Leif Garrett en el dormitorio de mi hermana

Transcripción

Leif Garrett en el dormitorio de mi hermana
Ésta es la novela de tu generación.
La novela que faltaba por escribir.
A la venta el 13 de febrero
Nº de páginas: 350 – PVP: 19,90 €
www.novedadesplaneta.es [email protected]
IGNACIO ELGUERO
Ignacio Elguero nació en Madrid el año 1964. Escritor y periodista, ha publicado los
ensayos generacionales Al encerado (2011) un divertido e interesante retrato sobre los
colegios de los años sesenta, setenta y ochenta, Los niños de los chiripitifláuticos
(2004), un retrato generacional de los nacidos en los sesenta y Los padres de Chencho
(2006), sobre esos niños de posguerra, abuelos de hoy. También los libros de poemas
Siempre (2011), Materia (Premio Internacional de Poesía Claudio Rodríguez 2006), El
dormitorio ajeno (2003), Cromos (2000) y Los años como colores (1998). Las
antologías de poesía joven 33 de Radio 3 (2004), Periféricos. 15 poetas (2004) e
Inéditos. 11 poetas (2002)
Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid,
en la actualidad es Director de Programas de RNE, emisora en la que trabaja desde hace
dieciséis años, y dirige en RNE-Radio 1 el programa literario La estación azul. Entre
otros reconocimientos tiene el Premio Ondas 2002, Premio Internacional Audiovisual
Antonio Machado 2002, Premio Galicia de Comunicación 2007, Premio Nacional al
fomento de la lectura 2011 y Premio al fomento de la lectura del gremio de editores de
España 2012.
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LEIF GARRETT EN EL
DORMITORIO DE MI HERMANA
¿Coleccionabas gusanos de seda? ¿Jugabas al escondite inglés?
¿Veías Pipi Calzaslargas? ¿Bailaste al ritmo de Bonnie Tyler?
¿Te recomendaron que hicieras una carrera con salidas?
¿Tu mundo se parece muy poco al de tus hijos?
¿Te has reencontrado con amigos del colegio en Facebook?
Ésta es la novela de tu generación. La novela de tu vida.
La novela que faltaba por escribir.
Teresa está en una etapa de su vida en la que mirar atrás se convierte, casi sin querer, en
asignatura obligada. En estos momentos, ronda los cincuenta, la mitad de una existencia
normal, y en un ataque de irrefrenable nostalgia, ha decidido recuperar de casa de sus
padres los pocos muebles que quedan en la que fue su habitación durante muchos años.
Pretende así retener el tiempo, ese que ahora más que nunca, nota se le escapa de entre
los dedos. Al retirar el armario descubre, oculto en la pared, un póster de Leif Garrett,
su ídolo de adolescencia, que ella misma había colocado allí cuando tenía catorce años.
El poder evocador de aquella imagen consigue trasladarla al pasado, y envuelta en esa
nebulosa que produce la distancia, comienza a repasar lo que ha sido su vida, las
vivencias y personas que la han marcado desde su niñez: familia, estudios, fiestas,
discusiones, aquellas amigas de las que llegó a hacerse realmente fiel, su alejamiento, la
universidad... el amor, el primer novio, la primera vez... Sobre todo recuerda el amor,
los hombres que se lo dieron y se lo quitaron... Porque cada etapa vital de su existencia
se halla ligada a una relación sentimental que, en mayor o menor medida, pero siempre,
le ha dejado una indeleble huella... Hasta hoy.
«De pronto, Teresa compone una simpática mueca de sorpresa. Sobre la pared,
oculta desde hacía años por el viejo mueble, aparece descolorido, cubierto de
polvo y salpicado de pintura, un viejo póster de Leif Garrett. El tiempo detenido.
La vida estancada en aquel póster. Un rincón del pasado, intacto, puro; pintura
rupestre, galería de los recuerdos. Leif Garrett vivo, como ella; joven, como su
pasado: el tiempo ido.»
Gracias a los saltos temporales que permite la memoria, Teresa vuelve a los años setenta
y ochenta de una juventud rebelde y sin preocupaciones. Rememora la primera vez que
hizo el amor a los diecisiete, sus temores y al mismo tiempo, la felicidad que suponía
esa primera relación seria con el hombre que sería su gran amor. Las confesiones entre
amigas, a veces sinceras y otras no tanto, se intercalan con estudios, cine, sexo, fiestas,
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música, cotilleos y el resto de chicos. La ruptura inesperada y triste dejó una herida en
Teresa que, por mucho que lo quisiera negar, pocos hombres iban a poder curar. Pero la
vida continua, es lo que tiene, que todo avanza, no se para. La universidad y el primer
trabajo hicieron que conociese a otra gente y otros hombres... Un matrimonio infeliz y
la maternidad, lo único bueno y remarcable de aquellos años.
«Efectivamente, Julián se lo había contado a todos sus amigos. También era su
primera vez, y eso siempre se cuenta, de eso se presume, se pavonea. Pero
Teresa no. No por falta de ganas, sino porque Ana la mataba si se enterase de
que fornicaron sobre la cama de los padres, en su cuarto, donde aparentemente
se metieron para achucharse, desnudarse levemente, tocarse levemente,
masturbarse si acaso.»
El reloj avanza en su letanía monótona, y las circunstancias han terminado configurando
en Teresa un perfil que dice mucho de sus experiencias y aprendizajes. Se hace
inevitable reflexionar sobre el paso del tiempo, los juegos del destino, los desamores,
las oportunidades perdidas... repasar las relaciones familiares, el envejecimiento de su
madre, las frustraciones, las pesadas mentiras, las penosas desilusiones... Teresa se hace
consciente de como ha tenido que enfrentarse a la muerte, la de su padre, como su
cuerpo, sin ser algo radical, ha ido malogrando las formas que tenía tan firmes, o como
se ha ido separando de sus amigas de juventud... Es quizá el momento de recuperar la
amistad de Ana y Pilar, de intentar saber qué fue de Julián, el gran amor de su vida... Es
el momento de buscar nuevas ilusiones.
«Las voces de sus amigas quedaron de pronto en un segundo plano, como un
susurro oscuro, un eco de voces sin sentido, confuso. Ahora oía la voz de Julián
en primer plano, diciéndole algo. Tal vez «ya no te quiero», quizás «estoy con
otra, lo siento. Lo nuestro se ha acabado». La miraba fijamente, serio,
demasiado serio.»
Personajes principales
Cuando te vas dando cuenta que el tiempo pasa demasiado deprisa...
Teresa, o Zira, como la llamaron los amigos más cercanos durante muchos años de
adolescencia y juventud, es la protagonista de esta historia. Está separada, tiene cuarenta
y nueve años y un hijo de catorce. Es una mujer nostálgica, atractiva, sociable, inquieta,
abierta y decidida en el sexo, pero bastante insegura en el amor. Sus recuerdos
conforman este retrato de toda una generación.
Pilar, amiga de Zira, es bastante bruta, menos resultona que ella y está acostumbrada a
ser segundo plato con los chicos. Divertida, lozana, sugerente, de pechos y culo
generosos. Normalmente no se para a pensar en el futuro.
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Ana, amiga de Zira, es la más atractiva de las tres, y también la menos liberal en cuanto
a relaciones con los chicos se refiere. Su objetivo es hacer una carrera, casarse y tener
hijos. Algo que finalmente consigue.
Julián, es el gran amor de Teresa, aquel joven educado, mimoso y de rostro amable con
quien perdió la virginidad y con el que estuvo seis años saliendo. También pensaba
edificar una familia con él, pero finalmente no fue así.
Maruja, madre de Teresa, fue una mujer tranquila y de educación clásica, de ahí que
siempre estuviese preocupada por la integridad (moral y física) de su hija. Anciana de
televisión y toquilla, los años y tras quedarse viuda, la soledad, terminaron por ajarla.
«—Pues cuando tengas dieciocho años te vas de casa si quieres, pero mientras
vivas aquí obedecerás a tus padres, y tu padre no te ha perdonado, tu padre se
ha desentendido, que no es lo mismo, y me ocupo yo, y te digo que no sales y
punto, y la próxima vez te lo piensas bien y vuelves a casa a tu hora. Las once
son las once y no las tres de la madrugada, que vaya cómo teníamos el cuerpo
tu padre y yo.»
Don José, padre de Teresa, es un funcionario de ideas tradicionales y costumbres fijas
que quiere mucho a su hija. Clásico, moldeado por la sociedad que le tocó vivir, de misa
y fútbol dominicales. Un infarto acabó prematuramente con su vida.
Carlos, primera pareja de Teresa tras la ruptura con Julián. Diez años mayor, separado,
gran aficionado al cine y a los miedos de la joven. Por mucho empeño que puso de su
parte la relación no funcionó.
Alberto es el ex marido de Teresa. Atractivo, amable, de buena presencia y dos años
mayor que ella. Cuando se conocieron ambos buscaban una cierta estabilidad familiar.
Diez años, un hijo en común y fin de la historia.
Rafa, es la actual pareja de la protagonista, con quien hace viajes y comparte momentos
realmente agradables. Quizá lo que les une sea más el cariño y la necesidad de
compañía que otra cosa.
Y Too much heaven de fondo…
La nostalgia de un tiempo pasado puede devolver las ilusiones
presentes
Leif Garrett en el dormitorio de mi hermana es la memoria sentimental de toda una
época, un canto a la nostalgia y al recuerdo de unos años de juventud marcados por
canciones, películas y programas de televisión que seguro ya no se repetirán. A través
de las profundas vivencias de los personajes, de sus relaciones, ideales y desengaños, se
va configurando el retrato de toda una generación, aquella que vivió el despertar de la
democracia y la libertad de unos tiempos tan decisivos como inolvidables. El final de
los setenta vendría acompañado de aires frescos y de nuevas formas de pensar, sobre
todo para la mujer que terminaría rompiendo con muchas de las ataduras tradicionales
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con las que cargaba: ya no se casa para toda la vida, estudia, ya no carece de iniciativas,
trabaja, tiene grandes inquietudes, y vive una libertad sexual plena, alejada de antiguos
prejuicios.
«Fue placentero, difícil de explicar, como un calambre. Luego comenzó a
escuchar en el colegio, en las clases de religión —o tal vez fuese en aquellos
ejercicios espirituales o convivencias—, que nada de llevarse la mano ahí. Que
nada de tocarse los genitales, que era pecado. ¿Era pecado eso? ¿Por qué?
¿Cuánto? ¿Pecado mortal? ¿Más que no ir a misa? ¿Más que abrir la hucha
del Domund y quedarte dinero? ¿Más que mentir a los padres? ¿Más que
robarle palodú al pipero? ¿Y por qué era pecado? Todo eso se preguntaba
Teresa.»
Los recuerdos de la protagonista permiten acompañar a los distintos personajes a lo
largo del tiempo, desde su juventud hasta el momento actual. Ese viaje tan personal
muestra muy de cerca sus broncas de pareja, el trato con los hijos, las largas horas de
trabajo, los momentos de asueto con las amigas o incluso sus relaciones sexuales;
periplo que por otro lado, posibilita un análisis cuidadoso de como ha ido
evolucionando la sociedad de los últimos treinta años. Es entonces cuando las secretas
reflexiones de la protagonista parecen hacerse propias del lector, quien termina
enfrentando temas como la vejez, la soledad, la traición, la madurez mental o los
cambios asociados a la libertad y evolución del pensamiento de manera mucho más
íntima.
«Se dispusieron a ver la película, rodeada de polémica, de escenas tórridas, de
escándalo: ese que desata el sexo cada vez que se habla de él, aunque se
muestre poco, o nada, o lo suficiente. Se apagaron las luces. Olía a humedad, a
ambientador, a cine, a novia, a novio.»
En función del momento que se aborde en la evolución de la historia, el autor y su
narrador omnisciente alternan el uso de un lenguaje contenido y casi lírico, con otro
mucho más coloquial y desenfadado. Es en esa parte más vitalista donde Elguero
demuestra sus dotes para elaborar ágiles diálogos, cargados de fuerza, humor y empatía.
Destacables son las escenas eróticas: detalle, agitación y eficacia narrativa aunadas con
verdadero acierto. Sobresalientes son también las alusiones culturales (música, cine,
televisión) que a lo largo de toda la novela se van remarcando: letras de canciones que
fueron top en la mayoría de emisoras de radio, actores y películas que estuvieron de
moda o llenaron todos los cines, programas de televisión que congregaron ante el
receptor a familias enteras... En definitiva miradas nostálgicas que no solo están en la
cabeza de la protagonista, sino también en la memoria popular de toda una generación.
« —Pues también tuve mi etapa de música revolucionaria sudamericana, letras
que dijeran algo de verdad, letras con contenido, y me puse con las canciones
de Quilapayún, Silvio Rodríguez, Mercedes Sosa... En fin, me aprendí sus
canciones a la guitarra...»
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Leif Garrett en el dormitorio de mi hermana se convierte en la excusa, y al mismo
tiempo, la oportunidad perfectas para rebuscar en el pasado, con pasión y alegría,
reposados, sin ira ni remordimientos... para congratularse con aquellas canciones que se
asocian de manera inseparable al primer amor, con aquellos actores que fueron iconos
de juventud, con aquella películas que acompañaban la fila de los mancos... para romper
con la desidia y tratar de recuperar los valores que por pereza o distanciamiento se han
ido quedando arrinconados en la memoria.
«Won´t you please, please tell me what we´ve learned
I know it sounds absurd, but, please tell me who I am,
who I am, who I am... »
Parafraseando las palabras del autor
Si bailaste canciones como... Da ya think I’m sexy de Rod Stewart; I was made for
dancing de Leif Garrett; Too much heaven de Bee Gees; It’s a heartache de Bonnie
Tyler; Logical song de Supertramp; Gloria de Umberto Tozzi; o Hotel california de
Eagles...
Si viste películas en el cine como... Chitty Chitty Bang Bang; El coloso en llamas;
Terremoto; Regreso al futuro; Gremlins; Indiana Jones; o Footloose...
Si tus padres, y los padres de tus amigos se van haciendo mayores, o nos van dejando...
Si tu mundo y el de tus hijos se parece muy poco...
Si tuviste novios o novias de verano...
Si el amor te ha dado alegrías y disgustos...
Si tú también probaste la pasión y el desencanto...
Si viste en la tele series como... Chiripitiflauticos, Bonanza, Colombo, La casa de la
pradera, Pippi Calzaslargas, Los ángeles de Charlie, El equipo A, Fama o Lou Grant...
Si tuviste un pollito de colores, un hamster, una tortuga, un gusano de seda...
Si coleccionaste sellos, cromos, minerales, monedas, canicas...
Si jugaste a la comba, la goma, rayuela, el escondite inglés, o policías y ladrones...
Si hiciste la primera comunión y guardas los recordatorios...
Si te recomendaron que hicieras una carrera con “salidas”...
Si bailaste agarrado y alguien te pidió salir...
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Si tú también probaste la pasión y el desencanto... el amor fue una cosa y luego otra...
Si has llorado por amor...
Si ya te llaman señora o señor...
Si de adolescente no te podías imaginar como serías a los treinta, a los cuarenta...
Si te has reencontrado con amigos escolares en el facebook...
Si te han pasado algunas de estas cosas...
Entonces, ésta es tu novela, Leif Garrett en el dormitorio de mi hermana.
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