LADoS DE CATALUñA Y EL LAnGUEDoC
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LADoS DE CATALUñA Y EL LAnGUEDoC
2007] FARFALLE NELL’EGEO 77 La crátera de la tumba 184 de Agullana y otros soportes y pies Calados de Cataluña y el Languedoc: aproximación al origen, uso y significado Raimon Graells i Fabregat * - Samuel Sardà Seuma ** Abstract The presence of the complex banquet in the First Iron Age communities of the northeast of the Iberian Peninsula takes place, at the beginnig, from the contact with the mediterranean traders, specially from the contact with the Phoenicians. At the same time the banquet implied for these communities a restructuring of the pottery dedicated to this purpose. In this context the ceramic is organized in different groups and it is documented based on a functional logic of the classical banquet, with elements to consume, to serve and to contain. This is detected at the same time with the import and production of new forms and new ways to produce ceramics to complete these functions like oenochoai and craters. The case presented here is a peculiar type of vase, the crater with soaked high foot, context and its parallels, with the purpose of approaching a particular reality as it is the formation of a new material culture based on new necessities of social exhibition. Introducción Este trabajo forma parte de un programa de trabajo más amplio, que nos ha permitido evaluar la apropiación de imaginarios foráneos por parte de las comunidades del nordeste de la Península Ibérica en el marco de la evolución que experimentan los conjuntos cerámicos y metálicos a lo largo de los siglos VII y VI aC. De esta manera, el estudio de las imitaciones cerámicas, la asimilación de técnicas y nuevos elementos en el campo de la toréutica, así como la adquisición de nuevos motivos iconográficos y estilísticos son aspectos que ya han sido tratados 1. Esto nos lleva a valorar el significado social de los objetos y productos dentro de un marco complejo, que hemos centrado en el momento de contacto con el comercio fenicio, el “momento demarateo” del nordeste peninsular. Es en este contexto donde hemos podido valorar la presencia de una serie de elementos que habrían contribuido claramente a la adopción de nuevos símbolos de identidad social, el vino y su repertorio vascular por un lado, y por otro, los productos de la esfera individual (esencialmente los ornamentos personales). En anteriores trabajos nos hemos centrado en aquellas producciones cerámicas que evidencian la adaptación de nuevos conceptos decorativos (engobes rojos, decoraciones bícromas, figuras esquematizadas de pájaros) y que podrían haber adquirido una gran repercusión en el “teatro” de la exhibición social. Aquí presentamos otro elemento singular en el marco de las asimilaciones iconográficas y estilísticas de las producciones cerámicas: los pies calados. Esta forma supone una innovación importante porque actúa como soporte distinguido de algunos recipientes singulares, especialmente entre aquellos conjuntos de vajilla potencialmente utilizables en el marco de actividades rituales colectivas como el banquete. Durante la primera edad del hierro (650-550 aC) la presencia de vajilla de importación (vajilla fenicia de engobe rojo, vajilla etrusca de bucchero nero, etc) presenta del nordeste de la Península Ibèrica una distribución muy limitada. El fenómeno comercial fenicio en esta región se caracteriza esencialmente por la distribución de ánforas vinarias. Si efectuamos un análisis detallado de los contextos, podre- * Investigador FIR, Departament d’Arqueologia, Prehistòria i Història Antiga de la Universitat de Lleida (UdL). raimongf@ historia.udl.cat ** Becario predoctoral. Seminari de Protohistoria. Universitat Rovira i Virgili (Tarragona). [email protected] 1 Ya presentados en Graells y Sardà 2005a, 2005b, 2007, Sardà y Graells c.s. 78 RAIMON GRAELLS I FABREGAT - SAMUEL SARDÀ SEUMA mos observar una clara modificación y ampliación de los conjuntos de vajillla indígena, siendo ejemplos destacables los sets de vajilla claramente relacionados con la práctica del banquete, como los documentados en la tumba 184 de Agullana, en algunas tumbas de la necrópolis de Can Piteu-Can Roqueta (Sabadell) y en el caso del Ebro los extensos conjuntos recuperados en los asentamientos de Sant Jaume (Alcanar) y Turó del Calvari (Vilalba dels Arcs). Entre estas modificaciones locales, destaca la emergencia de una serie de conceptos decorativos nuevos, siendo uno de ellos la aparición de los pies altos con decoración calada. La presencia de pies calados se constata en distintos asentamientos y necrópolis de la primera edad del hierro, pero se trata de un elemento que no aparece representado de manera excesivamente habitual. De hecho, al margen de la crátera que es objeto del presente artículo ( fig. 1), debemos tener presente que un pie alto con decoración calada se documenta únicamente en platos y en urnas cinerarias, tratándose de un recurso que se ha interpretado como un elemento efectivo para realzar y destacar determinados vasos. Si nos centramos en el caso de los platos, se ha apuntado que el pie alto calado, no sólo levanta el plato, sino que lo convierte en una pieza distinguida dentro del conjunto de piezas de vajilla. A nivel cronológico, la presencia de platos de pie alto en general, incluyendo los platos de pie calado, debe considerarse un elemento especialmente característico del repertorio vascular de los momentos finales de los Campos de Urnas del hierro 2, es decir de finales del siglo VII y primera mitad del siglo VI aC. No obstante, el concepto de la decoración de los pies altos perforados, parece que está ya presente en la tradición vascular indígena desde momentos inmediatamente anteriores a los primeros contactos con el comercio mediterráneo, tal y como lo demuestra su presencia en contextos del Bronce Final, como en el caso de la necrópolis de Can Piteu- Can Roqueta (Sabadell). No obstante, parece evidente que ciertos formatos decorativos de algunas de estas perforaciones, básicamente las series de triángulos perforados tengan su origen en alguna influencia exógena como resultado de la imitación, adaptación o reinterpetación simplificada de los soportes metálicos. 2 3 [RdA 31 fig. 1 - Crátera de la tumba 184 de Agullana (Palol 1958, fig. 153). La tumba 184 de Agullana La tumba 184 de la necrópolis de Agullana 3, recientemente reestudiada por uno de nosotros, asocia en su ajuar elementos de carácter exótico junto a otros elementos de tradición local, poniendo otra vez en relieve las relaciones entre las poblaciones indígenas de la Cataluña protohistórica y las poblaciones mediterráneas de origen semita. La cro- Clop et al. 1998, p. 93. Para una visión general sobre la necrópolis de Agullana v. Palol 1958, Graells 2004 y 2007; Toledo, Palol 2006. 2007] LA CRÁTERA DE LA TUMBA 184 DE AGULLANA Y OTROS SOPORTES nología propuesta se sitúa en el primer cuarto del s. VI aC y ha sido interpretada como evidencia de la posible inclusión de un personaje foráneo en la comunidad de Agullana. Estas relaciones manifiestas con el comercio fenicio que se constatan en las costas catalanas, han sido ampliamente descritas en distintos trabajos, la mayor parte de los cuales centrados en las relaciones de intercambio entre las poblaciones autóctonas y los comerciantes fenicios, a partir del hallazgo de de determinadas producciones de importación 4. Los materiales importados fenicios, han permitido en el nordeste de la Península Ibérica fechar los contextos, bien por sus tipologías o por su asociación, a determinados elementos que aportan una datación fiable. Estos materiales, han sido apreciados por la renovación tecnológica que supuso su llegada en el ámbito indígena, dando lugar a una dinámica de imitaciones, como paso previo a la adaptación y modificación de las tipologías vasculares y broncíneas autóctonas. La antigua propuesta de M.Pellicer 5 situaba la primera presencia de importaciones de carácter fenicio en Cataluña a inicios del s. VI aC, pero actualmente sabemos que estas se remontan a mediados de s. VII aC, como mínimo. Estas relaciones se han puesto en relación con un intento de apertura y control de rutas alternativas a las vías tradicionales de abastecimiento de recursos minero-metalúrgicos (cobre, estaño, plomo) 6 y plata 7. En todo caso, se integran en el proceso de ampliación de horizontes que experimenta el comercio fenicio-occidental a partir de mediados del siglo VII aC. El reestudio de la tumba 184, puede plantearse como paradigma de la relación entre poblaciones indígenas y pueblos comerciantes mediterráneos, y también de la emergencia aristocrática de ciertos estratos sociales como resultado del intercambio de dones (Keimelia) redistribuidos como símbolos de riqueza a lo largo de los ss. VIII, VII y VI aC entre las élites locales 8 ( fig. 2). Esta tumba destaca del resto de tumbas de la misma necrópolis por la cantidad de objetos que 79 conforman su ajuar, pero también por la tipología y su lógica organizativa y funcional. En conjunto, su tipología, funcionalidad y posición dentro de la tumba, nos indican un grado de complejidad del ritual alto que se diferencia de la norma de los rituales funerarios documentados en las distintas necrópolis del nordeste de la Península Ibérica y del sur de Francia. Estas variaciones del ritual, pueden manifestarse de distintas maneras. En el caso que nos ocupa, resulta muy significativa la manifestación de una estructura funeraria rectangular de grandes dimensiones en contraposición a los recurrentes loculi circulares. La tumba 184 de la necrópolis de Agullana, constituye un caso especial entre las tumbas del nordeste peninsular, en primer lugar por su estructura, donde cabe destacar tres elementos de singular relevancia como son el tamaño mayor que la media, la planta rectangular y la división interna de espacios. Bajo este criterio, la superficie ocupada por esta tumba en la necrópolis indica la existencia de una estructura excepcional, que se traduce en la singularidad del personaje allí sepultado o del grupo que lo construyó. La división interna de espacios, es sin lugar a dudas la más sugerente, por las relaciones ideológicas que puede transmitirnos su interpretación. Por un lado la separación de ámbitos distingue entre el propio del difunto y el del ajuar 9. Pero esto se refleja en la tumba a través de la presencia de un elemento que representa una barrera física, nos referimos a una losa vertical que separa un gran ámbito donde se exhiben los status symbol de otro donde tan sólo se encuentra una urna y una taza (a modo de tapadera). Seguramente la definición de área pública para el espacio que exhibe las agalmata, encuentra en la escasez de repeticiones un argumento de peso para relacionar este tipo de tumbas con personajes distinguidos. La mayor parte del ajuar de esta tumba corresponde a una amplia vajilla cerámica, que se documenta en los dos ámbitos de la tumba. El análi- 4 Arteaga, Padró, Sanmartí 1986; Gailledrat 1997; Gracia 2000; Guilaine y Rancoule 1996; Pellicer 1982; Ruíz-Zapatero 1984; Santos 2003. 5 Pellicer 1982, p. 219. 6 Santos 2003, p. 93. 7 Rafel et al. 2003; Rafel et al. 2008. 8 Ruíz-de-Arbulo 1996, p. 175. 9 Bartoloni 2002, p. 63; D’Agostino 1977, p. 56; Id. 1985, pp. 54-55; Sirano 1995, p. 31; Zevi 1977, p. 241. 80 RAIMON GRAELLS I FABREGAT - SAMUEL SARDÀ SEUMA [RdA 31 fig. 2 - Organización del ajuar cerámico de la tumba 184 de Agullana (Graells 2007, fig. 2). sis de este amplio conjunto cerámico ha permitido diferenciar grupos funcionales coherentes, al tiempo que aporta gran cantidad de datos para la reconstrucción del ritual funerario, especialmente en aspectos relativos a la organización interna del ajuar. La presencia de imitaciones de vasos fenicios ha sido el elemento que ha dado a conocer y ha subrayado la importancia de esta tumba en el marco de la protohistoria catalana 10. Pero no son estos los únicos elementos significativos que permiten enmarcar este conjunto dentro de los procesos de transformación social que acontecen durante una fase avanzada del periodo orientalizante. La distribución intencional de los vasos evidenciada por la Graells 2004, pp. 64-65; Graells y Sardà 2005, pp. 256-258, con bibliografía. Para un estudio detallado, v. Graells 2004 y 2007. 10 11 agrupación en algunos conjuntos y la destrucción voluntaria de un vaso tipológicamente particular, han permitido reconstruir una serie de momentos del ritual funerario que reproducen parcialmente comportamientos “principescos” circunmediterráneos. Lejos de reproducir un inventario detallado de las piezas que conforman el ajuar, nos disponemos a tratar de modo conjunto las distintas categorías y tipos de vajilla cerámica que integran el conjunto 11. En primer lugar, las cuatro imitaciones de urnas tipo Cruz del Negro, en calidad de recipientes contenedores, se distribuyen en la tumba en los dos ámbitos anteriormente diferenciados. En el espacio 2007] LA CRÁTERA DE LA TUMBA 184 DE AGULLANA Y OTROS SOPORTES menor, que denominamos privado, un único vaso, la urna cineraria. El resto de vasos, alineados en el espacio mayor, o público, deben relacionarse con la contención de alimentos para el difunto. En segundo lugar, la abundante presencia de vasos de tipo hemisférico, con asa horizontal o sin ella, se distribuyen de forma organizada en el ajuar. La mayor parte de estos elementos, aparecen en calidad de tapaderas de distintos vasos, siendo un único ejemplar el que no cumple esta función, estando tapado y no tapando. La interpretación general para estos elementos, es su uso como elementos asociados a las prácticas de consumo del banquete funerario. Sobre el origen y uso A pesar de todo lo presentado hasta ahora, debemos centrarnos aún de manera específica en el vaso con alto pie calado. Este recipiente, tipológicamente distinto a cualquier otro del nordeste peninsular, hace que nos preguntemos sobre su funcionalidad, considerando que pudiera representar alguna forma de urna cineraria o vaso de ofrendas. Su relación como elemento del Symposion a modo de soporte y contenedor, se ha relacionado con la contención y mezcla de líquidos. Estas funciones se identifican habitualmente con la crátera, pero en este caso proponemos que este singular ejemplo sobre alto pie calado debe interpretarse como una crátera-holmos 12. Este vaso es consecuencia de la combinación de distintos influjos ideológicos: 81 Estrictamente funcional. Elemento de soporte que eleva el vaso 13. • Imitación y adaptación de soportes metálicos de origen oriental (offering stands and road tripods) 14. • El análisis de la presencia de holmoi en la necrópolis de Veio, presenta como primer y sorprendente resultado lo escaso de su frecuencia (sólo 26 casos sobre más de 1000 tumbas), su aparición en las tumbas más ricas (AA1 y HH II9), y la presencia ocasional tanto en tumbas masculinas como femeninas sin una riqueza singular. Es destacable su presencia en el período IC y IIB 15. El análisis de los holmoi en la necrópolis de Narce e Falerii, nos indica que sobre 82 tumbas se documentan en 14, ninguna masculina. En algunos casos, tumbas femeninas substituyeron este elemento por trípodes o por lo que se conoce como “Conche”, trípodes con plato-olla todo de una pieza. Elementos que refuerzan la idea y el significado del holmos 16. Pero es en la tumba 34 de la necrópolis de Narce-Falerii, donde se documentó un holmos con una larga protuberancia de la que colgaba una jarra, la que nos propone la recurrente asociación holmos-olla-cántaro y evidencia la relación de este tipo de elementos con el servicio de la bebida, principalmente, al menos para ámbito itálico, en relación el vino 17. Por otro lado, en la tumba 184 de Agullana también documentamos la presencia de vasijas para servir líquidos, a modo de oenochoai o jarras (representadas por tres ejemplos de distinta tipología), los otros elementos cerámicos permiten identificar grupos funcionalmente coherentes interpretables Ejemplos de piezas similares se documentan en el Keramikós de Atenas, donde en algunas de sus tumbas de s. VII a.C., parte de sus ajuares cerámicos presentan altos pies calados, siendo este desarrollo un fenómeno particular de este período. La realidad del mismo, nos muestra un escenario donde algunas de las piezas con una funcionalidad ya determinada, adquieren un protagonismo dentro de las ceremonias funerarias, demostrándose esto con la singularidad de sus soportes frente a las formas tradicionales en contextos habitacionales. La secuencia que permite observar la evolución de la tradicional cratera a la que ha llamado “crátera-holmos”, se puede proponer del siguiente modo, aunque debemos recordar que es una evolución multifactorial de tradiciones locales y foráneas: crátera; crátera y aplicación de un soporte independiente (ejemplo en la t. 273 de St. Julien de Pézenas); Unión del soporte y la crátera. La introducción de una koiné mediterránea entre las elites debe interpretarse como la responsable de estos cambios morfológicos en elementos de finalidad funeraria. 13 Estos elementos de soporte encuentran abundantes ejemplos que sostienen siempre grande cráteras. Algunos ejemplos significativos son los casos de los soportes de cráteras anforoides dodecanesias en distintos contextos rodios que encontrarían sus precedentes en distintos contextos egípcios con unas morfologías similares (Betancourt et al. 1983, p. 32, fig. 2). Posteriormente los ejemplares del territorio falisco sostienen normalmente grandes deinoi, mientras que los ejemplares laciales las características tazze-cratere. 14 Sobre esta propuesta se ha considerado que los soportes considerados responderían a unas demandas de nuevas necesidades de representación por parte de grupos sin la capacidad de adquisición de los prototipos metálicos (Papasavvas 2004). 15 Sirano 1995, p. 24. 16 Sirano 1995, p. 25. 17 Sirano 1995, p. 26. 12 82 RAIMON GRAELLS I FABREGAT - SAMUEL SARDÀ SEUMA como pequeños sets de banquete. Uno próximo a los status symbol metálicos y otro, de carácter libatorio, en un pequeño grupo separado del grueso del ajuar. De este modo la asociación holmos-jarracuenco, se relaciona claramente con la distribución y el consumo de un líquido, siendo una asociación funcional para un uso específico. Recientes estudios han situado a finales de s. VIII aC la introducción del vino en el Lacio como status symbol, y probablemente también su producción local, con la concomitante exhibición funeraria como elemento distintivo de las nacientes aristocracias 18. Esto coincide con el momento de aparición en el repertorio material del Lacio, territorio Falisco y la Etruria Meridional de los holmoi, pudiéndose relacionar. Del mismo modo, la presencia de los primeros vasos con alto pie calado en el nordeste de la Península Ibérica y del sur de Francia permiten observar, aunque un siglo más tarde, una situación similar: adquisición del vino por parte de un sector restringido de la sociedad, una probable e incipiente producción local 19 y una exhibición de éstos elementos como status symbol en algunos contextos funerarios eminentes 20 y de hábitat de singular importancia 21. Además, las asociaciones en los contextos del nordeste peninsular remiten sin problemas a la adquisición de nuevos elementos de servicio vascular, inexistentes hasta el momento como respuesta, más que segura, a la creación de nuevas necesidades tanto litúrgicas como de exhibición. Pero soportes como los citados holmoi ya se conocían anteriormente en el Egeo, aunque no constituyan producciones frecuentes en el repertorio micénico 22. Por lo tanto, aunque no pueda relacionarse directamente la aparición de los holmoi y los soportes calados del mediterráneo occidental con éstas producciones egeas, sí debe valorarse que los usos y significados pudieran responder a las mismas dinámicas. De esta manera, entre el repertorio de soportes cerámicos del egeo (LH/LM IIIA1-A2 y IIIC) son frecuentes las decoraciones caladas ( fenestrated) de distintas formas sobre las paredes del cuerpo, normalmente cilíndrico. Algunos [RdA 31 de sus tipos han sido interpretados como skeuomorfos de trípodes de bronce 23, aunque no puede descartarse una creación independiente desde el repertorio cerámico. Junto a éstos datos comunes pueden diferenciarse distintas modalidades de exhibición del “vino” como claro elemento de distinción social. Tales modalidades se identificarían no sólo por los objetos de manera independiente, sino también y sobre todo por los criterios de composición de los servicios de vajilla: de esta manera la identificación de una misma función desarrollada por diferentes tipos de vasos converge en considerar que los mismos objetos adquieran un valor diferente según las secuencias en las que se asocian y del contexto en el cual se insertan. Pero lamentablemente, en el caso de Agullana, la relación del vaso de pie calado con el vino queda, hoy por hoy, lejos de poder ser demostrada, del mismo modo que para el contenido de muchos recipientes 24, pues la ausencia de análisis de contenidos y la más que probable reutilización de los mismos, dificulta de manera directa la identificación de un tipo concreto de contenedor con un determinado producto. Es decir, hay que ser cauto a la hora de interpretar los vasos tipológicamente exógenos, en este caso las urnas de tipo Cruz del Negro, como contenedores de vino o de otros líquidos (¿contenido alcohólico?) y sumarlos a la interesante asociación integrada por la crátera con alto pie calado, la jarra y el cuenco para beber. En esta línea problemática de la no identificación de contenidos, un caso ejemplar es el ánfora ática tipo SOS que formaba parte del ajuar de la tumba 104 del Fondo del Artiaco de Cumas junto a un rico conjunto de vasos metálicos para el consumo, supuestamente, de vino. Como es sabido, las ánforas áticas se relacionan de manera mayoritaria con una producción de aceite, pero el problema sigue abierto a la espera de una batería de analíticas que confirme esta relación única con el aceite, ya que el caso de la ánfora de la citada tumba cumana, así como la representación de Dionisos con una ánfora SOS que Sirano 1995, p. 27, n. 111 con bibliografía. Caso, por ejemplo de Avinyonet del Penedès, según López 2004. 20 Caso de la tumba 184 de Agullana, por ejemplo. 21 Caso, por ejemplo, del Turó del Calvari. 22 Betancourt et al. 1983; Elster 1986; Kountouri 2005, p. 238. 23 Catling 1964, p. 219; Matthäus 1980, pp. 96-97, 100, 36-37, 40, tavv. 6-7. 24 Como es bien sabido otros líquidos de singular aprecio serían: hidromiel, vino resinado, cerveza y otros fermentados. 18 19 2007] LA CRÁTERA DE LA TUMBA 184 DE AGULLANA Y OTROS SOPORTES figura en la crátera conocida como “Vaso Françoise” de Vulci, obligan a considerar también la posibilidad de un contenido distinto 25. Por otro lado, de lo que no hay duda, es que la presencia de una crátera, al igual que en el caso de otros elementos como el simpulum y el oenochoe 26, debe interpretarse como un elemento claramente relacionado con la exclusividad de la bebida que remarca la idea de un consumo comunitario, pero que a la vez sirve para señalar el reparto unidireccional entre los comensales desde un recipiente compartido. Es en este sentido, que los alimentos y los instrumentos relacionados con el servicio y el reparto de los alimentos deben interpretarse dentro de un sistema semiótico de símbolos, categorías y significados que sirven para remarcar o modificar la igualdad, intimidad o solidaridad y también para jerarquizar las relaciones, señalando rango, distancia o segmentación 27. Otros soportes y vasos con pies calados La presencia de pies calados en Cataluña, se documenta de manera frecuente, como elementos distinguidos dentro del repertorio vascular. Cabe distinguir distintos tipos de calados que probablemente expresen voluntades distintas. Especialmente claro resulta el caso de los calados y los pies perforados. Y dentro del grupo de los vasos con pies calados deben distinguirse también, al menos, tres grupos más. A los trabajos ya conocidos de N. Rafel 28 y R. Graells 29 al respecto, tenemos que añadir al catálogo algunas observaciones. Los calados de tipo triangular son los que podemos asociar con más frecuencia a vasos con influen- 83 cia oriental. Los paralelos de tipo fenicio y orientalizante sobre otros soportes (bronce por ejemplo) representan de manera casi exclusiva los calados de forma triangular, como lo evidencian los fragmentos del trípode de tipo chipriota de la Clota 30 o las tapaderas de thymiateria de Zafara y de la Codosera 31. En este sentido, el uso de calados triangulares puede asociarse a piezas que imitan mayoritariamente prototipos fenicios (quizá esquematizando con el triángulo algún concepto cultual), como se observa en el vaso de la tumba M.6 del Coll del Moro de Gandesa 32 ( fig. 3). Los pies calados presentan por su singularidad una serie de dificultades de interpretación que se relacionan con su propia morfología e ideología, que parte de dos factores, uno de carácter funcional, como evolución del soporte 33 o del vaso con el soporte incorporado; o bien como imitación y adaptación de los soportes metálicos 34. En esta línea, debemos destacar el hallazgo de un ejemplar en la cueva de Coroluna à Trassanel (Aude), donde se interpretó el vaso como un brasero en cerámica 35, relacionándose funcionalmente con los thymiateria. En cambio, otros casos asociados a tumbas con el servicio de banquete completo o incipiente, han sido considerados como vasos destinados exclusivamente al banquete 36 y relacionados por lo tanto a ceremonias de consumo de productos particulares, principalmente líquidos por lo que respecta al registro del nordeste peninsular. Especialmente elocuentes son los ejemplos de la misma tumba 184 de Agullana 37 o el de la tumba 192 también de Agullana 38. Al igual que el plato con pie calado documentado en la habitación H2 del Turó del Calvari (Vilalba dels Arcs), que forma parte de un extenso conjunto de vajilla que incluye 5 oenochoai, 8 tazitas y 27 platos 39. Un Sobre la ánfora tipo SOS de la tumba 104 Fondo Artiaco de Cumas v. Sirano 1995, p. 31; Sobre la representación sobre el “Vaso Françoise” v. Gras 1985, p. 277 y 1987; sobre el problema de los contenidos de las ánforas áticas tipo SOS v. Docter 1991. 26 Lucas 2004-2005; Graells 2006; Sardà 2008. 27 Appadurai 1981. 28 Rafel 1993. 29 Graells 2004 y 2007. 30 Rafel 2002. 31 Almagro-Gorbea 1977, pp. 246-247, figg. 87-88; Jiménez-Ávila 2000. 32 Rafel 1991. 33 Con un ejemplo en la tumba 273 de St. Julien de Pézenas (Giry 1965). 34 Graells 2004, p. 65. 35 Guilaine y Rancoule 1996, p. 130. 36 Colonna 1973-1974. 37 Graells 2004. 38 Palol 1958, pp. 163-164. 39 Sardà 2007; Sarda 2008. 25 84 RAIMON GRAELLS I FABREGAT - SAMUEL SARDÀ SEUMA fig. 3 - Vasos con alto pie calado: M.6.1 de la necrópolis del Coll del Moro de Gandesa (Tarragona), Habitación 2 del Turó del Calvari (Tarragona). [RdA 31 2007] LA CRÁTERA DE LA TUMBA 184 DE AGULLANA Y OTROS SOPORTES tercer grupo de ejemplos relaciona la presencia de pies calados con piezas utilizadas como urnas funerarias, tal y como se ha documentado en los vasos de las necrópolis de la Pena 40, del Coll del Moro 41, del Pla de la Bruguera 42 o de Mont de Marsan 43 ( fig. 4). Frecuentemente se ha relacionado la posibilidad de que los pies calados se inspiren en piezas caladas de procedencia oriental, destinadas en fig. 4 - Mapa de distribución de pies calados en el nordeste peninsular, con los yacimientos mencionados en el texto. 1. Sant Jaume; 2. Castellot Roca Roja; 3. Coll del Moro; 4. Turó del Calvari; 5. La Pena; 6. La Pedrera; 7. Can Piteu-Can Roqueta; 8. Pla de la Bruguera; 9. Agullana. Gallart 1988. Rafel 1991. 42 Clop et al. 1998. 43 Mohen 1980, tav. 139.4. 40 41 85 86 RAIMON GRAELLS I FABREGAT - SAMUEL SARDÀ SEUMA origen al trabajo textil y de la lana, pero cargadas de simbolismo a partir de su inclusión en algunas tumbas significativas 44 como los kalathoi del Ágora y del Kerameikos. La ejecución de los calados se realizaba mediante el recorte de la pieza, cuando ésta aún estaba fresca, antes de su cocción. En algunos casos, la regularidad de la parte recortada puede suponer el dibujo previo al recorte, como ha sido observado en algunas piezas del Ágora. Algunas piezas que presentan tal regularidad podrían, por contraposición a las piezas más irregulares que se documentan en los distintos contextos funerarios catalanes, entenderse como producciones importadas o debido a la falta de paralelos estrictos fuera de los ejemplares catalanes, a producciones realizadas por artesanos [RdA 31 extranjeros introducidos o activos en comunidades indígenas, a pesar que también podría tratarse de un aprendizaje por parte de indígenas en comunidades o entornos foráneos ( fig. 5). A modo de conclusión La voluntad de los soportes, en sus múltiples variantes, es la de ofrecer estabilidad a un vaso que por sí mismo no la tiene, pero al mismo tiempo sirve para ajustar la altura del vaso a un contexto determinado de comensalidad y situarlo de manera significada en el entorno de un uso distinguido. Esta elevación del recipiente tiene, como ha señalado acertadamente E. Kountouri 45, unas implicaciones literales y metafóricas. fig. 5 - Vasos con pie calado documentados en Cataluña (de izquierda a derecha y de arriba a bajo): Pedrera A39, Pena U55, Coll del Moro C.2.1, Pedrera UA, Coll del Moro C.2.1, Castellot de la Roca Roja Cata 2 Nivell 2. 44 Abundantes ejemplos en las tumbas H.9:9 (1) y H.16:6 (8) del Ágora de Atenas, en la Isis Grave (2) y en las tumbas Gr.PG.16 de la necrópolis del Kerameikos. 45 Kountouri 2005, p. 291. 2007] LA CRÁTERA DE LA TUMBA 184 DE AGULLANA Y OTROS SOPORTES Esto lo evidencian numerosos ejemplos entre los que destacamos, los casos de las tumbas de Milatos y de Vlachopoulo, donde se documentó el soporte con la crátera encima suyo 46. Muchos de los soportes conocidos en contextos del Egeo se recuperaron en tumbas 47, de manera que la voluntad de representación de estos elementos queda demostrada como una parte importante del repertorio cerámico y de exhibición social. Más aún, si uno considera la escasa presencia de cráteras en contextos funerarios egeos del mismo período 48 y si uno considera la supuesta especialización artesanal, cuando no bajo control religioso, de su excepcional producción. En este contexto, y por analogía a lo que vamos a documentar en la crátera que centra los objetivos de nuestro trabajo, son las creaciones en una única pieza de cráteras con pie calado que han sido documentadas en contextos rodios como Vati e Ialysos. Sorprende que para las tumbas principescas del área lacial (Tumbas de Palestrina y Castel di Decima), etrusca (Cerveteri) y campana (Pontecagnano), el escaso número de vasos potorios es inversamente proporcional a la calidad, pues se documentan verdaderas agalmata sepultadas con el propietario. Parece que respecto a los ajuares falisco-laciales quiera subrayarse el aspecto personal del beber pero asociado a la práctica de un ritual comunitario, en cambio, el caso de la tumba 104 de Cumas, presenta por la organización planimétrica del ajuar, una relación del “jefe” muerto con los objetos que le connotan estatus y no con el servicio para sus invitados 49. Este dato es relevante pero debe recordarse 87 la mayor antigüedad de esta sepultura respecto a las otras tumbas denominadas “principescas”. En el caso de la tumba 184 de Agullana, la división del ajuar en dos ámbitos ha sido interpretada en relación a la imagen pública del personaje enterrado. De este modo, la presencia de unas prácticas de hospitalidad representadas en la parte pública de algunos conjuntos funerarios y de hábitat, permite pensar en las necesidades de reformular y ratificar continuas relaciones entre grupos emergentes para controlar ciertos territorios y negociar las relaciones de poder. Esto tiene sentido y se refuerza especialmente para los casos de la tumba 184 de Agullana, a medio camino de una importante vía de paso y cercana a la dinámica llanura de l’Empordà y también en el caso del Turó del Calvari, en la Terra Alta, zona que también se descubre como dinámica y receptora de influencias y materiales del mediterráneo y que representa una zona de conexión cultural entre el Bajo Aragón y el curso inferior del Ebro 50. De esta manera, la presencia de una crátera con alto pie calado en la tumba 184 de la necrópolis de Agullana, debe inscribirse en un marco interpretativo claramente relacionado con la voluntad de expresión de nuevos conceptos de gran trascendencia social y de alto significado simbólico: el consumo del vino o, como mínimo, el uso de ciertos instrumentos asociados al vino, que sólo adquieren sentido en aquellas prácticas rituales que incluyen actos conviviales de cohesión que permiten legitimar la creación de nuevas identidades en el seno de la comunidad. Como ha señalado Kountouri (2005, p. 290), es probable que también los casos de Kopreza o Gra Lygia hubieran realizado el mismo uso asociándose a alguna de las cráteras con las que se recuperaron. 47 Vlachopolulo, Karpathos, Kopreza, Gra Lygia, Ialysos, Myrsine, Maliam Elounta, Kritsa y Milatos. 48 Sobre la escasa presencia de cráteras en contextos funerarios egeos y su problemática v. Kountouri 2005, p. 290, n. 39. 49 Sirano 1995, p. 38. 50 Sardà 2007 y 2008. 46 88 RAIMON GRAELLS I FABREGAT - SAMUEL SARDÀ SEUMA [RdA 31 Bibliografia Almagro-Gorbea M. 1977, El bronce final y el período orientalizante en Extremadura (BPH XIV), Madrid. Giry J. 1965, La nécropole préromaine de St.-Julien (Cne de Pézenas, Hérault), in RSL, XXXI/1-2, pp. 117-242. Appadurai A. 1981, Gastro-Politics in Hindu South Asia, in American Ethnologist, 8, pp. 494-511. Gracia F. 2000, El comercio arcaico en el nordeste de la Península Ibérica. Estado de la cuestión y perspectivas, in Monografies Emporitanes, 11, pp. 257-276. Arteaga O., PadrÒ J., sANMARTí E. 1986, La expansión fenicia por las costas de Cataluña y Languedoc, in R. Olmos y M. E. Aubet (eds.) Los fenicios en la Península Ibérica, Sabadell, pp. 303-314. Bartoloni G. 2002, Appunti sull’introduzione del banchetto nel Lazio: La coppa del principe, in M. G. Amadasi, M. Liverani, P. Matthiae (eds.), Da Pyrgi a Mozia. 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