Torpedo circula en: Universidad Iberoamericana Puebla Casa
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Torpedo circula en: Universidad Iberoamericana Puebla Casa
3 Torpedo circula en: Universidad Iberoamericana Puebla Casa Nueve Universidad de las Américas Puebla Terminal 205 Benemerita Universidad Autónoma de Puebla Universitario Bauhaus Profética Casa de de la Lectura Capilla del Arte Udlap Zona Autónoma Café 33 UNARTE Azotacalles El Chillar (Oaxaca) NO [email protected] 55 4512 3586 / 55 1337 9129 TENIAMOS DE OTRA Torpedo es un boletín semanal impreso, dedicado al análisis, difusión y producción de textos sobre las prácticas artísticas que acontecen en la capital de Puebla y sus alrededores.  Un lugar sin territorio. Hacia una resonancia del arte actual en Puebla. I. El recorrido que realiza Daniel Montero en El cubo de Rubik, arte Mexicano en los años 90 (2013), evidencia cómo la apertura de la economía mexicana al mercado global cambió los procesos de exhibir, circular, institucionalizar y producir el arte de esa década en el Distrito Federal. Uno de los cambios más relevantes dentro del proceso en el que Montero inscribe su recorrido es la redefinición del concepto de ‘arte contemporáneo’ en el lenguaje del arte mexicano de esa década. Dicha redefinición permitió la contención de las manifestaciones artísticas que no encajaban claramente con los medios tradicionales y que eran denominadas ‘medios alternativos’. Montero señala que esta redefinición se da en la medida en que manifestaciones artísticas como la instalación y el performance (vistas como ‘alternativas’) comienzan a exhibirse y circular por espacios institucionales y, eventualmente, a incorporarse al mercado del arte internacional. En el estudio de Montero se pone de manifiesto que la apertura de la economía del país al mercado global generó otra forma de subjetivación de cuantos producen obra (71), que se ve reflejada en la materialidad de la misma, así como en sus modos de circulación, exhibición y consumo. Eso es lo que, a grandes rasgos, ha identificado al arte contemporáneo del Distrito Federal y, en algún modo, lo que vino a significar. Ahora, habrá que considerar que la teoría del arte actual en México ha sido insistente en enfocarse en la capital y ha habido, apenas, reflexión y estudio acerca del fenómeno del arte de las últimas dos décadas en las provincias. Durante los cinco años que residí en San Andrés Cholula, fui testigo y partícipe de una serie de acontecimientos del arte actual en Puebla, que no han sido apropiadamente documentados ni reflexionados y que actualmente han generado la eclosión de dinámicas de exhibición, circulación y consumo en torno al arte denominado ‘contemporáneo’ en el estado. Así, pues, resulta relevante preguntarse cómo se ha entendido el concepto del arte contemporáneo en Puebla y en relación a qué se identifican las prácticas artísticas con dicho concepto. Por esa razón, lo que se intentará en las publicaciones de Torpedo es reconocer los panoramas de arte en este estado, a través de resonancias con las reflexiones de artistas, críticos y teóricos sobre el arte en México, para matizar así la invisible estructura del arte ‘contemporáneo’ en Puebla. A lo largo de una serie de artículos, comenzando con el presente, se llevará a cabo un ejercicio de reflexión crítica acerca de los acontecimientos en torno al arte contemporáneo en Puebla. Proceso este que requerirá de tropiezos, increpaciones, revisiones y constante actualización. Torpedo fungirá, me aventuro a decir, como un dispositivo ciego que recorrerá, cual submarino, un mar opaco y diluido que, hasta hace poco, ha estado escasamente mapeado. Este mar del que hablo es parte del océano del arte contemporáneo mexicano, en el cual los faros han apuntado fuerte e insistentemente en el centro, donde los tiburones suelen amotinarse y circular. Asimismo, utilizaremos el aparato de crítica, del que Daniel Montero echa mano para estudiar algunos mecanismos del arte de la capital en la década de 1990, como una suerte de dispositivo de radar que se reintegrará al sonar de nuestra investigación para reconocer las extensiones y condiciones de la problemática a abordar a través de las resonancias con territorios de arte contemporáneo mexicano mejor cartografiados. Consideraremos en esta resonancia los cambios en los procesos de institucionalización, exhibición y producción del arte de la década de 1990, en el Distrito Federal, que Montero rastrea como una consecuencia de la apertura de la economía del país al mercado global, teniendo en cuenta que dichos cambios se tuvieron que dar de manera colateral fuera de la capital. Así, pues, se intentará identificar algunos acontecimientos clave y realizar un análisis que señale la manera en que, dentro de algunas dinámicas sociales, académicas e institucionales, en Puebla, se han comenzado a reconocer características que constituyen procesos particulares, que, al tiempo que engarzan con algunos mecanismos del D.F., configuran una identificación sin precedentes de los artistas jóvenes oriundos y residentes en Puebla para con el propio territorio. II. En 1997 se realizó, en la Universidad Iberoamericana Puebla (UIAP), la Primera Bienal de los Ángeles Artes Visuales. En el evento, escasamente documentado por Montserrat Galí Boadella (2007), concursaron 73 artistas y expusieron algunos otros artistas invitados. En el Simposio de las Américas de Arte Contemporáneo (SAAC, 2013), celebrado en la Universidad de las Américas, Puebla (UDLAP), en la conferencia Producción y gestión en el arte, Miguel Ángel Corona ‘El Reinito’ presentó como parte de su dossier de trabajo la organización de dicha Bienal. Sin embargo, la plática fue muy informal y no arrojó información relevante sobre el proyecto. En su segunda edición, la Bienal intentó establecer un vínculo con la producción visual de ese momento y con su estigmatizado pasado barroco. Ramón Almela (2001) escribe una crítica sobre la selección y premiación de las piezas –por su ejecución técnica–, en la que pone de manifiesto la ausencia de “exploración inteligente y atrevida que sembra[ría] mayores expectativas de empuje en el panorama estancado de las artes visuales en Puebla”. Además, Almela sugiere una inoperancia conceptual en el uso del término barroco, con el afán de conectar al arte contemporáneo de Puebla con su pasado histórico, si se consideraba que el término es aplicable en plenitud a los acontecimientos del arte contemporáneo mexicano en general. El artículo, sin embargo, aplaude la persistencia de la UIAP por darle continuidad a la Bienal, ya que impulsa, se dice, la reflexión sobre la estética producida en el estado. Almela refiere al surgimiento de una conciencia de la necesidad por romper con el peso de la tradición local. Habida cuenta de que el peso de la tradición barroca en Puebla habría desgastado la mirada de los nuevos productores artísticos en el Estado y que el mismo uso del término barroco estaría deslocalizado, Almela pide a sus organizadores darle continuidad a la Bienal, reestructurando, con todo, la manera en que se concibe el arte contemporáneo desde esa institución. Será clave, para su eficacia, dar cabida a una mirada mucho más rupturista. 1 2 En el 2000 se lleva a cabo el Primer Simposio de Arte en la UDLAP, El insidioso gusto por lo global: arte para un siglo post-México, dirigido por Cuauhtémoc Medina. En ese año, el concepto de la globalización comienza apenas a incorporarse al lenguaje del arte. Hasta entonces todavía se tiene en cuenta la memoria del Neomexicanismo como una manifestación inscrita dentro del concepto de la posmodernidad (Montero, 207). Asimismo, se analiza cómo es que este proceso se ha proyectado en la escena internacional del arte de la década de 1990, y si es que el neoconceptualismo, como propuesta, en ese entonces, alternativa, encajaba en el concepto incipiente de lo global. Aunque es evidente que la discusión llevada a cabo ese año en la UDLAP se focaliza en los mecanismos del arte que habían acontecido en la capital, cabe resaltar que el evento fue realizado en una de universidad poblana que, como se verá más adelante, ha profesionalizado a un número considerable de artistas. aproximadamente 150 artistas, y abordó como tema central las nuevas tecnologías en el Arte. Dentro del festival se llevó a cabo un proyecto curado por Juan Pablo Macías, artista y curador poblano, llamado Regeneraciones, Plataformas y Espacios Utópicos. El proyecto fue un laboratorio-exposición que abordaba las estrategias de LAALvaca y seis por seis, en diálogo con artistas emergentes como José Luis Cortés Santander, Hernaín Bravo, Diana Córdova, Perla Montelongo, Douglas Rada, el colectivo Metapong, y los invitados Rubén Gutierrez, John Holloway, Evelyne Jouanno y Mario Rangel Faz (Macías, 118). El proyecto puso de manifiesto, entre otras cosas, la necesidad de preguntarse por las particularidades de la producción artística en Puebla en relación a las estructuras hegemónicas. Para Macías, estas singularidades se concentran en la apertura de diálogo que genera “el repetir una acción, objeto o estrategia [establecidas por el centro económico y cultural], como forma de descentramiento cultural. El descentramiento como reparo generalizado” (Macías, 120). Asimismo, el festival ponía en tensión las resonancias con el arte de la década de 1990, pues también contó con la exposición Heterotopías, con obras de algunos de los artistas de esa década como Carlos Amorales, Miguel Calderón, Francis Alÿs, Gabriel Orozco, entre otros, junto a la obra de los artistas poblanos Alberto Ibañez Cerda y Ernesto Cortés. Sin embargo, la tensión sería producida por la curaduría de Macías, al proponer una relectura de las estrategias del arte de la década de 1990 y de los Grupos de los años 70, ahora en un contexto ‘periférico’ como la ciudad de Puebla, además, con artistas desconocidos para ese año. En el 2001 se celebró el Primer Encuentro Estatal de Arte Contemporáneo en la Galería de Arte Contemporáneo y Diseño. Para su segunda edición, Willy Kautz, entonces curador del Museo Tamayo, en entrevista con la Jornada de Oriente, se pronunció en contra del acontecimiento, sosteniendo que los concursos de arte se encuentran obsoletos y que, específicamente, el Encuentro Estatal de Arte Contemporáneo no presentaba una muestra representativa del territorio; lo único relevante de la exhibición era, a su parecer, la constancia que dejaba: en Puebla se está haciendo arte contemporáneo (La Jornada de Oriente, 2002). Ese mismo año se abre el espacio de gestión y exhibición arte contemporáneo, LAALvaca, que surgió como una iniciativa independiente y de carácter alternativo. LAALvaca, el primer referente que se tiene sobre espacios alternativos en Puebla, sigue vigente hasta el día de hoy. En 2002, se lleva a cabo el Segundo Simposio de Arte Contemporáneo El malestar de la curaduría, dirigido por Osvaldo Sánchez y organizado por los mismos alumnos. Resulta interesante el cuestionamiento planteado acerca del resurgimiento y la revalorización de la figura y función del curador en los mecanismos del arte contemporáneo, ya que este fenómeno surgió a raíz de los cambios en los modos de exhibir, circular, consumir y producir arte en la década de 1990 que Montero rastrea en su texto. Un efecto sintomático, que se manifestaría en Puebla, será la profesionalización de curadores egresados de la UDLAP que coincidieron con los planteamientos del Segundo Simposio. Es el caso de Juan Pablo Macías, de cuya labor trataremos más adelante. Para el 2005, en el Tercer Simposio de la UDLAP, Estrategias Divergentes, organizado nuevamente por los alumnos, se revisó uno de los casos paradigmáticos de los espacios alternativos de la década de 1990 en el DF: Temístocles 44 (Cruzvillegas, 105 y Rovirosa, 125). Ya se evidenciaba una preocupación sobre cuál tendría que ser el modelo que habrían de replicar los artistas en dicha universidad, con el fin de institucionalizar su práctica (Muñoz, 99). Es relevante mencionarlo, porque en este foro estuvieron presentes estudiantes que eventualmente llevaron un ejercicio de auto legitimación, parecido al de los espacios alternativos del DF en la década de 1990, como la Panadería o Temístocles. El 1 de febrero del 2006, Diana Córdoba e Isaac Muñoz, ambos estudiantes de la UDLAP, abren el espacio de exhibición y diálogo seis por seis en el centro de San Andrés Cholula (Almela, 2006). Ese mismo año se lleva a cabo el macroevento de arte contemporáneo, Plataforma Puebla 2006, en la fábrica abandonada, La Constancia. El festival contó con 32 eventos, en la nave industrial y en otras sedes, con 3 Más allá de que los mecanismos del arte contemporáneo en Puebla son dependientes de los del Distrito Federal, a lo largo de este recuento resalta un proceso de auto-reconocimiento y de auto-representación del arte contemporáneo realizado en esta provincia, que tiene que ver con su cercanía con la capital y las resonancias que esta produce, con los reajustes a los que los artistas de Puebla han sometido su obra, imitando las estrategias de los artistas de los 90 en el DF. El desarrollo de este auto-reconocimiento también tiene que ver con el carácter de ‘tránsito’ que envuelve a la de Puebla, solidificado por la gran oferta en educación superior y la capacidad de profesionalización de las prácticas artísticas. De la misma manera, la UDLAP aparece como un nodo de vinculación para los estudiantes con los artistas, críticos y curadores que formaron parte de la generación del arte de los años 90 que estudia Montero. Cabe enfatizar la idea que expone Macías acerca de la condición periférica del arte actual en Puebla, la cual pone en tensión al aparato de representación del concepto centralizado de ‘arte contemporáneo’. Al no encontrarse inscrito en dicho concepto, el cual Montero afirma constituirse para el arte de los años 90 en el DF, la práctica artística en Puebla comienza a generar una serie de utopías y heterotopías, es decir, un “terreno común del arte y de la publicidad del intelecto sin esfera pública, [que] genera un continuo diálogo y una ardua negociación(…) de manera lenta pero ininterrumpida” (Macías, 123). - rubén ojeda guzmán 4