El poblamiento de América, un debate sin fin

Transcripción

El poblamiento de América, un debate sin fin
El poblamiento de América : Un debate sin fin
Por : André Prous
Artículo traducido y adaptado del originalmente publicado en Ciência Hoje, vol 25, Nº 149 (1999)
Las discusiones sobre la época en que los primeros humanos llegaron a América es un tema
central, en el medio científico, desde hace mucho tiempo. Pero ese problema, que provoca
debates tan apasionados suscita otra duda, igualmente relevante, relativa al trayecto que habrían
seguido para alcanzar el continente. Los trabajos presentados, por investigadores
norteamericanos y canadienses, en el simposio sobre el origen de la población de las Américas,
realizado el año pasado en la Universidad del Estado de Oregon, sugieren que, pese a estar
periódicamente disponible, el corredor formado entre los glaciares de las Montañas Rocallosas
de los Estados Unidos y la región del Labrador, al norte de Canadá, no ofrecía condiciones
adecuadas para la supervivencia humana.
Esto viene a reforzar una hipótesis lanzada hace un tiempo, raramente admitida por los
especialistas, que sostiene que, el hombre pudo haber penetrado en América por el litoral
pacífico, rodeando los glaciares de las Rocallosas, luego de atravesar el estrecho de Bering.
Mientras se aguardan, entretanto, pruebas seguras se prevé una fuerte discusión académica en
torno a esta tesis.
En lo que se refiere a cuándo entraron los primeros grupos humanos al continente, los supuestos
vestigios anteriores a 12,5 mil años aún son controvertidos, aunque se sabe que el hombre llegó
a América del Norte con anterioridad a esa fecha.
Ya en el siglo XVI, los europeos estaban preocupados por conocer cuándo y cómo llegaron a América los
primeros indígenas. A comienzos del siglo XX, se sabía que los habitantes del Nuevo Mundo estaban
biológicamente emparentados con los asiáticos, aunque también se creía en la posibilidad de
migraciones provenientes de Oceanía. De todos modos, se consideraba que la entrada del hombre al
continente había ocurrido, como máximo, cerca de seis milenios atrás. Mientras tanto, hallazgos
efectuados a mediados de este siglo, lograron probar que hace unos 11 mil años antes del presente los
primeros inmigrantes cazaban grandes mamíferos, hoy extintos, en las planicies norteamericanas. Los
sitios de la famosa cultura Clóvis, caracterizados por la presencia de instrumentos de caza que incluyen
puntas de proyectil lascadas y preparadas con una técnica especial –el "acanalamiento"– fueron
entonces considerados vestigios de las más antiguas poblaciones amerindias.
Durante la segunda mitad de nuestro siglo numerosos lugares de América del Norte y del Sur
proporcionaron indicios de una posible ocupación humana, incluso más antigua que la de la cultura
Clóvis, poco antes del final del período geológico llamado Pleistoceno. Pero se trata de acontecimientos
que dan lugar a interpretaciones opuestas y los especialistas divergen mucho al respecto.
Hasta hoy, solo los sitios con fechas entre 11 y 12,5 mil años antes del presente proporcionan vestigios
incuestionables de la presencia humana en América. El estudio de tales sitios también permite saber que
los primeros indígenas no solo se especializaban en la caza del mamut o del bisonte, sino que también ya
tenían estrategias diversificadas de supervivencia.
En este artículo explicamos, por sobre todo, cómo se presenta hoy en día el problema de los orígenes
(geográficos y biológicos) del hombre americano y la forma en que los investigadores intentan resolverlo.
Los arqueólogos hacen una tarea semejante a la de los detectives quienes, en la escena del crimen,
deben interpretar vestigios muy variados. Corroboran hipótesis que formulan basados solo en datos y
conocimientos objetivos, pero también a partir de su intuición y de preferencias subjetivas.
Métodos de investigación
Los métodos de investigación pueden ser biológicos,
lingüísticos y arqueológicos. Los primeros consisten en
estudiar las características morfológicas y genéticas
(análisis de ADN) de los indios actuales o de los
esqueletos y restos momificados de las poblaciones
antiguas. De tal modo, se pueden comparar las
poblaciones amerindias antiguas con las actuales con
el propósito de verificar si son oriundas de uno o de
varios troncos genéticos y, también, analizar su
eventual parentesco con poblaciones actuales y
prehistóricas de otras partes del mundo.
Los recientes progresos en el análisis del ADN
mitocondrial (mitocondrias son organelas del
citoplasma de la célula que, como los cromosomas,
contienen ADN) permitirán incluso la elaboración de un
"reloj molecular", que permita calcular el tiempo
necesario de permanencia del hombre en el continente
americano y justificar las actuales diferencias entre las
poblaciones indígenas. Aunque aún limitados, tales
métodos son instrumentos potentes y promisorios de
investigación.
Cráneo del hombre más antiguo de América, de
alrededor de 11 mil años, encontrado en Lapa Vermelha
(Matto Grosso, Brasil) en 1975
Los lingüistas estudian las semejanzas y diferencias
entre las lenguas amerindias con el objeto de
determinar el grado de parentesco entre ellas.
También intentaron encontrar un "reloj lingüístico"
capaz de determinar el tiempo necesario para
producir la diversidad de las lenguas actuales y, a
partir de ahí, estimar la época en que los primeros
hombres llegaron al continente.
Raspador encontrado en Lapa Vermelha (Minas Gerais,
Brasil), posiblemente de más de 15 mil años de antiguedad
El escenario
Los arqueólogos buscan vestigios materiales (restos
de viviendas y alimentos, instrumentos, esqueletos,
etc.) de la presencia humana preservados en la
tierra. En ciertas circunstancias disponen de un "reloj
atómico" (tal el caso del carbono 14) bastante
confiable para datar esos vestigios o los estratos
sedimentarios donde se los descubre.
Milenios antes del actual período geológico y climático, el
clima de la Tierra era más frío. Grandes glaciares se
extendían inmediatamente al norte de las regiones hoy
templadas del hemisferio septentrional. En la mayor parte
de las regiones tropicales, aunque el clima no fuese tan
frío, imperaban estados generalmente más secos que los
de hoy. Como las aguas se mantenían retenidas en forma
de hielo en las zonas polares, el nivel de los océanos era
cerca de 100m más bajo. De tal modo, se podía transitar
a pie por un corredor de tierra entre Siberia y Alaska en la
región de Beringia; pero a medida que las lluvias
aumentaban, los glaciares se extendían y bloqueaban el
corredor. Los períodos en que podía hacerse la travesía
eran, por lo tanto, bastante limitados.
Son muy remotas las probabilidades de que, hace más
de 10 mil años, algún grupo de inmigrantes haya venido
por mar, cuando las técnicas de navegación eran muy
precarias. En ese sentido, se ha comprobado que el
poblamiento de las islas del Pacífico es mucho más
reciente.
Desgraciadamente, las regiones a través de las cuales
los inmigrantes asiáticos llegaron a América del Norte se
encuentran hoy bajo los hielos del Ártico o fueron en
algún momento ocupadas por los glaciares. Los lugares
más antiguos de ocupación de Beringia y de Alaska
están, por lo tanto, cubiertos o destruidos por el hielo. Los
sitios identificados por los arqueólogos se encuentran
más al sur y no corresponden a regiones habitadas por
los más antiguos colonizadores.
Artefactos provenientes de la más antigua
población de Lapa do Boquete (Matto Grosso, Brasil),
de hace aproximadamente 10-12 mil años.
Los indicios
Evidencias incuestionables de la presencia humana entre 11,5 y 12 mil años atrás, fueron hallados en
abrigos rocosos o, más raramente, a cielo abierto en California y México (América del Norte) y en Chile
central, Perú y en las regiones central y nordeste del Brasil (América del Sur). Los sitios que dan lugar a
esta afirmación tan categórica han aportado instrumentos de piedra lascada hechos con materia prima de
buena calidad traída de afuera de la región. Muchos de esos artefactos que fueron tallados por medio de
golpes precisos, son muy complejos como para haber sido ocasionados por los fenómenos naturales. Se
han fechado maderas carbonizadas de antiguos fogones y, por estar en asociación con artefactos, es
posible inferir que son el resultado de la acción humana. Muchas veces es posible hallar en estos sitios
arqueológicos restos de los alimentos que consumían los pobladores más antiguos.
El estudio de las condiciones en que se
depositaron los sedimentos (la tierra donde se
encontraron los restos arqueológicos) permite
verificar si hubo perturbaciones posteriores que
pudieron haber mezclado artefactos de distintas
épocas. A partir de 11 mil años atrás, aparecen
también esqueletos, que son particularmente
numerosos en localidades cercanas a Lagoa
Santa (estado de Matto Grosso, Brasil): Lapa
Vermelha, Cerca Grande y Santana do Riacho.
Existen varios sitios, incluso en el Brasil, con
indicios de una ocupación posiblemente más
antigua. Lamentablemente, todos presentan
algún inconveniente que impide llegar a una
conclusión definitiva. Varios parecen contener
Panel de pinturas rupestres en el gran abrigo
rocoso de Santana do Riacho (Matto Grosso, Brasil)
artefactos de piedra, hechos a partir de rocas de
la misma localidad o traídas por fenómenos
naturales. Son tan toscos que el lascado rudimentario pudo haber sido el resultado de un choque
accidental: pedazos de bloques de techo que al caer unos sobre otros se lascan espontáneamente. Los
restos de carbón y las piedras quemadas pueden haber sido producidos por la acción de rayos. Si bien
en otros casos los instrumentos y los fogones parecían incuestionables, hay indicios de que las capas
sedimentarias fueron perturbadas y de que los vestigios arqueológicos pudieron haberse infiltrado desde
una capa más reciente.
Area de excavación de Lapa Vermelha (Matto Grosso, Brasil) en 1975.
No hay por qué rechazar a priori la posibilidad de una presencia humana de gran antigüedad en América,
pero las evidencias deben ser meticulosamente analizadas. Muchas veces los arqueólogos interpretan
los datos disponibles de maneras muy distintas, lo cual desorienta al público que termina por no saber a
quién creer. En los últimos años, la prensa difundió la existencia de sitios arqueológicos que probarían la
presencia del hombre en el Brasil hace decenas y hasta centenas de miles de años. Es preciso que se
sepa que los especialistas están lejos de alcanzar unanimidad en torno de este asunto. De cualquier
modo, si había gente en el sur de los EE.UU. hace 11,5 mil años y en Chile hace 12,5 mil años, se
deduce que sus antepasados tuvieron que haber penetrado por el norte del continente –después de
recorrer miles de kilómetros– mucho tiempo antes.
Los actores
¿Quiénes eran los primeros inmigrantes? Nada podemos decir con respecto a los posibles indígenas de
más de 12 mil años de antigüedad. Sin embargo, a partir de ese momento se constata la presencia de
poblaciones diferentes tanto de los actuales asiáticos como de los indios modernos. Sólo a partir de
aproximadamente 8 mil años antes del presente, hay evidencias de hombres con rasgos asiáticos,
llamados "mongolizados", y bastante parecidos a los indígenas actuales.
Estudios recientes sugieren que los primeros americanos (identificados con la cultura Clóvis en los
EE.UU. y otras culturas de la misma época en América del Sur) descendían de una población no
mongolizada del Asia central. Parte de esa población habría migrado al sur, llegando a Australia, en tanto
que otra habría viajado al norte, penetrando en América. Así, se puede explicar la semejanza entre el
llamado hombre de Lagoa Santa y las poblaciones aborígenes de Australia, aunque tengamos la certeza
de que no hubo navegación entre ambos continentes. En la región de origen, esos primitivos Homo
sapiens habrían sido sustituidos por poblaciones mongolizadas que, a su vez, produjeron nuevas oleadas
migratorias en dirección a América.
Esa hipótesis, que aún está en discusión, sugiere que en América penetraron cuatro oleadas migratorias
principales desde Asia –los esquimales representan la última– y que por lo menos dos de ellas habrían
alcanzado América del Sur.
¿Podemos llegar a una conclusión definitiva?
Mientras que la arqueología tiene pruebas fehacientes de la presencia humana en América unos 12 a 11
mil años antes del presente, los lingüistas y estudiosos del ADN mitocondrial, por su parte, creen que la
diversificación biológica y lingüística que se verifica en el continente permite suponer una antigüedad
mayor, del orden de los 20 a 30 mil años. Los arqueólogos no deben descartar esa posibilidad, pero el
hecho de que los primeros habitantes hayan sido probablemente poco numerosos hace que las
posibilidades de hallar las evidencias de su presencia sean remotas. Si alguno de los yacimientos
arqueológicos controvertidos que hemos mencionado, fueran en realidad una evidencia de la presencia
antigua del hombre americano, esto significaría que este trabajaba la piedra de un modo rudimentario,
más que nada si tenemos en cuenta la habilidad de las poblaciones contemporáneas de otras partes del
mundo. Esa hipótesis es factible, ya que en el trópico la madera pudo haber sido mucho más utilizada
que la piedra.
Pinturas rupestres en un abrigo rocoso de
Santana do Riacho (Matto Grosso) Brasil
Los científicos deben, por lo tanto, continuar buscando indicios de los primeros americanos y debatir su
validez caso por caso. En la investigación arqueológica, que es una disciplina que no pertenece al campo
de las ciencias experimentales, es esencial el papel de la discusión. Los "abogados del diablo" son
necesarios para obligar a los que sostienen la existencia de sitios supuestamente pleistocénicos en
América a verificar su información, refinar los argumentos y examinar sus aseveraciones. Pero no
siempre es fácil discutir este tema –actualmente uno de los más polémicos de la arqueología americana–
dentro de los límites aconsejables del respeto mutuo.
Principales sitios pleistocénicos con vestigios de las más antiguas poblaciones amerindias
Los sitios de esas culturas se extienden por la región centro-este de los EE.UU. Instrumentos de caza allí
encontrados a mediados de este siglo fueron considerados vestigios de las más antiguas poblaciones
amerindias en el continente, que habrían vivido hace 10 y 11,5 mil años.
Meadowcroft (nordeste de los EE.UU.) y Monte Verde I (sur de Chile): La identificación de esos sitios en
la segunda mitad del siglo XX sugiere una ocupación humana más antigua que la de la cultura Clóvis:
entre 15 y 19,6 mil años para el primero y cerca de 30 mil para el segundo. Los especialistas difieren
mucho en la aceptación de estos datos.
Calico (California, EE.UU.): Basados en formaciones geológicas de ese sitio que contiene supuestos
instrumentos humanos, se sugiere la presencia del hombre en América hace por lo menos 70 mil años.
Como los artefactos son poco convincentes, el sitio no es tenido en cuenta hoy por la mayoría de los
investigadores.
Pedra Furada (Piauí, Brasil): A partir del fechado de supuestos instrumentos y fogones identificados en
ese sitio, excavado por N. Guidon y F. Parenti, respectivamente en los años 70 y 80, se afirma que el
hombre está en América desde hace más de 40 mil años. Pero muchas de las conclusiones presentadas
por los investigadores que defienden esta hipótesis son cuestionadas por algunos especialistas.
Itaboraí (Río de Janeiro, Brasil): Basado en supuestos artefactos de cuarzo encontrados en ese
yacimiento paleontológico, M. Beltrão, su excavadora, defiende la hipótesis de que el hombre estaría en
América desde hace 2.500.000 años. La mayoría de los arqueólogos considera que ninguno de esos
instrumentos tiene origen humano.
Toca de Esperança (Bahía, Brasil): M. Beltrão, H. y M.A. de Lumley encontraron artefactos de piedra en
estratos de ese sitio datados en 200 y 300 mil años por el método de 230Th y de 234U. Pero el margen
de error de dichas dataciones es enorme y hay indicios de perturbaciones estratigráficas.
Lapa Vermelha (Minas Gerais, Brasil): Fue encontrado en ese sitio el más antiguo esqueleto conocido en
las Américas, de cerca de 11 mil años.
Lapa de Boquete e Santana do Riacho (Minas Gerais, Brasil), Pedra Pintada (Amazonas, Brasil) y
Santa Elina (Matto Grosso, Brasil): Esos sitios contienen vestigios incuestionables de la presencia del
hombre en la región entre 11 y 12 mil años atrás.
GALERIA
2.- Cráneo del hombre más antiguo de América, de alrededor de 11 mil años, encontrado en Lapa
Vermelha (Matto Grosso, Brasil) en1975
3.- Raspador encontrado en Lapa Vermelha (Minas Gerais, Brasil), posiblemente de más de 15 mil años
4.- Artefactos provenientes de la más antigua población de Lapa do Boquete (Matto Grosso, Brasil),
de hace aproximadamente 10-12 mil años.
5.- Panel de pinturas rupestres en el gran abrigo rocoso de Santana do Riacho (Matto Grosso, Brasil)
6.- Area de excavación de Lapa Vermelha (Matto Grosso, Brasil) en 1975.
7.- Pinturas rupestres en un abrigo rocoso de Santana do Riacho (Matto Grosso) Brasil
8.- Santiago de Riacho y Lapa Vermelha en el Matto Grosso, Brasil

Documentos relacionados