De Guindos, Montoro y Nadal se disputan la batuta de la

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De Guindos, Montoro y Nadal se disputan la batuta de la
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POLÍTICA
De Guindos, Montoro y Nadal se disputan la batuta
de la política económica
El trío de las
cuentas
F. MORENO
La elaboración de los Presupuestos es la tarea más urgente y espinosa a la que
se enfrenta el nuevo Ejecutivo, y estará en manos de un trío no especialmente
bien avenido. Como suele, Mariano Rajoy ha repartido juego entre Luis de
Guindos, Cristóbal Montoro y Álvaro Nadal, dejando que todos tengan razones
para sentirse reforzados pero sin que ninguno pueda imponerse sobre los
demás. De Guindos sigue siendo el portavoz en Bruselas, con la proyección
exterior que eso supone, y gana el área de Industria; Montoro se mantiene en
el Ejecutivo, lo cual puede considerarse un premio tras ser uno de los ministros
que más charcos ha pisado, y Nadal se convierte en el tercero en discordia tras
ser el economista de cabecera de Rajoy desde la Oficina Económica de
Moncloa. De su capacidad para cohabitar dependerá en buena medida la
estabilidad de un Gobierno que esta legislatura afrontará reformas clave en
pensiones, impuestos y financiación autonómica.
Al pulso entre Cristóbal Montoro (centro) y Luis de Guindos (a la
L
Por Manuel Capilla
uis de Guindos lleva yéndose
del Gobierno prácticamente
desde que llegó. Desde el primer momento se vio enfrentado al grupo próximo a la vicepresidenta
en el área económica -con Cristóbal Montoro a la cabeza junto a Fátima Báñez en
Empleo y Álvaro Nadal desde la Oficina
Económica de Moncloa-, a cuenta de casi cualquier decisión que debía tomar el
Ejecutivo, ya fuera la subida de impuestos, la deuda autonómica o la amnistía fiscal. Como relata el propio Guindos en su
libro ‘España amenazada’, en el que recoge algunos detalles de lo que pasó ya
en diciembre de 2011: “Nos encontramos
con unos 27.000 millones de desviación
presupuestaria. El ministro de Hacienda
propuso subir el IRPF; yo planteo que, al
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contrario, hay que subir el IVA (...) Rajoy
respaldó a Montoro en esta ocasión aunque, al final, solo unos meses más tarde,
hubo que subir también el IVA”.
El feeling con Montoro y con Nadal era
prácticamente nulo, y Guindos se pasó
buena parte de la legislatura comentando
a su círculo más próximo su hartazgo y su
cansancio, y subrayando que, si bien no
tenía intención de provocar una crisis de
Gobierno, saldría del Ejecutivo a la primera ocasión que se presentara. De ahí su
candidatura, fracasada finalmente, para la
De Guindos ha estado
enfrentado a Montoro
y el resto de ‘sorayos’,
incluido Nadal
presidencia del Eurogrupo. Poco a poco
se atrevió a manifestarlo en público, y a
mediados de 2015 ya decía que había tenido “bastante con cuatro años”. Era un
independiente, que no tenía anclaje en el
partido y al que no le dolían prendas, según decía, en volver a su actividad privada, más tranquila y mucho mejor remunerada. Entre otros puestos en varios consejos de administración, Guindos fue el
director de Lehman Brothers en España y
Portugal hasta su quiebra y, posteriormente, fue el responsable de la división
financiera de la auditora PricewaterhouseCoopers.
Además, el ‘caso Soria’ le dejó seriamente tocado, tanto públicamente como
de puertas adentro en el Ejecutivo. Aunque Guindos no estaba alineado con el
conocido como G-8 -el grupo de ministros amigos de Rajoy entre los que esta-
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derecha), que ha marcado esta legislatura, se suma un nuevo actor, Álvaro Nadal.
ban José Manuel García-Margallo, José
Manuel Soria, Ana Pastor o Jorge Fernández Díaz-, el responsable de Economía es
amigo de Soria, con el que compartió promoción como técnico comercial del Estado en 1984. Desde Moncloa –y también
desde el PP- no dudaron en señalar a
Guindos como responsable último de la
designación de Soria para ocupar un puesto directivo en el Banco Mundial tras su
implicación en los ‘Papeles de Panamá’.
Pero finalmente, Rajoy ha escuchado
sus lamentos y Guindos sigue en el Ejecutivo. No ha alcanzado su aspiración de
ser vicepresidente económico, como han
explicado algunas informaciones, pero
puede decirse que le gana el pulso económico a Montoro, aunque por poco, eso
sí. Rajoy ha querido reconocer su trabajo
como negociador con la Comisión y el Eurogrupo entregándole las competencias de
Rajoy ha premiado y
castigado al mismo
tiempo a sus tres
economistas de
cabecera
Industria, con lo que se convierte en el ministro económico más poderoso. Y es que,
mientras, Montoro pierde a favor de la vicepresidenta la gestión de las administraciones territoriales, en una legislatura en
la que se va a negociar un nuevo modelo
de financiación autonómica, y Nadal se
queda con un menguado ministerio que
reúne las competencias en Energía, Turismo y Telecomunicaciones.
Jugando a ese empate entre las diferentes voces de su gabinete, Rajoy no ha concedido tampoco a Guindos el perder de
vista a Montoro, entre otras cosas porque
eso hubiera supuesto agraviar a Soraya Sáenz de Santamaría. Y a pesar incluso de
que Montoro ha pisado muchos charcos,
se ha enfrentado con varias comunidades,
incluye algunas gobernadas por el PP y se
ha ganado el rechazo del sector más liberal del partido, al que nunca le han gustado cómo ha manejado la política fiscal
subiendo los impuestos. Ni tampoco ha
dado gusto a un Albert Rivera que quería
al ministro de Hacienda fuera del Ejecutivo, por considerarlo el más “quemado”
junto a Jorge Fernández Díaz.
Sus andanadas desde la tribuna del Congreso han quedado para el recuerdo, amenazando con la Agencia Tributaria a medios de comunicación, actores y grupos
políticos de la oposición. De hecho, a lo
largo de la legislatura ha sido de los ministros peor valorados junto a los cesados
José Ignacio Wert y Ana Mato. Y su carácter, que no rehúye la polémica, ha provocado algún que otro incendio con algún compañero en el Ejecutivo, como García-Margallo, cuando en una entrevista
concedida a El Mundo hace poco más de
un año le llamó “arrogante intelectual”.
Pero la confianza de Rajoy en Montoro
es profunda. Su trayectoria es completamente opuesta a la de Guindos y ha estado siempre ligada al PP, ya desde principios de los años 90, cuando formaba parte del equipo de asesores de José María
Aznar. Fue a él al que recurrió Rajoy en
2006 para que fuera el responsable de Economía del PP. Así las cosas, parece que el
presidente ha premiado su fidelidad y su
labor al frente de las arcas del Estado en
relación a la lucha contra el déficit, el plan
de pago a proveedores y la gestión del
Fondo de Liquidez Autonómica. Además,
ante la urgencia de presentar lo antes posible los nuevos Presupuestos –Bruselas
debe emitir su dictamen sobre las cuentas
el 30 de noviembre, por lo que deberían
recibirlas antes, aunque el Gobierno ya ha
adelantado que necesitará más plazo–,
prescindir de Montoro hubiera retrasado
aún más los plazos. Entre otras cosas porque el ministro ya ha estado trabajando
en esas cuentas, basadas en los nuevos objetivos de déficit concedidos por Bruselas.
Por tanto, sin querer renunciar ni a Guinnº 1176. 14–20 de noviembre de 2016
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dos ni a Montoro, el único puesto que ha
encontrado para Nadal, uno de sus más
estrechos colaboradores, es el de ministro
de Energía. Un puesto para el que, por cierto, sonaba su hermano Alberto, secretario
de Estado del ramo y ausente en la toma
de posesión de su gemelo. Un premio de
consolación para una de las personas que
jugó un papel clave en los primeros meses
de gobierno de Rajoy, jugando un papel
fundamental en los contactos con el Ejecutivo alemán, entre otras cosas por su dominio de ese idioma. Y ese es precisamente
su principal reto, pasar de trabajar entre
bambalinas a “tomar decisiones”, como
afirmó Guindos en el traspaso de poderes,
y “pasar de las musas al teatro”. Lo dice
una persona con conocimiento de causa,
que ha tenido que lidiar con un Nadal que
ha tenido acceso directo al presidente del
Gobierno y que ha ejercido, ‘de facto’, como ministro de Economía en la sombra.
Principalmente porque es el cerebro del
programa económico con el que el PP ha
concurrido a las elecciones.
De hecho, el libro publicado por el ministro de Economía, recoge un par de alusiones a los asesores económicos de Rajoy, en las que, sin ser mencionado explícitamente, algunas voces han querido
ver recados destinados a Nadal. Por ejemplo, en la primavera de 2012, cuando se
estaba negociando el nuevo objetivo de
déficit, “alguien desde Moncloa” recomendó a Rajoy que “hiciese pública nuestra pretensión de conseguir un déficit del
5,8% en 2012”, muy por encima de lo previsto. “Lo malo no fue enseñar las cartas
antes de tiempo”, explica Guindos, sino
presentarlo como una imposición a Bruselas. “La sesión posterior del Eurogrupo
fue la más dura que recuerdo con España”, explica el ministro, “y la Comisión
nos fijó finalmente un déficit del 5,3%,
medio punto más de lo que pretendíamos.
No era creíble, pero daba igual, era una
cuestión casi de autoridad”. Y en la cumbre del G-20 de junio de ese mismo año:
“Éramos el principal riesgo para el euro y
la presión era tan fuerte que algún miembro de la delegación española empezó a
especular con la posibilidad de amenazar
con que abandonásemos la moneda única. Lo que se dice tirar la toalla desde un
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sexto piso y lanzarse detrás de ella”. Habrá que ver si Nadal, que comparte con
Guindos el ser técnico comercial del Estado, sigue siendo el ‘Rasputín’ económico de Rajoy esta legislatura.
Bruselas quiere
un ajuste de
7.700 millones
El 3,1 por ciento del PIB. Esa es la cifra
de déficit a la que España debe ajustarse en
2017 y el objetivo que primará a la hora de
redactar los Presupuestos Generales del Estado. El borrador enviado hace tres semanas a Bruselas por el Ejecutivo, contempla
un déficit para el año que viene del 3,6 por
ciento, una cifra que ya incluye el tirón del
crecimiento económico en el que tanto viene confiando Luis de Guindos en sus declaraciones. Por tanto, habría que adoptar
ajustes, ya sea por la vía del gasto o de los
ingresos, por valor de unos 5.500 millones
de euros, aunque está por ver que esa cifra
no sea mayor finalmente. Las previsiones
de otoño que acaba de publicar la Comisión Europea estiman que el déficit será del
3,8 por ciento, por lo que el ajuste ascendería a unos 7.700 millones.
Así las cosas, ¿por dónde vendrá el ajuste? Rajoy dio algunas pistas en el debate
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Garicano encabeza el equipo económico de Rivera.
de investidura. El presidente señaló que
apostará por una política tributaria contenida y descartó subidas del IVA y del IRPF,
pero no concretó mucho más. Sin embargo, el acuerdo suscrito con Ciudadanos
afina más. La gran novedad que recoge el
texto es una reforma del Impuesto de Sociedades que suprima las deducciones a
las que recurren especialmente las grandes empresas para pagar mucho menos de
lo que establece el tipo del 25 por ciento.
El acuerdo también recoge una rebaja de
dos puntos en el IRPF, pero sólo cuando
se haya dejado el déficit por debajo del 3
por ciento, y algunas otras cuestiones como el aumento de la presión fiscal sobre
las Sicav o el aumento de los recursos en
la lucha contra el fraude.
Por tanto, descartado el IRPF y el IVA,
los impuestos más evidentes a los que
Montoro puede recurrir para cuadrar las
cuentas son los especiales, los que gravan
el tabaco, el alcohol y la gasolina. También aparece la opción de los impuestos
medioambientales, una tradicional demanda por parte de Bruselas. Pero está por
ver que estos impuestos consigan recaudar lo suficiente para evitar recortes en el
gasto y, sobre todo, soportar el incremento de gasto social que prevé para el año
que viene, de casi 5.000 millones.
Albert Rivera ya tiene elegido a su equipo para encarar la negociación de los presupuestos. Está integrado por su economista de cabecera, el profesor de la London School o Economics Luis Garicano,
el número dos del partido, José Manuel
Villegas, el inspector de Hacienda, y diputado de la formación naranja, Francisco de la Torre, y su portavoz de Economía en el Congreso, Toni Roldán. A la espera de conocer al detalle el equipo negociador del Ejecutivo, que todavía no se
conocía al cierre de esta edición, estos
serán los responsables de reconducir la
líneas maestras de un acuerdo que incluye iniciativas como la gratuidad de los
libros de texto, un plan contra la pobreza infantil, la aprobación de un complemento salarial garantizado, o la financiación estatal para el sistema de atención a la dependencia. Habrá que ver si
estas medidas y el cumplimiento del déficit son compatibles.l

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