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Número 50 | 21⁄05⁄2015
EXTRASEMANAL
UNAI EMERY
LA MADUREZ EN SEVILLA
Miguel Canales
EXTRASEMANAL
CLUBPERARNAU
P
uede decirse que Unai Emery ha sido uno de los entrenadores a los que he seguido con mayor asiduidad desde que este comenzó su carrera profesional en
los banquillos. Y de él no podría decir que haya sido de los que más me han
impactado desde el punto de vista de considerarlo como progresista o creador de un
modelo de juego rompedor o novedoso. Ello no implica que no se encuentre a la vanguardia en los aspectos tácticos del juego, pero no es un entrenador que proponga
conceptos diferentes y de cuño propio a los que se utilizan en el fútbol moderno. Es
un entrenador integrador.
Me topé con él y comencé a seguirlo con asiduidad al encontrar una afinidad importante con el fútbol que desarrollaba su Almería inicial. Su propuesta me atraía
porque casaba con las ideas del juego que a mí me gusta ver. Agresividad sin balón, presión adelantada, gusto por ser dominante en el campo pero sin desarrollar
un fútbol demasiado empalagoso en el toque intrascendente y sí buscando más la
verticalidad. En definitiva, aquel joven entrenador me proporcionaba un cóctel de
emociones donde la agresividad tanto ofensiva como defensiva me sorprendía para
ser un equipo de Segunda División. El talento se ponía al servicio del colectivo y en
la Andalucía más oriental disfrutaban de un equipo de Segunda muy atrevido y que
quería ser protagonista desde el balón.
Me encontré con Emery en Segunda División, en el banquillo del Lorca. Pero cuando
realmente comencé a seguir su carrera de manera continuada fue en el Almería,
también en la división de plata del fútbol español, como dije antes. Allí descubrí su
gusto por la presión alta, el juego de transiciones y su enorme capacidad para crear
jugadas de estrategia y obtener muchos puntos desde el balón parado. Se intuía un
gran potencial en aquel novel entrenador que derrochaba energía desde la banda y
que se la transmitía a su equipo de manera directa.
Y desde ahí viví su aventura en Valencia, donde siempre cumplía objetivos pese a
que año a año su plantilla se iba debilitando; lo seguí hasta Moscú, donde uno de
sus principales defectos -la obstinación- quedó más patente; y actualmente lo voy
conociendo en profundidad en el Sevilla F.C., el equipo con el que más me identifico emocionalmente.
LA ADAPTABILIDAD
Durante todos estos años de seguimiento fui descubriendo que la virtud que mejor lo
podría definir como entrenador, desde el punto de vista táctico, es la adaptabilidad.
Adaptabilidad entendida como su capacidad para crear equipos que potencian y se
fundamentan en las características de sus jugadores. Una de las grandes máximas
que definen la carrera del de Hondarribia es su obsesión por exprimir al máximo todas las posibilidades que le da su plantilla, de ahí que sea uno de los entrenadores que
más reparte los minutos entre sus futbolistas a lo largo de una temporada completa.
Para ello se hace fundamental su trabajo -y el de su equipo de ayudantes- en el
conocimiento exhaustivo de los rivales. El manejo de las rotaciones y la amplia
utilización de la plantilla que tiene bajo sus órdenes no son aspectos que surjan de
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su egolatría ni que con ellos pretenda ser identificado como un entrenador de rotaciones -como muchas veces se le define-. Todo tiene su justificación. Para Emery el
poder de la plantilla está por encima del de los jugadores como individualidades, y el
ascendente del grupo siempre es más importante que la productividad que puedan
ofrecer las figuras.
Gusta de tener a la mayor parte posible de sus plantillas, como se suele decir, enchufada para poder aprovechar las características individuales de cada uno de sus jugadores en el momento que considera que son necesarias para los diferentes partidos.
Y así poder trabajar con la opción de disponer de diferentes alternativas en su idea
de juego y en sus planteamientos en función de las características del rival.
Esto suele conducir a que los finales de temporada de sus equipos sean muy poderosos, aunque tenga que pagar en algunos momentos de la temporada el peaje que
supone repartir minutos para que todos los integrantes de la plantilla se sientan
importantes en los momentos donde se definen los objetivos trazados
Desde ese seguimiento, estudio y búsqueda del conocimiento en su manera de trabajar los partidos, las competiciones y las temporadas trataré de hacer una radiografía sobre su figura que se ajuste lo máximo posible a la realidad. Aunque como
persona tan emocional que es Unai Emery, parte de este análisis se pueda ver condicionado por todo aquello que me ha transmitido más allá de lo futbolístico, a un
nivel más personal.
Podría decirse que he tenido ciertos desencuentros con él y durante el desarrollo de
este trabajo quedarán expuestos los motivos de los mismos. Lo que es cierto es que
Unai Emery no me ha dejado indiferente nunca a lo largo de su carrera. Y eso es algo
que no se puede decir de todos los entrenadores.
Pero en el fondo siempre tendré que reconocer que, pese a los altos o bajos que he podido tener con él, es uno de los entrenadores que más me han aportado en lo personal.
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SEVILLA Y EMERY:
UN MATRIMONIO PREDECIBLE
Que Unai Emery haya acabado entrenando al Sevilla era algo que tenía muchas probabilidades de producirse. Si uno mira el recorrido de entrenadores que la dirección
deportiva de Monchi ha llevado a Nervión encuentra un nexo común, donde el vasco
cumple perfectamente el perfil. Se trata de técnicos nacionales, con cierto recorrido
en la élite y a los cuales la entidad sevillana atrae por la posibilidad que les da de
relanzar su carrera. La disponibilidad era el factor que marcaba la elección sevillista
de un entrenador u otro en cada momento.
El Sevilla F.C. es un club apetecible de entrenar por su organización y estructuración
del trabajo. Capaz de generar plantillas y de regenerarse a sí mismo año tras año,
aun vendiendo muchos jugadores. Y con Emery ha encontrado un entrenador que le
va como anillo al dedo al ser potenciador de los futbolistas de su plantilla. Tanto el
preparador vasco como el club andaluz ofrecen al jugador un ecosistema en el que
crecer en su desarrollo futbolístico.
Sin embargo, no siempre fue así durante la gestión de la entidad por la directiva
sevillista. Tras los grandes éxitos cosechados en la época de Juande Ramos, en los
cuales el Sevilla contó con la mejor plantilla que se le recuerda en su historia, el club
tomó la opción de potenciar a los entrenadores propios. Primero Manolo Jiménez y
luego Antonio Álvarez comandaron el vestuario sevillista.
Eran tiempos en los cuales el modelo de gestión se consideraba más importante
que el entrenador -sin quitar méritos a estos- y se le daba el mando de la plantilla
a entrenadores noveles para que estos progresaran a través de los jugadores que el
club les proporcionaba.
La lógica invitaba a pensar que se produciría lo que pasó, que el equipo fuera bajando
de nivel porque llegó a su tope histórico y, a partir de ahí, lo normal es decaer unos
peldaños. Sí supo el Sevilla mantenerse y que el descenso de rendimiento no fuera
muy acusado. Y para tratar de resurgir y comenzar otro ciclo ascendente viró su política de contratación de entrenadores.
Gregorio Manzano, Marcelino García Toral o Michel pasaron por el banquillo sevillista
consecutivamente. Lo malo era que cada uno de ellos llegaba sustituyendo al anterior
por los problemas que presentaba el equipo, al no conseguir regenerar al club para que
volviera a resurgir. Fueron años extraños, con fichajes que no terminaban de cuajar y
entrenadores que se veían devorados por unos resultados no esperados.
Sin embargo, Monchi alababa el trabajo de todos ellos pese a que no daban lo que el
club esperaba de ellos. El director deportivo sevillista siempre ha estado al lado de
sus entrenadores aunque los resultados no les hayan acompañado, valorando su
capacidad de trabajo por encima de los datos tangibles.
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Unai Emery llega a Sevilla bajo estas circunstancias, con una entidad tratando de
encontrase a si misma pero metida en una situación no deseable. Él también acaba
en Sevilla tras el mayor fracaso de su vida como entrenador -su único cese sin terminar contrato-. Tras varios meses al frente del Spartak de Moscú, el preparador de
Hondarribia se ve cortado por su actual club. Y al salir de Rusia comenta que posiblemente le haya faltado el apoyo y la confianza en el trabajo que estaba desarrollando
por parte de la directiva del equipo del pueblo, como es conocida en el país ruso.
Así se encuentran Emery y el Sevilla. Uno necesitado del cariño de su entidad y el
otro buscando un referente que le permita volver a entrar en un ciclo ascendente y
al que ofrecer todas sus virtudes -y algún que otro defecto- como club. Y el matrimonio que han forjado ambos no ha podido ser más provechoso, aunque se hayan
sucedido dificultades. En ese aspecto, es importante decir que Monchi y la directiva
sevillista ponen mucho de su parte para ofrecer la máxima confianza a su entrenador. Y Unai ha sabido responder a esa fidelidad que transmite la entidad de Nervión
sobre quien se hace cargo del vestuario del club con unos resultados extraordinarios,
pese a los altos y bajos durante las temporadas.
Emery encuentra en el Sevilla ese equipo que le proporciona la confianza para desarrollar su trabajo y el Sevilla encuentra en Emery la figura del entrenador al que le
quiere otorgar la confianza para que le relance como entidad en el plano nacional y
que lo acerque a la zona de Champions, de la que ha ido alejándose paulatinamente
año tras año.
Además Unai se topa con Monchi, un director deportivo que le proporciona una plantilla amplia, de múltiples perfiles de jugadores con un nivel medio parecido, pero
con características diferentes para que pueda expresar su principal virtud. Emery
tiene en Sevilla aquello que más le gusta, una cantidad importante de jugadores con
los que poder trabajar diferentes escenarios de juego, de bastante buen nivel medio
y que, además, quieren crecer como futbolistas y mejorar sus prestaciones.
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De ahí surge una unión que ha llegado a alcanzar cotas que no eran previsibles en
primera instancia. El Sevilla de Emery se volvía a coronar campeón de la Europa
League la temporada pasada, tras sufrir una regeneración en su plantilla que no se
veía en muchos lustros en la capital andaluza. Y esta sigue en la misma lucha, con
cita en la final de Varsovia cuando nuevamente se ha visto sometido a una transformación en su plantilla de magnitudes impensables en un ganador europeo.
Pero no todo ha sido un camino de rosas en el trayecto desarrollado por Unai al
frente del Sevilla en los dos años y medio que llevan juntos. Existieron momentos de
dudas, momentos donde Emery no encontraba el camino más adecuado y momentos donde su equipo no era ni mucho menos brillante, ni los resultados le sonreían.
Pero el vasco tuvo la suficiente cintura para darse cuenta que el camino elegido no
era el más adecuado y modificó sus ideas iniciales en pos de sacar un mayor rendimiento a su plantilla.
EN CLAVE PERSONAL
Es cierto que actualmente nos topamos más con entrenadores que muestran su lado
emocional de manera abierta tanto en los terrenos de juego, a pie de banquillo, como
en las ruedas de prensa, pero Unai es un referente en este sentido y se le identifica
a través de esa percepción. Emery forma parte de este grupo de técnicos viscerales,
tan alejado de otros como Rafa Benítez -capaz de mantener sus emociones bajo una
coraza y que transmite una frialdad apabullante para poder tomar las decisiones
sin verse arrastrado por la parte más visceral y menos analítica-.
El vasco nos proyecta una emotividad muy elevada y una pasión muy alta en todo
aquello que hace. Se observa que es un apasionado en su labor. Y así se lo hace llegar
a sus jugadores y queda plasmado en sus equipos. Sin embargo, dejarse llevar por las
emociones más básicas no siempre es positivo, y el lado racional muchas veces debe
pesar más para compensar el desequilibrio que puede originar un estado emocional
demasiado alterado.
Emery crea equipos que, en muchas situaciones, son un auténtico torbellino, con un
nivel de activación muy alto y que se meten en la montaña del vértigo con una gran
facilidad sin valorar completamente los riesgos. El vasco asume esto sin ningún
tipo de pudor y la verdad es que, a la larga, el rédito obtenido supera con creces las
pérdidas que pudiera haberle ocasionado templar las emociones.
El camino de en medio siempre es lo más positivo, el saber moverse entre los dos
lados de la balanza para encontrar el equilibrio. Pero esta sentencia tan fácil de decir no es tan sencilla de acatar ni de llevar a cabo. Y esto en la figura de Emery se ve
proyectado con cierta asiduidad.
Unai es emoción y pasión. Sus éxitos no vienen dados por la manifestación de sus
sentimientos ni porque sus equipos vivan en un estado de euforia-éxtasis que les
hagan ir muy de cara en la confrontación directa durante fases importantes de muchos partidos. Igualmente hay que decir que, si bien la sobreexcitación puede definir
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a los conjuntos entrenados por el vasco, también se ven en sus equipos momentos
donde bajan las constantes “vitales” y se convierten en demasiado reactivos y dejados a la acción de sus rivales.
Pero Unai también es trabajo y análisis. Rodeado de su grupo de colaboradores cuida
muchos detalles en la preparación de los partidos y trata de ofrecer a sus jugadores
la máxima información posible sobre sus rivales. En este sentido se encuentra a la
vanguardia del análisis de la información tanto propia como del contrario para utilizarlo en la mejora del rendimiento de sus plantillas.
A la pasión mostrada y a su capacidad de trabajo hay que unir otro rasgo que define la
personalidad del de Hondarribia. Y quizás esta sea la que marque más su figura como
entrenador y la que le haya pasado más factura y producido más obstáculos en su carrera. Aunque como persona inteligente, cada vez más la va dejando un poco de lado.
Unai es una persona obstinada, que cree en sus ideas e ideales y que -con esa pasión
y emotividad que le definen- trata de llevarlas a cabo hasta las últimas consecuencias. Y eso per se no tiene porqué ser negativo, siempre y cuando los resultados que
uno obtiene no le digan lo contrario. Sin embargo, Emery ha llevado en ocasiones
ese rasgo de su personalidad muy al límite, esperando que la convicción en sus premisas fuera comprendida por aquellos que le acompañan en su aventura, tanto jugadores como estamentos directivos y deportivos del club.
Y esto no siempre ocurre, como se pudo observar en su periplo en el Spartak de Moscú, cuando mantener su modelo de juego no le llevaba a los resultados esperados y
los directivos rusos decidieron no esperar a que estos llegaran. Unai insistía en dotar
a su equipo de unos patrones de comportamiento que no parecían ser asimilados o
creídos por su grupo de jugadores y el club no tuvo la paciencia con él que si encontró en su siguiente club cuando los resultados empezaron a ser esquivos.
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En Sevilla también se han vivido momentos -que relataremos posteriormente- en
los cuales la persistencia en sus ideas le han podido pasar factura en su periplo sevillista. Pero se juntaron dos aspectos que permitieron que el rumbo que tomara el
equipo fuera diferente al que estaba llevando a cabo y terminara con un final feliz
e impensable solo unos meses antes. El Sevilla pasó de ser colista a acabar 5º en la
liga y ganar la Europa League a través de una modificación muy pronunciada de su
modelo de juego en la primera temporada completa de Unai.
Por un lado, como hemos dicho antes, Monchi es un director deportivo que transmite una confianza enorme a sus entrenadores -y el Sevilla como club no es dado
a tomar decisiones en caliente ante momentos competitivos complicados, sino en
mantener la calma y dotar de tranquilidad a su referente en el banquillo- y, por el
otro, Emery dio un volantazo muy pronunciado a sus ideas y modificó la forma de
proceder de su equipo desde el punto de vista táctico.
En ese aspecto, pese a que Unai sea bastante obstinado, igualmente se ha mostrado
en Sevilla como analítico y reflexivo. Y con la capacidad y la humildad para reconocer que sus ideas iniciales quizás no fueran las más adecuadas y para readaptar el
funcionamiento colectivo de su equipo buscando obtener un rendimiento que estaba
siéndole contrario.
Además, Emery se muestra como un entrenador moderno, elegante, preparado en
su dialéctica, y que trata de exprimir al máximo su imagen personal. Ha creado una
marca con su nombre a través de la utilización de las nuevas tecnologías, con una
página web propia y una presencia muy activa en las redes sociales. Ahí toma contacto con la afición e interacciona con la misma en la medida en que la figura de un
entrenador de un equipo de élite puede permitirse. Eso transmite una cercanía que
al seguidor del equipo que entrena siempre le gusta y que hace que se sienta más
identificado con la figura de su entrenador.
Emotivo, pasional, trabajador, analítico, cercano, inteligente, elegante y obstinado.
Esos son los rasgos personales que mejor definen a Emery como persona -y a la postre, como entrenador-.
LOS FACTORES DEL ÉXITO
En el libro “Mentalidad Ganadora” que analiza la metodología de trabajo y liderazgo
de Unai Emery se recoge un estudio que situaba al, en ese momento, entrenador del
Valencia como el más eficiente en el campeonato nacional de liga en función de los
resultados que obtenía en base a los recursos que manejaba. Pero más allá de este
estudio, lo que nos trasmite el preparador vasco es la imagen de una persona cuya
carrera está ligada a muchos momentos de éxito, aunque también hayan existido
sombras como en las de cualquier profesional del banquillo.
Él mismo reconoce que “quienes más me conocen dicen que soy como el Capitán
Trueno, una especie de elegido, un superviviente que sale triunfante en los momentos
difíciles”. Y aquí podemos encontrar una de las grandes claves que nos den una pista
importante del porqué de sus triunfos.
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Trabajo, disciplina y sobre todo Mentalidad. Una mentalidad que trata de transmitir
tanto a sus jugadores como colaboradores, porque para Unai el comienzo de todo
triunfo es desarrollar la creencia mental de que la victoria es posible, aunque esta
no se alcance siempre. Para Emery todo comienza en la mente y se desarrolla con el
talento, el trabajo y la cohesión del grupo como un todo.
El equipo está por encima de cualquier aspecto, de cualquier individualidad o interés
personal, y la ascendencia del entrenador no se puede poner nunca en entredicho
de forma que el jugador pueda hacer aquello que quiera. Sobre estas bases trabaja el
vasco un aspecto fundamental de su forma de entender la gestión de una plantilla.
Para llevar a cabo este menester, más allá de la cercanía que pueda mostrar con el
jugador y las explicaciones que le pueda dar, siempre valen más los hechos que las
palabras. Para ello, no hay más que mirar cómo Unai lleva a cabo un trabajo de rotaciones para inculcar a cada uno de sus futbolistas la importancia que él considera
que deben tener para obtener la fortaleza global del equipo.
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El todo siempre es más que la suma de cada una de sus partes y Emery trata de llevar esta máxima a su realización más plena, buscando la integración máxima de
su plantilla en la conquista de los objetivos. Hacer que el futbolista se sienta importante y que pueda dar al grupo sus mejores características y el mayor rendimiento
posible en las situaciones que le toca jugar para el beneficio de todo el conjunto es
algo que siempre ha desarrollado en su carrera como entrenador.
Este manejo de las rotaciones tiene un efecto múltiple. Permite repartir esfuerzos en
una temporada muy cargada y mantener un nivel físico medio muy elevado a lo largo
del año -de ahí que los finales de curso de sus equipos sean muy potentes-. Otorga,
como decíamos antes, una importancia generalizada a toda la plantilla en la conquista de los objetivos. Y crea una unión de todo el grupo ante las adversidades y en busca
de las conquistas, con lo que se ve potenciado el rendimiento global del equipo.
Pero a cambio de lo que le ofrece al jugador, Emery exige. Y su exigencia pasa por el
compromiso con los compañeros, la integración dentro del conjunto como una parte más y dejar de lado el ego personal en pos de sumar en los objetivos grupales. Para
aquel que no entiende esto y para quien priman sus objetivos personales, Unai es
tajante y no le hace partícipe de las rotaciones. De esta visión, en la que su autoridad
no es negociable como tampoco la idea fundamental de que todos tienen que sumar
en la misma dirección, han surgido fricciones importantes con algunos futbolistas.
Por citar las más recientes, y que han sido notorias en Sevilla, hemos podido ver
cómo se producían desencuentros entre el entrenador sevillista y José Antonio Reyes, Iago Aspas o Gerard Deulofeu o cómo el llamado a ser la gran figura la pasada
temporada, Marko Marin, no conseguía tener minutos al no terminar de integrarse
a las necesidades del entrenador y del equipo.
Lo bueno que tiene el de Hondarribia es que no es vengativo ni rencoroso y es el primero en anteponer los objetivos conjuntos a su importancia personal, mostrando
una capacidad de liderazgo muy desarrollada. Y cuando el futbolista entiende que
el nosotros está por encima del yo, lo incluye como uno más dentro del vestuario
y cuenta con él con la misma importancia que el resto. En este sentido, el caso de
Reyes es paradigmático. Emery ha sido capaz de sacar el mejor rendimiento del
utrerano cuando en sus primeros meses los desencuentros fueron llamativos y el
‘10’ sevillista dejó de participar de manera asidua en los partidos e incluso dejó de
entrar en las convocatorias.
El otro aspecto a considerar en los éxitos de Emery está más centrado en el jugador
y el club como tal, que en los resultados, aunque de este se deriven éxitos competitivos. Sevilla, encima, es uno de los lugares más indicados para que Unai desarrolle
mejor su trabajo de potenciación del futbolista en el plano individual, por lo que se
está viendo cómo se produce la explosión de algunos de sus activos a un nivel muy
elevado o cómo otros recuperan su mejor nivel y lo muestran de manera asidua.
Emery es un entrenador que consigue dar una plusvalía importante a muchos de
los jugadores que caen en sus manos, sacando de ellos un gran rendimiento, potenciando sus virtudes y obteniendo nuevos registros de los mismos. Incluso en su
menos exitoso trabajo hizo de Dimitry Kombarov el mejor lateral del fútbol ruso y
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titular indiscutible en la selección de Rusia, cuando al llegar al Spartak de Moscú
sólo era un prometedor extremo zurdo.
En Sevilla ha llevado a la selección española a jugadores como Alberto Moreno o
Vitolo, ha convertido a Vicente Iborra en un mediapunta desestabilizador de rivales
y está trabajando en hacer de Aleix Vidal uno de los futbolistas españoles de banda
más completos, alternando la posición de extremo o lateral. A la vez, ha vuelto a
sacar la mejor versión de Banega, con un rendimiento continuo que pocos podían
esperar, ha conseguido que Reyes sea determinante en tramos de la temporada bastante largos -y no solo bajo ciertas actuaciones puntuales- y consiguió que Federico
Fazio diera el paso que no había conseguido con ningún entrenador, el de ser un
defensa fiable y sin resquicios mentales aprovechando todas las características futbolísticas que tenía.
Trabaja tanto en la mejora de aquellos futbolistas que vienen desde abajo y quieren
progresar como en los que su rendimiento se ha atascado por algún motivo. Y aquí
es fundamental el trabajo mental y psicológico para que estos jugadores crean en
sus capacidades y saquen la mejor versión de sí.
Encima, Sevilla es una plaza que trabaja de maravilla bajo esos condicionantes. Es
el sevillano un club que busca la plusvalía de sus activos, sabiendo todo el que llega
que esa es la manera de proceder del club. Y que no siente vértigo si le toca desprenderse de sus mejores jugadores porque tiene una batería de recambios preparada en
el caso de tener que venderlos.
Por tanto, club y entrenador se han encontrado uno al otro para potenciar una de las
principales virtudes que adornan a cada uno de ellos. Y el éxito está siendo, en ese
sentido, espectacular porque Emery recibe una materia prima de mucha calidad con
la que hacer una de las cosas que mejor sabe llevar a cabo -potenciar lo que cae en
sus manos- y el Sevilla tiene un moldeador de su producto de máximo nivel, lo que
le va a reportar grandes beneficios a su política de club.
Si, además, los éxitos deportivos están por encima de las expectativas iniciales, todos quedan contentos.
EL EMERY ESTRATÉGICO
El fútbol termina siendo un juego en el que dos contendientes se enfrentan en busca
de una victoria. Y como toda situación en la que existe una confrontación directa, la
componente estratégica se torna demasiado importante. Por eso, a la hora de analizar el recorrido de Emery en Sevilla, no podemos obviar cómo se comporta el preparador vasco en la preparación de los partidos y en el manejo de la propia disputa
de los encuentros.
Unai es un técnico al que le gusta manejar diferentes opciones que le permitan, dentro de unos patrones de comportamiento propios más o menos básicos, adaptarse a
las situaciones competitivas que le plantean los rivales.
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De él podemos decir que su mejor virtud estratégica es el análisis y conocimiento
de los rivales y el planteamiento de partidos desde la inferioridad asumida. Y quizás donde peca de una peor desenvoltura es en la lectura de los encuentros y en la
modificación de los mismos, por más que haya realizado -sobre todo esta última
temporada- algunos cambios en el desarrollo de los partidos que le hayan reportado
al Sevilla beneficios importantes.
El de Hondarribia busca como bases competitivas generales en sus equipos un buen
balance defensivo, el aprovechamiento de las jugadas de estrategia, el control de las
transiciones y un juego de ataque vertical más que elaborado y que trate de desordenar al rival. Prefiere que ese desorden se produzca desde el vértigo propio del juego,
metiendo un ritmo alto a los partidos, que a través de una circulación de balón más
dominante. Es decir, le gusta trasvasar su emocionalidad al terreno de juego y que
sus equipos sean vertiginosos -lo que en muchas ocasiones repercute en que pierdan
el orden propio y sean más vulnerables de lo esperado, tomando riesgos muy altos-.
Pero tampoco se le caen los anillos a Emery por realizar planteamientos más defensivos y pausados, en los cuales sus equipos se repliegan a campo propio y ceden la
iniciativa el rival para defender de manera consistente su área. Y desde ahí aprovechar el contragolpe y las jugadas de estrategia como armas ofensivas. Tampoco desdeña ni deja de lado la posibilidad del juego directo ni muestra una predilección
acusada en que sus conjuntos ataquen más por fuera que por dentro.
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La versatilidad en los planteamientos es muy alta y podemos encontrar grandes
cambios de un partido a otro no sólo en el once inicial, sino también en la manera
de jugar. Al final, el manejo de todas esas variantes hace que los equipos de Unai
sean muy adaptables a las situaciones que la propia competición dista y que tengan
un grado de acondicionamiento a los rivales bastante elevado.
Al fin y al cabo, de las obras creadas por Emery se destaca siempre más su competitividad que su belleza. Se definen sus equipos como duros, competitivos y luchadores más que como brillantes, estéticos o divertidos. Aunque generalizar no siempre
haga justicia a la realidad ni a partidos puntuales.
También debemos decir que uno de los principales caballos de batalla con los que
ha tenido que lidiar el preparador sevillista en toda su carrera ha sido este, el de los
planteamientos estratégicos de partidos. Desde aficionados y prensa se le ha achacado muchas veces una mala lectura de los rivales o la utilización de planteamientos que no eran los más adecuados o que no se han desarrollado en el equipo de la
manera correcta.
Y aquí la nota que podemos añadir es que, posiblemente, sus equipos pasan del calor
al frio de una manera muy vertiginosa. Se transforman de equipos muy agresivos
en demasiado blandos, de excesivamente ofensivos a totalmente defensivos y lo hacen en un espacio temporal muy corto. Pasan de agredir a taparse excesivamente o
viceversa muchas veces sin medir las consecuencias de ese cambio de actitud.
De ahí que en Valencia, sobre todo, se le acusara en muchas ocasiones de falta de capacidad para sostener algunos resultados y verse remontado por los rivales cuando
se había puesto en franca ventaja siendo superior. O también se le haya catalogado
en ocasiones de un entrenador con una alta dosis de fortuna por llevarse partidos o
eliminatorias en los que no fue superior al rival.
El camino de en medio es el que más trabajo le cuesta asumir a los equipos de Emery,
aunque este Sevilla actual está convirtiéndose en un equipo mucho más maduro. Un
equipo más hecho y versátil a la vez que consciente de que tiene que ser más homogéneo y equilibrado. Y que maneja mejor todas las variantes que tiene. Por ese motivo es uno de los equipos más en forma de Europa y que mayores dificultades plantea
a los rivales, sobre todo en su estadio convertido en un auténtico fortín.
EL RECORRIDO EN SEVILLLA
Tres clasificaciones consecutivas para competición europea y muchas jornadas
peleando por alcanzar una plaza que le otorgara la posibilidad de competir en la
Champions se unen a dos eliminaciones en Copa y dos Europa Leagues, de las cuales
se llevó una y pelea por conquistar la segunda de forma consecutiva.
El bagaje competitivo que le ha otorgado Emery al Sevilla no puede ser más brillante
si sumamos las circunstancias en las que se ha visto rodeado. Durante los dos veranos que ha pasado en la capital andaluza, Emery ha visto cómo se remodelaban
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completamente sus plantillas, perdiendo jugadores del nivel de Geoffrey Kondgobia, Alberto Moreno, Gary Medel, Jesús Navas, Federico Fazio, Álvaro Negredo o Iván
Rakitic, todos ellos piezas básicas en la columna vertebral del equipo.
Tampoco podemos sacar de la ecuación las circunstancias de su llegada a Sevilla.
Michel era destituido en enero de 2013 cuando los sevillanos ocupaban la duodécima
posición del campeonato liguero y acumulaban sólo 22 puntos, el peor registro en
todo el siglo XXI para la entidad rojiblanca.
SALVANDO LAS CIRCUNSTANCIAS
En su llegada a Sevilla, el objetivo marcado para Emery era salvar la temporada tratando de meter al equipo andaluz nuevamente en competiciones europeas. La situación fue difícil y terminó con éxito en parte por las imposiciones financieras que ha
implantado la UEFA. El Sevilla acababa noveno la temporada, pero la imposibilidad
de jugar competiciones europeas por parte del Rayo Vallecano y el Málaga le daban
plaza para la siguiente Europa League.
El equipo mejoró, pero no se pudo ver el verdadero trabajo de Unai hasta la siguiente temporada. Las rotaciones no fueron tan habituales y el equipo mostraba problemas en la transición defensiva pese a tener un mediocampo de mucha potencia física. Lo más destacable desde un punto de vista táctico fue la utilización de Rakitic
en la mediapunta de forma habitual, lo que llevó al croata a aumentar su rendimiento de forma importante.
Este Sevilla se cimentaba en la calidad de su trío Navas-Negredo-Rakitic y la contundencia de su doble pivote, Medel-Kondogbia, donde el chileno, sorprendentemente,
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era el mediocentro que se soltaba con mayor asiduidad y llegaba incluso a convertir
goles importantes por sus incursiones desde segunda línea.
Pese a tener un once de calidad contrastada, quizás la parcela defensiva no estaba al
nivel y el equipo no era consistente. Defensivamente no era un equipo sólido y dejar
la portería a cero era casi una utopía en aquellos tiempos.
Esta primera toma de contacto en Sevilla con Emery no trajo muchas novedades
tácticas y sí evidenció algunos de los problemas que hemos achacado antes: las dificultades para controlar los partidos se ponían de manifiesto por más que el equipo
subiera su rendimiento.
El equipo tipo de Unai estos primeros meses en la capital andaluza era el siguiente, bajo un 4-2-3-1, donde se observaban laterales ofensivos, juego de bandas muy
agresivo, pero deficiencias en la transición defensiva al irse el equipo muy arriba en
bloque. Sobre Kondogbia recaía la difícil misión de sostener el equipo y, aunque mejoró bastante con Emery, no terminó de dar el salto definitivo que sus condiciones
parecían mostrar.
DEL SEVILLA DE LOS MEDIAPUNTAS
AL DE RAKITIC (Y BACCA)
El verano de 2013 supone una auténtica revolución en el Sevilla, marchándose los
hombres que mejor definen el modelo de juego -salvo Rakitic-. Las salidas de Negredo,
Navas y el doble pivote Kondogbia-Medel trae aparejado consigo la llegada de futbolistas como Bacca o Gameiro para no perder en el aspecto goleador, Pareja y Carriço para
fortalecer el centro de la zaga y subir las prestaciones defensivas -factor importante
en este equipo-, M´bia e Iborra y, sobre todo, una legión de mediapuntas que llevarían
a catalogar a este equipo en el verano como el ”Sevilla de los mediapuntas”.
La plantilla de Nervión cuenta, esa temporada, entre sus efectivos con jugadores como
Marko Marin, Reyes, Perotti, Jairo Sampeiro, Brian Rabello, Denis Cheryshev, Vitolo,
Stevanovic, Manu del Moral, Rakitic y Trochowski. Todos ellos futbolistas que pueden
actuar casi en cualquiera de las tres posiciones por detrás del punta en un sistema
1-4-2-3-1 como el que Emery utilizará a lo largo del año como principal en su juego.
El verano es ilusionante en la capital andaluza, con una pretemporada que deja destellos de muy buen fútbol y la intención parte de Unai de explotar al máximo toda esa
legión de jugadores desequilibrantes con los que cuenta en su zona de vanguardia.
Incluso se observa que Perotti o Reyes pueden reengancharse a la dinámica del grupo.
El entrenador sevillista cuenta con tal variedad de efectivos que se decanta inicialmente por un fútbol de carácter muy ofensivo. El Sevilla es un equipo que juega
abierto, con muchos jugadores en campo contrario, que quiere ser protagonista desde el juego de bandas y las diagonales de sus falsos extremos, pero todo esto su-
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cumbe en un arranque de temporada que sólo le permite sumar 2 puntos en cinco
partidos y que le sitúan colista.
Se encienden las alarmas tras los problemas que había tenido el equipo la temporada pasada y Emery comienza a estar bastante en entredicho porque su propuesta
ni consigue resultados, ni se muestra competitiva, ni tampoco conduce a un juego
brillante. Son los peores momentos del de Hondarribia en Sevilla, pero Monchi y la
directiva sevillista vuelven a mostrarse cautos y esperan que su entrenador reconduzca la situación.
Se producen dos hechos significativos muy importantes desde el punto de vista táctico en la mente de Unai. El primero será el que marque más diferencias y el segundo el que eleve el rendimiento en el juego sevillista a un nivel superior.
Tras ese arranque de Liga tan desconcertante, Marin se cae del equipo y deja de ser
el jugador contextual del mismo para otorgar ese liderazgo a Rakitic -que todavía
pasará algunas jornadas más jugando de mediocentro- y el equipo se cierra y empieza a solidificarse y volverse más granítico. Ya no juega tan abierto y su fútbol
empieza a ser más sólido y vertical, con un Rakitic que, bajo esas circunstancias, no
sufre tanto en la función de iniciador de juego. Sus desplazamientos largos en
diagonal empiezan a generar mucho más peligro para un Sevilla que baja metros y
corre más.
El cambio definitivo que le dará el salto competitivo absoluto es la devolución de
Rakitic a la posición de mediapunta. La temporada anterior había brillado ahí con
sus diagonales a Navas y la facilidad con la que se desenvuelve cerca de portería
contraria, en contraposición de lo que le cuesta hacerlo muy próximo a la propia.
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Unai da todo el peso del juego del equipo al croata, convertido además en capitán, e
Iván le responde con la mejor temporada de su carrera, liberado de las obligaciones
defensivas y como socio de la gran revelación del año en sevillista, Carlos Bacca.
El dúo de vanguardia del Sevilla se convierte en uno de los más determinantes del
campeonato bajo un fútbol de repliegue y contragolpe, donde Bacca pone la recepción
del juego directo y las rupturas al espacio y Rakitic, todo su talento para asistir al
punta y los llegadores de segunda línea.
A la fiesta se une Gameiro como suplente del ‘9’ colombiano, firmando grandes actuaciones tanto cuando tiene que salir del banquillo como de titular.
De esta forma, el Sevilla soluciona sus grandes problemas: los de transición defensiva, concediendo muchos menos contragolpes al rival, y se hace fuerte defensivamente desde el dominio del área de Beto. El balón parado y el gran rendimiento del
trio Rakitic-Bacca-Gameiro convierten al Sevilla en un conjunto muy competitivo y
que cambia completamente el ratio de goles recibidos/goles convertidos.
Detrás de los “artistas”, Emery teje una red de seguridad muy importante en las
posiciones centrales, con la pareja de mediocentros M´Bia-Carriço y la de centrales
Pareja-Fazio. El dominio defensivo en campo propio se cimenta en este cuarteto,
aunque por fuera existen ciertas fisuras en los laterales -principalmente el derecho,
con Coke-. Los laterales siguen siendo más productivos punzando en ataque que defendiendo cerca de su portería.
En ataque, Reyes se hace importante en el tramo final de la temporada ante la no
comparecencia de los que podrían haber sido sus competidores en la vanguardia
ofensiva. Es el jugador distinto que se sale un poco del sistema y, recordando a su
versión de falso extremo derecho en el Atlético de Quique Sánchez Flores, es una de
las principales armas para la transición ofensiva y para enfrentar a rivales más
encerrados, junto con los laterales y las diagonales de Vitolo.
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Pese a ser un equipo eminentemente contragolpeador y de juego directo y vertical,
Emery construye una dinámica de juego ofensiva muy en la línea que le pudimos ver
en Valencia, donde los extremos juegan posiciones interiores y cercanos al pico del
área y los laterales son los que dan profundidad y amplitud. Incluso el manejo de la
variante del 1-4-4-2 con dos delanteros centros se vuelve a observar en Sevilla cuando
el equipo ya ha cogido velocidad de crucero y se ha hecho fuerte defensivamente.
Con esto le da de sobra para poder obtener buenos resultados contra equipos cerrados, sobre todo en el Sánchez-Pizjúan, donde empieza a gestarse lo que se verá la
próxima temporada en todo su esplendor. Nervión se va convirtiendo poco a poco en
inexpugnable y en la fuerza sevillista, sobre todo, en Europa camino de su tercera
“Copa de la Uefa”.
El único lunar a poner, una vez que Unai asume que debe primar un concepto de
juego más defensivo, es la derrota en Bilbao donde se ve ampliamente superado al
tirar de rotaciones por estar en plena disputa de las eliminatorias de Europa League
y que le deja sin opciones de pelear la plaza de Champions en las últimas jornadas
del campeonato.
LA SALIDA DE RAKITIC:
BANEGA Y LOS GALGOS
Llega otro verano a Sevilla y de nuevo las oficinas del Sánchez Pizjuán echan humo.
Durante los calurosos meses veraniegos sevillanos Emery se queda sin tres pilares
básicos y, posiblemente, sin los dos jugadores más determinantes en los éxitos de la
pasada temporada. Fazio, Rakitic y Alberto Moreno dejan Sevilla, perdiendo Unai así
al hombre de banda que le da más profundidad y a los que potencian su capacidad
para hacerse fuerte en las dos áreas, el central que rechaza todo lo que llega y el epicentro de todo el juego ofensivo sevillano.
Saltan dudas sobre si el Sevilla no se verá resentido por estas pérdidas, en especial
la de Iván “El Terrible”. Incluso estas dudas se acrecientan cuando el elegido para
sustituir a Rakitic es Ever Banega, denostado en Valencia, y con un historial en el
que su rendimiento nunca ha sido constante a lo largo de una temporada completa.
Sin embargo, se podría decir que Monchi le proporciona la plantilla más completa
en lo que Emery lleva trabajando en el Sevilla. Llegan futbolistas como Krychowiak,
Tremoulinas o Aleix Vidal, que a lo largo de la temporada demostrarán el acierto de
su fichaje con un gran rendimiento. Todos ellos casan con el modelo adoptado por
Unai en la temporada pasada, con una capacidad física espectacular.
Además el Sevilla termina mejorando su zaga con la incorporación de Arribas y Kolodziejczak, la punta del ataque con la llegada de Iago Aspas y le ofrece a Emery dos
jóvenes perlas de la cantera del Barcelona para que trabaje en pulirlas y sacar su
mejor rendimiento, Denis Suárez y Gerard Deulofeu.
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La temporada comienza mucho mejor que la anterior y el equipo sevillista se postula
desde el inicio para ser un competidor por la Champions, el gran sueño, aunque no
el objetivo definido por el club. Pese a que Emery vuelve a tratar de dar a su equipo
un modelo de juego más ofensivo, donde quiere tener la pelota y crear un fútbol más
organizado y menos directo.
Se ve a un Sevilla en el que Unai quiere dar las riendas a Banega desde la posición de
mediocentro de creación e iniciación, aunque Ever no termina de asumir ese rol de
manera productiva. Junto a él, dentro de las rotaciones habituales del técnico vasco,
Denis Suárez comienza la temporada como mediapunta y en los extremos aparecen
Vitolo, Reyes y Deuolofeu, a los que se les pedirá más presencia en zonas interiores
que desborde por fuera.
Emery alterna planteamientos en los que quiere ser dominador con otros donde
deja más la iniciativa al contrario, y en los que Banega sube posición a la mediapunta jugando por detrás un doble pivote agresivo en la recuperación y vertical en la
ofensiva, y siendo las bandas atacantes más abiertas y de conducción, con Vitolo y
Aleix Vidal.
El Sevilla utiliza una doble vertiente de juego en este arranque de Liga, una más
pragmática y otra más de elaboración. En esta última observamos al que yo llamaría el “Sevilla de los escalones”. Emery llena la zona interior del campo de jugadores
a diferentes alturas, con la premisa de buscar el apoyo sobre el compañero que tiene
el balón. Los extremos no son tales, sino que aparecen en posiciones muy centradas para generar superioridad en la franja interior del campo. Y de la asociación
de Banega desde la iniciación del juego con Denis Suárez, Reyes, Vitolo o Deulofeu
pretende ganar metros el equipo sevillano en su ataque. La profundidad la ofrecen
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los jugadores de fuera y el delantero, un Bacca que no firma un buen arranque de
temporada en juego, pero que está de dulce en la definición.
Pero existe un problema bajo este comportamiento táctico. El equipo no es sólido y
se muestra demasiado vertical en muchas ocasiones, no respetando los tiempos de
gestación de las jugadas ofensivas. Mismos problemas que la temporada pasada, aunque menos acusados, adornan el comienzo del año sevillista. Aunque el pragmatismo
introducido la anterior campaña sí acompaña a muchos planteamientos de Emery.
Estamos ante un Sevilla más completo en su comportamiento y bastante efectivo.
Sin embargo, nuevamente, se producen dos hechos significativos. El equipo sufre una
plaga de lesiones importantes y jugadores como Denis Suárez o Deulofeu empiezan a
salir del once inicial. El juego se resiente y llegados a mediados de enero el Sevilla toca
su fondo esta temporada, cayendo eliminado en Copa por el exceso de vértigo ante el
Espanyol y acumulando tres derrotas en cuatro partidos de liga. Aunque, anteriormente a este racha negativa, observamos un cuadro rojiblanco que sacaba resultados,
la imagen que dejaba no era acorde a la ganancia de puntos conseguida y la capacidad
resolutiva se postula como el argumento competitivo en este tramo del año.
Pese a todo, muestra una gran imagen en el Bernabéu frente al Real Madrid donde
Emery sorprende utilizando a Iborra, jugador que parecía que iba a salir del equipo
en el mercado invernal, como mediapunta. Este movimiento, provocado por la plaga de lesiones que sufre el equipo en aquél momento, se volverá trascendental en el
devenir de la temporada y permitirá al Sevilla comenzar a competir y a jugar mejor
que nunca en todo el trayecto que lleva Unai al frente de la nave sevillista.
Emery opta por simplificar el juego, haciendo que el equipo andaluz suprima la fase
de progresión del juego. Este nuevo Sevilla que surge en el Bernabéu cuida la salida
de balón muchísimo, pero progresa con un juego muy directo hacia Iborra o los mediapuntas y Bacca. En este tramo de la temporada nos encontramos un equipo muy
pragmático que elimina de Europa a dos rivales que desarrollan un juego de toque
elaborado, como Borusia Mönchengladbach y Villarreal, y empieza a sumar puntos
y a convertirse en un roca competitiva.
La aparición de Iborra permite a Banega jugar a sus anchas y el argentino se destapa con
un nivel sostenido de juego que no se había visto en su carrera. En ataque, Vicente sube posición y deja que sea Ever el que carga con la creación del juego, apoyado por Krychowiak.
En defensa se intercambian los papeles y el argentino descansa junto a Bacca mientras el
español realiza el trabajo de desgaste en busca de la recuperación del balón.
Los extremos siguen sin serlo y son utilizados por Emery como puñales en los desmarques hacia portería y con sus movimientos diagonales desde banda para abrir
las zonas exteriores a los laterales. Durante todo el año esta es una consigna habitual en el Sevilla y vemos a un Tremoulinas muy dañino junto a la utilización en
determinadas ocasiones de Aleix Vidal en esa posición, en la que va creciendo como
futbolista para ser un hombre de banda total.
Quizás sean estos los dos jugadores que más han progresado durante esta temporada, cuando lo esperable es que hubieran sido Denis Suárez o Deulofeu. Tremoulinas
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dirá que con Emery ha ganado mucho en su juego sin balón y Vidal firmará una
exhibición en semifinales de Europa League frente a la Fiorentina, con dos goles y
una asistencia desde el lateral derecho.
Emery empieza a recuperar efectivos e Iborra pasa de ser discurso a ser recurso. El
equipo ha vuelto a crecer y desde mediados de febrero hasta el final de temporada
va como una moto. Las rotaciones se alternan y se convierte en el Sevilla más completo, competitivo y que mejor juega en las dos últimas temporadas y media, siendo
capaz de alcanzar 34 partidos sin perder en el Sánchez Pizjuán hasta que sucumbe
frente al Real Madrid en un partido que pelea hasta el final.
Podría decirse que el crecimiento del equipo se establece desde las figuras de Banega
como comandante del juego sevillista, dándole la pausa necesaria o la verticalidad
que tanto le gusta al técnico vasco en su equipo según las circunstancias, y de Vitolo
y Aleix Vidal desde los costados sin ser extremos puros. Con la potencia de ambos y
la capacidad para ir y volver, obtiene Emery un equilibrio ofensivo-defensivo que no
se había visto en su Sevilla desde que llegó.
El cuadro de Nervión acaba el año siendo un compendio de virtudes muy amplias
y mucho más completo de lo que había sido. Las rotaciones no hacen que el rendimiento se resienta y es capaz de ser equilibrado, muy fuerte en defensa cuando la
ocasión lo requiere, y desequilibrante en ataque en el momento que le toca asumir
la responsabilidad.
Además crece en madurez y no es ese equipo que alterna fases de gran agresividad
con desconexión. El manejo emocional dentro de los partidos es mucho mayor, porque ha aprendido a sufrir y también a volar cuando la situación así lo obliga.
Emery ha construido un gran Sevilla, durísimo competidor y con momentos muy
brillantes de juego, con un derroche físico brutal en el final del año y en el que muchos jugadores han crecido en su plusvalía.
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EL BALANCE
Podría decirse que el paso de Emery en el Sevilla ha sido muy positivo. Pero no solo
para la entidad, sino para él mismo. Unai se ha hecho mejor entrenador en la última temporada y su manejo de las situaciones ha crecido.
¿Qué se puede esperar a partir de aquí? Lo primero, ver cuál es el cierre de la
temporada. Para el futuro conjunto de entrenador y club, la clasificación para la
Champions sería algo tremendamente positivo. El Sevilla accedería a una situación
económica diferente, siendo más potente en el mercado y pudiendo permitirse el
retener algunos de sus jugadores. Y también le daría a Emery un nuevo horizonte
competitivo al que enfrentarse.
Sevilla y Emery, ambos, se encuentran ahora mismo en un momento donde todo
lo que se pueda visualizar de cara al devenir suena positivo. Pero esto no deja de ser
fútbol y, al igual que el club andaluz potencia a sus futbolistas, la figura de Unai ha
salido muy reforzada de su paso por Andalucía.
Quizás para ambos lo más positivo sea seguir manteniendo su relación contractual.
Aunque ambos sabrán caminar uno sin el otro y buscar la manera de alcanzar objetivos mayores a los que han logrado conjuntamente.
Será el entrenador quien tenga que valorar la situación. Por parte del Sevilla no hay
dudas, más que nada porque con la clasificación para competición europea la renovación de Emery se ha hecho instantánea. Y aquí el club no tiene ninguna intención
de desprenderse del entrenador que le ha devuelto al máximo nivel competitivo.
Miguel Canales
@TacticaBarca
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DIRIGE
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COORDINA
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EDITAN
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