31 de diciembre fun fun fun

Transcripción

31 de diciembre fun fun fun
INDICE
Foto de Tapa – C. Pablo Lorenzo
Ana Clara Brature - Los Coccinellidae de Varsovia (Pág. 3)
Ana Romano - Añoranza; Ficción; Cautivo; Cuña; Descartable (Pág. 6)
Andrés Fornells Fayos - Carta al Todopoderoso Obama; Dios Padre y Adán (Pág. 7)
Daniel De Cullá - 31 de Diciembre Fun Fun Fun; 110; A Mi Diosa Salima; Adonde mi Corazón se
Inclina; Canción al Ave; Chanando Al Chiva: Cuidado Con Ese; C.V. o Curruculo de Vida; Daniel
También Tuvo 20 Años; Devuelveme el Himen, Hi De Pu; Oración a Jezabel; Las Rebajas Cuestan
Un Pijo; Burra de Poesía: Antología Poética; Performance de Daniel en Alemania; Sheela Na-Gigs
(Que Bella La Vulva); Vendedores De Unguentos O Recitadores De Grasa Poética; Viagra Para Los
Puerros. (Pág. 10)
Diego Navajas - Caminos Juntos; Einstein; El Pelo; Encuentro triste con mujer demasiado joven y
demasiado bella; Goloso; Las Afueras Del Paraíso; (Pág. 26)
Ernesto Parrilla - Otros Tiempos (Pág. 28)
Graziela E. Ugarte Muñoz - Raquel; Sus Manos; (Pág. 30)
Juncal Gonzalo Herrero - Hace Calor En La Habitación (Pág. 32)
Lidia Castro Hernando - Craso error (Pág. 33)
Pamela Janet Pichinchumo Rodríguez - Al Pueblo; Persistente Duelo (Pág. 35)
Pilar Ugarte Muñoz - La Vida Es Rosa; El Destino Es Ciego; Jugada Maestra (Pág. 36)
Ricardo Gabriel Zanelli - Las Bestias De Pavlov (Pág. 43)
Rolando Revagliatti - La Comadreja; La Campana De Cristal; La Pipa De Kif; El Perfume (Pág. 47)
Aldo Enrici - El Tiempo Como La Mirada Absoluta (Pág. 48)
Barri - Huyfiff (Pág. 58)
Chus Canal - Poemas A Los Injuriosos; Poemas A La Rabia Y A La Impotencia; Poemas A La Vida;
Lo Que Debí Decir Quizas (Pág. 59)
Luis Ferrarassi - Hoy, el General San Martín Es Riogalleguense (Pág. 62)
Foto de Página 63 – Marta Ojeda
Juan Pablo Rochín Sánchez - Hasta La Poesía Siempre (Pág. 65)
Jesús Quintanilla Osorio - La Oveja En Pesebre (Pág. 66)
Rosa Esquivel - Fotos Viejas (Pág. 68)
C. Pablo Lorenzo – Notas finales (Pág. 69)
Los Coccinellidae de Varsovia
Por Ana Clara Breature
[email protected]
Era el 12 de febrero del año 1940, en la ciudad Posadas, cuando Irene
Trinidad Addlers enfermera, hija de una familia acomodada, inmigrante de
Varsovia, se comprometería con Andrés Jesús Martínez Miharte, hijo mayor
del dueño de la única metalúrgica que le daba trabajo a casi todos los
habitantes.
Ellos se conocieron en Octubre de 1936, mientras Irene realizaba unas
compras en el mercado de Doña María, quién era una polaca, que había
venido a la Argentina a buscar una mejor vida.
En esa época, las mujeres iban al mercadillo y paseaban con sus madres quienes les enseñaban de
forma austera como hacer las compras y pedir rebajas según sus apellidos.
María con setenta y dos años, cuenta que el momento en que se conoció la pareja, fue simpático.
Me dijo que Andrés y su amigo Jacinto pasaban las mañanas imitando a las madres sanguijuelas
llenas de perlas. Apodo popular que le destinaba a las mujeres que vivían a expensas de sus señores
maridos
Con una copa de anís entre sus dedos, cuenta que ellos solían ponerse las lechugas en la cabeza
simulando los peinados de las damas; luego se movían y caminaban con un par de manzanas
apoyadas en sus talones, desplazándose de forma burlona.
También recuerda que estos chicos pasaban los almuerzos charlando con los empleados del lugar.
Prosigue su relato, y con una sonrisa picara, me hace saber que Andrés se sentaba en el banco del
carnicero Laurencio, y le explicaba su analogía de como las frutas viven sin su árbol como las
personas sin sus ropas. Así pasaban horas, mientras que luego Jacinto le demostraba como las frutas
eran ordenadas según su belleza, y exponía que como en cualquier desfile de prendas, primero se
exhiben los frutos más lindos, para captar la atención y hacer menos vistosas a las más machucadas.
De esta forma pasaban el día charlando y riendo.
Pero en una mañana Irene Trinidad Addlers, fue sola a comprar con sus ahorros unos huesos con
carne a lo de Laurencio.
Irene era preciosa, en aquel momento tenia un cabello colorado rizado. Lo que llamaba la atención
de esta muchacha es que haga ese tipo de compras más correspondiente a una clase social más
humilde, pero entre los empleados, no ocasionó ningún alboroto.
En ese mismo momento, llega a comprar osobuco el primer comisario, Rufino Andrade que no se
había dado cuenta que su cremallera estaba a medio cerrar; y Andrés que era bien educado pero
bastante torpe en sus movimientos; en un instante de carcajada; deja caer un cajón de tomates cerca
de los pies de Irene. De repente, la distinguida muchacha hija del médico del pueblo, vio que su
vestido blanco con cintas rosadas fue manchado a salpicones dejando su imagen como una vaquita
de San Antonio. Pero dicho desparramo, no opacó la gracia de Irene.
Don Laurencio, intentó compensar la situación, no le cobro y le pidió a Andrés que la acompañara
hasta la casa y les lleve sus bolsas. Mientras Jacinto se escabullía buscando los tomates para
ponerlos en su lugar.
Y así fue el primer contacto entre estos dos adolescentes y donde empezó todo una amistad.
En las primeras noches ellos pasaban horas y horas sentadas en la que hoy es conocida como La
Plaza 9 de julio de Posadas. Sitio muy hermoso, lleno de variedades de plantas y farolas muy tenues
que estaban dispuestas en círculos alrededor de los senderos que encontraban su unión en el
monumento a la Libertad.
Y desde ahí, se esmaltó una afinidad muy intensa; su itinerario constaba en contar cuantas
luciérnagas apareciera y admirar como lograban reflejarse como las estrellas en el cielo pero en el
llano del césped. Luego recorrían algunos puntos de la ciudad en bicicleta, bordeando todo el río,
imaginado los diálogos de las aves mientras agarraban vuelo y se movían en grupo hacia un mismo
sitio.
Ella encontraba en él un ser muy pasional lleno de frescura, e ingenuidad. Su relación nunca había
sido tan confortable como la comodidad y simpatía que encontraba en Andrés.
Pasó el verano, y la familia de Andrés veía en Irene una futura nuera que había logrado que su hijo
se enamorara como nunca lo había hecho.
Mas tarde en la primavera de 1938 Irene se recibe de enfermera, y Andrés toma la dirección de la
fabrica ya que su padre se encontraba muy enfermo, padecía una enfermedad de diagnostico
psiquiátrico.
Las responsabilidades de sus vidas lograron distanciar la intensidad de su convivencia.
Según Doña María, ya por esos tiempos, Irene había recibido una carta para viajar a Varsovia con el
fin de prestar servicio y ayuda. La situación socio política de su país natal, la sentía obligada a
viajar y realizar una actividad comunitaria.
Empiezan a caer las primeras hojas, y en el otoño de 1939, su madre contrajo nuevas nupcias con un
estanciero importante de la ciudad. Ante este acontecimiento, toma seguridad, y le escribe una carta
a Andrés, comunicándole que viaja a Varsovia a trabajar en el Departamento de Bienestar Social de
esa ciudad.
Para Irene tomar la decisión fue muy difícil; se veía muy enamorada, y él joven también pero estaba
abstraído en sus negocios familiares, los cuales le demandaban muchos viajes al interior del país.
Doña María, hace una pausa; saca un pañuelo para limpiar sus lentes, y recuerda que el día que la
muchacha partió, antes se acercó a su mercado a comprar unas manzanas, y le dejó su bicicleta a
Don Laurencio para que se la entregue a Andrés, sin emitir ningún otro mensaje.
Con un tapado de terciopelo color visón entre sus brazos, y una pequeña valija color marfil, se supo
que la joven, tomó un tren, se dirigió al puerto, y embarcó su viaje.
Las primeras bombas nazis estallaban sobre la ciudad.
La familia de Andrés supo de la noticia y sorprendidos intentaron dialogar con él, preguntándole
sobre los motivos repentinos de su partida.
La mirada del joven, mostraba un desasosiego lleno de bronca, que escondía su culpa en el mismo.
Los días fueron pasando, él siguió trabajando, pero su tristeza era continua. Dicen que la angustia
encontraba su reposo en los paseos sobre la bicicleta que ella le había dejado.
María se sirve un café, y recuerda ver como Andrés pasaba las horas del atardecer recorriendo la
rivera del rio.
La primavera estaba demostrando sus primeros verdes, y una mañana llega la noticia que Irene
estaba trabajando incansablemente para aliviar el sufrimiento de miles de personas tanto judías
como católicas.
Los escasos diarios que llegaban al interior, describían que ese país, estaba viviendo una situación
caótica, en donde Varsovia se desmoronaba bajo una nube de miseria, enfermedades, muertes,
torturas, y persecución.
María, hace una pausa, busca un vaso, y me hace saber que en aquel tiempo, ella tenia familiares
viviendo cerca de allí. Se sirve agua, y me explica, que ante la desesperación, toma la iniciativa de
mandar una carta al Departamento de Bienestar Social en donde trabajaba Irene, con el fin de
encomendarle que se ponga en contacto con su familia.
Con los ojos brillantes, termina su trago y me cuenta que, con fortuna, recibe una respuesta de la
muchacha. Ante la novedad, ella habla con Don Laurencio, y le pide que le haga saber a Andrés la
dirección en donde se albergaba Irene.
Pasaron los días, y la situación de caos se agravaba.
El joven recibe la buena nueva, e inicio a escribirse con ella; y horrorizada por las condiciones que
se estaba viviendo, le pide a Andrés que la ayude a pensar para ver una efectiva alternativa con la
búsqueda de refugiar a los niños del gueto. En la nota, le propone una genialidad que consistía en
llevarlos en barco a la ciudad; y que él condicione un lugar para ampararlos en las afueras de
Posadas en una casa de campo llamada “La Mariquita” que había heredado de su padre.
Al principio parecía una idea utópica y descabellada, pero no se descartó la posibilidad de poder
hacer algo.
Esta ilusión, se comparte con Don Laurencio, el que le pide que espere al fin del día, porque él de
noche al terminar su labor, lo acompañará a caminar, para pensar una solución.
Se encontraron en la Plaza San Martin. Sentados bajo un ombú ella observaba como la luna le
iluminaba sus rostros, y mate de por medio, se pusieron en marcha para idear un plan.
Se acordaron, que ya desde 1938 el hermano mayor de Jacinto, trabajaba en la Dirección General de
Defensa de Costas, la que tuvo a su cargo la administración, organización e inspección de las
unidades de Defensa de Costas. A Laurencio se le ocurrió que éste contacto, podría ser la salvación
para lograr con silencio, los tramites de la actividad del traslado de Varsovia hasta la Argentina.
Al otro día, ellos se pusieron en contacto con Jacinto, y a la semana se encontraron a dialogar en
“La Mariquita”.
Irene había logrado poner en trabajar un posible camino de esperanzas. Con hospitalidad, dialogó
con los familiares de los niños, a los que les brindo la posibilidad de sacar a sus criaturas fuera del
gueto. No fue simple, y con la complicidad de unos compañeros, lograron iniciar el traslado de sus
hijos hacia “La Mariquita”.
Doña María, me convida con un trozo de budín, y me cuenta que ella junto con Aurelia la esposa
del carnicero, iniciaron a confeccionar unas sabanas y ropa para los niños.
Como el nado de un pez de rio, la noticia transito por todos lo empleados del mercadito.
Con una sonrisa dibujada en su rostro me comenta que entre los meses de la espera, se organizaron
quermeses y tertulias, con el objetivo de recaudar dinero para almacenar alimentos.
En una carta Andrés, le encomendó a sus empleados, la construcción de camas, sillas, y mesas para
llevar a la casa de campo.
Los días, se hacían esperar, y las actividades no cesaban.
Al otro lado del paralelo, las calles, de Varsovia se poblaban de fuego. Mientras que el polvo, la
impotencia, y el odio se escondían en el cielo.
Se acercaba el mes de las fiestas navideñas, y Jacinto vuelve a la ciudad en busca de Andrés.
Ambos partieron de forma brusca, y le avisaron a Don Laurencio que prepare las cosas, porque
llegarían los niños.
La ansiedad y la alegría eran intensas.
Se siente el ruido de un carruaje.
Doña María, se levanta, me acompaña hasta la puerta, y en el trayecto me comienza a tararear una
polca.
Eran las siete de la tarde, y se podía observar que alrededor del sol, sobrevolaban unas Vaquitas de
San Antonio, y al correr la mirada, se distinguía muy cerca de los arboles un bullicio que me hizo
ver de lejos, como los niños corrían alrededor de Irene buscando atraparlas.
FICCIÓN
Una lágrima suspendida
en el vértice
hasta que rueda
y cae sobre el papel
Esa mirada
en los ojos apagados
AÑORANZA
Asomada al recuerdo
emerge
tu
figura soberbia
autoritaria
desprotegida
En aridez
sembraste
diminutas semillas
exhibe ausencias
Palabras desdibujadas
circulan
La poeta calla:
y la fantasía
Las estrofas se opacan
Fisurada la magia
ya no quedan espejos
Vacía
cómo llega la muerte
Despido
en cuanto salpica
un hálito de destellos.
La matanza
coagula
El quejido
secciona
El soporte aflige
escarba
amputa
Inocula
-estéril
roto
perplejoautonomía.
espera la muerte.
DESCARTABLE
La muñeca impávida
detecta
CUÑA
CAUTIVO
Se sacude inquieto
aletea
Aun agobiado
se rebela
Mientras lo acordonan
en el intento de
aplastarlo
chilla
hiende
rasguña
Dispuesto
a salir (se)
además gime.
Arrastra
marginado
el cuerpo
La búsqueda
devuelve
miseria
El viento
entumece
¿Prosigue?
desnudo
Las ruedas pesan
e insiste
El hambre
traspasa su sombra
Sueña
con una frazada.
[email protected]
Andrés Fornells Fayos
[email protected]
www.andresfornells.com
CARTA AL
TODOPODEROSO OBAMA
Un día del mes pasado me detuve
a saludar a mi tío Curro que estaba
haciendo cola, junto a una triste,
larguísima y abatida procesión de
parados, delante de la oficina del INEM. Le pregunté por su mujer y por su hijo.
—Ella, mi Paca, se ha ido a buscar caracoles porque está la cosa tan chunga, que otra cosa
no tenemos esperanza de comer hoy. Eso si encuentra alguno, que hay muchísima competencia,
pues ahora los buscan tíos desesperados que van en silla de ruedas, que están mancos, cojos y hasta
ciegos. Y Rafita, mi niño, en el cole está pidiendo chicles usados a sus compañeros, para darles algo
con que se entretengan sus muelas y no acaben criándole telarañas.
La cara de mi pariente mostraba la angustia y la desesperanza de los que llevan mucho
tiempo desocupados y sin perspectivas de que en un futuro inmediato su crítica situación mejore, y
encima con el temor de que todavía pueda empeorar más, que en nuestro país el pesimismo es ya
una epidemia.
—Lo cosa está bien jodida, ¿eh, Curro?
—Más que bien jodida. Ayer, mi niño, le escribió una carta al presidente Obama, el
presidente de los Estados Unidos y premio Nobel de la Paz --¡manda cojones con la exagerada
cantidad de soldados y armamento del que dispone ese tío y usa cuando le viene en gana!--.
—¡Vaya ocurrencia la del niño! —me sorprendí—. ¿Y qué quería tu Rafita de ese
importantísimo personaje?
—¡Qué va a querer el pobrecillo! Que el Obama ese me dé un currelo, aunque tengamos que
irnos los tres a América, --que malditas las ganas, coño--, pues ninguno de nosotros tres hablamos
inglés, ni nos parece habla bonita que merezca la pena aprenderla.
—¿Crees que te va a contestar ese tío tan importante?
—Bueno, para empezar, veremos si le llega la carta. Como no tenemos dinero para nada, se
la envié sin sello, con mi huella dactilar por si vale de algo.
De pronto mi tío Curro rompió a llorar.
—Levanta ese ánimo, hombre. ¿Lloras por si no llega esa carta a su destino? —quise saber,
mirándole con profunda lástima, al tiempo que trataba de consolarlo dándole unas cariñosas
palmaditas en la espalda.
—Lloro porque mi hijo confía ya más en un extraño, que en mí. ¡Y eso me da un coraje, una
pena, que me parte el alma, cojones!
No encontrando palabras que pudieran despertarle esperanzas, le entregué mi pañuelo y le
dije que se lo quedara, que yo tenía otro.
Él lo inauguró sonándose con ruido de triste y desafinada trompeta verbenera. Antes de
separarme de él, le di también un tubito de pastillas para la tos que, aunque nada alimentan, por lo
menos te dejan durante un ratito muy buen sabor de boca.
Mi tío no recibió respuesta del encumbrado y poderoso presidente de los Estados Unidos, y
lo mismo les ocurrió a varios millones de peticionarios más, aunque la mayoría de ellos le enviaron
sus peticiones con los correspondientes sellos. Y es que Ser
Todopoderoso en el que poder confiar, solo el que habita los cielos, y
para ello tiene uno que ser creyente, y muy buen creyente, que no lo
es todo el mundo.
Y no sigo escribiendo porque también yo voy a salir a buscar
caracoles, a ver si encuentro alguno, que la cosa está igual de jodida
que dar con un trébol de cuatro hojas. ¡Ahí es ná!
DIOS PADRE Y ADÁN
Adán tuvo que esperar a morirse para que se le presentara la oportunidad de poder hablar otra
vez más con Dios. Ya muerto, Adán llegó al cielo y san Pedro, antes de permitirle la entrada, leyó en
voz alta y de manera concisa, lo más relevante de su vida:
—Adán, por el pecado de desobediencia, por haber comido la fruta prohibida del árbol del
bien y el mal fuiste justamente expulsado del Paraíso. Después de haber sufrido tan importante
pérdida has sabido ganarte el pan con el sudor de tu frente, pasado calamidades, enfermedades y has
aceptado, aunque enfureciéndote a veces, todas las desgracias que han caído sobre ti. Como la
desgracia de que un hijo tuyo matara a otro, y tu mujer cometiera incesto con el más joven de tus
hijos. Finalmente, aunque te costó, pediste perdón al Señor por tus pecados y te arrepentiste de
haberlos cometido. Ahora, juzgado misericordiosamente por todo lo que acabo de reseñar, se te
autoriza a entrar en la gloria. Aquí tienes un bollo de pan eterno y un vaso de agua eterna. Cómelo y
bébela y, durante toda la eternidad, no volverás a conocer ni el hambre ni la sed.
Adán comió y bebió lo que acababa de recibir y a continuación pidió audiencia para poder
hablar con el Todopoderoso.
El encargado de controlar este tipo de demandas, le advirtió que eran muchísimos los que,
antes que él, habían solicitado lo mismo:
—Por lo tanto, Adán, tendrás que esperar tres millones seiscientos trece mil años hasta que
puedas ver atendida tu petición.
—De acuerdo; a un ser humano mortal que suele vivir menos de cien años, le parecería una
auténtica barbaridad, pero para mí que voy a vivir ya para siempre, será una pequeñez —aceptó
resignado.
Durante la obligada espera, Adán fue de nube en nube preguntando a todo el que encontraba
dentro de aquella inmensidad sin fin, si conocía el paradero de Eva, a la que amó siempre a pesar de
la jugarreta de la manzana y habérsela pegado con su hijo pequeño.
Pero antes de haber podido descubrir dónde se hallaba aquella mujer que, a pesar de los
pesares tanto quiso, le tocó el turno de ser llevado a presencia del Creador.
La impresionante, gigantesca figura del Omnipotente ocupaba un trono colosal y se hallaba
rodeada de una luz áurea tan potente, que cegaba al que se enfrentaba a ella, y también de una
numerosa corte de maravillosos angelitos voladores, juguetones y tañedores de innumerables
instrumentos musicales.
Delante del Omnipresente, Adán cayó de rodillas en señal de absoluto respeto y sumisión.
Con voz de trueno, pero que no ensordecía, sino que sonaba infinitamente dulce, amistosa y
tierna, le preguntó Quién acababa de concederle audiencia:
—¿Para qué querías verme, Adán?
Dando muestras de un valor que le sorprendió hasta a él mismo, su humilde siervo expuso:
—He venido a presentarte varias quejas, Señor. Lo habría hecho antes, pero me he visto
obligado a esperar dos millones setecientos trece años, sin contar los noventa que me permitiste de
vida terrenal.
Su explicación mereció una benévola sonrisa por parte del Sumo Hacedor.
—¿Qué vienes a quejarte de mí, has dicho? ¿Tú, Adán, al que di la vida, regalé un paraíso,
primero, y después, por tu gran pecado, envié a la Tierra, que no siendo lo mismo que el Paraíso,
también contiene sus maravillas, aunque para disfrutarlas tuviste que ganar el sustento con el sudor
de tu frente y el cansancio de tu cuerpo, me vienes a mí con quejas?
—Sí, Señor, todo eso que has enumerado es muy cierto, pero sigo queriendo quejarme,
porque, a mi modo de ver, a Eva y a mí nos castigaste injustamente.
Ante la obstinación del primer hombre que Él puso sobre la Tierra,
Dios Padre enarcó sus enormes cejas, grandes como arcos iris, con la
diferencia de que no eran multicolores sino de un blanco deslumbrante.
—Veamos. ¿Por qué consideras tú, Adán, que yo os castigué
injustamente a Eva y a ti?
—Porque la culpa de que fuéramos tan imperfectos es totalmente
tuya, Señor, puesto que Tú fuiste quien nos creó. Y el culpable de toda chapuza es siempre quien la
realiza, no quien paga sus consecuencias. Y por habernos Tú creado imperfectos, mi mujer cayó a la
primera tentación que le pusiste; y por habernos Tú creado imperfectos, Caín, nuestro hijo mayor,
mató a su hermano Abel por los celos homicidas que Tú le despertaste prefiriendo el primogénito
del rebaño de Abel a los primeros frutos de la cosecha de Caín. Luego, en castigo por su crimen,
maldijiste a Caín condenándole a vagabundear por la tierra y lo marcaste con una señal para que
nadie que lo encontrase le atacara; advirtiendo que quien matase a Caín lo pagaría con un castigo
siete veces mayor. Como puedes ver, de dos hijos que tenía para ayudarme en los penosos trabajos
que debía realizar para poder subsistir, quedé sin ninguno. Luego tuvimos otro hijo más, Set, que
aquejado del complejo de Edipo —otra imperfección gravísima tuya— cometió conmigo la
imperdonable, vergonzosa desconsideración de meterme cuernos.
El Altísimo observó al compungido Adán y, compadeciéndose de él, dio muestras de una
extraordinaria magnanimidad, pues reconociendo justas las reclamaciones que le había presentado
el reclamante y, aceptando que le había salido bastante defectuoso, concedió:
—Vale, Adán, acepto la parte de culpa que me corresponde. ¿Qué reparación deseas obtener
de mí?
—Que me devuelvas al maravilloso Paraíso, que me des dos primeros hijos que conozcan el
amor y desconozcan el odio. Y que me procures una segunda Eva para que el más joven de mis
hijos, Set, no se vea en la denigradora necesidad de adornarme la frente, hecho lamentable que le
quita mucha dignidad y respetabilidad a un padre que quiera atesorar ambas virtudes.
Cuando Adán vio la enorme, afectuosa, sublime sonrisa que apareció en el barbudo y
bondadoso rostro del Creador, supo que había valido la pena esperar aquellos tres millones
setecientos trece años, que había esperado, para formular sus justas reclamaciones.
ANDRÉS FORNELLS FAYOS x ANDRÉS FORNELLS FAYOS:
Soy un español con vocación de trotamundos. He visitado varios países y vivido en un
par de ellos. Tengo a gala haber hecho amigos entre las gentes de otras razas, religiones y culturas
diferentes a la mía. He sido profesor de idiomas, intérprete, guía turístico, restaurador, etc. En la
actualidad vivo en la Costa del Sol con mi familia. Me han publicado numerosos relatos cortos en
Norteamérica y en España, y he obtenido varios galardones en esta especialidad y en la
especialidad de novela.
Algunas de mis novelas publicadas son:
“Los placeres de la hija del embajador” (ganadora del II Premio Incontinentes de novela
erótica), “El seductor y la rica heredera” (finalista del premio de novela Ciudad de Almería
2.009), “El pueblo de los milagros” (finalista del premio internacional de novela Territorio de la
Mancha 2.006 –Miami—, “La muerte tenía figura de mujer hermosa”, “Never love a foreigner” y
algunos más.
Colaboro con la revista marbellí “Entre médicos” y también en la Revista Papirando.
Intervengo también en Radio Televisión Marbella en el programa La vida es bella, con Noticias
Insólitas.
Daniel De Cullá
[email protected]
31 DE DICIEMBRE FUN FUN FUN
Si el 31 de diciembre me llega la muerte, pretenderé que mi esposa folle al estilo romano, como en
Francia, y que se deje el mozárabe de san Isidoro, el que usa el Clero desde el caso de la batalla de
dos caballeros que sometieron su amor al juicio del fuego poniendo sus dos pollas en una hoguera a
cual más resistiría, quedando las dos chamuscadas, y ellos como echados, abrazados, vencidos y
quemados, fuera de la estacada.
Me iré, antes de que me joda la muerta, al plano y llano, o campo y barranco de la Violada, que está
entre Almudévar y Zuera, camino de Zaragoza a Huesca, dando matraca a los de Almudévar, y allí
en la boda de unos labradores, repartiré a cucharadas el ajo, porque la novia me hizo trampantojo
haciendo creer lo que no es, prometiendo casarse conmigo porque yo la hice el amor entre los
trigos, yendo a una romería, dándome esperanza de acogerme, y ahora que está granada y amarilla
ya no me quiere, pero el hijo que lleva es mío, y espero que tú, Muerte, te le traigas conmigo.
Pediré un préstamo de vivienda, alzándome con el real y el trueco, con el trueco y el real jurando a
los bancarios que soy de ley y se les devolveré a la vuelta de unos años, y así se acordarán de mí
cuando vayan a cobrarlo.
Me pondré limpio y guapo, y haré cacas para dios y su diablo, y no pediré perdón alguno por mis
pecados, que no tengo, y soy impenitente como el padre Baena de Andujar, monje de hábito prieto,
que absolvía con facilidad y sin escrúpulo, como un Pontífice y más si le chupabas la polla.
Y me colocaré mi boina de paleto, agujereado el forro, para que se quede algo escondido y luego
dar la vida que no es de ley. Y cantaaré, cantaré:
“ 31 de diciembre, fun fun fun
31 de diciembre, fun fun fun
Ven muerte, y a Pedro Zaputo que soy
Dale por el culo”
110
Todo aquel que sabe astronomía democrática indica a punto fijo el sitio o puesto en que el Asno se
encuentra y su pesebre. Venga a verlo quien creer no quiera: yo, de tejas abajo, lo confieso, una “P”
entiendo, y de estrellas para arriba de verdad que me importa un bledo donde se encuentre la nebulosa
del pesebre, comúnmente conocida como la nebulosa de Cáncer o de la Crisis galopante apropiada,
apriapada de eyaculaciones en el marco del Euro. De tejas abajo y de Jumentos a nadie voy en zaga: mis
estudios han sido muchos, buenos, graves, serios; y en aquesta materia rebuznante del voto despunta de
buen modo mi talento. Con jactancia setenta y seis al más guapo en votos el uno pudo darle al otro. Al
que dizque Rebuznaron con esfuerzo, y todo se les quedó en viento.
Julo y Reso son los Asnos que según los poetas van delante de los demás y representan al rebaño o a la
recua contribuyendo a la Victoria por su Rebuznos en papeleta. Y en esta dualidad hecha y derecha los
de Julo se consternan y se sobrecogen de miedo maniatado. Y he aquí que Reso, la causa principal de la
victoria en recompensa a tales rebuznos les colocará en las estrellas, en el principal espacio de esa
nubecilla que llamamos Pesebre entre dos estrellas de la constelación de Cáncer o del Escorpión,
marcadas con las letras V y E en los catálogos, y que son de 4. y 5. magnitud, que ya se hallaron en el
Almagesto de Ptolomeo y en el Mi Lucha del furer y de su copia el césar enano.
Los Rebuznos de los unos han contribuido mucho a la derrota de los otros, y ya vemos al gobierno de la
recua pasar horas en su palacete, y en mitad de la campiña cepillando la legitimidad del otro, haciendo
igual operación, dando a la recua cierta mezcolanza de nacional y catolicismo, haciendo realidad el
hecho rebuznal de Saturno, aquel Llegué, Ví y Vencí que es lo mismo que decir Gané, le cojí y le capé.
…. ¡Dios eterno¡ Otra vez la barbarie.
A MI DIOSA SALIMA
Hay en Burgos un Bar Los Dos
(Tu y Yo? ¡Ojala¡)
Donde vienen a montones
Los viejos valentones
Con ardiente corazón
Donde muero Yo de Amor
Dejándote este poema-oración
Y el testamento
De que si muero me entierren
En tu viña
Para chupar los sarmientos
De tu Vida
Y los labios de tu nardo Amor.
No te enamores mi diosa
Salima,
No te cases
Porque te acostarás sufriendo
Amaneciendo sufrida.
OH, mi diosa santa Salima
Virgen y mártir de la barra
Hija de un labriego de Villadiego
Y de una bella mujer árabe
De Marrakech
Quiéreme
Y por favor no me digas
“Anda vete, anda vete
Que mis padres no te quieren
Ni un poco
Ni yo tampoco”
Pues en tu Bar Los Dos
Me muero por Ti, diosa de Amor
Y daré una puñalá
A quien te me quiera quitar.
No hay ojos que no te miren
Ni corazón que resista
¿Recuerdas?
Dos polis nacionales
Han venido al bar
En busca de unos ladrones
Mi diosa Salima
Tus ojos son
Que me han robado el corazón.
Ofréceme tu agua bendita
La lluvia dorada
De tus labios rojos.
Déjame besar
El cielo de tu paladar.
ADONDE MI CORAZON SE INCLINA
- Recordando a Ana María Navales, escritora
Pronto se cumplen tres años de la defunción de Ana María Navales ( 11 de marzo),miembro que fue
de la Junta Directiva de ACE y como no la recordé en su día me vengo ahora solo recordando los
lugares en los que juntos hallamos el placer del verso y la palabra. Algo que bien sabe, sin
necesidad de pensar mal, todo el que ama la Poesía, como ella la amó.
Entre 1971 y 1972 conocí a Ana María. Ella andaba por Madrid, creo que con una beca del
Ministerio de Cultura. Visitaba la Biblioteca Nacional y el Instituto de Cultura Hispánica, como yo.
Aunque yo vivía en Madrid por aquel entonces. Mi primer encuentro fue una mañana sobre las doce
del mediodía en el Café Gijón, - ¿vienes mucho por aquí?; no, estoy de paso”-, donde destacaban la
gente de la farándula y los poetas malditos de las noches madrileñas. Nos caímos bien. A mí me
dejó un recuerdo de plata. Vestía de blanco, como una Musa. Me regaló En las Palabras. Hoy,
recordando La Amante del Mandarín, uno de sus libros, sé que ella me hizo
tilín, y soñé volver a verla algún día, pero ella se me hizo esquiva, y más
tarde, me olvidó, se que por mi culpa y porque como dice el refrán “a los
borricos, alfalfa”; aunque contestaba mis escritos con poemas dirigidos a la
revista Turia ,de la que era directora.
La curiosidad y la imaginación nos envolvían a los dos. Yo era libertario, y a
ella le encantaban los círculos de intelectuales e inconformistas. Como ella
decía: “me interesa la literatura en estado virginal”, y yo me encontraba en
ese estado, pues recién había abandonado el seminario conciliar en Las
Vistillas y mis “noches del sentido” estaban llenitas de pajas, y adiviné que
ella, al igual que quería conquistar Madrid, deseó conquistarme, así yo lo
quería, y me conquisto con su mirada y su sonrisa tan acariciante; a veces, triste pues se sentía de la
periferia, “como una paleta en la Capi”- la periferia me retrae, decía ella- .
En el café Gijón, después de un par de horas hablando de los poetas del momento y de nuestras
perspectivas literarias quedamos para vernos al día siguiente por la tarde e ir a un cine de la Gran
Vía en Callao. Me dio la dirección donde se hospedaba, y allí me presenté por la tarde. Un apretón
de mano derecha y un beso suave, ¡y ella otra vez de blanco¡, y nos fuimos al cine, a la ultima
sesión. Como mujer me conoció al momento. Caminando, ella me preguntó que cómo había dejado
el seminario; y al responderle yo “a la lumbre y al fraile, no hurgarles, porque la lumbre se apaga y
el fraile arde”, ella sonriente me dijo “Daniel, tu eres un diamante en bruto”.Esto se me quedó
grabado para siempre.
En el cine, dentro del respeto y la amistad, acariciamos sólo nuestras manos. De verdad que no
recuerdo la película. Yo pensaba si de verdad le agradaba estas pintas que llevaba de “anarko”, y si
aceptaría a un poeta que no tenía donde caerse muerto. Yo vestía como un holgazán vagabundo,
como decían mis padres; y que por este camino iba a hacer la carrera del galgo, si acaso llegando a
dar con la cabeza en un pesebre, Después de tomar un café en el bar de las exquisitas napolitanas de
la Puerta del Sol, junto a la lotera doña Manolita, quedamos para seguir viéndonos.
Por aquel entonces yo hacía una revista literaria porno-anarko-xerox “Hoja Muerta” (1973), y
chivada por la imprenta, fue metida en el Talego. Me salvaron Trece de Nieve y Gonzalo Armero,
entrañable y adorable. Nos separó la represión. Más tarde nos vimos en alguna colaboración
literaria como en Poesía Española, en Grama, en Norte, y en Contro le parole, Contra las palabras
de Emilio Coco (Bari 2000), y alguna otra.
Ah, y en otro viaje de vuelta de Lérida a Zaragoza (1976)- yo venía de un encuentro en Clermont
Ferrand en Francia, y ella me esperaba en el andén de la Estación de Tren de Zaragoza, tan bella,
tan linda, y tan inmaculada, ¡ay¡ con su vestido blanco. Estuvimos en la terraza de un bar cerca del
periódico El Heraldo de Aragón. Yo sé que nos hubiéramos querido; pero mis inquietudes juveniles
e inconformistas- sentía un cierto y sano odio a la mujer, pues tenía ocho hermanas-, sólo me dio
paso a decirle que quedábamos como amigos, y que si ella bajaba a Madrid o yo subía a Zaragoza,
nos veríamos para tomar algo. A ella le gustaba mi poesía, y a mi la suya. Y así quedamos, pasando
como el don Guido de Antonio Machado, “de mozo muy jaranero…, de viejo gran rezador”. Bueno,
no tanto. Yo me casé en 1977; ella no sé cuando.
Más lo que sí sé es que me dolió su muerte, y que me duele gratificante su beso de luna ( “Los
labios de la luna”), recordado: me acuerdo de su cara y un remolino en su testa, esa pena en su
mirada que adolecía la mía, Ana era aragonesa como mi madre y no le gustaba que yo le llamara
“chiqueta”. Así, cuando nos despedíamos, los contados días que nos vimos, yéndose el día sin sentir
los dos nos quejábamos con las palabras del refrán: Días de mayo, días de desventura; aún no es
mañana, y ya es noche oscura. Ana fue mi musa, y alguna que otra vez leo alguno de sus poemas y
la recuerdo en mi Madrid.
Canción Al Ave
“Detente, sombra de mi bien esquivo,
imagen del hechizo que más quiero,”
-Sor Juana Inés de la Cruz
De la Estación de Atocha
Ha salido el Ave Prick
Cantando en su velocidad
Su concepción
Ave, Ave, Ave
De Madrid a Bailén
Yo quiero decir que sí
Dime tú niña mía
Que me vas a dar el Sí
“Dicemelo”, que me encanta
Oirte bien o mal decir
Entre espumas de saliva
”Chi…chi” “Chi…chi”
Eres mensajera del Amor
Con tu Clit and Teat
Y ¡menos mal¡
No eres esclava Jumenta
De Lourdes, ni de Fátima
Ni del pinaresco Henar.
CHANANDO AL CHIVA : CUIDADO CON ESE
Con mi Musa o mi lira mala o buena, fui siempre buscando editores que en modo alguno dedicaron
un tiempo a mi obra, así que presenté con éxito feliz mi bella prenda a antologueros, hacedores de
antologías, a revistas literarias publicadas en villas, en cortijos, en aldeas; y ahora quiero presentar
con ejemplos y pruebas a estos azores, ladrones importantes que para publicar tenían que cobrarte
un güevo.
Los jóvenes escritores, los poetas en ciernes, currelas de poesía, son fáciles de robar, víctimas
propicias de estos birladores, estafadores que se recogen junto con el producto de sus fechorías en
atarazanas o gazaperas, cual buscadores de sornas, descuideros que se aprovechan del sueño ajeno,
por el afán de publicar y pensando que a ellos les puede pasar lo que a aquel tal R de Rebuzno,
poeta y soldado de marina, que tenía una extraordinaria habilidad para imitar el gruñido de los
cerdos, y que, sabiéndolo el famoso Godoy, le llamó para que gruñera delante de su excelencia.
Y cuenta la historia verídica del tiempo: “cáele a este, a Godoy, en gracia el gruñido que pega; y
étele a nuestro R de Rebuzno con una prebenda en la santa Iglesia Catedral de Palencia”. Y
prosigue: ¡quien sabe si nosotros algún día por Gruñir o Rebuznar a tiempo bellamente hallamos un
Godoy que nos presente un beneficio simple o canongía” ( Elogio del Rebuzno).
Ahora, para conseguir la gracia, la victoria y aún el cetro. el Poeta en su hábitat canta:
Conjúrote, demonio editorero
A que saques de tu chicharra
Bolsillo con varios departamentos
A que saques, digo
El Arca de la herramienta
Y el dinero robado a los poetas
En garabato de Martelo
Con tu culto inexorable
De chanelaor, erudito fullero.
C.V. o CURRUCULO DE VIDA
Me llamo Daniel, soy mayor de edad, recién jubilado con setenta años y
vivo en Eladio Prelado, Burgos capital; soy estebado, acomodado y apretado
como el paño para teñirlo en la caldera, hominicaco, pusilánime y de mala
traza, patizambo, zaparrastroso, tengo una gran experiencia de campanero y
sacristán y me adoran los del pueblo, he sido portero de noche, y ayudante
de chef de cocina, tostador de pan y tirapedos; estoy cansado de sacar el
perro de mi nieta a cagar en la vía pública y ver pasar los días recogiendo
sus cacas, por eso deseo trabajar en su Empresa pronto y a tiempo parcial o,
mejor, completo, sabiendo que la suerte coquetea algunas veces con los
hombres inteligentes; pero sus favoritos son los imbéciles. No me importaría
pasar unos días de prácticas, pero que su amor no diga basta, ni lo que dijo
el Duque de Rivas en su Romancillo en versos de arte menor:
“ Ya está en jaula la lechuza,
Y si aún a cantar se niega,
Yo haré que cante o que cruja”.
Yo me deberé a mi patrón y como todo currante sabré decir: “Echeme usted pan y dígame perro”,
que la crisis es puro cuento de banqueros, empresarios capitalistas y autónomos de la mediana y
pequeña empresa que saben a coplas y recoplas de pie quebrado y a capricho del euro o del dólar
aviagrado:
“La vida del bien estar
De un vértigo de crisis
Corre en pos,
Ella corre hacia la nada”.
O como en la octavilla de Iriarte:
“Persuadía un tordo abuelo,
Lleno de años y prudencia,
A un tordo, su nietezuelo,
Mozo de poca experiencia,
A que, acelerando el vuelo,
Viniese con preferencia
Hacia una poblada viña
E hiciese allí su rapiña”.
Algo de la realidad actual, que está sucediendo, que se refiere a la vez al sujeto y al verbo (fullero
y hurtar), a los que denomina la Rreal Academia, indistintamente en su Gramática, adjetivos
predicativos o predicados de complemento de la Flor de Fullería; Truhanería donde petardean y
engañan los truhanes, pícaros, pillos y farsantes inventando trufas o mentiras,
De mi experiencia, doquiera mi sabiduría, sé hacer buenos platos con boletus, en especial de pedo
de lobo. Hago un pollo al ajillo que yo le llamo Juanilla, muy agradecido; también, sé freír sardinas
y cocinar gallina; hago unas frituras de yegua galiciana para chuparse los dedos y otras cosas; en
repostería hago unas obleas y unas hostias con casta y las llamo “Castillas”; también, yemas de
canónigo y pedos de monja a la española; sé hacer diez tortillas con un güevo. ¡Y mis güevos a
solapedo¡, disimulados, que ocultan maliciosa y cautelosamente sus pensamientos. Tengo una
extraordinaria habilidad para asar al sarmiento el cerdo, el cochino, el lechón, el marrano, el gorrino
y el puerco.
Preparo unos callos de tripa de vaca, de ternera, de primera. Y ablando, templo, suavizo, descuajo
en manjar exquisito esas durezas que se forman en algunas partes de la epidermis por roce o presión
de algún cuerpo extraño. De rechupete, ¡oiga¡, que yo las llamo “las bellas infieles” como aquel
Perrot de Ablancourt, del que desciendo, que fue eminente e infatigable pero no muy fiel traductor
del siglo XVII.
Estudié para abogado de secano, sin haber estudiado leyes, presumo de conocerlas. Poseo amplios
saberes, dados mis estudios en Academias Universitarias y Escuelas de Capacitación Agraria, donde
allí era el Rebuznar. Fui oyente de Rebuznos, estudiante que asiste a una cátedra de Rebuznos sin
estar matriculado en ella. Gracias a la “loca de la casa”, la tele, como la llama mi trastornada agüela,
se que la política se reduce a una sola palabra. Ejemplo: “Adoptadas estas disposiciones, se puso la
hueste en movimiento”. Por ella sé del blanqueo de dinero, que es llevar los billetes a la orilla del
río para lavarles. Conozco la doble contabilidad, la rata por cantidad, mediante prorrateo, y que hay
que medir la vida y a los hombres con doble rasero, doble moralidad y doble pandero.
Poseo amplios conocimientos del güord, la eszel, la foto pedal, la sexop, y un gran ecétera,
aprehendidos en Guarrete, digo Guarrate, pequeña localidad con ayuntamiento en la provincia de
Zamora, donde me mandaron mis padres de pequeño “jartos de mí”. “Al niño y al mulo, en el culo”,
le recitaba mi padre a mi madre, o “ara con niños, segarás cadillos”. Allí aprendí a usar el ablator,
instrumento para cortar el rabo a las ovejas.
Por esto, y confiado en mi bien hacer, espero con ilusión ser contratado por esa su Empresa, la
primera cuyo sentido queda incompleto sin mi, y que no marchite mi ilusión osándola con algún
aunque, pero y no. Y que mi Curruculo no quede como poso o hez de líquidos que se va al fondo de
la vasija
Como referencia, le digo a Jesús que le refiera todo lo bueno y malo que han contado de mí en el
pueblo. Tengo la prótasis como oración adverbial condicional como siempre que, con tal que, ya
que; y la prótesis, que agrega alguna o algunas palabras al principio de la palabra: adoctrinas, por
doctrinas; y mi prótesis bucal y dental que no me pongo porque la voy a llevar al Museo de la
Evolución Humana para su exposición y disfrute del populacho agradecido.
Es gracia que espero alcanzar del “recto”/ ¡vaya palabreja¡ último trozo del intestino/, proceder de
Usted, confiado que su discernimiento entre más en el terreno de la lógica, ya que, gramaticalmente
es apenas perceptible; aunque como dijo Gili y Gaya : “la duda de que el patrón sea un maricón, nos
intranquiliza. Estoy seguro de volverlo del revés”.Y que se muestre justo, íntegro e imparcial.
Cumpla Usted su deber de contratarme. Orgulloso creo merecerlo. Acepte pues benévolo mi
ofrenda.
DANIEL TAMBIEN TUVO 20 AÑOS
Sí… Daniel también tuvo 20 años
Y se miraba la punta del capullo
Desde los diez años.
Tenía 20 años
y un gozo en el alma ¡glande¡
gozo en el alma ¡glande¡
y estaba en el Seminario conciliar de Madrid
allí en Las Vistillas
frente al puente de Bailen
"el puente de los suicidas"
y el tablao flamenco de La Corrala
para que con las cañas y palos
quitarnos lo bailao de las manos
en cante duro, recio y largo.
Justo al lado, un colegio de ursulinas
a las que desde la ventana de mi cuarto
les soplaba de mis pajas
y a su otro lado
el templo de San Francisco el Grande
donde celebraban sus bodorrios
la nobleza y la alta cuartelada.
Detrás , en la explanada
dos putas de a peseta
se dejaban pasar por la piedra:
Un día me invitó Pepe, mi cuñado
que dios tiene en su gloria
pues fue un amantísimo padre
un putero de cuidado
y ese día salté la tapia
porque el poder de una Puta
nos hace Eucaristía en el Amor dado
y mi gallo montó su gallina
después de pasarla más de cuatro
y cuando de vuelta
volví a saltar la tapia
dejando a mi cuñado sin ton ni son
al otro lado
los curas me agarraron
y por mi desobediencia
y porque el gurriato, ¡vaya por dios¡
enseñaba su cabeza de trapo
hecha del mismo pan
con sabor a cuerno quemado
me hicieron coger el colchón
y me mandaron a casa
caminando.
Yo me llevé la mano al gurriato
y escribiendo con él en el aire
un ¡viva¡
les grite:
- Señor, tu me la has levantado
Como nota que teje un cantar
follando
y no estos putos guarros.
Sí... y me fui del seminario.
DEVUELVEME EL HIMEN, HI DE PU
Postapocalipsis coital
Me pierdes, amada
A mí a quien cada una de mis líneas verticales
Determina la buena disposición de mi miembro
Y tú, perversa e indócil, crees que hablas un oráculo
Cuando me pides “devuélveme el himen, hi de pu”
Sin creer en mí como Marco el hijo de Marco Porcio Catón
No creía en los griegos
Cuando sé que tu himen de polvo, de consistencia blanda
Hizo las delicias al igual que a mí a Gerardo de Cremona
A Simón de Génova y Abraham Judeus
Roto el último libro del nuevo testamento
Y nunca creímos en lo que parece del Apocalipsis
: fatídico, terriblemente misterioso
Que dejó atónitos a los más famosos sabios de Oriente
Pagados con esplendidez por Abderrahman I y II
Y así me dejas hundido en la Guía de los Perplejos de Maimónides
Tan feliz como suspirado en un pleito de boticarios
Con aleta anal en gonopodio de ciprinodónticos
O cual romero franchute con su calabaza llena
Y buena la cabeza y alegre en su camino de santiago
Retozando, y torciéndose el tobillo cantando
Un “ me cagüen todos los diablos”.
- Himen te doy, de tu lechetrezna me has de dar porquero.
- Vete aquí buen pan, para untar, como el panecillo de la flor de la harina que solía llevarse a las
iglesias donde el padre Pedo hacía de las suyas con los niños, y cantando en gregoriano:
Más vale pájaro en mano que buitre volando, pareciendo que salió este refrán de la pedofilia
eclesial, en que es mejor tener el pájaro en la mano que soltarlo a místicas volando y topar el
conducto marginal del testículo con una negra papila urogenital en palpo labiado.
- Mi alma y mi vida, ¿qué quieres que te diga?
- Aquellos nuestros primeros amores fueron chirlosmirlos a la mar en saco cremastérico de unión
urogenital, preguntándonos como Halley:
“¿qué curva podrán seguir los planetas si la acción de la gravedad disminuye con el cuadrado de la
distancia? Y Newton responde: “Una elipse”
Y, ahora,¿qué hacemos en esta elipse?
Aguzo las orejas
Como las endereza el caballo, mula o asno
Cuando ven algo que los sorprende
O les infunde recelo y
Después de este falso postapocalipsis
No te daré ni los borceguíes, ni cierta vasija
Ni el arado ni la oreja de abad
Y si esa planta seminal
Herbácea anual buena en buena fe
Hecha morcilla regida por una ciencia mediocre
Y una incierta y dubitativa filosofía
Que ya conocía el imperio Sasánida
Que he puesto a asar
Y me apeo por las orejas
Saliendo de esta majadería.
Mírame tirándome de una oreja
No alcanzando la otra
Todo por un sexo de azar
En Oreja, ¿recuerdas?
Aldea de la provincia de Toledo
Que ocupa el emplazamiento de la antigua
E importante villa del mismo nombre
El cual es corrupción
Del de Aurelia
Como el tuyo, Amada Aurelia
Con quien pique una cosa en historia
Yo, un mancebo rubio, coronado de rosas
¡qué mas quisiera¡
Y Tú, envuelta en un velo floreado
Y con una lechetrezna en la mano
Cayendo en miel
Sobre tu monte Himeto
Precioso de la tacamaca
Cuya resina de olor fragante
Es muy apreciada
Especialmente la variedad angélica
Un Tu y Yo en Ja Ja Ja.
ORACION A JEZABEL
Yo creo en Ti, Jezabel, y te adoro
Por el sexo de las flores que nos diste
Por el aire, los ríos y montañas
Y porque somos todos hijos tuyos
Arropados por los labios pequeños, los grandes labios
De tu carnal Amor
Pasados por el manto sagrado de Astarté ( Ishtar)
De la ciudad de Uruk
Cortesana de los dioses
Amante de los hombres
Amor de los Amores
Reina del cielo y señora de la Tierra
Puta de los bosques
Alimento de vida eterna
De paz y de felicidad
Que nos pusiste colocados sentados
En los cuernos de Baal
Como un toro joven (becerro)
Presentado
Dios de la lluvia y el trueno
Dios de la fertilidad
Hijo de El, Dios supremo y creador
“El Bondadoso”
Presentado como un toro
( No el manso de Osborne, claro¡)
Dios y señor del mundo
Aliyán prevaleciente
Zebul, príncipe señor de la tierra
Jinete de las nubes
En los Textos de Ras Shamra
Verdadera luz que nos guía
Creador, dios supremo
Que con tu esposa Isthar
Diosa del Amor y la fertilidad
Reina del cielo y de la tierra
Cortesana de los dioses
Amor de todos los Amores
Cantaste con Gilgamesh:
“¡Tú has amado el león, poderoso en fortaleza
Y has cavado pozos para él siete y siete
Has amado el corcel, orgulloso en la batalla
Y le has destinado el cabestro
El aguijón y el látigo amoroso'".
Jezabel, Jezabel
Reina del Tanaj, princesa fenicia
Hija del rey Ithobaal primero de Sión
Esposa del rey Acab del reino norte de israel
Reina del más noble, hermoso y nutritivo de los pecados
El de Lujuria, ¡ay, fornicar¡
Líbranos de los Asnos y Asnas
Jumentas y Jumentos de Yahveh
Y del ya ves Trino y uno
Idólatras de cuentos chinos
Como el de la viña de Nabot
En profecías de nabos
Y milagros para bobos de baba
O el de los dos animales masacrados asesinados
Al estilo de todas las religiones
Que en el mundo ha habido
Defendidas por meapilas criminales y castrados
Como esos eunucos capados de Jehú
Que agarrándote de los pelos
Por la ventana te arrojaron
Dejándote en la calle
Para comida de los perros en Jezreel
Quedando de ti sólo el cráneo
Los pies y las manos
Tres cuartos que hoy se encuentran
Como me dijo un ateo y pagano
En la Capilla de los Huesos en Evora
Y más o menos así quedaron
Los miembros de Rafael del Riego
Arrastrado en un serón hacia el patíbulo
De la Plaza de la Cebada en Madrid
Y ejecutado por ahorcamiento
Para posteriormente ser decapitado
Entre los insultos de la misma población madrileña
Turbas soeces del populacho
Que poco antes le había aclamado
Por haber sido uno de los diputados
Que había votado por la incapacitación del rey
Felón, cruel y asesino afrancesado
“Rey cobarde y acanallado”
Como dice El Niño Republicano
En tres cuartos
Quedando uno en Madrid
Y enviándose los otros tres
A Sevilla, León y Málaga
Para gloria de la Patria
Y el asesino amado.
Gloria a ti, Jezabel, Jezabel
Tu lluvia dorada es agua de río ¡Viva¡
Río de agua viva en nuestro Ser
¡Viva¡ Aleluya¡
LAS REBAJAS CUESTAN UN PIJO
Un galán cortesano ha venido a Valladolid a visitar los centros
comerciales de Vallsur e Ikea de la mano de su novia , una
labradora bonita y caprichosa de Valdeastillas, con estudios, que
está entre Medina y Valladolid, que se volvía pasmada a él cada
vez que veía una tienda de trapos y absurdeces, y el galán
pensaba que llevaba delante la burra, que le daba matraca en
caprichos de esta ropa o aquella, de esta prenda o esa otra, de ese
picardías o aquel otro; y no se porqué, el galán, hijo de una viuda
con sarna, con su mirada intuitiva desnudaba a todas las féminas y maniquíes que a su paso hallaba,
y recordaba a aquel su amigo fray Mortero, fraile natural del valle de Mortera, en las montañas de
Burgos y que siempre picarón le decía: “de estas caradas se hacen las papadas”; y yo le respondía:
“Sí, de Asnos artificiales hechos expresamente para la custodia del convento de los monjes de
Nuestra Señora de los Órganos”.
En procesión por los claustros bajos y altos, iban y venían las gentes y su plebe con niños de andar
y en carricoche.Y era tremendo ver este trozo de ciudad luchando por comprar y pagar en colas sin
final antiguallas y nuevas reliquias, que me recordaban a todos aquellos y estos peregrinos de hoy
que van andado sobre un mar tan duro como su pezuño. Sobre el lomo de las féminas había como
una cruz negra y sus acompañantes, maridos, novios o abuelos no eran más que Asnífluos viejos ,
jóvenes Jumentos, cantándose a sí mismos la prosa de los Burros:
“Si no existiese el Rebuzno del Placer
Tienda alguna hubiera
Y mucho menos universidades
Seminarios y conventos”.
La moda y sus rebajas son por uso y por nosotros.
- ¿Cuánto llevas comprado?, le pregunte. Y me enseñó la bolsa.
Eso, no, le replique. Había visto el precio y advertí que costaba lo mismo que antes de las rebajas,
pero con el cuento de haberle subido el precio.
Las rebajas son para ilusas. Engañar es el arte de la política y del comercio, y el tratar de rebajas es
venir a la fiesta del Asno y sobre los inocentes, siendo la majadería la historia universal del
entendimiento humano.
Cansada, la deje sentada en un banco y yo, corrido como manto sevillano, me fui a ver y escuchar
música en una tienda de discos. Mientras pasaba y repasaba las cintas como en alabanza del rascar,
definía la música de Madonna como caricia para nuestro glande; la de Shakira como toque de
pelotas; la de la Gaga como lametazo en el ojo místico del culo; la de la Britney como gallina para
el poyo. Y, ah¡,ay¡, la de Rammstein , y en su Pussy, masturbación a cuatro manos para meapilas
con clarinete y soplapoyas en chirlomirlas, como lo eran todos en muchos romances viejos, y en
aquellos de los Siete Infantes de Lara, y los del rey don Fernando y todos los reyes y papas que
peinaron una naranja.
BURRA DE POESIA : Antología Poética
“En Insula Barataria comen Burra por Carnero
Y las poetisas y poetas,
Para más señas,
Siempre comen de la Cola”.
-El nuevo Sancho Panza
“ Yo que a la sombra de un pesebre limpio canté
aliquando con asnífluo acento honras del Asno, y
enseñar al hombre lo que vale un buen Asno en todo
tiempo”.
-Virgilio. La Eneida, lib.I
Los pasantes de escuelas de poesía “ Jamborrillos del jumisto de livanar”, cual caballeros de
industria, estafadores, muchas veces atienden las ilusiones de los poetas y poetisas proclamando a
cuatro vientos la publicación de antologías de poesía, Burras, para cebar a sus víctimas, unas veces
ofreciéndoles una páginas o dos gratis, y otras pidiendo un dinero por adelantado cual maleantes
que se recogen juntos con el producto de sus fechorías, tal ermitaños de poesía, ladrones de versos,
que en Jacarandana, lengua de los rufianes, presentan unas Antologías fulleras, dando a los Poetas,
valiéndose de hipérboles rastreras, retóricas frases y lisonjas, la posibilidad de publicar como en
abrazo del Padre Francisco laminado, goloseado.
“El Abrazo del padre Francisco” no es más que otra variedad de atraco, que consiste en abrazar a
la victima, robándole la cartera, como hace el caso al poeta o poetisa que incautos y soñadores
envían poemas por libre, y cuando éstos piden que se les envíe un ejemplar de las mismas, se les
requiere un dinero montante en carta por correo o a través de la Western
Union, y a nombre de una tapia, camarada, cómplice, ayudante, tronca
o tronco, consorte de carterista. Y, ¿qué recibe, las más de las veces, el
poeta o poetisa?, tan solo la “astilla del chiva”, es decir, nada
Unas veces, prometiendo la edición de 500 o mil ejemplares, no editan
más que los cinco tomos exigidos por el ISBN, o los cuatro para
depósito legal, y otras, tan sólo la carátula para informar que ya está
editado, dándose publicidad, siendo mentira. Así, el poema y el dinero
son sacados de las entrañas de Poetas y Poetisas, confiados en surcar el
mundo de la Poesía, y agraciados con el Jonjanó, timo que tiene lugar
por medio de una novia imaginaria, como es Poesía, son convertidos en
víctimas de materia tan sublime, haciendo honor a la Burra de Poesía,
cual Flor de Fullería.
MINDEN (GERMANY) PERFORMANCE
“COEVOLUTION AND THE OLD TRAIN”
By DANIEL DE CULLA,
MARISA LOPEZ,
ISABEL GOMEZ ,
and ESTER GUTIERREZ
Friday 12th Sunday 14th December 2008.
THE GREAT K & TRAIN ROBBERY
WITH DARWIN’ THE ORIGIN OF SPECIES
& BURROUGHS’ TARZAN
SHEELA-NA-GIGS ( QUE BELLA LA VULVA¡)
La religión católica nunca tuvo una sola verdad en su
doctrina. Siempre la iglesia católica, como todas las iglesias
o religiones, y, en especial, la cristiana, se apropió de las
ideas del paganismo y sus expresiones artísticas. La vulva
como el ojete es algo que llevan en su frente los servidores
de dios como un estigma. Es su santo y seña de las noches
del sentido, no haciendo escrúpulos para de vez en cuando
esculpirlas en los capiteles o pantocrátor de sus iglesias o
ermitas románicas y góticas, con el pretexto de bendecirles
para librarles del pecado, y después condenarles al fuego
eterno, luego de habérseles beneficiado. Groseros y
licenciosos ¡
Si en el Paganismo la Vulva es símbolo de la mujer y de la
diosa, como en la mitología irlandesa, que nunca fue
romanizada, a menudo devoción permanente, pues la vulva
no cambia en la joven, en la madre o en la mujer arrugada,
para la iglesia la Vulva es símbolo del pecado, algo de lo que
hay que beneficiarse para después condenar. Como hicieron
las autoridades de la iglesia en su caza de brujas, o en su
lucha constante contra el pecado y la Lujuria. En el paganismo, la unión sexual con la diosa hace al
hombre rey y guerrero; en la religión, le hace pecador y pelele. Starr Goods y Robbins Dexter en su
“Sexualidad, Vulva y Diosa en la Cultura irlandesa” nos hablan de tres funciones vúlvicas: la
primera, como profetisa, sacerdotisa y soberana; la segunda, como “dadora de energía”; y la tercera
como nutriente, engendradora.
Cuentan que un cura, en su sermón del sábado, se dirigió al pueblo diciendo:
– Aguijar al hígado que brama la vaca.
–
Y es que en esta aldea tenían costumbre de llevar la vaca al toro para que la cubra en sábado por la
tarde, y, mira por donde, en este mismo día se celebraba misa de difuntos por el tercer marido de
una aldeana viuda, que había sido beneficiada por el cura en la sacristía, que había enterrado fuera
en el cementerio a dos maridos, y al tercero dentro de la iglesia, lo que aprovechó el cura para
consolarla al mismo tiempo, y diciéndola:
- Ahora sí que estaréis contenta que tenéis dos fuera y uno dentro.
La machista y misógina Iglesia reemplazó a la Diosa por dios, y a las Brujas por los sacerdotes
controlando a base de crimen, asesinato y violación los sagrados rituales de nacimiento, muerte y
resurrección.
La entrada a las iglesias, catedrales, ermitas son vulvas de piedra como guardianes de la fe y caña
de la doctrina, mientras que la Vulva de la Mujer ofrece una familiar y confortable y acogedora cara
frente a la opresiva fuerza de la iglesia. La vulva es Vida, apertura y ventana hacia la alegría del Ser,
mientras que las vulvas pétreas de la iglesia nos conducen al embuste y la frustración. Mary
Condren en su libro La Serpiente y la Diosa escribe que “ Sheeka-na-gig”, la Vulva ,se labra en los
arcos de las puertas de las iglesias medievales sobre todo, animando al rebaño de la fe a entrar en su
vientre eclesial negro, misterioso, con olor a demonios”, apropiándose de los rituales de vida y
muerte del paganismo, como se apropió de las tierras, riquezas y posesiones de sus enemigos e
infieles, a base de empalamientos, martirios, garrote vil y tiro en la nuca.
VENDEDORES DE UNGÜENTOS O RECITADORES DE GRASA POETICA
Olga y Antonio del grupo Telira ( Tertulia Literaria Ribereña y Arandina) nunca absolvieron a
Antonio Machado el haberse locamente enamorado de Leonor Izquierdo Cuevas, Soriana de 15
años, y, al referirse a él, me decían:
“ Machado siempre chocará con nosotros. No nos gusta ni lo más mínimo. Machado fue un
pedófilo”.
Yo no sé que ganan éstos que bien ruin andan, pues Machado es uno de nuestros más grandes
Poetas; a no ser que se cumplan en ellos los proverbios de Salomón cuando dice: “ anillo o argolla
de puerco es la Poesía más hermosa”, o que anden a caza de grillos como la raposa que, cuando no
halla qué comer busca grillos; y por metáfora es ocuparse de cosas rateras y tener necesidad y andar
con provecho.
El vulgo parece que ya cree aquello de que “no hay sábado sin sol, ni moza sin amor, ni viejo sin
dolor, ni puta sin arrebol.” Y de tal caldo tal bebida, que como me dicen estos dos amigos tal fue,
también, César Vallejo “Paco Yunque”, pedófilo, quien en sus trazas y tormentosas relaciones
amorosas puso trabajo y diligencia, acertando y ganando en unas, y saliendo con pérdida y daño en
otras.
A Vallejo , que viajó a Europa en el Vapor Oraya con una moneda de 500 soles, “hombre muy
moreno con nariz de boxeador y gomina en el pelo”, como le reconoció el escritor César González
Ruano, estafador de judíos y asiduo del café Teide en Madrid, donde le conocí yo; a Vallejo, digo, le
vino la pedofilia de casta. El nos dejó escrito “ Yo nací un día que dios estuvo enfermo”. “ Mis
abuelas fueron indias y mis abuelos sacerdotes gallegos”, quienes llegaron al Perú a la caza de la
chirlomirla india y la mística pedófila. Entre paréntesis: un tío mío, marista en el Perú, me contaba
un día que las mujeres indias venían a la Rectoría a pedir favores y nos ponían el coño sobre la
mesa, o nos ofrecían a sus hijos e hijas para que nos cobrásemos la gracia dada.
Por ejemplo: “Mirtho”, Zoila Rosa Cuadra, su apasionado romance de 15 años. El tenía 25; María
Rojas Sandoval, su musa en Los Heraldos Negros; Otilia Villanueva, de 15 años, a quien cantó en
Trilce; Henriette Maisse; y Georgette Marie Philippart Traver, “ la de los abortos provocados”, de
18 años, él tenía 45, y que le sobrevivió a su muerte, dejándole escrito este epitafio en su tumba del
cementerio de Montparnasse: “ He nevado tanto para que duermas”.
Es casi imposible tocar la sublime materia poética sin arrancar de la historia de la pasión y el
crimen de amor a dos hombres del saco o sacamantecas de la época de Vallejo y Machado,
enamoradores con mentiras y engaños,” hijo de una bruja en sortilegios de luna llena”, como
confesaría uno de ellos, aunque revestidos de diferente modo en las mismas ideas de amor
tormentoso y Rebuznante, como lo fueron Ramón Blanco Romasanta, gallego, a quien en su partida
de nacimiento consignaron como Manuela, pues creyeron que era niña, y que fue vendedor de
ungüento y grasa humana , pues sacaba a las mujeres y niños asesinados a sangre fría el sebo o el
unto para después venderlo; y Juan Díaz de Garayo, que usaba las manos y los dientes para acabar
con las vidas y comerse los restos.
Estamos limitados por el Amor a un grito, a un clamor ruidoso, a un estrépito; y es muy pequeño el
campo poético en que podemos enseñorearnos Glorias se merecen nuestros dos insignes Poetas, sí,
aunque pedófilos los dos; Crimen y Castigo (Fiódor Dostoyevski), A los dos sacamantecas, hombres
del saco, porque nos han arredrado. Estos, criminales y humanos; los otros, humanos y pedófilos. Y
en aquesta materia criminal y Poética Rebuznante despuntaron de tal modo sus talentos.
En 1937, Antonio Machado publicó “La Guerra”, su último libro; “ Viento del Pueblo”, Miguel
Hernández; “España en el Corazón”, Pablo Neruda; “España, aparta de mi este cáliz”, César
Vallejo. Las malas y buenas lenguas que van y vienen de Cabildos a Capítulos y de Consistorios a
Congresos han hablado, y muy mal por cierto, de Neruda y del Hernández; que por ellos, como dijo
un tal Padre Juan, los canónigos causaron un gran incendio.
VIAGRA PARA LOS PUERROS
Estamos en los Huertos de Ocio de Don Ponce en Capiscol, Burgos, donde dos de sus hortelanos,
Monsanto y Dioxido, se preparan a un duro combate convenido entre los dos de cuál de sus floretes,
cheira ropera, pistola de mear, esgrimirá mejor, a cual más eréctil quede, consiguiendo el
nombramiento de “Princesa de Eboli, bella pero tuerta, que perdió un ojo, el derecho, en combate de
esgrima; aunque las malas lenguas dicen que su ojo fue dañado por la punta del florete ( ¿recordáis
aquello de Zorrilla “Ay, don Juan ,don Juan, la puntita nada más” ?) manejado por un paje durante
su infancia, y su otro ojo, fruta apetecida por nobles y por reyes, que se cuenta que esta doña Ana de
Mendoza, hija de una de las familias castellanas más poderosas fue obligada a casar a los doce años
con el pedófilo Ruy Gómez, por orden de Felipe II, que ya había gustado de ese higo, cuando se
llamaba Felipe a secas.
¿Cuál de los dos perderá el ojo, el tercer ojo? Porque el premio es penetrar al contario por el ano,
no sin antes, tomar la Viagra de 50 mg para saber a qué saben estas pastillas y su efecto erectilario.
Se toman dos pastillas, una cada uno, se acaloran, y antes de cruzar los floretes, se ven corridos
como manto sevillano, que por eso dicen los demás hortelanos y hortelanas: “Corrido te veas como
en el don Ponce aViagrado”.
El uno decía: - A mi no me ha hecho nada la Viagra. Tan sólo me ha acalorado y he sentido
calenturienta la cabeza. Pero lo que es engordarme el florete na de na.
Y el otro: - pues a mí, que soy un prostatado, lo único que me ha hecho es encogermela más, y
correrme en los adentros.
-¿Hay quien quiera una viagra a 15 euros, a 10, a 5? Gritábamos los dos, y de esta manera íbamos
bajando hasta 5, más nadie compró. Por eso, hastiados, y habiendo redactado un escrito de denuncia
al Laboratorio viagrero, escrito en la oficina de los huertos, decidimos tratar a la viagra como
fertilizante y las echamos a los puerros. Seis pastillas, seis, para ver si les dan vida y crecen más
eréctiles y gruesos que los nuestros.
Viendo a una hortelana agachada recogiendo berzas, la dijimos que si uno de los dos le podíamos
dar un beso, respondiendo ella, dándose unas palmaditas en la nalga derecha por detrás, “dadle a mi
burra, que os le dará primero”. Monsanto, que estaba colado por ella, aprovecho y, levantándole la
falda, le implantó el puerro. Un puerro lacio y huero. Pero ella le halló bueno, quizás agradeció la
gracia, pero no el puerro, y al preguntarle las demás compañeras que qué había hecho, que tenía un
lustre que daba envidia, ella les dijo que por un puerro; diciendo las otras:
- Dadnos hartas de esos puerros.
Más tarde comprobamos, al recoger los puerros, y, preparados, comerlos, que este abono fertilizante
de viagra no es ni agronómico ni bélico. Que nos pasó como al hidalgo de Salamanca, que salía de
noche con postura de galas con plumajes, y se llamaba don Diego de Día, quedando el dicho de
“Diego Velázquez me llamo de día, y de noche fantasía”.
Diego Navajas
[email protected]
Biografía:
REVISTA LITERARIA Y DE TEATRO ALHUCEMA (Granada) / REVISTA CULTURAL NOVEL (Barcelona) /
LA HAMACA DE LOMA (Madrid) / TÁNTALO de (Cádiz) / revista electrónica ALMIAR-MARGEN CERO.
Seleccionado para el libro editado con motivo del II CONCURSO INTERNACIONAL DE POESÍA AMOROSA
convocado por el Círculo de Bellas Artes de la ciudad de Palma de Mallorca / revista electrónica
ARTESANÍAS LITERARIAS (Argentina) / revista electrónica PALABRAS DIVERSAS. Finalista en el XII
Certamen de Poesía “Andrés García Madrid” 2010.
Breve nota biográfica:
Nací en Málaga el 24/04/1971 y resido en Churriana (Málaga) hasta el año 2001, cuando me traslado a
Torremolinos (Málaga) por motivos sentimentales; nueve años después -2010- hago el camino a la inversa y
regreso de nuevo, ya con familia casi numerosa, a Churriana donde resido en la actualidad. Estudios de
Administrativo y Empresariales (sin concluir los segundos). También estudios y trabajos relacionados con el
medio ambiente, aunque mi actividad laboral principal -y actual- se desarrolla en oficinas.
Caminamos Juntos
Cada mañana estacionamos en el mismo parking, a la mima hora y, a veces, incluso uno junto al
otro. Si es necesario me demoro unos minutos trasteando la radio hasta que ella sale del coche;
después salgo yo. Con el sol a nuestras espaldas busco colocar mi prorrogada sombra a su lado y mi
mano junto a la suya. Sé que ella sonríe mientras camina.
Einstein
Albert Einstein, en su lecho de muerte, reveló el auténtico origen del universo y los misterios de su
destino, explicados a través de una ecuación que integraba las cuatro fuerzas fundamentales de la
física. Lástima que la enfermera que lo atendía no supiese alemán.
El Pelo
Después de una semana encontré un pelo suyo posado sobre mi pantalón. Tras un instante de
pánico, me encaminé al cuarto de baño, lo coloqué meticulosamente flotando sobre el agua del
retrete, vacié por completo la cisterna tres veces y respiré profundamente.
Encuentro triste con mujer demasiado joven y demasiado bella
Al entrar hoy en la librería me dirigí, como siempre, a los estantes del fondo donde se encuentra la
sección de poesía. Para llegar a ella atravieso con paso ligero los pasillos cercanos a la entrada,
pasando la vista sobre las portadas coloristas de los libros de moda, como se suspenden los dedos
sobre el pasamanos, sin tocarlo, al bajar una escalera: biografías del Rey o del Príncipe o de otros
miembros de la familia real, la vida del Papa, la última novela de algún presentador televisivo, algo
de Sabina, best sellers varios. Al llegar encuentro una muchacha de la que sólo veo su pelo, creo
que castaño, y su blusa negra que deja ver la parte superior de una espalda blanquísima. Me veo un
poco contrariado puesto que se sitúa, como suelo hacer yo, justo en el centro, abarcando toda la
sección; así que me coloco a su derecha y comienzo a marearme con títulos y autores. Percibo, y no
me preguntes cómo, que no se puede concentrar en los libros, algo en lo que coincidimos.
Comenzamos entonces una extraña danza sin música: yo me muevo a la izquierda por detrás de ella,
ella lo hace a la derecha donde antes estaba yo, ojeando los mismos títulos, doy dos pasos atrás para
leer sin estorbarle, nos volvemos a cruzar, con la vista siempre al frente o sobre el libro que tenemos
en las manos, pero vigilándonos de reojo y sin sumergirnos demasiado en la lectura; ofreciendo una
imagen que me figuro, a cámara rápida, como un extraño minueto. En uno de esos cruces,
venciendo mi timidez infinita que, con el tiempo, he sabido disfrazar para estas situaciones de
distracción e incluso de una mal figurada pose interesante, me atrevo a mirarla un instante mínimo,
justo cuando cuelga el móvil después de una conversación que me parece trivial y en la que ya
percibo que está resfriada y tiene un pañolito blanco de papel arrugado, en la misma mano que
sostiene el teléfono, que se pasa de vez en cuando por la nariz, lo que intuyo por el cambio a voz
nasal. Así veo el rostro de una chica muy joven que apenas puedo fijar en la retina, pero que me
resulta hermosísima y encantadora con su naricita sonrosada, y un flagrante escote pálido más
amplio que profundo. Me descubre y se cruzan un instante nuestras miradas, por lo que vuelvo a mi
libro con prisa y el pulso algo alterado. Ella hace lo mismo, creo. Justo al instante deja caer un libro
que no sé dónde escondía, supongo que abrazado contra su pecho, como las mujeres de antes que
dejaban caer su pañuelo, demorándose entre bolsos y carpetas en recogerlo. Yo disfrazo de
distracción mi descortesía, ¿he dicho que soy muy tímido?, esbozando una extraña mueca a modo
de sonrisa, tras la que siento sobre mi costado una lenta mirada de reproche. Ella cree que soy un
hombre desentendido ¿tal vez incluso “inaccesible”?, aunque la realidad es mucho más simple: sólo
soy un cobarde; y se marcha. Me quedo sólo, inmóvil ante los anaqueles. Intento centrarme en los
libros pero no lo consigo y entonces decido caminar por los pasillos ojeando portadas y títulos,
hacia otras secciones, con la esperanza que nunca reconoceré de encontrarla en Literatura
Americana, Libros de Bolsillo, e incluso en Cocina o Plantas Ornamentales. Pero ella no está.
Casualmente encuentro un libro que buscaba de Onetti y, en vez de contento por el tesoro que llevo
bajo el brazo, salgo de aquella librería, a la que nunca he vuelto, profundamente triste.
Goloso
Cada mañana me compro un Donut. Lo pongo el cajón, lo miro de vez en cuando durante la jornada
y a última hora, justo cuando me dispongo a salir de la oficina, lo tiro a la papelera.
Las Afueras del Paraíso
Las afueras del Paraíso no tienen horario de cierre. Están preñadas de perdedores, de vagos, de
parias: lixiviados de la Tierra Prometida. Aquí las sombras tienen alas y las esquinas miradas
aviesas. Aquí nos reunimos cada noche la flor y nata del desencanto, a cantar y a quemar nuestro
último cartucho con el fuego de aquellos ojos que nos dieron la vida al mirarnos; -su parpadeo fue
nuestro infarto-. Aquí, donde la Luna vuelve la cara y las hojas que arrastra el viento del otoño son
de afeitar, celebramos la huida de otro día con las fiestas del silencio y la comunión de nuestra nada;
-días como dagas-. Aquí nadie llega a viejo, pero ninguno es joven. Los adoquines inmisericordes
nos escupen un recuerdo por cada paso en falso. Aquí, en los arrabales del Paraíso, la lluvia nunca
es limpia y siempre cae sobre el suelo aún húmedo; si bien procura evitar aquellos charcos con
vocación de espejo; -lágrimas turbias-. Un día llegó una paloma. Estaba perdida y se ofreció a
alimentarnos. Pero aquí siempre rechazamos la caridad de las palomas. Los predicadores intentan
venir desde hace años a anunciarnos la llegada de un Salvador que nos traerá la redención de todos
nuestros pecados. Pero la membrana invisible, mugrienta de nuestro lado, les corta el paso. El pan
nuestro de cada día se nos acabó ayer. Mañana nos comeremos a cualquiera. Pasado a otro. Y así
hasta que quede sólo uno, que se comerá a sí mismo, y quizás él, con la fuerza de todos, sea capaz
de sacarnos al fin de Aquí.
Ernesto Antonio Parrilla
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Otros tiempos
En otros tiempos la soledad era una cuestión geográfica, de dificultades a la hora de movilizarse.
La pertenencia a un lugar, en ocasiones, sucedía a la fuerza. Pero el mundo ha evolucionado. Hoy
nadie pertenece a ninguna parte y la soledad es un capricho de quiénes desean estar solos.
Alumbrado por la frágil lámpara del escritorio, Sergio se entregaba a la compañía de sus
amistades. Quién diría que aquel pequeño departamento cobijaba más de cien personas. Claro que
ninguna ocupaba un lugar físico. No era necesario visitar a alguien para estar cerca, aquello era cosa
del pasado. Una computadora, una conexión a internet y el planeta se inclinaba en señal de respeto.
El mundo venía a uno, con un solo click.
La noche transgredía la armonía rutinaria de la realidad que asomaba por la ventana, casi como un
objeto más, indiferente. A un lado del ordenador, un televisor de alta resolución transmitía noticias
como un loro parlanchín, al ritmo de la frenética exposición de imágenes que se sucedían una tras
otra, en un collage de sangre, hambre y muerte.
Sergio miraba de reojo, muy de vez en cuando. Pero aquella pantalla le traía lo que se perdía, por
quedarse allí, delante de la computadora. El teléfono celular ahora descansaba al lado del teclado,
pero solía vibrar con urgencia bastante a menudo. Las voces familiares viajaban por redes invisibles
de boca a oído y viceversa, no importara dónde ni cuando.
Aquello era una central de operaciones moderna. No se gestaba ninguna guerra, sino lazos de
amistad por todas partes. En un segundo, a cada instante, casi por arte de magia. Ni fronteras ni
distancias. El chat, la cámara, los correos electrónicos y los mensajes, yendo y viniendo, como un
proceso natural en la evolución del hombre, de la tecnología fruto de su creación.
De pronto, Guadalupe dejó de responder. El le escribía, pero no había contestación. Le resultó
extraño. Le preguntó a otro amigo si tenía problemas con el chat, pero tampoco contestó. Algo
había pasado. Quiso abrir una página y la fatídica leyenda se hizo presente: no se podía encontrar la
página. El temor de los temores, la pesadilla. Se había cortado el servicio de internet.
Buscó el router, ese aparatito ignorado, escondido lejos de la vista, del que dependía su mundo. Lo
apagó y encendió. Nada. La absoluta nada. Sintió un vuelco en la zona del abdomen, una señal de
malestar.
No podía estar ocurriendo. Desconectó todo. Muchas veces le habían dicho que apagando y
prendiendo se solucionaban la mayoría de los problemas. Encendió, esperando el milagro.
Escuchó el ruido del disco rígido mientras el nerviosismo palpitaba en sus sienes. Pero el sonido
cesó. La pantalla permaneció en negro y el fantasma del olor a quemado envolvió la sala. Corrió a
desenchufar los cables pero ya era tarde. La fuente de energía había dicho basta.
Se tomó la cabeza con ambas manos, impotente. Aquello era un puñal en el corazón. Necesitaba ya
mismo un delivery, alguien que conociera la ciudad y fuera en busca de un reemplazo. Se apresuró a
tomar el celular, las manos le temblaban. Fue muy torpe. El pequeño aparato resbaló de su mano y
cayó con fuerza al suelo. Provocó un sonido desgarrador. Una parte salió disparada debajo de la
mesa y otra quedó girando sobre si misma, delante de sus ojos.
Aguardó a que ese incesante movimiento terminara, y fue como una última exhalación. Se agachó
con angustia para comprobar que su celular ya no servía. Estaba hecho añicos. Pensó en Guadalupe,
en sus amigos, en la preocupación que tendrían ante la inesperada desaparición. Se apoyó en la
mesa, apesadumbrado. No vio el televisor y su codo lo golpeó. Cayó pesadamente, con un
estruendo como corolario.
El pánico lo asaltó. Estaba solo en la habitación, rodeado de los restos de su tecnología. Era una
zona de desastre. Contenía las lágrimas, por la incomprensión misma. No tenía a nadie a quién
acudir, no tenía forma alguna de contacto. Por primera vez, se sentía en soledad.
Atisbó a mirar la puerta. Pero no se animaba a salir. ¿Quiénes vivirían en ese mismo piso? ¿Quiénes
serían sus vecinos? ¿Abrirían la puerta para dejarlo hacer una llamada? Las dudas lo asaltaban, pero
también el terror. Salir fuera de aquel lugar era una idea en la que no pensaba desde hacía tiempo.
Pero debía hacerlo, respirar hondo y tener el coraje...
Tomó la decisión en un cerrar y abrir de ojos, mientras la luna engalanaba a sus espaldas el marco
oscuro de la noche. Corrió a la puerta y se topó con ella. Rebotó como un saco de huesos y quedó
tendido en el suelo. El picaporte no se había abierto cuando tiró de el. Lo recordó. Se activaba con
una clave. La había colocado por seguridad, para que nadie lo perturbara.
Pero no la sabía. No la tenía en su mente. Para qué, había pensado en su momento. La guardaba en
su correo electrónico y una copia en su celular. Se puso de pie, dolorido.
Golpeó con sus manos la puerta, esperando que alguien lo oyera. Golpeó y golpeó. Pero nadie lo
escuchó. Estaban todos en sus departamentos, junto a cientos de amigos, viviendo sus vidas, sin
importar el mundo, las distancias, las barreras.
Datos:
Publicado en antologías del municipio de Villa Constitución (Argentina), en los años 2002, 2008,
2009, 2010 y 2011. En 2009, 2010 y 2011 fue seleccionado por Editorial Dunken (Argentina) para
sus antologías de cuentos. Participó en los tres volúmenes de “Mundos en Tinieblas” (2008, 2009 y
2010) de Ediciones Galmort (Argentina), recibiendo una mención de honor en el tercer certamen
homónimo.
En 2009 obtuvo el primer premio en el certamen “Cuentos para Cuervos” de la revista El Puñal
(Chile); en el mismo año, una mención especial en el concurso provincial de cuentos de la Mutual
Médica de Rosario (Argentina) y en 2010 una mención de honor en el 2º Concurso de Jóvenes
Escritores de Ediciones Mis Escritos (Argentina). En 2011, primer premio de microrrelato en el
certamen de Latin Heritage International (USA) y primer premio de historieta (guión) en el
concurso de la Biblioteca Nacional
Argentina. En 2010, seleccionado su blog “Netomancia”, como el mejor blog literario de la
ciudad de Rosario y zona de influencia (Argentina, Premios Blogo de Oro 2010).
Asimismo fue publicado en las antologías Arte de la Literatura (España), Group Lobher (España),
Cryptshow Festival (España), Sorbo de Letras (España), Tinta Fresca (Bolivia) y también en las
publicaciones Revista Comunicar (España), Redes para la Ciencia (España), Cuentos y más
(Argentina), Diario Tiempo Argentino
(Argentina), Diario Página 12 (Argentina), Revista Tintas (Argentina) y Revista Risotto
(Argentina), y en las publicaciones digitales Papirando (Argentina), miNatura (España) y
Narrador.es (España), entre otros.
Ha publicado el libro “Esperanza” en las editoriales de impresión bajo demanda “Lulu” (USA) y
“Bubok” (España / Argentina). En tanto que la editorial “Emooby” (Portugal) ha editado para
plataformas electrónicas (e-reader), los libros “Esperanza”, “Ficciones abreviadas” (relatos) y
“El ladrón de sueños” (infantil).
Graziela E. Ugarte Muñoz
[email protected]
RAQUEL
Raquel coge impulso y haciendo una bonita pirueta trepa por la barra
niquelada con la facilidad de un primate, pero mucho más sexy y hermosa.
No deja de sonreír y, aunque las luces y el humo molestan a sus ojos de
agua, procura tenerlos bien abiertos, como si mirara fijamente a cada uno de
los ocupantes de la sala, que permanece en penumbra; sabe que así conseguirá mejores propinas. Le
gusta comenzar su número con algo acrobático para crear más expectación, luego se mueve con
elegancia felina siguiendo al ritmo sensual de la canción elegida; es una buena bailarina y aunque
sea pegada a una barra, eso se nota y muchos lo aprecian
Ella mira sin ver y durante tres minutos, mientras baila poseída por la fuerza de la melodía y
ejecuta una coreografía única, describiendo posturas sugerente y provocativa, va repasando
mentalmente su agenda y aprovecha para pensar en alguna de sus muchas preocupaciones, sin
prestar la mínima atención a los hombre que la miran babeantes, viendo en ella a una diosa de
figura escultural.
Sabe, que hoy tendrá bronca con Luchano, se molestará cuando le diga que el próximo domingo
no puede venir, tiene al niño, al final todo quedará en eso; él sabe que Raquel es una bailarina
profesional, es guapa y que tiene el mejor cuerpo del local, por eso le consiente todo según las
demás, y permite que trabaje sólo dos días a la semana, aunque muchos vengan a diario con la
esperanza de presenciar uno de sus espectaculares números. Ella solita les encandila, y a él también.
Después se viste, se desmaquilla y se marcha, sin decir nada, como siempre. Sabe que tiene un
estudio de baile y que nunca se pinta, si la ves por la calle no te imaginas lo que esconde su ropa y
el partido que puede sacarle a esos ojos de mirada melancólica.
Luchano sabe eso, y que no quiere entrar en ninguna compañía, ni que la contraten para hacer
giras para no tener que dejar a su hijo, al que está entregada en cuerpo y alma. Ella no dice nada
pero sigue enamorada de su marido, por eso nunca sale con nadie, aunque son muchos los que la
pretenden, dentro y fuera del local. Él lo sabe porque a veces la ha seguido, porque le gusta, porque
le intriga y porque la quiere, aunque ella lo ignore y él, no piense decirselo jamás.
SUS MANOS
La primera vez que vi esas manos quedé prendado de ellas. Se encontraban al otro lado de una
ventanilla de Instituciones Penitenciarias a la que yo me dirigí para presentar una solicitud de
información. El hecho de que me llamaran tanto la atención, unas manos así en un sitio tan
impersonal, tan frío, hizo que dejara volar mi imaginación y como siempre he sido un soñador y me
gusta fabular decidí no seguir recorriendo con la vista los brazos para ver el rostro de la mujer que
las poseía, obligándome a no mirarla. Mientras los largos dedos hacían pasar una por una las hojas
que yo aportaba las observé a placer. Bien formadas, delicadas, hermosas, con apariencia suave; la
manicura perfecta de uñas ligeramente largas y bastante anchas, esmaltadas en brillo, que dejaban a
la vista preciosas medias lunas. No eran unas manos blancas que parecían de alabastro, no al
contrario, estaban bastante bronceadas y aquella original sortija con forma uves me llamo mucho la
atención, era la primera vez que veía una así, tan rara, no tenía forma de anillo, en vez de ser
redonda estaba formada solo por ángulos, picos que le daban una apariencia incomoda y sin
embargo ella la llevaba con tal naturalidad que parecía formar parte de esas manos.
Después de comprobarlo todo, fue estampando el sello en cada uno de los documentos aportados,
con gesto automático, con fuerza, produciendo un sonido seco que me hizo salir de mis
ensoñaciones, a continuación me entregó un justificante de la entrega y pulsó el interruptor para que
pasara el siguiente.
Tardé unos segundos en reaccionar. Ella dijo adiós, buenos días para animarme a dejar libre la
ventilla.
En varias ocasiones a lo largo de ese día me sorprendí pensando en las manos de la funcionaria
que me había atendido y no pasó mucho tiempo antes de que empezara a imaginar historias en las
que ellas y la mujer que las poseía cobraban vida.
Empezó como un juego, cuando estaba aburrido o quería inhibirme de mi trabajo, para relajarme
me recreaba en esas historias, ponía rostro a la mujer y sobre todo intentaba imaginar el tacto de
sus manos en mi piel, la leve caricia de sus dedos paseándose por mi cuerpo, recorriendo todos los
rasgos de mi cara, introduciéndose despacio entre mi cabello y con suavidad describiendo círculos
con las uñas en mi cabeza, como si me hiciera caracolas con el mi. El masaje me excitaba y tenía
que poner veto a mis ensoñaciones.
Poco a poco y sin darme cuenta aquellas manos preciosas que solo pude ver unos minutos
empezaron a obsesionarme. Volví a coger los lápices que tuve que rescatar del maletín en el que
habían permanecido por años, en el altillo de un armario, durmiendo el sueño del olvido y las
dibuje. En mil posiciones, relajadas, crispadas, reposando sobre una mesa como cuando las conocí,
unidas, esperando, separadas, expresando sorpresa, dispuestas a acoger, exigentes, con los puños
cerrados, dando amor, vacías, expectantes, nerviosas... Su estudio me resultó inagotable, dotándolas
de vida, pero al final me cansé del dibujo y volví a imaginar historias en las que ellas eran la
principal protagonista.
Me llegó una carta de Instituciones Penitenciarias y para mi aquel sobre supuso una alegría tan
enorme, que cualquiera podía pensar al ver la ilusión con la que lo abrí que se trataba de la más
esperada comunicación de amor. Nada más alejado de la realidad, solo me indicaban que no habían
podido encontrar nada en los archivos de Madrid de la persona cuyo informe solicitaba, pero que
seguirían buscando en las provincias que yo mencionaba, que si podía aportar algún dato más que lo
unirían a mi expediente.
Busque denodadamente entre las viajas carpetas de mi padre cualquier indicio que pudiera
servirme para situar a mi abuelo y conseguí un par de fechas y la referencia a otra ciudad,
encontrando así la excusa perfecta para volver a aquella ventanilla.
Había mucha gente esa mañana soleada y primaveral esperando su turno en la segunda planta del
edificio, yo tenía delante de mí más de treinta números y al fondo de la sala se abrían las
ventanillas, como agujeros del abismo. Hombres y mujeres se situaban al otro lado del mostrador;
en la que me atendieron la vez anterior ahora había un hombre, lo que me produjo una gran
desilusión. ¿Y sí hoy no había venido la mujer de las manos hermosas? ¿Podía ser que no me tocara
con ella? Lo mismo la habían trasladado y ya no trabajaba allí... Montones de preguntas sin
respuesta surgían en mi mente, como piedras que me golpeaban la cabeza produciendo dolor, temor,
desasosiego, mientras con la mirada ansiosa intentaba localizar a la mujer de mis sueños.
Tardé veintiséis número en reconocer que ella no estaba. Que la había perdido para siempre.
Cuando llegó mi turno me sentía triste, sin esperanza mientras una señora joven con rostro
agradable me saludo al aproximarme a la ventanilla. Yo no tenía animo para nada, sin embargo, ella
era tan amable, incluso pareció mostrar interés cuando escucho mi historia, que me fui rehaciendo
poco a poco de mi desilusión.
Cuando cogió el escrito que yo le ofrecía las vi. Eran sus manos, las mismas manos que tantas
veces imagine, las protagonistas de mis fantasías, las que llenaban mi nueva carpeta de dibujos a
lápiz, carboncillo y sanguina; las que me hicieron imaginar mil y una historias; las que había amado
desde poco después de verlas; las manos más bellas que haya podido imaginar. No había duda,
además su sortija lo confirmaba. Yo casi había perdido el habla. Nada tenía que ver el rostro afable
de aquella mujer con el que mi mente había forjado. Al devolverme la copia del papel sellada
nuestras manos se rozaron y sentí una agradable sensación que me recorrió entero.
– Tiene usted unas manos preciosas, señoritaaaaa...
– Lourdes. Muchas gracias, a mi también me gustan. Que tenga un buen día y hasta
pronto.
– Gracias. Adiós.
17/10/07.
Juncal Gonzalo Herrero
[email protected]
Hace Calor En La Habitación
Lidia Castro Hernando
[email protected]
CRASO ERROR
Eran hijas de la misma madre (y aunque no es importante, del mismo
padre). Mellizas. Sin embargo si algún distraído encontraba semejanzas
era porque no las conocía como nosotras.
Una permanecía siempre sobre los rieles de una búsqueda que
consideraba de antemano, interminable. Sus preguntas ansiosas tejían
todo tiempo vacío. Recelosa, le ordenaban el espacio en que
acostumbraba moverse. Había aprendido que las respuestas no eran
importantes, que los signos de interrogación eran el único combustible
vital, y observaba como águila cada detalle para atraparlo y hacerlo
suyo. Pero no era lo que se dice una neurótica. Era una mujer de
preguntas y de señales. Preguntas que monótonas, dulcificaban los
oídos como si los demás fuésemos Ulises amarrados al mástil.
La hermana tenía todas las respuestas y las seguridades. Se cuestionaba poco,
sabía mucho. Su saber era inagotable y siempre asombroso. Casi no hablaba;
creíamos que en insomnio constante, se alimentaba sólo de libros. Con el tiempo la
descubrimos tímida, hasta vergonzosa. En su mundo parecía no existir el miedo. La
confianza serena que sentía, tranquilizaba los ánimos revoltosos.
Ambas eran bellas, cada una a su manera. Las dos reían con soltura. Según después lo
demostraron, eran dóciles ante el cariño y fuertes ante las contrariedades. Tantos años de amistad
nos habían permitido saber, fácilmente, quién era quién.
Un día apareció él, mucho más joven que los demás, un sabihondo de dudas y, para decirlo
poéticamente, “interminable de penas y caricias refrenadas”. Las conoció al unísono como a un
dueto de violín y cello. Aceleraron su respiración y su pensamiento. Nosotras fuimos testigos.
Como fuertes tentáculos, sus brazos ajustaron dos cinturas hacía tiempo, vacías. Para qué decirlo,
otros hubieran querido conquistarlas, pero ninguno era lo bastante para cualquiera de ellas.
El nuevo no podía elegir una presa y soltar la otra. Además, creemos que nunca le importó
distinguirlas. Las dejaba hablar, interrumpiéndose entre sí, entusiasmadas por el hecho de ser
escuchadas sin apuro. No parecieron recordar las tantas ocasiones en que Juan y Raúl lo habían
hecho. La ilusión del enamoramiento, pensamos. Respondía preguntas interminables de una y
buscaba respuestas en la otra. El destino había preparado para él, nos confiaba, la plenitud ansiada
por todo hombre. El cielo y la tierra. La serenidad y la inquietud. La pasión y la frialdad. Aunque no
sabía cuál era cuál. No era importante, pensaba. Craso error.
De pescador se convirtió poco a poco en carne de anzuelo.
Observamos desconcertadas cómo ambas comenzaron a compartir el calor de su cuerpo, la
expresividad intencionadamente silenciosa de su mirada, el tiempo que se les hacía corto a su lado,
la escucha paciente y la palabra acertada. Nada parecía impedir el flujo suave en ese triángulo.
Nosotras éramos tres comadronas comentando los laberintos de la nueva relación.
De a poco, los lugares de encuentro se convirtieron en propiedad conjunta. Los tres empezaron a
habitar un lugar al que llamaron hogar.
Hasta que él hizo la primera pregunta a quien no tenía ni quería tener respuestas y, sin prudencia,
despertó dudas en quien no las poseía. Mala decisión en un momento erróneo. Estábamos ahí. Nadie
respiró: el tiempo se nos hizo interminable.
Por una semana dejamos que el ambiente se pacificara. Según los rumores que
‘corrieroncomoliebres’, las hermanas descubrieron casi sin buscarlo, que una caricia entre ellas les
despertaba la misma sensación que las de él. No lo pensaron dos veces. Lo echaron sin piedad.
Derrotado, el siguió su camino de hembras.
Biografía: nací en la Capital Federal de Argentina, pero soy ciudadana por adopción desde 1985
de la ciudad de Mar del Plata en la costa Atlántica. Soy Lic. en Psicología de la Universidad
Nacional de Buenos Aires y Master en Psicoterapia Gestáltica y Análisis Transaccional por la
Universidad de Houston, Texas, U.S.A. Tengo un Doctorado en Filosofía, becada por la misma
universidad. Fui periodista-corresponsal en los tiempos en que sólo había cámaras de 35 mm y
había que mandar el material por correo. He recorrido todo el mundo tres veces. Empecé a escribir
crónicas periodísticas y cuando me mudé a esta ciudad redacté un Manual para profesionales con
mis experiencias psicológicas; comencé en el 2001 a escribir cuentos cortos. He publicado un
libro: "LA CAJA NEGRA" y estoy preparando otro mientras escribo una novela. He colaborado en
18 antologías cooperativas y en cuatro antologías por elección de la Ed. Dunken. Recibí el 1º
premio de la Municipalidad de General Pueyrredón y del Círcxulo Mé y dos premios de España.
Pertenezco a ocho foros de escritura por la Web, tengo dos blogs propios y soy correctora y
cuentistan en tres revistas de Latinoamérica. Me apasiona la lectura y el teatro: soy actriz de teatro
independiente desde hace ocho años y participé en diez obras escénicas, en algunas como
dramaturga.
Pamela Janet Rodríguez Piminchumo
Escritora y poeta peruana. Mi nombre Pamela Janet
Rodríguez Piminchumo, nací el 5 de septiembre de 1983, en
Lima-Perú. Estudios académicos en los institutos: superior
IESTP diseño y comunicación, instituto de formación y
asesoramiento profesional INFAP-ND. Cursos de liderazgo,
e idiomas, estudios musicales de guitarra. Actualmente
pertenezco a la escuela literaria del sur-red de escritores y
escritoras por el alba, Círculo Latinoamericano de Escritores y a la sociedad internacional de poetas,
escritores y artistas.(Sipea-Perú). Corresponsal del programa Diversos No Perversos de RNV
ACTIVA- de VENEZUELA. Creadora de irrealidades. Difusora del colectivo cultural poético y
musical. Colaborando en revistas literarias virtuales como artesanales: Revista digitales Cinosargo,
Delirium Tremens, y La maquina d escribir de Perú, la fanzine de España y Papirando de Argentina.
Al pueblo
liga de color rojo puro
Empalada, hice
y de blanco, dócil y ligero;
de mi vida un sendero
la llevó clavada entre el puño y la frente en alta
una mano en la pedriza.
pues no optó por el silencio
Juraría, que he sangrado,
artilugio que no es remedio
montando en nácar
marea alta y mar adentro
el sol de mi pueblo,
para redescubrir las ganas sublevadas
portando en la senda
cara-cara al horizonte
reposando, a mi diestra
a la espera de la madrugada.
voluntad, gracia y fuerza
y en una pizca de sal
Persistente Duelo
un leve toque de arresto.
Y yo persisto, con los rayos el duelo,
No manosees el brote indefenso
por aquel momento irrepetible de tu vida.
porque entre hierbas seca da brillo
Para rencores íntimos, pues, mira,
como ante la yesca al fin de la vida
ya no hablan los troncos con su savia fría;
al fuego se arriesga
y quisiera empezar un simple día,
ya arde, ya tiembla;
como crecer en paz hacia el sol de los cielos.
A subversión de quiméricas,
Palpar la tierra a raíces hambrientas tu recuerdo,
aviva un equinoccio para el brío
cobrando fuerzas, en sus músculos modestos.
recorre una brizna,
Mareas serpenteadas
de la última ofensiva
de este aire y este suelo,
trae esfuerzo
con su leve horizonte sin deseos;
¡Oh!, mi pueblo más puro y más sereno
Vestida de apóstol
un rayo de dolor dentro del pecho.
prudente hasta el hastío
Cruel paleta de colores
encomiéndame en secreto
y sangre en las verdes praderas
irremediable eucarístico;
enflorará el valor en el desierto,
En la visita de su adiós,
en esta futilidad de gobiernos.
de su brisa consumada,
¿Qué historia cruel recitara la metralla?
de su carta aflora un dogma,
para pelear guerra mercenaria….
un estigma para mi estancia.
En el foso raíces exhortadas
Creo, fue un arcángel,
Venciendo el silencio agobiado
en un tiempo creciente...
broto un día la lengua eterna de mi antepasado;
…menguante, de dígitos ausentes
Endeble tallo, que se congela en un bostezo
que al tocar el suelo se desvanecen.
por un mísero traidor rastrero.
Mientras tanto /espero /
Ruda es la fraga
tallar un séptimo sello
de la que emerge la campana,
nos encontraremos padre con el horizonte pleno.
Pilar Ugarte Muñoz
[email protected]
Nacida en Madrid, en enero de 1950. Casada y con dos hijas; asesora de seguros y ceramista.
Escribe desde el 2003. Tertuliana y socia del Colectivo Literario Tirarse al Folio. Escribe cuento,
relato y novela.
Dos coediciones (2004-2005 y 2005-2006) de relatos de la tertulia “Juntaletras” de la que formaba
parte. Mención especial en el Concurso de Cuentos Taurinos “El Albero”, en Quito. Accésit en el
Certamen “Villa de Garrucha” y del celebrado en Torrevieja “Una imagen en mil palabras.”
Publicada en las revistas digitales Sicenelmedio, abretelibro, Aenigma. Un relato seleccionado por
editorial Ábaco en el libro recopilatorio “Pequeños grandes cuentos”. Coedición con el grupo La
Parisiena del libro “Encuentros en la Parisiena”. Microrrelato incluido en la primera edición de
Relatos en Cadena promovido por la Cadena Ser y Escuela de Escritores. Colaboraciones
ocasionales en las revistas Ars Creatio, Color Albero y Miscelánea de la Literatura y de manera
habitual en Papirando. Así mismo en la revista TAF. Edición del cuaderno literario “Tiempo de
Escarcha.” “Palabras al viento”, antología de relatos publicado por Ediciones Oblicuas en 2010.
Ocho por Diez recopilatorio coral con el colectivo TAF. Primer premio en el certamen “Una imagen
en mil palabras.” En 2011 publicación de la coedición de “Madrid entre Líneas”
Pilar Por Pilar:
Soy miembro de la Asociación de Escritores y Artistas. Pertenezco al
Colectivo Literario “Tirarse al Folio” Una vez a la semana nos
reunimos en una tertulia en la que se leen, corrigen y comentan los
trabajos propuestos; con una selección de estos trabajos, anualmente
editamos un libro coral, presentado en un Centro Cultural y a cargo de
una figura relevante de las letras. También hacemos vistas a
exposiciones, excursiones y comidas. Regularmente invitamos a la
tertulia a otros escritores para que compartan sus textos y experiencia
con nosotros. Editamos la revista digital TAF y periódicamente
publicamos una colección de Cuadernos Literarios.
Acudo regularmente a entregas de premios, presentaciones de libros y
lecturas.
Estoy inscrita en un taller literario en el que se leen, comparan y
comentan textos.
Soy socia del Grupo Arte y Cultura con el que visito dos veces por
semana museos, iglesias, conventos, palacetes… Como no todo va a ser letras, voy a una clase para
aprender a bailar Tango, que también es un bien cultural Patrimonio de la Humanidad.
LA VIDA ES ROSA
Despierta Rosa cuando el sol se acuesta y la
noche golpea su ventana; una ventana mínima,
triste, con vistas a un edificio tan deslucido
como el suyo, encajonado en una calle oscura,
sin salida.
Tampoco a ella le quedan demasiadas opciones,
el despiadado espejo se encarga de recordárselo
a diario; las bodas de oro, conmemoradas el
otoño anterior, no son más piadosas, aunque de
esos cincuenta años ejerciendo la prostitución
no reniega; por eso, cuando pone el pie un paso
más allá del portal de su casa, sigue siendo Vida.
Le gusta el sexo; lo descubrió con el novio adolescente que la desfloró entre aromas de poleo,
tumbados en los juncos que ribeteaban el río. Poco tiempo pasó desde aquél atardecer primaveral,
hasta que dejó el pueblo. La capital ofrecía un mundo multicolor de posibilidades para una mocita
bien plantada; los hombres se volvían a su paso cimbreante, la piropeaban alabando su exuberancia,
la guapura lozana del rostro pícaro, la gracia insolente de ademanes…
A la naturaleza tenía que agradecerle su físico, y a la vida que la hubiese respetado en su espinosa
carrera. Nunca topó con clientes violentos o que se largaran sin pagar el servicio, jamás se enzarzó
con colegas ni dependió de chulos. Empezó en el oficio por todo lo alto, en locales de postín, en
hoteles de categoría, igual que los caballeros que la solicitaban. Pasó de vivir de pensión a
compartir piso con dos amigas de faena, hasta que se encumbró lo suficiente para independizarse en
un apartamento coquetón y céntrico.
También tenía que agradecer que conociera el amor; se lo profesaba Serafín, el canoso propietario
de un club que se prendó de ella sin condiciones, sin afearle su quehacer. La amaba con una pasión
arrebatada que no podía corresponder. Y lo intentó, Dios sabe que lo intentó, aunque nada le
prometió ni él lo demandó. Pero al fin la realidad cayó por su propio peso: no era ella mujer de un
solo hombre ni él tenía suficiente fuelle para encandilarla. Nunca dejaron de ser amigos, sabía que
podía contar con él para todo y eso le hacía sentirse segura. Le debía mucho a Serafín, se preocupó
de cultivarla, la enseñó a sacar el mejor partido de sí misma haciéndola todavía más deseable;
también fue su enamorado el que le puso el nombre de guerra: Vida; la llamaba así, aseguraba que
le revivía cuando la tenía en sus brazos.
Las hojas del calendario, incongruentemente, no son concientes del paso del tiempo, no entienden
de meses ni estaciones y caen indolentes sin aguardar a que sea otoño. Para Vida hace rato que llegó
el declive en forma de pliegues ceñidos a la cintura, desplomes que arruinan papada, pechos y culo,
arrastrándola sin compasión cuesta abajo en su oficio. Se acabaron los clubes de categoría y los
hoteles lujosos y el apartamento coquetón, los taxis… Ahora se conforma con salir cuando la luz se
disipa y subir a un autobús que la deja a las afueras de la ciudad.
Su clientela, antaño elegante, en la actualidad se nutre de camioneros sudorosos y barrigudos a los
que alivia, sin desnudarse, en la cabina del camión o en el retrete de la gasolinera; a veces ni
siquiera a cubierto, los apaña a mano o de rodillas en cualquier rincón discreto. Cobra poco por los
servicio, lo justo para ir tirando. Pero lo cierto es que no le falta trabajo, tiene buena reputación,
saber hacer y entusiasmo, sigue gozando del trato con hombres, de dar placer y recibirlo. Le agrada
pensar que gracias a su labor, las novias que llegaron al altar inmaculadas fueron muchas, también
las esposas que vieron aparecer a sus maridos de buen humor, sosegados y, quizás, hasta se libraron
de un pescozón, y tales conjeturas le hacen sentirse satisfecha.
Regresa al barrio con la luna en retirada. En el portal queda Vida y sube Rosa las escaleras, sin
prisa, que las piernas varicosas ya pesan, y se acuesta cuando el sol de mediodía asoma a su triste, a
su mínima ventana sin más vista que el edificio deslucido.
FIN
EL DESTINO ES CIEGO
Jacinto acciona la palanca del elevador plateado y
apila las cajas de cartón gris sobre la estantería
metálica. Todo en él es gris. Según contaba su
difunta madre, cuando le tuvo en brazos por
primera vez pensó que estaba muerto, o a punto
dé, porque tenía la piel cenicienta, igual que los
ojos. No mejoró con la edad, apenas daba los
primeros pasos y el pelo empezaba a crecer
revelándose de un color indefinido hasta terminar
en un blanco nebuloso. Pasó por el colegio como una sombra, del mismo modo que en el trabajo
anodino que desempeña en el almacén. Desde que tuvo uso de razón sus amaneceres son plomizos
aunque luzca el sol. Y no se debe a su talante que, aún siendo silencioso y comedido, no se le puede
tildar tajantemente de triste, simplemente parece un espectro. A pesar de su carácter dulce, desde
siempre la gente por la calle le mira con recelo, incluso quienes le conocen muestran un innegable
rechazo hacía su persona, se sienten incómodos, los intimida y las conversaciones cesan, las risas se
congelan en los labios… Está resignado Jacinto, cuatro décadas intentando cambiar su sino le han
agotado el fuelle y arrastra como una inmerecida condena su soledad y desánimo, por eso sus
amaneceres son aciagos aunque brille el sol.
Libre del guardapolvo impersonal, atardece, desde siempre, con una luz mortecina al salir del
trabajo; la incipiente penumbra le confiere una apariencia fantasmal, se desdibuja en el paisaje
inhóspito del polígono industrial desolado, mudas las naves de hormigón, candadas las puertas
metálicas… Y Jacinto camina cansino, con la mirada lánguida, hacia la parada del autobús; le ve
llegar al doblar la esquina, no se apresura, ¿para qué? nada ni nadie le espera en la casa.
Del bus desciende un solo viajero, una mujer de mediana edad con gafas oscuras que levanta la
cara, como olfateando. Duda qué dirección tomar y finalmente tantea con el bastón antes de
decidirse. Avanza en dirección a Jacinto, que parado la observa con curiosidad; no es guapa, aunque
su aspecto es agradable. Mueve los labios al son de los pasos indecisos. Extiende el bastón frente a
ella, golpea el aire y se detiene consternada.
-Señorita, ¿necesita ayuda?- se acerca solícito.
-He debido extraviarme- responde con la voz angustiada y el gesto sorprendido - No reconozco los
olores ni las distancias, debería estar frente a mi portal, he dado los pasos contados. Qué torpeza la
mía, iba distraída y… Me he pasado de parada, ahora me doy cuenta; ya me parecía un trayecto
demasiado largo.
La mujer se encoge de hombros quitándole importancia al incidente.
- Me llamo Esperanza, ¿Y tú?
-Jacinto. Jacinto, para servirla- responde intimidado.
-Encantada. No suelo hablar con desconocidos pero, no sé, tu voz es dulce, me inspira confianza.
¿Podría acompañarme hasta la parada del
autobús? Estoy algo desorientada, la verdad.
Sonríe de un modo encantador y extiende la
mano buscado el contacto. Él la observa
fascinado, se deja enlazar el brazo y la guía
suavemente.
Un rezagado rayo de sol se abre paso
débilmente en la penumbra, atardece como
siempre, aunque algo en su interior le dice que
hoy no será lo mismo. Y quizá mañana…
FIN
JUGADA MAESTRA
(Relato Corto)
El estridente timbre de la puerta induce a Sergio a ovillarse en el sofá; las manos crispadas, se
aferran al asiento. Un nuevo timbrazo, más dilatado que el primero, le provoca un terror
incontrolable que intenta eludir replegándose aún más, escondiendo la cabeza entre los brazos.
Quien llama, insiste terco. Con el corazón en la boca, incapaz de soportar la incertidumbre, resuelve
enfrentarse a ella. Atisba por la mirilla. El pasillo está a oscuras y, de nuevo, flaquea su ánimo y se
arruga amedrentado en un rincón del recibidor.
-Es él- balbucea-. Seguro que es él.
Necesita cerciorarse y se obliga a mirar otra vez. La luz de la escalera se enciende súbitamente y
Sergio da un respingo; al otro lado de la puerta descubre a un tipo barbudo, con chaqueta de cuero y
un gorro de lana calado hasta las cejas. Mira tercamente hacia abajo, a algo que hay en el suelo o
que lleva en la mano, y tuerce la boca con gesto de fastidio.
-Un arma- conjetura cuchicheando Sergio-, tiene una pistola, un cuchillo… En el momento que
abra intentará abalanzarse sobre mí para liquidarme.
El extraño desaparece de su campo de visión y el corredor se queda lúgubre, silencioso y solitario.
Es listo, piensa Sergio, pretende que crea que se ha marchado. Pero no va a engañarme, estoy
sobre aviso. Tendrá que hacerlo mejor si quiere pillarme.
Se frota las manos, congratulado por lo bien que ha manejado la situación, y es al separase cuando
se percata del sobre que el desconocido ha debido meter por debajo de la puerta, y espera ser
recogido del suelo. Pone su nombre y dirección. Sin sello. Se carcajea de su propio miedo; el tipejo
sólo era un mensajero, nada más, concluye alborozado y decide ignorarlo.
Pero… ¿qué dirá el mensaje? Se pregunta intranquilo mirándolo con aprensión, aunque sin
animarse a leerlo.
Intenta distraerse con la televisión y, desde el sillón, sus ojos vuelven una y otra vez a posarse en
el sobre blanco, en las letras negras alineadas cual reguero de hormigas agoreras, letales. Tiembla al
pensar que pueda tratarse de otro paso más del malévolo juego.
“Recuerda que eres la víctima”, certificaba el primero que recibió por correo electrónico.
-¿Por qué yo?- tecleó entonces, pulsó a enviar y esperó en ascuas la respuesta, que no tardó en
llegar:
-Así es el juego. Te ha tocado. Elegiste libremente…
Y bien que le pesa, se recrimina por enésima vez.
Entró en aquella maldita página por azar, trasteando en el ordenador una noche de insomnio.
Sufría muchas desde que cortó con Ángela; le dejó, sería más correcto, harta de soportar sus celos
injustificados y las depresiones posteriores al reconocer que no tenía motivos, que la causa era su
carácter posesivo y manipulador, su inseguridad. Juraba que sería la última bronca, que se
enmendaría, pero reincidía. Verdaderamente la tenía desesperada; los días cordiales no eran
suficientes para compensarla de los arrebatos iracundos que, sin venir a cuento, le asaltaban. Ella
no pudo más con la indefendible situación y puso tierra de por medio. Terminaron mal, muy mal.
Cuando Ángela le abandonó el
mundo se le vino encima; de nada
sirvieron las llamadas, los regalos,
sus ruegos… Resignado, llenó su
vida con el trabajo, la televisión y
el ordenador. Se involucró,
atolondradamente, en aquel juego
que prometía emociones, acción al
límite, y él estaba necesitado de
ambas para paliar su soledad y
desidia.
La cita se concertó en un pub de copas del extrarradio. Llegó temprano, se acomodó en la barra,
pidió un güisqui y pasó revista a los parroquianos, no demasiados: dos parejas acarameladas en un
rincón discreto, una mujer que miraba impaciente el reloj, tres hombres charlando animadamente en
el extremo del mostrador… A la hora convenida, siguiendo las escuetas indicaciones recibidas por
Internet, se dirigió al punto de encuentro: la salida de emergencia. Un individuo enorme, con
aspecto de matón de película de serie negra, sin pronunciar palabra le condujo al interior de un local
anexo al bar.
El recinto olía a humo de tabaco, a alcohol rancio y humedad; estaba en penumbra, iluminado
apenas por la bombilla mortecina que proyectaba un mísero haz de luz amarillento sobre una mesa
redonda, con cartulinas alineadas en el tapete rojo. Desde las sillas, distribuidas junto a la pared y a
buena distancia unas de las otras, únicamente las puntas de los cigarrillos moviéndose
esporádicamente dejaban entrever poco más que los labios de los fumadores. El escolta le indicó un
asiento, y salió.
Nada revelaba el sexo ni la identidad de los asistentes, sólo la del hombre que hablaba emboscado
en la oscuridad y que se presentó como el coordinador, aunque él presumió que había alguna mujer;
le delataba un aroma tenue a perfume que, curiosamente, le resultó familiar.
Serían seis los jugadores, explicó el organizador, tres sabuesos, un policía, el ejecutor y la víctima,
papeles que se asignaron eligiendo cada cual una de las cartulinas, al azar. ¿Cómo podía él imaginar
que en el reverso de aquel cartón, inocente en su blancura, se escondía una sentencia?
Acabada la reunión salieron de uno en uno, a intervalos de cinco minutos. Al llegar su turno
pretendió remolonear por la puerta, pero el tipo forzudo le avivó para que se alejara del callejón; ni
siquiera le permitió volver a entrar al pub pretextando que estaban a punto de cerrar, y no le perdió
de vista hasta que cruzó la calle, siguió hasta donde estaba aparcado el coche, y arrancó.
Perturbado por cómo se había desarrollado el desconcertante encuentro, quiso desligarse del juego y
mandó un email a quien actuaba de policía, su único contacto. La respuesta fue tajante: “Todo está
en marcha. Contigo o sin ti, el desenlace será el previsto. Eres la víctima, y yo el único que podría
ayudarte.” No aclaraba como, omisión que, en lugar de tranquilizarle, le creo aún más dudas.
Decidió borrarlo, no volver a conectarse a Internet, y se propuso firmemente olvidarse del maldito
juego.
Y trató de hacerlo, hasta que el conserje de su edificio le interceptó cierta mañana para
comunicarle que alguien andaba indagando sobre él; lo describió como un señor educado, bien
vestido, sin rasgos peculiares “…y pierda cuidado, don Sergio, ya sabe usted que yo soy una tumba,
no voy hablando por ahí de unos y otros” añadió ufano. Lo mismo sucedió en el trabajo, aunque, a
decir de la recepcionista se trataba de un joven, guapo y dicharachero. Los sabuesos le tenían
localizado. Él, a su vez, decidió devolverles la jugada plantándoles cara; regresó al local de copas,
pero nadie supo, o no quiso, dar referencias del grupo.
De poco le valía recordarse que se trataba de un juego, sólo un juego, que no llegarían al extremos
de atentar contra su integridad. Se lo repetía machaconamente, sin terminar de creérselo.
Y su vida se convirtió en un infierno. Desconfiaba de todo el mundo, hasta de compañeros y
conocidos. El teléfono se le antoja una herramienta perniciosa. Gritaba descompuesto al sentir una
mano en el hombro y huía despavorido si le paraban por la calle o si se tropezaba, fortuitamente,
con gente que imaginaba sospechosa. Y todos se lo parecían. Lo que más le enervaba era ignorar
cómo, cuándo y de qué forma llegaría el golpe fatídico. La paranoia le afectó de tal modo, que el
mismísimo jefe de personal se percató de su estado soliviantado y le aconsejó pedir una baja
temporal.
No estaba mejor en casa; el espacio cerrado le ahogaba, percibía las paredes aprisionándole, las
puertas atrancadas impidiéndole la huída, las ventanas reforzadas… Huir de quién, si nadie podría
entrar, se interrogaba y replicaba sin pausa. Aún así, lo comprobaba repetidamente, aunque ni por
esas se aplacaba la desazón que le obligaba a corretear arriba y abajo, a sentarse y levantarse al
momento, a quedarse a oscuras maliciando que le observaban desde alguna vivienda vecina para, a
renglón seguido, clausurar persianas, cortinas, y prender las luces de todas las habitaciones.
También barajó la posibilidad de acudir a la policía, la de verdad, pero sin pruebas, con sus
antecedentes depresivos, la baja médica y los ansiolíticos prescritos, su credibilidad valía menos
que nada.
-Y ahora el maldito sobre esperando a que lo abra- vocifera desquiciado.
Tiembla cuando, al fin, opta por recogerlo; los dedos espasmódicos apenas aciertan a sostener la
nota mecanografiada, lapidaria: “Te veo, aunque te escondas.”
Enloquece Sergio. Buscando cámaras, micrófonos, desmantela la casa; vacía armarios, despega
moquetas y empapelado, revisa los cacharros de la cocina y los frascos del baño. De pasada, se ve
reflejado en el espejo y se horroriza: las mejillas demacradas sin rasurar, los ojos enajenados
hundidos en los párpados hinchados, orlados de violáceo. Cuando suena el teléfono se desentiende
de su patética imagen y chilla desaforado. Arranca el cable y se derrumba al suelo llorando entre
libros destripados, ropa a jirones y objetos arrasados. La musiquilla del celular le hace reaccionar; la
pantalla indica un número desconocido y por un momento duda en responder, pero la desesperación
y el certero pensamiento de que únicamente puede tratarse de alguien de su absoluta confianza, a
quien ha facilitado su móvil, le anima a buscarlo por entre los destrozos.
-Ángela, gracias a Dios- grita histérico, sollozando, al reconocer la voz familiar- Me quieren matar.
No sé qué hacer ¡Ayúdame!
Ha prometido ir a verle. Se lo agradece mil veces, no sabe a quién recurrir. Ella le creerá, es
comprensiva, solidaria... Aguarda ansioso.
¿Por qué ha llamado precisamente hoy, en este momento? Desde una cafetería, dice. ¿Y después de
siete meses?, se interroga de repente y pasea frenético entre el estropicio del suelo, analizando la
situación
¿Quién mejor que Ángela conoce mis costumbres, mi vida? No. No es posible; entré en aquella
página por casualidad. ¿O no? La que siempre manejaba el ordenador era ella. Alguna vez
mencionó chats de contactos, juegos de rol; le encantaban esas cosas. Sí, le gustaban mucho.
No sé. Ya no estoy seguro de nada. O sí, porque ella tendría que estar trabajando a estas horas ¡y
menuda es, cumplidora por encima de todo! Me odia, lo sé. Entonces… a qué viene correr a
ayudarme sin preguntar nada, sin rechistar siquiera. ¿Y si ella es el ejecutor? Estoy loco. El miedo
me hace desvariar; Ángela no es vengativa, me quería. Tampoco es violenta, incapaz de matar un
mosquito. Habrá salido a tomar un café.
La gente cambia, se desdice al instante. La hice sufrir. ¿Tanto como para arriesgarse a perder su
bienestar cometiendo un crimen? Impensable. En el laboratorio tiene un puesto magnífico,
reconocida como la químico brillante que es. Aunque el rencor es mal consejero. Y muy peligroso.
Seré un histérico, pero no un mentecato; vienes a matarme, querida mía. Te he descubierto, zanja
empecinado. Olí tu perfume. Te delató, estúpida, es la prueba definitiva. ¿Pensabas que no me iba a
percatar? ¡Error! Y si crees que me vas a encontrar desprevenido, estás lista. Yo daré el primer
golpe.
Lo hace. Suena el timbre. Por la mirilla espía a Ángela. Lleva guantes marrones de cuero, una
bolsa sospechosa apretada contra el pecho, y ambos detalles le reafirman en su hipótesis. Sergio
esconde la mano que empuña el cuchillo, y abre.
Le franquea la entrada y cierra la puerta a su espalda.
-Te he traído un regalito- dice Ángela- El remedio que necesitas.
Sonríe, haciendo como que no repara en el caos y el detalle afianza la sospecha. Se dispone a sacar
algo de la bolsa y añade:
- Ya verás, en un santiamén desaparecerán todos tus problemas.
No termina de sacarlo, la cuchillada le atraviesa el corazón. Se derrumba Ángela entre cachivaches
y papeles despedazados. Sergio la contempla sin pena, suspirando aliviado.
-Se acabó el juego- musita-. Estoy libre. Bueno, lo estaré en cuanto piense la manera de
desembarazarme de ti, perra traidora. ¿Cómo lo habrías hecho tú, listilla? Dejándome aquí hasta que
algún vecino denunciase el mal olor. Seguro. Sencillo y nada comprometido. Lo tenías todo
calculado: justo a la hora que no está el portero para entrar impunemente, sin testigos. Telefonear
desde una cabina. Los guantes, por las huellas…
-¿Y qué arma pensabas usar?- insiste en interrogar al cadáver.
No soporta la visión del cuerpo inanimado, la mirada azul congelada en un punto del techo blanco.
Lo cubre con una toalla. Más tranquilo y picado de curiosidad, hurga en la bolsa.
-¿Bombones? ¡Una caja de bombones! Mi debilidad. Qué bien me conoces, Ángela. Entonces…
¡No es posible! ¿No eras el ejecutor? ¡Dios, qué locura he hecho!
-No es posible- repite desesperado, paseando el salón- Tengo que pensar. Piensa, Sergio, piensa.
Llamo a la policía, eso es, digo que dormía la siesta, que me estaban robando, que la confundí con
el ladrón… ¿Y si no me creen?
De pronto cae en la cuenta de que el juego sigue su curso letal. Se desploma en el sofá atacado de
pánico, los brazos desmayados y los ojos estáticos en la pantalla negra del televisor.
Es de madrugada cuando reacciona. Emerge del shock debilitado. Tiene temblores, sudor gélido y
el estómago dolorido. No recuerda cuándo comió por última vez.
La caja de bombones se le antoja una tentación irresistible. La destapa con urgencia y los descubre
a cual más apetecible. Duda en la elección; se mete en la boca tres juntos y los engulle con
glotonería infantil. Los degusta complacido, los paladea.
Sorprendido y horrorizado, advierte… ¿cierto regusto a almendras amargas?
FIN
Ricardo Gabriel Zanelli
[email protected]
Antecedentes literarios:
- LA RULETA RUSA DEL TIEMPO (Cuentos, Bs. As., 2004).
- Cuentos y ensayos publicados en revista Cuásar (Bs. As.): “El tiro de gracia”
(1er premio 1º Concurso de cuento fantástico y ciencia ficción revista Cuásar;
1991); “Un lado del abismo” (1997); “Bioy Casares y la ciencia ficción”
(ensayo; 2005); “La vizcachera” (edición virtual; 2008).
- Cuentos publicados en revista Axxón (Bs. As.): “Veinte años” (2008); “El
principio de incertidumbre” (2009); “El portal de las mantícoras” (2010); “El
Martincito” (2011).
- Cuentos publicados en revista Papirando (Río Gallegos): “El clásico”; “Los
celos de Ícaro”; “Un breviario fantástico”; “Un muerto en la vía pública” (todos
entre 2009 y 2011).
- NAVEGANTES (Cuento) – Publicado por Casa Eolo, España (2011).
- EL ORO CARMESÍ (Cuento) – Publicado por Editorial De los cuatro vientos;
Bs. As.; 2003).
- Mención de honor en el Concurso internacional de microficción Garzón
Céspedes (España, 2007) (Cuentos “El ansia” y “Asunto concluido”).
- 2º Premio en el Concurso de ficciones breves de la Fundación Yukio Mishima (Bs. As. 1992), por
el cuento “La única solución posible”.
– Cuentos publicados en diario La Voz del Interior (Córdoba): “El pasajero” y “Reflejarse”
(Ambos en 1991. Ilustraciones de Peyró).
LAS BESTIAS DE PAVLOV
Sabía que en Viña del Mar lo llaman el monstruo. Aparentemente por su ferocidad. Pero él se
enfrentaba a uno igual cada vez que se presentaba en vivo. Aunque no pensaba que en esos casos
debiera hablarse de ferocidad; era otra cosa más bien, pero no alcanzaba a definir qué. Cuando dejó
sus estudios de psicología para dedicarse a su devoción por el canto, nunca se imaginó que iba a
enfrentarse a algo semejante. Es decir, hacía años que se presentaba en público a cantar por los más
diversos lugares del mundo, ya fuera solo con su guitarra (“La guitarrita no te va a dar de comer”, le
dijo su padre, ofendido por el abandono de los estudios universitarios) o con su grupo de
acompañamiento, y siempre acababa con la misma sensación: la extraña sensación de que,
paradójicamente, no había nadie del otro lado del escenario. Había, claro, una multitud, pero nadie
en particular.
Conocía de sobra que otros colegas habían experimentado sentimientos similares. Uno incluso
había escrito un disco muy famoso acerca de que entre el artista y el público existía una pared
infranqueable. Algunos le daban mayor importancia que otros. Uno le decía: “Voy adonde me dice
el manager, hago el numerito, me pongo la camiseta de la selección del país donde esté (cuando sé
dónde estoy), hago un poco de circo pa’ lo’ muchacho’, y chau. Para qué te vas a molestar. En todos
lados es igual. Es sólo un trabajo. Otros van a la oficina; yo, subo a cantar”. A él le parecía
demasiado pragmática esa actitud y no podía compartirla. Sabía de otro que se negaba
rotundamente a cantar los viejos éxitos y se empecinaba en presentar “material nuevo”. “Cantate
una que sepamos todos, che”, le gritaban, casi faltándole el respeto. Él se mantenía en sus trece.
Una vez, harto, hasta llegó a mentir: “No me acuerdo de los acordes”. Mentira: era seguro que tenía
pesadillas con esos acordes trillados. Sea como fuere, con el tiempo se quedó sin público. Éste
representaba el otro extremo del asunto. Que tampoco era su caso. Sin embargo, a la vuelta de los
años, algo indefinible había ido surgiendo en su interior. Indefinible, sí, pero que podía resumirlo en
una simple pregunta: ¿Había alguien allí, más allá del escenario? ¿O sólo había ese monstruo
innombrable? “¿Para quién canto yo entonces?”, se había preguntado, años ha, otro colega, muy
famoso.
Él, como artista, sabía que se debía a su público. Pero el público, ¿escuchaba realmente lo que les
cantaba? El “respetable”, como le dicen en la península, pagaba
una entrada y él vivía de esa entrada, pero el respetable, ¿iba al
show a oír su propuesta artística, o sólo asistía a una suerte de rito
cada vez que él se presentaba, como quien va a misa, funcionando
las canciones (las que sabemos todos, no las otras) de manera
análoga a las consignas del sacerdote que los fieles deben
responder con fórmulas preestablecidas? ¿Por qué, si no, cuando
tímidamente estrenaba canciones de cada nuevo álbum, sus
seguidores aplaudían, con respeto, sí, pero también con
impaciencia, esperando las canciones “de siempre”, esas “que
sabemos todos y que podemos cantar”. Era como si dijeran: “Dale,
che, que no tenemos ganas de aprender; danos la nueva dosis de
más de lo mismo que vinimos a buscar y para eso pagamos la
entrada que, ya que estamos, no son precisamente baratas”.
Llegó a pensar que, en el fondo, no tenía necesidad de seguir
editando discos nuevos. Para qué iba a esforzarse a escribir nuevas
canciones que iban a ser casi seguramente despreciadas, salvo una
o, con mucha suerte, dos. Al final, era mejor, más fácil, presentar
todos los años un “Grandes éxitos” perpetuo, con una o dos
canciones nuevas por vez, sobre todo para calmar a esos inútiles
gruñones de los críticos. Además, por otra parte, ahora encima se
“bajaban” las canciones de Internet.
Sí, muy bien, pero todo eso iba en sentido contrario de su instinto
artístico. Si seguía así, prefería terminar tocando en bares de mala muerte para dos o tres delirantes
que apreciaran realmente su arte y no en esos coliseos modernos que son los estadios de fútbol, ante
hordas enardecidas de fanáticos. Porque ésa era la palabra: fanáticos. En el peor de los sentidos.
Todas estas cuestiones estaban trastornándolo y ahora dudaba seriamente de continuar con su
carrera artística o, al menos, con sus presentaciones en vivo. Pero, en caso de que así fuera, no
deseaba retirarse sin antes haber revelado el enigma que lo atormentaba. Es decir, la recurrente
pregunta: ¿Había alguien allí? ¿O sólo existía el monstruo colectivo, un inefable Leviatán del siglo
XXI?
Decidió entonces realizar un experimento y para ello recurrió a lo que había aprendido en su paso
por las aulas de la carrera de Psicología. Conocía de sobra el famoso experimento aquel en que
daban de comer a unos perros y hacían sonar una campana. Así, repetidas veces hasta que,
eventualmente, la campana sonaba pero la comida ya no estaba allí. Comprobaron entonces lo que
se llamó reflejos condicionados, ya que los animales corrieron presurosos a buscar la comida ahora
ausente al oír el tañido de la campana. Él iba a realizar una nueva versión del experimento. Pero las
bestias iban a ser otras.
Debía realizar tres conciertos en otros tantos días en una ciudad turística. Había mucha expectativa
por su presentación. Él también estaba ansioso. Porque probablemente fueran sus últimos
conciertos.
En el primero de los tres shows arrancó, previo aviso, con canciones inéditas. “Pertenecen a mi
nuevo álbum”, anunció. Interpretó cinco. Como siempre, hubo una mezcla de silencio respetuoso y
tímidos aplausos. Al cabo de la quinta canción, podía palpar la ansiedad en el aire. La ansiedad de
las canciones conocidas, las que sabemos todos, del plato favorito. Podía sentir que la saliva fluía en
las fauces de las hordas, del monstruo. Sonrió ahora, casi con malicia. Miró a sus músicos, haciendo
un movimiento casi imperceptible con su cabeza. Entonces comenzó a rasgar en la guitarra el
primer acorde -sol mayor- de su “hit” más conocido, el que habitualmente usaba en los bises.
Cuando las hordas lo reconocieron, el monstruo, la bestia, despertó. Comenzaron los gritos, los
aullidos histéricos, las luces de los encendedores, los aplausos rabiosos. Se sintió tan descorazonado
que repitió, según su plan, varias veces el acorde, pero desganadamente. Al fin, ante otro gesto
imperceptible a sus músicos, bruscamente cambiaron de acorde, de ritmo y de canción, otra canción
inédita. El griterío, los aullidos, se calmaron. Los encendedores se apagaron. Ahora lo que podía
palpar en el aire era el desconcierto del monstruo: la comida, el banquete, el festín anunciado por la
campana, por el acorde, se había esfumado.
Satisfecho y entristecido, pero inquieto, desgranó en total tres nuevas canciones, una de las cuales
duraba casi diez minutos e incluía sofisticados arreglos instrumentales. Fue en esta canción que se
dejaron oír los primeros silbidos.
Miró ahora a sus músicos y rasgó nuevamente el acorde mágico. Entonces el rito se repitió: los
gritos, los aullidos, los encendedores. Incluso ahora voló alguna lencería femenina. Un poco de
feromonas nunca viene mal para despertar los instintos. Pero volvió sobre sus pasos, rasgó de la
guitarra con rabia y cambió de acorde, de ritmo, e incluso de repertorio, porque ahora anunció que
interpretarían versiones de temas ajenos. Pero, claro, según el plan, nada conocido. Ninguna que
sepamos todos. Ignotas, aunque bellas, canciones de aún más ignotos músicos de quién sabe dónde.
La impaciencia no tardó en brotar. Los chiflidos aumentaron, unos cuantos encendedores aterrizaron
sobre el escenario. Una botella de whisky, vacía, también. Volvieron los aullidos pero no ya de
placer sino de rabia, de frustración. Pudo ver con alarma que los efectivos de la policía encargados
de contener a las hordas a duras penas podían lograr su cometido. Hasta sus músicos comenzaron a
preocuparse. El baterista y el bajista, cercanos entre sí en el escenario por su función rítmica,
murmuraban si no sería mejor tocar lo que quería el público. “Si, total, no cuesta nada darles con el
gusto y es más fácil para nosotros”. Mientras, el guitarrista líder, en la otra punta del proscenio,
empujaba con el pie a uno que había sorteado el cerco policial y había logrado subir. El tecladista, al
fondo, intentó por su cuenta iniciar una canción conocida pero él lo fulminó con la mirada. Nada ni
nadie iba a violentar su criterio artístico. Al fin y al cabo, era el autor de todas, pero todas las
canciones. “Si no les interesa lo nuevo que vengo a ofrecerles, entonces uno de los dos está de
más”, pensó para sí. Es decir, era él o la bestia. Una cuestión de vida o muerte.
Al fin, muertos de miedo, iniciaron otra canción inédita. Ya había pasado más de una hora de
concierto. Los gritos inundaron el lugar, hubo aullidos
espantosos y las botellas de whisky vacías habían
reemplazado definitivamente a los encendedores. Por
tercera vez se había anunciado la comida, el banquete,
el festín y, por tercera vez también, se había
escabullido. La paciencia del monstruo se había
acabado. Los policías estaban siendo masacrados sin
piedad y un olor nauseabundo comenzó a pudrir el
aire. El guitarrista líder ahora repartía guitarrazos a
diestra y siniestra para no entregar el lado débil del
escenario. La bestia estaba desatada.
Su libertad artística estaba siendo sido
irrevocablemente ultrajada, pero la visión del horror
casi instintivamente lo llevó a rasguear una vez más el
acorde bendito, ese que la bestia reconocía y que la
calmaba. Hubo un silencio ahora. Al primer acorde le
siguió el segundo, luego el tercero. El milagro iba
tomando forma. Algunos encendedores volvieron a
prenderse. El guitarrista líder pudo dejar las
escaramuzas y dedicarse a tocar. A pesar de algunos
estertores aislados, el monstruo parecía estar
aplacándose. El olor nauseabundo desapareció y en su
lugar arreció la lencería, en todas sus variantes. Había
ahora un olor más agradable. Por lo menos en comparación con el otro. Cuando llegó el estribillo,
las hordas parecían un coro de ángeles borrachos entonándolo, pero entonándolo al fin.
Cuando la canción terminó, la bestia no pareció saciarse ni mucho menos y pidió más sacrificios
para el gran banquete. Él miró a sus músicos, que ahora hasta se animaban tímidamente a sonreír.
Uno detrás de otro, interpretaron todos sus éxitos. Siete en total. Al final, la bestia parecía estar
saciada, hastiada, pero siempre queda un lugar para más comida. Pidió más, pidió bises. El griterío
era ensordecedor. Con lágrimas en sus ojos, menos de alegría que de dolor, hizo un gesto a sus
músicos dando a entender que la próxima canción la iba a interpretar él solo. Pidió al público
silencio e increíblemente lo obtuvo. Comenzó entonces con la canción que había abortado a
propósito dos veces y que habían interpretado finalmente para evitar la carnicería. Hubo algunos
gritos pero otros los hicieron callar. Entonó con infinita tristeza su última canción. Cuando terminó,
hizo señas al público para que permanecieran en silencio. Dejó la guitarra en su soporte, tomó el
micrófono y preguntó:
-¿Hay alguien ahí?
Hubo primero un silencio eterno. Luego, el estadio se vino abajo. Aullidos, gritos inhumanos,
refriegas. Vítores, pedidos de nuevos bises, pero de las canciones de siempre, y un “pogo”
estremecedor del monstruo que hicieron que todo temblara alrededor. Sintió íntimamente que la
respuesta al enigma resonaba con claridad, a pesar del pandemonium.
Sin decir palabra y sin agradecimientos vanos, giró sobre sí, saludó uno por uno a sus músicos y
luego se perdió detrás del escenario. Después los otros cuatro lo imitaron. Inútilmente reclamaron
su regreso, con mayor o menor violencia.
Eventualmente, los dos shows siguientes fueron cancelados. Sin fecha.
Rolando Revagliatti
[email protected]
Rolando Revagliatti nació en 1945 en la ciudad de Buenos Aires, la
Argentina. Publicó en soporte papel un volumen que reúne su dramaturgia,
dos con cuentos y relatos y quince poemarios, además de la breve antología
poética personal “El Revagliastés” y “Revagliatti – Antología Poética”, con
selección y prólogo de Eduardo Dalter. Sus libros cuentan con ediciones
electrónicas disponibles en http://www.revagliatti.net. Sus 185 producciones en
video se hallan en http://www.youtube.com/rolandorevagliatti -
“LA COMADREJA”
“LA CAMPANA DE CRISTAL”
Vestido lucí anoche
Antes de dimitir he sido discernible
y no es que sea eso todo
para unos pocos indispensables iniciados
lo que un ganapán es capaz de desear
Iniciadores
También
surcaron mi mordaza.
transarme al hijo del medio
del Ministro de Asistencialismo
y Equiparación Social
“LA PIPA DE KIF”
Desnudo lucí por la mañana
y no es que sea eso todo
En este libro de lona
crea un circo
He dicho
En este circo crea
Y me arrepiento:
porque lo dije tanto
y administra
su libro
que ahí se me vienen esos bichos
de este libro de las Maravillas
y me comen.
18 poemas en la arena.
condensada
el alma
“EL PERFUME”
En la cima
En sus almacenes
de la luna de su alma
conquistado
aún
se sabe de esa luna
no olía.
por la que despide
Aldo Enrici
[email protected]
EL TIEMPO COMO LA MIRADA ABSUELTA.
Excurso a partir de la exposición fotográfica del grupo Una Muñeca Rusa: “esa
belleza”.
Aldo Enrici[1]
Los muebles del departamento eran antiguos
y sin duda hermosos, pero lo
que llamó la atención de mi amigo fue una muñeca rusa.
Adolfo Bioy Casares
La presente composición trata de ensayar una escritura, nunca del todo clara, -admito-, acerca la
absolución del tiempo en la fotografía, a partir de la muestra “Esa Belleza” presentada por las
cuatro artistas[2] residentes en la ciudad de La Plata (Argentina) que componen el colectivo Una
Muñeca Rusa. El nombre del grupo remite a las Muñecas Rusas o muñecas anidadas,
matryoshka, matrioshka, babushka o “muñecas rusas” simplemente[3] (Matryoshka Doll, 2000).
La muestra, al menos su nombre fotográfico, está inspirada en el discurso de John Berger
y Marc Trivier. Se trata del escrito Esa Belleza, un incurso referido al mundo estético del
escultor suizo Alberto Giacometti, cuyos cuerpos estilizados y considerablemente fibrosos,
como huidos de un holocausto son enormemente inmunes, escapan de la materialidad, se
purifican, devienen esculturas, a la vez que desmesuradamente delgados y hasta
sublimes o inspiradores de placer permiten reconocerlo en el dolor ajeno como
experiencia de la naturaleza (Sade, 2004). En estas páginas, John Berger se sumerge en
el mundo del escultor Alberto Giacometti a través de la mirada intimista y perspicaz del
fotógrafo Marc Trivier. Giacometti y Trivier parten en busca de una zona de experiencia en
la que el acto de mirar equivale a un encuentro. O dicho de otro modo: no ofrecen
testimonio de una presencia sino de un movimiento común de acercamiento, de mirada a
lo extraño. No dejan tras de sí el gesto de unos pasos decididos sino de la tensión; la
tensión de las piernas, de una mirada, de una lengua, de una atención, de una soledad.
Berger hace una reflexión sobre la sensibilidad, o el conjunto de interruptores que se
“activan” al mirar alguna cosa, o un pequeño cúmulo de recuerdos, o de deseos.
Giacometti y Trivier van en busca de una zona de experiencia en la que el acto de mirar
equivalga a un encuentro. Dicho de otro modo: no ofrecen testimonio de una presencia
sino de un movimiento común de acercamiento (Berger, 2005). En la exposición de Una
Muñeca Rusa con la constancia de la sencillez se advierte cómo en cada foto hay una
mujer que se absuelve con la mirada, como a partir de su propia aura, en cuanto lejanía
pero además hay un gran hostigamiento en el tiempo que cae sobre la foto, y la foto que
parece durar ante el tiempo.
Un rechazo a nuestros sentidos.
Nosotros, en cuanto seres circulantes, que habitamos este yermo terráqueo de apariencia
llana y de geografía esférica no conseguiríamos complicar a nadie al decir que somos
seres circulantes, pues en su mayoría estamos convencidos de eso. La calificación
muestra la satisfacción con que se reconoce que el traslado ha sido una más que
interesante jugada para elogiar los modos en que el hombre estuvo embebido en
migraciones, precarizado por asentarse, o dispuesto al envite de los vientos, los olores, el
cansancio pío de la ausencia de propiedad privada.
En cuanto circulantes, hemos vuelto la vista a la cámara, miramos como si hubiese una
cámara fotográfica en condiciones de hacernos durar y de absolvernos del tiempo. Es por
ello que su concepto de tactilidad tampoco tiene que ver con su acepción vulgar, sino que
remite a un dominio de “sinestesia de sentidos” (Berger, 1972). Su imagen del
coleccionista como una persona con sentido sensorio está entramada con la experiencia
quebrantada y yuxtapuesta de la vida moderna, que contrasta con el modo de recepción
de la obra de arte en sentido tradicional, en tanto objeto de culto, en el cual aparece como
infranqueable la distancia entre su existencia y la del espectador. Sandra Valdettaro
sostiene que Walter Benjamin se interesaba por la transformación de la pMientras esta
recepción distanciada deriva en un uso elitista del arte, la reproducción técnica anula esa
distancia permitiendo un consumo desacralizado.ercepción y la experiencia en la esfera
artística y la decadencia de la experiencia aurática primordial de las obras de arte, pero su
exploración estaba emplazada en un contexto más amplio que consistía en un examen
concreto de la producción de las imágenes, urbano y en materiales de construcción
(Valdettaro 1999-2000). Sólo proporcionaría placer estético, emoción subjetiva, una
reconciliación o un rechazo a nuestros sentidos y un tramo de algo que emana y fluctúa
entre nuestra realidad y la fantasía, entre el mundo de lo imaginario y el llamado real, un
par de ejes que tejen de a poco lo real, donde sólo se podrá tener un criterio estético por
esa delicadeza de la sensibilidad.
Una relación entre las fotografías.
En justo sumario digamos que la muestra de Una Muñeca Rusa se podría conjugar en un
párrafo. Se trata de cuatro fotografías, dos de ellas dípticos. A punto de cortar, una tijera
se propone advertir cavidades con requesón. Posteriormente alguien vestido de negro
libera un limón del árbol poderoso. Redondeces pretoriales, geometrías en una
campamental corsaria de resplandeciente áurea se soltarán en cuatro mujeres. Vuelan
sobre los pelos las aves. Campaña de la ciudad para ruedas sobrepujantes. Las ruedas
deleitan al verla por su movimiento posible. Esa oportuna “delecheidad” cambia de
órbitas. Los panes deleitan entre sí, todo tiende a circular, viento in pictore. Las aves
siguen volando mientras unas gotas de limón queman el papel fotográfico a la manera de
un sol. En este caso hablamos de una relación entre las fotografías, pero podemos
preguntar qué guarda cada una de ellas en su interior. En su conjunto son un conjunto,
una urbanización. Pero dentro, ya en cada foto, se revelan los puntos de relaciones
sociales de la percepción, la fenomenología de cada foto, el aura como, no una simple
distancia, sino como un ocultamiento de algo, pero de qué sino de una humanidad interior,
de un aura humana flotando, que contiene a su copia y que no contiene al hombre mismo
sino a la mujer. El hombre en el interior lleva su copia fiel, una trama muy particular de
espacio y tiempo. Irrepetible aparición de una lejanía por cerca que esta pueda estar.
Hacer las cosas a nosotros mismos es una superación de lo irrepetible (Benjamin,2007).
La tortura de género. Foto 1
La tijera de confección, penetrante, cortará el sostén, cortará la tortura del género.
Mientras esperamos que ocurra pensamos si una punta podría pinchar el cuerpo y, las
gotas de sangre, lagrimosas como lágrimas de dulce licor, serían un cortejo. Son pechos
de mujer. Pechos como corajes. La mujer que nos alimenta imaginariamente en la
identificación es primaria. Solo una mujer es ambigua como para mostrar la feroz cuchilla
capaz de cortar el nudo, capaz de quitarle la vida al deseo, aunque capaz de darle vida,
pues el sostén sostiene el deseo. El deseo sería solo eso, ni más ni menos que absolver
la castración del género en ambos sentidos, como género que limita el cuerpo en cuanto
vestimenta, como género distintivo de lo femenino, al hacernos volver al pecho
violentamente con esa espada costurera, amiga de los dedales y las máquinas de coser,
tan femenina.
Pero al poco de mirar la placa, la tijera no ha cortado aún el sostén, sigue ahí. La
fotografía es la misma. Sólo una fantasía, una proyección, ha provocado mis piernas
débiles, una fantasía ha aflojado mi deseo. Ella se libera del sostén, ella se absuelve en el
sostén del deseo, pero como espectador no me libero del sostén del deseo, de ver qué
sucederá cuando caiga el sostén. Estupendo sortilegio haberse imaginado tanto, si el filo
no es más que un gran estímulo fijo, de papel, si la foto no muestra movimiento, no corre,
no engaña, no escapa, está siempre igual. Hay algo en la fotografía que recorre el tiempo,
entre el que mira y lo que es mirado. Berger lo examina:
Si aceptamos que podemos ver aquella colina, en realidad postulamos al mismo
tiempo que podemos ser vistos desde ella. La naturaleza recíproca de la visión es
más primordial que la del diálogo hablado. Y muchas veces el diálogo es un intento
de verbalizar esto, un intento de explicar cómo, sea metafórica o literalmente, ‛‛ves
las cosas'‛, y un intento de descubrir como "ve él las cosas" (Berger, 1972, 5).
No miramos solo una cosa, siempre miramos la reciprocidad entre las cosas y nosotros
mismos. Nuestra visión está en continua actividad, en continuo movimiento. Nosotros
aprendiendo continuamente las cosas que se encuentran en una circularidad cuyo centro
es ella misma, nuestra visión y el tiempo que no se parcela en la fotografía, sino que
corre. No se ha desparramado nada, ni los paralelos y mortales asfódelos, ni el limón ha
derramado el planteado jugo. No ha ocurrido lo propuesto. Algo vimos entonces en esas
fotografías pero que no se deja ver. En la Edad Media, cuando los hombres creían en la
existencia física del infierno, la vista del fuego significaba seguramente algo muy distinto
de lo que significa hoy. No obstante, su idea del infierno debía mucho a la visión del fuego
que consume y las cenizas que permanecen, así como a su experiencia de las dolorosas
quemaduras (John Berger, 1972) [4].
El limón y el agrio arrancar. Foto 2.
El imaginario se endurece como un limón verdoso, de cáscara impermeable, todavía
inmaduro. Ella lo toma y catará algo agrio, al parecer, como con esfuerzo, como con feliz
náusea. Bebiendo con disgusto el fruto que no gusta, al igual que el limón. Tiene la
aspereza ácida de su extracto. Lo primordial, el limón atado al tallo, se retuerce en su
liberación, no en su alimentación. Al arrancar un limón, cuando alguien se atreve a sacar
el jugo del limón las palabras se caen y aflojan. El mundo se va, el portador del néctar
desvanece. El sostén de la primera foto del díptico ahora, a punto de cortarse, pasa al
arresto de un limón todavía verde indecoroso, que una mano calibra. La cabeza cortada
de la cruel mujer, la rama cruzando la cara y los pies, cercenados en la foto, ensordecen
la percepción, confunden mutilando el sentido de la propuesta. La ropa negra de la
muchacha es de celebración seria, el limón será cortado o no, pero hay un ritual, una
repetición desde siempre que lo negro registra, como de sepulturera de limones.
El limón ha sido cortado. Pero solo vemos el díptico, no el momento del corte. Lo que no
existe es la continuidad en la que se realiza la separación del limón que no es sino una
duración circular de lo fijo, la foto eléata, -para los eléatas griegos el cambio no existeque transita de un extremo a otro. Estamos en la foto cortando el limón, aunque no lo
constatemos. Nuestra visión elabora un sumario entonces. Si hubiera una película de la
escena estaríamos seguros de algo mucho menos amplio. La película es como la
escritura, que se manifiesta como el guión de montaje del tiempo de la imagen fotográfica.
El viento remonta las aves y la gota de limón destiñe. Foto 3
El viento libera los pelos del mundo en la tercera foto. Las fotos admirables no engañan.
El que siempre se ha engañado fue el narrador con las fotos. O las fotos no son lo que
vemos sino lo temporalmente transferido a la situación estética. El que no se permite
engañar con la menor complicidad se engaña con la mayor realidad.
El pelo suelto de la mujer está libre. Ella, su cabello, que habría sufrido de la treta atadura,
ahora está libre de él. Vemos antes de pensar en muy pocas situaciones. Comúnmente
hay algo pensado que interfiere en la mirada. La fijeza de la fotografía permite mirarla con
tiempo, o en el tiempo. Aunque no lleve cambio en el tiempo. Ver lo que no cambia afecta
igualmente el tiempo, al permitirse que cambie la modalidad de ver. Se ha visto con mis
ojos lo que se pensaba a partir de una imagen.
Ahora el filo de la tijera de la primera fotografía se disipa en otro filo, el pelo, (philus), en
caprichos frontales de armas nobiliarias. Esa tijera, ahora de fígaro, soltará los cabellos o
cortará los pelos de género que los retenía. Sueños de cebada fueron la crin castaña
flotando de la empujada librante que la tijera implica. El pelo se va entre pájaros, el
pelambre de los sueños se interrumpe con una mancha blanca, una gota de limón que
emblanquece en su cara como un sol, destiñendo la pintura negra. Qué es pintar sino
tapar la forma del supuesto dibujo que quedará debajo. La acidez despinta desde la
pintura hasta el dibujo, los quema, creando una fuga, un blanco interruptor, totalmente
ajeno a la foto, lejos de lo racional artístico. La cámara ha apuntado al sol para mostrarlo,
pero lo que se muestra es un ímpetu contrastante. El sol, es el mismo de la Caverna de
Platón. Enceguece y genera contraluz, figuras negras, sombras. Vemos sombras,
solamente el sol se presenta como apertura, el resto resulta velado.
Debemos, en cuanto perceptores de sombras, redescribirnos en cuanto a las definiciones
del montaje. Al redefinir encontramos que “fotografiar” consiste en retener con un lazo
afinado la expresión interior del movimiento, o escribir es marcar a contraluz las venas del
pensamiento mucho más fluido y memorable. La idea de que el alma es inmortal y
transmigra proviene de los relatos pitagóricos o de los matemáticos, como Vladimir Arnold
que entienden que la física explora quietamente el mundo desde la humildad experimental
de la matemática:
“Mathematics is a part to physics. Physics is an experimental science, a part of
natural sciences. Mathematics is the part of physics where experiments are cheap” [5].
Los matemáticos romantizan con alcanzar la purificación a través de rituales ascéticos, en
la creencia de la inmortalidad y transmigración de las almas, que se encontrarían
encerradas en el cuerpo como en una prisión o caverna platónica. Lo que puede afirmarse
es la inmortalidad del tiempo. No se trata de que el tiempo siempre exista, en cuanto a
que el tiempo es condición de la existencia. El tiempo dura y permanece como sostén del
cambio. Ese sostén que quiere cortar la tijera de la primera fotografía. Los cambios se
realizan en el tiempo y aunque el tiempo cambie, aunque el tiempo vuele, es durable. La
fotografía permanece privada ante el tiempo eterno, o en todo caso se acerca a un
pitagorismo. Dentro de una fotografía hay una producción temporal durable aunque no
cinética, sin movimiento. Tendremos que hablar de la purificación de los cuerpos en la
fotografía, como duraciones en el tiempo, como sometimientos al tiempo, jamás al
hombre;
“esto no quiere decir que antes de inventarse la Cámara… pensaran que cada cual
podía verlo todo. Pero la perspectiva organizaba el campo visual como si eso fuera
realmente lo ideal” (Berger, 1972, 10).
Los cabellos se fustigan entre sí, se liquidan entre sí. Son dos fotos. Los pelos se fugan,
los pájaros se vuelan, el sol, como lágrima de limón se reconoce en que todo es quemado
ante él. La luz hace tenue las verdades, las anochece como el flash deficiente de un
fotógrafo de casamientos. Hay un deseo enigmático de la vigilancia, de la vigilia lúcida, lo
que está siempre en la vigilia perpetua. Y será entonces, quizás, la exigencia del día
eterno, el recuerdo de un mal día de verano, donde un eclipse solar, nos dio lugar al fin, al
intervalo, a la intermitencia, a la posibilidad humana de la privación de la narcosis
lumínica. Ya no sentiremos el mundo como fatalidad porque tenemos la pausa del mundo,
una ausencia del mundo abierta al mundo (Pérez Opacak, 2008).
Lo que veíamos era algo relativo que dependía de nuestra posición en el tiempo y en el
espacio. No resulta posible imaginar que todo convergía en el ojo humano, punto de fuga
del infinito. Punto de convergencia del sentido, todo termina en el ojo. Pero también, y no
es contradictorio, el ojo se fuga por las cosas buscándoles sus tiempos. No solo hay
visibilidades, sino témporo-visibilidades. No es la imagen tiempo lo que buscamos sino el
tiempo en la imagen fija. La imagen quiere detener lo que el ojo no se propone, porque es
un ojo-tiempo. Antes de la foto se suponía que había un lugar privilegiado para ver. La
perspectiva no le otorgaba tiempo al ojo.
Entre dos ruedas. Foto 4
La última imagen posa. No posa la mujer parada ante dos ruedas sino la imagen, que no
tiene motivo ni movimiento, a pesar de las dos ruedas que por magnificencia roban de
escena toda otra curva. Se pueden hacer curvas con líneas rectas, eso quiere decirse. El
aura hexagonal, la ventana compuesta de sub-ventanas en cuadrículas, el flequillo recto,
determinante, de la doncella. No hay intención de siluetas blandas. El cuello azul de la
muchacha está fuera de escuadra, en una armonía tan recta, como para trazar líneas de
desniveles. Los hombros en caída, en desigualdad ante la mirada. No quiere ser vista
ninguna curva. Aunque dos ruedas amenacen con llevarse el cuerpo de la foto por
delante, la foto expugna astillas rectas y duras, como dura es la foto. La duración es
vivida por la conciencia. Nada que tenga que ver con el examen de la vida y la conciencia
puede ser inactivo ni el análisis puede ser inmóvil, aunque tampoco móvil (Pérez
Gamboa, 2010-2011). Dura o durable, como la foto que no deja ver la rueda ni siquiera
hay tiempo específico, sino que asoma la duración. Tanto el tiempo como el espacio
instauran para la modernidad física las grafías puras de la sensibilidad, como condición de
posibilidad de todo fenómeno. Esta idea es actualmente absurda: primero, porque concibe
a la percepción como la materia prima del conocimiento (Bergson (1), 2006); segundo,
porque concibe un tiempo similar al de la Física: un tiempo sin duración. En Materia y
Memoria, Henri Bergson presenta a la percepción como algo que, sea lo que sea, está
más asociado a las necesidades biológicas de supervivencia que a la construcción de
conocimiento (Bergson (2), 2006) anterior a toda conceptualización. El arte, en general,
no expresa sentimientos sino que los sugiere y los introduce así en una experiencia
personal. Bergson establecerá su propia idea acerca de cualidad propia de la conciencia:
la duración. Este concepto explica la continuidad de los hechos de conciencia en tanto
heterogeneidad cualitativa.
Atisbo Conclusivo. La duración de la mirada.
Hacemos o vemos como se manifiesta la contorsión del tiempo para durar, los
comentarios contribuyen a la duración, el endurecimiento de la fotografía es el fruto de la
lectura de lo que cambia en lo observado. Olvidar el tiempo, por más fija que resulte la
imagen, tiene que ser un olvido de sí para que el manar discursivo persista en su
emanamiento.
Ante una fotografía la mirada se vuelve viajera como no lo fue jamás. Nuestros viajes,
nuestros movimientos, no son eternos, no duran, los viajes se ven en las fotos no en el
viajar mismo. Las fotos mutilan lo que debe interpretarse para que el viaje dure.
Giacometti vuelve a estar tan membranoso como un género alisado y apretado al cuerpo
aunque provee la mucosa que absuelve.
El viaje no se hace en el tiempo, el tiempo tiene su madurez en el pasaje, en la esperanza
de diálogo de toda mirada sobre algo que se ve pero sobre lo que no se ve más aún. Qué
hace el tiempo en una foto, sino mirarse en su duración en cada instante, en cada
comprensión escrita, en el viboreo de la mirada, la escritura, el comentario oral.
Bibliografía
ARNOLD VLADIMIR, 1997: “On teaching mathematics” (Palais de Découverte, Paris
1997). Citado por Víctor Rodríguez, “Vladimir, Arnold, facets of his mathematical”.
Segunda escuela conceptual de las matemáticas. Córdoba, Noviembre 2010
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BERGER JOHN,TRIVIER, MARC, 2005. Esa belleza (ed. bilingüe). Bartleby Editores.
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Corporation and Penguin Books.
BERGSON, HENRI (1), 2006. Materia Y Memoria. Buenos Aires, Cactus, cap. 1.
BERGSON, HENRI (2), 2006. Ensayo Sobre Los Datos Inmediatos De La Conciencia.
Salamanca, sígueme, cap. 1.
GARCÍA YELO, MARÍA. “El Sublime Espacio De Alberto Giacometti”.
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PÉREZ GAMBOA, SOLEDAD, 2010-2011. Informe De Adscripción. Cátedra: estética
fahce- UNLP. Universidad Nacional de la Plata.
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Perpetua. Hermeneutic. Universidad Nacional De La Patagonia Austral. Río Gallegos
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SADE, MARQUÉS DE, 2004. Cuentos, Historietas y Fábulas. Citado por María García
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Anales de la historia del arte, numero 14. Madrid,.
VALDETTARO, SANDRA C, 1999-2000. Baudelaire Según Benjamin. Anuario del
Departamento De Ciencias De La Comunicación. Seminario de Epistemología De Las Cs.
Sociales y Problemática Cultural. La Trama De La Comunicación, Volumen V.
En Internet.
Matryoshka Doll, (vv.aa) http://www.madehow.com/Volume-6/MatryoshkaDoll.html#ixzz1fVRHZN00
Caro Sánchez Iturbe http://unavalerianaporfavor.blogspot.com
[1] Profesor titular de filosofía UNPA, Argentina, categoría de investigador 1, evaluador de Coneau,
Y Conicet.
[2] El colectivo una muñeca Rura está compuesto por Florencia del Gesso, Muriel Lamarque, Licia
Musacchio y Daniela Neila.
[3] La traducción del inglés al castellano del texto de John Berger es responsabilidad del autor de
este artículo.
[4] Las traducciones del texto de John Berger son responsabilidad exclusiva del autor de este
artículo.
[5] “La física es una ciencia experimental, parte de las ciencias naturales. Las matemáticas son la parte de la física en
la que los experimentos son más baratos" .
Barri
[email protected]
De “El Triunfo del Amor II”
Chus Canal
[email protected]
POEMAS A LOS INJURIOSOS Y LOS MENTIROSOS
Poemas a los mentirosos y los injuriosos
aquellos que con sus palabras de catetos
hunden la vida de las gentes de bienes
palabras que escribo desde el estupor
de las palabras dichas por deshonor
Quizás la envidia corroe vuestra alma
la mía esta tranquila y en paz
de jame de decir palabras oscuras
a ti que habla porque si
Que suplique nunca lo dije
y me dejasteis sola
pero hablasteis de una persona sola
Vergüenza os debería de dar
pues di y dar
es solo el principio
si plagio era mentira de las peores
pues de mi pluma salen poemas
que nunca entenderéis
y jamas emprenderéis
Espero dejar dicho
que a mi no se me hunde como al Titanic
que no os vi a mi lado cuando moría
que solo vi a dos hermanos
y una madre que sufría
espero que se os caiga encima la cara de vergüenza
esa sera mi venganza
POEMAS A LA RABIA Y LA IMPOTENCIA.Poemas a la rabia de las inútiles cosas de este mundo
poemas desde la impotencia del mundo
sensaciones caídas por el mundo
y olvidadas por el mundo
Donde os quedaisteis humanos
sino en los coches de segunda manos
en las casas de lujos
y las avenidas de lujos
A la rabia por la vida y sus duras palabras
van dirigidas mis sensaciones
como almas y no esperanzas
quiero decir que caeré
mas no sola
sola me quede
sola moriré
pero sola os diré
que la rabia de la vida me ataca con cobardía
Allá en mi juventud
que no había caído en la rabia de la senitud
deje la rabia de los días pasar
y caímos y volamos
dejarme dicho humanos
que os espera sino hermanos
Que dejáis en las miradas
de las sensaciones de las bajas miradas
arrojo y sinceridad
y mucha maldad
por vuestros semejantes
por vuestros estados olvidados
por la mujer que fui y ame la vida
y la rabia desmedida de unos pocos
que con sus daños
hicieron muchos daños
POEMAS A LA VIDA.A la vida la diría en el devenir de los días
que quizás una niña caiga cuando sea medidas
de lamentos de los años y sentimientos de los sentidos
poemas a la vida
aquella que en su vida cae como caen las amapolas
Poemas a la vida
vida de las vidas
caeremos todos juntos
y volaremos como unidos
Allá a lo lejos
en el firmamento de los horizontes
veremos cada día y cada momento de las medidas
sensaciones y olores
soy la vida
soy la muerte
soy mariposa herida
por mil lamentos herida
LO QUE DEBI DECIR QUIZAS.Lo que debi decir quizas es olvidame, rapaz
en vez de decir te amaba tal cual
y en el camino de la vida
encontre un alma mia
menos banal
mas tal cual
Aquel que con sus andares de borracho
y sus ojos verde oliva
le dije vuelvo un 7 de julio
lo que no dije fue de que año
y de que siglo
Lo que le oi decir en lamentos
me sujeto a la vida como lamentos
lo que debi decir es te amaba
entre tanto lamentos
y alla a lo lejos en los dias de los desencuentros
Amare y sufrire
y nunca retomare
ni aun en la mas absoluta verdad
aun en la mas absoluta sinceridad
lo que debi decir quizas
es vuelvo a casa
con los mios
sin los tuyos
lo que debi decir quizas
es amar y odiar sea quizas la vida de los demas
Luis Ferrarassi
[email protected]
Hoy, el General San Martín es riogalleguense
No se si lo han notado pero hay carteles azules en varias de las calles de la ciudad, ¿los han visto?
Leerlos es tan interesante como aquel juego que inventé para entretener a mi sobrino, que consistía
en encontrarle formas a las estatuas de la Plaza San Martín.
“A esta le falta la cabeza, tío”, me dijo y sin saber qué responderle, caí en lo que todos decimos:
“Fueron los nenes malos”.
A 51º37’23.94’’ Sur – 69º12’57.43’’ Oeste se encuentra una plaza. Plaza San Martín. Ex plaza
Mitre. Histórica plaza. Espacio verde al que no le gusta el otoño, aunque le queden bien las hojitas
doradas repartidas, sin un orden aparente, por toda su extensión. Plaza mítica que espera con ansias
una nevada que nunca llega. Una nevada… pero una nevada posta.
Plaza que estuvo encerrada en el pasado y aunque hoy es libre, pide estar encerrada de nuevo.
“Las cosas se han puesto difíciles… por no decir jodidas”, me dice.
En la plaza hay un cartel azul. Y en frente al actual Tribunal Superior de Justicia. Y en la Casa
España. Y en el Correo. Y en el Complejo Cultural del lado de Ramón y Cajal.
Pero más me gusta la Plaza. Me gusta cruzarla en diagonal. Detenerme frente al monumento de
San Martín y mirar las calles que la rodean. Cada vez que miro alrededor y me encuentro con esos
cuatro muchachos que me miran con curiosidad, preguntándose cuál será mi próximo movimiento,
se me viene a la cabeza esa duda. Muchachos, sí, ustedes, los cuatro. Maipú, San Martín, Don
Bosco y Errazuriz, les hago una pregunta: ¿por qué me miran así? ¿Será que soy uno de los pocos
que se dio cuenta del error que los atrapó para siempre? Sí, mis queridos amigos, nadie puede dar la
vuelta entera alrededor de la plaza en auto. Hay
alguno de ustedes que está mal parado. ¿Quién
será? ¿Serás vos, Errazuriz? Me pregunto
cuántos ciudadanos saben quién sos. Si alguno
sabrá que no eras argentino, sino chileno y que
Roca y vos fueron contemporáneos y ambos
bregaban por la hermandad de Chile y Argentina.
Plaza San Martín. Tu monumento. Monumento
al que un amiguito mío le descubrió una verdad:
el General San Martín no señala hacia la
Cordillera de los Andes, sino hacia nuestra
Catedral.
“No, señala a los Andes”.
“No, Luis, señala a la Catedral. Si de acá, los
Andes no se ven”.
A veces me gustaría ser uno de esos cuidadores
de la plaza, que la acarician con un lado de la
escoba y con el otro, escarban entre los ladrillos
para sacarle el barro amorosamente, como el
manicure a una dama. A veces me gustaría ser el
cóndor que, desde el centro de la plaza, observa
atento a la garita de los cuidadores como
diciendo: “Hagan su trabajo, che”.
Plaza San Martín, menos mal que no soy turista,
porque sino me hubiera tomado una foto con vos
y ya. Y con un “ya” no me alcanza. Quiero estar
cerca. Por eso me mudé al centro. Abro la
ventana, saco la cabeza como un perro en un
auto y alcanzo a ver tus árboles agitándose al
ritmo del viento. Te veo. Me calma eso. Me calma porque veo que todavía estás ahí, que nadie te
secuestró, que llorás a escondidas y que no querés que te vean hacerlo.
Cuando te visito me doy cuenta que extrañas a tus viejos amigos. Los amigos de tu edad ya no te
visitan porque tienen una orden de restricción. Viste cómo es esto: “Nuevos dueños, nueva política”.
Ahora estás rodeada de pibes que te pintan los bancos, te pisan las flores, te mutilan las estatuas y te
usan de escenario para molerse a piñas.
Me dicen que en las plazas de las ciudades importantes del país, al contrario de la nuestra, han
caminado grandes personalidades nacionales. ¡Y a mi qué! Nuestra plaza fue recorrida por La
Trifona, Quique, Maseta, el Barón Rotchilds, Panchito, Gamito y Aujier “el político”. Y son de acá,
cacho… ¡De acá!
Nunca lo vi al Barón Rotchilds hablando sobre cultura y dejando en secreto su procedencia en la
Plaza de Mayo. No lo vi nunca a Gamito, el andaluz, diciendo su característica frase “deja el caballo
correr” en la Plaza Moreno de La Plata, mientras, atiborrado de alcohol, filosofaba sobre la vida a
su manera. No lo oí al petizo Aujier (más conocido en los bares locales como “El político”) decir:
“pibito, traeme un cafecito” en un bar frontal a la Plaza 25 de Mayo, de Resistencia, Chaco. Y
menos aún a Quique, mendigar puchos, caminar tambaleante, haciendo gestos obscenos y
escupiendo a la gente frente al Monumento de la Bandera en Rosario. A eso le llamo exclusividad.
Me pregunto si alguna vez, al padre de la plaza, el señor Carlos Siewert, se le hubiera ocurrido verla
como está hoy: madura y hermosa. Plaza San Martín. Yo no lo sé, pero estoy casi seguro que el día
que murió su viejo y eterno amigo Walter Roil, un viento azotó las copas de sus árboles, llenando
sus veredas de hojas secas y la gente, indiferente, decía “otra vez viento”, cuando lo que caían no
eran hojas arrancadas por el viento, sino lágrimas arrancadas por la tristeza.
A veces, cuando la cruzo diagonalmente, me pego una escapadita hasta el puente de madera y miro
si ya habrán vuelto a poner las islas pequeñas con los faros, los castillos milenarios y los barcos en
la lagunita que se formaba allí, tal como estaban en las fotos viejas, pero veo que nada más hay
barro, papeles y hasta botellas vacías.
En fin, hay carteles azules por todas partes que me detengo a leer. Ahí está tu historia, querida
Gallegos, capítulos de tu historia.
¡Hey, General San Martín! Vos que cruzaste los Andes, no estás en la Catedral Metropolitana, estás
acá, en la plaza, en la ciudad de Río Gallegos, Provincia de Santa Cruz, República Argentina. Hoy
estás acá, sos riogalleguense. Después de todo, el barco que transportó tus restos desde Europa a
Argentina es el mismo que, cinco años después, trajo los materiales y la gente para comenzar a
cimentar nuestra comunidad aquel 19 de diciembre de 1885, el mismo que sale en la bandera de Río
Gallegos, el Transporte Villarino. Reclamo el cachito de derecho que tenemos sobre tu nombre. Hoy
sos nuestro. Mañana… mañana ya veremos. Uno nunca sabe. Despertamos y de a poco nos van
borrando los próceres para imponernos otros.
Carteles azules, capítulos de tu historia. Ya quiero leerlos, ya quiero cruzar la plaza en diagonal,
guardar esperanzas de que algún día jugaré con los barcos en la lagunita, divertirme con mi sobrino
a encontrarle la vuelta a las estatuas y asomarme por la ventana y chusmear si por fin nevó y si por
fin has vuelto a sonreír.
Juan Pablo Rochín Sánchez
[email protected]
Jesús Quintanilla Osorio
[email protected]
LA OVEJA EN EL PESEBRE.
OBRA DE TEATRO EN UN CUADRO CON DOS ESCENARIOS.
PERSONAJES.OVEJITA.
OVI.
OVITA.
BURRO.
VAQUITA.
CABALLO.
JOSE.
MARIA.
MIQUEAS.
JUAN.
MARCOS
Al encenderse la luz, ovejita comienza a hablar.
OVEJITA.- Pues aunque no lo crean, queridos nietos, yo estuve en el pesebre la noche en que nació
el Salvador.
OVI.- ¿De veras abuelito? ¿Quieres contarnos como fue?
OVITA.- Si abuelito, por favor…
OVEJITA.- Está bien, les contaré como fue todo… Sucedió hace muchos años.
Las ovejitas se ponen en semicírculo, y entran otros animales: Un burro, una vaquita y un caballo…
Del otro lado, se enciende la luz: Un pesebre con paja simulada.
José y maría entran al escenario hablando.
JOSE.- Amada esposa, esta noche tendremos que pasarla aquí…No tienen lugar para nosotros en el
mesón…
MARÍA.- No te preocupes querido, vamos a estar bien.
JOSE.- La verdad es que aunque le insistí al mesonero y le dije que tenía para pagarle, no quiso
darnos un lugar…
MARIA.- Sí, lo sé.
JOSE.- Sinceramente, hubiera preferido no venir al censo hasta aquí, sobre todo ahora que te falta
poco para el alumbramiento…
MARIA.- Tú sabes que teníamos que venir a empadronarnos, así que no te sientas culpable.
JOSE.- Es que no me parecen las mejores condiciones para que nazca el niño.
MARIA.- ¿Recuerdas que te conté que un ángel me dijo que el niño sería hijo del Altísimo?
JOSE.- Sí querida, recuerdo cuando yo pensaba dejarte en secreto para que no hablaran mal de ti, y
a mí también se me apareció un ángel para decirme que no temiera recibirte, porque el niño sería
príncipe de paz.
MARIA.- Así es mi amor, ahora sólo nos queda esperar.
JOSE.- Yo siento que esta noche el niño vendrá al mundo.
MARIA.- Yo ya lo siento muy cerca…¿Podremos recostarnos?
JOSE.- Descansa amada mía, yo velaré…
María y José se quedan en silencio, se apaga la luz, del otro lado, una luz enmarca a la ovejita que
vuelve a hablar.
OVEJITA.- Y así fue niños…Mis amigos, el burro, la vaca y
el caballo estaban conmigo esa vez. ¿verdad?
BURRO.- Sí, esa noche la madre de nuestro Salvador estaba
muy cansada.
VAQUITA.- Yo quería decirle algo pero no entendían mi
lenguaje.
CABALLO.- De todos modos, ellos se hubieran espantando
si te hubieran oído hablar, JAJAJAJAJAJA
VAQUITA.- Lo sé, pero me hubiera gustado ayudarla.
OVI.- ¡Qué emocionante debe haber sido?
OVITA.- Me hubiera gustado estar allí.
CABALLO.- Fue muy hermoso… Conocimos al niño Jesús.
OVEJITA.- Todos queríamos rendirle honor.
VAQUITA.- Mira el privilegio que me tocó ver ¡El niño Dios naciendo ante mis ojos!
En este interín, María y José están a obscuras, y al enfocarlos la luz de nuevo, ya tienen al bebé.
Se enciende la luz de su escenario.
MARIA.- Pues ya ha nacido nuestro pequeñito, querido esposo.
JOSE.- Bendito sea el Señor que nos ha enviado al Salvador del mundo.
Se oye un tumulto de gente hablando.
MARIA.- ¿Qué será eso, amado esposo?
JOSE.- Voy a ver de quién se trata (Se levanta para ir hacia la puerta. En eso entran tres pastores).
MIQUEAS.- Hemos venido a ver al Señor.
JOSE.- ¿Quién les dijo que estaba aquí?
JUAN.- Un ángel nos habló cuando estábamos en el campo y nos dijo que el salvador había nacido.
MARCOS.- Y nos dio una señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, recostado en un pesebre, por
eso hemos venido a adorarle.
JOSE.- Pues adelante, he aquí el niño. (Hace un ademán hacia María quien sostiene al bebé en
brazos).
MIQUEAS.- ¿Ves qué hermoso es, brilla como una luz en esta noche?
JUAN.- ¡Es el Señor! (Al decir esto, se arrodillan los tres. Se apaga la luz y, al encenderse en ese
mismo lado, el coro canta Noche de paz).
Se apaga la luz que enmarcaba a José y María, y se enciende de nuevo la otra que enmarca a los
animales.
OVI.- ¡Qué bella historia! ¿Puedo contarla a mis amigos?
OVITA.- ¿Y yo?
OVEJITA.- Claro que sí. Luego, el niño creció, y cuando ya fue todo un hombre, predicó el mensaje
de Dios.
OVITA.- ¿Y después?
BURRO.- Después fue arrestado por hombres malos, y lo llevaron ante el gobernador Poncio
Pilatos…
OVI.- ¿Y qué hizo de malo?
VAQUITA.- Nada, lo entregaron por envidia.
CABALLO.- Pues así lo decían las Escrituras, ¿O no?
OVEJITA.- Así es, allí mataron a Jesús, en una cruz, para salvar a los hombre de su pecado.
OVI.- ¡Qué triste fue eso!
CABALLO.- Ese no es el final de la historia.
OVITA.- ¿En serio?
VAQUITA.- Jesús resucitó de la tumba, volvió a vivir y se fue al cielo.
OVI Y OVITA.- (Al unísono) ¡Qué bueno!
OVEJITA.- Ahora niños, hay que descansar… Es hora de
dormir.
OVI.- Cuéntanos otras historias.
OVITA.- Sí, abuelito, por favor.
OVEJITA.- Hoy ya es muy noche, mañana les contaré.
Bue3nas noches amigos, buenas noches pequeños, Dios los
guarde.
(Se apaga la luz y termina la obra).
FIN.
Rosa Esquivel
[email protected]
FOTOS VIEJAS
Juventud perpetuada en el tiempo,
de aquellos que hace tanto partieron,
sonrisas eternas, incansables….
Y aquí estoy yo, viendo en sus ojos
la anunciada despedida.
La luz cálida me acompaña
y en el patio desierto,
a la sombra de la vieja parra,
cierro los ojos y viene el susurro
de voces queridas de otra patria.
En leve bruma reviven los malvones floridos,
las campanillas azules y el olor dulce de las uvas,
las tardes de verano con sus grillos
y el croar de sapos y ranas anunciando lluvia,
Eterno mar de recuerdos, suspiro de añoranza.
Invisibles y etéreos, besos en rayos de oro
me acarician entre risas.
Mientras cae la tarde,
y poco a poco van partiendo.
Abro los ojos y veo en la copa de los ceibos
pequeñas tórtolas rojas, que renuevan mis anhelos.
En la vieja sala en penumbras,
el marco de bronce guarda juventud,
miradas limpias y sueños,
tímidos gestos y un cachorro sentado
a los pies de sus dueños.
Notas Finales
Por C. Pablo Lorenzo
Poco queda por decir cuando se cierra una etapa, de nada sirve hacer evaluaciones de las
repercusiones, si las tuviere, de una publicación que empezó con un grupo de escritores, ilustradores
y curiosos que se fueron perdiendo en el tiempo. De algún modo, por poseer cierta capacidad de
constancia que tal vez sea una maldición, no he podido abandonar el proyecto y lo mantuve por tres
años.
Cuando se volvió una tarea de armado y selección individual debería haberlo dejado, pero
empezaron a llover colaboraciones de todos lados y se convirtió en un muestrario de escritores,
fotógrafos e ilustradores que fueron armando el contenido y dándole sentido a una revista que no
descollaba del mundo de la centena de ediciones de su tipo pero que tenía sus colaboradores que se
volvieron habituales con sus envíos de textos, algunos de los cuales ya publicaban en otros medios,
y siguen haciéndolo, por eso creo que no se pierde el lugar sino que los escritores volverán a
distribuirse en otras ediciones electrónicas, seguirán publicando en sus blogs, escribiendo en
soledad, por que a la hora de crear se está solo frente a la obra, el proceso de largarlo al mundo es
un simple decisión de compartirlo o no.
He tenido la suerte de publicar muy buen material literario y ensayos, de recibir colaboraciones de
ilustradores y fotógrafos de prestigio, no nombraré a ninguno pero si diré que han pasado más de
500 personas por las páginas de Papirando y que si bien no ha sido, por mi impericia, una
diagramación descollante, y ha dejado mucho que desear a nivel de corrección ortográfica, por lo
menos tenía escritores de nivel y un eje temático que sustentaba la publicación.
Cerrar la publicación es una decisión que tomé hace tiempo pero por respeto decidí esperar para
publicar esta última revista que tiene material, que en principio, no fue destinado para este número y
algunas colaboraciones de escritores despistados que no hicieron caso al mensaje enviado en el
último número que no se aceptaban más colaboraciones. Los motivos están justificados en el
cansancio de manejar todo de forma unipersonal lo que me lleva a un sobre exposición y falta de
tiempo para proyectos nuevos entre otras cosas, mentiría si diría que los inescrupolosos
mercantilistas y las críticas destructivas no contribuyeron a ese cansancio, porque si bien no espero
un reconocimiento tampoco quiero darles de comer a maledicentes mendaces que se divierten con la
disputa estéril, si bien son los menos, son los más ruidosos y creo que hay mucho trabajo por hacer
y aunque siempre destruir fue mucho más fácil que construir he apostado a construir y lo seguiré
haciendo desde otros proyectos literarios con la buena leche de costumbre. Esta es mi tercera
publicación, con “Mate Amargo” sacamos sólo dos números en papel y tiradas de 1000 ejemplares;
con “Los Primos Del Marqués” salieron 18 números y la tirada oscilaba entre 40 y 100 ejemplares
también en papel, por último “Papirando” batió mis propios records con más de 200 suscriptos,
aunque no se sabe qué cantidad lo leyó en estas 21 ediciones y sus 5 especiales, como dije, la
evaluación que la hagan otros, por mi parte persisto y reinsido.
Debo agradecer a las personas que se han ofrecido para continuar
con la revista para que no se pierda el espacio, a los cientos de
colaboradores que han permitido que sus creaciones formen parte
pero creo que la Revista Papirando ha llegado a su fin y no
hubiese sido posible sin escritores que la hicieran, suscriptores y
lectores que las leyeran. Estoy agradecido a todos por darme la
oportunidad de haber pasado aunque sea mínimamente por sus
vidas. Por supuesto me quedan gratos momentos de lectura y un
puñado de amigos a los que atesoraré en esta experiencia que fue
importante. Hasta siempre y nuevamente gracias a todos.
Revistas
Suplementos
Revista Literaria Papirando
La revista bimensual PAPIRANDO, se distribuyó gratuitamente por mail durante tres años teniendo más de 200
suscriptos. Trabajó con una selección de textos con un eje temático cambiante y la intención de diagramación novedosa,
y aceptó colaboraciones de todo el mundo.
Links de las revistas:
2009
Papirando 1 - Solo Web http://issuu.com/g.m.s.camui/docs/papirandon1
Papirando 2 - CIENCIA FICCIÓN - Solo Web www.openzine.com/papirando
Papirando 3 - FANTASIA - Formato ppt - pdf
http://www.4shared.com/file/103344457/ea1a24cd/Papirando3.html
http://www.4shared.com/file/104892929/38a0597e/Papirando_TRES.html
Papirando 4 - TERROR - pdf (Para Bajar)
http://www.4shared.com/file/113881234/7587432d/Papirando_4.html
Papirando 5 - POLICIAL - pdf (Para Bajar)
http://www.4shared.com/file/121956762/5053e9d1/Papirando_5_POLICIAL_.html
Papirando 6 - MONSTRUOS - pdf (Para Bajar)
http://www.4shared.com/file/134839255/613cf430/Papirando_6_-_Monstruos.html
Papirando 7 – CIUDAD – pdf (para Bajar)
http://www.4shared.com/file/160759322/7362f061/Papirando_7_-_Ciudad.html
2010
Papirando 8 – DE OTRO MUNDO – pdf (Para Bajar)
http://www.4shared.com/file/199766354/863bfe6a/_2__Papirando_8_-_De_Otro_Mund.html
Papirando 9 – INTERNACIONAL – pdf (para bajar)
http://www.4shared.com/file/241983077/cc13b5b/-_Papirando_9_-_Internacional.html
Papirando 10 – FUTBOL – pdf (para bajar)
http://www.4shared.com/document/79DcXOsi/Papirando_10_-_Ftbol.html
Especial Daniel De Culla
http://www.4shared.com/document/6pImqoYF/Papirando_-_Suplemento_Daniel_.html
Papirando 11 – Mujeres – pdf (para bajar)
http://www.4shared.com/document/WbrnC8oc/-_Papirando_11_-_Mujeres.html
Especial Marcos Polero
http://www.4shared.com/document/cIcsVHpx/Papirando_11_-_Especial_Marcos.html
Papirando 12 – De Película – pdf (para bajar)
Versión Internet:
http://www.4shared.com/document/Pit1L4Xd/P12_-_De_Pelcula__Versin_inter.html
Versión Full:
http://www.4shared.com/document/lz4bMxg0/_2__-_Papirando_12_-_De_Pelcul.html
Especial Francisco Enrique Muñoz
http://www.4shared.com/document/Me-f4jnz/-_Papirando_12_-_Suplemento_Fr.html
Papirando 13 – Anuario – pdf (para bajar)
http://www.4shared.com/document/LL1E9s1O/-_Papirando_13_ANUARIOpdf_2.html
Especial José Eduardo González
http://www.4shared.com/document/w0m3cmt6/-_Papirando_13_-_Suplemento_Jo.html
2011
Papirando 14 – Post Apocalipsis – pdf (para bajar)
http://www.4shared.com/document/qKFjC76V/-_Papirando_14_Postapocalipsis.html
Especial Jorge Castañeda
http://www.4shared.com/document/hMFQMltY/-_ED_-_Jorge_Castaeda.html
Papirando 15– Animal – pdf (para bajar)
http://www.4shared.com/document/kO3iIRCW/Papirando_15_-_Animal.html
Papirando 16 – Paranormal – pdf (Para bajar)
http://www.4shared.com/document/ZtyDT_DY/Papirando_16_PARANORMALpdf.html
Papirando 17 – Surrealismo – Sueños – pdf (Para bajar)
http://www.4shared.com/document/g2lbn9Xi/-_Papirando_17_-_Subrealismo_S.html
Papirando 18 – Locura - Alienación – pdf (Para bajar)
http://www.4shared.com/document/u7EtjDMg/Papirando_18_-_Locura_Alienaci.html
Papirando 19 – Historias de Amor – pdf (Para Bajar)
http://www.4shared.com/document/C-8T8Q-G/-_Papirando_19_-_Historias_de_.html
2012
Papirando 20 – ANUARIO 2 – pdf (para bajar)
http://www.4shared.com/office/5ev9Z2BC/Papirando_20_-_Anuario_2011.html
Post Sobre Papirando:
http://revistas.cultura.gov.ar/1814/revistas-culturales/papirando
Editorial: Biblioteca Popular Municipal "Sofía Vicic de Cepernic" - Calle
Costa Rica y Bella Vista S/ N, Codigo Postal 9400 - Río Gallegos Provincia de Santa Cruz - Argentina – Tel.: 02966 - 425003 Revista
Papirando 21 – FINAL 2012 / / Revista Literaria
Bimensual de distribución gratuita - Formato PDF / / Año IV - N° 21 Abril de 2012 / / Editor responsable: Carlos Pablo Lorenzo / /
[email protected] / / Río Gallegos – Santa Cruz - Argentina

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