Boletin II Febrero - Ayuntamiento de Los Realejos

Transcripción

Boletin II Febrero - Ayuntamiento de Los Realejos
Nº 2 - FEBRERO DE 2012
La creación de la Parroquia de la
Santa Cruz de la Cruz Santa (1929)
Fray Albino González
por la gracia, de Dios y de
la Santo Sede Apostólica,
Obispo de Tenerife. Hacemos saber el expediente de
arreglo y demarcación parroquial de esta nuestra Diócesis
En el Arciprestazgo de
la Orotava se crea la siguiente parroquia con categoría
de Entrada: La Santa Cruz
en el pago de la Cruz Santa, cuyos límites serán; al
Norte la carretera general, al
Sur la cumbre de la cordillera de Las Cañadas, al Este
el barranco de la Raya y San
Felipe hasta la carretera general y al Oeste el barranco
del Mocán desde la cumbre
hasta pasar el camino de los
Realejos, siguiendo luego la
atarjea madre de la Fuente
hasta su unión con la atarjea
de las Canales en la Gañanía alta y siguiendo por esta
atarjea hasta la carretera del
Realejo Alto, continuará por
el camino de la Gañanía
baja, vereda de las Canales,
y camino de la Carrera a
bajar por la derecha de la finca llamada del Jardín siguiendo su serventía hasta la
carretera general; límites que
la separarán del Realejo
Alto. (La Gaceta de Tenerife).
Nuevo párroco
El día 1 de Enero tuvo
lugar en el populoso barrio
de la Cruz Santa, la toma de
posesión del nuevo párroco que ha de regentar dicha
parroquia, creada en el pre-
Imagen de la entonces ermita de La Cruz Santa aparecida en la Revista Hespérides.
sente año según noticias,
ocupará dicho cargo, con el
carácter de ecónomo el
apreciable y culto sacerdote: don Manuel Fernández,
haciendo su presentación el
dignísimo señor Obispo de
esta Diócesis
Este mismo sacerdote
quedará encargado de la
parroquia recién creada en
La Perdoma, hasta tanto se
haga en dicho barrio de la
Orotava la casa rectoral y se
nombre su respectivo párroco. El señor Fernández, en
su vivo deseo de complacer
al vecindario de la Cruz Santa y con la aprobación del
señor Obispo, cantó la Misa
de Nochebuena en la nueva
parroquia, habiéndosele tributado al llegar a la iglesia
un grandioso recibimiento.
Al acto, además de la
totalidad del vecindario que
se hallaba estacionado en las
(Pasa a la página siguente)
Los Realejos a través del tiempo
(viene de la página anterior)
calles y plaza, acudió la tropa de los exploradores nacionales con Banda de tambores y cornetas; el subcabo de Somatenes, don Estanislao González y González;
los instructores de los exploradores señores don José
González López y don Juan
González Estrada; el alcalde
de barrio don Juan González
Pérez; los señores teniente de
alcalde del Realejo Alto, don
José Reyes Estrada y don
Luciano Albelo García; los
concejales don Domingo
Luis González, don Antonio
Pérez González y don Domingo Rafael García; el secretario don Luis Carreño
Ghirlanda; y el presidente del
Casino, don José González y
González, en cuyo Centro se
obsequió al señor párroco y
representaciones oficiales con
un refresco.
Exploradores de La Cruz Santa.
La ermita de la Cruz Santa 1730-1930
He aquí, lectores un documento inédito que tributamos en homenaje a la creación
do la nueva parroquia, y dedicamos a los nuevos fieles que
han tenido la dicha de ver convertida la ermita de sus mayores en templo y cátedra del
Santo Espíritu, el que .insertamos en la misma forma en que
está redactado, ya que así le
hemos conservado desde
hace muchos años en nuestro
Archivo:
«Ilustrísimo Señor.—
Señor los vecinos del Varrio
de la Cruz Santa han recurrido a mí para que adelante las
diligencias sobre unos tributos que tiene su hermita; para
cuyo efecto había V. S.’ Ilustrísima dado por carta su Comisión a don Francisco Llarena, servidor que fue de esta
parroquia, quien nada hizo
por estar para embarcarse; es
mucha la urgencia de la hermita y que necesita alargarla
porque no puede toda la gente caver para oir la misa que
allí se dice: y así suplico a V.
S.’ Ilustrísima me dé la misma
comisión para que se pueda
alargar y cobrar lo que se
debe de corridos que con esta
cobranza y limosnas de los vecinos se hará mucho que es
cuanto se me ofrece. Dios
guarde a V. S.» Ilustrísima en
mayor grandeza muchos años
Realejo de Arriva y Septiembre
21 de 1729 años.
Ilustrísimo señor. B. los
pies do V. S.» Su más reconocido capellán Br. Juan Matheo de
la Guardia ,(rubricado). Sr. Ilustrísimo Dr. Feliz de Brenuy Zapata y Mendoza mi Señor.»
Existe al margen de la
anterior instancia el mandato
que sigue: «Santa Cruz 13 de
Noviembre de 1729. Dáse Comisión a don Juan Matheo de
la Guardia para el efecto que
refiere en esta carta, y otra comisión es i se entiende con facultad de litigar, y absolver y,
de impartir el auxilio do la Re.
Justicia en caso necesario.•
Félix, Obispo de Ganarías (rubricado).
Ante mí Don Juan Manuel
do Segovia. Sº» (rubricado).
Aceptado y proveído.
El Sr. Br. D. Juan Matheo
de la Guardia, venerable Bdo.
Rector de la iglesia Parr. de señor Apóstol Santiago de el
Realexo de Arriva, en virtud de
la comisión de el Ilustrísimo
señor don Félix de Bernuy Zapata y Mendoza, Obispo de estas islas, que tiene aceptada
en el maior respeto y se contiene en la carta de la Bª- Mando
que todos los vecinos y demás
personas que tiene ofrecida limosna para alargar la hermita
de la Cruz Santa y demás com-
posición; y se contienen en la
memoria que va a continuación
y los demás que han ofrecido
limosna y no consta en ella que
dentro de este mes que empezara acorrer a cada uno desde la
notificación que se hará, manifiesto en un día festivo en la missa que se dixiere en dicha hermita al tiempo del ofertorio paguen la limosna a ofrecida con
apercibimiento de que pasado
dicho término, se procederá con
apremio, cauzándoles costa a
los que no paguen cuya limosna se ha de entregar a don Diego García Barroso, Presvítero
sochantre de dicha Iglesia y a
Bernardo Yanes, vecino de dicho lugar en el Pago do la Cruz
santa, a quienes Su Merced,
nombraba y nombró por depositario para lo que se les entregare a cada uno, el que entregan pronto para ir comprando
los materiales necesarios para
dicha hermita, y este auto lo publique qualquier notario o Clé-
rigo de menores poniendo todo
por diligencia. Y así lo proveyó
y firmó en diez y siete de Henero de mil setecientos y treinta
años.—Br. Joan Matheo de la
Guardia (rubricado). ~Salvador Lorenzo de la Guardia y
Villar, Notario público Apostólico (rubricado)
En veinte y dos de Henero de mil setecientos treinta
años, estando yo, el infrascrito
Clérigo de menores ordenes, en
la hermita de la Cruz Santa, jurisdicción del lugar del Realejo de Arriva, habiendo acabado aquella vecindad, que allí
concurro v vecinos en la memoria de promitente de limosna a
dicha hermita y allí juntos y
congregados, los leí, notifiqué
e hice notorio el despacho proveído por su merced, el señor
Bdo. presidente de la Parroquia
de dicho Realejo de Arriva para
que lo tuviesen entendido y le
dije a todos por que concurrieron sin faltar ninguno que mirasen lo ponía por’ diligencia
y notificación, y fueron testigos
Juan González Chaves, Diego
González Regalado, que también son de los notificados, todos vecinos de dicho Pago, y
de verdad lo firmé.—-Francisco Rodríguez de la Guardia
Francisco P. Montes de Oca
(Cronista Oficial de Canarias)
(Enero de 1930)
2013, el año de Viera
Ascensión de un globo Montgolfier en Aranjuez. Antonio Carnicero 1784. Museo del Prado
José de Viera y Clavijo y su globo aerostático
Es conocida la afición
de Viera a la aerostación. El
último canto de Los aires fijos está dedicado a esta invención, que era entonces
muy reciente. En efecto, el
cuadernillo que completa
dicho poema se publicó en
1784, y los experimentos
franceses a que se refiere
eran de los últimos meses de
1783: ascensiones de Annonay en 5 de junio, de
Montgolfier en el Campo de
Marte en 17 de agosto, del
mismo en Versalles en 19 de
septiembre y en París en 21
de noviembre, en fin de
Charles y Robert en los jardines de las Touleries en 1
de diciembre.
La rapidez con que se
informa Viera sobre estos
particulares indica ya el interés que tenía en ellos. En
cuanto a sus fuentes de información, es cierto que,
además de los datos muy
precisos que le transmitía
desde París su amigo Cabanilles, consultaba también
los periódicos parisienses,
que llegaban con regularidad a Madrid.
Sabemos también que
el historiador canario no
dejó de llevar a la práctica
sus conocimientos técnicos
en esta materia, «habiendo
sido el mismo Viera el que
hizo volar en Madrid el primer globo pequeño aerostático, desde los jardines de
la casa del señor marques
de Santa Cruz, a vista de un
numeroso pueblo. La fecha
de tal experimento se nos
indica en una nota del mencionado último canto de Los
aires fijos, y es el 18 de diciembre de 1783.
Los particulares de dicha ascensión son muy mal
conocidos; de todas formas,
no sabemos si se poseen en
la actualidad más indicacio-
nes quejas proporcionadas
por Viera, sobre esta primera tentativa aerostática española que, por su fecha,
viene a ser también una de
las primeras en el mundo.
Sería interesante buscar en
los periódicos madrileños,
que seguramente mencionaron el hecho, cuáles fueron
los colaboradores de Viera
y cuáles los resultados del
experimento; parece natural
pensar que le ayudaron en
esta empresa, además del
marqués de Santa Cruz,
que le había puesto su laboratorio y su parque a disposición, algunos de los jóvenes que seguían sus clases de física.
Lo que sí es cierto es
que los esfuerzos de Viera
intervenían en un momento
propicio, en que el interés
estaba ya despierto por los
problemas de la aeronáutica; y quizá fue Viera quién
más contribuyó a despertar
este interés. En el mismo
momento en que él preparaba la ascensión de su globo, se publicaba en Madrid,
en la imprenta del Supremo
Consejo de Indias, un
opúsculo de 44 páginas, sin
nombre de autor, intitulado:
Nave atmosférica y tentativa sobre la posibilidad de
navegar por el aire, no sólo
especulativa, sino prácticamente. Su autor..., residente en esta Corte. En esto de
«navegar por el aire» había
sin duda entusiastas e incrédulos, pues vemos publicarse al año siguiente, en la misma imprenta, una Carta de
J. V., natural de esta Corte, a un amigo suyo, en crítica al papel intitulado:
«Nave atmosférica, etc.»
en 8.° de 34 páginas. A pesar de la sugestiva semejanza de iniciales, es seguro
que el incrédulo no era Vie-
ra; tanto más que se trata de
un «natural de esta Corte»,
quien podía ser, por ejemplo, Juan Vicente. Al mismo
tiempo, en la imprenta de
Blas Román en que Viera
acababa de imprimir su Historia de Canarias, se publicaba otra obrita de unas
40 páginas 8.° intitulada
Diálogo sobre el globo aerostático y nave atmosférica, entre un abate y una
dama, en el que se da una
perfecta instrucción de esta
materia, por Pedro Fermín
Xaraga Denia, académico
de la de Jurisprudencia. El
examen más detenido de
dichas publicaciones, que se
encuentran actualmente con
bastante dificultad, enseñaría quizás algunos datos más
concretos sobre el papel del
historiador canario en la popularización de la idea de la
(`pasa a la página siguiente)
2013, el año de Viera
(viene de la página anterior)
aeronavegación en España.
Tampoco se ha notado
hasta ahora la posible relación del cuadro de Antonio
Carnicero, representando la
ascensión de un globo
Montgolfier, con el experimento madrileño de Viera.
Dicho cuadro se conserva
bajo el número 641 en el
Museo del Prado y es tan
conocido como poco estudiado. Hay una reproducción del mismo en la Enciclopedia Espasa-Calpe, artículo Carnicero, donde se
dice que la pintura es «de
gran interés anecdótico para
el estudio de las costumbres
y trajes españoles a fines del
siglo XVIII».
Los investigadores canarios no se han fijado en él,
quizás porque los sucesivos
catálogos del Prado, hasta el
de 1945, suponían que la escena representada por el
pintor era la ascensión del
globo aerostático de Vicente Lunardi, que se realizó en
los jardines del Pardo en 12
de agosto de 1792. Sin em-
Ascensión del globo de Lunardi.
bargo, el catálogo de 1949,
al aludir a un estudio reciente del Sr. Soria, indica que
el cuadro está fechado y que
de esta fecha se pueden leer
con claridad las tres primeras cifras y con probabilidad
la tercera: 178 (3?y. Dada
esta última circunstancia, es
licito pensar en el experimentó de Viera. El autor de la
pintura es Antonio Carnicero, cuyo hermano, don Isidoro Carnicero, director de
la Academia de San Fernando en aquellos tiempos, pintaba en 1784 el retrato más
conocido de Viera y Clavijo, grabado después por Joaquín Fabregat.
La hipótesis es muy
seductora y tiene algunas
apariencias de verdadera; sin
embargo, hay bastantes detalles que nos pueden hacer
vacilar. El más importante es
que la escena representada
por Carnicero no da la impresión de un parque español en el mes de diciembre,
ni por el mucho verde de la
arboleda ni por los trajes de
los personajes. Además, la
inmensidad de la explanada,
en que cabe un sinnúmero de
personas, no parece responder a la idea que nos podemos formar de los jardines
del palacio de Santa Cruz.
Y, por fin Viera y Clavijo,
que no olvida ningún detalle
interesante de su biografía,
no hace ninguna mención de
la existencia de tal pintura
con representación de una de
sus más ilustres hazañas.
Añadiremos que la descrip-
ción del globo de Viera no
parece convenir al representado por Carnicero, como
tampoco le convienen sus
dimensiones. En presencia
de tantos inconvenientes,
será difícil decidir si el cuadro de Carnicero representa la ascensión del globo de
Viera, u otra de las tres a cuatro ascensiones realizadas
durante el mismo año de
1782, en Madrid o en El Escorial. Sin embargo, no será
sin interés el recordar estos
datos poco conocidos que,
sin permitir una conclusión
definitiva, tienen el mérito de
ponernos en la atmósfera de
curiosidad científica enfrente del problema de la aeronavegación y de representarnos la brillante y sostenida concurrencia de cortesanos, majas y petimetres que
aparecen en la pintura y que
en realidad debieron formar
el público de Viera, de los
jardines de su protector, el
marqués.
Alejandro Cioranescu
(Revista de Historia Canaria.
1 de enero de 1950)
Retales de la Historia.
Aerostación
Desde tiempos inmemoriales el hombre ha sentido fascinación por la posibilidad de elevarse y surcar los
aires como las aves. Seguramente es Ícaro el primer
ejemplo y, desde entonces,
muchos trataron de hacerlo
de muy diversos modos y con
variados artilugios, y no fue
el mítico personaje hijo de
Dédalo el único que pagó con
su vida el frustrado intento.
Otros, menos temerarios,
concentraron sus esfuerzos
en lograr que un objeto o artefacto más pesado que el
aire fuera capaz de elevarse
y suspenderse en él, sin descartar que en el futuro el artilugio pudiera ser tripulado y
dirigido a voluntad. Y así nació la aeronáutica, siendo una
de sus primeras manifestaciones la aerostación.
Hacia 1782, descubier-
to el gas hidrógeno y demostrado que era mucho más ligero que el aire, se realizaron
las primeras experiencias a
cargo del inglés Tiberio Cavallo, pero fueron los franceses hermanos Montgolfier los
que el año siguiente alcanzaron un espectacular éxito al
elevar públicamente un globo lleno de aire caliente. El
físico Charles recomendó entonces las ventajas del hidrógeno sobre el aire caliente.
Parece que existen dudas sobre quién fue pionero
en España en esta clase de
experiencias, pero en todo
caso la gloria corresponde a
un tinerfeño de nacimiento,
pues se la disputan los ilustrados José Viera y Clavijo y
Agustín de Betancourt y
Molina. Viera residía entonces en Madrid, como preceptor del hijo del marqués
Casa natal de Viera y Clavijo en la calle que hoy lleva su nombre.
de Santa Cruz, el marquesito
del Viso, mientras que Betancourt no cesaba de investigar
y trabajar en todo lo relacionado con las ciencias y la ingeniería. La experiencia de
este último tuvo que realizarse antes de 1784, año en que
se estableció en París, o después de su regreso a Madrid,
en donde permaneció desde
1791 a 1793, en que pasó a
Inglaterra.
Dejando correr la imaginación podemos recrear
algo que posiblemente no
ocurrió en aquel momento. Y
es qué hubiera pensado un
labriego de los Baldíos, un
pescador de El Cabo o un
molinero de Los Llanos, si le
dicen que un señorito del
Puerto de La Orotava o un
cura del Realejo Alto, lo mismo daba, habían elevado un
artefacto en la Villa y Corte,
suspendiéndolo en los aires a
su voluntad. Sin duda pensarían que era cosa de brujería.
No sabemos la posible
trascendencia que el experimento realizado en Madrid
pudo tener en Tenerife, aunque es probable que la noticia se comentara debidamente en los ambientes más ilustrados, tales como la tertulia
del Marqués de Nava, a la
que había concurrido Viera y
Clavijo como uno de sus más
destacados miembros.
9 de
Luis Cola Bénitez
(La Opinión de Tenerife
octubre de 2011. Extracto )
Tesoros de nuestro patrimonio artístico
Cáliz de la Ermita de la
Concepción de Tigaiga
El cáliz que se conserva en la ermita de La Concepción de Tigaiga, realizado en plata blanca, sorprende por su configuración, ya
que se compone de un ancho pie circular, astil poligonal interrumpido por un nudo
de manzana gallonado y
copa muy abierta, elementos
propios de la platería gótico-renacentista. Estas características formales lo relacionan con los ejemplares
sevillanos del siglo XVI conservados en La Palma –estudiados por Gloria Rodríguez– como los cálices de la
parroquia de la Virgen de la
Luz, de Garafía, y ermita de
La Encarnación en Santa
Cruz de La Palma, así como
el tinerfeño de la ermita de
Ntra. Sra. de Buen Paso
(Icod de los Vinos). La concepción formal del cáliz de
Tigaiga hace que lo conside-
remos resultado de una recomposición posterior,
como también ocurrió con
otras piezas de igual tipología, caso del perteneciente a
la parroquia del Dulce Nombre de Jesús (La Guancha).
José Cesáreo López Plasencia
El Señor del Huerto de la Parroquia
de Nuestra Señora del Carmen
La imagen de Jesús en
la Oración del Huerto de la
parroquia de Nuestra Señora del Carmen, una talla de
autor desconocido cuyo origen puede situarse próximo
a los talleres artísticos de la
América española. Su llegada a Los Realejos se produjo con motivo de la donación realizada por el teniente capitán Gonzalo de Abreu
en 1739 al convento franciscano de Santa Lucía, quedando bajo el culto de la
Venerable Orden Tercera.
Tras la desamortización de
bienes religiosos, esta imagen será trasladada al Santuario del Carmen, salvándose del incendio que asoló el
antiguo convento de monjas
agustinas en 1952, pasando
entonces a ser custodiada en
la iglesia de la Concepción,
hasta que finalmente en 1965
regresó al reconstruido santuario. Esta escultura fue
objeto de un proceso de restauración realizado por Pa-
blo Amador Marrero en
2002.
Pablo Domingo Torres Llanos
(Programa Semana Santa de Los Realejos -.2006)
(Semana Santa de Los Realejos)
Angelitos. Paso del
Señor Difunto.
Parroquia de la
Cruz Santa
ración repujada, que rodea
el prominente tetón central,
a base de motivos florales y
roleos rayados sobre fondo
liso bruñido, lográndose así
un bello efecto cromático. Su
exorno nos induce a considerarlo trabajo de los afamados talleres mexicanos.
En 1952, Ezequiel de
León realiza los cuatro angelitos que ornan el paso del
Señor Difunto de la Parroquia del barrio de la Cruz
Santa, en actitud dolorida y
ligera talla; siguen el modelo
de los cuatro puttis que
acompañan a la urna del
Cristo Difunto de La Laguna, obras del siglo XVIII.
Fueron costeadas por Miguel Chávez Domínguez en
el citado año. Siendo las únicas esculturas de puttis realizadas por este escultor.
José Cesáreo López Plasencia
José Cesáreo López Plasencia
(Semana Santa de Los Realejos)
(Semana Santa de Los Realejos)
Lavatorio de Pies. Parroquia
del Apóstol Santiago
La parroquia de Realejo Alto utiliza durante el
Lavatorio de los Pies un hermoso juego barroco de
aguamanil, compuesto de un
jarro y una fuente de plata
blanca. El primero dispone
de pico vertedor y se decora con un asa y motivos florales, mientras que la fuente
destaca por su prolija deco-
Guión del Santísimo Sacramento
Parroquia de la Concepción
En la posesión del Corpus de Realejo Bajo figura
un hermoso Guión del Santísimo Sacramento, que porta el Hermano Mayor de la
Hermandad. Se trata de una
pieza en forma de escuadra,
decorada con rica tela blanca, a la que se superpone un
altorelieve de plata del Cordero Apocalíptico sentado
sobre el Libro de los Siete
Sellos, por una cara, y una
láurea con las uvas y espigas
eucarísticas, por la otra. Se
remata en flecadura y borlas, de hilo de oro, y Cruz
de plata blanca en el vértice.
Es obra salida de un taller
sevillano (h. 1980).
José Cesáreo López Plasencia
(Semana Santa de Los Realejos)
Tesoros de nuestro patrimonio artístico
El Nazareno de Martín de Andújar. Parroquia del Apóstol Santiago
En la Villa de Los Realejos la iconografía del Nazareno surge a raíz de la orden franciscana, concretamente en su convento recoleto de Santa Lucía y a través de la Venerable Orden
Tercera. El 11 de junio de
1637 el padre guardián Fray
Bartolomé Feo y D. Alonso
de Molina, Síndico del Convento firmaron una declaración con testigos ante Juan
Alonso Romero, diciendo
que las dos imágenes, una
del Santo Cristo Nazareno
y otra de Nuestra Señora de
los Afligidos, eran de los
Hermanos Terceros de San
Francisco y los Hermanos
de la Cuerda; que ellos las
habían hecho con sus limosnas estando presente también el Capitán Marcos de
Urtuzáustegui y Nicolás de
Álamo.
Esta bellísima imagen
del Nazareno también pertenece a la gubia del escultor manchego – sevillano
Martín de Andújar Cantos
nacido en Almadén de la Plata (Ciudad Real), en 1602.
Fue discípulo durante algunos años en la ciudad de
Sevilla del gran maestro escultor Martínez Montañés.
Durante su estancia en Garachico, de camino hacia
América, funda un taller donde realizó algunas imágenes
para diferentes parroquias y
conventos de la isla, formando también allí algunos de
sus discípulos, como Alonso de la Raya y Blas García
Ravelo. De este conocido
taller, salió la imagen del
Nazareno para el convento
realejero.
La obra representa el
pasaje cruento expresando
todo el dolor de la Pasión del
Señor en su camino hacia el
Calvario, impregnada de ese
tremendismo característico
del Barroco, siendo trabajado su cuerpo por el escultor, aunque fuera pensada
para vestir, dándole mayor
realce, si cabe, a una escultura que presume de ser la
más importante interpretación de Cristo con la cruz a
cuestas, que atesora el patrimonio escultórico insular.
Con ella se celebraba
el Vía Crucis que, en la madrugada del Viernes Santo,
partía del convento franciscano y se dirigía hacía la
Parroquia Matriz del Apóstol Santiago en cuya plaza
tenía lugar la Ceremonia del
Encuentro con su Madre
Dolorosa, estando documentado este acto por primera vez en el año de 1664,
cuyos gastos sufragaban la
Cofradía de los Afligidos.
En 1852, tras la exclaustración y el abandono
del referido recinto religioso
y la marcha de los frailes,
esta imagen pasa a la Parroquia de Santiago Apóstol
por petición del entonces
párroco D. Antonio Martín,
celebrando el 9 de abril de
ese mismo año, procesión
con sermón en el Calvario de
San Benito. En 1860, D.
Mateo García Abreu, mayordomo de la Capilla del
Señor Difunto, que se encontraba frente a dicha parroquia, pide algunos materiales del derruido convento, para su capilla, al mismo
tiempo que solicita el retablo donde recibía culto el
Nazareno para colocarlo en
el mencionado templo. Este
retablo, donde actualmente
se venera la imagen se colocó en la antigua capilla del
Socorro, y está atribuido al
maestro ensamblador Antonio Álvarez, realizado en
madera en su color, com-
puesto por un frontal, un
cuerpo con tres calles y ático, donde muestra, los emblemas seráficos del abrazo místico y la cinco llagas,
así como los tres clavos,
todo representado dentro
de un medallón dividido en
cuarteles como si de un escudo de armas se tratara.
Las tallas que se representaban en el frontal (columnas, flagelos, martillos) han
desaparecido.
Este Cristo procesiona el Domingo de Ramos
por la tarde, en la función
principal de su Franciscana
y Jacobea Cofradía, así
como el Viernes Santo al
mediodía para el Calvario
de San Benito donde se realiza la Ceremonia del Encuentro. También participa
en la procesión Magna del
Santo Entierro recorriendo
las antiguas calles del casco
del Realejo Alto.
En la Semana Santa
de 2001 la cofradía recuperó su antiguo trono con el
que posiblemente llegó del
convento con motivo de celebrarse su décimo aniversario, trasladándose con él
hasta el lugar que ahora ocupa el cementerio de San
Francisco, la tarde del Domingo de Ramos, 8 de abril
de ese mismo año, después
de casi 150 años que no
volvía a su antiguo lugar de
culto, quedando como un
hecho histórico de la Semana Santa de Los Realejos.
Manuel J. Hernández González
Orlando Remón Pérez
( Cristología.Semana Santa de Los Realejos)
Imágenes para el recuerdo
El alumbrado eléctrico llega a Los Realejos (1923)
El domingo último fue
inaugurado el alumbrado
eléctrico en este pueblo,
cuya luz es producida por la
fábrica instalada un poco
más abajo de Palo blanco,
y cuya red se extiende por
el Realejo alto y los barrios
de San Agustín y de la Cruz
Santa, y por el Realejo bajo.
Serían poco más o
menos las 8 y media de la
noche cuando apareció la
luz, tan necesaria y tan esperada, habiendo sido alegremente saludada por la
gritería de los chiquillos que,
entusiasmados, no cesaban
de gritar: ¡viva la luz eléctrica! y por las personas mayores que, alegres y satisfechas, recorrían las calles
donde están las bombillas
instaladas.
También fue saludada
tan luminosa huésped por un
Casco de Realejo Bajo.
largo y alegre repique de
campanas y por infinidad de
voladores que por los aires
pregonaban la alegría y satisfacción que todos los hijos de este pueblo sienten
por tan fausto acontecimiento.
Para este pueblo es
una mejora sobre toda ponderación, si se tiene en cuen-
ta que las calles son pendientes, irregulares, que cruzan por ellas atarjeas, cuyos
huecos, por donde los vecinos sacan el agua, quedaban
muchas veces abiertos de
noche por descuido de no sé
quien, lo cual ofrecía inminente peligro de partirse una
pierna el pobre mortal que
se veía precisado a salir de
noche.
La luz es espléndida,
potente y brillante; y, si la luz
de las casas particulares,
cuando esté instalada, resulta igual como apareció la del
alumbrado público, será un
alumbrado tal como es de
desear.
Reciba el empresario,
don Daniel Pérez nuestra más
sincera felicitación; y, al par
que sentimos grandísima satisfacción por tan importante mejora de este pueblo,
deseamos al referido don
Daniel un lucrativo negocio.
Lo que no nos explicamos es que, con tantas galerías de agua y con tantos
capitales como hay en nuestros Realejos, no hubiera,
desde muchos años una persona o una empresa que se
hubiese dedicado a hacer lo
que ahora ha hecho don
Daniel Pérez pues, además
de que tal explotación beneficia, adorna y hermosea
pueblos tan importantes
como estos Realejos, es
también un negocio muy importante para el empresario.
J. C. Realejo alto,
18 Junio de 1933
La Gaceta de Tenerife
El ministro de Marina, Sr. Reyes visita Rambla de Castro (1929)
En honor del ministro
de Marina, que hoy es nuestro ilustre huésped, el Cabildo Insular de Tenerife organizó una excursión a los pueblos del Norte de la isla. A
las nueve de la mañana, partieron del muelle varios automóviles, que se dirigieron
por la carretera del Norte.
El ministro de Marina, señor
García Reyes, ocupó un automóvil acompañado del
gobernador civil señor Benito Quintero; presidente de
la Mancomunidad, señor
Salazar Bethencourt, y presidente del Cabildo Insular,
señor La Roche.
Los restantes vehículos
iban ocupados por el general gobernador militar, señor
Rodríguez del Barrio; comandante de Marina, señor
Vial; fiscal de S. M., señor
Gonzalvo; delegado de Hacienda, señor Pérez Serrano; consejero del Cabildo,
señor Toribio Valle; concejal de este Ayuntamiento,
señor Rodríguez Febles; presidente del Colegio de Mé-
Mateo García de los Reyes, Ministro de Marina
dicos, señor Capote; cónsul
de Cuba, señor Iruretagoyena; comandante del crucero
«Almirante Cervera», señor
Ruiz Revolledo; del cañonero «Cánovas del Castillo»,
señor Pérez Chao; ayudante del gobernador militar,
señor Cáceres, señores Jordana Pozas y Domenech,
que acompañan al ministro en
su viaje a Cuba; segundo
comandante del «Almirante
Cervera» y representantes
de la Prensa local.
Desde Icod la excursión regresó hacia el Puerto
de la Cruz. Antes se hizo una
parada en la hermosa finca
Rambla de Castro, que en el
término de los Realejos posee el señor Salazar y Bethencourt. Los excursionistas recorrieron la finca, elogiando todos tan pintoresco
lugar. También visitaron,
como nota interesante, la
batería que en lugar estratégico se halla emplazada
con 4 cañones, beneficio
que disfrutaban sus dueños
de antaño para su defensa.
En una terraza situada en
medio de un bosque, el señor Salazar obsequió al ministro y demás personas que
le acompañaban con un
«champagne». De nuevo se
detuvo la comitiva en la finca Zamora en el Jardín, pro-
Postal de Rambla de Castro.
piedad del señor Salazar,
visitando los excursionistas,
el taller de empaquetado de
plátanos que en la misma tiene instalado el Sindicato de
la Orotava. El ministro pre-
senció las diferentes operaciones del empaquetado de
plátanos, dedicándole grandes elogios.
( La Gaceta de Tenerife,
3 de mayo de 1929)
Imágenes para el recuerdo
Señor director de GACETA DE TENERIFE. Muy
señor nuestro; Los abajos firmados vecinos todos del barrio de La Longuera, término
municipal del Realejo Alto,
recurrimos a usted por si nos
permite, en su culto e ilustrado diario, llamar la atención
al Excmo. señor gobernador
civil sobre el peligro que
creemos nos amenaza.
Una antigua e importante casa inglesa, en propiedades que posee en este barrio construyó una charca que
lleva trescientas mil pipas de
agua. Todo este vecindario,
que vio hacer la obra, empezó a perder la tranquilidad,
pues aunque no somos técnicos, presumíamos que la
referida construcción no era
suficiente para contener ese
mar de agua.
Pues bien: hará siete u ocho
meses comenzaron a ponerle agua y aquí empieza nuestro calvario, pues las familias
ya no tienen tranquilidad ni
para dormir, perdiéndola por
, completo en el mes de Enero, que de nuevo le ponen
agua, dejándola faltando solo
cinco escalones para llenarse.
Construcción de la Charca de Yeoward. Foto propiedad de doña Carmen González y familia.
«100 años de historia del barrio de Toscal- Longuera». María del Carmen Machado Yanes. (2009)
La charca de Yeoward, un peligro para
los vecinos de La Longuera (1928)
Alguien empieza a decir
que la charca se sale; las madres se niegan a dormir en sus
casas y de noche se mudan a
otras casas donde no pueda
afectarles el peligro; varios
vecinos, que no dejamos el
hogar, dormíamos siempre
dejando uno en guardia y
ahora, señor gobernador,
desgraciadamente, se ha venido a confirmar nuestro presentimiento el día 2 del corriente, que, con sorpresa,
vemos que amanece la charca completamente llena, Cundió la noticia por todo el barrio y ; muchos fueron a verla, poro he aquí que de pronto se le notan tres grietas por
las cuales brota el agua.
En este preciso momento llegó don Francisco
Amador, digno empleado de
la Casa, el cual despreciando su vida y con la rapidez
que el caso requería, abrió las
dos llaves evitando de esta
forma que no se derrumbaran las paredes y, por ende,
la pérdida de todas estas casas, terrenos y ¡sabe Dios,
hasta de cuántas vidas!
Pero, aún estamos en la
misma intranquilidad, pues de
cincuenta escalones (más o
menos) que tiene la referida
charca, solo le bajaron siete,
quedando, por lo tanto, el
mismo peligro, si es que lo
hay.
Nosotros, señor gober-
nador, y con nosotros todo
el barrio de La Longuera,
nos dirigimos a usted por si
tiene a bien enviar un técnico
que examine la obra y vea si
reúne condiciones para llenarse o no.
Con eso nos quitaría
esta intranquilidad, por cuyo
motivo toda la vida le quedaríamos agradecidos. Sólo
nos resta dar las gracias al
culto director de este periódico, don Adolfo Febles
Mora, y perdone la molestia que les han causado sus
affmos. s. s. Cipriano Ramos Quintero, José Espinosa
Pérez, M. González, Pedro
Hernández, Antonio Estévez, Eligió Díaz, Matías Hernández González, Tomás
Bencomo, Dámaso Pérez ,
Avelino Dorta, Dionisio Rodríguez, Juan Ramón, Manuel Hernández, José González, José García, Rosendo García, Cristóbal González, José Abrante, Consuelo
Padilla, Remedios Díaz, Antonia Reyes y Francisca Padilla.
La Longuera. 13 de
Marzo de 1928
El doctor Estrada inaugura su clínica para pobres (1915)
Debida a la generosidad del ilustrado médico y
distinguido amigo, José
García y Estrada, el día 1
de febrero de 1915 se inauguró un Hospital Casa
de Salud para los enfermos
pobres de estos Realejos.
Es un acto de calidad y filantropía que, unido a lo
muchísimo que estos pueblos le deben, enaltece al
afamado doctor Sr. Estrada y que reportará inmensos beneficios a habitantes
de estos Realejos. Al felicitar cordialmente al digno facultativo por su altruismo,
esperamos que los vecinos
y afincados de ambos Rea-
lejos cooperarán al sostenimiento de tan benéfica y
necesaria obra. (La Región, febrero de 1915).
Nacido en Realejo
Bajo el 24 de julio de 1871,
José García Estrada obtiene el título de licenciado en
Medicina en Sevilla, ejerciendo como médico titular
e inspector municipal de
Sanidad en su pueblo natal. Conocido como «El
apóstol de la medicina», ya
que una leyenda popular le
atribuía las dotes de curar
a los enfermos que visitaba
tan sólo con que éstos le
oyeran llegar, tenía además
la sana costumbre de
apuntar en libretas las deudas de los cientos de enfermos de escasos recursos
que atendía y que tranquilizaba con un «ya me lo
pagarás». Días antes de su
muerte, ocurrida el 4 de
marzo de 1945, ordenó
prender fuego a todas esas
libretas.
Imágenes para el recuerdo
Barranco del Dornajo en Icod el Alto.
Paisajes, tipos y costumbres de Icod el Alto (1900)
Allá, escondido cual nido
de águilas, entre altísimos peñascos, existe una pequeña aldea, tranquila y solitaria.
Hay para verla, que subir
empinadas cuestas, rápidas
vueltas y peligrosas veredas,
pero luego que se domina la altura, olvídase la fatiga del camino, ante el sublime espectáculo que se ofrece a la vista,
Desde aquellas elevadas alturas,
se contempla a nuestras pies,
admirables y profundos barrancos, en cuyo fondo serpentean cristalinos arroyuelos y
crecen enmarañados zarzales y
trepadora yedra que invaden los
nudosos troncos de los brezos,
tilos, hayas y laureles que crecen en las grietas de aquellos
peñascos y se elevan majestuosos envueltos en su verde ropaje. A la fresca sombra del
abovedado tejido de ramas, nacen cañas, helechas y ñameras
que se mecen dulcemente al
continuo gotear de los manantiales; y, en las espesuras del
follaje, anidan numerosos pavos reales, cuyo triste graznido, unido al melancólico canto
de la pastorcilla que baja a la
fuente, y al rumor de la brisa
que gime entre las hojas, forman timbres tan sonoros al repercutirse en las concavidades,
y ecos tan delicados y cadenciosos que embriagan los sentidos o invitan a sueños de amor
y poesía.
Contrastando con los
profundos barrancos y escarpadas laderas se ven extensas
llanuras de doradas espigas, y
salpicadas de silvestres florecillas. Enjambres de zumbadoras
abejas cruzan afanosas, en tanto
que atolondradas mariposas revolotean mostrando sus pintadas alitas a los ardientes rayos
del Sol. En medio de tan extraña perspectiva, aparece como
evocada por la soledad de las
montañas, la aldea, el antiguo
pueblecillo de Icod el Alto.
Si dirigimos la vista hacia el levante, la altura del observatorio nos permite admirar
el hermoso Valle de Orotava,
sembrado de blancas casitas y
elegantes chalets que se destacan entre la verde arboleda y
sobre la matizada alfombra que
presentan sus bien cultivados
terrenos, cortados á intervalos
por anchos barrancos que se
prolongan hasta sus encantadoras playas que orlan las irizadas y blancas espumas del mar;
y si a Occidente, el lejano horizonte, y el Sol, que al hundirse
en el Ocaso, todo lo dora y matiza de rosadas tintas, a la luz
de sus últimos rayos, cual si
fuera con cinta de oro, dibújanse vigorosamente aquellas
agrestas rocas y abruptas laderas que corona orgulloso el Teide; y abajo, el mar tranquilo y
diáfano, que como límpido espejo retrata el singular paisaje
que ofrece, como una de sus
sublimes maravillas, la naturaleza.
Ante tantos encantos,
bien podemos afirmar que la
naturaleza es el trono exterior
de la magnificencia divina,
como dijo Buffon, y que «el
hombre que la contempla y estudia se va elevando por grados al trono interior de todo su
poder.»
Huyendo de las sombras
de la noche, tornan los campesinos con sus laboriosas mujeres de la ruda tarea de labrar la
tierra ó fabricar carbón, con la
esperanza de una frugal cena y
un sueño reparador á tantas fatigas.
Llegada la hora de la
cena, es de admirar el artístico
cuadro que presentan, sentados
ante tosca mesa, donde luce el
clásico lebrillo con humeante
potaje en forma de pirámide, y
á su cima, colocadas simétricamente como estacones, las
cucharas de que cada cual se
ha de servir. Comienza para
ellos suntuoso banquete, y en
acompasadas cucharadas y animada charla, en la que se trata
de la siembra, la siega ó la trilla
que para el siguiente día se prepara, ó saborean y comentan
el clavo que dieron á tal ó cual
parroquiano con la venta de la
leña ó el carbón, transcurre una
hora, y viene la otra, cual si estuvieran devorando variados y
suculentos manjares.
Aun conservan muchas
costumbres de los Antiguos habitantes de estas islas, tal como
la de moler el gofio— ese nutritivo, cuanto saludable alimento de los naturales de Canarias,—en molinos de mano y
obsérvase también en el fanáti-
co culto que rinden a su patrona la Virgen del «Buen Viaje».
El día de la fiesta, o sea el
último domingo de Agosto, sacan en andas á la imagen, de la
pequeña ermita, y es llevada en
procesión entre bailes, gritos y
aclamaciones; y con la mayor
sencillez piden, que para más
solemnidad y ostentación, sea
llevada al «Dornajo» o bien a la
«Pared», (sitios designados con
estos nombres,) y allí llegados,
volviendo hacia el mar a la virgen, la piden a grandes voces,
buen año para sus cosechas y
suerte para el esposo, o para el
hijo que en busca de mayor fortuna atravesó el Océano; terminada esta petición, la balancean
de tal suerte que se ve la pobre
efigie expuesta a rodar por
aquellos despeñaderos.
Desde el trece de Junio
en adelante se celebran también
las novenas de San Antonio, a
las que acuden todos los fieles,
llevando consigo en obsequio
del Cura que las dice y que al
efecto sube de Los Realejos,
pollos, pavos, gallinas, quesos,
huevos y toda clase de frutas
que cuelgan y colocan en el tirante de la ermita, resultando la
más de las veces, que son interrumpidas las piadosas oraciones, ya por el canto de un gallo, la pera que se desprende o
la flor que se deshoja.
Nada ha variado allí, ni
sus antiguas costumbres, ni su
perfumado y sano ambiente, el
bello paisaje, ni la fe un tanto
salvaje de sus cultos, pero lo
que no volveremos a ver serán
sus pintorescos trajes.
La enamorada doncella
no se entretiene ya en bordar
primorosamente el chaleco o
armaor con los diferentes puntos conocidos con los nombres
de «escribanía», «la vuelta,»
«el piquilIo,» o la ondia, ni con
estambres de colores hace cordones y borlas para engalanar
el corto y azulado pantalón de
su novio.
La inocente pavera, tampoco luce ya la verde capita o
faja, bajo la que ocultaba el rojo
justillo, ni la corta saya de cordón, que ellas tejían en listas
de variados colores.
Pareja tan graciosa y artística no volveremos a ver.
Desapareció como desaparece
hoy todo lo que tiene algo de
ideal y poético para refugiarse
en la novela o el teatro. Al relegar al olvido los Icodalteros sus
vistosos trajes, se despojaron
del único adorno que les distinguía y caracterizaba, y ya
sólo se les recuerda para lamentar el completo grado de ignorancia en que se hallan, a
pesar de la corta distancia á que
están de los demás pueblos
donde hay cultura; hay que disculparlos; pues no existe una
escuela en aquel pueblecillo
donde es algo regular el número de sus habitantes, y donde
acaso, como en el seno de las
montañas, se hallaría algún diamante de inestimable valor.
Lía Tavío
«Siglo XX». (5 de octubre de 1900)
Imágenes para el recuerdo
Señor presidente del
Excmo. Cabildo Insular de
Tenerife. Muy señor nuestro:
Los que suscriben, vecinos
de Palo Blanco, del Realejo
Alto, a V. S. con el mayor
respeto tienen el honor de
exponerle: 1° Que desde el
año de 1930 solicitamos del
Ayuntamiento de este pueblo se dirigiese a V. S. pidiéndole se hiciese por el
Cabildo de su merecida presidencia, una pista que pusiese en comunicación a este
pago con el de Realejo Alto
a fin de que los camiones y
automóviles de esta isla pudiesen llegar, cuando menos,
hasta la plaza de este pago,
y así poder dar salida a los
productos agrícolas que se
cosechan en esta zona y también para poder tener la adecuada asistencia facultativa y
el normal funcionamiento de
las escuelas nacionales. 2.°
Que debido a las gestiones
que hizo el Ayuntamiento, ese
excelentísimo Cabildo, previo informe de la oficina de
Obras y Vías, preguntó a
esta Corporación, en julio
de 1931, cuál era el trazado
que mejor convenía hacer
rápidamente, contestando el
Ayuntamiento, según informe
dado por la Comisión de
Caminos con el asesoramiento de los ingenieros señores Lozada y Pintor, que
debía adoptarse como solución rápida «la traza directa
partiendo del camino que del
casco conduce a la Cruz
Santa, desde el punto conocido por La Piñera, con dirección a Montes Claros»,
tomando como fundamento:
1.° Que arranca de un punto intermedio entre el casco
y el pago de la Cruz Santa.
2° Que se aprovecha gran
parte del camino denominado «Camino Atravesado».
3° Que con reducido costo,
por su longitud, quedaría en
comunicación directa con las
carreteras del Estado, el núcleo principal de Palo Blanco, donde funcionan las escuelas nacionales.
3.° Que la Comisión
Gestora de ese Excmo. Ca-
La pista de Realejo Alto a Palo Blanco, una
lucha de años con el Cabildo de Tenerife (I)
bildo, en sesión de Septiembre de 1931, acordó proceder a la construcción de la
mencionada pista con una
longitud de 2.200 metros y
un presupuesto total de 33
mil pesetas.
4º. Que habiéndose logrado en 1931 el permiso de
la mayor parte de los dueños de terrenos por donde
ha de pasar la pista, se comunicó tal hecho al Cabildo,
pero nada se logró, pues, a
pesar de ello, no se dio comienzo a la obra, manifestándose que era necesario tener el permiso de la totalidad
de dueños, y 5.° Que en vista de tales manifestaciones
se han hecho nuevas gestiones, llegándose a conseguir
el total de los permisos.
Como consecuencia de esto,
el Ayuntamiento ha elevado
a V. S., con fecha 14 de
Agosto último, un escrito suplicándole se digne ordenar
el inmediato cumplimiento al
acuerdo que ese Excmo.
Cuerpo insular adoptó en tan
importante asunto en Septiembre de 1931.
Como V. S. ve, no hemos sido exigentes, han pasado nada menos que tres
años sin dar comienzo a la
pista, cuando con un poco de
buena voluntad ya podría
estar terminada.
Nosotros, como habi-
tantes de Tenerife, nos creemos con derecho suficiente
para pedir de una manera
categórica a V. S. se digne
ordenar el cumplimiento del
acuerdo insular ya citado,
para que se dé comienzo a
la obra en el presente mes,
coincidiendo con la terminación de la vendimia.
No queremos que surjan nuevos entorpecimientos
que traerían, como consecuencia, que este pago continuase en plena incomunicación, no obstante hallarse en
el centro del Valle de la Orotava, que, como V. S. sabe
perfectamente, es la zona
más rica de la isla y, por tanto, es la que más contribuye al presupuesto de esa
Excma. Corporación. Por
justicia, creemos seremos
oídos de una vez.
Hasta tanto, quedamos a sus órdenes suyos
affmos. seguros servidores
q. s. m. e., Domingo L.
Abreu, Ramón González,
Domingo García, Francisco
Afonso, José García Luis,
Angelino Afonso, Antonio
Quintero, José García, Pedro Quintero, Antonio González, Tomás Luis, Pedro
González, Gonzalo Luis,
Gonzalo González, Juan
García y García, Francisco
García Díaz, Ceferino García, Adrián Alonso Gonzá-
lez, Juan Yanes, José Yanes,
Domingo Yanes.
Realejo Alto, 1 Spbre. de 1934
Vecinos de la Cruz
Santa piden otro trazado
En el periódico 607,
correspondiente al pasado
miércoles, en una carta
abierta dirigida al señor presidente del Cabildo Insular
de Tenerife, firmada por
unos vecinos de Palo Blanco.
En lo referente al trazado del punto dos, Se necesita no conocer el terreno para creer tales afirmaciones, cogiendo la dirección de la vereda de Monte
Claro no es la parte más cerca, y si se busca lo más económico debería coger por
Angostos Bajos fincas de las
Cabreras y camino a Palo
Blanco, que es mucho más
cerca. No parte de entre el
casco y el pago de la Cruz
Santa sino de la parte del
Poniente de la Cruz Santa
misma. Que no se toca nada
del camino Atravesado, muy
al contrario, queda muy distante de él.
¿Qué se perseguirá
con todo esto? Se quiere la
carretera a Palo Blanco, nosotros también la queremos,
pero ésta debe ser por don-
de más convenga a los intereses generales del Valle, por
donde no se dividan fincas
ni se destrocen sus principales viñedos, por donde se le
dé comunicación a la Aldea
del Viñátigo, que es por el
camino del Brezal y camino
Atravesado; con esto no se
alteran ni el punto de partida
ni el punto de destino, que
es de la Cruz Santa a Palo
Blanco, y ganará mucho una
buena parte del Valle. Que
se haga la carretera, que
con ello se da trabajo al
obrero. Se le dará comunicación a muchos vecinos y
se le dará vista al turismo de
una bonita zona de esta región. Que se haga la carretera, pero antes debe hacerse un buen estudio por
donde debe cruzar, para no
pisotear intereses creados y
defender otros intereses
muy superiores.
Que se haga la carretera, pero que cruce por la
aldea del Viñátigo, que estos vecinos contribuyen con
muy buenos donativos y éstos deberían aprovecharse.
Dando las gracias anticipadas, quedan de usted
atente» s. s. q. e. s. m. Esteban R. Márquez, Esteban
Luis Pérez, Elíseo García
Díaz.
(La Gaceta de Tenerife)
Curiosidades del pasado
La muerte de un infeliz idiota (Realejo Alto 1868)
Según nos dicen, el 27
del pasado mes murió en el
pueblo del Realejo alto, un
infeliz idiota conocido generalmente por el apodo de
Buen-amigo, al que se le hicieron solemnes honras fúnebres, dignas de mención.
Este desgraciado, que
vivió siempre en la mayor
miseria (cosa rara en estos
tiempos en que abundan tantos encopetados idiotas) se
hallaba dotado de una de las
virtudes más apreciables, y
cuya semilla se va perdiendo ya en nuestra sociedad,
la honradez.
Cubierto de harapos,
mendigando y sufriendo
toda clase de penalidades,
jamás se le notó un vicio,
nunca le quitó nada a nadie,
y cuando le daban una moneda de plata para que la
cambiase y tomase una par-
te de ella, devolvía el resto
exacto. Los vecinos de ambos Realejos le hicieron un
funeral lucido, con asistencia
de los dos párrocos, el del
Realejo-alto y el del Realejo-bajo, los dos coadjutores, la banda de música y
todo el vecindario de los dos
citados pueblos.
La concurrencia era
extraordinaria; y semejante
demostración espontánea de
El fallido intento de fusión de
Los Realejos de 1870
Nuestro corresponsal
de los Realejos nos dice lo
siguiente: Por si aún no hubiese llegado a noticia de V.
y como ejemplo que debiera ser seguido, le digo, que
se proyecta reunir estos dos
pueblos en un solo Ayuntamiento, estando acordadas
para ello, según me han dicho, las bases siguientes: 1º
Establecimiento de la capital del distrito en el barrio de
San Agustín, que es común
a ambos Realejos; tanto por
esto, como por su situación
en el camino del norte, en el
trazado de la carretera y
donde se hallan establecidas
la administración de correos
y la de los impuestos que
cobra el Banco. De este
modo ninguno de los dos
pueblos puede considerarse
preferido, lo cual parecía un
obstáculo a la unión; pero si
el Realejo alto no accede a
establecer las casas consistoriales y demás dependencias, en el edificio que po-
San Agustín a principios del siglo XX.
see el Realejo bajo en dicho barrio, entonces habrán
de construirse a costa del
Realejo disidente, en la parte hoy suya. 2º. Acordar la
creación de tres colegios
electorales, uno en la capital referida, otro en el caserío de Cruz Santa y otro en
el de Icod el alto.
3º. Establecimiento de
tres escuelas públicas de ambos sexos en la demarcación
de los colegios. 4º. Solicitar
del Gobierno la creación de
una ayuda de parroquia en la
Cruz Santa, otra en Icod el
alto y otra en lugar de una de
las existentes que se suprime
por ser la de mayor capacidad y solidez
La Federación. (14.8.1870)
aprecio por parte de aquellos vecinos manifiestan que
no sólo al orgullo y a la riqueza se tributan honores al
pie de la tumba, sino también
a la virtud y buenas cualidades que distinguía a un pobre idiota, que no porque a
un idiota distinguiesen dejaban de ser virtudes y bellas
prendas.
Una sola diferencia
existen entre los postreros
honores que a la vanidad y
a la riqueza se rinden, y los
que se le han dispensado al
pobre Buen-amigo. Aquellos pueden confundirse con
la adulación y la falsedad;
éstos no se confunden con
nada. ¿Cuáles son más dignos de aprecio? ¿Cuáles
más acreedores a que se
haga mérito de ellos?
(El Guanche 11 de marzo de 1868)
El clérigo realejero Tomás
Bautista de Melo, padrino
del General Francisco de
Miranda (1750)
El padrino de bautismo del general venezolano
de ascendencia canaria,
Francisco de Miranda
(1750 – 1816), considerado el precursor de la
emancipación americana
del Imperio español y conocido como «el americano más universal», fue el
clérigo realejero Tomás
Bautista de Melo. Miembro
de la burguesía agraria del
Realejo de Abajo, Tomás
Bautista de Melo buscó en
Venezuela las oportunidades que en la isla no había
podido alcanzar. En 1733
marchó a la Guaira como
capellán de un barco. El
Obispo Díaz Mondoñedo
en su Relación Reservada
de 1768 le atribuye 56
años. Dice de él que era «de
regular vida y costumbres,
mediana literatura y buena
índole, oriundo de las Islas
Canarias, y años ha residi-
Francisco de Miranda.
do en este Obispado. (...)
Tiene poco más de 25 años
de sacerdote». Tomás fue
el clérigo más familiar e íntimo de la familia. Ofició las
ceremonias de casamiento
de Sebastián de Miranda y
de Francisca Antonia Rodríguez, y de la mayoría de
sus hijos .
«Miranda, Bolívar y Bello: tres
tiempos del pensar
latinoamericano». Caracas. 2007
Curiosidades del pasado
«Señora: Jesús María de San José Álvarez,
última religiosa profesa
que vive de su larga comunidad, desde un triste rincón que le han dejado libre del Monasterio de Recoletas Agustinas del Realejo de Abajo en la isla de
Tenerife, y en edad de
ochenta y dos años, dirige
a V.M con la mayor consideración y respeto, la reverente súplica: De que sea
restablecido su primitivo
destino de casa religiosa
este Convento que ocupan
hoy en su mayor parte las
oficinas y salas del Ayuntamiento, escuela y cárceles publicas.
El deseo, Señora, de
tan suspirada restauración,
le ha hecho permanecer
hasta el día en el molesto
encierro de una de sus celdas guardando en lo posible vida monástica, rodeada de tanto contratiempo,
y sostener a costa de mil
privaciones el culto a S.M
Sacramentado de su misera pensión.
Dígnese V.M proteger este antiguo asilo de
vírgenes, para que retirado el bullicio de negociación secular que lo profana, vuelva a respirar algún
día la inocencia en su recinto, quedando expedita
con la Real aprobación de
V.M la entrada y profesión
en él de la vida religiosa.
Realejo de Abajo en Tenerife, Septiembre 29 de
1852. A.L.R.P.D.V.M.»
SIVERIO PÉREZ,
José. «Los Conventos del
Realejo», p 133, 1977.
Este documento rescatado por el padre Siverio,
catalogado y custodiado actualmente en el Archivo Histórico Diocesano de Tenerife, nos muestra en primera
persona el ocaso del Convento de San Andrés y Santa Mónica. Fundado por
don Juan de Gordejuela en
el siglo XVII, como destino
de las damas de su linaje y
Monjas en el Convento. Acuarela de Elizabeth Murray.
Carta de la última monja del Convento
de San Andrés y Santa Mónica a
la Reina Isabel II de España
otros, fue habitado durante
150 años por las religiosas
agustinas recoletas. Su última moradora, y en varias
ocasiones priora, suplica a la
Reina Isabel II su restauración a pesar de las medidas
tomadas por la primera desamortización de ese siglo.
Estos institutos cumplieron una múltiple función
religiosa, social y económica, hasta la expansión de la
economía capitalista, que los
arruinó. Que unida a la aparición de ideas políticas que
pugnaban con el Absolutismo y las desamortizaciones
del siglo XIX contribuyeron
a minimizar o extinguir su
poder. El Convento se destino tras su desamortización
a Ayuntamiento del Realejo
Bajo, escuela, juzgado, cárcel y almacén, hasta el incendio de 1952. Nuestra protagonista, Sor Jesús María
de San José Álvarez de Cas-
tro, quedó recluida en unas
mínimas dependencias, aunque se le ofreció su traslado
a otro convento, como habían hecho años atrás alguna de sus compañeras, rechazándolo. A duras penas
pudo mantener el culto al
Santísimo y a la Virgen del
Carmen en su Santuario, con
la ayuda de su HermandadCofradía, advocación que ha
llegado hasta nosotros a pesar de las múltiples vicisitudes por las que ha pasado
en distintas épocas en este
pueblo.
La religiosa nació en
Güímar en 1774 y sus últimos datos biográficos son
esbozados por el clérigo
Juan Crisóstomo Albelo en
su acta de defunción, asentada en el Libro 7º de Difuntos de la Parroquia de la
Concepción del Realejo
Bajo, en la que leemos: «La
Madre Jesús María. En
veinte y seis de diciembre
de mil ochocientos sesenta y un años, el Beneficio
de esta Iglesia Parroquial
de Nª Sra de la Concepción del pueblo del Realejo de Abajo condujo al cementerio del mismo, para
su enterramiento, al cadáver de soror Jesús María de
San José Álvarez de Castro, religiosa que fue del
Monasterio de Recoletas de
este expresado pueblo, que
falleció el día de ayer de
ochenta y siete años de
edad, vecina de este dicho
pueblo, hija legítima de
Don Nicolás Álvarez y de
Doña Ines Rosalía de Castro, todos naturales de
Güímar, tan sólo se administró el sacramento de la
extremaunción, por haberse insultado, y para que
conste lo firmo. Juan Crisóstomo Albelo. Colector». Perteneciente a los cla-
ses acomodadas de su época, fue destinada a vivir en
clausura pues en esta se preservaba su posición y dignidad social. Tiempo en el que
los conventos eran útiles herramientas para el control de
la natalidad y la reubicación
del excedente de mujeres
solteras.
Aunque las fuentes
sólo nos informan de una
monja profesa hacia finales
de la década de 1850, la
acuarela de E. Murray nos
muestra algunas legas sentadas a los pies de una anciana monja. Bien pudiera reflejar el momento de su visita u otro tiempo pretérito
referido por la religiosa. No
obstante, la elevada edad de
su fallecimiento y su posición
social nos hacen pensar que
debió ser asistida a lo largo
de toda su vida.
Jerónimo David Álvarez García
Estampas de etnografía
Nació en Palo Blanco,
a tan solo cincuenta metros
de la Cruz del Castaño. Su
madre era natural de las
Toscas de Romero y su padre fue emigrante en Cuba.
Cuenta Balbino que de chico bajaba con su madre a
comprar a la venta de Santiago en la Cruz Santa, donde se hacían los cambios de
productos y se adquirían
todo tipo de productos necesarios para la vida diaria.
Los bailes en Palo
Blanco se hacían en la casa
de Domingo Grillo y en el
Camino Atravesado la gente iba a casa de Manuel el
de Cristóbal, yerno de Celestino Perera. Este lugar
era conocido popularmente como el Casino de Palo
Blanco, al cual venían tocadores de todos sitios, como
Servando de la Cartaya,
Honorio el del agua y otros
que «ahoritita mismo» están en Venezuela.
Por aquel entonces
organizar un baile era bastante comprometido porque estaban totalmente
prohibidos, aunque en su
casa en Las Llanadas donde había un comercio que
duró unos veinticinco años
nunca hubo reparos para
preparar los memorables
bailes en la «Venta de Nicolás el Mollero».
Uno de los más importantes se celebraba precisamente con motivo del
día de San Antonio, cuando se reunían hasta veinticinco tocadores de una
sentada: hablamos de Félix y Manuel el Cadacho,
Guillermo Anselmo, Manolo Guanche y su hermano,
Fefe Morales así como
otros muchos que incluso
se dividían en dos grupos y
la gente bailaban en los dos
salones de ambas casas familiares.
En 1942, cuando tenía trece años ya formaba
parte de una parranda de
cuerdas con su cuñado
Pepe a la bandurria, Salvador y un primo suyo a la
guitarra y él mismo con una
Homenaje a Balbino García en las Fiestas de San Antonio de Tigaiga.
Apuntes de un parrandero...
Balbino García Rodríguez
laúd. Acudían a amenizar
muchos tenderetes, fiestas,
bodas y bautizos, algunos
de los cuales fueron hechas
en casa de Antonio el del
Charco de la Cruz.
«Lo más remoto que
recuerdo, fue la primera vez
que fui sólo con un amigo a
la fiesta de La Cruz Santa.
En la Punta del Muro allá a
las seis o siete de la tarde,
vi como se iban juntando
unas guitarras y en pocos
minutos había tantos tocadores que ocupaban la calle de un lado al otro. Santiago Reboso, el de las cajas, los hermanos Félix y
Manuel Cadacho, Severiano el de la Montaña ( que
cantaba muy bien), Manolo Guanche, Guillermo Anselmo, Fefe Morales, Ruperto y su violín, los Media
peseta, etc …. Llegaron a
la plaza y barrieron con la
gente que los siguieron hasta la casa de Antonio el
Carpintero, un salón muy
grande, donde incluso no
faltaba comida».
Como anécdota recuerda Balbino un frío martes de carnaval, viniendo de
amanecida en el Camino
Atravesado se les apareció
la guardia civil y como estaba prohibido tocar en público, les hicieron muchas
preguntas y les tomaron los
datos para después llamarlos desde el cuartelillo de
Puerto de la Cruz.
En 1952 se casó con
Serafina y luego se fueron
a Venezuela donde estuvieron diez años, regresando
a su querida isla con una
preciosa mandolina y algunas perras ahorradas,
con las cuales compró un
solar en el camino viejo de
San Benito, en el Realejo
Alto, instalando en los bajos un bodegón donde llegó a encerrar más de veinte mil litros de vino que se
bebían rápidamente con lo
que tenía que comprar
otros tantos en La Cruz
Santa.
Por allí también pasaron buenos parranderos de
los de antes, como Ruperto el cartero, Manuel Pachincha, Armando Farrais,
Manuel y Domingo el churrero, Guillermo Anselmo,
Fernando Pérez (mi padre), José María, Carmelo
el Rubio, Félix y Manuel
Cadacho, etc.
Más tarde tuvo que
cederle el negocio a José
María por motivos de salud y en 1982 comenzó su
andadura más sosegada en
la parranda «Vejentud» de
los mayores de Puerto de
la Cruz con Carmelo Sán-
chez al frente del baile y
Manuel el jurguilla desde la
Victoria de Acentejo a cargo de las cuerdas. Compartieron escenario con los
Sabandeños, los Tequilas,
Guayaquil Tres, y Achamán, quedando los primeros en el concurso de Manolo Mena.
Más tarde Carlos, el
director del Centro de la
Tercera Edad de Los Realejos y el presidente, don
Agustín Luis, vinieron a
buscarlo para que reuniera
una jurria y formara la parranda de mayores aquí, y
así nació Camino Verde,
con Paco Delgado el Chiva, Pedro el Canario, Honorio el del agua, Manuel
el cachimba, Goyo el de la
Cartaya, etc. .
Cuando eso, dice don
Balbino, no había otros grupos y tenían que actuar hasta tres veces al día en diferente puntos del municipio.
Este realejero de pro
entendía el folklore como
un instrumento al servicio
de la diversión y la felicidad, por eso tenía en su
casa además de miles de
cintas y discos compactos,
tres guitarras, dos laúdes,
un violín, dos cuatro venezolanos, dos timples y su
queridísima mandolina caraqueña.
Hace unos años fue
homenajeado en las fiestas
de San Antonio en Tigaiga,
dentro del Festival de Cantadores, donde incluso se
marcó una isa y una malagueña al más puro estilo de
enantes.
Justo reconocimiento
a la ilusión de una vida llena de éxitos, luchas y desvelos aferrado a su pueblo
natal incluso en los peores
momentos cuando la salud
le jugaba una mala pasada.
En nombre de todos
los amantes del folklore de
nuestra tierra, no te olvidamos, muchas gracias por tu
constancia, amigo Balbino
García Rodríguez.
Isidro Pérez Brito
Estampas de etnografía
El camino de la cumbre «Impressions et observations dans un voyage à Ténérife.» (Mascart, Jean, 1910)
Don Pedro Donis y el «paso de la cumbre»
También de Las Llanadas, en las inmediaciones
de La Cruz de Castaño,
cuya capilla y plaza contribuyó a edificar: «Hasta yo
mismo haría de cruz, si hiciera falta». Viene al mundo en 1912, y su vida transcurre compaginando la agricultura con el pastoreo.
Don Pedro Donis ha
sido consultado por estudiosos de nuestro pasado,
en busca de las antiguas rutas de los cabreros, con sus
variadas expresiones culturales sobre todo cuando coincidían con pastores de
otros lugares de las islas en
las zonas de cumbre, junto
a los abrevaderos.
Sabido es que los grupos pastoriles utilizaban especialmente el conocido
Camino de Chasna para
trasladarse a las cumbres,
vía frecuentada hasta no
hace muchas décadas por
quienes, a través de Pedro
Gil, se dirigían al sur de la
isla o viceversa. Los de la
mitad occidental de la comarca de Taoro, acostumbraban a efectuar sus desplazamientos a la montaña
por otros senderos. Dentro de Higa (nombre supuestamente aborigen de
una amplia zona no muy localizada actualmente, pero
que comprende La Perdoma, y partes de La Cruz
Santa y La Zamora), principalmente por los de Fuente Vieja y Las Lajas - éste
paralelo al barranco de igual
nombre-, aunque es posible
que el más transitado fuera
el de Palo Blanco en Los
Realejos, término interesantísimo desde el punto de vista indígena (de la obra Higa,
del investigador y maestro
orotavense, Manuel Rodríguez Mesa, Santa Cruz de
Tenerife, 1987, página 28).
En estos montes y en
estos caminos transcurre,
pues, la vida de don Pedro
Donis, poeta sin letras, pero
con sentimiento e inspiración envidiables, a quien
también hemos tenido el inmenso placer de tratar,
compartiendo con él horas
sin prisas, en espacios naturales donde casi no existen relojes, y el paso inexorable del tiempo viene marcado aún por los astros.
Don Pedro Perera que así también es conocido nuestro interlocutoraporta un valioso documento sobre el precitado «camino de la cumbre», que
conoce como pocos.
El camino de la cumbre
«Éste es el camino
más viejo casi de la Isla de
Tenerife, que se cruza de
Norte a Sur. El de la cumbre era del Puerto de la
Cruz, de la Plaza El Charco
para ir al Sur, a Los Cristianos. Salía por la Casa
Higa, por Las Arenitas, pasaba por El Portillo, entraba por Cañada Blanca para
ir a Los Cristianos. Ése es
el camino de la cumbre, que
atraviesa también de Norte
a Sur.
El Camino de la cumbre tiene tres portillos: Uno
es el Portillo primero que
encontramos aquí, donde se
encuentra hoy el merendero, ese es el Portillo que era
el pase para ir a Lomo Arico y de las partes del Sur,
de la izquierda, cuando se
iba de aquí para el Sur. Y
el otro portillo era Guajara,
que se cogía Guajara para
bajar a Vilaflor y a Granadilla, y a las zonas ésas. Y
el otro que sigue padentro,
a pasar por casa Juan Hebra, ése es el que baja a Los
Cristianos (... ).
Y el camino este,
como antes no había coches, no había circulación,
porque todo era a pie, y la
Virgen de Candelaria, la
fiesta se hacía el día dos de
febrero. Y era un tiempo
muy malo, porque se nevaba la cumbre y por la cumbre no se podía pasar. Y
este camino que le decían
Camino del Monte de Candelaria era camino del monte porque por partes pasaba por el monte y por partes por tierras hechas. Y por
eso le decían Camino del
Monte de Candelaria. Y venía la gente desde el Valle
Santiago,... esa parte de
Icod, Erjos y todas esas
partes venían andando los
que acudían a la fiesta».
Y añade don Pedro
Donis: «A La Gollada, Las
Llanadas, acudían pastores
de los alrededores, ameni-
zándose la reunión con bailes, luchas, música y juego
del palo. El juego del palo
lo practicaba muy bien Cho
Valentín Gallardo, que era el
cabrero más viejo en aquella época; cuando murió, ya
nadie siguió».
¡Cuántas historias
conserva don Pedro Perera, el segundo Pedro! Suya
es esta décima de corte
marcadamente ecologista:
«El Puerto de la Cruz/ era
un bello platanar/ y ahora lo
han arrancado/ pa que puedan fabricar/ para que puedan llegar/ toda esta gente
de fuera/ a gozar esta primavera/ que aquí tiene tanta vista/ y ahora cada turista/ es un plantón de platanera». Para terminar jocoso: «Y ahora me preguntan/
que quién hizo esta canción:
ésta la hizo mi pecho/ y le
ayudó el corazón./ Yo soy
un cantor canario,/ en mi
canto me recreo/ yo me llamo Pedro Donis,/ pa servirle, caballero».
Alvaro Hernández Díaz
(«La Voz de Los Realejos». Octubre de 1996
Estampas de etnografía
La cruz desde los primeros momentos de la llegada de los castellanos a las
playas de Añaza, juega un
papel importante como hito en
la isla de Tenerife, e incorporándose a la toponimia de la
misma, no en balde la política
de conquista de la corona
Castellana, ya hacía mucho
tiempo que había fusionado
los símbolos de la cruz y la
espada, en aras de sus proezas, fusión que les había dado
muy buenos resultados. Por
eso, hay que tener en cuenta,
que la empresa bélica de la
conquista de la Isla habitada
por infieles, estaba orientada
a ser ganada para Dios –
creador de la Tierra y de todas sus criaturas-, y para el
Rey.
El avance de las tropas invasoras a lo largo de su
incursión hacia el interior de
la Isla, debió de ir jalonando
el terreno de cruces, que no
tenían un carácter devocional,
pero sí un marcado significado de posesión territorial,
pues eran tierras ganadas en
nombre de Cristo. Esta práctica debió ser común a la política expansionista de Castilla, experiencia que les había
enseñado que una cruz ubicada en un lugar estratégico,
nunca sabía lo que podía depararles con el devenir del
tiempo.
Por tanto, hay que pensar que con ese planteamiento, el avance de las tropas castellanas hasta llegar a los pies
del Macizo del Tigaiga, dejó
el terreno jalonado de estos
hitos posesorios, cargados
además con una posibilidad
de desarrollo futuro, por lo
que sería difícil averiguar que
cruces señeras a lo largo del
Norte de la Isla, pudieran responder a esos jalones topográficos anónimos, cargados
de expectativas, y avalados
por la experiencia.
En el caso de los Realejos, se dice que dentro de
un relicario en forma de cruz
de filigrana, se conservan
unos fragmentos de la que
fuera la cruz colocada por los
conquistadores en el Real de
Arriba, pero sin que exista
ninguna referencia documental a la misma, ya que ésta se
elabora en 1676 1. No sabiendo si a esa cruz, con la que
Grabado realizado por Williams de la fuente del Dornajo
Los Realejos y los hitos devocionales de sus Fiestas de Mayo
La Cruz y la Conquista y la Cruz y el Agua
dieron oficialmente por terminada la gesta bélica, le dieron significación devocional,
o simplemente funcional.
Pero si había lugares
convenientes, donde colocar
cruces con fines posesorios
y sacralizadores, éstos eran
los nacientes y manantiales de
agua, sobre todo en un territorio donde ésta escaseaba,
problema que incluso en el
mundo aborigen prehispánico,
había generado rituales mágico-propiciatorios, prácticas
también contempladas dentro
de la nueva religión que se
imponía en esos momentos,
que además asociaba el agua
al bautismo de Cristo y la convertía en un medio para alcanzar la Gracia. Así, no nos
extrañará que sean las fuentes y manantiales naturales,
y más tarde los chorros y pilas de abastecimiento público, los primeros espacios sacralizados dentro del nuevo
orden, aparte de los posibles
lugares de culto aborigen, o
espacios de significación prehistórica, pues hay que tener
en cuenta que la ermita de
Santa Lucia se construye en
las proximidades de lo que fue
un asentamiento guanche, y
que este referente estuvo presente hasta bien pasado los
siglos.
La cruz y el agua
La cruz como emblema del cristianismo, estaba
cargada de un marcado ca-
Relicario en forma de cruz de filigrana, se conservan unos
fragmentos de la que fuera la cruz colocada por los Conquistadores
en el Real de Arriba.
rácter simbólico para el hombre del siglo XVI, y a ella le
debía respeto y confería culto, por tanto, ubicando una
cruz sobre las fuentes, nacientes, o manaderos de agua,
se garantizaba que por el respeto conferido a la misma, se
asegurara que los entornos e
inmediaciones de estos lugares, estuvieran libres de inmundicias, de arrojar basuras,
excrementos, y que no se
convirtieran en estercoleros o
en muladares; en definitiva,
que las fuentes y sus alrededores, se mantuvieran limpias. Junto a ese carácter profiláctico de la cruz, también
se unía el aspecto exorcista,
que le transmitía a la persona
que se acercaba a ella, confianza sobre la salubridad del
agua, a la vez que protección
frente a los posibles daños y
males, que le pudiera ocasio-
nar su ingestión.
En los Realejos, tenemos varios ejemplos y documentación gráfica, que nos
muestran el vínculo que ha
tenido la Cruz con el Agua a
través del tiempo. Así tenemos varios grabados y dibujos del siglo XIX, donde la
presencia de la Cruz y el líquido elemento es palpable,
como el grabado realizado
por Williams de la fuente del
Dornajo, o un dibujo de Alfred Diston, fechado en 1824.
También perduran algunas cruces unidas a chorros o fuentes públicas, que
si bien son elementos relativamente recientes en el tiempo, sin embargo, como contrapartida a éstas, nos encontramos un documento del siglo XVII, en el que se hace
referencia a unas tierras en
el barranco de La Lora que
habían pertenecido al Adelantado Fernández de Lugo, y
entre los linderos que se dan
de las mismas, se cita: «un
manantial, con unas cruces
antiguas»,2 que aunque solo
sea tangencialmente, nos
muestra ese vínculo ancestral
de la cruz y el agua.
1
(Camacho y Pérez Galdós,
las Iglesias de la Concepción y de
Santiago Apóstol, los Realejos 1983.
Pg57)
2
(AHPT.PN3430. Fº383.)
José Mª Mesa Martín
«Los Realejos y los hitos
devocionales de sus Fiestas de
Mayo» (2008)
Relatos de viajeros
El camino de «Las Vueltas de Tigaiga»
Benigno Carballo Wamgüemert y su «Viaje a las Islas Afortunadas» (1861)
Llegamos a Los Realejos después de haber atravesado unos caseríos llamados
Montaña y Zamora. Los
Realejos están divididos por
un gran barranco y disfrutan
de una bellísima posición,
ofreciendo y presentando el
«alto» con la elevada torre de
su iglesia, un aspecto sombrío, mientras el «bajo», y
como para formar contraste,
desarrolla su blanco caserío
entre bosques de naranjos y
árboles frutales.
Yo ruego al viajero, si
quiere disfrutar de un pano-
rama embelesador, que suba
conmigo a la montaña llamada el Lance, aún cuando suframos la fatiga de subir una
cuesta muy pendiente, y de
seguir un camino que se desarrolla en mil y mil vueltas y
revueltas. Dicho camino, que
es el mismo que conduce del
Realejo al pueblo de Icod el
Alto, va rodeando en sus
vueltas la montaña y presenta muchos pasos difíciles y
peligrosos por razón de lo
falso y quebradizo del terreno, pero esta misma circunstancia contribuirá a que po-
damos saborear mejor la hermosa vista que nos aguarda,
compensación generosa al
ascenso rápido y difícil.
Ya arriba extendemos la
vista en todas direcciones. El
Valle entero se presenta a
nuestros pies: en la pendiente
de la montaña, descúbrense
esparcidas y aisladas las casas de Tigaiga, como si quisieran trepar atrevidas aquella eminencia cortada a pico,
sin temor a los posibles derrumbamientos; más abajo, y
a vista de pájaro se ven los
dos Realejos, las hermosas
Ramblas, a donde conduciré
también al viajero, bañadas
por un mar no siempre tranquilo y las tres montañas del
Valle que antes nos parecían
más altas, y ahora dominadas
por nosotros, figuran pequeñas protuberancias del terreno.
Tan extenso, tan variado, tan rico y sorprendente
panorama es de lo mejor que
pudiera fabricar la imaginación, y no decimos que sea el
mejor de todos, porque en
Canarias hay muchos entre
los cuales entre los cuales se-
ría dudosa la preferencia.
Pasadas algunas horas
en esta elevadísima posición,
embelesados los sentidos y
absorto el pensamiento, unas
veces en la contemplación de
tan bello cuadro, y otras en
consideraciones referentes a
las revoluciones geológicas,
que han debido haber ocurrido y que el tiempo coloca
a mucha distancia de nosotros, comenzamos a descender, y retornamos a Los Realejos.
Benigno Carballo Wangüemert

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