Tesis de final de trayecto de un jubilado de 70 años

Transcripción

Tesis de final de trayecto de un jubilado de 70 años
Tesis de final de
trayecto de un
jubilado de 70 años
Joan Costa Oliveras
Heus aquí la historia vital d'un home, heus aquí la vida.
Es pot dir que el protagonista va néixer i créixer (1933-1945), amb el brogit
de les bombes del "Glorioso Alzamiento" i les de la Segona Gran Guerra, tot i
el que el soroll no eixordava pas en els ambients rurals. Les repercussions
socioeconómiques sí es van deixar sentir a la ruralia, en forma de caréncies
impensables avui.
L'historia verídica que ens relata no és pas semblant a la familia tremendista
de Pascual Duarte, és la lluita continua per sobresortir de la mediocritat rural.
La seva infantesa fou agradable com quasi totes, fruit de l'inconciéncia de
l'edat. L'adolescencia i les hormones el fan sensible llegint al gran Dante i
l'esperonen en busca de la seva veritat. Cel o infern mai purgatori.
Del relat de la "mili" obligatoria, se'n dedueix que el fet mes important
succei't en defensa de la patria, va ser refer-se deis ulls encisadors d'una
"carita de ángel", filia del comandant. Que se'n deu haver fet!
Després, estudi, treball, matrimoni, filis, edat adulta, treball, rectificacions,
disfrutar treballant. Compte! Aquest home disfrutava treballant! "Rara avis".
Treballava per ésser poderos? No! Treballava fins a l'extenuació pels seus.
Defensava el seu patrimoni deis usurpadors i deis funcionaris municipals. No
atacava els propers, només es protegía, resistía.
Amb una gran humilitat el protagonista sembla autocensurar-se deis fets i
demanar comprensió ais lectors i descendents, disculpant-se.
No cal que ens demani perdó, per Pesforc d'aconseguir una vida mes plena.
Els canvis sobre les teories caduques de Freud i deixebles, posades en
evidencia ais E.E.U.U. els anys 1980, no deixen escletxa al dubte. Les
persones bones o dolentes, no teñen cap patología, simplement son aixó i pels
seus fets es coneixen.
Tot i les cites constants al pare, mare i l'oració cristiana redemptora de pecats,
traspua en tota la seva forca un vital sentit de ser. És aquell interés per elevarse sobre la vulgaritat y prosperar físic i mentalment, com ja predicaven els
pares del pensament per boca deis Déus mitológics grecs.
No ho dubtis, ho has aconseguit! Per molts anys!
Heus aquí l'historia vital d'un home, heus aquí la vida.
F.Gesa
Juny de 2002
Prólogo
Todas las biografías de las personas de la calle ya bien son publicadas o
simplemente se quedan en el vacío. Todos ellos y mirando por el lado positivo
tienen un significado, aunque algunas veces se nos pasa desapercibidos tales
acontecimientos y experiencias que a lo largo de la vida se obtienen, aunque
malogradamente tales casos y cosas no lo tenemos en cuenta, puesto que, pasó
a una tercera persona. Para tener pleno juicio de la vida nos tiene que pasar a
nosotros personalmente y vivirlo, por eso, el de Mas Arriba nos a dado rienda
suelta a elegir el tipo de vida que nos proponemos escoger, aunque algunas
veces no se presente tal como quisiéramos, puesto que así es nuestro destino.
Por mi parte y en la que quiero hacer referencia en esta introducción, hay
varios puntos de vista de la que puede llevar a cierta tertulia por los
acontecimientos expresados a lo largo de una vida, del cual todas las personas
no opinan lo mismo, y lo respeto.
Haciendo un pequeño resumen del contenido de la pequeña biografía que
pretendo hacerles participes y después de reflexionar neutralmente, yo la
calificaría como sigue: Nuestros ideales muchas veces no son correspondidos
¡ Porqué! Según mi criterio, al nacer, ya nos han marcado lo que será nuestro
destino. Por mucho que uno se interponga no le saldrá bien, tal como podrán
calificarlo ustedes mismos a lo largo del contenido de mis memorias.
Otro punto de vista del contenido del mismo, referente al querer abrirse
camino a otros puntos más fecundos y sin dejar la armonía en la que le han
inculcado, requiere un sobreesfuerzo humano, físico y mental que sólo se
puede lograr cuando una persona tiene salud sobrada naturalmente y una
buena preparación física, y que esto es lo más importante, que estés
acorralado y no tengas otra salida, tal como lo podrá calificar el lector mismo.
Y por último sobre las contrariedades interpuestas por la propia familia tienen
un principio y un fin. Si el principio se enfoca mal las cosas, tendrán un mal
final, repercutirá toda la existencia de ambos, ya que una herida de tales
dimensiones en una persona más bien cerrada y poca predispuesta, perdura a
lo largo de toda una existencia.
Joan Costa Oliveras
Autobiografía
(Tesis de final de trayecto de un jubilado de 70 años)
Érase un hombre a una nariz pegado,
érase una nariz superlativa,
érase una alquitara medio viva,
érase un peje espada mal barbado;
era un reloj de sol mal encarado,
érase un elefante boca arriba,
érase una nariz sayón y escriba,
un Ovidio Nasón mal narigado.
Estas eran las sátiras de aquellos revoltosos hombres y astros de verdadera y
pura sangre que enorgullece nuestra Literatura Española, como pasto de sus
inmortales obras que tras los años se han hecho asequibles. Si en los tiempos
más remotos no se vivía despreocupados unos de otros, aunque fueran
hombres célebres, en nuestros días tampoco pueden pasar desapercibidos
costumbres y modales, puesto que todo ser humano juega un papel más o
menos importante en nuestro siglo XX, llamado también era cósmica.
Como todos sabemos, diariamente nacen miles de seres, puro germen de sus
futuras madres, que en virtud y benevolencia del Creador, ha ordenado que se
produjeran tales acontecimientos, que más tarde dichas partículas de carne
humana ruedan por el suelo y forman las altas sociedades con gentes buenas y
malas. Será como el manantial de agua potable que brota de unas rocas y se
desparrama por el suelo i queda impregnada por donde pisa. Aquel verdadero
torrente de virtudes, lo mismo facilita el crecimiento de aquellas drogas para
la putrefacción del hombre en el vicio, como plantas medicinales que
amortiguan la de aquella carne podrida que anda disfrazada por doquier, en un
mundo de confusiones y donde el verdadero mérito está en saber escoger,
puesto que este es nuestro destino.
En esta circunstancias y en la última hora de aquel 28 de febrero del año 33 de
nuestro siglo, una mujer da a luz a un varón, un primogénito de una familia
humilde pero de rasgos sociales inconfundibles. En aquella noche inolvidable
lucía el sol nocturno cuando terminaban de dar las 24 horas en un campanario
cercano. Podían verse por doquier los festejos que salían a raudales en las
fiestas propias de aquella noche de carnaval. De esta forma ocurrió lo
inesperado, un muñeco de carne totalmente despreciable de facciones muy
pequeñas y desfavorables, por no decirlo en grado superlativo, y muy llorón
por añadidura. Fue recogido por unas manos muy grandes, no pudiéndose ser
otro que su padre. Al mismo tiempo que lo miraba estupefacto, parecía como
si le dijera : serás orgullo de los míos con unos ideales firmes que te inculcaré
a través de los años. En un lugar poco confortable y de unas paredes algo
rústicas fueron escenario de la feliz nueva en una risueña masía llamada Can
Suquet, antiguamente Ribafort, de un pueblo del municipio de las Franquesas
llamado Corro d'Amunt (llamado por algunos, rincón vallesano).
Tres años antes de iniciarse la Guerra Civil que tantos trastornos llevaría en la
destrucción humana, nace un niño a los últimos años de aquella fatalidad de
tiempos, de aquella gente y de aquella España, hacía el año 39 de nuestro
siglo, al final de la catastrófica guerra de hambre y calamidades con ayuda de
los silbidos de los bombardeos despierta ya de aquellos años confusos entre la
adolescencia y dice que empieza a vivirlo todo aquello, el infante que cuenta
ya sus 6 añitos y recordará datos de toda inocencia pero de palpable realidad,
como es lógico en las mentes MENUDAS.
Además de un azote para la nación, lo es también para la patria chica. Al
pasar hambre y sufrir grandes pérdidas materiales y familiares, nos dejó
grandes huellas. Con el tiempo sólo queda como una chispita de recuerdos
allá lo infinito, pero sin embargo, es de lamentar una vida aunque no sea
perdida a consecuencia de aquellos estragos de los hombres. Aquel ser
querido no compartirá jamas en lo sucesivo el calor de un respetuoso hogar, y
así sucedió en el mío, dando lugar a la desolación y después el vacío de aquel
hombre, digno de respeto y veneración como jefe de familia nos dejó para
siempre, fue precisamente el que me apadrinó lleno de júbilo seis años antes,
imponiéndome Juan, como sucesor de sucesores, puesto que él tenía este
nombre. Esto ocurrió a finales de la guerra y su diagnóstico fue de "algo
malo en el organismo". Su vida fue ejemplar, luchó con todo ahínco, por lo
que era responsable de una familia numerosa con constantes contrariedades a
sus bienes, tuvo esperanzas que no se vieron jamás realizadas. Por supuesto,
sólo podré igualarle por su nombre, pero en nada de sus acertados y decididos
juicios, que con esmero fue realizando en todas las tareas que se le
presentaron, pero que sería totalmente imposible describirlos en un puñado de
folios, por ser sus antecesores gentes feudales que fueron descendiendo hasta
llegar al fracaso, en lo que llamamos reveses de la fortuna.
Antes de continuar con mi autobiografía, quisiera hacerles un pequeño relato
de lo que fue en otras generaciones remotas (mis descendientes). Según datos
que se encuentran en las escrituras de la casa pairal, les diré que el clan
familiar, proviene de antecedentes casi feudalistas, puesto que mi tatarabuelo
era inmensamente rico, ya que disponía de fincas en casi todos los pueblos de
la comarca, incluso calles enteras según me había explicado mi madrina
Dolores. Mencionaré un detalle curioso y típico de aquellos días, aunque no
puedo justificar su nombre por miedo a que no esté en lo cierto, pero si repito
que se trataba de mi tatarabuelo. Reunía anualmente, sus mascotas (mozos de
pie) junto con su burra y silla de montar del que en aquellos tiempos sólo lo
usaban los ricos, y por supuesto y montado a la burra su vehículo de carne, y
sus alforjas colgando, conducido como decía antes de sus mozos de pie, se
disponían a hacer camino para cobrar los (parcesos) de todas sus fincas. El
recorrido duraba varios días y hacían posada por las noches en los "Hostales"
donde también se hospedaban las diligencias junto con sus caballerías, ya que
dichos "Hostals" disponían de servicios a merced del andante y Sres.
viajantes. El objetivo del viaje era de rellenar las alforjas de onzas de oro tal
como se pagaba en aquellos tiempos. Al terminar todo el recorrido, se hacía
recuento de toda la fortuna adquirida, y a continuación se compraban más
fincas, y más y más, y así fue toda la vida de un hombre de mucha actividad y
aspiraciones.
El sucesor primogénito, mi bisabuelo del que tampoco conozco su nombre,
pero que casi aseguraría que se llamaba Pedro y el anterior, Juan, pues este
último fue todo al revés de su ante sucesor, no había heredado ni la capacidad
de su padre ni tampoco los mismos ideales. Por reveses de la fortuna, y quizá
mala administración de todas sus fincas, en los tiempos difíciles entre las
fincas de viñedo que mi bisabuelo tenía se perdieron por la famosísima
enfermedad de dicha planta, que llevaría tantos estragos y que provino del
extranjero, si no creo mal vino de nuestra nacionalidad vecina Francia. Tal
enfermedad se llamó "La Filosera" y exterminó por completo la vid de un
modo definitivo. Esto ocurrió mucho antes de terminar el siglo diecinueve y
sus brigadas de obreros, mozos, damas de compañía y servidumbre para su
cuidado personal y de los suyos, le arruinaron llegando en sus últimos años de
existencia , al fracaso y a la desolación, y así desapareció mi bisabuelo en la
miseria. Buena parte de ello, fue a consecuencia de una mala administración
de todo lo que fue la fortuna heredada de su padre. Esto lo he podido
confirmar porque en cierta ocasión tuve yo una conversación con un vecino
del pueblo, cuando yo contaba unos 15 años. Este señor tendría alrededor de
los 80 años, cuando un día yo estaba trabajando en los alrededores de mi casa,
al lado del camino vecinal que lleva al centro del pueblo, y este hombre a
menudo se desplazaba allí en el colmado para abastecerse de "queviures", y
de regreso a su casa que vivía en las afueras pueblo, y al encontrarme yo allí
atareado en lo mío, me aseguró que
aquel día no tenía prisas y quería
recordar el pasado, cuando me dijo: Chaval no trabajes tanto. Y continuó
diciendo: " yo en mi juventud había trabajado varios años en esta casa, y
algunas veces cobraba sin trabajar ". A mi me extrañó mucho lo que decía de
cobrar sin trabajar, y a continuación me explicó lo que pasó en esta familia
con respecto al trabajo. Además había otras cosas, muy largas de explicar y
que él no lo había vivido. La servidumbre cuando los dueños estaban
acostados, hombres y mujeres trabajadores de la casa hacían de las suyas, lo
que repercutió en los intereses de los dueños. Me abstengo de hablar más del
tema por no ser muy agradable lo que hacían los mozos y marujas a espaldas
de mis bisabuelos. " Pero yo, - seguía diciendo: si que me había encontrado en
una semana haber hecho sólo un jornal y cobrar toda la semana entera. Y yo
le dije: ¿Cómo es esto? Pues mira -me dijo- Tu bisabuela era una analfabeta
(no sabía contar) y los sábados al terminar la semana salía con un delantal
repleto de onzas de oro, que es tal como se pagaba antaño (pues en aquellos
tiempos no se conocía la peseta), y acercándose a sus trabajadores, que el
sábado no faltaba nadie, la dueña exclamaba - " Cada uno que coja lo que le
pertenece ". A mi me hacía conciencia de cobrarme toda la semana — decía
este exjornalero, cuando a veces sólo había hecho un jornal o dos, pero todos
lo hacían, y para guardar compañerismo con los otros jornaleros, yo debía
hacer igual que todos para no comprometer.
Con este relato del testimonio, me quedé tan cortado que ni siquiera recordé
darle las gracias por ser tan explícito en su conversación. Todo ello me quedó
clavado en mi mente, como si me afectara a mi personalmente, cuando, en
realidad esto ocurrió muchos años atrás, unas tres generaciones antes. Lo que
mencionó este señor coincidía con lo que mi abuela me había contado en
varias ocasiones de su madre, y ahora con sendos testimonios, todavía se
puede confirmar que los padres de mi madrina llevaban una mala
administración de todo lo que fue su fortuna, que les llovió del cielo, y quizá
esto fue su desgracia. No velaron por sus intereses, que no les habían costado
nada, y que les tocaron por herencia. Les fue muy fácil tirar de una vida
acaudalada.
En cambio mi abuelo Juan, el que me apadrinó como les he dicho antes, era
un hombre de rasgos sociales, y de mucha capacidad e incansable en el
trabajo, hizo lo que pudo para aguantar por lo menos el nombre de la casa
Pairal, y arreglar las cosas para subsistir con los suyos. Así luchó hasta que
nos dejó para siempre, muriendo dentro de nuestra Guerra Civil Española, en
el año 38 del siglo XX.
Le sucedió mi padre que se llamaba Francisco, al cual le tocó luchar muy de
firme durante la guerra y la postguerra, y hacer frente a los años sucesivos que
sólo llevaron hambre y miseria. Gracias a su capacidad y a su inagotable
fortaleza de espíritu y por añadidura su fuerza física en el trabajo lo superó
todo, hasta que nos dejó sin verse jamás colmados sus sueños de aventuras y
prosperidades, sorprendiéndole la muerte, como es ley de vida en los años 80
del siglo XX. Pero para seguir un orden vamos a seguir el relato desde el
principio.
Después de terminar nuestra Guerra Civil Española, también se inició la
Segunda Guerra Mundial, del que, llevó barbaridades y grandes atrocidades a
nuestra Europa. Aquellos ideales extremistas de aquellas mentes que estaban
encegados por el odio y el afán de mandato, acarrearon abusos de poder,
como lo fue el exterminio de la raza judía que llevó a violaciones y crearon
verdaderas máquinas de matar en los hornos crematorios. Mataban por simple
placer de matar y se enriquecían con los enseres personales de aquellas
inocentes víctimas, conducidas por aquellos hombres enfurecidos, como si se
tratara de bestias salvajes. Peor aún, puesto que, las fieras de la selva no se
matan entre sí, y menos de la misma especie, sólo matan para comer y así
poder subsistir, ya que así es el reino animal. Todo ello ocurría en nuestra
Europa Central en los años cuarenta de nuestro siglo XX. Me abstengo de
seguir en el tema por darme escalofríos al mencionar tales barbaridades, a las
que lleva una guerra de estas dimensiones.
Respecto a la Segunda Guerra Mundial, y a petición del Caudillo ganador de
la Guerra Civil Española y jefe supremo de la dictadura militar, propuso al
máximo gobernante alemán que podía disponer de aquella España derrotada y
arrasada sin hombres para luchar. Sólo quedaban viudas, viejos y
adolescentes, después de la Guerra Civil que duró tres años. Sólo hubo una
pequeña colaboración "con la División Azul" para luchar en Europa que
incluso se alistaban mujeres, y así se evitó otro derrumbamiento de sangre en
nuestra Patria.
Y después de matizar parte de lo que fueron aquellos años, voy a relatar lo
que acaeció en mi casa. Mis padres después de la guerra se quedaron sin un
duro, puesto que en aquel entonces el dinero se guardaba en casa, ya que no
se conocía lo de guardar el dinero en un Banco o Caja tal como se hace hoy
en día en nuestra vida moderna. El cambio de Régimen les fue mal con el
dinero que disponían. Mis padres pasaron ésta lamentable experiencia y
tuvieron que empezar de cero y enfrentarse a una posguerra de calamidades y
hambre. Todo esto repercutió en la mala alimentación de los adolescentes, y
este es mi caso cuando sólo contaba con siete añitos. Sólo podíamos llenar el
estómago de las cosas del campo, como era: nabos cocidos, hierbas como
ensalada y proteínas como eran las " farinetes de blat de moro". Más tarde
para combatir
el hambre y poderse
nutrir
de alimentos básicos,
proporcionaron el racionamiento que consistía una vez por semana de pan
negro, chocolate a veces con gusanos, aceite de semillas y azúcar moreno.
Todavía gracias de trabajar en el campo, ya que más tarde ya se obtuvieron
legumbres y cereales, cosa que el que vivía en la ciudad no podía tener.
Con todos los tropiezos, el niño protagonista de este relato, ya contaba con
siete añitos y medio. Es la época en que mis padres me mandaron con el cura
del pueblo para aprender el Catecismo, cosa que hoy se le llama Catequesis.
La razón de la doctrina cristiana era para prepararse a la larga para la Primera
Comunión que nos era la máxima ilusión y nos traía agradables recuerdos de
nuestra vida infantil. Todos los domingos por la tarde, junto con mi hermano,
asistíamos sin falta a la improvisada Iglesia, digo improvisada porque la
quemaron en tiempo de guerra y también las cuatro campanas que había en la
Iglesia Románica las echaron abajo para fundirlas y emplear el cobre en
material de guerra para matar gente. Los actos religiosos se hacían en una
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casa vecina a la Iglesia en espera de reconstruir algún día la que fue orgullo
de la comarca. Y así se improvisó un altar con las pocas imágenes sagradas
que quedaron, ya que quemaron todo lo que encontraron a su paso. Una
vecina de la misma, al estallar la guerra tuvo el coraje y atrevimiento de coger
las piezas más valiosas de la Iglesia y enterrarlas, y así se salvó algo. Que esta
persona, inteligente y atrevida, a la que me refiero, que Dios la compense y la
tenga en la Gloria por la buena acción desinteresada en que se atrevió a
realizar.
Al mismo tiempo de hacer Catecismo, también me mandaron al colegio por
primera vez, para enseñarme a hacer palos y ganchos y a iniciarme en las
primeras letras y también para conocer las primeras vocales y consonantes del
famoso camarada. Así fui aprendiendo, aunque no podía desenvolverme por
la mucha vergüenza que me embargaba, cosa lógica en la gente menuda de
aquella época.
En los ratos libres, de vuelta del colegio, principalmente en primavera y
verano, a mis ocho años, mi padre ya me esperaba para trabajar en las tareas
más sencillas del campo, como era regar, " cavar " maíz y demás. Con los
surcos del campo a menudo me caía de cabeza encima de las plantas cavando,
por tener las piernas muy cortas. A todo esto, hoy se le llama explotación
infantil, con todo ello no critico a mi padre por explotarme, sino todo lo
contrario, puesto que, el hacía los quehaceres fuertes con los caballos y
demás, no dando al abasto a las faenas de la finca, y además habían muchas
bocas para alimentar. De este modo también me fomentaba el ser un hombre
de provecho en el futuro. Todo ello podía ocurrir en otras familias, no quiero
decir que mi caso fuera una excepción y no quisiera hacerme el héroe o el
mártir, sino que eran las circunstancias de aquel entonces.
Mi infancia iba transcurriendo más bien tranquila, dentro de lo que cabe, me
refiero a mis obligaciones en los quehaceres domésticos que había que
compaginar con el catecismo y la escuela del pueblo cuando había maestro,
claro está. Hice mi Primera Comunión a los nueve años, fue la festividad y la
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ilusión más grande que he tenido en mi infancia, cosa que no he podido
olvidar jamás en mis 70 años, lo estoy viviendo todavía hoy como si fuera
ayer tal acontecimiento. Después de la Primera Comunión, mi padre me
mandó con el cura del pueblo para ejercer de monaguillo, con el fin de
espabilarme, aprendí como buen monaguillo todas las contestaciones en latín
que había que contestar durante la misa de aquel entonces. Ahora se hace con
la lengua habitual, incluso al empezar la misa el monaguillo tenía que decir el
" Yo Pecador " en latín, o sea el "Confitero Deo". Ejercí durante cuatro años.
Teníamos un cura maravilloso, más bueno que el pan. Al recoger las
"canadellas" al terminar la misa, siempre el cura dejaba algo de vino dulce en
el recipiente, del cual no echaba en el cáliz para consagrarlo, y así el
monaguillo podía saborear lo que era un excelente vino dulce moscatel. Esta
acción era de agradecer puesto que lo hacía para tenernos contentos.
A propósito de que hablamos del Sr. Cura, éste se llamaba Josep Codinach y
por lo que sé a sus 92 años aún vive. Yo tuve la suerte de servirle como
monaguillo durante sus 9 años de estancia que estuvo en mi pueblo, casi sería
una falta grave que no les hablara de él, del que tengo grandes y buenos
recuerdos que no se me olvidarán jamás, ya que me cogió en los años de mi
más esplendor para recordar, como es la infancia y la pubertad.
Lo que tengo que decirles de nuestro cura, y del que voy a matizar parte de
sus proezas, e incluso se podrían calificar como anécdotas y de que sirvan mis
breves palabras como homenaje a sus muchísimas y buenas obras que hizo,
no solo a nivel personal, sino en beneficio de nuestra aldea, puesto que es
como un ángel caído del cielo. Se presentó en el momento preciso que no
teníamos cura en el pueblo, recién terminada la Guerra Civil Española. Con la
iglesia quemada y parte de la rectoría destruida.
Se pidió voluntarios feligreses, para trabajar en las obras de reconstrucción de
ambos edificios, cosa que no faltaron y menos pidiéndolo nuestro cura, del
que el mismo trabajaba con el pico si era preciso, como si se tratara de un
peón más.
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Como se puede suponer, no había dinero en aquella época, ni ninguna clase
de ayuda oficial, nuestro cura se ideó, que después de la misa solemne de los
domingos, entre los feligreses se vendían números para el sorteo de alguna
máquina de coser, de algún jamón, o ternero, etc ... y de este modo se
recaudaba dinero y este se utilizaba para los materiales para la reconstrucción
del sagrado edificio románico, muy bien visto en otros tiempos.
También en la época de las siete semanas de Cuaresma que no había baile,
porque estaba prohibido eclesiásticamente en los pueblos, y que no fuera
motivo que la juventud no se marchara del mismo, se hacía teatro, con
comedias que algunas veces las escribía nuestro cura, para no tenerlas que
alquilar, también tocaba muy bien el piano, escribiendo él la solfa de
antemano, y así era fácil entonar canciones, enseñaba en escena y hacía de
apuntador. Las funciones teatrales eran todo un éxito, la sala del pueblo se
llenaba todos los domingos, que además nos visitaban gente de los pueblos
vecinos, además por Navidad también se hacían los "Pastorets".
Con la entrada del teatro de dos pesetas en aquel entonces, se hacían fondos
para los menesteres más primordiales de la parroquia, e incluso se guardaba
algo de dinero para toda la afición teatral, y se hacía una excursión al año en
autocar, la organizaba el estimado por todo el pueblo, el intachable e
incansable Mosén Codinach.
De este modo tenía todo el pueblo a sus pies, como si se tratara de un buen
pastor con su rebaño, lo que proponía el Sr. Cura se hacía de inmediato, con
toda la ilusión y rapidez en que se requería, por su buena estrategia en sus
decisiones y comportamiento desinteresado, a favor
de un pueblo
encomendado por el Señor, según dice la Biblia.
Me recuerda en una ocasión, el primer año de estar entre nosotros el Mosén,
en el mes de noviembre en aquellos tiempos, había la buena costumbre de
hacer el "Numanari d'Animes", tal como requiere en el mes de noviembre de
todos los años se dedicaba a la Purificación de las Almas de nuestros
Difuntos, tal como en el mes de mayo se dedicaba a la Virgen María.
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Esto consistía durante una semana de luna nueva, por tener luz nocturna, para
los fíeles más diseminados, facilitarles
el camino, y no hacer el
desplazamiento a oscuras, ya que se hacía andando, por carecer en aquellos
tiempos de vehículos mecánicos. El encuentro religioso en la iglesia solía
durar una hora y media, entre las nueve y las diez y media de la noche,
incluso la gente principalmente los hombres, venían a la iglesia sin cambiarse
de ropa, ya que dejaban de sus trabajos del campo, y del cual, no faltaba de
ninguna familia del pueblo.
El encuentro religioso consistía, en rezar el santo rosario y encomendarse a
los difuntos de la parroquia, y a continuación lo más esperado, el Gran
Sermón. Normalmente, lo hacían predicadores especializados o misioneros
del Sagrado Corazón de María de Barcelona, que cada día con sus prédicas
tocaban algún tema diferente sobre nuestra existencia o después de ella. Pero
como no había dinero para tal encargo, el Sr. Cura optó el primer año de estar
entre nosotros, de hacerse él personalmente el compromiso del "Numanari", y
así lo hizo. Recuerdo como si fuera hoy mismo sus intervenciones en sus
sermones, fue un éxito rotundo, nuestro mosén era un verdadero orador, con
una facilidad de palabra impresionante, sin desfavorecer a ningún misionero.
Yo diría que el impacto en sus sermones durante el "Numanari", dio más que
hablar, incluso nos visitaban gente de los pueblos vecinos para escuchar la
palabra de Dios, este era el tema de las predicaciones. Incluso les diré, que el
día que toco hablar del Hijo Pródigo, principalmente las mujeres, ¡Yo las vi
llorar!, sus palabras tan bien expresadas y con su habilidad, tocaba de lleno el
corazón más sensible. Parecía que por unos momentos estuviéramos
desconectados del mundo que nos rodea.
Otro caso les diré: en dos o tres ocasiones, que no había maestro en el pueblo,
el mosén se ofreció y propuso al alcalde local de cubrir temporalmente la
plaza de maestro, y hacer el mismo la clase en el mismo colegio habitual
durante el lapso de tiempo que fuera necesario.
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El colegio con nuestro nuevo maestro, el desinteresado mosén, iba muy bien,
aunque, no había el mismo respeto que con nuestro anterior maestro, puesto
que, nuestro cura era muy dulce y cariñoso, del cual los alumnos abusábamos
un poco.
Para hacerse respetar y guardar silencio en clase, se ideó de poner en práctica
una de sus habilidades, consistía en hacernos religión. Una vez por semana,
nos explicaba el Nuevo y Antiguo Testamento, que normalmente solía durar
una hora, durante este tiempo no se oía ni una mosca en clase, a pesar de que
éramos más de cuarenta alumnos. Al terminar la Historia Sagrada por aquel
día, los alumnos exclamamos que había sido corta la explicación, ya que
estábamos tan compenetrados que nos parecía que había transcurrido sólo
algunos minutos, no obstante, el cura nos decía: - Hasta la próxima semana
que os hablaré del siguiente tema, si os comportáis bien en clase, del contrario
pasaré de largo la religión.
Con esta historia tenía a todo la clase a ralla, y gracias a él, por mi parte
conozco algo de religión., más referente al Antiguo Testamento.
Tuve que dejar de ser monaguillo por ser ya mayor. Contaba con 13 años y
mis padres me mandaron al colegio del municipio, por falta de maestro en
nuestra aldea y así estuve en el nuevo colegio, dos años. A los 14 años ya
dejaba los estudios para incorporarme de lleno en las faenas del campo y a las
órdenes de mi padre. En los trabajos de la agricultura hay muchas horas para
reflexionar, y más tal como se trabajaba antaño, todo manual, con azadas,
picos, guadañas y labrar con los caballos, a diferencia de que ahora se hace
todo con máquinas y tractores. Las reflexiones mías eran de que había
estudiado poco para defenderme bien en la vida y no tener que estar a merced
de otras personas en el futuro.
Con esta decisión quise cursar el comercio a disgusto de mi padre, alegando
que siendo agricultor no eran tan necesarios los estudios, más bien a nivel de
comercio. Para calmarle un poco, yo le manifesté que las otras faenas no se
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quedarían atrás si es que lo decía por esto, sólo me quedaba libre para los
estudio algún día de lluvia de invierno, sábados y domingos y por las noches
que solía quedarme hasta que me entraba el sueño a las dos de la madrugada.
Después de semejante proeza, a los 2 años terminaba el comercio. Me
corregía los ejercicios dos veces por semana mi maestro habitual del
municipio que también había estado en mis estudios primarios. Yo me
desplazaba con bicicleta hasta su casa ya que no había otros medios en aquel
entonces.
Me incorporaba de nuevo al trabajo del campo aunque no lo había dejado
pero esta vez con la convicción y la satisfacción de que tenía toda una vida
por delante con mis matemáticas y mi habilidad en la correspondencia. Este
último aprendizaje ya lo aproveché desde un principio escribiendo cartas de
amor a las musarañas, del cual podía tener algo de roce de vez en cuando y no
era capaz de hacerlo personalmente por invadirme la timidez con las chicas,
aunque a mis 16 años y al haber dejado la pubertad atrás ya era todo un
hombre con ambiciones de mujeriego, pero me faltaban medios para ello y
atrevimiento. Sólo en los ratos de soledad me inspiraba como hacía Dante con
su biografía y su amor perdurable a Beatriz. Como autor de novelas
románticas estaba siempre a mi alcance; Siempre he sido muy aficionado a la
lectura. Las tardes de verano que normalmente me tocaba regar el maíz o la
alfalfa, siempre llevaba encima alguna novela u otra. En mi infancia tebeos,
después el coyote, más adelante las famosísimas novelas del oeste de Zane
Grey, y por último la lectura clásica de novelas como fue Carlos Dickens,
Julio Verne, Alejandro Dumas, Góngora, Quevedo y el que más Baltasar
Gracián, etc. También la obra de "La teoría del psicoanálisis de Freud". Leía
con predilección los premios novel y obras de psicología sobre el "estudio
del alma". Todo iba correlativo en relación a la edad. Mi ilusión era de algún
día estar bien rodeado de libros de toda índole, donde no faltara tampoco un
buen diccionario ilustrado universal bien expuesto en una pequeña biblioteca
personal. En aquella época no había otra fiesta en el pueblo a excepción del
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baile por la noche, de la misa solemne que se celebraba todos los domingos y
fiestas de precepto, y era una falta grave no asistir a ella , puesto que, en la
misa del mediodía no faltaba de ninguna familia del pueblo, principalmente la
juventud del pueblo llenaba toda la iglesia. A pesar de la rutina de asistir a
misa sin falta, se aprovechaba después para hacer tertulia entre las chicas y
jóvenes. Entre los hombres casi siempre se salía hablando de los quehaceres
de la agricultura.
Yo, algunas veces me separaba del coro, junto con otro joven del pueblo
llamado F.Gesa y muy versado en cultura general, con el cual
yo me
encontraba muy a gusto conversando y hablando de todo tipo de temas. Tenía
una visión muy clara de las cosas, y así se nos pasaba incluso las horas sin
darnos cuenta, los dos frente a la iglesia, donde nos despedíamos hasta el
próximo domingo, y así se pasaba una semana más. Debo manifestar que
estoy muy agradecido por el compañero que les he mencionado, aparte de
haber pasado ratos agradables y distraídos en la juventud, y del que hago
mención en varias ocasiones en esta biografía por su habilidad en la
conversación principalmente en las secciones de baile con las chicas y por
escribirme durante su servicio militar. Lo que más hay que agradecerle, la
pequeña crítica que ha brindado a mis memorias. En él, es cosa muy habitual
el leerse cualquier obra y hacerse con el resumen de ella, tal como se puede
encontrar en el principio de este relato.
A los 18 años seguía siendo tímido. A los 18 abriles es la edad de las locuras.
Me gustaba la bici, quería competir, meterme en sociedad en el baile. Cursé
estudios de baile por correspondencia con el profesor Castillo de Madrid,
aunque, con poco éxito ya que no tenía bailadora para entrenarme con los
esquemas que facilitaba en su curso de baile, y tampoco tenía tiempo para
ello. Cursé también estudios de cultura física de Charles Atlas de Estados
Unidos de América, pues quería llegar a ser un superhombre ya que este gran
profesor me lo garantizaba por escrito si seguía fielmente su secreto de
"Tensión Dinámica". Al terminar el curso, podía elegir por estar bien
preparado en lucha libre, GubiXunsi o Greco Romana, yo ya me veía encima
un ring, empecé muy bien, en la primera lección, me notaba muy ágil y muy
forzudo pues no me faltaba fuerza de voluntad para los ejercicios delante de
un espejo grande. La segunda lección, no trataba de ejercicios sino
simplemente y exclusivamente la dieta a seguir, que era a base de una dosis
de Nitrógenos y Proteínas naturales, ya que los ejercicios lo requerían, tal
como se hace hoy en día el que quiere hacer pesas para proporcionarse un
cuerpo perfecto.
Esta segunda lección me la dejé atrás por no disponer de medios para esta
sobrealimentación. La dieta era esencial en el curso. Empecé la tercera
lección aunque duró poco pues enfermé de agotamiento y por esta causa tuve
que dejar el curso.
También cursé estudios por correspondencia de Psicomagnética con el
Director Mano de Lucsi de Madrid, para vencer más que nada la timidez y
fomentar la personalidad. Me fue muy bien, me notaba más hombre y con
más dominio personal y más seguro de mí mismo.
A los 19 años ya cumplidos, tenía unas inquietudes tremendas respecto a
chicas de fuera, más que las del pueblo, pues éstas últimas carecían en aquella
época de encanto y además mis anhelos eran las chicas de casas comerciales
o de distintos negocios, pues no le veía porvenir al campo. Por este motivo
me limitaba a las chicas de fuera y que algunas veces visitaban el pueblo. Mis
anhelos se centraban más y más al respecto y hacia lo que podía sin éxito.
Después a escondidas les escribía cartas de amor que algunas veces eran
correspondidas.
En la soledad de mi casa, y quitándome horas de dormir, me inspiraba más o
menos así: Después de haber transcurrido algunos días, y al pensar que voy a
escribirte parte de mis ideales en una cuartilla de papel, todavía me da la
impresión que estoy viviendo en una mañana de octubre, algo triste por
relucir a intervalos el sol y soplaba una brisa algo molesta, muy propio de un
tiempo otoñal. Me encontraba allí, en Corro d'Amunt, precisamente en una
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pequeña aldea o mejor dicho, yo le diría de un pintoresco y ubérrimo rincón
vallesano que sin duda lo es , y con esto y después de atender parte del culto
de aquella tradicional fiesta que se celebraba allí. En el fondo mis oídos
captaron una música de jazz que parecía salir del fondo de un local, y en
efecto así fue, salía a raudales conmoviendo los gentiles corazones de alguna
musaraña que iba penetrando rápidamente allí, yo también seguí la corriente
para gozar del espectáculo. Se trataba de una anticuada, pero típica, sala de
baile, que me hacía recordar haberme divertido allí en otros tiempos, pero
hacía más de un año que no la había pisado. Me hizo mucha gracia al ver las
chicas bailando entre ellas, esperando que algún decidido varón las invitara a
bailar. A mi me daba algo de vergüenza y me encontraba extraño allí, pero no
podía soportar aquello y pretendí bailar con una de ellas pero ya lo tenía
comprometido. Sin perder la calma pregunté a otra y me manifestó igual que
la anterior y con un gesto de ofendida, supongo que por no pretenderla a ella
antes que a la otra. Esto lo supuse yo pero no lo hice intencionadamente. Me
supo mal de no haberme fijado antes, con esto me llamó la atención porque
además de ser lista era muy bonita, algo niña por cierto, pero se trataba de
toda una mujercita, con sus cabellos rubios y mirada penetrante, su silueta
muy femenina, aunque algo desproporcionada debido a sus pocos años.
Con este tropiezo ya no me encontraba muy a gusto en el baile. No podía
remediarlo. Esta fue la causa que aquella noche me acostara temprano con la
convicción de que no podría conciliar el sueño aquella noche. Mi mente era
un espantoso remolino de pensamientos irrealizables que destrozaban por
completo mi habitual y dulce calma a que estaba acostumbrado. Acto seguido
estaba yo metido entre las sábanas pensando con aquellos ojos de color de
miel y cabellos como hebras de oro, unas horas antes no lo hubiera creído
posible de no haber tropezado con aquella pequeña musa, pero ahora sabía
que sí.
Este fue mi estado psíquico que me produjo aquel encuentro, aunque lamenté
aquella anomalía pero me encontraba inspirado como en los tiempos del
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Romanticismo de Romeo y Julieta, los amantes de Teruel, Dante con su musa
Beatriz, también en nuestro siglo XX se suspiran de verdad ante una mujer
hermosa.
Gracias por la atención dispensada y en espera me perdonaras por lo que
puede originarte la presente misiva, entretanto, te suplico guardes tu belleza
en la sombra, y así te lo ruega un extraño pero de buen corazón (anónimo)
aunque no quede del todo en el vacío.
Con todos los amores más bien ocultos y no compensados con las chicas que
yo admiraba por el físico, por el intelectual y su posición social, me iba
ensayando aunque sin ningún tipo de éxito. Todo esto, lo iba compaginando
con muchas faenas fuera de las habituales que se hacían también en una finca
rústica como es pozero, paleta, trabajar en el bosque, etc.. , con todo esto
frenaba un poco mis inquietudes y nervios en hacer cosas, quizá para el día
de mañana, y al mismo tiempo cortar con la monotonía de sólo saber hacer las
faenas del campo. Mis anhelos siempre topaban en lo mismo, mi hermano
cursó carrera de ciencias, yo por el contrario era el primogénito de los hijos y
no me permitían estudiar, ya que estaba predestinado y mi obligación era de
quedarme en casa para cuidar de la finca y a la larga a mis padres. Había
cierto recelo con mi hermano, ya que el tendría una faena fácil y respetable y
de buen ver de cara al mundo femenino y social.
Con todas estas contrariedades me quintaron para la mili a los 21 años y a los
22 ingresé a filas. Muy asustado i algo conformado al saber según la Caja de
Reclutas N° 38, me tocaba hacer el Servicio Militar al Arma de Artillería
Antiaérea en Barcelona, y así en los ratos libres podía cortejar si me dejasen
chicas de ciudad. Quería localizar una maestra de mi pueblo, a la que la
había cortejado en parte y era mi pareja de bailar sardanas en el pueblo, muy
joven y guapa. Éramos muy amigos desde hacia mucho tiempo, se llamaba
Pilarín. Se marchó del pueblo de incógnito sin dejar rastro por asuntos
imprevistos, y sin despedirnos y en las largas charlas nunca se nos ocurrió
dejarnos un teléfono, puesto que en aquellos tiempos no lo había y menos en
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el pueblo, para las urgencias había que desplazarse a la Central Telefónica de
la ciudad y pedir conferencia con demora algunas veces de más de una hora.
Parece imposible, pero estamos hablando de hace ya cerca de 50 años,.
Durante la mili busqué por toda Barcelona por si encontraba a la escultural
Pilarín y fue del todo imposible dar con ella en la gran capital: era como
buscar una aguja en un pajar.
El día 20 de marzo de 1955, me presente en la Caja de Reclutas de Barcelona
tal como estaba previsto, allí nos reunimos 800 hombres reclutas y
acojonados, claro está, nos pasaron lista a todos y a continuación nos hicieron
formar dentro de lo que cabe, nos pusieron en filas de tres y todo el mundo
con sus enseres a cuestas dentro de una maleta en dirección al cuartel. Fue
muy largo el camino desde el antiguo Borne, al pie del parque de la
Ciudadela, andando como un verdadero rebaño de corderos por el Paseo de
Colón, todo lo largo del Paralelo, Plaza España y casi al final de la calle
Tarragona. Entramos en el cuartel, donde sería nuestra casa durante año y
medio, por el cuerpo de guardia y salimos a una plaza muy grande y muy
bien compuesta. Mirando hacia arriba había una capilla con una gran cruz al
frente, y unas letras grandes que se podía leer "In ogni signo vincen".
Alrededor del patio había un pasillo muy ancho con unas arcadas que a través
de unas escaleras interiores daban a las distintas baterías.
Cada batería
contaba con 100 camas. En el patio en cuestión se celebraba misa todos los
domingos con los soldados que estaban libres de servicio.
Había que
prepararse con el traje de paseo, guantes blancos y el mosquetón. A la hora de
la Consagración se rendían armas, la misa la oficiaba el Capitán Capellán del
Regimiento. Como decía antes, una vez todos en el patio de llegada nos
mandaron dejar las maletas allí amontonadas para formar las respectivas
baterías de los 800 reclutas, se formaron 8 baterías de 100 hombres cada una.
Al amontonar las maletas tal como nos mandaron los oficiales, yo me vi
perdido por la sencilla razón que mi maleta destacaba de las demás, pues unos
días antes de incorporarme mi madre me compró una maleta nueva y de
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buena presencia. Lo hizo con todas las buenas intenciones para con su hijo, y
sin embargo las demás maletas eran viejas y de madera. Se ve que los otros
reclutas sabían lo que hacían. Como consecuencia me quitaron la maleta. En
el momento de recogerla, ya no estaba, yo reclamé, y me dijeron que allí no se
quitaba nada, en total, la primera novatada a los pocos minutos de llegar. A
pesar de todo, mi cabeza me daba vueltas para poder descifrar lo que estaba
escrito en latín arriba de la cruz. Unas horas más tarde ya tenía la respuesta, y
quería decir en Español "Con este signo vencerás".
A continuación nos metieron en el comedor, yo casi no comí nada, todo olía a
rancho. Me faltaba la comida que me había puesto mi madre en la maleta.
Después de estos siete primeros días en la mili, me tocó rebaje de sábado a
lunes a casa. Cuando llegué mi madre ya me estaba esperando impaciente tal
como padecen las madres por los hijos. Como le habrá ido ? - cuando me vio
se quedo estupefacta, pues no me reconocía, incluso los perros me ladraban,
cuando mi madre reaccionó me dijo: Que te ha pasado hijo mío ! Pues casi no
te conozco ! En siete días había perdido 7 kilos, cosa que al incorporarme ya
estaba delgado, y al llegar con 7 kilos de menos y con el pelo cortado al cero,
parecía un palo vestido. Mejor dicho era un espantapájaros como los que
poníamos en el campo para asustar a los pájaros. A los pocos días de mili Me
quitaron la poca personalidad que tenía. Pero hacia falta animarse para
recuperarse. Fue una pesadilla al tener que marcharme de nuevo al cuartel
después de aquellas pocas horas con los míos. Lo que me compensaba era que
mi madre me llenó el macuto que traje de la mili de comida, incluso para
pasar una semana. No hubo problema a que me lo quitaran, puesto que, cada
soldado en su batería tenía su taquilla cerrada con llave y así también me
acostumbre, poco a poco, a la comida de allí.
Pasamos algunas semanas en el cuartel hasta que nos mandaron al
campamento de Gava para aprender la instrucción y el tiro aéreo con las
baterías. Salimos del cuartel 800 reclutas andando hasta Gava, ya que en el
cuartel no había suficientes camiones para trasladarnos a todos, y los jefes
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optaron para ir andando, total 18 km. Llegamos hechos polvo, y al llegar en
vez de descansar, tuvimos que montar las tiendas de 18 soldados cada una.
Los días trascurrían muy deprisa, aunque era muy dura la instrucción, la
teórica y los servicios de guardia. Poco paseo por el pueblo de Gava, pero si
lo suficiente para que quedaran colapsadas las casas de prostitución. Yo jamás
pude entrar en ellas, ni siquiera por curiosidad, ya que había cientos de
soldados haciendo cola para tales servicios. Todo esto repercutió en el
reconocimiento médico del campamento con diagnósticos de enfermedades
venéreas. A todos los que tenían algún pequeño síntoma de enfermedades de
mujeres les mandaban al Hospital Militar, donde estaban los mejores médicos
y buena comida, como si fuera en casa.
Me propuse apuntarme a reconocimiento, pues me dolían las piernas, quizá
por el exceso de ejercicio e instrucción y la mala alimentación.
Durante varias semanas tuve una recaída de la que había tenido anteriormente
a los 18 años, cuando me caí de la bici. Me quedé en estado grave durante tres
semanas que hice cama en las que estuve varias horas inconsciente, y mi
recuerdo de ello es que estuve en el túnel de la muerte, vi de algo parecido a
los sueños de Dante en la Divina Comedia, pero mi aparición fue real, el
inconsciente me hablaba de que no podía tirar más adelante. Se ve que no era
éste mi final, me inyectaron más de 50.000 unidades de penicilina en tres
meses. A pesar de todo me quedó una infección en las tibias de las piernas.
Me acuerdo en una de las ocasiones, que me hacían radiografías
principalmente en las piernas, que era lo más dolido de la caída. El resultado
que escribió el Dr. de hacerme las radiografías, en el papel que tenía que
presentar al médico de cabecera, decía así: "Las tibias y los peronés poseen de
una condensación de la cordical de probable origen luético". Dicho resultado
me lo guardé con la idea que cuando me fuera a la mili si me repetían tales
dolencias a lo mejor me libraba del Servicio Militar, aunque no sabía que
quería decir el contenido del resultado de aquella radiografía.
Cuando entré en el reconocimiento, el Capitán Médico que me visitó, me
mandó ponerme sentado encima de una mesa con las piernas colgando,
preguntándome al mismo tiempo si me dolían las piernas, le dije la verdad,
pues si, al mismo tiempo que me sacaba del bolsillo el resultado de la
radiografía de antaño, y al mirarla me mandó bajar de la mesa de inmediato,
y se puso a escribir sin asegurarse antes del posible erróneo diagnóstico que
escribía en aquel papel. Pero precisaba hacer las visitas rápidas por haber
mucha cola de reclutas esperando para visitarse. Como había tantos casos de
enfermedades de este tipo, también me diagnosticó lo mismo escribiendo en
el papel "Lúes". Acto seguido, me llamó el sargento de mi batería para que
preparase mis cosas para ingresar en el Hospital Militar. De echo fue así,
fuimos dos soldados de mi batería, aunque el otro tenía "cólicos". Al llegar al
Hospital pasamos primero por la portería para inscribir el ingreso, ya que era
la obligación, y allí tomaban nota de todo, y según el diagnóstico que tenías,
te indicaban el pabellón que te correspondía. El compañero entregó primero
su papel de ingreso al Sanitario que estaba allí de servicio, y tomó sus notas y
le dijo el número de pabellón al que debía presentarse, a continuación le
entregué el mío, se lo miró y me miró a mí también. Se quedó estupefacto, y
con una mirada así un poco burlona me dijo : "anda recluta como que te lo
pasaste bien, ahora también te lo pasarás de lo más bien". Yo no pude
aguantar más tales impertinencias y le pregunté a que venia todo aquello.
"Pues mira recluta - me dijo - saliendo de aquí te diriges al pabellón número
3, segunda planta, y te tocará en la sala de los toreros, si no sabes que quiere
decir esto ya te lo explicarán". Y esto porqué? - le pregunté, sin salirme casi
las palabras de la boca de lo asustado que estaba. - si yo nunca he estado con
una mujer y menos pública si es que te refieres a esto. Él me contestó
diciéndome que todos dicen igual al entrar aquí, y sin embargo, están más
podridos que una anchoa.
Me despedí del compañero que me llevo al hospital, y él se fue al pabellón
que le indicaron, y yo por supuesto, hice lo mismo, me fue fácil encontrar el
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pabellón número 3, me asomé dentro de la planta baja y efectivamente, había
una escalera con acceso a la segunda planta. Al pisar el primer peldaño, ya no
sabía qué hacer, si seguir adelante o hacerme para atrás, pues las piernas me
temblaban, y el corazón me latía más de la cuenta. Parecía como si tuviera un
motor dentro de mi cuerpo, incluso estuve unos instantes recapacitando,
pensando lo que hacía. Me revestí de valor y tiré escalera para arriba. Cuando
llegué a la segunda planta, había un pasillo muy largo y no se veía a nadie.
Coincidiendo que era la hora más bien de haber comido, pretendí llamar,
pero no podía de asustado que estaba, y al instante y al final del pasillo, vi a
una monja acercándose hacia mi, me preguntó que quería y yo sin decir
palabra le alargué el papel de ingreso. Aunque la mano me temblaba, no podía
evitarlo al pensar en la conversación mantenida con el sanitario de la entrada
del hospital con todo lo que me acusaba, y en aquel preciso momento, estaba
frente a frente con una religiosa. Al mirar el papel, también me miró a mí
aunque puse mala cara y me dijo - Sígame. Y al entrar en la habitación me
preguntó - Fuma usted?. Y yo le dije que si, y ella exclamó: "Como todos los
viciosos de esta sala" y me trajo un cenicero y se fue. En la misma habitación
vi a tres soldados vestidos con su respectivos pijamas, pero no había que
preguntar, efectivamente, aquella era como me dijo el sanitario la sala de los
toreros. Por la pinta que hacían, el pelo de la cabeza a rape, rostros
blancuchos, aunque después de todo eran unos buenos compañeros. Era toda
una tradición que a los nuevos toreros que ingresaban, la primera noche los
sanitarios de allí hacían de las suyas para reírse del nuevo ingresado y
aprovecharse del recién llegado. Consistía en que por la tarde y la noche no
había visitas de los médicos militares de los pabellones, y sus ayudantes, los
sanitarios se aprovechaban de ellos, riéndose a sus espaldas con sus proezas,
que consistía ponerse en las solapas dos estrellas plateadas de cinco puntas,
simulando médico teniente, trabajados con antelación recortando un trozo de
cartón y revestido con papel de aluminio. Tales galones pretendían simular a
los de un verdadero oficial médico y así tenían la supuesta autorización para
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replantearse a atacar a su víctima. Le mandaban desnudarse del todo, como
vino al mundo y a continuación le mandaban llenarte todo el cuerpo, incluso
la cabeza, de una cosa que era como mocos y que según ellos era para
desinfectar. Acto seguido, un lavado de agua fría, y después le tumbaban
encima de una camilla boca arriba, al mismo tiempo, te metían mano en tus
genitales y con el pene en la mano te mandaban capullar y descapullar. Si
gritaba por el dolor, le preguntaban si era rubia o morena, y el paciente que de
verdad ingresaba con alguna enfermedad venérea, ya fueran purgaciones o
sífilis, lo pasaba muy mal, casi como una tortura. Conmigo también lo
probaron pero no les salió bien, puesto que no tenía de ninguna enfermedad
de mujeres. Así pues, no se pudieron divertir conmigo.
El día siguiente por la mañana, me visitaron los médicos de allí, me pareció
muy bien la visita, aunque yo me encontraba muy débil, algo no habitual en
mí. Con esto me decidí llamar a mi padre, para explicarle mi situación, que se
desplazó de inmediato a Barcelona, al hospital militar en el que su hijo estaba
ingresado. Aunque nada grave, pero si teníamos que hablar del tema. Al día
siguiente del aviso, ya vino a verme mi padre tal como yo le manifesté, por la
tarde a la hora de paseo por los jardines del hospital, mi plan era el siguiente,
si no me recupero rápido es cuestión de hacer algo, con alguna influencia a
través del teniente coronel médico jefe del hospital del cual me visitó a mí, y
era una verdadera eminencia de médico, le dije entretanto a mi padre: - Usted
puede mirar si puede hacer algo, y así me tendrían en casa muy pronto y
librarme del servicio militar que había empezado.
Pero toda esta idea se fue abajo, con las atenciones que tuvieron conmigo en
el hospital, los medicamentos, la buena comida y sobretodo la tranquilidad y
no hacer nada en absoluto durante las tres semanas que transcurrieron allí,
entre análisis de sangre, radiografías y otros, me puse fuerte como un toro, las
dolencias de las piernas desaparecieron del todo, y un buen día me dieron el
alta médica. Me despedí de los compañeros de habitación, que eran los
mismos de cuando entré, puesto que los tratamientos de sífilis eran muy
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largos, todo ello sólo se podía competir inyectando penicilina aparte que
podían quedar secuelas para otro día al intentar tener hijos.
Me fui del hospital, dejando atrás todo un mundo de experiencias y confuso
con todas mis aventuras, de las que esperaba sacarle algún provecho. Con la
cabeza llena de recuerdos, llegué al campamento de Gavá y me presenté al
sargento que me mandó al pelotón de los torpes en la hora de instrucción y
teórica, puesto que no sabía nada de lo que se hacía allí. A mi me daba una
vergüenza tremenda estar con los torpes del regimiento, hasta que un día un
instructor que enseñaba a tales retrasados dijo al otro, su compañero
instructor: " ¿Cómo es que éste último (refiriéndose a mi) que sólo vino
anteayer parece que le entra muy rápido la instrucción y la teórica?. Y el otro
le manifestó: - "Es que vino del hospital y él sabe que dentro de ocho días se
jura bandera y quiere estar entre sus compañeros de antaño y estar a su nivel".
Y efectivamente, en ocho días me sacaron de allí, y juré bandera desfilando
como los otros.
Así me pasaron los tres primeros y difíciles meses entre hospital y
campamento, hasta la jura.
Una de las cosas que me impresionó más dentro del servicio militar, fue la
despedida de los veteranos a los reclutas, al licenciarse estos primeros. Recién
haber jurado bandera, estaba yo precisamente presente en el campamento,
cuando los veteranos subían a los camiones del ejército que los llevaría a sus
respectivas estaciones, con destino a sus casa para siempre, y en la que
entonaban todos juntos una canción que me conmovió tanto, aparte que mi
cuerpo se quedó todo de una pieza (con piel de gallina por todo el cuerpo), y
casi me da vergüenza decirlo, que me rodaron por las mejillas
algunas
lágrimas. Fue tanto el impacto de aquella despedida, y al pensar que a mi
todavía me faltaba para licenciarme más de un año, me proporcionaba cierta
envidia al no encontrarme entre ellos.
El hecho de que me conmoviera tanto aquella canción, fue el motivo que al
oírla tres o cuatro veces, se me quedó grabada en mi cerebro, y no obstante a
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mis sesenta y nueve años , recuerdo tal acontecimiento como si lo estuviera
viviendo en este instante, prueba de ello, que me limitaré a escribir la letra sin
ningún esfuerzo, aunque al imprimirlo en un papel no les puedo entonar la
canción, pero tendrán una idea del contenido de ella, y hay que imaginarse
que tal letra entonada por cientos de hombres a la vez llenos de júbilo,
impresiona, aunque sea gente que no sean conocedores de la mili.
Decía así:
El día que yo me entere,
Que me van a licenciar,
Con el real, de las sobras,
Me conviva el oficial
Y el oficial que me está
Esperando, para firmarme el pasaporte,
Que ya está listo para marcharme,
Con alegría, yo lo firmé
Y pensando con la novia mía
Que más quería, manché el papel, manché el papel,
Y cuando cojo la maleta,
Y me voy para la estación, y al oír
Esta palabra, se me ensancha el corazón.
Y la chimenea echando humo en la que vuela,
Y el maquinista lleva una marcha que desespera,
Y más adelante, se oye una voz, en la que dice:
Cinco minutos parada y fonda,
En las estaciones me van preguntando,
Las chicas guapas, si he visto a su hermano,
Y yo les digo con mucha alegría,
Tu hermano se ha quedado fregando la batería,
Para mi hermano le traigo tabaco,
Para mi hermana la de un vestido blanco.
Y para mi novia, le voy a regalar,
La punta de esta borla,
Para que no sufra más.
¿Quinto peluso no llores más,
Mira tu padre, mira tu padre que alegre está?
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Después de unos días de tal pesadilla, me destinaron al cuartel de Barcelona.
En los ratos libres, por las tardes en Barcelona que íbamos de paseo con los
compañeros de mi batería, casi siempre nos presentábamos en casas de
prostitución, cosa que mis compañeros metían mano a alguna de ellas, yo sin
embargo, dado la experiencia que me produjo mi estancia en el hospital, me
limitaba sólo a mirar y observar, puesto que, me daban pánico tales mujeres,
aunque a mis compañeros jamás les expliqué lo que me ocurrió en el hospital.
Simplemente, les decía que no iba con ninguna mujer pública por la sencilla
razón, de no hacer chantaje a mi novia más querida, cosa que no era verdad.
Sólo era un pretexto ante mis compañeros. Sólo tenía la obsesión que si algún
día me casaba al tener descendencia podría repercutir en el ser humano que
viniera al mundo. No saldría sano por culpa de su padre, que se habría
contagiado de alguna enfermedad en el momento del acto sexual con
semejante mujeres. Esto es lo que me retenía.
Me costaba un gran sacrificio aguantarme de la tentación, con lo que me han
gustado las mujeres, a mi juicio con respecto a las mujeres, yo diría lo que
dijo un día Aristóteles Onasis, el famoso Armador y multimillonario griego
que decía: "La mujer es el animal más bello de la Creación". Pero yo tenía
que recurrir como siempre a los vicios solitarios para quedarme un poco más
relajado al respecto.
Entre la mili y rebajes de sábado a lunes en el pueblo también me surgían
algunas aventuras, por ejemplo una:
Una vez más quisiera relacionar una verdadera historia de amor, que pude
vivirla entre los 22 y 23 años, que junto con mis ideales sobradamente
empedernidos en aquellos años no deja de ser algo importante entre mis
amoríos entre la juventud, del cual, es evidente que una verdadera obsesión
por superarse aprovechando la posible relación de la niña bien y el poderío de
los futuros padres políticos, en mi mente en aquellos años tenían una relación
mutua, dicho en otras palabras, según aquel refrán castellano que dice, "a
quien buen árbol se arrima buena sombra le cobija", con este caso queda
demostrado que una persona bien mentalizada en lo suyo vaya bien o mal
enfocada, incluso puede superar la barrera del amor; Y sin más preámbulos
voy a relacionar mi caso.
En cierta ocasión en el baile del pueblo, conocí una chica que me Pareció
como si hubiera caído del cielo, puesto que, tal musaraña no la había visto
nunca allí, me introduce para hablar con ella al mismo tiempo que la sacaba a
bailar, y me dijo, que estaría en mi pueblo una temporada, lo justo para cuidar
de su cuñada y el recién nacido, del cual su cuñada había dado a luz, y dicha
señora en aquel entonces era la maestra del pueblo, y en este caso, el lapso sin
colegio en la aldea sería muy breve, teniendo parte de la familia para cuidar
de los dos.
Durante las semanas que nos encontramos en el baile del pueblo, nos hicimos
buenos amigos, (modestia aparte) en una ocasión bailando le dije, hace varias
semanas que nos conocemos y todavía no se tu nombre, y ella me dijo : tengo
un nombre un poco feo, y se quedó en silencio, y yo me adelanté diciendo, si
no quieres decírmelo me da igual, lo importante de una mujer aunque no
tenga el nombre de pila poco corriente, da lo mismo, lo que si importa que tal
mujer sea bonita por dentro, y con esto reaccioné y me dijo: me llamo Emilia,
la edad de la chica era de aproximadamente la mía, de estatura normal,
morena, con el pelo rizado al natural y muy cariñosa, en total que se podía
considerar una gran moza.
Dentro el lapso de tiempo de ella conviviendo con la maestra, yo tuve que
ingresar en la mili, del cual estuve algunas semanas sin verla, hasta que un día
coincidimos en el baile, aunque, yo hacía la mili, según me manifestó ella se
le acababa el plazo acordado de estar allí en mi pueblo, junto con parte de su
familia, y está fue la razón, puesto que había muy buena relación de
acompañarla aquel día después del baile a su casa, así podríamos hablar con
toda tranquilidad y en silencio a la luz de la luna, ya que estábamos en pleno
verano, y así lo hice, y estando los dos solos frente a frente delante de su casa,
yo le hablé de mis estancia en la mili, incluso le solté, toda una variedad de
30
chistes un poco subidos o considerados "verdes", y así ver como reaccionaba.
Por decirlo de otro modo, si a cambio pudiera recibir algún beso, del cual
sería el primero en ella, cosa un poco difícil en aquella época, ya que las
mujeres sabían guardarse incluso en las tentaciones que pudieran surgir
refiriéndose en el sexo, puesto que estaban inculcadas por sus madres de
llegar al matrimonio vírgenes, y jamás no tener relaciones prematrimoniales
como se hace a menudo hoy en día, pues en aquel entonces una chica decente
se abstenía de todo desliz y de cualquier tentación con el sexo contrario, salvo
casos especiales de otro tipo de chicas que me abstengo de mencionarlo por
no venir al caso.
Durante todo el festejo que estuvimos hablando, no de sexo sólo, sino tocando
varios temas que coincidimos muy bien, del cual tuvimos muy buena ocasión
ya que nos tomamos más de dos horas hablando, yo la noté algo nerviosa cosa
no muy habitual en ella y también algo inquieta, hasta que de pronto cogió
ella la iniciativa de hablarme en serio, puesto que no lo hacía yo, y me dijo
mirándome fijamente con sus grandes ojos negros y relucientes, y añadió tú y
yo qué ¿ y yo le dije que quería decir con esto, me quieres no me quieres, nos
comprometemos, y yo le dije que porqué tanta prisa, y ella exclamó, si me
dices que no te gusto no me verás jamás, y yo para calmarla un poco le dije
que no nos comprometeríamos de momento ya que habían otros chicos en el
pueblo con los que podía relacionarse, que incluso algunos de ellos eran más
apuestos físicamente que yo, y ella dijo: lo que pretendes decirme es una
excusa y yo no la acepto, me gustas tú y nada más, y yo me quedé en blanco y
sin decir palabra, y ella puso su cabeza en mi hombro y se puso a llorar con
ganas, como lo hacen los recién nacidos. Al mismo tiempo que me decía: una
vez que creo gustarme de un joven no soy correspondida, ¡ Que desgraciada
que soy ¡ ¡No me verás jamás !, se marchó corriendo entrando en la casa de
la maestra dando un fuerte portazo que podía haber despertado los suyos, ya
que estarían acostados a las dos de la madrugada.
31
Con esta escena inesperada yo me quedé inmóvil como una farola y me daba
la impresión que se me había parado de circular la sangre por mis venas y
parecía como si mi corazón que hacía unos momentos latía con toda
normalidad; parecía en aquel instante como si se me parara, estuve unos
momentos en esta situación, hasta que pude reaccionar y me fui para mi casa
a dormir, cosa un poco difícil después de este caso único en que me encontré
en toda mi juventud.
Me acosté sin cenar, y mi hermano que estuvimos juntos en el baile, y que
había visto que después del baile acompañaba a su casa a mi pareja, estaba mi
hermano intranquilo después de tanto rato de ausentarme de él, y al
presentarme en la habitación, él estaba despierto e impaciente y me dijo: ¿Ya
tienes novia verdad ?, y yo le dije: podría tenerla, pero tengo mis principios, y
él se dio media vuelta y se quedó dormido, todo lo contrario que yo, que no
pude hacerlo aquella noche pensando en el mal que le había hecho a aquella
chica, le había clavado una espina en su corazón, del cual no se lo merecía.
Después de transcurrir algunos días, yo todavía estaba obsesionado con lo
ocurrido con aquella chica, y de que era de admirar el valor y el carisma que
puse en todo su empeño para poder adquirir lo que ella se había propuesto y
así formar una familia muy en breve, del cual, esta vez llevaba la iniciativa
una mujer, cosa que yo lo acepto, ¿ Porqué una mujer no puede dar a conocer
sus instintos de cara a su pareja preferida y no que tenga que hacerlo el
hombre ?, por supuesto, no era muy corriente en aquellos años que una chica
hiciera una declaración de amor, quizá por miedo a que no fuera
correspondida, o aquí también juega un papel muy importante en la astucia de
la mujer que por instinto la tiene mucho más que el hombre, de que al
declararse ella al joven la deje en un segundo término ya que la tiene segura,
mientras coquetea con otras chicas.
Al reflexionar con mi protagonista, recopilé todos sus datos personales y su
dirección del que habíamos hablado tantas veces, hice un recorte de papel
duro tipo tarjeta y escribí a máquina y en letras mayúsculas su nombre de pila
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y apellidos junto con su dirección, y me la puse en la cartera de bolsillo junto
con mis documentos y fotografías más íntimas, y así lo llevaba siempre
encima como si se tratara de una conquista más.
Después de unos días de haber llegado de nuevo al cuartel en la gran capital,
quise coger destino. Me apunté como chofer, pero había muchos en la lista y
no me cogieron, sólo optaron por los que conocían bien Barcelona. Después
intenté meterme de oficinista en la Plana Mayor, pero ya estaba saturado de
tales destinos, me propuse también meterme de oficinista de mi batería junto
con el cabo, pues casi lo tenía seguro ya que me desenvolvía muy bien en la
mecanografía, pero salió de improviso un tal Cobos con influencia y oficinista
de profesión y me quitó el puesto.
Con todos los intentos tuve que echarme atrás y conformarme de meterme en
el montón de los otros soldados, hacer guardias y servicios cuando el cabo
Furriel lo mandara, por el cuadrante que tenía y cuando correspondía cada
uno.
Me impresionó mi primera guardia en la fortaleza de Montjuich, allí había 10
puestos de guardia repartidos en garitas a todo lo largo del Castillo Militar, en
el que se guardaban presos i estaba la residencia de los soldados rasos, cabos
y suboficiales. Los oficiales y jefes estaban en otra residencia, al lado de la
fortaleza. En alguna ocasión que estuve de guardia en el Rastrillo. Consistía
en ser el llavero de la prisión, con la supervisión de un sargento de servicio.
También tuve en mis manos algunas listas de los 122 soldados presos.
Otra cosa que también me impresionó en mi primera guardia en Montjuich,
fue salir del cuerpo de guardia desfilando en formación, acompañados por el
cabo, para efectuar el relevo de guardia, con 10 soldados totalmente armados
y con 150 balas en las cartucheras, como si fuéramos a la guerra. Al hacer los
relevos, el soldado entrante y saliente se presentaban armas y tenían que decir
al entrante si había de alguna novedad, en esto que vi una frase muy militar
con un rótulo muy grande que decía: Todo servicio en paz o en guerra debe
hacerse con los mismos desvelos que frente al enemigo.
En el mando del Castillo había un comandante y un teniente coronel, éste
último tenía un hijo también militar de graduación, y el primero tenía dos
hijas que eran enfermeras del Hospital de Santo José de la Montaña en
Barcelona,. Por orden del comandante, todos los días laborables había que
acompañar a sus hijas a su trabajo. Tenía razón sobrada el comandante, al no
dejar ir a sus hijas solas de madrugada por la montaña a oscuras, ya que allí
habían barriadas en las que vivía gente de más bien mala reputación. Se
acordó que con los que hacían guardia allí, destinarían dos soldados armados
para acompañar a las hijas del comandante hasta Las Ramblas de Barcelona
todos los días, donde desde allí cogían el metro. En aquellas horas de la noche
no había en Montjuich servicio de cremallera, y en aquel entonces daba
pánico andar por la montaña de noche. Años después y coincidiendo en una
visita que hizo el Caudillo a Barcelona, destinó toda la montaña a zona militar
y sacaron todas las barriadas, y por supuesto toda la gente que malvivía allí, y
se convirtió en grandes zonas ajardinadas, con toda la montaña iluminada, tal
como está hoy en día. Centro de turismo mundial, ya que se trata de un museo
militar y centro de diversión para la juventud.
Un día que yo estaba allí haciendo guardia, me vino el cabo de guardia y me
dijo me había tocado en el sorteo acompañar a las hijas del comandante,
puesto que aquel día no había voluntarios para tal aventura. Fui junto a otro
soldado, compañero de guardia. Yo me opuse, pero no me sirvió de nada. Al
pasar las hijas del comandante por el cuerpo de guardia a las cuatro y media
de la madrugada, nos llamó el cabo para acompañarlas. Cuando ya estaban
cuesta abajo, y nosotros detrás guardando cierta distancia, le dije a mi
compañero que se llamaba Crespi y que era muy buen chico: - "Si seguimos
así lo vamos a pasar muy aburrido, puesto que el camino es largo, y ellas nos
trataran con razón de estúpidos". "¿Cual quieres acompañar de las dos?"-le
dije. Mi compañero me respondió que le era indiferente, porque el ya estaba
34
comprometido. Entonces yo elegí y me quedé con la más guapa y simpática.
Les dimos las buenas noches y yo me puse al lado de mi preferida,
procurando entablar conversación. Efectivamente, era una chica algo
excepcional. Mantuvimos durante todo el trayecto, una amena conversación,
hablando de varios temas. Coincidimos que el camino se nos había hecho
corto. Me sorprendió que hablando de sexo, me dio un empujón que califiqué
de muy positivo y favorable. Cuando nos dimos cuenta, llevábamos retraso
respeto a la otra pareja, o sea su hermana, pues ya nos esperaban en la boca
del metro. Cuando nosotros estábamos a una distancia de unos 100 metros y
al llegar allí nos despedimos muy cordialmente. De retorno al castillo, mi
compañero me decía, que su hermana se encontraba a gusto con ese soldado,
puesto que esto de separarse tanto trozo de ella no lo había hecho nunca. Yo
por mi parte estaba algo confuso con semejante encuentro, pues durante la
guardia no me lo podía quitar de la cabeza, era un verdadero flechazo, que al
mismo tiempo parecía que teníamos algo en común, la noche siguiente no
dormí y la otra tampoco pensando con aquella carita de ángel y de estructura
sexy, y razonaba como de una chica muy inteligente. Al tercer día del
encuentro, saliendo de la guardia de Montjuich un compañero mío se dirigió a
mí preguntándome: Seguro que acompañaste a la guapa hija del Militar. Yo le
dije: ¿Cómo lo sabes? y él me contestó: - Yo también estuve con ella y ésta
estaba preocupada insistiendo que le dijera de que chico se trataba que la
había acompañado anteriormente, puesto que eran compañeros de batería, me
describió físicamente tu persona, y yo le dije que no caía en el sujeto, y yo a
pesar de todo había reaccionado ya con respeto a la chica, y le dije: has hecho
muy bien en esconder mi personalidad, pues yo no me puedo liar con una hija
de un jefe militar no estando licenciado, por la sencilla razón que otro día si
ella se encaprichase de mí, y yo llegara a la conclusión que la chica en
cuestión no me conviene, no tendría elección teniendo a su padre
alta
graduación militar. Y de esta forma tuve que olvidarla, aunque me costó algún
tiempo.
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En cierta ocasión y habiendo transcurrido más de un año de lo sucedido de tal
relato amoroso, y estando yo todavía en la mili, un día me tocó servicio de
policía junto con otro compañero de mi batería, y presumiendo de veteranos,
ya que nos faltaba muy poco para licenciarnos, nos tomamos la libertad de
llegar un poco tarde a tal servicio, cosa que otros soldados lo habían hecho y
no les había ocurrido nada, pero sin embargo, nosotros nos tocó un cabo de
servicio un poco chulo y nos dijo: Os habéis pasado de listos y para chulo yo,
y dio parte al capitán y nos arrestó durante un día sin salir de paseo. Nos
mandaron al cuarto de banderas, junto al calabozo y al cuarto de guardia, del
cual, no lo pasamos mal, puesto que nos tumbamos en las camas de los
soldados de guardia y tuvimos tiempo de todo con mi compañero, de hacer
siesta, y de hablar de nuestras cosas.
Yo por mi parte me saqué de la cartera escritos que había hecho en la mili
sobre el sexo, y cosas por el estilo, también le saqué fotografías, y al agotar
todos los rincones de mi cartera-billetero se me cayó al suelo por la parte
escrita del que se podía leer perfectamente el nombre de: Emilia Corominas.
El se quedó pasmado y a continuación me dijo: si esta es mi hermana, yo me
quedé mudo y sin ningún comentario escondí en mi cartera todo lo que tenía
encima de la colchoneta y me lo puse todo otra vez en mi cartera, ya había
transcurrido el periodo de castigo, puesto que tocaban "fagina" y era la hora
de cenar.
La semana siguiente, cuando mi amigo Corominas había estado de rebaje de
sábado a lunes en su casa, y el día siguiente por la noche estábamos en nuestra
batería después de cenar y dispuestos a dormir ya que habían tocado silencio.
Yo estaba preparando mi cama cuando, me di cuenta de que alguien me
estaba observando, era mi amigo Corominas, sentado en su cama inmóvil y
pensativo mirándome fijamente, como si quisiera decirme algo importante y
no supiera como hacerlo, yo no hice caso y me acosté.
Dos días después coincidimos en la instrucción, y un breve descanso yo me
fui al lavabo a hacer "pis" y el se puso a mi lado haciendo lo mismo, al mismo
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tiempo que me decía: hablé con mi hermana de lo vuestro y ella me dijo que
todavía te estaba esperando y que si algún día te decidieras al terminar el
servicio militar a formar vuestras relaciones estaba libre. Yo le dije: tu
hermana es una gran mujer, yo la admiro y por mi parte dale muchos
recuerdos, yo le deseo lo mejor del mundo y que tenga mucha suerte al elegir
pareja para una futura vida conyugal, yo por el contrario me abstengo de
comprometerme, ya que tengo toda una vida por delante, y mi futuro en este
momento es algo incierto, no lo veo nada claro para agregar otra persona entre
los míos.
Y así fue mi servicio militar, un mundo de experiencias y anécdotas que
podría escribir un libro. Sólo se que salí de allí mejor formado de lo que entré.
Al licenciarme, si hubiera podido escoger, me hubiera quedado en Barcelona
a hacer fortuna allí, de no ser que mi obligación estaba en otra parte.
De todas formas, yo les aconsejaría a todas las madres que tienen hijos que
les conviene hacer el servicio militar o algo parecido para aprender a respetar
al superior y cumplir cuando sólo eres un subordinado.
Al llegar a casa licenciado y con muchas ganas de trabajar y hacer planes para
el futuro, también empleaba algo de tiempo en salir y acompañaba a alguna
chica. Por supuesto mi correspondencia no se quedaba atrás, como en la mili
escribiendo cartas de amor. También recibiéndolas de algún compañero que
hacía el servicio militar. Tales misivas me animaban y por añadidura me
llenaban un poco más, aparte que se hacía cultura al alternar con amigos. Uno
de ellos me escribía así:
El remitente decía: Agitarla antes de usarla !
Querido amigo:
El motivo de ésta, como supondrás no es para lavar con sangre ningún
honor mancillado (cosa que por otra parte, estando empapados nosotros
de modernismo, escogíamos el lavaje más sedante: El coñac ) ni echarte
en cara palabras dichas en un momento de ofuscación momentánea del
sentido del humanismo hacia la mujer. Las mujeres son muy
románticas. Como la letra impresa incita el pensamiento, nada mejor
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que presentarle la redicha frase que el bien acogido dramaturgo
Shakespeare (Chespir), puso en boca del principal protagonista de
Hamlet: ser o no ser.
Si tu al leer esto, piensas que es una gran verdad permíteme que te diga,
con bastante razón que no hay nada más grotesco que esos cursis
vocablos que acaban en -er. Toda esa frase es pura palabrería y
demente afirmación de un cerebro no normal en vísperas de un suicidio
sin premeditación. ¡Ser o no ser! ¡He aquí la gran mentira! Que el vulgo
(en este caso me anulo yo de ellos) acoge como irremediable esperanza
para una vida más espiritual.
No seré yo el que practique más sobre eso: Ahí tenemos al Nobel pero
insigne Alvaro de la Iglesia que nos lo explica en pocas y valientes
palabras: Sitúa como diríamos nosotros, al filósofo de la vida en un
pueblo y fruto de toda su vida de observación, es un libro de anécdotas
y reflexiones que titula, con la misma esencia del libro: Toda la mierda
es marrón.
Como comprendo el choque psicomagnético de éste tan acertado título,
permítame decirte (seriamente) que es la verdad fidedigna De la vie, y
lo que un servidor ve en los semejantes, traducido claro está a un
lenguaje más apetecible a la Real Academia de Lenguas: Todos no
somos nada. Ser o no ser.
Ya los tenemos juntos. ¿No ves? Por cual te animas amigo. Supongo
que tu sano juicio se animará por mi preferida, que será la tuya dentro
de bastantes horas de cavilar y desecharás la escrita en un momento de
espina gramatical. Caso de no aceptarla (tregua 48 horas) no continúes
descifrando jeroglíficos. Y ahí es nada. Si todos los humanos son
iguales, si todos tenemos el mismo instinto: el de la reproducción (lo
único que cambia es la cultura, ésta a su vez cambia la moral) ¿Cómo
no perdonarás los pequeños destices que puede tener una muchacha en
este instinto? ¿Oh ignoras tú que en los temples nerviosos y poco
abregados a las prácticas solitarias higiénicos una continencia
extremada es sumamente perjudicial para la fisiología propia? No
podrás negar por último, para salvar el desliz a ellos, que según
Chopenhauer, gran pensador, la mujer es un animal de pelo largo y
entendimiento corto.
Si consigues salvar estos tres escollos, te podría tomar por un gran
intelectual, subrayado; cosa no muy edificante, pues los grandes
pensadores, escritores y gente de cacumen no se notabilizaron casi
nunca por grandes humanistas. Busca el ejemplo del grande pero triste
Baudelaire.
Y aquí en pocas palabras, pues de la noche son las doce termino este
cante: Que yo no soy un traidor, ni egoísta, ni farsante; sólo soy un
pobre admirador.
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PD. : Esta misiva es íntima, no popular.
Y con todas las misivas de amigos y amigas, seguía trabajando de firme en mi
casa, junto con mi padre, con el que concordaba muy bien en las decisiones
del negocio y quehaceres domésticos, puesto que con mi padre daba gusto
trabajar, por tratarse de un hombre muy trabajador, valiente y también muy
inteligente, cosa que sin ir jamás a la escuela, ni un maestro darle nunca una
lección al respeto, sabía leer y escribir. Lo aprendió por su cuenta y
estrujando el cerebro mientras guardaba el ganado en su juventud.
A pesar de que trabajaba a gusto en la finca, había algo que me preocupaba
constantemente, y era de que algún día faltarían mis padres y yo me quedaría
solo con una faena que era la agricultura a la que no le veía futuro. Esta razón
era la que me empujaba a tener contactos con chicas de sociedad y no de
pueblo;
esta idea ya me invadía antes de los veinte años, como ya lo
mencioné anteriormente.
Iba a menudo a las salas de baile de la ciudad para poder elegir, si se
presentaba, a la que a mi pudiera interesarme. En aquel entonces, debo decir
que había que poner toda una estrategia para conquistar a una chica, pues
inculcadas por sus madres que tuvieran mucho cuidado que si se les acercaba
un varón atrevido que quisiera cortejarlas. Incluso recuerdo en una ocasión
que fuimos tres amigos al baile de noche, y todos hicimos lo que podíamos,
dentro lo que cabe, y al finalizar el baile nos lo contábamos. Yo hice la
pregunta a mi compañero más íntimo: " Cómo te fue durante el baile cuando
bailaste durante toda la velada con la misma?" Y el me contestó algo que me
hizo mucha gracia y lo recordaré siempre: "La chica vino al baile custodiada
por su madre y abuela del bracete y la chica en el centro. Durante el baile y
con mi habitual rollo, sacamos temas de toda índole sin llegar a hacerla reír.
Puesto que no le pregunté su nombre, yo le he puesto uno", Yo interesado por
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la aventura de mi compañero le pregunté qué nombre era. Él me contestó :
"¡Pues muy sencillo Cara de Cementerio!"
Después de acudir un par de años a los bailes populares de la ciudad sin tener
suerte en lo que pretendía. Fui por primera vez a uno de distinguido, o más
bien aristocrático, al casino de la ciudad .Me gustó el ambiente, y me hice
socio de allí para que me saliera más económica la entrada del baile. Después
de varias fiestas conocí a una chica francesa llamada Josseta (nombre
francés). Vivía con sus tíos, puesto que sus padres vivían en Francia: Era una
chica de mi talla, muy simpática, con unos ojos muy grandes que te
deslumhraban a menudo, y era ahijada de sus tíos y tenían de una casa
comercial que podía ampliarse otro día, con el futuro yerno, ya que ellos eran
algo mayores.
En algunas cosas no coincidíamos, ella era una entusiasta de la música a
propósito que su tío era músico y
estudiaba piano. Ya había hecho
exhibiciones de piano en público, y sólo tenía en la cabeza llegar a ser
concertista. Mi obsesión era el negocio y comercio. Hablé con mi padre
diciéndole que algún día lo dejaría todo por algo mejor, ya que descubrió mis
intenciones, porque un amigo de la familia de Josseta vino a mi casa a
informarse de mis intenciones. Mi padre se opuso a la relación, aduciendo que
yo tenía la obligación de seguir en mi trabajo, me gustara o no, de lo contrario
quedaría desheredado dado que yo era el primogénito y no tenía otra
alternativa que seguir en la casa, pues mi hermano había cursado una carrera
industrial y vivía en Barcelona.
Con todos estos quebraderos de cabeza, ya no le puse mucho interés a seguir
adelante con la chica de la que estaba enamorado y cortamos. Pasé unos días
de incertidumbre como es lógico, ya que al cortar me paré a pensar el tiempo
que llevaba con ella. Me fue fácil saberlo. Simplemente contando los vestidos
que había llevado durante el lapso de tiempo que yo intenté cortejarla, total 13
semanas, o sea 13 vestidos, ya que allí en el casino las chicas de buena
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posición, cambiaban de vestido cada domingo. Antes de terminar éste relato
amoroso me gustaría transcribir unas cartas que nos intercambiamos.
Yo me expresaba así:
Mi mente en éstos momentos de soledad no acostumbrada, me es grato
recordar lo que dijo alguien que conocía la psicología un poco más que
yo, " Los pensamientos son cuerpos materiales cargados de potencia y
que se materializan en el éter", esto precisamente me obsesiona en algo
que hecho de menos en éstas circunstancias.
Si el antes mencionado dijo algo cierto, yo te digo algo verídico: Mi
espíritu me habla con el corazón, y el corazón juega con lo que imprime
en éstos medios más monótonos en que te ofrezco sinceramente.
Antes que nada espero me perdonarás, de haberme tomado la libertad
de ponerme en contacto contigo, pues para mi la misma, es como si me
tomara un sedante para mis nervios que me influyen por completo, me
expreso con tono familiar e imprimo en carácter comerciante, así gano
tiempo, en este aspecto soy un hombre práctico, en que me está muy
bien lo que dijo Platón. "El más importante y principal negocio público,
es la buena educación en la juventud". Yo por el contrario, en algunas
ocasiones no la uso, como lo sabrás muy bien, sintiéndolo mucho por lo
que te afecta, puedes tomar nota por otra incorrección de no usar
medios grafológicos, como sería debido en que usara en la presente
misiva.
No quiero ni puedo escribirte ninguna epopeya, sino cruzar algunas
breves palabras de saludo y cordialidad, y al mismo tiempo saborear
mentalmente el de un perfume que huela tu gentil y noble corazón muy
femenino, que a veces parece como si estás respirando amor. No me fue
posible asistir en el recordado y distinguido casino como de costumbre,
y puede que por Nochebuena no ocurra tampoco, estaré seguramente
indispuesto, si es así nos veremos por Navidad a la tarde. Si no nos
vemos antes de dicha festividad, cosa que lo dudo, te deseo de corazón
para ti y los tuyos unas felices Pascuas, rogándote encarecidamente
cuando levantes la copa para brindar, será lógico que recuerdes a tus
padres en estado ausentes, pero te agradecería que pensaras un poco
conmigo, yo también lo haré, gracias.
Si te apetece puedes escribirme, hagas lo que juzgues más conveniente,
te lo dejo a criterio tuyo, si lo haces ya conoces mi señas, aunque,
preferiría la tuya sin remitente, por efectos que te los manifestaré
personalmente en la próxima ocasión.
Con afecto y admiración, tu amigo John.
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Por si no conoces todavía mis señas, soy de temperamento sentimental,
sensible en el amor, y de carácter bastante varonil aunque muy familiar,
por si la tenias como incógnita también te diré, mis requisitos más
favoritos en mi vida privada son tres, aparte de mis creencias religiosas,
amo el negocio como a mi mismo, a mis padres y familiares
naturalmente, y a mi futura y eterna compañera la misma que debo
prometerle felicidad, en la recompensa que debe ella colmarme mis
sueños de aventuras.
Cuando mi protagonista me escribía, yo rondaba los 28 años, puesto que, es
en fecha,
Granollers, 14 de febrero de 1.961
Amigo Juan,
Después de mucho tiempo de meditar tus últimas palabras, lograste
clavármelas como si fuera ahora mismo que me las estas diciendo, ya
que una persona sensible y sentimental como yo, reconozco y he
comprobado que durante mucho tiempo con la música y mi poca
experiencia he estado durmiendo o soñando con las cosas imposibles,
pues de cada 100 pianistas como yo, sólo uno llega a la gloria. Por
Santa Cecilia el 22 de noviembre pasado, fue según pienso mi última
aparición en público, saliéndome todo en popa (modestia aparte), pues
más éxito ya no podía obtener, pero sufrí, no te lo puedes imaginar y
reconozco muy bien referente a lo que me dijiste el último día. (Una
chiflada de la música), y el mal resultado que me llevaría.
Desde que he dejado la música apartada de mi mente, no puedes
imaginarte el cambio que he realizado y en la forma que una encuentra
la realidad de la vida, te felicito por haberme acertado tan exacto mi
carácter y que dejando mis tíos, has sido tu la persona que me ha hecho
reaccionar en la vida por el buen camino, pues ahora estoy contenta y
conformada, junto con mi tía cuidándome de todo lo de la casa.
Hasta ahora no me había dado cuenta tampoco que el sexo femenino
fuera débil, pues siempre me había sentido fuerte y valiente. Menos
ahora ya que somos y tenemos que sentirnos; débil, miedora y
humillada, y esto ha sido el motivo de éstas cuatro palabras. No
quisiera cansarte más al leerla, y si esta misiva te molesta y por todo el
dolor que te he podido ocasionar en varias ocasiones, ruego a Dios me
perdones, pues ha sido a una mala interpretación y una falsa obsesión.
Gracias.
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Josseta
PD: Tal como me dices tu en tu misiva en poner el remite, yo te suplico
que si te apeteciera escribirme no lo hagas sin verme personalmente.
Vamos a dejarnos de romanticismos y seguimos adelante. En aquel entonces
mi vida privada se podía calificar más o menos así: un joven de 29 años, algo
pasado de moda o muy visto con ocho o nueve aspirantes a novias en la
espalda y sin llegar a puerto con ninguna con tales sentimientos. Pues mis
anhelos no eran compatibles con el futuro que me tenían preparado. Estaba
indeciso en tomar decisiones con respecto al mundo femenino, y así seguí un
par de años más, hasta que un buen día me plantee de meter mano a la
primera que me saliera, y lo demás que fuera lo que Dios quisiera. Me di
cuenta de que el destino no se lo hace uno, sino que cada individuo lo lleva
trazado al nacer y no se le puede hacer nada. Todo lo demás es navegar contra
corriente.
Me esforcé durante toda la juventud para cambiar el destino y tal como se
puede ver en este puñado de folios, jamás me salió bien. Reflexioné durante
algún tiempo mi situación y mis anhelos no correspondidos, llegué a la
conclusión que tendría que abrirme camino entre los míos, y en la vida rural.
Pasaron seis años después de la mili y por supuesto muy movidos en todos los
aspectos, en el terreno sentimental estaba muy desmoralizado al no haber
encontrado lo que siempre había pretendido, enamorarme de alguna chica que
además dispusiera de un negocio comercial. Yo por mi parte tendría la excusa
para enfrentarme a mis padres y dejar el oficio que me inculcaron y
dedicarme de lleno junto con la chica que me quisiera en el mundo del
comercio. Pero todo esto no fue así, ¡El destino es el destino!.
Con todas estas circunstancias hice un buen examen de mi situación, pretendí
dejar a un lado todas mis locuras y pisar firme, tirar la toalla, tal como suele
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decirse vulgarmente. Mi elección sería ir en busca de mi anterior pretendienta,
Emilia, pues ahora me tocaba a mi ir detrás de ella. Me costó un poco
averiguar la situación sentimental de mi elegida, ya que vivía a 80 kilómetros
de mi casa, pero no obstante, disponía de amigos que hice en la mili que
vivían por aquellos contornos y eran de toda confianza ¿ y que es lo que me
dijo al encargarle a uno de mis amigos sobre el estado de la inolvidable y
respetuosa amiga ? A que lo aciertan ustedes, ¡ Que ya estaba casada ! tal
respuesta me ocasionó un gran disgusto, aunque tuve que conformarme ya
que me lo había buscado yo mismo, y por añadidura me estaba muy bien por
no haberme decidido antes. Con todo esto, aprendí muy bien la lección, me
merecía tal reproche.
Y con todas las contrariedades a los 32 años cogí novia y a los 33 me casé
(en la edad de Cristo) con una chica muy mona, muy modesta y trabajadora y
sin ningún medio económico. Sólo tenía una ventaja respeto a mi persona y
era el de ser 12 años más joven que yo.
Al principio de estar casados vivíamos en casa de mis padres. Pero todo no
terminaba aquí. También había en la familia una tía y hermana solteras. A
consecuencia de ellas vinieron los problemas. Ellas dos, aún solteras,
principalmente la tía, había mandado en la casa de todo por todo, pues mis
padres se cuidaban más bien de los quehaceres domésticos. Al añadir un
matrimonio recién formado en la casa, que por derecho y lógica había que dar
las opiniones de todo en la marcha de la casa y del pequeño negocio del
campo, insuficiente para vivir de ello tanta gente. Con todo esto vinieron las
discusiones, pues ellas no aceptaban que el nuevo matrimonio de la casa
tuviera derecho a expresar sus opiniones. Jamás aceptaron tal decisión y fue
como una herida que no cicatrizó nunca.
Ante tal panorama llevé a mi esposa a vivir una temporada con su hermana,
que era donde vivía antes de casarse. Fue la decisión mas correcta que tomé,
ya que mi esposa necesitaba tranquilidad. Ella no tenía ninguna culpa que
pasara todo aquello y por añadidura estaba embarazada de dos meses. Durante
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su ausencia de la casa aprovechamos con mi padre para preparar una vivienda
aparte en el mismo inmueble. Cuando terminaran las obras pensábamos vivir
el matrimonio solo, y por otra parte mi tía y mi hermana debían ir a vivir a
una vivienda adosada en la misma masía, pero independiente. Así podrían
hacer la vida aparte.
A los siete meses de la ausencia de mi mujer en la casa, dio a luz a un varón
que se le pondría el nombre de Jordi, patrón de Cataluña. Me hizo mucha
gracia el nombre debido a que en mi pueblo no había ninguno. Este
acontecimiento fue el que me marcó más en mi vida de adulto. La primera vez
que dijo "papa", me entró un escalofrío y me sentí un hombre más interesante
y con todas las ilusiones y satisfacciones. Me pasó por la cabeza que a partir
de aquel momento, también nacían para mi más responsabilidades. Habría
que trabajar más duro en el futuro para aumentar la familia, y dar la educación
que se requiere a los hijos.
Después del nacimiento del primogénito, lo bautizamos y cuando mi mujer ya
había recuperado las fuerzas se vino a vivir a la vivienda que habíamos
preparado con mi padre.
Fue en aquellos años que junto con mi padre coincidíamos muy bien en el
asunto de los negocios se nos ocurrió una idea para el futuro. Nos atrevimos a
formar una urbanización en la propia finca, en la parte alta de la misma. El
terreno era improductivo y de mucho desnivel para trabajar allí, y de este
modo podíamos aligerar los medios económicos que eran muy escasos. Y así
se hizo y fue bien, aunque hubo muchos problemas burocráticos y demás,
pero con paciencia y esfuerzos físicos y mentales se solucionaron.
¡Vamos a conocer como fue la historia!
Un día trabajando juntos y en una breve pausa con el tiempo justo para
merendar un poco y coger fuerzas para continuar la larga jornada, tal como se
trabajaba antes, desde el amanecer hasta hacerse de noche, (en verano incluso
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sobrepasábamos las 18 horas de trabajo por día, por este motivo se comía tres
veces en casa y dos en el campo, como era merienda a media mañana y
merienda a media tarde), mi padre me comentó que tenía un problema a lo
que yo le contesté que ya sabía cual era. El problema era que no le alcanzaba
el dinero para hacer frente a toda una larga familia. En casa solo éramos dos
los que trabajábamos, a excepción de mi madre que hacía más de lo que podía
en los trabajos de la casa, como cocinar, hacer fuego todo el día con leña e ir a
buscarla ella misma muchas veces al bosque y lavarnos a nosotros. Además
nos ayudaba en las faenas del campo. A todo esto vivían en casa mi tía y mi
hermana, que decían que estaban enfermas, y tenían que cuidarse muchísimo,
sobretodo con una sobrealimentación que no estaba a nuestro alcance.
Hacían trabajos de costura y lo poco que ganaban se lo quedaban para ellas, y
no nos ayudaban para nada a hacer frente a la situación que se vivía en la
casa.
Yo sin faltarle el respeto a mi padre, le dije que en su día no se enfocó bien el
porvenir de las dos mujeres, y ahora era una carga totalmente insoportable
para la familia. Con estos comentarios no quería decir que debía que echarlas
de casa. Sólo quise insinuar que debíamos buscar una solución cuanto antes.
Después de expresarme me quedé un momento en silencio y mi padre me
miró fijamente tal como lo hacía el cuando quería juzgar a una persona, con
una mirada muy penetrante, y me dijo: "Hijo ya tienes 34 años, ya puedes
juzgarme si en alguna cosa he hecho mal, ya eres ya todo un padre de familia
y supongo que con la situación que atravesamos lo tienes muy mal, a pesar de
que has trabajado con esmero media vida conmigo, y jamás me has
desobedecido en nada".
Mi solución, dijo mi padre, la he pensado muy bien y lo siento mucho. Habrá
que vender terreno de la finca para poder superar esta crisis económica que
atravesamos, aunque sea fruto como dices muy bien tu, y tienes razón que hay
muchas bocas que alimentar y somos pocos a entrar dinero en casa, pero no
quisiera hacer ningún enfrentamiento entre la familia por tal situación.
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Y efectivamente, le propuso a un señor, que presumía de dinero, de venderle
la parte alta de la finca donde había más posibilidades que un caprichoso se
hiciera una torre. Se podía considerar la situación del terreno como
privilegiada por la panorámica que tiene, puesto que de la masía hasta arriba
del todo, que antes se le decía el "turó" había un desnivel de 55 metros de
altitud. Se domina desde allí arriba parte de la comarca de El Valles y el
Tibidabo de Barcelona. No hubo suerte.
Dicho señor acaudalado no se
atrevió a ofrecer gran cosa por el terreno, alegando que le daba miedo
urbanizar dicho terreno, por tratarse de una zona virgen y desértica. Sólo nos
prometió una peseta por palmo cuadrado, y mi padre me dijo a mi, que tal
venta no le solucionaba la papeleta. Tendríamos que enfrentarnos nosotros
mismos y probar suerte de urbanizar por nuestra cuenta. A mi me pareció
algo desorbitado al pensar que un señor con conocimientos, dinero y buena
experiencia en el tema se tirara atrás, y lo hiciéramos nosotros, unos simples
campesinos desconocedores de todas estas cosas de tanta envergadura y sin
disponer de medios económicos. Era jugarse la última carta, como se suele
decir, pero yo tenía una fe increíble en las decisiones de mi padre por ser un
hombre emprendedor. Aprendí mucho de él y confiaba en que mereciéramos
que nos saliera bien. Estábamos acorralados y no había otra alternativa que la
de tirar la toalla. También se me pasó por la cabeza que mi padre era y había
sido siempre un manitas, puesto que, las herramientas de trabajar en el campo
se las hizo siempre él, los arados de labranza, herramientas manuales, las
oreas de trillar, incluso "cobas" de transportar la comida a los caballos desde
el pajar, carretones, etc..
Y con tantas habilidades él haría todas las
instalaciones de agua potable y las instalaciones de líneas eléctricas
provisionales hasta que hubiera dinero para hacer las definitivas. Por mi parte
estaba dispuesto también a tirar adelante con el trabajo; lo poco que había
hecho de paleta, y toda la faena de despacho, hacer contratos, recibos, hacer
constar a los plazos de ventas con sus respectivos intereses, y así pondría en
práctica de nuevo el comercio que un día tuve la buena idea de cursar estudios
47
más superiores que los habituales en estudios primarios, y del que ahora ya lo
tenía un poco olvidado.
Con todos estos pensamientos lo que más me preocupaba era una cosa. Antes
de vender había que gastar mucho dinero para abrir calles, haciendo grandes
movimientos de tierras, hacer alcantarillas, poner bordillos y todo lo que es
menester en una urbanización. Para la cuestión eléctrica usábamos
provisionalmente la corriente de la casa, con alargos, como podíamos. Con
todo esto, sólo había una esperanza de poder tirar para adelante, pues no
teníamos ni un duro. Ahora lo puedo decir, antes no; mi padre gozaba de un
gran prestigio, de ser "un gran pagador". No tenía deudas, ni pequeñas ni
grandes, y esto nos lo manifestó el empresario que nos hizo las obras de
abertura de calles y de grandes movimientos de tierras. Confiaba plenamente
en nosotros en que no le fallaríamos en absoluto en el asunto del pago. Nos
hizo un trato excepcional para pagar los trabajos, que consistían firmar unas
letras a los 90 días, si no se podían hacer efectivas durante el lapso de tiempo
marcado, avisando con 8 días de antelación se renovaban las letras a 90 días
más, y así sucesivamente. Y así se hizo, aunque no tuvimos que llegar a tal
extremo.
Empezamos la gran proeza. Después de aprobar inicialmente el Ayuntamiento
todos los proyectos de la urbanización con las respectivas instancias, planos
topográficos de parcelación y con las calificaciones que se pretendían dar a
ella, con todos los planos de viales, de alcantarillados, red de suministro de
agua potable, con todos los certificados de potabilidad del agua a disponer de
la finca y toda la topografía del "Turó" de la finca, donde el aparejador pasó
más de 8 días para hacer las mediciones.
Después de la aprobación inicial de la urbanización, no pudimos hacer
ninguna intervención burocrática al respecto, ya que hubiera sido lógico
aprobar la urbanización de un modo definitivo, con la legalización, además de
48
la aprobación de urbanismo de Barcelona. Todo esto lo pedimos en el
ayuntamiento y nos dijeron que esto no era posible, puesto que en aquel
entonces el pueblo, no tenía por primera vez la revisión del plano de
ordenación del municipio en cuanto a recalificaciones de parcelación, pero
que no padeciéramos que por parte del ayuntamiento, siempre tendríamos su
apoyo en todo, incluyendo licencias de obras. Como no había otra alternativa,
tuvimos que aceptar lo que nos manifestó el ayuntamiento, aunque nosotros
temíamos que algún día esto nos llevaría problemas, al no poderlo aprobar de
un modo oficial y definitivamente por Urbanismo. Y así fue. Más adelante les
explicaré que fue lo que ocurrió.
Al empezar la planificación de la futura urbanización, empezaron las críticas
de los vecinos del pueblo que no habían visto jamás cosa igual, con semejante
envergadura, y más tratándose de unos payeses (quizá fuera de lo corriente)
que emprendían, lo que sería si no fracasaban, todo un pueblo, pues había
más viviendas en lo que estaba previsto que el resto del pueblo.
Al construir el primer depósito de agua potable en la parte más septentrional
de la zona urbana, que se repartiría por si solo, o sea, por gravedad, por si se
daba el caso de algún fallo del suministro eléctrico, no faltaría nunca el agua
en las respectivas viviendas. El depósito en cuestión tendría una capacidad
de unos 300.000 litros de agua, con las grandes dimensiones del mismo. Los
que se creían ser algo en el pueblo y gente ya muy mayor, decían por
ignorancia, claro está, y esto casi se puede considerar como una anécdota decían así:
El depósito de la urbanización de Can Suquet estará siempre lleno , puesto
que, el automático se cuidará de mantenerlo a su justa medida con las
respectivas sondas incorporadas en semejante instalación "Si algún día se
reventara el depósito, sólo se salvará de ahogarse las personas de las casas que
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tengan como mínimo tres o cuatro peldaños en su entrada principal de la
vivienda".
Estas eran las críticas y sátiras, a las cuales, no hacíamos caso, sino todo lo
contrario, nos hacía gracia. Además, algunos de los que decían tales cosas nos
miraban como si fuéramos unos héroes, quizás porque no habían visto jamás
gente del oficio dirigiendo las obras, simplemente las máquinas. Los
maquinistas tenían bien asumido lo que debían hacer, basándose en los planos
de los técnicos. Por nuestra parte también hacíamos cosas y faenas manuales
como si fuéramos profesionales de la construcción y así fuimos adelantando
las obras bajo las miradas atentas de los curiosos, que comentaban que parecía
imposible que unos particulares fueran capaces de arriesgarse a tanto.
De haber sabido la gente de lo que disponíamos en fondos económicos, para
hacer frente a todas las promesas que les hacíamos al vender, no hubieran
comprado con nosotros. Sabían que podían confiar en nosotros, que no les
fallaríamos, y esto vale mucho. Nos veían los más interesados trabajar con
ahínco. Daban crédito a las sugerencia que les hacíamos a los futuros
compradores de parcelas,
aunque había cierta desconfianza, y nosotros
éramos unos pioneros para la vivienda de segunda residencia .
Les
explicábamos a los mismos compradores que nosotros teníamos nuestras
propias raíces en esta casa y finca, y que por tanto no pretendíamos hacer
como hacían muchos, vender, llenar las maletas de dinero y largarse.
Todo esto ocurrió con el auge en Cataluña de las urbanizaciones, los
especuladores, grandes empresarios, compraban una gran finca, se aprobaba
la urbanización, se hacía apertura de las calles, se vendían todas las parcelas
sobre plano y los dueños se largaban con el dinero, y los parcelistas no podían
reclamar nada, puesto que, ni siquiera conocían a los dueños. Los que vendían
las parcelas eran simples empleados que trabajaban a comisión. Sin embargo,
ustedes tienen el trato directamente con los dueños, y no tienen otro domicilio
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para esconderse, y tenemos la suficiente reputación para tirar adelante, y
quedar como unos señores como ustedes se merecen, a pesar de todo algunos
de ellos, quizá los más desconfiados se iban al ayuntamiento a informarse.
Con la cosa medio en marcha, había que vender alguna parcela sobre terreno,
puesto que las parcelas ya estaban todas marcadas y medidas por el topógrafo
con un plano particular por parcela, y no sobre plano como he mencionado
anteriormente, que algunos lo hacían con la intención de engañar a la gente y
fugarse con el dinero. Por nuestra parte y después de trabajar de firme con las
faenas de urbanizar, había llegado la hora de plantearse: ¿Cómo se enfocaba
la venta de parcelas y que pudiera dar un buen resultado?. Lo consultamos
con gente experta en todo esto y llegamos a la conclusión que había que
vender a plazos, ya que en aquellos tiempos había muchas ilusiones y poco
dinero, ya que veníamos de una postguerra no muy lejana. Después había que
evitar a toda costa la especulación de algunos señores que siempre los hay de
comprar barato aprovechando los precios de inicio de una cosa nueva y
esperar que se revalorice por si sola, y después es el momento de vender y
hacer el gran negocio a cuesta del promotor, pues esto había que evitarlo
¿cómo? sencillamente nos ideamos poner una cláusula en el contrato privado
que dijera a construir en un
plazo máximo de 2 años, del contrario la
promotora se quedará de nuevo con la parcela, aunque hubiera pagado
algunos plazos, y así se hizo.
Ahora me tocaba exclusivamente a mi desenvolverme con la parte de
papeleos, esto se lo dije a mi padre, y el me dijo que con esto no podía
ayudarme, yo aproveché para decirle que tendríamos que abrir un despacho en
la misma masía, ya que así tendríamos un contacto más directo y cordial de
cara al cliente, más que si fuera un local prefabricado a la entrada de la
urbanización del que tiene un carácter más comercial y no familiar como
queríamos demostrar nosotros, sencillos y con ganas de quedar bien.
Arreglado lo del despacho, en los ratos libres me puse a trabajar, primero
como hacer lo de la venta a plazos, y que la gente no se asustara como ocurre
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al pedir dinero en los bancos con los intereses que te clavan. Tuve que meter
mano en lo que fue del comercio, algo ya olvidado, y del que casualmente
aprendí en aquella ocasión en la convicción que algún día lo necesitaría, y
esto ya había llegado, cogí el libro de cálculo mercantil como podía aplicar el
asunto de los intereses en los plazos de las ventas de las parcelas , y opté por
hacer la operación de intereses compuestos, y este sistema tuvo una gran
aceptación en los clientes, ya así sólo pagaban intereses del capital pendiente
a pagar , y con la misma operación se hacía los repartos proporcionales de
todos los trimestres a pagar por igual, y al revisar el libro de la
correspondencia mercantil me fue fácil redactar mi primer contrato privado de
compraventa.
Con el contenido previsto de los plazos de los trimestres a aplicar, y con las
cláusulas principales ya mencionadas, para evitar la especulación, ya se
hacían los contratos de compraventa que iban surgiendo, en aquellos tiempos
que se urbanizó, los gastos más esenciales de coste eran de 4 ptas. por palmo
cuadrado útil, y recuerdo que en la primera venta que hicimos vendimos a 3
ptas. el palmo cuadrado, con el mismo paleta que nos puso los bordillos de las
calles, esto sí, con el trato de que antes de 1 año habría que tener la torre
hecha y dispuesta a vivir en ella, y cumplió, y esto fue un bum en la parte más
septentrional de la urbanización, ya vivía una familia, esto fue todo un
reclamo. Y así ya no asustaba tanto a la gente hacerse una casa en una zona
totalmente virgen, principalmente a las mujeres que decían que por las noches
podrían aparecer lobos. Más tarde ya se vendieron a 8 ptas. el palmo,, y de la
gente hubo de algunos casos que no pudieron cumplir el contrato que en su
día firmaron, de construir en 2 años, alegaban las circunstancias del que les
había ocurrido. Y nosotros en vez de hacer rescisión de contrato sin abonarles
nada, tal como decía el contrato, pues les abonábamos todos los trimestres que
habían pagado, y nos quedábamos de nuevo con las parcelas, y así hacíamos
negocio a la larga, y de paso quedábamos como unos señores, y la gente
después de darnos las gracias por tal acción se marchaban contentísimos y
agradecidos de haber tratado con nosotros y haber recuperado todo el dinero
cotizado.
Les he hablado de mi pintoresco pueblo, Corro d'Amunt, una aldea de les
Franqueses del Valles, que solo tiene empadronados 349 habitantes, sus casas
son diseminadas, la gente del pueblo nos conocemos casi las ideas de cada
uno. Les quiero hacer muy brevemente "cinc céntims" de lo que es el pueblo
en si, como también de la Masía en que vivo yo. Nací en la masía Can Suquet,
antiguamente Ribafort, hoy catalogada como Patrimonio Arquitectónico por
el Ayuntamiento y la Generalidad. Está situada en el camino de Can Suquet
del Plá, de Corro d'Amunt, sus características son:
" Masia aíllada amb pati tancat al davant. Situada en zona rural, a
ponent de la urbanització de Can Suquet, origináriament era de tres
crugies, i actualment en mostra una quarta, afegida mes tard a la banda
de ponent.
La casa es de planta rectangular, i consta de planta baixa, pis i golfa
amb coberta de teula árab a dues vessants, limitades per una fina
imbricació. La coberta de ponent és mes llarga, amb el carener
perpendicular a la facana.
La facana principal está composta simétricament, distorsionada per
l'ampliació del eos de ponent. L'entrada está situada en l'eix central del
eos original, i és d'arc de mig punt de pedra adovellada. Les finestres
de les plantes superiors han estat transformades en balcons. A ambdós
costats de la facana hi ha adossada una escala exterior d'accés a la
planta pis."
Además en el pueblo hay catalogadas once masías más, junto con la Rectoría,
la Iglesia Románica y la Mare de Deu del Plá, esta última es una capilla que
está junto a Can Viure y fue restaurada puesto que la quemaron en la guerra.
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También el Ayuntamiento a calificado de interés a nivel de municipio por su
antigüedad y grandes proporciones, el Pi de Can Sala y la " alsina " de Can
Turut, valorados en varios millones de pesetas.
En la propiedad de Can Camp muy cerca de mi casa, se puede visitar el "Pou
del glas", hecho de piedras y sumergido en la tierra para tener más eficacia
térmicamente, del cual se abastecía de hielo la gente adinerada de Barcelona.
En la finca de Can Bruguera hay; el Arco de Can Bruguera, hecho de piedra y
por la parte de arriba pasaba un pequeño canal de agua posiblemente para
regar sus pastos o cereales, y provenía de tres o cuatro kilómetros, y puede
que tenga el arco dos siglos de existencia.
Hay la finca de Can Sala que linda con la nuestra y hoy es propiedad de la
gran empresa Nissan Motor Ibérica, es una zona privada y sólo tienen acceso
a ella los 2.000 y pico de trabajadores de la empresa, ya que la compraron
para esta finalidad. Consta de un precioso campo de fútbol de reglamento,
campo de balonmano, varias pistas de tenis, bar, restaurante, piscinas de
competición rodeadas de zonas ajardinadas y grandes extensiones de césped,
barbacoas a lo grande en una extensión de varias hectáreas de bosque
totalmente cuidado. Muy a menudo la finca en cuestión, la visitan en
autocares: japoneses, chinos y de todas las nacionalidades del mundo, allí se
hacen exhibiciones de sus maquinarias, ya sea tractores y otros vinculados en
la actividad de esta importante empresa, que incluso cotiza en bolsa.
Podría hablarles de infinidad de cosas relacionadas con mi pueblo, de
tradiciones y costumbres, que contadas en el tiempo moderno que vivimos
son del todo curiosas e importantes, del que se puede apreciar que nuestros
antepasados, sin tener medios para las cosas, trabajabann con inteligencia, y
esto es todo un mérito.
Yo por mi parte y haciendo eco de mi juventud en la lectura y en afición en la
biología y psicología, me ideé un negocio nuevo para mi, y compatible en la
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finca, pues mi cabeza daba vueltas como antaño en el asunto del negocio, y
que del campo no había futuro.
Un buen día, se me pasó por la cabeza lo del champiñón, me puse a leer libros
y manuales del cultivo del mismo y buscar información. Me dije: esto será lo
mío, basta que es una cosa muy difícil y complicada en aquellos tiempos ,
pues no había competencia, ya que se requería un gran esfuerzo físico a
preparar las materias primas, y mucha cabeza en tener en cuenta a las
enfermedades de bacterias, CO2, PH, renovaciones de aire, e t c . , sólo me
planteó un problema, para el cultivo del mismo se requería locales muy
aislados térmicamente y si pudiera ser climatizados, ya que la temperatura y
humedad requería medidas estables sin oscilaciones climatológicas.
No disponía de medios económicos para preparar todo esto, recurrí a lo que
algunos agricultores del Maresme ya lo habían hecho, excavar minas dentro
de la tierra y así formar pequeños locales para cultivar este señorito que es el
champiñón. Yo tenía una ventaja de que era muy fuerte, pequeño de estatura,
pero incansable en la faena, nunca me encontraba cansado. Con mis primeros
treinta y pico de años de trabajar en distintas faenas, jamás estuve una hora de
baja, pues no tenía tiempo de estar enfermo, en este aspecto Dios me echó una
mano.
Mis primeros años con el champiñón fueron muy duros, al meterme en una
cosa que desconocía por completo, sólo tenía nociones teóricas al respecto, y
compaginar hacer minas a pico y pala excavando por debajo de los campos
que cultivábamos, y al mismo tiempo llevar toda la finca de 20 hectáreas. En
aquel entonces sólo había caballos para trabajar en la tierra, se aprovechaba
hacer minas por la noche, fines de semana y días que llovía, pues no se podía
trabajar en el campo. Los trabajos para el champiñón eran de más a más. Yo
confiaba en ello, pero era necesario demostrar que fuera rentable y poder
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comer de ello. Pensaba convencer a mi padre que ya podíamos dejar el campo
y meternos en ello por completo. Confiaba que algún día sería así, esta
convicción era lo que me daba fuerzas para picar minas y más minas y
empezar aunque todo eran fracasos que yo los consideraba lógicos por ser
desconocedor del tema. En aquellos tiempos el cultivo del champiñón y la
preparación de materias y semillas era todo un secreto profesional. Estuve 8
años con este ritmo de trabajo, cuando ya había hecho algunas plantaciones y
las últimas ya tenían algo de positivo, pero constantemente había que
modificar cosas, que sobre la marcha daba a comprender el trabajo que
hacíamos a tanteo. En una ocasión tuve la oportunidad de desplazarme a
provincias, puesto que la semilla venía de allí, y me explicaron
desinteresadamente varias cosas, que fueron por mi parte muy aprovechables.
Me puse a trabajar con todo el esmero que requería y me empezó a ir bien. Mi
padre se convenció de ello
y dejamos el campo y nos dedicamos
exclusivamente al champiñón, lo que había soñado desde que empecé. Así
cogimos al primer trabajador fijo, que constaba de toda una familia, y vivía en
la misma masía, en el piso que vivimos antaño con mi esposa después de
tener el primer hijo. Cosa que ahora ya vino al mundo una niña, Alegría, que
fue la alegría de la casa, pues ya teníamos la pareja, y así fuimos a vivir con
mis padres, ya que así había un poco más de calor entre ambos, puesto que,
mis padres muy mayores no les requería vivir solos, y los hijos siendo
pequeños estaban mejor en una planta baja que no en un piso, se evitaban
escaleras innecesarias y peligros para la gente menuda.
Como decía antes, la familia del trabajador la instalamos en el piso, así tenían
la faena a mano. Al tratarse de una familia excelente, de toda confianza y
trabajadora, es más los años que trabajaron conmigo el cabeza de familia nos
llevábamos como si fuéramos hermanos. Con todas estas ventajas aproveché
que tenía sustituto para la faena, y me salió ir a Francia a hacer unos cursillos
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para industrializarme en el champiñón durante toda una semana. Fui con el
biólogo que trabajaba conmigo, de nombre Dionisio Darnell que más tarde se
especializó con sus "Sicofonías", (grabando voces del Más Allá) demostrando
su habilidad en el tema, invitado en muchos programas televisivos del gran
especialista de ciencias ocultas y ovnis del Doctor del Oso.
Aprendí más en una semana de estar allí que cultivando diez años a mi
manera. Fue un éxito la estancia allí. Regresé a mi casa con grandes ideas y
diferentes a lo que
conocía en el mundo del champiñón; con ganas de
ponerlas en práctica.
Antes que nada, debo mencionar una anécdota del retorno de Francia a mi
casa. Fuimos con mi coche en vez del avión, pues a Dionisio (el biólogo) y a
mi nos daba un poco de respeto el avión, y así con el coche tuvimos más
ocasiones para visitar algunos cultivos y por supuesto hablar de ello. El me
decía: " Costa, cuando lleguemos allí si es que no tienes medios, tendrás que
hacer algún valioso empréstito para montar aunque sea una pequeña industria.
Yo le dije que no iba a hacer ningún empréstito, por dos razones: perdería
mucho tiempo en papeleo y otra que tendría que hipotecarme la finca, cuando
todavía no era mía, y la otra razón era que al poco tiempo el champiñón haría
un bajón muy considerable, ya que no estábamos solos en los cursillos, habían
señores de San Sebastián, de Logroño, de Navarra, de La Rioja, de Huesca,
etc, ... Estos señores con los que había aprendido incluso llevaban grabadoras
para tener una constancia de las lecciones de las técnicas francesas que nos
ofrecían. Repartidos en toda la geografía nacional, formaran sus industrias,
sus conserveras, y todo
tipo de cooperativas y hundirán el precio del
champiñón, ya que no es lo mismo trabajar de forma manual, tal como se
había hecho hasta el momento que mecanizado.
Yo por el contrario, pretendía montarme la industria poco a poco y en cuanto
a los trabajos de paleta pensaba hacerlos yo mismo, pues ya estaba
acostumbrado a hacer cosas nuevas y duras. Cogí gente de payes, que eran
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buenos trabajadores y fuertes con pocas pretensiones en el cobro y así empecé
mi otra hazaña pero de paleta, no habiéndolo hecho prácticamente nunca el
oficio. Estuve 7 años de paleta haciendo lo más imprescindible, local de
tierras para cobertura, cochera para guardar las máquinas, cámaras de
pasteurización, locales de cultivo, cámara de frío para guardar la mercancía, y
a los 7 años ya vino el bajón, tal como le pronostiqué al biólogo, ya que
aquella gente que estuvieron con nosotros en los cursillos, ya habían formado
sus cooperativas y trabajaban fuerte.
Yo por el contrario, tenía el bajón lógico del champiñón, pero tenía parte de la
fábrica montada, con la satisfacción de no deber ni un duro a nadie,
aprovechando que tenía mucha gente trabajando en la planta, había de 8
hombres y 4 mujeres todo el año, me tomaba de 2 o 3 obreros y yo con la
paleta que me funcionaba muy bien, prolongué las obras hasta los veinte años.
La urbanización iba viento en popa. Mi padre le tenía a este pequeño núcleo
urbano una profunda estimación y yo también, incluso muy a menudo el daba
vueltas por el núcleo para ver si todo funcionaba bien. Se iba con el cesto
colgando del brazo con las herramientas habituales suyas de reparación,
principalmente del servicio del agua potable, y si alguna vez surgía de alguna
avería que se le había avisado, lo dejaba todo, y hacía acto de presencia para
reparar tal anomalía. En una ocasión yo escuché una conversación de mi
padre con un señor que había comprado una parcela y se hacía las obras el
mismo, y subía todos los días de Barcelona para tal fin. Éste le decía a mi
padre - ¿Porqué le pone usted tan interés en las cosas de la urbanización? Y
mi padre le dijo -Para mi esto no es una urbanización, sino una gran familia y el otro señor le contestó: - Pues yo le diré mejor , esto no es una
urbanización tal como dice usted, sino un anfiteatro, ya que cada torre está
por encima de otra, y todas de cara al sol naciente de levante. Es un privilegio
vivir aquí por la situación del mismo. Con tal apoteosis, vino también el fatal
desenlace de la urbanización, me explicaré:
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Antes de la muerte de nuestro caudillo, el gobierno civil imponía los alcaldes
de los respectivos municipios y no había problema ni ambiciones, puesto que
los alcaldes ni siquiera cobraban un jornal para desempeñar tal cargo público,
pero después de la muerte de éste, vino la transición y después la democracia.
Esto requería que los alcaldes de los pueblos y ciudades, en este caso los
elegía el pueblo a través de los partidos, y por consiguiente con los votos de
los ciudadanos, y en el mío no podía ser menos y ocurrió así.
Entraron una gente a formar el nuevo consistorio que ya hacía 40 años que
esperaban por fin mandar ellos. Entraron con una presión que era demasiado,
en que iban a todas, y a deshacer lo que los anteriores hicieron pues estaba
mal según ellos.
Un día mi padre como promotor de la urbanización tuvo una citación del
nuevo alcalde, que le daba día y hora para una audiencia, y yo le acompañé.
Cuando nos mandó pasar a su despacho oficial, sentado él en la silla grande
del ilustrísimo Sr. Alcalde presidente del Ayuntamiento, y después de
saludarnos nos mandó sentarnos para que nos desmayáramos con lo que tenía
a punto de inculcarnos, y se manifestó, dijo: - "Usted señor promotor (con un
tono burlón) tiene dos recibos pendientes de la compañía eléctrica del
consumo de la luz pública de la urbanización de Can Suquet. Mi padre le
mencionó -Aquí habrá alguna equivocación, puesto que, el consumo de la luz
pública lo paga ya hace años el Ayuntamiento, que es quien debe pagarla
según mi criterio, por esto os cobráis las licencias de obras, contribuciones,
consumos, plus valúas, etc. ...
Y el alcalde dijo: - No hay ninguna
equivocación, y desde que he entrado yo en el consistorio, mando que la
pague usted por no tener la urbanización legalizada."- Y a propósito de
legalizarla, qué trámites hay que efectuar para ponerse al día según usted, - le
preguntó mi padre. - Faltan zonas verdes y zonas de equipamiento, dijo el
alcalde. Y añadió: - De momento me conformo con 200.000 palmos
cuadrados, Después intervine yo y le dije al ver a mi padre un poco mosca esto no es posible, por la sencilla razón que colindamos con toda la
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urbanización en otros propietarios de otras fincas, y el dijo: - Hay que añadir
del resto de la finca, y yo insistí que no viene el terreno que usted dice añadir
correlativo en lo que está urbanizado, puesto que hay la Masia por el medio y
es rural, no mencioné ni una palabra más le sentó muy mal, ya que le hicimos
toda clase de réplicas, y no hubo manera de convencerle, y con este
malentendido, salimos del despacho del Gran Sheriff.
Al terminar de bajar las escaleras del Ayuntamiento para salir a la calle,
observé que mi padre estaba algo fuera de si, conmovido por la rabia que le
produjo tal entrevista, incluso tenía los ojos llorosos, que un hombre a los 70
años, que llore por dentro y por fuera es algo muy grande, y me dijo: - Yo ya
no subo jamás estas escaleras para discutir con este hombre, que podría ser mi
hijo, y no tiene ni pizca de experiencia, ni es humano, sólo tiene posesión de
mando, y quiere hacer las cosas a su manera, sin mirar a quien pisa , y me
añadió: Yo que lo hacía con toda la ilusión del mundo, velando por el
bienestar de nuestros conciudadanos ¿y ahora que? y acto seguido me dijo: Te vas a la ciudad con mi médico particular que me hace los
electrocardiogramas, y le explicas lo sucedido, y que te haga un certificado de
baja por estar indispuesto de un modo definitivo, ya que tengo lesión de
corazón. Y así lo hice.
Dos días después teníamos otra citación con el Ayuntamiento y yo aproveché
ya que sabía que tenía que acudir a la cita yo sólo, me tomé los dos días antes
de recurrir me los pasé en mi despacho recopilando todas las entradas y
salidas de las ventas de la urbanización, y de hecho había déficit en las
entradas de más de un millón de pesetas, y pensé demostrarle al señor Alcalde
el déficit que teníamos, y así podría comprobar donde llegaba su conciencia,
hacia los conciudadanos suyos que habían trabajado con ahínco durante
muchos años a favor del Ayuntamiento por todos los beneficios que les había
reportado la urbanización, incluso todas las listas que le presenté con dicho
estudio económico, lo hice con cuartillas y escrito en bolígrafo, para que viera
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que lo había hecho yo personalmente, y no un técnico. Puse los nombres de
los propietarios con el correspondiente número de D.N.I. de cada parcelista.
Y con mi escopeta cargada de demostraciones sobre papel y sobre terreno si
fuera preciso, me fui a la citación, y cuando me presenté delante del señor
Alcalde, me dijo: - Yo quería hablar con tu padre que es el promotor y no
contigo. Acto seguido me metí mano en el bolsillo y le largué el certificado
médico recién hecho, y ya cambió de tono y dijo: - Siéntate que vamos a
hablar - Acto seguido me saqué de mi carterita el estudio que había preparado
con todo esmero, para ver si así conseguía algo positivo, y al mirar aquello,
me echó por la cara todas las anotaciones demostrando que había déficit por
nuestra parte en el negocio y que sólo había salido beneficiado hasta la
actualidad el Ayuntamiento con tal urbanización, y el me dijo: - Suerte que no
había mi padre presente, del contrario podía haber tenido un ataque de
corazón con tal infamia de lo que dijo. "Aquello no es una urbanización ni es
nada." - ¿Entonces qué es? - le repliqué yo, él dijo - Son campos y bosquesentonces le añadí: ¿Porqué está cobrando las contribuciones de más de 50
viviendas, y los arbitrios y demás? , se quedó cortado y me dijo no hay
acuerdo y me largué.
Al día siguiente muy temprano por la mañana sin decir nada, se presentaron
los topógrafos del Ayuntamiento para medir el terreno de nuestra finca para
agregar a la urbanización con destino de propiedad para el Ayuntamiento, al
ver esto me indigné, y les dije que con qué permiso querían tomar medidas, y
ellos me dijeron que los mandaba el alcalde, y yo les dije que dijeran al Sr.
Alcalde, que no había acuerdo, y ahora os largáis del contrario mando al
notario a levantar acta, y así se fueron. Con estas contrariedades yo tuve que
hacerme cargo de todos los gastos y responsabilidades de la urbanización
durante 10 años que estuve haciendo hucha de mi negocio para invertirlo
comprando terrenos al vecino, para cederlo algún día al ayuntamiento según
me pedían, y sin embargo, seguían cobrándose todas las entradas de la
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urbanización, excepto las licencias de obras que ya no las hubo hasta que se
arreglaron las cosas.
Mi idea de comprar terreno fue, con el motivo de no ceder ni un palmo más
de nuestra finca, del cual otro día podíamos lamentarlo, aunque tuve que
soportar la carga durante años. Al disponer de terreno, ya les manifesté por
instancia al ayuntamiento, para así cederles la urbanización, ya que disponía
de terreno, y me pidió en vez de 200.000 palmos cuadrados como dijo en
aquella ocasión, me exigió 10.200 metros cuadrados, más de una hectárea de
terreno, supongo que para vengarse ya que no le salió bien, lo que había
manifestado en más de una ocasión, que el ayuntamiento se quedaría con el
resto de la finca.
Al entregar la urbanización al ayuntamiento, lo que no quise entregarles de
momento fue el suministro de agua potable, con la intención de otro día poder
negociar el asunto con otro Consistorio, un poco más comprensible, ya que el
agua que se suministraba era totalmente de la finca y valía toda una fortuna,
aparte que había cierta nostalgia, al pensar que yo desde la edad de doce años
hasta la jubilación había trabajado junto con mi padre buscando agua,
haciendo pozos y minas en la finca, y los tres manantiales que existen en la
propiedad ya estaban al servicio de la urbanización desde hacía muchos años.
Después de haber transcurrido dos años más al servicio del suministro del
agua potable, cada día se complicaba más y más. La Generalidad exigía el
pago de un modo desmesurado de impuestos que había que cargar en los
recibos del agua, y además había que rellenar constantemente impresos
mensuales, trimestrales, semestrales y resumen anual de todo, y tenía que
cuadrar céntimo por céntimo, total , casi tenía que emplear la mitad de mi
tiempo en el suministro, y además avisos de la Generalidad y Ayuntamiento
conforme el agua que suministrábamos no era potable, por tener amoníacos,
cosa muy normal en esta zona que la agricultura y ganadería es preferente, y
calan los campos de purines, y esto con el tiempo filtra en el subsuelo y
repercute en las aguas de los pozos que nos abastecemos, sin embargo, este
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problema no lo tienen en cuenta si tales suministros los lleva una empresa
importante, y esto es lo que me di cuenta, pues no había otra alternativa que
entregar el servicio, y que se quedaran con el negocio del suministro y de
todos los problemas que les pudiera ocasionar tal compromiso, del que es de
suponer que a ellos no les ocasionaría ningún contratiempo un servicio más.
Hice un ultimátum de negociar con el Ayuntamiento para obtener de algún
beneficio a cambio, o una cantidad de compensación al hacer entrega del
suministro, y no hubo nada que hacer, no me escucharon para nada, cosa que
en otros municipios casos como el mío se han compensado muy bien, pero
aquí no fue posible.
Tuve que entregar todo, como es los pozos y minas de agua después de
trabajar toda la vida con ellos, como he dicho antes, los depósitos, toda la red
del suministro con los respectivos contadores y todos los accesos a tales
servicios, todo ello a cambio de nada, es más, tuve mucho gasto para
independizar una pequeña parte de agua para mi servicio particular, del
contrario siendo mío tenía que pagarla con todos los impuestos. Lamenté
muchísimo tal decisión, pero tuve que hacerme cargo del comportamiento de
la casa grande al no quererme abonar nada a cambio.
Tuve que conformarme y con esta entrega me quitaría una carga más de
encima y podría dedicarme más a lo mío, y así lo hice. Y a continuación ya
me quedé al margen de la polémica urbanización, o de la gran familia que la
calificaron un día mi padre y amigos de allí, ahora parte de ellos
desaparecidos, y con toda esta gran historia, la cual, a mi me parece breve, ya
que los pormenores se han pasado por alto, por no hacerme pesado. Pero antes
de terminar tal aventura querría recalificar una cosa que ustedes a lo mejor no
les ha pasado por alto y como conclusión: ¿Que provecho se le ha sacado del
atrevimiento o circunstancias que trajo un día urbanizar, ya que como he
dicho hubo déficit por nuestra parte?.
Me explico: de un principio hubo algo de negocio en la venta de las parcelas,
y del dinero sobrante, después de hacer todos los servicios de la urbanización,
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se invirtió en el negocio que he mencionado tantas veces. Después hubo
déficit en la urbanización al afrontar tantos contratiempos burocráticos, pero
sin embargo, el negocio de la finca hizo frente a solventar todas las anomalías
que iban surgiendo, como si fuera una balanza una vez se desploma por un
lado y viceversa. En total que en la urbanización no hubo negocio, pero si
hice el trabajo de autofinanciar al principio todas las decisiones que se
tomaban en el negocio, dicho en otras palabras, la urbanización hice de
banquero en un principio sin cobrarse intereses.
Mientras crecían los hijos, yo también hacía crecer la planta, con el incesante
trabajo de hacer obras y cultivos y dar faena a toda la gente. Tenía también, y
esto hay que decirlo, mis quebraderos de cabeza y estorbos que me producía
mi tía y mi hermana, que no dejaban de hacerme citaciones en el juzgado,
actos notariales por denuncias y cosas por el estilo. Estos problemas morales
me marcaban más que los físicos, y me los compartía con mis padres y mi
mujer. Ellas querían hundirme a pesar de todo, que por parte de la tía ya se le
había pagado la legítima, con lo que le correspondía y más, pero el afán de
mandar como antaño persistía, y las malas intenciones estaban a flor de piel.
Fue una lucha constante hasta que murió mi padre (que en paz descanse). Yo
por mi parte lo pasé muy mal, lo hecho mucho de menos al no tener aquel
apoyo del padre en que siempre hay cosas para consultar a una persona
mayor, del que tiene más visión en las cosas y por supuesto más experiencia
que uno de menos años.
Cuando murió mi padre, de embolia cerebral, estaba imposibilitada mi madre
en cama también. Ellas sin embargo continuaban igual, el odio a los que
trabajamos para seguir adelante. Mi madre estuvo 7 años y medio
imposibilitada, y murió como un ángel, que es lo que era. A pesar de faltarme
mis padres había que salir adelante, la vida continuaba y tenía que competir
con dos frentes, la faena diaria y las contrariedades que me producían las dos
mujeres de siempre. Perdonar la falta de respeto, pero casi no se merecían
decirles por el nombre familiar, pues me hacían la vida imposible, en lo que
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tenía que recurrir, y los cuantiosos gastos con todos los pleitos interpuestos
por ellas.
Yo por el contrario sólo trataba de defenderme, jamás les puse una denuncia
con su comportamiento, sólo me cuidaba de lo mío y de la marcha diaria que
era mucha, ya que el oficio que un día escogí relacionado con la agricultura y
también al mismo tiempo satisfacer a mis padres, al trabajar en la finca, a la
que ellos tenían todos los campos bañados de sudor al trabajar a lo largo de
toda su vida. Sobre el oficio del champiñón sólo había un inconveniente, con
el cual, en su día me conformé, pues no había otra alternativa, de trabajar
todos los días en la recogida de este precioso manjar, lo mismo en
festividades como Navidad y Año Nuevo, que todos los domingos del año
hasta que a mis 62 años hice mis primeras vacaciones con mi mujer, sólo 4
días en un balneario para reponernos un poco del agotamiento físico. Sólo
cuatro días, porque aunque pasamos un mes de no cultivar, había que preparar
para las siguientes plantaciones de cara al otoño.
Haciendo un pequeño resumen: son treinta años en el oficio con una vida
apretadísima. Debo manifestar que estoy orgulloso de ello, aunque he estado
ausente de toda diversión y fiestas, pues me ha pasado el tiempo como si
fuera un sueño, es más diré que incluso he disfrutado de ello con mi gente
trabajadora, y del estudio constante del cultivo, y cosas nuevas a aplicar en
todo momento para no encontrarme desfasado en la pura biología del
champiñón.
A las puertas de mi jubilación, a veces pienso durante este lapso de tiempo
largo de toda una vida, aunque a mi me ha resultado corta, en todo este
tiempo de esclavitud, según quien lo diría así. Yo por el contrario lo califico
como la obligación de un trabajo que lo requiere el oficio, y al mismo tiempo
uno se acomoda en crearse un ideal, que me compensa si les digo que, de un
simple agricultor he pasado a Agricultor Industrial, que he salido en varias
revistas, en reportajes de la televisión y muy mencionado en provincias, y en
la Generalidad por tal ocupación. Digo esto porque de cada 10 cultivadores
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cuando yo empecé, hoy sólo queda uno en Cataluña. No es sólo debido a la
poca rentabilidad, sino en que hay que sacrificarse, en comparación con la
vida moderna de hoy, que entre los industriales metalúrgicos ya se habla de
trabajar sólo 35 horas a la semana.
Con un empujón más me llegó la jubilación en la creencia de que junto con
mi esposa dejaríamos nuestra faena habitual, después de cuarenta años con lo
mismo, y estando además con dolencias por todo el cuerpo, por lo que debes
estar siempre pendiente de qué medicamento me toca tomar. Yo estaba en la
creencia, que como la finca es un poco grande siempre estaría ocupado en
ella, en el mantenimiento y en lo que más pudiera, trabajando seis horas
diarias y el resto dedicarlo a escribir y hacer lectura, que es lo que me ha
gustado siempre.
Dejé el negocio por obligación, según me mandó mi gestor, puesto que al
jubilarse ya no está permitido para un pensionista estar al frente de un
negocio. Ya no podía enfrentarme a los trabajos físicos que requiere la
marcha de la finca , por estar algunas veces indispuesto y muy castigado todo
el cuerpo, quizá por haber abusado de él, un poco más de la cuenta en tiempos
pasados.
Mi hijo Jordi, mayor de edad
y muy observador, que había trabajado
conmigo desde la edad de quince años ya que no quiso estudiar; y ahora ya
contaba con treinta años. Un buen día me dijo que el quería continuar y se
hacía cargo del negocio. Al principio probó de coger gente para prescindir de
la ayuda de sus padres en la recolección del champiñón. Fue todo un fracaso,
pues no tenían habilidad para recoger, ni tampoco afición a ello, sólo pasar
horas aburridas según ellos, y a cobrar las horas muy crecidas tal como se
quiere cobrar hoy. Nuestra faena de siempre tiene la particularidad, que es
casi una faena de artesanía y de habilidad, y no resultaron tales trabajadores.
Tuvimos que continuar mi esposa y yo como antes, trabajar en plan familiar
como últimamente, puesto que, en la actualidad la mano de obra es muy cara.
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Y así sigo trabajando en la cosecha del champiñón que es lo mío. Sin cobrar
ni un duro, sólo trabajo por afición y amor al arte que se dice. Así tengo la
convicción que si se gana algún dinero, algún día mi hijo podrá modernizar el
sistema y así rentabilizar más las cosechas. A menudo hay que rectificar por
estar anticuado el sistema, tal como he hecho yo mismo a lo largo de los años,
y en el momento actual todavía más, pues se vive más deprisa. Por
consiguiente, ya he aceptado el hecho de coger champiñón mientras Dios
quiera y me dé vida y fuerzas para hacerlo. Se ve que nací para esto. Quizá
cuando nazca de nuevo si me lo permiten, podré escoger mejor el oficio, un
poco más placentero.
Antes de terminar con mis memorias tendría que hacer un examen de
conciencia de lo que fue, y los hechos que me llevarían a una vida tan
ajetreada, cosa que con todos los contratiempos que me tocó vivir, tiene que
haber una explicación clara y lógica, vista desde un punto de vista
psiquiátrico, que a continuación trataré según mi criterio de descifrar el
fundamento. Según como se enfocan las cosas en todas las personas y en el
momento clave de cada vida, puede repercutir en el bien o en el mal de
aquella persona determinada, también en el modo de proceder del ser
humano. Puede perjudicar incluso a una tercera persona, y esto es lo que me
ocurrió a mi sin buscarlo. Con todos los percances sufridos que traté siempre
de solucionar, y no interponerme en nada. Simplemente me defendí, pues no
tenía tiempo de hacer otra cosa, y con todo esto me refiero a mi tía, la
protagonista, que trató de complicarme la vida y lo consiguió, aunque no
logró jamas hundirme a pesar de todo su empeño.
Durante mi infancia y pubertad, mi tía era ya casi mayor de edad. Mi padre se
cuidaba de las faenas del campo, mi madre de los quehaceres domésticos y de
mi, también de mi hermano, hermanita y todo lo que surgía. En que aquellos
tiempos había que lavar la ropa que era mucha, ya que éramos entonces en la
casa ocho personas, se lavaba, en las balsas de regar en verano. En pleno
invierno mi madre tenía que romper el hielo de la balsa para poder lavar allí, y
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meterse un tocho caliente en los pies para poder resistir un rato el frío.
Además, el lavadero del que les hablo, estaba a más de cien metros de la casa,
y después de lavar tenía que llevar con cubos la ropa mojada recién lavaba a
casa y tenderla. Por añadidura también tenía que recoger a diario la leña para
cocinar , y estaba la leñera a unos ochenta metros de distancia, y la leña en
cuestión no tenía tronco, sólo rama, puesto que el tronco se guardaba para
venderlo y cobrar algún dinero que hacía mucha falta. La vida de mi madre
fue un sacrificio constante.
Mi tía por el contrario fue la que se interpuso en la familia, y se cuidaba de los
asuntos burocráticos que mi padre le iba mandando, puesto que era ya mayor
de edad y hacía las diligencias en la ciudad con mucha soltura, y así mi padre
confiaba plenamente en ella, ya que le solucionaba la papeleta en todas las
gestiones a realizar, y él podía estar por su faena.
Mi tía en los ratos libres nos ayudaba en las faenas del campo, en esto hay que
decir en que aquellos años se llevó bien. Tenía ya sobre los veinte años
cuando pidió a mi familia para tener relaciones formales con un chico con la
intención de casarse algún día. Mi familia se opuso, porque mi tía pensaba
formar una familia en otro sitio. Esta fue la gran equivocación que hizo mi
padre al no dar su consentimiento a tal normal y correcta decisión. Actuó mal
al interponerse a tal decisión y al pensar que perdería para siempre a su fiel
ayudante. Debiera mi padre sacrificarse un poco y dar rienda suelta a los
impulsos humanos que nos dio el Creador en lo que es la única decisión
importante que se hace en la vida para formar una familia y procrear si es el
destino. Todo esto es ley de vida, y la negativa, en lo sucesivo, llevaría
problemas, los cuales mi padre pudo comprobar en los últimos años de su
vida. En una ocasión lo vi llorar por esta cuestión, cuando él me había dicho
muchas veces que él, sólo podía llorar por dentro. Todas las personas durante
nuestra vida nos equivocamos, y quisiéramos más adelante corregirlas, pero
ya no estamos a tiempo.
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Al hacerse mayor mi tía, pudimos prescindir de sus servicios, pues todos
éramos ya mayores y había que compartir todo lo que podía surgir. Ella con
su carácter un poco rebelde y autoritario, se vio defraudada cuando se le
prohibió en su día de formar un tronco con sus ramas, que podían ser sus
hijos, y no colgar de una rama, que es lo que representa en mi familia.
Con todo esto se formaría un psicosis mental contra los nuestros, y en lo
sucesivo contra mi, puesto que era yo una continuación de la casa donde ella
había pasado su juventud. El odio persistía y nosotros tuvimos, y aún tenemos
que soportarla mientras viva. Todo por una equivocación que se hizo en su
día, por actuar contra la propia Naturaleza y el propio instinto de toda
persona, lo que se dice verbalmente, navegar contra corriente. Yo quisiera
saber si tales contrariedades pueden desvelar tantos contratiempos e incluso
odio, hacia una persona que no ha sido la causante.
Lo siento por mi familia que ha tenido que soportar los problemas derivados
del caso de mi tía, pero tenía que llegar hasta el final. Profundizar el porqué
aquella persona se mentalizó de un modo totalmente negativo en contra de los
suyos. Yo por mi parte, a mi tía la comprendo perfectamente, hasta el punto
que debo decirle que si algún día llegara esta pequeña biografía a sus manos,
le diría: reconozco su manera de actuar durante tanto tiempo, pero que no la
comparto. Me ha llevado cuantiosas pérdidas materiales, y lo que es más
importante, morales. A pesar de todo, la perdono por todo el mal que me hizo,
y que se vaya de este mundo, cuando la llamen, bien tranquila y absuelta, ya
que no soy rencoroso ni vengativo con las personas que se han llevado mal
conmigo, pues lo considero absurdo e inútil, cuando ya no hay remedio.
Ocurrió y punto.
Debo hablar también del porqué de parte de las locuras que me planteé en el
trabajo. Parte de ello fue debido a mi mujer, no que me inducía a ello, sino
todo lo contrario, siempre estábamos discutiendo, pues los ideales del uno o
del otro, han sido siempre totalmente distintos. Lo que se suele decir, no hay
nada en común, ella razonaba de una manera y yo de otra, o sea, siempre
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hemos sido dos mundos distintos, y para remediar la cosa, no hay otro sedante
que el trabajo. Siempre estaba involucrado en él, pues los quehaceres no me
echaban bronca y me sentía bien con ellos. Pensándolo bien, es una gran
mujer, modesta, sencilla. Cultura un poco elemental debido a que se quedó sin
madre en su infancia, y su padre estaba siempre ausente de su casa, pues no
pudo formarse bien aunque, ha sido muy trabajadora, en esto coincidimos.
Yo si me lo permiten aconsejaría a la juventud antes de unirse para el futuro,
hay que tratarse muy bien y compenetrarse como si fuera una sola persona, ya
que si hay un buen trato, la vida conyugal es muy corta, del contrario es muy
larga e insoportable por las dos partes.
A veces doy una mirada hacia atrás, en lo que hice al principio para abrirme
camino en solitario, en faenas nuevas y fuertes de cara al futuro y en el
negocio. No se comprende que sin ser un superhombre poder resistir durante
tantos años sin decaer para nada. Tiene que haber en ello una lógica, y según
mis pocos conocimientos psicológicos, diría que hay dos factores influyentes
en ello hacia mi persona: uno el fuerte afán para dejar los trabajos de
agricultura y dedicarme a otros conocimientos biológicos; y por otra parte,
ganar dinero, que es lo que me empujaba a ello, puesto que en mi juventud y
al coincidir con la Posguerra Civil Española, nunca llevaba un duro encima
sino era por una necesidad. Esto es lo que me empujó a hacer proezas casi
sobrehumanas, que parece que el cuerpo no pudiera resistirlo. Cuando una
persona está acorralada es capaz de todo, y más si se une su fuerza física con
su fuerza mental. Unidas las dos, sin decaer, hacen verdaderos estragos, en lo
que uno ya se ha planteado mentalizarse hacia el futuro, y esto es lo que me
ocurrió en aquellos años. En una ocasión leí en una de las lecciones de
correspondencia que hice en mi juventud en el Instituto de Investigaciones
Psicomagnéticas de Madrid dirigido por Mano de Luxsi, referente al
pensamiento decía así: "Los pensamientos son cuerpos materiales cargados de
potencia y en que se materializan en el éter" , eso quiere decir la fuerza que
tiene el pensamiento.
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Otra cosa que me empujó a ello, fue mi hermano. Le pagamos una carrera
industrial de ciencias, y a mi sin embargo me obligaron, como era el
primogénito, a quedarme en casa a cuidar del campo, de la familia y de la
finca en general, y con mis estudios primarios a los catorce años, me pareció
poco y me propuse estudiar el comercio en los ratos libres, compaginándolo
con las faenas del campo, fines de semana y por las noches, y a lo dieciséis
años ya lo terminé, cosa que este pequeño esfuerzo me sacó de muchas cosas
que se presentan en la vida.
Con todas estas conclusiones, yo diría que un hombre sano, con ganas de
trabajar y abrirse camino en el futuro, no tiene que recurrir a cosas
sobrenaturales como pueden ser las drogas, pues como con los deportistas,
esto se castiga, ya que no tiene mérito tales procedimientos, y a la que la larga
caes en el vicio, como se hablaba al principio de esta biografía.
Entrando ya en una edad un poco madura, en que los nietos ya te llaman
"Avi" y te alargan la mano para que les saques a pasear, algunas veces me he
parado a reflexionar lo que ha sido de mi vida, que me ha tocado trabajar
muchísimo y duro, pero he tenido una suerte increíble de poder llegar a mi
objetivo, sin haber tenido ningún percance grave en la salud o accidentes, del
cual, ya que no hubiera sido posible llegar donde he llegado y cumplir mis
ambiciones.
He llegado a la conclusión que hay algo más en todo ello, puesto que he
pasado infinidad de peligros incluso de muerte, y sin embargo he salido ileso
de todos ellos, aunque me he salvado por los pelos. Alguien podría opinar que
me he expuesto mucho al peligro. Eso es verdad, y creo que tiene lógica. Si
hubiera estado sentado en un despacho toda la vida, no hubiera estado
expuesto a accidentes de trabajo. He tenido muchos.
En una ocasión, un domingo, de joven, y de vuelta a mi casa después de un
baile en un pueblo muy lejos del mío a las tres de la madrugada, iba solo y
mis padres acostados a aquella hora de la noche; sabían que estaba ausente,
pero no sabían dónde. Unos días antes del accidente había nevado, y hubo
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heladas muy fuertes en aquellos días consecutivos a la nevada. Aquella noche
estábamos a ocho grados bajo cero, cuando yo rodaba de retorno a mi casa, en
una carretera totalmente desértica, que en toda la noche no circulaba ningún
vehículo, me tropecé en una vaga de la carretera con la nieve. En todo el
camino no la había y me cogió de sorpresa, y la nieve era toda una losa de
hielo y me caí rozando por la calzada varios metros hasta la orilla, en que me
frenaron unos matorrales que había al principio de un precipicio. Si me llego a
dar con la cabeza me encuentran al día siguiente como un palo, pasto de las
bajísimas temperaturas, y si me caigo al terraplén no me encuentran jamás.
Esta experiencia me valió para no salir de mi casa durante dos meses del susto
que me produjo tal percance.
En otra ocasión, poniendo un anillo de 700 Kg. de hormigón prefabricado en
un pozo, pusimos unos tres pies como normalmente se hacía para trabajar en
los pozos y en el extremo se sujeta unos témales, y se cubre
momentáneamente el pozo con unas maderas para aguantar el anillo el tiempo
de atarlo con cuerdas al ternal, yo puse los pies encima las maderas para
alcanzar mejor la cuerda, cuando de repente se rompen las tablas, y yo pozo
abajo con las maderas rotas detrás de mí, y el anillo encima mío y dio la
casualidad de que una tabla se empotró en un extremo del pozo, haciendo
puente y yo me quedé justo en un hueco de espacio de diez centímetros, y allí
estaba mi cuerpo. Me sacaron de inmediato, puesto que había tres hombres
más, y me extendieron en el suelo, del que no daba casi señales de vida, me
quedé sin respiración y blanco de cara como un papel, y estuve peleando
esforzándome a respirar durante más de una hora, ya que el tórax me quedó
allí aprisionado.
Un caso más y no continúo con todos los accidentes que he tenido a lo largo
de la vida, pues me da escalofríos al pensarlo. Un día estábamos haciendo un
pozo para agua en la finca con mi padre. Ya llevábamos varios días y ya
estábamos a catorce metros de profundidad, mi padre arriba del pozo sacando
la tierra con un cubo y la polea. Yo, naturalmente, en el pozo picando y
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llenando cubos de tierra y mandándolos para arriba a la superficie. En un
momento que estaba llenando un cubo de tierra, estando yo agachado, sentí un
silbido. Fue quizá un segundo, no tuve tiempo ni siquiera de incorporarme.
Me pasó, a unos tres centímetros de distancia de mi oreja derecha, el gancho
de hierro de la polea y quedó clavado en el suelo a mis pies. No fui capaz
aquel día de continuar con la tarea tan arriesgada como era hacer pozos, pues
al subir a la superficie, me temblaban las piernas del susto, y mi padre estaba
más asustado que yo todavía.
¿No les parecen demasiadas casualidades tales percances? De no haber una
fuerza sobrenatural o un ángel de la guarda que ha velado por mi en todo
momento. Yo estoy convencido de ello. Me explicó:
En mi juventud y mucho antes de los veinte años, tuve en mis manos un libro
religioso que se llamaba: "La Santa Cruz de Caravaca". Me impresionó el
libro por el interesante contenido. Era para combatir tormentas y males de
todo tipo. Simplemente haciendo uso de una oración y con fe en ello, claro
está, se podía obtener buenos resultados. En cuanto al peligro del hombre,
había escrito algunas oraciones, para preservar de todo enemigo. Me
obsesioné tanto con las oraciones de protección personal, que me las apunté
en un papel e intenté aprendérmelas de memoria, en los ratos que trabajaba en
el campo, principalmente con la pareja de caballos que siempre había que
dejarlos algunos instantes para descansar, y es cuando me sacaba el papel
escrito de las oraciones del bolsillo y me las leía una y otra vez, hasta que,
antes de tres meses ya me las sabía por completo, era necesario sabérselas,
puesto que, se exigía llevarlas siempre encima, y una vez al día leerlas,
principalmente al acostarse, rezarlas con devoción aunque fuera dentro de la
cama, cosa que Dios me perdone, pero algunas veces me he dormido con ello
antes de terminar de rezar, o en vez de estar con toda devoción algunas veces
he estado distraído con las oraciones, con algún pensamiento en otra parte,
pero lo que es verdad que siempre las llevo conmigo, como si se tratara de un
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amuleto. No quisiera hacerme pesado con tales creencias. Las voy a
transcribir a continuación, tales oraciones y Juzguen ustedes mismos.
Mi Señor Jesucristo, acordaos de mi que soy pecador.
Virgen Santísima, rogad por mi; siempre seréis alabada y
bendita. Rogad por este pecador a vuestro amado hijo.
Preciosa hermosura de los ángeles, de los profetas, de los
patriarcas; corona de los mártires, de los apóstoles y de los
confesores; gloria de los serafines: corona de lar vírgenes,
librarme de aquella espantosa figura cuando mi alma
saliera de mi cuerpo. ¡Oh, santísima fuente de piedad y
hermosura de Jesucristo, alegría de la gloria, consolación
del clero, remedio de los trabajos! Con vos, Virgen
prudentísima, se alegran los ángeles. Encomendad mi alma
y la de todos los fieles cristianos; rogad por nosotros a
vuestro bendito hijo, y conducidnos al paraíso eterno, en
donde reináis y vivís para siempre; y allí os alabaremos
eternamente. Amén Jesús.
Soberana Virgen María, Madre de Jesús, hijo de Dios vivo,
pues lo habéis parido: Rogad por todos los pecadores para
que nos perdone. Libradnos del enemigo que nos combate,
y concedednos la gloria eterna. Amén Jesús.
San León, Papa, ha reunido y puesto por obra la oración
que sigue, de las mismas palabras y preceptos de nuestra
Santa Madre Iglesia, y la envió a Cario Magno diciendo:
Si vos creéis firmemente y sin ninguna duda, cada día que
digáis la oración en vuestro retiro o recogimiento, con
devoción, y la llevéis sobre de vos con respeto, sea en la
guerra, sea en el mar o en cualquier parte que os
encontréis, ninguno de vuestros enemigos tendrá poder
sobre vos: seréis invencible, y ganaréis fácilmente las
batallas; os libraréis de los más grandes peligros,
enfermedades y desgracias, en nombre de nuestro Señor
Jesucristo. Amén.
En espera que Dios me dé algunos años más de vida, aunque ya puedo ayudar
poco a las faenas debido a la edad, pero si poder saborear todos los días al
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levantarme, y mirar por doquier lo que fue toda una zona virgen, y ahora es
todo un ejemplo de progreso, del cual me siento orgulloso.
Cuando cierre los ojos para siempre, me limitaré a pensar lo que fue de ésta
miserable y corta vida, por la que todos tenemos que pasar, mejor o peor. No
vale la pena llevarse mal con los semejantes, sino todo lo contrario, dar buen
ejemplo, y así la vida es más apetecible. Coger las cosas con benevolencia, tal
como se presentan, si es por malo resignarse, puesto que así es nuestro destino
y esto no se cambia. Y así, bien relajado te marchas de este mundo, y dejas
atrás la vida terrenal, llena de injusticias y sin sabores. No ha sido jamás mi
manera de pensar un tanto pesimista, sino que siempre me he mirado las cosas
por el lado positivo y yo diría que esta es la clave del éxito, y detestar todo
concepto negativo.
Pero llega un momento de la vida, que hay que razonar y pensarlo bien con
calma, lo que vas a dejar en breve, y lo que has vivido más o menos a gusto
en un lapso de tiempo bastante normal en años. Aunque si se alargara un tanto
mejor, ya que a mi parecer, aunque se dice que en la otra vida se vive mejor,
me apetece probarlo, pero sin prisas, pues en este caso no quiero ser egoísta y
quitar el sitio de otro haciendo cola para irse, pues confío que habrá puesto
para todos. Con este poco de humor, que es el amigo más fiel que puede tener
uno, paso a hacerles un breve y acertado resumen de lo que es la vida.
Después de la muerte del que escribe haciendo eco de su propia vida respecto
al mundo que nos tocó vivir, Baltasar Gracian, mi favorito en todos sus obras
que escribió con tanto acierto, y por sobrenombre se le llamaba también el
perspicaz moralista y agudo definidor de la literatura Barroca, con éstas
palabras me despido de todos ustedes en la convicción que no les haya
causado aburrimiento mis relatos aunque hayan sido reales, pero puede haber
un entretanto de pesadez, si es así mil perdones y un cordial hasta siempre. Y
ahora les hablará nuestro protagonista de la gran literatura barroca, dice así:
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Todo cuando hay se burla del miserable hombre, el mundo
le engaña, la vida le miente, la fortuna le burla, la edad se
pasa, el mal le da prisa, el bien se le ausenta, los años
huyen, los contentos no llegan, el tiempo vuela, la vida se
acaba, la muerte le acoge, la tierra le cubre, la pudrición le
deshace, el olvido le aniquila, el que ayer fue hombre hoy
es polvo y mañana nada.
La muerte es un símbolo que lo podríamos calificar muy bien, del que es muy
parecido en la estación del otoño, ya que los árboles que nos han cobijado
durante la primavera y verano, protegiéndonos de los rayos del sol al
acercarse el invierno. Tales compañeros vegetales decaen anticipándose para
efectuar el sueño invernal, (cierto autor dice el sueño es semejante a la muerte
y también dice que nacemos muriendo) la naturaleza es sabia, sin embargo,
nosotros el reino animal no resucitamos en la primavera, tal como Dios creó
el ciclo de la vegetación en general.
Los síntomas de muerte, que nos dan a comprender los arbustos, cuando se
despojan de sus hojas que les han dado la vida durante el verano, y en este
caso se predisponen a efectuar el sueño que les llevará aproximadamente
medio año, como si efectuasen un viaje astral y después de este lapso de
tiempo volverán en su cuerpo, que en este caso es el tronco despojado de
tallos verdes a consecuencia del crudo invierno.
Nosotros las personas también efectuamos el viaje astral, pero definitivo y sin
retorno, del que hay que pensar que no podemos volver jamás a lo que fue
anteriormente, ya sea obrando bien o mal, es de suponer que habrá una
compensación o un reajuste de cuentas en el juicio final que Dios nos tiene
preparado, según como, se ha llevado una persona en la vida terrenal. Al
producirse tal desenlace, no cabe la menor duda, que a los familiares más
queridos en este caso conlleva cierta tristeza y desconcierto al perder aquella
persona para siempre, y con la que se ha convivido tantos años. Tal
desolación se hace evidente de ello, en las esquelas que normalmente se
reparten en el momento de despedirse el duelo y de aquel ser querido, en la
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Iglesia cuando el cura da su última bendición y puede justificarse tal tristeza
más o menos. Y así como un homenaje de aquella persona que se va para
siempre, del cual cierta versión se podría justificar tal como sigue:
"De les entranyes de la meva mare
vaig sortir nu, i nu me'n tornaré.
El Senyor m'ho havia donat,
I Eli m'ho ha tornat a prendre;
Com li ha plagut, ha succeít.
Sigui beneit el nom del Senyor."
(Del Llibre de Job)
AL NOSTREPARE
El pare está contení
Perqué després de tant temps
Som altre cop tots junts a casa.
El pare está sol
Perqué ens veus tant diferents
I es troba molt distant.
El pare está orgullos
Perqué ja som tots grans i cadascú
Tenim alguna cosa que li agrada.
El pare está cansat
El pare está de bona jeia
Perqué ha plogut i aviat collirem.
El pare, a taula, té la mirada fixa
I el pensament distret,
Com si volgué reteñir algún record.
El pare se sent pare
Ara que ve la tardor i som altra cop
Tots junts a casa.
Corro d'Amunt, 05/06/03
Joan Costa Oliveras
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