Technologies for Freedom - I Congreso Internacional de Estudios
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Technologies for Freedom - I Congreso Internacional de Estudios
Technologies for Freedom: un modelo de tecnología para el desarrollo humano y sostenible Technologies for Freedom: a technological model to a human and sustainable development Álvaro Fernández-Baldor Universitat Politècnica de València [email protected] Andrés Hueso Universitat Politècnica de València [email protected] Alejandra Boni Universitat Politècnica de València [email protected] Resumen: La tecnología puede ser una valiosa herramienta para el desarrollo. Sin embargo, muchas intervenciones tecnológicas están teniendo dificultades en conseguir transformaciones significativas y duraderas. La tecnología, a pesar de ser muy importante, no es el único factor que asegura el éxito de una intervención. En este trabajo se presenta un modelo tecnológico que tenga en cuenta los principios del Desarrollo Humano Sostenible y se centre en ampliar las opciones reales que disfrutan los individuos: el modelo Technologies for Freedom. Tras testar el modelo en 4 proyectos de cooperación en Perú y analizar los resultados, se concluye que los proyectos tecnológicos son un medio para ampliar las opciones de las personas, pero también para reforzar su habilidad para provocar cambios que valoran. Palabras clave: desarrollo humano sostenible, tecnología, capacidades, agencia. Abstract: Technology can be a valuable tool for development. However, technological interventions have struggled to produce meaningful and sustained transformations. Technology, despite being very important, is not the only factor that ensures the success of an intervention. This paper presents a technological model that takes into account the principles of sustainable human development and focus on expanding the real choices that people enjoy: the Technologies for Freedom model. After testing the model in 4 cooperation projects in Peru and analyzing the results, we conclude that technology projects are a means to expand people's choices, but also to enhance their ability to make changes happens. Key words: sustainable human development, technology, capabilities, agency. Introducción A lo largo de la historia la tecnología ha sido una herramienta muy valiosa para el desarrollo. Desde la rueda, que nos permite transportar cargas pesadas, hasta el actual GPS, que nos facilita la posición con exactitud y la altitud con precisión. A su vez, la tecnología ha sido utilizada durante décadas para intentar erradicar la pobreza o, al menos, disminuir las diferencias entre el norte y el sur. Sin embargo, el modo en que se ha empleado la tecnología, y la visión que se ha tenido de la misma, no ha sido siempre igual, sino que existen distintas interpretaciones. En esta comunicación presentaremos una investigación que analiza las diferentes visiones de la tecnología y su papel en el desarrollo, intentado descifrar el contexto y el marco teórico en el que se ubican. A continuación, abordaremos el paradigma del desarrollo predominante en los últimos años, el Desarrollo Humano Sostenible, y el marco teórico que lo sustenta: el Enfoque de las Capacidades. Tomamos dicho enfoque como marco teórico para interpretar las intervenciones tecnológicas como una oportunidad para ampliar las libertades de las personas y conseguir una transformación a largo plazo. El desarrollo, desde el Enfoque de Capacidades, es entendido como la ampliación de las libertades reales (capacidades) que las personas tienen razones para valorar (Sen, 1999). En este trabajo propondremos un modelo tecnológico que tenga en cuenta los principios del Desarrollo Humano Sostenible y centre su foco de atención en ampliar las opciones reales de las que disfrutan los individuos: el modelo Technologies for Freedom (T4F). Finalmente se analizará, a modo de estudio de caso, un trabajo de campo realizado en Perú testando el modelo T4F en cuatro proyectos de electrificación mediante energías renovables llevados a cabo por la ONG Soluciones Prácticas. Para concluir, se mostrarán fortalezas y debilidades del modelo y se apuntarán posibles de líneas de investigación que complementen este trabajo. 1. Tecnología y desarrollo: visiones y aplicaciones en la cooperación al desarrollo El papel de la tecnología en los ámbitos del desarrollo y la cooperación internacional ha ganado en cuanto a visibilidad y reconocimiento de su importancia desde inicios del nuevo siglo. Sirvan de ejemplo dos informes anuales de instituciones internacionales que destacan el papel de la tecnología a la hora de analizar el desarrollo del planeta: por un lado, el Informe de Desarrollo Humano de 2001 del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo Poner el adelanto tecnológico al servicio del desarrollo humano y, por otro lado, el Informe de 2004 del Banco Mundial dedicado a los Servicios para los pobres. En ambos textos se subraya la importancia de la tecnología para la consecución del desarrollo humano sostenible y para la erradicación de la pobreza. Asimismo, el informe de la UNESCO Ingeniería para un mundo mejor (2003) y el del InterAcademy Council (2004) Inventar un futuro mejor, apuntan en direcciones parecidas, al igual que el trabajo del equipo de Ciencia, Tecnología e Innovación del proyecto Millenium de la ONU Innovación: aplicar el conocimiento al desarrollo (2005) que analiza cómo la tecnología, las infraestructuras y la ingeniería pueden contribuir a 2 conseguir los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Más recientemente, la UK Collaborative on Development Sciences (UKCDS) desarrolló para la agencia británica de cooperación, DFID, el informe Science and Innovation for Development (2010). En el informe se analiza el potencial que la tecnología tiene en la cooperación internacional para el desarrollo, y se aboga por nuevas formas de crear y difundir el conocimiento y la tecnología que incluyan la voz de los más pobres. En este sentido, se apunta hacia nuevas formas de partenariado con universidades, institutos y centros de investigación de países del Sur para generar tecnología, e incluso que respondan a las necesidades concretas de los potenciales usuarios de los países en vías de desarrollo. En esta última línea se sitúa un informe de la American Society of Mechanical Engineers, titulado Engineering Solutions for the Base of the Pyramid (2009). En el informe se presentan los mercados de los países empobrecidos como una oportunidad para las empresas para crear nuevas tecnologías adaptadas a las necesidades locales. También han surgido institutos y centros de investigación centrados en sectores tecnológicos dedicados a la problemática del desarrollo, tanto en países del Norte como en países del Sur. Ejemplos de ello son el Centre for Social, Technological and Environmental Pathways to Sustainability (STEPS) o el UKCDS, señalado anteriormente, en el Reino Unido, el Banco de Tecnologías Sociales en Brasil, el Centro de Tecnologías Apropiadas en Uruguay (CEUTA) o el National Institute of Science, Technology and Development Studies (NISTADS) en la India. Incluso han surgido iniciativas internacionales para solucionar problemas de desarrollo que necesitan de investigadores del Norte y del Sur, como la Consultative Group on International Agricultural Research (CGIAR) con centros asociados por todo el mundo. Además, son muchas las ONGD que se han especializado en aplicar soluciones tecnológicas a sus proyectos, como es el caso de Practical Action, Ingeniería Sin Fronteras, Ingenieros Contra la Pobreza EAP o Ingenieros Registrados para el Desarrollo y la Emergencia. Sin embargo, trasladar los beneficios de la tecnología y la innovación a la sociedad no es sencillo. Tampoco la aplicación de la tecnología a la cooperación al desarrollo ha sido siempre exitosa. En muchos casos las tecnologías se diseñan para un óptimo uso y condiciones de países del Norte, por eso es habitual que sean inapropiadas para países menos desarrollados (Acemoglu, 2002). Muestra de ello son los abundantes proyectos de modernización agrícola fracasados o los cientos de paneles fotovoltaicos abandonados en muchos proyectos (ver por ej. Dufumier, 1996; James, 1995; Shiva, 1991). Tampoco la visión que se ha tenido de la tecnología ha sido siempre la misma, sino que ha ido evolucionando en el tiempo y normalmente ligada a una visión concreta del desarrollo y el cambio social. En los próximos apartados recorreremos los proyectos tecnológicos en las últimas décadas, mostrando las diferentes visiones que guiaban las intervenciones de desarrollo e intentando comprender cuáles son las problemáticas no resueltas por las visiones de la tecnología en la cooperación al desarrollo. 1.1 Modernización y transferencia de tecnología Harry Truman, en su discurso inaugural como presidente de los Estados Unidos de 1949, afirmaba: “Tenemos que embarcarnos en un programa nuevo y audaz para que nuestros avances científicos y nuestro progreso industrial estén a disposición de la mejora y el 3 crecimiento de las áreas subdesarrolladas” (citado en Prats, 2006). Su discurso refleja el espíritu de la época, recién superada la II Guerra Mundial, donde se iniciaba un proceso de expansión económica (Unceta y Yoldi, 2000). La inversión productiva, el crecimiento económico y la industrialización se convierten en elementos centrales del debate y del proceso que habría de permitir el tránsito desde el subdesarrollo hasta el desarrollo (Griffin, 1991; Unceta, 1996). El máximo exponente de las teorías desarrollistas de esta época fue Rostow quien, en su obra Las Etapas del Crecimiento Económico (1961), diferenciaba cinco etapas por las que las sociedades deben transitar, desde una etapa tradicional (incapaz de generar productividad) a una etapa de consumo de masas en la que el progreso tecnológico permitiría nuevas formas de bienestar a través del consumo de bienes, servicios, etc. Esta visión del desarrollo como crecimiento económico permea en la manera de llevarse a cabo la cooperación internacional: la tecnología es progreso, y el progreso debía llevarse a los países subdesarrollados para salir de la pobreza. Se trataba de trasladar el desarrollo industrial a aquellos lugares donde éste no se había dado (Griffin, 1991). Los proyectos eran los principales vehículos de la ayuda y su diseño se realizaba de manera jerárquica (top-down), priorizando la inversión en tecnología e infraestructura sobre otros sectores (Robb, 2004). Sirvan de ejemplo los grandes proyectos de modernización agrícola en América Latina, Asia o en el África Sub-Sahariana financiados por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en las décadas de 1960 y 1970 – en la conocida como revolución verde (Bourlaug, 2002). Se trataba de trasladar los avances tecnológicos de los países del Norte a los países que no habían alcanzado el mismo desarrollo económico. A nivel micro los proyectos se encargaron de llevar la tecnología al servicio de las comunidades rurales de los países denominados subdesarrollados. Esto se tradujo en proyectos agroproductivos principalmente, pero también en infraestructuras: construcción de carreteras, electrificación, abastecimiento de agua, etc., es decir, crear las condiciones necesarias para el desarrollo económico. Las comunidades ejercían el papel de meros receptores de ayuda, participando poco o nada en el proceso de implementación de los proyectos (Chambers, 1997). Sin embargo, los proyectos que pretendían llevar el progreso no siempre fueron exitosos. Dufumier (1996) analiza críticamente diferentes proyectos de modernización agrícola en los llamados países del Tercer Mundo en las décadas de 1960 y 1970. El análisis revela que la tecnología se trasladó desde el Norte, para unas condiciones específicas, sin tener en cuenta las características concretas de los lugares donde serían implementadas. A una conclusión similar llega el economista alemán E. F. Schumacher al analizar los procesos de transferencia de tecnología a los países pobres. Schumacher (1973) en su obra Small is beautiful. Economics as if people mattered sostiene que trasladar el modelo de desarrollo tecnológico a los países menos desarrollados genera más desempleo (al sustituir las máquinas la mano de obra) y pobreza urbana (debido a la migración masiva del campo hacia las ciudades). Shiva (1991) alertaba de la peligrosidad del modelo de transferencia tecnológica para el medio ambiente y para los campesinos de los países receptores de la modernización. 4 1.2 Tecnologías Apropiadas En los años de 1970 surge una corriente de pensamiento económico que cuestiona las teorías ortodoxas del desarrollo económico, y se preocupa por el aspecto redistributivo del mismo, centrando su análisis en la satisfacción de las necesidades básicas de las personas (ver como referente del enfoque de necesidades básicas a Streeten, 1981). El Banco Mundial se hizo eco de este enfoque y publicó en 1974 la obra Redistribution with Growth. El estudio defendía la necesidad de distribuir la renta hacia los trabajadores pobres, la extensión de los servicios públicos a las comunidades más pobres y la participación de los beneficiarios en la planificación y gestión de los servicios (Chenery et al., 1974). El Banco Mundial se encargó de trasladar esta visión del desarrollo en políticas de cooperación al desarrollo. A los proyectos tradicionales de inversiones en infraestructuras de comunicaciones, transportes, agricultura y energía, se suman otros como la educación, la salud y la lucha contra la pobreza urbana (Baum y Tolbert, 1986). También la Organización Internacional del Trabajo se marcó una agenda para el cumplimiento de las necesidades básicas. Sus proyectos se tradujeron en acceso a servicios esenciales (vivienda, salud, transporte, agua potable, etc.), e incorporaron necesidades relativas a vivir una vida digna, en un entorno saludable y a participar en la toma de decisiones de los proyectos (Hunt, 1989). Sin embargo, muchos de esos proyectos fracasaron al no tener en cuenta la limitada capacidad de los Estados (PNUD, 1996), o por abordar las intervenciones desde un punto de vista técnico y económico, y no como un proceso social (Robb, 2004). También surgieron dudas por no cuestionarse los valores y políticas que esconden las tecnologías (Winner, 1986; Dagnino, 1976). Tampoco parecía que esta nueva visión resolviese una cuestión emergente: cómo garantizar la sostenibilidad del planeta al ritmo de crecimiento de los años de 1970. En este contexto, los movimientos ambientalistas, inspirados en obras como La Primavera Silenciosa de Carson (1962), Population Bomb de Ehrlich (1968) o Los Límites del Crecimiento de Meadows et al. (1972), reivindicaban una mayor consideración hacia el medio ambiente en el modelo de desarrollo. Este último informe, también conocido como Informe Meadows, supuso un aviso a las teorías desarrollistas. El informe concluía que el modelo de desarrollo basado en el crecimiento económico no sería viable si se extendiese a los países menos desarrollados por la incapacidad del planeta de soportar la explotación de sus recursos. Conscientes de este problema, y presionados por la sociedad (especialmente de los grupos ecologistas), las Naciones Unidas crean en 1984 la Comisión Mundial del Medio Ambiente y del Desarrollo. Las conclusiones de los estudios de esta comisión se sintetizaron en el conocido Informe Brutland (1987), donde se acuñó el término de “desarrollo sostenible”. En la confluencia de todos estos elementos económicos, políticos y ambientales, y en contraposición al modelo de desarrollo como crecimiento económico, surge a finales de la década de 1970 el movimiento de las Tecnologías Apropiadas. Aunque el origen del concepto de Tecnología Apropiada (TA) puede situarse en el pensamiento de Gandhi en la India colonial (Motta, 1996) – por recuperar una técnica productiva descentralizada a cargo de las masas frente a la modernización impuesta por la corona británica – fue el economista de origen alemán E. F. Schumacher quien introdujo el concepto de TA en el mundo occidental. En su obra Small is beautiful. Economics as if people 5 mattered (1973), traducida a 15 idiomas, proponía una visión de la tecnología que tuviera en cuenta el marco de la pobreza desde una visión integral de la misma. Schumacher proponía el desarrollo económico y social de las áreas rurales, evitando las grandes migraciones a las ciudades y creando una industria “a escala”: poco intensiva en capital, que priorizase las oportunidades de empleo antes que la productividad, que no despreciase la capacidad productiva de los sectores tradicionales, y que no generase dependencias externas debido a su complejidad. Por lo tanto, la pieza que encajaría en este puzzle serían las TA, cuyas características serían, entre otras, producir oportunidades de empleo, ser intensiva en mano de obra antes que en capital, la pequeña escala, la simplicidad tecnológica, el aprovechamiento de los recursos y materiales locales y situarse en un plano intermedio, es decir, más barata que la sofisticada, pero más productiva que la tradicional. El enfoque de Schumacher era claro: había que tener una visión local o regional del desarrollo, centrada en los recursos humanos y prácticas existentes, que no generase dependencias externas, y que no promoviese migraciones entre regiones por diferencias de desarrollo económico. La apuesta por crear empleo antes que por generar una industria muy productiva, por medio de alta tecnología, entraba en fuerte contradicción con el pensamiento económico del momento. En la cooperación internacional surgen numerosas ONGD inspiradas en las TA, y las que no son tecnológicas al menos incorporan en su lenguaje el término de “apropiadas”. La práctica de la TA supuso abordar el desarrollo tecnológico mediante la recuperación de tecnologías antiguas o en desuso, mejorándolas si procedía; la simplificación de tecnologías modernas; la adopción de tecnología apropiada utilizada en otros países; o la invención directa de nuevas tecnologías apropiadas. A pesar de que originalmente las TA, tal y como fueron concebidas por Ghandi, suponían una recuperación de técnicas locales, respeto a las culturas tradicionales y una forma de empoderar a las personas desfavorecidas (Motta, 1996), al ser llevadas a la práctica en los proyectos de cooperación, la tendencia fue a tener en cuenta solamente factores tecnológicos, sin considerar el proceso social (Robb, 2004). Dagnino (2006) critica que la TA fue ideada desde el determinismo tecnológico y suponiendo la neutralidad tecnológica, impidiendo dotar a la TA de un objetivo claro, más allá de los problemas técnicos que resuelve. Otra gran parte de las críticas a la TA se centran en que desde el Norte se buscaban soluciones “apropiadas” para los países del Sur, con lo que no se valoraba el conocimiento local y encima se aumentaba la dependencia tecnológica Norte-Sur (Leach y Scoones, 2006). 1.3 Tecnologías para el Desarrollo Humano La crisis del petróleo de 1973, y el consecuente aumento de los precios del petróleo, supuso la entrada de la banca privada en los flujos financieros en las transacciones Norte-Sur, lo que generó una crisis en los países deudores al no poder afrontar los intereses (Gómez y Sanahuja, 1999). También significó la adopción de un modelo económico, conocido como Consenso de Washington, caracterizado por la liberación económica, la apertura exterior y la privatización de las empresas estatales. En la década de 1980 el desarrollo social ya había quedado relegado a un segundo plano, sin instrumentos capaces de hacerlo avanzar, en un contexto en el que la caída de la renta de los sectores más desfavorecidos se hizo alarmante (Unceta y Yoldi, 2000). 6 En este contexto los proyectos de cooperación al desarrollo que empleaban tecnologías apropiadas se convertían en pequeñas intervenciones aisladas, promovidas principalmente por ONGD, pero incapaces de crear un cambio significativo en los países del Sur (Dagnino, 2006). La década de 1980 también se recordará porque, a la vez que se imponían los planes de ajuste a la mayoría de países del Sur, empezaban a reconocerse los efectos negativos de los mismos en las capas más desfavorecidas de la población. En 1987, UNICEF publicó Adjustment with a human face (Cornia et al., 1987) y, posteriormente, los donantes introdujeron en sus políticas de desarrollo el impacto social del ajuste estructural. También obras como Rural development, putting the last first (Chambers, 1983) o Putting people first (Cernea, 1985) produjeron un cambio en la manera convencional de entender los proyectos puesto que se puso el acento en que el desarrollo tiene que ver con la gente, las organizaciones sociales y su conocimiento e instituciones. Pero son, sin lugar a duda, los estudios del economista Amartya Sen (y de otros investigadores como Nussbaum, Steward, Ul Haq, Drèze, Max-Neef, etc.) en las décadas de 1980 y 1990 los que producen una mayor difusión del concepto de un desarrollo centrado en las personas: el Desarrollo Humano Sostenible. Frente a las concepciones utilitaristas del desarrollo se abre paso una concepción del desarrollo diferente, en cuyo centro se sitúa el ser humano y el desarrollo se entiende como un proceso de ampliación de las oportunidades de las personas. La difusión del concepto la realiza el PNUD desde 1990 hasta la actualidad, mediante los Informes de Desarrollo Humano (IDH). Los informes tratan de analizar el desarrollo de los países no sólo por su Producto Interior Bruto como principal indicador, sino incorporando otras dimensiones relacionadas con el bienestar humano (salud y educación principalmente). En 2001, tras once ediciones del IDH, el PNUD dedica su informe anual a la tecnología: Poner la tecnología al servicio del desarrollo humano (PNUD, 2001), colocando el concepto de Tecnología para el Desarrollo Humano (TDH) en el centro de la agenda del desarrollo. Según las ideas del PNUD, los avances tecnológicos de los últimos tiempos, como las tecnologías de la información, la biomedicina o la genética, configuran oportunidades excepcionales para erradicar la pobreza, pues permiten mejorar la salud y la nutrición, ampliar los conocimientos, fomentar el crecimiento económico y capacitar a las personas para participar en la vida de sus comunidades. De acuerdo a esta visión, la tecnología afecta doblemente al desarrollo humano (ver Figura 1). Por un lado, de manera directa, porque a mayor avance tecnológico más adelantos se producen en la medicina, las comunicaciones, la energía, etc. y eso redunda en el desarrollo humano (por ejemplo, vivir una vida más larga o disfrutar de un nivel de vida decoroso). Y por otro lado, afecta indirectamente, porque el cambio tecnológico produce aumentos productivos que se traducen en crecimiento económico, que a su vez permite que haya más recursos para educación, salud, comunicaciones, etc. que terminan favoreciendo el Desarrollo Humano. 7 Figura 1. Vínculos entre tecnología y desarrollo humano Fuente: PNUD, 2001. Se trata de una visión enmarcada en un contexto de globalización donde la creación de conocimiento tiene sus efectos sobre el planteamiento de las actividades de desarrollo. Por un lado, bajo la dinámica de difusión de innovaciones por medio de redes, la difusión de conocimientos se ha acelerado de manera espectacular, ampliando las posibilidades de acción para favorecer el desarrollo humano. Por otro lado, el abaratamiento de los costes de comunicación que ha abierto la puerta, entre otros factores, a la globalización y el desarrollo económico de las últimas décadas es también una oportunidad para promover formas de colaboración más horizontales y participativas. Esto tiene un efecto directo en los métodos de actuación de la cooperación al desarrollo. Y también, la escala de la práctica del desarrollo es global: las organizaciones, localizadas en escalas de intervención desiguales, pueden coordinar sus intereses en iniciativas comunes, atendiendo las necesidades diferentes provenientes de su propio entorno para consolidar reivindicaciones a nivel global (Arribas y Fernández-Baldor, 2011). No obstante, muchas son las críticas que se han alzado frente a este modelo. Se critica que la visión del PNUD es de nuevo tecno-céntrica, como un retroceso al determinismo tecnológico del siglo XIX (Dagnino, 2006). Desde los movimientos ecologistas se critica al informe del PNUD del 2001 como un abanderado de las nuevas tecnologías, en las que Naciones Unidas se convierten en un “vendedor de biotecnologías”, en lugar de rescatar los saberes tradicionales, las semillas criollas, etc. (ver por ejemplo Shiva, 2009). Por otro lado, en el doble círculo virtuoso (ver Figura 1) no queda claro qué significa “cambio tecnológico” para el PNUD. Se supone que es una especie de caja negra donde el conocimiento, la creatividad y los recursos económicos se transforman en ganancias productivas y avances en la medicina, comunicaciones, agricultura, etc. para todas las personas. Sin embargo, el cambio tecnológico depende principalmente de dos factores 8 (Acemoglu, 2002): el precio y el tamaño del mercado. Es decir, que quien se beneficia de la tecnología es quien la pueda pagar y sólo se difunde allá donde exista un tamaño considerable de compradores. Las críticas en este sentido también apuntan a que realmente no se están produciendo procesos de generación y difusión del conocimiento en las zonas empobrecidas, sino que estos se benefician en última instancia de avances tecnológicos producidos en los países enriquecidos. De esta manera la brecha tecnológica se mantiene y la dependencia se incrementa. Leach y Scoones (2006) indican que debería ser la ciencia la que se adaptase a los contextos locales, donde la tecnología sea parte de un proceso de desarrollo participativo y de abajo arriba, donde los ciudadanos jugarían un papel fundamental. Además, la definición del PNUD es poco precisa en la definición del rol de los beneficiarios (Fernández-Baldor et al., 2012). De hecho, no llega a concretar la TDH como un proceso, sino que se deja llevar por las expectativas que abre la nueva Era de Redes de la Sociedad de la Información, o el espejismo de los espectaculares avances tecnológicos de las últimas dos décadas. En definitiva, el informe parece olvidar precisamente los fundamentos teóricos del desarrollo humano: ampliar las opciones reales de las personas y la capacidad de ayudarse a sí mismas. En este estudio pretendemos precisamente recuperar la esencia del Desarrollo Humano Sostenible y analizar su aplicabilidad a los proyectos de cooperación de corte tecnológico a nivel micro. 2. Technologies for Freedom: un modelo de tecnología centrado en las personas Si bien el concepto de Tecnologías Apropiadas se ha difundido por todo el planeta, su aplicación en los proyectos de cooperación al desarrollo se ha limitado, en la mayoría de los casos, a buscar soluciones técnicas a contextos y problemáticas específicas, olvidando el contexto en el que se ubican y el papel transformador y empoderador de la tecnología. También el concepto de Desarrollo Humano ha sido extensamente adoptado y aceptado. Sin embargo, la visión del PNUD (reflejada en el IDH 2001) aboga por una Tecnología para el Desarrollo Humano donde la ciencia y la innovación redundarán en beneficios para las personas, pero sin tener en cuenta los procesos de generación de conocimiento ni transferencia de la tecnología ni de los procesos a nivel micro que permiten a las personas mejorar sus vidas. En este estudio proponemos establecer un modelo de tecnología que incorpore ciertos elementos de ambas visiones de las tecnologías, pero que refuerce sobretodo el papel que la tecnología puede jugar a la hora de ampliar las opciones reales de las personas (capacidades) y la habilidad de ayudarse a sí mismas e influir en los procesos de cambio que consideran importantes (agencia). Para ello, en el siguiente apartado analizaremos en detalle el Enfoque de Capacidades. Este marco teórico nos permitirá comprender qué elementos son necesarios tener en cuenta en las intervenciones de corte tecnológico si el objetivo es ampliar las capacidades y agencia de las personas. A continuación, se analizarán los principales rasgos que un proyecto debe considerar para ser considerado Technologies for Freedom. 9 2.1 El Enfoque de Capacidades para el Desarrollo Humano Sostenible Los enfoques del desarrollo humano que ligan el desarrollo con la ampliación de las capacidades de las personas se basan, fundamentalmente, en los escritos del premio nobel de economía Amartya Sen y las contribuciones posteriores de la filósofa Martha Nussbaum. Según este enfoque, conocido como Enfoque de Capacidades (del inglés, Capability Approach) el éxito de las intervenciones de desarrollo depende de que las opciones de las personas para poder conducir su propia vida se hayan ampliado. El Enfoque de Capacidades (en adelante, EC) es un marco normativo para evaluar el bienestar individual de las personas y su entorno institucional, el diseño de políticas o propuestas de cambio social. Se utiliza en diversas disciplinas, como los estudios sobre el desarrollo, pero también en economía, política social o la filosofía política. No se trata de una teoría que explique fenómenos como la pobreza o las desigualdades, sino que aporta un marco para conceptualizar, entender y evaluar estos fenómenos (Robeyns, 2005). Según el EC, el desarrollo es entendido como la ampliación de las oportunidades de las personas para llevar a cabo la vida que tienen razones para valorar (Sen, 1999). Se centra pues en ampliar las libertades de las personas y no en favorecer únicamente el crecimiento económico. Este formaría parte de una serie de elementos a tener en cuenta, pero no sería el único. Según este enfoque, la base de información para medir el desarrollo se identifica con las capacidades de los seres humanos para llevar a cabo la vida que tienen razones para valorar (Op. cit, 1999; 1985). Una capacidad refleja lo que una persona puede hacer o ser, independientemente de que decida realizarlo (sentido de capacidad como oportunidad). Las capacidades se caracterizan, por tanto, como el conjunto de libertades que gozan los individuos para llevar un tipo de vida u otro. Los funcionamientos son las cosas que una persona puede valorar ser o hacer. La diferencia fundamental entre capacidades y funcionamientos es que las capacidades son el abanico de funcionamientos posibles (alcanzables) entre los que una persona puede elegir. Los funcionamientos pueden ser trabajar, descansar, estar sano, formar parte de una comunidad, ser respetado, etc. Estos ‘beings and doings’, que Sen denomina funcionamientos, juntos constituyen lo que hace una vida sea valorada por una persona. Es decir, una persona puede poseer unas capacidades (disfrutar de libertades), pero puede decidir llevarlas a cabo o no. Estas elecciones están condicionadas por el contexto, por las características de cada persona, por la historia o trayectoria de vida, etc. (Robeyns, 2005). Estos factores harán que dos personas teniendo las mismas capacidades (opciones o libertades), puede que hagan o sean cosas diferentes (funcionamientos) en función de lo que consideren más valioso. En este sentido, Sen no define pobreza como la falta de medios (como el ingreso o las mercancías) que producen unos resultados según las personas y los contextos. Tampoco puede afirmarse que son pobres aquellos cuyas preferencias no están suficientemente satisfechas, porque las preferencias pueden manipularse y dependen también de las oportunidades que la sociedad ofrece. Lo que propone este enfoque es que la pobreza es, ante todo, falta de libertad para llevar adelante planes de vida que una persona tiene razones para valorar. Y es precisamente lo más interesante de este enfoque: considerar que los bienes y 10 servicios por sí solos no suponen bienestar. Según Sen (1999, pxii) “El desarrollo de una persona consiste en expandir el conjunto de capacidades a partir del cual cada persona toma sus decisiones vitales y profesionales liberado de las ataduras (unfreedoms) que dejan a las personas con poca capacidad de elección y pocas oportunidades para ejercitar su agencia”. Bajo el EC se torna fundamental entender a las personas (individual y colectivamente), su trayectoria de vida y el contexto en el que viven (geográficamente y ambientalmente), pero también las relaciones de poder, las normas sociales establecidas, los roles de género, etc. (Robeyns, 2005). En definitiva, los medios son necesarios para el bienestar de las personas, pero no son el único condicionante. Otro concepto clave del EC es la agencia. Sen (1985, p. 203) la define como la “habilidad que tiene una persona para conseguir las metas o valores que considera importantes”. Agente sería “la persona que actúa buscando un cambio” (Sen, 1999, p.19). Puesto que bajo el enfoque de capacidades el desarrollo es visto como el proceso de expansión de las libertades reales que disfrutan las personas, la agencia cobra especial relevancia. Mayor agencia potencia la habilidad de las personas para ayudarse a sí mismas, pero también para influir en el mundo, siendo estos temas claves para los procesos de desarrollo (Crocker, 2008). Conviene destacar en el EC la distinción entre bienestar y agencia. El bienestar suele estar relacionado con la satisfacción personal (por ejemplo, que sentimos al ayudar a otra persona; o al comer algo agradable). Agencia se refiere a los logros que se consideren importantes, independientemente de que produzcan bienestar a la persona (Sen, 1992; 1999). Por lo tanto, la agencia se diferencia del bienestar en el aspecto de que la agencia no sólo concierne a las metas y objetivos que conllevan al bienestar a una persona, sino a la totalidad de sus metas consideradas como importantes (Crocker, 2008). Esta distinción en importante, puesto que una persona puede perseguir objetivos que reduzcan su bienestar, como, por ejemplo, luchando por los derechos de otras personas en una manifestación, aun exponiéndose a recibir golpes. Por último, cabe apreciar que este enfoque es el fundamento del paradigma del Desarrollo Humano Sostenible (Fukuda-Parr, 2003), con el que comparte los mismos principios: participación y empoderamiento; sostenibilidad; equidad y diversidad; y productividad (Ul Haq, 1995). A continuación pasamos a describir brevemente cada uno de estos principios, pues su aplicación tendrá consecuencias en la manera en la que planteamos las intervenciones de desarrollo: • Equidad y diversidad: si desarrollo significa ampliar las opciones de las personas, éstas deben disfrutar de un acceso equitativo a las oportunidades, reconociendo la diversidad de las mismas. Desarrollo sin equidad significa restringir las opciones de los individuos en una sociedad. Según Ul Haq (1995) la equidad en el acceso a las oportunidades requiere, en muchas ocasiones, de una restructuración del poder establecido. • Sostenibilidad: las próximas generaciones merecen disfrutar de las mismas oportunidades que las presentes. No se refiere sólo a la sostenibilidad ambiental, sino a algo más amplio, entendiendo la sostenibilidad de las opciones humanas: físicas, humanas, financieras y ambientales. 11 • • Productividad: facilitar un entorno para que las personas sean productivas y se puedan asegurar unos medios de vida sostenibles (Ul Haq, 1995). Participación y empoderamiento: las personas son entendidas como sujetos y objetos del desarrollo, capaces de realizar elecciones bajo su propia voluntad. Las personas son entendidas como agentes de cambio y deben poder influir en las decisiones que afectan a sus vidas. 2.2 El modelo “Technologies for Freedom” A pesar la riqueza de este enfoque, no existen demasiados trabajos que hayan profundizado en las potencialidades del EC para mejorar los proyectos de desarrollo. Sí que hay mucha investigación en el uso del EC para analizar el impacto de las políticas públicas en contextos nacionales y locales a partir de indicadores de carácter cuantitativo (un ejemplo de este tipo de investigaciones puede verse en los trabajos de Chiappero-Martinetti (2009), Comim, Qizilbash y Alkire, (2008)), pero la realidad más micro necesita de mayor investigación aplicada. Este trabajo pretende complementar este vacío con una investigación sobre las aportaciones del EC a los proyectos de cooperación de corte tecnológico. La Figura 2 representa, según el EC, el conjunto de elementos que influyen a la hora de que una persona convierta unos bienes y servicios tecnológicos en un funcionamiento concreto. Figura 2. Representación no dinámica del conjunto de capacidades de una persona Fuente: Elaboración propia a partir de Robeyns (2005). Supongamos una tecnología muy sencilla: una bicicleta. En principio las personas valoran la bicicleta no por los materiales que la conforman, sino por el funcionamiento que le damos. Por ejemplo, porque nos ayuda a desplazarnos de manera más rápida que si fuéramos caminando. En este caso la capacidad sería la movilidad, tener opciones de desplazarnos más rápido que caminando. Sin embargo, para que unos bienes y servicios se transformen en capacidades, influyen tres tipos de factores de conversión individuales (FCI) (Robeyns, 2005): • Factores personales de conversión: el metabolismo, la condición física, el sexo, la inteligencia, etc. influyen en la manera en que una persona convierte un bien o 12 servicio en una capacidad. Volviendo al ejemplo de la bicicleta, para un discapacitado físico una bicicleta convencional no se convertiría en una opción para desplazarse libremente. • Factores sociales de conversión: políticas públicas, normas sociales, relaciones de poder, roles de género, jerarquías sociales, etc. también son contemplados en el EC. En el ejemplo de la bicicleta, si las normas de la comunidad no permiten que las mujeres caminen solas en bicicleta, se dificultaría que el medio (bicicleta) se transforme en una capacidad (desplazarse libremente). • Factores medioambientales de conversión: la localización geográfica o el clima determinarían, por ejemplo, que las personas puedan ir de bicicleta. De poco sirve una bicicleta en un desierto sin pavimentar o en una zona donde sólo existen cuestas de gran pendiente. Y esto es precisamente lo más interesante de este enfoque: considerar que los bienes y servicios por sí solos no suponen desarrollo, tal y como pregonan otros enfoques. Bajo el EC se torna fundamental entender a las personas (individual y colectivamente) pero también el contexto en el que viven. Veamos esto con un ejemplo: supongamos una comunidad en la que se han detectado graves problemas de malnutrición infantil. Un enfoque centrado únicamente en los bienes y servicios puede que proponga como proyecto una intervención que asegure los ingresos económicos familiares para que puedan adquirir alimentos. Sin embargo, el EC nos diría que, además de asegurar los ingresos económicos (condición necesaria), habría que fijarse en las normas sociales y entender el contexto. En este caso sería básico analizar la distribución intrafamiliar de esos ingresos económicos, para comprobar que realmente ese dinero se transforme en alimentos para los niños y niñas, y no se queda en el camino (por problemas alcohólicos del padre, o porque se prima alimentar a los hermanos mayores, etc.). En definitiva, este enfoque pregona que los medios son necesarios, pero que no son el fin del bienestar (Drèze y Sen, 2002). También conviene destacar la distinción entre funcionamientos alcanzados y conjunto de capacidades. Tal y como se sintetiza en la Figura 2, la realización final depende de la elección de las personas. Esta elección viene condicionada por su trayectoria personal y el contexto social. Por ejemplo, en una sociedad todos deberían tener derecho a pertenecer a la comunidad y practicar una religión. Ahora bien, si alguien decide ser ermitaño o ateo también debería tener esa oportunidad y ser respetado (ejemplo extraído de Sen, 1999). También la elección viene condicionada por el entorno social y por el estado de opresión en el que se encuentren las personas. Por ejemplo, para Sen (1988), una persona que está oprimida puede elegir realizar cosas muy básicas que en otro estado no le producirían la misma satisfacción. En definitiva, en este trabajo se propone utilizar el EC para repensar los proyectos de cooperación tecnológicos. Se trata de que los proyectos sirvan para expandir las opciones reales que disfrutan las personas (capacidades), pero más importante, que aumenten su capacidad para ayudarse a sí mismos y perseguir cambios y metas que consideren importantes (agencia). Aplicar el EC supone por tanto ir un poco más allá de las Tecnologías Apropiadas o las Tecnologías para el Desarrollo Humano que propone el IDH 2001, aunque se compartan algunos elementos de estas visiones. Se trata de desarrollar proyectos tecnológicos que 13 incorporen, en todas sus etapas, una intención clara de expandir las capacidades y agencia de las personas: Technologies for Freedom (T4F). A continuación se apuntan algunos aspectos que se consideran relevantes bajo la perspectiva T4F: • Foco en las personas: situar el centro de la intervención en las personas, de tal manera que los proyectos tecnológicos sirvan para eliminar las barreras que impiden su propio desarrollo. Esto conlleva, como señalábamos anteriormente y resumíamos en la figura 2, entender los factores de conversión individuales, las normas sociales, el contexto, la formación de preferencias en las elecciones individuales, etc. • Proceso de desarrollo liderado por la comunidad: una intervención tecnológica debería facilitar que el proceso sea liderado por los miembros de la comunidad. De esta manera se reforzaría la apropiación del proyecto, a la vez que se facilitarían procesos de empoderamiento entre sus miembros y se mejoraría la sostenibilidad de los mismos. • Entender qué valora la gente: según el EC se hace necesario para cualquier intervención de desarrollo entender qué valora la gente y por qué. Esto implica implementar metodologías que permitan a la gente deliberar democráticamente y de manera inclusiva, individual y colectivamente, sobre sus preferencias y el porqué de las mismas. Nos referimos aquí a una participación que permita obtener la opinión de la gente, pero que sirva además para transferir progresivamente poder a las personas de manera equitativa. • Principios de Desarrollo Humano Sostenible: las intervenciones deben asegurar la equidad (entre hombres y mujeres; jóvenes y ancianos; familias afectadas por el SIDA y aquellas que no lo están, etc.); la sostenibilidad (no sólo ambiental, sino en sentido amplio: asegurando las opciones de las generaciones venideras); productividad (favorecer un entorno que permita a las personas desarrollar sus capacidades); y el empoderamiento (habilitando que la gente sea capaz de promover cambios que considera importantes). • Rol de los facilitadores: es habitual que los proyectos tecnológicos sean diseñados y ejecutados por personal externo, supuestamente mejor conocedor de la tecnología a implementar. Sin embargo, aquí se aboga por un rol más de facilitador que de implementador de la tecnología. En este sentido, el técnico debería presentar y explicar las diferentes opciones tecnológicas de la manera más objetiva posible. También supone planificar con la gente como medio de integrar sus propios conocimientos, como contraposición a los enfoques que presuponen un mayor conocimiento del equipo “investigador” o “ejecutor” de un proyecto de cooperación. Transferir el poder de investigar, diagnosticar, interpretar datos, diseñar, planificar, desde el personal externo a la propia gente, permite a ésta aumentar su autoestima, sus capacidades y su participación en la toma de decisiones. En estas condiciones estaremos hablando de Technologies for Freedom (T4F). A continuación en la Tabla 1 comparamos algunas características entre las diferentes interpretaciones de la tecnología en la cooperación al desarrollo. 14 Tabla 1. El modelo Technologies for Freedom (T4F) comparado con otras visiones de la tecnología en los proyectos de cooperación Modernización y transferencia de tecnología Foco del proyecto Tecnologías Apropiadas (AT) Tecnologías para el Desarrollo Humano Technologies for (visión PNUD-IDH Freedom (T4F) 2001) Tecnología (Bienes y Tecnología (Bienes y Tecnología (Bienes Personas (Procesos) servicios) servicios) y servicios) Generación de conocimiento en la comunidad No un objetivo No un objetivo No un objetivo Sí Transferencia de tecnología Top-down Top-down Top-down Bidireccional: Bottom-up y Topdown Participación comunitaria No necesaria Sí Sí Sí Rol del técnico Fundamental (implementar una tecnología) Esencial (adaptar una tecnología) Intermediario (“vendedor” de innovaciones) Secundario (presentar y facilitar opciones) No necesario No necesario No necesario Necesario No una prioridad No una prioridad Sí Sí No una prioridad No una prioridad No una prioridad Sí Comunidad involucrada y motivada Expansión de capacidades Expansión de agencia Fuente: Elaboración propia. 3. Caso de Estudio: Proyectos de Electrificación de Practical Action en Perú Todas las implicaciones y aportaciones del EC analizadas en la sección previa se han utilizado para analizar cuatro proyectos de electrificación de Practical Action en Perú. Practical Action es un organismo no gubernamental (ONG) de cooperación técnica internacional que opera en América Latina desde 1985. En la región de Cajamarca (Perú) se ubica la oficina encargada de los proyectos energéticos cuyo objetivo es proporcionar a los pobladores rurales el acceso a servicios aislados sostenibles de energías renovables, incrementando su bienestar y productividad. Tras una primera visita a Perú realizada en 2010, en la que se realizaron talleres con Practical Action (presentando el EC) y tareas de campo en varias comunidades (conociendo los proyectos in situ), se decidió llevar a cabo una investigación en 2011 que profundizase en las posibles aportaciones del EC a sus proyectos de electrificación rural. A pesar de tratarse de una ONG con una trayectoria consolidada en implementar proyectos tecnológicos, reconocían un problema de sostenibilidad de los mismos. Se constató que en muchos casos los proyectos 15 de Practical Action fracasaban por factores ajenos a la tecnología a implementar en la electrificación (eólica, fotovoltaica y microhidráulica, principalmente), como las relaciones de poder en las comunidades, la escasa participación de la población o las normas sociales establecidas. Tabla 2. Proyectos de electrificación analizados en Cajamarca (Perú) Tecnología Potencia instalada Familias beneficiadas Alto Perú Micro red eólica 1 Kw 13 Chorro Blanco Micro hidráulica 20 Kw 35 Campo Alegre Híbrido solar y eólica individual 20 x 0.2 Kw 20 Eólica individual 33 x 0.1 Kw 33 Comunidad El Alumbre Fuente: Elaboración propia a partir del trabajo de campo en 2011. Se puede comprobar en detalle en el Anexo II el sistema de gestión desarrollado por Practical Action para implementar los proyectos de electrificación. 4. Metodología implementada en el estudio A pesar de que Practical Action es una organización consolidada en la ejecución de proyectos de cooperación, tal y como demuestran su experiencia técnica y de gestión, algunos aspectos pueden ser mejorados. Aquí se muestra una metodología diseñada para precisamente analizar sus proyectos desde la óptica del EC y ver qué aportaciones se pueden realizar. La Tabla 3 recoge los pasos metodológicos empleados así como los datos esperados a obtener del modelo T4F. Tabla 3. Metodología implementada en Perú para analizar proyectos desde el EC Paso metodológico (entre paréntesis el lugar donde se realizó) Datos a obtener del modelo T4F 1.- Revisión de literatura (España y Perú) Contexto general del proyecto y Factores de Conversión Individual (FCI) 2.- Entrevistas a actores clave (Perú: Lima y Cajamarca) Contexto y FCI 3.- Talleres con Practical Action (Perú: Lima y Cajamarca) Bienes y servicios aportados por el proyecto; rol del facilitador y FCI 4.- Transectos (en la comunidad) FCI 5.- Talleres con líderes (en la comunidad) Proceso de implementación del proyecto (acceso, participación, equidad, organización, etc), agencia y 16 contexto 6.- Taller participativo con beneficiarios del proyecto (en la comunidad) Cosas valoradas por las personas, capacidades y funcionamientos 7.- Entrevistas individuales (en la comunidad) Elección personal, historia personal, capacidades, funcionamientos y agencia Fuente: Elaboración propia. Se trataba, en definitiva, de comprobar si los proyectos habían tenido en cuenta los factores de conversión de las personas, el contexto, si el proceso de implementación se llevó a cabo desde la óptica de los principios del desarrollo humano sostenible (equidad, sostenibilidad, empoderamiento y productividad), etc. También se trataba de comprobar si las opciones de las personas se habían ampliado gracias al proyecto de electrificación, y si debido al proyecto la gente tiene más opciones de conducir su propio desarrollo y perseguir las metas que consideran importantes (ver metodología completa en Anexo I). 5. Resultados A pesar de ser cuatro proyectos que implementan tecnologías diferentes (eólica, hidráulica, solar o combinación de varias de ellas), con sistemas de gestión que varían en función de la tecnología, la mayoría de resultados son similares, por lo que analizaremos en común los resultados más importantes del estudio. La investigación revela que Practical Action centra su foco de atención en proveer de energía a las comunidades. Es decir, se encarga de suministrar una tecnología (input) que posibilita la existencia de bienes y servicios en las comunidades. Sin embargo, el resto de elementos del modelo, como el énfasis en el proceso, contexto, factores de conversión, etc. no parecen ser especialmente relevantes para la entidad y no son tratados como el modelo T4F propone. El foco de análisis no se sitúa en las personas, sino que se da por hecho que por tener electricidad se mejorará la calidad de vida de los habitantes de las comunidades. Como consecuencia de lo anterior, los beneficios generados por los proyectos de electrificación son desiguales en el interior de las comunidades. Por un lado, no todas las familias se benefician del sistema de energía. Esto puede crear conflictos entre familias y separar a las mismas en lugar de unirlas. Por otro lado, a nivel intrafamiliar, también se comprueba que la luz no beneficia por igual a las personas. Sirva de ejemplo una dimensión muy importante del bienestar y valorada por las personas en los talleres: el ocio. Mientras que para los hombres la luz supone aumentar sus capacidades de leer o ver la televisión por las noches, en general para las mujeres supone extender la jornada laboral hasta entrada la noche pues la luz les posibilita tejer y coser. Otra dimensión muy valorada en los talleres fue la relacionada con la religión. Los hombres pueden leer la biblia por las noches, mientras que la mayoría de las mujeres son analfabetas y a pesar de tener luz no poseen la capacidad de leer la biblia. Otro de los aspectos más relevantes del modelo T4F es poner el foco de los proyectos en el proceso. Esta es la principal debilidad de los casos de estudio analizados, pues se centran 17 poco o nada en aprovechar las intervenciones para crear y fortalecer procesos de empoderamiento en las comunidades. En este sentido, la gente en las comunidades participa en los proyectos pero de forma instrumental; no se utiliza la participación como una herramienta de transferencia de poder a las comunidades. Es decir, la gente asiste a las reuniones donde se explican los proyectos y participa como mano de obra no cualificada en ciertas tareas de implementación de los proyectos. En cambio, no existe una participación activa en las tomas de decisiones importantes ni supone ningún proceso de empoderamiento para las personas. Además, las personas que capacita Practical Action para desempeñar los cargos de técnico de mantenimiento o administrador del sistema son la mayoría de las veces hombres. Esto perpetua las relaciones de poder dentro de la comunidad a las personas mejor situadas a la vez que incrementa las diferencias entre hombres y mujeres. Las capacitaciones que realiza la entidad son muy interesantes para fortalecer las comunidades, pero se debería reforzar el papel de la mujer en las mismas. En lo que se refiere al rol de la comunidad, es Practical Action quien lidera el proceso y no la comunidad. Son los técnicos quienes determinan qué sistema es el más apropiado y cuál es la mejor solución tecnológica. La ONGD se debería preocupar por dotar de herramientas a las personas de las comunidades para poder realizar las elecciones necesarias y así compartir el proceso de diseño e implementación de las tecnologías más adecuadas. En los talleres en las cuatro comunidades una de las preguntas clave fue indagar sobre qué cosas valora la gente en la vida y analizar la relación del proyecto con esas dimensiones. Muchas de las cosas valoradas por las personas guardan una relación directa con la electricidad, sin embargo, no eran resultados perseguidos explícitamente por Practical Action. Es decir, que aspectos relacionados con salud y educación, como vivir sin humo en las viviendas o poder estudiar por las noches, son aspectos que la ONGD sabe que sus proyectos de electrificación aportan a la vida de las personas y obviamente salieron repetidas veces en los talleres. En cambio, la gente también valora otros aspectos que a priori no eran considerados por Practical Action: En la comunidad de Campo Alegre algunos participantes del taller destacaron que el proyecto les había permitido establecer conexiones con otras gentes, leer la biblia por las noches o conocer otras profesiones por medio de la televisión. En la comunidad de Alto Perú valoraron disponer de luz pues se sienten más seguros por las noches frente a robos o se sienten más unidos al poder realizar asambleas por las noches, con lo que aumentaba su frecuencia. En Chorro Blanco los participantes destacaron que la luz hace más atractiva la comunidad por lo que no temen que los hijos emigren a las ciudades. En El Regalado valoran que la luz ha hecho que la comunidad sea más fuerte pues se sienten más unidos gracias al proyecto. En definitiva, en los cuatro casos se constatan beneficios de la luz, muchos de los cuales no eran previstos por Practical Action. Conocer qué valora la gente puede servir para orientar las intervenciones, reforzar el papel de las comunidades en los proyectos o procurar sinergias con otras ONGD o instituciones que realicen proyectos fuera del alcance de Practical Action pero puedan ser interesantes para las comunidades. Uno de los resultados principales de la investigación es que los proyectos de electrificación han expandido las capacidades de las personas. Con los proyectos las personas pueden disfrutar de una vida más saludable (sin humos en las casas), mejor educación (pudiendo leer de noche), ocio (televisión), etc…Sin embargo, también se puede afirmar que la expansión de 18 capacidades ha sido desigual entre hombres y mujeres. Por ejemplo, muchos impactos relacionados con ocio afectan sólo a los hombres, mientras que las mujeres extienden su jornada laboral hasta tarde en la noche. Esto reproduce el rol típicamente asociado a la feminidad, contribuyendo a un anquilosamiento de la estructura social y cultural que perpetúa las desigualdades de género. En lo que respecta a la agencia, los resultados de los talleres y las entrevistas revelan que se ha mejorado ésta en algunos casos gracias a las capacitaciones. El proyecto sirve para reforzar el “poder propio” de los miembros de la comunidad, entendiendo éste como un requisito previo imprescindible para generar agencia. La agencia individual ocurre sobretodo con los puestos de administrador u operador: “Me siento más reconocido”, “Me siento más valorado por la comunidad” o “Me gusta ser operador porque se aprende más. Sabiendo algo ya puedo ir a trabajar de electricista a cualquier lado” son algunas de las respuestas de las entrevistas a las personas capacitadas para ejercer de técnico o administrador. Sin embargo, dado que las mujeres no están pudiendo acceder a estos puestos de responsabilidad, existe una barrera a la mejora del empoderamiento y agencia femenina. La no consideración de las desigualdades de género no es, por tanto, neutra, sino que agudiza las asimetrías y el sentimiento de inferioridad de las mujeres. La población masculina está muy satisfecha en general con las capacitaciones. Han servido para reforzar el sentimiento de fortaleza comunitaria. En palabras de uno de los líderes de Alto Perú: “Nosotros necesitamos capacitaciones para ser más fuertes. Si no hay capacitación, no sabemos cómo reclamar”. No obstante, las mujeres no han tenido el mismo acceso a las capacitaciones: “Solo mi esposo ha participado en capacitaciones” o “Yo no he aprendido, fue mi marido” fueron respuestas muy habituales en las entrevistas a las mujeres, por lo que la agencia de las mujeres no se ha visto afectada de igual manera que en los hombres. En lo que respecta a las tecnologías implementadas, cabe destacar que aquellos proyectos que entregaron mayor potencia a las comunidades (como es el caso de las dos comunidades electrificadas mediante centrales hidroeléctricas) mostraban una mayor satisfacción entre los pobladores, a la vez que el conjunto de capacidades de las personas se había expandido en mayor medida. Al disponer de mayor potencia los usos de la electricidad se amplían y pueden utilizarse para temas productivos, iluminación de la comunidad o de ocio que requieran mayor potencia. También la robustez y fiabilidad de los sistemas hidráulicos repercutía en la satisfacción de la gente en comparación con los sistemas eólicos y fotovoltaicos, de menor potencia entregada e inestabilidad. El proceso de implementación y gestión de la tecnología también consecuencias relacionadas con la agencia. En los dos proyectos que incorporaban tecnología eólica no se produjeron procesos de generación de agencia entre todos los miembros de la comunidad de la misma manera que en los proyectos de hidráulica. En los proyectos de energía eólica sólo se capacitaba a un grupo muy reducido de personas de las comunidades a fin de realizar el mantenimiento del sistema. No existió un proceso que motivase a la gente ni que les permitiese participar activamente, sino que la ONGD actuó de manera similar a una empresa proveedora de un servicio eléctrico, sin dejar espacio para empoderar a la comunidad en el proceso. En cambio, en ambas comunidades donde se instalaron los sistemas hidráulicos, los procesos de implementación fueron más largos. La gente participó activamente en la construcción y estuvieron motivados desde inicio. También 19 en este tipo de proyectos se involucraron a las autoridades locales y uno de los papeles de las comunidades fue el de reclamar los pagos comprometidos en caso de que no se produjeran. Fueron en estos procesos donde se detectaron procesos de agencia en la gente: reclamando sus derechos a las autoridades locales, apostando por el desarrollo de todas la comunidad, e incluso aventurándose con nuevos proyectos. Conclusiones El papel que juega la tecnología en promover el desarrollo es un tema de actualidad. Sin embargo, la tecnología por sí sola no provoca cambios significativos en las personas. Existen otros factores a considerar. En las intervenciones tecnológicas de cooperación al desarrollo predomina una visión de “tecnologías apropiadas”. Pese a tener un origen transformador y en pro del cambio social, en la práctica los proyectos bajo esta visión se han centrado en buscar soluciones tecnológicamente apropiadas a comunidades rurales. Pero poca atención se ha prestado al papel empoderador que puede jugar la tecnología en las personas. En los últimos años, enmarcada en la era de la globalización, ha surgido (sobre todo desde el IDH 2001 del PNUD) una visión de la tecnología que el propio PNUD denomina “para el desarrollo humano”. Sin embargo, se centra demasiado en los beneficios y oportunidades de las nuevas tecnologías, pero parece olvidar precisamente a las personas y en cómo se beneficiarán de ese progreso. Paradójicamente, el desarrollo humano parece quedar fuera de esta visión de la tecnología. En este trabajo se muestra una visión que incorpora ciertos elementos de ambas visiones (tecnologías con soluciones apropiadas al contexto, sostenibles, con participación local, etc.), pero que a la vez se centra en ampliar las opciones de las personas: el modelo Technologies for Freedom (T4F). El paradigma del Desarrollo Humano Sostenible, y el marco teórico que lo sustenta: el Enfoque de las Capacidades, nos permiten interpretar las intervenciones tecnológicas como una oportunidad para ampliar las libertades de las personas y conseguir una transformación a largo plazo. Esta visión supone trasladar el foco de los proyectos al proceso: los bienes y servicios aportados por la tecnología son necesarios, pero no suficientes para ampliar las capacidades y agencia de las personas. Los proyectos tecnológicos deben ser un medio para ampliar las libertades de las personas, y más importante, para reforzar su habilidad para provocar cambios que valoran y facilitar que la gente sea más autónoma, capaz de ayudarse a sí misma sin necesidad de ayuda externa. Por lo tanto, la principal aportación del enfoque de capacidades de Amartya Sen se basa en considerar que los bienes y servicios entregados en los proyectos por sí solos no suponen desarrollo. En los casos de electrificación analizados, el hecho de tener luz en una vivienda no garantiza desarrollo ni promueve ningún cambio. De hecho en algunos casos se podría considerar positivo disponer de luz (para usos productivos, para iluminación, para la educación, de salud, etc.), pero en otros casos puede llegar a ser contraproducente (como en el caso de las mujeres que prolongan su actividad laboral por la noche desde que hay luz o el hecho de que los cargos importantes los ocupen los hombres aumenta las diferencias entre 20 hombres y mujeres). En cambio, otros aspectos relacionados con el proceso, como el fortalecimiento del sentimiento de comunidad, la autoorganización o la lucha por sus derechos tienen unas consecuencias a más largo plazo en la población. El modelo T4F se ha utilizado para analizar cuatro proyectos de electrificación de la ONGD Practical Action en Cajamarca (Perú). Bajo esta visión de la tecnología los proyectos se analizan no sólo por cuánta energía administran o de qué manera se ejecutaron (eficiencia, eficacia, etc.), sino principalmente por ver de qué cosas son capaces las personas después de implementarse los proyectos. Uno de los resultados más relevantes de la investigación es precisamente que las capacidades y agencia no se han expandido por igual, sino que existen diferencias entre hombres y mujeres. Esto se debe precisamente a que el foco del proyecto fue el de administrar energía y no las personas. Por ello, aspectos como la distribución intrafamiliar de los beneficios o las desigualdades de género no fueron tenidas en cuenta en los proyectos. En esta investigación se han analizado proyectos de electrificación empleando diferentes tecnologías. Sin embargo, se trata de una investigación básicamente cualitativa, donde se ha optado por profundizar en los cambios en las personas, y por tanto sólo se han podido analizar 4 proyectos. Una investigación mayor (abarcando mayor número de proyectos) hubiera permitido extraer conclusiones sobre qué tecnologías amplían mejor las capacidades y agencia de las personas. A pesar de que la investigación de campo apunta a que los proyectos de micro hidráulica (con procesos de mayor duración y participación activa de la población) refuerzan la agencia de las personas, no se pueden extrapolar los resultados debido al limitado tamaño de la muestra. A pesar de la riqueza del enfoque de capacidades, la complejidad teórica del mismo dificulta llevar a la práctica alguna de sus consideraciones. Es por ello que aún se necesita más investigación aplicada del enfoque a las intervenciones tecnológicas de desarrollo. Otras investigaciones aplicadas de proyectos de cooperación desde la óptica de las capacidades ayudarían a enriquecer el debate y operacionalizar el enfoque. En definitiva, en este trabajo se apunta que los proyectos tecnológicos de cooperación deben servir, además de mejorar la calidad de vida de las personas, para reforzar su capacidad para ayudarse a sí mismos y ser agentes de cambio. Por lo tanto, los proyectos deben diseñarse, planificarse, implementarse y evaluarse desde una óptica que tenga como foco los cambios producidos por los proyectos en las vidas de las personas en las cosas que tienen razones para valorar, a la vez que se refuerce la habilidad para no depender de ayuda externa. El enfoque de capacidades es un marco teórico que puede realizar grandes aportaciones en este sentido si lo que deseamos es promover un desarrollo humano y sostenible. Referencias ACEMOGLU, D. (2002): Directed technical change. The review of economic studies. Vol., 69, No. 4. p. 781809. ALKIRE, S. (2002): Valuing freedoms: Sen's capability approach and poverty reduction. Queen Elizabeth house series in development studies. 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Chicago: The University of Chicago Press. P 19-39. Anexos Anexo 1. Metodología de campo A continuación se recogen los pasos metodológicos así como los datos esperados a obtener de cada una de las etapas de la investigación: 1.- Revisión de literatura (España y Perú) 2.- Entrevistas a actores clave (Perú: Lima y Cajamarca) 23 3.- Talleres con Practical Action (Perú: Lima y Cajamarca) 4.- Transectos (en la comunidad) 5.- Talleres con líderes (en la comunidad) 6.- Taller participativo con beneficiarios del proyecto (en la comunidad) 7.- Entrevistas individuales (en la comunidad) Tras una intensa revisión de literatura sobre el EC y los intentos de operacionalizarlo, se pasó a analizar el contexto en el que se enmarcaba el proyecto: literatura sobre Perú, contexto energético y desarrollo rural en la zona de Cajamarca principalmente. Esta comprensión del contexto (y resto de factores de conversión) se completó con la realización de entrevistas semiestructuradas a informantes clave en Lima y Cajamarca (además de Practical Action, se entrevistaron otras ONGD peruanas y extranjeras, investigadores de universidades peruanas y otros actores claves en Cajamarca). Otra parte importante de la investigación consistió en profundizar con el personal de Practical Action en el enfoque y presentar un borrador de la metodología a implementar en las comunidades. Presentar el marco teórico pretendía permear en la organización los fundamentos que sustentan la investigación, a la vez que generar una visión del cambio compartida. Co-diseñar la metodología con la organización facilita el sustento de la misma una vez terminada la investigación, crear sentimiento de apropiación, y pulir los detalles de la misma desde una posición (la de ellos) mucho más cercana y conocedora de la realidad local. El papel del personal de Practical Action, especialmente las aportaciones del equipo de sociólogos, fue clave para refinar la metodología. La metodología de campo se compone por: 1º) una reunión – taller (focus group) con las personas que lideran la comunidad y una visita al proyecto de electrificación; 2º) un taller participativo (participatory workshop) con las personas de la comunidad beneficiarias de la electrificación; y 3º) entrevistas individuales a miembros de la comunidad. Respecto al primer punto, la tabla 4 recoge la justificación de realizar visitas a los proyectos de electrificación y reunirnos con las personas que lideran la comunidad, con el objetivo principal de analizar el contexto en que se ubica el proyecto. Tabla 4. Objetivos de la reunión con líderes y visita al proyecto Tiempo estimado (minutos) 15 ¿Qué queremos hacer/obtener? ¿Cómo lo vamos a obtener? ¿Para qué nos va a servir? Presentar la investigación De manera informal cuando nos recibe la comunidad 15 Coordinar los talleres y las entrevistas Junto con las personas que lideran la comunidad 15 Visita al proyecto energético Junto con las personas que lideran la comunidad y el Romper el hielo; Dar importancia a la investigación; Motivar a la gente a participar Definir lugares y horario adecuados; Coordinar la logística asociada Conocer el proyecto; Averiguar datos relacionados con el proceso 24 60 Conocer el contexto personal encargado de la central; Preguntas abiertas con guión semi estructurado Mediante una Línea del Tiempo realizada en papelógrafo con las personas que lideran la comunidad (acceso, equidad, participación, organización, etc.) Contextualizar el proyecto; Analizar la trayectoria de la comunidad; Ver la valoración de la comunidad respecto al proyecto; Indagar si el proyecto ha sido inhibidor para emprender nuevos proyectos Los métodos empleados fueron, principalmente, el transecto, la observación participante, guión semi estructurado y la Línea del Tiempo. El guión contenía preguntas abiertas relacionadas con el proceso del proyecto: acceso (Ej.:¿Cómo ha llegado el proyecto a la comunidad?), organización (Ej.:¿Qué organizaciones existen en la comunidad?), participación (Ej.:¿Cómo ha participado la gente en el proyecto?), equidad (Ej.:¿Cuántas familias se benefician del proyecto?), reciprocidad (Ej.: Cuando una familia (por diferentes motivos) no puede pagar su tarifa de luz, ¿cómo solucionan el problema?), empoderamiento y agencia (Ej.:¿Han solicitado algún otro proyecto a la municipalidad o a alguna otra institución? y comunidad (Ej.:¿Cuándo creen uds. que una comunidad es fuerte?). Figura 3. Línea del tiempo implementada en Chorro Blanco Fuente: Elaboración propia. El siguiente paso de campo fue realizar un taller participativo con las personas de la comunidad beneficiarias del proyecto de electrificación. La tabla 5 resume los pasos seguidos y la intención de los mismos. Tabla 5. Objetivos del taller participativo con beneficiarios proyecto Tiempo estimado (minutos) 105 75 ¿Qué hacer/obtener? queremos Obtener las dimensiones del bienestar valoradas por la gente Indagar sobre los efectos positivos y negativos del proyecto ¿Cómo lo vamos a obtener? ¿Para qué nos va a servir? De manera participativa en un taller Extraer capacidades; Conocer lo que valora la gente y por qué; Entender sus prioridades Comparar los efectos del proyecto con lo que valora la gente; Extraer funcionamientos De manera participativa en un taller 25 derivados del proyecto Figura 4. Fotografías en uno de los talleres realizados Fuente: Elaboración propia. La gente fue dividida en dos grupos: uno de hombres y otro de mujeres. La intención era que las mujeres pudieran expresar su opinión libremente e incluso se crease complicidad entre ellas para animarse a participar en el taller. Se realizaron a su vez pequeños grupos de trabajo formados por 3 o 4 personas. Cada grupo discutió la siguiente pregunta: ¿Qué cosas u oportunidades le gustaría que sus hijos disfrutaran en el futuro? El objetivo era analizar qué entienden por bienestar y apuntarlo en tarjetas. A continuación una persona de cada grupo comentaba con el resto los resultados. Los facilitadores colocaron en la pared unos dibujos que representaban diferentes dimensiones del bienestar (relacionados con salud, educación, dinero, religión, participación social, ocio, etc.) e invitaron a la gente a pegar sus tarjetas debajo de la dimensión del bienestar con la que relacionaban su respuesta. Después se entregó a cada persona un total de 10 pegatinas, con el objetivo de que puntuasen las tarjetas con las respuestas que considerasen más importantes. Finalmente se generaba una reflexión grupal sobre aquellas respuestas que habían sido más valoradas por la gente, indagando exactamente el por qué. Tras una pausa breve se procedía a la segunda parte del taller, que consistía en averiguar los impactos del proyecto con las cosas que la gente de la comunidad más valora en la vida. Es decir, que llegados a este punto se saca a la luz por primera vez el proyecto de electrificación y se pregunta directamente por los efectos del mismo. Aquí se empleó la dinámica de la bola: dispuestos en pie y en círculo, las personas se pasan la pelota unas a otras. Cuando les llegase la pelota tenían que completar la siguiente frase: “El proyecto me ha gustado porque ahora…” y “El proyecto no me ha gustado porque ahora…”. Por último, se relacionaron las cosas valoradas por la gente con los efectos detectados que causaba el proyecto. Se entregaron tarjetas verdes, amarillas y rojas a cada participante. Para 26 cada cosa valorada por las personas había que levantar la tarjeta del color que se considerase: el verde implica que el proyecto mejoró ese aspecto; amarillo que no tenía influencia; y rojo si había empeorado con el proyecto. El taller se cerraba con una reflexión grupal sobre los principales efectos de los proyectos en las cosas que valoraba la gente. El último paso del trabajo de campo fue la realización de entrevistas semi estructuradas a personas de la comunidad (sean beneficiarios o no del proyecto de electrificación). La tabla 4 recoge los objetivos de las entrevistas. Tabla 6. Objetivos de las entrevistas individuales ¿Qué queremos hacer/obtener? ¿Cómo lo vamos a obtener? ¿Para qué nos va a servir? Profundizar en aspectos interesantes que hayan salido en los talleres Analizar las capacidades, funcionamientos y agencia derivados del proyecto Conocer datos relacionados con el proceso del proyecto Entrevista semi estructurada Conocer aspectos diferentes de cada persona Preguntas y tarjetas con dibujos Comprobar si el proyecto ha contribuido a expandir las opciones de la persona y cómo Indagar sobre la participación en el proyecto y en la toma de decisiones; sobre el acceso al mismo; información del proyecto, etc. Cuestionario estructurado semi El objetivo de las entrevistas fue el de averiguar de manera individual qué barreras existen para que puedan expandir sus capacidades y ejercitar su agencia. Por un lado, en la entrevista se retomaron aspectos interesantes que hayan podido salido en el taller y profundizar en los mismos, teniendo especial cuidado con las capacidades que se hayan visto favorecidas con el proyecto de electrificación. También se indagó sobre el proceso del proyecto: acceso a la información del proyecto (ej.: ¿cómo se enteró/conoció el proyecto?), participación (ej.: ¿por qué quiso beneficiarse del proyecto? ¿cómo ha participado a lo largo del proyecto? ¿en las obras? ¿ ha podido participar en las reuniones? ¿ha podido mostrar sus opiniones, por ej. votar? ¿por qué? ¿cuándo?¿le gustó participar? ¿cómo se sintió?, aprendizaje (ej.: ¿ha recibido alguna capacitación? ¿para qué le ha servido? ¿ha aprendido alguna otra cosa con el proyecto? ¿qué mejoraría del proyecto?). Por último se empleó la dinámica de Usos del Tiempo para averiguar diferencias en las cargas de trabajo entre hombres y mujeres, y para comprobar los efectos del proyecto de electrificación en la carga horaria diaria. Anexo 2. Sistema de gestión de los proyectos energéticos desarrollado por Practical Action A continuación se describe cómo trabaja Practical Action las diferentes fases de los proyectos desde la planificación, diseño e implementación, hasta las fases de monitoreo y evaluación de los proyectos. Cabe destacar que se trata de una ONG que obtiene fondos para los proyectos de diferentes fuentes: gobiernos locales, ministerio nacional de energía, aportaciones privadas y, en gran parte, a través de la cooperación internacional de distintos donantes y convocatorias 27 públicas de financiación. Normalmente es la organización la que se interesa por diferentes zonas rurales aisladas de la red nacional de electrificación de la región andina para que, en el caso de que cumplan los requisitos técnicos, acercarse a las comunidades y proponer los proyectos de electrificación. Los pasos seguidos por Practical Action en los proyectos de electrificación, relacionados con la gestión del sistema, son los siguientes: 1) evaluación de capacidades existentes (principalmente de carácter técnico, aunque también realizan un diagnóstico socioeconómico de la comunidad); 2) invitación a pobladores interesados en establecer la microempresa local; 3) elaboración de las bases del concurso por parte del propietario del sistema (en este caso la Junta Directiva de la comunidad elabora un concurso y se puede presentar cualquier persona de Chorro Blanco); 4) conformación de un comité evaluador con la participación de la población; 5) evaluación de las propuestas; 6) entrenamiento y capacitación del equipo ganador (y de los finalistas para asegurar un posible relevo de personas en caso de que sea necesario); 7) acompañamiento del equipo ganador para la conformación e inscripción formal de la microempresa (en Chorro Blanco la microempresa está formada por un técnico y un administrador); 8) elaboración de un contrato entre el propietario del sistema (en este caso la comunidad) y la microempresa legalmente constituida; y 9) conformación de un comité de vigilancia con presencia del propietario (un miembro de la Junta Directiva de la comunidad) y usuarios del sistema (3 hombres y 2 mujeres en el caso de Chorro Blanco). El sistema es sencillo, sin embargo es necesario enfatizar el uso de algunos instrumentos que utiliza Practical Action para asegurar el éxito en el funcionamiento del modelo de gestión. Entre los principales instrumentos se encuentran: • Capacitación: Practical Action desarrolla y fortalece capacidades locales a través de diversos entrenamientos, especialmente en lo referido a la operación, mantenimiento y administración de los sistemas eléctricos rurales. Esta capacitación se diseña para los diferentes actores involucrados con el sistema: propietario, microempresa y usuarios. • Esquema de tarifas: las familias usuarias pagan en función al consumo, para lo cual se requiere el uso de medidores de consumo de energía. A diferencia de la tarifa normal para zonas urbanas, este esquema contempla que a mayor consumo de energía, disminuye el costo unitario de la misma, a fin de promover con ello los aprovechamientos productivos de la energía. • Contratos: que especifican los compromisos asumidos por cada una de las partes (propietario, microempresa y usuarios), respetando las normas legales vigentes. • Reglamentos: sobre los derechos y deberes de los usuarios y de la microempresa. • Fiscalización: se promueve la participación organizada de la población para la toma de decisiones respecto al sistema eléctrico en general, y a la provisión del servicio eléctrico por parte de la microempresa en particular. 28