CONTRALUZ Abril 11, 2010 LAS BUENAS
Transcripción
CONTRALUZ Abril 11, 2010 LAS BUENAS
≠CONTRALUZ Abril 11, 2010 LAS BUENAS INTENCIONES Mara del Carmen Maqueo Garza Pertenezco a un foro de pediatras de la CONAPEME (Confederación Nacional de Pediatra de México), dentro del mismo se abordan problemáticas de nuestros pacientitos; ahora acaba de surgir la relativa a la violencia como forma de castigo, lanzando un compañero la interrogante: “¿Educar es pegar?”, de la cual se van vertiendo puntos de vista y aportaciones bibliográficas que nos ayudan a fundamentar y consolidar nuestra actuación profesional. La Pediatría no es solamente la relación del médico frente a su paciente, abarca un contexto mucho más amplio, de alguna manera somos testigos de primera mano de lo que ocurre en las familias mexicanas, y ciertamente nos corresponde ser primero jueces de la propia casa antes de salir a señalar fuera de ella. Menciono todo lo anterior pues amanecí analizando las implicaciones que tiene para nuestro país una palabra utilizada cuando se nos conmina a cumplir alguna responsabilidad: “Ahorita”, término con un sesgo mágico que pone en evidencia nuestras buenas intenciones, esto es, no nos estamos negando a cumplir, pero tampoco estamos en disposición de atenderlo de manera inmediata. Las razones pueden ser una y mil, mas me atrevo a afirmar que un buen número de ellas obedecen a la molicie. Soy tempranera, las primeras horas de la mañana favorecen que los pensamientos amanezcan en relativo orden en mi cabeza, de suerte que vayan volcándose sobre el formato electrónico. En parte obedece al propio temperamento y en otra más a la economía doméstica, a estas horas priva el más absoluto silencio, las juventudes reposan, algunos roncan tan a gusto que se antoja, y cada uno carga pilas para la jornada. Lo contrario ocurre por la noche cuando los pensamientos se repliegan dentro de las circunvoluciones cerebrales, ante la amenaza de ser desintegrados. Mi pequeño hogar alberga voces, algunos ruidos indescifrables, pero sobre todo risas, sonoras expresiones que inundan felizmente el espacio, por lo cual los severos pensamientos han de guardar silencio hasta el alba. Algo como lo que cuento ocurrió unas horas atrás cuando una hermosa luna vuelta filón de un amarillo increíble sonreía divertida ante las ocurrencias de mis hijos y sus amigos. En mi papel de madre me apresuré a preparar algún platillo para la cena y a sacar del refrigerador dos o tres sobrantes que funcionarían como complementos. Un rato después me venció el sueño y me retiré, no sin antes preguntar a los jóvenes si pensaban cenar o si guardaba las viandas, pues los percibía tan entretenidos en sus cosas que dudé que tuvieran hambre: “Sí mamá, ahorita vamos a cenar, nosotros recogemos y guardamos”. El segundo asunto pendiente, el carro: “Ahorita lo guardamos”, y el tercero apagar todos los aparatos electrónicos antes de ir a dormir supuse que entraba en la misma categoría de: “Ahorita que terminemos apagamos todo”. Como cada mañana me despertó mi reloj biológico, esta vez acompañado por el golpeteo musical de un pájaro carpintero que a estas alturas debe saber cuanto aprecio sus percusiones, puesto que busca los troncos más cercanos a mi ventana para emprender su concierto matutino: Sorpresa, llego a la cocina a prepararme un café y me topo con las viandas casi íntegras sobre la estufa, algunos aparatos electrónicos a medio apagar, y afortunadamente el carro en la cochera, atendiendo al susurro noctámbulo de mi ángel guardián cuando percibí que los hijos iban a acostarse y pregunté por el patrimonio familiar rodante. En ese momento repararon en su omisión y procedieron a guardar el carro. En situaciones como ésta es cuando algunos de los pediatras en la red nos cuestionamos si la educación actual con sus propias atribuciones de ser no violenta, y más comunicadora y negociadora es el mejor camino para fomentar la responsabilidad. Los procedimientos actuales que se alejan por completo del maltrato físico, y orientan a alertar a los hijos con respecto a las últimas consecuencias de sus actos, finalmente derivan en adultos responsables, pero a un plazo más largo y con un mayor costo económico. Esto es, mis hijos no van a sufrir hambre a lo largo de este día porque las viandas de anoche tuvieron que ser botadas al tambo de la basura…. ¿Pero qué sucedería en circunstancias económicas distintas?... El “ahorita” es un término que convendrá ir desterrando de nuestra actuación, puesto que en nada favorece el crecimiento ciudadano. Sin caer en procedimientos formativos violentos sí nos corresponde a los adultos como educadores llevar a nuestros hijos a asumir puntualmente la relación causa-efecto en cada aspecto de sus vidas, y así desarrollar una sociedad que se mida con base en resultados y no en el conteo de las buenas intenciones, de las que por cierto ya cubrimos nuestra cuota vitalicia. [email protected]