Ensayo sobre Arte Sonoro
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Ensayo sobre Arte Sonoro
Ensayo sobre Arte Sonoro Anabel Sánchez Sierra 1. Acercamiento al arte sonoro y su método de análisis El intento por definir lo que es el arte sonoro con detalle puede llevarnos, contra nuestros propósitos, a delimitar y acotar una materia creativa tan extensa. Supondría simplificar algo tan complejo y dejar fuera propuestas demasiado innovadoras. Así, considero más acertada la aproximación que propone Manuel Rocha1: ‘’toda manifestación del arte que utiliza el sonido como principal vehículo de expresión puede decirse que está relacionada con el arte sonoro’’. Así, de esta natural indefinición debería partir cualquier análisis de obras construidas en el marco de esta disciplina artística. A ello, habría que sumarle la necesidad de una escucha especial que pudiera abarcar su intrínseca complejidad. Empezaríamos con una escucha semántica, la que trata de buscar significados. Sin embargo, el fin último de estos análisis requeriría una escucha reducida, que siguiendo los postulados de Schaeffer2, es la que ‘’toma el sonido como objeto de observación, en lugar de atravesarlo buscando otra cosa a través de él’’. Sin embargo, tampoco podemos olvidar que el análisis de una obra radiofónica ‘’nos informaría de una voluntad constructiva de símbolos por parte del autor, de la postura del autor-emisor respecto de la obra, y de la estética de la recepción en su desciframiento final’’3. Este será también uno de los objetivos de los análisis que siguen a continuación, pues para aprehender el verdadero sentido de una obra es imprescindible conocer la intención del autor que la concibió y la actitud con la que hay que enfrentarse a esa pieza determinada. Solo de esta manera se puede llegar a construir un código entre emisor y receptor que permita su desciframiento. En definitiva, ‘’el discurso es un espacio donde se construye una relación de intercambio y negociación de sentidos entre sujetos’’ 4; y el radiofónico no iba a ser una excepción. Las dos piezas que se van a analizar a continuación son ‘’El baño de Frida’’, del artista mejicano Manuel Rocha y ‘’Crónicas de Sonora Amazónica’’ de los peruanos Francisco Andía y Alan Poma. 2. ‘’El baño de Frida’’ 2.1. ¿Qué oímos? Lo primero que escuchamos es una música producida artificialmente que nos transmite tensión, agudizada por crescendos y decrescendos. Se empieza a mezclar esa música con sonidos que parecen producirse al abrir y cerrado algo metálico pero pesado. Entre medias, percibimos como se están manipulando unos cajones, se abren y luego se cierran bruscamente. Posteriormente, empezamos oímos las gotas que caen de un grifo, que se va convirtiendo en un pequeño chorro de agua. Comienzan a sucederse una serie de sonidos electroacústicos bastante perturbadores, que nos trasladan a una atmósfera no real. Hacen su aparición cobrando protagonismo, pero luego se 1 Manuel Rocha, ‘’Arte Sonoro. Hacia una nueva disciplina’’. Enunciado recogido por José Iges, ‘’El arte radiofónico como expansión del lenguaje radiofónico’’. 3 José Iges, ‘’El arte radiofónico como expansión del lenguaje radiofónico’’. 4 ‘’Sobre el discurso radiofónico’’. 2 entremezclan con el sonido del agua moviéndose, fluyendo. A partir del minuto 3:23 se van incorporando los silbidos de unos pájaros, que suenan cada vez más enlatados, como si estuviesen en un lugar cerrado pero con reverberación. De fondo, podemos percibir de forma clara el constante sonido de unas chicharras. Un minuto más tarde una fuerte respiración profunda, pero también distorsionada. Después de un largo rato en el que estos sonidos electroacúsiticos se van tornando más oscuros, van cediendo ante el claro fluir constante del agua. De fondo, el sonido de chicharras aparece de forma breve y discontinua. Ya no parece que hayamos abierto un grifo, tenemos la sensación de estar en mitad del Amazonas. Los sonidos, finalmente, desaparecen lentamente. 2.2. El significado: escucha semántica e investigación El siguiente paso de este análisis trata de ordenar y otorgar sentido a todos los sonidos que acabamos de escuchar. Para ello, remontándonos a la propia obra, descubrimos que ‘’El baño de Frida‘’ data del 2012 y que, inicialmente, se trató de un trabajo realizado por la fotógrafa Luz Graciela Iturbide. Ella se encargó de fotografiar los objetos personales que Frida Kahlo guardaba en los baños de su casa y que, por orden de su marido, habían permanecidos cerrados desde su muerte hasta el pasado 2004. De forma autónoma, pero sin perder de vista el intento de introducirse en el imaginario personal de Frida a través de estas estancias, Rocha decidió elaborar esta obra sonora. Y no solo se apoya en el descubrimiento de Iturbide, el artista se ve influido por Lo que el agua me dio, un cuadro pintado por la propia Kahlo. En este trabajo pictórico, que algunos califican como surrealista, la artista mejicana da rienda suelta a su ‘’yo’’ interior. En el mismo, aparecen unos pies sobre el suelo de una bañera llena. Flotando en la superficie del agua se hallaban distintos elementos y figuras que evocaban a sus padres, a su lesbianismo, a su enfermedad infantil (la polio) y a la constante muerte que la acechaba por los problemas de salud. No debe extrañarnos esta inspiración en otras obras porque tal y como lo explica Ilana Zuckerman5, el radioarte es el ‘’arte de la cita’’. De esta manera, se retroalimentan las distintas formas de arte Asimismo, la obra sonora de Manuel Rocha podría englobarse dentro del mundo del surrealismo puesto que trata de explorar el subconsciente de la artista. Hay varios elementos propios de esta tendencia que enuncia R. Miguel Haye6 y que identificamos en esta pieza. Los surrealistas ‘’intentan llegar más allá de lo real para alcanzar […] aquello que está oculto’’. No se trata de ver lo evidente de Kahlo, su talento o su enfermedad, sino de conocer su sufrimiento y la liberación de su subconsciente en el lugar donde podría ser más ella; en la privacidad de su aseo. Además, también trata de alterar la ‘’monótona geografía de la rutina’’. La rutina de baño de la ilustre pintora 50 años atrás y que Rocha trata de reinterpretar con sonidos. Una vez que revisamos las fotografías realizadas por Iturbide de los baños, contemplamos que tanto las puertas, como las ventanas de estos cuartos son de metal mezclados con cristal y que además, también poseen un candado. Estos elementos podrían corresponder a los ruidos metálicos que identificábamos al principio. Posteriormente, oíamos una especie de cajones abriéndose. Según cuenta el propio Rocha en un artículo para la revista mejicana Diecisiete7, el 5 Razonamiento expresado en ‘’Sobre el Radioarte: reflexiones sin desarrollo’’, José Iges. Ricardo Miguel Haye, ‘’La radio y los movimientos artísticos. De la dictadura de la realidad al debilitamiento expresivo’’. 7 Iturbide, Graciela. ‘’El baño de Frida’’. Diecisiete, 2013, nº 2, 112. 6 artista encontró en su visita a la casa una cajonera con cartas de los amantes de Frida Kahlo y él se imaginaba a ella cerrándolos a toda prisa. En la pieza, Kahlo empezaría su ritual con esta revisión de su intimidad. El sonido de las gotas y del chorro del agua nos transporta directamente a esa bañera blanca que se muestran en las imágenes. La música que acompaña este recorrido estremece, como el sufrimiento que vivió Frida; la enfermedad la acechó durante toda su vida. En su infancia fue víctima de la polio, con 18 años sufrió una accidente en tranvía que le obligó a someterse a más de 32 operaciones. Finalmente, una gangrena provocó la amputación de su pierna. Un mundo siniestro el de estas melodías, que transmiten lo mismo que los objetos allí encontrados: su prótesis de la pierna, medicamentos como el Demerol, corsés rígidos para su rehabilitación, etc. En este vaivén sonoro percibíamos sonidos de fauna. Cánticos distorsionados de pájaros que remiten a las aves disecadas encontradas en estos aseos y a chicharras, unos insectos que ya aparecen en la obra Lo que el agua me dio. Con este baño figurado empieza a fluir el subconsciente de Frida, su interior. De la misma manera que ya lo había hecho en su mencionado cuadro. Este fluir se hace literal con el sonido del agua que corre libre, como si en vez de una bañera se tratase de un río. Decía anteriormente que, llegando al final, los sonidos electroacústicos se tornaban cada vez más oscuros. Nos vamos entrometiendo en las profundidades de Frida y de sus temores, como la muerte. Recordemos que esta era una de las figuras que la artista había retratado, sentada y expectante, en Lo que el agua me dio. Había aprendido a convivir con la amenaza de la Parca acechándola, e incluso estuvo a punto de rendirse ante ella con el suicidio. El viaje culmina con una liberación plena de su inconsciente y sus miedos, plasmado con el sonido de un caudaloso torrente de agua como único protagonista. 2.3. Valor sonoro, estético y narrativo De estos sonidos cabe destacar su dimensión temporal. La obra nos transporta al instante en el que Frida Kahlo se introducía en el momento más íntimo y reflexivo para ella. Sin embargo, también se juega con el espacio en esta obra. Procura exponer los sonidos acuáticos en distintos planos sonoros, según va evolucionando el sentido de la pieza. Comienzan como únicos protagonistas en primer plano, a mitad de la obra se mantienen en un segundo plano y al final, todos lo demás se ‘’disuelve’’ entre ellos. Sin embargo, su presencia es siempre continua. Hay varios sonidos que nos remiten a un cuarto de baño, donde los ecos suelen ser habituales. Me refiero a las reverberaciones de las puertas, los cajones, las primeras gotas de agua o el mismo silbido de los pájaros que se van perdiendo entre los rincones de la sala. Para Iges, aunque opcional, la sintagmática radiofónica ‘’ sí presenta ‘profundidad de campo’, en el sentido de ‘espacialización’ ‘’ 8. Esta pieza, de acuerdo a esta breve argumentación, es una muestra de ello. Sentados estos precedentes se puede entender la pieza como el ritual de baño Frida en un espacio en el que solo está ella, en el que puede liberarse y viajar a través de su inconsciente. Un viaje que el oyente comparte y permite conocer una faceta inédita de lo que fue la artista. Sin embargo, creo que esta obra es, sin duda, la mejor muestra de que el arte radiofónico es un ‘’arte de sensaciones’’9. En este caso, los sonidos utilizados actúan como mediadores entre la 8 José Iges, ‘’El arte radiofónico como expansión del lenguaje radiofónico’’. Expresión utilizada por el propio Iges en `` Arte radiofónico. Algunas líneas básicas de reflexión y actuación’’. 9 realidad y el mundo al que nos quiere invocar, el mismo que vivía y sentía Frida Kahlo hace sesenta años. 3. ‘’Crónicas de sonora amazónica’’ 3.1. ¿Qué oímos? Empezamos escuchando una serie de voces lejanas, como si proviniesen de un local con gente, algo como un bar. Mientras no paramos de escuchar una lluvia. También percibimos un silbido constante y lo que parecen ser gemidos. Este ambiente sonoro se va tornando cada vez más salvaje tras la introducción del cántico de los pájaros. Ahora parece que nos encontramos en mitad de la selva. Oímos el agua constante y las hojas moviéndose por lo que podría ser el viento o el propio desplazamiento de los pájaros de un árbol a otro. Los sonidos se van oscureciendo y haciéndose algo más tenebrosos. Escuchamos unas notas de piano que van in crescendo y que transmiten desasosiego. A ellas se unen una especie de ruidos de un animal, una fiera, pero se escuchan distorsionados. No suenan nítidos y además, parecen camuflados bajo un viento que sopla con fuerza. Empezamos a notar presencia humana, unos pasos y una manipulación constante de algo metálico. Tras unos segundos, percibimos a lo lejos el motor de una especie de camioneta de la que sale música heavy metal con las voces de los cantantes deformadas. A partir del minuto 3:20, ese sonido de agua que escuchábamos empieza con una fade in a colocarse en primer plano. Se trata del fluir de un río caudaloso. Los sonidos de la música y la camioneta se van desvaneciendo a un segundo plano, pero antes de que el ruido del motor desaparezca por completo, retoma el primer plano. Unos silbidos aparecen, pero también a la lejanía se empiezan a escuchar una voz femenina. Progresivamente va pasando a un primer término hasta que podemos distinguir claramente el contenido de sus palabras. Mientras que esto sucede, se oye un chapoteo sobre el agua y los sonidos de las aves y del viento se hacen más intensos. Cuando las palabras de la mujer se hacen más claras descubrimos que se trata de una especie de rezo en voz alta. La señora pide a su Dios, la protección de sus familiares y sorprende la introducción constante de algo que ella denomina ‘’kilómetro 41’’. 3.2. El significado: escucha semántica e investigación Como ya hicimos con la anterior pieza, es hora de remitirnos a la escucha semántica que, junto a una pequeña investigación sobre lo que hemos percibido, nos llevará a comprender el significado de los sonidos y asimismo, la intención de los autores. En realidad, esta pieza forma parte del trabajo que hicieron distintos artistas de varios países latinoamericanos con el objetivo de retratar la diversidad de paisajes sonoros. Este audio está elaborado por dos creadores peruanos que basaron su trabajo en el laboratorio Iquitos. Iquitos es una ciudad próxima a la frontera con Ecuador, y aunque pueda no ser la localización exacta de todas estas capturas, su paisaje se ve reflejado en esta pieza. Durante el transcurso de la obra percibimos la presencia constante del agua corriendo, pues Iquitos se encuentra a las orillas del río Amazonas. Identificamos, además, esa lluvia inicial con las habituales que se producen en la región al tratarse de un clima ecuatorial. De este modo, comprobamos que el batir de hojas y cánticos de pájaros corresponden, efectivamente, al paisaje sonoro de la selva peruana. El motor de lo que creíamos una camioneta suena de manera muy similar al motor de un autorickshaw, un tipo de vehículo que utilizan la mayoría de los habitantes de Iquitos para sus desplazamientos por la ciudad. Los sonidos metálicos que precedían al ruido del motor podrían identificarse con los sonidos de montarse y manipular el autorickshaw. Había una música que nos descolocaba, el heavy metal. Iquitos es una ciudad que ha sufrido una fuerte europeización (Reino Unido fue una de las cunas de este género). Vivió la ‘’fiebre del caucho’’, una época de esplendor económico que la convirtió en una de las principales ciudades de Perú. La explotación de otros recursos económicos (incluido petróleo) le ha servido para afianzar estos contactos. Así, su urbanización ha sido mucho más fuerte que en otras zonas de la Amazonia. Sin embargo, más de la mitad de su población es indígena. Llegando al desenlace de la pieza, encontrábamos el rezo a Dios que salía de la voz de una mujer. En Iquitos, como en muchos lugares de Sudamérica, la mayoría de su población es católica por influencia de los jesuitas. Sin embargo, hay una fuerte presencia del paganismo. No obstante, en este caso la mujer que enuncia estas palabras se dirige a un único dios. 3.3. Valor sonoro, estético y narrativo Sin duda se trata de un paisaje sonoro que, si no de Iquitos, pertenece a una zona próxima de la frontera peruana a orillas del Amazonas. Estos paisajes sonoros, en palabras de Iges ‘’ponen ante nuestros oídos el mundo que discurre más allá de los muros del estudio, de modo que sus micrófonos son prótesis viajeras de nuestros oídos’’10. Unos micrófonos que han recogido el discurrir de una vida llena de contrastes y riqueza cultural. El montaje en este caso se ha empleado precisamente para marcar estos cambios tan radicales (por ejemplo, la mezcla de selva y heavy metal). Los autores, además, han sabido captar cuál es la esencia de esas ciudades, la vida ligada al Amazonas; lo que les da identidad y ha fomentado su prosperidad económica (una de las pocas vías de acceso a este lugar). El agua se presenta como metáfora de la vida y la subsistencia en la zona, y de ahí su persistencia sonora. Considero esta obra uno de los mejores ejemplos de lo que decía Barry Truaux: ‘’el sonido de una localidad particular (sus tónicas, señales sonoras y marcas sonoras) [...] puede expresar la identidad de una comunidad al punto de que los pueblos pueden reconocerse y distinguirse por sus paisajes sonoros’’11. Bajo esta idea también se reconoce uno de los mayores valores de este tipo de obras, el de poder capturar y guardar el presente en sonidos que puedan servir en el futuro para comprender nuestra historia. 4. Conclusión Así el arte sonoro se configura como la prueba irrefutable del inagotable mundo radiofónico. Capaz de contar grandes historias, evocarnos mundos lejanos y acercarnos a nuestra propia humanidad con el mero uso de nuestra cotidianeidad. Sonidos de cada día que, inmersos en la dictadura de la voz, no escuchamos y que, sin embargo, no paran de hablarnos. El arte radiofónico, capaz de hacerlos arte, se encarga de darles el lugar que merecen. 10 11 José Iges, ‘’Arte radiofónico. Algunas líneas básicas de reflexión y de actuación’’. Sol Rezza, ‘’El oficio de cuidador de sonidos’’.