breves contribuciones del ieg nº 20

Transcripción

breves contribuciones del ieg nº 20
I.S.S.N. 0326 9574
BREVES CONTRIBUCIONES
DEL I.E.G.
Nº 20
Universidad Nacional de Tucumán
Facultad de Filosofía y Letras
2008/09
1
Directora
ANA ISABEL RIVAS
(Instituto de Estudios Geográficos
Facultad de Filosofía y Letras - UNT)
Comité Editorial
ANA TERESA CUSA (IEG-Universidad Nacional de Tucumán)
PAOLA VANESA HERRERA (IEG-Universidad Nacional de Tucumán)
ARIEL OSATINSKY (Universidad Nacional de Tucumán-ISES-CONICET)
ALEJANDRO VÍCTOR VERÓN (IEG-Universidad Nacional de Tucumán)
Diseño de Cubierta: Lic Cecilia Carlino
INFORMACIÓN SOBRE SUSCRIPCIÓN Y CANJE A:
HEMEROTECA del INSTITUTO DE ESTUDIOS GEOGRÁFICOS
AV. BENJAMÍN ARÁOZ 800 (4000). SAN MIGUEL DE TUCUMÁN
TEL. (0381) 410-7348 - FAX (0381) 431-0171
[email protected]
ISSN 0326-9574
N°20
Hecho el depósito que proviene la ley 11.723
Impreso en Argentina
2
BREVES CONTRIBUCIONES DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS GEOGRÁFICOS
Decana
Dra. ELENA M. ROJAS MAYER
Directora del Instituto
Dra. ANA ISABEL RIVAS
Comité Académico
Dr. ENRIQUE D. BRUNIARD (Universidad Nacional del Nordeste)
Dr. ALFREDO BOLSI (Universidad Nacional de Tucumán)
Dr. RICARDO G. CAPITANELLI (Universidad Nacional de Cuyo) …
Prof. ANALIA CONTE (Universidad Nacional de La Plata-CONICET)
Dr. WILFRIED ENDLICHER (Universidad de Berlín-Alemania)
Prof. MABEL GALLARDO (Universidad Nacional del Litoral) …
Prof. IRENE GARCÍA de SALTOR (Universidad Nacional de Tucumán)
Dr. GREGORY KNAPP (University of Texas at Austin-EE.UU)
Dr. ERNESTO J. A. MAEDER (IIGHI-CONICET)
Dra. NORMA MEICHTRY (Universidad Nacional del Nordeste)
Dr. JUAN JOSÉ NATERA RIVAS (Universidad de Málaga-España)
Prof. JOSEFINA OSTUNI (Universidad Nacional de Cuyo)
Dr. CARLOS REBORATTI (Universidad de Buenos Aires)
Prof. ZULMA RECCHINI DE LATTES (CENEP)
Dra. CONCEPCIÓN SANZ HERRAIZ (Universidad Autónoma de Madrid)
Lic. SUSANA M. SASSONE (PRIGEO-CONICET)
Prof. LUIS URTEAGA (Universidad de Barcelona-España)
Dr. MARIANO ZAMORANO (Universidad Nacional de Cuyo)
3
Ana Isabel Rivas
Presentación - pp. 5-6
Breves Contribuciones del I.E.G. - Nº 20
2008-09
Presentación
El Instituto de Estudios Geográficos "Dr. Guillermo Rohmeder" ofrece en
esta oportunidad una nueva edición de su revista pero con un contenido de forma
renovado.
Luego de mucho esfuerzo y trabajo responsable el Comité Editorial pone a
disposición de los lectores una revista cuyo contenido muestra en esta oportunidad un perfil multidisciplinar, donde se deja materializado un conjunto de trabajos
que provienen de distintas disciplinas que conforman el cuerpo de las Ciencias
Sociales. Se ha entendido que actualmente en virtud de los acelerados procesos
de transformación social y económica a los que se ven sometidos los territorios,
la mirada geográfica necesita y requiere el aporte de las otras disciplinas sociales. De esta manera, hemos dedicado mucho tiempo a convocar a investigadores
de diferentes formaciones disciplinares cuya respuesta ha sido inmediata y han
aportado los resultados de sus investigaciones que hemos considerado de gran
valor para esta edición. Así, el lector podrá acercarse al análisis de diferentes
problemáticas como por ejemplo los clásicos problemas de tenencia de la tierra y
su relación con los estudios del género en el contexto rural del norte argentino, las
dinámicas transformaciones productivas agrícolas de Tucumán con el estudio de
caso de la producción de los cítricos, las problemáticas sociales de las áreas
metropolitanas, entre otros. En este sentido, la dedicación y colaboración del
Comité Académico ha sido respetable y por ello en esta presentaron acercamos
nuestro agradecimiento.
Por otra parte, también desde el Comité Editorial se ha buscado modificar la
estructura interna de la revista generando secciones nuevas, incorporando nuevos especialistas al comité de árbitros y renovando su presentación exterior. Estas tareas han implicado mucho esfuerzo y dedicación, pues también nos orienta5
Ana Isabel Rivas
Presentación - pp. 5-6
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mos a abrir caminos para recibir trabajos en portugués entendiendo que hoy los
procesos de cooperación e intercambio con la comunidad geográfica brasilera
requieren ser dinamizados en el marco del funcionamiento del MERCOSUR.
DRA. ANA ISABEL RIVAS
Directora de la Revista
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K. Bidaseca, N. Borghini, C. Vallejos
Género, desigualdad y regímenes... - pp. 7-36
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GÉNERO, DESIGUALDAD Y REGÍMENES DE
PROPIEDAD EN EL LOTE EL CEIBAL,
SANTIAGO DEL ESTERO. LA VOCES BAJAS Y
ALTAS DE LAS MUJERES CAMPESINAS
ENTRE LA COSTUMBRE Y EL DERECHO
KARINA BIDASECA - [email protected]
Universidad de San Martín - UBA - CONICET
NATALIA BORGHINI - [email protected]
Becaria UBACYT
CLARA VALLEJOS - [email protected]
Resumen
Facultad de Ciencias Sociales - UBA
Una de las variadas formas que adquiere la exclusión, como
mecanismo que define la dominación en el mundo rural implica,
según numerosos estudios específicos, negar u obstaculizar a
los sujetos subalternos el derecho a la tierra.
Ahora bien, existe una profunda diferencia en el goce de los
derechos entre hombres y mujeres en lo que se refiere a la
propiedad de tierra en América Latina. Distintos estudios (Deere
y León, 2000; Agarwal, 1998) indican que en diversos países de
Latinoamérica, y el mundo, las mujeres representan mucho menos
de la mitad de los propietarios de tierras. Este escenario de
desigualdad se debe, en gran parte, a factores culturales
discriminatorios de género que impiden a las mujeres disfrutar
de un acceso igualitario a la tierra, ya sean del orden familiar,
comunitario y/o estatal.
Creemos necesario adoptar una mirada crítica que escape a
la esencialización del rol de las mujeres en el ámbito rural,
intentando despejar qué factores inciden en la dificultad de ejercer
su derecho a la posesión de la tierra.
Lo que nos proponemos en este artículo es presentar un primer
Ä
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acercamiento sobre la problemática de género y el acceso a la tierra en base al
resultado de los trabajos de campo realizados en el lote El Ceibal, en Santiago del
Estero, durante 2007 y 2008, en torno a un conflicto por la tierra que en junio de
2005 derivó en el remate judicial del mismo, actualmente en suspenso por la acción
Abstract
colectiva desarrollada por la/os campesina/os.
According to numerous specific studies, one of the varied ways it takes exclusion,
as a mechanism that defines domination in rural world is to deny or hinder to subaltern
people their right to land.
There is a profound difference in the use of rights between men and women in
regard to ownership of land in Latin America. Various studies (Deere and Leon,
2000; Agarwal, 1998) show that in several countries in Latin America and the world,
women make far less than half of the landowners. This scenario of inequality is
due, in large part, to gender discriminatory cultural factors that prevent women
from having equal access to land.
We think is necessary to take a critical look that escape the essentialization of
the role of women in rural areas, trying to clear what factors influence the difficulty
of exercising their right to land ownership.
What we propose in this paper is to present a first approach on gender issues
and access to land, based on the results of our field work in The Ceibal, in Santiago
del Estero, during 2007 and 2008. In this plot there was a conflict over land in June
2005 that led to a judicial auction, currently in abeyance for the collective action
carried out by the peasants that live there.
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1.
Introducción1
En los últimos años, los estudios rurales latinoamericanos comenzaron a
1
8
Esta trabajo es producto de las investigaciones UBACYT "Comunidad y derecho a la tierra:
órdenes jurídicos y procesos culturales silenciados", y "Sujetos diaspóricos, orientalismo y
racismo. Articulación política de la diferencia cultural desde el "otro interior" y la metrópoli"
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consolidar una línea de investigación sobre la relación género y acceso a la tierra
entre mujeres campesinas e indígenas, que en nuestro país es incipiente.
En efecto, para el caso argentino no encontramos estudios específicos que
se ocupen de indagar en las diferencias construidas en torno al género, sobre: la
adquisición de tierras como propiedad privada, los derechos de propiedad de las
viudas y la situación de los derechos de las mujeres a la tierra en situaciones en
las que los campesinos y campesinas o comunidades indígenas poseen colectivamente la tierra. Los estudios que trabajan problemáticas similares centran su
mirada en el proceso del surgimiento de la acción colectiva (Giarracca, 1994;
Bidaseca, 2005), o en la (falsa) dicotomía espacio público/privado, producción/
reproducción o invisibilidad del trabajo femenino rural (Biaggi, 1998; Bravo y Garrido, 1994; Buonaccorsi, 1998; Bidaseca, 2002; Giarracca, 1998; entre otros),
dejando sin problematizar la desigualdad de género en el acceso a la tierra. Particularmente en Santiago del Estero hemos encontrado pocos trabajos que aborden la problemática de la mujer rural. Se destacan los trabajos de Canevari y
Ramirez (2005), sobre salud y mujeres campesinas; el trabajo de Farberman
(2005) sobre hechicería en el Tucumán colonial (que abarca la zona de la actual
Santiago del Estero); los trabajos de Bravo (1995); y algunos trabajos publicados
desde la Secretaría de Agricultura como el de Bosco, Álvarez y Foti (1992) sobre
mujeres rurales del NOA. El trabajo de Biaggi, Canevari y Tasso (2007) aborda un
estudio sobre las mujeres rurales en el país.
Por otra parte, hay una falencia importante que obstaculiza la posibilidad de
interpretar esos procesos articulando los trabajos cualitativos con aquellos que
aplican metodologías cuantitativas. Los censos agropecuarios existentes, tanto
en nuestro país como extensivo a América Latina, no toman en cuenta la variable
sexo, dificultando el estudio cuantitativo e invisibilizando aún más esta problemática. Por otra parte, a pesar de que los censos de población y vivienda en nuestro
país diferencian los hogares según el sexo del jefe de familia, en ningún caso
(UNSAM), dirigidas por Dra. Karina Bidaseca. Agradecemos a las campesinas y campesinos
del lote El Ceibal la recepción de nuestro trabajo. Especialmente a Nelly y Maria.
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realizan una distinción entre las viviendas rurales y las urbanas.
En el mundo rural, de acuerdo al estrato social en que se ubique, la posesión de la tierra está asociada al poder y la autonomía. (Deere y León, 2000).
Nuestra intención es contribuir a plantear las dificultades en el acceso a la
tierra para las mujeres campesinas de nuestro país, particularizando en una de
las provincias con mayor población rural, localizada en una región donde se concentra el mayor porcentaje de hogares rurales con necesidades básicas insatisfechas (44,7%) (Censo Nacional de Población, 2001).
Basamos nuestro análisis en el registro etnográfico de nuestro trabajo en el
Lote El Ceibal (San José del Boquerón, Santiago del Estero) que fuera objeto de
remate judicial en junio de 2005.2 Un Edicto judicial penetra ese mundo campesino invocando el cambio de posición de todos los objetos simbólicos: el lenguaje
judicial performa las estructuras cognoscitivas de los subalternos; las voces bajas campesinas (Guha, 2000) devienen, con el acontecimiento, en voces altas
contrahegemónicas; el monótono monologismo del litigio se ve alterado por la
polifonía; algunas voces femeninas sofocadas por las voces altas masculinas,
encuentran canales para transformarse en voces altas públicas (Bidaseca, 2009).
Este proceso se ubica en un contexto de mercantilización de las tierras por el
avance de la frontera agropecuaria sobre zonas extra pampeanas (fundamentalmente para la soja), en el marco del nuevo modelo de agro-negocios.3
La metodología de tipo cualitativa se apoyó en la observación etnográfica,
entrevistas en profundidad a distintos actores4. Hemos mantenido numerosas
2
Uno de los pueblos a rematar a fin de mes es sitio histórico", La Nación del 19/06/2005.
3
Un dato a considerar es que entre 1998 y 2002 Santiago del Estero incrementó el área cultivable
en 379.000 hectáreas, que según el Informe de la Secretaría de Medio Ambiente de la Nación,
podría llegar a explicar la deforestación de 306.000 ha de superficie en dicho período. Santiago
se convirtió en la provincia que más superficie de bosques nativos perdió. Pellegrini, uno de los
departamentos del norte de esta provincia, donde se asienta la organización campesina con la
que nos vinculamos; pierde 542 ha mensualmente.
4
Aunque aquí decidimos trabajar por razones de espacio tan sólo con las entrevistas a las
familias de El Ceibal.
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conversaciones con las familias, en presencia y ausencia de los cónyuges, en
sucesivos trabajos de campo, hasta alcanzar la saturación teórica de la muestra
de entrevistado/as. Asimismo hemos realizado un análisis socio-jurídico, complementando el trabajo con el análisis de otras fuentes estadísticas.
Las distintas voces escuchadas nos permitieron plantear una "teoría de las
voces"5, utilizada como otro de los instrumentos que nos ayudan a comprender
las diferentes posiciones de de subordinación y subalternización (tomando el concepto gramsciano) en los dominios local y comunitario (Agarwal, 1998 y Deere y
León, 2000), tanto de las mujeres respecto de otras mujeres, como respecto de
los varones. Intentamos despejar qué factores inciden en la dificultad de ejercer
su derecho a la posesión de la tierra, profundizados por las pautas culturales que,
junto con el discurso preformativo de la legislación, re-producen ausencias e
invisibilizaciones. No obstante, las conclusiones de nuestro análisis sólo tienen
pretensión de comprender estos procesos para el lote elegido.
De este modo, abordaremos el trabajo desde dos dimensiones analíticas: la
histórico-cultural (supuestos teóricos, imaginarios sociales y asignación de roles)
5
Desde nuestro trabajo en torno de las voces, nos basamos en los estudios de la subalternidad
que definen las voces bajas son las que "quedan sumergidas por el ruido de los mandatos
estatistas. (…) Por esta razón no las oímos. Y es también por esta razón que debemos realizar
un esfuerzo adicional, desarrollar las habilidades necesarias y, sobre todo, cultivar la disposición
Se trata de un campo de 10.000 hectáreas ubicado en el norte de la provinpara oír estas voces e interactuar con ellas." (Guha, 2002: 20). Definimos, una voz alta, como
algo opuesto a una voz baja. Sólo podemos entender su status en términos de hegemonía, con
los entrecruces que lleva consigo esa palabra. La hegemonía implica un conjunto de prácticas,
discursos, estrategias y dispositivos que cristalizan en un determinado bloque "consensual"
que legitima el dominio de determinados grupos sociales sobre otros. Para Gramsci la hegemonía
se vincula a un modo de concebir no sólo la dominación económica sino también la dimensión
de lo social. Es un modo de concebir lo social en tanto construcción cultural de consensos y
simultáneos procesos de resistencia. Claro que siempre la hegemonía expresa la situación
social de una clase que es la productora del discurso mediante el cual se conforman las
subjetividades compartidas que, sin embargo, no se cosifican: los sectores disconformes
construirán tácticas y estrategias tendientes a derribarlas. Es por eso que el bloque hegemónico
tiene que reforzar constantemente su legitimidad y credibilidad. Es en tal sentido que una voz
alta no deja hablar a una baja, y ésta queda subalternizada (Bidaseca et al, 2008).
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y la legal (leyes y políticas de Estado) en las que trabajaremos en torno a dos
cuestiones: la jerarquización de saberes y las voces bajas/altas subalternas en el
contexto de políticas estatistas productoras de esas ausencias e invisibilizaciones.
Intentaremos, asimismo, en este texto desarrollar algunos interrogantes que
ubican a la desigualdad, su teorización y su historicidad, en el centro de la escena, abordando la tensión entre costumbre y derecho.
2.
El Lote El Ceibal en Santiago del Estero:
regímenes precarios de tenencia de la tierra
Se trata de un campo de 10.000 hectáreas ubicado en el norte de la provincia de Santiago, a 350 km de la ciudad capital, en el que habitan alrededor de 200
familias. En junio de 2005 fue objeto de remate judicial, luego de la quiebra del
Banco Platense quien tenía el título de las tierras. Interpretamos que el título de la
tierra como garantía de crédito, se vuelve la mercancía misma. Esta abstracción
distancia la titularidad de la posesión real (Bidaseca y equipo, 2007 a, b, c)6, determinando dos territorios paralelos sin comunicación en el mismo espacio. En el
juicio desatado por los acreedores del banco, los campesinos no cuentan como
partes y según nuestras observaciones, estos últimos no cuestionan la legalidad
de la titularidad del Banco Platense sobre las tierras. Los campesinos no se plantean una acción por fuera de la lógica jurídica, ésta funciona como un saber superior no cuestionado a la que apelan para conseguir la titularidad de las tierras que
ocupan desde décadas. En este marco, interponen una tercería de mejor derecho, por intermedio del Defensor del Pueblo, para detener el remate mientras
realizan los trámites de prescripción adquisitiva. Por este motivo, actualmente el
6
12
Al ser la posesión condición para obtener el dominio, se produce una paradoja entre las
codificaciones jurídicas. Se encuentra bifurcado el dominio, pues a los pobladores les resta
conseguir el titulo detentando la posesión, mientras que el Banco Platense, no tuvo ni tiene la
posesión sobre el inmueble. Por otra parte, la posesión aparece como problema y como figura
jurídica a partir del remate, ya que la posesión real era un silencio para las lógicas de dominación,
y para las codificaciones del derecho positivo, hasta la instancia del conflicto. (Bidaseca y
equipo, 2007c).
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remate se encuentra suspendido de hecho.
Cabe destacar que El Ceibal se ubica en una de las regiones más pobres
del país, sometida desde largas décadas al clientelismo. En dicha provincia alrededor de 15 mil familias viven de la pequeña producción agropecuaria y aproximadamente el 55,56% de ese total, están afectadas por la tenencia precaria de
tierras7. A menudo, las comunidades desconocen sus derechos jurídicos, siendo
la escasez de recursos económicos y culturales para acceder a la justicia, el
primer óbice para situarlos en igualdad de condiciones en el proceso judicial con
quienes se adjudican la propiedad de las tierras. Se encuentra así, de manera
recurrente, vulnerado el derecho posesorio sobre la tierra.8 Al respecto, Deere y
León (2000: 3) distinguen entre derecho a la tierra, entendido como el reclamo
legal y socialmente reconocido y aplicable por una autoridad externa "legitimada"
y el acceso a la tierra, entendido como término más general e indefinido que
puede incluir diferentes relaciones jurídicas como la tenencia o la posesión e
incluso medios informales de uso.
Como mencionamos al comienzo, esta región del noroeste –como en el
7
Consideramos tenencia precaria de la tierra a aquellas explotaciones sin límites definidos
sumadas a aquellas con límites definidos, con régimen de la tierra de contrato accidental,
ocupación y otros regímenes.
8
La ley enuncia tres formas de estar e la tierra: como propietaria/os; como poseedores y como
tenedores de la tierra. A diferencia del poseedor, el tenedor es quien está en la tierra, pero
reconociendo a otro como dueño. No tienen "ánimo de dueño" y no se siente dueño. Por
ejemplo cuando se alquila la tierra (arrendamiento) o se la tiene prestada (comodato). El tenedor
realiza actos posesorios pero en nombre de otra persona. Es Poseedor/a aquel que vive, trabaja
o utiliza la tierra como si fuera su único dueño. Según la ley esto se denomina "ánimo de
dueño" (es comportarse con la tierra como único dueño. Esto se demuestra por el sentimiento
que tienen la persona por la tierra). Es decir, que el poseedor/a tiene la intención de ser
propietario/a de la tierra que no reconoce en otra persona la propiedad de la misma, la trabaja
y vive allí. Una persona tiene la posesión de la tierra si tiene ánimo de dueño y realiza actos
posesorios (estar viviendo en el lugar, trabajando y haciendo mejoras como corrales, cercos,
represa, huerta, pozo, cementerio, picadas, rancho, galpón, potreros, piruas o trojas, senderos,
deslindes etc. y el pago de impuestos). El poseedor/a puede a adquirir la propiedad por el paso
del tiempo mediante el juicio de prescripción (Ley veinteañal); ejercer la defensa de la posesión
y protegerse ante la justicia civil.
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noreste argentino– se concentra el mayor porcentaje de mujeres que viven en
hogares rurales con necesidades básicas insatisfechas sobre el total de mujeres
de la provincia, y este dato coincide con las regiones donde hay mayor concentración de pequeños productores agropecuarios. De acuerdo a los datos censales,
el porcentaje total de mujeres jefas de hogar en Argentina es del 17 %; en Santiago ese porcentaje alcanza el 22%.9 Según Chiappe (2005) las jefaturas de hogares a cargo de mujeres son un fenómeno que está creciendo en las últimas décadas y que es interpretado como parte del proceso de "feminización de la pobreza". La autora precisa que la jefatura de hogar por parte de las mujeres en las
áreas rurales en Argentina es muy alta en comparación con otras áreas, como las
localidades de hasta 5000 habitantes (volveremos sobre esto más adelante.).
Antes de abordar las dimensiones analíticas referidas en la introducción nos
referiremos brevemente a la discusión teórica en torno a la desigualdad y la diferencia, de modo de poder contextualizar la discusión planteada.
3.
Sobre la desigualdad y la diferencia: los regímenes de verdad
En general se sostiene que el marxismo y las macroteorías se dedican a la
desigualdad, mientras las teorías de género y etnicidad son consideradas por lo
general teorías de la diferencia. Hay una brecha interesante para indagar y establecer como horizonte a alcanzar desde el punto de vista de revitalizar las perspectivas teóricas etno y androcentristas.
Respecto al dilema diferencia e igualdad, hay una paradoja que ha sido
analizada por las feministas y que ha traído tensiones al interior de los feminismos: por un lado, hay que aceptar las diferencias de género y por otro lado, deben rechazarse en pos de la igualdad. Martha Minow (en Bodelón, s/f) explica
que, tanto basarse en la diferencia, como ignorarla puede recrearla. Ella sugiere
que en lugar de actuar como si igualdad y diferencia fueran conceptos ciertos y
constantes, es necesario examinar cómo son utilizados y en qué contextos la
9
14
Por sobre el 50% de mujeres en hogares con NBI están las provincias de Salta (el valor más
alto de la serie), Formosa, Santiago del Estero, Chaco y Jujuy (Chiappe, 2005: 13).
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diferencia es considerada relevante. Su propuesta nos sugiere pensar la diferencia rechazando su construcción como oposición a la igualdad. Según la autora, la
diferencia se utiliza para describir las características de una relación y no de una
persona o grupo. Lo interesante es ver los momentos en que la paradoja es recolocada en el debate público.
En ese sentido, si tenemos en cuenta que la diferencia y la desigualdad son
construcciones sociales, el significado que los actores le atribuyen a la diferencia
es producto de prácticas sociales sedimentadas que instalan un modo específico
de concebir la diferencia como desigualdad y que activan diferentes mecanismos
para legitimarla.
El pensamiento feminista pos-colonial se ha interesado en observar las diferencias entre las diversas experiencias femeninas atendiendo a las distinciones
de las mujeres y enfatizando la necesidad de contextualización, siguiendo con la
premisa de que la identidad de género no puede desgajarse de las particularidades culturales, raciales y sociales de cada cual. Como dice Gayatri Spivak (1985)
no hay que celebrar ni rechazar la diferencia sino hallar qué caso específico de
desigualdad provoca el uso de la diferencia.
4.
La tierra: formas de acceso y de producción de
ausencias y desigualdades
4.1. Aceso a la tierra y empoderamiento
Hasta la publicación del libro de Bina Agarwal (1998), A Field of One’s Own:
Gender and Land Rights in South Asia, la relación entre género y propiedad se
había estudiado y teorizado poco. El principal punto de referencia había sido el
texto clásico de Friedrich Engels, El origen de la familia, la propiedad privada y el
Estado, que ejerció gran influencia en las feministas socialistas. Sugería que la
subordinación de la mujer se asociaba con el aumento de la propiedad privada en
manos de los hombres y la familia patriarcal, aspecto que se relacionaba con la
aparición de la sociedad de clases que dio origen al Estado moderno.
Para Agarwal, el acceso a la tierra puede estar determinado por diversas
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formas (propiedad individual a través de la herencia; el regalo; la propiedad familiar; el usufructo del derecho a tierras comunales o privadas y la posesión de
derechos temporarios o hereditarios), pero, "el acceso bajo ninguna de estas formas garantiza el control sobre las decisiones de gestión y producción" (p. 533).
Por otro lado, la autora señala las múltiples implicancias que tiene el derecho a la tierra para las mujeres en la India. En términos económicos, la tierra
funciona como una seguridad contra la pobreza ya que facilita el acceso a créditos, tecnología e información, y, por otro lado, provee alguna protección contra la
violencia de género dentro y fuera del hogar. Al respecto, la hipótesis de Onvedtn
(1981 en Agarwal, 1998), muestra que la incidencia de la pobreza y la no posesión de la tierra son mayores entre las explotaciones donde las mujeres son cabezas de familia.
El punto central del argumento de estas autoras es que el empoderamiento
de las mujeres en lo doméstico, está directamente relacionado a la fuerza de la
posición de resguardo y del reconocimiento social y legal de sus demandas, como
legítimas: propiedad y control de los bienes económicos; acceso a empleo o a
otras modalidades de generación de ingresos; acceso a recursos comunales;
acceso a sistemas tradicionales de apoyo social externo (dentro de la comunidad
o la familia extensa); y acceso a apoyo estatal o de las ONGs.10 La base del
fundamento de Agarwal (en Deere y León, 2000: 935) "el riesgo de pobreza y el
bienestar físico de una mujer y sus hijos podrían depender significativamente de
si tiene o no acceso directo al ingreso y a bienes productivos como la tierra, y no
sólo un acceso mediado por su esposo o por otros varones de la familia".
Esta realidad fáctica nos lleva a preguntarnos acerca de los factores que
participan en la construcción y desarrollo de este escenario de desigualdad y a
10
16
Ésta es la propuesta básica del libro y la justificación de la propiedad. Si bien en la conclusión
se destacan la importancia de la propiedad independiente para el momento en que viven las
sociedades latinoamericanas y el grado de conciencia de las mujeres rurales, la propiedad
compartida se constituye como segunda mejor opción y seguramente más viable desde el
punto de vista político, en la medida que la propiedad conjunta, al menos, obliga a la negociación
entre los cónyuges.
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explorar los obstáculos que limitan y/o impiden el acceso de las mujeres a la
tierra.
Estos factores no se pueden pensar de manera escindible del contexto macro,
que durante el último cuarto del siglo XX, generó nuevos escenarios rurales en A.
Latina. La aplicación de políticas de corte neoliberal sostenidas por los Estados
nacionales, basadas en ajustes económicos estructurales, eliminación de subsidios a la agricultura, liberalización de mercados, retiro progresivo de la intervención estatal en las estructuras de tenencia de tierras y protección de la propiedad
y subsidios, fin de las líneas de crédito y eliminación de controles de precios; pues
ellas impactaron fuertemente en las poblaciones campesinas, generando procesos de exclusión, surgimiento de familias sin tierras y destrucción de la agricultura
campesina. (Bidaseca, 2003). Dichas políticas públicas alentaron un modelo de
agricultura dirigido a los mercados de exportación, favoreciendo un libre mercado
de tierras, reduciendo la cantidad y la calidad de éstas últimas a disposición de
las comunidades rurales, acentuando situaciones de pobreza.11
4.2. Producción de ausencias y desigualdades
Como mencionamos al comienzo, pocos censos agropecuarios de América
Latina publican datos sobre el sexo de los agricultores (Deere y León, 2003: 925947). Asimismo, en una investigación que realizaron Wainerman y Moreno (1987)
para nuestro país se pone en evidencia la invisibilización del trabajo de las mujeres en las estadísticas oficiales. El análisis realiza una fuerte crítica al modo en
que los censos recogen los datos con respecto al módulo de "trabajo". En general, este tipo de herramientas están construidas desde la mirada de las economías capitalistas avanzadas con alto grado de industrialización y ocupación continua, que no tiene en cuenta a las áreas rurales, con predominio de producción
agrícola para autoconsumo, períodos de trabajo estacional, etc. Por otra parte,
los autores remarcan que las definiciones de los conceptos "trabajo" y "económi11
Autoras como Galán, sostienen que en 1990 el 60% de los campesinos de América latina y el
Caribe se encontraba en una situación de pobreza. (2000:76)
17
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camente activa" son poco precisas. En la práctica, lo que suele suceder es que
este tipo de censos visibiliza una parte de los campesinos (los varones), que
producen para el autoconsumo, pero no visibiliza el trabajo de las mujeres. Así,
se ponen en juego una serie de condicionantes sociales acerca de la división del
trabajo que privilegian el desempeño en actividades productivas para el varón y
reproductivas para la mujer, y que contribuye a que las propias mujeres aunque lo
sean, no se perciban como económicamente activas. En este sentido, las mujeres son subnumeradas en cuanto a su participación en la agricultura. Según los
autores, esto se debe a que la mayoría de los censos clasifica a la población
según su actividad principal, excluyendo de la población económicamente activa
a aquellos para los que la actividad económica no es la principal.
Además, dada la construcción social de género mediante la cual la agricultura se considera una actividad masculina, se debe suponer que pocas mujeres
al responder el cuestionario del censo se declaran como agriculturas principales
a menos que en realidad sean las propietarias y/o jefas de familia y que no exista
un hombre adulto residente en el hogar. A pesar del alto número de mujeres jefas
de hogar en ámbitos rurales que menciona Chiappe, a menudo el hecho de asociar a las mujeres con actividades reproductivas implicó que estas no sean reconocidas –por ellas mismas, por los varones ni por los registros estatales– como
tales. Por otra parte, los investigadores y los encargados de diseñar las políticas,
asumen que las fincas propias son propiedad del jefe del hogar.12
Asimismo, Blanco (2003) señala en su estudio, que los diseños de programas y políticas de tierras en América latina están elaborados y ejecutados sobre
una base de supuestos teóricos que presumen: familias biparentales con hijos,
presencia de un jefe de hogar que representa los intereses de la familia, y una
división sexual del trabajo donde las mujeres se ocupan de la realización de las
tareas ligadas a la reproducción social del hogar (los quehaceres domésticos) y
12
18
Ante la falta de datos duros, lo que Deere y León encuentran como salida es suponer que,
dadas las normas de género prevalecientes, las mujeres que se declaran como agricultoras
principales de una finca propia son de hecho las propietarias.
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los hombres se ocupan de la agricultura y otras actividades generadoras de ingresos. Estos supuestos dejan por fuera muchas realidades sociales que no cumplen con esa suerte de requisitos.
La autora enfatiza, al igual que Wainerman y Moreno, que las fuentes de
información censal resultan inadecuadas a la hora de capturar el trabajo que
realizan las mujeres rurales. Los censos registran en general a las mujeres que
residen en establecimientos familiares como "ayudantes familiares no remuneradas" o "inactivas". Habla de un subregistro de su contribución a la producción y a
la economía familiar.13 Estas falencias colaboran en la representación de una
imagen de mujer campesina inactiva para el afuera (Estado, instituciones, etcétera).
5.
Entre la costumbre y el derecho, la subalterna del subalterno
La gran diversidad de dispositivos sociales observables no permite identificar empíricamente criterios de derecho universalmente válidos (Mahé, 1997). Una
de las variadas formas que adquiere la exclusión, como forma de dominación en
el mundo rural es negar u obstaculizar a los sujetos (varones y mujeres) con
tenencia precaria de la tierra el derecho sobre ésta14. Ahora bien, consideramos
que este proceso se acentúa en el caso de las mujeres.
13
"La sub-valoración del trabajo de la mujer es especialmente significativa en el caso de la mujer
rural que reside en un establecimiento familiar, dado que el limite entre "trabajo productivo" y
"trabajo no productivo" es poco claro. Los registros censales utilizan, por lo general, una definición
muy restringida de actividad agrícola, considerando dentro de esta categoría el cultivo de la
tierra, el cuidado del ganado, y trabajos de campo asociados a estas actividades. Otras tareas
como la selección de semillas, almacenamiento, conservación y transformación de productos
agrícolas, en las cuales las mujeres están frecuentemente involucradas, son en general dejadas
de lado." (Chiappe, 2005: 10). Según el Censo de 2001, hay un 76% de mujeres "pobres"
inactivas, cifra que, evidentemente, está desconociendo el trabajo intrapredial que realizan
estas mujeres.
14
Son numerosos los trabajos que sustentan esta hipótesis en América Latina y en otras partes.
Por sólo mencionar algunos representativos: Fernandes Mançano, Bernardo (2000) "Agricultura
camponesa e/ou agricultura familiar". Artículo publicado en www.nera.org.br;Tavares dos Santos,
Jose Vicente, (1994) "Formaçao do campesinato meridional", en Cadernos do Sociologia 6,
19
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Y aquí habría que interpretar las situaciones en que las costumbres reifican
situaciones de opresión. Se vuelve inercia. Por ello preferimos con Segato (2007),
hablar de historia más que de cultura, o bien comprender la cultura como
decantaciones de procesos históricos.
Como vimos en el apartado anterior, la invisibilización de la división sexual
del trabajo que aparece en los registros estatales –asignando a varones tareas
productivas y a las mujeres las reproductivas–, tiene su correlato en la esfera de
las costumbres. Creemos que estas dos lógicas se refuerzan continuamente.
En muchas culturas la mujer tiene un status de inferioridad frente al varón
por la fuerza de la ley y la religión. Las costumbres tradicionales determinan el
acceso de sus miembros a la tierra y a sus recursos. Cuando la tierra no se
considera un bien que se compra y vende, sino que se administra de acuerdo a
las lógicas familiares, al linaje, etc., en general son los varones los que tiene el
control sobre el uso de la tierra y el acceso de las mujeres a ella se da a través de
las líneas patrilocales (Deere y Leon, 2000).
En cuanto al eje histórico-cultural, el mundo campesino no escapa a la lógica de la división sexual del trabajo que, como argumentamos, asocia los roles de
Porto Alegre: Universidad Federal do Rio Grande Do Sul.; Zander Navarro (1996) "Democracia,
cidadania e representaçao: os movimentos sociais rurais no estado do Rio Grande do Sul,
1978-1990", en Navarro, Z. (comp.), Política, protesto e cidadania no campo. As lutas sociais
dos colonos e dos trabalhadores rurais no Rio Grande do Sul, Editora da Universidade/UFRGS,
Rio Grande do Sul, Brasil, en Brasil; Lindberg, Staffan (1999) "New Farmer´s Movements in
India as Strutucral rersponse and Collective Identity Formation: The Cases of the Shetkari
Sanghatana and the BKU", en The Journal of Peasant Studies para India; Deere y León, (2000)
para Latinoamérica; Murmis, Miguel (1998) "El agro argentino: algunos problemas para su
análisis", en Giarracca, N. y Cloquell, S. (comps.) Las agriculturas del Mercosur. El papel de
los actores sociales, Buenos Aires, Ed. La Colmena-CLACSO; Giarracca, N. y colaboradores
La protesta social en la Argentina. Transformaciones económicas y crisis social en el interior
del país, Buenos Aires, Alianza; Stølen, Kristi Anne (1996) The Decency of Inequality. Gender,
Power and Social Change on the Argentine Prairie, Oslo, Scandinavian University Press
Bidaseca, Karina Colonos insurgentes, Discursos heréticos y acción colectiva por el derecho a
la tierra. Argentina, 1900-2000. Tesis Doctoral de la Universidad de Buenos Aires para Argentina
y especialmente, estos dos últimos desde la perspectiva de género.
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las personas de acuerdo a su sexo biológico, circunscribiendo exclusivamente a
las mujeres dentro de la esfera de la vida privada, encargadas de las actividades
de tipo reproductivas, que implican principalmente: la realización de los quehaceres domésticos y el cuidado de los hijos y ancianos, y –en contrapartida–, ubicando a los hombres dentro de la esfera de la vida pública, encargándose de la realización de actividades de tipo productivas vinculadas al trabajo fuera del hogar,
obteniendo recursos y/o ingresos económicos para la manutención del núcleo
familiar. (Biaggi, Canevari, Tasso; 2007)
Estos supuestos teóricos invisibilizan las prácticas de las mujeres campesinas, ya que ellas, además de realizar actividades reproductivas, realizan también
actividades agrícolas y pecuarias, y en algunos casos, desarrollan tareas conocidas como "pluriactividad", trabajando en fábricas y plantas agroindustriales. Estos imaginarios sociales favorecen la negación del papel de las mujeres como
productoras y fomentan la exclusión de las mismas, como actoras de los procesos de producción rural.
En cuanto al eje de las legislaciones vigentes, en la última mitad del siglo
XX, casi todas las Constituciones latinoamericanas incorporaron como ley la igualdad de trato y oportunidades entre sexos y se reformaron gran parte de los Códigos Civiles para establecer la doble jefatura del hogar, el reconocimiento de las
uniones de hecho y el divorcio civil. Esta paridad legal entre mujeres y varones,
supone (al menos desde la teoría) un equitativo acceso a bienes y recursos, y en
la temática que nos interesa, implicaría un igual acceso a los derechos de tierras.
Pero en la realidad fáctica, esto no ocurre, pues como señalan los estudios de
Deere y Leon (2000), la posesión de la tierra continúa estando mayoritariamente
en manos de los hombres. Lo que las autoras explican es que, al no haber datos
censales sobre esta posesión, la misma se desprende del reconocimiento del
jefe de hogar.
En nuestro país, el Censo Nacional de Población y Vivienda de 2001 muestra que dentro de las familias monoparentales hay 242.226 hombres jefes de
familia frente a 1.185.110 mujeres. Cruzar este análisis con la jefatura de hogar
21
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en viviendas múltiples permite entender que las mujeres no tienen el mismo acceso a la jefatura de hogar que los hombres cuando las familias no son
monoparentales: mientras que 7.287.853 hombres son jefes de hogar, tan solo
2.787.961 mujeres lo son. La principal diferencia se registra en los casos de familias múltiples conyugales completas, es decir cuando habitan la misma vivienda
ambos (padre y madre). En esos casos encontramos 6.129.295 hombres jefes
de familia y 386.641 mujeres.
Se evidencia así una discrepancia entre la igualdad formal entre hombres y
mujeres, consignada en la ley, y los alcances de la igualdad real, representada no
sólo en la posesión de títulos de propiedad sino en el acceso, control y uso de la
tierra. La naturalización de las relaciones de género hace que la producción
agropecuaria y la administración de propiedades sigan asociadas al ámbito masculino, a pesar del trabajo femenino y las luchas de las mujeres rurales por el
reconocimiento de sus derechos.
Por otra parte, en nuestro país no existe un Código Agrario. La legislación
existente se halla formulada en el Código Civil. Si miramos la Constitución Provincial de Santiago del Estero al expedirse sobre la mujer dice en su art. 28.- Protección de la mujer. La mujer y el hombre tienen iguales derechos. El Estado asume
la obligación de emprender acciones positivas a fin de garantizar dicha igualdad.
Y respecto del Desarrollo económico social en el art. 103 dice: "El Estado
asume el compromiso de: - Fomentar la producción agraria y su desarrollo tecnológico - Estabilizar la población rural y procurar su acceso a la propiedad - Estimular la industrialización en la Provincia promoviendo, preferentemente, la relacionada con la transformación de las materias primas locales. Promueve también la
radicación de capitales y de tecnología, así como de las pequeñas y medianas
empresas - Colaborar con la actividad privada en el desarrollo de nuevos mercados nacionales e internacionales para la producción local - Elaborar planes de
colonización de las tierras, orientados a su aprovechamiento económico y social,
con preferencia en la adjudicación para la explotación directa y racional por el
ocupante, su familia y grupos organizados como cooperativas - Establecer en la
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Provincia zonas promocionales para los emprendimientos particulares, estatales
o mixtos.
A pesar de que la Constitución provincial nombra la igualdad formal entre la
mujer y el hombre, es notorio que el sujeto de muchos de los derechos reconocidos es el Hombre, la familia o el conjunto Población, la mujer no es nombrada
como tal. Ella es la otredad no nombrada, es otro (una otra) pero sin nombre. La
falta de una categoría de otredad diferenciada por la ley para nombrar a la mujer,
hace que la mujer vea reducidos sus derechos al no poder reivindicarlos en su
propio nombre. Vuelve, una vez más, a ser subalternizada. La falencia en la letra
de la legislación se deduce de la omisión de la desigualdad de género en el acto
performativo del lenguaje, tal como es argumentado por las teorías del acto de
habla (Austin y Searle, entre otros). Según nuestro punto de vista, la formulación
discursiva de los derechos está atravesada por esta problemática. En otras palabras, que la mujer sea subsumida dentro del sujeto masculino "hombre" conlleva
consecuencias prácticas en la reproducción de la desigualdad social entre los
géneros.
6.
Las mujeres en el Lote El Ceibal. Voces bajas y altas
Analizaremos aquí las voces de distintas mujeres que habitan El Ceibal.
Esperamos poder alumbrar acerca de la complejidad de los roles que ocupan las
mujeres. Como explicitamos al comienzo, queremos escapar a las teorías que
esencializan a las mujeres en lugares de inferioridad, comprendiendo los posibles factores que contribuyen a que ellas desarrollen distintos roles en sus lugares de vida, intentando despejar qué factores inciden en la dificultad de ejercer su
derecho a la posesión de la tierra. Partiremos del conflicto por la tierra desatado
en ese territorio, para luego adentrarnos específicamente en las resignificaciones
y traducciones que los/as campesinos/as inscriben en sus experiencias de vida.
Nos proponemos comprender esos factores mencionados, tanto de las mujeres
respecto de otras mujeres, como respecto de los varones.
Señalamos al comienzo que la tenencia de la tierra en el Lote se encuentra
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en una situación de incertidumbre a la espera de la decisión del juez que falle en
el litigio judicial. Asimismo otros factores son clave como mencionamos al inicio,
para comprender la complejidad que asume la posesión de la propiedad de la tierra: su mercantilización y su decreciente disponibilidad por el avance de la frontera
agropecuaria sobre zonas extra pampeanas. En El Ceibal, como en la mayoría de
los poblados del norte de nuestro país, la propiedad de la tierra es comunitaria.
Cada familia posee su vivienda y zona de corral, compartiendo el pozo de agua y el
monte. El sistema judicial y la legislación de corte liberal se rigen por la lógica individualista de la propiedad privada y no pueden admitir el reclamo comunitario.
Regirse bajo los parámetros que estipulan las leyes estatales, implica la
mayoría de las veces, desconocer los usos y costumbres tradicionales de los/as
campesinos/as e indígenas, y supone la imposición de otra lógica. Ante la amenaza inminente de desalojos la/os campesina/os del lote El Ceibal, recurrieron al
derecho positivo basándose en su posesión real, que excede los veinte años,
para solicitar prescripción adquisitiva. Pero este trámite basado en la ley de
usucapión –o ley veinteañal– no estipula que las mensuras y el inicio del trámite
se hagan comunitariamente. Es decir, para poder obtener la tierra que han ocupado durante años, en muchos casos por generaciones; las mensuras deben realizarse a través de la codificación que el derecho positivo hace de la tierra,
delimitándola con la lógica de la propiedad privada y el alambrado, con todas las
modificaciones que esto implica para las relaciones sociales que se tejen en dichos territorios. Por otra parte, el reclamo de posesión veinteañal del que disponen los campesinos se ve obstaculizado, pues, es difícil demostrar al juez actos
posesorios, como sucede en la región pampeana (zona de cultivos, silos, etc.)
A pesar de estos marcos, las comunidades encuentran estrategias para reclamar sus territorios comunitariamente, desafiando los moldes que el derecho
estatal les impone:
"Además cuando los jueces dicen que tiene que ser individual nosotros les decimos, cómo va a ser individual, yo tengo una represa. La
tenemos entre diez. No le vamos a poder dar un pedazo a la represa a
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cada uno. La represa o el pozo de agua es comunitario, y la prescripción no puede ser individual, porque una perforación, un pozo surgente
no es nada (…) y ¿cómo haces para que si son diez socios dividirlo en
diez pedazos?" (Entrevista a dirigente El Ceibal, 2007).
Volviendo a poner el eje en las desigualdades de género que aparecen en el
ámbito de las costumbres, la lucha por la tierra provoca, a menudo, una subordinación de las demandas de género a los objetivos primarios de las organizaciones, tal como lo han demostrado numerosos trabajos (Moulyneux, 199515; Stephen,
1996, entre otros). En la esfera privada la lógica masculina que asumen los patrones hereditarios, aún en los casos de tenencia precaria de la tierra, muestra que
el poder de negociación al interior de las familias mantiene una correspondencia
con el poder en la organización y la comunidad (Stolen, 2000). Así, cuando indagamos sobre el comportamiento de estos mecanismos de la herencia las relaciones de opresión que sufren las mujeres aparecieron inscriptas en las relaciones
familiares. De esta manera, el hijo varón es aquel que permanece en el terreno
familiar, mientras que las hijas mujeres generalmente abandonan sus tierras para
instalarse en las del hombre con el que se casen:
C: Me gustaría hablar sobre el tema de la herencia acá. Por ejemplo, sus
hijos después se quedan a vivir por acá, en general se están yendo a las
ciudades? Hay lugar para ellos que se armen su casa acá o se van a buscar
otros lugares?
R: y bueno, aquí, nosotros, la familia de nosotros, mi hijo que está ahí está
ocupando el mismo terreno de nosotros, y bueno, las chicas los han llevado,
se han casado y las han llevado el marido a su lugar de ellos. Difícil es traerles de allá para acá (…)
15
Como demuestra Moulyneaux (1985, citada por Navarro, 2002) respecto de la revolución
sandinista: "Si bien la revolución no exigió la disolución de la identidad de las mujeres exigió sí
una subordinación de sus intereses específicos a los objetivos mayores (...) de establecer un
nuevo orden" (pág. 228).
25
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C. y en general eso en otras familias usted, ¿cómo ve que es? ¿Que es así
parecido, que las mujeres son las que van para…?
R: para el lado donde son los hombres, sí. Muy raro es que la mujer lo traiga
al hombre para su lugar de origen. (Entrevista mujer campesina, 2008)
Esta problemática reaparece en los conflictos legales. Al momento de reclamar los títulos de las tierras, frente a un conflicto que les impone hacer las mensuras
de sus lotes para registrarlas en Catastro e iniciar los trámites de prescripción
veinteañal, las mujeres vuelven a ser invisibilizadas. Incluso cuando la mujer tiene un rol activo en el ámbito político y cuestiona los problemas de tierras –como
es el caso de algunas mujeres dirigentes de organizaciones campesinas–, las
titulaciones de sus tierras se realizan a nombre de los hombres mayores de la
familia:
C: ¿Pusieron los nombres de toda la familia, o aparecen los dos jefes de la
familia, o aparece uno solo?
R: No, el jefe nomás.
C: ¿Quién aparece?
R: el de nosotros está nomás…los mayores nomás de cada casa, los cuatro
de cada casa están en el plano.
C: ¿Quiénes son?
R: uno es mi marido, mi hijo, mi suegro y mi sobrino. Son los que…
C: ¿Eso por qué decidieron?
R Y eso porque como él es el titular de la casa pensábamos… (Entrevista
mujer campesina, 2008).
Como sostiene Agarwal, "las luchas individuales de las mujeres para adquirir una parte de la tierra familiar requerirían también luchas interrelacionadas fuera del hogar, como las luchas para legitimar la necesidad de la mujer de tener un
derecho independiente a la tierra y de movilizar apoyo económico, social y político
para su causa" (1998). El punto aquí es que las diferencias de género en el poder
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de negociación en el interior del hogar están ligadas al poder de negociación
fuera del hogar, con la comunidad y el Estado.
6.1. Saberes jerarquizados
Nos centraremos ahora en rastrear esta correspondencia de los espacios
familiar y colectivo en la doble sualbternidad que oprime a la mujer en el ámbito
rural en el Lote El Ceibal. Trabajaremos sobre: los saberes y las voces tomados
como epítomes de las dificultades que encuentran las mujeres campesinas para
des-subalternizarse, pero mostrando también las condiciones de posibilidad de
intensificar sus voces. Nos encontramos con distintos caminos trazados por las
mujeres entrevistadas. Al final del apartado esbozaremos algunas hipótesis acerca de las realidades divergentes en cuanto a la división sexual que opera en el
grupo familiar y la comunidad campesina.
Respecto de los saberes, buscamos hallar los límites que silenciaron a los
discursos subalternos femeninos y notamos que hay determinados lugares en
donde los saberes de las mujeres están legitimados y otros temas que les están
vedados.
En nuestros trabajos de campo, notamos desde el primer momento roles
muy marcados que asumieron hombres y mujeres al aceptar conversar con nosotras. Observamos la presencia de un complejo entramado de jerarquía de
saberes desplegado en los vínculos entre los distintos actores. Esto no es exclusivo de la relación intergéneros, pero es muy frecuente que ellas cedan el lugar a
los hombres a la hora de preguntar, informarse y opinar.
C: Ud. doña E. participa también de la OCCAP16?
E: No, yo he ido a las reuniones pero nosotros tenemos aparte el grupo de
las mujeres
C: Ah, en dónde?
E: Trabajamos con la María…
16
Organización campesina de Copo, Alberdi y Pellegrini.
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C: Y ¿que estuvieron haciendo?
E: y… trabajábamos… este… con la señoras digamos, ella venían aprendían
C: Y ¿de que temas por ejemplo?
E: eh, trabajábamos… eh nosotros hacíamos este, cría… de animales
C: ¿Y no se siguen reuniendo?
E: Y ahora no porque, María se viene
C: ¿Cuántas mujeres eran?
E: De acá de la zona? 15, 15 mujeres eran… si, digamos, yo era la de aquí
la única, había de Nuevo Simbolar y una señora de allá de Santa Luisa.
C: ¿Y con el tema de tierras, alguna de esas mujeres estuvo participando
con los varones?
E: No, nosotros a la tierra no, pero estábamos con ellos. (Entrevista a mujer
campesina, 2008)
En otra charla mantenida con una campesina del lote preguntamos acerca
del conflicto desatado por el remate de sus tierras. Ella nos respondió: "de eso se
encargan los hombres". Ante este conflicto que amenaza con desalojar a todas
las familias, persiste la idea de algunos de los pobladores (los menos organizados, en general) que los problemas de la tierra son adscriptos a un rol masculino.
Como indica Plaza (2003) "las mujeres acostumbran delegar el control de sus
predios en algún miembro varón de su familia, quien llega incluso a cobrar por
ellas, a asistir en su nombre a las asambleas y, a la larga, suele entrar en posesión del patrimonio" (p. 3).
La jerarquía de saberes de la que hablábamos, diferencia las posiciones de
los sujetos: hombres, mujeres, ancianos, jóvenes, referentes políticos, entre otros.
Los hombres mayores nos contaron que deben elegir representantes para ir a
litigar a la capital de Santiago. En esos casos no sólo participan con mucha mayor
frecuencia los hombres, sino que también prefieren designar a los más jóvenes
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que suelen tener mayor interés: "... va el que se anime de ir, suelen ser los más
jóvenes..." (Entrevista hombre campesino, 2007). Dentro de un paraje alejado del
pueblo –Nuevo Yuchán– las campesinas y campesinos cuentan con un referente
varón, que es el que han designado para hacerse de la información que necesitan. Éste es el que suele estar en contacto con los actores que mayor participación tienen en el escenario político y judicial de la zona: el padre de la iglesia y el
comisionado municipal. La necesidad de representación es algo usual, sobre todo
en zonas alejadas de los centros de decisión política. Pero una vez elegido el
representante, los actores suelan adoptar una actitud pasiva, esperando que éste
actúe y se acerque con las novedades del caso. Así no sabían de la eminente
audiencia entre el juez a cargo y el comisionado municipal para detener el remate.
Creemos que el des-conocimiento es una barrera difícil de franquear, tanto
para los hombres como para las mujeres que enfrentan conflictos por la tierra en
territorios alejados de los núcleos de decisión. En El Ceibal notamos una estructura dinámica a través de la cual, esos saberes se encuentran ordenados jerárquicamente e inmovilizando roles donde la mujer se encuentra en fuerte desigualdad respecto de los hombres. En las observaciones participantes registramos
que en las entrevistas, generalmente es el hombre quien responde y lleva el ritmo
de la charla, él contesta la mayoría de las preguntas referidas a los conflictos de
tierra, la mujer queda en silencio. En las comunidades más alejadas del pueblo,
pudimos ver con mayor claridad cómo las mujeres silencian su voz respecto de
los conflictos por la tierra sintiéndose más cómodas al hablar de las cuestiones
familiares o domésticas. A modo ilustrativo la primera respuesta de una mujer
campesina ante nuestro interés de conversar con ellas, fue decirnos que no nos
serviría de mucho ya que no sabían nada: "No entendemos mucho" nos decían; y
nos contaron que los hombres no estaban, que habían migrado a realizar trabajos
a otras provincias por la cosecha, dando por entendido que el saber estaba en
ellos y que era a ellos a quienes debíamos buscar. Los que migran en busca de
trabajos estacionales son los hombres; ellas también viajaban pero dejaron de
hacerlo. La mujer se queda a realizar trabajos domésticos y cuidar la casa. Ven29
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Género, desigualdad y regímenes... - pp. 7-36
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den pan, trabajan en telares, aunque esto no es considerado por ellas como tareas productivas.
Cuando les preguntamos si pertenecían a alguna agrupación campesina
dijeron que sí y nos contaron que también había otras en la zona, pero expresaron no saber las diferencias entre las organizaciones. La agrupación a la que
pertenecen es la más antigua y está ligada a la Iglesia. No tienen problemas con
las otras, ni discrepancias; pero ya pertenecían a ésta cuando se crearon las
demás y nunca cambiaron. La falta de información también se manifiesta en el
orden de la representación política; ellas no sabían que el comisionado municipal
–quien además es el referente entre los campesinos y el juez– había sido elegido
(por primera y única vez) por el gobernador.
Otro momento de la conversación donde apareció la falta de conocimiento,
en asuntos en que se mostraban interesadas, fue al hablar de los planes sociales. Habían escuchado en algunas oficinas y en rumores que circulan por la zona,
que para obtener uno de estos planes debían salir sorteados y que esto no era
siempre seguro, etc. Ante estas incertidumbres les preguntamos si habían concurrido a la (recientemente abierta) comisión municipal, pero todas nos dijeron que
no. Otra vez, en cuanto al trabajo y a los problemas económicos de la familia, no
se sentían seguras para averiguar y despejar sus inquietudes.
Ellas confesaban sentir vergüenza de ir a las reuniones y plantear que no
entienden, ante sus propios vecinos: "Hay reuniones y cuando están los hombres
participan ellos". (Entrevista a mujer campesina, 2007).
6.2. Voces bajas y altas femeninas
Aparte de los contenidos de sus discursos, la doble subalternidad que experimentan estas mujeres rurales aparece en el tono de su voz. No sólo los temas
en los que se sienten las mujeres habilitadas a tomar la palabra, muestran la
relación directa que tienen con los problemas domésticos y la lejanía frente a los
conflictos por la tierra; cuando levantan la voz para hacerse oír, lo hacen con
menor intensidad que los hombres.
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Encontramos una situación distinta en lo que se refiere a la cuestión de
género y a las voces de las/os actores ante el conflicto entre estas mujeres y las
que habitan las zonas más cercanas al pueblo, donde se encuentran las instituciones locales. Pudimos escuchar los discursos de algunas dirigentes campesinas que son las que llamamos voces altas femeninas. Son ellas miembros activos de la OCCAP, voces fuertes dentro de la comunidad:
C. ¿vos sola te ibas a la reunión o con tu marido?
R: no, yo sola
C: ¿Tu marido dejó de participar de la OCCAP?
R: risas…sí, no él participa de las reuniones, pero así de tierras siempre he
participado yo nomás.
C. ¿y eso por qué?
R: y, no sé, dice él, a veces vos te das más con distinta gente, porque él es
de poco conversar, ha visto. Y yo una duda que tengo, ahí nomás pregunto,
no me quedo con la duda. (Entrevista, 2008)
Estas diferencias en el espacio público se expresan también en los roles
que reproducen dentro de la familia. El marido de una de las dirigentes femeninas
es cuestionado por parte de los otros hombres de la comunidad respecto del
lugar que tiene su mujer, y el hecho de que ella viaje y salga de su casa para
participar de los distintos encuentros.
Una de las hipótesis que sostenemos para explicar las trayectorias que estas mujeres dirigentes desplegaron, a diferencia de otras, es que sus experiencias personales marcaron sus formas de lucha dentro de una comunidad que no
tenía un lugar de visibilidad destinado para ellas. Muchas migraron de sus comunidades hacia ciudades como Buenos Aires y Santiago del Estero, y luego de vivir
distintas experiencias en los centros urbanos, regresaron a un ámbito rural donde
las mujeres deben luchar más fuertemente por modificar posiciones que las acercan a las problemáticas puramente domésticas. Esto, creemos que les permitió
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romper con ciertos estereotipos que ahora son los que marcan las diferencias
con otras mujeres.
De esta forma vemos que, poco a poco en el espacio rural, las mujeres van
ocupando espacios de mayor visibilidad y participación (Bidaseca, 2000; Biaggi,
Canevari, Tasso, 2007). Esas voces dirigentes alcanzaban un mayor nivel de audición en comparación con las voces femeninas marginales. Esto es un poco lo
que queremos mostrar cuando hablamos de las formas en que actúan en sus
territorios las mujeres campesinas: si bien las desigualdades de género persisten
encontramos hoy dirigentes mujeres que se enfrentan a los hombres ocupando
roles que en el espacio rural siempre habían estado reservados a ellos.
En base a las trayectorias disímiles de estas mujeres con voces altas, pudimos observar que las posiciones de mayor visibilidad y legitimidad de sus discursos se da en la lucha por la tierra, como proceso que marca las biografías de
estas mujeres. Un caso que resulta paradigmático es el de Nelly Solorza, quien
comenzó hace años su militancia desde la lucha campesina por el derecho a la
tierra y actualmente ocupa una banca como legisladora provincial, siendo la primera mujer campesina elegida.
Reflexiones finales
Como hemos desarrollado a lo largo de este trabajo, las voces de las mujeres rurales en el Ceibal han sido y son silenciadas tanto por los discursos de los
campesinos y campesinas. como por los registros estatales (estadísticas y censos, legislación).
Las mujeres rurales de nuestro país sufren distintas subalternizaciones como
habitantes de un campo negado17 y como mujeres desfavorecidas en el acceso a
la propiedad de las tierras que precariamente habitan. Acompaña este hecho la
carencia de políticas públicas activas respecto a la discriminación de género en el
17
32
Para esta reflexión es interesante analizar en los diarios nacionales y provinciales de los últimos
dos años el conflicto entre el campo y el gobierno y cuál es la visión hegemónica y homogénea
de lo que se entiende por "campo". Ello excede este trabajo.
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Género, desigualdad y regímenes... - pp. 7-36
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acceso a la tierra y a la propiedad de la misma.
En este largo silenciamiento vemos que en distintos momentos y situaciones se tejieron resistencias a las distintas situaciones de subordinación.Este silencio no necesariamente implica un silencio total y absoluto, la imposibilidad de
hablar; sino la presencia de ciertos espacios institucionales o comunitarios que
están dispuestos a escuchar la voz de las mujeres y otros temas sobre los cuales
no pueden levantar la voz, y que son propios de los hombres.
A la condición de precariedad que sufren en la posesión de sus tierras se
suma una desigualdad de género que ubica a las mujeres campesinas en una
situación de doble subalternidad. La tierra es el sustento de la vida material y
cultural de las personas y sus comunidades, con claras significaciones simbólicas y cognitivas.
A medida que se intensifica la mercantilización de la tierra, disminuyendo su
disponibilidad en el mercado, se profundiza la desigualdad en el acceso. Este
proceso, que podría ser analizado sólo en términos económicos está sobredeterminado, en términos althusserianos, pos las costumbres de las comunidades que
refuerzan este proceso. En la negación del derecho de las mujeres a la tierra se
pone en juego no sólo una subordinación económica, sino toda una serie de
condicionantes sociales, culturales, jurídicos, que hacen que la mujer deba enfrentar una doble subalternidad (en tanto mujer y pobre) y subalterna del subalterno.
La experiencia de las mujeres dirigentes de El Ceibal –las llamadas aquí
voces altas– y sus roles activos en defensa de sus territorios, nos muestran algunos cambios culturales cotidianos en el ámbito rural; la aparición de estas resistencias en espacios aún fuertemente dominados por la lógica masculina. Hay por
parte de algunas mujeres rurales, una apropiación de la voz y de la palabra.
Pensamos que la posibilidad de levantar la intensidad del tono de la voz,
para estas mujeres, se debe por un lado a un contexto de lucha de los y las
campesinas por conocer sus derechos –principalmente los de posesión de la
tierra– y, por otro lado a este nuevo proceso que mencionábamos anteriormente,
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gracias al cual las mujeres se están resituando como sujetos de derechos en el
ámbito rural. Para ello es indispensable tener un nombre, condición de posibilidad
de la visibilidad: sólo una otredad con nombre puede reivindicar derechos.
El caso analizado nos ayuda a observar que es mediante la lucha política
por el derecho a la tierra que las mujeres están comenzando a generar un cambio
en sus propias comunidades. Sin embargo, a pesar de la toma de la palabra y el
posicionamiento en el espacio público, estas reivindicaciones no toman en cuenta los reclamos de género, ellos se subsumen a las demandas de la comunidad.
(Bidaseca, Borghini, Vallejos, 2007). Es por esto que sostenemos que, cualquier
cambio en las relaciones sociales y de género al interior del mundo rural, debe
tener su correlato en los discursos estatales mediante la visibilización de las desigualdades de género y el diseño de políticas tendientes a su eliminación. Consideramos que es en este diálogo entre el Estado y la comunidad, entre legislación
y costumbre, que será posible alterar los modos tradicionales de habitar el territorio.
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A. E. Batista Zamora, J. J. Natera Rivas, A. I. Rivas
Breves Contribuciones del I.E.G. - Nº 20
El complejo agroindustrial limonero tucumano:... - pp. 37-61
2008-09
EL COMPLEJO AGROINDUSTRIAL LIMONERO
TUCUMANO: ESTRUCTURA AGRARIA Y PROBLEMÁTICA
COMERCIAL1
ANA ESTER BATISTA ZAMORA
Universidad de Málaga, España
JUAN JOSÉ NATERA RIVAS - [email protected]
Universidad de Málaga, España
ANA ISABEL RIVAS - [email protected]
Resumen
Instituto de Estudios Geográficos. UNT
Durante los últimos treinta años se han manifestado espacial y económicamente
importantes transformaciones en el espacio rural tucumano. Uno de los cambios
más destacados y de mayor impacto territorial ha sido el avance de la superficie
destinada a la producción del limón con el notable incremento en su productividad.
Se evidencia una serie de factores que han contribuido para que la provincia de
Tucumán adquiera una importante participación en el contexto nacional e internacional de la producción de cítricos. Este peso es el resultado de un proceso de aparición
y consolidación de un potente complejo agroindustrial, cuyo origen debe buscarse en
la década del ´70, cuando espoleados por la posibilidad de colocar fruta y derivados en
el mercado externo, aparecieron los primeros establecimientos industriales para
procesar fruta. El desarrollo de este complejo está marcado por los factores mencionados, como el aumento de las hectáreas dedicadas al limón y su productividad,
que llevaron al incremento y mejoras de la capacidad de procesamiento instalada para
obtener productos que permitan su inserción en los exigentes mercados externos.
Asimismo, contribuyeron a este desarrollo la concentración de la tierra y de la capacidad
industrial en unas pocas empresas perfectamente integradas verticalmente. En este
contexto este trabajo se orienta al análisis de los problemas de comercialización de
esta producción y de los cambios en el interior de su estructura agraria.
1
Este estudio forma parte de los resultados del Proyecto de Excelencia “Caracterización y
diagnóstico del complejo agrocomercial limonero malagueño en un contexto de crisis” (P07HUM-02727), financiado por la Consejería de Innovación, Ciencia y Empresa de la Junta de
Andalucía, España.
37
Abstract
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2008-09
During the past 30 years have been expressed space and economically important
changes in the countryside tucumano. One of the changes highlights and more
territorial impact has been the progress of the surface for the production of lemon
with the remarkable increase in their productivity.
It shows a series of factors have contributed to the province of Tucuman acquires
a substantial participation in the national and international context of the citrus
production.
This weight is the result of a process of appearance and consolidation of a
powerful agro-industrial complex, whose origin should be sought in the decade of
´70, when reawakened by the possibility of putting fruit and derivates in the external
market, the first industrial establishments to process fruit. The development of this
complex is marked by the factors mentioned, as the increase in the hectares devoted
to the lemon and its productivity, which led to the increase and improvements to the
processing capacity installed for products that allow their insertion in the demanding
external markets: It also contributed to this development the concentration of land
and the industrial capacity in a few companies perfectly vertically integrated. Against
this background this paper is geared to the analysis of the problems of marketing of
this production and changes in the interior of their agricultural structure.
®®®
La producción de cítricos en el contexto mundial y nacional
Históricamente, el cultivo de cítricos en Argentina en general, y en Tucumán
en particular, se ha caracterizado por el predominio de la obtención de la naranja
sobre el resto de las especies cítricas; en 1941 la naranja representaba el 63% de
la producción cítrica del país, seguida por la mandarina (30%); el limón (algo
menos del 6% de la producción) y especialmente el pomelo (tan sólo el 1%) participaban en forma residual. Esta tendencia se mantuvo con reducidas oscilaciones hasta los años ochenta del siglo pasado, momento en que el limón comenzaría a incrementar su producción como resultado tanto del incremento en la superficie cultivada como de los rendimientos por hectárea (Gráfico 1).
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Gráfico 1. Evolución de la producción citrícola argentina por especies.
1600000
1400000
1200000
1000000
800000
600000
400000
200000
0
Limó n
Naranja
M andarina
Años
P o melo
Fuente: Datos facilitados por SEAGPyA, FEDERCITRUS y MECON. Elaboración propia.
Como se aprecia en la tabla 1, las hectáreas existentes en el Norte Grande
Argentino (NGA) –región en la que podemos encuadrar a la provincia de Tucumán–
dedicadas a los cítricos suponen un importante porcentaje del total nacional, concretamente el 56% de la superficie dedicada a este cultivo en Argentina en 1988
y más del 60% en 2002. Ahora bien, si analizamos la participación de la región por
especie podemos apreciar que el limón mantiene una importante significación,
puesto que ya para el año 1988 representaba el 88% del limón argentino, y en el
año 2002 el 96%, peso en el que las 30.688 hectáreas de la provincia de Tucumán
censadas en ese año se resuelven como las principales responsables.
39
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Breves Contribuciones del I.E.G. - Nº 20
El complejo agroindustrial limonero tucumano:... - pp. 37-61
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Tabla 1. ARGENTINA Y NORTE GRANDE ARGENTINO: superficie citrícola según
especie (hectáreas) 1988/2002
Área Geográfica Año
ARGENTINA
Norte Grande
Argentino
Porcentaje
NGA/Argentina
Limón
Mandarina
Naranja
Pomelo
Otros
Total
1988
24.367,4
27.543,3 45.985,2
8535,2
-
106.639,2
2002
39.497,1
37.093,6 53.040,7
6.825,5
528,4
136.985,3
1988
21.455,8
8.806,2 23.722,6
6.016,2
-
60.000,8
2002
37.898
14.791,3 25.023,2
5.298,6
414,3
83.425,2
1988
88%
32%
57%
71%
-
56%
2002
96%
40%
47%
78%
78%
61%
Nota: Otros incluye la especie lima y otros cítricos.
Fuente: Censo Nacional Agropecuario 1988 y 2002. Elaboración propia.
En el contexto internacional, según la información proporcionada por el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, puede apreciarse que la producción citrícola argentina en conjunto representa una reducida proporción del
total mundial (tabla 2); no obstante, y siendo esto así, al considerar las especies
cítricas individualmente pueden identificarse dos situaciones diferentes: por un
lado, la correspondiente al limón, donde en la campaña 2003/04 Argentina se
situaba en el 3º puesto2 en producción de fruta (lo que se traduce en el 20% de
limón producido en el mundo) y en el primero en industrialización (35% del total
mundial). Por otro, el resto de especies cítricas (naranja, mandarina, pomelo),
con una participación muy baja, situándose Argentina a gran distancia de los
mayores productores mundiales según cifras de la campaña 2003/04, como Brasil (18.360.000 tns. de naranjas), Estados Unidos (12.311.000 tns. de naranjas y
1.895.000 de pomelos), China (6.500.000 tns de mandarinas), o España (2.020.000
2
40
En las dos campañas anteriores (2001/02 y 2002/03) Argentina ocupaba el primer puesto en la
producción de limones por países, seguido a muy corta distancia por Estados Unidos y España.
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Breves Contribuciones del I.E.G. - Nº 20
El complejo agroindustrial limonero tucumano:... - pp. 37-61
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tns. de mandarinas), ente otros.
Tabla 2. Producción mundial y argentina de cítricos (2003/2004).
Especie
cítrica
Total cítricos
Limón
TOTAL MUNDIAL
Toneladas
Toneladas
producidas
industrializadas
73.275.000
30.677.000
ARGENTINA
Toneladas
Toneladas
producidas
industrializadas
2.207.000
890.000
4.286.000
1.743.000
900.000
615.000
Mandarina
13.338.000
1.268.000
420.000
45.000
Naranja
50.052.000
25.759.000
730.000
160.000
Pomelo
3.297.000
1.600.000
157.000
70.000
Otras
2.302.000
307.000
S/D
S/D
Fuente: Fuente: World Horticultural Trade & U.S. Export Opportunities-U.S. Departament of
Agriculture, January 2004. Elaboración propia.
La importancia que tiene el limón argentino, tucumano, en el contexto internacional es reflejo no sólo de las buenas condiciones naturales que áreas concretas del espacio provincial presentan para el desarrollo del cultivo, sino también
del grado de competitividad que el complejo agroindustrial limonero tucumano ha
alcanzado, gracias al cual puede no sólo producir grandes cantidades de fruta y
de derivados industriales, sino colocarlas en el exigente mercado internacional.
En este sentido, es conocido el hecho de que la competitividad, tanto interna
como especialmente externa de la agroindustria limonera está en relación con
una multiplicidad de factores; de ellos, unos, los naturales, están más allá del
control de los productores, aunque ciertamente pueden ser modificados en mayor o menor medida (como las características del suelo, la disponibilidad de agua,
etc.). Otros vienen determinados por las políticas gubernamentales, mientras que
un tercer grupo está en estrecha relación con el comportamiento de los propios
productores, que, a través de la adopción de prácticas culturales, del control de
los costes de producción, etc., pueden incrementar la competitividad de sus explotaciones. Un resumen del grado de competitividad del limón argentino atendiendo a diferentes factores y comparado con distintos países productores se
muestra en la tabla 3.
41
A. E. Batista Zamora, J. J. Natera Rivas, A. I. Rivas
Breves Contribuciones del I.E.G. - Nº 20
El complejo agroindustrial limonero tucumano:... - pp. 37-61
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Tabla 3. Comparación de factores competitivos entre países productores e
industrializadores de limón.
Factor
Condiciones
Naturales
Plagas y
enfermedades
Tecnología
Acceso al Capital
Disponibilidad y coste
de la tierra
Coste de trabajo y
disponibilidad
Escala de producción
Argentina Australia Chile China
México
Sudáfrica España EE UU
xxx
xx
xxx
xx
xx
xxx
xx
xxx
xxx
xx
xxx
xx
xxx
xxx
xxx
xx
xxx
xxx
xxx
x
xx
xxx
xx
xxx
xxx
xxx
xxx
x
x
xxx
xxx
xxx
xxx
xx
xxx
xx
xx
xx
x
x
xxx
x
xxx
xxx
xxx
xx
x
x
xxx
xxx
xxx
x
xx
xxx
xx
xxx
Producciones
xxx
xxx
xxx
x
xx
xxx
xxx
xxx
Estacionalidad
xxx
xxx
xxx
x
x
xxx
xx
xx
Clima empresarial
xx
xxx
xx
x
xx
xx
xxx
xxx
xx
xx
xx
x
x
x
xxx
xx
x
xxx
x
xx
xx
x
xx
xx
xx
x
xx
xxx
xx
xx
x
x
x
x
x
xxx
xxx
x
x
x
xxx
xx
x
na
xxx
x
xx
0.8
-0,9
-0,2
-1,0
0,5
0,4
-0,2
Apoyo
gubernamental
Tipo de cambio
Esquema regulatorio
Cumplimiento de los
requerimientos de
mercado
Costo de producción
Valor del ISVCR en
2004
0,5
NOTA: XXX denota lo más favorable, XX favorable, X lo menos favorable
Fuente: USICT, 2006:59. Valor del ISVCR, ibid p.82.
En ella puede observarse cómo la situación argentina se encuentra entre las
más favorables dentro del conjunto de los principales países productores de limón, contando con tan sólo dos factores poco favorables: el tipo de cambio y el
cumplimiento de los requerimientos de los mercados. En este momento, indicaremos que en relación con el primero de ellos, si bien el abandono de la paridad
peso/dólar abarató el precio de la fruta en el mercado internacional, el impacto
sobre el incremento del precio de los insumos ha sido muy importante, con las
consecuencias lógicas sobre el balance económico final de las explotaciones.
42
A. E. Batista Zamora, J. J. Natera Rivas, A. I. Rivas
Breves Contribuciones del I.E.G. - Nº 20
El complejo agroindustrial limonero tucumano:... - pp. 37-61
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Esta situación positiva de los factores competitivos del limón argentino tiene su
correlato en su valor en el Índice Simétrico de Ventajas Comparativas Reveladas
(ISVCR)3, cuyos valores ofrecemos en la última fila de la tabla 3. En ella se aprecia claramente la existencia de ventajas comparativas en la producción de limón
en Argentina con respecto al resto de países productores.
La importancia de la producción e industrialización de limón en Tucumán
trasciende, como hemos visto, las fronteras de la República, para situarse en uno
de los primeros lugares en el contexto mundial, por lo que en las páginas que
siguen nos centraremos en el estudio de esta actividad agroindustrial en particular.
2.
El conglomerado agroindustrial limonero tucumano
2.1. Breve reseña histórica
Los departamentos situados en el pedemonte tucumano representan el área
con mayor concentración de superficie dedicadas al cultivo de cítricos (Fig. 1); en
esta zona los contrastes térmicos son poco marcados, condición natural que favorece el cultivo de los cítricos, pero especialmente el del limón, la especie menos resistente a las bajas temperaturas (Palacios, J., 1978:22-23). A estas condiciones climáticas favorables se unió la eclosión de una serie de problemáticas y
circunstancias (crisis de la caña de azúcar, problemas fitosanitarios de los cítricos
dulces y aumento de la demanda internacional) que condujeron a partir mediados
de los años ’70 al despegue de la actividad agroindustrial limonera, con una marcada tendencia a colocar tanto la fruta fresca como sus derivados industriales
(aceites esenciales, cáscara deshidratada, jugos concentrados, entre otros de
menor significación) en el mercado internacional. Así, a finales de la década de
3
El Índice Simétrico de Ventajas Comparativas Reveladas (Simmetric revealed comparative
advantage index) tiene como objetivo comparar las ventajas comparativas en la producción de
un bien incluso aunque ese producto agrario no se encuentre entre las exportaciones clave de
un país, teniendo un rango de valores que oscila entre 1 (mayor competitividad) y -1 (indicando
falta de competitividad).
43
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los sesenta el número de hectáreas dedicadas en la provincia a esta especie
cítrica era relativamente escaso, no alcanzándose las 7.000, pero desde entonces el área limonera tucumana ha visto cómo se ha ido incrementando progresivamente su superficie. Este incremento se ha realizado tanto reemplazando a
cultivos preexistentes (en un primer momento las hectáreas dedicadas a naranjos, para luego avanzar sobre el cultivo de la caña de azúcar) como desmontando
vegetación natural para dedicar el suelo así obtenido a este cítrico (cfr. Natera y
Batista, 2005). Resultado de todo ello, la superficie limonera tucumana se duplicó
entre 1988 y 2005, hasta alcanzar prácticamente 34.000 hectáreas en el último
año (Tabla 4).
Tabla 4. Provincia de Tucumán: evolución de la superficie cultivada y cantidad de
explotaciones con limón.
Limón
Superficie (ha)
Nº EAPs
1960
1.730
818
1969
6.837,52
1.002
1988
16.618,5
593
1995
23.363,7
515
2002
30.668,2
362
2005
33.928,85
S/D
Fuente: Censos Nacionales Agropecuarios y Provinciales Citrícolas. Elaboración propia.
Por su parte, el volumen de la producción ha tendido al alza, no sólo en
estrecha relación con el aumento del área limonera, sino también con las mejoras
tecnológicas implementadas, que han permitido pasar de rendimientos promedio
de 24 toneladas por hectárea en 1988 a 47 toneladas en 2002, rendimientos que
en plantaciones manejadas con tecnología de punta alcanzan valores que rondan
las 80 ton./ha4. Consecuencia de ello, del medio millón de toneladas que se cosecharon a comienzos de los noventa se pasó en la campaña 2005/2006 a casi
1.300.000 toneladas, consolidando a Tucumán como una de las principales áreas
productoras de limón del mundo.
La demanda por parte del mercado internacional (muy exigente en los re4
44
Actualmente existe una variedad limonera, la Trifoliata Flying Dragon, cuyos rendimientos
alcanzan las 140 Ton/ha.; se trata de una planta que por sus características morfológicas
permite que se implanten alrededor de 720 plantas por hectárea, lo que incrementa aún más
los rendimientos.
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querimientos de calidad y salubridad) de derivados industriales y de fruta fresca
sin duda ha sido el principal motor de las transformaciones experimentadas en la
estructura socio productiva limonera, puesto que para poder no sólo competir,
sino permanecer en los circuitos de comercialización, los productores han tenido
que incorporar tanto tecnologías de avanzada como incrementar el tamaño de
sus explotaciones; además, y como respuesta a las necesidades de lograr una
mayor competitividad, otros buscaron integrar su producción con la instalación de
plantas empacadoras, o bien instalar industrias, incrementando su capacidad fabril
aquellos productores que ya disponían de establecimientos para procesar la fruta. Muestra de este aumento en la capacidad fabril tucumana es que la provincia
pasó de 135.500 Ton/año en 1974 a 718.000 en el año 2000; cifra que en 2008
ronda ya el millón de toneladas.
Este proceso de industrialización del limón comenzó en la provincia a partir
de la década del sesenta del siglo pasado con el emplazamiento de las primeras
plantas en los departamentos Tafí Viejo, Capital y Cruz Alta. Dicha instalación fue
resultado de un proceso de integración vertical, con distintas variantes; por un
lado podemos encuadrar a aquellos productores que contaban con plantaciones
de limoneros y que pusieron en funcionamiento su propia industria (S.S. San
Miguel en 1960, Vicente Trápani en 1965, Francisca Talavera de Trápani 1973, y
Citrusvil en 1988), al tiempo que también instalaban su propia planta empacadora.
Además, ellos mismos comercializaban directamente sus productos (tanto la fruta fresca como los derivados del limón). Un segundo tipo de integración es la
asociativa, la cual presenta a su vez dos variantes: la primera es la registrada en
una cooperativa de productores limoneros, la C.O.T.A, que puso en funcionamiento su propia planta industrializadora y de acondicionamiento en 1973, encargándose asimismo de la comercialización de los productos obtenidos. La segunda variante corresponde a la unión de diversos agentes; este es el caso de la
unión de un empresario capitalista y un productor que contaba con tierras dedicadas al limón, que resultó en la fundación de Citrus Trade Famaillá (1993), hoy en
manos de S.A. San Miguel. El tercer tipo de integración es el correspondiente a
CITROMAX (1963), que en un primer momento puso en funcionamiento la indus45
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tria, comprando la fruta a terceros para abastecerla, y posteriormente adquirió
fincas e instaló su propio empaque. Además, incorpora el rasgo distintivo de haber sido el primer caso de desembarco de capital extranjero en este complejo
agroindustrial.
La firma S.A. San Miguel es la principal protagonista de la tendencia más
reciente de la fase industrial del complejo, y es el aumento del tamaño de las
empresas, el cual se vio reforzado cuando en la década de los noventa pasa de
ser una empresa familiar a una sociedad anónima de accionistas, donde si bien
entraron como socios un grupo de inversores del MBA Banco de Inversiones,
entre otros; firmas nacionales con conexiones internacionales tuvieron una mayor participación como es el caso de los Miguens-Bemberg y Otero Monsegur;
también pasaron a formar parte del paquete accionarial las AFJP, que se introdujeron en el negocio apenas fueron creadas en los ’90. En la actualidad los grupos
Miguens-Bemberg y Otero Monsegur, han dejado fuera de la sociedad a un grupo
de socios del MBA Banco de Inversiones tras la adquisición sus acciones, haciéndose de esta forma con el 52% del capital de la empresa, en tanto que las AFJP
tienen aproximadamente el 29% del capital, y el resto cotiza en Bolsa (Beresovsky,
A., 2007).
Como reflejo de la necesidad de aumentar su competitividad S.A. San Miguel en los años noventa, adquirió el 100% de uno de sus principales competidores, Citrus Trade Famaillá, y, consecuencia de ello, esta firma ha procesado en
los últimos años en torno al 30% del limón industrializado en la provincia, y comercializado porcentajes que rondan el 40% del limón en fresco exportado desde
Tucumán (cfr. Batista Zamora, 2002). Indudablemente, la magnitud de las empresas agroindustirales limoneras tucumanas, y su grado de integración vertical, se
resuelven como una de las fortalezas de complejo en su conjunto (USTIC,
2006:XVIII) pero también es cierto que, como inmediatamente vamos a ver, su
proceso de consolidación ha corrido paralelo al de expulsión de la actividad de un
significativo número de productores.
46
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3.2. Desarrollo del complejo limonero y variaciones en
la estructura agraria
En este proceso de transformación productiva un segmento importante de
productores no ha podido hacer frente a las exigencias del mercado, desencadenándose una disminución en el número de explotaciones limoneras; en la tabla 4
se aprecia una drástica disminución de su número desde 1969, reducidas a poco
más de 500 en 1995. Este número, según información del CNA 2002, podría
haber bajado a tan sólo 362, lo que es muestra de la importancia del proceso de
expulsión de la actividad de los productores menos competitivos, un proceso que
se habría acelerado en los últimos años.
Gráfico 2. Evolución del tamaño de las EAPs limoneras según escala de extensión
(1969-1995).
700
600
Nº EAPS
500
1969
400
1988
1995
300
200
100
0
has ta5
5.1-10
10.1-25
25.1-50
50.1-100
100.1-
200.1-
500.1 y
R AN G O EAPS
Fuente: CNA 1969 y 1988, y Censo Provincial Citrícola de Tucumán 1995. Elaboración
propia.
En este contexto, han sido las pequeñas explotaciones (menos de 10 hectáreas) las que han visto disminuir drásticamente su numero (gráfico 2), una dinámica opuesta a la correspondiente a las de mayor extensión, que han experimentado un incremento: a modo de ejemplo, indicaremos que las explotaciones de
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más de 50 hectáreas pasaron de 8 en 1969 (según Censo Nacional Agropecuario
de 1969) a 103 en 19955. Entre estas explotaciones destaca el segmento de las
de más de 200 hectáreas, que son las que mayores aumentos en número y superficie implantada han experimentado, y entre las que se encuentran las correspondientes a las empresas agroindustriales, que, en su intento por autoabastecerse, han llegado a conformar fincas con más de 2.000 hectáreas dedicadas a
limón (cfr. Batista Zamora, 2002).
El proceso de concentración de la tierra que se ha venido registrando desde
finales de los ochenta puede observarse con más claridad en la tabla 5. Del análisis de la información contenida en ella pueden entresacarse diferentes hechos,
de los cuales creemos que pueden destacarse dos, de diferente signo. Por un
lado, la práctica expulsión de la actividad que han experimentado los productores
más pequeños, con menos de 10 hectáreas, lo cual no es sino el colofón de un
proceso que ya se había iniciado al menos a finales de los ochenta. No obstante,
lo novedoso es que esta expulsión está comenzando a afectar también, con seguridad, y como ya arriba indicamos, a los productores cuyas explotaciones se
mueven entre las 25 y las 50 hectáreas de limón, grupo que, si bien había experimentado una dinámica positiva hasta mediados de los noventa (reflejada en el
aumento de la proporción de tierras que abarcaban), en el último intercenso han
visto muy severamente reducida su presencia en el complejo limonero tucumano.
5
48
La información sobre esta variable correspondiente al CNA 2002 no está disponible, pese a
reiterados intentos de obtención en INDEC.
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Tabla 5. Limón. Superficie implantada según escala de extensión de la
EAP (1988/2002).
Censo
Hectáreas
1988
Hectáreas
1995
%
Hectáreas
2002
%
Hectáreas
%
Hasta 5
497,9
3,00%
290,1
1,24%
31,6
0,10%
5,1 - 10
899,9
5,42%
647,9
2,77%
138,0
0,45%
10,1 - 25
2.255,7
13,57%
2.138,1
9,15%
786,8
2,57%
25,1 - 50
2.344,3
14,11%
3.288,2
14,07%
1.560,0
5,09%
50,1 - 100
2.674,1
16,09%
3.926,6
16,81%
3.034,8
9,90%
100,1 - 200
1.602,5
9,64%
4.042,4
17,30%
3.242,4
10,57%
200,1 - 500
1403
8,44%
4.650,3
19,90%
3.854,1
12,57%
500,1 - 1.000
1243
7,48%
2.103,8
9,00%
3.599,0
11,74%
3.698,1
22,25%
2.276,3
9,74%
4.613,5
15,04%
0
0%
0,0
0,0%
9.808,0
31,98%
16.618,5
100%
23.363,7
100,0%
30.668,2
100%
1.000,1 - 2.500
Más de 2.500
Total
Fuente: CNA 1988 y 2002 y Censo citrícola provincial 1995. Elaboración propia.
El porqué habría que buscarlo en el hecho de que para que una explotación
sea rentable necesita cada vez mayor número de hectáreas y producir fruta de
excelente calidad; además, debe ser capaz de insertar su producción en circuitos
comerciales rentables, a los cuales resulta muy difícil acceder, desde el momento
en que, cada vez en mayor medida, son las empresas agroindustriales las que
monopolizan el apetitoso mercado internacional.
Por otro lado, en el otro extremo de la escala puede también apreciarse
cómo son los intervalos que agrupan a las explotaciones mayores, con 500 hectáreas o más, los únicas que registran una dinámica positiva, muy positiva, desde
fines de los ochenta, destacando la aparición, por primera vez en 2002, de EAPs
con más de 2.500 hectáreas de extensión. Éstas últimas controlan el 32% del
monte limonero tucumano, porcentaje que se eleva al 58% añadiendo los correspondientes a las restantes EAPs con más de 500 hectáreas de limón implantado.
49
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Todo ello no es sino la muestra de que el proceso de concentración de la tierra, y
de poder de decisión, en el complejo agroindustrial limonero tucumano se ha
incrementado de manera muy notable.
Esta tendencia a la desaparición o, al menos, franca disminución, de las
pequeñas explotaciones al interior de las producciones no tradicionales (entre las
que se encuentra el limón tucumano6) es una tendencia mundial, aunque se ha
indicado que hay circunstancias en las que estos pequeños productores son capaces de sobrevivir: concretamente, cuando la producción es muy intensiva en
mano de obra y debe cumplir niveles de calidad muy elevados, desde el momento
en que estos pequeños productores hacen amplio uso de la mano de obra familiar y son capaces de realizar las labores de manera diestra y cuidadosa (Collins,
J., 1995, 1104). Ese, sin embargo, no pareciera ser el caso de la citricultura
tucumana, puesto que, como acabamos de ver, las pequeñas explotaciones están sistemáticamente desapareciendo, mientras que las medianas y especialmente las grandes están incrementando su número y su peso en todos los aspectos de la actividad. Por ello, pareciera que la situación tucumana encaja mejor
con la corriente que indica que en el desarrollo de los cultivos no tradicionales tan
sólo los productores medianos y grandes acaban siendo capaces de mantenerse
en el circuito productivo, mientras que los más pequeños muy a menudo desaparecen. Este fenómeno no es exclusivo del caso tucumano, desde el momento en
que el éxito de algunos países en la exportación de productos no tradicionales ha
venido de la mano de un proceso de segmentación de los productores. En la base
de este proceso estaría el hecho de que los beneficios de la liberalización de los
mercados y del contexto productivo registrados desde fines de los ochenta tan
sólo han alcanzado a aquellos que estaban en condiciones de hacer frente al
6
50
No hay una definición universalmente aceptada de producción –exportación– no tradicional,
englobándose las existentes en dos grupos: las que se basan en la Clasificación Uniforme para
el Comercio Internacional, y las que parten de algunos principios lógicos, como su novedad e
importancia en el grupo las exportaciones nacionales, entre otros. En cualquiera de ellas, el
limón se considera como no tradicional. Para una discusión sobre el concepto y su aplicación,
cfr. Kouzmine, 2000.
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incremento de los riesgos, apareciendo varios tipos de agricultura: un sector empresarial, que surgió de empresas familiares que contaban con ventajas iniciales
o que se beneficiaron de inversiones directas de otros sectores; y un grupo marginado, cada vez más grande, compuesto por productores que no tienen los medios para seguir reproduciéndose. Entre ambos grupos se situarían productores
familiares que pueden caer en el segundo de ellos, como consecuencia de inestabilidad en el mercado o de desastres naturales, de los que tienen dificultades
para recuperarse (Losch, B., 2001, 349-350).
Centrándonos en el caso argentino, y en relación con otro cultivo no tradicional, la soja, en el área pampeana y cordobesa se ha constatado la disminución
del número de explotaciones y el aumento del tamaño medio de las restantes, un
proceso en el que han sido las explotaciones más pequeñas –englobando a agricultores de tipo familiar, tanto capitalizados como no capitalizados– las más afectadas. Una de las causas más importantes que explicaría este fenómeno son las
necesidades de capital para hacer frente a las compras de insumos necesarios
para llevar a cabo una agricultura cada vez más tecnificada (Román, M., y
González, M., 2006). Este mismo proceso de constante desaparición de explotaciones familiares, en el contexto de la expansión del cultivo sojero, ha sido puesto
de manifiesto por Albanesi (2007) en la provincia de Santa Fe. Según la autora,
los nuevos requerimientos de la producción –con incremento de las necesidades
de capital para acceder a tecnología e insumos– llevó a la desaparición de las
explotaciones familiares que no pudieron asimilar dichos condicionamientos externos. Y para el caso de la vitivinicultura mendocina, es cierto que entre 1988 y
1997 el número de explotaciones pequeñas se ha incrementado, pero ha sido vía
subdivisión de las preexistentes, por lo que no resultan rentables (Gudiño, M., y
Villegas, B., 2001, 157). En este sentido, las autoras indican que el proceso de
reconversión de esta agroindustria tan sólo puede ser generado por unas pocas
grandes empresas, de capital extranjero, desde el momento en que gran parte de
los que se dedican a estas actividades se encuentran marginados del sistema e
incapacitados para integrarse al mercado mundial (ibid.: 169)
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3.3. Problemática comercial reciente
En sus inicios el limón producido en las explotaciones limoneras tucumanas
era destinado al consumo en fresco, comercializándose en los mercados locales
y en los principales mercados de abastecimiento del país (Buenos Aires, Córdoba
y Mendoza). No obstante, y manteniendo dichos mercados, desde los años 60 del
siglo pasado comenzó a venderse derivados del limón (aceite esencial, jugos
concentrados y cáscara deshidratada) al exterior, al tiempo que será la década de
los setenta el momento en el que se empieza a colocar la fruta fresca también en
el mercado internacional. Ambos nichos, especialmente el segundo, son los más
rentables –y más difíciles de acceder–, por lo que la comercialización internacional se convirtió en el objetivo prioritario de las empresas limoneras tucumanas.
La diferencia de precios que alcanza la fruta fresca, a favor de la venta exterior, se
muestra en el gráfico 3, siendo comprensible, a partir de dicha información, el
interés por colocar la fruta en este rentable destino.
52
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Gráfico 3. Evolución de los precios (promedio) facturados en el mercado interno y
externo, 1985-2007
U$S/Ton
600
500
400
300
200
100
0
19
85
19
87
19
89
19
91
19
93
M. Interno
19
95
19
97
19
99
20
01
20
03
20
05
M. Externo
Fuente: Fuente: Dirección de Estadística Tucumán (Publicaciones tomando como base
estadísticas del INDEC); Dirección de Comercio Exterior Tucumán (Mimeos y soporte
informático suministrados por el INDEC); Cattaneo, Carlos (1993); Subsecretraría de
Programación Regional (1997) y Web de la SAGPyA.. Elaboración propia.
Fruto de este interés, y de los elevados estándares de calidad alcanzados
por la producción tucumana –no olvidemos que los condicionantes para la entrada de fruta a destinos como Europa, Estados Unidos o Japón son muy estrictos y
elevados–, es que la comercialización del limón fresco en el mercado externo ha
cobrado un singular papel, tanto por el volumen de fruta vendida (se pasó de
exportar 38.669 Ton. en 1990 a casi 280.000 Ton. en 2006), como por los ingresos en dólares que representa, los cuales han alcanzado, y superado en algunos
años, los valores de exportación de los derivados del limón (gráfico 4). De cualquier forma, los beneficios de estas ventas al exterior no han alcanzado a todos
los productores por igual, sino que han sido las grandes empresas agroindustriales
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las que más se han beneficiado. Recuérdese que San Miguel S.A. es la responsable en estos últimos años alrededor de las dos quintas partes del total de limón
fresco exportado desde Tucumán, al tiempo que representa el 30% del limón
exportado por Argentina.
Grafico 4. Tucumán. Evolución de los ingresos en dólares (FOB) del limón en fresco y
derivados industriales.
U$S (Miles )
140000
120000
100000
80000
60000
40000
20000
0
Derivados industriales
Limón en fresco
Fuente: Dirección de Estadística Tucumán (Publicaciones tomando como base estadísticas
del INDEC); Dirección de Comercio Exterior Tucumán (Mimeos y soporte informático
suministrados por el INDEC); Cattaneo, Carlos (1993); Subsecretraría de Programación
Regional (1997) y Web de la SAGPyA. Elaboración propia.
En el gráfico anterior también se aprecia cómo el valor de las exportaciones
de derivados industriales de limón también ha experimentado un notable incremento. No obstante, y siendo efectivamente esto así, también lo es el que la
cáscara deshidratada y el jugo están experimentando en este último quinquenio
dificultades para ser vendidos en el exterior –su principal destino–, lo que se refleja en el valor de las exportaciones (gráfico 5).
54
A. E. Batista Zamora, J. J. Natera Rivas, A. I. Rivas
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Grafico 5. Tucumán. Evolución de los ingresos en dólares (FOB) de los derivados
industriales del limón.
90000
80000
U$S (Miles)
70000
60000
50000
40000
30000
20000
10000
0
Aceite esencial
Cáscara deshidratada
Jugo concentrado
Fuente: Dirección de Estadística Tucumán (Publicaciones tomando como base estadísticas
del INDEC); Dirección de Comercio Exterior Tucumán (Mimeos y soporte informático
suministrados por el INDEC); Cattaneo, Carlos (1993); Subsecretraría de Programación
Regional (1997) y Web de la SAGPyA. Elaboración propia.
Ello no es sino el reflejo de que en la última década incluso las empresas
más competitivas están teniendo problemas para ubicar sus productos, debido a
cuestiones relacionadas con la demanda externa. Ésta parece haber llegado en
los últimos años a un techo en el caso de los derivados del limón, ocasionando
una caída en los precios –principalmente en los jugos y cáscara deshidratada
(tabla 6)–, mientras que la fruta fresca si bien ha incrementado sus volúmenes
exportados, el valor de sus exportaciones se mantiene, en promedio, estancado
desde 2003. Además, su inserción en los mercados continúa dependiendo en
gran medida de la presencia o ausencia de limón mediterráneo en la Unión Europea, con la inestabilidad que ello supone para los productores y comercializadores.
Este aparente techo en la demanda, unido al vertiginoso crecimiento de la
producción tucumana, ha llevado a una crisis tal envergadura que se están sustituyendo plantaciones de limón por otros cultivos, tales como caña de azúcar (revirtiendo el proceso al que anteriormente hicimos referencia), palta, frutilla o
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A. E. Batista Zamora, J. J. Natera Rivas, A. I. Rivas
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arándano (unas 4.000 hectáreas totales entre 2005 y 2006). Dado el exceso de
producción (que unido al estancamiento de las ventas da lugar problemas de
aumento de stokcs), las industrias bajan el precio pagado a los productores, por
lo que estos no logran cubrir el coste de producción, hasta el punto de que por
esta causa en la campaña de 2005 una parte importante de la fruta quedó en los
árboles. Importante es señalar que este hecho acabó en el quebranto de algunas
empresas y, en palabras de los máximos responsables de la Asociación Tucumana
de Citrus en “la profundización de un proceso de concentración de la actividad en
los grupos más fuertes e integrados” (Omodeo et al. 2006).
Tabla 6. Evolución de precios de los derivados del limón y fruta fresca 2001/2006
(USS/Tonelada-Valores FOB)
Subproducto
Cáscara
Jugos
Aceite
Fruta fresca
2001
2002
2003
2004
2005
2006
661
664
620
592
459
438
1121
935
903
873
658
680
15374 10896 13861 12336 16766 18683
444
325
385
406
403
380
Fuente: Pérez et al. (2006:6).
Al descenso en los precios obtenidos por el grueso de los productores hay
que unir el incremento de los costes de producción, especialmente los relativos a
la mano de obra –que supone alrededor de la mitad de los mismos–, y también
los insumos agroquímicos, de los cuales los abonos nitrogenados en 2005 habrían aumentado su coste en un 45% en relación a 2004, proporción parecida a la
experimentada por el aceite emulsivo, mientras que el cobre micronizado habría
subido un 80%7.
Esta caída en el volumen y precio en las exportaciones de Jugos Concentrados y Cáscara deshidratada, unido al incremento en los costes de producción,
7
56
Si bien todos los agroquímicos son importantes para obtener producciones medias, la importancia
de estos dos últimos estriba en que son componentes fundamentales de las pulverizaciones
necesarias para obtener fruta de primera calidad.
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está afectando a todo el conglomerado agroindustrial. Las industrias al obtener
bajos precios por sus productos buscan reducir costes, y lo hacen bajando el
precio pagado por tonelada de limón a los productores, situación, que de manera
directa, está expulsando de la actividad a los más pequeños. Por otro lado, las
empresas agroindustriales, que también cuentan con fruta de alta calidad, hacen
competencia directa a los empacadores que destinan limón al mercado externo,
condicionando incluso la cantidad y la época en la que estos pueden exportar. El
conjunto de las empresas agroindustriales se ha convertido, por tanto, en el núcleo del complejo, de manera que las decisiones adoptadas en ellas sin duda
repercuten directamente en el resto de los agentes que participan en las diferentes fases. Sin embargo, las decisiones que en ellas se toman están, a su vez,
condicionadas por los mercados, fundamentalmente el externo, a los que se dirigen sus productos, lo cual las hace dependientes de ellos.
Conclusión
Como en las páginas anteriores hemos mostrado, la participación en el total
argentino de las hectáreas dedicadas a las diferentes especies cítricas en el NGA
es muy destacable, más de la mitad del monte citrícola argentino se encuentra en
nuestra región. No obstante, en el contexto internacional este peso se diluye, con
la única excepción del limón. Argentina participa con el 20% del limón producido
en el mundo y el 35% del industrializado, resultando ser la provincia de Tucumán
–donde se concentraba en 2002 el 96% del limón argentino– uno de los principales centros de producción e industrialización mundiales de este cítrico.
Este peso es el resultado de un proceso de aparición y consolidación de un
potente complejo agroindustrial, cuyo origen debe buscarse en la década de los
70 del siglo pasado, cuando, espoleados por la posibilidad de colocar fruta y derivados en el mercado externo, aparecieron los primeros establecimientos industriales para procesar la fruta. El aumento de las hectáreas dedicadas a limón, de
la capacidad de procesamiento instalada, y la obtención y mantenimiento de elevados estándares de calidad que permiten la venta de la producción en los exigentes mercados externos jalonan el desarrollo del complejo. Pero también lo
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jalonan la tendencia a la concentración de la tierra y la capacidad industrial en
unas pocas empresas perfectamente integradas verticalmente (S.A. San Miguel
la más grande); por otro, la expulsión de la actividad de los pequeños y medianos
productores (que hasta la década de los ochenta tuvieron una participación de
primera magnitud), como queda reflejado en el drástico descenso de EAPs limoneras y la simbólica participación que suponen en las hectáreas destinadas a
esta especie cítrica.
Y, en este sentido, podríamos esperar que el momento de incertidumbre que
la actividad limonera tucumana atraviesa en el comienzo de este siglo, debido a
una caída de los precios de los productos industriales, una aparente incapacidad
de colocar más fruta fresca en el mercado externo, y la aparición de importantes
stocks de derivados, puede resolverse como una prueba de continuidad que no
todos los actores superarán, lo que muy probablemente redundará en una mayor
concentración en un número muy reducido de megacitrícolas que, de cualquier
forma, son a su vez dependientes de un mercado externo en el que deben necesariamente colocar sus producciones.
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Figura Nº 1
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SEGREGACIÓN Y SEGREGADOS. LOS
UNOS Y LOS OTROS EN LA REGIÓN
METROPOLITANA DE BUENOS AIRES.
ESTUDIO DE CASO SOBRE DOS BARRIOS
POPULARES CONTIGUOS A
URBANIZACIONES CERRADAS EN EL
PARTIDO DE ESCOBAR
BEATRIZ GOLDWASER - [email protected]
Resumen
Facultad de Antropología Urbana - UBA
En esta instancia, se analiza la segregación socio-residencial,
en estrecha relación de contigüidad espacial, de cuatro barrios
ubicados en el partido de Escobar, cuyas características reflejan
la permanente reconstrucción de los territorios de la RMBA, en
tanto coexistencia geográfica de dos urbanizaciones cerradas,
una villa de emergencia y un barrio popular consolidado.
En este caso, se pretende desentrañar, o "descubrir", el velo
que oculta una trama, si bien intuida, poco investigada empíricamente sobre cómo se visualizan los espacios comunes, cómo
se relacionan los sujetos sociales que comparten ese espacio, y
de qué manera impacta en las familias pobres la diferencia tan
marcada con el "otro" oculto detrás del paredón, las rejas o el
frondoso cerco verde...
La metodología conjuga la dinámica de la investigación socioespacial del territorio mencionado y el análisis etnográfico y
relacional de las personas que lo habitan.
El desarrollo del trabajo prevé generar un análisis sistematizado acerca de la problemática propuesta y aportar conocimiento
en un área que presenta cierta vacancia de abordajes empíricos,
porque, si bien se conocen numerosos trabajos sobre las urbanizaciones cerradas, casi es inexistente el trabajo de campo relacio-
Ä
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nado con "los otros" como habitantes de los barrios populares y la situación de
"vecindad" mencionada.
Palabras clave: expansión metropolitana - barrios populares - segregación
residencial -estigmatización social - pobreza urbana
Abstract
In this instance, the social residential segregation is analyzed, in narrow relation
of spatial contiguity, of four neighbourhoods located in Escobar of Sweeping, which
characteristics reflect the permanent reconstruction of the territories of the RMBA,
while geographical coexistence of two closed urbanizations, an emergency villa
and a popular consolidated neighbourhood.
In this case, it is tried to uncover, or "to "discover", the veil that conceals a plot,
though felt, little investigated empirically on how the common spaces are visualized,
how the social subject that share this space are related, and in which way the poor
families are affected by the marked differences between the "other one" hidden
behind the walls, the gratings or the leafy green fence ….
The methodology brings together the dynamics of the socioespacial investigation
of the mentioned territory and the ethnographic analysis and relationship of the
persons who live in.
The development of the work foresees to generate a systematized analysis of
the problematic and to contribute knowledge in an area that presents certain vacancy
of empirical boardings, because, though there are numbers of known works about
closed urbanizations, almost it is non-existent the work of field related to " others "
as citizens of the popular neighborhoods and the "vicinity" situation mentioned.
Key Words: Metropolitan expansion - popular neighbourhoods - residential
segregration - social stigmatization - urban poverty
®®®
Introducción
El presente trabajo fue aprobado como pre-proyecto de tesis doctoral en el
área de Antropología Urbana en la Facultad de Filosofía y Letras de Universidad
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de Buenos Aires, a fines del año 2008. El objetivo general es analizar la problemática de la segregación residencial de los barrios populares colindantes a las
urbanizaciones cerradas (UB) en la Región Metropolitana de Buenos Aires (RMBA)1
El estudio de caso se focaliza entre dos urbanizaciones cerradas: Fincas de
Maschwitz y Fincas del Lago, el barrio popular San Luis y la villa Stone2, localizados en Ingeniero Maschwitz, partido de Escobar, Pcia. de Buenos Aires. Se prioriza
la escala barrial, ya que la segregación residencial se verifica ampliamente en el
desarrollo territorial metropolitano donde se conjugan espacios periurbanos caracterizados por el avance de urbanizaciones cerradas, el terciario avanzado y el
hábitat popular ya constituido, o generado a partir de dichas urbanizaciones. Algunos de los objetivos específicos apuntan a: redescubrir las problemáticas de la
pobreza urbana de los barrios populares, y las situaciones y percepciones de la
realidad de sus habitantes con relación a su entorno barrial, frente a la otra realidad, la de un entorno diferente que se les presenta en una situación de contigüidad espacial; b) relevar la existencia de demanda de trabajo desde las UC hacia
los barrios populares colindantes como posibles puentes de interacción social en
estos enclaves de lujo en periferias empobrecidas; c) cuantificar la dinámica de
crecimiento de dichos barrios en sí mismos, y en el crecimiento por agregación
de otros barrios en el área de influencia de las UC.; d) analizar si el horizonte
debilitante de la pobreza de los integrantes de los barrios populares inhibe, profundiza o incentiva –frente a las UC– la producción de un espacio residencial
diferente. También, en este contexto, se apunta a identificar la estigmatización (o
auto-estigmatización) y/o limitación (o autolimitación) de la condición social y
habitacional (pobreza) en virtud de la vecindad territorial con las UC. Resulta interesante analizar las desigualdades y la percepción de esas desigualdades.
Entre estos objetivos, también se pretende averiguar cuál es el horizonte de
los pobres frente a una realidad física concreta; cómo es compartir un paisaje
1
La especificación de colindantes se refiere a aquellos barrios populares que se encuentran
separados sólo por una calle o cualquier otro artefacto urbano de las urbanizaciones cerradas.
2
Equivalente a las favelas brasileras.
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urbano sencillo, la mayoría de las veces degradado, frente a un paisaje urbano
enriquecido por estructuras edilicias y paisajísticas, con seguridad, iluminación y
otras bondades con las que cuentan las UC.
Interesa sobre todo, desde una mirada problematizadora, "entrar" al mundo
de "los de afuera" para oír sus voces y sus percepciones con relación a "los
otros", los de "adentro". La reflexión teórica involucra la reflexión empírica sobre
las formas de entrecruzamiento, fragilidad y/o ruptura de los lazos sociales, en un
momento histórico donde la pobreza integrada pasa a traducirse en pobreza
marginada (Paugam, 2007)
El proyecto de investigación permitirá complementar una serie de estudios
que se vienen desarrollando en la RMBA desde enfoques multidisciplinares, y
cuyas miradas permiten integrar conocimientos sobre el devenir de las sociedades urbanas, testigos, como apunta Wacquant (2001), del florecimiento de la
opulencia y la indigencia, la abundancia y la miseria. Estos pares de opuestos que
se manifiestan en los países centrales, se agudizan en los países periféricos,
aumentando la brecha entre los que tienen mucho y los que carecen de todo, y
entre ciudades centrales y ciudades periféricas donde la realidad de unas y otras
aparece, desde algunas décadas, conviviendo sobre los mismos territorios, pero
con situaciones que reflejan múltiples caras y "velocidades" (Mongin, 2006). Estas velocidades, si bien separan los grupos y las sociedades, no pueden hacer
desaparecer los espacios geográficos que, por distancias mínimas los ubican
cara a cara con la pobreza y con la opulencia. Muchas de las familias que comparten los territorios involucrados, integran el colectivo de la pobreza estructural.
Preguntas a la investigación
Como preguntas específicas de la investigación, el planteo disparador está
focalizado en analizar qué obstáculos o beneficios genera a los barrios populares
la vecindad de las urbanizaciones cerradas:
ü
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¿Cómo se manifiesta la segregación residencial en los barrios populares colindantes a las urbanizaciones cerradas?
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ü
¿Existen estigmas territoriales hacia los barrios populares y/o sus habitantes?
ü
¿Se establecen relaciones entre los habitantes de ambos barrios, y, en todo
caso, qué tipo de relaciones. De ser afirmativo, ¿cuáles son los espacios de
comunicación?
ü
¿Las personas consiguen trabajo genuino dentro de las UC?
ü
¿Existen conflictos, cómo se resuelven?
ü
¿Se originan situaciones de riesgo ambiental en este contexto?
ü
¿Ha mejorado el hábitat de estos barrios a partir de las nuevas urbanizaciones?
Estos y otros interrogantes dinamizan la reflexión de la investigación que
conducen a la formulación de la hipótesis general que intenta constatar que, en la
Región Metropolitana de Buenos Aires se manifiestan diversos efectos territoriales que modifican la tradicional estructura socioterritorial de la Región. Específicamente, las urbanizaciones cerradas impactan sobre los barrios populares colindantes, generando un proceso de segregación residencial.
Los datos
En la actualidad, integran el partido de Escobar (creado en 1959) las localidades de Belén de Escobar (Cabecera de Partido), Garín, Ing. Maschwitz, Mathew
y Maquinista Savio, las cuales, según datos históricos que brinda el municipio, se
hallan asentadas sobre nueve grandes y primitivas fracciones de tierra, cuya historia se remonta a los siglos XVI y XVII. El partido está ubicado a 50 Km. al norte
de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Se accede en forma directa por la Autopista del Sol (Ruta Panamericana) y las Rutas 25 y 26. El Municipio tiene una
superficie total de 303 Km2, está asentado sobre lomadas, alternadas con guadales
y albardones sobre el río Paraná, la cota de mayor nivel alcanza los 22,8 metros.
El barrio San Luis, se halla ubicado calle por medio a dos urbanizaciones
cerradas, Fincas de Maschwitz y Fincas del Lago. Según datos estadísticos de
población obtenidos de la Unión Vecinal del Barrio San Luís, tiene aproximadamente 2600 habitantes. Está circunscrito a la diagramación inicial (loteo particular
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realizado en 1968), pero desde la construcción de las UC (Fincas del Lago 1999
y Fincas de Maschwitz de 1987), comenzó a expandirse por ocupación ilegal y
por compra de lotes en el mercado inmobiliario formal e informal. Otro dato importante es la localización de la Villa Stone paralela a las vías del ferrocarril, la
cual también se encuentra a unos 100 metros del ingreso de uno de los barrios.
La villa es lineal y no cuenta con espacio para su expansión, salvo que siga extendiéndose hacia el barrio San Luis. Situación que tienen muy en cuenta los vecinos, evidenciándose por el momento, cierta discriminación intra barrios (Chiasso,
Goldwaser, Soria, Pereyra, 2008).
Algunos abordajes teóricos como insumos a la investigación
No se desconoce la importancia y el valor de los numerosos trabajos –nacionales e internacionales– que desde distintos ángulos del campo ideológico como
temático, han analizado y descrito el fenómeno urbano-territorial de la Región
Metropolitana de Buenos Aires, como expresión de la singular estructuración territorial, económica y social que presenta la Argentina, o partiendo de una visión
comparativa con otros conglomerados urbanos en América Latina. Parte de la
bibliografía que se presenta implica incorporar algunas cuestiones teóricas y
metodológicas que hacen al desarrollo de la investigación y que permiten comprender a través de estudios generales, pero con problemáticas comunes en las
regiones metropolitanas; por otra parte, en el análisis teórico-filosófico, que desarrolla Olivier Mongin, se rescatan los cambios y "velocidades" en que se estructuran
los territorios urbanos entre incluidos y excluidos.
En el caso particular del presente trabajo, y según la diagnosis realizada en
los seminarios de Quito (2005)3, se percibe cierta la vacancia relacionada con
una investigación empírica, específicamente entre los habitantes de los barrios
populares linderos a las urbanizaciones cerradas, profundizando sobre la existencia/inexistencia del "efecto derrame" hacia sus entornos, o alguna interacción
3
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Actualización y profundización para los alumnos de cursos del programa para América Latina y
el Caribe" – FLACSO – Lincoln Institute – Quito, Ecuador.
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entre los diferentes sujetos sociales, o qué percepción tiene la comunidad o los
individuos frente a este fenómeno urbano.
Dicho esto, se presentan textos de algunos autores que se incorporan al
debate del trabajo, y que permitirán profundizar sobre la temática planteada. En
este recorrido de ideas, los autores que se toman como eje de la discusión son
Francisco Sabatini y Gustavo Cáceres (2005), cuyo material, y seminarios dictados en la Universidad Nacional de General Sarmiento y en el curso del Instituto
Lincoln realizado en Quito, fueron los disparadores de la presente inquietud.
Sabatini (2003) realiza un estudio general respecto a las características y
tendencias de la segregación residencial en las ciudades de América Latina, sus
causas y consecuencias. Precisa diferentes definiciones y enfoques de la segregación y las explicaciones populares del término (las que refuta con hechos).
Asimismo los impactos producidos por este fenómeno (al que considera "no un
problema", "no una situación" y si un proceso y parte de la realidad social) como el
tipo de políticas llevadas a cabo en Latinoamérica para el control de la segregación.
Del mismo modo, Francisco Sabatini y Gonzalo Cáceres (2005), argumentan sobre la problemática de la segregación residencial como un fenómeno complejo debido a las distintas dimensiones que la conforman, a sus variaciones según escalas geográficas y a las relaciones ambivalentes que mantiene con la
formación de identidades sociales, y tiende a ser excesivamente simplificada en
el paradigma latinoamericano. "En la visión dominante, la segregación no tendría
dimensiones diferenciables. Sería siempre negativa. Carecería de autonomía como
fenómeno espacial capaz de influir en otros, sino que sería una simple manifestación de otras fuerzas".
Según afirman los autores, no suelen ser estudiadas las dimensiones subjetivas del fenómeno, cuya realidad más importante son los estigmas territoriales,
de gran importancia hoy frente al aumento de la "nueva pobreza", y en la creciente marginalidad que presenta hoy la segregación espacial de los pobres en las
ciudades de América Latina. Consideran también que se observa en marcado
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sesgo hacia el estudio estático de la segregación, a pesar de tratarse de un proceso, predomina entre los estudiosos, un enfoque estático, o cuando más de
"estática comparativa", sobre la segregación.
También Girola (2005) realiza un estudio muy interesante del fenómeno de
las urbanizaciones cerradas pero considerando la recualificación de áreas vacantes y la periurbanización de sectores medios en espacios alejados del centro
vinculando el trabajo con otros conceptos como urbanismo escenográfico (entendido como espacios de simulación) y urbanismo afinitario (espacios con homogeneidad de clases).
Por su parte, Correa do Lago, realiza una evaluación crítica sobre catorce
trabajos referidos a la segregación residencial urbana en San Pablo y Río de
Janeiro centrándose para el análisis en diferentes dimensiones teóricas, desde la
noción de segregación espacial urbana y/o de exclusión social, como fenómeno
o proceso presentes en dichas metrópolis, así como el concepto de auto-segregación y segregación impuesta.
En el trabajo de Denis Merklen (2003) se puede reconocer no sólo el modelo
de abordaje metodológico de su investigación, sino también cómo se vive en los
asentamientos y villas del gran Buenos Aires, y qué tipo de lógicas y estrategias
de sobreviviencia deben adoptar los vecinos en esos márgenes urbanos.
En un plano más teórico, es interesante el trabajo de Jesús Martín Barbero
(2006) que, sobre el pensamiento foucauliano, amplía la mirada que transcurre
desde un espacio tradicional polarizado entre pares de opuestos –urbano-rural,
lejos-cerca, agrupado-disperso–, a un enfoque donde el espacio está vinculado
con el ejercicio del poder, Avanzando desde el enfoque tradicional, Barbero plantea el espacio de en medio, la diseminación como nuevo modus oprendi del poder, un modo poroso –un espacio poroso– que puede servir para encuadrar la
organización de los nuevos espacios-territorios, donde el poder o los grupos de
poder (llámese Estado, agentes inmobiliarios, propietarios de tierra) deciden nuevos patrones de organización territorial.
Siguiendo con el análisis más general, surge un interesante planteo de Olivier
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Mongin (2006) quien, analizando convergencias y divergencias urbanas, toma la
idea Eric Maurin (Le Ghetto français. Enquete sur la ségrétaion sociales París,
Senil, 2004) y sugiere, en lugar de una ciudad de excluidos, una ciudad de "tres
velocidades" o de "muchas velocidades", dentro de la cual, y en el caso francés
en particular, el gheto pasa de ser el lugar de un enfrentamiento entre incluidos y
excluidos, a verse como el teatro en el cual cada grupo trata de huir, para evitar al
grupo inmediatamente inferior en la escala de las dificultades. Una reflexión que
posibilita profundizar en el análisis de las relaciones intra barrios populares, parte
del objeto de estudio presentado.
En miradas más concretas de la investigación, se rescata el abordaje de
Sonia Barrios (2000) cuando analizando la cultura urbana y sus distintas dimensiones, resalta la calle como un elemento universal de la integración social, política y de la identidad colectiva, entre otros factores, considerando que este análisis contribuye al debate de la integración o no de estructuras barriales diferentes,
léase urbanizaciones cerradas/barrios populares, en la medida que la calle, en
más de una ocasión, es el linde concreto entre "unos y otros", es el cruce ocasional, es el "afuera" y el "adentro", es decir, entre lo público de los barrios y lo
privado de las urbanizaciones cerradas.
Por otra parte, este listado de autores de ninguna manera agota la extensa
bibliografía sobre la temática. A lo largo del trabajo se irán incorporando líneas de
investigación y sus respectivos representantes, como así también otra bibliografía pertinente que pueda surgir.
Breve abordaje metodológico y técnicas de análisis
Tanto la propuesta metodológica, como las técnicas a emplear requiere de
un análisis multivariado articulado con disciplinas que posibilitan una mirada del
objeto de estudio desde una construcción de naturaleza conceptual con un fuerte
referente empírico, y a su vez, una investigación crítica que intente resignificar los
procesos socioterritoriales mediante el conocimiento cotidiano de los lugares, como
apropiación concreta, pero también desde el imaginario urbano, en tanto este
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proceso de construcción de la ciudad con las nuevas propuestas urbanísticas
asumen nuevas formas y nuevas modalidades relacionales que van modificando
los escenarios urbanos tradicionales, subsumiendo y debilitando, por contraste,
los espacios logrados por los grupos sociales más desprotegidos del supuesto
"efecto derrame" del sistema capitalista con predominio del capital financiero internacional.
Además de la utilización de bibliografía, fuentes estadísticas y cartografía
temática oficial, la técnica que más se privilegia radica en el trabajo de campo, del
cual, uno de los instrumentos base es la entrevista en profundidad a los diferentes actores sociales que conforman el área de estudio, ya que constituye la manera más acabada en que se puede acceder a los escenarios planteados porque:
1. Responde a los objetivos e intereses del trabajo, los cuales se encuentran
relativamente bien definidos.
2. Es la manera en que se puede acceder a las personas y los escenarios planteados, buscando experiencias humanas subjetivas.
Diseño de la entrevista:
Ø
El diseño será flexible: no se puede por el momento especificar concretamente el número final de entrevistas a realizar, tampoco precisar la totalidad de los
informantes, se considera que el inventario se puede modificar después de las
entrevistas iniciales.
Ø
El muestreo "teórico" se calcula en 30 entrevistas que se pueden modificar a
medida que el estudio progresa. Pueden surgir casos adicionales a estudiar
de acuerdo con el potencial para el desarrollo de nuevas intelecciones, o para
el refinamiento y expansión de las ya adquiridas. El punto de saturación determinará el cese de las entrevistas, ya que la repetición no aporta mayor información.
Ø
Se plantea registrar palabras y conductas de las personas sometidas a la investigación.
Ø
La unidad de registro será individual (al referente principal de una familia) y la
toma de datos será continua.
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Ø
Los informantes clave se seleccionarán de acuerdo al grado de intervención
en el recorte territorial seleccionado en relación al proyecto de investigación:
representantes de los municipios, de los agentes inmobiliarios, empresas constructoras, O.N.Gs.
Ø
Se prevé la observación participativa (ya se vienen realizando observaciones
y análisis) con el objetivo de registrar en forma escrita y fotográfica la acción
que se desarrolla en los lugares donde transcurre la vida cotidiana de los vecinos de ambos barrios.
Ø
Para el contacto con los vecinos de la Villa Stone, se piensa entrevistar a una
de las vecinas que se perfila como la más representativa de la villa, y por su
intermedio poder acceder a algunas de las familias residentes.
Ø
Entrevistas con los niño/as de la escuela, fundamental a la hora de perfilar no
sólo las necesidades concretas para este grupo etario, sino también para registrar el imaginario concreto de sus barrios y de los barrios privados.
Ø
Una cuestión más dificultosa será acceder a residentes de los barios privados.
Un interesante trabajo de Maristela Swampa (2001) señala estas dificultades,
por tanto, es de suponer que sólo el tiempo requerido para la gestión será más
largo y problemático que para el resto del trabajo.
Ø
Establecer (de acuerdo a los recursos económicos) una triangulación entre
dos observadores que estudien el mismo escenario (el barrio), con el objetivo
de registrar diferentes miradas sobre el mismo objeto de estudio.
Ø
La comparación de la situación de la RMBA con casos localizados en el ámbito latinoamericano. Esto se realizará con la finalidad de aportar nuevas ideas y
propuestas que se estén llevando a cabo, y/o aprender de las dificultades que
se han presentado en otros países ámbitos.
Hasta el momento, se avanzó en la realización de entrevistas a informantes
claves residentes del barrio San Luis. Uno de los informantes es la coordinadora
del comedor San Luis, Sra. Beatriz Galizia (un local adaptado para brindar almuerzos y meriendas a los niños carenciados del barrio y de la villa) ha comentado la "ayuda en alimentos" que recibían oportunamente como colaboración de las
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UC (cada vez más espaciadas) y que a su leal saber y entender era sólo para
cubrir cierta apariencia de responsabilidad debido a la ubicación de dichos barrios.
Otras entrevistas fueron realizadas a la directora de la escuela primaria EPB
Nº 29 del barrio (San Luis) que presta servicios también a los niño/as de la villa
Stone. –demás está aclarar que los niño/as de las UC concurren a escuelas privadas fuera del área de residencia. La directora Viviana Suárez informa sobre la
alta discriminación de la gente del barrio con respecto a la gente de la villa; por
otra parte, no existen contactos directos con las personas residentes en las urbanizaciones cerradas.
También se han entrevistado vecinos del barrio San Luis que han migrado
de provincias vecinas y se han radicado con la expectativa –a veces cumplida,
otras no– de encontrar trabajo, aún considerando que el área no representa un
atractivo especial por su accesibilidad y distancia a centros urbanos relevantes.
Otro de los informantes clave es el arquitecto Augusto Buyé, presidente de
la Unión Vecinal (si bien no vive en barrio, colabora con los vecinos), quien señala
una serie de problemas que tiene el barrio, fundamentalmente con el agua potable y que se plantea como una necesidad acuciante de los vecinos, siendo esta
problemática común a muchos de los partidos de la RMBA. Los informes obtenidos sobre el desarrollo de barrio han sido valiosos dado que el municipio de Escobar no registra información sobre el mismo.
Una de las técnicas a utilizar, son los cortes espaciales de análisis que se ha
diseñado para esta investigación. En el barrio San Luis el primer corte será lineal,
correspondiendo a los polígonos (manzanas) que conforman los bordes más cercanos a las urbanizaciones cerradas ya que el impacto del contacto es más directo; el segundo corte se realizará sobre aquellas manzanas que se encuentran
más alejadas, de manera de comprobar diferencias relacionadas con la cercanía
y el contacto.
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Resultados esperados al finalizar el proyecto
Los resultados de la investigación a partir de los objetivos planteados contribuirán al conocimiento del tipo de interacciones entre los barrios objeto de estudio, posibilitando el conocimiento empírico sobre la segregación residencial y la
estigmatización social; la realidad en la demanda de trabajo; la socialización; la
estimación de los riesgos ambientales producto de los procesos de cambio asociados a los contrastes residenciales en la prestación de servicios: agua potable,
gas natural, educación, salud, saneamiento, entre otros.
La investigación permitirá abordar una problemática poco estudiada a nivel
barrial específicamente y por ende, contribuir a la generación de nuevos conocimientos sobre el tema, y tal vez, desmitificar concepciones que, a favor o en
contra de las urbanizaciones cerradas y sus efectos colaterales se vienen desarrollando en la bibliografía temática, teniendo en cuenta el escenario geográfico
de la RMBA que muestra una diversidad y complejidad en su ordenamiento territorial relacionado con el completamiento del proceso de urbanización y el avance
del mismo proceso en los demás partidos que componen la Región.
Por otra parte, se intenta acercar información a los decisores políticos y
técnicos estatales con la finalidad de atender la planificación, el ordenamiento
territorial y uso del suelo.
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Diego J. Cheín
Breves Contribuciones del I.E.G. - Nº 20
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2008-09
PENSAMIENTO ECONÓMICO Y CONTEXTO HISTÓRICO.
RECONSTRUCCIÓN Y CRÍTICA IDEOLÓGICA DE SU
DESARROLLO
DIEGO J. CHEIN - [email protected]
Resumen
CONICET - UNT
Pensamiento económico y contexto histórico. Reconstrucción y crítica ideológica
de su desarrollo.
Proponemos una síntesis de los principales desarrollos de la teoría económica
desde sus orígenes hasta la revolución keynesiana, atendiendo a las relaciones
del pensamiento económico con los contextos sociales de su emergencia y
analizando críticamente los fundamentos ideológicos de sus presupuestos.
Nuestro punto de vista para el desarrollo de esta crítica ideológica parte de una
perspectiva materialista histórica que concibe a las ideas como parte indisociable
de la praxis y las relaciones sociales históricas en las que se definen los intereses
y las luchas sociales.
Abstract
Palabras clave: Teoría económica - Contexto histórico - Ideología.
Recontruction and idelogical criticism of economic thinking and its historic
context
In this essay I develop a synthesys of the main proposals of Economic Theory
from its origins until the Keynesian revolution. I particularly emphasize the
relationship between the Economic Theory and its original social context, and I
propose a critical analysis of its ideological foundations.
In order to develop this ideological criticism, I use a historical materialist approach
that conceives human thinking as part of praxis, and focuses on social relationships
in which self-interest and social struggles are defined.
Key words: Economic Theory - Historic context - Ideology.
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Presentación
El objetivo general del presente trabajo es el de desarrollar un recorrido por
algunas de las ideas fundamentales que jalonaron el pensamiento económico
desde el pensamiento de Adam Smith hasta la llamada revolución keynesiana.
Luego de una breve revisión de las concepciones del mercantilismo y la fisiocracia
que, tanto en el terreno de la práctica como en el de las ideas, prepararon las
condiciones para la emergencia de un pensamiento económico autónomo y racionalizado, se intenta explorar en las propuestas de una serie de pensadores las
continuidades y rupturas que diseñan, más que un desarrollo continuo y progresivo del pensamiento, una trama de relaciones con contextos históricos y espaciales específicos y una serie de articulaciones con posiciones políticas e ideológicas particulares.
Desde luego, sería deshonesto pretender que una reconstrucción como ésta
pueda llegar a ser puramente objetiva y desinteresada. Probablemente se hará
evidente en el curso de la misma exposición la presencia de una perspectiva
sobre la teoría económica que surge de ciertas coincidencias fundamentales con
el pensamiento económico y social marxista, o al menos con una de sus interpretaciones posibles.
El sistema mercantil
El mercantilismo, más que una doctrina sistemática o una teoría económica
fruto de la especulación, constituyó una práctica concreta. Se expresó mejor en
las medidas económicas implementadas en las naciones europeas entre los siglos XV y XVIII, que en el discurso doctrinal o filosófico de la época.
El período del mercantilismo se caracterizó por el afianzamiento de un nuevo sujeto histórico y social: el mercader. El extraordinario crecimiento del comercio redundó en el fortalecimiento y consolidación de este nuevo agente económico. Su crecimiento económico fue acompañado por un progresivo afianzamiento
de su poder político, en un comienzo en las ciudades característicamente mercantiles y más adelante en el Estado nacional mismo. Por su parte, las ideas de la
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reforma protestante, con un nuevo apoyo al individualismo y al afán de lucro,
contribuyeron a que su actividad económica comenzara a ser vista por primera
vez como una ocupación socialmente respetable.
Los nuevos descubrimientos geográficos no sólo ampliaron las dimensiones de un mercado posible, sino que propiciaron un ingreso inusitado de metales
preciosos que incrementarían considerablemente la circulación monetaria. Uno
de los efectos característicos de este hecho fue la llamada “revolución de los
precios”. Los efectos de la inflación constituyeron también un estímulo para la
actividad comercial.
El fortalecimiento de las monarquías sobre el poder de los señores feudales
y la consolidación del Estado moderno resultaron de enorme importancia para el
surgimiento del mercantilismo. La necesidad de superar la autosuficiencia de los
feudos y de derribar las barreras aduaneras internas para un control unificado
fueron intereses comunes tanto de los monarcas como de los mercaderes. La
situación de conflicto bélico permanente entre los nuevos Estados en pugna por
su consolidación también contribuyó a fortalecer la relación entre los mercaderes
y el Estado. En tanto el orden interno y la protección exterior beneficiaban a los
mercaderes, los monopolios comerciales contribuían a la seguridad y control territorial del Estado.1
Las ideas mercantilistas representaron el primer paso significativo hacia la
autonomía del pensamiento económico en relación con las cuestiones propias de
la filosofía y de la ética. El afán de riqueza pasó a ser objeto de un discurso
racional autónomo en la medida en que se desprendía de las connotaciones
morales negativas características en la mentalidad antigua y medieval. Por ejemplo, la condena moral que pesaba sobre el interés comenzó a decaer ya desde
fines de la edad media cuando se planteó la distinción entre el cobro de interés en
1
Al respecto, Galbraith afirma: “Todas ellas [las Compañías] se veían asimismo en la necesidad
de resistir, mediante el uso o la amenaza de las armas, la penetración de los restantes
monopolios nacionales a quienes se habían otorgado privilegios similares. De este modo las
empresas hicieron su aparición no sólo como instrumentos comerciales, sino también bélicos.”
(Galbraith 1994: 54).
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un préstamo originado en necesidades y urgencias personales y en uno en el que
el prestatario obtenía beneficios. El incremento progresivo de este segundo tipo
de préstamo contribuyó indudablemente a cimentar la idea de que el prestador
era merecedor de una recompensa por el riesgo asumido. Así también, la noción
medieval de “justo precio” perdió vigencia cuando la preocupación central del
mercader ya no fue tanto la de elevar lo más posible el precio, sino la de impedir
que la competencia lo redujera demasiado.
La relación entre la emergencia de los Estados nacionales modernos y el
surgimiento del mercantilismo fue tan estrecha, que puede afirmarse que las
medidas mercantilistas fueron los medios económicos para el fin de la constitución de un Estado independiente, autárquico y poderoso. En palabras de Ferguson:
El estado se convirtió no sólo en la unidad política natural, sino también en la unidad económica natural. Hasta entonces, nunca se había
glorificado tanto a la habilidad de estadista como fuente principal de la
prosperidad económica. (Ferguson 1948: 39).
En este contexto, surgió la posibilidad (y la necesidad) de la teorización económica a escala nacional. El término “economía política” devino usual para designar “el arte gracias al cual un pueblo podía hacerse rico y poderoso con el crecimiento nacional” (Ferguson 1948: 45). En el marco de esta nueva alianza entre
los mercaderes y el Estado, comenzó a hacerse frecuente por parte de los comerciantes el discurso ideológico, tantas veces reiterado, que disfraza el interés
privado como interés nacional.
La situación de los Estados fortaleciendo el control sobre sus territorios y en
permanente pugna con otras naciones es fundamental incluso para comprender
una de las ideas más conocidas, y tal vez más trivializadas, del mercantilismo: la
identificación de la riqueza con los metales preciosos. Esta noción tantas veces
señalada como uno de los errores centrales del pensamiento económico mercantilista, como una falacia de composición que traslada lo que es bueno para la
economía del individuo (en este caso, del mercader) como lo mejor para la eco82
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nomía del Estado, se revela comprensible cuando consideramos que en el contexto de la época el dinero era fundamental para mantener la defensa nacional
(v.g. para adquirir buques, armamento, etc.). Además, el dinero había alcanzado
entonces una importancia que no había detentado nunca antes y que normalmente no posee en la actualidad, cuando ya se han generalizado las instituciones
de crédito y se han desarrollado los valores industriales.
Resulta entonces comprensible que, para los países europeos carentes de
minas, un objetivo central haya sido el de contar con una balanza comercial favorable. El establecimiento de derechos de importación prohibitivos y la implementación de subvenciones a las industrias exportadoras son algunas de las medidas
características del mercantilismo tendientes a atesorar en la nación la mayor proporción posible de metálico. El interés de los mercaderes por impedir la competencia se vio ampliamente favorecido por las medidas del sistema mercantil. El incremento de la libertad económica en relación con el comercio interior, el establecimiento de monopolios comerciales, las concesiones oficiales, las patentes, así como
los aranceles aduaneros y las prohibiciones a la importación, fueron el tipo característico de medidas beneficiosas para los intereses privados de algunos comerciantes que se concebían como convenientes para la nación en su conjunto.
Pero esta situación no duraría para siempre y el sistema mercantil llegaría a
tocar fin. En efecto, uno de los factores fundamentales por el que entraron en
crisis tanto las medidas prácticas como el pensamiento mercantilista fue el hecho
de que llegó un punto en que la interferencia estatal, que por muchos años había
favorecido el desarrollo de los capitales (sobre todo desarticulando el poder feudal), comenzó a representar un verdadero obstáculo.
La Fisiocracia y el nacimiento de la economía política
En contraste con el mercantilismo, la fisiocracia constituyó más un cuerpo
doctrinal de pensamiento que una práctica concreta. Para comprender la emergencia del primer sistema orgánico y sistemático de ideas económicas, es necesario tomar en consideración el contexto intelectual de la época y, sobre todo, de
Francia. Resulta imprescindible tener en cuenta el extraordinario impulso que
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recibió el pensamiento secularizado en la Europa del siglo XVIII. En Francia, los
representantes de la Ilustración habían desarrollado un pensamiento acerca de
los fenómenos sociales que buscaba asentarse en verdaderas bases científicas.
El modelo de las ciencias de la naturaleza expandía su prestigio y alcanzaba al
estudio de lo social, impulsando una búsqueda de leyes naturales mediante la
razón y la observación incluso en los ámbitos que entonces se designaban con el
nombre de filosofía moral.
En Francia se había desarrollado ya el capitalismo mercantil, pero la agricultura conservaba una importancia y, sobre todo, un prestigio tal vez mayor que el
de otras naciones europeas como Inglaterra.2 Además, la mala implementación
de las medidas mercantilistas en los gobiernos de Luis XIV y XV no fue muy
exitosa y condujo a la ruina la economía francesa. A la decadencia de la agricultura por esta situación, se sumaban las fuertes cargas impositivas y las dificultades
para el acceso al crédito.
Fue en este contexto que surgieron del seno de la clase terrateniente los
pensadores hoy llamados fisiócratas, tales como Quesnay (1694-1774), Turgot
(1727-1781) y Pont de Nemours (1738-1817). Historiadores del pensamiento económico como Ferguson y Galbraith no coinciden completamente en la apreciación del origen o la representatividad social de los fisiócratas. Mientras que para
Galbraith representaron los intereses de la tradicional clase terrateniente francesa, cuyos objetivos centrales eran los de conservar el privilegio de los propietarios
rurales frente al avance del capital mercantil e industrial, para Ferguson se trataba de voceros de una nueva clase de agricultores, integrada por burgueses ennoblecidos, que procuraban hacer de la agricultura una nueva actividad lucrativa.
En sus palabras: “la fisiocracia debe su origen al nacimiento de la agricultura
capitalista en Francia” (Ferguson 1948: 51).
Lo cierto es que estos pensadores fundaron las bases para la ciencia económica proyectando el primer conjunto sistemático de ideas en este campo. Apoyándose en una visión organicista, probablemente inspirada en los modelos de
2
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El gran prestigio de la agricultura es un rasgo que caracteriza a Francia hasta nuestros días.
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las ciencias biológicas, dieron forma al primer cuerpo doctrinal sistemático en el
que intentaban reducir a principios básicos todos los fenómenos sociales y económicos. Construyeron un concepto unificado de sociedad económica como objeto de la economía política. El objetivo de la nueva disciplina sería el de descubrir
las leyes naturales de la actividad económica.
En concordancia con el pensamiento racionalista de su época, sostenían
que la sociedad respondía a un orden natural que había sido establecido por Dios
y que era accesible a la razón humana. La misma noción de orden natural conllevaba un presupuesto cientificista que no distinguía entre la naturaleza de las leyes del mundo natural y las del mundo social. Pero, como al mismo tiempo fundamentaban el orden natural en la creación divina, las leyes sociales adquirían no
sólo un valor descriptivo en tanto expresaban relaciones causales, sino también
un carácter teleológico: apuntaban hacia un fin providencial que era al mismo
tiempo un orden moral. En este orden establecido por Dios, los hombres detentaban
una serie de derechos naturales. Esos derechos eran inmanentes a su condición
humana y configuraban un orden moral. Entre los derechos naturales se encontraban los derechos específicamente económicos, tales como el de la propiedad
privada, la libertad de contratación y la libertad de comercio. Desde luego, la identificación de un orden social e histórico específico con un orden natural y la presunción de la universalidad de los valores morales erigidos constituyen formas de
naturalización características de las modernas ideologías burguesas, que legitiman un orden social dominante con argumentos presuntamente científicos que
probarían su necesidad o su inevitabilidad.
Según la concepción de los fisiócratas, en el orden natural la búsqueda del
interés personal redundaría en el beneficio de todos. Esta creencia presuponía,
por un lado, una noción básica de la psicología humana y, por otro, la realización
providencial de un bien común. Sin dudas, si el orden natural diseñado por Dios
era librado a su curso, el resultado no podía ser otro que el bien.3 El famoso
3
Años después, Adam Smith, aunque no del todo libre de un lenguaje metafísico, aduciría un
argumento estrictamente racional y fáctico en esta cuestión.
85
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eslogan “laissez faire, laissez passer” sintetizaba esta actitud. Desde un punto de
vista ideológico, esta concepción constituía una clara apologética y legitimación
de la emergente noción burguesa de individuo.
El Estado no debía interferir en los asuntos económicos, sino sólo proteger
la vida, la propiedad y garantizar la libertad de contratación y comercio. Desde
luego, las disposiciones estatales favorables a los mercaderes (monopolios, etc.)
entraban en conflicto con el derecho natural.
Siguiendo la interpretación de Schumpeter (1967), podemos afirmar que la
visión de conjunto de los fenómenos económicos alcanzada por los fisiócratas
respondió a la novedosa propuesta conceptual del ciclo económico. El autor destaca el hecho de que los fisiócratas explicaron:
cómo cada período económico se convierte en la base del siguiente,
no ya sólo desde el punto de vista técnico, sino en el sentido siguiente:
cada período conduce, precisamente, a resultados tales que incitan a
los agentes del mundo económico a renovar el mismo proceso, bajo la
misma forma, en el curso del período posterior y les confiere la posibilidad de hacerlo. (Schumpeter 1967: 54).
El concepto de ciclo proporcionó el hilo conductor de la causalidad económica, el marco en el cual se podían deslindar las relaciones entre los diversos fenómenos locales y aparentemente aislados de la economía. Según su visión, en
cada ciclo económico, nuevos bienes provenientes del aporte de la naturaleza
ingresaban en la economía nacional y se difundían y transmitían por medio de
intercambios. Esos nuevos productos eran concebidos como un producto social
que se distribuía en cada ciclo. Esta abstracta visión de conjunto constituyó una
proeza metodológica que permitió precisar la idea de riqueza nacional estableciendo, por primera vez, la relación entre riqueza nacional y producción.
Otra de las nociones que con mayor frecuencia se señala como característica del pensamiento fisiocrático fue la identificación de la agricultura como el
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origen de la riqueza. El concepto de “producto neto” resumía esta noción. Según
la misma, el productor agrícola consumía una parte de su producción y cambiaba
otra por bienes de valor equivalente que le permitían sostener su actividad y por
otros bienes para su uso personal; pero una parte de lo que producía no se
intercambiaba por un equivalente sino que se entregaba como renta al terrateniente. Los fisiócratas entendieron esto como una evidencia de que la naturaleza
rendía un exceso sobre el costo de producción, un producto neto del que en
definitiva se sostenían las demás clases de la sociedad, que no agregaban riqueza, sino sólo la transferían. La auténtica producción era concebida como la creación de un exceso material sobre el costo de producción.
En contra de la opinión más corriente, Schumpeter interpreta como una cuestión secundaria la identificación del “origen técnico” de la corriente económica por
parte de los fisiócratas. Sostiene que el aspecto cíclico y permanentemente renovado de la producción agraria influyó en la identificación de este origen. El ingreso
periódico al circuito económico de los productos de la agricultura permitía marcar
con claridad la reiniciación del ciclo. Reconoce, no obstante, que la insistencia de
los propios fisiócratas en este punto revela el hecho de que confundieron la productividad física con la productividad en valor, es decir, concibieron el valor como
una cantidad concreta de materia prima.4
Sin embargo, las ideas que de ello se derivaban, tales como la identificación
del progreso nacional con el aumento del producto neto mediante el fomento de
la agricultura, permiten suponer que, más allá de la coherencia interna de su
modelo, una razón de peso para sostener estos principios estaba dada por sus
concretos intereses de clase. Dobb (1973) afirma:
se trataba de un concepto que nació de la sociedad económica anterior a la Revolución Francesa y que era apropiado a ella, pues entonces estaban todavía en su infancia las manufacturas de carácter capi4
Consecuentemente con la idea de que sólo la agricultura era una actividad que producía riqueza,
propugnaron la sanción de un impuesto único.
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talista, y la renta de la tierra era la base esencial de los ingresos de la
clase gobernante. (Dobb 1973: 15-16)
De este modo, se desarrollaba una doble operación ideológica: la identificación de los intereses de una clase con el interés nacional y la naturalización de
esta situación mediante un discurso científico que supuestamente probaba su
necesidad. En este sentido, el pensamiento fisiocrático representó una auténtica
filosofía de transición histórica: por un lado, la importancia concedida a la agricultura y a la renta legitimaban aspectos del antiguo orden, mientras que, por otro, la
oposición a las restricciones feudales del desarrollo agrícola y de la inversión de
capitales en el campo, la defensa de la libertad económica, apuntaban claramente a los intereses de la nueva clase emergente.
Adam Smith (1723-1790)
Adam Smith produce su obra capital en años de profundas transformaciones desatadas por el inicio de la Revolución Industrial. En esas circunstancias de
fines del siglo XVIII, una nueva figura comenzaba a dominar el ámbito económico: el industrial, quien, a diferencia del mercader, orientaba específicamente su
actividad a la producción. Eran años en las que, si bien persistía aún el sistema
doméstico en el cual los trabajadores no producían directamente para el consumidor sino que producían por encargo para el mercader que le proporcionaba
materiales, la tendencia creciente a reunirlos en un local y a proporcionarles maquinaria propendía hacia el crecimiento de la manufactura. Los talleres industriales y las minas se hacían corrientes en Inglaterra. Sin embargo, todavía no se
habían desarrollado las fábricas realmente grandes y las ciudades industriales
que verían la luz en el siglo XIX. El surgimiento del empresariado y, más aún, de
los asalariados como nuevos sujetos políticos estaba en sus inicios.
Una de las preocupaciones centrales que atraviesan la obra de A. Smith es
la inquietud por los factores que contribuyen al aumento de la riqueza. A pesar de
que ya se había incorporado la máquina de vapor y se había comenzado a meca-
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nizar parte de la producción industrial, lo que llamó su atención como factor central del aumento de la productividad fue la división del trabajo. No es del todo justo
afirmar que ignoró el papel de la tecnología para el aumento de la riqueza, ya que,
como veremos, reconoció su importancia, aunque subordinó la posibilidad de su
desarrollo a la misma división del trabajo.
Smith reconoció en la manufactura el ámbito de la producción en el que la
división del trabajo tenía mayores posibilidades de progresar, llegándose a dividir
la tarea en la fábrica en numerosas operaciones especializadas a cargo de diferentes obreros. Más allá del ámbito de la fábrica, la diversificación de actividades
productivas en la sociedad era también un motor del progreso económico. El
autor explicó el modo en que la división del trabajo contribuía al aumento de la
productividad señalando tres factores: el aumento de la destreza (“la división del
trabajo, al reducir la tarea del hombre a una operación sencilla, y hacer de ésta la
única ocupación de su vida, aumenta considerablemente al pericia del operario”,
Smith 1998: 23); el ahorro de tiempo (“ahorrar el tiempo que por lo general se
pierde, al pasar de una clase de actividad a otra”, Smith 1998: 24); y la posibilidad
de inventar máquinas que faciliten el trabajo. Es en este sentido que subordinó la
productividad que aportaba la tecnología a la posibilidad de la división del trabajo.
Sostenía que la concentración del obrero en una única y simple tarea le permitiría
con mayor facilidad encontrar un método y aun un mecanismo que facilitaran su
tarea; aparecerían, además, fabricantes que se dedicarían exclusivamente a la
invención de máquinas cuando esto se hubiera vuelto un negocio especializado;
y, por último, la especialización en el seno de la ciencia daría lugar a una producción mucho más cuantiosa de conocimientos específicos.
Una de las variables de las que dependía, a su criterio, la posibilidad de la
progresiva división del trabajo era la amplitud del mercado. Sostenía que en un
mercado pequeño la especialización conllevaba para el productor el riesgo de no
conseguir cambiar todo lo que producía y de no encontrar disponibles para el
cambio aquellos bienes que necesitaba y no producía. La otra variable que promovería la división del trabajo era la acumulación de capital. Estimó que tanto la
cantidad de negocios como la eficacia de la empresa individual eran proporciona89
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les a la acumulación de capital.
Smith consideró que la progresiva división del trabajo era una tendencia
necesaria que se fundaba en dos rasgos propios de la naturaleza humana: la
búsqueda del propio interés y la tendencia al intercambio. Dado que algunos individuos tenían mayor destreza en determinadas actividades productivas que en
otras, podían producir más de lo que necesitaban para sí, y, movidos por su propio interés, llegarían a encontrar más conveniente dedicarse a ello e intercambiar
el excedente por las otras cosas que necesitaran, que procurarse por sí mismos
la satisfacción de cada una de sus necesidades. Al dedicarse cada productor a lo
que mejor hacía, conseguía más para sí y la productividad general aumentaba.
Aunque el argumento es completamente racional, descansa sobre supuestos ideológicos que son susceptibles (y de hecho luego lo fueron) de crítica. Por un lado,
naturaliza el intercambio de mercancías fuera de cualquier condición histórica.
Esto se hace evidente cuando se afirma que el productor de esa sociedad primitiva decide dedicarse a la actividad que mejor realiza porque posee “la certidumbre de poder cambiar el exceso de su propio producto” (Smith 1998: 34). La propiedad privada es otro de los supuestos que en este argumento aparece naturalizado como si se tratara de un hecho universal y ahistórico.
En consonancia con el pensamiento fisiocrático, sostuvo que la búsqueda
natural y competitiva del interés individual constituía la máxima fuente del bien
público. El individuo era guiado por una “mano invisible” para la consecución de
este fin que no había previsto. Si bien estas expresiones conservan un halo metafísico, es preciso reconocer que se trataba sólo de una metáfora. Smith argumentó este principio ateniéndose a la consideración de los hechos estrictamente
económicos. Así, como en el ejemplo desarrollado para explicar el desarrollo de
la división del trabajo, el hecho de que todos buscaran el mayor beneficio personal redundó en el crecimiento de la abundancia colectiva. Así también, por ejemplo, el empresario emprendedor conseguiría mayores beneficios en tanto fuera
capaz de ajustarse a las necesidades de los consumidores; si sus precios fueran
demasiado altos o la calidad de su producto muy baja, no conseguiría el beneficio
esperado. El argumento es impecable desde un punto de vista racional, aunque
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desde luego, presupone condiciones de competencia perfecta y un punto de partida en igualdad de condiciones para la competencia.
Mediante estas apreciaciones no sólo negaba la condena moral que tradicionalmente pesó sobre el afán de lucro, sino que convirtió al mismo en la condición necesaria del bien común. Abonó los valores que caracterizarían al liberalismo económico, tales como libertad personal, la propiedad privada (defendida sobre
la base de que tendía a la utilización más deseable de la riqueza), y la iniciativa y
control individual de empresa. Desde luego, al formular estos criterios halló un
terreno propicio para su aceptación en la clase industrial en ascenso, ya que ello
les garantizaba que, en realidad, lo que venían haciendo no era en absoluto malo
sino más bien muy deseable desde su punto de vista y el de la nación en su
conjunto.
El interrogante acerca del origen de la riqueza fue abordado por Smith en
relación con el problema de la determinación del valor. Inquirió acerca de las
reglas que determinaban las proporciones del cambio de una cosa por otra. Para
ello, partió de la distinción aristotélica de “valor en uso” y “valor en cambio”. Mientras el valor en uso representaba la utilidad de un objeto particular, el valor en
cambio era la capacidad de un bien para comprar otros. Planteó la paradoja de
que algunas de las cosas que mayor valor de uso detentaban solían poseer un
escaso o nulo valor de cambio, y viceversa, pero no buscó resolverla, sino que
concentró su atención en el valor en cambio. Definió a éste como “la cantidad de
trabajo que [se] pueda adquirir o de que [se] pueda disponer por mediación suya”
(Smith 1998: 40). Identificó al trabajo como la medida universal del valor en cambio y estimó que la aparición de la moneda, en tanto ella misma era una mercancía, vino a representar una cantidad determinada de éste.5 Tanto el tiempo del
5
Según Smith, la moneda habría surgido para facilitar y extender el cambio en el espacio y el
tiempo, porque permitiría al productor despojarse del exceso sin necesidad de recibir de
inmediato algo que necesite para usar, así como obtener lo que en el momento necesita aún
cuando el otro productor no necesite lo que el produce en ese momento. Para evitar estos
inconvenientes, los productores habrían tendido a concentrar una mercancía que pocos
rechazarían. Los metales fueron en general la mercancía elegida.
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trabajo empleado, como los grados de fatiga o las exigencias de ingenio, aplicados en la producción de un bien determinaban su valor. De este modo, a diferencia de los mercantilistas y fisiócratas, Smith identificó la fuente de la riqueza en la
misma actividad humana.
Sin embargo, reconoció que la medida del trabajo sólo determinaba en forma directa el valor en cambio de una mercancía en las sociedades más “simples”
y “primitivas”. En las sociedades “civilizadas”, la acumulación de capital y la escasez creciente de las mejores tierras determinaban una complejidad mayor en la
determinación del precio. En este caso el precio respondía a los costos de producción, los cuales incluían los salarios, la renta de la tierra y las ganancias del
empresario. En una situación de libre competencia y en una sociedad dada, las
tasas de los salarios y de las ganancias se regularían naturalmente. Así también,
la tasa promedio de renta dependería de las condiciones de fertilidad del suelo en
cuestión. Cuando los precios de los productos se ajustaban efectivamente a estas tasas naturales, entonces eran vendidos por lo que llamó “precio natural”. Sin
embargo, la situación más corriente era que estos se vendieran a un “precio de
mercado”, el cual “no responde a una medida exacta, sino al regateo y la puja del
mercado” (Smith 1998: 42), es decir, se regula por la oferta y la demanda. La
competencia de los consumidores por ciertos productos elevaría el precio de
mercado, mientras que la competencia entre los productores tendería a deprimirlo.
En condiciones “naturales” (es decir, de libre competencia), el precio de mercado
tendería hacia un equilibrio dado que gravitaría siempre hacia el precio natural.
Como resultado de la conducta individual y racional de cada agente, estas variaciones tenderían siempre, a un punto de equilibrio, determinado por la demanda
efectiva.
La determinación del valor por el trabajo, por un lado, y por los costos de
producción, por otro, constituye una de las ambigüedades irresueltas en la teoría
de Adam Smith.
Los mismos elementos que aparecían como constitutivos del precio, esto
es, los salarios, la renta y la ganancia, eran al mismo tiempo los componentes del
ingreso. Éste constituyó el punto de partida para explicar la distribución del ingre92
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so. Al respecto, no fue menos contradictorio que en la cuestión del valor.
Identificó el valor del salario con el costo necesario para atraer al trabajador
a su trabajo y de mantenerlo para que siguiera trabajando. Pero también afirmó
que este se definía en la negociación con intereses contrapuestos entre patrones
y obreros. De hecho, reconoció que el menor grado de urgencia de las necesidades de los patrones le otorgaban un poder de negociación superior. Sin embargo,
de no existir acuerdos o asociaciones de una u otra parte, los salarios tenderían a
un precio natural, dadas las condiciones de libre movilidad de la fuerza laboral.
Para comprender por qué la renta de la tierra ocupaba un lugar especial en
el análisis del precio, es preciso tomar en cuenta la importancia y el enorme peso
que la misma tenía por entonces en la economía. Smith también enunció definiciones incompatibles al respecto. En primer lugar, la definió como un residuo de
los ingresos por venta, una vez pagados los salarios y los beneficios. Luego, la
relacionó con la calidad de la tierra. Al afirmar que “en la agricultura, la naturaleza
colabora con el hombre” y, en consecuencia, se produce un exceso que permite
el pago de la renta, Smith deslizaba un matiz fisiocrático incompatible con su
teoría del valor-trabajo.
Más ambigua aún resultó la determinación del origen de la ganancia o beneficio. Para otorgarle alguna legitimidad, sólo alegó que, si bien la fuente de la
riqueza era el trabajo, el capital, logrado por medio del ahorro y dirigido por el
empresario, era la fuerza que ponía en movimiento la maquinaria productiva de la
sociedad y aumentaba la eficacia del trabajo organizándolo y proporcionándole
los elementos necesarios. El ahorro individual constituía, desde este punto de
vista, un valor para la sociedad en su conjunto y, en consecuencia, todo hombre
frugal debía considerarse un benefactor público.
De su concepción del orden natural, según la cual la búsqueda del interés
individual conducía naturalmente al beneficio colectivo, se derivaba, como en el
caso de los fisiócratas, una determinación clara de cual debía ser el rol del Estado: cuanto menor fuera su intervención en la economía, tanto mejor para el progreso económico. Smith se pronunció enérgicamente en contra de las medidas
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restrictivas propias de la política mercantilista. Consideraba que el Estado debía
garantizar la libertad del comercio interior e internacional, para de este modo
incentivar el progreso de la división del trabajo. Pero no fue del todo dogmático a
este respecto. De hecho admitió la necesidad de los aranceles en las industrias
esenciales para la defensa. Entre las funciones que reconoció como inherentes al
mismo, pueden mencionarse la defensa común, la justicia, las obras públicas que
ningún particular podría o querría desarrollar, la recaudación impositiva (de acuerdo
con las posibilidades de cada sector), e incluso la educación gratuita para quienes no pudieran pagarla.
J. B. Say (1767-1832)
La obra de Say constituye en gran medida una síntesis ordenadora de las
ideas propuestas por Smith. Uno de sus aportes originales, consecuente con sus
antecedentes como hombre de negocios, fue la distinción entre el capitalista que
presta los fondos y el empresario, quien combina la tierra, la mano de obra y el
capital en un emprendimiento económico. Resaltó el papel de este último para
explotar las oportunidades y constituirse en la fuerza motriz de las transformaciones y mejoras.
El aporte por el que obtuvo mayor trascendencia fue el de la formulación de
la llamada Ley de Say o Ley de los mercados. Say argumentaba que, al generar
la producción de bienes unos ingresos equivalentes al valor de mercado de los
mismos, era imposible que se produjera una insuficiencia en la demanda o un
estado perdurable de superproducción. En definitiva, la oferta creaba siempre su
propia demanda. De acuerdo con esto, no existiría nunca una razón que justificara la intervención del Estado en la economía.
Un nuevo contexto en Inglaterra
Smith fue testigo del inicio de la revolución industrial, pero los efectos más
evidentes de la misma no se harían notorios sino hacia las primeras décadas del
siglo XIX. Estos años verían un desarrollo inusitado de la producción y la riqueza,
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así como un incremento notable de la población en Inglaterra. La aparición y el
crecimiento acelerado de las ciudades industriales, las grandes migraciones y la
intensificación de la presión sobre los recursos agrícolas fueron algunas de las
consecuencias evidentes de este impulso. A su vez, el aumento de la producción
manufacturera, consecuencia de la introducción de adelantos tecnológicos y de
una nueva forma de organización industrial, se vería retroalimentado por la creciente demanda internacional.
El incremento de la producción de cereales en Inglaterra, con la creciente
presión sobre los recursos del suelo, dio lugar a una nueva problemática económica que captaría la atención de sus contemporáneos. El alza del precio de los
granos generaba posiciones encontradas en los diversos estratos sociales del
país. Había quienes, defendiendo los intereses de los grandes propietarios de las
tierras, buscaban establecer restricciones a la importación de granos para evitar
la caída del precio y alegaban que sería imprudente para Inglaterra no independizarse de las provisiones exteriores. Por el contrario, en relación con los intereses
mercantiles, los precios altos de los cereales suponían salarios altos y, en consecuencia, costos altos, hecho que dificultaría la colocación en el exterior de los
productos de la industria. En este nuevo contexto, emergerían las ideas de Malthus
y Ricardo.
Thomas R. Malthus (1766-1834)
Uno de los méritos más reconocidos al siempre polémico aporte de Malthus
al pensamiento económico fue el de haber señalado la importancia de la población en el estudio de la economía. Desde esta perspectiva, formuló la ley que, a
su criterio, regiría el crecimiento demográfico, influyendo además en la determinación de los salarios.
Tomó como punto de partida de su razonamiento la relación entre los medios de subsistencia y la población. Señaló que un aumento de los medios de
subsistencia tenía como consecuencia un aumento en proporción geométrica de
la población. Esta correlación, efectivamente corroborada por el contexto de su
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época, descansaba sobre el supuesto de que las clases más bajas de la sociedad se caracterizaban por una tendencia natural a la procreación ilimitada si las
condiciones de los medios de subsistencia se lo permitían. Por su parte, la oferta
de alimentos sólo podría incrementarse en proporción aritmética. Dada esta asimetría inevitable, el incremento demográfico se vería necesariamente limitado
por la oferta proporcionalmente menor de alimentos, a menos que otras limitaciones se interpusieran al crecimiento poblacional. Consideró las restricciones morales y el “vicio” como algunas de estas limitaciones posibles. Sin embargo, a su
entender, la restricción moral era prácticamente imposible y el vicio no constituía
una alternativa moralmente recomendable. Lo más probable, entonces, era que
la miseria o las enfermedades acudieran a poner límites a la población. La postergación del matrimonio era, tal vez, una de las pocas medidas que, a su criterio,
podrían atenuar las nefastas consecuencias de esta problemática.
Una visión como ésta resultaba ideológicamente funcional para legitimar los
intereses de las clases más poderosas de la sociedad. Según la misma, la causa
de la miseria de las clases bajas no residía en ninguna forma de explotación, sino
más bien en las propias tendencias naturales de éstas. La intervención del Estado o de manos privadas para palear la miseria de los trabajadores no haría sino
empeorar la situación, dado que la procreación desenfrenada los restituiría a la
miseria.
De todos modos, cabe destacar que, por primera vez en la teoría económica
inglesa, se admitió la posibilidad de una crisis originada por causas inherentes al
mismo sistema. En este sentido, su visión constituyó un primer cuestionamiento
a la Ley de Say. La pobreza y los mínimos salarios –causados por la fecundidad–
provocarían una tendencia a la producción de más mercancías de las que efectivamente se pueden comprar y consumir. La superproducción y la escasez de la
demanda se presentaban como posibilidades muy reales, cuyo origen no provendría de factores externos al propio sistema económico.
David Ricardo (1772-1823)
A diferencia de A. Smith, Ricardo elaboró sus ideas aplicando una metodolo96
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gía que en adelante se extendería prolíficamente en el desarrollo del pensamiento económico. En lugar de partir inductivamente de los hechos, Ricardo dedujo en
abstracto unas proposiciones a partir de otras mediante un procedimiento claramente deductivo. No sin razón, este método llegaría a hacerse muy corriente,
dado que no exigía muchos datos y permitía desembarazarse de una realidad
muchas veces desagradable o inconveniente.
Ricardo se involucró en la polémica de su época en torno a las leyes de
granos, problemática que, como vimos, colocaba sobre el tapete la cuestión de la
distribución. Éste y otros participantes de la polémica llegaron a conclusiones
similares respecto de lo que se conocería como ley de rendimiento decreciente
de la tierra. Según su análisis, en un tiempo dado existiría un punto en la inversión
de mano de obra y capital sobre una cantidad fija de tierra, excedido el cual cualquier inversión posterior de mano de obra y capital, aunque proporcionara un
ingreso total mayor, rendiría un ingreso menos que proporcional a las unidades
de trabajo y capital utilizado. La propuesta de Ricardo para Inglaterra de volcarse
a la producción industrial y abolir los derechos sobre la importación de granos,
podrá comprenderse cabalmente más adelante una vez que consideremos su
concepción de la renta de la tierra.
En relación con la noción de valor, Ricardo dio continuidad y refinó las ideas
ya vertidas por Smith. Distinguió como éste el valor en uso del valor en cambio,
pero concedió una función más importante de la que Smith había considerado al
valor en uso para la determinación del valor en cambio, al señalar que la condición fundamental para que un bien poseyera valor en cambio era que éste resultara útil en algún sentido. A pesar de este reconocimiento, no veía forma alguna
de medir el valor en cambio desde el punto de vista de la capacidad que un
producto puede tener para satisfacer las necesidades humanas. Reconoció dos
fuentes posibles para la determinación del valor en cambio: la escasez de un bien
y la cantidad de trabajo necesaria para obtenerlo. Aclaró que estas fuentes determinaban el valor de los bienes que tenían la propiedad de ser reproducibles, no
así en el caso de bienes únicos o extremadamente escasos. Aunque en el desarrollo de su pensamiento matizó algunas de estas afirmaciones de diversos mo97
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dos, la posteridad identificó su pensamiento con lo que se llegó a conocer como
la teoría del valor-trabajo. Según la misma, la medida del valor de un producto
residía fundamentalmente en la cantidad (y, en cierta medida, la calidad) de trabajo que podía adquirirse a cambio del mismo.
Siguiendo a Smith, destacó en la producción de la riqueza tres factores:
tierra, trabajo y capital. Cada uno de ellos se correspondía claramente con las
grandes clases sociales de la época: terratenientes, asalariados y capitalistas.
Cada una de estas clases recibía una parte del ingreso de la industria en las
formas de la renta, los salarios y las ganancias. En relación con esta problemática
de la distribución elaboró una ley para explicar cada una de sus formas: ley de la
renta, ley de los salarios y ley de las ganancias. Como veremos, su teoría de la
distribución reemplazó la visión armónica de Smith por una diversidad de intereses contrapuestos, tales como los que dividían a asalariados y patrones, o a los
terratenientes y las otras clases de la sociedad.
Ricardo definió la renta como la “porción del producto de la tierra que se
paga al terrateniente por el uso de los poderes originales e indestructibles del
suelo”. En un marco malthusiano, estableció su determinación a partir de dos
premisas: las tierras buenas son limitadas y el crecimiento poblacional presiona
sobre la producción de alimentos y, por lo tanto, sobre los recursos del suelo. El
avance sobre las tierras menos provechosas se daría hasta que se alcanzara un
rendimiento mínimo para la subsistencia. La renta constituiría entonces el ingreso
diferencial exigido por el propietario al arrendatario por la fertilidad o situación
ventajosa de su tierra. La única opción que se presentaría para el arrendatario
que no quisiera pagarla sería la de cultivar las tierras más pobres, con lo cual su
situación no mejoraría en nada. La elevación del precio de los productos de la
tierra llevarían naturalmente al encarecimiento de los salarios. De este modo, la
renta no constituiría (como lo era para los fisiócratas, Smith y Malthus) un don de
la naturaleza a la sociedad o una creación de nueva riqueza que legítimamente
podrían retener los terratenientes, sino simplemente una deducción de la riqueza
de las otras clases para la clase terrateniente. La renta sería consecuencia de la
elevación de la riqueza en el ámbito de la industria y de la dificultad de proveer
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alimentos para una mayor población.
Por ello, Ricardo consideraba que la decisión más sabia para Inglaterra, que
por cierto no contaba con condiciones óptimas para la agricultura, era la de volcarse a la producción industrial y exportar manufactura a cambio de grano más
barato de los países con mejores condiciones para ello. Al abolirse los derechos
sobre la importación de granos, se reduciría la presión sobre los terrenos pobres,
bajaría el precio de los alimentos, los negociantes obtendrían mayores beneficios
e Inglaterra prosperaría.
En relación con la determinación de los salarios, Ricardo formuló lo que hoy
conocemos como la Ley de hierro de los salarios. El precio natural de los mismos
estaría dado por el costo de producción de los trabajadores, es decir, la medida
necesaria para que los asalariados pudieran subsistir y reproducirse (o, lo que
entenderíamos en cada sociedad como un mínimo nivel de vida convencional y
acostumbrado), sin aumentar ni disminuir su número. En función de la oferta y la
demanda, permaneciendo los otros factores estables, el salario tendería hacia el
equilibrio de su precio natural. Entendió que, en principio, en una sociedad en
crecimiento económico ininterrumpido los salarios y el nivel acostumbrado de
vida de esta clase tendería a mejorar. Sin embargo, siguiendo los principios
malthusianos, sostuvo que la tendencia inevitable al aumento poblacional indefectiblemente haría bajar los salarios. Ricardo dotó a la ley de hierro de un carácter necesario y natural. Evidentemente, esto resultaba ideológicamente funcional
a los intereses de las clases más poderosas, dado que la pobreza de quienes
trabajaban resultaba, como en la visión de Malthus, un destino inevitable y cualquier acción correctiva resultaría, en este sentido, errónea o fútil. Sin embargo, la
conjunción de la idea que sostenía que el precio del salario era equivalente al
costo de producción de los trabajadores con el principio de que el valor de cambio
de los bienes era una función de la cantidad de trabajo invertida en su producción, constituiría más tarde uno de los intersticios por los cuales Marx edificaría
su crítica del sistema capitalista.
En efecto, es en su determinación de los beneficios donde esta cuestión
surge de un modo más evidente. Una vez determinados la renta y los salarios, lo
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restante debía corresponder al beneficio. Pero, justamente, si el valor del producto era el coste del trabajo que se podía pagar con él, en el punto marginal en que
no hay renta, y la renta era el excedente previo al margen, aparentemente, el
terrateniente tendría ingreso pero el capitalista no. La fuente del beneficio estaría
dada por una reducción al mínimo posible de los salarios, es decir, que el asalariado recibiría una cantidad menor que el valor que produce con su trabajo. Frente a estas conclusiones, Ricardo intentó esbozar una justificación del beneficio
argumentando que se trataba de un cobro diferido por el valor del trabajo implicado en el capital fijo invertido. Esta explicación dejaba sin resolver el aspecto central de la cuestión, dado que si los beneficios respondían a los ingresos de la
mano de obra empleada en el pasado para producir el capital, la ganancia del
capitalista continuaba apareciendo como una forma de robo. En estas reflexiones
aparecía el elemento que luego retomaría la crítica marxista al hablar de la plusvalía
y de las contradicciones intrínsecas al sistema entre trabajo y capital. Es evidente
que Ricardo, así como Malthus, era un vocero de una nueva clase social y a ella
se dirigía, y es probable que, en este sentido, no haya sido capaz de prever las
consecuencias contrarias que desencadenaría.
Hacia la teoría subjetiva del valor
Una de las influencias fundamentales en la nueva dirección del pensamiento económico hacia la perspectiva de la teoría neoclásica fue el aporte de la escuela filosófica inglesa utilitarista, cuyo representante central fue Bentham. Su
propósito era el de aplicar el método científico para desarrollar una ciencia de la
conducta humana capaz de descubrir las “fuerzas” que la rigen, como lo había
hecho la física en relación con los fenómenos naturales. El principio de utilidad,
conocido como hedonismo, establecía que estas fuerzas se identificaban con las
motivaciones de la conducta que se fundaban en el deseo del placer y el desagrado por el dolor. Dado que, desde su perspectiva, el consumo de bienes deseados
era una fuente fundamental del placer, la maximización de la felicidad podía
conseguirse con la maximización de la producción de bienes, proeza irrefutable
del industrialismo. Aquello que fomentara la producción sería útil o beneficioso,
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aunque una minoría sufriera para ello, dado que, según el principio ético que
proponían, el Bien estaba representado por la mayor felicidad para el mayor número. En consecuencia, había que ignorar el sufrimiento de una minoría para no
menoscabar el bienestar de la mayoría. Consideraban la actividad privada en
condiciones de libre competencia como la situación ideal para esta maximización
de la riqueza y la felicidad de la mayoría, mientras que la intervención estatal era
vista como fuente de represión y dolor. Esta coincidencia con los principios del
laissez-faire y su justificación del sufrimiento de las clases inferiores en el sistema
capitalista constituyeron, evidentemente, una visión ideal para legitimar los intereses de los capitalistas.
El hedonismo constituiría la base para la nueva orientación del pensamiento
económico en las últimas tres décadas del siglo XIX. En efecto, tanto la escuela
austríaca como Jevons en Inglaterra, originarían un decisivo cambio de perspectiva a partir de sus fundamentos, desplazando la atención del pensamiento económico desde la cuestión de la oferta y el costo hacia la de la demanda y la
utilidad como determinantes del valor. Estos economistas abandonaron la búsqueda de un principio de valor intrínseco como una clave para el problema de la
equivalencia, de un elemento primario al que pudieran ser referidas todas las
cuestiones de cambio y distribución. Les interesaba una investigación más empírica: las causas de las variaciones en los valores de mercado. Este cambio de
perspectiva resultaría sumamente conveniente desde un punto de vista ideológico, dado que se desembarazaba de la teoría del valor-trabajo fundamentada por
los clásicos y esgrimida como argumento crítico para el sistema capitalista por
Marx.
El nuevo punto de partida para la cuestión del valor era el de abordarlo como
el resultado una realidad psicológica: la capacidad de los bienes de dar satisfacción a los consumidores, su utilidad. El hedonismo proveyó la pista para identificar el factor determinante de lo que sostenía la demanda: la demanda era reflejo
del deseo del consumidor por obtener cierto placer. La base de la propuesta era
el resultado de una observación empírica respecto de la naturaleza de los deseos: la Ley de la utilidad decreciente. Según la misma, la utilidad de una cosa
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aumentará generalmente con la cantidad que de ella se posea y goce, pero en
general en una escala descendente.
Pero, como ya lo había apuntado Ricardo, la utilidad no era una cantidad y
no podía tener relación con el valor cuantitativo. La idea que contrapusieron a
esto y que solucionaba la antigua paradoja del valor, ya formulada por Smith, fue
la de que el precio no era una función de una suma de utilidad (lo cual era inconcebible), sino del incremento de la utilidad adicional que ofrecía al consumidor la
última unidad disponible de una oferta dada. Y este incremento de utilidad, según
los principios de la ley de la utilidad decreciente, sería tanto menor cuanto mayor
fuera la cantidad de un bien disponible en una oferta dada.
De este modo, colocaron en el centro de la determinación del valor el papel
de la utilidad marginal en lugar de la utilidad general: lo que determinaba el valor
de mercado de un producto no era la satisfacción total proporcionada por su posesión o uso, sino la satisfacción y el goce procedente de la última y menos
deseada adición al consumo de un individuo dado. Y esta utilidad marginal disminuiría o aumentaría, en idénticas circunstancias, en proporción inversa y directa
con su disponibilidad.
El valor aparecía siempre como un valor relativo, una posición de equilibrio
de una mercancía respecto del resto de las mercancías. En el caso más sencillo
del trueque, el punto de equilibrio se daría cuando la utilidad marginal de ambos
productos se igualara para cada parte, dado que los involucrados en el cambio
continuarían el intercambio sólo hasta el punto en que el incremento de utilidad
del otro producto igualara la que atribuyen al propio, porque más allá de esto
considerarían que están perdiendo. En el caso del intercambio mediante la moneda, el precio de un bien no podría ser mayor que el que estaría a dispuesto a
pagar el consumidor por la unidad marginal, pues de otra manera la última porción no se vendería. Y, por su parte, el vendedor no desearía vender a un precio
menor que éste, por lo tanto el precio no habría de ser apreciablemente menor
que este valor.
Un primer problema con el que se enfrentaron estas ideas era que en el
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mundo comercial moderno las mercancías que el vendedor coloca en el mercado
no tenían una utilidad directa para éste. Para representar el valor que la mercancía tenía para el vendedor retomaron la noción de costos de producción de los
clásicos, pero desvinculándola de la cuestión de la distribución en relación con la
cual había sido formulada. En efecto, la problemática de la participación que las
diversas clases sociales tenían respecto del producto total quedaba reducida a la
cuestión de las mercancías componentes que entraban en la producción de las
mercancías acabadas. Los factores de producción eran simplemente estas mercancías componentes.
Mientras los austríacos optaron por tomar a los factores de la producción
como variables independientes, cuyo valor correspondía al de la unidad final o
marginal de la oferta de cada factor, Jevons concibió el aporte de los factores de
producción en términos de desutilidad. Al no ser una variable independiente, la
oferta de trabajo, por ejemplo, dependería en parte de los cambios de salario.
Alfred Marshall (1842-1924)
El contexto económico de la obra de Marshall era el de un sistema capitalista afianzado, en el que las fuerzas sociales del capitalismo occidental se habían
impuesto decididamente sobre las formas precapitalistas y en el que ya comenzaban a manifestarse los signos de las crisis endémicas del sistema, aunque en
un clima de confianza generalizada no siempre eran percibidos o a veces podía
subestimarse su importancia. Así pues, el capitalismo mundial enfrentó una decadencia mundial del nivel general de precios entre 1880 hasta 1890, con un
balanceo de la prosperidad a la depresión relativa. El lento aumento poblacional
en muchos países con un capitalismo avanzado representaba una contraprueba
evidente de la teoría malthusiana de la población. Así también, los desastres agrícolas, tanto en Gran Bretaña como en el resto de Europa, arrojaban dudas sobre
la teoría ricardiana de la renta. El movimiento sindical cobraba fuerza y alcanzaba
logros significativos en el plano jurídico-legal. Aunque las tendencias monopólicas
crecían y en muchos casos el Estado intervenía, la libre competencia era aún la
forma dominante y fue precisamente sobre esta base que Marshall edificó su
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teoría del valor. En los planos de la teoría y de la práctica, el marxismo aparecía
como una peligrosa amenaza al pensamiento y al sistema capitalistas.
Acorde con el espíritu científico de la época, Marshall se propuso fundamentar la ciencia económica sobre bases propias e independientes. En este sentido,
colocó en el centro de atención de la misma el dinero. Consideró al dinero como
el mejor medio a disposición del científico para medir el conjunto de fuerzas que
dominan la conducta económica humana. Su objetivo fue el de explicar la vida
económica en términos del sistema de precios.
En el marco de una teoría del valor como un problema de equilibrio entre las
fuerzas de la demanda y la oferta, elaboró una poderosa síntesis de las viejas y
nuevas teorías, con referencia a los problemas de su época. Tomó el enfoque
unilateral del costo de los clásicos y el de los economistas de la utilidad marginal
y los fundió en uno. En su examen de la demanda utilizó los conceptos austríacos
de utilidad, utilidad marginal, ley de utilidad decreciente y curva de demanda. En
su explicación de la oferta tomó de las teorías clásicas elementos como la ley de
rendimientos decrecientes en la agricultura, la teoría malthusiana de la población,
la división del trabajo en relación la eficacia productiva y el concepto de abstinencia en su relación con la formación de capital.
Como vimos, las propuestas de la teoría subjetiva del valor, al reducir el
problema al juego recíproco de la oferta y la demanda en la determinación de los
precios, resultaba un modo conveniente y efectivo de desembarazarse de la crítica marxista fundada en la teoría clásica del valor objetivo. Marshall, consecuentemente con esta orientación, desarrolló una teoría en la que la tendencia hacia el
equilibrio constituía la base de la explicación de casi toda la conducta económica.
El autor definió la demanda como el total de artículos que un comprador
podía adquirir en un mercado, en un tiempo y a un precio dados. Según su concepción, cada comprador llevaba al mercado un precio de demanda que reflejaba
un equilibrio entre la utilidad marginal que representaba para él el artículo y su
utilidad marginal (rico o pobre) para el dinero. En este aspecto se mantuvo fiel a
los principios elaborados por los teóricos de la utilidad marginal que ya analiza-
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mos, aunque en verdad no intentó fundamentarlos sobre la base de la psicología
hedonista. De hecho, su modelo sólo exigía tener en cuenta una serie dada y
observable de preferencias de los consumidores y no presuponía que tales preferencias constituyeran una satisfacción de algún tipo de necesidad fundamental.
Paralelamente, la oferta fue definida como el conjunto de artículos que los
vendedores podían suministrar a un mercado, en un momento y a un precio dados. El vendedor llevaba al mercado un precio de oferta que reflejaba el equilibrio
entre sus costos totales de producción y su utilidad marginal por el dinero. No
partió del supuesto de considerar la oferta de los factores de producción como
variables independientes, sino que concibió sus respectivos aportes en términos
de desutilidad, esfuerzos o sacrificios, que tendían hacia un equilibrio respecto de
las compensaciones necesarias para atraer dichos factores a la producción. Fue
así como Marshall, realizando una síntesis entre la escuela moderna y la clásica,
llegó a justificar la ganancia, tan pasible de cuestionamientos en las propuestas
de los clásicos. Para Marshall, tanto el trabajo del obrero, el ahorro del inversionista como el riesgo del empresario implicaban un “costo real”, en términos de
“esfuerzos y sacrificios”. Las compensaciones necesarias para atraer ciertas cantidades de trabajo, capital y empresa a la producción podía representarse como
una función de la oferta o como una tabla de precios de la oferta.
Acorde con la tradición clásica, la renta de la tierra seguía apareciendo como
un caso especial, dado que su oferta era fija y no resultaba de ningún esfuerzo o
“costo real”. Como Ricardo, Marshall sostuvo que la renta era el exceso de rendimiento de las mejores tierras a causa de su mayor fertilidad o su situación más
favorable. Sin embargo, entendió la renta como el caso más común de la situación general en que elementos del excedente de los productores eran ganados
por otros factores de producción. En efecto, “cuasirrentas” (como en el caso de
los bienes inmuebles de capital) fue el término empleado para designar los excesos de ingreso rendido por ciertos instrumentos de producción de manufactura
humana.
A diferencia de los clásicos, trató la distribución como una aplicación de la
teoría del valor a un conjunto especial de circunstancias. Propuso la considera105
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ción de un cuarto factor de producción que se agregó a tierra, trabajo y capital.
Designó a este cuarto factor como “organización industrial”, aludiendo a lo que en
la actualidad se entiende como “empresa”. De este modo, el interés era la compensación recibida por el capital mientras la ganancia o beneficio correspondía al
factor “organización industrial”, que aludía al rol de organización y emprendimiento
impulsado por el empresario.
A partir de estos cuatro factores, enfocó la distribución como el problema de
la participación en el dividendo anual que correspondía a cada factor. Tanto para
la determinación del salario como para la del interés y la ganancia Marshall recurrió al modelo del equilibrio entre la oferta y la demanda.
Uno de los supuestos sobre los que se edificaba su teoría del equilibrio era
el de la libre competencia. Pero no sólo constituía un supuesto de sus ecuaciones,
sino que representaba un ideal legitimado por la propia teoría. En efecto, el equilibrio basado en la competencia representaba el sistema de precios que produciría el mayor producto (de utilidad) común a todas las partes interesadas. A su vez,
la distribución de los factores de la producción entre los diversos usos de modo
que igualara el rendimiento marginal de ellos, constituía la condición de su productividad máxima. Cualquier interferencia en la libre competencia tendería en
consecuencia a reducir el bienestar económico.
De este modo, la teoría neoclásica proporcionó una justificación más convincente al orden burgués en una época que ya no creía en la “mano invisible” y
en la “ley natural”. Sin embargo, cabe destacar que esta función ideológica se
fundaba en otro supuesto menos explícito, cuya eficacia persuasiva residía justamente en el hecho de que no se advertía su carácter de presupuesto. En efecto,
la apología del laissez-faire surge de un razonamiento que lleva a la conclusión
de que la libre competencia constituye el mejor modo de equilibrar las compensaciones, cuando en realidad esto era lo que se presuponía desde un comienzo. De
hecho, si dos personas están igualmente colocadas desde el principio continuarán, por hipótesis, realizando el intercambio hasta que deje de convenirles seguir
adelante en la transacción. Con un punto de partida desigual, el laissez-faire per-
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petuaría un desventajoso orden de cosas. En los hechos, el avance del capitalismo monopolista llegaría a echar por tierra estos presupuestos neoclásicos.
También el tratamiento aplicado a la problemática de la distribución resultó
eficaz desde un punto de vista ideológico. La idea de que tanto las compensaciones del trabajo y el capital corresponden a los “esfuerzos y sacrificios” realizados,
desdibuja la oposición y el conflicto entre los ingresos de las diferentes clases
sociales que ya se hacía evidente en el pensamiento de los clásicos como Ricardo. La concepción del “costo real” como “esfuerzo y sacrificio” que reemplazó a
los conceptos clásicos del “costo real” objetivo permitía ocultar las diferencias
cualitativas básicas entre ahorro y trabajo.
Por último, la abierta tendencia cientificista hacia los modelos matemáticos
del equilibrio, constituyó un punto de inflexión crucial respecto de la tradición de la
Economía Política y permitió desentenderse a los economistas de los juicios
valorativos explícitos respecto de las situaciones más deseables o más justas. En
efecto, la ciencia económica que fundó Marshall se proponía contestar un conjunto de interrogantes muy diferentes a los de la Economía Política. La nueva economía, al desembarazarse de la teoría objetiva del valor, quedaba libre de principios
sobre los que se pudiera basar un juicio de naturaleza moral, ya que era precisamente a través de esta teoría que la Economía Política intentaba suministrar un
marco normativo. Incluso los presupuestos hedonistas que aún conservaban un
principio normativo en las teorías subjetivas del valor fueron desechados por la
nueva teoría neoclásica tomando como base unos principios puramente empíricos o behavioristas según los cuales sólo sería necesario tomar en consideración
las preferencias observables de los consumidores en un momento dado, sin atribuir ninguna significación particular a las mismas. El concepto original de utilidad
como índice de alguna satisfacción fundamental de las necesidades humanas se
desdibujaba en estas nuevas propuestas.
Los reformadores sociales y los socialistas utópicos
Casi desde los inicios de la revolución industrial se alzaron voces de pensa-
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dores sociales que reaccionaban ante los efectos negativos del industrialismo y el
capitalismo. Muchas de estas consecuencias negativas fueron atribuidas en principio a una especie de “maligna influencia” de la introducción de la maquinaria en
la producción. El empleo indiscriminado de mujeres y niños en la producción, la
explotación de los trabajadores en general, los salarios generalmente bajos y los
reiterados desajustes entre la producción y el consumo fueron una fuente permanente tanto de movimientos sociales opositores como de fuertes críticas intelectuales a la sociedad y la economía capitalistas. Además, los nuevos movimientos
políticos que abrieron el acceso de la clase burguesa al poder de Estado aportaron gérmenes potenciales para el cuestionamiento de la misma sociedad burguesa. Así por ejemplo, muchas de las ideas opositoras surgieron precisamente de
las nuevas corrientes del pensamiento filosófico de la Revolución Francesa, que
reforzaron los ideales de igualdad y fraternidad.
Aunque los límites no sean del todo nítidos, es posible distinguir dos grandes grupos entre estos pensadores críticos del capitalismo. Mientras que los socialistas abogaban por la sustitución de la empresa competidora libre por una
sociedad cooperativa y organizada colectivamente, los llamados reformadores
sociales consideraban el statu quo como esencialmente saludable y buscaban
mejorar la sociedad alterando sólo algunos de sus aspectos particulares. A diferencia de aquellos, éstos últimos creían en los principios del propio interés y la
competencia, siempre dirigidos hacia un fin social y con una importante intervención del Estado. Analicemos brevemente las líneas de pensamiento de algunos
de estos reformadores sociales.
Sismondi desarrolló una crítica de la finalidad y el método de la economía
política. En relación con la finalidad, sostenía que los economistas se habían
ocupado demasiado de los medios para aumentar la riqueza material y muy poco
de la cuestión del fomento del bienestar humano por medio del uso de esa riqueza. Así también, propuso la aplicación de un método concreto e histórico: el economista debía llegar a conclusiones como consecuencia del estudio histórico y
abstenerse de las generalizaciones amplias puramente deductivas. Estas ideas
contenían el germen de la interpretación histórica de Marx y lo posicionaron como
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un precursor de la escuela histórica en economía.
Hobson es otro de los reformadores sociales que ha recibido el reconocimiento posterior de una figura como Keynes y de los llamados economistas del
bienestar. También desarrolló una crítica de la finalidad de la economía política al
reclamar una atención al hombre como ser humano más que como producto.
Criticó el acento exagerado de la ciencia económica en relación con la producción, el establecimiento de un tipo de valores nominales que no corresponde al
bienestar humano y que trata las acciones humanas como simples medios para
la producción de riqueza susceptible de comercio. Para Hobson, el bienestar representaba el verdadero problema central de la economía: producción, consumo
y distribución debían estudiarse desde este punto de vista. Como alternativa al
modelo de la economía clásica, propuso un análisis de la producción desde el
punto de vista de los “costos humanos”, un análisis similar de las utilidades humanas que emergen como consecuencia de la producción y el cálculo de un equilibrio entre estos costos y utilidades humanos.
Su teoría del ciclo económico proponía una explicación de las depresiones
cíclicas que identificaba como causa fundamental la desigual distribución de riqueza entre el capital y la mano de obra. En la prosperidad, sostenía Hobson, los
capitalistas que no alcanzaban a consumir todo lo que ganaban invertían nuevamente en producción y, como consecuencia, se producía cada vez más productos de los que se podían efectivamente consumir. En esta situación, los precios
tendían a caer y así también las ganancias. La industria reducía entonces la producción hasta que se acomodaba nuevamente al consumo. Nuevamente los precios y las ganancias subían y se iniciaba un nuevo ciclo. Como veremos, este
modelo que identificaba como origen de la depresión la falla de la demanda del
consumidor sería retomado muchos años después por Keynes.
Los llamados socialistas utópicos del siglo XIX, a diferencia de utopistas de
siglos anteriores, no se ocupaban sólo de ideales intelectuales sino también de
los métodos para alcanzarlos. Sus propuestas tenían un alcance más radical que
las del grupo de los reformadores sociales. En líneas generales, proponían susti-
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tuir la propiedad privada de los medios de producción por la propiedad colectiva
en grado apreciable; en lugar de la libertad de empresa individual, apostaban por
la cooperación fraternal. Su ideal era el de la mayor igualdad posible en la distribución de la riqueza o el ingreso.
Fourier, por ejemplo, fue un defensor de las asociaciones socialistas en las
que recibieran las mayores recompensas quienes realizaran las tareas menos
atractivas. Owen, por su parte, considerando como el origen de los males tanto al
capitalismo como a la religión y la institución del matrimonio, impulsó también la
formación de colonias industriales. Un anarquista individualista como Proudhon
denunció todas las formas de autoridad de su época y juzgó a la propiedad privada como una auténtica forma de robo.
Karl Marx (1818-1883)
En este mismo contexto del crudo capitalismo occidental del siglo XIX, en
momentos en que tanto los capitalistas como los obreros se constituían en efectivos sujetos históricos y encarnaban enconadas luchas, como las de la comuna
francesa de mediados de siglo, surgió el pensamiento Carlos Marx. Sus ideas,
que en absoluto se redujeron al ámbito de la economía, fueron hasta nuestros
días fuente de acaloradas polémicas y encontradas interpretaciones, aun en el
seno del propio movimiento marxista.
La clave para entender el punto de vista general de Marx sobre los fenómenos económicos y su crítica de la economía política clásica reside en su análisis
de la mercancía. Como los clásicos, Marx adoptó la distinción entre valor de uso
y valor de cambio. Compartió también con éstos la concepción del valor de cambio como expresión del tiempo de trabajo socialmente necesario para la producción de una determinada mercancía. Pero a diferencia de Smith o Ricardo, entendió el valor de cambio y la forma mercancía misma como una realidad histórica y
social específica.
Estas dos formas del valor tendrían origen en dos aspectos diferentes del
trabajo humano: en tanto valor de uso, la mercancía (como cualquier bien) sería
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el resultado de un “trabajo concreto”, es decir, de un conjunto específico de operaciones mediante las que se transformaría la naturaleza para la satisfacción de
determinadas necesidades; en cuanto valor de cambio, la mercancía sería producto de lo que llamó “trabajo abstracto”. Dado que cualquier trabajo concreto
sería cualitativamente diferente de otros, no podría determinarse sobre su base
una relación de equivalencia cuantitativa entre una mercancía y otra. En cambio,
el trabajo abstracto, el gasto de trabajo humano en general separado de las características especiales que distinguen una forma de trabajo concreto de otra,
permitiría la comparación cuantitativa.
Hasta este punto, el análisis del valor no parece ser más que una versión
más precisa de la teoría objetiva de Smith y Ricardo. Sin embargo, mientras que
éstos consideraban al valor de cambio en cuanto expresión del tiempo de trabajo
invertido como la forma universal del valor económico, Marx entendió que se
trataba de una forma histórica característica de una formación social específica.
Así, por ejemplo, sostuvo que la noción de trabajo abstracto no representaba una
abstracción universal ni arbitraria, sino que surgía de las condiciones históricas
en que se movilizaba el trabajo en la formación capitalista:
La indiferencia hacia la clase particular de trabajo corresponde a
una clase de sociedad en la que los individuos pasan fácilmente de una
clase de trabajo a otra, debido a lo cual no es importante para ellos qué
clase particular de trabajo pueda tocarles desempeñar. El trabajo se ha
convertido aquí, no sólo como categoría sino realmente, en un medio
de crear riqueza en general y ha dejado de desarrollarse junto con el
individuo en un destino particular.
Como veremos, la distinción que, a propósito del análisis del fetichismo de
la mercancía, estableció Marx entre las categorías históricamente objetivas y las
naturales es central para comprender lo que separa su pensamiento de la perspectiva clásica e incluso del pensamiento económico posterior.
En realidad, Marx analizó el fetichismo de la mercancía en dos niveles con
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significación diferente. En un primer nivel, encontramos lo que podemos llamar el
fetichismo del lego, del actor social que vive y actúa en el marco de una economía
de mercado. Dado que para este agente las proporciones del cambio cobran
fuerza objetiva por la costumbre, el mismo tiende a pensar y a desarrollar la práctica del intercambio como si el valor fuera una propiedad inmanente de los objetos mismos. Destacar este modo de percibir el valor desde la perspectiva del
agente de la economía de mercado no sólo servía para señalar su evidente falsedad, sino que constituía la base de una explicación del funcionamiento y la reproducción del sistema económico mismo. En efecto, esta noción “ingenua” del valor
cumpliría una función ideológica decisiva al estar involucrada en la realización de
la práctica misma del intercambio: es justamente por el hecho de que creen (falsamente, diría Marx) que el valor es una propiedad independiente de su voluntad
y propia de los objetos mismos que los agentes pierden control sobre el valor de
cambio y éste termina por imponérseles como una realidad externa e independiente. Es en este sentido precisamente que la forma mercancía y el valor de
cambio constituirían categorías no naturales pero tampoco arbitrarias, ya que
funcionarían efectiva y objetivamente en el marco de ciertas relaciones sociales
históricas y específicas.
En relación con esto Marx desarrolló el concepto filosófico de alienación que
había venido ocupando su pensamiento desde sus primeras obras. El modelo del
concepto de alienación fue tomado por Marx de la teoría de Feuerbach en relación con la religión: los hombres concebían la divinidad como una realidad superior y externa y esta creación de sí mismos terminaba por imponérseles como tal.
Así, el concepto de alienación explicaba cómo, cuando se percibía como externo
y ajeno a la voluntad de los hombres lo que en realidad era producto de sus
propias acciones, esto llegaba a funcionar de un modo históricamente objetivo,
escapando realmente a la voluntad y el control consciente de los hombres.
Para Marx, el fetichismo que aparecía en el nivel de los procesos económicos mismos, también se realizaba en el plano de la teoría económica. La economía política clásica había develado la falsedad de la noción ingenua del valor al
descubrir la relación entre valor de cambio y trabajo. Sin embargo, Marx planteó
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que al pensamiento de la economía burguesa no se le había ocurrido “preguntarse siquiera por qué este contenido reviste aquella forma, es decir por qué el trabajo toma cuerpo en el valor y por qué la medida del trabajo según el tiempo de su
duración se traduce en la magnitud de valor del producto del trabajo.” (Marx 1973,
45). Por el contrario, los representantes de la economía clásica burguesa habían
incurrido en otra forma de fetichismo al interpretar esta relación como necesaria y
universal, como la consecuencia de una ley natural, cuando en realidad el valor
de cambio no era otra cosa que “una determinada manera social de expresar el
trabajo invertido en un objeto” (Marx 1973, 46).
La economía política burguesa, al naturalizar las categorías propias de la
economía capitalista, las concebía como entidades con una dinámica propia e
independiente de las relaciones sociales históricas en el marco de las cuales
habían surgido y se reproducían. Marx expresaba este punto vista cuando afirmaba:
Estas formas son las que constituyen precisamente las categorías
de la economía burguesa. Son formas mentales aceptadas por la sociedad, y por tanto objetivas, en que se expresan las condiciones de
producción de este régimen social de producción históricamente dado
que es la producción de mercancías. (Marx 1973, 41)
Así, la categoría del valor de cambio como expresión del tiempo de trabajo
invertido, lejos de revelar una relación natural y universal, representaba adecuadamente (como una categoría históricamente objetiva) las proporciones del cambio en una formación social caracterizada por la división social del trabajo y la
producción privada de mercancías. Pero además, este funcionamiento de la economía efectivamente ajeno a la voluntad de los hombres y aparentemente natural
sólo podía reproducirse sobre la base de una forma de conciencia alienada. Nuevamente, el funcionamiento externo y ajeno de la economía era tal precisamente
porque los hombres que lo producían lo concebían como una naturaleza externa.
No tener en cuenta esta perspectiva social e histórica acerca de la econo113
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mía, puede hacer confuso el sentido que el concepto de “Ley” adoptaba en su
análisis. Aunque es probable que ni siquiera el propio Marx mantuviera siempre la
claridad al respecto, en este marco teórico una ley económica no podría ser nunca asimilada a las propiedades de una ley natural. La “ley del valor”, por ejemplo,
resumía las fuerzas actuantes en la determinación de las proporciones del intercambio de mercancías, la cantidad producida de cada una y la asignación de la
fuerza de trabajo a las diferentes ramas de la producción en una sociedad de
producción simple de mercancías6 y en condiciones de libre competencia. La
misma pretendía expresar el equilibrio al que tenderían estas fuerzas en estas
condiciones históricas objetivas y, por lo tanto, no podía concebirse como universal o natural, sino como la expresión de una regularidad limitada a un tipo de
sociedad y a un momento de la historia. Pero además, si su funcionamiento era
también inseparable de ciertas condiciones culturales o subjetivas expresadas en
el fetichismo de la mercancía, no sólo no se trataría de una ley natural sino que
una transformación de la conciencia sería capaz de modificar su funcionamiento.
En este sentido, Marx expresaba:
La forma del proceso social de vida, o lo que es lo mismo, del proceso material de producción, sólo se despojará de su halo místico cuando ese proceso sea obra de hombres libremente socializados y puesta
bajo su mando consciente y racional. (Marx 1973, 44)
La relación entre valor y precio es uno de los aspectos más discutidos en
referencia a la teoría económica de Marx, aunque en verdad no era un objetivo
central del mismo ser exhaustivo o exacto en esta cuestión. Marx dio por supuestas primero a nivel teórico ciertas condiciones ideales en las que las proporciones
del cambio se corresponderían de manera exacta con el tiempo de trabajo social-
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Es decir, una sociedad en la que cada productor posee sus propios medios de producción y
satisface sus múltiples necesidades por el cambio con otros productores que se encuentran en
situación similar.
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mente necesario para producirlas. Estas condiciones serían las de una sociedad
de producción simple de mercancías en la que se daba por sentado la libre competencia. En estas condiciones, la oferta y la demanda estarían equilibradas sólo
cuando el precio de cada mercancía fuera proporcional al tiempo de trabajo requerido para producirla. El análisis propuesto de la relación entre el valor y el
precio en el capitalismo de su tiempo es tan compleja que difícilmente pueda ser
útil para predecir precios, pero, como decíamos, no era esto lo que a Marx le
interesaba sino, fundamentalmente, socavar la influencia que tenían en la teoría
de la economía política categorías físicas como las de precios, rentas, o tipos de
interés, con el fin de poner al descubierto las relaciones sociales que estaban en
la raíz de las mismas.
Una vez desarrollado el análisis de la forma mercancía, Marx se ocupó de
las relaciones sociales de producción características del capitalismo que subyacían
a las categorías históricamente objetivas de la economía burguesa, tales como
salarios, ganancia, renta, etc. A diferencia del régimen de producción simple de
mercancías, el capitalismo se caracterizaba por el hecho de que la propiedad de
los medios de producción era exclusiva de una clase y otra clase no propietaria
realizaba el trabajo. Otro rasgo específico significativo estaba dado por el hecho
de que tanto los medios de producción como la fuerza de trabajo eran mercancías, es decir, detentaban un valor de cambio.
La racionalidad del intercambio también era diferente en el capitalismo. En
el sistema de producción simple de mercancías el productor vendía su producto a
fin de comprar otros productos que satisficieran sus necesidades concretas. El
movimiento de intercambios propio de este tipo histórico de racionalidad económica podía representarse mediante la fórmula Mercancía-Dinero-Mercancía. En
cambio, en el capitalismo, el capitalista, actuando en calidad de tal, usaba dinero
para comprar mercancías (fuerza de trabajo y medios de producción) y, luego del
proceso de producción, volvía al mercado con un producto que convertiría una
vez más en dinero. De este modo, la transacción cualitativa del valor de uso era
reemplazada por la expansión cuantitativa del valor de cambio como objetivo de
la producción (Dinero-Mercancía-Dinero’). El incremento de dinero resultante es
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lo que Marx llamó plusvalía y constituiría el fin y el incentivo de la producción en el
capitalismo.
El interrogante clave para Marx era cómo obtenía el capitalista una ganancia, un incremento, si compraba y vendía las mercancías a sus precios de equilibrio. Para responderlo dirigió su atención a la única mercancía capaz de producir
valor: la fuerza de trabajo. Entendía como Ricardo que el valor de cambio de la
fuerza de trabajo, como el de toda mercancía, equivalía al tiempo de trabajo necesario para producirla, es decir, al valor de los medios de subsistencia necesarios para mantener al trabajador, de acuerdo con la costumbre y el grado de
desarrollo social. Pero la respuesta al interrogante aparecía en el hecho de que,
al aplicarse a la producción en relación con las modernas fuerzas productivas del
capitalismo, la fuerza de trabajo producía un valor proporcionalmente mayor que
el que se reconocía a la fuerza de trabajo misma mediante el salario. Este valor
excedente, más allá del valor retribuido en el salario, producido por la fuerza de
trabajo constituía la plusvalía, base de la ganancia del capitalista.
Como advertíamos más arriba, este análisis crítico del capitalismo emerge
en el marco de un pensamiento que rebasa los límites de la problemática económica: el materialismo histórico. Esta filosofía constituyó el fundamento de todo un
nuevo modo de plantear las ciencias sociales en general. Las interpretaciones en
relación con la significación de esta propuesta han sido muy diversas en el seno
del propio marxismo, e incluso es probable que los fueran en los propios textos
de Marx. En líneas generales, podríamos decir que los primeros escritos de Marx
realizaban una crítica tanto del idealismo hegeliano que pretendía que la historia
se desarrollaba según la lógica de ciertas ideas que constituían el espíritu de
cada época, como del materialismo “vulgar” de Feuerbach que pretendía que
toda idea tenía origen en la pura percepción empírica. El concepto de praxis buscaba representar la naturaleza indisociable de ideas y prácticas que defendía
Marx: las ideas no constituían una naturaleza independiente ni se originaban en
la pura percepción del mundo material y empírico, sino que se desarrollaban en la
praxis social mediante la cual el hombre transformaba su realidad y se transformaba a sí mismo. Es decir, la prioridad de la idea sobre la práctica constituía una
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falacia, porque era precisamente en sus prácticas sociales que el hombre las
producía y actualizaba. A su vez, la práctica material pura (en un sentido fisicalista)
no puede preceder a las ideas, porque la auténtica praxis humana involucra siempre
al mismo tiempo una realización material y la actualización de ideas.7
Probablemente el hecho de que Marx haya insistido mucho en las determinaciones económicas de la historia en oposición a las interpretaciones de carácter idealista que eran predominantes en su época, estableció las condiciones para
la interpretación del materialismo marxista como una filosofía cuyo planteo era el
de que todas las ideas estarían determinadas por las prácticas económicas. Desde esta perspectiva, que fue la que se impuso en el marco de la ortodoxia soviética, las fuerzas productivas, entendidas como el conjunto de factores que deciden la productividad social del trabajo en cada nivel del desarrollo de la sociedad,
representaban el motor de la evolución histórica. Éstas determinaban ciertas relaciones de producción, y en conjunto con las mismas constituían el modo de producción de la sociedad sobre el cual se determinaba la superestructura de las
relaciones y las ideas jurídicas, políticas, religiosas, filosóficas, etc. Las relaciones de producción (fundamentalmente las que determinan el modo de propiedad
vigente) adecuadas a las fuerzas productivas funcionarían como un estímulo de
su desarrollo, hasta un punto en el que las fuerzas productivas habrían de desarrollarse tanto que las relaciones de producción resultarían inadecuadas y comenzarían a constituir un verdadero obstáculo. Entonces, las relaciones de producción se modificarían para adecuarse a las nuevas fuerzas productivas y darían lugar a la emergencia de un nuevo modo de producción. La inadecuación de
la superestructura en relación con la nueva base económica llevaría, según esta
interpretación historicista, a un proceso revolucionario al término del cual ésta
última sería definitivamente sustituida.
7
Este carácter inseparable de idea y práctica material es lo que el autor, según mi interpretación,
cifró en la tesis del fetichismo de la mercancía que analizamos con anterioridad.
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John M. Keynes (1883-1946)
La crisis de la Bolsa de 1929 y la Gran Depresión de la década de 1930
conformaron el negativo contexto económico en el que Keynes revolucionaría el
pensamiento económico del siglo XX.
La primera guerra mundial puede interpretarse como el gran punto de inflexión de la historia económica moderna. Para entonces, los prestamos internacionales para el pago de la guerra llevarían a los Estados Unidos a convertirse en
el centro financiero mundial.
Con el advenimiento de la paz, la gran entrada de dinero en efectivo en
Estados Unidos proveyó los fondos para los préstamos y las inversiones, pero
también para la especulación. El alza de algún precio originaba la corrida de
especuladores, que esperaban una subida aún mayor, para comprar acciones y
contribuir de esta manera a la suba. Esto atraía más y más compras, y cada una
de las nuevas subidas del precio contribuía a confirmar el buen juicio de quienes
compraron antes. Pero las compras y la buena disposición hacia ellas podían
continuar mientras no se agotara la existencia de compradores confiados y económicamente viables. Cuando se producía el cambio de opiniones acerca de las
perspectivas y aparecía consecuentemente la tendencia a deshacerse de estas
acciones, los acreedores que habían financiado con préstamos las compras de
los especuladores presionaban para recibir el pago y obligaban a su venta. En
líneas muy generales, estos fueron los tipos de procesos que desembocaron en
la crisis de 1929.
Tras la crisis de la Bolsa sobrevino la Gran Depresión, que duraría diez años
y se extendería por todo el mundo industrial con economía de mercado. En la
década de 1930 aparecería, como algo no observado por la ciencia económica
hasta entonces, la posibilidad de un equilibrio económico con fábricas desocupadas y un desempleo persistente, es decir, la depresión o la recesión aparecían no
como un episodio sino como un comportamiento económico normal. Según el
modelo de la economía neoclásica, las plantas industriales no utilizadas y el desempleo no podían durar. Si los trabajadores estaban desocupados, ofrecerían
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sus servicios a un precio inferior, con lo que valdría la pena emplearlos. Si había
una fábrica u otro tipo de medio de producción sin utilizar, los precios se reducirían para atraer a los clientes.
Las facetas más visibles y dramáticas que acarreó la depresión fueron la
deflación de los precios, con quiebras en la industria y la agricultura, el desempleo y los visibles padecimientos de los grupos más vulnerables, tales como los
ancianos, los jóvenes, etc. Un hecho económico central que Keynes, apartándose de los presupuestos neoclásicos, fue capaz de percibir en los acontecimientos
de la época fue que los ingresos no tenían necesariamente que consumirse o
invertirse. En épocas de inseguridad como ésta, los ingresos se guardaban, y los
mismos bancos se sentían inseguros como para prestarlos en estas condiciones.
Contradiciendo los principios de la ortodoxia económica, los precios no se acomodaban del todo a una demanda reducida. Ante esta situación de demanda
reducida, muchos encontraron conveniente disminuir la producción y despedir
trabajadores. Y la consecuente reducción de ingresos no hacía más que ahondar
la depresión. La alta concentración de capitales y la irregular distribución de los
ingresos personales, hacían que la predicción de la Ley de Say de que no podía
haber insuficiencia de la demanda se viera aún más frustrada, ya que los afortunados individuos que concentraban grandes cantidades de poder adquisitivo no
utilizado no se sentían presionados a gastar ni a invertir.
Esta situación condujo a un progresivo retroceso de la economía, hasta que
se produjo finalmente una situación estable con una baja producción y un desempleo sustancial. Sin embargo, persistía entre los economistas ortodoxos la idea
sólida e influyente de que la depresión se corregiría por sí sola y que lo normal
sería un empleo elevado o pleno. Se pensaba que lo central era inspirar confianza y que si el gobierno gastaba dinero para estimular la economía, se destruiría
más aún la confianza comercial. El hecho fue que la depresión se extendió desde
Estados Unidos a todo el mundo industrializado.
La década de 1930 en las sociedades industrializadas fue el escenario de la
pugna entre los avances de nuevas medidas pragmáticas que, a todas luces,
contradecían la teoría económica neoclásica y no contaban con una teoría firme
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y alternativa, y la oposición permanente tanto por parte de los economistas tradicionales cuya visión era dominante, como por los mismos actores en el escenario
empresarial, para quienes el sistema neoclásico constituía un dogma indiscutible. Tampoco faltó la implementación de medidas que no hicieron más que profundizar la depresión. Por ejemplo, durante la presidencia de Hoover, se implementaron algunas medidas económicas acordes con los supuestos del modelo
neoclásico. Uno de los cálculos contables bancarios de la época era el del exceso
de reservas disponibles para respaldar la concesión de préstamos. Para los
neoclásicos, el interés era el precio que se pagaba por el capital, y como tal representaba un equilibrio entre las fuerzas de la demanda de capital y su oferta, un
equilibrio entre el ahorro y la inversión. Consecuentemente, la política adoptada
para incentivar el préstamo y la inversión fue la reducción de los tipos de interés.
Sin embargo, dado el sentimiento de inseguridad generado por la reciente gran
crisis, los bancos mantuvieron cautela en el otorgamiento de préstamos y los
posibles prestatarios no acudieron para invertir porque los precios eran demasiado bajos.
Para Keynes, el fracaso de medidas como ésta revelaba una asimetría fundamental de la política monetaria y bancaria. Era posible para el Estado disminuir
el volumen de préstamos bancarios mediante la aplicación de una política austera con aumento de los tipos de interés por parte del Banco Central, restringiendo
y aun reduciendo de este modo la oferta monetaria. Pero, a la inversa, el Estado
no podía asegurar el aumento del volumen de préstamos mediante la reducción
de los tipos de interés y la facilidad del crédito. Esta constatación se popularizo en
economía a través de una metáfora que indicaba que era posible tirar de una
cuerda pero no empujarla en dirección contraria. En el marco de un gran exceso
de capacidad productiva y la ausencia de un beneficio aceptable, podía lograrse
incluso el efecto inverso reforzando el ahorro sin inversión, ya que los agentes
económicos no tenían por qué renunciar a las diversas ventajas de poseer dinero
en efectivo a cambio de un beneficio prácticamente simbólico.
Dado que no se podía asegurar el aumento de la demanda mediante la
reducción de los tipos de interés, Keynes entendió que la herramienta de la que
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efectivamente podía hacerse uso para este fin era el incremento del gasto público. La justificación de una medida como ésta, que contradecía abiertamente la
lógica del pensamiento económico dominante, requería la construcción de un
aparato teórico diferente capaz de dar cuenta de los nuevos procesos económicos que estaban a la vista.
El novedoso modelo propuesto por Keynes establecía un cambio sustancial
en el foco de la problemática económica. Los economistas se habían ocupado
hasta entonces de la microeconomía del mercado, del ajuste de los salarios y de
los costes de los precios, y viceversa. Con Keynes se habría paso el enfoque
macroeconómico que consideraba el flujo general de poder adquisitivo en el sistema considerado en su conjunto. La demanda total o gasto nacional era una
medida que resultaba de la suma total del gasto privado en consumo, el gasto
privado en inversión y el gasto público.
A partir de este enfoque macroeconómico, Keynes pudo explicar el equilibrio
que se producía en una situación de subempleo. Cuando aumentaban la producción, el empleo y los ingresos, decrecía la propensión marginal al consumo, es
decir, el consumo obtenido de los aumentos adicionales del ingreso era proporcionalmente menor.8 Y, en realidad, no había ninguna seguridad de que, como
creían los economistas neoclásicos, con el descenso de los tipos de interés tales
ahorros fueran a ser invertidos. Por diversas razones, entre las que ocuparía un
lugar central la incertidumbre generalizada, podía predominar la preferencia por
la liquidez, es decir, por la retención de dinero líquido que no era consumido ni
reinvertido. Así, tendría lugar una reducción de la demanda total, y con ella, un
descenso del producto y del empleo.
La reducción continuaría hasta que se disminuyeran los ahorros al nivel apropiado. Lo mismo que en la concepción clásica, el ahorro y la inversión tendían a
8
El análisis keynesiano evidenciaba, además del problema social, un aspecto puramente
económico del problema de la distribución: la propensión al ahorro era mayor para las rentas
personales altas que para las rentas personales bajas y las rentas no distribuidas, aquellas que
permanecen en el interior de las empresas, eran enteramente sustraídas al consumo.
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igualarse, pero mientras que para éstos eran las variaciones del tipo de interés
las que llevaban a la igualdad entre ahorro e inversión, en el modelo keynesiano
eran las variaciones de la renta las inducían esta igualdad. Ahorro y consumo ya
no se igualarían necesariamente, ni siquiera normalmente, en los niveles correspondientes al pleno empleo. Para igualar los ahorros a las inversiones, y para
asegurar que los primeros fueran gastados, podía resultar necesario reducir los
ingresos y forzar una reducción del gasto. De modo que la situación de equilibrio
en la economía no aseguraba el pleno empleo obligatoriamente, sino que podía
asumir distintos grados de desocupación, inclusive en severas proporciones. Y,
en una situación como ésta, un descenso de los salarios, tendencia que según el
modelo neoclásico traería nuevamente el pleno empleo, podía tener el efecto
contrario, dado que sus consecuencias inmediatas podían ser las de reducir aún
más la demanda total, y con ello conducir a un equilibrio en un nivel inferior de
producción y empleo.
La salida más efectiva era para Keynes el déficit y el gasto público. Si el
Estado tomaba prestados los fondos no gastados o, más exactamente, su equivalente y los gastaba, se creaba una demanda adicional que aumentaba el gasto
nacional. Desde luego, la eficacia de esta medida requería que existieran factores productivos disponibles sin utilizar, de modo que la oferta de los diversos
bienes pudiera ser adecuada a la demanda adicional que de ellos se ejercería. En
caso contrario, el proceso tendría lugar no en términos reales, sino en términos
monetarios; es decir, estaría constituido por los aumentos de precios tanto como
por los aumentos de producción. Desde un punto estrictamente económico, en
qué se gastara era completamente irrelevante en relación con el objetivo de crear
una demanda adicional.
El sistema de Keynes ofrecía también una política equivalente para los buenos tiempos. En este caso, las recomendaciones eran las opuestas: cuando subieran los ingresos fiscales y disminuyeran las necesidades sociales, debía reducirse el déficit. Si para la depresión había un remedio fiscal, cuando la economía
gozara de buena salud había que hacer lo contrario.
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Fuera de los Estados Unidos, donde la adhesión al modelo neoclásico era
muy fuerte, en países como Alemania y Suecia, la efectiva intervención del Estado con políticas de gasto público resultaron efectivas salidas de la depresión.
Pero una política económica pragmática como ésta no se fundaba en ningún
modelo teórico alternativo al neoclásico. El pensamiento de Keynes vino a llenar
este vacío en la teoría.
Para otros países del mundo industrial, el equilibrio de subempleo se rompería decisivamente con la llegada de la guerra y con el consiguiente gasto masivo por parte de los gobiernos. Para Estados Unidos y Gran Bretaña, así como
para Canadá y los demás países del Commonwealth, la guerra significó una expansión en la utilización de las fábricas y el empleo. Paradójicamente, podría
pensarse que para los Aliados occidentales, la reserva de trabajadores desempleados y de recursos no utilizados creada por la depresión demostró ser una de las
principales fuentes de su poder durante la guerra.
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EL IMPACTO DE LA GLOBALIZACIÓN EN EL
ESPACIO URBANO DE LA COLONIA AZTECA Y
EL FRACCIONAMIENTO EL DORADO EN LA
CIUDAD DE MAZATLÁN SINALOA, MÉXICO
LEONOR VELARDE PÁEZ
Tesis de maestría
Universidad Autónoma de Sinaloa, México
Año 2008
Director: Dr. Horacio Roldán López
Esta investigación se orientó al análisis del impacto de la
globalización en dos espacios urbanos localizados en la ciudad de Mazatlán, localizada en el Estado de Sinaloa en México. La unidades de análisis espacial fueron La colonia Azteca
y el Fraccionamiento El Dorado, se trata de dos área urbanas
cuyas características reflejan la dualidad de la ciudad y representan un nuevo modelo de ciudades en América Latina, donde por un lado se manifiesta el desarrollo inmobiliario con lujos y comodidad, con servicios públicos de calidad y por el
otro, se localizan las zonas marginadas, los cinturones de pobreza y miseria. Para ello ha sido importante partir de la definición de globalización, entendida como un proceso que influye
en la reconfiguración del espacio urbano, manifestándose en
la fragmentación socio espacial. Asimismo, se analizaron los
tipos de espacio; estableciendo aquellos en que el ser humano despliega sus actividades y que en gran medida han sido
modificados por el fenómeno globalizador; aquí se puso énfasis en aquellos indicadores que justifican el desarrollo inmobiliario y que a su vez genera, la exclusión social. Finalmente,
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mediante un cuadro comparativo se expone las características relacionadas con
la infraestructura y servicios de ambos centros urbanos, buscando mostrar la
dualidad de la ciudad, bifurcando lo global con lo local.
En el primer capítulo nos ocupamos del concepto globalización. Lo definimos como un suceso del mundo moderno que a través de internet ha penetrado
en todos los rincones del mundo, de manera que la información se desplaza de
manera casi instantánea y lo que ocurre en un país influye en otros. No hay fronteras comerciales, sino una apertura al libre comercio y Mazatlán no ha sido la
excepción en estas vicisitudes; por tanto, es primordial iniciar este estudio a partir
de este concepto, en virtud que tal transición afecto al tiempo y espacio, por lo
tanto en la transformación del espacio urbano. Así también, la globalización penetra el tejido societal, trastocando al individuo en todas las actividades que desarrolla, lo que genera, en primer lugar, una transculturación y la combinación de
culturas distintas en una misma localidad y por consecuencia una pérdida de
tradiciones, costumbres e identidad; en segundo lugar ocasiona una cultura hedonista y consumista, donde lo más importante es el consumo exacerbado de
bienes y artículos, con el predominio de lo superfluo y lo instantáneo.
A partir de estas perturbaciones originadas por la globalización se da en la
ciudad una reconfiguración del espacio urbano y se produce un nuevo modelo de
ciudades, las llamadas ciudades duales, concepto acuñado a Manuel Castells,
expresión que refiere las ciudades donde hay zonas de desarrollo y progreso,
atribuyéndoles características de las ciudades globales, y la ciudad residual, que
representa el gran número de zonas de exclusión social, en ellas se encuentran
los cinturones de pobreza y miseria. Son los espacios marginados de la bonanza
de la globalización. Asimismo, en el marco de estas transformaciones surgen los
barrios amurallados, en los que viven las personas de clase alta, separadas de
las zonas residuales, a manera de protección ante el estigma de que se trata de
zonas peligrosas, habitadas por los parias de la sociedad.
Los cambios planetarios, por consecuencia de la globalización, influyen en
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los espacios de reproducción del ser humano, pese a que el concepto espacio es
multidimensional y que por su naturaleza puede verse desde las más pequeñas
dimensiones, hasta las categorías infinitas, como es el espacio donde coexiste la
humanidad, esa gran masa formada por materia y donde la materia es la que le
otorga forma; desde esta perspectiva, Aristóteles concebía el espacio. El segundo apartado, por lo tanto, comprende una descripción de esta variable.
El espacio se convierte en una variable importante de estudio, considerando
que el espacio es moldeado por la intervención del ser humano y pasa a ser una
creación del hombre, quien determina cada uno de los elementos que lo forman.
El significado de espacio es diferente para cada ente que lo integra y, en ese
sentido, la simbología que cada uno le atribuye es en función de sus actividades.
Desde esta lógica, el espacio puede definirse caleidoscópicamente, surgen así
sus distintos tipos de espacio que se distinguen unos de otros y es en ellos donde
el ser humano reproduce todas sus actividades, por lo tanto es concebido desde
sus diversos alcances: espacio público, espacio privado, espacio transitable, espacio cultural, espacio político, espacio estatal, espacio social, espacio comercial
formal e informal, espacio industrial artesanal, espacio líquido y espacio urbano.
El tercer capítulo comprende el trabajo de campo, partiendo de una explicación sobre las transformaciones en el puerto de Mazatlán, el cual cuenta con un
muelle de alto calado y es destino turístico de altura, asimismo sesgado por el
reordenamiento del espacio urbano, influido de manera significativa por el proceso de globalización y que ha insertado a la ciudad en el flujo internacional de
información, acorde a los avances de la tecnología de punta. Esas dimensiones
le dan características de una ciudad global, de tal forma que en esta misma área
geográfica coexisten las dos economías: una economía local o regional y una
global. La ciudad residual y la ciudad global conforman parte del espacio urbano
en Mazatlán. Son economías contrastantes, que responden al modelo de las ciudades duales.
La ciudad alberga gran desarrollo inmobiliario compuesto por hoteles, condominios y fraccionamientos, además de una marina a la que llegan turistas de
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talla internacional en sus lujosos yates. Esa infraestructura es afín a la nueva
época de la globalización. Se cuenta con un equipamiento compuesto por hospitales privados, instituciones educativas privadas, tintorerías, centros comerciales, restaurantes y casino. Asimismo, con una red vial que vincula a la ciudad de
norte a sur y de oriente a poniente, además de sus recursos naturales, como lo
es: el mar y sus playas, un malecón con una extensión de 21 kilómetros y el faro
más alto del mundo, son atributos que gracias a su ubicación geográfica, convierten a la ciudad en destino turístico internacional y lugar atractivo para grandes
inversiones.
La ciudad y puerto de Mazatlán se localiza en la costa noroeste occidental
de México, con clima cálido seco y tropical. Está situada a dos metros y cincuenta
centímetros sobre el nivel medio del mar. Topográficamente, el territorio de la
ciudad es en general plano y está protegido al sur por la Sierra Madre Occidental.
Su extensión territorial es de poco más de cinco mil kilómetros del trópico de
cáncer, colinda al norte con el municipio de San Ignacio y con el Estado de Durango,
al Sur con el municipio de Rosario y Océano Pacífico; al este limita con el municipio de Concordia y al poniente con el litoral del Océano Pacífico.
La sociedad mazatleca centra su conducta en patrones impuestos por la
modernidad, caracterizada por buscar el placer como fin último. Por tanto, predomina una cultura hedonista y de consumo, el gusto por la compra compulsiva de
artículos y servicios como manera de satisfacer sus deseos. En la ciudad hay una
gran plaza que expende marcas extranjeras de ropa y accesorios, de igual manera aloja espacios recreativos que exacerban el consumismo.
Mazatlán forma un tejido de relaciones diplomáticas, a través de los consulados localizados en la ciudad: consulado de E.U., consulado de Francia, consulado de Canadá, consulado de Dinamarca, consulado de Holanda, consulado de
Guatemala y consulado de Alemania; asimismo sostiene contactos comerciales,
políticos y sociales. Establece vínculos comerciales de nivel internacional mediante el sistema mundial dividido en tres grandes bloques; Estados Unidos –con
el Tratado de Libre Comercio–, la Unión Europea y el bloque asiático; lo hace con
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sus relaciones diplomáticas y consulares y con las agencias aduanales encargadas de administrar legalmente las exportaciones e importaciones que sostiene
con el resto de los países.
Otra de las peculiaridades de las ciudades vinculadas a lo global es el lastre
de la ciudad residual, donde se hallan las colonias populares, lugares de residencia de la mano de obra industrial y de servicios, afectada por las malas condiciones de vivienda y el escaso acceso a servicios básicos en general y una
precarización del ingreso, que en estas condiciones generan una enorme diversidad de problemas sociales: la delincuencia, el crimen organizado, el narcomenudeo, la prostitución y la pornografía infantil, entre otros. Se trata de problemas
urbanos que son el producto de la ciudad residual, estigma que encasilla y pone
límites entre los que son parte del desarrollo moderno, los incluidos, y quienes
están excluidos de ella, pero que aparecen como parte importante en el crecimiento y progreso de la ciudad, ya que la hacen posible con la contribución de su
fuerza laboral, por medio de los servicios que prestan como camaristas, albañiles, cocineros, recepcionistas o empleados, etcétera.
Dando continuidad al trabajo de campo y como último apartado de este esbozo de investigación, se realizó un estudio comparativo, considerando como
referentes dos espacios físicos, contrastantes, con el objeto de confrontar las
teorías y datos indagados y plasmados en este trabajo. Para ello se consideró la
colonia Azteca, que forma parte de las áreas periféricas de la ciudad y de los
cinturones de pobreza y, en contraparte, se estudió el fraccionamiento El Dorado,
localizado en la zona exclusiva de la localidad, en la parte turística, donde despunta el auge y el progreso, es decir, la parte global de Mazatlán.
Al seguir la lógica del urbanismo y en función del análisis comparativo entre
los dos franjas, según sus características socio espaciales, es notorio el desarrollo desigual en un mismo espacio urbano, mientras en la primera cara de estudio
los costos sociales de la modernidad se reflejan en el elevado costo social y en
considerables atrasos estructurales en infraestructura y en equipamiento colectivos de consumo, la otra expresa la concentración de capitales y un derroche
masivo de recursos.
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La inequidad en el desarrollo urbano produce segregación socio espacial y
se manifiesta en la medida en que la planeación y crecimiento de la ciudad se
confiere en función de los grupos privilegiados, desdeña y confina a la exclusión
social a la clase trabajadora, que vive en la pobreza, sin prerrogativas a vivir en
una sociedad de pares y con mejores oportunidades, situación que figura en los
dos segmentos de estudio. Ambos espacios son contrastantes. Mientras en la
colonia Azteca viven en la penuria, sin servicios públicos, sin acceso a la cultura y
medios de comunicación coherentes con el desarrollo tecnológico, en el fraccionamiento El Dorado hay un auge de servicios públicos, acceso a la cultura, a
medios de información y comunicación, como Internet, además de vivir en un
ambiente de comodidad y de lujos.
A modo de conclusión se parte que estos resultados con el reflejo, en gran
medida, de las nuevas ciudades que surgen en la modernidad, fenómeno aplicado en América Latina a partir de la globalización. En este sentido se ha evidenciado que el crecimiento y planeación de las ciudades –tarea del urbanismo– se da
en función de las personas dueñas de capitales excesivos, en tanto desdeñan de
esa bonanza a los grupos que viven en la marginación y exclusión social. Bajo
esta lógica, surgen comentarios acerca de la globalización, unos a favor y otros
en contra, aludiendo que el fenómeno globalizador, consecuencia del modelo
neoliberal, ha penetrado en cada célula de la sociedad con el discurso inicial que
sería la panacea a los grandes males societales y arribaría a una civilización más
justa y equitativa. No obstante, ese discurso significó sólo una falacia porque
semejantes prerrogativas beneficiaron apenas a un grupo muy reducido, dueños
de los grandes capitales, y desdeñó a grandes masas que constituyen la clase
trabajadora empobrecida ampliando la brecha de exclusión social. En este sentido ha sido deshumanizante con las mayorías y con la naturaleza.
Es deshumanizante con la naturaleza en la medida en que solo beneficia la
lógica del mercado, sin importar el consumo exacerbado de bienes y productos,
lo que contribuye al deterioro del planeta, sobre todo porque quienes más contaminan son los grupos privilegiados con mayor capacidad para disipar los servicios y mercancías puestos en el mercado. De manera que los Estados naciona130
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les son serviles a las políticas neoliberales y junto con la economía de mercado
deciden a quiénes favorecen con sus políticas distributivas y a quiénes excluyen
del usufructo que arroja la globalización. Todo este contexto de desamparo para
los grupos que viven en desventaja origina una fragmentación del espacio urbano.
La fragmentación del espacio urbano se observa en la dualidad de la ciudad,
en que hay franjas globales que denotan progreso, desarrollo inmobiliario y el uso
de las tecnologías de punta. Ellos cuentan con lo más reciente de la modernidad
y con un fácil acceso a la comunicación e información. Pero ante este matiz existe
lo opuesto: las zonas de exclusión y marginalidad. Esta gama es ocupada por los
sujetos que han sido despojados de una vida digna. Este segmento de la población vive con deficiencias en los servicios públicos indispensables para cubrir sus
necesidades básicas, no tienen expectativas a una educación de calidad, mucho
menos a la cultura y, por tanto, viven bajo un imaginario que los perpetúa a vivir
confinados en esas condiciones de miseria.
Este orden de marginación y exclusión se reproduce por las políticas sociales ejecutadas por el Estado servil al neoliberalismo mediante los organismos
internacionales, los cuales delinean las especificidades de esas políticas, que
llegan a la ciudadanía, pero atenuadas ante la severa problemática; no logran
resolver los problemas estructurales que afectan a la sociedad en su conjunto.
Esta dualidad del espacio urbano, donde convive lo local con lo global, recrudece
la segregación residencial, clasificando a las personas de primera, segunda y
tercera categorías, entre aquellos que se mantienen en situación privilegiada y
quienes se hallan en total detrimento, que son los grupos vulnerables que viven
en la pobreza.
Bajo esta mirada se perfila Mazatlán, puerto y destino turístico que merece
importancia por las actividades que desarrolla, y por la contribución económica al
país por medio de sus dos grandes ramas: la pesca y el turismo. Ciertamente que
estas virtudes lo acreditan como una de las regiones más relevantes del Estado y
uno de los puertos más visitados por nacionales y extranjeros, pero no se puede
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soslayar la influencia de la globalización ejercida sobre este espacio urbano.
Finalmente, agregamos que la participación de la ciudadanía en las políticas
sociales es el eje central para diversificar sus fuentes, que hasta el momento sólo
han sido enfocadas a atender problemas específicos y que no han resuelto los
problemas de raíz. Hoy día, el Estado pretende desligarse de las necesidades de
los ciudadanos y dejar la responsabilidad en manos del tercer sector, constituido
por las organizaciones de la sociedad civil, en un marco jurídico que comprende
las Asociaciones civiles (AC), las Instituciones de Asistencia Privada (IAP) y las
Instituciones de Beneficiencia Privada. De ahí que es importante la articulación
social de los sujetos, en función de que el individuo vive en relación con el otro y
es determinante establecer alianzas con los otros para impulsar políticas sociales
que verdaderamente coadyuven a resolver las necesidades reales de la sociedad; en virtud de ello, la participación debe ser incluyente, plural, considerando a
todos los actores, sin etiquetas de liderazgo, debe construirse un frente horizontal
donde todos los participantes sean protagónicos de la lucha social, siendo el mejor
escenario las calles y los espacios públicos.
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PERCEPCIONES ESTÉTICAS ARQUITECTURALES COMO
UNA ESTÉTICA DE DIFERENCIA DE CULTURA
Architectural-aesthetic perception as an aesthetic of
cultural difference
KATHARINA LEHMANN
[email protected]
Universidad de Luneburgo / Alemania
Institut für Stadt- und Kulturraumforschung
(Instituto para la investigación de la ciudad y espacio cultural)
El presente trabajo abordó la problemática instalada en primer lugar analizando la estructura de las percepciones humanas, para luego dejar al descubierto las relaciones existentes entre los hombres y el espacio urbano edificado. Finalmente se completó los resultados teoréticos con apreciaciones de la práctica
estético-productiva.
El objetivo establecido fue, estipular por medio de puntos de vista interdisciplinarios, cómo está formada la estructura de la percepción humana, qué relaciones
e interacciones dominan entre los hombres y el espacio edificado y en que medida se puede admitir un modo de recepción de los diferentes espacios arquitectónicos específicos culturales.
Este trabajo pudo demostrar que las formas de recepción humana se basan
en procesos sensibles y complejos, que posibilitan la aceptación de percepciones
espaciales especificas-culturales. Por su multiplicidad, el espacio edificado urbano influye sobre el ser humano en diferentes aspectos y se muestra como una
estructura provista de significado, interpretándose esta estructura de diferentes
maneras por cada sujeto. No obstante, se le da poca importancia a raíz de los
intereses del lenguaje de las formas, que articula una determinada comprensión
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de lo “moderno”. De esta forma se transfiere la modernidad de las culturas occidentales a otros ámbitos culturales. Sin embrago, quedan reconocidas las formas
propias de lo moderno, adecuadas frente a la cultura, al mismo tiempo que auténticas. Sus consecuencias quedan como desiderata abierta a futuros estudios.
De cada espacio natural y de su colonización por los seres humanos se
desarrolla una relación específica entre el grupo de personas y su medio. Las
posibilidades que ofrecen las realidades naturales de un lugar, llevan a diferentes
formas del aprovechamiento de la tierra y traen aparejados, para los que la habitan, variados significados de los elementos de la naturaleza. Conforme la zona
climática resultan diversos modos de vida y culturas, que determinan a las personan en sus características y modos de apreciación.
De esta relación surge una relación específica hacia el medio ambiente y
muestra que el espacio exterior se vive en forma diferente, que genera diversos
estímulos y que él influye en forma variada en el modo de actuar de las personas.
Los espacios urbanos del hombre son desde un principio naturalmente distintos y han creado a causa de las situaciones mencionadas precedentemente diferentes civilizaciones, las cuales también son diferenciadas y determinadas en la
actualidad por otras sociedades en cuanto a sus características y mentalidades.
Las estructuras edilicias de una cultura pueden observarse como representaciones de una época, mejor dicho como el estado de desarrollo de una civilización. Cada arquitectura observa determinadas tradiciones de construcción, las
cuales nuevamente nos dejan entrever las realidades naturales del lugar ó las
condiciones tecnológicas de un periodo de tiempo.
No obstante, en las zonas urbanas de las grandes metrópolis se observa
actualmente una semejanza de los aspectos externos de los espacios vitales;
que a su vez trae aparejado la semejanza global de la forma de vida en las ciudades. Gracias al desarrollo tecnológico e independientemente de su espacio natural, es posible en la actualidad, formar espacios vitales urbanos semejantes en
todas partes. La arquitectura de las áreas de negocios y lugares de esparcimiento
de las grandes metrópolis, o las totalmente nuevas ciudades erigidas, como por
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ejemplo las que se pueden encontrar en la actualidad en China, no pueden identificarse a una determinada región basándose sólo en su aspecto exterior, lo que
hace este desarrollo más visible.
A diferencia de su origen, la arquitectura aparece aquí como portadora de
determinadas funciones o expresiones conciliadas al mundo exterior. Este desarrollo se hace particularmente visible en las nuevas zonas urbanas de una ciudad de
varios millones de habitantes de los países asiáticos, a consecuencia de las extensas construcciones de acero y vidrio, que expresan los conceptos de interpretación
específica de modernidad. Sin embargo, las estructuras edilicias semejantes se
presentan desde hace siglos, a través de su espacio natural así como de presentaciones inmateriales en las sociedades culturales creadas heterogéneamente.
El interés principal de este trabajo yace justamente en dilucidar si existen
diferencias culturales específicas en la forma de percepción de los espacios urbanos homogéneos a causa de las improntas tradicionales mencionadas anteriormente y qué efectos causan en las personas que los habitan. Por un lado nos
plantemos cómo está concebido el modo de percepción de las personas considerando el espacio edificado circundante y por otro lado nos preguntamos cómo
actúa la arquitectura sobre las personas. Otro objetivo del trabajo se pretendió
estudiar la arquitectura europea en regiones culturalmente ajenas, en virtud de
las migraciones actuales y pasadas, y en qué medida se parte en la práctica de
una especificidad cultural de las percepciones del espacio. A continuación se resumirán las diversas perspectivas del trabajo y se presentará una explicación
considerando la aceptación de percepción urbana específica cultural.
De las consideraciones de la fisiología de las percepciones se infiere que la
percepción humana es un complejo proceso de captación de información que
precede las decisiones de los actos. La percepción está impregnada de experiencias previas y presenta una condición esencial del desarrollo humano.
Asimismo la fisiología de la percepción demuestra que las percepciones
sensoriales siempre preceden a las percepciones cognitivas: estímulos primarios, percibidos con los sentidos que son procesados en la estructura del cerebro
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para un conocimiento racional. Conforme la perspectiva fisiológica pura se infiere
que la percepción siempre está impregnada especifica - culturalmente, ya que las
experiencias anteriores se encuentran relaciones con la socialización de la persona. La perspectiva fisiológica también demuestra que la contribución sensorial
de percepción es una contribución del reconocimiento, dado que el estímulo sensorial percibido representa el comienzo de cualquier proceso de percepción y es
finalmente la base de todo reconocimiento y comportamiento.
Desde la perspectiva del modo de observación estético cabe preguntarnos
por la facultad de explicación de la contribución sensorial de la percepción. Desde
épocas de Platón y Aristóteles el desarrollo de la estética se ocupa de esta problemática y explica en su transcurso histórico, actual y moderno que las percepciones, es decir el reconocimiento, desde el comienzo de su discurso apunta a una
supremacía a favor de la apreciación racional. Incluso en la estética moderna se
aprecia la sensibilidad de las percepciones como un complemento de la comprensión lógica y subordinado a la razón. Esta desigualdad a favor de la razón es
una característica particular de la estética en la cultura occidental y subraya la
orientación de la comprensión racional fundamental de los espacios culturales
occidentales. Para la hipótesis de una percepción específica cultural de lo espacios edificados urbanos, la cual requerirá una organización cultural de los mismos, es particularmente significativo la relevancia de la sensibilidad de las percepciones, dado que las estructuras emocionales de los humanos presentan fuertes diferencias culturales como formas de pensamiento racional. Esto se ejemplifica, por ejemplo, en las diferencias de mentalidad. Sin embargo, la tendencia
hacia una racionalidad impide la visibilidad de esta diferencia. Si llegase a darse
mayor significado a la sensibilidad de las estructuras cognitivas del humano, obtendría la forma de percepción específica cultural una marcada explosividad, ya
que la relevancia de la susceptibilidad emocional podría encontrar entonces como
aspecto más importante, por ejemplo, entrada en la planificación urbana. Como
la estética cultural comparada demuestra; la importancia de la racionalidad es
uno de los conceptos más difundidos en la estética europea, y no tiene ningún
tipo de reflejo en los conceptos asiáticos de estética. En clara contraposición a la
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estética europea, las doctrinas asiáticas de lo estético reflejan que el modo de
percepción en las culturas asiáticas no prevé una división entre razón y sensibilidad. Contrariamente al contexto europeo, el fin perseguido en el aspecto no es el
interés cognitivo racional, sino la armonía entre el hombre y la naturaleza. El pensamiento conceptual original del espacio incluía esta observación y exigía una
armonía de elementos, para influir positivamente sobre los hombres.
No obstante, si nos posicionamos en el oeste estas ideas quedan truncas,
abandonadas, ya que predomina una creencia sobre ésta, los principios occidentales organizativos representan modernidad y ésta es una situación anhelada por
muchas sociedades asiáticas.
Queda casi sin analizar que aunque la tecnología occidental sea moderna,
sólo sus aplicaciones persiguen el principio de eficiencia económica pura, lo que
deja en franca desventaja a las tradiciones asiáticas, en las cuales las personas
viven en armonía con su medio ambiente.
La arquitectura occidental de lo moderno responde al estado de desarrollo
de su espacio original y no se adecua en forma indiferenciada con otras regiones
o sus culturas y sus grados de desarrollo. En la medida, en que la arquitectura
sea transferida aun en forma invariada de su espacio original a otro espacio cultural, estará presente sólo como símbolo para un determinado sector económico
avanzado/progresista. Se confronta aquí al sujeto con un “aspecto moderno” apenas ajustado a su cultura local, que según el concepto de apariencia de Seel
solamente aparecerá como verdadero al momento de su contemplación. Sin
embargo, ese aspecto moderno no describe ninguna relación de realidad auténtica, ya que su expresión en relación con por ejemplo la orientación china en
occidente no tubo cabida. Los objetivos de las doctrinas budistas y confucionistas,
que pretenden liberarse del mundo exterior y buscan la armonía hacia el interior,
parecieran en consecuencia, no encontrarse actualmente en conexión con las
medidas planificadas de las numerosas organizaciones urbanas en los países
asiáticos, Los conceptos estéticos tradicionales de las culturas asiáticas contienen sin embargo elementos, que demuestran el carácter ejemplificativo con relación al vertiginoso desarrollo económico. Además las formas y conceptos asiáti137
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cos de lo estético disponen de una gran paleta de formas, cuyos elementos y
principios encuentran utilización en el desarrollo de una auténtica cultura de construcción y pueden contribuir al lenguaje cultural de las formas.
Las apreciaciones psicológicas de la arquitectura pueden demostrar que
existe una relación clara entre las estructuras materiales y los procesos sociales
que en ellas se encuentran: Las estructuras espaciales actúan sobre el ser humano e influyen en sus acciones. Partiendo de los conocimientos de la biología, la
psicología de la arquitectura demuestra que el espacio al igual que un biotopo,
influye en la forma de actuar de las personas y éstas a su vez tienen efecto sobre
la organización del espacio. Esto se hace más evidente a causa de las relaciones
de desarrollo psicológico de las percepciones, que demuestra que los efectos del
espacio llevan a nuevas creaciones del espacio realizadas por el hombre. De ello
surge un ciclo, que la arquitectura presenta como un instrumento de regulación
social y que demuestra que las percepciones siempre están amarradas al sistema cultural, que condicionan el espacio habitable, En tanto y en cuanto la arquitectura condicione las necesidades espaciales de hábitat del ser humano, ésta
representará un entorno favorable o contraproducente para la actividad del individuo. Esta interacción entre la estructura edificada y el hombre sucederá particularmente por la atribución de determinadas significancias del sujeto frente a las
estructuras edificadas. La atribución de significancia sucede entonces ante el
escenario de la socialización cultural y sugiere con ello el modo de percepción
cultural del espacio. Ante este escenario queda de manifiesto para la organización del espacio edificado urbano, que es necesario para el traspaso de la arquitectura occidental a otros espacios culturales un análisis minucioso de las costumbres de percepción.
Las exigencias de acción o la idea de acción que provocan, que emanan de
la arquitectura deben ajustarse al modo de vida y mentalidad de las correspondientes culturas, para así ofrecer una arquitectura amigable al espacio habitado,
que se ajuste a las necesidades del hombre y que cumpla con el mencionado
equilibrio entre lo interno y lo externo. De no realizarse esta sintonía de los elementos o realizarse en forma acotada se producirá ó un rechazo a esta arquitec138
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tura ó un ajuste al modo de vida y accionar por parte del usuario. En caso de un a
adaptación, debiera analizarse en que medida ésta no produce también una adaptación, es decir un reajuste a la forma de vida de la cultura originaria de las referidas estructuras. Las condiciones de vida cada vez mas parecidas de los espacios exteriores hacen presumir que por ejemplo en los nuevos espacios urbanos
de inclinación occidental de las mega-metrópolis de Asia oriental se profundice
una adaptación a occidente de las formas de vida y finalmente de las mentalidades y características de los que sobre ellas habitan, de quienes frecuentan principalmente los ámbitos de la nueva arquitectura de los negocios, esparcimientos y
viviendas. Ante las observaciones psicológicas y como consecuencia de esta
adaptación y homogenización de la forma de vida es pronosticable el establecimiento de espacios individuales por parte de los individuos conforme sus experiencias internas. Esto puede ocurrir, por ejemplo ante una retirada del mundo
mediático de internet, ya que este permite impresiones propias y específicas del
espacio y cumple con las necesidades del ser humano en cuanto a individualidad.
Aunque ésta no es una consecuencia obligada, por lo menos la búsqueda de
formas e impresión de individualidad única si es predecible, ya que ésta experimenta perjuicios en la modo de vida a ajustarse.
Ante este escenario puede ser favorable que en cada región cultural se construya espacios observando, que éstos mismos espacios no le causen a las personas limitaciones en su entorno.
Para la percepción cultural de la ciudad esto pone en claro que la arquitectura representa el “bastidor” de las personas que viven en ella y que es representada en forma diferente según el modo de vida cultural. Sería interesante investigar
qué cultura y a su vez qué modo de vida relevante para la organización del espacio exterior engendran y como puede esto ser tenido en cuenta en la planificación
y realización de las estructuras urbanas edificadas.
Sin embargo a menudo, al contemplar las nuevas arquitecturas en las metrópolis, por ejemplo la arquitectura de los nuevos grandes aeropuertos, centros
de compras, zonas de negocios y nuevas ciudades de descongestión ya trazadas
se tiene la impresión de no haberse llevado a cabo una planificación cultural y
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mental siguiendo los lineamientos de la psicología arquitectural. El lenguaje claro,
funcional y reducido en formas del mundo arquitectónico se presenta mayormente como portador de expresiones de determinados valores a transmitir, lenguaje
que porta los anhelos de progreso de una modernidad entendida específicamente.
Los desarrollos arquitectónicos actuales en las ciudades a menudo actúan en
forma clara y objetiva y corporizan lo moderno racionalista de las sociedades de
información. Esto caracteriza una clara des-materialización del mundo material y
muestra una acumulación de actividades espirituales en las zonas urbanas mencionadas. Los aspectos perceptibles emocionales experimentan por consiguiente un abandono en la organización del espacio. Esto nos posibilita organizar la
arquitectura también desde este punto de vista y por ejemplo crear una atmósfera
más confortable en el planeamiento.
En el plano social se observa que este fenómeno del espacio urbano trae un
tipo particular de sociedad y persona. Esto se puede adjudicar al hecho de que
las estructuras urbanas están sujetas a una transformación constante. Asimismo,
el crecimiento en las aglomeraciones de las grandes ciudades, ocasionan un
lenguaje de las formas del espacio exterior mas comercializado, que presenta un
fuerte bastidor de sensaciones ante el sujeto perceptivo y determina la distancia
al espacio exterior. Con respecto al planeamiento urbano habría aquí que analizar en relación a la especificidad cultural de la percepción, si una merma de las
sensaciones de satisfacción de la superficie habitable y del espacio vital no sería
necesaria. Sería particularmente interesante un análisis cultural en este contexto,
ya que ante las observaciones fisiológicas y psicológicas arquitecturales se desprende que la transformación sensorial produce por sus características culturales
diferentes formas de vivir el espacio.
Las manifestaciones sociológicas dejan asimismo reconocer que una de las
propiedades fundamentales de los espacios urbanos es su impronta racional.
Esto se origina por la concentración de actividad sensorial en los espacios urbanos. Con motivo de la des-materialización de los medios arquitectónicos a causa
del desarrollo tecnológico así como por los aspectos antes mencionados se origina en las ciudades un cúmulo de meseta ideológica y genera un desequilibrio en
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desmedro del movimiento físico y vivencias emocionales.
La impronta urbana debe incluir por ello una concepción sensorial en las
estructuras arquitectónicas. Esto puede lograrse por ejemplo por estructuras que
abordan la percepción de cerca. Eventualmente serian provechosas las estructuras de espacios pequeños, que exigen una comunicación directa y llevan consecuentemente al modo de vida al plano del espacio real. Ellas pueden detener la
retirada de espacios mediales y contribuir a una desvirtualización es decir a una
des-medialización del modo de vida.
Sin embargo, para el pensamiento intelectual de la sociedad de información
parece esta pretensión difícil de ejecutar. Otro aspecto que dio a conocer el análisis perceptivo urbano es la teoría de que la arquitectura se presenta como portador de símbolos y cada una de sus manifestaciones se transfiere al comportamiento del usuario.
El principio teórico del dibujo puede demostrar que la arquitectura se deja
entender como un proceso filológico, que está compuesto por manifestación e
interpretación. Apreciable en este simple ejemplo: una sala de gran amplitud con
sogas antiguas genera otra sensación y comportamiento que por ejemplo una
nave de producción abandonada en un distrito industrial. Esto significa que un
habitante, por ejemplo de un suburbio está sujeto a otras influencias a causa del
aspecto exterior de su espacio que el habitante de un edificio de departamentos y
por lo tanto desarrolla una determinada práctica de acción. Gracias al carácter de
portador de símbolos de la arquitectura, ésta provoca diversos comportamientos
en las personas, dependiendo de su origen cultural y socialización. Asimismo
este aspecto trae aparejado una interpretación cultural de la arquitectura y exige
su observación en la planificación.
Tal como planteó Dovey1 el diálogo entre la arquitectura y la sociedad aun
1
Architecture will not progress by getting better and better at the spatial reproduction of the
habitus (...). The illusion of ‘changing the world’ is maintained through the production of evernew imagery while the reproduction of social practice continues unchallenged. (...). Yet
engagement with questions of the public interest need not to lead to comfortable consensus at
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está en muchos lugares vagamente expresado. Las construcciones pueden ser
asociadas a determinados lugares y generar así características lugareñas2. Para
ejercer una unión del individuo con el lugar y crear conciencia cultural local, es
importante que la arquitectura posibilite una identificación con el usuario. Por ello
se debiera crear un fuerte encadenamiento de la planificación arquitectónica y
edificaciones urbanas de modo que el espacio habitable de la persona se corresponda con sus necesidades estimulantes de desarrollo. El mundo exterior debería estar menos formado por tecnologías des-materializadoras y reducciones generales de materialidades, y mucho más favorecido con el fin de una percepción
sensorial.
No obstante, se ha demostrado en el plano de la estética de producción que
con los pensamientos de lo moderno así como particularmente por la teoría del
“Bauhaus” la arquitectura pierde peso y tambalea con el lenguaje de formas en
filigrana, vale decir con los correspondientes materiales. Aquí la arquitectura se
entiende como artista y establece un trato escultural con sus trabajos. Éstos son
recepcionados en la actualidad con una fuerte actividad medial. En la Arquitectura posmoderna de por ejemplo Herzog y de Meuron o Zaha Hadid se exaltó la
pérdida de sentido de corporalidad y pesadez de la arquitectura. Parece haberse
perdido de visto la relación directa existente entre la construcción y el hombre.
Esto nos hace reflexionar en qué medida la adición de estos elementos de construcción pueden generar la estructura “civil” de la “ciudad”, como conceptos arquitectónicos de la actualidad.
La ciudad posmoderna tomó con su aspecto arquitectónico muy poca consideración de esto. Ella persigue con su forma de Megacity ampliamente difundida
all. Real communities are shot through with differences of identity, ethnicity, age, class and
gender. A socially engaged architecture entails the deconstructive and reconstructive tasks of
exposing and giving voice to real public interests; unpacking and reconstructing the habitus.”
Dovey, K.: “The Silent Complicity of Architecture”. In: Hillier, J. und Rooksby, E.: Habitus. A
Sense of Place. Aldershot 2004.
2
Este es a menudo el caso en la arquitectura ligada a espacios naturales. Así por ejemplo una
determinada forma de construcción nos recuerda un determinado lugar.
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pero siempre igual, articulada por ciudades satélites y de descongestionamiento
y semejante a una Metrópolis” multi-central, que presupone una red de ordenamiento espacial, orientada económicamente pero con muy pocas relaciones sociales. Mientras el espacio urbano fue concebido alguna vez como unidad geográfica, económica, política y social, se presentan las ciudades de millones de
habitantes de la actualidad como conglomerados difíciles de delimitar. Queda por
descifrar donde confluye este límite de una globalidad localizada y una localización globalizada. La disponibilidad de locales en cualquier lugar trae al proceso
de desarrollo soluciones globales de los límites, y lleva a un entendimiento espacial diferente y comparativo en la sociedad3.
Esta homogenización del espacio se puede representar de la siguiente manera:
Fig. 40: La homogenización del espacio arquitectónico4.
Orientación al
occidente - progreso
Poca valorización de la
cultura propia
Escaso interés en
elementos históricos
Homogenización
del espacio
arquitectónico
Poco análisis de la
propia cultura
Poca inclusión
del usuario
Alta velocidad de
construcción
3
Comp. del aspecto de la solución global de los límites: Chambers, I.: Border Dialogues: Journeys
in Postmadernity. London/ New Cork 1990. Particularmente pág. 47.
4
Fuente: representación propia.
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Un medio ambiente estandarizado arquitectónicamente pierde importancia
como lugar de vida real y suscita la búsqueda de nuevos espacios y otras formas
de vivencias. Éstos pueden ser encontrados de manera fácil en los espacios
mediales de internet, dado que los mismos, a diferencia de otras formas de individualización5 poco le exigen al sujeto y gracias a su constante disponibilidad son
particularmente atractivos.
A continuación se representan las posibles consecuencias de la homogenización arquitectónica:
5
Nos referimos a las formas de individualización como por ej. actividades espirituales/musicales/
deportivas/etc. del tiempo libre.
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Fig. 41: Las consecuencias de la homogenización arquitectónica
Venta jas del estím u lo gr áfico
virtu al
Virtua lización del m odo de vida
Realid ad de
la vida me dial
Cam bio del mo do d e vida en la
realidad de la pa nta lla
Construcción m odificad a
de la realidad
Reducción de la variable
estím ulo
Efecto s d e
la hom ogenización
arquitectónica
Perdida de la identida d
del lu gar
Hom ogenización
de la
socied ad
Pérdida del sig nificado
de la arquitectura
Realid ad de
la vida física
Perdida de u nión
al entorno físico
Descono cimiento del
mu ndo exterior
Pérdida de la cultu ra
arquitectónic a
Fuente: representación propia.
La pérdida de diversidad urbana y la construcción de una característica propia
no se pueden volver a alcanzar por la simple exigencia de riqueza en las formas y
variedad constructiva. Al respecto Blum ejemplifica: “What makes the city appealing
is not simply variation but it`s capacity to enforce a discipline upon its heterogeneity
in a manner that that will guarantee productivity in ways that will lead to works and
accomplishments that promise to distinguish the city from all others.”6 Con esta
6
Blum, A. (2003): The Imaginative Structure of the City. Montreal, pág. 98.
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afirmación queda claro que el logro de alcanzar un desarrollo propio de la ciudad
no es independiente de los componentes del tiempo. De ese modo se propicia
una atmósfera urbana particular, que toma las cualidades temporales de su historia, las refleja y desarrolla un aspecto variado de carácter propio. También las
actividades vitales son de particular importancia, ya que éstas crean estructuras
variadas y heterogéneas en el espacio exterior, las cuales tal como señala Blum,
se transforman en la característica de la ciudad, porque proporcionan un funcionamiento eficiente de la ciudad.
Una medida que puede fomentar la especificidad cultural de la arquitectura,
podría ser una mezcla nacional de arquitectos y proyectistas de estudios de arquitectura no chinos pero con asiento en China, como ya lo puso en práctica el
estudio de arquitectura Fink y Jocher. Al momento de una construcción local de
espacios externos es indispensable también un análisis de las formas de comunicación, usos y valores arquitectónicos, tradiciones y costumbre de la cultura extranjera. De esta manera se vinculan estrechamente innovaciones arquitectónicas y tradiciones específicas del país. Asimismo se podría obtener el establecimiento de una forma de conservación de los monumentos, fomentar la cultura de
la construcción y apoyar la arquitectura de una región conforme su modo de percepción cultural.
En virtud de las dificultades de comunicación e irritabilidades, que se suscitan cuando los arquitectos chinos se confrontan con las propuestas de los arquitectos alemanes queda demostrado que por un lado existe una recepción específica cultural de las estructuras arquitectónicas y por el otro que la inclusión de
elementos culturales locales no se encuentra como prioridad de interés. Había
que repreguntarse en qué medida el pensamiento gráfico dominante entre los
arquitectos chinos puesto a discusión por los encuestados, es un principio esencial desarrollado culturalmente de su modo de pensar y/o actuar, ó si éste corresponde simplemente al interés de imitar la cultura occidental.
La cultura china posee una gran paleta de formas, la cual sin embargo sólo
se articula en pocos puntos de la arquitectura, dada su interés en la moderniza-
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ción occidental. Particularmente la estética china contiene elementos que estimulan la creación de lo moderno en forma personal, auténtica. Individualizar este
elemento y tener la posibilidad de analizar esta forma de articulación arquitectónica es materia que excede este trabajo, y queda para un futuro desideratum.
En miras de las afirmaciones precedentes se hace evidente la necesidad de
una forma exterior cultural del espacio urbano edificado. La participación en el
planeamiento de los futuros usuarios7 y el análisis previo de las costumbres de
hábitat y uso son indispensables, en particular cuando se trata del trazado de toda
una ciudad.
Es especialmente aconsejable el diálogo entre los proyectistas y los usuarios cuando se trate de actividades de la construcción en una cultura extranjera.
Hasta el momento casi no han encontrado cabida en la práctica las apreciaciones individuales como la “User-needs-analysis” o la “post-occupancyevaluation”,8 que proponen una asociación de la arquitectura con las ciencias
sociales para resolver la problemática de vivienda. Asimismo la mayoría de las
investigaciones posteriores no se financian. La orientación económica de los
inversionistas es en la actualidad la medida preferencial en virtud de la cual se
decide la forma y aspecto de las nuevas construcciones y de ciudades completas.
La percepción específica-cultural del usuario queda relegada o no tiene cabida.
Propuestas para la estructuralización de la ciudad que transciendan culturalmente hay varias, sin embargo queda pendiente un análisis de las necesidades
arquitectónicas culturales. Esto puede ser materia de un desiderátum de investigación que exceda este trabajo y que analice los delineamientos específicos culturales para la formación arquitectónica de nuevos espacios urbanos.
Finalmente este trabajo quiso estimular una investigación más amplia de
cómo está dispuesta la estética receptiva cultural de las culturas y cómo pueden
7
Compárase también: Harloff, H. J. (1993): Psicología de la construcción de viviendas y colonias.
Göttingen, págs. 3 y 15.
8
Linneweber, V.: “¿Quiénes son los expertos?” En: Harloff 1993, págs. 75 y siguientes.
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los nuevos espacios edificados reaccionar ante éstas. Principalmente se trató de
buscar soluciones que actúen frente a la pérdida de localización y tengan en
cuenta los componentes de percepción sensorial del hombre. Ya que esto en
gran medida está relacionado con la cultura humana, debería analizarse, qué
medidas constructivas corresponden a la mentalidad y formas de actuar de las
sociedades. En este sentido puede detenerse la pérdida de tipicidad del lugar en
el espacio exterior así como obtener creaciones locales y traer nuevos para su
formación.
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BIBLIOGRAFÍA
¡
Blum, A. (2003): The Imaginative Stricture
of the City. Montreal.
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Chambers, I. (1990): Border Dialogues:
Journeys in Postmodernity. London/ New
York.
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Davey, K. (2004): “The Silent Complicity of
Architecture”. In: Hillier, J. Y Rooksby, E.:
Habitus. A sense of Place. Aldershot.
¡
Harloff, H. J. (1993): Psicología de la construcción de viviendas y colonias. Göttingen.
¡
Linneweber, V.: “¿Quiénes son los expertos?”. En: Harloff (1993).
149
REVISTA BREVES CONTRIBUCIONES DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS GEOGRAFICOS
Facultad de Filosofía y Letras - Universidad Nacional de Tucumán
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pero desde esta edición el Comité Académico de la misma ha decidido recibir contribuciones en
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Nombre completo.
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Institución, centro o departamento al que se encuentra(n) adscrito(s) laboralmente.
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Dirección postal institucional.
¡
Máximo nivel de estudios alcanzados (disciplina o campo e institución) y estudios en curso si
los hubiera.
¡
Línea de investigación actual.
a
151
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Referencias bibliográficas completas de las últimas 3 o 4 publicaciones (incluye número de
páginas).
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Cualquier otra actividad o función profesional destacada que corresponda.
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Teléfonos o fax.
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Dirección de correo electrónico.
Lineamientos Editoriales
Los originales serán dictaminados anónimamente por los integrantes de la cartera de árbitros,
cuyo dictamen será inapelable en todos los casos. Por la naturaleza de la revista, es claro que no se
aceptarán artículos de género periodístico o comentarios generales sobre algún tema.
Las colaboraciones deberán presentarse en su versión final y completa, ya que no se admitirán
cambios una vez iniciado el proceso de dictaminación y producción. Las mismas deben cumplir con
las siguientes normas:
Información de normas y envío de trabajo
Revista Breves Contribuciones del IEG
Comité Editorial del Instituto de Estudios Geográficos «Dr. Guillermo Rohmeder»
Av. Benjamín Aráoz 800
San Miguel de Tucumán - CP 4000
Tucumán - Argentina
Telefóno 0054-381-4107348
Fax: 0054-381-4310171
mail: [email protected]
Comité Editorial
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Dra. Ana Isabel Rivas
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Prof. Ana Teresa Cusa
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Prof. Paola Herrera
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Prof. Ariel Osatinsky

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