BOO2565 Octubre-Diciembre 2007

Transcripción

BOO2565 Octubre-Diciembre 2007
Año CLIII
Octubre-Diciembre 2007
DIÓCESIS
DE
CÁDIZ Y CEUTA
BOLETÍN OFICIAL
Núm. 2.565
I. IGLESIA DIOCESANA
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Del Obispo Diocesano
PASTORALES
Domund 2007
"DICHOSOS LOS QUE CREEN"
Mis queridos diocesanos:
El próximo día 21 de octubre celebra la Iglesia el Día del Domund. Os
recuerdo, desde la fe en el Señor Jesús, nuestro compromiso en favor de aquellos hombres y pueblos que necesitan recibir el mensaje de la buena noticia de
Cristo y del Evangelio.
1. Dichosos los que creen
El lema para la campaña misionera de este año 2007 reza así: Dichosos los
que creen. Y en verdad pocos lemas pueden resultar tan estimulantes como este
para animarnos en la reflexión sobre lo que es el misionero y sobre lo que los
misioneros han de aportar a los hombres de este siglo XXI. La felicidad no es
fruto de tener, sino de ser feliz. Feliz es el que ha recibido el don de entregarse
a los demás por el bien de los hombres.
2. Dichosos los que, sin ver, creen
Es el mismo Jesús resucitado el que revela esta gran noticia: serán felices los
que reciben el don de la fe, los que creen sin haber visto ni comprendido.
La escena la narra el evangelista san Juan. Jesús, después de resucitar, se va
apareciendo a las mujeres, a los apóstoles, a algunos discípulos. En una de esas
ocasiones, Tomás no está presente en el Cenáculo con el grupo de los apóstoles.
Los otros discípulos le decían: Hemos visto al Señor. Pero él les contestó: Si no
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veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los
clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré (Jn 20, 24b-25).
A los ocho días, de nuevo, Jesús resucitado se presenta ante los doce. Ahora
está Tomás presente. Y Jesús reprocha a Tomás su deseo de verle, de palparlo.
Jesús entonces baja a la exigencia de los suyos, son gente menuda, son pequeños y piden signos para creer y habrá que concedérselos. Jesús va a conceder a
Tomás el signo que le ha pedido, le va a mostrar las manos y le dice: Trae tu
mano y métela en mi costado y no seas incrédulo sino creyente... Dichosos quienes sin ver creen (Jn 20, 27.29). Solo así se pasa de la incredulidad a la fe.
María, la Virgen, la gran oyente de la Palabra, es para todos nosotros un
ejemplo vivo de fe. De ella también se dijo: ¡Dichosa tú que has creído que se
cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor! (Lc 1, 45). María
reconoce la manera constante de actuar de Dios, de la cual ella es objeto.
Cuanto María nos dice, no hace sino poner en nuestras manos y corazón de
creyentes, ofreciéndonos una clave de lectura para interpretar los acontecimientos de nuestro tiempo y ver el mundo de hoy, con los mismos ojos de Dios.
No es fácil ver el mundo con los ojos de Dios, y María lo ha sabido hacer;
por eso, ella es y seguirá siendo siempre un ejemplo, un signo para todo el quehacer misionero, fieles al espíritu y a los hombres a los que hay que atender y
servir hoy, y que toda la evangelización plantea.
3. Los misioneros, colaboradores de la misión de la Iglesia
Los misioneros son los que, como Tomás y María, han descubierto la alegría
y la dicha de la fe y no puedan guardarla, sino que tienen que comunicarla.
Es necesario, ante todo, que el pueblo cristiano de nuestra querida Diócesis
de Cádiz y Ceuta adquiera una mayor conciencia de la obligación que colectivamente tenemos de colaborar a la misión de la Iglesia.
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La Iglesia es misionera por su propia naturaleza, nos recordaba el Papa Juan
Pablo II en la encíclica Redemptoris missio, por lo que no tiene otra razón de ser
que continuar la misión de Cristo, el enviado del Padre, con la fuerza del Espíritu
Santo que la impulsa a anunciar el Evangelio a todos los hombres. La Iglesia es
también misionera por obediencia al mandato recibido del Señor Resucitado: Id
y haced discípulos de todas las naciones (Mt 28, 19).
4. Renovación del compromiso misionero
El Papa Benedicto XVI en su mensaje de este año nos recuerda que la Iglesia
celebra el 50 aniversario de la Encíclica Fidei donum, del Siervo de Dios Pío XII,
con la que se promovió y estimuló la cooperación entre las Iglesias para la
misión ad gentes. El Papa invita a las Iglesias locales a tomar conciencia de la
urgente necesidad de impulsar nuevamente la acción misionera ante los múltiples y graves desafíos de nuestro tiempo (cf. Benedicto XVI, Mensaje de Domund
2007, nº 2-3).
Como podemos comprobar queda mucho por hacer para responder al llamamiento misionero que el Señor no deja de dirigir a todos los bautizados. El
Señor sigue llamando -dice el Papa- a las Iglesias de antigua tradición, como la
nuestra, que en el pasado han proporcionado a las misiones, además de medios
materiales, también un número consistente de sacerdotes, religiosos, religiosas y
laicos, llevando a cabo una eficaz cooperación entre las comunidades cristianas
(cf. Ibid., nº 4).
En este momento presente en el que avanza la cultura secularizada, la crisis
de la familia, la disminución de las vocaciones y el progresivo envejecimiento
del clero es cuando hay que abrirse con confianza a la Providencia de Dios, que
nunca abandona a su pueblo y que, con la fuerza del Espíritu Santo, lo guía
hacia el cumplimiento de su eterno plan de salvación (cf. Ibid., nº 5).
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5. Cooperación misionera de todos los fieles
La misión de educar en la fe corresponde a toda la Iglesia. El anuncio del
Evangelio sigue teniendo suma actualidad y urgencia. El mandato misionero nos
compromete a todos. Nuestra Iglesia diocesana es generosa en donativos y
limosnas, especialmente con motivo de algunas colectas, como es el caso del
Domund. Pero la mayor manifestación de sensibilidad misionera no es tanto dar
como darse, entregarse personalmente a la misión.
Nuestro presbiterio diocesano ha dado en el pasado y sigue dando en la
actualidad misioneros. Hace unos días, concretamente, el sacerdote Antonio
Diufaín Mora ha marchado a la Misión del Perú, en la Diócesis de Moyobamba.
Al tener que estimularos para que oréis en favor de las Misiones y de los
misioneros, lo hago con las mismas palabras del Papa: La primera y principal
aportación que debemos dar a la acción misionera de la Iglesia es la oración
(Ibid., nº 18). La mies es mucha -dice el Señor- y los obreros pocos. Rogad, pues,
al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies (Lc 10, 2). Dirijo esta mi petición, de modo muy particular a los jóvenes y a las familias: que se muestren
abiertos a la vocación misionera y dispuestos a convertirse en mensajeros del
Evangelio.
6. Oración, sacrificio y limosna
El Evangelio recuerda frecuentemente el camino de la felicidad. Que la
Santísima Virgen, que cumplió con solicitud maternal el camino de la Iglesia
naciente, guíe nuestros pasos también en esta época y nos obtenga un nuevo
Pentecostés de amor (cf. Ibid., nº 21). Ella bendiga las preocupaciones misioneras de nuestra Diócesis y a cuantos entre nosotros o lejos de nosotros trabajan
por la difusión del Evangelio.
Todos somos misioneros, porque todos hemos recibido el don de la fe.
Dispongámonos por la oración, los sacrificios, el trabajo y la limosna, a hacer
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de esta jornada del Domund, un día especial, donde podamos descubrir y reafirmar nuestra vocación misionera.
Reza por vosotros, os quiere y bendice,
+ Antonio Ceballos Atienza
Obispo de Cádiz y Ceuta
Cádiz, 12 de septiembre de 2007.
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Día de la Iglesia Diocesana
"UN CAMBIO TRASCENDENTAL
QUE AFECTA A TU IGLESIA"
Mis queridos diocesanos:
Me es grato comunicaros que el domingo 18 de noviembre es el Día de la
Iglesia Diocesana. En este día se os llama la atención hacia los problemas económicos de la Iglesia Diocesana. Estoy convencido de que sois generosos cuando se exponen con claridad las necesidades y se os informa suficientemente. Así
lo habéis demostrado muchas veces.
1. Un cambio trascendental que afecta a la Iglesia
Con el reciente acuerdo alcanzado entre el Gobierno Español y la Santa
Sede, se ha producido un cambio sustancial en el modelo de financiación de la
Iglesia Católica de España. Con ello se cierra un período y se abre otro en la historia de la Iglesia de nuestro país, para el que debemos estar preparados.
2. Autofinanciación
Los sistemas de financiación de la Iglesia, en los distintos países, son diversos. En España, desde este momento, vamos camino de la autofinanciación. A
partir de ahora tenemos que aprender a vivir por nosotros mismos. Será tu generosidad la que nos permita continuar anunciando la Buena Noticia de Cristo
Resucitado y seguir ayudando a los más necesitados. Tu aportación personal y el
0,7% de tu Declaración de la Renta, si marcas la casilla a favor de la Iglesia,
serán los ingresos de la Iglesia.
3. Si eres católico o valoras la labor de la Iglesia, colabora
Desde ahora tienes obligación de sostener a la Iglesia y arreglar los asuntos
en este orden de cosas. Para ello es necesario llegar a una racionalización de la
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economía de la Iglesia, a la publicación de sus presupuestos en todos los niveles y, sobre todo, a una comunicación cristiana de bienes entre las corporaciones más favorecidas y las carentes de recursos.
Un intento de renovación de la Iglesia sin un cambio de relaciones económicas no será real, quedará reducida al ámbito de las conciencias privadas. Las
relaciones económicas en su conjunto reflejan las efectivas relaciones en una
sociedad. Mal podremos asegurar la credibilidad de la Iglesia, ni tutelar su identidad y libertad si las relaciones económicas intraeclesiales no responden a lo
más profundo de la Iglesia, es decir, a la comunión. No puede desconocerse que
las desigualdades económicas, la despreocupación de los laicos por los problemas económicos de la Iglesia, la falta de publicidad en la rendición de cuentas,
y la poca participación de los fieles en la administración de los bienes económicos de sus respectivas comunidades son fenómenos que están en mutua conexión. Aquí hay una gran tarea que llevar a cabo y un largo camino por recorrer.
4. Dios ama al que da libre y alegremente
Todos necesitamos vivir nuestra fe. Pero, también, hay quienes necesitan ser
ayudados. Sabemos que muchos pasáis por grandes necesidades. No se trata de
que quien no tiene, dé de lo que no tiene. Cada uno contribuya con lo que en
su conciencia estime que puede y debe dar. En la Biblia se lee una bella frase
escrita por san Pablo con ocasión de una colecta en favor de los pobres: Dios
ama al que da libre y alegremente. Poco o mucho, importa que se dé con buen
ánimo y desde la convicción de que está colaborando de este modo a la misión
de la Iglesia. Quien es consciente de su pertenencia a la Iglesia, hasta tal punto
que piensa que la causa o empresa de la Iglesia es su propia causa, contribuirá
con alegría dando gracias a Dios de poder hacerlo. La Iglesia espera mucho de
ti. Sé generoso.
Reza por vosotros, os quiere y bendice,
+ Antonio Ceballos Atienza
Obispo de Cádiz y Ceuta
Cádiz, 15 de octubre de 2007.
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XXIX Semana de la Familia
"LA FAMILIA,
GARANTÍA DE LA DIGNIDAD HUMANA"
Mis queridos diocesanos:
Me es grato comunicaros que en nuestra Iglesia de Cádiz y Ceuta estamos
viviendo un momento de gracia en torno a la familia.
Este año la XXIX Semana de la Familia tendrá lugar desde el domingo 11 de
noviembre hasta el día 18, siendo su lema el siguiente: La Familia garantía de la
dignidad humana. Es decir, la familia aporta valores a la persona, a la sociedad
y a la Iglesia. Concretamente, la familia garantiza entre otros, uno de los derechos fundamentales de la persona: la dignidad humana. Toda ofensa a los valores fundamentales de la familia es una ofensa al verdadero bien del hombre (cf.
FC 86).
Urge una labor amplia, profunda y sistemática, sostenida no sólo por la cultura, sino también por los medios económicos e instrumentos legislativos, dirigidos a asegurar a la familia su papel primario de humanización de la persona y
de la sociedad (cf. CL 40).
1. La familia...
La familia es uno de los bienes más preciosos que Dios nos ha dado y el primer camino para la realización del hombre, para la transmisión de la fe y la transformación del mundo (cf. FC 12). La familia es considerada como un lugar privilegiado donde nace la vida y se desarrolla la persona.
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La familia es misterio, pertenece a la hondura del ser humano y personal.
Somos así, nos hacemos así, necesitamos ser así. Porque solamente así entramos
en la experiencia del ser, de la existencia, sacamos a la luz lo que hay en nosotros de posibilidad del ser.
La familia forma parte de la naturaleza humana del hombre, de su estructura de humanidad, eslabón de continuidad, plataforma de crecimiento personal.
La dignidad de la persona humana es la base de todos los derechos humanos
(Discurso de Juan Pablo II a los parlamentarios canadienses y a los diplomáticos
extranjeros, 19-9-1984, nº 7).
2. ... garantía de la dignidad humana
El sentido que puede tener el lema elegido por este año es múltiple, pero
podemos fijar la atención en la situación de relativismo ético que estamos
viviendo actualmente. Estamos asistiendo a una gran perversión de relativizar
todo lo demás.
Si yo soy el centro de mi mundo, sólo yo tengo para mí un valor absoluto, y
todos los demás son relativos y relativizables. La mujer es relativa para el marido y este lo es también para la mujer.
Espontáneamente nace una manera de pensar directamente contraria a la
naturaleza del matrimonio: si la mujer es relativa para el marido, el marido es
relativo para la mujer; si los hijos son relativos para los padres, también los
padres son relativos para los hijos. Con esta mentalidad hasta el mismo Dios deja
de ser absoluto y aparece como relativo, funcional, porque lo único absoluto es
cada uno para sí mismo.
3. La familia, comunidad humana, social y religiosa
En la familia se proyecta la creación de una nueva vida (hijo) para trascenderse.
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Se trabaja insistentemente en el orden físico y espiritual para que los hijos
experimenten la vida como un bien para ellos y los demás.
Se pretende siempre y en todo momento el bien de la persona y se ponen los
medios para ello.
Se comunican valores humanos con el fin de ayudar al crecimiento de la persona.
Este esfuerzo continuado no tiene fecha de caducidad y se aceptan con naturalidad las distintas etapas del crecimiento.
El amor, el respeto, la libertad, la ayuda y el apoyo entre sus miembros son
el modus operandi de la vida familiar. La experiencia de los padres es el motor
principal de la vida familiar.
4. El sentido de la dignidad humana se adquiere fundamentalmente en la familia
El sentido de la dignidad humana se adquiere fundamentalmente en la familia: -con el ejemplo de los padres;- con las experiencias de vida comunitaria
experimentadas en la vida de la familia; -con los contenidos de fe vividos en
familia;- con el sentido trascendental de la vida que se transmite en la familia;con las actitudes de trabajo, honradez, generosidad, sacrificio, asistencia, acompañamiento, disponibilidad, respeto, libertad y amor vividos en familia.
La libertad religiosa es un derecho que afecta directamente a lo que es esencial en la persona humana y que manifiesta plenamente su dignidad: la relación
con Dios, el creador y destino último de todo ser humano (Discurso de Juan
Pablo II a los parlamentarios canadienses y a los diplomáticos extranjeros, 19-91984, nº 7).
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5. Invitación y oración con la familia
Invito personalmente a todos los jóvenes, a los sacerdotes, mis magníficos
colaboradores, a los religiosos, religiosas, diáconos y miembros de sociedades
de vida consagrada a participar activamente en esta XXIX Semana de la Familia.
Os invito también directamente a vosotras, queridas familias, a tomar parte
en esta Semana de la Familia y os aliento a que descubráis vuestra misión y tarea
a desarrollar en este tercer milenio.
Finalmente, os animo a rezar por las familias y a tener los ojos fijos en la
Sagrada Familia de Nazaret.
Reza por vosotros, os quiere y bendice,
+ Antonio Ceballos Atienza
Obispo de Cádiz y Ceuta
Cádiz, 17 de octubre de 2007.
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BEATIFICACIÓN DE 498 MÁRTIRES
Mis queridos diocesanos:
Como ya os comuniqué a su debido tiempo, el día 28 de octubre tendrá
lugar en Roma, la Beatificación de 498 mártires del siglo XX, en donde estaré
presente con los demás participantes.
1. Gran signo de esperanza
Nos decía el Papa Benedicto XVI: Atraídos por el ejemplo de Jesús y sostenidos por su amor, muchos cristianos, ya en los orígenes de la Iglesia, testimoniaron su fe con el derramamiento de su sangre. Tras los primeros mártires han
seguido otros a lo largo de los siglos hasta nuestros días.
La beatificación que vamos a celebrar contribuirá a que no se olvide el gran
signo de esperanza que constituye el testimonio de los mártires.
Casi quinientos han sido reunidos, esta vez, en una única celebración. Y,
como en las anteriores ocasiones, cada caso ha sido estudiado por si mismo con
todo cuidado a lo largo de años. Estos mártires dieron su vida en diversos lugares de España, en 1934, 1936 y 1937.
Entre estos 498 mártires hay obispos, sacerdotes seculares, numerosos religiosos, agustinos, dominicos, franciscanos y franciscanas, adoratrices, trinitarios
y trinitarias, salesianos, hermanos de las escuelas cristianas, maristas, distintos
grupos de carmelitas, marianistas, misioneros de los Sagrados Corazones.
Misioneras hijas del Corazón de María, seminaristas y laicos jóvenes, casados,
hombres y mujeres.
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2. Rasgos comunes de los nuevos mártires
Podemos destacar como rasgos comunes de estos nuevos mártires los
siguientes: fueron hombres y mujeres de fe y de oración, particularmente centrados en la Eucaristía y en la devoción a la Santísima Virgen. Por ello, mientras
fue posible, incluso en el cautiverio, participaban en la Santa Misa, comulgaban
e invocaban a María con el rezo del Rosario; eran apóstoles y fueron valientes
cuando tuvieron que confesar su condición de creyentes; disponibles para confortar y sostener a sus compañeros de prisión; rechazaron propuestas que significaban minusvalorar o renunciar a su identidad cristiana; fueron fuertes cuando
eran maltratados y torturados; perdonaron a sus verdugos y rezaron por ellos; a
la hora del sacrificio, mostraron serenidad y profunda paz, alabaron a Dios y
proclamaron a Cristo como el único Señor.
3. Una gaditana
Entre todos estos mártires hay que recordar que existe una gaditana de San
Roque (Cádiz): María Rosa Adrover Martí, religiosa de la Congregación de la
Enseñanza de la Inmaculada (Dominicas de Santa Catalina de Siena).
María Rosa, nació en San Roque (Cádiz) el 22 de julio de 1888 y fue bautizada el día 27. En San Roque trabajaba su padre como ayudante de la marina.
Recibió la confirmación el 19 de febrero de 1889. Muy niña todavía pasó con
sus padres a Vilanora i la Geltrú (Barcelona) y después a Tortosa (Tarragona). De
los 8 años a los 27 en Villajoyosa (Alicante). Fue la mayor de tres hermanos que
quedaron pronto huérfanos de padre y madre. Perteneció a la Asociación de
Hijas de María y a la Cofradía del Carmen. En 1915 fijó su residencia en
Barcelona; trabajó como costurera y al servicio de los condes de Güell. Admitida
el 31 de julio de 1920 en la Comunidad de Dominicas de Santa Catalina de
Siena, profesó el 18 de febrero de 1922. Impartió clases en la sección de niñas
a quienes se les proporcionaba enseñanza gratuita, y desempeñó el cargo de
sacristana. Dotada de notables cualidades pedagógicas, despertaba gran confianza entre las alumnas y realizó una gran labor educativa.
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Su martirio tuvo lugar en Vallirana (Barcelona) del 7 al 8 de agosto de 1936,
a los 48 años de edad recién cumplidos.
4. Testigos de Dios y de la nueva humanidad
El martirio es el signo más auténtico de la Iglesia de Jesucristo: una Iglesia
formada por hombres y mujeres, frágiles y pecadores, pero que saben dar testimonio de su fe vigorosa y de amor incondicional a Jesucristo, anteponiéndolo,
incluso, a su propia vida. Dado que los mártires son personas de todos los ámbitos sociales, que han pasado su existencia haciendo el bien y que han sufrido y
han muerto renunciando a salvar su vida y perdonando a quienes les maltratan,
nos sitúan ante una realidad que supera lo humano y que nos invita a reconocer la fuerza y la gracia de Dios actuando en la debilidad de la historia humana.
5. Un momento de gracia
La beatificación de 498 mártires que el domingo 28 se va a celebrar en Roma
es una hora de gracia para la Iglesia que peregrina en España y para toda la
sociedad. Los mártires, que murieron perdonando, son el mejor aliento para que
todos fomentemos el espíritu de reconciliación. Los mártires son testigos de la
verdad que nos hace libres.
Oremos, a fin de que los frutos de esta beatificación que, con la gracia de
Dios y la intercesión de la Virgen María, Reina de los mártires, sean abundantes
para todos.
+ Antonio Ceballos Atienza
Obispo de Cádiz y Ceuta
Cádiz, 25 de octubre de 2007.
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Adviento 2007.
"ALEGRES EN LA ESPERANZA"
Mis queridos diocesanos:
Nos encontramos de nuevo al principio del Año Litúrgico, con el inicio del
tiempo de Adviento. Otra vez oímos la llamada que resume la predicación de
Jesús: El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed
en la Buena Noticia (Mc 1,15). Se nos llama al arrepentimiento y a la conversión porque este mundo descalificado por Dios está para pasar, germina ya en
lo oculto el reinado de Dios, despunta el día y llega Dios, que todo lo hace
nuevo (cf. Ap 21,5), con la alegría de la esperanza.
En este tiempo de Adviento la Iglesia nos llama a la vigilancia, a la espera y
a la conversión. Si Dios viene al encuentro del hombre y entra en comunión de
vida con Él, el hombre tiene que cambiar forzosamente.
1. Marana tha, Ven, Señor
El Adviento nos viene a recordar que, en efecto, es el Señor el que llega, el
que viene a nosotros. Nosotros nos limitamos a acogerle, a recibirle. No podemos reemplazar la iniciativa de la acción divina.
El Adviento, tiempo de deseo, es también tiempo de esperanza. ¡Y qué necesitados estamos de esperanza en un mundo en el que habita el desencanto en
muchos corazones!
La Iglesia, la Esposa impulsada por el Espíritu, repetirá hasta el final de los
tiempos su Marana tha, su Ven, Señor. Nosotros en este Adviento de 2007 debemos unirnos a este grito de la Iglesia. El Espíritu y la Esposa dicen: ¡Ven! El que
lo oiga que repita: ¡Ven! (Ap 22, 17).
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2. Dios ha elegido hacerse esperar
Dios ha elegido hacerse esperar, todo el tiempo que dura un adviento. A mi
no me gusta esperar en la fila. No me gusta esperar mi turno. No me gusta esperar el tren. No me gusta esperar para juzgar. No me gusta esperar el momento
oportuno. No me gusta esperar porque vivo sólo el instante. Por otra parte, bien
lo sabes, todo está dispuesto para que no tenga que esperar: los abonos a los
medios de transporte y los autoservicios, las rentas de crédito y los distribuidores automáticos, las fotografías de revelado instantáneo, los fax y los terminales
de ordenador, la televisión y los informativos radiofónicos... No necesito esperar
las noticias: ellas se me adelantan. Pero tú, Dios, has elegido hacerte esperar,
todo el tiempo que dura un adviento. Porque has hecho de la espera, el espacio
de la conversión, el cara a cara con lo que está oculto. En la espera ya te das y
para tí, Dios, esperar se conjuga con orar (cf. J. Debruynnel).
3. Aprender a esperar
En estas cuatro semanas de adviento, esta espera del Señor que viene se hace
misteriosa. El adviento es el tiempo que se nos da para que aprendamos a vivir
esperando, para que no pretendamos obtener enseguida lo que queremos, aunque se trate de Dios y de la visión de su rostro. Una señal de lo que ha decaído
la verdad y la fuerza de la fe cristiana entre nosotros es sin duda esta: muchos
ya ni aguardan, ni mucho menos, anhelan la venida de Jesús, el Señor, que nos
trae un cielo nuevo y una tierra nueva (cf. Ap 21 ,1).
4. Feliz esperanza
Nosotros los cristianos aguardamos de esta gloriosa manifestación del Señor
nuestra total liberación. A esta esperanza la Biblia la califica de feliz. A pesar de
todas la tempestades con la que nos zarandea la vida presente, esta feliz esperanza es el ancla en la que nos mantenemos firme.
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Precisamente en nuestros tiempos de extrema indiferencia y oscuridad crecen y se avivan nuestra espera y nuestra esperanza. Vivimos en una civilización
de muerte: el aborto, los grandes negocios con las drogas y el tráfico de armas,
son entre otros, síntomas inequívocos de esta voluntad de muerte. Se ha perdido el sentido de la verdad: el poder político y económico seduce, engaña y confunde para conseguir sus fines.
Justamente en medio de este desplome humano tan profundo y extendido
crece y se oirá nuestra espera y esperanza en el Señor que, sin duda, ha de venir
y viene. Los últimos desengaños prueban que sólo Dios salva, sólo Dios puede
liberar al hombre del odio, de la injusticia, de la angustia y de la muerte definitiva.
5. El Señor Dios viene
Es esperanza lo que más necesita el hombre y la mujer de nuestro tiempo.
No se puede vivir sin razones para esperar. Hoy existen muchas personas para
quienes ha muerto la esperanza. Ya no aguardan esperanzados a nada, ni a
nadie.
En estos tiempos faltos de esperanza resuena la voz del profeta: Decid a los
pusilánimes de corazón: el Señor Dios viene a salvarnos (Isaías). Este es el mensaje que mantiene tenso el espíritu de los creyentes hacia el futuro desde donde
aguardan la liberación total de Dios. Del misterio del amor de Dios, el
Apocalipsis, el último libro de la Biblia, nos dice: el que era, el que es y el que
viene (Ap 4, 8). Dios está ya con nosotros, pero aún está por venir. Aún aguardamos su presencia inequívoca y su salvación total.
6. Abiertos a la esperanza
El mensaje de esperanza del profeta se dirige en este tiempo de Adviento a
todos, pero desde aquí particularmente a quienes no comparten nuestra fe. Este
mensaje alcanzaría toda su verdad y fuerza si quien lo oye y no comporta nuesPág. 693
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tra fe escuchara a través de él a Dios mismo, que le viene a su encuentro con su
salvación. Pero este encuentro sólo Dios puede lograrlo, el hombre puede disponerse por el silencio y la súplica a que el Dios vivo le abra a la esperanza.
Os deseo que viváis intensamente y con profundidad este tiempo litúrgico de
Adviento, que nos prepara magníficamente a la celebración de una de las fiestas cristianas más importante: la Navidad. Que este Adviento de 2007 reanime
nuestra esperanza cristiana.
Reza por vosotros, os quiere y bendice,
+ Antonio Ceballos Atienza
Obispo de Cádiz y Ceuta
Cádiz, 10 de noviembre de 2007.
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Navidad 2007
"SPE SALVI"
Un año más llega Navidad, la fiesta del nacimiento del Señor. Fiesta en la
que la familia se reúne. Me gustaría poder saludar a todas y cada una de las
familias, en vuestros hogares.
Cada familia llega a la Navidad con el corazón cargado de sus propios problemas personales, familiares o profesionales, pero confiando en que el encuentro irresistible de la Navidad, se acaba imponiéndose a todo tipo de preocupaciones. Sí, es muy posible que cuando pase la Navidad todo siga igual, pero en
estos días se produce un clima de paz, de renovadas ilusiones, que podemos
interpretar con un cierto reflejo del gran misterio de Dios hecho hombre en el
silencio de la noche de Belén.
Es cierto que esta fiesta cristiana ha sufrido un fuerte deterioro, producido
por la voracidad de la sociedad del bienestar y el consumo, pero considero que,
tal vez, más que repetir esta queja infructuosa, año tras año, como cristianos,
tendríamos que responsabilizarnos en recuperar el sentido auténtico de esta gran
fiesta.
Navidad es la celebración de un misterio que nos desborda siempre, que no
podemos nunca comprender plenamente. Pero, este misterio insondable lo celebramos en el tiempo y desde el tiempo, es decir, desde la peculiar situación que
nos toca vivir.
Sin duda, que hay muchos factores que pueden condicionar nuestra vivencia de la Navidad, pero yo os invitaría a que celebréis y contempléis este año el
misterio de Dios hecho hombre bajo el signo de la esperanza, tan subrayado en
la reciente encíclica del Papa Benedicto XVI Spe Salvi (salvados en esperanza).
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Navidad es la fiesta de la humanidad de Dios, de un Dios que ha querido
hacerse hombre, participar de la condición humana, ponerse al lado del hombre y en favor del hombre.
Navidad es la fiesta del Emmanuel, Dios-con-nosotros, fiesta en la que se nos
manifiesta la bondad de Dios y su filantropía, es decir, su amistad hacia el hombre y calurosa cercanía (cf. Tit 3,4).
En una sociedad en la que crece la increencia, a la par que se derrumban
grandes montajes ideológicos, los hombres y las mujeres se sienten más a oscuras, más desinteresados. Es preciso que la estrella de Belén vuelva a surgir en el
horizonte de muchos corazones humanos. Todos tenemos obligación de ser portadores de la Buena Noticia de la Salvación. Y es lo que hacéis cuando contribuís personalmente en las tareas eclesiales de evangelización, de catequesis, de
difusión del mensaje evangélico.
Cada Navidad relanza nuestra esperanza y nosotros tenemos el deber de alimentar esperanza en nuestro alrededor. No puede pasar en silencio que el mensaje de Navidad llegue a nosotros en este año 2007 en el marco de un clima
nuevo, producido por los acontecimientos de extraordinaria impotencia que se
han venido desarrollando en los últimos meses. Las luces de Navidad van a brillar con luz estremecedora de esperanza en los distintos lugares en donde la
Iglesia y la conciencia religiosa estén inaugurando libertad recobrada. No podemos dejar de alegrarnos por ello porque los gozos y las esperanzas, las tristezas
y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de
cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo (LG 1). No podemos ignorar estos nuevos signos de los tiempos, pero para no caer en falsas ilusiones tenemos que interpretarlos a la luz del
Evangelio (cf. GS 4).
Considero que tenemos la obligación de extender a nuestro alrededor el
calor que mana del misterio de Navidad. Dios nace niño y nos manifiesta así su
amor a los hombres. Nosotros estamos llamados a participar de ese amor de
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Dios, a fomentar el amor fraterno. Nosotros tenemos que descubrir en cada ser
humano la oculta presencia de Cristo, especialmente en los que sufren, en los
más pobres y necesitados. Y esta es nuestra tarea y nuestra misión permanente,
la de ayudar a los marginados de cualquier tipo, en el cuidado de los enfermos
y de los que sufren.
La Navidad nos debe llevar a sentirnos más hermanos de todos los hombres,
más solidarios de todos los hombres y de sus necesidades, y a vivir con esperanza.
¡Feliz Navidad 2007 y Feliz Año Nuevo 2008!
+ Antonio Ceballos Atienza
Obispo de Cádiz y Ceuta
Cádiz, 7 de diciembre de 2007.
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HOMILÍAS
EN EL “ENVÍO” DE LOS PROFESORES DE RELIGIÓN
Cádiz y Ceuta, 4 y 25 de octubre de 2007
Esta tarde otoñal nos hemos reunido en esta Santa y Apostólica Iglesia
Catedral, todos aquellos que formamos la gran familia de los Profesores de
Religión.
Bienvenidos, queridos profesores, vosotros sois los educadores cristianos que
ocupáis un lugar insustituible en la Iglesia y en la sociedad.
Siento una satisfacción especial al recibiros y aprovecho esta ocasión singular para mostraros mi agradecimiento públicamente por vuestra entrega apostólica y por vuestra colaboración sacrificada y eficaz en la edificación de la Iglesia
del Señor que peregrina hacia el Reino en Cádiz y Ceuta. Hoy, vosotros, estáis
llamados y enviados a participar en el envío educativo y misionero.
1. Educación hoy
Vivimos en unos tiempos recios. El camino de la educación hoy es difícil. La
enseñanza religiosa es un arduo y duro el camino que exige el aliento y el apoyo
de todos y, sobre todo, del Espíritu Santo.
Conozco muy bien las dificultades que encontráis y los desengaños que, a
veces, sufrís. No obstante, vosotros estáis llamados a vivir con alegría y esperanza vuestra tarea de cada día, y contad con nuestro apoyo.
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2. Educación integral
La educación ocupa un lugar decisivo en la vida de la persona humana. La
educación de la persona humana debe realizarse de un modo que corresponda
al verdadero ser de ésta y que afecte a todas sus dimensiones: a su naturaleza, a
su origen y a su fin último, a su inteligencia y a su libertad, a su sexualidad, a su
fe y conciencia moral, y a su sociabilidad.
La educación es especialmente importante en los niños, adolescentes y jóvenes, ávidos de la verdad, pero todavía sin madurez suficiente para recibir críticamente lo que les viene del exterior e incluso lo que emerge de su mundo interior y, por tanto, susceptibles de ser orientados según su verdadero ser, el respeto profundo a su libertad, el amor a su persona.
3. La misión de los padres
Los padres son, en principio, los educadores natos de sus hijos. Pero, no obstante, los padres necesitan de la ayuda de toda la sociedad: la ayuda de aquellos cuerpos sociales intermedios a los que los padres hacen partícipes del derecho a educar a sus hijos, y de la ayuda de la misma sociedad civil, que colabora con los padres en la tarea educativa, pero atendiendo siempre a los derechos
de los padres.
La educación cristiana pretende conseguir el plan del desarrollo de la personalidad humana y cristiana, unida cada vez al don de la fe y proporcionando
un conocimiento gradual del misterio de la salvación y una visión cristiana del
hombre y del mundo.
4. La “Missio”
En esta Eucaristía, queridos profesores, expresáis vuestra disponibilidad y
compromiso en la tarea educativa de la Religión Moral Católica. Hoy se os da
la Missio, es decir, os envío, como Obispo, en nombre de Jesucristo y de la
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Iglesia, y os confío la “misión” de llevar a cabo la educación religiosa católica en
la Escuela.
Los profesores católicos tienen la obligación no sólo de impartir adecuadamente la clase de Religión y de Moral Católica, sino también de educar desde
los valores cristianos con vuestro testimonio y palabra.
Caminar con alegría y con esperanza, en medio de las dificultades. No tengáis miedo ante las dificultades del momento presente. ¡No estáis solos!
Sé que estáis alegres y contentos, dado que vuestra situación laboral ha
mejorado. Ya habéis sido admitidos con carácter indefinido. Siento una especial
satisfacción por ello, a pesar de las dificultades que entraña la adaptación a esta
nueva situación con la Administración.
Esta tarde, os invito a que abráis vuestros corazones a la fuerza del Espíritu
Santo, para que penetre en vuestras vidas al comenzar este nuevo curso 20072008.
5. Recibe el Espíritu Santo
Hace unos momentos hemos escuchado, en profundo silencio, la Palabra de
Dios, que ha sido para vosotros el hilo conductor de esta celebración: El Espíritu
Santo y la Misión.
El día de Pentecostés, el Espíritu Santo renovó interiormente a los apóstoles
revistiéndolos de una fuerza que les hizo audaces para anunciar sin miedo:
“¡Cristo ha muerto y la resucitado!”. Sin miedo, alentados por la fuerza del
Espíritu, comenzaron a hablar con franqueza. De pescadores aterrorizados se
convirtieron en testigos valientes y humildes del Evangelio. Sus enemigos no
lograron entender cómo hombres, sin instrucción ni cultura, fueron capaces de
demostrar tanto valor y de soportar las contrariedades, los sufrimientos y las persecuciones, con alegría. Nada, ni nadie podía detenerlos.
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Sólo al soplo del Espíritu Santo comprenderán esta nueva manera de ser,
pensar y actuar. Por este camino considero que tiene que ir hoy el profesor de
Religión y Moral Católica: sin miedo, humilde, sencillo, solidario y alentado con
la fuerza del Espíritu Santo.
6. La Iglesia necesita de vosotros, profesores de religión
Los profesores de Religión que hoy sois enviados desempeñáis una tarea
educativa de primer orden en la formación religiosa de las nuevas generaciones.
La Iglesia necesita de vosotros, y yo, como Obispo y pastor de esta Iglesia de
Cádiz y Ceuta, os acojo con cariño y os animo a que continuéis esta difícil
misión. El Señor que os da la capacidad de responder a la llamada de la Iglesia,
os dará, también, “aquel consuelo que sólo Él puede dar” a la misión recibida.
7. Identidad y misión
Los profesores de Religión y Moral Católica sabéis perfectamente que tenéis
que desarrollar, por tanto, una docencia ajustada a la Doctrina y Moral de la
Iglesia Católica y que tenéis que mantener un comportamiento personal con
ella.
Vosotros sois conscientes de que quienes enseñáis Religión y Moral Católica
tenéis que tener una vinculación constante con la Iglesia cuya fe enseñáis. Y
tenéis que impartirla desde una actitud de fe, en comunión con la misma Iglesia.
Así queda refrendado en el contrato laboral que vosotros libremente habéis suscrito y firmado.
8. Acompañamiento personal
La coherencia del profesor de Religión se manifiesta en el testimonio de vida,
de tal manera que su conducta sea permanentemente interpelación para quienes lo escuchan. Así el profesor de Religión se convierte en luz del mundo y en
anuncio de Jesucristo, pues, por el envío de la Iglesia, “queda constituido en prePág. 702
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gonero de la fe. De este modo la acción educativa del profesor de Religión se
convierte en signo de la Iglesia y servicio de ella” (Ch.L. 62).
El testimonio del profesor de Religión también se traduce en acompañamiento. El profesor trata de acompañar personalmente al alumno. De ahí la continua y sincera cercanía a los alumnos y la atenta sensibilidad ante los problemas, de tal manera que suscita en cada educando la actitud positiva de quien se
siente amado a pesar de sus debilidades, y de quien se siente valorado y apreciado en su misma dignidad de persona humana (cf. GS 22). Es decir, se trata del
acompañamiento personal del alumno.
9. Formación permanente y preparación inmediata de lo que se enseña
La deseada síntesis entre la fe y la cultura que han de conseguir los alumnos,
dependerá en gran parte de la síntesis que presente el profesor. Muchos profesores en estas circunstancias que nos ha tocado vivir suelen decir: “Tiemblo
cada vez que voy a dar clase de Religión”. De ahí, la necesidad de la Formación
Permanente. Ya sé que lo estáis haciendo, pero hoy os lo recuerdo, a fin de que
no lo olvidéis.
También os recuerdo que hay que preparar las clases. Es decir, hay que conocer muy bien lo que se va a comunicar. Para ello, hay que asumirlo e interiorizarlo personalmente. No puede ser, por tanto, una comunicación fría y superficial. Esto supone que hay que pensar, hay que actualizar y hay que estudiar
aquello que se va a comunicar, con todos los medios que uno tiene a su alcance. Comunicas lo que vives. No siempre transmitimos bien lo que conocemos y
vivimos.
10. Eucaristía y acción de gracias
Os recuerdo, queridos profesores, que para crecer en la vida cristiana es
necesario alimentarse del cuerpo y de la sangre de Cristo. Como fuente y culmen de la vida eclesial, la Eucaristía es un perpetuo Pentecostés, porque cada
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vez que celebramos la Santa Misa recibimos el Espíritu Santo que nos une más
profundamente a Cristo y nos transforma en Él.
Esta tarde, en esta Eucaristía, hemos escuchado las palabras de Jesús: “Como
el Padre me envió, también os envío yo a vosotros” (Jn 20, 21). Es el mismo Jesús
el que os envía y yo, como Obispo, lo hago en su nombre.
Vosotros, queridos profesores, no actuáis en nombre propio sino en nombre
de la Iglesia que os envía y tenéis una misión muy importante que cumplir. Sois
los que comunicáis la Religión y la Moral Católica, es decir, la doctrina y el mensaje de Jesús de Nazaret.
Pidamos al Señor, en esta Eucaristía, por todos los profesores de Religión y
Moral Católica, por los padres de todos los alumnos, a los que vais a acompañar en la tarea educativa, y pidamos también por los mismos alumnos.
Que Santa María, Reina de los Apóstoles, nos acompañe ahora y siempre.
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EN EL INICIO DEL CURSO PASTORAL 2007-2008
Cádiz, Seminario, 5 de octubre de 2007
Inauguramos el curso 2007-2008 en estos días en los que la Iglesia Universal
celebra las Témporas de acción de gracias y de petición. Es esta una ocasión
extraordinaria para ponerse en camino bajo la mirada de Dios, el Padre “de
quien desciende todo don perfecto” (St 1, 17), y que da “el Espíritu Santo a los
que se lo piden” (Lc 11, 13). Dios nos ofrece en esta liturgia el momento oportuno para volvernos a Él, convertidos de corazón, y realizar los dos actos típicos
del hombre religioso: la acción de gracias y la petición. Y esto lo hacemos en
este momento histórico que estamos viviendo de debilitamiento de la vida de fe,
de laicismo y relativismo ético.
1. Acción de gracias por los dones que vienen de Dios
Acción de gracias porque no hay nada, absolutamente nada, que no hayamos recibido de Dios. “Todo don bueno y toda dádiva perfecta viene de arriba”
(St 1, 17), y todo lo ha dispuesto para nuestro bien. “Acuérdate del Señor, tu
Dios: que es Él quien te da la fuerza para crearte estas riquezas” (Dt 8, 18). La
acción de gracias nos mantiene en el reconocimiento de Dios y la alabanza.
Hace que dirijamos al cielo nuestros ojos y humildemente reconozcamos en el
Padre de Nuestro Señor Jesucristo la fuente de todo bien: “De ti viene la riqueza
y la gloria (...); tú engrandeces y confortas a todos” (1Cro 29, 12).
2. Petición y experiencia de la bondad de Dios
Acción de gracias y petición están estrechamente unidas. Reconocer la
Providencia de Dios y su bondad de Padre nos sitúa ante Él en permanente actitud de petición. El imperativo de Cristo: pedid, buscad, llamad tiene como fin,
no sólo el logro de lo que necesitamos, sino llegar a la experiencia de la paternidad de Dios “que dará cosas buenas a los que se las pidan” (Mt 7, 11).
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Porque, hermanos y hermanas, no sólo pedimos el pan y el sustento diario;
el techo y el vestido necesarios; los medios para una vida digna. Pedimos, también, cuando se inaugura un curso académico en el Seminario, Centro de
Estudios Teológicos, el don de la Sabiduría.
Pedimos al Espíritu Santo que nos conduzca a la verdad completa, que nos
renueve y haga audaces y valientes, humildes para adquirir la verdadera sabiduría evangélica. Todas las ciencias nos llevan al conocimiento de nuestro Señor
Jesucristo y su mensaje en la Iglesia.
3. La sabiduría, don de Dios a los humildes
Es aquí, ante la Sabiduría de Dios, ante el Espíritu de la Verdad, donde el
hombre experimenta que solo Dios es “rey y soberano de todo” y que de Él
“viene la riqueza y la gloria” (1Cro 29, 11-12). La Sabiduría es don de Dios para
quienes esperan el momento de su venida y aguardan el consuelo de lo alto.
El hombre que teme al Señor y guarda su alianza alcanza la Sabiduría: el que
se reconoce pobre y suplica; el que se tiene por indigente y clama. El sencillo y
el humilde la recibe como revelación del Reino; el rico y orgulloso choca contra el muro de su posesión cegándose con la necedad del mundo. El que llora
obtiene la sabiduría; el limpio de corazón la ve; el manso de corazón la recibe
sin violencia, como soplo suave del Espíritu. Los pequeños y sencillos la poseen
y viven en ella el don de la verdad que ilumina y pacifica. El Papa Benedicto XVI
ha dicho que “la Teología hay que estudiarla de rodillas”. Esta actitud, profesores y alumnos, han de tenerla en cuenta.
4. La Sabiduría de Dios
La Sabiduría es Cristo. En Él están todos los tesoros y las riquezas de Dios; el
saber y el conocer. Él es “resplandor de su gloria e impronta de su sustancia”
(Heb 1, 3). Por medio de Él se ha hecho todo y todo tiende a Él.
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Cuando la liturgia de este día de Témporas nos invita a la conversión, como
base de la acción de gracias y de la petición, nos invita en realidad a ser y vivir
en Cristo. Es en Cristo en donde el hombre se hace sabio con la Sabiduría de
Dios, y donde alcanza la penetración ágil, sutil, luminosa que da el Espíritu de
Sabiduría. Es en Cristo en donde el hombre se hace criatura nueva.
Vivir la condición de estudiante en este Centro de Estudios y Seminario de
San Bartolomé es buscar constantemente una Sabiduría que se hace y entreteje
de esfuerzo, de disciplina y de oración que invoca la gracia y el don del Espíritu
Santo.
La Iglesia os necesita, queridos profesores, y os alienta en esta gran servicio
que hacéis, y os anima a que cada día sigáis preparándoos lo mejor posible.
5. Pedid, buscad, llamad
Hay que hacerse humilde, comprendiendo que nadie puede conseguir la
sabiduría, si Dios no se la da (cf. Sb 8,21). Hay que pedirla y hay que buscarla
sin descanso, para comunicarla con ilusión.
Por eso, en este día de acción de gracias y petición, Jesús nos exhorta con
insistencia a pedir, llamar y buscar. Esa es la tarea de este curso y de toda la vida
del creyente. “Quien pide recibe, quien busca encuentra y a quien llama se le
abre” (Mt 7, 8). No puede existir mayor consuelo que estas palabras. El creyente nunca tendrá motivos para el desaliento en la búsqueda afanosa de la verdad.
Es verdad que la súplica puede ser larga, la búsqueda penosa y la espera paciente. Pero llegará el momento de Dios en el que se dará, sobre toda medida, el
Espíritu Santo a quienes se lo piden. Entonces se cumplirá la promesa que supera todo deseo: “Con ella me vinieron a la vez todos los bienes, y riquezas incalculables en sus manos. Y yo me regocijé con todos estos bienes porque la
Sabiduría los trae (.....) Con sencillez la aprendí y sin envidia la comunico; no
me guardo ocultas sus riquezas porque es para los hombres un tesoro inagota-
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ble, y los que la adquieren se granjean la amistad de Dios” (Sb 7, 11-14). Tarea
preciosa del profesor y del alumno.
6. Eucaristía y acción de gracias
Os recuerdo, queridos profesores y alumnos, que para crecer en la vida cristiana es necesario alimentarse del cuerpo y sangre de Cristo. Como fuente y culmen de la vida eclesial, la Eucaristía es un perpetuo Pentecostés porque cada vez
que celebramos la Eucaristía recibimos el Espíritu Santo que nos une más profundamente a Cristo y nos transforma en Él.
Pidamos al Señor la verdadera Sabiduría, y que Santa María, reina de la
Sabiduría, interceda por todos nosotros.
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EN LA SOLEMNIDAD DE NTRA. SRA. DEL ROSARIO
Cádiz, Santuario de Ntra. Sra. del Rosario,
7 de octubre de 2007
1. Nuevo Mensaje
Todos los años, como buenos hijos, Santa María del Rosario, venimos a estar
contigo, en este día grande de tu fiesta, y, siempre nos dejas un mensaje. Este
año, Santa María del Rosario, Madre y Patrona, eres la Señora del Buen Consejo.
Esta mañana otoñal este templo santuario está invadido por la fragancia de
nardos que miles de niños te han ofrecido, expresando su cariño y amor a su
Madre y Patrona.
Este Santuario está invadido por la fragancia que anoche dejó el Padre
Montero Alesi tu pregonero de este año al desgranar los 20 misterios de Santa
María en la celebración de los 800 años del carisma dominicano.
Este año venimos a rezarte, a cantarte y a decirte que eres la Señora del Buen
Consejo en estos tiempos que corren, que están faltos de sabiduría y de buen
consejo; de asesoramiento, acierto y de saber atinar para dar en la diana, en
beneficio de los demás.
2. Santa María del Rosario, Madre y Patrona, Madre del Buen Consejo
Los fieles de todo el mundo cuando piadosamente rezamos las letanías de
Nuestra Señora, invocamos a la Virgen María, como “Madre del Buen Consejo”.
Esta mañana otoñal Santa María del Rosario, venimos en este día de tu fiesta a
cantarte y a decirte, que tú eres para nosotros, los gaditanos, Madre y Patrona,
Señora del Buen Consejo.
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Este título, esta preciosa advocación encierra un hondo y rico contenido teológico, espiritual y pastoral. Santa María del Rosario, tú eres nuestra Señora del
Buen Consejo, porque eres la Madre de Nuestro Señor Jesucristo, Hijo de Dios,
Verbo encarnado, sabiduría personificada a la que el profeta Isaías anunció
como Maravilla de consejero.
Tú eres Señora del Buen Consejo porque, llena de gracia, has recibido el
Espíritu de Consejo con la plenitud más grande que cabe a una criatura. Tú,
Santa María del Rosario, Madre y Patrona, mereces el título de Señora del Buen
Consejo, porque eres modelo y maestra que nos enseñas y nos ayudas a conocer lo que es grato a Dios y nos guías en nuestras tareas.
Tú eres, Santa María del Rosario, Madre y Patrona con tu Hijo Jesús en los
brazos, maravilla de consejero, y te has convertido para nosotros los gaditanos
en Señora y Madre del Buen Consejo, y nos invitas y nos dices: “Haced lo que
Él os diga” (Jn 2, 5).
Tú eres una excelente consejera, porque nos invitas a escuchar a tu Hijo
Jesús, Sabiduría personificada, Sabiduría de Dios. Por eso, cada mañana, cada
día, venimos a visitarte y recibimos de Él el consejo que necesitamos para caminar: Así vienen las madres a implorarte, y los niños de las manos de su madre y
de su padre.
3. Algunos rasgos de la situación actual
Actualmente frente al laicismo y el relativismo que nos envuelve, necesitamos con urgencia un buen consejo. No todo tiene el mismo valor, ni todo vale,
ni todo da lo mismo. No nos podemos dejar llevar de los deseos, de las pasiones. Así clama el profeta: “La tierra está desolada porque no hay quien piense en
su corazón”. Hoy día dar un buen consejo es una excelente obra de misericordia. Pedir consejo es propio de sabios y prudentes. Posiblemente se han hecho
muchas cosas mal por no haber pedido consejo, o por haber seguido malos con-
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sejos. Aquellos que dan malos consejos pueden hacer mucho daño a los individuos y a la sociedad. Hoy día tienen muchas responsabilidades aquellos que
están dedicados a la enseñanza y a la educación, al asesoramiento, a la toma de
decisiones de repercusión social, a los constituidos en autoridad. Necesitamos
un buen consejo sobre la familia, sobre la educación, sobre el trabajo, sobre la
vida y la muerte, sobre la situación social, política y religiosa.
4. Necesidad de discernimiento
Todos estamos inmersos en una problemática de discernimiento. No siempre
somos capaces de discernir bien sobre lo que hemos de hacer y sobre el modo
de hacerlo lo mejor posible. ¡Qué bueno es saber que Santa María del Rosario,
Madre de Dios y Madre nuestra, es Nuestra Señora del Buen Consejo!
La gran tentación de nuestro tiempo es prescindir de Dios y preguntar sólo a
la filosofía, a la ciencia, a la técnica, esperando de ellos la respuesta y la salvación. ¿Por qué no preguntar, también, a Dios? ¿Quién nos ha aconsejado tan mal
para no contar con Dios, en este siglo XXI? ¿Quién nos ha aconsejado tan mal,
que ha dejado a esta sociedad huérfana sin el Padre Dios y sin la sabiduría de
Dios? Dios es Dios, sabiduría infinita por los siglos de los siglos. Hay que reavivar el don recibido, según la vocación a la que has sido llamado, dirá san Pablo
(cf. 2 Tes 1, 4).
5. Santa María del Rosario, Madre y Patrona, Señora del Buen Consejo, modelo y guía de lo que se ha de hacer
La advocación Señora del Buen Consejo, es una advocación mariana de palpitante actualidad. Con ella, Santa María del Rosario, nos está diciendo constantemente: “Haced lo que Él os diga” (Jn 2, 5). Lo que Jesús nos dice es una
sabiduría humana y divina. Hoy Jesús nos dice muchas cosas. No se trata de
hacer lo que dice la “mayoría”, lo que “todos hacen”, lo que es “moderno”, lo
que “está de moda”. Hagamos lo que Jesús nos dice. Él es “maravilla de consejero”.
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Donde hay humildad allí hay sabiduría. El Señor no nos quiere bobos, ni
ignorantes, ni ingenuos. El cristiano no puede ser un insensato, pero tampoco un
pícaro, un hipócrita. Ha de ser “sabio”, tiene que tener buen consejo. Tenemos
que ser prudentes y sencillos a la par, es decir, “sabios” con la sabiduría de Dios,
que es don y gracia de Dios.
Con el don de consejo llegamos a entender, de forma clara y rápida, lo que
conviene hacer especialmente en los momentos difíciles. En este momento histórico necesitamos personas sensatas, de buen juicio, generosas; personas con
hondura, que tengan cosas importantes que decir y que hacer, buenas soluciones que aportar, que tengan entusiasmo, estimulen y animen. No sirven los
insensatos, ni los superficiales, ni los vacíos; no sirven los individuos de sólo
fachada, los que engañan con zalamerías y viven de apariencias. Necesitamos
personas de buen consejo, que piensen en la sabiduría y pretendan la prudencia.
6. El buen consejo es don de Dios
El buen consejo está al alcance de todos los que se abren a Dios. No es
exclusivo de gente de talento y de gran cultura. Se dice que al santo Cura de Ars
iban a escucharlo obispos y catedráticos de la Sorbona y que salían diciendo:
“No sé si este santo varón es erudito o no, pero es luminoso. El Señor nos quiere luminosos”.
Para iluminar y dar buen consejo es preciso que sepamos percibir bien la
realidad. Es preciso conocer la realidad para obrar con eficacia. La verdad a
medias es mentira; las medias verdades son errores; la ambigüedad, las medias
tintas, las cosas a medias son enemigas del buen consejo. Las cosas no son buenas o malas porque lo diga la mayoría.
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7. Eucaristía y acción de gracias
Santa María del Rosario, Madre y Patrona, Señora del Buen Consejo, se dice
de ti, que meditabas el Evangelio, en tu corazón de Madre. No habrá Buen
Consejo, si no hay meditación. Hay que reflexionar, pararse y revisar. Para “atinar” hay que pensar y orar.
En este Eucaristía te pedimos que seamos personas ricas en ideas, afectos sinceros e ilusiones contagiosas y estimulantes. Personas que se preocupen generosamente por la situación de las familias y de los demás. Personas que no pasen
de largo ante las necesidades de los demás, que sepan darse, sin reservas y sin
esperar nada a cambio.
Santa María del Rosario, Madre y Patrona, Señora del Buen Consejo, danos
personas que nos inspiren confianza, que sean buenos guías, buenas consejeras.
La Iglesia cuida mucho que no falten buenos consejeros, directores, consiliarios,
asesores. Hay consejos pastorales, consejos de consultores, consejos presbiterales, consejos arciprestales y consejos episcopales. Todos estos nos invitan a mirar
a la Madre de Buen Consejo con incesante clamor. Algo parecido ocurre con las
estructuras civiles y militares.
Santa María del Rosario, Madre y Patrona, Señora del Buen Consejo, enséñanos a estar atentos a la hora de Dios y a la altura que piden las circunstancias
que nos ha tocado vivir. Hay que estar a la altura de Dios en estos tiempos de
gracia que estamos viviendo, en esta Iglesia diocesana de Cádiz y Ceuta.
Madre y Patrona, Santa María del Rosario, Señora del Buen Consejo, nos
estás pidiendo en este día sensatez, serenidad, sentido común, calma, valentía,
cordura, buen juicio, lucidez y un corazón libre. Necesitamos, en este momento, buenos guías, dueños de sí mismos, ricos en reflejos, humanos y sobrenaturales, que sepan frenar y acelerar, avanzar y parar, que lleguen siempre a tiempo, en el momento oportuno, a la hora de Dios. Casi siempre llegamos tarde, o
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queremos acelerar la hora de Dios. Dios tiene su hora y a su hora actúa. El Señor
llega a su hora, que es nuestra hora de verdad.
Santa María del Rosario, Madre y Patrona, Señora del Buen Consejo, te pedimos en este día que intercedas por nuestros hermanos difuntos que tantas veces
se postraron a tus pies y hoy, el Señor en su providencia amorosa, ya ha dispuesto que estén junto a Él.
Santa María del Rosario, Madre y Patrona, Señora del Buen Consejo, intercede por las familias, sobre todo de Barbate y Delphi, por los pobres, los encarcelados, los inmigrantes, los enfermos y los más desfavorecidos de la sociedad.
Santa María del Rosario, Madre y Patrona, Señora del Buen Consejo, ruega
por nosotros para que como tú seamos buenos consejeros.
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EN LA APERTURA DE CURSO
DE LA ESCUELA UNIVERSITARIA DE MAGISTERIO
“VIRGEN DE EUROPA”
La Línea de la Concepción, 26 de octubre de 2007
Este curso 2007-2008 que hoy inauguramos es un momento de gracia para
todos los que participamos en esta Escuela Universitaria de Magisterio “Virgen
de Europa”. Os confieso que estoy muy contento de estar con vosotros en esta
inauguración oficial y os invito a caminar con alegre esperanza.
1. ¡Recibid el Espíritu Santo!
Os exhorto a invocar al Espíritu Santo que es fuerza y fuego. Él es el gran protagonista en la tarea emprendida de seguir formando los nuevos profesores universitarios que necesita la sociedad actual.
El Espíritu Santo, en Pentecostés, hizo a los discípulos muy audaces. Ellos,
una vez recibido el Espíritu Santo, hablaron con libertad y valentía. El Espíritu
Santo forma y alienta a los discípulos de todos los tiempos. Esta misma fuerza,
fuego y audacia se la pedimos al Señor para esta Escuela Universitaria de
Magisterio en este día y para todo este curso.
Esta mañana otoñal hagamos extensiva nuestra oración a favor de todo el
campo educativo, tanto en el ámbito de la enseñanza pública como privada de
nuestra Diócesis de Cádiz y Ceuta.
2. Renovado Pentecostés
“Todos los discípulos perseveraban en la oración con un mismo espíritu en
compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús” (Hch 1, 14). Hoy,
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como al comienzo de aquella primera hora de la Iglesia y en los días de
Pentecostés, también oramos con María y los discípulos de Jesús. En esta apertura de curso estamos también a la espera de un nuevo Pentecostés.
“Recibid el Espíritu Santo” (Jn 20, 22). Todos sabemos que sin el Espíritu
Santo todo en el hombre es vacío y muerte. Aunque parezca extraño impera, a
veces, en nuestra sociedad como un instinto de muerte: destruimos la naturaleza y la vida, vaciamos de sentido y de subsistencia nuestras propias personas, las
convertimos en puros y simples reflejos fantasmales sin capacidad para conocerse. “Los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor” (cf. Jn 20, 20).
Solo el Espíritu de Dios puede colmar nuestro vacío. Solo el Espíritu puede
dar vida a la muerte. Solo el Espíritu puede suscitar amor, rejuvenecer este
mundo viejo y abrirse al futuro. Este día, esta Escuela Universitaria, está animada por el Espíritu, vive en Pentecostés, abierta al mundo y se rejuvenece por la
fuerza del Espíritu, por eso se respira un día de alegría y esperanza.
3. Educar es mirar ala humanidad con esperanza
En este nuevo curso venís con el anhelo y el deseo de llegar a ser buenos
educadores. La tarea educativa es apasionante y esperanzadora. Educar es mirar
a la humanidad con esperanza. Este es el reto y el sentido de esta Escuela
Universitaria de Magisterio. Su finalidad no es el lucro, como decían hace unos
años, sino el servicio de la educación en valores humanos y cristianos. En los
momentos de dificultad es necesario volver nuestros ojos a estos valores permanentes.
4. La educación ocupa un lugar decisivo en la vida de la persona
La educación ocupa un lugar decisivo en la vida de la persona pues ésta, a
diferencia de los otros seres del mundo, no es un ser cerrado en sí, decidido y
concluido a priori para siempre, sino un ser personal, inteligente y libre, llamado por naturaleza a llegar a la plenitud de sí mismo, pero con riesgo de perderPág. 716
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se, habida cuenta de la fragilidad de sus facultades intelectuales y volitivas y, por
consiguiente, necesitado de ayuda para el cumplimiento de su propio ser.
La educación de la persona humana debe realizarse de modo que corresponda al verdadero ser de ésta y que afecte a todas las dimensiones; a su naturaleza, a su origen y a su fin último, a su inteligencia y a su libertad, a su sexualidad, a su conciencia moral y a su sociabilidad.
El respeto del “ser” de la persona debe, pues, presidir siempre el acto educativo. ¡Cuántas personas han sufrido y sufren el riesgo de malograrse, bien por
la ausencia de educación sesgada o totalmente en contra de la verdadera esencia humana!
La educación es especialmente importante en los niños, adolescentes y jóvenes, ávidos de la verdad, pero todavía sin madurez suficiente para recibir críticamente lo que les viene del exterior e incluso lo que emerge de su mundo interior y, por tanto, susceptible de ser orientados y de orientarse en una dirección
opuesta a su ser.
El ejercicio de la educación exige necesariamente el celo por el bien del
educando, el deseo de que éste se desarrolle y crezca según el verdadero ser, el
respeto profundo de su libertad, el amor a su persona.
5. Los padres educadores natos de los hijos
Los padres son, en principio, los educadores natos de sus hijos. Por haberlos
amado antes incluso de su concepción ellos son sus primeros educadores.
Concebidos en el seno materno desde un acto interpersonal de amor, los hijos
son el fruto de ese amor. Pero hay más todavía. El hijo nace como persona, con
derecho, por tanto, a recibir de los padres la protección necesaria, la alimentación, la educación. Consecuentemente, educar física, intelectual y moralmente
a los hijos constituye un deber natural y un derecho natural de los padres.
Ciertamente, el deber de la educación, que recae primordialmente en los
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padres, necesita de la ayuda de toda la sociedad: de la ayuda de aquellos cuerpos sociales intermedios a los que los padres hacen partícipes del derecho de
educar a sus hijos; y de la ayuda de la misma sociedad civil, que colabora con
los padres en la tarea educativa, pero atendiendo siempre a los deseos de los
padres.
6. Sociedad civil y cuerpos educativos
Hay que reconocer la inestimable ayuda que la sociedad civil y los cuerpos
educativos intermedios vienen prestando desde hace muchos años a la labor
educativa de los padres. Buena prueba de ello son la creación y el mantenimiento del Estado de esa gran red de Escuelas y de Institutos propios distribuidos por todo el territorio nacional, la cuantiosa aportación económica prestada
a los cuerpos sociales educativos mediante la concertación de Centros y las
innumerables ayudas económicas otorgadas directamente a los alumnos a través
de becas y bolsas de estudios.
En este día agradecemos públicamente este servicio educativo y pedimos al
Señor por la debida preparación de los nuevos profesores de esta Escuela
Universitaria de Magisterio.
7. Educación personalizada
A este curso venís con el anhelo de ser brillantes educadores por el camino
de la educación personalizada. Como ya sabéis el hombre, a lo largo de su historia, no ha dejado de avanzar hacia una mayor conciencia de su dignidad, de
sus derechos, de los valores que lo realiza más plenamente. Pero en este proceso no todo han sido aciertos; más aún, hemos llegado a situaciones de injusticia, de confusión y de violencia que nos estremece; pero si hay algún camino
para que las personas y la sociedad vayamos encontrándonos con lo mejor de
nosotros mismos en este camino es la educación personalizada. Es la educación
que se propone hacer personas conscientes y libres, abiertas y comprometidas
con los otros, con la comunidad de los pueblos, con la verdadera humanidad.
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8. Necesidad de educadores cristianos
La Iglesia y la sociedad actual tienen necesidad de educadores cristianos
bien formados que den razón de su fe y de su esperanza (cf. 1Pe 3, 15-16). Para
ello es necesario penetrar en el verdadero espíritu de educadores cristianos cualificados y testigos creíbles de Cristo.
Los educadores cristianos sois los que desempeñáis una tarea de primer
orden en la construcción de la comunidad eclesial y social, y en la formación
de la personalidad de los cristianos, especialmente cuando realizáis esta tarea
en las nuevas generaciones. La Iglesia y la sociedad necesita de vosotros. Para
ello, os animo a que os preparéis lo mejor posible para llevar a cabo la tarea
educativa integralmente.
9. Caminemos con esperanza
En esta Eucaristía demos gracias a Dios. ¡Caminemos con esperanza! Un
nuevo curso escolar se abre en este otoño. Este nuevo curso se abre como un
océano inmenso en el cual hay que adentrarse, contando con la ayuda del
Espíritu Santo. ¡Caminemos mar adentro, en el nombre del Señor! ¡No tengáis
miedo! ¡Caminemos en el nombre del Señor!
Nuestra andadura en la tarea educadora debe hacerse con ilusión y audacia.
Cristo resucitado y vivo nos convoca de nuevo, como en el Cenáculo, donde al
atardecer del día primero de la semana se presenta a los suyos para alentarlos
en el pan Eucarístico y el pan de la Palabra, e iniciarles, alentados por el Espíritu,
en la gran aventura de la evangelización.
Que Santa María, Virgen de Europa, nos acompañe en esta nuestra andadura del curso 2007-08.
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EN LA CLAUSURA DE LA
XXIX SEMANA DE LA FAMILIA
Cádiz, Catedral, 18 de noviembre de 2007
En esta eucaristía de clausura de la XXIX Semana de la Familia sobre la “La
Familia, garantía de la dignidad humana”, coincide también con el último
Domingo del año litúrgico y el Día de la Iglesia Diocesana.
1. Día del Señor
Este Domingo, día del Señor, día de la Iglesia, echemos una mirada al presente y al futuro. Vivamos el hoy de la Iglesia que camina hacia el Reino, alentada y animada por el Espíritu Santo.
Nuestra Iglesia diocesana de Cádiz y Ceuta vive un momento de gracia, con
los ojos puestos en la situación de la familia. Nos preguntamos: ¿qué está ocurriendo hoy en la familia? ¿qué esta ocurriendo hoy en la Iglesia? Se está viviendo un cambio trascendental en la vida de la familia y, en estos momentos también en el modelo de financiación de la Iglesia en España y en nuestra Diócesis.
Tengamos confianza, no tengamos miedo. No nos cansemos de hacerle frente a
esta situación.
2. Momento de gracia
Estamos viviendo un momento de gracia en torno a la familia. Nos hemos
acercado a ella y estamos haciendo un discernimiento y vemos que necesita
atención y renovación. El Papa Benedicto XVI considera que para llevar a cabo
la renovación de la Iglesia hoy es necesaria la atención pastoral prioritaria de la
familia, y esto es lo que estamos haciendo. Por eso, con Juan Pablo II decimos:
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“¡Familia, sé lo que eres!”. Y en nuestro esfuerzo pastoral tratamos de presentar
la familia cristiana, como Buena Noticia, y nuestra Iglesia diocesana peregrina
como una Iglesia viva y joven alentada por el Espíritu Santo, con ilusión y esperanza.
3. La familia cristiana
La familia es uno de los bienes más preciosos que Dios nos ha dado y el primer camino para la realización del hombre, para la transmisión de la fe y la
transformación del mundo (cf. FC 3). La familia es considerada como un lugar
privilegiado donde nace y se desarrolla la persona y su dignidad. La dignidad de
la persona humana es la base de todos los derechos humanos. La familia sufre
hoy la ola de laicismo y el relativismo ético que provoca que se relativice todo.
Así, la mujer es relativa para el marido y el marido para la mujer.
4. El sentido de la dignidad humana se adquiere fundamentalmente en la familia
El sentido de la dignidad humana se adquiere fundamentalmente en la familia mediante el ejemplo de los padres, con las experiencias de la vida comunitaria que se realizan en la vida de familia, con los contenidos de la fe vividos en
familia, con el sentido trascendente de la familia, con las actitudes de trabajo,
honradez, generosidad, sacrificio, acompañamiento, disponibilidad, asistencia,
respeto, libertad y amor vividos en familia.
La libertad religiosa es un derecho que afecta directamente a lo que es esencial en la persona humana y que manifiesta plenamente su dignidad: la relación
con Dios, el creador y destino último de todo ser humano.
5. Día de la Iglesia diocesana
El Día de la Iglesia diocesana, este año, nos trae una noticia nueva, que afecta hondamente a todos los diocesanos: La autofinanciación. A partir de ahora
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tenemos que aprender a vivir por nosotros mismos. Es decir, la autofinanciación
de la Iglesia en España ha llegado y también a nuestra diócesis. Desde ahora se
cierra un período y se abre otro en la historia de la Iglesia de nuestro país, y en
nuestra Iglesia diocesana. A partir de ahora los ingresos de la Iglesia diocesana
dependerán de nosotros mismos. ¿Modo de hacerlo? Muy sencillo: tu aportación
personal y el 0,7% de tu Declaración de la Renta, si marcas la casilla a favor de
la Iglesia. Estos serán los ingresos de la Iglesia. Será tu generosidad la que nos
permita continuar anunciado la Buena Noticia de Cristo Resucitado y seguir ayudando a los pobres y necesitados. Esperamos tu colaboración.
6. Mirad que llega el día
Una vez hecha esta breve descripción, la Palabra de Dios que hemos escuchado nos ilumina y sitúa magníficamente en esta celebración.
Mirad que llega el día: el día del Señor, el final de los tiempos, la segunda
venida del Señor. Nosotros vivimos instalados en el presente, en el quehacer
cotidiano con su pasión, exigencias y con sus cansancios e ilusiones. No se
piensa en el final del camino: olvidamos que “al atardecer de la vida me examinarán del amor”.
La Palabra de Dios nos anuncia la venida del Señor al final de los tiempos:
mirad que llega el día, el día del Señor (cf. Mal 4, 1-2). El fin está presente entre
nosotros y, a la vez, es futuro. Jesucristo nos ha enseñado a esperar el futuro
viviendo el presente con fe y esperanza. La segunda venida de Jesucristo es una
promesa de felicidad. Cristo nos ha precedido para preparar el lugar. El Reino de
Dios se inaugurará de una forma definitiva cuando pasen esta tierra y este cielo
para dar lugar a una tierra nueva y a unos cielos nuevos en donde el día no tendrá fin.
En esta situación de presente, sin olvidar el futuro, se sitúa el atardecer de la
vida en el que seremos examinados en el amor.
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7. Signos del fin
El Evangelio de hoy nos ha recordado algunos de los signos de los tiempos.
Nos ha dicho:
- Os perseguirán. El rechazo y el conflicto no han sido solamente el destino
histórico de Jesús sino que, de ordinario, es el destino que espera a sus seguidores.
- No preparéis vuestra defensa. Dice Jesús: “Meteos en la cabeza que no
tenéis que preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras acertadas que
ningún adversario os podrá hacer frente o contradeciros” (Lc 21, 14-15).
- Tened confianza. Dice Jesús: “Ni un solo cabello de vuestra cabeza se perderá”(Lc 21,18). La confianza cristiana sabe que la vida merece la pena, la historia tiene sentido y todo sucede para el bien de los hijos de Dios.
- Si perseveráis, conseguiréis la vida. Jesús nos invita a perseverar. ¡Hay que
perseverar y tener esperanza! Sólo el trabajo constante y tenaz de los incansables abre un porvenir de vida y salvación.
8. Algunos rasgos de la situación de la familia en la actualidad
Tengo que confesaros que me produce espanto pensar, según los datos recibidos de la situación de la familia en nuestra Iglesia diocesana, lo que puede llegar a ser nuestra diócesis y sociedad si perdemos este gran patrimonio de la
familia cristiana, que ha costado tanto tiempo descubrir y consolidar.
Todos sabéis muy bien que nuestra concepción del matrimonio y de la familia no está suficientemente protegidos por la legislación vigente en España. Leyes
permisivas del divorcio y del aborto, leyes ambiguas sobre la educación, ponen
en peligro y amenazan la institución matrimonial y familiar.
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Ante esta situación de hecho es necesario mantener clara las ideas y la conciencia de lo que para nosotros son los derechos irrenunciables e inalienables
de la familia e ir promoviendo su defensa. Es necesario acudir a un auténtico
rearme de las conciencias, muchas veces desarboladas por campañas de opiniones que se difunden en los medios masivos de comunicación social. En este
sentido es muy importante que vosotras, queridas familias, estudiéis y meditéis
con toda atención el espíritu de la Iglesia que entre otros documentos está en la
“Carta de los Derechos de la Familia” (22-10-1983).
9. Carta de los Derechos de la Familia
Permitidme que, brevemente, os recuerde algunas afirmaciones que responden al momento actual.
“La vida humana debe ser respetada y protegida absolutamente desde el
momento de su concepción.
a. El aborto es una directa violación del derecho fundamental a la vida del
ser humano” (artículo 4).
“Los padres, por el hecho de haber dado la vida a sus hijos, tienen el derecho originario, primario e inalienable de educarlos, por esta razón ellos deben
ser reconocidos como los primeros y principales educadores de sus hijos.
a)Los padres tienen el derecho de educar a sus hijos conforme a sus convicciones morales y religiosas, teniendo presentes las tradiciones culturales de
la familia que favorecen el bien y la dignidad del hijo; ellos deben recibir
también de la sociedad la ayuda y asistencia necesarias para realizar de
modo adecuado su función educadora.
b) Los padres tienen el derecho de elegir libremente las escuelas u otros medios
necesarios para educar a sus hijos según sus conciencias. Las autoridades
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públicas deben asegurar que las subvenciones estatales se repartan de tal
manera que los padres sean verdaderamente libres para ejercer su derecho,
sin tener que soportar cargas injustas.
c)Los padres tienen derecho de obtener que sus hijos no sean obligados a
seguir cursos que no están de acuerdo con sus convicciones morales y religiosas.
d) Los derechos de los padres son violados cuando el Estado impone un sistema obligatorio de educación del que se excluye toda formación religiosa.
e)El derecho primario de los padres de educar a sus hijos debe ser tenido en
cuenta en todas las formas de colaboración entre padres, maestros y autoridades escolares, y particularmente en las formas de participación encaminadas a dar a los ciudadanos una voz en el funcionamiento de las escuelas,
y en la formulación y aplicación de la política educativa.
F)La familia tiene el derecho de esperar que los medios de comunicación social
sean instrumentos positivos para la construcción de la sociedad y que fortalezcan los valores fundamentales de la familia” (artículo 5).
10. La llamada de Jesús
En esta Eucaristía, Jesús lo que quiere es que estemos atentos a su presencia
y estemos preparados. El juicio será sobre el amor. Llamada a la confianza, a la
perseverancia y la lucha hasta el final.
Considero que las dificultades del tiempo actual, los desafíos y los retos a la
que se ve sometida la institución matrimonial, la familia y la Iglesia diocesana
os pueden parecer inmensas, desmesuradas para vuestras posibilidades y vuestras fuerzas. Pero vosotros, como matrimonios cristianos y familia diocesana,
tenéis la fuerza del Espíritu Santo que es capaz de repoblar la faz de la tierra,
que puede transformar el desierto en vergel.
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Vosotras, queridas familias, poseéis no solo el bautismo, sino la virtud del
sacramento del matrimonio, el Espíritu del Señor, el agua que salta hasta la vida
eterna, la oración y el compromiso.
“La familia cristiana, animada y guiada por la ley nueva del Espíritu y en íntima comunión con la Iglesia está llamada a vivir su “servicio” de amor a Dios y
a los hermanos” (FC 63), con verdadera generosidad y colaborar en la autofinanciación de la Iglesia.
11. Dar gracias a Dios en esta Eucaristía
En esta Eucaristía demos gracias a Dios por tanto don recibido. Demos gracias a todos aquellos que habéis hecho posible la Semana de la Familia,
Directores de Secretariado y Comisión.
Que esta celebración eucarística, en la clausura de la vigésimo novena
Semana de la Familia, sea motivo de aliento en nuestra renovación espiritual
personal y familiar, estímulo para la misión y tarea que nos espera en la Iglesia
y en la sociedad.
Que la Sagrada Familia de Nazaret nos acompañe ahora y siempre.
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EN LA CORONACIÓN CANÓNICA DE
MARÍA AUXILIADORA
Cádiz, Catedral, 8 de diciembre de 2007
Es para mi motivo de alegría y de acción de gracias el poder estar con vosotros, en esta Santa y Apostólica Iglesia Catedral, engalanada magníficamente, en
este día inolvidable de la celebración del primer centenario de la presencia
María Auxiliadora, en Cádiz, y de la Coronación Canónica de María Auxiliadora.
1. Alegría y acción de gracias
“Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas”. Esta mañana otoñal, alegraos, queridos devotos de María Auxiliadora y familia salesiana,
gaditanos y peregrinos que, desde lejanos lugares, habéis llegado hasta aquí,
para participar en esta celebración.
Vivamos este acontecimiento con ilusión, entusiasmo y esperanza. Todos
participamos, jóvenes y adultos, con agrado, en esta Coronación canónica de
María Auxiliadora, cuya devoción está tan fuertemente arraigada en el pueblo y
en la familia salesiana y gaditana.
2. Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas
“Tú eres el orgullo de nuestra raza....”. Cantamos hoy en la Iglesia entera en
la solemnidad de la Inmaculada Concepción. Tú eres “comienzo e imagen de la
Iglesia, esposa de Cristo, llena de juventud y de limpia hermosura” (Prefacio). Tú
eres el auxilio de los cristianos, María Auxiliadora, eres nuestra esperanza.
También durante este tiempo de preparación para la coronación de María
Auxiliadora, los poetas y el pregonero, han cantado la belleza y hermosura de
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María Auxiliadora. De ahí la relación de los actos referidos a la coronación:
ofrenda floral, conciertos y certámenes literarios, las obras de caridad y misericordia, todas ellas sensibles a la situación que padecen tantos y tantos desfavorecidos y necesitados.
Durante estos días una nota de alegría y auténtica devoción a María
Auxiliadora ha salpicado nuestras calles y plazas. Toda esta corriente de vida y
alegría mana como de su fuente de la Asociación de devotos de María
Auxiliadora.
3. Situación histórica de la coronación
La Palabra de Dios que es una historia de amor, ha salido a nuestro encuentro y nos ha dicho: “¿Dónde estás?” (Gn 3, 9). Ante la situación histórica que
vivimos constatamos que existe una fuerte ola de laicismo y relativismo ético y
de falta de esperanza. Para muchos cristianos, la desesperanza es una auténtica
tentación, una auténtica amenaza.
Celebramos hoy al mismo tiempo que la Coronación canónica, el primer
centenario de María Auxiliadora, en Cádiz. Hay que recordar que la devoción a
María Auxiliadora llega antes que la presencia de los salesianos. Nos tenemos
que remitir a Dª Ana de Viya y a la Iglesia de San Francisco.
El año 1907 se estableció en la Iglesia de los Salesianos la Asociación de los
devotos de María Auxiliadora, agregada a la primera de Turín. Desde el principio fue muy grande el número de señoras y caballeros que dieron nombre a esta
Asociación, y que comenzaron a asistir a los solemnes cultos que los 24 de cada
mes se celebran tanto en Extramuros como en San Pablo, de Cádiz.
La procesión de María Auxiliadora se ha venido celebrando cada año con
mayor solemnidad y entusiasmo, constituyendo un espacio de fiesta popular del
barrio en la que toman parte, se puede decir que todo Cádiz se vuelca ese día
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en Puerta Tierra, es el llamado “día de Puerta Tierra”. Es notable la devoción de
los jóvenes a María Auxiliadora, que se recibe en el Colegio. Por eso, cantamos
en el himno: “Los cristianos se arrodillan y con fe los jóvenes te imploran”. Hay
que reconocer que son ya más de cien años trabajando con la juventud gaditana.
4. María Auxiliadora sueña caminos diciendo “sí”
En esta solemnidad de la Inmaculada Concepción, María Auxiliadora sueña
caminos diciendo “sí”. María Auxiliadora está presente entre nosotros, como
signo de cercanía y de victoria con las manos abiertas, diciendo “sí”. Ella aparece como signo de alegría, agradecimiento y fraternidad diciendo “sí”.
María Auxiliadora es la Señora del “sí” a Dios y a los hombres. El Espíritu
Santo la cubrió con su sombra y por eso pudo decir “sí” con tanta libertad interior, con tanta alegría y generosidad, con tanto sentido de participación en el
plan de Dios. María Auxiliadora dejó hacer a Dios en su vida y dijo: “He aquí
la esclava del Señor. Hágase en mi según tu palabra” (Lc 1, 38).
Aprendamos nosotros a soñar, a decir “sí” en este día de la Coronación canónica de María Auxiliadora. Como María Auxiliadora, aprendamos nosotros a
decir “sí”.
Hágase en mí según tu palabra, porque tú abres camino donde yo no veo
camino. Hágase en mí según tu palabra, y no según mis proyectos, mis planes y
mis caprichos. Hágase en mí según tu palabra, a pesar de mis dudas y oscuridades, porque me fío de ti, Dios mío.
Nosotros, como María Auxiliadora, aprendamos a abrir caminos nuevos con
nuestro “sí”, diciendo hágase en mí según tu palabra. En el himno a María
Auxiliadora Coronada se ha recogido este “sí” cuando canta: “Se han abierto las
puertas del cielo, porque en Cádiz se siente un clamor. Y el auxilio eterno por tu
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pueblo, se refleja en un siglo de amor. “Puerta Tierra” se rinde a tus plantas, y
proclama con gran devoción, que eres Reina y Madre Salesiana porque Cádiz te
coronó”.
5. María Auxiliadora esperó con inefable amor de Madre
Larga fue tu espera durante toda tu vida, María Auxiliadora, y a nosotros nos
cuesta trabajo esperar.
Larga fue tu espera, María Auxiliadora, en tu silenciosa vida de Nazaret,
hasta que el Señor “miró la pequeñez de su esclava” (Lc 1, 48), y larga fue tu
espera, María Auxiliadora, desde la Anunciación hasta el nacimiento de tu Hijo,
Jesús.
Larga fue tu espera, María Auxiliadora, en la noche del destierro a Egipto;
larga fue tu espera en Jerusalén, buscando al niño perdido y hallado en el templo, y larga fue tu espera, en Caná de Galilea, ignorando la hora de Dios.
Larga fue tu espera en el Calvario, esperando intrépida la muerte del Hijo;
larga fue tu espera en el Cenáculo, esperando el momento de la Resurrección,
y, más tarde, la venida del Espíritu Santo, y larga ha sido, también, la espera que
hoy vemos cumplida con esta coronación.
De ti, María Auxiliadora, hemos aprendido a esperar. Por eso te cantamos:
“María Auxiliadora, eres Madre de los gaditanos que han crecido bajo tu esperanza, protegidos siempre por el manto del auxilio eterno que derramas” (Himno
de la Coronación).
6. Significado de la Coronación de Santa María Auxiliadora
Contemplemos brevemente el significado de la Coronación de Santa María
Auxiliadora.
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Hoy, al contemplar a María Auxiliadora, la llena de gracia, no le quitemos ni
le ocultemos la corona de gloria con la que el Señor la ha coronado. Algunos no
han descubierto la verdadera imagen de María, ni su lugar en los planes de Dios,
ni su verdadera misión en la Iglesia, y por eso no acuden a Ella, e incluso prescinden de Ella. No la conocen, ¡y no saben lo que se pierden!
María Auxiliadora no es un estorbo para ir a Dios, ni un lujo en la vida cristiana. Todo en María Auxiliadora conduce a Dios y lleva a Dios. María en su vida
realizó la perfecta figura del discípulo de Cristo, espejo de todas las virtudes y
vivió las bienaventuranzas evangélicas predicadas por Cristo. Contemplemos a
María Auxiliadora, imitemos a María Auxiliadora, conozcamos y amemos a
María Auxiliadora. Decía Don Bosco: “Propagad la devoción a María
Auxiliadora y veréis lo que son milagros”.
7. Coronación canónica de Santa María Auxiliadora
Una alegría indescriptible e inenarrable respiramos, esta mañana, radiante
de gozo en esta Santa y Apostólica Iglesia Catedral, Solemnidad de la
Inmaculada Concepción de María, en la que Ella aparece como modelo y figura de lo que es el destino de toda la comunidad eclesial.
Hoy, María Auxiliadora eres aclamada como Reina, por estos hijos tuyos,
que sienten en sus vidas tu amorosa intercesión. Ante ti, humilde Madre del
Señor, María Auxiliadora, la Trinidad gloriosa te corona en el cielo y te venera,
como Virgen María Auxiliadora. Y hoy, como signo de filial devoción, nosotros
colocamos en la cabeza de tu imagen la corona de esperanza, de amor y de fe
que tus devotos y este Colegio salesiano, y Cádiz te aclama y venera como Reina
María Auxiliadora.
8. ¿Qué es coronar?
Os recuerdo brevemente que coronar es poner, con solemnidad y reverencia, una corona de gloria sobre la cabeza del que la ha merecido. Considero que
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no existe una persona más digna de ser coronada que la Virgen María, Madre de
Dios y Madre nuestra, la llena de gracia, la bendita entre todas las mujeres, la
que llaman bienaventurada todas las generaciones, la Hija predilecta del Padre,
después del Hijo primogénito, Jesucristo, la que es Madre del Hijo de Dios, Rey
del Universo, la más espléndida gloria del Espíritu Santo. Bien merece una corona la Virgen Santísima, María Auxiliadora.
Nosotros, al verla así coronada y exaltada, no tenemos más remedio que gritar con entusiasmo: Más que tú, solo Dios, solo Dios. Alabando la obra, ensalzamos al autor. La corona es premio, galardón, recompensa. La corona es signo
de victoria, de esperanza, de honor, de dignidad y de grandeza, de martirio y de
santidad de vida. Los mártires son coronados, son la corona de la Iglesia.
¡Tú, María Auxiliadora, hoy, eres coronada y, por eso, te cantamos: “Se han
abierto las puertas del cielo, porque en Cádiz se siente el clamor. Y el auxilio eterno por tu pueblo, se refleja en un siglo de amor. “Puerta Tierra” se rinde a tus
plantas, y proclama con gran devoción, eres Reina y Madre Salesiana porque
Cádiz te coronó”.
9. Invitación que nos hace Santa María Auxiliadora en el día de su Coronación
Canónica
En este día María Auxiliadora Coronada, desde su trono nos dice: “Soy vuestra Madre, soy vuestra Reina, soy vuestro Auxilio. Estoy Coronada, pero soy vuestro auxilio, vuestra servidora, ¿en qué puedo serviros? ¿en qué puedo ser auxilio?”
Ella nos invita a decir “sí”, ya que es la fiesta del “sí” de Dios y el “sí”de
María, debe ser la fiesta y el compromiso de nuestro “sí”. “He aquí la esclava del
Señor. Hágase en mí según tu palabra”. Un “sí” a la radicalidad evangélica, a la
auténtica devoción mariana, a la transmisión de la fe a los jóvenes desde la familia y en la familia, a trabajar por la civilización del amor, y a vivir alegres en la
esperanza.
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Santa María Auxiliadora en el día de su Coronación canónica nos invita a:
9.1. Purificar “el polvo del camino”. Es decir, hay que ahondar en los fundamentos de esta auténtica devoción y amar a Santa María Auxiliadora Coronada
y estar capacitados para infundir en estas raíces la fe y plenitud evangélica. Os
recuerdo, una vez más, aquellas palabras de Don Bosco: “Propagar la devoción
a María Auxiliadora y veréis lo que son milagros”.
Os invito a hacer de esta Asociación de devotos, Colegio y familia salesiana
y barrio, un verdadero lugar de devoción mariana, una verdadera escuela de
vida cristiana en la que crezca la fe y se fortalezca con la Palabra de Dios, con
la conversión, con la recepción frecuente de los sacramentos, especialmente la
Eucaristía y Penitencia, y de este modo florezcan las obras de caridad, solidaridad y fraternidad, y la familia cristiana y las vocaciones de especial consagración, vida consagrada y ministerio sacerdotal.
Os invito, a que conozcáis, cada día más y mejor a nuestro Señor Jesucristo
y lo deis a conocer a los demás.
9.2. Transmitir la fe desde la familia y en la familia. Nos lo ha recordado el
Papa Benedicto XVI, en Valencia: “La familia cristiana tiene hoy, más que nunca,
una misión nobilísima e ineludible, como es transmitir la fe, que implica la entrega a Jesucristo, muerto y resucitado y la inserción en la comunidad eclesial”, al
mismo tiempo llevar a cabo el mensaje de la defensa de la vida y del respeto a
la vida, ya desde el seno materno, en todo momento y hasta el final de la vida
a trabajar en la vida de familia mediante los Hogares Don Bosco, a trabajar la
cultura de la vida y hacer desaparecer la cultura de la muerte y el fin del terrorismo.
Nos invita, también, a ser constructores de paz, es decir, a colaborar para
hacer crecer una convivencia fraterna en nuestra sociedad: una convivencia que
reclama la puesta en práctica de una verdadera justicia social, de una equitati-
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va distribución de las riquezas, con el fin de que se remedie la situación del trabajo en nuestra sociedad.
9.3. Trabajar por la civilización del amor. El Papa Benedicto ha invitado al
mundo entero a vivir en el amor, tal y como nos lo ha indicado en su Carta
Encíclica Dios es Amor.
Os invito a trabajar sin descanso para crear la civilización del amor. Para ello
hay que superar el individualismo y egoísmo que destruye el tejido social del
mundo moderno. Hay que impulsar la fraternidad, la reconciliación y el perdón.
Hay que tener entrañas de misericordia y amor con toda clase de personas y
situaciones: enfermos, desfavorecidos de nuestra sociedad, los últimos de los
últimos, que son los enfermos terminales de Sida o la droga, los inmigrantes que
no paran de llegar a nuestras costas gaditanas.
9.4. Vivir alegres en la esperanza. El Papa Benedicto recientemente ha invitado al mundo entero a vivir con ilusión y con esperanza en su Carta Encíclica
sobre la esperanza cristiana, cuando recordando a san Pablo nos ha recordado
que en esperanza fuimos salvados. En esta Carta la parte oscura del tiempo, del
futuro, ha sido abierta de par en par. Quien tiene esperanza vive de otra manera, se le ha dado una vida nueva.
Al final de esta Carta llama a María estrella de la esperanza. “La vida humana -comenta el Papa- es un camino. ¿Hacia qué meta? ¿Cómo encontramos el
rumbo? La vida es como un viaje por el mar de la historia, a menudo oscuro y
borrascoso, un viaje en el que escudriñamos los astros que nos indican la ruta.
Las verdaderas estrellas de nuestra vida son las personas que han sabido vivir rectamente. Ellas son luces de esperanza. Jesucristo es ciertamente la luz por antonomasia, el sol que brilla sobre todas las tinieblas de la historia. Pero para llegar
hasta Él necesitamos también luces cercanas, personas que dan luz reflejando la
luz de Cristo, ofreciendo así orientación para nuestra travesía. Y ¿quién mejor
que María podría ser para nosotros estrella de esperanza, Ella que con su “sí”
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abrió la puerta de nuestro mundo a Dios mismo; Ella que se convirtió en el Arca
viviente de la Alianza, en la que Dios se hizo carne, se hizo uno de nosotros,
plantó su tienda entre nosotros (cf. Jn 1, 14)?” (Benedicto XVI, Carta Encíclica
Spe Salvi, n. 49).
10. Eucaristía y acción de gracias
Un nuevo camino, una nueva senda aparece ante nosotros, en este día de la
Coronación de María Auxiliadora.
Aquí y ahora, queridos devotos de María Auxiliadora Coronada, la Virgen
nos invita a seguir las huellas de su Hijo Jesucristo. Por ello, nuestra vida tenemos que concebirla como un tránsito, como el de San Juan Bosco y María
Auxiliadora Coronada.
María Auxiliadora Coronada, sé tú nuestra compañera de camino ahora y
siempre. Hoy recordamos a nuestros queridos hermanos difuntos que asisten a
tu coronación, desde otro lugar en el que Tú también habitas y estás coronada,
llena de gracia y esperanza.
En esta eucaristía, damos gracias a Dios y a todos aquellas personas que han
hecho posible esta Coronación, en este primer centenario de la presencia de
María Auxiliadora, en Cádiz.
Todo Cádiz y todos los devotos de la Asociación damos gracias a María
Auxiliadora Coronada y le decimos: “Tú eres la Señora del silencio y de la luz,
Señora del amor, de la esperanza, de la fe y de la entrega. Tú eres la Señora de
la alegría y del auxilio, María Auxiliadora Coronada”.
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Otras Intervenciones
CARTA DE FELICITACIÓN AL SANTO PADRE
Cádiz, 21 de diciembre de 2007
A Su Santidad Benedicto XVI
CIUDAD DEL VATICANO
Querido y venerado Santo Padre:
El Obispo, el Presbiterio, los religiosos y religiosas y los fieles de la Diócesis
de Cádiz y Ceuta, en estos días santos de la Navidad, expresamos a Vuestra santidad nuestro más sincero deseo de que el Señor le siga bendiciendo y protegiendo para bien de toda la Iglesia.
Confiamos igualmente que el próximo año 2008 le conceda también el
Señor salud y fuerzas para llevar adelante todos sus proyectos apostólicos.
Con esta ocasión, nos alegra testimoniarle, una vez más, nuestra más sincera devoción en Cristo.
+ Antonio Ceballos Atienza
Obispo de Cádiz y Ceuta
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AGENDA SR. OBISPO
OCTUBRE
1. Se reúne con el Consejo Episcopal.
2. Retiro Arciprestal con los sacerdotes del Arciprestazgo de Algeciras.
3. Retiro Arciprestal con los sacerdotes del Arciprestazgo de Cádiz Puerta de
Tierra Oeste.
4. Retiro Arciprestal con los sacerdotes del Arciprestazgo de Chiclana de la
Frontera.
Celebra la Eucaristía (Missio) con los profesores de la asignatura de Religión
de la Diócesis en la Catedral, de Cádiz.
5. Celebra la Eucaristía en el I Centenario de la Adoración Nocturna, de Ciudad
Rodrigo.
6. A las 20,00 h. asiste al Pregón de la Patrona, de Cádiz, en el Santuario de la
Virgen de Ntra. Sra. del Rosario.
7. A las 11,00 h. Pontifical en el Santuario de la Virgen del Rosario, Patrona de
Cádiz.
Por la tarde, preside la procesión de la Virgen del Rosario, por las calles de
la ciudad.
8. Del 8 al 12 asiste al Cursillo de Formación sobre Inmigración y Diálogo
Interreligioso en Ceuta y Norte de África.
13. Encuentro con los religiosos/as en el Santuario de Ntra. Sra. de la Oliva, de
Vejer.
15-16 Asiste a la Asamblea de los Obispos del Sur, en Córdoba.
17. Retiro Arciprestal con los sacerdotes del Arciprestazgo de San Roque.
18. Retiro Arciprestal con los sacerdotes del Arciprestazgo de San Fernando.
19. Retiro Arciprestal con los sacerdotes de los Arciprestazgos de Vejer y Tarifa.
22. Asiste a la Bendición de un Templo Hinduista, en Ceuta.
23. Asiste a una reunión de la Conferencia Episcopal Española, en Madrid.
24. Retiro Arciprestal con los sacerdotes del Arciprestazgo de Medina Sidonia.
25. Retiro con los sacerdotes de Ceuta.
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Por la tarde, celebra la Eucaristía (Missio) con los profesores de Religión, en
Ceuta.
26. Por la mañana, celebra la Eucaristía en la Escuela U. de Magisterio “Virgen
de Europa”, en La Línea de la Concepción.
27. Viaja a Roma para asistir a la Beatificación de los 498 mártires españoles.
28. Asiste a la Beatificación de los 498 mártires en la Plaza de San Pedro, de
Roma.
29. Por la mañana, participa en la Eucaristía de acción de gracias por la
Beatificación de los mártires.
30. Viaja de regreso a Cádiz.
31. Retiro Arciprestal con los sacerdotes del Arciprestazgo de Puerto Real.
NOVIEMBRE
1. A las 12,00 h. celebra la Eucaristía de la Solemnidad de Todos los Santos, en
la Parroquia de Ntra. Sra. de la Palma, de Cádiz.
2. A las 11,00 h. celebra la Eucaristía por todos los fieles difuntos en la Capilla
del Cementerio Mancomunado, de Chiclana de la Frontera.
Recibe visitas y despacha asuntos de la Curia.
3. A las 10,30 h. se reúne con las Delegaciones y Secretariados en el Santuario
de Ntra. Sra. de la Oliva, de Vejer.
A las 14,00 h. celebra el funeral por el Rvdo. D. Ricardo Arroyo Cambronero.
A las 19,00 h. celebra la Eucaristía e impone la Medalla Pro Ecclesia et
Pontífice a Dª Elvira Núñez del Castillo, en la Parroquia de San Pedro, de la
Línea de la Concepción.
4. A las 18,30 h. bendice una imagen de Santa Ángela de la Cruz, y celebra la
Eucaristía en la Capilla de las Hermanas de la Cruz, de Chiclana de la
Frontera.
5. Asiste a la recepción de los Reyes de España que visitan oficialmente la
Ciudad de Ceuta.
6. Presencia del Sr. Obispo en el Campo de Gibraltar.
7. Recibe visitas y despacha asuntos de la Curia.
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8. Por la mañana, se reúne con los sacerdotes del quinquenio.
9-10. Se reúne con la Comisión Episcopal Regional del Clero, en Málaga.
10. Por la tarde, asiste al Encuentro Nacional de Hermandades de Misericordia
de Andalucía, en Bahía Sur (San Fernando).
11. A las 12,00 h. celebra la Eucaristía de Clausura de las Misiones Populares llevadas a cabo en la Parroquia de San Martín del Tesorillo.
A las 19,00 h. asiste a la Apertura de la XXIX Semana de la Familia, en el
Colegio de las Esclavas del Sagrado Corazón, de Cádiz.
12. Se reúne con el Consejo Episcopal.
A las 20,00 h. asiste a la Inauguración de la Exposición “Andalucía Barroca”,
en la Iglesia de Santa Cruz, de Cádiz.
13. Recibe visitas y despacha asuntos de la Curia.
A las 12,30 h. se reúne con el Claustro de profesores del Seminario
Diocesano.
14. Se reúne con el Consejo del Presbiterio.
15. Recibe visitas y despacha asuntos de la Curia.
16. Recibe visitas y despacha asuntos de la Curia.
17. A las 19,00 h. celebra la Eucaristía de clausura de la Semana de la Familia,
en la Parroquia de Ntra. Sra. de la Palma, de Algeciras.
18. A las 12,00 h. celebra la Eucaristía de clausura de la Semana de la Familia
en la Catedral, de Cádiz.
19-23. Asiste a la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española, en
Madrid.
26. Por la mañana, se reúne con el Colegio de Arciprestes.
Por la tarde, se reúne con el Consejo Episcopal.
27. Recibe visitas y despacha asuntos de la Curia.
28. Retiro de Adviento con los sacerdotes de la Bahía de Cádiz.
Asiste a los Actos Oficiales del Hermanamiento entre las ciudades de Cádiz
y Ceuta.
29. Retiro de Adviento con los sacerdotes de la zona de la Janda.
30. Retiro de Adviento con los sacerdotes del Campo de Gibraltar.
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DICIEMBRE
1. Retiro de Adviento con los sacerdotes de Ceuta.
3. Se reúne con el Consejo Episcopal.
4. Presencia del Sr. Obispo en el Campo de Gibraltar.
A las 19,30 h. celebra la Eucaristía en la Parroquia de la Inmaculada, de la
Línea de la Concepción.
5. Recibe visitas y despacha asuntos de la Curia.
6. A las 11,00 h. celebra la Eucaristía y bendice la casa de la Hermandad de la
Columna, de Cádiz.
A las 19,30 h. celebra la Eucaristía de clausura del Año de Gracia en la
Parroquia de Ntra. Sra. del Carmen y Santa Teresa, de Cádiz.
7. Recibe visitas y despacha asuntos de la Curia.
A las 21,00 h. preside la vigilia de oración de la Inmaculada en la Catedral,
de Cádiz.
8. A las 11,00 h. Pontifical y Coronación de María Auxiliadora en la Catedral,
de Cádiz.
A las 19,00 h. celebra la Eucaristía de Bodas de Oro de Sor Mercedes, Monja
Agustina Recoleta, en el Convento de Jesús Nazareno, de Chiclana de la
Frontera.
10. Se reúne con los Formadores del Seminario Diocesano.
Despacha asuntos de la Curia.
11. Se reúne con los sacerdotes del quinquenio.
12. Recibe visitas y despacha asuntos de la Curia.
Graba para la cadena COPE.
13. Se reúne con el Vicario General y la Provincial de las Hijas de la Caridad.
Recibe visitas y despacha asuntos de la Curia.
14. Recibe visitas y despacha asuntos de la Curia.
Graba para la cadena COPE.
Por la tarde, retiro de Adviento con los seminaristas.
15. Retiro-Convivencia con los diáconos permanentes.
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16. A las 20,00 h. celebra la Eucaristía de Apertura del Año de Gracia, de la
Parroquia Ntra. Sra. del Carmen, de San Fernando.
17. Por la mañana, se reúne con el Colegio de Arciprestes.
Por la tarde, se reúne con el Consejo Episcopal.
18. Despacha asuntos de la Curia.
Acto de despedida de Dª Juana Paz González Acedo, trabajadora del
Obispado durante más de 30 años.
A las 11,30 h. asiste a la reunión de la nueva Junta de Salus Infirmorum.
A las 17,30 h. se reúne con el Consejo D. de Asuntos Económicos.
19. Asiste a la felicitación navideña y comida con los sacerdotes del Campo de
Gibraltar.
20. A las 10,00 h. asiste a un desayuno-entrevista en las oficinas del “Diario de
Cádiz”.
A las 12,00 h., por las fiestas de Navidad, recibe la felicitación navideña de
la Curia y clero.
A las 19,00 h. celebra la Eucaristía e impone la Medalla Pro Ecclesia et
Pontifice a D. Julio Ramos Díaz, en la Iglesia de Santiago Apóstol, de Cádiz.
21. Despacha asuntos de la Curia.
A las 13,00 h. celebra la Eucaristía en el Seminario, y posterior comida de
Navidad.
A las 17,00 h. celebra la Eucaristía en el Centro Penitenciario “Botafuegos”,
de Algeciras.
23. A las 18,00 h. los miembros de la Confer felicitan al Sr. Obispo en el
Monasterio de Ntra. Sra. de la Piedad, de Cádiz.
24. A las 24,00 h.celebra la Misa del Gallo en la Catedral de Cádiz.
25. A las 12,00 h. celebra la Eucaristía de Navidad en la Catedral de Cádiz.
26-27. Visita y felicita personalmente a las Monjas de los ocho Monasterios de
Clausura de la Diócesis.
28. Marcha a Alcalá la Real (Jaén) para pasar unos días con la familia.
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De la Cancillería Secretaría General
DECRETOS
ANTONIO CEBALLOS ATIENZA
Obispo de Cádiz y Ceuta
D E C R ET O
Cádiz, 15 de octubre de 2007
Por el que se concede indulgencia parcial a quienes participen en los actos de
exaltación y adoración de la Eucaristía, que se celebren con motivo de los 275
años de la fundación de la Esclavitud del Santísimo Sacramento, en la iglesia
mayor parroquial de San Pedro y San Pablo, de San Fernando.
Visto el escrito que presentan el R.D. Jesús Guerrero Amores y Don Juan José
Moreno Torrejón, Director Espiritual y Hermano Mayor, respectivamente, de la
Real, Venerable y Seráfica Esclavitud y Antigua Archicofradía del Santísimo
Sacramento, de la Inmaculada Concepción y Animas Benditas, y Fervorosa
Hermandad de Penitencia de Nuestro Padre Jesús Cautivo y Rescatado y María
Santísima de la Trinidad, con sede canónica en la iglesia mayor parroquial de
San Pedro y San Pablo, de San Fernando, así como las cartas de adhesión de los
Padres Provinciales de la Orden de la Santísima Trinidad y de los Hermanos
Menores Capuchinos; y por el que, con motivo de cumplirse el 2751 aniversario de la fundación de la citada Esclavitud Sacramental, solicitan se conceda a
dicho templo gracias espirituales de las que los fieles se puedan lucrar:
Considerando el amor y veneración que, desde siempre, la Iglesia ha manifestado por el Augusto Sacramento del Altar, y las recomendaciones de los últiPág. 747
B.O.O. 2.565
mos Romanos Pontífices, alentando al fomento del culto eucarístico, conscientes de que esta devoción no sólo nos une más a Jesucristo, real y sustancialmente
presente en este Sacramento, sino que, como fuente de la caridad cristiana, nos
lleva al amor fraterno y al compromiso evangélico, por el presente, de conformidad con el canon 995 del Código de Derecho Canónico, y con el artículo
11§1-11, del Echiridion Indulgenciarum, establecemos un AÑO DE GRACIA y
concedemos
INDULGENCIA PARCIAL
a todos los fieles que, bien dispuestos, visiten dicho templo parroquial, desde el
8 de diciembre del presente año, hasta la misma fecha del año 2008, ambas
inclusive.
Las condiciones que los fieles habrán de cumplir son las siguientes:
1º.- Visitar la iglesia mayor parroquial de San Pedro y San Pablo, de San
Fernando, cualquier día del plazo indicado, y orar en él por la salud e intenciones del Romano Pontífice y de nuestro Obispo, y por la paz, la unidad y el incremento de la Santa Iglesia Católica. Se cumple este requisito recitando devotamente el Credo, el Padrenuestro y la Salve; o bien, participar en algunos de los
actos, que con motivo de esta celebración, se organicen en honor del Santísimo
Sacramento.
2º.- Confesar sacramentalmente los pecados, con sincero arrepentimiento, en la
semana anterior o posterior a la visita al templo o al acto eucarístico, excluyendo cualquier afecto al pecado incluso venial.
3º.- Recibir la sagrada comunión, en la semana anterior o posterior a la visita al
templo o al acto eucarístico, pero es deseable que se reciba en el mismo día en
el que estos se realicen.
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4º.- La indulgencia sólo se podrá lucrar una vez al día, y puede aplicarse tanto
en beneficio del propio fiel como por los difuntos.
Ruego a Nuestro Santísimo Señor Sacramentado que la celebración de este
año conmemorativo en su honor, suponga un incremento de la vida espiritual y
cristiana de todos sus adoradores y devotos.
Dése traslado de copia de este Decreto a los solicitantes para su conocimiento y efectos; y a la oficina del Boletín Oficial del Obispado para su publicación.
Lo decretó, mandó y firma el Excmo. y Revmo. Señor Obispo de la diócesis,
lugar y fecha ut supra. Doy fe.
+ Antonio Ceballos Atienza
Obispo de Cádiz y Ceuta
Por mandato de S.E.R.
Juan Carlos Brea Butrón, Pbro.
Canciller Secretario General
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ANTONIO CEBALLOS ATIENZA
Obispo de Cádiz y Ceuta
D E C R ET O
LA DEVOCIÓN A LA SAGRADA IMAGEN DE NTRA. SRA. DE MARÍA AUXILIADORA, Patrona de la Sociedad San Francisco de Sales (Padres Salesianos) y
titular de la Archicofradía de María Auxiliadora, que reside canónicamente en la
Iglesia de María Auxiliadora del Colegio de San Ignacio de la ciudad de Cádiz,
está profundamente enraizada en la fe y devoción de los fieles gaditanos, especialmente en todos los jóvenes alumnos que han recibido su formación intelectual y técnico-profesional a la luz del carisma de San Juan Bosco.
La insigne benefactora Doña Ana de Viya y Jáuregui en su deseo de dotar a
la ciudad de Cádiz de una institución que se encargara de albergar y educar cristianamente a jóvenes pobres y huérfanos, visitó en Turín a Don Bosco en su
Oratorio de Valdocco. Quedó entusiasmada y se propuso buscar un local para
hacer realidad su proyecto socio-caritativo. No sin dificultades construyó en
unos terrenos en la llamada Puerta-Tierra (extramuros de la ciudad), considerada por entonces zona de guerra.
El 17 de marzo de 1904, el Rvdo. Don Pedro Ricaldone, Inspector de los
Salesianos y el Rvdo. Sr. Don Joaquín Bressán, tomaron posesión de la Casa, que
fue inaugurada el día 12 de diciembre de 1904. Los Padres Salesianos, siguiendo la exhortación de Don Bosco: «Propagad la devoción a María Auxiliadora y
veréis lo que son milagros», comenzaron su floreciente misión pastoral y educativa entre los gaditanos.
Trascurridos tres años en la ciudad, el 7 de agosto de 1907, el Rector Mayor
de los Salesianos, Don Miguel Rúa, otorga a la Asociación de Devotos de María
Auxiliadora de Cádiz, su erección canónica y el Diploma de agregación a la
Archicofradía erigida en Turín, como signo de que la devoción a María
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Auxiliadora había echado raíces entre los jóvenes gaditanos; devoción y el fervor que, también en los momentos actuales, continúa siendo constante durante
todos los días del año.
La Santa Madre Iglesia no ha dudado en afirmar repetidamente la legitimidad del culto tributado a las imágenes de Cristo, de su Madre y de los Santos y
con frecuencia ha orientado a los fieles sobre el significado de este culto.
La veneración a las imágenes de Santa María Virgen frecuentemente se manifiesta adornando su cabeza con una corona real. La costumbre de representar a
la Santísima Virgen ceñida con corona regia data de los tiempos del Concilio de
Éfeso (431) y fue propagada en Occidente por los fieles, religiosos o laicos, sobre
todo desde finales del siglo XVI. Los Romanos Pontífices no sólo secundaron esta
forma de piedad popular, sino que, además, personalmente o por medio de obispos por ellos delegados, coronaron imágenes de la Virgen Madre de Dios ya
insignes por la veneración pública.
Y, al generalizarse esta costumbre, se organizó el rito para la coronación de
las imágenes de Santa María Virgen, incorporándose a la Liturgia Romana.
Con este rito reafirma la Iglesia que “Santa María Virgen con razón es tenida
e invocada como reina, ya que es Madre del Hijo de Dios, Rey del Universo,
colaboradora augusta del Redentor, discípula perfecta de Cristo y miembro supereminente de la Iglesia” (Sagrada Congregación para los Sacramentos y el Culto
divino, Ritual de la coronación de una imagen de Santa María Virgen, 14.
noviembre. 1983).
Corresponde al Obispo de la Diócesis, juntamente con la comunidad local,
juzgar sobre la oportunidad de coronar una imagen de la Santísima Virgen,
teniendo en cuenta la devoción popular que suscita y el cultivo del genuino
culto litúrgico y el apostolado mariano. Por ello, estudiados la solicitud del
Rvdo. Sr. Director de la Comunidad de Padres Salesianos, de la Hermana Mayor
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de la Archicofradía de María Auxiliadora, y los informes solicitados a los
Secretariados Diocesanos de Catequesis, Cáritas, Liturgia y Patrimonio, y de los
asesores jurídico-canónicos del Obispado, estimamos que se reúnen los requisitos expuestos en las Normas diocesanas para la coronación canónica de imágenes de la Santísima Virgen María, en la Diócesis de Cádiz y Ceuta, por mí
aprobados el 22 de mayo de 2004.
En consideración a todo lo expuesto, por el presente
D E C R ET O
Accedemos a la coronación canónica de la imagen de la Virgen, Madre de
Dios, en su advocación de MARÍA AUXILIADORA, que se venera en la Iglesia
de María Auxiliadora del Colegio de San Ignacio de los Padres Salesianos, en la
ciudad de Cádiz.
La celebración de la coronación debe ser un homenaje de filial devoción
hacia la Madre de Dios, que proclamó “se alegra mi espíritu en Dios mi
Salvador” (Lc 1, 47), y que inspira a los fieles católicos a elevar un canto de alabanza proclamando a Jesucristo como Salvador y Redentor del mundo, que es
la Vida y la Luz de los hombres (cf. Jn 1, 4).
Dése traslado de copia de este Decreto al Rvdo. Sr. Director de la
Comunidad Salesiana, a la Hermana Mayor de la Archicofradía de María
Auxiliadora, al Delegado Episcopal para Hermandades y Cofradías, al Director
del Secretariado Diocesano, para su conocimiento y efectos; y a la oficina del
Boletín Oficial del Obispado para su publicación.
Lo decretó, mandó y firma S.E.R. el Obispo Diocesano, en Cádiz, a quince
de octubre de dos mil siete, fiesta de Santa Teresa de Jesús. Doy fe.
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+ Antonio Ceballos Atienza
Obispo de Cádiz y Ceuta
Por mandato de S. E. R.
Rvdo. Pedro Velo González, Pbro.
Vicecanciller-Secretario.
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B.O.O. 2.565
ANTONIO CEBALLOS ATIENZA
Obispo de Cádiz y Ceuta
D E C R ET O
Cádiz, 7 de noviembre de 2007
Habiendo quedado vacante el oficio de Notario-Actuario en el proceso de
canonización de la Sierva de Dios
HERMANA CRISTINA DE JESÚS SACRAMENTADO
(María Cristina de los Reyes Olivera), por traslado del anterior; por el presente
nombramos para este oficio al
R. D. JOSÉ LUIS CABURRASI FERNÁNDEZ
presbítero de esta diócesis, con todas las facultades, derechos y obligaciones
que le son inherentes al cargo.
Asimismo le exoneramos de la toma de posesión, toda vez que ya lo hizo al
asumir su oficio de Notario-Actuario de la Vicaría Judicial de este Obispado.
Dése traslado de copia de este Decreto al interesado, para su conocimiento
y efectos; y a la oficina del Boletín Oficial del Obispado para su publicación.
Lo decretó, mandó y firma S.E.R. el Obispo de la Diócesis, lugar y fecha ut
supra. Doy fe.
Pág. 755
B.O.O. 2.565
+ Antonio Ceballos Atienza
Obispo de Cádiz y Ceuta
Por mandato de S.E.R.
Juan Carlos Brea Butrón, Pbro.
Canciller Secretario General
Pág. 756
B.O.O. 2.565
ANTONIO CEBALLOS ATIENZA
Obispo de Cádiz y Ceuta
D E C R ET O
Cádiz, 7 de noviembre de 2007
Habiendo quedado vacante el oficio de Notario-Actuario en el proceso de canonización de la Sierva de Dios
SOR MARÍA DE LOS DOLORES DEL AMOR DE DIOS
(Simi Cohen), por traslado del anterior; por el presente nombramos para este oficio al
R. D. JOSÉ LUIS CABURRASI FERNÁNDEZ
presbítero de esta diócesis, con todas las facultades, derechos y obligaciones
que le son inherentes al cargo.
Asimismo le exoneramos de la toma de posesión, toda vez que ya lo hizo al
asumir su oficio de Notario-Actuario de la Vicaría Judicial de este Obispado.
Dése traslado de copia de este Decreto al interesado, para su conocimiento
y efectos; y a la oficina del Boletín Oficial del Obispado para su publicación.
Lo decretó, mandó y firma S.E.R. el Obispo de la Diócesis, lugar y fecha ut
supra. Doy fe.
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B.O.O. 2.565
+ Antonio Ceballos Atienza
Obispo de Cádiz y Ceuta
Por mandato de S.E.R.
Juan Carlos Brea Butrón, Pbro.
Canciller Secretario General
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B.O.O. 2.565
ANTONIO CEBALLOS ATIENZA
Obispo de Cádiz y Ceuta
D E C R ET O
Cádiz, 7 de noviembre de 2007
Por el que se incardina al presbítero R.D. Rafael Romero Pavón
Visto el rescripto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, de 20 de
octubre pasado (Prot. N1 226/85-S) y por el que se autoriza la reintegración al
ministerio sagrado del sacerdote
R.D. RAFAEL ROMERO PAVÓN
presbítero de la Orden de Frailes Menores, y que, el 10 de junio de 1988, obtuvo indulto de secularización:
CONSIDERANDO
que, instruido el oportuno expediente, la Santa Sede autoriza su reincorporación
al ministerio sacerdotal, siempre que, previamente, haya sido incardinado; por
el presente, y atendiendo a los cánones 265 y ss. del vigente Código
CONCEDEMOS LA INCARDINACIÓN EN ESTA DIÓCESIS
Conforme a la costumbre de esta Curia, el presbítero emitirá la profesión de
fe y el juramento de fidelidad ante el Ordinario del lugar.
Dése traslado de copia de este Decreto al interesado, y la Congregación para
la Doctrina de la Fe, para su conocimiento y efectos; y a la oficina del Boletín
Oficial del Obispado para su publicación.
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B.O.O. 2.565
Lo decretó, mandó y firma el Excmo. y Revmo. Señor Obispo diocesano,
lugar y fecha ut supra. Doy fe.
+ Antonio Ceballos Atienza
Obispo de Cádiz y Ceuta
Por mandato de S.E.R.
Juan Carlos Brea Butrón, Pbro.
Canciller Secretario General
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ANTONIO CEBALLOS ATIENZA
Obispo de Cádiz y Ceuta
D E C R ET O
Cádiz, 5 de diciembre de 2007
Por el que se concede el "indulto de servicio coral"
solicitado por el Muy Ilustre Señor Don José Miguel Abad Vallejo
Canónigo de la S.A.I. Catedral de Cádiz
Visto el escrito de 21 de noviembre pasado que nos presenta el Muy Ilustre
Señor Canónigo de nuestra Santa y Apostólica Iglesia Catedral de Cádiz,
MONS. JOSÉ MIGUEL ABAD VALLEJO
y por el que solicita se le conceda el "indulto del servicio coral", habida cuenta
de su estado de salud y los más de cuarenta años que lleva al servicio de la
Catedral:
CONSIDERANDO
- que han transcurrido ampliamente el tiempo de servicio capitular que se
requiere, de conformidad con el canon 422§1 del Código de Derecho Canónico
de 1917, vigente cuando obtuvo la canonjía;
- que, además del servicio capitular, según la costumbre, hemos de tener en
cuenta el resto de los oficios desempeñados en favor de la Diócesis y de la
Conferencia Episcopal Española;
- que, el Cabildo Catedral de Cádiz, en sesión del día 4 de diciembre último,
unánimemente apoyó la solicitud presentada; por el presente y desde el día de
la fecha:
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CONCEDEMOS EL INDULTO SOLICITADO
En respeto a los derecho adquiridos y no revocados, continuará percibiendo
tanto los frutos de la prebenda como las distribuciones, incluso "las entre los presentes", conservado, igualmente, la antigüedad dentro del Cabildo Catedral.
No quiero dejar de expresar mi más sincera gratitud por tantos años de servicio a la Catedral y a la Diócesis, y por el que sigue prestando al Señor y a su
Iglesia.
Dése traslado de copia de este Decreto al interesado y al Cabildo Catedral
de Cádiz, para su conocimiento y efectos; y a la oficina del Boletín Oficial del
Obispado, para su publicación.
Lo decretó, mandó y firma el Excmo. y Revmo. Señor Obispo de la Diócesis,
lugar y fecha ut supra. Doy fe.
+ Antonio Ceballos Atienza
Obispo de Cádiz y Ceuta
Por mandato de S.E.R.
Juan Carlos Brea Butrón, Pbro.
Canciller Secretario General
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ANTONIO CEBALLOS ATIENZA
Obispo de Cádiz y Ceuta
D E C R ET O
Ceuta, 8 de diciembre de 2007
Por el que se erige el Centro Neocatecumenal Diocesano de Cádiz
"Santos Mártires Servando y Germán"
Vista la solicitud por la que Don Juan de Mena Martínez, responsable del
Equipo de Catequistas Itinerantes del Camino Neocatecumenal en la diócesis de
Cádiz y Ceuta, y el R.D. Francisco Ruiz Mayol, Presbítero de dicho Equipo, solicitan la erección de un Centro Neocatecumenal Diocesano en Cádiz, como elemento del servicio de la catequesis según la modalidad de realización diocesana de la iniciación cristiana y de la educación permanente de la fe que el
Camino Neocatecumenal pone al servicio de los Obispos:
CONSIDERANDO
1º. que, desde 1976, el Camino Neocatecumenal viene desarrollando en diferentes parroquias de la ciudad de Cádiz y en otros lugares de la diócesis una
importante labor de evangelización, que ha producido abundantes frutos espirituales que conviene impulsar.
2º. que, el artículo 30 del Estatuto del Camino Neocatecumenal, aprobado por
la Santa Sede el 29 de junio de 2002, prevé el establecimiento, en aquellas diócesis que el desarrollo del Camino Neocatecumenal lo requiera, de un Centro a
fin de favorecer los encuentros entre el Obispo o su delegado, con los párrocos,
presbíteros, catequistas y responsables de comunidades, y para contribuir a la
formación de los catequistas, y como centro de ayuda y coordinación de las
tareas de la evangelización.
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B.O.O. 2.565
3º. que, el 30 de octubre de 2007, este Obispado formalizó la adjudicación de
la concesión administrativa por setenta y cinco años, otorgada por el Excmo.
Ayuntamiento de San Fernando (Cádiz), de una parcela de dominio público para
la construcción de un centro de culto de doce mil setecientos setenta y nueve
con cincuenta metros cuadrados (12.779,50 m2). Este terreno, sito en las confluencias de las calles Artesano José María Silva, Buen Pastor y Sol, será destinado a la construcción de la sede del Centro Neocatecumenal Diocesano de
Cádiz.
4º. que, queriendo impulsar el desarrollo del Camino Neocatecumenal en la
diócesis de Cádiz y Ceuta, hemos estimado conveniente instituir en la misma el
Centro Neocatecumenal Diocesano "Santos Mártires Servando y Germán", y le
encomendamos, además de las funciones que le son propias según Derecho, las
que resultan del presente Decreto, conforme las normas básicas de funcionamiento que en el mismo se establecen.
Por todo ello, de conformidad con los cánones 381§1, 473§1-2, y correlativos, del vigente Código de Derecho Canónico, por el presente:
DISPONGO
1º. Constituir en la Diócesis de Cádiz el CENTRO NEOCATECUMENAL DIOCESANO DE CÁDIZ "SANTOS MÁRTIRES SERVANDO Y GERMÁN", como instrumento al servicio de la catequesis según el modo propio y aprobado, de la iniciación cristiana y de la educación permanente de la fe, que el Camino
Neocatecumenal pone al servicio de la diócesis, y que ésta acepta.
2.1. El Centro Neocatecumenal tendrá las siguientes funciones:
2.2. Poner en práctica el fiel cumplimiento de los objetivos y finalidades que le
son propios, conforme establece el Estatuto del Camino Neocatecumenal
aprobado por la Santa Sede el 29 de junio de 2002.
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2.º Colaborar, para el mejor cumplimiento de los objetivos y finalidades expresados en el punto anterior, cuando las mismas sean de ámbito interdiocesano,
con otros centros Neocatecumenales diocesanos de otras diócesis, debiendo
para ello obtener previamente autorización expresa del Obispo diocesano,
quien decidirá libremente, a la vista de las circunstancias concurrentes en el
caso concreto.
3º La sede del Centro Neocatecumenal Diocesano de Cádiz "Santos Mártires
Servando y Germán":
3.1. Estará ubicada en la ciudad de San Fernando, y se constituye como un instrumento al servicio de la catequesis, según el modo propio y aprobado de
la iniciación cristiana y de la educación permanente de la fe, que el Camino
Neocatecumenal pone al servicio de la diócesis, y que ésta acepta.
3.2. La gestión de la construcción de la sede del Centro Neocatecumenal
Diocesano, en la ciudad de San Fernando, que constituye la unidad básica
UB 4.416 y la entidad registral n° 58.140 del Registro de la Propiedad de
San Fernando, se llevará a cabo conforme al proyecto básico presentado y
el de ejecución que sea definitivamente aprobado por los organismos competentes. La gestión se extiende también a la búsqueda y obtención de las
fuentes de financiación necesaria para llevar a cabo la obra.
3.3. La apertura, puesta en uso y permanente utilización del Centro
Neocatecumenal, una vez construido, estará al servicio de los fines propios
del Camino Neocatecumenal, de la diócesis de Cádiz y Ceuta, y de la
Iglesia Católica.
4º. El Centro Neocatecumenal tendrá su sede provisional en el Obispado de
Cádiz, sito en la calle Hospital de Mujeres 26 (CP 11001), y como domicilio, a
efectos de notificación, en calle el Pajar 4 (11500-El Puerto de Santa María).
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5º. Como, de conformidad con el artículo 41 de los estatutos del Camino
Neocatecumenal, éste no tiene "patrimonio propio", mientras el Camino esté
presente en la diócesis dispondrá libremente del usufructo del Centro, asumiendo los gastos de mantenimiento y gestión; pero, si llegado el caso, esta presencia desapareciera, el Centro pasará al pleno dominio del Obispado de Cádiz y
Ceuta, a cuyo nombre se inscribirá en el Registro de la Propiedad correspondiente desde su inauguración.
6º. El Obispo diocesano, se designará, a propuesta del Equipo de Itinerantes de
la Diócesis, un laico, miembro de las Comunidades Neocatecumenales, como
responsable Centro Neocatecumenal Diocesano de Cádiz. La designación se
realizará por tiempo de cuatro años, siempre renovables. De igual modo se procederá para su cese o sustitución.
7º. El responsable del Centro representará al mismo y ostentará, conforme a
derecho, todas las facultades de gestión, administración ordinaria o extraordinaria, y coordinación para el buen funcionamiento del Centro y el adecuado servicio de las funciones y cometidos señalados en el punto 21 de este Decreto.
8º. De acuerdo con la propuesta formulada por el equipo de Catequistas
Itinerantes del Camino Neocatecumenal en la Diócesis, que guía el Centro de
acuerdo con el Obispo, nombro para el cargo de responsable de este Centro a
Don José Mesa Ferrer, a quien se le notificará el presente Decreto, a los efectos
de conocimiento y aceptación.
9º. La gestión y administración del Centro Neocatecumenal Diocesano de Cádiz
tendrá su propia autonomía, sin depender de la Administración de la Diócesis,
aunque rendirá anualmente cuentas a la misma.
10º. Las normas organizativas contenidas en los puntos 61 y 71 de este Decreto
quedan aprobadas "ad experimentum" por un plazo inicial de tres años.
Finalizado dicho plazo, de acuerdo con la experiencia adquirida, y las sugeren-
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cias que en su caso formule el Equipo de Catequistas Itinerantes del Camino
Neocatecumenal, se procederá a su revisión si fuere necesario.
Confío que este Centro Neocatecumenal Diocesano de Cádiz, en comunión
y fidelidad a la Jerarquía de la Iglesia diocesana, promueva siempre, según el
espíritu del Evangelio, la actividad apostólica y la realización del Reino de Dios,
produzca abundantes frutos de santidad y haga crecer el amor a Cristo y a su
Iglesia. Así lo pido por intercesión de la Virgen Santísima, a quien imploro la protección de esta obra para la Nueva Evangelización.
Dése traslado de copia de este Decreto a Don Juan de Mena Martínez, responsable del Equipo de Catequistas Itinerantes del Camino Neocatecumenal en
la diócesis de Cádiz y Ceuta, y al responsable del Centro Neocatecumenal de
Cádiz para su conocimiento y efectos; y a la oficina del Boletín Oficial del
Obispado para su publicación.
De este Decreto consérvese un ejemplar en el archivo diocesano y otro en el
del Centro Neocatecumenal Diocesano de Cádiz.
Lo decretó, mandó y firma, el Excelentísimo y Reverendísimo Señor Obispo
diocesano, lugar y fecha ut supra, solemnidad de la Inmaculada Concepción de
Nuestra Señora.
+ Antonio Ceballos Atienza
Obispo de Cádiz y Ceuta
Por mandato de S.E.R.
Juan Carlos Brea Butrón, Pbro.
Canciller Secretario General
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ANTONIO CEBALLOS ATIENZA
Obispo de Cádiz y Ceuta
D E C R ET O
Cádiz, 26 de diciembre de 2007
Por el que se actualiza la retribución mensual del clero al servicio de la diócesis.
Al comenzar un nuevo año, consideramos oportuno la actualización de la
retribución mensual del clero que, con nombramiento episcopal, ejerce su
ministerio pastoral al servicio de la diócesis. Para ello, de conformidad con el
canon 531, habida cuenta de la asignación que envía la Conferencia Episcopal
Española y oído el parecer de la Comisión para la Sustentación del Clero, establecemos que, durante el año 2008 la asignación sea incrementada en un 2%
sobre la cantidad anterior. Asimismo, la ayuda para el combustible consumido
por servicios pastorales será de 20 céntimos de euro por kilómetro.
La aportación de las parroquias y otros templos diocesanos al Fondo para la
Sustentación del Clero, se regulará según la nueva normativa que, en breve se os
enviará y que, de acuerdo con los ingresos declarados, establece un porcentaje
acorde a los mismos. Al respecto, el Ecónomo Diocesano enviará una circular
explicativa.
Dése traslado de copia de este decreto a los sacerdotes interesados, para su
conocimiento y efectos, y a la oficina del Boletín Oficial del Obispado para su
publicación.
Lo decretó, mandó y firma el Excmo. y Revmo. Señor Obispo de la Diócesis,
lugar y fecha ut supra. Doy fe.
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B.O.O. 2.565
+ Antonio Ceballos Atienza
Obispo de Cádiz y Ceuta
Por mandato de S.E.R.
Juan Carlos Brea Butrón, Pbro.
Canciller Secretario General
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ANTONIO CEBALLOS ATIENZA
Obispo de Cádiz y Ceuta
D E C R ET O
Cádiz, 31 de diciembre de 2007
Por el que se establece la aportación de las parroquias, y demás templos,
al Fondo Diocesano para la Sustentación del Clero.
Por decreto episcopal de 14 de agosto de 1978 se creó en la Diócesis la Caja
de Compensación de Sacerdotes que fue administrada por el Consejo Diocesano
de Asuntos Económicos hasta el 29 de abril de 1991, cuando esta labor se encomendó a la Comisión Diocesana para la Administración del Fondo para la
Sustentación del Clero, cuyo reglamento se aprobó el 14 de septiembre de 1999,
y fue reformado el 29 de noviembre de 2002. Desde entonces esta Comisión ha
procurado atender a la necesidades materiales del clero, con dignidad pero dentro de la austeridad que pide la vida sacerdotal y que las circunstancias imponen (cfr. canon 282).
Los cambios que se aproximan, tras la aprobación del nuevo sistema de colaboración económica entre el Estado Español y la Iglesia Católica, han hecho que
la Comisión revisara el modo como hasta ahora las parroquias y los demás templos diocesanos contribuían al Fondo para la Sustentación.
Tras varios estudios y propuestas, se estimó que para que la aportación fuera
más justa y eficaz había que establecer dos principios fundamentales:
1°.- Ningún templo, sin excepción, parroquial o no, que dependiera directamente del Obispado deberá estar exento de esta contribución.
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2°. - La aportación se hará de manera proporcionada a los ingresos de cada templo, de acuerdo con una Tabla de Porcentajes en la que señalará los tramos económicos correspondientes.
El tema fue estudiado y debatido en el Colegio de Arciprestes y en el Consejo
Diocesano del Presbiterio, que aprobaron estos principios así como la Tabla de
Porcentajes, en la que quedaron establecidos ocho tramos, según los ingresos de
cada templo.
Por cuanto antecede, sin que obste nada en contrario, y de conformidad con
los cánones 391 § 10 y 1274 del Código de Derecho Canónico, establecemos
con carácter de Ley Diocesana, desde el día de la fecha, que:
Desde el próximo año 2008, todos los templos directamente dependientes
de este Obispado: Catedrales, parroquias, iglesias, oratorias, etc. deberán contribuir al Fondo Diocesano para la Sustentación del Clero, aportando la cantidad
que le corresponda conforme a sus ingresos y de conformidad con la Tabla de
Porcentajes, que se une y que también aprobamos.
Para el correcto cálculo por parte de la Administración Diocesana, las parroquias y demás templos deberán presentar sus cuentas dentro de los dos primeros meses de cada año, de manera que a partir del mes abril se pueda aplicar la
aportación que corresponda.
Dése traslado de copia de este Decreto a los miembros de la Comisión
Diocesana para la Administración del Fondo para la Sustentación del Clero, a los
Párrocos y demás rectores de templos diocesanos, para su conocimiento y efectos; ya la oficina del Boletín Oficial del Obispado para su publicación.
Lo decretó, mandó y firma el Excmo. y Revmo. Señor Obispo de la Diócesis,
lugar y fecha ut supra. Doy fe.
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+ Antonio Ceballos Atienza
Obispo de Cádiz y Ceuta
Por mandato de S.E.R.
Juan Carlos Brea Butrón, Pbro.
Canciller Secretario General
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NOMBRAMIENTOS
Rvdo. D. Fructuoso Antolín Camacho, Consiliario Diocesano del Movimiento de
Acción Católica, por un plazo de cinco años. Cádiz, 2 de octubre de 2007.
Rvdo. D. Sebastián Llanes Blanco, Arcipreste de Algeciras, por el plazo de duración de los restantes nombramientos de arciprestes. Cádiz, 5 de octubre de
2007.
Rvdo. D. Aquiles López Muñoz, Director Espiritual del Consejo Local de
Hermandades y Cofradías de Cádiz. Cádiz, 5 de octubre de 2007.
Rvdo. D. Aquiles López Muñoz, Miembro del Consejo Pastoral Diocesano.
Cádiz, 5 de octubre de 2007.
Dª Francisca Amores Revuelta, Miembro nato del Consejo Pastoral Diocesano,
por el mismo período de tiempo de los actuales miembros. Cádiz, 23 de octubre de 2007.
Rvdo. D. Jesús García París, Administrador Parroquial de la Asunción de Nuestra
Señora, de Cádiz. Cádiz, 25 de octubre de 2007.
Rvdo. D. Bernard Mucipayi Kayembe, CMF., Párroco de La Inmaculada
Concepción, de San Fernando, por un plazo de seis años. Cádiz, 25 de octubre
de 2007.
Rvdo. D. Guillermo V. Domínguez Leonsegui, Vicario Judicial Adjunto y Adscrito
a la Sección Instructora de Cádiz y Ceuta del Tribunal Interdiocesano de Primera
Instancia de Sevilla, por un plazo de cuatro años. Cádiz, 7 de noviembre de
2007.
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Rvdo. D. José Leite da Silva, Capellán de la Comunidad y Centro Docente de las
religiosas de María Inmaculada, de Cádiz. Cádiz, 23 de noviembre de 2007.
Rvdo. D. José Leite da Silva, Vicario Parroquial de la Parroquia de San Severiano,
de Cádiz. Cádiz, 23 de noviembre de 2007.
Rvdo. D. José Leite da Silva, Capellán para la prestación de la asistencia religiosa católica en el Hospital Universitario “Puerta del Mar”, de Cádiz. Cádiz, 23 de
noviembre de 2007.
Rvdo. D. José Ángel Peña Cuesta, CM., Adscrito a la Parroquia de San Vicente
de Paúl, de Cádiz. Cádiz, 26 de noviembre de 2007.
Rvdo. D. Juan José Gutiérrez Galeote, SDB., Director Espiritual de la Cofradía
Salesiana de Jesús en su Entrada Triunfal en Jerusalén y María Santísima de la
Alegría, de Algeciras. Cádiz, 27 de noviembre de 2007.
Rvdo. D. Antonio García Reyes, SDB., Director Espiritual de la Cofradía
Salesiana de la entrada Triunfal en Jerusalén y María Santísima de la Alegría, de
La Línea de la Concepción. Cádiz, 27 de noviembre de 2007.
Dª Pilar Macarro Sancho, Prórroga como Directora de la Extensión del Instituto
Superior de Ciencias Religiosas a Distancia “San Agustín” (ISCRD), por un plazo
de tres años. Cádiz, 19 de diciembre de 2007.
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NOMBRAMIENTOS DE HERMANDADES Y COFRADÍAS
- Decreto por el que se nombra Presidente del Consejo Local de San Roque,
a D. Luis Rodríguez Ramos.
Cádiz, 9 de octubre de 2007.
- Decreto por el que se nombra Hermano Mayor de la Hermandad de
Nuestra Señora del Rocío, de la ciudad de Algeciras a D. Juan Trapero Vega.
Cádiz, 9 de octubre de 2007.
- Decreto por el que se nombra Hermana Mayor de la Asociación Santa
María la Coronada, de la localidad de San Roque a Dª. María Coronada Jiménez
Muñoz.
Cádiz, 9 de octubre de 2007.
- Decreto por el que se nombra Hermano Mayor d ela Hermandad Salesiana
de Penitencia y Cofradía de Nazarenos de la Entrada Triunfal en Jerusalén y María
Santísima de la Alegría, Madre de la Iglesia y Auxilio de los Cristianos, de la ciudad de La Línea de la Concepción, a D. Álvaro Marfil Gómez.
Cádiz, 29 de octubre de 2007.
- Decreto por el que se confirma Hermano Mayor de la Real y Venerable
Hermandad y Cofradía de Penitencia del Santísimo Cristo del Descendimiento
de la Santa Cruz y Nuestra Señora de los Dolores, de esta ciudad de Cádiz, a
D. Jacinto Salas Sala.
Cádiz, 6 de noviembre de 2007.
- Decreto por el que se nombra Hermano Mayor de la Hermandad
Sacramental, Venerable, Marianista Cofradía de Penitencia de Nuestro Padre
Jesús Caído y María Santísima de los Desamparados, de esta ciudad de Cádiz, a
D. Pedro Pablo Reynoso Ramos.
Cádiz, 22 de noviembre de 2007.
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- Decreto por el que se nombra Hermano Mayor de la Muy Ilustre, Antigua,
Venerable, Franciscana Hermandad de Penitencia del Santísimo Cristo de la VeraCruz y Nuestra Señora de la Soledad, de esta ciudad de Cádiz, a D. Miguel
Ángel Morgado Conde.
Cádiz, 22 de noviembre de 2007.
- Decreto por el que se nombra Hermano Mayor de la Hermandad de
Nuestra Señora del Rocío de la ciudad de La Línea de la Concepción, a D.
Antonio Jiménez Jurado.
Cádiz, 22 de noviembre de 2007.
- Decreto por el que se nombra Hermano Mayor de la Cofradía de Nuestro
Padre Jesús Nazareno, Santo Cristo de la Fe, Santa Cruz de Jerusalén y María
Santísima de la Amargura, de la ciudad de Algeciras, a D. Manuel García
Campillo.
Cádiz, 22 de noviembre de 2007.
- Decreto por el que se nombra Hermano Mayor de la Venerable Hermandad
de Penitencia del Santísimo Cristo de la Salud y Nuestra Señora de los Dolores
de la ciudad de Tarifa, a D. Pedro Castro Rodríguez.
Cádiz, 22 de noviembre de 2007.
- Decreto por el que se nombra Hermano Mayor de la Venerable Hermandad
de Penitencia de Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima de los Dolores,
de la ciudad de San Fernando, a D. Marco Antonio Serván García.
Cádiz, 18 de diciembre de 2007.
- Decreto por el que se nombra Hermano Mayor de la Venerable Hermandad
de Nuestra Señora del Carmen, y Cofradía de Penitencia del Santísimo Cristo del
Mar, Santa Madre de Dios, Luz y Esperanza Nuestra y San Juan Evangelista, de
la ciudad de La Línea de la Concepción a D. José Guardia Collado.
Cádiz, 18 de diciembre de 2007.
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Crónicas diocesanas
HOMENAJE AL P. JOSÉ NEIRA
El pasado día 2 de agosto de 2007, festividad de Ntra. Sra. de los Ángeles, la
Asociación de Vecinos de la Barriada Bazán y Aguada de San Juan, en San
Fernando, coincidiendo con las fiestas populares y procesión de Ntra. Sra. de los
Ángeles, patrona de la Barriada, dedicó un busto en homenaje y recuerdo del
Padre José Neira Prada, que durante 16 años fue párroco de La Sagrada Familia.
El acto estuvo presidido por el Sr. Obispo Don Antonio Ceballos, quien bendijo el monumento, y el Sr. Alcalde Don Manuel de Bernardo, quien estuvo
acompañado de otros ediles municipales. Ambas autoridades resaltaron los valores humanos y cristianos del padre Pepe y su labor ministerial en favor de los
necesitados.
Muchos vecinos acudieron al evento, siendo muy emotivo, lo que hizo que
a muchos se les saltaran las lágrimas en su recuerdo. El padre José Neira da también nombre a una calle de la feligresía, cercana al busto y contigua al templo
parroquial. Todo un orgullo para esta diócesis y su clero, que ve reconocido el
servicio sacerdotal en la persona de un querido e inolvidado compañero, que a
buen seguro está gozando de la gloria celestial.
Rvdo. D. Pedro Velo González, Pbro
Cura Párroco de La Sagrada Familia
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IMPOSICIÓN DE LA MEDALLA
“PRO ECCLESIA ET PONTIFICE” A
Dª. ELVIRA NÚÑEZ DEL CASTILLO,
D. JULIO RAMOS DÍAZ,
Y D. MANUEL DE LA RUBIA RUBIO
DOÑA ELVIRA NÚÑEZ DEL CASTILLO
El pasado 3 de noviembre de 2007, la Parroquia de San Pedro Apóstol, de La
Línea de la Concepción se prestaba con sus mejores galas a vivir un momento
histórico de gozo en el Señor: una de sus feligreses, Dª. Elvira Núñez del
Castillo, recibía de manos de nuestro Obispo, D. Antonio Ceballos Atienza y por
concesión del Santo Padre Benedicto XVI, la Medalla “Pro Ecclesia et Pontifice”.
Con esta condecoración otorgada por la Iglesia, se reconoce los más de 40 años
de servicio y entrega callada, generosa y desinteresada, de Elvira a favor de esta
su comunidad parroquial de San Pedro.
Desde su matrimonio con su marido D. Arturo Umbría Muñoz (q.e.p.d.) y
tras un breve paréntesis de estancia en Barcelona por motivos laborales, tras su
vuelta a La Línea, el trabajo de Dña. Elvira en esta Parroquia ha sido constante
desde el querido y recordado, párroco D. José Luís Galindo Martínez hasta el
actual párroco, varios han sido los sacerdotes que han pasado sirviendo a esta
comunidad, varios los acontecimientos y vicisitudes que se han sucedido, pero
siempre ha habido una constante y es el amor de esta mujer por Dios y por su
Iglesia.
A las 19:00 h. daba comienzo la Eucaristía, en cuyo transcurso fue impuesta la Medalla, en un templo abarrotado de fieles para recibir a nuestro Pastor, D.
Antonio y acompañar, llenos de alegría y de gratitud a Dios a Dña. Elvira.
Entrañables y paternales las palabras de D. Antonio en su homilía, llamándonos
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a la vivencia del domingo, como día del Señor y seguir e imitar el ejemplo de
nuestra hermana Elvira, siempre al servicio de la Iglesia y del Evangelio.
Tras la Misa, tuvimos la oportunidad de convivir y celebrar este gozoso acontecimiento, con una cena en un conocido restaurante de la Ciudad, en un
ambiente de fiesta y alegría fueron continuas las muestras de cariño a Elvira.
Damos gracias a Dios por el regalo de Dña. Elvira y pidamos que su ejemplo
cunda y se desarrolle en el corazón y la vida de otros hermanos capaces de
entregarse con generosidad a la causa del Evangelio.
Juan Enrique Sánchez Moreno, Pbro.
DON MANUEL DE LA RUBIA RUBIO
El pasado 19 de diciembre de 2007, a las 12 horas, en la Capilla de la
Residencia Nazaret, de la obra Pía Unión Fraternidad de Cristo, se reunió la
comunidad eclesial de Ceuta para celebrar una solemne eucaristía e imponer la
medalla “Pro ecclesia et pontifice” a la persona de D. Manuel de la Rubia.
En la celebración estuvieron presentes los sacerdotes de la ciudad, diferentes congregaciones religiosas, en las que se encontraban las que actualmente
colaboran con la Residencia, la congregación guatemalteca Marta y María, residentes de Nazaret y los familiares y amigos de D. Manuel. Tampoco dejaron de
estar presentes los voluntarios de la Residencia y algunos trabajadores.
La Eucaristía estuvo presidida por el Ilmo. y Rvdmo. D. Francisco Correro
Tocón, Vicario General de Ceuta, ante la imposibilidad de nuestro Obispo D.
Antonio de desplazarse a la ciudad al estar suspendidas las comunicaciones en
el Estrecho.
En la celebración del acto, tanto en las palabras del Vicario como en las propias de D. Manuel, en todo momento se reconoció la labor de la Residencia de
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Nazaret como una obra de Dios en la que han colaborado y dedicado tiempo y
dinero muchas personas de bien.
La Iglesia en este día y en este sencillo, pero sentido reconocimiento, ha querido poner de relieve la labor a favor de los más necesitados de D. Manuel, así
como de otras personas que iniciaron con él esta magnífica labor, siempre en
total comunión con la Iglesia Diocesana y más en concreto con la persona del
Obispo. La obra es y ha sido siempre un referente eclesial en la ciudad de Ceuta.
La Pía Unión Fraternidad de Cristo surgió de la voluntad decidida de un grupo
de hombres después de realizar un cursillo de cristiandad. En aquellos años, los
sesenta, eran muchas las necesidades que se veían en la sociedad y a las que se
quiso paliar con el inicio de esta obra: una casa de acogida para disminuidos
psíquicos y la actual residencia de ancianos, destacándose siempre por atender
a los más necesitados y pobres.
Francisco Correro Tocón, Pbro.
DON JULIO RAMOS DÍAZ
D. Julio Ramos Díaz nace el 2 de febrero de 1928 en el seno de una familia
católica. Realizó estudios en el Colegio católico de San Felipe Neri. Se licenció
en Derecho en la Universidad de Sevilla. Contrajo matrimonio en 1957 en la
parroquia de Ntra. Sra. del Rosario, presidiendo la ceremonia nupcial S.E.R D.
Tomás Gutiérrez Díaz, Obispo de Cádiz y Ceuta.
Ha ejercido diversas responsabilidades tanto en la Excma. Diputación
Provincial de Cádiz, en la Universidad Nacional de Educación a Distancia,
Colegio de Abogados de Cádiz, en la Mutua Nacional de la Abogacía, en el
Consejo Nacional de la Abogacía en España. Cristiano militante en diversas asociaciones de fieles. A nivel diocesano ha ejercido como asesor jurídico durante
los pontificados de los Sres. Obispos D. Tomás Gutiérrez Díaz, D. Antonio
Añoveros Ataún, D. Antonio Dorado Soto y del actual Obispo D. Antonio
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Ceballos Atienza. Igualmente es miembro del Consejo Diocesano de Economía
y del Consejo Diocesano de Patrimonio.
D. Julio recibió la Medalla “Pro Ecclesia et Pontifice”, reconocimiento agradecido al servicio de la Iglesia diocesana de Cádiz y Ceuta durante todos estos
años, el pasado 20 de diciembre de 2007 de manos del Sr. Obispo D. Antonio
Ceballos, a las 19 horas, en la Iglesia de Santiago Apóstol, de Cádiz, siendo
acompañado en la celebración por un gran número de familiares y amigos que
quisieron unirse a tan emotivo acto.
Pedro Velo González, Pbro.
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ACTA DE LA SESIÓN
DEL CONSEJO DEL PRESBITERIO
14 DE NOVIEMBRE DE 2007
En el Seminario Diocesano, a las 10:45h., del día 14 de noviembre de 2007,
da comienzo la sesión plenaria del Consejo del Presbiterio bajo la presidencia
del Sr. Obispo, para tratar el orden del día, que previamente ha sido enviado a
todos los consejeros.
Asisten los siguientes miembros: D. Guillermo Domínguez Leonsegui; D.
Francisco Correro Tocón; D. Fructuoso Antolín Camacho; D. Francisco Granado
Díaz; D. Salvador Gómez Sánchez de la Campa; D. José Manuel Daza Tello; D.
Balbino Reguera Díaz; D. Enrique Arroyo Camacho; D. José Manuel González
Jiménez; D. Aquiles López Muñoz; D. Salvador Rivera Sánchez; D. José Luis
Palacio Valverde; D. Antonio Troya Magallanes; D. Antonio M. Alcedo Ternero;
D. José María Bravo Aragón; D. Pedro Enrique García Díaz; D. Rafael Moreno
Ruiz; D. José Luis Sibón Galindo; D. Francisco Aragón Calderón; D. Alfonso
Gutiérrez Estudillo; D. Marcos Peña Timón, OSA; D. Juan Piña Batista; D. Óscar
González Esparragosa, y D. Juan Carlos Brea Butrón.
Excusan su asistencia: D. Juan Enrique Sánchez Moreno; D. Ángel Marín
Peces, OCD; D. Marco A. Huelga de la Luz; D. Gabriel Delgado Álvarez.
No asisten: D. Rafael Vez Palomino; D. Manuel de la Puente Sendón, y D.
Juan Carlos Pérez Jiménez.
Una vez concluida la oración inicial, se aprueba el acta de la reunión anterior, por parte de los consejeros, al no efectuarse ninguna corrección o modificación de la misma.
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A continuación el Sr. Obispo saluda a todos los consejeros, y se dirige a los
mismos, en síntesis, con estas palabras:
“Mis queridos miembros del Consejo del Presbiterio:
Recibid un cariñoso saludo y mi agradecimiento por vuestra presencia y eficaz colaboración.
Un cambio trascendental que afecta a la Iglesia es la autofinanciación. Ya
sabéis que con el reciente acuerdo alcanzado entre el Gobierno Español y la
Santa Sede, se ha producido un cambio sustancial en el modelo de financiación
a la Iglesia Católica en España. Con ello se cierra un período y se abre otro, para
el que debemos estar preparados.
En España, desde este momento, vamos camino de la autofinanciación. A
partir de ahora tenemos que aprender a vivir por nosotros mismos. Desde ahora
todos tenemos obligación de sostener a la Iglesia y arreglar los asuntos en este
orden de cosas.
Un intento de renovación de la Iglesia sin un cambio de relaciones económicas, no será real, quedará reducido al ámbito de las “conciencias privadas”.
Las relaciones económicas en su conjunto reflejan las efectivas relaciones en una
sociedad. Mal podremos asegurar la “credibilidad” de la Iglesia, ni tutelar su
“identidad” y “libertad”, si las relaciones económicas intraeclesiales no responden a lo más profundo del misterio de la Iglesia, es decir, a la “comunión”. Aquí
hay un gran tema que llevar a cabo y un largo camino por recorrer”.
Tras las palabras de presentación del Sr. Obispo, D. Guillermo Domínguez
informa, a grandes rasgos, de la importancia y trascendencia que tiene el tema
del Sostenimiento de la Iglesia, subrayando con claridad y precisión, en su exposición, los siguiente puntos:
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- Se está haciendo una Campaña de publicidad a nivel nacional en los distintos medios de comunicación, que luego continuará a nivel autonómico y diocesano. La publicidad no es gasto, sino inversión, calculándose un beneficio del
100%.
- Hay que tener en cuenta las siguientes cuestiones: - La contribución sube
del 0,5 al 0,7%; - No hay exención del IVA; - No hay cantidad mínima que haya
que completar por Hacienda; - Hay que mejorar la memoria explicativa que se
presenta al Estado; - No hay máximo, se entrega cuanto se recauda; - Carácter
indefinido del Acuerdo; - Separación de asignaciones; - Subida de los pagos a
cuenta al 4%.
- Los tramos más altos marcan la X en el 60%. Los más bajos el 30%. No se
dice la edad.
- En 2005, con el 0,5% se recaudaron 144 millones de euros, de haber sido
con el 0,7% hubieran sido 193 millones. La recaudación de 2007 se prevé en
unos 213 millones de euros.
- Posibles propuestas para distribuir las nuevas cantidades: - Resarcir del IVA;
- Ayuda a la construcción de templos; - Complemento de pensiones; - Nuevas
necesidades pastorales; - Fondo para campañas.
- Temas a tratar con Hacienda: - Mejorar el sistema de asignación; Mecanismo de comunicación de datos a la Iglesia; - Desarrollo de la memoria;
- Mecanismo de aprobación de pagos a cuenta.
- En el futuro reparto se tendrá en cuenta la situación “intercontinental” de
Cádiz y Málaga, lo mismo que se tiene en cuenta la insularidad.
- El estudio para la campaña se ha encomendado a la empresa “Advise”, que
se encargará de preparar una “Campaña de comunicación para el sostenimien-
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to de la Iglesia Católica”. Para ellos hay que: - informar qué hace la Iglesia; - animar a que se ponga la X; - posibles campañas diocesanas, desarrollando las
ideas nacionales.
El Sr. Obispo subraya la importancia del tema, apuntando la necesidad de
una información “permanente” y “transparente” a todos los que formamos la
Iglesia, de manera especial a los seglares, así como también la necesidad de que
la Iglesia Diocesana invierta adecuadamente.
D. Aquiles López comenta que se podría trabajar con el Consejo Parroquial
de Economía el folleto “La financiación de la Iglesia Católica en España”, que
está muy bien elaborado.
D. José María Bravo apunta que es interesante conocer el dossier informativo que aparece en la página web de la Conferencia Episcopal Española acerca
del tema de la financiación de la Iglesia Católica en España, y de la campaña
publicitaria que ya se está llevando a cabo.
D. Francisco Granado manifiesta que la puesta en marcha de la campaña de
la financiación de la Iglesia ha sido muy forzada y atropellada. La información
ha llegado a la Diócesis hace muy poco tiempo, y rápidamente se ha enviado a
las parroquias.
Concluida las intervenciones, se dio paso a las aportaciones y sugerencias de
los consejeros de los distintos arciprestazgos de la Diócesis, teniendo presente
las preguntas siguientes:
1.- Vistos los datos que se nos facilitan, ¿te parece que los fieles y los demás
ciudadanos de nuestra diócesis coinciden en la visión que se da sobre la tarea
que la Iglesia hace en favor no sólo de sus miembros sino de toda la sociedad?
2.- ¿Dónde te parece que habría que insistir para dar una imagen real y
positiva y evitar los tópicos o los elementos negativos?
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3.- En cuanto a las fuentes de financiación, además de los que se indican,
¿te parece que en nuestra diócesis se podrían buscar otros recursos?
4.- ¿Cuáles podrán ser las dificultades más frecuentes y cómo las podríamos
superar?
5.- De cara al futuro, ¿qué tendríamos que cambiar en nosotros, en el obispado, en las parroquias, en las asociaciones de fieles, etc. respecto de nuestra
actual situación?
Cádiz Intramuros
1.- No. Hasta los fieles más cercanos. Hasta los sacerdotes. Se desconoce el
aporte que la Iglesia da al Estado.
2.- En la Información. La Información es la carencia más grande que tiene la
Iglesia. En Italia es muy normal ver en televisión la labor humana y espiritual de
la Iglesia, y lo que aporta la sociedad, y ahorra al estado. Nuestra misma
Diócesis se tiene que dar cuenta que se está desinformado. La Información que
se da ¿cómo es recibida?
Parece mejor utilizar la expresión “aportación de la Iglesia al Estado” que
decir “lo que ahorra la Iglesia al Estado”. En la primea frase da a entender que
la Iglesia es rica y aporta económicamente al Estado.
- En el uso de los Medios de Comunicación. La Iglesia está falta de Medios
de Comunicación, por eso se urge al Secretariado de Medios de Comunicación
Diocesano. Hay que recordar que los medios de comunicación no son afines en
España en este momento. El Secretariado Diocesano tendría que tener economistas publicitarios que trabajen con la administración diocesana. Últimamente
el Arzobispado Castrense ha lanzado un folleto informando de lo que es (personas, economía, etc.).
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Hacer folleto diocesano de información al modo del de la Conferencia
Episcopal. Modo. Medio. Campaña de Información de la Economía Diocesana.
Riesgo de la información económica. Todo pasa por una clarificación de las
cuentas. La información última que se está dando a la opinión pública es nefasta y nadie sale a clarificar desde el criterio de la Diócesis. En el Colegio de
Arciprestes pueden estudiar los medios para clasificar las cuentas en Parroquias
y templos abiertos.
3.- No se tiene conocimiento de las fuentes de financiación. No se ha recibido información precisa en asuntos de la Iglesia que afectan directamente al
arciprestazgo de Cádiz Intramuros: San Juan de Dios, sobre la situación actual
de financiación de la obra que promueve el Obispado, Huerta de la Compañía,
Fundación Pinillos, Casa Fragela, Tierra de Todos, San Felipe de Neri, Viviendas,
etc. No usar objetos que no son nuestros. Replantear colectas extraordinarias:
reducirlas y concretarlas, porque la gente da más cuando lo tiene más claro.
4.- Se piensa y se comenta que no somos pobres. Que no actuamos como
pobres. La falta de claridad aumenta este juicio generalizado.
5.- Hay que ceñirse a una economía real. Más austeridad. Cada Institución
se autofinancie y que no gaste más de lo que ingresa.
Cádiz Puerta de Tierra Oeste
1.- Hay un gran desconocimiento. La Iglesia informa poco y sólo quedan
informados los de cerca. El resto sólo se mueve por prejuicios o estereotipos, que
suelen ser críticas y muy negativas. Al ser muy numerosas las instituciones de la
Iglesia y funcionar con autonomía se hace muy difícil poder ofrecer números
globales, tanto de realización como de necesidades.
2.- Sería necesario lograr que en un breve plazo -tres meses- se pudiera
publicar en la Diócesis una relación exhaustiva de lo que la Iglesia hace por la
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sociedad: personas a las que llega esta acción, dinero que se invierte, personas
(voluntarios) que colaboran. Esta información podría luego concretarse por
poblaciones, por arciprestazgos, por parroquias, por congregaciones. Podría
completarse la información dando a conocer lo que cada uno de estos servicios
cuesta al estado cuando los asume directamente (gasto por alumno, por asistido,
por enfermo...).
3.- Se apuntan algunos servicios, por ejemplo, los columbarios, los cementerios parroquiales, la venta de algunos inmuebles o propiedades, aumentar el
número de contribuyentes a la cuota parroquial.
4.- Hay que contar con la situación socioeconómica de nuestra Diócesis
(paro, trabajo precario o estacional...). Siempre seremos pobres. Hay una dificultad real en la poca conciencia de las parroquias sobre la solidaridad y sobre
la comunicación de bienes. Se debe lograr también que todas las parroquias presenten las cuentas y que todas aporten al Fondo diocesano. Hacer cumplir la ley
diocesana a todos.
5.- Hay varios retos: información, transparencia, solidaridad, austeridad. Y
usar una buena pedagogía para llegar a la gente y lograr la mentalización del
pueblo que es tan necesaria.
Cádiz Puerta de Tierra Este
1.- Los cristianos “que vienen a la Iglesia” están más o menos informados, y
conocen más lo que la Iglesia realiza en el entorno, que aquello que lleva a cabo
en otros lugares. Sin embargo, valoran y aprecian la tarea de la Iglesia en la
sociedad.
- Los “que no van por la Iglesia” desconocen el funcionamiento de la Iglesia,
y mucho de lo que allí se hace. En muchas ocasiones éstos tienen una idea negativa y llena de prejuicios de la Iglesia, por distintos motivos (experiencia negativa, rechazo a la fe, etc.).
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2.- Información permanente, concreta y clara de la situación económica y
asistencial de la Iglesia, en los distintos niveles: nacional, diocesano y parroquial. Si no se informa a la gente, éstos no conocen lo que se hace, y entonces
difícilmente se ayudará a la Iglesia, sobre todo aquellos que están más alejados
de la vida de la Iglesia.
- Utilizar todos los medios a nuestro alcance para presentar la tarea que la
Iglesia realiza, sin complejos ni vergüenzas: radio, prensa, televisión, hojas
parroquiales, reuniones de grupo, catequesis, persona por persona, etc.
- Hacer lo posible por tener en cada parroquia un Consejo Pastoral de
Economía, que sensibilice a la comunidad parroquial de la necesidad de sostener económicamente a la Parroquia, en concreto, y a la Iglesia, en general.
3.- Estudiar qué posibilidades económicas pueden ofrecer los rendimientos
del Patrimonio Eclesiástico de la Diócesis, para sacarle el máximo partido.
- Que la nueva Comisión para la Autofinanciación de la Iglesia, que está
comenzando a funcionar, estudie las posibles fuentes de financiación más adecuadas para la Diócesis, y vayan dando los pasos oportunos para su aplicación.
Ver, por ejemplo, qué se está haciendo en otras Diócesis españolas para coger
ideas que se puedan llevar a cabo en la Diócesis.
- En relación a la búsqueda de fuentes de financiación surgía este pregunta:
¿Qué se puede hacer para que las personas que no hacen la Declaración de la
Renta, porque no están obligados, entre ellos la mayoría de los sacerdotes, puedan aportar a la Iglesia una parte de sus impuestos? ¿Se está estudiando entre la
CEE y el Estado español fórmulas para dar una respuesta satisfactoria a este
numeroso grupo de cristianos que no hace la Declaración de la Renta?
4.- “Desmontar” en la gente las ideas erróneas que tienen en la cabeza.
Eliminar los tópicos y prejuicios que se tiene en lo referente a la economía de la
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Iglesia y a su financiación. Con una permanente información del tema que llegue al mayor número de cristianos, y que estos puedan así mismo transmitir allí,
donde no llegamos, esa misma información.
- Hay que “hacer ver a los cristianos” que ahora hay que aportar “de verdad”
a la Iglesia para el sostenimiento de sus actividades, personal y estructuras.
Recordar que “hay que ayudar a la Iglesia en sus necesidades”.
5.- Potenciar y concienciar en todos una mentalidad más evangélica, insistiendo más en la importancia de compartir, no sólo la fe, la esperanza y la caridad, sino también lo referente a la economía.
- Trabajar “más eclesialmente” en este campo del sostenimiento económico
de la Iglesia. Dejar a un lado los individualismos y particularismos, y colaborar
codo con codo, remando en la misma dirección más allá de gustos o caprichos
personales.
- “Ganarnos a la gente” que se acerca “puntualmente” a la Iglesia, con motivo de un entierro, un bautismo, etc. y de los que llamamos “cristianos no practicantes”, al menos por el trato educado y amable, y por la acogida y simpatía.
San Fernando
1.- Es un hecho objetivo la baja consideración y estima existente en la ciudadanía española por la Iglesia.
- Urge una mejor información a la sociedad de las acciones que la Iglesia
desarrolla, tanto en orden de la asistencia y promoción humano-social, como en
el orden espiritual. Llama la atención que muchos acepten la labor social que la
Iglesia realiza, y rechacen o desprestigien a las personas que las promocionan y
las atienden.
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- Hay que distinguir entre los fieles a la Iglesia y los alejados: los primeros,
conocen y valoran las acciones eclesiales; los segundos, ven bien las acciones,
pero critican a la Iglesia institucional. Esto, según se indicó, es consecuencia del
anticlericalismo de la sociedad española, que “bien va con un cirio delante del
cura o detrás de él con un garrote “(M. Unamuno).
- Hay que mejorar la información a la ciudadanía y a los fieles de cuáles son
las fuentes de ingresos de la Iglesia y cómo ésta destina los recursos económicos.
- La campaña debería hacerla o implicar a los seglares católicos, pues si la
hacen los sacerdotes se da una imagen de que siempre se está pidiendo.
2.- Insistir más en los aspectos humanos y sociales que desarrolla la Iglesia,
sin olvidar la dimensión de fe. Hay que hacer llegar al ciudadano que aquellas
actividades que no son rentables o no son aceptadas socialmente son las que
desarrollan principalmente la Iglesia. De ahí que una buena información sea
urgente. Hay que hacer ver a los ciudadanos que los recursos económicos de la
Iglesia vierten principalmente en financiar actuaciones socio-caritativas en la
sociedad en favor de los más necesitados.
3.- Estimular y concienciar a los fieles católicos para que participen en la
cuota parroquial, ya que es un medio válido y no complicado de contribuir al
sostenimiento de la Iglesia, concretamente de la parroquia.
4.- Urge desmontar los tópicos con información clara, haciendo pública las
cuentas de la Iglesia, al tiempo que siendo prudente a la hora de pedir para no
dar imagen de “peseteros”.
5.- Dar una imagen pública, tanto la Iglesia institucional, como clero y religiosos de austeridad y pobreza evangélica, al tiempo que generosa.
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Puerto Real
1.- Los fieles no tienen conciencia de la labor que la Iglesia hace a favor de
la sociedad. Tienden a mirar siempre desde un punto de vista externo, no interno. Se olvidan de cómo funciona una parroquia y la labor que en ella se suele
desempeñar.
- Uno de estos problemas son los medios de comunicación que venden o
muestran en ocasiones una imagen distorsionada de la realidad buscando la
polémica o centrándose en lo ostentoso del patrimonio.
- Los más cercanos pueden conocer algo, pero no en profundidad, y no llegan a valorar la función y los servicios que se realizan.
2.- Incidir en la comunicación tanto en el nivel de la información como en
el nivel de realizar campañas en los medios de comunicación, donde se exponga de forma clara y concisa la labor social que realiza la Iglesia y en los beneficios, no solo materiales, sino también espirituales que la sociedad recibe de ella.
Hay que tener presente el modo de presentar esas campañas. Hoy no es posible conformarse con el simple cartel y el sobre. Estamos en la era de la imagen,
el marketing, y la Iglesia debe saber estar presente también en estos medios.
Como ejemplo los artículos escritos en distintos medios sobre “quién financia a
quién?”. Presentando realmente lo que a la Iglesia le cuesta mantener esos servicios y lo que el estado se ahorra si los tuviera que mantener. Presentar a la
Iglesia en las realidades marginales en muchas ocasiones y trabajos que nadie o
pocos quieren realizar.
Se debería empezar insistiendo por los más cercanos a nosotros para poder
así dar una información de lo que es la Iglesia y los servicios que se presta desmontando los tópicos y prejuicios que tienen sobre la imagen de la Iglesia rica,
lejana, desfasada, etc.
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Aprovechar las distintas reuniones o contactos que se tienen con los laicos
cuando se acercan al despacho o solicitan algún servicio religioso para presentarles esta realidad de una manera más cercana, concreta, directa y concisa.
También se ve la importancia de la implicación de los laicos. Ellos pueden
hacer una tarea de sensibilización de los demás, dejando de lado los tópicos del
cura siempre pidiendo, el cura pesetero, etc.
3.- Potenciar las campañas. Incidir en las cuotas parroquiales.
Fundamentalmente se piensa la necesidad de que los técnicos especialistas en
economía y recursos puedan abrir líneas de acción sobre cómo poder optimizar
nuestros recursos, donde invertir, etc., ellos son los que tienen que tener la voz
primordial aconsejándonos y dejarnos aconsejar por ellos.
4.- Una dificultad es la necesidad de cambiar la conciencia de los feligreses
y de la sociedad en general. Para superar las dificultades es necesario es coherentes, ya que a veces se destruye más que se construye.
Perder el miedo a invertir, buscar recursos, usar los medios que la economía
ofrece hoy para poder rentabilizar y optimizar lo que se tiene y buscar nuevas
fuentes de ingresos. Parecía que a la Iglesia le daba cierto pudor el pedir o buscar medios de financiación al “depender” de las subvenciones del Estado, pero
lo cierto es que es legítimo que la Iglesia busque los medios que le ayuden a
poder desarrollar sus fines, no es un rentabilizar para enriquecerse sino que
revierta en la consecución de sus fines.
5.- Informar. Ser más transparentes. Cuidar los signos. Saber transmitir.
Chiclana de la Frontera
1.- Los fieles y los demás ciudadanos tienen una gran ignorancia sobre estos
temas. Se mueven por una serie de “tipos” que nada tiene que ver con la reali-
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dad. Algunos tienen una serie de prejuicios desde la conciencia de que la Iglesia
es rica.
- En general se reconoce y se aprecia poco la labor de la Iglesia en algunos
campos. Especialmente se estima el trabajo de Cáritas, de los sacerdotes, las
misiones, catequistas, religiosos, etc. La enseñanza en los colegios religiosos se
ve más como un negocio.
2.- Aclarar que poner la cruz en la Declaración de la Renta no supone pagar
más, y además la necesidad de insistir en que se ponga, pues hay quienes ayudan a cumplimentar la Declaración y en contra de la voluntad del declarante no
pone la cruz, siguiendo sus propias ideas.
- Explicar bien que la campaña de autofinanciación de la Iglesia es para los
fines propios de la Iglesia, y no apoyarnos sólo en los asistencial que ella realiza.
- Plantear la campaña a todos los niveles (nacional, diocesano, local, parroquial, grupos más cercanos,...), y con carácter más prolongado, y distinta insistencia e intensidad.
- Ofrecer cifras y porcentajes como punto de partida para la reflexión (cuánto se gasta en una boda y cuánto se aporta a la parroquia).
- Exponer con claridad la situación actual de la aportación económica por
parte del Estado, explicando bien lo del 0,7% del IRPF, como aportación personal.
- Transparencia en la presentación de las cuentas por nuestra parte. Hay que
darlas a conocer.
- Facilitar la participación con las cuotas periódicas con campañas, impresos, explicaciones, etc.
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3.- Campaña entre el clero ante posibles herencias.
- Optimización del patrimonio y las posibilidades de aportaciones por este
concepto.
- Campaña de mentalización a todos los niveles, con constancia y sin agobiar.
- Replantear el tema de los aranceles y la posible unificación.
4.- Hay que superar con mucha paciencia la des-información que tiene el
pueblo. Tener en cuenta que hay muchas personas que están convencidas de
que somos ricos y no necesitamos la colaboración de todos.
- Hay que tener en cuenta a la hora de hablar de las cuotas de colaboración
parroquial las reticencias de muchas personas a hacer domiciliación bancaria,
por distintas razones.
5.- Mayor transparencia y claridad en la gestión económica.
- Se tendría que reflexionar para vivir y organizar la pastoral con cierta austeridad y también con mayor cercanía a las gentes y menso burocracia.
- Avanzar en el sentido eclesial (diocesaneidad) del pueblo y la organización
que se tiene. Esto supondría muchos cambios, aunque algunos serían difíciles,
y esto llevaría a una real comunicación diocesana de bienes, y no solo la que se
promueve desde Cáritas.
- Potenciar los Consejos de Economía (su existencia, la formación de sus
miembros,...).
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Tarifa
1.- Lo saben los cercanos, pero algunos desconfían. No lo saben los alejados, ni lo quieren saber. Se desconfía de la palabra de la Iglesia. Hay, en general, desconocimiento y apatía de la gente por parte de los que están resentidos
por algún motivo (prejuicios, mala prensa, marketing equivocado, etc.).
2.- Dar testimonio personal y comunitario, y en dar, a tiempo y a destiempo
información. Falla el método. Hay que buscar los medios para llegar de manera
amable a la gente y que comprenda y comparta las grandes y buenas obras que
la Iglesia tiene a nivel propio eclesial y social.
3.- Que cada parroquia haga un esfuerzo por pagar según lo estipulado por
el Obispado. Hay que contribuir.
4.- La primera dificultad es el propio sacerdote. A veces es una dificultad
insalvable. No hay una conciencia de la autofinanciación a la que debemos
encaminarnos. La conciencia contaminada que tiene el feligrés a diferencia del
feligrés alemán que aporta un 9% de sus ingresos.
5.- Ante la imagen de multinacional que se da, hay que dar una pura, rígida
y seria información de la realidad.
Algeciras
1.- Los mismos curas desconocen muchos de los datos aportados en el folleto sobre lo que la Iglesia hace.
- Sólo una pequeña parte de los fieles tiene conocimiento de los datos económicos por los informes que se dan en las comunidades parroquiales, pero son
pocas personas y los datos más conocidos son los de las parroquias, no tanto los
de la Iglesia diocesana o nacional y, menos aún, los datos sobre la labor de la
Iglesia.
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- Un sacerdote que ha estado en misiones reconoce tener un sabor agridulce en este tema porque ve que, incluso a los “practicantes” hay que convencerlos, que también en algunos de ellos se dan tópicos y prejuicios, y no se convencen por muchas razones que se les dé, y muchas veces son los menos dispuestos al sostenimiento de la Iglesia.
- Hay gente que piensa que los donativos de los sacramentos se los quedan
los curas.
2.- Hay que dar mucha información a los fieles, diciendo con transparencia
a qué se destina lo que se recibe en la parroquia.
- “Desclericalizando” este tema para que sean los seglares, conocedores de
la realidad económica, los portavoces ante la comunidad. Son ellos los que
deben tener el papel más importante en esta campaña.
- Sería bueno hacer llegar a la gente la información del folleto, y a nivel arciprestal, se podría hacer también un informe de lo que la Iglesia realiza en
Algeciras, y difundirlo por los medios de comunicación locales.
- Hay que tener los mismos criterios en todas las parroquias del arciprestazgo sobre las tasas y lo que se recibe por los sacramentos.
- Se podría concienciar a los fieles que llegan a las parroquias pidiendo
algún sacramento explicándoles la nueva situación económica y entregándoles
una carta explicativa junto con los sobres que sueles entregárseles para los donativos y las tasas oficiales que vienen de Sevilla.
- Un sacerdote apunta también la importancia del testimonio de vida. Hay
que predicar la austeridad y la pobreza en el día a día.
3.- En algunas parroquias es posible compaginar el trabajo pastoral con otra
ocupación civil, con lo cual el Obispado se ahorraría el sueldo del sacerdote.
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Debería revisarse también la cotización a la Seguridad Social, para no quedar en
tan mala situación económica con la jubilación.
- Un sacerdote apunta que la diócesis ha perdido una oportunidad de fuertes ingresos por no haber sacado adelante el acuerdo con la Junta de Andalucía
por el Oratorio de San Felipe, después de contar con el consentimiento de los
distintos Consejos diocesanos.
- Se reconoce bastante decepción en el clero en relación a este asunto, cuando se conocen los gastos que se producen en el Obispado, y se pide también
austeridad en su gestión (¿son necesarios, por ejemplo, tantos trabajadores laicos?), y más claridad en sus cuentas.
- El Día de la Iglesia Diocesana la colecta es imperada, sin embargo, muchas
Parroquias de la Diócesis no han aportado nada.
4.- Desinformación, tópicos y prejuicios.
San Roque
1.- Generalmente los más cercanos suelen estar más concienciados que los
alejados, que tienen más prejuicios contra la Iglesia.
2.- Es necesario informar con transparencia de lo que se hace, para que todos
tengan conocimiento de ello, y así puedan aportar más responsablemente.
- La misión de la Iglesia es dar sentido a la gente, además de la función de
asistencia social y caritativa.
3.- Habría que tener una actividad más activa, que rinda, aparte de sacar el
máximo rendimiento a lo que se tiene.
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- Abrir nuevos caminos de inversiones rentables. Habría gente dispuesta a
ayudar a la Iglesia en este sentido.
Ceuta
1.- La visión de los fieles, en conjunto, no coincide con la que se aporta en
el folleto. Hay personas que sí, pero hoy por hoy la mayoría no tiene esa visión.
Acaso sea porque nosotros no damos una visión real de lo que es la Iglesia y de
las tareas que realiza, porque se es timorato a la hora de dar a conocer las acciones que se llevan a cabo. Hay que trabajar para que se vayan concienciando.
2.- Tomar conciencia de que “todos somos Iglesia” (ocasión propicia el “Día
de la Iglesia Diocesana”).
- Explicar el cambio de financiación de la Iglesia.
- Hablar de los fines de la Iglesia y de la necesidad que tiene la misma de
bienes materiales para desarrollarlos. Evitar, en este punto, la ingenuidad.
- Informar. Ser claros y transparentes. Presentar, dar a conocer la realidad
(medios de comunicación, celebraciones, reuniones ad hoc, etc.). Dar razones
de cómo se gasta todo.
- Autenticidad. Que vean que es así y no de otra manera.
- No tener vergüenza a la hora de hablar de dinero.
- Implicar a los seglares, en especial a los miembros de los Consejos de
Economía y Pastoral.
- Reunión del Ecónomo Diocesano con los Equipos de Economía, por zonas.
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3.- La buena gestión de las propiedades de la Iglesia, en manos de profesionales. Técnicos que pongan al día el tema de las propiedades de la Iglesia con
el fin de poder rentabilizarlas.
4.- Dificultad (= D): Susceptibilidad (“rechazo”) que tiene la gente (incluidos
“cristianos”) frente a la Iglesia; - Para superar (= S): Dar a conocer la Iglesia tal
como es: qué fines pretende, qué es por ellos y por la sociedad a la que pertenecen. Aprovechar todas las ocasiones propicias para ello, cuando soliciten
algún sacramento, etc.
- D: El poco interés que suscitan las cuestiones de la Iglesia en un amplio
sector de la sociedad; - S: Información y presentación de la obra social que realiza la Iglesia (sacar los datos del folleto en las páginas 14-17, y hacerlos públicos en el cartel de anuncios de la parroquia, en hojas que se entreguen, etc.).
Implicación de los seglares que trabajan en las parroquias, comenzando por el
equipo de economía de la parroquia.
- D: la confusión entre Iglesia y Jerarquía; - S: Que la gente asuma que Iglesia
somos todos. Potenciar el sentido de Iglesia.
- D: Creencia que el Estado financia a la Iglesia y cubre todas sus necesidades; - S: Información sobre el nuevo modelo de financiación (0,7). Campaña de
información para que la gente sepa en qué se gasta y en qué se invierte el dinero, empezando por los que tenemos cerca, “en casa”. Repartir el folleto en los
Consejos de Economía y Pastoral de la Parroquia. Relanzar o establecer el sistema de cuotas parroquiales. Insistir en la colocación de la “equis” al hacer la
declaración de la renta.
- D: Costumbre arraigada (concretamente en el sur) de recibir “gratis” las
cosas, exigiéndolas como si fueran únicamente un derecho; - S: Los derechos llevan consigo también unos deberes que cumplir. Explicarlo ampliamente.
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5.- Comenzar por tomar conciencia todos los sacerdotes, y abandonar la
pasividad que normalmente se manifiesta en este tema.
- Llegar a tener unanimidad en este tema entre todas las parroquias.
- Tener una mayor transparencia y austeridad en la gestión. Hacer revisiones
para que no haya derroches en las Iglesias.
- Llevar un tipo de vida austero y entregado, que no engendre sospecha.
- Todo se resume en el “testimonio”.
Una vez concluida las exposiciones de los consejeros representantes de los
arciprestazgos de la Diócesis, D. José María Bravo, miembro de la Comisión
Diocesana de la Autofinanciación de la Iglesia, comenta los siguientes puntos:
1.- Es un tema de muy largo recorrido. Se necesitarán años para que todos
los cristianos lleguen a asumir que el sostenimiento de la Iglesia es responsabilidad de los cristianos. Como primer acercamiento no está mal. Hay que insistir
en que se comienza una etapa diferente, y que todo es nuevo, y donde todos
hemos de poner manos a la obra. Sería muy conveniente que se insistiera por
parte del Obispo en que todas las Parroquias publiquen mensualmente su estado de cuentas, y que se controle que en todas exista el Consejo Parroquial de
Economía, que es preceptivo que haya.
2.- Insistir en que los Consejos de Economía tienen entre una de sus tareas
fundamentales la consecución de recursos para el sostenimiento de sus actividades.
3.- Autonomía solidaria. Cada entidad debe ir caminando al propio sostenimiento económico de sus actividades. Dentro de esta autonomía hay que incluir
la comunicación cristiana de bienes. Pero cambiando la visión de la situación:
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antes era de arriba que nos podría venir la ayuda en situaciones difíciles, ahora
hay que ser conscientes de que nos viene de los iguales, y que por ello ha de ser
hacia arriba donde hemos de aportar.
4.- Hay que tener cuidado con las tasas parroquiales. Han de ser orientativas. No hay que ponerse ahora como “locos” a conseguir dinero.
5.- Participación de los sacerdotes en los medios de comunicación social
locales.
6.- Animar a los sacerdotes a hacer testamento, dejando una parte a la
Diócesis. Asimismo, animar también a hacer la domiciliación bancaria.
D. Aquiles López expresa que ha resultado muy positiva la aportación de los
distintos arciprestazgos sobre este tema del sostenimiento de la Iglesia, por lo
que habrá que ir insistiendo y no dejarlo “aparcado”.
D. Óscar González propone que se realice un “plan de actuación” teniendo
presente las aportaciones que se han hecho, con el fin de que vuelva al Consejo
del Presbiterio en la próxima reunión, y ya nos podamos comprometer en su
puesta en práctica. Es importante que no queden todas las sugerencias sobre el
papel.
D. Guillermo Domínguez indica que todas las aportaciones que se han presentado llegarán a la Comisión de Autofinanciación de la Diócesis, para su estudio y puesta en práctica.
D. Fructuoso Antolín cree oportuno que se implique al Consejo Diocesano
de Economía, y se informe también al Consejo Pastoral Diocesano.
D. Antonio Alcedo comenta que una posible fórmula de seguimiento es que
el Colegio de Arciprestes, con frecuencia, estudie este tema.
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El Sr. Obispo manifiesta que hay que ir dando pasos: 1. La Iglesia tiene “rostro” (sacerdotes, religiosos/as, laicos); 2. Es un tema de seguimiento; 3. Hay que
cambiar de mentalidad y de acción. Hay que sembrar en esta concienciación;
4. La comunicación cristiana de bienes tiene que ir a más en la Iglesia; 5. Hay
que dedicar tiempo a la información, a todos los niveles (quién, cómo y cuándo).
En ruegos y preguntas, D. Marcos Peña pregunta si la colecta Pro Orantibus
es o no imperada. D. Antonio Alcedo comenta que en la Conferencia Episcopal
Española no aparece esta colecta como imperada. El Sr. Obispo concreta que se
escriba una carta a los sacerdotes indicando cuáles son las colectas imperadas y
cuáles no lo son, según la Conferencia Episcopal Española.
D. Guillermo Domínguez informa que está pendiente de la firma del Sr.
Obispo el decreto de aprobación de la tabla con la aplicación de los porcentajes que cada Parroquia ha de aportar al Fondo del Clero. Las Parroquias se han
dividido en ocho tramos, y según los ingresos que tengan así habrán de aportar.
Por último, el Sr. Obispo comenta que un sacerdote secularizado D. Rafael
Romero Pavón, va a volver al ejercicio del ministerio, una vez que la Santa Sede
ha dado su aprobación para que regrese a la vida de ministerio sacerdotal.
Y sin más asuntos que tratar, tras el rezo del Ángelus, se levantó la sesión,
siendo las 13:55h.
Juan Carlos Brea Butrón
Secretario
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II. DOCUMENTACIÓN GENERAL
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De la Santa Sede
BENEDICTO XVI
MENSAJE URBI ET ORBI
Navidad, martes 25 de diciembre de 2007
«Nos ha amanecido un día sagrado:
venid, naciones, adorad al Señor, porque
hoy una gran luz ha bajado a la tierra»
(Misa del día de Navidad, Aclamación al Evangelio).
Queridos hermanos y hermanas:
«Nos ha amanecido un día sagrado». Un día de gran esperanza: hoy el
Salvador de la humanidad ha nacido. El nacimiento de un niño trae normalmente una luz de esperanza a quienes lo aguardan ansiosos. Cuando Jesús nació
en la gruta de Belén, una «gran luz» apareció sobre la tierra; una gran esperanza entró en el corazón de cuantos lo esperaban: «lux magna», canta la liturgia
de este día de Navidad.
Ciertamente no fue «grande» según el mundo, porque, en un primer momento, sólo la vieron María, José y algunos pastores, luego los Magos, el anciano
Simeón, la profetisa Ana: aquellos que Dios había escogido. Sin embargo, en lo
recóndito y en el silencio de aquella noche santa se encendió para cada hombre una luz espléndida e imperecedera; ha venido al mundo la gran esperanza
portadora de felicidad: «el Verbo se hizo carne y nosotros hemos visto su gloria»
(Jn 1,14)
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«Dios es luz –afirma san Juan– y en él no hay tinieblas» (1 Jn 1,5). En el Libro
del Génesis leemos que cuando tuvo origen el universo, «la tierra era un caos
informe; sobre la faz del Abismo, la tiniebla». «Y dijo Dios: “que exista la luz”.
Y la luz existió» (Gn 1, 2-3). La Palabra creadora de Dios es Luz, fuente de la
vida. Por medio del Logos se hizo todo y sin Él no se hizo nada de lo que se ha
hecho (cf. Jn 1, 3). Por eso todas las criaturas son fundamentalmente buenas y
llevan en sí la huella de Dios, una chispa de su luz. Sin embargo, cuando Jesús
nació de la Virgen María, la Luz misma vino al mundo: «Dios de Dios, Luz de
Luz», profesamos en el Credo. En Jesús, Dios asumió lo que no era, permaneciendo en lo que era: «la omnipotencia entró en un cuerpo infantil y no se sustrajo al gobierno del universo» (cf. S. Agustín, Serm 184, 1 sobre la Navidad).
Aquel que es el creador del hombre se hizo hombre para traer al mundo la paz.
Por eso, en la noche de Navidad, el coro de los Ángeles canta: «Gloria a Dios
en el cielo / y en la tierra paz a los hombres que Dios ama» (Lc 2,14).
«Hoy una gran luz ha bajado a la tierra». La Luz de Cristo es portadora de
paz. En la Misa de la noche, la liturgia eucarística comenzó justamente con este
canto: «Hoy, desde el cielo, ha descendido la paz sobre nosotros» (Antífona de
entrada). Más aún, sólo la «gran» luz que aparece en Cristo puede dar a los hombres la «verdadera» paz. He aquí por qué cada generación está llamada a acogerla, a acoger al Dios que en Belén se ha hecho uno de nosotros.
La Navidad es esto: acontecimiento histórico y misterio de amor, que desde
hace más de dos mil años interpela a los hombres y mujeres de todo tiempo y
lugar. Es el día santo en el que brilla la «gran luz» de Cristo portadora de paz.
Ciertamente, para reconocerla, para acogerla, se necesita fe, se necesita humildad. La humildad de María, que ha creído en la palabra del Señor, y que fue la
primera que, inclinada ante el pesebre, adoró el Fruto de su vientre; la humildad
de José, hombre justo, que tuvo la valentía de la fe y prefirió obedecer a Dios
antes que proteger su propia reputación; la humildad de los pastores, de los
pobres y anónimos pastores, que acogieron el anuncio del mensajero celestial y
se apresuraron a ir a la gruta, donde encontraron al niño recién nacido y, llenos
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de asombro, lo adoraron alabando a Dios (cf. Lc 2, 15-20). Los pequeños, los
pobres en espíritu: éstos son los protagonistas de la Navidad, tanto ayer como
hoy; los protagonistas de siempre de la historia de Dios, los constructores incansables de su Reino de justicia, de amor y de paz.
En el silencio de la noche de Belén Jesús nació y fue acogido por manos solícitas. Y ahora, en esta nuestra Navidad en la que sigue resonando el alegre anuncio de su nacimiento redentor, ¿quién está listo para abrirle las puertas del corazón? Hombres y mujeres de hoy, Cristo viene a traernos la luz también a nosotros, también a nosotros viene a darnos la paz. Pero ¿quién vela en la noche de
la duda y la incertidumbre con el corazón despierto y orante? ¿Quién espera la
aurora del nuevo día teniendo encendida la llama de la fe? ¿Quién tiene tiempo
para escuchar su palabra y dejarse envolver por su amor fascinante? Sí, su mensaje de paz es para todos; viene para ofrecerse a sí mismo a todos como esperanza segura de salvación.
Que la luz de Cristo, que viene a iluminar a todo ser humano, brille por fin
y sea consuelo para cuantos viven en las tinieblas de la miseria, de la injusticia,
de la guerra; para aquellos que ven negadas aún sus legítimas aspiraciones a una
subsistencia más segura, a la salud, a la educación, a un trabajo estable, a una
participación más plena en las responsabilidades civiles y políticas, libres de
toda opresión y al resguardo de situaciones que ofenden la dignidad humana.
Las víctimas de sangrientos conflictos armados, del terrorismo y de todo tipo de
violencia, que causan sufrimientos inauditos a poblaciones enteras, son especialmente las categorías más vulnerables, los niños, las mujeres y los ancianos.
A su vez, las tensiones étnicas, religiosas y políticas, la inestabilidad, la rivalidad, las contraposiciones, las injusticias y las discriminaciones que laceran el
tejido interno de muchos países, exasperan las relaciones internacionales. Y en
el mundo crece cada vez más el número de emigrantes, refugiados y deportados, también por causa de frecuentes calamidades naturales, como consecuencia a veces de preocupantes desequilibrios ambientales.
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En este día de paz, pensemos sobre todo en donde resuena el fragor de las
armas: en las martirizadas tierras del Darfur, de Somalia y del norte de la
República Democrática del Congo, en las fronteras de Eritrea y Etiopía, en todo
el Oriente Medio, en particular en Irak, Líbano y Tierra Santa, en Afganistán, en
Pakistán y en Sri Lanka, en las regiones de los Balcanes, y en tantas otras situaciones de crisis, desgraciadamente olvidadas con frecuencia. Que el Niño Jesús
traiga consuelo a quien vive en la prueba e infunda a los responsables de los
gobiernos sabiduría y fuerza para buscar y encontrar soluciones humanas, justas
y estables. A la sed de sentido y de valores que hoy se percibe en el mundo; a
la búsqueda de bienestar y paz que marca la vida de toda la humanidad; a las
expectativas de los pobres, responde Cristo, verdadero Dios y verdadero
Hombre, con su Natividad. Que las personas y las naciones no teman reconocerlo y acogerlo: con Él, «una espléndida luz» alumbra el horizonte de la humanidad; con Él comienza «un día sagrado» que no conoce ocaso. Que esta
Navidad sea realmente para todos un día de alegría, de esperanza y de paz.
«Venid, naciones, adorad al Señor». Con María, José y los pastores, con los
Magos y la muchedumbre innumerable de humildes adoradores del Niño recién
nacido, que han acogido el misterio de la Navidad a lo largo de los siglos, dejemos también nosotros, hermanos y hermanas de todos los continentes, que la
luz de este día se difunda por todas partes, que entre en nuestros corazones,
alumbre y dé calor a nuestros hogares, lleve serenidad y esperanza a nuestras
ciudades, y conceda al mundo la paz. Éste es mi deseo para quienes me escucháis. Un deseo que se hace oración humilde y confiada al Niño Jesús, para que
su luz disipe las tinieblas de vuestra vida y os llene del amor y de la paz. El
Señor, que ha hecho resplandecer en Cristo su rostro de misericordia, os colme
con su felicidad y os haga mensajeros de su bondad. ¡Feliz Navidad!
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PALABRAS DEL PAPA BENEDICTO XVI
EN EL ENCUENTRO DE LAS FAMILIAS
CELEBRADO EN MADRID
EL DOMINGO 30 DE DICIEMBRE DE 2007
Celebramos hoy la fiesta de la Sagrada Familia. Siguiendo los evangelios de
san Mateo y san Lucas, fijamos hoy nuestra mirada en Jesús, María y José, y adoramos el misterio de un Dios que quiso nacer de una mujer, la Virgen santísima,
y entrar en este mundo por el camino común a todos los hombres. Al hacerlo
así, santificó la realidad de la familia, colmándola de la gracia divina y revelando plenamente su vocación y misión.
A la familia dedicó gran atención el concilio Vaticano II. Los cónyuges —afirma— "son testigos, el uno para el otro y ambos para sus hijos, de la fe y del amor
de Cristo" (Lumen gentium, 35). Así la familia cristiana participa de la vocación
profética de la Iglesia: con su estilo de vida "proclama en voz alta tanto los valores del reino de Dios ya presentes como la esperanza en la vida eterna" (ib.).
Como repitió incansablemente mi venerado predecesor Juan Pablo II, el bien
de la persona y de la sociedad está íntimamente vinculado a la "buena salud" de
la familia (cf. Gaudium et spes, 47). Por eso, la Iglesia está comprometida en
defender y promover "la dignidad natural y el eximio valor" -son palabras del
Concilio- del matrimonio y de la familia (ib.). Con esta finalidad se está llevando
a cabo, precisamente hoy, una importante iniciativa en Madrid, a cuyos participantes me dirigiré ahora en lengua española.
Saludo a los participantes en el Encuentro de las Familias que se está llevando a cabo en este domingo en Madrid, así como a los señores cardenales, obispos y sacerdotes que los acompañan. Al contemplar el misterio del Hijo de Dios
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que vino al mundo rodeado del afecto de María y de José, invito a las familias
cristianas a experimentar la presencia amorosa del Señor en sus vidas.
Asimismo, les aliento a que, inspirándose en el amor de Cristo por los hombres,
den testimonio ante el mundo de la belleza del amor humano, del matrimonio
y la familia. Esta, fundada en la unión indisoluble entre un hombre y una mujer,
constituye el ámbito privilegiado en el que la vida humana es acogida y protegida, desde su inicio hasta su fin natural. Por eso, los padres tienen el derecho y
la obligación fundamental de educar a sus hijos en la fe y en los valores que dignifican la existencia humana.
Vale la pena trabajar por la familia y el matrimonio porque vale la pena trabajar por el ser humano, el ser más precioso creado por Dios. Me dirijo de modo
especial a los niños, para que quieran y recen por sus padres y hermanos; a los
jóvenes, para que estimulados por el amor de sus padres, sigan con generosidad
su propia vocación matrimonial, sacerdotal o religiosa; a los ancianos y enfermos, para que encuentren la ayuda y comprensión necesarias. Y vosotros, queridos esposos, contad siempre con la gracia de Dios, para que vuestro amor sea
cada vez más fecundo y fiel. En las manos de María, "que con su "sí" abrió la
puerta de nuestro mundo a Dios" (Spe salvi, 49), pongo los frutos de esta celebración. Muchas gracias y ¡felices fiestas!
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CARTA DE LA SECRETARIA DE ESTADO
Vaticano, 1 de Octubre de 2007
Señor Obispo:
Su Santidad Benedicto XVI ha recibido el donativo de 10.000 euros que
Usted, en nombre de la Diócesis de Cádiz y Ceuta, ha tenido la amabilidad de
ofrecer, como contribución a las necesidades de la Santa Sede, según el can.
1271 del C.D.C. Dicha cantidad figurará en el balance del año 2007.
El Santo Padre, agradecido por este significativo gesto de solidaridad eclesial,
corresponde pidiendo al Señor, por la maternal intercesión de la Virgen María,
que derrame copiosos dones sobre Usted y esa querida Iglesia particular, a la vez
que les imparte de corazón la Bendición Apostólica.
Aprovecho la oportunidad para manifestarle, Señor Obispo, los sentimientos
de mi consideración y estima en Cristo.
Tarcisio Card. Bertone
Secretario de Estado
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CARTA DE LA SECRETARIA DE ESTADO
Vaticano, 2 de Enero de 2008
Señor Obispo:
El Santo Padre ha recibido con agrado la cordial felicitación que ha tenido la
amabilidad de dirigirle con motivo de las Fiestas de Navidad, en nombre también de los sacerdotes, comunidades religiosas y fieles de esa Iglesia particular
de Cádiz y Ceuta. Su Santidad Benedicto XVI corresponde a este gesto de cercanía y comunión eclesial pidiendo al Señor, nacido entre los hombres para traerles su Luz, que aliente su solicitud pastoral y colme su corazón de alegría y
esperanza durante el Año Nuevo. Con estos sentimientos, e invocando la protección maternal de María, «Arca viviente de la Alianza, en la que Dios se hizo
carne» (Enc. Spe salvi, n. 49), el Papa le imparte con afecto la Bendición
Apostólica, que extiende complacido a esa Comunidad diocesana. Aprovecho
gustoso la oportunidad para reiterarle, Señor Obispo, el testimonio de mi consideración y estima en Cristo.
Fernando Filoni Sustituto
Sustituto
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CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE
NOTA DOCTRINAL
ACERCA DE ALGUNOS ASPECTOS DE LA
EVANGELIZACIÓN
I. Introducción
1. Enviado por el Padre para anunciar el Evangelio, Jesucristo invita a todos los
hombres a la conversión y a la fe (cf. Mc 1, 14-15), encomendando a los
Apóstoles, después de su resurrección, continuar su misión evangelizadora (cf.
Mt 28, 19-20; Mc 16, 15; Lc 24, 4-7; Hch 1, 3): «como el Padre me envió, también yo os envío» (Jn 20, 21; cf. 17, 18). Mediante la Iglesia, quiere llegar a cada
época de la historia, a cada lugar de la tierra y a cada ámbito de la sociedad,
quiere llegar hasta cada persona, para que todos sean un solo rebaño con un
solo pastor (cf. Jn 10, 16): «Id por todo el mundo y proclamad el Evangelio a toda
la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará» (Mc 16, 15-16).
Los Apóstoles, entonces, «movidos por el Espíritu Santo, invitaban a todos a
cambiar de vida, a convertirse y a recibir el bautismo»[1], porque la «Iglesia
peregrina es necesaria para la Salvación»[2]. Es el mismo Señor Jesucristo que,
presente en su Iglesia, precede la obra de los evangelizadores, la acompaña y
sigue, haciendo fructificar el trabajo: lo que acaeció al principio continúa durante todo el curso de la historia.
Al comienzo del tercer milenio, resuena en el mundo la invitación que
Pedro, junto con su hermano Andrés y con los primeros discípulos, escuchó de
Jesús mismo: «rema mar adentro, y echad vuestras redes para pescar» (Lc 5,
4)[3]. Y después de la pesca milagrosa, el Señor anunció a Pedro que se convertiría en «pescador de hombres» (Lc 5, 10).
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2. El término evangelización tiene un significado muy rico[4]. En sentido amplio,
resume toda la misión de la Iglesia: toda su vida, en efecto, consiste en realizar
la traditio Evangelii, el anuncio y transmisión del Evangelio, que es «fuerza de
Dios para la salvación de todo el que cree» (Rm 1, 16) y que en última instancia se identifica con el mismo Cristo (1 Co 1, 24). Por eso, la evangelización así
entendida tiene como destinataria toda la humanidad. En cualquier caso evangelización no significa solamente enseñar una doctrina sino anunciar a
Jesucristo con palabras y acciones, o sea, hacerse instrumento de su presencia y
actuación en el mundo.
«Toda persona tiene derecho a escuchar la “Buena Nueva” de Dios que se
revela y se da en Cristo, para realizar en plenitud la propia vocación»[5]. Es un
derecho conferido por el mismo Señor a toda persona humana, por lo cual todos
los hombres y mujeres pueden decir junto con San Pablo: Jesucristo «me amó y
se entregó por mí» (Gal 2, 20). A este derecho le corresponde el deber de evangelizar: «no es para mí ningún motivo de gloria; es más bien un deber que me
incumbe. Y ¡ay de mí si no predicara el Evangelio!» (1 Co 9, 16; cf. Rm 10, 14).
Así se entiende porqué toda actividad de la Iglesia tenga una dimensión esencial
evangelizadora y jamás debe ser separada del compromiso de ayudar a todos a
encontrar a Cristo en la fe, que es el objetivo primario de la evangelización: «La
cuestión social y el Evangelio son realmente inseparables. Si damos a los hombres sólo conocimientos, habilidades, capacidades técnicas e instrumentos, les
damos demasiado poco»[6].
3. Hoy en día, sin embargo, hay una confusión creciente que induce a muchos
a desatender y dejar inoperante el mandato misionero del Señor (cf. Mt 28, 19).
A menudo se piensa que todo intento de convencer a otros en cuestiones religiosas es limitar la libertad. Sería lícito solamente exponer las propias ideas e
invitar a las personas a actuar según la conciencia, sin favorecer su conversión
a Cristo y a la fe católica: se dice que basta ayudar a los hombres a ser más hombres o más fieles a su propia religión, que basta con construir comunidades
capaces de trabajar por la justicia, la libertad, la paz, la solidaridad. Además,
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algunos sostienen que no debería anunciar a Cristo a quienes no lo conocen, ni
favorecer la adhesión a la Iglesia, pues sería posible salvarse también sin un
conocimiento explícito de Cristo y sin una incorporación formal a la Iglesia.
Para salir al paso de esta problemática, la Congregación para la Doctrina de
la Fe ha estimado necesario publicar la presente Nota, la cual, presuponiendo
toda la doctrina católica sobre la evangelización, ampliamente tratada en el
Magisterio de Pablo VI y de Juan Pablo II, tiene como finalidad aclarar algunos
aspectos de la relación entre el mandato misionero del Señor y el respeto a la
conciencia y a la libertad religiosa de todos. Son aspectos con implicaciones
antropológicas, eclesiológicas y ecuménicas.
II. Algunas implicaciones antropológicas
4. «Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que
tú has enviado, Jesucristo» (Jn 17, 3): Dios concedió a los hombres inteligencia
y voluntad para que lo pudieran buscar, conocer y amar libremente. Por eso la
libertad humana es un recurso y, a la vez, un reto para el hombre que le presenta
Aquel que lo ha creado. Un ofrecimiento a su capacidad de conocer y amar lo
que es bueno y verdadero. Nada como la búsqueda del bien y la verdad pone
en juego la libertad humana, reclamándole una adhesión tal que implica los
aspectos fundamentales de la vida. Este es, particularmente, el caso de la verdad
salvífica, que no es solamente objeto del pensamiento sino también acontecimiento que afecta a toda la persona – inteligencia, voluntad, sentimientos, actividades y proyectos – cuando ésta se adhiere a Cristo. En esta búsqueda del bien
y la verdad actúa ya el Espíritu Santo, que abre y dispone los corazones para
acoger la verdad evangélica, según la conocida afirmación de Santo Tomás de
Aquino: «omne verum a quocumque dicatur a Spiritu Sancto est»[7]. Por eso es
importante valorar esta acción del Espíritu Santo, que produce afinidad y acerca
los corazones a la verdad, ayudando al conocimiento humano a madurar en la
sabiduría y en el abandono confiado en lo verdadero[8].
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Sin embargo, hoy en día, cada vez más frecuentemente, se pregunta acerca
de la legitimidad de proponer a los demás lo que se considera verdadero en sí,
para que puedan adherirse a ello. Esto a menudo se considera como un atentado a la libertad del prójimo. Tal visión de la libertad humana, desvinculada de
su inseparable referencia a la verdad, es una de las expresiones «del relativismo
que, al no reconocer nada como definitivo, deja como última medida sólo el
propio yo con sus caprichos; y, bajo la apariencia de la libertad, se transforma
para cada uno en una prisión»[9]. En las diferentes formas de agnosticismo y
relativismo presentes en el pensamiento contemporáneo, «la legítima pluralidad
de posiciones ha dado paso a un pluralismo indiferenciado, basado en el convencimiento de que todas las posiciones son igualmente válidas. Este es uno de
los síntomas más difundidos de la desconfianza en la verdad que es posible
encontrar en el contexto actual. No se sustraen a esta prevención ni siquiera
algunas concepciones de vida provenientes de Oriente; en ellas, en efecto, se
niega a la verdad su carácter exclusivo, partiendo del presupuesto de que se
manifiesta de igual manera en diversas doctrinas, incluso contradictorias entre
sí»[10]. Si el hombre niega su capacidad fundamental de conocer la verdad, si
se hace escéptico sobre su facultad de conocer realmente lo que es verdadero,
termina por perder lo único que puede atraer su inteligencia y fascinar su corazón.
5. En este sentido, en la búsqueda de la verdad, se engaña quien sólo confía en
sus propias fuerzas, sin reconocer la necesidad que cada uno tiene del auxilio
de los demás. El hombre «desde el nacimiento, pues, está inmerso en varias tradiciones, de las cuales recibe no sólo el lenguaje y la formación cultural, sino
también muchas verdades en las que, casi instintivamente, cree. De todos
modos el crecimiento y la maduración personal implican que estas mismas verdades puedan ser puestas en duda y discutidas por medio de la peculiar actividad crítica del pensamiento. Esto no quita que, tras este paso, las mismas verdades sean “recuperadas” sobre la base de la experiencia llevada que se ha tenido o en virtud de un razonamiento sucesivo. A pesar de ello, en la vida de un
hombre las verdades simplemente creídas son mucho más numerosas que las
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adquiridas mediante la constatación personal»[11]. La necesidad de confiar en
los conocimientos transmitidos por la propia cultura, o adquiridos por otros,
enriquece al hombre ya sea con verdades que no podía conseguir por sí solo, ya
sea con las relaciones interpersonales y sociales que desarrolla. El individualismo espiritual, por el contrario, aísla a la persona impidiéndole abrirse con confianza a los demás - y, por lo tanto, recibir y dar en abundancia los bienes que
sostienen su libertad - poniendo en peligro incluso el derecho de manifestar
socialmente sus propias convicciones y opiniones[12].
En particular, la verdad que es capaz de iluminar el sentido de la propia vida
y de guiarla se alcanza también mediante el abandono confiado en aquellos que
pueden garantizar la certeza y la autenticidad de la verdad misma: «La capacidad y la opción de confiarse uno mismo y la propia vida a otra persona constituyen ciertamente uno de los actos antropológicamente más significativos y
expresivos»[13]. La aceptación de la Revelación que se realiza en la fe, aunque
suceda en un nivel más profundo, entra en la dinámica de la búsqueda de la verdad: «Cuando Dios revela hay que prestarle “la obediencia de la fe”, por la que
el hombre se confía libre y totalmente a Dios prestando “a Dios revelador el
homenaje del entendimiento y de la voluntad”, y asistiendo voluntariamente a
la revelación hecha por Él»[14]. El Concilio Vaticano II, después de haber afirmado el deber y el derecho de todo hombre a buscar la verdad en materia religiosa, añade: «la verdad debe buscarse de modo apropiado a la dignidad de la
persona humana y a su naturaleza social, es decir, mediante una libre investigación, sirviéndose del magisterio o de la educación, de la comunicación y del
diálogo, por medio de los cuales unos exponen a otros la verdad que han encontrado o creen haber encontrado»[15]. En cualquier caso, la verdad «no se impone de otra manera, sino por la fuerza de la misma verdad»[16]. Por lo tanto, estimular honestamente la inteligencia y la libertad de una persona hacia el encuentro con Cristo y su Evangelio no es una intromisión indebida, sino un ofrecimiento legítimo y un servicio que puede hacer más fecunda la relación entre los
hombres.
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6. La evangelización es, además, una posibilidad de enriquecimiento no sólo
para sus destinatarios sino también para quien la realiza y para toda la Iglesia.
Por ejemplo, en el proceso de inculturación, «la misma Iglesia universal se enriquece con expresiones y valores en los diferentes sectores de la vida cristiana,
[…] conoce y expresa aún mejor el misterio de Cristo, a la vez que es alentada
a una continua renovación»[17]. La Iglesia, en efecto, que desde el día de
Pentecostés ha manifestado la universalidad de su misión, asume en Cristo las
riquezas innumerables de los hombres de todos los tiempos y lugares de la historia humana[18]. Además de su valor antropológico implícito, todo encuentro
con una persona o con una cultura concreta puede desvelar potencialidades del
Evangelio poco explicitadas precedentemente, que enriquecerán la vida concreta de los cristianos y de la Iglesia. Gracias, también, a este dinamismo, la
«Tradición, que deriva de los Apóstoles, progresa en la Iglesia con la asistencia
del Espíritu Santo»[19].
En efecto, el Espíritu que, después de haber obrado la encarnación de
Jesucristo en el vientre virginal de María, vivifica la acción materna de la Iglesia
en la evangelización de las culturas. Si bien el Evangelio es independiente de
todas las culturas, es capaz de impregnarlas a todas sin someterse a ninguna[20].
En este sentido, el Espíritu Santo es también el protagonista de la inculturación
del Evangelio, es el que precede, en modo fecundo, al diálogo entre la Palabra
de Dios, revelada en Jesucristo, y las inquietudes más profundas que brotan de
la multiplicidad de los hombres y de las culturas. Así continúa en la historia, en
la unidad de una misma y única fe, el acontecimiento de Pentecostés, que se
enriquece a través de la diversidad de lenguas y culturas.
7. La actividad por medio de la cual el hombre comunica a otros eventos y verdades significativas desde el punto de vista religioso, favoreciendo su recepción,
no solamente está en profunda sintonía con la naturaleza del proceso humano
de diálogo, de anuncio y aprendizaje, sino que también responde a otra importante realidad antropológica: es propio del hombre el deseo de hacer que los
demás participen de los propios bienes. Acoger la Buena Nueva en la fe empu-
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ja de por sí a esa comunicación. La Verdad que salva la vida enciende el corazón de quien la recibe con un amor al prójimo que mueve la libertad a comunicar lo que se ha recibido gratuitamente.
Si bien los no cristianos puedan salvarse mediante la gracia que Dios da a
través de “caminos que Él sabe”[21], la Iglesia no puede dejar de tener en cuenta que les falta un bien grandísimo en este mundo: conocer el verdadero rostro
de Dios y la amistad con Jesucristo, el Dios-con-nosotros. En efecto, «nada hay
más hermoso que haber sido alcanzados, sorprendidos, por el Evangelio, por
Cristo. Nada más bello que conocerle y comunicar a los otros la amistad con
Él»[22]. Para todo hombre es un bien la revelación de las verdades fundamentales[23] sobre Dios, sobre sí mismo y sobre el mundo; mientras que vivir en la
oscuridad, sin la verdad acerca de las últimas cosas, es un mal, que frecuentemente está en el origen de sufrimientos y esclavitudes a veces dramáticas. Esta
es la razón por la que San Pablo no vacila en describir la conversión a la fe cristiana como una liberación «del poder de las tinieblas» y como la entrada «en el
Reino del Hijo predilecto, en quien tenemos la redención: el perdón de los pecados» (Col 1, 13-14). Por eso, la plena adhesión a Cristo, que es la Verdad, y la
incorporación a su Iglesia, no disminuyen la libertad humana, sino que la enaltecen y perfeccionan, en un amor gratuito y enteramente solícito por el bien de
todos los hombres. Es un don inestimable vivir en el abrazo universal de los amigos de Dios que brota de la comunión con la carne vivificante de su Hijo, recibir de Él la certeza del perdón de los pecados y vivir en la caridad que nace de
la fe. La Iglesia quiere hacer partícipes a todos de estos bienes, para que tengan
la plenitud de la verdad y de los medios de salvación, «para participar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios» (Rm 8, 21).
8. La evangelización implica también el diálogo sincero que busca comprender las razones y los sentimientos de los otros. Al corazón del hombre, en
efecto, no se accede sin gratuidad, caridad y diálogo, de modo que la palabra
anunciada no sea solamente proferida sino adecuadamente testimoniada en el
corazón de sus destinatarios. Eso exige tener en cuenta las esperanzas y los sufri-
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mientos, las situaciones concretas de los destinatarios. Además, precisamente a
través del diálogo, los hombres de buena voluntad abren más libremente el corazón y comparten sinceramente sus experiencias espirituales y religiosas. Ese
compartir, característico de la verdadera amistad, es una ocasión valiosa para el
testimonio y el anuncio cristiano.
Como en todo campo de la actividad humana, también en el diálogo en
materia religiosa puede introducirse el pecado. A veces puede suceder que ese
diálogo no sea guiado por su finalidad natural, sino que ceda al engaño, a intereses egoístas o a la arrogancia, sin respetar la dignidad y la libertad religiosa de
los interlocutores. Por eso «la Iglesia prohíbe severamente que a nadie se obligue, o se induzca o se atraiga por medios indiscretos a abrazar la fe, lo mismo
que vindica enérgicamente el derecho a que nadie sea apartado de ella con
vejaciones inicuas»[24].
El motivo originario de la evangelización es el amor de Cristo para la salvación eterna de los hombres. Los auténticos evangelizadores desean solamente
dar gratuitamente lo que gratuitamente han recibido: «Desde los primeros días
de la Iglesia los discípulos de Cristo se esforzaron en inducir a los hombres a
confesar Cristo Señor, no por acción coercitiva ni por artificios indignos del
Evangelio, sino ante todo por la virtud de la palabra de Dios»[25]. La misión de
los Apóstoles -y su continuación en la misión de la Iglesia antigua- sigue siendo
el modelo fundamental de evangelización para todos los tiempos: una misión a
menudo marcada por el martirio, como lo demuestra la historia del siglo pasado. Precisamente el martirio da credibilidad a los testigos, que no buscan poder
o ganancia sino que entregan la propia vida por Cristo. Manifiestan al mundo la
fuerza inerme y llena de amor por los hombres concedida a los que siguen a
Cristo hasta la donación total de su existencia. Así, los cristianos, desde los albores del cristianismo hasta nuestros días, han sufrido persecuciones por el
Evangelio, como Jesús mismo había anunciado: «a mí me han perseguido, también os perseguirán a vosotros» (Jn 15, 20).
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III. Algunas implicaciones eclesiológicas
9. Desde el día de Pentecostés, quien acoge plenamente la fe es incorporado a
la comunidad de los creyentes: «Los que acogieron su Palabra fueron bautizados. Aquel día se les unieron unas tres mil personas» (Hch 2, 41). Desde el
comienzo, con la fuerza del Espíritu, el Evangelio ha sido anunciado a todos los
hombres, para que crean y lleguen a ser discípulos de Cristo y miembros de su
Iglesia. También en la literatura patrística son constantes las exhortaciones a realizar la misión confiada por Jesús a los discípulos[26]. Generalmente se usa el
término «conversión» en referencia a la exigencia de conducir a los paganos a
la Iglesia. No obstante, la conversión (metanoia), en su significado cristiano, es
un cambio de mentalidad y actuación, como expresión de la vida nueva en
Cristo proclamada por la fe: es una reforma continua del pensar y obrar orientada a una identificación con Cristo cada más intensa (cf. Gal 2, 20), a la cual
están llamados, ante todo, los bautizados. Este es, en primer lugar, el significado de la invitación que Jesús mismo formuló: «convertíos y creed al Evangelio»
(Mc 1, 15; cf. Mt 4, 17).
El espíritu cristiano ha estado siempre animado por la pasión de llevar a toda
la humanidad a Cristo en la Iglesia. En efecto, la incorporación de nuevos miembros a la Iglesia no es la extensión de un grupo de poder, sino la entrada en la
amistad de Cristo, que une el cielo y la tierra, continentes y épocas diferentes.
Es la entrada en el don de la comunión con Cristo, que es «vida nueva» animada por la caridad y el compromiso con la justicia. La Iglesia es instrumento -«el
germen y el principio»[27]- del Reino de Dios, no es una utopía política. Es ya
presencia de Dios en la historia y lleva en sí también el verdadero futuro, el definitivo, en el que Él será «todo en todos» (1 Co 15, 28); una presencia necesaria,
pues sólo Dios puede dar al mundo auténtica paz y justicia. El Reino de Dios no
es -como algunos sostienen hoy- una realidad genérica que supera todas las
experiencias y tradiciones religiosas, a la cual estas deberían tender como hacia
una comunión universal e indiferenciada de todos los que buscan a Dios, sino
que es, ante todo, una persona, que tiene el rostro y el nombre de Jesús de
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Nazaret, imagen del Dios invisible[28]. Por eso, cualquier movimiento libre del
corazón humano hacia Dios y hacia su Reino conduce, por su propia naturaleza, a Cristo y se orienta a la incorporación en su Iglesia, que es signo eficaz de
ese Reino. La Iglesia es, por lo tanto, medio de la presencia de Dios y por eso,
instrumento de una verdadera humanización del hombre y del mundo. La extensión de la Iglesia a lo largo de la historia, que constituye la finalidad de la
misión, es un servicio a la presencia de Dios mediante su Reino: en efecto, «el
Reino no puede ser separado de la Iglesia»[29]
10. Hoy, sin embargo, «el perenne anuncio misionero de la Iglesia es puesto hoy
en peligro por teorías de tipo relativista, que tratan de justificar el pluralismo religioso, no sólo de facto sino también de iure (o de principio)»[30]. Desde hace
mucho tiempo se ha ido creando una situación en la cual, para muchos fieles,
no está clara la razón de ser de la evangelización[31]. Hasta se llega a afirmar
que la pretensión de haber recibido como don la plenitud de la Revelación de
Dios, esconde una actitud de intolerancia y un peligro para la paz.
Quién así razona, ignora que la plenitud del don de la verdad que Dios hace
al hombre al revelarse a él, respeta la libertad que Él mismo ha creado como
rasgo indeleble de la naturaleza humana: una libertad que no es indiferencia,
sino tendencia al bien. Ese respeto es una exigencia de la misma fe católica y de
la caridad de Cristo, un elemento constitutivo de la evangelización y, por lo
tanto, un bien que hay que promover sin separarlo del compromiso de hacer que
sea conocida y aceptada libremente la plenitud de la salvación que Dios ofrece
al hombre en la Iglesia.
El respeto a la libertad religiosa[32] y su promoción «en modo alguno deben
convertirse en indiferencia ante la verdad y el bien. Más aún, la propia caridad
exige el anuncio a todos los hombres de la verdad que salva»[33]. Ese amor es
el sello precioso del Espíritu Santo que, como protagonista de la evangelización[34], no cesa de mover los corazones al anuncio del Evangelio, abriéndolos
para que lo reciban. Un amor que vive en el corazón de la Iglesia y que de allí
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se irradia hasta los confines de la tierra, hasta el corazón de cada hombre. Todo
el corazón del hombre, en efecto, espera encontrar a Jesucristo.
Se entiende, así, la urgencia de la invitación de Cristo a evangelizar y porqué la misión, confiada por el Señor a los Apóstoles, concierne a todos los bautizados. Las palabras de Jesús, «Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes
bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado» (Mt 28, 19-20), interpelan a
todos en la Iglesia, a cada uno según su propia vocación. Y, en el momento presente, ante tantas personas que viven en diferentes formas de desierto, sobre
todo en el «desierto de la oscuridad de Dios, del vacío de las almas que ya no
tienen conciencia de la dignidad y del rumbo del hombre»[35], el Papa
Benedicto XVI ha recordado al mundo que «la Iglesia en su conjunto, así como
sus Pastores, han de ponerse en camino como Cristo para rescatar a los hombres
del desierto y conducirlos al lugar de la vida, hacia la amistad con el Hijo de
Dios, hacia Aquel que nos da la vida, y la vida en plenitud»[36]. Este compromiso apostólico es un deber y también un derecho irrenunciable, expresión propia de la libertad religiosa, que tiene sus correspondientes dimensiones éticosociales y ético-políticas[37]. Un derecho que, lamentablemente, en algunas
partes del mundo aún no se reconoce legalmente y en otras, de hecho, no se respeta[38].
11. El que anuncia el Evangelio participa de la caridad de Cristo, que nos amó
y se entregó por nosotros (cf. Ef 5, 2), es su emisario y suplica en nombre de
Cristo: ¡reconciliaos con Dios! (2 Co 5, 20). Una caridad que es expresión de la
gratitud que se difunde desde el corazón humano cuando se abre al amor entregado por Jesucristo, aquel Amor «que en el mundo se expande»[39]. Esto explica el ardor, confianza y libertad de palabra (parrhesia) que se manifestaba en la
predicación de los Apóstoles (cf. Hch 4, 31; 9, 27-28; 26, 26, etc.) y que el rey
Agripa experimentó escuchando a Pablo: «Por poco, con tus argumentos, haces
de mí un cristiano» (Hch 26, 28).
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La evangelización no se realiza sólo a través de la predicación pública del
Evangelio, ni se realiza únicamente a través de actuaciones públicas relevantes,
sino también por medio del testimonio personal, que es un camino de gran eficacia evangelizadora. En efecto, «además de la proclamación, que podríamos
llamar colectiva, del Evangelio, conserva toda su validez e importancia esa otra
transmisión de persona a persona. El Señor la ha practicado frecuentemente
-como lo prueban, por ejemplo, las conversaciones con Nicodemo, Zaqueo, la
Samaritana, Simón el fariseo- y lo mismo han hecho los Apóstoles. En el fondo,
¿hay otra forma de comunicar el Evangelio que no sea la de transmitir a otro la
propia experiencia de fe? La urgencia de comunicar la Buena Nueva a las masas
de hombres no debería hacer olvidar esa forma de anunciar mediante la cual se
llega a la conciencia personal del hombre y se deja en ella el influjo de una palabra verdaderamente extraordinaria que recibe de otro hombre»[40].
En cualquier caso, hay que recordar que en la transmisión del Evangelio la
palabra y el testimonio de vida van unidos[41]; para que la luz de la verdad llegue a todos los hombres, se necesita, ante todo, el testimonio de la santidad. Si
la palabra es desmentida por la conducta, difícilmente será acogida. Pero tampoco basta solamente el testimonio, porque «incluso el testimonio más hermoso se revelará a la larga impotente si no es esclarecido, justificado –lo que Pedro
llamaba dar “razón de vuestra esperanza” (1 Pe. 3, 15)–, explicitado por un
anuncio claro e inequívoco del Señor Jesús»[42].
IV. Algunas implicaciones ecuménicas
12. Desde sus inicios, el movimiento ecuménico ha estado íntimamente vinculado con la evangelización. La unidad es, en efecto, el sello de la credibilidad
de la misión y el Concilio Vaticano II ha relevado con pesar que el escándalo de
la división «es obstáculo para la causa de la difusión del Evangelio por todo el
mundo»[43]. Jesús mismo, en la víspera de su Pasión oró: «para que todos sean
uno… para que el mundo crea» (Jn 17, 21).
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La misión de la Iglesia es universal y no se limita a determinadas regiones de
la tierra. La evangelización, sin embargo, se realiza en forma diversa, de acuerdo a las diferentes situaciones en las cuales tiene lugar. En sentido estricto se
habla de «missio ad gentes» dirigida a los que no conocen a Cristo. En sentido
amplio se habla de «evangelización», para referirse al aspecto ordinario de la
pastoral, y de «nueva evangelización» en relación a los que han abandonado la
vida cristiana[44]. Además, se evangeliza en países donde viven cristianos no
católicos, sobre todo en países de tradición y cultura cristiana antiguas. Aquí se
requiere un verdadero respeto por sus tradiciones y riquezas espirituales, al igual
que un sincero espíritu de cooperación. «Excluido todo indiferentismo y confusionismo así como la emulación insensata, los católicos colaboren fraternalmente con los hermanos separados, según las normas del Decreto sobre el
Ecumenismo, en la común profesión de la fe en Dios y en Jesucristo delante de
las naciones – en cuanto sea posible – mediante la cooperación en asuntos
sociales y técnicos, culturales y religiosos»[45].
En el compromiso ecuménico se pueden distinguir varias dimensiones: ante
todo la escucha, como condición fundamental para todo diálogo; después, la
discusión teológica, en la cual, tratando de entender las confesiones, tradiciones
y convicciones de los demás, se puede encontrar la concordia, escondida a
veces en la discordia. Inseparable de todo esto, no puede faltar otra dimensión
esencial del compromiso ecuménico: el testimonio y el anuncio de los elementos que no son tradiciones particulares o matices teológicos sino que pertenecen
a la Tradición de la fe misma.
Pero el ecumenismo no tiene solamente una dimensión institucional que
apunta a «hacer crecer la comunión parcial existente entre los cristianos hacia
la comunión plena en la verdad y en la caridad»[46]: es tarea de cada fiel, ante
todo, mediante la oración, la penitencia, el estudio y la colaboración.
Dondequiera y siempre, todo fiel católico tiene el derecho y el deber de testimoniar y anunciar plenamente su propia fe. Con los cristianos no católicos, el
católico debe establecer un diálogo que respete la caridad y la verdad: un diá-
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logo que no es solamente un intercambio de ideas sino también de dones[47],
para poderles ofrecer la plenitud de los medios de salvación[48]. Así somos conducidos a una conversión a Cristo cada vez más profunda.
En este sentido se recuerda que si un cristiano no católico, por razones de
conciencia y convencido de la verdad católica, pide entrar en la plena comunión con la Iglesia Católica, esto ha de ser respetado como obra del Espíritu
Santo y como expresión de la libertad de conciencia y religión. En tal caso no
se trata de proselitismo, en el sentido negativo atribuido a este término[49].
Como ha reconocido explícitamente el Decreto sobre el Ecumenismo de
Concilio Vaticano II, «es manifiesto, sin embargo, que la obra de preparación y
reconciliación individuales de los que desean la plena comunión católica se
diferencia, por su naturaleza, de la empresa ecuménica, pero no encierra oposición alguna, ya que ambos proceden del admirable designio de Dios»[50]. Por
lo tanto, esa iniciativa no priva del derecho ni exime de la responsabilidad de
anunciar en plenitud la fe católica a los demás cristianos, que libremente acepten acogerla.
Esta perspectiva requiere naturalmente evitar cualquier presión indebida: «en
la difusión de la fe religiosa, y en la introducción de costumbres hay que abstenerse siempre de cualquier clase de actos que puedan tener sabor a coacción o
a persuasión inhonesta o menos recta, sobre todo cuando se trata de personas
rudas o necesitadas»[51]. El testimonio de la verdad no puede tener la intención
de imponer nada por la fuerza, ni por medio de acciones coercitivas, ni con artificios contrarios al Evangelio. El mismo ejercicio de la caridad es gratuito[52]. El
amor y el testimonio de la verdad se ordenan a convencer, ante todo, con la fuerza de la Palabra de Dios (cf. 1 Co 2, 3-5; 1 Ts 2, 3-5)[53]. La misión cristiana está
radicada en la potencia del Espíritu Santo y de la misma verdad proclamada.
V. Conclusión
13. La acción evangelizadora de la Iglesia nunca desfallecerá, porque nunca le
faltará la presencia del Señor Jesús con la fuerza del Espíritu Santo, según su
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misma promesa: «yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo»
(Mt 28, 20). Los relativismos de hoy en día y los irenismos en ámbito religioso
no son un motivo válido para desatender este compromiso arduo y, al mismo
tiempo, fascinante, que pertenece a la naturaleza misma de la Iglesia y es «su
tarea principal»[54]. «Caritas Christi urget nos» (2 Co 5, 14): lo testimonia la vida
de un gran número de fieles que, movidos por el amor de Cristo han emprendido, a lo largo de la historia, iniciativas y obras de todo tipo para anunciar el
Evangelio a todo el mundo y en todos los ámbitos de la sociedad, como advertencia e invitación perenne a cada generación cristiana para que cumpla con
generosidad el mandato del Señor. Por eso, como recuerda el Papa Benedicto
XVI, «el anuncio y el testimonio del Evangelio son el primer servicio que los cristianos pueden dar a cada persona y a todo el género humano, por estar llamados a comunicar a todos el amor de Dios, que se manifestó plenamente en el
único Redentor del mundo, Jesucristo»[55]. El amor que viene de Dios nos une
a Él y «nos transforma en un Nosotros, que supera nuestras divisiones y nos convierte en una sola cosa, hasta que al final Dios sea “todo en todos” (cf. 1 Co 15,
28)»[56].
El Sumo Pontífice Benedicto XVI, en la Audiencia del día 6 de octubre de
2007, concedida al Cardenal Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la
Fe, ha aprobado la presente Nota, decidida en la Sesión Ordinaria de esta
Congregación, y ha ordenado su publicación.
Dado en Roma, en la sede de la Congregación para la Doctrina de la Fe, 3
de diciembre de 2007, memoria litúrgica de san Francisco Javier, Patrón de la
Misiones.
William Cardenal LEVADA
Prefecto
Angelo AMATO, S.D.B.
Arzobispo titular de Sila
Secretario
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NOTAS
[1] Juan Pablo II, Carta Encíclica Redemptoris missio (7 de diciembre de1990), n. 47: AAS
83 (1991), 293.
[2] Concilio Vaticano II, Constitución Dogmática Lumen gentium, n. 14; cf. Decreto Ad
gentes, n. 7; Decreto Unitatis redintegratio, n. 3. Esta doctrina no se contrapone a
la voluntad salvífica de Dios, que «quiere que todos los hombres se salven y lleguen
al conocimiento pleno de la verdad» (1 Tim 2, 4); por eso «es necesario, pues, mantener unidas estas dos verdades, o sea, la posibilidad real de la salvación en Cristo
para todos los hombres y la necesidad de la Iglesia en orden a esta misma salvación» (Juan Pablo II, Carta Encíclica Redemptoris missio, n. 9: AAS 83 [1991], 258).
[3] Juan Pablo II, Carta Apostólica Novo millennio ineunte (6 de enero de 2001, n. 1: AAS
93 (2001), 266.
[4] Cf. Pablo VI, Exhortación Apostólica Evangelii nuntiandi (8 de diciembre de1975), n.
24: AAS 69 (1976), 22.
[5] Juan Pablo II, Carta Encíclica Redemptoris missio, n. 46: AAS 83 (1991), 293; cf. Pablo
VI, Exhortación Apostólica Evangelii nuntiandi, nn. 53 y 80: AAS 69 (1976), 41-42,
73-74.
[6] Benedicto XVI, Homilía durante la Santa Misa en la explanada de la Nueva Feria de
Munich (10 de septiembre de 2006): AAS 98 (2006), 710.
[7] «Toda verdad, dígala quien la diga, viene del Espíritu Santo» (Santo Tomás de Aquino,
Summa Theologiæ, I-II, q. 109, a. 1, ad 1).
[8] Cf. Juan Pablo II, Carta Encíclica Fides et ratio (14 de septiembre de 1998), n. 44: AAS
91 (1999), 40.
[9] Benedicto XVI, Discurso en la ceremonia de apertura de la asamblea eclesial de la
Diócesis de Roma (6 de junio de 2005): AAS 97 (2005), 816.
[10] Juan Pablo II, Carta Encíclica Fides et ratio, n. 5: AAS 91 (1999), 9-10.
[11] Ibidem, n. 31: AAS91 (1999), 29; cf. Concilio Vaticano II, Constitución Pastoral
Gaudium et spes, n. 12.
[12] Este derecho ha sido reconocido y afirmado también en la Declaración Universal
de los Derechos del Hombre del 1948 (aa. 18-19).
[13] Juan Pablo II, Carta Encíclica Fides et ratio, n.33: AAS 91 (1999), 31.
[14] Concilio Vaticano II, Constitución Dogmática Dei Verbum, n. 5.
[15] Concilio Vaticano II, Declaración Dignitatis humanæ, n. 3.
[16] Ibidem, n. 1.
[17] Juan Pablo II, Carta Encíclica Redemptoris Missio, n.52: AAS 83 (1991), 3000.
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[18] Cf. Juan Pablo II, Carta Encíclica Slavorum Apostoli (2 de junio de 1985), n.18: AAS
77 (1985), 800.
[19] Concilio Vaticano II, Constitución Dogmática Dei Verbum, n. 8.
[20] Cf. Pablo VI, Exhortación Apostólica Evangelii nuntiandi, n. 19-20: AAS 69 (1976),
18-19.
[21] Concilio Vaticano II, Decreto Ad gentes, n. 7; cf. Constitución Dogmática Lumen
gentium, n. 16; Constitución Pastoral Gaudium et spes, n. 22.
[22] Benedicto XVI, Homilía durante la Santa Misa del solemne inicio del ministerio del
Pontificado (24 abril de 2005): AAS 97 (2005), 711.
[23] Cf. Concilio Vaticano I, Constitución Dogmática Dei Filius, n. 2: «Es, ciertamente,
gracias a esta revelación divina que aquello que en lo divino no está por sí mismo
más allá del alcance de la razón humana, puede ser conocido por todos, incluso en
el estado actual del género humano, sin dificultad, con firme certeza y sin mezcla
de error alguno (cf. Santo Tomás de Aquino, Summa Theologiae, I, 1, 1)» (DH 3005).
[24] Concilio Vaticano II, Decreto Ad gentes, n. 13.
[25] Concilio Vaticano II, Declaración Dignitatis humanæ, n. 11.
[26] Cf. por ejemplo, Clemente de Alejandría, Protreptico IX, 87, 3-4 (Sources chrétiennes, 2, 154); Aurelio Agustín, Sermo 14, D [=352 A], 3 (Nuova Biblioteca Agostiniana XXXV/1, 269-271).
[27] Cf. Concilio Vaticano II, Constitución Dogmática Lumen gentium, n. 5.
[28] Cf. Sobre este tema ver también Juan Pablo II, Carta Encíclica Redemptoris missio,
n. 18: AAS 83 (1991), 265-266: «Si se separa el Reino de la persona de Jesús, no
existe ya el reino de Dios revelado por él, y se termina por distorsionar tanto el significado del Reino -que corre el riesgo de transformarse en un objetivo puramente
humano o ideológico- como la identidad de Cristo, que no aparece ya como el
Señor, al cual debe someterse todo (cf. 1 Co l5, 27)»
[29] Juan Pablo II, Carta Encíclica Redemptoris missio, n. 18: AAS 83 (1991), 265-266.
Acerca de la relación entre la Iglesia y el Reino, cf. también Congregación para la
Doctrina de la Fe, Declaración Dominus Iesus, nn. 18-19: AAS 92 (2000), 759-761.
[30] Congregación para la Doctrina de la Fe, Declaración Dominus Iesus, n. 4: AAS 92
(2000), 744.
[31] Cf. Pablo VI, Exhortación Apostólica Evangelii nuntiandi, n. 80: AAS 69 (1976) 73:
«… ¿para qué anunciar el Evangelio, ya que todo hombre se salva por la rectitud
del corazón? Por otra parte, es bien sabido que el mundo y la historia están llenos
de "semillas del Verbo". ¿No es, pues, una ilusión pretender llevar el Evangelio
donde ya está presente a través de esas semillas que el mismo Señor ha esparcido?».
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[32] Benedicto XVI, Discurso a la Curia Romana (22 de diciembre de 2005): AAS 98
(2006), 50: «… si la libertad de religión se considera como expresión de la incapacidad del hombre de encontrar la verdad y, por consiguiente, se transforma en canonización del relativismo, entonces pasa impropiamente de necesidad social e histórica al nivel metafísico, y así se la priva de su verdadero sentido, con la consecuencia de que no la puede aceptar quien cree que el hombre es capaz de conocer la verdad de Dios y está vinculado a ese conocimiento basándose en la dignidad interior de la verdad. Por el contrario, algo totalmente diferente es considerar
la libertad de religión como una necesidad que deriva de la convivencia humana,
más aún, como una consecuencia intrínseca de la verdad que no se puede imponer desde fuera, sino que el hombre la debe hacer suya sólo mediante un proceso
de convicción».
[33] Concilio Vaticano II, Constitución Pastoral Gaudium et spes, n. 28; cf. Pablo VI,
Exhortación Apostólica Evangelii nuntiandi, n. 24: AAS 69 (1976), 21-22.
[34] Juan Pablo II, Carta Encíclica Redemptoris missio, n. 21-30: AAS 83 (1091), 268276.
[35] Benedicto XVI, Homilía durante la Santa Misa del solemne inicio del Pontificado
(24 abril de 2005): AAS 97 (2005), 710.
[36] Ibidem.
[37] Cf. Concilio Vaticano II, Declaración Dignitatis humanæ, n. 6.
[38] En efecto, allí donde se reconoce el derecho a la libertad religiosa, por lo general
también se reconoce el derecho que tiene todo hombre de participar a los demás
sus propias convicciones, en pleno respeto de la conciencia, para favorecer el
ingreso de los demás en la propia comunidad religiosa de pertenencia, como es
sancionado por numerosas ordenanzas jurídicas actuales y por una difusa jurisprudencia.
[39] «che per l’universo si squaderna» (Dante Alighieri, La Divina Comedia, Paraíso,
XXXIII, 87).
[40] Pablo VI, Exhortación Apostólica Evangelii nuntiandi, n. 46: AAS 69 (1976), 36.
[41] Cf. Concilio Vaticano II, Constitución Dogmática Lumen gentium, n. 35.
[42] Pablo VI, Exhortación Apostólica Evangelii nuntiandi, n. 22: AAS 69 (1976), 20.
[43] Concilio Vaticano II, Decreto Unitatis redintegratio, n. 1; cf. Juan Pablo II, Carta
Encíclica Redemptoris missio, nn. 1, 50; AAS83 (1991), 249, 297.
[44] Cf. Juan Pablo II, Carta Encíclica Redemptoris missio, n. 30s.
[45] Concilio Vaticano II, Decreto Ad gentes, n. 15.
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[46] Juan Pablo II, Carta Encíclica Ut unum sint ( 25 de mayo de 1995), n. 14: AAS 87
(1995), 929.
[47] Cf. Ibidem, n. 28: AAS 87 (1995), 929.
[48] Concilio Vaticano II, Decreto Unitatis redintegratio, nn. 3, 5.
[49] Originalmente el término «proselitismo» nace en ámbito hebreo, donde «prosélito»
indicaba aquella persona que, proviniendo de las «gentes», había pasado a formar
parte del «pueblo elegido». Así también, en ámbito cristiano, el término proselitismo se ha usado frecuentemente como sinónimo de actividad misionera.
Recientemente el término ha adquirido una connotación negativa, como publicidad
a favor de la propia religión con medios y motivos contrarios al espíritu del
Evangelio y que no salvaguardan la libertad y dignidad de la persona. En ese sentido, se entiende el término «proselitismo», en el contexto del movimiento ecuménico: cf. The joint Working Group between the Catholic Church and the World
Council of Churches, “The Challenge of Proselytism and the Calling to Common
Witness” (1995).
[50] Concilio Vaticano II, Decreto Unitatis redintegratio, n. 4.
[51] Concilio Vaticano II, Declaración Dignitatis humanæ, n. 4.
[52] Cf. Benedicto XVI, Carta Encíclica Deus caritas est (25 de diciembre de 2005), n.
31 c: AAS 98 (2996), 245.
[53] Cf. Concilio Vaticano II, Declaración Dignitatis humanæ, n.11.
[54] Benedicto XVI, Homilía durante la visita a la Basílica de San Pablo extramuros (25
de abril de 2005): AAS 97 (2005), 745.
[55] Benedicto XVI, Discurso a los participantes en el Congreso organizado por la
Congregación para la Evangelización de los Pueblos con motivo del 40° aniversario del Decreto conciliar «Ad Gentes», (11 de marzo de 2006): AAS 98 (2006), 334.
.
[56] Benedicto XVI, Carta Encíclica Deus caritas est, n. 18: AAS 98 (2996), 232.
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BEATIFICACIÓN DE 498 MÁRTIRES
DE LA PERSECUCIÓN RELIGIOSA EN ESPAÑA
HOMILÍA DEL CARDENAL JOSÉ SARAIVA MARTINS
Plaza de San Pedro, domingo 28 de octubre de 2007
Eminentísimos señores cardenales;
excelentísimos señores obispos y hermanos en el sacerdocio;
respetables autoridades; hermanas y hermanos en Cristo:
1. Por encargo y delegación del Papa Benedicto XVI, he tenido la dicha de hacer
público el documento mediante el cual el Santo Padre proclama beatos a 498
mártires que derramaron su sangre por la fe durante la persecución religiosa en
España, en los años 1934, 1936 y 1937. Entre ellos hay obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y fieles laicos, mujeres y hombres; tres de ellos tenían dieciséis
años y el mayor setenta y ocho.
Este grupo tan numeroso de beatos manifestaron hasta el martirio su amor a
Jesucristo, su fidelidad a la Iglesia católica y su intercesión ante Dios por todo el
mundo. Antes de morir perdonaron a quienes les perseguían -es más, rezaron
por ellos-, como consta en los procesos de beatificación instruidos en las archidiócesis de Barcelona, Burgos, Madrid, Mérida-Badajoz, Oviedo, Sevilla y
Toledo; y en las diócesis de Albacete, Cartagena, Ciudad Real, Cuenca, Gerona,
Jaén, Málaga y Santander.
El Catecismo de la Iglesia católica afirma: "El martirio es el supremo testimonio de la verdad de la fe" (n. 2473). En efecto, seguir a Jesús significa seguirlo también en el dolor y aceptar las persecuciones por amor del Evangelio (cf.
Mt 24, 9-14; Mc 13, 9-13; Lc 21, 12-19): "Y seréis odiados de todos por causa
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de mi nombre" (Mc 13, 13; cf. Jn 15, 21). Cristo nos había anticipado que nuestras vidas estarían vinculadas a su destino.
2. El logotipo de esta beatificación, de una importancia notable por el gran
número de nuevos beatos, tiene como elemento central una cruz de color rojo,
símbolo del amor llevado hasta derramar la sangre por Cristo. Acompaña a la
cruz una palma estilizada, que intencionalmente se asemeja a unas lenguas de
fuego, en la que vemos representada la victoria alcanzada por los mártires con
su fe que vence al mundo (cf. 1 Jn 1, 4), así como también el fuego del Espíritu
Santo que se posa sobre los Apóstoles el día de Pentecostés, y asimismo la zarza
que arde y no se consuma con una llama, en la que Dios se presenta a Moisés
en el relato del Éxodo y es expresión de su mismo ser: el Amor que se da y nunca
se extingue.
Estos símbolos están enmarcados por una leyenda circular, que recuerda un
mapa del mundo: "Beatificación mártires de España". Dice "mártires de España"
y no "mártires españoles", porque España es el lugar donde fueron martirizados,
y es también la patria de gran parte de ellos, pero hay también quienes provenían de otras naciones, concretamente de Francia, México y Cuba. En cualquier
caso, los mártires no son patrimonio exclusivo de una diócesis o una nación,
sino que, por su especial participación en la cruz de Cristo, Redentor del universo, pertenecen al mundo entero, a la Iglesia universal.
Se han elegido como lema para esta beatificación unas palabras del Señor
recogidas en el Evangelio de san Mateo: "Vosotros sois la luz del mundo" (Mt 5,
14). Como declara el concilio Vaticano II al comienzo de su constitución sobre
la Iglesia, "Jesucristo es la luz de las gentes" (Lumen gentium, 1); esa luz se refleja a lo largo de los siglos en el rostro de la Iglesia y hoy, de manera especial, resplandece en los mártires cuya memoria estamos celebrando. Jesucristo es la luz
del mundo (cf. Jn 1, 5-9), que alumbra nuestras inteligencias para que, conociendo la verdad, vivamos de acuerdo con nuestra dignidad de personas humanas y de hijos de Dios y seamos también nosotros luz del mundo que alumbra
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a todos los hombres con el testimonio de una vida vivida en plena coherencia
con la fe que profesamos.
3. "He combatido bien mi batalla, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe"
(2 Tm 4, 7). Así escribe san Pablo, ya al final de su vida, en el texto de la segunda lectura de este domingo. Con su muerte, estos mártires hicieron realidad las
mismas convicciones de san Pablo.
Los mártires no consiguieron la gloria sólo para sí mismos. Su sangre, que
empapó la tierra, fue riego que produjo fecundidad y abundancia de frutos. Así
lo expresaba, invitándonos a conservar la memoria de los mártires, el Santo
Padre Juan Pablo II en uno de sus discursos: "Si se perdiera la memoria de los
cristianos que han entregado su vida por confesar la fe, el tiempo presente, con
sus proyectos y sus ideales, perdería una de sus características más valiosas, ya
que los grandes valores humanos y religiosos dejarían de estar corroborados por
un testimonio concreto inscrito en la historia" (Discurso a los participantes en la
VIII sesión pública de las Academias pontificias, 3 de noviembre de 2003, n. 2:
L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 21 de noviembre de 2003,
p. 6).
No podemos contentarnos con celebrar la memoria de los mártires, admirar
su ejemplo y seguir adelante en nuestra vida con paso cansino. ¿Qué mensaje
transmiten los mártires a cada uno de nosotros aquí presentes?
Vivimos en una época en la cual la verdadera identidad de los cristianos está
constantemente amenazada y esto significa que ellos o son mártires, es decir
adhieren a su fe bautismal en modo coherente, o tienen que adaptarse.
Ya que la vida cristiana es una confesión personal cotidiana de la fe en el
Hijo de Dios hecho hombre, esta coherencia puede llegar en algunos casos
hasta el derramamiento de la sangre.
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Pero como la vida de un solo cristiano donada en defensa de la fe tiene el
efecto de fortalecer la de toda la Iglesia, el hecho de proponer el ejemplo de los
mártires significa recordar que la santidad no consiste solamente en la reafirmación de valores comunes para todos, sino en la adhesión personal a Cristo
Salvador del cosmos y de la historia. El martirio es un paradigma de esta verdad
desde el acontecimiento de Pentecostés.
La confesión personal de la fe nos lleva a descubrir el fuerte vínculo entre la
conciencia y el martirio.
"El sentido profundo del testimonio de los mártires —según escribía el cardenal Ratzinger—, está en el hecho de que testimonian la capacidad de la verdad sobre el hombre como límite de todo poder y garantía de su semejanza con
Dios. En este sentido los mártires son los grandes testigos de la conciencia, de la
capacidad otorgada al hombre de percibir, más allá del poder, también el deber,
y por lo tanto de abrir el camino hacia el verdadero progreso, hacia la verdadera elevación humana" (J. Ratzinger, Elogio della coscienza, Roma, Il Sabato, 16
de marzo de 1991, p. 89).
4. Los mártires se comportaron como buenos cristianos y, llegado el momento,
no dudaron en ofrendar su vida de una vez con el grito "¡Viva Cristo Rey!" en los
labios. A los hombres y a las mujeres de hoy nos dicen en voz muy alta que
todos estamos llamados a la santidad; todos, sin excepción, como ha declarado
solemnemente el concilio Vaticano II al dedicar un capítulo de su documento
más importante -la constitución dogmática Lumen gentium, sobre la Iglesia- a la
"llamada universal a la santidad" (Lumen gentium, cap. V). Dios nos ha creado y
redimido para que seamos santos. No podemos contentarnos con un cristianismo vivido tibiamente.
La vida cristiana no se reduce a unos actos de piedad individuales y aislados,
sino que ha de abarcar cada instante de nuestros días sobre la tierra. Jesucristo
ha de estar presente en el cumplimiento fiel de los deberes de nuestra vida ordi-
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naria, entretejida de detalles aparentemente pequeños y sin importancia, pero
que adquieren relieve y grandeza sobrenatural cuando están realizados con
amor a Dios. Los mártires alcanzaron la cima de su heroísmo en la batalla en la
que dieron su vida por Jesucristo. El heroísmo al que Dios nos llama se esconde
en las mil escaramuzas de nuestra vida de cada día. Hemos de estar persuadidos de que nuestra santidad —esa santidad, no lo dudemos, a la que Dios nos
llama— consiste en alcanzar lo que Juan Pablo II ha llamado el "alto grado de la
vida cristiana ordinaria" (Novo millennio ineunte, 31).
El mensaje de los mártires es un mensaje de fe y de amor. Debemos examinarnos con valentía, y hacer propósitos concretos, para descubrir si esa fe y ese
amor se manifiestan heroicamente en nuestra vida.
Heroísmo también de la fe y del amor en nuestra actuación como personas
insertas en la historia, como levadura que provoca el fermento justo.
La fe, nos dice Benedicto XVI, contribuye a purificar la razón, para que llegue a percibir la verdad (cf. Deus caritas est, 28-29). Por eso, ser cristianos coherentes nos impone no inhibirnos ante el deber de contribuir al bien común y
moldear la sociedad siempre según justicia, defendiendo -en un diálogo informado por la caridad- nuestras convicciones sobre la dignidad de la persona,
sobre la vida desde la concepción hasta la muerte natural, sobre la familia fundada en la unión matrimonial una e indisoluble entre un hombre y una mujer,
sobre el derecho y deber primario de los padres en lo que se refiere a la educación de los hijos y sobre tantas otras cuestiones que surgen en la experiencia diaria de la sociedad en que vivimos.
Concluimos, unidos al Papa Benedicto XVI y a la Iglesia universal, que vive
en los cinco continentes, invocando la intercesión de los mártires beatificados
hoy y acudiendo confiadamente a Nuestra Señora, Reina de los mártires, para
que, inflamados por un vivo deseo de santidad, sigamos su ejemplo.
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De la Conferencia Episcopal Española
XC ASAMBLEA PLENARIA
Discurso Inaugural del Excmo. y Rvmo.
Sr. D. Ricardo Blázquez Pérez
Obispo de Bilbao
Presidente de la Conferencia Episcopal Española
Madrid, 19-22 de noviembre de 2007
Queridos hermanos en el episcopado,
Señoras y Señores:
Al comenzar la presente Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal
Española, reciban todos mi saludo cordial. Doy la bienvenida a los Señores
Cardenales, Arzobispos y Obispos; este encuentro nos ofrece la oportunidad de
escucharnos mutuamente, deliberar con detenimiento y adoptar las eventuales
decisiones sobre las cuestiones pastorales que a todos nos conciernen. Saludo
con afecto al Señor Nuncio; su presencia en la sesión inaugural es una ocasión
oportuna para a través de él manifestar al Papa Benedicto XVI nuestra cordial,
honda y obediente comunión. Saludo con gratitud a los colaboradores de la
Conferencia Episcopal, sin cuya leal y eficaz ayuda no podría cumplir adecuadamente su cometido. Con afecto y respeto saludo a los periodistas, que cubren
la información sobre nuestros trabajos, y deseo que mi saludo llegue también a
cuantos reciban su comunicación.
El día 17 de octubre nombró el Papa Cardenales al Sr. Arzobispo de Valencia,
Mons. Agustín García-Gasco, y al Sr. Arzobispo de Barcelona, Mons. Lluís
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Martínez Sistach; la elección es un reconocimiento de sus personas y de sus diócesis. Fue elegido también Cardenal el padre Urbano Navarrete, nacido en
Camarena de la Sierra (Teruel); excelente profesor de Derecho Canónico y reconocido maestro de canonistas en la Pontificia Universidad Gregoriana, de la que
fue también Rector; la designación muestra la gratitud del Papa a su largo, cualificado y fiel servicio a la Iglesia. En esta apertura de la Asamblea Plenaria de la
Conferencia Episcopal Española reitero en nombre propio y en el de la
Conferencia nuestra cordial felicitación a los tres nuevos Cardenales. Con palabras del Papa pedimos al Señor que “sepan testificar con valor en toda circunstancia su amor a Cristo y a la Iglesia”.
Felicito al P. Martínez Camino, que ha sido nombrado anteayer Obispo
Auxiliar de Madrid.
1.- Beatificación de 498 mártires.
El día 28 de octubre fue un día luminoso por fuera y por dentro; un sol
radiante brillaba en la plaza de San Pedro en Roma y un gozo grande llenaba el
corazón de los participantes. Fueron beatificados 498 mártires del siglo XX en
España; 2 Obispos (Ciudad Real y Cuenca), 24 sacerdotes diocesanos; 462 religiosos y religiosas, 1 diácono, 1 subdiácono, 1 seminarista y 7 laicos. Prácticamente todas las diócesis estaban concernidas de cerca, o porque en ellas
nacieron, o porque en sus ámbitos desarrollaron su misión, o porque en ellas
dieron el supremo testimonio a nuestro Señor Jesucristo. En consonancia con
esta amplitud de lugares de origen, de ejercicio de su vocación y de su amanecer a la vida eterna (el martirio era celebrado en la Iglesia antigua como “dies
natalis”), tomaron parte en la celebración casi todos los Obispos de la Conferencia Episcopal Española, mostrando así que la Iglesia local es la “patria de todas
las vocaciones”.
El excelente libro, publicado por EDICE y editado por la Directora de la
Oficina para las Causas de los Santos, Quiénes son y de dónde vienen. 498 már-
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tires del siglo XX en España, con el estilo específico del martirologio nos informa
suficientemente acerca de la trayectoria de cada uno de los mártires, cuyos nombres ya están escritos en el libro de la vida (cf. Apoc 3,5). Haciéndome eco de
la Conferencia Episcopal quiero expresar el agradecimiento a Dña. Mª
Encarnación González por el trabajo generoso, diligente y esforzado que culminó en la beatificación del día 28. La fiesta litúrgica de los nuevos beatos fue fijada por el Santo Padre Benedicto XVI para el 6 de noviembre en los lugares y
modos establecidos por el derecho.
Los historiadores españoles y extranjeros han estudiado mucho y previsiblemente continuarán estudiando lo que aconteció en España en el decenio de los
treinta; la bibliografía es abundantísima. Fue un periodo agitado y doloroso de
nuestra historia; la convivencia social se rompió hasta tal punto que en guerra
fratricida lucharon unos contra otros. Con sus conclusiones los investigadores
nos ayudan a comprender hechos y datos, causas y consecuencias; sus interpretaciones, debidamente contratadas, nos acercan con la mayor objetividad posible a la realidad muy compleja. Deseamos que se haga plena luz sobre nuestro
pasado: Qué ocurrió, cómo ocurrió, por qué ocurrió, qué consecuencias trajo.
Esta aproximación abierta, objetiva y científica evita la pretensión de imponer a
la sociedad entera una determinada perspectiva en la comprensión de la historia. La memoria colectiva no se puede fijar selectivamente; es posible que sobre
los mismos acontecimientos existan apreciaciones diferentes, que se irán acercando si existe el deseo auténtico de comprender la realidad.
Cada grupo humano –una sociedad concreta, la Iglesia católica en un espacio geográfico, una congregación religiosa, un partido político, un sindicato,
una institución académica- tienen derecho a rememorar su historia, a cultivar su
memoria colectiva, ya que de esta manera profundizan también en su identidad.
La Iglesia católica, por ejemplo, en el Concilio Vaticano II buscó su reforma y
renovación volviendo a las fuentes. Este conocimiento que actualiza el pasado,
además de ensanchar la memoria compartida por el grupo, puede sugerir actuaciones de cara al futuro, ya que memoria y esperanza están íntimamente unidas.
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Pero no es acertado volver al pasado para reabrir heridas, atizar rencores y alimentar desavenencias. Miramos al pasado con el deseo de purificar la memoria,
de corregir posibles fallos, de buscar la paz. Recordamos sin ira las etapas anteriores de nuestra historia, sin ánimo de revancha, sino con la disponibilidad de
afirmar lo propio y de fomentar al mismo tiempo el respeto a lo diferente, ya que
nadie tiene derecho a sofocar los legítimos sentimientos de otro ni a imponerle
los propios. La búsqueda de la convivencia en la verdad, la justicia y la libertad
debe guiar el ejercicio de la memoria. Con las siguientes palabras expresó lo que
venimos diciendo Mons. Antonio Montero, Arzobispo emérito de MéridaBadajoz, en su extraordinaria obra presentada en su momento como tesis doctoral en la Universidad Pontificia de Salamanca: “Que los hechos se conozcan
bien, pero desprovistos en todo lo posible de cualquier fermento pasional”
(Historia de la persecución religiosa en España 1936-1939, Madrid 1961, p.
VIII). Y alguien, que perdió a sus padres profundamente católicos en aquella persecución, ha afirmado en manifestaciones recientes: “Un cristiano no puede
dejarse llevar del odio, aunque sea en nombre de la justicia”.
Al recordar la historia nos encontraremos seguramente con hechos que marcaron el tiempo y con personas relevantes. En muchas ocasiones tendremos
motivos para dar gracias a Dios por lo que se hizo y por las personas que actuaron; y probablemente en otros momentos ante actuaciones concretas, sin erigirnos orgullosamente en jueces de los demás, debemos pedir perdón y reorientarnos, ya que la “purificación de la memoria”, a que nos invitó Juan Pablo II,
implica tanto el reconocimiento de las limitaciones y de los pecados como el
cambio de actitud y el propósito de la enmienda. No es casual coincidencia que
entre las celebraciones del Año Jubilar adquirieran un sentido peculiar tanto la
conmemoración de los testigos de la fe del siglo XX, en el marco incomparable
del Coliseo de Roma, como la impresionante celebración del perdón el primer
domingo de Cuaresma en la basílica de San Pedro, en que el Papa, abrazado a
la cruz del Señor, pidió perdón por los pecados de los hijos de la Iglesia. Ya
antes, en la Carta apostólica Tertio Millenio Adveniente nn. (33-37), en el umbral
del tercer milenio, exhortó a que la Iglesia se preparara para reconocer las “for-
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mas de antitestimonio y de escándalo” por haberse alejado del espíritu de Cristo
y de su Evangelio, y al mismo tiempo declaró que era preciso que las Iglesias
locales no perdieran “el recuerdo de quienes han sufrido el martirio”; máxime
teniendo presente que, en el siglo pasado, la Iglesia ha sido de nuevo Iglesia de
mártires. Los que nos han precedido como cristianos en la Iglesia pueden haber
sido testigos luminosos del Evangelio, y en otras ocasiones pueden haber realizado lo que el Evangelio desaprueba. Todos nosotros, conscientes de nuestra fragilidad, debemos pedir diariamente a Dios Padre que nos libre de caer en la tentación.
La Conferencia Episcopal Española, sintonizando con el espíritu de Juan
Pablo II, hizo público poco antes de cruzar el umbral del año 2000 un documento titulado La fidelidad de Dios dura siempre. Mirada de fe al siglo XX (20
de noviembre de 1999), en que se unían pasado, presente y futuro como en el
canto del Magníficat de la Virgen María. Acción de gracias por los dones recibidos, reconocimiento de nuestros pecados y petición de perdón, y confianza en
las promesas de Dios. De aquel documento son las siguientes palabras que pertenecen a la segunda parte: “También España se vio arrastrada a la guerra civil
más destructiva de su historia. No queremos señalar culpas de nadie en esta trágica ruptura de la convivencia entre los españoles. Deseamos más bien pedir el
perdón de Dios para todos los que se vieron implicados en acciones que el
Evangelio reprueba, estuvieran en uno u otro lado de los frentes trazados por la
guerra. La sangre de tantos conciudadanos nuestros derramada como consecuencia de odios y venganzas, siempre injustificables, y en el caso de muchos
hermanos y hermanas como ofrenda martirial de la fe, sigue clamando al Cielo
para pedir la reconciliación y la paz. Que esta petición de perdón nos obtenga
del Dios de la paz la luz y la fuerza necesarias para saber rechazar siempre la
violencia y la muerte como medio de resolución de las diferencias políticas y
sociales” (n. 14). Debemos estudiar la historia para conocerla siempre mejor; y
una vez leídas sus páginas, aprendamos sus principales lecciones: La convivencia de todos en las diversidades legítimas, la afirmación de la propia identidad
de manera no agresiva sino respetuosa de otras, la colaboración entre todos los
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ciudadanos para construir la casa común sobre los cimientos de la justicia, de la
libertad y de la paz. Recordamos la historia no para enfrentarnos sino para recibir de ella o la corrección por lo que hicimos mal o el ánimo para proseguir en
la senda acertada.
La palabra mártir tiene varias acepciones en el Diccionario de la Real
Academia Española de la Lengua. De las diferentes acepciones recuerdo ahora
dos: 1) “Persona que padece muerte por amor de Jesucristo y en defensa de la
religión cristiana”, y 2) “Persona que muere o padece mucho en defensa de otras
creencias, convicciones y causas”. Aunque nosotros nos referimos a los mártires
cristianos, mostramos nuestro respeto a las personas que han mantenido sus
convicciones y han servido a sus causas hasta afrontar las últimas consecuencias. La beatificación de los mártires por la autoridad apostólica de la Iglesia no
supone desconocimiento ni minusvaloración del comportamiento moral de otras
personas, sostenido con sacrificios y radicalidad. Ante toda persona que lucha
honradamente por la libertad de los oprimidos, por la defensa de los pobres y
por la solidaridad entre todos los hombres inclinamos nuestra cabeza, remitiendo a Dios el juicio último de su vida y de la nuestra.
Los mártires cristianos -también los 498 beatificados el día 28 de octubrecertifican con su muerte la importancia de la fe en Dios. Esta fe los orientó mientras vivían y, en sublime lección, afrontaron la muerte poniendo en manos de
Dios su existencia entera, confiados en su amor y en su fidelidad. A la hora de
la verdad, el poder de la fe fue para ellos lo decisivo. Con la luz y la fuerza de
la fe pusieron en juego lo más personal y básico, es decir, la misma vida.
Podemos decir con palabras de J. Ortega y Gasset pronunciadas en un contexto
distinto: Los incitó a morir lo que los había excitado a vivir. Los mártires, situados ante la alternativa, no deseada ni provocada por ellos, de renegar de la fe en
Dios y así salvar la vida, o de mantenerse adheridos al Señor y así perderla, prefirieron en un gesto admirable entregar la vida temporal, confiando que de su
amor omnipotente recibirían la Vida eterna. En ellos se cumplieron literalmente
las palabras de Jesús: “Quien pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salva-
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rá” (Mc 8,35). Comparadas con esa alternativa sobre la vida o la muerte, otras
opciones de carácter cultural, político, ideológico, o social quedan en un nivel
muy distinto. La fe en Dios, la confianza en la verdad del Evangelio, la esperanza en la Vida eterna, ejercieron sobre los mártires un poder que nos sobrecoge.
El martirio es como un test que comprueba inequívocamente la calidad de un
cristiano. La estatura espiritual y moral de los hombres alcanza en los mártires
la talla suprema.
Los mártires, consiguientemente, nos interrogan acerca de la valentía y de la
humildad de nuestra fe; y, por lo mismo, denuncian sin palabras los acomodos
y componendas a que podemos someter la altísima relevancia de la fe.
Benedicto XVI dijo el domingo 28 después de rezar el “ángelus”: “Damos gracias a Dios por el gran don de estos testigos heróicos de la fe que, movidos
exclusivamente por su amor a Cristo, pagaron con su sangre su fidelidad a Él y
a la Iglesia. Con su testimonio iluminan nuestro camino espiritual hacia la santidad, y nos alientan a entregar nuestras vidas como ofrenda de amor a Dios y a
los hermanos”.
Los mártires proclaman con su sangre convertida en elocuente palabra:
Podéis arrancarnos la vida, pero no la fe en Dios que nos ama; el poder de la
Verdad, ejercido suavemente sobre nuestra conciencia, pone un límite infranqueable que nos fortalece para no ceder ni a los halagos ni a las amenazas.
Porque el alma sólo es de Dios, hay una zona en el centro de la personalidad
del hombre donde únicamente Dios es el Señor; el hombre tiene las llaves de la
puerta de su corazón que sólo libremente abre a Dios (cf. Apoc 3,20); los mártires tienen una zona reservada al amor a Dios y donde brilla la dignidad del
hombre creado a su imagen y semejanza, que no pueden forzar ni la crueldad
de los tormentos ni el temor a la muerte.
Me permito citar unas palabras muy atinadas, que unen teología, mística y
poesía, de un eminente teólogo de nuestra Iglesia: “Esta divina palabra –Diosno la podemos olvidar, ni asegurar como propiedad, ni usar como moneda de
cambio para los gastos diarios. Tampoco podemos callarla, ni dejarla en vacío o
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arrojarla contra el prójimo. Tenemos que devolverle su peso y su luz, su lumbre
y su gracia. Porque ella sigue siendo santa y santificadora, a pesar de haber sido
manchada y ensangrentada por los hombres. Ha habitado en tantos corazones
justos, ha suscitado tanto amor y esperanza, tanta paz y justicia, que al proferirla vienen a nosotros como olas bienhechoras toda la verdad, la compasión,
todas las flores y frutos que han brotado en su seno” (O. González de Cardedal,
Dios, Salamanca 2004, p. 9). Los mártires, siguiendo a Jesús, que dio un bello
testimonio con su confesión ante Poncio Pilato (cf. 1 Tim 6,13), profesaron admirablemente la fe en Dios; en su corazón Dios se convirtió en fuente de amor, de
valor, de serenidad, de esperanza y de perdón. Los mártires, que desde el principio de la historia de la Iglesia suscitaron la admiración no sólo de los hermanos cristianos sino también de los paganos, riegan y vivifican el árbol de la
Iglesia. Con fórmula concisa expresó Tertuliano esta misteriosa fecundidad: La
sangre de los mártires es como una semilla, la sangre de los mártires es semilla
de cristianos.
Cuando el autor de la Carta a los Hebreos establece el contraste entre la antigua alianza sellada por Dios con Israel junto al monte Sinaí y la nueva alianza
sellada con la humanidad, pondera entre otros elementos la excelencia de la
sangre de Jesucristo, Mediador de la nueva y eterna alianza, sobre la sangre de
Abel. La pasión de Jesús ha otorgado a sus palabras y a la Escritura entera su significación definitiva y salvífica. A diferencia de la sangre de Abel, que clamaba
desde el suelo hasta Dios pidiendo venganza (cf. Gén 4,10), la sangre de Jesús
habla mejor que la de Abel” (Heb 12, 24): La voz que viene del cielo es en adelante la de la sangre de Jesús, que ofrece perdón (cf. A. Vanhoye, Sacerdotes antiguos, sacerdote nuevo, Salamanca 1984, pp. 215-216). Porque Jesús el Maestro
murió perdonando (cf. Lc 23, 34), lo imitaron desde el principio (cf. Act 7,60), y
fueron sus discípulos invitados a bendecir a los perseguidores (cf. Rom 12,14).
Como Dios estaba en Cristo perdonando a la humanidad, puso en boca del
Apóstol “la palabra de la reconciliación” (cf. 2 Cor 5, 19). Llama la atención que
el ofrecimiento del perdón a los perseguidores haya sido una constante, a veces
con expresiones bellísimas, de nuestros mártires.
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Los mártires, habiendo sido perdonados y queridos por Dios, ofrecen también el perdón. No denuncian ni señalan a nadie, no guardan rencor en su corazón; siguiendo a Jesús, su sangre pronuncia también una palabra de perdón. Esta
reacción de los mártires es de una generosidad humanamente incomprensible;
sólo puede explicarse porque el Espíritu del Amor, el Espíritu de Jesucristo, alienta en su corazón. Apoyados en la conducta de los mártires, que murieron perdonando, se afirmó reiteradamente en la beatificación y en su entorno anterior
y posterior este mensaje: La beatificación de los mártires no va contra nadie, a
nadie se echa en cara su muerte, a nadie se acusa, a nadie se pide cuentas. He
aquí algunas expresiones autorizadas de la coherencia que debe existir entre la
conducta de los mártires y la nuestra: “Con sus palabras y gestos de perdón hacia
sus perseguidores, nos impulsan a trabajar incansablemente por la misericordia,
la reconciliación y la convivencia pacífica” (Benedicto XVI). “Su muerte constituye para todos un importante acicate que nos estimula a superar divisiones, a
revitalizar nuestro compromiso eclesial y social, buscando siempre el bien
común, la concordia y la paz” (Card. T. Bertone). “Los mártires, que murieron
perdonando, son el mejor aliento para que todos fomentemos el espíritu de
reconciliación” (Mensaje de la Conferencia Episcopal Española del día 26 de
abril de 2007). Su muerte es una siembra de paz y de reconciliación generosa
entre todos. Hacemos memoria de un capítulo de la historia de nuestra Iglesia,
muy doloroso en su tiempo y hoy hondamente gozoso, que nos invita a asimilar la magnífica lección de fe en Dios y de misericordia que nos dejaron los mártires. ¡Que su ejemplo e intercesión nos fortalezcan en la transmisión de la fe,
en la comunión eclesial, en la colaboración al bien común de la sociedad y en
los trabajos por la paz!
Los mártires nos enseñan a mantener la fidelidad a Dios, el amor a Jesucristo
y el servicio a los hombres, no sólo en el último trance y en las situaciones cruciales de la vida, sino también en la existencia cotidiana. Frente al desgaste por
el paso del tiempo y contra la amenaza de la rutina, la entereza de los mártires
nos invita a superar la mediocridad. La fidelidad sacrificada y constante tiene
que ver también con lo heroico. ¡Que el discurrir diario y a veces monótono de
la vida no trivialice el amor sino lo acrisole!
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Los mártires reflejan la vitalidad de nuestras diócesis y congregaciones religiosas en las que o bien nacieron y crecieron en la fe, cumplieron su misión o
rindieron el supremo testimonio de amor a nuestro Señor Jesucristo. En la hora
de la prueba definitiva sorprende el vigor de su fe. Estos mártires son nuestros y
dignifican a nuestras familias y comunidades cristianas, pero no son patrimonio
exclusivo de nuestras Iglesias locales, ya que pertenecen a Jesucristo y por ello
a la Iglesia universal. Más aún, tienen mucho que decir a nuestra sociedad y a
toda la humanidad, ya que su grandeza moral levanta la calidad del mundo; su
forma de morir nos dice que merece la pena buscar la fuente de donde mana
semejante generosidad y entrega.
2.- “Iglesia en España y Pastoral de las migraciones”
Se presenta a la aprobación de esta Asamblea Plenaria una nueva redacción
del documento “Iglesia en España y Pastoral de las migraciones” que ha sido preparado por la Comisión Episcopal de Migraciones. Es un documento amplio y
rico, que contiene reflexiones teológicas y orientaciones prácticas. Pretende responder a la nueva situación del fenómeno de las migraciones. En los siguientes
términos describe su intención: “Dotar a nuestra Iglesia, que camina en España,
de un instrumento para responder al fenómeno social de la emigración, para
ofrecer una ayuda eficaz a las víctimas de los movimientos migratorios, para
acoger a nuestros hermanos en la fe y afrontar el reto de una nueva evangelización con todas las exigencias que plantea, para ayudar a la Iglesia a ser signo e
instrumento de la acción de Dios en nuestro tiempo para todos los hombres y
mujeres, que viven en nuestro país, sea cual sea su procedencia, cultura, religión
o condición social”. Estamos convencidos de que prestará un buen servicio a la
pastoral de la Iglesia y, además, será una llamada de atención a los ciudadanos
ante el fenómeno social de la migración que afecta e interpela a toda la sociedad.
Aunque las migraciones sean coextensivas a la historia de la humanidad,
constituyen hoy una característica de nuestra época. El Papa Benedicto XVI ha
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calificado las migraciones como “uno de los signos de nuestro tiempo”. Son
movimientos de población dentro de los mismos continentes y sobre todo hacia
los continentes más ricos.
Por lo que se refiere a nuestro país, el fenómeno migratorio ha cambiado de
signo en los últimos años. Hemos pasado de ser país de emigración a ser uno de
los países de Europa con más elevado número de inmigrantes; esta inversión,
además, se ha realizado en poco tiempo. Las cifras son elocuentes: En diez años
el número de extranjeros ha pasado de 542.314 en 1996 a 4.144.166 en 2006.
En los últimos cinco años se ha dado una media de crecimiento de 500.000 por
año. La experiencia de haber sido pueblo de emigración debe recordarnos aquellas palabras del Éxodo: “Forasteros fuisteis vosotros en la tierra de Egipto”
(22,20); y particularmente las de Jesús en el Evangelio: “Fui forastero y me hospedasteis” (Mt 25,35).
El documento al que nos referimos pretende responder a las exigencias de la
nueva situación del fenómeno de las migraciones y actualizar las orientaciones
y sugerencias pastorales sintonizando con las últimas directrices de la Iglesia
católica. La conmemoración del XXV aniversario de la Instrucción De Pastorali
Migratorum Cura ofreció la oportunidad a la Conferencia Episcopal Española de
hacer público en 1994 el documento Pastoral de las Migraciones en España;
pues bien, la Instrucción Erga Migrantes Caritas Christi, publicada el año 2004
por el Consejo Pontificio de Pastoral para los Emigrantes y los Itinerantes, nos
ofrece de nuevo la ocasión de aplicar esta Instrucción a nuestra realidad concreta, profundamente cambiada en los últimos años. El amor de Cristo, la Caritas
Christi, que anima la vida de la Iglesia, debe abarcar a todos. Adoptará en la
práctica “diversas formas y expresiones, según la condición de los destinatarios
de la acción de la Iglesia. Será una pastoral en el sentido estricto para los católicos. Revestirá el carácter de pastoral ecuménica entre los hermanos cristianos
de otras tradiciones. Se centrará más en el diálogo interreligioso con los creyentes de otras religiones y estará siempre marcada, con unos y con otros, por el
amor de Cristo. Pero nadie quedará fuera del cuidado y atención de la Iglesia”.
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Un inmigrante no es sólo mano de obra para producir; es, ante todo, una persona, miembro de la familia humana, hermano nuestro, hijo de Dios. La visión
humana y cristiana del hombre nos impulsa a promover la acogida, el respeto,
la ayuda, la comprensión, la solidaridad. La integración de los inmigrantes exige,
tanto por parte del país de acogida como por parte de los trabajadores y de sus
familias, un esfuerzo paciente y sostenido; los inmigrantes deben ser reconocidos en sus derechos humanos y laborales y ellos a su vez deben respetar las
leyes y tradiciones legítimas del país que los recibe. Si unos y otros trabajan en
la búsqueda de la integración de los inmigrantes, los posibles brotes de rechazo
y exclusión serán sofocados fácilmente. Con estas reflexiones teóricas y prácticas, surgidas de una experiencia larga y eficaz, presta la Conferencia Episcopal
-así confiamos y deseamos-, una ayuda valiosa a nuestras diócesis e incluso a
toda la sociedad española
3.- Centenario del nacimiento del Cardenal Tarancón
El día 14 de mayo de 1907 nació en Burriana (Castellón de la Plana) el
Cardenal Vicente Enrique y Tarancón. En la apertura de la presente Asamblea
Plenaria lo recordamos con profunda gratitud. Nuestra memoria es homenaje y
reconocimiento de su persona y de su obra. Fue, en una coyuntura crucial, un
don de Dios para la Iglesia y la sociedad española. Evocamos hoy al Cardenal
Tarancón, conscientes de que forma parte relevante de nuestra historia. Aunque
las personas se sucedan y las urgencias pastorales cambien, la Iglesia es hogar
de todos los cristianos y es católica también en la pluralidad de generaciones y
la variedad de situaciones históricas. Hacemos memoria ante Dios de quienes
nos han precedido con la señal de la fe, con la dedicación al servicio del
Evangelio y con la entrega personal a la misión de la Iglesia, en medio de gozos,
fatigas y sufrimientos.
En una mirada retrospectiva, recapitulando el Cardenal Tarancón el decenio
en que presidió la Conferencia Episcopal Española, manifestó la intención que
le había guiado. “Me propuse dos objetivos: Aplicar a España las enseñanzas del
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Concilio Vaticano II en lo referente a la independencia de la Iglesia de todo
poder político y económico, y procurar que la comunidad cristiana se convirtiese en instrumento eficaz de reconciliación para superar el enfrentamiento
entre los españoles que había culminado en la guerra civil”. La Iglesia en el
Concilio no sólo promovió una renovación profunda de sus actitudes y estructuras internas, sino también orientó de manera distinta las relaciones con el
mundo, con la sociedad y con el hombre. Estos cambios eran más delicados, en
nuestra Iglesia por la riqueza de la vida cristiana que estaba en cambio, y en la
sociedad, a la que se debían evitar traumas innecesarios en la transición de un
régimen personal a un régimen democrático con los numerosos y profundos
cambios implicados. Fueron directrices para Tarancón tanto el amor a la Iglesia
como el servicio a nuestro pueblo; fue consciente de la situación singular y de
la alta responsabilidad que se le confiaba cuando pensó en él Pablo VI para liderar a la Iglesia en aquella delicada situación y cuando la Conferencia Episcopal
lo eligió y reeligió como su Presidente.
Actuando en sintonía con las directrices del Papa Pablo VI y expresando, además, lo que las nuevas generaciones de Obispos, sacerdotes, religiosos y seglares anhelaban, pudo cumplir el encargo con dedicación y acierto. Sus dotes
humanas y experiencia pastoral lo hicieron apto para recibir tal misión en aquella hora histórica; con la desenvoltura que le caracterizó diría de sí mismo que
era un hombre a quien pusieron en un puesto difícil en un momento difícil. De
alguna manera era Don Vicente memoria viva de nuestra Iglesia y de nuestra
sociedad; hombre de espíritu abierto, avizor del futuro, sensible como un sismógrafo a los movimientos subterráneos de la sociedad, de natural optimista y
decidido, hábil y sagaz. Fue una persona que, asumiendo el encargo otorgado y
la responsabilidad real y simbólica que se le reconoció, contribuyó poderosamente a que nuestra Iglesia acometiera los cambios necesarios. Imprimió a la
Iglesia un dinamismo que le permitió acompañar a la sociedad en una encrucijada de gran trascendencia para ambas, ya que debían tomar decisiones de largo
alcance. El Cardenal Enrique y Tarancón buscó siempre la concordia, respetando la pluralidad y fomentando el diálogo; con buen instinto supo rodearse de
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valiosos colaboradores. Sin olvidar el pasado miraba al futuro, y por ello confiaba en las nuevas generaciones y les daba la palabra. Afirmaba abiertamente
que la Iglesia veía con buenos ojos la llegada de la democracia y el pluralismo
que le es inherente.
Damos gracias a Dios porque a través del Cardenal Tarancón la Iglesia respondió con dignidad y clarividencia al desafío que le planteaban la aplicación
del Concilio en aquella fase concreta y la transición de nuestra sociedad. A la
distancia de varios decenios y con la perspectiva que nos proporciona el tiempo transcurrido, podemos reconocer que la Iglesia estuvo a la altura del momento histórico; y la sociedad española quedó en general satisfecha de la transición
de un régimen a otro, por cuyo éxito felicitaron otros países al nuestro. La actitud con que fue aplicado el Concilio y con que se afrontaron los cambios sociales y políticos no fue sólo coyuntural; aunque la situación presente sea en
muchos aspectos diversa, hay valores permanentes. En la galería de Presidentes
de la Conferencia Episcopal ha sido colocado el retrato del Cardenal Tarancón,
que nos recuerda un tramo decisivo de nuestra historia. Como los demás retratos de la galería, es obra que agradecemos de Sor Isabel Guerra.
4.- Hace 25 años nos visitó el Papa Juan Pablo II
Hace veinticinco años, el día 31 de octubre de 1982, a las seis de la tarde una hora después de su llegada al aeropuerto de Barajas - Juan Pablo II entraba
en esta casa. Después de saludar a los Obispos, se dirigió directamente a la capilla para postrarse en profunda oración ante el Sagrario. Era la primera vez que
un Papa visitaba España. Quiso comenzar su visita pastoral encontrándose con
los Obispos. Y quiso que aquel encuentro quedara expresamente enmarcado por
la presencia eucarística del Resucitado. En nuestra capilla, por primera vez, un
Sucesor de Pedro, rodeado por todos los miembros de la Conferencia Episcopal,
se arrodillaba en nuestro suelo ante Jesucristo, presente en la Eucaristía. Esa
misma noche, terminado el encuentro con los Obispos, el Papa salía de esta casa
para presidir la vigilia eucarística que la Adoración Nocturna había preparado
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en la Parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe. Antes, en esta aula, había dirigido a los Obispos un memorable discurso que releemos con gusto en estos días.
Juan Pablo II inauguró así oficialmente esta casa, como conmemora la lápida
que flanquea, abajo, la puerta de la capilla. La sede de nuestra Conferencia ha
quedado de este modo felizmente unida a su primera visita apostólica y a su
memoria.
No puedo pretender hacer ahora ni siquiera un breve resumen de los diez
días de intenso peregrinar de Juan Pablo II por buena parte de la geografía española, visitando a todos los sectores del pueblo cristiano. Pero deseo subrayar que
aquellas inolvidables jornadas supusieron una gracia de Dios muy especial para
la Iglesia que peregrina en España. Podríamos decir que aquel viaje apostólico
del Papa constituyó de hecho para nosotros como el comienzo de una nueva
etapa del camino eclesial posterior al Concilio Vaticano II. Juan Pablo II confirmó de modo muy vigoroso a sus hermanos de España en la fe de Jesucristo. Por
una parte, su presencia actuó como un revulsivo para el alma cristiana de nuestro pueblo incluidos, naturalmente, los pastores - que se sintió reconocida y
querida por el Papa y, al mismo tiempo, espoleada y animada a la fidelidad y a
la esperanza. Por otra parte, sus palabras y sus gestos dirigieron una vez más la
mirada de nuestras Iglesias y de todos nosotros a lo que constituyó desde el principio el centro de su ministerio: a Jesucristo como único salvador del ser humano y al hombre como camino de la Iglesia. Si algunas dificultades habían podido dar paso a ciertos miedos, volvimos a escuchar con gozo de los labios del
Papa en nuestras iglesias y en nuestras plazas: "¡No tengáis miedo! ¡Abrid las
puertas a Cristo!"
La última encíclica de aquel gran Papa, que versó sobre "La Iglesia que vive
de la Eucaristía" (Ecclesia de Eucharistia), nos invitó a todos a reavivar la fe y la
pastoral sobre la Eucaristía. El vigente Plan Pastoral de la Conferencia Episcopal,
para los años 2006-2010, se centra también en "vivir de la Eucaristía", como reza
su título. Recordemos que estos Planes Pastorales se comenzaron a hacer con
motivo de la visita del Papa que ahora conmemoramos. El primero de ellos, de
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1983, se titulaba: "La visita del Papa a España y el servicio a la fe nuestro pueblo". Pienso que la realización del actual Plan, que prevé la celebración de un
Congreso Eucarístico a modo de colofón de las actividades programadas, es un
excelente modo de agradecer a Dios el pontificado de Juan Pablo II y de continuar con el trabajo de la nueva evangelización, impulsado por él.
Ponemos en manos de María, la madre del Señor y estrella de la evangelización los trabajos de esta Asamblea.
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Discurso del Excmo. y Rvmo.
Sr. D. Manuel Monteiro de Castro
Arzobispo titular de Benevento Nuncio Apostólico
Madrid, 19 de noviembre de 2007
Excmo. Señor Presidente,
Emmos. señores Cardenales,
Excmos. señores Arzobispos y Obispos,
Hermanos y hermanas:
Agradezco al Excelentísimo y Reverendísimo señor Don Ricardo Blázquez
Pérez, Presidente de la Conferencia Episcopal Española, su invitación a participar en esta sesión inaugural de su Asamblea Plenaria. Transmito a todos ustedes,
a las Iglesias que el Señor les ha encomendado y a todos los presentes, el saludo y la bendición del Santo Padre, a quien tengo el honor de representar en
España.
Permítanme, en primer lugar, que exprese en público mi felicitación a los dos
nuevos señores Cardenales, cuya elección, además de un honor para sus personas y para las Iglesias particulares de Valencia y de Barcelona, indica un aprecio especial del Santo Padre a la Iglesia que camina en España. Que la Santísima
Virgen les proteja para que puedan prestar al Santo Padre el nuevo servicio que
les encomienda, tan unido a su persona. Felicito también al Secretario General,
cuyo nombramiento como Obispo auxiliar de Madrid ha sido hecho público
anteayer.
Vigésimo quinto aniversario de la primera visita del Siervo de Dios Juan
Pablo II a España.
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Se acaban de cumplir veinticinco años de la primera y esperada vista pastoral del Santo Padre Juan Pablo II a España, quien durante diez largos e intensos
días recorrió los cuatro puntos cardinales de España y pronunció cuarenta y siete
discursos, homilías o alocuciones, en las que iluminó todos los campos de la
vida y actividad de la Iglesia, así como de los trabajos y preocupaciones de los
hombres.
Al dirigirles mi saludo en el comienzo de la Asamblea Plenaria, les invito a
todos ustedes a que vuelvan a leer y hacer presente el discurso que dirigió a los
miembros de la Conferencia Episcopal Española en esta misma Aula el día 31 de
octubre de 1982. De los Obispos presentes en el Aula aquel día, sólo seis son
actualmente miembros de pleno derecho de la Conferencia Episcopal Española.
Otros son ya Obispos eméritos. No quiero repetirles ahora el discurso ni hacer
una exégesis del mismo, pero sí recordar algunos puntos fundamentales que
pueden ser de utilidad para todos.
Juan Pablo II tuvo como línea maestra de su discurso la Constitución Lumen
gentium y el Decreto Christus Dominus, del Concilio Vaticano II. Del triple
munus episcopal, el primero es el oficio de santificar: los Obispos, dispensadores de la gracia, no son sólo administradores de los sacramentos y predicadores,
sino que santifican a sus fieles también con su ejemplo y santidad. Esta es la
tarea principal del Obispo: ser un hombre de Dios, compasivo y sacrificado, ser
maestro de oración, ser el liturgo de su diócesis, que impulsa y dirige el culto
divino en su Iglesia local.
Destacó después el papel de maestros y predicadores del Evangelio. Este oficio comporta para el Obispo una grave responsabilidad en la transmisión de la
doctrina católica, en comunión con el Sucesor de Pedro. Juan Pablo II enumeró
algunos campos de actuación del Obispo en este ámbito: predicación, cartas
pastorales, uso de los medios de comunicación y relaciones con los teólogos,
tanto para animarlos como para ayudarles a corregir, si fuera necesario, eventuales desviaciones.
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El oficio del Obispo es descrito también en las palabras del Papa como una
diaconía. Una vida de servicio al Pueblo de Dios que se les encomendó, una
vida al servicio de la unidad, que es unidad en Cristo y en su doctrina, en la fe
y en la moral, en los sacramentos, en la obediencia a la jerarquía, en los medios
comunes de santidad y en las grandes normas de disciplina.
Por último, los Obispos han de ser pastores dedicados y vigilantes, es decir,
han de ser Padres y Pastores.
Juan Pablo II quiso concluir su encuentro con los Obispos haciendo una fuerte llamada a la esperanza, con una frase repetida posteriormente: tengo confianza y espero mucho de la Iglesia en España, aludiendo a que una Iglesia que
ha producido tantos santos a lo largo de su historia, no ha podido agotar su
riqueza espiritual y eclesial.
Los 498 mártires beatificados el pasado 28 de octubre –entre ellos los
Obispos de Cuenca y de Ciudad Real-, han de ser un estímulo en la hora presente para que todos, los primeros los Obispos, seamos testigos del Evangelio de
Jesucristo y del amor de Dios en la circunstancia presente.
A la intercesión de la Santísima Virgen y de los nuevos beatos, encomiendo
los trabajos de esta Asamblea Plenaria.
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«Para que tengan vida en abundancia» (Jn 10,10)
Exhortación Pastoral con motivo del
40 aniversario de la Encíclica
Populorum Progressio de Pablo VI y en el
20 aniversario de la Encíclica Sollicitudo Rei Socialis
de Juan Pablo II
Madrid, 22 de noviembre de 2007
I.- GOZOSO ANIVERSARIO
1.- Celebramos con gozo, en este año 2007, el 40 aniversario de la publicación
de la Encíclica «Populorum Progressio» de Pablo VI (26 de marzo de 1967), que
coincide con el 20 aniversario de la Encíclica «Sollicitudo Rei Socialis» de Juan
Pablo II (30 de diciembre de 1987). Se trata de dos documentos relevantes del
Magisterio social de la Iglesia.
Efectivamente, la Encíclica Populorum Progressio sigue sorprendiéndonos
por su gran actualidad. Los temas vertebradores de su enseñanza giran alrededor del desarrollo integral del ser humano y de los pueblos de la tierra; la llamada a dar respuesta a los retos que desafían a la justicia internacional y el compromiso de la Iglesia ante este desarrollo ejerciendo como abogada de los
pobres; y que las personas sean artífices de su propio desarrollo. Las directrices
de acción encaminadas a resolverlos continúan siendo hoy los grandes temas de
la justicia social internacional. Su luminosa directriz «El desarrollo es el nuevo
nombre de la paz»[1] es de plena vigencia. Siguiendo en la misma línea, la
Encíclica Sollicitudo Rei Socialis destaca el carácter moral del verdadero desarrollo y afirma que la paz es fruto de la solidaridad[2].
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Por esta razón queremos conmemorar y celebrar este aniversario, de manera que pueda contribuir a subrayar algunas de sus enseñanzas que nos parecen
más necesarias en el momento actual. Siguiendo a Benedicto XVI, destacamos
como prioridades la vivencia de la comunión eclesial y la misión evangelizadora en el mundo. Así lo ha subrayado el actual Papa en su primera Carta encíclica Deus Caritas est, al indicar que la misión de la Iglesia en el mundo consiste
en mostrar el amor de Dios a la humanidad a través del amor de los cristianos
en la vida diaria.
2.- La proclamación del Evangelio, que es parte esencial de la misión eclesial,
se realiza mediante el «testimonio y la palabra». La celebración del 40 aniversario nos permite unir la palabra de la enseñanza social de la Iglesia y el testimonio de las comunidades e instituciones eclesiales al servicio de la acción caritativa y social.
No queremos que pase este acontecimiento sin manifestar a las comunidades cristianas y, también a toda la sociedad, nuestra memoria agradecida del
pasado, nuestro compromiso decidido ante los retos del presente y nuestra mirada serena hacia el futuro.
II.- CONOCIMIENTO Y RECONOCIMIENTO POR LA DOCTRINA SOCIAL DE
LA IGLESIA
3.- Sentimos un agradecimiento por el pasado. La Iglesia, ya desde sus orígenes,
siguiendo la enseñanza de la Palabra de Dios y, después, de los Santos Padres,
desarrolló y puso en práctica su doctrina social. También en nuestros días anticipó su mirada hacia la globalización del mundo contemporáneo, mucho antes
de que gran parte de la sociedad tomara conciencia de la magnitud del fenómeno de la mundialización y la globalización, fruto de los movimientos económicos, sociales, políticos y culturales de la humanidad.
4.- ¿Cómo no recordar de manera agradecida la preciosa definición de Pablo VI
sobre el «verdadero desarrollo»? «Es el paso, para cada uno y para todos de conPág. 866
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diciones de vida menos humanas, a condiciones más humanas»[3]. Pero el desarrollo -añade el Papa- no se reduce a un simple crecimiento económico. Para ser
auténtico debe ser integral, es decir, que debe promover a todos los hombres y
a todo el hombre; debe ayudar a pasar de situaciones
menos humanas (como son) las carencias materiales de los que están privados del mínimo vital y las carencias morales de los que están mutilados por el egoísmo. Menos humanas: las estructuras opresoras que provienen del abuso del tener o del abuso del poder, de las explotaciones de
los trabajadores o de la injusticia de las transacciones. Más humanas: el
remontarse de la miseria a la posesión de lo necesario, la victoria sobre
las calamidades sociales, la ampliación de los conocimientos, la adquisición de la cultura. Más humanas también: el aumento en la consideración de la dignidad de los demás, la orientación hacia el espíritu de
pobreza (cf. Mt 5, 3), la cooperación en el bien común, la voluntad de
paz. Más humanas todavía: el reconocimiento, por parte del hombre, de
los valores supremos, y de Dios, que de ellos es la fuente y el fin. Más
humanas, por fin y especialmente: la fe, don de Dios acogido por la
buena voluntad de los hombres, y la unidad de la caridad de Cristo, que
nos llama a todos a participar, como hijos, en la vida de Dios vivo, Padre
de todos los hombres[4].
5.- La Enseñanza Social de la Iglesia, desde la publicación de la Encíclica Rerum
Novarum de León XIII (1891) hasta la publicación de Deus Caritas est de nuestros días, ha seguido un proceso de evolución significativo y esperanzador: si el
punto de partida fue la cuestión obrera, luego se pasó a la cuestión social y
ahora se aborda la cuestión mundial. El Concilio Vaticano II asumió esta enseñanza social y la situó en el conjunto de la doctrina y de la acción pastoral de
la Iglesia en el mundo, justamente en uno de sus documentos más emblemáticos como es la Constitución pastoral Gaudium et Spes (1965). Los documentos
posteriores al Concilio han elaborado una doctrina social encaminada a dar respuesta a la complejidad de la cuestión mundial[5].
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6.- El conjunto de esta doctrina social constituye un patrimonio de gran valor
para la Iglesia y su misión en el mundo y, a la vez, ofrece una esperanza para
toda la sociedad. Como dijo Juan Pablo II:
es un corpus doctrinal renovado, que se va articulando a medida que la
Iglesia, en la plenitud de la Palabra revelada por Jesucristo y mediante la
asistencia del Espíritu Santo (cf. Jn 14, 16.26; 16, 13-15), lee los hechos
según se desenvuelven en el curso de la historia[6].
Por este motivo, hacemos una llamada a cada uno de los cristianos y a todas
las comunidades de la Iglesia que peregrina en España, para que sean altavoces
vivos que den a conocer los principios, criterios y directrices de la enseñanza
social de la Iglesia. Urgimos también a que los estudiantes de Teología y los candidatos al sacerdocio conozcan bien esta Doctrina[7], y a que las Facultades de
Teología y los Institutos Superiores de Ciencias Religiosas actúen específicamente en su estudio y difusión. El Compendio de la Doctrina Social de la
Iglesia[8] puede ser un excelente instrumento para ello.
III.- COMUNICACIÓN Y EVANGELIZACIÓN
7.- Sin embargo, la mejor manera de mostrar nuestro agradecimiento hacia el
pasado es el compromiso decidido ante los desafíos de manera que podamos
crecer, especialmente, en la comunión eclesial y en el dinamismo de la misión
evangelizadora.
En efecto, la Iglesia en España tiene una gran vitalidad en su acción caritativa y social. Es una vitalidad que se manifiesta en los compromisos diarios de
muchos cristianos que viven la fe en su vida matrimonial y familiar[9], profesional, social, cultural, sindical, política y religiosa. También se manifiesta esta vitalidad, en el compromiso de las comunidades parroquiales, las congregaciones
religiosas, las asociaciones de los laicos y, en definitiva, en las numerosas iniciativas socio-caritativas de cada Iglesia diocesana.
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8.- Además, esta vitalidad de la Iglesia emerge, de una manera especial, en la
existencia de algunas instituciones eclesiales con presencia pública destacada,
significativa y reconocida en nuestra sociedad como, por ejemplo, Cáritas,
Manos Unidas, Misiones, Pastoral Penitenciaria, Justicia y Paz, Pastoral de la
Salud, así como la ingente labor de los misioneros (sacerdotes, religiosos y laicos) apoyados en su labor por tantas asociaciones y ONGs católicas, y tantas
personas de buena voluntad.
Tanto la vida de las comunidades cristianas como la acción eclesial de estas
instituciones citadas, realizan la llamada permanente de la Iglesia a dar respuesta a los problemas sociales de la comunidad humana mediante el desarrollo integral, y a ser testigos del amor de Dios. La necesidad de reivindicar el
desarrollo integral, la visión trascendente de la persona humana, abierta al misterio de Dios, viene urgida por los prejuicios secularistas y laicistas de nuestra
época:
¿Qué ha traído Jesús realmente, si no ha traído la paz al mundo, el bienestar para todos, un mundo mejor? ¿Qué ha traído? La respuesta es muy
sencilla: a Dios, ha traído a Dios… y, con Él, la verdad sobre nuestro origen y nuestro destino; la fe, la esperanza y el amor. Sólo nuestra dureza
de corazón nos hace pensar que esto es poco[10].
La propuesta coherente y tenaz de una visión del ser humano abierta a Dios
y la confesión pública de la verdad de la fe a este respecto, es urgente e insustituible en nuestra época para la causa del desarrollo de nuestra sociedad y de
todos los pueblos.
9.- La celebración del 40 aniversario de Populorum Progressio es una gran oportunidad para potenciar la cooperación y la comunión de todos los bautizados y,
al mismo tiempo, estimular la comunión entre las diversas instituciones eclesiales, que manifiestan la acción caritativa y social de la comunidad cristiana al servicio de toda la sociedad y, en especial, de los pueblos que sufren las conse-
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cuencias del subdesarrollo. Nos comprometemos a acompañar el crecimiento
de estas instituciones, a cuidar su identidad eclesial[11], a potenciar la coordinación y a estimular la acción decidida mediante programas dirigidos a los países pobres. Para ello es necesario vivir la espiritualidad de comunión con las
características que señalaba el papa Juan Pablo II: mirar el misterio de la Trinidad
que habita en nosotros y en los demás; sentir al hermano como «uno que me
pertenece»; ver lo positivo en el otro y considerarlo un regalo de Dios para mí;
saber «dar espacio» al hermano, evitando desconfianza y envidias[12].
A la vez no podemos desentendernos de la pobreza que azota a grandes
regiones y naciones de nuestro planeta, especialmente en los países del Sur.
10.- Hoy en día siguen teniendo gran actualidad las palabras del papa Pablo VI:
Entiéndasenos bien: la situación presente tiene que afrontarse valerosamente y combatirse y vencerse las injusticias que trae consigo. El desarrollo exige transformaciones audaces, profundamente innovadoras. Hay
que emprender, sin esperar más, reformas urgentes. Cada uno debe aceptar generosamente su papel, sobre todo los que por su educación, su
situación y su poder tienen grandes posibilidades de acción[13].
Y esta llamada se dirige a todas las comunidades cristianas, pero también a
los responsables de las naciones: «Toca a los poderes públicos escoger y ver el
modo de imponer los objetivos que proponerse, las metas que hay que fijar, los
medios para llegar a ella, estimulando al mismo tiempo todas las fuerzas, agrupadas en esta acción común»[14].
11.- De modo inseparable a la comunión y a la caridad, afrontamos el gran reto
de la evangelización. La Iglesia que nace de la Pascua y Pentecostés tiene la
misión de anunciar a Cristo Resucitado a todas las generaciones hasta el fin de
los tiempos. Cristo anunció el Reino de Dios proclamando el Evangelio y curando a los enfermos. La novedad del mensaje evangélico de las «bienaventuran-
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zas» la hacía real mediante la práctica de las «obras de misericordia»[15].
De igual forma, nosotros podremos evangelizar la sociedad y la cultura de hoy,
a condición de que demos testimonio a la vez de Jesucristo y del compromiso
por la justicia y el amor que brota de la fe.
La doctrina social es parte integrante del ministerio de evangelización de
la Iglesia. Todo lo que atañe a la comunidad de los hombres -situaciones
y problemas relacionados con la justicia, la liberación, el desarrollo, las
relaciones entre los pueblos, la paz- no es ajeno a la evangelización. Esta
no sería completa si no tuviese en cuenta la mutua conexión que se presenta constantemente entre el Evangelio y la vida concreta, personal y
social del hombre[16].
La mentalidad actual de nuestra sociedad secular, antes que plantearse la
credibilidad de un mensaje, observa y exige la credibilidad del mensajero. La
celebración del aniversario de las encíclicas citadas es una buena oportunidad
para manifestar la credibilidad de la Iglesia y del mensaje evangélico que proclama.
12.- El 40 Aniversario de Populorum Progressio es, por tanto, una nueva llamada que nos impulsa a mostrar el amor de la Iglesia frente a los conflictos e injusticias del mundo globalizado. La comunidad católica, al mismo tiempo que proclama la Palabra y celebra la Eucaristía, da testimonio de la fe que se manifiesta en la esperanza y se realiza en el amor.
De esta manera, la Iglesia mediante sus instituciones caritativas y sociales, al
mismo tiempo que coopera con todas las personas y grupos que trabajan al servicio de la justicia y la paz, manifiesta el amor entrañable de Dios hacia todos
los hombres de la tierra, desde una opción preferencial por los pobres y los
excluidos. El mismo Pablo VI destacó el nexo intrínseco e inseparable entre
evangelización y promoción humana -desarrollo, liberación- en la Exhortación
apostólica Evangelii Nuntiandi (1975), publicada después del Sínodo de los
Obispos sobre la evangelización de los pueblos[17].
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IV.- ESPIRITUALIDAD ENCARNADA
13.- Teniendo en cuenta la enseñanza de la Doctrina Social de la Iglesia, y de
modo especial Populorum Progressio y Sollicitudo Rei Socialis, queremos seguir
siendo «voz de los que no tienen voz» y «signo y salvaguardia de la trascendencia de la persona» y contribuir a su dignidad ayudándole en sus necesidades, físicas, psíquicas, sociales y espirituales[18]. Cuando los cristianos intentamos vivir como Cristo vivió y amar como Él amó, somos un signo viviente del
amor de Dios y, además, una fuente de esperanza para la humanidad. Esta es la
aportación específica de la Iglesia al bien común de la sociedad.
14.- Frente a los desafíos de la secularización y la urgencia del diálogo intercultural e interreligioso, queremos dar testimonio de que la espiritualidad cristiana
no se confunde con el subjetivismo superficial de una espiritualidad intrascendente, sino que intenta vivir una espiritualidad encarnada, al estilo del
Evangelio, que une profundamente la profesión personal de fe (creer), con la
vivencia comunitaria de la fe (vivir y celebrar) y con la profesión pública de la
misma. La conmemoración de la Encíclica Populorum Progressio nos ofrece una
buena oportunidad para cultivar esta esperanza y comprometernos en la transformación de la sociedad según el proyecto de Dios sobre la historia.
15.- Populorum Progressio expresa muy bien la relación de la Teología con la
espiritualidad y la acción pastoral, porque unifica la profesión y la celebración
de la fe con la vivencia de la caridad. Además, relaciona íntimamente la caridad
que brota del amor de Dios, con la edificación de la comunidad cristiana (comunión) y con el anuncio del evangelio a la sociedad de nuestro tiempo con hechos
y palabras (misión). Así, la celebración del 40 aniversario de Populorum
Progressio puede contribuir a la maduración de un modelo de ser cristiano que
une la profesión de fe, fruto de acoger la Palabra, con la vivencia de la caridad
y del compromiso social, que nacen de la Eucaristía, el «sacramento de la caridad», tal como nos ha recordado Benedicto XVI:
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No podemos permanecer pasivos ante ciertos procesos de globalización
que con frecuencia hacen crecer desmesuradamente en todo el mundo
la diferencia entre ricos y pobres... El Señor Jesús, Pan de vida eterna, nos
apremia y nos hace estar atentos a las situaciones de pobreza en que se
halla todavía gran parte de la humanidad[19].
Se trataría de «humanizar la globalización y globalizar la solidaridad»[20].
16.- El Plan de Pastoral de la Conferencia Episcopal para el quinquenio 20062010 lo hemos vertebrado en torno a la Eucaristía. En él subrayamos la vinculación necesaria entre la comunión eucarística y el servicio de la caridad[21]. En
esa línea deseamos también que la conmemoración de las Encíclicas Populorum
Progressio y Sollicitudo Rei Socialis, así como la aplicación de sus orientaciones a los problemas actuales, se entronquen en la Eucaristía, fuente, centro y
cumbre de la vida cristiana y de toda la Evangelización.
17.- María en Caná de Galilea es un ejemplo de solicitud y preocupación por
los problemas de los demás. Que ella nos ayude a crecer en sensibilidad hacia
los temas sociales, en fraternidad y solidaridad, de modo que «los gozos y las
esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre
todo de los pobres y de cuantos sufren, sean a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo»[22]. Que fortalezca a los misioneros
en su hermosa labor de anunciar la Buena Nueva de la Salvación en todos los
rincones de la tierra y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad que trabajan por la paz y el desarrollo de los pueblos; que interceda para que nuestro
mundo alcance un progreso justo y fraterno y para que cada uno se realice como
persona humana y, así, se alcance la igualdad y la paz.
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NOTAS FINALES
[1]
[2]
[3]
[4]
[5]
[6]
[7]
[8]
[9]
[10]
[11]
[12]
[13]
[14]
[15]
[16]
[17]
[18]
[19]
[20]
[21]
[22]
Pablo VI, Populorum Progressio, 76.
Juan Pablo II, Sollicitudo Rei Socialis, 39.
Pablo VI, Populorum Progressio, 20.
Pablo VI, Populorum Progressio, 21.
Entre los documentos clave podemos recordar: Quadragesimo anno (1931);
Populorum Progressio (1967); Octogessima Adveniens de Pablo VI (1971); La
Justicia en el Mundo del Sínodo de los Obispos (1971); Laborem Exercens (1981);
Sollicitudo Rei Socialis (1987); Centesimus Annus de Juan Pablo II (1991) y Deus
caritas est (2005).
Juan Pablo II, Sollicitudo Rei Socialis, 1.
cf. Congregación para la Educación Católica, Orientaciones para el estudio y enseñanza de la Doctrina Social de la Iglesia en la formación de los sacerdotes (1988).
Pontificio Consejo «Justicia y Paz», Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia
(2004).
cf. Juan Pablo II, Familiaris consortio (1981) y Evangelium vitae (1995).
J. Ratzinger (Benedicto XVI), Jesús de Nazaret,69-70.
cf. Conferencia Episcopal Española, La Caridad de Cristo nos apremia. Reflexiones
en torno a la ‘eclesialidad’ de la acción caritativa y social de la Iglesia (2004).
cf. Juan Pablo II, Novo Millennio Ineunte, 43.
Pablo VI, Populorum Progressio, 32.
Pablo VI, Populorum Progressio, 33.
cf. Lc 10; Mt 5, 1-12; Mt 25, 31-46; Jn 13, 1-17.
Pontificio Consejo «Justicia y Paz», Compendio de la doctrina social de la Iglesia,
66.
cf. Pablo VI, Evangelii Nuntiandi, 31.
cf. Conferencia Episcopal Española, La caridad en la vida de la Iglesia. Propuestas
de acción pastoral (1993); Comisión Episcopal de Pastoral Social, La Iglesia y los
pobres (1994).
Benedicto XVI, Sacramentum Caritatis, 90.
Juan Pablo II, Discurso a la Pontificia Academia de las Ciencias Sociales (27-IV2001).
cf. Conferencia Episcopal Española, Plan Pastoral 2006-2010. «Yo soy el pan de
vida» (Jn 6, 35). Vivir de la Eucaristía, esp., 32-41.
Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes, 1.
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La Iglesia en España y los inmigrantes
Reflexión teológico-pastoral y Orientaciones prácticas
para una pastoral de migraciones en España
a la luz de la Instrucción Pontificia
Erga migrantes caritas Christi
Madrid, 22 de noviembre de 2007
INTRODUCCIÓN
Los obispos de la Iglesia en España hemos creído oportuno volver a reflexionar y a concretar acciones pastorales ante los nuevos signos que acompañan
al complejo fenómeno de las migraciones en nuestro país. Dos datos relevantes,
uno de naturaleza sociológica y otro de carácter normativo y pastoral, han sido
decisivos a la hora de elaborar y aprobar el presente documento.
El dato sociológico es la profunda transformación del fenómeno de las
migraciones acaecida en España en las últimas décadas. Sin que haya terminado la presencia de españoles en otros países, sobre todo en América y en Europa,
aunque su número haya disminuido sensiblemente, ha aumentado al mismo
tiempo y muy rápidamente el número y la variedad de extranjeros entre nosotros.
El dato de carácter normativo y pastoral es la publicación de la Instrucción
Erga migrantes caritas Christi por el Consejo Pontificio para la Pastoral de los
emigrantes e itinerantes, el 3 de mayo de 2004. Pretendemos, a este respecto,
dar un paso más en la aplicación de la referida Instrucción a nuestra realidad
concreta.
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Como precedente, hacemos referencia al paso similar que dio nuestra
Asamblea Plenaria en el año 1994. Quisimos responder a la situación de las
migraciones del último tercio del siglo pasado y adaptar las entonces vigentes
enseñanzas de la Iglesia referidas a la Pastoral de las Migraciones. La oportunidad nos la ofreció la celebración del XXV Aniversario de la Instrucción De pastoralis migratorum cura. La Conferencia Episcopal Española aprobó en aquel año
de 1994 el documento Pastoral de las Migraciones en España. Era la primera vez
que nuestra Conferencia se pronunciaba y proporcionaba unas orientaciones
pastorales para que «los católicos españoles puedan prestar un auténtico servicio a los migrantes»[1]. Siguió un nuevo documento, La Inmigración en España:
desafío a la sociedad y a la Iglesia, publicado por la Comisión Episcopal de
Migraciones en 1995. Comenzaban a apuntar los primeros síntomas de lo que
constituiría años más tarde nuestra realidad, y que hoy es a todos perceptible, es
decir, la presencia de varios millones de trabajadores extranjeros con sus familias en nuestro país.
En 1994 nos planteábamos dotar a los católicos españoles de un instrumento para poder prestar un servicio a los inmigrantes. Hoy, convencidos de que
muchas de aquellas orientaciones siguen siendo válidas, queremos dar un nuevo
impulso a la pastoral de migraciones con la presente reflexión teológico-pastoral: que nos ayude a afrontar el reto de una nueva evangelización, con todas las
exigencias que plantea, y a hacer de la Iglesia signo e instrumento de la acción
de Dios en nuestro tiempo para todos los hombres y mujeres que viven en nuestro país, sea cual sea su procedencia, cultura, religión o condición social. El
documento tiene el doble carácter de reflexión teológica y acción pastoral, sin
que pretenda ser todo un tratado sobre la pastoral de las migraciones o de la
movilidad humana. Ofrece unas pistas para la acción pastoral, deducidas de la
misma reflexión teológica, de la nueva normativa de la Iglesia y de las exigencias de la realidad actual. No pretendemos descender al detalle de confeccionar
todo un plan pastoral, que quedaría para un posible futuro directorio y, desde
luego, para la responsabilidad de cada Obispo en su diócesis.
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En cuanto a los destinatarios, el documento va dirigido principalmente a
todas las personas, instituciones y organizaciones de la Iglesia que se ocupan de
la atención pastoral, en su sentido más amplio, de este sector de la población.
Incluimos obviamente a nuestras comunidades cristianas. También incluimos a
los propios inmigrantes en cuanto que están llamados a ser, junto con nosotros,
agentes de transformación de nuestras comunidades y de nuestra sociedad. No
excluimos como destinatarios de nuestra palabra, menos aún de nuestra acción,
a la misma sociedad, al menos en lo que respecta a su sensibilización ante un
fenómeno que a todos nos afecta e interpela.
1. ALGUNOS DATOS DE LA SITUACIÓN ACTUAL DE LAS MIGRACIONES
Analizando o simplemente observando la situación de los movimientos
migratorios en el momento actual, tanto desde la perspectiva mundial, como
desde la europea, como, sobre todo, de la de nuestro país, se constata lo acertado de la formulación del papa actual Benedicto XVI quien, en su Mensaje para
la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado en el año 2006, calificaba la
emigración como «uno de los signos de nuestro tiempo».
Con referencia, en primer lugar, a la situación de las migraciones en el
mundo, los datos que nos ofrecía Naciones Unidas[2] en 2005 situaban el
número de migrantes internacionales en los 191 millones, de los cuales 115 vivían en países desarrollados y 75 en países en desarrollo; cerca de 200 millones
de inmigrantes esparcidos en distintas partes de la tierra, es decir, casi un 3% de
la población mundial, con una cantidad casi igual entre hombres y mujeres (el
48,6% de todos los migrantes son mujeres).
Llama la atención, por otra parte, que el mayor número de emigrantes está
en los países subdesarrollados. El movimiento migratorio, marcado ciertamente
en parte por los desniveles en el desarrollo que provoca la corriente humana de
Sur a Norte, es más fuerte y más numeroso aún de Sur a Sur.
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Por lo que se refiere a Europa, se puede afirmar que hoy apenas queda un
país que no esté fuertemente afectado por el fenómeno de las migraciones en
todas las direcciones: De Sur a Norte, de Este a Oeste y viceversa y de otros continentes hacia el continente europeo. Así, por ejemplo, mientras los rumanos,
hombres y mujeres, emigran hacia los países del Occidente de Europa, los puestos que dejan vacantes en las fábricas de Rumanía, sobre todo de trabajadoras,
son ocupados por inmigrantes chinas.
De continuar las actuales tendencias, tanto la económica y del desarrollo de
Europa, como la demográfica de envejecimiento y de bajísima tasa de nacimientos, el número de inmigrantes en Europa irá en aumento en las próximas
décadas. La Organización de Naciones Unidas calcula que para el año 2050
Europa necesitará 159 millones de inmigrantes.
Centrándonos en la actual situación de nuestro país, la inmigración ha experimentado un claro cambio de signo en los últimos años. No solamente porque
hemos pasado en dos décadas de ser un país de emigración a ser uno de los países de Europa con más elevado número de inmigrantes, sino porque, además,
este cambio o inversión de tendencia se ha realizado en poco tiempo, es proporcionalmente muy elevado en el número y variado en la procedencia, lengua,
cultura, religión, etc. de los inmigrantes.
Por otra parte, no podemos dejar de seguir teniendo en cuenta el número
notable de españoles que residen aún en otros países de Europa, más los que,
por razones de trabajo, intercambio o estudio, pasan largas temporadas fuera de
nuestro país. A ellos se añade el elevado número de emigrantes de habla española repartidos por buena parte de los países europeos, que generalmente son
acogidos y atendidos por los servicios pastorales creados para los españoles.
Aunque se siguen manteniendo algunos de los servicios que se crearon en los
años de fuerte emigración de españoles, resulta cada vez más difícil atenderlos
debidamente, sobre todo por la falta de sacerdotes y demás agentes pastorales.
Centrándonos en el fenómeno de la inmigración en España en la actualidad,
podemos contemplar el cambio originado desde los siguientes puntos de vista:
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- Numérico: En diez años, el número de extranjeros, aunque no todos puedan ser considerados como inmigrantes, ha pasado de 542.314 (1,37% de
población total) en 1996 a 923.879 (2,28%) en el año 2000, a 4.482.568 en
el año 2007 (9,93%). (En 2001 fueron 1.370.657; en 2002: 1.977.948; en
2003, 2.664.168; en 2004, 3.034.326; en 2005: 3.730,610 y en 2006:
4.144.166). En los siete últimos años se ha dado una media de crecimiento
de aproximadamente 500.000 emigrantes por año.
- Rápido y acelerado: Los números hablan por sí solos y expresan una magnitud y dificultad tal, que bien se puede entender que ni la sociedad, ni la
Iglesia, a pesar de los esfuerzos realizados y que se siguen realizando, pueden estar en condiciones de responder adecuadamente con las personas,
estructuras, servicios y recursos a las exigencias que la nueva y cambiante
situación demanda.
- En razón de la procedencia: Los extranjeros empadronados en España proceden de los continentes siguientes: Europa (42,8%); América (36,2%); África (16,3%); Asia (4,6%) y Oceanía (0,1%).
Dentro del continente europeo los tres países con mayor número de inmigrantes en España en términos absolutos son Rumanía (506.711); Reino Unido
(298.623) y Alemania (150.570).
Del continente americano: Ecuador (410.153); Colombia (258.354) y
Argentina (184.613).
Del continente africano: Marruecos (519.811); Argelia (44.432); Senegal
(34.415); Y del continente asiático: China (94.837); India (20.554) y Filipinas
(18.243)[3].
- En razón de la religión o confesión religiosa: Buena parte de los inmigrantes
son católicos, aunque de distintas culturas y tradiciones, como son los latinoamericanos, también muy distintos según sus países respectivos, o los proPág. 879
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cedentes de Filipinas o de África, o los católicos de países del Centro y Este
de Europa, a los que no vale tratar de modo uniforme. Hay también un buen
número de católicos de rito oriental, que exigen un trato diferenciado, en
razón de su rito. Contamos con un número no muy elevado de la tradición
protestante y de la anglicana, así como con numerosos ortodoxos griegos,
rusos, rumanos, etc. Ello nos está obligando a introducir con fuerza y urgencia, en la pastoral con los inmigrantes, el componente ecuménico, de escasa actualidad y praxis hasta ahora en nuestro país.
Especial mención y atención requieren los fieles del Islam, numerosos, diversos entre sí, y con los que las relaciones, sobre todo en el nivel religioso, son
muy difíciles. No desdeñable es el número de los practicantes de otras religiones o de los que no tienen religión. Estos grupos exigen una pastoral de carácter misionero y marcada por el diálogo interreligioso.
En definitiva, y como consecuencia de esta nueva realidad, se demanda a la
Iglesia el planteamiento de una pastoral nueva, ágil, flexible, diferenciada, imaginativa… Una pastoral que no puede seguir siendo uniforme donde lo era, para
comunidades, ya reales o «in fíeri», como son las actuales o las que se perfilan
para el futuro.
2. LA EMIGRACIÓN, FENÓMENO HUMANO COMPLEJO. SUS CAUSAS Y
CONSECUENCIAS
La emigración en sí misma no es un mal, es un fenómeno humano complejo y tan antiguo como la misma humanidad. Tiene serias repercusiones en las
personas, en las familias y en la sociedad. Unas positivas: como la mejora de las
condiciones económicas del emigrante, de su familia y de su país de origen; la
elevación, en muchos casos, del nivel cultural y profesional; la apertura a nuevos horizontes y a relaciones humanas más ricas, etc. Otras negativas: como el
desarraigo, el riesgo de ruptura familiar, la pérdida de la salud, el aislamiento, la
soledad, la marginación, la explotación… y una mezcla de amor a la patria, que
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se sigue considerando como propia, y de odio a la misma por no haber proporcionado al que tiene que emigrar las condiciones mínimas para seguir viviendo
en su tierra.
El mal de la emigración suele estar en las causas que la originan, generalmente situaciones de injusticia, de violencia y de carencia de lo más mínimo
para el digno desarrollo de las personas y de sus familias. Otras veces, el mal
está en el camino, en las acciones delictivas de intermediarios y traficantes.
Otras, en el destino por el abuso de personas sin conciencia o el establecimiento de leyes injustas que no respetan la dignidad y los derechos fundamentales de
las personas.
Aunque las causas de las migraciones pueden ser de muy diversa naturaleza, las que originan la actual presencia de inmigrantes en España son casi exclusivamente de naturaleza económica: subdesarrollo, hambrunas, pobreza, paro…
En algunos casos –exiliados, solicitantes de asilo y refugio– las causas son la violencia, la persecución o las guerras. En otros, sencillamente, la más fácil movilidad actual o el coraje de quienes desean conocer otro mundo o mejorar su
nivel económico, cultural, etc.
No son desdeñables otras causas que agravan la situación en origen, en el
camino o en destino, como es la existencia de gobiernos corruptos o la explotación por parte de empresarios sin conciencia, o de traficantes de las más diversas especies, con seres humanos, etc. Vistas las migraciones desde Europa, hay
un factor determinante para la venida de inmigrantes, que es el actual «invierno
demográfico» y desarrollo económico de Europa y más en concreto de España.
Este demanda trabajadores que han de venir de países menos desarrollados, con
numerosa población joven y escasas posibilidades de trabajo.
Dada la libertad de circulación, vienen también, por desgracia, entre las personas honradas, miembros de mafias y delincuentes comunes. Pero sería injusto extender al resto de los inmigrantes la valoración negativa de estos. No podemos olvidar a los estudiantes o a los que salen de su tierra a ejercer un trabajo,
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movidos por el deseo de una mejor formación y experiencia profesional. Menos
aún a los misioneros, capellanes, trabajadores sociales, cooperantes, etc., que
van a prestar un servicio a los mismos emigrantes o a los más desfavorecidos de
la sociedad.
En definitiva, nos encontramos ante un complejo fenómeno social y personal, que tiene en su origen y desarrollo muy serios problemas. Buena parte de
estos se debe a que las cosas no se hacen del todo bien. Pero la emigración por
sí misma no es un problema. El fenómeno migratorio es, de hecho, una situación
estructural que debe ser abordada, por lo tanto, con creatividad, justicia y eficacia[4].
3. LA EMIGRACIÓN NOS INTERPELA Y, A SU VEZ, CONSTITUYE UN
MOMENTO DE GRACIA
La actual realidad de las migraciones en Europa y en España supone una
seria interpelación a todos: individuos, sociedad y sus organizaciones, administraciones públicas e Iglesia. Nadie puede permanecer ajeno ni indiferente ante
un fenómeno de tal envergadura.
Las respuestas que se están dando por parte de la sociedad son muy diversas. A veces condicionadas por prejuicios o estereotipos o por el temor a lo
extraño y desconocido. Es la reacción, minoritaria pero real, que revela actitudes xenófobas, racistas, violentas o discriminatorias.
En cuanto a la respuesta de las administraciones públicas, las leyes de
extranjería son, por regla general, restrictivas, a la defensiva y tendentes a priorizar los llamados «intereses nacionales», como la demanda interna de mano de
obra, la llamada «seguridad nacional...». El trabajador extranjero puede convertirse en factor de equilibrio, en «colchón de la economía» o en «ejército de
reserva para la economía sumergida» del país receptor, sometido a los vaivenes
del mercado de trabajo.
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Corresponde a la autoridad civil regular los flujos migratorios que razonablemente pueda asumir. Este proceso ha de comenzar en los países de origen.
Han de arbitrarse las medidas que garanticen la seguridad en el traslado de las
personas y crearse las estructuras de acogida adecuadas. Atención especial debe
prestarse a los llamados «sin papeles», respetando siempre su dignidad y derechos fundamentales.
Lo que se refiere a la respuesta de la Iglesia lo trataremos más ampliamente
en los capítulos siguientes. Ello constituye el núcleo de este trabajo.
Sin embargo, el fenómeno de las migraciones no sólo nos interpela y demanda una respuesta a sus problemas, sino que la presencia de los inmigrantes entre
nosotros constituye una oportunidad histórica para la Iglesia en muchos aspectos; puede calificarse de una gracia, de un verdadero kayrós. Destacamos algunos aspectos.
La presencia de los inmigrantes, oportunidad y gracia para vivir la catolicidad
La catolicidad es una nota característica de la Iglesia y la vocación a la que
esta debe responder en la historia. La presencia de los inmigrantes ofrece a la
Iglesia una oportunidad y ha de ser vista como una gracia que ayuda a la Iglesia
a hacer realidad esa vocación de ser signo, factor y modelo de catolicidad para
nuestra sociedad en la vida concreta de las comunidades cristianas.
Por eso hemos de dar gracias a Dios por los emigrantes, que nos proporcionan la oportunidad de acogerlos y, por la acción del Espíritu, recibir de ellos,
con su trabajo y servicios, sus dones y su riqueza. Este intercambio de dones en
la fraterna convivencia es una prefiguración de la humanidad «unida en Cristo».
Del trabajo en los próximos años depende la convivencia de las futuras generaciones en España. La Iglesia tiene una palabra, una tarea propia. Al mismo tiempo, fiel al deseo y al mandamiento de su Señor de reunir en una sola familia a
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todos los pueblos y desde una correcta lectura de los signos de los tiempos, tiene
la oportunidad de constituirse en signo que anticipe el futuro y en modelo de
referencia para la sociedad futura, que ya se está percibiendo más fraterna en la
unidad de los pueblos diversos.
Oportunidad y gracia para el fortalecimiento de nuestras comunidades
La integración de los cristianos católicos extranjeros, que desde el principio
son miembros de pleno derecho, en nuestras comunidades supone un fortalecimiento y un enriquecimiento de dichas comunidades. No sólo por la juventud
que suelen traer a unas comunidades generalmente en proceso de envejecimiento, sino, también y sobre todo, por la riqueza que aportan con sus valores
y con la variedad de sus expresiones y tradiciones.
Oportunidad y gracia para la misión «ad gentes»
Como dice la Encíclica Redemptoris missio:
La llegada de inmigrantes de los países considerados como de «misión»
ha abierto un nuevo ámbito de la «misión ad gentes», además de los
territoriales y culturales. La acción misionera del primer anuncio también
puede y debe hacerse en nuestro país. Los no cristianos llegan en gran
número a los países de antigua cristiandad, lo cual exige a la Iglesia la
acogida, el diálogo, la ayuda y, en una palabra, la fraternidad. La Iglesia
debe acogerlos en el ámbito de su solicitud apostólica[5].
La Iglesia local ha de incorporar a su pastoral ordinaria una acción claramente misionera con las características propias del primer anuncio. Esa respuesta evangelizadora precede a posteriores acciones catequéticas y pastorales,
y requiere su pedagogía propia y una atención pastoral tanto en el tiempo como
en los recursos humanos y materiales.
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Oportunidad y gracia para el diálogo ecuménico e interreligioso
La presencia entre nosotros de inmigrantes procedentes de las diversas tradiciones cristianas –sobre todo ortodoxos, pero también protestantes, anglicanos,
etc.– y de otras religiones, constituye para la Iglesia una oportunidad para el diálogo y el trabajo ecuménico, para reforzar y ejercer la fraternidad entre los cristianos y para el diálogo interreligioso.
Constituye también un enriquecimiento la presencia de católicos de otros
ritos, con su rica liturgia, con sus costumbres y tradiciones.
Oportunidad y gracia para la acción caritativa y social de la Iglesia
La situación de desvalimiento, de desarraigo, de desamparo y a veces de
explotación, en que con frecuencia se encuentran los inmigrantes, ofrece a la
Iglesia la oportunidad y reclama de ella la obligación de ejercer de Buen samaritano que cure sus heridas, les ayude a levantarse y a recobrar la conciencia de
su dignidad, camine con ellos, les proporcione hogar y nueva patria y les preste algo de su propia vida y riqueza.
La inmigración constituye una gran oportunidad para la Iglesia y una gracia
de Dios que le ayuda a acreditarse como experta en humanidad. Sensible a la
realidad y a las circunstancias de los inmigrantes, la Iglesia, por medio de sus
instituciones y por la acción de sus miembros, manifestará la cercanía del Dios
en quien cree y del mensaje de aliento y esperanza que vive y lleva a la práctica.
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4. PASTORAL DE LAS MIGRACIONES
a) Precedentes en la Sagrada Escritura
A la hora de dar una respuesta a este fenómeno por parte de la Iglesia, esta
encuentra su precedente y su fuente de inspiración doctrinal y práctica en la
Sagrada Escritura, que nos narra la historia del Pueblo de Israel, el acontecimiento de la vida y doctrina del Señor y la historia de la primitiva Iglesia, así
como en la tradición de la propia Iglesia y en su magisterio a lo largo de los
siglos.
Por lo que se refiere a la Sagrada Escritura, podemos encontrar una exposición más detallada en la Instrucción Erga migrantes caritas Christi, en sus números 14-26 y en otros documentos. A ellos remitimos.
Baste aquí hacer mención de algunas de las categorías que, tanto en el
Antiguo como en el Nuevo Testamento, se establecen en la doctrina y en la praxis del trato con los emigrantes y extranjeros.
En el Antiguo Testamento, la originalidad del Pueblo de Israel radica en el
hecho de haber configurado su experiencia religiosa en el marco de la migración –trashumancia, económica o forzada– que está en la base de otras experiencias anexas como la esclavitud, la injusticia y el sufrimiento, frente a otras
dimensiones del hecho religioso en culturas contemporáneas[6]. La referencia a
los Patriarcas que salieron de su tierra, la peregrinación por el desierto camino
de la Tierra Prometida, los sucesivos destierros y la vuelta a la patria, es una permanente referencia.
De esta manera, junto a la tradicional cultura de la acogida oriental o mediterránea, las experiencias meditadas configuran una postura acogedora hacia el
emigrante, y la codificación legal muestra en su evolución a lo largo de la literatura veterotestamentaria un progreso en una triple tendencia: a) la equipara-
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ción en el plano social y cultural del acogido y del autóctono[7] junto a b) una
normativa específica que persigue paliar sus carencias y proteger sus derechos[8] y c) la preocupación se hace más honda, aún, respecto de aquellos que
viven esta experiencia de la emigración en clave de dolor y sufrimiento, y por
esta razón adquiere sentido la tríada «viuda-huérfano-emigrante», objeto de un
trato especial[9].
«Porque emigrantes fuisteis en Egipto» (Ex 22, 20), podría ser el resumen y
llamada por parte de Dios a su pueblo a la atención a los emigrantes y extranjeros.
En cuanto a las referencias en el Nuevo Testamento, Jesús nace fuera de su
casa. Muy pronto perseguido, tiene que emigrar con sus padres. En su trabajo
por el Reino de Dios, no tiene donde reclinar la cabeza, acoge a extraños y
extranjeros y se identifica con el emigrante y con el peregrino. «Fui extranjero y
me acogisteis» (Mt 25, 35) puede considerarse como la expresión más adecuada de la actitud de Jesús y del programa para sus discípulos.
La predicación de Jesús se transforma en la proclama de una Salvación que
es noticia para todo hombre y nación en igualdad de condiciones[10]. La noticia y el gozo experimentado en la Resurrección incluían en la novedad la reafirmación de esta clave de comprensión teológica[11]. De esta forma se comprende la reflexión paulina y la identidad adquirida por el Bautismo como vínculo común de pertenencia. «Ya no hay judío o griego, ya no hay esclavo o libre,
ya no hay varón o hembra…» (Gal 3, 28) porque todos han sido convocados por
una filiación común[12].
Lo que en el periodo veterotestamentario era una sensibilidad acogedora
hacia el extraño, ahora se convierte en un compromiso de encuentro hacia todo
hombre y toda nación. Junto a esta novedad de un Reino universal, el compromiso hacia el emigrante y el extranjero se hace preciso en la medida en la que
participa del dolor y del sufrimiento. Por el acontecimiento de la cruz, todo
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hombre podía, desde entonces, vivir los momentos de sufrimiento como un
ámbito privilegiado para el encuentro con Dios, haciendo propio el grito de
Jesús en la cruz: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» (Mt 27,
46), «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu» (Lc 23, 46).
La primitiva Iglesia adquiere notoriedad y recibe el impulso del Espíritu en
Pentecostés con la incorporación de los más diversos pueblos y crece y se desarrolla en la diáspora, en la persecución, en el destierro, en la misión.
San Lucas construye su descripción de forma que el oyente pueda trasladarse a la tradición de Babel (Hch 2, 5-11). Si entonces se partía de una lengua
común y se daba razón de cómo la soberbia del hombre había instaurado el
desencuentro, ahora la pluralidad de lenguas, de procedencias y culturas no es
impedimento para la comunión porque la presencia del Espíritu garantiza el vínculo establecido[13].
Impulsados por el gozo de la experiencia del Resucitado, hecha realidad en
la presencia del Espíritu, los creyentes se lanzan al anuncio del mensaje en su
propia experiencia de vida pública[14]. En ese momento es posible comprender
la novedad del Reino que había sido anunciado y se hace preciso renovarlo en
los diversos momentos históricos y en las diversas culturas. Por esta razón, la tradición acogedora del Pueblo de Israel, hecha universal y misionera en la predicación de Jesús, se convierte en rasgo de genuina identidad en la Iglesia[15].
Estas notas características de la primitiva Iglesia se han mantenido a lo largo de
la historia y se han hecho patentes, sobre todo, en los sucesivos movimientos y
transmigraciones de los pueblos, en los descubrimientos de nuevos mundos, en
las deportaciones y destierros, en las migraciones laborales, en los exiliados y
refugiados, en definitiva, en la Iglesia misionera. La praxis y atención pastoral en
el mundo de la movilidad ha ido siempre acompañada por la rica doctrina de
los Padres de la Iglesia, de los teólogos cristianos y del Magisterio de la Iglesia,
así como por la acción misionera y pastoral de todo el pueblo de Dios, según
las diversas épocas y circunstancias.
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Podemos decir que la Pastoral de las Migraciones ha sido un aspecto importante de la pastoral misionera y, posteriormente, de la que después se ha denominado y desarrollado como Doctrina Social de la Iglesia.
b) Historia de la Pastoral de las Migraciones
Desde finales del siglo XIX se ha ido perfilando una pastoral de la movilidad
humana, de las migraciones, hoy denominada «Pastoral de los emigrantes e itinerantes», como una «pastoral específica». Nace de la necesidad de prestar por
parte de la Iglesia una atención pastoral específica o diferenciada a las personas
que por su especial condición y a causa de su movilidad o desplazamientos no
pueden acogerse a los servicios de la pastoral ordinaria, pensada más para
poblaciones sedentarias. Esta doctrina ha quedado plasmada en los documentos
de la moderna pastoral de las migraciones, sobre todo en la Constitución apostólica Exsul familia, de Pío XII (1952), en el Motu Proprio Pastoralis migratorum
cura de Pablo VI, al que acompaña la Instrucción correspondiente de la Sagrada
Congregación de los Obispos (1969) y en la Instrucción pastoral Erga migrantes
caritas Christi, del Consejo Pontificio para la pastoral de los emigrantes e itinerantes, con la aprobación de Juan Pablo II (2004). Determinante fue también, en
el desarrollo de esta doctrina y de esta pastoral, el Concilio Vaticano II.
Posteriormente ha pasado a constituir norma canónica en los Códigos, tanto en
el Código de Derecho Canónico (CIC) como en el de los Cánones de las Iglesias
Orientales (CCEO).
La Conferencia Episcopal Española se ha ocupado de las migraciones en
diversos momentos. Fruto de sus reflexiones y deliberaciones son, entre otros, los
documentos Pastoral de las Migraciones en España (LXI Asamblea Plenaria,
1994), y La Inmigración en España (Comisión Episcopal de Migraciones, 1995).
Sería muy largo reseñar las numerosas e importantes intervenciones y medidas
llevadas a cabo por los Papas, los diversos organismos de la Santa Sede, por los
Obispos de las diversas diócesis en España, así como por la Comisión Episcopal
de Migraciones, sobre todo con motivo de la Jornada Mundial de las
Migraciones.
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La sola mención expresa en el título de la expresión «Caritas Christi», en la
última Instrucción pastoral del Consejo Pontificio, frente a las dos expresiones
anteriores «familia» y «pastoralis… cura» o «pastoral», respectivamente, en los
dos documentos pontificios básicos anteriores, a saber Exul familia y Pastoralis
migratorum cura, nos da una idea del cambio experimentado, tanto en la situación que se quiere atender, como en la orientación de la pastoral con la que la
Iglesia quiere responder.
Exul familia respondía a una emigración de finales del siglo XIX y principios
del XX, más la emigración «entreguerras», en definitiva, antes del Concilio
Vaticano II, en que emigraron familias y hasta pueblos enteros de los países
europeos, sobre todo a América, después a los países que se recuperaban de la
II Guerra Mundial o más desarrollados. Con frecuencia los emigrantes eran
acompañados por los sacerdotes de su país. La Santa Sede, a través de la
Congregación Consistorial, mantenía un papel importante en lo referente a la
jurisdicción y orientación pastoral.
Se afirma la necesidad de asegurar a los extranjeros una atención pastoral
«en una forma proporcionada a sus necesidades y no menos eficaz que aquella
de la cual gozan los demás fieles en su diócesis»[16]. Aunque en todo momento se insiste en la responsabilidad del Obispo de la diócesis adonde llegan los
emigrantes y sus familias, se asigna un papel relevante en la configuración y responsabilidad de esta pastoral a la Sagrada Congregación Consistorial[17]. Algo
parecido, pero no igual, a la que mantiene la Congregación para la
Evangelización de los pueblos, antes de Propagación de la fe.
El objetivo que se propone esta pastoral –con ministros propios, estructuras
especiales, con la singular responsabilidad de la Sagrada Congregación
Consistorial– con los emigrantes no es dirigirlos hacia el gueto o hacerlos diferentes, sino, por el contrario, hacerlos iguales a los demás en la posibilidad de
recibir la atención pastoral de la Iglesia del lugar. Para ello se les proporciona a
los emigrantes ayudas que compensen las que la Iglesia local ofrece a los autóc-
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tonos y a las que aquellos, por lo menos en un primer momento, tienen difícil o
imposible acceso.
El Concilio Vaticano II, en la línea de la Exsul familia, mantiene y reafirma el
presupuesto del derecho de los migrantes a una pastoral específica, pero supuso un cambio cualitativo en el desplazamiento de los acentos de la pastoral de
migraciones. El Concilio desarrolla y acentúa la teología de la Iglesia particular
y, consiguientemente, la responsabilidad primaria y preferente del Obispo local
en esta pastoral específica. Este planteamiento se expresa en el Decreto Christus
dominus[18].
La novedad más importante radica no tanto en esta formulación cuanto en
la autocomprensión de la propia Iglesia y el haber puesto de relieve la Iglesia
particular. Lumen gentium presenta a la Iglesia como pueblo de Dios[19], lo que
implica la participación en comunión de todos los fieles en la misión de la
Iglesia. Una consecuencia de esta renovación eclesiológica consiste en la afirmación clara de la responsabilidad del Obispo y de la Conferencia Episcopal en
la atención pastoral a los emigrantes que, aunque extranjeros, son miembros de
pleno derecho de la Iglesia local. Es más, ellos, con su universalidad, son un
signo visible de la catolicidad de la misma.
La renovación conciliar tuvo como fruto, tan sólo dieciocho años después de
la Exsul familia, la publicación, en forma de Motu Proprio de Pablo VI[20], de la
Instrucción de la Sagrada Congregación para los Obispos De pastorali migratorum cura (1969), como carta magna para la pastoral de migraciones. En ella se
desarrolla el n. 18 de Christus dominus y se recoge toda la doctrina conciliar
referida a esta pastoral. Deja bien clara la responsabilidad del Obispo y la Iglesia
local[21]. Además, plantea que en la asistencia específica a los migrantes están
implicadas también las Conferencias Episcopales[22]. La Santa Sede mantiene
un importante papel, pero no libera a la Iglesia local y al obispo diocesano de
ser los primeros responsables[23].
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Varía también la óptica desde la que se contempla al migrante (se cambia la
terminología: emigrante por migrante). Ya no se trata del emigrante católico al
que hay que defender. La realidad ha cambiado mucho y la Iglesia ahora se
expresa de modo positivo: el objetivo es ayudar a crecer en la fe al migrante
atendiendo a las nuevas circunstancias y al horizonte cultural en el que la recibió[24]. Por tanto se reconfirma la especificidad de esta pastoral por la condición especial de los migrantes y la necesidad de instrumentos pastorales apropiados para responder a esa situación[25]. Especificidad que se fundamenta en
el derecho que tiene todo migrante al respeto del patrimonio cultural propio en
el que se engarza su fe.
El nuevo Código de Derecho Canónico (1983) (cf. CIC 383) tradujo en
norma jurídica para la Iglesia la visión eclesiológica del Vaticano II. La normativa canónica introduce en la pastoral ordinaria de la Iglesia la especificidad de la
pastoral migratoria. Se puede decir, por tanto, que ya es oficialmente una «pastoral específica ordinaria»[26]. Poco a poco se ha ido ganando terreno tanto en
la afirmación de la especificidad de esta pastoral como en la delimitación de su
ser y su contenido.
En la Instrucción Erga migrantes caritas Christi se nos dice que «pretende
actualizar –teniendo en cuenta los nuevos flujos migratorios y sus características– la pastoral migratoria»[27].
Habían transcurrido treinta y cinco años desde la publicación de Pastoralis
migratorum cura y once desde la promulgación del nuevo Código de Derecho
Canónico. Personas de las más diversas procedencias, razas, culturas, lenguas,
religiones, etc., habían ido dando a las migraciones, en la segunda mitad del
siglo pasado y en los comienzos del presente, una especial configuración. Ello
hacía conveniente y hasta necesaria una nueva intervención de la Santa Sede,
que respondiera con la doctrina a la nueva realidad creada y contribuyera a
adaptar a la nueva realidad las estructuras y servicios de la pastoral de las migraciones y a arbitrar los recursos tanto personales como materiales necesarios para
ello. Es lo que pretende la referida Instrucción.
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La Santa Sede, a través del Consejo Pontificio para la Pastoral de los emigrantes e itinerantes nos ofrece un nuevo documento, la Instrucción Erga migrantes caritas Christi, publicada el día 3 de mayo de 2004, previamente aprobada y
autorizada su publicación por el papa Juan Pablo II, el día 1 de mayo del mismo
año.
No vamos a entrar en detalle en el contenido y orientación de este último
documento de la Iglesia sobre la pastoral de las migraciones, porque desbordaría nuestro cometido. Además, la parte última de este trabajo, que desciende a
los aspectos más prácticos, hace constantemente referencia a la Instrucción.
Destacamos, en primer lugar, el título, marcado por la expresión caritas
Chriti, ‘amor de Cristo’. Ante la actual pluralidad y variedad de los emigrantes,
no cabe plantearse una pastoral en sentido estricto, como si se tratara solamente de la atención pastoral a católicos, ni siquiera en sentido ecuménico, dirigida
a cristianos de las diversas tradiciones o ritos. La nueva emigración la componen
personas católicas de diversos ritos, cristianos de las diversas tradiciones, creyentes en otras religiones y no creyentes, de las más diversas culturas y procedencias.
La Iglesia se siente enviada a todos ellos, y la categoría que puede abarcar a
todos no es otra que «el amor de Cristo». Este tomará, en la práctica, diversas
formas y expresiones, según la condición de los destinatarios de la acción de la
Iglesia. Será una pastoral en el sentido estricto para los católicos. Revestirá el
carácter de pastoral ecuménica entre los hermanos cristianos de otras tradiciones. Se centrará más en el diálogo interreligioso con los creyentes de otras religiones y estará siempre marcada, con unos y con otros, por el amor de Cristo.
Pero nadie quedará fuera del cuidado y atención de la Iglesia.
Vista esta Instrucción desde la perspectiva de la publicación de la primera
Encíclica de Benedicto XVI con el título de Deus caritas est el 25 de diciembre
de 2005, y la Exhortación postsinodal Sacramentum caritatis del 22 de febrero
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de 2007, llama la atención la sintonía en la doctrina y en la orientación pastoral perfectamente aplicables a la hora de afrontar el servicio actual de la Iglesia
a las personas en movilidad.
Señalamos solamente algunos aspectos que se acentúan en esta Instrucción
pastoral, como son:
La acogida por parte de la Iglesia a todos los inmigrantes, independientemente de su procedencia, condición social y religión. Acogida diferenciada,
obviamente, según se trate de católicos, cristianos, creyentes en otras religiones,
etc.
El diálogo, en sus diversas formas según la condición de los inmigrantes, y
que se diferencia en diálogo plenamente fraterno, ecuménico, interreligioso,
intercultural, de la vida, de la acción...
La inculturación, como una condición imprescindible en la Pastoral de las
Migraciones.
La triple dimensión de la Iglesia: Misterio, Comunión, Misión como líneas
maestras de toda la Instrucción.
c) Notas características de la Pastoral de las Migraciones
En los documentos de la Iglesia queda claro que la respuesta que las migraciones demandan de la Iglesia ha de ser una pastoral específica y especializada[28]. Durante más de medio siglo nos esforzamos, y lo seguimos haciendo,
para que esta atención no faltase a los españoles que emigraron fuera de nuestro país. Esta experiencia, repetida por las Iglesias locales en los diferentes lugares de llegada y apoyada por las de los lugares de salida, es la que se ha valorado y ha cristalizado en una normativa[29] para articular esta pastoral. Hoy las
circunstancias nos piden que, desde esta experiencia vivida, dirijamos nuestro
esfuerzo con el mismo celo hacia los inmigrantes llegados hasta nosotros.
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Pastoral específica no quiere decir pastoral paralela, mucho menos aún,
como nos previene Juan Pablo II, «una pastoral marginada para marginados».
Quiere decir una pastoral encuadrada y coordinada en el plan pastoral, pero que
tiene en cuenta las circunstancias que caracterizan la situación de los migrantes,
para hacer llegar hasta ellos la plena misión de la Iglesia, de la misma forma que
otras pastorales específicas que se encargan de sectores de población que viven
circunstancias especiales, tales como pastoral de la salud, juvenil, penitenciaria,
etc. Una pastoral, por tanto, especializada, para la que es necesario formarse
adecuadamente.
Las notas características de esta pastoral podemos denominarlas como:
Pastoral Misionera
Las Iglesias particulares tienen hoy un reto inédito y fundamental: evangelizar un «mundo nuevo», originado en nuestra propia casa[30]. El talante misionero de búsqueda del hermano, de diálogo y acogida, se ha de cultivar con
todos los llegados desde otros lugares y culturas, también con los migrantes
católicos. Es importante que el inmigrante, desde los primeros momentos, sienta cercanas las estructuras y a los agentes de pastoral migratoria. Los problemas
que le agobian hacen que, en general, no sea prioritario para el inmigrante católico buscar una comunidad en la que insertarse. Por eso una de las primeras exigencias de una pastoral de migraciones es eliminar fronteras y tender puentes
que salven las distancias en sentido psicológico y cultural.
Nuestra Iglesia ha estado y sigue estando presente en los países a los que llegaron y siguen llegando, aunque en menor número, emigrantes de nuestro país.
Las Iglesias de los respectivos países se esforzaron por atenderlos y desarrollaron
una pastoral que intentaba responder a la nueva realidad que se les planteaba o
se les sigue planteando. Contaron para ello, y cuentan, con la generosa entrega
y esfuerzo realizados por tantas personas, sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos, que, enviados por sus diócesis o superiores respectivos, han gastado y gas-
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tan su vida en esta labor. La semilla de esa experiencia ha de fructificar hoy en
la respuesta al nuevo reto misionero que se nos plantea con la presencia de los
inmigrantes en nuestros ambientes. Ante el fenómeno de las migraciones, la
Iglesia recuerda su experiencia y su vocación misionera[31].
Pastoral inculturada
En pocos espacios como en el de la pastoral con emigrantes e inmigrantes
parece tan necesario y urgente el proceso de doble dirección: inculturación del
Evangelio y evangelización de las culturas.
La situación cultural que vivimos hoy, en su dinámica global, supone «un
auténtico kayrós» que interpela al pueblo de Dios»[32]. Pero nos interpela también como Iglesia local y como parroquia y nos empuja a abrirnos al diálogo,
con todo lo que ello significa, de utilizar un lenguaje antropológico y cultural[33] que sea comprensible para poder testimoniar esa fe a las personas provenientes de otras culturas que no la conocen o vivirla en comunión con quienes ya la poseen. En el momento actual de una sociedad en transformación
hacia modelos multiétnicos y multiculturales, la pastoral de migraciones, como
misión, debe afrontar la inculturación como un reto necesario. Para ello es
imprescindible el diálogo, en el que han de implicarse no sólo los expertos, sino
todo el Pueblo de Dios, como pide Juan Pablo II[34]. Si parecía que el reto era
la inserción de la Iglesia en las culturas de los pueblos[35], las migraciones parece que quieren acelerar el proceso acercando a los miembros de esas culturas
diferentes a los espacios culturales en los que la Iglesia ha sembrado ya la semilla del Evangelio.
Pastoral de conversión y de reconciliación
El fenómeno migratorio sitúa hoy a nuestras Iglesias locales, parroquias,
comunidades y fieles ante el reto, nada fácil, de hacer el camino desde una
Iglesia monocultural a una Iglesia pluricultural, universal, católica, considerada
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no sólo en su conjunto global, sino también en cada Iglesia local, en la misma
realidad parroquial y en el corazón de cada fiel.
Los primeros en afrontar el reto han de ser los agentes de pastoral, que para
ser verdaderos evangelizadores deben ser conscientes de que se hacen responsables del Evangelio que proclaman, lo que exige la autenticidad personal fruto
de la santidad de vida[36]. La vivencia cotidiana de las parroquias y comunidades les empuja hoy a desarrollar un corazón católico, y para ello se necesita un
espíritu de conversión. El contacto con los inmigrantes les obliga a superar la
tentación de la asimilación e incluso manipulación y explotación religiosa. La
misma vivencia invita a nuestras Iglesias locales a transformar sus estructuras
organizativas y abrirlas al ecumenismo, al diálogo interreligioso y a la comunión
con las diversas culturas y expresiones de fe.
También los emigrantes han de recorrer su camino de purificación para
situarse en la nueva sociedad de acogida. Tendrán que aprender a reconciliarse
con su propia historia y superar las posibles heridas producidas por la doble relación de amor y de odio ante una patria que les ha obligado a emigrar para poder
trabajar, o por la amargura y el sufrimiento ante los sueños frustrados, o la
decepción y la rabia del refugiado y el solicitante de asilo ante países que se
dicen democráticos, pero que no saben apreciar su sed y búsqueda de libertad.
Todos hemos de dejarnos guiar por la Palabra para descubrir el significado que
Dios quiere imprimir a la vida aceptando, unos y otros, la providencialidad de
la cruz de la emigración que Él sabe transformar en nueva vida, en resurrección.
Pastoral de comunión
El pueblo de Dios «es un pueblo reunido en virtud de la unidad del Padre y
del Hijo y del Espíritu Santo»[37]. La experiencia cristiana de fe nos muestra esta
realidad de un «Dios comunión» que se manifiesta como una unidad relacional
de amor en la que las tres Personas se transmiten recíprocamente la única vida
divina y en este intercambio manifiestan, al mismo tiempo que la unidad, la diferencia entre ellas. El modelo de cómo afrontar la unidad y la diversidad lo tene-
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mos aquí: la unidad trinitaria no es una uniformidad colectiva, es el intercambio
de vida y de amor de varios «diversos». Entre nosotros, una tentación permanente, es la de no aceptar la diversidad del otro, y por lo mismo no estimarla ni
respetarla. Apreciamos mucho más la uniformidad que la pluralidad y esta es la
gran tentación cuando se trata de construir la comunión con las minorías venidas de fuera.
En la pastoral de las migraciones, la comunión adquiere una especial relevancia y se convierte en una de las expresiones más características de la Iglesia
local, llamada a ser la «casa de todos». Tenemos que aprender a reconocer y
agradecer la diversidad y la complementariedad de las riquezas culturales y de
las cualidades morales de unos y otros. La comunión nos exige a las Iglesias de
acogida superar la tentación de la asimilación y el colonialismo religioso. Para
ello es necesario acompañar los procesos de los inmigrantes, respetando ritmos.
Nuestro afán de «integrar», aún guiado por la buena voluntad, no suele ser bien
aceptado por ellos, y el reto es cómo gestionar esta presencia, respetando la
libertad de personas desarraigadas de sus contextos y asustadas ante el choque
con una nueva cultura[38].
Por eso es muy importante desarrollar nuevas estructuras y órganos adaptados a estos procesos: misiones cum cura animarum, capellanías étnicas, parroquias multiculturales, etc., integrándolas en las estructuras y órganos de participación desarrollados ya, para ejercer la corresponsabilidad: sínodos, consejos
presbiterales, delegaciones o secretariados diocesanos, consejos parroquiales,
de economía, etc., alimentado todo ello con una verdadera espiritualidad eclesial, ya que, sin ella, sólo serían máscaras de comunión[39]. Aquí el interrogante de fondo no es ya ¿qué pastoral para los inmigrantes?, sino ¿hacia qué modelo de comunidad nos dirigimos? ¿Desde dónde queremos practicar la pastoral de
comunión?
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Pastoral con signo de «catolicidad»
La nueva realidad empuja a la población autóctona y a los inmigrantes a
caminar por sendas de universalidad ya que para la Iglesia «nadie es extranjero». Pero siempre existe el peligro de preferir encerrarnos cada uno en nuestra
torre. Esta actitud a la defensiva ante el extranjero es la tentación de Babel que,
sin embargo, conduce a la dispersión y la confusión. Es el Espíritu de Pentecostés
el que, por el contrario, empuja a los Apóstoles a dejar su encierro y salir del
Cenáculo al encuentro de las gentes de lenguas y naciones diversas. El mismo
Espíritu que impulsa a Pedro a encontrarse con el pagano Cornelio o a Pablo en
su acción misionera.
En otros momentos históricos hemos podido vivir esta dimensión universal
en la consciencia de pertenecer a una Iglesia que en su totalidad, en la suma de
sus particularidades, es universal. Las fronteras físicas y políticas, bien definidas,
separaban a los fieles y gentes de las distintas culturas. Hoy, debido al desarrollo científico-técnico, una de las características del mundo moderno es la movilidad, que permite trasladarse con facilidad tanto a las personas como a las ideas
e informaciones, diluyendo las fronteras y creando sendas de universalidad. Por
eso los migrantes son agentes providenciales que ofrecen a la Iglesia local la
oportunidad de realizar su propia vocación católica. Una vocación que va más
allá de la acogida y de la tolerancia hacia las diversas culturas, ya que consiste
en realizar la comunión entre ellas[40]; que va más allá también de la comunión
entre los bautizados, manifestándose, entre otras formas, en la hospitalidad brindada al extranjero, cualquiera que sea su pertenencia religiosa, en el rechazo de
toda exclusión o discriminación racial y en el reconocimiento de la dignidad
personal de cada uno, con el consiguiente compromiso de promover sus derechos inalienables[41].
Concretando estos presupuestos en el panorama de nuestra Iglesia en
España, consideramos que es necesario plantearnos una pastoral con los emigrantes e inmigrantes, que aglutine, armonice y coordine las competencias y
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esfuerzos de las diferentes Comisiones Episcopales, las delegaciones diocesanas
que, en mayor o menor medida, tienen competencias en este sector de la pastoral, así como los diversos servicios de las parroquias y los servicios de los
Institutos de la Vida Consagrada.
Por otra parte, es necesario también establecer un equilibrio en las acciones
pastorales de tal manera que el gran peso y papel que se dé a unos sectores o
acciones pastorales no vaya en detrimento de la dedicación debida a otros sectores o acciones, ni de la puesta a disposición de los necesarios recursos humanos y materiales.
Pastoral, principalmente marcada por las notas de la Doctrina Social de la
Iglesia
No todas las personas que denominamos «inmigrantes» entran dentro del
grupo de los que consideramos, y ellos mismos se consideran, «obreros», sobre
todo «obreros por cuenta ajena». Hay también inmigrantes por razón de asilo y
refugio y por otras causas, estudiantes y otras personas con profesiones autónomas o en servicios de alta consideración social y de desahogada y hasta elevada situación económica. Con todo, el denominador común es el de trabajador
por cuenta ajena, con frecuencia ocupado en tareas de bajo nivel y en situación
laboral precaria, a veces «sin papeles».
Es evidente que la Iglesia, en el trato y atención a los inmigrantes, debe
actuar desde los principios de su Doctrina Social en todo lo que se refiere a la
condición del trabajador y practicar en su relación laboral con emigrantes la justicia en las relaciones laborales. A los que los contratan y a la Administración
pública exigirá la consideración debida a los inmigrantes y a sus familias y el
cumplimiento de la justicia.
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5. ALGUNOS PRINCIPIOS FUNDAMENTALES DE LA PASTORAL DE LAS
MIGRACIONES Y SUS CONSECUENCIAS PRÁCTICAS
a) Principios fundamentales
Hablamos de principios fundamentales como de las bases o fundamentos de
la doctrina y de la pastoral de las migraciones, que, a su vez, tienen su soporte
en derechos fundamentales. Recordamos algunos de ellos.
Para la Iglesia, el emigrante, independientemente de la situación –legal, económica, laboral– en que se halle, es una persona con la misma dignidad y derechos fundamentales que los demás, es un hijo de Dios, creado, redimido y querido por Él, es la presencia de Jesucristo, que se identifica con él y que demanda de nosotros el mismo trato y los mismos servicios que le debemos a Él. Entre
los derechos fundamentales están obviamente el de la libertad religiosa y el de
poder vivir con su familia en una vivienda digna. El inmigrante no es «una fuerza de trabajo», sin más, sino una persona. Con eso está dicho todo lo que a dignidad humana y derechos fundamentales se refiere.
La Iglesia defiende el derecho a emigrar. Toda persona tiene derecho a salir
de su tierra y buscar fuera un porvenir mejor, la elevación de su nivel cultural,
profesional y económico y el de su familia y a prestar un servicio fuera de su
patria. La Iglesia defiende también el derecho de toda persona a encontrar en su
país un nivel de vida digno que le garantice a él y a su familia el derecho a poder
llevar una vida digna en su país para no tener que emigrar[42]. La Iglesia se concibe a sí misma como la casa común en la que todos han de tener cabida y en
la que los últimos habrán de ocupar los primeros puestos en la preocupación,
en el afecto y en el servicio.
El principio y norma jurídica y pastoral que sirve de referencia y guía en la
actual Pastoral de las Migraciones se establece en el Concilio Vaticano II, al
determinar que compete, en primer lugar, a la Iglesia local del país de llegada o
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de acogida proporcionar servicios especiales a aquellas personas que por sus
condiciones de vida no pueden acogerse a los servicios ordinarios, generalmente los de las parroquias, pensados más bien para la población más asentada (cf.
Decreto Christus Dominus, 18).
Es obvio que la Iglesia local habrá de mantener una estrecha relación con las
Iglesias locales de los países de origen de los migrantes y, en muchos casos, por
lo menos en los primeros momentos, por razón del distinto idioma, cultura, rito,
etc., ser ayudada por sacerdotes y otros agentes de pastoral de los respectivos
países.
b) Consecuencias para la pastoral
De estos principios se derivan una serie de consecuencias que necesariamente habrán de reflejarse en la forma de trabajar pastoralmente con los inmigrantes en las tres etapas de su proceso; a saber, en su país de origen, en el camino y en el país de llegada o nueva residencia. Nos limitaremos prácticamente a
enunciar algunos de los aspectos más relevantes de la acción pastoral de la
Iglesia con los emigrantes.
El trabajo de la Iglesia con los emigrantes, como el de toda institución que
tenga una responsabilidad en el servicio a los mismos, comienza en el país de
procedencia de los propios emigrantes. A nadie se le oculta que los Estados y
naciones más desarrolladas han de establecer una ayuda más generosa a los países subdesarrollados o en vías de desarrollo. Esta ayuda no puede limitarse a la
venta de armas y a las migajas que caen de la mesa de los países opulentos. Estos
han de empezar por cumplir los compromisos contraídos de colaborar con los
países subdesarrollados con el 0,7% del PIB y con el Plan Millennium de erradicación del hambre. Incluso deben aumentar las ayudas en orden a posibilitar
la elevación del nivel de vida en todos los aspectos en aquellos países, de modo
que se haga innecesaria la salida de quienes hoy carecen de lo más elemental.
Además de urgir a los responsables de la política, la economía, el comercio, los
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gobiernos de las naciones, los organismos internacionales, los empresarios e instituciones financieras, etc., a que cumplan sus compromisos, la Iglesia tiene en
este aspecto un papel importantísimo, aunque modesto en lo que se refiere a sus
posibilidades económicas, pero ejemplar, ejemplarizante e interpelante. Nos
referimos al ingente y secular trabajo de la Iglesia en las misiones en países de
donde proceden muchos de los actuales emigrantes y en las acciones de ayuda
a los países subdesarrollados por medio de sus instituciones y obras –Misiones,
Cáritas, Institutos de la Vida Consagrada, Manos Unidas, entre otras.
Siempre se podrá mejorar. En las actuales circunstancias, la Iglesia ha de
poner un empeño especial y habrá de aumentar los recursos materiales y humanos en su presencia y acción en los países pobres de donde proceden los inmigrantes. Es el servicio más eficaz a los mismos en origen. La Iglesia, al mismo
tiempo que lleva la Buena Noticia, contribuye en buena medida a elevar el nivel
de vida a todos los efectos, y al desarrollo de los pueblos, hasta hacer en muchos
casos innecesaria la emigración.
En este aspecto es imprescindible la relación y el trabajo en colaboración
entre los servicios de la Iglesia que se ocupan de la Pastoral de las Migraciones
y los de las Misiones.
Se impone la persecución, denuncia y lucha contra las mafias y los traficantes de seres humanos. Aunque la persecución de este tipo de delincuencia no es
competencia de la Iglesia, esta puede colaborar a erradicarla, socorriendo a las
víctimas, denunciando los abusos y contribuyendo a crear condiciones más justas y dignas que hagan más difícil y hasta imposible estas actividades delictivas
con víctimas humanas.
Consideración especial merece a este respecto el tráfico con mujeres, generalmente contratadas con engaño en sus países de origen para ser explotadas en
el comercio sexual en condiciones infrahumanas. Sobre este tema ya se pronunció nuestra Conferencia Episcopal. A este respecto son dignas de todo elo-
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gio las iniciativas llevadas a cabo por organizaciones de Iglesia, generalmente
dependientes de institutos femeninos de la Vida Consagrada, con el carisma de
servicio a la mujer. También algunas diócesis, sobre todo a través de Cáritas o de
la misma Delegación diocesana de Migraciones, están llevando a cabo una tarea
encomiable de denuncia y de atención a las mujeres que caen en estas redes de
prostitución y esclavitud. Hemos de tener en cuenta que últimamente el Consejo
Pontificio para la Pastoral de emigrantes e itinerantes ha asumido también en su
Departamento de Pastoral de la Carretera la atención pastoral de las «chicas de
la calle» o de los «clubes de alterne» y de los «transeúntes».
Especial consideración merece también en este apartado la situación de los
reclusos extranjeros. Aunque la legislación y su aplicación no plantean un trato
discriminatorio con respecto a la población reclusa autóctona, de hecho, como
es fácilmente comprensible, viven en desventaja y generalmente, cumplida la
condena o antes, son expulsados del país. En este campo, la Iglesia, además de
ejercer su función de Buen samaritano estableciendo los servicios adecuados
para «humanizar» la condena, velará para que los reclusos extranjeros sean tratados siempre como reclama su dignidad de personas y hará cuanto esté en su
mano para evitar posibles abusos.
Asimismo, es necesario el control, en la medida de lo posible, de las ayudas
a los países pobres para evitar la corrupción, la malversación o el desvío de
dichas ayudas. Aunque también esta es competencia y tarea de los Estados y
Gobiernos y de sus servicios, la Iglesia, además de dar ejemplo en la justa y fiel
aplicación de las ayudas recibidas, contribuirá a evitar la corrupción con la educación moral y con la denuncia, dado el caso, de los abusos.
La Iglesia, en relación con los inmigrantes, lo mismo que ante los nativos,
como en cualquier lugar o circunstancia donde actúa, tiene siempre la misión
de anunciar con obras y palabras el Evangelio de Jesucristo y de ofrecerlo a quienes estén dispuestos a aceptarlo como camino de salvación y de plenitud. A
nadie podemos excluir del anuncio del Evangelio. Es mandato del Señor. Para
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ello, y como condición ineludible, la Iglesia y cuantos en ella trabajan en el servicio a los hermanos emigrantes se esforzarán en conocerlos, acercarse a ellos,
a su idiosincrasia, cultura y religión, valorando cuanto de bueno hay en ellos y
disponiéndose a ser enriquecidos por sus dones, siendo agradecidos por ello.
La Iglesia, desde su misión de servicio al Evangelio, estará siempre atenta a
las circunstancias en que se desenvuelve la vida de los inmigrantes y al trato que
reciben de parte de las instancias de la Administración y de la población del propio país, y ejercerá con libertad y valentía su función de instancia profética y crítica. Al mismo tiempo, con su ejemplo y con su palabra, contribuirá a crear en
la sociedad un clima de respeto y de acogida a los inmigrantes y a combatir todo
brote de discriminación, xenofobia o racismo.
Medio eficaz para ello es la educación para la paz, que se deriva de la fe en
Jesucristo y de su seguimiento y que tiene como fundamento la verdad, la libertad, la justicia y el amor. La escuela católica es un lugar privilegiado para esta
tarea.
Tiene su lugar propio dentro de este apartado una breve consideración sobre
la obligación que tiene la Iglesia de ejercer de instancia crítica desde el
Evangelio, según el cual ella misma quiere vivir, anunciándolo y proclamándolo. Cuando las personas que de una u otra forma se relacionan con los inmigrantes –como el Gobierno y sus instituciones y servicios, los empresarios o el
ciudadano de a pie, más aún si se trata de cristianos–, abusan, no cumplen o se
aprovechan de los inmigrantes, la Iglesia debe levantar su voz y denunciar las
situaciones injustas, las estructuras de pecado y a los responsables de las mismas.
A la luz del Evangelio, suprema ley para los cristianos, la actual legislación,
su aplicación y la frecuente instrumentalización del fenómeno de las migraciones como arma política están muy lejos del ideal, y la Iglesia debe manifestarse
siempre desde la consideración de la dignidad de toda persona y desde la exi-
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gencia del respeto a sus derechos fundamentales. Ante todo, debe dar ejemplo
en su trato y consideración con los inmigrantes. Sobre todo en los primeros
momentos, y en algunas situaciones de modo continuado, es necesario prestar
a los inmigrantes los servicios elementales que cubran sus primeras necesidades
y que garanticen la salvaguarda de la dignidad de toda persona humana y de sus
derechos fundamentales, independientemente de la situación legal en que se
encuentren. Es el servicio de la acogida o de la hospitalidad cristiana. Por medio
de él, a cuantas personas llegan hasta nosotros como inmigrantes, independientemente de su origen, situación legal o jurídica o de la forma de su llegada,
hemos de prestarles la misma atención que si fuera el mismo Señor peregrino o
extranjero que se identifica con ellos y espera ser acogido por quienes creen en
Él.
En un segundo momento es necesario acompañar a los inmigrantes y a sus
familias en el proceso de una pacífica y fraternal convivencia. Es un proceso
recíproco, de doble dirección, de dar y de recibir por ambas partes en un rico
intercambio de dones, respetando siempre la identidad del otro. Este proceso
habrá de ser inevitablemente lento y no siempre será fácil, porque es difícil compaginar el aceptar como propio algo de lo que el otro es, y, al mismo tiempo,
ahondar en las propias raíces conservando cada uno su identidad.
La Iglesia cuenta para ello con la rica doctrina de la fraternidad universal y
con su larga experiencia de siglos de formar una familia con los pueblos más
diversos, que, sin dejar de ser ellos mismos, adquieren la dimensión de una
nueva comunidad.
Ello es fruto de la caridad y expresión de la espiritualidad de comunión, tal
como la describe Juan Pablo II en la Carta apostólica Novo millennio ineunte,
con las siguientes notas:
Mirar el misterio de la Trinidad que habita en nosotros y en los demás; sentir al hermano como uno que nos pertenece; ver lo positivo en el otro y consi-
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derarlo un regalo de Dios; saber dar espacio al hermano evitando desconfianza
y envidia[43].
Factores fundamentales para la integración son, además del trabajo y el salario suficiente para mantener la familia, la vivienda, la escuela y, en su caso, la
comunidad cristiana abierta. La integración se verificará y acreditará en el terreno de la participación ciudadana, en el mercado de trabajo, en el campo educativo y de la promoción de las personas, en el de la familia, en el campo cultural, en el área de la comunicación y la información, en la comunidad cristiana, etc.
Especial atención en el punto de la integración habrán de prestar tanto la
Iglesia, como la sociedad y los responsables de la Administración a la segunda
y tercera generación. Del acierto en la adecuada integración de los hijos de los
inmigrantes de hoy dependerá en buena parte la convivencia pacífica en la
sociedad plural de mañana. Para ello habrán de arbitrarse las medidas necesarias y establecer los puentes que la situación requiera, a fin de evitar la exclusión, la marginación, la discriminación, el gueto, etc., durante el tiempo de formación de niños, adolescentes y jóvenes. Tal error repercutiría necesariamente
más tarde en frustración y violencia.
Se impone por parte de la Iglesia el trabajo pastoral con todos y cada uno de
los inmigrantes y con sus familias, pues todos son, en principio, destinatarios del
Evangelio, aunque no en la misma forma y con los mismos métodos, dada su
diversa condición. Esta va desde la plena pertenencia a la Iglesia –caso de los
católicos– hasta la lejanía, nunca la exclusión, de los no creyentes.
La pastoral ha de entenderse en sentido integral, que abarque la totalidad de
la persona. Va desde el anuncio explícito del Evangelio hasta la denuncia de los
abusos de los poderosos y de las leyes y situaciones injustas. Esta pastoral no
puede reducirse a la sola prestación de servicios sociales o de ayuda material,
aunque estos nunca deben ser excluidos. De ahí la necesidad de coordinar los
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servicios de la Pastoral de las Migraciones y los de la Acción social y caritativa
de la Iglesia en diócesis, parroquias, Conferencia Episcopal, Vida Consagrada,
delegaciones diocesanas de misiones, y misioneras y misioneros retornados.
Una de las formas de pastoral que habrán de ser más desarrolladas y aplicadas,
dada la diversidad de credos, culturas y razas, es el diálogo interreligioso e intercultural.
Ante el creciente número de inmigrantes y su diversidad, nuestra Iglesia
habrá de ampliar, mejorar y adecuar sus estructuras de servicio o crear, si es
necesario, otras nuevas para responder a la justa demanda de los mismos por
parte de los inmigrantes y a la obligación de la Iglesia de acogida de prestar a
quienes llegan hasta nosotros los servicios que no se cubren con la pastoral ordinaria.
La sensibilización de la sociedad en general y de los cristianos en particular
es una tarea necesaria y urgente en orden a que la población de acogida adopte una actitud positiva en relación con los inmigrantes, evitando todo prejuicio,
infravaloración, discriminación, racismo o xenofobia.
Importancia capital en esta tarea tienen hoy los medios de comunicación
social. La Iglesia tendrá que velar y hacer cuanto esté a su alcance para que en
los medios de comunicación social se eviten los estereotipos, prejuicios y generalizaciones sobre los inmigrantes, su cultura, procedencia, religión, etc., y sean
tratados con respeto; para que la información sobre ellos sea correcta, se resalten los aspectos positivos de su cultura y de su presencia y del servicio que nos
prestan y se favorezca la pacífica convivencia.
La Iglesia estará siempre presta a ejercer, a ejemplo de su Señor, la función
del Buen samaritano con todos los que yacen postrados o maltratados a la vera
del camino, siempre dispuesta a curar sus heridas y a devolverlos a la vida en
plenitud.
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Dada la magnitud y la complejidad del fenómeno de las migraciones, se
impone la colaboración, en primer lugar, entre todas las personas, instituciones,
organizaciones y servicios de la Iglesia; pero también con las instancias civiles,
sociales y de la Administración pública o de la iniciativa social, como ONGs,
etc. Es el estilo de trabajo que se denomina «trabajo en red». Sin embargo, la
Iglesia cuidará de mantener siempre su especificidad y su dimensión de trascendencia, en fidelidad a su Señor y al mandato recibido.
6. PERSONAS, FUNCIONES Y ESTRUCTURAS EN LA ACCIÓN PASTORAL
CON LO MIGRANTES
Dios quiere santificarnos y salvarnos no individualmente sino constituyendo
un pueblo[44] en el que cada miembro, persona o institución tiene su responsabilidad y función. Queremos terminar nuestra reflexión con una serie de orientaciones prácticas, recordando y actualizando la misión y las funciones que
corresponden a las personas y las estructuras generadas para el desarrollo de una
pastoral con los migrantes. Estas reflexiones constituyen sólo un resumen del
contenido de la Instrucción Erga migrantes caritas Christi. A ella nos remitimos.
a) Personas y funciones
El Obispo, primer responsable en la diócesis
El Obispo en su diócesis es el primer y principal responsable de la pastoral
con los migrantes que residen en su territorio o que están de paso en él, así como
el garante de la comunión. El Concilio Vaticano II, manteniendo el presupuesto
del derecho de los migrantes a una pastoral específica, desarrolló y acentuó la
teología de la Iglesia local y subrayó la responsabilidad del Obispo y de la
misma en la pastoral de migraciones[45]. Pablo VI, en continuidad con esta doctrina, publica en forma de Motu Proprio la Instrucción de la Sagrada
Congregación para los obispos De pastorali migratorum cura. En ella queda
clara la responsabilidad del obispo y de la Iglesia local en esta pastoral. El papel
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del obispo aparece en el capítulo IV de la Instrucción[46]. Todo esto se hace
norma y queda establecido como tal en el nuevo Código de Derecho
Canónico[47]. En el documento Pastoral de las Migraciones en España, en las
«Orientaciones para la acción» presentábamos de forma resumida el papel que
corresponde al Obispo en esta pastoral[48].
La Instrucción Erga migrantes caritas Christi, en el ordenamiento jurídicopastoral[49], vuelve a recordar el papel del Obispo diocesano o de la eparquía.
Pide que se muestren especialmente atentos con los fieles migrantes, que pidan
la ayuda necesaria a las Iglesias de proveniencia e Instituciones dedicadas a la
asistencia espiritual de los migrantes, y que dispongan la creación de las estructuras pastorales que mejor respondan a las necesidades. Asimismo les invita a
nombrar, en base a la necesidad, un Vicario episcopal o la constitución de una
Oficina especial (art. 16, § 1). Considera el papel del obispo diocesano o de la
eparquía de relevancia especial al recordar que les corresponde la erección de
parroquias personales y las misiones con cura de almas, así como nombrar capellanes/ misioneros, y que estos obren con espíritu de colaboración y comprensión (art. 16, § 2) y para buscar presbíteros diocesanos o de las eparquías, en
relación con las Conferencias Episcopales o con la respectiva jerarquía oriental
católica de la nación ad quam (art. 17, § 2). Les corresponde asimismo la cura
pastoral de los migrantes de otras iglesias sui iuris, y pide que favorezcan la actividad pastoral de los presbíteros del mismo rito o de otros presbíteros, observando las normas canónicas (art. 16, § 3). Dentro del respeto a la normativa de
la communicatio in sacris, han de ofrecer a los inmigrantes cristianos que no
están en plena comunión con la Iglesia la ayuda espiritual posible y necesaria
(art. 17, § 1), y a los no bautizados han de considerarlos también como confiados a ellos en el Señor (art. 17, § 2).
El presbítero como ministro in persona Christi, principal colaborador del
Obispo
Los presbíteros no han de olvidar que igual que se requiere la santidad para
el ejercicio de la triple función sacerdotal, ese mismo ejercicio es el mejor camiPág. 910
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no para mantenerla y acrecentarla[50]. Por eso la atención pastoral a los migrantes, con todo lo que de particular y específico esta tiene, es también el camino
de perfección para aquellos que reciben el encargo de la autoridad eclesiástica
competente.
La Instrucción Erga migrantes, en el ordenamiento jurídicopastoral, indica
que dicho oficio ha de confiarse a un presbítero que esté bien preparado para
ejercerlo, durante un período de tiempo conveniente y que, por sus virtudes, cultura y conocimiento de la lengua, y por otros dones morales y espirituales, se
muestre idóneo para ejercer esta específica y difícil tarea[51].
Tarea suya es todo lo que implica la asistencia espiritual al migrante, sin olvidar que, en esta situación de especial precariedad, los aspectos de una vida
humanamente digna (reconocimiento legal, vivienda, salud, educación, etc.),
cobran una especial importancia. Por ello deberá colaborar con los laicos que
trabajen en estos campos. Para ejercer dicho oficio los capellanes/ misioneros de
los migrantes gozan de una serie de facultades que quedan recogidas en el c.
566, § 1 del CIC.
Se recomienda acompañar, cuando sea necesario, los procesos asociativos
de los migrantes para la defensa de todos estos derechos. La historia de nuestras
misiones católicas para los emigrantes españoles, al igual que las de otras nacionalidades o lenguas, nos enseñan lo beneficioso que ha sido este movimiento
allí donde funciona.
Aunque la constitución de asociaciones de una u otra índole entre los emigrantes del mismo país, lengua, cultura, religión, etc., puede encerrar sus riesgos
de aislamiento, excesiva politización, tendencia al gueto, confrontación sistemática, etc., ofrece, por otra parte, la ventaja de la seguridad que da el grupo
social como legítimo interlocutor con los nativos y con la sociedad, y evita el
peligro de la asimilación del individuo aislado por la sociedad mayoritaria, siempre más fuerte.
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Hasta ahora, por lo reciente que es en España el fenómeno de la llegada de
flujos migratorios tan significativos, nos ha preocupado, sobre todo, dar una respuesta a la situación de precariedad del inmigrante y la necesidad de apoyar su
proceso de integración social. Para la integración eclesial no hemos tenido siempre un proyecto claro, y con frecuencia se ha dejado seguir el curso de lo que
podríamos llamar una integración natural en la parroquia, entendido como proceso de participación en las estructuras pastorales existentes. A ello ha contribuido la vocación y habilidades de muchos sacerdotes que se encontraron con
esta realidad en sus parroquias. Hoy, dado el número de inmigrantes que residen ya en nuestro país, llega la hora de plantearse el nombramiento de presbíteros y la creación de estructuras pastorales adecuadas para esta misión[52].
La Vida Consagrada, según los diversos carismas, y como signo de la trascendencia y de la gratuidad en el servicio
Muy importante es también el testimonio inherente a la Vida Consagrada
como medio privilegiado para una evangelización eficaz[53], ya que se caracteriza por consagrarse en favor de toda la Iglesia mediante la espiritualidad de
los consejos evangélicos[54], que son un ámbito ideal para cultivar las dimensiones pastoral, profética, promocional y caritativo-asistencial que hemos presentado como características de la pastoral de migraciones.
La Instrucción Erga migrantes dedica también un capitulo, el III de su ordenamiento jurídico, a los miembros de la Vida Consagrada. Siguiendo su propuesta, animamos a los diferentes Institutos de la Vida Consagrada a hacer su
aportación y a implicarse en la pastoral con los inmigrantes. Muchos ya lo están
haciendo. Al mismo tiempo, se van estableciendo entre nosotros algunos institutos de la Vida Consagrada que tienen como fin propio y específico el apostolado con los migrantes. Se ha de favorecer su obra junto con la de otros que han
adquirido una notable experiencia en este campo (art. 12, § 1).
Cuando se confíe la pastoral con los migrantes a un instituto de la Vida
Consagrada, misión que corresponde al Obispo, se ha de estipular por escrito un
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acuerdo con el superior mayor del mismo. Es conveniente que se coordine con
la Comisión Episcopal de Migraciones de la Conferencia Episcopal Española (art.
13 § 1). Obviamente, si el encargado de la pastoral con los migrantes es un
miembro de un instituto de la Vida Consagrada, es necesario el permiso previo
de su superior (art. 13, § 2).
El laico, por su propio carisma derivado del Bautismo
A los laicos corresponde un papel importantísimo en esta pastoral. Sin duda,
el fenómeno migratorio tiene hoy una importancia e incidencia social indiscutible. Entre las tareas que corresponden al papel evangelizador del laico, actuando desde su profesión y puesto en la sociedad, tiene en este sector de la pastoral graves responsabilidades, así como un campo de acción específico[55]. A él
toca, más que a la Jerarquía de la Iglesia, hacerse presente y actuar, desde su profesión y por su compromiso cristiano, en el ámbito político, sindical, jurídico,
educativo, sanitario, social, de los medios de comunicación, etc., para manifestar una palabra de autoridad y una acción acorde con las exigencias del
Evangelio[56].
Por ejemplo, es preocupante, en el momento presente, el espíritu que anima
las legislaciones sobre inmigración en Europa. Esto genera conflictos a muchos
cristianos que viven y trabajan junto a los inmigrantes. ¿Dónde situarse, desde el
Evangelio, ante estas legislaciones? Dada la importancia de la legislación en
general y de las leyes especiales para extranjeros en particular, las estructuras de
pastoral de migraciones habrán de tomar postura y poner especial empeño en
que se elaboren leyes justas, denunciando los casos y las leyes injustas. Aquí la
profesionalidad de los juristas es fundamental.
Muy a tener en cuenta es la importancia y el influjo de los medios de comunicación en la difusión de los valores evangélicos. La inmigración es hoy, especialmente en España, un tema muy delicado en el que la sensibilidad política y
social acapara frecuentemente la atención, la preocupación y el interés.
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Preocupa, ante todo, preservar el bienestar conseguido y mantener la seguridad
ciudadana. En momentos de dificultad económica o de escasez de trabajo, los
inmigrantes pueden ser vistos como enemigos o rivales. La Iglesia ha de saber
estar presente en este mundo de los medios de comunicación para transmitir su
visión evangélica. Tarea que corresponde en primea línea a los profesionales creyentes.
El compromiso de los laicos, en este como en otros campos, no es simplemente una tarea en aras de una mayor eficacia pastoral, sino un deber-derecho
basado en la dignidad bautismal[57], del que se deriva que «los fieles laicos participan, según el modelo que les es propio, en el triple oficio –sacerdotal, profético y real– de Jesucristo»[58]. Así el laico ejerce su sacerdocio común como
mediador entre Dios y el migrante, y su función profética y pastoral por medio
de la palabra, hablada, escrita o en imagen y por el testimonio de su vida.
Formación específica de los agentes de pastoral
Si la Pastoral de las Migraciones es una pastoral específica por las condiciones especiales del grupo de sus destinatarios, se necesitan personas especializadas para llevarla a cabo. Por eso, es necesario recibir la formación adecuada
para conocer el medio, las características especiales del grupo de personas con
las que hay que trabajar y el espíritu que, desde la experiencia y la trayectoria
ya vivida, nos propone la Iglesia para esta acción. Por eso es muy importante
diseñar una formación apropiada para los agentes de pastoral de migraciones.
Animamos a las Facultades de nuestras Universidades a programar cursos de
especialización teológica que puedan redundar en servicio de esta pastoral de
acuerdo con la Instrucción Erga migrantes caritas Christi[59].
Una importancia especial reviste la formación de los sacerdotes[60]. Es
necesario conocer, desde la etapa de formación, los datos y la problemática, así
como su tratamiento, incorporando los diversos aspectos que les afectan y desde
los que se han de abordar: el pastoral, el político, el jurídico, las ciencias sociales, etc. No se trata tanto de introducir una nueva disciplina como de prestar
atención al fenómeno migratorio desde las diferentes disciplinas teológicas[61].
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En este sentido recordamos la sugerencia expresa de la exhortación Pastores
dabo vobis, que, desde las indicaciones del Sínodo de los Obispos, recomienda
que las «experiencias pastorales» de los seminaristas se orienten también hacia
la pastoral de migraciones, pues no debería faltar una experiencia en este sentido a cuantos se preparan al presbiterado[62]. Esta formación particular es sobre
todo necesaria para el capellán/misionero de migrantes[63].
Tampoco debe abandonarse la formación de los laicos que asumen tareas de
servicio a los inmigrantes en los diversos sectores de la pastoral. Bien está el
voluntariado; pero se debe procurar para ellos una buena formación.
b) Estructuras de servicio de la Pastoral de las Migraciones
Servicios de la Conferencia Episcopal
La Conferencia Episcopal creará y promoverá las estructuras necesarias para
ayudar a los obispos en su responsabilidad y en su tarea del servicio pastoral a
los inmigrantes y emigrantes y adaptará las actuales a las exigencias de la normativa vigente y a las nuevas circunstancias. Es lo que establece la Instrucción
Erga migrantes caritas Christi al hablar de la necesidad de una «Comisión especial para las migraciones»[64].
Nada deben hacer, ni la Comisión Episcopal, ni su Secretariado, ni cualquiera de sus colaboradores, que interfiera o vaya en detrimento de la autoridad
y competencias de cada Obispo en su diócesis.
La Vicaría Episcopal o servicio especial para las migraciones[65]
En la Instrucción Erga migrantes caritas Christi se establece que, si fuera
necesario, el Obispo diocesano nombrará un Vicario Episcopal o creará un servicio especial para los inmigrantes, con las competencias que se les asignan en
el capítulo IV, art. 16-18.
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Tanto ellos como sus equipos reciben el encargo de realizar la misión de la
Iglesia, el anuncio del Evangelio del Reino, entre los migrantes. La misión exige
encarnación en la realidad a la que se dirige, por ello es importante un esfuerzo por compartir la condición humana de las gentes a las que los mensajeros son
enviados. Desde ahí será posible que la Vicaría o Delegación ejerza como instrumento de comunión e inculturación. Es un gran reto y se necesita mucha creatividad para poder lograr que la inculturación, es decir, la comunión entre
Evangelio, cultura local y nuevas culturas, de las que los migrantes son portadores, sea una realidad. Una tarea y un trabajo que se han de desarrollar, sobre
todo, a nivel diocesano y parroquial.
Las parroquias
La parroquia es el lugar natural de encuentro y comunión de los migrantes y
los distintos grupos étnicos católicos, así como un apoyo muy adecuado para la
integración social en el barrio, para aquellos, católicos o no, que se ven limitados por la diversidad de lengua, tradición y cultura.
Las parroquias constituyen puntos visibles de referencia fácilmente perceptibles y accesibles, y son un signo de esperanza y fraternidad a menudo entre
laceraciones sociales, tensiones y explosiones de violencia. Contra la inseguridad, la parroquia ofrece un espacio de confianza en el que se aprende a superar los propios temores. Canalizando las mejores energías del barrio, ayuda a la
población a pasar de una visión fatalista de la miseria a un compromiso activo,
encaminado a cambiar todos juntos las condiciones de vida… Quien renuncie
a la tarea compleja, pero noble, de mejorar la condición inmigrante no respondería al designio de Dios, que quiere un desarrollo integral para todos[66].
La parroquia, como responsable de los migrantes que se establecen dentro
de sus límites, debe, con respecto a los católicos, considerarlos como miembros
de pleno derecho y acogerlos positivamente, crear o adaptar servicios para ellos,
mantener relación fraterna con el capellán o misionero propio, si lo hubiere, y
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darles representación proporcional en el Consejo Parroquial. Con respecto a los
no católicos, debe contribuir a crear una opinión pública favorable para erradicar los prejuicios, la discriminación, la xenofobia y el racismo, facilitar el trato
mutuo entre los migrantes fomentando procesos de socialización, ofrecer el testimonio de fe y caridad de la comunidad cristiana y preparar las condiciones
para el diálogo ecuménico o evangelizador según las enseñanzas de la Iglesia.
Nos parece interesante recordar la recomendación específica que hacía Juan
Pablo II:
La parroquia representa el espacio en el que puede llevarse a cabo una verdadera pedagogía del encuentro con personas de convicciones religiosas y culturas diferentes. En sus diversas articulaciones, la comunidad parroquial puede
convertirse en lugar de acogida, donde se realiza el intercambio de experiencias
y dones, y esto no podrá por menos de favorecer una convivencia serena, previniendo el peligro de tensiones con los inmigrantes que profesan otras creencias religiosas[67].
Las capellanías o misiones étnicas[68]
El lugar natural de integración social para el inmigrante es el barrio donde
vive, como la parroquia lo es para construir la comunión eclesial. La Instrucción
Erga migrantes, en el capítulo dedicado a los agentes de pastoral migratoria, los
llama «agentes de comunión»[69] y titula el capitulo dedicado a las estructuras
pastorales «estructuras de una pastoral misionera»[70].
Si atendemos a las sugerencias de la Instrucción pontificia[71] y a la situación actual en España para el desarrollo de una pastoral de conjunto, las estructuras pastorales a desarrollar serán:
La «parroquia intercultural e interétnica o interritual», si los cristianos de origen extranjero viven en el territorio parroquial, o la «parroquia local, con servicio para los inmigrantes de una o varias etnias, de uno o varios ritos», allí donde
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los cristianos miembros de las comunidades migrantes no viven en el territorio
de la parroquia[72].
En determinadas ocasiones se deberán arbitrar otras formas de acogida y
encuentro que sirvan de mediación para ese objetivo final. Este es el fin de las
capellanías o misiones étnicas en el ámbito eclesial y de las asociaciones de
inmigrantes o pro inmigrantes en el político y social. El objetivo no es construir
guetos o Iglesias paralelas, sino apoyar los procesos de integración social y asegurar la identidad de cada uno de los miembros, así como de cada comunidad,
en su proceso de fe, ya que estos procesos, el de integración social y el de crecimiento y comunión eclesial, se recorren mucho mejor con la mediación de la
comunión y el grupo propio que individualmente.
Por eso a la Iglesia local le toca hacer un esfuerzo por abrir sus estructuras
(servicios diocesanos, movimientos apostólicos, parroquias…) a la comprensión
de las tradiciones culturales y religiosas de los inmigrantes para acoger su dinamismo en la vida de la Iglesia local y cumplir su misión de anuncio del
Evangelio del Reino de forma que pueda ser comprensible para los destinatarios.
En este proceso, a las estructuras de mediación (capellanías o misiones étnicas)
les corresponde esforzarse en superar la que es siempre una primera etapa de
«asistencia religiosa», con sus aspectos sociales y culturales, para pasar a una
dinámica de comunión evangelizadora en la que se participe activamente en la
vida de la Iglesia local. Tenemos que convencernos de que la riqueza de la
comunión, más que en la uniformidad se manifiesta en el fomento de la unidad
en la diversidad. La clave para vivir la comunión está en entender la autonomía
de estas estructuras no como separación y diferenciación, sino como instrumento de unión y de comunión en relación y de acuerdo con el modelo cristológico.
Las capellanías o misiones étnicas, aun con sus limitaciones, han sido una
estructura importante de socialización y de acompañamiento en el proceso de
fe para nuestros emigrantes, así como una mediación muy adecuada en el pro-
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ceso de comunión eclesial tal y como lo atestigua la experiencia vivida en los
países de acogida de migrantes. España hasta hace muy poco no contaba con
grupos significativos de inmigrantes como para pensar en estas estructuras, pero
hoy la realidad ha de llevar a considerar la oportunidad de las mismas de acuerdo con el número de inmigrantes católicos y con la situación concreta de cada
diócesis. Para la atención de estas estructuras de servicio es bueno contar con
sacerdotes que conozcan la cultura de origen de los migrantes, bien por provenir ellos también del mismo país, bien por haber trabajado en él. En este sentido el Secretariado de la Comisión Episcopal de Migraciones, a la hora de contactar con los posibles candidatos, puede hacer una buena labor de mediación
con instituciones como el CELAM, las Conferencias Episcopales de los países de
origen de los migrantes, la CONFER o la CLAR.
El estatuto de estas misiones o capellanías queda abierto en la Instrucción
Erga migrantes. Se contempla el viejo modelo de la Missio cum cura animarum
como un modelo válido para comunidades en formación, vinculado a una emigración provisional y en fase de adaptación[73].
La Missio cum cura animarum, para grupos étnicos nacionales o de un determinado rito aún no estabilizados o un servicio pastoral étnico-lingüístico de
zona, organizado como una estructura pastoral de acción con los cristianos
inmigrantes relativamente integrados en la sociedad local[74].Cuando una unidad pastoral asume las funciones de la parroquia pueden establecerse las mismas estructuras[75].
Además de estas estructuras jurídicas y pastorales, cuando la situación aún
no las recomiende, se puede encargar la atención pastoral de las comunidades
migrantes a sacerdotes o religiosos que participen en esta pastoral, respetando y
promoviendo también cristalizaciones pastorales informales que garanticen
siempre el derecho de los fieles migrantes a su atención pastoral. Se asegura así
un sostén a las comunidades aún pequeñas o dispersas[76].
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Cuando las circunstancias lo aconsejen –por el número de migrantes, agentes de pastoral o comunidades de un mismo rito, etnia o lengua– nómbrese, de
acuerdo con las normas establecidas, un coordinador nacional de los capellanes
o misioneros[77]. En España tenemos ya representación y capellanías de católicos de rito oriental, por ejemplo de los ucranianos. Se pueden constituir distintos modelos de parroquias o capellanías para estos ritos, que jurídicamente formarán parte de la diócesis. Pero conviene recordar que los fieles pertenecerán
siempre a la propia Iglesia oriental sui iuris y que a la hora de constituir estas
capellanías o parroquias personales se debe contactar con la respectiva jerarquía
o con la Congregación para las Iglesias Orientales[78]. La decisión última sobre
el tipo de estructura pastoral más apropiada para atender a los inmigrantes
corresponde exclusivamente al Obispo diocesano.
CONCLUSIÓN
Llegados a este punto, hemos de reconocer y agradecer, en primer lugar, la
acción pastoral y los servicios de toda índole que vienen prestando nuestros
misioneros y misioneras en los clásicos países de la Misión «ad gentes», de
donde procede un buen número de los inmigrantes que llegan a nuestro país, así
como la generosidad, el esfuerzo y la dedicación de nuestros capellanes o misioneros de emigrantes y demás agentes de pastoral españoles o de habla española, en los más diversos países donde han ido llegando los españoles emigrantes.
Estos servicios son prestados, sobre todo, en el campo de la evangelización,
pero, al mismo tiempo, incluidos o derivados del mismo, en el aspecto social y
de la caridad, en el de la educación, la sanidad y la promoción y el desarrollo.
Merecen también nuestro reconocimiento y gratitud cuantas personas e instituciones vienen dedicándose a la acogida, o al servicio, o a facilitar la incorporación a la nueva sociedad y a la Iglesia en nuestro país a los numerosos inmigrantes de diversa procedencia, cultura, y religión que han llegado y siguen llegando hasta nosotros. Hemos de animarles en su noble y cristiana tarea y pedir,
para ellos y para los destinatarios de su servicio, la bendición del Señor y el fruto
deseado a su labor.
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Además, no podemos dejar de seguir teniendo en cuenta el número notable
de españoles que residen aún en otros países de Europa, más los que, por razones de trabajo, intercambio o estudio, pasan largas temporadas fuera del nuestro. A ellos se añade el elevado número de emigrantes de habla española repartidos por buena parte de los países europeos, que generalmente son acogidos y
atendidos por los servicios pastorales originalmente creados para los españoles.
Aunque se siguen manteniendo algunos de los servicios que se crearon en los
años de fuerte emigración de españoles, cada vez resulta más difícil atenderlos
debidamente, sobre todo por la falta de sacerdotes y demás agentes pastorales.
En la actualidad, nuestra atención se centra más en la reciente y creciente realidad de la presencia de numerosos inmigrantes entre nosotros. A ellos hemos
querido dedicar nuestra especial atención. En la Iglesia habrán de encontrar un
instrumento de paz en la convivencia fraterna de los diversos, en el respeto, en
la unidad y en la comunión de la gran familia, anticipo de la sociedad nueva que
se está configurando, distinta de la actual. Será una sociedad integrada por muy
diversas personas, por su origen, raza, cultura, religión… La Iglesia, desde el
mandato de su Señor y desde la perspectiva del Reino futuro, está llamada a ser
anticipo de esa nueva realidad.
Queremos terminar estas reflexiones animando a todos los católicos de nuestra Iglesia en España y a cuantas personas de buena voluntad quieran escucharnos a proseguir y mejorar la dedicación y los servicios a nuestros hermanos los
inmigrantes.
Animamos a los Gobiernos de las naciones, a los organismos internacionales, a los empresarios e instituciones financieras, a tomarse más en serio y a comprometerse más generosamente en la ayuda al desarrollo de los pueblos como
la medida más eficaz para garantizar el derecho a no tener que emigrar por
necesidad.
Asimismo urgimos a las autoridades de las naciones y a las internacionales
a perseguir a las mafias y a los delincuentes que trafican con personas o las
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explotan sin escrúpulos y a aplicar el justo castigo a los culpables, a fin de evitar los abusos de las personas en necesidad.
Al final de estas reflexiones, es natural la sensación de desbordamiento ante
una tarea de tal calado. La multiplicidad de retos y necesidades hace tomar conciencia de la modestia de nuestras posibilidades. Por esta razón, la primera llamada es al compromiso personal y comunitario en las claves que hemos venido
describiendo.
De forma especial, es una llamada a la oración compartida para invocar la
presencia del Espíritu que nos otorga la gracia de Dios en sus siete dones[79]:
ciencia para comprender los mecanismos que subyacen y las llamadas que Dios
nos realiza en ellos; consejo para el discernimiento de la postura más auténtica
y comprometida de la Iglesia; sabiduría para orquestar propuestas complejas y
realizables; entendimiento para captar la presencia de Dios en quienes se acercan a nuestra cultura; piedad para poder acompañar en los sufrimientos a los
emigrantes y con ellos seguir encontrando motivos por los que orar al Padre; fortaleza para acometer con decisión y valentía un panorama que no deja de ser
sobrecogedor y convulso, y temor de Dios para que la nueva comunidad intercultural nos aproxime a la experiencia de Pentecostés en la que poder alabar de
forma más profunda a nuestro Dios.
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NOTAS
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LXI ASAMBLEA PLENARIA DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL, Pastoral de las
Migraciones en España (1994), cf. Introducción.
ORGANIZACIÓN DE LAS NACIONES UNIDAS, A/60/871 (18 May 2006) 12ss.
Los datos son del Padrón Municipal 30 de Septiembre de 2007 del Instituto Nacional
de Estadística (INE).
cf. Erga migrantes caritas Christi, 1-3.
cf. JUAN PABLO II, Carta encíclica Redemptoris missio 37, b.
cf. PONTIFICIO CONSEJO «Justicia y Paz», Compendio de la Doctrina Social de la
Iglesia, 20-21.
cf. Dt 10, 19; Lv 19, 34; Ez 47, 21-22.
cf. Ex 23, 9; Dt 23, 16; 24, 17; 27, 19.
cf. Dt 12-26.
cf. CONCILIO VATICANO II, Decreto sobre la actividad misionera de la Iglesia Ad
gentes, 7.
cf. PONTIFICIO CONSEJO PARA LA PASTORAL DE LOS EMIGRANTES E ITINERANTES, Instrucción Erga migrantes caritas Christi (3-V-2004), 17.
cf. JUAN PABLO II, Carta encíclica Redemptoris missio, 5.
cf. JUAN PABLO II, Mensaje en la Jornada Mundial del Emigrante 1999.
cf. JUAN PABLO II, Carta encíclica Redemptoris missio (7-XII-1990), 21.
cf. PABLO VI, Exhortación apostólica Evangelii nuntiandi (8-XII-1975), 61.
PÍO XII, Constitutio apostólica De spirituali emigrantium cura (Exsul familia), (la cita
en español de la Exsul familia está tomada de la traducción de Ecclesia 580 (1952)
3-11], en AAS 44 (1952) 692.
cf. IBÍD., en AAS 44 (1952) 692-696.
«Téngase un particular interés por aquellos fieles que, por motivo de sus condiciones de vida, no pueden gozar del ministerio ordinario de los párrocos o están privados de cualquier asistencia; tales son los muchísimos emigrantes, los exiliados, los
prófugos, los hombres del mar, empleados en los transportes aéreos [...]. Las
Conferencias Episcopales, especialmente las nacionales dediquen especial atención
a los problemas más urgentes que afectan a dichas categorías de personas, y con
oportunos medios y directrices, uniendo propósitos y esfuerzos, provean adecuadamente a su asistencia religiosa, teniendo presentes en primer lugar las disposiciones
dadas por la Santa Sede y adaptándolas convenientemente a las nuevas situaciones
de los tiempos, de los lugares y de las personas» (CD 18).
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19 cf. CONCILIO VATICANO II, Constitución dogmática sobre la Iglesia Lumen gentium, II.
20 cf. PABLO VI, Litterae Apostolicae Motu Proprio datae Pastoralis migratorum cura, en
AAS 61 (1969) 601-603.
21 cf. SAGRADA CONGREGACIÓN PARA LOS OBISPOS, Instructio De pastoralis
migratorum cura, en AAS 61 (1969) 613-643.
22 cf. Íbid., cap. III, en AAS 61 (1969) 624-628.
23 En lo que se refiere al papel de la Santa Sede, cf. Ibíd., cap. II, en AAS 61 (1969) 621624; y en lo referente a la responsabilidad del Obispo y de la Iglesia local, como ya
se ha dicho, cf. Ibíd., cap. IV, en AAS, 61 (1969) 628-632.
24 «Los migrantes llevan consigo su mentalidad, idioma, cultura, religión. Todo esto
forma un patrimonio espiritual de pensamientos, tradiciones y cultura que va a
sobrevivir todavía fuera de la patria; por consiguiente, debe ser estimado en gran
manera y en todas partes». Ibíd., 12, en AAS 61 (1969) 619. [Las citas en español
están tomadas de la traducción del Secretariado de la Comisión Episcopal Española
de Migraciones, Madrid 1970].
25 «De donde se deduce y obtiene plena confirmación que es oportuno encomendar la
asistencia espiritual de los migrantes a sacerdotes de la misma lengua y durante todo
el tiempo que sea útil». Ibíd., 12, en AAS 61 (1969), 619.
26 cf. VELASIO DE PAOLIS, La mobilità umana e il nuovo Codice di diritto canonico,
en Poeple on the Move 45 (1985) 111-149; ÍD., La Chiesa e le migrazioni nei secoli XIX e XX, en Ius Canonicum XLIII, 85 (2003), 13-49.
27 PONTIFICIO CONSEJO PARA LA PASTORAL DE LOS EMIGRANTES E ITINERANTES, Instrucción Erga migrantes caritas Christi (3-V-2004) cf. Presentación.
28 Así lo expresa PABLO VI en la Carta apostólica en forma de Motu Proprio, con la
que presenta la Instrucción de la Congregación para los Obispos De pastoralis
migratorum cura, «Era, por tanto, necesario que esta Sede Apostólica, haciendo
suyas las preocupaciones del Concilio Ecuménico, ofreciera a los obispos y a las
Conferencias Episcopales la oportunidad de velar adecuadamente por la asistencia
espiritual de los grupos de migrantes. Estos no solamente se hallan encomendados
al Ministerio pastoral de los Obispos, como los restantes fieles, sino que, por la singular condición de sus vidas, reclaman una atención especial que responda a sus
necesidades».
Y también el Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes,
Instrucción Erga migrantes caritas Christi (3-V-2004): «Son muchos los motivos que
exigen una integración siempre más profunda de la atención específica a los inmiPág. 924
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cf.
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grantes en la pastoral de las Iglesia particulares, de la que el primer responsable es
el Obispo diocesano/de la eparquía, en el pleno respeto de la diversidad y del patrimonio espiritual y cultural de los inmigrantes, superando el cerco de la uniformidad,
y distinguiendo la cura de almas de carácter territorial, de aquella radicada en la pertenencia étnica, lingüística, cultural y de rito», 89.
CIC, 476, 516, 518, 529, 568. CCEO, 27-28, 39-41, 147, 150, 192, 193, 280. cf.
Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes, Instrucción Erga
migrantes caritas Christi (3-V-2004), 24-26.
cf. PONTIFICIO CONSEJO PARA LA PASTORAL DE LOS EMIGRANTES E ITINERANTES, Instrucción Erga migrantes caritas Christi (3-V-2004), 100.
cf. ASAMBLEA EXTRAORDINARIA PARA EUROPA DEL SÍNODO DE LOS OBISPOS, Declaración final (1999), 11.
cf. PONTIFICIO CONSEJO PARA LA PASTORAL DE LOS EMIGRANTES E ITINERANTES, Instrucción Erga migrantes caritas Christi (3-V-2004), 34.
cf. Pablo VI, Exhortación apostólica Evangelii nuntiandi (8-XII-1975), 63.
cf. JUAN PABLO II, Carta encíclica Redemptoris missio (7-XII-1990), 54.
cf. JUAN PABLO II, Carta encíclica Redemptoris missio (7-XII-1990), 52.
cf. PABLO VI, Exhortación apostólica Evangelii nuntiandi (8-XII-1975), 76.
cf. CONCILIO VATICANO II, Constitución dogmática sobre la Iglesia Lumen gentium, 4.
cf. JUAN PABLO II, Mensaje en la Jornada Mundial del Emigrante 1985, 2.
cf. JUAN PABLO II, Carta apostólica Novo millennio ineunte, 43.
cf. JUAN PABLO II, Mensaje en la Jornada Mundial del Emigrante 1987, 3c.
JUAN PABLO II, Mensaje en la Jornada Mundial del Emigrante 1999, 6.
cf. JUAN XXIII, Carta encíclica Pacem in terris (11-IV-1963), 11, 102.
JUAN PABLO II, en el Mensaje para la Jornada Mundial de las Migraciones, 2004:
«Crear condiciones concretas de paz, en lo que concierne a los emigrantes y refugiados, significa comprometerse seriamente para salvaguardar ante todo el derecho
a no emigrar, es decir, a vivir en paz y dignidad en la propia patria».
cfr. JUAN PABLO II, Carta apostólica Novo millennio ineunte, 43
cf. CONCILIO VATICANO II, Constitución dogmática sobre la Iglesia Lumen gentium, 9.
cf. CONCILIO VATICANO II, Decreto sobre el oficio pastoral de los Obispos Christus
Dominus, 18.
cf. CONGREGACIÓN PARA LOS OBISPOS, Instrucción De pastoralis migratorum
cura, IV, 25-34.
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47 El CIC no dedica una parte específica a la pastoral con los migrantes, pero al ser la
traducción canónico-jurídica de la eclesiología del Vaticano II, la inserta y se puede
rastrear a través de diferentes cánones que recuerdan la responsabilidad del Obispo
(c. 383 § 1), junto con el capellán (c. 568, 771 § 1, 529 § 1), recordando que hay
situaciones específicas en las que no es suficiente la atención pastoral ordinaria (c.
568) por lo que prevé la creación de estructuras específicas (c. 294-297, 476, 516,
518, 564, 568). cf. VELASIO DE PAOLIS, La Chiesa e le migrazioni nei secoli XIX e
XX, en Ius Canonicum XLIII, 85 (2003).
48 cf. LXI ASAMBLEA PLENARIA DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL, Pastoral de las
Migraciones en España (1994), pág. 41ss.
49 cf. PONTIFICIO CONSEJO PARA LA PASTORAL DE LOS EMIGRANTES E ITINERANTES, Instrucción Erga migrantes caritas Christi (3-V-2004), IV Parte,
Ordenamiento jurídico-pastoral, art. 16-18.
50 cf. CONCILIO VATICANO II, Decreto sobre el ministerio y vida de los presbíteros
Presbyterorum ordinis, 13.
51 cf. PONTIFICIO CONSEJO PARA LA PASTORAL DE LOS EMIGRANTES E ITINERANTES, Instrucción Erga migrantes caritas Christi (3-V-2004), IV Parte,
Ordenamiento jurídico-pastoral, art., 4, §2.
52 cf. PONTIFICIO CONSEJO PARA LA PASTORAL DE LOS EMIGRANTES E ITINERANTES, Instrucción Erga migrantes caritas Christi (3-V-2004), IV Parte,
Ordenamiento jurídico-pastoral, art. 6.
53 cf. PABLO VI, Exhortación apostólica Evangelii nuntiandi (8-XII-1975), 69.
54 cf. CONCILIO VATICANO II, Constitución dogmática sobre la Iglesia Lumen gentium, 44.
55 cf. PONTIFICIO CONSEJO PARA LA PASTORAL DE LOS EMIGRANTES E ITINERANTES, Instrucción Erga migrantes caritas Christi (3-V-2004), IV Parte,
Ordenamiento jurídico-pastoral, I, 2-3.
56 cf. PABLO VI, Exhortación apostólica Evangelii nuntiandi (8-XII-1975), 70.
57 cf. JUAN PABLO II, Carta encíclica Redemptoris missio (7-XII-1990), 71.
58 cf. JUAN PABLO II, Exhortación apostólica postsinodal Christifideles laici, 14.
59 cf. PONTIFICIO CONSEJO PARA LA PASTORAL DE LOS EMIGRANTES E ITINERANTES, Instrucción Erga migrantes caritas Christi (3-V-2004), 71.
60 «La incidencia pastoral de la movilidad humana es tal que no puede quedar desatendida en la formación de los futuros presbíteros?» CONGREGACIÓN PARA LA
EDUCACIÓN CATÓLICA, Ratio fundamentalis institutionis sacerdotalis (1970), 95.
61 cf. Ibíd., 80 y 90.
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62 cf. JUAN PABLO II, Pastores dabo vobis (1992), 58.
63 cf. PONTIFICIO CONSEJO PARA LA PASTORAL DE LOS EMIGRANTES E ITINERANTES, Instrucción Erga migrantes caritas Christi (3-V-2004), 75.
64 PONTIFICIO CONSEJO PARA LA PASTORAL DE LOS EMIGRANTES E ITINERANTES, Instrucción Erga migrantes caritas Christi (3-V-2004), IV Parte, Ordenamiento
jurídico-pastoral, art, 19-21; LXI ASAMBLEA PLENARIA DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL (1994) Pastoral de las Migraciones en España, 40.
65 cf. PONTIFICIO CONSEJO PARA LA PASTORAL DE LOS EMIGRANTES E ITINERANTES, Instrucción Erga migrantes caritas Christi (3-V-2004), IV Parte,
Ordenamiento jurídico-pastoral, art. 16 § 1.
66 cf. JUAN PABLO II, Mensaje en la Jornada Mundial del Emigrante 1999, 7.
67 cf. JUAN PABLO II, Mensaje en la Jornada Mundial del Emigrante 2002, 3.
68 cf. JUAN PABLO II, Carta encíclica Redemptoris missio (7-XII-1990), 37, cf. PONTIFICIO CONSEJO PARA LA PASTORAL DE LOS EMIGRANTES E ITINERANTES,
Instrucción Erga migrantes caritas Christi (3-V-2004), IV Parte 95.
69 cf. PONTIFICIO CONSEJO PARA LA PASTORAL DE LOS EMIGRANTES E ITINERANTES, Instrucción Erga migrantes caritas Christi (3-V-2004), III Parte.
70 cf. PONTIFICIO CONSEJO PARA LA PASTORAL DE LOS EMIGRANTES E ITINERANTES, Instrucción Erga migrantes caritas Christi (3-V-2004), IV Parte
71 cf. PONTIFICIO CONSEJO PARA LA PASTORAL DE LOS EMIGRANTES E ITINERANTES, Instrucción Erga migrantes caritas Christi (3-V-2004), 91-93.
72 cf. PONTIFICIO CONSEJO PARA LA PASTORAL DE LOS EMIGRANTES E ITINERANTES, Instrucción Erga migrantes caritas Christi (3-V-2004), 93.
73 cf. PONTIFICIO CONSEJO PARA LA PASTORAL DE LOS EMIGRANTES E ITINERANTES, Instrucción Erga migrantes caritas Christi (3-V-2004), 90-91.
74 cf. PONTIFICIO CONSEJO PARA LA PASTORAL DE LOS EMIGRANTES E ITINERANTES, Instrucción Erga migrantes caritas Christi (3-V-2004), 91.
75 cf. PONTIFICIO CONSEJO PARA LA PASTORAL DE LOS EMIGRANTES E ITINERANTES, Instrucción Erga migrantes caritas Christi (3-V-2004), 95.
76 cf. PONTIFICIO CONSEJO PARA LA PASTORAL DE LOS EMIGRANTES E ITINERANTES, Instrucción Erga migrantes caritas Christi (3-V-2004), 94.
77 cf. PONTIFICIO CONSEJO PARA LA PASTORAL DE LOS EMIGRANTES E ITINERANTES, Instrucción Erga migrantes caritas Christi (3-V-2004), IV Parte,
Ordenamiento jurídico, art. 11 § 1.
78 CCEO, 193, 3.
79 cf. BENEDICTO XVI, Carta encíclica Deus caritas est (25-XII-2005), 37.
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Nota de prensa final de la Asamblea Plenaria
de la Conferencia Episcopal Española
Madrid, 19-22 de noviembre de 2007
La Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española (CEE) ha celebrado su XC reunión del lunes 19 al jueves 22 de noviembre de 2007. En esta
ocasión, la Asamblea se ha clausurado un día antes de lo habitual, debido a la
celebración del segundo Consistorio Ordinario Público convocado por el Papa
Benedicto XVI para mañana sábado 24 de noviembre, en el que se crearán 23
nuevos cardenales de la Iglesia Católica, 3 de ellos españoles: el Arzobispo de
Valencia, Mons. D. Agustín García-Gasco, el Arzobispo de Barcelona, Mons. D.
Lluis Martínez Sistach y el jesuita Urbano Navarrete Cortés, Rector emérito de la
Pontificia Universidad Gregoriana de Roma.
En esta Asamblea Plenaria han participado 63 de los 66 obispos diocesanos
que hay actualmente en España, los 11 obispos auxiliares y 15 obispos eméritos;
además del Ordinario Castrense, Rvdo. D. Ángel Cordero Cordero y el administrador diocesano de Osma-Soria, D. David Gonzalo Millán. Han excusado su
asistencia, el Arzobispo de Granada, Mons. D. Francisco Javier Martínez
Fernández, a quien la Asamblea Plenaria le ha transmitido, por medio del
Presidente, Mons. D. Ricardo Blázquez Pérez, un mensaje de fraternidad y
apoyo ante la circunstancias que ha padecido en estos días; el obispo de Lugo,
Mons. D. José Higinio Gómez González y el obispo de Solsona, Mons. D. Jaume
Traserra Cunillera. Ha asistido a la Plenaria por primera vez el Obispo de CoriaCáceres, Mons. D. Francisco Cerro Chaves, tras su ordenación episcopal el pasado 3 de septiembre. El nuevo prelado ha quedado adscrito a la Comisión
Episcopal para la Vida Consagrada. Asimismo han participado, como invitados
en la Asamblea, el Cardenal Marc Ouellet, Arzobispo de Québec (Canadá), que
ha tenido una intervención sobre el Congreso Eucarístico Internacional que se
celebrará en 2008, en aquella ciudad. Mons. D. Claudio Giuliodori, Obispo de
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Macerata (Italia), Mons. D. Benoît Rivière, Obispo de Autun (Francia), Mons. D.
Santiago Agrelo Martínez, Arzobispo de Tánger, que ha asistido como representante de la CERNA (Conferencia Episcopal Regional del Norte de África) y Mons.
D. Charles Caruana, Obispo de Gibraltar.
Concelebración Eucaristíca y Mensaje de la Santa Sede a los obispos españoles
El miércoles día 23, a las 12,30 h., los obispos concelebraron la Santa Misa,
como acción de gracias por la reciente Beatificación de 498 mártires del siglo
XX en España y con ocasión del 25º aniversario de la visita del Papa Juan Pablo
II a España. En aquel viaje, el Santo Padre bendijo e inauguró la sede de la
Conferencia Episcopal Española, ubicada en el nº 1 de la calle Añastro, en
Madrid. La Eucaristía conmemorativa tuvo lugar en la capilla de la sede de la
CEE (la misma en la que Juan Pablo II rezó ante el Sagrario por primera vez en
España, apenas una hora después de aterrizar en el aeropuerto de Barajas, el 31
de octubre de 1982) y fue presidida por Mons. D. Fernando Sebastián, Arzobispo
emérito de Pamplona y Obispo emérito de Tudela, quien era Secretario General
de la CEE en el momento de la primera visita del Papa a España. Mons. Sebastián
señaló en la homilía que “sorprende comprobar cómo las palabras del Santo
Padre pronunciadas en España hace 25 años tienen hoy tanta o más actualidad
que entonces. “Su visita fue verdaderamente una visita profética, con palabras
de fe y de aliento, que nos esclarecían los caminos de la voluntad de Dios. Nos
consuela pensar que hoy, como entonces, sigue siendo verdad que <una Iglesia
que fue capaz de ofrecer al mundo una historia como la nuestra, con hijos tan
insignes y tan universales como Teresa de Jesús, Ignacio de Loyola y Francisco
Javier, (hoy podemos añadir una Iglesia enriquecida con la caridad y la fortaleza de tantos mártires) no ha podido agotar su riqueza espiritual y eclesial >”.
Al comenzar la Eucaristía, Secretario General leyó un mensaje enviado por
el Cardenal Tarcisio Bertone, Secretario de Estado del Vaticano, (texto íntegro al
final de esta nota) quien transmitió a los obispos españoles el gozo del Santo
Padre Benedicto XVI por la numerosa participación de prelados, religiosos, reli-
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giosas, seminaristas y fieles laicos en la Beatificación de 498 mártires del siglo
XX en España, que tuvo lugar el pasado 28 de octubre en Roma. El Papa – señala el Card. Bertone – “ha apreciado mucho el esmero con el que se ha preparado este acontecimiento, tan significativo para toda la Iglesia, en las diócesis y
comunidades religiosas de las que procedían los nuevos Beatos, y también el fervor manifestado en la solemne celebración que tuvo lugar en la Plaza de San
Pedro”. El Secretario de Estado subraya en la carta que “el Papa conoce bien y
sigue con atención la situación de la Iglesia en España, de muy profundas raíces
cristianas, la cual tanto ha aportado y está llamada a seguir aportando con su
acción misionera para el crecimiento de la fe y su difusión en otras partes del
mundo. Asimismo, los alienta encarecidamente a entregarse con espíritu de
abnegación y generosidad al servicio de los fieles, así como a mantener y fortalecer la comunión fraterna, testimonio y ejemplo de la comunión que ha de
caracterizar a cada comunidad eclesial”.
Discursos del Presidente de la CEE y del Nuncio Apostólico en España
A las 11,00 horas del lunes, día 19 de noviembre, comenzaba la Asamblea
con el discurso del Presidente de la CEE y Obispo de Bilbao, Mons. D. Ricardo
Blázquez Pérez. Sus primeras palabras fueron para los nuevos Cardenales electos Mons. García-Gasco y Mons. Martínez Sistach. “Sus nombramientos –dijoes un reconocimiento de sus personas y de sus diócesis”. Asimismo tuvo unas
palabras de felicitación para el P. Urbano Navarrete, S.J.
En el discurso inaugural de la Asamblea el Presidente de la CEE recordó
ampliamente la Beatificación de 498 mártires del siglo XX en España, que tuvo
lugar el pasado 28 de Octubre en Roma. “Los mártires – señaló – nos interrogan
acerca de la valentía y de la humildad de nuestra fe; y, por lo mismo, denuncian
sin palabras los acomodos y componendas a que podemos someter la altísima
relevancia de la fe”. En este contexto, Mons. Blázquez recordó el documento La
fidelidad de Dios dura siempre. Mirada de fe al siglo XX, publicado por la CEE
el 20 de noviembre de 1999.
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Mons. D. Ricardo Blázquez dedicó también una parte de su discurso al
documento sobre las migraciones, que se ha aprobado en esta Asamblea, al centenario del nacimiento del Cardenal Vicente Enrique y Tarancón y al 25º aniversario de la primera visita del Papa Juan Pablo II a España.
Tras su intervención, tomó la palabra el Nuncio Apostólico en España, Mons.
D. Manuel Monteiro de Castro, quien recordó especialmente el discurso que
Juan Pablo II dirigió, hace ahora 25 años, en la sala de la Plenaria, a los obispos
españoles, en el que el Papa hizo “fuerte llamada a la esperanza, con una frase
repetida posteriormente: tengo confianza y espero mucho de la Iglesia en
España, aludiendo a que una Iglesia que ha producido tantos santos a lo largo
de su historia, no ha podido agotar su riqueza espiritual y eclesial”.
Participación en la Asamblea del Cardenal Marc Ouellet
El Arzobispo de Québec (Canadá), Card. Marc Ouellet ha informado ampliamente a la Asamblea Plenaria sobre el Congreso Eucarístico Internacional de
Québec, que se celebrará en dicha ciudad del Canadá entre los días 15 y 22 de
Junio de 2008, y que tendrá como lema “La Eucaristía, Don de Dios para la vida
del mundo”.
El Card. Ouellet tuvo un rico intercambio de impresiones con los obispos
españoles y destacó lo significativo que resulta el hecho de que en los últimos
años se esté produciendo, en el seno de la Iglesia, una renovación del interés por
el culto y la devoción eucarísticas, como centro y culmen de la vida cristiana.
En este sentido, subrayó la conexión entre la última encíclica de Juan Pablo II
(Ecclesia de Eucharistía) y el magisterio de Benedicto XVI, así como la importancia de la celebración del próximo Congreso Eucarístico en Québec, situado
entre dos sínodos, el celebrado en 2005 sobre la Eucaristía y el que se celebrará en octubre de 2008 sobre la Palabra de Dios.
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Asimismo el Card. Ouellet destacó como reto pastoral la recuperación del
domingo, como día del Señor, para la comunidad cristiana y subrayó la íntima
relación que existe entre la Eucaristía y la familia.
Aprobación de la Exhortación Pastoral “Para que tengan vida en abundancia”
A propuesta de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, la Asamblea
Plenaria de la CEE ha aprobado una Exhortación Pastoral, titulada “Para que tengan vida en abundancia”, con motivo del 40º aniversario de la encíclica
Populorum Progressio, de Pablo VI, y del 20º aniversario de la encíclica
Sollicitudo Rei socialis, de Juan Pablo II. En el texto, después de celebrar los
“gozosos aniversarios”, se propone una memoria agradecida del pasado, desde
la riqueza que supone la Doctrina Social de la Iglesia, un compromiso decidido
ante los retos del presente, centrados especialmente en la comunión eclesial y
en el dinamismo de la misión evangelizadora, y una mirada serena hacia el futuro en el que se quiere “dar testimonio de que la espiritualidad cristiana no se
confunde con el subjetivismo superficial de una espiritualidad intrascendente,
sino que intenta vivir una espiritualidad encarnada, al estilo del Evangelio”.
Para conmemorar el 40º aniversario de la encíclica Populorum Progressio,
esta misma semana, en Roma, el Pontificio Consejo Justicia y Paz se ha remitido
a aquellas enseñanzas de Pablo VI durante su asamblea general (martes y miércoles) y les está dedicando el II Congreso mundial de los organismos eclesiales
que trabajan por la justicia y la paz, que se está desarrollando desde el jueves
22 hasta mañana sábado día 24. En España, organizado por la Comisión
Episcopal de Pastoral Social de la CEE, se celebrará un Simposio Internacional
de Doctrina Social de la Iglesia, bajo el título “El derecho a un desarrollo integral … el desarrollo es el nuevo nombre de la paz, PP 86”), que tendrá lugar del
30 de Noviembre al 1 de Diciembre en la Fundación Pablo VI de Madrid, y contará con la presencia, entre otros, del Card. Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga,
Arzobispo de Tegucigalpa (Honduras) y Presidente de Cáritas Internacional. (Se
adjunta el texto completo).
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Aprobación de “La Iglesia en España y la Pastoral de las Migraciones”
A propuesta de la Comisión Episcopal de Migraciones, la Asamblea Plenaria
ha aprobado el documento “Iglesia en España y la Pastoral de las Migraciones”.
Se trata de una “Reflexión teológico-pastoral y orientaciones prácticas para una
pastoral de migraciones en España a la luz de la Instrucción Pontificia Erga
Migrantes Caritas Christi. El documento, que se editará próximamente, se articula en seis capítulos: algunos datos de la situación actual de las migraciones;
la emigración, fenómeno complejo. Sus causas y consecuencias; la emigración
nos interpela y constituye un momento de gracia; pastoral de las migraciones;
algunos principios fundamentales de la pastoral de las migraciones y sus consecuencias prácticas; y personas, funciones y estructuras en la acción pastoral con
los migrantes.
El documento está dirigido principalmente a todas las personas, instituciones
y organizaciones de la iglesia que se ocupan de la atención pastoral, en su sentido más amplio, de la población migrante. También se dirige a las comunidades
cristianas y a los propios inmigrantes, sin excluir a la misma sociedad “al menos
en lo que respecta a su sensibilización ante un fenómeno que a todos nos afecta e interpela”.
En el texto se señala que “la inmigración en sí misma no es un mal, es un
fenómeno humano complejo y tan antiguo como la misma humanidad” (…) “la
presencia de los inmigrantes ofrece a la Iglesia una oportunidad y ha de ser vista
como una gracia que ayuda a la Iglesia a hacer realidad esa vocación de ser
signo, factor y modelo de catolicidad para nuestra sociedad en la vida concreta
de las comunidades cristianas (…) Para la Iglesia, el emigrante, independientemente de la situación – legal, económica, laboral - en que se halle, es una persona con la misma dignidad y derechos fundamentales que los demás, es un hijo
de Dios, creado, redimido y querido por Él, es la presencia de Jesucristo, que se
identifica con él y que demanda de nosotros el mismo trato y los mismos servicios que le debemos a Él”. (Próximamente se publicará el texto definitivo).
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Carta a Mons. RICARDO BLÁZQUEZ PÉREZ
Obispo de Bilbao y Presidente
de la Conferencia Episcopal Española
Vaticano, 17 de noviembre de 2007
Señor Obispo:
Me complace dirigirme a Su Excelencia y, por su medio, a todos los miembros de esa Conferencia Episcopal, para transmitirles el gozo del Santo padre
Benedicto XVI por su numerosa participación, así como por la de tantos sacerdotes, religiosos, religiosas, seminaristas y fieles laicos, en la Beatificación de
498 mártires del siglo XX en España. Él ha apreciado mucho el esmero con el
que se ha preparado este acontecimiento, tan significativo para toda la Iglesia,
en las diócesis y comunidades religiosas de las que procedían los nuevos Beatos,
y también el fervor manifestado en la solemne celebración que tuvo lugar en la
Plaza de San Pedro el domingo 28 octubre pasado.
El Papa conoce bien y sigue con atención la situación de la Iglesia en ese
País, de muy profundas raíces cristianas, la cual tanto ha aportado y está llamada a seguir aportando con su acción misionera para el crecimiento de la fe y su
difusión en otras partes del mundo. Asimismo, los alienta encarecidamente a
entregarse con espíritu de abnegación y generosidad al servicio de los fieles, así
como a mantener y fortalecer la comunicación fraterna, testimonio y ejemplo de
la comunión que ha de caracterizar a cada comunidad eclesial.
En esta circunstancia, Su Santidad pide al Señor que el sacrificio heroico de
estos Mártires obtenga abundantes frutos para la Iglesia y la sociedad actual, y
ruega además al Espíritu Santo, por intercesión de la Virgen María, que los sostenga e ilumine en su ministerio pastoral. Con esta firme esperanza, les imparte
con gran afecto la Bendición Apostólica.
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Aprovecho esta ocasión para renovarle, Señor Obispo, los sentimientos de
mi consideración y sincera estima en Cristo.
Cardenal Tarcisio Bertone
Secretario de Estado de Su Santidad
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NOTA DE PRENSA
La Conferencia Episcopal Española
condena el atentado terrorista de ETA
en la localidad francesa de Capbreton
Madrid, 1 de diciembre de 2007
En la mañana de hoy, la organización terrorista ETA ha atentado en la localidad de Capbreton, en el suroeste de Francia, causando la muerte de un guardia civil e hiriendo de extrema gravedad a otro. La Conferencia Episcopal
Española quiere expresar su afecto y sincera solidaridad con las víctimas, especialmente con los familiares de las personas directamente afectadas por el atentado.
Con las palabras de la Instrucción Pastoral Orientaciones morales ante la
situación actual de España (23 de noviembre de 2006), reiteramos que el terrorismo es “intrínsecamente perverso, del todo incompatible con una visión moral
de la vida, justa y razonable” y que “no sólo vulnera gravemente el derecho a la
vida y a la libertad, sino que es muestra de la más dura intolerancia y totalitarismo”. Según se señala en la citada Instrucción Pastoral, “el gobierno, los partidos políticos y todas las instituciones estatales tienen que trabajar conjuntamente, con todos los medios legítimos a su alcance, para que llegue cuanto antes el
fin del terrorismo. Todos están obligados a anteponer la unión contra el terrorismo a sus legítimas diferencias políticas o estratégicas”. Asimismo, recordamos
que la Instrucción advierte de que “una sociedad que quiera ser libre y justa no
puede reconocer explícita ni implícitamente a una organización terrorista como
representante político legítimo de ningún sector de la población, ni puede tenerla como interlocutor político”.
“El terrorismo –indican los obispos en la Instrucción- no produce sólo daños
materiales y desgracias personales y familiares; genera también en la sociedad
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un grave deterioro moral. La vida, la integridad física y la dignidad de las personas se convierte en moneda de cambio de objetivos políticos; la fuerza tiende a
convertirse en factor decisivo en la organización de la vida pública; el que piensa de otra manera no es sólo un adversario, sino que se convierte también en
enemigo. Por eso, la respuesta de la sociedad frente a la amenaza terrorista no
podrá ser suficientemente firme y efectiva, mientras no se apoye en una conciencia moral colectiva sólidamente arraigada en el reconocimiento de la ley
moral que protege la dignidad y la libertad de las personas. En esta tarea la
Iglesia y los católicos queremos ofrecer resueltamente nuestra mejor colaboración”.
Al condenar enérgicamente este atentado, constatamos una vez más que el
terrorismo constituye una “estructura de pecado” y pedimos a las comunidades
cristianas que perseveren en la oración por las víctimas del terrorismo y por sus
familiares, por la conversión de los terroristas y el cese de la violencia, y para
que Dios otorgue sabiduría y fortaleza a los gobernantes en sus decisiones y
acciones, encaminadas a la desaparición del terrorismo.
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De los Obispos del Sur de España
Comunicado sobre la enseñanza religiosa escolar
y su profesorado en Andalucía
Reunidos los obispos de las Provincias Eclesiásticas de Granada y Sevilla en
Córdoba durante los días 15 y 16 de octubre, hemos reflexionado sobre la enseñanza religiosa escolar y su profesorado en Andalucía.
Felicitamos, en primer lugar, a los padres por su preocupación, exigencia y
elección de la enseñanza religiosa escolar para sus hijos fundamentados en la
Constitución. Es de su responsabilidad directa la educación cristiana y moral de
los hijos, derecho inalienable que les asiste constitucionalmente, debiendo los
poderes públicos garantizar que sus hijos reciban la “formación religiosa y moral
que esté de acuerdo con sus propias convicciones” (art. 27.3).
Hemos de lamentar, sin embargo, la reducción horaria que por ley se ha producido en la Etapa de la Enseñanza Secundaria Obligatoria. Consecuentemente,
hemos vivido con preocupación y dolor las tensiones y angustias que han afectado a sus profesores al ver mermada su jornada laboral. El diálogo mantenido
con la Administración, a distintos niveles, no ha alcanzado los frutos deseados.
Expresamos, pues, nuestro apoyo a los profesores de religión ante la inseguridad
personal y familiar que viven debido a su situación laboral. Reconocemos que
se han paliado algunos de los problemas puntuales derivados de tal reducción
horaria, sin embargo, la situación sigue siendo insatisfactoria por lo que respecta a la normalidad jurídica de los contratos laborales del profesorado y al desarrollo del programa de la materia en sí.
En cuanto a la asignatura obligatoria “Educación para la ciudadanía y
Derechos Humanos”, nos ratificamos en las Declaraciones que al respecto realizó la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española (28 de febrePág. 939
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ro y 20 de junio de 2007). La responsabilidad última, en este sentido, recae
sobre los padres. En cuanto a los colegios católicos, afirmamos que por exigencia jurídica, además de la declaración oficial de la Vice-consejería de Educación
de la Junta de Andalucía (30 de agosto de 2007), de impartir dicha materia, han
de desarrollar su programa de conformidad con el Ideario del Centro, primando
éste en cuanto a los valores y principios morales que han de inspirar la educación de la Escuela Católica.
Esperamos que, ante esta situación de inseguridad, la Enseñanza Religiosa
Escolar alcance la plena estabilidad académica y social que su naturaleza y trascendencia merecen, y esperamos de su profesorado, al que agradecemos profundamente sus esfuerzos y entrega, que sea fiel a la misión recibida y al derecho de los padres al solicitar la enseñanza religiosa para sus hijos.
Córdoba, 16 de octubre de 2007.
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SUMARIO
I. IGLESIA DIOCESANA
Del Obispo Diocesano
PASTORALES
Domund 2007 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .675
Día de la Iglesia Diocesana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .681
XXIX Semana de la Familia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .683
Beatificación de 498 mártires . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .687
Adviento 2007 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .691
Navidad 20079 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .695
HOMILÍAS
En el envío de los profesores de religión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .699
En el inicio del Curso Pastoral 2007-2008 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .705
En la solemnidad de Ntra. Sra. del Rosario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .709
En la apertura de curso de la Escuela Universitaria
de Magisterio “Virgen de europa” . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .715
En la clausura de la XXIX Semana de la Familia . . . . . . . . . . . . . . . . . .721
En la Coronación Canónica de M.ª Auxiliadora . . . . . . . . . . . . . . . . . .721
Otras intervenciones
Carta de Felicitación al Santo Padre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .739
Agenda del Sr. Obispo
Octubre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .741
Noviembre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .742
Diciembre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .744
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De la Cancillería Secretaría General
DECRETOS
Indulgencia parcial con motivo de los 275 años de la fundación de la
Esclavitud del Santísimo Sacramento, en la iglesia mayor parroquial
de San Pedro y San Pablo, de San Fernando . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .747
Decreto de Coronación Canónica de Mª Auxiliadora . . . . . . . . . . . . . .751
Por el que se nombra Notario-Actuario en el proceso de canonización
de la Sierva de Dios Hna Cristina de Jesús Sacramentado . . . . . . . . . . .755
Por el que se nombra Notario-Actuario en el proceso de canonización
de Sor M.ª de los Dolores del Amor de Dios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .757
Por el que se incardina al presbítero R. D. Rafael Romero Pavón . . . . .759
Por el que se concede el "indulto de servicio coral al M. I. Sr.
D. José Miguel Abad Vallejo Canónigo de la S.A.I. Catedral de Cádiz .761
Decreto de Erección del Centro Neocatecumenal Diocesano de Cádiz
"Santos Mártires Servando y Germán" . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .763
Decreto por el que se actualiza la retribución mensual
del clero al servicio de la diócesis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .769
Decreto por el que se establece la aportación de las parroquias,
y demás templos, al F.D.S.C. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .771
Nombramientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .775
Nombramientos de Hermandades y Cofradías . . . . . . . . . . . . . . . . . . .777
Crónicas diocesanas
Homenaje al Padre Pepe Neira . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .779
Imposición de la Medalla “Pro-Ecclesia et Pontifice” . . . . . . . . . . . . . .781
Acta del Consejo del Presbiterio (Sesión de14 nov). . . . . . . . . . . . . . . .785
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II. INFORMACIÓN GENERAL
De la Santa Sede
Mensaje Urbi et Orbi 2007 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .809
Palabras del Papa Benedicto XVI en el Encuentro de las Familias . . . . .813
Carta de la Secretaría de Estado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .815
Carta de la Secretaría de Estado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .817
Congregación para la Doctrina de la fe. Nota Doctrinal
acerca de algunos aspectos de la Evangelización . . . . . . . . . . . . . . . . .819
Homilía del Cardenal José Saraiva Martins en la Beatificación de 498
Mártires de la persecución religiosa en España . . . . . . . . . . . . . . . . . . .839
De la Conferencia Episcopal Española
XC Asamblea Plenaria
Discurso Inaugural. Excmo. y Rvmo. Sr. D. Ricardo Blázquez Pérez . . .845
Discurso del Excmo. y Rvmo. Sr. D. Manuel Monteiro de Castro . . . . .861
Exhortación Pastoral con motivo del 40 aniversario de la Encíclica
Populorum Progressio de Pablo VI y en el 20 aniversario de la Encíclica . .
Sollicitudo Rei Socialis de Juan Pablo II . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .865
La Iglesia en España y los inmigrantes Reflexión teológico-pastoral . . .875
Nota de Prensa Final . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .929
Nota Prensa de Condena por el Atentado Terrorista . . . . . . . . . . . . . . .937
De los Obispos del Sur de España
Comunicado sobre la enseñanza religiosa escolar
y su profesorado en Andalucía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .939
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Pág. 944
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INDICE GENERAL
2007
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I. IGLESIA DIOCESANA
Del Obispo Diocesano
PASTORALES
Jornada Mundial por la Paz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .5
Jornada Mundial de las Migraciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .13
Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos . . . . . . . . . . . . . . . .21
Jornada Mundial de la Vida Consagrada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .25
Jornada Mundial de la Infancia Misionera . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .29
Campaña Contra el Hambre (Manos Unidas) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .33
Cuaresma 2007 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .37
XV Encuentro Diocesano de Oración . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .47
Día de la Mujer Trabajadora . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .51
Día del Seminario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .55
“No pases de largo” Día del Amor Fraterno (Jueves Santo) . . . . . . . . . .227
“Haz latir el corazón del mundo” Jornada Mundial
de Oración Vocaciones. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .231
“La prioridad en el trabajo es la persona y no el beneficio”
1º de Mayo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .235
“Acoger, comprender, acompañar”. Día del enfermo. . . . . . . . . . . . . . .241
“Los niños y los Medios de Comunicación Social:
un reto para la educación”. Jornada Mundial Comunicaciones. . . . . . .245
“Semilla del Reino” Día de la Acción Católica y Apostolado Seglar. . . .251
“Un silencio elocuente”. Los contemplativos, lenguaje de Dios.
Jornada Pro-Orantibus. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .255
“Caridad y educación integral”. Corpus Christi: Día de la Caridad. . . . .261
Día del Papa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .265
Domund 2007 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .675
Día de la Iglesia Diocesana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .681
XXIX Semana de la Familia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .683
Beatificación de 498 mártires . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .687
Adviento 2007 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .691
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Navidad 2007 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .695
“Responsables desde niños” Jornada Pastoral de la Carretera . . . . . . . .467
“María en la Eucaristía” Día de las Gentes del Mar. . . . . . . . . . . . . . . .471
“Asunción de Nuestra Señora en cuerpo y alma a los cielos” . . . . . . . .477
“Familia cristiana, Buena Noticia” . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .481
“Espiritualidad apostólica y evangélica para la nueva evangelización . .503
HOMILÍAS
En la Epifanía del Señor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .61
En el Encuentro de oración por la Unidad de los Cristianos . . . . . . . . . .67
En el miércoles de Ceniza . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .71
En la celebración de los cien años de los Scouts en el mundo . . . . . . . .77
En la Misa Crismal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .269
En la Misa del Domingo Resurrección . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .277
En el 4º Centenario de la Fundación de la Compañía de María . . . . . .283
En la Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo . . . . . . . . .291
En la Coronación Canónica de la imagen de Ntra. Señora del Carmen 523
En la Eucaristía de despedida de los Padres Jesuítas, de Cádiz . . . . . . .535
En la V Asamblea Diocesana de Catequesis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .541
En el envío de los profesores de religión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .699
En el inicio del Curso Pastoral 2007-2008 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .705
En la solemnidad de Ntra. Sra. del Rosario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .709
En la apertura de curso de la Escuela Universitaria
de Magisterio “Virgen de europa” . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .715
En la clausura de la XXIX Semana de la Familia . . . . . . . . . . . . . . . . . .721
En la Coronación Canónica de M.ª Auxiliadora . . . . . . . . . . . . . . . . . .721
Otras intervenciones
Felicitación al Santo Padre en su onomástica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .83
Ante la situación de Delphi . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .85
Pascua de Resurrección . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .297
Donar sangre es testimoniar solidaridad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .299
Felicitación al Papa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .301
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Peregrinación Beatificación Mártires . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .545
Carta de Felicitación al Santo Padre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .739
Agenda del Sr. Obispo
Enero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .87
Febrero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .88
Marzo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .89
Abril . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .303
Mayo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .304
Junio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .307
Julio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .547
Agosto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .548
Septiembre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .549
Octubre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .741
Noviembre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .742
Diciembre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .744
De la Cancillería Secretaría General
Decretos
Coronación Canónica de la Stma. Virgen del Carmen . . . . . . . . . . . . . . .91
Actualización de la Retribución del Clero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .95
Modificación del Reglamento de la Retribución del Clero . . . . . . . . . . .97
Reforma de los límites de las Parroquias de San José y San Ildefonso,
de Ceuta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .99
Nombramiento de la Comisión Gestora de Manos Unidas . . . . . . . . . .103
Erección de la Fundación Privada “Doña Mercedes” . . . . . . . . . . . . . .105
Traslado de la Sede Canónica de la Cofradía de Ntro. Padre Jesús
Cautivo de los Llanos, de Medina Sidonia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .107
Consentimiento a la Compañía de la Hijas de la Caridad
para abrir un “Centro de Día” en Cádiz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .109
Por el que se autoriza la bendición de la Ermita de María Auxiliadora .311
Por el que se erige la Hermandad Salesiana de Penitencia de Ntro.
Padre Jesús del Amor despojado de sus vestiduras y María Stma.
de la Concepción, de Cádiz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .313
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Por el que se autoriza a cambiar de denominación a la antigua Iglesia
parroquial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
del Sagrado Corazón de La Línea de la Concepción . . . . . . . . . . . . . . .315
Por el que se confirma la erección y aprobación de los estatutos de
la Asociación de fieles Madres de Nazaret . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .317
Por el que se concede indulgencia parcial a quienes visiten la
Iglesia de Ntra. Sra. del Carmen, de San Fernando . . . . . . . . . . . . . . . .319
Por el que se constituye y nombra la Comisión para la
Autofinanciación de la Iglesia Diocesana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .551
Por el que se concede “indulto de servicio coral” al Muy Ilustre
Sr. Canónigo Arcediano R.D. José Carlos Muñoz García . . . . . . . . . . . .553
Por el que se incardina al presbítero R.D. Martín José García Ramírez .555
Por el que se convocan las votaciones para la elaboración de terna
que se presentará al Obispo para el nombramiento de arcipreste de
Algeciras . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .557
Por el que se confirma la elección de la Presidenta de la Asociación
de Hijas de la Inmaculada Concepción de María Stma., de Cádiz . . . .561
Indulgencia parcial con motivo de los 275 años de la fundación de la
Esclavitud del Santísimo Sacramento, en la iglesia mayor parroquial
de San Pedro y San Pablo, de San Fernando . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .747
Decreto de Coronación Canónica de Mª Auxiliadora . . . . . . . . . . . . . .751
Por el que se nombra Notario-Actuario en el proceso de canonización
de la Sierva de Dios Hna Cristina de Jesús Sacramentado . . . . . . . . . . .755
Por el que se nombra Notario-Actuario en el proceso de canonización
de Sor M.ª de los Dolores del Amor de Dios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .757
Por el que se incardina al presbítero R. D. Rafael Romero Pavón . . . . .759
Por el que se concede el "indulto de servicio coral al M. I. Sr.
D. José Miguel Abad Vallejo Canónigo de la S.A.I. Catedral de Cádiz .761
Decreto de Erección del Centro Neocatecumenal Diocesano de Cádiz
"Santos Mártires Servando y Germán" . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .763
Decreto por el que se actualiza la retribución mensual
del clero al servicio de la diócesis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .769
Decreto por el que se establece la aportación de las parroquias,
y demás templos, al F.D.S.C. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .771
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Nombramientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .111, 323, 563, 775
Nombramientos de Hermandades y Cofradías . . . . . . .115, 327, 565, 777
Ordenaciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .117, , 329, 567
Consagración Virginal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .333
Necrológica: Antonio María Picardo Yoly . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .335
Crónica diocesana
Memoria de la Actividad Judicial durante el año 2006 . . . . . . . . . . . . .119
Acta de la Sesión del Consejo del Presbiterio de 21 de febrero de 2007123
Nota de Prensa ante el cierre de Delphi . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .129
No al cierre de Delphi . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .131
Comunicado Justicia y Paz sobre el cierre de Delphi . . . . . . . . . . . . . .133
Acta de la sesión del Consejo del Presbiterio de 23 de Mayo de 2007 337
Plan Diocesano de Pastoral 2007-2008 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 569
Homenaje al Padre Pepe Neira . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .779
Imposición de la Medalla “Pro-Ecclesia et Pontifice” . . . . . . . . . . . . . .781
Acta del Consejo del Presbiterio (Sesión de14 nov). . . . . . . . . . . . . . . .785
II- INFORMACIÓN GENERAL
De la Santa Sede
Discurso del Santo Padre al Cuerpo Diplomático acreditado
ante la Santa Sede . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .137
Mensaje del Santo Padre para la celebración
de la Jornada Mundial de la Paz 2007 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .147
Mensaje del Santo Padre para la Jornada Mundial del
Emigrante y el Refugiado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .159
Mensaje del Santo Padre para la Jornada Mundial del Enfermo . . . . . . .163
Mensaje del Santo Padre a los jóvenes, con ocasión de la
XXII Jornada Mundial de Juventud. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .167
Mensaje del Santo Padre para la Cuaresma 2007 . . . . . . . . . . . . . . . . .173
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Congregación para la Doctrina de la fe.
Notificación sobre las Obras del P. Jon Sobrino S.I. . . . . . . . . . . . . . . .177
Respuesta de la Secretaria de Estado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .355
Homilía de Benedicto XVI en la Vigilia Pascual en la Noche Santa . . . .357
Mensaje Urbi et orbi de Benedicto XVI en la Pascua 2007 . . . . . . . . . .363
Homilía de Benedicto XVI durante la Misa del Corpus Christi . . . . . . .367
Motu Proprio “Summorum Pontificum” sobre el uso de la “Liturgia
Romana” anterior a la reforma de 1970 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .579
Carta de Benedicto XVI que acompaña la Carta Apostólica
“Motu Proprio Data” . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .587
Mensaje del Santo Padre Benedicto XVII a los jóvenes del mundo
con ocasión de la XXIII Jornada Mundial de la Juventud 2008 . . . . . . .593
Encuentro del Santo Padre Benedicto XVI con los párrocos y
sacerdotes de las Diócesis de Belluno-Feltre y Treviso . . . . . . . . . . . . .603
Congregación para la Doctrina de la Fe
Respuestas a algunas preguntas acerca de ciertos aspectos
de la doctrina sobre la Iglesia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .631
Artículo de comentario a las respuestas a algunas preguntas
acerca de ciertos aspectos de la doctrina sobre la Iglesia . . . . . . . . . . .639
Carta de la Secretaría de Estado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .649
Mensaje Urbi et Orbi 2007 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .809
Palabras del Papa Benedicto XVI en el Encuentro de las Familias . . . . .813
Carta de la Secretaría de Estado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .815
Carta de la Secretaría de Estado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .817
Congregación para la Doctrina de la fe. Nota Doctrinal
acerca de algunos aspectos de la Evangelización . . . . . . . . . . . . . . . . .819
Homilía del Cardenal José Saraiva Martins en la Beatificación de 498
Mártires de la persecución religiosa en España . . . . . . . . . . . . . . . . . . .839
De la Conferencia Episcopal Española
Comunicado del Encuentros de Obispos con la Asamblea
de Ordinarios de Tierra Santa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .193
La Ley Orgánica de Educación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .197
Nota Prensa Final del CCIV Reunión de la Comisión Permanente . . . .207
Pág. 952
B.O.O. 2.565
Respeto por la fe católica y sus imágenes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .211
Discurso Inaugural del Presidente de Conferencia Episcopal Española
en la Asamblea Plenaria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .373
Discurso del Nuncio Apostólico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .389
Nota de Prensa final de la Asamblea Plenaria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .393
Mensaje con motivo de la Beatificación de 498 mártires del
siglo XX en España . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .399
La escuela católica. Oferta de la Iglesia en España para la
educación del siglo XXI . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .405
Nueva declaración sobre la Ley Orgánica de Educación . . . . . . . . . . .449
CCVI Reunión de la Comisión Permanente
Nota de prensa final . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .651
Nota de Aspotolado del Mar con motivo del naufragio
del “Nuevo Pepita Aurora” . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .657
Nota de Prensa. La CEE pone en marcha un plan para
informar a la sociedad sobre la labor de la Iglesia y el nuevo
modelo de AsignaciónTributaria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .659
Nota de Prensa. La CEE envía carta de condolencia al Ministro
de Defensa y al Arzobispado castrense . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .663
Nota de Prensa. La Iglesia desea que se ayude a todos los niños . . . . .665
XC Asamblea Plenaria
Discurso Inaugural. Excmo. y Rvmo. Sr. D. Ricardo Blázquez Pérez . . .845
Discurso del Excmo. y Rvmo. Sr. D. Manuel Monteiro de Castro . . . . .861
Exhortación Pastoral con motivo del 40 aniversario de la Encíclica
Populorum Progressio de Pablo VI y en el 20 aniversario de la Encíclica . .
Sollicitudo Rei Socialis de Juan Pablo II . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .865
La Iglesia en España y los inmigrantes Reflexión teológico-pastoral . . .875
Nota de Prensa Final . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .929
Nota Prensa de Condena por el Atentado Terrorista . . . . . . . . . . . . . . .937
De los Obispos del Sur de España
Nota de los Obispos de Andalucía con ocasión del Referéndum
sobre la Reforma del Estatuto de Autonomía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .213
Ante las próximas elecciones municipales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .455
Pág. 953
B.O.O. 2.565
Comunicado sobre la enseñanza religiosa escolar
y su profesorado en Andalucía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .939
Pág. 954
B.O.O. 2.565
Pág. 955
B.O.O. 2.565
Pág. 956
B.O.O. 2.565
Pág. 957
B.O.O. 2.565
Pág. 958

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