él a Almería para celebrar
la boda y ser uno de sus testigos. Lo rehusé, pero al día siguiente en
el autocar correo de Alzina Graells me enviaron una magnífica bandeja de pasteles.
En la cortijada de los Buardines había dos familias irreconciliables que continuamente hacían uso del juzgado y a veces por cosas
insólitas. Citaré entre ellas una: la Lola, mujer de carácter fuerte y
pendenciera, su contrario era un convecino, Alpañez. Llegaron al extremo que tuvimos que celebrar un juicio que llamamos “de la pera”
a causa de que un peral propiedad de uno estaba en el límite y varias
ramas caían sobre el terreno del vecino. Más enjundia y problemas
dio el llamado “paso de ganado” pues uno atravesaba con sus cabras
la propiedad del otro aduciendo que tenía derecho de paso, cosa que
el otro negaba. Se originaban serios enfrentamientos diarios y acudieron a juicio. En realidad antes, en tiempos de sus progenitores, no existía problema pues les unía una buena amistad.
Siempre he tenido curiosidad por las cosas; el anterior secretario
del juzgado durante la primera treintena del siglo pasado fue don Andrés Ribas, hombre culto que estaba suscrito a una revista jurídica,
que yo ojeaba de vez en cuando, y que en esta ocasión y examinando
los índices encontré que en tiempos de la dictadura de Primo de Ri-
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vera legislaron sobre los pasos de Mesta para uso del ganado. Se especificaba que tenía que estar marcado el camino con hitos o mojones, determinada su anchura y bajo la inspección de unas Juntas para
señalar su trazado. Ningunas de las condiciones que se exigían se
cumplían en lo alegado por la Lola para pasar su ganado de cabras
por terrenos de Alpañez. Y que además carecían de un documento en
que su convecino le autorizara pasar el ganado a través de su propiedad. Se celebró juicio y José Marín, teniendo en cuenta lo que he expuesto anteriormente, falló en contra.
Rogelio, el alguacil, era muy amigo de los refranes, y en estos casos decía: pueblo pequeño infierno grande, donde no hay harina todo
es mohína, así como que al burro muerto cebada al rabo. Yo a veces,
en broma, le llamaba Sancho Panza. Cuando repasaba en la revista
aludida las disposiciones de la ley de Mesta figuraba que tenían que
reunirse en la Diputación Provincial un representante de cada pueblo
y formar unas comisiones; comentándolo con el alguacil me contó
una anécdota de hacía muchos años del herrero de un pequeño pueblo de la Sierra de los Filabres. El Ayuntamiento tenía dudas para elegir su representante en la Diputación dada la escasez de vecinos y su
poca preparación. Las comunicaciones con la capital, en aquel tiempo, a veces se hacía con caballerías. El herrero del pueblo era un hombre inculto pero inteligente y espabilado. Comentaba que aunque fuera analfabeto, cosa frecuente en aquella época, tenían que agudizar el
ingenio y no era un ignorante. El alcalde aprovechando que tenía que
desplazarse a Almería para proveerse de herraduras lo comisionó para que fuese a la Diputación en representación del municipio. Se presentó en ésta con su traje de campesino y las alforjas. Extrañaron mucho su presencia y peyorativamente le dijeron si en su pueblo no había otra persona más adecuada como representante; el aludido, socarronamente, contestó que efectivamente había otras personas como el
señor cura y el señor maestro que sabían mucho de letra, pero le dijeron que para donde iba él era suficiente.
Ocurrió otro suceso que me afectó bastante. Un día fue detenido
un hombre porque lo habían encontrado sustrayendo esparto de uno
de los montones que había recogidos en el campo para su transporte.
Lo condujeron detenido a una habitación que había frente al Juzgado
en la plaza del Ayuntamiento y hacía de cárcel provisional. Los propietarios del esparto, muy enfadados querían poner coto a estas sus-
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José García Galera
tracciones, presentaron denuncia por robo y exigían que la guardia civil lo condujera a Sorbas. Fue un verdadero drama. Compareció en el
juzgado la mujer del detenido llorando, suplicando e intentó arrodillarse; lloraba y gemía que su marido lo había hecho porque sus tres
hijos pasaban hambre y que qué sería de ellos si él iba a la cárcel.
La escena me afectó mucho, los jóvenes estábamos menos acostumbrados a las miserias humanas y los llantos y lamentos de aquella mujer me impresionaron. La denuncia era por “robo de esparto”.
Revisé índices de la revista aludida y por suerte encontré un artículo
que era motivo del comentarista en que un tribunal francés absolvía
a un ladrón que había robado de una tienda artículos alimenticios para llevarlos a su casa donde desde hacía dos días que sus hijos no habían comido. En este robo por necesidad el juez fallaba a favor del delincuente por considerar que era más importante la subsistencia de la
persona que el hecho delictivo. El autor lo comentaba desde el punto
de vista del derecho comparado. Le enseñé el artículo al juez, José
Marín, haciendo resaltar que la denuncia era por “robo de esparto” y
no era correcta pues la sustracción se hizo sin ninguna violencia y por
lo tanto era hurto y no robo; por otra parte el valor de lo sustraído ascendía a pocas pesetas, no constituía delito y correspondía al juzgado
municipal y no al de instrucción y por lo tanto no tenían que trasladarlo a Sorbas como solicitaban. Después de pesar los pros y los contras, José Marín decidió llamar al alguacil, traer al detenido, ponerlo
en libertad y amonestándole severamente para que trabajara y no reincidiera, porque entonces él obraría de otra manera.
Se presentaron unos vecinos para comunicar que en la Venta del
Pobre un agricultor cuando trabajaba en el campo se había despeñado y fallecido. El Juzgado de Sorbas delegó en el de Lucainena para
realizar el levantamiento del cadáver que se encontraba a unos 20 km.
Nos desplazamos en una “mesilla” de la Compañía Minera montada
sobre los raíles de las vías, don Antonio Moreno, como médico forense, José Marín, juez, y el que esto expone. Era ya tarde para trasladar
el cadáver y decidieron quedarse a dormir en la Venta del Pobre pero
no tenían sitio de hospedaje, nos echaron un jergón delante del buen
fuego de la chimenea y cubiertos con una manta intentamos dormir.
A las siete de la mañana nos despertaron unos arrieros que portaban
en sus capazos el pescado que habían obtenido en Agua Amarga y
llevaban para venderlo a los pueblos vecinos. Colocaron el cadáver
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sobre la “mesilla” que iba tirada por un mulo e iniciamos el regreso
a Lucainena. Al llegar al cementerio lo depositaron en el cuarto de
autopsias. Se produce un cambio de profesión. Coloqué dentro de una
carpeta los folios de las diligencias, me puse una bata blanca y guantes y actué de practicante que ayudaba al forense a practicar la autopsia. Era la primera a la que asistía, pude resistirla y colaborar. Cuando todo hubo terminado marché a casa para dar la clase a los ocho
alumnos que me esperaban. Después de cenar tenía que estudiar porque estaba preparando el Examen de Estado. Fue un día muy duro que
aún recuerdo.
Como he comentado antes, a las plazas de Practicante de Lucainena y Turrillas le habían asimilado la de comadrona por carecer de
ella. El texto que tenía el libro de obstetricia era muy escueto y con
escasa iconografía. Me recomendaron uno francés para médicos, muy
clásico, el Farabeuf, con grandes y excelentes dibujos de todas las presentaciones, una buena descripción del mecanismo del parto en todas
ellas y el modo de resolverlas. El primer parto a que asistí fue en presencia del médico. Hubo un periodo de varios meses en que no existía facultativo en el pueblo porque don Antonio Moreno se había trasladado definitivamente a Almería y aún no lo había cubierto un médico suplente. Durante esta interinidad había asistido a un parto normal sin complicaciones.
Un día acudió a casa un vecino de Turrillas; le acompañaban un
mulo y un caballo. Su mujer, primípara, llevaba varias horas sin poder dar a luz a pesar de haberla asistido una vecina del pueblo a la que
solían llamar para estos casos. Recuerdo que el alcalde de Turrillas
en aquel entonces era Paco Piedra. Hacía frio, era un día inclemente,
con ráfagas de lluvia, la carretera de Turrillas era tortuosa, de tierra,
empinada, con numerosas curvas y precipicios. El caballo, nervioso,
caracoleaba de vez en cuando. Al llegar a la casa encontré a la parturienta agotada por los esfuerzos y el sufrimiento. Existía una buena
dilatación pero no estaba en fase expulsiva, tenía contracciones, se
iniciaba el encajamiento, había roto aguas pero no lograba realizarlo
a pesar de que lo intentaba; no rotaba para conseguir una buena presentación. Pasaba el tiempo, me sudaba la frente y sometido a una
gran presión repasaba mentalmente todos los esquemas del Farabeuf
e imploraba a todos los santos; al cabo de los esfuerzos conseguí la
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José García Galera
rotación interna, el feto encajó bien y todo acabó felizmente saliendo
al exterior un robusto chico.
Fueron unos momentos de gran tensión y elevado estrés. En aquella época no había ni hospitales, ni medios de locomoción, solo algún
carro y caballerías Eran unas condiciones infrahumanas. El tercer
parto que asistí fue el del último hijo, el séptimo, de mi tía María Galera y como vulgarmente suele decirse traje al mundo a mi primo Horacio.
Un suceso que llamó la atención y motivo de inquietud fue la presentación de seis casos, en el espacio de un mes, de personas con fuertes dolores en el vientre, acompañados de vómitos y que urgentemente fueron evacuados a Almería, diagnosticados de apendicitis aguda
e intervenidos no encontraron que el apéndice estuviera afectado; tenían anemia y en dos de ellos, y fue la clave, presentaban una débil
línea azul en la a base de las encías (ribete de Burton) que fue suficiente para diagnosticar saturnismo (intoxicación por plomo) y que
los intensos dolores en el abdomen era el clásico cólico saturnino. Se
consideró que era una intoxicación alimentaria e intervino el Juzgado
de Instrucción de Sorbas que delegó en el de Lucainena algunas actuaciones con la sospecha de que la causa podría ser la ingesta de harina. Se investigó el molino harinero encontrando que en las grandes
muelas circulares, de piedra, en una de ellas había pequeñas manchas
grises que correspondían a pequeños huecos que el molinero, ignorando su peligro, había rellenado de plomo.
Los sábados prefería llevarme un libro y estudiar en el campo. En
uno de mis desplazamientos recuerdo que era una tarde calurosa, limpia y silente; busqué la acogedora sombra de un olivo. En unos bancales más abajo un labriego, sujeto a la abrazadera de un arado romano, siguiendo el ir y venir de un mulo, abría surcos en la tierra. Era
un vecino que tenía serios problemas con la salud de su mujer y lo
precario de su situación. En la lejanía se vislumbraba un rebaño de
ovejas que apacentaban bajo la sombra de los árboles. Abrí el libro y
me puse a leer; estaba absorto con el texto cuando la quietud y el silencio de la tarde la rompió el grito desgarrado del labriego que cantaba en flamenco no una copla conocida, sino la exteriorización de la
pena que le atormentaba; su boca lanzaba al aire toda su pesadumbre;
eran lamentos, sollozos y gritos de rebeldía e impotencia: suplicaba
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por la salud de su mujer y consolaba al hijo que le pedía pan. De su
garganta salían las penas de su alma. Cuando terminó de cantar volvió la quietud al campo en aquella tarde, limpia y calurosa y el arado
seguía haciendo surcos. No pude continuar con la lectura, cerré el libro y me marché a casa triste.
En otras ocasiones, me desplazaba a una pequeña finca que poseíamos, muy próxima al pueblo, que denominábamos El Cortijillo, junto al Juaraguí y los Marchales, con una casa de cuatro habitaciones
que había pertenecido a mi bisabuela, la madre María, luego pasó a
mi abuelo José García Castillejo y posteriormente a mi padre; en varias ocasiones me había quedado a dormir y pasar el domingo. Estaba situada sobre un pequeño altozano y disfrutábamos de una vista
excelente de la campiña y del pueblo. Nuestros vecinos del Cortijillo
era la familia de José Ortega, muy amiga de la nuestra, que habitaban
el cortijo del Juaraguí. Tenía, entonces, bastantes almendros, algunos
olivos e higueras. Con frecuencia íbamos allí todos los hermanos, disfrutábamos comiendo sus sabrosos frutos y nos llevábamos para casa
almendras e higos chumbos de las chumberas que había junto a la casa.
En algunos de los desplazamientos a este lugar había coincidido
por ir en la misma dirección con Pedro Pérez, al que coloquialmente
conocíamos como Pedro el de Los Baños por ser el propietario del
cortijo que en época anterior había sido famoso balneario. Persona
muy cabal y agradable y con una conversación amena me explicaba
cómo junto a su esposa Esperanza habían emigrado a la isla de Cuba
y relataba algunas incidencias, anécdotas y curiosidades de su estancia en la isla. Con trabajo y esfuerzo consiguieron una pequeña fortuna que les permitió regresar a nuestra tierra y adquirir la aludida propiedad, cuna de su familia.
Existían momentos que, a pesar de las circunstancias tan adversas,
me encontraba feliz, con libertad para pensar que más adelante podría cambiar la situación, que el hoy se convertiría en el ayer, y el futuro en hoy, que desaparecerían todas las penurias, las estrecheces,
los sinsabores, los obstáculos y que ese mañana que soñaba sería realidad. Mi mente desarrollaba planes que luego tenía que cumplir, me
había formado una idea de lo que quería ser, que era necesario tener
paciencia y persistir en el esfuerzo y observaba que a pesar de lo complicado de la situación cada vez me adaptaba mejor de cómo afron-
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José García Galera
tarla, que la dureza te curte y que al mismo tiempo se avivaba la imaginación. Me dominaba la ilusión que desterraba el sentido de impotencia y frustración.
Soñar nos permite convertir lo que abstractamente es nuestro ideal
en la realidad que deseamos, máxime cuando nuestro subconsciente
ayuda a aumentar su efecto. Sueñas despierto, consciente de que no
es real, pero que te satisface plenamente, lo disfrutas como si así lo
fuera. Si es bueno vivir la realidad quizá sea mejor soñar. Dejaba volar la imaginación y creando sueños llegaba a ser un buen galeno. Mi
juventud se refugiaba en la esperanza, en esos momentos, en que con
los ojos abiertos, como mirando al infinito, abstraído, ausente, pensando y divagando, me encontraba feliz cuando de repente una voz
me llama, me aparta de mi sueño, me vuelve a la realidad y me dice
que alguien preguntaba por mí.
Es curioso que a pesar de este contraste tan distinto entre dos formas de ser y estar, entre sueño y realidad, si el trabajo y el estudio lo
haces con ilusión y no como una penosa obligación, es más llevable,
te distrae, te llena y son pequeños pasos que vas dando, sin intermitencia, poco a poco pero constantes, vas avanzando, haciendo camino y con el tiempo te acercaran a aquella felicidad que soñabas y has
logrado que aquel sueño que parecía utópico se convirtiera en realidad.
Durante el verano, en la época de la recolección, disfrutaba con la
trilla de la mies procedente de la finca que teníamos en la Cañada del
Moro. Después de la siega se transportaban los haces a la era. En ocasiones si la parva era grande se juntaban tres parejas de mulos con el
trillo pequeño y era un espectáculo ver como haciendo competencia
y restallando el látigo lanzaban las caballerías a gran velocidad entrecruzándose unos con otros en un alarde de precisión. Durante la noche dormía en la era; era agradable el olor de la mies, no así el polvillo de la paja que picaba un poco. Era una noche silenciosa, de luna
llena, en que solo se oía el croar de las ranas de una balsa próxima.
Me recordaba aquellas otras en que era boy scout, miraba al firmamento y clasificaba estrellas. Nos despertábamos muy temprano y si
hacia algo de viento lo aprovechaban para aventar separando el trigo
de la paja. Todas estas labores primitivas tenían un encanto del que
carecen las nuevas técnicas de grandes máquinas aunque sean muchísimo más eficaces.
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Lo mismo sucedía en el invierno en que después de la recogida de
la aceituna se la lleva a la almazara. En aquella época la molturación
se efectuaba con muelas cónicas de piedra que un mulo las hace girar
alrededor de un eje para triturar la aceituna y liberan el aceite formando una pasta homogénea que colocada en una especie de capazos de
esparto especiales se somete a una gran prensa para exprimirlo y posteriormente se realiza la decantación para separar el agua del aceite.
Había una gran chimenea donde ardía y chisporroteaba la leña; era
un calor agradable que además servía para hacer unas tostadas sobre
las que echando el aceite virgen caliente y un poco de sal encontrábamos muy apetitosas. Hoy día con las grandes fábricas, su mecanización, trituración, decantación y los enormes depósitos de acero son
muchísimo más eficaces, no obstante, añoro el sabor y el encanto de
las cosas pequeñas.
A finales del año l942 y con el fin de hacer el padrón catastral y
de amillaramiento se desplazó a Lucainena el ingeniero agrónomo
don Julio. No le acompañaba el ayudante de campo y para suplirle me
designaron a mí. Tuve que aprender coordenadas, curvas de nivel, ángulos, distancias, cultivos y trasladar al plano topográfico los datos
que le suministraba el taquímetro al ingeniero. Fue un trabajo duro
que persistió durante varios meses, recorriendo y cuantificando todo
el término municipal. Llevábamos dos caballerías y dos operarios que
portaban las miras.
Me consideraba como un comodín polivalente, estudiante, con pluriempleo en que a la labor docente asociaba la de practicante, comadrona, las del juzgado y hasta la de topografía que me producían una
serie de conocimientos y unos ingresos para ayudar a la economía familiar, numerosa, de cinco hermanos.
Otro suceso que fue la comidilla del día durante meses y en ocasiones motivo de preocupación fue la existencia de un grupo de “maquis”, últimos residuos de la guerra civil, antiguos combatientes del
bando republicano que no pudieron exiliarse y que sobrevivían en las
montañas. solían actuar por la Sierra de los Filabres, Sierra Almagrera y en ocasiones desplazarse a Sierra Alhamilla. Lo constituían de
seis a ocho hombres dirigidos, si no me falla la memoria, por un tal
“Carbonero”; iban vestidos según los comentarios con cazadora de
cuero, pasamontañas y fuertemente armados. El jefe al parecer antes
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José García Galera
de nuestra contienda ejercía de maestro de escuela y durante la guerra había alcanzado el grado de capitán del Ejército Popular. No eran
muy violentos, se defendían y huían para que no los apresaran. Había
numerosas patrullas de la Guardia Civil tras ellos incluso se habló que
hubo momentos en que se utilizaron fuerzas del ejército para intentar
cercarlos. Su presencia era vox populi y se comentaban algunos de sus
hechos. En ocasiones acudían a las rutas donde los arrieros y carros
se desplazaban para acudir al mercado de los pueblos. Los detenían,
confraternizaban con ellos y se apropiaban de mercancías y alimentos que necesitaban para subsistir. En el pueblo los comentarios sobre
ellos eran frecuentes y un motivo de pasatiempo.
Un día se acercaron a la gran población granadina de Guadix, con
sus célebres habitaciones cuevas, y raptaron a una joven que era costurera; la tuvieron con ellos durante varios días para que les hiciera y
arreglara la ropa; la devolvieron cerca de un pueblo vecino con una
carta dirigida al novio de la joven en la que hacían constar que lo habían hecho por necesidad y respetada y tratada como si fuera un familiar; añadían que si la repudiaba sin motivo irían a por él.
El capitán era agraciado y temerario; contaban que había estado
durante varios días en la Serranía de Baza en la parte del Mozón de
Cuatro Puntas y que en uno de ellos bajó a la importante ciudad de
Baza, estuvo comiendo en un restaurante y paseó en bicicleta. El movimiento de gran número de patrullas de la guardia civil era incesante. Al parecer existió el rumor de que la banda se había desplazado a
Sierra Alhamilla, cerca de Turrillas. Se congregaron numerosas fuerzas dirigidas por un capitán y se agregó la del puesto de Lucainena
con el sargento Merlo. La búsqueda fue infructuosa. También fue muy
comentado que en un pueblo próximo a la Sierra de los Filabres el alcalde y jefe falangista era un tipo duro y con los que no eran de sus
ideas los avasallaba y con frecuencia tenía la mano ligera. La banda
del Carbonero bajó al pueblo un día de invierno y ya casi anochecido,
localizaron al alcalde, le dieron una gran paliza, lo desnudaron y le
dijeron que si seguía haciendo sus tropelías entonces peligraría su vida.
Otro hecho de osadía sucedió en Huercal-Overa en la parte septentrional de Almería, gran población, centro comercial, cultural y
económico de importancia. Durante el mes de octubre se suele celebrar la feria y las fiestas patronales. El “Carbonero”, de buena presen-
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cia, de incognito, correctamente vestido, de educados modales, acude
a las fiestas e intima con varias jóvenes, una de ellas era la hija del
comandante del puesto de la Guardia Civil; invitados, acudieron a la
comandancia y les ofrecieron tomar café. Más tarde, una vez cenado,
acudió al baile que terminó avanzada la noche. Se despidió de la joven y le solicitó que le comunicara a su padre que había estado tomando café con el Carbonero. El último episodio sobre él lo conocí a través de Basanta, joven guardia civil gallego destinado en Lucainena;
me dijo que formaba parte de una de las patrullas que les perseguían.
Fueron localizados en la Serranía de Baza y observaron que en medio de la montaña y entre unos arbustos salía una débil columna de
humo. Comprobaron que correspondía a la chimenea de una cueva
escondida y camuflada entre los matorrales y que dentro de ella estaban los perseguidos. Cercaron el lugar y por la chimenea dejaron caer
dos bombas de mano. Todos los componentes de la banda fallecieron.
Circulaban rumores de que existían además otros grupos de maquis y que habían tenido lugar fuertes enfrentamientos con grandes
contingentes de la guardia civil, e incluso militar, en una lucha despiadada en la que destacaban las tropelías y asesinatos cometidos por
estos grupos y las fuerzas gubernamentales que aplicaban in situ le
ley de fugas a los que capturaban y exponían incluso sus cadáveres en
la plaza de la localidad.
Lucainena era una pequeña comunidad triste, sin estímulos, como
todos aquellos pueblos de la inmediata postguerra, encerrada en sí
misma, aislada del exterior, oprimida y sin una ventana abierta que
proyectara una luz de esperanza. A la penuria y grandes dificultades
se agregó el cierre de las minas, de los hornos de calcinación, el desmantelamiento de los talleres de la estación, el desguace de las locomotoras que fueron trasladadas a las zonas mineras del Norte y a todo ello se agregaba, en gran parte, la disminución de la población activa como consecuencia de la guerra. La agricultura era insuficiente
y la mayoría de la población malvivía de las escasas peonadas, de la
recolección del esparto, el tomillo y la alcaparra y fue la causa que
motivó una emigración, una verdadera diáspora, hacia lugares que
ofrecían mayores oportunidades. Pasaba el tiempo, persistía el desánimo, la insatisfacción, las ganas de cambiar y dejar el ambiente monótono, triste, sin norte, opresivo y sin porvenir.
A principios del año 1944 nos planteamos que había que buscar
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José García Galera
nuevos horizontes, ya que mis hermanos precisaban de unos centros
docentes de que carecía el pueblo y yo tenía la ilusión de ser médico,
motivo por el cual la familia García Galera asumió el riego de trasladarse a la por entonces lejana y desconocida ciudad de Barcelona.
Por ser simultáneos a nuestra estancia en Lucainena el estallido de
la Segunda Guerra Mundial y su desarrollo, por la trascendencia que
ello pudiera tener sobre nuestra situación, la seguíamos con interés y
por ello prefiero, que antes de transcribir el capítulo de Barcelona, hacer aunque solo sean unos muy breves comentarios de lo sucedido en
la misma, dado el carácter del texto, más autobiográfico que testimonial.
Retrato de mi madre Rosa Galera a los 73 años
Lámina 7
En mi consulta (1961)
Lámina 8
Mi esposa Ana María Arumí Bonet
Lámina 9
José García Galera en 1975
Lámina 10
Lámina 11
Hospital de San Pablo
Lámina 12
Curso de 1954 dirigido por el Dr. Tomás Pinós de la Escuela Médico-Quirúrgica de Patología Digestiva
Acontecimientos bélicos de estas fechas
A los pocos meses de haber terminado la Guerra Civil y abandonado Alicante, estalló la Segunda Guerra Mundial, septiembre de 1939,
que tanta trascendencia tendría para el futuro de la Humanidad. Todo giraba alrededor de esta contienda que duró cinco largos años, por
lo que dada su importancia llenaba diariamente las páginas de los medios de comunicación. Además nos preocupaba, en gran manera, la
repercusión que podría tener sobre nosotros, bien porque existiera la
posibilidad de que entráramos en el conflicto y sobre todo porque el
resultado final de la misma podría influir sobre el tipo de gobierno de
España. Fueron unos años de incertidumbre que seguimos con mucho interés.
Hitler, en su ambición, no contento con invadir el país de los Sudetes anexionándose parte de Checoslovaquia y apoderarse de Austria, atacó, sin previa declaración de guerra, a Polonia, que al tener un
tratado de defensa con Francia e Inglaterra tuvieron que entrar en una
guerra que se inició con una aplastante victoria de las tropas alemanas debido especialmente a lo que se llamó guerra relámpago, caracterizada por su movilidad y fluidez. Fue una nueva táctica inesperada
que sorprendió a los aliados. Se emplearon de una forma abrumadora y sincrónica grandes masas de blindados, aviación, paracaidistas y
tropas de choque que conquistaron con rapidez Bélgica, Holanda, Luxemburgo, Noruega y Dinamarca, invadiendo, ocupando y colapsando a Francia. Las tropas inglesas y francesas en retirada resisten el
cerco de Dunquerque y consiguen, aunque en circunstancias muy extremas y en una operación casi milagrosa, lograr evacuar a Inglaterra
a 350.000 hombres de los ejércitos británico y francés.
El pueblo inglés se preparaba para una heroica resistencia en solitario contra el ejército nazi. Para invadir Inglaterra, Hitler necesitaba
en primer lugar bloquearla para que no recibiera refuerzos ni suministros de cualquier clase. Eran objeto de comentarios las estadísticas
que publicaban diariamente los periódicos sobre el número de barcos
y toneladas hundidas por los submarinos nazis, que atacaban en manada a los convoyes aliados y que estaban a punto de colapsar el co-
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José García Galera
mercio con las Islas Británicas, privándolas de mercancías, armamentos, tropas y combustible. La prensa nacional estaba muy eufórica con
las victorias alemanas y los hundimientos, yo creía que aumentaba el
número de ellos y por eso cuando iba a recoger el periódico lo solicitaba diciendo: dame un tragabuques. El factor más importante e imprescindible para invadir las islas era el dominio absoluto del espacio
aéreo para, sobre todo, aparte del bombardeo sistemático de las islas,
neutralizar la poderosa flota británica. Se bombardearon y arrasaron
Londres y otras ciudades, poniéndose de manifiesto el gran espíritu
de lucha y supervivencia del pueblo británico. Se entablaron grandes
combates aéreos contra los bombarderos y cazas nazis, resueltas favorablemente por los jóvenes pilotos de caza ingleses, que obligó a los
alemanes a desistir de la invasión e hizo exclamar a Churchill: Nunca tantos debieron tanto a tan pocos.
Al renunciar al intento de desembarco en las islas británicas, Hitler, sin previa declaración de guerra, ataca a Rusia, junio 1941, a pesar de tener firmado con ella un tratado de no agresión, y con una invasión arrolladora de guerra relámpago destruye cuerpos de ejército
soviéticos, hace millones de prisioneros, ocupa Ucrania, gran parte
del territorio ruso y llega a las puertas de Moscú y Leningrado.
La prensa expresaba eufórica las grandes conquistas alemanas que
impondrían un nuevo orden y forma de ser en Europa. Continuaron
los avances de sus ejércitos, invade el Cáucaso con sus grandes yacimientos de petróleo y se apodera parcialmente de la importante ciudad industrial de Stalingrado, a orillas del Volga, donde durante meses se desarrolla una lucha épica de resistencia de las tropas soviéticas que logran al final la victoria y la destrucción de varios cuerpos
de ejército alemanes, uno italiano y otro rumano y la captura casi de
medio millón de prisioneros. Constituye el punto de inflexión de la
contienda que se inclina por los aliados. Los medios de comunicación
adictos ya expresan algunas dudas y son más comedidos en sus comentarios. Las tropas rusas pasan a la ofensiva, son imparables, recuperan su territorio, invaden Alemania y se dirigen a Berlín. Al mismo tiempo los aliados, que han desembarcado en Normandía, recuperan Francia, Bélgica, Holanda, Dinamarca, Noruega y Luxemburgo, atraviesan el río Rur y ocupan territorio alemán. Coincidiendo con
los anteriores hechos se libraban duras batallas en otros campos de
operaciones y especialmente en el Mediterráneo y norte de África,
Arraigo y Memoria
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que también tiene su punto de inflexión en la victoria inglesa del Alamein, que facilita la ocupación de todo el norte de África por los Aliados, amen de Sicilia e Italia, para confluir con las tropas aliadas en su
ofensiva contra Alemania, que obligaron a los nazis a firmar la paz.
Ha cambiado totalmente el enfoque y dirección de la información:
ahora alaban a los aliados y repudian a los germanófilos, pues está en
juego la supervivencia del régimen; recuerdo que incluso temían que
la victoria de los aliados llevara a éstos a intentar apoyar a don Juan
de Borbón.
El otro escenario de la lucha fue el Pacífico. En diciembre de 1941
Japón atacó, por sorpresa y sin previa declaración de guerra, la base
naval norteamericana de Pearl Harbor, hundiendo mediante un ataque aéreo masivo la mitad de la escuadra norteamericana. Ataca y
ocupa en el continente asiático Mongolia, gran parte de China, Birmania, y la gran base inglesa de Singapur, considerada inexpugnable.
En avance incontenible se adueña de innumerables islas de Pacífico,
Filipinas, las Indias Orientales Holandesas, Java, Sumatra, Nueva Guinea, entre otras, con grandes reservas estratégicas.
Norteamérica, el león dormido como le llamaba Yamamoto, el almirante que destruyó la flota norteamericana de Pearl Harbor, se despertó rugiendo ante tanta traición y desastre. Inmediatamente puso en
marcha una enorme producción de la industria bélica, reorganiza fuerzas, se defiende y pasa al ataque; va recuperando islas, saltando de
unas a otras a partir de las batallas navales de las Islas Salomón y
Guadalcanal, completadas con la victoria en los decisivos encuentros
de Coral, Mydway y Leyte, que permiten la liberación de las Islas Filipinas donde hallaron, como en tantas otras partes, terribles pruebas
de la crueldad nipona. Recuperan el resto de las grandes islas y en el
continente las tropas británicas liberan Singapur, Indochina, Birmania y China logra sacudirse el yugo nipón. Sigue el avance americano hacia el Japón ocupando tras demoledores combates las islas Iwo
Jima y Okinanawa, ya próximas al Japón, que permiten el bombardeo
sin tregua de Tokio y a continuación se preparaba la invasión del mismo que conllevaría una enorme cifra de bajas y la prolongación de la
guerra durante largo tiempo, por lo que después de un ultimátum de
rendición Estados Unidos deciden utilizar una nueva y terrorífica arma termonuclear: el lanzamiento de la bomba atómica sobre las ciudades japonesas de Hirosima y Nagasaki, con todo el dramatismo de
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José García Galera
destrucción y horror que produjeron; obligó a la capitulación del Japón y el fin de la Segunda Guerra Mundial
Expongo algunos datos, que aunque sean muy tristes y descorazonadores muestran hasta dónde es capaz de llegar la ambición del poder, el querer apropiarse de lo que no poseen, el endiosamiento, el falso mesianismo, la “locura satánica” de los que se creen “redentores
de la Patria” como el genio maligno de Hitler y la Alemania nazi o
los militares nipones, entre otros y que puso de manifiesto hasta qué
punto una propaganda meticulosa y enérgica dirigida a estimular y
explotar los sentimientos patrióticos de la población, en que lo emotivo desplaza a la realidad, es capaz de arrastrar a las masas y seguir
a estos fanatizados líderes.
Ha sido el conflicto más devastador de toda la historia humana. Intervinieron 70.000.000 combatientes y en los campos de batalla perdieron la vida 17.000.000 hombres y 18.000.000 personas civiles.
aparte de las inmensas e indescriptibles pérdidas materiales, amén de
la destrucción de miles y miles de ciudades.
El pueblo alemán, que arropó a su salvador pagó caro su intento
de dominar Europa, con 3.500.000 muertos en el campo de batalla, y
3.600.000 por otras causas. Pero las pérdidas más elevadas correspondieron a la Unión Soviética: 6.100.000 muertos en las fuerzas armadas y 10.000.000 en la población civil. Gran Bretaña 370.000 los combatientes fallecidos y una cifra similar de personas civiles. Francia
202.000 muertos en combate, 261.000 civiles 150.000 desaparecidos
y 35.000 fusilados por la represión de las tropas de ocupación alemanas. Las fuerzas armadas de los Estados Unidos tuvieron 294.000 fallecidos en el campo de batalla y 113.000 por otras causas. Italia
145.000 muertos en las fuerzas armadas y 70.000 por otras causas.
Japón perdió 1.200.000 en combate y 620.000 por otras causas. A estas ingentes cifras hay que agregar los millones y millones de heridos
e inválidos, los millares de ciudades arrasadas, pueblos desaparecidos, economías e industrias arruinadas y el enorme sufrimiento moral ante tanta destrucción y barbarie.
Un exponente de hasta qué punto puede llegar el fanatismo, el odio,
y la maldad lo constituyeron la S.S. o Gestapo alemanas, creadas por
Hitler y dirigidas por Einrich Himmler, la organización más inhumana que ha existido y que organizaron y ejecutaron el asesinato de cerca de catorce millones de personas, de ellos seis millones de judíos,
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cinco millones de rusos, dos millones de polacos y medio millón de
gitanos, pues consideraban que para el dominio de la gran raza aria
alemana había que eliminar a los enemigos y exterminar las razas impuras, inferiores y los tarados.
Había que castigar el genocidio de Hitler y su régimen nazi, los
asesinatos en masa, las atrocidades cometidas contra millones de personas, el holocausto judío en los múltiples campos de exterminio nazi.
Eran espeluznantes las fotografías de la prensa y las imágenes de
la televisión de miles y miles de despojos humanos, las cámaras de
gas, producto de la mentalidad satánica de la bestia humana, aparte
de los asesinatos y toda clase de crímenes que especialmente la Gestapo realizaba en las naciones invadidas. Estas mismas escenas de tortura, asesinato y salvajadas se producían en los territorios ocupados
por los japoneses donde el militarismo nipón dio muestra de una ferocidad extrema. Se decidió juzgar a los jerarcas nazis creando el tribunal internacional de Nuremberg. El mundo entero se sentía impresionado ante aquel desfile de perversidad y maldad humana. Doce de
los jerarcas nazis más destacados fueron condenados a morir en la
horca. Idéntica suerte ocurrió con altos militares del Japón. Este tribunal sentó un precedente jurídico para juzgar los crímenes contra la
humanidad.
BARCELONA
Para trasladarnos a la Ciudad Condal vendimos la finca de la Cañada del Moro, que proporcionó los medios para el desplazamiento y
la base de sustentación durante un cierto tiempo. En Barcelona residía una hermana de mi padre, la tía Elvira, viuda y con una hija. La
misma decisión de abandonar Lucainena la tuvieron otros familiares:
Rafael Moreno y su esposa María Galera, hermana de mi madre, y la
familia Velasco, Caridad García, hermana de mi padre. Alquilaron,
conjuntamente, una gran torre modernista en la calle Mora de Ebro
en la barriada de Vallcarca del distrito de Gracia, que había pertenecido al antiguo capitán general Despujol. Era una mansión señorial
con tres plantas y rodeada de un bonito jardín. Cada una de las familias se instauró en una planta. Mi habitación correspondía a un amplio salón con puertas correderas y un bello artesonado del techo y
contenía una mesa de despacho, una estantería con libros, tres sillas,
una mecedora y la cama donde dormía.
El motivo principal de nuestro traslado a Barcelona era poder realizar la carrera de Medicina. Tenía plena conciencia que la situación
era muy adversa, difícil, con desconocimiento de la ciudad a la que
nos habíamos trasladado, sin ninguna clase de apoyo en una época de
penuria económica y tenía que simultanear estudio y trabajo que me
permitieran costear la carrera y contribuir a la economía familiar. Era
curioso que a pesar de todo tenía confianza en mí mismo y que sería
factible realizar lo que me proponía porque con voluntad se puede hacer frente a las circunstancias adversas y poseía la experiencia de lo
realizado en Lucainena.
Nos encontrábamos ante lo incierto y procurábamos adaptarnos al
ambiente de una gran ciudad sumergida con frecuencia en unas condiciones infrahumanas donde el desencanto, la tristeza, la penuria, la
desesperación y el pesimismo destacaban sobre un conjunto de sentimientos que luchaban por sobreponerse a tanta adversidad. Suponía
un gran contraste sustituir el espacio rural donde privaba el primitivismo y las intrigas pueblerinas por el espacio urbano con una vida
mucho más compleja y con toda la variedad que ofrece una ciudad
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José García Galera
cosmopolita. A ello se agregaban los problemas de una gran urbe, las
dificultades, en alguna ocasión hasta peligrosas, por no estar habituado a ellas, la masificación, el desconocimiento de todos, el anonimato en contraste con la singularización del pueblo en que todos nos conocíamos; gozábamos ahora de la libertad de ser unos ignorados, como unas gotas de agua que se mezclaban con las copiosas de un día
de lluvia. Era preocupante la cruda realidad de un país inmerso en la
ruina física a consecuencia de la guerra civil y de su ruina moral. Aún
no nos habíamos desprendido del recuerdo de las consecuencias de
una contienda que tanto había influido en nuestro estatus actual de
aquel otro de buenos recuerdos prebélicos. A pesar de ello no decaía
nuestra voluntad, teníamos ilusión y esperanza en poder abrirnos paso y superar dificultades hacia un futuro mejor.
El año 1944 en que decidimos el traslado a la Ciudad Condal, además de las circunstancias expuestas, era un año muy complejo y peligroso, pródigo en acontecimientos bélicos que tanta influencia podían tener sobre España. Era impresionante la expectación que ante
el desarrollo de la contienda, favorable a los aliados, la caída de Paris, el intento de asesinato de Hitler y la presumible victoria sobre las
potencias del Eje repercutían considerablemente sobre la población,
que se acentuó de una forma manifiesta con la capitulación alemana
y la bomba atómica de Hirosima.
Entre los vencedores de nuestra contienda cundía el pesimismo, en
algunos casos pánico, les preocupaba el que nos consideraran una dictadura que había colaborado con Alemania e incluso había enviado
tropas, la División Azul, para luchar contra Rusia y que las cosas podían cambiar en unos momentos porque la situación política era muy
peligrosa. Temían que una vez alcanzado el triunfo Stalin presionaría
a los aliados para derrocar a nuestro gobierno y volvería la República
con todas sus consecuencias y Negrín al poder. Recuerdo que se llegó a comentar que algunos de los más pesimistas llegaron a opinar,
sin sentido, que para derrocar al Gobierno los aliados intentarían un
desembarco en las Islas Canarias y que gran número de maquis penetrarían por la frontera pirenaica. Otros incluso insinuaron la posibilidad de emigrar a Sudamérica o Portugal y trasladar capital a bancos extranjeros.
Sin embargo muchos pensaban que no ocurriría nada porque Franco era muy diplomático, frio y maniobrero que no había permitido
Arraigo y Memoria
147
que las tropas alemanas atravesaran España, que en la última fase de
la contienda se inclinaba por los aliados y además aprovecharía para
que lo mantuvieran como necesario, en el caso de un posible enfrentamiento con Rusia y que era una buena noticia que los rusos hubieran ocupado Berlín y que comenzaran a tener problemas con las potencias occidentales en sus zonas de ocupación en la capital alemana
y que ya empezara a conocerse como la guerra fría. Llamó mucho la
atención, por lo inesperado y que fue muy aireado entre la prensa nacional como afianzamiento del régimen, el discurso que pronunció
Churchill en 1944 alabando al Gobierno de Franco como posible aliado, previniendo este posible enfrentamiento. Cada vez se hacía más
evidente la tensión entre los aliados y Rusia a causa del radicalismo y
prepotencia de ésta imponiendo gobiernos adictos, llamados títeres
en los países ocupados, se atribuían mayores competencias y sobre
todo que los aliados nunca permitirían un gobierno del Frente Popular en España. No obstante ello no fue obstáculo para que en el 1946
excomulgaran a nuestro Gobierno de su intento de ingreso en las Naciones Unidas y la retirada de embajadores.
Por el contrario los opositores al Régimen y los exiliados no disimulaban su euforia ante los próximos acontecimientos, estimulados
por las emisiones de una radio clandestina, Radio Pirenaica, bastante
conocida y localizada posiblemente en el Pirineo francés.Volvía a repetirse el dilema de esperanza para unos y temor para otros. Era un
tema que ocupaba la mayor parte de la conversación de los españoles
y de gran preocupación para el Gobierno. Todos estábamos pendientes de la evolución de los acontecimientos y era el asunto que dominaba en los hogares.
Este cambio de orientación del Gobierno ya se había puesto de manifiesto bastante antes de la victoria total aliada porque nuestro régimen estaba en entredicho y le ponían dificultades. España tenía que
solicitar navicers a los ingleses que cercaban a los navíos españoles,
obstaculizaban el suministro de combustibles y alimentos y se consideraba muy próxima la victoria aliada, lo que suponía una grave amenaza para la supervivencia del régimen que ya no dependía de él mismo porque lo consideraban una dictadura y peligraba su permanencia. Era preciso cambiar de consignas e intentar liberalizar algo las
instituciones. La influencia que tuvo la victoria aliada lo muestra que
se tomaran una serie de medidas tendentes a atenuar las graves penas
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José García Galera
impuestas a los que sufrían cárcel a consecuencia de la guerra ante
las deplorables condiciones en que se encontraba la población penal
tan numerosa; se produjeron gran número de excarcelaciones porque
aliviaban el problema de la manutención en un país en que existía el
racionamiento, al mismo tiempo que intentaban mostrar un gesto de
clemencia. Es muy significativo que en 1944 se pusieron en libertad
24.000 condenados y se conmutaron casi 300 penas de muerte.
A pesar de ello se acentuaba la inquietud ante el triunfo aliado porque presumían que intentarían desestabilizar el gobierno o como mínimo aislarlo y ponerle fuertes sanciones haciendo mucho más difícil
nuestra recuperación económica. La prensa y la radio trataban de minimizar los hechos y garantizar la estabilidad del Régimen y como
argumento básico utilizaban que aunque los aliados nos repudiaran
les seriamos útiles en caso de un enfrentamiento con Rusia. Pero que
a su pesar no podía evitar que fuera el objeto principal de muchas conversaciones. Todas estas circunstancias influían en un ambiente de
tensión que afectaba al público preocupado por un futuro incierto, difícil y de gran carestía.
Teníamos que agregar a este estado de cosas que aún persistían las
secuelas de nuestra postguerra, con una economía arruinada, carencia de materias primas, alimentos, maquinaria, combustibles y un largo etcétera, aunque se pensaba sustituir, autárquicamente, las importaciones por artículos producidos aquí; pero la estructura restrictiva
era insuficiente. Había que hacer milagros en esta economía de supervivencia, el bloqueo internacional, el campo con escasas lluvias, pobres cosechas, falta de fertilizantes y de población activa, ausencia total de divisas, carencias de infraestructuras en una nación que aún no
se había recuperado de la destrucción y expolio causado por la contienda. La población aquejaba su malestar pero sin poder manifestarse. Los escaparates estaban vacíos, el pan escaso y la mayoría de las
veces negro por contener centeno, en otras ocasiones sustituían el trigo por el maíz y entonces aparte de un adquirir un sabor diferente enseguida se ponía duro y podía ser utilizado como arma arrojadiza.
Todo estaba racionado y disponíamos para ello de la célebre cartilla
de racionamiento que contenía varios sellos recortables, y en cada uno
de ellos figuraba el nombre del alimento como vale para arroz, vale
para aceite, para patatas o cualquier otra clase; también existía la car-
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tilla para el tabaco y otras materias o productos industriales que procuraban adquirirse con el estraperlo, venta clandestina perseguida por
la Fiscalía de Tasas, pero que al menos compensaban en algo la carencia general.
La clase obrera con salarios bajos o en paro no podía utilizar este
sistema; se limitaban a alimentos con pocas calorías y otros pasaban
hambre o hacían cola en la puerta de los cuarteles para recoger sobras
y los niños y personas mayores solían acudir a los comedores de Auxilio Social. Muchas personas salían de Barcelona para adquirir alimentos pero se exponían a que los detuviera la policía que perseguía
el estraperlo. Las importaciones estaban muy limitadas por la escasez
de divisas y por las sanciones votadas contra España y únicamente
recibíamos ayuda de Argentina, que enviaba grandes cantidades de
trigo y una carne enlatada que en aquella época la considerábamos
buena.
Abundaban los lugares de compra-venta de ropa usada, de enseres
de segunda mano y en la alimentación eran muy frecuentes los sucedáneos como la sacarina que sustituía al azúcar, el café por el malta
(cebada tostada a la que solían mezclar achicoria para darle sabor) entre otras. Formaban gran parte de la alimentación los boniatos que
compensaban la escasez de patatas y que se condimentaban de diversas maneras. Se notaba la penuria de carbón por lo que se restringía
su uso en la calefacción. Recuerdo que muchas noches de invierno,
de madrugada, cuando estudiaba, su falta la compensaba con el abrigo puesto y en ocasiones me arropaba con una pequeña manta sobre
las piernas. Desaparecieron las palomas y los gatos y se llegó a decir
que se había convertido en realidad el refrán de que te daban gato por
liebre.
En muchas ocasiones la supervivencia estaba condicionada a encontrar trabajo, empresa difícil por el paro en una economía tan precaria. Sufríamos una dura recesión. Todos, padres e hijos, arrimamos
el hombro, mi padre había conseguido una modesta representación
comercial, mis hermanas Isabel y Conchita se colocaron en una oficina como así mismo mis hermanos Miguel y Horacio, por lo que al
cabo del tiempo se iba aclarando la situación.
Al llegar a Barcelona estaba ilusionado porque a pesar de las dificultades que se presentarían iba a iniciar la carrera de Medicina, me
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José García Galera
creía con vocación y el deseo se había acrecentado al actuar durante
tres años de practicante que en alguna ocasión, por no haber facultativo, tuve que resolver en solitario algún problema. Me sentía dichoso
por empezar un nuevo camino.
Me matriculé en septiembre (1944) del primer curso de Medicina.
La mañana estaba dedicada a la Facultad, por la tarde de 3 a 5 ejercía
de practicante en el dispensario de una mutua y desde esta hora hasta pasadas las nueve de la noche daba clases particulares, a domicilio,
especialmente de física, química, matemáticas y latín a alumnos que
tenían que realizar el Examen de Estado. Recuerdo que a fuerza de
repetir las clases de esta última materia, especialmente en la traducción de Bello Gallico de Julio Cesar o las Catilinarias de Cicerón,
llegué a memorizar parte del texto en latín y aun hoy recuerdo algunas páginas. Después de cenar correspondía estudiar las materias de
Medicina. Me estimuló mucho la lectura del libro Tónicos de la voluntad de Ramón y Cajal. Como tenía por costumbre, programaba y
planificaba el número de páginas a estudiar. El problema difícil que
se presentaba era cómo resolver la ecuación: trabajo, estudio, tiempo.
En un principio existía una cierta dificultad de adaptación a horas nocturnas tan inapropiadas, como enclaustrado y aislado del mundo exterior y no lograba estudiar el número de páginas que me había señalado. No obstante al cabo de una semana me iba adaptando y pude lograr una armonía en el resultado de estudio y tiempo. Es curioso como el aforismo de que el hábito hace al monje llegara a considerarlo
completamente normal. Terminaba a las dos de la madrugada; en ocasiones si no había realizado mi cupo y el sueño me vencía me desnudaba de cintura arriba, me ponía bajo la ducha fría y lograba aguantar alguna hora más. Si mi madre me oía se levantaba y me hacía una
tortilla francesa o llevaba unas galletas acompañadas de un vaso de
leche.
Pensaba que lo que tenía que hacer lo haría en función de mí mismo, en soledad. Era confortante el silencio total durante la madrugada, no existía ninguna circunstancia que me distrajera; en el fondo me
sentía complacido porque iba dominando las asignaturas, el esfuerzo
compensaba el resultado, y como cosa curiosa con el tiempo me había acostumbrado, había adquirido el hábito de acostarme a las dos
de la madrugada, me había adaptado, y ya no me producía después
somnolencia cuando me levantaba y asistía a clase completamente
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normal sin echar de menos las horas que le había sustraído al sueño,
si bien es verdad que afortunadamente disponía entonces de una excelente salud que permitía hacer este esfuerzo y estar al día siguiente
tan lúcido como los demás. Aún hoy esta cualidad persiste y con pocas horas de sueño me encuentro bien. Era para mí una satisfacción
el apreciar que se iba cumpliendo el programa, al andar se hace camino, lo que para mi estado de ánimo, aparte de la satisfacción moral, me permitía fantasear con el futuro.
A las ocho de la mañana se iniciaba la nueva jornada para ir a la
Facultad. Los ingresos del dispensario de la mutua y las clases particulares a domicilio me permitían costear los estudios y contribuir al
presupuesto familiar. Me sonrío al recordar cómo aprovechando el
tiempo estudié la asignatura de Microbiología en los andenes de la estación o en el mismo tren cuando iba a dar clase a un alumno de la
calle Ganduxer. A veces tenía que realizar por la tarde prácticas en la
Facultad, entonces al terminar las clases de la mañana, en lugar de regresar a casa y volver a la tarde, tenía en cuenta la gran distancia de
mi domicilio y utilizar dos medios de locomoción, en ocasiones, optaba por quedarme e ir al mercado que estaba junto a la Facultad, compraba 250 gramos de higos secos, que aparte de ser de mi gusto, proporcionaban un 60% de hidratos de carbono y abundantes calorías.
Esto junto a un vaso de agua era mi frugal comida y como aún restaban unas horas para la clase de prácticas, lo aprovechaba para estudiar en la biblioteca. Yo seguía con mi enclaustramiento: por la mañana Facultad, por la tarde dispensario y clases a domicilio y por la
noche después de cenar estudiar hasta lo que el cuerpo aguantara. Recuerdo como algo insólito y excepcional que un domingo fui a ver un
partido de fútbol entre el Barcelona y el San Lorenzo de Almagro argentino en el antiguo campo de las Corts y otro domingo asistí a una
carrera de coches de lo que hoy sería fórmula 1 que organizaba el
Gran Premio Peña Rhin en el circuito de Pedralbes y era sorprendente la gran velocidad que alcanzaban los bólidos en la recta de la Diagonal.
Entre los acontecimientos ocurridos en aquel entonces me viene a
la memoria que un año antes de nuestro traslado a Barcelona, en 1944,
la prensa destacaba que se había iniciado la proyección del noticiario
NO-DO en las salas de cine. Era un compendio de noticias y sucesos
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José García Galera
de la actualidad, nacionales e internacionales. Su proyección precedía siempre a la película y mostró en la información una clara tendencia germanófila en sus comienzos para ya en 1944 decantarse por las
potencias occidentales.
Persistía en estas fechas la tendencia eclesiástica a intervenir e imponer con rigor su criterio en el comportamiento de las personas y en
las costumbres. Existía una obsesión moralista de salvar nuestras almas y se ordenaban restricciones. Estaba prohibido no solo celebrar
el carnaval sino incluso mencionar este vocablo, que se sustituía durante la cuaresma por el de carnestolendas y destacaba su obsesión
por el sexo. En las fotografías de las revistas si aparecían figuras algo
ligeras se tenían que cubrir los escotes, bajar las faldas y a las piernas
desnudas vestirlas con medias.
España era considerada una dictadura, la ONU decretó su exclusión de todas las organizaciones internacionales, el cierre de las fronteras y la retirada de los embajadores. Este aislamiento internacional
provocó una reacción masiva y contraria de todo el estamento convocándose manifestaciones multitudinarias y enfervorizadas que ocupaban toda la Plaza de Oriente de Madrid y otras capitales de España. Como anécdota recuerdo que entre las pancartas figuraban una
con la inscripción de “Si ellos tienen ONU nosotros tenemos DOS”.
A finales de l945 y casi siete años después de haber finalizado la
guerra civil y cuando ya se consideraba resuelto el problema, un mal
nacido denunció a mi padre de pertenecer a una logia masónica. Le
aplicaron inmediatamente la Ley de Represión de la Masonería y el
Comunismo y fue ingresado en la Cárcel Modelo de Barcelona. Era
un proceder inicuo que a una persona de conducta intachable, sin haber ejercido cargo político y ocuparse solamente de su trabajo, simplemente por ser un librepensador y masón se le condene a doce años
y un día de prisión. Aun a riesgo de pecar de extenso creo oportuno
copiar “ad literam” algunos términos de la sentencia.
“Madrid a nueve de enero de mil novecientos cuarenta y seis, reunido el tribunal especial para la represión de la masonería….para
ver y fallar el sumario 294-45 contra el procesado Miguel García
García, 1º Resultando que el procesado ingresó en la masonería el
año l933 desempeñando el cargo de orador y obtener el grado tercero de maestro masón. No se ha retractado y es persona de buena
conducta. 2º Resultando que el Ministerio Público solicita una pena
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de doce años y un día de reclusión menor… 5º Considerando… el tribunal hace constar expresamente que la pena impuesta la reputa necesariamente excesiva teniendo en cuenta la escasa actividad y la
buena conducta, se dirige al Gobierno para que le sea conmutada
la pena por la de seis años y un día de prisión mayor. Fallamos: Que
debemos condenar al procesado Miguel García García por el delito
de masonería a la pena de doce años y un día de reclusión menor. “
Al cabo de tres meses mi padre seguía preso en la cárcel Modelo
de Barcelona y un día por la tarde le llevé el colchón que había pedido.
España en esas fechas estaba aislada internacionalmente, se iniciaba la retirada de los embajadores y surgía la guerra fría entre la URSS y Occidente, como hemos comentado anteriormente, el gobierno
hacía toda clase de méritos para acercarse a las democracias occidentales, especialmente América del Norte e Inglaterra, que aunque lo
rechazaban, en su intimidad, pensaban utilizarlo si fuera necesaria la
confrontación con la Unión Soviética. Un día un conocido, posiblemente masón, me insinuó reservadamente, que por qué no me desplazaba a Madrid y procuraba entregar en la Embajada Norteamericana
una copia de la sentencia pues al frente de ella estaba en aquellas fechas Norman Armour que consideraba a Franco como aliadófilo y este le tenía en gran consideración. Dadas las circunstancias, aunque temeroso y escéptico, me trasladé a la capital de España y a pesar de
las dificultades conseguí entregar a una persona que me indicaron la
copia de la sentencia. Ante mi sorpresa tres semanas más tarde mi
padre salía en libertad vigilada y tenía que presentarse en el juzgado
cada dos semanas. Las primeras veces le acompañaba yo porque temía que lo volvieran a detener. Al cabo de unos meses no fue necesario.
En aquel tiempo una epidemia de tuberculosis pulmonar, una verdadera plaga, se extendía por toda la nación y llegó a representar la
quinta parte de los fallecimientos llegando en el caso de no ser tratada al 60% de la mortalidad. Transmisible con facilidad por vía respiratoria pues basta que se inhalen unos cuantos bacilos para padecer
la enfermedad y máxime cuando estaba favorecida por la precariedad
en todos los órdenes durante la postguerra, se extendía incidiendo con
mayor gravedad y frecuencia sobre la juventud. Mi hermano Miguel
Jesús fue uno de los afectados. Lo llevé a la Facultad de Medicina; le
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José García Galera
aplicaron neumotórax e incluso un jacobeus para extirpar unas bridas que no permitían que colapsara bien el pulmón. Acababa de comercializarse la estreptomicina pero dada su escasez era difícil adquirirla en la farmacia y tenía que ir al puerto para comprarla de estraperlo o encargarla a través de Andorra. No la facilitaba la seguridad social y por su precio fue la ruina de familias poco pudientes.
Años después, salió la isoniazida, hidracida del ácido isonicotínico y
el PAS y con ambos medicamentos mi hermano alcanzó la curación.
Con la aplicación masiva de esta quimioterapia la tuberculosis fue dominada y ya no era necesario ingresarlos en los numerosos sanatorios
antituberculosos que se habían construido. Mis otros hermanos se colocaron en despachos y el menor, Horacio, pasó con éxito el examen
de perito industrial, posteriormente haría la carrera de ingeniero. El
horizonte se había despejado. Yo seguía con el trabajo de siempre, Facultad de Medicina por la mañana, dispensario y las clases particulares a domicilio por la tarde y estudiar durante la noche.
Me apremiaba acabar la carrera cuanto antes a fin de terminar con
esta sensación agobiante, casi de enclaustramiento, pero la enseñanza
era oficial y no permitía examinarse de libre por lo que decidí junto
con otro compañero, Oriol Casassas, solicitar del Ministerio de Educación dispensa de escolaridad de un curso que me permitía hacer en
el mismo año los exámenes de dos cursos. Concedida la dispensa me
encontré con que el trabajo seguía siendo el mismo pero que se tenían
que incrementar las horas de estudio y las de asistencia a clase. Nueva programación y planificación. Desaparecieron totalmente los muy
escasos sábados y domingos que quedaban libres y se ignoró totalmente cualquier clase de esparcimiento durante dos años. Incluso ahora recuerdo las discusiones que había tenido con mis primos cuando
éstos organizaban en el salón de la casa bailes y reuniones entre ellos
y amigos; lamentaban que yo no pudiera estar presente e insistían en
que les acompañara, no obstante yo seguía estudiando en la habitación contigua. Fueron años muy duros pero conseguí terminar la carrera de Medicina de seis años en solo cinco. Comencé en el año 1944
y debía finalizarla con la promoción del año l950 y sin embargo lo fue
con la Promoción Hipócrates de l949. Creo en el aforismo de que nunca falte un sueño por el que luchar, un proyecto que realizar y algo
que aprender.
Había concluido una etapa y terminado el agobio, la lucha contra
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el tiempo y el estrés para pasar a una situación normal que coincidió
poco después con una mejoría de la situación económica familiar. Mis
padres adquirieron el traspaso de una librería en la calle Rambla del
Prat con el anagrama de Migros (Miguel y Rosa) que regentaba mi
progenitor junto a mis hermanas Isabel y Conchita, aunque esta última dejó de asistir cuando contrajo matrimonio y nos trasladamos de
domicilio a la calle Badía del distrito de Gracia y próximo a la librería.
FACULTAD DE MEDICINA
Fue muy emotiva la sensación que tuve cuando llegué a la Facultad de Medicina de Barcelona, notaba un sentimiento nuevo de responsabilidad. Me sentía eufórico, había alcanzado mi propósito y podía iniciar el camino de mi ilusión, aunque se presentaba el problema,
como he comentado anteriormente, de que tenía que saturar y comprimir el tiempo ya que tenía que simultanear estudio y trabajo; sin
embargo pensaba que ya estaba habituado, no echaba de menos otras
actividades, sentía satisfacción interna, me conservaba sereno y tranquilo. La voluntad permite dirigir tus acciones y pensamientos al fin
deseado. En aquella época no existía ningún tipo de becas ni ayudas
Me encontraba fuerte, gozaba de buena salud y el conseguirlo dependía de mí mismo. Conocía, por referencias, que era una carrera difícil, una Facultad de Medicina muy exigente y lo duro de las asignaturas, pero a pesar de todo me sentía optimista, contento y capaz de
hacer frente a esta nueva etapa de mi vida.
Me impresionó la Facultad por su ambiente y grandeza. Englobada por el Hospital Clínico, era un gran edificio neoclásico con una bella fachada, un amplio vestíbulo, a la derecha del cual estaba la conserjería con Demetrio el jefe de los bedeles, y a derecha e izquierda
de esta primera planta salas donde en aquel momento se estaban celebrando exámenes. En el fondo, una suntuosa escalera central, de
mármol, dividiéndose en dos, asciende al piso superior. Un gran patio con numerosas columnas rematadas por unos arcos que remedaban el estilo gótico y unos bancos en el que estaban sentados algunos
alumnos que consultaban apuntes, otros deambulaban por los pasillos.
En el primer piso se encontraba el Paraninfo con el gran salón de actos en el que se celebraban los hechos más importantes y junto a él la
amplia biblioteca que tanto usaría más adelante.
Me matriculé del primer curso del plan nuevo de Medicina en el
que estaban englobados los dos primeros años del plan antiguo lo que
suponía que fuera muy difícil por el gran número de materias y exámenes. Comprendía las asignaturas de Anatomía I, Fisiología General, Histología, Física, Química, Espíritu Nacional y Religión. Con
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José García Galera
ironía y hasta en plan jocoso comentábamos que ya que esta última
asignatura figuraba en cada uno de los años del Bachillerato, en la Facultad solo faltaba que nos hicieran la tonsura y nos ordenaran sacerdotes seglares.
Al iniciar las clases desconocía a mis futuros compañeros porque
no habíamos realizado estudios comunes durante el bachillerato, ni
por vecindad, ya que hacía pocos meses que residíamos en Barcelona. Volvía a sentir la misma sensación de soledad y aislamiento ante
una situación nueva, si bien es cierto que pronto establecí relaciones
con buenos amigos y entre ellos uno, que amablemente me prestaba
durante unos días algún libro que en aquellos momentos del primer
curso yo no podía adquirir. A pesar de las dificultades no me lamentaba, porque siempre he considerado que son formativas; afortunadamente poco tiempo después con los ingresos que obtenía con mi trabajo este problema desapareció y me fui adaptando a la ciudad, a la
Facultad, al trabajo y al estudio que, aunque agobiantes, no me producían gran inquietud.
Mencionaré muy brevemente las primeras impresiones al ingresar
en la Facultad e iniciarse las clases. De un lado el duro y exigente profesor de Anatomía, Taure, tal vez el más “hueso” de la carrera, que
suspendía hasta el 70 por ciento y además presentaba el inconveniente de que había de aprendérsela de memoria. Exponía muy bien la lección y sobre todo era espléndido dibujando en la pizarra con tiza de
colores el tema de que se tratara. Era una asignatura pesada, poco
atractiva, en que tratabas de memorizar hora tras hora los más nimios
detalles de la composición del cuerpo humano; tampoco eran agradables las prácticas de disección con cadáveres. El aula donde se daba
la clase era totalmente insuficiente ya que nos encontrábamos conjuntamente dos cursos, los del plan Antiguo y los del Nuevo, el mío. Muchos alumnos permanecían de pie, otros sentados en el suelo. Sin embargo procurabas con especial cuidado no ocupar un asiento vacío,
pintado de negro y con la inscripción de “Estudiante caído” pues podías crearte problemas. El otro inconveniente era el elevado precio de
los cuatro voluminosos libros de anatomía, el Testud (pesaban l0 kilos y contenían cuatro mil páginas) ya que por la escasez de recursos
no los podía comprar en aquel l944 y lo compensé tomando apuntes
y utilizando los de la biblioteca de la Facultad. Aprobé bien la Anatomía en el mes de junio. Sería redundante citar a todos los profeso-
Arraigo y Memoria
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res y asignaturas y me limito a mencionar solo algunas de las muchas
anécdotas que sucedieron.
Una nota alegre y típica estudiantil era del día 13 de diciembre en
que daban comienzo las vacaciones de Navidad y era la Fiesta de Santa Lucía, patrona de las modistillas, con las que coincidíamos y celebrábamos conjuntamente. El lugar de reunión era la Avenida de la Catedral, en la que ya se habían instalados los tenderetes con pesebres,
abetos, musgo, belenes y todo lo que aludía a la Natividad de Jesús.
Desde allí estudiantes y modistillas nos trasladábamos al Parque de
la Ciudadela donde persistía la confraternización y alegría de la juventud.
El catedrático de Médica profesor Soriano era el más didáctico y
formativo, esquematizaba sus lecciones, ordenaba los conceptos, enseñaba meticulosamente la medicina clínica y a pesar de sus exigencias, a la hora del examen “se le agradecían los servicios prestados”.
Examinaba uno por uno en su despacho, a veces casi durante una hora, tenías que tener ideas claras y esquemáticas. Si en el examen de
Médica III del último año de carrera había alguna pregunta relacionada con Médica I o Médica II de cursos anteriores y no se le respondía adecuadamente suspendías la Médica III porque consideraba una
responsabilidad aprobar a alguien no preparado. Tenía verdadera obsesión por la libreta de prácticas y que se observara al enfermo. Por
la mañana antes de entrar en clase estábamos obligados a ir a verlo.
A mí y a mi compañero Adserá nos fue asignada la cama 9 ocupada
por un paciente afecto de cirrosis hepática, ascitis, edemas e hipertensión arterial. El enfermo estaba estacionario y cada día cuando íbamos a visitarlo presentaba los mismos síntomas. Aquella mañana mi
compañero, confiado, no había ido a verlo y tuvo la mala fortuna que
el doctor Soriano le preguntara en clase sobre su estado; el alumno
respondió, como si en realidad lo hubiera visto, que seguía su curso,
que orinaba poco, el abdomen muy distendido por la ascitis y que tenia edemas. La contestación del profesor Soriano fue llamar al bedel
Ordaz y este compareció con una bandeja en la que había piezas de
la necro que le habían practicado después de fallecer el día anterior.
Soriano suspendió al afligido Adserá en junio y le dijo que no se presentara en la convocatoria de septiembre.
Otro de los profesores “más coco” de la Facultad era el profesor
Jiménez Vargas catedrático de Fisiología; durante el curso pregunta-
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José García Galera
ba y hacía simulacro de exámenes. Sus lecciones no eran didácticas,
más bien confusas. Existían alumnos que arrastraban la asignatura
dos años y se rumoreaba que en el caso de aprobar la primera en junio era difícil aprobar la segunda en la convocatoria de septiembre
porque consideraba que no habías tenido tiempo para prepararla. Yo,
que ya había pedido la dispensa de escolaridad para poder hacer dos
cursos en uno estudiaba al mismo tiempo la Fisiología General y la
Especial. Al llegar el mes de mayo decidí concentrarme en la primera y dejar para septiembre la segunda. Aprobé la Fisiología General.
Una semana más tarde fui a recoger la papeleta de Farmacología cuando al salir de este departamento, con la papeleta aprobada, en la aula
contigua, el bedel Jofre, daba unas palmadas llamando para el examen escrito a los alumnos de Fisiología Especial. Yo no tenía intención de presentarme a este examen, como he comentado, estaba despreocupado y solo llevaba la pluma estilográfica y un periódico bajo
el brazo. De repente pensé que había estudiado la asignatura pero que
las dos últimas semanas no la había repasado y me faltarían detalles;
no obstante, contra lo programado, decidí entrar a examen. Juzgué
que al menos me serviría de experiencia. Pusieron los temas. Todos
escribían varias páginas; yo no podía extenderme en grandes detalles
aunque sí en los conceptos importantes; solo llené dos páginas y fui
el primero en entregarlas, pero aprobé la Fisiología Especial. Me salvaron mis esquemas. En la misma convocatoria pasaron las dos “fisios”. Me uní a un compañero que había suspendido y solicitó revisión
de su examen. Jiménez Vargas en esto siempre daba facilidades. Recuerdo que a medida que el cátedro iba pasando, ante nuestra presencia, los folios de los exámenes, llamaba la atención que con lápiz rojo
cruzaba la hoja y escribía “falta de criterio”. Al llegar al examen del
compañero se lo mostró y de las cinco preguntas solo había desarrollado cuatro y por falta de tiempo apenas había comenzado a desarrollar la quinta.
Las clases de Farmacología que impartía el catedrático García Valdecasas estaban muy bien consideradas pero era muy riguroso y exigente en las calificaciones. Las que impartía su ayudante el profesor
Salvat eran muy instructivas y amenas porque tenía mucho sentido
del humor y solía acompañar con un buen chiste la acción farmacológica de algún medicamento.
Otra anécdota es de la Cátedra de Microbiología. El profesor Co-
Arraigo y Memoria
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valeda era justo y prácticamente no había problemas, pero recuerdo
una muy curiosa. Se presentaba un alumno que había acudido poco a
sus clases y en el examen le preguntó “Salmonelosis”. El examinando le contestó:
–La salmonelosis pertenece a la familia del salmón.
El catedrático con su acento andaluz le dijo:
–¿Una metritis es una inflamación del metro? Mire, coma salmón
todo el verano y vuelva en septiembre y si no estudia la asignatura es
mejor que no vuelva por aquí.
Otro caso algo similar: un alumno que había suspendido dos veces se presentó a examen y quiso echarle una mano con una pregunta sencilla: Bacilo de Koch. Contestación: el causante de la tuberculosis, alcohol ácido resistente. Pregunta: Tamaño. Respuesta, el alumno aproxima los dedos pulgar e índice, casi unidos y dice: así de pequeñito. Risa general de los alumnos. Contestación rápida del profesor Covaleda: Retírese y no vuelva más por esta cátedra.
Recuerdo otra anécdota de un compañero que no se había esforzado en el estudio y que en el examen de médica con el profesor Pedro
Pons se estableció el siguiente dialogo: Pregunta: Supuesta paciente
con dolor intenso en el abdomen que se califica de cólico hepático.
Tratamiento. Respuesta: calor local y espasmolíticos. Pregunta: persiste el dolor ¿Qué le prescribe? Respuesta: morfina. Especifique la
dosis. Respuesta un gramo cada 4 horas. Resultado: la enferma ha
muerto por sobredosis. Estudie mucho más para ser médico y si no lo
hace no vuelva.
También recuerdo los exámenes orales de Quirúrgica con los catedráticos Piulachs y Arandes que solían celebrarse a altas horas de
la noche. Me correspondió examinarme de Quirúrgica II la víspera
de la verbena de San Juan, a las diez de la noche. Hacía mucho calor
y los profesores bebían, de vez en cuando, unas botellas de coca-cola. Muchos alumnos, somnolientos, esperaban su turno tumbados sobre los bancos de los pasillos. Terminó el examen a las l2 de la noche;
esperé que me entregaran la papeleta con el aprobado; no circulaban
los tranvías y regresé andando a casa. Era una noche muy calurosa,
las calles casi desiertas, silenciosas y de vez en cuando el ruido de los
cohetes y petardos: era noche de verbena; los empleados del Ayuntamiento con sus grandes mangueras de agua limpiaban y regaban una
Diagonal solitaria.
162
José García Galera
Tenían mucho sabor las clases de Tocología del profesor Nubiola,
ya a punto de jubilarse. Era un gran pedagogo, sus clases amenas y
didácticas. Hacíamos guardias nocturnas para asistir a cinco partos
controlados por el médico de guardia. Era curiosa la habitación donde pernoctábamos. Todas sus paredes, e incluso hasta en el techo estaban llenas de frases en latín, muy ocurrentes, compuestas por alumnos que habían ido pernoctando en ella desde hacía docenas de años.
Todas bien escritas, de pequeño tamaño, formaban como un mosaico
o mural único y destacable. Cuando aprobábamos la asignatura estábamos capacitados para actuar en un parto y aplicar un fórceps. Recuerdo que una de sus lecciones trataba de la placenta. Explicaba sus
membranas, sus funciones de hematosis y nutrición del feto. Eminentemente práctico, trajo a la clase en una bandeja la de una parturienta
que acababa de dar a luz. No llevaba bata ni se colocó guantes. Se sacó meticulosamente los puños postizos de la camisa, se subió las mangas, cogió la placenta que le llenaba las manos de sangre e inició la
explicación sobre la misma recalcando al terminar las palabras que
siguen: “He hecho a propósito esta demostración para que ustedes observen lo que no se debe hacer nunca. Si yo tuviera una pequeña herida en mis manos y la parturiente fuera sifilítica yo me habría infectado de la enfermedad y sería un contrasentido, pues si se coge la sífilis hay que cogerla como Dios manda.”
Eran muy comentadas las anécdotas del profesor Salvat, catedrático de Microbiología, antecesor del que nosotros teníamos ahora. Era
un buen profesional, con acusado sentido del humor, frecuentemente
caústico y demasiado mordaz que destacaba por su anticlericanismo.
Al terminar la guerra le incoaron expediente de depuración y lo citó
el tribunal para comunicarle el veredicto. Estaba presidido por el profesor Taure que le dijo: “Este tribunal te ha condenado a que ceses en
la cátedra de Microbiología de la Facultad de Barcelona y seas destinado a la de Cádiz” que se consideraba de inferior categoría. El presidente estaba preocupado porque como lo conocía bien temía su reacción. El profesor Salvat, al cabo de unos minutos, alzó las manos,
movió lo dedos e inició un baile por sevillanas, les volvió la espalda
y abandonó la sala cantando “Vámonos pa Caí primita hermana, vámonos pa Caí primita hermana.” Se comentaba también que un día
explicando enfermedades de transmisión sexual hizo el comentario
de que quien tenía el órgano falo más desarrollado eran los hotento-
Arraigo y Memoria
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tes de África. Entre las muy pocas alumnas de la clase que estaban
sentadas en el primer banco, una de ellas, ruborizada y ofendida (años
cuarenta), se levantó para abandonar la sala. El profesor Salvat se dirigió a ella diciéndole: “Señorita no se apresure, que el barco más
próximo no zarpa hasta dentro de dos días”. Sirve este comentario para observar la evolución de la sociedad entre aquella alumna mogigata de los cuarenta y la desenfadada y libre actual.
Se comentaba mucho el enfrentamiento que tenía con el catedrático de Pediatría y Rector de la Universidad, Martínez Vargas; el primero anticlerical y el segundo fervoroso creyente, las discusiones eran
frecuentes. El mes de junio tenía que examinarse de Microbiología el
hijo de Martínez Vargas y éste, conociéndolo, le pidió que fuese benevolente con su hijo y para eso le envió con Demetrio una tarjeta de
recomendación. Se estaban realizando exámenes orales y le tocó el
turno. Contestó bien bastantes preguntas y falló alguna. Entonces el
inefable, engreído y poco humano del doctor Salvat mostrando la tarjeta a todos los alumnos de la clase dijo: esta es la tarjeta de recomendación del examinando y quiero que lo juzguen ustedes. ¿Le damos
sobresaliente? Los alumnos respondieron: No. ¿Le damos aprobado?
respondieron a coro: ¡Sí! Le firmó la papeleta con el aprobado y dirigiéndose a Demetrio le dijo: Esclavo, ve y dile a tu señor todo cuando has visto. Era un hombre irascible y con mal humor. Correspondía
su imagen a algunos catedráticos del primer tercio del siglo pasado.
que con amplia bula se apoyaban en la prepotencia del “magister
dixit”. Daba las clases con un birrete colocado sobre su cabeza y andando sobre el entarimado de la cátedra.
El SEU oficial, nombraba un delegado en cada curso. Nuestra promoción, que era algo rebelde, lo rechazó y nombramos por elección
a nuestro compañero Puig Lacalle, muy inteligente y gran estudiante,
que lo fue hasta que acabamos la carrera y era conocido siempre por
el “Delega”. Las clases que se impartían de las diferentes asignaturas
no siempre eran explícitas ni didácticas y era difícil tomar unos apuntes correctos. En aquella época, con las fronteras cerradas y aislados,
no había importación de libros y escaseaban los nacionales y teníamos que recurrir a los apuntes; por eso fue una solución final que en
cada asignatura se unieran tres de los mejores alumnos, contrastaban
lo explicado, los imprimían en ciclostil y luego los vendían. Aparte
de estos, el SEU hacía también sus apuntes, los nuestros eran superio-
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José García Galera
res y además queríamos desligarnos de la tutela oficial. El SEU dejó
de hacer los suyos y solo se publicaban los excelentes apuntes del curso.
Cuando estudiábamos la asignatura de Psiquiatría hacían hincapié
en diferenciarla de la Psicopatología. Esta última es una ciencia que
intenta comprender el psiquismo humano y buscar los modos que permitan modificarlo, pero sin emplear soluciones terapéuticas. La Psiquiatría es una rama de la Medicina que se ocupa de diagnosticar y
tratar las enfermedades mentales. Durante el curso se hacían prácticas e íbamos a hospitales psiquiátricos. Recuerdo una anécdota en el
de Sant Boi cuando en unión de otro compañero entablamos conversación con una de las internas. Tenía unos 60 años, soltera, muy pulida y agradable. Quiso tener un aparte con nosotros y nos solicitó
ayuda. Dijo que era una persona acaudalada, tenía dos sobrinos que
querían apoderarse de sus fincas y bienes, se habían puesto de acuerdo con un abogado y un médico que habían firmado un certificado de
enajenación mental para ingresarla, imposibilitarla y hacerse dueños
de su patrimonio, nos pedía ayuda para que acudiéramos a la autoridad pues en realidad se trataba de un secuestro. Mi compañero y yo
estábamos compungidos de tanta injusticia y nos produjo una reacción casi patológica conocida como “el acontecimiento vivido”: dudábamos que debíamos hacer; la paciente siguió explicando su situación cuando de pronto se disiparon nuestras dudas al manifestarnos
tajantemente que sabría como recompensarnos, pues ella era hija del
Príncipe de Gales y de Eugenia de Montijo.
En el último año intentábamos recaudar fondos para el viaje de final de carrera; para ello hacíamos rifas, sorteos, recolectas y la publicación de una revista que titulamos “El Divertículo”. En el primer número de la revista se nos ocurrió poner en portada la fotografía de Esther Williams en bañador (de cuerpo entero) que lucía en la película
Escuela de Sirenas. Cayó la revista en manos del padre Castro, profesor de Deontología Médica. Montó en cólera escandalizado ante la
imagen en bañador: no podía permitir que unos adultos en el último
año de carrera se permitieran tal licencia y se quejó ante el decano,
profesor Soriano, que era del Opus, éste llamó a los encargados de la
publicación Puig Lacalle y Delfín Abella y les dijo que, como ellos
sabían, los divertículos se extirpan quirúrgicamente y que lo mismo
le ocurriría a la revista, que quedaba suspendida y la misma suerte le
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ocurriría a ellos, aunque esto último quedó en rebajarles la nota. El
padre Castro era un obseso sexual, su tesis doctoral versaba sobre un
estudio de mil prostitutas. Durante el examen oral a una de nuestras
compañeras le preguntó: Métodos anticonceptivos; ella casi se ruborizó (téngase en cuenta que estábamos en la década de los cuarenta)
los fue enumerando y por delicadeza se dejó uno. Él le contestó: Señorita, se deja Vd. uno, el profiláctico. A pesar de aquellos tiempos
nuestra promoción era algo rebelde, había algaradas y a veces iban a
la calle Muntaner sacando los troles de los tranvías y corriendo ante
la Policía Armada.
Los fondos que se recogieron para el viaje tuvieron un mejor fin
que el festivo. Fueron destinados, con el beneplácito de todos, para
comprar el tratamiento de estreptomicina, en el mercado negro, para
un compañero que se había contagiado de tuberculosis.
A pesar de ser un curso muy numeroso destacaba el compañerismo y la amistad aunque dentro de él existiesen unos grupos más afines y con los que compartías apuntes, en ocasiones estudiábamos juntos o preparábamos exámenes. Una amistad que ha persistido desde
que finalizamos la carrera y que era motivo de que nos reuniéramos
con frecuencia e incluso realizáramos excursiones. Recuerdo la primera de ellas, al santuario de Nuestra Señora de Montserrat, emblemático de Cataluña, para prestar el simbólico juramento hipocrático.
Habitualmente nos reunimos una vez al año los matrimonios para celebrar una comida de confraternidad a la que acuden no solo los que
estamos en Barcelona sino que se desplazan también compañeros de
otras provincias e incluso del extranjero. Durante muchos años al término de la misma se organizaba un espectáculo muy variado y divertido con el aliciente de que los actores éramos nosotros.
Nuestra promoción de 1949, Hipócrates, es una de las más brillantes y de ella han salido numerosos jefes de servicio y catedráticos.
Muy unida, es casi una hermandad que ha persistido hasta la actualidad.
Aprobé con sobresaliente la tesis doctoral en la Facultad de Medicina de Barcelona en junio de l962 y fui profesor asociado de la Facultad de Medicina del Hospital de la Santa Cruz y San Pablo.
Durante los primeros años de la profesión no existían prestaciones
sociales y nos encontrábamos totalmente desprotegidos. La mayoría
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José García Galera
nos habíamos casado y teníamos un hijo de corta edad; en una de las
reuniones surgió una idea original, hacernos un seguro entre nosotros
mismos, consultamos con algunos actuarios de seguros que eran familiares de algunos compañeros e hicieron unas propuestas que tenían en cuenta la edad, factores de riesgo, otras determinantes y calcular la cuota mensual a fin de que la viuda pudiera cobrar mensualmente 5.000 pesetas, cantidad importante en aquella fecha. Se hizo
un reglamento para uso interno, se fijó el plazo de diez años la duración del seguro, se nombraron presidente y tesorero y se abrió una
cuenta bancaria. Nuestra promoción era muy responsable y tenía también buen sentido del humor. Las siglas de la razón social eran P.U.T.A
(Previsores Unidos Totalmente Asegurados). Cuando nos reuníamos
en especie de asamblea decíamos esta noche toca PUTA.
Cuatro años después, uno de nuestros compañeros que veraneaba
en un pueblecito de la costa muy próximo a Barcelona. al regresar por
la tarde después de terminar la visita en la ciudad aparcó el coche en
el jardín, pero les extrañó a sus familiares que no saliera del vehículo y al acercarse a él comprobaron que tenía la cabeza y el cuerpo
apoyados sobre el volante: acaba de fallecer de un infarto de miocardio, pero tuvo suficientes fuerzas para llegar a su casa. Asistimos al
funeral y el “Delega” al mismo tiempo que le daba el pésame a la viuda le entregaba el sobre de la primera mensualidad.
Desde que acabamos la carrera nos reunimos una vez al mes, primero en el Salón Rosa del Paseo de Gracia hasta que lo clausuraron;
nos trasladamos entonces al Círculo del Liceo, donde también mensualmente después de cenar se organizaba una viva tertulia. Años después el centro de encuentro ha sido, hasta la actualidad, el Club de Tenis Barcelona, donde siguiendo la costumbre los primeros lunes de
mes nos reunimos y en la sobremesa de la cena hay siempre una animada conversación y el mes de junio de cada año celebramos una comida de hermandad, junto a nuestras esposas, y a la que asisten además compañeros de otras provincias.
MISCELÁNEA
Ya soy médico y puedo volver a la vida normal, salir los domingos con los amigos, ir al cine, al teatro, practicar un deporte o conocer mejor mi entorno y las dificultades de una época difícil dominada por la penuria
y encorsetada.
Como recuerdo y testimonio de
aquella etapa penosa y dura en
que mi mayor ambición y objetivo
era llegar a ser
médico, figura un
retrato que nos hizo el Laboratorio
Farmacéutico del
Dr. Andreu, a cad a u no de los
compañeros de
promoción, cuando finalizamos la
carrera y que se
reproduce junto a
estas líneas.
Por la influencia que pudieron
tener sobre nuest r o c omp or t a miento haré unos
breves comentarios sobre acontecimientos, sucesos, vivencias y
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José García Galera
anécdotas que han ocurrido en esta segunda etapa de mi existencia en
especial la década de los cincuenta, aunque solo sea casi en forma de
citas dado lo limitado de un texto más autobiográfico que testimonial.
El año 1947 destacó por la sequía. Debido a la escasez de lluvias
el caudal de los ríos estaba muy disminuido y el contenido de los embalses y pantanos reducidos al mínimo hasta el punto de que en algunas poblaciones era crítico el suministro de agua potable y se tuvo que
recurrir a la utilización de los vehículos cuba. Durante varios años se
establecieron severas restricciones eléctricas y se intentó solucionarlo a medio plazo con la construcción de numerosos pantanos para
aprovechar al máximo las lluvias y obtener energía hidroeléctrica. El
problema, que persistió durante años, afectaba en gran manera a la
industria eléctrica en especial y como consecuencia al resto de industrias e incluso a la circulación de los tranvías durante las seis horas
de restricción en los días de corte. En las grandes ciudades como Barcelona las restricciones a la población se solían hacer por distritos.
Los hospitales y otros centros disponían para casos de emergencia de
grupos electrógenos. Recuerdo que en la consulta privada con frecuencia no podíamos utilizar los Rayos X u otros aparatos eléctricos y en
los ambulatorios de la Seguridad Social llegamos a pasar la consulta
con lámparas de gas y en dos ocasiones lo hice con velas.
En 1948 dio comienzo la normalización de la vida cotidiana. Se
abre la frontera francesa y se puede viajar a Europa y regresan personajes famosos como Ortega y Gasset, Marañón y Dalí, entre otros.
Fue muy comentada la visita del descubridor de la penicilina Alexander Fleming. Recuerdo el gran recibimiento que se le hizo en Barcelona y los numerosos homenajes que recibió el gran benefactor de la
humanidad.
Existía una acusada restricción de la gasolina, que estaba racionada y se intentó resolver, aunque precariamente, con el gasógeno producido por un gran aparato que se colocaba en la parte posterior de
los vehículos. Con este artificio se obtenía mediante un sistema de
carburación, basado en la combustión del carbón o de la leña, se producía anhídrido carbónico que se reducía y transformaba en óxido de
carbono, se volatilizaba y daba al final un combustible que accionaba
el motor. Así mismo por la escasez de divisas estaban racionados y
eran objeto de estraperlo los neumáticos y las cámaras; se recauchu-
Arraigo y Memoria
169
taban varias veces los primeros y se llenaban de parches las segundas
ya que los pinchazos eran frecuentes y estaban facilitados además por
el mal estado del pavimento y los frecuentes socavones. Lo mismo
podríamos comentar sobre el racionamiento de los alimentos, vestidos, calzado, materias primas y un largo etcétera. Como anécdota curiosa fue muy comentado por la prensa el intento de encontrar petróleo en España realizándose prospecciones en la región de Logroño y
en la costa frente a Tarragona, sin resultado evidente.
Otro medio que mostraba su precariedad era el transporte público
y recuerdo cómo íbamos hacinados o apretados dentro de los tranvías
o autobuses y con frecuencia incluso colocados sobre los estribos que
hay para subir o bajar del vehículo.
En las navidades de l949, aun estaban vigentes las cartillas de racionamiento que se establecieron poco después de finalizada la guerra y que mediante cupones se asignaba la distribución de los alimentos de primera necesidad que eran insuficientes y que como hemos
comentado en otro tema condicionó la aparición del estraperlo que intentaba controlar la Fiscalía de Tasas. No obstante, ya se iniciaba una
cierta recuperación y al ser abolidas en 1952 y autorizarse la venta libre de alimentos y otros artículos necesarios, automáticamente desapareció el estraperlo
La gran mayoría de jóvenes de la época no disponíamos de dinero, las distracciones eran escasas, una moral y unas costumbres restrictivas y estereotipadas. Se consideraba, por ejemplo, poco femenino que la mujer utilizase pantalones largos y era muy descarado darse en público un discreto beso. Existía una severa censura, incluso en
el uso de prendas de vestir, y como he comentado anteriormente no
se permitían escotes ni faldas cortas, las piernas femeninas siempre
debían llevar medias, se exigía el máximo recato y estaba penalizaba
la blasfemia. Se eliminaron de las bibliotecas públicas toda clase de
libros o publicaciones de literatura ácrata, antipatriótica, disolvente o
erótica. Asímismo, eran objeto de riguroso control la prensa escrita y
las publicaciones literarias. La censura dependía del Ministerio de Información y Turismo, pero podía ejercerla cualquier autoridad, aunque fuese local. La más severa y minuciosa solía ser la de la Iglesia.
Era mal visto que una pareja de novios fuera sola al cine o utilizar el
servicio de un taxi, aunque esto prácticamente no lo podían llevar a
cabo por no disponer de dinero. En este aspecto recuerdo que los es-
170
José García Galera
tudiantes no solíamos comprar un paquete de tabaco rubio americano, por ser caro, aunque si adquiríamos cigarrillos sueltos a unos vendedores ambulantes que estaban a la salida de la Facultad. Solíamos
comprar un paquete de rubio nacional, el conocido Bisonte, de inferior calidad, porque su precio era solo de cinco pesetas.
.Muchas familias acostumbraban a invitar los domingos en su domicilio a amigos de sus hijos, de ambos sexos, para que con motivo
de una modesta fiesta pudieran celebrar la tarde a base de tertulia y
unos discretos bailes con la ayuda de un gramófono al compás de canciones melódicas entre las que destacaban los boleros de Antonio Machín con sus maracas. A media tarde la señora de la casa obsequiaba
con unos canapés y una copita de vino dulce. En otras ocasiones los
asistentes contribuían con una discreta cantidad. Eran unas veladas
agradables, se bailaba a discreta distancia bajo la mirada de la señora
de la casa que contemplaba como se distraían sus hijos y que alguna
vez había concluido en noviazgo. Estas reuniones se generalizaron y
eran conocidas con el nombre de “guateques”,
Tuvo gran éxito la aparición de las medias de cristal, los plásticos
en general, las cristalerías de vereco y posteriormente la fibra de tergal que sustituiría al algodón en las confecciones.
En 1950 la ONU retira las sanciones a España, mejoran nuestras
relaciones internacionales, se ingresa en institutos especializados de
la ONU, entre ellos la UNESCO y simultáneamente se inicia una recuperación económica discreta y la llegada de un turismo incipiente.
pero que en aquella fecha suponía un alivio para nuestras escasas o
nulas reservas de divisas y hacía desaparecer la imagen de una España famélica y disminuía el pesimismo No obstante, persistía, aunque
en menor grado, la gravedad de la situación económica, con alza de
precios y unas condiciones de vida precarias que dieron origen a la
aparición ya de una conciencia cívica que comenzaba a manifestar su
descontento con débiles manifestaciones de opinión y protesta ante el
bloque inmutable del Gobierno.
Comenzaba un auge intelectual, grandes premios literarios y numerosos autores en el teatro, la comedia, la poesía y la novelística como Julio Camba, César González Ruano, Tono, Miguel Delibes, Jardiel Poncela, Miura, José María Gironella, Josep Pla, Carmen Laforet, Salvador Espriu, entre otros. Llamó la atención que, pese a la cen-
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sura en las librerías podía adquirirse alguna obra de Federico García
Lorca y que incluso se hicieran varias representaciones de ellas como
La casa de Bernarda Alba y Bodas de sangre. Apareció un semanario, La codorniz de Alvaro de la Iglesia, de corte satírico que con un
doble sentido del humor decía cosas muy fuertes. Estaba muy extendida su publicación y era de los pocos medios en que se iniciaba una
crítica al Gobierno. Su lectura, además de producir una sonrisa, nos
permitía apreciar y disfrutar de una fina sátira sobre hechos y acontecimientos. En su elaboración intervinieron numerosos humoristas
como Mingote, Chumy-Chumez, Tono y Mihura entre otros. Recuerdo, como ejemplo, dos números de esta publicación. En uno de ellos
coincidiendo con la visita a España del Sha de Persia casado con la
bellísima Soraya aparecía en un anuncio de la revista: “Se cambia
marquesina usada por persiana nueva. Razón Villaverde 5” (aludía al
marqués de Villaverde). La portada del otro número aparecía ocupada por un gran huevo y con grandes titulares: El huevo de Colon y debajo de él: En el próximo número aparecerá el otro. Tuvo también un
éxito extraordinario el semanario El Caso compendio de toda clase
de sucesos, costaba entonces dos pesetas y los periódicos diarios una
peseta. Tuvo mucho éxito y como cosa curiosa de hasta dónde llegaba la censura, recuerdo que no se le permitía publicar más de dos crímenes en cada número.
En 1951 existía una generación que no hizo la guerra pero que ya
empezaba a mostrar su influencia, especialmente en la Universidad,
exigiendo más libertad al mismo tiempo que se iniciaba un movimiento intelectual entre antiguos falangistas que eran partidarios de un
aperturismo político y querían liberalizar la enseñanza, destacando
entre ellos Laín Entralgo, Dionisio Ridruejo y Antonio Tovar, junto
al democratacristiano Ruiz Giménez, que cuando fue nombrado ministro de Educación y Enseñanza eligió como rector de la Universidad de Madrid a Laín y de la Universidad de Salamanaca a Tovar al
mismo tiempo que a otros los designa para altos cargos, iniciándose
un aperturismo.
Habían transcurrido doce años desde la terminación de la guerra
civil cuando ocurrió en Barcelona un hecho insólito que parecía inaudito, impensable en aquella época, nadie se lo quería creer pero era
cierto: convocar una huelga que estaba penalizada como delito grave.
El motivo fue la subida del precio del billete del tranvía que produjo
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José García Galera
una protesta formalizada lanzando numerosas octavillas incitando a
la huelga para no utilizar este medio de transporte que fue seguida
masivamente con gran éxito. Los tranvías circulaban sin ningún pasajero a pesar de que en cada uno de ellos iba una pareja de Policía
Armada pata proteger al que quisiera utilizarlo. Se invitaba al mismo
tiempo al paro en el trabajo que cumplieron un gran número de obreros abandonando fábricas y talleres. Se produjeron grandes algaradas,
gritos subversivos, rotura de cristales, cierre de establecimientos y numerosos actos de violencia callejera; recuerdo que se apedreó la fachada del Hotel Ritz y que se causaron destrozos de material mobiliario y rotura de cristales en las Ramblas. Se volcó e incendió un vehículo y un tranvía y hubo grandes cargas de la policía que se saldaron con un muerto y varios heridos.
Ante lo grave de la situación el Gobierno solicitó la intervención
del Ejército, pero el Capitán General de Cataluña Bautista Sánchez
González no la autorizó y tuvieron que traer en barcos de la armada
tropas de infantería de marina para suplirlos. Fueron momentos de mucha tensión. El Gobierno Civil facilitó un comunicado que dejaba en
suspenso la subida del billete de tranvía. Fue comentado el fallecimiento repentino, pocos días después, del Capitán General Bautista Sánchez González cuando realizaba una visita de inspección en Puigcerdá y que según la prensa fue debido a un infarto de miocardio.
En mayo de 1952 se celebró en Barcelona el XXXV Congreso Eucarístico Internacional, un verdadero acontecimiento, el primer acto
internacional que ponía fin al aislamiento de España y dejaría atrás
lo que llamábamos postguerra; afectaba a todos los campos y especialmente al exterior y una tendencia a la evolución del Régimen menos riguroso y suponía una importante promoción de Barcelona. Era
incesante la llegada de gran número de visitantes extranjeros a una
España prácticamente aislada de Europa; acudían millares de peregrinos de todo el mundo, de toda índole y condición, que serian como la punta de lanza del turismo posterior. Daba gozo observar las
calles de la ciudad ocupadas casi en su totalidad por una multitud variopinta, animada y alegre que no mostraba cansancio a pesar de la
multitud de actos durante tantos días. Compareció casi en pleno la
Iglesia Católica con gran número de primados y cardenales, acudían
periodistas de casi todos los países y la ciudad condal mostró sus mejores galas. Recuerdo que el público admiraba el gigantesco altar al
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aire libre que se había levantado en Pedralbes y era objeto de comentarios la gran cruz que se instalaría en la cumbre del Tibidabo, de noventa toneladas de peso.
Toda la ciudad estaba llena de símbolos eucarísticos y el lema principal del Congreso era la paz tan necesaria después de tantas guerras
y calamidades que habían asolado a la humanidad. Además de los numerosos actos religiosos y exposiciones, Barcelona podía exhibir su
pujanza histórica, su cultura, sus museos, los grandes logros del modernismo y el gran tesoro de monumentos medievales. Fue una fuente de ingresos y de divisas de las que estábamos tan necesitados. Se
ocuparon todas las plazas hoteleras, se incrementó el turismo y mejoró la imagen internacional de España.
Durante el Congreso Ana María y yo formalizamos nuestra relación, seguir el mismo camino y que lo tuyo y mío se convirtiera en
nuestro. Asistimos, entre otras, a una exposición de las grandes custodias que procedentes de las catedrales de toda España se habían desplazado a la ciudad condal. Era una verdadera maravilla de arte y
magnificencia, una filigrana donde el oro y las piedras preciosas como expresión de religiosidad querían guardar la Sagrada Forma.
Dada mi afición por las cosas del mar también visitamos en aquella fecha el Museo Marítimo ubicado en las Reales Atarazanas. Es
uno de los más importantes de la cultura naval no solo por su importancia histórica sino también desde el punto de vista artístico, comercial y técnico. Sus numerosas salas, bien catalogadas por épocas y temas, están repletas de miniaturas y maquetas de embarcaciones desde la antigüedad hasta el día de hoy; pero a la que dimos mayor importancia fue a la galera real de don Juan de Austria, capitán general
de la Santa Liga en Lepanto, construida en tamaño natural. Por su
proximidad también ocupó nuestra atención lo vistoso del puerto, repleto de toda clase de embarcaciones y el gran número de trasatlánticos engalanados que servían de hoteles flotantes.
Uno de los grandes museos que tuvo gran éxito fue el Museo Marés que donó a la ciudad de Barcelona el mecenas y gran escultor catalán Federico Marés. Situado en el edificio contiguo al Salón del Tinell, en la Plaza del Rey, auténtica joya del gótico. Aprovechando la
gran amistad del doctor Pinós con el escultor, éste invitó a los médicos del servicio a visitarlo y él personalmente nos explicaría su con-
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José García Galera
tenido, que abarcaba todas las épocas, pero su base principal era el
románico y el gótico catalán y de Castilla la Vieja. Al comentar algunas de las piezas el gran Federico Marés nos explicaba sobre cómo
había adquirido numerosas esculturas de vírgenes, cristos góticos o
retablos en su largo peregrinaje por monasterios, parroquias o conventos. Nos decía, por ejemplo, como algunas de las preciosas e importantes figuras procedían de conventos en el que él les pintaba un
retrato de la fundadora o un cuadro con motivo religioso y las monjas
encantadas le cedían las valiosas piezas.
Coincidiendo con el Congreso Eucarístico dejaron ya sin efecto la
cartilla de racionamiento y las restricciones, el turismo aumentaba,
poseíamos más divisas, estábamos menos aislados internacionalmente, la juventud empezaba a ser algo más libre y empezaba a sentirse
algo optimista. Por estas fechas recuerdo que tuvo gran éxito la proyección de la película Bienvenido, Mister Marshal sátira de dicho plan
que fue comentada durante mucho tiempo.
A fin de que el relato se haga menos reiterativo respecto a acontecimientos que me afectaban personalmente he preferido intercalar un
apartado referente a los recuerdos de algunas de las efemérides más
importantes que se desarrollaron a nivel internacional durante esta
época para a continuación proseguir con las incidencias expuestas en
la primera parte de este capítulo.
Efemérides internacionales
Entre mis recuerdos comentaré, aunque solo sea de pasada, por la
importancia y trascendencia que tuvieron y porque nos afectaban a
todos, bien por los grandes avances tecnológicos, políticos, económicos y sociales o por el contrario toda clase de turbulencias, conflictos,
guerras, dictaduras y terrorismo, tan pródigas durante mi generación,
que demuestran hasta dónde es capaz de llegar la tragedia humana.
En el año 1950 causó mucha impresión, porque representaba el inicio del anticolonialismo, el desastre francés en su antigua colonia del
Vietnam en la guerra de Indochina, que hubo de abandonar y posteriormente quiso ocupar este vacío los Estados Unidos con las importantísimas consecuencias que acarrearía posteriormente.
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Un acontecimiento que fue motivo de preocupación y tuvo un fuerte impacto a nivel mundial fue el ensayo de la explosión de la bomba
de hidrógeno (bomba H) (1951) superior en más de seiscientas veces
a la bomba atómica de fisión de uranio y plutonio. En realidad eran
dos bombas, una de ellas atómica, que provocaba una reacción de fusión de la otra que era una mezcla de hidrógeno, deuterio y litio. Se
hizo el ensayo en un atolón del Océano Pacífico. Posteriormente a este club formado por Estados Unidos y Rusia se agregarían Inglaterra
y Francia que también realizaron ensayos termonucleares en diversos
atolones del mencionado océano. Recuerdo que durante estas fechas
eran motivo de conversación y tema de los medios de comunicación
las explosiones nucleares que tenían como telón de fondo la guerra
fría, especialmente en Estados Unidos, muy sensibilizados por la exacerbada represión maccarthista contra los norteamericanos simpatizantes con el régimen comunista y posibles espías de la URSS. Se incoaron numerosos procesos y entre ellos fue motivo de gran controversia el juicio que condujo a la condena de muerte y ejecución del
matrimonio Rosemberg, acusados de haber transmitido a los rusos información de la bomba atómica. Se protestó por la fragilidad de las
pruebas aportadas en el juicio. Existía una gran tensión entre los dos
bloques porque ambos disponían ya de abundante armamento nuclear
y opinábamos que si no se había llegado ya al tercer conflicto bélico
a nivel mundial era precisamente por el enorme poder de exterminio
que tenían y conducirían a la destrucción de ambos contendientes.
Durante mucho tiempo fueron objeto de comentario estos acontecimientos que mostraron hasta donde puede alcanzar el poder de destrucción del hombre.
Como consecuencia de la guerra fría en el año 1953 España firmó
acuerdos defensivos con los Estados Unidos que comentaré más adelante y en la misma fecha tuvo gran resonancia el fallecimiento, a causa de un derrame cerebral, del dictador ruso Stalin, omnipotente con
un poder ilimitado, que eliminó a todos los opositores del partido; era
el amo indiscutido y durante la Segunda Guerra Mundial gozaba de
un culto casi delirante al conseguir la victoria sobre los alemanes y
se planteaba el suspense sobre quién sería su sucesor y la incógnita
de su conducta.
El año 1956 fue pródigo en acontecimientos tanto nacionales como internacionales, algunos de los cuales nos preocupaban por su
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José García Galera
trascendencia, especialmente el universitario, objeto de controversia
entre unos y otros y motivo de desasosiego por la tensión creada
Motivo de regocijo por su importancia para las letras españolas fue
la concesión en diciembre del mismo año del premio Nobel de Literatura al eximio poeta Juan Ramón Giménez, uno de los líricos más
insignes de nuestra legua, maestro de la escuela modernista y con una
gran influencia en los escritores de la generación siguiente. Recuerdo
con deleite cuando en la adolescencia había leído varias veces su tierno Platero y yo. En la misma fecha fallecía el gran escritor vasco Pío
Baroja, uno de las representantes más destacados de la generación del
98, individualista, díscolo, anárquico, anticlerical, admirado por todos, de gran proyección internacional, cantor del pueblo vasco; destacaba su valentía en mantener su opinión pese a quien pesara y su
numerosísima producción novelística de las que recuerdo Zalacaín el
aventurero y Memorias de un hombre de acción.
Un acontecimiento al que se le concedió gran importancia fue la
independencia de Marruecos que colaboró a la mejoría de nuestras
relaciones con Francia.
En este año se constituyó también la Comunidad Económica Europea (C.E.E) para la unidad económica y política de los países de la
Europa Occidental, con el gran cambio que suponía para nuestro futuro. Así mismo ocupó un lugar destacado el naufragio del gran trasatlántico italiano Andrea Doria al chocar contra otro buque.
En el año 1959 se otorgó el premio Nobel de Medicina al científico español Severo Ochoa por la síntesis de las enzimas del ácido nucléico que abría nuevos campos para la investigación y aunque sus
trabajos de investigación se realizaron en Estados Unidos tuvo mucha
repercusión en España y fue objeto de una intensa información mediática.
En el mismo año se le concedió gran valor desde el punto de vista político a la llegada a Madrid, para mantener conversaciones, del
presidente de Estados Unidos Eisenhower por lo que representaba como espaldarazo para el régimen y que fue aprovechado por todos los
medios de comunicación para tratarlo ampliamente.
Un suceso que motivó considerable entusiasmo popular fue la boda del rey Balduino de Bélgica con una noble española Fabiola de Mora y Aragón que ocupó largo tiempo las revistas del corazón y especialmente seguido por la incipiente televisión que transmitió toda la
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ceremonia para regocijo especial de las señoras que admiraban sobre
todo a la reina que aparecía en la pequeña pantalla investida con su
capa real de visón blanco. Fue un acontecimiento que desplazó a otras
preocupaciones que existían en aquel momento y que no solo entusiasmó aquí sino aún más en Bélgica, que siempre ha mostrado un
gran entusiasmo por su reina.
Desgraciadamente proliferaron los conflictos bélicos y entre otros
muchos citaré la guerra de Corea del Norte, comunista, apoyada por
China, contra Corea del Sur defendida por las Naciones Unidas que
persistió durante años y puso en peligro una nueva contienda mundial. La lucha entre judíos y palestinos es un problema crónico que
aún persiste y la guerra del Vietnann, cruenta, inhumana, con gran
empleo de medios destructivos, fue origen de protestas generales y
gran controversia dentro la misma nación norteamericana, y de la aparición y gran auge del movimiento hippie contracultural, pacifista contra esta guerra, contestatario, partidarios del amor libre, la indolencia,
la meditación, rechazaban el valor del dinero, amaban la naturaleza,
la simplicidad, consumían drogas y fueron una de las causas que influyeron a que se alcanzara el alto el fuego con la retirada de las fuerzas norteamericanas. Ha sido un siglo de guerras y dictaduras. La
nuestra, la Segunda Gran Guerra Mundial y las pequeñas guerras que
persisten una tras otra en uno u otro continente.
Durante casi toda mi existencia he contemplado conflictos y turbulencias continuas, guerras y dictaduras con escasos periodos de paz,
repitiéndose sin cesar nuevos enfrentamientos, con caídas de regímenes, lideres e ideas en el que incidían en un puzle muy complejo factores económicos, religiosos, demográficos y morales que tenían como denominador común el poder, con una base económica, el fanatismo religioso, medios audiovisuales amarillos, el radicalismo y el
mesianismo de falsos profetas. Era una decepción ver la caída de principios que se consideraban intangibles, cómo se destruían el esfuerzo,
el sacrificio, la voluntad de lo que se había construido durante generaciones solo por el impulso maléfico de falsos caudillos que fanatizaban a sus pueblos y los inmolaban en un sacrificio estéril para lograr una efímera y quimérica vanagloria, que terminaría en la autodestrucción. Cuántas decepciones, cuántos ideales caídos, cuánta perplejidad, cuánto horror y miseria, cuánta frustración e incongruencia
de la conducta del hombre tanto individual como colectiva y cuánta
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José García Galera
minusvaloración de los valores humanos.
Todo ello conducía a una sensación de inestabilidad y tensión especialmente por el enfrentamiento entre las potencias occidentales y
Rusia en lo que se conocía por guerra fría que alcanzó su cenit con la
construcción por los rusos del muro de Berlín, alcanzando su máxima tensión con la instalación de misiles rusos en Cuba (1962) dirigidos a Norteamérica, que llegó a rozar el inicio de la tercera guerra
mundial. El enfrentamiento Kruschov y Kenneddy fue dramático. Recuerdo que se comentó mucho la actitud muy airada del dirigente ruso en la asamblea de la ONU, cuando se sacó un zapato y golpeaba
con él fuertemente el pupitre para llamar la atención en su disputa con
occidente. La intervención de la ONU y el propio papa Juan XXIII
enfriaron los ánimos y se consiguió que Rusia retirara los misiles que
había instalado y que Estados Unidos levantara del bloqueo a que había sometido la isla y la promesa de no invadirla.
Produjo también gran estupor el asesinato, en Dallas un año después, del Presidente Kennedy sin que a pesar de los años transcurridos se haya podido aclarar el autor o autores intelectuales del crimen.
Otro de los hechos que tuvo un gran impacto mundial por la evolución de la Iglesia fue el Concilio Vaticano II, convocado por Juan
XXIII, hijo de una modesta familia campesina que por su bondad y
sencillez era querido hasta por personas muy alejadas de la iglesia católica; muy humano, muy preocupado por los problemas sociales, por
la pobreza, huía del boato de la curia, abierto al dialogo, incluso con
los comunistas, adoptando decisiones que marcaron una fecha histórica para el catolicismo y que se mostró como un gran innovador, a
pesar de su edad avanzada, con un amplio cambio de orientación mucho más abierto y social y cuyo desarrollo tanta influencia tuvo después en la apertura hacia otras religiones y en la modificación de la
curia romana. Era un motivo frecuente de conversación y se contraponía a su antecesor PioXII que era objeto de críticas. Marcó un hito
en la Iglesia Católica y su fallecimiento (1963), víctima de un cáncer
de estómago, varios meses después de convocar el Concilio Vaticano,
constituyó un verdadero duelo universal. El Concilio prosiguió los trabajos con su sucesor Pablo VI que siguió la misma línea abierta y renovadora de Juan XXIII y lo clausuró solemnemente en diciembre de
1965. Fue de trascendental importancia para la renovación de la Iglesia Católica.
Arraigo y Memoria
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Uno de los sucesos que mantenían la atención en aquella fecha era
la larga y cruenta lucha por la independencia de Argelia de Francia
Un espectáculo que constituyó un verdadero acontecimiento social
entre nosotros fue la presencia del famoso grupo musical inglés, los
Beatles de Liverpool, el más destacado de la música popular de los
años sesenta por su sonoridad, su sentido del humor, su indumentaria, sus peinados y personalidad, que originaba verdaderas crisis de
histeria especialmente entre las jovencitas durante unos conciertos
multitudinarios que ocupaban grandes espacios. La popularidad de
este grupo se extendía a nivel universal proliferando por todas partes
los clubs de sus fans. Han sido considerados los números uno e incluso fueron condecorados por la reina de Inglaterra. Coincidió con la
aparición del movimiento ye-ye que era partidario de alterar la forma
de vestir, vivir de una manera desenfadada y actuar a su manera apartándose de la costumbre habitual.
En aquellas fechas ocasionó un fuerte impacto en la prensa escrita y fue motivo de debate la radicalización del comunismo chino ante una mínima revisión hacia occidente y que provocó, instigados por
el gran dirigente que centenares de miles de jóvenes se manifestaran
exhibiendo el Libro rojo de Mao-Tse-Tung borrando todos los símbolos de la civilización occidental en un gran Movimiento Revolucionario Cultural Proletario para depurar el gobierno, el ejército y el partido e imponer en todo el país el principio de las comunas populares.
Causó mucha impresión la Guerra de los Seis Días (1967) en que
las tropas del ejército israelí arrollando las líneas egipcias ocuparon
parte de su territorio y tuvo como respuesta del gobierno egipcio bloquear el canal de Suez hundiendo barcos dentro del mismo con el consiguiente cierre del canal para toda clase de naves. A la invasión israelí se sumó la ocupación por tropas inglesas y francesas del canal
de Suez pero Estados Unidos, de acuerdo con Rusia, les obligó a que
abandonaran el canal, hecho que puso de manifiesto el fin de la hegemonía europea. Este conflicto árabe-israelí, cada vez más enconado,
persiste en la actualidad.
Por lo insólito e inesperado fue tema de la prensa y de la televisión
(1967) el trasplante del corazón, con éxito, de un cadáver a un enfermo con una afección cardiaca muy grave e incurable realizado por el
doctor Barnard (Sudafrica), hecho revolucionario e insospechado que
abría un amplio campo. En Barcelona, un gran cirujano, el doctor Puig
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José García Galera
Massana, fue pionero en nuestro país de la cirugía cardíaca formando un gran equipo, creando nuevas técnicas y con un resultado muy
eficaz. Nombrado director de Cardiología y Cirugía cardíaca de un
gran centro hospitalario, creó escuela y fue referente nacional e internacional.
Asimismo fue noticia (1968) la invasión de Checoslovaquia y la
ocupación de Praga por los tanques soviéticos al no permitir Rusia
que el gobierno checo iniciara procesos de democratización que afectarían al Pacto de Varsovia.
Otro acontecimiento que causó sensación fue el Apolo VIII con
tripulantes circunvalando la Tierra, después la Luna (1968) y finalmente el Apolo XI transportó un módulo de exploración para el alunizaje de dos astronautas norteamericanos, Armstrong y Aldrin, que
se pasearon por la superficie de nuestro satélite (julio 1969) y fue seguido por todas las televisiones del mundo, ocupó los titulares de los
medios de comunicación y muy comentada la conversación telefónica que mantuvieron los astronautas, desde el satélite, con el presidente Nixon. Como complemento a esto recuerdo a un compañero de mi
curso, el doctor Ballvona, excelente estudiante, que una vez terminada la carrera y especializado en cardiología se trasladó a Norteamérica ejerciendo la especialidad en Houston y en el centro espacial de
Cabo Cañaveral. En uno de los viajes que durante las vacaciones realizaba a Barcelona nos comentaba como hacía electrocardiogramas,
desde este centro, a los astronautas cuando estaban en la estación espacial o de viaje hacia nuestro satélite. Nos parecía fascinante.
Perdonen si aprovecho este suceso para referir una anécdota, actual, del dialogo entre un joven estudiante pretencioso y un anciano.
Explicaba aquel el porqué la vieja generación no comprendía a la nueva debido a que habían crecido en un mundo diferente casi primitivo
mientras que los jóvenes de hoy han crecido con internet, ordenadores con procesos de velocidad de la luz, viajes a a la Luna, sondas a
Marte, televisiones y otras. Después de una breve pausa, el señor mayor le respondió: tienes razón, hijo mío, nosotros carecíamos de esas
cosas cuando éramos jóvenes así que las inventamos y vosotros las
disfrutáis ahora.
Causó un fuerte impacto en la opinión pública la dimisión de Nixon,
presidente de los Estados Unidos, (1972) por el escándalo de Watergate al hacer espiar la sede central del partido demócrata en plena
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campaña electoral y mentir en el Congreso. Este suceso demostró el
grado de democracia del pueblo norteamericano en que dos periodistas del Washington Post, prensa libre e independiente, con su denuncia obligan, por haber mentido, a dimitir a todo un Presidente de los
Estados Unidos.
Comento de nuevo, como he manifestado con anterioridad, la continuación de la segunda parte de esta miscelánea con algunos de los
hechos más importantes que pudieran afectarme personalmente.
A partir de 1952 mejora la economía, se retiran las cartillas de racionamiento y poco después como cosa curiosa en la automovilística
tuvo su impacto la aparición del pequeño biscuter, de cuatro ruedas,
con solo 200 c.c.de cilindrada, sin marcha atrás y con capacidad para solo dos personas; fue muy popular y se utilizó durante años. Se
inicia la salida del ostracismo, desaparecen las sanciones de las Naciones Unidas, se normalizan las relaciones exteriores de España, se
solicita la entrada en el Mercado Común y en 1953 a consecuencia de
la guerra fría se firman tratados defensivos de tipo económico y militar con Estados Unidos y se establecen en nuestro territorio bases
navales y aéreas conjuntas, con el consiguiente aumento de puestos
de trabajo; se liberaliza algo la actuación del gobierno y se inicia un
intercambio entre ambos ejércitos, lo que conlleva a que desapareciera en nuestras fuerzas armadas la tendencia al inmovilismo, especialmente en los mandos jóvenes plenamente occidentalizados. Me viene
a la memoria que aquel año fue pródigo en extensas lluvias, recibidas
por la población con gran regocijo después de años de sequía, de pantanos exhaustos, campos yermos y restricciones de agua que en este
caso resolvíamos llenando la bañera y recipientes, del líquido elemento para compensar las horas de restricción.
En aquellas fechas estaban en todo su esplendor las revistas de music-hall, circenses y vodevil del mítico Paralelo, como las del Circo
Olimpia, el Teatro Cómico, y el Teatro Español, destacando Ramper
entre las grandes figuras del circo como gimnasta y caricato. Tenía
mucho éxito el número de ir explicando chistes mientras ascendía, con
gran equilibrio, por sillas colocadas verticalmente. Otro gran humorista era Alady, gran cómico, inteligente, autor de su propio espectáculo que presentaba, a diferencia de otros, con una flor en la solapa
de su esmoquin y un bombín; actuaba con frecuencia en las revistas
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José García Galera
junto a Mary Sampere, con Carmen del Lirio, primera vedette de la
revista musical, o con Lepe. En el duo con este último hacían un contraste perfecto, Alady con su agudeza mental y Lepe con su característica voz ronca y dicción lenta.
Una innovación en el espectáculo y en su presentación fue la de
los “vieneses” en el Teatro Español por la gran fastuosidad en la coreografía que incluía decorados corpóreos muy logrados. Estaba dirigido por Arthur Kaps y se completaba con la gran vis cómica de
Franz Johan, en que parte del éxito de sus sketches se debía a la forma de pronunciarlos y a su especial acento. Disfrutamos mucho con
revistas como Melodías del Danubio o Luces de Viena, o con el acordeón y las marionetas de Herta Frankel. El Moulin Rouge, o Molino
era un espectáculo frívolo de varietés para toda clase de público amante de la comedia “verde” y admirar al natural la anatomía femenina.
Se celebraban mucho las picardías de la Bella Dorita y las canciones
de la vedette argentina Celia Gámez en el Teatro Apolo. El éxito de
los vieneses y su gran competencia afectaba en gran manera a otros
espectáculos y para hacer frente a ello se hizo el lanzamiento publicitario de Taxi al Cómico con la gran aportación de Alady que obtuvo un gran un éxito. Asimismo gozaban de gran popularidad y eran
reunión de masas las atracciones de Montjuic con el espectáculo de
agua, luz y sonido de las famosas fuentes de Carlos Buigas y también
estaba muy concurrido el Pueblo Español con el duplicado de las murallas de Ávila y la síntesis de monumentos y edificios de los más bellos pueblos de España.
Por aquel tiempo gozábamos de excelentes películas en blanco y
negro entre ellas recuerdo las norteamericanas Ciudadano Kane y El
Tercer Hombre de Orson Welles, Juan Nadie y Solo ante el peligro
de Gary Cooper, Qué bello es vivir de James Stewart. Eran muy divertidas las proyecciones de los Hermanos Marx y recuerdo por su
singularidad, en color y sonoro, Monsieur Verdoux de Charlot y también sus excelentes Candilejas y Tiempos Modernos. Entre las nacionales disfruté y tuvo gran éxito Locura de amor de Aurora Bautista,
convertida en heroína nacional con Fernando Rey y en la que hacía
sus aparición como princesa mora la jovencísima y bella Sarita Montiel. Hubo otras muchas como El Escándalo, El Clavo de actores como Armando Calvo y tantos otros.
En 1953 fue un gran acontecimiento la aparición de la Televisión,
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una verdadera novedad, con gran impacto público y que se inauguró
con mucho éxito y recuerdo que las personas se detenían ante los escaparates en que estaban expuestas para satisfacer su curiosidad y en
los bares y cafés las exhibían como reclamo. Minoritaria en un principio, al cabo de poco tiempo alcanzó gran auge y cambió la fisionomía de las azoteas y tejados ocupados ahora por antenas televisivas.
Obtuvieron gran predicamento las series de El Santo, El Fugitivo y
Gane Vd. un millón que hacían una gran competencia a los cines.
Los cinematógrafos, para defenderse, emplearon nuevas técnicas
mediante el cinerama, con las grandes pantallas y películas de masas
como Ben-Hur, entre otras muchas, en cinemascope y con sonido envolvente e incluso promover la imagen tridimensional. Esta técnica ya
la conocíamos; para poder observar las imágenes en tres dimensiones
al adquirir la entrada en las taquillas nos daban unas rudimentarias
gafas con símil de cristal de color azul para un ojo, y el otro rojo. El
efecto era sorprendente. Recuerdo que en una de las imágenes que
presencie, durante la guerra en Alicante, el film de un jardinero que
regaba las plantas dirigió la manguera hacia los espectadores e instintivamente te separabas y echabas hacia atrás para que no te mojaran;
en otra de las imágenes una niña se columpiaba y el efecto óptico hacia que te ladearas para evitar que chocara contigo. Todo esto ocurría
hace unos cincuenta años.
Uno de los espectáculos que tuvo gran auge fue la fiesta nacional
de los toros y de ella la gloria y muerte del mítico Manolete que produjo una verdadera convulsión y durante meses la tragedia de Linares ocupó a la prensa y a la ciudadanía.
En 1956 hubo algaradas estudiantiles importantes, en las universidades se celebraban asambleas aunque estuvieran prohibidas, protestas y algún intento de manifestación con pancartas y enfrentamientos con los grises, como llamaban a la Policía Armada, que fueron
reprimidas con algunos heridos y un muerto. Se practicaron detenciones, se proclamó el estado de excepción y el ministro aperturista Ruiz
Gimenez encontró una oposición muy tenaz del franquismo más ortodoxo y fue destituido junto a sus principales colaboradores.
Con el transcurso del tiempo se iniciaba además una profunda separación generacional en la forma de pensar de padres e hijos. La juventud es más dinámica, luchadora, inconformista, masificada, que
intenta liberarse de una sociedad cerrada, llena de complejos y un am-
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biente prohibitivo. Está influida por la televisión, el Concilio, la americanización a través de las películas, los Beatles y otros ídolos e imponen una libertad de costumbres inédita entonces y su status adquiere gran relevancia.
Hay un despliegue económico importante con la entrada en el Gobierno de los tecnócratas del Opus Dei en 1957, universitarios, economistas, bien preparados, en los que predominaba la eficacia y el aspecto político pasaba a segundo plano, imponen un cambio en su orientación creando una economía capitalista de mercado a fin de controlar la inflación lo que se conocería como el Plan de Estabilización que
posteriormente fue completado con los tres Planes de Desarrollo que
propician un auge de la industria, nuevas tecnologías, una renovación
de la agricultura con empleo de maquinaria moderna y una acusada
mejora de la balanza de pagos. Incluso en el ámbito internacional llamó la atención su apertura y relaciones con países comunistas como
Rusia y China
Se le añade a ello el importante ingreso de divisas que proporcionaban el aumento del turismo y las remesas que desde el exterior remitían los casi un millón de emigrantes que habían marchado al extranjero, especialmente a Alemania, a causa de la pésima situación
económica que padecíamos; aumenta la prosperidad, se consiguió que
la tasa de crecimiento fuese superior a la media europea, que se hablara del milagro económico español y se considerara a nuestro país
como una de las grandes potencias industriales. Avanzábamos hacia
una sociedad de consumo y se eleva considerablemente la renta per
cápita. Se creaban nuevos centros de enseñanza, institutos y universidades. Existe una transformación de la sociedad española con desarrollo de la clase media y se modernizan las instalaciones.
Me viene a la memoria, como anécdota, que en aquella época de
bonanza destacaban algunos industriales que habían conseguido un
enriquecimiento rápido y hacían ostentación del mismo con sus fábricas, sus cupos de importación, sus chalets ostentosos, sus automóviles, la embarcación, la amiga, el Liceo y su prepotencia.
Un suceso muy triste y dramático que nos conmovió profundamente en Cataluña fueron las grandes inundaciones de 1962 que sufrieron
Tarrasa, Sabadell y Rubí por desbordamiento de los ríos y que arrasó
casas, toda clase de viviendas humildes, de inmigrantes, destruyó in-
Arraigo y Memoria
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dustrias, líneas férreas y que al producirse de madrugada cuando la
población dormía, aumentaron sus consecuencias y causó más de 700
muertos. Recuerdo que tuvo que intervenir el ejército construyendo
puentes, limpiando obstáculos y trasladando a las personas a improvisados alojamientos,
En este mismo año hubo algaradas estudiantiles y conflictos obreros con huelga general de los mineros de Asturias que se extendió a
provincias del norte y Cataluña que obligó a proclamar el estado de
excepción durante tres meses y que originó momentos de inquietud
general entre la población.
Un hecho que obtuvo especial relevancia en 1965 fue la promulgación de la Ley de Prensa del ministro Fraga que suponía un avance
significativo al desaparecer la censura previa, además de la aparición
de gran número de libertades aunque con algunas limitaciones. Tuvo
gran acogida y la información tanto gráfica como audiovisual fue mucho más amplia y veraz.
Durante aquellas fechas hay un ostensible cambio de las costumbres, que se actualizan, la gente se vuelve teleadicta y la audiencia de
la televisión abarca al 90% de los españoles que está pendiente de los
seriales, existe una americanización de la vida y un cambio en la sociedad que se transforma aceleradamente. Como he comentado anteriormente aumenta el protagonismo de la juventud que es más libre e
independiente, que considera existe una tutela excesiva generacional
llena de reglas y minuciosos comportamientos y que apreciaba como
impropias conductas perfectamente naturales. Se aparta de la mojigatería y se inicia conjuntamente un cambio en la relación de padres e
hijos, que se hace menos impositiva y valga el tópico, más fraternal y
comprensiva, que a la larga destaca como un estilo de vida distinta de
la que se formaron sus progenitores. La mujer empieza a independizarse, ocupa despachos, industrias y centros de decisión, hay una clase media emprendedora, competitiva y abierta, los trabajadores tienen
más conciencia de clase; existe ya una cultura de evasión, lúdica y
consumista.
Como anécdota de ello recuerdo que adquirieron gran auge como
divertimiento, entre otros, las boleras muy concurridas los días festivos por grupos de amigos y no menciono, por ser de todos conocido,
el cada vez mayor incremento de la pasión por el fútbol, una verdadera masificación del espectáculo que ocupaba gran parte de los medios
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de comunicación y la controversia, a veces fanática, entre los partidarios de uno u otro equipo.
Incluso a consecuencia del Concilio Vaticano II la Iglesia ya no es
un monolito intransigente de dogma, hay una apertura, con tendencia
a la división entre antiguos y renovadores, especialmente entre estos
últimos el clero joven que comienza a manifestar su progresismo, la
aparición de teólogos de la revisión y jerarquías eclesiásticas como el
cardenal Tarancón, abanderado del nuevo concilio. Hay expectativas
de una apertura política interior y exterior más abierta. Se fomentan
la industria que alcanza un gran nivel y las infraestructuras, se produce una emigración desde el campo a las grandes ciudades creando
problemas de aglomeración y acentuándose el barraquismo que poco
a poco va desapareciendo, hay trabajo, se hacen horas extraordinarias,
es la economía de mercado, se elevan los salarios y recuerdo que como ya el obrero tiene más recursos, pueden comprar muchos de ellos
el pequeño 600 de la SEAT o una casita en las Planas, próxima a Barcelona, el parque automovilístico se quintuplica. Regresan la mayoría
de los que emigraron a Europa, con un capitalito que emplean para
establecerse, muchos de ellos en el Sur de España montan unos cultivos intensivos, el “gota a gota y el mar de plástico”, que logran sean
un referente en la producción agrícola y gran importancia en los mercados internacionales.
Disminuye la tensión social. Las universidades sufren una gran expansión surgiendo ya las primeras manifestaciones estudiantiles, hay
ya un proletariado industrial en las grandes fábricas, como la SEAT
con 20.000 trabajadores en la industria de automóviles o la de ENASA con la fabricación de camiones Pegaso que cada vez se hacían más
exigentes; las huelgas siguen siendo ilegales. Se potencia la Seguridad
Social (S.O.E.), se levantan Residencias Sanitarias, se construyen pantanos, autopistas y astilleros; sin embargo no se acompañan de un desarrollo político paralelo y complementario, mejoran las garantías y
derechos procesales, aumenta la separación de poderes, se suprime la
censura oficial, sustituida por la autocensura que facilita el papel crítico de los medios de comunicación, se liberalizan algunas leyes, aumenta la seguridad ciudadana pero no hay libertad plena, no se autorizan los partidos políticos y persiste la ocupación del poder en instituciones y aparatos.
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He hecho un esbozo muy somero de sucesos y anécdotas de aquellos años en que ya se veía luz y la salida del túnel de una época desgraciada, oprimida, convulsa y difícil. El régimen se iba liberalizando pero lo que ya acelera el proceso es el atentado de ETA, banda terrorista mezcla de marxismo y nacionalismo, que conmocionó a la
opinión pública, contra el jefe del Gobierno almirante Carrero Blanco. Su muerte supuso un golpe al continuismo que representaba y que
con el descrédito de Arias Navarro, que lo sustituyó, y el fallecimiento de Franco dio paso a la monarquía y a la proclamación de Rey a
Juan Carlos I.
Nos encontrábamos con una situación que recordaba los prolegómenos de una nueva contienda. La transición, el cambio del régimen
político de una dictadura a una democracia, presentaba muchas incógnitas, podía ser el hecho histórico más importante después de la
Guerra Civil aunque estaría influido por la tendencia a una reconciliación nacional, la amarga experiencia de los enfrentamientos, y el
periodo de prosperidad que se disfrutaba. Fueron días muy tensos, de
gran preocupación e incertidumbre. Todos pensábamos en qué sucedería entre dos fuerzas contrapuestas, entre el inmovilismo de gran
parte del régimen y el ansia de libertad y democracia que ya manifestaba la mayoría del país. Nos planteábamos numerosas preguntas:
¿Aprovecharíamos los españoles la dura lección de nuestra Guerra Civil?, ¿Desaparecería el espíritu cainita de nuestra idiosincrasia? ¿Qué
posición adoptaría el Ejército, mandado por generales que habían sido vencedores en nuestra contienda? ¿Aprobarían al bunker continuista?, ¿Aceptaría el ejército, poco propicio al cambio, por disciplina y la
obediencia debida, a la apertura que propugnaba el Rey, jefe supremo
de las fuerzas armadas?
Don Juan Carlos, que heredaba los plenos poderes que poseía Franco, en su discurso de toma de posesión ya manifestó que era el rey de
todos los españoles, abierto a la apertura y por eso se le llamó el motor del cambio que facilitaría la transición de plenos poderes a una
monarquía democrática, constitucional y parlamentaria. Dimitido el
incompetente y continuista Arias Navarro, el Rey nombró Jefe de Gobierno a Adolfo Suárez, jerarca del franquismo pero dispuesto a llevar a cabo la reforma democrática. Suárez cumplió el programa de
democratización desde arriba utilizando las instituciones franquistas
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en lo que se conoció como el pacto de la Moncloa
Por la trascendencia de aquellos momentos recuerdo plenamente
lo sucedido y quiero hacer hincapié en dos personajes que apenas se
mencionan pero que fueron esenciales para que se pudiera llevar a cabo la transición y solo suele citarse a Suárez pero que éste no hubiera
podido llevar a cabo sin la gran actuación de Torcuato Fernández Miranda y el teniente general Gutiérrez Mellado.
Torcuato Fernández Miranda había sido preceptor del príncipe Juan
Carlos e influido mucho en su formación. Al fallecimiento de Franco
el Rey le ofreció el cargo de Presidente del Gobierno o el de Presidente de las Cortes y del Consejo del Reino. El requerido consideró que
sería mucho más eficaz políticamente como Presidente de las Cortes
utilizando las instituciones legales del franquismo porque desde allí
conseguiría el cambio de las leyes por nuevas leyes que cambiarían
todo, pero dentro de la legalidad, de la ley a la ley, lo que logró manipulando, con gran acierto, que las propias Cortes se hicieran el harakiri al aprobar que éstas serían elegidas por sufragio universal y la
Ley de la Reforma Política que establecía la restauración de la democracia parlamentaria que autorizaba la legalización de los partidos políticos incluido el comunista.
El otro elemento decisivo fue el general Gutiérrez Mellado, de carácter liberal, era el Jefe del Estado Mayor Central que logró mantener al ejército, aunque con fuertes tensiones, al margen de las decisiones políticas. Posteriormente sería vicepresidente del Gobierno y se
destacaría en el intento de evitar el 23F.
Ganó la sensatez, se había aprendido la lección, se produjo como
una voluntad de reconciliación nacional para que de nuevo no volviera a ocurrir una tragedia sin igual en la historia de España. Con una
amplia amnistía, el reconocimiento de los mismos derechos a los que
pertenecieron al ejército republicano que los que gozaban los del ejército nacional y el consenso unánime, cediendo uno y otros, dieron paso a la democracia. Esta transición se ha considerado ejemplar internacionalmente.
He expuesto muy someramente algunos de los principales acontecimientos de aquella época y no es mi objeto detenerme en el periodo político o económico posterior a la transición y me limitaré solo a
lo meramente biográfico pues todos los sucesos más recientes son sobradamente conocidos.
Lámina 13
José García Galera con el doctor José Mª Andreu y el doctor Francisco Vilardell,
director de la Escuela de Patología Digestiva de Barcelona
Lámina 14
Junto a los compañeros de promoción Hipócrates
de la Facultad de Medicina, en 1992
Lámina 15
Casa familiar en Planolas (Gerona)
Lámina 16
Mi esposa y mis hijos, Montjuich (Barcelona), 1970
Lámina 17
Nuestros hijos, 1998
Lámina 18
Nuestros nietos, Planolas, 1998
FUNDAMOS UN HOGAR
Finalizada la carrera alquilé a una viuda de médico un despacho
que disponía de Rayos X, mantuve la consulta de medicina general
durante dos años y después pasé a tener consultorio propio y especialización. Hacía también revisiones de pequeñas empresas, para control de sus empleados, porque incluía radioscopia de tórax para descartar tuberculosis. Esta era una plaga que asolaba a toda la nación
como si fuera el quinto jinete de la Apocalipsis. Recuerdo que en la
consulta aparte de la radioscopia les extraía sangre para hacerles una
velocidad de sedimentación sanguínea que solía ser orientadora para
diagnosticar la enfermedad. La situación era dramática y comentaré,
entre otros, dos casos.
Fui a visitar a un enfermo que se encontraba en una de las muchas
barracas situadas en un gran descampado en la parte alta de la calle
Cartagena. Era una barraca pequeña, sin luz ni agua, húmeda, sin ninguna clase de higiene. El paciente se encontraba en avanzado estado
de tuberculosis acostado sobre un jergón en el suelo, sobrepuesto a
una tabla, relleno de hojas y arilos de maíz. Junto a él se encontraba
acostada una hija de tres años. Su esposa había ido a trabajar haciendo faenas. Él no tenía ninguna ayuda ni pensión ni asistencia social,
solo los míseros ingresos de su sufrida mujer. Aquella niña acostada
junto a él estaba condenada a sufrir una enfermedad tan contagiosa.
Eran situaciones que te afectaban en grado extremo y que te inducían
a protestar por tanta injusticia social.
El otro caso era una enferma domiciliada en el Raval, barrio chino barcelonés. Se trataba de una joven de dieciocho años, bastante
agraciada, que yacía en la cama, tosía mucho, había tenido unas pequeñas hemoptisis y fiebre elevada. Estaba auscultándola cuando empezó a toser y escupió sangre que salpicó algo a mi americana. Entonces no teníamos elementos con que luchar ante esta plaga. Inyecciones de calcio endovenoso, vitamina C, buena alimentación y si era
posible irse al campo para disfrutar de aires más puros que en la mayoría de los casos no se podían cumplir. Su domicilio, como casi todas las casas de este distrito, eran de escaleras estrechas, escasa luz,
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lóbregas, malolientes, donde en promiscuidad vivían hacinadas personas de distinta condición y procedencia. Cuando a la semana siguiente volví para hacer la segunda visita a la enferma, que no mejoraba, habían repetido las pequeñas hemoptisis, aumentado la tos, la
fiebre y empeorado su estado general. Era desconsolador en aquel
tiempo no disponer de un tratamiento eficaz y recuperar a la paciente
afecta de tuberculosis miliar, la más masiva y maligna, que hacía estragos entre la juventud. La enferma falleció al cabo de un mes. En la
misma vivienda y en el piso superior me indicaron había otro enfermo de características parecidas afecto de lo que llamaban “tisis galopante”. Eran situaciones muy patéticas que me afectaban mucho y a
las que no apreciaba tuvieran solución inmediata.
A propósito de este caso, por su gran promiscuidad, las condiciones tan precarias y casi inhumanas que se desarrollaban en este distrito haré unos comentarios sobre él.
El Barrio Chino, hoy conocido como el Raval, era en aquella época uno de los barrios más densos del mundo, un lugar mísero, desarraigado, cuna del vicio, del amor barato y conflictivo. Las pésimas
condiciones de la postguerra convertía entonces sus calles, sucias, estrechas y malolientes en un muestrario de enorme pobreza en la que
yacía la miseria de la inmigración y la desesperanza, lugar de reunión
de desahuciados, del hampa barcelonesa y comercio de la droga y que
el pintor Nonell supo captar tan bien en sus sombríos cuadros la mezquindad de aquel ámbito.
Situado junto al puerto y las Ramblas, primero era un barrio obrero y fabril que se desarrolló gracias al esplendor de la industria a principios del siglo XX; fue degenerando y poblándose de garitos, tabernas, fondas y hacinamiento en unas viviendas sucias, casi sin ventilación ni higiene, en donde convivían varias familias con el consiguiente malestar y pendencias. Alcanzó su esplendor en los años veinte especialmente en la zona del Paralelo, con sus cafés concierto, espectáculos de revistas musicales o de “varietés” y numerosos teatros en el
que se mezclaban ociosos, burgueses, artistas, prostitutas y ladronzuelos que iban de un local a otro.
Constituía un espectáculo frecuente observar en las Ramblas a los
marinos de la Navy norteamericana y de otras nacionalidades, que
hacían escala en Barcelona deambular cogidos del brazo con meretri-
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ces que inyectaban algo de vida y dólares al Barrio Chino. El 1956 se
decreta la prohibición de la prostitución, se expropian muchas viviendas, se construyen nuevos edificios en sus solares, se inicia la recuperación, desaparecen los burdeles y se lucha contra tanta degeneración
social. Se practican mejoras urbanas, se abren calles y avenidas, gana
en imagen y se le denomina desde entonces Distrito del Raval y se insiste en designarlo con esta nueva toponímia ya que en la actualidad
ha cambiado en gran parte su fisionomía y condiciones.
El antiguo Barrio Chino era un barrio de contrastes: de una parte
un lugar tenebroso de miserias, prostíbulos, delincuencia y hacinamiento, que he comentado, y de otra parte un paraje lleno de encanto
como las célebres Ramblas con su sol, sus árboles centenarios, el gran
teatro de ópera del Liceo, el jardín multicolor que forman los numerosos puestos de flores, o en los dedicados a los periquitos, loros y todo tipo de aves que revoloteaban en sus vistosas jaulas; el encanto del
mercado de la Boquería, museo de la alimentación y su elegancia en
la exposición de sus productos y la gran variedad y número de pintores que con sus caballetes te invitan a hacerte un retrato o vender sus
telas. Todo en conjunto tiene tanto atractivo que es como un poderoso imán que atrae a una ingente y dispar multitud de turistas y ociosos que deambulan por sus amplias avenidas y durante la noche por
el Paralelo con la multiplicidad de atracciones, teatros, espectáculos
y musical hall.
Pero además existía también en aquella época una amplia zona,
con otras características, con numerosas calles típicas, abundantes establecimientos comerciales y en la que vivía gente menestral propietaria de tiendas o de puestos en el mercado de la Boquería. Esta parte la conocí bien porque recién acabada la carrera hice la sustitución,
durante unos meses, a un compañero de San Pablo que tenía el consultorio en la calle de La Cera, una de las más destacadas, lo que me
dio motivo para conocer a su gente y visitar numerosos domicilios,
personas muy agradables, honestas y trabajadoras. Precisamente en
ella existía una gran comunidad histórica de etnía gitana, muy integrada, y como curiosidad en ella nació la célebre rumba.
El Seguro Obligatorio de Enfermedad se creó en el año 1945 pero
en su fase inicial durante los primeros años ni disponía de consultorios, ni hospitales, prácticamente sin estructuras y limitada su obligatoriedad a un población muy escasa. Posteriormente fue aumentando
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su importancia. Se creó una lucha antituberculosa con amplios medios, se multiplicaron dispensarios antituberculosos, se hacían revisiones en colegios y toda clase de colectivos. Se construyeron numerosos sanatorios en el campo a lo que se agregó la eficaz ayuda de la
estreptomicina, Pas y Cemidón y se pudo contener la terrible lacra.
Progresivamente aumentaba mi actividad profesional: era médico
del Servicio de Patología Digestiva del Hospital de San Pablo, tenía
una plaza de internista en la Caja de Jubilaciones del Montepío Textil
y ejercía la medicina privada. En una de las reuniones de amigos en
casas particulares conocí a Ana María, con gran atractivo personal,
seria y amable, pronto congeniamos y al cabo de tres semanas y coincidiendo con la celebración del Congreso Eucarístico de Barcelona,
como ya he comentado antes, decidimos formalizar nuestra relación.
Ella estudiaba los últimos cursos de la licenciatura de Filosofía y Letras. Después de año y medio ya había terminado la licenciatura con
un expediente académico muy brillante y era ayudante de prácticas
de la Facultad. Creía haber encontrado la persona ideal. Existía un
amor correspondido que sería la clave de la convivencia y reunía una
serie de cualidades, bondad, inteligencia, discreción, veraz y amable,
suficientes para que nuestra unión tuviera una buena base y fuera perenne. Era una decisión importante, responsable y bien meditada. Yo
consideraba que económicamente podía contraer matrimonio y fundar una familia en la cual desaparece el yo para convertirse en nosotros y ya no eres totalmente independiente sino que estás unido material y espiritualmente a la persona que amas para compartir con ella
sueños, planes e ilusiones.
En la participación de boda, nuestros padres Joaquín Arumí Fargas y Francisca Bonet de Arumí de una parte y de otra, Miguel García García y Rosa Galera de García participaban el enlace de sus hijos Ana María y José el día 9 de junio de l954. Se ofició la ceremonia
en la Iglesia de Nuestra Señora de Nuria de Barcelona y el banquete
de bodas, muy concurrido, se celebró en el conocido restaurante “La
Rosaleda” de la Diagonal.
El destino del viaje de novios era Mallorca e Ibiza. El avión de línea regular era pequeño, de hélice, con algo más de una docena de
asientos y al que se ascendía por una escalerita de cuatro peldaños.
Establecidos en un hotel de la bahía de Palma de Mallorca recorrimos
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la hermosa ciudad, sus calles limpias, sin agobios, tranquilas, sus establecimientos acogedores y saboreamos la sencillez y amabilidad de
su gente. Era reconfortante lo solitario de sus playas, la escasez del
turismo agobiante de la actualidad y aparte de la felicidad que te producía haber fundado un hogar y el cariño mutuo, también disfrutaba
en aquellos días por la ausencia de los problemas propios de la profesión, el trabajo intensivo, con frecuencia agobiante, el no tener que
consultar el reloj y que el tiempo corriera indolente y no le prestaras
excesiva atención.
Siempre he tenido interés por la historia y disfruto cuando visito
alguna ciudad y recorro sus monumentos. Palma cuenta con una gran
cantidad de ellos y admiramos la Lonja, edificio gótico que antes era
bolsa de contratación y ahora es museo provincial, la catedral del siglo XIV, el castillo de Bellver, también de la misma época, antigua
morada de los reyes de Mallorca rodeado de hermosos bosques y pinares; el Castillo de la Almudaina en un acantilado y desde el que se
divisa una magnífica panorámica de la bahía; es muy típica la calle
de la Almudaina, estrecha y con su arco. Una bella vista de noche y
desde el hotel eran el puerto y la silueta de la catedral iluminados.
Por fortuna, para nosotros, en aquella época como he comentado,
el turismo era muy escaso y pudimos saborear los pintorescos y bellos pueblos como Manacor, segunda ciudad de la isla y conocida por
las famosas perlas majóricas y en Porto Cristo las Cuevas de Hans
con sus bellas estalactitas; la Cartuja de Valdemosa, donde vivieron
su apasionado amor Chopin y la escritora “Jorge Sand”. Nos gustó
mucho Soller encantador paraje marinero rodeado de naranjos. Alcúdia con sus ruinas y monumentos, la Cueva del Drac en el sector del
lago Martel con su complicado laberinto subterráneo que se utiliza
para conciertos, lo cruzamos en una barquita mientras sonaba una sinfonía. La cueva de Artá que es la gruta más grandiosa de la isla por
la altura de su techos y con un vestíbulo de gran espectacularidad.
Al cabo de una semana en el vetusto vapor Jaime II nos trasladamos a Ibiza. Desembarcamos en la capital de la isla que presenta dos
núcleos urbanos, la marina o parte baja con el inconfundible barrio
de pescadores con callejuelas, pequeñas plazoletas con casas encaladas y ascendimos a la parte alta conocida por dalt vila que ocupa el
recinto amurallado con su característico barrio moruno de calles empinadas y estrechas formando un verdadero laberinto. Encontramos
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muy típico el barrio de la Peña y el Portal de la Tabla que es la entrada para acceder a la muralla de dalt vila y muestra sobre la puerta un
gran escudo de armas.
Nuestro lugar de destino era el Hotel Ses Sabinas de San Antonio,
que es la segunda población de la isla, está situado en el centro de una
amplia bahía y destaca por su iglesia fortificada y su puerto, el mayor
de la isla. Daba gozo contemplar los escarpados acantilados y promontorios de sus calas como las de la Salada, Grasso, Cala Llonga o
la de Cala Bassa que es la que más disfrutamos con una magnífica
playa de arena fina y aguas muy transparentes. Coincidimos con una
turista inglesa, solitaria, de unos 75 años que se bañaba en biquini
(año l954). Iba sola recorriendo el mundo y la próxima etapa era el
Cairo. Lo pasamos muy bien en la playa de San Antonio, frente al hotel, escasamente concurrida entonces y por la que pasaban algunas
campesinas ataviadas con sus trajes típicos, falda negra con pliegues,
delantal, alpargatas de cáñamo y un bonito pañuelo en la cabeza sobre la que a veces transportaban algún objeto. El hotel, a pesar de ser
el mes de junio albergaba pocos huéspedes. Ibiza en aquella época era
una isla casi virgen y sin explotar turísticamente.
Durante la mañana solíamos hacer excursiones en barca para bañarnos en sus acogedoras calas. Por la tarde acostumbrábamos a pasear por los alrededores; eran días tranquilos donde disfrutábamos de
la naturaleza, de la quietud, de la paz y del silencio de sus campos, de
nuestros diálogos, de nuestros proyectos, ausentes de toda preocupación. Un día tuvimos la suerte de presenciar un baile típico donde, especialmente vestidos, los hombres daban grandes saltos en torno a su
pareja al mismo tiempo que hacían sonar como unas grandes castañuelas, ellas muy modosicas con la vista baja daban cortísimos pasos.
Otra modalidad de baile es la “curta” iniciada por la mujer.
Fueron muy interesantes las excursiones que realizamos a varios
pueblos de las islas destacando entre ellos a Santa Eulalia del Río
próxima a la capital, rodeada de pinos y parte de ella asentada sobre
un cerro; y San José, a quince kilómetros de la capital, es la población
más importante del interior, rodeada de colinas pobladas de pinos, algarrobos y sabinas. Terminada la estancia en la isla y no existiendo
aeródromos regresamos a Barcelona en el veterano Jaime II.
El contraer matrimonio suponía un cambio de convivencia no so-
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lo por lo que representaba el hacer una vida con comunión de sentimientos, la expresión del cariño en todas sus formas y en los hábitos
sino además en las relaciones sociales, en una mejor organización de
la forma de vivir, en la compenetración del trabajo y en la formación
del nuevo hogar.
Han pasado once meses y nace nuestro primer hijo, una niña: Ana,
el 30 de abril de l955. El acontecimiento nos llena de alegría que compartimos con los abuelos. Ana María ha recibido ofertas para seguir
en la ayudantía de la Facultad de Letras y dar clases en el Colegio de
Loreto del cual ella había sido alumna, no obstante toma la decisión
de dedicarse solo a sus hijos y a la familia. Eran otras circunstancias
y yo siempre he agradecido este gesto. Un año más tarde nace nuestra segunda hija, Rosa Mary, el 29 de abril y año y medio después Pepe, y el 25 de febrero l960 Elena. Es el tiempo de los nacimientos,
bautizos primeras comuniones, anginas, sarampiones, tosferinas, risas, llantos, colegios, deberes.
Era motivo de satisfacción y sorpresa observar cómo iban creciendo y se iba desarrollando la personalidad de cada uno, con diferencias
entre unos y otros pero con un denominador común de unión, estima
y aplicación. Disfrutábamos con ellos, de sus ocurrencias, de sus alegrías, de sus juegos, de sus pequeños problemas; éramos felices y nos
hacíamos cargo de la responsabilidad que suponía prepararles para
desenvolverse en el estudio y en la sociedad. Inician el bachillerato y
al mismo tiempo se matriculan en el Instituto Norteamericano de los
l4 cursos de inglés, idioma que en los años sesenta no tenía gran predicamento, pero que estimamos que sería el idioma universal del futuro. Ana María hacía de tutora, se encargaba, día a día de de sus estudios o exámenes resolviendo dudas y estimulándolos y yo charlaba
con ellos exponiéndoles las ventajas y satisfacciones que produce la
cultura del esfuerzo, el trabajo, el estudio y te alegras cuando ves que
has obtenido buenos resultados y logrado lo que querías y que tan importante como las buenas notas es la satisfacción que producen los
nuevos conocimientos al ampliar nuestra riqueza intelectual. Estábamos muy satisfechos de ellos, no causaron ningún problema, eran estudiosos y estaban muy unidos.
En 1961 yo tenía prácticamente ocupado todo el tiempo. Era necesario y casi imprescindible poseer un medio de locomoción pero resultaba muy difícil dado que solo el Ministerio de Industria concedía,
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muy escasamente, algún permiso especial de importación y por otra
parte era muy improbable poder optar por uno de fabricación nacional, de reciente implantación, dado el elevadísimo número de solicitudes que existía para adquirirlo. Un compañero de curso era médico
personal del concesionario de la Casa Renault que le había facilitado
un coche 4-4. Aún no había salido al mercado el popular 600 de la
SEAT aunque ya se había iniciado la producción del 4-4 en la factoría de la Renault de Valladolid. No obstante, la lista de solicitantes,
como he comentado, era tan numerosa que la entrega del vehículo tardaba varios años.
Armado de valor y decisión me presenté en la delegación de la Renault en la calle Rosellón, central del concesionario, y solicité ver al
director señor Cañete. La secretaria me preguntó por el objeto de la
visita. Contestación: asunto personal. Le manifesté mis excusas por
la forma de presentarme, le expuse que era médico y me resultaba casi imposible atender la profesión por carecer de medio de locomoción
y que para mí el vehículo era un instrumento de trabajo como podía
ser un RX. y le estaría muy agradecido si podía facilitarme un 4-4.
Se lo tomó bastante bien, charlamos un momento, llamó a la secretaria para que tomara nota y al cabo de una semana me entregaron un
magnífico 4-4 de color beig con motor atrás y cuatro marchas, por el
precio de algo más unas treinta mil pesetas y, como anécdota, que el
valor de un litro de gasolina super era de cinco pesetas. Esto fue un
acontecimiento muy festejado por toda la familia ya que aparte de resolverme un problema profesional ahora podríamos además salir los
fines de semana, hacer alguna excursión y utilizarlo días después para trasladarme a Valencia y asistir al IX Congreso Nacional de la Sociedad Española de Patología Digestiva. Además en aquel tiempo era
una delicia poder aparcar en cualquier calle dada la ausencia de vehículos.
Fue un acontecimiento que tuvo gran importancia porque gracias
a él teníamos mayor autonomía y durante las vacaciones de verano
nos permitía viajar por España y conocer mejor nuestro país. Recuerdo que la primera gran excursión, fue para que Ana María conociera
Andalucía. Nos detuvimos especialmente en Almería, Granada, Málaga y Sevilla que le complacieron mucho por su gente, su belleza y
su riqueza monumental. Le llamó la atención la “chispa” del humor
andaluz y recuerdo como anécdota que cuando entró en un estableci-
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miento a fin de adquirir unos regalos para los familiares, el dependiente a cada objeto que le mostraba hacía un chiste, tan ocurrente,
que nos movía a la risa.
Posteriormente durante las vacaciones de verano disponíamos de
un par de semanas para que nuestros hijos conocieran otras regiones.
En agosto de 1966 estuvimos en Almeria, Lucainena y cinco días en
Mojácar con sus reminiscencias moriscas, su gran auge turístico y
económico y disfrutando de la belleza de la población, de su entorno
y de sus playas.
En aquellas fechas Mojácar tenía unos 8.000 habitantes y era
ya muy conocida internacionalmente. Sus viviendas forman como una
especie de piña de casas blancas, como cubos, con ventanas cuadradas y de gran luminosidad y situada sobre un promontorio desde donde se visualiza una amplia panorámica de la parte llana y de las extensas y bellas playas. Es un encanto pasear por sus calles estrechas
y típicas en su mayor parte ocupadas por comercios que ofrecen al
viandante toda clase de souvenirs. En la recoleta plaza se ubicaba, entonces, una cafetería, el Hotel Indalo, y un mirador desde el que se
divisa una gran llanura con algunos cortijos sueltos y el cauce seco
del río Aguas. La iglesia de Santa María es un templo fortaleza que
en tiempos pasados era un baluarte vigía para prevenir el ataque de
los moriscos. Visitamos además la histórica fuente de los doce caños
donde también, en aquella época se reunían las mujeres para lavar.
Debido a su aislamiento hasta hace años habían prevalecido costumbres árabes e incluso cuando la visitamos en aquel entonces recuerdo
haber observado a algunas personas con el atuendo de las mojaqueras. Nos hospedamos en el Parador Nacional de Turismo situado en
una extensa playa y con unas magníficas vistas desde sus habitaciones, muy acogedor y espacioso, una gran piscina y jardines con profusión de palmeras. Me llamó la atención la frecuencia con que nos
daban huevos de codorniz en los aperitivos y la excelencia de sus pescados. Toda la parte de las amplias y extensas playas se encontraba
ocupada por una gran cantidad de hoteles, residencias, chalets y urbanizaciones. Tuvimos un grato recuerdo de Mojácar y de su gente.
La hemos visitado posteriormente en varias ocasiones y ha crecido de
una forma asombrosa en lo que llamaríamos Mojacar Playa que se extiende a lo largo de toda la costa con innumerables hoteles de gran
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categoría, apartamentos y urbanizaciones para distinguirla de la que
al principio he comentado de la Mojacar Pueblo.
Durante uno de aquellos días, nos invitó el médico de la muy próxima población de Garrucha, don Antonio Moreno, con quien me unían
lazos de amistad y profesionales pues me enviaba enfermos a Barcelona para ser estudiados o intervenidos en el Hospital de San Pablo,
entre ellos un familiar. Nuestros hijos jugaban con los suyos y en nuestra charla ocupó lugar preferente por su actualidad y trascendencia el
accidente de aviación de Palomares ocurrido unos meses antes.
En Enero de l966 un bombardero estratégico de Estados Unidos
colisionó con el avión cisterna que le suministraba combustible desintegrándose ambos aparatos y cuatro bombas termonucleares que llevaba como efecto disuasorio cayeron una en el mar y el resto en la tierra cerca del pueblo de Palomares, a diez kilómetros de Garrucha; en
una de ellas explotó el detonador que esparció material radiactivo de
plutonio pero afortunadamente el mecanismo de seguridad evitó la
explosión termonuclear. Accidente gravísimo internacionalmente. Norteamérica envió una numerosa flota para controlar toda la región y
extraer la bomba situada en el mar empleando toda clase de procedimientos para poder localizarla, incluso un pequeño submarino, pero
pasaron más de dos meses sin lograrlo e internacionalmente se complicaba la situación.
Comentaba don Antonio Moreno que un pescador de allí fundándose en el lugar donde estaban esparcidos los restos de la colisión,
cartones de tabaco rubio, prendas de vestir junto a restos de los aparatos y teniendo en cuenta las corrientes marinas les señaló hacia dónde creía él que estaba la bomba. No le hicieron caso pero como pasaban las semanas sin obtener resultado al final siguieron a su pequeño
barquito de pesca que los condujo al lugar donde efectivamente estaba el artefacto y lograron rescatarlo con el minisubmarino a pesar de
estar a ochocientos metros de profundidad. Por este motivo es desde
entonces conocido por el nombre de Paco el de la bomba. Como anécdotas explicaba don Antonio que durante aquellos meses tuvo mucho
trabajo y consultas, que el piloto del minisubmarino era hijo del célebre aviador Lindbergh y recalcaba que los norteamericanos no tuvieron ninguna atención con el pescador; no le pagaron ni el combustible que podía haber gastado su pequeña embarcación. Se habían sacado casi dos mil toneladas de tierras feraces que estaban contamina-
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das de plutonio que depositaban en grandes barriles para su traslado
a un cementerio de residuos radioactivos pero a sus propietarios todavía no les habían indemnizado Dominaba el malestar por la poca
transparencia con que se había llevado el accidente, la protesta de los
habitantes de Palomares por las escasas indemnizaciones y persistía
la duda de si la descontaminación de la tierra había sido completa.
GARRUCHA es un pueblo de unos 9.000 mil habitantes con el
término municipal más pequeño de España y por eso casi todo él está ocupado por edificaciones que se extienden a lo largo de la costa;
destaca por su importancia económica y turística, con tres puertos
donde encuentran abrigo numerosas embarcaciones deportivas, yates
y una importante flota pesquera que le proporciona abundante y selecta pesca que se degusta con verdadero placer, e instalaciones para
practicar toda clase de deportes de mar. Llama la atención la gran amplitud y longitud de su paseo marítimo de casi dos kilómetros que se
caracteriza por una bella balaustrada de mármol blanco. Junto a la
playa y el puerto existen numerosos restaurantes en uno de los cuales
saboreamos las exquisitas gambas que tanta fama tienen aquí. Contigua a esta población está la de Vera, importante centro económico y
turístico, con un gran pasado histórico, junto al río Almanzora y que
por lo limitado del tiempo no pudimos visitar.
Desde Garrucha nos trasladamos por una carretera que bordea el
mar y después de atravesar unas montañas de forma piramidal y con
unas impresionantes vistas, al cabo de unos treinta kilómetros de recorrido llegamos al pueblo pintoresco de CARBONERAS importante puerto pesquero, localizado dentro del Parque Natural de Cabo de
Gata, posee una de las desaladoras más importantes de Europa, una
fábrica de cementos y una central térmica. Tiene dos castillos, uno en
la población y otro exterior en el que está ubicado un faro. Antiguo
pueblo de pescadores se ha transformado en un enclave turístico de
importancia y nos llamó la atención la excelencia de sus playas y la
nitidez de sus aguas en las que según observamos es un buen lugar
para practicar la pesca submarina.
A solo cinco kilómetros de aquí se encuentra AGUA AMARGA
que ya he mencionado antes que era el punto donde terminaba el ferrocarril minero que desde Lucainena trasladaba el mineral de hierro.
Era entonces un pequeño núcleo de pescadores, con una excelente playa y en la actualidad es un gran centro turístico.
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José García Galera
En 1968 fue acogida con gran alivio, especialmente en España,
que estaba muy sensibilizada por el accidente de Palomares, la suspensión por Estados Unidos de los vuelos permanentes de los aviones
portadores de armas atómicas. Fueron otros hechos similares los que
se habían producido durante aquellos años, entre ellos un bombardero B29 que se estrelló contra una montaña cuando era portador de una
bomba nuclear; otros aviones, en distintas fechas, se habían desprendido accidentalmente de una bomba atómica, caída en un caso en el
mar y otra sobre un jardín y aún otra mayor la de un gran bombardero portador de cuatro bombas de hidrógeno que se estrelló en Groenlandia, afortunadamente en ninguno de los casos se activó el mecanismo explosivo. Internacionalmente existía una gran oposición a la
presencia de estos vuelos disuasorios durante los años de la guerra
fría y era muy grande el clamor para que fueran suspendidos.
Otro de los viajes que durante las vacaciones realizábamos con
nuestros hijos para que conocieran España fue a la Extremadura de
los conquistadores. Era un itinerario de dos mil kilómetros que aprovechamos para que conocieran otras poblaciones. Salimos de Barcelona con dirección a Alicante, Almería, Granada, Sevilla y desde esta a Mérida. Solo haré referencia a la etapa final.
Nos detuvimos primero en MÉRIDA a fin de visitar el teatro y circo romanos y nos alojamos en su Parador Nacional; es un edificio histórico en el que llama la atención un conjunto arqueológico donde se
entremezclan elementos romanos visigóticos y mudéjares que embellecen su patio y el jardín. Recuerdo, a pesar de tantos años transcurridos, el buen desayuno en que entre otros manjares destacaban unos
excelentes churros y en la comida la sabrosa caldereta extremeña y
los higos de Almoharín. Mérida es una de las más importantes ciudades de la provincia de Badajoz y la principal durante la dominación
romana, de la que quedan restos importantísimos que la convierten
en casi un museo de aquella época. En las afueras destacan el acueducto y el puente romano sobre el río Guadiana, junto a las murallas
de la Alcazaba que la rodean y en la que se yerguen numerosas torres
cuadrangulares. Pero aparte de los templos, lo que consideramos impresionante fue el teatro romano en el que aún en la actualidad se representan, a veces, obras clásicas. Está muy bien conservado destacando entre sus partes el púlpito, la orquesta y las numerosas columnas y gradas y como complemento y tras la “arena” el anfiteatro con
Arraigo y Memoria
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sus vomitorios y graderíos con capacidad para miles de personas y
que daba cobijo a las estancias de los gladiadores y las fieras. Fue un
largo recorrido por estas impresionantes ruinas rodeadas de jardines.
Nos llamó la atención el gran edificio que hay junto a la calle donde
se encuentran las taquillas para la entrada al recinto, correspondía al
Museo Arqueológico de Mérida depositario de los hallazgos escultóricos del teatro y de la región. Es muy completo y nos satisfizo mucho.
Nuestra siguiente etapa era CÁCERES, a unos cuarenta kilómetros. Alcanzó gran importancia durante el siglo XVI porque desde
aquí partieron gran parte de los conquistadores de América. Nos impresionó sobremanera su parte antigua en la zona amurallada a la que
accedimos a través de un gran arco y dentro de su recinto, plenamente medieval, sus edificios nos recordaban, aunque con un matiz distinto, a Santillana del Mar donde su evolución natural parece haberse
detenido en siglos pasados. Destacaban entre ellos la iglesia de Santa
María, declarada monumento nacional, con unos sepulcros muy artísticos. Recuerdo, entre otros, la Fortaleza, la Casa de la Generala, la
Casa del Comendador, el Palacio de los Mostezuma, el Palacio Arzobispal y el Palacio de Golfines donde se mezclan varios estilos. El Arco de la Estrella daba paso a otras instalaciones. Fue una visita que
nos ocupó todo el día, que rememoraba toda una época de nuestra historia y reconfortó también una buena caldereta extremeña que saboreamos en un restaurante próximo a la muralla.
Otra población de nuestro itinerario era TRUJILLO, tierra de conquistadores, situado a unos cuarenta y seis kilómetros de Cáceres. Nos
hospedamos, como de costumbre, en el Parador Nacional de Turismo
ubicado en un antiguo convento, con bellos claustros, confortable y
casi con ambiente monacal. En la población destaca la espaciosa Plaza Mayor, rodeada de soportales, con dos niveles y numerosos establecimientos, resaltando varios restaurantes y entre ellos el Mesón La
Troya, regentado por la “Abuela”, de ambiente familiar, donde saboreamos abundantes platos de la región a buen precio. En uno de los
extremos de la plaza y como presidiendo la misma, está ubicado el
llamativo monumento ecuestre con la estatua de Pizarro, fundida en
bronce, realizado por un escultor norteamericano y del que nos contaron, como anécdota, que en realidad esta escultura representaba a
Hernán Cortes y tenía como fin colocarla en ciudad de Méjico, pero
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José García Galera
los mejicanos la rechazaron y entonces el escultor la donó a Trujillo
como si fuera la de Pizarro.
Iniciamos la subida hacia el castillo, situado en un altozano, ascendiendo por una calle empinada en cuya margen izquierda se hallaban
situados la mayoría de los palacios que al regresar a su tierra construían los conquistadores para exhibir ante sus paisanos su poderío y
grandeza, aunque muchos de ellos no los lograrían ver terminados
porque habían fallecido antes de acabar su larga edificación. Destacan los de Orellana, que descubrió el Amazonas, el de Pizarro, conquistador del Perú y el palacio del duque de Carlos con su peculiar
balcón-esquina y el enorme escudo de las águilas imperiales concedido por el emperador. Siguiendo la ascensión y en la ladera derecha
se encuentra la iglesia de Santa María la Mayor del siglo XII, con un
buen retablo de la escuela flamenca y un coro plateresco. Al penetrar
en ella si introducimos una moneda aparece la iluminación del recinto al mismo tiempo que se oye música sacra. En este templo está el
sepulcro, entre otros, del famoso gigantón Diego García de Paredes
de descomunal fuerza física, conocido por el Sansón o el Hércules español, que se destacó en las tropas de Carlos I en Italia comentándose que él solo, con el auxilio de la espada, puso en fuga a toda una
compañía francesa y que posteriormente intervino en la conquista del
Perú. Al final de la ascensión se encuentra el castillo y encima de la
puerta de entrada árabe, con arco de herradura, había un azulejo con
la imagen de una virgen que corresponde a la patrona de Trujillo, la
Virgen de la Victoria. Una vez dentro y aparte de las estructuras y
murallas propias, destacan dos torres cuadradas, la gran longitud del
perímetro de las murallas que la rodean y la grandeza del castillo que
fue básico para la conquista de Extremadura. Desde la fortaleza se
visualiza una grandiosa panorámica de la campiña y abajo la Plaza
Mayor con la llamativa estatua ecuestre de Pizarro.
El viaje en coche hasta GUADALUPE, unos ochenta kilómetros,
muestra una orografía muy característica con abundancia de encinas
y alcornoques y a medida que nos acercamos a la ciudad visualizamos como una especie de alcazaba, con sus murallas y un monasterio dentro de ellas, el monasterio de Santa María, considerado como
uno de los mayores símbolos de Extremadura. La devoción por la Virgen de Guadalupe llegó a ser tan importante que traspasó los mares
y ha quedado gravado su nombre en la denominación de más de cien
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ciudades de América y Filipinas y patrona de otros muchos. Desde la
plaza existe una escalinata que se ha de subir para llegar al templo.
Nos llamó la atención su fachada y las puertas de bronce. Para venerar la imagen de la Virgen Negra de Guadalupe y rendirle pleitesía
acudían conquistadores y reyes e incluso Colón, a su regreso, llevó a
este santuario para que fueran bautizados los indios que trajo consigo. Los orígenes del monasterio se remontan al siglo XIV y está declarado como monumento artístico-histórico patrimonio de la Humanidad. En su recinto, grandioso y austero, destacan sus dos claustros,
el gótico con tres plantas y el mudéjar muy bello, la sala capitular, el
camerino de la Virgen y la más importante, la gran riqueza de la sacristía que contiene unos lienzos de Zurbarán, el genial artista extremeño. En el templo está el sepulcro de Enrique IV de Castilla. Es uno
de los monasterios más venerados de España y el símbolo de la Hispanidad. En su entorno se encuentra el Parador Nacional del Turismo
y un poco más abajo la plaza y una calle con numerosos establecimientos de recuerdos entre los que predominan los manufacturados
de cobre que al llamar la atención de Anita adquirió varios de ellos,
en su mayoría de martelé y muy decorativos.
Nos hizo ilusión, por la fama de sus jamones, trasladarnos al pequeño pueblo de JABUGO, en la provincia de Huelva, rodeado de extensos bosques de encinas y alcornoques que se extienden a lo largo
de toda su sierra. Nos lo indujo la curiosidad por conocer de cerca una
de las cunas del famoso cerdo ibérico pata negra que abarca toda esta región. Durante el desplazamiento y a través del campo vimos que
debajo de las encinas había varias piaras de cerdos bajo la vigilancia
de un pastor que provisto de una larga vara apaleaba el árbol para que
se desprendieran las bellotas lo que exteriorizaron los cerdos con sonoros gruñidos de satisfacción al mismo tiempo que las hociqueaban
y engullían con rapidez. Como anécdota nos comentaron que los paquidermos, en régimen de montanera, solo belloteaban los tres últimos meses de su vida. El pueblo tiene una modesta iglesia parroquial
y la Cueva de la Mora pero lo que nos llamó la atención fue visitar
una cooperativa en que nos mostraron el proceso de elaboración de
los jamones y unas inmensas bodegas subterránea con grandes reservas de piezas del suculento manjar. Dentro de la modestia del pueblo
destacaban en él los establecimientos para la venta de los acreditados
productos del cerdo ibérico; en casi todos ellos había aquel día bas-
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José García Galera
tantes personas foráneas que adquirían, entre otros elementos de chacinería, con preferencia jamones. Nosotros compramos una pieza que
envolvieron muy bien para que pudiéramos trasladarla en el capó del
coche.
Como complemento de nuestra gira nos desplazamos a la importante población de ARACENA, a unos veinte kilómetros de Jabugo a
fin de visitar la célebre Gruta de las Maravillas con bellísimas formaciones calcáreas de estalactitas y estalagmitas con un recorrido de
1200 metros. Por cierto que nos advirtieron que las personas que padecieran de enfermedad cardiaca no debían visitarlas porque podrían
correr un gran riesgo. Efectivamente comprobamos que se desciende
unos 200 metros por unas cien escaleras que comunican estrechos y
bajos pasillos que nos obligaban en ocasiones a bajar la cabeza para
poder pasar. Es una maravilla apreciar como durante miles y miles
de años el carbonato cálcico y el agua son capaces de formar salones
y lagos que constituyen un conjunto de estalactitas y estalagmitas de
gran belleza y unas imágenes de forma y color en sus columnas que
cuesta trabajo imaginar. Nos llamaron especialmente la atención la
majestuosidad del Gran Salón y las formas redondeadas de la Sala de
los Garbanzos. Recuerdo que comentando esta faceta y por la importancia de las grutas fue motivo para que fueran filmadas como si se
trataran de fondos submarinos en la película de “Veinte mil leguas de
viaje submarino” del capitán Nemo basada en la novela del célebre
escritor y precursor del futuro Julio Verne. Disfruta la población del
Parque Natural de Sierra Aracena con castaños, encinas y alcornoques centenarios, es un centro turístico importante gracias a la presencia de las grutas y también por el atractivo del jamón ibérico. Es
la mayor población de la comarca y en un altozano destaca la presencia de un antiguo castillo. Es de señalar que bajo este cerro se encuentra la Gruta de las maravillas.
PLANOLAS
En el año 1965, junto con mis amigos y compañeros del Hospital
de San Pablo los doctores Manuel Guix y Armando Martí, coincidiendo en una excursión, nos gustó el pueblecito del Pirineo conocido por
Planolas y decidimos construir en él nuestra torre, nombre con que se
conoce en Cataluña a los chalets o viviendas. Es un típico y bello pueblo de montaña de la comarca del Ripollés, a l27 km de Barcelona,
junto a la N. l52 de Barcelona a Puigcerdá, con estación de ferrocarril, unos 400 habitantes, una iglesia románica del siglo XI, las típicas casas de piedra y pizarra, un centro de reunión en el “Casino” y
tres pequeños restaurantes. Rodeada de bosques como el Cogulló, y
montañas como el Pla de la Serra de l.700 m., la Tusa y más alejadas
la Comarmada, el Taga y el Puigmal. Casi toda la población era autóctona y vivía del campo y del ganado; el paisaje rústico, casi bucólico, con extensos bosques de coníferas en el que moran la gamuza
(isard), el jabalí, el zorro, el rebeco, el gato montés, el tejón y el águila real, entre otros animales, y los grandes y verdes prados en que pastan caballos y vacas; abajo, en el valle, el río Rigard tan apreciado por
los pescadores de truchas. Los inviernos son fríos, con temperaturas
bajo cero y frecuentes nevadas para deleite de los esquiadores. Los
veranos secos, luminosos, soleados, frescos al atardecer y durante la
noche en que suele ser necesaria la ropa de abrigo.
Nuestra casa es como las típicas del Pirineo con tejado de pizarra
con gran pendiente y la fachada cubierta la mayor parte de madera y
piedra. No obstante se distingue de las otras en que estas carecen de
balcón y tienen sus ventanas cerradas por porticones; la nuestra, como la contigua del doctor Martí, a diferencia de las pirenaicas tiene
un gran balcón central y ello es debido a que cuando nos dirigíamos
para asistir al Congreso Mundial de Digestivo que se celebraba en
Munich, durante el trayecto pernoctamos en un bello hotel de montaña en Innsbruck que como casi todas las del Tirol tienen un gran balcón de madera adornado con macetas llenas de flores. Nos gustó mucho, copiamos la idea y por eso se la transmitimos al arquitecto.
Nuestros hijos acusaron bien el cambio, disfrutaron mucho del am-
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José García Galera
plio jardín, se bañaban en la piscina con los amigos y como por encanto aquel clima saludable hizo desaparecer las frecuentes anginas
y resfriados, se hacían fuertes y pronto pasaron de la niñez a la adolescencia. Todos ellos tenían como denominador común la unión y el
cariño y lo de uno era de todos. Me vine a la memoria una anécdota.
Cuando Ana Mary cumplió los dieciséis años (año 1971), le compramos una “Minimontesa” de 50 c.c. de cilindrada y que compartían
todos los hermanos. Uno de ellos, muy joven, en una ocasión no tuvo
en cuenta este detalle e intentó hacer un pequeño trial que tuvo como
consecuencia dañar severamente la rueda anterior y a pesar del natural disgusto no surgió una fuerte discusión entre ellos. Eran trabajadores y cuando cursaban el bachillerato solían dar clases a alumnos
que habían suspendido o tenían dificultades y esto les proporcionaba
unos pequeños ingresos que valoraban mucho más que los que le pudieran corresponder por la clásica “semanada” que les dábamos. Las
dos mayores daban dos horas de clase semanales, sin ánimo de lucro,
en un centro benéfico del Pueblo Seco a alumnos con dificultades que
carecían de medios económicos. El hacer esta labor docente era al
mismo tiempo un estímulo porque el hábito de realizarlo al cabo del
tiempo observaban que tenían más facilidad parea expresarse, ser más
esquemáticos y concisos en la exposición, lo que les conduciría a tener más facilidad de palabra cuando más adelante tuvieran que dar
una charla profesional.
Practicaban trial con las motos, hacían excursiones por las montañas o jugaban al tenis durante el verano pero en la época que más disfrutaban durante las vacaciones de Navidad era practicando el esquí.
Utilizábamos el coche o el tren para desplazarnos a las próximas
pistas de la estación de la Molina, pionera de España (1909), dotada
de todo tipo de instalaciones con un moderno complejo de hoteles,
restaurantes, refugios y numerosas y bellas torres particulares. El paisaje desde los remontes o del alto de la montaña es idílico y para goce de la vista. Las pistas de la Molina se comunican con las de la estación de la Masella lo que hace que la superficie esquiable sea muy
extensa. Más lejana, y por ello íbamos menos, están las de Font Romeu en la Cerdaña Francesa.
Los tres meses de vacaciones estivales de los colegios los pasábamos en Planolas. Las madres organizaban excursiones a la montaña,
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al Taga, a Nuria o a la Comarmada (superior a los 2.000 m.). Por cierto, cuando alcanzaron la cima de esta última debajo de una piedra
grande había un libro para firmar y en una de sus hojas alguien había
escrito “victima d’una enredada he arrivat a aquesta alçada” (víctima de un engaño he llegado a esta altura).
El trabajo te absorbe, te agota, es preciso relajarse, aislarse del esfuerzo cotidiano, buscas sosiego, tranquilidad y cambio de ambiente,
huir del agobio masificado de la ciudad y de la absorbente y ardua labor diaria de la profesión. Las vacaciones suponen una liberación, poder disfrutar del ocio y de más tiempo para dedicarlo a la familia y
los amigos, gozar de la grandiosidad de los bosques y del paisaje que
nos rodea y sobre todo no estar pendientes del reloj, relajar el cuerpo
y el espíritu Los hombres disponíamos de un mes de ellas (los otros
dos meses trabajábamos en Barcelona y solo subíamos los fines de semana). En este mes cambiaba el modus vivendi que sustituía el trabajo habitual, por una actividad mucho más apetecible. Admirar la naturaleza, ascender montañas, atravesar bosques, cuidar el jardín, hacer bricolaje, trabajos manuales y conversar largo y tendido con Ana
María para resarcirnos del escaso tiempo que disponíamos cuando
trabajaba en Barcelona. Durante la mañana aprovechábamos el baño
en la piscina y por la tarde solíamos reunirnos en casa de unos u otros
amigos, era gratificante su compañía y disfrutábamos con las tertulias siempre amenas y animadas y un día a la semana procurábamos
hacer con ellos una excursión a otros pueblos de la comarca especialmente los de la ruta del románico.
Era muy gratificante charlar con los hijos, ver cómo iban desarrollando su propia personalidad. Con frecuencia hablábamos de sus planes, del próximo curso, hacían comentarios sobre sus grupos de amigos, charlaban, se reían y se lo pasaban bien. Pepe solía hacer excursiones con la moto de trial.
En una de ellas José Raventós, junior, invitó a dos amigos de la
población de Masnou que habían terminado la carrera de Medicina y
que eran aficionados a las motos para hacer una excursión en las proximidades del Pla de las Barracas en pleno bosque. Salieron a media
mañana con la intención de regresar a primeras horas de la tarde. Como hacía calor vestían ropa ligera, pensaban almorzar fuera y llevaron un simple bocadillo. En la excursión además de José Raventós y
sus amigos figuraban Tino Fontclara y mi hijo Pepe, el menor de ellos.
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José García Galera
Los cinco marcharon muy animados a pesar de las dificultades que
presentaba lo abrupto del terreno. Se entretuvieron demasiado y se retrasó la vuelta. Los dos invitados no estaban preparados para trial de
alta montaña, tuvieron miedo y se negaron a regresar porque podría
anochecer durante la vuelta y correr un gran riesgo.
Entre todos nosotros empezó a cundir la inquietud ya que tenían
que estar de vuelta a media tarde, era de noche y aun no habían regresado. Al pasar las horas aumentó nuestra zozobra y acudimos a la
Guardia Civil que tenía en Planolas un destacamento al mando de un
brigada. Afortunadamente, aunque ya eran casi las once de la noche,
había luna llena, clara, con bastante luminosidad. Se organizaron varios coches, José Fontclara se dirigió con el jeep a Puigcerdá por si
los excursionistas hubieran decidido ir a la vertiente francesa del Puigmal y estuvieran en la otra frontera. Acudieron gran parte de los vecinos del pueblo y varios amigos de los excursionistas con sus motos
y nos dirigimos hacia el lugar que habían elegido para la excursión,
próximo al Pla de las Barracas y en él se estableció el campamento.
Se encendieron las luces de los coches para hacernos visibles, se tocaron los claxons al mismo tiempo que el Pernilet, pintoresco alguacil, tocaba insistentemente la corneta que utilizaba para hacer los pregones del Ayuntamiento.
El brigada nos dividió en dos grupos, uno que se dirigiría hacia el
pas d’els lladres y el nuestro en que yo iba en un jeep acompañado
por el brigada y un número de la guardia civil. Aunque existía gran
luminosidad por la luz de la luna ofrecía un cierto riesgo el dirigirnos
por una carretera forestal de tierra, estrecha y peligrosa bordeando
precipicios en dirección a Fontalva. Nos detuvimos al llegar a una pequeña explanada. Abajo, al fondo de la cortada, este paraje es conocido por la Font de l’home mort porque en ella se habían despeñado
y fallecido varias personas. En su fondo corría un pequeño riachuelo
y en él, por el reflejo de la luna, se veía brillar como un objeto. El pesimismo me invadió en aquel momento pues podían haberse despeñado y lo que brillaba en el riachuelo podía corresponder al espejo de
alguna moto que reflejaba la luz de la luna. Llenos de pesadumbre y
mucho frío, eran las cuatro de la madrugada en aquellas alturas, descendimos por la fuerte pendiente, a veces a gatas, apoyándonos al mismo tiempo con las manos y pies. Me maravillaba la resistencia física
del brigada de la Guardia Civil que a pesar de rebasar los cincuenta
Arraigo y Memoria
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años abría camino, iba muy rápido y animaba. Cuando descendíamos,
con grandes cuidados, de repente aparecieron numerosos caballos casi salvajes que pastoreaban libres en el bosque que al oírnos se asustaron y cruzaron rápidos ante nosotros. Cuando estábamos a medio
camino y por la parte alta nos sorprendió el ruido de una moto. Dimos voces e hicimos señales con las linternas; el que nos respondió
con fuertes voces era mi hijo Pepe que, solo, se había atrevido con su
moto en medio de la noche en terreno tan abrupto y peligroso; al ver
las luces vino buscando ayuda para los que estaban titiritando de frio,
famélicos y sedientos. La alegría fue inmensa y casi lloré cuando nos
abrazamos. Le envolví con una manta, le dimos un vaso de leche que
llevábamos en un termo además de un pequeño bocadillo y regresamos al campamento. Poco después yo reflexionaba que los dos compañeros mayores, aunque estuvieran asustados y ateridos de frio nunca debían haber dejado que mi hijo partiera solo a buscar ayuda, era
el menor y en la alta montaña en trial es imprescindible que vayan en
moto, como mínimo, dos personas. Si va una sola y tiene la mala fortuna de caerse y fracturarse una pierna o conmocionarse, aislado, en
medio de la montaña y sin ayuda corre peligro de muerte. En aquellos tiempos no existían móviles u otros medios de comunicación.
Mi hijo indicó a los amigos, que nos habían acompañado, el lugar
donde estaban los perdidos y los cuatro con las motos marcharon raudos a su encuentro. Felicité efusivamente al brigada de la Guardia Civil y al número que le acompañaba por su gran profesionalidad y el
cariño con que lo hicieron. Al final, bien está lo que acaba bien.
Pocos meses después ocurrió un suceso algo parecido, unos padres, los Guiu, miembros de la colonia, fueron con su hijo de ocho
años a buscar fresas silvestres (maduixes) muy abundantes en aquella
fecha. Ya llevaban recogidas casi medio cestillo cuando de pronto se
dieron cuenta de la ausencia de su hijo. A pesar de las voces llamándolo y buscar insistentemente no lo encontraban. En la montaña por
lo abrupto del terreno y lo tupido del bosque a veces estás a cien metros uno de otro y ni lo ves ni lo oyes. Y se hace inútil la búsqueda.
En la espesura del bosque pierdes la orientación y si no encuentras el
punto de referencia empiezas a andar y dar vueltas y retrocedes sin
querer al punto de donde partiste. Especialmente resulta muy peligrosa la presencia de niebla que envuelve todo, es peligrosa y se convierte en tu enemiga, te acongoja, te llena de dudas y la desorientación es
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completa. Considero aconsejable llevar una brújula si no se conoce
bien el terreno y careces de puntos de referencia.
El matrimonio después de horas de búsqueda regresó desconsolado a Planolas para solicitar auxilio. Al poco de iniciarse éste, unos
excursionistas comunicaba por teléfono haber encontrado al niño que
iba llorando y andando por el camino de Fontalva. Los padres al día
siguiente, en acción de gracias, ofrecieron una misa en la iglesia de
Planolas.
En otras ocasiones organizábamos excursiones en grupo a pueblos
vecinos, especialmente siguiendo la ruta del románico disfrutando con
sus numerosas iglesias y capillas que habían proliferado en el Siglo
XI. Correspondían a la época del florecimiento de Aragón y Cataluña, con la introducción de la liturgia romana a finales de este siglo y
que junto al intercambio de artistas propiciaron la explosión arquitectónica de la región. Entre ellos está a 20 kilómetros de Planolas el
grandioso monasterio benedictino de RIPOLL una de las mejores piezas del románico, con su magnífico portal y su claustro del siglo XII
y que fue uno de los más influyentes sobre todo en el periodo del Abad
Oliva, hijo del conde de Cerdanya, persona muy preparada e influyente, y en él está enterrado su fundador Wifredo el Velloso. En su época fue un importante centro cultural con una de las más famosas bibliotecas de la cristiandad y a la que acudían artistas y eruditos de lejanas tierras. Merece la pena detenerse en el Archivo-Museo parroquial donde se exhiben colecciones relacionadas con la vida de Ripoll
y entre ellas una interesante de armas antiguas. A escasos kilómetros
de aquí se encuentra San Juan de las Abadesas y su conocida abadía
benedictina con un claustro gótico de gran belleza; unos kilómetros
más arriba está Camprodón con su iglesia románica y el puente del
medievo.
Una de las excursiones más interesantes es la de la comarca de la
Garrortxa destacando en ella a BESALÚ, declarada conjunto histórico-artístico nacional por su arquitectura medieval y su puente de piedra fortificado, con varias torres, sobre el río Fluvía y en el que durante la época del condado instalaron un “pagus” para los viajeros. Es
grato visitar la iglesia de Santa María, la de San Pere y la de San Vicente, de diversidad de estilos aunque su estructura general sea románica.
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En el mes de septiembre la población parece haberse trasladado a
la Edad Media pues rememoran en aquella fecha pasados tiempos, celebran fiestas se visten y ornamentan como en el Medievo, simulan
justas y torneos, enfrentamiento singular entre dos combatientes a caballo y cuadrillas que luchan entre sí figurando escaramuzas y batallas. Sin embargo, lo que más nos sorprendió fueron sus reminiscencias hebreas con los baños de purificación ritual, lavatorio, junto a las
murallas y anexos a la sinagoga, únicos en España y solo tres en Europa. Los judíos tenían aquí una importante comunidad con su propio barrio o call en edificios románicos e incluso la antigua sinagoga
situada en la plaza. Los norteamericanos han contribuido para su restauración y muchos de ellos lo consideran como un lugar de peregrinaje; nuestra visita coincidió con uno de sus grupos que con frecuencia acuden aquí buscando sus raíces.
Continuando la excursión en la comarca de la Garrotxa en la que
destaca la importante población de OLOT, capital de ésta, provincia
de Gerona, conocida por su industria de la imaginería y por poseer
un notable museo de pintura, especialmente de autores catalanes muchos de ellos pertenecientes a la escuela contemporánea de paisajistas nacida en esta localidad. Es cuna del pintor Vayreda y del escultor Clará. Entre sus edificios observamos algunos de la época del modernismo, uno de ellos de Doménech y Montaner. Paseamos por los
atractivoss jardines situados junto a las orillas del río Fluviá con su
puente románico. Destaca por su peculiaridad la zona volcánica donde se han conservado hasta 30 volcanes algunos de escasos metros de
altura pero otros alcanzan hasta los 150. Es muy interesante hacer la
excursión a pie por estos valles o montañas con sus frondosos bosques
de robles, encinas y columnas basálticas. El cráter más importante es
el de Santa Margarita con un diámetro superior a los 500 metros, cubierto de vegetación y una ermita en su centro.
En esta misma comarca descuella SANTA PAU con su plaza mayor porticada, su castillo, su recinto amurallado y la torre de homenaje del siglo XIII; está catalogada como Conjunto Histórico Artístico por su carácter medieval y hay una oficina de información sobre
el vulcanismo. Comimos en un restaurante situado en la plaza y saboreamos los platos típicos de la región. Terminamos la excursión con
la visita a BAÑOLAS con su conocido lago en forma de ocho irregular, es el mayor de Cataluña, con una profundidad que oscila entre los
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José García Galera
9 y 25 metros, aunque en algún lugar ésta es superior, es como si fuera el cráter grande de un volcán ocupado por agua, está provisto de
buenas instalaciones deportivas y se pueden pescar carpas. Por cierto
que recuerdo como anécdota que cuando en grupo paseábamos junto
al embarcadero del lago, uno de los patrones de las embarcaciones nos
ofrecía para recorrerlo un precio especial para colectivos de la tercera edad lo que no sentó muy bien porque nuestra edad, entonces, oscilaba sobre los 60 años y nos encontrábamos en plena forma. En su
bella Plaza Mayor, con soportales, semanalmente se celebra su famoso mercado.
Otra de las excusiones que más nos satisfizo fue la de visitar las
ruinas grecorromanas de AMPURIAS localizadas en el importante
puerto pesquero de L’Escala en la Costa Brava. Es uno de los más destacados yacimientos arqueológicos de España situado en un bello entorno junto al mar, centro comercial relevante de los griegos en el siglo VI a.de C. y colonizado dos siglos después por los romanos. Es
un bello espectáculo contemplar las ruinas de la ciudad griega de Emporium o la romana de Emporiae con restos de muralla urbana, la plaza del mercado, la acrópolis, el anfiteatro, restos de edificios y sobre
todo los numerosos y bellos mosaicos tan bien conservados pertenecientes a ambas civilizaciones.
Como complemento de la excursión nos desplazamos hacia el monasterio benedictino de SAN PEDRO DE RODA situado en una colina que domina la región y una gran vista sobre la bahía de Llansá
al norte del cabo de Creus. Está considerado como uno de los mayores exponentes del románico catalán, con sus murallas, torres de defensa, grandes naves y el campanario. Disfrutamos mucho con esta
excursión por el norte de la bella Costa Brava Brava, del litoral de la
provincia de Gerona, con sus escarpadas costas, abrigadas calas, islas y los numerosos pueblos y ciudades, muy típicas y acogedoras y
que por ser de todos conocidas sería innecesario mencionarlas. Comentando este hecho con unos compañeros de mi especialidad en un
Congreso manifestaban la gran ventura de que podíamos gozar los
que vivíamos aquí por lo generosa que había sido la naturaleza con
Cataluña ya que con poco más de cien kilómetros de distancia podíamos esquiar en las buenas pistas del Pirineo Catalán y disfrutar de
sus bosques al mismo tiempo que con algo más de una hora podía-
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mos trasladarnos a la Costa Brava.
Un día, junto a varios amigos Martí, Raventós y Bou organizamos
una excursión a unos de los picos más altos del macizo de Nuria, el
Torreneulas y el Valandrau. Teníamos que madrugar, a la salida del
Sol, porque a partir de los l.700 metros no suelen haber ni pinos rojos
ni abetos y careceríamos de la sombra de los árboles para protegernos de fuerte sol del verano en el último tramo que era el más duro.
Ascendíamos animados, siguiendo a veces un sendero, otras acortando, dirigiéndonos hacia la cumbre, en ocasiones con cierta dificultad,
que la hacía más interesante, hasta que sudorosos y cansados lográbamos alcanzar la cima que superaba los 2.000 metros. Compensaba
todo el esfuerzo el poder saborear la visión de la inmensidad del paisaje que divisábamos a nuestros pies, la extensión de los bosques, los
diminutos pueblos que se destacan allá abajo, la presencia próxima o
lejana de otras elevadas cumbres y el silencio y la belleza de una naturaleza que te emociona. Descansamos, entablamos una animada
conversación que expresaba nuestro contento y alegres y con buen humor saboreamos unos bocadillos y bebimos una copa de cava, de la
botella que había llevado en mi mochila envuelta en papeles para que
conservara algo el frío.
Otra de las excursiones que merece la pena es la del Pla de las Barracas al que se accede por una carretera forestal que parte desde Planolas ascendiendo y serpenteando durante cinco kilómetros hasta alcanzar una explanada. Es una bella y amplia vista panorámica de grandes bosques de abetos donde confluyen tres valles: el de Ribas en el
que se divisan los pequeños pueblecitos, como si fueran vistos desde
un avión, de Planolas, Ribas, Ventolá y Campellas. El de Nuria con
el Puig de la Estremera y hacia el Norte con la Tossa dels Pas dels
Lladres de 2.700 metros junto a la magnífica del Puigmal de 2.900 ya
en la parte francesa. Es un espectáculo casi sobrecogedor, es como
“un mar de montañas”. Te seduce ver como se filtran los rayos de sol
a través de las ramas de los árboles para posarse sobre el suelo, o en
el otoño el contraste del ocre de los árboles de hoja caduca con el verde intenso de los abetos, o la sinfonía del agua del riachuelo que desde una pequeña altura resbala saltarina sobre el talud o el silbar del
viento cuando con fuerza atraviesa las ramas de los abetos. Te atrae
la vida del bosque, su fragancia, el sinnúmero de florecillas multicolores de su suelo entremezcladas con césped, musgo y el número con-
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José García Galera
siderable de pequeños abetos que nacen espontáneamente.
En ocasiones se cruzan en tu camino conejos o algún zorro, y a
veces, varios pequeño antílopes, característicos de la región, los izars
(gamuzas) que veloces y dando saltos se alejan, o te atrae el sonido
de las esquilas de las vacas que pastan próximas, el intercambio de
saludos con el pastor que las vigila y las caricias de su perro, que como te conoce, acude juguetón a saludarte y solicita tus mimos. Durante las vacaciones han sido frecuentes las visitas a la montaña y a
los grandes bosques pirenaicos. Te seda su silencio, caminas absorto,
divagas, gozas del ambiente. Siempre es bello y más aún cuando se
recrea la vista ante la blanca capa de nieve que cubre el bosque.
Recuerdo una de las primeras veces que caminaba junto a mi familia y empezaba a conocer la montaña. Era un día de quietud, con
un cielo luminoso en el que una águila real planeaba haciendo círculos. No se presta a hablar o comentar cosas, piensas interiormente lo
bella que es la naturaleza, la gran obra que los hombres queremos a
veces dominar, ignorar e incluso agredir pero que cuando hace acto
de presencia nos enseña lo poco que somos. Nos acompañaba ese día
nuestro amigo el abogado Juan Cases, buen conocedor del terreno,
buscábamos fresas silvestres y me dijo: “ las que estás cogiendo ahora son francesas”. Estas excursiones a la montaña gozaban de especial
atractivo cuando en el otoño con la familia y algunos amigos nos desplazábamos al bosque para buscar robellons (setas) ya que requería
una técnica y “especial olfato”, constituía una gran satisfacción el encontrarlos y se establecía una alegre competencia para ver quien conseguía coger mayor número de ellos.
Está muy promocionado el excursionismo, el senderismo y existen
gran número de itinerarios con buenos y largos caminos entre este
grandioso bosque de coníferas, abetos, pinos rojo y negro, prados naturales y escarpados riscales.
Alguna vez nos habíamos detenido en el refugio de montaña que
hay a medio camino como lugar de reunión con otros compañeros para tomar unas cervezas y bocadillos. Es muy alegre, amplio, está bien
montado, tiene buenas instalaciones y permanece abierto durante todo el año. En esta parte del Pirineo existe un buen número de ellos y
constituyen una gran ayuda y seguridad para los excursionistas especialmente durante los meses de invierno que practican entre otras actividades senderismo, travesías a caballo, esquí, y raquetas de nieve.
Arraigo y Memoria
215
Digna de destacar es la visita al Santuario de Nuria utilizando el
tren cremallera que partiendo de Ribas de Freser, asciende hasta Queralbs, con su iglesia románica, sigue serpenteando entre desfiladeros
y túneles y termina en la gran explanada, con su pequeño lago, el santuario de Nuria, la residencia-hotel y las pistas de esquí a 2.200 metros de altura.
Especial mención merece la excursión al amplio valle, la gran llanura de la Cerdaña, amplia planicie elevada a mil metros de altitud,
atravesada por el río Segre de este a oeste, circundada de altas montañas como el macizo del Cadí y el Canigó al Sur y los Pirineos franceses al Norte, con cimas próximas a los tres mil metros de altura que
suelen estar cubiertas de nieve la mayor parte del año, y frondosos
bosques de coníferas y prados naturales que explican la gran variedad del paisaje. La parte septentrional corresponde a la Cerdaña francesa y la meridional a la española. Muy favorecidos por sus envidiables accesos e infraestructuras los pueblos de la Cerdaña han sabido
aprovechar esta privilegiada situación para el deporte del esquí y convertirse en centros residenciales durante el invierno sin que deje de
estar muy concurrida durante la primavera y el verano.
Podemos admirar desde las construcciones del románico y gótico
del Medievo con sus típicos campanarios junto a las modernas instalaciones residenciales de sus numerosos pueblos como sucede con
PUIGCERDÁ, que hemos visitado en numerosas ocasiones, asume la
capitalidad del territorio y está colocada sobre un altozano en medio
de la llanura ceretana, localidad dinámica, vital, bella, en el límite
fronterizo, con casas altas y calles estrechas, la Plaza Mayor porticada y junto a ella un mirador desde el que se divisa toda la comarca.
Destaca en uno de sus extremos el pequeño lago, con algunos cisnes
y rodeado de jardines y mansiones señoriales. Es un lugar de reunión
ciudadana y recuerdo fue muy interesante en una de las ocasiones la
asistencia a la fiesta del lago y la feria de los caballos. Lo mismo podíamos decir de Alp, Bellver, Das, Orus, Bolvir y tantos otros en que
de por sí cada uno de ellos ya justifica la excursión. Como curiosidad
el conocido enclave del pueblo de Llivia que aunque está completamente rodeado de territorio francés pertenece sin embargo a España.
Un día de invierno, con una extensa nevada y temperaturas muy
bajas tuvimos la sorpresa al levantarnos por la mañana que en el te-
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José García Galera
rreno contiguo a nuestra casa había un grupo de cinco jabalíes, uno
de ellos de gran tamaño, que escarbando la nieve hociqueaban el césped. Estuvieron como un cuarto de hora y luego desaparecieron. Habían bajado al pueblo buscando comida.
Otra anécdota sobre estos paquidermos. Nos dirigíamos hacia Barcelona y en una recta de la carretera, antes de llegar a Capdevanol un
hombre que estaba subido sobre el capó de un jeep aparcado en un
camino que conduce a ella hacía gestos y con grandes gritos exclamaba ¡Ahí va! ¡Ahí va! Nos fijamos y efectivamente descendía un
gran jabalí que al llegar a la carretera enfiló hacia nuestro coche, que
lo había detenido, y arremetió contra él con inusitada furia. Afortunadamente el coche de aquella época era un Seat 1500, robusto y con
un buen parachoques de acero, el encontronazo de su hocico con él
fue muy fuerte y quedó manchado de abundantes babas y sangre. Salió renqueante, atontado, dando tumbos y desapareció por el río mientras el hombre del jeep gritaba ¡Le ha tocado! ¡Le ha tocado! Este suceso sirvió para darme cuenta de la rapidez del pensamiento humano.
Mientras que el animal avanzaba a unos cien metros hacia nosotros
pensé: viene contra mí tengo un duro paragolpes de acero en la delantera y si yo avanzo el coche contra él tenemos jabalí, lo llevo al Gril-Gall, un restaurante muy próximo, se los doy y a cambio que me entreguen después la cabeza disecada pero con la rapidez del pensamiento
y más sensato, pensé en el riesgo y en los daños del coche, aunque el
paragolpes de acero fuese muy resistente y sería muy curioso que el
parte para la compañía de seguros figurara daños causados por un jabalí. Todos estos pensamientos sucedieron muy rápidos, en una fracción de tiempo inferior a la que emplearía en recorrer el jabalí, que
venía muy lanzado, los cien metros que nos separaban y opté por permanecer con el vehículo parado.
Un día, a nuestros hijos, adolescentes, les llamó la atención y se
divirtieron al ver correr por el jardín dos conejos de bosque y más aún
cuando al cabo de un mes apreciaron que salían de una madriguera,
situada al pie de un abeto, a siete conejitos que correteaban jugando
próximo a ella. Les hacían mucha ilusión aunque tenían el inconveniente que se comían las plantas de flores. Sin saber porqué al cabo
de dos meses desaparecieron. Años después era difícil visualizarlos
en el bosque a causa de la mixomatosis que casi liquida la especie.
Otro motivo de distracción era la Fiesta mayor del pueblo con su
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variado y extenso programa de actuaciones, se recordaban antiguas
costumbres y tenía un espectáculo atractivo como el concurso de gos
d’atura, los pastores venían ataviados con la clásica zamarra, espardenyes y barretina y era de admirar la gran destreza que tenían los
perros pastores para conducir el rebaño, trasladarlo y llevarlo al redil.
Participaban numerosos ovejeros de distintas regiones con sus perros
para tratar de conseguir el premio del ganador ante el numeroso público reunido; algunos de los asistentes llevaban la típica y secular indumentaria de la comarca. Era un espectáculo lleno de colorido, original, animado y festivo. El perro pastor catalán, el gos d´atura, es el
ayudante imprescindible de los pastores, es muy fiel, rústico, obediente, vigoroso, de mediano tamaño que se adapta muy bien a la alta montaña, es un excelente conductor de rebaños y era de admirar la inteligencia que con sus ladridos, saltos, movimientos rápidos y amenazas
iba agrupando el rebaño de ovejas y lo conducía hasta la puerta del
redil para que penetraran ordenadamente.
Cuando, ya mayores, nuestros hijos contrajeron matrimonio y tuvieron descendencia, muchos veranos pasaban parte de las vacaciones junto a nosotros y era un gozo disfrutar de su compañía y la chiquillería de los nietos. Más adelante al disponer todos ellos de segunda vivienda, como es natural, ya no acudían a la nuestra, echábamos
de menos su presencia pues solo venían esporádicamente salvo algunos nietos que lo hacían más frecuentemente y nos alegraban con su
compañía. Un día muy importante, que se cumplía todos los años el
mes de julio, era la celebración de la onomástica de Ana María que
reunía la familia al completo y todo era bullicio y euforia.
En alguna ocasión habíamos organizado bailes de disfraces con el
grupo de amigos. Solíamos alquilar los trajes o confeccionarlos en
casa. Recuerdo que una vez Ana María con una sábana me confeccionó una chilaba, agregué unas babuchas, unas gafas oscuras, una
gran barba negra postiza y el conocido atuendo de la cabeza. Cuando
me abrieron la puerta y entré haciendo el clásico saludo árabe los que
me vieron quedaron un poco asombrados porque no lograron descifrar quién era. Eran momentos relajados, distraídos, sin importancia,
pero suficientes para cargar baterías y prepararnos de nuevo para el
trabajo ya que faltaban muy pocos días para finalizar estas vacaciones.
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José García Galera
Durante las Navidades, aparte de esquiar, con esta docena de matrimonios amigos cada fin de año celebrábamos el revellón, sorteábamos a quien le correspondía organizarlo y se adornaba la casa con
motivos navideños. En plan festivo nos animábamos y los hombres
íbamos vestidos con smoking, ellas con traje largo. Como curiosidad
recuerdo que al ser un grupo numeroso en ocasiones la nevera era insuficiente para almacenar todas las bebidas y que parte de ellas las
enterrábamos en la nieve encontrándonos a veces con la sorpresa (15
grados bajo cero) que se había congelado el champán de la botella. En
las noches de luna llena acostumbrábamos a salir al jardín para admirar como la luz de la luna se reflejaba sobre la blancura de la nieve. La luminosidad era tan intensa que parecía de día y maravillaba
ver el brillo y los reflejos de los carámbanos que pendían de los abetos y de los tejados de pizarra. Existía un ambiente muy agradable y
después de una cena amena y animada ingeríamos las uvas siguiendo
el ritmo de las doce campanadas que anunciaban la entrada del nuevo año. Todo era bullicio, alegría, felicitaciones y parabienes entre
serpentinas, cucuruchos, pitos y música de baile.
Ha sido como un ritual que hemos mantenido durante treinta años
y que últimamente por ley de vida, al faltar entrañables amigos, no lo
hacemos. ¡Cuántos recuerdos tenemos de aquellas reuniones! Hay
amigos que están siempre, otros que ya no están y hay amigos que son
como hermanos. Evoco con nostalgia al doctor Guix, el amigo Manuel. Echo de menos las largas conversaciones que teníamos en la terraza durante las vacaciones de verano, su gran sentido del humor, sus
conciertos de piano y órgano eléctrico y la alegría de su acordeón en
las fiestas. Nos unía una entrañable amistad que ha perdurado durante casi toda la vida. Considero que uno de nuestros mayores goces es
la amistad sincera, recíproca, desinteresada, respetuosa y de confianza que se acentúa en el transcurso de los años.
HOSPITAL DE SAN PABLO
Antes de entrar directamente sobre el tema médico del Hospital
de San Pablo me detendré en sus instalaciones, una de las joyas más
importantes del modernismo catalán, que junto a otras han sido declaradas por la Unesco Patrimonio Artístico de la Humanidad. Son
muchos los años que he convivido con estos bellos edificios y no he
podido sustraerme a exponer, aunque solo sea esquemáticamente, unas
notas sobre este movimiento cultural en el aspecto arquitectónico. El
modernismo catalán tiene una personalidad propia y coincide con la
aparición de movimientos similares en Inglaterra, Bélgica, Austria,
Alemania y el nouveau art francés a finales del siglo XIX aprovechando el gran desarrollo y expansión de la revolución industrial con
el avance del ferrocarril, las máquinas de vapor, la electricidad, la
transformación social, el auge de la burguesía y la Exposición Universal de 1888 y la Internacional de Barcelona de 1929. Abarca a arquitectos, escultores y pintores con predominio de los primeros que
destacaron tanto en la arquitectura civil como en la religiosa. Es un
estilo que se inspira en la naturaleza, emplea como materiales más
importantes el hierro, el cristal, los azulejos y los ladrillos y como
elementos decorativos figuran hojas, flores, mariposas, animales y verdaderas filigranas de rejas de hierro forjado.
Fueron muchos los arquitectos modernistas pero hay que destacar
a tres grandes figuras: Antonio Gaudí, el más representativo de ellos,
y son de mencionar, entre otras muchas obras, la casa Batlló y la Casa Milá, más conocida por la “Pedrera”, por su imponente aspecto rocoso y el predominio de la piedra, una verdadera joya tanto en su fachada exterior, como el interior, la terraza y el mobiliario, ante las que
diariamente hay largas colas de turistas para visitarlas y docenas y
docenas de máquinas fotográficas que filman sus bellas y originales
fachadas. Entre los visitantes figuran en primer lugar los japoneses,
verdaderos fans de Gaudí y últimamente los chinos. Mayor importancia tiene aún el Parque Güell, gran mecenazgo del conde del mismo
nombre, ciudad–jardín revolucionaria que legó a Barcelona y donde
muestra, como en todas sus obras, su grandioso poder creativo como
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José García Galera
arquitecto donde generó formas arquitectónicas como salidas de la
tierra.
Desde nuestro domicilio observamos diariamente una verdadera
riada de grupos turísticos que van o regresan por la Travessera de
Dalt de visitar los maravillosos jardines. Es tanta la masificación que
el año pasado lo visitaron ocho millones de personas, pensando incluso el Ayuntamiento que los colectivos extranjeros soliciten cita previa, que aunque permanezca gratuita, se intenta reducirla a la mitad.
Pero la obra maestra de Gaudí, su obra inmortal, una de las maravillas mundiales es la Basílica de la Sagrada Familia, símbolo de Barcelona y la mayor atracción turística de la ciudad; es un manifiesto en
piedra de la fe cristiana, donde traslada su religiosidad y se muestra
la coherencia entre la arquitectura y la vida espiritual. Recuerdo que
cuando visité su interior por primera vez me llamaron la atención las
numerosas maquetas, piezas y documentos que en él se exhiben, destacando las primeras por ser portadoras de unos saquitos de arena suspendidos de una cuerdas que expresaban el peso que tenían que soportar las columnas y que utilizaba, según nos explicaron, para cálculo de fuerzas, en un sistema totalmente innovador de sustentación
que evitaba la construcción de contrafuertes ya que el peso de la cúpula recaía directamente en soportes inclinados que los transmitían a
los cimientos. El interior de la basílica puede albergar hasta 13.000
personas y en las tribunas laterales un coro de 1.500 personas. Los
frecuentes problemas que ha tenido su financiación, totalmente privada, en el pasado siglo, actualmente están resueltos por la gran afluencia de turistas que hacen cola para adquirir las entradas y conocer su
interior. Llaman la atención los numerosos autocares que han trasladado a los visitantes y que crean un verdadero problema de aparcamiento.
Otro gran arquitecto modernista es Puig i Cadafalch, autor de la
Casa Atmeller del Paseo de Gracia y la de las Puntxes de la Diagonal
con unos remates que acentúan la fachada cuneiforme; y finalmente
Domènech i Montaner, que comentaré al describir el Hospital de la
Santa Creu y San Pablo.
El origen del Hospital de la Santa Creu, se remonta a la Edad Media, construido para atender a los peregrinos que se dirigían a Santiago de Compostela. Es la segunda institución hospitalaria más antigua
Arraigo y Memoria
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de Europa con funcionamiento ininterrumpido hasta el primer tercio
del siglo XX. En 1401 fue fundado por Martin I con la colaboración
del papa Benedicto XIII. Fue uno de los más prestigiosos de su época, con cuatro pisos y que ha sido permanentemente ampliado y modificado. En él falleció Gaudí, que había sido atropellado por un tranvía, sin que nadie lo reconociera. Estaba situado en la calle Hospital,
del antiguo barrio del Raval, y actualmente el edificio está ocupado
por la Biblioteca de Cataluña.
Barcelona necesitaba un gran hospital y al final del siglo XIX un
patricio catalán, banquero y gran mecenas que residía en París, Pau
Gil, patrocinó la empresa aportando bienes para la inmensa obra y
para su sostenimiento posterior. Se encargó de su construcción uno
de los más prolíficos y destacados arquitectos modernistas, Domènech i Montaner, autor entre otras obras del Palacio de la Música Catalana, abarrocado y donde muestra una fantasía casi delirante que
impresiona y se compenetra con la audición de los conciertos. En él
tiene su sede el famoso Orfeó Catalá. Una de las más representativas
de sus obras es el Hospital de San Pablo que junto el Hospital Pere
Mata de Reus, del mismo arquitecto, es uno de los conjuntos más grandes del modernismo catalán y la Unesco lo declaró Patrimonio Artístico de la Humanidad.
Se iniciaron los trabajos del gran hospital el año 1902 y a finales
de los años veinte se trasladó a él el de la Santa Creu, llamándose desde entonces Hospital de la Santa Creu y San Pau (Hospital de la Santa Cruz y San Pablo) en honor de su mecenas, Pau Gil, estando su administración compartida por la Iglesia y el Ayuntamiento de Barcelona, que también contribuyó a su economía, bajo la sigla MIA (Muy
Ilustre Administración). Domènech para la construcción de los pabellones siguió las corrientes de Europa con pabellones aislados entre
sí, alegaban que era para evitar infecciones, pero que estaban unidos
por galerías subterráneas que enlazaban las plantas bajas donde estaban situados los dispensarios y departamentos de exploraciones. Consta de 27 pabellones, y un gran edificio central, están rodeados de jardines; cada uno de ellos era como una nave de iglesia de elevado techo en la que destacan la belleza del modernismo tanto en su interior
como en el exterior. A la derecha de la entrada de cada pabellón había un altar para el culto y la imagen del santo que correspondía al
nombre de cada uno de ellos. A uno y otro lado de la sala estaban co-
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José García Galera
locadas, contiguas, doce camas por lado y al fondo dos habitaciones
con dos camas cada una para casos especiales y otra dedicada a despacho de los médicos. De la administración de la sala y cuidado de
los enfermos había una monja que disponía de la ayuda de personal
auxiliar.
Los médicos, entonces, años cincuenta, no cobrábamos honorarios
e incluso dábamos cinco pesetas a la hermana cuando tenían que lavarnos la bata. Los ingresos del hospital eran la módica cantidad de
cinco pesetas por la visita de dispensario, la rentabilidad o venta de
los bienes inmuebles que el legado de Pau Gil había dotado para mantenimiento, por donaciones de particulares o entidades y eran muy
frecuentes los mecenas que aportaban dinero para ampliar instalaciones, laboratorios o material médico y fabricantes que donaban mantas u otro tipo de necesidades. La asistencia social pública era escasa
o inexistente y los usuarios del hospital gente humilde. Eran otros
tiempos.
Ingresé en el hospital a finales de l949 siendo jefe del Servicio de
Patología Digestiva, fundador y director de su Escuela el doctor Gallart Monés, que la inauguró en el año 1913, teniendo el privilegio de
haber sido la primera de Europa y ser el presidente del primer Congreso Mundial de Patología Digestiva y crear los pilares de la especialidad de digestivo separándola de la Medicina General. Fue maestro de especialistas, le caracterizaba su gran labor docente, sus cursos
de tres meses de duración que se celebraban cada año y sus célebres
lecciones y sesiones clínicas eran objeto de referencia en la nueva especialidad.
Me destinaron a la sala de San Salvador (hombres) en la que figuraba como jefe el doctor Ramentol Rifá, gran clínico, buen docente y
excelente persona, y cinco médicos que teníamos asignados cada uno
un determinado número de camas.
Como recuerdo de aquellos dos primeros años mencionaré tres
anécdotas. Una de ellas se trataba de un enfermo mutilado, le faltaba
todo el brazo derecho. La historia clínica relataba que al final de nuestra guerra civil, con las tropas en retirada, lo sacaron de la prisión junto a otras diez personas para trasladarlos a otra más importante pero
que durante el camino al pasar por un bosque los bajaron del camión
y los fusilaron. A él lo dieron por muerto y cuando se marcharon, aun-
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que estaba muy mal herido porque una bala le había destrozado la parte alta del brazo, pudo levantarse y a duras penas consiguió llegar a
una masía próxima de gente conocida, obtener asistencia médica y fue
necesario amputarle el brazo. A partir de entonces presentó frecuentes brotes de diarrea muy severa, difícil de corregir, con afectación
del estado general que persistieron durante muchos meses y etiquetaron de colitis crónica.
Varios años después contrajo matrimonio pero al cabo de tres años
“su mujer se fugó con un músico”. Cuatro días más tarde apareció una
diarrea muy intensa, con sangre y acusado deterioro del estado general que obligó a ingresarlo de urgencia en el hospital. Lo diagnosticamos de colitis ulcerosa, difícil de corregir porque carecía entonces de
un tratamiento específico y se llegó a pensar en una intervención quirúrgica. Era un paciente muy deprimido, en ocasiones lloraba, se consideraba rechazado por la sociedad y que nadie lo apreciaba. Daba
verdadera pena y un día se nos ocurrió la idea de hacerle un regalo.
En aquella época iniciaban su aparición las radios de transistores, que
aun no estaban en los establecimientos. Entre los médicos de la sala
realizamos una colecta y encargamos a un practicante que vivía en la
Barceloneta que comprara uno de ellos en el mercado del puerto, recuerdo que era un receptor muy pequeño de color verde y marca Sony.
Haciendo broma se lo entregamos, se le iluminó la cara de alegría y
lloró de emoción. Al cabo de tres días disminuyó el número de deposiciones y a la semana desapareció la diarrea que tanto nos costaba
controlar en una enfermedad en que el factor psíquico tiene importancia. Más que la radio en sí lo que más le afectó fue ver que unas
personas se ocupaban de él y le apreciaban.
Otra de las anécdotas es más bien festiva. En aquellos años cincuenta para la Iglesia los protestantes eran herejes y estaban mal considerados. Un día la hermana de la sala, de edad avanzada, excelente
persona y que se ocupaba mucho de los enfermos entró en nuestro
despacho y dirigiéndose a uno de nosotros dijo: “Doctor ya sabe que
durante la noche nadie está al cuidado de la sala y solo varios turnos
de monjas de guardia vamos recorriendo los distintos pabellones por
si hay alguna anomalía, me he enterado que el enfermo Newton Pérez en estos momentos de nuestra ausencia se levanta para dar agua a
quien se lo pide o le ayuda en cualquier otro menester, me ha llamado la atención que siendo protestante se porte tan bien y tengo curio-
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José García Galera
sidad por saber algo sobre San Newton”. La buena mujer, eficaz en su
misión, ya mayor y que ejercía muy bien el sentido de la caridad, tenía una cultura ínfima. Uno de nosotros, con buen sentido del humor,
le explicó que no era ningún santo sino un señor que hacía la siesta
bajo un manzano lo despertó una manzana que cayó y le golpeó la cabeza. Empezó a pensar y repensar y a causa de ello descubrió la ley
de la gravedad que le hizo famosísimo. La hermana, a la que todos
apreciábamos muchísimo por su bondad, contestó que eso era muy
raro porque ella había visto caer muchas manzanas y nadie le había
dado importancia.
En aquella fecha estaba muy en boga, credibilidad y empleo como
panacea que curaba enfermedades una substancia que contenía el líquido de un hongo o seta puesta en maceración. Su popularidad era
muy grande e incluso obligó a las autoridades sanitarias a intervenir
negando su eficacia. En pleno boum de esta pócima milagrosa recuerdo como anécdota que su influencia llegó hasta el hospital pues la hermana encargada de la sala durante la tarde cuando ya no había asistencia médica y a espaldas nuestras, suministraba el beneficioso líquido, del hongo que tenía camuflado, con el fin de aliviarlos a enfermos
crónicos en que no disponíamos entonces de tratamiento eficaz como
eran los cirróticos. Cuando nos enteramos la pobre mujer nos manifestó toda clase de disculpas.
Dos años después de mi ingreso en el hospital se jubiló el doctor
Gallart y fue nombrado director el doctor Tomás A. Pinós Marsell y
con él la Escuela, la más antigua de Europa, alcanza su cénit, le imprime dinamismo, unifica esfuerzos y amplia y crea nuevas secciones
de avanzadas técnicas.
El Servicio, independientemente de la labor profesional, era como
una familia bien avenida. No he echado en el olvido que por los años
cincuenta algunas veces el doctor Font organizaba los domingos excursiones en autocar a las que asistíamos, junto a nuestras esposas, a
lugares de interés de Cataluña en los que aparte del factor gastronómico disfrutábamos del paisaje y de sus monumentos. Buen organizador hacía de cicerone y nos obsequiaba con la exposición de lo más
destacado del pueblo. Entre los que asistíamos a aquellos viajes me
vienen a la memoria los doctores Ramentol, Vidal Colomer, Valls Colomer, Cabré, Andreu senior, Fusté, Sala Cladera, Figuerola, Oló, Se-
Arraigo y Memoria
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rés, Aran, Muñoz, Cadafalch, Montserrat y unos familiares del doctor Font. Tengo un gran recuerdo del doctor Ramentol Rifá como un
gran clínico, excelente maestro y su gran humanidad.
Entre los lugares visitados recuerdo especialmente el de SANTA
COLOMA DE CERVELLÓ por la sorpresa que tuve al conocer una
de las obras más importantes de Gaudí. El conde Güell, un hombre
vanguardista, mecenas del arquitecto, tenía el concepto de que la industria y los obreros formaban una unidad armónica con mejoras sociales para los trabajadores y planeó la Colonia Guell en esta localidad en la que junto a la fábrica de tejidos existían las viviendas para
los obreros, otros lugares comunes y un edificio religioso. Encargó al
insigne arquitecto que junto a ellas y sobre una pequeña colina construyera la iglesia de la que al final solo se construyó la cripta, Nos fue
muy útil la presencia de un guía que nos explicó con detalle este bello monumento. La capilla está considerada desde el punto de vista
arquitectónico como una obra maestra que destaca sobre todo por su
rareza y la complejidad de su estructura en la que pone de manifiesto
la totalidad de sus innovaciones arquitectónicas especialmente en la
resolución de los problemas de la cúpula. También aquí, como en la
Sagrada Familia, nos mostró sus experimentos estáticos de equilibrar
la carga de la bóveda y columnas, que logran superar a los arcos góticos, utilizaba unas maquetas en las que habían unos cordeles que representaban las columnas y unos saquitos de perdigones que representaban el peso que debían de soportar. Nos llamó también la atención la original sillería y recuerdo la pila del agua bendita representada por una gran concha marina. Toda la capilla era de una gran belleza por la variedad de cornisas y detalles. Está catalogada como Patrimonio de la Humanidad.
El doctor Pinós era un hombre de una gran personalidad, intuitivo, exigente, entregado a la labor de la docencia, a la clínica y a la investigación. Para él el paciente lo era todo y en ocasiones decía “su
majestad el enfermo” al que consideraba como problema y objeto de
estudio. Era el mago de la radiología digestiva. A veces imprevisible.
Comentaré una anécdota personal.
Hacía muy pocos años que yo ejercía la especialidad. Visitaba periódicamente, en los cambios estacionales, a un enfermo de la ciudad
de Balaguer (Lérida) afecto de ulcera duodenal. Aún no existía el tratamiento eficaz de los anti H2 ni el omeprazol. Durante una de las vi-
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José García Galera
sitas me manifestó lo siguiente: “Doctor para su satisfacción voy a
explicarle algo que me sucedió ayer. Mis familiares han insistido varias veces que tenía que visitarme el doctor Pinós, oriundo de Balaguer, de gran fama y considerado uno de los mejores especialistas
de digestivo y ante tanta insistencia decidí ir a su consulta. Le estaba explicando la historia de mi enfermedad cuando al comentarle
que usted era quien me controlaba, inmediatamente interrumpió el
interrogatorio y me dijo que usted era médico de su servicio del Hospital de San Pablo, que podía resolver mi caso tan bien como él y
que por ello no era necesaria esta visita, que continuara con usted y
recomendó a la enfermera que no cobrara sus honorarios y siguiendo su consejo vuelvo de nuevo a su consulta”. Era defensor de los suyos y dudo que otro hubiera actuado con tanta magnanimidad.
Fue un gran director que supo rodearse, estimular y dirigir a un
grupo de solistas consiguiendo que la Escuela fuera referente nacional e internacional. El Servicio adquirió gran actividad, se crearon
nuevas secciones y se potenciaron otras dotándolas de excelente material. Diariamente, a las nueve de la mañana, se desarrollaban las sesiones clínicas con la exposición de los casos más complicados, o los
pacientes que habían de intervenirse o se habían operado el día anterior. Tomaban parte en la exposición los médicos responsables de cada sección o el cirujano que había actuado y si el caso lo requería
aportaba la pieza obtenida y la anatomía patológica de la misma. A
continuación se discutía el caso. Pero las que obtenían especial relevancia eran las celebradas los jueves sobre un tema determinado. En
ellas existía una amplia y con frecuencia viva discusión entre el ponente y los médicos asistentes y entre ellos mismos. Eran sesiones
muy concurridas en que a pesar de lo amplio del salón de sesiones se
tenían que agregar bancos y otros asientos. Asistían a ellas jefes y médicos de otros servicios del hospital, de otros centros hospitalarios e
incluso de procedentes de la provincia de Barcelona.
Bajo su dirección se construyó la sala de Santo Tomás a la que me
trasladaron una vez terminada. Estaba provista de quirófano, sala de
laparoscopia, pre y postoperatorio y una buena instalación de enfermería. A semejanza de la sala de Santo Tomas posteriormente se fueron acondicionando los otros pabellones, respetando todo el modernismo, pero con habitaciones de dos camas y buenas infraestructuras.
El servicio de religiosas fue sustituido por enfermeras diplomadas,
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procedentes de la Escuela de Enfermería del propio hospital, de reciente creación, moderna, muy competente y que era tenida como referente.
A nuestra Escuela Médico-Quirúrgica de Patología Digestiva acudían becarios procedentes de Venezuela, Ecuador, Bolivia, Argentina, Chile, Méjico, Puerto Rico, Portugal y distintos puntos de España, que permanecían seis meses o un año practicando la especialidad.
La sección de cirugía destacaba, entre otras, por la relevancia que tenían sus cursos, la estadística de los buenos resultados de sus intervenciones y estar en la vanguardia de nuevas técnicas. El servicio era
entonces el más numeroso del hospital. Teníamos tres salas: San Salvador, hombres, Nuestra Señora del Carmen, mujeres y Santo Tomás
cirugía. Superábamos entonces las setenta camas, se disponía de un
amplio auditorio y de las secciones, independientes de las del hospital, de laboratorio, radiología, anatomía patológica, laparoscopia, endoscopia y cirugía.
Es obvio que solo cuente algunas de las muchas anécdotas, felices
unas, tristes otras, que sucedieron en la sala de Santo Tomás dedicada a Cirugía Digestiva y en la que figuraban, entre otros, como jefe el
doctor Llauradó Tomás y de segundo el doctor Trias Rubíes, dos grandes cirujanos; yo me encargaba de la parte médica y de las secciones
de pre y postoperatorio.
Era un paciente nervioso, pusilánime, angustiado, con cólicos hepáticos de repetición por cálculos en la vesícula biliar y que aconsejaba no demorar la intervención; a pesar de los sedantes estaba excitado, temeroso, no podía dormir y obligaba a una continua vigilancia.
Hacía más de un año que no se autorizaba que durante la noche en el
postoperatorio permaneciera un familiar junto al enfermo, no obstante ese día aconsejé al residente que autorizara a la madre de este enfermo a que estuviera junto a él. Fue la mejor medicación, pues durmió plácidamente durante toda la noche. Él confiaba en ella, se sentía
más seguro. La medicina actual, que tantísimos logros ha conseguido, sin embargo ha perdido algo de humanidad, está más protocolizada, como corresponde, pero “más fría” y menor el contacto de enfermo, médico y familia. Este mismo paciente tuvo complicaciones; como temía que le “saltaran” los puntos de la herida, hacía respiraciones
muy superficiales, a pesar de aconsejársele lo contrario, lo que con-
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José García Galera
ducía a una mala ventilación pulmonar y a que apareciera una atelectasia con neumonía y que se nos complicaran más las cosas. Normalmente hubiera podido ser dado de alta a los ocho días, pero por su actitud negativa, origen de sus complicaciones, lo fue al cabo de un mes.
El otro caso es la antítesis del anterior. Se trataba de un hombre de
73 años de edad, agricultor que ingresó de urgencia en estado muy
grave por perforación de una úlcera del duodeno, una importante peritonitis y tuvo complicaciones postoperatorias que obligaron a reintervenirlo dos veces con un pronóstico muy severo. A pesar de todo
el paciente, de edad avanzada, era optimista y soportaba estoicamente su estado. En broma le llamábamos Macario porque tenía un cierto parecido con el famoso arzobispo y político chipriota que entonces
estaba de actualidad. Cuando pasábamos visita para curarlo imponía
el estado de la herida y la eventración, pero él a pesar de todo decía:
“No se preocupe doctor, saldremos de ésta yo soy fuerte, mi madera
es de las de antes de la guerra”. Era un hombre sencillo, de escasa cultura, buena persona y solo le faltaba que se golpeara el pecho a estilo
Tarzán para expresar su fortaleza. Se logró remontar su estado general y finalmente con una pequeña intervención se acabó de solucionar
el problema y fue dado de alta tres semanas después. Al cabo de un
mes se presentó en la sala con un gran cesto de “rovellons” (setas) y
me dijo: “Doctor estos rovellons los fui a coger al bosque para usted”.
Le pregunté por su estado de salud y respondió que muy en forma.
Nos congratulaba que a pesar de su avanzada edad, el grado extremo
de gravedad que estuvo y las difíciles intervenciones, fuera capaz de
ir a buscar setas al bosque. Han sido las setas que más he saboreado.
He comentado estos dos casos extremos, del pesimista y el optimista,
para mostrar la influencia que pueden tener en el transcurso de la enfermedad.
Por lo insólito y excepcional del caso, comentaré el de un enfermo
de treinta años que ingresa de urgencia por una ulcera duodenal complicada, que pudo resolverse bien practicándole una vagotomía y piloroplastia, pero que por la ignorancia, la obstinación y el machismo
del paciente tuvo graves consecuencias. Hacía un buen curso postoperatorio e iniciaba alimentación líquida cuando al sexto día, sin causa aparente que lo justificara, presentó bruscamente un cuadro de abdomen agudo, muy grave, con fiebre elevada y melenas (hemorragia)
que obligó a reintervenir de urgencia encontrándose un fallo de sutu-
Arraigo y Memoria
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ra, ulcera hemorrágica y reacción peritoneal. La primera intervención
había sido correcta y no nos explicábamos que una operación que se
había realizado sin incidencias y con tan buen curso postoperatorio,
al cabo de seis días bruscamente presentara esta complicación tan severa. Interrogando a la mujer del paciente acabó por confesar que el
día anterior su marido le exigió que le llevara dos sardinas arenques
que le apetecían mucho. Ella se negó porque le parecía un disparate
y una temeridad y además estaba rigurosamente prohibido llevar cualquier tipo de alimento a los hospitalizados. Ante su negativa la amenazó con que si no le traía las sardinas cuando él saliera del hospital,
la iba a templar bien. Al final ella, ante el temor a que le propinara
una de las palizas a que acostumbraba a someterla, al día siguiente, a
hurtadillas, le llevó las dos sardinas arenques que le había pedido, que
comió y fueron las causantes de la gravísima complicación y que afortunadamente pudo resolverse bien. Como dato curioso, mientras estuvo ingresado, como era frecuente en ellos, gran número de sus familiares de todas las edades permanecían sentados casi todo el día
ante la entrada del pabellón.
El padre Vicente Ferrer, de la India, llegó a Mumbai como misionero jesuita en 1952 llevando la esperanza y creando una obra social
importantísima entre los más necesitados en una de las regiones más
pobres y áridas del mundo, en Ananpur. Un año antes de dejar los hábitos, en 1970, vino durante unas vacaciones a Barcelona para operarse de la vesícula porque tenía cálculos biliares y con frecuencia padecía crisis de dolor intenso. Ingresó en la sala de Santo Tomás y lo
intervino el doctor Llauradó, practicándole una colecistectomía. Era
tanta la personalidad de este gran benefactor de la humanidad que recuerdo con detalle su estancia en la sala. Hacía apenas 24 horas que
lo habían operado, llevaba sueros, tubo de drenaje, sonda nasogástrica y le molestaban los puntos de sutura. Yo pasaba visita y a pesar de
estas condiciones lo encontré leyendo con mucha atención un libro; al
expresarle mi extrañeza porque fuese capaz de leer, dadas las condiciones en que se encontraba, me contestó que cuando regresara a la
India al cabo de unas semanas tenía que trasladarse a una misión donde se hablaba un dialecto que desconocía y por eso estaba estudiándolo en el libro. Cada día, después de pasar visita, charlábamos unos
minutos.
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José García Galera
Tenía un gran magnetismo personal, su conversación era seductora, de gran humanidad y preocupación por el bienestar del prójimo y
comentaba que la esencia de nuestra vida es hacer el bien, que la pobreza destruye espiritualmente a la humanidad, que hay que combatirla, que no existen castas, que todos los seres humanos somos iguales y que lo más importante es la dignidad, la esperanza y la ilusión.
Para él la catequesis no era enseñar los mandamientos de la Santa Madre Iglesia, lo importante era enseñarles cómo haciendo pozos se podía extraer agua, hacer embalses, mejorar sus sembrados, métodos de
cultivo, plantar árboles, hacer productivo lo que era un desierto, crear
viviendas, hospitales, normas de higiene, aglutinar esfuerzos y voluntades y que lo esencial era mejorar las condiciones de vida de los más
desfavorecidos, los parias. Hacía apadrinar niños desvalidos o huérfanos para que pudieran escolarizarse y abrirse camino. Transmite
esperanza, mueve montañas de solidaridad y arrastra multitudes que
le siguen con una fe ciega. Insistía en que los mandamientos de la Ley
de Dios no eran para saberlos o recitarlos, sino para aplicarlos cada
día. En ocasiones, me comentaba, había tenido dificultades con gobiernos ineficaces celosos de los logros conseguidos para paliar la pobreza y que incluso le habían expulsado de un estado indio.
Me impresionó mucho, veía en él a un ser predestinado, único, excepcional y a uno de los más grandes benefactores de la humanidad.
Han pasado muchos años de aquel encuentro hospitalario, al poco
tiempo del cual dejó los hábitos. Lo que ya era muy importante entonces, una obra ingente, a posteriori ha alcanzado una dimensión
enorme que beneficia a millones de personas, promocionándolas culturalmente, creando empleo: ha cambiado la infraestructura de aquella región construyendo miles y miles de viviendas, hospitales generales, clínicas rurales, centros de acogida y enseñanza, que abarcan a
los 1900 pueblos de Anantapur. Su gran obra es mundialmente reconocida y entre otras menciones la Unesco lo ha declarado personaje
destacado de la Historia del Siglo XX y el premio Príncipe de Asturias. Su labor se ha visto potenciada cuando ha creado la Fundación
Vicente Ferrer.
El gran poeta y pensador indio Rabindranat Tagore, otro místico,
decía que cuando somos grandes en humildad estamos más cerca de
los grandes.
Así mismo era un paciente de conversación muy amena el ingenie-
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ro Carlos Buïgas verdadero mago de la luminotecnia que alcanzó gran
fama mundial con la creación de la fuente mágica de Monjuich, maravilloso espectáculo de agua, luz, sonido y color para la Exposición
Universal. Son numerosas las obras de fuentes y luminotecnia que ha
realizado en diferentes países y en España, así como otras grandes
obras de ingeniería. Una vez terminada la visita hablábamos y explicaba proyectos e incluso, en ocasiones, había hecho traer algún boceto y me explicaba con mucha ilusión la fantasía de sus obras y en especial el proyecto del Teatro Integral. Los genios tienen, a veces, cosas sorprendentes: un día al entrar en la habitación lo encontré sentado en la cama, cada una de sus manos y brazos se los había enfundado con un calcetín a modo de guantes, le pregunté el motivo y contestó con una sonrisa que era para que no se le marcharan los fluidos.
Manifestaba que en su psique dominaba, a veces, una irrefrenable tendencia a la duda y que en alguna ocasión prevalecía lo que menos deseaba.
Estaba en el servicio, haciendo la especialidad, Carlos Valle- Inclán, hijo del célebre dramaturgo, con el que me ha unido una gran
amistad y disfrutado de su buen humor gallego. La Escuela de Patología Digestiva era privada y se intentaba que fuera oficial y universitaria. Se anunció la visita a Barcelona del Ministro de Educación
Nacional Ruiz Gimenez. Carlos Valle-Inclán manifestó que tenía muy
buena amistad con el ministro y podía interceder ante él para conseguir la titulación oficial de la Escuela. Se necesitaba para ello que entre los profesores hubiera tres con el título del doctorado, cosa poco
frecuente en aquella época, pero que se cumplía (doctores Vilardell,
Cabre, García Galera). Se hizo la gestión y se confirmó que el Ministro vendría a conocer la Escuela y la sala de Santo Tomás.
El día de su visita el doctor Pinós tenía programada la laparoscopia de una enferma; se le propuso que la trasladara para otro día toda
vez que no era muy urgente, pero se negó a cambiar la fecha; era tozudo, para él por principio, el enfermo era lo primero. En el quirófano estaban operando los doctores Llauradó y Trias, a dos enfermos
distintos, el doctor Pinós practicando la laparoscopia y yo pasando visita en la sala. Una enfermera vino a avisarme de que el Canónigo
Despujol, Administrador del Hospital, preguntaba por el doctor Pinós.
Dejé la visita y me dirigí a la entrada de la sala donde esperaban el
Ministro, el Obispo Modrego, el Gobernador Civil Acedo Colunga y
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José García Galera
el canónigo Despujol, que estaba muy contrariado porque el doctor
Pinós no había salido a recibirles. Les presenté mis excusas justificándolo diciendo que la laparoscopia era muy urgente y que enseguida
estaría con ellos. Les conduje a donde la realizaba, abrí la puerta y
dirigiéndome al doctor Pinós que tenía la vista puesta en el laparoscopio le dije: doctor Pinós, el señor ministro. Giró la cabeza y con la
mirada dirigida hacia él le dijo: ¡Hola que tal!, y siguió con la exploración sin más palabras. Les llevé hacia el quirófano donde estaban
operando, les mostré la sala, alargando el tiempo lo máximo posible
para que al final el doctor Pinós, que había terminado, pudiera incorporarse a la comitiva. Por fortuna se consiguió la propuesta oficial para la titulación universitaria de la Escuela, que posteriormente sería
concedida. Cuando todo hubo terminado comenté con Carlos Valle-Inclán lo mal que lo había pasado.
El Colegio de Médicos de Bilbao había invitado al doctor Llauradó, al doctor Trias Rubies y a mí a tomar parte en una mesa redonda
sobre Hipertensión Portal. Nos dirigíamos a dicha ciudad, atravesábamos los Monegros y cerca de Bujaraloz y a unos veinte kilómetros
del río Ebro, el doctor Llauradó nos señaló un cortijo al pie de una
colina diciéndonos que en él estaba instalado durante la batalla del
Ebro un hospital de vanguardia, los llamados “hospitales del frente”,
en primera línea de fuego y del que él era jefe del equipo quirúrgico.
Comentaba las precarias condiciones, quirófanos improvisados rápidamente, solo recibían a los heridos muy graves, en los que dominaba la traumatología, con grandes destrozos, especialmente cráneo, tórax, abdomen y amputaciones; los otros heridos eran trasladados a
hospitales alejados de la zona de combate. Triste experiencia, escasos
medios, elevada mortalidad y mucha tensión. No obstante, se mejoró
la organización y técnica, disminuyó la mortalidad acercando los hospitales a las primeras líneas del frente, incluso se organizaron hospitales móviles, en camiones, con quirófano e instrumental completo y
la creación de los primeros bancos de sangre. En un hospital de otro
frente estaba otro gran cirujano catalán, el doctor Moisés Broggi, jefe del equipo quirúrgico de las Brigadas Internacionales. Mención especial merece el doctor Trueta, gran cirujano traumatólogo, del Hospital de San Pablo, innovador de la traumatología moderna, que con
su gran experiencia en heridas de guerra popularizó las normas pre-
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cisas de tratarlas, el llamado método Trueta, que consistía en una limpieza meticulosa de la herida, excisión, drenaje e inmovilización con
un vendaje de yeso. Técnica original que se hizo famosa y que tantas
amputaciones y vidas salvó durante nuestra guerra civil. Al terminar
la contienda se exilió a Londres, fue profesor en la Universidad de
Oxford durante veinte años y nombrado doctor honoris causa. Su método se generalizó y se utilizó durante la Segunda Guerra Mundial
con gran éxito.
Al doctor Pinós en su jubilación, le sucedió el doctor Vilardell,
formado en la escuela americana de Bockus en Filadelfia; traía otras
orientaciones, con puestas al día más frecuentes y conferencias con
buen material iconográfico; tenía gran proyección internacional, fue
presidente de la Organización Mundial de la Salud, era un moderador
nato de las mesas redondas; sin embargo, le alcanzó la centralización
de los servicios del hospital y la Escuela perdió secciones y, entre ellas,
la más importante: la de Cirugía. Ha sido director del servicio durante muchos años y es un gran clínico.
Aprovecho la ocasión, con motivo de haber tenido en la sala un enfermo que nos ocasionó bastantes problemas a consecuencia de la alergia producida por un medicamento, para hacer mención como curiosidad, de dos casos de esta índole. El primero corresponde al de un
paciente norteamericano que se había desplazado, hace bastantes años,
a Granada como turista para visitar la Alhambra. Estaba afecto de un
eczema cutáneo de la cara que le producía mucho picor, a veces dolor, le afeaba el rostro y le amargaba su estado de ánimo. Había consultado con numerosos especialistas de su país y de Inglaterra y realizado varios tratamientos que lograban calmarle algo momentáneamente pero sin un resultado eficaz. Le comentaron que, en aquel tiempo, durante su visita a Granada, había un afamado catedrático de la
Facultad de Medicina, don Fermín Garrido y acudió a su consulta.
Este después de examinarlo le solicitó unos análisis pero le dijo que
antes de solicitar una serie de pruebas prefería que volviera a visitarse al cabo de cuatro días y al despedirlo le dijo: “Es muy importante
que siga mi consejo y lo realice hoy: afeítese el bigote, ante la extrañeza de aquel. Cuál no fue su sorpresa cuando al cabo de los días volvió a la consulta sin bigote, curado de su enfermedad y con un rostro
normal. El problema fue que el norteamericano se teñía su gran bigote, cosa que no había comunicado a ningún especialista, pero don Fer-
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José García Galera
mín Garrido sospechó que el enfermo era alérgico al tinte.
El otro caso es personal. Se trataba de un paciente que me había
enviado un compañero oftalmólogo por presentar unas diarreas persistentes que afectaban su estado general. Este enfermo, que era catedrático de Microbiología de la Facultad de Farmacia, me comentó durante el interrogatorio que para él lo más importante era la grave afección ocular que padecía con una gran fotofobia, no toleraba la luz, una
acusada conjuntivitis y una gran hinchazón de los párpados que apenas podía abrir, estaba como encerrado en su domicilio por temor a
la luz, a las acusada molestias que padecía y dado de baja en la Universidad desde hacía mes y medio. Buen observador me dijo que había apreciado que cuando la diarrea era más intensa y de color verdoso, aunque pareciera un contrasentido se encontraba algo mejor de la
vista. Pensé que posiblemente en la bilis podía existir un germen, un
parásito como la lamblia, estacionada en la vesícula biliar, que cuando vaciaba ésta disminuían los gérmenes y encontraba mejoría y que
posiblemente de forma alérgica influía en su grave afección ocular.
Solicité del doctor Cabré que le practicara un sondeo duodenal para
extraer bilis y analizar ésta para observar si en ella estaba el parásito.
El enfermo acudió a la consulta muy eufórico porque el resultado fue
positivo detectándose gran cantidad de lamblias en la muestra obtenida. Traté de moderar su optimismo porque lo que sí sabíamos seguro es que era el causante de su diarrea y ahora sería fácil resolverla
pero que aunque existía la posibilidad que también influyera en la enfermedad de la vista, esto había que confirmarlo después del tratamiento. Le receté que tomara tres comprimidos diarios de atebrina
durante tres días y que volviera a la consulta al cabo de cinco días.
Una vez pasados éstos se presentó en el despacho acompañado de su
mujer, profesora de Química, radiante, alegre, eufórico con unos ojos
totalmente normales, sin ninguna molestia para la luz y sin diarrea e
invitándonos a mí y a mi esposa a que le acompañáramos a cenar con
ellos aquella noche. Como colofón diré que en el examen de Microbiología de final de curso les puso a sus alumnos como tema “Lambliasis” y fue algo riguroso en la calificación porque les dijo era una
afección importante.
Un día comentábamos entre los compañeros del hospital la dureza
de nuestra profesión, especialmente en los servicios de urgencias, que
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en ese día estaban sobresaturados con pacientes muy graves y operaciones complicadas. Llevaban doce horas de guardia continua y por
falta de tiempo para cenar solo habían tomado un café con leche. Se
generalizó el tema a otras profesiones, la mayoría de las cuales también tienen problemas, psíquicos, físicos y de riesgo y comenté que
incluso aquellos de naturaleza alegre y festiva también tienen su cara
y cruz.
A propósito de ello recuerdo un caso singular por la identidad de
los personajes. Yo era médico y amigo de Carlos Saldaña, conocidísimo en el mundo del espectáculo por el nombre artístico de “Alady”,
uno de los más importantes de la escena y comedia durante muchos
años, el Rey del Paralelo barcelonés, poeta, protagonista de numerosas películas y de las revistas de espectáculo. Carlos Saldaña, en la
intimidad, no tenía nada que ver con el alegre y desenfadado Alady;
excelente persona, correcta, ponderada, culta, con una buena biblioteca y era el autor intelectual de su espectáculo. Estaba filmando una
película como protagonista junto con Mary Sampere cuando casi al
final de la misma cayó enfermo con ictericia y afectación del estado
general, con gran pérdida de peso; diagnosticamos tumor de páncreas
e, intervenido urgentemente, la operación solo pudo ser paliativa. Gran
profesional, su preocupación era que había que terminar la película
porque entre otras complicaciones suponía un quebranto económico
para el productor. A pesar de su estado, postrado en cama, insistía en
que lo dejara actuar, que haría lo mínimo, le doblaría su hijo Carlos,
de complexión parecida, en algunos momentos y que en los primeros
planos el maquillaje y la técnica lo resolverían. Ante su insistencia cedí y recuerdo que en la última escena contraía matrimonio con Mary
Sampere y al salir de la iglesia, con vis cómica, se cambiaron los papeles, no era él quien levantaba en brazos a Mary sino ésta a él. Le
arrojaban granos de arroz, pétalos de flores y hasta un cubo de agua,
tal como figuraba en el guión.
A pesar de su estado lo soportaba estoicamente y seguía en cama.
Cuando iba a su domicilio, después de la visita, charlábamos un rato,
era un gran conversador. En alguna ocasión había coincidido con Mary
Sampere, que iba a interesarse por su salud y a hacerle compañía. Un
día comentaba ésta la dureza de su profesión y refería que estando representando una obra en el Teatro del Paralelo falleció su madre por
la mañana y ella, a pesar de encontrarse mal y muy afectada, para que
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José García Galera
no se suspendiera la función, actuó por la tarde para que los espectadores rieran mientras ella se “moría de pena“. Carlos hizo el comentario que lo mismo le había sucedido a él con el fallecimiento de su
padre y persistiendo en la conversación le preguntó: ¿Es que no recuerdas el día del desmayo? Ella, risueña, comentó que en aquella ocasión estaba muy indispuesta, con una gran anemia y lo prudente era
hacer reposo en cama, consultar con el médico o irse a la clínica, pero para evitar suspender el espectáculo acudió a escena. Al final del
segundo acto perdió el conocimiento, se desmayó y cayó “redonda”
al suelo. Alady, que conocía la causa, con su gran vis cómica pronunció unas frases jocosas quejándose de que cada día le hiciera esta faena, llamó a un compañero y se la llevaron haciendo mutis por el foro
entre las risas y aplausos del público, que creía que aquello entraba en
el guión. Con Mary tuve la misma impresión que con Carlos. Son muy
distintos en la intimidad y en la farándula que representan.
Comentaba lo monótono de la profesión, continuamente viajando,
los nervios de los estrenos, el éxito o el fracaso. Su hogar era el camerino del teatro donde los cómicos transforman su cuerpo, su cara
y hasta su alma y donde pasan la mayor parte de su vida. Muchas veces, cuando hacían bolos, era una pequeña habitación inadecuada, lúgubre, con poca luz, con fotografías que con frecuencia servían para
tapar los desperfectos de las paredes; le producía tristeza ver este pequeño local, inadecuado y más pequeño que una celda. Era muy distinto en los grandes teatros con instalaciones correctas y cómo satisface cuando se ha logrado el éxito, te aclaman y te felicitan.
Referiré ahora dos anécdotas de la consulta privada que hoy, con
la gran evolución social que ha habido, no tendrían importancia, pero que a principio de los años sesenta me produjeron un fuerte impacto.
La primera es la de un paciente de Palma de Mallorca que solía
acudir a mi consulta en la primavera y en el otoño. En una ocasión
comentó, muy nervioso, que su hijo, que trabajaba de recepcionista de
un gran hotel de Palma, tenía un “affaire” desde hacía dos años con
una turista sueca que pasaba sus temporadas de vacaciones en la isla
y con la que mantenía además una relación epistolar. Meses después
de regresar a Estocolmo le comunicó que estaba embarazada. Mi cliente, excitado, exclamaba que el “burro de mi hijo, considerándose responsable y buen caballero español contactó con ella comunicándole
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que se desplazaba a Estocolmo para verla” y grande sería su sorpresa
cuando en el aeropuerto le esperaban ella y su marido. Su hijo ignoraba que fuera casada y muy complacientes lo invitaron a que pasara
con ellos unos días al mismo tiempo que le expresaban su agradecimiento por el embarazo ya que no tenían hijos. Mi apenado cliente
estaba consternado, no lo entendía y solo exclamaba: “¡El burro de mi
hijo!”
La otra anécdota es del mismo tiempo y nacionalidad. Era una paciente que solía veranear en Sitges a la que yo había visitado en varias
ocasiones acompañada de su marido. Era una pareja encantadora y
jovial que amaban mucho a Sitges y su vida cosmopolita. En la última consulta acudió ella sola porque no la pudo acompañar su esposo
ya que tuvo que permanecer en Suecia al encontrarse enfermo el socio de una Compañía de Viajes que poseían y no podía sustituirle. Lo
encontré normal pero mi sorpresa apareció cuando manifestó que estaba contenta y tranquila porque había hallado una empleada muy eficiente, su marido estaría bien atendido e incluso la sustituiría a ella
en el aspecto más íntimo. Hace cincuenta años yo no lo terminaba de
comprender. Éramos dos culturas diferentes. Hoy ya no me extraño
de nada.
Termino este capítulo con un recuerdo para el Hospital de la Santa Cruz y San Pablo en el que he trabajado tantos años, que ha llenado parte de mi vida y que ha dado paso a nuevas instalaciones por
considerársele obsoleto en la actualidad. Al cabo del tiempo el hospital modernista, que tan buenos servicios ha prestado, pero con pabellones separados, resulta poco funcional para la práctica de la medicina actual, por lo que se puso de manifiesto considerar la necesidad
de renovar sus instalaciones y que se construyera dentro del mismo
recinto un hospital moderno. Todas las instalaciones del hospital modernista están siendo restauradas y rehabilitadas para otros fines. San
Pau aspira a ser un centro cultural internacional especialmente centrado en el Mediterráneo y abierto a la ciudad con bibliotecas, auditorios y actividades relacionadas con la docencia, investigación y divulgación, e incluso la instalación del Museo de la Medicina.
El hospital de la actualidad debe de estar dotado de instalaciones
muy complejas, con sensores bioeléctricos, camas-camillas desplazables e inteligentes dotadas de un pequeño ordenador que facilite con
rapidez cualquier dato sobre el paciente, localizadores, avisadores, sis-
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José García Galera
tema de conocimientos informáticos, incluso con telefonía móvil conectadas con Internet por si es necesaria una información o dato determinado. Tiene el inconveniente que en caso de avería o por falta de
suministro eléctrico todo quede bloqueado y entonces el factor humano es imprescindible, aunque como se supone ha de estar dotado de
buenos equipos electrógenos que lo suplan.
El nuevo hospital, monobloc, con un modelo arquitectónico muy
avanzado, ha entrado en funcionamiento el año 2003 y destaca por su
gran amplitud, 83.000 metros cuadrados de superficie. Consta de 600
camas ampliables y en el que no han escatimado nada con un gran incremento de recursos asistenciales. Es un hospital sin papeles, sustituidos por el ordenador, radiología digital, con espacios suficientes y
versátiles para nuevas ampliaciones en previsión de futuras necesidades. Yo lo definiría como moderno, totalmente informatizado, eficaz,
con instalaciones de todo tipo, alta tecnología, luminoso, muy amplio,
cómodo, bello, ostentoso y referente.
CONGRESOS
He asistido a la mayoría de los congresos nacionales de la Sociedad Española del Aparato Digestivo y de los de la Academia de Ciencias Médicas de Barcelona aportando comunicaciones o formando
parte de ponencias, mesas redondas o symposiums. De los Congresos
Internacionales recuerdo mi presencia en los de Munich, Copenhague, Bruselas, París, Roma, Londres, Lisboa y Atenas. Dada la índole de este texto es obvio que no los comente; sin embargo hay dos, que
sí lo haré, uno nacional, en el que actué como ponente y otro mundial,
junio de 1970, celebrado en Copenhague, no desde el punto de vista
científico, sino porque estuvo completado con un crucero por los países nórdicos que al mostrarnos su forma de vida fue causa del gran
impacto que tuvo en los congresistas el contraste, en aquella época,
entre una sociedad cerrada como la nuestra y otra muy avanzada como la nórdica.
Los congresos nacionales de Patología Digestiva se celebraban cada cuatro años y las ponencias las designaba la junta directiva cuyo
presidente fue durante mucho tiempo el doctor Mogena de Madrid.
Los especialistas de aquellas fechas solían formarse, entre otras, en
la escuela de la capital madrileña o en la de San Pablo en Barcelona.
En la práctica casi todos los ponentes designados pertenecían a Madrid o a especialistas formados en aquella escuela, ignorándonos, lo
que nos producía un cierto malestar y por ello para el próximo IX
Congreso Nacional que se celebraría en Valencia el año 1961 sobre
hipertensión portal decidimos hacer una ponencia paralela con los
mismos temas y apartados que la oficial, utilizando los diez minutos
que se disponían en cada comunicación, distribuyendo los temas ordenadamente de forma que su conjunto fuera similar a la ponencia
oficial. Recuerdo que el doctor Andreu presentó radiología de las varices esofágicas y esplenoportografías, exploración novedosa en aquel
entonces. El doctor Pinós trató cirrosis hepática y fibrosis, yo desarrollé uno de los nuevos apartados de la sintomatología, el hiperesplenismo con aportación de una casuística numerosa basada en mi tesis
doctoral y el doctor Trías Rubies, cirujano, lo hizo mostrando la gran
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José García Galera
cantidad de intervenciones de shuntportocava, técnica que se había
iniciado hacía pocos años, con unos resultados superiores en número
de casos y una mortalidad tres veces inferior a los del ponente.
Tuvo nuestra presentación una gran acogida con comentarios entre los de una y otra escuela, que se tradujo durante la asamblea celebrada días posteriores en que nos concedieran, por fin, una ponencia,
la de “Lesiones quirúrgicas de las vías biliares” que se desarrollaría
el mes de junio de 1965 en la ciudad de Oviedo, durante el X Congreso Nacional, fraccionada en dos partes y los ponentes serian los doctores García Galera e Illa Cantallops la parte clínica y los doctores
Llauradó Tomás y Trias Rubies el tratamiento o parte quirúrgica.
Al término del congreso se celebraba una cena de gala espléndida
y acogedora por parte del comité valenciano. Solíamos ir vestidos de
smoking y existía un cierto protocolo. Entre el presidente nacional, la
junta directiva y el comité organizador se intercambiaban discursos
al final del mismo. Durante el banquete los comensales lo pasamos
muy bien y recuerdo que se cantó hasta el himno valenciano. Referiré una anécdota que sucedió allí. En nuestra mesa estábamos sentados el doctor Aran y su esposa, un matrimonio joven, mi mujer y yo
y el doctor Pinós, que rehusó estar en la mesa presidencial y vino a
estar junto a nosotros. El que estaba pronunciando el discurso era un
destacado catedrático de Madrid por el que el doctor Pinós no tenía
gran simpatía y a medida que iba hablando el conferenciante él hacía
comentarios peyorativos lo que daba lugar a que el doctor Aran por
debajo de la mesa diera una discreta patadita al doctor Pinós que seguía criticando al orador porque hacía un discurso muy florido y consideraba que como todo lo que publicaba era poco consistente, había
muchas palabras pero pocos hechos, nuevo toque de pie. Durante la
exposición el orador hizo una alusión festiva que provocó la risa de
los asistentes: “Ven ustedes, lo que les decía, esto es una payasada”
nueva patadita con exclamación del doctor Pinós, ¡Doctor Aran deje
de molestarme con el pie! Comentario final. La pareja joven que estaba sentada en nuestra mesa eran hijos del que estaba pronunciando
el discurso y el doctor Pinós lo ignoraba.
Esté tranquilo el lector que no le volveré a molestar con estas disquisiciones médicas ya que procuro huir de comentarios profesionales. He expuesto éste como muestra de los que se celebraban entonces
entre grupos o escuelas dirigidas por un personaje destacado alrede-
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dor del cual giraban los demás, era algo así como el magister dixit
que reunía el máximo del saber y existía una cierta animosidad entre
ellos. En la actualidad la medicina es mucho más compleja, los avances más rápidos y una persona no puede abarcar sola, ni mucho menos, este complejo entramado. Hoy existe superespecialización dentro de la especialidad. Todo ha de ser un conjunto de equipo que domine las diferentes facetas de la medicina, los medios de exploración
son cada vez más sofisticados, los conceptos y las técnicas más complejas. La mayoría de los estudios son multicéntricos, los diferentes
equipos son no solo de la nación sino del mundo y están relacionados
entre sí. No hay la animosidad ni el “super ego” de antaño.
En aquel tiempo los congresos nacionales se celebraban cada cuatro años con el fin de hacer un estudio exhaustivo del tema, las novedades y con dedicación preferente a la casuística y experiencia propias. En nuestra ponencia se hicieron las dos partes de forma monográfica en sendos libros que se enviaron a la central un mes antes de
la celebración del congreso en Oviedo en junio de 1965, a fin que los
distribuyera a los asociados para su lectura para luego discutirlos el
día de su presentación. Se debatieron ampliamente, como era costumbre, tuvieron una buena acogida y todos los comentarios fueron favorables. Las sesiones científicas se celebraban en el Hotel Reconquista
de Oviedo y en la Universidad Laboral de Gijón. Como anécdota fueron muchas las críticas que se hicieron sobre esta Universidad Laboral destinada a la formación de alumnos que en régimen de internado
aprendían diversos oficios como los de albañilería, fontanería, electricidad, mecánica, soldadores, diseñadores y mandos intermedios,
entre otros, que se consideraban necesarios para una incipiente industria que empezaba a descollar. Estaban en régimen de internado unos
mil alumnos, hijos de mineros o trabajadores. Por sus grandes proporciones se consideraba una obra faraónica del “Movimiento” promovida por el ministro de Trabajo Girón. Su imagen es parecida al
Escorial pero su tamaño, sus proporciones, aún son mayores que la de
éste y posee además unos extensos y bien cuidados jardines. Disponía de excelentes instalaciones, salón de actos con centenares de lujosas butacas reclinables y grandes frescos que decoraban el frontal y
el techo. La Iglesia es monumental y su cúpula una de las mayores.
Al cuerpo central lo completaban edificaciones adjuntas de grandes
proporciones. La altura de la torre es de 120 metros y se ponía como
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José García Galera
ejemplo, para dar idea del tamaño, que por la esfera del reloj que la
coronaba dado su diámetro podría pasar un autocar. Se criticaba la
gran y desproporcionada inversión que se había hecho.
El Congreso Mundial de Gastroenterología se celebró en COPENHAGUE en julio de l970. La capital danesa está situada en la parte
septentrional de la isla de Seeland y separada de Suecia por el estrecho de Sund. Su plaza principal es la de Kongens Nyto en la que se
encuentra el palacio de Amellenborg, Kromborg, residencia de la familia real. La Ciudadela, en el puerto, con la pequeña sirenita andersiana símbolo de la ciudad. Está rodeada de parques, bulevares y jardines, entre los que destacan los del Palacio de Rosemborg, los de
Churchill y merecen especial mención el del Tívoli, en el centro de la
ciudad, con unos jardines extensos, bellos y variados. Fue quizá el
que más nos llamó la atención. En el Ayuntamiento de la ciudad, de
estilo renacentista, el Consistorio nos dio una recepción a los congresistas. Son muy agradables sus calles peatonales, el Nyhavn o Puerto
Nuevo pequeña dársena que permite a los navíos llegar hasta la Plaza
Real que es el centro de reunión de sus habitantes y de los turistas.
Copenhague no es solo un gran puerto y un importante centro comercial sino también una ciudad con numerosos valores culturales y urbanísticos. Es la mayor de la nación y alberga casi la cuarta parte de
su población. Gozó durante mucho tiempo de un gran poderío marítimo y comercial. El arte danés alcanzó gran auge en l95l en artes
aplicadas; destacan las cerámicas, el vidrio y el diseño. Compramos
unos bustos y otros objetos de porcelana muy bellos. Posee uno de los
niveles de vida más elevados del mundo, destacando entre sus escritores Hans Cristian Andersen, famoso por sus cuentos y poesías.
El Congreso mostró una inflexión en los cauces de la Medicina,
donde a la clínica y las exploraciones que dominaban en el diagnóstico y la etiopatogenia dieron paso a nuevos conceptos en que prevalecen la bioquímica y la genética.
Paralelo a las sesiones científicas se celebraba fuera del puerto, en
un barco, el Congreso Mundial de Pornografía. En la ciudad existían
numerosas salas porno, algunas de ellas con reclamos pseudocientíficos con escenas demasiado fuertes, escabrosas y aberrantes entre
homosexuales que muchos congresistas españoles, estacionados en
1970, con unas normas estrictas, fueron unos incautos que no tuvieron la precaución de ver las fotografías del hall y decidieron por cu-
Arraigo y Memoria
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riosidad entrar en la sala. El impacto por lo inesperado fue tal que cariacontecidos y defraudados no pudieron resistirlo y se salieron a media proyección.
Hoy día y con casi cuarenta años de diferencia se consideraría pueril esta conducta ya que hemos copiado, y a veces mal copiado, las
nuevas orientaciones. Finalizado el Congreso nos trasladamos en avión
a Estocolmo; nos llamó la atención al descender del aparato que a pesar de ser las once de la noche aún hubiera luz solar. Durante nuestra
estancia en la ciudad nos acompañó de guía Nino, profesor de la Universidad de Upsala, muy inteligente y con un excelente español.
ESTOCOLMO está emplazado sobre una serie de islas del Lago
Malar unidas por cincuenta puentes y con numerosos canales por lo
que se la conoce como la Venecia del Norte. En el grupo de islas que
forman la antigua población conocida por “La ciudad entre puentes”
está el Palacio Real, gran edificio del estilo del Renacimiento italiano; también es muy bello el del Ayuntamiento construido a principios
del Siglo XX; lo recorrimos detenidamente guiados por Nino. Nos
llamó la atención que presidiendo un gran salón había en la pared un
retrato al oleo de un personaje de aspecto tosco, caracteres vulgares
y rostro abotagado, la respuesta fue de que correspondía a un obrero
anodino encargado de suministrarles agua y cerveza a los operarios
que trabajaban en la construcción del edificio. Lo habían hecho para
demostrar que en Suecia nadie podía considerarse muy importante
porque si se lo creía así, los demás se encargarían de que dejara de
serlo. En otra estancia, parecida a una biblioteca, destacaban la igualdad de todos los libros por su formato y tamaño. Nino explicó que correspondían al Presupuesto Municipal del año en que se detallaba el
más nimio detalle sobre el valor, precio, calidad y características. Todo ciudadano tiene el derecho de ir a consultarlo y si existía alguna
anomalía o precios algo superiores a los del mercado presentaba una
solicitud por duplicado pidiendo explicaciones. Le sellaban el duplicado y tenían la obligación de contestarle en el plazo de un mes; si no
lo hacían iban, con el duplicado sellado, a cualquier agencia de información o periodística y el debate ya estaba dispuesto a la polémica.
Comentaba también el guía que el Alcalde acudía al Ayuntamiento
en transporte público o utilizando un taxi. No tenía chofer ni coche
oficial. Muy importante es el Milles Park con sus esculturas sobrevoladas.
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José García Galera
Recorriendo la ciudad y al fondo de una isla se alzaba el gran edificio de la Cárcel. Y aquí, por aquel entonces, la nueva sorpresa: a gran
parte de los presos los dejaban salir los fines de semana para regresar
el domingo. También había una habitación especial donde los reclusos recibían en la intimidad a su esposa o pareja, ambas cosas impensables e inesperadas, para nosotros, en aquella época. Otro lugar que
llamó nuestra atención fue el encanto de la plaza de Korshamnborg
en el centro histórico de la ciudad.
Desde Estocolmo y por ferrocarril nos trasladamos a UPSALA
para conocer su famosa Universidad y la figura de Linneo, el prestigioso botánico sueco y su conocido método de clasificación de plantas. La ciudad posee una bella catedral gótica.
Suecia es uno de los países más prósperos de Europa y con uno de
los mayores niveles de vida del mundo gracias a una buena administración, la riqueza de su suelo y haber sido neutral en las dos grandes
guerras mundiales. Más de la mitad de su superficie está ocupada por
bosques y lagos, es ante todo un país con una potente y acreditada industria que aprovecha su gran reserva de energía hidroeléctrica.
El otro punto de destino era OSLO a la que nos trasladamos en
avión y nos hospedamos durante dos días en el Hotel Ritz. Recuerdo
que la comida estaba amenizada por un pianista que en un piano de
cola tecleaba las notas de Claro de Luna de Beethoven y nos sirvieron un plato típico de filete de reno con mermelada de frambuesa y
nueces que encontré excelente. La capital se encuentra situada en el
extremo suroriental de Noruega en el fondo del fiordo de su nombre,
uno de los mayores de Noruega, con unos bellos alrededores y lo recorrimos en una pequeña embarcación. A ambos lados del fiordo, en
sus orillas, y entre árboles se encontraban numerosas casas o residencias diseminadas y aisladas unas de otras. Destacaba en la parte superior de ellas un asta para la bandera que izaban cuando estaba ocupada para conocimiento de sus vecinos. Disfrutaban allí de una vida
casi primitiva, sin refinamientos como compensación al estrés y exigencias de la ciudad. El Palacio Real está situado en un bello parque
y es impresionante el Castillo de Akershys de comienzos del Siglo
XIV desde donde se visualiza una excelente panorámica de la ciudad.
Uno de los lugares que más nos gustó fue el Vigeland Park con sus
numerosas esculturas y el elevado monolito con las paredes cubiertas
en su totalidad por figuras entrelazadas. También nos impresionaron
Arraigo y Memoria
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las instalaciones para saltos de esquí en la colina de Hoimenkonen en
la que se encuentra la rampa de esquí, cercana a Oslo, y que fue sede
de los Juegos Olímpicos de Invierno del año l952. En el Ayuntamiento construido en l950 se celebra la ceremonia de entrega del Premio
Nobel de La Paz.
Noruega, cubierta de montañas, es el país de mayor longitud de
Europa recortado por fiordos y millares de islas. Los fiordos son antiguos valles de 5 o 6 kilómetros de anchura y hasta en algún caso
próximo a los 200 kilómetros de largo, con sus llamativos acantilados y los espectaculares saltos de agua; en el fondo de algunos de ellos
se encuentran sumergidas naves vikingas. La abundancia de energía
hidráulica y los descubrimientos de petróleo y gas en el Mar del Norte han dado un fuerte impulso a su industrialización, especialmente
petroquímica y siderúrgica. Noruega se separó de Suecia en el año
l905.
Recorrimos el país en autocar, dirección este oeste, a través de carreteras estrechas y con abundantes curvas. Era un paisaje maravilloso de montañas elevadas y grandes bosques, numerosas poblaciones
con sus típicas casas de madera con tejados muy inclinados y en alguna zona rebaños de renos. Terminamos el viaje en la ciudad de Bergen.
BERGEN es el segundo puerto de Noruega; está situado en una
colina a la orilla de un fiordo, es una de las ciudades más interesantes
y antiguas del país. Se asciende a la colina por un funicular y desde
ella se divisa una bella panorámica de la capital, el fiordo y el puerto
en el que destacan las casas seculares de madera de la liga hanseática, de origen alemán, que dominaron el país en el siglo XIII. Admiramos la casa-museo del compositor Eduardo Grieg que se inspiró en
los cantos populares escandinavos. Está enterrado en su jardín bajo
un gran árbol. Bergen no ha podido sustraerse a la fatalidad de los incendios, tan frecuentes en estas ciudades, y sufrió uno al principio del
siglo pasado que arrasó gran parte de la ciudad.
Desde Bergen recorrimos en barco numerosos y profundos fiordos, sus escarpadas costas y las numerosísimas islas dirigiéndonos
hacia el norte para ver si era posible visualizar el sol de media noche
en el que el astro rey no se pone en las 24 horas del día.
Teníamos especial interés en el Simposium y el Congreso Interna-
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José García Galera
cional de ATENAS que aparte del interés científico ofrecía la posibilidad de admirar la cultura griega. Nos trasladamos a la capital en
avión y nos alojamos en el hotel President. La capital en aquella fecha
tenía 800.000 habitantes, es un verdadero tesoro de monumentos y
recuerdos y fue una pena que por lo limitado del tiempo solo pudiéramos admirarla muy parcialmente. Me llamó la atención el gran estadio moderno, reproducido y construido sobre el antiguo, la Academia y el Palacio Real en el que como curiosidad destacaba el centinela que hacía guardia desde su garita, con su típico uniforme de medias calzas, zapatos con una bola pompón en su punta, el gorro y su
vistosa indumentaria. Los turistas posaban a ambos lados de él para
hacerse la típica fotografía de recuerdo. Era muy llamativo el Palacio
de Exposiciones y el gran parque que le rodea. La Atenas moderna se
localiza alrededor de dos plazas: la de la Constitución y la de la Concordia con numerosos edificios neoclásicos. Es muy llamativo el barrio del Placa, al pie del promontorio de la Acrópolis, con sus callejuelas estrechas y típicas, animada vida nocturna y los numerosos establecimientos entre los que dominaban las joyerías, gran reclamo para nuestras mujeres que adquirieron, pendientes, braceletes o collares
a precios muy asequibles. Nos llamó la atención que en la mayoría de
ellos los dependientes hablaban un español casi perfecto.
Uno de los parajes que teníamos más deseo de visitar era la Acrópolis. En ningún lugar se puede admirar en tan poco espacio tantas
obras maestras de arquitectura, escultura y pintura. Subimos por la
vertiente occidental del promontorio por unas escaleras rodeadas de
columnas y un pórtico hasta alcanzar una explanada amplia con numerosos monumentos y desde la que se divisa una panorámica de la
ciudad con sus importantes edificaciones antiguas y modernas. Enfrente de ella hay una colina desde la cual, según explicó la guía, San
Pablo predicaba a sus seguidores. En esta explanada se encuentra el
Paternón, dedicado a la diosa Atenea de estilo dórico, es el monumento más importante de la arquitectura griega con su numerosas e imponentes columnas en los frentes y laterales, el frontón, las decoraciones esculturales y su gran amplitud. Otro monumento es el Erecton dedicado a Poseidon con el conocido pórtico de las Cariátides. En
el subsuelo de la Acrópolis y en una cavidad de la roca existe un excelente museo con muchas salas repletas de esculturas, fragmentos de
frontones y otras piezas arqueológicas que comentaba la guía. A un
Arraigo y Memoria
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lado de la colina y al fondo están las ruinas del teatro en el que se enfrentaron Esquilo, Sofocles y Eurípides. Restaurado parcialmente, se
han hecho en la actualidad representaciones teatrales y conciertos en
los que han intervenido Montserrat Caballé, Victoria de los Ángeles
y Carreras.
En los congresos, aparte del interés científico y profesional, como
primera causa, adquieren también relevancia las relaciones que se
mantienen con compañeros de otra procedencia y como consecuencia valiosas amistades que van más allá de lo meramente científico.
Al margen del quehacer meramente técnico, los comités organizadores procuran amenizarlo, a posteriori, con actos turísticos como viajes atractivos que sirvan de evasión a las intensas y absorbentes jornadas de discutir ponencias y comunicaciones para gozar y conocer
nuevas tierras, nuevas personas y culturas e incluso a repasar la historia. El turismo hace que te salgas algo de lo cotidiano y por unos
días te consideres más libre e inhibido de la rutina y obligación del
trabajo.
Hicimos una excursión al cabo SUNIO, distante 70 kilómetros de
Atenas, por una carretera que bordea la costa occidental de Ática y
en un gran y elevado promontorio están los restos del templo dedicado a Poseidón con quince esbeltas columnas dóricas. Se asciende a
esta altura por una vereda, se pasa por taquilla y desde la gran explanada, en que se encuentran los restos del templo se divisa una inconmensurable vista del mar.
GRECIA, aparte de la península, es un conglomerado de islas de
las que solo l67 son habitables y la mayor parte de su territorio es montañoso. Durante la Segunda Guerra Mundial tanto Atenas como el
resto de la nación sufrieron grandes destrucciones a causa de la invasión alemana y de las luchas fratricidas al término de la misma.
Terminado el Congreso Internacional decidimos hacer un crucero
por las islas griegas. Embarcamos en el puerto del Pireo en el paquebote Odysseus, en un crucero de seis días por las islas de Paros, Santorini, Creta, Rodas, Patmos, Samos, el puerto turco de Kadasaki y
próximas a él las célebres ruinas de la ciudad de Éfeso.
El puerto del Pireo es grandioso, el más importante de Grecia, sede de numerosas compañías marítimas, con tráfico de mercancías y
pasajeros. Sus dársenas están ocupadas por un sin número de cruceros, correos, ferrys y todo tipo de embarcaciones que intercomunican
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José García Galera
las islas. El movimiento de naves es continuo y llamativo el sonido de
las sirenas cuando entran o salen del puerto. El Odysseus abandonó
el Pireo dejando tras él una larga y amplia estela. Sobre cubierta estábamos los pasajeros colocándonos los chalecos salvavidas como
operación de ensayo obligatorio cuando se inicia el crucero.
La primera isla a visitar fue PAROS, una de las más bellas de las
Cícladas, tal vez la más hermosa del Egeo y que según explicaron apareció después de grandes cambios geológicos, con terremotos y grandes erupciones volcánicas que separaron Grecia de Asia Menor. La
isla aparecía como una cadena de montañas, áridas, con numerosos
pueblos de casas blancas diseminados por sus laderas. Junto al puerto destacaban unos molinos de viento. Desembarcamos al atardecer.
Desde la distancia se visualizaba la silueta de varios cruceros que se
encontraban fondeados, iluminados por centenares de bombillas de
uno a otro mástil destacaban en la oscuridad de la noche y se reflejaban en las tranquilas aguas de la dársena. Nos desplazamos en la ciudad por una calle típica, estrecha y recta de casas blancas de dos plantas muy iluminadas con escaparates casi ininterrumpidos que mostraban piezas de joyería, en su mayor parte de oro, que podían adquirirse a buen precio. Estaba muy concurrida y animada también por pasajeros de otras embarcaciones. Los restaurantes, bares, comercios y
centros de ocio estaban en una calle paralela a la playa.
Levamos ancla con rumbo a la pequeña y preciosa isla de SANTORINI, conocida también por Tera, la más meridional de las islas
Cícladas, de gran belleza por su origen volcánico, como muestra la
gran pared rocosa de su promontorio sobre el que se asienta un pueblo blanquísimo. Desembarcamos en lanchas y para ascender a él lo
hicimos en un telesférico. Otros, por curiosidad y más típico, prefirieron dar un rodeo y subir sobre burros por un serpenteante camino.
Llama la atención la arquitectura de sus casas, pequeñas, con diminutas ventanas y cúpulas. La mayoría parecían colgadas del gran promontorio. Desde esta parte alta se divisa la enorme caldera del extinguido volcán cubierta por las aguas y en su centro la pequeña silueta
de nuestro barco. Recuerdo que era un atardecer, se iniciaba el crepúsculo y entre el rojo del horizonte y el azul del mar se difuminaba
la embarcación que ya había encendido todas sus luces. Sus calles como las de la mayoría de las islas eran estrechas y empedradas, con algunas casas señoriales. La bella catedral ortodoxa griega con nume-
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rosos iconos, excelente decoración y objetos de culto. La catedral católica es más sencilla, coincidimos, cuando las campanas tocaban a
misa, con varias personas de edad avanzada que acudían a cumplir el
precepto y subían por una calle estrecha y empinada. En uno de los
extremos de la isla está el pueblo de ITA que nos llamó la atención
por la bien cuidada belleza de sus casas, blancas, pulidas, acogedoras
y sus terrazas, la mayoría de ellas de restaurantes, con excelentes vistas y ocupadas en gran parte por turistas.
CRETA es la mayor de las islas griegas. La capital, Heraklion, con
100.000 habitantes, tiene un magnífico puerto en el que estaban anclados ferrys, gran número de cruceros y un gran trasatlántico; junto
a él hay unos espaciosos jardines. Ascendimos a la ciudad por una calle larga y empinada protegida por una muralla. En el centro de la ciudad visitamos el museo histórico y etnográfico donde pudimos admirar numerosas piezas de la cultura menoica. Las murallas venecianas
están bien conservadas y tienen varias puertas. La catedral es de grandes proporciones y posee excelentes iconos. Asimismo fue objeto de
nuestra atención CNOSOS, a unos 6 kilómetros de Heraklion. Es el
principal centro de esta cultura con el palacio real, en parte reconstruido, y con numerosos frescos; destacaban en la entrada y en la sala de guardia el color rojo de sus columnas así como las pinturas murales del salón del trono. Fue objeto de comentario la leyenda del Minotauro, monstruo con cabeza de toro y cuerpo de hombre, encerrado
en el laberinto.
RODAS es la mayor isla del Dodecaneso pero es más conocida por
la leyenda del coloso de Rodas, gigantesca estatua del dios griego Helios. Alcanzó su mayor influencia con los Templarios, caballeros de
San Juan, que construyeron el castillo y la ciudad medieval. Su gran
puerto da cobijo a gran número de ferrys, cruceros y barcos de recreo.
Llaman la atención en su entrada las dos fortalezas bizantinas y los
varios kilómetros de murallas que rodean la ciudad en la que nos introducimos por la Puerta de la Libertad, en la zona medieval, donde
se encuentra el impresionante palacio-fortaleza de los caballeros de
San Juan del siglo XIV con sus grandes torres y almenas. Dentro de
la ciudad hay numerosos restos de antiguas mansiones, torreones y de
murallas. En sus calles, amplias y bellas, proliferan establecimientos
eminentemente turísticos que ofrecen toda clase de “souvenirs”, se
pueden degustar platos típicos y tomar un aperitivo en el restaurante
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José García Galera
Placa. Destacan la Torre del Reloj y las iglesias, católica y ortodoxa,
con sus grandes cúpulas.
Desde la capital nos desplazamos en autocar, a unos 60 kilómetros
y bordeando la costa, al bello pueblo de LINDOS con el mismo tipo
de calles típicas y estrechas, ocupadas casi en su totalidad por comercios. A lo largo de la pequeña bahía se alza el promontorio de un gran
acantilado sobre el que se asienta la acrópolis y dominándolo todo la
gran fortaleza de los Templarios, objeto de nuestra visita. Al pie de
una empinada escalera y en una pequeña plataforma destacaba esculpido en la roca un gran relieve que representaba a un trirreme griego.
En este punto el guía nos ilustraba sobre las ruinas y los hechos que
habían sucedido en esta fortaleza. Ascendiendo y atravesando un gran
arco observamos el gran pórtico dórico y los templos de Atenas y Diónisos, construcciones bizantinas, un teatro antiguo, una gran fortaleza y las torres del castillo. Desde esta altura se dominaba, abajo, el
puerto y la pequeña ensenada surcada por numerosas lanchas que hacían esquí acuático. Regresamos al pequeño pueblo y comimos en el
restaurante Placas.
SAMOS es una bella isla del Egeo oriental, muy cerca de Asia Menor y a l6 millas del puerto turco de Kasadasi, con montañas muy elevadas cubiertas de bosques frondosos. Como las otras islas, sufrió numerosos fenómenos tectónicos que la separaron de Asia Menor. Tiene un amplio puerto y numerosos pueblecitos distribuidos por toda la
isla.
El Odysseus siguió su rumbo para recalar en el puerto turco de
Kasadasi donde se encontraban anclados varios cruceros. Es una ciudad de veraneo y centro turístico moderno. En las inmediaciones del
barco se encontraban varios vendedores ambulantes ofreciendo souvenirs. Las calles ofrecían en sus establecimientos toda clase de mercancías. Nos condujeron a uno de ellos y ofrecieron una colección de
alfombras persas mientras nos obsequiaban con unas tazas de té. Algunos de los pasajeros compraron varias piezas.
A pocos kilómetros de allí nos dirigimos en autocar a las ruinas
de EFESO (en turco Selçuk). Se incorporó una guía, de unos 45 años,
de profesión ingeniera que hablaba un perfecto español y comentaba
que en tiempos de Alejandro Magno era el puerto natural de Sardes
pero que los aluviones del río durante siglos habían ido rellenando su
cauce y que hoy las playas estaban a unos 7 kilómetros. En la anti-
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güedad el gran Alejandro fue uno de los que contribuyó a la construcción del templo de Artemisa que se consideró como una de las maravillas del mundo: llegó a tener 100.000 habitantes y en ella predicó
San Pablo. Aparecían numerosas ruinas siguiendo una larga calle con
columnas a uno y otro lado que correspondían a las ruinas de antiguas casas adosadas. En el suelo se encontraban gran cantidad de restos de columnas, capiteles y esculturas. Pasada la calle destacaba bastante bien conservado el edificio que correspondía a la biblioteca y
restos del gran teatro que en su tiempo tenía capacidad para miles de
personas y también los restos del templo de Artemisa; y como anécdota mencionó que en una de las invasiones había sido destruido parcialmente y que con el fin de allegar fondos para su reconstrucción,
damas importantes de la sociedad ejercieron la prostitución durante
días. Pudimos observar el Odeon, el Inodoro y una docena de orificios contiguos unos con otros que correspondían a las letrinas y donde sus moradores hacían sentados sus necesidades fisiológicas mientras conversaban. Fue una excursión inolvidable. Regresamos a Kasadasi para embarcarnos rumbo al Pireo. Durante la navegación, como en otras ocasiones, disfrutamos del espectáculo de varias compañías que interpretaban danzas, cantos, música y bailes griegos. Otras
veces los protagonistas eran orquestas y variedades internacionales.
Regreso a casa.
Al terminar el Congreso de las Sociedad Española del Aparato Digestivo que se celebró en Valladolid nos desplazamos mi mujer y yo
a SALAMANCA, la ciudad junto a la orilla del río Tormes. Austera,
bella, acogedora, señorial, rodeada de palacios, mansiones, catedrales y universidades. Lo que más nos llamó la atención fue la Plaza
Mayor, barroca, Monumento Nacional, centro de reunión de los salmantinos, impresionante, armónica, con acusada personalidad, cuadrada, rodeada de porches que contienen numerosos cafés, bares y establecimientos comerciales. Es de destacar que en la parte superior
de sus numerosos arcos aparecen esculpidos en piedra medallones con
efigies de reyes, caballeros, santos y literatos El edificio más destacado de la plaza es el Ayuntamiento que contribuye a darle realce. Cuando llegamos estaba muy concurrida y ocupada en gran parte por varios grupos de estudiantes festivos y alegres que cantaban acompañados de instrumentos musicales. Había varias joyerías, en una de ellas
entró Ana María con el fin de adquirir unas pulseras de plata y colla-
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res para nuestras hijas. La dueña del establecimiento, muy amable y
locuaz, como no había en aquel momento otros clientes, nos explicaba la gran influencia que la Universidad ha tenido sobre Salamanca
desde hace siglos y destacaba cómo elevó su importancia el gran pensador, filósofo y místico vasco don Miguel de Unamuno, nombrado
rector vitalicio de la Universidad, español universal con su estilo personal y paradójico, que tanto influyó sobre la juventud de su época y
dio tantos días de gloria a la universidad salmantina.
Paseando por sus alrededores son innumerables los monumentos
entre ellos la casa de las Conchas, con fachadas llenas de estos elementos, afiligranado escudo heráldico y hermosas rejas góticas. Frente a ella se encuentra la Universidad Pontifícia y su llamativa fachada
plateresca, puro encaje de piedra tallada, repleta de escudos heráldicos, reyes, figuras, coronas, personajes y un sinfín de diminutas tallas
entre las que destaca a pesar de su pequeñez, como famosa, la de una
rana o sapo que representa el pecado y la lujuria. La Universidad tuvo un gran prestigio en el siglo XIV en que se la consideraba una de
las cuatro mejores del mundo junto a Bolonia, París y Oxford.
Tenía curiosidad por conocer el aula de Teología del gran Fray Luis
de León. Es amplia, con zócalos de madera en las paredes, gran número de bancos largos, con respaldo posterior y un apoya brazos o libros anterior deteriorados por el paso de los siglos. Como anécdota
comentaron que la colocación de las personas en estos bancos, en el
sitio que les correspondía, estaba supeditada a su posición social. En
frente unos peldaños de madera dan acceso a un pequeño púlpito desde el que el gran teólogo, filósofo, místico y poeta después de haber
estado cinco años en las cárceles de la Inquisición por haber traducido el Cantar de los Cantares, empezaba su primera clase con el conocido “decíamos ayer”. En aquella época los alumnos iban acompañados de su paje, generalmente de la misma edad, alfabetizados y con
ganas de prosperar. Durante las clases solían tomar apuntes que luego entregaban a sus señores. Observando esta sala austera, fría, sin
calefacción, muy inhóspita durante los inviernos se concibe la anécdota que nos explicaron. Cuando los alumnos llevaban mucho tiempo
sentados, sin movimiento y casi titiritando de frío. Fray Luis les hacía poner de pie, que empezaran a moverse y patear el suelo pues así
solían entrar en calor. Aquí al parecer tiene su origen la frase “el derecho al pataleo” en una de sus diferentes acepciones.
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Pasamos después a ver el Paraninfo, amplio, con arcadas y numerosos bancos corridos, con respaldo de madera. Por mi afición a la
historia recordaba bien lo que sucedió en este lugar meses después de
iniciada la guerra civil y se lo referí a mi mujer. En este recinto, y sobre todo en el estrado, se había desarrollado una escena muy violenta
e histórica que se comentó mucho en la zona republicana e internacionalmente, pues llegó a correr peligro la vida del rector. Sucedió
durante la inauguración del Curso en Octubre de 1936, Fiesta de la
Raza, presidido por don Miguel de Unamuno, como rector vitalicio
de la Universidad, doña Carmen Polo, esposa de Franco, el profesor
encargado del discurso protocolario y, entre otros, el general mutilado Millán Astray, fundador de la Legión. El discurso del orador y el
de otros que le siguieron, se desarrollaba casi exclusivamente en atacar a la anti España y a la democracia. Unamuno, que tomaba nerviosamente algunas notas, se levantó mostrando en público su oposición
a la venganza, al odio y al resentimiento que no deja lugar para la
compasión e hizo un canto a la libertad. Se alzó impulsivo el general
gritando que el fascismo era la solución para España; desde el público, posiblemente uno de los miembros de su escolta gritó el: ¡Viva la
Muerte! de la Legión. Con rapidez don Miguel reprochó que en la casa de la Cultura no se podía pronunciar el grito de viva la muerte, porque equivalía a decir muera la vida: “Acabo de oir el grito necrófilo
y sin sentido de ¡Viva la muerte! El general Millán Astray es un inválido de guerra que quiere crear una España nueva y desearía ver
una España mutilada.” La discusión adquiría caracteres de gran violencia y Millán Astray, muy excitado y amenazante exclamó: ¡Muera
la inteligencia! ¡Viva la muerte! que corearon los falangistas y legionarios. Le respondió el rector: “Este es el templo de la inteligencia y
yo soy su sumo sacerdote y estáis profanando su sagrado recinto.
Venceréis pero no convenceréis”. El general con gran agresividad y
rodeado de su escolta de legionarios con las pistolas montadas se dirigió hacia el rector, cuando rápidamente la esposa de Franco, con
gran serenidad, indico a su escolta que avanzara, tomó del brazo a
Unamuno, lo sacó del salón y con su escolta personal lo acompañó
hasta su domicilio.
Una vez terminado el recorrido y admirar tanta exquisitez nos desplazamos a un restaurante próximo. Comentaba con Ana María la
gran decepción que causó entre la generación del 98 y en la Repúbli-
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José García Galera
ca que Unamuno que había sido uno de los más fervientes paladines
de la democracia, luchador contra la dictadura de Primo de Riviera y
que propiciaría la venida de la República, apoyara sin reparos el Alzamiento y a Franco, y se alineara contra el Frente Popular porque
consideraba que había que salvar la civilización occidental y la civilización cristiana de las hordas marxistas. Su nueva actitud fue lo que
motivó que el Gobierno de la República le anulara su nombramiento
de rector vitalicio y los sublevados le repusieran de todos sus cargos
y constituyó una sorpresa su reacción posterior el día de la inauguración del curso, como he comentado; que públicamente se manifestara
en contra del Alzamiento correspondía a su verdadero pensamiento.
Contigua a nuestra mesa del restaurante había otra ocupada por dos
señoras ya mayores; al escuchar nuestra conversación una de ellas,
amable, extrovertida y locuaz nos preguntó si nos había gustado la
Universidad y el Paraninfo y que respecto a lo que yo comentaba con
mi mujer tenía que señalar algunos matices pues conocía los hechos
ya que, casualmente, era sobrina del insigne pensador. Vivía en Paris,
estaba de vacaciones en Salamanca y se vanagloriaba de ser la primera mujer española que había alcanzado el titulo de licenciada en Arquitectura. Explicaba que el hecho de que su tío apoyara a Franco durante los primeros meses de la guerra fue debido a que era profundamente religioso, casi místico, se había alineado a favor del Alzamiento porque creía que había que salvar la civilización cristiana y occidental al comprobar las tropelías, incendios de iglesias y asesinatos
de sacerdotes amén de que se corriera el peligro de la desintegración
de España, a la que tanto amaba, lo que hizo que a pesar de sus creencias se decantara por apoyar al bando rebelde; pero que poco tiempo
después al apreciar cómo eran encarcelados compañeros suyos y el
sentido totalitario y de venganza del Alzamiento, hizo que volviera a
ser el de siempre y que públicamente y en un acto oficial expresara su
equivocación. Comentó además la sobrina que el enfrentamiento entre Millán Astray y su tío ya venía de atrás, que fue destituido fulminantemente de todos sus cargos y a partir de aquel momento rechazaban su presencia en los lugares que antes solía frecuentar, se sentía
repudiado, aislado en su domicilio, como prisionero. La soledad y el
desengaño hicieron mella en él y falleció repentinamente el día de Nochevieja de l936 a los tres meses escasos del incidente en la Universidad.
Lámina 19
Planolas, verano 1997
Revellón 1989
Lámina 20
Lámina 21
Bodas de plata 1979
Lámina 22
Reunión familiar, Barcelona, 2003
Lámina 23
Bodas de oro, 9 de junio de 2004. Acompañados de nuestros nietos
Lámina 24
Acto de descubrimiento de la placa que da mi nombre a una calle de Lucainena. Acompañado por el alcalde, Juan Herrera Segura, José Ortega Viñolo, presidente del Colegio de Médicos de Almería, mi esposa, y mis hijos Elena y José
LA CASA DE ALMERÍA
La Casa de Almería, asociación andaluza decana de Cataluña, fue
fundada en l950, con fines totalmente altruistas. Tenía por misión especial facilitar y orientar a los muchos inmigrantes que se trasladaron a Barcelona buscando nuevos horizontes, al mismo tiempo que
procurar mantener los valores de su cultura y agrupar a la numerosísima colonia ubicada aquí, con los problemas, vicisitudes y logros de
la emigración magistralmente expuestos por Francisco Candel en su
obra “Los otros Catalanes”. Se editaba para los socios un modesto boletín de información, “La Alcazaba”, con secciones como Crónica de
Leyes, Página Poética, Crónica de Arte, Divulgación Médica, Recuerdos y Nostalgias de Almería.
Ejercía una labor asistencial y social. En las distintas secciones se
intentaban resolver los problemas médicos, jurídicos o de otro tipo
que tuvieran los asociados. En aquella época, prácticamente sin seguridad social, personalmente yo pasaba visita gratuita en el domicilio
social un día a la semana, o admitiendo consultas por teléfono intentándoles resolver su problema. La Casa de Almería costeaba una cama en el Hospital de San Pablo y en él se atendía u operaba a pacientes de aquí o a los que se desplazaban desde la provincia o de la capital almeriense. Igualmente en otras secciones como la jurídica de Vicente Sanchís procuraba resolver problemas, especialmente los relacionados con la LAU, ley de arrendamientos urbanos tan en boga entonces. Fui cofundador y director adjunto del Instituto de Estudios del
Sur de España que tenía por misión promover, realizar, dirigir y divulgar un plan de investigación científica acerca de los pueblos del
Sur de España. El director Ginés Hernández Doménech, con su vitalidad y entrega, nos contagiaba a todos su optimismo.
En la Sala Villaespesa del domicilio social se daban conferencias
de todo tipo, muy concurridas, que luego eran reseñadas en la prensa
con un breve resumen del tema tratado y en ocasiones como en los de
la Solidaridad Nacional iba acompañada de una foto del conferenciante. Entre las que se dieron recuerdo una que llamó la atención por el
desconocimiento del tema. Versaba sobre nuestra cultura argaica, la
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José García Galera
más importante de la prehistoria en aquella época y su evolución, gracias a los estudios del ingeniero y arqueólogo belga Luis Siret, que
encontró durante sus excavaciones numerosísimas piezas que donó al
Museo Arqueológico Nacional y las que tenía por duplicado las cedió
al museo de Almeria que adoptaría su nombre. La cultura neolítica
del Argar almeriense como primera manifestación de la Edad de Bronce, configura una personalidad muy concreta siendo una de sus principales características la aparición de aldeas y poblados, muchos de
ellos amurallados, buscando cauces de los ríos; practicaban la agricultura y el pastoreo, realizaban pinturas rupestres, poseían una cerámica muy avanzada, la metalúrgica del bronce y la confección de pulseras, pendientes, diademas de plata y cobre. Los principales yacimientos argáricos se encuentran, entre otros, en Cuevas del Almanzora, Mojacar, Vera, Pechina y Antas. Recuerdo que al terminar la
conferencia en plan de broma se comentó que Almería en la civilización de aquella época representaba un papel análogo al de New York
actual en la nuestra.
Otra de las charlas que me viene a la memoria porque llamó la
atención y fue motivo de un largo diálogo entre el conferenciante y
varios contertulios versó sobre la pintura almeriense y en especial sobre el bodeguismo y el movimiento indaliano de finales del siglo XIX,
citándose entre los primeros a Moreno Calvache. Otro es Gómez de
Abad; precisamente de él tengo un bodegón de uvas que me regaló su
hermana pues visitaba como paciente a su esposo. Natural de Pechina pintaba con singular destreza los frutos de la tierra y exportaba
mucho a Norteamérica; sin embargo, la explosión del arte almeriense
es el movimiento indaliano con proyección nacional e internacional,
con una nueva estética, la estética indaliana, de una serie de pintores
jóvenes, entre los que destaca en primer lugar Percebal, fundador del
grupo y maestro de la mayoría de ellos, con numerosas obras pictóricas y de escultura que se encuentran en los más importantes museos
y colecciones.
Una comunicación muy erudita fue la de Carlos Almendros sobre
el flamenco haciendo un análisis destacado de cada una de sus variedades, estilos y modismos. Yo también expuse varias sobre temas de
divulgación médica y recuerdo otro muy documentado sobre la relación de nuestra tierra con Cataluña en la Edad Media.
Arraigo y Memoria
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La inmigración era una necesidad para Cataluña y Cataluña una
necesidad para la inmigración que veía aquí su futuro; fueron unos
tiempos difíciles y de sacrificios. Con el transcurso de los años cambian estas condiciones, con su trabajo, voluntad y esfuerzo progresan,
prosperan, son técnicos, se especializan, montan pequeñas y medianas empresas, sus hijos estudian carreras superiores, ostentan cargos
de importancia en sociedades mercantiles y hasta crean multinacionales y son millares y millares de ellos, con ascendencia almeriense,
que pueblan los grandes municipios del Área Metropolitana de Barcelona. Como es obvio la Casa de Almería ha de centrarse en esta
nueva situación y su fin primordial no es informar, aglutinar y ayudar
en suma a aquella inmigración, la mayor parte carente de recursos y
asistencia social como comentábamos al principio, hoy como siempre, es el punto de referencia en el que confluyen todos aquellos paisanos que quieren mantener nuestra cultura, rememorar fechas y celebraciones y que se conozcan entre sí los pueblos de nuestra provincia
Los que vinieron en aquella época aman a su nueva tierra, Cataluña, están integrados, sus hijos y nietos son catalanes pero conservan
el amor a su origen y a sus costumbres. Existe una buena simbiosis
entre las dos culturas: la andaluza y la catalana. La Casa de Almería
actual es esto, representa a todos, potencia lo que nos une, rechaza lo
que nos separa, mantiene vivas nuestras tradiciones acoge toda clase
de iniciativas, se multiplican los actos sociales, las fiestas patronales
y las tertulias de los diferentes pueblos. Su presidente, don Francisco
Gutiérrez Latorre, que durante tantos años y con su bien hacer, ayudado por la Junta, es el autor que ha impulsado la gran remodelación
de la sede social y con su gran voluntad une esfuerzos y comunica
ilusiones. En la Casa de Almería presenté junto a su presidente y el
director de la editorial Arráez Juan Grima el libro autobiográfico
“Hombres de Acero” de José Magaña Expósito que es un testimonio
de los hechos y acciones bélicas en que actuó durante la Guerra Civil. También participé junto con Francisco Gutiérrez, presidente de la
Casa de Almería, el profesor Juan Grima y Francisco Candel, escritor y ex senador, en la del libro de Pedro Soler Valero “Sorbas Historias del Paraiso” en la Casa de Cultura del Ayuntamiento de L’Hospitalet. Es una obra de gran facilidad narrativa, bien escrita, amena e
interesante con unos excelentes dibujos que acompañan a cada histo-
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José García Galera
rieta y en los que existe una perfecta simbiosis entre el Pedro Soler
pintor y el Pedro Soler escritor. Con motivo de estas presentaciones
conocí de cerca el movimiento cultural almeriense en la actualidad
promovido por la gran revista “Axarquía“ de la mencionada editorial,
que por su formato y lo excelente de su contenido destaca entre las
mejores revistas y está bajo los auspicios de la Unesco.
TRISTEZA
El día 22 de Agosto de l977 fue un día muy triste, a los 80 años
falleció mi madre, la abuela Rosa de mis hijos. Gran mujer, compendio de bondad, sacrificio, dulce, cariñosa, amable, fuerte en la adversidad, totalmente entregada a los suyos, para ella nada, para los demás todo. A pesar del tiempo transcurrido no puedo sustraerme al recuerdo de aquellos penosos momentos y revivo sus últimos instantes
en que con su mirada lúcida y angustiada quería expresarnos su cariño al no poder hacer uso de la palabra para expresarnos su pensamiento. Te rebelas a aceptar cómo se extingue en tus brazos la vida que te
dio la tuya y desaparece como el chisporroteo final de una vela que
se apaga. Al extinguirse su luz nos sumíamos en la oscuridad. Son
muchos los recuerdos que se agolpan en tu mente. En realidad la infancia no se acaba cuando te haces adulto, sino cuando muere tu madre. Fue un duro golpe del que nos ha costado reponernos.
“Como las gaviotas y las olas nos encontramos y nos unimos. Se
van las gaviotas, volando, se van rodando las olas y nosotros también nos vamos”
“No llores si no puedes ver el sol, porque las lágrimas no te dejaran ver las estrellas”
Rabindranat Tagore
BODAS DE PLATA
El 9 de junio de 1979 se cumplían los 25 años de matrimonio. Lo
celebramos en unión de familiares y amigos en el Restaurante Paradis de Pedralbes. Con el fin de conmemorar esta fecha organizamos
junto a dos matrimonios amigos y compañeros de curso, Manuel Santaló y Salvador Pérez Fabra, un crucero por el Mediterráneo en el paquebote Eugenio C. Embarcamos en Barcelona y nuestro primer destino era la isla griega de Corfú. Durante la travesía disfrutamos de una
actividad dinámica y festiva que no dejaba tiempo para descansar.
Aparte de la comida, en salones y mesas originalmente presentados,
no cesaban los aperitivos y cócteles o la asistencia a una de las salas
de atracciones, o la de cine, o ir de tiendas o al bingo para los aficionados al juego y si tenían calor disfrutar de las piscinas. Atravesamos
el estrecho de Mesina y desembarcamos en la isla griega de Corfú.
CORFÚ es la más septentrional de las Islas Jónicas, de unos 65
km. de longitud y unos l5 km. de anchura media, está separada de
Grecia por el Canal de Corfú. Tiene 100.000 habitantes. Es un importante centro turístico, de calles estrechas y pintorescas ocupadas casi
en su totalidad por comercios de “souvenirs” para adquirir artesanía
y objetos típicos de la región. Se puede visitar el Palacio del Gobernador donde según explicó la guía pasó la convalecencia de su tuberculosis la Emperatriz Sisí. Entre los monumentos destaca el palacio
Real de San Miguel residencia de verano de la familia real. El más
grande de sus templos es el de Hera del Siglo VI antes de C. La parte septentrional de la isla se caracteriza por pequeños valles verdes y
la abundancia de olivos llamándonos la atención su gran tamaño como asimismo la elevada cantidad de cipreses.
La próxima visita era la REPÚBLICA DE SAN MARINO. La república más antigua y pequeña de Europa, enclavada en territorio italiano en los Alpes Etruscos, entre Emilia y las Marcas, de escasa extensión, solo 60.000 kilómetros cuadrados y l5.000 habitantes. Para
ascender, en autocar, lo hicimos por una carretera situada en una eminencia rocosa del Monte Titano desde donde se divisa el Mar Adriático. Es una población diminuta, muy bella y cuidada, donde la ma-
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José García Galera
yoría de las calles están ocupadas por establecimientos dedicados al
turismo. Tiene casino de juego.
VENECIA fue el siguiente punto de destino. Es una ciudad de gran
encanto y aunque la visites varias veces siempre encuentras novedades. Ya la conocíamos por haber estado en ella en otra ocasión con
motivo de asistir hace muchos años al Congreso Mundial de Gastroenterología de Munich y como anécdota de aquella fecha llamó nuestra
atención que se pudieran “regatear” los precios. Nos lo enseñaron los
mismos italianos, que llegaron a timarnos, aprendimos la lección y lo
practicamos con éxito incluso cuando utilizábamos la góndola; afortunadamente en este nuevo viaje hay seriedad y el precio fijo. En la
anterior visita, uno de los principales medios de locomoción en los
diversos canales era la góndola, pero en la de ahora tiene un papel más
secundario y turístico ya que en el Gran Canal predominan los vaporcitos y lanchas.
Venecia está asentada a más de tres kilómetros de tierra firme sobre 118 islas en una laguna con más de cien canales cruzados por más
de 400 puentes. El más importante es el Gran Canal, que los italianos
llaman Canalazzo, divide a la ciudad en dos sectores principales y enlaza la Piazza de San Marco con la Estación de Ferrocarril, tiene unos
cuatro kilómetros de largo y en él se desarrolla un tráfico intenso. A
uno y otro de sus lados se alzan los palacios más famosos. Los patricios de la República Veneciana competían entre ellos para poseer el
palacio más bello del canal. El Puente de Rialto es uno de los más célebres, de un solo arco, pesado y macizo en su parte superior, tiene
dos hileras de tiendas. Lo que más llamó nuestra atención fue la Piazza de San Marcos, en el centro de la ciudad, de una gran belleza,
acogedora, íntima, apartada, con el revolotear de las palomas y sus
elegantes cafés como el Florian o el Quadri y en la que destacan el
Palacio Ducal que representa el esplendor de Venecia y en él tienen
su residencia el Dux y las principales autoridades. De estilo gótico
oriental, majestuoso, en su interior destaca el Salón de las cuatro puertas. Está situado junto a la basílica y aloja una espléndida colección
de arte y comunica con la cárcel de los presos de la Inquisición, en
anteriores tiempos, por el Puente de los Suspiros.
La basílica de San Marcos es uno de los edificios religiosos más
famosos del mundo por la originalidad de su estilo. Detrás del altar
mayor se halla el conocido Retablo de Oro, colocado dentro de un
Arraigo y Memoria
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marco gótico, es un gran trabajo de la orfebrería bizantina, resplandeciente de oro y pedrerías con esmaltes inspirados en la historia sacra. El guía dijo que pesaba setenta kilos. El Altar Mayor contiene la
urna con el cuerpo de San Marcos y posee un espléndido pabeillon
sostenido por cuatro columnas de mármol con escenas evangélicas.
A un lado de la plaza se yergue majestuoso el Campanile de San Marco al que se sube por ascensor y desde donde se contempla una magnífica vista de la ciudad. Junto a la Piazza está la Piazzetta de Lioncini con la Torre del Reloj, en cuya parte alta los dos famosos moros
de bronce con sus mazas golpean una campana para dar las horas. La
Piazetta de San Marcos, encuadrada hacia el muelle, muestra dos columnas esbeltas y elevadas, una que sostiene la estatua de San Teodoro y la otra un león alado en bronce, símbolo de San Marco.
Nos llamó la atención la espléndida vista, al otro lado del canal,
de la Iglesia de Santa María de la Salute en la que destaca su gran cúpula. En un vaporcito fuimos a la isla de Murano famosa por sus figuras de cristal, donde nuestras mujeres compraron varias de ellas y
nos sorprendió el famoso museo de vidrio que posee por la cantidad
y belleza de las numerosísimas piezas que estaban expuestas. El gran
Canal es el mayor medio de comunicación y en él existen numerosas
estaciones de los pequeños vaporcitos, vaporettos, que pasan con un
intervalo de diez minutos. Funcionan desde las seis de la mañana hasta las doce de la noche.
TRIESTE fue la etapa siguiente del Eugenio C. Ciudad; disputada entre Italia y Yugoeslavia después de la Segunda Guerra Mundial.
Fue declarada Territorio Libre y posteriormente dividida en dos zonas correspondiendo a Italia la capital y sus alrededores. Sus habitantes son italianos y eslovenos. Situada en la Península de Istria y con
un puerto importante por servir de salida al Mediterráneo de los países de la Europa Central. La parte antigua con calles estrechas y tortuosas se extiende por una colina en cuya cima se encuentra el Castillo de Miramar construido por Maximiliano Emperador de Méjico
que domina el puerto y desde el que se goza de una buena visión de
la ciudad. La parte nueva está construida sobre una planicie junto al
mar con calles muy bien trazadas y un buen comercio; se pueden visitar varios museos.
DUBROVNIK fue la siguiente ciudad del itinerario. El barco echó
anclas a bastante distancia del puerto, al que nos trasladaron en las
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José García Galera
lanchas del propio buque. Está situado a unos seis kilómetros de la
ciudad, antigua y amurallada con calles muy empinadas que parten
de la principal y de la plaza, muy interesante y pintoresca. Yugoeslavia estaba presidida en aquel tiempo por el Mariscal Tito que se había alejado de la tutela de la URSS y no presentaba la escasez de los
Países del Este. Todos sus establecimientos, especialmente los de la
parte nueva de la ciudad, estaban bien surtidos tanto en variedad como en cantidad. Es de destacar la poca profesionalidad de los dependientes, pues eran funcionarios del Estado con poco interés. Anita,
Nuria y Conchita, nuestras mujeres, en algunos comercios que tenían
cosas interesantes de encajes o manufacturas en cuero preguntaban al
encargado, pero éste no les mostraba el género, les decía dónde se encontraba, se dedicaban ellas a sacar de las estanterías o de detrás del
mostrador, lo examinaban una y otra vez y el dependiente se limitaba
a cobrar.
Embarcamos en las lanchas y regresamos al Eugenio C que levó
anclas y zarpó rápidamente de regreso para Barcelona. Habíamos navegado ya casi doscientas millas, eran aproximadamente las cuatro de
la tarde, yo me encontraba en una de las salas de atracciones sentado
en un sillón oyendo a la orquesta; desde allí veía el horizonte azul del
mar a través de los grandes ventanales; súbitamente desapareció el
horizonte, el barco hizo un gran movimiento, brusco, lateral y con
una acusada inclinación. Los músicos rodaron por tierra, el locutor
salió despedido, los sillones se desplazaban con estrépito y los pasajeros gritaban. A pesar de la gran distancia del maremoto, el Eugenio
C fue zarandeado por una enorme ola. El epicentro estaba precisamente en el punto donde horas antes estaba anclado, arrasó el puerto
y los alrededores de la ciudad. La radio y altavoces de las emisoras
solicitaban con urgencia donadores de sangre y médicos. Este accidente nos hizo pensar en lo aleatorio que es el destino, de haber permanecido unas horas más el Eugenio C en el lugar donde estaba anclado hubiera supuesto su naufragio. A gran velocidad regresamos a
Barcelona donde nuestros hijos estaban esperándonos en el puerto.
LA FAMILIA
En la familia encontramos el refugio, el descanso, el calor del hogar, el contrapeso a las largas horas de trabajo que nos ayudan a mitigar las tensiones y los problemas específicos de la profesión. Han sido y son muchos los años en que gozas de la presencia de tu mujer y
de los hijos, que solo nos han producido satisfacciones. Han terminado el Bachillerato, pasan con facilidad la selectividad y por su buena
puntuación pueden elegir la carrera y la Facultad que les interese. Es
curioso que sin intervención de alguna clase tres de ellos, Ana Mary,
Rosa Mary y José elijan Medicina. Elena lo hace por Farmacia. También llama la atención que los tres primeros me consultaran que en
lugar de matricularse en la Facultad de Medicina de San Pablo preferían hacerlo en la Facultad del Hospital del Valle del Hebrón, lejos de
la influencia que hubieran podido tener en la de San Pablo. Me pareció bien la sugerencia porque demostraba una personalidad, que tenían confianza en sí mismos y además me constaba que en Valle de
Hebrón tendrían una buena preparación. Todos acabaron la carrera
con un excelente expediente académico, pasaron con buena puntuación las oposiciones de MIR y pudieron elegir la especialidad deseada. Ana Mary Otorrinolaringología, Rosa Mary Pediatría y José Oftalmología. Elena hizo la oposición del FIR (equivalente al MIR) de
Farmacia y pudo elegir Investigación de Bioquímica y Biología Molecular en el Hospital del Valle de Hebrón. Hicieron la tesis doctoral
con la calificación de Sobresaliente cum laude. Elena también es Doctora en Farmacia con la misma calificación. Rosa Mary obtuvo una
beca por dos años del Instituto Superior de Investigaciones Científicas para ampliar su formación sobre Inmunología Infantil en un hospital de Londres y hacer al mismo tiempo su tesis doctoral sobre este
tema.
Aunque solo sea como referencia sintetizaré en unas líneas los enlaces matrimoniales de nuestros hijos.
Ana María se unió en matrimonio con Ramón Pujadas Capmany,
médico, el 7 de octubre de 1978 en la conocida iglesia románica de
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José García Galera
Breda y el banquete nupcial se celebró en el restaurante del castillo
fortaleza de Hostalrich. Los padres de Ramón, Ramón Pujadas, cirujano y María Teresa Capmany, siempre dispuesta a ayudar, con quienes nos ha unido una entrañable amistad y echamos mucho de menos
a él pues falleció hace unos años.
El enlace matrimonial de José con Rosa María Fuste Guardia, licenciada en derecho, tuvo lugar el día 6 de julio de 1985 en la misma
iglesia románica de Breda y la celebración en el castillo fortaleza de
Hostalrich en el que se había casado Ana María. Los padres de Rosa
María, Faustino Fusté, abogado, y María Asunción Guardia muy dedicada a la catequesis, entrañables amigos y buenos conversadores.
Elena contrajo matrimonio con Francisco Bencomo Ensesa, el día
28 de septiembre de 1985 en la iglesia de los Escolapios de Sarriá y
el banquete de bodas se celebró en el Real Club de Polo de Barcelona. Los padres de Francisco eran encantadores, él Francisco Bencomo y ella Carmen Ensesa, siempre animosa y con su saber estar, acogedores y excelentes anfitriones; nos hemos reunido con ellos en muchas ocasiones en la finca de Esplugas o de S’Agaró y bastantes veces
hemos conmemorado juntos la Nochebuena. Echamos mucho de menos la presencia de Francisco que falleció hace unos años.
Rosa María y Brian se conocieron en Londres donde ella, pediatra, estaba en un hospital desarrollando el estudio e investigación, de
una beca que le había concedido durante dos años el Instituto Superior de Investigaciones Científicas. Contrajeron matrimonio en Barcelona en la iglesia de los Escolapios de Sarriá el día 25 de octubre
de 1986 y el banquete nupcial se celebró en el restaurante “Los tres
molinos”. Los padres de Brian, Brandon Stephens, catedrático de cirugía y decano de la Facultad de Medicina de Dublín, y ella Diana
Stephens son muy familiares y comunicativos, alegres y naturales.
Acudieron a la boda gran número de familiares que ocupaban casi la
mitad del avión en que se desplazaron a Barcelona. Durante el banquete y el baile gozábamos verlos por su espontaneidad y alegría. Fueron los últimos en abandonar la pista. Pusieron en evidencia el gran
contraste que existe entre la idiosincrasia del inglés y el irlandés. Lo
hemos confirmado las veces que nos hemos desplazado a Dublín.
Irlanda es un país acogedor y bello con poco más de cuatro millones de habitantes, con una gran variedad paisajista de extensas praderas que poseen toda una gama de distintos colores verdes por lo que
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se le ha llamado “la verde Erin”, en la que pastan rebaños de vacas y
ovejas. Sus costas están formadas en su mayor parte por grandes acantilados, recortados y altos y unas extensas playas. Sus montañas, redondeadas, de escasa altura, no suelen alcanzar los mil metros. Recorrimos el país, abandonando las autopistas, para adentrarnos en su
interior por carreteras estrechas sin apenas arcén en un paisaje idílico salpicado con frecuencia por restos de torreones, baluartes, monumentos, mansiones señoriales y antiguos castillos entre los que destacaría el de Gostard o el de Ashford con sus bellos jardines, los extensos bosques que lo rodean y con casi ocho siglos de antigüedad,
que es utilizado como uno de los más prestigiosos hoteles de Irlanda,
o el de Markrree rodeado de una finca de caza de 200 hectáreas. Nos
llamó la atención también la ciudad y puerto de Galway en la costa
oeste, de gran tipismo, sus famosos pubs y el deambular de numerosos turistas y estudiantes universitarios.
Fueron unos días muy agradables cuando Brian iba comentando
los detalles de los monumentos, la campiña o las costumbres de sus
habitantes. Aunque ya lo conocía por haber estado en Inglaterra, no
fue obstáculo por mostrar cierta curiosidad cuando conducíamos el
vehículo por la izquierda y especialmente cuando teníamos que girar.
Durante el trayecto y pasando por aldeas muy típicas no dejaba de recordar la película del “Hombre tranquilo” de John Ford y de John
Wayne que tanto nos gustó y que refleja bastante bien la parte rural
de Irlanda y el carácter abierto y jovial de su gente. La mayor parte
del tiempo la pasamos en la casa que poseen en la parte moderna de
Dublín en Nutley Avenue, Son calles espaciosas, tranquilas con casas
de una o dos plantas, la mayoría con tejados inclinados, sus puertas
de madera están pintadas de vivos colores, protegidas por un porche
que sostienen varias columnas. Otras tienen las clásicas puertas georgianas y grandes ventanales. Todas ellas están rodeadas de un cuidado jardín.
La ciudad de Dublín situada en la desembocadura del río Liffey,
que la divide en dos partes, unidas por doce puentes; precisamente
me llamó la atención que al pasar por uno de ellos con el vehículo hacia la parte antigua de la ciudad era necesario abonar un pequeño peaje. El Sur es la zona más antigua, de calles estrechas, en la que destaca el castillo sobre una montaña. La parte moderna con grandes avenidas y plazas espaciosas, la mayoría de ellas con zonas destinadas a
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José García Galera
la infancia. Nos encantó la catedral de San Patricio, la mayor de las
iglesias irlandesas; la Casa de Correos, suntuoso edificio clásico con
sus grandes columnas y que goza de la importancia de que en él los
irlandeses proclamaron su independencia y la República en el año
1916. Brian nos mostró el Trinity College donde él estudió y que aparte del gran y bello edificio me impresionó la magnitud y clase de su
biblioteca. La Galería Nacional fue también objeto de nuestra atención con su amplio número de salas y cuadros de distintas épocas.
Una de las tardes recorrimos diferentes establecimientos y disfrutamos visitando varios pubs, concurridos y animados por clientes que
en alegre charla saboreaban buenas pintas de Guinness o unos vasos
de whiskey. El pub es el verdadero centro de la vida social irlandesa,
donde hacen gala de su buen humor, charlan, cantan, hablan, discuten
y manifiestan su optimismo. Recuerdo que en uno de ellos brindaban
con unas pintas de cerveza negra mientras acompañaban sus canciones con la música de un acordeón.
La antigua Irlanda era un país pobre; sus habitantes se vieron obligados a emigrar, preferentemente a Estados Unidos, sobre todo cuando hace dos siglos tuvieron que abandonar el país en masa, casi un
cuarto por ciento de su población, huyendo del hambre tras el desastre de tres cosechas de plagas de la patata y de esta emigración salieron varios presidentes de los Estados Unidos. Posteriormente se fue
recuperando y desde hace años ha tenido un crecimiento económico
espectacular con un PIB elevado principalmente por la instalación de
grandes multinacionales, que establecieron su sede aquí invirtiendo
el sentido de lo que era emigración que se transformó en inmigración
por su buen nivel de vida, aunque la reciente crisis económica mundial, especialmente en la eurozona, ha cambiado este sentido y le afecta en grado sumo y le preocupa muy seriamente.
Transcurren los años y evolucionan las familias. Ya somos abuelos. Ana Mary es actualmente Jefe Clínico del Servicio de Otorrinolaringología del Hospital del Valle de Hebrón y profesora de dicha
asignatura en la Facultad de Medicina del aludido hospital, Ramón es
Jefe del Servicio de Cardiología del Hospital del Sagrado Corazón.
Hace cuatro años que celebraron las bodas de plata. Tienen dos hijos:
Eduardo, doctor ingeniero industrial trabaja en una multinacional francesa en Grenoble y Cristina médico residente de oftalmología en el
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Hospital Universitario del Valle del Hebrón, que acaba de contraer
matrimonio canónico con Miguel Artajona García, médico residente
del cuarto curso de Cirugía maxilo-facial, en el mismo hospital, ambos destacados en su profesión, aman el deporte y disfrutan con el esquí.
Rosa Mary y Brian, economista, tienen tres hijos: Ana, que ha finalizado en Dublín la carrera de Estudios de la Unión Europea, y actualmente está adjunta a la embajada de Irlanda en Madrid en la sección económica; Ian que ha iniciado la carrera de Medicina este año
y Connor la de ingeniero industrial. Son buenos deportistas y han destacado en campeonatos de tenis.
José es catedrático de Oftalmología de la Facultad de Medicina del
Hospital del Valle de Hebrón, Director del servicio de Oftalmología
del referido hospital y académico de la Real Academia de Medicina
de Cataluña. Está muy reconocido internacionalmente y es cofundador y miembro de la plantilla del IMO (Instituto de Microcirugía Ocular) y su esposa Rosa María, que este año han celebrado también las
bodas de plata. Tienen dos hijos: Claudia que ha aprobado el tercer
año de la carrera de medicina y Victor que lo ha hecho con el primer
curso de económicas. Ambos descuellan en el deporte de futbol sala.
Elena es coordinadora del Servicio de Investigación Bioquímica y
Biología Molecular del Hospital del Valle de Hebrón y Francisco, ingeniero agrónomo y empresario. Tienen dos hijos: Sonia que ha terminado el tercer año de farmacia y Oscar que ha finalizado el primer
curso de ingeniero industrial. Sobresalen por su gran amor a los caballos, practican equitación y doma. Era una gozada que durante las
vacaciones de Navidad se reunieran todos nuestros nietos en la Cerdaña, muy hermanados, alegres, bromistas, animados y contentos para disfrutar de las pistas de esquí.
Ana María, especialmente durante los primeros años de casados,
demostraba su espíritu de sacrificio, a causa de mi trabajo, ante las
largas horas de soledad y abnegación. No existían entonces servicios
de urgencias, estábamos disponibles, incluso de madrugada, las veinticuatro horas del día, comprendidos los días festivos, apenas disponíamos de tiempo para nosotros. Recuerdo que llevábamos un año sin
asistir al cine o el teatro y un día, con ironía, me dijo: “Pepe porque
no vamos esta semana al cine pues me han comentado que ahora proyectan películas sonoras y hablan los actores”. Toda bondad, es el
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José García Galera
complemento de un carácter fuerte como el mío, compensado por su
amabilidad, sencillez y su saber estar. Se dedicaba en cuerpo y alma
a sus hijos, era la tutora de sus estudios, la que resolvía sus problemas.
Una vez terminado el bachillerato e iniciaron la carrera entonces pasaron a mi jurisdicción. Es una buena administradora y agradecía su
ayuda cuando tenía que preparar conferencias u otros trabajos. Durante toda la existencia en común siempre ha habido entendimiento,
compenetración y compartido trabajo, alegrías e ilusiones. Ahora, en
la madurez de la vida, apreciamos mucho más el espíritu que la materia, el sosiego que la prisa, la familia, el cariño y los amigos.
Para mí la familia es el pilar fundamental de la sociedad humana
y tiene un papel decisivo en la educación y formación de sus hijos, en
su desarrollo como persona tanto física como psicológicamente y es
esencial para el bienestar individual y social. En tiempos pasados su
influencia era casi absoluta y sobre todo la de la madre, omnipresente y en contacto permanente con sus hijos pero a pesar de que en los
últimos tiempos hay una gran evolución en la sociedad, la mujer se
incorpora masivamente al trabajo y aparecen otros múltiples factores
del entorno que también contribuyen a ella, como la televisión, la informática, la lectura, las amistades, y la masificación, entre otros, sin
embargo la influencia de la familia continua siendo, con mucho, el
factor más destacado. En la formación de los hijos es imprescindible
la labor de los padres con mucho dialogo y libertad, amigablemente,
sin imposiciones, pero insistiendo si es preciso, con ternura, con paciencia, con autocontrol, siendo sensibles a sus problemas, prestándoles ayuda, orientación, induciéndolos al estudio, influiremos en su
comportamiento, en su madurez y se obtienen buenos resultados pues
se logra un mayor rendimiento escolar e influye en las relaciones entre los hijos, en la autoestima, adquieren el sentido de la responsabilidad e influyen en su actitud ética y social. Para recoger hay que sembrar. También es importante tener una compenetración y unidad de
criterio ante los problemas que puedan presentarse a lo largo del tiempo. Sobre este tema recuerdo un símil que me explicaba mi padre
cuando yo era adolescente. Comentaba que el rosal, como la vida, es
bello, disfrutamos con su fino aroma y con el color de sus pétalos, pero tiene espinas que nos pueden hacer daño y a veces sangrar; si tenemos cuidado y procuramos no herirnos con éstas, disfrutaremos de
toda su fragancia y beldad. En la vida si existe comprensión, amabi-
Arraigo y Memoria
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lidad, amor y respeto por la personalidad de cada uno y hemos soslayado las espinas disfrutaremos de felicidad, habrá paz, amor y tranquilidad; si acaso hubo un pequeño pinchazo con la espina, un pequeño problema, que suele haberlos, la comprensión y el cariño los eliminará.
El amor es la mejor música de la vida, sin él serás
un eterno desafinado en el inmenso coro de la humanidad.
Roque Scheider
Si un día has de elegir entre el mundo y el amor y
eliges el mundo, quedarás sin amor; pero si eliges
el amor, con él conquistarás el mundo.
Albert Einstein
Ámame cuando menos lo merezca, ya que es cuando más lo necesito.
Proverbio chino
ÓBITOS
El día 28 de Febrero de 1994 falleció mi padre cuando acababa de
cumplir los ciento dos años de edad, emulando a su madre, la abuela
Elvira, que lo hizo a los ciento uno. Aunque disminuido físicamente,
tenía movilidad, realizaba por sí mismo las funciones más esenciales
y gozaba de buena salud mental. Buen conversador, con facilidad de
palabra, activo, muy trabajador, honrado, inteligente, alguna vez dominante y egocéntrico pero siempre amante de los suyos. Lo echamos
mucho de menos.
Dos semanas antes había dejado de existir la madre de Ana María. Nuestros hijos adoraban a la abuela Paquita, siempre amable, inteligente, sin prisas, buena jugadora de bridge y excelente conversadora que falleció a los noventa años y a la que tanto apreciábamos.
En l980 había fallecido su esposo, el abuelo Joaquín, cuando contaba ochenta años de edad, gran profesional de la Medicina, destacado oftalmólogo, trabajador, que aún pasaba consulta el día antes de su
óbito, excelente persona, ejemplo de corrección, querido por todos y
al que yo, especialmente, apreciaba mucho. Han sido unas ausencias,
que por ley de vida sabes que han de suceder, pero a las que es difícil
adaptarse y dejar de echar en falta el vacío de su presencia.
Cuando yo me vaya no quiero que llores, quédate en
silencio, sin decir palabras y vive de recuerdos, reconforta el alma. Si sientes mi ausencia, no pronuncies nada, con paso muy fino búscame en casa, búscame en mis
libros, búscame en mis cartas, escucha ese tema que a
mí me gustaba, usa mis perfumes y riega mis plantas,
búscame con los niños, en el café o en el sitio donde siempre estaba. Cuando yo me vaya extiende tu mano que estará conmigo sellada y aunque no me palpes sabrás que
siempre estaré a tu lado.
Carlos Alberto Boaglo
REFLEXIONES
Los comentarios que a modo de reflexiones corresponden a este
tema en realidad estaban dirigidos a mis nietos cuando coloquialmente nos reuníamos y charlábamos sobre sus problemas, aspiraciones,
inquietudes y expresaban con la vehemencia propia de una juventud
inquieta, estudiosa y alegre que entre bromas, risas y chispeante diálogo servía para enfocar, dentro de este ambiente, con seriedad, una
serie de problemas que se presentaban y que tenían que resolver, y
adoptar una actitud, pues constituirían los cimientos de una forma de
hacer frente al futuro. Constituían mi opinión, no excluyente de otras,
pero que por propia experiencia consideraba habían dado resultado.
Como he referido anteriormente, uno de mis hobbies es la historia
pero el que más satisfacción me produce es la docencia que inicié,
cuando aún era un adolescente, en unos viejos pupitres que me facilitaron en Lucainena; durante la difícil postguerra enseñaba a ocho
alumnos, ya he hecho mención en otro capítulo. En la ciudad condal
y mientras estudiaba la carrera de Medicina, daba clases particulares
a domicilio a alumnos que se presentaban para el Examen de Estado
y a algunos les orienté en la elección de carrera y sobre el método de
estudio que a mí me ha dado resultado. He sido docente de la Escuela de Patología Digestiva del Hospital de San Pablo y Profesor de la
Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Barcelona, e
intervenido en la formación de médicos residentes
En aquellos tiempos, muy distintos a los de bonanza posterior que
hemos disfrutado, había que renunciar a distracciones o al ocio, todo
se concentraba en el estudio y el trabajo. Individualmente hemos de
buscar la mejor forma de hacerle frente pues considero que cada uno
es libre de escribir el pentagrama de su propia sinfonía, de elegir su
actitud ante la vida. No obstante yo me inclino por el del sacrificio y
la responsabilidad. Ante las dificultades te has de sobreponer, tratar
de vencerlas y si caes no has de pensar en afligirte porque has caído,
sino en las causas de por qué resbalaste, y corregirlas. En la vida tenemos la oportunidad de rectificar y hacer las cosas bien, superar contrariedades y lograr sacar adelante tus deseos, porque al final con lu-
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José García Galera
cha y constancia, haciendo frente a la adversidad, sucede como ante
el mal tiempo, en que aunque la tormenta sea importante siempre acaba por relucir el sol. Opino que hemos de considerar el trabajo no solo como una forma de conseguir nuestro sustento y medio de vida,
como una obligación necesaria, sino que también tiene su aliciente,
su atractivo, como una distracción que complace al observar que lo
has hecho bien, que es fruto de tu afán y es útil para los demás.
En otro aspecto, sí produce satisfacción transmitir nuestros conocimientos, enseñar, creo que aún se disfruta más cuando estudias
o aprendes cosas nuevas, ya que se amplía considerablemente nuestra base intelectual y satisface poder conocer y disfrutar de materias
inéditas. La ventaja del estudio y del desarrollo intelectual es que acrecientan tu personalidad y ayudan a discernir entre lo abstracto y lo
concreto, a que tus decisiones sean lo más cartesianas posibles, a aumentar la formación profesional, a juzgar entre lo falso y lo real e incluso te inmunizarán contra los cantos de sirena de los falsos profetas
que con su bien estudiada locuacidad y verborrea te induzcan a hacer
lo que pregonan y no mires lo que hacen porque lo que buscan al alabar aparentemente tu ego no es en tu beneficio sino en su provecho
personal y, como vulgarmente se dice, tienen mucho escaparate y poco en la bodega.
A nivel nacional hemos de estimular el estudio porque, entre otras
muchas ventajas, los pueblos cultos saben elegir entre lo correcto y
positivo de lo utópico, mientras que los pueblos ignorantes son terreno abonado para los demagogos que basan su prepotencia en la ignorancia. Afortunadamente en la actualidad podemos disfrutar de un
magnífico elemento para ampliar conocimientos, para estudiar, cuando solicitamos a Internet los servicios de Wikipedia, o de otra enciclopedia virtual, una información; es una gozada navegar por el amplio campo del intelecto y disfrutar cuando observas como se abren
ante ti los grandes medios del saber y, aparte de la satisfacción que
producen por sí mismos, aumentan tu seguridad y no tienes que recurrir en ocasiones a la improvisación, porque tú eres ya como un ordenador diminuto que posee amplia información que te enseña a pensar, a razonar y a discernir.
Disfrutaba cuando hablaba con mis nietos de estos temas. Era muy
interesante cambiar ideas sobre los nuevos ciclos escolares, era lógi-
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co que fueran distintos, con el paso del tiempo, los modos y las formas tanto en el material como en el método de enseñanza; libros mucho más didácticos, con amplia iconografía y síntesis y sobre todo y
controlándolo sobradamente, la informática, el ordenador y el Internet que como hemos mencionado con anterioridad son básicos en la
formación y modo de trabajo del estudiante actual. Estas conversaciones favorecían nuestro reciclaje.
Estamos en una sociedad competitiva, hemos de estar preparados
y hacer un esfuerzo si deseamos seguir adelante. Bromeando con ellos,
comentábamos sobre sus estudios y exámenes, y opinaba que se tenía
que intentar alcanzar las notas más altas porque si por cualquier circunstancia no lo lograbas, a pesar de haber existido el esfuerzo, obtendrías una calificación casi alta que sería suficiente pero, si por el
contrario te limitabas a estudiar para poder pasar el curso, si fallabas
en algo conduciría a que no lo habías podido lograr, repites y has perdido un año inútilmente. Eso no significa que al apuntar al máximo
te dediques a ello de una forma obsesiva, pues existen otras facetas,
también importantes, a las que has de dedicar algún tiempo, como son
los deportes, los amigos o alguna afición, por la que se tenga interés,
pero siempre, y ello es importante, que éstos no interfieran en el objeto principal del estudio o el trabajo. El problema reside en que no
has de malgastar el tiempo, a fin de poder llevar a cabo otras actividades. En las horas de estudio has de concentrarte, no distraerte, planificar el día a día desde el primer momento, En mis tiempos de estudiante recuerdo que escribía una especie de norma de conducta en
una cuartilla en la que especificaba horas de estudio intensivo, programas de las asignaturas, distribución del tiempo y páginas que tenía que dedicar diariamente a cada una de ellas. Además utilizaba una
libreta en que resumía los apuntes de clase, que luego era muy útil para repasar rápidamente los temas; y la jornada de estudio no terminaba hasta que estuvieran cumplidas todas las condiciones que se marcaban en esta especie de norma de obligada observancia, aunque que
para ello en ocasiones necesitara robar horas al sueño. Era una especie de manía pero que me daba resultado y a la que te acostumbras.
Esta anécdota la he comentado muchas veces con alumnos y bastantes de ellos la aplicaron también con éxito.
Desde que se inicia la apertura del curso, no se ha de dejar nada
“para después” y demorar las cosas, hay que hacer lo preciso en el
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José García Galera
momento preciso, pensar que estás sembrando para recoger mañana
y que de tu actitud durante los cuatro o seis años que ocuparán la licenciatura, te juegas el porvenir y el futuro. Serás lo que has querido
ser. Comentábamos que era importante confeccionar, en una sociedad
competitiva, un buen curriculum vitae que tiene gran importancia para cuando una vez terminados los estudios intentes abrirte camino y
también hemos de procurar que si alcanzábamos la meta y llegamos
a triunfar, no debemos vanagloriarnos y hacer ostentación de importancia, que una dosis de modestia es importante y no pensar solo en
conseguir una destacada situación económica y de poder. El ambicioso obsesivo no es feliz, nunca está contento, nunca tiene bastante, quiere estar siempre en la cima, cuando lo que produce más satisfacción
es apreciar cómo tus esfuerzos son recompensados, avanzas y no te
obsesionas. La mayoría de los acaudalados no siempre están satisfechos: siempre suelen ambicionar más, aunque debían tener en cuenta
que como dice el refrán no es más rico y feliz el que más tiene, sino
el que se conforma con lo que tiene.
Con motivo de esta conversación sacaron a relucir el tema de los
ingresos fabulosos, de millones de euros anuales, de muchos deportistas, celebridades del espectáculo o televisión, gestores de empresas
o bancos en contraste con los focos de pobreza y de los que carecen
de todo. Les preocupaba esta idea y consideraban que es responsabilidad del Estado poseer una administración de bienestar social que
cubra las necesidades del ciudadano de una vida digna y a cubierto
de las dificultades. Uno de ellos abogaba que para que pudiera llevarse a cabo era menester una buena economía productiva y competitiva, a fin de crear empleo y conseguir suficientes ingresos para poder
sostener esta sociedad de bienestar social. Otro de ellos le objeta que
ésta era lo primordial aunque se sacrificaran otras, pero el primero le
respondía que si no teníamos competitividad y producíamos menos,
ello conllevaba más paro y menos ingresos, porque cotizaban menos
y más déficit, porque aumentaban los que cobraban pensiones de paro y ello suponía que a la larga, aunque existiera un fondo de reserva,
aparecería especulación y se vería afectado el estado de bienestar social.
Esta conversación dio lugar a que girara de nuevo al estudio, a que
era necesario estudiar, a que todos teníamos que arrimar el hombro,
que España necesitaba buenos técnicos, buenos economistas, buenos
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ingenieros y arquitectos, buenos investigadores, buenos médicos y una
clase trabajadora de gran nivel porque ellos conseguirían una economía competitiva a nivel internacional que nos permitiría un elevado
estado de bienestar social. Me alegraron estas manifestaciones porque a pesar de su juventud tuvieran estas ideas claras y mostraran su
preocupación por los que más lo necesitan. Fue un día muy completo
de animado dialogo del que se sacó la conclusión de que: ¡Hay que
arrimar el hombro!
Solía ser objeto de comentario que es muy importante el estudio
en equipo, con otros compañeros, intercambiando trabajo, ideas y pensamientos y que debían procurar desligarse de los poco colaboradores, que solo quieren beneficiarse del trabajo de los demás. Generalmente suelen ser unos oportunistas; sin embargo es bueno el compañerismo y se debe ayudar a aquel que aunque muestra interés y se esfuerza tiene dificultades. En la actualidad existe la gran ventaja de que
ha cambiado la relación alumno-profesor, lejos del magister dixit de
nuestra época, que es menos dogmática, más comunicativa, con más
dialogo donde los alumnos exponen sus problemas, se tienen en cuenta sus opiniones y reciben más ayuda por parte de los docentes que
deben esforzarse para comprender y estimular el espíritu de superación del alumno y éste responderle para su satisfacción con estudio y
esfuerzo. Considero que el docente, que ha de estar bien preparado,
no solo se ha de limitar a transmitir conocimientos sino que lo ha de
completar haciéndoles pensar, razonar, programar y discernir, porque
con ello sobrevalorara su intelecto e independencia. Dice el refrán que,
si el alumno no supera al maestro, ni es bueno el maestro ni es bueno
el alumno.
Con frecuencia hablábamos sobre sus exámenes o salía algún tema, como el que recuerdo ahora sobre, según ellos, la ventaja que supone para los que poseen mayores recursos económicos situarse mejor porque pueden costearse masters, pensiones, desplazamientos y
socialmente están más relacionados. Les comentaba que evidentemente ello supone mayores oportunidades pero que no siempre sucede así,
porque alguno puede no lograrlo, a pesar de tenerlas, ya que si no se
concentra, malgasta su tiempo, se confía y fracasa. Por el contrario,
el que carece de estos recursos pero sí dispone de un capital que se
llama trabajo, sacrificio e ilusión y sabe movilizarlo, puede conseguir
efectivo y becas para alcanzar su objetivo. Les explicaba un aforismo
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José García Galera
que expresa que la vida consiste, no en tener buenas cartas, sino en
jugar bien las que tienes y que no se debe confundir riqueza con éxito y que la gente más feliz no es la que posee más. El dinero no es todo. Recuerdo también aquel de que el dinero puede comprar un reloj
pero no el tiempo y el dinero puede comprar un libro pero no el conocimiento.
Ha de existir igualdad de oportunidades a fin de que no se desaproveche ninguna persona; en esto, como ante la ley, todos somos
iguales. Ahora bien, esta igualdad no ha de ser mal entendida y que
todos tengamos los mismos resultados ni que hay que afanarse y nos
mantengamos en la medianía por falta de estímulos; se ha de huir del
igualitarismo masivo, ordenancista. Creo en el esfuerzo personal y en
el estímulo de la competencia por mejorar. El fracaso de la Logse es
que se menosprecia el talento, no estimula a los alumnos y no motiva
a los docentes. Se ha de huir de la idea falsa de que la igualdad de
oportunidades supone igualdad en la mediocridad y en el fracaso, que
conduce en la mayoría de casos a la negligencia y no dedican al estudio el tiempo necesario y repiten asignaturas, no por falta de apoyo
público, sino por indolencia. Son muchos los años perdidos por este
concepto de igualdad en mínimos, en detrimento de nuestro nivel intelectual, económico y proyección internacional. Incluso en la selectividad con el fin de facilitar el acceso a la Universidad se ha rebajado el nivel de exigencia para aprobarla facilitando que la mayoría lo
consiga al mismo tiempo que se quiere dar la imagen de una buena
preparación de los alumnos en el Bachillerato, cuando en realidad no
es así, pero esto implica que por una preparación defectuosa tengan
luego problemas para adaptarse a ella e incluso abandonen, lo que se
obviaría con una mejor preparación previa. Se ha de potenciar y exigir más durante la enseñanza del Bachillerato, dos cursos no son suficientes y es una pena cuando hablas con algunos de ellos, ya bachilleres, y muestran su ignorancia, no destacan en ortografía y ni aún
en temas culturales sencillos y estemos clasificados en los últimos lugares de Europa. Ha de existir un amplio diálogo con los estudiantes
y tener en cuenta sus problemas, como se ha mencionado anteriormente, donde a la noción tradicional de la enseñanza como técnica de
adquirir conocimientos se le han agregado otras motivaciones.
Asimismo me comentaban que varios amigos se habían inclinado
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por estudios o profesiones no universitarias, pero igualmente importantes, como formación profesional, mandos intermedios, comercio o
pequeñas industrias. Consideré que ésta era una buena pregunta porque a la formación profesional intelectualmente se la ha minusvalorado, lo que no es correcto, porque en realidad cumple una misión importante en el desarrollo de nuestra economía por la serie de conocimientos técnicos especializados y que son un elemento necesario para nuestras empresas. Lo importante no es la faceta que cada uno haya elegido sino hacerlo con ilusión, estudio, trabajo y esforzarse para
mejorar. Conseguirá y destacará más el que se ha sacrificado y estudiado más que aquel que ha dedicado mayor tiempo al ocio que al estudio. Nos referíamos también a lo importante que es tener confianza
en uno mismo porque entonces nos defendemos mejor ante la adversidad y te faculta para que puedas vencer un obstáculo que parecía difícil. Constituía un placer charlar con ellos, la juventud te transmite
vitalidad, esperanza, optimismo, recuerdas tus años mozos; era un
diálogo muy ameno, prometedor e instructivo, en ocasiones bastante
vivo y animado que servía para conocernos y apreciarnos más.
Ya son mayores, han aprobado sin dificultad la Selectividad, vuelan por si solos y acusan un cambio brusco en el paso del Bachillerato a la Universidad; han de dedicarle mayor tiempo al estudio, se han
de concentrar más, disponer de menos ocio y prescindir o dedicarle
menos tiempo a algunas de sus aficiones. La mayor dificultad la encuentran en el primer año de carrera, con una situación distinta de
cuando estudiaban bachillerato, exigen mayor esfuerzo, asignaturas
más difíciles y tener que valerse por sí mismos. Son ahora clases colectivas, más numerosas, sin tutores personales, materias más complejas y personalizadas. Nosotros también lo acusábamos, ya no gozábamos de su compañía con tanta frecuencia; la preparación del curso les ocupaba su tiempo.
Hemos de tener más autodisciplina, ser más responsables porque
en general existe, a mi juicio, en nuestro sistema educativo demasiada relajación y tolerancia, menos disciplina en la exigencia tanto de
parte de los docentes como de la familia, menos autoridad, no se exige un mínimo, se deja a su libre albedrío la actuación del alumno, se
pasan cursos aunque queden numerosas asignaturas pendientes; opino, vuelvo a insistir y perdonen mi reiteración, que es un error la edu-
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cación permisiva que en ocasiones influye en el absentismo y la depresión en los docentes con perjuicio para la sociedad y el alumno.
Ha de existir una buena relación entre estos y los educadores en un
ambiente de convivencia y diálogo. Se ha de inducir al alumno a que
considere el estudio no solo porque ha de adquirir conocimientos sino también porque es un motivo de gozo el hacerlo porque aumenta
su personalidad, amplia su campo intelectual, le complace el trabajo
bien hecho y la satisfacción que produce a la hora de los exámenes,
no solo que los ha superado y haya obtenido buena nota, sino también
porque ahora está más preparado y tiene más confianza en sí mismo.
Se ha de potenciar la autoridad, la suficiencia, el estímulo y el respeto del profesorado. Insisto, y perdónenme la redundancia, se ha de estimular a los alumnos y premiar el incentivo en el estudio porque aparte del beneficio personal aumentará el nivel cultural de nuestra nación,
tendremos mejores técnicos, se habrá elevado la cantidad y calidad de
la investigación, influirá en el desarrollo de nuestra economía, situará a España, como habíamos estado antes, como mínimo a nivel medio europeo, nos alejará de la situación actual y permitirá incorporarnos a gran parte de otros estados miembros de la Comunidad Europea en la que se premia la excelencia, el esfuerzo de los que quieren
estudiar más para obtener una mayor formación sin que sea óbice en
que pongamos especial énfasis en no fomentar una clase de elitismo
prepotente, exclusivista y pernicioso. Si lo llevamos a cabo conseguiremos apartarnos de la evaluación internacional actual, que hace que
nuestra enseñanza esté calificada muy por debajo de la media europea, aunque, eso sí, ocupamos los primeros lugares por el número de
repetidores y es lamentable que de cada tres alumnos uno no termine
la educación secundaria y que sea elevado el absentismo escolar. Es
un fallo de nuestro sistema educativo que estimula la medianía y obtiene peores resultados académicos que la mayoría de los países desarrollados a pesar de que el gasto medio por alumno es superior a
muchos de ellos y además es muy elevado el porcentaje de los alumnos que no obtienen el título de ESO, que es el certificado educativo
más elemental.
En el ranking de valoración de las universidades mundiales estamos situados en los últimos puestos y superamos en el doble el número de la media europea de estudiantes que abandonan la universidad
y dedica más tiempo para finalizar una licenciatura. Nuestros estadis-
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tas con frecuencia parecen ignorar que uno de los factores más importantes para la economía y la grandeza de nuestra nación es obra
de la ciencia y de la preparación de nuestros investigadores ya que en
ocasiones se crean sinecuras bien dotadas, no siempre efectivas y sin
una buena racionalización, mientras que se descuidan trabajos de verdadera valía. Hay que elevar nuestro nivel intelectual. La Universidad
hoy día está dedicada a fomentar licenciaturas para la obtención de
una gran variedad de títulos, muchos de ellos solo testimoniales, poco útiles a la sociedad, de muy escasa proyección con escasísimo número de alumnos, a veces no llega a la media docena, pero que influyen en el presupuesto universitario, cuando éste debe de representar
la fuente principal de la producción universitaria, científica, intelectual, humanística, investigadora e industrial y a ser posible relacionada con las empresas. Considero que nuestros docentes están constitucionalmente bien dotados y muchos de ellos destacan en su especialidad, pero a veces disponen de una financiación, programación y métodos inadecuados. España era una potencia cultural y hemos de procurar con el esfuerzo común, de todos, sin sectarismos, volver a serlo.
Rechazo el autoritarismo pero no una relajación casi total de la autoridad. Esta ha de estar basada en el dialogo, el prestigio, la convicción
y el ejemplo.
NOMBRAMIENTO DE LA CALLE DE LUCAINENA
Mi primo Juan Magaña me comunicó que Juan Herrera Segura,
alcalde de Lucainena le manifestó que el Ayuntamiento tenía el propósito de poner mi nombre a una de las principales calles del pueblo.
Para mí fue una sorpresa esta noticia que me emocionó por representar una expresión de cariño por parte de mi pueblo, al que siempre he
querido y he procurado dentro de mis límites corresponder. Semanas
después recibí un oficio que transcrito literalmente dice:
“Ayuntamiento de Lucainena de las Torres. Alcaldía. En
Lucainena de la Torres (Almería) a 11 de Enero de 2002. De
conformidad con lo acordado por el Ayuntamiento en pleno, me complace comunicarle que ha sido aprobada por
unanimidad la designación de una calle de este municipio
con el nombre del Doctor Don José García Galera en orden
a los meritos profesionales, docentes y humanos para con
los vecinos de esta villa. Para ello se ha previsto que la ceremonia del acto se lleve a cabo durante el próximo fin de
semana en el que tendrá lugar una cena el sábado 19 de Enero con entrega del título y el descubrimiento de la placa conmemorativa en la mañana del Domingo día 20. El alcalde
presidente Juan Herrera Segura. Firmado”
Se celebró el acto oficial en el Salón de Plenos del edificio a las
siete de la tarde. A la ceremonia habían acudido todos mis familiares,
hijos, nietos, hermanos, primos hermanos y público en general. El Alcalde mencionó el por qué se había acordado el cambio de nombre de
la Calle Nueva. Explicó mi curriculum, hizo una alabanza del mismo
y de mi gran relación con el pueblo, entregándome al final una placa
de plata con la inscripción:
“Al doctor José García Galera por haber llevado con orgullo el nombre de esta villa que le vio nacer y en donde se
inició su vocación por la Medicina. Por su marcado presti-
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José García Galera
gio profesional, por el afecto y profesionalidad con que siempre atendió a sus paisanos y en reconocimiento a sus meritos. Su pueblo le dedica este homenaje y su nombre a una de
sus calles. Lucainena 20 de Enero del año 2002”.
Le contesté expresando mi más profundo agradecimiento a él y al
Consistorio por el gran honor que para mí representaba el acto, uno
de los más felices y emotivos de mi vida y que la placa significaba la
comunión de sentimientos, el cariño y afecto mutuo entre mi persona
y la tierra que me vio nacer e insistí en expresar mi gratitud a todos
por el honor que me habían hecho. Después el Alcalde instó a los presentes a que visitaran las instalaciones de la alcaldía.
A las nueve de la noche se celebró la cena en uno de los restaurantes del pueblo y al término de la misma el Alcalde pronunció unas palabras y me invitó a que expresara mi pensamiento.
Dicen que en la sobremesa de una buena cena el dialogo se relaja,
el protocolo se difumina, aumenta la cordialidad y aflora la sinceridad, cosa que aproveché para hacer un resumen de los cinco años de
la postguerra que pasé en Lucainena y era un comodín polifacético
con pluriempleo: estudiante, docente, practicante, comadrona, Juzgado Municipal y hasta durante meses hice de ayudante de ingeniero
agrónomo. Ello aumentó mis conocimientos y unos ingresos con los
que contribuía a la economía familiar.
Reflexionando sobre mi reencuentro con Lucainena después de residir cincuenta y cinco años en Barcelona donde estoy plenamente integrado, es mi nueva tierra, he formado un hogar y tengo una mujer,
hijos y nietos catalanes lógicamente Lucainena tenía que ser la nostalgia y el vago recuerdo de una época difícil. Sin embargo no ha sido así pues, a pesar de la distancia y el tiempo transcurrido, mi afecto hacia el lugar de mi nacimiento siempre fue profundo y constante.
Para mí el ayer siempre ha sido hoy. No obstante lo que más valoro
es que la Lucainena que viví marcó un hito en mi existencia. Puede
atribuirse a que aquí están mis raíces y hasta a la genética de mis antepasados pero yo creo que hay algo más importante porque aquí pasé bruscamente de adolescente a adulto, a hombre, sin el intermedio
de la gozosa juventud, aquí empezó a desarrollarse el embrión de mi
preferencia por la enseñanza y la medicina, aquí aprendí el valor que
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tiene un buen amigo, el libro, que me enseñaba, que me ayudaba a resolver problemas y a veces a acompañarme en los momentos de soledad, aquí observé que con voluntad, trabajo, sacrificio y una sana ambición se puede hacer camino, aquí adquirí confianza en mí mismo e
imaginaba planes que tenía que cumplir, era un inconformista, que a
mayor obstáculo mayor esfuerzo, que esto es un acicate que influye
en la formación de un carácter, que supuso una norma de conducta
que constituyó la base de mi actuación y que procuré mantener hasta
alcanzar mi propósito.
Nunca he perdido el contacto directo con mi tierra, pues lo mantenía a través de los enfermos que se trasladaban a Barcelona para que
los ingresara en el hospital o acudían a mi consulta. Recuerdo que a
veces, cuando hablábamos al iniciar la conversación, bromeando, les
preguntaba si el Peñón seguía en el mismo sitio, me interesaba sobre
personas conocidas y cómo se desarrollaba en la actualidad la vida
del pueblo o recordábamos anécdotas comunes de cuando yo me encontraba allí. Esta comunicación con los pacientes era una fuente de
conocimientos de lo que sucedía en nuestra tierra, ocupaban mi interés y persistió durante las décadas de los años cincuenta, sesenta y setenta y no se limitaba solo con Lucainena sino también a los que procedían de Sorbas, Turre, Mojacar, Garrucha y Almería.
Otro medio que me relacionaba con nuestra región era la Casa de
Almería, de la cual fuí miembro de su Junta e intervine en la labor
social que se hacía en la entidad. He sido cofundador y director adjunto del Instituto de Estudios del Sur de España por cuyas tribunas
pasaban especialistas que exponían nuestra cultura en la ciudad condal.
En este diálogo de sobremesa intervinieron mis primos Juan Magaña y Juan Manuel Velasco, comentándose aquellos años de penuria
y de incertidumbre con que nos trasladamos a Barcelona. Mis familiares Magaña García, Moreno Galera y Velasco García con trabajo,
sacrificio, ilusión y voluntad se abrieron paso y triunfaron en su nueva tierra.
Tanto en el acto del Ayuntamiento como en el de la cena estuvo
presente la prensa y la televisión de Almería.
El día 20 de enero, fiesta de San Sebastián, patrón de Lucainena
fue el designado para inaugurar la placa que da nombre a la calle del
Dr. José García Galera. Estaban presentes además del Alcalde Juan
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José García Galera
Herrera Segura, otras autoridades y el presidente del Colegio Oficial
de Médicos de Almería doctor Francisco Ortega Viñolo. El acto sirvió para reunir a muchos familiares que por residir en distintos lugares hacía tiempo que no nos veíamos y que se desplazaron para estar
presentes. Asistieron también los habitantes de la localidad y numerosos ex-enfermos de pueblos vecinos a los que había asistido hacía
años. Amenizando el acontecimiento se encontraba la banda de música del vecino pueblo de Sorbas. El Alcalde, después de sus palabras
explicando el acto, me invitó a que descorriera la cortinilla que tapaba una placa con la inscripción Calle del Dr. José García Galera.
REENCUENTRO
Pido perdón por citar lugares comunes que posiblemente el lector
conocerá mejor que yo, pero no puedo sustraerme al hecho de lo que
representa para mí, después de tan larga ausencia, el contraste del pasado con el presente, de aquella época mísera de postguerra que viví
de campos yermos, pueblos tristes, pobres y temerosos a los de ahora, con una economía en auge, una agricultura de referencia, un turismo en aumento y unas poblaciones florecientes. Me ha llamado la
atención en primer lugar los grandes zonas agrícolas, con métodos intensivos de cultivo, con extensísimos invernaderos de plástico, que se
consideran referentes, destacando entre otros, los de Nijar que pasó
de una población en los años cincuenta de 9.000 habitantes a los 29.000
de ahora o el de Ejido, agregado en aquellas fechas a Dalías, con 3.000
habitantes a los 85.000 del municipio actual, convertidos además en
grandes centros comerciales, con industrias auxiliares; y turismo, que
ocupan un lugar destacado en la economía nacional y me satisfizo y
fue una sorpresa cuando me explicaron la anécdota de que los astronautas desde el satélite espacial divisan la Muralla China y el Mar de
plásticos de Almería. Es obvio que no se presta a comentario, por lo
conocido que es, el boom turístico de nuestras costas (Levante y Sur
Almeriense) destacando, entre otras, Roquetas de Mar con la mayor
infraestructura turística y que desde los 4.000 habitantes de los años
cincuenta actualmente cuenta con 95.000, con todo lo que ello representa, con un gran nivel de vida, 25.000 plazas hoteleras y de gran
importancia tanto a nivel urbanístico como socioeconómico y cultural. Y la capital de la provincia que de los 70.000 habitantes en la primera fecha a los muy próximos 200.000 de la actualidad con un área
metropolitana de 260.000, un gran auge económico, cultural, turístico, deportivo y un gran aeropuerto.
Para los que han seguido su paulatino desarrollo tal vez acusen
menos este contraste pero para mí después de tantos años de ausencia ha sido más evidente la diferencia entre lo que era y lo que es. Como muestra, a título personal, mencionaré dos casos. Uno, cuando conocí la Venta del Pobre con motivo de un levantamiento de cadáver
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José García Galera
que ya se ha mencionado en otro capítulo. No había habitaciones y
para dormir nos echaron un jergón ante la chimenea y en la actualidad es de admirar la importancia del complejo de la Venta del Pobre
junto a la autovía. El otro caso es el de Agua Amarga que en aquella
época con su cala maravillosa, solo era un humilde poblado de pescadores con cuatro casas, un modesto establecimiento de comestibles
y un gran embarcadero de mineral que desmantelaban y que contrasta con la Agua Amarga actual, una gran población que destaca por su
auge turístico y económico.
Sin embargo a pesar del gran incremento económico nacional de
varios años, a causa de la especulación abusiva del suelo y la vivienda por grandes empresas ávidas de lucro, con gastos excesivos, hipotecas fáciles y una deuda creciente, que afectaba a toda la nación, se
iniciaba un proceso que coloquialmente se denominaba la burbuja inmobiliaria que se consideraba portadora de un peligroso riesgo económico al que se oponían voces sensatas de alerta sobre la falta de
control de los organismos correspondientes y exigían una moderación
de gasto, huir del endeudamiento y controlar los bancos. No obstante
persistía la euforia, aunque con menor intensidad y no terminaron de
cesar los movimientos especulativos que tan grave daño harían a la
economía española.
Bastantes años atrás, cuando estaba en activo, quería disfrutar de
aquellos días de turismo, rápidos, huyendo del estrés y del trabajo, me
congratulaba de esta transformación pero no la analizaba en profundidad, iba solo a beneficiarme de ella. Ahora que estoy jubilado, con
tiempo libre, anualmente hago excursiones a las distintas comarcas
para saborear y admirar la conjunción mágica de la tierra, el mar, el
cielo y el sol de nuestros pueblos, eres más observador, piensas y valoras más esta transformación, el tiempo la embellece, aprecias la quietud, huyes de la masificación, saboreas lo atractivo y el encanto del
paraje y disfrutas de toda una gama de bienestar, tranquilidad y acogida con que nos obsequian. Soy un enamorado de ello y disfruto de
este reencuentro.
Me ilusionaba conocer MACAEL después de las conferencias que
he oído en la Casa de Almería con motivo de sus fiestas patronales en
honor de San Marcos. He conocido a varios de los empresarios del
mármol y sus instalaciones en Barcelona. Son un emporio de riqueza
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y ocupan el primer lugar entre las multinacionales del mármol. Desde la carretera la divisas enclavada a uno y otro lado entre grandes
moles de rocas y las famosísima canteras que han suministrado este
mineral ya en los tiempos de los fenicios, romanos y los árabes en la
Alhambra de Granada, el califato de Córdoba y la Alcazaba de Almería entre otros. Nos llamó la atención la escultura de un busto del
trabajador sobre una gran masa de mármol; su cuidada urbanización
con otras bellas esculturas y el Ayuntamiento. Posee una economía
potente y un gran proceso de industrialización y comercialización internacional gracias a la pureza de su mármol banco. En esta excusión
nos acompañó mi primo Angel Moreno Galera junto a su esposa Rosario que se mostraban muy interesados en conocer las poblaciones
de la Sierra de Los Filabres. Nuestras mujeres aprovecharon la ocasión para comprar varios objetos de mármol en una de sus numerosas
y bien presentadas tiendas.
TABERNAS. Es un paraíso turístico, único desierto de Europa,
con grandes montañas y ramblas con la mayor aridez de la península
sin que ello sea obstáculo para que existan una variada flora y fauna,
casi desconocida y muy peculiares de esta zona; parque natural protegido y de los pocos lugares en que se pueden encontrar juntos paisaje, desolación y belleza. Destacan los restos de un castillo árabe en
una colina que desempeñó un gran papel en la época de la Reconquista y según dicen pernoctaron los Reyes Católicos. Ha sido escenario
escogido para la filmación de numerosas y grandes películas internacionales especialmente del Oeste americano y como secuela de ello
hay instalaciones que se aprovechan en la actualidad para hacer representaciones, por profesionales de aquel lugar y época.
Nos detuvimos en ALBOX para ver el santuario de la Virgen del
Saliente con la figura de la “pequeñica” a pocos kilómetros de la población y desde el que se divisa una excelente panorámica del entorno. Recuerdo la bella plaza del pueblo con la iglesia en su fondo y la
vistosa fuente de surtidores. Es una población moderna, con un buen
desarrollo cultural, artístico, económico, buenas infraestructuras y
una de las ferias más populares como la conocida feria del Mediodía,
famosa por su tapeo.
Disfrutamos durante nuestro recorrido por la Sierra de los Filabres
y en sus estribaciones entre los que destaco a LUBRIN, de gran encanto con sus calles estrechas, reminiscencias moriscas y con algu-
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José García Galera
nas casas de recio abolengo. Así mismo llamó nuestra atención el santuario de la Virgen de la Cabeza en el cerro de Monteagut a donde en
el mes de abril acuden en romería los dieciséis pueblos que constituyen el principal macizo montañoso de la provincia de Almería y entre ellos algunos, aunque diminutos muy atractivos, como los de Tahal, en el que destaca lo bien conservado que está su castillo árabe,
Benizalón, Benitagla y otras localidades, todas ellas agradables, encantadoras y vitales que nos han permitido disfrutar del sabor de nuestra tierra y de su gente
A modo de ejemplo del contraste de estas dos épocas con la que
me he visto afectado directamente y por ello las conozco mejor haré
referencia con algo más de extensión a dos casos
En primer lugar LUCAINENA DE LAS TORRES lugar en que
nací y tengo mis raíces por haber sido testigo de la etapa difícil, mísera, opresiva y sin ilusión de nuestra postguerra civil que se ha expuesto en otro capítulo, en contraposición de su auge actual y que he
conocido durante estos últimos años. Alegre, vital, atractiva y con
gran desarrollo, merece todo encomio lo logrado por su alcalde Juan
Herrera Segura que con su entusiasmo, voluntad, trabajo, sacrificio y
bien hacer, con la ayuda de todos, ha transformado totalmente su fisionomía. Se han llevado a cabo, y aun se siguen realizando, numerosas obras de las infraestructuras y embellecimiento. Gracias a su
belleza singular el Patronato Provincial del Turismo le otorgó en 1998
el “Premio del Embellecimiento de los Pueblos” y es considerado como uno de los más bonitos de España. Por su entorno, su paisaje, su
gran luminosidad y la adaptación de decorados fue elegido por directores cinematográficos, tanto nacionales como extranjeros, para la filmación de numerosas películas. Sus calles son típicas, bien pavimentadas, con farolas decorativas, destacando en las fachadas de sus casas las numerosas macetas que penden de ellas, creando una policromía de colores por el blanco de sus paredes, el negro de las rejas de
las ventanas, el naranja de las macetas y el rojo y verde de sus geranios; o en la profusión de jardineras junto a la puerta de las viviendas
que embellecen todo el entorno. Se ha levantado un nuevo Ayuntamiento, correcto y bien equipado, tiene una gran piscina e instalaciones deportivas y lúdicas, hogar de reunión para los jubilados y la juventud, centro cultural para todo tipo de actos y en hospedería hotel
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de tres estrellas, varios cortijos bien habilitados para el turismo rural
y restaurantes referentes en gastronomía. Son muy nombrados los festejos que en honor de la patrona la Virgen de Montesión se organizan
en la tercera semana de septiembre, concurridos y animados con abundancia de espectáculos y atracciones que no se limitan a estas fechas
sino a otras múltiples como las del mes de enero en honor de su patrono San Sebastían, la Semana Santa con varios “pasos”, el Día de
las Flores en el mes de Mayo con el alegre y vistoso baile de las refajonas y tantos otros como los numerosos y de todo tipo que se llevan a cabo durante los meses de julio y agosto para regocijo de los
veraneantes foráneos.
Lo que más me ha llamado la atención es su proyección cultural.
Se celebran conferencias, concursos de pintura, dotados con varios
premios, donde han tomado parte numerosos artistas de otras provincias que plasmaban en sus telas la belleza de sus rincones o la panorámica de sus paisajes. En el Ayuntamiento está ubicada una biblioteca, bien surtida, con libros de consulta, abierta al público y con ordenador. Tiene varias asociaciones culturales como la asociación Mujer Lucaina con su pequeño boletín, el Eco de Lucainena, o la Asociación cultural Ben-Huma; y dispone de Casa de Día para jubilados.
Los amantes de la espeleología pueden practicarla en las cuevas
Ben-Huma, El Mudo y el Martillo, con varias salas superpuestas y
abundantes estalactitas y estalagmitas.
Al turismo clásico se le ha agregado el turismo residencial que busca lugares tranquilos donde ubicarse, huyendo del estrés, o bien para
disfrutar de una jubilación sosegada, ciudadanos comunitarios, en
particular ingleses, han elegido a Lucainena como su nueva residencia por la amabilidad y hospitalidad de su gente, la belleza del pueblo
y la bondad de su clima. Se han llevado a cabo, y siguen realizándose, numerosas obras en infraestructuras y embellecimiento y merece
especial mención la instalación en los últimos años de miles y miles
de placas solares en nuestro término municipal creando una verdadera central solar eléctrica, como asimismo, en otro lugar, numerosas
columnas de energía eólica.
Su gran vitalidad se orienta principalmente para el turismo rural.
Un hecho de gran trascendencia ha sido la inauguración de la Vía Verde de Lucainena bajo los auspicios de diversas fundaciones y la presencia de autoridades nacionales y deportivas en enero de 2010 y que
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José García Galera
supone la promoción del turismo interior al facilitar el ocio deportivo
en contacto con la naturaleza. En España hay miles de kilómetros de
antiguos trazados ferroviarios que acondicionados se utilizan para fines lúdicos. Son itinerarios accesibles y fáciles, sin apenas pendientes
y lejos del tráfico motorizado que pueden utilizarlos, incluso personas de poca movilidad, como ancianos o niños. En Lucainena se ha
aprovechado el itinerario del antiguo ferrocarril minero de 36 kilómetros de recorrido. Se han restaurado puentes, estaciones, protegidos desniveles y acondicionado el pavimento para que su trayecto lo
puedan disfrutar cicloturistas, jinetes, patinadores y caminantes. El
recorrido de Lucainena a Fortaleza, Saltador Rambla Honda y Polopos, de quince kilómetros, es fácil y muy asequible, con una amplia
panorámica de cortijadas, barrancos, ramblas, parcelas de almendros
y olivos. Incluso hay una ruta nocturna de senderismo.
Se ha llevado a cabo la rehabilitación de los ocho hornos de calcinación del mineral de carbonato de hierro que se extraía de las minas.
Se ha realizado muy inteligentemente con la reconstrucción muy lograda y total de uno de ellos y parcial de los siete restantes mostrando la importancia que llegaron a tener. Se ha acondicionado bien el
lugar con una buena vía de acceso para vehículos, un lugar amplio
para parquing y mobiliario a modo de facistol con carteles y anuncios explicativos de su composición y funcionamiento, consiguiendo
que aumente el atractivo de la zona, ya de por sí bella, y que sea objeto de numerosas visitas.
Otra población en la que puedo contrastar la diferencia entre lo que
fue y lo que es corresponde a SORBAS, por haberla conocido durante la postguerra y que también como la mayoría de aquel tiempo era
una comunidad cerrada, triste, temerosa y de escasos recursos a diferencia de su auge actual. Me ha impresionado mucho su gran desarrollo económico, cultural y urbanístico. Con ella me unen lazos familiares. Mis abuelos maternos eran oriundos de aquí y también residían mi tía Nieves Galera y su esposo Diego de Haro. Por otra parte, como ya he mencionado en otro lugar del texto, yo figuraba en el
Juzgado Municipal de Lucainena, en la postguerra, y en varias ocasiones tuve que desplazarme a pie, no poseía otro medio de locomoción, para despachar diligencias con Andrés Alvarez, secretario del
Juzgado de Instrucción, pero la verdadera comunicación con Sorbas
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ha sido a través del gran número de enfermos que durante muchos
años venían a Barcelona para que los ingresara con objeto de estudio
u operarse en el Hospital de San Pablo o bien a mi consulta privada.
Siempre he gozado de la impresionante vista, desde la carretera
general, de sus casas encaladas, como arracimadas y suspendidas de
un gran precipicio al fondo de un barranco y que recuerdan las casas
colgantes de Cuenca hasta el punto de que se le conoce por La Cuenca Chica y aún destaca más cuando se la admira iluminada de noche.
Recuerdo su famosa Semana Santa y la calidad de su banda de música Santa Cecilia, con 75 intérpretes, como un gran exponente de su
cultura; está considerada una de las mejores de la provincia y muy solicitada para conciertos, incluso en el extranjero. Sorbas es conocida
por ser un pueblo de músicos a los que ya inician en la infancia.
Goza de gran importancia el paraje Karst de yeso, de origen marino, declarado Parque Natural, una rareza geológica de gran valor,
con numerosísimas simas y cuevas excavadas en la roca de yeso transparente y brillante que reflejan la luz, con amplias salas de estalactitas, estalagmitas, pozos y galerías subterráneas de largo recorrido. Es
un importante museo geológico al aire libre de cuevas formadas por
la erosión, la acción del agua y el viento sobre el yeso. Junto a este
paisaje, casi desértico y aislado, destaca el cauce del Río Aguas, un
auténtico vergel y como un oasis de vegetación. Así mismo he disfrutado mucho con la barriada de las Alfarerías con sus hornos de cerámica general, de gran tradición, con el barro rojo esmaltado con una
gran variedad de objetos y ejemplares de cerámica decorada. En Sorbas tengo buenos amigos y entre ellos destaco, desde hace muchos
años, a Pedro Soler, humanista, gran pintor, ceramista, escritor y poeta de importante proyección, que hacen que acudan a mi mente las figuras del Renacimiento. Es interesante visitar su casa-museo. He de
mencionar también la gran amistad que me unía a su padre, Antonio
Soler, gran hombre y excelente persona, al que consideraba como un
hermano mayor.
Repito mis disculpas por haberme atrevido a citar pueblos y lugares que pueden conocer mejor que yo y por tanto no procedería hacer
algún comentario pero cuando se está, como ya he referido, más de
cincuenta años viviendo fuera de nuestra tierra, vuelves a ella y ves
su gran mejoría, su belleza y su hospitalidad no puedes sustraerte a
mencionarlos. Tal vez haya influido en ello que, como me encuentro
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a caballo entre dos culturas, la mía, la primogenía, la almeriense y la
adoptiva, la catalana, en el texto figuren pueblos, ciudades y comarcas de ambos lugares porque así los lectores de una y otra parte podrán tener conocimiento recíproco, aunque sea de una forma muy parcial, de uno u otro territorio.
Lo que antecede corresponde a la primera edición de este libro, en
el año dos mil diez, pero ahora al revisarlo yo hubiera preferido no
añadir estas nuevas líneas pero desafortunadamente lo que ya se presagiaba ha sucedido y estalló estrepitosamente lo que se conocía como la burbuja inmobiliaria en este año en una economía globalizada, que aunque afecta a la zona del euro, es especialmente muy grave
para España. Existe un paro desorbitado, una deuda prácticamente insostenible, poca confianza en nuestra economía, los inversores exigen
cambios radicales con supresión del gasto aunque afecte a secciones
tan importantes como las de bienestar social, sanidad y enseñanza
mientras se mantienen otras secundarias respecto a la crisis. Hemos
querido vivir como ricos, con un poder público dadivoso para propios
y extraños, no controlando el gasto y pródigo en subvenciones; una
banca irresponsable, ávida de lucro, prestando sin garantías el dinero
de los inversores y haciendo su gran negocio; un Banco de España poco vigilante para controlar a la gran banca y un pueblo que no termina de asimilar el cambio y opina, en muchos sectores, que hemos de
seguir disfrutando de las mismas prestaciones que teníamos aunque
no dispongamos de dinero para ello por estar arruinados. Desgraciadamente, ésto puede ser solo el comienzo de una travesía mucho más
dura, y que tengamos que asumir más privaciones y sobre todo las
muy severas condiciones que nos puede exigir la Comunidad Europea si queremos que nos ayuden. Son momentos muy graves que exigen la unidad de todos nosotros; lo que priva y es más importante es
el bien común, la supervivencia, y aparcar las diferencias que existen.
Los planteamientos desde el punto de vista de cada uno pueden ser
legítimos y necesarios pero ha de existir un orden de preferencia, en
nuestro caso la gran crisis económica que puede conducir a la bancarrota general, para posteriormente mediante un diálogo constructivo
tratar de resolver con rigor la situación creada
A un problema de tan gran envergadura no se le pueden añadir
otros porque ello supone que no se resolverá ninguno. Lo deseable es
que todos estemos unidos rememos en la misma barca y en la misma
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dirección en un mar embravecido y lograr salir de la crisis. Hacer agujeros en la barca supone el naufragio y el fin de todos; achicar el agua
que haya entrado por las diferencias supone aumentar la seguridad y
que al final de una larga singladura alcancemos un buen puerto venciendo la crisis y sentando las bases de una buena economía más racional y controlada que permita recuperar las prestaciones que nos
vimos obligados a suprimir.
A pesar de este horizonte tan sombrío opino que Almería superará bien esta situación. Dispone de unas buenas infraestructuras, una
economía internacionalizada, un sector industrial y servicios auxiliares de la agricultura intensiva, un sector turístico que se mantiene, hemos tenido treinta años de crecimiento económico por encima de la
media española y su economía está situada en la posición intermedia
nacional. Aunque el sector de la construcción se haya visto seriamente afectado los otros sectores, bien administrados, sin despilfarros públicos, y con el trabajo y el sacrificio de todos saldremos de estos momentos de incertidumbre tan preocupantes.
LA MEDICINA ACTUAL
La medicina evoluciona de una forma vertiginosa y los procesos
científicos, cada vez más complejos y adelantados, rebasan o amplían
conceptos que parecían recientes. Hace años el médico tenía gran número de elementos terapéuticos eficaces que facilitaban su poder de
decisión y ser árbitro y personaje central pero con la invasión de la
cibernética y la electrónica actualmente su diagnóstico ya no es infalible si no está confirmado por ellas y se le llega a dar más importancia a los nuevos aparatos y al laboratorio que al médico especialista
Es obvio que no quiero tratar aquí de temas científicos, ni enumerar
aunque solo sea de pasada sofisticados diagnósticos y nuevas técnicas
endoscópicas, electrónicas, analíticas, con terapéuticas impensadas
que hasta hace muy poco parecían le derniere cri cuando ya están en
marcha nuevas investigaciones que rebasando a las anteriores posiblemente cambien la terapéutica y la conducta a seguir. Actualmente se
tiende a la medicina personalizada, preventiva, a consecuencia de los
grandes avances que se han realizado en biología molecular y genética. Son las investigaciones con la células madres, la clonación con sus
problemas éticos, la secuenciación del genoma humano que dará paso a la medicina postgenómica, a la medicina predictiva, que conocerá la enfermedad o alteraciones que puede tener en el futuro el individuo y realizar prematuramente un tratamiento específico para cada
paciente y así podrá eliminar la causa que más adelante produciría la
enfermedad consiguiendo con ello que aparte de que ya no las padezca nos ahorrará hospitalizaciones futuras y el empleo de terapéuticas
innecesarias. Es más técnica, más protocolizada, más eficaz pero tiene menos calor humano.
Antes existía una corriente afectiva médico-enfermo, el médico
era respetado y querido, se conocían más, comprendían sus problemas psíquicos, que no detecta el ordenador, ahora no siempre la relación es directa, son números y datos, más fríos, pero los mayores que
no dejamos de comprender el avance casi meteórico que ha alcanzado la Medicina, porque a pesar de estar jubilados, aún seguimos asistiendo a sus sesiones clínicas y consultamos literatura médica, echa-
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mos de menos aquella comunicación entre dos seres en que no siempre versaba sobre una dolencia sino sobre una situación que le oprimía y que podría influir sobre aquella. La medicina actual ha avanzado más en cincuenta años que durante cinco siglos pero ha retrocedido en humanidad. Hay que intentar evitar que el radicalismo tecnológico y la masificación asistencial no sean excluyentes y tengan en
cuenta una medicina más integradora y humanista
Otra faceta en la que también ha cambiado notablemente es su contenido social. Quiero hacer unos comentarios sobre este tema pues
son muchos los años que profesionalmente he estado ligado a ella y
ha formado parte de mi vida. Dentro de su gran importancia y la trascendental labor que desarrolla, presenta problemas, que aunque se salgan un poco del tema original de este texto, merecen exponerlos y que
con relativa frecuencia ocupan a los medios de información. Hay que
mejorar las listas de espera, saturación de urgencias, relación médico-enfermo, equilibrar su situación económica, promocionar una educación socio-sanitaria y la buena voluntad y colaboración de todos:
administración, médico y usuario.
La medicina es la única profesión que está socializada en España
desde hace más de cincuenta años. El conseguir una asistencia sanitaria, pública para la población ha sido un gran avance por su gran labor social, ser una de las más adelantadas en prestaciones y tenida como referente. He sido durante muchos años especialista de aparato digestivo de la Seguridad Social y dentro de su bondad, eficacia y su
gran logro social, aunque proporcionalmente su incidencia sea mínima, reconozco que ha presentado y presenta problemas por su gran
masificación.
Entre ellos destaca el deterioro de la relación médico-enfermo, especialmente por la saturación de las urgencias hospitalarias, desbordadas con frecuencia. Los médicos de estos centros, a veces con doce horas sin descansar, los enfermos en camillas, casi hacinados, ocupando muchas veces, por falta de espacio, salas y pasillos, hay demora en la asistencia y es comprensible que el asegurado manifieste su
malestar; hay listas de espera de muchos meses e incluso algún caso
muy aislado en que, por la sobresaturación y la premura de tiempo,
una afección aparentemente leve hace que pueda pasar inadvertida
una dolencia importante. El público, en ocasiones aunque sea en una
proporción mínima, se desespera y quien paga las consecuencias, mu-
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chas veces con improperios, insultos, forcejeos y hasta agresiones, son
los médicos y las enfermeras, que precisamente destacan por ser los
primeros que se quejan de tener que realizar su trabajo en estas condiciones atribuibles a la falta de espacio, de medios, del presupuesto
y hasta un abuso de acudir a urgencias hospitalarias por lesiones mínimas, fácilmente solucionables en los centros de asistencia primaria.
Un total de 451 médicos fueron agredidos en 2010. Puede existir por
las circunstancias expuestas, aunque en una proporción muy poco significativa, algún caso de mala praxis, actuación impropia, en cuyo caso actúa la comisión deontológica del Colegio de Médicos por si procede sancionar. El médico era respetado y a él se le atribuía el éxito
casi siempre e incluso se justificaba diciendo que no tenía suficientes
medios para afinar más el diagnóstico. En la actualidad los éxitos se
atribuyen a la ciencia tecnológica omnipotente y los fracasos a la incompetencia del médico, a pesar de que éste es el que maneja aquellos.
Se promueven e incitan, en muchos casos, las denuncias contra actos médicos, incluso en las puertas de los centros hospitalarios hay,
en ocasiones, asesores interesados que interrogan e insisten a la salida de los pacientes si tienen alguna queja, si han sido bien tratados o
si hay alguna anomalía, pues ellos los pueden informar para efectuar
denuncia y conseguir una buena indemnización de la que el asesor
cobraría un sustancioso tanto por ciento. Las reclamaciones judiciales en el 85% de los casos fueron sobreseídas. Otro factor muy importante es que como cada día son más frecuentes las denuncias contra
los médicos por no haber realizado toda clase de pruebas diagnósticas, al completo, éstos para protegerse y evitar demandas por omisión
y que los magistrados no fallen en contra, como ha ocurrido en algunas ocasiones por no haber solicitado una prueba, piden, a veces, para los pacientes pruebas poco útiles para el caso y analíticas muy costosas, de las que podía haber prescindido por ser innecesarias, pero
que exculpan al médico ante el juez y que puede que éste no lo considerase así si no las hubiera solicitado. Todo ello supone, en su conjunto, un gasto enorme de pérdida de miles de millones para la sanidad pública y que las listas de espera de estas exploraciones complementarias estén saturadas.
En los ambulatorios la situación se complica, aunque proporcionalmente su existencia se mínima, en pacientes que exigen una rece-
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ta, especialmente toxicómanos, o una baja laboral injustificada, o bien
el excesivo número de visitas que no permite dedicarle el tiempo suficiente; persiste la masificación, aunque últimamente ha mejorado
mucho al racionalizar el número de entrevistas médicas y disponer de
más horas de consulta. Se ha intentado frenar esta situación considerando que cualquier agresión a un médico es como un delito de atentado a la autoridad, que puede conducir a penas de prisión. No siempre existe una buena educación socio-sanitaria y te encuentras con
frecuencia con problemas más de tipo laboral que médico. Durante
mi larga experiencia podría citar algún caso, aunque afortunadamente aislado y excepcional, pero para no ser reiterativo solo mencionaré
dos a título de muestra.
Comparece un presunto enfermo con un volante del médico de cabecera que solo específica: Ruego visita. Al preguntarle de qué se quejaba me responde que no viene a visitarse sino a que le haga una receta de tóxicos, a lo que como es natural me niego y lo remito al centro de desintoxicación del Hospital Clínico. Su respuesta es decir que
ha salido de la cárcel hace cinco días y que está dispuesto a todo,
mientras insistía en su petición yo miraba de reojo una silla que tenía
al lado por si tenía que utilizarla como defensa; la enfermera muy
asustada y pálida, al sentir las voces entró el celador y pudo resolverse la situación enviándolo al Hospital Clínico. El caso era difícil. Si
le hacía la receta al día siguiente varios drogadictos harían cola buscando la receta o bien negarme y correr un riesgo. En otras ocasiones
la discusión o amenazas han sido por negarme a extender una baja en
personas con pocas ganas de trabajar y que solían abusar de esta situación. Precisamente uno de los problemas es el absentismo laboral
que tanto perjudica a nuestra economía. En el mismo ambulatorio a
otro compañero le ocurrió un extraño caso.
Acude a su consulta un paciente con todas las características de
cirrosis hepática de origen etílico; en el interrogatorio, como procedía, es importante saber los gramos de alcohol que ingería diariamente y le preguntó sobre tipo y cantidad de vino o licores que bebía. Lo
explora y solicita unos análisis. Al día siguiente se presenta en la consulta acompañado de su hijo, portador de un bastón y de incultura,
saluda al médico gritándole que a su padre no le llama borracho; al
mismo tiempo que propinaba un bastonazo sobre la mesa del despacho y el próximo dirigido al facultativo que afortunadamente pudo
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evitarlo y con la ayuda del celador dominar al energúmeno. En el deterioro de la imagen del médico contribuyen la prensa y la televisión
amarillas que tienen propensión a atacar su figura, hay que aumentar
la tirada de ejemplares y la cuota de pantalla, hacer que la noticia tenga “garra” y a pesar de que en España se hacen cientos de miles de
consultas médicas, visitas e intervenciones quirúrgicas correctas y
con plena satisfacción, si hay algún caso aislado, e ínfimo en su proporcionalidad, de mala praxis, que no siempre se confirma, son aireados y expuestos con gran escándalo; no se tiene en cuenta la presunción de inocencia y la figura del médico aparece desprestigiada.
Se me quedó grabado el caso del médico de Valvidriera muy bien
conceptuado por todos, buen profesional y muy humano. Visitaba un
enfermo terminal en una residencia de ancianos, estaba prácticamente en las últimas horas de su vida, en coma y agonizando. Indicó que
cuando falleciera, con ausencia total de signos vitales, se lo comunicaran, así se hizo y firmó el certificado de defunción sin haberlo confirmado personalmente. No actuó bien, a pesar de las circunstancias
y su estado agónico, tenía la obligación de hacerlo aunque para él tuviera la certeza de que estaba muerto. (En todo fallecimiento a pesar
de que se haya firmado el acta de defunción, con la presencia del médico, es obligatorio que sea confirmada en una visita posterior por el
médico forense, que como en este caso la confirmó). La respuesta inmediata del juez fue mandar a la policía, detenerlo y conducirlo esposado. La televisión y los medios de comunicación, previamente informados, se cebaron con él y fue la imagen televisiva más repetida:
verlo esposado como si fuera un criminal. La protesta del vecindario
de Vallvidriera, que quería al facultativo y lo consideraba un buen profesional, expresó su repulsa ante la actitud de juez y de la televisión,
apareciendo en sus balcones y fachadas numerosísimas sábanas blancas. El médico, a pesar de que aun era joven, entró en una gran depresión, tuvo una hemiplejia y falleció meses después. Posiblemente
fue el chivo expiatorio de otros.
En nuestra profesión ha de dominar la vocación, si se carece de
ella será muy difícil soportar algunas situaciones. Existen muchos sinsabores, inquietud, preocupaciones, responsabilidad, que se compensan con la satisfacción que produce haber resuelto un caso de gran dificultad y que has sacado adelante un enfermo con un pronóstico muy
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severo y aprecias con el afecto y cariño con que te tratan. Es frecuente también y suele suceder, que como en otras facetas de la vida, los
que más lo reconocen suelen ser los humildes y yo digo que dan los
que no tienen y reciben los que no dan.
Aparte de su infravaloración social está la poca valorización de su
trabajo, especialmente los MIR, que cobran sueldos ínfimos. Cuando
hablo con ellos a la salida de las sesiones clínicas muestran su preocupación. Nuestros médicos, espléndidamente formados y calificados,
son muy solicitados en el extranjero con mejores sueldos, horarios más
racionales y respeto social, que van perdiendo en España. Un médico
en el Reino Unido recibe de media 100.000 euros, en Alemania 80.000,
en Portugal 60.000, en España 40.000. Hay una marcha continua de
facultativos españoles que buscan mejores sueldos y consideración social en el extranjero (Portugal, Inglaterra, Suecia). Ocho mil médicos
españoles trabajan en el extranjero. Hoy día el médico especialista ha
hecho seis años de licenciatura, un año de preparación para la oposición a MIR y cuatro años de especialidad. Son muchos los años que
no han tenido ingresos y sí solo gastos, a más del duro trabajo del estudio. Cuando yo estudiaba, en un curso de cuatrocientos alumnos,
solo tres eran mujeres, actualmente en las últimas promociones hay
ochenta mujeres por veinte varones. Éstos buscan carreras de menos
años, menos duras y con mejor salida económica.
Otro grave problema es el de los médicos extranjeros, especialmente sudamericanos, que se presentan a las oposiciones de MIR (Médicos Internos Residentes) convocadas por la Seguridad Social, obtienen plaza y bastantes de ellos, una vez finalizados los años de especialización, no se quedan aquí para ejercerla, sino que vuelven al país
de origen donde por la formación óptima que han adquirido son muy
considerados. Estas plazas que habían sido convocadas porque eran
necesarias para nuestra sanidad serán ahora deficitarias porque no las
cubren unos especialistas que han marchado a su país.
Las academias para preparar la oposición a MIR, de España, tienen sucursales en Hispanoamérica con los mismos programas que
los de aquí y por tanto disponen de las mismas oportunidades que
los nuestros. La cifra se ha incrementado y del 10 % del año 2003, el
45 % de los licenciados que el año 2009 obtuvieron plaza de MIR es
extracomunitario, especialmente sudamericano, muchos de los cuales
como hemos comentado anteriormente regresan a su país. El resulta-
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do es que hay un déficit de especialistas que obliga al Sistema Nacional de la Salud a contratar cada año unas 5.000 plazas de sanitarios
en situación irregular. Se ha acentuado el problema cuando en la oposición a MIR han entrado más de 1.000 médicos extracomunitarios
que residían ilegalmente en España, han sido admitidos en el examen
de MIR haciéndolos figurar como residentes legales y ocupando plazas en detrimento de nuestros médicos.
Otra faceta de este complejo problema es la proporción que ocupan estos MIR extracomunitarios dentro de los servicios de la seguridad social, que en la mayoría de ellos actualmente rebasan el 50 %;
se opina que pudieran influir los exámenes para obtener la plaza. En
la nota de calificación final el expediente académico suele puntuar casi igual que la calificación del examen y de la media de los dos resulta la calificación definitiva para conseguirla. Muchos alegan que los
extracomunitarios con frecuencia aportan un certificado de su curriculum con puntuaciones muy elevadas en la mayoría de los casos, y
no siempre correctas, mientras que los nacionales con una puntuación
rigurosa suelen presentar un curriculum algo inferior, lo que hace que
al valorar el promedio muchos de ellos se encuentren en inferioridad
de condiciones. Algunos proponen que se reduzca fuertemente el valor del tanto por ciento del expediente académico y se valore más el
resultado del examen. Ésto tiene el inconveniente de que reduce mucho la importancia de un buen expediente que esté correctamente valorado y premie en exceso el examen que en alguna ocasión puede
contener un factor aleatorio. Otros opinan que lo deseable sería reservar un cupo fijo de plazas para los extracomunitarios y evitar la desproporción. Hago estos comentarios para mostrar lo complejo del problema.
El Reino Unido anuncia un plan para contratar 20.000 médicos
extranjeros. Se cifran en 10.000 las plazas de especialistas en España
para los próximos años ¿Cuántos se quedaran? El año pasado en Cataluña 450 facultativos, especialistas y MIR han marchado a otros países y hablando con algunos compañeros me han mostrado su preocupación porque han tenido que admitir en sus equipos a personal extranjero no muy calificado al no encontrar especialistas españoles y
tener que suplirlos por médicos emigrantes (peruanos, cubanos, argentinos, rumanos entre otros) que en Madrid superan el 6,3 % de la
colegiación. Es una situación que no podemos soslayar, no es solo un
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problema humano, sino que progresivamente va en aumento y perderemos calidad en la asistencia sanitaria. Muchos de los emigrantes,
que no opositan a MIR, vienen con convalidación de títulos, en muchas ocasiones no correcta ni contrastada, su formación no es adecuada y debe exigírseles un examen.
Es un conjunto de circunstancias que debe preocuparnos y que he
vivido personalmente mientras ejercía, y las sigo teniendo porque a
pesar de haberme jubilado me desenvuelvo en ambiente hospitalario.
Se ha de intentar corregir esta tendencia practicando una correcta política socio-sanitaria.
A pesar de estas incidencias y de las famosas listas de espera, los
usuarios valoran la competencia, el trato y la dedicación de los profesionales, se han corregido muchas deficiencias y se ha de reconocer
la gran importancia de nuestra asistencia sanitaria, su buena valoración, con una gama muy alta de prestaciones, solidaria, eficaz con un
gran cuerpo facultativo, unas excelentes instalaciones y muy reconocida en Europa.
He incluido este tema, especialmente sanitario, porque opino que
médico y paciente deben conocer mejor las interioridades de unos y
otros y aumentar la compresión mutua.
BODAS DE ORO
El día 9 de junio de 2004 se cumplieron los cincuenta años de nuestro matrimonio, una de las efemérides más importante de nuestra vida. Representa el haber culminado la etapa de un proyecto común.
Nos llena de gozo el apreciar que a partir del enlace de nosotros dos,
en una comunión de sentimientos iniciada durante el Congreso Eucarístico de Barcelona, ahora estamos rodeados de una prole numerosa,
unida, sana física y moralmente. Es un día festivo, de emociones muy
diversas, lleno de felicidad y recuerdos, sueños difusos y lejanos olvidados en el tiempo pero que hoy se hacen presentes y acuden a tu
mente como un flash de imágenes sucesivas del origen y presencia de
las dos generaciones que se han creado. Son medio siglo de años que
reflejan toda una vida de amor, lealtad, trabajo, comprensión, apoyo
y respeto mutuo, ternura y compartir penas y alegrías. Son pedazos
de pequeñas historias que abarcan a una familia que se quiere.
Las celebramos en el Club de Tenis de Barcelona; asistieron nuestros hijos, nietos, hermanos y los amigos más íntimos. Todos se desvivieron por hacérnoslo muy agradable; los hijos prepararon un álbum
que recogía desde el inicio de la boda hasta la actualidad con una gran
cantidad de fotografías y páginas firmadas con dedicatorias de todos
los presentes. La comida estuvo amenizada por la música sinfónica
de un CD que ellos prepararon, seguida después con la proyección de
las numerosas imágenes de este largo periodo. Era seguir un itinerario de hechos, acontecimientos y observar como progresivamente aumentaba una familia de hijos y nietos que durante todo este tiempo
solo nos han proporcionado satisfacciones. Son cincuenta años de
unión, que parece se iniciaron ayer y que hoy los revivimos con gran
intensidad.
Pronuncié unas palabras de agradecimiento, en nombre de Ana
María y mío, a cuantos nos acompañaron en ese día tan importante
de las bodas de oro y tuve un recuerdo para los familiares y amigos
que desgraciadamente no podían acompañarnos. Haciendo un balance por este largo recorrido de nuestra existencia observamos que es
positivo y que la vida ha sido generosa con nosotros. Hemos tenido
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salud, trabajo, paz, felicidad, amor y comprensión, gozamos con la
presencia de todos nuestros hijos y nietos que son la alegría de nuestra vejez, contamos con la asistencia de nuestros hermanos que han
fundado nuevos hogares y como colofón disfrutamos con el don de la
amistad, que en la mayoría de los presentes es además cincuentenaria; siempre hemos tenido su apoyo, afecto y juntos hemos escrito numerosas páginas en el libro de nuestra vida. Finalmente agradecimos
a todos, hijos, familia y amigos todo cuanto nos han ofrecido a manos llenas y levantamos nuestras copas para desearles toda clase de
felicidades.
JUBILACIÓN
La palabra jubilación procede del latín iubelatio, de júbilo, alegrarse, regocijarse, pero no siempre sucede así porque es un acontecimiento deseado por unos, temido por otros y supone siempre una transformación en la vida. Cuando la jubilación es total, sin ninguna otra actividad laboral, representa un cambio brusco del diario quehacer, de
no disponer de tiempo a todo lo contrario que conducirá para unos a
la felicidad, la liberación del trabajo, disfrutar del ocio y de tus preferencias por la lectura, gozar más de familia, la música, los viajes y de
tus sueños. Por el contrario para otros supone la etapa final, se consideran infravalorados por la sociedad, sin horizontes, deprimidos y
apáticos.
En el primer caso la mayoría llevan soñando muchos años de su
vida en el día que llegue la edad de jubilación para cesar en la vida
laboral, no estar pendientes del reloj, poder dejar la cama cuando les
apetezca, abandonar el “duro banco” del trabajo y dedicarse a hacer
lo que les viene en gana. Piensan no en el ayer sino en el hoy, están
presentes en el día a día, procuran ser útiles y cuentan con el cariño
de la familia y amigos. Para ellos la jubilación es un sueño. Incluso
para algunos le lleva al extremo de desligarse totalmente de su pasado profesional, económico o social buscando la libertad plena, un nuevo enfoque de la vida que les desliga del pasado. Por el contrario para los segundos la jubilación puede ser el ocaso, les domina la apatía,
la indolencia, el pesimismo y el abandono con lo que al dejar de estimular el intelecto les conducen a una disminución de su capacidad física y mental. La vejez comienza cuando el recuerdo es más fuerte
que la esperanza y un futuro más apacible. Son viejos los que se refugian en el pasado, los que añoran lo que eran y ahora no son, les invade el sentimiento de inutilidad y a veces se convierten en personas
amargadas que en ocasiones expresan su malhumor. Hablando con
algunos de ellos recuerdo que mostraban una actitud pesimista y que
no hay vida que valga la pena cuando se ha dejado de trabajar y te jubilan. Rechazan la jubilación porque se consideran infravalorados e
incapaces de realizar cualquier labor aunque ellos se consideran en
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condiciones de seguir siendo útiles y realizar una actividad. Hay por
el contario un grupo intermedio de los que persisten en su estatus actual y contemplan la jubilación, que la consideran parcial, como una
prolongación de su forma de vida social y económica, pero con más
tiempo para el ocio y la complacencia, que no se desligan plenamente de su pasado profesional, aunque solo sea desde el punto de vista
intelectual y además tienen mucha ilusión y les satisfacen plenamente nuevos horizontes y proyectos.
Como corolario de lo expuesto y como anécdota comentaré la diferente actitud, ante la jubilación, que adoptaron varios compañeros
que consideraron que comenzaba una nueva forma de vida. Algunos
prescindieron totalmente de algo que les relacionara con su profesión;
entre ellos mencionaré a los que tuvieron preferencia por lo que los
relacionaba con la agricultura. Uno amplió una finca que poseía adquiriendo extensos terrenos para dedicarlos al cultivo de la vid. Se documentó en enología con el estudio de cepas, cultivos y proceso de
elaboración del vino, introdujo modificaciones y logró obtener, con el
tiempo, un buen caldo. Un día que nos invitó mostraba su satisfacción
al ofrecernos un vino excelente.
Otro tenía su hobby con la explotación de una granja avícola que
comercialmente le producía buenos beneficios. Un tercero consideraba que la jubilación suponía alcanzar la libertad plena, disfrutar del
ocio que le permitía realizar sus deseos, romper con el pasado, descubrir nuevos horizontes, hacer lo que quieres y como quieres, y dar
comienzo a una nueva vida. Se encontraba muy feliz desligado totalmente de la medicina y haciendo de agricultor, en sus diversas modalidades, disfrutando de la naturaleza, al mismo tiempo que se dedicaba a la pintura, a la escultura y a escribir, cosas que lograba con gran
acierto.
Nos llamó la atención otro compañero entregado a las antigüedades. Había efectuado un largo peregrinaje por marcadillos, iglesias,
pueblos, anticuarios y exposiciones buscando enseres de toda clase,
pinturas, libros y todo lo que tuviera muchos años. Visitamos un día
su grandiosa finca en el Ampurdán y era un gozo observar la cantidad y calidad de objetos antiguos que había reunido y que al observarlos producía la sensación de hacer un recorrido por distintos momentos de nuestra vida al contemplar muebles, utensilios o cosas que
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estaban presentes en nuestra infancia y juventud, consideradas obsoletas en la actualidad. Contemplábamos piezas de diferentes épocas,
armarios sillerías y consolas del modernismo, espejos, arcones, gramófonos antiguos con su gran altavoz acampanado, bañeras, máquinas de escribir, fotografiar y teléfonos primitivos, sillones de barbería
de muchos años atrás y un largo etcétera amen de una gran biblioteca de libros antiguos.
Al contrario de estos colegas que se habían desligado totalmente
de su profesión y elegían una nueva actividad, a otros, entre los que
me encuentro, les era difícil separarse de lo que habían realizado durante muchos años y por lo que seguimos asistiendo a las sesiones
clínicas del Hospital de San Pablo los martes y jueves a las ocho de
la mañana, (junto a los doctores Trias, Serés y Andreu) a pesar de
que nosotros, ya habíamos alcanzado la jubilación total hacía bastantes años y no tenían una aplicación práctica; pero sí apreciábamos su
componente intelectual observando la evolución de la Medicina y
además le acompañaba el aliciente de apreciar el calor humano de
nuestros compañeros, el ambiente hospitalario y que cuando terminaba la sesión nos desplazábamos a la cafetería del hospital y entablábamos una animada conversación sobre cosas pasadas o de la actualidad.
Por otra parte, yo creo que he sido afortunado en el cambio porque no he pasado bruscamente a la jubilación completa, del todo al
nada, sino que se ha realizado parcialmente ya que, aunque a los setenta años, por cumplir la edad reglamentaria, cesé en el Hospital de
San Pablo, continué ejerciendo la medicina privada durante unos pocos años, ya lejanos, que me permitía durante las mañanas gozar de
mis aficiones particulares, leer sobre todo Historia, o escuchar música clásica, navegar en Internet, caminar y estar durante más tiempo
con la familia. La tarde estaba dedicada a la consulta privada, en el
despacho de casa, que me permitía seguir viendo enfermos y sobre
todo no prescindir de mi interés por la Medicina, de su fase creadora
y de poder ser útil.
A partir de aquí, con jubilación total, hace bastantes años, al haber cerrado la consulta privada, repasaba mi ciclo por el largo camino de la vida y entraba de lleno en la etapa del ocio que nos permite
al cesar en el trabajo disponer de tiempo para disfrutar de nuestros
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deseos y afinidades, aunque consideraba que el trabajo para mí en lugar de ser una rémora penosa y necesaria por el contrario había sido
una satisfacción no solo por haberme proporcionado un estatus económico sino también por disfrutar de haber fundado un hogar, tener
una familia entrañable y unida, gozar de buena salud y poseer buenos
amigos pero ahora puedo disponer plenamente de mi libertad, del sosiego de no tener prisas, de holganza, disfrutar con plenitud de lo que
me apetezca en esta última etapa, desprenderme de lo innecesario,
aprovechar el ocio llevando a cabo ideas y situaciones que anhelaba
pero que en la vida laboral las consideraba inasequibles por falta de
tiempo, pero que me permitirían seguir realizando una vida activa,
aunque distinta y apetecible. Ahora, en la plenitud de la jubilación
conseguiría realizar un capítulo importante como hacer algunos viajes recorriendo España junto a Ana María, que antes no podíamos
realizar por estar pendiente de la consulta del despacho y sobre todo
he disfrutado de otro de mis hobbys: los barcos. El despacho lo convertí en una especie de miniastillero para disfrutar de una de mis mayores ilusiones: construir maquetas, miniaturas de embarcaciones, mi
gran afición, que antes no podía realizar.
Es curioso el cambio, ha desaparecido el interés para ver el reloj
al que solía consultar con frecuencia; ahora casi lo ignoro, a veces incluso no precisas con certeza el día exacto de la semana en que estás.
Simplificas las cosas, no pierdes el tiempo pensando en mediocridades que antes a veces eran obsesivas y motivo de preocupación y en
la actualidad observas que solo las cosas importantes merecen nuestra atención.
A título de curiosidad y por el protagonismo que tuvieron durante
esta etapa comentaré la historia de algunos de los modelos de barcos
que construí durante tres años y que muchos de ellos poseen ahora
mis hijos y nietos; estos últimos cuando eran pequeños con frecuencia me acompañaban durante su confección, nos servía para charlar
y a veces ellos hacían alguna pequeña cosita. Con planos, meticulosidad y paciencia salieron numerosas embarcaciones de casco hueco
desde la quilla y las cuadernas hasta su terminación.
Entre ellos destacaría el bergantín Endeavur, del capitán Cook,
que efectuó su primer viaje científico (1768) durante tres años descubriendo tierras y estrechos en los Mares del Sur. Mientras lo cons-
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truía adquirí el libro Los viajes del capitán Cook y era muy agradable observar, aparte de las singladuras, lo que ocurría diariamente en
el barco y que yo veía reflejado en la miniatura. Otro de los navíos
fue el Príncipe Neafchatel, goleta bautizada así en honor del príncipe que acompañó al general francés Lafayette cuando fue a América para ayudar a los norteamericanos a conseguir la independencia
de la colonia inglesa. Era una goleta norteamericana armada de corsario contra los navíos ingleses, muy veloz, de elegante silueta y amplio velamen que causó grandes problemas a los navíos de su Majestad Británica. Como anécdota mencionaré que al final fue apresada,
llevada y exhibida en Inglaterra con la particularidad que sería copiada por los traficantes del opio. Era tan veloz que las autoridades
no podían capturar a la nave contrabandista. Un bello bergantín era
el HMS Pandora que el almirantazgo inglés había enviado al Pacífico para buscar, capturar y ajusticiar, si procedía, a Fletcher Christian y sus amotinados de la Bounty. Este hecho real fue motivo de
varias películas destacando entre ellas “Rebelión a bordo” que alcanzó gran éxito. Destacaban también por su porte el CHW Morgan, último de los grandes balleneros de vela y los elegantes y vistosos buques escuela como el noruego Christian Rodich de tres mástiles o
nuestro Sebastian el Cano de cuatro, que tomaron parte en numerosas regatas de los grandes buques.
Mantener en forma y estimular el cerebro durante la senectud es
importante, es vivir una vida emocionalmente estable y ya en tiempos pasados se la consideraba llena de sensatez y sabiduría y era muy
respetado el Consejo de Ancianos, aunque para muchos en las sociedades modernas estos están limitados intelectualmente, están marginados y se llega en algunos casos a tener pánico a la vejez, la gerantofobia. Incluso parece que la palabra viejo tiene un sentido peyorativo y finalista y para mejorarlo se ha llegado a crear una nueva
expresión designándolos con el calificativo de la tercera edad, cosa
que considero que no es necesaria. En mi opinión la ancianidad es
una etapa digna de ser vivida y que, dentro de la normalidad, aunque
las personas mayores pierdan memoria, disminuyan sus reflejos y estén físicamente disminuidas, sin embargo desarrollen las actividades
intelectuales con mayor lentitud, suelen hacerlo con mayor perfección al estar apoyadas por la experiencia. Hoy día la mayor parte de
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las personas de edad avanzada, con capacidad intelectual normal, luchan por mantenerse activos dentro de la vida moderna y seguir siendo útiles a la sociedad y se ha demostrado que pueden mantener intacto su intelecto hasta edades muy longevas aunque la velocidad de
su pensamiento sea menor. Está demostrado que al estimular las neuronas facilitas y consigues que se desarrolle nuestra inteligencia y
aunque esto lo ignorara Voltaire en el siglo XVIII ya comentaba:
Cuanto más envejecemos más necesitados estamos de estar ocupados. Es preferible morir antes que arrastrar una vejez insípida y vacía.
Aparte de los meses de verano, que estamos en el Pirineo, muchos
fines de semana, durante el otoño, nos desplazamos a Planolas, disfruto con el jardín, podo los rosales, corto el césped, practico bricolaje si era necesario, hago ejercicio o simplemente contemplo su entorno, el ruido del río, el remanso de paz de los bosques, la policromía de sus prados, la belleza de sus montañas que ya mostraban sus
cimas nevadas y en las noches de invierno disfruto de la lectura junto
al acogedor fuego de la chimenea. A veces descansas el libro y te recreas contemplando la danza de las llamas en los gruesos troncos que
arden en el hogar; existen momentos en que te abstraes, divagas, piensas en que hay que dar valor a las cosas no por lo que valen sino por
lo que representan, te vuelves más sensible, te complace que puedas
mantener junto a ti a todos los que amas y afloran a tu pensamiento
escenas y antiguos recuerdos de la familia que hemos formado y que
antes, en la vida activa, del día a día, no habíamos podido gozar. En
otras ocasiones y en soledad disfrutaba oyendo música clásica, Hendel, Bach, Mozart, Mahler, Chopin, Schubert, que con frecuencia te
hacían soñar, pensar, te entristecías y emocionaban o alegraban el ánimo. Te encuentras ausente y satisfecho; los días transcurren plácidamente. Asimismo disfruto navegando por Internet y me siento feliz
escribiendo para comunicar sentimientos y hacer a través del paso por
el tiempo una revisión de lo que ha sido nuestro recorrido por el camino de la vida. El escribir lo considero como una distracción interesante y novedosa, distinta a cuando publicaba sobre temas científicos
ligados a mi profesión. Es una manera agradable de distraerte, te ayuda a agilizar la memoria y a estimular las neuronas.
En resumen considero que todas las fases de nuestra existencia tienen su grandeza y entre ellas, como he comentado y reitero, está la
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vejez. Cuando el sol se pone después del atardecer, como preludio de
la noche, la vista se recrea en un bello espectáculo de luz y color, ahora, a pesar de que nos encontramos en nuestro crepúsculo y va desapareciendo el sol de la vida, antes de ocultarnos en la noche eterna,
también podemos disfrutar de una paz interior, de realizar alguna actividad, de gozar de cosas que antes no teníamos tiempo de admirarlas, de compartir alegrías con los tuyos y de poseer uno de mayores
bienes del hombre, el de la amistad.
Barcelona, 12 de octubre del 2011
INDICE
Dedicatoria........................................................................... 7
Presentación, por Juan Herrera............................................ 9
Prólogo, por Francisco Gutiérrez Latorre............................ 13
Pepe García Galera, por Pedro Soler Valero....................... 17
Introducción......................................................................... 21
Año 1923............................................................................... 25
Málaga-Granada. La República............................................. 31
Alicante................................................................................. 59
La Guerra Civil..................................................................... 63
Postguerra - Lucainena.......................................................... 113
Acontecimientos bélicos de estas fechas............................... 139
Barcelona............................................................................... 145
Facultad de Medicina............................................................ 157
Miscelánea............................................................................ 167
Fundamos un hogar............................................................... 189
Planolas................................................................................. 205
Hospital de San Pablo............................................................ 219
Congresos.............................................................................. 239
La Casa de Almería............................................................... 255
Tristeza.................................................................................. 259
Bodas de Plata....................................................................... 261
La familia.............................................................................. 265
Óbitos.................................................................................... 273
Reflexiones............................................................................ 275
Nombramiento de la calle de Lucainena............................... 285
Reencuentro........................................................................... 289
La Medicina actual................................................................ 299
Bodas de Oro......................................................................... 307
Jubilación.............................................................................. 309
N
o es fácil que un hombre escriba unas memorias, y lo consiga, dada su complejidad para rememorar hechos y circunstancias, repasar toda una vida, y redactarlo luego con
coherencia, naturalidad y habilidad descriptiva en un texto bien
escrito, documentado, entretenido y sugerente en que con un acentuado sentido de la observación se esboza un retrato de uno de los
períodos más azarosos de la España del siglo XX. Es un compendio de recuerdos, sueños, aspiraciones y frustraciones del autor a
través de su trayectoria vital. En la veintena de temas que se desarrollan en el libro destacan la gran cantidad de anécdotas, personajes, opiniones e historia, que desfilan por su dilatada existencia,
que hacen muy amena y fluida su lectura, al mismo tiempo que
con cierto matiz didáctico trasluce su amor por la docencia. La autobiografía del doctor José García Galera se distingue por su tesón
al enfrentarse a situaciones muy adversas, hasta lograr su objetivo
de ser médico.
Un hombre nacido en el seno de una familia liberal, con un padre bien situado profesionalmente, pero que al finalizar nuestra guerra civil cesa en su trabajo y tiene que trasladarse con su familia a
su tierra de origen en unas condiciones muy precarias. A pesar de
su corta edad se revela una gran personalidad de lucha y durante
los cinco años que permanece allí trabaja y a pesar de las grandes
dificultades, y en solitario, logra sacar adelante sus estudios y ayudar a la economía familiar. Se traslada después a Barcelona y perseverando en los mismos esfuerzos, de trabajo y estudio, consigue
ser médico e ingresa en el Hospital de San Pablo donde destaca en
el Servicio de Patología Digestiva.
Dado su amor por su tierra de origen, colaboró desinteresadamente en la Casa de Almería en Barcelona, realizando una gran
labor social y asistencial, al mismo tiempo que durante muchos años
ingresó para estudio o ser intervenidos en el referido hospital a centenares de enfermos almerienses con enfermedades graves, de difícil solución, en una época en que aquí en Almería se carecía de
medios para solucionarlos. Quizá sea ésta la contribución más encomiable: la ayuda desinteresada, la solidaridad, el altruismo y la
entrega a su profesión.
ISBN 84-85247-82-5
9 788485 247820

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