Historia de las Bodas

Transcripción

Historia de las Bodas
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Sinopsis
Las cosas están mejorando finalmente para Lizzie Nichols. Tiene una carrera que
ama en el campo de su elección (restauración de vestidos de novias), y el amor de
su vida, Jean-Luc, le ha pedido matrimonio finalmente. La vida se ha convertido en
un
remolino
vertiginoso
de
accesorios
para
vestidos
de
novias
―no
necesariamente el suyo― mientras Lizzie se prepara para su boda de ensueño en el
castillo de su novio al sur de Francia.
Pero el sueño pronto se convierte en una pesadilla cuando el padrino ―con quien
una vez Lizzie podría haber accidentalmente dormido... no, realmente, sólo
durmieron― anuncia su total falta de apoyo para la pareja; un sentimiento
secundado por la dama de honor. La familia en el medio oeste de Lizzie no puede
entender por qué no quiere tener su boda en el patio trasero de la casa de la
familia; sus futuros suegros franceses están tratando de atraer al novio de vuelta a
las inversiones en la banca y dejar a un lado la escuela de medicina; y Lizzie se
encuentra a sí misma preguntándose si su Príncipe Encantador es en realidad tan
encantador como ella creía.
¿Está Lizzie realmente lista para abrazar su nuevo rol de esposa y ama de un
Châteu Mirac? ¿O está destinada a caer en brazos de otro hombre... y en la trampa
de convertirse en una mala chica?
Tercer libro de la Trilogía Queen of Babble
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Índice
Historia de las bodas
Capítulo 9
Historia de las bodas
Capítulo 1
Historia de las bodas
Capítulo 18
Historia de las bodas
Capítulo 10
Historia de las bodas
Capítulo 2
Historia de las bodas
Capítulo 19
Historia de las bodas
Capítulo 11
Historia de las bodas
Capítulo 3
Historia de las bodas
Capítulo 20
Historia de las bodas
Capítulo 12
Historia de las bodas
Capítulo 4
Historia de las bodas
Capítulo 21
Historia de las bodas
Capítulo 13
Historia de las bodas
Capítulo 5
Historia de las bodas
Capítulo 22
Historia de las bodas
Capítulo 14
Historia de las bodas
Capítulo 6
Historia de las bodas
Capítulo 23
Historia de las bodas
Capítulo 15
Historia de las bodas
Capítulo 7
Historia de las bodas
Capítulo 24
Historia de las bodas
Capítulo 16
Historia de las bodas
Capítulo 8
Historia de las bodas
Capítulo 25
Historia de las bodas
Capítulo 17
Sobre la Autora
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Historia de las Bodas
Traducido por josemix
Corregido por Micca.F
n tiempos antiguos, las bodas eran un poco más informales de lo que son
E
hoy día. Tribus rivales, con el fin de aumentar su población, con frecuencia se
atacaban unos contra otros, con el único propósito de adquirir novias. Así es,
se robaban a las chicas más populares los unos a los otros. El grupo de ataque era
una especie de lo que se considera hoy en día su novio y sus padrinos de boda.
Sólo, ya sabes, no estarían usando trajes de etiqueta. Sino más bien taparrabos.
A veces las señoritas en cuestión se enteraban del grupo de ataque de antemano y
no necesariamente ponían mucha atención en la pelea.
Pero esto no significaba que no habría rencor por parte de sus familiares y amigos.
Consejo Para Evitar Un Desastroso Día de Bodas.
Siempre debes tener más regalos en el registro que tus invitados. De esta manera
puedes evitar recibir el mismo regalo dos veces... ¡y aquellos invitados que en
realidad no puedan asistir a las festividades todavía serán capaces de conseguir
algo bonito para ti!
DISEÑOS LIZZIE NICHOLS™
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Capítulo 1
Traducido por josemix
Corregido por Micca.F
“Sea cual sea de lo que estén hechas las almas, la suya y la mía son iguales.”
EMILY BRONTË (1818-1848). Novelista y Poeta Británica.
—C
haz —dije, empujando al hombre en el esmoquin que yacía tendido
en mi cama—. Tienes que irte de aquí.
Chaz aparta mi mano como si le estuviera molestando.
—Mamá —dice—. Basta. Te lo dije, ya saqué la basura.
—Chaz. —Lo empujo un poco más—. Lo digo en serio. Despierta. Tienes que irte.
Chaz se despierta sobresaltado.
—¿Qu…? ¿Dónde estoy? —Sus ojos legañosos miran por la habitación hasta que su
mirada fuera de foco se detiene completamente en mí—. Oh. Lizzie. ¿Qué hora es?
—Es hora de que te vayas —le digo, agarrando y tirando de su brazo—. Vamos.
Levántate.
Sin embargo podría estar muy bien tirando de un elefante. Él no se movía.
—¿Qué está pasando? —pregunta Chaz. Tengo que admitir que, no es fácil, ser tan
mala con él. Se ve absolutamente adorable con su camisa de esmoquin, todo sin
afeitar y confundido, con su cabello oscuro sobresaliendo en mechones por toda la
cabeza. Me mira de reojo—. ¿Ya es de día? Oye, ¿por qué aún tienes la ropa
puesta?
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—Debido a que no pasó nada entre nosotros —le digo, aliviada de que sea verdad.
Quiero decir, pasaron cosas. Pero todavía tengo mi faja Spanx puesta, así que no es
que hayan sido muchas cosas. Gracias a Dios—. Vamos, levántate. Tienes que irte.
—¿Qué quieres decir con que no pasó nada entre nosotros? —Chaz luce
ofendido—. ¿Cómo puedes decir eso? Esa es la marca de mi barba.
Levanto una mano con aire de culpabilidad a mi cara.
—¿Qué? Oh, Dios mío. Es una broma, ¿verdad?
—No, no estoy bromeando. Estás completamente irritada. —Una mirada de auto
satisfacción se propagó a través de su cara mientras estiraba sus brazos—. Ahora,
ven aquí y vamos a continuar donde lo dejamos antes de que tan groseramente te
quedaras dormida, lo cual trataré de no sostener en tu contra, aunque tengo que
admitir que va a ser difícil, y requerirá probablemente un castigo en forma de un
azote si puedo encontrar la manera de quitarte esa cosa. ¿Cómo es que lo llamas?
Oh, sí. Spanx. —Chaz se ilumina—. Oye, qué apropiado.
Pero ya me había ido al baño y estaba examinando mi rostro en el espejo sobre el
lavabo.
Es totalmente cierto. La mitad inferior de mi cara es de color rosa brillante donde
Chaz me había frotado con su barba como si fuéramos una pareja de adolescentes
en la parte de atrás de un taxi camino a casa después de la boda de anoche.
—¡Oh, Dios! —grité, mientras me tambaleaba de nuevo al dormitorio—. ¿Crees que
se dio cuenta?
—¿Si creo que se dio cuenta de qué? —Se apoderó de mí por la muñeca, me
detuvo, buscando a tientas los diminutos botones de mi vestido.
—¡Luke! —grité—. ¿Crees que se dio cuenta de que tengo marcas de barba en mi
cara?
—¿Y cómo Luke se daría cuenta de eso? —dijo—. Él está en Francia. ¿Cómo te
quitas esta cosa, de todos modos?
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—¡No está en Francia! —chillé, apartando sus manos—. Está justo abajo. ¡Era él,
quien tocaba la puerta!
—¿La puerta? —Chaz se detiene en su intento de desnudarme, mirándome
adorablemente más confundido que nunca. No es que tenga cualquier tipo de
asunto notando cuán adorable es Chaz—. ¿Luke está en la puerta?
—No, ya no —dije, apartando una vez más sus manos con fuerza—. Pero va a
volver en media hora. Y es por eso que tienes que irte ahora. No sabe que estás
aquí. Y quiero que siga siendo así. —Luché con la chaqueta de su esmoquin que se
encontraba pisada con su rodilla tratando de sacársela—. Así que si no te importa
ponerte esto, y amablemente irte…
—Espera un minuto —dijo Chaz levantando una ceja oscura—. Espera un minuto
ahí. ¿Honestamente estás tratando de decirme que tú y el Sr. Romántico volverán a
estar juntos?
—Por supuesto que vamos a seguir juntos —digo, echando una mirada urgente al
reloj. ¡Veinticinco minutos! ¡Luke estará de regreso en veinticinco minutos! Sólo fue
a Starbucks para conseguirnos unos cafés y un par de donas... o lo que sea que
Starbucks tenga a su disposición en el día de Año Nuevo. Lo cual, por mí, podría
ser grasa de cerdo rancia en recipientes de plástico. ¿Qué más da?—. ¿Por qué
crees que he estado aquí de pie pidiéndote que por favor te vayas? No quiero que
sepa que pasaste la noche aquí… o que me dejaste una marca con tu barba.
—Lizzie. —Chaz está sacudiendo la cabeza. Pero poco a poco se ponía otra vez la
chaqueta. Gracias a Dios—. Él no es un niño pequeño. No lo puedes proteger para
siempre. Se va a enterar de lo nuestro en algún momento.
Tentáculos de hielo apretaron mi corazón.
—¿Nuestro? ¿Qué nuestro? Chaz... no hay nada entre nosotros.
—¿Qué quieres decir con que, no hay nada entre nosotros? —Levanta la mitrada
del bolsillo interior de su chaqueta buscando algo, evidentemente su billetera—.
¿Hemos, o no, pasado la noche juntos?
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—Sí —dije, con otra mirada exasperada al reloj. ¡Veinticuatro minutos! Y tengo que
lavarme el cabello. Estoy segura de que me quedó papel picado de la boda. Sin
mencionar, que probablemente tengo ojeras de mapache y rímel alrededor de mis
ojos—. Pero ya te lo dije. No pasó nada.
—¿Nada? —Chaz se veía herido—. Recuerdo claramente tenerte tiernamente entre
mis brazos y besarte bajo un cielo lleno de estrellas fugaces. ¿Llamas a eso nada?
—Esos eran globos —le recordé—. No estrellas.
—Lo que sea. Pensé que dijimos que íbamos a trabajar en la parte física de nuestra
relación.
—No. Tú dijiste eso. Yo dije que ambos habíamos acabado de salir de rupturas
dolorosas y necesitábamos tiempo para sanar.
Chaz alcanza y pasa la mano por su cabello, haciendo que las puntas se destaquen
más y se viera gracioso. Además, papel picado sale de él y cae en mi cama.
—Entonces, ¿qué hay acerca de todos los besos en el taxi?
Tenía un punto válido. No estoy segura acerca de qué van todos esos besos en la
cabina del taxi.
Ni tampoco del por qué me gustó tanto.
Pero sí sé una cosa. Y es que no voy a quedarme aquí y hablar de ello. No en este
momento.
—Habíamos bebido demasiado —le explico, con otra mirada frenética al reloj.
¡Veintidós minutos! ¡Y también tengo que secarme el cabello!—. Estábamos en una
boda. Nos dejamos llevar.
—¿Dejarse llevar? —Los poco naturales ojos azules de Chaz brillaron por la luz del
sol de invierno que se filtraba a través de mis nuevas cortinas de encaje—. ¿Así es
como llamas a mi mano debajo de tu sujetador? ¿Dejarse llevar?
Corrí hacia él para taparle la boca con mi mano.
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—Nunca debemos hablar de esto otra vez —le digo, mi corazón golpeando… sí,
golpeaba, rápidamente en mi pecho.
—Ni siquiera me digas —dice Chaz desde detrás de mi mano—, que le estás dando
otra oportunidad. Sí, él hizo un gran gesto romántico volando de regreso de
Francia el día de Año Nuevo, o lo que sea. Pero, Lizzie... el tipo le tiene
completamente fobia al compromiso. Nunca ha seguido adelante con cualquier
cosa en su vida.
—Eso no es verdad —grité, quitando dolorosamente mi mano de su boca y
volteándola hacia él para que la viera—. ¡Mira!
Chaz se queda mirando el dedo anular de mi mano izquierda.
—Oh, Dios —dice después de un minuto—. Creo que voy a vomitar.
—Eso es algo muy agradable de decir —señalé con vehemencia—, a la chica, a la
cual tu mejor amigo se le acaba de proponer.
Aunque la verdad es que, me siento un poco mal también. Pero eso es de todo el
champán de la noche anterior. Tiene que ser.
—Lizzie. —Chaz se acostó en el otro lado de mi cama y se quedó mirando hacia las
grietas de mi techo—. ¿Tengo que recordarte que en menos de veinticuatro horas
ustedes dos rompieron? ¿Que tú te mudaste del apartamento que los dos
compartían precisamente porque él dijo que no podía verte en su futuro? ¿Que
pasaste la mayor parte de anoche con tu lengua en mi garganta porque se suponía
que ustedes dos habían terminado?
—Bueno —le digo, mirando la esmeralda con corte de diamante de tres quilates
asentado en su banda de platino. Parece captar la luz perfectamente. Luke me dijo
que el certificado de autenticación libre de impurezas está en camino—. Él cambió
de opinión.
—Debido a que mudarte lo asustó un montón —gritó, sentándose de nuevo—. ¿Es
eso lo que quieres? ¿Un tipo que regrese corriendo a ti y te proponga matrimonio
sólo porque tiene tanto miedo de estar solo, que prefiere estar con una chica que
sabe que no es la adecuada para él, en lugar de estar por su cuenta?
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Lo fulminé con la mirada.
—Oh —le digo—. Y supongo que piensas que tú y yo haríamos una mejor pareja.
—Sí —dice Chaz—. Ahora que lo mencionas, lo creo. Pero la verdad es que, un
mono con una bolsa de papel sobre su cabeza sería un mejor novio para ti que
Luke. Debido a que ustedes dos están totalmente equivocados respecto el uno con
el otro.
—Tú… —Me quedé sin aliento. No puedo ni siquiera creer que esté teniendo esta
conversación—. ¿Qué...? ¿Cómo puedes…? ¡Pensé que Luke era tu mejor amigo!
—Es mi mejor amigo —dice Chaz—. Lo conozco desde que tenía catorce años.
Probablemente lo conozco mejor que él mismo. Es por eso que me hace
inequívocamente calificado para decir que en este momento no puede pedirle a
nadie que se case con él, y mucho menos a ti.
—¿Qué quieres decir con, mucho menos a mí? —Puedo sentir las lágrimas
llenando los largos bordes de mis pestañas—. ¿Qué hay de malo en mí?
—No hay nada malo en ti, Lizzie —dice Chaz con voz suave—. Es sólo que tú sabes
lo que quieres, y Luke no lo hace. Eres una estrella. Y él no es el tipo de persona
que va a enganchar su vagón a una estrella. Todavía piensa que él es la estrella. Y
no puedes tener dos estrellas en una relación. Alguien tiene que estar dispuesto a
ser el vagón... por lo menos parte del tiempo.
—Eso no es cierto —le digo, secándome los ojos con el dorso de una de mis
muñecas—. Luke es una estrella. Va a ser médico. Un día salvará las vidas de niños.
Chaz levanta la mirada hacia el techo.
—El día en que Luke de Villiers en realidad se convierta en un médico —dice
solemnemente—, es el día en que cambiaré a cerveza ligera. Para siempre.
Lo fulminé con la mirada.
—Vete —digo, señalando la puerta—. Lo digo en serio. Sólo vete.
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Chaz se pone de pie al instante, entonces, al instante parece como si se
arrepintiera. Sin embargo, cuando recupera su equilibrio, dice, con tanta dignidad
como pudo, al parecer reunir:
—¿Sabes qué? Con mucho gusto. —Se dirige fuera de la habitación hacia la sala de
estar, buscando su abrigo que está en el suelo, donde la había tirado anoche. Lo
levanta en brazos, sosteniendo su cabeza un poco aturdida, y luego se dirige hacia
la puerta.
—Estás cometiendo un gran error, Lizzie —se vuelve para decir cuando llega allí...
pareciendo un poco sorprendido cuando me encuentra justo detrás de él.
—No —respondo, presionando mi dedo índice contra su esternón—. Tú lo estás.
Tu mejor amigo se va a casar. Deberías estar feliz por él. Y por mí. El hecho de que
las cosas no funcionaron para ti y Shari…
—¿Shari? —Chaz sacude la cabeza con perplejidad—. Esto no tiene nada que ver
con Shari. Tiene que ver contigo y conmigo.
—¿Tú y yo? —Dejo salir mi risa parecida a un ladrido—. No hay un tú y yo.
—Eso es lo que crees —dice, tirando de su abrigo—. Y que me condenen si voy a
esperar hasta que te des cuenta de que no es verdad.
—Bien —le digo—. No te estoy preguntando, ¿o sí?
—No. —Chaz está sonriendo... aunque no parece feliz—. Pero lo harías si tuvieras
la menor idea de lo que es bueno para ti.
Y con eso, se gira para abrir la puerta y pasa tempestuoso por ella, cerrándola
detrás de él con la fuerza suficiente para hacer que los cristales de las ventanas
resuenen.
Y entonces, se ha ido.
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Historia de las Bodas
Traducido por ƸӜƷYossƸӜƷ
Corregido por Micca.F
U
na vez que la raptada “novia” y su novio se han escapado a salvo de la
cólera de los familiares de ella, buscando frenéticamente a su alrededor a
las afueras del pueblo del que había sido arrebatada, estarían con bajo
perfil por un tiempo, para evitar represalias por parte de su familia (o cualquier
marido posible ya existente).
Este era también el período en que el “novio” ejerce su dominio sobre su nueva
cautiva, acabando con cualquier deseo que ella podría tener de escapar o
asesinarlo a él mientras duerme (una práctica muy común en los primeros
“matrimonios” de este tipo donde la novia no estaba muy contenta con la situación
como un novio podría esperar que estuviera).
Este período de “bajo perfil” puede ser considerado el predecesor para la luna de
miel. Sólo que probablemente tuvo lugar en una cueva, no en un complejo de
Sandals. Y definitivamente no había el servicio de habitación.
Consejo Para Evitar Un Desastroso Día de Bodas.
Nunca pruebes un nuevo producto de belleza, o, Dios no lo quiera, hacerte un
facial en el mismo día o los días previos a tu boda. ¡Lo último que necesitas es un
brote o una erupción! Mantente en tu rutina normal, y brillarás como el ángel que
eres.
DISEÑOS LIZZIE NICHOLS™
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Capítulo 2
Traducido por ƸӜƷYossƸӜƷ y Azuloni
Corregido por Micca.F
“Dos almas con un solo pensamiento, dos corazones que laten como uno solo”.
FRANZ JOSEPH VON MÜNCH-BELLINGHAUSEN (1806-1871). Dramaturgo
Austriaco.
arpadeo. Tengo que admitirlo: ésta no era la reacción que esperaba de la
P
primera persona que le hablo de mi compromiso con Luke. Esperaba que
Chaz tuviera algunas preocupaciones, seguro. Quiero decir, es cierto que
Luke y yo hemos estado teniendo algunos problemas hasta hace poco. Tan
recientemente como hace media hora, en realidad.
Pero todos esos problemas han terminado. Debido a que Luke me pidió que me
case con él. Ese era el único obstáculo mayor en el camino de estar juntos: que él
no me podía ver en su futuro.
Pero ahora todo eso ha cambiado. ¡Me ha pedido que me case con él! ¡Voy a ser
una novia! Lizzie Nichols, una novia, ¡por fin!
Y está bien. Es un poco extraño que cada vez que pienso en eso, siento como si me
dieran ganas de vomitar.
Pero eso es sólo la emoción de haber conseguido comprometerme antes de haber
desayunado. Siempre he sospechado que soy un poco hipoglucémica. Al igual que
Nicole Richie.
Y de todas maneras, es todo culpa de Chaz. ¿Por qué, en vez de estar feliz por mí,
me había dado ese berrinche, casi como si… bueno, casi como si estuviese celoso?
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Excepto que eso no es posible. Porque no le gusto de esa manera. Sólo somos
amigos. Me refiero, seguro, anoche habíamos jugueteado un poco.
Y, admitiré, había sido… bueno, genial.
Realmente genial, en realidad.
Pero estábamos un poco achispados. Borrachos, incluso. No había significado nada.
Era como yo decía: todavía resentidos por nuestras respectivas rupturas, buscamos
consuelo en los brazos del otro.
Pero eso no significaba que hubiera algo más pasando.
¿No es así?
Bueno, no voy a desperdiciar más tiempo preocupándome por eso. Luke iba a estar
aquí en cualquier momento. Tenía que arreglarme antes de que llegara. Era
suficientemente malo que él se haya propuesto, y yo aceptara, mientras todavía
tenía el aliento matutino. No voy a comenzar el día como una nueva persona
comprometida usando la misma ropa interior que había usado desde ayer.
En el momento en que el timbre de abajo suena, huelo dulcemente y estoy tan
peinada como jamás he estado en mi vida, gracias a la más rápida ducha del
mundo, un cambio rápido en un impresionante vestido de fiesta Lorrie Deb de los
años 1950 de gasa color rosa (perfecto para la recién comprometida, futura
restauradora profesional certificada de vestidos de bodas), un par de capas por
debajo de los ojos de corrector y lista para dejar entrar al hombre a quien acabo de
prometer fidelidad.
Me siento más ligera que el aire mientras bajo los dos tramos de escalera hacia la
puerta frontal del edificio (en primer lugar tenía que arreglar ese timbre cuando
estuviera abierto de nuevo mañana).
—Guao —dice Luke después de que abriera la pesada puerta de metal—. Luces…
—¿Cómo una futura novia? —pregunto, sosteniendo las tres capas: una de chiffon,
una de malla, y una de nilón, de toda mi falda y dándole una reverencia juguetona.
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—Iba a decir sexy —dice Luke. Triunfantemente sostiene una bolsa de Starbucks... y
un paquete de seis latas de Coca-Cola Dietética para mí—. Mira lo que conseguí.
Sólo tuve que caminar once cuadras para encontrar un lugar que estuviera abierto
el día de Año Nuevo.
—¡Oh, Luke! ¡Lo recordaste!
Excepto, por supuesto, que, en primer lugar, fue Chaz quien le dijo a Luke cuánto
amaba la Coca-Cola Dietética. Esa es la única razón por la que Luke la compró para
mí ese día en el pueblo en Francia el verano pasado. Porque Chaz le había dicho
que la Coca-Cola Dietética era la manera de llegar a mi corazón.
Pero eso no significa que estoy enamorada de Chaz, ¿cierto?
¡Por supuesto que no! ¿Cómo podría pensar algo tan tonto?
Mis ojos se llenan de lágrimas. De verdad, Luke era el prometido más considerado
en todo el mundo. También el más guapo, parado allí en su sobretodo de Hugo
Boss, con sus largas pestañas oscuras curvadas tan perfectamente… y siquiera sin
ayuda de un rizador de pestañas Shu Uemura. Había lucido tan tierno cuando se
arrodilló exactamente en ese mismo punto en el fango hace media hora, tan
esperanzado y nervioso. ¿Cómo podía decir otra cosa que sí cuando se había
propuesto?
No es que se me hubiese ocurrido otra cosa que decir que sí. Bueno, excepto por
unos pocos segundos, tal vez. Para castigarlo por eso de: “no sé si te veo en mi
futuro”.
—Sólo quiero que sepas que cuando miro a mi futuro, no veo nada más que a ti.
—Eso es lo que Chaz había susurrado en mi oído en algún punto en la boda de
anoche. Luego susurró—: Y ni siquiera estás usando faja.
Sacudo la cabeza. ¿Por qué sigo pensando en Chaz? Siempre usa gorras de la
Universidad de Michigan casi todo el tiempo. En público.
La cara de Luke decae.
—¿Qué? —pregunta—. ¿Qué hice? ¿Ya no bebes más Coca-Cola Dietética? ¿Eso
es? Puedo conseguir algo más. ¿Qué quieres? ¿Dr. Pepper Ligera?
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—¡No! —Trato de reír alegremente. Oh, Dios. ¿Qué hay de malo en mí?—. Por
supuesto que todavía bebo Coca-Cola Dietética. Lo siento. Guau, realmente hace
frío aquí afuera. —Me muevo de la puerta para que pueda entrar.
—Pensé que nunca me lo pedirías. —Luke me da una de esas sonrisas que todavía
hace que mis entrañas se debiliten. Se para en la puerta el tiempo suficiente para
acariciar mi mejilla con sus labios, y luego dejándolos un poco entre mi cabello.
—Es bueno estar en casa —murmura antes de pasar por delante de mí—. Lo cual
es dondequiera que estés. Ahora lo sé.
¡Oh! ¡Qué dulce!
¿Y cómo podría Chaz haber acusado alguna vez a Luke de no saber lo que quiere?
Él sabe exactamente lo que quiere. ¡A mí!
Sólo le tomó un poco de tiempo para darse cuenta de ello. Necesitaba un
empujoncito. El cual fue romper con él y mudarme del apartamento que
compartíamos.
—Así que, este es el nuevo lugar, ¿eh? —Luke está mirando alrededor en el pasillo
un poco sucio y excepcionalmente estrecho.
—Se pone mejor —le digo.
—No —dice, con tono de disculpa—. Me gusta. Tiene carácter.
No lo es, me digo mientras lo sigo, culpa de Chaz. No de verdad. Él simplemente
nunca ha conocido la felicidad —verdadera, romántica felicidad— como la que
compartíamos Luke y yo. Así que por supuesto cuando la viera, la vería con
sospecha. Por supuesto que dudaba de nuestras oportunidades de triunfar.
Pero cuando nos vea juntos —cuán felices somos, ahora que estamos real y
verdaderamente comprometidos el uno con el otro— cambiará de parecer. Vendrá.
Verá cuán equivocado estaba al decir todas esas cosas horribles.
Y algún día, Chaz encontrará una chica, la chica correcta para él, quien lo hará tan
feliz como yo hago a Luke… y él la hará feliz tanto como Luke me hace feliz a mí.
Y entonces todo estará bien.
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Espera y verás. Sólo espera y verás.
—Aquí estamos —digo cuando alcanzamos la puerta de mi nuevo apartamento, la
cual abro de par en par—. Hogar, dulce hogar.
—Es genial —dice Luke entusiasmado mientras me sigue adentro.
Le sonrío.
—No tienes que pretender que te gusta. Sé que es horrible. Pero es mío. Y tan
pronto como pueda, y tenga dinero extra, voy a arreglarlo.
—No, Lizzie, es realmente genial. —Pone la bolsa de Starbucks y la Coca-Cola
Dietética en el suelo y envuelve sus brazos alrededor de mí—. Es como tú.
Completamente caprichoso y totalmente encantador.
—Espero que no sea como yo —digo riendo—. Espero no estar cubierta de papel
tapiz con una gran rosa, suelo desparejado y hendiduras en el techo.
—Sabes a lo que me refiero —dice Luke, acariciando mi cuello—. Es único. Como
tú. Ya huele a ti. Dios, no puedo creer cuanto te extrañé. Y estuvimos distanciados
por sólo, ¿qué? ¿Una semana?
“¿Es eso lo que quieres? ¿Un tipo que regrese corriendo a ti y te proponga
matrimonio sólo porque tiene tanto miedo de estar solo, que prefiere estar con una
chica que sabe que no es la adecuada para él, en lugar de estar por su cuenta?”
¡Dios! ¡Vete de mi cabeza, Chaz Pendergast!
—Algo así —digo. Las caricias de Luke se están poniendo más intensas. O al menos
más cerca del escote de mi vestido.
Me alejo de un salto y alcanzo una Coca Cola Ligera.
—Entonces, ¿a quién deberíamos llamar primero? —pregunto alegremente.
—¿Llamar? —Los ojos de Luke, que tienden a tener una mirada soñadora, incluso
cuando está despierto, están pesados con una combinación de jet lag y, bueno...
sexo. Deseo sexual, de todos modos—. No estaba pensando en llamar a alguien, si
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te digo la verdad. En realidad estaba pensando en probar esa cama que veo por
ahí. Y estaba esperando que salieras de ese vestido y me acompañes…
—Luke —digo después de tragarme toda la cafeína y el benzoato de potasio
restaurativo—. Tenemos que llamar a las personas y decirles la buena noticia.
Quiero decir, estamos comprometidos.
—Oh. —Luke mira con nostalgia hacia atrás a la cama—. Supongo. Quiero decir...
sí. Probablemente tienes razón.
—Ten. —Busco en la bolsa de Starbucks y saco el café que había pedido para sí
mismo, junto con dos magdalenas—. Bebe esto. Vamos a hacer una lista.
Deberíamos llamar a tus padres, por supuesto.
—Claro —dice él, tomando un sorbo de su café.
—Y los míos. Y mis hermanas. Bueno, estarán con mis padres en el almuerzo de
Año Nuevo con Abue, así que vamos a ser capaces de conseguirlos a todos con
una sola llamada. —Agarro un bloc de notas que he dejado en la pequeña mesa
amarilla de la cocina, mientras que Luke se quita su abrigo y se hunde en una de
las sillas amarillas a juego con la mesa—. Y tengo que llamar a Shari, por supuesto.
Y deberías... probablemente deberías llamar a Chaz.
Él tiene su celular y está marcando los números. Un número de ultramar.
Demasiados números para llamar a Chaz.
—¿Qué estás haciendo? —pregunto.
—Estoy llamando a mis padres —dice—. Como dijiste.
Alcanzo el teléfono y lo cierro.
—Oye —dice, luciendo confuso—. ¿Para qué hiciste eso?
—Creo que primero debes llamar a Chaz —digo—. ¿No lo crees?
—¿Chaz? —Luke me mira como si hubiese sugerido que inhalara heroína y luego le
disparara a su madre—. ¿Por qué debería llamar a Chaz primero?
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—Porque es tu mejor amigo —digo, moviéndome a la silla contraria a la de él—. ¿Y
no le vas a pedir que sea tu padrino?
—No lo sé —dice, todavía luciendo confundido. Debe estar mucho más desfasado
de horario de lo que pensé—. Supongo.
—Él estaría tan dolido si no le dices primero —digo—. Sabes, él fue muy amable
conmigo la semana pasada, mientras tú y yo estábamos… distanciados. Me ayudó a
mudarme aquí y todo. Y anoche incluso fue conmigo a la boda Higgins-MacDowell.
Luke pareció conmovido.
—¿Lo hizo? Eso fue amable de su parte. Se debe estar sintiendo mejor. Ya sabes,
después de toda la cosa con Shari que a la final le gustaban las mujeres.
—Uh —digo—. Sí. Lo fue. Amable de su parte, quiero decir. Por eso pienso que
debes llamarlo primero. Y agradecerle. Por ser un buen amigo. Y decirle que su
amistad significa mucho para ti. Creo que simplemente necesita escuchar tu voz.
—Bien —dice, abriendo su teléfono y marcando—. Creo que tienes razón.
Un segundo después, mientras aprieto mis dedos y rezo porque Chaz todavía esté
en el metro y no conteste, Luke dice:
—¿Chaz? Hola, soy yo. Tengo noticias, hermano. ¿Estás sentado?
Salto de la silla, convencida de que voy a vomitar lo que tomé de la Coca-Cola
Dietética, y corro al fregadero.
Esto es, pienso. Chaz le va a decir. Le va a decir a Luke que sólo hace doce horas, su
mano estaba bajo mi sujetador.
Y el compromiso se va a cancelar.
Probablemente no me quedaré con el anillo.
—¿Qué? Sí, estoy de vuelta. Donde Lizzie. Volví esta mañana.
¿Qué está haciendo Chaz? Sabe que Luke está de vuelta. Le dije que él estaba de
vuelta. Oh, Dios. Sólo hazlo, así podemos terminar con esto.
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—Bien. ¿Así que estás sentando? ¿En un taxi? ¿A dónde vas en un taxi en el día de
Año Nuevo? ¿Dónde? ¿Sí? ¿Quién era ella?
Agarro la orilla del fregadero. Esto es todo. Voy a vomitar.
—¿A qué te refieres con que no me vas a decir? —Luke se ríe—. Está bien, perro.
Muy bien. Bueno, aquí está mi noticia: le propuse a Lizzie que se casara conmigo. Y
ella dijo que sí. Y quiero que seas mi padrino.
Cierro mis ojos. Esta es la parte donde Chaz le dice a Luke que él no puede ser su
padrino porque cree que está cometiendo el peor error de su vida.
Y, oh sí, por cierto, anoche tenía su lengua hasta mi garganta.
—¡Gracias! —está diciendo Luke en el celular con una voz alegre. Una voz total y
demasiado alegre para responder a la noticia de que ayer por la noche su mejor
amigo y su prometida estaban besándose en la parte de atrás de un taxi—. Sí, igual
yo. ¿Qué? ¿Lizzie? Seguro, puedes hablar con ella. Espera.
Me volteo del fregadero justo a tiempo para ver a Luke cruzando la cocina para
alcanzarme el teléfono.
—Quiere hablar contigo —dice. Luke está radiante—. Creo que quiere extender las
felicitaciones personalmente.
Tomo el teléfono, sintiéndome enferma del estómago como nunca.
—¿Hola?
—Hola, Lizzie. —La voz profunda de Chaz araña mi oído—. Estabas esperando que
le escupiera la verdad a Luke acerca de nuestra relación ilícita y que él cancelara
todo el asunto, ¿verdad? No hubo suerte, me temo. Tú te metiste en este lío, y vas
a tener que salir de él. Si crees que voy a hacer una entrada triunfal como una
especie de príncipe en un corcel blanco como la leche para salvar tu lindo trasero
en esta, estás drogada.
Dejé escapar una risa totalmente falsa.
—¡Gracias! —chillé—. ¡Es muy amable por tu parte decir eso!
20
Luke continúa sonriéndome desde el otro lado de la cocina.
—Sí —dice Chaz—. Ya sabes, cuando empacaste todas sus cosas y dejaste su
trasero en la estacada, pensé, por fin. Una mujer con un poco de fibra moral. No
sabía que lo único que él necesitaría para ganarte otra vez sería un gran anillo de
diamantes y lágrimas de cocodrilo. Realmente esperaba grandes cosas de ti, Lizzie.
Dime algo. ¿Vas a esperar a que las invitaciones se hayan enviado, antes de
admitirte a ti misma que Luke es el último chico con el que deberías pasar el resto
de tu vida? ¿O vas a hacer lo correcto y cancelarlo ahora?
—Genial, Chaz —le digo, con otra risa falsa—. Ha sido un placer hablar contigo.
—Esto es como ver a un cordero ser llevado al matadero —murmura—. ¿Casarse
realmente es tan importante para ti? Es sólo un maldito pedazo de papel.
—Gracias, Chaz —le digo. No estoy segura de cuánto tiempo más podré mantener
la risa falsa. Porque estoy lista para empezar a derramar lágrimas de verdad—.
Muchas gracias.
—Mira, yo... sólo pónmelo de nuevo.
Le tiendo el teléfono a Luke.
—Él quiere hablar contigo —le digo.
Luke toma el teléfono.
—Oye, hombre. ¿Sí? Uh-huh.
Voy a la deriva lejos, al dormitorio, abriendo la cremallera del vestido conforme voy
andando. No puedo creer esto... nada de esto. Tengo lo que quería... lo que parece
que siempre he querido: el hombre de mis sueños se me ha propuesto. Me voy a
casar.
Debería estar muy feliz.
Tachen eso. Soy feliz. Lo soy.
Es probable que todavía no lo haya asumido.
21
—¿Qué pasa?
Miro a Luke de pie en la puerta, su celular cerrado en su mano.
—¿Qué estás haciendo? —pregunta Luke. Su mirada se posa sobre mi vestido,
tirado en un charco de color rosa en el suelo—. Pensé que íbamos a llamar a la
gente y decirles que estamos comprometidos.
—He cambiado de opinión —le digo, llevando las sábanas lejos para mostrarle lo
que llevo debajo de ellas. Que es nada—. Creo que me gusta más tu idea original.
¿Quieres venir conmigo?
Él lanza su celular por encima del hombro.
—Pensé que nunca lo preguntarías —dice. Y se sumerge en la cama conmigo.
***
Luke y yo estamos haciendo un poco de abrazos postcoital. Es tan bueno estar
entre sus brazos, un lugar donde seriamente pensé que nunca estaría de nuevo.
—Así que, estuve hablando con mi tío cuando estuve en Francia la semana pasada
—está diciendo Luke.
—¿Umm-hmm?
Me encanta cómo huele. Luke, quiero decir. Echaba tanto de menos su olor. Al ser
una mujer fuerte e independiente que se defiende a sí misma y se aleja del hombre
que la hace sentir que está equivocada es realmente poderoso y todo eso.
Pero no es fácil. O divertido.
Es mucho más agradable pasar el rato en la cama con ese hombre, completamente
desnudo.
—¿Sabes, mi tío Gerald? —continúa Luke.
—Uh-huh —le digo—. El que vive en Houston. Y te ofreció trabajo con la nueva
sucursal de su empresa en París.
22
—Correcto —dice Luke—. Thibodeaux, Davies, y Stern. Es una de las empresas de
inversión de clientes privados más exclusivas del mundo.
—Mmmm —le digo. Estoy admirando la forma de su bíceps, incluso cuando está
totalmente relajado, como lo está ahora, es tan... grande. Y redondo. Y suavemente
satinado. Y es el lugar perfecto para que descanse mi mejilla. Es imposible pensar
en otra cosa, ni en nadie, cuando estás descansando tu mejilla en el bíceps
desnudo de un chico caliente—. Excepto que no te importa. Debido a que estás
trabajando en tu programa post-bachillerato para poder terminar las clases de premedicina que no tomaste en la universidad, ya que estabas recibiendo un MBA, y
cuando hayas terminado, podrás empezar a aplicar para las escuelas de medicina.
—Sí —dice—. Lo sé. Eso es lo bueno en la oferta de Gerald.
No tengo más remedio que levantar a regañadientes la cabeza de la almohada de
raso que es el bíceps de Luke.
—¿Tu tío Gerald te hizo una oferta? —Trato de mantener mi tono de voz audible.
Como si no me importara en absoluto lo que estamos discutiendo. La la la, no me
importa ni un poco el ESTÚPIDO TÍO GERALD METIENDO SU NARIZ EN LOS
ASUNTOS DE MI NOVIO… perdón, MI PROMETIDO—. ¿Qué tipo de oferta?
—Que este verano podría trabajar para él, ayudándole a poner la sucursal de París
de Thibodeaux, Davies, y Stern en marcha.
—Oh. —Bajo mi cabeza—. ¿En lugar de tomar clases en tu programa de postbachillerato?
Pero tan pronto como apoyo la cabeza, Luke se sienta tirando mi cabeza en la
almohada.
—Es una oferta realmente fantástica —dice con entusiasmo—. Teniendo en cuenta
que son sólo tres meses. Se trata de la mitad del sueldo que suelo hacer en un año.
Es muy generoso de su parte.
—Guau —le digo, tratando de rellenar la almohada para que sea tan cómoda como
su brazo—. Eso es generoso.
23
—No es que no vaya a ser un montón de trabajo —dice—. Quiero decir, lo será.
Diecisiete, dieciocho horas al día, probablemente. Pero es una oportunidad
fantástica. Y, por supuesto, puedo usar el apartamento de la familia.
—Fantástico —le digo.
Luke es afortunado de tener una familia que tiene al azar todos esos lugares donde
vivir por todo el mundo. Apartamentos en Nueva York y París, una casa en
Houston, un castillo en el sur de Francia...
—Y puedo tener las clases que me voy a perder —dice—, en otoño. Sólo será otro
semestre más a todo lo que ya tengo delante de mí.
—Oh —digo.
—Y la mejor parte —dice Luke, inclinándose para pasar uno de esos brazos
bronceados y musculosos a través de mi cintura—. Es que puedes venir conmigo.
Parpadeo hacia él.
—¿Qué?
—Sí —dice, y me da un apretón—. Lo he pensado mucho. Puedes venirte conmigo
a París. Será mucho más fácil coordinar la boda en el Château Mirac allí de lo que
sería hacerlo desde aquí...
—Umm —digo. No puedo creer que esté hablando en serio—. No puedo tomarme
el verano libre e ir a París, Luke.
—Claro que sí —dice. Al parecer, él piensa que yo soy la que está bromeando—. Te
darán tiempo libre en la tienda. Tendrán que hacerlo. ¡Te vas a casar!
—Sí —le digo—. Tiempo libre, es decir, dos semanas... tres, tal vez. Pero no todo el
verano.
—Lizzie. —Luke parece decepcionado—. ¿No sabes nada sobre el mundo de los
negocios? No dejes a los Henri decirte cuánto tiempo de vacaciones te darán. Tú se
los dices. Si realmente quieren mantenerte, van a dejar que te vayas todo el tiempo
que quieras.
24
—Luke —le digo, intentado averiguar cómo puedo decir esto sin ofenderlo—. No
quiero irme todo el verano fuera. Y definitivamente no quiero pasarlo contigo en
París.
Pero tan pronto como las palabras salen de mi boca me doy cuenta de que lo he
hecho de nuevo. Meter la pata, quiero decir. Dios, no importa lo mucho que intente
ser discreta, nunca soy capaz de decir lo correcto alrededor de este tipo.
—E-eso no sonó bien —tartamudeo.
Afortunadamente, Luke se está riendo.
—Supongo que nunca tendré que preocuparme de que no seas honesta conmigo
—dice.
—Lo siento —me apresuro a decir—. Lo que quería decir era…
—No quieres pasar el verano en París —dice—. Y no tienes que disculparte. Lo
entiendo. Amas tu trabajo, y quieres estar aquí para él. Eso está bien. La cosa es
que la oferta de Gerald es realmente muy buena como para rechazarla.
Especialmente teniendo una boda por pagar. Mira, todo está bien. Podemos
hacerlo a larga distancia. Ya estamos haciéndolo desde apartamentos separados.
—Me da una pícara sonrisa, porque ya le había advertido, antes de haberle dicho sí
a su propuesta, que no me mudaría de nuevo con él hasta después de la boda; lo
que parecía la cosa más sabia de hacer, dadas las circunstancias—. Así que,
supongo que vivir en países separados por un par de meses durante el verano no
debe ser gran cosa.
Me muerdo mi labio inferior. ¿Estoy loca? Probablemente lo estoy. Tengo a este
tipo increíble que por fin se me ha propuesto, y en la última hora he rechazado una
invitación no sólo a mudarme con él, sino también a pasar con él un verano en
París.
“Él no es el tipo de persona que va a enganchar su vagón a una estrella. Todavía
piensa que él es la estrella. Y no puedes tener dos estrellas en una relación. Alguien
tiene que estar dispuesto a ser el vagón... por lo menos parte del tiempo.”
25
¡Oh! ¡No lo puedo creer! ¡Incluso una sesión de caliente y fuerte sexo de
reconciliación no logró exorcizar la voz de Chaz de mi cabeza! ¿Qué voy a tener
que hacer para sacar a ese tipo de ahí?
—Vamos —digo, intentando alcanzar mi teléfono celular—. Vamos a llamar a la
gente y contárselo.
Luke parece divertido.
—Oh, ¿ahora quieres llamar a tu familia?
Será mejor que te lo creas. Cualquier cosa que haga que la voz de Chaz deje de
hablar en mi cabeza.
—Vamos —le digo, marcando—. Va a ser divertido. Llamaré a mis padres primero.
Ya que soy la novia, tienes que hacer lo que te diga. ¿Hola, mamá?
—No —dice una voz infantil—. Soy yo, Maggie.
—Oh, Maggie —le digo a mi sobrina—. Hola, soy tu tía Lizzie. ¿Podrías poner a tu
abuela al teléfono, por favor?
—Está bien —dice, y oigo caer el teléfono al suelo mientras ella va en busca de mi
madre. Puedo oír las voces de mis hermanas y sus maridos en el fondo, disfrutando
el Tradicional Almuerzo del Día de Año Nuevo de la Familia Nichols. Aunque
“disfrutar” podría ser una palabra fuerte. Tal vez “soportar” sería más adecuado.
Puedo oír al marido de mi hermana Rose, Ángelo, gimiendo algo acerca de que ya
no come huevos por las hormonas que contienen, y a mi hermana dispararle de
nuevo que tal vez podría utilizar más hormonas... sobre todo en la cama.
—¿Quién es? —ladra Abue, tomando el teléfono.
—Oh —digo, decepcionada—. Abue. Hola. Soy yo, Lizzie. Sólo estaba tratando de
contactar con mamá…
—Está ocupada —afirma Abue. La persona que fue asignada de asegurarse que
sólo bebiera cerveza sin alcohol aparentemente ha fracasado en su misión. Abue
está, como siempre, hasta la coronilla—. Alguien tiene que alimentar al equipo.
26
Dios no quiera que una de tus hermanas se ofrezca uno de estos días a una de
estas cosas y ensucie su propia casa.
—Huh —digo, dándole a Luke una radiante sonrisa que le muestre que todo va
viento en popa—. Bueno, tengo algunas noticias. Tal vez podrías informar a todos.
—Jesucristo —afirma Abue—. Estás embarazada. Lizzie, te lo dije. Usa siempre un
condón. Sé que a los chicos no les gusta, pero como siempre digo: sin goma, sin
nada.
—Uh —le digo—. No, Abue, no es eso. Luke y yo estamos comprometidos.
—¿Luke? —Abue suena como si estuviera ahogándose en la bebida que acababa
de bajarse—. ¿Ese maldito bueno-para-nada? ¿Por qué fuiste y aceptaste casarte
con él? Pensé que habías echado a ese perdedor antes de Navidad.
Toso, dándole a Luke otra sonrisa tranquilizadora.
—¿Están emocionados? —articula él.
Le doy un pulgar en alto.
—Umm, lo hice, Abue —digo—. Pero ahora estamos comprometidos. ¿Puedes
poner a mamá, por favor?
—No, no voy a buscar a tu madre —afirma—. Confía en mí, te estoy haciendo un
favor, Lizzie. Ella hizo una clase de aeróbic acuático y una clase de scrapbooking en
el Y ayer, además de todas las compras para el almuerzo, sin ayuda alguna de tus
hermanas. Esta noticia podría matarla.
—Abue. —Sonriendo a Luke otra vez—. Si no pones a mamá al teléfono, voy a
llamarla a su celular y decirle que has estado tomando el jerez para cocinar. Y no
trates de negarlo. Porque puedo decirlo.
—Ingrata —gruñe ella—. ¿De todos modos, qué es lo que quieres, para ir y
comprometerte, Lizzie? Los maridos no hacen otra cosa que limitar tu estilo.
Créeme, yo tuve que cargar con uno cincuenta y cinco años. Lo sé. Vete ahora,
mientras puedas.
—Abue —le advierto.
27
—La estoy buscando —dice. La oigo arrastrándose. No puedo dejar de notar que
Luke ya no sonríe—. Está bien. Abue sólo está un poco borracha —digo.
Luke mira su reloj.
—Es mediodía.
—Es un día de fiesta —señalo. Cielos. Algunas personas pueden ser tan
quisquillosas.
Mamá recibe las noticias de que me voy a casar mucho más calurosamente que
Abue. Ella grita, llora, llama a papá, pide hablar con Luke y le da la bienvenida a la
familia queriendo saber cuándo va a conocerle. Lo cual me recuerda que es un
poco raro que todavía no haya conocido a mi familia. He conocido a toda la suya.
Pero, bueno. Se conocerán pronto, supongo. Mamá quiere hacer una fiesta de
compromiso... y la boda, para la cual inmediatamente ofrece el patio trasero de la
familia, una sugerencia que suavemente aparto, diciendo:
—Bueno, ya veremos.
No estoy segura de cómo interrumpirla para decirle que Luke ya ha sugerido que
nos casemos en su finca familiar del siglo XVII al sur de Francia, una oferta muy
difícil de rechazar. Excepto que mi familia nunca ha estado en Europa... nunca han
estado en Nueva York.
En realidad, esto puede suponer un problema.
Pero Luke les dice todas las cosas correctas por teléfono, y es tan encantador y
amable, como si mis padres fuesen rey y reina, y no un profesor de ciclotrón de la
Universidad de Michigan y un ama de casa.
Todo, pienso, mientras lo observo con orgullo, va a estar bien. Muy bien.
“Esto es como ver a un cordero ser llevado al matadero. ¿Casarse realmente es tan
importante para ti? Es sólo un maldito pedazo de papel.”
Bien, de acuerdo, va a estar bien después de un par de llamadas más. Y más sexo.
Mucho más sexo.
28
Historia de las Bodas
Traducido por Little Rose
Corregido por Micca.F
a declaración de una unión entre dos personas ha sido considerada por
L
mucho tiempo por los sociólogos como un paso importante en el desarrollo
de la felicidad humana. Socialmente hablando, un hombre heterosexual que
se ha emparejado con una mujer heterosexual normalmente se considera como
algo más tranquilo y menos propenso a la violencia, y una mujer casada significa
menos problemas. Su descendencia se beneficia de tener tanto padre como madre,
y (al menos en la antigüedad) toda la tribu se beneficiaba de las buenas energías
generadas por una unión feliz. En otras palabras: las bodas eran una ocasión de
alegría que traía menos peleas y cosas desagradables a todo el mundo.
Sólo me gustaría señalar que ninguno de los sociólogos vino a una de las bodas de
mis hermanas. Obviamente.
Consejo Para Evitar Un Desastroso Día de Bodas.
¿Acaso tú futura cuñada o suegra te está volviendo loca mientras planeas tu día
especial? Hay una forma sencilla de sacártela de encima. ¡Dale algo que hacer!
Permitirle a su familia (especialmente a las mujeres) formar parte de los
preparativos para el gran día no sólo las hará sentir especial, sino que además te
quitará un peso de encima.
Sólo asegúrate de que no les pidas algo demasiado importante. Así cuando lo
arruinen (como inevitablemente harán), no importará.
DISEÑOS LIZZIE NICHOLS™
29
Capítulo 3
Traducido por Little Rose
Corregido por Micca.F
“Feliz y triplemente feliz son aquellos que disfrutan de una unión ininterrumpida, y
cuyo amor, sin romperse por alguna queja amarga, no se disolverá hasta el último
día de su existencia.”
HORACIO (65 A.C-8 A.C). Poeta Lírico Romano.
ola, Chez Henri, por favor espere.
—H
—Hola, Chez Henri, por favor espere.
—Hola, Chez Henri, por favor espere.
—Hola, Chez Henri, ¿cómo puedo ayudarle?
—¿Hola, esto es Novias Henri? —La mujer del otro lado de la línea lo pronunció
como “Henry” en lugar de la correcta pronunciación en francés del nombre de mi
jefe, que es En-ree.
Eso lo puedo perdonar. Lo que no puedo dejar pasar es que esté mascando chicle.
Puedo sentir mis dedos retorciéndose. De todos los hábitos molestos que una
futura novia, o cualquiera la verdad, puede tener, comer chicle es el que más me
molesta.
—Sí, lo es —digo mirando las lucecitas parpadeantes del teléfono. Es algo bueno
que tuviera todos esos meses de trabajo de recepcionista en las oficinas de
Pendergast, Loughlin, y Flynn. Puedo manejar un teléfono saturado como nadie.
30
Y la mañana del lunes después de la boda en víspera de Año Nuevo de Jill Higgings
con el millonario John MacDowell, en la cual Anna Wintour (sí, la Anna Wintour,
editora hace tiempo de Vogue) llamó a mi restauración del ancestral vestido de
novias MacDowell “sagaz”, el teléfono en Chez Henri está sonando como loco.
De todas las mañanas que podrían haber elegido Monsieur y Madame Henri para
llegar tarde de su hogar en los suburbios de Nueva Jersey, no habría optado por
ésta. Sólo digo.
—Quiero hacer una cita para ver a esa chica —dice la masca chicle.
—¿Disculpe? —Me toma por sorpresa. Primero masca chicle, luego hace una
referencia a mí… porque sólo puede estar hablando de mí. Soy la única empleada
en Chez Henri que puede ser llamada “chica”, dado que Madame Henri tiene sus
cincuenta, ¿como un derivativo de “joven mujer”?
—Ya sabes —dice la Masca Chicle—. La que diseñó ese vestido para Blubber1.
Blubber. El apodo que la prensa le puso a la pobre Jill Higgins, porque resulta que
trabaja en el área de las ballenas en el Zoológico de Central Park. Y porque se
dignó a enamorarse de uno de los solteros más ricos de Nueva York, y resulta que
no es un talle dos.
—Lo lamento —le digo a la Masca Chicle—. La chica de quien hablas resulta
despreciar a aquellos que se burlan de los demás por su peso.
Parece que Masca Chicle se tragó el chicle.
—Pero…
—Y además, esa chica no disfruta siendo llamada chica.
—Um, disculpa. —Parece que escupió el chicle—. ¿Pero tienes idea de quién soy?
Yo soy…
—No, y no me interesa saber. Adiós —digo, apretando el botón de FINALIZAR
LLAMADA—. Chez Henri, ¿cómo puedo ayudarle?
1
Blubber: se puede traducir como “Grasa de Ballena”.
31
—¿Elizabeth? ¿Eres tú? —La mujer del otro lado tiene un acento francés pesado y
parece estar hablándome desde un túnel. No, no es mi futura suegra quien es de
Texas. Es Madame Henri.
—¿Madame, dónde está? —pregunto en francés, el idioma en el que hablo ahora
rutinariamente con mis jefes, a pesar de que escondí el hecho de que podía
hablarlo, no perfectamente pero lo suficiente para entender (y ser entendida) hace
meses—. Es una locura aquí. Los teléfonos no paran de sonar.
—Elizabeth, lo lamento tanto. Quise llamar antes, pero mi teléfono celular no
funciona aquí. He estado en el hospital.
—¿El hospital? —Las otras líneas siguen sonando. Los llamadores, impacientes por
estar en espera, han colgado y vuelto a marcar. Me alejo del teléfono—. ¿Está todo
bien? Espero que no les pasara nada a los chicos…
—No, los chicos están bien. En realidad, es Jean. —La voz de Madame Henri suena
delgada. Ella es una mujer pequeña, pero lo único que nunca antes había parecido
delicado en ella era su voz. Siempre tuvo una presencia autoritaria, incluso
dominante. Pero no ahora—. No se sentía bien en el desayuno ayer a la mañana.
Creí que sólo fue mucho champán de la noche anterior. Pero luego dijo que le
dolía el brazo…
Jadeo.
—¡Madame!
—Sí. —Su voz suena aún más pequeña—. Tuvo un infarto. Hoy tiene programado
un bypass de emergencia aquí en el hospital. Cuádruple. —Luego, con un destello
de su antiguo yo, añade—: ¡Le dije que trabajaba demasiado! ¡Le dije que
necesitaba descansar más! Bueno, ahora lo hace… ¡y mira cómo le va! Podría estar
en nuestro hogar en Provenza. ¡Pero no! ¡Él no! A esto se reduce.
—Oh, Madame. —Sacudo la cabeza—. Bueno, estoy segura de que está en muy
buenas manos…
32
—Las mejores —dice llanamente Madame Henri—. Pero pasarán semanas sin que
pueda regresar al trabajo. Y yo también, porque, ¿quién crees que será su
enfermera? ¿Sus hijos? ¡Bah! Son inútiles. Peor que la basura.
Me alivia oírla hablar así de sus hijos. Eso significa que la situación no es tan grave
como temía por su voz. Si puede menospreciar a los chicos —quienes, por lo que
he visto, sí son inútiles— todo está bien.
—Y justo cuando al negocio le va mejor que nunca —sigue Madame Henri—.
¡Todo gracias a ti! Y así te pagamos. Cuando él mejore —añade—, lo mataré.
—No se preocupe por la tienda —digo manteniendo mi rostro resueltamente
alejada de las luces parpadeantes del teléfono—. Estaré bien aquí.
—Elizabeth —dice—. No soy tonta. Puedo oír el teléfono sonando.
—El teléfono —admito—, actualmente es un pequeño problema. Pero no uno que
no pueda manejar.
—Haz lo que tengas que hacer —dice con un suspiro—. Incluso… incluso contrata
a alguien.
No puedo evitar jadear. Los Henri son increíblemente avaros. Por un buen motivo,
claro. Hasta que comencé con ellos, apenas ganaban algo. De hecho, mis primeros
cuatro meses aquí trabajé gratis, sólo para demostrar que valía la eventual
inversión de mis treinta mil al año… y el apartamento sin alquiler sobre el negocio.
—Madame —digo, apenas creyendo lo que oí—. ¿Está segura?
—No veo otra alternativa —dice con un suspiro—. No puedes hacerlo sola. No los
teléfonos y los vestidos. Intentaré ayudar cuando pueda, pero no será seguido.
Tendrás que obtener ayuda. Es culpa de Jean —añade amargamente—, y se lo diré
si se atreve a quejarse cuando se entere… después de salir del hospital, claro.
—No lo moleste con eso, Madame —digo—. Y no se preocupe usted tampoco.
Déjelo todo en mis manos. Me ocuparé de la tienda. Me ocuparé de todo.
33
No tengo ni idea, claro, de cómo hacer eso. Sólo sé que es una crisis y, bueno, solía
ser niña exploradora. Las crisis son para lo que las entrenan. Pasaré por esto de
alguna manera.
Le digo que me haga saber si hay algo más que puedo hacer, y también que me
avise cuando su marido salga del quirófano. Luego cuelgo y miro todas las luces
parpadeantes y escucho las llamadas sin responder. Tengo toda la confianza de
que puedo con esto. Realmente.
Es sólo que no tengo idea de cómo comenzar.
—Hola, Chez Henri, ¿podría esperar?
—Hola, Chez Henri, ¿podría esperar?
—Hola, Chez Henri, ¿podría…?
—¿Lizzie, eres tú? —Una voz familiar de mujer grita en mi oreja, aturdiéndome—.
Ni se te ocurra ponerme en espera. Soy yo, Tiffany.
Me detengo justo con el dedo sobre RETENER.
—Tiffany Sawyer —continúa impacientemente—. ¿De Pendergast, Loughlin, y
Flynn? ¿La oficina donde trabajabas antes de que te despidieran totalmente? ¿Lo
que, por cierto, fue la semana pasada? ¿Dios, cuál es tu problema? ¿Vas a
convertirte en una de esas personas que se hacen famosas y olvidan a todos los
que conocieron en el camino? Porque si es así, apestas.
—Tiffany. —Miro el reloj de pared de los Henri. Son apenas las diez, lo que explica
su voz ronca. Tiffany, modelo de medio tiempo, recepcionista de medio tiempo en
las oficinas del padre de Chaz, donde la conocí, extrañamente sale antes del
mediodía, gracias a su vida de fiestera con su novio fotógrafo que es casado,
Raoul—. ¿Qué haces levantada tan temprano?
—Lo que sea —dice—. Es, creo, el día después de Año Nuevo. Anoche la ciudad
estuvo muerta. Pero no es por eso que llamo. ¿Sabes, tienes alguna maldita idea,
de quién está en la Página Seis del Post hoy?
34
—Tiffany. —No puedo dejar de mirar las lucecitas de “retener” parpadeantes—. Sé
que puede sonar increíble, pero estoy trabajando ahora mismo. Mi jefe tuvo un
infarto, y soy la única aquí, y no tengo tiempo para…
—Tú. Tú lo hiciste. Hay una historia enorme sobre ti, y una foto tuya con Jill Higgins
en su boda, y de cómo eres la futura diseñadora de vestidos de las estrellas, y
cómo Anna Wintour, la maldita Anna Wintour, dijo que tú vestido para Jill Higgins
fue, y cito: sagaz. ¿Tienes idea de lo que significa?
La otra línea comienza a sonar.
—Me lo estoy imaginando —digo.
—Eres la mierda —grita en el teléfono—. ¡Lo has malditamente logrado!
—Sabes —digo—. Ahora realmente no me siento así. Porque ahora mismo, no
puedo hacer nada ¡porque no tengo a nadie que CONTESTE MIS LLAMADAS!
—Jesús no hace falta que grites —dice—. ¿Necesitas que alguien conteste tu
teléfono? Contestaré el maldito teléfono.
Parpadeo, insegura de haber oído bien.
—¿Qué? No. Espera. Yo…
—Estaré allí. ¿Dónde estás? Me puedo quedar hasta la una porque sabes que voy a
Pendergast a las dos. Dios, desearía poder renunciar. Pero los beneficios son tan
buenos. Tan pronto Raoul se deshaga de su esposa troll y pueda usar su seguro, le
daré a Roberta mi aviso de dos semanas. Dios, no puedo esperar a ver su rostro en
blanco cuando lo haga. Pero puedo hacer que alguien venga e ir a ayudarte. Me
pregunto qué hará Monique hoy. Sé que fue echada de Chanel por estar haciendo
cosas raras en el cuarto trasero. Pero…
—Tiffany. —Estoy aferrándome al borde del escritorio—. En serio. Está bien. No
necesito tu ayuda. O la de Monique.
Quien sea que ella sea.
—… está bien —prosigue—, porque ahora está en Narcóticos Anónimos. Igual que
yo. Así la conocí. La coca es para zorras.
35
Comprendo que no tiene sentido decirle que la parte Anónima de Narcóticos
Anónimos consiste en que no debes decirle a la gente que tú —o la gente que
conoces allí— va a las reuniones. Sólo le entrará por un oído y saldrá por el otro,
como siempre ocurre con Tiffany.
—Mira, dijiste que tu jefe había tenido un infarto, ¿verdad? —prosigue—. Sólo te
ayudaremos hasta que él esté de vuelta caminando, o lo que sea. No pretendas no
necesitarnos. Puedo oír el maldito teléfono sonando en el fondo.
—Eh, gracias. Es sólo… —¿Cómo puedo explicar que si estuviera varada en una isla
desierta y Tiffany apareciese en un bote de rescate, no me metería? ¿Amarla como
una hermana? Sí. ¿Confiar en ella? No tanto—. No tengo dinero para pagarte.
Quiero decir, no estamos ganando mucho aún, y…
—¿De qué estamos hablando aquí? —pregunta—. ¿Veinte dólares la hora?
—¿Veinte? —Jadeo—. ¿Quiénes crees que somos, UPS? Iba a llamar a Manpower y
ofrecer diez…
—¡Diez! —Tiffany ríe a carcajada—. No he cobrado diez la hora desde que era
niñera de mi vecino en Dakota del Norte. Pero —añade, más seria—, supongo que
valdrá la pena si puedo poner mis manos en un Lizzie Nichols original. Esas cosas
van a ser más que imposibles de conseguir cuando la tarjeta verde de Raoul venga
y pueda finalmente dejar a la perra, lo sé. Como también sé que Monique querrá
uno. Su novio, Latrell, se le propuso en navidad. Con un diamante de cuatro
quilates de corte cuadrado de Harry Winston. Latrell está en la industria de la
música. —Su tono se vuelve reverencial—. Conoce a Kanye.
—Espera —digo. Esto no puede estar pasando.
—Mira, estaré allí en veinte —dice—. Podemos discutirlo allí. ¿Quieres un muffin o
algo? Me muero de hambre. Pasaré por muffins de camino. ¡La maldita Página Seis!
¿Puedes creerlo? Oh, por Dios Lizzie, esto va a ser tan bueno. Serás una jefa mucho
mejor que Roberta. Dios, la odio. Ciao, nena.
Tiffany cuelga el teléfono. Miro el receptor, no muy segura de qué pasó. ¿Acabo de
resolver el problema, o creé uno aún mayor?
36
Estoy tomando los mensajes de todos en espera, con promesas de que la Srta.
Nichols (soy su asistente, Stephanie) los llamará de vuelta enseguida cuando un
repartidor de flores entra en el local, casi no lo logra con el enorme bouquet que
llevaba (dos docenas de rosas amarillas en un jarrón de cristal).
—Entrega para Lizzie Nichols —dice.
—Esa soy yo —grito, saltando del escritorio y corriendo para tomar las flores. Son
tan pesadas que tengo que arrastrarme de regreso al escritorio con ellas antes de
poder firmar y darle propina.
Tan pronto se ha ido, abro el diminuto sobre que las acompaña, esperando
encontrar una nota de Luke, agradeciéndome por acceder a ser su novia… o quizás
de sus padres, dándome la bienvenida a la familia Villiers.
Cuando, en cambio, leo lo que sigue, estoy sorprendida:
Perdón por mi mala actitud el otro día.
Nunca fui una persona matutina.
Por supuesto que estoy contento por ustedes dos. Si eres feliz, soy feliz.
Felicitaciones. Serás una novia hermosa.
Chaz.
Estoy tan sorprendida, que tengo que sentarme unos minutos, e ignorar los
teléfonos, para recuperar la compostura. ¿Puede ser enserio? ¿Realmente a Chaz le
parece bien que me case con Luke?
Y si es así, ¿por qué aún me siento medio descompuesta al pensar en ello? No que
a Chaz le parezca bien —estoy bastante segura— ¿sino todo eso de que Luke y yo
realmente vayamos a hacerlo?
Oh, me gusta la idea de estar comprometida. No me molesta andar exhibiendo mi
anillo. Estuve bien en el teléfono ayer —después de nuestro largo interludio en la
cama— con nuestros padres.
37
Es cuando realmente intento imaginar la boda en sí —e incluso más raro, el
vestido— que mi mente se queda en blanco, y el vómito sube por mi garganta.
Eso no es una buena señal.
Pero los miedos pre boda son normales, ¿verdad? Todos los tienen. Quizás no al
día siguiente de haberse comprometido. Pero probablemente sólo tengo los míos
antes que la gente normal. Siempre he sido así. Mi mamá decía que solía armar
atuendos para el primer día de clases para todos mis animales de peluche. Y eso
fue incluso antes de empezar el preescolar.
Las campanas de la puerta suenan, y Tiffany, con gafas de sol oscuras (aunque está
nublado, y es invierno, afuera) y un traje entero negro bajo su abrigo de leopardo
(“Que definitivamente es sintético, por cierto” me recuerda más tarde. “¿Sabes lo
que le hacen a los pobres animales para quitarles la piel? Es asqueroso”). Entra y
dice—: Guau, ¿quién te mandó las rosas?
Rápidamente me meto la tarjeta de Chaz en el bolsillo trasero de mis pantalones
Mollie Parnis.
—Luke —miento automáticamente.
—¿Luke? —Tiffany se quita los anteojos y mira las rosas—. Creí que ustedes, habían
roto, o algo por el estilo.
—Ya no. —Estiro mi mano izquierda—. Estamos comprometidos.
—Santa mierda. —Tiffany me toma la mano. No tiene que entrecerrar los ojos para
ver el diamante—. Santa mierda, Lizzie. Son tres quilates al menos. ¿De Tiffany’s,
verdad?
—No —digo—. Lo trajo de París…
—Cartier —dice, claramente impresionada—. Incluso mejor. Banda de platino, corte
esmeralda. Esto cuesta tanto como una maldita casa, bueno, al menos una en
Dakota del Norte. Puede haber sido un imbécil —añade, en referencia a la máquina
de coser que Luke me dio para navidad, lo que de hecho llevó a que
comprendiéramos que en la vida queríamos cosas diferentes, y finalmente eso nos
hizo terminar—, pero tienes que admitirlo, el chico al final mejoró. Aunque no me
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convencen las rosas. Color interesante. Amarillo significa amistad platónica,
¿sabías?
¿Amistad Platónica? Bien, eso es bueno. Quiero decir, porque no son de Luke. Son
de Chaz.
Y es todo lo que quiero de Chaz. Su amistad, quiero decir. Platónico es bueno.
—Bueno, porque primero Luke y yo fuimos amigos —le digo. Oh, Dios, ¿de qué
estoy hablando?
Ella hace una mueca.
—Si Raoul alguna vez me trae rosas amarillas —dice—, se las metería por el
trasero. Entonces, ¿dónde me siento?
—Tiffany —digo, comenzando un discurso que estuve preparando desde que
colgamos—. Yo…
—¿Aquí está bien? —dice, colapsando su metro ochenta (y apenas cincuenta y dos
kilos) en la silla de Madame Henri, detrás del escritorio con el teléfono (que no
para de sonar)—. Ten. Te traje un bizcocho de chocolate. No tenían más muffins. Y
una Coca-Cola Dietética. Sé cómo eres.
Atrapo la bolsa de papel que me lanza. Es raro cómo todos parecen pensar que
con una Cola-Cola Dietética ya todo está bien conmigo.
Especialmente dado que es verdad.
—Hola, Chez Henri, Tiffany al habla, ¿cómo puedo ayudarle? —Tiffany, sin perder
tiempo, comienza a atender llamadas como si hubiera estado en Chez Henri toda
su vida—. ¿La señorita Nichols? No estoy segura, por favor espere. Tiffany pone en
espera la llamada—. ¿Sólo restauras, o haces diseños originales? Quiero decir, sé
que me harás uno a mí, ¿pero al resto de la gente?
—Ahora mismo —digo, masticando lentamente el bizcocho que me trajo—, sólo
los recupero y restauro.
—Entendido. ¿Dónde anoto tus citas?
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Señalo la agenda negra de cuero en el escritorio de Madame Henri.
—Pero —digo—, Tiffany, tenemos que hablar. No puedo…
Tiffany mira la agenda y bufa.
—Alta tecnología —me dice, luego la abre, toma un lápiz y aprieta el botón de
retener—. Sólo restauraciones. De acuerdo. Tengo una vacante la semana que
viene, el diez, a las once en punto. ¿No? Por favor espere…
Comienzo a pensar que tener a Tiffany puede no ser tan mala idea. Parece haber…
bueno, tomado el control.
Y es algo bueno. Algo muy bueno. Por ahora. Quizás debería preocuparme por
cómo voy a pagarle después.
Estoy preparándome para volver al cuarto trasero para ver lo que tengo que hacer
—si al menos me concentro en eso, quizás pueda olvidar que Tiffany está
trabajando para mí y… oh sí, la parte donde estoy comprometida— cuando la
campana suena de nuevo, y mi mejor amiga de aspecto confundido, Shari, entra en
la tienda.
—Oh, Dios —digo, casi dejando caer la lata de gaseosa mientras corro a
abrazarla—. Me alegra tanto que vinieras.
—Recibí tu mensaje —dice, mirando curiosamente a Tiffany—. Dijeron que dijiste
que era una emergencia. Espero que lo sea, para hacerme venir hasta aquí. ¿Qué es
tan importante que debes decirlo en persona? ¿Y qué hace ella aquí?
—Vamos —le digo a Shari, tomando su mano—. Te lo diré arriba, en mi casa.
¿Tiffany, puedes ocuparte de todo por diez minutos?
Tiffany me hace un gesto obsceno mientras dice—: Señora, estoy segura de que su
hija es encantadora, pero la señorita Nichols sólo hace restauraciones. Si tiene un
vestido que restaurar, somos su negocio. Si no, me temo que tendrá que comprarlo
en otra parte. ¿Oh, en serio? ¿Usted come con esa boca, señora?
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—¿Qué está haciendo aquí? —pregunta Shari impacientemente—. ¿Qué ocurre? En
serio Lizzie, esto tiene que ser importante. Tengo clientes que podrían estar
muriendo mientras hablamos. Y lo digo literalmente.
Comprendo que el discurso que le preparé a Shari, mi eterna compañera, no es lo
suficientemente elocuente. Por lo que simplemente me doy vuelta y le muestro mi
anillo.
—Oh. Por. Dios —dice.
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Historia de las Bodas
Traducido por Dai
Corregido por Samylinda
uando las novias no eran tomadas por la fuerza en las culturas antiguas,
C
eran vendidas o intercambiadas por oro, tierra o incluso ganado (como una
vaca, ¿puedes imaginarlo?).
Por muchos siglos, era común usar las bodas de los hijos para unir a las mejores
familias, pero no fue hasta la era medieval que las leyes promulgaron que se
necesitaba cualquier tipo de ritual religioso para ser parte de la ceremonia real
(junto con el intercambio de bienes y la firma de los contratos). También fue
alrededor del tiempo en que los dotes comenzaron a volverse más comunes, por lo
que no era sólo la encantadora novia la aportada al matrimonio, sino también un
poco de dinero constante y tal vez algunas docenas de cabeza de ganado. Además,
frecuentemente se esperaba que la novia entregara dinero a su familia política
(más sobre esto, adelante).
Consejo Para Evitar Un Desastroso Día de Bodas.
Los expertos jurídicos en Pendergast, Loughlin y Flynn acuerdan que: los
matrimonios que mejor funcionan son aquellos en los que ambas partes se unen
en el corazón y en la cuenta bancaria. Las parejas que comparten sus activos suelen
estar juntas más tiempo. Solicita una cuenta corriente juntos, al menos para los
gastos en común… excepto si uno de ustedes tiene deudas excesivas u otros
problemas legales o financieros. Si ese es el caso, la parte libre de deudas debería
consultar a un abogado… posiblemente en Pendergast, Loughlin y Flynn.
DISEÑOS LIZZIE NICHOLS™
42
Capítulo 4
Traducido por Dai
Corregido por Samylinda
“No hay relación, comunión o compañía más hermosa, amable y encantadora que
un buen matrimonio”
MARTIN LUTERO (1483-1546). Teólogo Alemán.
spera. —Shari está mirándome por encima de la mesa amarilla en la
—E
cocina—. Él te pidió matrimonio… ¿y le dijiste que sí?
Admitiré que no es la clase de reacción que estaba esperando. En
parte, Shari tiene más cosas en común con su ex novio, Chaz, que las que
probablemente le gustaría saber.
—No estoy precipitándome a nada, Shar —le dije—. Lo juro. Lo he pensado un
montón.
—Tienes. —Shari todavía está mirándome. No se ha quitado su abrigo, aún cuando
me ofrecí a tomarlo. A juzgar por su lenguaje corporal: brazos cruzados sobre el
pecho, la cabeza inclinada en un ángulo mientras me mira, las piernas cruzadas;
diría que está de disgustada conmigo… tal vez incluso hostil—. Él llego a casa de
Francia ayer en la mañana. ¿Y te lo propuso ayer en la mañana?
—Sííííí…
—¿Y aceptaste tan pronto te lo pidió?
—Um… ¿sí?
—Entonces lo pensaste un montón… ¿cuándo?
43
—Bueno… desde entonces. —Puedo decir hacia dónde se dirige e intento
evitarlo—. Quiero decir, te darás cuenta, Shari, de que él no está viviendo aquí. No
dejo que se mude. Y no me mudaré de regreso con él. No. No voy a cometer el
mismo error. Vamos a vivir cada uno en su apartamento hasta la boda.
—¿La cuál es? —demanda Shari.
La miro por encima de las tazas de té que he preparado para nosotras.
—¿La cuál es, qué?
—¿Cuál es la fecha, Lizzie? —pregunta Shari—. ¿Cuándo tendrá lugar esta supuesta
boda?
—Um —digo, sorprendida—. Bueno. Probablemente este verano…
—Bien. —Shari desdobla sus brazos y descruza sus piernas—. Estás loca. Me voy.
Adiós.
Sin embargo, la empujo hacia abajo antes de que pueda abandonar su silla.
—Vamos, Shari —digo—. No hagas esto. No estás siendo justa…
—¿No estoy siendo justa? —chilla Shari—. ¡Vamos, Lizzie! ¿Acaso pasaste o no, una
noche en mi sofá el mes pasado porque aquel novio bueno para nada tuyo te sacó
el corazón y lo partió en pedazos cuando te dijo que no podía verte en su futuro…
algo que, por cierto, podría haber mencionado, antes de pedirte que te mudaras
con él? Y ahora por alguna estúpida razón, probablemente porque ha estado una
semana sin echarse un polvo, ha decidido: “Oh, oye, supongo que después de todo
puedo ver a Lizzie en mi futuro”, arroja un anillo de diamantes en tu cara y tú estás
toda: “Está bien, Luke”, “todo lo que digas, Luke”. Bueno, lo siento, pero no voy a
sentarme aquí y mirarte desperdiciar tu vida. Te mereces algo mejor. Mereces a un
chico que realmente te ame, Lizzie.
Parpadeo hacia ella. La próxima cosa que sé es, que estoy llorando.
—¿Cómo puedes decir eso? —pregunto lloriqueando—. Tú sabes que Luke no es
así. Tú sabes…
44
Pero eso es todo lo que logro decir. Porque estoy llorando demasiado fuerte como
para decir algo más.
Después de un rato, cansada de escucharme lloriquear, Shari se levanta, camina
alrededor de la mesa y pone su brazo a mi alrededor.
—Lizzie —dice en una voz más suave que la que usó antes—, lo siento. No quise
decir eso. Sólo… me preocupa que la razón por la que le dijiste que sí a Luke es
porque quieres tanto casarte con él, y después cuando descubras que él no quiere
casarse contigo, sepas seguir tu camino. Y que de pronto, cuando él regrese y
después de todo quiere casarse contigo, pienses que tienes que decir que sí
porque has sido muy firme en que eso es lo que querías desde un principio. Pero
sabes, Lizzie, está bien cambiar de parecer.
—¡No he cambiado de parecer! —chillo a través de mis lágrimas—. ¿Por qué lo
haría?
—No lo sé —dice Shari encogiéndose de hombros—. Tal vez porque maduraste un
poco desde el mes pasado ¿quizás? Estuve ahí, ¿recuerdas? Te vi hacerlo. Pero,
mira… sí de verdad quieres casarte con Luke, entonces por supuesto que te
apoyaré. Si tú quieres casarte con Luke, entonces yo también quiero que te cases
con él.
—No… —Estoy llorando tan fuerte que es difícil hablar claramente—. No, tú odias a
Luke.
—Ahora estás siendo irracional. No odio a Luke. Creo que tiene un montón que
aprender sobre ser un hombre. Y francamente, creo que podrías tener algo mejor.
Pero te apoyaré no importa a quién ames, así como tú me has apoyado a mí,
siempre y cuando no me metas en una falda de tafetán verde lima con enagua que
combine con la de tu hermana, lo cual no vas a hacer, ¿verdad? —pregunta Shari
sospechosamente.
—¿Qué? —Fuerzo una risa mientras aparto mis lágrimas—. Oh, Dios, no. ¿Estás
bromeando?
Salvo que una vez había elegido un vestido de dama de honor para Shari. Seda
Dupioni… Sólo que por alguna razón no puedo imaginarlo más en mi cabeza. Es un
45
poco curioso cómo, antes de comprometerme, todo lo que siempre había hecho
era sentarme y planear cómo sería mi boda.
Y ahora que realmente voy a tener una, siempre que intento imaginarla, mi mente
se pone en blanco.
—Entonces, ¿en dónde va a ser? —pregunta Shari—. ¿En el Château Mirac?
—Um —digo—, tal vez. Mamá quiere que la haga en nuestro patio trasero.
Shari resplandece.
—Eso estaría bien.
Pongo mis ojos en blanco.
—Shari.
—Bueno, ¿por qué no?
—Tendría mucho más sentido hacerla en el castillo. Ese lugar prácticamente fue
construido para bodas. Y es donde nos enamoramos y todo. Y está el beneficio
adicional de ser gratis dado que la familia de Luke es la dueña.
—Sí-í-í —dice Shari lentamente—. Excepto que es muy lejos para que tu familia
viaje. Además tienes que tener en cuenta a tu abuela.
—¿Qué pasa con la Abue? —pregunto a la defensiva.
—Bueno —dice Shari cuando vuelve a sentarse en su silla—. Está entrada en años.
¿De verdad crees que irá al sur de Francia y regresará para una boda?
—Seguro —digo un poco acalorada—. ¿Por qué no?
—No lo sé —dice Shari— Sólo estoy diciendo. Es mayor. Y…
—¿Y qué?
—Y sufre de alcoholismo crónico, Lizzie. Caray, ¿cuál es el problema contigo?
Creerías que comprometerte te haría feliz. Pero estás actuando de cualquier forma
menos de esa.
46
Bajo mi cabeza.
—Lo siento. Es sólo que… ha sido un mal día. Monsieur Henri tuvo un infarto, le
están haciendo un bypass cuádruple y va a estar fuera por un tiempo y aparecí en
la Página Seis esta mañana por la boda de Jill Higgins y los teléfonos han estado
sonando sin parar y…
—Oh, así que por eso es que Tiffany está aquí —dice Shari—. Me lo preguntaba.
Tomo un sorbo de mi té. Se ha enfriado en frente de mí.
—Probablemente debería regresar a trabajar. Al parecer, hay muchas novias que
necesitan restaurar vestidos de novias.
—Y probablemente hay un montón de víctimas de violencia doméstica que
necesitan ayuda para conseguir el apoyo del público y órdenes de protección —
dice Shari con un suspiro.
La miro desde el otro lado de la mesa.
—¿Cómo terminamos aquí? —pregunto.
—No lo sé —dice Shari sacudiendo su cabeza—. Pero me gusta donde estoy. ¿Te
gusta dónde estás?
—Creo que sí —digo, mirando mi anillo—. Podría tomarme un tiempo
acostumbrarme. Creo que soy mejor ayudando a otras personas con sus bodas que
planeando la mía. Siempre que pienso en ella, de alguna manera termino con
ganas de vomitar.
—Está bien. —Shari me señala—. Esa no es una buena señal. Recuerda lo que dije.
Está bien que cambies de opinión.
Le doy una sonrisa intranquila.
—Lo sé. Pero… de verdad lo amo.
—¿Lo haces? —pregunta mientras se levanta para irse—. ¿O amas la idea que
tienes de él?
47
—Dios —digo con una risa—. ¿Qué clase de pregunta es esa?
—¿Para ti? Creo que es una pregunta pertinente. Tienes un historial de enamorarte
de chicos que básicamente no conoces.
—Sí, pero Shari, vamos. Luke no terminará siendo gay o un adicto al juego. —He
cometido algunos errores desafortunados en el departamento de los chicos—.
Quiero decir, he vivido con Luke, por el amor de Dios. Por seis meses. Creo que
ahora lo conozco demasiado bien.
—Sí —dice ella—, tú pensarías eso, ¿no? Sin embargo, la gente todavía puede
sorprenderte, ¿cierto? Después de todo, viví con Chaz tanta casi el mismo tiempo
que tú con Luke, y resulté ser una…
—No lo digas. —Levanté una mano para detenerla antes de que diga la palabra
“lesbiana”. No es que me importara, sólo que trato tanto no recordar esa noche en
lo de Kathy Pennebaker cuando nosotras teníamos dieciséis. Yo había estado
deseando a Tim Daly del show en la televisión Wings. Shari y Kathy, resultó que
habían estado deseando… bueno, se habían deseado entre sí. Dios, había estado
tan ciega. Aunque supongo que es mejor que nunca me lo dijeran. Lo habría
sabido toda la escuela en medio segundo. Habría intentado mantener el secreto si
me lo preguntaban, por supuesto. Pero de alguna manera, parece que a pesar de
mis buenas intenciones nunca puedo mantener mi boca cerrada—. Lo entiendo. No
te preocupes. De todas formas, a la velocidad que vamos, va a ser un largo
noviazgo. Luke tiene que terminar la escuela y su tío quiere que vaya a trabajar
para él en París este verano, y yo tengo como cinco mil vestidos que entregar antes
de poder levantar mi cabeza para respirar. No estoy apresurada en casarme pronto.
Shari me da un abrazo.
—Esa es mi chica —dice ella.
Es mientras me está abrazando que me doy cuenta de la extraña mancha en el
interior de mi codo derecho. Luce como una picadura de mosquito, sólo que es
plana, no elevada. Y, además, es enero en Manhattan. ¿Cómo podría haber sido
picada por un mosquito?
No pienso en nada de eso. Para entonces.
48
Más tarde me doy cuenta de lo que realmente es: sólo el principio de la ruina del
resto de mi vida. Eso es todo.
49
Historia de las Bodas
Traducido por LizC
Corregido por Samylinda
n la antigüedad, se esperaba que las novias tradicionalmente establecieran
E
progresivamente peregrinaciones en los días de pre-boda a partir de su
propio pueblo al de su prometido. Debido a la probabilidad de ser atacada
por ladrones con la esperanza de hacerse con su dote (o la propia novia), la novia
hacía este viaje acompañada por doncellas armadas para defenderla y a su
ostentosa joyería contra merodeadores.
Así nació la dama de honor: o para ser más precisos históricamente, la GUERRERA
DE HONOR.
Consejo Para Evitar Un Desastroso Día de Bodas.
Las damas de honor de hoy día cumplen una función muy diferente a sus antiguas
predecesoras, desde ayudar a organizar el compromiso y despedidas de soltera
hasta transportar invitados… He oído hablar de algunas prestando servicio de
niñera y lavando la ropa de la novia (¡asco!).
No se olviden de sus damas de honor en su día especial. Un regalo exclusivo, tales
como un collar o una pulsera de plata, recorrerá un largo camino para mostrarles lo
mucho que apreciamos toda su ayuda... aunque la cortesía humana básica de no
convertirse en un Novia Obsesiva con ellas también estaría bien.
DISEÑOS LIZZIE NICHOLS™
50
Capítulo 5
Traducido por LizC
Corregido por Samylinda
“Uno debe creer en el matrimonio como en la inmortalidad del alma.”
HONORÉ DE BALZAC (1799-1850). Novelista Y Dramaturgo Francés.
asca Chicle está sentada en la tienda cuando llego abajo. A pesar de que
M
mi única conversación previa con ella fue por teléfono, sé que es ella.
Reconocería ese chasquido, chirrido, y estallido en cualquier lugar.
Lo que me choca es que también la reconocí al instante de Access Hollywood... y
de Inside Edition… y Entertainment Tonight… donde con frecuencia puede ser vista
llevando muy poco sobre la alfombra roja en los estrenos de películas en las que
no es protagonista, ya que no tiene talento de verdad ―ninguno― al menos, que
lo haya detectado hasta ahora. Ava Geck sólo es reclamada por la fama, de hecho,
ya que su familia es propietaria de una cadena de grandes almacenes de descuento
(Get it at Geck), dicen que vale más de mil millones de dólares. Ella misma se
rumorea que tiene una fortuna personal neta de más de trescientos millones de
dólares, gracias a algunas ofertas inteligentes en fragancias y algunas apariciones
de televisión real menos afortunadas.
Más impresionante aún ―para mí, de todos modos― es que también pasa a estar
casándose con un príncipe. No un príncipe como Luke, es un príncipe por la
herencia de su padre originario de Francia, donde se abolió la aristocracia siglos
atrás, y nadie lleva la cuenta de quien realmente era o no de la familia real, y
realmente sólo tenemos la palabra del padre de Luke para ello, pero en Grecia,
donde, aunque la familia real ya no es reconocida como el jefe de estado, son sin
embargo todavía permitidos poseer y ser tratados por sus títulos reales y son
51
invitados a las funciones del Estado. De alguna manera, el Príncipe Griego
Aleksandros Nikolaos conoció ―y al parecer se enamoró y se comprometió― a
Ava Geck.
Es un poco surrealista verla sin un aparato de televisión enmarcando su cara
adelgazada. Aunque el guardaespaldas corpulento de pie con los brazos cruzados
a su lado ―por no hablar de la enorme roca en el dedo anular de su mano
izquierda y el tembloroso chihuahua en sus piernas― rápidamente me doy cuenta
de lo que estoy viendo es muy real.
―Oh, hola ―dice ella, echándole una rápida mirada a Tiffany cuando entro―. ¿Es
ella?
Tiffany pone los ojos en blanco.
―Ya te lo dije, Ava. No te verá sin una cita.
Tiffany y Ava aparentemente ya se conocen. Parece que son conocidas de una
buena larga data. Y no es, obviamente, una muy feliz.
―Um ―digo―. Hola. ¿Qué está pasando?
―Señorita Nichols. ―Ava salta a sus precarios altos tacones de aguja, los cuales
están adjuntados a botas de gamuza púrpura hasta el muslo, soltando al
chihuahua, que cae sobre la alfombra con un chillido. Esto no parece que preocupe
a su dueña de ninguna manera―. Estoy muy, como que, apenada de estar aquí sin
cita previa. Es sólo que, como que, vi la noticia en Página Seis acerca de ti, y la cosa
es que vivo en Los Ángeles y estoy en la ciudad por el Año Nuevo… ya sabes,
¿estaba haciendo una aparición especial para el Celebrity Pit Fight en el Times
Square para la caída de la bola? Y tengo que volver, pero me voy a casar este
verano, y yo, como que, realmente, en serio, de verdad quiero que hagas mi
vestido.
―Y ya le dije ―dijo Tiffany, con los dientes apretados―, que no haces diseños
originales, sólo…
―Sé que esta chica no para de decir que sólo haces restauraciones ―dice Ava,
agitando una mirada mordaz en dirección a Tiffany―. Pero yo soy todo, ¿cuál es la
52
diferencia? Quiero decir, ¿si traigo un viejo vestido atroz y te pido que lo hagas
otra vez, no es simplemente, como si me estuvieras haciendo uno nuevo? ¿Por qué
no puedes hacerme uno nuevo? ¿Bien? Porque eso es lo que quiero. Quiero un
vestido por alguien que sea joven y fresca. No algún decrépito vestido soso de
alguien con una maldita tienda de cuatro pisos en la Madison Avenue. ¿Sabes?
Excepto que era un poco difícil saber lo que decía, entre todos los sonidos del
chicle masticado.
―¿Señorita Nichols? ―Tiffany se levanta―. ¿Puedo hablar un momento con usted
en el cuarto de atrás?
―¡Dios! ―Ava estalla la bomba de chicle―. ¿Cuál es el dealio2? Tengo dinero.
Como que, voy a pagarte.
―Um ―le digo a Ava. Me doy cuenta de que el chihuahua se está preparando para
levantar una pierna contra la maceta de hortensias de Madame Henri. Me zambullo
a recoger el perro y colocarlo suavemente en los brazos de una Ava Geck con
aspecto confuso―. Déjame consultar con mí, um, asistente de aquí, para ver cuál
es el calendario de esta semana, y volveré en un momento.
Ava se ve aliviada. Al menos, si eso es lo que puedo pensar por la gran burbuja
rosa que sopla.
―Lo que sea ―dice.
Dejo que Tiffany me arrastre hasta el cuarto de atrás.
―No puedes diseñar un vestido para ella ―sisea Tiffany tan pronto como hemos
corrido la cortina de terciopelo negro a lo ancho―. Es una asquerosa prostituta
drogadicta.
―Déjame adivinar ―digo―. La conociste en Narcóticos Anónimos.
2
Dealio: Popularizado en una canción de Missy Elliott por el mismo nombre, la frase “¿Qué dealio?”
es equivalente a “¿Cuál es el problema?” o “¿Qué pasa con esta situación?”.
53
―No ―dice Tiffany―. Pero sigue siendo una asquerosa prostituta drogadicta. En
serio, Lizzie. ¿La has visto en Celebrity Pit Fight? Hizo llorar a Lil’ Kim. Lil’ Kim. No
puedes. Simplemente no puedes.
―Es enormemente famosa ―le digo―. Es una bazillionaria. Y se va a casar con un
príncipe. ¿Tienes alguna idea de qué tipo de prensa atraerá eso?
―Sí ―dice Tiffany―. Prensa de asquerosa prostituta drogadicta. Créeme, ese no es
el tipo de prensa que quieres.
―Tiffany ―le digo, luchando por paciencia―. No lo entiendes. En este punto de
mi carrera, cualquier prensa es buena prensa. Absolutamente voy a hacer el
vestido.
―Pero ella es repugnante ―insiste Tiffany―. ¿Has visto la forma en que trató a ese
perro? ¿Y qué hay con esas botas?
―Tiffany, está obviamente muy preocupada. Necesita de nuestra ayuda, no
nuestro desprecio. Claramente no tuvo a nadie en su vida para guiarla suavemente
sobre cómo actuar como un ser humano decente. Y realmente necesita eso, ahora
más que nunca... ¡se va a casar con un príncipe! ¡Va a ser una boda real!
―En Grecia ―señala Tiffany―. Hoo-la.
―¡Tiffany! ¿Cómo puedes decir eso? Grecia es la cuna de la civilización occidental,
la cuna de la democracia, ciencia política, literatura y filosofía occidental, los Juegos
Olímpicos…
―Um, Lizzie, ¿siquiera alguna vez has probado el hummus?
―Tiffany. ―La miré fijamente―. Voy a hacer el vestido de Ava. O estás conmigo o
estás fuera.
Tiffany pone los ojos en blanco.
―¿Es esto debido a la cosa del príncipe? Porque, me parece que te casas con un
príncipe, así que ¿te sientes como si tuvieras esta obligación moral de ayudarla,
porque se va a casar con un príncipe?
Ignoro eso.
54
―Tiffany, tenemos la obligación moral de ayudar a esta pobre muchacha, porque si
no lo hacemos, nadie lo hará, y sólo va a seguir haciendo cosas estúpidas como
sacar las extensiones del cabello de Lil’ Kim en Celebrity Pit Fight, y nunca va a
descubrir su potencial interior verdadero.
―¿Y crees que puedes ayudarla a encontrarlo? ―Se burla Tiffany.
―Sí, Tiffany ―digo seriamente―. Sí, creo que puedo.
Salvo que la verdad es que, no creo que pueda. Sé que puedo.
―Está bien. Si deseas interpretar al Dr. Dolittle para su Eliza Higgins ―dice
Tiffany―, es tu funeral. Simplemente voy a hacer para lo que me estás pagando:
contestar el teléfono.
―Es Profesor Higgins ―la corrijo―, y Eliza Doolittle. Profesor Higgins es el tipo
que le da a la pobre chica de las flores el cambio de imagen. Dr. Dolittle es el tipo
que puede hablar con los animales.
―Está bien ―murmura Tiffany―. Puedo decir que éste es un mal día para reducir
mi Adderall3 .
Abro la cortina de terciopelo negro y encuentro a Ava Geck examinando de cerca
el maniquí de modista vistiendo un número de Casa de Bianchi sin hombro que he
adaptado con mangas para una novia que se está casando en una sinagoga
conservadora.
―Me gusta éste ―dice Ava, enderezándose cuando entro. Sigue masticando su
chicle―. ¿Puedes hacerme algo así?
Estoy sorprendida. Gratamente de hecho. Para una chica que muestra sus bragas
tantas veces en televisión, ésa es una opción sorprendentemente modesta.
―Creo que podemos llegar a un vestido que te guste ―le digo―. Algo un poco
más al estilo Ava.
3
Adderall: es un medicamento del tipo Anfetamina, administrados a pacientes con ADD (Atention
Deficit Disorder)/ADHD (Atention Deficit and Hiperactivity Disorder), es una trastorno que se
presenta con déficit de atención, y de la autoestima, impulsividad y en algunos niños con
hiperactividad.
55
Ava jadea, y luego aplaude sus manos. El chihuahua ladra con entusiasmo y gira en
círculos. Incluso el guardaespaldas despliega una sonrisa. Una muy pequeña, pero
una sonrisa es una sonrisa.
―¡Oh, gracias! ―grita Ava―. ¡Esto va a ser perrístico!
―Sí ―le digo―. Sin embargo, sólo un par de reglas básicas. Regla número uno...
cuando entres en Chez Henri, tienes que dejar el chicle. Al salir, puedes volver al
chicle. ―Le extiendo mi mano expectante.
Ava me mira sin comprender.
―¿Qué?
―El chicle ―digo―. No está permitido comer chicle en Chez Henri. Te invitamos a
ir a Vera Wang y masticar chicle, pero no aquí. Es incivilizado estar por ahí como
una vaca masticando su bolo alimenticio. Así que, o escupes o te vas.
Ava, pareciendo aturdida, escupe su chicle en mi mano. Dejo caer el taco en un
cubo de basura cercano, que el chihuahua empieza rápidamente a inspeccionar.
―La regla número dos ―digo, secándome la mano con un pañuelo de papel que
arranco desde la caja de escritorio de Tiffany―. Tienes que llegar a tiempo para
todas las pruebas. Si no vas a ser capaz de hacerlo por cualquier razón, debes
llamar por lo menos una hora antes de tu cita para hacérnoslo saber. Haces eso
más de una vez, y tu contrato con nosotros se cancelará. No es de buena
educación dejar esperando a las personas. Tenemos un montón de clientes y
podríamos reprogramar a otra persona en tu período de tiempo si sabemos que no
serás capaz de venir con antelación. ¿De acuerdo?
Sin dejar de parecer aturdida, Ava asiente. El guardaespaldas, me doy cuenta, sigue
sonriendo, aunque ahora se ve un poco perplejo.
―Muy bien, Ava ―digo―. ¿Por qué no entras en el vestuario por aquí para que
pueda tomar tus medidas?
Ava se apresura a entrar, tropezando un poco debido a sus ridículas botas de tacón
alto. Va a ser, está claro, una mañana muy larga.
56
Historia de las Bodas
Traducido por Paaau
Corregido por Samylinda
as damas de honor en la Antigua Roma, fueron las primeras en usar vestidos
L
idénticos, no sólo entre ellas, sino también igual al de la novia. Este era un
intento de engañar a los demonios de tomar el alma de la novia antes de su
noche de bodas. Cualquier mujer que protegiera tres novias del mal, era
considerada demasiado impura para casarse, habiendo absorbido demasiado
magia blanca. Aquí es de dónde viene la expresión “tres veces una dama de honor,
nunca una novia.”
¡Así que, no estaban inventando lo de “tres veces dama de honor”! Y tú que sólo
pensaste que estaban hablando acerca de tu tía Judy.
Consejo Para Evitar Un Desastroso Día de Bodas.
Amas a tus amigos por sus personalidad únicas. Bueno, sus cuerpos también lo
son. Así que no pongas a tus damas de honor en vestidos idénticos. Lo odiarán y si
realmente eres su amiga, deberías odiar que lo odien. Escoge una forma que las
favorezca a todas, y déjalas escoger el color que les guste, uno que realmente
vayan a usar de nuevo.
Así que, ¿qué importa si no todas se ven exactamente igual? Son ellas a las que
amas no a su apariencia, ¿verdad?
DISEÑOS LIZZIE NICHOLS™
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Capítulo 6
Traducido por Paaau
Corregido por Samylinda
“Dos como ustedes, con tal velocidad, no pueden ser separados o alejados el uno del
otro una vez que han optado que la vida es sólo vida eterna juntos, ala con ala y
remo con remo.”
ROBERT FROST (1874–1963). Poeta Americano.
uke ha prometido venir y hacerme una buena cena por el día que había
L
tenido —aunque Madame Henri llama justo antes de las cinco para hacerme
saber que su esposo ha superado la cirugía— pero la verdad es que, todo lo
que quiero hacer es tomar un baño de tina caliente, leer una revista de moda, e ir a
la cama.
Pero, ¿cómo puedo decirle esto a Luke, que fue al mercado y escogió dos
solomillos, los marinó (sus clases no comienzan hasta después del día de Martin
Lutker King), especialmente para mí?
Así que cuando él llama justo antes de las seis, con un tono de disculpa en su voz y
dice—: Escucha… —Hago todo lo que puedo para no hacer sonar mis zapatos con
felicidad. ¡Está cancelando! ¡Aleluya! Y hola, Vogue de este mes.
—Hay un juego de Michigan esta noche —dice él—, y Chaz realmente quiere que
lo vea con él. Sabes cómo es acerca de los Wolverines. Y la verdad es… parecía un
poco deprimido en el teléfono cuando me llamó para decirme eso.
—¿Chaz está deprimido? —Esto es nuevo para mí. No había parecido ni un poco
deprimido cuando había tenido sus manos bajo mi sujetador. No que diga esto
último en voz alta, por supuesto.
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—Bueno, quiero decir, es natural que esté un poco mal, ya sabes —dice Luke—.
Nos vamos a casar y su novia lo dejó… por otra mujer. Realmente creí que tendría a
alguien más a estas alturas… nunca lo he visto sin una chica por tanto tiempo.
—Shari sólo terminó con él para Acción de Gracias —señalo secamente. Noto que
hay otra mancha roja en mi codo en donde la otra, la que se ha desvanecido,
estaba. Así que no era una picada de mosquito. ¿Qué pudo ser? ¿Quizás una
alergia al detergente que estoy usando? Pero no he cambiado de detergente
últimamente.
—Para Chaz, un mes y medio es un periodo de sequía —dice Luke—. Ahora su
mejor amigo se está casando con la chica más linda del mundo… no hay duda de
por qué está deprimido.
—Entonces, absolutamente deberías quedarte en casa y ver el básquetbol con él —
digo. Ya estoy fantaseando con la comida china que voy a ordenar. Pollo moo shu
con salsa hoisin. Quizás incluso lo coma en la bañera.
—Bueno, esa es la cosa —dice Luke—. El juego sólo es por satélite. Lo estaremos
viendo en el Bar Deportivo O’Roidan, el que está en la esquina de tu casa, en
Lexington. Así que pensé, si querías pasar más tarde…
—Dios, cariño —digo dulcemente—, no hay nada que pueda imaginar querer hacer
más que sentarme contigo y con tu amigo depresivo, viendo deportes.
—Ordenaremos alitas de pollo —dice Luke en un esfuerzo por tentarme.
—Es tan difícil resistirse a eso…
—Vamos —dice Luke en un tono más serio—. Chaz te quiere, sabes eso. Quiere
felicitarte en persona. Y verte lo alegrará. Sabes lo mucho que le gusta molestarte
por tu extraña vestimenta. Además, si no apareces, no te veré en todo el día.
Excepto que no estoy asustada de que Chaz me moleste acerca de mi vestimenta.
No es que vaya a mencionar esto, tampoco.
—Luke —digo—, toda la idea de que nosotros no vivamos juntos es para que
podamos usar este tiempo para nuestro compromiso, para explorar quiénes somos
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individualmente, para que así cuando nos unamos como una pareja casada,
tengamos una idea clara de lo que queremos para…
—Lizzie —dice Luke—, sé todo eso. Estaba ahí cuando diste ese pequeño discurso,
¿recuerdas? ¿Puede un hombre simplemente querer ver a su novia?
Suspiro, visiones de mi divertida tarde de moda de alta costura y burbujas yéndose
por el retrete. Literalmente.
—Estaré ahí alrededor de las siete.
***
El bar está lleno, pero gracias a Dios sin humo de cigarrillo, ya que la Ciudad de
Nueva York prohibió el fumar en lugares cerrados y realmente lo refuerza.
Encuentro a Luke y a Chaz en un puesto bajo una docena de televisores colgados
desde el techo, transmitiendo partidos de básquetbol universitario. Luke se levanta
para besarme como saludo. Chaz, veo, está usando su omnipresente —excepto
cuando usa trajes de noche— gorra de la Universidad de Michigan puesta,
empujada bien baja sobre su cabello. No está afeitado y se ve un poco hosco…
incluso más hosco que la última vez que lo vi, después de una noche de mucho
champán…
Y muchas otras cosas también.
—Vamos —me dice Luke, sonriendo su adorable sonrisa—, muéstrale.
Me deslizo en el asiento junto a Luke y me saco mi abrigo y mi bufanda.
Chaz está cuidando una cerveza, sus ojos en el juego sobre mi cabeza.
—Luke —digo, sonrojándome, aunque no sé por qué—. No.
—Vamos —dice Luke—, sabes que quieres.
La mirada de Chaz baja desde la pantalla del televisor hasta mí.
—¿Mostrarme qué?
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Luke levanta mi mano izquierda para mostrarle a Chaz mi anillo de compromiso.
Chaz deja salir un largo y bajo silbido, aunque claro, él ya lo ha visto.
—Lindo —dice él.
La sonrisa de Luke ahora, va de oreja a oreja.
—Déjame traerte un trago —me dice él—. Iré hasta el bar, ya que las meseras
tardan siglos. ¿Vino blanco?
Asiento.
—Eso sería genial… —Me pregunto si tengo que recordarle que lo traiga con un
poco de hielo. Odio el vino blanco tibio y parece que nunca puedo beberlo lo
suficientemente rápido. Es malísimo, pero últimamente he comenzado a pedir mi
vino blanco con una copa de hielo al lado. También dura más y tiene menos
calorías de esa forma.
—Estaré de vuelta en un segundo —dice Luke antes de que tenga oportunidad de
decir algo, mientras me deslizo para dejarlo pasar hacia el bar, luego vuelvo a
deslizarme en el puesto que acaba de dejar libre.
Oh, bueno. Recordará lo del hielo.
Chaz ha vuelto a mirar el juego sobre mi cabeza. Carraspeo.
—Gracias por las rosas —digo rápidamente, para terminar con eso y antes de que
Luke vuelva—. No tenías que hacer eso.
—Sí —dice Chaz, cortante, aún sin mirarme—, tenía.
—Bueno. —Veo que Luke aún está intentando frenéticamente llamar la atención
del barman, así que coloco una mano, la derecha, sobre la de Chaz—. Gracias.
Significó mucho para mí. No tienes idea.
Chaz baja la mirada hacia mi mano. Luego de vuelta a mis ojos.
—Sí —dice—, creo que tengo una muy buena idea.
Retiro mi mano, que pica… aunque no estoy segura por qué.
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—¿Qué se supone que significa eso? —pregunto.
Chaz se ríe y alcanza su cerveza.
—Nada. Dios, ¿por qué estás tan a la defensiva? Creí que tú y Luke estaban tan
dichosamente felices.
—¡Lo estamos! —chillo.
—Bueno, entonces… —levanta su cerveza hacia mí como en un brindis—, mazel
tov.
—No pareces muy deprimido —no puedo evitar señalar.
Entonces, inmediatamente me quiero matar.
Él parece estar a punto de escupir la cerveza que acaba de tragar.
—¿Deprimido? —repite cuando está lo suficientemente recuperado para hablar—.
¿Quién dijo que estoy deprimido?
Busco alrededor por una pistola convenientemente cargada. Tristemente, parece
no haber una disponible, así que no tengo más opción que responder la pregunta.
—Luke —murmuro, avergonzada—. Cree que estás deprimido porque él se está
casando y ahora estás completamente solo.
—Luke pensaría eso —dice Chaz con una sonrisa.
—Entonces… ¿no estás deprimido? —pregunto, sintiendo un diminuto rayo de
esperanza de que, quizás, el suicidio no sea necesario, sólo por esta vez.
Chaz me mira fijamente a los ojos y dice—: Por qué, sí, Lizzie. Estoy locamente
deprimido porque la chica de la que finalmente me he dado cuenta que siempre he
estado enamorado, y de quien estaba comenzando a pensar que quizás también
me ama, se dio la vuelta y se comprometió con mi mejor amigo, quien,
francamente, no la merece. ¿Responde eso tu pregunta?
Es la cosa más extraña, pero mi corazón parece dar volteretas en mi pecho y por un
segundo, no puedo respirar, tampoco puedo apartar mi mirada de la suya.
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Luego me doy cuenta que está bromeando.
Y siento como mis mejillas comienzan a sonrojarse.
Está bromeando. Por supuesto que está bromeando. Dios, soy tan tonta.
—¿Por qué te importa? —demando, ignorando su sarcasmo. Estoy furiosa conmigo
misma: por creer que era cierto cuando dijo que me amaba, pero incluso más, por
haberme sentido mal por haberlo lastimado. A él no se le puede lastimar. Quiero
decir, obviamente se puede. Pero no por mí. Nunca por mí—. Deberías estar
aliviado de escapar de mi interés. Ni siquiera crees en el matrimonio. Sólo es una
hoja de papel, ¿verdad? Eso fue lo que dijiste, de todas formas.
—Entendiste bien eso. —Chaz ha vuelto a mirar el juego—. ¿Quieres una relación
feliz y romántica? No la arruines casándote.
Lo miro, incrédula. No puedo creer que hable en serio.
—¿Desde cuándo comenzaste a sentirte de esta forma? —pregunto—. Nunca te
sentiste así sobre el matrimonio cuando estabas con Shari. Ustedes eran la imagen
de la felicidad conyugal. Sin la parte conyugal. Pero siempre estabas haciendo
tartas, lavando su ropa y esas cosas…
—Sí —dice Chaz, aún sin sacar su mirada de la televisión… aunque noto que ha
apretado la mandíbula—. Bueno, ella me dejó, ¿recuerdas? Por una mujer. Créeme,
no volveré a cometer ese error. El matrimonio es para idiotas.
—No crees eso —digo, un poco impresionada por su tono amargo.
—¿No? —Le sonríe a la pantalla—. Creo que sé de lo que hablo. Mi papá es un
abogado especialista en divorcios, ¿recuerdas?
—Y aun así ha estado casado con tu mamá —digo—, por, cuántos, ¿treinta años?
No puedo creer que aún esté molesta por la parte de “siempre he estado
enamorado de ti”, lo que, considerando todo el besuqueo que tuvimos en la parte
trasera del taxi en Año Nuevo, no era de muy buen gusto. Estoy incluso más
molesta por cómo mi corazón reaccionó ante esa información. ¿Qué había sido
eso?
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Y ahora, incluso por un segundo, ¿puedo realmente haberle creído?
Sé que soy una ingenua chica del medio oeste. Pero realmente intento no actuar
como una. La mayoría del tiempo.
—Intento mantener eso bajo perfil —dice Chaz—. Los padres felizmente casados
realmente no van conmigo. Ya sabes, un candidato a doctorado en filosofía,
soltero, viviendo en East Village, un gran bebedor, gran vividor, un poco peligroso…
Ahora es mi turno de sonreír.
—¿Qué? —Chaz aparta su mirada de la televisión y me mira—. ¿No crees que sea
peligroso?
—No con esa gorra —digo.
—Oh, soy peligroso —me asegura Chaz—, más peligroso que Luke.
—No me gusta Luke porque sea peligroso —señalo.
—Oh, claro —dice Chaz—. Te gusta… ¿por qué? ¿Por qué es rico? ¿Apuesto?
¿Afable? ¿Elegante? ¿Pensativo? ¿Amable? ¿Salvará a los niños algún día?
—Todo lo anterior —digo—, excepto rico. Intento hacer mi propio dinero, gracias,
así que no necesito el suyo. De hecho, tomé a Ava Geck como cliente hoy.
—¿La asquerosa prostituta drogadicta? —Chaz se ve horrorizado.
—¿Por qué todo el mundo le dice así? —pregunto enfadada—. Nunca nadie la ha
visto teniendo sexo a cambio de dinero o consumiendo drogas, y aun así todo el
mundo la llama asquerosa prostituta drogadicta.
—No necesito verla hacerlo —dice Chaz—. ¿Alguna vez has revisado Celebrity Pit
Fight?
Es mi turno de verme horrorizada.
—¿Qué hace el candidato a doctorado en filosofía, bebedor y vividor viendo
Celebrity Pit Fight?
Chaz sonríe.
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—Es un buen show —dice él—, quiero decir, si alguna vez estás de humor para
examinar uno de los ejemplos sombríos de profundidades depravadas a la que
nosotros, como sociedad, nos hemos hundido. O al menos las profundidades
depravadas en la que la industria del entretenimiento está determinada en
hacernos creernos que nos hemos hundido.
—Oye. —Luke se desliza en el asiento y me entrega una copa de vino—. Lamento
haber tardado tanto. Este lugar es una locura. Hay cinco juegos diferentes.
Noto, con decepción, que ha olvidado obtener un poco de hielo aparte. Oh, bueno.
Sólo hemos estado saliendo por seis meses, después de todo. No puede recordar todo.
—Olvidaste el hielo —dice Chaz—. Luke, dile a tu novia que no va a salir adelante
con el negocio de vestidos de novia si toma a asquerosas prostitutas drogadictas
como clientes.
Parpadeo, sin poder creer que Chaz lo recuerde.
—¿Hielo? —Luke se ve confundido—. Espera, ¿quién es una asquerosa prostituta
drogadicta?
—Nadie —digo al mismo tiempo que Chaz dice—: Ava Geck.
—¿Quién es Ava Geck? —quiere saber Luke.
Chaz da una risotada. Tomo un sorbo de mi vino, sabiendo lo que viene.
—¿Acaso ves televisión? —le pregunta Chaz a Luke—. ¿Acaso lees un periódico
además del The Wall Street Journal? Dime, porque realmente quiero saber.
¿Cuando estás en la oficina del dentista, alguna vez, incluso por accidente, tomas
una copia del Us Weekly?
—Detente —le digo a Chaz. Me estoy empezando a enfadar con él ahora. Más
enfadada, quizás, que lo que requiere la situación—. Sólo porque Luke no sabe
quién es Ava Geck…
—Todo el mundo sabe quién es Ava Geck —dice Chaz.
—¿Quién es Ava Geck? —pregunta Luke otra vez.
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—Ella es… —Pero de pronto, estoy tan cansada que ni siquiera puedo seguir. No
puedo soportarlo, la voz de los locutores de la televisión, los gritos de los fans y los
aplausos cuando algún equipo anota… sin mencionar al vagabundo ebrio que
puedo ver por una ventana a unos metros de distancia, rogando por monedas a
cualquiera que pasa.
Pero lo que de verdad no puedo soportar, es la voz dentro de mi cabeza que ha
regresado. Es una voz familiar. Tiene que ser. Porque es la voz del hombre sentado
frente a mí… el desaliñado, usando la gorra de la Universidad de Michigan.
“Por qué, sí, Lizzie. Estoy locamente deprimido porque la chica de la que finalmente
me he dado cuenta que siempre he estado enamorado, y de quien estaba
comenzando a pensar que quizás también me ama, se dio la vuelta y se
comprometió con mi mejor amigo, quien, francamente, no la merece.”
Pero simultáneamente, escucho esa misma voz diciendo: “¿Quieres una relación
feliz y romántica? No la arruines casándote. Sé de lo que estoy hablando.”
—¿Saben qué? —digo de pronto, mi propia voz apretada con emoción no
derramada—. Esto ha sido entretenido. Pero estoy realmente cansada. ¿Les importa
si termino por hoy? Tengo un gran día mañana y creo que me iré temprano.
—Oh, vamos —dice Luke—. Acabas de llegar aquí. No te vayas aún. El juego acaba
de empezar.
Miro a Chaz. Su cara sigue imperturbable bajo su gorra. Pero me está mirando
fijamente.
—Sí, Lizzie —dice él—, no te vayas aún. El juego acaba de empezar.
Es extraño. Pero algo en la forma en que su mirada sostiene la mía —sin mencionar
su tono— me dice que él no está hablando sobre el juego en la televisión.
Para nada.
—Está bien, los veré más tarde —digo, mi propia voz demasiado alta, mientras
empujo a Luke en mi prisa por salir del asiento.
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—Te acompañaré a casa —dice un confundido Luke, pero declino su oferta con un
rápido beso en la mejilla y un: “No, gracias, estaré bien, quédate y diviértete”
susurrado, luego me apresuro hacia la puerta, en donde jadeo bajo el frío aire de
Enero.
—¿Tiene un centavo, señorita? —me pregunta el vagabundo ebrio, sosteniendo
una sucia taza de café.
No le respondo. Así de hastiada me he convertido. Ya no tengo un centavo para
dar. Necesito mis centavos. Necesito todos los centavos que pueda tener. ¿Tienes
alguna idea cuánto cuesta la lavandería aquí?
—Bien —dice el vagabundo con desdén—. Sé así, perra.
Mis ojos se llenan con lágrimas. ¡No soy una perra! ¡No lo soy! No más de lo
asquerosa prostituta drogadicta que es Ava Geck. No más de lo que Chaz
Pendergast está enamorado de mí. Oh, ¿por qué tuvo que decir eso, de todas
formas? ¿Por qué tiene que ser tan malo? Después de haberme dado esas
hermosas rosas, he estado completamente lista para perdonarle todas las cosas
horribles que dijo ayer por la mañana… y luego tiene que ir y decir eso.
“… la chica de la que finalmente me he dado cuenta que siempre he estado
enamorado… de quien estaba comenzando a pensar que quizás también me ama…”
Él sólo estaba bromeando. Siempre bromea conmigo, todo el tiempo que lo he
conocido.
Entonces… ¿por qué duele tanto ésta vez?
”¿Quieres una relación feliz y romántica? No la arruines casándote.”
Pero si no te casas… ¿cuál es el punto?
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Historia de las Bodas
Traducido por josemix
Corregido por Clau12345
a Era Isabelina nos trajo el florecimiento de la poesía, la literatura, el teatro y
L
el romance. Así que no es de extrañar que le demos las gracias a la Era
Isabelina en Inglaterra por muchas de nuestras tradiciones de boda hoy en
día, incluyendo el intercambio de anillos, un uso más tradicional (en el que no
tenemos que usar armas), de las damas de honor, el intercambio de votos
matrimoniales, incluso los ramos de novia. La mayoría de los matrimonios de clase
alta eran arreglados durante este tiempo, a menudo desde el nacimiento. Sólo las
clases más bajas se tuvieron el lujo de ser capaces de casarse por amor.
Pero si este no hubiera sido el caso, ¿de qué otra cosa William Shakespeare hubiera
tenido que escribir?
Consejo Para Evitar Un Desastroso Día de Bodas.
Tu cuñada puede tener los niños más lindos en el mundo; y muy bien puede tener
un punto: Tal vez deberían tener un papel en tu boda. Pero no dejes que te
intimide a sacrificar una de tus damas de honor, portador del anillo, o la posición
de la niña de las flores para sus hijos. No molestes a uno de tus amigos o familiares
sólo para aplacar a tu cuñada. Hay un montón de otras tareas que sus hijos pueden
llevar a cabo durante toda la ceremonia, como sostener el libro de visitas, confeti o
los programas de ubicación, o incluso ser adorables (aunque pequeños en altura)
acomodadores. Usa tu imaginación, para que tanto tú como ellos sean felices.
DISEÑOS LIZZIE NICHOLS™
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Capítulo 7
Traducido por josemix
Corregido por Clau12345
“Ahora unan las manos y con ellas sus corazones.”
WILLIAM SHAKESPEARE (1564-1616). Dramaturgo y Poeta Inglés.
u amigo Chaz suena como un cerdo —es la observación de Monique
—T
cuando ella y Tiffany me escuchan hablar sobre los detalles de mi
noche con la Abue, (mamá como de costumbre, no estaba disponible)
mientras que las tres tomamos un rápido almuerzo entre pruebas en la tienda el
día siguiente.
—Ella tiene razón sobre eso —concuerda Abue, en mi teléfono celular—. Sea quien
sea.
—No lo es, en verdad —le digo, haciendo una pausa con mi sándwich de pollo
tandoori a medio camino de los labios—. Quiero decir, en circunstancias normales.
Eso es lo que resulta más extraño acerca de esto.
—Bueno, eso es todo, entonces —dice Monique con firmeza. Ella es una belleza
casi tan escultural y segura de sí misma como Tiffany.
Aunque, a diferencia de Tiffany, ella tiene un acento británico que la hace sonar
como una profesora universitaria cada vez que habla.
Me refiero a una profesora universitaria que habla mucho acerca de los hombres
siendo unos “idiotas”.
—¿Qué es todo esto? —pregunto.
Tiffany y Monique intercambian miradas. Tiffany asiente.
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—Él está enamorado de ti, por supuesto —dice Monique.
—Ni siquiera lo conoces —chillé.
—Yo si —dice Tiffany, metiendo un fajo de sándwich jerk jamaiquino en su boca—.
Y lo está completamente.
—Tiene razón —afirma Abue—. Siempre he pensado que ese chico quería poner
una carga de carbón en tu motor a vapor.
Estuve a punto de escupir el bocado de pollo tandoori que acababa de morder.
—¿Cómo puedes decir eso? —chillé—. ¡Es el mejor amigo de Luke! ¡Es el ex-novio
de mi mejor amiga!
Tiffany me mira sin comprender.
—¿Y?
Monique me está dando la misma mirada en blanco. Se la deben enseñar en la
escuela de modelos.
—Sí —dice ella—. ¿Y?
Abue suena impaciente.
—La Dra. Quinn empieza en diez minutos. ¿Cuánto tiempo va a durar esto?
—Y... y… —digo, por una vez en mi vida realmente chisporroteo por encontrar las
palabras adecuadas—... Y... miren. Estoy segura de que a ustedes, los hombres les
caen de cabeza sobre sus talones todo el tiempo. Quiero decir... mírense. Pero en la
vida real, a las chicas reales, como yo, eso es, simplemente no sucede. Los hombres
no se andan enamorando de mí. Y, ciertamente, no sin alentarlos.
—Oh, y cuando le dejaste que tocara tus pechos en ese taxi, ¿no lo estabas
alentando? —preguntó Monique.
—También le dejaste pasar la noche —señaló Tiffany.
Puse mi dedo sobre el micrófono de mi celular.
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—Disculpen —les digo—. Mi abuela está escuchando todo esto.
—Demasiado tarde —dijo Abue—. Ya he escuchado. Esto es incluso mejor que la
Dra. Quinn.
—Los dos estábamos borrachos —insisto en mi defensa por lo que tenía que ser la
millonésima vez. Algún día me arrepentiré de haber abierto mi boca sobre todo
esto, una sensación no desconocida. Estoy especialmente arrepentida de no haber
colgado cuando Abue contestó—. Miren, olviden que dije algo. No fue nada.
¿Por qué tuve que haber hablado para empezar, sobre todo con estas chicas? No lo
habría hecho si hubiera sido capaz de discutir todo esto con Shari. Si tan sólo
hubiera podido llamarla y decirle: “Shari. Esto es lo que me dijo el mejor amigo de
mi prometido. ¿Qué piensas?” nada de esto estaría pasando.
Pero no puedo hacer eso. Debido a que el mejor amigo de mi prometido es su exnovio.
Y no puedo hablar de lo que pasó con Chaz a Shari. Porque todo sería demasiado
extraño.
Pero Monique y Tiffany, resultan que, no han demostrado ser adecuadas sustitutas
de Shari. En lo absoluto.
—Eso último que él dijo —dijo Monique—, ¿sobre que el juego solo acaba de
empezar? Eso no suena como nada para mí. ¿Lo hace para ti, Tiff?
—De ninguna manera, José —dice Tiffany—. Creo que está caliente por la figura de
nuestra Miss Lizzie.
—Te lo dije —cantó Abue.
—Oh, Dios mío, chicas. —Sacudo mi cabeza—. Él no es así. E incluso si lo fuera... no
va a ir a ninguna parte. Él está completamente herido por lo que le sucedió con
Shari. Dice que...
Es en ese momento —por fortuna— que la puerta de la tienda se abre de golpe, y
Ava Geck entra retumbando a través de ella, con su chihuahua y guardaespaldas a
remolque. Ava tiene una mirada salvaje en el rostro, como si estuviera siendo
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perseguida. Llevaba pantalones cortos sobre medias de rejilla, a pesar de haber
unos doce grados fuera, y su mandíbula inferior se mueve rápidamente... excepto
que no está hablando.
Tiffany frunce el ceño hacia el libro delante de ella.
—¿Qué estás haciendo aquí, Ava? —exige—. Tu próxima cita no es hasta dentro de
cuatro semanas.
—Lo siento —dice Ava, todavía masticando. Se desploma en el sillón que yo insistí
que Madame Henri colocara en el lugar más arrinconado posible para madres
nerviosas esperando, y tiene vista a la ventana de vidrio en la parte delantera de la
tienda, su cuerpo oculto de la vista por un maniquí usando el vestido de una
princesa de 1950, complementado con una falda de tul voluminosa, con puntos
como diamantes, que acaparaba casi toda la ventana de exhibición—. Estábamos
en el vecindario en busca de condominios, y de repente... ¡paparazzi! ¿Podemos
ocultarnos durante unos minutos hasta que se vayan? No tengo ningún delineador
de ojos encima.
—Espera, Abue —le digo en mi celular. Me acerco a Ava y extiendo mi mano
expectante—. Puedes —le digo.
Todavía en cuclillas detrás de la falda de tul, ella mira hacia abajo a mi mano con
una expresión en blanco en su cara. Entonces comprendió. Escupió el chicle
cayendo en mi mano. Me acerqué al bote de basura debajo de la mesa en la que
Tiffany está sentada y lo tiré, luego agarré un pañuelo de papel.
—Pequeño Joey —le digo al guardia, a quien fuimos formalmente presentadas
durante la última visita de Ava—. Hay persianas si quieres tirar de ellas hacia abajo.
Pequeño Joey —cuyo descomunal cuerpo de ciento treinta y seis kilogramos,
midiendo casi dos metros, deja claro que su nombre es irónico— comienza a bajar
las persianas de metal negro que había comprado en el Target de Manhattan
cuando había estado rehabilitando el vestido de Jill Higgins, y ella, también, había
tenido problemas con los acosarazzi4.
4
Acosarazzi: Mezcla entre las palabras “Acosar” y “Paparazzi”, en vista de la actitud de estos.
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—¿Por qué estás buscando un apartamento en Manhattan, Ava? —le pregunto.
—Es, como, mucho mejor aquí que en Los Ángeles —dice Ava, tirando de su
Chihuahua que temblaba en su regazo—. Excepto por el clima. En primer lugar, no
tienes que conducir tan lejos para llegar a lugares de moda. Lo cual es genial si
estás ebrio. Y por el otro, nadie te pide autógrafos, o basuras como esa... por lo
general. Quiero decir, la gente te mira. Pero no te molestan. Excepto, los
adolescentes en H&M.
Nos toma un momento digerir esto. Tiffany es la primera en recuperarse.
—Así que, ¿estás buscando un apartamento con un dormitorio o dos, o qué? —
pregunta Tiffany.
—Ella está buscando uno de cuatro dormitorios, tres baños, una cocina con un
comedor y que por lo menos tenga dos mil metros cuadrados de terraza al aire
libre, y visión completa al sur —dice Pequeño Joey mientras Ava sólo parpadea
desconcertada por la pregunta.
Cuando todos giramos la cabeza para mirar a Ava, estupefacta por esta
información; ya que, que yo sepa, no existe ninguna pieza de bienes raíces tal
como esa en la isla de Manhattan (no por menos de cinco millones de dólares, de
todos modos), ella simplemente se encoge de hombros y dice con su voz de niña:
—Tengo trastorno afectivo estacional. Oye, ¿tienes algo más de comer? Todo lo
que he tenido hoy es un PowerBar, y estoy, como, muriendo de hambre.
Le entrego la otra mitad de mi sándwich de pollo tandoori, pero ella hace una
mueca.
—¿Qué es esa cosa viscosa blanca? —pregunta con recelo.
Esto hace que Tiffany y Monique se disuelvan en un ataque de risa histérica de la
que es claro que no se recuperarán pronto.
—Salsa tzatziki —le digo—. Ava, ¿cómo puedes estarte casando con un príncipe
griego y no saber lo que es la salsa tzatziki?
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—Me gusta él —dice Ava, arrebatando el bocadillo fuera del alcance de su perro,
cuyo nombre, nos había informado el día anterior, era Blancanieves (“como la
Princesa de Disney”)—. No la comida de su país.
—Bueno —le digo—. Deberías probarla, por lo menos, antes de decidir que no te
gusta.
Ava se encoge de hombros y le da un mordisco. Con su boca ocupada, me dirijo de
nuevo a Tiffany y Monique, a quienes se les están saliendo las lágrimas de su
broma (asquerosamente obscena) compartida.
—En serio, chicas —les digo, dirigiendo mi comentario al teléfono—. ¿Creen que
debería tratar de hablar con él? Luke piensa que está deprimido. ¿Y si tiene razón?
Tal vez si hablo con él al respecto, sería útil. Para llevar a cabo el cierre, ¿saben? A
veces, cuando las cosas están a la intemperie, a las personas no les molesta tanto.
—Eso lo dice la chica que no sabe guardar un secreto ni para salvar su vida —dice
Tiffany con una risa. Aunque, francamente, no veo qué tiene de gracioso el
comentario. Además, no es cierto. He guardado muchos secretos.
No puedo llegar a pensar en nada ahora mismo. Pero estoy segura de que allí hay
algo.
—¿De qué estamos hablando? —quiere saber Ava. Ya se ha comido unos siete
milímetros de la mitad del sándwich que le he dado. Blancanieves está ocupada
con otros siete milímetros. No es difícil ver cómo las dos hacen un buen equipo.
—El mejor amigo del prometido de Lizzie está enamorado de ella —dice Monique
a la ligera. Está compartiendo su vegi muffuletta5 con el Pequeño Joey—. Y no sabe
qué hacer al respecto.
Pongo los ojos en blanco.
—Él no está enamorado de mí —le digo—. Él...
—Oh, eso es fácil —me interrumpe Ava, lamiendo la punta de los dedos que
Blancanieves acaba de lamer—. ¿Por qué no te lo follas?
5
Vegi muffuletta: Sándwich vegetariano.
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—¿Quién es esa? —pregunta Abue desde el teléfono—. Me agrada.
No tengo más remedio que bajar mi Coca-Cola Dietética y decir:
—Ava, en primer lugar: Monique está equivocada. Chaz no está enamorado de mí.
Sólo somos amigos. En segundo lugar, no deberías conducir a ningún lado, a corta
o larga distancia, si estás ebria. Quiero que sepas que te Googleé después de que
llegué a casa ayer por la noche, y sé todo acerca de tu DUI. ¡Tienes que ser más
cuidadosa! Con todo tu dinero, ¿por qué no terminas de contratar a un chofer? Y
por último, aunque aprecio que, como feministas, tenemos todo el derecho de
adoptar cualquier tipo de lenguaje que elijamos, incluso palabras consideradas por
generaciones anteriores como “poco femeninas” o “densas”, en realidad no es de
buen gusto o imaginativo utilizar vulgaridades en la conversación cotidiana. Claro,
si realmente te molestas por algo. Pero la palabra con F, Ava, ¿cuándo hablas de
hacer el amor? Creo que eres mejor que eso. De hecho, sé que lo eres. Además,
¿qué diría el príncipe Aleksandros?
Ava me mira con la misma expresión en blanco que había puesto cuando le había
tendido la mano para su chicle.
—Él dice “follar”, incluso más que yo —dice ella.
Suspiro.
—Vamos a dejarlo así —le digo a la habitación, y al teléfono, en general—. Finjan
que no dije nada. Sobre todo a mamá. ¿Está bien, Abue?
—Te diré lo que debes hacer —comenta el Pequeño Joey, después de tomar un
sorbo delicado de su Diet Snapple6 de melocotón que ha sacado de uno de sus
enormes bolsillos—. Quedarte a solas con ese hombre, en una habitación oscura.
Abren una botella de Hennessey7. Ponen un poco de Vandross8. Y así es como
lograrán algún cierre.
—Al fin —dice Abue con aprobación—, alguien finalmente está hablando con
sentido.
6
Diet Snapple: Bebida refrescante a base de té.
Hennessey: Tipo de coñac.
8
Vandross: Cantante de Soul.
7
75
Miré mi celular con la boca abierta.
—Eso... eso es absurdo —tartamudeo—. Pasa que estoy profundamente, muy
profundamente, enamorada de mi prometido. Quiero decir... vamos, Tiffany. —Me
dirijo a ella en busca de ayuda—. Tú nos has visto a Luke y a mí juntos. Pasaste
Acción de Gracias con nosotros, ¿recuerdas?
—Correcto —dice Tiffany, pensativa tocando sus perfectamente alineados y
coronados dientes delanteros—. Pero creo que el Pequeño Joey podría estar en
algo, Lizzie. Creo que quieres que te digamos que deberías ir a hablar con Chaz.
Quiero decir, ¿por qué más lo habrías mencionado?
Monique asiente también.
—Así es. Parece que quieres que te digamos que deberías ir a hablar con Chaz al
respecto.
—Creo que te gustó tener sus manos bajo tu sujetador y tienes la esperanza de
que vuelva a hacerlo de nuevo —añade Tiffany.
Abro mis ojos de par en par hacia ella.
—Límites —digo, sacudiendo la cabeza con urgencia hacia el Pequeño Joey, quien
está ahora sonriendo en su botella de Snapple—. ¡Límites! ¡Señoritas!
—Eso es lo que dije. —Ava, ignorándome, ha dirigido sus enormes ojos azules
claros hacia Tiffany—. Ella sólo debería follárselo y sacarlo de su sistema. Eso es lo
que hice cuando tuve sentimientos por DJ Tippycat en Celebrity Pit Fight.
Parpadeo. Entonces digo firmemente:
—Yo no voy a hacer el amor con el mejor amigo de mi novio, Ava. Esa es una
sugerencia totalmente ridícula. En primer lugar, nunca traicionaría la confianza de
Luke así. Y puedo decirte que si así es cómo haces frente a los amigos de tu
prometido o... o a DJ Tippycat, bueno, él no va a mantenerte como su prometida
por mucho tiempo. Y por otro lado, resulta que amo a mi novio. Además de lo cual,
Chaz resulta ser el ex-novio de mi mejor amiga…
76
—Sí, pero no es como si ella lo siga queriendo —dice Tiffany con voz aburrida—.
Viendo que es gay y ahora duerme con mujeres.
Ava respira agudamente. Pequeño Joey parece encantado como si acabara de
ganar la lotería. Blancanieves bosteza y se duerme enroscándose como una pelota
pequeña. Abue dice:
—Creo que voy a guardar en TiVo el episodio de hoy de la Dra. Quinn... ¿cómo
diablos funciona esta cosa?
—Chaz ni siquiera cree en el matrimonio —les informó desesperadamente—. Él
piensa que no es nada más que un pedazo de papel, y que el matrimonio en
realidad no significa nada...
—Muy bien, ahora llegamos al fondo de la cuestión —dice Pequeño Joey con voz
satisfecha—. Así que es por eso que tú no estás haciendo ningún movimiento con
el tipo.
—Por supuesto —dice Monique, con los ojos bien abiertos—. Todo tiene sentido
ahora. ¿Qué va a hacer una mujer que se gana la vida haciendo realidad los sueños
de boda de las mujeres con un hombre que ni siquiera cree en la institución del
matrimonio? Es absurdo.
—Ella siempre puede hacerle cambiar de opinión —dice Ava, como si ni siquiera
estuviera en la habitación—. Es difícil. Pero pasa.
Tiffany parece dudosa.
—No lo sé. Estamos hablando de un candidato con un doctorado en filosofía.
Estudia, como, el existencialismo y esa mierda. Creo que debería ser difícil para él
llegar a cambiar sus calcetines, y mucho menos su mentalidad.
—Vamos a olvidar que lo dije, ¿de acuerdo? —pregunté con voz temblorosa—.
Vamos a hablar de otra cosa...
—¡Nooooo! —grita Abue tan fuerte que tuve que alejar el teléfono de mi oído.
—Vamos a hablar de tu vestido, Ava —dije, ignorando a la Abue—. Creo que tienes
derecho a ir un poco más conservadora de lo habitual. Después de todo, se trata
77
de tu boda, y vas a casarte para formar parte de una familia real. Pero como va a
ser una ceremonia de verano, estaba pensando en mangas cubiertas...
—Esto me está aburriendo —amenazó Abue—. Voy a colgar.
—Eres joven, delgada y puedes salir con ellas. Y como es Grecia, estaba pensando
en una cintura imperio... yendo un poco griego. Ven, déjame mostrarte lo que
quiero decir.
El clic se hace eco con firmeza sorprendentemente en mi oído. Lo ignoro, cerrando
mi celular y dejándolo a un lado. Me encargaré de la Abue más tarde. ¿Una carga
de carbón en mi máquina de vapor?
Con dificultad, finalmente las alejo del tema de mi vida amorosa con el tema de
mis ideas para el vestido de Ava —que a ella parecen gustarle—, hasta que Tiffany
estalla, después de una mirada al reloj de la pared.
—¡Mierda! Tengo que ir a trabajar. Quiero decir, a mi otro trabajo. Bueno, chicas,
no vayan hablar de nada bueno mientras estoy fuera. Y, Lizzie, no te atrevas a
tomar cualquier decisión sobre Chaz sin consultarme primero. Es obvio que no eres
de confiar en nada de esto. Sólo, ya sabes. Llámame primero si algo nuevo aparece,
y hablaremos.
—Yo ni siquiera sé de qué estás hablando —le digo con desdén—. Como he dicho
antes... repetidamente... yo amo a mi novio, quiero decir, mi prometido, y nada va a
pasar entre su mejor amigo y yo, porque no hay nada entre nosotros.
—Correcto —dice Tiffany con una risa, que es compartida por todos los demás en
la tienda, a excepción de mí.
Después de que Tiffany se va, anunciando que todavía había paparazzi esperando
en la esquina y que era mejor que Ava siguiera sentada bajo, declaré que también
tenía que ir a trabajar, haciendo algunos bocetos para el vestido de Ava; además,
tenía el Bianchi, el cual estoy decidida a terminar; por no hablar de un montón de
otros proyectos para empezar, dado el hecho de que mi jefe va a estar fuera
durante al menos las próximas cuatro a seis semanas, según su esposa, quien había
telefoneado para darme un informe de la situación, me escapé por la parte
posterior.
78
Pero en lugar de dibujar o ajustar el Bianchi, me encuentro mirando al vacío,
preguntándome si posiblemente puede ser o no verdad lo que los otros habían
dicho; que Chaz estaba enamorado de mí.
“Estoy locamente deprimido porque la chica de la que finalmente me he dado cuenta
que siempre he estado enamorado, y de quien estaba comenzando a pensar que
quizás también me ama, se dio la vuelta y se comprometió con mi mejor amigo,
quien, francamente, no la merece.”
Claro. Había dicho eso. Pero sólo se había estado burlando de mí. Y yo, como la
tonta sencilla del Medio Oeste que soy, me había enamorado de él. ¿Por qué mi
corazón saltó cuando dijo eso? Estoy completamente y cien por ciento
comprometida con Luke.
Por supuesto... Chaz había dicho que no veía nada más que a mí en su futuro... y
que ni siquiera estaba usando Spanx.
Luke todavía no sabe que me pongo Spanx, o incluso lo que son. Me las he
arreglado para mantener el secreto bien guardado de él.
Cómo me las ingenié para mantener en secreto los nueve kilogramos
aproximadamente que gané desde que me mudé a Nueva York, es mucho más
complicado. Incluye nunca darle la espalda mientras estoy desvestida, y siempre
dejarle estar encima durante nuestros, er, momentos íntimos, para que así no note
mi estómago. Gracias a Dios por la gravedad.
Cuánto tiempo más voy a poder llevar a cabo esta fachada, no lo sé. Podría ser más
fácil renunciar a los sándwiches de pollo tandoori a cambio de ensaladas, o Dios no
lo quiera, tendría que empezar a hacer ejercicio.
Pero quiero ser una novia esbelta. O al menos no más grande de lo que soy ahora.
Pero, ¿dónde voy a encontrar el tiempo para hacer ejercicio, ahora que estoy
manejando la tienda sin ayuda de nadie, bueno, sin contar a Tiffany y Monique y lo
estaremos haciendo por lo menos un mes y medio... tal vez incluso más, de
acuerdo a Madame Henri, quien explicó que los tiempos de recuperación de una
cirugía de bypass pueden ser difíciles de predecir y dependen de cada persona? Ni
79
siquiera tengo tiempo de planear mi propia boda y mucho menos ponerme en
forma para ello.
Es curioso cómo sólo pensar en las palabras “mi boda” hace que el pecho se me
apriete. En serio, como si no pudiera respirar. ¿Y qué hay con esa mancha roja que
de repente me pica en la parte interior del codo? ¿Qué es eso? ¿Por qué siguen
apareciendo y luego desapareciendo, sólo para reaparecer en un lugar nuevo, y a
veces más de una?
¿Es que... oh, Dios mío, es que es una urticaria? No. No puede ser. No he tenido
urticarias desde que estaba en la escuela secundaria, cuando fui puesta a cargo de
los trajes de Jesucristo Superstar, y el director quería que todos los pantalones
fueran de campana. Esto fue antes de que los pantalones de campana estuvieran
de vuelta a la moda, y me di cuenta que iba a tener que recortar e insertar los
paneles de colores brillantes en las piernas de los pantalones de los setenta y cinco
miembros del reparto. En un fin de semana. Había estallado en esa mala urticaria
para la cual el Dr. Dennis, el papá de Shari, había tenido que darme una inyección
de prednisona.
Oh mi Dios. Hay otra en el interior de mi otro codo.
¡Oh, no, por favor! No me dejes salir de la misma manera a través de esta maldita
boda con Luke como cuando estaba con los pantalones de campana. ¿Por qué?
¿Por qué sucede esto? ¿Es por mamá y su insistencia en que nuestro patio trasero
es un agradable lugar para tener una boda así como un Château Mirac? No puede
ser... ya sabes, esa otra cosa. ¿Lo que Monique dijo, acerca de Chaz estando
enamorado de mí? No puedes ser eso.
No. Tiene que ser la cosa con mamá, y la idea de mi familia en la finca familiar de
los descendientes de Luke, y cómo podrían actuar cuando lleguen allí. Abue, con su
bebida, Rose y Sarah, con sus peleas y molestándome, y...
Ah, sí, ¿ves? Otra mancha. Allí mismo, en mi muñeca. Lo sabía. Es porque sigo
viendo al marido de Rose, Angelo, con el ojo de mi mente, vagando por el castillo,
queriendo saber dónde puede conseguir un Pabst Blue Ribbon...
80
Y Abue. Abue, insistiéndole a la señora de Villiers y preguntándole a qué hora dan
a la Dra. Quinn...
Oh Dios. Dos más.
Chaz dando un paso adelante cuando el juez de paz, o quien sea que case a las
personas en Francia, pregunte si hay alguien que tiene alguna razón por la que esta
pareja no deba casarse, porque él no cree en la institución del matrimonio y es sólo
un trozo de papel...
¡Oh, Dios mío! ¡Otro en mi muñeca!
Bien. Eso es todo. Eso es todo. No voy a pensar en Chaz, o en mi boda, de nuevo.
Lo qué pasó entre Chaz y yo, ya está hecho, listo, terminado. ¿Qué sentido tendría,
de todos modos? No hay futuro para nuestra relación, incluso si tuviéramos una, ya
que él no cree en el matrimonio.
Y lo siento, llámenme una tonta ingenua, pero ¡yo sí creo! ¡Realmente lo hago!
No. Eso es todo. No voy a ver ni hablar con Chaz nunca más; es mejor así, para
evitar la tentación, excepto cuando tenga que hacerlo, porque él es el mejor amigo
de mi prometido y nuestro padrino, y se vería raro si no hablara con el padrino de
mi propia boda.
Eso es todo. Ya he terminado con Chaz.
Y terminé de pensar en mi boda. Por ahora.
Bien. Exhala.
Ahora. ¿Dónde estaba? Oh, cierto. El Bianchi. Bien.
Eso es correcto. Voy a dedicarme a mi trabajo. Eso es todo lo que tengo que hacer,
y el tiempo pasará volando tan rápido que ni siquiera me daré cuenta. Antes de
que sepa, será junio... tiempo para prepararme para el día de mi boda.
Y entonces no habrá nada que Chaz pueda decir o hacer para arruinarme el día...
para entonces todo será perfecto. Simplemente perfecto.
Exactamente de la forma en que se supone que es.
81
¿Ven? Ya me siento mejor.
Y mira eso. No hay urticaria.
¡Uf! Genial. Bien. Así que... a trabajar. ¡A TRABAJAR!
82
Historia de las Bodas
Traducido SOS por Dai
Corregido por Clau12345
odos saben que una novia tiene que usar algo viejo, algo nuevo, algo
T
prestado y algo azul.
Pero casi nadie sabe por qué. Según antiguas supersticiones, el “algo viejo”
asegura que los amigos de la novia serán fieles cuando ella los necesite después de
embarcarse en su nueva vida con su esposo y familia. El “algo nuevo” se supone
que promete el éxito en esa nueva vida. El “algo prestado” simboliza el amor de su
propia familia, que ella podrá llevar consigo cuando se vaya a vivir con la nueva
familia de su nuevo esposo. Y el “azul” simboliza la lealtad y la constancia.
La versión completa de la rima, añade que la novia también necesita “una moneda
en su zapato”.
Esto era para pagar la tarifa de un taxi a casa si las cosas salían mal.
Consejo Para Evitar Un Desastroso Día de Bodas.
¿Conoces el viejo dicho: “¿Qué sucede cuando supones? Haces un trasero de ti y
de mí”? No supongas que todos los que has invitado a la boda conocen el camino
hacia la iglesia y la recepción. Incluye un mapa bien dibujado y explícito junto con
la invitación. Confía en mí, algunos de tus invitados estarán tan borrachos —sí,
incluso antes de la ceremonia— que lo necesitarán.
DISEÑOS LIZZIE NICHOLS™
83
Capítulo 8
Traducido por Dai y Lorenaa
Corregido por Clau12345
“Para mantener vivo tu matrimonio,
Con amor en la copa nupcial,
Cuando estés equivocado, admítelo;
Cuando estés en lo cierto, cállate.”
oeta Estadounidense.
JUNIO, SEIS MESES DESPUÉS.
enemos un nuevo toldo.
—T
Eso es lo primero que dice Monsieur Henri cuando entra a la tienda.
—Bueno, por supuesto que lo tenemos —digo riendo—. Lo sabe. Su esposa ayudó
a elegirlo.
—Pero… —Monsieur Henri mira por encima de su hombro al toldo extendido
sobre la entrada del negocio—, es rosa.
Madame Henri le da a su marido un golpe fuerte en el hombro.
—No seas ignorante —le aconseja en francés—, por supuesto que es rosa. Te
enseñé las muestras. Estuviste de acuerdo en el color.
—No. —Monsieur Henri niega con la cabeza—. No ese rosa.
84
—Jean, lo hiciste —insiste Madame Henri—. Recuerda, estabas en el jardín, te llevé
las muestras, y tú dijiste que te gustaba el salmón.
—Eso no es salmón —insiste Monsieur Henri—. Eso es rosa. —Él mira hacia abajo,
luego jadea—. Dios mío. ¿La alfombra también?
—No es rosa —me apresuro a informarle—. Es rosáceo. Prácticamente beige.
—Si es de la alfombra de lo que habla ahora, dile que a los clientes les gusta —dice
Tiffany a la defensiva mientras se inclina sobre su escritorio para mirar la alfombra
nueva—. Es muy femenina.
Monsieur Henri la mira.
—¿Qué… —pregunta en inglés sonando horrorizado—, le pasó a tu cabello?
Tiffany levanta la mano para estirar su nuevo y ultra corto flequillo.
—¿Le gusta? Lo llaman el Ava. Por Ava Geck. Todos lo están usando. —Cuando ella
se dio cuenta por su expresión que claramente él no entendía una palabra de lo
que estaba diciendo, añadió—: Es todo obra de Lizzie. La civilizó totalmente. Ava
era como un animal antes de que Lizzie pusiera sus manos en ella. De verdad.
Apenas podía formular oraciones comprensibles. Y ahora casi puede recordar usar
ropa interior. Bueno, casi todos los días.
—Llévame de regreso —murmura Monsieur Henri—. Llévame de regreso a Nueva
Jersey —le dice a su esposa.
—No, Jean, no seas ridículo —dice Madame Henri, tomando el brazo de su esposo
y llevándolo a una de las sillas recién tapizadas colocadas en la barra de café.
Monsieur Henri se hunde en la suave seda rosada con un suspiro.
Él no se ha recuperado tan rápido —o tan completamente— de la operación de
bypass como cualquiera de nosotros esperaba que lo hiciera. Su recuperación
había estado plagada de complicaciones, incluyendo un doble caso de neumonía
que lo había tenido postrado en cama por varias semanas adicionales, y sólo ahora,
meses después, está haciendo sus primeros pasos para regresar al trabajo.
Pero está claro que su corazón —por parafrasear— no es el mismo.
85
—¿De dónde sacamos estás sillas? —se queja, al notar el nuevo material sobre el
que está sentado—. ¿Y qué es ese olor?
—Esas son las mismas viejas sillas que siempre hemos tenido —le expliqué—. Hice
que las re-tapizaran. Estaban manchadas y feas. Y ese olor es a tostado
colombiano. Conseguí una máquina de capuchinos para que las madres puedan
tener algo de beber mientras sus hijas se prueban…
—¿Cuánto me está costando todo esto? —se preocupa Monsieur Henri, mirando
alrededor a las nuevas paredes pintadas (también en tono rosáceo), y a las cajas
con patrones de vestidos vintages que he colgado en elaborados marcos dorados.
—No te está costando nada, viejo tacaño —le regaña Madame Henri a su marido,
empujándolo por el hombro—. Te lo dije. Gracias a Lizzie los negocios aumentaron
casi un cien por ciento desde el año pasado. ¿Recuerdas a Jill Higgins, del año
pasado? Todas esas mujeres de sociedad están enviando a sus hijas a que se
confeccionen sus vestidos en el mismo lugar que hizo los suyos tan llamativos.
¿Qué pasa contigo? ¿Ya no escuchas? ¿Olvidaron limpiar tus oídos cuando
limpiaron tus arterias?
Monsieur Henri encorvó sus hombros. Ha perdido tanto tiempo desde la cirugía
que parece una persona diferente. Ahora se parece mucho más a sus hijos
veinteañeros, siendo alto y delgado como ellos.
Pero sin embargo, a diferencia de ellos, él se ha puesto totalmente gris.
—Ya no entiendo nada —dice él con un suspiro—. Déjame ver el libro. Lizzie… sólo
dame el libro.
Sopeso la respetable agenda de Tiffany. A pesar de su insistencia por cambiar a un
sistema computarizado para tomar citas, nos hemos quedado con el viejo sistema
de la agenda de Monsieur Henri.
Y ahora estoy contenta. Soy capaz de dársela, casi arrodillándome mientras lo
hago.
—Aquí está —le digo—, todo listo para usted.
86
Monsieur Henri gruñe y empieza a hojear lo escrito en pesada letra a lápiz, y casi
tan pesadamente borrado, libro. Su esposa, mientras tanto, asiente en dirección a
la cortina que todavía separa el frente de la parte trasera (a pesar de que la cortina
ya no es negra, sino de un hermoso brocado salmón). La sigo a través de ella.
—Hola, Lizzie —dicen las dos costureras que se encuentran allí, cosiendo a mano
abalorios en la falda de organza de un strapless de encaje en línea A, desde las
sillas de la sala mientras miran una telenovela en la televisión portátil que les
compré.
—Marisol, Sylvia —digo—. Recuerdan a Madame Henri, ¿cierto?
Marisol y Sylvia sonríen y saludan con las manos. Madame Henri les regresa el
saludo.
—Así que, veo que están trabajando —dice en francés.
—Las agujas más veloces en Manhattan —contesto en su lengua materna—. Shari
da las mejores referencias de trabajo.
—Sí —dice Madame Henri—. Bueno, supongo que cuando se les da la posibilidad
de elegir entre regresar con sus esposos abusivos o trabajar para ti, estarían más
que entusiastas de ser empleadas. Pero todavía no entiendo por qué tuviste que
decirles sobre la unión. Podrías haber conseguido que trabajen mucho más barato.
Le di una mirada de desaprobación.
—Madame…
Ella se encoge de hombros.
—Sólo estoy diciendo…
Un segundo después, Tifanny se une a nosotros sin ser invitada.
—¿Cuál es su jodido problema? —pregunta Tifanny—. Está mirando el libro, mi
libro, y quejándose.
—Depresión post-operatoria —dice Madame Henri en inglés—. Lo siento, tendría
que haberles avisado antes. Él sólo tiene un caso leve… sobre todo por no poder
87
comer todo el queso que cree que debería poder, y por no poder hacer las cosas
que estaba acostumbrado a hacer sin molestias. Se aburre tanto en casa todo el
día, que pensé en traerlo a la tienda… bueno, sólo pensé que se animaría viéndola
de nuevo. Supongo que me equivoqué. Has hecho un trabajo maravilloso
administrándola mientras estuvimos fuera, Lizzie. De verdad. Por favor, no tomes
estas críticas de la forma equivocada.
Niego con la cabeza.
—No lo haré —digo—. No soy…
—El lugar luce hermoso —dice Madame Henri—. Amo las flores recién cortadas.
—Oh, hicimos un trato con la tienda de flores de esta calle —digo, acomodando un
mechón de cabello detrás de mi oreja—. Yo los recomiendo con las novias que
todavía no han elegido un florista, y ellos nos entregan arreglos florales todas las
semanas.
—Brillante —dice Madame Henri—. Y espero que estés recibiendo un descuento
para tu propia boda. Oh, pero entonces supongo que tú y Luke se casarán en
Francia…
Tiffany empieza a reírse, y luego, viendo mi ceja levantada, la convierte en una tos
discreta. Madame Henri me mira.
—Oh, no —dice—. No me digas. ¿Problemas en el paraíso?
—Por supuesto que no —digo indignada—. Estamos muy bien. Sólo hemos estado
muy ocupados, Luke con sus clases, y yo aquí en la tienda; no hemos tenido tiempo
para planear nada…
—Pero va a empezar ahora —dice Tiffany firmemente—. Especialmente desde que
con la ayuda de Marisol y Sylvia, ella está poniéndose al día con toda lo corrida de
los vestidos para la boda de junio. ¿Cierto, Lizzie?
—Um —digo, lanzándole una mirada de advertencia a Tiffany—. Cierto.
Totalmente.
88
—¿Qué es esto? —ruge Monsieur Henri desde el cuarto exterior de la tienda—.
¿Qué es esto?
—Oh, Dios —murmura Madame Henri, poniendo sus ojos en blanco—. ¿Y ahora
qué?
Nos agachamos para salir por debajo de la cortina de brocado para encontrar a
Monsieur Henri de pie, aferrando la agenda contra su pecho y luciendo furioso.
—¡Jean! —Madame Henri, poniéndose mortalmente pálida bajo su maquillaje
pulcro y de buen gusto, se apresura en llegar al lado de su esposo—. ¿Qué está
mal? ¿Es tu corazón?
—Sí, es mi corazón —chilla Monsieur Henri—. Creo que debe estar rompiéndose,
porque me siento muy traicionado. Dime que estoy viendo cosas, por favor… ¿o es
verdad que Madeimoselle Nichols ha estado usando mi negocio para vender su
propia línea de diseño de vestidos de novia?
Lo miro fijamente, mi mandíbula cae abierta. Nunca he visto a Monsieur Henri tan
molesto… y lo he visto perder la calma muchas veces con noviecillas en Long
Island, rompiendo su trabajo cuidadoso con abuso verbal.
Pero esto es algo diferente.
—S-sólo lo hice algunas veces —tartamudeo—. Para algunos clientes selectos,
después de la boda Jill Higgins. Ha generado una gran cantidad de palabras
positivas hacia la tienda en boca de la gente…
—¿Para la tienda? —repite Monsieur Henri—. ¿O para ti?
—Oh, Jean, cálmate. —Madame Henri parece molesta—. ¡Tan dramático! Deberías
estar agradecido con Madeimoselle Elizabeth, no gritarle. Si no paras las tonterías,
haré que te vayas y te sientes en el auto como solía hacer con los chicos cuando
eran más jóvenes.
—Debería regresar al auto —dice Monsieur Henri, con sus hombros volviendo a
caer—. ¿Cuál es siquiera el sentido de que esté aquí? Nadie me necesita.
Mi corazón se llena de piedad por el hombre mayor.
89
—Por supuesto que lo necesitamos, Monsieur —chillo, yendo a poner mis brazos
alrededor de él—. He estado administrando este lugar sin usted por meses. Pero
me encantaría tener un respiro. ¿Sabe que no he tenido un día libre, ni siquiera los
domingos, desde que usted tuvo el ataque al corazón?
—Sí —dice Tiffany—. Y quiere casarse este verano. Entonces, ¿qué tal darle un
tiempo de vacaciones para que pueda empezar a prepararse? Oh, sí, y también va a
necesitar tiempo libre para la luna de miel.
Le dirijo una mirada exasperada. No necesito ningún recordatorio sobre cuánto —
está bien, básicamente todo— todavía tengo que hacer para preparar mi boda.
—Es inútil —dice Monsieur Henri con un suspiro—. Ya no está allí.
Mis brazos todavía están alrededor de su cuello (mucho más delgado de lo que
solía ser). Lo miro a los ojos.
—¿Qué ya no está allí, Monsieur Henri?
—La pasión —dice con un suspiro, y arroja la agenda de regreso al escritorio de
Tiffany.
Alejo mis brazos de él y lo miro.
—Por supuesto que sí —digo con una mirada nerviosa en dirección a su esposa—.
Este es sólo su primer día de regreso. La sentirá de nuevo cuando vuelva a coger el
ritmo.
—No —dice Monsieur Henri. Su mirada se ha alejado—. Ya no me preocupan los
vestidos de novia. Ahora sólo hay una cosa por la cual me preocupo.
Su esposa mira hacia el recién pintado cielo raso.
—No de nuevo.
—¿Ah, sí? —Miro a Madame Henri—. ¿Qué es eso, Monsieur?
—Petanca —dice mientras mira con nostalgia a través de la ventana a la luz dorada
del sol poniéndose por la calle setenta y ocho.
90
—Te lo dije —espeta Madame Henri—. Eso no es una profesión, Jean. Es un
pasatiempo.
—¿Y? —Su esposo sacude la cabeza nuevamente para demandar—. ¡Tengo sesenta
y cinco! ¡Acabo de tener un bypass cuádruple! ¿No puedo jugar un poco a la
petanca si quiero?
El teléfono suena. Tiffany se levanta y ronronea:
—Chez Henri, ¿cómo puedo ayudarle? —Soy la única que la escucha agregar en
voz baja—: Sáqueme de este manicomio.
—Eso es todo. —Madame Henri se inclina y recoge su bolso Prada—. Nos vamos.
Pensé que podríamos pasar un día agradable en la ciudad, tal vez un almuerzo
encantador. Pero lo has arruinado.
—¿Yo lo he arruinado? —grita Monsieur Henri—. ¡Yo no soy el que insistió en
regresar al trabajo antes de estar emocionalmente preparado! Sabes lo que dijo mi
terapeuta físico. Un día a la vez.
—Te voy a mostrar lo que es estar emocionalmente preparado —dice Madame
Henri, sacudiendo su pequeño puño hacia él.
—Madeimoselle Elizabeth. —Monsieur Henri me da una pequeña reverencia, pero
está claro que sus pensamientos están en otro lugar… en su petanca en su jardín
en Nueva Jersey—. Recuerda… la vida es corta. Cada momento que tienes es
precioso. Atesora cada segundo. No los gastes haciendo algo que no quieres. Si ser
un restaurador certificado de vestidos de novias no es tu sueño… si diseñarlos lo
es… ve por ese sueño. La forma en que pretendo ir tras mi sueño es jugar a la
petanca cada vez que pueda.
—¡Jean! —grita Madame Henri—. ¡Te lo dije! ¡No empieces!
—¡Tú no empieces! —ruge de regreso su marido—. Madeimoselle Elizabeth…
adiós.
—Um… adiós. —Parpadeo después de ver a la pareja discutir mientras salen del
negocio, Madame Henri haciéndome movimientos con la mano, indicando que me
llamaría más tarde.
91
Tan pronto como la campana sobre la puerta deja de sonar, Tiffany cuelga el
teléfono y declara:
—¡Oh, por Dios! Pensé que nunca se irían.
—Tiff, no digas eso —digo, pero la verdad, me siento de la misma manera.
—En serio, pienso —dice Tiffany—. ¿De dónde salió ese? No es como que no
hubieras trabajado como un perro para él. ¿Y para qué? Sé cuanto haces, Lizzie
¿recuerdas? Te están robando al trabajar aquí. Definitivamente deberías renunciar y
abrir tu propio negocio.
—¿Con qué dinero lo empiezo? —Meto la mano en la mini-nevera, camuflada
como un gabinete de madera bajo la barra de café y saco una Coca-Cola
Dietética—. Además, le debo mucho a los Henri. Y él todavía no se siente bien.
Escuchaste lo que dijo su esposa.
—Bueno, si él regresa a trabajar aquí, yo renuncio —declara Tiffany—. Lo digo en
serio. No voy a quedarme aquí con ese viejo loco metiéndose en nuestro negocio.
—Tiffany —digo—. Este es su lugar. Se llama Chez Henri. Él es el propietario,
¿recuerdas?
—No me importa. —Tiffany cruza los brazos a través de su pecho—. Es un hombre.
Estropeará totalmente el ambiente que hemos establecido.
No lo quería admitir en voz alta, pero Tiffany tenía algo de razón. Quiero decir, es
una tienda de novias, después de todo. ¿Qué estaba haciendo Monsieur Henri,
quejándose tanto por un toldo salmón sin forma? Además, Madame Henri y yo
gastamos mucho tiempo y dinero en ese toldo. Se ve totalmente genial, del tipo
similar a la tienda Lulu Guinnes conoce a Fauchon. Hablando de eso… mmmm,
chocolate…
—Vamos —dice Tiffany, como siempre negándose a abandonar un tema después
de que me he cansado de él—. Sabes que tengo razón. Y, ¿qué es esa cosa de la
petanca? ¿Qué es petanca?
—Es un juego de bolos —le explico—, se le llama petanca o bolas aquí, implica una
línea de tierra y una bola pequeña de metal…
92
—¿Eso es todo? —pregunta burlonamente—. Bueno, ¿entonces porque aún está
con eso? ¿Va a empezar a vender equipamiento para la petanca aquí?
—No, estoy segura de que él…
—¿Qué vas a hacer, Lizzie? Él va a arruinar todo por lo que has trabajado tan duro.
¡Todo!
Otra cosa que Tiffany tiene tendencia a hacer es sobre dramatizar todo. Monsieur
Henri no va a arruinar nada.
Estoy bastante segura.
Afortunadamente mi teléfono suena, librándome de tener que discutir el asunto
más profundamente…. al menos con Tiffany. Veo que es Luke y lo atiendo
rápidamente. Las cosas están realmente bien con él; bueno, aparte del hecho de
que no hemos decidido fecha para la boda. O lugar. O siquiera hablar realmente
sobre ello. O en absoluto, en realidad.
Aun así, vivir en apartamentos separados está yendo realmente bien. Tenemos
nuestro propio espacio, así no nos sacamos el uno al otro de los nervios, y
apreciamos totalmente el tiempo que pasamos juntos. En consecuencia, el sexo no
podría ser mejor.
Y, está bien, él sigue sin saber de mi Spanx.
Y a lo mejor aún me niego a estar arriba cuando hacemos el amor. O me giro de
espaldas cuando estoy desnuda.
Y, sí, cada vez que Luke dice que quiere pasar la noche en su apartamento —solo—
para poder estudiar para un examen, me empiezo a convencer que debe estar
durmiendo con alguna chica de su clase.
Y, sí, cada vez que dice que tiene que pasar un sábado por la tarde estudiando en
la biblioteca, estoy segura que lo que está haciendo es viéndose con otra chica a
mis espaldas, y es lo único que puedo hacer para mantenerme lejos de
escabullirme a la NYU para espiarlo (excepto por el hecho de que no tengo carnet
para entrar a la biblioteca).
93
Pero ya sabes. A parte de eso, ¡las cosas son felicidad total!
Por supuesto, no tengo ninguna razón para sospechar esas cosas de él, llevamos
cerca de un año en nuestra relación, y aún no me puedo creer que un chico tan
maravilloso como Luke realmente quiera tener algo que ver con una neurótica
desastrosa como yo. Como Shari me remarca frecuentemente, es realmente
asombroso que una mujer con tantos conocimientos para los negocios como yo
sea tan insegura en su vida romántica como he resultado ser.
Pero yo le echo la culpa a mi obsesión al canal Lifetimes Televisión. El cual he
estado viendo mucho más ahora que vivo sola y no hay ningún hombre en la casa
que gruña cada vez que lo pongo.
—Hola —le digo a Luke ahora.
—¿Qué está mal? —pregunta él enseguida.
—¿Mal? —repito—. Nada está mal. ¿Qué te hace pensar que algo está mal?
—Porque te conozco. Y suenas como si alguien te acabara de decir que Lilly
Pulitzer ha muerto.
—Oh —digo, bajando la voz para que así Tiffany, quien está contestando una
llamada, no me escuche—. Bueno, la verdad, Monsieur Henri pasó por la tienda
hace unos minutos, y no estaba muy contento por algunos de los cambios que hice
mientras estaba enfermo. Estaba actuando de una manera… extraña.
—¿Qué? —Luke suena adorablemente indignado en mi nombre—. Has estado
trabajando partiéndote la espalda por ese tipo. ¡El lugar está haciendo el doble de
negocio gracias a ti!
Es mucho más que eso, realmente, como Madame Henri había dicho ella misma.
Pero no lo corrijo.
—Bueno —digo en su lugar—. De todas formas. Estoy segura de que todo estará
bien. Él solo se está reajustando a la vida como un paciente de bypass reciente, ya
sabes.
94
—Bueno, tiene agallas —dice Luke—. Da igual, llamo con buenas noticias. Algo que
te animará.
—¿De verdad? —No puedo pensar a qué podría referirse—. ¡Soy toda oídos!
—Hoy es mi último día de clases…
—Esas son buenas noticias —digo. ¡Ya no más irse a estudiar por su cuenta! ¡Ya no
más viajes de fin de semana a la biblioteca!
No es, por supuesto, que eso me molestara siempre (excepto por la cosa de: ¿Hay
otra mujer allí?) porque los pocos fines de semana que Luke no estaba estudiando,
yo había estado trabajando en los diseños de novias. De hecho, de alguna forma
estaba contenta de que él estuviese ocupado con su trabajo escolar. ¿Qué tipo de
hombre quiere escuchar: “Oh, no puedo, cariño. Tengo que terminar este escote de
sirena para el lunes”, cada vez que le pidiera a su prometida salir el fin de semana?
Afortunadamente, eso nunca fue un problema entre Luke y yo. Porque él nunca me
pidió salir el fin de semana. Porque siempre estaba demasiado ocupado.
—Y había pensado en llevarte fuera para celebrarlo —continúa él—. A algún lugar
fuera de la ciudad. Hemos pasado tanto tiempo comiendo comida para llevar, que
ya no creo que pueda soportarlo.
—Eso suena divertido —digo entusiasmada—. Puedo tomar el metro y
encontrarme contigo.
—Eso es lo que estaba pensando —dice Luke—. Nos podemos encontrar en casa
de Chaz.
Mi corazón se hunde inmediatamente. Eso no es lo que tenía en mente.
—¿Chaz? —digo—. ¿En serio? ¿Has invitado a Chaz también?
Encajo mi mandíbula. La verdad es, que no estoy exactamente emocionada ante la
perspectiva de ver a Chaz. No es, por supuesto, que vaya a haber ninguna
repetición de lo que pasó en el asiento trasero del taxi en el camino de vuelta a
casa desde la boda de Jill Higgins. Chaz no ha hecho ninguna observación más
como la que hizo aquella noche en el bar de deportes hace mucho tiempo. No, él
95
ha sido el perfecto caballero. La teoría de Abue, Tiffany y Monique —que él está
enamorado de mí— ha resultado ser totalmente falsa. Porque si Chaz estuviese
enamorado de mí, bueno, ha tenido muchas oportunidades para actuar en ese
impulso.
Y nunca lo hizo. Ni una vez.
Pero eso no significa que lo quiera tener alrededor en una de las últimas noches
que tengo a Luke para mí sola antes de que se vaya a Francia durante tres meses.
Pero no menciono eso. Porque la última cosa que voy a hacer es tratar de meterme
entre mi novio y su mejor amigo. Por lo que sé de todas las revistas de mujeres que
he leído ese es el mayor no-no.
—Bueno, es una de las últimas oportunidades que tendré para verlo —dice Luke—,
antes de que me vaya a París por el verano. No pensé que te importaría. No te
importa, ¿verdad? Y pensé que sería una buena oportunidad para que nosotros
conozcamos a su nueva novia.
Mi mandíbula cae abierta. Casi literalmente. Del tipo de que la tengo que levantar
de nuevo con mi mano antes de ser capaz de hablar otra vez.
—¿Su… su qué?
—Lo sé —dice Luke con una sonrisa—. ¿Puedes creerlo? Y nosotros pensando que
nunca volvería a aprender a amar después de Shari.
Estoy totalmente segura de que no he escuchado a Luke bien. Pregunto, pegando
un dedo a mi oído:
—¿Cuándo…. cuándo ha pasado esto?
—Oh, no lo sé. Aparentemente se han estado viendo por un tiempo, pero lo han
mantenido en silencio porque ella está haciendo las prácticas en el departamento
de filosofía, y él es sólo el asistente del profesor, y técnicamente un estudiante;
incluso si es un estudiante de grado, así que es algo del tipo clandestino. Y ya
sabes que Chaz no es exactamente del tipo de besar y contarlo. Su nombre es
Valencia algo. Lo he olvidado. Pero supongo que es un verdadero golpe de gracia.
Y una cerebrito. Bueno, tiene que serlo, para que le guste a Chaz.
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La odio. Lo hago. Ya la odio.
También siento una urgencia extrema de apuñalarme con algo. Hay un par de
tijeras de modista tiradas cerca. Pienso en metérmelas hasta el corazón. Luego
pienso en metérselas a Valencia en el corazón. En verdad, decido, que eso será
mucho mejor para todos. Para mí. Para el mundo. Para Valencia. Cualquiera con un
nombre como Valencia, que hace prácticas en el departamento de filosofía de la
mejor universidad privada, merece tener unas tijeras de modista hundidas en el
corazón. ¿Cierto?
—Así que —continúa Luke—. ¿Qué dices? ¿Cena? ¿Los cuatro?
—Genial —digo—. Suena genial. —No menciono que voy a llevar las tijeras de
modista. Porque no voy a hacerlo. No de verdad. Tampoco menciono que
nosotros; Luke y yo, quiero decir, nunca hemos, ni una vez, salido a cenar como
una pareja con mi mejor amiga y su novia. No es que Luke se negaría, estoy segura.
Es simplemente que Shari nunca ha expresado el más mínimo interés en hacerlo.
Desearía que de algún modo lo hiciera. Pero sus invitaciones siempre son
expresamente para mí, y solo yo. Luke nunca está incluido.
Lo que no es muy sorprendente, considerando cuántas horas pasé sobre el sofá de
ella y Pat, llorando por él.
Valencia. ¿No es eso un tipo de naranja? En serio. Estoy casi segura de que lo es.
—¡Genial! —dice Luke—. Entonces haré las reservas para Spotted Pig a las ocho y
media. Les dije que nos encontraríamos en casa de Chaz, luego tomaríamos un taxi
hacia West Village juntos. ¿Suena bien?
—Claro —digo. ¡The Spotted Pig! ¡Es uno de los restaurantes de moda en el
Village! Debería estar emocionada. Debería estar preguntándome qué voy a usar.
En vez de eso, estoy preguntándome qué usará Valencia. ¿Es más guapa que yo?
¿Por qué siquiera me importa? Yo no salgo con Chaz. ¿Cómo puede Chaz empezar
a salir con alguien que ni siquiera conozco? ¿Está enamorado de ella? ¿Se va a
casar con ella? No, por supuesto que no, Chaz no cree en el matrimonio—. Nos
vemos donde Chaz.
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Quizás Valencia lo haga creer en el matrimonio. Con ella. Alguien con el nombre de
Valencia puede ser capaz de eso.
Una cerebrito. Por supuesto. Él saldría con una cerebrito.
—Bien —dice Luke—. Te amo.
—Te amo —digo y cuelgo.
—Entonces. —Tiffany había terminado su propia conversación telefónica y está
observándome totalmente, sus ojos ampliados como los de un gato—. Yendo a lo
de Chaz, ¿eh?
Ignoro su intento de carnada.
—¿Con quién estabas al teléfono ahora mismo?
Tiffany sonríe.
—¿Con quién crees?
Amplio mis propios ojos.
—¿Ava? Pensé que habíamos terminado. Pensé que a ella le gustaba. Debería estar
de camino a Grecia ahora. ¿Qué podría querer?
—No lo sé —dice Tiffany—. No quería decírmelo. Dijo que solo te lo diría a ti. Que
volvería a llamar.
—Genial —digo. Con tono sarcástico. No estoy buscando oír hablar de Ava Geck.
Mi relación con la heredera ha mejorado mucho después de nuestro primer
encuentro; ya no mastica chicle constantemente en mi presencia y ha recordado
constantemente usar ropa interior en nuestras últimas reuniones. Y parece tener
beneficios de nuestra —quiero decir de la tienda— tutela de otras maneras
también, desde que abandonó sus extensiones rubias teñidas en favor de un corte
halagador y había empezado a vestirse menos como una prostituta.
Pero aún había algunas especulaciones acerca de dónde se iba a llevar a cabo
realmente o no su boda con el príncipe Aleksandros. Las probabilidades en las
Vegas eran de veinticinco a una a que se cancelará.
98
Yo personalmente pienso que los dos van a estar bien.
Así que el hecho de que había hecho una llamada de último momento estaba
volviéndome loca. Solo un poco.
Sin embargo, no más que el hecho de que Chaz tuviera una novia que se llamaba
Valencia. Una novia que se llamaba Valencia y quien estaba de prácticas.
Aun así, Ava tiene mi teléfono personal. Llamará si necesita algo.
—Entonces —dice Tiffany—. ¿Otra noche de romance contigo, el Chico Amante, y
el mejor amigo del Chico Amante? Oye, entonces, ¿qué va a pasar —pregunta
Tiffany—, cuando el Chico Amante se dirija a Francia, dejándolos a ti y al mejor
amigo solos en la gran y solitaria ciudad durante todo el largo verano caluroso?
—Nada —le digo, inclinándome para tomar dos Coca-Cola Dietética más de la
mini-nevera para Sylvia y Marisol—. Como sabes perfectamente bien. Chaz y yo
solo somos amigos.
—Correcto. —Se burla Tiffany—. Les doy tres semanas después de que Luke se
vaya para alborotar las sábanas.
—Correcto —digo—. ¿Tienes tiempo de sábanas esta semana? Porque yo tengo
que hacer la nómina.
—Oooh —dice Tiffany, alcanzando el teléfono—. Haz que sean tres días. Estoy
llamando a Mo. Apuesto a que ella querrá meter dinero en esto.
—No te molestes —le digo—. Chaz tiene novia. Se llama Valencia.
Tiffany entrecierra los ojos.
—¿No es eso un tipo de naranja?
—Tiene un doctorado en filosofía, y está haciendo las prácticas.
Tiffany resopla.
—¿Y? ¿Le está haciendo reír?
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—¡Tiffany! —Estoy prácticamente gritando—. ¿Qué importa eso? ¿Estás siquiera
escuchándome? ¡Él tiene novia! ¡Yo estoy comprometida! ¡Comprometida con su
mejor amigo!
—Al que ni siquiera quieres —dice Tiffany.
Salgo de la sala sin decir otra palabra. No tengo necesidad de escuchar esto. Sé —
incluso si Tiffany no— la verdad. Amo a mi prometido, y él me ama a mí. Claro,
puede que aún no hayamos fijado la fecha, y sí, está bien, él no lo saca nunca en
conversación desde Año Nuevo, cuando llamamos a nuestras familias para
decírselo.
Y sí, cuando pienso en eso, aún tengo esta sensación de opresión en el pecho y me
da urticaria.
Pero todas las futuras novias están con los nervios de punta. Miren a Ava Geck, está
de camino a casarse con su príncipe, y llamándome, a su diseñadora del vestido de
novia, ¡desde su avión privado destino a Grecia! ¡Es natural! ¡No significa que estés
con el chico equivocado! No significa nada en absoluto.
Especialmente, cuando el chico que todo el mundo te ha estado diciendo durante
meses que es el correcto, ni siquiera cree en el matrimonio en primer lugar. Si ese
no es el Señor Incorrecto, no sé quién es.
100
Historia de las Bodas
Traducido por Paaau
Corregido por Clau12345
as bodas en los tiempos de la Colonia estaban repletas de costumbres, de
L
las cuales ninguna incluía un anillo de compromiso. Unos cuántos intentos
de “atar el nudo” eran literales: El hombre presentaría sus intenciones con un
pañuelo, en el que ataría varias monedas. Si la mujer desataba el nudo, era visto
como su bendición para ser atrapada. Las amonestaciones —una petición para
casarse que estaba impresa y puesta en una iglesia o en un centro de reuniones,
para que así cualquiera con una objeción tuviese tiempo de decir algo— eran
publicadas, y la pareja tendría que casarse en pocos días. La mujer que esperaba a
casarse después de los catorce años, eran consideradas como novias viejas.
Pero ya que la mayoría de ellas sólo vivía hasta los treinta y cinco años, no era tan
sorprendente.
Consejo Para Evitar Un Desastroso Día de Bodas.
Quieres que los invitados de tu boda se levanten a la pista de baile. ¡Pero sólo
están sentados ahí! Quizás es porque tu DJ no está tocando lo que ellos quieren
escuchar. Asegúrate de que tu DJ tenga las siguientes canciones en su lista, las que
están científicamente probadas de ser irresistibles incluso para los asistentes más
aburridos:
1. Abba — “Dancing Queen”
2. Prince — “1999”
3. Gloria Gaynor — “I Will Survive”
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4. Dexy’s Midnight Runners — “Come on Eileen”
5. Madonna — “Holiday”
6. Deee-Lite — “Groove Is in the Heart”
7. Kanye West — “Gold Digger”
8. The Weather Girls — “It’s Raining Men”
9. The B-52’s — “Love Shack”
10. Village People — “YMCA”
DISEÑOS LIZZIE NICHOLS™
102
Capítulo 9
Traducido por Carmen170796 y Dai
Corregido por Clau12345
“Cuando conozcas a alguien que puede cocinar y hacer quehaceres domésticos; no
dudes ni un minuto: Cásate con él.”
DESCONOCIDO.
haz está retrasado. También, de hecho, Luke. He tocado el timbre del
C
apartamento de Chaz, pero nadie ha contestado. Estoy sentada en el
pórtico delantero de su edificio, habiendo cuidadosamente extendido un
pañuelo de mi bolso en el escalón para no ensuciar mi falda. Y sí, yo sí llevo
conmigo pañuelos. Esta ciudad es sucia y nunca sabes cuándo necesitaras uno.
Y estoy esperando.
Es una hermosa tarde, así que esperar en un pórtico en East Village no es tan malo.
Hay un montón de personas afuera; algunos yendo de casa al trabajo a la carrera,
otros paseando después de una merienda, otros solo vagando sin ningún
propósito. Algunos de ellos me saludan con una sonrisa o asentimiento de cabeza,
pero muchos pasan sin hacer contacto visual, como muchos Neoyorquinos,
temerosos de que si los miras a la cara, les pedirás dinero. (¿Sin embargo luzco
como un vagabundo? Este es un genuino vestido Hawaiano 1950 de Alfred
Shaheen con una blusa atada al cuello con una falda con crinolina. ¿Una
vagabunda realmente estaría usando eso? Estoy llevando una cartera Halston estilo
vintage y también zapatillas con plataforma. Sin ofender, pero me veo demasiado
bien para ser una vagabunda).
Un grupo de niños han empezado un ruidoso juego de hockey con pelota, justo en
el medio de la calle, gritando: “Auto” cada vez que un taxi da la vuelta en la
103
esquina. Desde una ventana unos pocos pisos arriba, escucho una ópera siendo
denigrada.
Y no puedo evitar pensar que, a pesar de Valencia o como sea que se llame… amo
a New York.
Lo hago.
No siempre lo hice. Fue gris por un tiempo. No pensé que lo lograría en este lugar,
pensé que, como Katty Pennebaker de mi ciudad natal, tendría que escabullirme de
vuelta a Ann Arbor y terminaría casándome con mi novio de secundaria (excepto
que es gay) y comprando en Kroger Sav-On con un par de niños mocosos.
No es que ese sea el peor destino que le pueda ocurrir a una chica. Es un destino
perfectamente bueno, en realidad.
Excepto que la última vez que vi a Kathy, ella estaba comprando mucha más
medicina para el resfriado de lo que creo que cualquiera necesitaría para uso
normal y diario.
Pero sí lo logré en la gran ciudad. Al menos casi. Oh, seguro, no puedo permitirme
cenar afuera todas las noches, y tuve que tomar el tren 6 para llegar aquí, no un
taxi.
Y no tengo una casa de verano en los Hamptons como muchas solitarias
Neoyorquinas de mi edad, y no tengo ni un solo artículo Prada.
Pero algún día lo haré (bueno, tal vez no la cosa de los Hamptons, porque vi lo que
hacen ahí en MTV, y lanzar abundantes cantidades de Bacardi y Coca Cola y dormir
con un chico diferente cada semana no es para mí. ¿Y quién necesita Prada cuando
puedes tener Lilly Pulitzer?) Pero sí me refiero a lo del taxi y comer afuera. ¡Tendré
pollo moo shu cada noche! ¡Y tomaré taxis para todos lados!
Hasta entonces, me va bien. Y amo estar aquí. Realmente lo hago. Y nunca, jamás
quiero irme.
Y luego repentinamente tres de los chicos del juego de hockey con pelota
empiezan a discutir y un niño mucho más pequeño trata de intervenir y uno de los
104
niños más grandes dice―: Aguántatelo, enano ―y empuja al niño más pequeño,
haciéndolo caerse y gritó indignadamente, poniéndome de pie de un salto―: ¡Oye!
―Quédese fuera de esto, señora ―dice Enano, saltando, como un trompo―.
Puedo manejar esto.
Y él irrumpe de nuevo en la discusión que sus amigos están teniendo, solo para ser
derribado de nuevo.
―Oye ―digo, bajando del peldaño―. ¡Si ustedes no pueden jugar juntos
amigablemente, voy a ir a traer a sus madres!
―Y te apuñalarían ―me informa la voz de un hombre―. No los niños. Las madres.
Me doy la vuelta y mi corazón cae en picada dentro de mi pecho.
Pero no es Luke. No es mi prometido, parado ahí en los últimos rayos dorados de
la puesta de sol, viéndose increíblemente atractivo en un traje gris y corbata
amarrilla.
Es su mejor amigo.
Chaz es el que acaba de hacer que mi corazón haga volteretas. Ni siquiera voy a
tratar de descifrar de qué se trataba todo eso.
Estoy tan nerviosa, que digo la primera cosa que se me viene a la cabeza.
―¿Por qué estás tan elegante? —pregunto, mi voz ronca. No sé porque sueno tan
hosca. No es su culpa que mi corazón reaccione de esa manera al verlo sin su gorra
de béisbol.
Pero estoy tan sorprendida por mi reacción física a la manera que él luce, que no
puedo evitar sonar como un niño de doce años pasando por la pubertad.
—La fiesta del departamento —dice él mientras mete la mano en su bolsillo y saca
sus llaves. Su cabello oscuro (necesita un corte, como siempre) cae sobre sus ojos.
Tomo ventaja de que no puede verme para asimilar más detalles sobre él… el
hecho que está usando zapatos de vestir (cuero italiano, por cómo se ven, de
quinientos dólares, al menos) y que el traje está exquisita y costosamente cortado,
enmarcando perfectamente sus anchos hombros. Él luce totalmente fuera de lugar
105
en su calle, la cual incluye un deteriorado lugar de apuestas fuera del hipódromo,
un restaurante de fideos japonés, y una taberna al lado. ¿Él parado ahí en un traje
así? Es como si James Bond estacionara de repente en un callejón suburbano.
—Lamento la demora —dice, levantando la mirada. Alejo la mirada al segundo que
la suya se encuentra con la mía y siento como mis mejillas empiezan a quemar.
Espero que no lo note—. No has estado esperando por mucho, ¿cierto?
—No. —Miento apresuradamente—. Para nada.
Oh Dios. ¿Qué está mal conmigo?
—Bueno, al menos no está lloviendo —dice Chaz—. Vamos adentro y déjame
invitarte una bebida.
Él abre la puerta exterior del vestíbulo de su edificio, y lo sigo mientras se detiene
para abrir su buzón y recoger su correo. Es raro, pero me estoy sintiendo
extrañamente tímida. No estoy segura si es el incidente de las volteretas, el hecho
de que sé sobre Valencia, o que Chaz luce tan diferente a sí mismo, pero me siento
casi como si estuviera con un extraño, y no con un chico que he conocido desde mi
primer día en la universidad, que solía hacerme reír tan fuerte sobre mi Cap’n
Crunch en la cafetería McCracken Hall, que hacía salir leche de mi nariz.
—Entonces, ¿qué está pasando contigo? —quiere saber Chaz mientras sube las
escaleras hacia el apartamento que solía compartir con Shari, y donde ahora vive
solo—. Parece como que esta es la primera vez que te he visto en años sin el viejo
balón y la cadena a cuestas.
Porque he estado diligentemente evitando verlo sin la presencia de Luke para que
me proteja, para evitar exactamente lo que acaba de pasar… toda esa cosa rara del
corazón dando volteretas.
Sólo que no digo esto en voz alta, por supuesto.
—Oh —digo con ligereza. El pasillo de su edificio tiene, en todo caso, un aspecto
más industrial y deprimente que el mío. Aunque por lo menos soy la única que usa
el mío, por lo tanto no está lleno de menús de comida china y diarios
106
alternativos—. Bueno, he estado realmente ocupada. Trabajando. Esta es mi
temporada alta, así que las cosas han sido una locura.
—Imagino —dice Chaz. Hemos llegado a la puerta de su desarreglada habitación
con el piso inclinado (si puedes llamar a un nicho una habitación) y está sacando
las trabas—. Según Luke, trabajas más que cualquier otra mujer en Manhattan. Dice
que ya casi nunca te ve. Lo que con la planificación de tu propia boda y todo,
debes estar más ocupada que nunca.
¿Dónde, me pregunto, está Valencia? ¿La encontraremos en el restaurante? ¿O
vendrá aquí, al apartamento? Quiero preguntar, pero al mismo tiempo, no quiero
tocar el tema. No puedo verme mencionando el nombre. Valencia. Dios. La odio.
—Esa soy yo —digo en cambio—. Ocupada. Ocupada. —Dejo salir una risa que
suena no muy diferente al relinche de un poni.
Chaz se pausa.
—Discúlpame —dice—, pero, ¿acabas de relinchar?
—No —digo rápidamente.
—Culpa mía —dice y regresa a seguir sacando las trabas.
Finalmente abre la puerta y lo sigo al interior, complacida por la ráfaga de aire
fresco que me recibe desde sus varias ventanas. A diferencia del apartamento de la
madre de Luke, que tomó una especie de fetidez cuando me mudé (la Sra. De
Villiers eventualmente empezó a enviar a una agencia de limpieza, después de que
una visita semanal a la ciudad probó que no se podía confiar la responsabilidad de
lavar los platos o limpiar el baño en su hijo), Chaz es súper limpio… excepto por las
pilas de libros y papeles amontonados en todos lados.
Pero al menos son pilas muy ordenadas.
—Entonces, ¿qué tomarás? —pregunta Chaz, yendo a la cocina comedor (una
rareza en Manhattan; aparentemente compensa que uno de los dormitorios no sea
más grande que un armario) y abre el refrigerador—. Tengo de todo: cerveza, vino,
soda, vodka, ginebra, jugo… ¿qué prefieres?
107
—¿Qué tomarás tú? —pregunto, apoyando mi codo contra un mueble, donde se
balanceaban varias pilas de libros de la biblioteca.
Agarra una Corona 9 de un paquete de seis en el estante inferior y me mira
inquisitivamente. Sacudo la cabeza y digo—: Vino blanco estaría bien.
—En camino —dice, y saca una botella de Pinot Grigio del interior de la puerta del
refrigerador. Ya está destapada. Probablemente es lo que bebe Valencia. Esa perra.
Él sólo tiene que sacar el corcho y servir—. He estado queriendo preguntarte: ¿qué
le hiciste a Ava Geck?
Agarro la copa que me ofrece.
—¿A qué te refieres? No le hice nada.
—Sí, lo hiciste. Dejó de ser una zorra. No ha estado en la portada del Us Weekly
con un gran “censurado por Us” sobre su entrepierna en meses.
Sonrío y tomo un sorbo de vino.
—Oh —digo—. Eso.
—Sí. —Chaz, para mi sorpresa, pone un vaso de hielo al lado de mi codo. Para
acompañar al vino.
Recuerda. Él recuerda que me gusta el vino blanco con un poco de hielo.
Sin embargo, me digo a mí misma que eso no significa nada. Sólo porque Luke
nunca recuerda y Chaz sí, no significa nada. Es el anillo de Luke el que estoy
usando en el tercer dedo de mi mano izquierda, no el de Chaz.
Porque Chaz ni siquiera cree en anillos de compromiso. O en bodas.
—Entonces, ¿qué le hiciste? —pregunta Chaz—. Es aburrida ahora.
—No es aburrida —digo. Intento seguir hablando con voz normal así no se dará
cuenta cuán desconcertada estoy por el hielo—. Es elegante. Está actuando de la
forma en que alguien que está a punto de casarse con un príncipe debería actuar.
Estoy segura de que los padres de él están contentos.
9
Corona: Tipo de cerveza.
108
—Podrían estarlo —dice Chaz—; pero millones de suscriptores de la Us Weekly,
como yo, no lo estamos. De todos modos, ¿cómo lo hiciste?
—Simplemente le sugerí que sería lo mejor para ella no ser fotografiada subiendo
y bajando de autos y botes con sus piernas completamente separadas —digo.
—Como dije. —Chaz se encoje de hombros—. Aburrido. Les has robado
personalmente a miles, tal vez millones, de adolescentes que pasan su tiempo
buscando en internet atisbos de la “brasilera” de Ava Geck la única oportunidad de
ver uno. Puedo decir, en nombre de ellos, un colectivo “gracias” sarcástico. Muchas.
Inclino mi copa en su dirección.
—De nada. Pueden aprender sobre depilación femenina mirando las Playboys de
sus papás, de la forma en que el resto de nosotros lo hicimos.
—Oooh —dice Chaz, saliendo de la cocina y entrando a la sala, luego hundiéndose
en uno de los sofás dorados, los cuales quedaron después de una remodelación en
los estudios jurídicos de su papá—. ¿Es así como lo descubriste? Esto se está
poniendo interesante. Cuéntame. ¿Cómo fue para ti? ¿Shari y tú solían mirar juntas
las Playboys de sus padres?
Me rio. Irritante como es a veces, Chaz puede ser realmente divertido.
—Hablando de Shari —digo, uniéndome a él en uno de los sillones a juego—.
¿Qué pasa contigo? Escuché que estabas… —Aquí va. Tomo un largo y fortificante
trago de vino, esperando que evite que tartamudee—… viendo a alguien.
—Las noticias viajan rápido —dice Chaz—. Sí, lo estoy. Una mujer de mi
departamento, Valencia Delgado. Ella se reunirá con nosotros en el restaurante esta
noche. Creo que te gustará.
Un, no, no lo hará.
¿De dónde viene este sentimiento? ¿Del mismo lugar del que vienen las volteretas?
¿Qué me está pasando? ¿Cómo pude haber estado tan bien durante tanto tiempo
—seis meses— sólo para empezar a desmoronarme ahora, tan cerca de la línea
final… o cuál sería la línea final, el hecho de que Luke y yo alguna vez en verdad
nos decidiéramos a hacer los planes de boda? ¿Por qué me estoy volviendo loca
109
por esta Valencia Delgado? Sólo porque seguro es hermosa y culta. Para nada
como yo. El último libro que leí fue… ¡Dios! Una novela de Agatha Christie que
alguien dejó en la tienda. ¿Qué vería alguien que está cursando su doctorado en
filosofía en una chica como yo?
Pero espera… ¿qué importa eso? No estoy saliendo con Chaz. ¡Ni siquiera es mi
tipo! Mi tipo es el que realmente cree en el matrimonio.
—Vaya ―digo, tratando de sonar despreocupada aunque la verdad es que estoy
siendo consumida por una angustia desgarradora por conocer a esta mujer. Lo cual
ni siquiera tiene sentido—. Eso es tan genial. Me alegro de que ya no estés molesto
por lo que pasó con Shari…
—En realidad —dice Chaz—, Shari y yo estamos bien ahora. Almorzamos el otro
día…
—Espera. —Estoy tan asombrada que lo interrumpo completamente—. ¿Shari y tú
almorzaron el otro día?
—Sí, y su amiga, Pat —dice. Levanta el brazo y desata su corbata. Su adorable
corbata de seda amarilla, la que prácticamente hizo que mi corazón se detuviera—.
Lo siento —dice cuando nota la dirección de mi mirada—, pero esto me está
volviendo loco. Tengo que cambiarme a ropa auténtica, ¿te importa?
Sacudo mi cabeza.
—Adelante —digo. Luego, mientras desaparece por el pasillo, lo llamo, porque no
puedo soportar no saber más—. ¿Almorzaste con tu ex novia y su nueva novia?
—Sí. —La voz amortiguada de Chaz flota hacia mí desde su dormitorio—. Sólo que
Pat no es realmente la nueva novia de Shari, ¿o sí? Han estado juntas, como medio
año. O más, en realidad.
Estoy teniendo problemas para asimilar todo esto. Coloco un poco de hielo dentro
de mi vino y miro la pila de papeles sobre la mesa ratona delante de mí.
—Entonces, ustedes son como… ¿amigos ahora? —pregunto.
110
—Siempre fuimos amigos —me responde Chaz—. Sólo tuvimos un período en el
que no hablábamos tanto como antes. Y, por supuesto, ya no teníamos sexo. Así
que de todas formas —dice Chaz, regresando al salón. Se puso un par de jeans y
una camiseta de los Wolverines de la Universidad de Michigan. Una de sus varias
gorras de béisbol está de regreso en su lugar habitual. Sé que debería sentirme
aliviada de que se haya quitado la ropa elegante y que hace palpitar a mi corazón,
pero extrañamente, todo lo que siento es confusión.
Esto es principalmente porque para mí se ve tan bien con su gorra de béisbol
como en su traje.
—Ella parece bien —sigue Chaz—, quiero decir, Shari. Y Pat es agradable. Para
alguien que claramente me considera uno de los opresores hetero masculino.
—Entonces —digo, incapaz de detenerme. Lo intento. De verdad lo hago. Pero
antes de poder cerrar mi boca, las palabras salen de ella… palabras por las que
daría lo que fuera para que regresen al interior—. Sé que no es asunto mío, pero
me preguntaba si le habías contado a Valencia tu opinión sobre todo lo del
matrimonio…
—Lizzie.
No es bueno. Como siempre, las palabras salieron de mí, como el agua de una
fuente. Y nada puede detenerlas, ni siquiera yo.
—Porque de verdad no es una buena idea darle falsas esperanzas —digo a la
ligera—. Sabes, sólo te estoy advirtiendo por tu propio bien. Me imagino a una
experimentada profesora de filosofía despreciada no es un buen…
—Lizzie.
Por primera vez en mi vida, algo en otra voz humana causa realmente que la mía se
apague. Cierro mi boca y lo miro. Sus ojos, por alguna razón, parecen más azules
de lo normal. Su mirada resplandece en la mía desde donde está de pie,
mirándome desde detrás del mueble.
111
―¿Qué? —pregunto, mi garganta repentinamente seca. Me doy cuenta, por la
intensidad de su mirada, que de alguna forma hemos pasado de una conversación
corriente (o, en mi caso, de todos modos, sin sentido) a algo mucho más serio.
E, increíblemente, siento el rubor extenderse hacia mi cuero cabelludo, mis mejillas
ardiendo tan calientes como lo había estado el asfalto antes cuando Chaz había
venido caminando.
Parece que cualquier cosa podría ser sacada a relucir en semejante momento. El
hecho de que los últimos seis meses apenas hablamos… excepto, cortésmente y
siempre en presencia de otra persona (Luke).
O el hecho de que hace seis meses, teníamos nuestras lenguas en la garganta del
otro.
¿Va a sacar a relucir una de esas cosas? Si es así, ¿cuál? No estoy segura de cuál
temo más: el hecho de que he estado tratando con tanto ahínco no estar a solas
con él para así no poder repetir lo que había pasado en la Víspera de Año Nuevo…
o discutir lo que realmente sucedió en la Víspera de Año Nuevo…
¿Y si sale de detrás del mueble y trata de recrear lo que pasó en la Víspera de Año
Nuevo? ¿Trataré de detenerlo?
Espera. Por supuesto que sí, ¿o no?
¡Sí! ¡Sí, por supuesto que lo haré! ¡Estoy comprometida! ¡Con su mejor amigo!
Excepto que… sus ojos son tan azules ahora… siento que podría nadar en ellos…
—Juré que no iba a preguntar esto —dice Chaz.
Trago. Oh, Dios. Aquí está. Intento no recordar las volteretas que dio mi corazón
cuando lo vi venir hacia mí por la calle. Juro que ni siquiera sé por qué había sido.
No estoy enamorada de Chaz. No estoy enamorada de Chaz.
—¿Estás…?
Entonces, salto cuando suena el timbre de la puerta principal de Chaz.
112
Mis hombros, que había tensado con nerviosismo, se relajaron. Fuera lo que fuera
que iba a preguntarme, evidentemente decidió renunciar ya que dijo:
—Huh, hablando del diablo.
Y sale al pasillo para traer a Luke sin otra palabra.
Me doy cuenta de que había estado apretando los cojines del sofá. Lentamente,
libero mis dedos… así como el aliento que había estado conteniendo. Estoy sudada,
como si hubiera corrido un kilómetro y medio.
No es como si alguna vez haya corrido un kilómetro y medio. Pero como si lo
hubiera hecho.
¿Qué está pasando? ¿Por qué soy tal manojo de nervios? Esta es una cena con mi
novio y su mejor amigo.
Y la nueva novia de su mejor amigo, la mujer a la que voy a asesinar. Nada de qué
preocuparse. ¿Qué me está pasando?
¿Y cuándo terminará esta noche, así puedo ir a casa y suicidarme?
113
Historia de las Bodas
Traducido por Kimikon
Corregido por Vannia
as bodas en el lado más oeste de la América postcolonial, eran menos
L
ceremoniosas y más fiesteras. Fue en esa época en que el shivaree, o
charivari, se volvió popular, una tradición basada en una antigua costumbre
francesa que incluía que los invitados de la boda se reunieran bajo la ventana del
cuarto de la novia y el novio en la primera noche de su luna de miel y golpearan
ollas y cantaran en estado de ebriedad, supuestamente para ahuyentar a los malos
espíritus… pero principalmente era con la intención de obligar al novio a arrojarles
dinero para hacerlos desaparecer.
De vez en cuando las festividades alcanzaban tal nivel de excitación, que el novio
era sacado por la ventana, y la novia era obligada a pagar un rescate si es que
realmente quería disfrutar de su luna de miel en compañía de su nuevo esposo.
No lo llamaban el Salvaje Oeste por nada.
Consejo Para Evitar Un Desastroso Día de Bodas.
¿Necesitas una organizadora de bodas? Si bien por lo general pueden hacerte
ahorrar un montón al conseguirte descuentos, no toda novia necesita una. Si estás
planeando una gran boda, tienes un trabajo demandante, o no tienes una mamá o
una hermana a la que delegarle las muchas tareas involucradas en planear tu boda
de ensueño, entonces contratar a una organizadora de bodas tiene sentido. Busca
una que organice bodas a tiempo completo, que tenga seguro y buenas
referencias, y asegúrate de preguntar cuánto cobra (por hora, cuota fija o un
porcentaje de tu presupuesto para la boda).
114
Tu organizadora de bodas no se supone que sea tu mejor amiga… pero podría
salvar tu cordura… ¡por no mencionar tu vida!
DISEÑOS LIZZIE NICHOLS™
115
Capítulo 10
Traducido por Kimikon
Corregido por Vannia
“Un matrimonio exitoso requiere enamorarse varias veces, siempre de la misma
persona.”
GERMAINE GREER (n.1939–). Escritora Feminista Australiana.
stoy teniendo un mal rato imaginando a Jim Halpert de The Office10 cenando
E
en el Spotted Pig, lo que supuestamente él hizo una vez en una cita con
Karen. Sé que sólo es un programa de televisión, y es ficción y eso, pero este
lugar es súper moderno, y parte de lo que hace a ese programa tan entrañable es
que todos en él están tan trágicamente fuera de moda.
Pero hay personas aquí con la clase de lentes que sólo se usan en países
escandinavos, y hay brazos llenos de tatuajes, y escuché a un tipo en el bar
diciéndole a otro tipo que acababa de conseguir una admisión tardía para la
Facultad de Derecho de Harvard, y vi a una chica levantándose la falda para
mostrarles a sus amigos su nueva tanga. Además todo mundo está parado afuera
con
sus
pantalones
camuflados
estilo
militar,
con
sus
cuidadosamente
desordenados cabellos —que en realidad están cargados de productos— y
revisando también sus correos electrónicos desde sus BlackBerries.
—¿Por qué estamos aquí de nuevo? —continúa preguntando Chaz. Conseguimos
una mesa sólo porque alguien que Luke conoce de una de sus clases (una chica,
Sophie) conoce al tipo que está acomodando a las personas esta noche.
—Se supone que debe ser bueno —dice Luke entusiasmadamente—. Oh, mira.
Mollejas.
10
The Office: Serie de televisión de comedia estadounidense.
116
—Esas son tripas —dice Chaz—. Tuve que estar de pie afuera por una hora para
sentarme en un banco de una diminuta mesa en un lugar en donde van a servirme
tripas. Pudimos haber ido al lugar polaco que está en mi vecindario y conseguir
tripas por cinco dólares y sin tener que esperar. Y podría estar sentado en una silla
y no en un banco.
—Pero entonces no habrías visto la tanga de esa chica —señala Valencia
alegremente.
—Cierto —concuerda Chaz.
Le lanzo a Valencia una mirada asesina. No es su culpa, claro, que sea tan perfecta:
alta, delgada y con un perfecto cabello negro lacio que sujetó con un clásico
pasador plateado, un encantador complemento para su vestido rojo sin mangas.
Ella no puede evitar ser ingeniosa, encantadora y también inteligente. Incluso su
pedicura es perfecta.
Quiero estirarme a través de la banca de terciopelo en la que estamos sentadas y
agarrarla de su perfecto cabello y tirar de ella hasta que su cara golpee la mesa
para luego seguir jalando hasta que la haya arrastrado por el restaurante, y luego
quizás cuando hayamos llegado a la despedida de soltera de la mesa de junto
(¿cuándo se llenó la ciudad de tantas despedidas de soltera que parecería que no
se puede salir a algún sitio sin encontrarte con una?), la suelte y le diga a las
solteras: “Atáquenla, chicas… oh, y por cierto, ella es una profesora titular en una
importante universidad privada.” Entonces tal vez, cuando hayan terminado con
ella, se la devuelva a Chaz… si todavía la quiere.
Oh, espera, ¿yo pensé eso?
No, no lo hice. Porque estoy demasiado ocupada intercambiando mensajes de
texto con Ava Geck para pensar en cosas como esa.
Ava: LIZZIE, ¿DÓNDE ESTÁS?
Yo: Estoy en el Spotted Pig en el West Village. ¿Por qué?
Ava: YA VOY.
Yo: ¿Qué? Ava… ¿por qué no estás en Grecia?
117
Sin respuesta. Las llamadas a su celular van inmediatamente al buzón de voz. No
estoy segura de si su “YA VOY” realmente quiere decir que viene al restaurante.
Conociendo a Ava, podría simplemente haber significado que se estaba viniendo…
literalmente, en las agonías de la pasión, y al mismo tiempo me estaba enviando
mensajes de texto.
No se me haría raro en ella.
—Y… he querido preguntarles algo —dice Chaz mientras la camarera trae la
docena de ostras que Luke había pedido. Yo no voy a comer ostras esta noche. No
porque no me gusten, sino porque estamos en junio y no puedo correr el riesgo de
una enfermedad alimenticia. Tengo veinte trajes que entregar a veinte novias
nerviosas, o mi nombre será barro en esta ciudad.
Quiero decir, el nombre de Chez Henri.
—Suéltalo —dice Luke. Él está de buen humor porque sus clases ya terminaron. No
está exactamente seguro de haberse lucido en sus exámenes (de hecho, cree que
desplomó su promedio final) pero eso no parece molestarle mucho. Simplemente
está aliviado de que hayan terminado y de que va a subir a un avión directo a París
en un par de días.
Si no me estuviese sintiendo tan culpable por el hecho de que apenas tuve dos
minutos de estar con él en todo el mes —y tampoco lo estaré en los próximos dos
días que él estará en la ciudad— estaría un poco molesta por lo emocionado que
se ve abandonándome este verano.
—Entonces ¿realmente van a fijar una fecha, o éste va a ser el periodo de
compromiso más largo en la historia de la humanidad? —pregunta Chaz.
Me atraganto con el sorbo de vino blanco que acabo de tomar. No puedo creer
que él haya preguntado eso. Quiero decir que, por una parte, es refrescante que
alguien realmente nos esté preguntando a Luke y a mí —en lugar de sólo a mí—
sobre nuestro compromiso para variar. Luke es quien siempre parece escapar a
esta clase de preguntas, y quien también parece perfectamente feliz con el curso
que llevan las cosas; con él viviendo en el edificio de su mamá en la Quinta Avenida
y conmigo viviendo en mi cuchitril en la Setenta y Ocho Este, donde tengo que
118
abrir la puerta con un encendedor y una lata de spray cuando alguien toca, sólo en
caso de que sea un violador y no el señor de UPS después de todo.
Y está bien, es cierto, todavía no puedo pensar siquiera en mi propia boda sin que
aparezca la urticaria… ¡oh, Dios! ¡Ya está saliendo una en el interior de mi codo!
Pero aun así. ¿Por qué cuando se trata de la planificación de una boda, las personas
siempre le preguntan a la novia cómo va y nunca al novio? Mi familia me ha estado
acosando durante meses. No he escuchado ni pío de los Villiers al respecto.
¿Alguno de ellos está organizándome despedidas de soltera o fiestas de
compromiso? Uhm, no. Al menos mi familia se ofreció. Incluso a pesar de que los
rechacé, dado que estoy demasiado ocupada con el trabajo como para pensar en
ese tipo de cosas.
Y parece entrarme una urticaria ante la mera mención de la palabra “compromiso”.
—Charles —dice Valencia.
Esa es otra cosa de Valencia. Le dice Charles a Chaz. Nadie le dice Charles a Chaz.
Excepto sus padres.
Chaz no soporta a sus padres.
—No, no, está bien —dice Luke, después de sorber una de las Caraquets11—. Por
supuesto que vamos a fijar una fecha. Estamos pensando en septiembre, ¿cierto,
Lizzie?
Me le quedo mirando en total asombro. Ésta es —literalmente— la primera vez que
escucho al respecto.
—¿Lo estamos?
—Bueno, es cuando hay un cupo en el calendario de alquiler en el Mirac —dice
Luke—. Y no será muy caluroso entonces. Y es cuando la mayoría de los amigos de
mis padres están de vuelta de sus lugares de verano. Queremos asegurarnos de
que puedan venir, porque ellos son los que van a desembolsar los mejores regalos.
—Me guiña el ojo.
11
Caraquets: Tipo de ostras.
119
Continúo mirándolo. No tengo idea de lo que está hablando. Bueno, sí, pero no
puedo creer que lo esté diciendo. En voz alta.
—Y eso debería darte tiempo de sobra para planear las cosas —continúa—. Tres
meses es tiempo suficiente, ¿no?
Bajo la mirada. Es increíble. Pero hay más urticaria apareciendo en mi otro codo.
—Yo… —No puedo dejar de mirar las encendidas erupciones rojas en la romántica
iluminación del restaurante. Las paredes son rojas. Justo como el vestido de
Valencia. Justo como mi urticaria—. No lo sé. Supongo. Pero... ¿no tienes que estar
de vuelta en la escuela?
—Puedo perderme las primeras semanas de clases —dice Luke con un
encogimiento de hombros—. No es la gran cosa.
Algo en su tono hace que levante la mirada de mis erupciones (hay dos nuevas)
hacia su cara.
—Espera —digo—. Vas a volver a la escuela en otoño. ¿No es así, Luke?
—Por supuesto. —Luke me sonríe, esa hermosa y sencilla sonrisa que me encantó
desde el primer momento en que lo conocí en el tren a Sarlat—. Lizzie… te ves
como si algo no estuviera bien. ¿Está todo bien?
—Ella ha estado trabajando muy duro —dice Chaz, hablando por primera vez
desde que soltó su más inapropiada pregunta—. Mírala. Tiene esos círculos
oscuros bajo los ojos.
Lanzo las manos hacia mi cara, horrorizada.
—¡No es así!
—Charles —dice Valencia de nuevo, sonriendo. Sus dientes son perfectamente
blancos y uniformes. Me pregunto cómo tiene tiempo para las clases entre el uso
del hilo dental.
—¿Siquiera ella duerme? —quiere saber Chaz.
120
—Es como una máquina —dice Luke—. Nunca había visto a alguien trabajar tan
duro.
—Claro que estoy trabajando duro —digo, abriendo mi bolso y hurgando en él en
busca de mi espejo compacto—. ¡Estamos en junio! ¿Qué creen que pasa en junio?
Es cuando todas las personas se casan. Las personas normales, quiero decir,
quienes de verdad hablan al respecto de cuándo se van a casar, en lugar de evadir
el tema como si fuera una bomba de tiempo que debe ser desactivada de la forma
en que nosotros lo hacemos, Luke. He estado trabajando en veinte vestidos, todos
al mismo tiempo. Estoy tratando de poner en alto un nombre por misma, ¿sabes?
Sin ayuda de nadie, debo añadir, ya que mi jefe ha estado enfermo durante el
último medio año. Y tenerlos a ustedes diciéndome que tengo círculos bajo mis
ojos y que trabajo muy duro, ¡realmente no ayuda!
—Lizzie —dice Chaz. Puedo verlo observándome desde el reflejo de mi espejo
compacto, el cual sostengo en alto para comprobar las ojeras—. Estoy de broma.
Luces hermosa. Como siempre.
—De verdad, Lizzie —dice Luke. Él toma otra ostra y se la traga sin masticar—.
¿Qué pasó con tu sentido del humor?
—Ella es terriblemente solipsista, ¿verdad? —escucho murmurar a Valencia, creo
que no quiere que la entienda. Tendré que buscar la palabra “solipsista” después.
Siento lágrimas picando en las comisuras de los ojos. No sé qué está mal conmigo.
Pero sé que quiero matar a todos en la mesa. Realmente lo quiero.
Empezando con Valencia.
—Y la única razón por la que no hablo sobre la boda —continúa Luke—, es que
pareces estresarte mucho por ello cada vez que lo menciono. Sé que tu familia
quiere que sea en su casa. También sé que antes preferirías morir… pero no
pareces saber cómo decírselos. Así que pensé que era mejor que lo dejara hasta
que descubrieras cómo hacerlo por ti misma. Eso es todo. No es que ya no quiera
casarme contigo, o algo por el estilo, cabeza de chorlito.
121
Luke se acerca, me arrastra hacia él y me besa en lo alto de la cabeza. Mantengo la
mirada en la mesa. Temo que si la levanto, todos vean las lágrimas —y la
vergüenza— en mis ojos.
No puedo creer que haya querido matarlo.
Aunque todavía como que quiero hacerlo.
Ni siquiera sé por qué. O qué está mal conmigo. Oh Dios.
¿Qué está mal conmigo?
—Aw —dice Chaz sobre el beso—. Eso es tan tierno.
—Cállate, Chaz —digo, todavía sin encontrarme con la mirada de nadie.
—Sí, cállate, Chaz —dice Luke. Está sonriendo de nuevo y agarrando otra ostra.
—Así que, septiembre —dice Valencia—. Eso es muy pronto, ¿no?
—No sé nada de septiembre —digo, hurgando en mi bolso de nuevo. Estoy
buscando mi brillo labial—. Tengo un par de vestidos para septiembre. No sé si los
tendré listos a tiempo… sin mencionar mi propio vestido. —Las palabras “mi propio
vestido” provocan que mi estómago dé un vuelco. Si hubiese algo aparte del vino
en él, estoy bastante segura de que habría salido.
—Lizzie —dice Luke con voz de advertencia.
—Bueno, ¿qué quieres que haga, Luke? —pregunto, sabiendo que me escucho
petulante, pero no me importa—. Sólo estoy diciendo que las cosas van realmente
bien en la tienda y si siguen así, septiembre debería de ser una época ocupada
para mí también…
—¿Cuándo no es una época ocupada para ti? —pregunta Luke—. Siento que ya
casi no te veo.
—Bueno, tú no eres exactamente el Sr. Disponibilidad, tomando un trabajo en París
para el verano —suelto.
—Oigan ahora, niños —dice Chaz—. ¿No podemos simplemente llevarnos bien?
122
—Tomé ese trabajo por nosotros —dice Luke—. Para pagar nuestra boda.
—Oh, claro —digo—. Una boda que vamos a tener en tu casa, aparentemente. La
cual es un viñedo. El licor y el lugar ya están pagados. ¿Cuánto puede costar? Deja
de usar el costo de la boda como una excusa de por qué te estás yendo.
Luke se me queda mirando.
—Oye —dice, luciendo herido—. ¿A qué viene eso?
La verdad es que, no tengo idea. Realmente no la tengo. Sólo sé que las palabras
salieron, flotando alrededor, ya dichas.
Y no hay nada que pueda hacer para meterlas de nuevo a mi boca.
Y realmente no tengo ganas de disculparme por ello esta vez.
—¿Alguna vez se te ha ocurrido —demandé en su lugar—, que tal vez prefiera una
boda pequeña, una que no requiera que mi prometido esté fuera por todo el
verano, trabajando en Francia, para pagarla?
—¿Realmente es eso lo que quieres, Lizzie? —pregunta Luke, con un poco de
mordacidad en su tono—. Porque creo que eso se puede arreglar. Creo que tu
mamá ya dijo que nos podíamos casar en el patio trasero de tu familia, con tus
hermanas luchando por quién hace la gelatina de molde más ordinaria, o lo que
sea, y tu abuela se desmaye en el patio para entretenimiento.
Por un segundo, es como si toda la actividad en el restaurante se congelara.
Contengo aliento.
Entonces Chaz gime, dejando caer la cara en sus manos.
—Dime que no acabas de decir eso, hombre.
Pero Luke sólo me mira a través de la mesa, con su expresión desafiante. No se
está retractando.
Yo sí, sin embargo.
Porque de pronto, sé qué pasa conmigo. Sé exactamente qué pasa conmigo.
123
Y lo que pasa conmigo es que terminé. No puedo soportarlo más.
Agarro mi bolso, lo deslizo por detrás de la mesa, y digo:
—Ni siquiera conoces a mi familia. Porque en todo este tiempo nunca te has
molestado en venir a casa conmigo para conocerlos.
La expresión de Luke ha perdido algo de su aire desafiante.
—Lizzie —dice él—. Mira…
—No. —Empujo fuertemente un dedo encallecido en su cara. Puedo no tener una
bonita manicura como Valencia, pero apuesto a que mis dedos han creado más
encaje fruncido de lo que los suyos nunca harán. He trabajado hasta el culo por
estos callos. Y estoy malditamente orgullosa de ellos—. Nadie insulta a mi abuela.
Especialmente si nunca la han conocido.
—Lizzie —dice él, su expresión contrita—. Yo…
—No —lo interrumpo. Apenas lo puedo mirar, mi visión está muy borrosa por las
lágrimas. Pero estoy esperando que él no lo note—. Si es así cómo te sientes con
respecto a mi familia, Luke, ¿por qué no simplemente te casas contigo mismo?
Dado que es de quien estás tan obviamente enamorado de todas formas.
Está bien, no es la más ingeniosa de las respuestas. Pero es todo lo que puedo
pensar en el calor del momento, con las lágrimas y todo.
Veo a Chaz levantar sus cejas, tan aturdido como yo por mi arrebato. Valencia
parece no poder alzar su vista de las copas de vino, está muy avergonzada de ser
vista conmigo. Pero no puedo retractarme ahora. No quiero retractarme. En lugar
de ello, giro sobre mis tacones y salgo de la sala, ignorando a Luke cuando se
levanta y dice:
—Lizzie. Lizzie, vamos.
Afortunadamente una mesera cargando una enorme bandeja de Cosmopolitans se
precipita pasando a mi lado, bloqueándole el paso, y me apresuro bajando las
escaleras y salgo hacia Perry Street… donde una extensa limusina negra se detiene
justo cuando bajo la acera para buscar un taxi que parar. Cuando miro más allá de
124
la limusina, esperando ver un auto con la señal de TAXI iluminada, significado de
que está disponible, una de las ventanas ahumadas de la limusina baja y una voz
familiar llama:
—¿Lizzie? Oh Dios mío.
Y Ava Geck, vistiendo un top de lentejuelas rosadas bajo un par de lo que parecían
ser pantalones blancos de cuero, se inclina por la ventana y dice:
—Entra, rápido, antes que alguien me vea.
—Ava, ¿qué estás haciendo aquí? —Soy consciente del hecho de que todo el
mundo ya la ha visto. Todos los que estaban en frente del Spotted Pig han
levantado la vista de sus BlackBerry y susurran: ¡Oh Dios Mío! ¡Es Ava Geck! Ya
sabes, ¡Get it at Geck!
—¿Por qué —pregunto, completamente confundida—, no estás en Grecia, Ava?
—Te lo diré en el auto —dice Ava—. Por favor. Sólo entra.
—Ava. —Limpio las lágrimas que todavía resbalan por las comisuras de mis ojos—.
¿Qué sucedió? Se supone que debes casarte mañana.
—Lo sé —dice Ava—. Sólo entra y te explicaré.
—¡Lizzie!
Lanzo una mirada frenética sobre el hombro y veo a Luke saliendo por la puerta del
Spotted Pig, con su servilleta todavía en la mano.
Estoy sorprendida —realmente no pensé que él me seguiría— pero no dudo un
segundo más. Abro la puerta más cercana de la limusina de Ava y me zambullo
dentro.
—Vamos —le grito al conductor—. ¡Por favor, sólo vámonos!
—Oye —dice Ava mientras trepo sobre ella en mi apuro por tomar asiento—. ¿Ese
es tu novio? Es lindo.
—Sí —digo—. Por favor, ¿podemos irnos? Tengo que salir de aquí.
125
—Lizzie. —Luke se apresura a la ventana aún abierta de la limusina—. ¿A dónde
vas?
—Por favor vámonos —le ruego al conductor de Ava, quien me sorprende al hacer
justamente eso.
Y pronto, Luke, el Spotted Pig y todos los hipsters parados afuera, ocupados
enviando mensajes de texto con sus BlackBerries, son sólo pequeñas manchas en la
distancia.
126
Historia de las Bodas
Traducción SOS por Dai
Corregido por Vannia
os victorianos fueron los que llevaron a las bodas —como hicieron con casi
L
todo— a un nivel totalmente distinto. La revolución industrial demostró que
casi cualquier cosa puede ser producida en masa, y pronto los inteligentes
comerciantes se dieron cuenta de que podían convencer a sus clientes más ricos de
no estar contentos con simples tortas de bodas caseras y vestidos de novias
hechos en casa… ¡no!
Ahora, en lugar de tener damas de honor para engañar a los malos espíritus o
como guerreros armados, la novia moderna las necesita para ayudar con las
invitaciones, la elección del pastel, los arreglos florales, su vestido, los vestidos de
ellas… lo que sea. Muy astuto por parte de los dueños de esas tiendas, ¿no?
Y así nacieron las bodas como las conocemos hoy en día. Aleluya… o maldiciones,
como sea el caso.
Consejo Para Evitar Un Desastroso Día de Bodas.
Desglose de los costos de la boda, o… quién paga qué (recuerde, esto es en el
modo tradicional. Con las actuales parejas modernas optando por pagar sus
propias bodas, las cosas están cambiando. Pero hasta hace poco, la norma era la
siguiente):
La Novia:
1) Regalos de agradecimiento para la dama de honor, demás damas de honor y
anfitriona.
127
2) El vestido de boda, tocado y accesorios.
3) El anillo del novio.
4) La canasta para las flores y el almohadón para transportar los anillos.
5) Alojamiento en hotel para los invitados que llegarán de otra ciudad.
El Novio:
1) La licencia de boda.
2) Regalo de agradecimiento para el padrino de boda y los testigos.
3) El anillo de compromiso de la novia.
4) El anillo de bodas de la novia.
5) Ropa (alquiler de esmoquin) y accesorios.
6) Las flores de la novia.
7) Ramilletes para madres/abuelas y flores en el ojal para los padrinos.
8) Pago del clérigo/oficiante.
9) Servicio de limusina/transporte hacia y desde la boda y la recepción.
10) Alojamiento en el hotel para cualquier padrino de boda que llegue de otra
ciudad.
La Novia y el Novio:
1) Fotos de la boda.
2) Accesorios diversos (favores de bodas, copas, servilletas/objetos impresos).
3) Regalos de agradecimiento para los pajes y los portadores de los anillos.
4) Tarjetas de agradecimiento.
128
5) Cualquier alojamiento en la noche para ellos.
6) Los arreglos de su luna de miel, a menos que otro familiar o amigo se ofrezca a
pagarlo como regalo de boda.
Los Padres del Novio:
1) Vestido/traje y accesorios.
2) La cena de práctica.
3) Su alojamiento en un hotel.
Padrinos:
1) Ropa (alquiler del esmoquin) y accesorios.
2) Despedida de soltero.
Padres del paje/portador del anillo:
1) Vestido/alquiler del traje y accesorios.
2) Alojamiento en el hotel si llegan de otra ciudad.
Padres de la Novia:
1) Todo lo demás.
DISEÑOS LIZZIE NICHOLS™
129
Capítulo 11
Traducción SOS por Dai, Maru Belikov y Carmen170796
Corregido por Vannia
“El matrimonio es la perfección a la que apunta el amor, ignorante de lo que
buscaba.”
RALPH WALDO EMERSON (1803-1882). Ensayista Norteamericano, Poeta Y
Líder Del Movimiento Trascendentalista.
or qué discutieron Luke y tú? —quiere saber Ava. Está acunando
—¿P
a Blancanieves entre sus muslos delgados y bronceados. Además
del top con escote abierto y los pantalones de cuero blancos,
también está usando unas botas de ante con plataforma rosas. Supongo que
debería estar agradecida de que tanto sus pechos como su entrepierna estén
completamente cubiertos por una vez, pero ¿cuero y ante… a finales de junio?
—Sólo por cosas de la boda. —Le miento, aunque sé que debería ser más amable y
decirle la verdad, ya que, en cierta forma, me ha rescatado. El único problema es
que… no sé cuál es exactamente la verdad.
Y tengo preocupaciones más urgentes en este momento. Como por qué estoy en
una limusina con Ava Geck.
—Ava, ¿qué estás haciendo aquí? —pregunto—. ¿Por qué no estás en Grecia?
—No podía seguir adelante —dice Ava simplemente, luego jadea y se apodera de
mi brazo—. ¡Oh, Dios mío! ¿Qué te ha pasado? Lizzie… ¿Luke ha estado
golpeándote?
Miro la urticaria, que ahora ha salido en todo el interior de ambos brazos. En cierto
modo, parecen moretones.
130
—No —digo con una risa, porque la idea de Luke golpeándome es muy absurda.
Probablemente yo podría noquearlo y enviarlo a New Jersey—. Es sólo urticaria. Me
sale cada vez que pienso en... tú sabes.
—¿Sexo anal? —pregunta Ava comprensivamente.
—No —grito, liberando mi brazo de su agarre—. Mi boda. ¿Y qué quieres decir con
que no podías seguir adelante? ¿Quieres decir que... cancelaste tu boda con el
Príncipe Aleksandros?
—Eso es —dice Ava con un suspiro, acariciando a Blancanieves en la cabeza
cuando el pobre perro tiembla por la ráfaga helada del aire acondicionado de la
limusina—. Estaba abordando el jet privado de papi, y de repente me di cuenta:
estoy a punto de convertirme en la esposa de alguien. Yo estaba como... ¿me estás
jodiendo? ¡Tengo sólo veintitrés años! Ni siquiera he ido a la universidad. ¿Qué
estoy haciendo convirtiéndome en la esposa de alguien? Así que regresé al auto y
he estado dando vueltas desde entonces, tratando de aclarar mi cabeza.
Miro a Ava, verdaderamente conmovida por sus palabras. Sobre todo porque yo
también tengo veintitrés.
—¿Así que has decidido ir a la universidad? ¡Ava, eso es tan genial!
—Diablos, no, no voy a ir a la universidad —dice Ava, luciendo sorprendida—. ¿Me
estás tomando el pelo? Sólo estoy diciendo que hay tantas cosas, como ir a la
universidad, que no he hecho. No voy a tirar mi vida por un chico, incluso si es un
príncipe. Tengo mierda que hacer. No sé qué, pero... como que, estaba pensando
que debería grabar un álbum. Algo con clase, ¿sabes? Al igual que Hilary Duff.
Parpadeo hacia ella.
—Bueno... sí. Sí, eso es definitivamente algo que podrías hacer.
—Y todavía ni siquiera tengo mi propia línea de ropa —continúa Ava—. Mis padres
son dueños de una de las mayores cadenas de departamentos con descuentos en
el mundo, y yo no tengo mi propia línea de ropa todavía. ¿En qué demonios estaba
pensando?
131
—Exactamente —le digo—. ¿En qué demonios estás pensando? Aunque, Ava...
podrías hacer todas esas cosas y estar casada, ya sabes. No es como si el Príncipe
Aleksandros tratara de detenerte. No si realmente te ama. Probablemente estaría
orgulloso de ti.
—Pero es justamente eso —dice Ava, mirando hacia abajo a Blancanieves—. No
creo que él lo esté. Sabes… esto en parte es tú culpa, Lizzie. Que yo cancele la
boda, me refiero.
—¿Yo? —La miro con la boca abierta, horrorizada—. ¿Qué tengo que ver yo?
—Porque desde que he estado viniendo contigo, y has estado, como, ayudándome
con mi imagen pública y esas cosas, Alek como que… no sé. Perdió interés en mí. Él
continúa preguntándome que cómo es que ya no muestro mi cosita. Creo que a él
le gustaban esas cosas. Porque volvía a sus padres completamente locos. Ellos
estaban totalmente en contra de él por casarme conmigo, tú sabes. Lo que pienso
que hacía que él estuviera más interesado en mí. Pero ahora que he empezado a
actuar con un poco más de clase, ellos están siendo más amables conmigo. Y eso le
ha hecho a Alek perder completamente el interés.
Mi mandíbula cae. Aunque supongo que no debería estar sorprendida. Esto explica
tanto sobre las elecciones conservadoras de Ava cuando se refiere a trajes de boda.
Y por qué vino a mí en primer lugar. Seguro, ella pudo haber ido con Vera Wang,
pero debió haber habido una pequeña parte de ella rebelándose… sólo un poco.
Todo está empezando a tener sentido. Ella quería complacer a los padres de su
prometido mientras todavía mantenía una pequeña parte de sí misma.
Pero al hacerlo, pareciera como si hubiera molestado a su prometido.
Uups.
—Así que, lo estás cancelando —digo—. ¿Antes que Aleksandros pueda hacerlo?
—Justamente eso —dice Ava con disgusto—. No creo que él jamás fuera a
cancelarla. Así de cobarde es él. Como que, tiene el valor para enfrentarse a sus
padres al casarse con una puta. Pero nunca cancelaría la boda con esa puta, porque
eso lo haría lucir mal con la prensa.
132
Me estiro y le doy una cálida palmadita tranquilizadora en su hombro desnudo.
—Ava —digo—. Tú no eres una prostituta.
—Oh, definitivamente lo soy —dice Ava de manera casual—. Pero eso está bien.
Prefiero ser una puta que un hipócrita sin pelotas, como Alek. Solamente lo
lamento por tu vestido.
Sacudo la cabeza.
—¿Mi vestido?
—El hermoso vestido de boda que diseñaste para mí —dice Ava.
—Oh —digo, riéndome—. ¡No te preocupes por eso! Estoy segura que encontraré
a alguien más que lo compre. ¿El vestido de bodas de Ava Geck? ¿Estás
bromeando? Probablemente seré capaz de venderlo por una fortuna en eBay.
Ava me hace un puchero.
—No voy a regresarlo —dice ella—. Esa cosa es mía. Estaba pensando que quizás
pudieras acortarlo, teñirlo de púrpura, colocarle algunas lentejuelas y podría
llevarlo a los MTV Video Music Awards en septiembre. De esa manera millones de
personas lo verán, y todavía tendrás la publicidad que mereces. Debería conseguir
bastante tiempo al aire, porque les estoy dando la opción a los espectadores de los
VMA. Y Tippy me pidió que fuera con él porque todavía tiene esa orden de
restricción sobre su esposa. Eso iba a ser un problema antes, tú sabes, por ser su
acompañante si me casaba con Alek, pero ahora que no lo haré, todo debería estar
bien.
—Oh —digo, desconcertada—. Uhm… seguro. Puedo hacerlo. No hay problema.
—Fabuloso. —Ava luce mucho más feliz. La limo hace su camino a través de la
Sexta Avenida, y ahora estamos serpenteando nuestro camino a través del Central
Park, una de mis partes favoritas en Manhattan, lo que definitivamente nunca
pensé estaría haciendo en una limo. Pasamos a varias parejas tomando un paseo
romántico en carruajes con caballos y otros menos románticos en triciclos. Me
pregunto si están viendo a las ventanas de cristal ahumado de la limusina y
tratando de adivinar qué celebridad está dentro.
133
Apuesto a que ninguno de ellos se imagina que es Ava Geck y su diseñadora de
vestido de novia.
—¿Entonces qué vas a hacer ahora? —pregunto, consciente de que mi estómago
esta ahora gruñendo un poco. No hay más en él que vino. Estoy esperando que
Ava diga que me va a llevar a casa, y así puedo conseguir algo de comer… o al
menos sugerir que fuéramos a comer algo en algún lado. No sé cuánto tiempo voy
a soportar sin sustento de la variedad sin alcohol. Ava quizás sea capaz de estar por
horas con sólo barras nutritivas, pero yo no soy ese tipo de chica.
—Uhm —dice Ava—. Sí. Ese es el por qué estaba tratando de localizarte.
Me animo.
—¿Quieres ir a cenar algo? ¿Quieres conseguir sushi o algo? —Otra cosa que
Tiffany, Monique y yo hemos logrado es expandir los horizontes de Ava al comer,
así que ahora come más que sólo hamburguesas con queso y barras proteínicas.
Consecuentemente ella ha desarrollado un casi patológico amor por el sushi… lo
que en realidad no es inusual para alguien que nunca antes lo había probado. El
Wasabi tiene conocidas habilidades adictivas—. Hay un Atlantic Grill justo por la
Tercera Avenida. O sushi o Gari…
—No exactamente —dice Ava—. Bueno, podemos ir a comer algo si quieres. Pero
en realidad necesito un favor.
—Oh, seguro —digo—. Lo que tú quieras.
—Qué bien —dice Ava sonriendo ampliamente—. Joey, ¡ella dijo que sí!
El Pequeño Joey, me doy cuenta tarde, está sentado en el asiento delantero al lado
del conductor, medio oculto por la pantalla de privacidad, así que Ava la baja para
dar las noticias.
—Oh, hola, Lizzie —me llama él desde la vasta extensión de los asientos de cuero y
las parpadeantes luces halógenas en el techo entre nosotros—. ¿Cómo estás?
—Hola, Joey —digo en respuesta un poco vacilante, dado que repentinamente me
doy cuenta que no tengo idea de qué acabo de aceptar—. Estoy bien. Uhm ¿Ava?
134
—¿Qué? —pregunta ella distraídamente, sacando su Sidekick 12 en el que está
tipeando algo con urgencia.
—¿Qué, exactamente, acabo de prometerte hacer?
—Me estás dejando quedar en tú casa, por supuesto —dice Ava con algo de
sorpresa, sin siquiera mirar arriba de su pantalla.
Me le quedo mirando.
—¿Mi casa? Quieres decir… ¿en mi apartamento?
—Bueno, no me puedo quedar en mi casa —dice Ava, finalmente alzando la vista.
El apartamento de Ava, que está en la Avenida East End cerca de la casa del alcalde,
Gracie Mansión, está a poca distancia a pie de la mía (no es que Ava alguna vez
camine). Ava escogió mudarse al Upper East Side —para consternación de muchos
caniches siendo paseados allí— porque ahí es donde ella resulto encontrar el único
apartamento que llena sus exigentes estándares (el mencionado anteriormente es
de cuatro habitaciones, tres baños, un comedor en la cocina, al menos dos mil
metros cuadrados de terraza al aire libre y con una vista panorámica al sur).
Pero también se enamoró por la cercanía al parque Carl Schurz, que está justo por
el río e incluye un centro para que los perros puedan correr, especialmente perros
pequeños.
—Mi casa está llena de paparazzis —continúa—. Las noticias ya están diciendo que
dejé a Alek en el altar. Ellos ya están plantados afuera en todos los hoteles, también
en la casa de mis padres y amigos. Eres mi única esperanza, Lizzie. Pensé que
podías simplemente quedarte donde Luke.
Estoy sacudiendo mi cabeza antes que las palabras estén completamente fuera de
su boca.
—No —digo—. No, no puedo quedarme donde Luke. —El pensamiento me llena
de pánico. No quiero ver a Luke. Yo… yo no puedo ver a Luke. No otra vez. No tan
pronto.
12
Sidekick: Es un celular. Posee un diseño muy moderno y práctico. Cuenta con un teclado
QWERTY y Además desde el teléfono se puede acceder a cuentas de mails.
135
—Bueno —dice Ava, luciendo ligeramente molesta—. Está bien. Entonces me
quedaré donde Luke, y él se puede quedar contigo.
—No —digo, todavía estoy sacudiendo la cabeza—. No te puedes quedar donde
Luke tampoco. Porque Luke y yo… tuvimos… tuvimos una pelea. ¿Recuerdas?
¿Recuerdas cómo él fue corriendo tras de mí en el restaurante hace un rato? ¿Y yo
estaba como: acelera? ¿Por favor conduce? ¿Recuerdas eso? —Mis ojos se llenan
de lágrimas otra vez al recuerdo. Oh, Dios. ¿Qué me está pasando?
—Ella dijo eso —dice, el Pequeño Joey desde el asiento delantero.
Ava arruga su cara tratando de recordar.
—Oh, sí —dice ella—. Bueno. ¿Entonces puedo quedarme contigo en el
apartamento? Sólo serán unos cuantos días. Hasta que todo esto se calme. Casi ni
te darás cuentas de que estoy ahí. Blancanieves y yo no ocupamos mucho espacio.
Miro hacia él Pequeño Joey. Ava nota la dirección de mi mirada, y se ríe.
—Oh, no te preocupes por él —dice ella—. Él no se estará quedando allí. Tiene su
propia casa en Queens.
Quiero sugerir que la casa de Joey en Queens quizás sea el lugar ideal para
esconder a Ava. Los paparazzis jamás pensarían en buscarla ahí.
Pero entonces recuerdo lo que dijo, sobre todo esto siendo mi culpa. Y así que en
lugar de eso, digo:
—Ava, mi casa… sólo tiene una habitación. Y es de un solo baño. Y no tiene vista al
sur. Créeme, no es lujoso…
—No me importa, estoy acostumbrada a vivir sin comodidades. Serví cuarenta y
ocho horas en el IDR, ya sabes —me asegura Ava, refiriéndose a la Instalación de
Detención Regional en Los Ángeles, la cual la alojó cuando cumplió su condena por
conducir en estado de ebriedad.
—Mi casa no es tan mala como la prisión —digo, levemente molesta.
—Oh, sabía que dirías que sí —dice Ava, tirando sus larguiruchos brazos alrededor
de mí, dándome un abrazo, y sofocando parcialmente a Blancanieves en el
136
proceso—. ¡Esto va a ser divertido! ¡Como acampar! Pediremos comida, nos
haremos las uñas, me veremos en televisión, y nos quedaremos despiertas
hablando mal de nuestros novios. ¡El que te hayas peleado con Luke sólo lo hace
perfecto!
—No me puedo quedar despierta toda la noche, Ava. Tengo trajes que tengo que
terminar —digo, con mi voz estrangulada, dado que su agarre de muerte me está
privando de oxígeno.
—¡Eso es aún mejor! —grita Ava, soltándome repentinamente—. ¡Puedo ayudar!
—Está bien —digo. Masajeo mi cuello donde ella lo ha apretado. No puedo creer
que esto esté pasando—. Supongo.
—Estoy tan emocionada —declara Ava—. Vincent, gira en la Setenta y Octava.
¡Estamos yendo para allá!
****
Mucho antes de lo que podría haber imaginado, Ava Geck, su chihuahua, y siete de
sus maletas están en mi apartamento, y su guardaespaldas está despidiéndose,
asegurándome que estará temprano a las nueve de mañana para recoger a Ava
para llevarla al Club Salud y Raqueta de Nueva York para que se encuentre con su
entrenador para ejercitar. Ella está en mi sofá —aunque ya hemos establecido que
dormirá en mi cama, y yo estaré en el sofá, gracias a su ciática— pasando canales
con el control remoto, tratando de ver si las noticias de su truncada boda real están
en E!. Se supone que debo ordenar la cena, el moo shu chicken queda descartado.
Ava quiere una ensalada César y fetuchini a lo Alfredo de Sistina, el cual es un
restaurante italiano de cuatro estrellas en la Segunda Avenida que no hace
entrega… excepto aparentemente para Ava.
Estoy al teléfono con el maître del restaurante cuando el timbre de mi apartamento
empieza a sonar, causando que Blancanieves estalle en una cacofonía de ladriditos
y que Ava chille con entusiasmo—: ¡La comida está aquí!
—La comida no puede estar aquí —digo—. Todavía estoy con Guiseppe.
137
Ava me lanza una mirada de pánico. Se ha cambiado de sus pantalones de cuero a
un pantalón deportivo rosado de terciopelo. Aunque tiene la palabra “Juicy” escrita
en su trasero, prefiero esto a sus muchos atuendos que realmente muestran su
trasero, o al menos sus bronceadas nalgas. Por lo tanto le estoy permitiendo que lo
use. Pero solo adentro.
—¡Es un paparazzi! —grita—. ¡Ya me encontraron!
—No puede ser un paparazzi —digo—. A menos que le dijeras a alguien que estás
aquí.
—Sólo a mi mamá —dice—. Y a Tippy. Pero él no le diría a nadie. Sabe cómo es ser
acosado despiadadamente por la prensa.
Todavía no tengo ni la menor idea de quién es Dj Tippycat, pero confío en ella
cuando dice que él no la delataría. Le entrego el teléfono y voy al intercomunicador
en la pared y presiono el botón para hablar.
—¿Quién es? —preguntó con mi voz más amenazadora, la cual sólo reservo para
responder el intercomunicador.
—Lizzie, soy yo —dice Luke—. ¿Puedo subir?
Me quedo mirando el intercomunicador como si serpientes hubiesen saltado
repentinamente de él. ¿Luke? En todo el entusiasmo con Ava, me había olvidado
completamente de mi pelea con él.
Sin embargo, Ava no. Ella se pone derecha.
—¿Es Luke? —pregunta, sus brillantes ojos bien abiertos—. ¿Vas a dejarlo entrar?
Puedo esfumarme totalmente. Ni siquiera sabrás que estoy aquí. Me esconderé en
el baño.
Yo continúo mirando el intercomunicador, insegura de qué hacer. Por un lado, aún
estoy muy, muy enojada con él. Por otro lado… es Luke. Lo amo.
Al menos… creo que lo hago.
Y aun así… ¿pudo él haber sido más idiota?
138
—A menos que quieras que le tire agua —ofrece Ava generosamente. Se ha
levantado del sofá y ha ido a la ventana, donde puedes mirar abajo y ver a quien
quiera que esté parado en la entrada, siempre y cuando no estén escondidos bajo
el toldo, como el hombre UPS acostumbra a hacer cuando está lloviendo—. Porque
yo podría hacerlo totalmente por ti, si quieres. U orinar. Podría echarle orina. No he
ido al baño todavía. Podría hacerlo en una taza y tirarlo…
—Está bien —digo rápidamente—. Yo… iré a hablar con él afuera. Tú continúa y
ordena. Pediré lo que sea que tú ordenes.
Ava parece dudar.
—¿Estás segura? Porque he estado aguantando por todo el día…
—Estoy segura —digo—. Y realmente no deberías aguantarte, Ava. De esa manera
algún día te dará una infección urinaria. Volveré enseguida.
Agarro mis llaves y me apresuro a salir del apartamento y bajar las escaleras, un
poco desconfiada de dejar que Ava haga lo que quiera en mi lugar... pero también
un poco aliviada de tener un momento para mí. Aun cuando, al siguiente minuto,
sé que voy a tener que lidiar con Luke.
Quien dice:
—Oh. —Cuando abro las muchas cerraduras de la puerta de afuera y pongo un pie
en el pórtico en el caluroso aire nocturno a lado de él—. Pensé… pensé que me
dejarías subir.
—No puedo —digo sin sonreír—. Tengo compañía.
Luke parece sorprendido. Me complace ver que tampoco está sonriendo. Al menos
está tomando esto en serio. Muy a menudo, cuando discutimos, él parece pensar
que mi enfado es gracioso, como si yo fuera un gatito que está enojado porque
alguien escondió su ratón. No soy un gatito.
Y estoy cansada de ser tratada como uno.
—¿Compañía? —repite. Ahora está sonriendo—. ¿Qué, tú y esa chica de la limusina
fueron y recogieron unos marineros mientras estaban afuera ligando?
139
—No —digo, aun sin sonreír—. Ava va a pasar unos días en mi apartamento. Ella y
su prometido acaban de terminar, y no puede volver a su casa porque está rodeada
de paparazzis.
La sonrisa de Luke desaparece.
—Lizzie —dice—. Jesús. ¿Entonces la vas a dejar quedarse contigo? ¿Por qué no se
puede quedar en un hotel?
—Porque… —me interrumpo y lo fulmino con la mirada—. ¿Sabes qué? ¿A quién le
importa? No se va a ir. Se va a quedar conmigo. ¿Cuál es el problema?
—El problema —dice Luke—, es que es un cliente. Y la estás tratando como si
fuese una amiga. No puedes mezclar negocios con tu vida personal, Lizzie. Esto es
exactamente de lo que estábamos hablando, en el restaurante.
—Oh, en serio —digo. Estoy ignorando, con esfuerzo, un hombre que está
caminando con un galgo italiano con correa. El hombre está pretendiendo no
escuchar nuestra conversación, pero lo está haciendo totalmente. No me importa,
excepto que el perro me distrae. Es muy… flacucho. Sé que nació así, pero aun así
es raro. ¿Cómo digiere su comida con un estómago tan pequeño?—. ¿Y qué tiene
que ver el problema de la bebida de mi abuela con el hecho de que renuevo
vestidos de novia para vivir?
Luke se estira para agarrar mis hombros con sus manos y me da una ligera
sacudida.
—Oye —dice, con un tono más gentil del que ha usado hasta ahora—. Lamento
eso. ¿Está bien? Sé que estuve fuera de lugar y me disculpo. Traté de disculparme
en el restaurante… corrí detrás tuyo y te lo habría dicho ahí, pero saltaste dentro de
esa limusina y te fuiste. Si todo el mundo parado ahí afuera no me hubiera dicho
que era Ava Geck con la que estabas, yo habría… bueno, habría pensado
totalmente que habías sido secuestrada.
—No, no fui secuestrada, Luke —digo, tratando de no notar cuán bien se sienten
sus manos sobre mi piel. No puedo dejar que una sensación como esa me
distraigan—. Yo sólo… nosotros… yo quiero…
140
¿Qué estoy diciendo? ¿Qué quiero?
¿A dónde estoy yendo con esto?
¿Por qué el hombre no agarra a su perro y se va a otro lado? La Calle 78th es muy
larga. ¿El perro tiene que orinar justo al frente de mi tienda?
—Luke… he estado pensando. Y creo… —Lo siguiente que sé, es que palabras están
saliendo de mi boca y que honestamente no recuerdo ni pensarlas. Sólo salen de
mi boca. Como aire.
O vómito.
—Luke. —Me escucho decir—. Creo que necesitamos tomarnos un tiempo.
Oh. Dios. Mío.
141
Historia de las Bodas
Traducido por LizC
Corregido por Vannia
as primeras invitaciones de bodas impresas a mano en la Edad Media se
L
hicieron con la caligrafía de los monjes, quienes se encargaron de hacerlo
para la realeza. Al tiempo que la placa de metal grabado había sido
inventado, las invitaciones grabadas ―de esas que vienen con una hoja de papel
de seda de lujo en la parte superior, para evitar que la impresión de tinta se corra―
se hizo más popular que la caligrafía. Este mismo tipo de grabado se sigue
utilizando hoy en día (y es el por qué de que todavía consigues un pañuelo de
papel con las invitaciones de boda más elegantes). La envoltura tradicional doble
en el que las invitaciones de boda son tan a menudo enviadas deriva del hecho de
que en los tiempos antiguos, el correo se entregaba a través de caballos, y nadie
quería que las manos delicadas del receptor se ensuciaran cuando abriera la
invitación. Se asumió que un mayordomo abriría el sobre exterior repulsivo y
entregaría el sobre interior limpio a su amo.
¡Qué triste para nosotros, los modernos, sin mayordomos abridores de correo,
todos los días ensuciando nuestras manos llenas de gérmenes por sobres
exteriores!
Consejo Para Evitar Un Desastroso Día de Bodas.
Recuerda, tus invitaciones de boda nunca se deben enviar en el último minuto...
¡pero no deseas enviarlas por correo de manera anticipada, tampoco! El momento
ideal es entre ocho semanas y un mes antes del día de la boda. Seis semanas de
anticipación es perfecto.
142
Y por favor, no utilices nunca una etiqueta con la dirección impresa a impresora
láser en tus invitaciones. Eso se considera más allá del mal gusto.
¡A mano solamente! Sí, puedes hacer publicidad para contratar a un estudiante de
ingeniería con la escritura impecable para esta tarea.
DISEÑOS LIZZIE NICHOLS™
143
Capítulo 12
Traducido por LizC y Paaau
Corregido por Vannia
“Un buen matrimonio es aquel en el que cada uno nombra al otro guardián de su
soledad.”
RAINER MARIA RILKE (1875-1926). Poeta Alemán.
uke me mira.
L
―¿Crees que necesitamos qué? ―dice, su agarre en mis hombros se afloja.
―¡Oh!
Dejo escapar el sonido en un silbido. Al menos creo que soy yo. Me doy cuenta de
que ni siquiera ya puedo estar segura de qué sonidos salen de mi boca. Ese es el
poco control que tengo.
Me hundo en el escalón más alto de la escalinata y abrazo mis rodillas contra mi
pecho. El hombre con el perro, me doy cuenta, se marcha apresuradamente. Al
parecer, él ya no está disfrutando del espectáculo, el espectáculo de una chica en
un vestido vintage Shaheen se ha vuelto una locura justo frente a él.
―Lizzie. ―Luke se sienta en el escalón a mi lado―. ¿Qué quieres decir, crees que
tenemos que darnos un tiempo?
―No lo sé ―gimo entre mis rodillas. Dios, ¿qué me está pasando?―. Yo sólo...
quiero decir, te vas a Francia por tres meses de todos modos... así que estamos en
cierto modo dándonos un descanso, lo queramos o no.
¿Qué estoy diciendo? ¿Qué es lo que sale de mi boca? No quiero un descanso de
Luke. No lo quiero. Amo a Luke.
144
¿Cierto?
―Es sólo que ―me oigo decir, aunque en ningún momento he formulado las
palabras en mi cabeza antes―, sé que me quieres, Luke. Pero no siempre siento
como si me respetaras. O al menos... no mi trabajo. Es como si pensaras que es
sólo ésta afición que tengo, que lo hago por diversión hasta que algo más serio se
presente. Pero eso no es lo que es. Esto es realmente lo que hago. Lo que quiero
hacer por el resto de mi vida.
Luke parpadea hacia mí con sus magníficos ojos de ensueño.
―Lizzie, ya lo sé. Y por supuesto que respeto lo que haces. No sé por qué alguna
vez te habría dado la impresión de que no lo hago. Todo lo que quería decir,
cuando dije eso de Ava, era que yo he trabajado en el mundo de los negocios por
un montón de años, y nunca dejamos que nuestros clientes se aprovechen de
nosotros en la manera en que creo que a veces lo hacen contigo.
―No es lo que dijiste sobre Ava ―me explico―. Es la forma en que pensaste que
podía irme contigo a París para el verano. Ya lo sabes. Cuando lo planteaste.
Luke me mira fijamente.
―¿En enero pasado? ¿Estás trayendo algo que dije en enero? ¿Ahora?
Asiento.
―Y tal vez hago negocios de manera diferente de lo que tú lo haces ―señalo―.
Pero yo no soy tú. Diferente no quiere decir que sea malo.
―Buen punto ―dice Luke―. Escucha, Lizzie…
―Y ―mi boca sigue. ¿Por qué, oh, por qué no se calla?― no creo que respetes
mucho a mi familia, tampoco. Sé que no son tan sofisticados como lo es tu familia.
Pero nunca los has conocido siquiera. Entonces, ¿cómo incluso lo sabes? Y esa es
otra cosa. Has estado saliendo conmigo por un año. Durante seis meses de ese año
hemos estado comprometidos. Y nunca has conocido a nadie en mi familia. Y sin
embargo, haces comentarios como el que hiciste anoche…
145
―Ya me disculpé por eso ―dice Luke, acercándose para poner su brazo alrededor
de mí―. Sé lo que tu abuela significa para ti. Y si no lo hiciera... bueno, déjame
decirte, Chaz realmente me lo hizo saber, en el restaurante. Pero, Lizzie, tienes que
admitirlo, te quejas mucho de tus hermanas. Y tu abuela... bueno, todo el mundo
habla acerca de su problema con la bebida. Y sabes que la razón por la que no he
conocido a tu familia es porque he estado muy ocupado con la escuela...
―Podrías haber venido a mi casa por Navidad ―le interrumpo―, en vez de ir a
Francia con tu familia. O en las vacaciones de primavera. Pero en cambio, te fuiste a
Houston para ver a tu madre. Y mi familia no es rica como la tuya. No es como si
ellos pudieran volar a Nueva York para reunirse contigo como la tuya puede.
Echo un vistazo a él para ver cómo reacciona a esto. Sin embargo, él no está
mirándome. Está mirando el Honda Accord estacionado en la acera frente a
nosotros.
―Sí ―dice en voz baja―. Tienes razón. Probablemente debería haberlo hecho.
―Debido a que conocer a mi familia no es importante para ti ―digo. No quiero
decirlo. Es como si las palabras estuvieran siendo arrancadas de mí. Al igual que
Abue, esa vez que perdió por completo la cabeza en jerez para cocinar y decidió ir
por fin detrás de aquel tubo de la cocina con la llave gigante de papá. El jerez le
había dado fuerza sobrehumana, y se las había arreglado para aflojar la junta y
remover toda esta mugre que había quedado atrapada en el interior durante seis
meses. Ésta simplemente comenzó a derramarse.
Justo como toda esta porquería está saliendo de mí. Porquería que probablemente
debería haber salido de mí en enero pasado.
Todo está derramándose ahora. A pesar de que no quiero hacerlo. Realmente no
quiero. No en mi bonita relación limpia.
Pero supongo que así es con la mugre. Cosas de ese tipo tienen que salir
eventualmente.
―Eso no es cierto ―comienza a protestar Luke, pero lo interrumpo.
146
―No digas que no tienes tiempo ―le digo―. Si hubiera sido importante para ti,
podrías haber hecho el tiempo. Era importante para mí ―sigo―. Y es importante
para ellos. Ellos me siguen preguntando cuándo van a conocerte. Sería bueno si
pudieran conocerte antes de la boda.
Luke abre la boca para decir algo, pero yo lo corto.
―Pero es demasiado tarde ahora. Porque te vas a Francia pasado mañana. Y así
―mi voz añade sin piedad, sin mi consentimiento―, ya sea que quieres llamarlo así
o no, nos estamos tomando un descanso. Porque tengo que pensar, Luke. Tengo
que pensar sobre lo que está pasando aquí. Lo que estamos haciendo. Lo que
estoy haciendo.
―Correcto ―dice.
Y quita su brazo alrededor de mis hombros.
Nos sentamos por un momento en silencio. Pero la ciudad no se queda en silencio,
por supuesto. Los taxis retumban, y una sirena suena a lo largo de la Tercera
Avenida. No estoy segura, pero me parece que oigo abrir una ventana por encima
de nuestras cabezas. Ava está espiando.
Eso es todo lo que espero que esté haciendo, de todos modos.
Hay otra cosa que me parece que oigo en el silencio que ha caído entre nosotros:
el sonido de mi corazón rompiéndose.
* * * *
Cuando vuelvo a subir al apartamento, Ava está en el sofá de nuevo,
inocentemente cambiando los canales al mismo tiempo que sostiene el teléfono en
la oreja. Ella levanta la vista y me sonríe cuando entro, defendiéndose del mini
asalto de la entusiasta Blancanieves.
―¿Y? ―pregunta―. ¿Cómo te fue?
―Como si no hubieras escuchado ―le digo, dejando caer mis llaves en el frutero
que guardo para este propósito en la estantería junto a la puerta.
147
―No lo hice ―dice Ava con un resoplido. Luego, al ver mi expresión, ella dice―:
Bueno, está bien, lo hice totalmente. Pero no podía oír. Aunque estaba toda lista
para verter el jugo de naranja en su cabeza si empezabas a llorar. ¿Lo hiciste? No
creo que lo hicieras.
―No ―le digo, y me dejo caer en el sofá junto a ella. Blancanieves salta sobre mi
regazo, y la acaricio distraídamente―. Estamos tomando un descanso.
―¿En serio? ―Ava me mira fijamente, sus ojos saltones―. ¿Qué significa eso?
―No lo sé. ―Me encojo de hombros―. Simplemente escuché las palabras
saliendo de mi boca, y continué con ellas. Eso me pasa a veces. ―Trata todo el
tiempo.
No habían tenido ningún sentido, tampoco. Quiero decir, que tenía que decir lo
que le había dicho a Luke. ¿Qué había estado pensando, pidiendo un descanso?
Amo a Luke. Al menos... estoy bastante segura de que amo a Luke. Sé que amo
despertar por la mañana antes de que él lo haga y sólo mirarlo y a sus pestañas
increíbles, descansando tan oscuras y negras contra sus pómulos. Amo cómo,
cuando está despierto, esos ojos oscuros todavía se ven tan de ensueño, como si
sostuvieran la promesa de un millar de sueños secretos.
Por encima de todo, amo que yo soy uno de esos sueños, yo, Lizzie Nichols, quien
ningún chico en mi escuela secundaria alguna vez invitó a salir, porque no era el
tipo de chica a la que invitabas a salir en la secundaria... a menos que fueras un
chico gay y no querías que nadie lo supiera, por supuesto.
Oh sí. Se me olvidó. Chicos gay me invitaron a salir. Mucho. Siempre fui la chica
gorda que los chicos gay invitaban a salir para que sus madres fueran felices.
Entonces, ¿qué estaba haciendo? ¿Qué hacía yo diciéndole a este hombre ―este
hombre que tanto amo, y que, más importante aún, me ama de vuelta― que
quería tomar un descanso? ¿Estoy loca?
¿Por qué no podía yo, por una vez en mi vida, mantener mi boca cerrada?
Pero las palabras simplemente salieron, y una vez que fueron dichas, no pude
regresarlas de nuevo. Bueno, quiero decir, podría haberlo hecho, pero...
148
No quería hacerlo.
Y eso fue quizás lo más extraño de todo.
―Oh Dios mío ―jadea Ava―. ¿Cómo se lo tomó?
―Él estuvo bien con eso, creo ―digo. En realidad, tal vez esa fue la parte más
extraña de todas―. Quiero decir, él dijo que entiende que mi trabajo tiene que ser
lo primero en este momento, y que yo no tengo tiempo para estar planeando una
boda en el momento. Pero... él sigue yéndose a Francia. No es como si él se haya
ofrecido a quedarse. A pesar de que le dije que estaría feliz con una boda mucho
más pequeña que no cueste tanto, para que así no tuviera que ir a trabajar allá. Él
todavía se va. ―¿Está mal que esto me moleste tanto como lo hace?
Ava hace una mueca.
―Los hombres son unos completos imbéciles.
Sí, está bien. Así que no... está mal.
―Dímelo a mí ―le digo. Miro el teléfono que Ava sostiene a su oído―. ¿Estás
todavía en espera con Sistina?
―Oh, no ―dice Ava―. Van a estar aquí con la comida en media hora. Ésta es tu
abuela. Quería saber cómo grabar algo con una temporada pasada en TiVo. Así
que le dije cómo hacerlo. Es difícil, después de todo. Luego, cuando ella me dijo lo
mucho que le gusta Byron Sully de ese programa viejo, la Dra. Quinn, Medicine
Woman, le dije cómo hacer una Lista de Deseos para el actor, para que así
cualquier cosa que pase con él se grabe. Parecía muy agradecida. Le dije que
estabas abajo con Luke, así que ella dijo que esperaría hasta que subieras. ¿Quieres
hablar con ella?
Tomo el teléfono de Ava, sintiéndome más aturdida que nunca.
―Claro ―le digo―. ¿Hola? ―murmuro en el receptor.
―Así que ―la voz de Abue crepita en el teléfono―. ¿No te has acostado con él
todavía?
Casi me ahogo en mi propia saliva, estoy tan sorprendida por la pregunta.
149
―¿Cómo dices?
―Lo siento ―dice Abue―. Este personaje, Chaz. ¿Por qué no te lo has tirado?
―Porque ―digo, horrorizada―, sucede que estoy comprometida con su mejor
amigo.
―¿Está preguntando por Chaz? ―pregunta Ava desde el sofá―. Me estaba
preguntando lo mismo. Quiero decir, ¿cuándo ustedes dos van a ponerse muy
ocupados? Ahora que estás de tiempo.
―No es esa clase de tiempo ―le digo, irritada.
―Bueno, ¿qué tipo de tiempo es? ―quiere saber Ava―. Quiero decir, si no puedes
folla… quiero decir, hacer el amor con otras personas, ¿cuál es el punto de esto?
―Es sólo que... es que... ―Miro fijamente a la pantalla de televisión. Ava está
viendo una vieja repetición de Celebrity Pit Fight, donde Ava está luchando con Da
Brat en lo que parece ser una cuba exterior de pudín―. Es para que podamos
concentrarnos en nuestros objetivos profesionales en este momento, y no para
estancarnos con problemas románticos.
―Oh, Dios ―gime Abue por teléfono.
―Oh ―dice Ava, animándose―. Como Alek y yo. Bueno, como yo, quiero decir.
―Exactamente ―digo―. Sólo que Luke y yo no terminamos. Sólo estamos en un
descanso.
―¿Quién era esa con la que estaba hablando? ―pregunta Abue.
―Nadie que conozcas ―le aseguro―. Sólo una amiga mía. Su nombre es Ava.
―Ella suena como Ava Geck ―dice Abue con un resoplido―. Sabes, la asquerosa
prostituta drogadicta. ¿Qué está haciendo Ava Geck en tu apartamento?
―Simplemente se está quedando aquí por unos pocos días ―le digo. La llamada
en espera suena. Digo―: Abue, ¿puedes esperar un segundo? Hay alguien en la
otra línea.
150
―¿Qué más me queda hacer? ―pregunta Abue.
Así que salto sobre la otra llamada.
―¿Hola?
―¿Lizzie? ―Es Shari―. ¿Estás bien? Llamé tan pronto como me enteré.
Parpadeo. En la pantalla de la televisión, Da Brat ha incautado un puñado de
cabellos dorados de Ava (extensiones) y lo está utilizando para arrastrarla a través
del pudín.
―Por supuesto que estoy bien ―le digo―. ¿De qué estás hablando?
―Estaba justo hablando con Chaz ―dice Shari―. Su llamada en espera sonó, y era
Luke diciendo que ustedes dos habían terminado. Llamé tan pronto como Chaz me
dijo. Pensé que estarías disgustada. Pero pareces muy tranquila al respecto.
―Porque no estamos terminando ―digo con los dientes apretados―. Estamos
tomando un descanso. Por supuesto que estoy tranquila al respecto. Fue mi idea.
—Oh —dice Shari—, un tiempo. Creí que Chaz dijo terminar. Estaba hablando tan
rápido. Quería terminar de hablar conmigo para poder hablar con Luke…
—Oh, mira esta parte —dice Ava, señalando la pantalla de la televisión—. Aquí es
cuando hago que lo coma. El pudín, quiero decir.
—¿Quién es esa? —pregunta Shari.
—Es Ava Geck —digo. Cuando Ava niega frenéticamente con la cabeza, pongo los
ojos en blanco—, pero no le digas a nadie que se está quedado aquí. Se está
escondiendo de los paparazis. Acaba de abandonar a su príncipe Griego, con el
que se supone debía casarse este fin de semana.
—Santa mierda —dice Shari—. ¿Y se está quedando en tu casa? ¿No puede costear
algún otro lugar más lindo para esconderse?
—Gracias —digo sarcásticamente.
151
—Bueno, lo siento. Pero sabes que es cierto. Entonces… ¿realmente estás bien con
todo esto de la ruptura con Luke? Pensé que estarías histérica.
—Realmente estoy bien con eso —digo—. Como dije, fue mi idea. —Tomo el
envase de jugo de naranja y me dirijo a la cocina—. Es como si todas estas cosas
que han estado gestándose en mí durante meses salieran. Incluso le hablé acerca
de mi Spanx. —Mis mejillas comienzan a sonrojarse ante el recuerdo de eso.
Hay un silencio al otro lado de la línea. Luego Shari dice:
—Lizzie. ¿Estás diciéndome que tu prometido no sabe que usas camisetas
modeladoras?
—No —digo, abriendo la puerta del refrigerador—. No lo sabía. No hay duda de
por qué no me respeta. ¿Qué hay para respetar? Soy un completo fraude.
—Oh, cariño —dice Shari—. No creo que seas un fraude. Sólo… complicada.
—Acéptalo —digo, cerrando la puerta del refrigerador con mi pie—. Soy un fraude,
Shari. Un gran y superficial fraude, que prefiere pasar tiempo renovando vestidos
de novia en lugar de su propio prometido. —No estaba inventando esa última
parte, tampoco. ¿Qué dice eso de mí?
Shari suspira.
—Pienso que esta separación es una buena idea. Los dos pueden pasar el verano
aclarando sus mentes, poniendo las cosas en perspectiva. Dándose un poco de
espacio. Han sido doce meses muy intensos desde que se conocieron en ese tren.
—Cierto —digo. Sé que lo que ella está diciendo tiene sentido. Sé que lo que le he
dicho a Luke, en el porche, tiene sentido. Tiene mucho sentido.
Entonces, ¿por qué mi corazón duele tanto de pronto?
—Tengo que irme —le digo—, Abue está en la otra línea. Es sólo… —Mi voz se
quiebra un poco—. Luke y yo estamos terminando, ¿verdad?
—No, Lizzie —dice Shari—, para nada. Quiero decir, no lo creo. No necesariamente.
No si tú no quieres. ¿Quieres terminar?
152
—No lo sé —admito miserablemente. Estoy tan confundida. Recuerdo su beso de
despedida en el porche. ¿Fue mi imaginación o hubo algo de alivio en ese beso?
No alivio de que terminemos, tampoco. ¿Pero alivio de que quizás… sólo quizás…
estemos un poco más cerca de hacerlo?
Esa tiene que ser mi imaginación hiperactiva. Luke es quien lo propuso, después de
todo. Yo terminé con él la última vez, ¿recuerdas? Él es quien volvió arrastrándose,
rogando por mi perdón. Hizo lo mismo esta noche. Si tanto quiere terminar, ¿por
qué sigue regresando cada vez que le doy lo que quiere?
¿Quiero terminar con él?
¿Qué es lo que dijo Shari, tanto tiempo atrás en esta misma cocina?
“Me preocupa que la razón por la que le dijiste que sí a Luke es porque quieres tanto
casarte con él, y después cuando descubras que él no quiere casarse contigo, sepas
seguir tu camino. Y que de pronto, cuando él regrese y después de todo quiere
casarse contigo, pienses que tienes que decir que sí porque has sido muy firme en
que eso es lo que querías desde un principio. Pero sabes, Lizzie, está bien cambiar de
parecer”.
No. No eso… la otra cosa. Sobre que amo la idea de Luke, no a Luke como tal.
Pero eso es ridículo. ¿Cierto? Quiero decir, ¿cómo puedes amar la idea de alguien y
no a la persona en sí? Por supuesto que amo a Luke. Amo que quiera ser un doctor
y salvar a los niños, amo sus pestañas y de que siempre se vea tan bien, y huela tan
bien cuando sale de la ducha… esas no son ideas. Eso es real…
¿Verdad?
—Peleas como esta —continua Shari—, a veces pueden fortalecer a las parejas.
Casi siempre son algo bueno. Dejar en claro las cosas sólo mejoran las cosas. Chaz
dice…
—¿Qué? —pregunto, volviendo al presente ante la mención del nombre del Chaz—
. ¿Qué dijo Chaz? No puedo creer que te llamara. ¿Desde cuándo están tú y Chaz
tan amistosos?
153
—Sabes que Chaz y yo siempre fuimos amigos —dice Shari—. Lo quiero… como un
amigo. Siempre lo haré. Y él te adora, sabes. Siempre lo ha hecho. Estaba
preocupado por ti. Dice que saliste corriendo del restaurante y entraste a una
limo…
—La de Ava Geck —digo.
Ava, en la sala de estar, levanta la mirada y dice:
—De verdad, tienes que ver esta parte. ¡Aquí es cuando Tippy llega y comienza a
rasurar sus piernas! ¡Con pudín!
Obedientemente, giro la cabeza hacia la sala de estar.
—En serio —digo al teléfono—. Estaba bien. Simplemente me enfadé tanto con
Luke. ¿Sabes? Me dijo algo horrible y en frente de la nueva novia de Chaz, Valencia.
Quien es perfecta, por cierto. Deberías verla, sin celulitis y bronceada. Además,
tiene un doctorado. Me dijo solipsista.
—¿Te dijo cómo?
Intento de nuevo.
—Solipsista.
—¿Dijo eso?
—Frente a mí —digo, asintiendo vigorosamente, incluso aunque Shari no puede
verme—. ¿Por qué? ¿Qué significa?
—Uhm. No estoy segura —dice Shari. Puedo decir que está mintiendo—. Mira, sólo
llámame cuando hayas terminado de hablar con Abue. Pat y yo vamos a tener una
barbacoa del Cuatro de Julio la próxima semana y queremos que vengas.
—¿De verdad? —Estoy conmovida—. Shari, me encantaría.
—Genial. Va a ser genial. Tenemos el jardín trasero para nosotras, sabes, para la
barbacoa y también tenemos derecho a la azotea, por lo que todos pueden ir ahí al
anochecer y ver los fuegos artificiales. Tenemos una gran vista.
154
—Oh, Shari, suena perfecto. ¿Puedo llevar algo?
—Sólo a ti misma. Chaz traerá una tartaleta de fresa y quizás también una tartaleta
de arándano, si puede…
—Espera. —No puedo creer lo que estoy escuchando—. ¿Invitaste a Chaz?
—Por supuesto que invité a Chaz —dice Shari—. No crees que lo dejaría solo el
Cuatro de Julio, a salir con esa horrible Valencia, ¿cierto?
—No —digo, pensando en que no hay forma, si Luke hubiese estado en la ciudad,
de que me invitaría a su casa. No si ella supiera que hay una posibilidad de que lo
llevara. Ni en un millón de años—. No sabía que fueran tan unidos.
—Oye, no rompí con el chico porque ya no me gustara —me recuerda Shari—,
terminé con él porque me enamoré de alguien más. Es un gran tipo. Sólo espero
que encuentre a alguien que sepa apreciarlo, ¿sabes? Tiene mucho que ofrecer.
—Creo que ya encontró a alguien —digo tristemente. No menciono la voltereta
que hizo mi corazón antes, cuando lo vi. Aún no he entendido esa parte. Tampoco
estoy segura de querer hacerlo.
—Me refiero a alguien agradable —dice Shari—, no una ruin zorra libre-de-celulitis
del departamento de filosofía. No le digas esto, pero hay una bonita chica en mi
oficina con la que espero unirlo en mi fiesta. Le dije especialmente que venga
soltero para así reunirlos. Creo que se llevarán bien. Ella también ama el básquetbol
universitario. No creo que le importen las gorras de béisbol. Y sé que nunca ha
usado la palabra solipsista en una conversación.
Siento como si Shari acabara de lanzar un cuchillo a mi corazón. De verdad. Mi
mejor amiga. A penas puedo respirar, de hecho, estoy tan herida.
—¿Es bonita? —me escucho decir. Es sorprendentemente difícil hablar con un
cuchillo en tu corazón.
—¿Qué? —pregunta Shari—. ¿Acabas de preguntarme si ella es bonita?
—No —digo rápidamente—, dije si ella es ingeniosa. Porque sabes que a Chaz sólo
le gustan las chicas ingeniosas. Porque él es tan… inteligente.
155
Oh. Dios. ¿Qué está mal conmigo? ¿Cómo puedo estar preocupada por esto?
Posiblemente —está bien, probablemente— estoy terminando con mi prometido,
el hombre de mis sueños, justo ahora. ¿Por qué le estoy dando un momento a
pensar al hecho de que Shari está uniendo a Chaz con una chica de su oficina?
Estoy comprometida con el mejor amigo de Chaz. Incluso si nos hemos dado un
tiempo.
—Eso es genial —digo con forzado entusiasmo.
—Lo sé. De todas formas, te veremos el Cuatro, ¿alrededor de las siete?
—Ahí estaré —digo y luego de que Shari me pregunte una vez más si estoy bien, y
yo le aseguro que creo que sí, incluso aunque estoy bastante segura de que no,
nos despedimos y cuelgo.
—Oh, mierda —digo, recordando a Abue cuando oigo su respiración.
—Sí. —Su voz malhumorada llena mis oídos—. Aún aquí. ¿Me recuerdas? ¿La
abuela?
—Lo siento tanto —digo—, era Shari.
—Claro que sí —dice Abue con voz aburrida—. Aún no has respondido mi
pregunta. ¿Por qué no te lo has tirado?
—Respondí tu pregunta —digo—. Porque estoy comprometida con su mejor
amigo. ¿Y en dónde aprendiste una palabra como “tirar”?
—Televisión —dice Abue, sonando herida—. ¿En dónde más? ¿Y por qué debería
importarte con quién estás comprometida? Cuando es lo correcto, es lo correcto. Y
con él, es lo correcto.
—Abue —digo cansada—, ¿cómo lo sabes?
—Porque he vivido mucho más que tú. Ahora, ¿qué vas a hacer con eso?
—Nada, Abue —digo—. Él tiene una nueva novia. Es realmente bonita e
inteligente. Su nombre es Valencia.
156
—¿No es ese un tipo de naranja?
—Abue. Sabes lo que quiero decir. Ella es perfecta para él.
—¿Y? —Abue suena ofendida—, ¿tú no?
—No, Abue —digo tristemente—, no lo soy. Yo sólo… yo… yo…
No sé cómo seguir, de verdad, o qué más decir. Me encuentro, por primera vez en
mi vida, sin palabras. ¿Cómo puedo explicarle por qué Valencia es tan perfecta para
Chaz —para cualquier chico, en realidad— mientras que yo, por otro lado, no lo
soy? Absolutamente no.
Abue, sin embargo, viene a mi rescate.
—Sí, sí, sí —dice ella—, lo sé. Estás comprometida. Lo escuché. Comprometida no
es casada, lo sabes. Comprometida no es muerta. Escucha, tengo que irme. Mi
show va a comenzar. He visto este antes. Los he visto todos antes. Pero eso es una
de las cosas buenas de hacerse mayor. No puedo recordar cómo ninguno de estos
malditos episodios termina. Hablaré contigo más tarde.
Ella cuelga. Yo hago lo mismo y me giro para encontrar a Ava mirándome con
expresión herida en su cara.
—¿Irás a alguna parte el Cuatro de Julio? —pregunta, triste.
Me toma un minuto registrar lo que está diciendo. Luego niego con la cabeza.
—Sólo una barbacoa —digo—, en la casa de mi mejor amiga. En Brooklyn. —
Cuando Ava continúa viéndose afligida, añado—: Ava… puedes venir, si quieres.
Pero… ¿no tendrás otros planes? Quiero decir, el Cuatro de Julio no es hasta en una
semana más. Probablemente tendrás una mejor invitación para entonces. —Y, por
favor, Dios, no estarás quedándote en mi casa.
—No lo sé —dice Ava—, quizás. ¿Chaz va a estar ahí?
—Sí —digo lentamente, preguntándome a dónde quiere llegar.
157
—Medio he estado esperando ver a este chico —dice Ava—. Hablas tanto de él.
Quizás me deje enamorar. ¡Oh, ahí está! —Apunta la pantalla con un dedo con
manicure francesa.
Y tengo el privilegio de ver, por primera vez, a Dj Tippycat.
Es sorprendentemente normal: un poco bajo, ligeramente calvo, y usa una camiseta
con la palabra “Wonderbread” escrita en ella. De hecho, si Shari estuviera aquí, lo
acusaría de ser un retraído.
—Guau —digo—. Él es… eso…
—Lo sé —dice Ava con un suspiro—. ¿No es guapo?
Y me doy cuenta de que no hay nada escrito sobre gustos. Al menos cuando a Dj
se refiere. Y, estoy bastante segura, príncipes.
Y candidatos a doctorados de filosofía.
158
Historia de las Bodas
Traducido por Nanami27
Corregido por Laurence15
uando, durante la época medieval, los matrimonios no sólo representaban
C
la unión de dos personas, sino que también la de dos familias, o incluso dos
naciones, era necesario que la novia se vistiera para impresionar, es decir,
cubrirse en lujo… no solamente joyas, sino las pieles más caras y materiales que
pudieran ser encontradas mientras ella estuviese representando su linaje noble.
Así se introdujeron los primeros vestidos de novia… cuánto más rica y poderosa era
la familia de la novia, más amplias las mangas y más larga la cola.
Obviamente, aquellos pertenecientes a clases sociales inferiores intentaron copiar a
los ricos hasta… bueno, hasta que los vestidos de novia de todas eran largos y
fluidos.
No fue hasta que la Reina Victoria eligió vestir de blanco para su boda con el
Príncipe Albert que el color se volvió la elección más popular para vestidos de
novia. Hasta entonces, no fue pensado para representar a las novias o la pureza…
¡era el azul!
Pero el blanco es sinónimo de novias desde entonces, y tenemos que agradecer a
los victorianos por ello… junto con el concepto de evolución, la educación pública
gratuita, ¡y no olviden a Jack, el Destripador!
Consejo Para Evitar Un Desastroso Día de Bodas.
Mientras que actrices como Sarah Jessica Parker podrían ser capaces de salir con
un vestido de boda negro, un toque de blanco para reconocer la naturaleza
especial del día es generalmente apreciado. Vestir completamente de negro en tu
159
día de boda es realmente considerado mala suerte. Si bien no ha parecido afectar a
Sarah (a partir de este escrito), realmente, ¿por qué correr el riesgo?
DISEÑOS LIZZIE NICHOLS™
160
Capítulo 13
Traducido por Nanami27 y Azuloni
Corregido por Laurence15
“Hay tres cosas que perduran: la fe, la esperanza y el amor, pero el mayor de ellos es
el amor.”
CORINTIOS 13:13
e despierto a la mañana siguiente con el sonido de un jadeo
M
horrorizado.
Brinco del sofá —ignorando el calambre en mi cuello, provocado por
haber pasado la noche en un menos que cómodo sofá cama, el cual de hecho no
es así, sino plegable— y me abalanzo hacia la ventana, donde Ava está de pie.
—¿Qué? —exijo, esperando encontrar un cuerpo muerto, por lo menos. Pero todo
lo que veo a continuación es una docena de paparazzi acechando.
Ava apunta con un dedo tembloroso hacia ellos. Todavía no se habían dado cuenta
que ella los había visto; estaban apoyándose contra los autos estacionados,
fumando cigarrillos y bebiendo café en vasos de Starbucks.
—¿Cómo —demanda Ava en una voz áspera por el sueño—, me encontraron?
Parpadeo hacia los camarógrafos rudos y violentos, con sus barbas, pantalones
cargo y lentes múltiples.
—¿Cómo debería saber? —pregunto. Trato de no sonar de tan mal humor como
me siento. Realmente no soy una persona de la mañana, y me siento aún peor
después de mi noche en el sofá—. No le dije a nadie que estabas aquí.
161
—Bueno —dice Ava. Ha recogido a Blancanieves y está aferrándola al pijama de
seda que cubre su pecho—. Desde luego, no le dije a nadie que estaba aquí.
—¿Pequeño Joey? —pregunto.
Ava niega con la cabeza.
—De ninguna manera. ¿Estás segura de que no le dijiste a nadie? —Ava ha
comenzado a deambular por el apartamento, recogiendo sus cosas y rellenándolas
de nuevo en sus siete maletas, tanto como puede hacer con una sola mano, ya que
todavía está sosteniendo a su perro—. ¿Qué hay de Luke? ¿Luke podría haberle
dicho a alguien? Quizás está enojado contigo por romper con él.
—No hemos terminado —le recuerdo—. Ya te lo dije, sólo nos dimos un tiempo.
Además, ni siquiera sabe quién eres.
Noto que el labio inferior de Ava sobresale una fracción de pulgada, pero prefiere
ignorar este recordatorio inoportuno de que no todo el mundo es adicto a Google
News Entertainment.
—Bueno, ¿qué hay de tu amiga Shari? —pregunta—. Le dijiste que no le dijera a
nadie que estaba aquí, ¿no?
—Claro que lo hice —dije—. Ella nunca diría una palabra. ¿Qué hay del conductor
de tu limusina? ¿Le habría dicho a alguien?
—Absolutamente no. Todos firman un acuerdo de confidencialidad con la
compañía para la que trabajan. Nunca diría una sola palabra, no si no quisiera
perder su trabajo. —Ava hace una pausa mientras está marcando números en su
celular—. ¿Qué hay de tu abuela?
De inmediato comienzo a morder mi labio inferior. Abue. Había olvidado decirle a
Abue que no le dijera a nadie que Ava Geck se estaba quedando en mi
apartamento. Pero seguramente ella no lo haría…
—Sí —dice Ava, apartando la mirada de mí—. Es lo que me imaginaba. —Alguien
responde desde el otro extremo de la línea que está marcando—. ¿Joey? —grita en
el teléfono—. Código uno. Estamos comprometidos. Ven ahora.
162
—Pero no le habría dicho a nadie —insisto, arrastrándome tras Ava mientras ella se
dirige al baño—. Quiero decir, Abue ni siquiera sabía a ciencia cierta que eras tú. Y
no hubiera sabido a quién llamar. ¡No tiene exactamente TMZ 13 o lo que sea en la
marcación rápida!
—Sí —dice Ava, viéndose tensa—. Bueno, parece que ella lo ha entendido rápido,
¿no?
Es todo lo que puedo hacer para no estallar. ¡Eres la única que respondió el
teléfono! ¡Eres la que le enseñó cómo programar el pase de temporada en su TiVo!
No es culpa de Ava, sin embargo, lo sé. Es mía. Yo y mi bocota. Como siempre.
—Ava —digo—. Lo siento mucho. Realmente estoy muy, muy apenada.
—Lo que sea —dice Ava, con un encogimiento de sus hombros delgados. Me doy
cuenta que no puede hacer contacto visual conmigo—. Tomaré una ducha. Cuando
Joey llegue aquí, ¿lo harás subir? Él tocará el timbre tres veces en una fila rápida,
luego dos veces, muy despacio, para que sepas que es él. ¿De acuerdo?
Asiento. Me siento terrible.
—Ava…
—Sólo déjalo entrar —dice Ava—. ¿De acuerdo?
Asiento otra vez, entonces salgo del baño para que pueda cerrar la puerta. Un
segundo después, escucho al grifo de agua abrirse.
No puedo creerlo. ¡Qué desastre! La integridad de Chez Henri ha sido totalmente
comprometida. Sin mencionar mi propia integridad personal. No es que tuviera
mucha de ella para empezar.
Sin embargo, no puedo creer que Abue, de todas las personas, había sido quien
había llamado a los paps14 acerca de Ava. Ella ni siquiera habría sabido cómo
hacerlo. No es como si importara —el daño está hecho, obviamente— pero tengo
13
TMZ: Fuente de noticias de celebridades integrado por molestos paparazzi que acosan a las
celebridades.
14
Paps: diminutivo de paparazzi.
163
que saberlo. Tengo que saber si es realmente mi culpa. Tomo el teléfono y llamo a
la casa de mis padres. Abue contesta a la primera llamada.
—¿Qué? —demanda ella.
—Abue —digo. Mantengo mi voz baja, en caso de que Ava no se haya metido a la
ducha todavía y estuviera escuchando a escondidas, como está tan acostumbrada a
hacer.
—¿Quién es? —demanda Abue—. ¿Lizzie? No hay nadie aquí. Tu papá está en el
trabajo, y tu mamá está en el Y. Tus hermanas están Dios sabe dónde…
—Está bien, es contigo con quien quiero hablar, de todos modos —digo—. ¿Le
dijiste algo a alguien acerca de que Ava Geck se está quedando en mi casa?
—Bien, buenos días a ti también —dice Abue—. ¿Ya te lo tiraste?
—Abue —susurro—. Lo digo en serio. ¿Le dijiste a alguien sobre Ava?
—Claro que no —dice Abue, sonando molesta—. ¿A quién le diría? Nadie me
habla, excepto tú. Sólo soy la vieja y loca Abue, demasiado borracha para que
cualquiera me tome en serio…
Siento que empiezo a relajarme. No había sido mi culpa después de todo. Por una
vez en mi vida, no había sido yo…
—Aunque —dice Abue, en un tono diferente—, tu hermana Rose estaba
merodeando por ahí anoche mientras estaba hablando contigo.
Siento el frío correr por mi sangre. Si hubiera sido Sarah, no estaría preocupada.
Pero Rose es una historia diferente.
—¿Crees que te escuchó? —pregunto.
—Sé que me escuchó —dice Abue—. Ella hizo muchas preguntas después de que
colgara, como por qué estaba preguntando sobre Ava Geck, y qué estaba haciendo
Ava Geck en tu casa. Sólo le dije lo que sabía…
Solté la peor grosería que conozco. Abue, siendo Abue, no es impresionable.
164
—Bueno —dice—. No puedes exactamente culparla. No es que no necesitara el
dinero, la manera en la que está al máximo de sus tarjetas de crédito por ropas en
lugares de oferta… especialmente en esa tienda mayorista de T.J.MAXX. Además
del bueno para nada y bohemio de su marido que despidieron otra vez, y él no es
exactamente imparcial con el mostrador de joyería en JCPenney. Deberías ver
cuántas cadenas de oro le vi usando en la piscina el otro día.
Cierro mis ojos, tratando de convocar la fuerza que necesito para no echarme a
llorar en el acto. Estoy segura de que Rose está nadando en deudas.
Eso no significa que no quiero subirme en un avión con destino a Ann Arbor y
estrangularla.
—Si ves a Rose hoy, Abue —digo—. ¿puedes darle una patada en el culo por mí?
—No te preocupes —me asegura Abue, disfrutando, como siempre, de estar en
medio de una pelea de gatas entre una de mis hermanas y yo—. Le recordaré lo
grasosos que se veían sus brazos en ese vestido de zorra que usó para su baile de
graduación. Eso siempre la hace llorar. Como una maldita Cataratas del Niágara.
—Gracias —digo, y cuelgo sintiéndome sólo un poco mejor. Realmente, ¿podían
las cosas ponerse peor?
Y, sin embargo, lo hacen, media hora más tarde, cuando Ava sale de mi baño,
luciendo perfectamente peinada en un ceñido y púrpura animal-print con estiletes
naranja brillante, y se encuentra a Pequeño Joey y a mí esperándola en el sofá.
—¿Listo? —le pregunta ella, ni siquiera me mira.
—Ava —digo, poniéndome de pie de un salto—. Lo siento. Fui yo. Quiero decir, le
dije a mi abuela. Pero no fue su culpa. Mi hermana…
—Está bien —me interrumpe Ava. Pero puedo decir por su molesta expresión que
no. No está bien. Está lejos de estar bien—. Nos vamos ahora. ¿Cierto, Joey?
Joey levanta sus ciento treinta y seis kilos del sofá.
—Absolutamente, señorita Geck. Ya bajé sus maletas.
—Ava —digo, intentando de nuevo.
165
—Está bien, Lizzie —insiste Ava.
Pero sé que no lo está. Nada está bien.
Nada jamás va a estar bien —por lo menos entre Ava y yo— de nuevo.
Los veo irse por las ventanas de la sala. Los paparazzi arrojan sus cigarrillos y vasos
de café —voy a tener que barrerlos antes de que la tienda abra— y avanzan para
atacar a Ava prácticamente en el minuto en que ella atraviesa la puerta de mi
edificio. Pequeño Joey la escuda lo mejor que puede, con los codos y la
considerable barriga, para forjar un camino de manera que ella llegue a la limusina
que los espera. Ava se sube, Pequeño Joey la sigue, y salen a toda velocidad, los
fotógrafos en una ardiente persecución tras ellos.
Y entonces mi calle está tranquila de nuevo. Si no fuera por toda la basura en la
acera —y la bola de pelo rubio en mi drenaje—, casi parecería como si no hubieran
estado allí en absoluto.
Pero sé que acabo de arruinar una relación con un cliente importante. Lo que es
peor, he arruinado una floreciente amistad.
Y honestamente, no tengo a nadie a quien culpar por ello sino a mí misma. Al igual
que en todos los otros líos de mi vida en este momento. Genial.
Simplemente genial.
***
Nunca había estado arriba en la azotea de Shari y Pat, pero resulta que habían
construido un pequeño jardín oasis ahí. En un piso de secoya, rodeado de
rebosantes maceteros repletos con geranios y espuelas de caballero, puedes
pararte y mirar el horizonte de Manhattan, prometedor, en todo su esplendor fuera
del East River. Es una vista increíble. Y todo es suyo.
Bueno, y la de todos los otros inquilinos en su edificio. Y todas las otras azoteas
vecinas a lo largo de la calle. Las cuales están teniendo fiestas por el Cuatro de Julio
al mismo tiempo como la suya.
166
Pero no van a dejar que todos los desafiantes estéreos con altavoces les derroten.
Shari, al menos, tiene un montón de otras cosas de las que preocuparse.
—No puedo creer que la trajera —sigue diciendo Shari, echando miradas oscuras
en dirección a Chaz.
—Te dije que lo haría. —Estoy devorando helado ya que no hay nada más siendo
servido, lo que no es cierto, porque también hay hamburguesas, perros calientes,
papas fritas, alrededor de diez diferentes tipos de ensalada de pasta, y, claro, los
dos pasteles que Chaz había traído.
Pero de alguna manera, lo único que me hace sentir mejor es el helado. Ha sido
una semana muy larga. Una semana muuuuuuuuy larga.
Y la visión de Chaz sentado allí con Valencia —quien está luciendo fresca y serena,
a pesar de los treinta y dos grados centígrados de calor, en gauchos de lino blanco
y un top negro que muestra sus perfectamente tonificados brazos— no está
haciendo mucho para hacerme sentir mejor.
—Así que, ¿es esa la chica? —pregunto entre sorbos de helado rocky road.
—¿De qué estás hablando? —inquiere Shari.
—De la chica que estás tratando de emparejar con Chaz. ¿Es ella? —Señalo a una
chica linda que se ha unido a Chaz y Valencia, por la nevera de cerveza, al lado de
donde ambos están sentados.
—Sí —dice Shari, luciendo molesta—. ¿Ves cuán lindos se ven juntos? Serían la
pareja perfecta si él no hubiera traído a esa perra de hielo con él. Y, ¿qué es lo que
Tiffany está haciendo allí con ellos? Se ve que ella está monopolizando la
conversación.
Tomo un enorme bocado de mi helado.
—No lo sé —digo, mi boca demasiado llena para decir más. Afortunadamente.
No menciono que Tiffany, en el servicio de autos de su novio, Raoul, insistió en que
compartiéramos el mismo propósito, me había jurado que iba a impedir que Chaz
hiciera una conexión de amor con “esa zorra de la oficina de Shari, porque es
167
totalmente adecuado para ti. Y, además, voy a separarlos a él y esa señorita con
nombre de naranja, también.”
No me molesté en recordarle por enésima vez que no me importa con quién sale
Chaz porque en realidad estoy comprometida con alguien más, ya que sólo sacaría
a relucir, como siempre lo hace, que estoy “dándome un tiempo”, y las personas
que están felizmente comprometidas no tienden a pedir uno de esos.
—Oye, entonces, ¿qué pasa con Ava Geck? —pregunta Shari, distrayéndome de
mis pensamientos sombríos—. ¿Aún está enojada contigo por exponerla a la
prensa?
Me estremezco. Las consecuencias de la situación de Ava resultaron ser peor de lo
que incluso pudiera haber imaginado. Los Henri no habían estado muy felices de
ver el frente de su tienda en las fotos cubriendo toda la prensa de la mañana, tras
el anuncio de que la boda real de alto perfil de Ava Geck había sido cancelada.
Había intentado convencerlos de que no había tal cosa como la mala publicidad,
pero realmente no habían entendido eso. No podían entender qué estaba
haciendo Ava al pasar la noche en mi apartamento en primer lugar. Al igual que
Luke, no pensaban que un empleado que invitara a un cliente a quedarse con ella
fuera particularmente profesional.
En retrospectiva, tal vez tenían razón. Pero entonces, Ava se había más o menos
invitado ella misma.
—Sí —digo—. Ella no me habla. Cosa que puedo entender.
—Bueno, ella es la única persona que conozco que no quiere ser un miembro del
séquito de Lizzie Nichols estos días.
Shari señala al pequeño grupo de personas reunidas alrededor de los pasteles de
Chaz —había traído dos: uno de fresa ruibarbo y uno de arándano— recorriendo
sus dedos por los potes vacíos, luego lamiéndolos, y recorriéndolos alrededor de
los bordes de nuevo. El novio de Tiffany, Raoul, y Monique y su novio, Latrell,
habían repartido las botellas de champán y las cajas de bengalas que habían traído
con ellos, para contribuir con el ambientes de reunión festiva. Y para compensar el
hecho de que no habían sido exactamente invitados.
168
—Bien —digo tímidamente—. Me doy cuenta que cuatro personas es mucho. Pero
realmente querían venir. —No menciono que la fantástica vista de Shari de los
fuegos artificiales y el hecho de que el Cuatro de Julio cayó un miércoles este año,
haciendo más difícil salir de la ciudad, tenía algo que ver con eso.
—No me quejo —dice Shari—. Es solo que si llegas a ser más popular, voy a tener
que mudarme a un lugar más grande para dar cabida a todos tus fans cada vez que
te tenga por aquí.
—No soy popular —digo, avergonzada—. Yo sólo…
—Admítelo —dice Shari con una sonrisa—. Ellos son los juguetes inadaptados y tú
eres la isla15. ¿Cómo van las cosas con Luke, de todos modos?
Me encojo de hombros.
—Bien —digo, hablando en torno a la cuchara de plástico rojo que cuelga de mi
boca—. Quiero decir, tan bien como puede esperarse, viendo que él está en París y
yo estoy aquí, y que nos estamos dando un tiempo.
Shari señala el anillo en el dedo anular de mi mano izquierda.
—Aún estás usándolo.
—Bueno —digo, paleando neuróticamente más helado en mi cara—, estamos
comprometidos. Él está actuando como que todo está bien.
―¡Ooooh! ―chilla Tiffany de repente, saltando en sus tacones de aguja de diez
centímetros y apuntando hacia el cielo crepuscular―. ¡Están empezando!
Oímos una sorda explosión, y lo siguiente que vi, fue un enorme clavel explotando
en luz en el cielo.
―Zee One Hundred16 ―grita Shari―. ¡Pongan Zee One Hundred! ¡Nos falta el
acompañamiento musical! —Salta a encender la radio, mientras que dos docenas
de personas la miraron como si hubiese perdido la cabeza.
15
La Isla de los Juguetes Inadaptados: Es donde los juguetes no deseados con defectos
cosméticos o físicos se van a vivir con el regidor de la isla, el rey Moonracer, un león marrón con
alas, hasta que pueda encontrar un hogar para ellos.
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Un segundo más tarde, Tiffany me mira furtivamente y me dice:
―Está bien, aquí están L.D.
Giro mi cara hacia ella, confundida.
―¿Los qué?
―L. D. ―dice ella―. ¿Los detalles? ―Cuando asiento, ella continúa―: No me
mires. Mira los fuegos artificiales. Finge que estamos hablando de los fuegos
artificiales. Su nombre es Mae Lin, y tiene como un máster en trabajo social o algo
así. Vive en Alphabet City, le encantan los Buckeyes, un equipo de baloncesto, y
colecciona vajillas retro de colores. Estás absolutamente jodida.
Miro a Tiffany.
―Tiff ―digo mientras el ruido de los fuegos artificiales atraviesa el horizonte
detrás de mí―. Ya te lo dije. No me importa. No me gusta Chaz de esa manera.
―Sí, claro ―dice Tiffany con una risa ronca, tomando un sorbo de su copa de
champán―. ¡Lo que sea! Si él fuera de los que se casan, ya te habrías acostado con
él. Sólo tienes que admitirlo.
Z100 reproduce “Born to Run”. La novia de Shari, Pat, dice:
―No, simplemente... no. ¿Me estás tomando el pelo con esto?
Luego Shari dice:
―Cariño, es el Jefe. ¿Qué vas a hacer?
―Esto es lo vas a hacer ―dice Tiffany, quitándome el cuenco vacío de helado y
colocándolo en una mesa de picnic cercana―. Ve allí, tanto Mae Lin como Valencia
se han ido, está bien, han bajado a secarse. “Accidentalmente” he derramado mi
botella de champaña en ellas, y dile que sus pasteles estaban buenos.
―Tiff. ―Me está empujando hacia Chaz. Cierro mis rodillas, negándome a ceder―.
No. Estoy comprometida. Y él no... Lo que acabas de decir. Sobre el matrimonio.
¿Recuerdas?
16
Zee100: Es una emisora de radio Neoyorquina.
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―¡Dios! ―Tiffany me da otro empujón―. ¿Por qué eres tan jodidamente terca?
¡Puedes cambiarlo! Sé que todas las otras novias siempre te están diciendo que los
hombres no pueden cambiar, y, por lo general, es cierto. Pero no en este caso.
Contigo. Y él. Créeme. Lo sé. Vamos, Lizzie. Siempre estás ayudando a otras
personas. ¿Por qué no vamos a ayudarte a ti por una vez?
―Porque no me están ayudando ―digo con los dientes apretados. Tengo que
levantar la voz un poco, porque el ruido de los fuegos artificiales y el mar de fondo
de Z100, sonando desde varios tejados son tan altos. Me doy cuenta de dos
hombres con pulseras de cuero mirando hacia nosotras con diversión. Les doy la
espalda―. Te lo dije, Tiffany, amo a Luke. Luke, no Chaz.
Casi me lo creo completamente mientras lo digo. Hasta el punto de que incluso
logro convencerme de que no he pasado toda la fiesta tratando de no mirar hacia
donde se sienta Chaz, preguntándome cómo se las ha arreglado para conseguir un
bronceado oscuro tan temprano en el verano o por qué insiste en usar pantalones
cortos de color caqui. Son tan poco dignos para el hombre urbano.
Aunque con piernas musculosas como las suyas, él puede, por supuesto, salirse con
la suya...
―No creo que lo hagas ―insiste Tiffany―. Y lo siento, pero no creo que Luke te
quiera, tampoco. No se habría ido a Francia, o concordado con tu jodidamente
estúpida idea, si lo hiciese. Creo que ustedes tienen miedo de admitir que todo ha
terminado entre los dos desde hace mucho tiempo. Tuviste una aventura de verano
que se perdió por el camino, por un camino muy largo. Créeme, Lizzie, sé que es el
amor verdadero, y lo veo de pie ahí en esa jodida nevera de cervezas con una gorra
de béisbol. Ahora ve... hasta… allí…
Tiffany me empuja, con una fuerza sorprendente para una persona tan delgada —
bueno, se ha ejercitado— y me encuentro a mí misma trastabillando en mis
zapatos tejidos de plataforma con cordones… sólo para terminar tropezando
prácticamente en la nevera de cerveza. Me hubiera caído dentro de ella si Chaz no
se hubiese acercado y agarrado del brazo.
―Oye ―dice, pareciendo preocupado―. ¿Estás bien?
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―Sí ―dije, poniéndome rojo remolacha―. Estoy bien. Tiffany quiere que te diga
que, umm, que le gustan tus pasteles.
Chaz me mira, levantando sus cejas oscuras.
―Oh ―dice―. Bien, eso es bueno.
―Sí ―le digo, tratando de recobrar la compostura―. A mí también. Buenos...
pasteles. Ambos.
¿Soy yo? Me pregunto a mí misma. ¿Soy de verdad el ser humano más estúpido
sobre la faz de la tierra? ¿O solo me siento así a veces?
―Genial ―dice Chaz―. Así que, ¿cómo va el descanso?
―¿El descanso? ―repito sin convicción.
―Sí ―dice Chaz―. El descanso que tú y Luke se están tomando.
―¡Oh, el descanso! ―Detrás de la cabeza de Chaz, los fuegos artificiales estallan
en formas sorprendentes, como manzanas y labios besándose. Y él ni siquiera lo
está mirando. Su mirada se clava en mi cara. Y espero que no note que mi cara
quema tanto como las luces en el horizonte tras él―. Um, bien. Supongo. Parece
que a Luke realmente le gusta estar allí. Es un montón de trabajo. Pero él sabía que
lo iba a ser.
―Bueno ―dice Chaz, recogiendo su cerveza y tomando un sorbo de ella―, él
siempre tuvo una cosa para los números.
―Sí ―le digo―. Bueno, sólo está haciendo esto como un favor a su tío.
―Sí ―dice Chaz―. Claro.
Miro hacia él bruscamente.
―¿Qué quieres decir con eso? ―suelto.
―¿Qué quieres decir con, qué quiero decir? ―pregunta a la defensiva―. No quiero
decir nada. Sólo he dicho que tienes razón.
―Parecía que estabas siendo sarcástico ―digo.
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―Bueno, no estaba siendo sarcástico ―dice.
―Crees que él estaba desesperado por tomar cualquier excusa que pudiese
―digo, la claridad cayendo sobre mí de repente, como una ola de mar hecha de
cristal―, para salir de la ciudad y alejarse de mí. Porque lo estoy asfixiando.
Oh mi Dios. Está sucediendo de nuevo. Mi boca, quiero decir. Funcionando sin mí.
¿Qué estoy hablando? Quiero decir, lo sé, por supuesto... es lo que me mantiene
despierta por las noches… cuando debí haber caído dormida, agotada por ajustar
costuras durante todo el día con Sylvia y Marisol, preocupándome.
¿Pero por qué se lo estoy mencionando a Chaz, de todas las personas?
Chaz parece estar preguntándose lo mismo.
―¿Cuánto vino has tomado? ―pregunta Chaz, riendo con incredulidad.
―Ninguno ―le digo. Sorprendentemente, es la verdad. Además, desearía haberme
callado. Pero mi boca sigue moviéndose sin mí, como siempre―. Y te equivocas.
No le asfixio. En todo caso, no le presto la suficiente atención. Y, además, eso
estaría completamente en contra de lo que dijiste ese día.
―¿Qué día? ―pregunta Chaz, pareciendo más confundido que nunca.
―El día que conté que se me había propuesto. Tú dijiste que se me estaba
proponiendo sólo porque estaba asustado de estar solo, al punto de preferir estar
con una chica que sabe que no es la correcta sólo para así no estar solo.
Cierra. La. Boca. Lizzie.
Chaz parpadea hacia mí.
―Bien... sigo pensando que es verdad.
―Pero no puedes tener la razón en las dos cosas.
En la distancia, los fuegos artificiales todavía estallan, en una sucesión mucho más
rápida que antes. Boom. Boom. Boom. Cada explosión parece el momento para que
mi corazón lata en lugar de la canción de Bon Jovi de la radio que ahora suena a
nuestro alrededor a todo volumen. Estoy de pie tan cerca de Chaz, que puedo ver
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su pecho subiendo y bajando al mismo ritmo a través de la parte delantera de su
camisa de manga corta. Es difícil no poner mis manos sobre su pecho para ver si su
corazón está latiendo al mismo tiempo que el mío también.
Dios, ¿qué está mal conmigo?
―O lo estoy asfixiando, o tiene miedo a estar sin mí ―dejo escapar en su lugar―.
¿Cuál es?
―Estás completamente loca en este momento ―me dice Chaz, sin dejar de reír―.
Ya lo sabes, ¿verdad?
La verdad es, que lo sé. Pero saberlo no sirve de nada.
―Tú eres su mejor amigo ―señalo―. Lo has conocido durante más tiempo que
yo. Y pareces tener tantas opiniones sobre nuestra relación. O al menos solías
tenerlas. Me doy cuenta de que no hemos hablado de eso desde hace tiempo, ya
que has estado muy ocupado con Valencia, pero supongo que debes tener algunas
nuevas teorías sobre el tema. Adelante. Vamos a escucharlas.
―Ahora no ―dice Chaz, mirándome con una sonrisa que sólo puedo llamar
sugerente―. Hay demasiada gente alrededor. ¿Por qué no vienes a mi casa
después de esto? Estaré feliz de poder decirte todas las teorías que conozco. E
ilustrártelas, también.
Esa sonrisa ha hecho que mi aliento se quede atascado en mi garganta. No es que
vaya a dejar que él lo sepa.
―Oh, te gustaría eso, ¿cierto? ―exijo. Estoy de pie tan cerca de él ahora que
nuestros rostros están sólo a centímetros de distancia―. ¿Es esa la única manera
que tienes de relacionarte con las mujeres? ¿Como objetos sexuales?
―Como sabes perfectamente bien ―dice Chaz, pareciendo falsamente ofendido―,
no. ¿Qué es lo que te pasa esta noche? ¿Es por Valencia? ¿Estás celosa o algo así?
No debería tener que recordarte que eres tú la que está prometida.
―Así es. Con tu mejor amigo.
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―Oye, él es tu prometido. Eres tú la que parece sentir la necesidad de recordártelo
a ti misma.
―Por lo menos tengo novio ―le digo―. Por lo menos no soy una lisiada
emocional que tiene miedo de comprometerse con alguien sólo porque a la chica
que quería le gustaban las chicas.
―¿Ah, sí? ―Los ojos azules de Chaz parpadearon con más intensidad que
cualquiera de los fuegos artificiales que hubieran explotado en el cielo nocturno
hasta ahora―. Bueno, al menos no me he comprometido con el primer tipo que
me pidió que me casara con él sólo porque estoy en el negocio de los vestidos de
boda y no puedo soportar ver a todos mis clientes conseguir bonitos anillos de
diamantes en sus dedos y no tener uno para mí mismo.
Inspiro fuertemente, indignada… justo cuando mi teléfono móvil vibra en el bolsillo
de mi vestido gingham. Tengo que mantener todo el tiempo encendida esa
estúpida cosa últimamente por las emergencias con los vestidos de novia. Aunque
no tengo bodas programadas para hoy.
―Eso ―suelto hacia Chaz―, es tan falso. Resulta que amo a Luke. Y quiero pasar el
resto de mi vida con él.
―Sí ―se burla Chaz―. Sigue diciéndote eso. Tal vez algún día incluso puedas
empezar a creerlo.
Saco el teléfono, pensando que tal vez es Luke el que llama (aunque son cerca de
las dos de la mañana en Francia), cuando veo que es mi mamá.
―Y supongo ―le digo a Chaz―, que crees que tú eres mucho mejor para mí de lo
que él lo es.
―Voy a decirte una cosa ―dice Chaz―. Yo no sería tan estúpido de ir a Francia
por el verano y dejar a una chica como tú sola con tipos como yo alrededor.
Aturdida por eso, hago malabares con el teléfono, casi colgando a mi madre en mi
intento de responder a su llamada.
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―¿Mamá? ―En el fondo, los fuegos artificiales están llegando a su punto
culminante. Es el gran espectáculo final―. No puedo hablar ahora. Te llamaré
más…
―Oh, Lizzie, cariño ―me interrumpe mamá―. Siento mucho molestarte. Sé que
estás en la fiesta de Shari. ―Hablamos a principios de semana, y le dije que estaría
asistiendo a una fiesta en casa de Shari hoy―, y no quiero echártela a perder. Pero
quería decírtelo antes de que lo escuches por alguien más: Abue ha muerto.
Los fuegos artificiales son tan fuertes, que creo que no la he oído bien. Pongo un
dedo en mi oído y grito:
―¿QUÉ?
―Cariño, ABUE HA MUERTO HOY. ¿Puedes oírme? Sólo quería asegurarme de que
no lo escucharas en la maquina contestadora o de las Dennise ni nada de eso.
¿Cariño? ¿Estás ahí?
Murmuro algo. No sé qué.
Creo que estoy en estado de shock.
¿Qué ha dicho?
―¿Lizzie? ―Chaz está mirándome con una expresión divertida en su rostro―.
¿Qué pasa?
―¿Puedes oírme ahora? ―pregunta mamá en mi oído. El oído por el que puedo
oír. Cuando digo que sí, dice―: Oh, bueno. De todos modos, ha sido muy
tranquilo. Se ha ido mientras dormía. Me la encontré allí esta tarde, en la silla.
Debió haberse quedado dormida viendo Dra. Quinn. Sabes que descubrió cómo
funciona el TiVo. Tenía una cerveza en una mano, no sé cómo la consiguió. Bueno,
tuvimos una barbacoa por el Cuatro de julio, debe de haber birlado una… En fin,
sólo quería hacerte saber, estamos planeando una ceremonia conmemorativa para
este fin de semana. Sé lo ocupada que estás, pero espero que puedas venir. Ya
sabes lo mucho que te quería. No era justo que ella jugase a los favoritos con
ustedes, pero la verdad era que siempre fuiste la que más le gustó de todos sus
nietos…
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El mundo parece haberse inclinado. De repente, no puedo resistir más. Siento que
mis rodillas fallan... pero no pasa nada, porque Chaz tiene su brazo alrededor de mí
y me está dirigiendo hacia la nevera de cerveza, cuya tapa está bien cerrada. Me
sienta sobre ella, entonces se hunde a mi lado, con un brazo alrededor de mis
hombros.
―Está bien. Tómatelo con calma. Ya te tengo. Sólo respira.
―Abue está muerta ―le digo. No lo veo muy bien.
Entonces me doy que es porque estoy mirándolo a través de un velo de lágrimas.
Estoy llorando.
―Lo siento ―dice―. Lizzie, lo siento mucho.
―Estaba viendo Dra. Quinn ―digo. No sé por qué. Es todo en lo que puedo
pensar―. Y tomando cerveza.
―Bueno ―dice―. Si eres Abue, y tienes que irte, esa es la manera de hacerlo.
Dejo escapar un sonido, a medio camino entre un sollozo y una risa.
―¿Lizzie? ―La voz de mamá suena en mi oído―. ¿Quién está contigo?
―Ch-Chaz ―le digo con otro sollozo.
―Oh, querida ―dijo mamá―. ¿Estás llorando? No pensaba que te alterarías. Abue
tenía noventa, ya sabes. No es como si esto fuese completamente inesperado.
―Lo fue para mí ―gimo.
Vagamente, me doy cuenta de que el auge de los fuegos artificiales ha cesado, y
que todo está muy tranquilo de repente. Me doy cuenta, también, de que las
manchas pálidas que puedo ver a través de mis lágrimas son rostros... los rostros
de todos en la fiesta de Shari. Y todos están girados hacia mí. Lucho por recuperar
mi compostura, alcanzando y tratando de enjugar mis lágrimas con el dorso de la
muñeca.
Pero no se detienen. Sólo parecen venir más rápido.
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Chaz, que parece darse cuenta del problema, me lleva en un abrazo. Y de repente
estoy llorando contra su pecho.
―Oh ―dice mamá consoladoramente en mi oído. Estoy agarrando con fuerza mi
teléfono móvil en una mano, y la parte delantera de la camisa de Chaz con la
otra―. Bien. Me alegro de que Chaz esté ahí. Él es un gran y viejo amigo, y se
ocupará de ti.
No menciono que, hace cinco minutos, mi “gran y viejo amigo” estaba haciéndome
sugerencias lascivas sobre las “teorías” que iba a ilustrarme en su apartamento.
―Sí. ―Es todo lo que puedo llegar a decir ahogadamente.
Porque la verdad es que, hasta que ella había llamado, iba más o menos a aceptar
su invitación.
―Mamá. ―Me ahogo entre lágrimas―. Voy a irme ahora.
―Está bien, cariño ―dice mamá―. Te amo.
Y entonces cuelga el teléfono, y yo he colgado, y Chaz está diciendo―: Shhh
―entre mi cabello, y Tiffany ha llegado y está preguntando que está mal, y Shari
me está acariciando el brazo y dice:
―Oh, Lizzie. Todo va a estar bien.
Pero no es verdad. ¿Cómo podría serlo?
Abue se ha ido.
Y nunca le dije adiós.
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Historia de las Bodas
Traducido por ƸӜƷYossƸӜƷ
Corregido por Laurence15
¿P
or qué el tercer dedo de tu mano izquierda se considera el dedo para
poner el anillo? Los Antiguos Egipcios creían que una vena de ese
dedo se dirigía directamente al corazón, por ello parecía la posición
lógica para poner el anillo de casamiento. La ciencia ha demostrado desde
entonces que esto no es estrictamente exacto.
Pero la tradición continúa, y el dedo es todavía universalmente conocido como el
dedo del anillo. ¿Y no es romántico pensar que nuestros anillos de boda están
vinculados a nuestros corazones? Bueno, ¿por una vena espeluznante de sangre, de
todos modos?
Consejo Para Evitar Un Desastroso Día de Bodas.
Puede sonar obvio, pero pruébense los anillos —ambos, novia y novio— en los días
previos a su boda. La última cosa que quieren hacer durante su ceremonia de boda
es empujar un anillo que no se ajusta sobre los dedos que se hinchan debido a
comer en exceso por los nervios de último minuto.
DISEÑOS LIZZIE NICHOLS™
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Capítulo 14
Traducido por ƸӜƷYossƸӜƷ
Corregido por Laurence15
“Nacisteis juntos y juntos permaneceréis para siempre... Pero dejad que haya
espacios en vuestra unión. Y permitid que los vientos de los cielos dancen entre
vosotros.”
KAHLIL GIBRAN (1883-1931). Artista Libanés-Estadounidense, Poeta Y
Escritor.
quí hay otra —dice mi hermana Rose, dejando caer la cacerola sobre
—A
la mesa delante de mí sin contemplaciones—. Creo que es grano
verde. O algo verde, de todos modos.
Mi otra hermana, Sarah, levanta la vista del cuaderno en el que está registrando los
nombres de todos los que han aportado algo más para que comamos, ya que
supuestamente estamos tan consumidas por el dolor de la muerte de Abue que no
podemos cocinar. Para algunos de nosotros, esto es realmente cierto. La mesa de
la cocina está cubierta con cacerolas.
―¿De quién es? ―pregunta Sarah.
—No lo sé —dice Rose quejumbrosa mientras excava a través de su bolso, que ha
dejado en el mostrador de la cocina al lado de la puerta corredera de cristal de la
cubierta—. Lo encontré en el porche delantero. Comprueba la tarjeta, estúpida.
—Chúpamela —dice Sarah, arrebatando la tarjeta de la parte superior de la
cacerola.
—¿Besas a tu marido con esa boca? —pregunta Rose. Luego deja salir una risa
tintineante—. Oh, es verdad. Te dejó. Por cierto, ¿dónde está Luke? —Rose se
voltea para verme.
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―No me hables ―le digo a Rose.
Rose mira a Sarah.
—¿Cuál es su problema? —pregunta.
—Ella no te está hablando —dice Sarah—. Debido a que llamaste a TMZ por su
cliente. ¿Recuerdas?
—Oh, por favor —dice Rose con una sonrisa—. No estás molesta por eso todavía,
¿o sí? Debería ser agua pasada. Nuestra abuela está muerta. Ahora, vamos. ¿Dónde
está Luke? ¿Tu prometido? ¿No va a venir al funeral de tu abuela? ¿O está
demasiado ocupado con sus clases o lo que sea? Como siempre.
—Está en Francia —digo con los dientes apretados.
—Oh, Francia —dice Rose con otra risa—. Seguro. Por qué no. Francia.
―Lo está ―digo. ¿Por qué no puedo dejar de hablarles a las personas que resolví
no hablarle más?—. Está ayudando a su tío a establecerse en su nueva oficina. No
es que sea de tu incumbencia. Él quería venir. Lo siente de verdad. Pero no puede
irse ahora. ―Y además. Nos dimos un tiempo. No le menciono eso a Rose, quien
no merece saber nada de mi vida personal. Pero es verdad.
—Por supuesto —dice Rose—. Sabes, nos comenzamos a preguntar si realmente
este Luke existe, o si solamente es un tipo que inventaste para que nosotras
creyéramos que por fin tenías un novio. Como si tal. —Todavía riendo, Rose abre
las puertas deslizantes de cristal y sale al frío aire de la tarde, sin preocuparse por
cerrar la puerta detrás de ella, de modo que todos los mosquitos entran
zumbando.
—La odio también —me informa Sarah de manera casual, tan pronto como Rose
está fuera del alcance de oír—. No le prestes atención. No tienes ni idea de lo
afortunada que eres de salir de aquí. En serio.
Estoy sentada con los brazos cruzados delante del pecho, aferrándome a ambos
codos. He estado sentada así desde que llegué a casa.
181
No puedo creer que realmente se haya ido. Abue, quiero decir. La cosa es que... yo
sabía que era vieja. De verdad.
Pero nunca pensé que era tan vieja.
—Bueno, sólo murió, Lizzie. —Es lo que el papá de Shari había dicho cuando yo le
pregunté cómo había ocurrido cuando se detuvo para dejar un plato de galletas de
Heath Bar Crunch de la señora Dennis hace un rato—. Ella era vieja.
—Pero… —Iba a preguntar si se haría una autopsia. Sin embargo, una mirada de
advertencia de mi madre me había detenido. Mamá no quiere gente hablando de
cortar a su madre delante de papá. Lo que supongo puedo entender.
Y bien, Abue tenía noventa, después de todo. Supongo que cómo murió no es
ningún gran misterio.
¿Pero por qué ahora? ¿Cuándo la necesitaba más? Me refiero, no es por ser egoísta
o algo así. ¿Pero no pudo esperar un mes o dos, por un momento en que estuviera
menos… confundida?
Todo el mundo parecía un poco aliviado cuando el Dr. Dennis me dio una pequeña
botella de píldoras.
—Shari me pidió que te recete éstas —dijo el papá de Shari, incómodamente
entregándomelas—. Son para que te sientas mejor. Ahora, recuerda... ¡no bebas
alcohol mientras las usas, Lizzie!
Todo el mundo se rió, como si el Dr. Dennis hubiese hecho una gran broma. Y
mirando expectante, esperando para que tomara una de las píldoras. Lo cual
pretendí hacer, sólo para que me dejaran en paz.
Pero si piensan que doparme me va a alejar de hacerle preguntas difíciles —como
si van a tocar la canción favorita de la abuela: “Highway to Hell”, en el funeral, ¿o
no?—, entonces que lo piensen otra vez. No voy a ser ignorada tan fácil. Abue
habría sido feliz viajando a través de la vida en una alcohólica neblina —incluso
podría haber sido buena en eso— pero yo no.
Nunca.
182
—En realidad —continúa Sarah—. No vas a creer en lo perra que Rose se ha
convertido. Bueno, no convertido, porque siempre fue una perra. Pero ha
empeorado con la edad. ¿Crees que esa cosa de ella llamando a los paparazzi por
tu amiga es malo? Sólo espera. Tal vez es la perimenopausia. Vi algo al respecto en
Oprah. ¿Así que Chuck y yo estamos teniendo algunos problemas? Él no me dejó.
Sólo está tomando un poco de tiempo para trabajar un par de cosas. Como si Rose
y Angelo lo tuvieran muy perfecto. Ni siquiera tiene un trabajo. Ella sigue
manteniendo a ambos.
—Huh —digo. Todavía no puedo creer que mi propia hermana piense que mi
prometido es inventado. Como si me hubiese tomado esa molestia. Por ella.
Y, bien, en realidad Luke no se ofreció a volar y verme aquí para el funeral. Pero yo
fui la que pedí el tiempo. Tal vez piensa que no es bienvenido. Es una suposición
válida, ¿verdad? Es culpa mía, de verdad. El pobre probablemente piensa que ya no
lo quiero.
Además, él no tiene ningún abuelo vivo. Todos murieron cuando era pequeño. No
sabe lo que es perder a un abuelo como adulto. Un abuelo que estaba tan cerca
como mi Abue. Luke no tiene ni idea de lo que es eso.
Tampoco yo, en realidad. Estoy pasando por esto ahora por primera vez. Sin el
hombro de mi prometido en que apoyarme.
—Y deberías ver lo que le está haciendo a sus niños —sigue Sarah—. Nunca has
visto a niños tan desbordados de actividades. Ballet, tap, karate, gimnasia, francés…
francés, por el amor de Cristo. Viven en Michigan. ¿Cuándo van a necesitar hablar
francés? Tal vez quizás en tu boda, si alguna vez se da. Nunca tienen un minuto
para ellos, sólo para ser niños. No hay dudas de por qué son tan raros.
En ese minuto Maggie, la hija mayor de Rose, entra en la habitación, sosteniendo
un cuaderno de reportes y un lápiz preparado en otra mano.
—Disculpen —dice ella—. Estoy empezando mi propio periódico. ¿Tienen alguna
noticia?
Sarah y yo parpadeamos.
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—¿Qué? —digo.
—Noticias —grita Maggie—. Estoy comenzando mi propio periódico. Un periódico
para niños. Necesito algunas noticas para ponerlas en él. ¿Tienes alguna noticia?
—Tu bisabuela acaba de morir, por amor a Cristo —dice Sarah—. ¿No es suficiente
noticia para ti?
Maggie me mira.
―Tía Lizzie —dice ella—. ¿Cómo te sientes por la muerte de la abuela?
Las lágrimas se agolpan en mis ojos. Tratando de no llorar abiertamente delante de
mi sobrina, digo:
—Estoy muy triste por ello. Voy a extrañarla mucho.
—¿Puedo citarte? —quiere saber Maggie.
—Sí —digo.
—Bien. Gracias. ―Maggie se voltea y deja el salón sin otra palabra.
—¿Ves? —dice Sarah tan pronto se van—. Hay algo mal con esa niña.
Rose elige ese momento para volver a entrar en la cocina, apestando a humo de
cigarrillo. Cierra la puerta corredera de cristal detrás de ella y deja caer un paquete
de cigarrillos y un encendedor en el bolso.
—¿Algo va mal con que niña? —pregunta.
—Tu niña —gruñe Sarah—. Maggie. Ella acaba de llegar aquí, y anunció que está
comenzando un periódico y nos pregunta si teníamos alguna noticia.
—Al menos —dice Rose suavemente, pelando el papel de aluminio de nuevo en
una tarta de melocotón que alguien ha traído y hundiendo la cuchara en ella—, no
le falta imaginación, como los niños remilgados de algunas personas que podría
mencionar.
Sarah suspira, pero antes de que pueda decir algo, le pregunto:
184
—¿Y qué hiciste con el dinero, Rose?
Rose levanta la vista del pastel de frutas.
—¿Perdón?
—El dinero que obtuviste por el hecho de chismosear que Ava Geck estaba
escondida en mi apartamento. —La asesino con la mirada—. ¿En qué te lo
gastaste? No podría ser una liposucción para tus brazos superiores, porque siguen
enormes como siempre.
El grito de indignación de Rose provoca que la colección de porcelana de mamá
chirreara. Lo tomo como mi señal para levantarme e irme.
—¿Qué está pasando allí? —me pregunta mamá mientras me dirijo hacia la sala,
donde ella y papá se reúnen con el Padre Jim, quien estará realizando el servicio
memorial de Abue.
—Nada —le digo y caigo sobre el sofá junto a ella—. Sólo cosas de hermanas.
Mamá le da al Padre Jim una sonrisa de disculpas y dice:
—Lo siento. Siga, Padre.
Me siento y escucho su conversación, casi sin registrar lo que están diciendo a
través de la neblina triste en el que me he hundido. Ni siquiera recuerdo sentirme
tan terrible alguna vez. Quiero morirme. De verdad. ¿Por qué alguien simplemente
no me mata? ¿Cómo todo el mundo puede seguir y hablar como si nada estuviera
mal cuando es el final del mundo ya?
—Bien —dice el Padre Jim—. Estaba pensando que una misa sería un bonito gesto.
—Oh, una misa —dice mamá, mirando a papá—. Sí, eso sería adorable.
Papá luce escéptico.
—No lo sé —dice él—. Una misa. Lo hará una hora más largo. —Me pregunto si el
Padre Jim captó que mi mamá pateó a mi papá por debajo de la mesa—. Auch. Lo
que quiero decir es que, mi madre no era particularmente una mujer religiosa.
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Incluso a través de mi miseria, soy capaz de registrar el hecho de que la abuela no
era religiosa. Ella querría un homenaje a lo Byron Sully en su memorial, no un
tributo a Dios. Porque para ella, Byron Sully era Dios. Me siento más animada. Sólo
un poco. Porque estoy empezando a sentir algo más que tristeza. Y eso es ira.
—Eso hace que sea aún más importante —continúa el Padre Jim—, tener una misa.
La asistencia de su madre en nuestra iglesia fue, sobre todo en sus últimos años,
incompleto en el mejor de los casos. Pero sé que, de haber estado en plena
posesión de sus facultades al final, esto es lo que ella hubiera querido.
Ella estaba en plena posesión de sus facultades, me dan ganas de gritar. En más
posesión de sus facultades que cualquiera de ustedes.
—Ahora —sigue el Padre Jim—. Acerca de la selección musical…
—Su canción favorita era “Highway to Hell” —me sorprendo diciendo eso.
Mamá me ve. Papá estalla en risas, pero se detiene cuando mamá posa su mirada
en él.
—Eh —dice el Padre Jim—. Sí. Bueno, sea como fuese, encuentro que una selección
más tradicional suele agradar a los feligreses…
—Pero es su canción favorita —le interrumpo. No culpo a mi madre por mirarme.
Ella tiene razón. ¿Por qué estoy interfiriendo? Al mismo tiempo, sin embargo… —.
Seguro que le gustaría que alguien tocara su canción favorita en su funeral.
—Bueno, quizás no esa canción —dice mamá, luciendo nerviosa—. Se trata de...
bueno, ir al infierno, Lizzie.
—Tal vez podamos encontrar una versión instrumental —dice papá pensativo.
Mamá me da una mirada de "ve lo que empezaste". Entonces dice:
—Lizzie, la señora Brand dijo que vendría para dejar un estofado Brunswick.
¿Podrías esperar en el porche por ella? Se torció el tobillo recientemente y no
quiero que intente salir del auto mientras sostiene una olla grande. Sería
maravilloso si pudieras encontrarte con ella en el camino y tomar el guiso de sus
manos.
186
Miro a mi madre como si hubiera perdido el juicio. Sin embargo, cuando se hace
evidente por la forma en la que sin pestañear me devuelve la mirada, no está
bromeando, suspiro y me levanto del sofá. Estoy casi fuera de la casa cuando la
oigo decir, en voz baja, al padre Jim:
—Lizzie y su abuela fueron muy cercanas. No estoy segura de que el hecho de que
esté aquí mientras planeamos el servicio sea realmente la mejor idea. Lizzie ha sido
siempre la más... bueno, emocional de mis hijas.
Las lágrimas llenan mis ojos. Me tambaleo hacia fuera al porche en la noche oscura,
nadie ha pensado en prender la luz, y me hundo en las escaleras, enterrando la
cabeza entre las rodillas. ¿Emocional?
Bueno, supongo que lo soy. ¿Es emocional estar triste porque mi abuela ha
muerto? ¿Es emocional desear que la persona que estaba llevando a cabo su
funeral fuese alguien que realmente la conociera, que tal vez pudiera decir unas
pocas palabras acerca de ella que en realidad significaran algo?
¿Es emocional sentir como si fuese una extraña en mi propia familia, como si éstas
personas que he conocido toda mi vida en realidad no me conocieran o se
preocuparan por mí en absoluto? Abue fue la única, la única de ellos, que alguna
vez me dijo algo que valiera la pena.
Nunca le dije eso.
Y ahora se ha ido. Y nunca tendré la oportunidad. Nunca tendré la oportunidad de
hablarle de nuevo.
No es de extrañar que esté tan emocional.
Dios. Tal vez debería tomar una de esas píldoras que el Dr. Dennis me recetó
después de todo. Puedo sentirlas, vibrando en su botella en el bolsillo de mis jeans.
¿Van a hacer que me sienta menos emocional? ¿Me impedirán sentir nada en
absoluto? Porque ahora mismo eso es lo que realmente, en serio me gustaría
mucho.
187
Las luces de un faro llegan, y levanto mi cabeza. La Sra. Brand y su estofado
Brunswick. Limpio mis mejillas con mis muñecas. No quiero que la Sra. Brand —sea
quien sea— me vea luciendo en tal lío de mil demonios.
Pero el auto no da vuelta en el camino de entrada. Se detiene y estaciona en la
calle. Afuera es tan cálido y húmedo, una especie de neblina se ha posado sobre la
calle, haciendo que parezca como si la niebla hubiese llegado. Me quedo mirando
las luces rojas traseras a través de la niebla, respirando el aire del verano, tan
familiar y tan extraño después de tantos meses en la ciudad. El olor de la hierba
recién cortada, el zumbido de las cigarras, el chirrido de los grillos... estos son los
olores y sonidos del verano que son casi ajenos a mí ahora, que no he
experimentado en mucho tiempo.
Alguien se baja del auto estacionado. A pesar de que está bastante oscuro y la
niebla es muy espesa, puedo ver que no es una mujer. Es un hombre, alto y ancho
de hombros. Miro hacia otro lado, a través de la niebla, en el oscuro mar de
nuestro patio, el patio donde Rose y Sarah me obligaron a usar la manguera en la
colcha de mamá y papá en los tiempos en que la abuela nos cuidaba y terminamos
vomitando jerez por todas partes.
Sí, eso no fue muy divertido.
Pero antes de eso —antes de el vómito— Abue me había contado la historia sobre
el trabajo en la fábrica de municiones durante la Segunda Guerra Mundial, mientras
que el abuelo había estado fuera en la lucha contra los nazis en Francia (cada
hombre en su pelotón había muerto cuando se habían encontrado una botella de
vino en una granja abandonada en Marsella y bebieron de ella, sin saber que había
sido envenenada por simpatizantes nazis. El abuelo, al ser un abstemio, fue el único
que sobrevivió), y cómo ella y las otras chicas se habían pintado líneas negras en la
parte posterior de sus piernas para que se viera como si estuvieran usando medias
con costuras cuando salían los sábados por la noche, porque toda la seda se había
utilizado para los paracaídas.
Esta es la clase de cosas que deberíamos hablar en el funeral. Los momentos
felices. Los increíbles sacrificios que su generación hizo, sin quejarse. No algunos
188
estúpidos pasajes bíblicos que no tienen nada que ver con la Abue y nunca lo
hicieron.
Me doy cuenta a través de la niebla que el hombre camina hacia la casa. También
me doy cuenta que es la misma forma y tamaño que... mi novio.
Mi corazón parece congelarse dentro de mi pecho.
¿Pero que iba Luke a hacer aquí? Quiero decir, es cierto que mi abuela —el
miembro de la familia que me importaba más en el mundo, a pesar de que tal vez
no me haya dado cuenta hasta que fue demasiado tarde— está muerta. Y es
verdad que estoy muy decepcionada de él porque no ha hecho ningún esfuerzo
durante el curso de nuestra relación hasta el momento de conocer a nadie en mi
familia.
Pero él está en Francia. No hubiera volado todo el camino a Ann Arbor sólo para el
funeral. Estamos dándonos un tiempo.
Y luego, la niebla se arremolina y cae alrededor de las piernas del hombre mientras
viene hacia nuestra entrada, veo algo que hace que mi corazón —el que hace un
momento estaba congelado— explote en lo que se siente como un millón de
pequeñas piezas parecidas a llamas de fuegos artificiales, sólo en el interior de mi
pecho, en lugar de en el cielo de la noche: él lleva una gorra de béisbol.
Un segundo más tarde, me pongo de pie y corro. Estoy corriendo hacia él a través
de la niebla, y un segundo más tarde, me deslizo hasta detenerme frente a él. Se
detiene también.
Así mismo, al parecer, el tiempo. Todo lo que puedo oír, en esos pocos latidos del
corazón, es el sonido de las cigarras. Y nuestra respiración.
―¿Qué estás haciendo aquí? ―pregunto. Mi voz suena ronca por alguna razón.
—¿Qué crees que estoy haciendo aquí? —espeta Chaz. Su voz suena ronca
también—. Vine a ver cómo estabas.
Exploro la calle detrás de él. No veo a nadie más en la niebla.
—¿Dónde está Valencia? ―le pregunto.
189
―Qué se joda Valencia ―dice.
—Había dado por sentado que ya te habías encargado de eso —le digo.
—¿Sabes qué? ―dice Chaz, comenzando a volver a su auto―. Puedo irme, si eso
es lo que quieres.
Mi corazón da un giro, y doy un paso rápido hacia adelante, poniendo mi mano
sobre su brazo.
—No te vayas —digo—. Lo siento. Sólo… —Un sollozo se queda atrapado en mi
garganta—. Oh, Chaz. Todo apesta.
—Lo sé —dice. No puedo ver sus ojos, ya que se ocultan en la sombra de la visera
de la gorra de béisbol.
—No —le digo, mis propios ojos bañados en lágrimas—. Quiero decir, no es sólo…
no es solamente Abue. Es mucho más que eso.
Y entonces, simplemente así, pasa. Mi boca se apodera de mi cerebro, y las
palabras sólo salen antes de que pueda detenerlas.
—Simplemente apesta —me oigo decir en esa misma voz extraña y grave—,
porque... porque creo que estoy enamorada del mejor amigo de mi novio.
—¿Y? —dice Chaz, sin perder el ritmo y sin sonar para nada sorprendido—. Yo la
tengo peor. Estoy enamorado de la prometida de mi mejor amigo.
Por un momento, no hay ningún sonido en absoluto. Ninguno de los dos parece
estar respirando, e incluso las cigarras han quedado en silencio.
No estoy segura de que lo haya oído bien. ¿La prometida de su mejor amigo? Pero
esa... ¡esa soy yo! ¡Chaz quiere decir que él está enamorado de mí!
Y esa es la razón por la que él está aquí, en casa de mis padres, en esta noche de
verano brumoso. Es por eso que está aquí de pie frente a mí, con los brazos a los
costados y con las palmas abiertas, sin nada que ocultar, sin sarcasmos, sin más
observaciones penetrantes, no más Luke, no más Valencia, nada más. Simplemente
nosotros.
190
Sólo tomó unos pocos miles de kilómetros de separación, despojarse de todas las
emociones menos la más cruda, y la muerte de una de las personas que más quiero
en el mundo.
Entonces, como por alguna señal invisible, los dos dimos un paso hacia adelante
hasta que nuestros pechos chocan, y él dice:
—Uf —y luego—: Lizzie… —y yo echo mis brazos alrededor de su cuello y tiro su
cabeza hacia abajo para poder presionar mis labios a los suyos.
Y ninguno de los dos dice nada por un largo tiempo.
191
Historia de las Bodas
Traducido por Little Rose
Corregido por Paaau
a primera lista de bodas fue establecida por la tienda departamental
L
Marshall Field’s en Chicago en 1924. Se creó en un esfuerzo para ayudar a
las parejas a mantener un listado de regalos de bodas que deseaban de sus
invitados y rápidamente fue utilizado en las tiendas alrededor del mundo.
El primer registro electrónico online fue hecho por Target en 1993.
Cuando la primera ex celosa entró para burlarse de la elección de porcelana de la
novia frente a todos sus colegas, no fue registrado.
Consejo Para Evitar Un Desastroso Día De Bodas.
Nadie nunca quiere pensar que una boda podría ser cancelada. Pero esto pasa. Es
por eso que la etiqueta correspondiente a las bodas indica que los regalos de
bodas y fiestas previas a las nupcias nunca, jamás deben ser usados antes de que el
hecho en sí ocurra. Así, si la boda no tiene lugar, estas cosas pueden ser fácilmente
devueltas al remitente, como es la acción correspondiente en tal caso.
DISEÑOS LIZZIE NICHOLS™
192
Capítulo 15
Traducido por Little Rose
Corregido por Paaau
“Ven a vivir conmigo y sé mi amor,
Y probemos algunos nuevos placeres
De arenas doradas y costas de cristal,
Con líneas de seda y ganchos de metal.”
JOHN DONNE (1572-1631). Poeta inglés
sto está tan mal —digo mientras yazco desnuda sobre el pecho
—E
igualmente desnudo de Chaz.
—¿Es por eso que se siente tan bien? —pregunta.
—Sí hay un infierno, vamos directamente a él —digo.
—Al menos estaremos juntos —dice—. Y estoy bastante seguro de que Elvis estará
allí. Y Einstein. Él también fue un adultero, ¿verdad?
Gimo y giro mi cabeza para encontrar que estoy mirando un mural en la pared de
un castillo en una colina. Ni siquiera es un buen mural.
Pero no vuelvo a dar vuelta la cabeza porque en la otra pared hay un mural aún
peor de un caballero en un caballo blanco. Chaz se está quedando en el Hotel
Knight, que tiene ventanas con imitación de paneles de colores y una torrecilla que
lo hace parecer un castillo. Cuando le pregunté por qué, en nombre de Dios,
elegiría ese lugar de todos los hoteles de Ann Harbor, dijo—: Lizzie. Tengo una
torre en mi cuarto. ¿Cómo puedes siquiera preguntarme eso?
193
—Y Shakespeare —dice ahora Chaz—. También fue un adultero. Por lo que al
menos el infierno no será aburrido.
—No soy una adultera —digo—. No estoy casada. Sólo comprometida. Y estamos
en un descanso.
—¿Acaso especificaron los parámetros de su descanso? —pregunta Chaz—.
¿Incluía tener sexo como monos con el mejor amigo de tu prometido?
—Basta —digo—. Te aprovechaste de mí cuando estaba en un estado emocional
débil.
—¿Yo? —Chaz comienza a reír, haciendo que los músculos de su estómago me
hagan rebotar—. Me asaltaste en la entrada de tus padres. Yo sólo venía a mostrar
mis respetos, y lo siguiente que sé, es que tengo tu lengua está en mi boca y tu
mano en mis pantalones. Estaba tan asustado, casi llamé al 911 para reportar una
predadora sexual suelta.
—En serio, ¿qué vamos a hacer ahora? —digo.
—Se me ocurren unas cosas —dice Chaz, levantando la sábana que nos cubre y
mirando bajo ella.
—No podemos permitir que la lujuria animal se interponga en nuestra amistad —
digo.
—No quiero ser tu amigo —dice Chaz casualmente—. Dejé de querer serlo en Año
Nuevo. ¿Recuerdas? Tú eres la que tenía que arruinarlo todo al ir y comprometerte
con alguien más. Mientras yo dormía, debería añadir.
Ruedo lejos de él y me apoyo en mi espalda, mirando el techo, que está hecho de
esa cosa horrible que brilla. Hay una luz de techo que ha sido modificada para
parecer una lámpara estilo antiguo. No me sorprendería saber que tiene una
cámara dentro que ha estado grabando todos nuestros movimientos las pasadas
dos horas. El Hotel Knight parece ser ese tipo de hotel.
Lo que lo convierte en el lugar perfecto para mi tórrido romance con el ex novio de
mi mejor amiga y mejor amigo de mi prometido.
194
—Tú no crees en el matrimonio —lo acuso miserablemente mirando la cámara. Si
es que hay una.
—Bueno, si lo hiciera, ciertamente no me casaría contigo, eso es seguro —dice
Chaz—. Tú sólo irías por ahí asaltando sexualmente a mi mejor amigo a mis
espaldas mientras estoy en Francia y estás en el funeral de tu abuela. Serías la peor
esposa del mundo.
Me inclino para golpearlo, pero rueda para quedar sobre mí, atrapando mis brazos
bajo la sábana. Un segundo después, me está mirando a los ojos.
—Lizzie —dice, viéndose serio para variar—. Tienes que dejar de torturarte con
esto. Tú y Luke han terminado hace mucho tiempo. Nunca deberías haber dicho
que sí cuando te propuso matrimonio. Te lo dije esa mañana en tu apartamento. Si
me hubieras escuchado entonces, podrías haberles ahorrado muchos dolores de
cabeza a todos. Especialmente a mí. Y a ti misma.
Lo miro fijamente.
—¿Crees que no sé eso? —espeto—. Pero tú no hiciste lo mejor para actuar como
Príncipe Encantador esa mañana, sabes. Podrías haberme simplemente dicho que
me amabas, sabes.
—Debo recordar que, primero, nunca me diste la oportunidad… ya estabas
comprometida con otro cuando me desperté y, segundo, sí te dije que te amaba y
lo tomaste como un chiste y te fuiste.
Parpadeo. Luego digo indignada—: ¿Te refieres al bar deportivo? ¡Pero fuiste tan
horrible! No creí que fuera en serio.
Se ve herido.
—Abrí mi alma a ti y creíste que fue horrible. Bien.
—En serio —digo—. Fue horrible. No podrías haber esperado que yo creyera una
sola palabra…
—¡Estaba herido de muerte! —insiste Chaz—. La mujer que amaba y quien yo creía
correspondía mis sentimientos… no mientas, incluso lo dijiste en la boda de Jill
195
Higgins la noche anterior, que íbamos a intentar llevar las cosas a otro nivel… ¡Se
acababa de comprometer con otro!
—Ahora sólo estás siendo ridículo —digo—. Acceder a llevar las cosas a otro nivel
y decir que estoy enamorada de ti son cosas completamente diferentes.
—Si yo fui horrible, como dices, tenía derecho de serlo —dice Chaz—. Actuabas
como una loca. Comprometerte con un tipo que es tan completamente malo para
ti…
—No parecías tener objeciones cuando Luke y yo nos juntamos el verano pasado
—señalo.
—Claro, no tenía objeciones con que durmieras con él —dice Chaz—. Nunca creí
que querrías casarte con él. Especialmente cuando sabía perfectamente que no
estabas enamorada de él.
Aún atrapada bajo su peso corporal y la sábana, sólo puedo mirarlo un poco más.
—Disculpa, pero ciertamente lo estaba —digo.
—Antes del Gran Incidente Navideño de la Máquina de Coser, quizás —dice
Chaz—, pero no después. Sólo te tomó un tiempo admitirlo.
Parpadeo, intentando no pensar si lo que me dice es verdad. Hay una parte de mí
que está segura de que no.
Pero hay otra parte igualmente asustada de que sí lo sea.
—Pero finalmente has podido admitir que estás enamorada de mí —dice Chaz
mientras se estira hacia el menú de servicio a la habitación—. Así que, ¿qué
importa? Ahora necesito sostenerme. Todo esto del amancebamiento hace que un
caballero tenga hambre. ¿Qué deberíamos pedir? ¿Nachos de carne supremos? O…
ooh, tocino y patatas asadas con crema cheddar. Qué opciones tan elegantes nos
ofrece este establecimiento… oh, espera. Ruedas de pavo con crema de queso.
¿Quién se resiste?
—No puedo decírselo —digo.
Chaz me mira.
196
—¿Lo del pavo con crema de queso?
—No —digo, golpeándolo a través de la sábana—. Sal de encima, pesas una
tonelada. —Obligadamente, Chaz se baja de encima de mí—. Luke. Nunca puede
saber.
Chaz se inclina sobre un codo, la cabeza sobre su mano.
—Puedo ver por qué —dice, mirándome, sus ojos azules sin expresión—. ¿Quién
come pavo con crema de queso? Es una combinación asquerosa.
—No —digo, sentándome—. Sobre nosotros. Nunca puede saber lo de nosotros.
El tono de Chaz no cambia.
—¿Vas a casarte con él y mantenerme como tu chico juguete? Muy del siglo
veintiuno de tu parte.
—Yo… no sé lo que voy a hacer —digo—. Cómo puedo… quiero decir, me ama.
Chaz toca el menú.
—Lizzie, sólo ordenemos. No tenemos que descifrar todo esta noche. Y dejan de
servir a las once.
Me muerdo el labio.
—Yo sólo… no soy buena en esto. En ser… mala —digo.
—Oh, no lo sé —dice Chaz con una sonrisa—. Creo que hace un rato hiciste un
magnífico trabajo en ello.
Tomo una de las gordas e incómodas almohadas del hotel y lo golpeo con ella. Se
ríe y me la quita, luego vuelve a aplastarme contra el colchón.
Apenas llegamos a tiempo de ordenar los nachos antes de las once.
*****
—¿Dónde estabas anoche? —pregunta Sarah cuando vuelvo a casa la mañana
siguiente.
197
—¿Y esa no es la misma ropa que tenías ayer? —quiere saber Rose.
Sus ojos se iluminan un segundo después, sin embargo, cuando Chaz me sigue por
la puerta.
—¡Chaz! —grita mi mamá, pareciendo genuinamente feliz—. ¡Qué sorpresa!
—A que sí. —Rose me lanza una mirada tan afilada, que podría derretir acero—.
¿Cuándo llegaste a la ciudad, Chaz? No me digas… ¿anoche?
—Qué dulce que vinieras —dice mamá, dándole un abrazo a Chaz. Dado que salió
tanto tiempo con Shari, es un favorito de la familia. Bueno, de mis padres. Mis
hermanas no están en eso. Sólo con sus hijos.
—Claro que vine —dice Chaz mientras mamá lo libera y mi papá vaga detrás, con
los anteojos sobre la cabeza y el periódico en la mano—. Era un gran admirador de
la Sra. Nichols.
—Bueno, mi madre sí que tenía personalidad —dice papá, sacudiendo la mano de
Chaz—. Es bueno verte.
Rose y Sarah, mientras tanto, están viendo la marca de barba que ninguno de mis
intentos de disimular ha podido ocultar. El restrojo de barba de Chaz de cinco de la
mañana comienza a crecer como una de diez17 y cualquier beso después de eso
deja marca. Consciente de sus escandalizadas pero felices miradas, miro las nuevas
ofrendas —una tarta de un vecino, un arreglo floral del dentista de Abue—
mientras Chaz acepta la oferta de café de mamá y un pedazo de torta que los
Huffmans trajeron.
Tan pronto están lejos del alcance, Rose avanza hacia mí y rápidamente susurra—:
Zzzzorra —en mi oído mientras me da un pellizco en el trasero y se dirige a la
cocina para servirse más café. Se me escapa un gritito, sus pellizcos siempre
duelen.
Luego Sarah avanza para susurrar—: Siempre me pareció lindo. Ya sabes, no del
típico lindo, pero al menos es alto. Un poco demasiado peludo para mí. ¿Pero no
sigue en la universidad? ¿Acaso tiene trabajo? ¿Cómo te mantendrá sin trabajo?
17
Expresión usada por los americanos para decir que la barba de una persona crece rápidamente.
198
¿Tú lo mantendrás a él? Todo bien con el feminismo, pero no es para tanto. Mira lo
que le ocurrió a Rose.
Mis ojos siguen llorando por el pellizco de Rose. Tengo que sentarme porque no
puedo ver para navegar entre los muebles de la sala, que mi madre reacomodó
para hacer espacio para todos los arreglos florales que han estado llegando. Lo
siguiente que sé, es que una hoja de papel cae en mis manos.
—Toma —dice una voz infantil.
—¿Qué es? —pregunto.
—Es mi periódico. —Cuando se me aclara la vista, veo que mi sobrina Maggie está
de pie frente a mí.
—Eso son diez centavos, por favor.
Busco en mi bolsillo, encuentro el cambio, y le doy la moneda de diez a Maggie.
Ella se va sin decir gracias.
Miro la hoja de papel. Está impresa en letra tamaño dieciséis y arreglada para
parecer la portada de un verdadero periódico. Ella claramente ha recibido ayuda
con ello, porque, estando en primer grado, sólo sabe leer y escribir. El titular, que
está en tamaño veintiséis, grita: ¡¡¡¡MUERE LA ABUELA NICHOLS!!!!
Debajo de eso, el artículo describe la muerte de Abue con muchos detalles, con
una línea que dice que Elizabeth Nichols se ha visto “muy triste”.
—Ahora, Lizzie —dice mamá, saliendo de la cocina con Chaz, sosteniendo una taza
de café y un plato con torta—. Quería que supieras que hemos seleccionado algo
para que leas esta tarde en el servicio.
—¿Una lectura? —Levanto la mirada de la hoja—. ¿Qué clase de lectura?
—Sólo un pasaje de la Biblia que el Padre Jim eligió —continúa mamá mientras
Rose sale de la cocina y se sienta junto al piano—. Te daré una copia para que
puedas practicar. Cada una de ustedes tiene una.
—Abue nunca leyó la Biblia en su vida —digo.
199
—Bueno, no puedes hacer un funeral sin leer la Biblia —dice Sarah.
—Y estos son unos pasajes deliciosos, cariño —añade mamá—. No te preocupes.
—Pasajes de la Biblia deliciosos —dice Chaz, poniendo su plato con torta en la
mesa. Cuando mamá lo mira, sonríe y levanta su taza hacia ella en un saludo—.
¡Gran café, señora Nichols!
Mamá sonríe.
—Por qué, muchas gracias, Chaz.
Estoy demasiado triste para sonreír.
—Mamá —digo—. Este funeral… es como que no tiene nada que ver con Abue.
Deberíamos estar celebrando su vida. Las cosas en él deberían representar cosas
que ella amara.
—¿Cómo qué? —pregunta mamá con un leve bufido—. ¿Dra. Quinn: Medicine
Woman, y la cerveza?
—Sí —digo—. Exactamente.
—No seas ridícula, Lizzie —dice Rose. Ella mira la puerta de la cocina, por la cual
aún no ha reaparecido papá, al parecer aún ocupado con su café y torta. Ella
susurra mientras sisea—: Abue nos avergonzó lo suficiente en vida. No hagamos
que su muerte haga lo mismo.
Abro los ojos y me vuelvo a mirar a Chaz, quien se atragantó un poco en el pedazo
de torta que acaba de tragar.
—Entonces, Chaz —dice papá mientras entra en el cuarto, seguido de Angelo, el
marido de Rose, quien lleva un traje negro sin corbata y una camisa negra
desabotonada casi hasta la mitad del pecho—. ¿Sigues en la universidad?
—Sí señor —dice Chaz—. Aún tengo como tres años de curso, luego tengo que
comenzar a escribir mi tesis y después defenderla. Espero después de eso poder
encontrar trabajo y comenzar a enseñar.
200
—¿Ah, sí? —Mamá hace espacio en el sofá para papá—. ¿Y dónde esperas
encontrar un puesto? ¿Aquí? Sé cómo te sientes sobre los Wolverines. ¿O en el
Este?
—No importa —dice Chaz encogiéndose de hombros—. Donde sea que Lizzie se
encuentre.
Mamá hace una pausa con la taza a medio camino de sus labios, al parecer no muy
segura de haber oído bien a Chaz. Rose entrecierra los ojos y apunta su mirada al
anillo en mi mano izquierda, mientras Angelo se ve confundido. Sarah tose. Papá
sólo sonríe amablemente y dice—: Bueno, eso es agradable. —Y se mete lo que le
queda de torta en la boca.
—No lo entiendo —dice Angelo—. Creí que Lizzie estaba comprometida con ese
tipo Luke. Chaz, ¿no estabas saliendo con esa amiga lesbiana de ella?
—¿Quién es Luke? —pregunta papá.
—Oh, recuerda, cariño —dice mamá—. Hablamos con él por teléfono. Ese chico
agradable que Lizzie conoció en Francia.
—Sigo comprometida con Luke —digo rápidamente—. Las cosas sólo están…. Algo
complicadas en estos momentos.
—Como siempre —dice Rose, poniéndose de pie y tomando los platos vacíos de
papá y Chaz—. Qué mal que Abue no está. Esto le habría encantado.
Y comprendo, algo tarde, que Rose tiene razón. No sólo Abue habría amado lo que
pasa entre Chaz y yo, sino que lo habría apoyado. Ella me había dicho que no me
comprometiera. Ella siempre pensó que Chaz había sido mi novio todo el tiempo.
Y un galán, si la memoria no falla.
Abue tenía razón.
Sobre un montón de cosas, a decir verdad.
201
Historia de las Bodas
Traducido SOS por LizC
Corregido por Laurence15
Los primeros anillos de bodas fueron llevados solamente por las novias, los novios
no. Eso es porque las novias primero fueron consideradas posesiones por parte de
sus esposos y una vez “con anillo” (o capturadas), se consideraban propiedad de
sus maridos. El anillo, aunque aún se usaba en el dedo anular de la mano izquierda,
el dedo con la vena que conduce al corazón, era un símbolo de propiedad del
marido. No fue sino hasta la Segunda Guerra Mundial, de hecho, que se hizo
popular para los hombres como para las mujeres llevar anillos de boda, y no fue
hasta la Guerra de Corea que se convirtió en estándar.
¿Por qué pasó esto? ¡Porque de ese modo las mujeres podrían estar seguras que a
sus hombres, cuando están fuera de casa, se les recordaba que no estaban
disponibles!
Consejo Para Evitar Un Desastroso Día De Bodas.
Al cancelar una boda, es conveniente, pero no obligatorio, enviar anuncios
formales. Informar a los amigos y familiares verbalmente que sus planes han
cambiado está bien. Sin embargo, si estás posponiendo la boda, es necesario
enviar una tarjeta simplemente indicando la nueva fecha y lugar de la boda. Si
llamas a todos los invitados en tu lista para decirles que tu boda se cancela es
demasiado doloroso para ti, pídele a alguien más, como al diseñador de tu vestido
de novia, que lo haga por ti. ¡Para eso es que estamos aquí!
Bueno, para lo que nuestras recepcionistas están aquí, de todas formas.
202
DISEÑOS LIZZIE NICHOLS™
203
Capítulo 16
Traducido SOS por LizC
Corregido por Laurence15
“He extendido mis sueños bajo tus pies. Pisa suavemente, pues pisas mis sueños.”
W. B. YEATS (1865-1939). Poeta y Dramaturgo Irlandés.
ariño, ¿dónde has estado? ―demanda mamá cuando Chaz y yo
—C
entramos en la iglesia, tarde. Esta fue una táctica deliberada por parte
de Chaz para evitarme lo que había declarado ser una práctica
bárbara: la visión, que había sido programada para la hora antes del funeral.
Desafortunadamente, descubro cuando mamá agarra mi mano, que han
mantenido el ataúd abierto sólo para mí.
―Date prisa ―dice ella, tirando con urgencia―. Están a punto de cerrarlo.
―Uh, está bien ―le digo―. Estoy bien.
―No, cariño ―dice mamá―. Tú, más que nadie, necesitas el cierre de ver a la
Abue en paz.
―No ―le digo―. De verdad que no, mamá.
Pero mamá evidentemente no me cree, porque me arranca desde la seguridad del
abrazo protector de Chaz y me arrastra a un lado del ataúd de Abue, el cual está en
la parte de atrás de la iglesia, esperando a ser rodado a su lugar de honor en la
delantera. La tapa está abierta, y Abue, pareciendo increíblemente pequeña y frágil
―y completamente normal, a diferencia de su ser normal― está dentro. Miro con
horror.
204
―¿Ves? ―dice mamá en tono de consuelo, empujándome hacia ella―. Todo está
bien. Hicieron un trabajo increíble. Se ve como si estuviera durmiendo.
Abue no se ve como si estuviera durmiendo. Se ve como una muñeca de cera. Por
un lado, quien sea que arregló su cara puso demasiado colorete en ella. Y por otro,
la han puesto en un vestido azul con un collar que es demasiado alto y de encaje
―algo que ella nunca habría vestido en vida― y cruzaron sus manos sobre el
pecho alrededor de un rosario.
Una lata de Bud hubiera sido completamente más apropiado.
―Puedes darle el beso de despedida si quieres ―dice mamá con dulzura.
No quiero insultar a nadie, pero la verdad es que preferiría besar a DJ Tippycat.
―No ―digo―. Así está bien.
―Maggie le dio un beso ―dice mamá, un poco ofendida.
Miro a mi alrededor a mi sobrina, con la esperanza de encontrarla acurrucada en
un rincón de la iglesia, meciéndose suavemente y diciéndose a sí misma que todo
va a estar bien. Pero está cerca de las puertas tratando de llenar una botella de
Snapple con agua bendita y diciendo a sus primos que está bien, que ella lo bebe
todo el tiempo.
―Uh ―le digo a mamá―. Estoy bien. En serio.
No me importa si mi sobrina de seis años de edad lo hizo antes que yo, y no me
importa si es Abue: de ninguna manera voy a besar a un cuerpo muerto.
―Bueno ―dice mamá cuando el encargado del funeral, evidentemente furioso por
haber tenido que esperar tanto tiempo, toma esto como su señal para bajar la tapa
del ataúd―. Creo que es demasiado tarde ahora.
Pero en cierto modo, me doy cuenta, no lo es. También que mamá tiene razón. Y
que la media hora que Chaz condujo locamente alrededor de la ciudad, insistiendo
en que no llegáramos a la iglesia hasta que estuviera seguro que el ataúd estaría
cerrado, había sido en vano.
205
Porque viendo a Abue así ―esta cáscara vacía de un cuerpo, esta estatua de su
antiguo yo― me ha dado una forma de cierre. Está probado para mí que la esencia
de la Abue, lo que la hizo... bueno, Abue, se ha ido real y verdaderamente.
Y cuando el encargado del funeral ajusta el ataúd cerrado, de repente no me siento
triste. Al menos, no tan triste. Debido a que no es a mi abuela a quien está
encerrando dentro de esa caja. No sé dónde está mi abuela.
Pero ella no está allí.
Y eso es un gran alivio. Dondequiera que Abue esté ahora, sé que está finalmente
libre.
Me gustaría poder decir lo mismo de mí.
―Vamos ―dice mi madre, tomando el brazo de papá y tirando de él fuera de la
pared de boletines de la iglesia, la cual ha estado estudiando asiduamente durante
todo este tiempo (papá siempre ha sido impotente frente a los volantes)―. Chicas.
―Chasquea los dedos ante Rose y Sarah, quienes están tratando de reunir a sus
respectivas familias―. Ya es hora.
Y como por arte de magia, el Padre Jim aparece con unos pocos acólitos con velas,
y luego todos caemos en nuestros lugares detrás del ataúd, el cual está siendo
rodado a su lugar de honor delante de la congregación, casi ninguno de los cuales
reconozco... excepto a Shari, cuya mirada se clava en la mía cuando Chaz me
conduce por el pasillo. Ella está de pie junto a sus padres, y al verla me doy cuenta,
con aire de culpabilidad, que realmente debería haber comprobado mi teléfono
móvil, que ha estado vibrando furiosamente todo el día, sin duda, con los mensajes
de Shari, diciéndome que ella llegó.
Bueno, ahora lo sé. Y ella sabe que lo sé. Y sabe algo más también, a juzgar por la
expresión de su cara... sabe que tengo el rostro irritado por el roce de una barba
por haberme estado besando ―y más― con su ex novio.
Honestamente, no puedo pensar en eso ahora. Aparto la mirada de ella, mis
mejillas están en llamas ―y no por la irritación del roce―, y me deslizo con Chaz
en la primera fila con el resto de mi familia mientras el Padre Jim sube frente al
altar y comienza la misa.
206
Pronto se hace evidente que exactamente lo que me temía que iba a suceder ha
sucedido: Éste no es un funeral para mi abuela. Es el funeral de una mujer con el
mismo nombre que mi abuela.
Pero podría ser cualquier mujer con ese nombre. Debido a que el Padre Jim no
conocía a mi abuela. Él no sabía que ella odiaba los tomates y la mostaza. No sabía
que le gustaban los dramas de televisión y AC/DC. No sabe nada sobre Abue. A ella
no le importaba nada de lo que el Padre Jim está hablando. Ciertamente nunca iba
a la iglesia (excepto en Nochebuena, para ver a sus nietos y bisnietos interpretar en
el Nacimiento, y aun así, mantuvo una lata en el bolso hasta que mamá la
encontraba y la confiscaba. Y luego les rogaba a todos para que le comprara su
cerveza después).
No es que el servicio no es bueno. Lo es. Las flores son hermosas, y el sol oblicuo a
través de las vidrieras en el santuario es una maravilla. El Padre Jim le da un aire de
buen humor sinceramente.
Es que nada de esto es sobre Abue. ¿Esa lectura que Sarah se paró y dio del
Evangelio según San Lucas? Nada que ver con Abue. Para nada. ¿Esa bonita
canción que el coro acaba de cantar? Absolutamente para nada sería algo que a la
Abue le hubiera gustado.
Sin embargo, no avergonzará a Rose. Y supongo que debería hacerla feliz.
Pero no dice nada acerca de la persona cuya vida estamos supuestamente reunidos
aquí para celebrar. Es como la figura de cera en el interior del ataúd. No es Abue.
Abue, como Elvis, obviamente dejó el edificio hace mucho tiempo.
Lo que es bueno para Abue. Pero no es el camino para conmemorarla. No es justo.
Pero mientras veo las caras de mi familia a mi alrededor, veo que todos están
contentos con la forma en que se están llevando las cosas. ¿Y por qué no habrían
de estarlo? Éste es probablemente el primer evento familiar que hemos tenido que
Abue no ha arruinado de alguna manera. No era exactamente la persona más fácil
con la que vivir... como sé muy bien. Tan divertida como pudo ser ―¿cuántas veces
se apareció en mi escuela, diciendo que se me requería con urgencia en casa, sólo
para llevarme al cine en la mitad del día porque algunos de los grandes éxitos de
207
blockbuster estaban en cartelera y quería ver antes que los demás lo hicieran y
estropearan el final para ella?―, también pudo ser un enorme dolor de cabeza.
Debería saberlo… soy la que limpió sus desastres por mucho.
Y ya había oído a mis padres hablando de la forma en que iban a convertir el
dormitorio de la abuela en una sala de juegos para los nietos. Cuyas ganas de
hacer podía entender completamente.
Pero aun así. Es simplemente que parece como si nadie pudiera decir algo
personal...
Una mano se posa sobre las mías, las cuales estoy agarrando firmemente juntas en
mi regazo, y levanto la mirada para ver a Chaz sonriendo con simpatía hacia mí,
como si estuviera leyendo mis pensamientos. Lleva puesto un traje, el mismo que
había estado usando ese día frente a su edificio de apartamentos, cuando mi
corazón había reaccionado tan violentamente al verlo. Dejó atrás la gorra de
béisbol en la habitación del hotel. Nunca será tan guapo como Luke, al menos no
de la manera convencional que el resto de la sociedad piensa de ser guapo. No
tiene las pestañas largas de Luke, y sus ojos no son oscuros y de aspecto de
ensueño.
Pero mi corazón da otra voltereta violenta cuando lo miro.
Me he ido. Ahora lo sé. Estoy en tal problema muy, muy profundo.
Y lo peor de todo es que, salvo por las molestias que sé que esto va a hacer en las
personas que me importan (Shari, y por supuesto, Luke) ni siquiera me importa.
De pronto, Rose me está dando codazos, diciendo:
―Tu turno. ―Y me doy cuenta de que es hora de que tome mi lugar detrás del
atril junto al altar. Deslizo mis manos de debajo de las de Chaz y me pongo de pie,
consciente de él susurrando:
―Ve, campeona.
Entonces estoy caminando hacia el atril, la hoja de papel con las palabras que el
Padre Jim y mamá han escogido para que lea ―el Evangelio según San Juan― es
arrugada en mis manos un poco sudorosas. Subo los escalones del podio y hago
208
un desastre con el micrófono hasta que está al nivel correcto, y luego miro hacia el
mar de rostros delante de mí.
Vaya. No tenía idea que la Abue había tenido tantos amigos.
Entonces me doy cuenta de que no los tuvo. Estos son los amigos de mamá y papá.
Veo al doctor y la señora Dennis, Shari y sus padres, e incluso, bien atrás, los
Pennebaker, los padres de Kathy. Veo a mi dentista de infancia y, más
vergonzosamente, mi ginecóloga. Lindo.
La cara que noto que no veo es la de mi prometido.
Pero eso está bien. Porque nos hemos tomado un tiempo.
Y estoy durmiendo con su mejor amigo, de todos modos.
―Um ―digo. Mi voz resuena por toda la iglesia, sonando increíblemente fuerte.
Despliego el pedazo de papel que mamá me dio―. Lectura del Santo Evangelio
según San Juan… ―¿Qué está haciendo aquí mi ginecóloga? Quiero decir, es
verdad que es la ginecóloga de mamá también. Y a lo mejor de Rose y Sarah
también, por lo que sé. ¿Pero conocía a la Abue? ¿Era ginecóloga de Abue? ¿La
Abue iba al ginecólogo? Eso es totalmente extraño. Nunca pensé en la vagina de
mi abuela antes. No quiero estar pensando en la vagina de mi abuela. No aquí, en
su funeral. En una iglesia. Mientras estoy haciendo una lectura de la Biblia.
―Jesús dijo a sus discípulos...
Vaya, mi voz suena fuerte. ¿Por qué estoy leyendo acerca de Jesús? A Abue no
podría importarle menos Jesús. Quiero decir, si hay justicia en el mundo, ella está
con Jesús ahora, pero lo más probable es que esté con Elvis, como dijo Chaz, en el
infierno. Quiero decir, si hay un infierno. Y si Elvis fue allí, que no estoy diciendo
que lo hizo. El infierno probablemente es mucho más interesante que el cielo.
Menos aburrido. Apuesto que Abue preferiría estar en el infierno.
―“No dejes que se turbe vuestro corazón”.
Prefiero estar en el infierno. Quiero decir, si Elvis está ahí. Y Shakespeare. Y Einstein.
Y Abue. Y Chaz.
209
―¿Saben qué?
Oh Dios. Todo el mundo me está mirando. Mamá parece que está a punto de tener
un infarto. Oh bueno. No debería haberme pedido que hiciera una lectura. Tenía
que haber sabido que esto iba a suceder.
―Mi corazón está preocupado ―digo, bajando la hoja de papel con el Evangelio
de Juan escrito en él―. Está preocupado porque no creo que nada de esto es lo
que mi abuela realmente hubiera querido escuchar en su funeral. No me
malinterpreten, creo que es muy bonito ―le aseguro al Padre Jim, que parece
alarmado (aunque no puedo dejar de notar que los monaguillos parecen estar
encantados por este giro de los acontecimientos poco ortodoxo y que bajo sus
ropas blancas suaves, sus zapatillas están sucias)―. Simplemente no creo que nada
de lo que se ha dicho hasta ahora tenga en realidad algo que ver con mi abuela. Es
por eso que me tomé la libertad de preparar una lectura alternativa a principios de
esta mañana. ―Del bolsillo de la chaqueta negra vintage que llevo, saco otra hoja
de papel, sobre la que he escrito una serie de canciones―. Esto viene de una
canción que sé que a mi abuela le gustó realmente. No se preocupen, no voy a
cantar. ―Veo a mis hermanas visiblemente relajarse―. Pero creo que es
importante que honremos la memoria de aquellos que hemos perdido al
mencionar realmente algunas de las cosas que realmente disfrutó... y esto es algo
que sé que a la Abue realmente le gustaba. Así que, Abue... esto es para ti. Donde
quiera que estés.
Y entonces, desplegando la hoja de papel, leo:
―“Abono, en un viaje de un solo sentido...”
Me arriesgo a levantar brevemente la mirada. Me doy cuenta de que la
congregación reunida está mirándome, la mayoría con la boca abierta. Mi madre,
en particular, se ve aturdida. Papá, sin embargo, tiene una leve sonrisa en su rostro.
Se hace más grande cuando leo la siguiente parte:
―“Nadie me va a frenar... Estoy en la carretera al infierno”.
Ahora, unas cuantas más sonrisas se han unido a mi padre. Angelo está sonriendo
también. Igual Chuck. Incluso Sarah ha roto en una pequeña.
210
Pero eso es todo.
A excepción de Chaz. Chaz está sonriendo ampliamente. Y dándome un pulgar en
alto.
Sonrío hacia él.
―Gracias ―digo tímidamente a los feligreses. Y luego bajo del estrado.
*****
―Esa lectura que diste fue muy interesante ―dice mi ex ginecóloga, la Dra. Lee,
una hora más tarde, una vez que todos hemos vuelto a casa de mis padres para
tomar aperitivos después del entierro.
―Gracias ―le digo. Estoy sosteniendo un plato de plástico, en el que he
acumulado tantos tipos diferentes de galletas como he podido encontrar. Gracias a
la cantidad de amigos y vecinos afectados que han dejados productos horneados
en el último par de días, éste resulta ser un buen montón de galletas.
No pienso compartir estas galletas con otros. Me las estoy comiendo todas por mi
cuenta.
―¿Eran esos los Kinks? ―pregunta la Dra. Lee.
―AC/DC ―le digo.
―Oh, por supuesto ―dice la Dra. Lee―. Qué tonta soy.
Ella se aleja, y Chaz deambula hasta ocupar su lugar. Él sostiene un plato de
plástico que contiene dos tipos diferentes de empanadillas indias: barbacoa
coreana y satay de pollo, y fideos fríos de sésamo. Puedo decir que ha estado
visitando la mesa donde los estudiantes graduados de mi padre han dejado caer
sus ofrendas.
―¿Cómo te va? ―pregunta.
―Genial ―digo―. A mi ginecóloga le gustó.
―Eso hacen dos ―dice.
211
―¿Dos?
―Me ha gustado mucho ―dice, engullendo el satay de pollo.
―Oh ―le digo―. De acuerdo. A papá le gustó también. Y a Chuck y Angelo. Y a
Sarah, creo.
―Así que a cinco ―dice Chaz―. Para haber doscientos. No está mal.
―Así que, ¿cuándo crees que podamos salir de aquí?
―Iba a hacer la misma pregunta.
―Dale otros quince minutos ―le digo―. Mamá no ha tenido la oportunidad de
realmente gritarme todavía.
―Está bien. ¿Y por qué nos estamos quedando por eso?
―¿Para hacer que se sienta mejor?
―Eres una hija muy buena ―dice Chaz―. ¿Te he dicho que te ves sexy con esa
falda?
―Alrededor de veinte veces.
―Te ves sexy con esa falda.
―Veintiuno.
―Te verías más sexy sin ella. ¿Sabes en qué te ves más sexy? En una de esas toallas
muy pequeñas del Hotel Knight.
―Que sean diez minutos ―le digo.
―Voy a asegurarme de que nadie esté bloqueando el auto de alquiler ―dice, y
abandona el plato de plástico.
Ni diez segundos después de que se ha ido, Sarah y Rose me arrinconan junto al
piano que las tres odiamos por vernos obligadas a aprender a tocar (y ninguna de
nosotras tuvo éxito en aprender a tocar bien).
212
―Muy bien, escúpelo ―dice Rose―. ¿Cuál es el asunto con el ex de Shari? Y no
trates de negar que haya algo pasando entre ustedes. Apestas a champú de motel
barato.
―Él no puede quitarte los ojos de encima ―es la contribución más caritativa de
Sarah a la conversación.
―No lo sé ―les digo―. Miren, no tengo tiempo para esto. Tengo que ir a ser
gritada por mamá.
―Mamá tiene migraña ―dice Rose―. Está en su cuarto con un paño húmedo
sobre la cara. Ya la has matado. Así que ríndete. ¿Qué vas a hacer con ese tipo
Luke? ¿No es, como, el mejor amigo de Chaz?
―¿Van a luchar por ti? ―pregunta Sarah. Ha sido su sueño desde que vio en West
Side Story que dos hombres podrían un día luchar por ella.
―Realmente no quiero hablar de eso ―le digo, metiendo una galleta de chocolate
entera en mi boca para que así, no importa lo que digan a continuación, no pueda
ser capaz de hablar de ello.
―¿Esto significa que no vas a casarte en Francia? ―pregunta Sarah―. Porque iba a
tomar algunas clases de francés en el Y. Pero si no lo vas hacer, házmelo saber.
Porque hay chicos mucho más lindos en la clase de italiano.
―Si crees que mamá está muerta ahora ―dice Rose―, espera hasta que se entere
de que no vas a casarte con este tipo Luke. Ya le dijo a todo el mundo en su clase
de scrapbooking que estás comprometida con un príncipe. Esto absolutamente va
acabar con ella. Me pregunto, ¿qué canción de AC/DC vas a leer en voz alta en su
funeral?
No puedo hablar, debido a toda la galleta en mi boca. Esto, creo, sólo puede ser
una buena cosa.
―¿Lizzie? ―Vuelvo la cabeza y veo a Shari allí de pie. Mi corazón se hunde. No es
que no esté feliz de verla. Simplemente no estoy muy emocionada a lo que sé que
va a pasar a continuación.
Trago.
213
―Hola, Share ―digo―. ¿Cómo estás?
―Oh, estoy bien ―dice Shari, mirando a mis hermanas con disgusto―. Me
preguntaba si podría hablar un momento contigo… a solas, por un momento.
―No hay problema ―digo. Pero por supuesto que es un problema. Puedo decir
por la expresión del rostro de Shari que no me va a gustar lo que ella tiene que
decir.
La sigo por las escaleras hasta mi habitación ―la cual ha sido convertida en una
habitación de invitados―, y me hundo en mi vieja cama, tratando de evitar las
miradas acusadoras de las muñecas Madame Alexander que los padres de mi
madre me enviaron a través de los años. Jo March parece particularmente
decepcionada de mí mientras me mira desde mi biblioteca infantil.
―Lizzie ―dice Shari, cerrando la puerta detrás de ella―. ¿Qué estás haciendo?
―No sé lo que quieres decir ―digo, manteniendo la mirada en mis pies.
―Sí, lo sabes ―dice Shari―. ¿Estás bajo el efecto de aquellos medicamentos que
mi papá te prescribió? Porque si es así, quiero que dejes de tomarlos. Pensé que
ayudarían, no que te enviaría a una ruptura total con la realidad. Quiero decir,
¿dormir con Chaz? ¿Has perdido el juicio? ¿Qué pasa con Luke?
Las lágrimas llenan mis ojos. Levanto la vista, sólo para descubrir que la madre de
Jo, Marmee, está observándome con una mirada aún más acusadora que la de su
hija. ¿Por qué, oh, por qué habían los abuelos insistido en mandarme una muñeca
Madame Alexander para cada cumpleaños y Navidad hasta que cumplí los dieciséis
años? Hay tantas de ellas, todas mirando hacia nosotras.
―Es... no es como piensas ―le digo, mi voz entrecortada―. Ni siquiera tomé
ninguna de esas pastillas.
―Entonces ¿qué demonios está pasando, Lizzie? ―demanda Shari. Cruza la
habitación en un solo paso y se hunde en la cama junto a mí―. Porque ésta no
eres tú. Y no trates de negar lo que está pasando, porque está escrito por todo tu
rostro… irritado por el roce de una barba, ni más ni menos. Quiero decir, no me
malinterpretes, siempre he pensado que Chaz y tú harían una gran pareja. Admito
214
que todo el asunto de Mae Lin fue para darte celos. Sabía que nunca te darías
cuenta de lo genial que es Chaz hasta que lo vieras con otra chica, una chica de
verdad, no una mujer robot como Valencia. Sabía lo que él sentía por ti… era
totalmente obvio. No podía dejar de hablar de ti. Es verdad que eras la única cosa
que él y yo todavía teníamos en común, pero no hay hombre que hable tanto
sobre una chica a menos que él esté loco por ella. Cosa que casi me confesó. Tú
eras de la única que no estaba demasiado segura.
Niego con la cabeza.
―¿Qué quieres decir? ¿Mae Lin fue para ponerme celosa? ¿De qué estás hablando?
―Bueno, funcionó, ¿verdad? Estabas celosa, ¿cierto? No podía creer cómo fuiste
toda enojada hasta allí y te peleaste con el pobre al minuto que Mae Lin y Valencia
bajaron las escaleras. Él no tenía la menor idea de lo que estaba pasando. Oh, Dios
mío, casi me mojé los pantalones de tanto que reí.
Ahora estoy un poco enojada. También un poco aturdida por la astucia de Shari.
Ella ha sido mi mejor amiga desde siempre. Pero no tenía ni idea de que era capaz
de este tipo de duplicidad.
―Shari ―digo―. Eso es tan mezquino. ¿Estabas tramando todo el tiempo
juntarme con tu ex, cuando sabías perfectamente que estoy comprometida? ¿Con
su mejor amigo? ¿Y utilizaste a una pobre chica de tu oficina para hacerlo?
―Oh, lo que sea ―dice Shari, haciendo un gesto desdeñoso―. Mae Lin está
saliendo con un paramédico caliente. Estuvo dispuesta a seguirme la corriente.
Pero nunca pensé que realmente caerías en la cama con el sujeto antes de romper
con tu prometido. En el funeral de tu abuela. ¿Qué estás haciendo? ¿Has perdido
por completo la cabeza?
La miré. Estoy bastante segura de que me veía igual de acusadora (y
desaprobadora) como las muñecas Madame Alexander por encima de nuestras
cabezas.
―Para tu información ―le digo―. No estaba celosa de Mae Lin. Y con quién me
acuesto a espaldas de mi prometido en el funeral de mi abuela es mi asunto.
215
―Bueno, perdón ―dice Shari, pareciendo desconcertada―. Simplemente no
quiero verte lastimada. A ti o Chaz.
―Oh ―digo, sin poder evitar soltar una risa amarga―. ¿Ahora estás preocupada
acerca de los sentimientos de Chaz?
―Oye. ―Shari entrecierra sus ojos hacia mí―. Eso no es justo. Sabes que yo lo
amaba.
―Bueno ―digo―. Yo también.
―¿Lo haces? ―pregunta Shari―. Bueno, entonces, ¿por qué estás todavía usando
el anillo de Luke en tu dedo?
―Tengo
algunas
cosas
que
todavía
tengo
que
averiguar
―admito,
incómodamente presionando mi mano izquierda en el colchón de modo que
ninguna de las dos pueda ver mi dedo anular―. No estoy diciendo que tenga
todas las respuestas todavía, Shari. Me siento como que si apenas puedo aguantar,
para que sepas. Pero sé que lo amo, y creo que siempre lo he hecho.
―¿Qué pasa con Luke? ―demanda Shari.
―Estoy haciendo lo mejor que puedo, ¿de acuerdo? Luke está en Francia ―digo―.
Voy a esperar hasta que regrese para averiguar lo que está pasando, o no, entre los
dos. Mientras tanto... bueno, estar comprometida no es estar casada, sabes
―agrego―. O muerta. ―Estoy un poco sorprendida al encontrarme repitiendo
como un loro las palabras de Abue. Pero, qué lugar más apropiado para hacerlo,
me doy cuenta, que después de su funeral.
Shari me mira como si me viera por primera vez. Tal vez de alguna manera lo hace.
Niega con la cabeza y pregunta:
―¿Alguna vez buscaste lo que significa solipsista?
―Sí ―le digo indignada―. Y no es verdad. No estoy muy preocupada por
complacer mis propios sentimientos y deseos. Si lo fuera, nunca me habría mudado
del apartamento de Luke en la Quinta Avenida, mucho menos mirar dos veces a
Chaz. Él es un estudiante graduado pobre, mientras que Luke es un príncipe rico,
¿recuerdas?
216
Shari, para mi alivio, deja escapar una carcajada. Las muñecas Madame Alexander
parecen sorprendidas.
―Eso es cierto ―dice ella. Y se acerca y toma mi mano, la que tiene el anillo de
compromiso aún en él―. Oh, Lizzie. Ten cuidado. Estás jugando con fuego.
―¿Yo? ―Levanto mis cejas―. ¡Tú eres la que acaba de admitir que contrataste a
una chica de tu oficina con el propósito de ligar con Chaz para tratar de ponerme
celosa!
―Pero pensé que harías lo correcto y romperías con Luke en primer lugar ―grita
Shari―. No empezar a dormir con Chaz durante el funeral de tu abuela. No es que
no es un merecido homenaje a ella, uno del que se habría sentido elogiada. Aún
así. Sólo estoy preocupada de que alguien vaya a salir lastimado. Y me temo que
vas a ser tú.
Aprieto su mano.
―Soy una chica grande, Share ―digo―. Puedo cuidar de mí misma.
Pero a medida que nos dirigimos a la planta baja, me pregunto si eso es realmente
cierto. ¿Puedo? Es cierto que estoy viviendo por mi cuenta por primera vez en mi
vida. Me estoy encargando de mí, dirigiendo mi propio negocio (bueno, casi), y en
un momento dado, girando una docena de platos en el aire al mismo tiempo. Si
dejaba caer uno solo, todo el asunto se vendría abajo en un lío como nadie
creería...
Así que, ¿qué estoy haciendo al tener este tórrido romance con el mejor amigo de
mi prometido?
Y es tórrido, noto, cuando entro a la sala de estar y lo veo allí de pie esperando por
mí, y mi corazón se cierra de golpe entre mis costillas como siempre parece hacer
cada vez que lo veo. No voy a salir de ésta ilesa. Ninguno de nosotros lo hará, lo sé.
Pero cuando Chaz levanta la cabeza, y siento esa descarga eléctrica que siempre
parece pasar por mí últimamente cuando miro en su dirección y su mirada se
encuentra con la mía, me doy cuenta que no me importa. No me importa lo que va
a suceder. Siempre y cuando podamos estar juntos...
217
Por ahora.
Por cuánto tiempo dure ahora.
218
Historia de las Bodas
Traducido por Jo
Corregido por Paaau
as flores siempre han jugado un papel importante en las bodas, desde la
L
mismísima primera ceremonia de matrimonio en la antigua Grecia, donde se
utilizaban para hacer una corona para que la novia llevara como un regalo
de la naturaleza. Las coronas de flores y guirnaldas eran de uso frecuente en las
ceremonias antiguas para enlazar a las parejas en lugar de anillos.
Diferentes hierbas y flores ―como las flores de ajo, así como bulbos― se llevaron
a menudo para alejar los malos espíritus. Los espíritus malignos, por supuesto, no
son los únicos que estarían custodiados por las novias si hoy día comenzaran a
llevar cabezas de ajo.
Consejo Para Evitar Un Desastroso Día de Bodas.
Es tradicional dar a sus invitados un presente para recordar el día. Esta es una
práctica milenaria que proviene de la costumbre francesa de dar bomboneras o
almendras garrapiñadas a los invitados de salida.
Las parejas de hoy en día tienden a elegir velas o, si realmente quiere llegar a la
ostentación, gafas de sol de imitación de diamante.
DISEÑOS LIZZIE NICHOLS ™
219
Capítulo 17
Traducido por Jo y lalaemk
Corregido por Paaau
“En todos los pasteles de boda, la esperanza es el más dulce glaseado”.
DOUGLAS JERROLD (1803-1857). Dramaturgo Inglés.
stoy de pie con mi frente apoyada contra la amplia ventana de vidrio con
E
vista a los aviones aterrizando y despegando en el pavimento en frente de
mí. Chaz y yo hemos volado comercialmente fuera de Ann Arbor y estamos
esperando nuestros vuelos de conexión a LaGuardia desde Detroit.
Para lo que no me había preparado, es para la inesperada llamada de Luke a mitad
de los Destornilladores que Chaz y yo estábamos tomando en el Bar Fox Sports
mientras esperábamos embarcar.
—¿Cómo estás? —Había querido saber Luke—. Siento tanto que no pude estar allí
para ti, Lizzie. Sé que debió haber sido realmente, muy duro. Pero sabes que no
podía escaparme de la oficina. El tío Gerald realmente me necesita aquí.
Tuve que dejar el bar y caminar por el vestíbulo. No podía hablar con Luke frente a
Chaz.
—Por supuesto. —Había dicho yo—. Lo sé. Y estoy genial, estoy bien.
Hay nubes tormentosas reuniéndose en el horizonte. Son lo que está causando que
nuestro vuelo sea retrasado. Sólo media hora hasta ahora. ¿Pero quién sabe?
Podíamos estar atascados en Detroit por la noche.
Y aun así, de alguna manera el pensamiento de estar atascada en Detroit —o
cualquier lugar— con Chaz no me molesta. Para nada.
220
Está mal que esté hablando con mi prometido por teléfono y pensando en cuánto
no me importa estar atascada en un aeropuerto con su mejor amigo. A quien
parece que no puedo dejar de tocar. Cada vez que estoy lejos de él, siento algo
similar a dolor físico hasta que puedo volver a su lado y apoyar mi mano en su
brazo, tocar su hombro o deslizar mis dedos entre los suyos… Es completamente
bizarro, y algo que nunca he experimentado antes. Ni siquiera con Luke, el hombre
con quien estoy comprometida.
Rose tiene razón. Soy una zorra.
—Pero he pensado mucho —está diciendo Luke.
—¿Lo has hecho? —He perdido completamente el hilo de la conversación. Detrás
de mí, uno de esos movedores de personas está haciendo beep-beep-beep
mientras intenta trasladar pasajeros mayores a su puerta, y ninguno de ellos se
moverá de su camino.
—Lo he hecho —dice Luke—. ¿Cómo te sentirías acerca de venir a París por una
semana?
Sacudo mi cabeza como si hubiera una abeja dentro de ella.
—¿Yo? —pregunto—. ¿Quieres decir…?
—Así es. Quiero un descanso de nuestro descanso —dice él.
—Um —digo—. ¿Quieres que vaya a visitarte? ¿En París?
¡Dios mío! ¡Él lo sabe! ¡Él sabe acerca de mí y Chaz! No había mencionado que
Chaz se había aparecido en el funeral. Y, obviamente, Chaz no había hablado con
Luke desde que había llegado.
Esto es horrible. Luke va a terminar conmigo ahora, por teléfono. Oh, bueno. Me lo
merezco. Soy una persona horrible. Estoy en la carretera al infierno…
Cierro mis ojos, preparándome para que terminen conmigo.
Pero todo lo que dice Luke es—: Es sólo que realmente he estado disfrutando mi
tiempo acá. Sé que no debería decir eso, considerando por lo que has pasado
221
recientemente. Pero es cierto. Olvidé cuánto amo París. Y trabajar con el tío Gerald
ha sido genial. Es realmente fabuloso.
Abro mis ojos. Espera. Esto no es romper conmigo. Esto no suena como romper
conmigo, para nada.
—Olvidé cuánto amo trabajar en el mundo de los negocios —continúa Luke—. Ha
sido realmente fantástico. Y creo que lo amarías también. Sabes qué tan bien lo
pasaste aquí el verano pasado. Es una lástima que no vinieras conmigo.
—Bueno —digo—. Realmente no podía permitirme el tiempo lejos del trabajo. —
Cada palabra suena extraña mientras cae de mis labios. Excepto que estoy
hablando en inglés.
—Por supuesto —dice Luke—. Lo sé. Tu trabajo es importante para ti. Sé eso ahora.
Este descanso me ha enseñado eso. En serio, Lizzie. Lo ha hecho.
Le echo un vistazo a Chaz. Está observando la televisión en el bar. Están dando un
partido de golf. Basada en sus hábitos de ver televisión en la habitación de hotel —
las pocas veces que realmente la encendimos— estoy comenzando a darme cuenta
de que realmente no hay ningún deporte que Chaz no miraría.
—Eso no te vuelve loca, ¿no? —pregunta Luke—. Quiero decir, ¿qué estoy
disfrutándolo tanto?
—¿Por qué eso me enloquecería? —pregunto. Lo que está enloqueciéndome es
que estoy durmiendo con el mejor amigo de mi prometido, un tipo que también
resulta ser el ex novio de mi mejor amiga. Sí, mi mejor amiga que es lesbiana
ahora. Eso es lo que me está enloqueciendo.
No que vaya a mencionarle esto a él.
—Bueno, eso es un alivio —dice Luke—. Quiero decir, no me he echado para atrás
en la cosa de la escuela de medicina todavía. No completamente. Sólo estoy… no
estoy completamente seguro de que sea para mí y París… Bueno, París es tan
increíblemente genial. Sólo pienso que realmente lo amarías…
Bien. Ahora oficialmente he enloquecido. Tengo que cortar el teléfono. Tengo que
cortar ahora mismo.
222
—Oh-oh, están llamando mi vuelo —miento—. Tengo que irme. Te hablaré luego,
Luke.
—Oh, cierto —dice Luke—. ¡Te amo!
—También te amo —digo y corto.
¿Qué acaba de pasar? ¿Qué acaba de pasar allí? Ni siquiera sé si puedo lidiar con
eso. Me apuro a través del vestíbulo atestado para deslizarme de vuelta a mi
banquito de la barra en el Bar Fox Sports, recojo mi Destornillador y lo trago.
—Desacelera allí, bateadora —dice Chaz, observándome con algo de alarma—.
Tienen más vodka allá atrás y no sólo lo que está en ese vaso, sabes.
Bajo mi vaso vacío y apoyo mi cabeza en la barra.
—Quiere que vaya a verlo a París —le digo a las nueces que han caído en el suelo
del aeropuerto.
—Ese bastardo —dice Chaz—. Lo siguiente que sabrás, es que va a querer poner
una fecha para la boda.
Levanto mi cabeza y lo miro. Está usando una gorra de béisbol de los Wolverines y
se ve adorablemente —y sensualmente— arrugado, como si recién hubiera salido
de la cama.
Lo que, de hecho, ha hecho. Conmigo.
La culpa sobre lo que hemos hecho me golpea (como lo hace cien veces al día) de
nuevo.
Dejo caer mi cabeza de vuelta en la barra. Quiero comenzar a sollozar. Realmente
quiero.
Chaz apoya una gran mano en la parte trasera de mi cuello.
—Animo, campeona —dice él—. Podría ser peor.
—¿Cómo? —demando desde la barra.
223
—Bueno —dice luego de detenerse un momento para pensar sobre eso—. Al
menos no estás embarazada.
Esto no tiene el efecto de comedia que Chaz aparentemente pretendía que tuviera.
—¡Chaz! —digo miserablemente—. Todo lo que dijiste esa mañana luego de la
boda de Jill es cierto. Lo sé. Luke realmente me pidió casarme con él sólo porque
tenía miedo de estar solo. Me doy cuenta de eso ahora. No se preocupa por mí.
Quiero decir, lo hace, pero no… no de la manera en que tú te preocupas por mí. Si
lo hiciera, habría aparecido para el funeral de Abue. Tú lo hiciste. Pero aun así.
Ahora, mira el desastre en el que estoy. Tengo un prometido que no amo que
quiere casarse conmigo. Y un amante que sí amo que no quiere. ¿Por qué no
quieres casarte, Chaz? ¿Por qué?
—Ya te he dicho por qué —dice Chaz—. Y si no me aceptas como soy, con todos
mis defectos, entonces tal vez estés mejor con Luke. Él es el que te está ofreciendo
el anillo, el bono de la banca de inversión, y el lugar en la Quinta Avenida. Estarías
loca si no te fueras con él. Todo lo que tengo es un minúsculo apartamento en el
East Village y el salario mínimo de un ayudante. Oh, y sin anillo. No sé qué estás
haciendo al compartir este cuenco de nueces de cerveza conmigo en primer lugar.
Miro exhausta hacia el recipiente de nuez. Él no está, ya sé, refiriéndose a cerveza
de nuez. Al menos completamente. No puedo dejar de recordar aquella noche fría
cuando había discutido tan desagradablemente en O’Riordan y me pregunté cuál,
si no terminabas casándote, era el punto.
Lo más loco es que, con Chaz, soy una especie de partidaria para ver. Quiero decir,
el punto es sólo estar juntos. ¿A quién le importa un estúpido pedazo de papel?
Espera, ¿acabo de pensar eso? ¿Qué me está pasando? ¿En quién me estoy
convirtiendo? ¿Puedo realmente convertirme en ese tipo de chica? ¿El tipo de chica
a la que no le importa el matrimonio?
Supongo que sí. Quiero decir, ya soy el tipo de chica que engaña a su prometido…
con su mejor amigo.
De repente, me quejo en voz alta.
224
—¿Cómo le pude hacer esto a él? ¿Cómo le pudimos hacer esto a él? —Me tapo la
cara con las manos—. Voy a vomitar. Lo juro.
—Por favor, hazlo en el basurero de ahí —dice Chaz—. Y deja de recriminarte. Él no
ha sido exactamente un Boy Scout mientras ustedes dos han estado juntos.
Parpadeo hacia él entre la hendidura de mis dedos.
—¿De qué estás hablando?
—Nada. ¿Quieres otra copa? Retrasaron nuestro vuelo por una hora más. Creo que
necesitas otro trago. —Señala al camarero—. Esta joven quiere otro Destornillador.
Un Ketel One.
El camarero asiente y me quita la copa anterior para hacer una nueva bebida.
—Preferiría una Coca-Cola Dietética —le digo al camarero. He bajado mis manos y
estoy agarrando la barra en un esfuerzo para mantenerme en pie. El vodka que he
bajado tan rápidamente ha hecho que me maree—. ¿Qué quieres decir con que
Luke no ha sido precisamente un Boy Scout mientras hemos estado juntos? —le
pregunto a Chaz.
—Te lo dije, nada. Mira, siempre he querido preguntarte. ¿Qué pasa con el liguero?
—¿Qué? —Lo miro aturdida por el alcohol.
—La cosa con el liguero —dice Chaz—, en las bodas. Ya sabes, cuando el novio le
quita la liga a la novia y la arroja a los muchachos.
—Oh —digo. El camarero ha traído mi Coca-Cola Dietética y tomo un trago
agradecida—. Eso es desde tiempos antiguos, cuando la gente de la corte estaba
obligada a seguir a la pareja de recién casados a su habitación después de la
ceremonia para asegurarse de que se consumara el matrimonio. Exigían la liga de
la novia o la media como prueba de que la desfloración había ocurrido. Dado que a
los campesinos les gusta imitar el comportamiento de la nobleza, se convirtió en
una práctica habitual exigir que todas las novias renunciaran a sus medias o ligas
después de la ceremonia, a veces los invitados a la boda tomarían la liga a la
fuerza, por lo que se convirtió en tradición que el novio la quitara durante la
225
recepción para que la gente no siguiera a la novia y el novio de vuelta a su
habitación, y también para que los invitados no se la quitaran a ella.
Chaz hace una mueca.
—Ya veo —dice—. Ese derecho es una razón suficiente para que la institución del
matrimonio sea abolida.
Lo miro fijamente, comenzando a comprender.
—No es el matrimonio con lo que estás en contra —digo—, son las bodas.
—Cierto —dice Chaz—. Pero no puedes tener uno sin el otro.
—Sí, por supuesto que puedes —digo, con la mayor naturalidad del mundo. Pero
no importa, me doy cuenta. En realidad no. Sin considerar la tumba en la que ya
nos hemos enterrado—. ¿Realmente no te sientes culpable por lo que estamos
haciendo?
Chaz termina su Destornillador.
—No, en absoluto —dice—. He hecho un montón de cosas terribles en mis días,
Lizzie. Pero amarte no es una de ellas. No sé lo que va a suceder cuando Luke
vuelva en otoño, pero tengo la intención de disfrutar las semanas que me quedan
contigo al máximo. Debido a que sé de mi estudio de la filosofía del tiempo, lo que
vaya a suceder en el futuro ya es inevitable.
Parpadeo hacia él. Y digo la única cosa que puedo pensar en decir. Qué es—: ¿Y?
—¿Y… qué? —me pregunta.
—¿Y… qué sigue? —Realmente estoy esperando que él responda. Porque me
siento completamente perdida. Y un poco asustada. De una forma emocionada,
con el corazón latiendo fuertemente. En la forma en que me sentí cuando Shari y
yo bajamos del avión desde Michigan y estábamos de pie en la línea de taxis del
Aeropuerto LaGuardia, sin saber lo que íbamos a encontrar cuando llegáramos a
Manhattan. No tenía la menor idea de dónde estaba o lo qué estaba haciendo.
Pero eso no significaba que estuviera en el lugar equivocado, exactamente.
226
—La siguiente —dice Chaz, señalando al camarero—, voy a tomar otra copa. Y te
sugiero que hagas lo mismo. Debido a que hay una dama que conozco que merece
tener su memoria chamuscada, y no con Coca-Cola Dietética.
Le doy una sonrisa un tanto aguada.
—No soy buena en no saber lo que va a pasar —digo cuando nuestros
Destornilladores llegan y los elevamos para hacerlos tintinear.
—¿Estás bromeando? —dice Chaz—. Eso es en lo que eres mejor. Tomas el camino
menos transitado y lo conviertes en oro cada vez. ¿Por qué crees que Luke todavía
está colgado tan firmemente cuando está a medio mundo de distancia? Tienes el
toque mágico. Y todo el mundo lo sabe.
—No sé —digo con incertidumbre.
—Lizzie. —Chaz me mira fijamente a los ojos—. ¿Por qué crees que fuiste tú, de
todas las personas en tu familia, con la que tu abuela se conectó tan bien? ¿Tú y
nadie más? Eras la única persona en tu familia que, como ella, nunca aceptaría un
no por respuesta y simplemente harías lo que jodidamente querías. Ahora, levanta
tu copa.
Lo hago, mordiendo mi labio inferior un poco.
—Por Abue —dice Chaz, haciendo tintinear el borde de su copa con la mía—. Una
buena vieja borracha con algo de muy buen jodido gusto.
—Por Abue —digo, parpadeando las repentinas lágrimas. Pero son lágrimas de
felicidad. Porque finalmente alguien está diciendo lo que he querido de Abue
desde un principio.
Abue, lo sé, aprobaría lo que Chaz y yo estamos haciendo. Sea lo que sea,
exactamente.
Levanto mi copa. Y bebo.
Por Abue.
227
Una Historia de Bodas
Traducido por Kimikon
Corregido por Paaau
os primeros brindis se realizaron en el siglo sexto A.C, cuando los antiguos
L
Griegos vertían vino para sus invitados de la cena de una jarra común. El
anfitrión bebería de primero para asegurarles a sus invitados que el vino no
estaba envenenado (una práctica común en la época para deshacerse de molestos
familiares o vecinos). Después, el tintineo de los vasos en las bodas se volvió un
método popular de mantener alejados a los demonios de la nueva pareja de recién
casados.
En una recepción moderna tradicional, el primer brindis es siempre a la novia,
usualmente dicho por el padrino. El último brindis es generalmente dicho por el
padre de la novia. Después de que él ha hecho un lloroso espectáculo de sí mismo,
la recepción puede comenzar oficialmente. Sólo en una recepción moderna no
tradicional la novia tiene que dar su propio brindis, agradeciendo a su fiesta de
bodas e invitados (quienes, después de estar en tantos brindis, de verdad merecen
las gracias).
Consejo Para Evitar Un Desastroso Día De Bodas.
Por favor, mantén tus brindis cortos. Por favor, nada de hojas de ayuda. El punto de
los brindis es desearles felicidad a la feliz pareja e invitar a todos los otros invitados
a que se unan a ti, así que no avergüences a la pareja o muestres lo ingenioso que
eres.
También deberías agradecer a los padres por organizar la boda y a la pareja por
conceder el honor de permitirte ser su mejor lo-que-sea-que-seas. Levanta tu copa,
pídele a los otros que lo hagan también, felicítalos, luego regresa tu culo a la silla,
228
por el amor de Dios, así el resto de nosotros podemos comer nuestro frío pollo
grumoso.
DISEÑOS LIZZIE NICHOLS™
229
Capítulo 18
Traducido por Kimikon
Corregido por Paaau
“Amar a alguien profundamente te da fuerzas. Ser amada por alguien
profundamente, te da valor.”
LAO TZU (siglo IV A.C.). Filósofo Taoísta.
oy tarde para el trabajo el lunes en la mañana.
V
Sólo hay una explicación de cómo puedo llegar tarde a trabajar en un
lugar que está precisamente a dos pisos de donde vivo: Chaz.
Resulta que hay una desventaja de vivir dos pisos arriba de donde trabajas… si no
quieres que las personas con las que trabajas sepan que te estás acostando a
espaldas de tu prometido.
Le dije a Chaz que si quería pasar la noche en mi casa, tenía que irse antes de que
cualquiera apareciera en la tienda por la mañana. No podía tener a Tiffany y a las
otras chicas viéndolo irse. Lo que significa que tiene que salir de ahí antes de las
nueve…. preferiblemente antes de las ocho y treinta.
Él lo habría hecho también, si no hubiese sido por mi insufrible debilidad en lo que
se refiere a hombres llevándoles el desayuno a la cama a las chicas. Es una
debilidad que nunca antes supe que tenía. Porque ningún chico me había traído
alguna vez el desayuno a la cama.
Y no era sólo que me trajo el desayuno a la cama, si no que se levantó mucho
antes que yo y debió haberse arrastrado alrededor súper silencioso para no
despertarme, e ir a la tienda —ya que realmente no había nada en mi nevera—, y
luego hacer huevos revueltos, tostadas y traerlo todo en una bandeja con una
230
única rosa roja en un florero junto a una helada Coca-Cola Dietética aún en la lata…
justo de la forma que me gusta.
¿Qué chica no se habría derretido? ¿Y luego tener sexo con él (tan pronto como
terminó con sus huevos… después de todo, no quería que se enfriaran)?
Así que estoy un poco… agotada… cuando finalmente bajo las escaleras para
trabajar. Agotada en el buen sentido. Un altamente relajante, pero aún ligeramente
desorientado y aturdido sentido. Es como me he estado sintiendo desde la primera
vez que besé a Chaz… bien, pero casi como si hubiese seguido adelante y
empezado a tomar esas pastillas que el papá de Shari me había dado, en lugar de
haberlas lanzado al inodoro en el Hotel Knight, como en realidad había hecho. El
mundo parecía… diferente. No mejor, no peor, sólo… diferente. De repente, cosas
que solían molestarme —hombres que usaban gorras de béisbol bajo techo, por
ejemplo— ya no me molestaban en lo absoluto. Miedos que solían consumirme —
que terminara comprando grandes cantidades de medicina para el resfriado en la
tienda de víveres de mi pueblo natal los fines de semana como Kathy
Pennebaker— ya no parecían probables… de hecho, parecen improbables. En lugar
de comer obsesivamente y de una sentada una bolsa entera de palomitas de queso
que compré en el aeropuerto, sólo comí un puñado.
Y ni siquiera pensé en comprar un rollo de canela.
Algo me está sucediendo. Incluso he dejado de usar Spanx. Simplemente no me
importa que se vean mis bultos. ¿Quizás porque a Chaz realmente le gustan mis
bultos?
Nunca tengo que preocuparme por estar sobre él, o asegurarme de caminar hacia
atrás en la habitación cuando estoy desnuda para que mi trasero no se vea. De
hecho, estoy bastante segura de que si hiciera esto, Chaz me preguntaría que qué
demonios estoy haciendo, algo que Luke nunca pareció notar. O preguntar al
respecto.
Tal vez esto es lo que viene de ser una mujer liberada. Cuando renuncias a tus
principios, todos ellos simplemente se van, las inhibiciones también.
231
De cualquier forma, no soy la primera persona en la tienda. Sylvia y Marisol ya
están allí, trabajando en el encaje y el tul de un ejemplar estilo coctel de los años
50 de I. Magnin & Co. que habíamos recibido de una novia punk cuya madre lo
había usado y quien también quería deslizarse en él… sólo que ella es una talla 12 y
su madre había sido una talla 8. Le habíamos asegurado que podíamos manejarlo.
Pero por la forma en la que Sylvia y Marisol comienzan a mirar fijamente, con sus
bocas colgando abiertas, cuando entro, no estoy segura de que podamos manejar
mucho de nada, sin mencionar adaptar un vestido de coctel I. Magnin talla 12 a
uno talla 8.
—¿Qué? —pregunto, mirándolas fijamente.
Ellas lo saben. No sé cómo lo saben, pero es obvio que lo hacen. Podría muy bien
estar usando una enorme letra A escarlata en el pecho.
Genial. La jefa es una zorra. En una hora, cuando Tiffany llegue aquí, todos en
Manhattan (y partes de Dakota del Norte, de donde es Tiffany) lo sabrán.
¿Cómo manejo esto? Nunca hubo un artículo sobre esto en Fortune Small Business.
Qué hacer cuando todos tus empleados saben que estás durmiendo con el mejor
amigo de tu prometido. Al menos, no lo creo. Demonios, sabía que debí haber
prestado más atención a esa revista y menos al Us Weekly.
—Esto se ve bien —digo sobre el vestido en el que están trabajando las dos
mujeres. Ellas habían arrancado toda la costura de la cintura, del corpiño y estarán
insertando paneles elásticos de encaje —el mejor amigo de la chica grande— en
lugares discretos. Sí, eso es. ¡Tal vez puedo distraerlas halagando su trabajo!
Las dos mujeres intercambiaron miradas.
—Siento escuchar lo de tu abuela, Lizzie —dice Marisol.
—Sí —dice Sylvia—. Yo también lo siento mucho.
Parpadeo hacia ellas por un momento, luego me doy cuenta… ¡No piensan que soy
una zorra en lo absoluto! No estaban siendo extrañas, antes. Sólo no sabían qué
decir porque yo acababa de llegar del funeral de mi abuela.
232
¡Dios! ¡Soy tan idiota!
—Oh —digo, sonriendo—. Muchas gracias. Ella… ella tuvo una buena y larga vida.
Me siento mucho mejor sobre las cosas —menos desorientada, y de hecho me vi
envuelta en las cosas que me había perdido, incluyendo mensajes telefónicos, los
cuales no eran muchos, debido al fin de semana de vacaciones— una hora después
cuando Tiffany camina por la puerta de entrada, me echa una mirada y dice:
—Oh Dios mío. Tuviste sexo esta mañana.
Por poco me atoro con la Coca-Cola Dietética —mi segunda del día— que estoy
bebiendo.
—¿Qu-qué? —chillo, tratando de no escupir todo sobre el libro de citas que tengo
abierto delante de mí—. ¿De qué estás hablando? No, no tuve.
—Oh, ni siquiera lo intentes —dice Tiffany con disgusto mientras serpentea en la
tienda en sus tacones altos de ocho centímetros—. ¿Crees que no puedo decir
ahora cuando tienes sexo matutino? Y quién sea que fuese, te hizo bien. ¿Quién
fue? No pudo haber sido Luke. Nunca te he visto brillar así antes. Es algo
repugnante. —Ella se detiene a medio camino cruzando la tienda y me mira con
ojos de búho—. Oh, por Dios, Lizzie. Tú y Chaz…
—¡NO! —Salto del escritorio de recepción y comienzo a agitar mis brazos hacia ella
como una loca—. ¡No, por supuesto que no!
—Santa mierda. —Una pequeña sonrisa comienza a extenderse en su cara—. Te
follaste al mejor amigo de tu prometido. Tú, zorra.
—No lo hice —chillo—. ¡Juro que no lo hice!
—Y ahora estás mintiendo al respecto. —Aún sonriendo, busca en su bolso Marc
Jacob y saca su Sidekick—. Monique necesita escuchar sobre esto. También Raoul.
De hecho, no puedo pensar en una persona que conozca que no necesite escuchar
sobre esto. Esto es enfermizo. La Pequeña Señorita Pantalones Mojigatos echó un
polvo este fin de semana con el mejor amigo de su prometido. ¡Oh mierda, el ex de
su mejor amiga! —Tiffany ríe para sí misma mientras tipea en su Sidekick—. ¡Aún
mejor! ¡Hombre, de verdad vas a arder en el infierno!
233
Extiendo y pongo una mano sobre su teclado.
—Tiffany —le digo con sinceridad—. Por favor. Mírame.
Tiffany baja la mirada desde su imponente metro ochenta y ocho (con los tacones)
y parpadea con sus ojos pesadamente maquillados.
—¿Qué? —pregunta. Todavía está sonriendo como el Gato Risón.
—No es lo que piensas —digo. Hay un nudo en mi estómago. Todos los deliciosos
huevos y las tostadas que había introducido una hora antes se sienten como si
estuviesen a punto de regresar—. La cosa es…
—Oh, ¿qué? —pregunta Tiffany sarcásticamente—. ¿Lo amaaaaaaas?
—Sí —digo con firmeza. Estoy tan cerca de vomitar que no sé qué hacer. No quiero
vomitar sobre el lindo vestido de lavandería de Tiffany, pero no estoy segura de
cuánto más lo puedo contener—. De hecho, lo hago.
Tiffany baja su Sidekick, se inclina hacia abajo hasta que su cara está nivelada con
la mía y dice, pronunciando con claridad—: Duh.
Luego se endereza de nuevo, arrancando su teclado fuera de mi alcance y,
parloteando mientras mantiene la mirada en lo que sus dedos están haciendo, dice:
—Jesús, Lizzie, ¿piensas que no sabemos eso? Francamente, creo que la única
persona en toda el área de los tres estados que no sabe que estás enamorada de
Charles Pendergast Tercero, eres tú. Era tan jodidamente obvio que él te gustaba y
que tú le gustabas a él que sólo era cuestión de tiempo que ustedes hicieran algo
al respecto. ¿Y sabes qué? Me alegro, porque estoy tan malditamente aburrida de
Luke. Él me estaba sacando de quicio. ¿Qué es esta cosa de pasar el verano en
Francia? Buen viaje, en lo que a mí concierne. No me importa si es un príncipe. Hay
cosas más importantes que ser de la realeza, sabes. Como: ¿Fue para el funeral de
tu abuela? ¿No? Pero Chaz sí, ¿cierto? ¿Lo hizo? ¿Es así como todo esto sucedió?
Cuando asiento, sin palabras, aún aturdida por su arrebato, Tiffany continúa,
volviendo su atención a su Sidekick.
234
—¿Ves? Lo sabía. Monique me debe cincuenta dólares. De cualquier forma. Puedo
decir por tu cara que has estado completamente sintiéndote culpable por todo
esto. Supéralo, Lizzie. Sí, Luke es un buen tipo, y todo eso, y él te dio una gran
roca… pero cuando ha contado, ¿ha estado alguna vez para ti? No, no lo ha hecho.
Estás mejor con Chaz, quien de verdad te ama, cualquiera puede decir eso sólo por
la forma en la que te estaba mirando en esa fiesta del Cuatro de Julio... aunque
debo admitir que la mayoría del tiempo parece querer matarte. La cosa es que él es
el verdadero asunto. —Ella cierra su Sidekick de golpe, su mensaje entregado
aparentemente a todo el East Side, el West Side, Brooklyn y también a la mayoría
de Queens—. Y esa es la clase de chico que necesitas. Estoy feliz de que finalmente
te haya follado.
Me le quedo mirando. Mis ganas de vomitar han pasado. Soy presa de un nuevo
impulso… abrazarla.
Pero sé que no debo actuar por impulso. En lugar de eso, me abrazo a mí misma, y
digo en una suave voz—: Gracias, Tiffany. Yo… ha sido algo… extraño.
—Puedo imaginarlo —dice Tiffany, paseando el resto del camino a través de la
habitación hasta su silla y colapsando en ella—. Quiero decir, para ti. No estás
acostumbrada a ser una chica mala. Pero la cosa es —ella mete la mano en su
enorme bolso y saca un croissant de chocolate, luego me hace un gesto para que
le haga un cappuccino, el cual hago—, ni siquiera eres la chica mala. ¿Sabes?
Quiero decir, no es como si Luke y tú están casados. Están comprometidos. Y,
como que, a penas. Ni siquiera han puesto una fecha. En la Escala de Chica Mala,
diez siendo realmente mala, y cero siendo apenas mala, eres como un uno.
Le entrego el cappuccino que he colado, habiendo encendido la maquina cuando
entré.
—¿Qué eres tú?
—¿Yo? —Tiffany muerde su croissant y mastica, pensativa—. Bien, veamos. Raoul
está casado, pero su esposa lo dejó por su entrenador personal. La única razón por
la que no se han divorciado es porque él todavía no tiene su permiso de residencia.
Tan pronto como lo consiga, lo que debería ser un día de estos, él se va a divorciar
y casarse conmigo. Así que, en la Escala de Chica Mala, soy como un cuatro.
235
Nunca había escuchado de la Escala de Chica Mala, nunca antes haciendo nada
que me metiera en ella. Estoy genuinamente interesada.
—¿Qué es Ava? —Quiero saber.
—¿Ava? Oh, veamos. Ella está durmiendo con este DJ Tippycat, y él está casado.
Pero de acuerdo con los tabloides, su esposa fue tras él en el estacionamiento de
un Outback Steakhouse con una sierra eléctrica, así que él consiguió una orden de
restricción en ella. Eso la pone en alrededor de un cinco en la Escala de Chica Mala.
—Eso es más alto que tú —digo, impresionada.
—Cierto —dice Tiffany—. Además tiene un historial delictivo. Él trató de llevar una
onza de marihuana en un avión una vez. Estaba en uno de sus animales de peluche.
Pero aún así. Oh, por Dios. Tengo que recordar decirle a Ava sobre tú y Chaz. Ella
va a estar emocionada. Tiene cincuenta dólares correteado también. ¡El Pequeño
Joey tiene cien en ello!
—Por favor —digo, levantando una mano. Ava es un tema un poco delicado, dado
que ella sigue sin hablarme desde esa mañana que nos despertamos para
encontrar a un paparazzi pululando fuera de la tienda—. ¿Podemos mantenerlo en
secreto por ahora? Hay personas que no saben que estoy tratando de descifrar
cómo, o sí, lo voy a decir. Como Luke.
Tiffany parpadea hacia mí.
—¿Qué quieres decir con “sí”? Por supuesto que le vas a decir a Luke.
Bajo la mirada al anillo que todavía llevo puesto en mi mano izquierda y no digo
nada.
—¿Vas a romper con Luke, verdad, Lizzie? —pregunta Tiffany—. ¿Verdad, Lizzie?
Porque, Dios mío, si no lo haces, ¿sabes en qué número vas a estar en la Escala de
Chica Mala? Como, directamente en el diez. ¿Quién piensas que eres, de todos
modos? ¿Anne Heche?
—Lo sé —digo con un gemido—. Pero es sólo que va a lastimar tanto a Luke. No la
parte sobre mí, si no la parte sobre Chaz. Quiero decir, él es su mejor amigo…
236
—Ese es problema de Chaz —dice Tiffany—. No tuyo. Vamos, Lizzie. No puedes
tener a ambos. Bueno, quiero decir, yo podría. Pero tú no puedes. No serías capaz
de manejarlo. Sólo mírate. Te estás cayendo a pedazos por cómo va la cosa, y uno
de ellos ni siquiera está en el mismo continente, y no hay forma de que seas
descubierta. Vas a tener que decidir. Y, sí, uno de ellos va a salir herido. Pero
debiste haber pensado en eso antes de que decidieras convertirte en una Chica
Mala.
—No decidí convertirme en una Chica Mala —insisto—. Sólo sucedió. No pude
evitarlo.
Tiffany sacude su cabeza.
—Eso es lo que todos dicen.
En ese momento las campanas de la puerta tintinean, y Monsieur Henri entra,
seguido por su esposa, luciendo una expresión tensa, y otra mujer que nunca antes
había visto. La mujer viste una chaqueta, falda de negocios de verano y está
cargando un maletín. Se ve un poco demasiado joven para ser mamá de una novia,
pero un poco demasiado mayor para ser la clase de novia que viste la clase de
vestidos en los que generalmente nos especializamos. No es por discriminar a los
viejos ni nada. Pero es cierto.
—Ah, Elizabeth —dice Monsieur Henri cuando me ve—. Haz regresado, ya veo.
Estamos muy apenados por escuchar de tu perdida.
—Um —digo. No había visto a Monsieur Henri desde su primera, y última, aventura
en la ciudad después de su operación al corazón. De acuerdo con su esposa, con
quien he hablado por teléfono varias veces desde entonces, él ha estado de vuelta
en su casa en Nueva Jersey, puliendo sus habilidades en petanca y viendo Judge
Judy—. Gracias. Siento haber estado lejos por tanto tiempo.
Realmente había estado fuera por cuatro días, sólo dos de los cuales eran días de
trabajo reales. Pero no puedo pensar en alguna otra razón de por qué Monsieur
Henri estaría de vuelta tan repentinamente, y con lo que parecen ser refuerzos.
237
—No te preocupes, no te preocupes —dice Monsieur Henri, despidiendo mis
preocupaciones como si no fuesen nada—. Ahora, Srta. Lowenstein. Esta es la
tienda, como puede ver. Déjeme llevarla al cuarto trasero.
—Gracias —dice la Srta. Lowenstein, dándome la más breve de las sonrisas
mientras pasa, siguiendo de cerca a Monsieur Henri.
Vuelvo la mirada desconcertada sobre Madame Henri, quien apenas puede
mirarme a los ojos.
—Oh, Elizabeth —dice a la alfombra—. Difícilmente sé qué decir.
—Oh, sí —dice Tiffany, interrumpiendo mientras toma un sorbo de su capuchino—.
Olvidé totalmente decirte…
238
Historia de las Bodas
Traducido por Paaau
Corregido por LizC
or muchos años se ha asumido que el velo de bodas, el que
P
tradicionalmente se usaba sobre la cara, era usado para disfrazar a la novia
y protegerla de espíritus malignos. Pero historiadores actuales han discutido
que, quizás, el velo servía para propósitos más prácticos… el velo, en realidad,
podría haber estado para mantener a su prometido, en caso de un matrimonio
arreglado, de ver su cara hasta después de estar casados.
Al menos esa es una interpretación caritativa, pero ¿has visto alguno de esos
retratos del siglo 20?
Consejo Para Evitar Un Desastroso Día de Bodas.
¡Asegúrate de que el color de tu velo combine con el de tu vestido! No todos los
blancos son iguales. Nunca escojas un velo marfil con un vestido color crema.
Puedes creer que la diferencia es sutil, pero créeme, se verá en las fotos y lo
notarás y lentamente, con el pasar de los años, mirar las fotografías te volverá loca.
Asegúrate de que combinas el color de tu velo con el de tu vestido. Son dos cosas
que no querrás errar.
DISEÑOS LIZZIE NICHOLS™
239
Capítulo 19
Traducido por Paaau
Corregido por LizC
“Matrimonio: Un libro en el que el primer capítulo está escrito en poesía y los
restantes, escritos en prosa.”
BEVERLEY NICHOLS (1898–1983). Escritor y Dramaturgo Inglés.
ebería haberte dicho —dice Madame Henri miserablemente, mientras
—D
pone otro paquete de azúcar en su late.
Estamos sentadas en la mesa junto a la ventana en la esquina de
Starbucks, y ella sigue mirando nerviosamente hacia la puerta de las Oficinas de
Bienes Raíces Goldmark, por la cual su esposo ha desaparecido con la Srta.
Lowenstein, la autoproclamada mejor agente de Goldmark.
—Pero se decidió todo tan de repente, y tú ya tenías las malas noticias de tu
abuela… No tenía el corazón para agregar también estas malas noticias.
—Lo entiendo —digo.
Realmente, no lo hago. En realidad no veo cómo, después de todo lo que he hecho
por ellos —todo mi trabajo duro estos últimos seis meses— pueden hacerme esto.
Quiero decir, pueden: es su negocio después de todo, y tienen el derecho de
venderlo si quieren. Pero parece horriblemente frío. En la Escala de Mala Chica, le
daría a lo que ellos están haciendo, un 500.
—Entonces, ¿él realmente quiere vender?
—Quiere volver a Francia —dice Madame Henri tristemente—. Es tan extraño.
Todos estos años, antes del ataque al corazón, estaba rogándole porque tomara
más tiempo libre, que pasara más tiempo conmigo en nuestra casa en Provenza, y
240
él no lo escucharía. Para él siempre era trabajo, trabajo, trabajo. Luego sufrió el
ataque al corazón y de pronto… ya no quiere trabajar más. Para. Nada. Todo lo que
quiere es jugar petancas. Eso es todo lo que escucho. Petanca esto, petanca
aquello. Quiere retirarse a nuestra casa en Avignon y sólo jugar bolos hasta que
muera. Ya ha contactado a sus antiguos amigos ahí, sus amigos de la escuela, y
formó un equipo. Tienen un torneo. Un torneo de petancas. Es ridículo. Supongo
que debería estar feliz de que encontró algo que le interese. Después de la
operación, pensé que nada volvería hacerlo, nunca. Pero esto… esto es obsesivo.
Bajo la mirada hacia la Coca-Cola Dietética que compré pero que aún no he
abierto. Apenas puedo creer que esto está pasando. ¿Cómo pudo mi día, que había
comenzado tan increíblemente bien, ir cuesta abajo tan rápido?
—Pero… ¿qué pasa con sus chicos? —pregunto—. Quiero decir, ¿acaso no quiere él
que vayan con ustedes?
No puedo imaginar que Provenza mantendría algún atractivo para ambos Henri
fiesteros.
—Oh, no, por supuesto que no —dice Madame Henri—. No, y ellos no quieren
venir con nosotros. Deben quedarse a terminar la escuela. Pero esa es la razón de
por qué necesitamos vender el edificio. Necesitamos algo para pagar por eso. La
Universidad de Nueva York es tan cara. —Ella suspira. Su delineador, por lo general
puesto tan cuidadosa y expertamente, está corrido, un claro signo del estrés al que
está sometida—. Y luego necesitaremos algo para vivir. Si él no hará otra cosa que
jugar petanca todo el día… supongo que puedo buscar trabajo, pero no hay mucho
que pueda hacer en el sur de Francia una mujer de mediana edad que solía
manejar una tienda de remodelación de vestidos de novias. —Ella suspira de
nuevo, y puedo ver el dolor que esa admisión le causa.
—Por supuesto —digo. La urgencia de vomitar lo que sentí cuando hablaba antes
con Tiffany regresa—. ¿Y no cree que puedan mantenerse con la venta de su casa
en Nueva Jersey?
—Bueno, esperamos obtener una buena cantidad por ella, por supuesto —dice
Madame Henri—, pero nunca lo que podemos obtener por el edificio. La Srta.
Lowenstein va a enviar a un inspector y luego obtener el precio, pero dice que
241
edificios parecidos en esta zona se están vendiendo entre cuatro y cinco millones
de dólares.
Casi me ahogo con mi propia saliva.
¿Entre cuatro y cinco millones de dólares? ¿Cuatro y cinco millones de dólares?
Entonces no tengo opción de comprar la tienda. Estoy bastante segura de que no
puedes conseguir un préstamo por esa cantidad. No si eres yo, y ganas treinta mil
al año, y tienes exactamente dos mil dólares en tu cuenta de ahorro.
Así que no tengo casa ni trabajo. Genial. Simplemente genial.
—Es sólo que —digo, carraspeando—. La tienda está haciéndolo muy bien.
Realmente bien. —No cerca de cuatro a cinco millones de dólares. Pero no
menciono eso—. Y ya que ustedes son dueños de su casa en Provenza, y tendrán el
dinero de la venta de su casa en Nueva Jersey, simplemente parece…
—Oh —dice Madame Henri. Está mirando al otro lado de la calle. Su esposo está
saliendo de Bienes Raíces Goldmark y buscándola impacientemente—. Aquí está él.
Elizabeth, escucha… lo sé. Me siento terrible. Y estoy haciendo lo que puedo por ti.
Yo… hablaré con Maurice, si lo deseas. —La miro, horrorizada. ¿Maurice? ¿El rival
restaurador de vestidos de novias, quien estaba intentando sacar a los Henri del
mercado cuando me contrataron… pero no lo hizo, sólo gracias a mis esfuerzos?
—Um… eso está bien —digo con voz estrangulada.
—Hablaré pronto contigo. ¿Sí? Te llamaré. Adiós, por ahora. —Me besa en ambas
mejillas y se ha ido.
Me siento ahí, intentado descubrir lo que acaba de pasar. ¿Acaba de decirme la
esposa de mi jefe, que están vendiendo y mudándose? ¿Qué no tengo lugar dónde
trabajar ni dónde vivir? Peor, ¿qué tendré que despedir a mi equipo? ¿A dónde irán
Sylvia y Marisol? No estoy tan preocupada por Tiffany y Monique. Encontrarán
algún pobre diablo que las contrate para responder teléfonos en alguna parte.
¿Pero qué hay de mis costureras? ¿Cómo voy a darle estas noticias a Shari? Le
prometí que las cuidaría.
Oh Dios mío, ¿puede mi día apestar más?
242
Esto no puede estar sucediendo. No puede. ¿Qué voy a hacer?
Suspirando, saco mi móvil y miro mis contactos. ¿A quién voy a llamar? En tiempos
de crisis en el pasado, siempre había llamado a un número… casa. Y está bien, por
lo general quería hablar con mamá. Pero Abue siempre es quien respondía. Y me
gustara o no, Abue era quien me daba, generalmente, el consejo más simple que
casi siempre terminaba siendo el que más ayudaba.
Pero Abue ya no está aquí.
Pienso en llamar a Chaz. Pero este no es el problema de Chaz. Es mío. Si alguna vez
voy a levantarme sola, no puedo correr hacia el hombre en mi vida cada vez que
algo vaya mal. Tengo que resolver esto sola.
Además, sé lo que va a decir Chaz: “Oh, puedes mudarte conmigo.”
¡No! ¡No puedo dejar que pase eso! Tengo que resolver esto sola, sin un chico que
me ayude. Además, así es como terminé en este lío con Luke, cuando me mudé
con él por necesidad cuando Shari y yo no pudimos encontrar un lugar, y no
porque estuviésemos, en realidad, listos para vivir juntos.
De pronto, mi móvil suena… y cuando veo quien está al otro lado de la línea, casi
me hundo de alivio.
—Hola —digo, contestando.
—Hola —dice Shari en el tono de voz amable que he comenzado a notar que las
personas usan ante el duelo reciente—. ¿Cómo estás? Había querido llamarte.
—No bien —digo—, realmente necesito hablar. Y no por teléfono. Hay… —
carraspeo. Estoy tan llena de flemas últimamente. Bueno, cuando has llorado tanto
como yo, supongo que es natural—, algo que necesito decirte. ¿Puedes tomar un
descanso y encontrarme en alguna parte?
—Seguro —dice Shari, sonando preocupada—. ¿Qué hay de la tienda de té cerca
de mi oficina?
En donde Shari me dijo las verdaderas razones de por qué estaba dejando a Chaz.
Qué apropiado.
243
—Te veré ahí en media hora —digo, colgando, luego comienzo a correr hacia el
subterráneo. A esta hora del día, un taxi sería más rápido. Pero estoy a punto de
quedar sin trabajo. Tengo que ahorrar cada centavo que tenga.
*****
Shari llama para decir que llegará tarde. Surge una crisis en la oficina y ella es la
única, como siempre, que puede manejarla.
Afortunadamente, ella llama cuando estoy saliendo del subterráneo, así que puedo
usar mi inesperado tiempo extra para observar escaparates. Su oficina está tan
lejos del centro, que está en realidad al margen de Chinatown, y mientras vago
alrededor, yendo de escaparate en escaparate, me encuentro caminando por
tiendas mostrando vestidos de novias. Alguno de ellos tienen cuello mandarín y
conmutas en el frente, y aun así los maniquí están usando velos.
A pesar del hecho de que se están vendiendo en tiendas junto a mercado de
pescados o tiendas de suministro para restaurantes, los precios de los vestidos
están a la altura de los Kleinfeld. Escucho a dos mujeres frente a un escaparate
hablando en un chino veloz mientras señalan un precioso vestido de novia, y
aunque no puedo entender exactamente lo que están diciendo, el significado
detrás de las palabras es claro: ocho cientos dólares por el bonito vestido con
encaje sobre la tela es demasiado… especialmente por algo que cualquier costurera
talentosa podría hacer en su casa por la mitad del precio.
Estoy de acuerdo con ellas. La compra del vestido de novias es una perra.
Encuentro una mesa en la tienda de té y termino esperando sólo cinco minutos
antes de que Shari entre, pidiendo disculpas y deslizándose en la silla contraria a la
mía antes de añadir amablemente:
—Bueno, les dije a todos en mi oficina que no puedo ser molestada. He apagado
mi móvil y busca personas, y tengo todo el tiempo del mundo. Así que dime.
¿Cómo estás? ¿Qué está pasando?
Nos sorprendo a ambas al echarme a llorar. Intento esconder mi cara en una
servilleta, pero los pocos estudiantes, algunos con aspecto desaliñado, otros con
aspecto de escritores trabajando en sus caras computadoras en mesas cercanas,
244
aún nos miran, enfadados. La mesera, quien se acercaba a tomar nuestra orden,
decide darnos tiempo en cambio y va en la dirección opuesta.
Shari está tan impresionada que no puede evitar reírse un poco.
—Lizzie —dice ella—, ¿qué pasa? ¿Es tu abuela? Lo siento tanto. Sé que la extrañas,
pero murió feliz, Lizzie, dormida, con una cerveza en la mano. Probablemente está
en el cielo ahora, mirando Dra. Quinn todo el tiempo. ¡Y cada episodio tiene a Sully
en él!
Niego con la cabeza tan violentamente que mi cabello escapa de la desordenada
cola de caballo en la que lo había puesto. Mechones se pegan en mis ahora
mojadas mejillas.
—No e-es eso —hipo.
—¿Qué es, entonces? —quiere saber Shari—. ¿Es Chaz? ¿Hizo algo para
molestarte? Lo mataré. Sólo dilo y cortaré su salchicha…
—No. —Niego con la cabeza un poco más—. No es Chaz. No es Abue tampoco…
—Oh. —Shari asiente, entendiendo—. Lo entiendo. Le dijiste. A Luke. Oh, Lizzie. Lo
siento. Pero, lo sabes, es para mejor. Quiero decir, la verdad es, estás mejor sin él.
Nunca pude soportarlo. Era tan… perfecto. ¿Sabes de lo que estoy hablando?
Me siento ahí, mirándolo con horror. No creo poder hablar incluso si lo intento.
—Quiero decir, con el château, lo guapo, la cosa de ser doctor y el apartamento en
la Quinta Avenida —continúa Shari—, había algo casi espeluznante en eso. Como…
¿bajo qué estrella de la suerte nació él? Entonces cuando fue tan cruel contigo la
navidad pasada… En serio, no podía creer cuando le dijiste que sí cuando te
propuso matrimonio. Pretendí estar feliz por ti porque eso es lo que hacen las
mejores amigas, pero ahora… ¿Cuándo vas a dejarlo? Porque quiero comprar una
torta de Carvel. —Cuando nota que la estoy mirando fijamente sin haber dicho una
palabra, ella se explica—. Para celebrar.
—Shari —digo cuando finalmente puedo invocar la habilidad de hablar—. No
terminé con Luke.
245
Es el momento de Shari para mirarme por un momento fijamente. Finalmente,
dice—: Oh, ¿no lo hiciste?
Niego con la cabeza.
—Entonces… —Muerde su labio inferior—. Entonces realmente dije algo estúpido,
¿cierto?
Tomo un profundo respiro. Luego exhalo. Porque de pronto, las lágrimas están de
regreso.
Sólo que esta vez no voy a dejarlas ganar.
Luego digo—: Shari. Los Henri están vendiendo el edificio en el que vivo y trabajo y
se mudarán a Francia. Estoy perdiendo mi trabajo, mi apartamento y
prácticamente, mi vida. Además, aunque aparentemente piensas que Luke es
demasiado perfecto, no saltaría exactamente a esa conclusión porque, a diferencia
de Chaz, al menos él sí quería casarse conmigo. Chaz no quiere más que
enfáticamente. Aún así, me alegro realmente de que estés tan feliz de que me esté
librando de él. Pero perdóname si no me siento como para celebrar ahora.
Especialmente con una torta de Carvel.
—Lizzie. —Es el momento de Lizzie de parecer horrorizada—. Yo…
Pero me doy cuenta de que no me puedo quedar sentada otro segundo aquí.
Tengo que salir. Tengo que hacerlo. Empujo mi silla hacia atrás y me levanto
cuando la mesera está viniendo. Me da una mirada enfadada, pero sigo
dirigiéndome hacia la puerta.
—Lizzie —me llama Shari—, Lizzie, ¡vamos! No lo sabía. ¡No puedes salir así de
aquí! Regresa y habla conmigo. ¡Lizzie!
Pero sigo caminando. Tengo que. Incluso aunque mis lágrimas me están cegando y
no puedo ver hacia dónde voy.
246
Historia de las Bodas
Traducido por Nanami27
Corregido por LizC
a razón por la que las novias se han establecido tradicionalmente a la
L
izquierda del novio es para que él tenga su brazo de espada (derecho) libre
para defenderse de cualquier aspirante de último minuto que pudiera
todavía querer insistir en su demanda.
Es también por esta razón que originalmente los padrinos no eran los
acompañantes del lado del novio, sino de la novia. Se suponía que defendieran a la
novia de toda atención masculina no deseada que no fuera la del novio.
247
Desafortunadamente, la incidencia de las novias huyendo con los padrinos tendía a
ser bastante alta, por lo que la posición del padrino fue cambiado al lado del novio,
y una dama de honor fue designada a la novia para mantenerla pura. ¡Las bodas (y
banquetes de boda) de seguro solían ser mucho más interesantes!
Consejo Para Evitar Un Desastroso Día de Bodas.
¡No seas una Novia Obsesiva! Sí, todos van a tener una opinión sobre a quién
debes contratar o qué debes elegir para tus flores, el pastel, tus fotos de boda.
Toma el consejo que te guste, y educadamente ignora o ríete de los demás. ¡No te
lo
tomes
todo
tan
a
pecho!
¿Y
qué
si
tu
boda
no
es
tan
grandiosa/cara/hermosa/bohemia como la de la prima de Jacqueline? ¡No es un
concurso! Se trata de unir tu vida, para siempre, a la de alguien más. SU.PÉ.RA.LO.
DISEÑOS LIZZIE NICHOLS™
Capítulo 20
Traducido por Nanami27
Corregido por LizC
“Dios salve, el amor conyugal, la misteriosa ley; verdadera fuente de la felicidad
humana.”
JOHN MILTON (1608-1674). Poeta Inglés.
i móvil no deja de sonar. Sé quién es. Pero no lo cogeré.
M
Estoy de pie en la Avenida Madison, entre las Calles Setenta y Siete y
Setenta y Seis. Estoy mirando a las ventanas de una tienda. He dejado de
llorar y ahora puedo ver claramente. Puedo distinguir cada centímetro de los
metros y metros de seda y encaje color crema, y pétalos suaves envueltos en el
maniquí delante de mí. Puedo ver cada mínimo detalle en la costura, tan fina que
casi es invisible, la delicadeza de las perlas, el lujo de la crinolina de tul rígido que
sostiene la falda en su sitio. El vestido es la perfección personificada.
Debe costar miles de dólares. Decenas de miles, quizás.
Y sin embargo.
Y sin embargo, creo que podría hacer algo bastante cercano que —aunque no sería
tan suntuoso— haría a la chica que lo usara, sentirse simplemente muy especial.
Por una fracción del costo.
Sólo estoy diciendo. Lo que hago es barato… sí, ¿de acuerdo? Lo admitiré. Pero aún
así es bastante bueno. A la gente le gusta. A Ava Geck le gustó. A Jill Higgins le
gustó. A cientos —bueno, está bien, docenas— de otras novias también le había
gustado. Era suficientemente bueno para ellas.
248
De acuerdo, tal vez no era Vera Wang.
Pero era suficientemente bueno para sus días de boda. Las hacía sentir especial. Las
hacía sentir hermosas.
Y esa capacidad —ese talento para tomar algo que no es tan genial y convertirlo
en algo hermoso, por no mucho dinero— es todo lo que tengo.
Me doy cuenta de esto mientras estoy de pie allí en la ocupada acera, mientras el
calor del verano cae a plomo sobre mí y los ocupados Neoyorquinos pasan de
prisa.
La realidad es que eso es todo lo que tengo para contribuir con el universo.
Es verdad. Shari ayuda a mujeres que han sido abusadas. Chaz va a enseñar
filosofía, probablemente a estudiantes tan estirados sobre ello como él. (Pero oye.
Eso es importante. Probablemente.) Luke va a salvar niños; o ayudar a que gente
que ya es rica se haga más rica, dependiendo de lo que decida. Tiffany modela y
responde teléfonos, y Ava Geck… bueno, Ava hace lo que hace, mientras que
Pequeño Joey la protege.
Y yo convierto viejos vestidos de novia en hermosos de nuevo. Algunas veces creo
otros nuevos. Por una fracción de lo que un diseñador de vestidos en las tiendas
por la esquina de Avenida Madison cobraría para hacerlo.
Es algo bueno que hacer.
Tiene que serlo. Porque es todo lo que tengo.
Y no hay nada malo con eso. ¿Cierto?
Mi teléfono suena de nuevo. Esta vez, cuando miro a la pantalla, veo que no es
Chaz, sino Luke. Incapaz de imaginar por qué podría estar llamando, contesto.
—Ya me enteré —dice con una voz sombría después de decirle hola.
Mi corazón parece detenerse. Por un segundo, todos los sonidos de la muy
transitada calle detrás de mí (las bocinas, las sirenas, el chirrido de los frenos)
parecen desvanecerse. Todo lo que puedo escuchar es mi propia respiración. Y
parece superficial e irregular.
249
—¿Te… has enterado? —Me las arreglo para respirar.
—¿Acerca del cierre de la tienda? Sí —dice—. Llamé allí primero. Tiffany me lo dijo.
Lizzie, lo siento mucho.
Y mi corazón comienza a latir de nuevo. Y todos los sonidos de la ciudad vienen
flotando lentamente de regreso.
—Oh —digo.
Dios. Soy tan estúpida. Además, soy la peor Chica Mala jamás vista, que honra la
Escala de Chica Mala en la historia de las Chicas Malas.
—Así es. Sí. Es horrible. No sé lo que voy a hacer.
—Yo sí —dice Luke—. Vas a mudarte a París conmigo.
Estoy tratando de no ser atropellada por toda la gente que está corriendo a lo
largo de la acera. En su mayor parte, están caminando a mi alrededor. Pero de vez
en cuando, una madre agobiada de Upper East Side, en su camino hacia algún
almuerzo importante en la zona residencial no me ve y casi pasa su cochecito de
bebé Bugaboo18 sobre mí, y tengo que moverme. Esto sucede ahora, y en la
confusión, creo que he oído mal a Luke.
—¿Cómo dices? —le digo.
—Sé lo que vas a decir, Lizzie. —Él está a miles de kilómetros de distancia, pero
suena como si estuviera de pie justo detrás de mí. A excepción por las bocinas de
los autos y las sirenas de policía ocasionales por la Avenida Madison, cosa que lo
hace un poco difícil de escuchar. Pongo el dedo en mi oído sin el celular, solo para
estar segura.
—Pero solo escucha por un minuto —continúa—. Intenté la cosa de la facultad de
medicina. Lo hice. No puedes decir no le di una oportunidad justa. Pero…
simplemente no creo que esté hecho para ello. No puedo farsear otros cinco o seis,
o más, años en la facultad. No puedo hacerlo. Creo me matará. De verdad.
18
Bogaboo International: Es una empresa de diseño holandesa que hacer cochecitos para bebés y
niños pequeños. Sus productos están disponibles en 50 países.
250
Veo a otra madre joven, esta sostiene a un recién nacido, pasa caminando, un niño
de siete u ocho años saltando a su lado, un cono de helado goteando por toda su
mano, bajando por su brazo y en la parte frontal de su camisa. Ni a él ni su mamá
parece importarle.
—Oh —digo.
—Pero desde que estoy trabajando para tío Gerald, Lizzie. Ha sido genial. Me
encanta. De verdad. Sé que cuando me conociste por primera vez yo estaba
haciendo lo mismo, y dije que no me gustaba, y parecía apagado… pero esto es
diferente. Gerald me ha ofrecido mi propio departamento. Tendré gente
trabajando bajo mi mandato. —Nunca he escuchado a Luke sonar tan entusiasta.
Por nada. Suena como su padre cuando habla de vino. Suena joven. Suena… feliz—.
Solo hay un problema.
—¿Cuál es? —pregunto.
—Es aquí —dice Luke—. En París. Tendría que mudarme a París. Permanentemente.
—Oh —digo.
—Es por eso que cuando escuché lo que pasó hoy en la tienda —prosigue con
entusiasmo—, pensé, es una oportunidad perfecta. Estás sin trabajo, y a mí me
acaban de ofrecer uno genial. Lizzie, puedes venir aquí, a París. Puedes empezar de
nuevo, como yo lo estoy haciendo. Puedes abrir una tienda nueva aquí. Una tienda
de novias. Me acerqué a una el otro día, y tus vestidos son mil veces más lindos. Y
mucho más asequibles. Todo aquí es muy caro. Hay una verdadera demanda por
moda asequible. Aquí es donde está tu lugar, creo, Lizzie. Es lo que necesitas hacer.
Abre tu propia tienda aquí, en París. Una tienda que ofrezca hermosa alta costura
para chicas ordinarias, a precios que puedan pagar. Para novias.
—Ya tengo una tienda de novias —digo, sollozando—. En Nueva York.
—Lo sé —dice Luke—. Pero esa tienda pertenece a alguien más. Y la están
vendiendo. Estoy hablando de una tienda propia.
—Pero…—digo, mirando la exhibición de la ventana frente a mí—. ¿En Francia?
251
—Mira —dice Luke—. Hablas francés. Mi familia puede prestarte la cuota inicial.
Lizzie… ¿no lo ves? Esta es una oportunidad perfecta para ello.
—Pero. —Miro a mi alrededor, a la gente que está corriendo por ahí, todas sus
formas y colores diferentes, a todos los edificios a mi alrededor, a los taxis,
autobuses, furgonetas de reparto y camiones zumbando, el sol sesgando a través
de la hojas de un árbol cercano, creciendo, a pesar de todo al otro lado de la acera,
a la sombra de los rascacielos a nuestro alrededor.
Porque de eso se trata toda la ciudad de Nueva York. Los árboles crecen fuera de la
acera, a la sombra, donde ningún árbol debería crecer jamás.
Y digo—: Amo Nueva York.
—Amarás París también —dice Luke—. Has estado allí, ¿recuerdas? Es justo como
Nueva York. Sólo que mejor. Más limpio. Más hermoso.
—Es demasiado lejos —digo, mientras un niño pasa con un perro para no limpiar
después de eso, y una mujer con un bolso Chanel le grita por ello.
—¿De qué, Lizzie? —pregunta Luke—. ¿Tu abuela? Ella está muerta. ¿Recuerdas? —
Pero Abue no es de quién estoy hablando.
—No puedo decidir ahora mismo —le digo—. Yo… tendré que pensar al respecto.
—Haz eso —dice Luke—. Piensa en ello. Tómate todo el tiempo que necesites.
Pero creo que probablemente deberías saber que… he aceptado el trabajo que mi
tío me ofreció.
—¿Qué? —Creo que debo haber oído mal otra vez.
—Encontraremos la manera —dice Luke apresuradamente—. Si decides quedarte
en Nueva York, sólo tendremos que hacerlo a larga distancia por un tiempo. La
gente lo hace, Lizzie. Haremos que funcione. No te preocupes.
¿Que no me preocupe? Mi prometido —a quien, es cierto, estoy engañando— me
informa que va a mudarse permanentemente en otro país, ¿pero eso no debería
preocuparme?
252
—Y si necesitas un lugar donde quedarte, sabes que siempre puedes mudarte de
nuevo a la casa de mi madre en la Quinta. Ella ya dijo que estaba bien. Solo
necesitará usar el lugar un fin de semana al mes, para su… ya sabes…
Se refiere a sus inyecciones de Botox mensuales. Pero no lo digo en voz alta, ya
que Luke no necesitaba que se lo recuerde.
Estoy de pie allí, con la boca abierta de asombro, cuando una voz detrás de mí
dice—: Hola.
Me doy la vuelta, sorprendida, y veo un destello de color caqui y el ala de una
gorra de béisbol.
—Luke —digo al teléfono—. Me tengo que ir. Yo… te llamaré después, ¿de
acuerdo?
—Está bien —dice—. Honestamente, Lizzie… no quiero que te preocupes. Por nada
de esto. Voy a encargarme de ello. De ti. Te amo.
—Yo… a-a ti también —tartamudeo. Y cuelgo. Entonces exijo—: ¿Qué estás
haciendo aquí?
—¿De pie frente a la tienda insignia de Vera Wang? —bromea Chaz—. Oh, vengo
aquí casi todos los días, en realidad. Me gusta probarme alguno de los vestidos de
la madre de la novia. Se sienten tan suaves y sigilosos contra mi piel. —Me guiña
un ojo—. Shari me llamó. ¿Qué crees? Y entonces llamé a la tienda cuando no
respondías ninguna de mis llamadas en tu celular. Tiffany me dijo que podía
encontrarte aquí. Dice que te gusta venir aquí para aclarar tu cabeza. —Mira a la
exhibición de la ventana—. Puedo ver por qué. Es tan… brillante.
Miro a la ventana de la tienda también. Pero lo que estoy viendo es en realidad
nuestro reflejo, él tan alto y desgarbado, con su gorra de béisbol de la Universidad
de Michigan encaramada en lo alto de su cabeza, y sus piernas fuertes y
musculosas, muy bronceadas, a diferencia de los turistas que ocasionalmente
pasan caminando. Y yo, ligeramente marchita en mi vestido de tirantes por haber
corrido por toda la ciudad en el calor del verano, mi cabello cuelga en un
desaliñado lío de mi pasador, queriendo básicamente, morir. Hacemos la más
extraña pareja.
253
Si eso es lo que somos. De lo que no estoy ni siquiera segura.
Y por supuesto, detrás de nuestro reflejo está el hermoso y perfecto vestido de
novia de Vera Wang de la semana. En talla dos.
—Van a cerrar la tienda —le digo a su reflejo—. Los Henri. Van a cerrarla. Y
mudarse a Provenza.
—Lo sé. Tiffany me dijo eso también. —Se encoge de hombros, luciendo
exasperadamente indiferente—. Así que. ¿Qué vas a hacer?
—No lo sé —le grito—. ¿Qué crees que estoy tratando de averiguar parada aquí?
¡Dios! ¿Cómo puedo estar enamorada de él? ¿Cómo puede ser tan diferente de
Luke, a quien creí amar durante tanto tiempo? No quiero que te preocupes. Por
nada de esto. Voy a encargarme de ello. De ti. Es lo que Luke había dicho.
Mientras que todo lo que había dicho Chaz era: Así que. ¿Qué vas a hacer?
Por otra parte, soy la que estaba tan interesada en querer pararme por mis propios
pies.
—Bueno, ya lo resolverás —dice Chaz ahora, con otro encogimiento de hombros—.
Me muero de hambre. ¿Ya has almorzado?
¿Si he almorzado? ¿Es todo lo que tiene que decir?
—¿Cómo? —exijo—. ¿Cómo lo resolveré?
Él se ve un poco sorprendido por mi arrebato. Lo mismo ocurre con el repartidor
de comida china que pasa corriendo.
—No lo sé —dice Chaz—. Abrirás una nueva tienda.
—¿Dónde? ¿Cómo? ¿Con qué dinero? —demando, con la voz quebrada. Porque
estoy muy segura que eso lo que mi corazón está haciendo.
—Jesús, no lo sé, Lizzie. Tú lo resolverás. Siempre lo haces. Eso es lo que es tan
asombroso de ti.
Volteo la cabeza y lo miro a los ojos. A él, no a su reflejo.
254
Y me doy cuenta —como me he estado dando cuenta una y otra vez durante el
verano, en realidad— cuán intenso me he enamorado de él.
Esto es realmente todo, me doy cuenta. No hay vuelta atrás. Creo que acabo de
pasar a un nivel superior en la Escala de Chica Mala.
—Luke está abandonando la facultad de medicina —digo—. Está tomando un
trabajo en la compañía de su tío en París. Se muda a París.
—Vaya —dice Chaz con voz apagada—. Estoy tan sorprendido de escuchar eso.
Lo miro fijamente, horrorizada.
—¿Lo sabías? ¿Ya te lo dijo?
Se encoge de hombros una vez más.
—Es mi mejor amigo. Me dice todo. ¿Qué esperas?
—Tú me lo dijiste —digo, sacudiendo la cabeza con incredulidad—. Me dijiste que
él nunca había sido capaz de pegarse a nada en su vida. Y pensé que estabas loco.
Pero tenías razón. Tenías razón al cien por ciento.
—Luke no es un mal tipo —dice Chaz suavemente—. Sólo está… confundido.
—Bueno —digo, deslizando mi teléfono en mi nuevo bolso—. ¿Vas a
preguntarme?
—¿Preguntarte qué?
—¿Si voy a mudarme a París con él? Él quiere que lo haga, ya sabes. Dice que su
familia me prestará el dinero para establecer una tienda allí.
—Estoy seguro de que lo harán —dice Chaz—. Y no, no voy a preguntártelo.
Tenso mi mandíbula. Para alguien por el que estoy tan loca, Chaz parece ser la
persona más frustrante que jamás haya conocido.
—¿Por qué no? —demando—. ¿No quieres que me quede aquí en Nueva York?
255
—Claro que sí —dice Chaz—. Pero, como he dicho, lo que pase en el futuro ya es
inevitable. Así que, sólo voy a disfrutar el tiempo que me quede contigo.
—Eso —le digo con disgusto—, es una mierda.
—Bueno —dice en el mismo tono sereno—, eso es probablemente cierto también.
¿De qué tienes ganas? Yo tengo ganas de comida tailandesa. ¿Te sientes con ganas
de comida tailandesa? ¿Acaso no hay un buen local tailandés a la vuelta de aquí?
—¿Cómo puedes pensar en comida en un momento como este? —le grito—.
¿Sabes, tienes alguna maldita idea, que cada vez que pienso en casarme con Luke,
me da urticaria?
Chaz levanta las cejas.
—Esa —dice—, no es buena señal. Quiero decir, para él. Y, supongo, para París.
—Es una horrible señal —digo—. ¿Qué quisiste decir en Detroit cuando dijiste que
Luke no ha sido exactamente un Boy Scout todo el tiempo que él y yo hemos
estado saliendo?
Chaz pone los ojos en blanco.
—Mira —dice—. Realmente no quiero hablar de esto en frente de la tienda insignia
de Vera Wang, ¿de acuerdo? Vamos a casa. Podemos cambiarnos esta ropa
pegajosa y calurosa, puedo ofrecerte un baño frío, pedir algo de comida tailandesa,
arreglarnos un par de gin y tonics y podemos disfrutar de ellos mientras discutimos
sobre los caprichos de la vida y te doy un masaje de cuerpo entero…
—No —digo, resistiendo el brazo que ha puesto a mi alrededor—. ¡Chaz! Hablo en
serio. Esto es serio. No quiero…
Pero nunca tengo la oportunidad de decirle a Chaz qué es lo que no quiero hacer,
porque en ese momento, dos mujeres que estaban pasando se detienen en frente
de la ventana y miran al vestido que yo estaba admirando.
—Mira, mamá —dice la joven—. Ese es el tipo de vestido que quiero.
—Bueno, sueña —dice su madre—. Porque un vestido como ese cuesta veinte mil
dólares. ¿Tienes unos veinte mil dólares extra por ahí?
256
—No es justo —insiste la chica, golpeando el suelo con su pie revestido de Steve
Madden—. ¿Por qué no puedo tener lo que quiero? ¿Solo esta vez?
—Puedes —dice la mujer mayor—, si quieres estar pagándolo por los próximos
treinta años. ¿Es así como deseas iniciar tu vida de casada?
—No —dice la novia, sonando como si estuviera poniendo mala cara.
—Ya lo pensaba. Así que, supéralo. Vamos a Kleinfeld.
—Dios —dice la novia mientras su madre la arrastra lejos—. Eres tan mezquina. Si
te salieras con la tuya, conseguiríamos mi vestido de novia en Geck.
Madre e hija se alejan, y me encuentro mirándolas con asombro. Cada terminación
nerviosa en mi cuerpo está hormigueando. Me siento como si me hubiera
incendiado.
Una tienda que ofrece hermosa alta costura para chicas ordinarias, a precios que
pueden pagar. Para novias.
—Oh Dios mío, Chaz —digo—. ¿Escuchaste eso?
—¿Escuchar qué? —Aún tiene su brazo a mi alrededor—. ¿La parte acerca del
masaje a cuerpo entero que voy a darte?
—Ellas. —Abro mi bolso y empiezo a buscar mi celular en él—. ¿Escuchaste lo que
dijeron?
—¿Acerca de que iban a Kleinfeld? Sí. Oye, quizás es donde deberías conseguir un
trabajo. Ahí es donde todo el mundo va para comprar sus vestidos de novia. Ahí es
donde mi hermana fue. No es que ayudara. Todavía se parecía a mí. En un vestido
de novia. Pobre chica. Intentó la depilación y todo.
—No —digo, apuñalando los números en el teclado de mi teléfono—. No esa
parte.
Qué esté allí, ruego. Contesta. Contesta.
Un segundo después, una voz gorjea—: ¿Hola?
257
—Soy yo —digo—. Por favor, no cuelgues. Sé que me odias. Pero tengo una
propuesta de negocios de la cual tengo que hablarte. Es importante. Y no te
arrepentirás. Lo prometo. ¿Dónde estás?
—¿Yo? —suena un poco confundida—. Estoy en al área de perros del parque. ¿Por
qué?
—Quédate allí —digo—. No te muevas. Voy para allá.
258
Historia de las Bodas
Traducido por Lorenaa
Corregido por LizC
argar a la novia a través del umbral es una tradición que se remonta a la
C
antigua práctica de capturar a las novias de tribus rivales o aldeas. También
se pensó para —díganlo todos juntos ahora— engañar a los espíritus
malignos que pudiesen estar habitando la nueva casa.
Hoy en día la novia moderna puede encontrar la práctica sexista o —a veces algo
más alarmante, considerando el estado de muchos Seguros— quizás temen que el
novio se romperá la espalda tratando de levantarlas.
Es, por esas razones, una tradición que está perdiendo popularidad, y con
seguridad se puede evitar en lugar de una bruja en la cocina19.
Consejo Para Evitar Un Desastroso Día de Bodas.
Hay un rumor volando por ahí de que el costo del regalo que usted da como
invitado debe ser al menos igual al coste de la bebida y vino que le van a servir en
la recepción. Eso es ridículo. Su regalo debe ser de buen gusto —y no tiene por
qué venir del registro nupcial— pero no tiene que ser de ningún modo
proporcional a lo que van a servirle. Cualquier novia que sugiera lo contario merece
que la golpeen en el trasero con la cuchara de madera que le regalen.
DISEÑOS LIZZIE NICHOLS™
19
Una bruja de cocina: Se trata de una muñeca con aspecto de una bruja estereotípica y que
aparece en cocinas residenciales como un medio para proporcionar buena suerte y evitar los malos
espíritus.
259
Capítulo 21
Traducido por Lorenaa
Corregido por LizC
“El amor está compuesto de una única alma que habita dos cuerpos.”
ARISTÓTELES (384 A.C-322 A.C). Filósofo Griego.
estidos de novia? —repite Ava, levantando una ceja
—¿V
cuidadosamente depilada—. ¿En Geck?
—¿Por qué no en Geck? —Estoy sentada a su lado en un
banco del parque cerca del pequeño corredor para perros en el parque Carl Schurz.
El pequeño corredor para perros en realidad está erigido de forma cercada a lo
largo del paseo marítimo en East River, donde los peatones pueden pararse y
observar a los perritos mientras van detrás de las bolas de tenis lanzadas por sus
dueños. Esto parece una fuente de deleite especial para los niños, cuyos padres los
levantan al borde del cerco, y gritan de alegría cada vez que un Pomeranian o un
Pinsher miniatura llega bailando en su dirección.
Ava, sin embargo, está sujetando a su exhausta Blancanieves sobre su regazo. El
chihuahua ha corrido aparentemente detrás de tantas bolas de tenis que está
prácticamente inconsciente sobre los suaves y bronceados muslos de su dueña,
hecho que el equipo de televisión real, filmando para el piloto que ella espera que
elijan: Los Esclavos de Ava, está llevándose a cabo. No puedo evitar quedarme
mirando hacia las cámaras que nos rodean, incluso aunque Ava me había dicho
que no les prestara atención.
—Ni siquiera las ves después de un rato —dice, con un bostezo que no puedo
evitar notar, hace de lo más élfica y encantadora, por el hecho de que sus labios
gruesos están perfectamente pintados.
260
—Ava. —Es incluso más difícil de lo normal conseguir su atención completa debido
a que DJ Tippycat aún está dentro del corredor para perros con su cachorro
bulldog francés, y la mirada de Ava sigue yendo hacia él cada cinco segundos—.
Escúchame. Dijiste que querías hacer algo con tu vida. ¿Recuerdas? Después de
que rompieras las cosas con el Príncipe Aleksandros. Tiene que haber significado
algo más que otro viejo y cansado reallity show. Bueno, esta es tu oportunidad. No
sólo para probarle al mundo que eres algo más que una heredera cabeza hueca, si
no para ayudar a millones de novias que quieren tener un hermoso vestido de
novia que no se pueden permitir.
Ava no se ve ni remotamente interesada. Está mirando a través de los enormes
cristales negros de sus gafas de sol hacia el remolcador que está traqueteando en
el río enfrente de nosotras. Miro por encima de mi hombro hacia Chaz, quien está
esperando por mí fuera del ángulo de la cámara. Se negó a firmar las exigencias
que el equipo de grabación le demandó para que yo hablara con Ava mientras ella
estuviese en cámara, así que tiene que esperarse hasta que yo acabe. No se ve
demasiado infeliz. Encontró un vendedor de perritos calientes y está comiéndolo
lejos, disfrutando de uno todo completo, con una soda fría, a la sombra.
—No lo sé —dice Ava—. ¿Qué sé yo de diseñar ropa?
—Tú no tienes que diseñar los vestidos —le digo a través de mis dientes
apretados—. Yo me haré cargo de esa parte. Tú sólo tienes que ponerle marca a la
ropa. E Industrias Geck tiene que proveernos de mano de obra y materiales. No
estoy hablando de mano de obra barata y materiales baratos, tampoco. Estoy
hablando de artesanía de calidad, cosido aquí, en América. Los vestidos tienen que
verse hermosos y sentirse bien contra la piel. Pero nada puede costar más de
cuatrocientos dólares. Y todo puede ser diseñado por mí y comercializado por ti…
La línea de novias de Lizzie Nichols y Ava Geck.
Ella se anima ante esto.
—Oye, como que me gusta cómo suena eso.
—Pensé que lo haría —digo, mirando a la cámara incómodamente, mientras se
precipita a nuestro alrededor.
261
—Lizzie y Ava —dice—. ¿O Ava y Lizzie?
—Cualquiera —digo. No puedo creerme que ella esté yendo con esto. Había
estado sorprendida de que incluso hubiese respondido a mi llamada, y mucho
menos que hubiese aceptado a reunirse conmigo. No había planeado mucho
después de mi discurso inicial, no pensé que llegaría tan lejos—. Cualquiera
funciona, creo.
—Eso es tan mono —suelta Ava con tanto entusiasmo que casi tira a Blancanieves
de su regazo—. ¿Podemos hacer, como, los vestidos de dama de honor también?
—No veo por qué no —digo. Una de las cámaras se acerca para un plano cerrado,
soy plenamente consciente de que no me he empolvado la nariz en todo el día, y
que estoy sudando copiosamente. Le ruego a dios que este show no sea elegido
por una red mayor. O Bravo.
Por otro lado, si Ava acepta el trato. ¿A quién le importa?
—¿Y las niñas de las flores? —pregunta.
—Claro —digo.
—¿Qué hay sobre la ropa para perros? —dice Ava—. Cuando acabe el divorcio de
DJ Tippycat con su mujer, queremos que Blancanieves y Delilah estén en nuestra
boda.
Miro hacia abajo, a Blancanieves, que lucha por obtener su postura en el mini vinilo
de Ava. Una de las cámaras hace un enfoque en la entre pierna de Ava. Cambio mi
rezo a uno diferente… que esté usando ropa interior.
—Um —digo—. Seguro, podemos hacer una línea de boda para que usen los
perros.
—Bien —dice Ava—. Eso suena divertido. —Me observa un poco inquieta—. Pero si
vamos a trabajar juntas, Lizzie, tengo que estar segura de que no vamos a tener el
mismo… problema que tuvimos antes… ¿de acuerdo?
Sacudo mi cabeza.
262
—Ava, te lo juro por la tumba de mi abuela, nunca cotillearé de algo que se supone
que no deba decir, nunca más. —Y sé, tan pronto como lo digo que esta vez lo
digo en serio.
De verdad.
—Bien —dice Ava animadamente—. Déjame llamar a papi. —Y saca su teléfono.
—Espera. —La miro—. ¿Vas a hacerlo ahora?
—Sí —dice, marcando—. ¿Por qué no?
—Um. —Miro hacia Chaz. Él me ve sonriendo y me da un pulgar en alto—. Nada,
adelante.
Un segundo más tarde, Ava se quita el chicle de la boca murmurando un lo siento
en mi dirección, y está diciendo:
—¿Papi? Soy yo. Sí, hola. Así que, quiero empezar mi propia línea de vestidos de
novia en la tienda. ¿Qué? ¿El reallity show? Oh, como sea, eso en tan del 2007. De
todas formas, estoy trabajando con Lizzie, ¿la chica que hizo mi vestido para la
boda con Alek? Uh-huh. Sí, la que me delató a los paps. Pero eso, como que no fue
su culpa, realmente. Su hermana lo hizo, y es como, una vaca gorda amargada. Ya
sabes. De todos modos, ella quiere saber… bueno, aquí tienes, le dejo que te lo
diga. —Para mí horror, Ava sujeta su teléfono con piedras rosas de Swarosky hacia
mí—. Dile lo de los preciosos vestidos para las chicas que no pueden permitírselo.
Busco a tientas el teléfono, mi boca esta de repente seca.
—Um. ¿H-hola? ¿Señor Geck?
—¿Sí? —Una voz, grave por muchos años de fumar, contesta con impaciencia.
Repito la línea de Luke sobre los vestidos que muchas chicas no se pueden
permitir, y de alguna manera el mismo rollo que le había soltado a Ava segundos
antes sobre como Geck estaría al cargo de la mano de obra y el material —¡pero
no podían ser baratos!— y que yo estaría al cargo de diseñar mientras Ava estaría
al cargo de la comercialización, todo eso se derrama de mis labios.
263
Y en ese momento, sentada bajo los rayos del sol cerca del río, con el equipo de
cámaras de Los Esclavos de Ava sobre mí, y Henry Geck al teléfono, y Chaz a una
docena de yardas de distancia, mirándome como un perro ovejero peludo, estoy
bastante segura de que estoy teniendo una experiencia extra corporal. Es como si
todas esas veces que he chismeado un secreto involuntariamente o cuando he
dicho algo que se suponía que no tenía que revelar una intimidad que era mejor
que no dijera, y fue necesario ejercer mi poder de encanto para ordenarlas en un
único punto como un rayo láser y centrarlas en un blanco: el hombre al otro lado
del teléfono. Ya no soy Lizzie Nichols, un restauradora profesional de vestidos de
novia vintage casi certificada, prometida de Luke de Villiers, a quien (por cierto)
está engañando con su mejor amigo, probablemente en la actualidad en el número
dos de la Escala de Chica Mala, a punto de perder su casa, su negocio y su vida.
Soy Elizabeth Nichols, diseñadora genial y serena de vestidos de boda, con un
único deseo: hacer preciosos vestidos de novia —y de dama de honor, chica de las
flores, ropa de perro— disponible para las masas, y a un precio razonable.
De repente estoy ardiendo, soy invencible. La cámara cambia constantemente de
Ava a mí. Incluso aunque ella está mirándome, sus muslos se abren, y se vuelve
evidente que ella va a ir de comando hoy. Y que ella se ha ido y se ha vuelto a
hacer una brasilera.
—Bueno —dice el Sr. Geck cuando acabo y me detengo para tomar aliento—.
Señorita Nichols, debo decirlo. Eso suena como una idea interesante. De verdad me
gustaría escuchar más. ¿Por qué no vienen Ava y tú a cenar esta noche y hablamos
más sobre ello? Ponla al teléfono otra vez.
Le devuelvo el teléfono a Ava, sintiéndome aturdida.
—Quiere hablar contigo —le digo.
—Oh, bueno —dice Ava—. Hola, papi ¿Te gusta la idea de Lizzie? Sí, lo sé, a mí
también. Bien. ¿A las ocho? Sí, estaremos allí. Bien, adiós. —Cuelga y levanta la
mirada hacia mí—. Quiere te traigas algunos bocetos ¿Tienes algunos?
La miro, sintiendo ligeras náuseas.
Pero son náuseas buenas. Son náuseas geniales, en realidad.
264
—Para las ocho de esta noche —le digo vagamente—. Los tendré.
*****
—¿Vas a diseñar una línea de vestidos de novia para Geck? —pregunta Chaz
mientas nos apresuramos por la calle Setenta y Octava, hacia Chez Henri—. Y Ava
Geck va hacer exactamente… ¿qué?
—Ser mi modelo barra representante corporativa —digo.
—¿Tiene Geck incluso ropa bonita para vender? —quiere saber Chaz.
—La tendrán después de que empiecen a vender la mía —le digo—. Ava se
asegurará de eso. Van a tener su nombre en ellas también.
—Y, ¿confías en ella? —Chaz suena dudoso—. Ava, quiero decir. No te ofendas
Lizzie, pero…
—Si las próximas palabras que salen de tu boca son “asquerosa prostituta
drogadicta”, no volverás a poner un pie en mi apartamento otra vez. Por corto que
sea el tiempo que lo tenga.
—Sólo estoy diciendo, como otra persona cuyo nombre no voy a mencionar, Ava
no tiene exactamente una reputación de apegarse-a-la-competitividad. Excepto a
lo que incluya lucha de pudín.
—Quizás porque nadie le ha dado la oportunidad de probarse a sí misma de
verdad —digo a la defensiva—. Quiero decir, ella es una heredera. ¿Cuándo incluso
se ha tenido que apegar a algo? Pero parece realmente seria con esto. La ropa de
perro fue su idea.
—Oh, sí —dice Chaz, con una risa, poniendo sus brazos alrededor de mis
hombros—. Ella va en serio sobre todo esto de verdad.
—Chaz —le digo, inclinándome hacia él. No me importa que esté caliente y sudada
(él también). Incluso cuando estoy enfadada con él, como ahora, no puedo evitar
tocarlo. Simplemente se siente… correcto—. La gente ama a sus mascotas. Ellos de
verdad quieren que sean parte de su día especial.
265
—¿Pero la idea de que se les permita hacerlo con un mini esmoquin de perrito no
te hace marearte un poco?
—No —digo, firmemente—. No si va a salvar el trabajo de todo el mundo en la
tienda.
—¿Y cómo tus diseños de esmóquines para perros va a hacer eso? —pregunta
Chaz.
—No he descubierto esa parte aún —le digo mientas corremos a lo largo—.
Simplemente me estoy tomando esto un paso a la vez. Primero tengo que tener
eso bocetos hechos. Luego poner el trato en el sitio. Entonces llegaré a esa parte.
—Eres increíble —dice Chaz. Y no hay ni una pizca de sarcasmo en su tono ahora.
Aún así, lo empujo para que pare y entrecierro los ojos mientras miro hacia él.
—¿Te estás burlando de mí? —pregunto sospechosamente.
—Absolutamente no —dice Chaz, mirando hacia abajo, a mí, con una expresión
perfectamente seria en su cara. Deja caer sus brazos de mis hombros, pero ahora
pone ambas manos ahí en vez—. Te lo dije antes, eres una estrella Lizzie Nichols. Y
estoy muy contento de que me permitieras enganchar mi vagón a tu estrella. Sólo
dime lo que quieres que haga para ayudar, y lo haré.
Parpadeo hacia él y mis ojos de repente se llenan con lágrimas. Todavía me resulta
sorprendente cuán estúpidamente ciega he estado, negándome a ver que lo
correcto había estado enfrente de mí durante tanto tiempo. Que pude haber
tenido esta felicidad hace seis meses, si tan sólo hubiese sido capaz de admitirme a
mí misma lo que claramente sabía todo el tiempo… que no era Luke de quien
estaba enamorada durante todo este tiempo después de todo.
Pero no le digo nada de esto a Chaz. No hay razón para hacerlo. No ahora. Porque
ya se lo he dicho.
En vez de eso, digo—: Coca-Cola Dietética.
Él tensa su agarre sobre mis hombros.
—¿Necesitas Coca-Cola Dietética? ¿Para tener eso dibujos?
266
Asiento.
—Hecho —dice—. Te voy a traer cada pack que encuentre en la ciudad. Yo…
Entonces su voz se apaga y noto que su mirada también. Hemos llegado a Chez
Henri, donde me sorprendo encontrar, cuando me doy la vuelta en dirección a su
mirada, a Shari sentada en el porche delantero.
Ella se pone de pie cuando ve que la estoy mirando, con su bolso de cáñamo
colgando flácidamente de sus dedos mientras nos mira.
—Bueno —dice Chaz, sacando sus manos de mis hombros—. Esto es incómodo.
—Hola, Shari —digo sin sonreír, dándome cuenta de que Shari está
suficientemente cerca como para haber oído cada palabra que nos hemos dicho.
—Hola, Lizzie —dice. Ocultando sus ojos del sol con una mano, nos mira
entrecerrando los ojos desde el porche y dice—: Hola, Chaz. Necesito hablar con
Lizzie un minuto.
—Es realmente un mal momento —digo—. Estoy falta de tiempo. ¿Podemos hablar
luego?
—No —dice, Shari y se acerca desde el porche—. Mira, realmente siento todo lo
que dije antes. Estaba fuera de lugar.
—¿De verdad estuviste intentando arreglarnos durante todo el tiempo? —quiere
saber Chaz.
—Por favor mantente fuera de esto —le dice Shari. Para mí, dice—: Lizzie, eres mi
mejor amiga en el mundo entero. Nunca haría nada para herirte. Nunca debí decir
nada sobre el pastel de Carvel. Eso fue de mal gusto y te debo una disculpa.
—¿Qué pastel Carvel? —pregunta Chaz.
—Sé que no lo decías en serio —le digo a Shari, sintiendo de repente
remordimiento por cómo la he tratado—. Y no tenía que haber salido del café así.
Soy una idiota. Lo siento también. ¿Me perdonas?
267
—Por supuesto que lo hago —dice Shari, y me empuja en un abrazo. Inhalo su
esencia (loción corporal de uva y labrador retriever) luego la dejo ir.
—Y lo siento, pero realmente me tengo que ir ahora —digo—. Tengo que diseñar
una línea de novias para Geck.
—¿Geck? —Shari parece confusa—. ¿Venden vestidos de novia?
—Lo hacen ahora —explica Chaz—. O lo harán después de que vean los dibujos de
Lizzie. Lizzie y Ava Geck estarán en el negocio juntas.
—¿Es eso una buena idea? —pregunta Shari, dudosa.
—¿Por qué todo el mundo sigue preguntándome eso? —demando—. Sí, es una
buena idea. Ahora, adiós… tengo que ir a trabajar.
Les doy besos a ambos: a Shari en la mejilla, a Chaz en la boca; y me apresuro a la
tienda para encontrarme a Monique leyendo la última copia de Vogue.
—Lizzie —dice, levantando la mirada cuando entro—. Ahí estas, bien, finalmente.
Todo el mundo y sus hermanos han estado buscándote, al parecer.
—Sigue tomando mensajes —le digo—. Tengo algo de trabajo que hacer arriba.
Estaré fuera por el resto del día.
—Pero, Lizzie —dice Monique, luciendo consternada—. Sabes que…
—Sí, por supuesto lo sé todo —digo—. Voy a hacer lo mejor que sé hacer para
salvar nuestros pellejos. Así que atiende mis llamadas, ¿quieres?
—Sí —dice Monique—. Pero…
—¡Gracias!
Abro la puerta lateral y me apresuro por las escaleras hacia mi apartamento, pongo
el aire acondicionado, me quito mi sudado y pegajoso vestido de verano, agarro la
última Coca-Cola Dietética de mi nevera —más vale que Chaz se dé prisa con el
encargo— y me pongo a trabajar.
268
Historia de las Bodas
Traducido por Dai
Corregido por Micca.F
lguna vez te preguntaste por qué se llama “despedida”20? En el siglo
¿A
XIX, una novia invitaría a sus amigas más cercanas y a sus parientes
para relajarse un poco justo antes de la boda. Todos traerían
pequeños regalos simbólicos que se colocarían en un paraguas o en una sombrilla
dada vuelta. Luego, ésta sería levantada y girada sobre la novia, y los regalos
“lloverían” sobre ella para la suerte.
Cómo esta pequeña tradición encantadora se transformó en las monstruosidades
que conocemos como despedidas de solteras hoy día, es un misterio.
Consejo Para Evitar Un Desastroso Día de Bodas.
Baños. Nadie quiere pensar o hablar sobre ellos… hasta que no hay suficientes, o
están desbordándose… durante la recepción.
Sabemos que tienes muchas cosas en mente, pero a la hora de elegir el lugar para
tu recepción, asegúrate de tener en cuenta las pequeñas cosas… como a dónde
irán tus invitados. Porque ellos tendrán que ir.
¿Serás tú la que les diga que se aguanten?
DISEÑOS LIZZIE NICHOLS™
20
Despedida: Al inglés “shower”, de ahí a lo que se expone como explicación después.
269
Capítulo 22
Traducido por Dai
Corregido por Micca.F
“El matrimonio es la madre del mundo; preserva reinos y llena las ciudades, iglesias y
al cielo mismo.”
JEREMY TAYLOR (1613-1667). Clérigo Inglés.
stoy en un estado tan avanzado de shock que cuando salgo de la limusina
E
de Geck, poco antes de la media noche, al principio, cuando entro de un
tropezón, no me doy cuenta que las luces del pasillo en el edificio de los
Henri están prendidas. No las dejé prendidas cuando me fui porque estaba tan
histérica por mis dibujos —algunos de los cuales todavía están a medio terminar—
que me olvidé por completo.
Pero ahora están prendidas. ¿Quién pudo haberlas prendido? Seguro que no es un
ladrón. ¿Por qué querría anunciar al mundo su presencia?
¿Podría ser Chaz? Él tiene una llave, por supuesto.
Pero Chaz nunca entraría sabiendo que yo no estoy. Especialmente cuando dejé
muy en claro que lo llamaría cuando estuviera lista para verlo. Simplemente no es
la clase de persona de entrar sin avisar antes.
Y mientras Sylvia y Marisol son conocidas por trabajar hasta tarde, nunca han
trabajado hasta tan tarde, y no responden cuando llamo hacia el cuarto de trabajo.
Genial. Esta es la única desventaja de vivir sola. La parte en que podría ser
asesinada en cualquier momento, y nadie en el edificio podría oír mis gritos.
Porque soy la única en el edificio.
270
Agarrando las llaves de forma que sobresalgan entre mis nudillos, mi mano ahora
pareciéndose a la de Wolverine de los X-Men, empiezo a subir las escaleras, mi
cuerpo tenso mientras me esfuerzo en escuchar cualquier respiración dificultosa o
arañazos al estilo Freddy Krueger, como garras que atacarán a quien sea que esté
esperando para estrangularme en el piso de arriba.
Pero no escucho nada. El pasillo está en silencio. Tal vez estoy imaginando cosas.
Tal vez en el entusiasmo de la tarde, sí encendí las luces antes de irme.
Casi me he convencido de eso cuando quito el cerrojo, abro la puerta de mi
apartamento, y encuentro a un extraño de pie junto al sillón de la sala.
Dejo escapar un grito lo suficientemente fuerte como para despertar a los muertos.
—Jesús —grita Luke, riendo—. ¡Lizzie! ¡Soy yo!
Lo es. Es Luke. Luke… mi prometido. Quien se supone que está en París, Francia.
Sólo que no está en París, Francia. Está en mi sala de estar.
—¡Sorpresa! —exclama.
Oh, estoy sorprendida, está bien. Estoy muy, muy sorprendida.
Sólo que no tan sorprendida como habría estado Luke si no hubiera vuelto sola. Es
pura suerte que no lo hice.
—¿Qué estás haciendo aquí? —no puedo evitar soltar.
—Me sentí tan mal por todo lo que estabas pasando —dice, viniendo hacia mí—.
Escuché que el tío Gerald había reservado un vuelo privado hacia la ciudad por una
reunión, así que me apropié de uno de los asientos.
Se ve tan atractivo en su traje color crema, con su corbata azul pálido, su
bronceado oscuro y sus dientes blancos. Es casi como si fuera otra especie de Chaz.
Pero no una que me importe conocer. Ya no.
No puedo evitar dar un rápido paso hacia atrás cuando Luke se acerca.
—Guau —digo—. ¡Un vuelo privado! ¡Qué… lujoso!
271
—Sí —dice, dando otro paso hacia mí—. Llegué en seis horas. Tiempo total del
viaje. ¡Desde Francia! ¿Puedes creerlo?
—Eso es increíble. —Doy otro paso hacia atrás. Si esto continúa, pronto estaré de
nuevo en el pasillo.
—Lo sé —dice con otra de sus sonrisas deslumbrantes—. ¿No lo es?
Luke da otro paso hacia adelante, y yo estoy atrapada con mi espalda contra la
puerta. Enrosca un brazo alrededor de mi cintura y se inclina para besarme. Tengo
que usar cada gramo de mi autocontrol para evitar girar mi cara lejos de él.
Y luego sus labios están sobre los míos —esos labios que solía amar tanto— y me
está besando.
Y siento… nada.
¡Nada! ¿Cómo puedo sentir nada? ¡Solía adorar a este hombre! ¡Hice el amor sobre
un barril de vino con él! No quería nada más en la tierra que casarnos, tener hijos y
estar el resto de mi vida juntos.
Pero supongo que hay más en una relación que hacer el amor sobre un barril de
vino. Como hacer que la otra persona se ría hasta que la leche salga por su nariz.
Y estar ahí cuando ella de verdad, realmente te necesite.
Supongo que por eso, después de no haberlo visto por alrededor de un mes,
cuando Luke me besa, soy capaz de no sentir nada.
Luke levanta la cabeza y me mira a través de sus ojos entrecerrados… esos ojos que
siempre he encontrado tan soñadores, y con esas pestañas increíblemente largas y
oscuras.
—¿Está todo bien? —pregunta.
—¡Seguro! —chillo—. Todo está bien. ¿Por qué no lo estaría?
—No lo sé —dice—. Es sólo que pareces… nerviosa por algo.
272
—Oh —digo, riendo como una hiena. Soy consciente de que sus manos están en
mis caderas. Mis caderas, que están desnudas sin sus Spanx. Creo que esta es la
primera vez, desde el verano pasado, de cualquier forma. Quiero decir, que él toca
mis caderas sin Spanx sin que esté desnuda en la cama. Acostada boca abajo.
—Lo estoy. Acabo de llegar de una reunión con los Geck.
—¿Quiénes? —Luke luce confundido.
—Los Geck. Ya sabes, ¿Get it at Geck?
—Oh —dice. Pero puedo decir que no tiene idea de qué estoy hablando—. ¿Y
cómo fue?
—Genial —digo. Apenas puedo creerlo. De repente, olvido mi nerviosismo ante la
excitación por contarle mi noche increíble—. Luke, no sabes… tu idea (ofrecer a las
novias hermosos vestidos a precios que puedan permitirse) fue brillante. Una idea
brillante. Ava Geck y yo… toda su familia y yo, a decir verdad, vamos a hacer
negocios juntos. Mis diseños, su destreza en los negocios. Les daremos a las novias
estadounidenses hermosos vestidos que puedan pagar. No sólo a novias, sino
también a las damas de honor, las madres de las novias, los pajes, perros… va a ser
enorme.
Luke se ríe, creo que por mi entusiasmo. Es bastante claro que no tiene idea de qué
estoy hablando. Creo que jamás ha oído de Geck. Bueno, su familia probablemente
nunca compró allí. Tal vez su madre envió a la ama de llaves a que comprara
productos de limpieza allí.
Sin embargo, como el prometido siempre fiel, actúa como si supiera de qué estoy
hablando.
—Lizzie —dice—. ¡Eso es genial! ¡Estoy muy orgulloso de ti!
—Gracias —digo—. Todo esto acaba de suceder. Recién. Supongo que todavía
estoy un poco en shock. Es exactamente lo que siempre he querido, Luke. Todo se
va a resolver. El Sr. Geck me hizo una oferta… no podrás creer cuánto.
—Bueno, eso es incluso mejor —dice, sonriendo más—. ¡Entonces los dos
podremos volar de regreso a París con estilo!
273
Lo miro y me doy cuenta de que necesito sentarme. Rápido.
Oh, Dios. ¿Cómo puedo hacer esto? No puedo… no puedo hacerlo. No soy una
Chica Mala. ¡No lo soy!
Y sin embargo, la semana pasada, así es exactamente como he estado actuando.
Tal vez, en el fondo, soy una Chica Mala.
De cualquier forma, es tiempo de pagar el precio por mis acciones.
—Sí —digo, dirigiéndome al sofá, donde me siento antes de poder doblar mis
rodillas debajo de mí—. Escucha. Sobre eso.
—Oh-oh —dice. La sonrisa se ha esfumado—. Creo que no me gusta el tono de tu
voz ahora mismo, Lizzie. ¿Debería estar asustado? Porque de repente, lo estoy.
Levanto la vista hacia él… su cara preciosa y perfecta. No puedo evitar negar con la
cabeza.
—Luke —digo, con voz de: ¿A quién engañamos con esto?—. Vamos.
Él extiende sus manos en un gesto de: ¿Qué? ¿Yo?
—¿Qué?
—De verdad —digo—. Sé sincero conmigo. Por una vez. Sé que eres el Sr. Amable
y todo. ¿Pero acaso ese no fue el peor beso de siempre?
Deja caer las manos.
Y de repente, también se le cae la simulación.
Y me doy cuenta de que tal vez no tenga que pagar nada.
—Está bien —dice en un tono completamente diferente, acercándose al sillón y
colapsando a mi lado. Es como si todos los huesos se hubieran ido de su cuerpo.
Puedo ver como el cambio de horario finalmente lo ha golpeado—. Sí. Me alegra
que dijeras algo. Dios… Lizzie… Pensé que era yo.
274
El alivio que surge a través de mí es como un impulso eléctrico. Me deja
desplomada a su lado como una muñeca de trapo. Creo que debo sentirme casi
tan agotada como él, y yo no he viajado miles de kilómetros para llegar aquí.
—No eres tú —digo. Es horrible estar cayendo de nuevo en un cliché tan usado
como este. Pero en este caso en particular, es realmente cierto—. Soy yo.
—No, Lizzie —dice Luke—. No eres tú.
—No —le aseguro—. De verdad lo soy.
Pero no voy a decirle de Chaz. Si logro salirme con la mía, nunca va a saber de
Chaz. A menos hasta que pase un período de luto adecuado para nuestra relación,
durante el cual Luke tendrá tiempo para encontrar a una fabulosa nueva novia —tal
vez alguien como Valencia, una talla dos que cabría en el vestido de boda Vera
Wang que vi hoy en la vidriera— y quien hará que me olvide.
—Creo que yo sólo… te presioné demasiado para un compromiso que no estabas
listo para hacer —digo.
—No —dice valientemente—, eso no es verdad. Es sólo que… estamos en lugares
muy diferentes de nuestras vidas ahora mismo. Jesús, Lizzie, incluso terminamos en
diferentes continentes. ¿Cómo, alguna vez, pudimos esperar que esto funcione?
De hecho, puedo pensar en un montón de maneras en que podríamos haber
hecho que esto funcione. Pero considerando que está claro que ya ninguno de los
dos quiere hacerlo funcionar, parece mejor no decirlas.
Así que en vez de eso, digo:
—Bueno, todavía podemos ser amigos, ¿no?
—Siempre —dice Luke, tratando de lucir triste. Pero puedo ver mucho alivio en sus
ojos de ensueño marrones; casi es cómico. Es el mismo alivio que había sentido en
mi pórtico la noche antes de que se marchara a Francia, cuando le había dicho que
nos tomáramos un tiempo.
275
Sé exactamente cómo se siente. ¿Cómo siquiera esto es posible? ¿Cómo pudimos
separarnos tanto de esto, sin palabras de enojo o incluso lágrimas? ¿Es posible que
sólo seamos… bueno, adultos?
—Ten —digo—. Quiero asegurarme de que recuperes esto.
Y me saco el diamante que ha estado haciendo peso en mi dedo anular izquierdo
durante tantos meses. Se desliza tan fácilmente que es casi aterrador.
—No —dice Luke, luciendo con un poco de pánico, poniendo una mano en alto
para detenerme—. Lizzie… no. Quiero que lo conserves.
—Luke, no puedo conservarlo —digo.
—De verdad —dice, luciendo completamente preso del pánico. No lo estoy
imaginando—. No lo quiero. ¿Qué voy a hacer con él?
—No lo sé —digo. No lo entiendo. ¿Por qué no lo toma?—. Véndelo. Luke, estoy
rompiendo nuestro compromiso. No puedo conservarlo.
—No, yo soy el que está rompiendo nuestro compromiso —insiste—. No puedo
conservarlo. Véndelo tú.
El alivio se ha ido de sus ojos. Ahora veo verdadero terror creciendo en ellos.
Realmente no quiere el anillo.
Puedo decir que algo está mal. Muy mal.
Y nuestro rompimiento ha ido tan bien hasta ahora.
—Está bien —digo suavemente, deslizando el anillo bajo algunas revistas en la
mesa ratona, dado que verlo parece molestarlo tanto—. Lo conservaré.
El alivio regresa a su cara.
—Bien —dice, visiblemente relajándose de nuevo—. Bien. Quiero que lo tengas tú.
De verdad.
276
Um… está bien. ¿Qué clase de chico quiere que su ex conserve el anillo?
Especialmente uno que cuesta tanto como lo haría una mina. (Está bien. Veintidós
mil. Tiffany lo buscó un día en el sitio web de Cartier. Estaba aburrida).
Te diré qué clase de chico: un chico con cargo de consciencia. Ese es el tipo.
Pero seguro que no. No Luke. No mi dulce, apuesto, y amoroso Luke, a quien traté
tan injustamente teniendo sexo con su mejor amigo en el Hotel Knight, cuando fui
a casa por el funeral de mi abuela. (Para lo cual, por cierto, Luke no voló a casa.
Pero sí lo hizo cuando perdí mi trabajo y mi apartamento. A pesar de que yo estaba
más triste por la pérdida de Abue. Enfrentémoslo, siempre puedes conseguir otro
trabajo y encontrar otro lugar para vivir; nunca podrás reemplazar a tu abuela).
Luke nunca haría nada para tener cargo de consciencia. Es exactamente aquello de
lo que Shari lo acusa: demasiado perfecto. Seguro, pensé que él podría estar
engañándome todas esas noches que él pasaba estudiando en su lugar y esas
tarde que estaba en la biblioteca, cuando decía que no quería verme.
Pero eso sólo fue mi imaginación hiperactiva. Soy la única con cargo de consciencia
en esta relación.
Luke bosteza… entonces sí luce culpable. Pero sólo por su grosería.
—Oh, por Dios —dice—. Lo siento…
—Debes estar agotado —le digo—. Deberías irte. Te ofrecería que te quedes a
dormir aquí, pero…
Pero acabamos de romper.
No tengo que decirlo. Luke entiende el mensaje.
—No —dice, levantándose—. Lo siento. Iré a la casa de mi mamá. Dios, esto se
siente tan extraño. Es extraño, ¿no? ¿Es extraño?
—Es extraño —le aseguro, también de pie. No es tan raro como él sabe—. Pero
creo que es bueno. Es algo bueno.
—Espero —dice.
277
Y, cuando nos abrazamos para despedirnos en la puerta, y él me mira, veo que hay
lágrimas de verdad llenando sus profundos ojos marrones. No, de verdad. Están
suspendidas en el aire, como los diminutos cristales de Swarovski que salpican el
teléfono de Ava Geck (sólo que no rosadas), en los bordes de sus pestañas
tremendamente largas.
Como si no me sintiera bastante culpable. Ahora lo he hecho llorar.
—Sabes que siempre te amaré, ¿cierto, Lizzie? —pregunta Luke.
—Por supuesto —digo. Aunque estoy pensando: Oh, por Dios. Esto es tan… ¿Son
lágrimas de verdad? ¿Son verdaderas esas lágrimas? ¿Por qué yo no estoy llorando?
¿Debería hacerlo? Supongo, yo soy la chica. Oh, Dios, debería estar llorando. Pero no
me siento así. ¿Es porque ya no estoy enamorada de él, porque amo a Chaz? ¿No
debería estar llorando por lo que podría haber sido, por los niños que Luke y yo ya no
tendremos? ¿Es por la urticaria? Supongo que es muy difícil llorar por un hombre que
me ha dado tantas urticarias. Y porque ha renunciado a la escuela de medicina para
ser un inversor bancario. Si hubiera seguido con lo de médico, seguro ahora estaría
llorando.
Creo.
Entonces Luke me da un último abrazo afectuoso, besa mi cabeza y se va.
Tan pronto como escucho la puerta principal cerrarse, y lo veo a través de la
ventana delantera caminar lentamente por la calle, estoy al celular.
—Ven aquí ahora mismo —le digo.
—¿Es una llamada con recompensa? —contesta Chaz, sonando encantado.
—Nunca adivinarás quién acaba de estar aquí —le digo.
—Considerando que estuviste en lo de los Geck esta noche —dice—, voy a
conjeturar y decir… ¿Neil Diamond?
—Luke —digo, apretando tan fuerte el teléfono que me duelen los dedos—.
Compartió un vuelo privado desde París con su tío. Acabamos de romper.
—Estoy en camino —dice Chaz, ni siquiera hay un rastro de humor en su voz.
278
279
Historia de las Bodas
Traducido por Dai
Corregido por Samylinda
a primera despedida de soltero conocida, tuvo lugar en Esparta en el siglo V
L
A.C. camaradas militares a punto de conducir un ataque para buscar algunas
nuevas novias, brindaron y festejaron entre ellos. Desde entonces, los
hombres se han reunido en la víspera al casamiento de alguno de ellos para
emborracharse, llorar por el fin de la soltería de su amigo y comerse con los ojos a
las chicas bailando.
Las novias son animadas a ignorar este antiguo rito de virilidad. Ha existido más
tiempo del que tú lo has hecho, cariño. Déjalo divertirse. Tendrás tu venganza… en
la noche de bodas.
Consejo Para Evitar Un Desastroso Día de Bodas.
Madre de la novia (o del novio), no piense que nos hemos olvidado de usted.
También querrá lucir de la mejor manera el gran día. ¿Cómo? Es sencillo. Comience
las compras de su vestido con tiempo, así tendrá suficiente tiempo para encontrar
el look perfecto. Los colores neutrales siempre son elegantes (deje el rojo para la
inútil de la nueva esposa de tu marido y el blanco es, por supuesto, sólo para la
novia), como el negro si no es una ceremonia en la mañana. Nada demasiado
ostentoso a menos que sea una recepción nocturna.
Y recuerde, nunca estará mal si usa buena ropa interior, tal como Spanx.
DISEÑOS LIZZIE NICHOLS™
280
Capítulo 23
Traducido por Dai
Corregido por Samylinda
“Déjanos celebrar la ocasión con vino y palabras dulces.”
TITUS MACCIUS PLAUTUS (254-184 A.C.). Escritor Romano.
Ll
ega a mi apartamento en quince minutos. Es increíble cuán rápido un taxi
puede recorrer setenta cuadras por la Primera Avenida después de la
medianoche.
—Quiero saberlo todo —dice, arrojando su mochila (no hemos avanzado hasta el
punto que ninguno de los dos tiene un cajón en el apartamento del otro) en mi
sofá—. Pero primero… ¿cómo te fue con los padres de Ava?
—Oh, Chaz…
Y lo próximo que sé, es que estoy en sus brazos, y es… no sé cómo describirlo. Es
completamente diferente a estar en los brazos de mi ex prometido. En lugar de
sentirme cohibida, extraña y torpe, la forma en que me sentí cuando hace un rato
me abrazaba con Luke, me siento segura, confortada y, lo más importante de todo,
amada —completamente y con todo el corazón— cuando los brazos de Chaz están
a mi alrededor. Cierro mis ojos, dejando que su calidez me envuelva y, de repente,
las lágrimas que no habían estado presentes con Luke, aparecieron.
—Vaya —dice Chaz con una suave risa, besando mis mejillas—. ¿Fue tan malo? ¿No
les gustaron tus dibujos? ¿Cómo pueden no haberles gustado? Siempre he amado
a tus pequeñas mujeres de palo. ¿Les pusiste sombreros? Amo cuando se los
pones.
281
—N-no —tartamudeo, sacudiendo mi cabeza mientras él agarra mi cintura—. ¡Eellos a-amaron los sombreros! Bueno, quiero decir, no les puse sombreros a todas.
Pero amaron los dibujos.
—¿De verdad? ¿Entonces cuál es el problema?
—¡Y-yo sólo estoy tan feliz!
Es verdad. Me siento muy feliz, estando de pie en mi sala de estar-comedor-cocina,
con los brazos de Chaz a mi alrededor y, ahora que ya no estoy comprometida, mi
estatus de Chica Mala vuelve a negativo. Creo que mi corazón podría estallar.
—¿Entonces los Geck van a comprar tus diseños? —dice Chaz.
Asiento.
—Estoy a cargo de los diseños y del control de calidad. Ava se encarga de
comercializar. Su papá de todo lo demás. Chaz… creo que esto puede ser
realmente genial. No va a ser horrible. De verdad que no. Porque Ava está súper
dedicada a ello. Porque su nombre aparecerá en ello. De verdad lo está tomando
en serio. Nunca antes la he visto tomarse algo así de serio. Ayuda que esté tan
metida con este sujeto DJ Tippycat, quien resultó tener un título en negocios de
Syracuse. Su verdadero nombre es Joshua Rubenstein. Estaba allí hoy también.
Chaz luce impresionado.
—¿Y qué hay con la tienda? ¿Tiffany, Monique, Sylvia y Marisol?
Muerdo mi labio.
—También tengo un plan para ellas —digo—. Pero… va a implicar un poco de
manejo.
—¿Manejo? —repite—. ¿Manejar a dónde?
—A Nueva Jersey —digo, tomando su mano y tirando de él hacia el sofá—. Pero
primero… Chaz, de verdad… y sin bromas. Sólo dime. Necesito saber. ¿A qué te
referías cuando dijiste eso de que Luke no era un Boy Scout mientras salimos?
Porque cuando rompimos justo ahora… me insistió con que me quedara ésto. —
Me inclino y levanto el anillo de donde lo había escondido bajo un ejemplar de
282
People—. Chaz, éste es un anillo costoso. ¿Por qué insistiría en que me lo quede a
menos que se sintiera súper culpable por algo? ¿Eh? No tiene sentido.
Chaz mira el anillo y sacude la cabeza.
—Dios —dice—, no puedo creer que no se lo llevara. ¿Lloró?
—¿Cuándo rompimos? —Lo miro con sorpresa—. Sí, un poco. ¿Cómo supiste?
Chaz respira hondo. Luego deja salir el aire de golpe.
—Luke no fue exactamente el Sr. Inocencia todo el tiempo en que ustedes dos
salían, ¿de acuerdo? —Levanta la mirada del anillo y se encuentra con la mía—. ¿De
verdad creías que estaba estudiando todas esas noches que él decía que estaba en
la biblioteca? Porque no era eso lo que estaba haciendo.
Parpadeo.
—Lo sabía —digo—. ¡Shari tenía razón! Realmente era demasiado perfecto. Había
algo repulsivo. —Luego, añado—. Espera. Mejor que no estés diciendo esto para
que me sienta mejor por lo que hemos estado haciendo…
—¿Mejor? —repite Chaz—. Demonios, todo este tiempo he tenido miedo de
decírtelo. Pensé que te daría un ataque de nervios si lo descubrías.
—Si esto es una broma —amenazo, todavía sin estar segura si creerle o no—, para
hacerme sentir menos que un dos en la Escala de Chica Mala, de verdad no es muy
divertido…
—No estoy bromeando —dice Chaz con gravedad—. Y no sé lo que es la Escala de
Chica Mala. Era Sophie, la chica de su clase, ¿bien? La que conocía al chico que nos
consiguió la mesa en Spotted Pig esa noche. Estuvo con ella a espaldas tuyas todo
el último semestre. Deberías haberla visto. Te habrías vuelto loca. Usaba esa ropa
de Juicy Costure que odias. Y unas enormes gafas de sol que en el costado tenían
escrito Dolce & Gabbana.
Sacudo la cabeza.
—No —le digo—. Buen intento, pero nunca habrías guardado un secreto como ese
por tanto tiempo. Me lo habrías dicho.
283
—En realidad —dice Chaz, sonando serio por una vez—, no podía decírtelo, Liz.
¿Cómo podría haberte dicho que Luke estaba durmiendo con otra mujer a tus
espaldas cuando estabas tan enamorada de él… o a menos cuando pensé que
todavía estabas tan enamorada de él? ¿Cómo se habría visto eso? Considerando mi
posición, estando enamorado de ti, y queriéndote para mí. ¿De haber venido antes
incluso de ganarte en realidad, ejem, como lo he hecho ahora, al parecer, e
insinuarte que tu prometido estaba durmiendo a tus espaldas, qué habría logrado,
exactamente? Sí, podría ser que rompieras con Luke, y tal vez durmieras conmigo.
Pero, ¿cómo habría sabido que no era alguna especie de venganza, alguna manera
de devolverle a Luke lo que él te hizo?
Parpadeo hacia él.
La cosa es que, le creo. Principalmente por los detalles… no podría haberse
inventado eso de Dolce & Gabbana. Chaz no sabe nada sobre diseñadores… mira
sus pantalones cortos. Pero también por la forma tan increíblemente ruda en que
lo estaba poniendo.
Lo que estaba diciendo es realmente increíble.
Pero, dada su franqueza, sólo puede ser cierto.
—Eso no es lo que quería —continúa Chaz. No hay ni una pizca de sarcasmo o de
risa en su voz ahora. Sus ojos azules lucen casi con dolor—. Eso es lo último que
quería. Por mucho tiempo… desde mucho antes de Año Nuevo, desde el día en
que te ayudé a mudarte aquí, te quería de la forma en que pudiera tenerte. Y esa es
la verdad. Pero te quería para siempre, Lizzie. Y no te ibas a quedar si eso era todo
lo que yo era para ti, una venganza, una manera de lastimar a Luke. Así que… sí, no
te lo dije. Hasta ahora. Demándame.
Luego, con los hombros aún encorvados, saca su celular.
—Además, puedo probarlo.
Lo próximo que sé, es que presiona un botón en su teclado. Un segundo después,
está diciendo—: ¿Luke?
—Chaz —chillo—. No…
284
Pero es demasiado tarde.
—Oh, hola, hombre —dice Chaz en su tono conversacional, al teléfono—. Oh, lo
siento, ¿te he despertado? ¿No? ¿Estás es la ciudad? ¿Qué haces aquí?
No puedo creer que esto esté pasando. Me recuesto en el sofá, golpeando mis ojos
con mis manos. No puedo mirar.
—Oh, ¿de verdad? ¿En serio? ¿Oh, sí? ¿Oh, ella lo hizo? Oh, realmente. Oh, eso es
demasiado malo. —Chaz se inclina y me empuja, pero no quito mis manos de mis
ojos. Finalmente, después de algunos más: “de verdad”, escucho que Chaz dice—:
Sí, entonces, si tú y Lizzie rompieron, supongo que eso significa que las cosas con
Sophie se calentarán.
Chaz debió acercar el teléfono a mi oído, porque escucho la voz de Luke
diciendo—: Bueno, ya sabes, voy a mudarme a Francia, así que supongo que no
veré mucho a Sophie. Pero sabes, hay una mujer fantástica que he estado viendo
en mi oficina, esa de la que te he hablado, Marie…
Saco las manos de mis ojos y lo miro. La expresión de su cara es una seductora
mezcla de ansiedad —porque mis sentimientos están heridos— y burla. Es un poco
difícil no ver el humor en la situación. No es como que me importara con quién ha
estado Luke a mis espaldas.
Sólo espero que él, como yo, haya estado usando condón.
Cuando él ve que también estoy sonriendo, pone el teléfono de nuevo en su oído y
dice—: ¿Hum, Luke? Entonces, escucha, entonces si Liz y tú no están saliendo más,
me estaba preguntando… ¿cómo te sentirías si la invito a salir? Porque, tú sabes,
creo que es una chica maravillosa y siempre de alguna forma la he…
Incluso desde donde estoy sentada, a tres pies de distancia, puedo escuchar la voz
de Luke cortando a Chaz.
Chaz sonrió más.
—Oh —dice, sus ojos azules brillando hacia mí—. ¿No crees que sería una buena
idea? ¿Por qué? Crees que eres un Dios en el sexo y que deberías tener a todas las
chicas geniales para ti, incluso cuando terminaste con ellas, ¿es eso?
285
Riendo, jadeo—: ¡Chaz, no! —Y me estiro para sacarle el teléfono.
—¿No? —está diciendo Chaz al teléfono, aunque me agarra por la cintura y pelea
conmigo para tirarme ruidosamente al suelo—. Ah, ¿por qué está en un estado
muy frágil ahora? No creo que esté en un estado tan frágil como podrías estar
pensando. ¿Qué fue ese ruido? Oh, creo que fue sólo… mi vecino de arriba. Sí, trajo
a otro travesti del bar. Hola, Johnny. —Chaz aleja el teléfono de su cara y grita a las
paredes mientras me hace cosquillas sin piedad, mientras intento no reír para no
destruir nuestra fachada—. ¡Se llama abstinencia! ¡Deberías intentarlo! Uups, Luke,
tengo que irme, está vomitando en el pasillo. Sí, se está resbalando en su vómito.
Te llamaré más tarde.
Chaz cuelga, tira su celular por encima de su hombro, luego se sube encima de mí,
enterrando su cara en mi cuello. Apenas puedo respirar, estoy riendo muy fuerte.
Y me doy cuenta de algo: Nunca en mi vida he tenido un momento tan bueno.
Lo cual es mucho decir, considerando el día que he tenido.
286
Historia de las Bodas
Traducido por Paaau
Corregido por Clau12345
ualquier familiar con romances históricos, sabe que cualquier novia joven
C
que mereciera respeto, se fugaba a Escocia para casarse en la Europa del
siglo XIX (incluso en ese entonces las chicas de menos de dieciocho años
tenían prohibido casarse sin el permiso de sus padres). Incluso Elizabeth Bennet,
en la novela de Jane Austen, Orgullo y Prejuicio, se desespera cuando entiende que
su frívola hermana Lydia no fue a Gretna Green con su amado, Wickham, lo que
significaba que no tenía ninguna intención de casarse con ella.
Escocia aún es un destino popular de bodas para los Americanos, y se pueden
adquirir muchos paquetes de viajes para ese propósito. Aunque debes ser
cuidadoso al llenar el papeleo necesario antes de salir, o la novia puede
encontrarse en la misma situación de la pobre e infeliz Lydia.
Consejo Para Evitar Un Desastroso Día de Bodas.
¡Fugarse no significa necesariamente que una pareja tenga que perderse la
diversión de los regalos de la boda! Los padres de la pareja, otros parientes o
amigos aún pueden escoger celebrar una recepción para ellos a su regreso. Incluso
pueden registrarlos para los regalos y estar dentro de los límites del buen gusto y
la etiqueta. Con el excesivo precio de los vestidos de novia estos días, algunos
padres encuentran menos caro pagarles a sus hijas una fuga.
Todos deberíamos ser así de afortunados.
DISEÑOS LIZZIE NICHOLS™
287
Capítulo 24
Traducido por Paaau
Corregido por Clau12345
“No hay nada más noble o más admirable que dos personas que se ven a los ojos,
llevan la casa como marido y mujer, confundiendo a sus enemigos y deleitando a sus
amigos.”
HOMERO (siglo VIII A.C.). Poeta Griego.
ncuentro a Monsieur Henri en su jardín trasero a la mañana siguiente,
E
precisamente en dónde su esposa dijo que estaría: en su pista de petanca
casera.
Se ve sorprendido de verme.
Bueno, supongo que no es común que reciba visitas de Manhattan en los
suburbios de Cranbury, Nueva Jersey.
Especialmente cuando aún está usando su bata de felpa.
—¡Elizabeth! —grita él, botando el bolo en la tierra y cerrando apresuradamente su
bata. Le envía una mirada indignada a su esposa, que viene tras nosotros con una
bandeja con té frío.
—Lo siento, Jean —dice ella. Pero si me preguntas, no se ve para nada
arrepentida—. Elizabeth llamó temprano esta mañana para decir que venía con
algo importante que discutir con nosotros. Sí te llamé. Pero supongo que no me
escuchaste.
Monsieur Henri mira, atónito, mientras su mujer pone la bandeja en la pequeña
mesa de metal bajo el árbol cubierto de rosas al final de su pista de petanca, luego
toma asiento en la banca junto a ella. Siempre un hombre robusto, su esposo ha
288
perdido mucho peso desde su cirugía. Pero aún está sudando en el calor del
verano, incluso a la sombra del árbol. Mira abajo hacia los tres vasos de té helado
frente a él.
—Bueno —dice él—, supongo que puedo tomar un descanso. Por un momento.
—Eso sería bueno —digo. Doy un vistazo a la casa. Chaz está conduciendo por el
vecindario, habiéndome asegurado que regresaría en media hora para recogerme
en el automóvil que rentamos de Avis esta mañana.
—Sólo voy a circular por los centros comerciales —Había dicho él—, te elegiré una
tanga de Victoria Secret. Nunca te he visto en tanga. O en nada de Victoria Secret, a
decir verdad.
Hay una razón para eso, le había asegurado.
Tomo asiento en la banca junto a Madame Henri, luego de meter bajo mis piernas
cuidadosamente mi falda vintage Lilly Pulitzer, esperando hasta que Monsieur
Henri se sentara en la silla Adirondack frente a nosotros para hablar.
—Lo siento tanto por molestarlo en casa, Monsieur Henri —digo—, pero es acerca
del edificio…
—Muy bien, Elizabeth —dice Monsieur Henri con bondad mientras toma uno de
los vasos de té helado y hace girar la hoja de menta que su esposa ha puesto
dentro—. Realmente no creo que haya algo más que nosotros podamos decir
acerca de eso. Estamos en la lista de Goldmark, y eso es todo. Lamento mucho que
tengas que encontrar otro trabajo y apartamento, pero como dijimos, hablamos
muy bien de ti con Maurice… tendrás las mejores referencias… no tendrás ningún
problema encontrando trabajo… y simplemente tendrás que estar satisfecha con
eso. De verdad, este comienzo… no es atractivo. Estoy tan sorprendido como tú,
debo decirlo.
—La verdad —digo, alcanzando mi propio vaso de té helado para ver que mi mano
no está temblando mientras lo sostengo. ¡Muy bien, Lizzie!—. No estoy aquí para
rogar por mi trabajo, Monsieur Henri. He encontrado otro trabajo. Estoy aquí para
hacer una oferta por su edificio.
289
Monsieur Henri casi deja caer el vaso que está sosteniendo. Madame Henri se
ahoga un poco con el té que acaba de tomar.
—¿Dis… disculpa, Elizabeth? —tose ella.
—Sé que debería ir con su corredor —digo rápidamente—, pero la cosa es que no
tengo todo el dinero. Aún. Pero lo tendré. Pronto. Y el resto puedo pagarlo en el
camino, pero tendrá que ser en un periodo de algunos años. Lo que sé que no es
lo que estaban esperando exactamente, pero… —Me inclino hacia adelante,
hablándoles a ambos en voz baja, urgente, mientras lejos en la distancia, una
cortadora de césped se enciende y un pájaro comienza una lastimera pero aun así,
melodiosa canción—, la ventaja de vendérmelo a mí, al contrario de algún extraño,
es que no estarán pagándole a ningún corredor. Podemos prescindir de
intermediarios completamente, y estarán ahorrándose cientos de miles de dólares.
Estoy dispuesta a hacerles una oferta ahora mismo, aquí, hoy, sin inspecciones, sin
nada, por 4.5 millones de dólares. Y antes de que diga que el edificio vale más —
digo, callándolos a ambos ya que los oigo inhalar—, permítanme señalar que vivo y
trabajo ahí. No necesito una inspección porque sé el trabajo que el lugar necesita.
He visto las fisuras, tapado las filtraciones, llamado a los exterminadores para las
ratas en el sótano yo misma, más veces de que las puedo contar. Y estoy
haciéndoles mi oferta ahora, hoy, con mi garantía de que tendrán la cantidad a
contar de cinco años a partir de hoy. Firmaré lo que quieran como garantía. Todo
lo que pido es que recuerden en dónde estaban ustedes cuando entré por primera
vez por su puerta, hace un año. Y en donde están ambos ahora.
Me inclino hacia atrás en la banca y tomo un largo trago de mi té helado. Incluso
para ser habladora, estoy agotada después de dar un discurso tan largo. Los miro a
los dos mientras me miran, inquietos.
Entonces, Madame Henri mira a su esposo.
—La comisión de la inmobiliaria es mucha —dice en francés. Incluso aunque
ambos saben perfectamente bien ahora, de que hablo su idioma nativo más o
menos fluido, aún vuelven a él cuando no quieren que escuche lo que están
diciendo, ya sea por fuerza o por hábito—. Podemos ahorrar mucho dinero.
290
—Pero tenemos que esperar por el dinero —dice su esposo petulantemente—. La
oíste.
—¿Y? —demanda su esposa—. ¿Qué estás planeando comprar? ¿Un yate?
—Quizás —dice Monsieur Henri con una risita.
—Escuchaste lo que dijo el inspector —dice Madame Henri—, acerca del asbesto
en el sótano.
—También dijo que si lo dejamos en paz, no sería un problema. Todas las cañerías
de Manhattan están forradas con asbesto.
Escucho esto sin pestañear. Ya sé del asbesto. El fontanero me lo dijo hace meses.
Estaba pensado en usarlo como palanca si declinaban mi oferta.
—Costará miles removerlo —continúa Madame Henri—, quizás diez mil dólares.
¿Quieres esa molestia?
—No —dice Monsieur Henri.
—De esta forma —dice su esposa—, podemos terminar con esto en una tarde. ¡Ni
siquiera tenemos que pagar por mover nuestras cosas! ¡Ella se las quedará!
Monsieur Henri se ilumina ante esto.
—¡Eh! ¡No pensé en eso! Pero, ¿de dónde va a sacar ella todo este dinero? Ni
siquiera tiene treinta.
—¿Quién sabe? —pregunta su esposa encogiéndome de hombros—. ¿La abuela
muerta, quizás?
—Pregúntale —dice Monsieur Henri.
Entonces ambos se giran hacia mí. Y Madame Henri pregunta en inglés—:
¿Escuchaste todo eso?
—Por supuesto —digo, malhumorada—. No estoy sorda. Y hablo francés.
¿Recuerdan?
—Lo sé. —Madame Henri niega con la cabeza—. ¿El dinero es de tu abuela?
291
—No —digo—. Es de un trato que hice anoche con Industrias Geck. Voy a diseñar
una línea de vestidos de novias para su departamento de descuentos.
Monsieur Henri parece confundido.
—Pero si vas a trabajar para Geck, ¿entonces por qué aun quieres la tienda?
—Porque
aún
estaré
haciendo
vestidos
para
mis
clientes
—digo—,
independientemente de Geck. Además, su tienda… mi tienda, si están de acuerdo
en vendérmela… es mi hogar.
Me siento ridícula, pero mientras digo la palabra, lágrimas llenan mis ojos. Y aún
así… es verdad. Ese diminuto, pequeño apartamento —el que pienso intentar
renovar por completo si se vuelve mío— es el lugar donde he tenido alguno de los
puntos más altos, y los más bajos, de mi vida. No puedo dejar que se aleje de mí.
No lo haré. No sin luchar.
Madame Henri parpadea un par de veces. Luego mira a su esposo. Él levanta sus
cejas.
—Bueno —dice Monsieur Henri—, en ese caso… creo que tendremos que venderle
el edificio a Elizabeth. ¿No estás de acuerdo, chérie?
La cara de Madame Henri rompe en una enorme sonrisa.
—Estoy de acuerdo —dice ella.
Así es como, media hora después, termino tomando champán en el sol de
mediodía con Madame Henri en su jardín trasero, mientras los pájaros gorjean a
nuestro alrededor y su esposo le enseña a Chaz, quien ha regresado de su odisea al
centro comercial, cómo jugar a la petanca… un deporte en el que, pronto se vuelve
obvio, él sobresale…
Casi tanto como enseñándome cómo hacer que mis jefes me vendan su lugar de
trabajo.
292
Historia de las Bodas
Traducido por LizC
Corregido por Vannia
s importante recordar que muchas de las bodas más suntuosas y caras de la
E
historia no siempre condujeron a la felicidad romántica. Mira a Enrique VIII y
sus muchas esposas, al Príncipe Carlos y la Princesa Diana; y por supuesto, la
siempre optimista pero desafortunada en el amor, la señorita Elizabeth Taylor.
No importa cuán grande o pequeña sea tu boda, lo que es crucial es que te vas a
casar con la persona adecuada, alguien que te quiere por lo que eres, no por si
puedes o no proporcionarle un heredero varón, por la cantidad de dinero que
tienes, o tampoco por si te ves bien o no en un traje de baño. El amor es una cosa
esplendorosa, es verdad, pero no hay nada más importante que asegurarse de que
tu compañero de vida sea alguien que te puede hacer reír cuando te sientes
deprimida, que te llevará rollos de canela cuando te sientas enferma, y que esté
dispuesto a compartir el control remoto.
Consejo Para Evitar Un Desastroso Día de Bodas.
Cuando los invitados se hayan ido, los regalos estén todos desenvueltos y
guardados, y la última nota de agradecimiento se haya escrito finalmente, puede
que te sientas un poquito deprimida. ¡Esto es normal! Después de todo, acabas de
pasar por el momento más feliz de tu vida: ¡tu (esperemos) única boda! Es natural
que te sientas un poco triste de que todo haya terminado. Pero ten en cuenta que
estás a punto de embarcarte en el viaje más maravilloso y alegre de todos... ¡la vida
conyugal!
Aun así, está bien ponerte tu vestido de boda de vez en cuando... aunque sólo sea
para ver la televisión. Todo el mundo lo hace.
293
En serio.
DISEÑOS LIZZIE NICHOLS™
294
Capítulo 25
Traducido por LizC
Corregido por Vannia
“Él es la mitad de un hombre bendecido,
Dejado para acabar con alguien como ella;
Y ella una hermosa excelencia dividida,
Cuya plenitud de perfección yace en él.”
WILLIAM SHAKESPEARE (1564-1616). Poeta y Dramaturgo Inglés.
SEIS MESES MÁS TARDE
h, eres la novia más hermosa jamás vista!
—¡O
―No, no lo soy ―me asegura Tiffany―. Me veo gorda.
―Tiffany ―le digo seriamente―. Estás embarazada de cuatro meses. Se supone
que debes verte gorda.
―¿Es extraño que eso todavía me asuste? ―pregunta Monique a nadie en
particular―. ¿El hecho de que Tiffany vaya a ser madre, quiero decir? ¿Asusta a
alguien más?
Shari levanta la mano, junto con Sylvia y Marisol.
Tiffany me mira.
―Las odio a cada una de ustedes ―dice ella.
295
―Lo bueno acerca del hecho de que Tiffany vaya a ser madre ―continúa
Monique―, es que la ha convertido en una persona muy dulce y cariñosa.
―Este vestido es lo que me hace ver gorda ―le dice Tiffany a su reflejo en el
espejo de cuerpo entero de marco dorado frente a ella.
―No, no es así ―digo indignadamente, ofendida―. Estás embarazada. Eso es lo
que te hace gorda.
―Éste es un vestido de gordas ―dice Tiffany, haciendo un mohín―. Diseñaste un
jodido vestido de gordas para mi maldita boda.
―¿Sabes lo que es increíble? ―dice Shari, deslizando una Milk Dud en su boca de
la caja que trajo a la tienda para el show que ha estado anticipando por varios
días―. Que las novias maldigan. Especialmente las novias embarazadas.
Sylvia y Marisol hacen chasquear sus lenguas en protesta a Tiffany, acomodando la
cola del vestido original y exquisito ―y totalmente no de gordas― que he
diseñado para ella.
―No diseñé un vestido de gordas para ti, Tiffany ―digo, conteniéndome con el fin
de no estrangularla.
―Y eso no es algo muy agradable de decirle a la persona que es responsable de
pagarte lo suficiente como para que puedas trabajar medio tiempo para mí y
finalmente hayas podido dejar ese trabajo que odias en Pendergast, Loughlin, y
Flynn.
Tiffany sólo se queda mirando mi reflejo.
―¿Y? Simplemente voy a dejar de trabajar para ti en cinco meses para que pueda
quedarme en casa con Raoul Junior.
―¿Es un niño? ―pregunta Marisol con entusiasmo.
―¿Quién sabe? ―Tiffany mira su reflejo―. Lo que sea.
―En serio ―dice Shari, dejando caer otro Milk Dud en su boca―. Esto es mejor
que Gladiador Americano.
296
―Puedes pagar una niñera, Tiffany ―le digo a ella, dándole un tirón a su banda
que tal vez fuera un poco más brusco de lo necesario―. No vas a tener que
renunciar. Y elegí un plan de salud que les ofrece a todas ustedes, señoras, una
licencia completa de cuatro meses de maternidad pagada, ¿recuerdas? Ahora, he
diseñado este vestido para ti personalmente, con una magnífica cintura imperio y
un escote en corazón y una cola estilo capilla, que, por cierto, es totalmente
inapropiada para la boda rapidita que tú y Raoul están a punto de tener en la
oficina del secretario de la ciudad... incluso si después vamos de fiesta a Tavern on
the Green, de modo que tu barriga está completamente disfrazada. Nadie puede
verla. ¿Cómo te atreves a llamarlo un vestido de gordas?
Tiffany le echa un vistazo a la caja de Milk Duds que Shari sostiene.
―¿Vas a darme uno de esos ―pregunta―, o qué?
―No, no lo hará ―espeto―. No vas a comer chocolate con este vestido en el que
me he esclavizado durante semanas.
―Nos hemos esclavizado ―me corrige Marisol―. Me quedé despierta hasta las
dos de la madrugada ayer haciendo ese reborde de cristal en la cola.
―Bien ―digo―. En el que nos hemos esclavizado.
―Lo que sea ―dice de nuevo Tiffany, poniendo sus ojos, magníficamente
maquillados, en blanco―. Como si no fuera a haber una imitación disponible en los
estantes de Geck la semana que viene por dosciento dólares.
―¡No lo habrá! ―chillo―. ¡Te lo dije! ¡Es un diseño Lizzie Nichols original! Nunca
habrá nada igual en Geck. Quiero decir... habrá algo similar. Pero tendrá un costo
de tres noventa y nueve.
Tiffany sacude su cabeza hasta que sus recientes rizos en espiral rebotan.
―Lo sabía ―dice ella entornando de nuevo los ojos.
―Los autos están aquí ―dice Monique con voz aburrida.
―Muy bien, vámonos ―digo rápidamente―. O vamos a llegar tarde.
297
Y todas salimos en tropel hacia el aire fresco del invierno, pasando por el nuevo
toldo rosa oscuro con las palabras: Diseños Lizzie Nichols™, estampadas en él
escritas en floritura blanca, y nos dividimos entre los dos Town Car negros que
están esperando, los cuales Raoul ordenó para nosotras. Doblo cuidadosamente la
cola de Tiffany detrás de ella, y luego subo en el auto después de ella con Shari.
―Gracias por venir ―le digo con agradecimiento.
―¿Me estás tomando el pelo? ―dice Shari, vertiendo más Milk Duds en su boca―.
No me lo perdería por nada del mundo. Y, ¿qué pasó? ¿El chico finalmente obtuvo
su licencia de residencia?
―Y justo a tiempo. Cinco meses más, y él sería padre antes de que fuera legal.
―Ése tiene que ser el más rápido divorcio en la historia de la humanidad.
―Bueno, la ex señora Raoul llegó a un acuerdo bastante fuerte por ser tan
complaciente con el INS ―le explico―. Ya sabes, sin mencionar la parte sobre la
forma en que no habían vivido juntos como marido y mujer en años.
―Eso es tan romántico ―dice Shari con un suspiro, acurrucándose en los asientos
de cuero.
Cuando llegamos a One Centre Street, salto del auto y me apresuro para
asegurarme de que Tiffany salga por su cuenta sin dañar el vestido en el que todas
hemos trabajado tan arduamente. Ella se las arregla para hacerlo, aunque no es
exactamente agraciada al respecto. Gracias a un esfuerzo en conjunto, la llevamos
hasta el pasillo donde los hombres, y Pat, quien se escapó en su hora de almuerzo,
están esperando.
Sin embargo, toda mi ansiedad resulta haber valido la pena cuando veo la mirada
en el rostro de Raoul al mirar a su novia por primera vez en sus galas de boda. Las
lágrimas llenan sus ojos, y estoy tan conmovida cuando él toma la mano de Tiffany
y susurra—: Nena, te ves hermosa ―que tengo que mirar hacia otro lado.
―Lo sé ―susurra Tiffany con su aire de suficiencia en respuesta. Supongo que no
cree que se ve tan gorda después de todo.
298
Un brazo se desliza alrededor de mi cintura, y un segundo más tarde, un hombre
de traje gris oscuro está besando mi cuello.
―Hola ―dice Chaz―. Lo hiciste bien.
―Gracias ―digo entre risitas. Sí, de verdad. Risitas. Eso es lo que Chaz me hace―.
¿Te gusta el trabajo de la cinta alrededor del cuello? Me pareció que era un buen
detalle. Voy a hacerle eso a la nueva línea de vestidos de flores para niñas que
estamos introduciendo para la línea de la estación del año que viene.
―Se va a vender como pan caliente ―dice.
Lleva la corbata amarilla que amo, en honor a la ocasión. Mis rodillas están
derritiéndose. La vista de Chaz con traje y esa corbata amarilla en particular,
todavía tiene el poder para convertirme en mantequilla sobre una estufa caliente.
Me pregunto si eso va a cambiar alguna vez.
Tengo la sensación de que no lo hará.
Un oficinista aburrido acaba de mencionar los nombres de Tiffany y de Raoul, y nos
estamos preparando para entrar en multitud en una pequeña capilla junto con
ellos, cuando se hace una conmoción en el pasillo ante los gritos de una voz
familiar:
—¡Espérenme! ¡Espérenme!
―Oh, Dios ―gime Shari―. ¿Quién la invitó?
Me muerdo el labio inferior.
―Uhm... podría haber mencionado que Tiffany se estaba casando en el centro de
la ciudad hoy... justo ahora.
―Oh, Dios mío, Lizzie ―gruñe Tiffany―. ¿Alguna vez vas a aprender a mantener la
boca cerrada?
Sin embargo, antes de que tenga la oportunidad de responder, irrumpe Ava,
vestida con un traje de negocios recatado (con sombrero de malla como
complemento) y agarrando el brazo de su marido, Joshua Rubenstein, alias DJ
Tippycat, seguidos, como siempre, por Little Joey.
299
―Lo siento, llego tarde ―dice Ava, con toda la majestuosidad de su recién
adquirida posición como presidente a cargo de la comercialización que Industrias
Geck le ha dado―. Nos quedamos atrapados en el tráfico en el camino de la pista
de aterrizaje de helicópteros.
Tiffany la mira fijamente, pero Raoul dice de forma amable:
—Me alegro de que hayan podido venir.
Entonces el empleado llama sus nombres otra vez, y todos seguimos adelante para
la misericordiosamente breve, pero significativa, ceremonia.
No es hasta que Latrell ha descorchado el champán, y se han intercambiado
felicitaciones por todas partes, y nos han dicho que salgamos de nuevo para hacer
espacio para la próxima pareja, y Raoul nos instruye para volver a los Town Car que
él ha proporcionado para llevarnos de regreso a la parte alta de Tavern on the
Green, que Chaz se engancha a mi codo y me arrincona junto a una fuente de agua
y el tablón de anuncios personales de la oficina. Allí me muestra algo que él ha
escondido en un bolsillo interior de su traje.
―¿Sabes qué es esto? ―pregunta, con un brillo sospechosamente radiante en sus
ojos zafiro.
Miro el sobre blanco.
―¿Es el título de mi edificio? ―pregunto con entusiasmo―. ¿Lo pagaste con tu
herencia secreta, y ya no debo ningún dinero al respecto?
Chaz luce decepcionado.
―No. ¿Es eso lo que quieres que haga? ¿Pensé que querías hacerlo todo por ti
misma, sobre tus propios pies y todas esas cosas que dijiste el verano pasado?
―Uhm, sí ―dije, tratando de ocultar mi decepción―. Eso quiero. Por supuesto.
Entonces, ¿qué es?
Chaz abre el sobre y saca el papel doblado del interior. Se trata de un folleto con la
Oficina de la Secretaria Municipal de la Ciudad de Nueva York escrito en la parte
300
superior. Debajo de ella, dice: “Lo que usted necesita saber para solicitar una
licencia de matrimonio.”
―Sí ―dice Chaz cuando vuelvo la mirada atónita hacia él―. Tomé una. Y antes de
vomitar, puedes decir que no. No voy a estar enojado u ofendido ni nada. No me
importa si alguna vez nos casamos. No es importante para mí en absoluto. Te amo
solo a ti, y siempre lo haré. Ningún pedazo de papel va a cambiar eso. Sólo sé que
solía ser importante para ti, y si todavía lo es, bueno... podemos hacerlo. Y esto
podría ser una manera de que podamos hacer que no te dé urticaria, o a mí de
vomitar. Podríamos llenar la solicitud ahora, volver mañana… hay un período de
veinticuatro horas de espera, y hacerlo. No tenemos que decírselo a nadie. Sólo
pensé, ya sabes, dado que estamos aquí de todos modos, que podríamos ir allí
muy rápido; escribí mi nombre en la lista cuando llegué aquí, la oficina de
aplicación está abajo. Está bien, tenemos tiempo, somos como el número noventa
en la lista o algo así, mientras que todos los demás se dirigen a los Town Car, y
luego nos unimos a ellos en Tavern on the Green. Y nadie se enteraría. Vamos a ser
exactamente los mismos. Sólo que vamos a estar casados. Mañana. O cuando sea.
Son válidas durante sesenta días. Las licencias, quiero decir.
Sigo mirando el folleto que está sosteniendo.
―¿Me estás pidiendo que nos casemos? ―es todo lo que puedo llegar a decir
ahogadamente.
―Si quieres ―dice Chaz―. No tienes que hacerlo. Y no estoy hablando de una de
esas cosas monstruosas grandes que tienen tus clientes, con una fuente de fondue
de chocolate y el baile del pollo. No quiero eso. Nunca he querido eso, ¿entiendes?
Mi hermana tuvo eso, y fue… ―Se estremece. Está claro que está empezando a
perderlo. Pongo una mano firme sobre su brazo mientras él continúa―, tus padres
probablemente van a querer hacer eso para ti, y te lo digo ahora... voy a huir. Voy a
correr tan lejos y tan rápido como pueda. Voy a volver a ti en la noche, cuando no
haya peligro. Pero me voy a esconder durante el día, donde no puedan
encontrarme. Incluso si tengo que llegar a los pantanos. Sé que no hay pantanos
en Michigan, pero...
Le doy un suave apretón.
301
―Chaz ―digo―. Todo está bien. No quiero eso tampoco, ¿de acuerdo? Me gusta
tu idea. Haciéndolo de esta manera, sólo tú y yo aquí mañana. Nadie más. Porque
eso es lo que casarse significa realmente, ¿no? Sólo nosotros. Nadie más.
―Nadie más ―dice Chaz―. Porque somos los únicos que importan. Quiero decir,
creo que podemos decirle a los demás... algún día.
―Algún
día
―concuerdo―.
Cuando
nos
dé
la
gana.
Sólo
podemos
mencionárselos. Algo como: “por cierto... nos casamos”. Aunque probablemente
van a estar enojados por no invitarlos.
―No me importa ―dice Chaz―. ¿Te importa?
―No me importa ―le digo―. No tenemos ni siquiera que decirles si no queremos
hacerlo.
―Probablemente debería mencionarle a Luke que vamos a salir primero ―dice
Chaz―. Para en cierto modo amortiguar el golpe. Puedo decirle que estamos
casados en unos pocos años. A pesar de que él está haciendo malabarismos con
aproximadamente cuatro novias estables en París en estos momentos. No sé por
qué sigue pensando que el hecho de que esté viéndote es tan mala idea.
―Ah ―le digo. Todavía me parece que no puedo convocar ninguna animosidad
hacia Luke. Todavía estoy aferrándome a su anillo de compromiso para dárselo a
mi hija, si alguna vez tengo una. O a mi sobrina Maggie, de quien espero grandes
cosas―. Eso es muy lindo.
―Lindo, mi culo ―dice Chaz―. Déjame ver tu brazo.
Obediente, enrollo la manga de mi traje Lilli Ann vintage de lana rosa que llevo
puesto. Los dos miramos el interior de mi codo.
―No hay erupción ―dice Chaz.
―Esa es una buena señal. ¿Tienes ganas de vomitar?
Chaz niega con la cabeza.
―No.
302
Me siento optimista al respecto, y sobre el número que está en la lista. El noventa.
Esa era la edad de la Abue cuando murió. Ambos parecen como regalos de arriba.
Como que tal vez... sólo tal vez alguien está mirando hacia nosotros... alguien quien
quiere asegurarse de que no estamos en la autopista del infierno después de todo.
O que tal vez lo hacemos, en realidad. Porque tal vez ese es un buen lugar para
estar.
Chaz y yo bajamos la vista hacia el folleto en su mano. Se divide en las preguntas
más frecuentes, que incluyen: ¿Es un examen físico antes del matrimonio o prueba
de sangre antes de la ceremonia requerido? (Respuesta: No) y ¿Pueden dos primos
hermanos casarse legalmente en el estado de Nueva York? (Respuesta: Sí) y ¿Puedo
usar la licencia de matrimonio en otro estado? (Respuesta: No).
Todo parece tan... legal.
―¿De verdad quieres hacer esto? ―pregunta Chaz.
―Creo que sí ―le digo―. Pero... dijiste una vez que sería una esposa terrible.
―He, en cierto modo, modificado mi opinión al respecto ―dice Chaz―. Creo que
serías más o menos fantástica ahora.
―¿Fantástica? ―Le sonrío―. ¿De verdad dijiste eso?
Sonríe de vuelta.
―Creo que lo hice.
Sonrío aún más ampliamente.
―¿Prometes amarme y obedecerme?
―Ya lo hago ―señala Chaz―. Sobre todo la parte de obedecer. En la cama,
cuando te pones insolente con los látigos y cadenas.
―Entonces ―le digo seriamente―, Charles Pendergast Tercero, con mucho gusto
me caso contigo.
303
―Oigan, chicos ―grita Tiffany desde la puerta por la que todo el mundo está
saliendo―. ¿Vienen o qué?
―Ya vamos ―grita Chaz tras ellos. Él me da un codazo―. Oye, no creo que me
hayan oído. Tienes una gran bocaza. Diles que no nos esperen.
―No la tengo ―digo con alegría―. Creo que por fin he aprendido a mantener la
boca cerrada.
Fin
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Sobre la Autora
Meg Cabot (nacida como Meggin Patricia Cabot el 1 de
febrero de 1967) es una escritora estadounidense de
comedias románticas para jóvenes y adultos. También
ha escrito bajo el seudónimo de Meggin Cabot, Patricia
Cabot y Jenny Carroll.
A lo largo de su carrera ha escrito y publicado casi 40
libros, aunque se le conoce por su gran éxito "El Diario
de La Princesa" que fue llevado a la gran pantalla en
dos películas de la productora Walt Disney Pictures.
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Trilogía Queen of Babble:
1. ¡He Vuelto a Hacerlo!
2. Queen of Babble in the Big City
3. Queen of Babble Gets Hitched
Créditos
Staff de Traducción
Moderadoras:
Paaau & LizC
Traductores:
Josemix
LizC
Maru Belikov
ƸӜƷYossƸӜƷ
Paaau
Nanami27
Azuloni
Lorenaa
Lalaemk
Little Rose
Carmen170796
Jo
Dai
Kimikon
Staff de Corrección:
Revisión y Recopilación:
LizC
Correctores:
Micca.F
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Vannia
Samylinda
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Diseño
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¡Te Esperamos!

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