Miguel - Historia de Pegalajar

Transcripción

Miguel - Historia de Pegalajar
Año 2011 · N.º 21 (Segunda Época)
CLAUSTRO
POÉTICO
Homenaje
CLAUSTRO POÉTICO
Miguel
Moreno
Jara
Revista de Promoción
e
Intercomunicación Literaria
Año 2011 · N.º 21 (Segunda Época)
- 1 -
Redacción:
Director:
Vice-director:
Secretario:
Vice-secretario.
Vice-tesorero:
Juan Carlos García-Ojeda Lombardo.
Ramón Molina Navarrete.
Pedro Luis Mínguez Durán.
Fernando R. Ortega.
Juan Antonio López Cordero.
Colaboran en este número:
Proemio (Juan Antonio López Cordero)
3, 4, 5
Rocío Biedma
7, 8
Javier Cano
11, 12
Elena Cobo Gámez
13, 14
Víctor Corcoba Herrero
16, 17
Antonio Espinosa
18, 19, 20
Cristóbal Fabrega
22
Juan Manuel de Faraminán Gilbert
23
María Gila Justicia
25, 26
Juan Carlos García-Ojeda Lombardo
27, 28,
Antero Jiménez Antonio
29
José Ángel Marín
31
Pedro Luis Mínguez Durán
33, 34, 35, 36, 37, 38
Fernando R. Ortega
39
Miguel Moreno Jara
40, 41
Ramón Molina Navarrete
42, 43
Manuel Ángel Pérez del Moral
44, 45
Cesáreo Rodríguez-Aguilera
47
Manuel Ruiz Amezcua
48
Manuel Carlos Sáenz
49
Josefina Vázquez Florido
50, 51
Epílogo (Juan Carlos García-Ojeda Lombardo)
52, 53
Fotografías:
Portada, contraportada e interior: María de las Mercedes Morago.
Maquetación e Impresión:
Artes Gráficas CIVERA
Edita:
Claustro Poético y Real Sociedad Económica de Amigos del País de Jaén, con el
patrocinio exclusivo de la CAJA RURAL DE JAÉN
http://perso.wanadoo.es/claustropoetico
[email protected]
Depósito Legal:
J-120-1.995
ISBN 1135-2639
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PROEMIO
MIGUEL MORENO JARA
Cuando es necesario escribir, sumando voluntades, en un único
afán de recuerdo y homenaje, también se hace como estímulo para
hombres y mujeres que les ha tocado vivir en un tiempo y en un
lugar donde la diosa de la Cultura es apedreada con reincidencia.
De ello era consciente Miguel Moreno Jara cuando se embarcó en
la aventura del saber, como perfecto conocedor de su tierra y su
gente. Nació en Jaén en 1944, inició su formación en la Escuela de
San Andrés, y como muchos jóvenes giennenses cursó
Humanidades en el Seminario Conciliar. Dejó posteriormente el
Seminario y en 1962 ingresó en la Magistratura Provincial del
Trabajo, hasta su jubilación, ejerciendo en sus últimos años el
cargo de la Mutualidad General Judicial. Casó con María Cantos,
con la que tuvo dos hijos, Miguel y Lidia.
Estos datos anteriores podrían ser el sucinto currículum vitae de
una persona dedicada toda una vida a su familia y trabajo, que ya de
por sí merece el reconocimiento de la sociedad. Pero Miguel no se
limitó a ello. En su tiempo libre desarrolló una amplia trayectoria
de estímulo y participación en actividades culturales con escasos
medios y mucha voluntad. Él siempre estaba allí, donde el esfuerzo
voluntario, altruista, era necesario, sabedor del escaso o nulo
apoyo institucional, intentando esquivar incomprensiones, cuando
no zancadillas de quienes no conciben que amantes de la cultura
como Miguel puedan desarrollar y promover una actividad tan rica
y continuada en el tiempo. Desde su cargo como Secretario de la
Asociación de Amigos del Archivo Histórico Diocesano de la
Catedral de Jaén, forjó una amplia base social de apoyo al Archivo
que encontró complicidad en el archivero José Melgares Raya.
Ello contribuyó a que el Archivo de la Catedral de Jaén se abriese a
la sociedad giennense en un período en el que gran parte de los
archivos catedralicios de España permanecían cerrados. Formó
también parte del consejo de redacción de la revista de
investigación histórica Códice, como vocal de relaciones
exteriores, captación de socios e intercambios científicos. En la
revista Códice realizó diversas publicaciones en la sección de
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"Actualidades/Actividades" en los números del 4 al 11, entre los
años 1989-1996. Su actividad cultural le valió el reconocimiento
del Obispo de Jaén, que le nombró Secretario de la comisión mixta
Iglesia-Seglares conmemorativa del V Centenario de la
Evangelización de América (1992).
La inquietud intelectual llevó a Miguel Moreno a ocupar el cargo
de vice-secretario de la Real Sociedad Económica de Amigos del
País de Jaén (2001), el de secretario de la Real e Ilustre Cofradía de
Santa Catalina de Alejandría, Patrona de Jaén (2001), y además
extendió su inquietud cultural por el mundo rural giennense. Así,
formó parte del Colectivo de Investigación de Sierra Mágina
CISMA, participando en sus jornadas de estudios anuales con
diversas comunicaciones y en las publicaciones de su revista
Sumuntán como:
- " Censo de población en la comarca de Sierra Mágina (1860)"
(núm 3, 1993, p. 41-53).
- " Comunidad de regantes de las aguas `Los Charcones`" (núm.4,
1994, p. 241-249).
- " Ordenanzas para el uso y aprovechamiento de las aguas de Los
Charcones, en el término municipal de Torres, provincia de Jaén,
aprobadas por Real Orden de 22 de enero de 1880. Presidencia de
la Comunidad y del Sindicato. Mancha Real" (núm. 5, 1995, p.
247-272).
- "El derecho foral en Sierra Mágina" (núm. 6, 1996, p. 41-51).
"Litigio de Bedmar contra la Orden de Santiago: I. Proceso de
unificación territorial" (núm. 1, 1991, p. 133-140).
- "Sierra Mágina en las reformas administrativas del Condestable
de Castilla don Miguel Lucas de Iranzo" (núm. 5, p. 237-243).
De su participación en los Congresos de Cultura Tradicional de la
Provincia de Jaén, cuyas actas se recogieron en la revista El Toro
de Caña son los trabajos:
- "Estatutos de la Cofradía de Ntra. Sra. de la Soledad de Santiago
de Calatrava" (núm. 1, 1997, p. 319-330).
- " Jaén, paraíso de las leyendas" (núm. 7, 2001, p. 627-667).
- " Leyendas mágicas de Jaén" (núm. 9, p. 621-644).
Podemos destacar también sus publicaciones en el Boletín del
Instituto de Estudios Giennenses, como:
- "La cruz roja de Jaén y su provincia. Antecedentes históricos"
(núm. 172, 2, 1999, págs. 783-806)
- "El Partido Republicano Radical en el distrito de Martos" (núm.
153, 2, 1994, págs. 849-882).
- "Elección de la Patrona del Ilustre Colegio de Abogados de Jaén"
(núm. 190, 2005, págs. 447-500).
- "El acta de Martos" (núm. 162, 2, 1996, págs. 1169-1202).
Además participó en las Jornadas de las Cuatro Villas y de
Investigación Histórica del Condado, en el Primer Simposium
Andalusí, organizado por el Ateneo Guadalquivir, de Jaén; en el I
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Congreso de Historia de Jaén; 2º Congreso Provincial de Cronistas
Oficiales de Jaén; I Congreso "La Ilustración y Jaén" (Homenaje a
un lustrado: José Martínez de Mazas, 1994); en el Congreso de
Jaén II...
Junto esta prolija actividad cultural desarrolló otros muchos
trabajos de investigación, destacando especialmente: La Grandeza
histórica de la capital del Santo Reino (dos tomos); El Romancero
de Jaén (otros dos tomos); Las Leyendas de Jaén y sus poesías (un
total de 25 leyendas, 1989, y, en preparación, una segunda
colección con otras 25); Auringis, asentamiento de antiguas
civilizaciones y la Historia del Ilustre Colegio de Abogados de
Jaén (con más de 1.800 biografías). Confeccionó el Índice
toponímico de la Enciclopedia de Jaén, y los Índices de la Crónica
"Lugia", de Valdepeñas de Jaén (1995). Prologó la edición
española del libro Tonos Intimistas, de poesía (1991). Varios
centenares de artículos figuran en los periódicos "Ideal" y "Jaén" y
en diversas revistas de Jaén y Provincia, revista Contraluz,
Claustro Poético, etc.
Fue premiado en el 1º Concurso de Investigación Histórica
"Baécula" (Bailén, 1988); "Saudar" (Jódar, 1988); Primer premio
periodístico "FarmaJaén-95, instituido por la Cooperativa
Farmacéutica de Jaén (1995) y Premio de Periodismo "Jaén: cien
años de Cruz Roja de Jaén" (mayo, 1995).
Coordinador de Pregones del Santísimo Cristo de
Charcales o del "Arroz" desde 1986 y de Santa Catalina de
Alejandría, Patrona de Jaén desde 1992. Pregonero de las fiestas
del Cristo de Charcales o el "Arroz" (Jaén, 1997), del Tomillo
(Jaén, 1998) y de Santa Catalina de Alejandría, Patrona de Jaén
(1999). Compromisario de la Real Cofradía de nuestro Padre Jesús
Nazareno (el "Abuelo").
El tiempo no lo permitió ver editada su obra cumbre, la Historia del
Colegio de Abogados de Jaén, una obra casi enciclopédica a la que
dedicó cuerpo y alma. Son centenares de biografías en un estudio
histórico-biográfico que hace un recorrido por la historia
contemporánea giennense y muestra gran parte de sus claves. Es la
historia de un tipo sociedad giennense muy influyente en la vida
local.
Finalmente, sobre todo, es de resaltar en Miguel algo que no todos
consiguen, como es el hacer verdaderos amigos, aquellos que no se
ven, pero cuando se necesitan están ahí; a los que nunca hay que
pedirles nada, porque te devuelven todo lo que le das; los que
valoran lo verdaderamente importante; los que no cierran la puerta
cuando ya te has ido... Hoy las páginas de este libro están firmadas
por este tipo de amigos que, como Miguel, recogen los cascotes de
la diosa apedreada y con la paciencia del restaurador reconstruyen
de nuevo su imagen, porque Miguel nos ha dejado huella en todos
nosotros.
Juan A. López Cordero.
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“Algo inmortal hay en nosotros
que quisiera morir con lo que muere”
(Antonio Machado, carta a Unamuno
después de la muerte de Leonor)
Miguel
Se te han precipitado la noche y el silencio,
poeta en vigilia
que abrazas espacios conjugando leyendas
y cimentando romanceros de antaño,
firmes como templos.
Que conviertes el espacio
en un páramo donde reclinar nuestros versos
y sentir escalofríos o curiosidad,
mientras nos adentramos en tu corazón de rapsoda.
Si yo fuera capaz
no te habría dejado ir,
ni adentrarte en este escollo negro
que ejecuta una danza extraña e inclemente,
donde el tiempo se dilata y se contrae.
Cuando en las mañanas de mayo
sentada en el parque,
viene hasta mí ese olor a parra de antes,
nombrarte Miguel,
evoca trazos rotos de mi infancia,
apenada con el ciprés de los amantes,
paseando por los Jardines de Jabalcuz,
huyendo del Lagarto de la Malena
o perdida en el callejón del gato.
Mientras, las fuentes de la plaza de Santa María
vuelven a derramarse por los surcos antiguos
con tu presencia de siempre.
Y yo prefiero asomarme a tu alma
como quien busca otros colores detrás del arco iris,
y sentir ese pellizco al verte pasar
con los brazos enlazados en la espalda,
la cabeza cabizbaja
el pensamiento al viento,
esa risa lisonjera
y la melancolía pesándote en la frente.
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No es de noche pero la luz es tenue.
Y callan hasta los cernícalos en los altos capiteles
y el sosiego del primer verso
busca el cenit del suspiro
en los surcos de agua entre olivares.
Al son de las campanas de la catedral,
han volado tu voz y tu sufrimiento,
porque es donde vuelan eternamente los poetas.
Pero tu nombre y tus palabras
se quedan como flores azules
sobre un fuego perpetuo.
Y se cierran los postigos
después del regreso herido,
donde no caben sino
mi admiración y respeto.
Hay un requiebro diferente,
una saeta malherida en las púrpuras horas.
Y el Lacrimosa suena detrás de los cipreses
alargando la sombra luminosa de tu nombre.
Rocío Biedma
Lágrima
No caigas lágrima,
conviértete en diamante de recuerdo,
cúbrete de luz y de rocío,
canta con los ecos de la rosa,
que nunca se te olvide lo vivido.
No emprendas un camino sin retorno,
permanece sutil donde te miro,
guarda mi secreto entre tus labios
eleva con tus alas mis sentidos.
Esta vez, quédate,
no partas a la nave del olvido.
……..
Rocío Biedma
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Como los exiliados, él tenía
a su pueblo en la sangre,
el acento natal que era su idioma
y una breve nostalgia
sin dolor ni kilómetros.
Por eso lo nombraba
como quien dice madre,
con los labios ungidos
de infancia,
con los labios
lúbricos de verdad
y de amor limpio.
Andaba por las calles
lo mismo que los pétalos
que caen de los balcones,
es decir,
lentamente,
sin la insensible urgencia
del hombre que no alcanza
más allá de los límites
del banco o la oficina.
Y dejaba un aliento
de pan reciente y campo,
capaz de florecer en las aceras.
Montero Moya. Almendros Aguilar.
Moreno Castelló. De Viedma y Cano.
Isabel Camps. Josefa Sevillano.
Don Manuel Caballero Venzalá.
De la Vega Gutiérrez. Cazabán.
Eduardo Claver. Palma y Camacho.
Montuno. Mendizábal. Y Bernardo
López. Carmen Bermúdez. Alcalá
Wenceslada. Molina Navarrete.
Pilar Contreras, y García-Negrete.
Patrocinio de Biedma. Palomino.
Arias Abad. Manuel Martell. Verdejo.
Paco Herrera García. José Almendros
Camps. Montero Garzón. Calvo Morillo.
Javier Cano.
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(Viernes Santo)
Este año no estabas… Lo decía
una noche desierta por el cielo
y aquel lazo de luto, niebla o hielo,
trenzado en un varal de la poesía.
Ya no estabas, Miguel… Amanecía
y ni un poco de ti tocaba el suelo
de otro viernes de cera y terciopelo
que, por no morir más, te requería.
¿Dónde andabas entonces a la hora
del cantón y la plaza, de la aurora
que llegó tarde al alba por buscarte?
Cuando el faldón rozaba tu vacío,
la mañana sintió un escalofrío
y se detuvo en mí para llorarte.
Javier Cano
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Romance a Miguel
“En recuerdo de aquella navidad de
2006, donde tanto nos reímos con este
humilde romance que te emocionó
Miguel Moreno Jara,
encarnación de ermitaño,
de refinados modales,
cabal y nada uraño.
“En recuerdo de aquella
navidad de 2006, dónde tanto
nos reímos con este humilde
romance que te emocionó
Lleva corbata y traje
al acudir al despacho,
en un solitario paisaje
donde hace su trabajo.
En los horarios paganos,
ya sin corbata en el cuello,
es rebotica su espacio
lugar de fértil mentidero.
Orador de grandes gestas
oidor de confesionario
que siempre tiene prestas
de mil temas comentario.
Allí acuden amigos
pidiendo información y guía,
allí les presta sus libros,
su amistad y sabiduría.
En su labor de monaguillo,
entre juegos escolares,
sintió la llamada del altísimo
y quiso comer en los altares.
Pronto llegó el desencanto,
la curia no era lo suyo,
abandonó el seminario,
dejó de vestirse de luto.
Amigo de sus amigos
investigador de raza y nato
de eternas soledades en
archivos,
tragador de polvos de antaño.
Luego formó familia,
escribió algún que otro libro,
siguió leyendo su Biblia,
aconsejando desde otro púlpito.
Hoy quiero que sepas,
con presteza y con rigor,
cuando este texto leas
Que está hecho desde el
corazón.
Jaén, diciembre 2006
Sintiéndose frágil de corazón,
lo sometió a un remiendo,
para seguir con más razón
luchando por sus sueños.
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Elena Cobo Gámez
A Miguel, el amigo que exhumó un misterio
del que ahora forma parte.
Busco la luz entre los barrotes grises de una ventana,
de una calle verde, de adoquines, gorriones, sin casas,
que permita, sin pudor, dejar vislumbrar la faz preclara
de un hombre noble que entre áureos papeles se afana,
investigador de historias, pequeñas, locales, pasadas.
Pregunté a un hidalgo ilustre, huérfano de tu mirada,
y no supo explicarme, ¡pobre!, donde te encontrabas,
ni por qué solo había sombras tras la lucerna cerrada.
Examiné manuscritos, pergaminos, legajos, cartas,
¿dónde está aquél que con tanto mimo os acariciaba?
todos permanecieron quietos, polvorientos, sin habla.
Quise oír la voz, con temas encadenados de palabras,
de aquel narrador de vidas, descubridor de miradas,
pero sólo el aire, con rumor de silencio, contestaba.
Todo fue inútil, nada respondía, nadie me indicaba.
No puede ser que te hayas ido, así, con queja callada,
a atrapar viejos sueños, en otro mundo, en otras galaxias.
¿Qué harán ahora tus devotos, la escritura, la palabra?
¿Acaso buscarán cobijo allá donde habite tu Alma?
Elena Cobo Gámez
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ANTE LA FUGACIDAD DE LA VIDA
A Miguel Moreno Jara, que me entenderá.
I
La eternidad nos pertenece, somos el verso que amanece
y la poesía que nos adormece en el sosiego de lo vivido.
Fenecemos con la memoria del poema, nacemos con la luz.
II
Cada día es una oportunidad para el amor.
Un amor dispuesto a merecerlo día a día.
Pobre del humano que no le mueva nadie,
ni le conmueva compartir nada,
y que no tenga brazos donde abrazarse.
III
Yo al romper el alba me pongo a injertar palabras.
La vida no es más que un pulso y un deseo.
Si la realidad es dura le planto más corazón.
Vivir no es más que amar y derramar amor.
Cuando llega la tarde, me dejo llevar por el sueño.
Soñar que vivo libre en la prisión del mundo
me libera de los dolores y los miedos, ¡me salva!.
¡Qué pena no ser dueño de uno y sirviente a la vez!
Entrada la noche, medito al silencio de la luna,
me doy la paz con la paz de las estrellas que bebo.
IV
Sólo se halla la estética en la conciencia del verso.
El verso es la ética de la palabra y el universo de la acción.
Hay que volver al poema y hacer valer la voz del poeta.
El poeta que lo es cultiva el amor y el amor lo cautiva a él.
Cada cultura reconoce sus amores y conoce sus sueños.
Ama hasta que vibres, sueña hasta conquistar el mundo.
V
Uno es hijo del tiempo y de las circunstancias,
hay que saber buscar las rosas y rechazar las espinas.
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VI
Confieso que me gustar citarme con ella, la poesía,
porque la poesía es siempre amor, ¡amor que ama!.
Confieso que me gusta vivir con ella, la poesía,
porque la poesía es siempre luz, ¡luz que ilumina!.
Confieso que me gusta ser de ella, el verso primero,
porque el verso es el rostro de la pureza, ¡alma soy!.
Alma que no siente, corazón que no vive.
Luz que no ilumina, corazón que no sonríe.
Amor que no ama, corazón que no vibra.
¿De qué le sirve al hombre ordenar el tiempo
si lo pierde en desordenar la vida sin escuchar el alma?
VII
Nada es más humano que la búsqueda del ser
y la exploración de lo que somos.
No hay camino sin búsqueda,
ni búsqueda sin caminante,
ni caminante sin preguntas,
sabed que sólo el que pregunta halla.
En cada uno de nosotros
está la respuesta,
y en nosotros es donde se encuentra
la eternidad del tiempo.
Cuando el corazón, el alma y la mente,
meditan al unísono,
brota la verdad y uno crece en la verdad.
Si no vamos a la morada interior,
seremos piedras en un mundo de barro.
El amor no es lo importante,
sino la búsqueda del amor y la forma de amar.
Ama hasta que la emoción te haga sonreír lágrimas.
No hay tiempo que perder, nunca es tarde para amar.
Donde hay amor, habrá presente y futuro, y olvido del pasado.
Víctor Corcoba Herrero
- 17 -
La flor que ayer no estaba
Ahora caminas por la calle
soleada;
distraes tu mente,
miras al cielo, no deseas ver la tierra
castigada,
tertulias de guerras,
nadie de paz
habla.
En un humano descuido, tu vista
detiene su mirada
en una roja flor que ayer no estaba;
en otro momento, tu yo entero,
cuerpo,
y alma,
se recreó
en tu pensamiento.
¿Dónde se esconde el destino humano?
alguien lo ha ocultado,
Piensas tú, y pienso yo
que soy un mal pensado.
Destino,
¿dónde estás escondido?
Y miras al cielo,
a la tierra,
a las aves,
y a la flor roja que ayer no estaba.
Sigues tu camino y ves
un anciano sentado a la puerta de su casa.
Buen hombre, ¿dónde se encuentra nuestro destino?
En el amor,
señor;
nadie ama.
Pensativo,
sonríes
y miras a
la roja flor que ayer no estaba.
Antonio Espinosa
- 18 -
Poemas para el recuerdo
Vivo porque muero
Dedicado a la memoria de Miguel Moreno, impulsor
de inquietudes literarias en la hermosa tierra de Jaén.
I
Sientes el peso de miles de estrellas
sobre tu cabeza sin esperanza,
miras lejos para ver sin tardanza
a la verde luna y también a ellas,
las ilusiones muertas en el tiempo,
al gorrión y las negras golondrinas
que, sin buscarlo, encuentran encinas
donde refugiarse del fuerte viento.
Espontaneidad de sus trayectorias,
azar e ingenuidad vuelan el cielo,
camino errático y enorme celo.
Siempre tienes a quien contar historias,
con quien hablar, compartir un momento,
sonríes y miras mientras te lo cuento.
II
Mueves tu cuerpo entre las estrellas
y evitas su peso, mas la esperanza
te alcanza y presto miras sin tardanza
a la verde luna y también a ellas,
las ilusiones muertas en el tiempo.
Piensas si navegar es más importante
que encontrar un bello puerto flamante.
Anclas tu barco en la mar sin viento.
Tus estrellas se mueven como norias
ciegas, giran por girar; tú contento:
navegar, aunque sea un momento,
y al tiempo, comentaste con el cielo
que eres marinero, y pusiste celo
en recorrer franco tus trayectorias.
- 19 -
III
Y preguntas, adónde mirar debo
para hallar lo perdido en la cuna?
¿Debo mirar a tierra, mar o luna?
En descubrirlo pusiste tu celo.
Lo sabes, las ilusiones perdidas
están en ti, no fuera sino dentro,
cerca del corazón, en el centro
de todas las miradas escondidas,
en el punto ciego de la vista, del oído,
donde tus estrellas no se cuentan; digo
yo que también gorrión ser quiero
y golondrina, que encuentran la encina
donde abrigarse y alcanzar la cima.
Digo y no entiendo: vivo porque muero.
Antonio Espinosa
- 20 -
BALADA DE LAS MIL MUJERES
En su rostro veo tu rostro,
tu mirada en su mirada.
En las líneas de su cuerpo
contemplo el mapa de tus formas,
tu presencia.
En su olor huelo tu aroma,
tu dulzura en su dulzura.
En los ruidos de sus voces
contemplo tu forma de hablar,
tus desinencias.
En todas y cada una
siento el latir de tu pecho.
El tic-tac de un corazón
que de mil se vuelve uno,
solo tu pulso.
Cerrando los ojos
observo tus fronteras.
Y cuando los abro
respiro tu aliento
oliendo la tierra. Navego sin destino
rodeado de olas
a punto de zozobrar
en pleno centro vital
de la tormenta.
Navego sin saber
adonde me dirijo
juguete del océano
achicando el agua
que me hunde.
Navego hacia una Ítaca,
enclave inexistente,
que no está escrita
en carta alguna.
Navego hacia una isla,
aún hoy desconocida,
en que un faro de luz
me ponga en rumbo.
Cristóbal Fabrega
- 22 -
A nuestro amigo Miguel Moreno Jara,
que se fue al otro lado de los sueños.
Día tras día,
Año tras año,
Vida tras vida,
Nos quitamos las caretas
Y soñamos que somos,
Lo que tantas veces fuimos
Y compartimos con otros,
Lo que es melancólica nostalgia
Del yo, del tú, del nosotros,
Pues, como nos recuerda William:
“Estamos hechos de la naturaleza de los sueños”.
Juan Manuel de Faramiñán Gilbert
- 23 -
PARA: MIGUEL MORENO
IN MEMORIAM
LARA
MAR DE OLIVOS
Has dormido a los pies de un abeto
cansado de viajes.
Has soñado con campos que crecen,
con ríos que fluyen,
con gotas de lluvia,
rocío y espuma
sobre un mar de olivos.
María Gila Justicia
DESPERTARES
PARA MIGUEL
Paseo por las leyendas de Jaén en tu homenaje,
camino por la sima encantada,
donde se atisba lo mágico, la historia y lo bello,
Me adentro en el paisaje y la floresta que describes.
Me acuerdo
desde la gran profundidad de tu alma contadora,
del amigo noble,
del hombre bueno y del caballero.
Me acuerdo Miguel,
desde esa senda que trazaste para alcanzar al verso,
desde el afán de unir también a los del pueblo,
desde la belleza del beso
hasta la verticalidad del sufrimiento.
Me acuerdo
desde la torre fascinante de tus letras
ensimismando al viajero,
hasta permanecer con el hálito de magia
que decía: ”No te rías de eso,
allí pasan cosas raras”.
Me acuerdo Miguel,
desde el aire que te ha dejado sin palabras
y que ahora te invita a renacer
con otro aliento.
María Gila Justicia
- 25 -
ENTRE LAS SOMBRAS
¿Qué mar de mundos hostiles
de tierras calmas nos miran
ahogando ecos tragados
hasta el fondo de la vida?
Océano y mar,
tierras calmas,
mar y océano
te llevan.
Huellas dejan tus leyendas,
hilos de seda que unen
amigos que hoy
se quedan.
¿Qué oración podría rezarte?
¿Qué cantar calma su furia?
¿Qué desnuda tantos miedos?
¿Dónde esconder la ternura?
Esta tierra de remeros,
este Jabalcuz de lunas,
este mundo tan salobre
donde se esconden las dunas.
Miguel no nos dice adiós,
se duerme entre los olivos,
escribiendo sus leyendas
escondido entre las sombras.
María Gila Justicia
- 26 -
ESCALERA AL CIELO
(A Miguel)
Nunca imaginé que miraras al tiempo
con la mirada frágil del niño asustado
que ve levitar una pompa de jabón
en el rincón oscuro de los recuerdos.
Tantas veces hablamos de la vida
que olvidé releerte aquel viejo libro
de pastas grises, húmedas y ajadas
que trataba del manido sueño eterno,
y de aquel alazán, cautivo de su pasión,
que galopaba despavorido de miedo
en el prado cósmico de los abismos,
como un suspiro perdido en el infierno.
Tú, que tanto alimentabas la razón
y que masacraste los huesos junto al tintero
de la impersonal alcoba de las biografías.
Tú, que analizabas tanto lo esotérico…
Me queda esa paz, que supera la comprensión,
de oír aún tu voz y, tal vez, la fe de mi consuelo.
Los dos rezando en la inmensidad de la noche,
tú, Miguel, ya subiendo por la escalera del cielo.
JUAN CARLOS GARCÍA-OJEDA LOMBARDO
- 27 -
INACABADO DEL ESPEJO DE
MIGUEL HERNÁNDEZ
(Meditación junto a una cama de hospital, en tu agonía)
Pasan las aves por entre colores crepusculares
y ya hay algo indómito en nuestras miradas;
es posible que el recuerdo de la infancia marchita,
o la luz felícisima del amable despertar,
o ese diálogo ecoíco y cálido que infunde paz.
Vuelan las aves por este sur de barrocas sinfonías
y un halo melancólico envuelve las estancias,
el cristal trasluce una mancha de fino vapor
y un suspiro se escapa por el postigo de la mañana.
La mirada, fija en unos cirros que evocan quietud
y, a su lado, las alas batiendo el aire de la vida.
Por unos momentos, entornas los ojos y saboreas sal
y haces preguntas trascedentes que nadie responde:
¿Dónde morarán todos los silencios y memorias?
¿Cómo vestiremos la noche de los sueños eternos?
Pasan las aves y se adormece la meditación del destino
como un narcótico inyectado en el lecho de muerte
y una murria, no ansiógena, invade por completo el alma
y, entonces, aceptas la pérdida del padre, del amigo,
de la bondad, de la inocencia, la paz, la salud y la poesía.
Pasan las aves, Miguel, pasan las aves, en esta elegía.
JUAN CARLOS GARCÍA-OJEDA LOMBARDO
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ELEGÍA A LA MUERTE DE MIGUEL
Hoy tañen de luto las campanas
en este Jaén de mis sueños.
No canta el jilguero,
ni suena el arado,
ni se oyen las voces de niños;
el valle ha callado…
Se ha parado en seco la tormenta
en este Jaén de mis sueños.
No suenan chicharras,
ni se oye al ganado,
ni ladran los perros en la viñas
el campo ha callado…
Se ha teñido de luto el castillo
en este Jaén de mis sueños.
No canta mi barrio,
ni nadie ha soñado,
ni juegan al corro las niñas;
la urbe ha callado…
Y esas campanas que tañen,
esa tormenta parada,
ese castillo de luto,
llenos de crespones negros,
lloran dolientes tu muerte.
…¡ A ti te lloran Miguel!
Mientras ahogan los suspiros
que nacen tristes del alma
por tu alma que se fue.
Antero Jiménez Antonio
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NO DA TIEMPO
(a Miguel Moreno Jara, in memoriam)
No da tiempo, Miguel,
no da tiempo.
No da tiempo ni a ser un rato nihilista.
No da tiempo a aclarar las cosas,
ni a indagar sobre nuestra sensibilidad corpórea,
ni a improvisar descansos en un banco de piedra.
No da tiempo, Miguel,
ni a oler la hierba.
Ni a estrechar lazos con lo que más se anhela.
No da tiempo,
me decías un día
regresando de visitar a tu madre
en el barrio de La Glorieta
No, no da tiempo a preguntarnos
por esta existencia incierta.
Ni a contar las estrellas.
Ni a besar a tu hijo
las veces que quisieras.
No da tiempo
tampoco de ajustar cuentas.
Para cuando te quieres dar cuenta,
e intentas girarte,
ya está la mortaja demasiado cerca.
José Ángel Marín, mayo 2011
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LA BOLA
Con una potencia equivalente a mil millones de bombas
atómicas de Hiroshima y una masa 10.000 veces mayor a la
población humana mundial, un asteroide de entre 10 y 14
kilómetros de diámetro golpeó la Tierra en lo que hoy es la
península de Yucatán, México, hace 65 millones de años.
Sin tocar el suelo del planeta y al primer instante de entrar a la
atmósfera terrestre a una velocidad de más de 44.000 kilómetros
por hora, el bólido del tamaño de la isla de Manhattan
desencadenaría un verdadero infierno que extinguiría el 75% de
las especies de animales y plantas de la superficie del planeta y el
50% de las especies marinas. Así, la naturaleza habría puesto fin al
extendido reinado de más de 165 millones de años de los
dinosaurios, dejando una capa geológica de sedimentos que cubrió
el planeta entero, cuyo espesor va de kilómetros en el lugar del
impacto hasta 10 o 15 centímetros en Europa y Norte de África.
En 1980 un grupo de investigadores liderados por el físico Luis
Álvarez (Premio Nobel) descubrieron, en las muestras tomadas
por todo el mundo de las capas intermedias entre los períodos
Cretácico y Terciario de hace 65 millones de años, una
concentración de iridio cientos de veces más alta que lo normal. El
final del cretáceo coincide con la extinción de los dinosaurios y de
los ammonites.
Plantearon así la llamada "Hipótesis Álvarez", conforme la cual la
extinción de los dinosaurios y de muchas otras formas de vida
habría sido causada por el impacto de un gran meteorito contra la
superficie de la Tierra hace 65 millones de años
Para demostrar esta hipótesis, las investigaciones se centraron
en encontrar una capa en la corteza de la Tierra con niveles
elevados de iridio. Los niveles del iridio son generalmente más
altos en asteroides y otros objetos extraterrestres. La evidencia del
iridio fue descubierta anteriormente al descubrimiento del cráter
de Chicxulub
No deja de ser un gran misterio el que una esfera dorada de 287
mm. de diámetro que representaba el mundo, reprodujera de
forma exacta todos los continentes para situar fielmente el cráter
del impacto de un meteorito justo en el lugar que planteaba la
Hipótesis Álvarez antes de que esta se promulgara. El otro enigma
lo constituía el que ésta esfera se encontrara en el presbiterio del
altar mayor de la catedral de Jaén.
El presbiterio está situado en el espacio entre el crucero y la
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Capilla Mayor, se encuentra elevado por cinco escalones del resto
del templo y enmarcado por los cuatro pilares centrales. Está
cerrado por los cuatro lados con una sencilla reja policromada y
abatible realizada por Clemente Ruiz, herrero de Málaga, en el año
1658. En cada uno de sus cuatro ángulos se encuentra colocado un
ángel sosteniendo una lámpara de plata. En la parte de la verja que
limita con el deambulatorio se encontraba un tabernáculo en cuya
cúspide parecía flotar esa extraordinaria esfera dorada.
La cuestión de cómo Miguel Moreno Jara sabia que “la bola”
que estaba en la catedral poseía esas características no lo era
tanto, habida cuenta de su vasto conocimiento sobre las
características de la gran mayoría de los habitantes y lugares de
Jaén; sus méritos y miserias, enseres, títulos y sobrenombres.
Ninguno de sus amigos poníamos nunca en duda la veracidad de
sus relatos y anécdotas sobre personajes legendarios o
contemporáneos y sucesos históricos o recientes del Santo Reino.
Seguramente mientras sus compañeros de colegio jugaban a los
platetes o al pinchiqui, él ya estaría investigando y elaborando
árboles genealógicos.
Era, en fin, de esos tipos raros entusiastas por la investigación y
que disfrutaban con la eficacia y diligencia en su trabajo.
Afortunadamente un siglo de por medio impidió que se hubiera
cruzado con don Mariano José de Larra, porque si no, nos hubiera
privado de la obra paradigmática del costumbrismo español que
supuso el “Vuelva Vd. Mañana”.
A pesar de eso, cuando Juan Carlos García-Ojeda me llamó
para contarme la ocurrencia de Miguel y preguntarme si tenía
disponible la videocámara y la mañana siguiente para grabar la
bola en la catedral de Jaén necesité que me informara un poco más
sobre los detalles de “la misión”. Así pues, me dio datos sobre
límites K/T, el cretácico, coprolitos, fósiles, el barranco del
Gredero en Caravaca de la Cruz, la extinción de los dinosaurios, el
iridio, el rutenio y el paladio,… Pero lo que terminó intrigarme
definitivamente fue cuando Juan Carlos, que era ya a la sazón , un
verdadero experto en la catedral de Jaén me confesó que
desconocía que la bola tuviera un agujero justo en la mismitica
península del Yucatán.
- Sólo faltaría que la bola fuera de iridio como el meteorito. - Le
comenté medio en broma
- ¡Ni se te ocurra decirle eso a Miguel! A no ser que quieras
robarla y cometer además, el delito de expolio con agravante de
gilipollez.
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- Bueno. Tengo un buen abogado cómplice.
- Y escoliosis. La bola tiene que pesar lo suyo.
- Eso también
Tras ultimar los detalles de la cita del día siguiente, ambos “Indiana
Jones” nos despedimos.
Yo disfrutaba ya de las vacaciones, Miguel emplearía su tiempo
de descanso y algo más de la Mutualidad y Juan Carlos tenía sólo
un señalamiento en la Audiencia a última hora de esa mañana
calurosa de finales del mes de junio de hace ya catorce años. Era
uno de esos veranos jaeneros en los que si se te ocurre salir a la
calle, lo más sensato es terminar en la catedral disfrutando del
agradable frescor que obsequia su espacio y que
independientemente que tengas o no fe, nada más entrar das
gracias a Dios. No como ahora; que lo primero que haces es dar un
euro.
A las 10:30 hora zulú tres individuos subían juntos desde el cruce
del Paseo de la Estación con Coca de la Piñera hacia la obra
maestra de Andrés de Vandelvira. A pesar del calor Miguel y Juan
Carlos llevaban sendas americanas y portafolios, yo desentonaba
con uno de mis habituales “atuendos” de verano consistente en
pantalones cortos vaqueros, una camiseta blanca a estrenar que
saqué de su bolsa de celofán - regalo por la inscripción a la última
concentración motera de Marbella a la que acudí y que tenía un
elegante y discreto logotipo de la misma en el pecho - sandalias
color brandy superfresquitas y la bolsa con la videocámara. ¡O sea,
para enamorar de nuevo a mi Charito!
El plan consistiría en que mientras que uno vigilaba, los otros
dos subían al presbiterio y con disimulo irían acercándose hasta la
verja de detrás que es donde se encontraba el objetivo para
filmarlo.
Nada más entrar a la catedral y refrescarnos los ardientes dedos
en la pila de agua bendita (fffssssssssssss!) nos dirigimos por la
nave derecha obviando felizmente buscar las tijeras de la Virgen
que tantas esperanzas ofrece a los estudiantes holgazanes. La dulce
y reconfortante penumbra nos acompañaba mientras ganábamos
paso a paso la bancada de la nave central donde tomamos asiento
para ultimar los preparativos de la operación. Los bancos
emitieron leves quejidos casi al unísono. Cinco ancianas tocadas
con velos negros pasaban las cuentas de sus rosarios entre el sopor
de que provocaba el sonido monótono de la oración , el aroma
residual del incienso, la tenue iluminación natural del edificio y la
relajante temperatura que las envolvía. No disponíamos de mucho
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tiempo para admirar los detalles arquitectónicos que nos rodeaban.
A mi me encantaba mirar la luz que se filtraba a través de las
cristaleras de la cúpula y que me transportaba a mi infancia cuando
mis padres nos llevaban a misa y yo me imaginaba ajeno a los ritos
extraños para mi de la liturgia, que allí arriba estaba el mismo cielo
que abrazaba a mi pueblo, Aranjuez, que tanto echaba de menos.
Mi mente volaba a los jardines que rodeaban la Capilla del Palacio
donde mis padres y mis hermanos acudíamos todos los domingos
a misa de doce antes de dar un paseo por el parterre, tomar un
helado,… Un codazo inmisericorde del lisensiado García me
precipitó cruelmente desde la cúpula al suelo ajedrezado; desde mi
más tierna infancia hasta mi madurez alopécica y desde el sabor
prometedor del helado dominguero hasta el acre aliento que
produce la sed en verano.
- Yo vigilo desde aquí, - nos susurró Miguel mientras se arrodillaba
en el reclinatorio tapándose la cara con más disimulo que fervor.El sacristán me conoce. No nos llevamos demasiado bien y no
quisiera darle el gusto de que me llamara la atención. Resulta que
me enteré por fuentes fidedignas que…
- Miguel, ahora no. –le conminamos los otros dos al mismo tiempo,
desconectando de esa manera, el torrente de documentación que
nuestro amigo estaba a punto de evacuar sobre el sacristán y que
hubiera puesto en peligro no sólo nuestra intrépida misión sino la
vista en la Audiencia de Juan Carlos.
- Vale, vaaaale. Subid. Yo voy por el deambulatorio. Estaré delante
de la Capilla del Santo Rostro y os aviso si veo que se acerca
alguien sospechoso.
¿Sospechoso? - pensé yo. Sospechosa la pareja de individuos que
se disponían a subir al altar y sobre todo yo por ponerme lo primero
que encontré en el armario sin tomarme antes un café que me
despertara.
Mientras subíamos la escalinata, Miguel ya casi había ganado el
deambulatorio desde donde además de hacer de vigía, nos
señalaría el lugar justo donde estaba la bola. El sonido ambiente de
las ancianas cambió súbitamente de la salmodia cadenciosa
anterior a una especie de murmullo amenazante. Hombro con
hombro nos dirigimos una mirada cómplice de “nosotros a lo
nuestro” y por fin llegamos hasta el altar. Perpetramos un par de
descoordinadas genuflexiones para atenuar la irreverente
incursión. El velcro de la funda de la videocámara rasgó el silencio
del templo para mayor indignación de las viejas pías. Aunque a
punto estuvo de escapárseme de entre las manos el artilugio,
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conseguí pasar mi mano derecha por donde debía y accionar el
interruptor REC. Tras enfocar involuntariamente mi pie
izquierdo dirigí la cámara a mi lado: Un sudoroso abogado de
mirada culpable con ambas manos abiertas en actitud de súplica
me decía entre dientes “¡Tío, date prisa!”. En estas, a un tiro de
guita , Miguel nos señalaba dónde debíamos acercarnos. Por fin
llegamos. Encima de un tabernáculo, yacía una bruñida esfera
dorada que devolvía la imagen de dos tipos que la admiraban con
fascinación. Lentamente íbamos dando la vuelta mientras la
filmaba. Efectivamente tenía un impacto justo en la zona indicada
por la Hipótesis Álvarez. Descartamos nada más verla que fuera
fruto de algún accidente pues el cráter había sido claramente
creado con la esfera. Pudimos, igualmente constatar que las islas
que conforman Japón no estaban marcadas.
Mientras tanto, una anciana hizo un paréntesis entre los misterios
dolorosos que desgranaba entre sus dedos y acudió a denunciar los
hechos al sacristán. Estábamos tan absortos contemplando los
cuidados detalles de la esfera misteriosa que no nos dimos cuenta
de que Miguel renunció hacía tiempo a seguir advirtiéndonos de
que el sacristán, se dirigía a paso ligero hacia nosotros. Juan
Carlos, al levantar la vista y no ver a Miguel se alarmó y mientras
se temía lo peor, vio al sacristán acercarse.
- Vámonos, corre. – me pidió
- Vete tú. Se me ha ocurrido algo.
A paso tranquilo pero ligero fue bajando la escalinata por el lado
contrario por donde subía el airado sacristán que optó por dirigirse
hacia el tipo sospechoso e irreverente que seguía filmando en la
zona donde sin sotana no se debía pisar. Con la pinta que tenía me
hice el guiri. Así que cuando me amonestó irritado pero a bajo
volumen preguntándome que qué diantres hacía allí, que qué falta
de respeto, que me fuera, que iba a llamar a los municipales y que
tenía mucha pero que mucha cara (mientras se llevaba su mano
derecha al rostro). Le repuse con beatífica cara como si hubiera
adivinado mis santas intenciones repitiendo su gesto ,
- Ja, Ja. Ich suche das heilige Gesicht !!. Wo ist das? heilige
Gesicht. Holy Face .Santa Rosta.
El sacristán pareció apaciguarse un poco ( los guiris , ya se sabe
lo torpes que son pensó) Y se le vinieron enseguida a la mente las
múltiples meteduras de pata de los habitantes de esos pueblos
bárbaros. No obstante no debía pasar por alto el hecho vituperable
de que un sujeto sobre todo con esas pintas fuera por sus dominios
como Pedro por su casa. Seguramente el hombre ese trajeado que
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abandonaba el presbiterio mientras él subía habría acudido antes a
recriminarle su actitud.
- Santo Rostro. Santo Rostro no aquí. Vd. Tampoco aquí.¡ Fuera!
¡Fuera! Santo Rostro allí y solo jueves.
Yo me seguí haciendo el guiri pero como un guiri también
entiende el lenguaje de signos y el tono de voz, guardé la
videocámara en la bolsa y dejando atrás la bola y al cabreado
sacristán fui bajando la escalinata. Pero al poco de darme la vuelta
escuché cómo el hombre se me acercaba y me decía con rabia casi
al oído,
- Vd. Lo que tiene es muy poquísima vergüenza, Fuera de aquí.
Colorado como un tomate, perplejo de la última salida de tono del
tipo, pero aliviado del fin de la misión gané rápidamente la salida
donde me esperaban los dos tercios restantes del trío calavera.
- ¿Lo tienes, Pedro ? Me preguntaron.
- Ajá. Menuda bronca más tonta me ha echado. Sobre todo a última
hora. En fin!.
- Qué le has dicho.
- Le pregunté en alemán e inglés dónde estaba el Santo Rostro.
Pareció conformarse en un principio. Pero bueno ya tenemos lo
que queríamos y es más formidable de lo que pensaba. Eres un
portento Miguel.
Un sol abrasador nos engulló y si no fuera por el incidente
anterior hubiera vuelto a acompañar a la vieja chivata a rezar un
rosario al fresquito de la catedral.
- Hoy es viernes. Esta tarde mismo paso las imágenes a vídeo y las
vemos el lunes o martes.
- De acuerdo.
Juntos bajamos hasta los respectivos destinos comentando el
episodio y felicitándonos por el hallazgo que habíamos
inmortalizado. Yo ya estaba deseando quitarme esa ropa sudada y
tomar una ducha.
Por fin llegué a casa y pude abandonar el pequeño macuto. Al
despojarme con más alivio aún de la camiseta sudada vi que en la
espalda, en letras gruesas y negras se podía leer: SI PUEDES
LEER ESTO, ES QUE LA PUTA SE HA CAIDO DE LA MOTO
A finales de la semana siguiente volvimos a la catedral (mis
compañeros supervisaron mi ropa). La bola ya no estaba ahí.
Nunca se ha vuelto a exponer.
Pedro Luis Mínguez Durán
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*No
time
No hay tiempo, no hay espacio... lluvia...
simulación de un tiempo que se presume feliz;
noche... relojes parados... el frigorífico marca ahora el tempus...
tac-tac-tac...
violines con sinfonía de zíngaros arreglando el desorden solar...
regresan las estrellas a pintar las columnas que sustentan el
universo...
la lluvia persiste...
clavicornios que juegan con estereofónicos timbales apoyados
en tu vientre lleno de vida...
sol, luz, nasciturus ...
ahora el diapasón está mudo; en la estancia se oyen los latidos
de un corazón gitano... bum-bum-bum... ¿eres tú?
Y deseo verte danzar... tus palmas dirigidas hacia el suelo...
descalza y bañarte con estas gotas... do-re-mi-fa-sol-la-si-do...
gira sobre tu espina dorsal... selva negra...
¡Llévame!
* Del mismo título que la canción de Franco Battiato
Fernando R. Ortega
Abandono
Dicen que me has abandonado. Que has cambiado hasta de piel
para que el tacto sea otro, para otro, de otro.
Dicen que quemaste las sábanas, purificando con agua bendita el
cuadrilátero. Dicen que has dimitido del oficio de exploradora y
que has colgado de una percha los recuerdos, que ahora, se van
como el humo del tren. Hacia ningún lugar. Hacia ninguna parte.
Dicen que me has abandonado. Que no regresarás. Que te has
esfumado convertida en voluta de última calada.
Sigo ciego. En blanco. Ajeno y con ganas de exiliarme. A tu
piel, a tus sábanas, a tu alma.
Dicen que me has abandonado.
Lo dicen los que hablan porque yo, mudo, no digo nada.
Fernando R. Ortega
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Último correo remitido por Miguel Moreno Jara,
en el que comentaba el trabajo de investigación
que venia realizando sobre las cartas de Léntulo
y la declaración de José de Arimatea, según
textos que había recogido de algunos evangelios
apócrifos.
CARTA DE LÉNTULO A OCTAVIO
(Manuscrito de la Biblioteca de Madrid)
Léntulo a Octavio, salud.
En nuestros tiempos ha aparecido y existe todavía un hombre de
gran virtud llamado Jesús Cristo y por las gentes Profeta de la
verdad.
Sus discípulos le apellidan Hijo de Dios, el cual resucita a los
muertos y sana a los enfermos.
Es de estatura alta, mas sin exceso; gallardo; su rostro venerable
inspira amor y temor a los que le miran; sus cabellos son de color de
avellana madura y lasos, o sea lisos, casi hasta las orejas, pero
desde éstas un poco rizados, de color de cera virgen y muy
resplandecientes desde los hombros lisos y sueltos partidos en
medió de la cabeza, según la costumbre de los nazarenos.
La frente es llana y muy serena, sin la menor arruga en la cara,
agraciada por un agradable sonrosado. En su nariz y boca no hay
imperfección alguna.
Tiene la barba poblada, mas no larga, partida igualmente en medio,
del mismo color que el cabello, sin vello alguno en lo demás del
rostro. Su aspecto es sencillo y grave; los ojos garzos o sea, blancos
y azules claros. Es terrible en el reprender, suave y amable en el
amonestar, alegre con gravedad.
Jamás se le ha visto reír; pero llorar sí.
La conformación de su cuerpo es sumamente perfecta; sus brazos y
manos son muy agradables a la vista. En su conversación es grave,
y por último, es el más singular y modesto entre los hijos de los
hombres.
Fuente: Diario del Plata, Montevideo, Uruguay, Marzo de 1921
CARTA DE LÉNTULO A OCTAVIO
(Manuscrito de la Biblioteca de los Lazaristas, de Roma)
Publius Lentulus, gobernador de Judea, al César romano:
He sabido ¡oh César! que deseas tener noticias detalladas respecto
a ese hombre virtuoso llamado Jesucristo, a quien el pueblo
considera como Profeta, y sus discípulos como Hijo de Dios y
creador del cielo y de la tierra.
El hecho es que todos los días se oye contar de él cosas
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maravillosas, sana a los enfermos y resucita a los muertos. Este
hombre es de mediana estatura y su fisonomía se halla impregnada
a la vez de una dulzura y de una dignidad tales, que quien le mira se
siente obligado a amarle y a temerle a un mismo tiempo.
Su cabellera hasta la altura de las orejas es del color de la nuez
madura, y desde ahí hasta los hombros, de un color claro y
brillante, hallándose dividida en dos partes iguales por una raya, al
estilo de los nazarenos. La barba, de un mismo color que la
cabellera, es rizada y partida; sus ojos, severos, tienen el brillo de
un rayo de sol y nadie puede mirarle de frente.
Cuando reprende inspira temor, pero al poco tiempo las lágrimas
asoman a sus pupilas; hasta en sus rigores es afable y bondadoso.
Dícese que jamás se le ha visto reír, y en cambio llora con
frecuencia. Sus manos son bellas como sus brazos. Todos
encuentran su conversación agradable y seductora. Pocas veces se
le ve en público, y cuando aparece, se presenta con singular
modestia. Su aire es muy distinguido y bellas sus facciones; no es
extraño, pues su madre es la mujer más hermosa que se ha visto en
este país.
Si quieres conocerle ¡oh César!, según ya me lo han dicho una vez,
dímelo y te lo enviaré.
Aun cuando no ha seguido estudios, conoce todas las ciencias.
Anda descalzo y lleva la cabeza descubierta. Muchos se ríen al
verle desde lejos, pero al acercarse a él se sienten poseídos de
respeto y admiración. Los hombres dicen no haber visto jamás un
hombre semejante, ni haber oído una doctrina como la suya.
Muchos creen que es Dios, otros aseguran que es tu enemigo ¡oh
César!
Dícese que jamás ha hecho daño a nadie, y que, por el contrario, se
esfuerza en hacer feliz a todo el mundo.
Fuente: Diario del Plata, Montevideo, Uruguay, Marzo de 1921
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A MIGUEL MORENO JARA
IN MEMORIAM
Cada vez que la muerte
pronuncia un nombre a sangre por el filo
de escarcha de su boca
y llega a mis oídos,
se me hielan los huesos,
porque acaso –terrible– pudiera ser el mío.
Y me contengo el aire.
Y tiemblan mis sentidos.
Y se me seca el alma...
Y hondo respiro
cuando veo que no,
que es otro el pronunciado, el que se ha escrito
en el libro de horas, sin manecillas ya
por el reloj del infinito.
Pero siempre me deja un poso amargo
el nombre pronunciado, el que me ha dicho,
y se me clava dentro,
en el blando acerico
del fondo de la entraña,
y más cuando me roza algún sonido
que suena a quien yo soy,
a uno de los míos,
o a quien conozco
porque juntos vivimos
conquistas imposibles.
Porque ocurre que vino
a ser el de mis padres,
o ser el de mis tíos,
o, como ahora, ayer, hace un instante,
el nombre de mi amigo
Miguel Moreno, el hombre de la altura,
el poeta que quiso
sembrar de lapislázuli los sueños
y de coral los lirios.
Me vino desconchada en su esqueleto,
con sus ojos vacíos,
con su lengua de nunca,
con su puñal de sombra enmugrecido,
con su insaciable hambre de crueldad
para decirme: “Escucha que te digo,
Miguel, Miguel Moreno...
es hoy el elegido”.
Maldita seas, le dije,
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y maldito sea el vientre que te hizo.
Y se escapó escupiendo su miseria
de araña venenosa por los riscos
de su propio desprecio y desventura.
Y me quedé prendido
en tu mano estrechada en recitales,
en tu recuerdo vivo,
Miguel, en tus palabras de hermosura
que siempre regalabas como un niño
regala un trozo azul de su humildad,
o como ofrece un mar su colorido,
o como esparce el sol su soledad,
o como da una flor la paz de sus suspiros.
Y te quedaste solo,
tremendamente frío,
en la quietud serena de la losa
que lleva más allá, Miguel, de cualquier sitio.
Tal vez a Dios, poeta como tú,
que anda escribiendo versos por los siglos
para hacernos poetas,
trovadores de luz por los caminos.
Y te guardo en mis sueños
mientras la tierra absorbe tu delirio,
y te abrazo sin tiempo, y levanto en la torre
de mi pecho desnudo un obelisco
en tu nombre, en tu gloria, en tu memoria...
Porque fuiste una lumbre en el abismo,
una luna encendida en la ternura,
un pan de trigo
caliente, recién hecho, candeal,
partido y compartido.
Porque fuiste especial,
cabal, bueno, leal, noble, sencillo.
Porque fuiste, Miguel Moreno Jara,
un bien nacido.
Y porque eres, por siempre y para siempre,
mi amigo.
RAMÓN MOLINA NAVARRETE
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LAS HOJAS Y EL VIENTO
(Ayeres jaeneros)
Calientes espirales de hojas tristes,
quiso el viento ocultar entre los bancos
de una Alameda, ya con canas grises,
que me hablaba de adioses y de abrazos.
Reflejos de sierras y de olivares
flotaban en el agua de los charcos
después de que una lluvia sin altares
en el Cerro y en la Cruz dejara cantos.
Recuérdame, Pastira ¿Qué sentiste,
al ver a tu Jaén entre los brazos
de una Luna, en tanto en los jardines
al “melenchón”, jugaban lirios blancos?...
Manuel Ángel Pérez del Moral
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NUNCA TE IRÁS…
(En memoria de Miguel Moreno)
Hacia un azul infinito ha partido
tu alma, ya cribada en el cendal
de esta la vida y su albero terrenal
donde un hombre justo siempre has sido.
Mi querido Miguel, te hemos sentido
cual lágrima cayendo en un cristal
dejándonos un sabor a roja sal
de cuantos a ti quieren y te han querido.
Ay, muy pronto tu pecho se ha quebrado
sin terminar los versos en tus sienes,
con ellos, proyectos e ilusiones.
Sé que al partir con gozo te has llevado
un trocito de esos tus jaenes
para un JESÚS, que supo de tus dones…
Manuel Ángel Pérez del Moral.
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RETORNO A LA PIEDRA
(fragmento, primer inciso)
Aquel mundo era el seno materno todavía.
Me rodeaba su tacto
su calor envolvente
sus amorosos susurros.
La razón y el instinto
eran la misma cosa;
también lo próximo y lo lejano,
el muro y el aire,
la realidad y la magia.
El mundo estaba en nosotros
y no había más que aquel mundo…
Cesáreo Rodríguez-Aguilera
(de su libro Antología Breve, ed. Carena, Barcelona, 1986)
- 47 -
OTRA VIDA
Nos enfrentamos a todo
y buscamos en la basura
las sobras que nos alimentan.
Sabemos de lo que huimos.
Huimos de nuestra casa.
Huimos de nuestra tierra.
Huimos de nuestra gente
Porque los hombres matan
tanto como la muerte.
Mientras tenemos otra vida,
no queremos volver
a aquella guerra,
no queremos volver
a pasar hambre.
No queremos volver
a nuestra tierra
Porque somos los mismos
marcados desde siempre.
Los mismos hombres tristes
marcados en la frente.
Los mismos que luchan
y los mismos que huyen.
Y los mismos que sufren
y lo mismos que mueren.
Porque los hombres matan
tanto como la muerte.
Manuel Ruiz Amezcua
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Dos poemas a la memoria de Miguel Moreno Jara
ESA LUZ
“veo una luz debajo de la niebla” Antonio Gamoneda
Es tal vez esa luz la que viene a tu encuentro,
te toca con sus manos blancas recién nacidas,
como una boca fresca que se abre a la ternura.
Una luz que regresa y se duerme en la tarde,
en esta tarde lenta que pasa de repente.
Hay también un jazmín
un cerezo,
un olivo,
un espacio de sombras
que vuelve con el aire renovado de marzo.
Agua por los canales limosos de los huertos,
plenitud de la vida;
acequias disfrazadas donde discurre el tiempo,
breve como esa luz
que hoy penetra en tus ojos.
LAS PALABRAS DE LÁZARO
Las palabras de Lázaro son heridas abiertas
que atraviesan desnudas la noche y su secreto.
Y también son promesas las palabras,
promesas derramadas en la piel y en los ojos
por las márgenes turbias de un camino indeciso,
de un camino que cruza el universo y calla.
Las palabras de Lázaro son heridas profundas,
heridas que recorren el mundo y sus miserias,
heridas que supuran dulce veneno azul,
dulce néctar de alcohol hirviendo en la garganta.
Heridas instaladas en el frío polar de los quirófanos
o en el canto inocente de los niños.
Así son las palabras
y así caminan juntas por los labios de Lázaro,
poblando amaneceres
donde habitan la duda y el silencio,
abriendo las conciencias como un fulgor antiguo
o una música oculta que regresa a nosotros
respirando este aire que todos compartimos.
Manuel Carlos Sáenz
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A LA MUERTE
Señora de blanco semblante
y manos frías de hielo,
que silenciosa recorres
por la vida sus senderos.
Poderosa y decisiva
dueña de ricos y pobres,
nunca avisas tu llegada
ni te reciben con flores.
Siempre alerta y vigilante
esperada y no llamada,
eres novia de millares
y, de muchos, desposada.
Recoges leves suspiros
y con tus heladas manos
cierras la puerta a la vida
provocando tristes llantos.
Rompes ensueños y amores
robas alientos y encantos,
quiebras la luz de los ojos
y de las bocas, el canto.
Eres la palabra, FIN
en la historia de los días,
llevas nombre de mujer
y nunca serás amada
tan solamente, temida..
Soberana en el dolor,
dictadora de la vida
que con crueldad la cortas,
sin importarte fatigas
ni deseos ni esperanzas.
Cuando tú entras en juego,
siempre ganas la partida.
Josefina Vázquez Florido
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RECORDANDOTE SIEMPRE
En memoria
de Miguel Moreno Jara
Te fuiste poco a poco
casi, sin darnos cuenta,
seguramente intentabas
retrasar el momento del adiós final.
Sin embargo, no quisistes
esperar a una nueva primavera,
tal vez,
porque otra primavera
aun más luminosa y eterna
te estaba esperando.
Pensar en ti es,
pensar en relatos de historias y leyendas,
de versos y palabras amables
que año tras año,
proyectabas con ilusión
en el Claustro Poético
que tu alma venera.
Que abra sus puertas el firmamento
y que su manto cuajado de estrellas,
brillen aún con más fulgor
porque con ellos está,
un enamorado de versos
y amante de mil leyendas.
Josefina Vázquez Florido
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Epílogo
Cuando propones escribir algo en mérito de un amigo, se
tiende a buscar denodadamente documentos que trasciendan lo
estrictamente biográfico. Se trata de impulsar con el alma, aquellos
sentimientos que quieres plasmar en papel y que, por más
eficiencia que se pretenda obtener, nunca alcanzan el nivel de
perfección espiritual y semántica pretendida. Se puede recurrir a la
poesía y, tal vez, tampoco sea suficiente. Puedes asistirte del
anecdotario, pero dejas fuera matices de la personalidad que son
fundamentales para transmitir el mensaje global deseado.
Esas emociones, casi todas negativas, alcanzan a quienes
tenemos el infortunio de perder a un amigo. Además, te asalta un
deseo de originalidad absurda, que casi nunca se ve cumplido. La
adjetivación sobre los difuntos, sus obras y vida, es manida y
previsible.
Sin embargo, cuando te consigues liberar de esas ataduras
y aceptas la finitud y limitación de tu verbo, concluyes que hablar
de un amigo que ha muerto, es una empresa no sujeta a filtros ni
correcciones. Es simplemente, dejar fluir la pluma.
Siempre que leí la elegía de Miguel Hernández, no pude
evitar la equiparación homónima con Miguel Moreno. Siempre
que ocurre alguna
elegía en mi vida,
no puedo dejar de
pensar en Miguel
Hernández.
Mi hermano
Miguel, siempre me
hablaba de su
muerte. La tenía
muy presente.
Había convivido
con ella. Primero
desde que su abuela
le contaba historias
de ultratumba y él,
en su regazo, las
r e p e t í a
mentalmente.
Después, cuando
enfermó y hubo de
someterse a una
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intervención quirúrgica muy delicada. Siempre, desde aquel
caluroso verano pasado cuando comenzó a asimilar que la reina de
los ángulos oscuros se acercaba. Sin embargo, no había
trascendencia en sus palabras. No propagaba con solemnidad
decimonónica su fin, sino con absoluta naturalidad, sin miedo
aparente. En silencio. Con el gesto algo torcido por el sufrimiento,
pero en absoluto recogimiento.
Miguel creía firmemente en el más allá. Estaba convencido
de la existencia de otra dimensión. Es más, afirmaba haber estado
allí y haber experimentado la paz que supera toda comprensión. Y
no lo decía con lágrimas en los ojos o profundamente emocionado,
sino con la tranquilidad de quien sabe, que la muerte es necesaria
para la vida.
Mi hermano, que gozaba de una envidiable mente
enciclopédica donde archivaba datos, fechas y nombres, a veces,
daba la sensación de ser un diccionario ambulante, donde poder
consultar cualquier dato sobre Jaén y su historia. Lo que no todo el
mundo conocía es que, lo que realmente le preocupaba, era la
intrahistoria. Para él, era más didáctico conocer sobre el espíritu
del Condestable Lucas de Iranzo, y sus presuntas manifestaciones,
que sobre el personaje histórico, al que por cierto detestaba.
Se fue un día once, igual que mi madre, que el terremoto de
Lorca, los atentados de Atocha y de las Torres Gemelas. Lo sabía.
¡Estoy convencido que lo sabía! Era un cabalista integral y
manejaba los números con soltura esotérica. El martes, día ocho
hablé con él por última vez. Nos dimos un abrazo y no precisamos
decirnos nada. ¡Estoy convencido que lo sabía! El viernes día
once, cuando lo vi agonizando en la cama, toqué su mano. Miré al
cielo. Recé una plegaria; “Señor, ¿verdad que todo tiene un
sentido…?”
Juan Carlos García-Ojeda Lombardo.
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Este libro se acabó de imprimir
el día 24 de Junio de 2.011,
festividad de San Juan
en los talleres de
Artes Gráficas “CIVERA”
de Jaén
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Revista de
Intercomunicación Literaria
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