Ecuador y la marihuana - Secretaría Técnica de Drogas

Transcripción

Ecuador y la marihuana - Secretaría Técnica de Drogas
ECUADOR Y LA MARIHUANA
Rodrigo Tenorio A.
Contenido
Presentación
Introducción
Rodrigo Vélez Valarezo
Secretario Ejecutivo del CONSEP
Autor
Rodrigo Tenorio Ambrossi
Consejo Nacional de Control de Sustancias Estupefacientes y Psicotrópicas (CONSEP)
Calle Robles E4-54 entre Amazonas y 9 de Octubre. Quito, Ecuador
Teléfono (593 2) 294 0300
www.consep.gob.ec
Diagramación e impresión
Editorial El Conejo
Telf: (593-2) 2227-948
[email protected]
www.editorialelconejo.com
ISBN: 978-9942-07-749-3
Capítulo uno
Las drogas en la historia
Una mirada general
El cáñamo
El cáñamo en el Asia antigua
India y las gotas de ambrosía
El cáñamo en la Biblia
El cáñamo en las éticas y violencias del Islam
La marihuana en la Europa arcaica
La Roma de Baco
De España a las Américas
Siglo XIX: El edicto de Napoleón
Vida y triunfo del cannabis en las Américas
La asesina aspirina
Muerte y resurrección de la marihuana
Primera juventud frustrada
Marihuana de interiores
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35
39
43
46
50
57
65
68
71
76
83
86
96
102
Capítulo dos
Al comienzo era el bien105
Los saberes paralelos
103
El súper héroe
147
Capítulo tres
Placer, prohibición y deseo185
De los efectos reales al poder imaginario
187
La renovación del sujeto
217
Deseo y prohibición
226
La ruta del sufrimiento
248
Capítulo cuatro
El retorno a casa263
Las madejas de la vida
264
La violencia como don
296
Enfrentamiento a la guerra
313
Mariguanear el mundo
331
Uruguay: ¿los caminos de la libertad?
347
Obras citadas353
Presentación
La historia se hace con todo aquello que acontece y que posee valor
de significación en la vida de los sujetos, de los pueblos, del país
en sus múltiples sentidos y dimensiones. También es el tiempo de
los deseos y placeres tanto como el de privaciones y sufrimientos.
El tiempo de la vida y el de la muerte. Únicamente la historia, con
sus múltiples escrituras, da cuenta de los avatares de la existencia
de los pueblos en su tiempo y en su cultura. Sin una mirada histórica del mundo, los acontecimientos se convertirían en una fofa serie
de anécdotas intrascendentes.
No hay repetición sino creación y proyección. Es vana la propuesta de inaugurar una y otra vez el pasado. Ciertamente no se trata
siempre de realidades radicalmente distintas, pero sí lo suficiente
como para que se diferencien los modos de representarse aquel
mundo que construye y del que se apropia cada generación. La
diferencia radica en los modos de vivir la cotidianidad y en los sistemas lógicos y éticos de interpretar el mundo en su complejidad.
Ningún pasado puede considerarse mejor que el presente que da
cuenta de realidades que antes no existieron en las condiciones del
tiempo de hoy. Cierta ceguera originada en atávicos pesimismos se
encarga de predicar que el pasado era mejor que este presente, lle-
Ecuador y la marihuana
Consep
no de problemas, sin duda, pero inmensamente rico, por ejemplo,
en lenguajes, tecnologías, libertades y creatividades. De hecho,
la historia no es otra cosa que el relato del tiempo que transcurre creando, imaginando, produciendo, agotando. El único tiempo
verdadero es aquel de las esperas y las esperanzas.
Mientras por una parte se prolonga la guerra a las drogas, pese a
sus reconocidos fracasos, se mantienen los usos de la marihuana
que, a veces, se acrecientan en unos lugares cuando se reducen
en otros. Hace unas décadas, en Ecuador, las edades del primer
contacto con la marihuana estaban alrededor de los 15 años. Ahora
hay chicos y muchachas que la prueban hacia los 10 años e incluso un poco antes. Este fenómeno no puede escandalizar al mundo porque responde a hechos inevitables como el inicio cada vez
más tempano de adolescencias que duran cada vez menos para dar
paso a una juventud que casi no tiene fin. Psicoanalistas y sociólogos no dudan en afirmar que está a punto de desaparecer aquella
adolescencia descrita en los antiguos textos de psicología.
Es preciso reconocer que las culturas son cada vez más dinámicas
e inestables lo cual permite que se hallen en perennes procesos de
transformación. De hecho, las nuevas generaciones se insertan en
procesos culturales que incluyen conjuntos eminentemente móviles de representaciones sobre el mundo, las tecnologías, los sentidos de la existencia en sí misma. Es imposible que la marihuana y
sus usos puedan quedar fuera de este proceso del que nada ni nadie
puede excluirse.
Los cambios que se producen tienen que ver con principios, normas y sentidos que configuran la existencia en todas sus dimensiones. Cada generación se diferencia de la anterior y estas diferencias dan cuenta de los sentidos de la vida, en especial en lo que
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tiene que ver con la cotidianidad y con las expectativas que se
crean respecto al futuro que cada vez luce más incierto que nunca.
Es probable que uno de estos misterios de la contemporaneidad
tenga que ver, por ejemplo, con la presencia del cannabis, con el
hecho de que algunos la usan y otros no. Con el conjunto de normas y de leyes que la prohíben cuando la sociedad pretende lucir
cada vez más tolerante de las diferencias, tomando en cuenta que
los usos y no usos forman parte de esas diferencias. También pesa
el hecho de una sociedad que no es tan celosa en el cuidado de
los derechos de los niños, por ejemplo, o que poco se inmuta ante
otras realidades realmente preocupantes como la violencia social
y familiar, el sicariato y otras formas de quitar la vida o de atentar
contra ella.
Han transcurrido más de cuatro décadas de guerra a las drogas y
aun se la mantiene, pese a sus múltiples y reconocidos fracasos.
Por ejemplo, los usos de la marihuana se mantienen, se amplían,
y se introducen cada vez más tempranamente en los tiempos de
las nuevas generaciones. El país crece y se desarrolla en todos los
aspectos. Pero igualmente crecen los usos de sustancias, en particular del alcohol al que se no le otorga toda la importancia que merece en el orden del bienestar, de la celebración y de los malestares.
El acento colocado en las drogas ha hecho que no se haya brindado
la atención oportuna y adecuada a otras realidades sociales como,
por ejemplo, la desnutrición, la violencia o el desempleo juvenil.
En la actualidad, estos problemas ocupan ciertamente un lugar de
importante preferencia en el país.
Es innegable que los usos de la marihuana se han extendido y han
logrado cierta legitimidad entre la gente joven, pero también entre
los adultos algunos de los cuales ya la usaban o han vuelto a ella o
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aquellos que recién se inician en los usos. Y, como contrapartida, a
todo esto, habría que añadir la demanda cada vez más generalizada
de su legitimación por parte de múltiples grupos sociales a nivel
internacional más que nacional.
tivas que se remiten al deseo, al placer y también a la importancia
de la transgresión. Como concluye el presente informe, se trata de
una realidad eminentemente social que no puede ser ni desvalorada ni menos aun eliminada.
El hecho de que haya chicas y muchachos de diez años o menos
que han probado marihuana no da cuenta tan solo de que bajan
las edades de inicio. Este hecho tiene que ver principalmente con
la presencia actuante de nuevos patrones culturales en los que se
construyen y actúan las actuales generaciones.
Como respuesta a esta realidad, crecen las proclamas de colectivos
sociales y políticos que demandan la legalización de la marihuana
sobre la base de múltiples argumentos. Por ejemplo, el colectivo
Drogas y Democracia afirma que “Las políticas prohibicionistas
basadas en la represión de la producción y de interdicción al tráfico
y a la distribución, así como la criminalización del consumo, no han
producido los resultados esperados”. Más aún, señala que “Estamos
más lejos que nunca del objetivo proclamado de erradicación de las
drogas. Una evaluación realista indica que América Latina sigue
siendo el mayor exportador mundial de cocaína y marihuana”.
Es importante tener en cuenta que esta realidad hace que la sociedad
cambie de manera muy significativa en torno a la marihuana. En
efecto, en la sociedad de la gente joven la yerba ha dejado de
pertenecer al mundo de lo prohibido y del tabú. Esta posición ya
comenzó a explicitarse a finales del siglo pasado y en la actualidad
es cada vez más obvia, tan obvia que abiertamente se habla de su
legalización en los distintos niveles del quehacer social, tal como
ya ha acontecido en más de un país. Es como si la marihuana
hubiese abandonado el espacio del escándalo político y moral en
pos de una legitimidad que la va consiguiendo en ciertos lugares
incluso en aquellos en los que habría sido absolutamente imposible
el solo pensamiento de legitimar su uso para fines terapéuticos y
menos aun para fines lúdicos.
De hecho, América Latina se encuentra cada vez más lejos de cumplir la propuesta de la erradicación absoluta de las drogas no solo
de su espacio geográfico sino también, y sobre todo, de la geografía
de los deseos de una parte importante de su población joven.
Es innegable que en torno a la marihuana se ha producido un permanente proceso de construcción de nuevos saberes que señalan
tanto su absoluta complejidad como la necesidad de decir algo
nuevo de una realidad eminentemente móvil. Quizás como nunca
antes, ahora es cada más obvia la contradicción existente entre los
discursos oficiales que hablan, por una parte, de la necesidad del
sometimiento a la ley y las normas y, por otra, las posiciones subje-
Hay quienes no dudan en sostener que el actual es un mundo desbocado pues habría perdido su norte. Tal vez esa podría ser la sensación por la rapidez con la que se producen los cambios y quizás,
sobre todo, porque en ese ritmo acelerado del cambio se hallan
directamente involucradas las nuevas generaciones desde el comienzo mismo de la infancia. Desde cualquier perspectiva, resulta
imposible no aceptar que el cambio es incontenible y avasallador.
Por otra parte, resulta cada vez más cierto que este mundo, para
sostenerse, pone en quiebra buena parte de los sistemas representacionales incluidos los éticos y jurídicos que antes organizaron la
cultura.
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También existen guerras personales contra los usos de alcohol y
cigarrillos y otras sustancias entre las que es preciso incluir los
alimentos y las bebidas gaseosas. Guerras en las que la propuesta
de abandono no es más que un decir que no se halla verdaderamente anclado en el deseo. En el fondo, las adicciones no son a las
sustancias sino fundamentalmente al placer pero también al dolor
y al sufrimiento. Es esto lo que justifica y explica la inmensa dificultad de abandonar los usos pese a los deseos e incluso acciones
para lograrlo. La más grave de todas las adicciones es aquella que
tiene que ver con el displacer y el sufrimiento. Entonces, el uso
conflictivo se convierte en una realidad sintomal que se resiste a
toda lógica.
Como dice el psicoanálisis, el deseo surge de la prohibición. Por lo
mismo, cuanto más extensa y terminante se presente la prohibición,
mayor será el deseo de violentar la norma. Es cierto que existe una
ética personal, sin embargo, la ética es ante todo social pues se
sostiene en el principio de que todo acto personal tiene que ver
con el bien común. Por lo mismo, tal como aparece a lo largo de
este texto, todos los actos de los ciudadanos, incluidos los usos
de marihuana, se hallan íntimamente relacionados con posiciones
éticas en torno a la vida personal y social.
Ecuador y la marihuana se sostiene en tres miradas fundamentales: la histórica, la antropológica y la ética. No se trata de una
historia de la marihuana en el país, pero sí de un acercamiento a la
movilidad de las representaciones que se han producido desde las
dos últimas décadas del siglo XX hasta ahora.
Si buena parte de las sociedades de Occidente habla abiertamente
de la necesidad de legalizar la presencia y ciertos usos de la marihuana, es porque han cambiado, a veces muy radicalmente, los
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modos de concebir esta realidad y de vivirla. Esto quiere decir que
no es la misma la marihuana de hoy que la de los años ochenta y
noventa del siglo pasado cuando la guerra y la prohibición llegaron a sus puntos más críticos. Estos cambios no se producen por
sí solos sino que responden a la conjunción de múltiples y nuevas
realidades sociales, culturales, económicas, educativas que juntas
crean nuevos constructos sociales y éticos. Es importante el tema
de la ética pues tan solo desde ahí es posible comprender y asumir
los cambios representacionales, actitudinales y legales en torno a
las drogas en general y a la marihuana en particular.
Para terminar, vale citar a uno de los informantes que hablan en
el texto. Se trata de un joven con suficiente lucidez como para
mirar el mundo de hoy más allá de los moralismos que nunca
han sido generadores de bondad y bienestar: “Lo cierto es que,
si se legalizase, disminuirían los casos de consumo, ya sabes que
lo prohibido atrae más. Si ya fuese legal, los chicos se darían un
toque y no la probarían más. Tú sabes, muchas veces uno busca lo
prohibido y también lo riesgoso, lo que te da la sensación justamente
de quebrantar las leyes. Pero si se legaliza, ya no hay chiste”.
La ética social tiene que ver con el reconocimiento de los deseos,
saberes y expectativas de la población. Por ello el CONSEP ha
realizado este trabajo que entrega a la comunidad como un aporte
imprescindible para la construcción de nuevos saberes y actitudes
que intervengan en la toma de decisiones de orden político, jurídico e incluso ético y preventivo.
Quito, octubre de 2014
Rodrigo Vélez Valarezo
Secretario Ejecutivo del Consep
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Introducción
Es un secreto a voces el fracaso de la guerra en contra de las drogas
y, en particular, contra la marihuana. La propuesta de un mundo
sin una sola planta de marihuana se ha convertido en un auténtico
acto fallido en el más estricto de los sentidos. Se podría decir que la
política asumida por el presidente Mujica vendría a constituir una
suerte de colofón de este fracaso cuya complejidad exige profundas reflexiones. Tal vez sea demasiado simple afirmar que ganó el
cannabis o sus usadores cuando no se han anulado los problemas
sociales y políticos que han crecido en torno al cannabis, esa planta
mitad real y mitad mítica.
El CONSEP, muy consciente de que esta complejidad se ha tornado cada vez más evidente, no ha cesado de promover espacios de
reflexión sobre una temática que le concierne de modo particular.
En efecto, los cambios que se producen exigen nuevas y más amplias investigaciones, reflexiones y diálogos sociales.
No se trata de que la sociedad crea que existe un triunfador llamado
cannabis al que habría que cederle el botín de los espacios sociales,
el de los deseos y fantasías de las nuevas generaciones. También el
botín del silencio y del saber. Es cierto que se han producido im-
Ecuador y la marihuana
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portantes giros lingüísticos y políticos en torno a la marihuana a lo
largo y ancho del mundo. La guerra contra las drogas ha fracasado,
pero ello no quiere decir que la victoria está en manos ni de los
usadores ni del cannabis. En verdad, no existen ni podrían existir ganadores. Como en todo lo que concierne a la cultura, se han
producido cambios en los sistemas representacionales que, desde
luego, no podían darse hace medio siglo.
el narcotráfico se volvería más eficiente y menos onerosa. Sin embargo, no es lo mismo legalizar que legitimar. Habría que hablar de
legitimar, es decir, de colocar los usos en el deseo y en la capacidad
de decisión de cada sujeto. Para ello, también es necesario abandonar la idea de vicio y de enfermedad, criterios que en nada ayudan
a entender y afrontar el problema de los usos especialmente aquellos calificados de conflictivos.
Desde hace años se habla de la despenalización ante el fracaso rotundo de casi todos los programas destinados a erradicar los usos o
por lo menos a reducirlos. Por su parte, desde el año pasado el presidente Mujica de Uruguay ha decido legalizar el uso de marihuana
y él mismo la venderá a los usuarios. Hasta el presidente Santos de
Colombia piensa que es necesario modificar los lenguajes en torno
al uso de drogas. Y lo más admirable, la marihuana se abre paso en
los Estados Unidos pues son 34 sus estados que la han legalizado,
unos tan solo para uso medicamentoso pero otros también para lo
recreativo.
Los usos nunca son unívocos. Aunque se use la misma marihuana,
las demandas que cada usador hace a las sustancias serán siempre
distintas. Existen importantes brechas de sentidos, algo en lo que
no cesan de insistir los informantes en este texto. Un muchacho de
la pobreza jala cualquier basura a medio día para que el estómago
no reclame una comida que nunca llega, y a la noche para darle la
cara al frío y a la soledad. Es probable que este muchacho no tenga
ninguna otra alternativa que la droga para permanecer un rato más
en el mundo del deseo. Para estos habitantes de la escasez la droga
podría significar la búsqueda de identidad usurpada por una ciudad
que los abandona.
En Europa, esta tendencia va tomando cada vez más cuerpo mediante análisis y discursos del mundo académico e intelectual que
se basan en concepciones políticas, sociales y antropológicas. Con
Savater, se podría cuestionar el poder del Estado para prohibir el
uso de la marihuana y que, en Europa, se abstiene de intervenir en
otros temas como la venta de comida chatarra que ocasiona daños
más perniciosos a la salud que la marihuana. Piénsese en los niños
que se encuentran alejados de las drogas pero totalmente inmersos
en esas comidas. La obesidad infantil se convirtió en uno de los
más graves problemas de salud pública en los Estados Unidos.
Temas para analizarlos con serenidad y coraje. Para ello es indispensable crear nuevos saberes y actitudes. Nada cambiará mientras
se insista en pensar y explicar el problema de las drogas con criterios antiguos que colocan dentro de un mismo y elemental sistema
la producción, el tráfico y los usos. Un sistema que se niega a mirar
la complejidad del sujeto que usa drogas desde posicionamientos
siempre mágicos e independientes de las ideologías que motivan la
producción y el tráfico absolutamente ilegales e ilegítimos.
No se pretende justificar la producción y el tráfico. En cambio se
cree que, si se legalizasen los usos, probablemente la lucha contra
Hasta hace relativamente muy poco, el tema de las drogas pertenecía a dos campos fundamentales, al de la policía y al de la psiquiatría. El campo policíaco para la persecución a las drogas, a sus
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productores, traficantes y consumidores que, unidos y casi indiferenciados, debían ser eliminados. Y el de la psiquiatría llamada a
hacer lo mismo que la policía, es decir, reprimir dopando al sujeto,
silenciando al deseo, cercándolo hasta matarlo.
A lo largo de estas cuatro décadas, toda la atención se ha colocado en la cosa-droga, en la materialidad pura de la sustancia que
incluso determinó que desapareciese el valor de significación de
la planta en la cultura. Es decir, desaparecieron los sentidos que la
marihuana había tenido a lo largo de los siglos y en los diferentes
espacios sociales y culturales. Poco se ha dicho al respecto porque,
de una u otra manera, el tema de las drogas fue tan celosamente
colocado en el campo penitencial que ha costado un serio trabajo
devolverlo a sus espacios simbólicos originarios.
Parafraseando a Foucault, se podría decir que resulta totalmente
inadecuado no pensar el tema de la marihuana desde la libertad de
los sujetos y no tanto desde la prohibición. Aun cuando no haya
sido esta la puerta explícita de entrada para la investigación, para
el CONSEP ha sido de suma importancia ir a las historias y a las
narrativas personales para saber de los deseos, fantasías, permisiones y prohibiciones que motivaron las relaciones de los ciudadanos
tanto de aquellos que la usaron y la usan como de quienes se abstuvieron de todo uso.
En efecto, es necesario tener presente que existe un discurso oficial
internacional sobre las drogas asumidas únicamente en tanto realidades concretas, cosas que se producen, se fabrican, se trafican y
finalmente se consumen. Esta aproximación ha creado discursos
unívocos destinados a eliminar cualquier posibilidad de distinción
y, por ende, de cuestionamiento. Se trata de un discurso eminentemente unívoco: todos, aquí y allá, arriba y abajo, en el barrio alto
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y en el bajo, todos deben entender lo mismo cada vez que se habla
de drogas.
En el año 2009 debía haber desaparecido la última planta de marihuana. Pero las cosas, con frecuencia, ocupan el lugar de los sujetos. Hay cosas que terminan convertidas en la metáfora del sujeto,
de un pueblo, de un país. Pensando solo en el cannabis, si se la
hubiese eliminado, ¿qué habría sucedido con el mundo, con la cultura? Pero en nuestro pequeño planeta no han faltado las propuestas de lo único y verdadero que se ha pretendido imponer a sangre
y fuego. La historia de las religiones y de las ideologías políticas
es un claro ejemplo del afán de imponer el pensamiento único y lo
que ese intento ha costado a la humanidad.
Entonces ya se pensó en la necesidad de buscar nuevas alternativas
más lógicas, menos guerreristas, menos sangrientas, más tolerantes.
“Debemos encontrar un punto intermedio entre criminalizar y legalizar, planteando la estrategia menos como una guerra y más como la
cura de una enfermedad social”, (Viena 2009). Este trabajo del CONSEP, realizado a través de su Observatorio Nacional de Drogas, forma
parte de esa propuesta que no será realidad si no se conocen a fondo
las representaciones de la población sobre la marihuana, por ejemplo.
Hay algo muy importante que debería ser rescatado porque, de una
u otra manera, se convierte en una suerte de pivote sobre el que
giran los discursos, las políticas y las acciones oficiales en torno a
los usadores de drogas. Se trata del sujeto usador de drogas que no
puede ser confundido con la cosa que usa. Ese sujeto que no es un
enfermo y menos todavía un criminal.
En el entorno latinoamericano, Ecuador, a través del CONSEP,
ha sido pionero en este proceso de rescatar al sujeto sobre todas
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las cosas, de no confundirlo con las sustancias ni con calificativos
denigrantes como el de adicto o peor todavía de criminal. Temas
aparentemente sencillos pero que, sin embargo, han marcado hitos
de capital importancia en la región. Una de sus propuestas ha sido
la des-unificación del discurso único sobre los usadores de sustancias de tal manera que se vea tanto a las sustancias como sobre
todo a los sujetos desde la diferencia. De hecho, el presente texto
versa también sobre la diferencia, esa diferencia que transita a lo
largo de la historia, de las geografías y de las culturas. El trabajo
testimonial no es otra cosa que el reconocimiento y la valoración
de las diferencias.
sujetos, usadores o no, con un cúmulo de verdades y certezas
estatuidas?
Es precisamente esta posición lo que condujo a realizar esta investigación. La propuesta fue ubicar y analizar los procesos que han
seguido los usos y las representaciones sobre el cannabis a lo largo
de los últimos veinte años.
Informantes de Quito, Cuenca, Lago Agrio, Manta y Guayaquil
dan cuenta de esta historia hecha con amores y odios, con calles y
cárceles, con silencios y palabras, con placeres y también con sufrimientos. Así se ha creado una suerte de historial de las representaciones sobre la marihuana producidas a lo largo de los últimos
25 años.
Para que el trabajo tenga mayor coherencia, se ha realizado un
acercamiento histórico-cultural, si vale la expresión, del cannabis
a lo largo de la historia. Esta visión da cuenta del nacimiento, de la
vida, de la gloria y de la pasión de esta planta mágica a lo largo del
tiempo, de las geografías y de las ideologías.
Volver al sujeto presupone rescatarlo en su propia complejidad
y no como parte de un fenómeno que se resiste a cualquier clase
de simplificaciones. En efecto, los usadores, sobre todo cuando son las chicas y los muchachos, representan la parte menos
real, más mágica y, por lo mismo, la más sensible en todos los
sentidos del término, porque se hallan constituidos por series
indeterminadas de decires, creencias, expectativas, placeres,
persecuciones, goces y malestares. ¿No constituye, acaso, todo
esto aquello que hace al misterio? ¿Es acaso posible ir a los
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En este espacio real y simbólico se desarrolló este trabajo. Se investigó a informantes calificados de tres grupos de hombres y mujeres comprendidos entre los 16 y los 45 años de tal manera que
apareciesen tres momentos fundamentales que van desde el tiempo
en el que la marihuana se asienta en el país hasta la actualidad caracterizada por usos más libres y sobre todo, atravesados o incluso
sostenidos en un nuevo discurso que pide no solo su despenalización sino su legitimación.
Los relatos testimoniales han permitido armar una suerte de
historial sobre el cannabis, dan cuenta de un tiempo representacional en el que la marihuana ha vivido perseguida, exaltada,
maldecida y bendecida. Ha estado en el patíbulo social y jurídico, pero también y al mismo tiempo ha actuado desde una
suerte de escondite. Desde ahí ha sido parte de los procesos de
significación de la vida y de la historia. Ha intervenido en los
cambios sociales y actitudinales, ha creado discursos de bandos
opuestos, ha llenado las cárceles con los pequeños traficantes y
también con usadores.
Hay males a los que la sociedad no sabe de qué manera darles la
cara, sobre todo cuando no es posible tapar el sol con un dedo.
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Ecuador y la marihuana
¿De qué manera, en efecto, no reconocer que nuestro tiempo es
de grandes y pequeñas drogas, de ritos y ceremoniales múltiples
que no logran escenificarse sino con la presencia de lo mágico?
Capítulo uno
Las drogas en la historia
Quito, septiembre del 2014
No te envanezcas de que la autoridad (kratos) permita hacer violencia a los humanos. La continencia
se encuentra siempre en la naturaleza (physis) individual. Dionisio no obliga a las mujeres a ser castas.
La castidad depende del carácter, y la que es por naturaleza casta participará en las orgías sin corromperse.
Homero: La Odisea
Los bombones del Búho son los más “densos” que ha
probado. Se hacen pasteles, galletas, pie de frutas a
base de mantequilla cannábica que se usa en el desayuno, también espagueti bañado en esa mantequilla.
Los chocolates tienen fama. Son pequeñas bolitas
de cacao con leche, azúcar impalpable, gelatina sin
sabor y marihuana. El efecto es potente y casi inmediato: basta media hora para que se den resultados
psicoactivos.1
1 Marihuana: una industria que se fortalece en Quito, Hoy Domingo, Quito, mayo 11,
2014.
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Ecuador y la marihuana
Consep
De manera casi sorpresiva, en la segunda mitad del siglo XX, las
drogas aparecen en el escenario social, al comienzo de manera
poco llamativa, como si se tratase de algo que pertenecía a los
jóvenes norteamericanos rodeados de problemas muchos de los
cuales les habían invadido por obra y gracia de la violencia social,
las guerras, esas guerras que, como todas, son comúnmente ajenas
a los que mueren en la medida en la que se originan en delirios o
prepotencias de unos que arrastran a los pueblos que, frecuentemente, poco o nada pueden decir. Por otra parte, para Occidente,
eminentemente moralista y siempre ambivalente y equívoco, ha
sido fácil colocar el mal en los sujetos, hacerlos responsables de
todo lo que les acontece o hacen. Acusar a la juventud incluso de
sus sufrimientos ha sido la salida rápida y políticamente eficaz.
No se puede pasar por alto el hecho de que las guerras dejan heridas que tardan muchos años en curar. Hay unas que nunca se curan
porque se sostienen en muertes, desapariciones, amputaciones. Las
guerras amputan por igual la cultura, la ética y la estética. Los jóvenes norteamericanos se opusieron a ir a morir bajo la lluvia de
bombas en un inhóspito mundo ajeno.
Siendo aún senador, J-F. Kennedy dijo: “Estoy convencido de que
la ayuda militar norteamericana, sea cual fuere su amplitud, no
puede aplastar a un enemigo que aparece por todas partes y en ninguna parte está, un enemigo del pueblo que cuenta con el apoyo y
simpatía de todo el pueblo”.
leznable pero que, sin embargo, puesto que vino del poder, no se le
puso en tela de duda. Por el contrario, debieron pasar casi cuarenta
años para que empiecen a ser escuchas las voces disidentes.
Este proceso acusatorio a la parte más débil de la sociedad se halla
presente a lo largo y ancho de la historia. Es la estrategia mediante
la cual los poderes fácticos se lavan las manos y sus conciencias
para dominar y para dormir en paz. Lo peor de este proceso es que,
finalmente, también ha terminado convenciendo a cierto grupo de
la juventud que no se ha amilanado al acusar a sus pares de algunos
de los males del mundo entre los que las drogas ocupan un lugar
de privilegio.
Es importante tomar en cuenta que el discurso antidroga y la guerra contra las drogas se han sostenido gracias al poder económico
puesto en juego y también merced a un discurso eminentemente moralista que no dejó el más mínimo resquicio para que se
escuchen otros criterios diferentes, quizás incluso radicalmente
opuestos. Por su parte, el moralismo ha colocado la responsabilidad en el arte, la música, las ideas de cambio social y económico en las relaciones entre las comunidades. Desde luego, que,
para este pensamiento, el arte, unido a la renovación cultural, por
ejemplo, el rock, es uno de los responsables de los usos masivos
de drogas.
Cuando, a mediados del siglo pasado su presencia empezó a universalizarse, los discursos en torno a todas las drogas fueron monolíticos amalgamados con una moral y un cientificismo muy de-
Sin embargo, el pensamiento antidroga no ha sido único. Más
aún, no han faltado voces destinadas a denunciar cierta complicidad de los poderes políticos que no han sido lo suficientemente
fuertes y eficaces en la lucha contra las drogas. A ello se añaden
aspectos culturales, modas musicales, estéticas y lenguajes que
han hecho que el imperio de las drogas domine frente a la guerra
que debió destruirlas hace mucho tiempo.
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Ecuador y la marihuana
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El siguiente es el criterio de un joven perteneciente al grupo norteamericano calificado de emprendedor porque ha dado la espalda
al rock y a la marihuana para pensar en su responsabilidad empresarial y laboral y que, desde su posición acrítica, no duda en acusar
a sus pares del mundo de haber ido tras el mal. No es solo la droga
la que destruye a las nuevas juventudes sino también el rock, cuya
presencia es vista como una auténtica contracultura. Desde una especie de inmensa facilidad se ligan los éxitos profesionales, sociales y económicos de la extrema derecha con un posicionamiento
claro y firme contra las drogas en el cual no existe ni la más leve
brizna de tolerancia.
Además, existiría un movimiento político amplio y profundo destinado a desbaratar los principios de la cultura occidental para crear
un caos en el que se pueda ejercer sin barreras el poder político,
social y económico. La droga, en toda su compleja dinamia, no
sería más que parte de un proceso político que se sustentaría en la
alienación de la población.
«La droga y la contracultura del rock, que están destruyendo a la
juventud de la mayoría de los países industrializados, incluyendo
España, es el resultado de la “guerra del opio” que dura ya más de
treinta años, organizada por círculos poderosos de Gran Bretaña
contra los Estados Unidos. Esta guerra no sólo incluyó la guerra
química y psicológica, sino aquel horrible proyecto militar llamado guerra de Vietnam».
poro-culturales. Pero ello, en lugar de ser un argumento en contra
de su presencia casi natural en la sociedad, lo certifica. Ello no
obsta que se tomen en cuenta aspectos de orden político y económico que probablemente sostienen y explican su presencia.
Como casi todo lo humano, la marihuana transita entre el bien y
el mal, entre quienes no se amilanan ante la necesidad de alabarla
e incluso de bendecirla, y los otros que no cesan de rechazarla e
incluso de acusarla como la causante de buena parte de los males
que viven las actuales sociedades.
Por ejemplo, para un joven maestro universitario norteamericano, responsable de un equipo de investigadores cualificados,
la presencia de las drogas en la sociedad norteamericana es un
producto más de la mafia internacional y de ciertas instituciones
políticas apropiadas de los grandes capitales. Por supuesto que
se trata de una mirada sesgada que pretende desconocer la complejidad del problema. Sin duda que tras las drogas hay mafias
que son perfectamente funcionales a la dinámica del gran capital
internacional, de otra forma no se explican los 400.000 millones
de dólares anuales que produce el negocio.
Más allá de estos criterios, es preciso reconocer que las drogas
no aparecieron en el siglo XX sino que, por lo contrario, atraviesan el largo y ancho de la historia de la humanidad. Sin duda, en
cada época y espacio, adquieren sentidos puesto que los antiguos
mutan para adquirir otros que se adecuan a las condiciones tém-
Precisamente para no caer en simplificaciones inoperantes es necesaria una visión panorámica de la realidad de la marihuana a lo
largo de la historia. Primero porque el tema de este trabajo es la
marihuana y, segundo, porque la marihuana no nació de la nada
en el siglo veinte. Por el contrario, quizás ella sea la sustancia
más vieja de la que se tiene claras noticias de su presencia en la
antigüedad, tal vez sea la famosa manzana del paraíso terrenal,
esa fruta prohibida que, al ser comida, abrió los ojos del sujeto a
la complejidad de lo humano sostenido en el placer, el dolor, el
misterio y la muerte.
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Ecuador y la marihuana
Consep
Una mirada general
Todo lo que pertenece a la cultura y que se halla inserto en la historia posee imbricaciones complejas que dificultan los acercamientos fuera de la complejidad. Es probable que uno de los factores
que han determinado el fracaso de la actual guerra a las drogas se
deba al hecho de que no se miraron o no se tuvieron en cuenta las
realidades históricas de la marihuana, una planta ubicada en los
espacios de lo mágico en los que se construye el misterio de la
vida. Es precisamente el afán de conocer los sentidos de lo mágico
lo que ha conducido a las diferentes culturas y pueblos a buscar
rutas y elementos que faciliten e incluso legitimen el camino hacia
el misterio.
El pasado es la clase de acontecimientos que «influyen» en nosotros, pero no recíprocamente. El pasado se genera por la muerte. El
presente es el campo de los acontecimientos ligados por relaciones
de reciprocidad en cuanto a la transitividad de la comunicación. El
presente está siempre inmerso en una época, y una época es, generalmente, una sucesión de presentes.
cada tiempo. La historia de la contemporaneidad se escribirá ahora
pero será entendida mañana en su verdadera dimensión.
No es del todo aceptable la propuesta teórica de que en el siglo que
viene se comprenderá y se significará el actual. Esta idea estructuralista impide ver que el presente posee sus propias significaciones
pues es eminentemente productivo contando, sin embargo, con un
pasado que se halla presente no resignificándose sino modificando
su significación supuestamente original. Tampoco el presente es
una prolongación sintáctica y semiótica del pasado. Aceptando la
existencia de un filum que recorre con el tiempo y permite uniones,
la diferencia está marcada siempre entre lo actual y lo pasado. Lo
que acontece en la actualidad con el tema de las drogas no es único,
pero tampoco es la repetición de una vieja historia. De hecho, no se
trata tan solo de otros estilos de usar la marihuana ahora diferentes
a los estilos de un siglo antes de nuestra era. Los sentidos de los
usos son radicalmente distintos porque el mundo en el que se dan
los acontecimientos es también radicalmente distinto en sus principios, éticas y axiologías.
El pasado es el campo de estudio de la historia y la memoria es
uno de los factores que configuran nuestro pasado próximo. La
memoria del pasado antiguo se encuentra en los documentos y monumentos. El documento también es un monumento, como lo es
una tumba o un papiro. La historia, por otra parte, es debate en el
que deben aparecer, como memoria y monumento, el tiempo y su
escritura. La historia es el producto de ese debate perenne, a veces silencioso, pero nunca infructuoso. Por el contrario, el presente
solo puede explicarse honrada y eficientemente en el diálogo entre
el habla del pasado y la palabra del aquí y ahora. De lo contrario
se pensaría que los objetos y los lenguajes se están inaugurando en
“Todas las partes de nuestro mundo están conceptualizadas (con
mayor o menor rigor, sin duda) mediante conceptos tecnológicos
o científicos y, por tanto, solo a través de los conceptos, podemos,
en nuestro presente, enfrentarnos con nuestro mundo de un
modo crítico (una crítica que puede afectar, desde luego, a los
propios conceptos). Nosotros, salvo que practiquemos la poesía,
no podremos hablar ingenuamente del agua como lo hacía Tales
de Mileto; el agua de nuestro mundo está conceptualizada por la
ciencia física y química. Se comprenderá, según esto, la pertinencia
de tomar a «nuestro presente» como criterio para diferenciar las
diversas maneras según las cuales puede entenderse la filosofía,
en función precisamente a como estas diversas maneras se refieran
30
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Ecuador y la marihuana
Consep
al presente. El futuro es la clase de acontecimientos en los cuales
nosotros podemos «influir» pero de suerte que ellos ya no puedan
influir sobre nosotros”.2
Más que saber sobre el pasado y los orígenes, el gran misterio pertenece al futuro. El pasado se sostiene en la memoria, incluso en esa memoria mágica de lo dicho y transmitido, de lo acontecido e integrado
a la memoria que un día se convierte en mito o historia. En parte, el
pasado se explica por sí solo de la misma manera que el presente tiene
sentido también en la medida en que se proyecta hacia el futuro.
Es importante rescatar el hecho de que el futuro, lo que vendrá
mañana, ya es capaz de influir en el presente y permitirá entender
de mejor manera al pasado. Por ejemplo, antes de que legalmente
se modificase la ley sobre la marihuana en Uruguay, la sociedad ya
fue influenciada por esa posibilidad lo que permitió que el debate
contase con muchas más posibilidades antes no previstas, quizás ni
siquiera imaginadas tanto por quienes apoyan como por quienes se
oponían a la propuesta. En el tema de las drogas, este principio es
importante porque, incluso en el orden de las proyecciones estadísticas, se ha visto que, contra todo análisis proyectivo que preveía
un continuo incremento en el uso, los últimos datos dan cuenta de
un descenso en el uso y también, en ciertos lugares de una suerte de
estancamiento. De hecho, se están produciendo nuevos discursos
en la gente joven que ya cuestiona el uso de drogas, en especial
cuando sustituye el ejercicio de otras prácticas sociales ya sea para
el divertimento o para la búsqueda de trascendencia.
Por otra parte, es preciso reconocer que cada vez que se pretende
ir a los orígenes de realidades sociales y culturales, casi siempre se
2 Cf. García Sierra, Pelayo, Diccionario Filosófico Biblioteca Filosofía. http://filosofia.
org/filomat
32
topa con el mito. Al comienzo era el mito sin el que sería absolutamente imposible saber de los principios de las cosas. En el tiempo,
mito y acontecimiento, fantasía y realidad se mezclan de manera
bizarra, se entrelazan y conforman la historia, es decir, esa narrativa que explica ahora lo que aconteció ayer, en el mito. De hecho el
mito es la memoria de las razones que explicaron el mundo. Se trata de una suerte de liturgia en la que la mirada y la voz se pierden
en el tiempo en pos de saberes ciertos y que luego reaparecen en
forma de un cúmulo de saberes. Liturgia, porque eso es lo que diferencia al mito de la historia que se sustenta en acontecimientos y hechos reales. Finalmente, mito e historia forman parte de una liturgia
en la que se narran y celebran por igual ficciones y acontecimientos.
Este es el sentido de la revisión en el tiempo y en los espacios que
hacen la mitología y la historia de la marihuana. ¿Qué más mítica
que esta planta que en nuestros días se halla atravesada por los
saberes científicos que pretenden erradicar lo mítico y los usos que
no hacen otra cosa que celebrar el mito? La marihuana forma parte
de ese conjunto de sustancias que poseen la capacidad de hacer
que sus usadores logren traspasar las barreras de aquello que hace
la vida cotidiana y arriben a lo mitológico del placer y del sufrimiento.
Culturalmente, la droga ha estado presente en muchos aspectos
importantes de la vida y de la sociedad. Esta presencia permite
dar cuenta de la complejidad de la vida, esa complejidad que se
acrecienta no solo con el tiempo universal sino con los tiempos
personales que se juntan a las geografías y que construyen culturas
particulares con sus propias mitologías.
¿Qué es la marihuana? La marihuana es muchas cosas. Sus sentidos y valores transitan un abanico inmenso que tiene que ver con
33
Ecuador y la marihuana
Consep
el lugar en el que se ubica histórica y socialmente el llamado a
responder a la pregunta. No es la misma para el muchacho que se
arriesga a su primera experiencia que la marihuana que fuma el
artista porque ha realizado una liga de mutuidad imaginaria para
la creación. En consecuencia, tantas marihuanas como usadores,
tantas marihuanas como momentos históricos e imaginarios de
los usos. Tantas marihuanas como espacios reales, imaginarios y
simbólicos en los que se cultiva. En efecto, en su valor de significación, no es la misma planta la que cultivan para los negocios
turbios de los traficantes que aquella que, cercada de temores y
recelos, cultiva y cuida con cariño y temor un muchacho en su
propia casa.
reconocer que la marihuana no fue inventada por el siglo XX, aunque en él se la haya vuelto a usar pero ya no públicamente como
antes sino en los secretos públicos que configuran la vida cotidiana.
Seguramente no son iguales la marihuana que fuma aquel que pretende construir un camino apto para acercase a la divinidad, a lo
sacro, a la inspiración poética y la marihuana de la muchacha que
quiere abrir su mente para entender el sentido existencial de su
vida.
El cáñamo es un arbusto que alcanza hasta los tres metros de altura. Puede crecer de forma silvestre, aunque necesita agua abundante durante la estación seca, y sólo rinde bien con tierras abonadas
o de gran riqueza natural. En el hemisferio norte se planta hacia
finales del invierno, y no alcanza su madurez sino hasta principios
de otoño.
Lo hipnótico es lo mágico por excelencia porque es quizá la primera experiencia del sujeto enfrentado a su dormir y al dormir del
otro y, quizás sobre todo, a aquello que se produce en el tiempo del
dormir: el soñar, ese conjunto mágico de imágenes y de escenas
casi siempre sin palabras. El mundo del misterio habla en cada
sueño, en ese conjunto escenográfico producido por la presencia
de poderes desconocidos y en el que hablan los deseos y la ley que
prohíbe su realización.
Es probable que el hecho de haberla colocado en los discursos oficiales, políticos, económicos y hasta religiosos haya influenciado
en su expansión casi históricamente indiscriminada, es decir, una
invasión no sostenida más que en el hecho mismo de su expansión.
El cáñamo
Es necesario que se aborde el tema de la marihuana reconociendo
que lo que acontece ahora constituye parte de un proceso mundial gestado a lo largo de los siglos y probablemente motivado por
acontecimientos pasados y presentes. Por lo mismo, es importante
Los machos, difíciles de distinguir de las hembras antes de producirse la floración, tienen cantidades mínimas de principio psicoactivo -el tetrahidrocannabinol o THC-, y suelen arrancarse antes de
expulsar el polen, para que las hembras produzcan la variedad más
potente y de uso más cómodo, conocida como «sin semillas». En
efecto, los cañamones no son psicoactivos salvo para pájaros que
los devoran con placer hasta «alocarse», como han probado diversos experimentos. Las hojas de las hembras, que tienen bajas
proporciones de THC, son lo que en Marruecos se denomina grifa,
y una mezcla picada de hojas y flores, con algo de tabaco local,
es el llamado kif. Sin embargo, la máxima concentración de THC
se produce en las flores maduras sin germinar, cuando las cortas
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Ecuador y la marihuana
Consep
ramificaciones de las ramas han perdido todas las hojas y aparecen
enfundadas totalmente por esas inflorescencias pilosas, cosa que
rara vez acontece hasta octubre en nuestras latitudes, pues hacen
falta algunas noches de fresco para consumar el ciclo.
Las plantas suelen arrancarse y secarse colgadas cabeza abajo, en
lugares oscuros y ventilados, durante un período de siete a diez
días. A partir de entonces están listas para ser fumadas. La absorción por vía oral oscila entre el 50 y 70 por 100 del principio activo. La absorción oral es irregular y muy inferior. Para potenciarla,
se hornea una mezcla de la planta con otros ingredientes, haciendo tortas, pasteles o cosas análogas. Las tortas o pasteles tardan
mucho más en hacer efecto, aunque este se prolongue por más
tiempo.
Plutarco Naranjo3, en su obra casi póstuma habla de la marihuana
ubicándola entre el mito y la alucinación. Como homenaje a sus
importantes trabajos como investigador, cito íntegramente su texto.
“La mariguana, marihuana o marijuana (hashish, entre los árabes,
o hachís, entre otros pueblos), botánicamente es la Cannabis sativa. Es una de las plantas alucinantes más antiguamente conocidas.
Se la llamó también cáñamo indio porque en los países orientales
la planta fue cultivada para obtener la fibra de cáñamo, tan útil en
la industria textil. También las semillas eran utilizadas para obtener
su aceite.
“Durante muchos siglos su empleo fue reduciéndose y la mayoría
de países adoptó medidas para limitar y aun para eliminar su uso;
inesperadamente, en los últimos cuatro o cinco decenios, su empleo psicodélico ha invadido el mundo, en especial, ciertos países
3 Naranjo, P., Quito, 2012, pág. 36
36
como Estados Unidos, llegando a constituir uno de sus grandes
y graves problemas médico-sociales. En los actuales momentos,
el cáñamo indio, bajo la forma de mariguana o marijuana u otras
preparaciones, es sin duda la droga de más amplio uso psicodélico
a escala mundial. Sus efectos son menos graves que los de la morfina, la heroína y la cocaína.
“Aunque Schulktes menciona, sin citar algún documento histórico,
que los chinos habrían utilizado el cáñamo indio hace 8.500 años,
basados en documentos ciertos como el Herbario asirio o el famoso Herbario de Shen-Nung, es posible afirmar que esta planta fue
utilizada ya con fines médicos y rituales entre 2500 y 3000 a.n.e.
“En la India, según parece, mucho antes de que se iniciara el culto
a Soma, existía ya el culto de amrita, bebida sagrada que, según el
Atarva-Veda y el Rig-Veda, era utilizada en forma ritual para entrar
en contacto con las divinidades. Más aún, la amrita, bebida de la
inmoralidad, era licor de los dioses, algo parecido a lo que sucedía
con la ambrosía de los dioses del Olimpo, en la cultura griega.
La amrita, como el soma, era una de las bebidas para alcanzar la
vida eterna, y era preparada por decocción de una planta que, con
mucha probabilidad, fue el cannabis; dicha decocción se hacía directamente en leche de vaca o se la agregaba antes de la bebida
ceremonial”.
Todos y cada uno de los objetos que, de una u otra manera, se convierten en importantes e incluso imprescindibles en la cotidianidad
tienen que ligarse de manera necesaria con el mito que viene a dar
cuenta de su origen. Si algo es importante y excepcional debió ser
creado por algún poder extrahumano, de lo contrario su poder sería absolutamente vulgar y perecedero. El cannabis posee poderes
porque su origen es divino, de lo contrario no tendría la capacidad
37
Ecuador y la marihuana
Consep
de ser, de alguna manera, una suerte de mediatizadora entre lo humano y lo divino. A lo divino pertenecen el placer y el goce que,
en consecuencia, aparecen como dones particulares otorgados a
los humanos, solo a ellos y en circunstancias ciertamente excepcionales.
Según los Vedas, comenta Naranjo, el dios Visnú, convertido en
una gran tortuga, llevó sobre su lomo una inmensa montaña que,
finalmente, lo hundió en un mar de leche. Entonces, dioses y demonios unieron esfuerzos para hacer que la montaña gire. En ese
movimiento giratorio, batieron la leche que se transformó en una
bebida sagrada de amrita. Los cabellos que se desprendieron de
Visnú avanzaron con las olas hacia las orillas del mar. Cuando llegó la primavera, se transformaron en hermosas plantas que, al ser
comidas por los hombres, les permitieron alcanzar la felicidad y la
inmortalidad de los dioses. Entonces la llamaron vijohia que significa fuente de felicidad y de vida.
“Tanto en la mitología como en las historia de estos pueblos, dice
Naranjo, se encuentran numerosas referencias a ritos y ceremonias
realizadas en un ambiente de humo que, según los diversos autores, los llaman “humos embriagantes”, “humos narcotizantes” o
“humos estupefacientes”.4
En el célebre libro Las mil y una noches se hacen frecuentes referencias a alucinaciones vividas por sus héroes luego de haber
ingerido bebidas hechas con las hojas de la planta. De uno de los
personajes se dice que un día “se introdujo un clavo en la planta del
pie, provocándole fuerte hemorragia. Fue entonces al hamman5y
entró en la sala destinada a los pobres. Se sentó al lado de un hom4 Naranjo, P., op. cit. pág. 39.
5 Hmman: baño público.
bre que había terminado su baño y que masticaba algo (…) Y el
mendigo, al verlo, quedó muy excitado deseando ardientemente
masticar también aquello. Entonces preguntó al otro: ¿Qué es lo
que masticas así, vecino? Y él respondió en voz baja para que nadie lo oyera: “Cállate, es hachís, si quieres te daré un trozo. Y dijo
el mendigo: Sí, me gustaría probarlo. Hace tiempo que deseo saber
qué sabor tiene. Entonces, el hombre que masticaba se sacó de la
boca un pedazo y se lo dio al otro diciéndole: Ojalá con ello alivies
todas tus penas. (…..) Y entonces el otro sufrió un ataque de hilaridad y prorrumpió en carcajadas a lo largo de la sala. Un instante
después se desplomó sobre el mármol, desnudo, y quedó presa de
alucinaciones”.
El cáñamo en el Asia antigua6
Lo primero que es preciso resaltar es el hecho de que la presencia de la marihuana atraviesa toda la historia antigua de los pueblos asiáticos. Entre tantas otras realidades sociales y culturales,
la marihuana también posee un eje transversal en la historia que
llega hasta nuestros días. Como toda historia, la de la marihuana da
cuenta de los sentidos y valores de su vida, desde la glorificación
hasta el vilipendio, desde los lugares de lo sacro hasta el del banquillo de los acusados como si tratase de un criminal empedernido
para el que se pide la pena de muerte. Desde hace más de cuarenta
años, se le declaró la guerra en pos de su exterminio. Pero como se
trata de una planta unida a lo sacro, probablemente sea en verdad
inmortal.
6 Parte del capítulo se basa en esta obra: Marín I., Historia conocida o Historia conocida o desconocida del Cannabis, Megamultimedia, Málaga, 2003.
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Ecuador y la marihuana
Consep
Probablemente, habría que remontarse hasta el siglo ocho antes
de nuestra era para hallar los primeros vestigios de una historia
que en la actualidad forma parte de la vida social, cultural, política, económica y también delincuencial. Parecería que en el
año 8.000 antes de nuestra era ya se hablaba del cáñamo y sus
derivados (grifa, kif, hachís). Los estudios arqueológicos revelan
que con el cáñamo se tejían no solamente cestos sino también
prendas de vestir.
Para algunos, la primera referencia documental sobre el uso del cáñamo pertenecería a la farmacopea china, el Pen T´saoShenNunh,
que habría pertenecido al 3.727 a.n.e. Allí se realizan claras especificaciones de los usos del cáñamo para una serie de dolencias.
Por ende, se puede suponer que el cáñamo habría sido utilizado
incluso en la prehistoria, quizás en el período neolítico, es decir,
unos 8.000 años antes de nuestra era, tanto en India como en China
en la confección de cestos (Marín. pag.10).
Por otra parte, hacia el 2.737 a.n.e, el emperador Shen-Nung, en un
libro de farmacopea, ya indicaría que cuando se lo toma en exceso,
las personas podrían ver monstruos. Esto hace que se señale a la
marihuana como la primera hierba con poderes psicodélicos de lo
que dan cuenta la historia y las leyendas. Por eso en el mismo texto
del emperador se dice que, si usa por un período largo, la persona
podría experimentar cambios en su cuerpo lo que le permitiría comunicarse con los espíritus. Además, se recomienda su uso para la
gota, la debilidad femenina, el reuma, el estreñimiento, la malaria,
la gripe y los desmayos (Marín. pag.12).
la cáscara de la semilla y la resma adherida a ésta se utilizaba para
estimular el sistema nervioso.
En esa época, las semillas se utilizaban “para combatir las inflamaciones de la piel y eran consideradas como tónico, reconstituyentes, laxantes, diuréticas y muy apropiadas para extraer los gusanos
a los recién nacidos y a los animales”(Marín. pag.13).
El aceite se utilizaba como tónico para los cabellos y como antídoto al envenenamiento del azufre. El jugo fresco de las hojas
servía para curar las picaduras del escorpión y la fibra para fabricar
cuerdas y tejidos.
Los más antiguos restos de fibra de cáñamo (4000 a.n.e.) han sido
encontrados en China, y un milenio más tarde en Turquestán, lo
que haría presuponer la posibilidad de que sea una planta cultivada
originalmente allí (Marín. pag.18.10).
En otro libro de la literatura china de esta época se encuentra el
Nei-Ching cuyo autor probablemente sería el emperador kwang-ti.
Las flores habrían servido para curar las heridas abiertas. Parecería
que la cáscara de la semilla era utilizada para provocar cierta estimulación del sistema nervioso.
En otro momento, el también emperador Kwang-ti habría escrito
el Nei-Ching, un texto de la literatura china de esta época. Allí se
señala que las flores sirven para curar las heridas abiertas. Además,
En la localidad china de Turpan, un grupo de arqueólogos encontró una momia que data de unos 2800 años a.n.e, y en buen estado
de conservación posiblemente gracias a que el suelo era alcalino,
como opinan los investigadores del Journal Experimental Botany.
Lo curioso del caso es que la momia en cuestión fue enterrada
junto con una bolsa llena de hojas de marihuana, 789 gramos. Los
estudiosos consideran que, si bien no es habitual encontrar usos de
la marihuana en la China de esa época, en este caso el hallazgo se
40
41
Ecuador y la marihuana
Consep
dio en un enclave de gran importancia durante el esplendor de la
ruta de la seda, lo que podría explicar un origen indio o tibetano
de la persona momificada, que, al parecer, habría sido un chamán7.
llas con uso indefinido fueron encontradas en la región nepalí
de Mustang (2.200-2.500 años) y en Pazyryk, Siberia (2.4002.500 años).
Se especuló que el fruto de la planta podría haber sido almacenado
para usarlo en el más allá. “Era una práctica común en los entierros
proveer materiales que se necesitaban para la vida en el otro mundo”, detalló el neurólogo Ethan B. Russo.
El papel fue inventado en China cerca de 3.000 años después de que
los antiguos egipcios utilizaran el papiro para escribir. Cai Lun, un
oficial gubernamental de la Dinastía Han Occidental, elaboró papel
mezclando la corteza de una morera y fibras de bambú con agua,
escurriendo y secando la mezcla en un marco chato de bambú.
Se trata una de las momias caucásicas de las 500 tumbas excavadas
en Yanghai, en pleno desierto del Gobi y cerca de Turpán (en la
región occidental china de Xinjiang) encontradas en el año 2003,
que llevaba unas hierbas sobre las que, una vez analizadas, no hay
ninguna duda: son marihuana.
“Es una cuestión de deducción científica el establecer que es más
que probable que el cannabis se usara con fines psicoactivos o médicos”, declaró Russo, responsable del análisis y profesor invitado
de la Academia China de Ciencias Sociales, que señala también
que las hierbas pudieron haber sido utilizadas con fines adivinatorios.
Russo dice que de los análisis practicados a 11 gramos del alijo
(carbono 14, fotomicrográficos, fitoquímicos y genéticos), se deduce que la marihuana pertenecía “a una variedad de droga que se
cultivaba, no era salvaje”, y además no consta que el cáñamo se
utilizara en esa zona como alimento ni para confeccionar tejidos.
Hasta hoy, las dataciones más antiguas del uso de marihuana
con fines narcóticos provenían de Judea, de hace 1.700 años,
donde se inhalaba como sedante en los partos, y algunas semi7http://urgente24.com/areax/2013/04/china-una-momia-con-casi-un-kilo-de-marihuana/
42
Durante las Dinastías Tang y Song, los papeles fueron desarrollados para distintos propósitos, incluidos el papel de cáñamo, el
papel de piel, el papel de bambú, y el papel de xuan –elaborado en
base a un tipo de pino- utilizado específicamente para caligrafía.
India y las gotas de ambrosía
En La India, el mundo es eminentemente mágico por lo mismo
las cosas importantes de la existencia individual y colectiva proceden del otro lado de lo natural, es decir, de lo divino. El cáñamo, por sus virtudes y acciones, no puede proceder sino del
mundo celestial.
La planta aparece como productora de sustancias embriagantes
pero de carácter sagrado “creado junto al amarrita o poción del
soma (una planta desconocida) cuando dioses y demonios batieron
el océano de leche para extraer toda clase de bienes.8 El Átharva
8 W. La Barre: “History and ethnography of Cannabis”, 1980b. En: W. La Barre:
Culture in context: Selected Writings of Weston La Barre (pág. 93-107). Durham
(Carolina del Norte): Duke University Press, 1980., cit. Cf. http://es.wikipedia.org/
wiki/Historia del-cannabis
43
Ecuador y la marihuana
Consep
Veda lo menciona como embriagante sagrado. De hecho, parecería que sus preparados son de carácter sagrado para el dios Shivá.
En efecto, se preparaban varias pócimas que poseían caracteres
ritualísticos y que servían como una suerte de mediadores entre el
hombre y los dioses. Como el vino en el cristianismo que es tratado
como el símbolo de la sangre de Cristo y de vehiculizante entre el
ser humano y Dios.
“El Athara Veda considera que la planta brotó cuando cayeron del
cielo gotas de ambrosía divina. La tradición brahmánica cree que
agiliza la mente, otorgando larga vida y deseos sexuales potenciados”.9 Por su parte, el profeta persa Zoroastro da al cáñamo el
primer lugar en el texto sagrado, Zend-Avesta, que comprende alrededor de 10.000 plantas medicinales.
La religión védica veneró la planta denominándola “fuente de felicidad y de vida” porque hace a la mente más abierta, clara y ágil.
Por otra parte, asegura la salud al tiempo que vuelve al sujeto más
fuerte y, por su puesto, con una mayor potencia sexual.10
“El dios Shiva trajo el cannabis para los seres humanos desde
el Himalaya para que crecieran tanto en felicidad como en
conocimiento”. Los sacerdotes Sardu viajaban a través de la
India y del mundo entero compartiendo pipas que habian contenido cannabis.
Desde el siglo XV a.n.e, se usa el cáñamo en la preparación de
bebidas destinadas tanto a la salud física como a la exaltación
espiritual. De hecho, antiguas fuentes sánscritas hablan de las
píldoras de la felicidad, un compuesto a partir de cáñamo y azú9 Escohotado, A., 2011, pág. 16
10 Marín, I. pág. 21
44
car. El cannabis era utilizado de tres formas diferentes: con agua
(poust), con alcohol (loutki) y con opio (mourra).
La planta se llama vijonia (fuente de felicidad y victoria). Es
mencionada en los primeros vedas y sobre todo en el cuarto o
Atharva Veda. Sus preparaciones líquidas constituyen la bebida
favorita de Indra, el dios guerrero que representa a los invasores
arios.
Pero también es uno de los principales medicamentos para muchos males. En efecto, “se toma para aliviar la fiebre, en contra
del insomnio, para curar la disentería, lepra, caspa así como las
jaquecas, la tosferina” y los problemas de los ojos y la vista. En
sánscrito se denomina sana (kana en griego) y bhang (transforma
la rutina sensorial) (Marín, 35)
En algunas zonas del territorio indio, el cáñamo se convirtió en
una especie de moneda con la que se pagan bienes e incluso servicios.11
Antiguos escritos describen la ceremonia de la recolección de la
resina de las flores (la cual, en forma de pasta, se le conoce como
hachís). Las personas designadas para esta tarea se preparaban a
través del ayuno y la abstinencia y participaban en una ceremonia
en la que un hombre corría desnudo a través de un campo sembrado de Cannabis. La resina que a su paso recogía se colectaba
y seleccionada muy cuidadosamente. Con ella se hacían pasteles
destinados a los festejos. (cf. cannabismedicinal.com.ar)
11 La más completa información sobre el cáñamo en la India se encuentra en un informe
oficial efectuado entre los años 1893-94 (“Indian Hemp Drugs Comission Report”)
es el Informe de la Subdivisión de la Comisión de Narcóticos dedicada al estudio del
Cáñamo Indico, donde los sujetos estudiados eran consumidores de bhang.
45
Ecuador y la marihuana
Consep
Es importante señalar que en 1892 el gobierno inglés dispuso se
realice una amplia investigación en buena parte del territorio indio.
En 1894, se conoció el informe que incluía el testimonio de casi
1.200 personas que incluían doctores coolies, yoguis, fakires, cabezas de asilos, campesinos cultivadores de marihuana, cobradores
de impuestos, contrabandistas, oficiales del ejército, traficantes de
cáñamo, operadores de Palacio y el clero.
La conclusión fundamental dice que el uso moderado no produce
prácticamente efectos dañinos. El uso excesivo, sin duda, podrá
parecer muy perjudicial, aunque hay que admitir que en muchos
consumidores excesivos la lesión no está claramente marcada.
El daño hecho por el uso excesivo es, sin embargo, limitado casi
exclusivamente a los consumidores antiguos. Estos efectos en la
sociedad son visibles muy excepcionalmente. Esta constituye la
característica más llamativa de la investigación.
Por otra parte, la gran mayoría de los convocados a revisar el texto
ha señalado estar de acuerdo con este informe pues, además, nunca
se ha visto estos efectos nocivos, salvo raras excepciones.
El cáñamo en la Biblia
su origen del idioma semítico y no escita como generalmente se
pensaba. Benet demostró que tiene un origen más temprano en los
idiomas semíticos como el hebreo.13
En el curso de la historia, las dos palabras kaneh y bosm se fundieron en una única palabra kannabos o kannabus que se encuentra
en la Mishna, el cuerpo de la ley hebrea tradicional. La palabra
lleva una similitud inequívoca al escita “cannabis”. Al cáñamo se
lo conoce con el nombre de kanehbosm o en hebreo tradicional
kannabus. La raíz kan es caña o cáñamo y bosm significa aromático. Es el kanbun en caldeo. Esta palabra aparece en Éxodo
30:23, como un ingrediente del aceite santo: Toma tú aromas escogidos: de mirra pura, quinientos siclos, de caña aromática,
doscientos cincuenta).
También en Cantar de Cantares 4:14: Tus brotes14, paraíso de granados / lleno de frutos exquisitos:/ nardo y azafrán,/ aroma de canela/.
En Isaías 43:24: (se sabe que es raro y costoso). El señor se queja
y reclama: No me adquiriste caña con dinero, ni de grasa de tus
víctimas me hartaste. En Jeremías 6:20: ¿A qué traerte incienso
de Cebas y canela fina de país remoto? y Ezequiel 27:19: Porque
12 Benet, Sara, El cáñamo en las creencias y las costumbres populares”, The Book of
Grass, 1975.
13 El cáñamo es llamado “kanehbosm”, QNHBSHM, o en hebreo tradicional kannabos o kannabus. La palabra “kaneh” o “keneh”, escrito QNH, se utiliza solo o
vinculado a “bosm”, escrito SBM, que es el adjetivo en hebreo o “busma” en el
arameo, cuyo significado es aromático. La raíz “kan” es caña o “cáñamo” y “bosm”
significa “aromático. Esta palabra aparece en Éxodo 30:23 (se sabe que era un
ingrediente del aceite santo); Cantar de Cantares 4:14; Isaías 43:24 (se sabe que es
raro y costoso); Jeremías 6:20 y Ezequiel 27:19 (se conoce por estas dos referencias que se importaba de un lugar lejano).En el curso de la historia las dos palabras
“kaneh” y “bosm” se fundieron en una única palabra “kannabos” o “kannabus” que
se encuentra en la Mishna, el cuerpo de la ley hebrea tradicional. La palabra lleva
una similitud inequívoca con la escita “cannabis” (cf. www.castellarte.es)
14 Brotes: senos incipientes.
46
47
Las primeras evidencias sólidas del uso hebreo de cannabis fueron establecidas por la investigadora y etimóloga polaca Sara Benetowa12del Instituto de Ciencias Antropológicas de Varsovia que
publica, en 1936, la investigación El cáñamo en las creencias y
las costumbres populares. La autora afirma que el cannabis tiene
Ecuador y la marihuana
Consep
así dice Yahvé Sabaot de las columnas, del Mar, de las basas y de
los demás objetos que quedaron en esta ciudad. De estas citas se
deduce que el cannabis era traído de lugares lejanos.
Benet defiende la idea de que la palabra “cannabis” en hebreo era
conocido en tiempos del Antiguo Testamento por el pueblo israelita
y que luego pasó dicha palabra del semita al escita. Sara Benetowa
afirma que existe un parecido asombroso entre el semítico kanbos y el cannabis escita. Esto la condujo a afirmar que la palabra
escita era de origen semítico. “Los escitas iraníes probablemente
se relacionaron con los medos, vecinos de los semitas y pudieron
asimilar la palabra “cannabis” de forma fácil. Los semitas también
pudieron extender la palabra durante sus migraciones a través de
Asia Menor”.
neh es seguramente una abreviación de qanehtôb que significa:
caña aromática, (Jeremías 6:20) o qanehbosem: caña balsámica
(Ex 30: 23) y designa, el bastón aromático o caña olorosa, planta
que existiría en las marismas de la India y de Arabia cuyas raíces
producen un aceite aromático (Bogaertycol, 1993:277). En muchas traducciones de la Biblia se encuentra el kanehbosm traducido
como cálamo o caña aromática. El cálamo es una planta de pantano
muy común y barato que no tiene ni la calidad ni los valores atribuidos al kanehbosm. (Marín p.24)
Estudios de carácter botánico realizados en Mesopotamia señalan
que hay cáñamo en toda esta región. Sin embargo, solamente con
el dominio asirio (siglo IX a.n.e), la planta aparece mencionada
concretamente como cáñamo.
Además, aparece en el texto hebreo original del Antiguo Testamento utilizado como incienso, sustancia que forma parte de
la celebración religiosa, y que posee valores embriagantes. El
humo del incienso, dice Meissner,15fue considerado parte del
culto agradables a Dios en templos asirios y babilónicos, tal
como se puede leer en Proverbios 27:9:Perfume e incienso alegran el corazón.
Salomón canta sobre el cáñamo con el nombre de kalamo. Con
el nombre de suma era comúnmente bebido en la zona del Sinaí
y también fumado en las sinagogas. En consecuencia, para algunos autores, la Biblia jamás rechaza el consumo de cannabis
e incluso, algunos pasajes harían clara y directa referencia que se
trata de una sustancia buena que hasta debería ser tan utilizada
como muchas otras.
Benet demostró que la palabra para el cannabis es Kaneh-bosm, en
hebreo tradicional Kaneh o también Kannabus. En muchos idiomas antiguos, incluido el hebreo, la raíz Kan tiene el doble significado de caña o cáñamo y bosm significa aromático. (Marín p.24)
Por su parte, el profeta persa Zoroastro da al cáñamo el primer
lugar en el texto sagrado, Zend-Avesta, que incluye más de 10.000
plantas medicinales. En Mesopotamia datos botánicos indican que
ya hay cáñamo en toda esta región, aunque hará falta esperar el
dominio asirio (siglo IX a.n.e.) para que la planta aparezca mencionada, concretamente como incienso ceremonial.
La caña en hebreo es qaneh (1 Reyes 14:15); caña arundodonax
(Isaías 42:3; Ezequiel 27:19; Cantar de los Cantares 4:14). El qa15 Meisner, Bruno, Die Kultur Babyloniensund Assyriens, Quelleund Mayer, Leipzig,
1925.
48
Con la venida del cristianismo, las cosas cambian casi radicalmente. Hay un Nuevo Testamento, es decir, un nuevo discurso llama49
Ecuador y la marihuana
Consep
do a organizar de distinta manera la vida de los fieles que tienen
la obligación imperativa de romper con el antiguo discurso para
someterse a otro nuevo. Pablo de Tarso se convierte en el corifeo
de la nueva fe que se sostiene en la privación de todo aquello que
produce placer, incluido el alcohol. Su carta a los Romanos es un
claro ejemplo del nivel de privaciones a las que deben someterse
los cristianos para ser dignos de la salvación. En este contexto debe
entenderse el siguiente testimonio:
“En los últimos tiempos algunos renegarán de la fe, dando oídos
a espíritus seductores y enseñanzas diabólicas, inducidos por la
hipocresía de impostores, cuya conciencia se halla marcada al rojo
vivo, que prohíben el matrimonio y ciertos alimentos que Dios ha
creado para que los creyentes y los que conocen la verdad los coman y den gracias a Dios por ello”. (Timoteo 4:1).
El cáñamo en las éticas y violencias del Islam
En los primeros siglos de nuestra era, la península Arábiga es
habitada por beduinos semisedentarios con los que se formará
y crecerá la cultura árabe, una de las más importantes de occidente. Su influencia aún perdura en buena parte de continente
asiático, el norte de África y también parte de Europa. Esta influencia no es solamente cultural, sino también religiosa, política y económica.
De hecho el florecimiento de su cultura fue tal que llegó a ser hegemónica en países de Europa occidental, de Asia y de África. Su
presencia en España será definitoria en muchos aspectos religiosos, culturales y políticos que persisten hasta ahora.
50
Como el cristianismo, el pensamiento árabe será, por una parte
una religión y, por otra, una cultura quizás más férreamente consolidada que el cristianismo. Pese a sus cismas, hay un hilo que se
extiende a lo largo de los siglos y que determina su fortaleza y, al
mismo tiempo, su debilidad pues, como toda religión monoteísta, es absolutamente dogmática lo que determina que se resista al
cambio de paradigmas.
El individuo no se disuelve en la comunidad. La ley del Islam
supone que, a través de su conducta, un hombre solo se compromete a sí mismo y que, en su día, solo él comparecerá ante el Juez
Supremo para responder por sus acciones. No obstante, la índole de hombres iguales ante Dios e idénticamente dependientes y
sometidos a las obligaciones que su ley engendra ha dado lugar
a la definición de la comunidad musulmana como una teocracia
igualitaria.16
Al iniciarse las búsquedas de los orígenes primeros de la vida de
Mahoma, del profeta, y de los significados de la sunnah,17se encuentra con el desarrollo de una verdadera erudición islámica, cuyas cumbres se hallan, de modo particular, en el campo de la lírica
y otras expresiones literarias.
16 Gardet, Louis, 1961
17 Sunnah: Se refiere a algo que es bueno. El Profeta, dijo: “Quien dé inicio
a una buena Sunnah, recibirá la recompensa por ella, y la recompensa de
aquellos que lo sigan hasta el Día del Juicio. Quien inicie una mala Sunnah recibirá el castigo por hacerla y el castigo de aquellos que lo sigan”. El
significado árabe de la palabra Sunnah es Al Baian que quiere decir aclarar
algo a través de la palabra o la acción. El significado más común indica que
Sunnah es dar inicio a algo o poner un ejemplo a seguir. Entonces, si una
persona comienza algo que la gente empieza a imitar o seguir, se considerará
que ha establecido una Sunnah. El Profeta, sallallahu ‘alaihiwasallam, dijo:
“Por cada alma injustamente asesinada, el hijo de Adán, Caín, cargará con
ese pecado, pues él fue el primero en comenzar la Sunnah (o crimen) del
asesinato”.www.islamweb.net/esp
51
Ecuador y la marihuana
Consep
A partir de siglo V, el cáñamo forma parte de las prescripciones
de los médicos árabes y, en el siglo XII, empieza a ejercer influencias en algunas órdenes místicas de Persia. En el año 1155,
aparece el hachís. Son los sufís (sacerdotes místicos), los que lo
utilizan en sus complicadas danzas rituales para alcanzar el éxtasis a través del cual obtenían la revelación divina y la comunicación con Alá.
Los asesinos hacían uso de la daga y habían convertido el asesinato casi en deporte o en un arte de matar de forma fácil y violenta
a la vez. También se volvieron agnósticos, pues Hassam les adoctrinaba sobre el arte de matar la vacuidad de los profetas. Así hizo
del agnosticismo un modo de vida. Por otra parte, los haschischins
recibían una provisión abundante de hachís antes de partir hacia el
combate.
Los estudios dan cuenta de que el misticismo de los sacerdotes
sufíes procede de los seguidores de Zaratustra que sobrevivieron a
la conquista musulmana que tuvo lugar entre los siglos VII y VIII
y que sufrieron la conversión al Islam.
En el año 1092 se produjo el asesinato del visir del sultanato de
Saljug, Nizam-al-Mulk, por un fidai enmascarado. A partir de ahí,
se produce una serie de asesinatos que habrian invadido el mundo
musulmán en el terror y en la crueldad.
Al cáñamo los árabes lo llamaban hashish, que significa simplemente hierba. “Y fue precisamente esta palabra, esta hierba, la que
dio el nombre a una de las sectas árabes más famosas y sanguinarias: la secta de los hashishins, de la que, a su vez, se deriva el
término asesino”.18
Este grupo mantuvo dominio sobre vastos territorios de Siria e Irán
de los que finalmente serán expulsados. Por otra parte, mantuvieron siempre la costumbre ritualística del uso del cáñamo que se
unía al espíritu de valentía y también de lealtad. Hasta que el poder
cristiano-romano será el que elimine de una vez por todas esta costumbre árabe. Sin embargo, el uso del cáñamo ingresará a Persia y
llegará a Bagdad.
En el año 1090, Hassan se apodera de la fortaleza del Alamut al
noroeste de Qazwin, estratégicamente situado en una extensión de
la cadena de Alburz Se trataría de una fortaleza casi inexplicable
convertida en su guarida. Luego hace incursiones en varias direcciones que tejerán una malla con otras fortalezas que conquistará
hasta su muerte en 1124.
18 Fue Marco Polo el primero que dirigió la atención de los europeos al uso del cáñamo
por parte de los árabes del siglo XIII. Marco Polo habló de un misterioso “viejo de la
montaña” que poseía un fantástico jardín lleno de delicias, entre ellas mujeres jóvenes
y bellas hacia las que llevaba a los hombres drogados convenciéndoles así de que
poseía la llave del paraíso. De este modo se ganaba su fidelidad y los utilizaba como
asesinos. Según la tradición este hombre no era otro que Hasan Sabah, la droga el
hashish y la secta la de los hashishin (nombre del que deriva el término moderno de
asesino. Cf. www.hashis.com
52
El Islam es una fe monoteísta demasiado perfecta para admitir instituciones de comunión, y ningún fármaco puede servir de vehículo místico. “La autoridad política-religiosa nada dice a favor o en
contra, como acontece con el opio. La única excepción conocida a
esta regla se produjo en 1378 a 1393, cuando el emir Soudum Sheikoumi de Yoneima decretó que los comedores de haschish fuesen
castigados con la extracción de un diente cada vez que se les sorprendiera comiéndolo o fumándolo”.
El cáñamo era una sustancia para uso de grupos muy determinados por la fe religiosa (sufies) y de condición social baja: peque53
Ecuador y la marihuana
Consep
ños campesinos, jornaleros, siervos urbanos y otros socialmente
similares.
“La extensión del consumo ritual y lúdico del cáñamo en las regiones
orientales del Islam es difícilmente comprensible sin tomar en consideración las profundas transformaciones vividas por esos territorios
en el siglo XII. En el contexto de esas trasformaciones vieron la luz y
se desarrollaron nuevos sistemas de pensamiento y organización religiosa y nuevos comportamientos sociales que durante siglos habían
sido abandonado por contactos e intercambios humanos, materiales
e intelectuales entre la cultura árabe-islámica y las culturas preislámicas.”19
izquierda, diciendo: En el nombre de Dios, Señor de la Vita Eterna
y de la vida terrenal, (…) das a conocer las propiedades del hachís a
aquellos en quienes te complaces e inspiras sus secretos a los elegidos
por Ti” (ibidem).
Según Takiy Eddin Makrizy, historiador árabe de la primera mitad
del siglo XV, Haider (caudillo de los esceicas) probó la denominada
Kounab y dio de comer a sus discípulos para que “disipen los pensamientos que enturbian vuestras almas y libere vuestros espíritus”.
Sin embargo, en los textos de 1381 ya se condena el uso del hachís.
“Así al que bebe vino se le llama pecador y al que come hachís se le
denomina infiel”.
El mismo autor añade que el uso ritualístico del cáñamo se enmarca
en el contexto de las grandes mutaciones que se dan en la doctrina y
en las prácticas ceremoniales de los sufíes. Ellos poseían una actitud
de devoción casi religiosa y su uso se hallaba rodeado de una especie
de profunda actitud devota. Para la tradición, se trata de un don divino
confiado a los sufíes.
En el mismo texto se cuenta que un beduino se presentó ante el Profeta
y le dijo: “Oh Profeta, tenía yo varios camellos, y se perdieron. Tras
buscarlos durante cinco días, y mordido por un hambre atroz, encontré
una hierba cuyas hojas tenían cinco y seis dedos, con muescas en su
parte superior, de penetrante olor y ramas rojas. Entonces comí de ella
y mi mente se nubló, y ahora me inclino, como ves, sin desearlo”.
A diferencia del pensamiento árabe, para los sufíes, se requiere de un
nivel particular de perfección para trascender con el uso del hachís. El
texto, citado por Lozano, da cuenta de esa relación mística casi exactamente como acontecía en el mundo cristiano con la eucaristía y cuyo
ejemplo paradigmático podría verse en el arrebato de santa Teresa.
El profeta respondió: Este es el árbol del zaqqum, que no sacia el hambre de los que de él comen. Dios los condene el día del Juicio Final.
“Sabed que las gentes sensatas, cultivadas, virtuosas e inteligentes, si
desean usar esta droga, superior al vino por ser lícita, deben librar su
cuerpo de toda impureza (…) cogerla con la mano derecha, no con la
Sin embargo, partiendo de la teoría humoral que habían aprendido de
los griegos, los árabes introdujeron el cáñamo en su farmacopea como
uno de los grandes recursos para enfrentar una serie de males.
Según narra Lozano20, “los científicos árabes explicaban las propiedades curativas del cáñamo de acuerdo con los principios de la
19 Lozano, Indalecio, Análisis de la terminología árabe sufí conectada con el uso ritual
del cáñamo, Anaquel de estudios árabes, # 7, pág. 87-108, Universidad Complutense,
Madrid, 1996.
20 Lozano, Indalecio, El uso terapéutico del cannabis sativa en la medicina árabe, Instituto de Estudios Semíticos, Facultad de Letras, Universidad de Granada, aslepio.
revistas.csic.es., ingreso, diciembre, 2013.
54
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Ecuador y la marihuana
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teoría humoral que habían aprendido de los griegos”. La parte más
utilizada en los tratamientos terapéuticos fueron las semillas y, en
menor medida, las hojas. La forma de preparación difería según
las afecciones a tratar, usándose el óleo obtenido de los cañamones
y el jugo de las hojas y de los cañamones verdes”. Así se atendían
afecciones del oído, servía de vermicida y vermífugo, como diurético, antiepiléptico, para el tratamiento de abscesos y tumores, para
el tratamiento de problemas uterinos, entre muchos más.
En cambio, para los árabes, el cannabis es un producto demoniaco que
debe ser rechazado de manera absoluta y sin excepciones. En sus textos originales se comenta que nada causó jamás tanta alegría al demonio como el hachís. “Dios ha apartado de su lado a quienes consideran
permisible el hachís y ha maldecido a los que lo declaran lícito”.
La descripción que en ese entonces realizaron los textos árabes
sobre lo que acontece al usador frecuente de hachís es casi textualmente idéntica a la descripción sobre los efectos de la marihuana
en un marihuanero de nuestros días. Es preciso señalar que a la autenticidad de la descripción se añade la prohibición que, probablemente, se encargó de subir el tono de los males, tal como acontece
en la actualidad.21
1. Se cuenta que vuelve apático y perezoso a quien lo toma,
convierte en escarabajo al león, envilece al noble y enferma
al sano. Enmudece al elocuente y abate la hombría, destruye la juventud, enajena el intelecto. Paraliza la inteligencia,
causa sufrimiento sin fin, genera gula, habitúa al crimen y
destruye los rasgos del rostro. El hachís hace del comer la
21Esta descripción se halla en el célebre texto árabe titulado Zahr Al-aris Fi Tahrin
Al-hasis de Badr Al-din Al-zarkas. Ahí se habla sobre su nombre y sobre su momento
de aparición. También se afirma que su aparición se debe a Haydar, que la descubrió
aproximadamente en el año 550.
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2.
3.
4.
5.
6.
preocupación del adicto, para quien el sueño es una situación habitual.
El hachís causa la muerte súbita, trastorna la razón, provoca fiebre héctica, tuberculosis, hidropesía y sodomía pasiva. Dicen que enajena la razón, produce esterilidad, elefantiasis y lepra.
Acarrea enfermedades, origina convulsiones. Da mal olor a
la boca, diseca el semen, hace caer el pelo de los párpados,
abrasa la sangre, agujerea los dientes, revela la enfermedad
que estaba oculta.
Daña las vísceras, deja inválidos los miembros, ahoga la
respiración, fortalece las ideas extravagantes, mengua las
fuerzas, hace disminuir el pudor.
Amarillea el color del rostro, ennegrece los dientes, perfora
el hígado, produce ardor de estómago y halitosis, debilita y
enturbia la vista, y genera muchas cavilaciones en la imaginación.
Finalmente, se afirma que el hachís embriaga y corrompe la
razón. Aquellos que la usan sufren perturbaciones mentales
y quizás les cause la muerte (Lozano, 1990).
La marihuana en la Europa arcaica
Se encontraron restos de cáñamo en una urna funeraria de Wimerdorf,
en el actual Brandemburgo, al este de Alemania. Esta urna data del
siglo X a.n.e, es decir, a comienzos del período de Halmstad de la
Edad de Hierro. Los pueblos celtas como los galos o los gaélicos
de Irlanda fumaban cannabis: se han encontrado pipas con resto de
cáñamo en diversos túmulos que prueban que el hábito de fumar es
al menos dos mil años anterior a la llegada del tabaco.
57
Ecuador y la marihuana
Consep
Es probable que el texto más antiguo reconocido en torno al cannabis sea el de La Odisea. Homero hace referencia al humo del
olvido con lo que se estaría hablando, al mismo tiempo, directa y
líricamente de los efectos que se esperaría de la sustancia unida,
desde luego, a los poderes de los dioses.
“La cannabis es una planta de mucha utilidad para torcer cuerdas
muy fuertes; tiene hojas como el fresno, de mal olor, tallos largos,
huecos, semilla redonda, que si se come en exceso apaga la pasión,
pero cuando está verde es buena para los dolores de oídos.(...). La
raíz de la cannabis agria, empapada, tiene el poder de mitigar las
inflamaciones, disolver los edemas y dispensar la sustancia acumulada en las coyunturas. También la corteza es buena para torcer
cuerdas.22 (Robinson, 1999: 118).
Sin embargo, hay autores que afirman que los griegos de la
Odisea no conocieron el cáñamo para otros usos que no sea
la fabricación de hilo para vestidos y como cuerdas para los
trabajos de puentes, por ejemplo, y de las barcas. Para el caso,
se puede recurrir al testimonio de Dioscórides que describió
la cannabisemeros (planta hembra) y la cannabis agria (planta
macho).
Para el profesor Antonio Escohotado (1999), los griegos antiguos
desconocían las propiedades embriagadoras del cannabis, pero sí
utilizaban su fibra por su durabilidad y resistencia. La construcción de los grandes templos griegos fue gracias a la dureza de las
cuerdas de cáñamo utilizadas. Existía todo un comercio en torno
al transporte de fibra de cannabis, los barcos utilizaban cáñamo
para sus cuerdas y velamen y la ropa de la época era de este
producto. En el libro VII de Heródoto (484 al 425 a.n.e) en el tí22 Robinson, R., 1999.
58
tulo “Construcción de puentes sobre el Helesponto” (lo que es hoy
el Bósforo) aparece el cáñamo implicado en el desastre militar al
cruzar las tropas de Jerjes.23
Sin embargo, los textos de la Odisea se refieren ciertamente al
cannabis aunque se utilicen nominaciones diferentes que podrían
producir confusiones. La siguiente cita sería un ejemplo de esta
situación. ¿Era ciertamente el nepenthe algo distinto al cáñamo?
Para otros autores, la aparente diferencia no sería más que nominativa y no sustantiva.
Para Isidoro Marín,24 la Ilíada hace referencia a una sustancia
llamada nepenthe originaria de Egipto o, por lo menos, que llegaba a Grecia procedente de ese país. Omero la menciona por
primera vez en La Odisea cuando narra la experiencia de Telémaco, hijo de Ulises, que debe ir a Atenas en búsqueda de su
padre. En el transcurso de su viaje, el hijo del Héroe, visita a
Menelao y a Elena, su esposa. Mientras el banquete, Menelao
no deja de expresar su gran alegría por estar con el hijo de un
héroe que lucha contra los troyanos. Pero el hijo evoca el destino que los dioses han previsto para su padre, lo cual lo llena
de tristeza.
Entonces, Elena ordena a los criados que echen nepenthes, la bebida del olvido, en las copas de los dos héroes. Acto seguido, la
tristeza se desvanece y en su lugar aparece la alegría y el buen
humor de todos los que asisten al banquete. Es Elena la que había
traído el nepentes de Egipto porque ya sabía que calma todos los
males, pues cualquiera que bebiera dicho brebaje era incapaz de
sentir tristeza, “el que lo beba no derramará lágrimas por sus me23 Marín, I, op. cit. 48.
24 Ibidem, pág. 99.
59
Ecuador y la marihuana
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jillas”, incluso si su padre o su madre hubieran muerto, o su hijo o
un hermano lo hubieran torturado hasta la muerte con una espada
delante de él, éste ni se inmutaría.
Sin embargo, hay autores que afirman que el nepenthe fue una bebida eminentemente cannábica preparada con cáñamo cocido en
vino y mirra. Se lo usaba para animar las reuniones sociales.
¿Qué es, en verdad el nepenthes? Etimológicamente significa “sin dolor”, “que no hay dolor” o “la anulación de cualquier dolor”. Aristarco
de Samotracia (217-145 a.n.e.) dice que el nepenthes es una sustancia
vegetal que, de acuerdo con lo que relata Homero, era cultivado por
los egipcios. También presupone que era sólido y que se lo diluía en el
vino. Aunque la cita anterior no dice que Elena diluyó el nepenthes en
el vino sino que sirvió el vino con la sustancia animadora.
En cuanto a la realidad, dimensión y sentido de los efectos del
cannabis, para entonces ya había un principio de que cualquiera
de estas sustancias, incluido el vino, hacen bien al bueno y mal al
malo. En otras palabras, si se trata de una persona buena, por más
que tome la pócima, nunca le hará daño y hasta le permitirá acceder a experiencias gratificantes. Por el contrario, para el malo los
efectos serán siempre perniciosos.
Por su parte, Diodoro Sículo, (S.Ia.n.e) historiador griego que visitó Egipto en el siglo I, narra que las mujeres de Tebas preparaban
con el cáñamo una bebida que tenía el mismo efecto que el nepenthes de la Ilíada. De hecho, dice que las mujeres tebanas tomaban
nepenthe para curar el dolor tanto como la ira.
“No te envanezcas de que la autoridad (kratos) permita hacer violencia a los humanos. La continencia se encuentra siempre en la
naturaleza (physis) individual. Dionisio no obliga a las mujeres a
ser castas. La castidad depende del carácter, y la que es por naturaleza casta participará en las orgías sin corromperse” (Sículo).
Ya en nuestra era, el historiador cristiano Nicetas Choniates narra
el hecho de que el rey de Jerusalén Amerrigus que estaba aliado
con los romanos en contra de Egipto, no asistió a la batalla porque
se hallaba preso de “un sueño de larga duración (Arata, 2004: 34).
Por su parte, parecería que los romanos no consumían cannabis
con fines religiosos y ritualísticos. Pero, a diferencia de lo que
acontecía en otros lugares, el cannabis era ampliamente utilizado
para animar fiestas y reuniones de carácter social. Además, también aparece en los libros sobre medicina y farmacia.
¿Qué era en verdad el nepenthe? Miguel Psellos (siglo XI n.e) dice
que se trataba de una mezcla de varias plantas y sustancias que,
bebida, permite a las personas seguir vivos sin comer durante muchos días. Probablemente las plantas con las que se hacía la bebida
pudieron ser o: hippomanes, verdolaga cretense o beleño. El escritor y periodista Thomas Quincey en su novela autobiográfica,
Confesiones de un inglés comedor de opio25 afirma que el nepenthe
era en verdad opio cocido.
25Quincey, Th., Confesiones de un comedor de opio, Valdemar, Madrid, 2003
60
En la ciudad de Roma existían fumaderos donde se podía comprar y consumir hachís importado de Egipto, Oriente Medio y Asia
Menor. Como curiosidad, se puede comentar que en la capital del
Imperio el cannabis se pagaba diez veces más caro que el opio.
Los mayores rivales de los romanos en el Mediterráneo Occidental
fueron unos ilustres aficionados al hachís: los cartagineses. Eran
descendientes de colonos procedentes de Tiro (Fenicia) que, como
buenos cananeos, llevaron consigo el cáñamo a su nuevo hogar.
61
Ecuador y la marihuana
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Incluso los soldados y marinos lo consumían. En 1969, una expedición arqueológica encontró dos ánforas repletas de hachís en
buen estado en una nave de guerra cartaginesa. El buque había sido
hundido frente a las costas de Sicilia durante la I Guerra Púnica
(264-241 a.n.e).
En la Europa noroccidental, la arqueología ha demostrado que tanto los pueblos germánicos como los celtas conocían perfectamente
el cáñamo. Han aparecido restos de fibras de cáñamo en urnas funerarias.
Las investigaciones realizadas dan cuenta de que el cannabis habría llegado a Europa hacia el 1500 a.n.e. La introducción se habría
producido por la zona oriental propagándose así hacia la zona central y septentrional. Existen restos de cáñamo en una urna funeraria
de Wimerdorf (Brandeburgo) hallada en del siglo X.
El cannabis era utilizado para múltiples tareas. Quizás la más llamativa consiste en la producción de papel. De hecho, los primeros
manuscritos que se conservan son textos budistas de los siglos II y
III, conservados en el British Museum. Los estudios del investigador Wiener demuestran que el papel de entonces era una mezcla de
corteza y de viejos retazos principalmente de cáñamo.26
Según Heródoto (484 al 425 a.n.e.Libro 4)27, los persas poseían
una especie de baño sauna en el que arrojaban grandes trozos
de cáñamo (lo más seguro en forma de haschish), sobre piedras
calentadas. Se embriagan aspirando el humo, como los griegos
bebiendo el vino. Así los catálogos el historiador:
26 El primer testimonio de su ebriedad se refiere a la población nómada de los escitas,
de las estepas siberianas entre los siglos I y III a.n.e.
27 Las drogas que consumían los antiguos celtas: ttp://www.cannabismagazine.es/
62
• Los escitas, cuando moría algún pariente cercano, lo llevaban encima de un carro a casa de sus amigos que ofrecían una comida al
séquito dando al muerto la misma comida que a los otros, el cadáver era transportado durante cuarenta días luego era sepultado.
• Una vez enterrado los escitas se purificaban mediante un rito
particular: se clavan tres palos en el suelo inclinados el uno hacia el otro. Se extienden encima y por los alrededores frazadas
de lana y, acoplándolas entre sí, ponen piedras al rojo vivo en un
recipiente ubicado en el centro del espacio que forman los palos,
bajo las frazadas.
• En aquella región crecían las plantas de cáñamo, bien sea de
manera espontánea o incluso cultivadas por los campesinos. Los
escitas tenían una forma muy particular de usar las semillas del
cáñamo. En efecto, las arrojaban sobre piedras enrojecidas por
el fuego. Entonces se producía humo y un vapor que no se igualaba a ningún baño griego. Los escitas aspiraban el vapor hasta
quedar realmente embriagados. Se dice que, llenos de euforia,
daban gritos de alegría y de felicidad.
Los celtas constituyen una de las poblaciones más antiguas del
Este europeo, situados en las estepas rusas que las habitan desde
hace más de tres mil años y organizados por pueblos sin haberse
nunca organizado en torno a un reino o algo similar. Hacia el siglo
VI a.n.e, llegaron, primero, hasta Galicia y Portugal y luego hasta
Navarra y Aragón. El apogeo de su cultura se produce a lo largo de
los siglos IV y III a.n.e
Existen pipas que dan cuenta de que los celtas, especialmente sus
sacerdotes, llamados, druidas, fumaban hongos y otras plantas
lo que los caracterizarían ante sus vecinos. Los historiadores dan
63
Ecuador y la marihuana
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cuenta de prácticas privadas y comunitarias aparentemente peleadas con toda la moral y que eran realizadas particularmente por los
druidas.
Gran parte de los territorios ocupados por esta cultura se halla cubierta por bosques de coníferas. Allí crecen espontáneamente estos
singulares hongos. La tradición de consumir hongos sigue presente
en zonas de influencia céltica como es el caso de Gales donde es
consumido en la familia en el tiempo de la navidad.
Según los historiadores, no cabría duda razonable sobre la relación de los celtas con las solanáceas psicoactivas, plantas inmemorialmente conectadas con el brujo y su oficio. Parece que la
palabra “beleño” proviene del dios galo Belenus, al que estaba
consagrada esta planta por “embeleñar” o envenenar con ella las
flechas.28
En la mitología gala, Belenus es la gran divinidad, probablemente el sol, porque su nombre significar brillante, resplandeciente.
En la mitología de la Galia se lo ve como el dios de la luz, del sol
y del fuego (todas estas se creían energías renovadoras).Belenus
era para los galos lo que Apolo para griegos y romanos.
Habiéndose constituido como la cultura más arraigada en Europa Occidental, no es improbable que el pueblo celta haya
contribuido con su cultivo y recolección a la extraordinaria
variedad de solanáceas alucinógenas que caracteriza al continente.29- 30
28 Sin embargo, esto podría referirse más a una planta denominada la hierba del ballestero, una planta totalmente distinta. www.bing.com
29 Hay un pueblo en Asturias cuyo nombre es Beleño.
30 Las grandes fiestas del 1 de mayo irlandesas (las Baltenes) provenían del culto a esta
divinidad. Su compañera sentimental era Sirona.
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El cáñamo, habría, pues, llegado a Europa por el norte con la cultura de los celtas. Ni los griegos ni los romanos cultivaron sistemáticamente esta planta, no porque sus derivados dejaran de serles
vitales, sino porque desde el comienzo pudieron obtenerla de los
celtas, que ya desde el VII a.n.e tenían un asentamiento en Massilia, la actual Marsella. Esta ciudad se había convertido en la gran
distribuidora, por tierra y mar, de cuerdas, velas y estopa a todo el
Mediterráneo. Los celtas utilizaban el cannabis tanto por su fibra
como por sus cogollos para infusiones y para fumar en pipas. De
hecho, en los museos arqueológicos europeos existe una rica y artística colección de pipas galorromanas.31
Las investigaciones y las tradiciones ancestrales dan cuenta de que
los celtas tenían ritos en los que se producían estados modificados
de conciencia obtenidos por el uso de ciertas plantas. Del análisis
de los documentos se desprende que probablemente fue el primer
pueblo en haber cultivado la adormidera. En efecto, se han encontrado semillas de opio en sus antiguos asentamientos tanto en
Hallstat (Austria) como en La Téne (Suiza).
La Roma de Baco
En Roma, como en Atenas, la historia del cannabis es relativamente
pobre si se la compara con esa vida fecunda y múltiple de Asia, por
ejemplo. De hecho es poco lo que se ha mantenido en la tradición
y en los textos de la época. En principio, en Roma acontece algo
similar a lo que sucede en Grecia, aunque quizás en grado menor.
31 Estas pipas no fueron para fumar tabaco que tan solo aparecería en Europa el siglo
XV con la conquista española del Nuevo Mundo. Por lo mismo, lo más seguro es que
se fumaba el cannabis. www.cannabismedicinal.com.ar
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Ecuador y la marihuana
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En la Ley Cornelia se lee que Droga es una palabra indiferente,
donde cabe tanto lo que sirve para matar como lo que sirve para
curar, y los filtros de amor, pero esta ley solo reprueba lo usado
para matar a alguien.32
Posiblemente, el tema fundamental es el vino que se convierte en
la bebida nacional, no solo de los nobles, sino también de los plebeyos y hasta de los esclavos. De hecho, tempranamente el imperio
romano se convierte en el gran productor de vinos que recorren la
Europa de entonces.
En sus orígenes, Baco (el Dionisos griego), es el dios por excelencia, el dios en sentido absoluto. Como señala Lenormant, la naturaleza misma de lo dionisíaco habría sido lo que llevó a los griegos
a asociar el nombre de Baco con el sumo de la inspiración divina
y también de furor orgiástico. Sus servidores pueden ser presa de
la inspiración como efecto de una suerte de posesión de parte del
dios.
Pese a que en la Roma antigua el uso del cannabis es reducido,
es posible pensar que el mismo se asocia a lo dionisíaco. Lo cual
también podría entenderse lo que acontece en la época actual en la
que también se asocia el uso de marihuana al alcohol. Por otra parte, siendo lo dionisíaco el referente de la juventud y de las alegrías
desbordantes de la edad, también sería ese espíritu lo que se halla
asociado en la actualidad a los usos de la marihuana que pertenece,
casi por definición a la juventud. En su Metamorfosis, Ovidio se
refiere a un tal Glauco que toma hierba de extraños efectos.
El vino invadió Roma. Sin embargo, era asunto preferentemente
de hombres, aunque las mujeres no estaban del todo alejadas de
la bebida, en particular en la corte. Sin embargo, en tiempos de
Tarquino el Grande, se regulan ciertos usos. De esa época se dice
que una mujer fue condenada a muerte por hambre a causa de haber tenido a su cuidado una bodega de vinos. También Tito Livio
se refiere al caso de un hombre que asesinó a su esposa cuando la
encontró bebiendo
Según Sófocles, Dionisos es el dios que reina en Italia, pero al llegar los griegos a esos territorios, impusieron el culto de Baco que
luego dio origen a una nueva mitológica en torno a los dos dioses
que terminan siendo uno solo. De hecho, los historiadores dicen
que fueron los viejos soldados griegos dejados en Calabria los que
habrían introducido la vid y la fabricación del vino y el culto a
Baco que luego llegaron a Roma para quedarse para siempre. Los
vasos de Nola, que datan de finales del siglo V y comienzos del IV,
dan cuenta de lo que seguramente era entonces el culto a lo dionisíaco. Por su parte, durante el consulado se dictó una disposición
consular que suprimía el culto a Baco en Roma, debido a los crímenes que se habían cometido en la adoración a este dios.
En el año 301, el edicto de Diocleciano sobre precios fija el del
modius castrense de opio (con una capacidad para 17,5 litros) en
150 denarios, cuantía que sigue siendo extremadamente módico si
se compara con los 80 denarios que costaba el kilo de hachís. El fumar hachís egipcio era casi una excentricidad (valía una fortuna),
mientras que el opio se consideraba un bien básico para el hogar
romano (Marín, 2002).
32 Ley Cornelia. www.cannabismedicinal.com.ar
33 Plinio, El Viejo, Nature Historiarum Libri.
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Pero quizás lo importante de la presencia de la marihuana en Roma
es el haber rescatado su valor terapéutico para numerosos trastornos de la salud. Un ejemplo de esto se halla en lo que escribe Plinio
el Viejo (27-70 a.n.e), en su Naturae Historiarum Libri.33 El autor
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Ecuador y la marihuana
Consep
confiere al cannabis un valor curativo realmente impresionante,
pese a que comienza criticando a la planta que también hace daño
a quienes la usan fuera del campo de la salud.
“Sus semillas hacen a los genitales impotentes. Su jugo expulsa de
las orejas cualquier gusano que haya entrado en ellas, pero a costa de
un dolor de cabeza. Es tan potente su naturaleza que puede hacerla
cuajar, y al beber de esta agua se regulan las tripas de las bestias de
carga. Su raíz, cocida en agua, alivia los calambres de las articulaciones, así como la gota y otros dolores similares” (Marín, 2003)
De España a las Américas
Como ya se señaló, uno de los usos prioritarios del cáñamo en
Europa se relaciona con la fabricación de telas y de cuerdas. Para
la época, el cáñamo permite la confección de materiales de alta
resistencia lo que determina que sea muy cotizado por la industria
naviera. De hecho, el emperador Carlos V impone que su flota naviera, que se construía en Barcelona, cuente con jarcias, velámenes
y cordelajes hechos con cáñamo.
De lo que se sabe, en las Américas no existía el cannabis que fuera
traído por los españoles muy al comienzo de la colonia. Sirve de
alimento, se la utiliza para confeccionar prendas de vestir y también se la fuma. Se dice que fueron los caribeños los que inventaron el porro. En 1545 habría ingresado por vez primera a Chile y,
diez años después, 1554, al Perú.
El uso del cáñamo en Chile se inicia en los comienzos del coloniaje
español. De la Península las embarcaciones traían todo lo que los
colonizadores requerían entre lo que se incluía necesariamente ropa
confeccionada, por lo menos una parte de la misma, con cáñamo.
A ello se añadía todo el velamen de las naves incluido aquello que
forma parte del mismo. No pasó mucho tiempo para que lleguen
plantas de cáñamo que habrían sido sembradas en tierras del Valle
Central en donde fue cultivado por los campesinos y por todos aquellos que querían sacar provecho de los beneficios de la planta.
Pronto llegarían las semillas que fueran sembradas por el incipiente campesinado. En el siglo XVI, el gobierno contrata a investigador francés Claude Gay (1830) para que realice una investigación
sobre la agricultura en la región. En su informe, que fuera publicado años más tarde en Francia, dice:
Al tiempo que se utiliza el cáñamo para estos menesteres casi industriales, no es nada raro que se elabore un polvo que lo toman y
que provoca hilaridad incontrolable a más de que permite ver cosas
maravillosas.
“Así a fines del siglo XVI todos los frutos de la vieja Europa se
encontraban ya en tal abundancia que toda persona podía entrar
libremente a una huerta y comer a su satisfacción sin temer la más
ligera observación del propietario. Entre las plantas y las legumbres se cultivaban todos los que se conocen hoy día y aun el anís,
el comino, mucho lino y cáñamo”. Gay señala que el cultivo del
cannabis constituye una forma de subsistir y de tener un abanico
mayor de productos para comercializar en los mercados, principalmente de Valparaíso y de Santiago.
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Cosa similar hace Felipe II al ordenar que en el reino se realicen
grandes plantaciones de cáñamo que será utilizado tanto para los
velámenes como para confeccionar ropa, cordelería y también para
alimentos y remedios en el reino.
Ecuador y la marihuana
Consep
En enero de 1606, se realizó en Santiago la primera Exposición de
Artes e Industrias, en las que estaban representadas principalmente la Alfarería, Curtiduría y la Torcedura de Cáñamo. Durante el
transcurso de este siglo, debemos tener en cuenta lo que José Bengoa describe sobre la agroindustria colonial en los Valles Transversales: “Esta planta se cultiva en la zona de Aconcagua desde los
tiempos de la conquista española, época en la cual tuvo muchísima
importancia. Tan favorables condiciones encontró el cáñamo en
Chile y se desarrolló tanto su industria, que en 1645 se exportaban
a España partidas de 27.300 quintales.34
Manuel de Salas (1754-1841), fue otro de los grandes impulsadores del cultivo del cáñamo en Chile. En sus trabajos da cuenta del
avance que tuvo el comercio del cáñamo en el siglo XVIII. Para
entonces, el cultivo se realiza dentro de un proceso selectivo adoptado por los grandes propietarios. Los nuevos cultivos exigieron
mano de obra que seleccionaran las mejores plantas que cumplan
con las exigencias de las hiladoras.
En el siglo XIX, se producen cambios importantes en el cultivo
del cáñamo para la industria. Con la independencia, se origina una
depresión económica que afecta a todos los espacios económicos.
Bernardo O’Higgins, en 1822, firma el decreto llamado Contrato
de Cáñamo propuesto y aceptado por el gobierno que versa sobre
las condiciones de producción del cáñamo y de cómo el Estado se
comprometería para fomentar el cultivo y la industrialización.
fuerza al de Rusia con mucha ventaja, y sólo ha podido competirle
el de Valencia.35
Con el Siglo XX, llegan las crisis económicas que afectan todo el
sistema económico chileno. La gran crisis de 1930 determinó que
descendieran de manera muy considerable la demanda de productos elaborados con el cáñamo y, por ende su cultivo e industrialización.
A partir de la segunda mitad del siglo XX, empieza regir otra ideología sobre el cannabis comandada por los Estados Unidos. La marihuana pierde su estatus y pasa a ser la de planta perseguida, una
planta a la que se le declara una guerra entre cuyos objetivos consta
el del exterminio del cáñamo de la faz de la Tierra.
Siglo XIX: El edicto de Napoleón
Es importante el llamado edicto de Napoleón porque permite ligar
con lo que acontecerá en el Siglo XX en el que la prohibición ya no
abarcará tan solo a la marihuana sino a todas las sustancias denominadas psicotrópicas a las que, un nuevo Napoleón llamado ONU
declarará la guerra sin cuartel.
De la calidad del cáñamo chileno da cuenta el testimonio del capitán inglés Walgrave que, en 1830, dijo en Chile: “De todos los
cáñamos conocidos, el vuestro es sin disputa el mejor, por las pruebas que de él se han hecho en Inglaterra, en que ha sobrepasado en
El poder político tanto como el económico y religioso se ha atribuido la capacidad de decidir sobre el bien y sobre el mal, sobre lo que real o supuestamente conviene o no a los ciudadanos.
Como se ha visto hasta ahora, el cannabis es bueno o malo, saludable o pernicioso dependiendo del lugar que ocupa en la ideología del poder.
34 Rivas, Nelson, Historia de la marihuana en Chile, www.cannabischile.com
35 Rivas, Nelson, ibidem.
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Ecuador y la marihuana
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Desde el poder absoluto, el 8 de octubre de 1800, el general Napoleón Bonaparte dicta la siguiente ordenanza absolutamente abarcativa y tajante, sin resquicio para la excepción y, sobre todo, desde
una visión totalmente maniquea del mundo. Ese maniqueísmo que,
desde su aparición en Europa divide el mundo en dos partes irreconciliables: la del bien y la del mal.
Por otra parte, es el tiempo de la decadencia de la cultura del cercano Oriente que involucra a Egipto que será el plato que Napoleón
desea para su mesa. Desde ahí se entiende su famoso edicto destinado a prohibir el uso de hachís en Egipto. El mandato es absoluto
y no reconoce excepción alguna válida.
Como suele acontecer con el poder, la información que se requería se reduce más a los prejuicios que a un trabajo serio realizado por especialistas y no por políticos o autoridades ligadas
directamente con el poder central. El poder se expresa de manera
inequívoca y no deja resquicio alguno para la excepción. ¿No
habrá servido el texto napoleónico de documento de inspiración
a las Naciones Unidas cuando se decreta la guerra a las drogas en
el siglo XX?
Artículo 1. Queda prohibido en todo Egipto el consumo del brebaje elaborado por ciertos musulmanes con cáñamo (hachís), así
como fumar su grana. Los bebedores y fumadores habituales de
esta planta pierden la razón y son presa de violentos delirios que
les hacen entregarse a todos tipos de excesos.
Artículo III. Todos los fardos de hachís que lleguen a la aduana
serán confiscados y públicamente quemados.
Con la firma del Tratado de Tilset (1807) de Napoleón y el Zar Alejandro de Rusia, se prohibía el comercio entre Rusia e Inglaterra.
Este tratado no significaba sino una estrategia político-económica
destinada a limitar a su mínima expresión la posibilidad de que Inglaterra pudiese fortalecer su armada que utilizaba el cáñamo en la
construcción de barcos. Sin embargo, puesto que en ello iba parte
importante de su economía y también por razones geopolíticas, ese
comercio no se interrumpe. Napoleón, desde su posición expansionista, teme a Inglaterra.
Entre 1810 a 1812, Napoleón indignado con el Zar por permitir el
tráfico ilegal de cáñamo con Gran Bretaña invade Rusia. De esta
manera pretende vengarse del Zar por haber mantenido el comercio de cáñamo que sigue llegando a la Armada inglesa. Napoleón
es derrotado en Rusia.
Es de importancia constar que el interés por el cáñamo crece en
Europa y que esta actitud se verá proyectada en América, de modo
particular en los Estados Unidos y en Chile. La misma crisis que
azota a Europa tendrá sus serias repercusiones en América y el
bajón del interés por el cáñamo en Europa por la crisis económica
determinará que en países como Chile, disminuya también y de
forma considerable el cultivo del cáñamo.
Artículo II. La elaboración de la bebida de hachís está prohibida
en todo Egipto. Las puertas de todos los cafés y albergues donde
se sirva serán tapiadas y sus propietarios encerrados en prisión durante tres meses.
Es preciso anotar que el interés económico por el cáñamo se traduce también en un interés científico por la constitución química de
la planta. Efectivamente, en 1838 los británicos Raleigh, Esdale,
O’Birest y O’Shaunessey comienzan los experimentos científicos
para estudiar las propiedades químicas y médicas del cannabis.
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A mediados de siglo, una vez pasado el movimiento romántico, los
intelectuales sustituyen a los científicos en su interés por el cannabis. Son famosas las experiencias de poetas como Henri Michaux,
Gautier o Baudelaire -quien llegó a escribir su Poème du hashish,
dedicado a la planta- y que formaron parte del llamado Club de los
Hashishinos de París. Sus miembros se reunían para disfrutar del
hachís en compañía de los amigos. La posibilidad de conseguir cannabis, y no sólo cannabis, a precios baratos en las colonias, hace que
las farmacias lo expendan con bastante facilidad y libertad.
Raleigh, Esdale y O’Birest son los primeros en realizar los estudios químicos en los años 1838-1839. Otros dos investigadores,
Easterfield y Spirey, mueren a causa de explosiones ocurridas en
su laboratorio, desde luego no a causa de los elementos químicos
del cáñamo, sino por causas ajenas a ello.
W. B. O’Shaunessey, cirujano y profesor de química, descubre en
1839 las cualidades analgésicas y anticonvulsivas de la tintura de
cáñamo. Muere poco tiempo después, mientras se encontraba trabajando en una nueva fase de investigación sobre la resma.
“Más que crear un mundo irreal interno, transforma el mundo real.
La alucinación es progresiva, casi voluntaria, y sólo puede llegar
a su madurez por medio de la imaginación. Puede parecer que los
sonidos dicen cosas extrañas, pero siempre habrá allí primigeniamente un estímulo. Pueden verse formas extrañas; pero antes de
hacerse extrañas, las formas eran naturales”, afirmó.
elaborada con las puntas de las plantas de cáñamo, azúcar, zumo de
naranja, canela, clavo, cardamomo, nuez moscada, almizcle, pistachos y piñones. El Club, con estas pepitas verdes y aromáticas,
realizó viajes extraños.
En 1839, O’Shaugnessy, profesor británico en la Escuela Médica
de Calcuta, publica un importante artículo sobre propiedades analgésicas, antiespasmódicas y relajantes musculares del cannabis.
En la misma época, el médico francés Aubert Roche trabajaba sobre las aplicaciones del cannabis en el ámbito médico de Oriente Medio. De hecho, en el hospital de Alejandría experimentó las
capacidades terapéuticas del hachís. A partir de 1834, logró curar
varios casos de peste mediante el cannabis. En el Cairo conoce al
psiquiatra Moreau de Tours, autor de un tratado sobre el hachís
aparecido en 1840. En su texto da cuenta del uso realizado en trastornos psiquiátricos en el hospital de Bicétre.
En 1845, Giovanni Polli se hace cargo de una revista especializada
de Milán: Annali di Chimica Applicata alla Medicina en la que,
a lo largo de 30 años aparecerían resúmenes sobre trabajos dedicados al cáñamo. Ahí se incluyen artículos de médicos franceses,
ingleses, alemanes, egipcios e indios.
Jackes-Joseph Moreau de Tours, desde 1840, usa el fármaco en el
hospital psiquiátrico de Biecétrox. En 1845, documenta los beneficios físicos y mentales del cannabis. En ese tiempo, llega a Francia
el dawamesk, una preparación hecha a partir de hachís, una masa
Por otra parte, también se realizan investigaciones sobre las dosis máximas de hachís y las dosis extremas que podrían causar la
muerte. Spivey, Wood y Easterfield comentan que a un perro que
pesaba 12 kilos se le inyectaron 57 gramos exactos de líquido de
cáñamo en la yugular. El animal se recuperó luego de un día y
medio de permanecer inconsciente. Pese a sus constantes trabajo,
los investigadores terminaron reconociendo que nunca pudieron
dar con la dosis mortal.
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Ecuador y la marihuana
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Al respecto, Fitz Hugh Ludlow, un joven norteamericano que publicó en forma anónima el libro Hasheesh Eater (1857), cuenta que
tomó 25 gramos de una sola vez y que los efectos duraron varios
días. Ludlow ensalzó el consumo de hachís como forma de hacer
aventuras mentales, aunque también advertía que su consumo nunca debería ser excesivo.
Más allá de las investigaciones que se realizan en el campo de la
salud y de sus resultados, el criterio de los médicos es que para la
medicina occidental el hachís es “una droga impura y tosca, cuyo
uso está obviamente excluido de la terapia civilizada”. Sin embargo, es preciso resaltar que todos los investigadores coinciden en el
hecho de que es sumamente baja la toxicidad del cannabis y que
las diferencias fenomenológicas de las plantas no llevan consigo
ninguna diferencia real. De 1850 a 1937, el cannabis será el medicamento más recetado por los facultativos para diferentes enfermedades.
Vida y triunfo del cannabis en las Américas
A Norteamérica el cáñamo habría llegado en 1606 a Canadá, y
a Virginia cinco años después, en 1611. La primera ley sobre la
marihuana en las Américas data de 1619 cuando se obliga a los
granjeros a cultivar el cáñamo, primero en Virginia, luego en Massachusetts, 1631, y en Connecticut en el 32.
cáñamo produce cuatro veces más que una hectárea de otros árboles destinados a la fabricación de papel. Además, la cosecha del
cáñamo implicaría un esfuerzo de maquinaria siete veces menor
que con otra clase de árboles.
En esa época, se llegaba a encarcelar a las personas que se negaban
a cultivar el cáñamo durante los periodos de escasez, como aconteció, por ejemplo en Virginia entre 1763 y 1767. Para entonces,
todos los textos escolares en Norteamérica son impresos en papel
de cáñamo, costumbre que se prolongará hasta mediados del siglo XIX. Por lo mismo, las biblias, los mapas geográficos fueron
igualmente impresos en el mismo material.
Puesto que el algodón recién se introduce a comienzos del siglo
XVIII, el cáñamo sigue siendo el principal proveedor de fibra
para la confección de buena parte de la ropa de la población en
general.
Es igualmente curioso que en el siglo XVII, el cáñamo se haya
convertido en moneda de curso legal en los territorios que actualmente conforman los Estados Unidos. Se trató de una estrategia
destinada a animar a los granjeros a cultivar cáñamo sobre otros
arbustos. Pero hay algo más, quienes no se sometían a esta suerte de régimen de intercambio, solían ser severamente llamados la
atención e incluso podrían ser juzgados acusados de una especie
de desacato.
Más aún, en 1616, el Departamento de Agricultura de la Unión
Americana predijo que para los años cuarenta, todos los libros serían impresos en cáñamo lo cual significaría una reducción muy
considerable de la tala de árboles, cuanto más que una hectárea de
También hay que resaltar que, desde 1740, Rusia es responsable
del 80% de la producción occidental y de productos de cáñamo
acabados (cuerdas, redes, velas, etc...) gracias a la mano de obra
muy barata. El cannabis es el principal producto mercantil de Rusia, por delante de pieles, madera y hierro. Gran Bretaña compra
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a Rusia el 90% o más del cáñamo para su armada naval. Como ya
se ha señalado, la Armada inglesa utilizaba numerosos productos
fabricados a partir del cáñamo.
Es importante anotar que, durante la guerra civil norteamericana,
la marihuana fue usada como el primer analgésico, hasta la introducción de la morfina inyectable, a finales de 1863.
En la misma época, Robert Burton publica su The Anatomy of Melancholy36 en el que sugiere el cannabis en el tratamiento de la depresión. Y Nicolás Culpier resumía todos los motivos por las que
el cannabis era considerado útil desde el punto de vista médico por
su eficacia terapéutica.
Se presume que, hacia 1870, se habría fumado por primera vez
un porro de marihuana en los Estados Unidos. Parecería que este
nuevo hallazgo de uso llegó traído desde las Antillas de donde migraron a los Estados Unidos ciudadanos turcos procedentes de Jamaica y Barbados.
En España, para el discurso oficial, el hachís es considerado como
una sustancia venenosa por las autoridades de salud. Según las
ordenanzas de 1860, los profesionales autorizados para venderlo
en el Estado Español eran los drogueros y los boticarios, tanto si
se traba de pequeñas o de cantidades importantes. Los boticarios
debían “exigir una nota fechada y firmada por persona conocida
y responsable, que exprese con todas sus letras la cantidad de la
sustancia pedida y el uso a que se destina”.
En el período de 1860 a 1900, en las exposiciones internacionales
y en las llamadas Ferias de Muestras, frecuentemente los locales
contaban con un salón turco para fumar haschish. Por ejemplo, en
la Exposición del Centenario de 1876 realizada en Filadelfia, hubo
un pabellón del hachís turco.
Ya en el Nuevo Mundo, la primera aportación norteamericana respecto al uso terapéutico de la marihuana data también de 1860, año
en el que la Sociedad médica de Ohio escribe sobre la acción del
cannabis para el tratamiento de espasmos y convulsiones. También
hace referencia a los efectos que se obtienen en los trastornos intestinales.
En 1860 la compañía Ganjah Wallah Hasheesh Candy elaboró
un caramelo de hachís que terminaria constituyendose en una de
las golosinas nacionales populares de los Estados Unidos. Se podía comprar libremente y se lo anunciaba en los periódicos por
Sears-Roebuck, formando parte de su catálogo durante 40 años.
36 Burton, Robert, The Anatomy of Melancholy, American Books, 1691
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En 1868 el médico E. J. Waring, en su libro sobre farmacopea india, cita la opinión del doctor Christison, que emplea el cáñamo en
forma de láudano o tintura alcohólica: “Por su energía, seguridad y
conveniencia, después del opio, el cáñamo indio es el mejor analgésico, hipnótico y antiespasmódico, y a veces llega a igualarlo”.
En la farmacopea oficial del país, se halla incluida la marihuana
(Marín. I, 2003, p.167)
En 1868, Egipto, entonces ocupado por los turcos, es el primer
país que, prohíbe el consumo de cannabis. Los turcos se quejaban
de que el uso de cáñamo hacía que los egipcios no respetasen al de
Sultán de manera adecuada (Marín. I, 2003)
Las autoridades de Constantinopla, bajo cuyo régimen se encontraba Egipto, en 1874, autorizan oficialmente su importación mediante el pago de un arancel aduanero. Sin embargo, tres años después,
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en 1877, el gobierno turco ordena la destrucción de todo el hachís
hasta que en 1879 la importación queda absolutamente prohibida.
Pero, curiosamente, en 1884, se descubrió que el hachís no había
sido destruido y que era vendido al extranjero en beneficio de los
funcionarios de aduanas.
En 1883, se abren legalmente salones para fumar hachís en muchas
ciudades de la Unión, tales como Nueva York, Boston, Filadelfia,
Chicago, San Luis, Nueva Orleans. El Boletín Oficial de la época
informa que en la ciudad de Nueva York existían alrededor de 500
salones para fumar hachís. (Marín. I, 2003)
En 1885 James F. Johnston publica Química de la vida común,
libro que tendrá un enorme éxito. En el segundo volumen de la
obra habla por extenso de los “narcóticos que consentimos” y el
capítulo XVI trata sobre “nuestra debilidad humana”. “Somos,
en verdad, criaturas débiles... cuando un grano de haschish puede
vencernos, o unas pocas gotas de láudano postrarnos; pero ¡cuánto
más débiles de espíritu, cuando -al saber los males a que nos conducen- somos incapaces de resistir las tentaciones fascinantes de
esas insidiosas drogas!”, dice el autor.
En 1890, el médico personal de la reina Victoria de Inglaterra, Sir
Russel Reynolds, le receta cannabis para sus problemas menstruales; “él reconoce en el primer número de la revista The Lancet que
el cannabis cuando está puro y es administrado cuidadosamente, es
una de las más valiosas medicinas que poseemos”(Marín, 2003).
Uno de los primeros trabajos serios fue el realizado en 1894 por
una comisión anglo-india, la comisión British Raj. En siete volúmenes publica su informe: Report of the Indian Hemp Drugs Commission. Este informe está hecho con el testimonio de consumidores y el criterio de reconocidos médicos. También se incluye el
testimonio de autoridades civiles y religiosas.
Estas son algunas de las conclusiones del informe:
•
•
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•
•
•
Con respecto a los efectos físicos, su uso moderado no produce prácticamente ningún resultado nocivo.
El uso excesivo sí causa daño pues tiende a poner al consumidor en una situación de vulnerabilidad frente a la enfermedad.
A causa del huno que inhala, podría causar bronquitis.
Su uso moderado no produce ningún efecto perjudicial en
la mente. Sin embargo, podría producir demencia en sujetos con alguna predisposición hereditaria.
Su uso moderado no produce trastornos morales de ningún
orden. Pero incluso en consumidores excesivos no se ve
que cause lesión moral. Estos consumidores, por lo general, son inofensivos.
No se ha encontrado relación alguna entre el uso del
cannabis y sus derivados con el aparecimiento de instintos criminales y, menos aún, con el cometimiento de
crímenes.
También escribió en su diario el 22 de mayo de 1890: “Parece ser
que hay muchos casos de epilepsia en la población adulta, creo que
se trata de males de origen nervioso y que el cáñamo indio cura de
manera muy remarcable (Ibidem).
El informe termina afirmando que: El cáñamo es una hierba santa y benéfica. Prohibir o restringir severamente su uso provocaría
grandes sufrimientos, molestias, y una cólera profunda en los numerosos grupos de venerados ascetas. Robaría al pueblo el disfrute
de una fuente de solaz en la incomodidad, de un remedio en las
80
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dolencias, de un guardián cuya benévola protección libra de los
ataques de las influencias malignas, dice el informe.
Entre los seguidores de Pancho Villa habría parecido, por primera vez, la palabra marihuana. De entonces hasta la fecha, es
el término que se ha impuesto en todos los idiomas de Occidente. A esta época pertenecería el corrido que habrían entonado las
huestes de Villa:
La cucaracha, la cucaracha
ya no puede caminar
Porque le falta, porque le falta
Marihuana para fumar
A finales del siglo la compañía farmacéutica Grimault y Cía, con
sede en España, ofrecía al príncipe Napoleón: Cigarros Indios de
Cannabis Indica, elaborados con extractos de cáñamo índico de
Bengala, que poseían propiedades para combatir no sólo el asma,
la opresión y la sofocación, sino también otras dolencias como la
tos nerviosa, el insomnio, la tisis laríngea, la ronquera, la extinción
de la voz y las neuralgias faciales.
Al mismo tiempo, en Italia se publica un Vademécum en el que
se recomienda el cannabis para una enorme cantidad de malestares, como si se tratase de una suerte de varita mágica que todo
lo arregla. El cannabis es bueno para: la angina de pecho, asma
bronquial, atonías gastroenteríticas, blenorragia, catarro bronquial
senil y catarro crónico, cólera, glaucoma, corea, delirium tremens,
insomnio, disentería, hemicránea, metrorragia, epilepsia, histeria,
impotencia, hipercloridia, meningitis, prostatitis, rinitis escrofulosa, tétanos traumático, tisis, tos obstinada, úlcera gástrica y hasta
hidrofobia (Marin, 2003)
82
La asesina aspirina
El dolor constituye parte de la existencia. Está enraizado en la vida,
haciéndola de la misma manera que la hace el placer. Más allá de las
condiciones reales, el sujeto busca incesantemente lo hedónico porque
en esa conjunción con el placer se hace y siente la existencia.
Pero el dolor y el sufrimiento están en la vida misma, no son convidados de piedra sino parte de la condición humana, hacen el estaren-el-mundo del sujeto. El tiempo es la máquina de la finitud y por
ende, también del dolor. Como todas las realidades que hacen la
existencia, el dolor es mimético en el sentido en el que se disfraza
de todo. Además, es móvil y casi inaprensible.
No se sufre, se padece y se muere como efecto de algún castigo
sobrenatural, sino como las formas que tiene el ser de explicitar su
limitación y su caducidad. Como diría Heidegger, así descubre su
ser-para-la-muerte. Aunque se trate de explicar sus causas y razones, el dolor, por más insignificante que pudiese aparecer, siempre
será un misterio.
El remedio para la muerte es la misma vida. Sin embargo, ha sido
necesario encontrar algún elemento que remedie tanto el dolor
como el sufrimiento, desde el acudir a instancias mágicas o sobrenaturales, hasta el recurso a lo que hace el mundo de lo cotidiano
que rodea al sujeto: el agua, las plantas, las flores. Así comenzó la
historia de la farmacopea posiblemente la más antigua y grande de
todas las historias de la humanidad, incluso quizás la más variada
de todas las historias.
El dolor no es unívoco, por el contrario, es eminentemente polisémico. Si bien su primera forma de expresión habría sido el dolor
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Ecuador y la marihuana
Consep
físico, en la medida en que la conciencia de sí adquiere espacio en
los procesos de simbolización, el sentido del dolor será cada vez
más complejo porque tendrá que ver con los sentidos mismos de
la existencia. De este proceso absolutamente complejo dan cuenta
los usos de sustancias que se irán instalando en la vida. Así, ya
no se invoca al cannabis únicamente para que sane un malestar
físico sino también, y sobre todo, para que ayude a enfrentar los
dolores de la existencia provocados por la soledad, la separación,
la muerte.
El hombre siempre ha tratado de encontrar un remedio para sus
dolores. En la antigüedad, el remedio lo encontró, primero en la
propia naturaleza. Más tarde acudirá a lo mágico del mundo y a
lo desconocido justamente porque todo dolor lleva consigo una
buena dosis de misterio.
Pues bien, la corteza de sauce ha sido desde tiempo inmemorial
el tratamiento contra la fiebre y el dolor. Es decir, un antipirético
y analgésico. A partir de la Edad Media y hasta aproximadamente
el siglo XVIII, la corteza de sauce quedó en el olvido probablemente porque se realizaron otros intentos y otros hallazgos en la
naturaleza.
Sin embargo, en 1763, cuando Edward Stone presentó un informe en la Real Sociedad de Medicina Inglesa referente a las propiedades terapéuticas de la corteza de sauce blanco (Salix alba),
se abrió otra oportunidad a este extracto vegetal tan utilizado
tiempo atrás.
propiedades terapéuticas como calmar la fiebre y aliviar el dolor.
Posteriores investigaciones condujeron a la ubicación del principio
activo de esta planta que los científicos llamaron salicina. Más tarde se verá que esta sustancia será un análogo del ácido salicílico y
del ácido acetilsalicílico.
En 1853, el químico francés Charles Frédéric Gerhardt hizo un
primer intento de acetilación de la salicina pero la solución contenía demasiados efectos secundarios e impurezas. Aun así, sus
experimentos fueron recogidos en la literatura científica del momento, aunque a la vez olvidados por la comunidad médica. En
1859, Herman Kolbe obtuvo por síntesis química el ácido salicílico. Este compuesto presentaba algunos inconvenientes, como su
sabor amargo y la irritación estomacal que provocaba.
Cuarenta y cuatro años más tarde, Félix Hoffmann, un químico de
la empresa Bayer, recupera del pasado estas investigaciones. En
1896, La Bayer encarga a Félix Hoffmann, la resolución de una
variante del ácido salicílico que redujera los efectos secundarios
del original. El padre de Félix Hoffmann padecía de reumatismo
crónico tratado con ácido salicílico. El interés del joven químico
garantizaba el éxito de la investigación. El 10 de octubre de 1897,
Félix Hoffmann informaba del procedimiento seguido para la obtención del llamado ácido acetilsalicílico. Su eficacia terapéutica
como antiinflamatorio y analgésico fue descrita en 1899 por el farmacólogo alemán Heinrich Dreser. Ese mismo año fue patentado
con el nombre de Aspirina.
Edward destacó su efecto antipirético tras haberlo administrado
con éxito en 50 pacientes que sufrían estados febriles. En concreto,
el extracto de la corteza de sauce contiene un principio activo con
De esta manera, en 1901, comienza el fin de la marihuana socialmente aceptada, alabada y deseada pues no solo había traído riqueza económica sino también salud y ese bienestar especial y único
del que hablaron Baudelaire, Nietzsche y mil más.
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Ecuador y la marihuana
Consep
Muerte y resurrección de la marihuana
Al comienzo del siglo XX, cuando el uso de marihuana se extiende
por los Estados Unidos, la prensa la convierte en la culpable de
los peores crímenes de las ciudades. Junto a la marihuana, son los
negros los responsables. Negro y marihuana configuran la dupla
requerida por la prensa y la comunidad para explicar los delitos,
en especial los asesinatos y las violaciones. Por ejemplo, en los
periódicos de Hearst37 (de 1910 a 1920) se afirmaba que la mayoría
de los negros violadores de blancas estaban bajo los efectos de la
cocaína, primero, y luego por la marihuana. De igual manera, si en
un accidente automovilístico se encontraban restos de marihuana,
primero la hierba era la culpable y, segundo, la noticia permanecía
en los periódicos por varios días.
En 1911, en Sudáfrica era prohibido el uso de cáñamo como una
estrategia para mantener el dominio y el control sobre los negros.
Más aún, la población negra era obligada a abandonar sus ritos culturales si en ellos se usaba el cannabis u otras sustancias similares.
Sin embargo, en prácticamente todos los lugares en los que se usaba el cannabis, la sociedad no se alarmaba y además estaba convencida de que ese uso no producía algún daño en particular.
En su edición de 1911, la enciclopedia Espasa-Calpe, al glosar el
término, cáñamo, hace referencia a la embriaguez especial del hachís cuyos efectos finales no van más allá de un sueño tranquilo sin
consecuencias secundarias desagradables.
Justamente, sobre la base de esta actitud ideativa, también afectiva y experiencial, la marihuana transita ciertos espacios quizás
de privilegio pues es dadora de bienestar y también de salud. Un
ejemplo de ello sería el hecho que durante buena parte del siglo
XX, en cualquier farmacia española podía comprarse extracto de
cannabis para muchos usos, particularmente, en el campo de la
salud y el bienestar.
Pese a que, como se ha señalado, tanto la práctica médica general
como la especializada, nunca halló relación alguna entre el uso
del cannabis con enfermedad alguna y menos con enfermedades
llamadas psiquiátricas, no faltaron profesionales, como Bechterew
y Magnan que, en el 1912, hablaban de psicosis por el uso del hachís. Además, afirmaban que, de modo particular los turcos y los
musulmanes egipcios eran especialmente sensibles a estos cuadros
psicóticos.
Es lógico que, esta selección tanto racial como, sobre todo,
cultural, desdice de cualquier afirmación que pudiese tener un
mínimo de cientificidad. La psiquiatría de entonces todavía no
se había despojado de aquellas relaciones antiguas entre el malestar psíquico y las prácticas de vida de los sujetos, tanto en el
orden físico (alimentación, uso de bebidas, etc.) como psicológicas, pero de una psicología íntimamente ligada a lo espiritual
y religioso. Además, es la época del reflejo condicionado que se
insertará en la psiquiatría obturando muchas vías de comprensión de fenómenos psiquiátricos ubicados casi desde siempre en
lo espiritual.
37 William Randolph Hearst, magnate estadounidense de la prensa, falleció en Berverly
Hills el 14 de agosto de 1951. Dejó como legado la más grande corporación de medios de comunicación conocida a lo largo del siglo, integrada por más de 50 diarios,
periódicos y revistas, entre estas últimas las afamadas Cosmopolitan, Harper’s Bazaar y The Word Today.
Sin embargo, en la misma época, de manera paralela e incluso
como una respuesta necesaria al conductismo, se desarrollan estudios antropológicos basados en los llamados rasgos culturales
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Ecuador y la marihuana
Consep
específicos. De esta manera, para entender la existencia de los sujetos, sus costumbres y sus posicionamientos ante la existencia, se
acude, desde la antropología, al material mítico. De esta manera se
rompía con la linealidad causal desde donde se explicaba el mundo
colectivo y el personal.
“Los antropólogos del siglo XIX habían interpretado la información causal sobre pueblos primitivos suministrada por viajeros,
misioneros, administradores coloniales y mercaderes en función
del concepto de evolución, suponiendo que estaban contemplando
pruebas de etapas progresivas del paso de formas culturales inferiores a otras superiores. Los de comienzos del siglo XX descubrieron que la heterogeneidad de las sociedades primitivas desafiaba cualquier claro ordenamiento en una fórmula universal de
etapas de desarrollo universal.”38
Es decir, con el siglo XX se abren nuevas propuestas teóricas destinadas a entender la complejidad. Como se verá más adelante, el
predominio de una u otra posición ideativa dará lugar a diferentes
actitudes sociales ante la realidad de las drogas. El calificativo de
sustancias malas dado, por ejemplo, a la marihuana, al opio a la
coca, nace de una posición ideativa centrada en la cosa en sí misma
y no en las relaciones establecidas, por ejemplo, desde los imaginarios colectivos e individuales.
Precisamente como efecto de una de estas opciones, el 23 de octubre de 1912, se firma en La Haya la Convención Internacional
del opio. Se trata del primer tratado internacional sobre el control
de drogas. Como respuesta a las crecientes críticas a las políticas y mecanismos referentes al comercio del opio, Estados Unidos
patrocinó una conferencia de 13 naciones de la Comisión Inter38 Historia de la Humanidad, T. 11, pág. 21, Planeta Sudamericana, Barcelona, 1977.
88
nacional del Opio, en Shanghái (China) en 1909, en respuesta al
incremento de las críticas al comercio de opio.39
La convención acordó que «los países firmantes deben realizar sus
mejores esfuerzos para controlar, o para incitar al control, de todas las personas que fabriquen, importen, vendan, distribuyan y
exporten morfina, cocaína, y sus respectivos derivados, así como
los respectivos locales donde esas personas ejercen esa industria o
comercio».
Estados Unidos, Holanda, China, Honduras, y Noruega introdujeron el mandato de la convención. En 1919, tuvo validez mundial al ser incorporada en el Tratado de Versalles. En este mismo
año se realiza en La Haya La Convención del Opio que inauguraría la actual política antidrogas. Como consecuencia, los países de Europa Occidental y Estados Unidos acuerdan limitar la
producción y exportación del opio, heroína y cocaína. En 1915
California, Utah y Texas declaran ilegal el cannabis. Con estas
declaraciones empieza a cundir una suerte de pánico dentro y
fuera de Norteamérica.
Sin embargo, en 1916, el Boletín número 404 del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos pronosticó el desarrollo de una máquina descortezadora y recolectora y aseguró que
la industria del cáñamo sería de nuevo la principal industria
agrícola de la Unión Americana. De hecho, en 1917, George
Schlichten inventó la máquina descortezadora, que iba a servir
para recolectar de manera ocho veces más eficaz el cáñamo,
evitando así los días en remojo y los consiguientes retardos en
el proceso.
39 Este tratado fue firmado por Alemania, Estados Unidos, China, Francia, Reino Unido,
Italia, Japón, Holanda, Persia, Portugal, Rusia y Siam.
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Ecuador y la marihuana
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La invención de la descortezadora suponía una fuerte amenaza
para la industria del algodón, que estaba fuertemente ligada con
los sectores políticos más influyentes. Estos sectores, unidos a los
medios de comunicación, se encargaron de fortalecer las ideas de
prohibir el uso del cáñamo.
“En las décadas de 1920 y 1930, los grandes sucesos perturbadores
que destruyeron las complacencias del siglo XIX y comienzos del
XX -la guerra, la revolución, la depresión y el desafío a la supremacía occidental- crearon un ambiente en el que comenzó a parecer
importante la comprensión del comportamiento social a efectos de
determinar las causas de la enfermedad. Estudios antropológicos,
especialmente en Estados Unidos y Gran Bretaña, empezaron a poner en tela de juicio más que confirmar, por suposición, conceptos
prevalecientes sobre el comportamiento humano”.40
Las nuevas actitudes ante las drogas no necesariamente toman en
cuenta los recientes aportes de la psicología que, sin embargo, son
los que producen cambios casi radicales en los modelos de entender
tanto al sujeto como al grupo. “En unión de nuevos conceptos deducidos de la psicología de la Gestalt y del psicoanálisis de Freud,
suministraron nuevos instrumentos de observación y análisis”. La
relación política ante los posibles problemas provocados por los
usos de drogas no pasa por un tamiz de análisis de esta índole.
Una posición de carácter más moralista que técnico determina las
actitudes de los gobiernos frente a la marihuana y otras sustancias.
Por ejemplo, no se tuvieron en cuenta los estudios realizados por
Margaret Mead,41cuya conclusión fundamental era que lo que
acontece en una cultura no necesariamente se repite en otra cul40 Historia de la humanidad, op. cit. T. 11, pág. 31.
41 Mead, Margaret, 1965.
90
tura. Por ende, ni es dable interpretar procesos culturales con las
mismas unidades de análisis ni, menos aún, legislar para todos por
igual, tomando en cuenta tanto el objeto de la legislación como su
forma.
Por lo mismo, Mead aporta con sólidos datos que inducían a considerar la cultura como un factor esencial a la hora de fijar algunas
pautas que antes se tenían por innatas y por ende inevitables. Y
si nuestro modo de ser y vivir está más influido por los hábitos y
patrones en que hemos sido educados que por rasgos heredados,
sin duda las posibilidades de modificar nuestra percepción de la
realidad están mucho más abiertas que si un ciego determinismo
biológico lo fijara todo.
En 1925, se realiza en Ginebra la Segunda Conferencia Internacional del Opio. En esta Conferencia, se declara la marihuana como
un narcótico y se recomienda un estricto control. Esta decisión, en
buena parte, se toma a causa de que ni Turquía ni Egipto habían
firmado el acuerdo de restricción del opio.
La delegación inglesa sugirió incorporar el hachís porque, en su
criterio, se había convertido en una suerte de símbolo contra el colonialismo sobre todo en Egipto, donde los usadores contraponían
una legitimidad cultural de hachís frente al whisky, la ginebra y los
cigarrillos.
En esa época no se produce ningún cambio en las relaciones de
poder entre los pueblos. Como se revelará en las dos Grandes Guerras, los poderosos primarán sobre los débiles. Las partes se comprometieron a prohibir la exportación de resma de marihuana a los
países que habían prohibido su uso. Además, en caso de darse, se
requería de un permiso especial de importación.
91
Ecuador y la marihuana
Consep
Es anecdótico lo que aconteció con la enciclopedia Espasa-Calpe que, en 1925, se encontraba en proceso de edición. Su texto
original debió cambiar por el siguiente en lo que corresponde al
haschish: Cáñamo: “Este preparado causa en la población indígena de Egipto casi tantas víctimas como el abuso de opio en China.
(…). La mayor parte de la población del manicomio de El Cairo la
forman fumadores de hashish, cuyas facultades han quedado atrofiadas por el abuso de este preparado tóxico (…). Quien por la
noche se dedique a visitar los barrios oscuros de El Cairo y Alejandría podrá observar a muchos individuos que, vacilando y dando
tropiezos, andan de un lado para otro, hablando y riéndose consigo
mismos: son los fumadores de hashish”.
De forma parecida se describe a los fumadores de opio, “al absorber
el humo, experimentan una sensación de bienestar, sienten como remozarse y adquirir vigor y fuerza, aun cuando sus cabezas estén cubiertas de canas; pero, a esta agradable embriaguez sucede, un despertar fatal; el individuo queda entorpecido, atónito y, al reincidir,
se agravan las funestas consecuencias, cuyo término es la locura...”
Pese a este panorama bastante siniestro, en 1925 el Panama Canal
Zone Report, un estudio hecho sobre los soldados consumidores
de cannabis en la zona del canal concluía que no había evidencia
alguna de que el uso de cannabis fuera adictivo o perjudicial. Por
otra parte, el informe recomienda que no se tome acción alguna
para prevenir el uso o venta de marihuana. Según Antonio Escohotado, este estudio se realizó entre 1932-1933 y los resultados del
informe dirigidos por el doctor E. J. Siler fueron que la planta no
suponía amenaza especial para la disciplina militar.
A comienzos de la cuarta década del siglo, una nube negra se cierne
sobre la marihuana. Ya se ha prohibido el uso personal que se man92
tiene, sin embargo, aunque en esos márgenes que para entonces no se
hallaban tan definidos como en el último tercio del siglo. Para algunos
es tan clara la inminente desaparición del cáñamo industrial que, como
el etnógrafo español Ramón Violanti que, 1934, se dedicó a recoger
con ímpetu tejidos, instrumentos y aperos relacionados con el cannabis. Más tarde, en 1941, creará el Museo de Artes.42
La migración a los Estados Unidos ha sido permanente y cada época ha sido motivada por sus propias razones. Cuando comienza
este rechazo oficial a la marihuana, inmediatamente se convierte en
la imaginaria causa de la migración de los ciudadanos mexicanos.
Al mismo tiempo, en los Estados Unidos aparecen asociaciones de
ciudadanos que con nombres rimbombantes se unen en contra de
la migración y, al mismo tiempo, en contra de la marihuana. Entonces aparecen sociedades que directa o camufladamente denuncian
tanto a la hierba como a sus usadores. No es raro leer sentencias
como las siguientes en las que la hierba se convierte en la razón de
la migración mexicana:
“La marihuana, quizá el más insidioso de los narcóticos, es consecuencia directa de la inmigración mejicana. Han cogido a traficantes
mejicanos regalando cigarrillos a los niños en las escuelas. A nuestra
Nación le sobra mano de obra. El consumo de marihuana produce una
rápida degeneración física y mental, depravación lujuriosa e inclinaciones irrefrenables a la violencia y al asesinato sin motivos, es un terrible narcótico fumado por los criminales y otras gentes depravadas”.
42 En 1935, en los Estados Unidos, se utilizaron unas 58.000 toneladas de semillas de
cáñamo únicamente para pinturas y barnices. Las industrias DuPont monopolizaron
prácticamente todo el mercado de aceite de cáñamo. Hubo una declaración secreta
presentada por DuPont ante el congreso y el departamento del Tesoro de los Estados
Unidos., en los años 1935-1937, en la que se aseguraba que el aceite de semilla de
cáñamo se podía reemplazar por aceites petroquímicos sintéticos elaborados principalmente por Du Pont.
93
Ecuador y la marihuana
Consep
Esta posición anti marihuana no tiene otro objetivo que el de esconder las verdaderas razones ubicadas en un creciente rechazo a
la migración mexicana. Estas son las causas que mueven a los periódicos, dirigidos por Hearst a publicar el criterio de la catástrofe
que se cierne sobre los Estados Unidos a causa de la marihuana.
“Desearía poder mostrarle lo que un pequeño cigarrillo de marihuana puede hacer a uno de nuestros degenerados hispanoparlantes residentes. De ahí que nuestro problema sea tan grande. La
mayoría de nuestra población es hispanoparlante, débiles mentales
casi siempre, debido a condiciones sociales y raciales. Como representantes de líderes cívicos y funcionarios de justicia del San
Luis Valley, les pido ayuda.”
Es el tiempo en el que aparece en escena Harry Anslinger que bien
podría ser el primero de los llamados zares antidrogas. Estará frente a la Oficina Federal de Narcóticos hasta la presidencia de Kennedy. Su atención se centró en la detención del tráfico internacional
para lo cual elaboró políticas de drogas tanto a nivel nacional como
internacional.
latina. En el caso de que el hecho hubiese sido verdadero, la primera razón del mismo no se podía buscar ni en el alcohol ni en la
marihuana sino en la psicosis. Pero esta ruta se hallaba propositivamente clausurada.
Toda una familia fue asesinada por un joven adicto de Florida.
Cuando los agentes llegaron a la casa, encontraron a los jóvenes tambaleándose en un matadero humano. Con un hacha había
matado a su padre, a su madre, dos hermanos y una hermana.
Él parecía estar en un sueño. No tenía ningún recuerdo de haber
cometido el crimen múltiple. Los agentes lo sabían como un joven
ordinariamente sano, bastante tranquilo, pero ahora lastimosamente enloquecido. Buscaron la razón, el muchacho dijo que él tenía el hábito de fumar algo que los amigos llamaban “muggles”,
un nombre infantil de la marihuana.
Por supuesto que se trata de un relato absolutamente bizarro cuyo
objetivo no es otro que el de escandalizar. De hecho, Anslinger
repetidamente fue acusado de racismo por su posición ante los negros y los latinoamericanos, especialmente mexicanos. A él mismo
pertenecen estas aseveraciones, algunas de las cuales se han mantenido aunque vestidas con otros ropajes lingüísticos.
Para confirmar la maldad de la marihuana, por ejemplo, no hubo
reparos en publicitar supuestas escenas de terror producidas por
ciudadanos, casi siempre negros o chicanos, actuando de forma extrema bajo el efecto de la marihuana, sabiendo, sin embargo, que el
cannabis no conduce a esos extremos. Por su parte, los medios de
comunicación monopolizados no perdían oportunidad para hacer
que supuestos excesos en los usos de marihuana se conviertan en
los responsables de crímenes horrorosos.
•
El objetivo primordial de esa clase de relatos se halla en la urgencia de crear una conciencia social en contra de la migración
•
94
•
•
Por toneladas viene a este país el veneno mortal, terrible, que
atormenta no solo el cuerpo sino el corazón y el alma de cada
ser humano que, una vez que se convierte en un esclavo de
ella en cualquiera de sus formas crueles y devastadoras.
La marihuana es un atajo para el manicomio.
El hachís hace un asesino que mata por amor a la muerte.
Inhala el humo de cigarrillo de marihuana durante un mes, y
lo que antes era su cerebro, no será más que un almacén de
horrores.
El Jazz creció al lado de la delincuencia. Es una especie de
decadencia de la música.
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Anslinger afirmó ante el Congreso que la marihuana es la droga
causante de la mayor violencia conocida por el hombre. También
afirmaba que aproximadamente el 50% de todos los crímenes violentos cometidos en los Estados Unidos habían sido perpetrados
por hispanos, mejicanos, latinoamericanos y negros que se hallaban bajo los efectos del cannabis.
Primera juventud frustrada
Si bien es cierto que el verdadero espacio de dominio de la gente
joven pertenecerá a la tercera parte del siglo XX, sin embargo, es
necesario advertir que el siglo, desde sus albores, inaugura una
nueva juventud que empieza a ser rescatada ya no solo como la que
regirá el futuro del mundo sino como una realidad actual que demanda nuevos discursos y un cambio radical de actitudes por parte
del poder social, político y familiar. Es decir, la nueva juventud no
es vista fundamentalmente como el futuro de la familia y del país,
sino también como su presente, un presente cada vez más complejo que exige el compromiso de las nuevas generaciones.
Basta pensar que con el siglo se inaugura un nuevo pensamiento
sobre la vida familiar y sobre los sentidos de la subjetividad que
habrían sido imposibles en los siglos anteriores dominados absolutamente por las enseñanzas religiosas y el dominio irrestricto del
padre sobre los hijos sometidos a su deseo y voluntad. El Siglo XX
va a producir, por ejemplo, la mayor revolución que la familia haya
soportado a lo largo de la historia de la humanidad.
dos. La familia tradicional en la que las nuevas generaciones de niños y muchachos forman parte de las pertenencia familiares y son
objetos del poder de los mayores, en especial del papá, empieza a
dar lugar a una inversión irreversible y que solo será interrumpida
de manera brutal por las dos Guerras Mundiales, sobre todo en la
segunda en la que el nazismo no tuvo empacho alguno en armar
ejércitos con chicos que apenas tenían trece años de edad.
La industrialización jugará un papel importante en los nuevos regímenes sociales. La familia urbana se ve seriamente afectada por
los cambios sociales y económicos lo que crea nuevas actitudes
paternas y maternas respecto a sus hijos. Se construyen nuevos
principios que regirán las relaciones en las que el sujeto aparece
valorado en sí mismo y no por la tradición ni por posiciones de carácter religioso. Esta nueva actitud incidirá de manera fundamental
en la reducción de la familia pues los sujetos empiezan a tomar
conciencia de que su vida depende de sí mismos más que de un
colectivo valorado por los nexos de parentesco.
Desde este momento en adelante, el mundo de la ciencia y de la tecnología empezará a colocar su mirada en las nuevas generaciones
que se convertirán, de manera acelerada, en su punto fundamental
de referencia pues a ellas corresponde, no solamente continuar con
la tarea de renovación, sino acrecentarla y fundamentarla. Quizás
por primera vez se afirma de manera explícita que el futuro se halla
en el destino de las nuevas generaciones y en todo aquello que los
Estados hagan por ellas.
De manera lenta, al comienzo, los cambios en la familia empiezan
a producirse de manera especial en Europa y en los Estados Uni-
Por otra parte, se produce un nuevo fenómeno social: la reducción
de los miembros familiares. Se crea la idea de que reducir el número de hijos constituye una condición sine qua non del desarrollo
social y personal. La familia pequeña incide en la economía tanto
96
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Ecuador y la marihuana
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del grupo familiar cuanto social. La mujer empieza a jugar un rol
cada vez más importante, no solo en la utilización de medios de
control de la natalidad, sino por su inclusión en el sistema educativo y en el mundo laboral.
Las nuevas generaciones abren las puertas de la casa para ingresar en el proceso educativo de manera obligatoria y ya no como
una alternativa determinada por los padres. Los hijos dejan de ser
parte de la mano de obra y, por ende, parte de los productores de
los ingresos económicos. Al liberarse los hijos de este peso de la
economía, su tiempo es vivido y distribuido desde el dominio del
deseo y de las alternativas sociales. Como aconteció en los Estados
Unidos, el trabajo de los adolescentes no se liga a la sobrevivencia
familiar sino a las estrategias personales destinadas a proveer de un
ingreso, casi siempre temporal, para necesidades particulares entre
las que consta el divertimento
De hecho, son las nuevas generaciones las que se deciden a abrir
las puertas de la casa para ingresar en el proceso educativo de manera obligatoria y ya no como una alternativa determinada por los
padres. Los hijos dejan de ser parte de la mano de obra y, por ende,
parte de los productores de los ingresos económicos. Al liberarse
los hijos de este peso de la economía, su tiempo es vivido y distribuido desde el dominio del deseo y de las alternativas sociales.
Por otra parte, la opción por la profesionalización retrasa los embarazos al tiempo que acelera el desarrollo social y las mejoras
domésticas.
ta el divertimento y también el sostenimiento de las autonomías
familiares que, de esta manera, se fortifican. En buena medida, el
índice del desarrollo está dado por dos criterios: la reducción del
número de nacimientos y el ingreso de las mujeres al sistema educativo superior.
Uno de los papeles fundamentales de la familia fue el ser la gran
educadora de las nuevas generaciones, una educación sostenida en
la tradición. Este rol cambia de manera radical cuando el Estado
asume esa tarea a través de las escuelas públicas. En ese momento, niños y muchachos se vuelven igualmente públicos, algo que
modificará de manera radical los sentidos y valores de las nuevas
sociedades. El papel de la familia como educadora también disminuye a medida en que la enseñanza se aleja del contenido de la vida
familiar y del campo de experiencia de los padres. Al volverse la
educación una tarea asumida por el Estado, los contenidos educativos se tornan más amplios y cada vez nuevos.
Sin embargo, también es preciso resaltar que la familia tiene que
hacerse cargo de nuevas funciones que deben enmarcarse en un
campo de ciertas virtudes antes inexistentes como, por ejemplo, la
tolerancia y la afectividad. La exclusiva ley del parentesco ya no
sirve para justificar la relación familiar sino la prevalencia de esos
nuevos códigos como el de los intereses y deseos compartidos que
se convierten en nuevos organizadores de las relaciones y de las
afectividades.
Como aconteció en los Estados Unidos, en general, el trabajo de
los adolescentes no se liga a la sobrevivencia familiar sino a las
estrategias personales destinadas a proveerse de un ingreso, casi
siempre temporal, para necesidades particulares entre las que cons-
Por otra parte, en este tiempo se produce un movimiento interno
en la familia tendiente a mejorar los niveles de vida social, económica y cultural. Pero no siempre se cumplen estas metas y el
mismo movimiento también origina tensión entre sus miembros.
“Las ambiciones que familias con pautas de clase media trataban
98
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de ver realizadas en sus hijos creaban con frecuencia tensiones,
dada la incapacidad de la familia para proporcionar directamente
los medios con qué satisfacer tales ambiciones, que dependían de
factores sociales y de la propia realización familiar”.43
Sin embargo, esta nueva juventud que empieza a crear un mundo diferente para habitarlo de distinta manera será conducida a la
muerte en dos guerras que eliminaron toda esperanza. Como si las
dos grandes guerras no hubiesen sido lo suficientemente crueles,
esta juventud será llevada a la fuerza, como cordero al matadero,
a la guerra de Vietnam. En consecuencia, el tercer tercio del siglo
XX estará marcado también por un deseo de crear un mundo de
igualdades y de respetos en los que las diferencias no deban ser ni
criticadas y menos aún eliminadas sino respetadas e incluso apoyadas.
En el tercer tercio del siglo XX, se producen cambios radicales en
los modos de representarse la libertad y la autonomía mediante la
construcción de espacios nuevos que implican un acelerado cambio en los sentidos y dinamia del universo familiar. La socialización, por ejemplo, deja de ser familiar y se transforma en grupal.
De hecho, la vida extrafamiliar se transforma en parte necesaria e
indispensable en la construcción de identidades de las nuevas generaciones para quienes la familia, con frecuencia, se reduce a un
punto de referencia existencial.
El arte jugará un papel definitivo para que en que ese proceso se
mantenga y se acreciente. En efecto, la música, la pintura y el cine
jugarán un papel único en la transformación del mundo. El arte
ya no es reproducción sino, ante todo, propuesta y creación de un
futuro que, de pronto, se hace propuesta de vida.
43 Historia de la humanidad, op. Cit., Tomo 11, pág. 262.
100
Aun cuando en las dos últimas décadas del siglo XX se hace evidente la relación entre la música y la marihuana, ya en los inicios
del siglo pasado se empezó a cantar a la marihuana y a incluirla
en el jazz. Se trata de un romance que no solamente no se ha roto
sino que, por el contrario, se ha fortalecido cada vez más. El jazz se
convirtió en el símbolo de la negritud, de la libertad y de la pasión
de una raza. Louis Armstrong fue condenado a cinco años por una
colilla, una pena que no la cumplió.
No fueron canciones lo único que Dylan transmitió a otros músicos: también fue él quien pasó el primer porro a los hasta entonces
inocentes Beatles. La fecha, el 28 de agosto de 1964. El lugar,
Nueva York. Al reunirse los Beatles con Dylan en un hotel, le pasó
a Lennon un canuto: asustado, el Beatle prefirió no probarlo, pero
Ringo lo aceptó y todos terminaron probándolo. Desde entonces,
palabras como high, grass o smoke serían frecuentes en la obra de
unos Fab Four que, como reconocería el propio Lennon, fumaban
hasta en el desayuno.44
Como Donovan, Eric Clapton o Neil Young, los Beatles tuvieron problemas legales. McCartney fue condenado dos veces por
posesión, pero lo pasó especialmente mal cuando, en 1980, fue
detenido en el aeropuerto de Tokio con un cuarto de kilo de marihuana en la maleta. Tampoco Lennon lo tuvo fácil: las autoridades de Estados Unidos le negaron durante años la residencia
por tenencia de hachís. Y, finalmenrte, decir Jamaica es, para no
pocos en el mundo de la música, decir reggae y marihuana. El
encanto de Bob Marley y canciones como African herbsman o
Redder than red lo convirtieron en embajador de la música y la
hierba locales.45
44 Cf. www.unsiglodenysicaymarihuana/ingreso, agosto/2014
45 Ibidem
101
Ecuador y la marihuana
Consep
Marihuana de interiores
Los esfuerzos coordinados de agrónomos, químicos y biólogos
desembocaron en un sistema para hacer rentable al máximo la producción de cáñamo, suprimiendo al mismo tiempo los riesgos tanto climáticos como policiales del cultivador a cielo abierto. Apoyándose en riego gota a gota, dosificación medida de nutrientes,
ingeniería genética y empleo de luz artificial, estos investigadores
crearon plantas asombrosas que maduran incluso en la mitad del
tiempo normal y rinden en flores el doble o triple de peso.
El equipo idóneo para criarlas cuesta en Estados Unidos y Holanda
unos 400 dólares para cada metro cuadrado de cultivo, y permite
cosechar unas seis y nueve hembras cada dos o tres meses, dependiendo del régimen de luz elegido. Dicha marihuana se llama
hidropónica pues en vez de crecer sobre tierra o en macetas brota
de un pequeño pie (hecho de basalto en polvo o «lana de piedra»).
Las plantas son periódicamente humedecidas.
Gracias a los equipos más o menos sofisticados, la cosecha de marihuana hidropónica ha llegado a ser inmensa en Estados Unidos,
y muy considerable en Holanda. Abastece a millones de consumidores, y no sólo proporciona rentas a quienes cultivan sino a
las grandes compañías -General Electric, Philips, Bayer, etc.- que
fabrican el instrumental y los fertilizantes más adecuados. En dos
décadas, Estados Unidos ha pasado de ser el mayor importador a
ser el mayor productor del planeta. Ese autoabastecimiento evita
fugas de efectivo, alimentando una gran economía sumergida.
En lo que tiene que ver con sus virtudes, la mejor marihuana cultivada en interiores puede alcanzar el 14 por 100 de thc, mientras
la mejor marihuana tailandesa, africana o caribeña rara vez supera
102
el 4 por 100. “Eso significa que el efecto de tres caladas a un cigarrillo adquiere perfiles de suave viaje psicodélico, y dura unas tres
horas. Es indiscernible en muchos aspectos del efecto de cualquier
planta crecida a la intemperie, pero el habitual aguzamiento de
los sentidos se ve acompañado por más capacidad de relación con
otros, cosa quizá explicable atendiendo a su superior potencia46.
Sean cuales fuesen los modos de producirla y de tratarla, la marihuana pertenece, desde sus orígenes míticos, al mundo del misterio. Desde ahí se une a ese otro mundo igualmente mágico tanto
del deseo como de lo placentero. Es probable que todos los intentos por destruirla y hacer que desaparezca de los espacios físicos
del planeta, no han hecho otra cosa que incrementar su valor de
significación en los espacios mágicos del deseo y de lo placentero.
Como acontece con muchas otras sustancias, la historia de la marihuana correspondería a la historia de la parte mítica de los sujetos,
de los pueblos y de las culturas. Por eso ha sido utilizada para
propósitos absolutamente dispares y siempre míticos. Sirve tanto
para acercase a Dios como para hallar un poco de tranquilidad en
cotidianidades atravesadas y sostenidas en la violencia o también
para entender mejor una fórmula algebraica o para caminar con
menos recelos las rutas de las ternuras. Por ende, su historia corre
paralela, unas veces, y otras confundida con la historia del deseo,
de los placentero y gozoso, como también con la historia de los
dolores y de las frustraciones.
46www.mariguanainteriores.com/ingreso/08/2014
a.- “El Consejo Nacional de Control de Sustancias Estupefaciente y Psicotrópicas agradece el aporte de Isidro Marín Gutiérrez en la parte correspondiente a la historia
antigua de la marihuana”.
103
Capítulo dos
Al comienzo era el bien
El doctor Rieux decidió redactar la narración que
aquí termina, por no ser de los que se callan, para
testimoniar en favor de los apestados, para dejar por
lo menos un recuerdo de la injusticia y de la violencia
que les había sido hecha y para decir simplemente
algo que se aprende en medio de las plagas: que hay
en los hombres más cosas dignas de admiración que
de desprecio.
A. Camus, La peste
Mis paletas son cuadradas
Las blancas son las de coco
Las verdes son más baratas
Su sabor me vuelve loco
Las que saben a amapola
Esas son de color rojo
Narcocorrido mexicano
Ecuador y la marihuana
En un momento absolutamente mágico pero con historia, de tanto
ser habladas y también usadas, las drogas han llegado a formar parte de los lugares comunes de las sociedades, de hombres y mujeres,
de grandes y pequeños. En los últimos cuarenta años, los discursos
sobre las drogas, en las que se halla incluida la marihuana, han ido
ocupando lugares importantes en la cotidianidad personal, social,
nacional e internacional. En cierta medida, hasta han copado buena
parte de la atención mundial tanto discursiva cuanto económica.
Realidad ubicua a la que se brinda, con frecuencia, mucha más
importancia que a otros conflictos sociales como, por ejemplo, la
pobreza o la violencia a las que no se les declara la guerra con
tanta vehemencia como cuando se habla de erradicar la droga del
mundo.
Se habló de manera incansable de las drogas, de productores y
traficantes y también de los calificados adictos. Pero casi nada o
muy poco de los sujetos, de aquellos que hacen los discursos, la
sociedad, la comunidad, el mundo. En el sentido más estricto del
concepto, las drogas se constituyeron en la cosa por excelencia en
la medida en la que fueron erradicadas de los ámbitos de la cultura
para ubicarlos en la anti-cultura y en el mundo del mal.
Se produjeron resistencias a pensar más allá de un moralismo claramente bañado de fatuidad y que no dudó en dividir el mundo y
sus cosas en buenas y malas. De ahí que, de manera inmediata,
106
se las convirtiera en uno de los representantes paradigmáticos del
mal. No se las quiso mirar, por ejemplo, como una de tantas formas
de expresión de lo que Lyortad denomina la condición postmoderna. Hacerlo habría implicado proponer una ruptura absoluta en el
poder del discurso y en el discurso del poder que simplemente las
condenaron a muerte por ser en sí mismas criminales y constructoras de criminales: productores, traficantes y usadores.
La posmodernidad47 busca recatar y garantizar la verdad que se
halla ubicada en el poder con el claro propósito de excluir y devaluar los términos inferiores de la oposición. Metafísica binaria que
privilegia la realidad y no la apariencia, el hablar y no el escribir,
la razón y no la naturaleza, al objeto de conocimiento y no a su
sujeto, al hombre y no a la mujer, al poder y no a los ciudadanos.
Desde esta perspectiva, es interesante pensar las drogas como una
entidad social que permitiría la primacía del orden de la subjetividad sobre el de la objetividad, el del misterio sobre lo obvio de
las cosas expuestas en el mega mercado de los placeres48. Las drogas aparecen, dice a Adolfo Vázquez49, para que de alguna manera
prime el orden de la subjetividad sobre la objetividad, a lo que
también habría que añadir para que prime el orden de lo placentero
sobre lo real.
Sin duda, casi en todo Occidente, el uso de drogas convierte al
sujeto en un criminal al que se debe encerrar en una especie de
campo de concentración lingüístico, social, político, ético y hasta
físico. Si las drogas son malas en sí mismas, sus usadores son cri47 La postmodernidad se identifica con el pensamiento de Bataille a Derrida, pasando por Foucault, y enfrenta el pensamiento a las oposiciones binarias que rigen en
Occidente: sujeto/objeto, apariencia/realidad, voz/escritura, etc. y que construyó una
jerarquía de valores nada inocente.
48 Tenorio, Rodrigo, Quito, 2011.
49 Vásquez Rocca, Adolfo, N.14, 2012.
Ecuador y la marihuana
Consep
minales que deben ser detenidos y encarcelados. La propuesta de
las cortes de drogas de los Estados Unidos y que ha sido exportada
a algunos países latinoamericanos es un ejemplo claro del sentido
de crimen unido al uso.
Debieron pasar más de cuarenta años para que, por múltiples razones, se produzca el levantamiento de la voz de los ciudadanos, usadores y no usadores. Un llamamiento al mundo para que vuelque
las miradas hacia ese inmenso grupo de ciudadanos atrapados no
solo en usos, algunos ciertamente conflictivos y hasta muy conflictivos, sino también en ese discurso destinado a criminalizar tanto
las drogas como, sobre todo, a ellos, los usadores en su mayoría
con usos no conflictivos. Por otra parte, el conflicto que una droga
podría ocasionar ha sido sistemáticamente desligado de la subjetividad para colocarlo de manera privilegiada en lo social.
Hay que aceptar que la historia de las drogas forma parte, casi
desde sus orígenes, de la historia de la humanidad. Basta ir a la mitología para ver que el vino, por ejemplo, está ahí en la mesa de los
dioses griegos y en la mesa de los llamados patriarcas fundadores
de la cultura del cercano y medio Oriente. En Occidente, al vino
“que alegra el corazón del hombre”50 cuyo héroe mitológico es el
Noé bíblico se lo eleva a la más alta categoría de significación en
la ritualística judeo-cristiana. De hecho, casi no existe celebración
alguna que no se halle sostenida e incluso ratificada con el vino,
en cualquiera de sus formas. Por lo mismo, existiría un plus de
significación que atraviesa las culturas incluso para proveerlas de
sentidos muy particulares como en el cristianismo.
Del vino y sus pares se ha hecho también un uso abusivo, no solo
por haberlo erradicado del mundo de las simbolizaciones ritualís50 Cf. Biblia de Jerusalén, Cantar de cantare.
108
ticas sino, sobre todo, por el exceso, ese exceso que arrebata al
sujeto para exaltarlo y luego para denigrarlo hasta reducirlo a casi
un objeto. De hecho, y en cierta medida, desde lo mítico, el exceso
estaría presente aun antes de que al alcohol se una lo ceremonial
o, quizás, del acto ceremonial sería sumamente fácil romper el límite para caer en el exceso que podría ser claramente denigrante,
tal como lo testimonia el mismo mito de Noé. Sin embargo, más
sostenible sería la perspectiva opuesta, es decir, aquella que explicaría la borrachera de un Noé que asiste primero a un ceremonial y
que luego termina en el exceso. De hecho, este suele ser el modelo
social de los usos y excesos tanto de alcohol como de otras sustancias, la marihuana, por ejemplo.
En cada realidad subjetiva y social es fácil que los actos y acontecimientos transiten los extremos, aunque algunos podrían llevar
el sello de lo patológico y provocar incluso el aniquilamiento del
acto, el sentido de la cosa y, en un momento realmente extremo, la
anulación del sujeto. Esto podría verse en los estados de borrachera permanente y también en usos de drogas absolutos en los que lo
que se aprecia es ese exceso en el que el usador casi ha desaparecido para que aparezca tan solo esa suerte de sobreabundancia de
la cosa-droga.
Esta imagen del sujeto envuelto y atrapado en el exceso construida
por el poder es la que ha determinado y limitado los acercamientos
teóricos, sociales, familiares y políticos a las drogas. En las últimas
cuatro décadas se clausuraron casi todas las rutas que pudieron haber conducido a un mejor y más adecuado entendimiento tanto del
sujeto en su relación con las drogas como las mismas sustancias.
La guerra a las drogas, en buena medida, no da cuenta tan solo de
la propuesta de eliminar esa droga que anula al sujeto en los excesos reales, sino también y ciertamente los imaginarios que sobre
109
Ecuador y la marihuana
Consep
las drogas se han ido construyendo a los que también es preciso
eliminar.
En ese planeta real e imaginario denominado droga, las sustancias-habitantes son cada vez más numerosas y poseen nombres
antiguos, pero también los nombres con los que las designan los
grupos, las regiones, los usadores, los sistemas de control. En
efecto, al opio, la cocaína y la marihuana, quizás las sustancias
que podrían denominarse originales, se ha ido anexando un número cada vez más grande de sustancias particularmente de origen químico. Esto pone en evidencia las nuevas actitudes de los
pueblos respecto a ese mundo llamado droga que se mantiene en
los espacios de los misterios, pese a esa suerte de obviedad con
la que también ha sido investida con el propósito de que desaparezca su parte mítica.
Este sentido de obviedad constituiría una de las fundamentales
características de la contemporaneidad. Hace algunas décadas,
cuando las sustancias reingresan en Occidente51, no lo hicieron
sino de manera, diríase, recatada, pues la atención se concentró en
grupos visibles pero de carácter excepcional, una excepcionalidad
que jugará un papel importante en los procesos de subjetivación
y socialización de las sustancias y de los usos. Sin embargo, en el
tercer tercio del siglo XX, los medios de comunicación empiezan
a invadir el mundo y, en ese proceso, las noticias sobre las drogas
empiezan a ocupar un sitio que crece de manera quizás exponencial. Desde entonces, los medios jugarán un papel importante en
las dimensiones y sentidos de las drogas.
Quizás los medios silenciaron propositivamente el tema, tal vez
por una escasa información teórica y técnica sobre la materia. Esta
sería una de las razones del acrecentamiento del problema de las
drogas en Occidente: un gran silencio teórico sobre el sujeto usador como sobre las sustancias en sí mismas, sobre el tráfico y también sobre los usos. En buena medida, la función de los medios se
redujo a dar cuenta del tráfico, la producción y de los consumos,
en tanto reproductores y certificadores de estadísticas dadas por
algunos organismos internacionales.
De este silencio ya daba cuenta, por ejemplo, González52 hacia finales del siglo pasado, cuando incluso criticaba que toda la atención
de la prensa estaba orientada a sobrevalorar la dimensión delictiva
tanto del tráfico como del consumo. Esta actitud implicó dejar de
lado los análisis pertinentes sobre los sentidos de las drogas en la
sociedad y los valores de significación de los usos.
“Los medios difunden en la sociedad el estereotipo drogas-delincuencia: En efecto, se afirma que la preponderante y, a menudo,
casi exclusiva atención que la información periodística presta a
las dimensiones delictivas del fenómeno de la drogadicción impide que la sociedad perciba todos los aspectos del problema de la
droga y consolida el miedo y el rechazo social al drogadicto, con
lo que se dificulta la comprensión del problema y la rehabilitación
del drogadicto”.
Se habría producido, pues, una suerte de acuerdo tácito en la
sociedad probablemente surgido de la actitud oficial de los gobiernos capturados por la guerra a las drogas. Es probable que
esta guerra se haya convertido en la causa fundamental de los
51 En el Capítulo Primero se ha visto que la marihuana atraviesa la historia y que realmente nunca ha desaparecido de ninguna sociedad a la que llegó en algún momento.
Por lo mismo, esta reaparición es más simbólica que real. Se trata de su aparición
enfrentada a la prohibición.
52 González, N. Estudios sobre droga y medios de comunicación en España, Comunicación y Sociedad, V.v, N.1 y 2, 1992
110
111
Ecuador y la marihuana
Consep
silencios en torno a ciertos aspectos fundamentales que tienen
que ver con los usadores en sí mismos y sus relaciones con las
sustancias y, de modo particular, con la sociedad y más aún con
el poder.
prevención o de tratamiento. Cuando los llamados especialistas o las
autoridades hablan del tema, se refieren casi siempre a la droga, en
un singular que poco significa, cuando de hecho se tocan realidades,
sustancias, productos, plantas, pastillas, hojas, flores, extractos.
El calificativo de mal universal sirvió para calificar, no solo a las
sustancias y los traficantes, sino también y sobre todo a los usadores constituidos en el último eslabón de un perverso sistema de
reciprocidad causal y moral.
Los saberes paralelos
Sin embargo, estos acuerdos, en lugar de mejorar la comprensión de los problemas, probablemente han terminado impidiendo
el logro de una mejor y más amplia intelección de esta realidad
convertida en problema por una suerte de decreto que pesa sobre
las drogas y sobre los usadores. De hecho, nunca se realizaron las
distinciones pertinentes y necesarias entre la cosa-sustancia y los
sujetos. Quizás se produjo una suerte de cosificación de ese todo
que involucra la planta de marihuana, el productor, el traficante
y el usador. Es muy probable que una de las razones del rotundo
fracaso de la guerra a las drogas tenga que ver con este proceso absolutamente descalificador y atentatorio en contra de los principios
éticos y culturales de los pueblos y de los sujetos.
En consecuencia, lo conflictivo ya no se referiría tan solo a las drogas en sí mismas, sino a los modos de abordarlas, a los discursos
que se construyen para explicarlas y a las acciones que se desarrollan para enfrentarlas. Lo conflictivo es el poder sobre todo cuando
se enfrenta a un fracaso no reconocido sino denegado.
Es preciso reconocer que este único y poderoso discurso sobre las
diferentes drogas, entre las que la marihuana ocupa un lugar particular, se resiste a los distingos porque no los abandona cuando se
preocupa de las investigaciones o de los denominados trabajos de
112
En este casi medio siglo, se ha construido sobre las drogas una
suerte de lenguaje único y universal, repetido en todas las lenguas
posibles, a lo largo y ancho del tiempo y de las geografías físicas
y culturales. Tan importante fue la idea de la repetición que, de
alguna manera, se la equiparó al saber y a la prevención. De hecho,
como parte de una repetición de antiguas posiciones educativas, se
supuso que el saber constituye la primera, a veces la única vía, para
llegar a la prevención. El que sabe no peca, decían los teólogos. El
que sabe no usa marihuana, decían los zares de las drogas. Pero el
saber consistía en no decir nada más que la marihuana hace daño
pero nada o casi nada de ella misma. Así se ha pretendido pasar por
alto el hecho de que la prohibición es la causa del deseo. Y que el
deseo es deseo de placer.
Estos discursos cerrados sobre sí mismos pasaron por alto la capacidad colectiva e individual de producir lenguajes nuevos y móviles sobre todas y cada una de las realidades del mundo. “El problema del lenguaje, cualquiera que sea lo que se piense al respecto,
fue por cierto un problema entre otros. Empero nunca como en la
actualidad ocupó como tal el horizonte mundial de las investigaciones más diversas y de los discursos más heterogéneos por su
intención, su método y su ideología”, dice Derrida.53 Se sentenció
la maldad de las sustancias y nunca más hasta ahora se ha vuelto
sobre este dogma. La reacción de Naciones Unidas frente a la de53 Derrida, J., De la gramatología, pág. 11.
113
Ecuador y la marihuana
Consep
cisión de Uruguay es un claro ejemplo del valor definitivo de la
sentencia dada a esas plantas y sustancias.
En efecto, a lo largo de estas décadas de guerra contra las drogas,
casi no se ha hecho otra cosa que repetir un único lenguaje con
idénticas significaciones encargado de eliminar toda diferencia y
distinción. Parte fundamental del fracaso de la guerra tendría que
ubicase en este hecho lingüístico destinado a abolir las diferencias.
La inflación del signo en lenguaje ha sido tan absoluta y total que
ha terminado anulando las diferencias.
El problema fundamental del discurso único estriba en que se convierte en verdad incuestionablemente cierta. Desde el mismo instante en el que se crea un discurso único, se lo establece primero
como saber y luego como verdad. En este caso, la verdad no aparece como el producto de sólidas construcciones teóricas sino como
producto del poder que decreta la maldad de la cosa.
El discurso único, al tiempo que posee características monopólicas, da cuenta de la pobreza ideativa y también del miedo que
acompaña al dueño del saber respecto a los saberes de los otros.
El pensamiento único, centrado en el poder, revela, primero, la incoherencia del poder en sí mismo pues se sostiene en la apropiación del saber y, en segundo lugar, el temor de que el saber pueda
ser analizado y criticado por los otros.
tratado de filtrar cuidadosamente los saberes sobre las drogas que
llegan a la comunidad. Pero en el siglo XXI las tecnologías superan a las enseñanzas emanadas del poder. El dogma de la maldad
de las drogas se deshizo como un castillo de naipes. Hoy ya no
es posible ocultar que todo saber denominado oficial adolece de
debilidad conceptual. Posiblemente a esto se referirían testimonios
como el siguiente que proviene de un muchacho de dieciocho años
de estrato económicamente alto:
¡Cuál discurso! Ja, ja, ja! Si en el colegio solo nos hablan de que
la marihuana es una droga igual que la cocaína y otras más. Nos
dicen que te haces adicto, que te consume el cerebro y que te mata
lentamente. Como si nosotros no supiésemos nada.
Para el joven informante no existe discurso en la réplica acrítica y
fuera de todo análisis de lo que los espacios de poder ya han determinado respecto a los sentidos de las drogas. Entre la ridiculez y
la soberbia del saber oficial traducido al lenguaje del maestro, a las
nuevas generaciones solo les cabe el desprecio porque se trata de
decires ajenos a la realidad de la contemporaneidad. Lo que acontece con la marihuana, y en general con todas las demás drogas,
da cuenta de que impera un anacronismo que gobierna tanto los
saberes como sus transmisiones que terminan siendo meras repeticiones de lo previamente estatuido.
Siempre el saber, ubicado en el poder como propiedad, se ha protegido a sí mismo de cualquier intento de crítica. Pero este principio
es cada vez más deleznable por cuanto las posibilidades de análisis
y de crítica de las sociedades actuales son cada vez más grandes
por el acceso fácil a muchas fuentes de información que no necesariamente concuerdan con el saber del poder. Por ello el poder ha
El discurso sobre las drogas y la posición de los usadores tanto
como la de los analistas comúnmente transitan los espacios de las
relaciones binarias que han sostenido la historia del pensamiento
en Occidente y que van más allá de la oposición ética bueno-malo. Aunque rara vez sea explícita, es posible encontrar las huellas
de la relación de El lobo y el cordero de La Fontaine. El poder y
las razones del lobo (la ley antidroga) se imponen por sí mismas
114
115
Ecuador y la marihuana
Consep
y desbaratan las verdades del cordero (los usadores) que termina
siendo devorado.
Es la razón del más fuerte la que ha servido de punto de apoyo para
una relación absolutamente dispar en este tema cuando se junta sin
discrimen alguno a traficantes y usadores para que conformen el
grupo de los enemigos de la sociedad a los que el poder debe eliminar por igual. Siendo realmente víctima, el usador aparece desde
el comienzo de la historia como la parte importante del mal que la
sociedad debe eliminar sin consideración alguna. El tema de las cortes de drogas da cuenta de esta posición. La comunidad de naciones
aparece como la parte buena, apropiada del poder, y la droga la parte
mala a la que se adscriben los usadores.
Este discurso debe repetirse de manera incesante porque en ello, en el
acto de la repetición, se construye la verdad. En efecto, la repetición
acrítica constituye una de las características de la doxa en Occidente.
Cuando la repetición pasa por la palabra de la autoridad, bien sea
desde el poder o desde el saber, entonces, lo dicho deviene dogma
de fe, casi como una religión. De esta manera, quienes más saben de
drogas serían aquellos que de mejor manera repiten el discurso oficial
del que han terminado apropiándose. Por otra parte, cuanto más se
acrecienta su reproducción, más se afianza la verdad del mismo y su
carácter de incuestionable. Desde ahí, el informante continúa:
es casi de carácter óntico, es decir, tendría la capacidad de modificar
al ser en sí mismo y de dañarlo irreparablemente. El sujeto dejaría
de ser un buen ciudadano o un buen hijo para convertirse en malo,
esencialmente malo, se podría decir. No hace algo malo al fumar
marihuana, sino que la marihuana lo convierte en ser malo.
Ah, y faltó lo importante: te haces ratero, violador y todo lo que se les
ocurre. Por supuesto, nada de eso es verdad. No le robamos a nadie
para comprar marihuana, es más, siempre que queremos comprar
tenemos la plata. Es que los papás nos dan para la semana y nosotros
administramos bien los fondos. Yo mismo a mis compañeros les hago
los trabajos de química y los de física. Y ellos me pagan. Si fuese
cierto que la mariguana te destruye el cerebro, yo sería la excepción.
De entre todos los discursos sobre las drogas, este es el que más daño
ha causado, no solo a la sociedad sino, de modo muy particular, a
las drogas en tanto sustancias porque en su torno se creó un mundo
atroz. Esas sustancias se convirtieron en el mal de los males del que
es preciso huir lo más lejos posible puesto que su capacidad de daño
es ilimitada.
Eso no tiene nada que ver con lo que uno experimenta. No te dicen
que fumando te sientes tranquilo o que te ayuda a olvidarte de tus
problemas o que simplemente te hace sentir genial. Nada de eso te
dicen, solo lo supuestamente malo.
Se trata, en consecuencia, de un relato en sí mismo incuestionable
que no toma en cuenta, por ejemplo, la relación directa entre el uso y
el placer, entre la prohibición y el deseo. El tema de las drogas ha sido
manejado al margen de un análisis serio sobre las subjetividades. Una
psicología fofa y adscrita al poder ha sido la llamada a hablar a nombre incluso de la Academia. Este discurso, de manera propositiva,
jamás ha abordado el tema del placer, de esas experiencias propias de
cada subjetividad y de sus formas de estar en el mundo.
¿En qué radica ese mal? No se trataría de un ponerse mal, de enfermarse, por ejemplo. El mal al que haría referencia el discurso oficial
Esta relación negada es, sin embargo, rescatada en todos los espacios sociales sean o no usadores. Lo dice, por ejemplo, un in-
116
117
Ecuador y la marihuana
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formante guayaquileño de 24 años que habla, diríase, desde una
elemental psicología del sujeto y del deseo pero que, sin embargo,
no deja de dar cuenta de la infinita complejidad que hace el mundo
del deseo.
Yo creo que la prohibición te trae más curiosidad, la prohibición
te genera más deseo porque, nos preguntamos, ¿por qué me tienen
que negar esto? ¿Por qué me niegan esta situación? Yo no creo
que ayude la prohibición, creo que más bien genera como que
mayores interrogantes, te genera mayor escepticismo frente a las
cosas. Es decir, es como si me prohíben y no me dan razones, entonces es como si yo tengo que desear más, es eso lo que hacen los
adolescentes. Entonces no es tan cierto que usan porque no saben
sino porque prohíben sin dar razones, y por eso ha aumentado el
consumo de drogas, porque los que manejan el tema no lo manejan ni teórica ni técnicamente, todo esto es insuficiente. Yo creo
que este es uno de los errores que se han cometido.
Los medios de comunicación, por su parte, no han hecho otra cosa,
que repetir el discurso oficial, casi al pie de la letra. Han sostenido la verdad de la verdad del estereotipo de la relación entre las
drogas y la delincuencia, por ejemplo. Si bien esta ha sido en gran
medida la tarea de los medios, no se podría afirmar que ha existido
una toma de posición de los medios respecto al carácter delincuencial de las drogas sino que ellos, en general, no han hecho otra cosa
que ser repetidores del discurso estatuido. La palabra se oye a sí
misma. Y desde ese momento, se produce una repetición en cadena
que nadie se ha atrevido ni a cuestionar peor aún a contradecir.
Para Héctor, un joven de Quito, no existe concordancia alguna
entre el discurso oficial sobre las drogas y aquel que se produce en la gran población, en los grupos sociales, en los usadores.
118
Mientras el profesor habla de la droga repitiendo aquello que el
discurso estatuido impone, los estudiantes construyen otro. Más
aún, lo dicho por el maestro se opone, lingüísticamente, a aquello
que sobre una sustancia determinada piensan, hablan y sienten
los estudiantes.
Esta discordancia constituye parte fundamental de las verdades
que se han producido sobre la mariguana a lo largo de los tiempos.
Es, por otra parte, lo que caracteriza las posiciones sobre casi todos
los objetos y circunstancias que forman parte de la cultura y que,
de una u otra manera, se relacionan con los deseos y las opciones
subjetivas.
Desde esta perspectiva, y con el afán no explícito, pero ciertamente
presente, de no abordar los temas fundamentales que tienen que
ver con los sujetos más que con las drogas, los discursos se centran
en lo anodino que así adquiere visos de cientificidad o de profundidad académica.
Los discursos difieren muchísimo. Lo que se hace comúnmente es
hablar de la definición, de los nombres científicos de la hierba. Te
hablan a cerca de las consecuencias, te hablan a cerca de lo que
ocasiona. Pero no te hablan de lo que se siente en realidad. A lo
mejor hablan con un sustento teórico sobre la base de un conocimiento, pero no saben de las circunstancias que están ligadas a
los consumos. Si un estudiante le preguntara qué es estar volando,
no sabría nada que decir, eso no sabe. No sabe lo que pasa, no
sabe que la marihuana produce eso, volar. No sabe por qué se le
dice a la marihuana “la chistosa”. Pero los que usan sí saben porque te ríes muchísimo, cuando a otros les produce sueño, pesadez
o la otra persona se siente liviano. Nosotros nos drogábamos y
poníamos reggae, y nos quedábamos ahí volados toda una tarde.
119
Ecuador y la marihuana
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En cambio, otros días veíamos la televisión sin volumen y nos provocaba mucha risa.
How to spend it....¿Cómo gastarlo? Ese es el nombre de un suplemento del diario británico Financial Times. Cómo invertir el
tiempo del discurso y el tiempo del silencio, el tiempo del dolor
y el del placer. Este tiempo no consta en lo que un profesor dice
sobre la marihuana. Quizás sobre nada de aquello que en verdad
interesa a las nuevas generaciones. ¿Cómo gastar el tiempo de la
información en cuanto tiene que ver con temas importantes y no
con el discurso sobre el mal?
Sobre todo, pero en particular sobre la marihuana, se debería construir un discurso que tenga que ver con realidades que afectan a los
otros, en la medida en que es capaz de provocar afectos, del orden
que fuesen, y acontecimientos múltiples. La droga, sea cual fuese,
es aquella sustancia que afecta, cambia, modifica e incluso muta
al sujeto. El tema de la mutación ha sido anulado y, sin embargo,
es clave en el proceso político, social e incluso individual pues
sostiene todo el andamiaje oficial sobre la marihuana y las otras
sustancias. En efecto, casi por arte de magia, basta una primera
vez, quizás la única, para que el chico de hijo bueno, de estudiante
común, de ciudadano respetable, se convierta en fumón, marihuanero, enfermo y delincuente. Con frecuencia, es todo esto a la vez
de tal manera que el sujeto desaparecerá para que en su lugar aparezca el drogadicto-delincuente.
Los profesores no se encuentran al margen de este proceso de
intelección y también de transmisión. Pero el repetitivo discurso
no provoca nada más que un quemeimportismo de los estudiantes
que nada nuevo incorporan al saber sobre las drogas. Decir una
y mil veces lo mismo no cambia en absoluto ni los saberes ni las
120
actitudes porque las nuevas generaciones poseen saberes que en
mucho contradicen el decir oficial del colegio o de los adultos en
general.
Incluidos los muchachos, todos saben que el tema de las drogas
es eminentemente polémico porque en la base existen contradicciones múltiples. Estas contradicciones no vienen a desbaratar el
andamiaje discursivo ni el oficial ni el de los usadores. Por el contrario, esta oposición provee de sentido tanto al discurso interdictor, en tanto lo descalifica, como al de los usadores que de ninguna
manera quedan justificados. Por ende, una actitud sana, dicen las
nuevas generaciones, consistiría en comenzar aceptando que se
trata de un tema complejo y problemático a la vez. Aceptarlo implica dejar de lado cualquier posición lineal tal como acontece con
el discurso oficial.
“Nuestra hipótesis es que el saber cambia de estatuto al mismo tiempo que las sociedades entran en la edad llamada postindustrial y las
culturas en la edad llamada postmoderna”54, Pero este principio que
parecería absolutamente obvio, no lo es cuando los procesos de conocimiento se refieren a temas despojados de su singularidad específica, como las drogas introducidas de lleno en una moral bivalente
que dificulta y casi imposibilita la producción de saberes nuevos. El
mismo autor añade luego algo que explica mejor la casi total carencia
de reflexiones teóricas sobre las drogas, los usos y sus usadores. “la
sociedad no existe y no progresa más que si los mensajes que circulan
son ricos en información y fáciles de decodificar”.55
La posición moralista que se ha adoptado ante las drogas (cosas
malas por sí mismas), ha hecho que ya no se teorice sobre ellas
54 Lyotard, J-F, La condición postmoderna, 13.
55 Ibidem, pág. 18.
121
Ecuador y la marihuana
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y sobre todo aquello que les corresponde o con lo que se hallan
vinculadas de manera directa e indirecta. En las cuatro décadas
de guerra sin cuartel, no se creó una hipótesis de trabajo porque
se partió de una verdad casi dogmática: las drogas son sustancias
malas que deben ser destruidas de manera absoluta, sin contemplaciones ni excepciones.
Lo polémico del tema se orienta al tráfico, a la producción y a los
usos, una polémica de carácter social-administrativa más no teórica. Allí radica y ahí se agota aquello que los informantes califican
de polémico.
El tema de la marihuana es muy polémico porque hay gente
que prefiere beber pero el problema es cuando a la gente no
le gusta beber. Se dan vacíos existenciales y problemas, no sé,
familiares u otros. Entonces, la marihuana entra como un tranquilizante. Yo pienso que el marihuanero lo es por ser solitario
y aislado socialmente. Yo escuché a uno que decía que podía
pasar solo en su cuarto sin hacer nada. Justamente esa es la
marihuana.
La marihuana sería, por una parte, la soledad del sujeto, el abismamiento del ser ante la nada. La experiencia del anonadamiento que
aparece el rato menos pensado o que ha invadido como mancha de
aceite la cotidianidad, quizás desde hace mucho tiempo. La marihuana estaría ocupando el lugar de aquello que familiar, subjetiva
y socialmente debe significar y representar al sujeto ante su propia
soledad que no se entendería como ausencia de compañía sino de
sentido. Una explicación que es muy común en los testimonios. Es
probable que la soledad desde la que se convoca a la marihuana
haya terminado construyendo una suerte de identidad entre esa soledad y la marihuana en sí misma.
122
Así lo perciben los universitarios que ven al cannabis formando
parte de la complejidad y misterio de la vida. No se sabe de qué
manera aceptar que la marihuana sea mala y que su uso se halle
prohibido. Si no se usa no es precisamente por un convencimiento
sobre los supuestos daños que ocasiona sino por el miedo a quebrantar una norma realmente compleja. Además, la aceptación de
la norma no responde necesariamente a una posición de convencimiento sobre el mal que ocasionaría. Se trata de una aceptación de
carácter social más que personal, una aceptación que bien podría
dar cuenta de una hipocresía social generalizada.
Rocío es una mujer joven de la capital. Para ella, la hipocresía es
el determinante de los usos como de las abstenciones. En efecto,
incluso cuando alguien afirma que no la usa, no estaría haciendo
referencia precisamente a un convencimiento personal sino al hecho de sencillamente no atreverse a usarla. En la sociedad se habría
producido, pues, una actitud de fingimiento que gobernaría la relación de las personas con la marihuana.
Se acepta pero de manera fingida porque muchos de los que dicen
seguir las leyes y aceptar las prohibiciones son los que fuman en
oculto o los que se van a lugares lejanos, fuera de la ciudad, no
solo a fumar marihuana sino a hacer muchas cosas más. No hay
una aceptación total. En efecto, los que no fuman es por miedo
porque los mitos han sido más fuertes que la realidad, no se atreven a experimentar por ellos mismos las cosas sino que lo único
que quieren es agradar a los demás y guardar la imagen de ser
buenas personas, pero el ser buena persona no radica en que sí
fumas o no algo, sino en lo que te sale del corazón y en tu actuar
diario. Siempre han sido las amenazas de los adultos pero nunca
ha existido un diálogo con franqueza. No es la marihuana la que
causa daño.
123
Ecuador y la marihuana
Consep
El saber cambia de condición al mismo ritmo que las sociedades
se modifican por efectos del desarrollo industrial y, quizás sobre
todo, de los cambios que se producen en el orden de la cultura. Es
cierto que, como dice Lyotard56, parte de estas proposiciones puede
ser conjetural, sin embargo, es un hecho que la movilidad social,
industrial y económica implica igualmente una movilidad ideativa.
A lo largo de la guerra a las drogas, una de las tareas fundamentales del sistema fue sostener a toda costa un único y monolítico
sistema de representaciones. Una estrategia considerada fundamental porque de esa manera el enemigo era único en cualquier
parte del planeta igual que las estrategias utilizadas para su eliminación. Es probable que parte del fracaso de esta lucha haya sido
precisamente esta posición única e intocable en la medida en la
que se negó a reconocer que por debajo corría otra corriente que,
seguramente incipiente y débil al comienzo, poco a poco tomaría
cuerpo hasta llegar a imponerse. De hecho, el reconocimiento del
fracaso de la guerra por parte de Naciones Unidas, aunque nunca
se lo dijo de manera explícita, ha implicado la aceptación tácita
de ese proceso.
La escuela, como espacio de explicitación de la ideología dominante, no hizo otra cosa que repetir, con una gran mediocridad, el
discurso del mal. Por su parte los profesores no han tenido sino la
misma tarea con los agujeros de significación que se producen en
sus saberes que, al respecto, han sido significativamente pobres.57
oficial. La droga es, pues, una sustancia no solo mala sino, quizás
sobre todo, francamente criminal. Esta ideología se sostiene en el
conjunto de prácticas sociales mediante las cuales se patologizaron
los usos y se criminalizó tanto al usador como a la misma droga.
Como caso muy raro en la historia de occidente, se construyó el
estereotipo droga-delito que casi nadie cuestionó a lo largo de los
últimos cuarenta años.
En esta posición repetitiva y sobre todo incuestionable, se podrían
ver los vestigios de la posición de occidente que, si bien ha sido
cuestionadora e incluso destructora de dogmas, sin embargo se ha
mostrado eminentemente conservadora. Este conservadurismo occidental se sostiene en buena medida en el dogmatismo que caracteriza a Occidente.
Sin embargo, más allá de los discursos de esa estabilidad ideativa,
el mundo cambia y nadie puede detener ese movimiento. Lyotard
hablaba de transformación para señalar que los cambios no son
sencillos, formales, sino constitutivos del pensamiento. Se modifica la naturaleza misma del ser y, en consecuencia, de todo lo que
se llama cultura.
Hace veinte años, dice Javier, nos decían en el colegio lo mismo
que dicen ahora. El sistema educativo no ha hecho ningún esfuerzo
particular para pensar más allá de lo poco que se sabe del discurso
“En esta transformación general, la naturaleza del saber no queda
intacta. No puede pasar por los nuevos canales, y convertirse en
operativa, a no ser que el conocimiento pueda ser traducido en
cantidades de información. Se puede, pues, establecer la previsión
de que todo lo que en el saber constituido no es traducible de ese
modo será dejado de lado, y que la orientación de las nuevas investigaciones se subordinará a la condición de traducibilidad de los
eventuales resultados a un lenguaje de máquina”.58
56 Lyotard, J-F., La condición postmoderna, pág. 13
57 Tenorio, R. El sujeto y sus drogas, 2011
58 Lyotard, J-F, ib. Pág. 15
124
125
Ecuador y la marihuana
Consep
Una de las propuestas fue que se construya y difunda un discurso
único y universal sobre las drogas. Un texto reducido a la idea de
que las drogas son malas, siempre malas. Estas drogas inicialmente centradas en la coca y la marihuana, de manera secundaria el
opio. Al mismo tiempo que se sembraba este discurso, ahí mismo
iban asomando nuevas sustancias que, desde luego, fueron incorporadas al sistema del mal.
“Colombia se convirtió en un gran país productor de cocaína. ¿Por
qué los campesinos latinoamericanos producen más coca de la que
tienen necesidad para su propio uso? La explicación reside en las
políticas impuestas a los países del sur. Contrariamente a los ricos
Estados occidentales, ellos han tenido que abrir sus mercados, en
efecto, a las exportaciones agrícolas norteamericanas subvencionadas, que arruinan su producción nacional (…) Y precisamente
porque son racionales se dedican a producciones –como la coca o
la marihuana- que les proporcionan más dinero”.59
posee y se debe saber. Está en el mundo a la vista de todo, en el megamercado de los placeres60 al que todos están convidados a entrar.
Por ello, todos los informantes concuerdan en asegurar que para
saber de la marihuana no hay que hacer nada especial porque es
una de las nuevas realidades omnipresentes en todas las geografías
físicas pero sobre todo lingüísticas. Lo dice María, una muchacha
universitaria:
Hay mil rutas para llegar a la marihuana, todas las que se te puedan ocurrir, no es que yo sea vieja. Pero cuando los de mi grupo
empezamos a fumar, había gente que nos decía lo buena que era,
y en los colegios te daban información, pero solo el lado negativo,
igual a como te hablan de la sexualidad cuando lo único que enfocan es el tema del aborto, como si tener relaciones sexuales te
llevara necesariamente a abortar. Principalmente son los amigos
los que hablan de la marihuana. Siempre se tiene amigos mayores
que te cuentan y te hablan de la marihuana.
Lo que hace Chomsky es marcar uno de los más grandes problemas que inciden en el tema de las drogas: la pobreza del campesinado latinoamericano, en particular de Colombia, Perú y Bolivia,
países en los que se cultiva tanto la marihuana como la coca. Los
campesinos de la pobreza ven en el cultivo de coca o marihuana
una alternativa para su sobrevivencia lo cual determinará que siga
habiendo droga en el mundo.
Para Sandra, una muchacha de veintitrés años, el dogma sobre las
drogas en el discurso oficial es hoy el mismo que hace cuarenta
años. No es el oficialismo, dice, el que ha cambiado sino, por el
contrario, las nuevas generaciones y no únicamente las que usan
drogas sino todas que cada vez saben más y mejor sobre las mismas porque, en definitiva, se sabe más del mundo.
Todos los caminos conducen, pues, a la marihuana como parte de
una práctica que ha acompañado a la humanidad a través de la historia. Como si en las últimas décadas se hubiese producido un saber
universalizado del que prácticamente nadie puede escapar porque se
ha introducido en la cultura y, por ende, ya forma parte de lo que se
Sandra pertenece al grupo de las nuevas generaciones. Es universitaria. Según cree, se abstuvo de usar marihuana pese a haber vivido un ambiente en el que buena parte de sus amigos lo
hacía y lo hace. Para ella es sorprendente cómo hasta muchachos
todavía pequeños ya poseen un enorme acerbo de conocimien-
59 Chomsky, Noam, La droga como coartada en la política exterior norteamericana.
60 Tenorio, R., 2010.
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Ecuador y la marihuana
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tos sobre ciertas drogas, sobre la marihuana, por ejemplo. Antes,
cuando fue muchacha solo hace unos pocos años, había una sola
marihuana. Hoy, en cambio, los chicos le hablan de múltiples
marihuanas.
Es muy posible que la prensa haya sido parte del sostenimiento de
este discurso prevalente sobre las drogas en general. Vale rescatar el
hecho de que la prensa (periódico, radio, televisión), prestó gran parte
de su atención a lo delictivo de las drogas, ya sea en lo que respecta
a la producción y tráfico como al uso. De ninguna manera este posicionamiento ha sido gratuito, todo lo contrario. En efecto, el discurso
oficial de las drogas no dejó resquicio alguno para otra interpretación
que no sea la delincuencial, aquel que tan solo vio el lado malo de la
marihuana, aquel que conduce a la perdición a sus adictos.
Ahora saben mucho, mucho más que antes. Tengo un amigo menor a mí que me habla de diferentes vuelos. Me dice: mira, con la
chola, que es la marihuana más común que la venden en la calle
y que la mezclan de tal manera que les da blancazos a los chicos.
Hay una de mejor calidad que la chola, se llama la cripy, y hay
otras más. Mira, ahora a los dieciséis años saben todo, a esa edad
yo no sabía casi nada, y eso es sorprendente. Sorprende que te digan tengo un red point que te hace tener un vuelo genial. Ellos la
siembran y tienen que hacer una cosecha cada tres meses, y saben
cultivar y todo eso. Se la llama red point porque tiene un cogollo
rojo, con ella se necesita una cantidad súper mínima para tener
un vuelo demasiado alto, es fuerte. La chola te da una especie de
chuchaqui. La regla es que se use menos cantidad y se logre un
vuelo más alto. Para esto, la red point es la mejor.
De alguna manera se habrían agotado los constructos sociales, políticos y éticos que intervinieron en la construcción de las generacio128
nes de los sesenta y más. A partir de la última década del siglo XX,
se habría producido una suerte de cambio radical que no necesitó
un mayo, como en el 68, para hacer escuchar su voz y evidenciar
su presencia. Se produjo dentro del torrente de las representaciones
sobre el mundo, la libertad, la subjetividad, el placer, el goce, la
muerte, la no violencia, la equidad de género y la libertad absoluta
en torno a la sexualidad.
Las representaciones sociales son cada vez más móviles como
condición de la existencia y de la cultura, del pensamiento y de los
sistemas. Lo impredecible forma parte del proceso de construcción
de los sujetos y de las comunidades. Esta movilidad acelerada que
contradice a aquella sociología y psicología de laboratorio que fue
parte del siglo XX61 y que fracasó porque ignoró la libertad y la
creatividad de los sujetos. La guerra a las drogas se sustentó en un
conductismo elemental, es decir, en el desconocimiento tanto de la
libertad como de la posición hedónica.
Ir a las representaciones sociales implica reconocer que en los grupos se producen conocimientos que determinan actitudes ante la
vida. Por lo mismo, se trata de saberes y actitudes eminentemente
móviles en sí mismas y en su espacialidad lo que determina que los
modos de pensar y vivir de un grupo influyen en otro pese a que
se encuentren geográficamente y hasta culturalmente distantes. No
se trata de una pura actitud imitativa sino de procesos de culturización absolutamente complejos y también inconscientes. Estos saberes y actitudes vivenciales no constituyen estructuras sino con61Durante la década de los sesenta del siglo pasado surge la teoría de las representaciones sociales como alternativa a los estudios en Psicología Social los cuales se
encontraban bastante alejados de lo social al aparecer dotados de una fuerte carga de
cientificidad laboratorista, haciendo creer que a partir del análisis del comportamiento de ratones se podría conocer, interpretar e intervenir en el devenir del pensamiento
de los sujetos y de la sociedad.
129
Ecuador y la marihuana
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juntos móviles que se adecuan a las condiciones espacio-culturales
en las que se desarrollan. Además, se trata de saberes legítimos y
legitimados tanto en su origen como en el producto que no es otro
que la capacidad de producir nuevos saberes.
El poder construyó e impuso un saber único y universal sobre las
drogas. Tanto el contenido como el proceso mismo de transmisión debieron ser únicos. Por ejemplo, los paradigmas dile no a
las drogas o las drogas son malas en sí mismas se convirtieron en
unidades de significación dogmática que circuló dentro de construcciones paradigmáticas que, como procedían de los más altos
lugares del poder político y social, fueron reactivas a cualquier
cuestionamiento.
Como ya lo señalaba el mismo Moscovici,62 una de las funciones
de las representaciones es crear nuevas realidades, esa realidad
creada y conocida en el día a día de la existencia. En consecuencia,
tan solo el análisis de las representaciones que se han creado en las
poblaciones sobre las drogas da cuenta de lo que ellas son y significan en los grupos. Estos saberes construyen la verdadera realidad,
si puede decirse así, sobre lo que es, por ejemplo, la marihuana. No
se trata de una definición sino de un conjunto de percepciones que
sobre el cannabis se han producido en los distintos tiempos y en los
distintos grupos de la sociedad.
En consecuencia, el saber sobre las drogas en general y sobre la
marihuana en particular tenía que ver únicamente con la asunción
y repetición de la doxa del poder. Cualquier otra vía se hallaba
previamente ya descalificada y hasta condenada. Para el mundo de
las representaciones, sin embargo, ese saber es, no solo cuestionable, sino erróneo porque deja de lado la subjetividad y además la
62 Moscovici, S, México, 2003
condena. Es precisamente esta subjetividad la que se rescata en los
testimonios que se hallan muy lejos de condenar ni a las drogas ni
sus usos.
La mejor estrategia para saber más y mejor sobre la marihuana
es tener un contacto directo y al menos experimentar una vez en
tu vida, ¿Cómo sabes si es buena o mala si no la pruebas? A sí
mismo, ¿cómo sabes si el chocolate te va a gustar o el caviar si no
los pruebas? La gente, en lugar de hablar, debería ver de forma
directa las cosas. En el colegio te dicen solo lo negativo, en la
casa igual. Y te amenazan: cuidado andes en drogas porque, si
no, te desconozco como hijo, te desheredo, y cosas así. Pero ni la
calan63 que uno fuma desde hace rato.
Por otra parte, es preciso tomar en cuenta que el tiempo que media
entre una generación y otra no solo que produce nuevos saberes sobre las cosas sino también nuevas realidades, en este caso, nuevas
marihuanas. Eso implica que no es la misma marihuana aquella
que se usaba a mediados del siglo pasado que aquella que usa en
la actualidad un escolar. Un joven de 23 años de Guayaquil es capaz de ver esas diferencias. Estas diferencias no son formales sino
constitutivas porque marcan espacios lingüísticos y desiderativos
que corren juntos marcando rutas, deseos, expectativas e incluso
efectos distintos, algo que el discurso oficial se ha empecinado en
desconocer.
Me estoy refiriendo a cuando yo era adolescentes, cuando yo tenía
13 o 14 años, en relación a lo que son ahora los adolescentes de
13 o 14 años, las diferencias son grandes e importantes. Estuve
en Latacunga con unos amigos, uno de ellos me dice: oye, vamos
a fumar yerba. Entonces otro del grupo que era muy jovencito,
63 Calar: darse cuenta, saber.
130
131
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tan solo colegial, nos dijo: ¿ustedes seguirán con la yerba? No,
vamos a pegarnos otra cosa. La hierba tiene diferentes nombres,
hasta en los colores tiene variantes: por ejemplo la chola que la
venden en dos dólares, hay una que es morada, bastante cara,
le dicen la Billiyou, entonces, yo tengo marihuana, ustedes solo
fuman la chola, esa es bastante cara, vale 30 dólares y entonces
fumamos Billiyou. Lo que te digo es cómo difieren las cosas, y
esto habla un colegial, no estamos hablando de mis amigos de la
universidad.
Para la población que bordea los cuarenta años o más, la relación
de la marihuana con el concepto de droga es más sólida, más lógica y evidente. Allí no existen dudas y menos aún algún intento de
elogio directo a la marihuana como tal. Como se verá más adelante
se puede llegar a justificar los usos pero no se entona el himno de
la alegría recorriendo los caminos de la libertad y de la autonomía.
Por otra parte, es preciso tomar en cuenta que los saberes que se
producen y repiten, incluso en este tiempo, pusieron el acento en
la parte delictiva y en el calificativo de drogadicto al usador. En
consecuencia, el saber y la transmisión se hallan marcadas por el
signo del mal.
Con la marihuana, que constituye el paradigma de droga, sucede
algo parecido a lo que se da en otros aspectos de la realidad de los
sujetos, es decir, una oposición clara y tajante: quienes la usan son
diferenciados de quienes no lo hacen. Estos pertenecen al reino del
bien los primeros, al mundo del mal. Los unos son los drogadictos:
los adictos a la cosa, pero también, si vale la posibilidad, los a-dictos, los que se quedarán fuera de los decires, de aquellos juegos de
lenguaje que determinan la bondad del sujeto y de la sociedad. Los
a-dictos se colocan, desde el poder, al margen de los discursos de
132
la ley e incluso de la bondad de los otros. Las drogas se hallan en
la orilla opuesta del decir de la ley. Para el poder, los a-dictos se
han colocado por sí mismos al margen de la bondad social y allí
permanecerán para siempre.
Desde luego que el texto de Derrida pertenece al campo de la filosofía. Sin embargo, no se lo fuerza cuando se lo conduce a este
mundo de las drogas en el que la pertenencia no-pertenencia tiene
que ver con el sencillo hecho de si usa o no alguna sustancia. De
esta manera, la droga se convierte en un clasificador social, ético
y hasta filosófico. Sin embargo, la tarea analítica fue clausurada
desde los inicios mismos del conflicto de tal manera que no quepa
duda alguna sobre los efectos de la clasificación entre no usadores
y los usadores, que equivale a entre buenos y malos ciudadanos.64
Cada generación constituye un tiempo lógico hecho de actitudes,
creencias, miradas, placeres, tenencias, privaciones, goces y sufrimientos. En ese momento histórico y mítico al mismo tiempo, no
existe un sometimiento a ninguna verdad pues prima la escritura de
otros textos que incluyen nuevas verdades. Lo nuevo podría tener la
forma de lo antiguo, pero no lo es. La historia no se revela a través de
un continuum sino, por el contrario, mediante rompimientos lógicos
cuya máxima expresión son los lenguajes que se movilizan y mutan.
De aquí surge el verdadero sentido de contemporaneidad y también de historia. El antes y el después no se sostienen en el tiempo
sino en los registros culturales que permitieron vivir, interpretar
el mundo y pensar en el futuro. No se rompe con el pasado ni
se rompen las tradiciones sino que se las supera para crear otras.
64 Derrida, J. :Cada vez que se vuelve a poner en cuestión un límite oposicional,
lejos de concluir de ahí la identidad, es preciso multiplicar por el contrario
la atención para con las diferencias, afinar el análisis dentro de un campo
reestructurado. La Nación, viernes 21 de Enero de 2011.
133
Ecuador y la marihuana
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Como diría Bauman, en la sociedad existen potencias que determinan la vida y que la condicionan e igualmente perspectivas con
características de globalidad que tienden a ignorar las fronteras y a
desconocer el valer e incluso la historia de un Estado determinado.
Perspectivas globales pueden ignorar las fronteras y las leyes del
Estado. La respuesta a esta situación medio invasiva consiste en
fortificar las viejas fronteras y trazar otras nuevas con tal de evitar
a esos supuestos invasores.
¿De dónde vienen las drogas? ¿Quiénes cultivan la marihuana y la
coca, la heroína y el éxtasis? Desde aquella elemental perspectiva
estructuralista, estas y otras preguntas similares quedaron resueltas cuando se ubicó, destruyendo toda duda, a los productores, los
traficantes y los consumidores en una relación circular. De esta
manera, los Estados se lavaron las manos y declararon la guerra a
las tres partes de este sistema absolutamente elemental. El fracaso
de la guerra, el incremento en el mercado de drogas de diseño, por
ejemplo, dan cuenta de que el modelo fue, no solo inadecuado,
sino falso. Es probable que también los procesos de globalización
inapelable e inevitable se hayan encargado de minar la supuesta
solidez del modelo de la guerra contra las drogas.
Hace treinta años, el microtráfico utilizaba similares estrategias
a las utilizadas actualmente, aunque sin los recursos con los que
cuentan hoy quienes desean fumar, es decir, sin celular, y sobre
todo sin las nuevas actitudes tanto legales como sociales y familiares. Podría decirse que hace veinte o treinta años no existía la más
mínima tolerancia ni a la marihuana-cosa ni a los usadores-marihuaneros-corrompidos.
Los brujos eran muy bien conocidos, y básicamente tenían sus
centros de expendio en los lugares en los que se consumía. No era
134
complicado conseguirla, sobre todo si contabas con el efectivo necesario para realizar la compra, eso sí, siempre tenías que contar
con efectivo o al menos tener algo muy bueno que intercambiar,
algo como joyas o bienes de valor que sean de fácil venta.
Desde los imaginarios del poder, son absolutamente suficientes la
ley y la prohibición para organizar el mundo, para que sus habitantes sean buenos, según el modelo de bondad que el poder ha
creado e impuesto. La prohibición, como expresión paradigmática
del poder debería, pues, obrar de suyo.
Una vez dictada la ley antidrogas y solemnemente declarada la
prohibición absoluta de usarlas, comercializarlas y producirlas, era
lógico que nadie se atrevería a violentar ninguno de estos momentos. Pero el poder siempre ha pretendido ignorar que el origen del
deseo es la prohibición.
En mis tiempos jóvenes, no era muy difícil conseguirla, lo único
que precisabas era tener un poco de dinero y nada más, saber el
lugar donde conseguirla, y eso no era tampoco difícil porque los
brujos te buscaban. Y cuando sabían que tenías dinero, lo primero que hacían era regalarte la primera dosis y posteriormente te
sangraban hasta lo que no tenías con tal de venderte. En Cuenca
había varios lugares marcados para la compra y venta de marihuana. Pero también había otros lugares que nadie imaginaba en
los que expendían droga sin ningún problema. Yo recuerdo claramente una familia que tenía un negocio pequeño de café en el
Mercado 10 de agosto y que ahora es dueña de medio Cuenca, un
hijo de ellos era el que vendía al grupo de chicos con los que yo
me relacionaba.
Carolina pertenece al grupo de la gente mayor y lo sigue siendo
frente a los otros en el sentido en que permanece marcando las
135
Ecuador y la marihuana
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diferencias generacionales que no siempre se hacen evidentes. Lo
importante es su posicionamiento testimonial a través del que da
cuenta de que en su tiempo, como prácticamente acontece ahora,
no se hablaba oficialmente de la marihuana. Todos callaban, el colegio, la casa callaban. La ruta del saber estuvo marcada por los
pares entre los que, supuestamente, los usadores se convertían en
los mejores y más calificados informantes.
Para saber lo que era la marihuana, en mi tiempo, había que juntarse con personas que fumaban. Entonces ellos contaban sobre las
cosas que ocurren mientras estás fumando. Algunos te contaban de
cosas fantásticas que ocurrían cuando estabas fumado. Y eso era solamente para poder introducirte en el mundo del consumo de drogas.
El usador es una fuente de información de primera mano y, por
ende, veraz. Sin embargo, como acontece con los maestros, también su decir se halla atravesado por un posible engaño. El usador
calla, propositivamente omite decir lo que existiría tras bastidores,
al otro lado de las prácticas y que bien podría aparecer como un
abismo en el que posiblemente habitarían el dolor, los conflictos
familiares, la enfermedad y la misma muerte. ¿Qué hay, en verdad,
en ese mundo fantástico del que habla el usador?
Para la informante, en consecuencia, casi no existía en su tiempo de
muchacha una fuente adecuada y veraz de información. Hubo un
vacío que debió ser llenado más tarde, con la edad. Estos saberes
se hallarían probablemente atravesados por los prejuicios oficiales,
por los mismos fantasmas que habitan los discursos oficiales pero
también los personales cuando hablan del mal.
O también te podían decir alguien del colegio, un profesor, por
ejemplo. Pero no siempre te decían la verdad, no, por el contrario
136
te decían que la marihuana te puede arruinar tu vida y la de tu familia. No te decían de las consecuencias que tienes a largo plazo,
solo te decían como que un día se va a consumir como el cigarrillo
o el licor que son aceptados por la sociedad.
En el tiempo de la informante, la marihuana se expende en lugares especiales, establecidos y vigilados. Desde la ventana de la
curiosidad otros ven todo y, más allá de la anécdota y el recuerdo,
tiempo hace que las percepciones también se centren en el delito:
Chuta, qué difícil que definamos qué es una droga. Porque generalmente lo que se hace es dividir entre droga, tabaco-trago. El
tabaco y el trago no son droga. Entonces, todo lo demás es droga.
Pero para muchos, todo es droga, incluido el trago porque se dice
que es una cuestión de aletargamiento que afecta a los sentidos, a
las percepciones.
¿Qué es una droga? ¿Por qué algo que, supuestamente, no se hallaría comprendido en aquella malhadada definición de la OMS, se
convierte en droga? Cualquier intento de definición debería partir
no de la cosa en sí, previamente ya calificada como esa sustancia
que hace daño. Cuando se piensa en los sujetos y no en las cosas ni
en las instituciones, el concepto de droga se convierte en un abanico de sustancias, de circunstancias, de efectos.65 Cualquier intento
65 Esta posición oficial de la droga en general y de la marihuana en particular podría ser
analizada desde la serie Breaking Bad, creada por Vince Guilligan, y cuyo tema central es justamente el cambio de concepción de lo que es la droga mirada, ya no desde
el cienticismo seudo académico, sino desde la experiencia personal del mundo. La
serie justamente hace evidentes los dos mundos y sus inmensas contradicciones. Es
esto lo que hizo que la serie sea tan vista e incluso haya ganado premios. Desde esta
perspectiva Breaking Bad sería la antítesis de Scarface en la que el tráfico desconoce
todo límite y a las drogas se las ubica en el territorio del mal, pero de un mal absoluto
e irreverente. Al final de la película, Scarface, el héroe-maldito, muere más por la
sobredosis que por las balas, una sobredosis absolutamente absoluta, es decir, en la
que la cantidad de droga es inmedible.
137
Ecuador y la marihuana
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de construir un relato suficientemente claro y específico se topa
con el hecho de que el término droga es absolutamente genérico y
que, más de allá de los esfuerzos realizados para especificarla, la
noción se diluye más aún cuando de por medio se halla el ácido del
moralismo.
Lo que aconteció hace cuarenta años respecto a las drogas fue una
suerte de congelamiento del tiempo, de un tiempo que debía permanecer congelado en todos los espacios sin importar nada más
que el discurso prohibidor y no las culturas ni las condiciones específicas de cada espacio.
Es cierto que la ONU no es un cenáculo de filósofos sino, a lo más
y en el mejor de los casos, de políticos, algunos extremadamente
moralistas. Sin embargo, todo aquello que compete a los sujetos y
a los pueblos no puede ser analizado sin ir a la filosofía y a la ética contemporáneas. La ONU, desde el manejo político del poder,
congeló el tiempo y unificó las culturas. A causa de su propia constitución eminentemente política quizás no podía tomar en cuenta
las éticas, ni las estéticas, ni el hecho de que el problema del ser
es un problema del tiempo y del espacio, no solo del ser filosófico
sino del ser común y corriente en su tiempo de relojes y calendarios, en sus geografías tropicales o congeladas, de las montañas o
de los valles. No se pensó que el único tiempo posible de los seres
en todos sus espacios es única y exclusivamente el tiempo presente
y no el pasado. El ser es presentación, presente puro. De este tiempo habló precisamente Heidegger.
Desde esta especie de congelamiento del tiempo, la sociedad creó
sobre las drogas un sistema de códigos desde los que se las calificó
y clasificó sin que se haya hecho gran cosa para comprenderlas. En
el sistema de representaciones sociales, lo que importa es el hecho
138
de que tanto la droga como el usador son igualmente malos. Ahí se
produce un plus frente a lo que Foucault dice del que comete una falta
social, porque en este caso, la cosa robada, por ejemplo, no es mala,
pero sí el acto y su actor. Con las drogas sucede algo mucho más
complejo puesto que tanto la cosa (marihuana) como los actos que
se desarrollan en su torno (cultivar, vender, usar) son esencialmente malos. “Es, pues, necesario controlar y hacer entrar en el código
todas estas prácticas ilícitas. Es necesario que las infracciones estén
bien definidas y seguramente castigadas (…) y sancionadas (…) con
una resonancia desproporcionada se determine lo que es infracción
intolerable y que se someta a su autor a un castigo que no pueda
eludir”.66
Para Marcela Raiden (2012)67 lo primero que habría que analizar, para entender el fenómeno de las drogas, es el tema de las
identidades por clase porque se ha considerado que ciertas drogas
tienen cabida en unos estratos y no en otros. Si bien existirían razones más que suficientes para ello, la droga en sí misma carece
de fronteras. Sin embargo, es preciso rescatar la carga simbólica
que posee, algo que ha sido sistemáticamente pasado por alto por
el discurso oficial centrado en la cosa droga y no en los sujetos. El
retorno a esa carga simbólica se constituirá en uno de los factores
más importantes para entender los usos comunes de drogas y también su valor de significación algo que también ha sido apabullado
y hasta abolido en el discurso por la necesidad de combatir a las
drogas y a sus usadores.
El tema fundamental de las drogas es el ilegalismo que las sustenta ya sea en sí mismas pues son tratadas como elementos casi
66 Foucault, Vigilar y castigar, op.cit. pág. 100.
67 Raiden, M., Drogas en el Siglo XII: mercado, consumo e identidad de clases,
CeNaReSo, Buenos Aires.
139
Ecuador y la marihuana
Consep
enemigos de la civilización o bien en los usos. Se trata, en consecuencia, de un ilegalismo absoluto en el que no existe resquicio
alguno para que se produzcan, desde el discurso oficial, ni siquiera el comienzo de un proceso de simbolización que rescate a la
cosa droga y al sujeto cosificado por la droga y la prohibición.
Es decir, nunca se planteó la cuestión de la posibilidad de cómo
establecer una relación social de convivencia quizás armónica
con ellas.
guerra, al asesino, al que atenta en contra de los intereses fundamentales de un Estado.68
Actualmente se sabe más porque ya la gente se ha quitado la
máscara, es más frentera para hablar sobre el tema y, más que
todo, lo importante es que se hable de esto en familia. Hoy en
día, uno sabe no solo cuál es la mejor marihuana, sus clases y
calidades. Inclusive ahora uno aprende a cultivar. Ahora uno
habla más, sobre todo cuando uno se reúne con los amigos y con
la gente que consume. Siempre nos dan sugerencias y uno guía a
los demás, porque no hay mejor cosa que saber en lo que uno se
mete para poder llevar bien su vida.
Yo aprendí a fumar cuando serví en el ejército de los Estados Unidos en la guerra de Irak. Juré que nunca usaría drogas, pero un
día pisé una mina y perdí una pierna. Entonces me invadía el dolor, pero no era solo dolor físico sino emocional. Fue entonces
cuando un amigo me dio a probar marihuana, me quedé profundamente dormido y hasta el dolor desapareció. Al otro día pedí
otro cigarrillo, y desde entonces no he parado: fumo tres veces al
día, cuando no tengo marihuana, me fumo hasta tres cajetillas de
cigarrillos.
El ilegalismo surge del poder que está llamado a vigilar y
castigar, como diría Foucault, aunque lo primero que hace es
determinar lo que es bueno o malo. Pero también del congelamiento del tiempo que se resiste a aceptar el cambio como
condición de existencia. Porque el tiempo es lo que deja de
ser, y este dejar de ser del tiempo incide en los sujetos y sus
acciones, en las cosas y su presencia de significación en la
comunidad.
También las drogas forman parte de la condición postmoderna.
Las guerras armadas por los poderes y vendidas como defensa
de la cultura y hasta de la humanidad. La postguerra. La oposición tenaz e incluso litúrgica a la guerra, a la ignominia de la
muerte que nada tiene de sacrificial sino de acto encerrado en sí
mismo. La misma guerra a las drogas en la que se han invertido
millones de millones de dólares a costa de la pobreza de millones de niños hambrientos en los países eufemísticamente calificados de tercermundistas. El tercer mundo es aquel en el que
Sin embargo, el poder crea el sentido del mal en las cosas, inclusive en actos que parecerían malos en sí mismo como, por
ejemplo, matar. Quitar la vida al otro es malo en sí mismo, pero
es bueno cuando lo hace el poder que ejecuta al prisionero de
140
Sin embargo, ese ilegalismo se convierte en legal desde el poder,
como cuando a la guerra se la bautiza y sacramenta sabiendo que
muchos miles morirán de manera infame. Existen trabajos sobre
el uso de drogas en la guerra de Irak. Este es el testimonio de un
excombatiente en Irak:
68 El soldado estadounidense David Lawrence mató a un detenido en Afganistán cuando
estaba bajo el efecto de psicotrópicos. Su sentencia le fue reducida a 10 años alegando enfermedad mental. Recientes informes muestran que más de 110.000 militares
estadounidenses consumen sedantes, antidepresivos y otros fármacos de similares
efectos a los estupefacientes.
141
Ecuador y la marihuana
Consep
se muere y se mata por un pan y usan los sobrantes extremos de
todas las drogas.
La movilidad del tiempo crea la cultura, es decir, sujetos que viven e interpretan el mundo de maneras distintas y cada vez más
móviles. Hay sujetos para quienes la marihuana se ha convertido
en el símbolo del movimiento del mundo, de las percepciones y de
los saberes. Una posición que contradice la clásica idea de que el
usador de drogas, no conflictivo, pretende quedar atrapado en el
pasado.
Tenía un amigo que participaba en rituales chamánicos y me decía: verás, fumar un fruto de marihuana, un cogollo como ellos lo
llaman, es como comerte una manzana, sembrar una marihuana
es como criar un árbol de manzanas, me decía, tú lo siembras,
lo cultivas, está madura, la cortas y, en vez de comerla como a
la manzana, la fumas. Cuando te familiarizas con la marihuana,
algunos leen mucho sobre ella, a mí me pasó eso para tener un
discurso y defenderla, para defender a esa población que la usa y
la defiende a capa y espada. Porque para muchos, fumar un porro
es un acto especial, un fenómeno inexplicable que lo podría ver en
la música reggae de la cultura rastafari.
Hace 40 años, cuando las drogas empiezan a regarse por el mundo
y cuando los Estados deciden eliminarlas y atacar a los usadores
como si fuesen delincuentes, inclusive encarcelándolos, la marihuana pertenece al mundo del mal y también al de la ilegalidad.
Foucault habla de la economía de los ilegalismos que ha servido
para reestructurar las economías. Ahora bien, el ilegalismo en lo
que se refiere a las sustancias se desprende de un calificativo que
se incorpora explícitamente a su nombre y que luego desaparece
cuando se apropia de la cosa en sí misma. La marihuana y la coca
142
son calificadas de ilegales en sí mismas, sin atenuante alguno. Se
trata de cosas que antes no eran malas en sí mismas pero que lo son
a partir de ese momento solemnemente mágico de la prohibición.
Foucault, que trabaja el tema del ilegalismo, lo ve como una estrategia del poder con la que logra un mayor dominio sobre los
otros, en particular sobre los menos pudientes, sobre los desposeídos. “Las disciplinas del cuerpo y las regulaciones de la población constituyen los dos polos alrededor de los cuales se desarrolló
la organización del poder sobre la vida”. Para el autor, el control
sobre la sexualidad, fundamentalmente la femenina, aseguraba el
mantenimiento del poder social. De esta manera, la sexualidad se
convierte en la principal herramienta de lo que el autor denomina
biopoder. Mediante el control de la sexualidad, el poder ejerce dominio sobre el sujeto y la comunidad. “En efecto, el sexo es una
bisagra en la que se cruzan las disciplinas del cuerpo y las regulaciones de la población. El dispositivo de la sexualidad permite
establecer un dominio sobre los individuos y sobre la especie, logrando por primera vez que lo biológico se refleje en la política”.69
Con la marihuana en particular, se daría un proceso muy similar.
El ilegalismo se adhiere a las reformas penales que clasifican como
delito aquello que ha sido marcado como ilegal: la mariguana en
sí, primero, y luego su cultivo y tráfico. En este caso, el ilegalismo
se perfeccionaría cuando se adscribe al código penal afectando de
manera especial, a los débiles y socialmente desposeídos. Los desposeídos, en última instancia, de palabra y de poder, encargados de
proveer de imagen y solidez a los grupos socialmente pudientes.
Hace más de veinte años, la marihuana se ubica en los barrios
marginales de las ciudades, por ejemplo en la Tola, tratándose de
69 Foucault, M, México, 1996, pág.168.
143
Ecuador y la marihuana
Consep
Quito, o en El Vado, o el Barrio Blanco en Cuenca. Esta ubicación
geográfica probablemente no se produce al azar sino que responde
a un proceso destinado a que la marihuana aparezca, desde un comienzo, como un producto de la marginalidad, del bajo mundo y
de lo delincuencial.
Acá en Cuenca ya se conocían los barrios en los que se expendía, era muy conocido el Vado, el Barrio Blanco, lugares en los
que uno solo iba caminando con la plata en la mano, y ya te
vendían.
Las generaciones actuales han heredado parte de la ideología de
los años sesenta tanto sobre lo que es la marihuana como respecto a
los prejuicios sociales. Los cambios se producen de forma lenta, al
comienzo, y luego se aceleran de modo muy particular en aquello
de que la marihuana es una cosa prohibida y mala. No es al azar
que se haya construido la relación casi necesaria entre la droga y la
delincuencia. En América del Sur, los países han realizado de manera realmente obligatoria investigaciones de carácter epidemiológico destinadas a confirmar la relación necesaria entre las drogas y
el delito. En algunos de los informes, es evidente el forzamiento de
los datos para que aparezca esta relación causal.70
La marginación de la marihuana que, seguramente aparece como
una estrategia lógica, se convierte en una estrategia social destinada a que, desde sus comienzos, se la vea íntimamente ligada a lo
socialmente desvalorado y, de ahí, por contagio geográfico, social
y moral, a lo delincuencial.
70 Las últimas investigaciones realizadas por el CONSEP, a través de su Observatorio,
han demostrado que no existe esta relación causal ni en los grupos de jóvenes menores de dieciocho años ni en los adultos. Cf. Adolescentes infractores: territorialidad y
libertad, Quito, 2011. También podría consultarse el texto inédito de la investigación
realizada en las cárceles de hombres y mujeres del país, 2012.
144
Desde los espacios del poder se construyó un discurso sobre la
maldad de la marihuana el mismo que luego se sembró a la bolea a
lo largo y ancho de las Américas. Puesto que se trató de un discurso
oficial, no necesitó pasar por indispensables momentos de análisis
y discusión implícitamente vedados ya que habrían puesto quizás
en tela de duda el valor inapelable de la enseñanza oficial.
El siguiente testimonio da cuenta tanto de la enseñanza oficial sobre la marihuana como de su supuesta falsedad o, por lo menos,
de su inexactitud respecto a los dos dogmas de fe: la adicción y la
mala conducta social que se correspondían como efecto necesario
e ineludible del uso de marihuana.
Cuando fuimos jóvenes, todo el mundo nos dijo claramente que la
marihuana es mala, que causa daños en el organismo, que lleva a
las personas a despersonalizarse, a perder el juicio. Además que
la marihuana desintegra la familia y, sobre todo, que lleva a los
consumidores a la delincuencia, en especial a aquellas personas
que no tenían cómo solventar el consumo. Algunos pensaban en lo
que pasó en la época de los 60 cuando el boom hippie trastornó la
sociedad con sexo libre y consumo de marihuana como algo típico
de la época. ¿Cuántos de esos papás nuestros, tíos y más que consumieron marihuana en esa época se han quedado en el consumo
como adictos? La verdad es que se les pasó la moda, y los que la
probaron o consumieron de manera ya sea ocasional, moderada o
intensa, ya no lo hacen más.
En otras palabras, el informante señala que el ilegalismo pesa más que
el valor de la sustancia en sí misma. Como se explicará más adelante,
las sustancias clasificadas como droga reciben el peso de la significación, incluso de los efectos posibles, desde la clasificación externa que
les ha dado el poder más allá de lo que podrían ser en sí mismas.
145
Ecuador y la marihuana
Consep
Cuando algo se ubica en los barrios de la pobreza y que además
poseen ciertos antecedentes de carácter delincuencial, se produce
una suerte de resignificación de los calificativos otorgados por la
sociedad a la marihuana y a su usador. Es decir, si allá va la marihuana, si allí se la vende y se la compra si, peor aún, allí se la usa,
el sentido de lo marginal ligado al mal se impone por sí solo y se
potencializa. Ir al barrio a comprar marihuana es ir por un producto
desvalorado por sí mismo y algo que pertenece, más que a la pobreza, a la parte lumpen de la ciudad.
Ya se sabía en los barrios en donde se vendía la marihuana. En las
cantinas de El Vado, por ahí paraba uno al que decían El Che y era
el que vendía a pretexto de pintar cuadros con paisajes de El Vado
y del rio. Por la 10 de Agosto en donde había unas fondas de mala
muerte, pero que eran solo la pantalla para vender la droga. En mi
tiempo, la subida a Turi era de tierra y mucha maleza, entonces se
metían al monte a fumar. En el barrio en donde estaban las casas de
cita ahí, a más de encontrar sexo, encontrabas la marihuana.
El inicio de los usos de marihuana no pertenece a la marginalidad.
Todo lo contrario, históricamente, las drogas comenzaron siendo
parte de las prácticas privativas de la nobleza política y clerical, tal
como se ha señalado en el Primer Capítulo. Luego, a través de artistas, filósofos y académicos, descendió a los estratos populares.
Cuando a mediados del siglo XX empieza a extenderse su uso y con
la declaratoria de la guerra que implica la ilegalidad de los usos y del
tráfico, la venta debe necesariamente esconderse. Se esconde en los
barrios populares y marginales. En el imaginario social, la marginalidad crea cierta protección e incluso un nivel de inmunidad mientras
ciertos actos y sus actores se mantengan dentro de esas murallas que
no levanta la pobreza por sí misma sino los otros estratos sociales
para protegerse del mal y de la ignominia que ahí habita.
146
Como dice la informante, la máscara que se han quitado las nuevas
generaciones permite mirar más allá, justamente al otro lado de ese
antifaz colocado por los supuestos saberes del discurso oficial que
ha hecho muy poco para realizar lecturas múltiples y creativas sobre las drogas. De hecho, cuando se estatuye un saber, se reducen
a la mínima expresión las posibilidades de crítica y de creación de
nuevos saberes. De hecho, el discurso sobre las drogas no solamente fue oficial sino, además, dogmático. En la actualidad, se ha
tratado de destruir tanto ese oficialismo como el dogmatismo no
ajeno a cierto dejo de lo perverso. Como se verá más adelante, la
posición del presidente Mujica de Uruguay ha debido pasar primero por una crítica clara sobre lo oficial y luego deshacer el mito de
la maldad colocado en el cannabis.
En consecuencia, en las últimas décadas del siglo pasado, la obtención de la marihuana no fue tarea fácil, de modo particular para los
neófitos y más aún para lo procedentes de los estratos sociales medios
y medio altos. El pequeño traficante se camufla en espacios y actividades precarias. Como acontece con otras realidades que pertenecen
a la marginalidad, la venta de drogas al menudeo se convierte en un
indicador más entre los signos y símbolos sociales que representan a la
marginalidad. Esto implicaría que ahí el pequeño traficante posee un
espacio físico real pero, sobre todo, un espacio de simbolización de su
vida. En adelante, un pequeño traficante será nominado con muchos
otros apelativos que lo ocultan y lo visibilizan al mismo tiempo.
El súper héroe
Como se ha señalado en el capítulo primero, en el país no existe
una historia antigua que dé cuenta de la presencia de la marihuana.
147
Ecuador y la marihuana
Consep
Cuando se toma el escenario literario nacional el romanticismo ya
casi olvidado en Europa, se hace evidente el uso de las drogas de
entonces: el opio y el hachís.
Quizás la denominada generación decapitada71constituya el ejemplo tanto del uso de drogas en el ámbito literario como de su carácter ciertamente excepcional. Medardo Ángel Silva escribe desde la
orilla de sus tormentos: Llamé a tu corazón... y no me ha respondido / Pedí a drogas fatales sus mentiras piadosas… en vano.
Seguramente ellos no fueron la excepción, pero dan cuenta de lo
excepcional que para entonces significaba el uso de sustancias. Por
otra parte, es preciso tomar en cuenta que casi todos estos poetas
vivieron en París bajo la sombra literaria de Baudelaire que no
cesó de lanzar loas literarias a la hierba tanto como a la heroína.
A comienzos de la década de los setenta, la marihuana ya ha hecho
acto de presencia, de modo particular en los espacios universitarios
como parte de la gran ola de Mayo 68 que conmocionó el espíritu académico y los sentidos de la juventud de entonces que fuera
colocada en el banquillo de los acusados por su conformismo. El
espíritu revolucionario que siembra Mayo 68 en la juventud llega
al país y se injerta en las universidades.
Como señala Sierra,72 en la década de los 60-70, se usa fundamentalmente marihuana y quienes lo hacen se hallan involucrados en
el espíritu hippie, con cierto carácter contestatario heredado del
movimiento Mayo 68. Aunque la autora afirme que los usadores de
marihuana de entonces se hallaban impregnados de cierto marxismo, la verdad es que la marihuana ingresa a la Universidad como
parte del espíritu contestatario de la época que posee más de social
que de político. Se trata de una novedad más entre las que empiezan a vivir las nuevas generaciones, a veces barnizada con la marihuana que posee ese algo de rebeldía que la vuelve interesante.
Por estas razones, parecería que los usos se centraban de manera
preferente en las Facultades de Ciencias Sociales. Ello habría dado
a los usos cierto carácter social más que personal, algo, por otra
parte, que de suyo pertenece a la marihuana más que a cualquier
otra sustancia o cualquier otro uso. Es el tiempo en el que aparece
la maldición sobre las drogas expresada en el acuerdo de las Naciones Unidas en Viena en 1970.73
En general, los usos se inician hacia finales de lo que era la adolescencia de entonces y que fundamentalmente correspondía a los tres
últimos años del bachillerato. Más aún, para un grupo importante,
el inicio se habría dado al comenzar los estudios universitarios, tal
como señala Sierra. Sin embargo, de ninguna manera ello excluye
inicios más tempraneros que ciertamente se produjeron.
Por otra parte, también es preciso señalar que los chicos, de manera general, se inician con el uso de alcohol mediante la cerveza,
en la Costa, y el aguardiente en la Sierra. Estudios de la época dan
cuenta de un inicio cada vez más tempranero del uso de alcohol
(cerveza y aguardientes por parte de colegiales urbanos).
Entonces se daban los inicios un poco tarde, tal vez a los 17 o 18
años, más o menos. Desde luego que siempre se empezaba con
71Se trata de un grupo de cuatro poetas románticos y modernistas de comienzos del
siglo XX, dos de Guayaquil (Medardo Ángel Silva, Ernesto Noboa y Caamaño) y dos
de Quito (Arturo Borja y Humberto Fierro). Los cuatro se suicidaron, Borja murió por
sobredosis.
72 Sierra, N., 2013.
73En 1998, las Naciones Unidas, en su vigésimo período extraordinario, aprobó la
declaración política según la cual, para el año 2008, se habría eliminado o reducido al
mínima expresión el uso y tráfico de drogas.
148
149
Ecuador y la marihuana
Consep
el trago. Pero sí conocí peladitos que venían al barrio a comprar y se iban a fumar debajo del puente. A veces cambiaban
la marihuana por solución74 o por el trago. Pero como la gente
es inescrupulosa, era conocido que a los peladitos incluso les
regalaban, y no es que les regalaban las hojas sino los palos
mezclados con los restos de las hojas que quedaban después de
armar los paquetes.
Las percepciones sociales sobre la edad y el valor significativo de la misma en las realidades y hechos sociales dependen
de los valores criteriales que se manejan en una época determinada. Un colegial en la década de los setenta es un muchacho casi sin autonomía y capacidad de decisión personal es,
como decía la tradición psicológica, un adolescente casi del
todo dependiente de los mayores domésticos, pese a que ya
se había producido el inicio del cambio cultural que tendría
que ver de manera particular con la autonomía de las nuevas
generaciones.
De hecho, casi no existe un discurso ni social y peor aún familiar sobre la marihuana. El tema de la hierba roza la zona
cultural de lo prohibido, una cosa de la que algo se sabe pero de
la que casi nada se dice, algo parecido a lo que acontecía con la
sexualidad. Por lo mismo, para entender parte de ese momento
histórico, se podría ir a la historia del súper-héroe que aparece
en el mundo: aquel que salva a la ciudad del mal, al mundo entero de la destrucción. La marihuana y otras sustancias tienen
ya el nombre del mal.
74 Solución: pegamento sintético elaborado con isarcol y de venta libre en las ferreterías.
Se colocaba una porción en una funda plástica para inhalarla. Fundear llegó a significar drogarse, de modo particular por los niños de la calle. Cf. Tenorio, R: Los niños
de la calle y el uso de drogas, FNJ, Quito, 1989.
150
Pero hay también un súper héroe, quizás un poco humilde, pero en
nada menos valiente y decidido y que se atreve a expresar su valor
haciendo aquello que todos repudian. Si el mundo ha declarado la
guerra a las drogas, y si el propósito de esta guerra es eliminar la
marihuana, entonces, aparecen los héroes que se proponen salvarla
del enemigo universal. Y una forma de hacerlo no fue precisamente cultivándola o escondiéndola para protegerla de la aniquilación
universal, sino usándola, viviéndola, incorporándola a la vida, a
su vida cotidiana, sus poderes mágicos. Hacerlo constituía, pues,
una suerte de heroísmo. ¿Es el pequeño usador de marihuana este
súper héroe?
Cuando fuimos jóvenes, nosotros buscábamos en la marihuana
sobre todo el hecho de aparecer como súper héroes, porque te
atrevías a hacer lo que los demás no podían hacer o no se atrevían. Era buscar nuevas experiencias en la vida, salir de la rutina,
era un mundo en el que se tenía todo, y probar algo nuevo era el
gran reto.
En la década de los noventa los saberes comunes sobre la marihuana son elementales y responden a la ideología del bien y del mal.
Por su parte, el cannabis aparece como una de las expresiones del
mal al que ni siquiera se lo debe mencionar en la vida cotidiana.
Estos son, por ejemplo, los recuerdos de Carolina, una mujer cuencana que para entonces tenía 16 años y que actualmente es una
profesional.
Entonces se decía que la marihuana produce alucinaciones y que
te destruye tu cerebro, que causa adicción y que, cuando la pruebas, ya no puedes volver atrás porque es adictiva y que cada vez
necesitas más y más. Se decía que la marihuana no solo te destruye el psiquismo sino que te destruye tu cuerpo porque en poco
151
Ecuador y la marihuana
Consep
tiempo te ves deteriorado y envejecido. Además, que llegas a un
punto en el que actúas como autómata y que definitivamente no te
queda o internarte o seguir consumiendo drogas. Eso era lo que
se decía en mi tiempo, se daba información sobre los peligros de
caer en la red de las drogas. Pero muchos hacían caso omiso de
todo esto.
Paralelo a este discurso, en la Europa académica se trabaja el tema
de la postmodernidad cuyos efectos llegan a la Academia nacional,
aunque quizás en dosis reducidas y muy poco en el plano teórico.
En efecto, no existe una influencia directa y eficaz de lo teórico
en las representaciones sobre las drogas. No se trata de tiempos
reales sino de tiempos lógicos que poseen un carácter más espacial
que temporal. “La posmodernidad no es una época que se halle
después de la modernidad como etapa de la historia, dice Vásquez
Rocca75. El post de la posmodernidad posee un carácter más espacial que temporal. No se trata de un tiempo concreto en la historia
del pensamiento, sino de una condición humana determinada que
tiene que ver con los modos de construcción de las representaciones en lo que respecta al mundo y sus realidades. Una construcción
ideativa que implica una ruptura ideológica y, por qué no, también
ética, como insinúa Lyotard76 en La condición postmoderna.
Surge una pregunta: ¿no será que el uso de drogas se inserta en el
tiempo lógico, discursivo y estético de la postmodernidad, como
condición de vida, pero también como una estética y una ética?
Justamente, la marihuana, como ejemplo quizás paradigmático,
sería uno de los signos de la emancipación de los sujetos, en particular de los muchachos y jóvenes formando parte de la sujetación
a las éticas equívocas familiares y sociales. Es cierto que también
75 Vásquez Roca, Adolfo, febrero 2011.
76 Lyotard, J-F, 1998
152
podría darse una nueva dependencia totalmente equívoca pues no
sería precisamente o tan solo a la cosa sino a un discurso contestatario del que ciertos usadores quizás no salieron nunca.
En efecto, si Lyotard, por ejemplo, habla de la condición postmoderna para dar cuenta de la emancipación de la razón y de la libertad, ¿no estaría la marihuana en una posición similar en la medida
en la que con ella se pretendería liberar a las nuevas generaciones
de los múltiples y antiguos sometimientos a posiciones ideativas
e icónicas como la religión, Dios, la familia (habitación del dios
padre, el pater familias)? De igual manera, sí cabe preguntarse si
habría sido posible sin la marihuana y otras drogas la ruptura que
da origen a la condición postmoderna. Pero también sería legítima
la pregunta inversa: ¿se habría dado esa especie de imperio de las
drogas fuera de la condición posmoderna?
Con las limitaciones de todo texto producido medio al azar, el testimonio de una muchacha de 23 años de Quito podría entenderse en tanto surgido de esta posición eminentemente contestataria.
Esta actitud se halla generalizada en casi todos los informantes
jóvenes que ven en la marihuana no la presencia del mal sino un
producto de la cultura y de sus espacios vacíos de significación o
con respuestas insuficientes a los grandes cuestionamientos de la
existencia en los que no están ausentes temas como el de la violencia y el de la pobreza.
Desde esta perspectiva, los usadores se ven casi impelidos a mostrar sus usos a todos, de modo particular a quienes se hallan investidos de poder, ya sea en la escuela o en la casa, en la calle o en
el estadio. De alguna manera, se podría afirmar que los usadores
de marihuana constituyen un grupo privilegiado, como el de los
artistas, colocado en el mundo contestario frente a una sociedad /
153
Ecuador y la marihuana
Consep
Estado valido de sí mismo y que ha actuado, pensado y legislado
al margen de los grupos. Ese Estado “entendido restrictivamente
y casi siempre polémicamente, como el conjunto de los aparatos
que un sistema social organizado ejercen el poder coactivo”, como
diría el filósofo de la democracia Norberto Bobbio.77 “La expresión sociedad civil nació de la contraposición, desconocida por la
tradición, entre una esfera política y una esfera no política. (…)
Sociedad civil como conjunto de relaciones no reguladas por el
Estado y, por consiguiente, como todo lo que sobra, una vez que se
ha delimitado bien el ámbito en el que se ejerce el poder estatal”.
Según los informantes, hace más de 20 años, el uso de marihuana
ya poseía ese valor contestario que se expresaba en el uso cada vez
menos oculto, cada vez más abierto, más en los patios de un colegio, en el estadio, en la calle que en la privacidad del cuarto propio.
Se podría decir más contestario al poder estatuido, por lo mismo,
cada vez más perteneciente a la sociedad civil.78
Este es el territorio significante en el que es preciso ubicar las antiguas y nuevas actitudes de los usadores que se tornan desafiantes,
absolutamente contestarias y, desde luego, abiertamente escandalizantes. Este posicionamiento no se observa únicamente en aquellos usadores que de manera propositiva lo exhiben ante el otro del
poder, ante el representante del poder, sino también en el común
usador del anonimato por cuanto uno y otro se enfrentan a la prohibición y a la penalización de los usos.
77 Bobbio, Norberto, Estado, Gobierno y Sociedad, por una teoría general de la política, pág. 2, www/pucp.edu.pe
78 Bien podría ser esta una entrada teórica para analizar la política uruguaya frente a
la marihuana. Aunque es el gobierno el que toma a su cargo la producción y venta
del cannabis, sin embargo, el presidente Mujica, de alguna manera, se haría eco del
pensamiento y de las demandas de la sociedad civil uruguaya.
154
Como ya se señaló, la marihuana coloca a sus usadores en el campo de la heroicidad. Son los caballeros andantes míticos que van
pipa en rastre, aunque de manera más bien oculta, para convertirse
en héroes de una causa que, como se ha terminado demostrando,
no estuvo nunca perdida. Ellos, pues, la habrían salvado.
Claro que lo van a demostrar delante del papá, de la mamá, del profesor. Sí, de ley. Le digo que tengo bastantes amigos que dicen a los
papás: yo fumo yerba, ¿y qué? Y claro que sí, los papás reaccionan,
algunos se enojan y todo. Pero después lo aceptan porque también
los papás ya comienzan a verlo de otra manera, como que se dicen:
bueno, al menos me lo dijo. Y así un profesor también. Tengo un
amigo que precisamente en la Facultad de psicología tuvo una clase
sobre drogas, y el man fue a dar la exposición. Había un compañero
que estaba en favor y otro en contra de las drogas, y que el man
que estaba en contra tenía sus argumentos, y que estaba a favor
dijo: bueno, yo voy a hablar a favor, pero primero voy a ir volado.
Y en clase dijo: sí, yo estoy volado en este momento, así que tengo
muchas razones para decir que estoy a favor de la yerba. Imagínese,
admitió frente a una clase entera, frente al profesor. Ya hemos llegado a ese punto en el que ya no consideran malo fumar, sino que ya lo
consideran como un: yo soy así. Claro que no todos lo asumen así.
“Evidentemente, toda vida es un proceso de demolición”. Con esta
frase del novelista Scott Fitzgerald, G. Deleuze79 inaugura la serie
de paradojas de su Lógica del sentido: “Hay algo demasiado fuerte
en la vida, no es en absoluto algo necesariamente aterrador, es algo
demasiado fuerte, algo demasiado potente en la vida. Entonces,
uno cree de manera algo estúpida que bebiendo puede ponerse al
nivel de aquello más potente”.
79 Deleuze, G. La lógica del sentido.
155
Ecuador y la marihuana
Consep
Pues bien, ciertos usos de drogas podrían ubicarse también en los
espacios de lo contestatario y lo autodestructivo que se juntan para
dar cuenta quizá del fracaso de la respuesta que ha dado una sociedad maniquea e hipócrita a la problemática de las nuevas generaciones. No se trataría de un elogio a la autodestrucción ni a una
posición suicida, tan solo se estaría buscando, por una parte, hacer
que la sociedad de los buenos ciudadanos se enfrente a la verdad
de la hipocresía y, por otra, ofrecerse como víctimas de un proceso
del que los buenos se resisten a convertirlo en objeto de análisis y
no de rechazo y de condena.
Desde luego que se daría una suerte de plus de exageración no solo
en los testimonios sino, sobre todo, en las actitudes de los informantes que tenderían a realizar generalizaciones no necesariamente válidas. Sin embargo, es preciso tomar en cuenta que la posición
contestaría, para consolidarse, requiere de estas generalizaciones
que terminan constituyéndose en argumentos absolutamente válidos al momento de las justificaciones.
El testimonio pertenece a una muchacha de 21 años de la capital.
Es como si se hubiese producido una suerte de liberación de tal
magnitud que habrían desaparecido casi todos aquellos límites y
obstáculos que pertenecen al entorno de las drogas y de sus usadores. Pese a que probablemente aparezca la exageración, también es
preciso reconocer en la misma la apertura de un mundo en el que
la realidad de las drogas y de sus usos ha construido espacios hasta
hace poco imposibles.
De hecho, de la mayoría de amigos que conozco, sus papás ya saben que consumen, ya sabemos todos. Por el contrario, de los que
dicen que ocultan se me hace un poquito duro pensar que oculten
esto a sus papás o ante la sociedad porque, como te digo, cada
156
vez es más común que el que usa saque su pipa donde sea porque
estando juntos te dicen: bueno me voy a volar, en la casa saben
que fumo, así que todo va bien.
Esta posición también podría entenderse como un elogio a la autodestrucción y sus posibles formas de manifestarse: esquizofrenia,
usos conflictivos e incluso extremos de alcohol y de sustancias, deportes extremos, suicidio. Porque es innegable que siempre estarán
quienes se hallan listos a los elogios de ciertas realidades incluso
de aquellas que claramente atentan en contra de la seguridad e integridad personales.
También es preciso reconocer que cada etapa de la vida se halla
acompañada por un deterioro inevitable, el continuum vital es interrumpido constantemente por pequeñas muertes que indican el paso
a un nuevo momento físico y psíquico. Tal modificación destructiva
afecta al sentido que cada sujeto otorga a su existencia y la forma
de vivirla entre los otros. También se podría poner el acento en una
suerte de destino al que se sometería un determinado sujeto o grupo,
o bien pensar en el imperio de cierto nihilismo invasivo que anuncia
la libertad de morir y el poder de arriesgarse mortalmente.
En este punto queda abierta y justificada la posibilidad del suicidio, tanto en un sentido lato como extremo, como el uso de drogas
o de alcohol, en la medida en que se logra escapar a la urgencia del
presente, abriendo una brecha en el hilo temporal para dar lugar a
lo inédito, el acontecimiento que se queda sin texto para la lectura
y la interpretación y que se convertiría en acto puro, como diría el
psicoanálisis. Por la mediación de estos actos se pretendería acceder a una libertad absoluta en la que desaparecería el sometimiento
a los procesos de normalización y de sujetación a los límites básicos de la cultura.
157
Ecuador y la marihuana
Consep
Se trataría de un viraje en el momento existencial del sujeto
que no necesariamente debería implicar un estado sino una
situación dada. Es decir, vivirse de otra manera en un momento dado, o bien, sentir e interpretar de un modo particular una situación existencial. La marihuana se convertiría en
ese elemento que permitiría al sujeto realizar esa suerte de
viraje existencial sin que se deshaga la existencia. Por otra
parte, también le facilitaría existir en ese momento de forma
diferente. Ir a clase con la grifa dentro podría tener ese valor
de significación porque solo entonces el momento existencial
adquiriría ese sentido buscado.
De hecho, para Deleuze, la locura, el suicido, las drogas (o el
alcohol) serían los tres modos de intentar unir estas líneas que se
crean en la existencia en el afán de vivirla intensamente o de proveerla de sentido. Todo lo cual, por una parte, pone en entredicho
la idea de la huida en estampida del mundo y, por otra, provee
de valor absolutamente creador a ciertos usos. Sin embargo, habría que añadir que este proceso no necesariamente es consciente,
por el contrario, es probable que sea eminentemente inconsciente.
También se podría pensar que la sobredosis consistiría en el intento
de pasar, de sobrepasar el límite del sentido: más allá de ese límite
habita el sinsentido, es decir, la muerte.
¿Por qué denunciarse así ante los otros, en particular ante las autoridades, como el profesor, por ejemplo? Deleuze dice que el sujeto
siempre mantiene relaciones complejas entre lo que acontece en su
exterior e interior. Allí se darían interferencias y cruces, conjunciones y separaciones que, en última instancia, dan cuenta de la complejidad del sujeto y de sus relaciones. La marihuana no vendría ni
a suprimir la complejidad ni a crearla, tan solo a evidenciarla.
Deleuze afirma que todo lo bueno y grande de la humanidad se
piensa desde la grieta y sus bordes, es decir desde la constatación
de la incompletud y de la caducidad. De los testimonios se deduciciría que la marihuana, a diferencia de toda otra droga, incluido
el alcohol, podría conducir al sujeto a esa grieta del ser y del saber,
a esa suerte de vacío que, sin embargo, es capaz de significar la
existencia.
Entonces un estudiante sí va fumado a clase porque es precisamente de donde y en donde quiere escapar, porque si va a clases
es como que estoy pero no estoy, es como si dijese: eh, te gané,
sistema. O sea, va fumado y nadie se da cuenta que está volando,
y él diría otra vez: mira, sistema, te gané. Y el profesor no se va
a dar cuenta. Y, bueno, si está en clase de semiótica o algo así,
mejor, porque ahí actúa de una manera más activa, y de hecho,
estas son las personas que más discrepan con el profesor, son las
personas que dice “no” a lo que afirma el profe, es que puede pensar mucho mejor que la persona que está al frente y no contradice
nada y todo acepta. Si va fumado a clase, es lo mejor que puede
hacer porque va libre.
El informante, un joven quiteño de veinticuatro años, se refiere precisamente a este proceso que se produciría con la marihuana con la que
se lograrían saberes particulares cuando se está dentro de ella.
158
Lo que también contaría y en primera instancia es el hecho de que
existen realidades y situaciones generacionales, un tiempo vivencial y lógico que posee una especie de peso y valor específicos que
sirven para vivir e interpretar el mundo. Un sistema que no siempre
funciona porque los códigos sociales vigentes ya no servirían para
esa interpretación. El problema no se halla en la marihuana ni en la
base. Es el sujeto el que está mal en un mundo relativamente ajeno
pues pertenecería a los adultos.
159
Ecuador y la marihuana
Consep
Con mis amigos compartimos ahora estas ideas, ya sea que estén
usando o que ya hayan salido porque algunos ya dejamos de fumar.
El problema en la sociedad no es el alcohol, el problema en la sociedad no es la marihuana, no es la cocaína, no es nada de eso. El
problema es el ser humano, es una necesidad que está ahí de por medio y que finalmente es lo que viene a suplir la marihuana. Es como
correr, yo hago esa imagen, porque, cuando tú fumas, te desconectas
completamente del contexto. Personalmente, y después de todo este
tiempo y ya con todo esto de estudiar, me he dado cuenta de que esta
era una forma de escapar de mi realidad, o sea, en el fondo, lo que
yo hacía era escapar del abandono de mi padre, por ejemplo, de esa
situación que yo vivía en mi casa, de no sentirme entendido.
Existe lo que he denominado una vocación hedónica80 y que pesa
sobre cada sujeto, también sobre la colectividad. La sociedad ha
hecho del goce un imperativo casi ineludible. Se trata de una suerte de imperativo que obliga a los sujetos a introducirse de manera
propositiva en la actividad del goce. La marihuana no es la proveedora del placer faltante sino la encargada de denunciar la falta de
placer y de crear tanto el convencimiento de que es posible hallarlo
como de vivir esa suerte de goce como punto de llegada de esa
vocación hedónica social y personal.
Es necesario pensar en esta vocación hedónica del sujeto y en la
función del hedonismo en la construcción de las identidades y
también de los proyectos existenciales. Pero también es necesario tomar en cuenta que la vocación hedónica igualmente podría
remitir a una suerte de vacío de ser. De ese vacío al que dieron
tanta importancia la filosofía y la literatura del siglo pasado y
también aquella a la que se refería Lipovestkky81 a finales del
80 Tenorio Rodrigo, 2010.
81 Lipovestkky, G, 1985.
160
siglo pasado y que luego se expresaría de manera dramática
en los cuadros de anorexia absoluta a comienzos del presente
siglo. Ese vacío que no ha podido ser significado en el orden
del deseo y del goce, entonces se convirtió en anorexia y, en
la actualidad, es posible, en los usos conflictivos y extremos
de sustancias. Estos usos extremos no dejarán de hablar de un
vacío en el sujeto que se llena con sustancias y que, finalmente,
han permitido que la sociedad vuelque las miradas hacia ellos.
Por desgracia, el poder no mira ese vaciamiento del ser ni escucha las voces lanzadas desde los vacíos de significación que invaden a las actuales generaciones. La sociedad de la represión y
de la guerra se queda en la materialidad concreta, absurdamente
concreta, de las sustancias. Quizás a esto se refiera la informante cuando habla de la felicidad que entonces se experimentaba
con la marihuana.
Es que, aunque sea en un concepto abstracto, yo fumaba marihuana por lo bien que se sentía en la dinámica del grupo. Por
eso lo hacía. Eso quiere decir que para mí, porque había ese refuerzo que me llevaba, cuando me drogaba, a compartir, que era
como el ir a comprar pan, que era el estar feliz con mis amigos.
Todo eso nos llevaba a asimilar droga con felicidad o alcohol
con felicidad.
Lacan se refiere a la búsqueda por parte del sujeto de un plus de
goce, ese goce que aparece más allá de lo real que pueda tener
en sí misma la sustancia, la marihuana en este caso. Es lo que,
desde antes, desde un antes mítico, el discurso y el deseo ya han
colocado en la sustancia. Por lo mismo, el goce que se busca y,
supuestamente se halla, en realidad no se halla, sino que lo produce cada sujeto, al usar. Lo que causa el placer es la experiencia
de una especie de certeza de que en verdad se ha el cumplido el
161
Ecuador y la marihuana
Consep
deseo. En consecuencia, se hablaría de un placer (goce) haciéndose en cada acto y por la relación del deseo, la falta y la acción
de cada sujeto.
Muchachos y jóvenes pretenden hacerle el quite al dolor y a la
muerte, desde la misma posición que se lo ha hecho a lo largo y
ancho de la historia. Aparentemente sin negarlos, tratan de que
no aparezcan en la vida cotidiana o que, si aparecen, su presencia
sea fugaz. Por eso la mariguana, como el alcohol, también sirve
para ahuyentar el sufrimiento que ya no es un malestar cualquiera sino uno que afecta al ser en sí mismo, a los sentidos de la
existencia. Prácticamente no existe incógnita que no verse sobre
el placer, el dolor y la muerte. Una actitud que podría ser leída
desde una posición postmoderna ante la vida, el placer y el sufrimiento. En este contexto, ya no habría cabida alguna para un
sufrimiento que se justifique en sí mismo, o que se pueda realizar
una suerte de metarelato sobre el dolor. Por el contrario, la vocación hedónica se impone por sí sola.
Atiborrado de cosas, aparentemente necesarias pero en realidad
absolutamente inservibles, la sensación de vacío no desaparece
aunque se lo quiera ahogar en el humo, el saber y la experiencia de
la marihuana.
Esta posición sobre los sentidos del ser tendría que ver con una
actitud postmoderna de la sociedad re-semantizada en las sociedades latinoamericanas y también del país. Actitudes que podrían
ser calificadas de híbridas en el sentido en el que son la mezcla de
lo que acontece acá con lo que viene de fuera, con lo que traen,
por ejemplo, el cine, la novelística y también las interacciones
de las redes sociales. Quizás en este punto se hallaría el sentido
más claro de lo postmoderno como un conjunto de saberes, inter162
pretaciones y actitudes que se producen en un proceso amplio y
equívoco a la vez.
En un comentario colgado en la red bien puede darse una cita de
Nietzsche emparentada con una canción o el tema de una película y hasta algún texto religioso. De hecho, el anterior testimonio
comienza con un llamamiento a lo abstracto que, a lo mejor, no
aparece claramente, pero que es invocado porque algo de eso
se halla en la relación del sujeto con la marihuana y no necesariamente con otras sustancias porque ella y casi solo ella posee
vínculos con un saber que no debería rozar la locura. Las otras
son eminentemente drogas ligadas con la locura, como el opio,
por ejemplo.
Las posiciones ante la marihuana no podrían entenderse al
margen de los procesos de conocimiento y de las actitudes
de la sociedad ante el mundo, las críticas a los modos de pensar y vivir y a las interpretaciones que antes fueran impuestas
como únicas y verdaderas. De hecho, a América Latina se le
impusieron principios, normativas e incluso legislaciones penales en todo lo que respecta a la drogas, sin tomar en cuenta
la actitud crítica y deconstructivista que, desde el siglo XX,
caracteriza a la región. No se ha reconocido que el espíritu
latinoamericano del siglo XX, sobre todo a partir de Mayo 68,
se vuelve absolutamente transgresivo, contestatario a lo que le
llega de fuera.
De hecho, casi no se han tomado en cuenta estos aspectos en los
análisis que se han realizado sobre la presencia en el Continente
de las drogas, en particular de la marihuana. Al pasar por alto la
posición ideativa, creativa y política de las Américas hispánicas,
se abandonan espacios teóricos que permiten entender mejor un
163
Ecuador y la marihuana
Consep
fenómeno que no puede explicarse de la misma manera en Holanda que en Bolivia o Ecuador. Como señala Gadea,82 debe tenerse en cuenta que lo posmoderno no es únicamente análogo a
la heterogeneidad social o al hibridismo cultural.
Estas premisas no son la conclusión final del debate sobre el
tema, sino las que permiten su eventual comienzo. Por desgracia, el tema de las drogas ha sido visto desde una perspectiva
absolutamente unilateral, es decir, desde la concepción de cosas
dañinas y peligrosas, desde la mirada de sustancias malas en sí
mismas y que causan males a quienes las usas y también a las que
producen.
La propuesta de abandonar el término consumo y sustituirlo por el
de uso83 tiene que ver con los valores que las drogas poseen en los
sistemas representacionales de los sujetos y de los grupos.
En el siguiente testimonio de Pedro, un joven adulto de Quito, podría evidenciarse el proceso de significación sobre la marihuana que
los niños construirían desde las experiencias comunes de la vida cotidiana en la que la marihuana se hallaría presente en actos y situaciones que no pertenecen a la cotidianidad de un niño, por ejemplo,
y que en sí mismas hablan ya de su presencia inequívoca. ¿Quién
se ha preocupado de la falla o del fracaso de la función hedónica de
mamás y papás en los procesos de construcción de las identidades
82 Gadea, Carlos, Vanguardias político culturales y la pre-historia de lo posmoderno en
América Latina, www.uaemex.mx/
83 Esta propuesta se la analizó de manera clara en El sujeto y sus drogas, (op.cit.). Lo
importante de la propuesta estriba en la diferencia entre consumir que implica el
agotamiento de la cosa en sí y el uso que rescata el involucramiento del sujeto con
la sustancia, con la marihuana, por ejemplo, que posee valores de significación que
duran en el sujeto más allá del acto mismo de uso. Los valores de significación determinan que la marihuana, ingresada en el sistema representacional del sujeto y del
grupo, produzca y se mantenga produciendo sentidos cada vez nuevos y diferentes.
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en los nuevos niños y niñas? La sociedad tiende a preocuparse del
supuesto mal ejemplo y no de las razones invisibles que motivan los
usos y que se ligan a las experiencias y afectos de los niños.
El hecho de que los niños fumen marihuana justamente tiene que
ver con el peso de la idea, de la idealización, de la ideología que
tiene la mariguana y que se ve en todos lados. Porque el niño ve
el símbolo de la marihuana en una bandera en el estadio, en un
gorrito, en una mochila. Entonces, un niño de diez años pasa por
ahí con su mamá y ve esos colores o a un tipo rastra con su mochila con los colores propios de Jamaica. O ve a otros haciendo
figuritas y que aparecen como diferentes, con sus barbas, y claro
que todo esto sí le llama la atención. O simplemente los ve fumar,
y todo el mundo los ve fumar con su pipa y bota el humo. Y luego el niño simplemente se pregunta: qué es eso. Todos los niños
son esponjas y ven y absorben todo, aunque parezca que tienen
los ojos en otra parte. Entonces ellos ya tienen una idea que se
repite y ellos empezarán a hacer lo mismo. Y más aún cuando los
niños están en los problemas sociales y familiares, en la pobreza,
la pobreza es una enfermedad del alma. Y hay otras enfermedades
que enferman a los niños como el divorcio de los papás y otros
problemas familiares. El niño irá a La Carolina84con su patineta y
hará lo que los otros están haciendo.
No es el discurso oficial el que ha realizado estas distinciones
sobre la realidad de la presencia de la marihuana en la vida cotidiana a la que pertenecen los niños. En efecto, para el mismo
no hay nada más que añadir al hecho de que la marihuana es una
droga maligna y que, por ende, debe ser eliminada, no solo en la
calle, sino en las tierras en las que se la cultiva. Lo que resulta
imprescindible es, entonces, abordar todos los elementos de aná84 Parque de la ciudad de Quito.
165
Ecuador y la marihuana
Consep
lisis para comprender la especificidad de los usos de marihuana
en las prácticas sociales.
subsumido en el hacer que, por su parte, debe permanece oculto
convertido en secreto del que nadie debe enterarse.
En consecuencia, la idea de que algo es droga, en este caso la
marihuana, no surge de la cosa en sí sino de relaciones lingüísticas y de prácticas sociales que la han calificado como tal y
la han colocado en la territorialidad lingüística de lo malo. En
consecuencia, resulta imprescindible abordar las dos regiones
del decir sobre la marihuana: desde ella misma y desde el discurso oficial. Al hablar de ella misma, se hace referencia a las
representaciones que se producen en torno a la marihuana al
margen del discurso oficial que, como se ha señalado, no hace
sino repetir una enseñanza construida desde una única posición,
la del mal.
La informante es una chica de veintiún años y era pequeña cuando
en casa se devela el gran misterio-crimen de que el papá alguna
vez fumó marihuana cuando muchacho igual que sus hermanos,
tíos de ella.
Resulta, pues, imprescindible tomar en cuenta ambas zonas
discursivas para lograr una mejor comprensión de una realidad
social que va mucho más allá de la cosa-sustancia, el cannabis,
para arribar a la marihuana usada generación tras generación
sabiendo que cada una de ellas produce nuevos sentidos sobre
una realidad eminentemente móvil.
Me acuerdo que estábamos en una fiesta familiar. Y mis tíos estaban borrachos y mis papás estaban ahí. Y entonces empezaron a
molestarle a mi papi diciendo que de joven él había sido marihuanero. A mí me llamó mucho la atención, pero de eso nunca se habló en casa. Pero después, hablando con mi mami, ella me contó
que al hermano mayor de mi papi mi abuelo le había cachado que
fumaba. Entonces así uno va viendo cómo se forma más que una
ilegalidad, un tabú. Y cómo se rechaza a esa persona como mala
porque consume. Pero de esa gente de entonces hay quienes nos
dicen: bueno, hazlo, pero hazlo con conciencia. Entonces, siempre
hay ese doble juego: de que es un placer, pero también de que no
puedes hacerlo en cualquier lado. Entonces siempre hay el riesgo
de que te tachen de drogadicto.
Pero la marihuana aparece en la sociedad del siglo pasado ya
marcada por el mal. Hasta tal punto es abarcativa y absoluta
esta marca del mal que ni se habla de ella ni es posible que
alguien comente sus usos antiguos a sus hijos, por ejemplo. En
efecto, cualquier uso, por más racionalizado que hubiese sido,
pertenecía y sigue perteneciendo de manera necesaria el orden
del mal. Se desconoce, por negación, que las drogas aparecen
en la sociedad para que, en cierta medida, prime el orden de la
subjetividad sobre la objetividad, el decir sobre el hacer. Por
ende, el saber queda casi anulado para que su espacio quede
¿Será que Occidente no puede vivir, crecer y superarse si no es
con un perenne trasfondo del mal y con una ética eminentemente
culpígena? Lo narrado da cuenta precisamente de que el mal rodea
la vida cotidiana, desde siempre, desde el mito del Edén. A partir
de las década de los setenta del siglo pasado, ese mal se llama marihuana y luego drogas, un genérico que posee mucho de perverso
por cuanto se halla destinado a que los ciudadanos pasen por la
prueba de la abstención para certificar su bondad, su ética e incluso su propia justicia. En efecto, aquellos que usaron droga, como
el papá y los tíos de la informante deben mantenerlo en absoluto
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Ecuador y la marihuana
Consep
secreto pues en ello se juega su reputación y también la conducta
de la descendencia.
Será, pues, el consumo de marihuana la excusa suficiente para declarar a los jóvenes como grupo de riesgo peligroso para la sociedad panóptica. De hecho, en las tres ciudades principales (Quito,
Guayaquil, Cuenca) se realizan detenciones masivas porque tan
delincuente es el que cultiva la hierba, quien la trafica y el muchacho que la fuma. De ahí se desprende la necesidad inapelable de
guardar el secreto a toda costa. Porque, como señala el testimonio,
si se llega a saber de esas antiguas experiencias con la marihuana,
el andamiaje moral del papá se deshace.
Es probable que la generación joven de los setenta y ochenta provocase con la política y también con los usos de marihuana una especie de
rompimiento epistémico que les permita pasar a lo que se denomina
la postmodernidad, ese mundo que, en nuestro medio, se habría perfeccionado con el advenimiento del nuevo siglo que, de una u otra
manera, obligó a realizar cortes. Ese corte habría cambiado el sentido
de los usos que, en el campo de la subjetividad, ya no se inscribirían
de manera necesaria en el mal ni en lo puramente contestatario. Un
tema que, desde luego, será tratado con mayor amplitud. Un usador de
comienzos de siglo dice:
de que el uso ya no fuese un delito en sí no quiere decir que en el
país se podía usar libremente ni marihuana ni ninguna otra droga.
Sin embargo, ya a partir del presente siglo, las tensiones disminuyen notablemente y de manera progresiva porque cada vez más se
disemina el discurso de que el tema de las drogas en un problema
de salud. Ello determinará que los usadores ya no sean llevados a
la cárcel, puesto que no es un delito, sino a los hospitales y a los
llamados centros de tratamiento que, en verdad, no representaron
otra cosa que una forma distinta de cárcel, quizás mucho más vergonzante que la cárcel común.
Desde luego que los usadores no son todos iguales. A lo largo
de las últimas décadas, los usos y también las sustancias adquieren cierto rango lo que las hace estar en un lugar y no en otro,
ser usadas por un sujeto y no por otro. Pese a los serios esfuerzos realizados en orden a la despenalización, la marihuana sigue
ocupando un lugar muy particular en el infierno del mal. Por otra
parte, las actitudes ante el cannabis y lo que se ha escrito y dicho
al respecto no han sido suficientemente fuertes como para sacarla del mundo de las droga, es decir, del mal social. La marihuana
no se halla en la cárcel sino en el patíbulo.
Sin embargo, hace veinte años la persecución policíaca era mayor
que la actual. El hecho de que se burlara la vigilancia policíaca y
Por otra parte, parecería que en la situación de riesgo de ser acusados por la policía u otros entes sociales en la que se colocan
los usadores de marihuana podría llegar a incrementar lo placentero. Como si los riesgos que se corren amplificasen la idea del
enfrentamiento y de la transgresión y, por ende, la gratificación
que surge del incumplimiento de las normas sociales realizado
ya no en la soledad de lo privado sino en el espacio público
en compañía de otros que participan de los mismos deseos. El
siguiente testimonio de un usador de hace más o menos quince
años daría cuenta de esta gratificación nacida tanto de la misma
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No teníamos ya necesidad de burlar a la policía porque no estábamos
haciendo nada malo. Además, no fumábamos en espacios públicos ni
hacíamos cosas que vayan en detrimento de la ley ni de la dignidad de
nadie. Tal vez en la época de mis papás era como más satanizado el
asunto. Pero para nosotros era entonces mucho más abierto el consumo.
Ecuador y la marihuana
Consep
droga como la situación del uso en un ambiente en el que se
cuidan las normas.
Para conseguir lo que deseábamos, era necesario estar en el
lugar correcto con las personas adecuadas, que se mantengan
las normas y que nos cuidemos los unos a los otros para que
no probemos, por ejemplo, otras sustancias o que no nos excedamos. En mi grupo, por ejemplo, era un primo mío el que
siempre nos vigilaba. En el grupo en el que me inicié y con el
cual comparto hasta ahora de vez en cuando, ellos tenían un
juramento que hacían al iniciar el consumo de la marihuana:
no mezclar con otras sustancias que sean nocivas para la salud. Por lo mismo, si alguien quería probar mezclas de algo
más, no se le permitía. Porque la marihuana sola es sana, pero
cuando las mezclas con otras sustancias entonces sí te resulta
perjudicial.
Es común que el poder considere que es suficiente la ley para evitar
que algo se produzca, que es suficiente la ley para interrumpir de
una vez por todas algo que está aconteciendo. El poder valido de
sí mismo se auto envanece y deja de lado todas las limitaciones
posibles. ¿Cómo nace el deseo? Esta es una de las preguntas fundamentales del psicoanálisis. Y la respuesta comienza con otra pregunta: ¿qué fue primero el deseo o la prohibición? Tema complejo
porque da cuenta quizá de lo más importante del sujeto: el desear
como respuesta a la prohibición. En el gran mito de Occidente,
primero aparece la prohibición luego el deseo. Lo que quiere decir
que nada se desearía ni no estuviese prohibido.
Cuando se afirma que el deseo proviene del Otro, es preciso entender que ese Otro representa al prohibidor, a ese que marca la territorialidad simbólica de la existencia que se sostiene en la ley. El
170
deseo aparecería en el momento lógico que sigue a la prohibición,
de tal manera que nada se desearía si no estuviese previamente
prohibido, ya sea implícita o explícitamente. La fortaleza del deseo dependerá en consecuencia de lo perentorio de lo prohibido y
también de la atracción que lo prohibido ejerce sobre el sujeto. En
el mito, si Yahvé no hubiese prohibido comer ese fruto, la pareja
original no lo habría ni deseado ni, por ende, probado. Con lo que,
además, se prueba que el poder es, ante todo, inhibidor y castigador antes que organizador y gratificador.
El poder, que pretende ignorar este proceso casi elemental del deseo, se aferra a la interdicción pues se ha convencido de que basta
el acto prohibidor para que desaparezca el deseo. En última instancia, se pretende ignorar que la sociedad permisiva es la única
sociedad sana.
Algunos analistas aceptan que en la sociedad se han producido
cambios radicales que no implican necesariamente la abolición de
los órdenes de la buena convivencia, tal como señala, por ejemplo,
Marcela Raiden85, para quien la presencia de las drogas, en particular de la marihuana, ha provocado desde los años 90, “un proceso
de disolución de las formas más elementales de convivencia social.
La cohesión de la sociedad está en crisis, hay una profunda ausencia de sentido vinculada, por lo menos a dos factores: a un creciente descreimiento de lo público y a una erosión de los canales de
participación política. Hay crisis de legitimidad de las instituciones
y de las prácticas. En estas condiciones, los canales de comunicación social están en permanente tensión y cuando se rompen, cuando dejan de existir, los grupos sociales y los individuos se alienan
85 Raiden, Marcela, Drogas en el siglo XXI: Mercado, consumo e identidad de
clases, Cenareso, Buenos Aires, 2011. Cenareso: Centro nacional de reeducación social de Argentina. La institución tiene que ver con el tema de las
drogas y de los socialmente diagnosticados como drogadictos.
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Ecuador y la marihuana
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unos de otros, y ven al otro como un extraño, como un enemigo
como una amenaza”. Por otra parte, los usos indiscriminados de
drogas han invadido de “incertidumbre que, a su vez, se han convertido en el signo de la época frente al futuro, incertidumbre que
podríamos relacionarla con la idea de desencanto weberiano, la
idea de no estar, de no pertenecer”.
Este es un claro ejemplo del discurso paralelo y muy ligado a lo
oficial que se ha construido a lo largo de estas décadas y que, aunque ha evolucionado, no deja de hacer referencia al mal que la
marihuana, como las otras drogas, ha provocado en la sociedad.
Para uno de los informantes, consumidor en los noventa, la marihuana pertenece al orden de lo placentero y también al de la paz. Se
trata de esas dos condiciones básicas del sujeto a las que no puede
renunciar y que tampoco cesa de buscar de manera permanente
más aún si, por alguna razón, cree que las ha perdido.
que ningún tratamiento, del orden que fuese, puede ser impuesto
y que obligar a un tratamiento implica una clara violentación de
los derechos.
Estas posiciones moralistas se imponen cuando no se miran los
acontecimientos como parte de las realidades sociales, de su evolución y de sus producciones en los espacios de la política y de la
cultura. Para entenderla mejor, la marihuana podría ser vista como
parte de los procesos de transformación que se dan en Occidente
en la segunda mitad del siglo XX luego de las guerras que pusieron
en picota la ética y la verdad estatuidas por el poder. A esa verdad
oficial sobre la marihuana y a sus compañeras de viaje se les podría
ver desde el lugar en el que nos pide colocarnos el criterio mismo
de verdad: “La voluntad de lo verdadero, que nos arrastrará aún a
muchas aventuras peligrosas, esa famosa veracidad de la que todos
los filósofos han hablado siempre con respeto, ¡qué de problemas
nos ha planeado ya!”86
En general, estos discursos más o menos oficiales, desconocen
o pasan por alto dos aspectos fundamentales de las posiciones
contestatarias. La primera tiene que ver con la crítica indirecta
a los regímenes del poder. La segunda hace referencia al rescate
del valor de la función hedónica en la existencia del sujeto y de
la comunidad. En efecto, no se trata solamente de lo que desea y
busca el sujeto en el orden del placer, sino de todo aquello que la
sociedad hace, construye, inventa para que esta función se cumpla, aunque sea de manera burda. En definitiva, bajo el manto de
supuestas reflexiones teóricas, no se encuentra sino la repetición
del discurso oficial del mal, de ese mal universalizado que han
causado las drogas. Ese discurso que justifica la guerra contra las
drogas y la eliminación de sus usadores a los que se los envía a la
cárcel o a los centros de tratamiento obligatorio, pasando por alto
“Suponiendo que la verdad sea una mujer, ¿no se nos ocurriría sospechar que los filósofos, en la medida en que han sido dogmáticos,
han entendido poco a las mujeres? ¿Y que la espantosa seriedad, la
torpe insistencia que hasta hoy han desplegado en la búsqueda de
la verdad eran procedimientos inhábiles e impropios para conquistar a una mujer? La pregunta es de Nietzsche87.
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De ahí que sea necesario entender los hechos de los usos de marihuana desde la libertad y no desde el mal, entendiendo la libertad
como un producto de los procesos de trasformación de la cultura.
En efecto, no se podría analizar con suficiente validez este fenómeno social si no se lo integrase a los procesos de transformación
86 Nietzsche, F. Ibidem, pág. 39.
87 Nietzsche, F, pág. 35
Ecuador y la marihuana
Consep
social. No es dable pedir que desaparezcan los problemas y el estrés, sino que se los pueda superar.
A la marihuana se le pide que te quite el estrés, que te relaje.
Como te dije, el marihuanero manifiesta que tiene pensamientos
más profundos, que piensa en cosas en las que no piensan los
demás, que obviamente también tiene ideas extrañas. Pero, ¿qué
más busca al fumar? Divertirse, como yo al principio, porque eso
es cuando recién empiezas a fumar: la búsqueda de la sensación
placentera, si un chico de 12 años al que le gustan los video-juegos, si fuma un poco, el video juego le parecerá espectacular. Fumar e ir al cine es muy divertido. Pero algunos están muy equivocados cuando dicen que te ayuda con el estudio, que te ayuda
a concentrarte, eso es totalmente erróneo porque la marihuana te
dispersa, te hace disperso, con una atención disfuncional.
Cuando a las cosas se les pide que actúen sobre el sujeto, que produzcan felicidad o que metamorfoseen la tristeza y la conviertan en
alegría, entonces se ha arribado al mundo de lo mágico pues el poder
de la alegría no radica precisamente en la hierba sino en los sujetos,
en sus lenguajes y actitudes, en esa posición narcisista que es capaz
de cambiar los sentidos de las cosas con solo desearlas. Una actitud, además, eminentemente infantil, tal como lo analizó Freud, pero
que, sin embargo, tiene el poder de actuar y de modificar los estados
de ánimo de los sujetos sin dejar de contar con el valor de la química
que ahí está presente sin que esa presencia, sin embargo, sea definitiva puesto que igual provoca risa o llanto, paz o agitación, sentido de
compañía o de soledad. Todo esto se daría en medio de los cambios
que se han producido en el entorno social, una realidad que no siempre es tomada en cuenta cuando se habla de la marihuana y se cree
que es la misma en todas partes y en todos los tiempos. Efectos que
no dependen directamente del ácido tetrahidro cannábico.
174
No es, como dice Raiden, que a partir de los años 90 se ha
producido una “disolución de las formas más elementales de
convivencia social. La cohesión de la sociedad está en crisis,
hay una profunda ausencia de sentido vinculada a dos factores:
un creciente descreimiento de lo público y a una erosión de los
canales de participación política.” Para la autora no existen sino
los modelos antiguos de relación social y política lo que dificulta comprender mejor los sistemas representacionales de las
nuevas generaciones y de los grupos sociales que se organizan
y se relacionan de distinta manera incluso cuando la marihuana
y otras drogas se hallen formando parte de una cotidianidad que
no por ello deba ser ni desconocida ni marginada. Es claro que
la posición de la autora da cuenta del discurso sobre las drogas
impuesto por el poder.
En las sociedades se han producido cambios profundos tanto en
sus modos relacionales como en el manejo del poder. Pero no se
ha dado la disolución de la que habla la autora desde su perspectiva claramente moralista que no reconoce las diferencias. Para
ella, los usos de marihuana y de otras drogas constituyen, antes
que nada, un problema de orden moral.
Es preciso reconocer que el tiempo hace a la marihuana, de la
misma manera que la marihuana se ha convertido en uno de los
agentes de cambio en las sociedades y probablemente en uno de
los signos paradigmáticos de la contemporaneidad.
Más allá de la complejidad que implica la vida diaria y más
aún cuando podría estar marcada por los usos, el testimonio de
Pedro tiene que ver precisamente con ese lugar que ocupa la
marihuana en la vida. De ninguna manera es ilegítima la trasposición a una parte importante de la sociedad que, sin necesidad
175
Ecuador y la marihuana
Consep
de haberla usado, sabe que el mundo no sería lo que es si no
hubiese aparecido la hierba en los ejercicios de la cotidianidad.
El informante es un adulto que usó marihuana tanto cuando estudiante secundario como universitario. Para él, la marihuana ocupa lugares más que reales, eminentemente simbólicos y también
mágicos que no representan sino una suerte de reproducción o de
desdoblamiento de las relaciones que se establecen con los otros.
Por otra parte, marca de manera clara la diferencia abismal que
mediaría entre la marihuana y cualquier otra droga porque ella y
solo ella se ha convertido en una auténtica compañera proveedora
de placer, de compañía e incluso de sabiduría.
La marihuana era mi compañera, esa compañera que nunca me
iba a fallar, la que nunca me dejaría. Incluso yo muchas veces
rechacé a mis parejas para estar con ella, para seguir fumando
marihuana. Porque yo decía que ella siempre está ahí, siempre
me entiende. Fue una relación tenaz que, claro, puede terminar
siendo una de esas relaciones tóxicas. Por ejemplo, el cocainómano no se relaciona con la cocaína, el bazuquero no se relaciona
de esta manera con la base, la usa como narcótico en sí, y si se
droga y si llega a la dependencia, lo hace porque el cuerpo le pide
y porque desarrolló un hábito.
Con la marihuana no es así, con ella hay algo más, no la usas
como simple droga sino que hay algo más, existe toda una relación, existe un vínculo, es un lazo. La marihuana era mi compañera y por eso no quería dejarla. Obviamente, yo consumí también
otras drogas y las dejé. Pero a la marihuana no. Yo me dije: voy a
morir fumando hierba, yo no voy a dejar de fumar nunca. Bueno,
finalmente en la vida hay otras prioridades, el tiempo pasa y te
das cuenta de que eso es cada vez más difícil. Y así la dejé.
176
Sin embargo, el discurso oficial la considera como la causante de
males. Ella es el mal que nada bueno puede producir ni ofrecer. En
la medida en la que representa al mal, debió ser perseguida hasta
aniquilarla y borrarla de la faz de la Tierra.
Con el tiempo se fue produciendo un discurso paralelo surgido
en el campo del uso. Son sus usadores los que la rescatan y la
convierten en algo más que en una sustancia que daña física y
psíquicamente, en algo más que la culpable de casi todos los
males que padecen quienes se permiten, de manera perniciosa,
usarla.
Para sus usadores, la marihuana forma parte de aquello que se abre
a los espacios de la libertad ligada a la promesa de un futuro. Por
lo mismo, no tendría que ver con una posición que cierra el tiempo
y que lo congela con el propósito de anular todo futuro. Aunque
no se halle exenta de complejidad, forma parte de los elementos
que han cambiado ciertos sistemas simbólicos en los quehaceres
y en los sentidos de las políticas sociales, por ejemplo. Existe un
sistema de transformaciones que determina los modos de ser y de
estar, de vivir, trabajar y de pensar tanto el presente como el futuro.
En este sistema la marihuana está presente y no, ciertamente, como
convidada de piedra y menos aún como enemiga a la que es preciso
eliminar a toda costa.
El presente perdería su valor y sentido si no estuviese atravesado
por la falta de sentido, por una incompletud que deberá ser llenada mañana. Es la falta de ser, el ser para la muerte heideggeriano.
Esta falta permite la prolongación de la vida de hoy a mañana,
en ritmos que se repiten sin cesar porque la propuesta vital es
seguir siendo lo que no es aun pero que probablemente acontezca
mañana.
177
Ecuador y la marihuana
Consep
Para el discurso oficial, expresado en el texto ya citado de Raiden,
en la marihuana como en las otras sustancias, de manera perversa
se ha producido una sobrecarga de sentido lo que da cuenta de una
“penuria y degradación social progresiva”. La autora acusa a la
marihuana de ser la culpable de “asociación perversa con la violencia y la inseguridad”.
Este discurso oficial sobre la asociación perversa de la marihuana
con la violencia ha servido también para negar un sinnúmero de males que se hallan en las sociedades, en los grupos, en las familias
de la pobreza. Cuando cierto poder se dedica a hablar de realidades
sociales complejas, como la marihuana, pasa por alto los temas de la
pobreza abarcativa, de la explotación ancestral, del discrimen y de la
violencia propositivamente sostenida por los poderes fácticos.
En estos casos, la marihuana como otras sustancias, corre el grave
riesgo de convertirse tan solo en eso, en elemento de la violencia
pues sistemáticamente se han cerrado las rutas de la simbolización.
Este habría sido el objetivo final de la guerra a las drogas: borrar,
eliminar hasta el último rastro de una marihuana que podría significar algo más que un necio y casi perverso vicio.
La relación con la marihuana difiere bastante de aquella que se
establece con otras sustancias como, por ejemplo, con la base. Es
probable que su historia tan antigua en la cultura tenga que ver
con el espacio simbólico en el que se ubica en los usos. Con otras
drogas, lo que prima es la cosa en sí, el jalar coca sin límite hasta
llegar a los extremos de la sobredosis que conduce al sujeto al borde de la aniquilación.
Con la marihuana se construye una relación que no deja de tener
cierto aire de benignidad mutua porque ya no se trata tan solo de la
178
sustancia en sí, como acontecería con la base y la cocaína. Desde
el rito de armar un porro o una pipa, ya exige otro tipo de relación,
casi ritualística de la que carecerían las otras sustancias.
Los efectos no se pueden conseguir sino fumándola y dependen
del estado de ánimo de la persona, no es que alucinas, porque lo
que pasa es que se te agudizan los sentidos, a veces los sentidos
que tú mismo quieres, por eso es completamente variable. Ojo,
pero nada de eso consigues masticando la hoja, ni siquiera las
flores que son las que más sustancia psicotrópica poseen. La marihuana solo actúa cuando la fumas. Pero también la puedes usar
para el dolor, pero eso ya es otra cosa: la maceras en trago, en
esas puntas88 que llaman gasolina de avión: se pone un tallo de
marihuana y los cogollitos, ya que está macerado, eso es buenísimo para todo tipo de dolor.
Como se señaló en el primer capítulo, el cannabis comienza ubicado en los lugares privilegiados del poder civil y religioso porque
solo sus miembros se hallan autorizados al goce. Incluso cuando
se extiende a ciertos espacios sociales más abiertos, no pierde su
carácter eminentemente privativo y religioso entendido como la
capacidad de trascender que permite, por una parte construir rutas
para llegar a los saberes exclusivos y, por otra, arribar a experiencias placenteras igualmente únicas y vedadas al común de los sujetos. Tanto lo uno como lo otro proveen a la marihuana de cierto
orden de privilegio casi de lo místico y de lo sacro que tiene que
ver con las tres instancias fundamentales de la existencia: el saber,
el gozar y el sanar. Probablemente a causa de estas realidades, sus
usos adquieren mayor valor y especificidad que el de cualquier otra
sustancia.
88 Puntas: con este nombre se conoce al aguardiente primero y al último que sale de un
proceso de destilación.
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Ecuador y la marihuana
Consep
De hecho, cuando de manera especial los antiguos usadores se refieren a otras sustancias, como la base, por ejemplo, los lenguajes
son otros, casi neutros y, a veces, hasta con cierto desprecio. En
cambio cuando hablan de la hierba, las palabras y las actitudes
personales se asemejan a lo religioso, a lo sacerdotal, casi a lo
místico.
Esta característica muy particular de la marihuana hace que no sea
bien visto el uso solitario e incluso que abiertamente se lo rechace.
La marihuana pertenece al rito y, por ende, al grupo.
Fumar en grupo era mejor porque en el grupo era donde tú conseguías hacer tu ambiente. Si tenías problemas, los compartías
mientras compartías el porro, o simplemente en el grupo escuchabas nada más a los otros, como en cierta medida era mi caso.
En el grupo te respetaban y no exigían fumarla si no querías, eso
era lo bueno de estar en el grupo: te sentías acogido y sin ningún
tipo de obligación que no sea la de guardar el secreto de que se
fumaba y de quiénes fumaban.
Como dice Vázquez Roca, “lo sacro tiene que ver, al mismo tiempo, con la sustancia y con el ceremonial”.89 Seguramente ya no
queda nada de los antiguos ritos ceremoniales. Pero lo ceremonial
también implica aquello que remeda el rito, como liar un cigarro
o curar una pipa, incluso cuando esta se ha metamorfoseado tanto
hasta terminar transformada en una manzana. Sin embargo, viéndolo desde el mito, la pipa-manzana remitiría a lo más antiguo
del relato en Occidente y quizás haría que se ligue de manera más
profunda el uso de la marihuana con lo transgresivo y lo gozoso al
mismo tiempo.90
89 Op. Cit.
90 La tradición occidental dice que la fruta prohibida en el mítico paraíso fue la manzana.
180
Es probable que se haya desvirtuado el ceremonial a partir del
momento en el que el uso se generaliza. Sin embargo, el acto sigue siendo excepcional y personal aunque para lograr sentido sea
indispensable la presencia del otro. En efecto, no existe posibilidad alguna de goce sin el otro que debe estar presente aunque tan
solo sea en el orden de lo imaginario. Por ende, el saber cambia
de estatuto cuando transita de uno a otro y en ese tránsito se originan vacíos de significación que son llenados por lo conjetural.
Su uso más o menos clandestino ha permitido que la marihuana
permanezca en el orden del misterio e inclusive en el de lo sagrado. Como se señaló en el capítulo primero, el cannabis fue
íntimamente ligado a lo sagrado, particularmente al más allá de
la muerte, a ese lado misterioso que se halla en la otra orilla de
la existencia. La muerte se resiste a toda explicación lógica. Por
lo mismo, en los tiempos antiguos, fueron los sacerdotes u otras
personas ligadas a lo ceremonial los únicos que tenían acceso al
cannabis.
Casi imposible una cultura que, de una u otra manera, no haya
tenido alguna relación con elementos mágicos cuyo objetivo primordial no haya sido la búsqueda de trascendencia. Y la actual
no puede ser una excepción más aún cuando casi ha caducado la
ritualística religiosa.
Para entender mejor el tema de la marihuana y su expansión en los
países de la región y, en particular, en el nuestro, es necesario reconocer que ya caducaron los grandes relatos sobre los sujetos, las
comunidades, la religión y la familia. Los grandes relatos sobre la
verdad, la solidaridad y, quizás el principal de todos, el metarrelato
sobre la igualdad de los ciudadanos ante los derechos, la ley, la
vida e incluso la muerte.
181
Ecuador y la marihuana
Consep
Si ya no hay metarrelato, si se ha debilitado el mundo de las utopías para dar paso al de las certezas, ¿con qué podrían vivir los
sujetos y las comunidades? ¿No se habría ya instalado, acaso, en
cada región, “El país de las últimas cosas”, como describe la novela Auster? De hecho, no se podría dejar de pensar que la marihuana
podría convertirse, si no se ha convertido ya para muchos, en aquello que salva al sujeto de esa especie de anonadamiento absoluto
que acontece en el país creado por Auster91 y que surge de ese plus
de cosas, de ese exceso de la materialidad en detrimento de sus
sentidos y de su simbolización.
Ante el peso de lo real de las cosas, es probable que la marihuana
permita el rescate de lo imaginario y también del orden simbólico.
De hecho, el atiborramiento de cosas que caracteriza al mundo actual impide que cursen los procesos de simbolización porque los
sujetos bien podrían morir ahítos de realidad. En consecuencia,
para no fenecer atrapado por lo real puro del mundo, es posible que
la marihuana se ofrezca a producir la rehabilitación del orden de lo
imaginario para crear el puerto de la salvación.
También Lyotard92insiste en el hecho de que la existencia de una
sociedad se asegura tan solo en el hecho de que los mensajes que
circulan sean ricos en información y fáciles de decodificar. A ello
se añadiría la supresión de lo que el autor denomina factor de opacidad y de ruido que impide la construcción misma de mensajes y
su transmisión adecuada.
El informante habla de sus experiencia en un antes y un después.
En ese antes, él no pasaba de ser un mero observador crítico de lo
que acontecía con quienes fumaban. Desde sus percepciones inter91 Auster, P., 2012.
92 Lyotard, J.F
182
pretaba una realidad que, por más visible que fuese, le era absolutamente ajena. Pero más tarde se permitirá experimentar por sí
mismo esa realidad colocada a priori en los ámbitos del mal. Solo
entonces adquiere un saber propio con el que es capaz de construir
nuevos sentidos que le permiten ser parte de los mismos juegos de
lenguaje de quienes fuman marihuana.
Recuerdo que ellos se sentían fabulosos, pero luego venía un estado como de letargo. Y yo siempre me cuestionaba sobre cómo
es posible que se droguen para terminar así. Ahora que yo experimento, es importante destacar que cuando uno consume y llega
a ese estado de letargo que yo pensaba, no es así. Es un estado de
quietud y tranquilidad que no se puede comparar con nada. Son
indescriptibles la paz y el sosiego.
Se lo debería experimentar, yo le invito a que lo experimente porque es algo inimaginable. Es ese éxtasis que te lleva a ser uno con
el cosmos y uno contigo mismo, esa sensación de tener la capacidad de superarlo todo y de hacerte sentir que eres todopoderoso.
Yo la consumo de manera terapéutica, y eso me hace sentir bien.
Cuando tengo dolor y siento mi pierna que me duele, la marihuana hace que el dolor desaparezca. Así me siento más estable.
El usador se coloca en un espacio en el que, desde luego, no se
halla el investigador y que, por ello, no estaría en capacidad de
comprender y valorar la profundidad de las experiencias vividas.
¿Cómo caminar hacia un espacio en el que sea posible comprender
la experiencia para que no quede eclipsado en el territorio de la
narrativa?
“Lo que se precisa para comprender (…) las relaciones sociales,
a cualquier escala que se las tome, no es únicamente una teoría
183
Ecuador y la marihuana
de la comunicación sino una teoría de los juegos, que incluya a la
agonística en sus presupuestos”, comenta Lyotard,93 haciendo referencia a la teoría de los juegos de lenguaje del primer Wittgenstein.
La marihuana forma parte de los juegos de lenguaje de la contemporaneidad y si cambiasen los juegos y sus reglas, seguramente
cambiarían la marihuana y sus sentidos.
Capítulo tres
Placer, prohibición y deseo
Cuando por la mañana termina uno de acicalarse,
hay que acicalar también cuidadosamente el planeta.
Hay que dedicarse regularmente a arrancar los baobabs, cuando se los distingue de los rosales a los cuales se parecen mucho, cuando son pequeñitos. Es un
trabajo muy fastidioso pero muy fácil. Si los baobabs
crecieran, podrían destruir el planeta.
Antoine De Saint-Exupéry
Lo que cuenta en las cosas que dicen los hombres no
es tanto lo que estos hayan pensado más acá o más
allá de ellas, sino lo que de entrada las sistematizan
volviéndolas, para el resto del tiempo, indefinidamente accesibles a nuevos discursos, y abiertas a la
tarea de transformarlos.
Michel Foucault
93 Lyotard, J-F
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Ecuador y la marihuana
Consep
cima del bien la roca de la existencia y dejándola rodar para retomar
nuevamente el proceso, realidad incomprensible, si se quiere, pero
indispensable. Camus, por ejemplo, habla de un Sísifo finalmente
feliz en esa suerte de tarea absurda. Es decir, el mal no es eliminable.
Hablar de la marihuana implica abordar el tema de una de aquellas
sustancias comprendidas dentro del genérico de drogas de mayor
uso en el continente y en el país. A diferencia de la coca, la marihuana fue traída a América por los españoles y vino a quedarse
para siempre, pese a que se ha hecho lo posible e imposible para
eliminarla porque, quizás como ninguna otra planta, representaría
la presencia del bien y del mal, de lo deseado y de lo prohibido, del
placer y del sufrimiento.
En efecto, desde sus orígenes míticos de Occidente, el bien y el mal
comparten el mismo territorio del placer y del sufrimiento, de la
vida y de la muerte: “Si comiereis del fruto de esta planta, moriréis
inmediatamente, sin posibilidad de salvación alguna”. Para ciertos
discursos, desde el momento, sin fecha, en el que alguien empezó a
fumar la marihuana fuera de las celebraciones y con los ritos oficiales, desde ese momento ingresó el mal en el mundo.
De los efectos reales al poder imaginario
Cuando se divide al mundo en dos territorios morales: lo bueno y
lo malo, las relaciones que se producen serán siempre de poder y
previamente calificadas dependiendo del lugar al que se debería pertenecer. El mal nunca podrá producir algo bueno, y viceversa. En lo
que respecta a las sustancias que forman el listado de drogas creado por Naciones Unidas todas son necesariamente malas y nada ni
nadie puede modificar ese calificativo que poseería características
casi ontológicas, es decir, son absolutamente malas y nada ni nadie
podría convertir ese mal en bien. En consecuencia, deben ser eliminadas porque contaminan el planeta, porque causan la muerte y, si
algún placer produjesen, este sería moral y hasta jurídicamente malo
y pernicioso.
Históricamente, parte de la perfección de Occidente ha consistido en
las estrategias diseñadas y puestas en juego para enfrentar al mal y
marcar su desaparición desde una posición bipolar filosófica, física y
ética incuestionable. Si bien la propuesta ética consiste en el logro de
la perfección, sin embargo el camino para conseguirlo no implicaría
necesariamente su eliminación. El mal no desaparecerá sino cuando ya no exista el bien. El mal, en consecuencia, es absolutamente
necesario para que se consolide el bien merced a esas batallas ganadas y también a los fracasos. El sujeto es el producto de esa doble
y necesaria presencia. Desde la mitología, es Sísifo subiendo a la
Occidente se olvidó de lo que había significado la marihuana a lo
largo de la historia en las diferentes culturas tanto en el orden religioso ceremonial como en el campo de la salud y del poder. Todo eso
desapareció para que aparezca solo la planta producida por el mal y,
por ende, causante de la perdición de todos aquellos que se acercan
a ella para usarla.
186
187
Estos saberes antiguos se los cambió por un maniqueísmo social y
moral. La posición maniquea no tiene como objetivo tan solo la división del mundo en bueno y en malo. Su objetivo es impedir que los
Ecuador y la marihuana
Consep
sujetos y los pueblos se acerquen a la complejidad de las cosas,
que sean capaces de ir más allá de las apariencias, que se atrevan
a tomar los discursos del poder y deshacerlos hasta encontrar las
verdaderas intenciones ocultas. Desde esta posición, carece de
sentido ético que alguien se dedique a saber sobre el mal y, peor
aún, que pretenda probar la fruta del árbol prohibido para saber el
porqué de la prohibición. El poder maniqueo acorrala la libertad
de los otros.
Este pensamiento es el que ha primado en la posición del poder
respecto a la marihuana que fue ubicada en el espacio del mal con
la prohibición absoluta a todos de acercarse a ella y peor aun de
usarla para saber de sus secretos. Una prohibición tan absoluta,
que se determinó su eliminación de la faz de la Tierra: había que
asesinar al demonio.
A este poder se enfrentan no solo los usadores sino también quienes han buscado teorizar sobre la marihuana y sobre el tema de
las prohibiciones y penalidades que rodean los usos. A ello se
añade esa posición medio divinizante que han asumido algunos
usadores e incluso no usadores que han ligado al cannabis con
cierto carácter divino del que surgen virtudes y poderes muy particulares. Es decir, mientras el poder la denigra y la condena,
algunos de sus defensores la endiosan sin mirar más allá de cierta
exaltación no siempre consecuente.
Es una planta enteógena, es decir, una planta que saca tu dios interior, que te ayuda a conocerte. Cuando se tiene un buen trabajo
con la sustancia, te ayuda a conocerte, te ayuda a salir de procesos duros de tu vida, por ejemplo, salir de una adicción a otras
sustancias. Además está su poder analgésico, hay varias plantas
188
enteógenas94 que se dividen en mayores y menores. La menor es la
marihuana, las mayores son la ayahuasca, el san Pedro que son
plantas de poder.
Posiciones que bordean el lado extremo de lo real y que casi diluyen lo imaginario e incluso lo simbólico de la vida. Es el lado extremo provocado por la misma prohibición y que es utilizado como
defensa ante la agresión del poder. Así se pretende desconocer que
el poder real es físico, destructor e incluso mortífero porque se
sostiene en la fuerza que se impone por sí misma. El poder del que
habla la informante, una chica de veintiocho años, bascula entre
los dos extremos del bien y del mal lo que la lleva a convertir a la
planta casi en salvadora al mundo.
En sentido estricto, la adicción no significa otra cosa que el efecto
de haber despojado a las sustancias de sus valores simbólicos e
imaginarios para quedarse con la parte real, es decir, en lo que es la
cosa en sí misma, en los efectos de su química.
La sacralidad que se atribuye a una sustancia en determinadas circunstancias no es más que el efecto de un discurso y de un conjunto de actitudes que se centran en una cosa determinada. El vino y
el pan consagrados en la ritualística cristiana que, habiendo pasado
por el rito de las palabras, se convierten en el cuerpo y la sangre
de Cristo. Ya nunca más serán pan y vino pues el rito de la palabra
introdujo ahí nuevas categorías simbólicas pero también absolutamente mágicas. Para los creyentes, ahí se ha producido una sacralización absolutamente real. Imposible pensar una cultura y un
acto cultural sin un referente, casi siempre implícito, a un orden
94 Enteógeno: sustancias que modifican el estado de ánimo, incluso cambios profundos
muy significativos en la percepción de la realidad, incluidos espacio y tiempo, y
pueden llegar a provocar despersonalización. Neologismo de Ruck.
189
Ecuador y la marihuana
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simbólico que pasó en algún momento por lo mágico. Por lo mismo, no todos los usos sacralizan la sustancia. Por el contrario, la
adicción consistiría en la desacralización definitiva de la sustancia
para quedarse con la cosa en estado puro.
Se produce, en consecuencia, una reconfiguración de los saberes
empíricos que las personas y las comunidades poseen sobre las
cosas y que se han extendido a lo largo de la historia. Esta sacralidad de la marihuana no nace en el siglo XX, proviene de aquellos
tiempos imaginarios en los que el cannabis ingresó en el mundo
mágico hecho de lo innombrable y lo impredecible.95
Solamente el lenguaje hace que la cosa marihuana deje de replegarse sobre sí misma, deje de significar lo que se halla determinado en las botánicas para abrirse hacia el mundo mágico de otros
sentidos que no cesan de producirse. Como a muchas otras plantas, a esta se le han otorgado poderes muy particulares que van
mucho más allá de su química real. La química real de la planta
es una y otra vez metamorfoseada por el deseo y los lenguajes de
los usadores.
Es una planta que tiene historia, tiene contenidos que están antes
que cualquier otra bebida, y es menos intoxicante. Viene de la
tierra que la forma que le da los colores, que le da la forma linda
que tiene. Pero además, es algo que depende de quien la ve, de
quien la siente. No es la misma la marihuana como la ve alguien
del colegio Mejía que no va a querer familiarizarse de la misma
95
Lacan pretendió anudar los órdenes imaginario, simbólico y real, hasta construir
con ellos un nudo al que denominó nudo borromeo. Este nudo se constituirá en la
representación perfecta del sujeto que es capaz de vivir tres estadios diferentes de
la representación en un solo acto hasta el punto de identificarse con el mismo. En
la realidad, nudo imposible pero que pretende hacer referencia a tres órdenes que
actúan en cada acto humano.
190
forma a como yo que estoy explicando o como alguien del colegio
Pacha Mama o del colegio Americano. Nadie la va a ver de la
misma manera, nadie la va a fumar como yo, de la misma manera.
No es que se pretenda colocar la marihuana en el mundo de las
ambigüedades y de los equívocos, sino que se trata de resaltar el
hecho de que el valor de significación de una realidad, depende del
sujeto que la significa cuando se acerca a ella.
Imposible una existencia que no se halle atravesada por la ambigüedad que conduce a la exaltación de algo que luego podría ser
rechazado. ¿Qué otra cosa es un sujeto que un modo de ser, de
desear y también de culparse? “El hombre es un modo de ser tal
que en él se funda esta dimensión siempre abierta, nunca delimitada para siempre, sino indefinidamente recorrida, que va desde
una parte de sí mismo que no reflexiona en un cogito, (…) al
desplome de experiencias que escapan a sí mismas, a todo horizonte silencioso de lo que se da en la extensión arenosa de lo no
pensado”.96
Como ha acontecido con otras realidades sociales, el poder se encargó de crear representaciones mediante las cuales se construyeron realidades sobrepuestas a las originales. Las cosas no son
ni buenas ni malas en sí mismas, simplemente son en la medida
en las que los sujetos las incluyen en sus representaciones. El
cannabis está ahí con una presencia neutra, si se quiere, mientras
no haya alguien que la signifique de una manera determinada y
la valore desde ese juego de representaciones. En la práctica real,
las dos representaciones se juntan, se funden, se influencian mutuamente.
96
Foucault, M., op.cit. pág. 333.
191
Ecuador y la marihuana
Consep
La serie de nominaciones por la que ha pasado a lo largo de los
siglos da cuenta de que se trata de algo que posee cierto valor de
trascendencia espacio-temporal, es decir, algo que no se deja atrapar en un solo concepto o nominación. Más aún, quizás parte de
su supervivencia se deba precisamente al hecho de que el cannabis
se mimetiza bajo nominaciones cambiantes, no tanto en el discurso oficial, sino en el mundo de las relaciones establecidas en la
sociedad. Y cada nombre la hace diferente, la revive e incluso la
inmortaliza.
Uno de los grandes errores y limitaciones del discurso oficial consiste en referirse siempre a la marihuana como si se tratase de una
cosa única y cuyo sentido se cierra sobre sí mismo. Entonces, no
interesa para nada la polisemia que posee muchísimos valores de
significación en el mundo social.
A ver, la marihuana tiene muchos nombres: marihuana, hierba,
mota, ganja, cogollo. Eso entre nosotros. En otros lugares, le han
puesto otros nombres. Si es un porro, le dicen canuto, torpedo,
blond cuando está enrollado. Grifa es una palabra que se usa más
en los estratos medios para abajo, ¿Tienes un grifo? Un muchacho que tiene una posición más alta, va a decir: oye, ¿tienes un
cogollito? O: regálame un poquito de ganja.
el bien y el mal, en las prohibiciones y en las sanciones impuestas
a quienes violentan los límites estatuidos. En la mitad de este juego
de poderes se crean las nuevas formas de presencia de cosas como
la marihuana y también los juegos de la sexualidad y del placer.
Una sociedad representa un sistema de valores muchos de ellos
determinados por el poder y otros organizados desde la ciudadanía. La comunicación se encarga de hacer de puente entre órdenes
sociales separados ordinariamente por la disparidad en su relación
con el poder. En este interjuego de saberes, creencias y posicionamientos de carácter afectivo o político se construyen las nuevas
verdades que se añaden a las cosas para nominarlas y calificarlas.
El principio activo del cannabis es el tetrahidrocannabinol que no
es un alcaloide porque no contiene nitrógeno. Por ello comúnmente se lo considera como una sustancia visionaria, es decir, que podría conducir a producir alucinaciones. A esta química se anexa o,
mejor aun, se sobrepone la química mágica del deseo que es la que,
finalmente, actúa.
Siendo el poder quien determina los campos del bien y del mal,
la división no tiene por objetivo algo que no sea el sostenimiento
del poder y su valoración. Esta posición no podría jamás hablar de
los bordes en los que, a causa de las acciones del sujeto y de sus
deseos, algo es convertido en bueno o malo de conformidad a las
circunstancias, sin que ello no admita que existen actos que en sí
mismo son malos. De hecho, una de las expresiones paradigmáticas del poder consiste en la capacidad de clasificar y de determinar
¿Qué es una alucinación? Una producción imaginaria de realidades que son percibidas únicamente por quien las produce. Ahora
bien, lo que produce la marihuana no son sino realidades afectivas, sensaciones y no percepciones (visión) de cosas inexistentes.
Las sensaciones siempre pertenecen al orden de la subjetividad
no así la percepción que exige un objeto que puede ser igualmente percibido por otro. La sensación es una relación eminentemente afectiva y, por ende, subjetiva: la alegría, la tristeza, el
cansancio, la lucidez, la modorra. Si un psicótico que se ríe a
carcajadas porque se halla alucinando, la risa es el afecto ligado a
la experiencia que está viviendo y que, de suyo, denotaría que se
trata de algo placentero.
192
193
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Pero no se alucina la alegría. Por otra parte, si bien un afecto puede
ser reprimido, en el sentido estricto del término, es decir, que el sujeto evita o impide que se exprese su ira, por ejemplo, nunca podrá
ser inconsciente, en el sentido psicoanalítico del término.
Los efectos de la marihuana pertenecen al orden de los afectos y
no al de la conciencia o de la percepción en su forma alterada que
es la alucinación. El afecto constituye una experiencia sensorial
absolutamente personal pues surge de la relación entre el sujeto y
la cosa o el acontecimiento. Por otra parte, un afecto se produce
siempre en relación con el historial afectivo y también axiológico del sujeto, con sus expectativas y deseos. En consecuencia,
el afecto constituye siempre una experiencia personal con una
lógica que rechaza cualquier racionalidad que pretenda limitarla
e incluso explicarla. El afecto constituye la expresión más paradigmática de la subjetividad porque, además, se produce casi
siempre ligado al historial afectivo y representacional del sujeto.
En consecuencia, no existen afectos inconscientes.
Con el uso de la marihuana se da una producción de afectos o
cambios en su intensidad de la que comúnmente se tiene conciencia puesto que la conciencia del afecto viene dada con el afecto
mismo.
Es absolutamente irrelevante cuán consciente es o no un sujeto
de la magnitud de su goce o de su tristeza, de su ternura o de su
ira. Más aún, podría acontecer que el sujeto no perciba su alegría
como tal sino como tristeza o que las mezcle, pero nunca acontecerá que la alegría se convierta en tristeza, por ejemplo. Sin
embargo, siempre quedará en el misterio que compete al psicoanálisis las razones de los tránsitos de la alegría a la tristeza, del
amor al odio. Tránsitos mas no metamorfosis.
194
La marihuana no está para producir un afecto sino para hacer que
aparezcan los afectos, para que se incrementen los que se hallan
ya a flor de piel, para que surjan aquellos que, por razones quizás
inconscientes, tienen miedo de expresarse, para que aparezca ese
miedo. No produce el miedo ni la alegría. No es, pues, en sí misma
un hazmerreír ni tampoco un hazme sufrir.
Todo depende de tu estado de ánimo, depende mucho del contenido
que tienes de base. Porque cuando estás triste, el volarte te lleva a
que te cuelgues. Cuando no hay ningún contenido emocional que te
diga que debes estar triste, o que te pasó algo en tu casa, es como
que no tienes nada de base para que te pongas triste. Pero cuando
pasas por una situación difícil, cuando algo turro te está pasando,
entonces empezarás a sentirte triste o enojado, depende. Un amigo terminó con su novia y cuando fumaba, lo único que hacía era
quedarse quieto y se volaba solo, o sea, no se reía, no se burlaba de
nada. Pero cuando ya todos pasamos el examen supletorio, chuta,
entonces todos nos reíamos porque ya estábamos felices. Si vas a
hacer deberes, tienes que centrarte en ese hecho y decir: esto me
va a servir para hacer mis deberes, y es lo que tengo que hacer. En
consecuencia, el efecto de la marihuana depende de lo que tienes de
base, de las circunstancias por las que estás pasando.
Como acontece con la misma conciencia que no se da sin la presencia del otro, algo similar acontece con los afectos que son una
forma, quizás la más privilegiada de dar cuenta del estar en el mundo frente a los otros. Porque nadie está en su mundo de manera
neutra, sin una posición afectiva que es la encargada de señalar de
qué manera alguien se presenta en el mundo de los otros.
La marihuana existe únicamente porque existe alguien que la conoce y la usa en un contexto absolutamente emocional. La conciencia
195
Ecuador y la marihuana
Consep
emocional es la conciencia del mundo, más aun, es la forma de
estar en el mundo puesto que nadie puede relacionarse ni con los
otros ni con el mundo en general de manera neutra. La marihuana
permite que, en un momento determinado, el usador adquiera una
conciencia especial de su estar en su mundo y en el mundo de los
otros. En esa relación, la marihuana permitiría que el sujeto pueda reconocer los afectos que lo invaden, aquellos con los que se
encuentra relacionándose con los otros en su cotidianidad o en un
momento determinado de la misma.
La complejidad de la vida en un momento determinado no se evidencia sino en el desorden que provoca en la cotidianidad a causa
de la falta de sentido o de ese exceso que lo desorganiza. Para
unos, la marihuana se convierte en el gran organizador de la cotidianidad no porque esté llamada a proveerla de sentido sino porque
permitiría una apertura especial de la conciencia de sí como para
abordar la existencia de otra manera, quizás menos sufriente o,
al revés, más dolorosa. Es igualmente posible que el usador haya
convertido a la mariguana en una suerte de escenario en el que le
es posible abordar la complejidad de su vida.
Hay personas a las que la marihuana les hace sentir súper bien,
les coloca en un estado de euforia. En cambio, hay personas a las
que les deprime. Hay personas que fuman y que se quedan así,
lara, lara, lara por dos horas. No es que están tostados97 porque
no fumaron en exceso porque ellos saben cuál es su dosis, sin
embargo, es el efecto, la forma de actuar de la sustancia en ellos.
Nunca produce los mismos efectos porque cada vez que se consume, todo depende del estado de ánimo, el estado de ánimo hace
que consumas siempre como una marihuana diferente. Yo te digo
97 Estar o quedar tostado: un grado de inhibición afectivo-motora de los sentidos por
haber fumado quizás en exceso.
196
de mí misma, yo nunca he tenido la misma experiencia porque
cada vez es todo diferente.
¿Se trata acaso de un engaño del que es víctima el sujeto y al que
ha sido llevado por otros igualmente ya engañados? De ninguna
manera, por el contrario, en cada acto se da un compromiso del
sujeto en sentido estricto puesto que siempre se producirán afectos.
Son los afectos que aparecen los que dan cuenta de este compromiso y no las ideas que puedan surgir de la experiencia. Los afectos
no pueden guardárselos pues se los vive en el momento de su aparición, luego pueden ser parte de una narrativa, pero ya no pueden
ser revividos. En la experiencia con la marihuana, los afectos pueden llegar a ser intensos pero solo dejan esa huella a lo más como
punto de referencia pero con la imposibilidad de volver sobre ellos
para experimentarlos nuevamente. Existen, pues, usos reiterativos
de marihuana que atrapan a un sujeto que busca reeditar una experiencia tenida en una ocasión determinada. Es probable que se den
usos conflictivos de drogas, es decir, compulsivamente repetidos,
en un sujeto que, consciente o inconscientemente, busca volver a
una experiencia pasada que bien pudo ser altamente gratificante o
quizás dolorosa. Esta sería la verdadera adicción.
¿Cuándo fue en realidad la primera vez, ese inicial acercamiento
a la droga? La respuesta pertenece al mito, tanto social como personal, porque el deseo carece de historia, está ahí, llega con cada
sujeto, con la ley y con el placer. No es el dolor el que conduce a
la botella o a la marihuana sino el placer que una y otra ofrecen
escondido en los pliegues de sus historias y mitos. Aunque, como
se señaló, se da con frecuencia esa especie metamorfosis del afecto
que, en verdad, no es sino el tránsito rápido de un afecto a otro,
incluido su opuesto.
197
Ecuador y la marihuana
Consep
Es que se trata de una cosa espiritual. Hay veces en las que estoy
súper bien, en un estado armónico, todo chévere, y fumas marihuana y sigues en ese estado armónico, chévere. Pero hay otras
veces en las que estás medio deprimido, medio decaído, y fumas, y
eso te ayuda a estar en un estado medio armónico. O puedes estar
en un estado súper mal, y fumas y quedas peor después de un viaje, peor de lo que estamos, porque todo depende de ti, de tu forma
interna de ser y de sentir. Si una persona está cansada, le puede
llevar a dormir, y su objetivo no era dormir sino farrear, pero le
lleva a dormir porque eso es lo que su cuerpo necesita y demanda.
Como te digo, son cosas bien, pero bien subjetivas. Hay cosas que
no se pueden expresar sino que solo se las puede vivir.
Se trata, en consecuencia, de un conjunto de experiencias vividas en un momento determinado, momento lógico y afectivo que
nunca se repite porque es realmente parte constitutiva y al mismo
tiempo producto de una experiencia que se da y no volverá nunca, aunque se la recuerde o se la evoque. Parafraseando a Ricardo
Espinosa,98el cuerpo que busca reeditar una experiencia tenida con
la marihuana sería una especie de cuerpo sin órganos, casi indeterminado, casi mítico al que los conjuntos metafóricos tratan de
rehacer, de darle forma y experiencia.
Para los usadores, tanto antiguos como nuevos, la marihuana
poseería la capacidad de producir una especial unificación del
cuerpo, es decir, del mismo sujeto que se deshace en la vida
cotidiana, que se desmembra en los actos, en las expectativas
y deseos, en los placeres y sufrimientos. La marihuana jugaría
una función unificadora, articuladora, de ese cuerpo desparramado en las cotidianidades, incluso más allá de la experiencia
opuesta que podría producirse en un momento determinado, en
98 Espinosa, Ricardo, Deleuze , 2006.
198
esa especie de cuerpo sin órganos y organizado con otra lógica
por la marihuana.
En ese entonces, nosotros buscábamos con la marihuana controlar los impulsos. No es que la marihuana los controle, sino que, al
controlarla a ella, uno buscaba esa inspiración que podía rozar
lo genial, por ejemplo, al tocar la batería, esa aceleración que ni
uno mismo cree pero que está ahí.
Sobre estas experiencias, casi siempre han hablado los espectadores que bien podrían ser los teóricos de carácter moralista o aquellos que se han dedicado a mirar la marihuana y a quienes la usan
desde las orillas de la ética del mal. Casi todo lo que se ha producido tiene que ver directamente con una suerte de moral que previamente ya había descalificado y condenado tanto a la marihuana,
por ser la culpable al constar en los inventarios clasificadores de las
plantas, como a sus usadores por haber abandonado la moral que
prohíbe salir de las normas que determinan lo bueno y lo malo, lo
conveniente y lo inconveniente, que hablan del ser humano como
categoría metafísica y moral y nunca encaran la realidad del sujeto,
aquel de los deseos, del placer y del sufrimiento.
Desde luego que carece de valor la idea de que tan solo experimentando se puede decir algo de lo que se habla. Existen saberes
válidos construidos sobre auténticos análisis del objeto de estudio. Por lo mismo, respecto a la mariguana, no se podría sostener
que tan solo los usadores se hallan legitimados a juzgar sobre
lo que es y sobre sus efectos en la vida de los ciudadanos. Estos
decires legítimos tampoco podrían arrogarse el poder del saber
absoluto desdeñando aquel que nace de una experiencia atravesada por los juicios surgidos, aunque no exclusivamente, de los
experiencial.
199
Ecuador y la marihuana
Consep
Es necesario rescatar la experiencia de quienes se han relacionado
con la marihuana y también los criterios de aquellos que, basados
en saberes propios o ajenos, opinan que el uso de la marihuana
constituye una mala aventura por lo que sería mejor que quien no
lo hizo no lo haga.
Sin embargo, es importante aceptar que las sensaciones, del orden
y dimensión que fuesen, constituyen siempre una experiencia que
pertenece al campo de la subjetividad. Por lo mismo, en rigor, no
se las podría generalizar.
A propósito de los afectos, del sentido de la realidad y de otras reacciones que provoca la mirada de una obra de arte, Deleuze99 dice:
“Siendo espectador, no experimento la sensación sino entrando en
el cuadro, accediendo a la unidad de lo sentiente y de lo sentido. La
lección de Cézanne más allá de los impresionistas: la sensación no
está en el juego ‘libre’ o desencarnado de la luz y del color (impresiones), al contrario, está en el cuerpo, aunque fuere el cuerpo de una
manzana. El color está en el cuerpo, la sensación está en el cuerpo, y
no en los aires. Lo pintado es la sensación. Lo que está pintado en el
cuadro es el cuerpo, no en tanto que se representa como objeto, sino
que es vivido como experimentando tal sensación”.
En consecuencia, no es posible generalizar las experiencias sensoriales, los afectos que se producen ante una experiencia. Sin embargo, es posible que la repetición de las mismas permita armar
una suerte de patrón que podría repetirse. Pero este patrón sería
siempre muy elemental y apenas como un pequeño señalador de lo
que se podría producir. Por otra parte, los afectos también se hallan
ligados a historia y a la cultura. Es decir, no se puede reaccionar
hoy ante un acontecimiento como reaccionaban las personas hace
99
Deleuze, G., Lógica de la sensación, pág. 10.
200
diez o cien años. Deleuze nos advierte que las percepciones y los
afectos pertenecen siempre al orden de la subjetividad. Pero es importante recalcar que ese sentir pertenece también al orden de la
realidad, ese algo que hay en cada sujeto y que se halla, de alguna
manera, ligado al orden de los lenguajes lo que lo convierte en
hecho histórico.
Un informante de veintiocho años sabe que las sensaciones y los
afectos producidos por el uso de marihuana caminan las rutas de
la subjetividad y que, por lo mismo, no es posible estandarizarlos
aunque se puedan quizás generalizar ciertas experiencias.
Los efectos varían porque son subjetivos porque dependen del
organismo de cada uno, de la personalidad. Por lo mismo, desgraciadamente, no se puede levantar una estadística de lo que
se siente. Los efectos varían. Además, seguramente no todas las
marihuanas te dan la misma sensación. Por ejemplo, ahora está
de moda la cripy que, se supone, es más seleccionada, porque en
la chola están mezcladas hembras y machos, te viene con semillas
y todo, y es un desastre. La cripy, se supone, es solamente hembra,
es más sativa. Hay otra variedad que se llama black window. Todo
depende de la cantidad de Thc100. Y, bueno, a cada quien le gusta
una u otra, y cada quien tiene sus propias experiencias. Con una
buena, basta una sola pitada, con la chola se necesitan hasta cinco pitadas para estar en estado.101
100 THC: tetrahidrocannabinol.
101En la vida cotidiana, la marihuana ha sido bautizada con numerosos nombres.
Mariguana, porro, cacho, Canadian black, maría, pasto, toke, chocolate. ana, juana, maríajuana, yerbita, mary jane, yerba mala, yerba buena. Yerba de la ilusión,
yerba del rey, weed, ganja. La necesidad de protección personal y grupal ha determinado que el léxico varíe según las circunstancias. La idea fundamental es despistar,
no tanto a la policía, sino a la familia y a las autoridades del colegio. El hecho de
que crezca la sinonimia revela que los nombres realmente no protegen sino muy
circunstancialmente.
201
Ecuador y la marihuana
Consep
Cuando se trata de entender los usos de marihuana, no hace falta
buscar ningún tipo de racionalidad porque no pertenecen a ese orden, sino al orden de lo mágico y al de la libertad. Sin embargo,
es preciso también tomar en cuenta a Weber para quien es siempre
posible la interacción de varias racionalidades subyacentes en la
acción, incluyendo las “racionalidades con arreglo a los valores”
que irían más allá de las perspectivas racionalistas. Una racionalidad, por ejemplo, que tendría que ver con los valores y fines del
sujeto. Hay que ir a la racionalidad del orden de los deseos, de la
libertad y de los afectos. En general, todas las estrategias de prevención han fracaso porque se sostuvieron en la lógica del bien y
del mal, en la lógica de las responsabilidades personales y sociales. Esa lógica que no solo no tomaba en cuenta el deseo, el
placear y la libertad sino que, abierta o camufladamente, los
negaban.
El uso de marihuana exige una relación de sentimientos y no de
razones. El sentimiento es anterior a los lenguajes y a todas las
lógicas posibles. Es el primer lenguaje con el que el niño se comunica con su madre y, por su mediación, con el mundo. En realidad,
el afecto es el primer lenguaje que aprende todo hijo de mujer.102
Para filósofos como Deleuze (2002), el sentimiento infantil sería
el niño en sí mismo en todas sus dimensiones, sería el sujeto en
sí. Los afectos dan cuenta de la forma de estar en el mundo. Y la
marihuana se coloca precisamente en ese espacio de significación
eminentemente afectiva, emocional, incluso cuando a veces termine haciendo daño. De suyo, nadie se triquea103 ni pretende hacerlo
102Al respecto se podrían citar los versos de Virgilio de la Égloga IV: Empieza, oh
pequeñín / en la risa a conocer a tu madre. El poeta ubica los afectos como el primer
lenguaje con el que el niño se comunica con el mundo a través de la madre.
103Triquearse: El término es muy polisémico y sus sentidos dependen de la ciudad,
región y de los grupos. En general tiende a referirse a la experiencia de miedo e
incluso de pavor que se experimenta en el vuelo con hongos. En ciertos casos, el
triquearse se convierte en el objetivo del uso de la sustancia. Cf. Tenorio, R, 2007.
202
con la marihuana porque su carácter es eminentemente pacífico y
conciliador, une al grupo y le provee de cohesión.
Esta relación afectiva original con los otros da cuenta de que
todo sujeto nace en un mundo social organizado con lenguajes
y normas. Esta organización es la que permite el tránsito de los
afectos que requieren de la presencia de los otros para surgir y
expresarse. Sin embargo, también es preciso reconocer que toda
subjetividad requiere y exige para sí la privacidad que conduce a
la autonomía.
Pese a que parecería que la sociedad de las nuevas generaciones
se aferra a un individualismo a ratos total, la pertenecía al grupo
y la dinamia del mismo constituyen una de las características de
la sociedad contemporánea. Giddens,104 por ejemplo, al describir
las tendencias sociales de las nuevas generaciones, hace énfasis en
la individualidad contemporánea a la que considera altamente reflexiva que, de alguna manera, contradice un criterio generalizado
de que a las nuevas generaciones les interesan cada vez menos los
procesos de reflexión, análisis y crítica.
Sin embargo, lo que más caracterizaría a las nuevas generaciones
y al mundo en su conjunto sería el hecho de vivir de los acontecimientos, hasta el punto de que la sociedad se describiría a través
de los acontecimientos. Estos podrían ser aparentemente baladíes,
como el lanzamiento de la última tecnología en computación o en
celulares o en música o en arte. Acontecimientos que se suceden a
ratos de manera tan rápida que no permiten reflexión alguna sobre
ellos. Los acontecimientos van y vienen, aparecen y desaparecen.
Lo que hace presencia en la pantalla en un momento dado es sustituido de manera casi inmediata por otro evento, acontecimiento u
104 Giddens, A, 1997. 203
Ecuador y la marihuana
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objeto. Ni siquiera se tendría tiempo para hacerse cargo de algo en
concreto. Quizás un mundo caracterizado por una suerte de transitividad absoluta.
Hay mucha diferencia entre lo que buscábamos nosotros en la marihuana a lo que buscan ahora. En mi tiempo, con la marihuana,
buscábamos popularidad y pertenencia. Ahora, de alguna manera, los chicos buscan pertenencia pero no tanto popularidad. Diría que buscan ser parte de algo, juntarse con alguien para cubrir
esos vacíos que tienen en casa. También estarían buscando situaciones que les lleven a castigar a sus padres por abandonarlos y
brindarles su ausencia aun viviendo en la misma casa. Por otra
parte, son hijos de la migración, hijos de la tecnología. Son hijos
del abandono. Muchos de estos chicos pueden buscar refugio en
la mariguana para lograr seguridad y hasta compañía.
Cada generación se hace en tiempos reales, lógicos y culturales
diferentes. Y cuanto más avanza, este tiempo aparece cada vez más
acelerado y cambiante lo que hace que pierda su valor de referente
de la existencia. El sujeto, por su parte, se halla inmerso en esa
movilidad que no reduce su capacidad de construir y mantener referentes que sostengan la existencia y la provean de sentido. Giddens105 señala que ya a finales del siglo pasado, el tiempo sufrió una
aceleración como no se había dado antes. El filósofo Hobsbawn
también habla de la aceleración del tiempo que habría comenzado
hacia la mitad del siglo XX “el más corto de todos los siglos” y sin
embargo, el más cruel de toda la historia de la humanidad.
La conciencia de esta inestabilidad es cada vez más temprana. De
hecho las nuevas generaciones lo perciben casi con su primer abrir
de ojos, con su primera mirada al entorno familiar en el que la ines105 Giddens, A., 1994.
204
tabilidad también se expresa de manera incluso dolorosa y hasta
cruel.
La identidad, por otra parte, no es un hecho dado, sino un estar
haciéndose en medio de una inconsistencia de significados y de
referentes tanto familiares como sociales. La identidad se ha tornado una suerte de vacío que se llena con la inestabilidad pues ya
no posee aquellas características que imperaron hasta el segundo
tercio del siglo pasado, la identidad familiar, grupal, de género.
Desde la segunda mitad del siglo veinte, la identidad se hace en
los vacíos que dejaron las crueldades de las guerras mundiales, los
campos de concentración, los Archipiélagos de Gulag, las lucha
por los poderes absolutos y hegemónicos, la peste camusiana, el
ser y la nada sartrianos106.
La marihuana llega a finales del siglo pasado, no como un vicio,
sino como un elemento que pretende aglutinar las partes rotas de
una sociedad en plena decadencia, como una ruta que podría llevar
a los lugares en los que las nuevas generaciones pudiesen hallar
algo más que guerra y destrucción. Hacer la paz y no la guerra
implicaba también fumar marihuana.
Entonces eran problemas difíciles de sobrellevar, ni los médicos,
ni los psicólogos ni los curas podían ayudarte. Entonces a veces
hasta pensaba en el suicidio, sentía que mi mujer, por ejemplo,
estaba junto a mí por lástima pero no por amor. Entonces la marihuana era compañía.
La marihuana y las otras drogas no hacen los caminos para llegar a
106Los Nazis pregonaban la abstinencia en el nombre de la salud nacional. Pero a la
hora de librar su Blitzkrieg, no tenían reparos en poner a sus soldados hasta los topes
de drogas y alcohol. El speed era la preferida, no obstante muchos otros se hicieron
adictos a la morfina y al alcohol.
205
Ecuador y la marihuana
Consep
los sujetos, tal parecería señalar el discurso tradicional que se queda
en una pobre fenomenología, esa que resumió la complejidad en una
relación causal entre drogas, traficantes y consumidores. Desde esta
perspectiva, absolutamente lineal y pobre, se dejó de lado la realidad cultural y existencial de una generación que sabía que se habían
perdido o por lo menos debilitado seriamente aquellos elementos
culturales, sociales y políticos que habían servido de referentes para
dar cuerpo y sostén a la subjetividad y a la colectividad.
Se han analizado los usos de marihuana y de otras drogas desde el
vicio e incluso desde una suerte de maldad personal y nunca desde los llamamientos a una necesidad de consistencia por parte de
los sujetos y de la misma sociedad. Aquella supuesta consistencia
de la cultura se desbarataba de manera cada vez más acelerada
y no aparecieron puntos importantes de resistencia. Como señala
Giddens, la duda tomó el lugar de las convicciones con las que había aportado el antiguo régimen, patriarcal y tradicional. De una u
otra manera, pierde consistencia y hasta desaparece esa ritualística
que marcaba los tránsitos e iniciaciones de las generaciones en el
mundo de los otros que ya no es acogiente porque las nuevas generaciones se encontraron con una cultura que no pudo ocultar su
pasado ominoso.
Son muchos los factores ajenos al consumo per se. Yo sé que algunos se engancharon, como te digo, porque tuvieron vacíos existenciales, era su propia vida y la sociedad. Unos porque terminaron
con sus novia, otros porque los papás se divorciaron ya que antes
nadie se divorciaba. Entonces también por falta de atención familiar, por una comunicación disfuncional. En mi caso, por ejemplo,
mi mamá es muy co-dependiente, ella y yo, yo y ella, me mimó, me
encapsuló, no me dejó caerme nunca, y creo que fue uno de los
detonantes para que yo comience a consumir marihuana.
206
Para Giddens, un elemento fundamental en la crisis que da lugar
al aparecimiento de la nueva cultura es precisamente las transformaciones o el declive de la familia patriarcal que, en el caso de
nuestro país, se caracteriza por una buena dosis de hipocresía social y religiosa. La nueva cultura, ya en los 80, deja al descubierto
la inconsistencia de la familia, particularmente de la pareja matrimonial levantada sobre la base de prejuicios sociales pero no
sobre serios y consistentes vínculos amorosos y de compromiso.
Se devela el hecho de que existe otra verdad que tiene que ver
con un acostumbramiento social y una necesidad de tapar la problemática de pareja y familiar porque lo que prima es el reino de
las apariencias.
Aquellas generaciones denuncian que los sistemas de verdad con
los que se ha movido la vida individual y social fueron impuestos
de manera irresistible. Bastaría recordar el discurso y las propuestas de Mayo 68 que tienen que ver con similares denuncias
aunque enfocadas al campo académico. De ese enunciado abarcativo de familia, se pasa al reconocimiento de la individualidad
y la subjetividad. De hecho, en las últimas décadas del siglo pasado, el concepto universalizante y cerrado de familia se rompe
para dar lugar al surgimiento de un sujeto independiente, autónomo y capaz de tomar sus propias decisiones en los aspectos
más fundamentales de la vida como son la elección de carrera y
la elección de pareja matrimonial. Surge, en consecuencia, una
nueva libertad, quizás más auténtica, que tiene que ver con la
toma de decisiones personales incluso asumidas contracorriente
del sistema familiar dominante.
El uso de marihuana viene a formar parte de las múltiples actitudes y acciones con las que las nuevas generaciones dan cuenta de
su crítica al sistema antiguo y su pertenencia a un nuevo orden de
207
Ecuador y la marihuana
Consep
cosas y de significaciones. No se trataría tan solo de una posición
de rebeldía sino de la posibilidad de crear distintos espacios de
significación y también de otros estilos de vida.
De alguna manera, aquellas generaciones de los setentas y ochentas tuvieron la sensación, quizás hasta la certeza, de que la sociedad ya había explotado todas sus posibilidades tanto en los órdenes privados, cuyo ejemplo primordial sería la familia, como en
los públicos, expresados quizás de manera más clara en el sistema
educativo primario y secundario y, quizás de manera muy particular, en el político. Las dictaduras que se imponen en las Américas
también fueron la respuesta a esta posición crítica de la sociedad
joven dispuestas a no seguir una historia política y social de engaño. Los militares de América Latina anulan el sistema constitucional y se imponen la tarea de eliminar hasta los vestigios de las
nuevas ideas. Lo acontecido en el Cono Sur fue el ejemplo más
paradigmático de este proceso en el que los militares no tuvieron
reparo alguno en cometer los mayores crímenes sociales de los que
tiene memoria América Latina.
En lo que corresponde al campo de la subjetividad, para el psicoanálisis, la frustración, más que un acto, da cuenta de un estado
del sujeto ante la dificultad de lograr la realización de un deseo.
Aparece “como la imposibilidad de apropiarse de lo que desea”,
señala Chemama.107 De esta manera, el sentido de la frustración
adquiere dimensiones muy amplias pudiendo referirse a la imposibilidad de lograr cualquier clase de objeto. Sin embargo, la frustración a la que se alude tiene que ver, no precisamente con un
objeto determinado, sino con aquello de las realidades familiares,
sociales, culturales, religiosas, políticas y económicas que habían
servido de apoyo existencial y que, de pronto, ya no estaban o ya
107 Chemama, R., 2002.
no podían cumplir esa función de referente. Entonces aparecen y
se consolidan los vacíos.
Roudinesco108se refiere a la frustración como a una situación que
posee un carácter que podría calificarse de existencial pues tiene
que ver con la insatisfacción de un deseo o con el rechazo del deseo en sí mismo. En consecuencia, es el sentimiento de frustración
el que viene a ocupar el lugar que debió corresponder a la gratificación. Sin embargo, es preciso distinguir el caso de alguien que
no pudo tener acceso a la satisfacción de aquel que, habiendo sido
gratificado ve, que de pronto, se le suprime el proceso de gratificación. Los dos casos difieren entre sí pues en el primero no ha habido acceso a la gratificación y en el segundo lo que se ha producido
es su suspensión.
Si bien aparecen los grupos que se hacen en una suerte de rebeldía
ante la situación social y política, también están los otros que se
encapsulan en sí mismos o, lo que es más común, en sus propios
grupos. No les interesa tomar las armas para luchar en contra de las
dictaduras o de los sistemas de opresión.
Entonces era como una especie de rebeldía contra los sometimientos. Por eso, en la mayoría de los casos, se fumaba en grupo
y muy rara vez solitos. También cuando era en grupo se evitaba
que te moleste la policía. Unos se iban a fumar a orillas del río o
debajo de los puentes, sobre todo del río Tomebamba, cerca de El
Vado. También había los que fumaban solos, pero ellos eran aparte, se quedaban en los parques y luego les asaltaban y hasta les
herían para robarles. Existen muchas diferencias entre los usos y
los tiempos, aunque, aparentemente no se vea mucha diferencia y
más bien similitudes entre los usos de marihuana ahora que hace
108 Roudinesco, E. et Plot, M., 1997.
208
209
Ecuador y la marihuana
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años. Quizás ahora se insistiría más en el hecho de sentirse parte
de un grupo.
Este es precisamente uno de los temas que importan y que deberían
ser tomados siempre en cuenta cuando se trata de entender que la
marihuana, como prácticamente todo lo que compete a la cultura,
es móvil en sus sentidos, en su historia y, por ende, también en las
relaciones que establece con su usador. Por una u otra razón se
deberían separar los procesos de los contenidos de tal manera que
aparezcan en sus relaciones con ciertas reglas del sistema social y
los segundos aparezcan como ejemplos particulares, señala Moscovici109. En el fondo, se trata de rescatar los movimientos que se
producen en la sociedad y que dan origen al aparecimiento de lo
que se denomina mentalidad o conjuntos criteriales con los que se
interpreta el mundo y sus realidades.
El estudio de las representaciones sociales tiene por dominio aquello que ya ha sido explorado por la psicología social, es decir, las
interacciones que se producen entre los sujetos de un grupo y las
realidades que viven (Palmonari).110 Por lo mismo, para entender
el fenómeno de las drogas en la sociedad, es imperativo reconocer
las ideologías que gobiernan las relaciones y que producen las representaciones del mundo.
Por más anodinos que pudiesen parecer los usos, ninguno se realiza
al margen de un sistema de representaciones colectivas. Moscovici111
señala que si no se toman en cuenta las representaciones sociales en
todo su valor, en lugar de convertirse en una ayuda para entender los
fenómenos sociales, se convierten en un verdadero obstáculo.
109 Moscovici, S.,1986.
110 Palmonari, A., Paris, 1986
111 Moscovici, S. 1999
En efecto, algo que se ha tratado de escamotear en el discurso oficial sobre las drogas y sus usos es el hecho de que se trata de fenómenos sociales cuya complejidad ni se capta ni se resuelve con un
eslogan absolutamente elemental como el “dile no a las droga” o
“las drogas son malas” o cualquier otro con el que se ha pretendido
destruir la complejidad para que en su lugar aparezcan el mal y la
culpa.
De ello se deriva la necesidad de ir a las representaciones sociales
que en sí mismas constituyen un objeto de estudio pues “se hallan
dotadas de una realidad propia no dependiente de otras ciencias y,
por lo tanto, capaces de construir un punto sólido sobre el cual se
puede apoyar el desarrollo de la psicología social,”112 herramienta
indispensable para entender, en este caso, el tema de los usos de
drogas a lo largo de los últimos tiempos.
Pero las condiciones de antes eran distintas. Por ejemplo, ahora
la familia es corta, hay muchos hogares con un solo hijo. Y los
papás y las mamás se dedican a comprar y comprar cosas a
sus hijos como si estuvieran en una competencia con las otras
familias, con los vecinos. Y eso hace que prácticamente se hayan olvidado de sus hijos. Antes las cosas eran muy diferentes.
En mi tiempo, se respiraba el aire familiar, sobre todo el de los
fines de semana en los que la familia se reunía y comían todos
juntos. Ahora te dejan una nota cerca del microondas diciendo
que se fueron a una reunión de negocios, a una invitación de tal
o cual cosa y que te dejan la comida en el microondas para que
la calientes.
Desde esta perspectiva, los usos de drogas estarían íntimamente
ligados a la dinamia de la familia hasta el punto de convertirse, de
112 Palmonari, Augusto, op. cit. pág. 12.
210
211
Ecuador y la marihuana
Consep
una u otra manera, casi en la responsable de que uno de sus miembros use o no marihuana. Desde los orígenes mismos de la sociedad, a la familia se le ha otorgado los máximos poderes respecto
a las nuevas generaciones de las que, en una u otra dimensión, se
sienten propietarias. Por otra parte, a la familia le compete tanto la
lógica como la ética de la existencia personal y colectiva. Desde
esta perspectiva, la familia, como ese todo socialmente delimitado
por la paternidad, la filiación y la locación compartida, se convierte
en el responsable primario de la construcción y trasmisión de lo
bueno y de lo socialmente aceptado.
Sobre la familia gravita el armazón social del bien y el mal. Pero
esta familia eminentemente valorada desde una ética incuestionada se reduce en la práctica a la pareja parental responsable del
bien y del mal de los hijos. Ya no se trata, en consecuencia, de la
familia como realidad producida por los nexos de parentesco y
por los efectos de la unión jurídica de la pareja. La buena o mala
familia es aquella en la que gobiernan un papá y una mamá porque ni siquiera se rescata el hecho conyugal, salvo cuando este
se disuelve. Esta familia así representada construye, a su vez, un
sistema de representaciones dentro de sí misma igualmente equívocas. Está claro que la sociedad termina inhibiendo opciones
mentales para entender la familia solo desde la relación de pareja.
Tampoco se han creado los espacios necesarios para denunciar
este equívoco.
El siguiente testimonio da cuenta de las distorsiones tanto lógicas
como éticas con las que se ven y analizan ciertas realidades como
el uso de cannabis. Por cuanto la familia aparece representada por
la pareja parental, el hijo no logra integrarse a la dinamia familiar
puesto que papá y mamá son la familia. Los hermanos, en este
caso, no cuentan sino, como se verá, en tanto afectados por el mal
ejemplo del hermano descarriado que fuma marihuana. Para el informante, lo que cuenta no es el hecho de la familia en sí sino el
que el papá también fume y beba aunque sea de manera esporádica. Puesto que la representación social de la familia está dada por
la pareja parental (ya no necesariamente la matrimonial), el hijo
debería quedar libre para decidir por sí mismo.
Qué bueno que toque este tema de la familia. La familia queda necesariamente ausente. ¿Sabe cuál era mi discurso, mi pantalla, o
sea mi teatro, para mantenerme en mi marihuana, porque, verás,
yo fumaba bastante si? Era la universidad. Y nada que ver con
la familia. Entonces, yo decía que mientras no se metan con mis
prioridades y con mi espacio de la universidad, yo estoy bien. Eso
le decía a mi papá: tú te tomas tu trago de vez en cuando, tú fumas
tu tabaco de vez en cuando. Si yo fumo marihuana, déjame, yo
estoy tranquilo. Igual, estudio, estoy a punto de graduarme, tengo
un trabajo, estoy estable. Entonces, ¿qué problema hay?
Pese a que se viven realidades absolutamente otras, el discurso oficial insiste en el principio de que la familia fue y debe seguir siendo el factor fundante de la socialización primaria. Se pasa por alto,
por ejemplo, el valor de socialización de la televisión, el internet,
el Facebook, factores nuevos que adquieren territorialidad simbólica definitiva en el presente siglo.
De hecho, se entendería que el comportamiento de los hijos está
llamado a asegurar la bondad de papá y mamá, y quizás sobre todo
la del papá que, hasta casi finales del siglo pasado, era el gran
representante de la familia ante la comunidad y prácticamente el
dueño del ente familia. Lo que comenta Baudrillard respecto a las
relaciones de los objetos, se aplicaría a la relación objetal estatuida
en la familia en torno a las figuras parentales. La dimensión real
en la que se desenvuelve la cotidianidad quedaría cautiva en la
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Ecuador y la marihuana
Consep
dimensión moral a la que deben significar como una de sus tareas
fundamentales. Esta representación moral es la que organiza la familia y la que determina que desde ahí se califiquen, no solo los
comportamientos visibles, sino también las actitudes de las que
darían cuenta los actos de los miembros.
Sin embargo, es preciso reconocer que se ha producido un antagonismo cada vez más evidente entre el discurso oficial sobre, por
ejemplo, los roles que deben desempeñar el papá y la mamá y lo
que viven los hijos en la cotidianidad. Solo con el siglo XXI las
funciones de la mujer han adquirido una prestancia inusitada a causa de sus nuevas libertades, de lo que se podría denominar la desconfiguración del matrimonio y de las nuevas maternidades.
En torno a lo que ha acontecido en la familia y en la pareja matrimonial, se podría decir que, como otras realidades sociales tales
como las religiosas, han debido abandonar un pedestal de siglos
para bajar a formar parte de las realidades cotidianas absolutamente desacralizadas. De hecho, la familia occidental y cristiana formaba parte de una suerte de determinismo intrínseco que la convertía en la parte sagrada quizás más importante de las sociedades
occidentales. De esa suerte de sacralidad que la mantuvo inamovible por siglos, emanaban otros principios organizadores del sujeto
y también del mismo conocimiento.
Nosotros sabíamos que la marihuana es una droga porque eso
nos inculcaban desde el hogar, es allí en donde en primer lugar
se dicen las cosas que son malas y de las que hay que alejarse,
como pecados. Y luego eso se ve reforzado por la educación sobre
las drogas que nos dan en primaria hasta secundaria, allí nos
inculcan que la marihuana es una droga, también, obviamente,
el alcohol al que mucha gente no considera una droga. Esto es
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básicamente lo que determina todo porque esto es lo que desde
pequeños nos van enseñando. Y, claro, entonces hemos cambiado,
y luego ya consideramos las cosas desde otro lugar porque ya es
otra la familia.
Este es un ejemplo claro de las vías a través de las que los actores sociales se encargan de construir las representaciones en las
nuevas generaciones. En este proceso de repetición, no se crea
ningún espacio para la discusión y la duda lo cual determina que
los saberes posean características dogmáticas que terminan convirtiéndose en indispensables para el sostenimiento del poder y
del saber. A la transmisión de estos saberes se añadieron las amenazas y los temores sobre las consecuencias que surgen de los
usos de esas sustancias íntimamente ligadas al mal, tarea asignada a la psiquiatría.
Al comienzo, la enseñanza está claramente orientada a que nadie
use ninguna sustancia y luego a que se interiorice el sentido de los
males que provocan tanto en el momento mismo del uso como a
posteriori.
En este punto se daría el aparecimiento del conflicto entre la enseñanza y la duda que todo dogma provoca por lo menos en quienes
han introducido la duda como parte de su actitud ante el saber y
el decir. Cuando existe un conflicto (entendido como la confrontación de puntos de vista discrepantes), uno de los principales factores que determinan cómo será resuelto es un nuevo estilo de comportamiento que aparece en los actores jóvenes. En estos casos,
las dudas no se resuelven teóricamente sino mediante ejercicios
prácticos como, por ejemplo, usando aquello que está prohibido
para comprobar si realmente ocasiona lo que se ha dicho. Hacia
allá va el testimonio de una señora que la usó cuando joven:
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Ecuador y la marihuana
Consep
Para la gente joven de ahora, la marihuana es la droga más
aceptable y menos dañina, pese a que todavía siga siendo un
tabú en nuestra sociedad. Sin embargo, es algo que definitivamente no falta en ninguna fiesta o reunión. Las personas que
consumen no lo hacen aun de una manera abierta, todavía se ve
que se esconden, o se van a un rincón, pero la consumen. La verdad es que cada día se está normalizando más el consumo, como
si te fumas un cigarrillo o te tomas un vaso de cerveza o incluso
menos si se tiene en cuenta que se fumaba más en nuestros días.
En nuestro tiempo, cualquier pretexto era bueno, aunque casi
siempre por las tardes. No se necesitaba ningún acontecimiento
especial para que puedas fumar hierba, siempre lo hacíamos.
De hecho, todos los días a la tarde, a la misma hora luego de
almorzar. Bueno, podría suceder que a veces iban mis amigas y
ahí prendíamos una marihuana. O si pasaba algo especial, pero
incluso eso era como normal hacerlo ya que lo hacíamos prácticamente todos los días.
A propósito, Giddens113 señala que la actitud al exponer o al apropiarnos de rasgos universales con pretensiones de verdad incuestionable ha sido impuesta por el poder a causa de la presencia
de problemas con características supuestamente universales. Tal
sería, por ejemplo el tema de las drogas. Lo que acontece acá no
es más que la repetición de lo que sucede en otros lugares en los
que se usan drogas y se producen problemas. La repetición del
discurso no incluye la posibilidad de duda o de cuestionamiento
porque la prueba fidedigna de la verdad del decir se halla en la
repetición. De esta manera se habría producido una sociedad que
ha explotado todas sus posibilidades de racionalización desde sus
actos minúsculos hasta los macro en el campo de lo social, al grado de conseguir una adjetivación teórica de modernidad reflexiva
113
Giddens, A., 1997.
216
que impacta y conduce a la actuación individual. Sin embargo,
el hecho mismo de la repetición crearía ya la posibilidad de una
reflexión crítica que no se daría en el campo teórico necesariamente, sino en el actuar, tal como lo señala el anterior testimonio
en el que, a comienzos del siglo XXI, la prohibición misma ya
había dejado de pesar sobre las actitudes y comportamientos de
las nuevas generaciones.
La renovación del sujeto
Ya a finales del siglo pasado, la utilización de la marihuana adquiere cierta diversificación por parte de sus usadores que pretenden
crear otro espacio de significación que no sea únicamente el del
supuesto o real placer que provoca, por una parte, y del vicio, desde las perspectivas sociales. De la posición contestataria y quizás
incluso atravesada por la violencia, se pasa a una relación benigna
y hasta casi religiosa.
Se trata de una serie de giros actitudinales, morales y recreativos
que, aunque pudiesen parecer insignificantes, adquieren importancia en muchos lugares del mundo. No es de extrañar esta posición
que va de la mano con todos aquellos elementos que la sociedad ha
utilizado para las celebraciones y los encuentros en los que se ponen en juego los lazos de amistad y los acontecimientos que exigen
algún tipo de celebración.
De hecho, en el capítulo Primero, se pudo exponer que probablemente los usos originales del cannabis tuvieron que ver con lo sacro y el misterio. Los sacerdotes o la gente de poder se ponía en
contacto con las divinidades a través del cannabis que, además,
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podía ser colocado en la tumba, junto al cadáver, para que el fallecido pueda comunicarse con la divinidad.
fluencia social arranca siempre del poder que en sí mismo aparece
como fuente inagotable de influencia.
Desde esta perspectiva, la marihuana se convierte tanto en el espacio en el que se ejercen ciertos ritos, o como el instrumento con el
que es posible lograr esa suerte de trascendencia o, por lo menos,
de superación de lo cotidiano.
“En psicología social y en sociología, la influencia social se entiende como la capacidad de un individuo de modificar el comportamiento de otro sin recurrir a la fuerza como la transformación observable en el comportamiento de un miembro de un grupo cuando
interactúa con otro u otros o con el grupo en su conjunto”115. El
grupo es un actor social que, aunque pareciera encontrarse en el
total anonimato, su acción es definitiva en la producción de los
cambios. Frente a la posición lineal del poder, el autor propone el
modelo que denominó interaccionista en el que la estabilidad social constituye tan solo un momento dentro del proceso de cambio
social. En este sentido, la marginación se convierte en una realidad
necesaria porque es ahí en donde se gestan los verdaderos procesos
de transformación. La importancia de los modos de actuar de estas
minorías activas radica en la anomia y en la heterodoxia de sus
opiniones.
De hecho, aunque se den usos en solitario, quizás lo común sea
que se lie un porro para ser compartido en grupo. Esta igualdad
tiene que ver fundamentalmente con la posición existencial más
que social. “La psicología social considera en el funcionamiento
de un grupo un sistema interno (relaciones de amistad o de igualdad) y un sistema externo (diferenciaciones jerárquicas permite su
eficacia)”.114 Si bien no se han realizado estudios que den cuenta
de estas relaciones y de sus jerarquías, en este trabajo lo que se ha
rescatado es el hecho de la importancia que posee el grupo para el
uso común de la marihuana.
La influencia social proviene del poder puesto que él mismo se
explica y se sustenta en la capacidad de influenciar en la sociedad.
A los políticos se anexan otros poderes que actúan entre pares a
través, por ejemplo, de las redes sociales cuyo poder de comunicación y de influencia es cada vez más importante y hasta definitorio. Sin embargo, también es preciso reconocer que el poder en
sí mismo no necesariamente provoca cambios, más bien tendería
a evitarlos. Al poder, en efecto, le interesa sobremanera la repetición, la estabilidad y el orden. Las revoluciones válidas, es decir,
aquellas que implican la imposición de un sistema de cambios, no
las hace nunca el poder. Sin embargo, lo que se denomina la in-
Sin embargo, las redes sociales poseen en la actualidad un poder
cada vez más creciente e incluso definitorio. Es probable que, a
causa de su poder, ya se hayan producido importantes cambios sociales y políticos bajo su influencia.116
En ese entonces, a la mayoría le gustaba hacerlo en grupo, en
ese tiempo era genial, no solo porque nos reíamos sino porque
compartíamos entre amigos muchas cosas, muchas experiencias,
allí pensábamos el mundo y las cosas. Arreglábamos el mundo.
Porque en el grupo se hace una especie de subcultura, se piensa
114 Flament, C. L’analyse desimilitud: une technique pour les recherches sur les représentations sociales, en L’etude des représentations sociales, op. cit., pág. 139
115 Moscovici, S., 1999.
116 Un ejemplo del poder de las redes sociales constituye los logros obtenidos en torno
a los derechos de los hombres y mujeres con posiciones sexuales diferentes.
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en lo natural, en Pachamama, en el Inti. Y se discutían los temas
que no son de las drogas, sino del mundo, del país, de la casa. La
marihuana era como la compañera porque, a más de la felicidad,
nos daba otras cosas. Por eso es atrapante, es demasiado especial, demasiado placentera.
Uno de los errores que se han cometido en torno al tema de las drogas en general y de la marihuana en particular es el haberlas visto
al margen de los procesos sociales o como intrusas que llegaron
para alterar los órdenes estatuidos. Por lo mismo, la guerra contra
ellas tuvo las características de una cruzada medioeval destinada
a salvar los santos lugares de una cultura ya en decadencia y sin
embargo siempre pensándose en sí misma y, en ese narcisismo,
haciendo caso omiso de sus graves problemas de carácter social,
económico, político, religioso. Hasta el momento en el que llegan
la marihuana y las otras drogas, todo está supuestamente tan bien
que el mundo occidental se une para declararlas la guerra absoluta
hasta su total exterminio. La consigna es que es preciso jugarse el
todo por el todo con tal de salvar la cultura.
Entonces no se pensó en que todo sistema social, no solamente se
halla sujeto a tensiones y conflictos, sino que el conflicto debe ser
parte necesaria del mismo. El análisis experiencial de las relaciones sociales devela el hecho incuestionable de la complejidad y
de la violencia que dan origen al cambio. Llegará el momento de
investigar los cambios que las múltiples presencias de las drogas
han provocado en Occidente y sus culturas.
Todo el mundo busca lo propio. Pero nunca se podría decir que
todos buscan lo mismo. Nosotros buscamos divertirnos con la marihuana, enfrentarnos a lo prohibido y también pensar en otras
realidades, en otras relaciones. Ya nos enfrentábamos, por ejem220
plo, al poder que tenía el papá en la casa y que hasta entonces
estaba marcado por cierta crueldad, tú sabes que eso era tenaz.
Por eso la marihuana entonces era fundamentalmente contestataria, con ella le respondíamos al mundo de esa manera. Yo he
seguido usando ahora que soy profesor de la universidad, pero
ya es diferente, totalmente distinto a lo que fue cuando estudiante. Por supuesto, aunque era un gran número de usadores en ese
entonces en Cuenca, siempre fuimos y somos una gran minoría.
Hay ese otro grupo de los que deciden vivir estoicamente, desde la
simpleza, así ven la vida. Si no estudian, bien, si tienen un pequeño trabajo, bien. Yo diría que es un grupo de mediocres que dejan
de lado las prioridades, pero no a causa de la marihuana.
Autores como Moscovici y el mismo Giddens hablan de la psicología de la influencia, es decir, aquella que pertenece a la mayoría
y que la autoridad se encarga de representarla y normarla. Esta
psicología se ha interesado en los fenómenos de la conformidad
y de la repetición, que implica sumisión a las normas del grupo
y obediencia a sus mandatos de manera casi absoluta y exenta de
todo análisis y crítica. Es el control social sobre los ciudadanos y
la aparente eliminación de las diferencias de tal manera que todos
aparenten igualdad pues está prohibido marcar las diferencias que
entorpecen el proceso de sometimiento al poder
Se ha estudiado la conformidad social desde el triple punto de
vista del control social sobre los individuos, de la eliminación de
las diferencias entre estos (des-individuación) y de la aparición de
uniformidades colectivas. Por su parte, todo acto o intento de separación para crear diferencias es visto como atentatorio al orden.
Sin embargo, es preciso reconocer que los cambios que se operan a
partir del último tercio del siglo pasado tienen que ver también con
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un rescate sostenido e importante de la individualidad que, según
estudiosos se vuelve cada vez más reflexiva y más apropiada de
sus propios deseos y decisiones. Por lo mismo, es necesario tomar
en cuenta que la marihuana, como las otras sustancias denominadas drogas, llegan a un terreno en el que se está construyendo una
nueva subjetividad en la que la crítica al sistema se ha enraizado
y aparece, como consecuencia lógica, el interés por crear nuevas
propuestas. A ello hay que añadir que nada de esto se daría si no
se hubiese construido una posición claramente contestataria cuya
expresión es mayo 68 que, si bien se produce en el campo académico, sin embargo no deja de influenciar a las nuevas generaciones
en todos los aspectos de la vida cotidiana incluidas las posiciones
políticas.
Naciones Unidas que en los sesentas se lanzan a la guerra contra
las drogas desde el prohibicionismo absoluto, no toman en cuenta
nada de lo que en realidad está ya aconteciendo en las nuevas generaciones tanto europeas como de todas las Américas. Si en París
los estudiantes proclama que a las preguntas de los profesores en
los exámenes, por ejemplo, los estudiantes deben responder con
otras preguntas a sus maestros, en Estados Unidos, el slogan no es
académico sino existencial: haz el amor y no la guerra. De esta manera empieza a construirse una generación cada vez más reflexiva
que tiene entre sus objetivos la apropiación irrenunciable de sus
lenguajes y deseos.
y psicológicas. Una actitud profundamente humana que desecha la
violencia como medio para educar e incluso para controlar.
Con la guerra se crea un campo de juego en el que se producen
los enfrentamientos psíquicos y sociológicos entre los distintos
posicionamientos sociales. Por ejemplo, entre quienes asumen la
posición del cambio radical en la sociedad y quienes se aferran a
la tradición, entre quienes asumen la legitimidad de la presencia de
las drogas en el campo social y quienes las descalifican.
De hecho, yo creo que se forman varios grupos, por ejemplo, del
grupo del que yo estoy hablando específicamente corresponde a
los que deciden vivir muy estoicamente, o sea, son simples, ven la
vida simple, comen lo necesario, si no estudian, bien, si tienen un
trabajo mediano, bien. Creo que en cierta medida a este grupo,
se lo podría llamar mediocre, en el buen sentido, porque ellos así
llenan muchos vacíos y con eso dejan otras prioridades.
En estricto rigor, la declaración de guerra a las drogas constituye la
tercera guerra mundial en el más cruel y bárbaro de todos los siglos
de la historia de la humanidad. Holanda no ha desaparecido bajo el
peso de la ignominia de la droga. Sus políticas permisivas de control de los usos y del tráfico tienen que ver con una actitud reflexiva
sobre los cambios y las nuevas actitudes sociales, antropológicas
Por supuesto que, en algunos casos, estas nuevas perspectivas, también pudieron dar origen a actitudes con cierto aire de estoicismo
existencial cuyo extremo podría hallarse en el fenómeno llamado
adicción que, en rigor, no es precisamente a lo placentero. La adicción es a lo doloroso que inclusive implica una suerte de aferramiento al camino de la muerte. El informante califica de mediocres
a quienes pretenden solventar las dificultades de la vida cotidiana,
la presencia de la falta y del sufrimiento a través del uso de drogas.
Esa mediocridad se produciría por un déficit en la capacidad del
sujeto para dar la cara a los conflictos y privaciones que forman
parte necesaria de la existencia cotidiana. Los que terminan en las
adicciones a las drogas, particularmente a las complejas como la
heroína, mucho tiempo atrás ya habían abandonado el camino de
lo placentero y optaron por la ruta del dolor y de la muerte. Sin
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embargo, el poder los califica de viciosos cuando en verdad son
los autocondenados que caminan lentamente, quizás sin saberlo,
el túnel de la muerte. Pero aun habría que plantearse una pregunta
justa y ética: ¿son ellos, por sí mismo, los que caminan ese camino
al cadalso?
La representación social constituye una forma particular de conocimiento pues por su mediación es posible arribar a los saberes y
actitudes de los sujetos. También se llega a las formas mediante las
cuales se constituyen esas representaciones y cómo transitan entre
sujetos y grupos. Como todo proceso de conocimiento, las representaciones se hallan organizadas de tal manera que sea posible
hacer inteligibles las realidades subjetivas y sociales.
Cuando el informante aclara que las condiciones de los usos dados en décadas pasadas eran diferentes a las actuales, se refiere
al hecho de que el universo representacional de las generaciones
pasadas era diferente al actual. Ello implica que los valores de
representación igualmente eran otros, es decir, que ni los sujetos
son comparables a los actuales, ni tampoco las sustancias. En
consecuencia, la marihuana de hace tres décadas era simbólica e
imaginariamente distinta. A eso se refiere el informante cuando
insiste en señalar que antes las cosas eran muy diferentes.
Cuando el informante refiere que antes, en su tiempo, hace más
de veinte años, se prefería fumar la marihuana en grupo, da a
conocer que el grupo servía de lugar referencial en el que eran
posibles los intercambios de experiencias tanto como de deseos,
temores y expectativas.
representación social puesto que no puede quedar ningún acontecimiento marginado del saber. Este saber es la representación
que de ninguna manera es ajena a la verdad. ¿Qué es la verdad, en
qué consiste lo verdadero? Las representaciones sociales surgen
causadas y valoradas por las condiciones, circunstancias y tiempos en los que se dan.
Siempre estará de por medio la frustración como representación
social y como realidad subjetiva. La frustración tiene que ver con
la imposibilidad de que se realicen todos los deseos. Es preciso
insistir en el carácter positivo del deseo que bien podría entenderse como esa voluntad de poder del que hablaba Nietzsche, o
como potencia positiva, creadora y afirmativa y no solo como
aquello que surge de la carencia.
La frustración es la sensación que surge cuando el deseo no ha
podido realizarse o cuando el objeto no fue el más adecuado al
deseo. Se entiende por frustración el estado de decepción creado
emocionalmente cuando alguien espera realizar su deseo y se ve
impedido de hacerlo. La importancia de la frustración ha sido
puesta de manifiesto prácticamente por todas las ciencias sociales. Así como se puede decir que la historia de la humanidad es la
historia del deseo y sus realizaciones, también es preciso señalar
que esta historia es también la de los deseos insatisfechos.
Son las condiciones en las que se producen los acontecimientos
y las realidades sociales las que determinan la emergencia de la
El placer y el dolor son formas de expresión del deseo y de su
equivocidad. Pues no todo objeto de deseo conduce al placer pues
podría llevar también al sufrimiento e incluso a la muerte, como
puede observarse en los usos extremos de ciertas sustancias. En
consecuencia, sería imposible cualquier intento de entender los
usos de marihuana sin que de manera necesaria en ellos se halle
involucrado el deseo, el placer y también el sufrimiento.
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El placer y el sufrimiento constituyen formas paradigmáticas a
través de las que el ser da cuenta de su presencia en el mundo de
los otros. El estar ahí da sentido al ser, porque marca su temporalidad, su tiempo vulgar, el de la cotidianidad, el de la vida y el
de la muerte. Para algunos sujetos, es probable que la forma de
dar cuenta de este estar-ahí sea a través de la una sustancia que
el poder rechaza y que los otros tampoco pueden leerla en esa
dimensión.
Deseo y prohibición
¿Por qué la prohibición del uso de drogas no ha dado los resultados esperados? Probablemente por el hecho de que aparece como
un posicionamiento incuestionable originado en quienes manejan
poderes absolutos, que carecen de rostro y que se escenifican en el
rostro de cualquiera. Es un papá que pretende imponer la no violencia desde su propia violencia. Una sociedad que vive guerreando y que no duda en hablar de la paz y menciona los derechos de la
vida y no cesa en su afán de eliminar las diferencias.
Creo que la prohibición de usar marihuana no ha producido
ningún beneficio. Porque no importa la edad, es la persona
la que decide qué le mete al cuerpo y qué no. La prohibición
es como la cascarita que te ponen para que te resbales y caigas. Siempre lo prohibido es lo más deseado. Más allá de todo
esto, creo que es importante el ejemplo que tuviste en casa. No
puede ser que un padre o una madre que se emborrache continuamente le diga a su hijo que no use drogas y que el hijo le
haga caso, o unos padres mentirosos le digan a su hijo que diga
siempre la verdad.
226
Lacan pretendió hacer del padre un ser omnipotente, casi dueño
de la ley, de la justicia, del orden y del castigo. El mismo Freud
no dudó en inventarse un padre de una horda primitiva en la que
gobernaba de manera absoluta y en la que sistemáticamente asesinaba a los hijos para no tener rivales ante las mujeres de las que
se había apropiado. Cansados los hijos de esta actitud mortífera, se
juntaron para asesinarlo y recuperar los poderes que les pertenecían. Quizás las nuevas generaciones, las de la segunda mitad del
siglo veinte pretendieron desconocer a un padre-sociedad-poder
que había dominado sin reparo alguno esa, sociedad de las guerras
mundiales, la de Vietnam. ¿Desde dónde aceptar formar parte de
los ejércitos de la nueva guerra a las drogas cuando ya se habían
rebelado en contra de la propuesta de ir a morir como moscas en
guerras ajenas y en países extraños?
Al país estas realidades no son de ninguna manera ni lejanas ni extrañas. Por el contrario, para el último tercio del siglo pasado ya se
han producido cambios significativos en la sociedad y ya no existía
ese supuesto terreno apto en el cual realizar la buena siembra de la
prohibición.
En ese entonces, ya se hacía caso omiso de las palabras porque
los chicos de mi época fumaban a gusto. Algunos de los padres se
enteraban y se daban golpes de pecho o se ponían a culparse entre
ellos de que su hijo era un dañado, un drogadicto, la oveja negra
de la familia. Claro que habíamos los que tomábamos en serio los
consejos de los mayores quizás porque éramos tímidos. Entonces
había profesionales de todas las ramas y de todos los niveles sociales fumando marihuana. Además de todo esto, creo que había
una negación de muchas personas a aceptar que consumían. Porque una cosa que es prohibida tiene más atractivo. Por lo mismo,
si no se lo hubiese prohibido, no hubiéramos probado jamás, no
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habrían existido tantos brujos ni tantas personas metidas en la
cárcel por vender o consumir. Porque entonces la penalización
sobre la marihuana involucraba a la persona que fumaba, entonces la detenía por el hecho de supuestamente haber roto una
ley.
La historia demuestra que frustraciones vividas por grupos sociales, en una época determinada, han condicionado su actuación sucesiva. Al igual que en el individuo, es difícil evitar los efectos
de la frustración en los grupos. Por otra parte, las frustraciones se
suman hasta provocar las rebeliones.
Toda prohibición está destinada a limitar el tránsito del deseo y
su realización. Pero, de otra parte, la persona frustrada siente la
necesidad imperiosa de superar su frustración por lo cual, de una
forma ambivalente, se siente atraída por lo prohibido. Un proceso
absolutamente inconsciente en los ejercicios de la vida cotidiana.
La marihuana bien podría ocupar el lugar de numerosos objetos
prohibidos. La cultura ha prestado muy poca atención a los procesos de sustitución y de proyección que se hallan presentes y
que actúan en todas las sociedades.
En general, para el psicoanálisis, la frustración se constituye en
uno de los elementos de la construcción de la identidad. Si bien
se define como el “estado de un sujeto que se encuentra en la incapacidad de obtener el objeto de satisfacción que codicia”117, no
aparece necesariamente como algo negativo. Por el contrario, da
cuenta de la imposibilidad de un sujeto de que se realicen todos
sus deseos, es decir, la imposibilidad de poseer todo y el todo. La
frustración da cuenta de la incompletud del ser. Sin frustración, es
decir, sin prohibición e inhibición, no sería posible la cultura.
El objeto prohibido puede transformarse en objeto de deseo para
así enfrentar el sistema de prohibiciones y violencias sociales y
familiares. De hecho, las prohibiciones sociales frecuentemente
se hallan íntimamente ligadas a la violencia, no solamente porque coartan el proceso de satisfacción sino porque provienen
del poder que, comúnmente, se abstiene de proporcionar adecuadas justificaciones que no sean aquellas que pertenecen a la
tautología.
Sin frustración, no habría deseo porque se desea aquello que no se
posee y aquello que se posee pero que se teme perderlo. La frustración termina constituyéndose en la piedra angular de la cultura. Si
alguien pudiese realizar todos sus deseos, perdería todo límite y se
enfrentaría con la muerte y la locura.
Es muy posible que si no se hubiese declarado la gran cruzada
en contra de las drogas, en particular en contra de la marihuana,
los usos habrían sido significativamente menores a los que se han
dado en la realidad. Es común que el poder se mire a sí mismo
al legislar y no tome en cuenta la importancia y el valor de las
estrategias conscientes e inconscientes que los sujetos y las comunidades ponen en juego para hacer frente a la prohibición.
228
Nadie podría pensar y crear para sí un mundo sin límites. Como
dice la informante, la marihuana puede sacar al sujeto de los espacios del mal-estar y llevarlo a otros en los que es posible vivir
experiencias de cierta beatitud quizás excepcional. Sin embargo, el
sujeto no puede acercarse a la marihuana sin una suerte de protección eminentemente simbólica que representa al orden social.
Cuando fuimos jóvenes lo único que buscábamos era el placer,
buscábamos sentirnos a nosotros mismos grandes, más grandes
117 Chemama, R., 2002
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de lo que éramos, por eso uno comenzaba casi siempre uniéndose
con chicos más grandes que te iniciaban. En el grupo compartíamos las alegrías y también las penas. Buscábamos el placer pero
también el control, el control de los impulsos, porque no es que la
marihuana te controle a ti. Uno busca controlarla a ella, incluso
cuando algunos buscan en ella inspiración como, por ejemplo,
un amigo que toca genial la batería, pero cuando estaba con la
hierba encima, la inspiración le llegaba de manera automática y
no es que se alocaba, sino que se aceleraba de una manera que ni
él mismo se lo creía. Si estás en paz, empiezas a tener una experiencia pacífica. Si tienes problemas, traumas o cosas así, podría
llevarte a un mal viaje o a quedarte tostado. Por eso cada vez que
fumas necesitas tener un propósito, una intención, de lo contrario
te quedas vagando, te quedas tostado.
Es necesario aceptar que existe lo que se podría llamar una vocación hedónica que pertenece a cada sujeto y que, en buena medida,
lo gobierna. A ello es preciso añadir el hecho sobre el que hay que
volver una y otra vez y que tiene que ver con la verdad de que
grandes prohibiciones llegan cuando existen nuevas “tecnologías”
del yo, como diría Foucault y que, de hecho, dan cuenta de nuevas
subjetividades.
Se ha hablado de que el uso del cannabis crea una suerte de desdoblamiento del sujeto e incluso su fragmentación. Este lenguaje
correspondería a lo que acontece con el arte a finales del siglo pasado. Si bien el concepto de postmodernidad surge en la filosofía,
también se inserta de manera inmediata en el arte y también en la
relación del sujeto consigo mismo. De hecho, la actitud de los usadores de marihuana, tendría que ver con esa posición postmoderna
ante el mundo y ante el saber. La postmodernidad crea una nueva
actitud ante la experiencia artística y también ante lo cotidiano,
230
crea un nuevo estilo de mirar y de interpretar el mundo. Se puede
afirmar que el uso de la marihuana se insertaría, por lo menos para
ciertos usadores, en estas nuevas estéticas.
La marihuana te lleva a un estado enteógeno,118 hace que te comprendas a ti mismo, fumas y empiezas a entenderte a ti mismo,
llegas a esos métodos de conocimiento interno, tú podrías hacerlo
solo, pero la marihuana te ayuda a hacerlo más rápido, entonces
incluso ahí aprendes a relacionarte con la planta, como aprendes
a relaciónate con el tabaco o el alcohol. Tú no estás maltratándote a ti mismo, como lo haces con el cigarrillo o con el alcohol, tú
te conoces, conoces tus propios límites. Entonces todo está bien,
la planta te ayuda a tener una buena conversación y no necesitas
llegar a los extremos de estar tostado. Mientras tú aprendas a
relacionarte con tu planta, el mundo va a estar en paz.
Ninguna sociedad funcionaría si no contase con una suerte de estado de frustración que se sustenta en los códigos y sistemas jurídicos que organizan la vida personal y social. Pese a que la sociedad
ha creado por doquier el mega-mercado de los placeres en el que
el sujeto puede hallar todo aquello que desde sus imaginarios requiere para construir, sostener, acrecentar su estado de bienaventuranza, la frustración no podrá ser eliminada con ningún artilugio
creado por el consumismo.
El último tercio del siglo pasado marca la muerte de los megarrelatos y su sustitución por lo que podría denominarse la cultura de lo
efímero, del simulacro y de la contingencia. “Ese reino imaginario
de tolerancia nació con la Europa moderna, es la imagen misma de
118 Enteógeno: del inglés entheogen, acuñado en 1979 por J. Bigwood y colegas sobre
el modelo de hallucinogen, a partir del latín entheos,: inspirado divinamente, que
tienes a dios dentro de sí, cf. wikipedia.
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Ecuador y la marihuana
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Europa o, al menos, nuestro sueño de Europa moderna, un sueño
muchas veces traicionado pero suficientemente fuerte todavía para
unirnos a todos en la fraternidad que se extiende más allá del pequeño continente europeo.”119
Es probable que los conceptos de la postmodernidad en la que la
contingencia y los nuevos posicionamientos ante la libertad, la ley,
el deseo y el placer, hayan jugado un rol primordial en los nuevos
usos y también, como respuesta del poder, en la configuración de
la lucha en contra de las drogas.
Mientras se predica y se ejecuta la guerra a las drogas, tanto en
Europa como en Estados Unidos aparecen filósofos que ponen en
entredicho los sistemas hegemónicos de la verdad y por lo tanto
del poder. A las grandes enunciaciones sobre el mal de las drogas,
la filosofía, de manera paralela y no necesariamente propositiva, en
el sentido de pretender algún tipo de enfrentamiento obvio, propone la contingencia como nueva verdad. Inspirados en Kierkegaard,
Nietzsche, Heidegger e incluso en Freud que, con su propuesta de
lo inconsciente, echa por los suelos el andamiaje entero de la verdad. Se afirma, pues, que no existe la verdad, que esta verdad no
se encuentra en ninguna parte y que, por ende, debe ser construida.
Todo se reduce a juegos de lenguaje. “Solo las descripciones del
mundo pueden ser verdaderas o falsas. El mundo en sí -sin el auxilio de las actividades descripticas de los seres humanos- no puede
serlo” (Rosty).
A la postmodernidad propuesta por Lyotard, al mundo de la contingencia en torno a la verdad y los lenguajes de Rorty se podría
añadir el tema de la interpretación y hasta de ese más allá de la
119 Bauman, Z. 2010.
interpretación de Gianni Vattimo.120 Aun cuando desde el poder
se proponga un mundo claro, organizado con normas que deberán
ser absolutamente inteligibles para todos, la verdad es que nada
es así, que cada enunciado requiere ser interpretado tomando en
cuenta que el hecho interpretativo pertenece también a la subjetividad. “La verdad no se halla tan solo en el enunciado sino en la
interpretación. Por ello se trata siempre del efecto y del producto
de un proceso”.
No se trata de realizar una apología de la marihuana, sino de interpretar los sentidos que ella ha ido creando desde las generaciones
pasadas y que se han ido imponiendo aunque siempre con diferentes matices de sentido. Por lo mismo, cada uso debería entenderse
como un ejercicio hermenéutico que permite construir nuevos saberes sobre realidades complejas que no pueden quedar atrapadas
en las leyes. Es lo que opina una señora, antigua usadora de marihuana.
Poco a poco han ido cambiando los conocimientos, pero todavía
hay papás , sobre todo los que corresponden a mi generación, que
siguen creyendo que la marihuana es una cosa que te va a llevar
a meterte en sustancias más fuertes, algo que no es verdad. Yo conozco a muchos de mi generación que dicen: la marihuana es mi
sustancia, he probado bazuco, he probado cocaína, pero no sé por
qué, pero a mí me gusta esta planta y solo fumo marihuana. Esto
les pasa a muchísimos. También hay personas que usan la marihuana como tópico. Hay que cambiar de mentalidad porque no
es cierta esa creencia de que la marihuana te lleve a drogas más
fuertes. Pero tampoco es cierto que haya drogas más fuertes que
otras sino que cada una produce su propio efecto. Y tú tienes que
saber para qué quieres usar una droga. Si necesitas inspiración,
120 Vattimo, G., 1992.
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la marihuana. Pero eso de que hoy fumas marihuana y mañana te
vas a comprar tu paquetito de bazuco y te fumas, eso no es cierto,
y además no es lo que se debe hacer. La gente ha empezado a entender que la marihuana es la sustancia más suave que sí te puede
ayudar, no la veas como droga.
Es probable que uno de los más perniciosos efectos de la aplicación irrestricta de la ley antidrogas haya sido la tabuización de las
drogas, pero no en el sentido de colocarlas en el mundo del misterio y, por ende, en el de la interpretación, sino en el mundo de
lo prohibido como lo marcado por el tabú y al que nadie debería
acceder so pena de convertirse en víctima de los males que surgen
del irrespeto al tabú.
De hecho la información que se brindaba, a finales del siglo pasado
e inicios del actual, sobre la marihuana y las drogas en general se
sostuvo en el tabú, en el hecho prohibitivo que no dejó resquicio
alguno para la excepción, por ejemplo, el uso medicamentosos de
la marihuana. De manera absoluta, todo se introdujo en el mundo
del mal con lo que el poder pretendió que se clausure, de una vez
por todas, cualquier intento hermenéutico. De ahí que los saberes
sobre las diferentes sustancias hayan sido pobres, repetitivos y oficiales.
En ese entonces, nadie te decía nada en la casa, ni el papá y peor
la mamá. La familia no decía nada, porque todos esos temas eran
tabú. En realidad, la mayor cantidad de información que te llegaba era lo que te decían los amigos de lo que ellos habían oído
o de los que habían usado, es decir, como parte de la experiencia personal. Por eso, no información científica sino la personal:
me pasa esto, me ha dado más hambre con la leona, me ha dado
náuseas, me hizo dormir o me hizo más vago. O, al revés, con la
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marihuana puedo leer más. Fumo solo en las fiestas o fumo para
trabajar mejor. Era la información de boca a boca en los círculos
personales, esta es la mejor forma de comunicación, más aun ahora que ya casi no se lee.
La marihuana, como en general las otras sustancias, habría ingresado en la sociedad joven como parte del fracaso total de los megarrelatos con los que se pretendió salvar al mundo y proveer a las
nuevas generaciones de sentidos firmes, lógicos y asequibles. Las
generaciones que provienen de los horrores del siglo XX se caracterizan también por un sentido de inseguridad que probablemente
no se tuvo antes. Para el poder, social, político, familiar, religioso,
es posible que no haya sido evidente esta presencia del temor y de
la inseguridad. Como dice Bauman, cada sociedad y cada tiempo
están hechos con sus pesadillas y crea sus estrategias para manejar
los miedos y las angustias, la fragilidad y las inevitables incertidumbres. Con la imagen filosófica del mundo líquido, cada sociedad sabe cómo licuar su problemática y sobre todo sus culpas. ¿La
prohibición universal de los usos de drogas no significará, acaso,
una de las formas de licuar las infinitas culpas y contradicciones
del siglo XX?
Desde el poder, el mundo se organiza mediante normas, permisiones, prohibiciones, premios y castigos. Desde los sujetos, los
organizadores son tan distintos como los objetivos propuestos y
las estrategias utilizadas para lograrlos. Se trata de distintos juegos de lenguaje que determinan que la comunicación entre los dos
niveles sea, si no imposible, realmente difícil por su complejidad
y, sobre todo, porque al poder aquello que más le interesa tiene
que ver siempre con su capacidad de dominio y con la posición de
sometimiento.
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Esto es lo que pone en evidencia el hecho de que los grupos manejen diferentes juegos de lenguaje. Por ejemplo, en lo que respecta
a la marihuana, el lenguaje del poder se sintetiza en la maldad de
la sustancia y en la guerra destinada a su destrucción absoluta. Las
nuevas generaciones, no solo que rechazan la guerra y la destrucción, sino que son capaces de crear espacios de discusión en los
que se ponga sobre el tapete la certeza de los principios que sostienen y legitiman la guerra.
En consecuencia, correspondería a la misma sociedad la tarea de
producir y sostener la incertidumbre a la que se añade, desde luego, las propias incertidumbres de los sujetos que tampoco surgen
de la nada sino de su posicionamiento en los lenguajes ya marcados por lo incierto. En esto consistiría la parte paradojal de sus
relaciones con la sociedad de la que son la parte constitutiva y
también el objeto de las regulaciones de la cotidianidad. Desde
luego que si se analizase este supuesto problema desde el poder,
es probable que sea más fácil aceptar que existen diferencias entre
quienes gobiernan las sociedades y deciden por los otros que deben
someterse al poder.
Parafraseando a Lyotard, cabe decir que el poder siempre ha tratado de imponer a los ciudadanos una normativa supuestamente
clara sobre el saber-hacer, saber-oír, saber-decir, saber-juzgar.
Pareciera que el poder, por el solo hecho de ser tal, contaría con
la capacidad de juzgamiento total e inapelable, seguro e inquebrantable que, por ende, exige el sometimiento de todos de manera irrestricta.
Como tampoco se halla el poder absolutamente seguro de una relación de sometimiento directo a la norma, junto a la norma se
instala un sistema de castigos. Además, cuando esta línea de poder
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es, como de hecho suele serlo, exclusivamente vertical, es decir,
sin que los ciudadanos tengan la posibilidad de opinar, las normas
fácilmente crean espacios de desazón e incluso de resistencia.
En nuestro tiempo, se prohibía la marihuana básicamente con las
amenazas de los mayores de la casa, incluidos los abuelos que,
en esa época, eran los personajes más respetados en el núcleo
familiar. Se manejaba la teoría de la locura: que si te drogas, terminaría loco y encerrado en un psiquiátrico. Otros te decían que
terminarás preso y siendo un delincuente. Por supuesto, yo no era
un delincuente, fumaba, a veces hasta tres veces al día, ordinariamente una vez, a veces nada.
¿En dónde se hallarían los orígenes de la violencia, en el poder
y la ley o en los súbditos y su deseo? Es cierto que el narcisismo
implica una preocupación sobre sí mismo pero nunca, salvo en casos claramente patológicos, impide al sujeto establecer límites suficientes y válidos. Es un grave error teórico, tanto filosófico como
psicoanalítico, pensar un sujeto extraído del mundo, un sujeto que
pretendiese crear un universo exclusivo para sí.
Sobre todo a partir de la promulgación de la ley anti drogas, la
relación con las sustancias, con sus usadores y productores ha estado marcada por la violencia e incluso por la crueldad. Si es ese el
ambiente propio e inevitable, resulta difícil, si no imposible, pensar en un uso que sea absolutamente excluyente del mundo, salvo
en aquellos casos en los que lo patológico no consiste en usar una
droga sino en la necesidad urgente de un sujeto de erradicarse del
mundo de los otros.
Cuando eso no acontece, es decir, cuando los usos no llegan a
aquellos extremos en los que el malestar e incluso el fantasma de
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la muerte invaden la vida, los sujetos se relacionan de una manera
quizás amigable con la marihuana.
incluso de lo que se denominó procesos de tratamiento en los que
ni siquiera se camufló la violencia.
Entonces la prohibían solo a través del uso de la violencia o con
la manipulación psicológica y social, te estereotipan diciendo que
una vez que caes en el vicio de la marihuana no sales. Pero no
se daban cuenta de que hay tanta gente muriendo de obesidad y
nadie hace nada, aunque no se ha visto a alguien que muera por
fumar marihuana, pero por otras cosas sí: por la obesidad, hay
gente que se vuelve cardíaca, diabética y no sé qué otras enfermedades más. Pero por la marihuana no. Te prohíben con la ley
pero no con razones de peso. Hay estudios científicos que niegan
lo que los profesores y la mayoría de personas dicen acerca de
la marihuana. Pero nadie te dijo ni te dice ahora las cosas como
son, sino como las suponen. Y eso es manipulación. Te cortan la
libertad de elegir y de decidir. Simplemente te imponen y no te
dan opciones. Cuando mis padres y mi familia se dieron un tiempo
para escucharme e incluso para ellos mismos experimentar los
efectos de la marihuana, entonces y solo ahí me comprendieron
y me respetaron. Entonces mi mamá empezó a fumar marihuana
por su migraña. El resto de la familia no lo hace. Cada quien ha
decido lo que quiere.
Esta realidad es la que ha terminado pesando, probablemente, más
de lo que se ha creído y aceptado en la expansión del grupo de
quienes usan marihuana aunque solo sea esporádicamente. Con
frecuencia, en el discurso común casi nadie se detiene a realizar
las diferencias entre los distintos tipos de uso.
La guerra a las drogas terminó construyendo una especie de nuevo
muro de Berlín que separa a los que consumen marihuana u otras
drogas, a los traficantes y productores de la otra parte del mundo,
la de los buenos que no hacen nada de eso. Pero al mismo tiempo,
no se ha cesado de proclamar el discurso de la unidad y hermandad de los pueblos. La promulgación de los derechos humanos y
su perenne advocación ante cualquier circunstancia más o menos
conflictiva contrasta con la guerra a las drogas y sus usadores y con
la serie de acciones que de ella derivaron en el campo del control e
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Parte importante de la guerra a las drogas fue la creación de un
solo discurso respecto a los usos. “Fortificar las viejas fronteras y trazar otras nuevas, tratar de separarnos a “nosotros” de
“ellos”, son reacciones naturales, si bien desesperadas, a esa
discrepancia. Si esas reacciones son tan eficaces como vehementes es otra cuestión. Las soberanías locales territoriales van
a seguir desgastándose en este mundo en rápida globalización”,
dice Bauman.
La verdadera paradoja no se halla precisamente en el hecho de
usar una sustancia cualquiera y la posibilidad del daño que supuestamente lo acompaña, sino en el mundo de la ley que no cesa de
realizar enunciados que hablan de protección y, de manera paralela
y abierta, no cesa de amenazar y castigar. Freud121 ya se refirió a
esta ambivalencia que formaría parte consustancial de todo poder
social y familiar.
El poder, incluso el paterno, se sostiene, desde los imaginarios, en
el impulso de muerte porque la eliminación del enemigo ha sido
siempre la mejor de las estrategias del poder. Cuando se transforma en acto, se desvincula de los órdenes de la cultura. Quien más
rápidamente elimina al otro, gana y domina. Si bien todo poder
121 Freud, S., Tótem y tabú, 2001.
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viene del otro, es decir, se origina en un acto de delegación de la
cultura, en la tiranía la fuente del poder es el mismo tirano.
De hecho, muchos de los usos de drogas, conflictivos o no, se ubicarían en el campo de la sometimiento-rebeldía de la que el usador
se apropia para enfrentar el poder del otro. Para este, se trata de un
vicio, pero para el usador solo representa un pequeño acto de poder
rebelde.
El poder no ha escatimado acción alguna con el propósito de que
se cumplan sus normativas, más allá de la legitimidad de la misma.
De hecho, para Weber, por ejemplo, el poder es visto como una capacidad del sujeto de hacer que los otros cumplan su deseo lo cual
implicaría un conjunto de acciones tendientes a eliminar los obstáculos que se oponen a esta finalidad. ¿Por qué suponer que toda
imposición o legislación del poder va a ser aceptada y asumida por
los otros, incluso cuando proviene del poder legítimo?
Por otra parte, es necesario reconocer que no todos aceptan de manera necesaria la legitimidad de un determinado poder.122 Por el
contrario, más allá de su legitimidad y de la conveniencia de la
norma, la resistencia es parte consustancial del sujeto en la medida en que la norma restringe los márgenes imaginarios del deseo
más que los de la libertad. Todo conflicto surge en el campo del
deseo que es regulado o vetado. Por otra parte, es importante que
se piense el poder más allá de las estructuras estatales, tal como lo
propuso Foucault, para arribar a sentidos más amplios que permitan entender, por ejemplo, la ampliación de los usos de drogas, en
particular de la marihuana, luego de la promulgación de la ley que
la prohíbe a nivel mundial.
A ello hay que añadir los calificativos indilgados a los usadores
que no tienen otro objetivo que la descalificación de su propia
identidad que es sustituida por la de drogadicto. Un término psiquiatrizado con el que se expresa públicamente el poder y la capacidad de la psiquiatría de anular al sujeto. En el misma época en
la que se declaraba la guerra a las drogas, Basaglia, Cooper, Lain,
Szasz, Foucault y otros más denunciaban el discurso psiquiátrico
en tanto anexado al poder para dominar mediante las exclusiones y
las calificaciones supuestamente diagnósticas pero que han estado
al servicio del poder.
Es que nos trataron de marihuaneros, de viciosos, y nos dijeron un montón de cosas más con las que encasillaron a las
personas, nos encasillaron en el grupo de los transgresores
de la ley. Solo para nosotros se inventaron esos encasillamientos, porque no se refirieron así, por ejemplo, a las personas que beben, a esas que beben hasta quedarse tendidos
en las calle, eso incluso es mucho más peligroso para todos
y no solamente para la persona que bebe alcohol. Tampoco
se dijo nada de las personas que son adictas al juego, y esto
sí que perjudica la salud y la de su familia, todos conocemos
casos de personas que por el juego han perdido todo, incluso
han apostado a su misma esposa e hijas en el juego. Eso es
terrible. Y no se les dice nada, no se les dice delincuentes, ni
irresponsables, ni que son malas personas, ni que son enfermos. Pero a los que fumamos se nos dijo de todo y se nos ha
discriminado de la peor manera. Se nos puso sobre la frente
la señal, la marca de delincuentes. Cuando un hombre es,
supuestamente, buena persona porque no fuma, pero es un
violador, un ladrón, abusador de la misma familia, a él no se
le pone en la frente ninguna etiqueta.
122 Weber, M, 1977.
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La adicción califica al sujeto de una manera extremadamente peyorativa pues habla de un sujeto en perenne violentación de la ley. No
se refiere a un acto concreto, como robar. Se trata de un estado del
sujeto, una forma mediante la cual el ser se expresa en el mundo.
Es como la señal que queda grabada para siempre en la frente de
Caín. Por lo mismo, una señal eminentemente violenta y segregadora porque el adicto, como el mítico fratricida, ya no puede ser
aceptado entre los otros.
Todavía hay personas de mi generación que usan marihuana. Todas son más o menos de mi edad, o un poquito mayores, más o
menos cuarenta años, y nos reunimos todavía para fumar. No es
que sea una adicción o un vicio. Pero lo hacemos porque nos hace
sentir bien. Claro que ese bienestar no siempre lo conseguimos
con la marihuana, más bien depende también del ambiente que
tenemos en ese instante y lo que buscamos. Pero entre amigos lo
hacemos para pasar un buen rato.
Para ello fue necesario construir un discurso del que quede excluido cualquier referencia, por mínima que sea, a lo normal y a lo
placentero. Cuán diferente aparecen otros pensamientos que, como
el de Foucault, pretendieron ver más allá para tratar de entender lo
que estaba aconteciendo con las drogas.
De hecho, la psiquiatría ha acaparado el campo de las drogas y
ha pontificado negando al mismo tiempo las posibilidades para
otras respuestas y para la contradicción. Y lo que se requería no
era otra cosa que un análisis distinto del tema que no se detenga
en la repetición del discurso oficial. De tanto repetir lo mismo, los
criterios sobre las drogas y sus usadores se volvieron dogma de
fe, como dicen los testimonios. En tanto aparato ideológico del
Estado, como diría Althusser, la psiquiatría no ha dado respuesta
alguna al tema del sufrimiento porque ocultarlo con neurolépticos
no es otra cosa que no querer saber nada de lo que significa el padecer en la economía de los deseos y de las decepciones.124 Más y
peor aconteció con el tema del placer del que no ha querido saber
nada. En la práctica, a los posibles y reales problemas derivados de
los usos, conflictivos o no, de drogas, la psiquiatría ha respondido
desde el único lugar que conoce: la medicación y el internamiento.
¿Por qué es mejor y más ético vivir dopado por los neurolépticos y
antidepresivos que contento y libre con la marihuana?
Foucault, dice que “la posibilidad de utilizar nuestro cuerpo
como la fuente posible de una multiplicidad de placeres es algo
importante. Si se considera, por ejemplo, la construcción tradicional del placer, se constata que los placeres físicos o placeres
de la carne son siempre la bebida, la alimentación y el sexo. A
ello se limita, me parece, nuestra comprensión del cuerpo, de los
placeres. Lo que frustra, por ejemplo, es que siempre se considere el problema de las drogas exclusivamente en términos de
libertad y de prohibición. Pienso que las drogas deben llegar a ser
un elemento de nuestra cultura, en tanto fuente de placer. Comprometernos a estudiar las drogas. Debemos ensayar las drogas.
Debemos fabricar buenas drogas susceptibles de producir un placer muy intenso.”123
“Si hubiese menos diagnósticos psiquiátricos posibles ¿menos
gente sería considerada enferma? Una cantidad cada vez mayor de
123 Foucault, M, Sexo, poder y política de la identidad, conversación con B. Gallagher
y A. Willson, 1982. Publicada en The Advocate, N. 400, agosto, 1984, cf. artilleriainmanente.com
124 Al respecto, vale la pena citar a Butler: Nunca escribo sobre tema alguno, salvo
cuando creo equivocada la opinión de quienes gozan de fe pública, (…) escribo
contra quienes acaparan un campo. (Citado por Szasz: Nuestro derecho a las drogas, pág. 23).
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expertos en la salud sospechan que la atención psiquiátrica se está
inclinando hacia una ‘inflación de diagnósticos’ en la que la clasificación de trastornos mentales también se infla como resultado de
nuevos diagnósticos y no a causa de una población cada vez más
afligida. Lo peor es que ese proceso tal vez esté siendo impulsado
por el mismísimo documento que, se supone, debería controlarlo”125, el DSM5, en su quinta edición.
“El mayor riesgo no es el conflicto financiero de intereses sino
el conflicto intelectual de intereses”, comenta Ericson, y añade:
“Tenemos ahora más muertes en las salas de urgencias por medicación psiquiátrica prescrita que por drogas en la calle”. Y ya que
los diagnósticos amplios harán que los psiquiatras y proveedores
de atención básica receten estas píldoras a pacientes cada vez más
jóvenes, los hospitales a lo largo y ancho de los Estados Unidos
pronto podrían enfrentarse a una generación de pacientes que ha
llegado a pensar los dolores de la vida cotidiana como enfermedades tratables”.
Estas equivocidades psiquiátricas terminan formando parte del
discurso que se ha regado entre ciertos grupos de usadores que
analizan y valoran los usos desde posiciones imaginarias tanto
respeto a la calidad de la hierba como a la frecuencia de los usos.
También forma parte del mundo criterial de quienes hablan de
los usadores desde la vereda de la salud o de la prevención. Las
valoraciones se originan, pues, en el mundo exterior en el que se
construyen los juicios y prejuicios de los que se apropian pese a
que las clasificaciones no signifiquen nada en la tarea de regular
los usos.
Desde la fantasía de que alguien fuma un porro cada hora o que
lo hace de vez en cuando, los imaginarios construyen el mundo
de la marihuana tanto con las fantasías como con una realidad
que siempre se escapa, se resiste a ser atrapada en datos y hechos concretos, científicamente verificables, como exigen ciertos organismos internacionales. ¿En qué consiste lo verificable?
¿Quién es el llamado a testimoniar una realidad alimentada con
el fuego de los imaginarios sociales, nacionales e internacionales?126
Sin embargo, volviendo a los duros comentarios de Ericson, tanto
quienes se hallan en el mundo del uso como los que lo bordean no
se hallan libres de las hipérboles que en sí mismas dan cuenta de
ese mundo mágico que puebla las territorialidades reales y simbólicas de la marihuana como el de otras drogas. Referirse a que se
pueda fumar un porro cada hora significaría pensar en alguien que
lo único que hace en la vida es fumar y solo fumar. Sin embargo,
este imposible en la vida común y corriente es posible en los imaginarios de quien juzga a un usador conflictivo, por ejemplo, como
a aquel que, imaginariamente, no cesa en su fumar.
Personalmente considero que sería un exceso fumar un porro
cada hora, podría ser, porque sería un consumo bastante alto y
eso a la vez va a impedirte estar alerta y atender otras cosas. Sin
embargo, para algunas personas, por ejemplo un par de personas que conozco tienen algún problema psicótico, tienen ya un
problema mental, pues consumen medicamentos, de hecho una
de ellas es bipolar, de la otra no recuerdo si está ya con algún
diagnóstico, pero al consumir mariguana dentro de su proceso
125 Ericson, John, Una píldora para cada enfermo, Newsweek en español, pág. 14,
febrero 16, 2014.
126 El discurso oficial habla de saberes científicamente verificables cuando se refiere a
las estadísticas que, de suyo, no hacen ciencia sino que tan solo producen un saber
numérico puntual. Eso se halla abismalmente lejos del trabajo científico.
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diario les ayuda a bajar la cantidad de medicamentos antipsicóticos, los químicos que les manda el psiquiatra y, de hecho,
creo que una de las personas ha informado a su psiquiatra que
usa mariguana, y de lo que sé, no ha habido ningún inconveniente. Entonces, no puedo decir qué es un exceso, porque esa
persona creo que fuma tres porros al día y eso es lo que le ayuda
a bajar la dosis de la otra medicina que, en cambio, le deja en
un estado de realidad tostado, la medicina del psiquiatra le deja
quieto, le deja inconsciente dos horas, al pobre le tienen que
cargar a la cama después de que ha tomado esas medicinas. En
cambio, con la mariguana, es una persona funcional, trabaja,
hace sus actividades diarias.
La medicación psiquiátrica sigue perteneciendo al orden del poder
pues no ha dejado de ser la camisa de fuerza química con la que
se domina al sujeto. A los pacientes se los duerme por varios días
consecutivos, todavía se los aísla del mundo familiar tal como se
hacía en Europa hasta antes de los 70, pues se cree que las relaciones familiares de la cotidianidad son dañinas. Aun ahora se cosifica
a un sujeto al que, sin embargo, se le considera libre y poseedor de
derechos irrenunciables.
Este paralelismo no implicaba sino otra forma de dar cuenta del
estar-en-el-mundo.127 De esta relación derivaba también un sentido
especial de propiedad que no podría compararse con la propiedad
de un objeto, de una casa, por ejemplo, que es lo que toma en
cuenta Szasz cuando hace que el derecho a tener marihuana surja
del derecho común a la propiedad privada. La marihuana no es una
cosa cualquiera, no es un objeto in-significante. Todo lo contrario,
es aquello capaz, dentro de ciertas circunstancias, de representar,
más que al sujeto, al grupo. Más que al grupo, a la cultura.
Siempre fue algo individual. Cada cual debía aprender cuál era
su dosis. Yo no puedo decir que usted se está excediendo en fumar,
pero yo personalmente puedo ver si usted está sufriendo, si se está
excediendo en fumar, y puedo decir: compañero, para, estás fumando mucho, te vas a tostar. Porque cada quien debe aprender
su dosis. Pero siempre eras tú el que sabía, nadie podía decirte:
sabes, no fumes, te hace mal o, sabes, fuma, te hace bien. Podía
sugerirte: oye, si quieres fumar, aprende a fumar, prueba antes de
comenzar o de criticarla. Mi dosis eran tres pipazos128 máximo en
el grupo, entonces yo estaba en un estado bonito que me duraba
como una hora. Entonces podía estar con los otros, conversar.
Usted puede fumarse un porro y seguir bien. Cada cuál sabe su
dosis, sabe si se excede o no.
¿En qué consistían los excesos en los usos de marihuana? ¿Cuáles
eran comúnmente las dosis utilizadas? No es fácil determinarlo,
como dicen los informantes que la usaron, el tema no tenía importancia porque casi siempre era lo mismo, un porro compartido
o un cigarrillo fumado entre dos. Nunca los usos en solitario han
sido bien vistos pues dan cuenta de que algo malo le acontece al
usador. Al contrario, la marihuana ha poseído siempre la misión de
convocar y unir: materia de las celebraciones grandes y pequeñas
capaz de crear entre los muchachos un mundo simbólico paralelo
al de los adultos.
De esta manera, desde los comienzos de la presencia de la marihuana en las prácticas juveniles, el poder no se concede a la marihuana en tanto sustancia sino al deseo del sujeto. Esta posición
termina constituyéndose en un gran indicador de autonomía frente
a la cosa-sustancia algo que el discurso oficial ha tratado de desconocer de manera radical al poner el acento en la cosa.
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127 Tenorio, R., 2007.
128 Cada pipazo corresponde a una absorción de una pipa o un bareto compartidos.
Ecuador y la marihuana
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La ruta del sufrimiento
El sufrimiento es siempre un enigma. ¿Constituye, acaso, la otra
cara del placer? Seguramente no. Tal vez tan solo sea la parte más
misteriosa e incomprensible de la existencia. Pero está ahí de forma
necesaria e impredecible porque frecuentemente llega sin preámbulos ni signos prodrómicos. Por una parte, surge de la contingencia del ser, por otra la determina puesto que todo sufrimiento,
incluso cuando es débil o casi insignificante, lleva en sí el anuncio
de la finitud de la existencia.
El sufrimiento hace su presencia en la vida quizás de forma “anómala y hostil, irrumpe en nosotros para imponernos brutalmente
la evidencia de que ya no somos quienes creíamos ser.” Evidencia
la falta de ser, es decir, el hecho de la incompletud. Sufrimiento
y dolor: realidades que sustentan el sentido del ser abocado a la
contingencia. La existencia se representaría a sí misma en un movimiento en el que alternan el dolor y el placer, el bien y el mal.129
¿Es posible que exista algo que tan sólo produzca placer? Desde el
mito, el fruto tiene la función de producir placer, pero también dolor, ofrece la vida y también la muerte. Pares antitéticos que forman
parte necesaria de la condición humana puesto que la sostienen.
El sufrimiento posee múltiples formas de aparecimiento, pero
siempre su presencia será absolutamente incomprensible, peligrosa y ciertamente hostil. Quizás como ninguna otra disciplina, el
psicoanálisis y la filosofía existencialista han dado cuenta de la
presencia necesaria del sufrimiento y de motivaciones inconscien129 Larkin: las ciegas marcas / que todas nuestras acciones llevan, / podemos hacerlas
remontar hacerlas remontar a su origen. / Pero confesar/ en aquel descolorido atardecer en que nuestra muerte empieza/ lo que era, difícilmente satisfaga
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tes que actúan en el sujeto de manera permanente y que proveerían
de significación a esas experiencias que, con frecuencia, rebasan
cualquier proceso de intelección. En ciertos casos, el sentido de la
vida no consistiría sino hacerle el quite a la muerte.
Es común que el tema del uso de marihuana, como el de las drogas
en general, se ubique casi de manera exclusiva en el mundo del
placer, de una especie de goce que las drogas provocarían con solo
enunciarse. Pocas veces se piensa en el hecho de que también el
dolor atraviesa la vida. No solo el dolor que surge en lo cotidiano
y que se origina en los desórdenes sociales, en la imposibilidad
o dificultad en lograr los objetivos. El dolor de la presencia de la
muerte, de esa muerte que, quizás sea lo único no delegable. “Después de esta vida ya no hay muerte, sólo hay exterioridad”.130
El tema de los usos de drogas, incluida la marihuana, fue colocado
en el reino del mal y el del sufrimiento e incluso en el de la muerte.
Sin que se realicen los distingos necesarios, drogas y mal han conformado una unidad inquebrantable.
Aun cuando se afirme que siempre ha estado la certeza de que la
marihuana no es por sí misma dañina, no se ha construido sobre
este tema un convencimiento suficientemente fuerte. En efecto, se
cree que el fumador de marihuana se pone mal porque la ha mezclado con otras sustancias, en especial el alcohol.
Pese a los nuevos discursos y a las experiencias, aun no es muy
consistente la representación de una marihuana absolutamente inocua. Como parte de este ejercicio se ha visto la necesidad de colocar los supuestos o reales efectos dañinos no en la marihuana sino
en las mezclas o en los excesos.
130 Kovadloff, pág. 14
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Consep
Bueno, en verdad la diferencia entre lo que se pensaba de las drogas antes y ahora no es muy diferente. Lo que pasa ahora es que el
uso es mucho más común y a edades más tempranas y que, sobre
todo, lo hacen de manera frontal, casi totalmente abierta. Es como
si tuvieran el respaldo del poder. Pero la droga es la misma y
conduce a lo mismo. Los chicos se hacen los gallitos con la droga
encima. Igual te deja trabado, en un estado en el que la persona
prácticamente no se puede mover, se queda así, por unos minutos,
solo, mirando el mundo alrededor sin acción alguna para hacer
nada. Pero no es solo que la marihuana te hace daño, a lo mejor
ni te hace daño, sino las otras personas te hacen daño. Nosotros
veíamos a personas que habían mezclado la marihuana con otros
productos o con licor o con cocaína y que se sentían horribles.
Verás, la marihuana no te daña, son los elementos extras los que
te dañan.
ne la enfermedad, también la soledad y la desolación. Provoca una
suerte de retiro del sujeto del mundo de los otros para ensimismarse. No se trata de patologizar la vida cotidiana pero tampoco de
cerrar los ojos a la presencia real del sufrimiento en una sociedad
que hace todo lo posible para negarlo.132
Los grandes enemigos del sujeto son y han sido siempre el dolor,
la pesadumbre, la tristeza, la muerte. Al comienzo de los mitos, el
dolor aparece como castigo, el gran mal que invade al sujeto y que
podría incluso atraparlo hasta déjalo sin salida. El mito original de
cada uno se ancla en la felicidad, en una ausencia absoluta de todo
dolor, de tristeza, de soledad. El psicoanálisis, por ejemplo, pensó que el niño, unido a su madre, vive una de las experiencias de
felicidad más grandes, quizás incluso la única e irrepetible. Lacan
habla de una relación monádica construida entre la mamá y su hijo
de tal manera cerrada sobre sí misma que asegura la bienaventuranza no solo del hijo sino también de la madre.
No se ha pensado que transitar del dolor al sufrimiento constituye
un intento, regularmente fallido, de un sujeto usador de drogas que
busca de esa manera significarse ante los otros. La marihuana es lo
que le permitiría ser ante los otros.
Por ello es necesario que se pongan en el banquillo de los acusados
las nomenclaturas que han servido para catalogar los usos de drogas y a sus usadores en el orden de la patología. En el Diccionario
General de la Lengua Española133, se dice de adicción: 1: “Sumisión de un individuo a un producto o a una conducta de la que no
puede o no es capaz de liberarse. 2. Hábito de quienes se dejan
dominar por el consumo de estupefacientes”. ¿Cuánto valen esta y
otras definiciones similares que dan cuenta de un discurso oficial
y dogmático?
La psiquiatría no dudó en calificar de enfermedad a casi todos los
usos, una enfermedad curable mediante otras drogas sobre las cuales tiene el control.134 Etiquetada como enfermedad incurable, el
131 Me detuve en el puente y, asomado, / vi que el puente era falso, era mentira. Mario
de Sá-Carneiro, Obras completas, Ática, Lisboa.
132 En su Psicopatología de la vida cotidiana, Freud no pretendió que todo aquello
que rompe con una supuesta normalidad sea visto como patológico. Lo que buscó
fue hallar sentido a esos actos que comúnmente pasan desapercibidos o que,
aparentemente, carecen de sentido, como los olvidos, los actos fallidos porque en
ellos hablaría un deseo inconsciente.
133 Gran Diccionario General de la Lengua Española, Bibliograf, Emegé Industrias
gráficas, Barcelona, 1989
134 Tal vez lo que más moleste a la psiquiatría sea el hecho de que, finalmente, no logra
tener el control de las sustancias y de sus dosis para controlar su paciente. En definitiva, todo estaría perfectamente bien, si la psiquiatría tuviese la facultad de recetar
marihuana, base, cocaína.
250
251
Pese a su presencia inevitable, el sujeto hace lo posible para ahuyentar el dolor131. El sufrimiento es polifacético, atraviesa y sostie-
Ecuador y la marihuana
Consep
usador de drogas es ubicado en un rango incomprensible respaldado por un diagnóstico que se sustenta en el solo hecho de usar una
droga, aunque sea una sola vez debido a que la sustancia usada,
es en sí misma mala y, además, adictiva desde la primera y única
vez.
El testimonio da cuenta de esa especie de enredo conceptual mediante el cual se juzgaban los usos de drogas, en particular la marihuana. El informante coloca en el usador el tránsito de una a otra
droga porque no encuentra en la marihuana lo que tan afanosamente busca. Pero nadie le ha preguntado al sujeto qué es lo que en
realidad busca porque la respuesta ya está dada desde fuera: busca
el mal. El siguiente relato se hace eco de esta posición:
La marihuana no siempre producía los mismos efectos. Es por eso
que los drogadictos buscan cada más, incluso no se quedan con
la marihuana sino que la van mezclando con todo lo que pueden,
desde trago hasta otras cosas más fuertes, incluidas las pastillas.
Claro que la marihuana es alucinógena y siempre va a producir
alucinaciones, pero no de la misma manera o en la misma intensidad. Recuerdo cuando conversaba con esas chicas, no eran
muy amigas, pero sabían que yo vivía en El Vado, ellas me preguntaban sobre las huecas en donde vendían de la buena y más
barata. Así conversaba con ellas y me comentaban lo que sentían
cuando se drogaban, hablaban de las cosas bien distorsionadas
que veían. Una incluso me decía que era lo mejor que podía usar
para hacer el amor porque a ella le hacía sentir varios orgasmos
y un placer increíble que no sentía cuando no fumaba. Y cuando
se embarazó, al poquito tiempo abortó, y en el colegio no se enteraron de eso, así que logró graduarse. Después supinos que se fue
a vivir con ese muchacho y que se embarazó nuevamente, y que el
hijito le nació enfermito, le nació con una cabecita chiquita y que,
252
como a los seis meses, se murió. Después ya no supe más de ella,
me imagino que ella también habrá muerto por la droga.
Este patético testimonio forma parte de los parámetros que conforman las sociedades tradicionales que no hicieron otra cosa que
repetir el discurso oficial, amplificándolo, para que aparezca la realidad cruel y catastrófica de los efectos de los usos de la marihuana. Si las autoridades del colegio se hubiesen enterado de que la
estudiante fumaba, la habrían expulsado del redil de las buenas y
blancas ovejas. Una solución drástica e indispensable para mantener el imperio del bien en un colegio religioso.
La guerra a las drogas se sustenta en la lógica de la sociedad tradicional en la que los juicios sobre el bien y el mal se hallan tan
férreamente estatuidos que las posibilidades de excepción son absolutamente reducidas.
El testimonio es ciertamente paradigmático pues da cuenta de una
enseñanza moral inquebrantable. La marihuana es mala en sí misma y es causante de todos los males que acontecen al infeliz que la
usa. El fantasma de la muerte se convierte en sentencia ineludible.
El embarazo debe terminar en aborto, y si el niño nace, inevitablemente debe estar muy enfermo y morirá. La marihuana es la
sentencia de muerte.
Sin embargo, la necesidad de avanzar hacia el futuro, dejando atrás el pasado, es parte necesaria tanto de la subjetividad
como de la colectividad. En este sentido, aquel usador que se
adhiere a los usos de tal manera que reduce su espacio vital,
ha convertido su futuro en pasado. Y allí se ubicaría el sentido
profundo de su malestar en el mundo. La adicción significaría
un encadenamiento al pasado. En este sentido, el comúnmente
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Ecuador y la marihuana
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denominado adicto sería un esclavo del pasado y no un enfermo
psiquiátrico.
Hay una mirada oblicua con la que se mira al usador de drogas. Es
el pesar de una ética doliente porque ha perdido su valor de significación, de sujetación y de dominio. Una de las maneras impuestas
de ser fiel a la cultura y sus normas ha sido el rechazo inequívoco a
todas las sustancias catalogadas como drogas mediante un discurso
oficial encargado de evidenciar el mal.
El usador de marihuana vive en el mundo del mal, aislado de la
familia, de la sociedad, del bien. Ha remado contracorriente y ya
no tiene salvación.
De las personas que conocía y que fumaban, algunas decían que
la marihuana les hacía sentir con súper poderes. Pero los demás
no creíamos que era así. Más bien, a todos los adictos que iban
por la droga se los veía desaliñados, descuidados en su apariencia personal y, sobre todo, desobligados del mundo. Hubo quienes
ni siquiera continuaron sus estudios. Y, peor, ni siquiera tuvieron
una buena relación con la familia, con los amigos, con la sociedad. Más bien esos se fueron aislando porque es a eso a lo que
conduce la droga: aislamiento y segregación. Son los mismos
adictos los que se alejan de la familia, y ya no son nunca más
parte ni de la familia ni de la sociedad. Y por más que estén en un
centro de recuperación, no consiguen volver a ser otra vez parte
de la sociedad, por lo menos no de manera activa.
Desde los inicios de los usos, se construyó un discurso paradigmático: a la yerba acuden quienes poseen conflictos morales, los
acomplejados sociales, los que no han logrado adaptarse ni a los
regímenes familiares ni a los escolares. En el testimonio anterior,
254
la pobreza, las dificultades sociales, el tipo de colegio y otras realidades más crean un complejo social que un muchacho no puede
enfrentar directamente sino por el camino torcido del alcohol y la
marihuana. En consecuencia, el problema no radica tan solo en ser
pobre sino en no aceptarlo, en no integrar esa realidad a la vida
cotidiana.
Desde luego que nadie menciona la angustia que podría haber nacido con cada sujeto de la pobreza, esa angustia a la que, quizás ni
siquiera tengan derecho. Por eso se prefiere hacer referencia a ese
complejo social, llamarlo para que sea el referente que dé cuenta
de por qué los pobres usan mariguana.
Parecería que los habitantes de la pobreza ni siquiera poseerían la
capacidad de organizar y de simbolizar las realidades de lo cotidiano. Son como los niños que, a su vez, actúan como los perros: sin
orden y sin conciencia. La marihuana representaría una cosa sin
relación alguna con los múltiples órdenes sociales, por ejemplo,
con lo mágico que pertenece a la yerba. Son perros, por supuesto,
sin dueño, lo cual agrava aún más su situación de indigencia existencial.
Hay personas que fuman solo por rebeldía. Entonces, no se van
a dar cuenta de lo que les está pasando. Como fuman marihuana
por rebeldía, entonces van a decir: puesto que cuando fumo me da
hambre o me da sueño, entonces, fumo para tener hambre o para
que me quite el hambre. Ellos no saben qué es lo que esperan de
la sustancia, es decir, fuman por fumar. Entonces simplemente la
marihuana hace lo que ellos quieren, es decir, fuman por fumar.
Es como un niño y un perro, el niño hasta los dos años tiene la
misma mentalidad del perro: se dispersa, hace destrozos. Entonces, hay unos que fuman por fumar, entonces la marihuana hace lo
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Ecuador y la marihuana
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que quieras, y si uno le pregunta qué querías que te produzca, no
saben qué responder, se dispersan como el perro. Ellos no saben
qué hacer con la marihuana solo la fuman y ya, como un perro, y
también van a hacer destrozos porque ellos no tienen el espíritu
de la marihuana, es un espíritu que está ahí. Ellos ignoran que la
marihuana es una planta sagrada.
Existe una lógica, elemental si se quiere, pero que funciona. Puesto que la marihuana es intrínsecamente mala, todo aquello que se
hace bajo sus efectos nunca podrá ser algo bueno sino, al revés,
intrínsecamente malo porque, además, quien la usa es un ser olvidado de dios y del diablo. La relación de la marihuana y el delito
se constituyó en una propuesta absolutamente necesaria para confirmar su maldad intrínseca. Sus efectos, en los estratos populares,
no pueden ser otros que el mal. Son ellos los que delinquen propositivamente aprovechándose de los efectos de la marihuana o,
aunque no hubiese una intencionalidad clara, finalmente movidos
por los mismos.
Esta constituiría otra de las expresiones del sufrimiento que no
radica precisamente en el uso de la marihuana sino en las implicaciones sociales a causa de la inscripción de la marihuana en el
universo del mal.
Cada grupo social se habría convertido en un punto de convergencia
de todos los juicios y prejuicios. Todo lo que ahí acontece, pertenecería a su propio registro, es decir, la pobreza es una violencia que surge
de sí misma y no el producto de las relaciones de poder. Más aun, son
pobres porque son malos. Los usos de la marihuana constituirían una
expresión más de ese mal que los caracteriza. De ahí la lógica utilizada para ligar, en una relación causa-efecto, el uso de la marihuana al
delito entre los pobres.
256
Los prejuicios impiden ver las funciones de la precariedad y del sufrimiento que también se hallan presentes no solo en los lugares de la
pobreza económica sino también en los espacios de la pobreza e incluso indigencia afectiva, en la pobreza de los sentidos de la vida, de
lo que significan la filiación, la paternidad y la maternidad. Mientras
en los espacios de la pobreza, según el discurso oficial, la marihuana
conduce al delito, en otros lugares, produce alegría e incluso felicidad.
Uno buscaba que te relaje, porque usualmente la marihuana te
produce un estado de risa. Mucha gente era eso lo que más buscaba antes que cualquier otra cosa, es el estado más esperado y
conocido de la marihuana. Por lo tanto, el efecto depende de lo
que hagas y de lo que estás esperando que acontezca. Porque si te
pasas, no vas a tener ese efecto de relajarte que esperas.
La soledad constituye una de las formas más particulares de expresión del malestar personal. En la soledad, los sentidos de la finitud
se evidencian de manera abismalmente clara y hasta inapelable. El
dolor, dice Kovadloff,135 actúa de manera inconsulta. Simplemente se
impone e incluso posee la prepotencia de la inclemencia.
El dolor aparece entre dos límites diferenciables. El primero tiene
que ver con el nivel de reconocimiento del dolor como tal, como
aquello que no puede ser confundido con ninguna otra sensación.
En segundo lugar, con su intensidad en la que la subjetividad cuenta con un abanico de infinitas razones,
Por eso se usa siempre en grupo. Son marihuaneros los que la
usan solos, los que se hunden y se van a sufrir. Con esos ni siquiera se puede hablar. Hay mucha gente a la que no le gusta la
amistad, es esa gente que consume sola, a veces se los ha catego135 Kovadlov, S., 2008.
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Ecuador y la marihuana
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rizado como marihuaneros, gente solitaria, a veces están idos, son
personas que no están ahí, son personas que consumen bastante
pero no hay ninguna comparación con las personas que lo hacen
como algo social.
Marihuanero es el sujeto que ha quedado atrapado en la marihuana
en tanto espacio real y empobrecido de lo simbólico pero en el que
le es permitido dar cuenta de su sufrimiento permitiendo que este
no cese. Ahí los usos suelen ampliarse y amplificarse a un ritmo
que se escapa del control. El usador queda entonces significado en
ese exceso, en ese plus de uso y de rechazo. Cuando se tratan temas
como estos, lo más fácil ha consistido en repetir de manera acrítica
el discurso oficial que solo ve el exceso y el mal, sin que importen
ni el usador en sí mismo ni el historial de su existencia. Freud con
frecuencia alertaba sobre el peligro que se corre al “olvidar la variedad del mundo humano y de su vida anímica”136
La búsqueda de la felicidad forma parte de la mitología personal.
No se sabe en qué consista esa felicidad, pero es algo que cada
sujeto se ha propuesto tenerla, mantenerla y hasta transmitirla a
los otros. Pero, ¿qué es la felicidad, cuando el sufrimiento es tan
presente que, se diría, ha llegado a formar parte necesaria de la
existencia? El verdadero malestar consiste en la falta de sentido
de la existencia que aparece a veces de manera brusca y que hasta podría llegar a invalidar la existencia. Es la falta de ser, como
decía Heidegger, esa falta que el sujeto trata de solventar, primero
asumiéndola y, luego, enfrentándola con sus proyectos existenciales. El verdadero malestar en la cultura surge cuando la sociedad,
representada en el Estado, por ejemplo, priva a los sujetos de los
elementos requeridos para vivir de manera gratificante.
136 Freud, S., Obras Completas, V. 21
258
Sin embargo, nadie escapa al sufrimiento ni a la posibilidad de
encontrarlo a la vuelta de la esquina porque forma parte de su condición de ser. Pese a ello, se hacen muchos y a veces complejos intentos para evitarlo, sobre todo, en la cultura actual que se sostiene
en la oferta de la bienaventuranza absoluta en la que no hay cabida
legítima para el sufrimiento. Pero la condición es que no hay sujeto
sin el sufrimiento originado en la cotidianidad con los otros. Los
sufrimientos otorgados o impuestos por los otros son los más difíciles de sobrellevar porque llegan con marcas ajenas, no llegan con
en ese sentido de propiedad privada que hace que uno pueda vivir
los propios dolores sin sentirse invadido por lo extraño.
Hay quienes encuentran en la marihuana una posibilidad de huir del
dolor y del fantasma de la muerte. Como se ha señalado, unos lo
harán de manera esporádica o ritualística porque la marihuana no ha
sido incorporada como la única alternativa posible para enfrentar el
sufrimiento. Otros, en cambio, hallaron ahí la mejor alternativa para
crear un mundo nuevo o, por lo menos, un bastión protector.
La sociedad los ha calificado peyorativamente llamándolos adictos, una calificación pesada, azas violenta, que conlleva un complejo sistema de actitudes de rechazo. Si para el usador se trata de
un refugio, para la sociedad no es más que un vicio casi siempre
miserable o, peor aun, un delito que debe ser castigado con penas
que incluyen la cárcel.
La marihuana, usada en la soledad y el aislamiento, se convierte en
un señalador de un silencio ya dado, casi imposible de romper. El
sujeto se encarcela en la prisión del sufrimiento.
A nosotros no nos gusta hacerlo solos, pero tampoco comentamos mucho sobre los que fuman solos, pensamos que cada quien
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Ecuador y la marihuana
Consep
quiere vivir su vida propia, su propia experiencia y entrar en su
mundo, por eso algunos buscamos la soledad porque entras en
contacto contigo mismo, y es un mundo que te da más satisfacciones que el mundo de afuera. A veces mis amigos que fuman solos
nos han contado sus experiencias y cada quien tiene la suya. Un
día voy yo a escribir, no mi biografía, sino un libro parecido a las
revistas de historietas en las que yo sea el personaje principal y
así llevaré a la gente a que conozca mi mundo. De la misma manera, mis amigos harán su propia historia, quizás no para compartirla con el resto del mundo, pero sí para recordarla cuando estén
viejos.
Nunca se ha discutido tan poco por un fenómeno social como por
las drogas y, sobre todo, por sus usadores que han pasado de picota
en picota, no solo en el ámbito de lo real, sino en los órdenes imaginarios. A los llamados drogadictos se los despojó de buena parte
de su valor de simbolización familiar y social. Quizás a nadie le
preocupó su sufrimiento porque en ninguna parte valen los ayes de
dolor y las lágrimas de los malhechores.
Pese a que se acepta que la cultura actual se sostiene en el reconocimiento y respeto de los derechos y de las diferencias, como las
sexuales por ejemplo, sin embargo, con el tema de las drogas las
cosas han sido y son casi absolutamente extremistas. Y, aunque se
legalizase su uso, el usador constante no saldrá del actual sistema
de descalificación.
Claro que la marihuana es una droga, y todos estamos conscientes de que lo es. Si no lo fuese, no te haría sentir las cosas que
sientes. Te pone en una onda diferente, te lleva a experimentar
cosas increíbles y, sobre todo, es una situación que va más allá de
la moda, es algo que está en la sociedad haciendo parte de ella y
260
de la gente, ya es parte del grupo, se va haciendo parte de tu vida,
¿sabes? aunque no la uses. Con la marihuana te pones en onda
para una fiesta, en onda con la vida. Te permite dar salida a cosas,
a broncas que tienes contigo mismo, con tus viejos, el colegio, con
los manes del grupo.
Desde el último tercio del siglo pasado, a las nuevas generaciones
se les ha dicho que se hallan en deuda con el poder que ha creado
todas las condiciones requeridas para asegurar un bienestar amplio
y duradero. Por lo mismo, los usos de drogas no tienen cabida porque contradicen este mundo de bienestar en marcha.
Sin embargo, más de un usador, sobre todo cuando se trata de un
uso realmente conflictivo, la pregunta ya no versaría sobre el placer, sino sobre la vida misma, sobre el estar o no vivo en un mundo
del que se sabe excluido, perseguido y hasta condenado.
Muchos de los papás solo se interesaban en que tengamos buenas
notas, que no les llamen del colegio a darles quejas de nada y,
sobre todo, que les hagas sentir que ellos están haciendo bien su
papel de padres. Pero cuando se ven decepcionados porque has
fumado marihuana, entonces la familia se altera y hasta la pareja
termina en divorcio porque el papá acusa a la mamá de que no te
cuidó, y la mamá acusa al hijo, el hijo acusa a sus padres, y estos
finalmente a la sociedad. Y resulta que todos tienen la culpa, hasta
el presidente de la república. Pero nadie te dio soluciones. Total, siempre estuvieron muy equivocados. Claro que la marihuana
produce algún daño. Pero más daño produce el hecho de que te
discriminen por ser diferente y que nadie haga nada al respecto.
La marihuana, de alguna manera, te ayuda a sobrellevar las cosas traumáticas de tu vida.
261
Ecuador y la marihuana
El punto más alto del sufrimiento se construye en el momento en
el que al hijo se le convierte en el responsable del bienestar, de
la felicidad y de la muerte de los otros. La marihuana poseería,
pues, poderes que nadie ha imaginado jamás. De esta manera se
obstruyen las rutas que conducen la fragilidad de las relaciones y
sobre la inconsistencia de las promesas sociales. Tampoco se dirá
nada sobre el sistema de las inseguridades personales, familiares y
sociales. Esa inseguridad que nace de la fragilidad de los grandes
enunciados, de los mega relatos con los que se domina el mundo.
Capítulo cuatro
El retorno a casa
Cuando Abraham caminaba hacia el monte Moriah,
la tarde era sosegada; se arrojó al suelo y su rostro
tocó la tierra y pidió a Dios que le perdone el pecado
de haber querido sacrificar a Isaac, pues el padre
había olvidado su deber con el hijo. No comprendía
cómo podía ser pecado haber querido sacrificar a
Dios lo más preciado que poseía.
Kierkegaard
La guerra contra las drogas ha fracasado en reducir
el uso de estupefacientes, pero ha llenado nuestras
cárceles, ha costado millones en dólares de los contribuyentes, nutrido al crimen organizado y causado
miles de muertes.
R. Branson
262
Ecuador y la marihuana
Consep
El tiempo corre y sigue haciendo la historia. Solo la historia, con
sus múltiples escrituras, da cuerpo al tiempo e incluso cierta inmortalidad. Es tiempo de los deseos, de los placeres, pero también el de
los dolores. El tiempo de la vida y el de la muerte. Mientras por una
parte se prolonga la guerra a las drogas, pese a su fracaso, los usos
de la marihuana se mantienen, se amplían, y se introducen cada vez
más en los tiempos existenciales de las nuevas generaciones.
Las culturas son dinámicas pues se modifican de manera permanente
porque además son eminentemente inestables. De hecho, las nuevas
generaciones crean y se insertan en nuevos procesos culturales que
incluyen conjuntos móviles de representaciones sobre el mundo, la
cultura, los sentidos de la existencia. Es imposible que la marihuana
y sus usos puedan quedar fuera de este proceso del que nada ni nadie
puede excluirse.
Los cambios que se producen no son únicamente formales pues tienen que ver con los principios, normas, sentidos de la existencia. Es
preciso aceptar que cada generación se diferencia de la anterior y
que en estas diferencias se explicitan en sus éxitos y fracasos tanto
como sus misterios. Uno de estos misterios podría ser, por ejemplo,
su renovada relación con el cannabis, esa planta que transita lo sagrado y lo profano, lo prohibido y lo deseado, lo oculto y lo patente.
Las madejas de la vida
Se ha generalizado el criterio de que el uso de la marihuana crece
y que empieza cada vez más tempranamente137. Esta realidad no ha
137CONSEP-OND: Cuarta encuesta nacional sobre uso de drogas en estudiantes de
12 a 17 años, Quito, 2012.
264
dejado de preocupar a la sociedad de los adultos y a los poderes
políticos porque aceptarlo implica reconocer que quizás una parte
importante de lo que se ha hecho a lo largo de medio siglo de guerra
a las drogas ha servido muy poco en la tarea propuesta de eliminar la
marihuana y de reducir a cero sus usos. Implica también aceptar que
la problemática de la droga va mucho más allá de esa relación elemental causa-efecto con la que se trabajó durante todo este tiempo y
que se redujo a pensar linealmente la producción, el tráfico y el uso.
El hecho de que haya chicas y muchachos de diez años o menos
que han probado marihuana no da cuenta tan solo de que bajan
las edades de inicio. Tiene que ver con el hecho de que aparecen
nuevos patrones culturales en los que se hacen las nuevas generaciones. Es innegable que los usos de la marihuana se han extendido
y han logrado cierta legitimidad entre la gente joven, pero también
entre los adultos algunos de los cuales ya la abandonaron y han
vuelto a ella o aquellos que recién inician los usos.
Es importante tener en cuenta que esta realidad hace que la sociedad cambie de manera muy significativa en torno a la marihuana.
En efecto, en la gente joven la yerba ha dejado de pertenecer al
mundo del misterio y del tabú. Se trata, pues, de una situación que
ya comenzó a explicitarse a finales del siglo pasado y que en la
actualidad es cada vez más obvia, tan obvia que se habla, por ejemplo, de su legalización en los distintos niveles del quehacer social.
Parecería que la marihuana habría salido del espacio del escándalo
político y social en pos de una legitimidad que va logrando en ciertos
lugares en los que habría sido imposible hace unos pocos años.
¿Cómo no valorar la acumulación de experiencias que se insertan
en las culturas y que necesariamente la modifican? Así han evolucionado múltiples saberes y actitudes a lo largo de los siglos. De
265
Ecuador y la marihuana
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pronto, algo que en un tiempo determinado fue socialmente considerado tabú, a la vuelta de un tiempo se constituye en una práctica
casi de la vida cotidiana.
Como se señaló en el capítulo primero, la marihuana comenzó insertada en lo sagrado y en lo prohibido. Han pasado demasiados
siglos como para que no se haya despojado del tabú para popularizarse. Tabuizar el mundo de lo placentero y gozoso ha sido una
de las características del poder que, comúnmente, ha pretendido
apropiarse para sí solo ciertas realidades del mundo que permanecen prohibidas para los otros.
El gran tema de por medio es el placer. Para evitarlo, se prohibieron espacios, plantas, bebidas y, sobre todo, el cuerpo que constituye la primera gran fuente de placer expresada, sobre todo, en
la sexualidad. Bastaría con volver a los textos de Foucault138 para
seguir las rutas que los poderes construyeron con el propósito de
impedir, de todas las formas posibles, el acceso del sujeto a lo placentero y gozoso de su sexualidad.
Una de las características de la contemporaneidad es la apropiación cada vez más seria y firme de la propia subjetividad que
tiene que ver con la capacidad de desear y de decidir. Los niños
pertenecían a papá, a mamá, a la familia. Luego al sistema educativo y, en algunos países, al Estado. El matrimonio se encargaba
de liberar al hijo de esa pertenencia, pero no a la mujer que adquiría otra dependencia al convertirse en una propiedad más de su
esposo, y más en el orden de lo real que en el simbólico.
El último tercio del siglo XX marca una ruptura radical cuyo origen, simbólicamente, podría ubicarse en Mayo-68 que pone en
138 Foucault, M., 1996
266
entredicho las políticas, los saberes y las transmisiones de los mismos sin crítica alguna.
Este proceso atraviesa todos los espacios del saber y del vivir de
las nuevas generaciones y se apoya en las recientes construcciones sobre la libertad, por ejemplo. Más allá de las formas como se
viva la democracia fáctica, existe también un nuevo pensamiento
democrático que se sostiene en formas universalistas de la ley y de
la moralidad. Una nueva democracia que ya no necesitaría precisamente de fundamentos filosóficos, tal como lo plantean pensadores
como Derrida y Rorty. Por otra parte, ya no existiría esa rígida división entre lo público y lo privado pues lo uno y lo otro se entrecruzan
conformando al nuevo sujeto social que ya no es tan solo el adulto
sino todos, incluidos los niños, puesto que se hallan en el lugar de
los discursos, de las necesidades, de las demandas y de los deseos.
El testimonio corresponde a un chico que ahora cursa el tercer año
de bachillerato y pertenece a un estrato social medio alto. Está entre los 17 años de edad. A él le ofrecieron para probar sus compañeros de sexto grado de primaria que corresponde actualmente al
octavo nivel de básica, es decir cuando estaba entre los 11-12 años.
Fue en el paseo de término de la primaria que significaba algo así
como el acontecimiento que abría la puerta para ver el mundo de
los grandes.139
La marihuana se usa a edades cada vez más tempranas porque se
la ofrece en todo lado. A mí me ofrecieron marihuana la primera
vez cuando terminé la escuela en el paseo del grado. Había unos
amigos míos que en la habitación del hotel en el que estábamos
139 El sistema educativo actual ya no contempla este corte pues la educación básica incluye el antiguo preescolar y se va hasta el final del antes denominado tercer curso.
Por lo mismo, seguramente se van a construir otras realidades y sobre todo otros
modelos de desarrollo psíquico y social.
267
Ecuador y la marihuana
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en Esmeraldas me ofrecieron primero cigarrillos para fumar. Pero
no me atrajo eso de fumar. Pero cuando me ofrecieron marihuana,
eso sí que sí. La curiosidad es cada vez más brutal. Así que… sí
fumé. La curiosidad de los chicos es cada vez más brutal en lo
que tiene que ver con las cosas prohibidas. Y como uno siempre
anda buscando verse grande, es por eso que cada vez más tempranamente se fuma tabaco o se consume marihuana. Además,
esto de la marihuana te da un cierto sentido de independencia y
de control de la vida.
No se trata de una curiosidad cualquiera, sino de una curiosidad
cuya fuerza se torna incontrolable pues posee un carácter imperativo e irresistible. Desde luego que los mismos chicos ponen los
límites y saben a quienes invitar y a quienes no para involucrarse
en una actividad que, de ser descubierta, podría acarrear serios
problemas. En la actualidad, esos muchachos de más o menos
doce años poseen un sistema tal de representaciones que ciertamente los hacen ya “grandes”. En efecto, su sistema de representaciones se construye con cosas del futuro más que con las del
pasado.
Para los chicos de esas edades beber, aunque seguramente se trata
de un trago pequeño o de un vaso a medio llenar de cerveza, implica dar el empujón definitivo a la puerta que les abre el mundo
de los grandes. Pero en la actualidad quizás compartir el primer
bareto, seguramente muy mal liado, les aseguraría que, de una vez
por todas, han dejado atrás la niñez social.
Es curioso que el informante asegure que el uso de marihuana les
otorga una suerte de capacidad para controlar la vida. No dice de
qué clase de control se trata, pero posiblemente se pueda inferir
que si controlas el uso de marihuana, de suyo podrás controlar
268
otros aspectos de la cotidianidad. Eso equivaldría a afirmar que si
eres capaz de poner límites a un uso, ya sea en la frecuencia y en la
cantidad, también podrás hacerlo con otros aspectos de la cotidianidad. También se señalaría que con ese primer bareto compartido
se asume un nuevo sistema representacional sobre la libertad, la
edad, el deseo.
Por su parte, las chicas se encuentran igualmente involucradas porque el mundo en el que viven es el mismo para todos. Ya no existen
colegios exclusivamente femeninos. Ahora ellas y ellos comparten
los espacios sociales y culturales y viven las mismas realidades.
El mismo informante da cuenta de lo que acontece ahora en su
unidad educativa. Utilizando la nueva categorización, se refiere a
los chicos y muchachas de octavo de básica con otras actitudes
ante la mariguana que, en cierta medida, habría dejado buena parte
de su escondite para aparecer más abiertamente a la luz del día.
Las distinciones que realiza tienen que ver con la geografía social
y quizás también económica de los estudiantes. Desde luego que,
para un muchacho de esa edad, puede resultar sumamente difícil
hablar más allá de su grupo social y económico.
Eso de que si hombres y mujeres comienzan a usar marihuana a la
misma edad, depende de dónde están, en qué colegio estudian. Por
ejemplo, en mi colegio he visto que chicas y chicos, de los chucaritos,140se inician en el octavo grado primero fumando cigarrillo y luego marihuana. Hay de los unos y de los otros, de lado y lado, porque
hay los que dicen no y de plano se van de la reunión y no participan
140 Chúcaro-ra: (quechua, duro): arisco, bravío, esquivo. En Cuenca se usa la expresión
para referirse, primero a los potros indómitos y, de ahí, a los muchachos y chicas
comprendidos entre los 10 – 13 años que se caracterizan por su parecer indómito
pues no se sujetan fácilmente a las normas familiares y sociales y que, además, no
dudan en expresar su rebeldía que aparece como una cualidad a ser cultivada.
269
Ecuador y la marihuana
Consep
y no fuman ni tabaco, claro que a aquellos luego se les excluye de
los grupos de amigos, pero no siempre. Creo que los varones somos
más valientes que las mujeres para probar esas cosas. Desde luego,
en los colegios sí hay más varones que mujeres consumiendo no solo
marihuana sino también otras drogas para probar esas. Aunque las
más grandes, en cuestión de éxtasis, nos dan de largo.
Pese a los grandes cambios que se han producido en las sociedades y a los esfuerzos académicos por explicarlos, la sociedad
en sí misma prefiere vivir en cierta inmovilidad teórica. Sobre
todo en algunos temas sociales y psicológicos, el pensamiento
académico suele quedarse estancado con la idea de que las cosas
siguen iguales. Esto se ve, por ejemplo, en el manejo teórico de
la feminidad y de la masculinidad que han permanecido teóricamente estacionados. El tema de los derechos se ha convertido en
el punto nodal de todas las reflexiones pero poco o casi nada se
ha dicho sobre lo que significan en torno a los derechos sexuales.
Tampoco se ha teorizado sobre la adolescencia que de suyo ha
desaparecido pero de la que se sigue hablando cono si se viviese
en el siglo pasado.
Las nuevas generaciones crecen físicas, social y psicológicamente
más rápido y más tempranamente. Aquellas etapas del desarrollo
psicosexual propuesta por la psicología académica ya casi nada
tienen que ver con lo que acontece en el mundo contemporáneo.
Es un hecho que esa adolescencia turbulenta, casi perversa, de la
psicología ni existió ni, peor aún, existe en la actualidad. Aquellos
supuestos modelos teóricos estuvieron claramente destinados a
sostener la dominación de los adultos y la repetición acrítica de supuestos valores sociales y familiares. El mismo sistema educativo
estuvo orientado a mantener estos regímenes y nunca a criticarlos
para superarlos.
270
Se acepta que se han producido cambios radicales en las concepciones de la feminidad, pero casi nada se ha hecho para entender
los ejercicios de la sexualidad cada vez más tempranos con los
consiguientes riesgos de embarazos no deseados e inapropiados.
Cuando se habla de la necesidad del uso de la píldora del día después, por ejemplo, la sociedad de los adultos y sus instituciones,
como las religiosas, ponen el grito en el cielo y no cesan de hablar
de que se está legitimando la pérdida de valores y la desacralización de la mujer.
La sociedad de los adultos es equívoca y con esa equivocidad lo
único que consigue es abandonar a muchachas y chicos a su propia
suerte pues nada se ha conseguido con las lamentaciones sobre la
imposición de una ética caduca y sobre una escala de valores que
los adultos ya dejaron a un lado justamente por obsoleta.
Desde estos prejuicios se analiza el tema de los usos de marihuana
que, entre las sustancias prohibidas, es a la que más fácil acceso
tienen por su presencia ubicua, por el costo y porque es lo que les
agrada. Si bien es cierto que los ritmos del desarrollo han cambiado de manera radical, también lo es que las nuevas generaciones
viven en un mundo propio en el que está la marihuana. Como señala la informante, una joven mujer adulta, ella comenzó a usar
marihuana a los dieciséis años, lo cual constituía un verdadero escándalo. Pero ahora, eso acontece antes. El testimonio también da
cuenta de esa suerte de disparidad que existía entre los hombres y
las chicas: para ellos el mundo estuvo abierto antes que para ellas.
Ahora quizás ellas anden a la cabeza en muchos aspectos, incluido
el acercamiento a la sexualidad y a la marihuana.
Yo empecé a los dieciséis años, y mis amigos un poco antes.
Quizás yo era la quedadita del grupo, pero ahora les llevo la
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Ecuador y la marihuana
Consep
ventaja. Hay peladas que empiezan a fumar desde que entran al
colegio, pero no es que lo hagan por una razón, así, oficial. El
bautismo se hace de manera secreta, en un día no hay clases, y
se inaugura a peladitos141, y peladitas, como colegiales. Entonces, ahí se les da a fumar la marihuana. La mayoría no sigue
consumiendo, y otros y otras que sí, a partir de ese día la toman
como su compañera.
A diferencia de lo que puede acontecer con otros sistemas de representaciones que se les impone, las nuevas generaciones tempranamente ya no le hacen el quite a todo lo que tiene que ver con los
ejercicios de la sexualidad, la libertad y el divertimento. El uso de
la marihuana se ubica en estos tres espacios fuera de los cuales se
trataría de algo absolutamente mecánico y carente de significación.
Pero como ha sido ya insertada en este sistema representacional,
los usos y sus significaciones no podrían, legítimamente, ser comprendidos sino como parte de estas nuevas culturas.
Se ha visto en los capítulos anteriores las vicisitudes que debían
vivir todos los antiguos usadores para conseguir marihuana. En la
actualidad, todo eso ha desaparecido porque hay más vendedores
y también porque ya no existe la persecución legal en la misma dimensión que antes y porque la marihuana se ha introducido en las
estrategias contemporáneas de comunicación, lo cual la convierte
en algo mucho más complejo que el simple calificativo de droga.
En la actualidad, chicas y muchachos no tienen que descubrir la
marihuana pues ella se halla presente en su entorno social, no necesariamente porque sea usada en casa, sino porque los medios de
comunicación se han encargado de ello de manera cada vez más
insistente y obvia.
141 Pelado-pelada: pequeño, el adolescente antiguo. También se refiere al enamorado.
272
La marihuana que interesa a chicas y muchachos no es aquella que
está en internet sino la que forma parte del habla de los pares. Es
la mariguana de la calle, del pequeño traficante, la que se esconde entre las cosas personales. Es también aquella que, cuando por
desgracia ha sido descubierta, ha originado los grandes escándalos
institucionales, familiares y sociales.
Nuestra marihuana es la que va de boca en boca que es la mejor
forma que hay de comunicarnos, un poco el internet, y ya no se
recurre a libros. Desde luego que hay información distorsionada,
pero sin duda, hay ahora más acceso a la información y hay un
mayor conocimiento de cómo es la planta, para qué sirve. Pero
por desgracia no todo el mundo tiene el mismo nivel de conocimiento. Hay muchos chicos y muchachas que se han quedado en
lo que los papás dicen en la casa o lo que han escuchado por ahí,
pero no han investigado. Cada cual tiene que empoderarse del
terma para opinar mejor, pero entre nosotros siempre nos comunicamos, aunque no se profundice.
No necesariamente la información que transita entre pares es la
mejor ni la más adecuada, aunque finalmente sea la que resuelve
las inquietudes del momento. Los temas sobre la mariguana, las
drogas y la sexualidad formarían parte de lo indecible pero que, sin
embargo, están ahí siendo hablados y los decires trasladados de un
lugar a otro, de un grupo a otro, de arriba hacia abajo y, sobre todo
quizás, de abajo hacia arriba porque en los grupos se construyen
importantes juegos de representaciones eminentemente móviles
que influyen en la construcción de los saberes sociales.
De hecho, en torno a la marihuana se daría un permanente proceso
de construcción de nuevos saberes que dan cuenta de la complejidad del tema y también de la necesidad de decir algo nuevo de una
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Ecuador y la marihuana
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realidad que se moviliza cambiando constantemente sus valores
de representación. ¿De qué manera unir lo público y lo privado, lo
estatuido por el poder y lo construido por la informalidad urbana
de saberes organizados y sostenidos por la prohibición, el deseo y
la transgresión? Es necesario, pues, aceptar que existen dos vocabularios que se oponen pero que también andan de forma paralela
en la sociedad algo que no puede ni ser eliminado y menos aún
desvalorado.142
La propuesta de la guerra a las drogas cuya finalidad fundamental
incluye tanto su desaparición física del planeta como la desaparición de todo usador, de todo adicto, de todo vendedor, implicó el
desconocimiento absoluto de la posición del sujeto ante el deseo,
de su historia transgresiva y también de la historia de la cultura
desarrollada desde la transgresión.
Más allá de toda posición teórica respecto a la necesidad de la ley
y de los límites destinados a organizar la vida en común y a defenderla de cualquier clase de atropello, también es preciso reconocer
que el límite viene dado desde el otro y que aparece en sus orígenes
como una violentación del ejercicio de la libertad. En principio,
habría una suerte de contradicción entre el deseo, la libertad y la
ley. Sin embargo, la posible contradicción no hace sino evidenciar
los puntos de relación existentes y su valor en la economía simbólica del sujeto y de la sociedad.
La norma crea límites y barreras al deseo que debe ser entendido
como la otra cara de la necesidad a la que no anula sino que supera
142 De hecho los procesos educativos que tengan como objetivo la prevención no serán
eficaces si no toman en cuenta este doble sistema de representaciones en el que el
valor de significación pertenece a uno y otro de manera legítima. Esos procesos
que se han ejecutado como programas de prevención han fracasado justamente por
la eliminación del sistema de representaciones de la población.
274
al introducirla en la cultura de tal manera que se emparente con el
deseo. Es decir, la necesidad pierde su carácter impositivo, ciego e
inmediatista para sujetarse a la normativa social. Mientras se dice
que lo instintual opera siempre a espaldas de la cultura, esta se encarga de culturizar lo instintual.
La diferencia entre los usos de marihuana llamados recreativos y
aquellos que se vuelven conflictivos radica en que los primeros se
hallan en el orden de lo placentero y que, por lo mismo, son esporádicos y pueden aparecer y desaparecer. En cambio los otros usos
llamados adictivos van en contra del placer, El uso se ha convertido en requisito de sobrevivencia, como el respirar, y se ha alejado
totalmente del placer.
No hay, pues, ahora algo específico que lleve a probar la marihuana. Ahora no es antes ni es mañana. Tan solo es el deseo, ese movimiento de la subjetividad que conduce al sujeto a los objetos que,
de una u otra manera, aparecen en el escenario social con ofertas
de placer, de goce, de bienaventuranza, de olvido, de memoria e
incluso, hasta para sufrir.
Yo creo que ahora es igual que antes, que siempre. Yo he tenido la
oportunidad de hablar abiertamente sobre este tema con personas
mayores a mí. Lo que he escuchado antes y lo que se escucha
ahora es, a mi modo de ver, igual. Antes se identificaba el uso de
marihuana con ciertos grupos, por ejemplos los hippies o algunos
rockeros alternativos. Ahora ya no pasa nada de eso. Ahora ves
que en cualquier grupo juvenil hay el que consume marihuana,
sean los que sea, rockeros, punkeros, o lo que sean. Porque yo
tengo unos amigos que me cuentan que sus hermanos menores
y hermanas saben también fumar marihuana. Es que antes era
como un poco más tabú, se usaba de forma encubierta aunque de
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Ecuador y la marihuana
Consep
todas formas se conocía lo que pasaba. Pero ahora es diferente,
es abierto y se comunica.
La cotidianidad es cada vez más compleja, poco predecible, menos
estatuida. Incluso como si existiese una gran dosis de improvisación personal y social que hace que todo sea impredecible. Sin
embargo, el mundo de la gente joven no es así pues funciona con
normas, preceptos, aprobaciones y claros rechazos de ciertos comportamientos de ninguna manera legitimados.
Por otra parte, hay que reconocer que la cultura se halla atravesada
por lo conflictivo puesto que no todo deseo ni todo objeto de deseo
está necesariamente legitimados, unas veces por la relación con
el tiempo lógico del sujeto, otras veces por el sistema axiológico
propio de la cultura. En este sentido, el colegio se constituye en el
lugar en el que esta axiología social se devela para ser incorporada
por cada nueva generación. Ahí se producen las permisiones, legitimidades, prohibiciones e ilegitimidades.
Hasta hace poco, estas ilegitimidades incluían las drogas en general y la marihuana en particular. Pese a que oficialmente no ha
salido del registro de lo prohibido, sin embargo, en los discursos
actuales, la yerba se halla cada vez más fuera que dentro de lo prohibido, incluso cuando oficialmente están claras su ilegalidad e ilegitimidad. De hecho, el discurso oficial está para censurarla, pese
a que las representaciones sociales sean cada vez más benignas o,
por lo menos, no tan censuradoras.
Antes, cuando yo era pequeña, básicamente la marihuana se relacionaba con cierta música, el reggae, o música relajada o alegre,
y en todas las canciones se hablaba de la marihuana y eso me
llamó la atención porque era para el relajamiento, la diversión.
Siempre la quise probar, pero no me atreví porque se decían horrores de la marihuana, algo que me daba miedo. Solo saliendo del
colegio la probé ya sin tanto miedo. Ahora, las cosas son muy distintas. Porque ahora hay siempre alguien que puede darte si tú tienes
curiosidad, si le dices: oye, déjame probar, dame un poquito. Y así
suele ser la primera vez. Como se dice, la curiosidad mató al gato.
Es preciso reconocer que entre deseo y cultura con frecuencia existe discordia porque el deseo no siempre se sujeta a la ley y no deja
de buscar objetos real o imaginariamente prohibidos, ya sea porque se trata de un objeto vedado o porque el deseo en sí mismo se
halla prohibido. No estaría prohibido el placer en sí mismo pero
sí la marihuana que es capaz de producir placeres prohibidos. Por
ende, el “pecado social” no consistiría en tener el deseo de un placer supuestamente extraordinario sino en usar la marihuana para
conseguirlo.
Se trata, pues, de realidades radicalmente diferentes que no pueden
ser pasadas por alto porque de manera directa intervienen en lo que
se denominaría la cultura de la marihuana o, mejor aún, la cultura
marihuana en la que viven y se hacen las nuevas generaciones.
¿Qué es lo que en verdad se desea? Desde luego que no es únicamente la marihuana en sí misma ni tampoco sus efectos observables. Como acontece con los sentidos del síntoma, el acercamiento
a la marihuana podría constituir un camino más de acceso a objetos
que el sujeto conscientemente desconoce pero que están presentes en las formas mediante las cuales el usador imagina lograr la
satisfacción de sus deseos. Esto es lo que desconocen de manera
absoluta aquellos que pretenden, a través de técnicas de desensibilización, de abstinencia progresiva o con cualquier otro método
coercitivo, que alguien abandone el uso de marihuana, conflictivo
o no, como si el problema estuviese en la cosa en sí.
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Ecuador y la marihuana
Consep
Desde el comienzo existe un enfrentamiento entre deseo y ley.
¿Vino la ley a anular el deseo, a limitarlo? ¿Habrá surgido el deseo
al momento en el que algo fue vedado? ¿Cuáles son las rutas que
el deseo recorre en pos de un goce que, con frecuencia, no será más
que un dolor disfrazado de placer? Por eso es preciso agregar aquí
que, si no se diesen procesos metafóricos, no habría sentido alguno
en los usos de marihuana o de cualquier otra sustancia. Como el
alcohol, el cigarrillo, la comida, la marihuana puede llegar a representar al sujeto ante los otros y ante sí mismo.
trucción de la identidad y de la diferencia. Es posible que los usos
conflictivos de drogas tiendan a suprimir estas dos realidades, sobre todo cuando el sujeto ha caído víctima de una sobredosis en la
que el exceso de sentido conduce a los límites de la muerte, algo
que el discurso psiquiátrico ha desconocido de manera absoluta.
A los aceptados objetos productores de satisfacción y de placer,
de pronto, se añade la marihuana en calidad de objeto intruso que,
como tal, no puede recibir sino el rechazo total porque ha llegado
vestido con el ropaje del mal. Se rechaza no solamente su presencia sino todo intento de “adaptación” a la cultura pues ha sido
previamente calificada como enemiga del orden cultural.
Cuando fumas, con tres pipazos, a los cinco minutos, estás en tu
punto y ya no necesitas fumar más, tal vez vuelvas a darte un pipazo a la media hora. Por otra parte, es como el licor, cuando usted
está triste y quiere ahogar las penas con licor, bebe y se deprime
y llora porque no es que el licor le va a dar felicidad. Lo mismo la
marihuana, cuando uno está triste, por más que la marihuana te
produzca un nivel de euforia y con risa, la marihuana no te hará
reír ni va a alegrarte la vida. Solo sabes que estás triste, comprendes que estás triste y lo aceptas. Por eso, todo depende del ánimo
de cada persona. Y eso no es transferible ni tampoco es algo que
se repita de la misma manera y con la misma intensidad. Todo
acontece ahí y solo ahí y solo contigo, ¿me entiendes?
Sin embargo, es necesario tomar en cuenta que la contemporaneidad se caracteriza por su oferta de realidades fragmentadas hasta el
punto de que cada sujeto aparece cada vez más como una realidad
hecha de pedazos. La propuesta lacaniana de que el sujeto y su
deseo son obra de los lenguajes y del deseo del otro sería, con sus
salvedades, la que mejor serviría para entender que no existe una
supuesta unidad monolítica del sujeto sino que, por el contrario, su
unidad no es otra cosa que la sumatoria heroica o simple de discursos y deseos ajenos asumidos por cada uno como si fuesen propios.
Los usos comunes no harían otra cosa que crear un espacio de
reflexión y de sentido a las inquietudes y preocupaciones quizás
existenciales e incluso baladíes de los sujetos.
Es posible que el uso de la marihuana, o de otra droga, pueda entenderse como un intento, ciertamente fallido, de integración simbólica, una propuesta de apropiación del sentido de ser entre los
otros, aunque sobre la base de un aislamiento impuesto. De hecho
los actos de la cultura tendrían dos objetivos primordiales: la cons-
Cuando los informantes señalan que con la yerba logran comprender el mundo, se estarían refiriendo precisamente a este proceso
psíquico de integración. Como se desprende del testimonio anterior, los usos de marihuana no sirven para crear identidades sino
para justificar la experiencia de la existencia en su tiempo y circunstancias. Nadie esperaría revelación alguna ni ingresar a los túneles del tiempo ni ser víctima de un atrapamiento por un sistema
de otras lógicas, tal como acontecería con los usos chamánicos de
la ayahuasca, por ejemplo.
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Ecuador y la marihuana
Consep
Para el niño, la vida cotidiana se halla atravesada por el misterio
lo que lo conduce a llenar de preguntas a los adultos que, a su vez,
tampoco saben qué responder porque con frecuencia creen que la
pregunta es tan elemental que casi no cabría respuesta alguna. Los
adultos creen que las preguntas de los niños versan sobre lo obvio.
Desde luego que no es así. Tal vez para el adulto sea obvio que si se
tira un cuerpo al aire caiga necesariamente: porque sencillamente
es así, porque todo lo que se tira cae al centro de la Tierra, pero el
niño le volverá a preguntar: y por qué. Desde entonces, a causa de
las pésimas respuestas, la vida se configura y se desenvuelve en
medio de un sistema de falsas respuestas. ¿Por qué la marihuana es
mala? Porque sí. Y ¿por qué la usas? El mundo persiste en su existencia porque aún no se realiza la última pregunta y, sobre todo,
porque todas las respuestas dadas son incompletas y provisionales.
El siguiente es un claro testimonio de una mujer adulta que analiza
una sucinta historia del cannabis. Clara la repetición del discurso
oficial que se caracteriza por despojar a las cosas simples y complejas de la cotidianidad de su parte misteriosa, de aquello que
realmente y en última instancia sostiene su presencia en el mundo. No se trata de la cosa en sí, de una planta más, se trata de la
marihuana, de esa infame hierva que unos criminales la usan para
salir luego a la calle a violar mujeres y a asesinar a los indefensos
ciudadanos.
De hecho, buena parte de la sociedad, como efecto de la imposición del discurso único, respeta, quizás de otra manera, el mismo
contenido descriptivo en el que los prejuicios constituyen la única
verdad posible y aceptable.
¿Que por qué la marihuana es una droga? Porque claro que sí lo
es, porque las leyes lo dicen, y la mayoría de la gente está segura
280
de que la marihuana es una droga. Por eso hay campañas que se
hacen en contra de la venta y uso de la marihuana, y también se
prohíbe la venta libre, y se mete presos a los que venden. Y antes,
en mi tiempo, también le metían preso al que se encontraba consumiendo porque era malo fumar y porque no andaba en sus cabales, los que fumaban se volvían como locos, y andaban por las
calles asaltado y violando y hasta matando a la gente. También
ahora se piensa que es una droga, y de eso la gente está consciente, pero no les importa, igual siguen vendiendo, y ahora se ve a
muchas más personas drogándose, no importa la condición social
o la edad o el sexo. Se drogan parejito todos.143
Las noticias de la informante, aunque parezcan exageradas y fuera
de cualquier límite, en realidad no hacen sino repetir no solo la
verdad del discurso oficial sino todos sus sobrantes que aparecen
luego en los programas de prevención y más aún en los modelos
de tratamiento de los usadores asumidos, no como simples contraventores, sino como auténticos criminales que deberían ser encarcelados. Una estrategia drástica pero legítima para librar a la
comunidad de su pérfido ejemplo.
La presencia de la marihuana en la sociedad ha sufrido una importante metamorfosis como acontece con todos los fenómenos
sociales. Quizás, desde el mito, todo comienza en el campo de
la prohibición, del mal y del castigo. Una estrategia utilizada
seguramente para que aparezca el deseo y se afiance en sí mismo. Merleau-Ponty144 se refería a la tragedia moderna como
parte de esa suerte de sugestión mundana que tendría como
objeto incentivar la profundización de esos acontecimientos y
situaciones que, de lo contrario, podrían pasar desapercibidos.
143 Parejito todos: todos por igual.
144 Merleau-Ponty, M., 1964.
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Ecuador y la marihuana
Consep
Justo en la siguiente década se hará evidente la imposición de
la guerra a las drogas.
Desde entonces se hará todo lo posible para terminar con las drogas, sus productores y sus criminales usadores. Por su parte, la
psiquiatría colocará a los usadores en el campo de la enfermedad.
La presencia del deseo fue excluida de manera radical y sustituida
por la del vicio. Esta constituye una de las razones por las que el
tema de las drogas queda fuera del habla académica, por ejemplo,
para convertirse en un tema moral, legal y policíaco puesto que los
usos pertenecen al grupo no solo de los nuevos vicios sino de los
peores en los anales de la historia moderna.
En público no se habló abiertamente de la marihuana porque hacerlo habría implicado darle importancia, llamarla a formar parte
de los objetos sociales. Debió, pues, permanecer excluida del mundo de los objetos sociales porque su presencia desde el comienzo
fue inadecuada, maléfica e inmoral.
La marihuana es, pues, un perverso intruso cuya presencia no tiene
ningún otro objetivo que no sea el de dañar, hacer el mal, pervertir
los órdenes familiares, escolares, sociales. Como señala el informante, su barrio se había convertido casi en la morada y mercado de la marihuana pues allá acudían todos los que la deseaban,
chicos y grandes. Sin embargo, puertas adentro nadie decía nada,
como si nadie se hubiese enterado de nada. Negación absoluta de
la cosa-marihuana y de los deseos perniciosos de unos malos ciudadanos.
Antes, el asunto era tapado, de eso no se podía hablar en la casa.
Y es irónico porque yo me crié en El Vado y veía cómo en la es282
quina vendían la droga más que el pan de leña145 que también se
vendía al frente. Veíamos cómo los chicos venían a comprar en
jorga y luego se iban a otros lados a fumar, generalmente a orillas
del río. Nos decían que eso afecta a tu carácter, a tu conciencia
y sobre todo, que luego te hacía tan dependiente que ya no podrías vivir sin fumar. Las cosas siguen igual, les ves entrando al
Prohibido146 con sus casacas negras. Allí pueden entrar y fumar
y no pasa nada, porque ahora la policía no te hace nada si estás
fumando. Ahora en los colegios y escuelas te dan mucha información sobre drogas. Veo cómo mi hijo que está en primero de colegio y sus amigos arman periódicos murales o carteleras porque
los sábados tienen una clase sobre drogas. En mi tiempo, apenas
si nos decían alguna cosita.
De hecho, sobre la marihuana se construyen saberes fragmentados
y aparece como un rompecabezas con fichas incompletas, sustituidas por otras y quizás muchas perdidas o escondidas para siempre.
Los que más saben sobre la marihuana son los encargados de su
control policíaco y social, es decir, quienes tienen como misión
sembrar por todo el mundo los saberes sobre las drogas que se
reducen a casi nada, salvo el hecho de que se hallan absolutamente
prohibidas a causa de su maldad intrínseca. ¿Condujo esta posición
extrema a que el deseo por lo prohibido terminase incrementándose y justificándose?
Esta sería una de las razones por las que, como dice el informante, la sociedad no quiso hacer nada con el tema y se lo abandonó
para que, supuestamente, se esconda tras los velos que cubren a los
mundos de la pobreza y del aislamiento social.
145 Pan de leña: pan horneado en horno de leña.
146 Nombre de un bar-cantina.
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Ecuador y la marihuana
Consep
De esta posición se deprende la lógica del mal que explica aquello
que tiene que ver con las drogas y que involucra lo que directa e indirectamente se relaciona con ella. Por lo mismo, el deseo de usarlas
es tan malo como el acto mismo de hacerlo.147 Es preciso tener en
cuenta la relación directa que se construyó en Occidente entre el
mal pensamiento y el pensamiento del mal que la moral los separó y
catalogó moralmente de diferente manera aun cuando los homologa
en tanto ambos son culpígenos. En la práctica, los denominados procesos de prevención han estado dirigidos a evitar las dos realidades.
Este constituye uno de los mayores cambios que se han producido:
el tema de la marihuana, de la cocaína, del éxtasis y otras sustancias
han “abandonado el closet” para caminar más libremente en todos
los espacios sin que sea ni social ni éticamente condenado. Ello no
quiere decir, sin embargo, que hayan logrado la carta de ciudadanía
como el alcohol y el cigarrillo. La sociedad sabe que cuanto más se
esconde una realidad social más atrae y causa más daños que si se la
ubicase en lo abierto del discurso y de las prácticas.
El informante se coloca en la mitad de dos mundos distintos, el que
vivió cuando muchacho y el actual. La marihuana los atraviesa pero
haciendo realmente estragos como un terremoto que casi no deja
piedra sobre piedra. La marihuana y las otras drogas, dice, crearon
un caos. En la actualidad, la marihuana sigue siendo mala, pero las
nuevas generaciones reciben una información destinada a librarlos
de ese horror vivido antes.
En mi época de juventud era bien sabido que quien se metía con la
marihuana u otras drogas destruía su vida, se convertía en adicto.
Unos perdían también sus bienes materiales y también perdieron
las oportunidades de ser alguien en la vida. Y es triste saber que
perdieron hasta su familia.
Es lo que ahora se hace en los colegios: con personas especializadas se aborda el tema. Sobre todo, les mandan a los estudiantes a
hacer las investigaciones y luego ellos conversan con los adictos
y graban videos con los testimonios de ellos y comparten en clase
con el profesor y los compañeros. También les muestran películas
y documentales que son muy buenos porque les hablan de manera
frontal, y muchas veces esos videos son tan impactantes que a
ellos les impresionan. También, con la facilidad que tienen, buscan información en el internet. Todo esto es una ayuda muy útil
para poder conocer sobre el tema.
No faltan quienes sostienen que la fragmentación del mundo se debe
a las drogas y en particular a la marihuana. Sin embargo, el Informe
de la Oficina de Naciones Unidas contra las Drogas y el Delito, UNDOC148 es radicalmente diferente a todos los anteriores por su visión
menos catastrófica, moralista y prohibicionista. Sin embargo, las drogas seguirían siendo las causantes de muchos males en la humanidad,
más aun cuando, como ya se ha señalado, los inicios se han vuelto
más tempraneros. Vale la pena insistir que no es precisamente que la
marihuana haya invadido el territorio de la niñez sino que la niñez se
reduce cada vez más dando lugar a nuevos modelos de vida. También
va desapareciendo de forma acelerada la antigua adolescencia que ha
cedido su espacio a una juventud ahora sí eterna.
147 De hecho, el Vaticano no tardó mucho en incluir en la lista de los nuevos pecados el
uso de drogas con lo que se adhería al discurso del poder para fortalecerlo, reduciendo los campos de la libertad.
148 De suyo, este es el discurso oficial sobre las drogas. En realidad, las propuestas de
prevención se han centrado fundamentalmente en la parte más dañina de las mismas
y no en las condiciones del sujeto. “Se calcula que unos 230 millones de personas,
o el 5% de la población adulta del mundo, consumieron alguna droga ilícita por lo
menos una vez en 2010. Los consumidores problemáticos de drogas suman unos 27
millones, o el 0,6% de la población adulta mundial. En general, el uso de drogas
ilícitas parece haberse estabilizado en todo el mundo.
284
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Ecuador y la marihuana
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Esta reducción de la infancia y la presencia de una adolescencia
cada vez más efímera dan lugar a cambios radicales en todo lo que
corresponde a la vida personal y social de las nuevas generaciones
quizás sobre todo en lo que tiene que ver con los procesos de simbolización, por una parte y con el tema del deseo. El tiempo de las
antiguas adolescencias permitía que los procesos de crecimiento y
de inserción en el mundo de los grandes sean relativamente lentos
y, por ende, con mayores repercusiones en los modos de simbolizar
y de vivir la cotidianidad tanto como la visión de futuro.
Las nuevas generaciones pertenecen al mundo del desconstructivismo y también de un nuevo pragmatismo que tiene que ver con el
enfrentamiento a deseos y realidades que antes pertenecían a otros
momentos existenciales. Quizás el deseo podría ser visto como un
acto fallido o, mejor aún, como un sistema de actos fallidos que, a
veces, se relacionan unos con otros pero que darían la imagen de
una descoordinación total.
La marihuana pertenece al orden de la discontinuidad, lo cual implica que las razones de sus usos pero, sobre todo, sus sentidos,
serían cada vez diferentes. Por ello, en la actualidad el uso de marihuana se ubicaría directamente en el orden del deseo y no en una
posición contestaria, como aconteció en el siglo pasado.
Es preciso reconocer que estos fenómenos complejos escapan a
los modos comunes de análisis de los hechos sociales porque involucran al sujeto y sus deseos que no pasan prioritariamente por
lo consciente sino también por ese mundo que actúa a espaldas del
sujeto y que se llama inconsciente.
A esto habría que añadir, como pide el informante, los cambios
sustanciales que se han producido en los ordenamientos sociales y
286
familiares que no dejan de influir en las economías libidinales. Por
otro lado, está el mundo de la información que también interviene
en la economía de los deseos.
Por supuesto que ahora se comienza cada vez más temprano y
no necesariamente porque sea más fácil conseguirla. Antes era
como a los dieciséis años. Ahora, tú pasas por ahí, por cualquier
lugar, y los vendedores están por ahí. Es que ahora es más fácil
conseguirla. Ese sería un problema porque ahora es mucho más
fácil conseguirla que en nuestro tiempo. ¿La buscan por curiosidad? Claro que sí cuanto más que ahora son grandes o parecen
grandes antes de los quince años. Lo mismo pasa con el alcohol
y el cigarrillo. Además, tú tienes que entender que la familia es
totalmente diferente. Antes, yo me crié con mis hermanos y con
personas adultas. Ahora ni siquiera hay empleada como en mi
tiempo en el que ya papá y mamá trabajaban. Ahora, los hijos
pasan el día totalmente solos y con tanta información que hay,
todo se sabe. Por una parte, es bueno tener a disposición toda la
información, pero también es conflictivo porque de esta manera se
comienza a usar cada vez más tempranamente.
La historia de la humanidad es la historia del deseo: de los conflictos del sujeto por desear y por los objeto de su deseo. Por otra
parte, desde los tiempos míticos, los sujetos siempre se han confrontado a su deseo y a la ley que lo prohíbe o lo regula. Casi
imposible desear sin que al objeto del deseo lo rodee algún tipo
de prohibición. Además, todo objeto de deseo incluye cierto grado
de ausencia de aquello que se busca. Es decir, no necesariamente
posee lo que se supondría que posee. ¿Cómo estar seguro de que en
ese humito, como decía don Juan,149 se halla ciertamente el placer
y no el dolor ni la muerte?
149 Castaneda, C., 1974.
287
Ecuador y la marihuana
Consep
Se trataría de un placer que no necesariamente se halla ligado de
manera directa y explícita a la sexualidad ni siquiera con una erótica obvia. A diferencia de lo que suele acontecer con el alcohol,
no se usa marihuana para inducir a una chica a desear hacer el
amor. En sí misma, la marihuana no estaría entre los afrodisíacos
utilizados por las nuevas generaciones. Cuando se pretende utilizarla con fines eróticos, el uso se saldría del libreto mágico. Por
otra parte, esa intención suele ser criticada e incluso rechazada
por el grupo.150
No, no es cierto que se use la marihuana para una cuestión afrodisíaca. Y nosotros lo podemos decir abiertamente porque ninguno de nuestros amigos va a fumar marihuana ni para ver pornografía ni invitamos a algunas amigas para decirlas después:
tengamos relaciones. No, no es común, o mejor dicho, sería rarísimo que se asocie la marihuana con lo afrodisíaco porque
eso no te interesa en ese momento. Lo que te interesa es volarte,
colgarte, o sea no te interesa el sexo como tal.
Se viven realidades fragmentadas porque tanto el mundo como
los sujetos tampoco representan unidades indisolubles sino apenas aparenciales, momentáneas. Somos un puzle antropológico,
como decía Foucault. Quizás ciertos usadores busquen estabilidad en lo inestable y continuidad en una realidad discontinua en
la medida en la que se halla atravesada por los lenguajes. Es probable que la sobredosis sea un intento fallido de construir estabilidad y continuidad perennes para una existencia construida con
el sinsentido o sostenida en la violencia. Posiblemente convenga
pensar en el mal como una enfermedad particular del sujeto, de
la que nadie tiene noticia pero que se expresa en las huellas que
deja en escenarios y actos de lo cotidianidad.
150 Tenorio, R., 2007.
288
No hay unidad del ser, sino fragmentación de la que darían cuenta
ciertos usos de marihuana, en particular aquellos en los que se ve lo
conflictivo que se expresaría en la búsqueda de unidad y de aquella
estabilidad soñada a lo largo de los siglos. Bastaría el solo hecho
de desear para que, por una parte, se reconozca la inestabilidad de
ser y, segundo, la imposibilidad de cualquier estabilidad, como esa
de la que habla el anterior testimonio. La inestabilidad es efecto
y causa del deseo que debería entenderse como impulso y como
pasión. El deseo cuestiona la estabilidad y la ley, el orden y el
mandato. Cada sujeto es un productor absoluto de inestabilidades.
El tema de la marihuana evidencia la función trágica que atraviesa
la existencia en tanto aquello que evoca el placer con frecuencia
vilipendiado y prohibido. Además, no existe seguridad alguna de
que realmente brinde lo que supuestamente ofrece. En efecto, se
confunde al sujeto del deseo con el objeto deseado y se desconoce que la voluntad de placer de ninguna manera se agota en la
materialidad de una cosa puesto que la trasciende. Es posible que
la lucha contra las drogas y contra la marihuana no signifique otra
cosa que una lucha contra la vocación hedónica del sujeto que se
expresa sin cesar en lo cotidiano y que, pese a las experiencias
supuestamente negativas, siempre ha buscado objetos, lugares y
tiempos privilegiados en los que, imaginaria y mágicamente, sea
posible obtenerlo a manos llenas.
Parecería que los usadores corrientes se alejan de la complejidad
en pos de una relación directa con la experiencia porque el único
mediatizador entre el sujeto y lo que se busca es el humo que, parecería, debe alejarse de ciertos distractores como el alcohol.
Al terminar el bachillerato y al comenzar la universidad, en la
marihuana se busca lo lúdico, la rebeldía. Cada vez es como un
289
Ecuador y la marihuana
Consep
momento especial, no se ve la sustancia en sí, nadie va precisamente a drogarse. No es consumir una droga, la marihuana es
otra cosa. Es el rito, por la mañana, fuman en el césped, junto
al solcito, y pasa la gente, y unos, los que saben, piensan que
ellos, los que están en el césped fumando, ellos tienen pensamientos profundos, más profundos que el resto de gente. Pueda ser
que en la realidad, el que fuma sea un mafioso, o que tenga ideas
delirantes, pero así y todo, es especial el momento de fumar si se
lo hace como un ritual, el chico, por ejemplo, lleva su minicomponente, pone su música favorita, depende del grupo y de la cultura
con la que se identifique, puede ser reggae, rock, hip-hop. Fuma y
disfruta de fumar. El ritual podría consistir en encender velitas, o
cosas que se imaginan. Cuando hay dependencia, casi desaparece
el rito, escomo fumar cualquier cigarrillo cuando eres fumador.
Con la marihuana, el rito es especial, muy especial porque ahí
está el placer.
Es precisamente esto lo que se desconoce o se pasa por alto cuando se aborda el tema de la marihuana y sus usos desde el discurso
oficial que se halla sostenido y atravesado únicamente por el principio del mal. Este testimonio se refiere al rito que no tiene que ver
con algo en particular sino con las actitudes que asumen quienes
van a fumar como, al inicio de la mañana y con la salida del sol.
La posición del sujeto ante la marihuana transita casi rítmicamente,
entre la presencia y la ausencia, entre la falta y la posesión de aquello que se busca o, quizás mejor aún, transita entre la exigencia a
la marihuana a que brinde, otorgue, conceda lo que ofrece. En la
hierba se halla, la presencia y la ausencia, la cosa y su capacidad de
entregar a quien la solicita desde el rito del deseo. En esto consiste
precisamente el misterio del deseo cuyo objeto juega perennemente con la presencia y la falta. “De hecho el deseo está provocado,
290
establecido por la ausencia de la presencia, o a la inversa; algo que
está ahí no está y quiere estar; quiere coincidir consigo mismo, realizarse, y el deseo no es más que esta fuerza que mantiene juntas,
sin confundirlas, la presencia y la ausencia”, dice Lyotard.151
Dar lo que no se posee también es un signo de amor, quizá el acto
más amoroso posible. En efecto, al cannabis no le pertenece ni
el poseer y peor aún el ofertar y brindar aquello que de suyo no
posee. Son las diferentes culturas y los tiempos culturales de su
historia los que han ido creando realidades y mitos. Al cannabis
se le ha otorgado el poder de otorgar cualquier clase de bienaventuranza.
Justamente por ello la hierba provoca curiosidad en una parte importante de la población joven, incluso en aquellos que la rechazan
y hasta en quienes no se interesan por ella. No es cierto que quienes
se alejan abiertamente de la hierba lo hagan convencidos de que
esa planta con sus hojas y semillas no tiene nada especial que brindar, nada bueno ni útil para la vida. Incluso aquellos que propositivamente le dan la espalda, pasan por la duda: siempre se quedarán
con la idea de que a lo mejor sí son ciertos los dones que oferta.
Quizás lo más verdadero sea que la marihuana rasga lo normal:
La primera razón por la que nosotros fuimos a la marihuana fue
por la curiosidad. Y es la misma razón que mueve ahora a los
muchachos y chicas. Pero no es una curiosidad cualquiera sino
una curiosidad que se fundamenta, en cierta forma, en lo que nos
dijeron los amigos y les dicen sus amigos ahora, es una sensación
extraña que no es fácil explicar. Quizás lo mejor sería decir que
lo que se busca en la marihuana es volarse, es decir, si se quiere,
salirse de uno mismo, tener una especial libertad, libertad para
151 Lyotard, J-F, 1989, pág. 82
291
Ecuador y la marihuana
Consep
irse a un lugar y, sin embargo, no poder moverse. Creo que toda
la gente busca en la marihuana una experiencia fantástica, una
experiencia no común, algo fuera de la realidad, algo que no se
logra en el día a día. Es una experiencia que rasga lo normal.
¿Cuáles podrían ser los alcances semánticos de este rasgar la normalidad? De alguna manera, los sistemas tradicionales se proponen sostener lo aceptado como normalidad, hacer que los procesos
culturales se preserven a toda costa y que los cambios sean lentos
pero siempre y cuando no afecten los principios básicos estatuidos.
Sin embargo, la historia no es más que el relato de los cambios
que se han producido en esa suerte de continuidad del mundo. ¿Se
pretende otorgar al cannabis y sus usos un papel protagónico en el
desarrollo de la cultura?
Desde el siglo pasado, los usos de marihuana han sido propositivamente colocados al margen de los desarrollos sociales, no solo
como atípicos sino como opuestos a lo social y culturalmente normal. Sin embargo, nuevas realidades, aparentemente marginales e
incluso cuestionadas, como el Jazz, el Reggae, la Cumbia, el Rap,
el Reguetón, se convierten en protagónicas en una sociedad que
dejó de sostenerse en la supuesta solidez de ciertos factores como
la religión, la política y la economía de clases. Y de este proceso no
podrían ser excluidas nuevas realidades que, por su complejidad,
han sido manejadas con la simplicidad de la condena y el aislamiento. La acelerada movilidad del mundo no es compatible con
ningún tipo de rechazo de este orden porque se estarían anulando
unidades de análisis imprescindibles.
El último testimonio hace pensar en filósofos, como Rorty, que se
enfrentaron a lo estatuido y normado para terminar afirmando que,
para entender la contemporaneidad, es necesario colocarse en el
292
espacio de la ironía porque, de otra manera, no solamente que no
se entenderá nada de lo que acontece ahora, sino que se hará una
opción por el aislamiento mental y social.
“Expresar un enunciado que no tiene un lugar establecido en un
juego de lenguaje es, tal como los positivistas acertadamente han
señalado, expresar algo que no es ni verdadero ni falso, algo que, en
términos de Hacking, no es candidato al valor de la verdad (…) Solo
es posible saborearlo o escupirlo Pero ello no quiere decir que, con
el tiempo, no pueda convertirse en candidato al valor de verdad”.152
Desde los espacios de una verdad dada y una verdad construida,
¿cuáles serán los daños que ocasiona la yerba? Esta pregunta sobraba hasta la década pasada por cuanto no fue posible crear espacios para la discusión que habría supuesto poner en tela de duda el
discurso oficial, algo por demás inadmisible.
Siempre supimos que un cigarrillo normal tiene nicotina y otras
cosas más y que tiene algún tipo de efecto sobre los pulmones.
Ahora bien, con la marihuana, la cosa es que no te hace ningún
daño. Ahora, en el campo social, te pierdes como persona porque, cuando ya fumas demasiado, te pierdes, o como dicen los
chicos, estás volado, como si estuvieras en otro lado. Lo mismo
el que fuma mucho. Entonces pierden ese contacto de persona
a persona, porque están como en otro mundo, están distraídos,
y a veces se pierden. Pero luego pasa, yo conozco gente que ha
fumado mucho y no les ha pasado nada. Hasta tuve un profesor
en la universidad, él sí que fumaba y era un gran profesor, y
sé que aún sigue fumando. De hecho, nosotros creemos que no
hace ningún daño significativo. Te repito, a veces, te margina e
incluso podría deprimirte.
152 Rorty, R. 1991, pág. 38
293
Ecuador y la marihuana
Consep
El tema del cannabis ingresa a los juegos de lenguaje de Occidente
con tal fuerza que rápidamente llega a formar parte de la simbología social y personal de manera casi imprescindible pues nadie
puede ya cerrar el paso a su presencia. Está ahí y no se la puede
desconocer. “Solo es posible saborearlo o escupirlo”. La guerra a
la marihuana y los esfuerzos por eliminarla incluso físicamente ha
representado un esfuerzo incalificable.
El término marihuanero es ciertamente despectivo ya que se refiere a alguien que no solamente usa marihuana sino que, además,
lo hace ligado a cualquier clase de anomia social. El marihuanero
pertenece al bajo mundo, una suerte de delincuente porque, aunque
no robe, el solo hecho de usar la droga lo convierte en tal. Marihuanero dejó de ser una palabra e incluso abandonó el campo de la
posible metáfora para convertirse en un discurso que sintetiza, en
una sola palabra, los desprecios y condenas que se han construido
a lo largo de los años.
Si empiezas a consumir cuando eres niño de once o doce años,
puedes tener problemas con otras sustancias. Pero lo importante
sería que, como se sabe, nuestro cerebro en esas edades hasta los
veintidós años está en pleno desarrollo. Entonces a lo mejor no
termina de desarrollar sus facultades. Una vez leí un artículo que
decía que se producen daños irreversibles. ¿Será irreversible?
Quién sabe, eso es complicado afirmarlo. Realmente es complejo
porque vemos otras cosas. Pero algunos han dicho que el daño
que produce la hierba es inmenso. Pero en verdad todo esto es
muy polémico.
Marihuanero, término de los desprecios y las condenas sociales y
también morales. Parafraseando a Rorty, a esta nominación solo es
posible saborearlo o escupirlo. Sin embargo, a lo largo de este casi
294
medio siglo, dejó de ser una palabra para convertirse en un discurso al que, poco a poco, se le conferido valor de verdad absoluta. Es
decir, si a alguien ahora se le califica de marihuanero, se ha dicho
todo sobre él, se lo ha colocado al margen de algunos procesos
sociales pues el término es eminentemente excluyente. Algo parecido a lo que acontecía antiguamente con los leprosos. Como estos,
a cada marihuanero le antecede la campanilla de la fama obtenida.
Esta campanilla de la gran verdad y de la única ética no llama a los
rezos sino a las condenas.
Esta verdad se relaciona con lo real puro de la cosa y no con las
posiciones del sujeto ante la cosa-marihuana ni ante sus propios
usos. El calificativo de marihuanero se ha convertido en una suerte
de verdad-cosa que rechaza cualquier intento de metaforización.
Nietzsche dice que la verdad debe entenderse como un “móvil
ejército de metáforas”. Acá el apelativo de marihuanero es absolutamente real, tanto como para que el sujeto así calificado sea
excluido de los regímenes sociales e incluso de lo lingüístico, y
más aún cuando es separado e introducido a la fuerza en un autocalificado centro de tratamiento que comúnmente no es más que una
cárcel construida por la ignominia.
La sociedad no hace distinción alguna entre los usadores ocasionales, los constantes o los conflictivos. Todos son harina de un mismo
costal. A todos se los mide con la misma vara o, como se dice, a
todos se los corta con la misma tijera. La gente no ve si consume
una vez por semana, o si consumió en su adolescencia y fue una vez
y nada más, porque si se enteran de que fumaste, enseguida te dicen
que eres marihuanero o drogadicto y, para rematar, te dicen que eres
un delincuente fumón. A todas las personas que consumen marihuana, incluso a aquellos que no necesariamente consumen yerba sino
que consumen cualquier sustancia les dicen que están marihuana295
Ecuador y la marihuana
Consep
das o que son marihuaneros. Tampoco distinguen a los usadores de
los vendedores porque también a ellos les dicen marihuaneros. Así
que para la sociedad no existen diferencias. Y si pueden, te meterán
en esos centros, y para meterte te dirán de todo esto y más.
Es preciso tomar en cuenta que tampoco los usos de marihuana han
podido quedar fuera del contexto de la globalización del mundo.
¿No existe, acaso, una marihuana globalizada que ha unido a generaciones, a grupos y geografías? Ya no es posible desconocer que,
como ninguna otra sustancia de las denominadas drogas, ha tenido
la capacidad de tender lazos y de unir a generaciones de muchos
países bajo su propio signo.
Como ha acontecido con numerosas producciones sociales, como
el rock, la cumbia, el reggae, el impresionismo, terminan formando
parte de una nueva cultura que atrae y unifica, que crea lenguajes
propios y también sistemas de valores no del todo inteligibles pero
que actúan de manera permanente y casi necesaria. Sin duda, se
construyen procesos de seducción que terminan atrapando a sectores de la población, en especial de la gente joven. No se trata, como
se podría creer, de simples mecanismos de defensa o de huida del
mundo. Todo lo contrario, son procesos que brindan tanto identidad como sentido a la existencia.
La violencia como don
Es preciso no perder de vista que, desde el momento mismo de su
generalización en el siglo XX, la marihuana con todas las otras
sustancias ocupa el lugar del mal que se halla entre las cosas que,
con justa razón, deben desaparecer del mundo.
296
Desde el comienzo de la guerra, la posesión de cualquier cantidad
de marihuana constituye un delito, independientemente de si es
para uso personal o no. En la práctica, cualquiera que posee una
cierta cantidad que sea más de lo que se necesitaría para liar un
porro pasa al grupo de los pequeños traficantes. Ello se desprende
de la lógica de la prohibición absoluta de toda tenencia.
Las drogas y los sujetos son tratados por igual, es decir, como
parte del lumpen social, de esa marginación de la ley y del orden,
Wittgenstein diría que los habitantes de la marginalidad social
se hallan marginados de los juegos de lenguaje de los otros, sus
pares. Sus lenguajes no les pertenecen porque ellos hablan los
lenguajes de la violencia, del crimen, de la sospecha, porque sus
juegos de lenguaje podrían ser total talmente diferentes e incluso
opuestos.153
Al respecto, existen dos momentos que marcan la diferencia en pocos países de la región. El primero cuando se da la primera reforma
a la ley y el uso deja de ser un crimen y, por ende, quienes son
hallados fumando marihuana ya no son detenidos. Sin embargo,
no se señala la dosis mínima que podría llevar consigo un usador
lo que determina que algunos usadores que portan un poco de marihuana para uso personal sean detenidos y encarcelados e incluso
no pocos sentenciados por tráfico.
Mientras exista la sociedad, habrá más prohibidores y más
prohibiciones, habrá consumidores y vendedores. Los que roban la hierba y los que te regalan, también los que venden y
los que compran. Nuestra sociedad es legalista y habrá prohibiciones. Siempre habrá razones para prohibirla. Y siempre
estarán los que te detienen. Aunque en verdad, en mi tiempo,
153 Cf. Tenorio, R. et al. Quito, 2012.
297
Ecuador y la marihuana
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a algunos los detuvieron más porque estaban plutos154que por
fumados. Chuta, pero lo grave era cuando te encontraban con
la hierba. Entonces te llevaban sin más explicaciones. Y ahí
comenzaba el cuento.
Se podría señalar que la fantasía social del siglo XX habría sido
que, una vez liberada la sexualidad de los grilletes del mal y de
la culpa, el mundo quedaría sin límite alguno para el flujo y la
realización de sus deseos. Sin embargo, quizás sea absolutamente
cierto que no se puede sostener una cultura sin un sistema de prohibiciones.
No se asalta, no se agrede, ni se viola bajo los efectos de la marihuana. Y este es un tema muy importante. La marihuana es muy
accesible y con dos dólares puedes adquirir una dosis. Por lo mismo, no te desesperas y no cometes actos delictivos como violar o
asaltar a alguien para conseguir droga, ni para conseguir dinero.
Eso podría pasar quizás con la base que actúa de otra manera,
pero ni así. Como te digo, tú consumes tu dosis de marihuana
y después te da hambre, y tal vez te fumarás uno en la noche,
pero usualmente, siempre tienes hierba o siempre tienes aunque
sea un dolarito para comprarte. Y con la marihuana no se da la
compulsión como con la cocaína. Con el alcohol hay gente que
comete actos delictivos, pero con la marihuana no, no. Nunca se
ha contado que alguien haya robado para comprar marihuana y
que haga daño a otro para eso. Con la base sí porque te acelera.
Pero la marihuana no porque te adormece, te aletarga, te da otros
pensamientos.
elemento extraño, como el cigarrillo o el alcohol, con capacidad
de alterar al sujeto aunque solo sea en un tiempo determinado. Sin
embargo, pese a que los efectos malignos de los usos de cigarrillo
han sido claramente estatuidos y son en mucho muy superiores a
los de la marihuana, la lucha contra el uso de tabaco no ha pasado
necesariamente ni por el calificativo de tabaquismo a todo uso ni
por ninguna guerra para borrar al tabaco del planeta. Con tenacidad, se ha ido creando una conciencia social y personal en contra
del tabaco usado en lugares públicos. En ciertos espacios sociales,
el fumador de cigarrillo casi se ha convertido en un paria social.
“El tabaco es una de las mayores amenazas para la salud pública
que ha tenido que afrontar nunca el mundo. Mata a casi 6 millones de personas al año, de las cuales más de cinco millones lo
consumen o lo han consumido, y más de 600.000 son personas
no fumadoras expuestas al humo ambiental. Cada seis segundos
aproximadamente muere una persona a causa del tabaco, lo que
representa una de cada 10 defunciones de adultos. El tabaco causó cien millones de muertes en el siglo XX. Si se mantiene la
tendencia actual, en el siglo XXI se registrarán hasta mil millones
de muertes. Si no se les pone freno, las muertes relacionadas con
el tabaco aumentarán hasta más de ocho millones al año para
2030. Más del 80% de esas muertes se producirán en los países
de ingresos bajos y medios.”155
Existen factores del orden de la salud que se hallan presentes en la
prohibición del uso de la marihuana puesto que no dejará de ser un
Esta posición ha conducido a que se produzcan, por lo menos,
dos discursos paralelos y contrapuestos sobre la marihuana: el
oficial y el de la ciudadanía que, desde sus representaciones, no
puede hacerse eco del discurso oficial sin el riesgo de perder autonomía. El discurso oficial tiende a reducir la autonomía a la
mínima expresión.
154 Pluto: muy borracho.
155 OMS, Tabaco, Nota descriptiva No. 339, Washington, 2013.
298
299
Ecuador y la marihuana
Consep
Desde que eres niño, después ya a los trece años, tu mamá te dice
que la mariguana, que las drogas son malas, tu papá te dice que
la marihuana y las drogas son malas y en el colegio te dicen que
todas las drogas son malas, incluida, claro está, la marihuana.
Las drogas son malas. Por ahí unos cursitos de prevención en los
que también te dicen que la marihuana es mala como las otras
sustancias. Entonces siempre has recibido este discurso. Lo que
pasa es que ahora un chico de 12 – 13 años ya no escucha mucho
a su papá, prefiere escuchar a su mejor amigo que ya no dice lo
mismo que el papá. Te digo que yo fumaba porque mi vida era
aburrida, yo fumaba para salir del aburrimiento. Por eso yo digo
que no basta con decir que las drogas son malas porque entonces
es lo que desea hacer el chico, como cuando a un niño le dices que
no meta el dedo en el enchufe, es lo primero que va a hacer.
El trabajo lógico-social realizado en los últimos cuarenta años
tuvo como objetivo precisamente que los valores de significación
de ciertos objetos como la marihuana, la base, la cocaína, el bazuco, etc. se relacionen necesariamente con el mal. Este proceso
se logró mediante el concepto generalizado de droga que, a su
vez, pasó por el mismo proceso de significar siempre y en cada
circunstancia, un objeto socialmente repudiado, física, psíquica y
socialmente dañino.
Los saberes se construyen y sostienen en la medida en que fortalecen los sistemas representacionales. Pero un saber, para ser tal,
debe ligarse con los sistemas representacionales ya estatuidos. De
hecho, las palabras solo tienen sentido en el contexto de una oración. Para Wittgenstein, más que el significado de la palabra en sí
misma, lo que vale es el uso que se da a un término en las prácticas
de la lengua.156
156 Al respecto se puede consultar a Rorty, R. 1998.
300
Desde el punto de vista de la construcción de saberes, las proposiciones negativas poseen menos poder que las afirmativas. La negación, sobre todo cuando implica rechazo a un saber dado, exige
mucho más esfuerzo mental que la inscripción directa de una proposición afirmativa. Las proposiciones negativas suelen exigir la
eliminación de saberes ya estatuidos lo cual no siempre recibe la
aceptación del sujeto que se halla dispuesto a desbaratar el andamiaje del saber. Las proposiciones afirmativas fortalecen los saberes y, por ende, las seguridades.
La ruta que ha recorrido la marihuana ha sido primero política y
luego lingüística destinada a sacarla de su contexto histórico para
colocarla en el campo de la ética de tal manera que su valoración
negativa no sea cuestionada ya que el mal pertenecería entonces a
la cosa en sí. Auténtica malversación de los lenguajes.
El siguiente testimonio es sencillamente claro y terminante en
cuanto evidencia que basta con nombrar el término marihuana
para que, sin más explicaciones, se entienda que se trata de algo
en sí mismo malo, inmoral y condenable. No hacen falta ni explicaciones ni comprobaciones. Lo que importa es que si el muchacho tiene en su poder un poco de marihuana ya se le señale
como a alguien que ha sido presa del mal y que ha ingresado en
la ruta del mal.
Por otra parte, las actitudes de rechazo que asume y las acciones de
aislamiento que realiza la familia no hacen otra cosa que certificar
que ese es el procedimiento adecuado ante la supuesta magnitud de
un problema que no podría resolverse de otra manera.
En cuanto al centro de desintoxicación o de tratamiento de supuestas adicciones, el proceso es el mismo: el recurso a la violencia
301
Ecuador y la marihuana
Consep
indiscriminada y hasta extrema para señalar a la sociedad que la
marihuana es mala en sí misma y peor aun cuando se la usa. Un
mal contagioso que ha pervertido al muchacho que no ha sabido
regular sus deseos.
¿A quién le interesan los efectos de una persecución en la que no
se miden los actos ni se piensan en las consecuencias? Quizás lo
que prima no sea otra cosa que la idea de la responsabilidad social
y familiar que, con tal de hacer hijos buenos y buenos ciudadanos,
no importan los medios.
Finalmente, nadie va a responsabilizase de los daños causados, de
los dolores padecidos. Como dice el testimonio, nadie está ahí para
dar la cara y responsabilizarse de lo acontecido para restaurar la
vida a un muchacho que, al tener marihuana, cometió el más grave
de los delitos imaginables.
Por ejemplo, no se hace ninguna distinción entre los diferentes tipos de usadores, que si son ocasionales, constantes o conflictivos.
Todos son lo mismo, todos son tratados de la misma manera. A
un amigo mío su papá y su mamá le descubrieron un paquete, el
man ni siquiera consumía, él solo le dio comprando el paquete a
otro amigo, pero no, el papá y la mamá no le dieron tiempo para
reaccionar y cuando él se dio cuenta, ya estaba internado en ese
centro que hay en Azogues. Y cuando le hicieron los exámenes
para ver si su sangre estaba con droga, vieron que no. Pero ya era
tarde, el mal ya estaba hecho. Mi amigo fue expulsado del colegio,
su reputación manchada y, sobre todo, el trauma porque allá, en
ese centro, sí lo drogaron ya que le metieron pastillas para dormir,
le tuvieron dormido todo el tiempo porque el man reclamaba todo
el tiempo por lo que le habían hecho. Entonces le tomaron como
agresivo y, sin más, le dieron pastillas y le inyectaron alguna pen302
dejada que le dejaron noqueado. Ahora el man está con su vida
destruida y con el año lectivo perdido. Pero nadie se hace responsable y le restaura su vida.
El sistema social busca las formas de marcar el poder mediante estrategias destinadas a producir dolor. De hecho, el poder no consiste en otra cosa que la capacidad que alguien posee de administrar
la muerte. Desde el papá que calla la boca de su hijo con amenazas,
el profesor que calla la boca de sus alumnos con el alimento de
sus supuestas verdades. El poder no sería tal ni no pudiese llegar
a ese punto en el que la producción de sufrimiento no se convierta en el punto nodal de su ejercicio. De hecho, no habría poder
sin esta capacidad de administrar la muerte, desde sus expresiones
más elementales hasta la muerte real en la infamia de la guerra, de
los campos de concentración o en las cárceles a los que van a pasar
quienes poseen marihuana en su mochila. La muerte dada y administrada en los autodenominados centros de tratamiento.
Detener a un muchacho porque fuma marihuana, amenazarlo con
la cárcel, llevarlo a la fuerza a un centro para un supuesto tratamiento de un mal que no posee, todo eso no se daría si no se poseyese la capacidad de administrar la muerte. Y la marihuana, igual
que otras sustancias, se convirtió en el pretexto social, político e
incluso familiar para el ejercicio de un poder que perdió límites.
No es nada aventurado comparar uno de estos centros de tratamiento de supuestas drogadicciones con un campo de concentración moderno.
El calificativo de adicto se convirtió en uno de los medios más sofisticados y camuflados de ejercer la crueldad que inventó el siglo
XX luego de los campos de concentración. Por otra parte, el sujeto calificado de adicto se convirtió en el chivo expiatorio de una
303
Ecuador y la marihuana
Consep
sociedad de injusticias sociales minimizadas o disimuladas en la
guerra a las drogas. La adicción se constituye, pues, en el lugar que
sirve para el congelamiento de la imagen familiar pero sobre todo
social de una víctima en la que se mezcla de manera absurda la enfermedad y el delito, algo que jamás conoció Occidente.157Además,
se los ha tratado como enfermos incurables por quienes encargan
de supuestos tratamientos que no son más que otra demostración
de la apropiación de un poder de administrar la muerte.
No se trata de un lugar propositivamente elegido puesto que allá
todos han sido conducidos a la fuerza. Para justificarlos, se han
producido discursos represivos que portan un saber destinado a
congelar la imagen de quien consume drogas. El centro “acumula
un saber abortivo de la subjetividad, sumiéndolo en significaciones
más o menos mortificantes”. Los usadores padecen los embates
del Otro social que los segrega, los desprecia y los condena al repetido lugar del terror lingüístico y social: es un drogadicto. Basta
esta enunciación para colocarlo en los límites de los desperdicios
sociales.
La sentencia es relativamente sencilla pero definitoria: es un adicto, por lo tanto, irrecuperable. Desde la exaltación del poder, a este
adicto (sin palabra), se le ofrecen dos alternativas: o reconoce su
mal y se somete a un tratamiento o cumple su condena en una cárcel. En el país desde el siglo pasado, no es delito usar una droga,
por lo tanto nadie va a la cárcel. Pero muchos están presos porque
fueron detenidos en posesión de mínimas cantidades destinadas a
157 Esta es una más de las manchas de las que no podrán lavarse la psiquiatría por cuanto fue la actora primordial en esta propuesta. ¿Acaso los centros de tratamiento para
los diagnosticados de drogadictos no son también cárceles que han estado en manos
de ciertos profesionales de salud? El supuesto paciente no puede salir cuando lo desee. La familia es altamente dañina, por eso no podrá visitar al paciente-delincuente.
La libertad se convierte en amable concesión del poder.
304
su uso personal. Además, ciertos sectores ajenos al CONSEP han
hecho serios intentos por establecer las llamadas cortes de drogas
que ofrecen al usador o el tratamiento o la cárcel.
La ética no es inamovible. Por el contrario, se desplaza y no cesa de
mudar de conformidad a las nuevas realidades sociales que son analizadas, vividas y juzgadas con lenguajes igualmente nuevos. Para
ser justa y válida, la ética debe ser eminentemente epocal. De lo contrario, la complejidad no es asumida en una dimensión que permita
entender de distinta manera los discursos de una generación y de
otra, sus sistemas axiológicos y las estrategias puestas en juego en el
orden del placer y también del sufrimiento. De hecho, en los usos, el
sujeto bascula de un lugar a otro, de la alegría a la tristeza, del placer
al sufrimiento porque así es la condición humana.158
“Derrida decía que, sin tomar en cuenta rigurosamente la indecibilidad, es imposible pensar los conceptos de decisión política y
de responsabilidad ética. La indecibilidad no es un momento que
pueda ser atravesado o superado, y los conflictos del deber son interminables”, comenta Chantal Mouffe.159 Es decir, todas las cosas
se hallan rodeadas del misterio en su significación social. ¿Qué
se busca y qué se halla en la marihuana? ¿Por qué esta planta se
transformó en promesa y en esperanza? ¿Qué es lo que realmente
promete y ofrece? Para la sociedad la única respuesta válida fue:
el mal. Por ello actuó persiguiendo a los usadores y proponiéndose
eliminar la planta de la faz de la tierra. El informante da cuenta de
la dimensión catastrófica de un mundo en el que no se habría prohibido la marihuana.
158 Desde Foucault, pasando por la antipsiquiatría y el análisis de la crisis de la ética del
poder, la utilización de los medicamentos psiquiátricos ha sido reiterada y profundamente analizada y criticada en particular en casos como aquellos que tienen que
ver con los usos de drogas.
159 Mouffe, Ch., 1998.
305
Ecuador y la marihuana
Consep
Claro, si no se hubiese prohibido la marihuana, habría habido
cualquier cantidad de drogadictos por las calles de todas las ciudades. Muchas personas más estarían en el cementerio por causa
de la droga. Y no solo porque la consumieron sino también por los
crímenes que habrían aumentado a causa de ella. Imagínate, cómo
habría sido el sufrimiento de las familias a causa de los consumidores. Además, los consumidores desbalijaban completamente sus
casa por el vicio, entonces habría sido un caos infinito, total.
La marihuana abarcaría la sumatoria de todas las posibilidades de
producir todos los males. El peor de estos males consistiría en la
metamorfosis que se daría en los usadores que, de hijos buenos y
respetuosos del orden, se convierten en malhechores sin control
que no respetan ningún orden porque lo que les interesa es el mal.
Usarla implica, pues, tener la posibilidad de abrir la puerta del mal
e ingresar en este territorio del que nadie los sacará. Sin la prohibición, solo restaba el caos absoluto.
¡Imagínate si no la hubiesen prohibido! Los jóvenes la fumarían
libremente y sin tapujos, sin miedos. Pero también hay que tomar
en cuenta una cosa que, a lo mejor, también se habría consumido
menos porque, como sabes, lo prohibido ha sido siempre lo que ha
llamado más la atención de la gente, desde el inicio de nuestros
tiempos, solo hay que ver el caso de Adán y Eva que buscaron lo
prohibido y así se abrieron las puertas a un mundo diferente,
un mundo de trabajo y de sufrimiento. Así mismo la marihuana,
te saca del mundo del bien y te lleva a un mundo diferente, el
del mal.
Una de las características del poder consiste en su capacidad de administrar la muerte entendida, como la capacidad de control de la
palabra, del deseo, de la esperanza y también del saber y la verdad.
306
Desde ahí se repiten los discursos del poder casi como dogmas de
fe ante lo cual lo único que resta es el sometimiento. Un ejemplo
es el siguiente texto oficial del 2002 perteneciente a una las Secretarías Nacionales de Drogas del Latinoamérica:
“La drogodependencia puede ser considerada como el mayor
reto que ha enfrentado la sociedad moderna por sus repercusiones sociales, económicas y política. Ha sido catalogada como
uno de los problemas sociales y de salud pública mayor del
siglo XX, no sólo por las implicaciones en la salud física y
mental sino también por los aspectos legales, y criminales que
presenta. Está asociada a actos como: crímenes contra la persona y la propiedad, tráfico ilegal, asesinatos por el control de
los “puntos”, prostitución; disfunción familiar como violencia
doméstica, maltrato de niños, suicidio; y en la trasmisión del
SIDA a través del intercambio de jeringuillas y otras conductas
de alto riesgo en la trasmisión de enfermedades sexuales. Es por
ello que la drogodependencia tiene un alto costo no solo para
los individuos y las familias victimas del crimen, sino para la
sociedad en general”.160-161
Un texto absolutamente apocalíptico que pone en entredicho todo
lo que el mundo ha hecho en favor de los derechos individuales, de
la libertad y de la soberanía de los sujetos. Un texto en el que el uso
de drogas se convierte en un crimen de lesa humanidad.
160 PR. SANAP, 2002. Es clara la relación que se hace entre el uso de drogas y el crimen organizado, por una parte. Y, por otra, al mismo uso se lo califica de criminal
lo cual justifica, por ejemplo, el encarcelamiento de los usadores.
161 Una publicidad de Coca-Cola en Argentina: Un partido de fútbol de potrero, dos
chicos se anotan para jugar, uno de ellos lucía un look símil de Maradona. En el
partido uno de los jugadores le entra fuerte a un compañero y la advertencia de otro
no se hace esperar: “Pará loco que no es la final del mundo, jugamos por la Coca”.
Uno de los muchachos, pelilargo baja altura símil Maradona, que anota un gol,
repite en silencio: “Es por la coca”.
307
Ecuador y la marihuana
Consep
A través de la prohibición de todo uso y de su penalización no se ha
logrado detener los usos y peor aún eliminarlos. Todo lo contrario,
estos se han incrementado aunque no en los términos previstos por
el prohibicionismo. De hecho, en la última reunión de las Naciones Unidas en Viena,162 los países sugirieron la despenalización
del consumo de estupefacientes luego del análisis del estado de la
situación por parte de la Oficina de las Naciones Unidas contra la
Droga y el Delito (ONUDD). Nadie habló de los supuestos grandes crímenes cometidos por los usadores de marihuana.
Bueno, no creo que la prohibición haya traído beneficios al país,
más bien ha causado un grave daño porque al prohibir el uso
de la marihuana se ha causado grandes gastos en químicos para
fumigaciones, y no solo en cuestión de dinero perdido, sino también la situación social y de salud porque con esas fumigaciones
muchas familias se han visto afectadas ya que hay desde alergias
hasta mutaciones en los niños nacidos en los lugares en los que se
han esparcido los químicos que matan las plantas de marihuana.
Y además, están los calificativos: a las personas que usan se las
llama marihuaneros y al país, que no produce, se lo llama país de
tránsito. Además, como los niños y jovencitos no pueden ir presos,
a ellos se les ha utilizado para que vendan marihuana, y es triste
ver a estos chicos y jovencitos usados para estas cosas, y los que
los explotan ni siquiera les dan un pago justo por el trabajo que
hacen.
Es importante reconocer que el mal que se causado a las generaciones no ha partido únicamente del hecho de que hayan tenido y
tengan la posibilidad de usar marihuana y exponerse a los reales
e imaginarios daños que ocasiona. Quizás, como señala el testimonio, uno de los daños más graves ha consistido en la serie de
calificativos que los usadores han recibido.163 Todos esos calificativos socialmente despectivos, humillantes y hasta marcadores del
destino. Quizás no se ha reflexionado sobre este aspecto porque
hacerlo habría implicado ir al núcleo mismo de la legitimidad y
conveniencia de la guerra a las drogas y a sus usadores.164
Es cuestionable el sentido psicológico y también antropológico de
la adicción de un sujeto a una cosa como tal, y no a otro sujeto o a experiencias tales como el bienestar. La adicción a la cosa
no se inserta en la cultura. La verdadera adicción es a modelos
de representación en los que hay personajes, acciones, actitudes
y construcción de valores y creencias y, sobre todo, experiencias
placenteras.
De hecho, la marihuana no sería más que el instrumento de un
proceso en el que ella circula como señalador e incluso como
apuntador en un drama que nada tiene que ver con las adicciones sino con la libertad, la autonomía, lo placentero y también
el sufrimiento como realidad personal y no como efecto de la
violencia infligida. En el “haz el amor y no la guerra” se ve con
claridad este proceso metonímico del amor como acontece con
la yerba en escenarios absolutamente similares. La marihuana,
como las otras sustancias, se convirtió en el disfraz con el que el
poder ocultó la violencia estatuida en contra de la diferencia y de
162 Reunión de la Comisión de Estupefacientes (CND) de todos los Estados Miembros
de la ONU, para discutir y tomar decisiones sobre una amplia gama de cuestiones
relacionadas con el sistema mundial de control de drogas, el programa de trabajo de
la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) y la Junta
Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE). En marzo de 2014.
163 De conformidad a la ley de Ecuador, los llamados adolescentes no cometen delitos sino infracciones. Por lo mismo, no pueden ser tratados como delincuentes, tal
como sí se lo hace en otros países. Como ejemplo, puede citarse la publicación conjunta de una misma investigación sobre el uso de drogas por parte de adolescentes
y su relación con el delito.
164 En el 2013, la policía habría incautado 8.7 toneladas de marihuana. Y en lo que va
del 2014, 820 kilos.
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Ecuador y la marihuana
Consep
la libertad. De hecho, el gran mal del mundo, a lo largo de su historia, es la diferencia. El verdadero delito de los sujetos e incluso
de los pueblos es ser diferente a los otros. Ser diferente al poder.
Diferencias en los deseos, los lenguajes, las formas de vivir, de
gozar e incluso de morir.
Como ya se señaló, la verdadera adicción cursa en el orden de las
subjetividades y no de las cosas que solo aparecen como el pretexto, como el espacio en el que se escribe el texto o el pre-texto
(texto previo) de la adicción. Cuando desaparece el otro de esta
identidad, entonces la cosa ocupa su lugar determinando el deterioro del sujeto. El problema de la adicción estriba en el hecho de
la afánisis del sujeto, para usar una expresión psicoanalítica. Es
decir, no se trata de la desaparición del sujeto como tal, puesto
que está ahí, sino de su capacidad de gozar tanto en la falta como
en el deseo de plenitud. El problema verdadero aparece cuando
cosa-marihuana pretende ocupar el lugar del sujeto.
De hecho, la violencia del discurso en contra del uso de marihuana (y, por supuesto, de todas las drogas), se explicaría porque detrás de las plantas están los sujetos que han realizado una relación
directa y placentera con la cosa. De ahí que perseguir a las drogas
ha implicado perseguir a los usadores en tanto sujetos gozantes.
Como se ha señalado, el problema de Occidente es siempre el
tema del placer que debe ser controlado, legitimado y dosificado
por el poder. Este es el verdadero lugar de la violencia a los sujetos que, aparentemente, se los ha escondido tras las hojas del
cannabis.
de cocaína y de heroína. En ese momento, ya no hay búsqueda
alguna de placer, sino el anonadamiento del ser en la cosa pura en
la que, por supuesto, está la muerte. Este proceso, absolutamente
inconsciente, se ve en todos los excesos posibles, desde la bulimia
hasta los deportes de altísimo riesgo. Se produciría entonces una
especie de hipoteca temporal del sujeto que es consciente de ello
pero que lo hace para vivir quizás la intensidad del abandono del
ser. En estos casos se produciría una especie de vaciamiento del
sujeto en la marihuana que conformaría el estado marihuana al
que se refieren algunos usadores.
Yo estudiaba solo cada tres meses y era cuando presentaba la
libreta. Y en casa no podían decirme nada porque yo no exigía
nada, yo solo quería que me dejen fumar en paz. O sea, yo estoy
bien, me estoy riendo, voy a entrar en la universidad, o sea, sí visualizo mi futuro. Claro que la mariguana, cuando estás en estado, te quita todas las prioridades, claro que te vuelves antisocial,
no rindes académicamente, te vuelves mentalmente lento, vives
en un letargo físico y mental. Entonces es ahí cuando comienzan
los problemas con la casa. Entonces te dices, ahora ves lo que
andas mal, que no estás rindiendo. Es que ya estás medio enganchado. Pero en ese momento es cuando se produce cierto adoctrinamiento al papá, a la mamá por parte de los chicos. Porque los
chicos ya no tienen problemas en leer, en informarse, en defender
su postura. Y decirles, por ejemplo: papá, hay profesores, profesionales, médicos, que usan marihuana. Los grandes artistas, los
presidentes, los presidentes de Estados Unidos fuman marihuana, Obama ha probado marihuana. Así sacan un montón de argumentos. Y poco a poco van suavizando la situación de los papás.
En efecto, se dan períodos de usos intensos en los que el sujeto
se anonada en lo supuestamente placentero incluso hasta que se
produzca un vaciamiento del ser que se observa en las sobredosis
Por otra parte, ciertos fumadores de cannabis construirían una
suerte de grupo de codependencia, no de los sujetos con el canna-
310
311
Ecuador y la marihuana
Consep
bis sino entre sí, fortalecida la unión con el cannabis. Si se juntan
es porque la cosa utilizada como vínculo de identidad se evidencia de tal manera que termina produciendo una fantasía de pertenencia y de seguridad. Sería un grupo de codependientes, pero
no dependientes de la marihuana sino de sí mismos, del grupo,
de las relaciones ahí construidas. La marihuana, en este caso, se
convertiría tan solo en escenario y en instrumento de esa codependencia.
“Los individuos codependientes están habituados a encontrar su
identidad a través de acciones o necesidades de los demás; pero en
toda relación aditiva el yo tiende a quedar sumergido en el otro, ya
que la adicción es una fuente primaria de seguridad ontológica”,
señala Giddens.165 Si bien el autor se refiere a la relación entre
sujetos, la traslación de su idea al orden de la relación con los
objetos es totalmente válida porque la cosa, en un momento
dado, es capaz de sustituir a un sujeto. Por lo mismo, la complejidad del usador radicaría en el hecho de haber cosificado sus
relaciones de identidad porque en ese proceso el otro queda, si
bien no necesariamente anulado, sí reducido a mero espectador
del desgarre de la subjetividad puesto que comparte similares
situaciones.
El discurso oficial, hipotecado en las sustancias y en las supuestas
adicciones, no se ha preocupado de los dramas de la identidad de
las nuevas generaciones. Ya Régis Debray166 habló de la muerte
de la imagen de sí de los sujetos ocasionada desde el poder. En las
guerras los sujetos son despojados de sus rostros, de sus identidades para que puedan morir sin mover la conciencia de los dueños
de la guerra.
165 Giddens, A., 2004, pág. 90.
166 Debray, R., 1992.
312
Enfrentamiento a la guerra
La guerra a las drogas, en general, y a la marihuana en particular,
constituye uno de los tantos misterios que dan cuenta de la ambivalencia del poder respecto a los miembros de sus respectivas
comunidades. En efecto, ¿cómo, legítimamente, declarar la guerra
a sus propios ciudadanos? ¿Desde dónde justificar un sistema que
ha bordeado la crueldad y que no ha escatimado violentar incluso
algunos límites de la justicia, de la tolerancia, del respeto a los
derechos ajenos? Desde luego que se podría señalar que fueron las
sustancias denominadas drogas el objeto de esta guerra, lo cual no
es cierto. La guerra fue a los usadores porque sin deseo de drogas
las sustancias ya no importarían absolutamente nada. Guerra a los
sujetos y sus deseos calificados de malos. En buena lid, las sustancias jugarían el papel de pretexto.
Estas aparentes contradicciones forman parte de la condición humana, de los misterios que hacen a los sujetos y de las confusiones del poder que no subsiste sin enemigos y sin el afán atávico
de enfrentar al enemigo destruyéndolo, aniquilándolo. Una vez
que aparecieron el deseo y el poder, se instauró el conflicto porque, de manera inmediata, surgió la rivalidad.
De hecho, la historia de la humanidad se halla atravesada por estos principios que han hecho que los conflictos bélicos no hayan
desaparecido pese a que su presencia comienza el primer día de
la historia. Se trata del poder y de la tentación de poseerlo que
provoca los movimientos del deseo y de la destructividad humana. La mejor estrategia de dominar al otro consiste en apropiarse
de sus deseos o en regularlos de tal manera que los espacios de la
libertad se reduzcan a la mínima expresión.
313
Ecuador y la marihuana
Consep
Como dice la mitología griega, la violencia y la guerra son un
producto de la perversión del poder que se sostiene en la incapacidad de reacción de los pueblos dominados. Los poderosos
humillan a los más débiles por medio de la guerra para imponer
ideas, actitudes y, sobre todo, el sometimiento.
Las mismas Naciones Unidas han terminado aceptado que la guerra
ha sido un fracaso rotundo pues lo obtenido es tan precario que seguramente más pesa lo invertido en dinero, expectativas, persecuciones,
muertes y enfrentamientos de todo orden. ¿Qué se ha ganado entonces, más allá de la misma crueldad y del sacrificio de vidas inocentes?
No bien terminadas las horrorosas guerras del siglo XX, el siglo
más cruel de la historia, Naciones Unidas declara otra guerra que,
si bien aparentemente tiene características absolutamente distintas
a las guerras comunes, no deja de poseer las características sociales, políticas, económicas, culturales de cualquier otra guerra.
¿Hay acaso guerra sin destrucción y muerte, sin recursos que se
invierten, sin vencedores y vencidos? La guerra no es a la planta
de amapola, a los arbustos llamados coca o cannabis.
En 2011, la Comisión Global de Políticas, formada por políticos
que en su momento desempeñaron funciones de alto nivel, como la
presidencia de sus países, concluyó que la guerra contra las drogas
es un fracaso y que la prohibición de ciertas sustancias no funciona. ¿Por qué se esperó a que personajes de la importancia del expresidente Cardoso, por ejemplo, lo digan y no se hayan escuchado
las voces de investigadores y académicos que, desde mucho antes,
ya lo habían señalado? ¿Por qué ellos mismos no lo dijeron cuando
estuvieron al mando de sus países y tenían una cercanía muy especial con el problema?168
Se trata de una guerra que casi ha cumplido ya 100 años. “La crueldad de las guerras de las drogas es indudable; no se trata ni de
una metáfora ni de una figura alegórica, como la guerra contra la
pobreza, el hambre o el cáncer. Los costos humanos –en muertos,
heridos, discapacitados, etc. son mucho mayores que los supuestos
beneficios sanitarios que tal guerra ha generado en los usuarios, los
dependientes y los adictos, así como en sus entornos familiares,
comunitarios y sociales”, comenta Rentería.167
De hecho, con la prohibición no ha pasado nada importante en
lo que respecta a los consumos. Pero el mundo ha cambiado,
ahora se espera que se quite la prohibición porque cualquiera
puede tener marihuana. Además, por el internet y otros medios,
como las redes, empiezas a enterarte de que la marihuana tiene
muchos beneficios, incluso sabes que te ayuda medicinalmente e
incluso psicológicamente. Entonces, es otra cosa distinta.
167 Rentería, Ibán de, Buenos Aires, 2009.
314
“Ya no podemos ignorar que el grado al que han llegado la violencia, el crimen y la corrupción ligados a la droga en América Latina
es resultado de políticas fracasadas de la guerra contra la droga.
Ahora es momento de romper el tabú sobre la discusión de todas
las opciones de política de drogas, incluyendo alternativas a la prohibición”169, afirmó el ex presidente de Colombia César Gaviria en
un comunicado de prensa de la Comisión.
“La guerra contra las drogas ha fracasado en reducir el uso de estupefacientes, pero ha llenado nuestras cárceles, ha costado millo168 En aquella reunión estuvieron presentes, entre otros personajes, Ernesto Zedillo,
Fernando Henrique Cardoso, César Gaviria, Ruth Dreifuss, el ex secretario de Estado George Shultz, el ex jefe de la Reserva Federal Paul Volcker, el ex secretario
general de la Organización de las Naciones Unidas Kofi Annan, el empresario playboy Richard Branson y los intelectuales Carlos Fuentes y Mario Vargas Llosa.
169Ibidem.
315
Ecuador y la marihuana
Consep
nes en dólares de los contribuyentes, nutrido al crimen organizado
y causado miles de muertes. Necesitamos un nuevo camino, uno
que retire el poder de las manos del crimen organizado y trate a
gente con problemas de adicción como pacientes, no como criminales”170, declaró el empresario Richard Branson.
La Comisión señaló que las políticas de criminalización contra los
consumidores han obstaculizado y siguen impidiendo el apoyo decidido a iniciativas de salud pública para abordar las consecuencias
del consumo de droga e implican enormes gastos en encarcelación
y otras medidas, todas de carácter punitivo. Finalmente, recomendó que una buena estrategia sería legalizar el uso de ciertas drogas
como, por ejemplo, la marihuana. Porque la guerra no ha sido nunca
contra las cosas sino contra los ciudadanos y los pueblos.
Sin embargo, Gil Kerlikowske, zar antidroga de Estados Unidos, sigue aferrado a la violencia por lo que simplemente rechazó la idea
de legalizar las drogas pues sostiene que tan solo serviría para diseminar aún más la enfermedad de la adicción.
Desde la prohibición y penalización se ha maltratado a los usadores de múltiples formas, desde los malos tratos sociales y familiares
hasta el encarcelamiento y la pérdida de su valor como sujeto ante
los otros porque a la marihuana se le confirió el poder de destituir al
sujeto y su calidad de hijo y de ciudadano, de escolar y de amigo. El
marihuanero pertenece a la hez social. La violencia en contra de los
usadores se ha extendido a lo largo del entramado social.
Mi hijo se arruinó, y yo no puedo hacer nada porque, total, es su
vida, eso a mí ya no me afecta, que haga lo que le dé la gana. Se
volvió tan conflictivo que ya no se podía con él, le salía toda la
170 Ibidem.
316
agresividad que tenía dentro, lo agarraba el complejo de paranoia, cada rato me decía: ¡por qué me miras!
Pero el ciudadano común no parte de las grandes elucubraciones,
sino de lo que acontece en la vida diaria en la que no habría espacio para aquellas razones que motivaron el inicio de la guerra y su
sostenimiento a lo largo de las cuatro últimas décadas.
¿Qué habría acontecido si se hubiese levantado la prohibición
hace diez años? Primero, habría sido necesaria una gran campaña informativa para hacer que cambien todas las perspectivas con
las que se veía y se trataba a la marihuana. Por otra parte, igual,
no creo que hubiese aumentado el consumo porque, si ya no es
ilegal, ya no tienes curiosidad. Porque, siendo adolescente, la mayoría de muchachos actuamos o actúan en función de si es ilegal,
si es prohibido es más rico. Entonces si se legalizaba hace diez
años, de pronto, se habrían reducido los consumos de marihuana.
Habría habido menos personas con conflictos, menos arrestos y
un montón más de consecuencias, quizás buenas.
La guerra a las drogas también implica una mirada quizás demasiado simplista y lineal de la condición de existencia del mundo contemporáneo caracterizado por la complejidad de todo orden. ¿En
qué mundo vivimos? Se tiende a hablar de un mundo unificado y
entrelazo sólidamente. La tecnología en el orden de la comunicación se ha convertido en uno de los factores fundamentales de esta
supuesta unidad. A diferencia de lo que se afirma, la comunidad es
una realidad fragmentada pues no existe aquella unidad monolíticamente constituida.
Por el contrario, perdura la fragmentación de las ideologías, de las
economías y de las políticas. Lo cual no deja de ser saludable porque
317
Ecuador y la marihuana
Consep
de esta manera se da al traste con el intento de establecer cualquier
hegemonía que se sostenga en la eliminación de las diferencias.
Desde luego que una parte de la población cree en la conveniencia
e incluso necesidad de la guerra ante el peso del problema tanto de la venta como del uso. Sin embargo, también están quienes
sostienen lo contrario, es decir, que no habría pasado gran cosa
justamente por el efecto de atracción que produce la prohibición
sobre lo prohibido.
Si no se hubiese prohibido, te aseguro que ni yo ni mis amigos
hubiéramos empezado a consumir. Estaríamos centrados en el
moto-cros y no pensando en hacer algo riesgoso como es usar
drogas o marihuana. Si no se hubiera prohibido, el papá de mi
compañera no se habría enriquecido como lo ha hecho, porque
todos sabemos de dónde vienen los billetes. Y eso para darte un
ejemplo, porque sí se sabe del milagro que ha hecho ricos a bastantes. Chuta, eso sí que hace milagros. Y todo porque se prohibió,
y eso da dinero, pero mucho dinero.
Es probable que las drogas formen parte importante de las piezas
rechazadas de este rompecabezas en el que también se incluye la
utopía del progreso indefinido como el de la felicidad absoluta.
¿Han sido llamadas las sustancias psicotrópicas a resolver el problema del placer, del dolor, de la inconsistencia del ser?
¿Existe en la prohibición un problema típicamente occidental frente a la realidad del placer? El goce ha sido rechazado no solo por la
moral cristiana sino aun antes. De hecho, Foucault coloca antes del
cristianismo esta suerte de fobia por lo hedónico. “El acento se coloca sobre la relación consigo mismo que permite no dejarse llevar
por los apetitos y los placeres, conservar respecto a ellos dominio
318
y superioridad, mantener los sentidos en un estado de tranquilidad,
permanecer libre de toda esclavitud interior respecto de las pasiones y alcanzar un modo de ser que puede definirse por el pleno disfrute de sí mismo o la perfecta soberanía de sí sobre sí mismo”.171
Mis papás me prohibieron, igual que lo han prohibido a mí hermano que es ocho años menor a mí. Es que la información y los
prejuicios siguen siendo los mismos. Se sigue manteniendo el mismo discurso de que la marihuana es mala y te va a enfermar, de
que la marihuana te hace perder clases y todas otras cosas que
repiten sin cesar y que por eso queda prohibida. Y te dijeron lo
mismo hace diez años o veinte años, y ahora te van a decir lo
mismo. Y el Código penal sigue siendo el mismo, porque así es en
todas partes, porque así funciona en todas partes. Por eso no se
distingue para nada entre un distribuidor, un consumidor y mucho
menos de un narcotraficante súper grande. Por eso se mantiene la
misma prohibición que no ha causado ningún beneficio, salvo al
tráfico que se ha enriquecido en medio de la violencia, como lo
que acontece en México.
The Economist,172 en marzo del 2009, publicó un artículo titulado:
Guerra a las drogas: Han fallado los Estados y las políticas: La
legalización es la solución menos mala. Luego de realizar un resumen de una guerra declarada por los países reunidos en Shanghái,
1909, y de la declaración ahistórica de un “un mundo sin drogas”,
el balance arroja un déficit en todos los aspectos de los objetivos
esperados. Y, por el contrario, un incremento de las drogas, de los
usadores y, sobre todo, de la violencia ejercida en contra de la parte
más débil, los usadores.
171 Foucault, M., 1996, pág. 127
172 The Economist, Failed states and failed policies. How to stop the drug wars. Prohibition has failed; legalization is the least bad solution, London, March, 05th, 2009.
Este artículo fue publicado en El Universo, Guayaquil, 19 de enero de 2011.
319
Ecuador y la marihuana
Consep
Pocos meses después, una comisión de importantes líderes políticos e intelectuales latinoamericanos, incluyendo al ex presidente brasileño Fernando Henrique Cardoso, el intelectual mexicano
Enrique Krauze, y el Premio Nobel Mario Vargas Llosa173, entre
otros, presentaron un informe que sugería despenalizar ciertas sustancias como la marihuana.
“Las políticas prohibicionistas basadas en la represión de la producción y de interdicción al tráfico y a la distribución, así como
la criminalización del consumo, no han producido los resultados
esperados”.174 Más aún, Drogas y Democracia no duda en afirmar que “Estamos más lejos que nunca del objetivo proclamado
de erradicación de las drogas. Una evaluación realista indica que:
América Latina sigue siendo el mayor exportador mundial de cocaína y marihuana, se ha convertido en creciente productor de opio
y heroína, y se inicia en la producción de drogas sintéticas.”
América Latina se encuentra cada vez más lejos de la propuesta de
la erradicación absoluta de las drogas no solo de la territorialidad
física y menos aún con aquella que tiene que ver con los deseos y
también con la cultura.
“Felipe Calderón declaró una guerra sin tregua al narco en 2006.
Los resultados de esa estrategia hasta el día de hoy incluye más
de 30.000 asesinatos relacionados con la guerra contra las drogas,
15.000 de ellos solo en 2010. Rubén Aguilar y Jorge Castañeda
(ex canciller de México) describen en su libro El narco: La guerra
fallida por qué la estrategia del gobierno de Calderón ha agravado
la violencia y no ha logrado (ni podrá) eliminar el tráfico ilegal de
sustancias, principalmente debido a la incesante demanda en el ex173 Estos personajes y otros más forman parte del colectivo: Drogas y Democracia.
174 Drogas y democracia.
320
terior. Los autores sugieren encaminarse hacia una estrategia que
trate a las drogas como un problema de salud pública y no como
un problema de seguridad”175. A la presente fecha, se habla de más
de 60.000 las muertes ocasionadas en torno al tema de las drogas.
Con la guerra a las drogas ha acontecido algo parecido a lo que
sucede con los usos reiterativos de alcohol, cigarrillo o cualquier
otra cosa en los que la idea de que esta es la última vez, el fin de
un proceso, de una práctica, de una adicción, no es sino el señalamiento de una continuidad irrompible.
Existe una relación directa entre el surgimiento del deseo y la relación del sujeto con lo prohibido. De suyo, el deseo surge de la prohibición que señala que el objeto prohibido encierra una verdad que el
legislador no desea que se conozca. Y lo que se obtura al saber es el
hecho de que existe algo que es capaz de producir un placer. El placer, por su parte, recorre el camino inverso al de la muerte. El placer
es el indicador primordial de la existencia, también de la libertad, de
su límite y, por supuesto, del deseo y sus lenguajes, cualidades que
unidas hacen aquello que se denomina sujeto.
La sociedad es prohibidora por estereotipo. Aunque no siempre
tenga argumentos, siempre está prohibiendo. Por estereotipo la
marihuana es una droga y por eso se la prohíbe, además, se dice
que es sumamente dañina. Este es el imaginario, como lo es el
que quien fuma marihuana es un vago, que se vuelve un hippy que
deja de trabajar, de estudiar. Son concepciones que tiene la gente
como si, porque fumas, te vas a volver una persona mala y tal vez
hasta delincuente, vago. Por otra parte, como es una sociedad que
exige a la gente solo producir y producir, no acepta otras cosas
que son para descansar, para relajarte, para divertirte un poco.
175 Calderón, G. elcato.com, enero, 21, 2011
321
Ecuador y la marihuana
Consep
Ten un poco de placer, que tu vida no sea solo trabajar, porque
también hay placeres tan legítimos como otros. Pero es esto lo que
se tacha, lo que no se acepta.
dogmático y todos debían acogerlo de manera necesaria pues lo
contrario habría sido social y moralmente condenado. De ahí se
desprende el dogma sobre la maldad de la marihuana.
Este sería uno de los puntos fundamentales de quiebre del discurso
oficial: el tema del placer del que no puede decir absolutamente nada puesto que pertenece exclusivamente a la subjetividad, al
mundo del deseo. Como se señaló antes, el placer y la prohibición
van de la mano hasta el punto de que se sospeche que el placer
surge de un objeto pero en tanto prohibido. Lo deseable pone al
mundo en movimiento puesto que sin esa prohibición, el sujeto
permanecería en una posición plana en la que prácticamente no
habría cabida ni para la ley ni para el deseo y peor aún para el goce.
Por supuesto que es una droga. Todo el mundo está consciente
de ello porque, de lo contrario, no habría tanta dificultad para
consumirla en lugares públicos. Tienes libertad para hacerlo en
privado. Porque no es lo mismo que, como pasa aquí y en otros
lugares públicos, que pides una copa de licor o un aperitivo, y ni
se diga una cerveza para tomarte en un parque por el calor, y todo
eso está bien. Pero si te ven fumando marihuana en un parque, la
gente hasta se aleja. Pero si estás consumiendo alcohol, a lo mejor alguien se acerca y te pide un trago. El otro día fui a Yunguilla
a una competencia de motocross: era impresionante ver como la
bebida fluía y también la droga, desde marihuana hasta crack. Y
gente que ni te conocía se acercaba a pedirte un trago.
Por otra parte, sin deseo, el sujeto se aniquilaría porque carecería de horizonte, ese horizonte que no es otra cosa que espacios y
tiempos a recorrer hasta llegar al objeto del deseo y, ahí, producir
y experimentar la escena placentera.
Vale recordar con Laclau que los valores éticos “están solo conversacionalmente fundados, es decir que son social y discursivamente
construidos. No veo razón alguna para atribuir un rol fundacional a
los valores éticos –ni a una experiencia primaria de la alteridad del
otro-”.176 Esto querría decir, que es inútil pensar en las cosas como
malas en sí de tal manera que alejarse de ellas procuraría valores
éticos al sujeto. La ética, en tanto estética, depende del sujeto y su
relación con los otros mas no de la cosa en sí que siempre permanecerá éticamente neutra.
No se entendió que la guerra a las drogas tiene un origen geopolítico más que ético. Por ello, el discurso estatuido se convirtió en
176 Laclau, E. 1998, pág. 125.
322
Las creencias y los decires del poder se convierten en enseñanza y
luego en verdad incuestionable hasta el punto de transformarse en
un muro protector de la sociedad que solo excepcionalmente realiza reflexiones que conduzcan a cuestionar esa tradición. Entonces
los convencimientos casi rozan lo dogmático porque los sostiene la
referencia al saber del poder. El informante, un joven universitario,
continúa:
Claro que hay quienes afirman que la marihuana no es una droga, pero eso no es nada más que una mentira, un invento de
quienes no quieren asumir su realidad y se enmascaran en un
doble discurso al decir que no es una droga sino un hobby o,
peor, algo que tomas un día y lo dejas después sin ningún problema. Claro que es una droga porque te cambia la vida. La
legalización de las drogas incrementaría muchísimo su consu323
Ecuador y la marihuana
Consep
mo. La curiosidad, ya no limitada por las restricciones legales,
unida al fácil acceso a la marihuana tentaría a mucha gente.
Aun cuando eso solventase los problemas de la delincuencia
asociada a las drogas, pero esa escalada del consumo significaría un costo demasiado alto.
Cuando se refiere a que la legalización de los usos incrementaría
la delincuencia de suyo asociada a la marihuana, el informante no
hace sino repetir el discurso oficial que, desde el comienzo, ligó de
manera necesaria la droga y el delito, cuanto más que la droga en
sí misma constituye ya el cuerpo del delito.
Las corrientes liberales contestarían que la decisión de usar drogas
forma parte de los derechos del sujeto y que el Estado no tiene por
qué decidir qué actitudes, pensamientos o comportamientos son
permitidos o no aun cuando pudiesen colocar al sujeto en algún
tipo de riesgo. Sin embargo, un sector de la población permanecerá
alérgica a todo intento de cambio que, desde los imaginarios, implicaría santificar el mal.
Por otra parte, también aparece el argumento de los universales
mediante el cual todo el mundo en todas partes sabe que la marihuana es una droga y que hace daño a quienes la usan. En la práctica, los adultos que no han tenido un contacto directo con la marihuana y aquellos que han pasado por problemas por algún familiar
especialmente con el uso de cocaína, coca o bazuco es común que
hayan adquirido una suerte de alergia a las drogas y la rechacen de
manera radical.
En todo el mundo la marihuana es una droga por los efectos que
produce en el organismo, en algunos produce somnolencia y en
otros un nivel de aceleramiento en todo el organismo. Hay cam324
bios rotundos de la personalidad y a veces se vuelve inmanejable,
o sea, se vuelve adictiva porque no puedes dejar de usarla. Yo la
probé de adulto, cuando era joven, y a pesar de haberme criado
en los Estados Unidos, siempre consideré que era algo que jamás
probaría porque veía los efectos que tenía en muchos jovencitos.
Es como la puerta que te abre a un mundo del que ya no sales jamás
y del que dependes hasta que te mueres. Pero como dice un refrán,
uno nunca debe decir de esta agua no beberé, porque no sabes lo
que te depara el destino. ¿Cómo no va a ser una droga si altera el
estado natural de la persona? Yo no veo cómo puede ser una persona pésima, pero que se vuela y comienza a ser mejor persona.
Es cierto que, como señala Drogas y democracia, “la violencia y el
crimen organizado asociados al tráfico de drogas ilícitas constituyen uno de los problemas más graves de América Latina. Frente a
una situación que se deteriora cada día con altísimos costos humanos y sociales, es imperativo rectificar la estrategia de “guerra a las
drogas” aplicada en los últimos treinta años en la región. Este es el
telón de fondo sobre el que se proyectan todos los daños que podrían ocasionar los usos de marihuana. Porque desde el comienzo
de la guerra se ligó el tráfico al uso, mientras la violencia y el mal
atravesaban toda la dinamia social de la marihuana.
Cuando los papás se enteran de que el hijo ha fumado marihuana,
no hay un castigo físico porque, si le dan una paliza, algo que a
veces sí sucede, porque si le dan una paliza se ahondaría el problema. Pero sí le dicen: qué, tú quieres ser como esos que están
en la calle, ese que fuma marihuana y ya ves cómo está de acabado, vos eres un chico de casa, un chico de familia, vos no puedes
dañar la familia, no ves que tu papá ni siquiera bebe: ¿cuándo
me has visto a mí fumando o bebiendo? Hay unos que dicen que
prefieren un hijo muerto que un hijo fumón o drogadicto.
325
Ecuador y la marihuana
Consep
El Estado se convirtió en el mayor agresor de los usadores porque,
incluso con la tabla de dosis máximas que un ciudadano puede
conseguir y que fuera aprobada por el CONSEP en el 2013, la violencia no se ha detenido. A vía de ejemplo, el siguiente es un resumen de un artículo publicado en la prensa nacional.177
“Daniel permaneció detenido nueve meses en un centro de rehabilitación social de Cuenca por supuesta tenencia de drogas. Fue liberado el 15 de marzo pasado. Su historia comenzó el 7 de septiembre
del 2012, cuando tenía 17 años. La Policía halló marihuana en su
mochila, que iba a ser consumida con 10 amigos. La Fiscalía lo acusó de posesión de droga, pese a que los amigos dijeron que la marihuana iba a ser usada “para fines recreativos”. En el informe médico
se estableció que era consumidor habitual y él admitió que llegó a
fumar hasta 10 dosis diarias. En primera instancia, se lo declaró inocente. Pero la Fiscalía volvió a acusarlo, y en segunda le condenaron
a ocho años de prisión. Fue a Panamá mientras arreglaba su situación
legal. Allí permaneció cinco meses. Retornó en junio del 2013. Fue
apresado en el aeropuerto. “Yo consumía. Decidí regresar al país
para dar la cara a la justicia y decir la verdad. Nunca vendí drogas.
En el Ecuador no hay cifras de consumidores de estupefacientes que
recuperaron la libertad tras ser confundidos como expendedores. Sin
embargo, información levantada por la Defensoría Pública muestra
que, a escala nacional, entre el 2007 y el 19 de marzo de este año, se
reportaron 15.532 detenidos por tenencia y posesión de drogas.”178
sentido para lo cotidiano que les brinda la marihuana.179 La marihuana otorgaría aquello que sus usadores la demandan y que,
sostenido en la realidad de su constitución química, le permite ir
más allá de sí misma y realizar el deseo de sus usadores. Esta realidad se justifica en el hecho de que la química de la marihuana se
transforme y evolucione al ritmo del deseo, algo que es ajeno a las
ideologías de la guerra.
Tú esperas que la marihuana te lleve a experimentar cosas
más allá de lo real, que te lleve a mundos desconocidos en
donde tú tienes el control de todo, ahí el mundo ya no te
controla a ti sino tú controlas el mundo. Es algo espectacular porque ahí vives el momento. Y siempre es diferente.
Porque, aunque tú quieras recrear algo ya vivido, siempre
resultará una nueva experiencia. Por otra parte, los demás no buscan lo mismo que yo. Porque cada uno lo hace
por una situación diferente y tiene experiencias diferentes.
Por ejemplo, conocí a un amigo que piensa que fumando
castiga a sus padres, que ni siquiera están en el país y que
ni siquiera saben que el man fuma. Cada quien tiene sus
razones y cada quien tiene sus experiencias en cada caso.
Del otro lado, están los usadores que no piensan ni sienten igual
que sus detractores y que, por el contrario, siguen demandando, y
probablemente lo consiguen, ese beneficio de placer, ese plus de
En consecuencia, siempre se tratará de una experiencia ligada a la
subjetividad y a los tiempos específicos de la misma porque este
tiempo no corresponde a la lógica sino a los afectos y a las circunstancias sociales y existenciales que acompañan a una sesión.
Por otra parte, esta subjetividad interviene en la valoración que se
podría dar a la marihuana que ya no puede ser vista como una sustancia ajena a los sujetos. Lo cual ciertamente conflictúa aún más
177 Diego Bravo. El Comercio, Quito, miércoles 26, 03, 2014.
178 Es inaudito que se condene a ocho años de prisión por vender un poco de marihuana
sabiendo que el pequeño traficante ha elegido esa actividad como una estrategia de
sobrevivencia. Es obvia la inequidad jurídica y judicial.
179 Las concentraciones típicas de THC (tetrahidrocannabinol) son de menos del 0,5%
para un cáñamo inactivo, del 2al 3% para la hoja de marihuana, y del 4 al 8% para
los cogollos más potentes de las semillas. Se pueden encontrar concentraciones más
elevadas con extractos y tónicos.
326
327
Ecuador y la marihuana
Consep
las posiciones oficiales porque nadie cuenta con la capacidad de
determinar y caracterizar estas especificidades de la subjetividad.
Además, no siempre produce los mismos efectos porque todo eso
depende de la cantidad que fumes y si mezclas con algo más fuerte, como ponerte un poco de cocaína o simplemente beber una
cerveza. Y además están las cosas que uno quiere que pase en
el viaje. Yo siempre quiero continuar con mi visita y el siguiente
episodio para Nethederland, incluso ahí me corto, y cuando lo
hago es increíble, mejor que un orgasmo, porque se siente el
goteo caliente de la sangre y una agitación indescriptible, es
definitivamente algo increíblemente sublime, algo que solo se
puede experimentar con la mariguana. A Nethederland no voy
fumado un cigarrillo, ni aspirado una línea de coca, solamente
llego con la mariguana porque es allí en donde tengo mis tiempos conmigo mismo.
Ni ángeles ni demonios, tan solo sujetos, ciudadanos del mundo
obligados a vivir cotidianidades en perenne movimiento, realidades que cambian sin cesar y que dan lugar a otras destinadas
a una vida quizás absolutamente efímera. Una sociedad con una
ética que ya poco tiene que ver con los sistemas axiológicos del
tiempo en el que se legitimó la guerra a las drogas y que, en
consecuencia, no es capaz de explicar lo que acontece en la contemporaneidad.
Como parte importante de este cuadro de la violencia, es preciso señalar que en el país, como acontece en América Latina, el
mayor porcentaje de mujeres detenidas corresponde al tema de
drogas en general y particularmente al de la marihuana que constituye la sustancia más frecuentemente vendida.
328
Andreina Torres,180 que cita a Kalinsky, afirma que la participación
de las mujeres en operaciones relacionadas con el narco tráfico se
ha convertido en una de las principales causas de criminalización
de las mujeres. Esta realidad se ha convertido en campo fecundo
para teorizar sobre el tema de la transgresión femenina. La autora
pone énfasis en el hecho de que “la participación de las mujeres
en el tráfico de drogas, a pesar de que constituye una realidad cada
vez más evidente” ha permanecido en la oscuridad. La masculinización del tema ha determinado que la violencia en contra de las
mujeres pase casi desapercibida lo que ha complicado aún más su
situación social y jurídica.
La criminalización de las drogas aparece en Occidente como una
estrategia más de dominio que los actores de poder han utilizado
para dar cuenta de su ejercicio sobre los débiles. Pese al presunto
poder que posee todo criminal para hacer daño a los otros, en realidad se convierte en el prototipo de la debilidad a partir del momento en el que es detenido y encarcelado. El acto del encarcelamiento
habla de la victoria del poder social sobre los descarriados que, ya
presos, quedan a merced del sistema.
Cuando se trata de las mujeres, este proceso resulta mucho más
significativo porque ellas constituyen el eslabón más débil en el
sistema social a causa de la violencia generalizada de que han
sido objeto. Ya detenidas, su victimización es aún mayor porque
el sistema se encarga de enfrentarlas al tradicional modelo de
mujer pura, honrada, sumisa, sufriente, silenciada. Para que este
mensaje sea efectivo y no quepa duda alguna sobre su validez,
son otras las mujeres encargadas de re-aplicarlo a las detenidas.
En otras palabras, son las guías penitenciarias, las doctoras, las
psicólogas y otras más las llamadas a aplicar varios sistemas
180 Torres, A., 2008.
329
Ecuador y la marihuana
Consep
fácticos para producir la redención de las extraviadas.
Para las denominadas neurociencias,181 la marihuana, como todas las otras denominadas sustancias psicoactivas, tiene la capacidad de cambiar la conciencia, el humor y el pensamiento.
Por ende, son causantes tanto de las enfermedades físicas como
de aquellas calificadas de mentales. Los deseos, las expectativas, las fantasías y frustraciones nada tienen que ver en sí mismas sino a lo más como efectos de los procesos químicos. Es
decir, el sujeto histórico y social queda prácticamente eliminado para que su lugar sea ocupado por la anatomía, la fisiología
y la química.
Sin embargo, es necesario resaltar que la existencia es demasiado
compleja como para caer en estos reduccionismos cuyo objetivo
no es otro que colocar en las realidades físicas el bien y el mal, la
alegría y la tristeza, la esperanza y las desesperanzas. Entonces,
para nada sirven los análisis sociales, políticos, económicos, antropológicos y psicológicos.
Imposible explicar el fenómeno de la inserción de las mujeres en
el tráfico de drogas, particularmente en el microtráfico, sin ir a lo
que ella significa en la economía de los deseos, de la maternidad
y de las organizaciones sociales y también su responsabilidad en
la economía doméstica. La feminización del tráfico se halla íntimamente ligada a los nuevos roles que la mujer desempeña en la
familia y en la sociedad.
“Las leyes actuales en las naciones latinoamericanas sancionan de
forma dura los delitos relacionados con las drogas. Esto ha provocado que, entre el 2006 y el 2011, la población penitenciaria
femenina de la región casi se duplicara. Pasó de 40.000 a más de
74.000 internas. Corina Giacomello, del IDPC, detalló que en el
Ecuador, entre el 75 y el 80% de las mujeres privadas de libertad lo
está por drogas182., según el estudio de Mujeres, delitos de drogas,
y sistemas penitenciarios en América Latina”.183
Mariguanear el mundo184
Greenwald señala que, desde 2001, el consumo de sustancias legalmente prohibidas se ha reducido en términos absolutos y que las
muertes relacionadas con el consumo de las mismas han disminuido considerablemente. Además, el número de personas que asisten a
tratamientos se ha incrementado en un 147%. En 2006, Portugal era
uno de los miembros de la Unión Europea con menor prevalencia de
consumo de drogas como la marihuana o la cocaína. En cambio, los
Estados Unidos, con una de las políticas más severas en contra de los
usos, posee las tasas de consumo de cocaína y de marihuana más altas
del continente americano (y mucho más altas que las de Portugal).
Estas constataciones, sin embargo, no sirven para justificar los
cambios que la sociedad requiere en torno a la marihuana cuyo
181 La utilización del plural, neurociencias, se encarga de develar la inconsistencia
epistémica de estos saberes que no pretenden otra cosas que cerrar la vía a toda
reflexión de carácter humanista, antropológico, lingüístico, psicoanalítico, etnográfico, por ejemplo. La linealidad de la relación causa-efecto suprime toda sospecha
sobre las realidades sociales y subjetivas y su influencia en cada acto del sujeto.
182 Giacomello, C., 2013.
183 29 periodistas y trabajadores de prensa fueron asesinados en 2013. Cuatro más se
encuentran desaparecidos por la fuerza en 9 países de América Latina y el Caribe,
según el informe 2013 de la Comisión Investigadora de Atentados a Periodistas
(CIAP) de la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP).
184 Mariguanear el mundo: expresión utilizada por un joven informante de Cuenca. En
la práctica, el verbo mariguanearse forma parte de los nuevos léxicos de la gente joven. De conformidad a las actuales normativas de la RAL, se podría legítimamente
incorporar este verbo que, además, da clara cuenta tanto del proceso prácticamente
total del hecho de fumar marihuana, incluidos sus efectos.
330
331
Ecuador y la marihuana
Consep
lugar es absolutamente diferente al de las otras sustancias comprendidas bajo el genérico: drogas. El tema no puede dejar de
relacionarse con la ética y, desde ahí, con la estética. Aunque
quizás convenga hablar en plural de éticas y de estéticas para
marcar la pluralidad y no la singularidad en la que se ha basado
la actitud prohibicionista.
“La ética se desplaza y muta, pero no tanto como desearían unos
o temerían otros”, escribe Bilbeny185. Es probable que una de las
razones fundamentales para haber sostenido la lucha en contra de
las drogas se deba, entre muchas otras razones, al desconocimiento
de esta sencilla verdad. La ética versa sobre las relaciones que los
sujetos, el poder, los pueblos establecen con el tema del bien y del
mal. Es cierto que existe una ética personal, sin embargo, en principio la ética es eminentemente social pues se sostiene en el principio de que todo acto personal tiene que ver con el bien común que
es el objeto fundamental de la ética.
Si de suyo para el poder es difícil aceptar los cambios en las representaciones del mundo, lo es mucho más cuando debe afrontar el hecho
de que se producen nuevas escalas de valores y nuevas formas de
señalar y vivir el bien y el mal. El poder tiende preferentemente a ver
los cambios en las actitudes y comportamientos, pero no se detiene a
reconocer y analizar los cambios que se producen en los conocimientos y en las tecnologías que han provocado verdaderas revoluciones
científicas y actitudinales. El poder tiende a relacionarse con un mundo aparentemente llano y estable en torno a la axiología, con lo que
deja de ver que la contemporaneidad se caracteriza por la movilidad
y el cambio. Las culturas se transforman en tiempos cada vez más
cortos, y de manera cada vez más evidente.
185 Bilbeny, N., 1997, pág. 31
Para Giddens,186 por ejemplo, la globalización aparece como uno
de los efectos de la revolución que se ha producido en las telecomunicaciones que se han encargado de hacer el mundo cada vez
más pequeño y las cercanías cada vez más intensas. Pero, a diferencia de lo que afirma el autor, no habría que anunciar el advenimiento de una nueva era porque esa era ya es vivida y cada vez de
manera más intensa y más involucradora.
Yo creo que ya es hora de revisar todo esto. Como te dije, la marihuana no es necesariamente una droga y, si lo fuese, sería la
menos dañina, pero mucho menos de lo que se ha dicho. Hay que
tomar en cuenta a quienes usan las drogas sin que ello sea un
vicio ni nada. Y también que hay gente que usa drogas desde hace
muchos años, ahora son hasta profesores universitarios o profesionales, y no ha pasado nada. Mira, ahora hay gente adulta, ya
profesionales, que recién comienzan a usar marihuana, ¿no crees
que algo ha cambiado en el fondo? Ahora hay abuelitos que fuman marihuana que incluso tienen un previo conocimiento porque
lo usaron desde su adolescencia. Y ya ves que no se han muerto.
Hay que revisar todo lo que se ha dicho y lo que se ha hecho con
la marihuana. Hay también los que siguen usando como parte de
la filosofía de vida, por ejemplo, a algunos no les interesa tanto el
dinero o el capital, viven de otra manera, y no se han dañado ni
han dejado de trabajar, solo que la marihuana dice otras cosas.
Hay también el doctor, el ingeniero que llega cansado a la casa
y decide fumar para descansar y ya, y no lo hace otra vez sino
después de mucho tiempo.
La prohibición y penalización de la marihuana y de las otras sustancias calificadas específicamente de drogas se convirtió en tema
trascendental para el poder. En parte, este apoderamiento desde
186 Giddens, A., Taurus, Madrid, 2000.
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Ecuador y la marihuana
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el poder podría explicarse como una estrategia de sobrevivencia
del poder que, habiendo pedido fuerza y presencia en las nuevas
generaciones, se apoyó en el catálogo de las sustancias prohibidas
con el propósito de mantener a flote ese poder hundido en las catástrofes bélicas. Como ya se mencionó, Naciones Unidas opta por
la guerra sabiendo a fe cierta que, al momento de las evaluaciones
y de las cuentas, era inimaginable un mundo libre de drogas.
Existe una revolución cognitiva que no ha sido ligada a las acciones y actitudes de las poblaciones. Por el contrario, se ha dado
por sentado que, más allá de estos cambios, la axiología debería
seguir siendo la misma porque, supuestamente, lo bueno y lo malo
se halla inconfundiblemente estatuidos por el poder, y lo que es
malo lo es ahora y siempre. Además, el poder ha sostenido que
el bien es tan sólidamente fuerte que se impone por sí mismo al
mal. Esta idea propia de una política moral elemental, no puede
sostenerse sin ofender las realidades sociales y culturales de este
tiempo caracterizado por la volatilidad de los enunciados y de las
prescripciones.
Es indispensable reconocer que las actuales culturas se sostienen
en nuevas éticas que se hallan igualmente sometidas a la constancia del cambio. Probablemente el principal y original cambio
consista en haber abandonado el principio de que el mundo y sus
cosas se hallan divididos por la ética binaria de lo bueno y lo malo.
Es preciso reconocer que nada es malo ni bueno en sí mismo ni
en cada condición existencial. La relatividad de la existencia, la
movilidad de la cultura y de los saberes implican también cambios
en los sistema y modos de valorar los actos, tanto como las posiciones ideativas de los sujetos. El sentido de bien que se tenía en
la Edad Media no puede ser, bajo ninguna óptica, el mismo que
334
en la contemporaneidad porque son otros los sistemas ideativos y
axiológicos que construyen la bondad y la maldad sin la que no es
posible bien alguno. El hecho de denunciar a una bruja le abría las
puertas del cielo al supuesto devoto feligrés pese a que esta clase
de denuncias y acusaciones fueron realizadas casi siempre con protervas intenciones.
¿Que se trata de un mundo desbocado? Tal vez esa podría ser la
sensación por la rapidez con la que se producen los cambios y quizás sobre todo porque en ese ritmo loco del cambio se hallan directamente involucradas las nuevas generaciones desde su infancia.
El cambio es incontenible y avasallador. Lo que es cada vez más
cierto en este mundo es que, para sostenerse, pone en quiebra buena parte de los sistemas representacionales incluidos los éticos y
jurídicos.
Ante la complejidad del tema, es preciso distinguir entre la condena y la lucha en contra de la producción y tráfico de las drogas
químicas, la cocaína, el bazuco, por ejemplo, y lo que acontece
con la mariguana que, casi por su propio peso, ha empezado a
desprenderse de ese genérico droga y de esa guerra sin cuartel
para ocupar, incluso con cierto aire de santidad milagrera, en el
campo de la salud.
Lo cierto es que, como señala Chabat,187 “Las políticas prohibicionistas han sido desde hace varias décadas criticadas seriamente
desde los círculos de la academia y la política. En Estados Unidos,
a favor de eliminar la prohibición de las drogas, han hablado personajes como Milton Friedman, Premio Nobel de Economía figura
icónica de los llamados “Chicago Boys” que privilegian la acción
del mercado en la economía. (…) Ethan Nedelman, quien fuera
187 Chabat, J., 2014, pág. 34.
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Ecuador y la marihuana
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profesor de la Universidad de Princeton, y figuras políticas de la
alta burocracia estadounidense, como Jocelyn Elders, quien fuera
cirujano general en el primer gobierno de Clinton y quien ha apoyado abiertamente la idea de legalizar la mariguana.”
A ellos se añaden los personajes latinoamericanos que han expresado sus criterios y que lo han hecho luego de sus experiencias
políticas, luego de ese tiempo en el que cumplieron el mandato de
la guerra y no se permitieron criticarla, como lo han hecho ya fuera
del poder. Chabat comenta: “En América Latina las figuras que han
criticado la prohibición de las drogas incluyen a los premios Nobel
de Literatura Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez. Este
último, con intelectuales como Carlos Fuentes o Fernando Savater,
firmaron un famoso desplegado aparecido en 1993 en la revista
Cambio 16, en el cual apoyaban la legalización de las drogas”.
A finales del siglo pasado, la palabra legalización sabía casi a herejía no solo política sino también moral. Un criterio surgido de un
personaje de la talla de García Márquez no iba a ser agria y abiertamente rechazada, pero tampoco iba a merecer un momento para
analizarla por parte del poder. Hasta ya entrado el presente siglo, la
palabra legalización constituía probablemente, no solo una herejía,
sino uno de los más graves crímenes en contra de la humanidad.
Por su parte, Milton Romani,188 comentando el informe de la OEA,
señala que la Declaración de Antigua, adoptada por la Asamblea
General de la Organización de Estados Americanos (OEA) de junio, y el Informe sobre Drogas en las Américas, presentado por el
secretario general José Miguel Insulza, son una excelente apertura
al diálogo político. Reposiciona a la OEA frente al enfoque conoci188 Romani, M. El informe sobre drogas de la OEA, debate abierto para cambiar, www/
informedrogasoea.com
336
do como “guerra contra las drogas”. Algunos países latinoamericanos poseen enfoques represivos, de corte moralista, que no tienen
nada que ver con la información que brindan las nuevas investigaciones. Resulta al menos insólito que ciertos mandatarios emulen
a Estados Unidos en su afán represivo e intenten mostrar que son
los más malos con los narcotraficantes. En buena medida los países
latinoamericanos no han hecho otra cosa que copiar y repetir al pie
de la letra lo asumido por el poder de terceros.
La sexualidad y la marihuana están íntimamente ligadas. Ahora
las mujeres te ofrecen marihuana para acceder a ti, nadie te obliga a nada, pero ellas te ofrecen porque ellas son con la marihuana
como con su sexualidad, ellas son las que saben que la sexualidad
es libertad y también la marihuana. Ellas están en la experimentación de nuevas cosas y de nuevas sensaciones. Por eso es una
locura que se siga prohibiendo la marihuana cuando ya se liberó
la sexualidad. No se está diciendo que la marihuana sea un afrodisíaco, sino de la libertad, porque de lo contrario hablaríamos
del éxtasis. Nos referimos al hecho de tener la libertad para fumar
como tenemos libertad para hacer el amor.
A partir del uno de enero del presente año, el estado de Colorado
se convirtió en el primero de los Estados Unidos en permitir la
venta y posesión de marihuana para uso lúdico. Esto implica haber dado un giro representacional, lingüístico y legal no solo en
la conceptualización misma de la marihuana y de sus usos sino
fundamentalmente en lo que es un usador que, hasta ese momento,
fuera visto como un criminal y que pasa a retomar su estatuto de
sujeto anclado en el deseo y en la libertad.
¿Significarán, acaso, las autorizaciones estrategias para enfrentar
la herida al narcisismo supuestamente científico de las clasifica337
Ecuador y la marihuana
Consep
ciones psiquiátricas que fundaron su cientificidad en la clasificación por sí misma y no en válidos análisis teóricos? Ese trabajo
consideró que uno de sus objetivos consiste en clasificar para
distinguir disimilitudes y agrupar semejanzas de tal manera que
sean posibles los conocimientos supuestamente claros y distintos
utilizados por el poder. Esas clasificaciones que incluyeron por
igual en los rangos de las enfermedades al uso de drogas, a la homosexualidad al uso conflictivo de alcohol y también a los usos
de drogas.189
entonces uno se sale de la regla y entonces no marcas ninguna
diferencia a si no se prohibiese porque se usa de todas maneras.
Hay que reconocer que la marihuana es una droga totalmente
aceptada en la sociedad, podría ser que en algún ámbito sociocultural no, pero de hecho ya está más que aceptada. Y, verás, decirle
a una persona “no fumes”, es decirle fuma más. Porque la mejor
manera de tratar el asunto es hacer que él se conozca a sí mismo
y que se acepte. Se puede prohibir todo, pero con eso no consigues
nada, peor aun cuando algo ya está aceptado.
¿Qué es la adicción? Ninguna taxonomía y menos la psiquiátrica
se halla en condiciones de ofrecer una buena respuesta, suficientemente clara y distinta. Es probable que hasta el más estricto de los
científicos no tenga otro recurso que acudir a un conjunto de metáforas para explicar una realidad que se escapa fácilmente a toda
comprensión lineal causa-efecto. La psiquiatría ha hablado constantemente de adicciones físicas y psíquicas. ¿Cómo explicar esta
diferenciación desde un mínimo acercamiento epistémico? ¿Qué
es una adicción psíquica, cómo se expresa y cómo se sostiene al
margen del cuerpo y del deseo? Imposible no reconocer que en
buena parte de estos discursos priman los posicionamientos políticos y no pocos intereses de clase.
El mundo ya no habla de despenalizar únicamente la mariguana
sino todas las sustancias calificadas como drogas. Es preciso recordar una vez más que el deseo surge de manera necesaria de la
prohibición que se encarga de hacer obvio lo que probablemente
permanecía oculto y hacer más deseable el objeto.
Estas explicaciones tratan de señalar que, en todo lo que tiene que
ver con las sustancias, existen dos discursos: uno social y otro político. La droga es mala y los usos son actividades insanas ubicables
en el terreno de las enfermedades.
¿Qué por qué se castiga a un chico que está utilizando marihuana? Este es justamente el punto. Porque haya o no haya prohibición el asunto es que uno se ponga las reglas. Si hay prohibición,
189 Tenorio, R., Quito, 2007.
338
“Entonces, en el principio era la prohibición, la acción, el cuerpo
reglamentado por la palabra; y al producirse la prohibición y a partir de esta se deseará eso prohibido; entonces lo humano cumplirá
la prohibición pero de todas maneras deseará lo que se encuentra
prohibido”.190
Para salvar al sujeto hace falta producir modificaciones en las representaciones que se han construido sobre la marihuana en sí misma y como una sustancia usada. “La historia muestra que los cambios políticos y sociales siempre van precedidos por un cambio de
ideas. En este sentido, lo que estamos presenciando en esta década
es un cambio en el paradigma prohibicionista de las drogas que
comienza a tener algún impacto en la realidad”, comenta Chabat.191
190 Arruabarrera, H., 1980.
191 Chabat, J, Ibidem, pág. 35.
339
Ecuador y la marihuana
Consep
La tarea de reconocimiento del deseo del otro es azas compleja
porque implica un debilitamiento del poder que se sostiene preferentemente en la capacidad de producir sometimientos y en el
mismo sometimiento de los otros.
La marihuana es algo que no altera físicamente nada, pero si alterase la mente de una persona y si se le reclama, él responde: está
bien, es mi vuelo, y otros dicen: mira es mi vuelo porque quiero,
y tú, ¿por qué tienes que estar diciéndome por qué lo hago? Lo
hago porque ese es mi deseo.
Se entiende por uso problemático aquel que, independientemente
de la cantidad y frecuencia, pone en entredicho la libertad, la salud
y la eficiencia social de un sujeto. Aquel que instala el malestar y
que bloquea las rutas de las gratificaciones.
posible hallar una cosa que sea en sí misma mala y que, por lo tanto, deba ser sacada del grupo de los objetos para su eliminación. Es
muy probable que el narcotráfico haya sacado mucho jugo de esta
situación manipulando a su favor el principio de que lo prohibido
se convierte de manera inmediata en poderoso objeto de deseo.
A lo largo y ancho de las Américas se construyen nuevos discurso
y actitudes no solo en la población sino también en las autoridades,
en los pensadores, en la prensa e incluso en la Academia. Urge
modificar las actitudes y los posicionamientos políticos y legales
respecto a todas las drogas, en particular en lo que concierne a la
marihuana que, en los lenguajes, ha sido sacada, no tanto del mundo de las drogas, pero sí de ese infierno de maldad que acompaña
a todas las sustancias. La marihuana está volviendo a vestirse los
ropajes de la salud.
Parte importante del problema radica en la calificación de perniciosamente malas a las sustancias. Se trata de calificativos que no
afectan a una determinada cualidad de una sustancia sino a la cosa
en sí misma. En consecuencia, deberían ser exterminadas. Es im-
Un testimonio de un ciudadano en la cotidianidad santiaguina que
una tarde cualquiera lee en un periódico vespertino: Anarco cayó
por marihuana. “Me quedó dando vueltas el por qué la prensa y, en
particular la red de medios de El Mercurio, siempre asocia la marihuana con actos ilícitos, delincuentes y anárquicos. Estos últimos
meses han aparecido en la prensa dos casos de interés, como el de
la ex directora del Servicio Nacional de Menores de Coyhaique,
quien fue formalizada el pasado 8 de marzo por el delito de cultivo
ilegal de marihuana, luego de un allanamiento realizado a su casa
donde se encontraron 12 gramos de marihuana y unas pocas semillas. Fue también bullado el caso del hijo de una diputada detenido
por portar 22 gramos de marihuana. Ayer, miembros de la organización Cultiva tus derechos hicieron llegar a la presidenta, ministros, jueces, parlamentarios y medios de comunicación una carta
que incluía un sobre con semillas de marihuana como una forma
de protesta aduciendo que “este es un símbolo de la insensatez,
340
341
El uso problemático de drogas no es un vicio, comenta Romani.
En la misma dimensión en que no lo son las opciones sexuales
diferentes que durante mucho tiempo fueron castigadas con prisión y hasta con la muerte. Por ende, es indispensable pensar que
el carácter de lo lícito ha determinado que crezca en proporciones
exponenciales inimaginables un negocio que no se ve realmente
afectado porque un país decomise algunas toneladas de marihuana
o de cocaína al año. La prensa suele comentar que la policía ha
dado un duro golpe al narcotráfico porque decomisó un par de toneladas de una sustancia determinada. ¿No se tratará tan solo de la
carnada en un anzuelo perfectamente bien diseñado y manejado?
Ecuador y la marihuana
Consep
hipocresía y peligrosidad de las actuales políticas, leyes y discurso
oficial imperantes ya que esta Cannabis es importada y comprada
en los grandes supermercados de la capital”.192
También en México soplan nuevos vientos. En efecto, ya se están
dando los primeros pasos tanto para suavizar los procesos judiciales en contra de los usadores como para abrir la vía hacia la legalización del uso de marihuana y de otras drogas. La experiencia de
años de violencia organizada y mantenida por carteles caracterizados por la violencia extrema ha dado una dura lección al poder
político que ve la necesidad de producir un giro importante hacia la
legalización. El senador Mario Delgado presidente de la Comisión
del Distrito Federal, presentó la iniciativa para regular el uso de la
marihuana con fines médicos. “Vamos a quitarle este mercado a la
delincuencia, porque la delincuencia sólo tiene una regla que es la
de la violencia. Que entre el Estado a regular. Uno de los mayores
riesgos para la juventud es morir producto de la violencia que genera el tráfico de drogas, no por fumarse un cigarro de marihuana;
tenemos entonces que atrevernos a pensar distinto, no vale la pena
seguir defendiendo el prohibicionismo.”193
Por su parte, en 1999, el escritor Larry Collins consideraba que si
se aplicase en Italia, por ejemplo, la misma política de uso libre de
mariguana y otras drogas, luego de 25 años el país tendría un millón de adictos a la heroína y a otras drogas, incluida la marihuana.
Al respecto, Cebrián194 calificaba de frivolidades las afirmaciones
de Collins y aseguraba que esta clase de discusiones van siendo
superadas por las realidad de un mundo que no se ha ahogado en
las drogas: “Sin negar los riesgos de cualquier abuso, todos los
192 Abramos el debate: legalización del consumo de marihuana en Chile: www.atenchile.cl
193 Htp//prd.senado.gob.mex sesión del 16, 03, 2014
194 Cebrián, G., Cambio16, nº 1.446, 23 de agosto de 1999, pp. 54-55
342
grandes estudios publicados sobre el tema, en los últimos años,
por la Comisión Científica de la Cámara de los Lores en el Reino
Unido, la Academia Médica de EEUU, el Ministerio de Sanidad
francés o el Gobierno holandés, entre otros, relativizan dicho riesgo, situándolo siempre muy por debajo de los peligros derivados
del tabaco y del alcohol”
En cuanto a Ecuador, para el gobierno el tema de la marihuana y de
su legalización no es prioritario. Lo dijo el presidente Correa: “No
es una materia de las urgentes que tiene el gobierno, tenemos mil
prioridades antes de este problema. Se necesita una discusión más
profunda, es claro que la estrategia actual contra la droga y el narcotráfico ha sido un fracaso completo, así que no hay que excluir
ninguna posibilidad, entre ellos legalizar cierta clase de drogas”.195
Un informante añadiría el suyo al criterio del presidente Correa:
Lo cierto es que, si se legaliza, disminuirían los casos de consumo,
ya sabes que lo prohibido atrae más. Si ya fuese legal, los chicos se
darían un toque y no la probarían más. Tú sabes, muchas veces uno
busca lo prohibido y también lo riesgoso, lo que te da la sensación justamente de quebrantar las leyes. Pero si se legaliza, ya no hay chiste.
Sin embargo, en mayo de 2013, Ecuador despenalizó la dosis y porte máximo de sustancias para uso personal, tales como marihuana,
cocaína y heroína. Pero no se ha dado lugar a la discusión a nivel
nacional sobre la legalización de la marihuana algo que, como en
los otros países de la región, no deja de ser un tema importante, tal
como lo ve la ciudadanía. Pero la idea no se ha convertido todavía
en una propuesta ni ciudadana ni de los poderes del Estado, como
el legislativo, por ejemplo.
195 El Comercio, 22, 01, 2014, www.elcomercio.com
343
Ecuador y la marihuana
Consep
Sería bueno que se legalice la marihuana porque entonces no sería una cosa mala, al menos cumpliendo los dieciocho años podrías tener libertad de consumirla, no habría persecución y sería
algo aceptable como el licor o el cigarrillo. Claro que seguramente pondrían algunas trabas para consumirla. Por ejemplo, no
podrías consumirla en ciertos lugares ni a determinadas horas o
días, así como te prohíben consumir licor los domingos. Te darán
la “libertad” pero con condiciones.
¿A quiénes ha beneficiado la guerra a las drogas si no es a los grandes traficantes que construyeron un inmenso mercado atravesado
por la violencia, el lavado de dinero y la corrupción? Es este un
saber común que se extiende a través de las generaciones actuales.
En todos los estratos sociales se dice que la prohibición ha beneficiado a los grandes traficantes que lavan sus dineros mediante
negocios legítimos.
Los beneficiados por la prohibición son los traficantes porque el
tráfico es un gran negocio. Si fuera legal, cualquier persona podría tener su planta en su casa, nadie le molestaría y podría consumir y no tendría necesidad de comercializarla. Porque ahora
tienes que comprar y comprar, y detrás de toda compra está una
mafia que sí que se está ganando full dinero, esas ganancias son
inmensas. Justamente por eso es que últimamente como que se ha
hecho más fuerte ese discurso de no comprarla porque está relacionado con el discurso de la legalización. Es esa la nota: no la
compres sino plántala y regala.
La pregunta versa sobre si corresponde al Estado tomar decisiones sobre el campo de los deseos y expectativas personales que
no atenten al derecho de los otros. Es obvio que cada ciudadano
es dueño de sí mismo tanto como de sus deseos. En este contexto,
344
carece de sentido hablar de que el sujeto es dueño de su cuerpo
porque se estaría favoreciendo una dicotomía imposible y absurda.
Los temas del deseo y de la libertad han sido pasados por alto en
los discursos oficiales, tanto internacional como nacional.
Para Chabat,196 es evidente que la izquierda partidaria de la intervención del Estado en las actividades de la sociedad no está de
acuerdo en dejar esta decisión a cada persona, a diferencia de los
liberales que privilegian la libertad individual.” Pero también hay
un conservadurismo que teme que el ejercicio de las libertades individuales mine los cimientos de una sociedad que se sostiene en
actitudes prohibicionistas.
A diferencia de lo acontecido hasta comienzos de este siglo, las
sociedades están asumiendo posiciones más liberales, unas, y otras
que lo son menos, buscan en la liberación una suerte de estrategia
para evitar el narcotráfico y la violencia social. Un ejemplo muy
claro de este cambio está en el hecho de que los estados de Washington y Colorado hayan legalizado en el 2014 el consumo de
marihuana con fines recreativos.
Un sondeo realizado por Gallup concluyó que el 58 por ciento de
los participantes respalda la legalización de la marihuana. Una encuesta realizada por la misma firma en 1969 reveló que tan solo
un 12 por ciento aceptaría la legalización. El 62 por ciento de la
población comprendida entre los 30 y los 49 años está de acuerdo
con la legalización, mientras que el 53 por ciento de los mayores
de 53 años no apoyaría la legalización.
El estudio detalló que los cambios podrían atribuirse a transformaciones en costumbres sociales y en una creciente aceptación
196 Chabat. J., ibidem.
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Ecuador y la marihuana
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social de la marihuana. El aumento del consumo de marihuana
con fines medicinales como una manera socialmente aceptada
de aliviar síntomas de enfermedades y mitigar efectos secundarios de la quimioterapia podría haber contribuido a esta aceptación.
El respaldo a la legalización de estadounidenses entre 30 y 49
años llega a un 62 por ciento. El único grupo que estuvo claramente en contra de la idea fue el conformado por personas de
65 años o más entre las que un 53 por ciento se opondría a la
legalización.
Es la primera vez que una amplia mayoría de los estadounidenses
aseguró estar a favor de la legalización de la marihuana. Por otra
parte, el uso sea de carácter recreativo y medicinal de la hierba
gana aceptación a nivel nacional, indicó una encuesta.
“Sean cual sean las razones para una mayor aceptación de la marihuana por parte de los estadounidenses, es probable que este impulso estimule más los esfuerzos de legalización en todo Estados
Unidos”, dijo el estudio.
Los analistas afirman que en los Estados Unidos existiría una inmensa
población que superaría los 162 millones que estaría de acuerdo con
la legitimación y regulación del uso del cannabis. Las ventas de marihuana medicinal habrían superado, en el 2013, los 150.000 millones
de dólares, (110.000 millones de euros), y se calcula que en 2018
alcanzarán los 600.000 millones de dólares. Ya existe una universidad en Oakland, California, dedicada exclusivamente a los negocios
relacionados con el cannabis e importantes empresarios hasta ahora
ajenos a la materia apuestan por el sector, sobre todo después de que
el fiscal general, Eric Holder, anunciara que no se actuará contra las
346
iniciativas en Colorado y Washington, a pesar de que el cannabis sigue siendo ilegal en el ámbito federal.197
Uruguay: ¿los caminos de la libertad?
The Economist198 designó a Uruguay “país del año” por hacer feliz
al pueblo al aprobar la ley que permite el cultivo y la distribución de
mariguana en el territorio nacional. En efecto, la propuesta, primera en Occidente, presentada por el presidente Mujica, fue aprobada
por 16 votos en favor y 13 en contra. The Economist detalló que
la metodología en la que basó su decisión no tiene mucho que ver
con los instrumentos financieros. Si se hubiera centrado en los índices del crecimiento del PIB, habría triunfado Sudán del Sur, que
tuvo un crecimiento en 2013 del 30%. Otro posible ganador sería
Estonia, que tiene uno de los niveles más bajos de deuda dentro
de la Unión Europea. Estas dos candidaturas ni otras han podido
satisfacer su criterio principal: el impacto que tienen las decisiones
políticas de un gobierno en todos los ciudadanos y también en el
resto del mundo. Uruguay combina varios factores que hicieron
feliz a su gente y acabaron llevándola al primer lugar.
“Uruguay está en el centro del mundo por leyes consideradas de
avanzada. El Gobierno de Mujica va a quedar en la historia por
las reformas aprobadas en su mandato aunque “no son prioritarias para toda la sociedad”. Fue el segundo Estado latinoamericano y el 12º en el mundo que aprobó el matrimonio gay. De
este modo logró aumentar la suma global de la felicidad humana
sin ningún coste financiero, argumenta The Economist. A fina197 www.lajornada.com
198 The Economist, 19, 12, 2013.
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Ecuador y la marihuana
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les de este 2013, a pesar de numerosas críticas internacionales,
Uruguay se convirtió en el primer país que no solo legalizó el
cannabis, sino también encomendó el control de su producción y
distribución al Estado”. Si bien esta aprobación produjo regocijo puertas adentro, desde
fuera se echaron otras miradas y se escucharon otros discursos,
tal como se lee en el reportaje escrito para La Nación199 el mismo
día. Si bien se califica de “un paso histórico” a la legalización, sin
embargo se dice también que “la amplia mayoría de los uruguayos
rechaza la reforma” que deberá ser promulgada por el presidente
Mujica. La nota hace referencia, como justificación del presidente,
al hecho de que en el país se hallaba penada la producción pero no
el uso de la marihuana.
Sin embargo, La Nación de alguna manera se adelanta a las reacciones de los organismos internacionales del área que, supuestamente,
no dejarán de cuestionar la opción uruguaya: “El gobierno asume el
riesgo de ser cuestionado internacionalmente por la reforma, pero
también la administración de Mujica sumó respaldo por la apuesta
a una decisión de vanguardia”. Por supuesto, añade, que se trata de
una decisión de vanguardia que rompe con la política prohibicionista imperante y que no ha dado los resultados esperados, es decir, la
eliminación de la planta y la desaparición de los usos.
A la ONU le ha desagradado la decisión uruguaya y, a través de la
JIFE200 ha dado a conocer su “preocupación” por la legalización
que contraviene los tratados internacionales sobre drogas de los
que Uruguay es parte. Raymond Yans, presidente de la JIFE, señaló que “la hierba de cannabis está controlada debido a sus potenciales efectos de dependencia” y que el camino de Uruguay puede
tener “serias repercusiones para la salud pública, particularmente
para la juventud, además de ser una violación de los tratados” de
la ONU sobre drogas. La legalización del cannabis en el Uruguay
marca una tendencia peligrosa “cuando los gobiernos piensen
en adoptar futuras políticas en ese ámbito, deberían anteponer a
cualquier otra consideración la salud y el bienestar de la población”.
García, médico de profesión, dice hablar “no solo como legislador
sino también como profesional de la salud”, y afirma: “Yo estoy a
favor de la promoción de la salud y de la educación de la salud, por
eso no estoy a favor de la legalización de la marihuana”.
El diputado menciona a Suecia y Holanda como países “que tenían
una política liberal pero están volviendo a una política restrictiva”,
para fundamentar su idea de que no se debería seguir el camino de
otros países que han “fracasado en el intento y hoy están volviendo
sobre sus pasos”.
El País de Madrid tiene una visión más liberal, por ello se refiere
a la ruptura de un tabú que ha estado presente en la “lucha contra
el tráfico de drogas”, al tiempo que señala que corresponderá al
Estado la producción y venta de marihuana para uso recreativo. Se
trata, en efecto, de un hito importante en la discusión latinoamericana sobre la despenalización de las drogas en la región.
En las discusiones parlamentarias, el senador oficialista Roberto
Conde señaló “Es pertinente para el caso de Uruguay dejar establecido desde ya que, tratándose de un país de tránsito (de drogas)
que ha ido incorporando consumo, recibe plenamente el impacto
del crimen organizado”.
199 La Nación,11, 12, 2013, www.lanacion.com.ar
200 JIFE: Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes.
348
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Ecuador y la marihuana
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Por su parte, el presidente Mujica ve la legalización del uso de la
marihuana con los mismos ojos con los que vio la despenalización
del aborto y la legitimidad de la homosexualidad. Para el presidente, todas son realidades antiguas en la cultura que ya no soportan
por más tiempo la ceguera de la ley y de las culturas. “Aplicamos
un principio muy simple: reconocer los hechos. El aborto es viejo
como el mundo. El matrimonio gay, por favor, es más viejo que
el mundo”. “La aprobación de la venta y plantación de marihuana en el país es una medida para combatir el narcotráfico. Es una
herramienta de combate a un crimen grave, el narcotráfico, y para
proteger a la sociedad. Es muy serio. No es una legalización como
las personas suponen en el exterior, los extranjeros no podrán venir a Uruguay para comprar marihuana. No va a existir turismo de
marihuana. La lucha contra el tráfico de drogas está perdida a nivel
mundial, por lo que hay que buscar alternativas”.201
Por otra parte, es necesario tomar en cuenta que Mujica ha hablado
de un “experimento” en el que se embarca el país. Ello implica que
los procesos tendrán en cuenta tanto las acciones y determinaciones cuanto las reacciones de la población en general.
La Junta Nacional de Drogas prevé la comercialización en Uruguay
de cuatro o cinco variedades de cannabis a un precio de un dólar por
gramo, similar a su costo en el mercado negro. Por otra parte, no se
permitirá la venta de marihuana a ciudadanos extranjeros.
Los uruguayos mayores de edad que se registren ante las autoridades
podrán cultivar hasta seis plantas de cannabis o a comprar en farmacias hasta 40 gramos de marihuana por mes para uso recreativo.
“Los uruguayos somos una nación de tres millones de personas
201 www.telesurtv.net
350
emparedada entre dos gigantes: Argentina y Brasil, y a menudo
nos sentimos invisibles. ¡Qué refrescante es ser calificado de repente como un vanguardista de cambios progresivos! No es simplemente una ley sobre fumar una porra. Es una ley sobre la paz
y la seguridad. Se trata de una alternativa real para la estrategia
fallida de EE.UU. de una guerra armada contra el narco”, comenta
Carolina de Robertis202
Hace 20 años, a una funcionaria española partidaria de que se dejaran de prohibir las drogas se le ocurrió plantear, en una reunión en
la ONU, “alguna opción más humana” para luchar contra la lacra
del tráfico de estupefacientes. Automáticamente un diplomático se
la llevó aparte. “Aquí estas cosas no se dicen ni en el cuarto de
baño”, le espetó. Hoy, la misma funcionaria explica que dentro de
la ONU ya circulan documentos internos que reconocen el fracaso
de la prohibición para luchar contra estas sustancias.203
Las políticas públicas en lo que respecta al tema de drogas en general, de la marihuana en particular, y al de los derechos humanos
siguen siendo una oportunidad para el cambio y el replanteamiento
serio de los objetivos de desarrollo humano con una perspectiva
de justicia y equidad social. Ninguna política que pase por alto las
realidades culturales, lingüísticas y sociales actuales de los pueblos
tendrá un mínimo de coherencia y menos aún de eficacia.
Es evidente que en las Américas conviven la violencia y el narcotráfico con sus múltiples secuelas cuyo núcleo fundamental es
una corrupción absolutamente invasiva. En el 2013, el presidente
de Guatemala hizo pública su opinión respecto a la necesidad de
legalizar las drogas, particularmente la mariguana. Por su parte, el
202 De Robertis: columnista del diario The Huffington Post
203 www.sociedad.elpais. 2014
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ex presidente mexicano Fox dijo públicamente: “Cultivaría marihuana, si estuviera permitido”.
En el Foro Mundial celebrado en enero de 2014, el presidente Santos de Colombia no dejó de plantear la complejidad del tema de la
legalización, según el modelo uruguayo. “¿Cómo le voy a decir
a un agricultor que puede ir a la cárcel por cultivar una hectárea
de marihuana si en algunos estados de Estados Unidos es legal
fumarla? La mayor parte de la gente, si se le pregunta si las drogas
deben ser descriminalizadas o legalizadas, responde que no porque
son malas”. En el debate, no se dejó de mencionar que el tabaco y
el alcohol son sustancias legales y que la nicotina es la droga que
más adicción física produce con un inmenso número de víctimas
mortales.
Chabat señala que es probable que a nivel mundial se den similares procesos a los producidos en los Estados Unidos, sobre todo
en aquellos países en los que la guerra contra el narcotráfico “ha
generado altos costos en términos de gobernabilidad y vidas, la
opinión pública acabe prefiriendo la legalización, al menos de la
mariguana, en la lógica de reducir dichos costos más allá de las
preferencias ideológicas de los gobiernos o de la población”.
Se abren puertas que hasta hace poco permanecieron herméticamente cerradas. ¿Entrará el mal al mundo si se las abre en todas
partes? Tal vez acontezca todo lo contrario, es decir, que el mal que
ha permanecido encerrado por tanto tiempo, logre salir dejando
libres a los Estados. También es posible que los ciudadanos recuperen entonces parte de su libertad.
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