La Asunción de la Santísima Virgen en los Padres

Transcripción

La Asunción de la Santísima Virgen en los Padres
LA ASUNCION DE LA SANTISIMA VIRGEN
EN LOS PADRES
). IBAÑEZ
-
F. MENDOZA
Preámbulo
Su Santidad Pío XII, en la fecha memorable del 1 de noviembre de
1950, definía el dogma de la Asunción de María en los siguientes térmi­
nos: «proclamamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente reve­
lado: que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido
el curso de su vida terrestre, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celes­
tial» 1. Dejando a un lado otras precisiones en relación con esta fórmula
definitoria 2, interesa señalar aquí que el contenido concreto del dogma es
el traslado de la Santísima Virgen en cuerpo y alma a los cielos. La Iglesia,
por tanto, no se pronuncia definitoriamente sobre otros elementos anejos
a la Asunción, como son los siguientes: la muerte -entendida sólo como
separación del alma y el cuerpo-, la incorrupción corporal y la consi­
guiente resurrección antes de la Asunción misma y finalmente la realeza
de María como corona de su glorificación celeste .
El hecho de que los mencionados cuatro elementos no hayan sido ob­
jeto de definición dogmática no quiere decir que puedan enjuiciarse con
criterios exclusivamente históricos sino también teológicos, toda vez que
ofrecen conexiones con otras verdades reveladas e incluso puede afirmarse
que la muerte y la realeza de María vienen afirmadas por el magisterio or­
dinario de la Iglesia 3 .
Bula Munificentissimus Deus, «Acta Apostolicae Sedis» 4 2 ( 1950) , pp . 776 ss .
Véase al respecto J. lBÁÑEZ-F. MENDOZA, La Madre del Redentor, Madrid , 1980,
pp. 92-96 .
3 Cfr lBÁÑEZ-MENDOZA, op. cit. , pp . 1 1 1 s. y 178 s.
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Nuestro trabajo va a consistir en una revisión analítica de los textos
patrísticos relacionados con el tema global de la Asunción . Pero, teniendo
en cuenta las precisiones anteriormente hechas, nuestra actitud será diver­
sa según los datos se refieran al núcleo dogmático o a los cuatro elementos
anejos a la verdad asuncionista.
el caso primero sólo se trata de .dar
constancia de los hitos que reflejan la tradición viva de la Iglesia en rela­
ción con una verdad divinamente revelada y ya católicamente definida
como dogma . En los restantes casos, además de comprobar el dato históri­
co, exponente de una tradición más o menos concorde, intentaremos des­
cubrir las razones teológicas que puedan darse eventualmente en apoyo
de esos datos .
Seguiremos un orden cronológico, distinguiendo los testimonios se­
gún sean anteriores al concilio de Efeso (a . 431), o desde este concilio has­
ta el a . 749, fecha en que muere San Juan Damasceno y con él se conside­
ra terminada la época patrística . Dentro de ese orden cronológico general
estudiaremos separadamente los testimonios orientales por un lado y los
occidentales por otro . De aquí resulta la distribución general de este tra­
bajo: 1, Padres antes de Efeso: 1) Orientales; 2) Occidentales . II, Padres
desde Efeso hasta el 749: 1) Orientales; 2) Occidentales .
l. Padres anteriores al concilio de Efeso
Es razonable distribuir el trabajo en dos partes tomando como punto
de referencia. que marque una cierta línea divisoria, el gran aconteci­
miento mariano que representó en su momento el concilio de Efeso . Efec­
tivamente, a partir de Pentecostés se inicia la historia de la Iglesia visible y
la predicación apostólica . Desde el primer momento María ocupa un pun­
to primordial y está presente de un modo activo, aunque discreto, vivien­
do en la Iglesia incipiente y trabajando por ella, con su intercesión y con
su influjo benéfico sobre los apóstoles y sobre los primeros cristianos . En
esta época apostólica todos perciben sus efectos y los mismos autores ins­
pirados señalan de modo suficiente ese papel singular de María . En un­
brevísimo resumen puede recordarse que San Pablo es el primer hagiógra­
fo que menciona explícitamente a María (Gal 4, 5: nacido de mujer),
declarándola como verdadera Madre de Cristo, del Hijo de Dios . Aunque
San Marcos habla sólo ocasionalmente de la Madre de Jesús (Me 3,31: ahí
fuera te buscan tu Madre y tus hermanos), no así los otros evangelistas .
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LA ASUNCION DE LA SANTISIMA VIRGEN EN LOS PADRES
San Mateo afirma que María es la Madre de Jesús, que lo concibió y dio a
·
luz por obra del Espíritu Santo, que es verdadera esposa de José, que es
de la estirpe de David (Mt 1,18-23). Por su parte, San Lucas desarrolla las
afirmaciones marianas de San Mateo y presenta a María como Virgen lle­
na de gracia, como verdadera Madre de Cristo y, por consiguiente, verda­
dera Madre de Dios, a quien, después de haber concebido virginalmente,
lo dio a luz en Belén. Para este evangelista María aparece como mediado­
ra en la santificación del Bautista y como bendita entre las mujeres; él se­
ñala también que la Madre de Jesús esperó, junto con los apóstoles, la ve­
nida del Espíritu Santo en el Cenáculo (Le passim; Act 1, 1-26).
Finalmente San juan profundiza teológicamente en el papel funda­
mental de María en la vida de Cristo y en la Iglesia . Destaca la interven­
ción de la Madre de Dios en dos momentos básicos de la vida de su Hijo:
en las.bodas de Caná On 2,1 ss.) y en el Calvario On 19,27). Por último,
en el Apocalipsis habla de la Virgen como «Señora» adornada por el sol y
con la luna a sus pies y doce estrellas coronando su cabeza, saliendo así a
combatir con aire de victoria contra el dragón (Apoc 12)4•
Los rasgos neotestamentarios presentan a María en su misión excep­
cional, tanto en relación con Cristo (maternidad virginal) como en rela­
ción con la Iglesia (maternidad espiritual), base de su singular gloria y ho­
nor . La reflexión teológica, posterior a los libros inspirados, bien en sus
manifestaciones más cultas como en llas de carácter más popular, tomará
su punto de partida en esos elementos neotestamentarios, profundizando
en el misterio revelado y configurando paulatinamente dentro de él la
imagen de María, cuya específica misión dentro del plan salvtfico divino,
como indisolublemente ligada con la Persona de su Hijo Redentor, viene
marcada por el mismo Dios .
En la época más primitiva el núcleo central del pensamiento teológico
en torno a María lo constituye la unión de los conceptos de maternidad y
virginidad de la Señora, antinomia revelada cuya explicación teológica
correcta hubo de mantener ese equilibrio necesario para no ceder a la ten­
tación en la que cayeron distintos herejes de supervalorar un extremo
anulando en otros . La Maternidad divina Virginal de María produce así4 Cfr M. LACONI, María en el Nuevo Testamento, «Enciclopedia Mariana Theótocos»,
Madrid , 1960, pp . 5 1 -63 , y M. de TUYA, La Virgen en la Biblia, «Enciclopedia Mariana
Posconciliar», Madrid, 197 5 , pp . 293-308 , especialmente pp . 297 ss .
5 Cfr ) . lBAÑEZ-F. M ENDOZA , María en la Patrística, en «María en la Liturgia
Hispana», Pamplona, 197 5 , pp . 25-91, especialmente pp . 28- 5 3 .
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mismo el desarrollo del tema de su maternidad espiritual ya desde los pri­
meros siglos . Esta fecundidad espiritual se entendía tanto en relación a la
humanidad en general como respecto a los cristianos en particular . En el
primer caso , en cuanto que María está llamada a participar en la reden­
ción de Cristo como Corredentora y, en el segundo , en la medida en que,
a partir del bautismo , se participa efectivamente de la redención, distri­
buyéndose todas las gracias a través de María . Por otra parte , Maternidad
divina y maternidad espiritual de María exigían de Ella una santidad exi­
mia, aspecto en el que también , aunque más indirectamente , incide la li­
teratura cristiana primitiva 6 .
Ciñéndonos a l a exaltación gloriosa, comencemos reconociendo que la
Sagrada Escritura aporta algunos datos en relación a una victoria total de
María, de los cuales puede concluirse su Asunción corporal a los cielos
como encumbramiento glorioso . El núcleo primero de la Revelación , que
sirve de base a los demás pasajes escriturísticos , es , sin duda, el texto del
protoevangelio (Gen 3,15); allí se anuncia la plena victoria del Redentor y
de su Madre sobre el pecado y sobre la muerte , lo cual implica, de una
parte , la santidad eximia de la que hemos hablado y, de otra, algún
modo de incorruptibilidad corporal compatible con la plena glorificación
celeste . En cuanto a los otros textos , hay que mirar ya al Nuevo Testa­
mento . En primer lugar, San Lucas en la salutación angélica (Le 1,28); en
segundo lugar , San Pablo al reflexionar sobre los estrechos lazos que vin­
culan el pecado y la muerte (Rom 5,12-21) y al señalar el triunfo que
sobre ambos logra la redención (1 Cor 15,20-23); finalmente , San Juan
nos presenta en su Apocalipsis a la «Mujer» venciendo al dragón de una
manera absoluta y total , incluso triunfando contra la corrupción de la
muerte (Apoc 12,1-6,13-17). Estos tres lugares neotestamentarios , cada
cual desde su perspectiva propia, proyectan su luz sobre el protoevange­
lio , desarrollándolo y concretándolo 7 .
1. Padres orientales
Lógicamente empezamos a estudiar los testimonios orientales , ya que ,
como es sabido , la Iglesia en los primeros siglos tuvo un desarrollo exten6 Para la maternidad espiritual y la santidad de la Madre del Redentor según los auto­
res anteriores a Efeso, véase op. cit. , en nota 5 , pp . 53-65 .
7 J. M. BoVER, La Asunción de María (Madrid , 1947), pp . 45-49; A. BEA, La sacra
Scrittura «ultimo fondamento» del domma dell'Assunzione, «Civilta. Cattolica», 101
( 1950), pp . 547- 561 .
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LA ASUNCION DE LA SANTISIMA VIRGEN EN LOS PADRES
sivo e intensivo mayor en Oriente que en Occidente . Expresión de ello es ,
poruna parte , la celebración en Oriente de los primeros concilios ecumé­
nicos y, de otra, la mayor abundancia de escritores eclesiásticos . En rela­
ción a la Santísima Virgen , :11º se da una ·excepción y por eso son más
abundantes y , por supuesto , anteriores los testimonios marianos proce­
dentes de autores orientales 8 .
En relación con nuestro tema, aun en Oriente los testimonios preefesi­
nos son poco abundantes y más bien sólo alusivos hasta San Epifanio .
l.
San Hipó/ita, obispo y mártir (m. ca. 236)
Se trata de un fragmento de un sermón que nos ha conservado el his­
toriador Teodoreto de Ciro en su diálogo Eranistes9. Pide éste a su in­
terlocutor Ortodoxo que le aporte testimonios de· doctores antiguos 'de· la
Iglesia en los que apareciera su interpretación acerca de la frase del prólo­
go de San Juan «el Verbo se hizo carne» Gn 1 ,14) 10 • Después de una
nutrida lista (Atanasia , Ambrosio, Crisóstomo . . . ) aduce testimonios de
los Padr.es más antiguos (Ignacio de Antioquía , Ireneo , Hipólito y Meto­
dio ) , a los que otorga el dtulo de Padres Apostólicos («personas que
profieren la doctrina apostólica») 1 1• Al llegar a San Hipólito dice lite­
ralmente :
«De un sermón sobre el salmo 'I)ominus pascit me ' (22, 1). El
Salvador era un arca construida de maderas incorruptibles . Por esta
carencia de podredumbre y corrupción se daba a entender' que no
produjo ninguna podredumbre de pecado . Porque el que pecó , lo
confiesa y dice : 'mis llagas son hedor y putridez debido a mi locu­
ra' (Sal 38,6) . Pero el Señor era sin pecado , y en su naturaleza hu�
mana hecho de materia incorruptible (literal : de maderas in­
corruptibles) , es decir , de la Virgen y del Espíritu Santo , rodeado
por dentro y por fuera del Verbo de Dios , como de oro purísimo».
Por el contexto inmediato y por d texto lo que directamente se afirma
es que el Salvador, en cuanto hombre, es decir, Cristo no tenía pecado .
Para ello se utiliza una argumentación que·. con toda probabilidad es una
alusión a la Asunción . En efecto , se habla de la inc01Tuptibilidad de los
s J. A. de AIDAMA, María en la patrística de los siglos I y JI (Madrid , 1970) .
9 Eranistes, dial. 1 : PG 8 3 , 86-87.
io Cfr PG 83 , 74D .
1 1 Cfr PG 83 ,82A.
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JAVIER IBAÑEZ Y FERNANDO MENDOZA
elementos que intervienen en la humanidad de Cristo . En esta incorrupti­
bilidad algún autor sólo ha visto aludida la virginidad de la concepción de
Cristo , estableciendo el razonamiento de que en este pasaje lo que Hipó­
lito afirma es que el Salvador no tenía pecado precisamente porque fue
concebido virginalmente : de la Virgen y del Espíritu Santo 12•
Sin embargo , hay autores que han visto en este texto una alusión a la
resurrección de la Virgen , o al menos a la incorrupción del cuerpo �e
María 1 3 . ¿ Cómo vemos nosotros el texto?
Se afirma, en primer lugar, que el Salvador, en cuanto hombre , es in­
corruptible en virtud de sus componentes constitutivos que , a su vez , son
incorruptibles . La incorrupción y la incorruptibilidad teóricamente
pueden entenderse en un orden físico o en un orden moral (ausencia de
pecado) . El autor se apresura a declarar que se refiere a esta última, es de­
cir , que la incorrupción del Salvador no es otra cosa que su impecancia.
Este parece ser el objeto central del texto : demostrar que el Salvador no
pecó . Para ello intenta reargumentar con nuevas razones . La primera es
que d Salvador, en cuanto Dios , es impecable («el Señor era sin pecado»).
La segunda es que el Salvador , en cuanto hombre , ha sido construido por
agentes inco?Tuptibles como son el Espíritu Santo y la Virgen ; lógicamen­
te la incorrupción aquí de estos agentes ha de entenderse al menos en el
orden moral . ¿Los aduce también el Autor por su incorruptibilidad en el
orden físico ? Si así fuera llevarían razón los que ven aquí una alusión a la
incorrupción físico-corporal de María. Sin embargo , no par·ece coherente
cambiar de término medio en la argumentación 14• La tercera razón de
que el Salvador, en cuanto hombre , no pecó es prácticamente la unión hi­
postática de la naturaleza humana de Cristo con el Verbo ; el Autor lo
dice con una bella fórmula literaria: «rodeado por dentro y por fuera del
Verbo de Dios , como de oro purísimo».
12 P. CAVAILERA , A propos d'une enquéte patristique sur l'Assomption, en «Bulletin
de littérature ecclésiastique», 27 ( 1 926), pp . 97- 1 16.
1 3 Cfr C . BALié, Testimonia de Assumptione Beatae Virginis Mariae ex omnibus sa­
eculis, pars prior (Romae , 1948) , p . 5, nota 2 .
1 4 Por otra parte , l a fórmula «de l a Virgen y del Espíritu Santo» mira más a otro aspec­
to . Es sabido que los autores cristianos de los siglos III y IV desarrollan el tema de la virgi­
nidad en la concepción como signo y manifestación de la divinidad del Verbo, llegando a
concluir que ni Dios podría nacer sino de una Virgen , ni una Virgen concebir sino a Dios;
cfr lBÁÑEZ-MENDOZA, op. cit. , en nota 2, p. 5 5 .
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LA ASUNCION DE LA SANTISIMA VIRGEN EN LOS PADRES
2 . Orígenes (m . 253)
En un fragmento de su comentario al evangelio de San Juan , en rela­
ción con la frase «después de esto bajó a Cafarnaún El , su Madre , los her­
manos de El y sus discípulos . . . » On 2, 12), trata de salvar la Virginidad de
María dando una expli�ación a la dificultad aparente que ofrece la fórmu­
la «hermanos de El Oesús)». Para ello comienza con las siguientes pa­
labras :
«Acerca de los hermanos de Jesús muchos preguntan cómo los
pudo tener María, siendo así que permaneció virgen hasta el final
(mejri teleutés) . . . »15 .
Este texto es utilizado por el muy llorado P . Balié como testimonio in concuso a favor de la muerte de la Santísima Virgen16 . Aparte de que se
trata de un texto de cuya autenticidad algunos dudan17, no se dice que
María permaneciera virgen hasta la muerte , como da a entender el men­
cionado autor , que subraya la traducción latina «usque ad mortem virgo
permansevit», sino «hasta el final» , fórmula ambigua que parece evitar
definirse en el tema sobre si María murió o no murió . En efecto , para
hablar · de la muerte sin ambigüedades , Orígenes utiliza a renglón seguido
un verbo derivado del término «thánatos», que no puede significar otra
cosa que la muerte . Así , precisamente para defender la Virginidad de
María , el fragmento origeniano considera que los hermanos de Jesús «son
hijos de José tenidos de una mujer anteriormente fallecida» ( ek proteth­
nekyias guynaikós)1 8 .
3.
San Gregario Taumaturgo (m .
ca.
273)
Según cuenta su biógrafo , San Gregorio Niseno , el Taumaturgo tuvo
en cierta noche una doble aparición . En primer lugar, San Juan Evange­
lista en figura humana (en anthropíno to-sjémati)1 con rostro y rasgos se1 5 ORíGENES, Commentarius in Ioannem, fragm . 3 1 , Griechischen Christlichen
Schriftsteller, Origenes Werke , t. IV, ed. Preuschen (Leipzig, 1903) , pp . 506 , 20 ss .
1 6 Cfr op. cit. en nota 1 3 , p. 6, donde dice: « . . .virginitatem Mariae usque ad mortem
asserit , et sic prorsus spontaneo ac obvio modo de morte Deiparae loquendo , veritatis de
qua nulla discussio erat testimonium e:xhibet».
1 7 La defiende C. Vagaggini en el año 1942 y la niega R. Devreesse en el año 1928 .
Cfr las referencias en BALié, loe. cit. nota l.
1s Para más abundamiento puede verse cómo se usan términos relacionados con «thá­
natos» para expresar claramente la muerte en el contexto inmediato posterior: «apotha­
neitai»; cfr op. cit. en nota 1 5 , línea 29 .
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JAVIER IBAÑEZ Y FERNANDO MENDOZA
niles , aunque adornado de cierto esplendor sacro y divino . Ante esta vi­
sión se atemorizó , pero se levantó del lecho y preguntó quién era y para
qué venía. Una vez que la visión dijo provenir de Dios para hacerle cíertas
revelaciones , el Taumaturgo vio otro espectro frente al que se había apa­
recido prirriero , ahora en figura femenina (en guynaikeio to sjémati)" su­
perior a lo humano (kieitton e katá ánthropon) . Tambiéri ante esta apari­
ción se atemorizó , hech6 rostro a tierra y se quedó perplejo ante una vi­
sión que no soportaban sus ojos19.
De este testimonio algunos han concluido que el cuerpo de la Santí­
sima Virgen goza de las propiedades de un cuerpo glorioso 20 . El P. Ba­
lié 21 descalifica totalmente esta interpretación por considerar que carece
de todo fundamento («quovis fundamento caret»). Sólo admite que en el
testimonio aducido se exterioriza la creencia cristiana de que María está
por encima de cualquier criatura humana.
Nosotros pensamos también que este testimonio no es válido a favor
de la condición celestial del cuerpo de María, toda vez que , al tratarse de
una visión de cierto carácter místico en la que el cuerpo del primer apare­
cido , es· decir , San Juan Evangelista, fue ciertamente sólo aparente , no
obliga a pensar que el cuerpo del segundo aparecido , es decir , la Virgen ,
fuera efectivamente real. La mayor excelencia de esta segunda aparición se
explica sufidentemente con la hipótesis del P. Balié .
4 . San _Efrén de Nísibe (m. 373)
El P. Balié , en su ya repetida obra, recoge cinco testimonios del llama­
do «Doctor Mariano» y los somete a estudio . Salvo el primero de esos tes­
timonios, los cuatro restantes son considerados por el eminente francisca­
no como inadecuados para apoyar ninguno de los aspectos relativos al
dogma de la Asunción , sirviendo únicamente como probativos de, que la
Madre de Dios tiene una gloria singular en los cielos , pero no necesa­
riamente incluyendo su glorificación corporal 22 .
1 9 Gregorio DE NISA, De vita s. Gregorii' Thaumaturgi, PG 46,9 10-9 1 1 .
2° Cfr M . )UGIE, La morj et l'assomption de la Vierge dans la tradition des cinq pre­
mi'ers siecles, en «Echos d'Orient», 25 ( 1926), pp . 129- 131 .
21 Cfr op. cit. , en nota 1 3 , p. 6.
22 Los cuatro textos que recoge Balié y a que nos referimos corresponden a- Sermones:
Tres In Natalem Domini y Uno De diversis.
1 ) «Quem gestab� sustulit me foetus , ait Maria, submissisque alis pennis suis
complexus sublime vexit per aera, edixitque: 'Quae vides ima cum summis proli
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LA ASUNCION DE LA SANTISIMA VIRGEN EN LOS PADRES
El único texto probativo que aduce es el siguiente:
«Virgo eum [puerum Iesum] peperit et virginalia illaesa serva;.
vit ; inclinata parturivit et virgo est , surgens lactavit eum et virgo
permanet , mortua est et virginalia eius non fuerunt reserata»23.
¿Qué opinar de todo esto? En primer lugar , ninguno de -los cuatro
textos , descalificados por Balié y recogidos por nosotros en la nota 22,
corresponden a obras de Efrén . Baste para ello consultar la Patrología
Siríaca del P. Ortiz de Urbina 24 • En cuanto al texto citado en último lu­
gar , el P. Balié lo considera un testimonio evidente ( clarum tesdmonium)
de la muerte de María (mortua est) . Nada habría que objetar a este pasa­
je, tomado_ del himno XV De Beata Maria, n . 2, si no fuera porque la pa­
ternidad del himno es dudosa y los críticos modernos no se atreven a atri­
buirlo a. San Efrén 2 5 • De ahí que no extrañe que en la investigación mis
reciente llevada a cabo acerca de la Mari.ología Siríaca por el profesor de
Patrología siríaca en el Pontificio Instituto de Estudios Orientales de
Roma, P� Ignacio Ortiz.de Urbina, nada se diga de la Asunción.al hablar.
de la teología mariana de San Efrén 26.
tuae subiecta parebunt... ' . Cum adhuc virgo esset, ignominiosa folia iriduit Eva
mater nostra; quae vero , perseverante etiam virginitate, mater tua effecta est,
gloriosam stolam suscepit, omnium mortalium nuditati indumenta provisura.
Parvum illi corporis pannum commodavit, qui nos omnes vestit et ornat. O be­
atam illam , cuius cor et mentem obtines! Regís aula facta est, te regni haerede
illam habitante, teque summo sacerdote ibídem sacra faciente in Sanctum Sanc­
torum transiit»; Cfr Ephraerri SYRÜS, Opera omnia quae exstant (syriace, graece et
latine), ed . Benedetti P., et Assemani S. (Romae , 1 732-1 747); el lugar concreto ,
Sermo-XII In Natalem Domini, t. II de la serie siríaca y latina,[opera omnia t. V,
Romae , 1740, p . 430].
.
2) «Venit Altissimi Filius, et requievit in sinu meo, suamque me fecirgenitricem: ex
me genitus, me nova pariter generatione regeneravit, qui novo Matrem ornavit
amictu; ipsius sibi carnem adcorporavit , et ipsa vicissim eiusdem splendorem in­
duit, amplitudinem et dignitatem», cfr ibid, Sermo XI, ed . cit., pp . 429�430.
3) «lnter omnes Davidis posteros, elegisti puellam humilem terraeque filiam, cae/o­
que invexisú, qui es caelestis», cfr ibid. ; Sermo IV, ed. cit. , p'.. 415.
4) «Quod tantum conceperim Filium, sic enim virginem Mariam secum allocutam
fuisse credibile est, id me prae omnibus qui salutem adepti sunt , mirifico recre­
avit: quod ipsum genuerim, me supra omnes sanctitate eminentes viras decora­
vit. Ingrediar modo in virentia paradisi pomaria, ibique Deum laudabo, ubi Eva
misere concidit», cfr De diversis, Sermo IV, ed. cit. , t. III, (VI), p. 600.
.
23 Ephraem SYRUS , Hymni et sermones, ed Lamy Tu., II, Mechliniae, 1886, p. 584.
2 4 l. ÜRTIZ DE URBINA , Patrologia Syriaca, Romae, 1965 , 2. ª ed . , ·pp . 59-76 .
2 5 Cfr op. cit. en nota 24 , p . 73.
2 6 I. ÜRTIZ DE URBINA, Mana en la patnstica sinaca, «Scripta de María» 1 "( 1978),
pp . 29- 1 14. Al llegar a la teología de San Efrén, el autor opina que «hasta ahora no se ha
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JAVIER IBAÑEZ Y FERNANDO MENDOZA
5. San Gregario de Nisa (m. 394)
En su famoso tratado Sobre la Virginidad, la primera obra que com­
puso por los años 370-371, el Niseno , obispo electo aún no consagrado ,
habla hermosamente de la virginidad . En el capítulo XIV presenta la vir­
ginidad frente a la muerte y viene a concluir que el poder de aquélla es
superior al de ésta. En efecto , la procreación corporal , argumenta Grego­
rio , es principio de vida , pero también de muerte , pues la corruptibilidad
se inicia con la generación , «pero aquellos que se han privado de generar
han puesto en sí mismos mediante la virginidad un límite a la muerte , al
impedir que avance más allá en virtud de su intervención ; se colocan a sí
mismos a modo de frontera entre la vida y la muerte . . . »27• Si pues la
muerte no puede pasar por encima de la virginidad sino que encuentra en
ella su �érmino y su disolución , se demuestra claramente que la virgini­
dad es más fuerte que la muerte y que se lleva razón al afirmar que está
exento de corrupción el cuerpo que no ha trabajado al servicio de la vida
corruptible y que no se ha prestado a ser instrumento de una sucesión
mortal . De esta manera, mientras hombres y mujeres fueran engendran­
do vidas nuevas mediante el matrimonio , la muerte tenía asegurada su
marcha triunfal . El gran obstáculo en su avance le sobrevino con la apari­
ción de la virginidad . Aquí se encuadra el texto que hemos de estudiar.
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El P . Balié , .que recoge este testimonio corrigiendo la traducción del
Migne , traduce así: «sicut enim in Dei genitrice Maria mors , quae ab
Adam usque ad ipsam regnavit , cum- edam contra ipsam fieret , quemadhecho ningún estudio científico completo sobre la mariología de Efrén», p . 40. Viene a
afirmar que las «antiguas investigaciones debidas a Bover, Girtnetti, Ortiz de Urbina,
Hammersberger, Krüger, Gordillo , Fernández , Edm. Beck, Müller y Murray, o estudian
un solo aspecto o son superficiales o se apoyan en una base crítica deficiente [subrayado
nuestro] . Tal es el caso de los que aceptan sin más como auténticos los hermosos himnos a
la Virgen que luego revisaremos . . . », pp . 40-4 1 .
27 Gregorio DE NISA , De virginitate, cap . XIV, 1 , Sources Chrétiennes , 1 19 , p . 434 ,
PG 46:377.
2s Cfr op. cit., pp . 434-436, PG 46, 377-380.
102
LA ASUNCION DE LA SANTISIMA VIRGEN EN LOS PADRES
modum in aliquo lapide in fructu virginitatis se illidens , in ipsa contrita
est, ita etiam in omni anima quae per virginitatem hanc vitam in carne
cohibet , atteretur et dissolvetur potentia mortis . . . » 2 9 . La traducción es
correcta. Teniéndola a la vista así como la que ofrece la edición crítica de
Aubineau , en Sources Chrétiennes, hacemos la siguiente versión : «en
efecto, lo mismo que en el caso de María Madre de Dios , cuando la muer­
te , que había reinado desde Adán hasta ella, se aproximó también a ella
y, habiendo chocado contra el fruto de su virginidad como contra una
roca, se rompió sobre ella , así en toda alma, que por la virginidad tras­
ciende la vida carnal , el poder de la muerte se rompe en cierto modo y se
disuelve , al no tener en quiénes hundir su aguijón».
¿ Puede verse en este texto del Niseno una razón a favor de la Asun. ción corporal de María, arguyendo , como hacen. algunos3° , que aquí se
está habfando de un triunfo de María sobre la muerte que no hubiera po­
dido producirse si no hubiera Ella mismo resucitado? No parece que sea
ésta la interpretación más correcta.
Lo que el texto establece es una comparación (lo mismo que en el caso
de María . . . así en toda alma [de las personas vírgenes]) . El término de la
comparación es el poder de la muerte , que en uno y otro caso queda abo­
lido . En la segunda parte de la comparación la muerte pierde su poder
porque , siguiendo la línea de pensamiento niseniano , la persona virgen
no ofrece materia sobre la que pueda actuar aquélla: no engendra frutos
en quienes pueda hundir su aguijón. Pero no quiere decir que la persona
virgen no muera y que , por tanto , la muerte no tenga sobre ella poder .
En cuanto a la primera parte de la comparación , lo que directamente pa­
rece afirmarse es que la muerte pierde su poder sobre el fruto engendrado
por María Virgen . Ciertamente se afirma que la muerte se aproxima a
María atacando al fruto de su virginidad . La muerte se rompió sobre ella,
bien se trate de la virginidad , bien se trate de María. Aunque se trate de
María, en razón del paralelismo entre la Virgen y el alma de la persona
virgen , lo que no dice ni siquiera implícitamente es que María no muriera
o Ella venciera a la muerte resucitando . En cambio sí se afirma explíci­
tamente que la piedra contra la que choca la muerte es el fruto de su
virginidad , es decir, Cristo , el cual ciertamente venció a la muerte con
29 Cfr BALié, op. cit. en nota 13, p. 8.
30 M. ]UGIE, art. cit en nota 20, p. 131 , y F. S. MÜll.ER , Origo di'vino-apostolica
doctrinae evectionis beatissimae Virginis ad gloriam caelestem quoad corpus, Oeniponte,
1930, p. 132.
103
JAVIER IBAÑEZ Y FERNANDO MENDOZA
la resurrección. Por tanto , es la resurrección de Cristo , fruto de la virgini­
dad de María , quien frena en seco la marcha triunfal de la muerte . Si ,
como acabamos de admitir , la muerte se estrella contra María es porque
Ella y el fruto de su virginidad constituyen un todo , un bloque , una sola
roca sobre la qúe la muerte se destruye . En este bloque unitario María­
Cristü lo que -queda señalado como frenazo de la muerte es la Resurrec­
ción de Cristo , no la de María.
A pesar - de estas consideraciones nos inclinamos a pensar , - junto con
otros autóres 31 , que en el texto se contiene una especie de semilla a favor
de la Asunción de la Virgen , entendida como muerte y posterior resurrec­
ción por paralelismo con lo ·acaecido con Cristo .
6 . Severiano de Gábala (m . d. 408)
la creación del mundo , pronunciado en Cons­
tantinopla durante la cuaresma del año 401, se contiene un breve com­
pendio de teología mariana 3 2• La pieza ha sido estudiada por el servita
italiano P. Gila33, que. somete a análisis un largo texto relacionado con
distintos aspectos de la Mariología, entre los que · se encuentran unas pa­
labras supuestamente relativas a la Asunción . -·He aquí la traducción
latina:
En el
·
Sermón
VI sobre
«Maria quotidie omnium voce audit ' Beata' : sane plena Spiritu
Sancto 34 • Ac demum vaticinans Virgó audi quid dicat: 'Benedictus
Dominus Deus Israel , quia respexit humilitatem ancillae suae : ex
hoc enim beatam me dicent omnes generadones ' (Le 1 , 68 y 48) .
Ut_ ostendat se personam Evae gestare , me ad hoc usque tempus ,
inquit , contumeliae habitam , ex tum beatam dicent omnes gene:­
rationes . Et quid , inquies , illi prodest , cum non audiat? At revera
·
- - 31 l. RIVIERE, Questions mana/es d'actualité, en «Revue des Sciences Religieuses» 1 2
(1932), p . 108 . St: FEDYNIAK, Mariologz'a apudPP. Capadoces, Romae, 1958; p . 67.
32. Cfr Oratio VI In. mundi creatiqne, PG 56 ,484-500, entre las obras de Juan Crisós­
tomo: Los crític:os modernos admiten unánimemente la autenticidad de esta homilía; cfr
FQtJASTEN, Patrología JI, BAC 2 1 7 , Madrid , 1973, p. 540.
33. A. M-. GILA, Esami deipnºncipali testi man'ani di Seven'ano di Gabata, «Marianum»
26 ( 164) , pp . 1 1 3- 1 72, en concreto para este sermón , pp . 1 25- 140.
34 M. ]UGIE, art. cit. en nota 20, p. 63, pone una puntuación distinta a la del Migne:
« . ._.au contrain�, enteqd chaque jour toute le monde la proclamer bienheureus. De fait ,
remplie de l'Esprit�Saint, la Vierge elle-m�me a prophétisé cela. Ecoutezce qu'elle dit:
'beni·. . .'». Aunque esta puntuación y la consiguiente traducción puede admitirse , la va­
riante no afecta a la sustancia del tema asuncionista.
104
LA ASUNCION DE LA SANTISIMA VIRGEN EN LOS PADRES
audit , quod sit in splendido loco, in regione vivorum , mater salu­
tis , fans lucís , quae et sensu et mente percipitur ; sensu proter car­
nem , mente propter divinitatem . Sic itaque prorsus beata praedi­
catur . Immo etiam dum viveret in carne, beata praedicabatur:
audivit enim beatitudinem iflam cum adhuc in carne esset. Illa
primo vidit , ac deinde ex arbore gustavit ; haec primo dixit , et tune
beatitudinem audivit»35 .
Este pasaje ha llamado la atención de los estudiosos en relación con el
tema de la Asunción . Y así algunos lo han considerado como un testimo­
nio explícito , otros como testimonio indirecto ; algunos como testimonio
muy dudoso o incluso testimonio no válido 36 • Nosotros pensamos : 1) que
sólo hay una alusión a la muerte de María cuando utiliza la expresión re­
ferida a Ella «dum viveret in carne ... cum adhuc in carne esset»; 2) que
las expresiones referidas a María , que actualmente «audit» , es decir , oye
las alabanzas que le tributan todos los cristianos y que «sensu . . . percipi­
tur ; sensu propter carnem , mente propter divinitatem», esto es , que
María percibe por el sentido a su Hijo en cuanto hombre y por la mente
lo percibe en cuanto a Dios , dichas expresiones son también un indicio de
que para Severiano de Gábala la Virgen se encuentra también en cuerpo
glorioso en el cielo .
7. Timoteo de jerusalén (siglos IV-V?)
El autor es un personaje de difícil identificación ; tal vez pueda tratar­
se de un nombre fingido de un predicador desconocido , del que se con­
serva una homilía para la Presentación del Señor37• Aunque por los crite­
rios internos sea muy difícil e insegura su datación , hay dos circunstancias
que pueden servir como orientación para situar esta pieza, como hacen
35
36
PG 56,498 .
Los autores que patrocinan todas estas opiniones véanse adecuadamente cataloga­
dos y con las referencias exactas en G1LA, art. cit. en nota 3 3 , p. 126. Resulta extraño que
haya omitido el juicio valorativo de éste que da el P. BALié en op. cit. en nota 1 3 , p. 9 .
37 P G 86 ,237-252. También s e l e atribuye u n sermón Sobre la Transfiguración de
Cristo, que aparece bajo el nombre de Timoteo de Antioquía (PG 86, 2 56-265). Algunos
autores sostienen que tres sermones , atribuidos falsamente a San Atanasio, son también
de él . El primero trata del anuncio de los nacimientos de Juan Bautista y de Cristo (PG
28 , 905-914); el segundo , del viaje de María y José a Belén y del nacimiento del Señor (PG
28, 943-958), y el tercero , de la curación del ciego de nacimiento del que habla Juan (9, 1
ss) (PG 28 , 1 . 001- 1 .024), cfr QUASTEN, Patrología, II , BAC 2 1 7 , Madrid , 1973 , p. 5 5 .
105
JAVIER IBAÑEZ Y FERNANDO MENDOZA
Jugie y Faller38, antes del concilio de Efeso (a. 431). No aparece el término
Theotokos y no menciona la herejía nestoriana, a pesar de que se presen­
tan ocasiones para una cosa y para otra.
El texto , en la versión latina que ofrece Faller, es el siguiente :
«'Et tuam ipsius animam penetrabit gladius , ut detegantur ex
multis cordibus cogitationes'. Hinc accidit ut nonnulli putarent
Matrem Domini gladio interfectam , qualem martyres vitae exitum
habuisse , quia scilicet dixerat Simeon : 'Et tuam ipsius animam pe­
netrabit gladius'. Sed non ita se res habet . Ensis enim aere confec­
tus corpus dividit , non dissecat animam . Quare Virgo usque
·
adhuc immortalis est, cum
tionis traduxen"t» 39 .
qui
inhabitaverat eam in loca assump­
Ha sido un texto muy estudiado y discutido . De la expresión «quare
Virgo usque adhuc immortalis est» puede deducirse ciertamente la inmor. talidad de María. Ahora bien , esta inmortalidad ¿ implica que María de
hecho no murió? Algunas palabras ( usque adhuc) podrían insinuar que
María de hecho no hubiera muerto . Pero esto no es vinculante . La palabra
clave es «immortalis» (athánatos) que se aplica a héroes paganos , que han
muerto y obtienen la inmortalidad como un favor otorgado por los dioses
y también se afirma del mismo Cristo que murió en la Cruz .
Con respecto a la expresión «cum qui inhabitaverat eam in loca as­
sumptionis traduxerit», aunque caben diversas interpretaciones e incluso
lecturas del texro40 , se da por supuesto que María ciertamente vive en
alma y cue_rpo en regiones superiores y, por tanto , aquí se habla sin duda
de una asunción de María sin ulteriores precisiones4 1 .
38 Cfr M. JUGIE, La mort et l'assomption de la Sainte Vierge. Etude historico­
doctrinale, «Studi e testi», 1 14, Citd del Vaticano, 1944 , pp. 70 ss . ; O . FALI.ER, De
priorum saeculorum silentio circa assumptionem B. Mariae Virginis, «Analecra Grego­
riana», 36, Romae, 1946, pp. 27 ss .
39 Cfr O . FALLER, op. cit. en nota 38, p. 2 7 , y en PG 86, 246-247.
4o Faller acepta la lectura griega del Migne, cfr op. cit. en nota 3 8 , p. 27 ; Jugie, en
cambio, lee de otra manera, cfr op. cit. en nota 38, p. 72.
4 1 Cfr D . FERNÁNDEZ, De mariologia sancti Epiphanit: «Bibliotheca Mariana Biblico­
patristica», 1 (Romae, 1968) . Después de estudiar este texto concluye así: «Unde hic quae­
libet assumptio Mariae absque dubio statuitur. Qualis autem assumptio sit, quo assumpta
fuerit (in caelum ?, in paradisum?), quomodo, utrum nempe mone secuta vel mone pra­
eventa, nihil cum certitudine inferre possumus», cfr pp. 2 11-2 1 2 .
.
Algunos autores, apoyándose en ciertas expresiones de Timoteo en su sermón, han
querido subrayar que lo expresado por él en relación con la Asunción corporal de María era
un eco de la tradición en la iglesia de Jerusalén . Pero esas expresiones del sermón, que
.
1 06
LA ASUNCION DE LA SANTISIMA VIRGEN EN LOS PADRES
8 . San Epifanio de Salamina ( m . 40 3)
Aunque son pocos los textos de este Padre referentes al tema, sin em­
bargo , es el primero que de modo explícito plantea la cuestión asun­
cionista y resulta punto obligado de referencia para los autores que le si­
guen . Su testimonio ha sido recogido y estudiado tanto por escritores an­
tiguos como por modernos y contemporáneos , que interpretan diversa­
mente el valor del mismo . Esta disparidad de opiniones obedece radical­
mente , según pensamos, a la dificultad que entrañan los textos de Epifa­
nio . Teniendo a la vista lo que ya otros autores han investigado , tratare­
mos de someter a análisis el testimonio de San Epifanio que consideramos
más interesante :
«Cómo no alcanzará Santa María con carne el reino de los
Cielos , no habiendo Ella fornicado , ni tenido desenfreno , ni co­
metido adulterio , ni realizado ninguna acción funesta de la carne ,
sino que había permanecido sin mancha?»42•
El texto nos parece digno de estudio y por io mismo nos llama la aten ción que no haya sido estudiado por varios autores de nota 43 . Por otra
parte , entre los que lo han sometido a examen , unos lo han considerado
como un testimonio negativo44 ; otros estiman que se trata de un testimo­
nio sobre la santidad eximia de María, pero no de su glorificación
corporal 45; otros , finalmente , lo consideran como un testimonio explícito
de la Asunción de María 46 .
Nosotros , teniendo en cuenta el texto y el contexto , pensamos que se
trata de un testimonio que mira directamente a la santidad eximia de
María pero que implica también su glorificación corporal . Sin embargo , el
hablan de la realidad de la Asunción como de un hecho conocido en Jerusalén, quizás, no
puedan llevarse hasta sus últimas consecuencias, ya que San Epifanio, que había vivido
muchos años cerca de esa ciudad, ignora prácticamente la existencia de esa tradición jero­
solimitana; cfr D. FERNÁNDEZ, op. cit. , ibid.
42 PG 4 1 , 777, ed. Holl II , 1 5 8 , 1 3 ss:
«ílW� oú dr¡eovoµf,ott Maeía � &yfa µtTh oaexo� U¡v {JaotA.E:Íav TWV oúeavwv,
1¡ µY¡ noevwoaoa, µY¡ �odyryoaoa, µry µ01xw8iloa, µr¡dEv TL TWV avr¡xÉoTWV oae­
"º� �eywv leyaoaµÉ.vr¡, aU' �QCXVTO� µi:Ívaoa».
43 Por ejemplo, Jugie, Faller y Balié en las obras citadas .
44 Cfr NIESSEN, Die Mariologie des hl. Hieronymus, Münster, 1 9 1 3 , p. 225 en nota.
45 Cfr D. FERNÁNDEZ, op. cit. en nota 41, pp . 2 14-220.
46 J. M . BoVER, La Asunción de María. Estudio teológico-histórico sobre la Asunción
corporal de la Virgen a los cielos, Madrid, 1947, pp . 1 19-122.
1 07
JAVIER IBAÑEZ Y FERNANDO MENDOZA
testimonio prescinde de cuándo se produce esa glorificación corporal de
María y, por tanto, no es argumento explícito de que la Virgen se halla ya
de hecho glorificada también en cuanto al cuerpo .
Veamos el contexto :
Epifanio responde a una dificultad de Marción . Este no admitía del
Nuevo Testamento más que aquellas perícopas que favorecían su teoría y
entre ellas el pasaje de Gálatas donde se afirma que «las obras de la carne
son manifiestas , como la fornicación. . . porque quienes hacen tales· cosas
no alcanzarán el reino de Dios» ( 5, 9). Epifanio le argumenta· «ad homi­
nem», ya que todos los males no pueden atribuirse a la carne puesto que
la carne no existió sino a partir del sexto día de la creación· y, aun así, el
mal no vino enseguida sino a partir del mal uso de la libertad de Adán47 .
Epifanio da un paso más haciendo una afirmación que ya afecta directa­
mente a nuestro texto : «y ni la carne de nuevo (a su vez) queda excluida.
de la posesión del Cielo . Y nadie abuse de la autoridad del Apóstol que
dice 'la carne y la sangre no poseerán el Reino de Dios ' ( 1 Cor 15. 20),
porque no se condena aquí toda carne. ¿ Cómo , en efecto , se va a acusar
una carne que no realizó nada de lo que se ha citado? Pero también por
otras razones se pone de manifiesto evidentemente lo que se está investi­
gando . ' ¿Quién -dice el Apóstol- acusará a los elegidos de Dios?'
(Rorri 8 , 3 3 )»48 . Y es aquí donde viene la pregunta del texto estudiado :
«¿cómo no alcanzará Santa María con carne el reino de los cielos» si Ella
no ha cometido ·ninguna impureza?
María , por tanto , es una de las personas elegidas a las que no se puede
acusar y que, por consiguiente , alcanzará el reino de Dios . La carne , si ha
cumplido determinadas condiciones, puede entrar en el cielo y María es
un ejemplo eximio del cumplimiento de esas condiciones , porque Ella
permaneció incontaminada y santa . Y así razona a continuación Epifanio :
«porque el Apóstol no habla de la carne cuando niega que pueda alcaf!Zar
el reino de los cielos , sino que habla de los hombres carnales»49.
Vemos , pues, cómo el autor intenta directamente induir a María
entre los elegidos que alcanzarán con su carne el cielo . Por otra parte, en
esa entradª en el cielo se incluye específicamente la carne y, por consi­
guiente , su glorificación . Pero nª'da se dice ni se presupone respecto al
tiempo en que esta glorificación corporal· pueda tener lugar. Es cierto que
47
4s
49
108
Cfr PG 41, 776-777 ; Holl II, 1 5 8 .
C fr ibid.
Cfr ibid .
LA ASUNCION DE LA SANTISIMA VIRGEN EN LOS PADRES
utiliza el verbo en tiempo futuro y que en esto ha sido donde han visto la
principal dificultad los que afirman que este texto va en contra de la
Asunción de María; pero salta a la vista que los futuros empleados , preci­
samente en fórmulas interrogativas , son de carácter retórico y de suyo
prescinden del tiempo pretérito , presente o futuro . Por eso , aunque se
habla de la glorificación corporal de María, · no vemos claro que tenga que
referirse a una «glorificación realmente consumada», como algún autor
benemérito piensa 5o .
Hay otros dos textos que estudian la mayoría de los autores cuando
tratan de la muerte o de la asunción de María, y están tomados también
del Panarion de Epifanio 5 l . La verdad es que , por la dificultad de los tex­
tos , han sido traducidos de diversa manera por los autores . Da la impre­
sión de que Epifanio titubea al expresar lo que piensa y , aunque sugiere
la existencia de un suceso extraordinario , no se atreve a declararlo y , por
otra parte , tampoco sabe callar del todo. Los textos en cuestión han sido
analizados por varios autores de nota 5 2 , pero sólo uno de ellos ha estable­
cido un examen comparativo con otros textos de la obra completa de Epi­
fanio que hacen referencia a este tema y pueden servir para esclarecer la
oscuridad de estos dos pasajes53 .
La conclusión a que llega el P. Domiciano la articula en cuatro propo­
siciones : 1) «Epiphanius de morte Mariae dubitat ; 2) hypothesim assump­
tionis Mariae sine morte tamquam possibilem admittit ; 3) nullibi de Ma­
riae resurrectione loquitur ; 4) in omni casu , finis Mariae ab Epiphanio
gloriosus et dignus Matris Dei existimatur»54 •
5 0 Cfr BoVER , op. cit. en nota 46, p. 1 2 L Coincidimos , en cambio, con la conclusión
a que llega el P. D . Fernández : «Necesse non est .ut glorificatio actualis Mariae suppona­
tur. Nec affirmatur nec negatur. De tempore nulla est quaestio , sed de facto tantum. Cor­
poralis glorificatio Mariae necesario locum habebit. Quandonam ? Tempore futuro? Iam
facta est? Conte;x:tus suadet ut haec potius ut eventus futurus quam ut factum iam pra­
esens habeatur, sed vis argumentationis a determinatione temporali absttahit», op. cit. en
'
nota 4 1 , p. 220.
1
5 Pan. 78, 1 1 : PG 42, 7 1 6 y Pan. 78,23: PG 42,736.
5 2 Niessen , Jugie y Balié en las obras y artículos <¡:itados ; B . ALTANER , Zur Frage der
Definibilitat der Assumptio B. M. V. , en «TI1eologisch� Revue», 45 ( 1949), pp. 1 3 1- 1 34.
53 D. FERNÁNDEZ , De Mario/ogia. . , pp . 223-236!
54 Idem , op. cit. , pp . 223-224. En la página 236 resume su trabajo de la siguiente
manera: «Paucis ergo habeto quae Epiphanius de mqrte et assumptione Virginis Mariae
tradit: a) Nullibi Mariae assumptionem negat ; b) Assu¡IIlptionem sine morte ut possibilem
admittit ; c) Nullibi asserit vel supponit Mariae resurrectionem . Unicus textus dubius est
ille Haer. 7 8 , 2 3 : 'Et in felicitate (µax:aetoµou;) sanctum illius corpus ' ; d) Epiphanius
expresse fatetur nulla vel mortis vel sepulcri Mariae vestigia inveniri posse; e) De morte et
de natura mortis Virginis Mariae diversas fingit hypotheses, sed res in incerto reliquit ; f)
.
1 09
JAVIER IBAÑEZ Y FERNANDO MENDOZA
2. Padres occidentales
Como ya hemos advertido , la verdad del misterio de la glorificación
celestial , no sólo del alma sino también del cuerpo de María, en Occidente
quedó un tanto soterrada, tanto en la época de los Padres como en la pri­
mera Escolástica , aunque durante todo ese tiempo se fueron poniendo los
fundamentos teológicos en base a los cuales los grandes maestros del siglo
XIII llegaron a la certeza · de la resurrección anticipada del cuerpo de
María.
Según afirma el P . Balié 55 , debido a que en los cuatro primeros siglos
no se registra ningún testimonio que afirme que María no muriera, no se
ha planteado cuestión alguna sobre esta verdad . Sólo hubo algunos auto­
res que , apoyándose en la profecía de Simeón 56 , opinaron que María mu­
rió de muerte violenta , si bien tal teoría fue ampliamente rechazada.
t.
San Ambrosio de Milán (m . 397)
En su obra Expositio evangelii Lucae, publicada antes del 3895 7 , al co­
mentar el verso 3 5 del capítulo 2 rechaza explícitamente la opinión que
sostenía la muerte violenta de la Santísima Virgen . Estas son sus palabras :
«Et tuam , inquit , ipsius animam pertransibit gladius . Nec lit­
tera, nec historia docet ex hac vita Mariam corporalis necis passione
migrasse ; non enim anima, sed corpus materiali gladio transverbe­
ratur . Et ideo prudentiam Mariae haud ignaram mysterii coelestis
ostendit»5 8 .
En el sermón De institutione virginis, compuesto el año 392 59 , que ,
como s e sabe , es una exhortación a l a virginidad en que s e propone a la
Santísima Virgen como modelo , al señalar el afán de la Madre de haber
muerto , si preciso fuera, con su Hijo en la Cruz a favor del género huma­
no , insinúa también su firme esperanza de resucitar Ella pronto también .
Momentum Epiphanii in hac quaestione magis a propositione problematis theologici
quam a solutione dependet. Stricte loquendo, nullam solutionem proponit, quia nihil
certi neque in Scrptura neque in Traditione invenire potuit».
55 C. BALié, Testimonia . . . , p. 1 3 5 .
5 6 Le . 2 , 3 5 : «Et tuam ipsius animam pertransibit gladius».
57 Cfr Instituto Patrístico Augustinianum, Patrología III , BAC 422 (Madrid , 198 1 ) , p .
190.
58 AMBROSIO, Expositio evangelii Lucae, lib . II, n. 6 1 PL 1 5 , 1 574; CSEL 32-4 , 74.
59 Cfr ) . A . DE AIDAMA, La carta ambrosiana «De Bonoso», «Marianum», 2 5 ( 1963 ) ,
pp . 1-22 .
110
LA ASUNCION DE LA SANTISIMA VIRGEN EN LOS PADRES
¿Habrá en ello un indicio de que Ambrosio crea que está, si no en la «lit­
tera» sí en la «historia», la resurrección anticipada de la Corredentora? El
texto es como sigue :
«Pcndebat in cruce Filius , Mater se persecutoribus offerebat . Si
hoc solum esset , ut ante Filium prosterneretur, laudandus pietatis
affectus , quod superstes Filio esse nolebat : sin vero ut cum Filio
moreretur, cum eodem gestiebat resurgere, non ignara mysterii
quod genuisset resu"ecturum: simul quae publico usui impendí
mortem Filii noverat , praestolabatur si forte etiam sua morte
publico muneri ali quid adderatur . Sed Christi passio adiutorio
non eguit , sicut ipse Dominus longe ante praedixit : 'et respexi , et
non erat auxiliator' »60 .
2 . San Agustín (m . 430)
Agustín , en toda su amplísima obra, no habla de la resurrección anti­
cipada de la Virgen 6 1 . De las varias ocasiones en que habla de la muerte
de María, el P. Balié recoge tres testimonios que transcribjmos a conti­
nuación :
El primero de ellos , en orden cronológico , está tomado de las «Enarra­
tiones» al salmo 34 , n . 3 , obra compuesta hacia el año 392 62 . Aunque la
interpretación no es en esta obra histórico-literal sino teológico-espiritual ,
aparecen indudablemente algunos datos históricos y entre ellos el hecho
de la muerte de la Santísima Virgen María:
«Etenim ut celerius dicam , Maria ex Adam mortua propter
peccatum, Adam mortuus propter peccataum , et caro Domini ex
Maria mortua est própter delenda peccata»63 .
60 AMBROSIO, Líber de institutionis virginis, c. 7, n . 49 PL 1 6 , 3 1 8 . En la Carta 63 (PL
16, 12 18C) el obispo de Milán casi usa los mismos términos : «aut fortasse quia noverat per
- Filii mortem mundi redemptionem aula regalis , etiam sua morte putabat se aliquid publi­
co addituram muneri».
6 1 F. MORIONES, Enchiridion theologicum s. Augustinz: BAC 205 , Madrid, 196 1 ,
pp . 343- 3 5 2 .
62 Cfr A. TRAPE, e n Patrología 111, BAC 422 , Madrid, 198 1 , p . 474.
6 3 PL 36, 3 3 5 . Dos manuscritos leen omitiendo el dato de la muerte de María: «Maria
ex Adam, Adam mortuus propter peccatum . » y el códice Florentino lee en el mismo sen­
tido con las siguientes palabras: «Maria ex Adam primo , Adam secundµs ortus ex Maria
propter delenda peccata . . . ». Sin embargo , la mayor parte de los manuscritos leen a favor
de la muerte de María e incluso uno de ellos transcribe así: «María ex Adam mortua prop­
ter peccataum Adae , Adam mortuus est propter peccatum . . . » .
. .
111
JAVIER IBAÑEZ
Y
FERNANDO MENDOZA
Este mismo dato de la muerte de María viene afirmado en el «De Ca­
te.chizandis rudibus», especie de manual de instrucción catequética, com­
puesto hacia el año 40064 :
«Natus enim de Matre quae quamvis a viro intacta conceperit ,
semperque intacta permanserit , virgo concipiens , virgo pariens,
·
virgo moriens, tamen fabro desponsata erat , omnem typhum car­
nalis nobilitatis exstinxit»65 .
Finalmente , en el «Comentario al evangelio de San juán», tan ·rico en
doctrina filosófica, teológica y espiritual , al referirse a la escena culminan­
te de la Cruz , escribe hacia los años 406-40866 lo siguiente :
«Commendat Matrem discipulo ; commendat Matrem prior
Matre moriturus , et ante Matris mortem resurrecturus ; commen­
dat horno homini hominem . Hoc pepererat Maria. Illa hora iam
venerat , de qua tune dixerat nondum venit hora mea»67 •
3 . San Paulina de No/a (m . 43 1 )
Siguiendo la línea de San Ambrosio que , como hemos visto , negaba
que María hubiera muerto con muerte violenta, Paulino , en la «Carta 50»,
última de su epistolario , pregunta a Agustín la interpretación que consi­
dera correcta en torno a la profecía de Simeón (Le 2 , 3 5 ) y le advierte que
encuentra dificultad en entenderla literalmente por no existir ningún do­
cumento escrito en que conste esa muerte violenta de María. Estas son sus
palabras :
«Et tuam , inquit , animam pertransibit framea, vel gladius , ut
revelentur multorum cordium cogitationes (Le 2 , 3 5 ) . Secundum
litteram hoc mihi penitus obscumm est , quia nec Mariam beatissi­
mam usquam legimus occisam, ut de corporali gladio sanctus ille
ei futuram passionem prophetasse videatur» 68 .
*
*
*
64 Cfr op. cit. en nota 62 , p . 443 .
De cat. rud. , 2 2 , 4 0 PL 40, 339.
Ya se sabe que la datación de estos comentarios suele dividirse en dos grupos: del
1 -54 y del 5 5 - 124. Según las conjeturas más probables , nuestro texto, tomado del tratado
1, n. 9, corresponde a la fecha ya indicada, c:fr op. cit. , en nota 62 , p . 472 .
6 7 PL 3 5 , 1456.
68 Epist. 50 ad Augustinum: PL 61,416B .
65
66
1 12
LA ASUNCION DE LA SANTISIMA VIRGEN EN LOS PADRES
A la vista de los testimonios hasta ahora estudiados se puede afirmar
que , antes del concilio de Efeso (a. 43 1 ) , en Occidente , ningún autor afir­
ma explícitamente la Asunción corporal de María, aunque sí suponen la
muerte de María y, en concreto , San Agustín lo dice explícitamente .
En cuanto a los testimonios orientales se han estudiado siete autores ,
llegando a las siguientes conclusiones que discrepan notoriamente de la.S
del P . Balié69 : 1 ) Los testimonios atribuidos a F;frén no son auténticos y,
por tanto , este autor nada aporta en relación con el tema asuncionista. 2)
Orígenes no habla d e l a muerte d e María . 3) E l testimonio d e Gregario
Taumaturgo no se refiere para nada a la Asunción de María. 4) Severiano
de Cábala alude a la muerte de María y sólo ofrece un indicio de su glori­
ficación . 5 ) Según algunos autores , también Hipó/ita alude a la Asun­
ción . 6) Gregonó Ni.reno ofrece un indicio claro de Asunción corporal ,
entendida como muerte y posterior resurrección . 7 ) Timoteo de jerusalén
es el único testimonio cierto de la Asunción de la Virgen en cuerpo y alma
al cielo , aunque su postura acerca de la muerte de María no es clara. 8) Fi­
nalmente , Epzfanio duda de la muerte de María, admite como posible la
hipótesis de la Asunción de María sin muerte previa, no habla nunca de
que María resucitara y, por supuesto , defiende la glorificación corporal de
María, pero al prescindir del tiempo de esta glorificación no resulta un ar­
gumento explícito a favor de la Asunción .
11. Padres posteriores al concilio de Efeso
1. Padres orientales
A primera vista puede resultar extraño que , desde la celebración del
concilio de Efeso (a. 43 1 ), haya que esperar casi dos siglos para encontrar
un testimonio claro 70 en relación con la Asúnción de la Virgen . Esta
69
Cfr C. BALié, Testimonia . , p . 1 3 .
El P. Balié , e n l a obra citada, pp . 7 4-77, recoge cinco testimonios d e l a época inter­
media (siglos V-VI), que son realmente oscuros, sobre todo para su criterio favorable a la
muerte de María. Así Hesiquio (m . d . 45 1 ) , presbítero de Jerusalén , que habla de la in­
mortalidad de María, pero ésta ha de entenderse de su virginidad incorrupta que en­
gendró a Cristo inmortal (cfr PG 93, 1463- 1466) . Menos claros aún los testimonios de Cri­
sipo (cfr PO 1 9 , 3 36), que es dudoso que aluda a la inmortalidad de la Virgen y las diversas
recensiones de las Acta Ioannis (ed . Th . Zahn, Erlangeni 1880, aunque el texto concreto
se lee en el cód . Vat . griego 654, f. 93 6 ) que hablan del tránsito de María desde esta vida a
la celeste . Mucho más dificultoso es el texto del Divinis nominibus del Pseudo Dionisia
10
. .
1 13
JAVIER IBAÑEZ
Y
FERNANDO MENDOZA
anomalía , como veremos , llamó la atención de los mismos autores que en
el siglo séptimo empezaron a tratar del tema. Sin embargo , hay motivos
suficientes que si no justifican plenamente al menos explican este silen­
cio . En efecto y aquí nos referiremos tanto a Oriente como a Occidente ,
las preocupaciones teológicas se orientarán hacia otras materias más apre­
miantes en razón de su contestación por parte de otros sectores . Los auto­
res del área oriental andarán ocupados en los temas cristológicos y trinita­
rios , mientras que los autores occidentales se mueven en la dialéctica
naturaleza-gracia en un empeño por interpretar la doctrina de Agustín y
pronunciándose en términos de ortodoxia o de semipelagianismo 7 1 •
l.
San Modesto de jerusalén (m . 634)
Según hemos advertido líneas arriba, éste es uno de los autores que
expresa su extrañeza de que escritores anteriores no se hayan referido a la
muerte y Asunción de la Virgen . Al comienzo de �u discurso encomiástico
para la dormición de la Santísima Virgen María, Modesto señala cómo
«quienes fueron constituidos anteriormente maestros por la gracia del
Espíritu en la Iglesia de Cristo Señor y Dios nuestro . . », no hayan mani­
festado nada acerca de la dignísima dormición de María ni tampoco sus
sucesores llegaron a expresar nada al respecto n .
Todo el discurso está concebido para instruir a los fieles acerca d e los
elementos que integran el misterio de la Asunción gloriosa de María. Los
textos que recoge Balié son los siguientes , que nosotros ofrecemos en ver­
sión vernácula acomodándonos al orden en que aparecen en el Enco­
.
mtum.
(c. 500), en el que algunos han querido ver una alusión a ld dormición de María (cfr PG
3 ,682-683), qµe a lo sumo demostraría la muerte de la Virgen pero nada diría de la Asun­
ción .
7 1 Baste citar entre los escritores griegos a Nestorio, Cirilo de Alejandría yTeodoreto,
ya que Sócrates y Sozomenos fueron historiadores y Proclo de Constantinopla, aunqu�
tiene páginas bellísimas marianas en sus Orationes (cfr PG 6 5 , 680-68 1 . 684-685 .688.
692 . 696. 700. 708-709. 7 1 3 . 7 1 7 . 72 1 . 732 . 733. 736. 737. 740 . 753. 756-757. 760 y 846). Entre
los escritores latinos, aparte de San León Magno con su gran obra cristológica Tomus
ad Flavianum, Vicente de Lerins, Máximo de Turín, Cesáreo de Arlés y Fulgencio de
Ruspe forman el fuego cruzado entre la tendencia semipelagina y la doctrina ortodoxa.
72 Modesto DE JERUSALÉN, Encomium in dormitionem sanctissimae Dominae nostrae
Deiparae semperque Virginis Mariae, PG 86 bis, 3 . 279. No ignoramos que la paternidad
de esta obra ha sido recientemente discutida, cfr F. CAYRÉ, Patrologie et histoire de la
theologie, II, Paris-Tournai-Romae, 1954, pp . 2 3 3 , 27 1 ,27 5 . Sin embargo, retenemos el
testimonio por tratarse de una homilía cuya fecha de composición es probablemente ante­
rior a la del autor del que trataremos en el número 2 .
1 14
LA ASUNCION DE LA SANTISIMA VIRGEN EN LOS PADRES
«Cristo Dios , revestido de carne tomada de la siempre Virgen ,
animada y dotada de mente por el Espíritu Santo , habiendo elegi­
do a esa Virgen , la revistió de incorruptibilidad corporal
( aftharsían syssomon) y la glorificó sobre manera para que fuera su
heredera, ya que era su Madre Santísima; según lo que canta el
salmista: 'aparece la reina a tu derecha con vestido dorado y envuelta en mil pliegues ' » 73 .
« ¡ Oh dichosísima dormición de la gloriosísima Madre de Dios ,
siempre Virgen después del parto , que , en el sepulcro , no sufrió
corrupción del cuerpo en que se contenía la vida, y que fue res­
guardada por el omnipotente Cristo Salvador que de Ella había
nacido ! » 74 •
«[Cristo] Te hizo en el Paraíso un tabernáculo para tu cuerpo
incorruptible y por Ti nos abrió la entrada al mismo» 75 .
«La bienaventurada María, impregnada siempre de un afán
materno y divino , mirando hacia El , salió de su cuerpo santo y en­
comendó su alma beatísima a sus manos» 76 .
«Por eso María, siendo la gloriosísima Madre de Cristo Salvador
Dios nuestro , que es dador de vida y de inmortalidad , es vivificada
por El mismo , copartícipe de la incorruptibilidad corporal (sysso­
mos en aphtharsía) por todos los siglos con El , que la resucitó del
sepulcro y la asumió cabe Sí, como El sólo sabe» 77•
De todos estos textos resulta que el autor del Encomium ofrece los si­
guientes datos relativos a la Asunción : 1) la Santísima Virgen murió (salió
de su cuerpo santo); 2) la muerte de María es presentada como dormición
( ¡oh dulcísima dormición . . ; 3) que el cuerpo de María era incorruptible
(la revistió de incorruptibilidad) (no sufrió corrupción del cuerpo) (para
tu cuerpo incorruptible) (copartícipe de la incorruptibilidad corporal) ; 4)
esa incorrupción no fue natural sino otorgada por su Hijo Dios . La re­
surrección de María no fue por propia virtud sino que Jesucristo «la resucitó del sepulcro y la asumió cabe Sí» 18 •
.
·
73 Cfr ibid . , n. 5 PG 86 bis, 3289.
74 Cfr ibid . , n. 7 PG 86 bis, 3293.
75 Cfr ibid ; , t) . 10 PG 86 bis, 3305 .
76 Cfr ibid . , n. 12 PG 86 bis, 3308.
77 Cfr ibid. , n. 14 PG 86 bis, 3 3 1 2 , citado por la Bula definitoria Munificentissimus
Deus; cfr H. MARíN, Documentos Marianos, BAC 128, Madrid , 1954, p . 646.
78 La expresión «como El solo sabe» del último texto citado es posible que se utilice
para rechazar los relatos apócrifos .
1 15
·
JAVIER IBAÑEZ Y FERNANDO MENDOZA
2 . El Pseudo Atanasia (escribe ± 650)
El autor de un sermón , falsamente atribuido a Atanasio 79 , pronun­
ciado con motivo de la Anunciación de la Santísima Virgen María, defien­
de su Asunción corporal basándose , como veremos , en la estrecha vincula­
ción de la Madre con su Hijo e incluso en el principio de recapitulación .
Estas son sus palabras :
«De aquí que conviene que viéndola . . . digamos : ahora 'apare­
ce a tu derecha vestida de oro y envuelta y rodeada de mil
pliegues ' ( Sal 44 , 10) . En efecto , como mujer es la Reina, Señora y
Madre de Dios : y ya estando como Reina a la derecha de su Hijo
Rey universal , con vestido dorado de incorrupción 80 , envuelta y ro­
deada de mil pliegues , es celebrada con palabras sagradas ; y no
está con la simplicidad del espíritu , cual si no tuviera carne ni
cuerpo , sino envuelta, en su santísima carne , de incorrupción e in­
mortalidad y rodeada de pliegues en cuanto que sus huesos susten­
tan su carne . En efecto , de sus carnes y de sus huesos de Ella, cual
del antiguo Adán , el nuevo Adán formó para sí la encarnación a
modo de costilla y la lleva para siempre . Y de aquí que la nueva
Eva, llamada Madre de la vida, queda rodeada y envuelta en
pliegues hasta que comience la vida inmortal de todos los vi­
vientes» 81 .
3 . San Germán de Constantinopla (m. 733)
Germán de Constantinopla dedica tres sermones In dormitionem de
la Santísima Virgen 82 , en los que usa confiadamente las narraciones
79 Por razones de crítica interna la obra no puede ser de Atanasio sino de un autor al
menos de mediados del siglo VII, toda vez que lo que afirma acerca de las dos voluntades
en Cristo supone que debió vivir después de que se divulgara la herejía monotelista; cfr
L. CARLI , La morte e l'assunzione di Maria Santissima ne/le omelie greche dei secoli VII­
VIII, Roma, 194 1 , pp . 120- 1 2 1 . El mismo editor del Migne apunta a esa razón interna en
PG 1 8 , 9 1 5 .
8o Aftharsía, que e l traductor d e Migne y también Balié traducen por «incorruptionis
et immortalitatis», añadiendo este último elemento que no se encuentra en el griego, tal
vez atraídos por la fórmula que aparecerá en líneas más abajo «aftharsían cai athanasían».
8 1 PSEUDO-ATANASIO, Sermo in annuntiationem sanctissimae Dominae nostrae
Deiparae, PG 28,937.
82 Estas homilías son las que se han publicado y aparecen en PG 98 , 3 39-372 . Sobre
ellas hay que advenir que en realidad se trata sólo de dos homilías , ya que la que aparece
en segundo lugar no es más que la segunda parte de la primera, como indica el propio San
Germán en el sermón I PG 98, 340 («¿qué diré primero y qué reservará para un segundo
1 16
LA ASUNCION DE LA SANTISIMA VIRGEN EN LOS PADRES
apócrifas 8 3 , pero al propio tiempo se preocupa de aportar argumentos
tanto a favor de la muerte de María, como de su Asunción córporal .
Como en casos anteriores , transcribiremos una versión vernácula de los
textos más alusivos por orden de aparición y posteriormente haremos un
análisis y resumen de su doctrina.
«Tú , como fue escrito , apareces en belleza, y tu cuerpo virginal
es todo santo , todo casto, todo domicilio de Dios ; así también, por
esto es preciso que sea inmune de resolverse en polvo ; sino que
debe ser transformado , en cuanto humano , hasta convertirse en
incorruptible ; y debe ser vivo , gloriosísimo , incólume y dotado de
la plenitud de la vida»s4 .
«¿ Pues cómo la descomposición de la carne Te hubiera podido
reducir a cenizas y a polvo a Ti , que por la encarnación de tu Hijo
en tu seno habías librado al género humano de la corrupción de la
muerte ? Te fuiste de entre los hombres para que quedara patente
el misterio de la escalofriante encarnación , misterio cierto pero no
evidente ; para que , por así decir , al apartarte de ese modo de las
realidades temporales , el Dios nacido de Ti fuera aceptado por la
fe que también era hombre perfecto , Hijo de una verdadera
madre , sometida a las leyes de las necesidades naturales por man dato divino y por disposición de un tiempo concedido para la vida;
tu c�erpo , como el de las restantes mujeres , no hubiera podido
evitar encontrarse con la muerte común a los hombres ; igual que
tu Hijo , Dios del universo , por así decir , también El en su carne ,
por todo nuestro género humano muerto , saboreó una muerte
(Hebr 2 ,9) semejante ; habiendo obrado maravillas , tanto en su
propio sepulcro · vivificador , como en tu tumba que acogió la vida
cuando te dormiste : de suerte que los cuerpos de ambos fueron
realmente acogidos en ellos , pero no experimentaron en modo al----
lugar?») . Hay otras homilías que todavía se encuentran en los códices sin editar; cfr
L. CARLl, La marte . . . , pp . 44-45 y ss, donde ofrece una amplia documentación sobre la vida,
obras y doctrina asuncionista de este Padre ; cfr también ídem. , La dottrina sull'assunzione
di Maria santissima di s. Germano di Constantinopoli, en «Marianum», 3 ( 1941 ) , pp . 4763.
83 Sobre el uso confiado de los apócrifos , cfr M . GoRDiilO , Mariología Orienta/is, Ro­
mae, 1954, p. 225 y la nota 62 al pie de página.
84 Sermo I In sanctae Dei Genitricis Dormitionem, PG 98, 345B. Este texto fue utili­
zado por S. S. Pío XII en la Constitución Apostólica Munificentissimus Deus, definitoria
de la Asunción ; cfr H . MARIN, Documentos Marianos, BAC 128, Madrid , 1954, p . 646 ,
cuya traducción castellana hemos asumido confrontándola con e l original griego.
1 17
JAVIER IBAÑEZ Y FERNANDO MENDOZA
guno la corrupción . No podía acontecer, en efecto , que la que
fuera recipiente apropiado de Dios , se diluyera corrompiéndose y
convirtiéndose en polvo de cadáver en descomposición . Porque
quien se anonadó en Ti era Dios desde el principio y vida antes de
los siglos y por eso también era conveniente que la Madre de la Vi­
da viniera igualmente a convivir con la Vida, que asumiera su dor­
mición como un sueño , y que , como Madre de la Vida, experi­
mentara su salida como un despertar»85 .
«Así pues , a Ti , que habías de ser eterno reposo , Te asumió
libre de corrupción . . . » 86 .
«Porque con razón pensamos que tu dormición , Madre de
Dios , es vida y hemos creído y seguimos creyendo que Tú , de un
modo espiritual , convives con nosotros» 87 .
«De ahí que , según la Escritura, 'aunque tu cuerpo duerme , tu
corazón vigila' (Cant 5 , 2); y aunque experimentaste la necesidad
de morir, · inevitable a la condición humana, no estaba adormecido
ni dormido tu ojo que nos custodia» 88 .
«Y por esto , era conveniente que tu cuerpo que había acogido
a la vida no quedara envuelto realmente en la corrupción
mortífera; sino que el sepulcro recibiera a la masa como propia del
hombre mientras que Tú , al final de tu vida, Te trasladabas de tu
propia vida hacia el Cielo , y ese mismo sepulcro se mostrara vacío
de tu carne . . . »89.
«Tu alma divinizada verá la gloria de mi Padre . Tu cuerpo in­
contaminado (amíanton) verá la gloria de su Hijo Unigénito . Tu
espíritu impoluto verá la gloria del Espíritu Santísimo»9º.
«El premio [ que según el relato había recibido María de un án­
gel] era una palma símbolo de la victoria sobre la muerte y prenda
de una vida imperecedera y para dar seguridad a la que iba a partir
de que machacaría la incorrupción , lo mismo que Cristo su Hijo
venció al infierno»9 1 .
85
86
87
s8
89
90
91
1 18 '
Sermo J. . , PG 98 ,345C-348A.
Sermo l. . . , PG 98, 348C.
Sermo JI. . , PG 98 , 3 56A.
Sermo JI. . . , PG 98,35 7B .
Sermo JI. . . , P G 98 , 3 5 7CD .
Sermo JII. . , PG 98 ,361B.
Sermo JJI.. . , PG 98, 364CD .
.
.
.
LA ASUNCION DE LA SANTISIMA VIRGEN EN LOS PADRES
«[La Virgen] se recuesta entonces en la cama que había prepa­
rado ; arregla su cuerpo sin tacha a su gusto ; entrega su espíritu
como en un sueño . O por mejor decir , es separada de la carne es­
tando despierta habiendo dejado libre de corrupción lo que quedó
de Ella [su cuerpo ]»92 .
«Los discípulos advirtieron la venida de Cristo hacia su Madre
acompañado de ángeles ; y habiéndose asegurado que fue traslada:­
da de allí, dieron gloria a Dios alabándolo con sus voces y dirigien­
do al pueblo estas palabras : 'isralitas, todos vosotros habéis conoci­
do lo ocurrido con María, Madre de Cristo según la carne ; cómo ,
estando reunidos nosotros y vosotros , sobre este sepulcro vino
muerta y fue arrebatada de nuestras manos . Nadie , pues, en­
cuentre dificultad en creer esto ' . . . »93 .
De todos los textos aquí recogidos aparece clara la conv1cc1on del
Patriarca de Constantinopla sobre la Asunción de la Virgen en cuerpo y
alma al cielo . Su pensamiento al respecto puede reducirse a los siguien­
tes puntos:
l . La muerte de María. Es un hecho que expresa de varias maneras,
con distintas expresiones y con absoluta firmeza. San Germán no sólo da
constancia de este hecho sino que habla de su necesidad en razón de su
condición humana94. Germán en este punto llega a afirmar que la muerte
de María era la necesaria demostración de que había engendrado a Cristo
como verdadero Hombre . Pero también añade una circunstancia propia
de esa muerte , que afecta a la incorrupción de hecho y de derecho del
cuerpo de María. El hecho de esa incorrupción se expresa denominando la
muerte de María como una dormición, como un sueño. El derecho o ra­
zón teológica de esa incorrupción se pone en última instancia en la Mater­
nidad divina de María, en virtud de la cual Ella fue el vaso incorruptible
del cuerpo incorruptible de Cristo , aunque también se aducen como razo­
nes la Virginidad de María y la similitud con Cristo su Hijo.
92 Sermo IJI. , P G 9 8 , 368BC.
93 Sermo III , PG 98 , 369CD .
94 Cfr PG 98 , 357B . Llama la atención que el motivo, aducido por Germán de Cons­
tantinopla para determinar que la muerte de María era necesaria, coincida básicamente
con la razón aducida por Santo Tomás en cuanto que la muerte es una pena natural del
pecado original , cfr Suma Teológica, 1 q. 97 , a. 1 y 2-2 q. 164 , a. l .
. .
. . .
1 19
JAVIER IBAÑEZ Y FERNANDO MENDOZA
2 . La resu'ffección de María. En este punto hay que distinguir entre el
hecho y el modo de explicarlo . En cuanto a lo primero , el testimonio de
San Germán es inconcuso y viene demostrado por el término que , como
hemos ya señalado , utiliza para designar la muerte de María como dormi­
ción y como emigración o partida . En relación al modo , según hemos vis­
to en el último testimonio , presenta la resurrección de María, dejándose
influir de los llamados escritos apócrifos , como si la Santísima Virgen h�­
biera sido arrebatada del grupo de cristianos y de apóstoles por Cristo y
los ángeles que le acompañaban .
4 . San Andrés de Creta (m . 740)
El damasceno Andrés , cuando tenía 18 años , abrazó el monacato en
Jerusalén de donde salió , ordenado de diácono , hacia Constantinopla el
año 685 . Siete años más tarde era elegido obispo de Gortyna en la isla de
Creta, donde destacó como defensor de la fe contra los monoteletas y
como predicador y promotor de la liturgia . De los 24 sermones que se
conservan , algunos de autenticidad discutida, tres están dedicados preci­
samente a la Dormición de la Santísima Virgen95 . Como en los casos ante­
riores , transcribiremos los textos más relacionados con el tema siguiendo
el orden en que aparecen en la edición .
«Pienso que es bastante lógico y conveniente , una vez investi­
gado lo que se refiere a la oculta y gloriosa dormición de esta
sagrada y siempre virgen , ofrecerlo a los amantes de la belleza y de
las cosas divinas . Efectivamente , si es necesario decir la verdad , lo
cierto es que también a Ella se acercó la muerte que es natural a
todo hombre ; pero no aprisionándola, como hace con nosotros , o
atrapándola, nada de eso ; sino en cuanto convenía para que expe­
rimentara aquel sueño o, por así decirlo , como un cierto arrebato
de éxtasis que transporta a un estado que nos transforma y nos in­
duce a un estado en cierto modo divino [pone a condnuación ,
como ejemplo , el sueño que infundió Dios a Adán] . En mi opi­
nión fue éste el modo como también Ella fue sumida en un sueño
natural y degustó la muerte , pero no quedó en modo alguno rete­
·
nida sino tan sólo para observar las leyes de la naturaleza y cumplir
el plan divino [oiconomían] , que , desde el principio , había prefi95 PG 97, 1045 - 1 1 10 .
120
LA ASUNCION DE LA SANTISIMA VIRGEN EN LOS PADRES
jado para nosotros la divina Providencia que se ocupa de todo . . .
Porque si , según la palabra de Dios [ Sal 88,49] , no hay hombre
que viva y no vea la muerte , también �a que ahora estamos elo­
giando es humana y más que humana; queda suficientemente
claro que también Ella ha cumplido una ley natural que es igual
para nosotros , aunque no lo ha hecho de manera igual a la
nuestra, sino por encima de la nuestra y por una razón distinta a la
que nosotros nos vemos totalmente obligados a padecerla»96 .
«Por lo demás , no ha faltado quien , sin duda deseoso de saber,
haya dudado con razón y se pregunte por qué no sabemos de nin­
gún teólogo o doctor sagrado que haya escrito en relación con el
tránsito puro y venerable de la Madre de Dios , o que nos haya de­
Jado escrito algo sobre esta materia, igual que los que redactaron
los Evangelios y nos transmitieron exposiciones de carácter teológi­
co . A esto hemos de decir que aquella dormición [de María] tuvo
lugar mucho tiempo después de que se plasmase la palabra de
Dios por escrito [ theoleptou] . Se dice , en efecto , que Ella alcanzó
una avanzada edad y después se fue de entre los humanos . Otros
dicen que aquellos tiempos no permitían aún la explicación de es­
tos sucesos , ya que no era conveniente que , apenas empezó a escri­
birse el Evangelio , la palabra sembrada, que se refería a la
economía [de la Encarnación] , tuviera que ocuparse también de
exponer estos misterios que , sin duda, requerían un tiempo y una
de dicación esp ecial p ara los que e ntonces no h abía
oponunidad»97 •
«Así, pues , todo el que escuche mis palabras vea cuántas cosas
son las que se aprecian : la Iglesia, Reina de los pueblos y de los
fieles, a la Reina del género humano , asumida regiamente a los
Cielos por Dios Rey y Señor universal , la lleva procesionalmente
hoy y ofrece ante Ella como dones todo lo que es más hermoso y
encantador. Ella, habiendo hecho celestial el polvo, se desprende
del mismo y se quita el velo que la cubría desde su nacimiento y
devuelve a la tierra lo que era connatural a la misma. La autora de
la vida se alza cambiando a una nueva vida, y entra en un lugar en
que domina una vida incorruptible y que es ajeno a toda afección
96
97
Sermo I In dormitionem s. Mariae, PG 97, 1052C- 1053B .
Sermo I . . . , P G 97 , 1060AB.
121
JAVIER IBAÑEZ Y FERNANDO MENDOZA
carnal y viciosa; y, finalmente , lo que puede verse con los ojos sen­
sibles se eleva y se va juntamente con el espíritu de modo espiri­
tual por las razones que sabía el que anteriormente había ligado a
ambos elementos y que , después de desligarlos , vuelve a unirlos . . .
Y nadie , que piense en Elías y Enoch , ponga en duda esto . . . La
ley natural disminuida en su capacidad, fue finalmente superada, y
difícilmente lo será otra vez . . . La amarga condena de la muerte
queda inerte por completo y destruida. Queda suelta la fuerza de
la maldición . Pero nadie superaría lo decretado en otro tiempo por
Dios , ni siquiera el mismo que por naturaleza era Dios y que , por
el propio impulso de su bondad , todo lo reforma y transforma.
Convenía del todo que innovara lo que ahora se refería a su
Madre , porque , de esta manera, no sólo mostraría que la Madre.
era suya por naturaleza, sino que también daría testimonio del
plan divino [ oikonomían] que tendría origen en Ella»98 •
«Por eso , aun cuando las realidades que culminaron otro tiem­
po en El�a y ahora se nos presentan encumbradas por la fama, pa­
rezcan extraordinarias y superadoras de las leyes naturales , sin em­
bargo , no habría dificultad , en atención al modo maravilloso en
que se produjo el parto inefable , en admitir la conveniencia de re­
ferirlo fácilmente a Ella. En efecto , el mismo Verbo estaba presen­
te también en aquella ocasión , habiendo hecho cesar, mediante
una ley , la ley inexorable de la muerte . Era un espectáculo verda­
deramente nuevo e inaccesible a la razón el hecho de que una
mujer hubiera sobrepasado por su pureza la naturaleza misma de
los cielos y que se hubiera hecho personalmente presente en lo más
santo e inaccesible del cielo ; que una Virgen, por el milagro de dar
a luz a Dios , hubiera superado con creces la misma naturaleza an­
gélica y se hubiera compenetrado con el primer Ser, Dios , autor de
todas las cosas ; que una Madre, hubiera engendrado la vida y hu­
biera pretendido un final igual al parto de la vida, que fuera un
milagro divino y digno de fe».
«Pues como no se corrompió el seno de la que dio a luz , así no
se destruyó la carne de la que murió . ¡ Oh maravilla! El parto se
sustrajo a la corrupción y el sepulcro no aceptó la corrupción total ,
respetando las cosas santas . ¿ Queréis que os dé la prueba de ello?
98
122
Sermo 1/ , PG 97 , 1080C- 108 1B.
. . .
LA ASUNCION DE LA SANTISIMA VIRGEN EN LOS PADRES
Y os ruego que nadie se mofe porque nadie estuviera presente
cuando el sepulcro quedó vacío . Porque os preguntaré : ¿cómo el
cadáver no aparece ? , ¿ cómo la mortaja no está en su urna, si no es
porque lo que fue encerrado en la tumba escapó secretamente de
la corrupción y porque el tesoro fue trasladado ? En caso contrario ,
¿cómo no va a ser verdadero traslado si las demás cosas también
concuerdan : la separación del alma y del cuerpo , la deposición del
cadáver, la disolución de lo que estaba unido , la división de las
partes , la disolución , la conjunción y la unión y, finalmente , la de­
saparición ? Porque el sepulcro permanece hasta ahora vacío , cons­
tituyéndose en testimonio del traslado del cuerpo en él deposita­
do . Lo que no sé bien es si esto se llevó a efecto mediante una
nueva conjunción de las distintas partes que vienen a constituir un
solo compuesto ; porque voy a elucubrar un poquito acerca de este
asunto ; .así tal vez concibiría su plan de honrar a su Madre el Hace­
dor en sus arcanos designios : o que un elemento sobresaliera sobre
el otro y de esta manera, de la mutua disyunción , resultara que
uno estuviera más allá del límite y otro en el mismo límite ; o que
un cierto orden nuevo y alterado se diera extraordinariamente en
Ella, de tal modo que todo lo que se refería a Ella fuera realmente
nuevo , y recibiera de manera apropiada al 'Logos ' extraordinario
superando toda razón y conocimiento»99 .
«A Ti se refería David , 'padre de Dios ' 1 00 , cuando suplicaba a
Cristo : 'levántate , Señor , Tú y el arca de tu santificación ' (Sal
1 3 1 ,8). A Ti se refería también El , prefigurando tu salida, cuando
decía en un salmo : ' los ricos del pueblo suplicarán tu semblante '
(Sal 44 , 1 3 )» 1 0 1 •
Intentando hacer un resumen lógicamente ordenado del pensamiento
de Andrés de Creta, éstas podrían ser las líneas maestras .
1 . La muerte de María. El cretense no duda en absoluto sobre el
hecho de la muerte de María y llega a razonar la necesidad de que esa
muerte se produjera como prueba de que María era una hija más del gé­
nero humano y de que, con su muerte , añadía un argumento más a favor
99
100
Sermo JI. . . , PG 97, 108 1C- 1084B.
El término griego theopátor, padre de Dios , es un sobrenombre aplicado a David
por descender de él Cristo y utilizado ya por el Crisóstomo .
101 Sermo III In dormiti'onem s. Mariae, PG 97, 1096AB.
1 23
JAVIER IBAÑEZ Y FERNANDO MENDOZA
de que el ser encarnado en Ella y al que diera a luz , aunque de naturaleza
verdaderamente divina , era también de naturaleza verdaderamente hu­
mana, pudiéndose dar origen así a la Economía de redención .
Esta muerte , sin embargo , no fue igual a la de los demás humanos , ya
que , en el caso de María, se produjo la separación de alma y cuerpo , pero
éste no sólo no se corrompió de hecho sino que no podía permitir Dios
que se corrompiera. La razón de esto último Andrés de Creta la ve en la
virginidad de María en su parto , o dicho de otra manera, en el parto vir­
ginal de María: si el parto de María no destruyó su sello virginal , tampoco
la deposición de su cuerpo inerme en la tumba podía conocer la des­
trucción.
2 . La Asunción. Como la muerte de María fue separación de alma y
cuerpo , pero éste vino a ser animado nuevamente por el alma, el fenóme. no , por su similitud con el sueño natural , recibe el nombre de dormición
de María. Nuestro autor vacila a la hora de explicar cómo se produjo real­
mente esa reanimación , pero deja bien sentado tanto la reanimación
misma como la Asunción del cuerpo resucitado , que él denomina «espiri­
tualizado», por parte de Cristo y de los ángeles y su puesto glorioso en el
cielo .
Los argumentos que aduce en pro de la resurrección . anticipada de
María son de dos géneros : unos de orden teológico y otros de carácter his­
tórico . Respecto a los de orden teológico se apunta ante todo el poder de
Dios y además la congruencia de que la Autora de la Vida y la que , como
se ha dicho , no conoció a pesar del parto la corrupción de su sello virgi­
nal , la congruencia , decimos , de que tampoco conociera la corrupción se­
pulcral . En cuanto a los argumentos de carácter histórico , nuestro autor se
fija en el hecho del sepulcro vacío .
Andrés de Creta, como ya antes Modesto de Jerusalén , sale al paso de
una aparente dificultad que pudiera provenir de la ausencia de tradición
acerca de este tema. Ya hemos visto cómo explica este hiato informativo ,
primero porque la dormición de María se produjo en época posterior a la
aparición de los Evangelios escritos y además por no desviar la atención de
los misterios centrales cristológicos de la Economía de la redención .
Finalmente , el cretense pone especial interés en señalar que la reali­
dad de la Asunción de María en cuerpo y alma al Cielo venía prefigurada
en los escritos del Viejo Testamento , si bien los textos en que se apoya son
1 24
LA ASUNCION DE LA SANTISIMA VIRGEN EN LOS PADRES
usados con una cierta libertad , cosa por otra parte ya advertida por el pro­
pio Magisterio supremo de la' Iglesia 102 •
5 . San juan Damasceno (m . 749)
El testimonio del último gran teólogo de la Iglesia griega , hombre de
amor apasionado a Jesucristo y de tierna devoción
á
la Santísima Virgen ,
tiene un valor especial por ser eco fiel de la Sagrada Escritura y tradición
anterior 103 . En relación a la mariologfa, el Damasceno , además d� reafir­
mar la Maternidad .divina de María, expone con claridad varios privilegios
de la Señora , tales como su Inmaculada Concepción , su Virginidad per­
petua y su Asunción corporal a los cielos 1 04 . Con respecto al tema de la
Asunción , disponemos de tres preciosas homilías sobre 1a Dormición de la
Virgen io'.> . Antes de transmitir una serie larga de textos adelantamos que
ello se debe a la riqueza excepcional del Damasceno en relación al tema
que nos ocupa, de suerte que puede afirmarse , sin riesgo de error , que es­
tamos ante el autor que con más insistencia ha enseñado , de una parte , la
muerte naturalmente debida de María y, de otra , la resurrección anticipa­
da de su cuerpo incorrupto y su entrada en el cielo , también por razones
de necesidad moral .
Homi/Ít:I 1:
«¿ Cómo la fuente de la vida es conducida a la vida pasando por
la muerte ? ¡ Qué sorprendente que aquella que al dar a luz ha
sobrepasado los límites de la naturaleza, ahora cede a sus leyes y su
cuerpo inmaculado se somete a la muerte ! Efectivamente , es preci­
so despojarse de lo que es mortal para revestirse de incorruptibili­
dad , ya que el mismo Señor de la naturaleza no rehusó la expe­
riencia de la muerte:. 106 .
102 cQuadam usi libertate . . . > , dr Bula Munificentissimus Deus; H . MARíN, Docu­
mentos Marianos, BAC 1 2 8 , Madrid, 1 954, p. 647 .
103 En el prólogo de su obra La fuente del conocimiento afirma: «Nada digo que sea
mfo:., PG 94, 52 5 .
104 C fr VAllER , La mariologie de St. J. Damascene, cOrientalia Christiana Analecta>,
14 (Roma, 1936), y P. VOULET, La doctrina maria/e du Damascene, «Sources Chrétiennes>
80 (París, 1 96 1), pp. 14-40.
105 Cfr PG 96, 700-76 1 y P . VoULET, S. ]. Damascene, Homélies sur la nativité et la
dormition, cSources Chrétiennes>, 80 (París, 196 1 ) , pp . 80- 197 .
106 Encomium in Dormitionem celebratissimae glonosissimaeque ac benedictae Do­
minae Dei Genitricis semperque Virginis Mariae, hom. I, n. 10 PG 96 , 7 1 3D, SC 80,
p. 106.
1 25
JAVIER IBAÑEZ Y FERNANDO MENDOZA
«Pero si , conforme a la naturaleza , tu alma totalmente sagrada
y bienaventurada es separada de tu cuerpo bendito e inmaculado ,
y si este cuerpo es depositado en la tumba usual , sin embargo , no
permanece en la muerte ni es destruido por la corrupción . Para
aquella cuya virginidad h a quedado intacta al dar a luz, al salir de
esta vida, el cuerpo se ha conservado sin descomponerse, y se ha
desplazado hacia una mansión mejor y más divina, no interrumpi­
da por la muerte sino capaz de perdurar por los siglos sin fin» 107 •
. «Entonces yo no llamaré muerte a tu sagrado tránsito , sino una
dormición o un viaje o , por mejor decir , un aposentarse con más
intimidad [ante Dios] . En efecto , saliendo del dominio - del cuer­
po , entras en una situación mejor» i os .
«Tu cuerpo inmaculado y totalmente puro no fue abandonado
en la tierra, sino que Tú , la Reina, la Soberana, la Señora, la
Madre de Dios , verdadera 'Theotokos ' , fuiste trasladada a las rea­
les mansiones del cielo» 1 09 .
Homilía JI:
«Hoy, el Edén del nuevo Adán recibe al paraíso racional [logi­
kón] , en el que la condenación queda disuelta, en el que el árbol
de la vida queda plantado y en el que nuestra desnudez fue recu­
bierta» 1 10 •
«Porque aquella que fue para todos la fuente de la verdadera
vida ¿ cómo iba a caer en manos de la muerte ? Pero Ella se somete
a la ley establecida por su propio Hijo y como hija del viejo Adán
acata la sentencia paterna , toda vez que su propio Hijo , que es la
Vida misma, no se sustrajo a ella; pero como Madre del Dios vivo ,
es justo que Ella sea llevada a El» i 1 1 .
107
1os
109
1 10
Encomium . . . , n. 10 PG 96 , 7 16AB , se 80 , p. 108 .
Encomium . . . , n. 10 PG 96 , 7 16e , Se 80, p. 1 10.
Encomium . . . , n . 12 PG 96 , 720A, Se 80, p . 1 16 .
Encomium . . . hom. JI, n . 2 P G 96 . 725A, s e 80, p . 1 2 8 . Voulet traduce «logikón
parádeison» por «paradis spirituel», vaciando de contenido la imagen utilizada por el Da­
masceno para referirse a María. Paraíso o mansión espiritual de Dios puede serlo cualquier
hombre que posea la gracia habitual; paraíso racional, en cambio, traduce literalmente el
adjetivo griego y tiene aplicación adecuada en el caso exclusivo de María: Ella fue realmen­
te el tabernáculo o paraíso por haber llevado a Dios en su seno materno y por eso su cuer­
po puede decirse con verdad paraíso racional, es decir, Edén viviente y racional del Hijo de
Dios.
1 1 1 Encomium . . , n. 2 PG 96 ,725eD , SC 80 , p. 1 30.
.
1 26
LA ASUNCION DE LA SANTISIMA VIRGEN EN LOS PADRES
«Antes de dar a luz con dolor, tuvo el parto [ su parto fue sin
dolor] , sin dolores también fue su salida de esta vida. ' La muerte
de los pecadores es funesta' ( Sal 34 ,22), pero para aquella en que
el aguijón de la muerte , es decir , el pecado ( 1 Cor 1 5 , 56) ha sido
aniquilado , ¿ qué diremos sino que su muerte fue el principio de
una vida inmortal y mejor? Sin duda es pre�iosa la muerte de los
santos del Señor, Dios de los ejércitos ( cfr Sal 1 16 , 1 5 ) , pero más
precioso aún es el tránsito de la Madre de Dios» 1 1 2 .
=
«Y no me parece fuera de lugar describir verbalmente , en la
medida de lo posible , y evocar y delinear las maravillas que se
cumplieron en relación con esta Sagrada Madre de Dios , que he­
mos recibido desde antiguo , de una manera razonable y compen­
diosa y , por así decir , de padres a hijos desde una época
antigua» m .
«Entonces Adán y Eva, los progenitores de nuestra raza, con la­
bios jubilosos gritaron muy en alto : ¡ dichosa Tú , Hija, que has
abolido para nosotros las penas de la transgresión ! Tú , que has he­
redado de nosotros un cuerpo perecedero , has llevado en tu seno
por nosotros un vestido de incorrupción . Tú , que has recibido de
nuestra carne la vida, nos has dado a cambio la vida buena; has
eliminado los dolores , has roto las ataduras de la muerte , has res­
taurado para nosotros la antigua morada. Nosotros cerramos el
paraíso , Tú has abierto de nuevo el acceso al árbol de la vida. Por
nosotros, de las bendiciones vinieron las penas , por Ti , de las pe­
nas salieron para nosotros bendiciones mayores . ¿ Cómo experi­
mentarás Tú la muerte siendo Tú Inmaculada? Tú eres puente que
conduce a la vida y escala que lleva al cielo , y la muerte será un
vehículo hacia la inmortalidad» 1 14 .
«El cuerpo d e María e s llevado procesionalmente por manos de
los Apóstoles, mientras que el Rey de los reyes lo recubre del
resplandor de su divinidad invisible y toda la asamblea de los san­
tos marcha delante de él , emitiendo santas aclamaciones y ofre­
ciendo un sacrificio de alabanza [ Sal 107 , 2 2 ] , hasta que fue intro1 12 Encomium
Encomium
1 1 4 Encomium
ferido la lectura del
, n. 3 PG 96, 728CD , SC 80, p . 1 34.
, n. 4 PG 96 , 729A, SC 80, p . 134- 136.
, n . 8 PG 96 , 733BC, SC 80 , p . 144 . En el último párrafo hemos precódice París. Gr 1470, que lee «sy» por «soi».
. . .
1 13
. . .
. . .
1 27
JAVIER IBAÑEZ Y FERNANDO MENDOZA
ducida en la tumba como en una cámara nupcial y , a través de
ella, en las delicias del Edén y en los tabernáculos celestiales» m .
«En efecto , convenía que esta mansión digna de Dios , la fuen­
te no excavada por mano humana, la tierra no labrada productora
del pan celestial, la viña que sin ser regada dio el vino de inmorta­
lidad, el olivo de la misericordia del Padre, siempre verde y rebo­
sante de ubérrimos frutos, no se viera encerrada en las entrañas de
la tierra. Sino que , de la misma manera que el cuerpo santo y
puro , que de Ella el Verbo Dios había unido a su Persona, al tercer
día resucitó del sepulcro , así también Ella debía ser arrancada de la
tumba y asociada la Madre a su Hijo . Y como El había descendido
hacia Ella, así Ella, la predilecta, debía ser transportada hasta el ta­
bernáculo más grande y más perfecto , penetrando en el mismo
cielo [Hebr 9 , 1 1 . 24 ]».
«Convenía que aquella que había cobijado en su seno al Verbo
Dios habitara juntamente en los tabernáculos de su Hijo; y como
el Señor había dicho que debía estar en la morada de su propio
Padre , convenía que también su Madre habitara en el palacio de
su Hijo , en la casa del Señor, en los atrios de la casa de nuestro
Dios [ Sal 1 34 , 1 ] . Porque si allí está la mansión de todos los que
gozan [ Sal 87 , 7 ] , ¿ dónde habría de estar la causa de la alegría?».
«Convenía que aquella que en el parto había conservado ilesa
su virginidad, conservara también sin ninguna corrupción su cuer­
po después de la muerte . Convenía que la que había llevado en su
seno como niño al Creador , habitara en los divinos tabernáculos .
Convenía que la esposa, que el Padre se había escogido , habitara
en los tálamos celestes . Convenía que aquella que había con­
templado a su Hijo en la cruz , recibiendo en el corazón aquella es­
pada de dolor de la que había sido inmune al darlo a luz , lo con­
templara sentado junto al Padre . Convenía que la Madre de Dios
poseyera lo que corresponde al Hijo y que fuera honrada por toda
la creación como Madre y Sierva de Dios . Pues la herencia pasa
siempre de los padres a los hijos . Aquí, en cambio , como dijera al­
gún sabio , las fuentes de los ríos sagrados van contra corriente bus-
1 15
1 28
Encomium
. . .
, n.
12 PG 96,740AB, SC 80, p. 1 54 .
LA ASUNCION DE LA SANTISIMA VIRGEN EN LOS PADRES
cando su origen . Porque el Hiljo ha sometido a su Madre todas las
cosas creadas» 1 16.
«Reconociendo de este modo a esta Virgen como Madre de
Dios , celebramos su dormición sin declararla diosa -lejos de no­
sotros semejantes fábulas de la mitología griega- , ya que anun­
ciamos también su muerte . Pero eso sí, la reconocemos como
Madre de Dios encarnado» i 1 7 .
Homilía 111:
«¡Oh , Dios mío , está muerta la fuente de la vida, la Madre de
µii Señor ! En efecto , convenía que el ser formado de la tierra retor­
nara a la tierra, y de esta manera se desplazara al cielo , recibiendo
de la tierra, después de depositar en ella el cuerpo , el don de una
vida totalmente pura . Convenía, en efecto , que , igual que el oro ,
después de dejar el peso · terrestre y opaco de la mortalidad , la car­
ne , hecha incorruptible y pura en el crisol de la muerte y revestida
del resplandor de la incorrupción , resucitara del sepulcro» 1 1 8 .
«Sube , Señora, sube , no como en el caso de Moisés : sube y
muere [Deut 34,49-50] ; antes bien , muere y de este modo sube .
Deposita como ofrenda tu alma .en las manos de tu Hijo , y devuel­
ve a la tierra lo que es de la tierra, porque esto también será eleva­
do juntamente contigo . . . ».
«H� aquí que la Virgen , hija de Adán y Madre de Dios , a causa
de Adán entrega su cuerpo a la tierra, y a causa de su Hijo eleva su
alma a los tabernáculos celestiales» 1 19 .
A la vista de estos textos , tan ricos de contenido como bellos en su for­
ma, queda clara la doctrina del Damasceno acerca de la realidad de la
Asunción de la Santísima Virgen en cuerpo y alma al cielo . Ante todo hay
que destacar el hecho de que el Damasceno es consciente de que no expo­
ne una opinión personal , sólidamente fundada , sino mucho más . Hace
notar expresamente que los datos sustanciales sobre este tema vienen
aportados por una tradición viva de la Iglesia, que tiene sus raíces en la
1 1 6 Encomium . . . , n. 14 PG 96 , 740D-74 1 , se 80, p . 1 56- 1 5 8 . La mayor parte de este
último párrafo del texto ha sido incluida en la Bula Munificentissimus Deus; H. MARíN,
op. cit. , p . 645 .
m Encomium . . , n. 1 5 PG 96, 744B, s e 80, p . 162 .
1 1 8 Encomium . . . , hom. III, n. 3 PG 96 , 757Be, Se 80, p. 186.
1 1 9 Encomium . . , n . 4 PG 96, 760Be, Se 80 , p. 190- 192 .
.
.
1 29
JAVIER IBAÑEZ Y FERNANDO MENDOZA
misma época apostólica . Los datos sustanciales a que nos referimos son :
María murió , su cuerpo no se corrompió , María resucitó y fue asunta en
cuerpo , ya glorificado , al cielo .
Otro aspecto distinto es el de la exposición y explicación teológica que
nuestro autor hace de estos datos. Su proceso de raciocinio teológico
podría estructurarse en los siguientes pasos .
1 . La muerte de María. El hecho se define como una separación de
alma y cuerpo . El alma es entregada como ofrenda en manos de su Hijo ;
el cuerpo es depositado en la tierra de la que , en última instancia,
procedía. La firmeza con que aporta este dato ya sería suficiente para eli­
minar toda duda de que el Damasceno no estuviera interiormente con­
vencido de la muerte de María. Pero estas posibles dudas quedan del todo
descalificadas si se tiene en cuenta que Juan de Damasco no sólo transmi­
te el dato de la muerte sino que lo fundamenta en argumentos teológicos .
Las razones principales que aduce en favor de la necesidad de que
María. muriera pueden reducirse a dos : en primer lugar , la condición hu­
mana de María así lo exigía; Ella era hija de Adán y Eva, de los que había
recibido naturaleza mortal ; no era diosa sino Madre del Dios encarnado .
En segundo lugar, María, que siguió los pasos todos de su Hijo, también
había de ir en pos de El muriendo como El lo hizo .
Lo característico de la muerte de María viene dado por dos circunstan­
cias singulares : fue una muerte sin dolor y muerte sin corrupción , hasta el
punto de que , para definirla, mejor vocablo que muerte es el de sueño ,
dormición o paso suave hacia Dios . ¿Y por qué esta singularidad ? Porque
María era Madre de la Vida y paraíso racional de su Hijo y además porque
no podía corromperse por la muerte un cuerpo tan sublime , que ya no se
corrompiera en su virginidad al concebir y dar a luz al Verbo de Vida.
2 . La resurrección de María y su Asunción. Afirmado el hecho expre­
samente y puesto el énfasis en que el cuerpo resucitado , ya glorioso , está
en los cielos , el Damasceno , en un alarde de argumentación que le ha
hecho célebre , expone las ocho razones que él considera válidas para fun­
damentar la necesidad moral de que el cuerpo de la Madre de Dios se
halle glorificado en el cielo :
a) Haber sido morada de Dios ; b) Haber dado albergue al Verbo ; e)
El ser causa y Madre de la alegría; d) La virginidad en el parto ; e) Haber
llevado en su seno al Creador; /) Haber sido Esposa del Padre ; g) Haber
1 30
LA ASUNCION DE LA SANTISIMA VIRGEN EN LOS PADRES
contemplado a su Hijo en la Cruz ; h) Ser Madre con derecho a disfrutar
de todos los bienes de su Hijo.
2. Padres occidentales
l.
Breviario anónimo de jerusalén (siglo VI)
Se trata de una esquemática descripción de los lugares religiosos que
podía visitar el peregrino en Jerusalén por los años 500 , fecha en que pro­
bablemente fue compuesto . En él se hace una breve alusión al sepulcro
de María. He aquí el texto con su contexto inmediato :
«Et inde venís ad illam pinnam templi , ubi tentavit satanas
dominum nostrum . Iesum Christum . Et est ibi basílica in cruce
. posita. Et est ibi basílica, in tempore ubi se lavabant infirmi et sa­
nabantur . Et ibi est basílica sanctae Mariae , et ibi est sepulcrum
eius» 120.
2. Pseudo Antonino Placentino (ca. 5 70)
Hacia el año 5 70 fue redactado un itinerario , relativamente amplio ,
en el que se habla también de la Jerusalén religiosa. Fue atribuido falsa­
mente a un mártir , de nombre Antonino Placentino , aunque en realidad,
según se deduce claramente de las primeras líneas del escrito , fue com­
puesto por uno de sus acompañantes 1 2 1 • De este documento se conservan
dos recensiones , de las cuales la primera y más antigua es la genuina,
mientras que la segunda, más reciente , ofrece lagunas y ha sufrido algu­
nas interpolaciones 122 •
En la primera recensión se dice :
«Descendentes de monte Oliveti in valle Gethsemani in loco ,
ubi traditus est Dominus , in quo sunt tria accubita, in qui bus ille
1 20 ANóNIMO , Breviarius de Hierosolyma, editado por P. Geyer en «Corpus Scrip­
torum Ecclesiasticorum Latinorum», vol. 39, reimpresión 1964 , p . 1 5 5 , cfr también
p. XXVI .
1 2 1 (Pseudo) Antoninus PLACENTINUS, It.inerarium, editado por P. Geyer en «Corpus
Scriptorum Ecclesiasticorum Latinorum ; vol . 39, reimpresión 1964, p. 159 (primera recen­
sión) y p. 195 (segunda recensión).
1 22 Así pensamos con el editor P. Geyer y contraJugie en su obra La mort et l'assomp­
tion de la sainte Vierge. Etude historico-doctrinale (Studi e Testi, 114), Citta del Vatica­
no, 1944, pp . 92 ss . Los argumentos de este último son certeramente rechazados por BALié
en Testimonia , p . 1 7 2 , nota l .
. . .
131
JAVIER IBAÑEZ Y FERNANDO MENDOZA
accubuit , et nos accubuimus pro benedictione . Et in ipsa valle est
basilica sanctae Mariae , quam dicunt domum eius fuisse , in qua et
de corpore sublatam fuisse» i 2 3 .
En la segunda recensión se lee :
«Descendentes de monte Oliveti venimus in villam Gethsema­
ni in loco , ubi traditus est Dominus . In quo sunt tria accubita, in
quo ille accubuit et nos pro benedictione accubuimus , et in ipsa
valle est domus sanctae Mariae , de qua eam dicunt ad cae/os fuisse
sublatam» 124 •
Existe una tercera recensión, que pensamos que es algo posterior , cuyo
texto fue editado en el siglo pasado 125 • En nuestro caso transcribe así el re­
lato :
«Descendentes de monte Oliveti venimus in vallem Gethsema­
ne in locum , ubi traditus est Dominus : in quo sunt tria accubita,
in quibus ille accubuit et nos pro benedictione accubuimus . Et in
ipsa valle · est basilica Sanctae Mariae quam dicunt domum eius
fuisse , in qua monstratur sepulcrum, de quo dicunt sanctam Ma­
riam ad caelos fuisse sublatam» 126 .
Las tres recensiones coinciden en reconocer que en Jerusalén existía la
tradición ( dicunt) de que la Santísima Virgen fue asumida al cielo en
cuerpo y alma. La primera y tercera recensión dan a entender que María
murió ; la primera , y más antigua, sólo de una manera levísima, mientras
que la terc�ra, la más reciente de las recensiones , habla explícitamente del
sepulcro de María, que se mostraba en Jerusalén dentro de la que decían
haber sido casa de la Virgen .
3 . Gregario Turonense (m . 593)
El obispo Gregario de Tours , célebre por sus diez libros de historia,
principalmente de los francos -Historiarum libri decem-, escribió tam­
bién , entre otras cosas , ocho libros de narraciones maravillosas -Libn·
i2 3
124
12 5
(Pseudo) ANTONINUS, Itineratium, ecl. cit. , p. 170.
Cfr op. cit. en nota 123, p . 203 .
T . ToBLER
A. MoLINIER, Itinera Hierosolymitana et descriptiones terrae
sanctae . , I , Genevae , 1 879 .
126 Cfr op. cit. en nota 1 2 5 , p. 100.
-
.
1 32
.
LA ASUNCION DE LA SANTISIMA VIRGEN EN LOS PADRES
miraculorum-, en cuya primera parte , dedicada a la gloria de los márti­
res -Gloria martyrum- , cuenta algunas maravillas del Señor , de la Vir­
gen, de los apóstoles y de los mártires de las Galias . En el capítulo IV de
esta primera parte habla de los apóstoles y de la Santísima Virgen y allí
dice :
«Post haec dispersi sunt A.postoli per regiones diversas ad prae­
dicandum verbum Dei . Denique , itnpleto a beata Maria huius vi­
tae cursu , cum iam vocaretur a saeculo , congregati sunt pmnes
Apostoli de singulis regionibus ad domum eius . Cumque audis­
sent quia esset assumenda de mundo, vigilabant cum ea simul ; et
ecce Dominus Iesus advenit cum angelis suis , et accipiens animam
eius tradidit Michaeli archangelo , et recessit , Diluculo autem leva­
verunt Apostoli cum lectulo corpus eius , posueruntque illud in
monumento , et custodiebant ipsum , adventum Domini praesto­
lantes . Et ecce iterum adstitit eis Dominus susceptumque corpus
sanctum in nube deferri iussit in paradisum ; ubi nunc , resumpta
anima cum·electis eius exsultans , aeternitatis bonis, nullo occasuris
fine , perfruitur» 127 .
En este texto hay que distinguir la sustancia del hecho de la Asunción
de la Virgen y algunos accidentes que no afectan al núcleo de la cuestión ,
como pueden ser la presencia de . todos los apóstoles , la venida de ángeles
determinados , la aparición del mismo Cristo , en todo lo cual puede de­
pender de narraciones apócrifas 1 28 • En cuanto a la sustancia, los datos pa­
recen claros : una muerte temporal de María y una resurrección anticipada
con la consiguiente glorificación de María en cuerpo y alma en el cielo .
Ya hemos dicho que los testimonios patrísticos más antiguos en torno
a la Asunción provienen de los padres orientales anteriores a Efeso . Ahora
bien, es curioso advertir que , después de ese Concilio , los primeros testi­
monios que se conservan son occidentales , como , · por ejemplo , la obra
121 Gregorio DE TOURS, Ltbri miraculorum, I, De gloria beatorum martyrum, cap . IV,
PL 7 1 , 708BC. Cfr. el texto crítico de Bruno KRuscH , Monumenta Germaniae Historica,
«Scriptores rerum Merovingicarum», t . 1 , p . 489 .
1 2s Ya el P. BALié, Testimonia. . . , p . 1 7 3 , encuentra dificultad en determinar de qué
libros apócrifos concretos pueda depender Gregorio en esta ocasión . De todos modos hay
que reconocer que el obispo de Tours alude al suceso con toda naturalidad y relata con
más sobriedad lo que los apócrifos se complacen en pormenorizar, lo cual «hace suponer
que el hecho de la Asunción era admitido sin dar lugar a disputas , por más que los porme­
nores variasen», cfr P. SoLA, La Asunción de· María en la tradición patrística, «Estudios Ma­
rianos», 6 ( 1947), p. 124.
133
JAVIER IBAÑEZ Y FERNANDO MENDOZA
apócrifa del Pseudo-Melitón (del que hablaremos en su momento) y pre­
cisamente éste de Gregorio de Tours . Este fenómeno pone de manifiesto
que la tradición asuncionista no era solamente oriental sino que había lle­
gado igualmente a occidente y, en el caso de Gregorio , a las iglesias de las
Galias , cuyos lazos litúrgicos con los orientales eran prácticamente inexis­
tentes . Estamos , · por tanto , ante el primer testimonio cierto de la Asun­
ción corporal de la Virgen María de un autor conocido después de Efeso,
lo que demuestra la universalidad de esta creencia.
Vemos, pues , que el testimonio de Gregorio a favor de la Asunción es
claro . No se puede decir lo mismo acerca de su testimonio sobre la ce­
lebración litúrgica de la fiesta. Hay que distinguir entre testimonios de la
Asunción en sí misma y de la festividad . San Gregario , poco después del
testimonio estudiado , se refiere a una festivitas, ciertamente mariana,
que se celebraba en Jerusalén . Después de aludir a la Asunción (quae
-Maria- , ut supra diximus , angelicis choris canentibus , in paradiso Do­
mino praecedente , translata est) narra un milagro operado por la Virgen
durante la edificación de la basílica a Ella dedicada por Constantino , con­
tinuando con estas palabras : «Huius festivitas sacra mediante mense un­
decimo celebratur . . . Adveniente vero hac festivitate , ego ad celebrandas
vigilias eum [ oratorium] accessi» 129 . El «huius» evidentemente no se re­
fiere a la Asunción sino a la Santísima Virgen , y, por otra parte , la expre­
sión «ad celebrandas vigilias eum accessi» no implica que la festividad en
cuestión tuviera una vigilia 1 30 sino simplemente sirve de fórmula común
para indicar la celebración de una fiesta. Los autores más relevantes en los
estudios históricos-litúrgicos no interpretan este texto de Gregario como
referido a la Asunción 1 3 1 .
4 . Venancio Fortunato (m . 600)
Nacido en Treviso hacia el año 5 3 5 , el poeta más representativo de los
merovingios , Venantius Honorius Clementianus Fortunatus murió de
obispo en Poitiers y es venerado como santo . De sus diversas obras nÓs in­
teresan sus Carmina, que abarcan once libros , la mayoría de ellos (los
1 29
1 30
Cfr Gregorio DE TOURS, op. cit. en nota 1 2 7 , cap. IX, PL 7 1 , 7 1 3AC.
Así lo supone , a nuestro entender, erróneamente Bellamy en «Dictionaire de Th­
Cath», 1, col. 2 1 30 .
1 3 1 Así, por ejemplo , Dom Morin y Dom Capelle. Sobre este punto véanse las intere­
santes observaciones que hace Dom P. GAssó , La Asunción en la liturgia. l, Sobre los
orígenes de la fiesta, en «Estudios Marianos», 6 ( 1 947), pp . 140- 142 .
1 34
LA ASUNCION DE LA SANTISIMA VIRGEN EN LOS PADRES
nueve primeros) coleccionados y editados por él mismo a instancias del
propio San Gregorio de Tours. Precisamente el Himno en honor de la
Virgen María132 , del que vamos a estudiar algunos versos , ha sido discuti­
do en cuanto a su autenticidad . Sin embargo , hay autores de nota que
por razones de crítica interna lo atribuyen a Venancio y, sobre todo , apo­
yados en el hecho de que , aunque no se encuentra en otros manuscritos ,
aparece en cambio en un antiguo códice Vaticano después de la vida de
San Martín escrita por el propio Venancio .
En relación con María asunta a los cielos , he aquí algunos de sus
versos :
«Quot vigiles turmae , cum te sopor altus haberet,
Solaque dormitans tot vigilare dares ?
Sidereo obsequio , meritis dignissima virgo ,
Cum te divinis cingeret a.lla choris»133 .
«Conderis in solio felix regina superbo ,
Cingeris et niveis lactea virgo choris .
Nobile nobilior circunsistente senatu ,
Consulibus celsis celsior ipsa sedes .
Sic iuxta genitum regem regina perennem ,
Ornata ex partu , mater opima, tuo»l34 •
«Horum ante adventum te qualiter ornat amator,
Portavit quem uterus , virgo beata, tuus ?
Dans tibi larga poli, cui tu domus arcta fuisti ,
Ventris pro hospitio restituendo thronum .
Componen do caput niveum diademate fulvo ,
Et gemmis rutilam comit honore comam :
Annectens niveo pretiosa monilia eolio ,
Fulgore et vario pectora pura tegens .
Quam speciosum humeris imponit honoris amictum,
Splendore ardescens purpura tineta nitet ! » m .
Como es lógico , e n u n poeta n o se puede siempre encontrar u n plan­
teamiento estrictamente racional del pensamiento y tratándose de un
132
1 33
Libro VIII, cap. VII de Venancio Fortunato , PL 88 ,276-284 .
Venancio FORTIJNATO, In laudem sanctae Manae Virginis e t Matns Domini, PL
88,281A.
1 34 Venancio . . . , PL 88, 282B .
1 35 Venancio . , PL 88 ,282B-283A.
.
.
1 35
JAVIER IBAÑEZ Y FERNANDO MENDOZA
poeta cristiano no procedería normalmente buscar en él las formulaciones
precisas de la doctrina de la Iglesia. Ello no obstante , cuando en el poeta
concurre una sólida preparación tea.lógica, puede el lector quedar grata­
mente sorprendido por la armoniosa conjunción de un contenido doctri­
nal sólido y profundo y de una expresión literaria de primera calidad
artística. Baste recordar , a título de ejemplo y fácil comprobación , muchas
de las expresiones literarias de un Agustín , de un Bernardo de Claraval o
de un Tomás de Aquino , por reducirnos a pensadores y poetas cristianos
en lengua latina .
En otras ocasiones , e l poeta cristiano escribe sus poemas más que des­
de la doctrina desde la erudición . Casi podría afirmarse que versifica y
compone desde su condición existencial de testigo de la tradición , trans­
mitiendo los datos de la misma en la forma sublimante del arte . Tal sería
la condición del mayor de los poetas latinos , el español Prudencia , por
ejemplo , con sus himnos a los mártires . En este apartado podría incluirse
también a Venancio Fortunato . En esta clase de poetas hay que saber en­
contrar el núcleo de verdad histórica que queda envuelta en el lujoso ro­
paje literario .
Hechas estas precisiones pensamos que nuestro autor transmite en cla­
ve poética, pero con suficiente claridad , tanto la muerte de María como su
glorificación excepcional . En primer lugar , la muerte de María descrita
como dormición ( dormitans) y sólo como profundo sueño ( cum te sopor
altus haberet) , y todo esto en una cierta relación con la condición virginal
de María (meritis dignissima Virgo) junto con su condición de Madre (do­
mus arcta fuisti) .
En segundo lugar, lo que podríamos denominar el término «ad
quem»: la entronización de María en los cielos . Ciertamente el poeta está
pensando en una realeza gloriosa de María ( conderis in solio felix regina
superbo) como paga de la hospitalidad de su seno materno hacia Dios
Hijo (Ventris pro hospitio restituendo thronum) , en virtud de la cual ,
como Reina Madre del Rey (sic iuxta genitum regem regina perennem) ,
supera e n nobleza a los senadores y cónsules celestiales que l a rodean (no­
bile nobilior circumssistente senatu , consulibus celsis celsior ipsa sedes). A
tal condición y encumbramiento corresponden los detalles ornamentales
con que su Hijo amante la engalana: su trono es la bóveda celeste (dans
tibi larga poli . . . restituendo thronum) ; diademas de oro para su blanca
cabeza (componenda caput niveum diademate fulvo ) ; joyas refulgentes
en su hermosa cabellera (gemmis rutilam comit honore comam) ; collares
1 36
LA ASUNCION DE LA SANTISIMA VIRGEN EN LOS PADRES
de perlas preciosas rodeando su níveo cuello ( annectens niveo pretiosa
monilia collo ) ; sus purísimos senos cubiertos con variedad de brillantes
(fulgore et vario pectora pura tegens) ; manto de honor color púrpura
sobre sus regios hombros ( quam speciosum humeris imponit honoris
amictum , splendore ardescens purpura tineta nitet) ; coros innumerables
de ángeles haciéndole corte ( cum te divinis cingeret ala choris . . . cingeris
et niveis lactea virgo choris) .
Viene ;:thora a cuestionarse si toda esta descripción es puramente me­
tafórica o implica la presencia del c.uerpo resucitado y glorioso de María
en el cielo . Absolutamente hablando y fuera de contexto , todas estas de­
talladas alusiones corporales a María gloriosa podrían ser, en boca de un
poeta, simples imágenes literarias para expresar el encumbramiento del
alma excepcional de la Madre de Dios . Alguna luz clarificadora podría ve­
nir del término «a quo», es decir , de la muerte que , como hemos visto , se
presenta como dormición y sueño profundo . De este modo de hablar pu­
diera inducirse a primera vista una muerte sin corrupción y, por tanto , en
las expresiones de nuestro poeta podría estar implícita la resurrección an­
ticipada del cuerpo de María, o lo que es lo mismo , su Asunción . Sin em­
bargo , también la palabra dormici6n y sueño , referidos a la muerte de
María, puede ser también una imagen poética y en todo caso no determi­
na una situación especial para el fallecimiento de María, toda vez que ,
desde tiempos remotísimos , la literatura cristiana, incluso litúrgica,
describe la muerte de los fieles como un sueño o dormición ante la pers­
pectiva esperanzadora de la futura resurrección 1 36 .
¿ Qué valor tiene , pues , el texto de Fortunato ? Algunos lo aceptan
acríticamente como argumento válido para la Asunción 1 37 ; otros lo adu­
cen como alabanza de Fortunato a la gloria celeste de la Madre de Dios ,
haciendo notar que no se trata de un argumento explícito de la Asunción
corporal , dando , por tanto , a entender que se trata de un argumento
implícito Bs . Nosotros , por nuestra parte � pensamos que los versos de For­
tunato , aunque no van ni mucho menos en contra de la Asunción , no
pueden , sin embargo , por sí mismos interpretarse más que como imáge1 36 La fórmula «dormiunt in somno pacis» para referirse a la muerte en el memento de
difuntos es relativamente reciente , pero no posterior al siglo VI . Cfr] . A. ]UNGMANN , Mú­
sarum So/lemnia, I , 68, Edic. esp. El Sacrificio de la Misa, BAC 68, Madrid , 195 1 ,
pp . 89-90.
1 37 Cfr F. Soú, art. cit. en nota 128, pp . 123- 1 24 .
1 38 Cfr C. BALié, Testimonia , p . 1 7 3 .
. . .
1 37
JAVIER IBAÑEZ Y FERNANDO MENDOZA
nes poéticas y , por ende , no tienen valor de testimonio ,
implícito , en pro de la Asunción 1 39 .
m
siquiera
5 . San Isidoro de Sevilla (m . 636)
Cerramos los testimonios patrísticos en favor de la Asunción de María
en cuerpo y alma a los cielos con el de San Isidoro de Sevilla, cosa que
como hispanos hacemos gustosamente , si bien hemos de reconocer que
este erudito obispo poco aporta en relación con la sustancia del tema que
nos ocupa. El prelado hispalense habla de la Santísima Virgen en un bre­
ve capítulo , dentro de su obra De ortu et obitu patrum qui in Scriptura
laudibus efferuntur, concebida a modo de fichas esquemáticas de los per­
sonajes más relevantes tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento ,
hasta un total de ochenta y seis . De esta obra se conservan dos
recensiones 140 •
En el capítulo 67 de este escrito habla de la Santísima Virgen dedicán­
dole dos apartados . En el segundo de ellos no habla, como sería de
desear, acerca de la resurrección anticipada de María. Tampoco puede
esto extrañar ya que , ateniéndose al título de la obra , su esquema se repi­
te en cada uno de los personajes tratados : nacimiento y muerte . Es cierto
que cuando habla de Henoch 1 4 1 afama que «manet autem hactenus in
corpore» y cuando se refiere a Elías 142 dice «post igneo curru in coelum
raptus ascendit», pero esto lo hace basándose en su criterio de atenerse a
los datos de la Escritura.
No habla, pues , de la Asunción , pues no consta claramente en la
Escritura. Tampoco se refiere en la Escritura la muerte de María. Isidoro
habla, sin embargo , de ella porque , apoyándose en la profecía de
Simeón , algunos sugerían_ que la muerte de María fue un martirio corpo­
ral . Menciona, por tanto , la muerte de María indirectamente y acerca de
1 3 9 El adorno en los santos ya triunfantes es tema común en la poesía cristiana latina;
Cfr, por ejemplo, <<Videor videre inlustribus gemmis coruscanten virum [Laurentium]»; así
como la alusión a sus diversos miembros corporales; cfr, por ejemplo , «tuosque alumnos
urbicos lactante conplexus sinu paterno amore nutrias». Los dos textos, que podríaµ mul­
tiplicarse , en Aurelio Prudencia, Peristephanon , Hymnus 2, versos 5 5 7-5 59 y 5 70- 5 72. Cfr
Obras Completas, edición bilingüe preparada por Alfonso Ortega e Isidoro Rodríguez ,
BAC 427, Madrid , 198 1 , p . 524.
140 Isidoro DE SEVILLA, De ortu et obitu patrum qui in Scriptura laudibus efferuntur,
PL 8 3 , 129- 1 56 y 1275- 1294.
141 Isidoro DE SEVILLA , De ortu et obitu patrum qui in Scriptura laudibus efferuntur,
PL 83 , 1 3 1C- 1 32A.
142 Isidoro, op. cit. , PL 8 3 , 140CD .
138
LA ASUNCION DE LA SANTISIMA VIRGEN EN LOS PADRES
ella da a entender: 1 ) no consta por la Escritura que María muriera; 2) no
niega Isidoro su posibilidad en razón de que algunos dicen que �l se­
pulcro de la Virgen se encuentra en el valle de Josafat ; 3) en cualquier hi­
pótesis , la muerte de María no fue martirio , porque no consta tal circuns­
tancia ni en la Escritura ni en la Tradición .
He aquí el texto del Hispalense en su doble recensión :
«Hanc [Mariam Virginem] quidam creduli necis passione asse­
runt ab hac vita migrasse , pro eo quod iustus Simeon complectens
brachiis suis Christum , prophetaverit , Matris dicens : ' et tuam ip­
sius animam pertransibit gladius ' quod quidem incertum est ,
utrum pro materiali gladio dixerit an pro verbo Dei valido et acu­
tiori omni gladio ancipiti . Specialiter tamen nulla docet historia,
Mariam gladii animadversione peremptam , quia nec obitus eius
uspiam legitur. Dum tamen reperiatur eius sepulcrum , ut aliqui
dicunt , in valle Iosaphat» 143 .
«Hanc [Mariam Virginem] quidam vitam finiri (sic) martyrio
asserunt . Sic enim Simeon sanctus Christum propriis brachiis suis
portans prophetavit , dicens : 'et tuam ipsius animam pertransiet
gladius ' . Non tamen ex gladio carnali , sed ex gladio spirituali
prophetatum est , hoc est verbum Dei, quod validius et acutius
omni gladio accutissimum penetrans usque ad divisionem animae ,
et spiritus , quia nec litterae , nec historia docet ex hac vita Mariam
migrasse martyrii corporalis passione . Hoc tamen certum est , quia
nemo . obitum eius scit , aut quomodo ex hac luce migravit , dum
tamen in Ierusalem eius sepulcrum certe positum sit» l44 .
A modo de conclusión
Ya vimos en su lugar que , antes de Efeso , entre los Padres occidenta­
les nadie afirma explícitamente la Asunción de María, aunque varios su143
1 44
Isidoro, op. cit. , PL 8 3 , 148D-149A.
Isidoro, op. cit. , PL 8 3 , 1285D- 1286A. El texto isidoriano concluye con estas pa­
labras: «Nativitas itaque sanctae Maríae Matris Domini VI Id. Sept. Assumptio vero eius­
dem XVIII Kal . Septemb . celebratur» (dr col . 1286A) . El autor de esta segunda recensión
se hace eco de la celebración litúrgica de la fiesta de la Asunción . Todo apunta a una adi­
c�ón que no anula la conclusión que hemos sacado del estudio comparado de ambas recen­
s10nes.
1 39
JAVIER IBAÑEZ Y FERNANDO MENDOZA
ponen que murió y alguno lo declara explícitamente , mientras que en
Oriente algunos Padres ofrecen indicios suficientes de la Asunción corpo­
ral de la Santísima Virgen a los cielos . Timoteo de Jerusalén es en esta
época y en ese ámbito el testimonio más claro y cierto de la verdad asun­
cionista.
A partir de Efeso y por las razones que dimos en su momento , se pro­
dujo un hiato en la tradición literaria patrística en torno a este asunto :
otros temas cristológicos e incluso mariológicos atraían y, en cierta mane­
ra, polarizaban la atención .de los escritores cristianos inmediatamente
posteriores a Efeso . Pero pronto , con Modesto de Jerusalén , reaparecen re­
vitalizados y profundizados testimonios sobre el particular. La tradición
oral y otros modos de transmisión (por ejemplo , los escritos apócrifos , que
merecen e.studio aparte) habían conservado intacta la sustancia de esta
doctrina. Pero el hecho patente del silencio de los autores cristianos de
nota hace que algunos Padres se sientan en la obligación de dar una expli­
cación a este fenómeno .
El número mayor y más cualificado de testimonios los tenemos en
Oriente . Curiosamente , tanto Modesto de Jerusalén y Juan Damasceno ,
que abren y cierran respectivamente esta serie de testimonios , afrontan el
problema del silencio de los Padres anteriores al respecto y aporta cada
cual su explicación sin dudar de que la ausencia de testimonios no afecta
al origen apostólico de esta tradición .
Todos los autores concuerdan en hablar de la Asunción corporal de
María, aunque,·el Pseudo-Atanasia prescinde del dato de la muerte . En
general , hecha la anterior salvedad , el núcleo o esquema transmitido
tiene esta cadencia: muerte , incorrupción , resurrección anticipada y glori­
ficación . En cuanto a la explicación teológica de cada uno de estos pasos
se producen bastantes coincidencias . Su muerte, consistente en la separa­
ción de alma y cuerpo (Damasceno) , fue un hecho necesario porque
María era un ser humano (Germán , Andrés Cretense y Damasceno) , por­
que Ella había de imitar, también en esto , a Cristo (Damasceno) , porque
de ese modo se reforzaba la verdad de la humanidad auténtica de su Hijo
(Germán y Andrés Cretense) y de esta manera se ponía más claramente
de manifiesto que con Cristo , verdadero Hombre siendo verdadero Dios ,
se había dado comienzo a la nueva y definitiva economía de salvación
(Andrés Cretense) . Característico de esta muerte fue que se produjo sin
dolor (Damasceno) , a modo de dormición (Modesto).
1 40
LA ASUNCION DE LA SANTISIMA VIRGEN EN LOS PADRES
La incorrupción del cuerpo muerto de María no sólo fue un hecho que
todos , a excepción del Pseudo-Atanasio , señalan sino una consecuencia
sobrenatural (Modesto) debida a la condición singular de la Santísima
Virgen : así lo exigía su divina Maternidad (Germán y Damasceno) y su
Virginidad tanto en la concepción (Damasceno) como el parto (Ger­
mán , Andrés Cretense , Damasceno) . La resurrección anticipada fue una
reanimación (Andrés Cretense) y un hecho afirmado por todos , aunque
en cuanto a las circunstancias algún autor se apoye en los relatos apócrifos
(Germán) . La demostración de esta resurrección , realizada por Cristo
(Modesto) , tiene un apoyo arqueológico -el sepulcro vacío- (Andrés
Cretense) y una razón teológica, que es el poder de Dios (Andrés Creten­
se) . Esta resurrección vino acompañada de la Asunción del cuerpo reani­
mado y espiritualizado (Andrés Cretense) y de la entrada gloriosa de
María en el cielo . La Asunción de María en cuerpo y alma al cielo , pres­
cindiendo del hecho de su muerte y consiguiente resurrección , se debe
(Pseudo-Atanasio) a que María tiene que quedar unida totalmente a Cris­
to y obedece también al principio de recapitulación . En cuanto a la Asun­
ción corporal de María , previa la resurrección anticipada, el Damasceno
ofrece las ya mencionadas ocho razones de congruencia teológica.
En Occidente , aparte del Breviario de ]erusalén , en el que se alude al
sepulcro de María, y del Itinerario Jerosolimitano , que deja constancia de
la tradición acerca de la muerte y Asunción de María, el testimonio más
importante y claro es el de Gregario de Tours . No por solitario es menos
importante este testigo , antes al contrario , su aportación demuestra que
la tradición asuncionista no era un hecho exclusivo de Oriente sino que
también subsistía en Occidente . Este autor, envolviendo en circunstancias
de origen apócrifo , transmite el núcleo esencial de la verdad asuncionista:
muerte de María, resurrección anticipada y glorificación de la Santísima
Virgen en alma y cuerpo .
El poeta Venancio Fortunato , aunque no es argumento testimonial se­
gún hemos explicado , no presenta ningún inconveniente en ser mejor in­
terpretado en un contexto de creencia asuncionista. Finalmente , Isidoro
de Sevilla nada dice explicítamente de la Asunción , aunque pudiera ad­
mitirse que el obispo de Sevilla parte del supuesto de que María está cor­
poralmente en el cielo , ya que todo su breve testimonio se reduce a afir­
mar que no consta que María muriera, aunque si esto tuvo lugar , puesto
que algunos afirman que se conserva su sepulcro , no fue de modo violen­
to o martirial , pues no es en ese sentido como ha de interpretarse , según
querían algunos , la profecía simeónica de la espada.
141

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