Colección de Fotografías
Transcripción
Colección de Fotografías
[DISCURSO SOBRE CURROS ENRÍQUEZ, PRONUNCIADO NA CORUÑA O 9 de marzo de 1913] Acaso la primera idea un poco clara que de Galicia adquirí, antes de conocerla directamente, fue a través de sus poetas, sobre todo de Curros Enríquez. Era yo estudiante, allá por el año 80, cuando me llamó la atención sobre los Aires da miña terra mi condiscípulo y amigo Antonio García Vao, de trágica y temprana muerte. Tuve desde muy joven afición a los versos en lengua latina –no española ni francesa–, y yo, que apenas sé de memoria versos castellanos como no sean los míos propios –y de estos muy pocos–, los he sabido en italiano, catalán, valenciano, gallego y portugués. Y de Curros Enríquez muchos, que ahora, con el enflaquecimiento de la memoria que traen consigo los años y la acumulación de recuerdos que es preciso escombrar, se me van olvidando. Pero aun se agarran a mi memoria estrofas de la “Introducción”, de “A Virxe do Cristal”, casi todo “O gueiteiro”, el “Ai!”, la “Cántiga”, el “Nouturno”, “As cartas”, y algo más de los Aires da miña terra. Aquellas mis aplicaciones de los dieciséis años a aprenderme de memoria, en puro leerlos, versos en lengua extraña eran, en parte, hijas de una vocación de lingüista –y recomiendo para aprender lenguas aprenderse de memoria versos en ellas– pero eran también y sobre todo hijas de una vocación poética. Y poesías en una lengua que sin ser la mía –aquella en que pensaba, el castellano–, fuese tal que se adivinara su sentido todo quedando en dulce penumbra voces que por no ser para mí corrientes y vulgares adquirieron yo no sé qué dulce prestigio, por vulgares que en otra parte fuesen: poesías así eran mi encanto. Ya don Juan Valera disertó agudamente sobre este encanto de mi lenguaje regional poético. ¿Cómo, pues, voy yo a juzgar a Curros Enríquez, si prendieron sus cantos en mi alma cuando esta empezaba a florecer su primavera, antes que hubiese yo hecho un solo verso, pues que mis poesías todas son de otoño? 1 La poesía de Curros tiene en mi más de 32 años, figuraos! Han pasado sobre ella en mi alma tantas noches dulces, tardes serenas, ha pasado su contenido, su entraña poética y he reflexionado sobre el elemento sectario que más veces las deslustra que las ilustra, sobre esa quejumbrosidad gallega que me parece un tópico infundado y un error poético, y en cuanto a la forma, en los aportuguesamientos por huir de la castellanización, y en el formar voces que no son populares estropeando el lenguaje literario común español, que es forzosamente castellano. Pero todo esto, estudiado y pensado por el lingüista y por el crítico, no ha podido nunca hacer que se ajen en mi alma, en la que todavía me gorjean, aquellos cantos gallegos que prendieron en ella cuando entre las tristezas de la Villa y Corte –para mi Madrid fue tristísimo durante mi carrera- añoraba las verdes montañas de mi tierra vasca, brizadas por el canto del mismo mar que briza el sueño de las verdes montañas gallegas. Y alguna vez, en aquella mi melancólica adolescencia de estudiante en Corte, repetí versos de Curros oyendo, hacia la fuente de la Reja, junto al Manzanares, la gaita gallega que mantenía abiertas, a la vez que las endulzaba, morriñas de hijos de Galicia. No puedo, pues, juzgar a Curros, compañero de mi mocedad. Miguel de Unamuno Salamanca, 3-III-13 2