fi1694San Pedro Arlanza

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fi1694San Pedro Arlanza
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San Pedro de Arlanza: de las formas románicas, al mundo gótico y a la modernidad.
El insigne y egregio monasterio burgalés de San Pedro de Arlanza tiene, como
uno de su mayores timbres de gloria, el haber sido, a partir de mediados del siglo XII,
panteón del conde Fernán González (930?-970) y su mujer Sancha, pero en la actualidad
es una venerable ruina en lamentable estado de abandono y desuso. El viejo y mudo
cenobio se ubica en un bello y agreste paraje del valle medio del Arlanza, entre
imponentes riscos, un rico bosque de sabinas y encinas y presidido por una
impresionante roca sobre la que asienta sus reales el templo conocido como de San
Pelayo o S. Pedro el Viejo. Está a medio camino entre las villas de Hortigüela (en cuyo
término municipal se sitúa) y la más conocida de Covarrubias (sede del importante
infantado del mismo nombre).
1.- Breves datos históricos.
El origen del monasterio hunde sus raíces en la leyenda, pues, algunos pensaron
que en el mismo estuvo enterrado el rey Wamba. Lo que tenemos por cierto es que el
año 912 recibe la carta fundacional de varios miembros de la nobleza de la tierra de
Lara encabezados por Gonzalo Téllez, su mujer Flámola o Lambra, la madre de Fernán
González y el hermano mayor del futuro conde, Ramiro. Se independiza de la familia
condal, se le fija su coto redondo, comenzando así el señorío abacial que se irá
ampliando con el paso del tiempo. A partir de ese momento el monasterio recibe
donaciones en Montejo y Cavasuar y, más adelante, verá incrementados sus derechos y
patrimonio cuando el conde y luego rey Fernando I, lo elija, al menos inicialmente,
como lugar de enterramiento.
Está demostrado que, el supuesto documento fundacional de este monasterio por
parte del conde Fernán González -también datado el año 912-, es una falsificación de
mediados del siglo XII, realizada hacia el año 1150. Por tanto dicho conde no fue el
fundador de San Pedro de Arlanza ni tampoco estuvo inicialmente enterrado en él. Su
cuerpo, el de su mujer y de otros miembros de la familia condal, se trasladaron a
Arlanza desde Santa María de Lara, posiblemente hacia mediados del siglo XII.
El período de engrandecimiento y prosperidad del señorío de Arlanza es, sin
lugar a dudas, el siglo XI, sobre todo por la generosidad del conde y primer rey
castellano, Fernando I (1029-1065), quien, al elegirlo para enterramiento, le concede
algunos monasterios como Celada Queson, Santa María de Lara, Santa María de
Retortillo, San Juan de Tabladillo, San Millán de Belbimbre, etc. Igualmente recibe un
conjunto de templos como la iglesia de San Román de Carazo, Arauzo de Torre, San
Juan Bautista en Huerta de Rey y propiedades en Quintanarraya, Hontoria de
Valdearados, etc. A todo ello se debe añadir la concesión de la jurisdicción civil en
todas esas propiedades recibidas del monarca. Se puede afirmar que el verdadero
fundador del monasterio fue el rey Fernando I, quien pensó inicialmente enterrarse en el
lugar. Estos dos hechos explican las reseñables concesiones que colocan al cenobio en
uno de los lugares de privilegio entre los castellanos.
Pero no sólo el rey vela por la prosperidad del monasterio sino que diferentes
nobles y aristócratas hacen significadas donaciones en Castrillo Solarana, Baños de
Valdearados, Mozoncillo de Oca, Castrillo de Aranda, Peñaranda, etc. En la mayor
parte de este período los destinos del monasterio están en manos de un destacado gestor
y organizador, el abad San García (1048-1073), hombre significado en la corte y
acompañante habitual de la misma en los hechos más señalados. Incluso en algún
momento las reliquias de San Vicente y de las santas Sabina y Cristeta estuvieron
depositadas en el lugar.
Autor: Dr. D. Félix Palomero Aragón (profesor de arqueología y patrimonio de la URJC - Madrid)
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San Pedro de Arlanza: de las formas románicas, al mundo gótico y a la modernidad.
Todo este período de prosperidad y expansión coincide con el gobierno del abad
San García, hombre santo, escuchado en la corte del rey Fernando I y de su hijo Sancho
II, pues, ambos lo llaman y obsequian como hemos señalado con anterioridad.
Si es el siglo XI el gran momento del monasterio, durante el siglo XII siguen
afluyendo las donaciones. Recibe el diezmo de los derechos de montazgo perteneciente
al rey en el área de Lara, facultad para que sus rebaños pasten en Castilla, la jurisdicción
civil de Contreras, la villa de Huérmeces en territorio de Atienza, el monasterio de San
Vicente de Pampliega y un largo etc., según nos apunta la documentación.
Si Alfonso VII se muestra generoso con el cenobio de Arlanza, será su nieto,
Alfonso VIII, el mayor benefactor, que, aunque es generoso con otros muchos
monasterios, el de San Pedro de Arlanza es tratado con especial cariño. Este monarca
ofrece a Arlanza un conjunto de villas en el alfoz de Lara a cambio del señorío de otras
que ofrece a las Huelgas de Burgos, por lo que el monasterio adquiere el señorío de San
Leonardo, Arganza, Casarejos, Hontoria del Pinar, Regumiel, Canicosa, Revenga....
Todo este proceso de engrandecimiento y prosperidad, llega a su punto álgido en los
primeros años del siglo XIII, en que nuestro cenobio tenía jurisdicción eclesiástica en
Villaverde, Frades, San Martín de Castrogeriz, San Juan de Cela, Santa María de
Retortillo, Santibáñez del Val, San Mamés de Ura, Bohada, Mazariegos, Villaespasa,
San Leonardo... Además gozaba el abad del señorío civil en el territorio municipal del
monasterio, que era una villa, o al menos así se titulaba: Hortigüela, Cascajeres,
Jaramillo de la Fuente y Quemado, Contreras, Santa María de Lara... pueblos que
constituían la tierra dominical, coto o pequeño estado.
Además de los lugares cercanos a la abadía poseía jurisdicción civil en
numerosos pueblos como Canicosa, Regumiel, San Leonardo, Navaleno, Hontoria del
Pinar, Navas, La Aldea, Casarejos, Villaverde Mogina, San Juan de Cela, Santa Inés... y
numerosas granjas.
A partir de aquí empiezan unos años de litigios por los derechos con los obispos
de Burgos y de Osma de un lado, y de otro con los nobles, que habían recibido algunos
derechos en usufructo, o que reclaman derechos que ellos habían cedido al monasterio,
y quieren quedarse con ellos por la fuerza. Ese es el camino plagado de dificultades y
problemas que nos plantean el siglo XIII y ante todo el XIV.
Por lo que hace referencia a las edificaciones monásticas, las de estilo y formas
románicas, sabemos que la iglesia se está edificando en los años finales del siglo XI,
que era un extraordinario ejemplar de grandes calidades constructivas y que su
realización, lo mismo que las demás grandes obras monacales, coinciden con el gran
aporte económico que realizan los reyes y las grandes familias nobles. Es por
consiguiente, a través de la documentación del cartulario, cómo podemos explicarnos
una edificación de tal naturaleza, y esa ha sido precisamente la finalidad de estos breves
datos históricos que se ha apuntado más arriba sobre el gran cenobio de Arlanza.
Todo lo anterior permite a los abades del último cuarto del siglo XI y a quienes
dirigen el señorío a lo largo del XII levantar un monasterio acorde con las exigencias de
la observancia benedictina acomodada a la interpretación de la regla impuesta por los
monjes cluniacenses. Las importantes concesiones reales y las donaciones de
particulares hacen que sea posible levantar un templo de notable envergadura al igual
que el resto de las construcciones monacales.
El siglo XIII supone el comienzo de un largo período de pleitos y discusiones
con los obispos de Burgos y Osma por los derechos jurisdiccionales. Lo mismo sucede
con diferentes nobles que reclaman como propios, o se apropian, de algunos derechos
que tenía el monasterio o que había recibido en usufructo.
Autor: Dr. D. Félix Palomero Aragón (profesor de arqueología y patrimonio de la URJC - Madrid)
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San Pedro de Arlanza: de las formas románicas, al mundo gótico y a la modernidad.
El conjunto románico parece permanecer con pocas alteraciones a lo largo de la
Baja Edad Media. Los aires de reforma imperantes en las décadas finales del siglo XIV
y sobre todo en el XV, supondrán algunos cambios y remodelaciones destacables en las
construcciones del monasterio románico. Las más importantes se refieren a la iglesia
abacial que se cubre con bóvedas de crucería, se simula un crucero, se iguala la altura de
las bóvedas y sobre el antiguo nártex se levanta un coro alto de monjes. De entre las
reformas habidas en la época gótica destaca la articulación de la cabecera del ábside
central, se eleva su altura inicial, se añaden varios contrafuertes y sobre todo se cubre
con bóveda de crucería estrellada realizada por las escuelas de los Colonia. El viejo
dormitorio se traslada ahora a la panda meridional y el refectorio se ubica en la
occidental, donde suponemos estuviera antes la cilla.
2.- La fábrica románica.
Mientras se pueden rastrear algunas de las edificaciones prerrománicas silenses,
en el caso de San Pedro de Arlanza algunas excavaciones e investigaciones en la
documentación no han aportado nada relevante que permita documentar la fábrica
monástica que suponemos precedió a la románica. Hay algunos datos que apuntan a la
posible existencia de algún asentamiento romano, tal vez bajoimperial. Algo más
constatable es la existencia de un importante foco eremítico en el entorno en época
visigótica que siguió estando muy activo durante gran parte de la Alta Edad Media.
No conocemos nada de las dependencias monacales de los ocho primeros
abades. Tenemos algunos datos epigráficos de la fecha del inicio de los trabajos de la
cabecera del templo, año 1080. En el archivo de Silos se conserva la copia de una
inscripción realizada en 1771 que se expresa del siguiente modo: “ERA MCXVIII
SV[m]SIT INICIVM HANC OP[er]AM" (En la era 1118 -año 1080- se dio comienzo a
esta obra). Otro dato importante, también documentado epigráficamente -(lo pudo ver el
monje galo Ferotin en la iglesia)-, es el relativo a los autores de la fábrica. Rezaba así:
"GUILLELMEZ ET OSTEN P[ate]R EIUS FECERUNT HANC OPERA[m]
GUVERNAN[te] DOM[im]O ABBA[te] VICEN[tio] IN ERA M[cxix]" (gobernando el
señor Abad Vicentio, era 1119 (año 1081), hicieron esta obra Guillermo y su padre
Osten).
El velo que envuelve a estas primeras dependencias monacales pudiera tener
alguna explicación en la ermita prerrománica de San Pedro el Viejo o San Pelayo, cuya
fábrica data de las últimas décadas del siglo IX o tal vez primeras del X. No sería
extraño que el primer monasterio siguiera la regla hispánica y por tanto sus
dependencias no se acomodaran a lo que luego impondrá la reforma aprobada en el
concilio de Coyanza (año 1055), al que asiste también San García. El propio monasterio
de San Millán de la Cogolla, en tierras riojanas, ubicado primero en la zona alta y más
tarde trasladado a su emplazamiento actual (en época románica), puede ser un buen
punto de referencia de lo que pudo suceder también aquí.
La fábrica románica de Arlanza se acomoda a lo que son los usos del mundo
benedictino, cuya regla se sigue a partir de las normas aprobadas en el concilio de
Coyanza. Por ello el conjunto de las dependencias se organiza en torno al claustro
(siguiendo el muro meridional de la iglesia abacial). Hemos de suponer, por la fecha de
inicio de las obras de la iglesia (año 1080), que las dependencias más significadas como
son la sala capitular, la sala de trabajos y el dormitorio en el parte alta se harían al
mismo tiempo. Algo de ello se puede documentar aún en el momento actual en la sala
capitular a la que se accedía desde el claustro por doble portada y más adelante, en un
nivel algo inferior, una portada que daba acceso a una amplia estancia rectangular que
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tenía salida hacia el exterior (muro este) por una portada que se puede ver en el muro
que da acceso al segundo claustro, obra ya del siglo XVII como tendremos ocasión de
ver.
Hemos de suponer que el refectorio, paralelo al claustro, se ubicaba en la panda
meridional y que sobre él se levantaron las celdas individuales exigidas por la reforma
implantada ya en el siglo XV. La panda occidental, habitualmente destinada para
asuntos domésticos como la cilla, otros almacenes y en ocasiones para hospedería y
enfermería, ha sido muy alterada, pues en la misma se levanta el refectorio y la cocina a
finales del siglo XV o comienzos del XVI y en su ángulo noreste (el más cercano al
templo) estaba la cárcel o habitación de castigo.
La parte más notable de la arquitectura románica es la iglesia abacial, pues, sin
conservarse en su estado primitivo, se puede reconstruir con bastante precisión. Se trata
de una construcción edificada con muros de piedra sillería de aparejo isódomo, de
planta basilical, con tres naves divididas en cuatro tramos y una portada abierta a los
pies (en esta zona se levantará en el siglo XV el coro alto) que daba acceso a un
pequeño nártex o pórtico de ingreso en el lugar sagrado. Toda la fábrica va recorrida por
un significado podium, de más de un metro de altura, particularmente visible en los
ábsides y en el muro norte, interior y exteriormente. Al muro meridional se abrían otras
dos portadas que comunicaban con la zona norte del claustro procesional: una de factura
románica ubicada en el cuarto tramo -cegada para dar acogida a una tumba- y la otra en
el tercer tramo de formas tardoantiguas cuyo hueco se tapió para colocar en la zona alta
una tumba. La articulación externa de los paramentos norte y sur es algo que debemos
significar. Los tramos de las naves vienen definidos por una pilastra con columna
entrega y cinco arquillos lombardos que se voltean entre pilastra y pilastra, creando
unos bellos y cuidados efectos ópticos por esa manera de articular los muros que enlaza
con las formas y tradiciones del primer románico, lo mismo que vemos en la tipología
de vanos y en la portada más antigua. La forma de organizar los muros de las naves, el
tipo de vano y la factura de la portada del tercer tramo hablan un lenguaje que nos
parece del primer románico. Estamos muy probablemente ante el templo monacal
existente cuando se decide levantar la actual cabecera que, como veremos, dio comienzo
el año 1080.
Los datos arqueológicos de la portada del tercer tramo, los vanos del muro
meridional -son los únicos que quedan de los existentes en las naves- y el desarrollo del
propio muro del templo habla un lenguaje constructivo claramente diferenciado del que
hemos visto en los ábsides. Todo indica que los muros perimetrales de las naves, hasta
el comienzo de los ábsides se deben corresponder con un templo anterior. Las obras de
la nueva cabecera de triple ábside, si hacemos caso a la epigrafía, dieron comienzo el
año 1080, según recuerda la inscripción que allí estuvo colocada y que dirigieron
Guillermo y su padre Osten. Es posible que ahora se sustituya la cabecera precedente
con lo que se levanta una de nuevas trazas ya dentro de lo que convenimos en
denominar como románico. A esos ábsides seguirán pequeñas reformas como la
portada de los pies, la colocada en el nártex y la abierta, bastante más tarde, en el muro
meridional, en el cuarto tramo, hacia el claustro. Dicha portada precedía al arco triunfal
del ábside de la epístola, el de la Virgen de la Batallas.
La torre se adosa al muro norte a la altura de los tramos tercero y cuarto; su
hueco inferior fue la primitiva sacristía a la que se accedía por el vano característico cumplió esa función hasta que se levantó otra nueva a comienzos del siglo XVII-. Tiene
planta básicamente cuadrada y presenta rasgos más bien tardorrománicos, tal vez ya de
pleno siglo XIII, aunque no es descartable que pudiera levantarse sobre una edificación
anterior de la que reutiliza algunos elementos ornamentales. En su estado actual
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San Pedro de Arlanza: de las formas románicas, al mundo gótico y a la modernidad.
responde a dos momentos diferentes. Exteriormente consta de doble cuerpo, el inferior
recorrido por arcadas apuntadas y el superior completamente liso excepto los huecos de
las campanas. Es igualmente notable la calidad de la fábrica del husillo, colocado en el
ángulo suroeste, por su considerable volumen y calidad constructiva. Interiormente se
articulaba en principio en dos grandes espacios a los que se añadió más tarde un tercero.
El inferior (al nivel del propio templo) se aprecia la existencia de sendas portadas, una
cegada que tuvo arco de medio punto y otra de estructura adintelada desde la que se
accedía a la primitiva sacristía. El segundo es una sala cuadrada con cubierta
abovedada, de crucería, cuyos nervios se apean en las correspondientes columnas en los
ángulos. El tercero es el añadido incorporado en a finales del siglo XV o comienzos del
XVI para ubicar las campanas, en el momento que se realiza el falso crucero.
El conjunto se remata en tres ábsides, bastante más desarrollado el central que
los laterales, de factura tradicional y cubiertos con bóveda de cañón y horno -aún lo
podemos ver en el lateral derecho-. El central va recorrido hasta el arranque de la
primitiva cubierta por siete arcadas ciegas de medio punto peraltado (cuatro en la parte
recta y tres en la semicircular) apeadas sobre un pronunciado podium. No están
completas en el momento actual, pues, faltan las dos del presbiterio meridional. El
análisis del exterior del muro del ábside central nos informa de que a partir de una
determinada altura, desde el final de las ventanas, se aprecia que el muro ha sido
recrecido. Igualmente, por el exterior, se han adosado sendos contrafuertes prismáticos
que parecen obra de la segunda mitad del siglo XV o algo posteriores. Esas obras deben
corresponderse con el momento en que el amplio taller de los Colonia, tal vez bajo la
dirección de Simón, elimina la cubierta del ábside románico elevan sus muros y lo
cubren con bóveda de crucería, según una fotografía histórica, la cubierta era muy
similar a la de la cartuja de Miraflores, como veremos más adelante.
Interiormente los muros de los ábsides se articulan estéticamente en torno a dos
cenefas, una a la altura del arranque del arco de las arcadas y otra al nivel del apeo de la
bóveda. La factura es similar en el ábside central que en los laterales. Otro dato que se
debe significar es la existencia de soportes con dobles columnas en sus frentes hasta la
altura de la primera cenefa (excepto en el ábside central) que se prolongan hasta el
arranque del arco triunfal, para luego concluir en una sola, como se puede ver aún en el
ábside lateral izquierdo y parte del derecho. Este dato ha llevado a algunos autores a
suponer la existencia de dos momentos diferentes en el proceso constructivo de los
ábsides, no se puede documentar en el central. El exterior de éste, así como del lateral
derecho, ha sido profundamente alterado. El primero ha elevado considerablemente su
altura primitiva (once hiladas) y se le han añadido dos contrafuertes góticos de que
hablamos en el lugar que debieron ocupar las correspondientes columnas entregas. El
otro no se puede ver por estar oculto tras la antesacristía del siglo XVII. Sólo el lateral
izquierdo, muy restaurado, responde a su fisonomía primitiva. Los arcos triunfales, lo
mismo que los formeros de las naves laterales, eran doblados. No parece que las naves
tuvieron cubierta abovedada hasta la que se lleva a cabo en las décadas finales de siglo
XV. De esta profunda reforma, realizada por la escuela de Hans de Colonia, data el
crucero y los ventanales del gótico flamígero que aún existían a principios del presente
siglo, al igual que la arcada que comunicaba el presbiterio con la capilla de Nuestra
Señora (ábside lateral derecho) donde estaba la inscripción con la data del inicio de las
obras del templo.
Uno de elementos arquitectónicos destacables es el tipo de ventana utilizado en
todo el templo. Son vanos que abandonan la clásica aspillera y tienen una luz bastante
considerable; significan doble arco y en el ábside central decoran el arco de medio
punto con un cuidado cestillo de doble mimbre, muy similar de factura al que se aprecia
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en algunas de las cenefas. El mundo conceptual que delatan estos vanos nos recuerda el
primer románico. Ese hecho viene avalado por la presencia de la primera portada que
comunicaba el templo más antiguo con el ámbito claustral. Todo parece indicar que el
primer templo monástico, el que corresponde al primer monasterio, posiblemente de tres
naves con los correspondientes ábsides se conserva en alguna medida, pues, tanto esta
portada como parte del alzado del muro son reutilizados al levantar el actual templo
románico. Tanto el lenguaje constructivo de esta portada, cegada a finales del siglo XV
para colocar en la zona que da a la iglesia un enterramiento, como las formas de los
vanos ponen de manifiesto que el templo románico que se levanta a partir del año 1080
se reacomoda a lo existente con la ampliación de la cabecera y reutilizando lo anterior o
gran parte de ello. La portada que nos importa es una prueba clara de lo que estamos
diciendo.
Otro de los elementos constructivos singulares es la portada que estuvo colocada
en el nártex, conservada actualmente en el M.A.N. Consta de arco de medio punto
corrido, doble arquivolta, guardapolvo y significada línea de impostas, todo ello apeado
en jambas compuestas por cuatro columnas de fuste estriado (decoración funicular y
profundos canales) con pilares de baquetoncillos en el ángulo; carece del característico
podium de otros casos pues, arranca de la tradicional basa con plinto y toro y escocia
muy desarrollados. Sus esbeltas proporciones y cuidada articulación la convierten en
uno de los ejemplares más conseguidos del románico burgalés de finales del s. XI o
principios del XII.
Un elemento que debemos destacar es la presencia de un tipo de vano poco
habitual, abierto en el muro sur del templo. Se trata de vano adintelado con arco de
medio punto que descarga sobre el dintel. A ese tipo corresponden la portada más
antigua de la torre que comunicaba el templo con la sacristía ubicada en el primer
cuerpo de esta construcción y la que abría hacia el claustro (en el tramo tercero). Las
formas y las proporciones de estos vanos tienen indudables relaciones con algunos
existentes en época tardorromana que luego veremos utilizar en época visigoda y en
muchos de los monumentos asturianos. Este dato avala la formación clásica y el sólido
anclaje en la tradición de los constructores de muchos de los templos románicos de esta
tierra, que será una de las bases de la rápida implantación y expansión de las pautas del
románico pleno.
Adosado al muro norte, frente al arco formero del tercer tramo, estuvo el
supuesto enterramiento de San García del que quedan la lauda y los dos capiteles sobre
los que se apeaban el arco. Esa información ya nos la ofrecía el P. Enrique Flórez en su
obra "España Sagrada".
De lo que fuera la sala capitular, ubicada en el ángulo noreste del claustro, panda
este, nos queda exclusivamente el espacio, de planta cuadrada recorrida por un podium
elevado en sus muros este, sur y norte, sobre el que se levantaban dos arcadas ciegas
rematadas en arcos de medio punto apeados sobre columnas. Parece que inicialmente se
cubrió con bóveda, pues encima se ubicaba el dormitorio común; pero añadidos
posteriores (aún de época románica) elevaron sobremanera este espacio para practicar
en los muros de la estancia superior vanos dobles con ajimez central y cubrirlos con
cuidadas pinturas murales encima de las primeras arcadas. Se abría al claustro por
medio de doble portada con sencilla arquivolta tanto en el interior como en el exterior.
La fábrica se corresponde en lo esencial a la obra realizada posiblemente en un
momento bastante posterior a las reformas de la cabecera de la iglesia, a cuyas
características constructivas responde.
En la misma panda este, inmediatamente después de la sala capitular,
encontramos un amplio espacio rectangular con dos portadas: una hacia al exterior de
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entonces y otra hacia el claustro. Ambas están a un nivel notablemente inferior al actual
de la sala capitular y del propio claustro. Puede ser la sala de monjes, aunque dadas las
características singulares de la planta del monasterio de Arlanza, es posible que
estuviéramos ante la hospedería y enfermería.
De lo que fuera el claustro románico no tenemos resto alguno en pie y
suponemos que el actual, de trazas herrerianas pero realizado ya en el siglo XVII, se
levanta sobre la superficie que ocupara fábrica anterior que suponemos pudo tener
trazas románicas. Es un espacio de similar superficie al de San Salvador de Oña con el
que guarda no poca relación la ubicación de la sala capitular.
Croquis de algunas dependencias románicas de San Pedro de Arlanza (Autor: Félix Palomero)
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3.- Los añadidos y reformas de la Baja Edad Media.
El monasterio románico que hemos descrito, con las dificultades que presenta
una reconstrucción de esa naturaleza, sin el aporte necesario de datos arqueológicos
fiables, es una estructura que se vertebró en torno al claustro, no el que vemos en la
actualidad, pero seguramente situado, posiblemente sobre la superficie que ocupa el
actual. Al mismo se adosaba, al norte, la iglesia abacial, en el ala este se ubicaba la sala
capitular. En el espacio existente entre ésta y la iglesia, se debía ubicar la sacristía y la
biblioteca (armariolum). Siguiendo hacia el sur, a continuación de la sala capitular,
estaba la sala de trabajos. Sobre estos espacios anteriores se debió ubicar el dormitorio y
tal vez la cámara abacial. Paralelo al ala sur, en el espacio que están las celdas, debía
situarse el refectorio, a un nivel bastante más bajo que el del claustro actual. En la panda
occidental, donde en la actualidad se encuentra el refectorio moderno, debía estar la
cilla, almacén y bodega. Entre la panda sur y la oeste se pudo ubicar la portería.
Este recinto monástico, clásico en sus trazas, algo diferente de lo que vemos en
la actualidad, por los cambios acontecidos con posterioridad, nos parece que no se vio
sustancialmente alterado en la Baja Edad Media pero sí hubo algunos cambios de los
que dejamos dejar constancia.
3.1.- Los cambios habidos en el templo abacial.
Una de las obras más señaladas de la Baja Edad Media fue la modificación del
anterior templo monacal. Las obras parece que se llevaron a cabo durante el abadiato de
fray Diego Parra (1482-1500). No hay certeza de que los maestros que dirigieron los
trabajos fueran los Colonia. Parece que en las obras de modificación del templo
intervino, con importantes aportes económicos, Pedro Girón, miembro de la familia
Osuna.
El templo abacial mantuvo en lo esencial la planta románica pero se alteró la
altura de sus muros en las naves, se adosaron a los muros interiores, norte y sur, tres
pilares embebidos en los muros sobre los que cargaron los arcos fajones de las naves
laterales, ahora cubiertas con bóvedas góticas. También se cubrió con bóveda
tardogótica la nave central. De esas bóvedas no conservamos resto alguno, pero
podemos suponer que fueron de crucería tal vez sexpartitas, al estilo de las que los
Colonia hicieron en otros lugares y por la forma que presentan algunos arranques de
nervios conservados en el muro meridional. Los tres primeros tramos fueron recorridos
por los correspondientes arcos cuya clave se ubicó en relación con las nuevas ventanas,
de tipo cuadrangular, que ahora se abren en el muro y quedan descentradas las
anteriores románicas.
La parte del templo más modificada fue la cabecera. Los ábsides laterales
mantuvieron las bóvedas y altura primitivas. Pero sobre el arco triunfal de ambos se
levantó un muro y se abrió en ellos una ventana ojival, conservamos en pie la ubicada
en el ábside lateral izquierdo, el de la nave del evangelio. Sabemos, por documentos
fotográficos, que lo hubo también en el meridional.
EL ábside central se vio considerablemente alterado. Se eliminó la cubierta
primitiva, el muro perimetral primitivo se elevó de una forma considerable hasta
alcanzar la altura actual y al mismo tiempo, en su exterior, se añadieron sendos
contrafuertes. La cubierta resultante, según muestran las fotografías de comienzos del
siglo XX, presentaba grandes similitudes con la que aún vemos en la cabecera de la
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Cartuja de Miraflores (Burgos). Tenía las trazas, las formas y la ornamentación
característica de los trabajos de los Colonia y de su amplia escuela.
En el cuarto tramo se practicó, sólo en altura, una nave transversal, en parte
adosada a la torre tardorrománica, en la zona norte y en su fachada sur, que se eleva
sobre el primitivo muro románico. Aún tenemos algún testimonio de la misma en la
zona meridional con el muro y un gran ventanal. Hasta esa altura se elevó el muro,
sobre los ábsides laterales, y se practicó una ventana similar a la que hay en el
meridional.
En la zona central, tramo inmediato al arco triunfal de acceso al ábside central,
se elevó un crucero de planta cuadrada, cubierto con bóveda de crucería, probablemente
terceletes o estrellada, que tenía en cada uno de sus muros la correspondiente ventana
geminada con tracería muy cuidada, según se puede ver en algunas fotografías de
comienzos del siglo XX conservadas en el archivo del monasterio de Silos.
Otra importante obra de esta etapa fue la realización de un coro alto a los pies
del templo, en parte levantado sobre el nártex del anterior románico, en el lugar donde
se ubicaba la primitiva portada. Del mismo nos quedan parte de los muros y un gran
óculo en el muro occidental, que bien pudo ser un rosetón con la correspondiente
tracería, pero que, hoy día, no lo podemos afirmar ni negar.
Las formas que conservamos y los datos que nos aportan las fotografías del
conjunto cuando queda una parta más importante construida, indican que las obras se
llevaron a cabo en las últimas décadas del siglo XV y primeras del XVI.
Se completan los trabajos en el templo con la apertura de una nueva portada, la
tercera abierta hacia el segundo tramo del templo, en el muro meridional del templo
abacial que comunicaba con el claustro. Dicha obra, arrancada de su lugar de origen y
trasladada a Burgos, habla un lenguaje tardogótico, del mundo y escuela de los Colonia,
obra de finales del siglo XV.
3.2.- La torre.
Durante el abadiato de fray Gonzalo de Arredondo, en los primeros dieciocho
años del siglo XVI como abad del monasterio independiente con monjes denominados
conventuales y a partir de 1518, ya dentro de la Congregación de Valladolid, se
procedió a la reforma de la torre, se elevó hasta su altura actual con el cuerpo de
campanas. La obra, tal vez también de los Colonia, únicamente añadió los muros con
los correspondientes cuatro vanos, muy rasgados y elevados, en forma ligeramente
apuntada. Por los datos arqueológicos que vemos, en cada vano hubo dos campanas en
cada cano.
3.3.- El refectorio nuevo.
La otra gran reforma de la que tenemos constancia arqueológica es la realización
de un nuevo refectorio, en la panda occidental, adosado al muro perimetral del claustro.
Se levanta un gran espacio rectangular, articulado en tres tramos, se cubre con bóveda
de crucería, terceletes y en el muro oeste, tramo segundo, se coloca el púlpito elevado
para la lectura durante la refección. En el muro occidental se abren dos grandes
ventanales como única fuente de iluminación. Se accedía al mismo, al menos
inicialmente, por una portada abierta en el muro meridional de trazas tardogóticas, que
daba acceso a un espacio, que servía para llegar a la puerta del refectorio propiamente
dicha abierta en el centro del muro meridional. Este espacio se utilizó también para
comunicar con las celdas, a las que se accedía mediante una escalera que recorría el
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San Pedro de Arlanza: de las formas románicas, al mundo gótico y a la modernidad.
muro en sentido ascendente. Con posterioridad se abrió una portada en el muro
occidental, ya de trazas y formas barrocas, que daba acceso directamente al refectorio.
La pared norte del refectorio no se adosó al templo. Entre éste y el refectorio
queda un pequeño espacio que según algunas fuentes fue la cárcel de monjes.
Adosadas al muro oeste del refectorio hay sendas estancias. Una que enmarca la
escalera de acceso al púlpito y otra que se adosa al coro alto. Tal vez en ellas estuvo la
cocina monástica.
El refectorio por las formas que presenta, el tipo de cubierta, arranque de los
nervios de las bóvedas y portadas de acceso creemos que se realizó en las décadas
finales del siglo XV y o tal vez ya de la siguiente centuria.
3.4.- La panda meridional: celdas monásticas.
La otra gran reforma de la etapa bajomedieval, tal vez contemporánea del nuevo
refectorio, fue la modificación de la panda meridional. Lo que antes pudo ser la zona
donde estaba el refectorio, las cocinas y tal vez otras estancias, se convierte ahora en
pabellón de celdas. Esta obra se debió pensar a partir de finales del siglo XIV cuando se
inician las primeras reformas de los monasterios benedictinos. En todo caso parece que
la obra se llevó a cabo, al menos parte de ella, en las décadas finales del siglo XV o
primeras del XVI, como ponen de manifiesto algunos elementos arqueológicos aún
conservados.
4.- Los añadidos de la modernidad (ss. XVII-XVIII).
La modernidad supuso para San Pedro de Arlanza la incorporación a la
Congregación de San Benito de Valladolid y la entrada dentro de su disciplina. Nuestro
monasterio se integró en la Congregación de San Benito de Valladolid el año 1506, pues
en la actas del capítulo general de ese año, dio comienzo el 4 de mayo, ya figura
Arlanza entre los que forman parte del capítulo. El abad que realizó el ingreso, fray
Gonzalo de Arredondo, pese a lo que estipulaban las constituciones, fue vitalicio. Sólo a
su muerte vemos una sucesión de abades trienales primero y, más tarde, cuatrienales
hasta que se disolvió definitivamente el monasterio el año 1835, a tenor del decreto de
disolución de las Órdenes Religiosas.
La integración en la Congregación de San Benito de Valladolid supuso, como en
otros muchos monasterios benedictinos, la acomodación de las construcciones
monásticas a las nuevas exigencias. En el caso que nos ocupa, una parte ya se había
reformado con los últimos abades vitalicios a caballo del siglo XV y primeros treinta
años de la siguiente centuria, por lo que los primeros grandes cambios, vinculados a los
nuevos gustos y expresiones de mentalidad, se empezaron a dejar sentir a finales del
siglo XVI. Sin embargo las obras más notables que conocemos llevan el sello ya del
mundo barroco.
4.1.- El nuevo claustro procesional.
La primera obra de la modernidad fue el actual claustro procesional, de trazas y
formas que recuerdan el mundo escurialense, pero que quien las dio y dirigió las obras
fue un maestro vallisoletano en los finales del siglo XVI y las dos primeras décadas del
siglo XVII. El claustro actual, incompleto, le falta parte de la panda este y la cubierta
del segundo piso, suponemos que se levantó sobre el espacio que ocupara el anterior
que parece pudo ser de trazas y formas románicas. Los trabajos primeros supusieron
rellenar el espacio, antes con un pronunciado desnivel de norte a sur, como pone de
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San Pedro de Arlanza: de las formas románicas, al mundo gótico y a la modernidad.
manifiesto la portada abierta en el muro este, ubicada a casi dos metros, si no algo más,
por debajo del piso actual.
Si hacemos caso a la epigrafía que existe en la panda este del claustro
procesional las obras y los trabajos fundamentales estaban concluidos el año 1617.
Parece que en su construcción pudo participar Juan de Ribero, aunque este trabajo no es
precisamente de los mejores de su producción.
4.2.- La sacristía, sala capitular…
El maestro principal de las obras del monasterio de San Pedro de Arlanza en la
primera mitad del siglo XVII, ante todo a partir de la segunda década, fue el maestro
trasmerano Pedro Fernández de Palacios, natural y vecino de San Miguel de Aras cuya
lapida sepulcral se encuentra en la nave central de la iglesia abacial, tramo segundo, que
reza:
AQVÍ YHAZE P[e]DRO
F[ernand]EZ DE PALACIOS
MAESTRO AR
CHITECTO DE CAN
TERIA BVEN
ECHOR DESTA RE
AL CASA FVE
NATVRAL Y VE[cin]O
DEL LVGAR DE S[an] MIGVEL
DE ARAS FALLECIO
AÑO DE 1659.
Parece que las grandes reformas y cambios, iniciados con anterioridad como
hemos apuntado más arriba, se deben colocar en el haber de este maestro. Se ha podido
documentar que las obras de la sacristía se llevaron a cabo bajo la dirección de Pedro
Díaz de Palacios. Sabemos que el año 1629 se estaban haciendo, pues, la
documentación nos dice: “el dicho abbad y el convento de la sonna parte como dicho es
y de la otra el dicho Pedro Díaz de Palacios maestro de cantería decimos que por
quanto entre nos ambas las dichas partes hicimos una escriptura de transacion y
concierto por raçon de hacer y reedificar la sacristía deste dicho Real convento…por
testimonio de Hernando Marron del Rey nuestro señor y del numero de la villa de
Cuevasrrubias su fecha en ella a catorce días del mes de noviembre pasado de mil
seiscientos y veinte y nueve…”. Por tanto a este maestro debemos la actual sacristía,
adosada al muro norte de la antigua sala capitular y a los ábsides meridional y central.
Esta estancia tiene un cuidado acceso, practicado entre el ábside lateral y central,
antesacristía, cubierto con bóveda de medio cañón acasetonado, desde el que se accede
a un espacio centralizado, de planta cuadrada que se cubre con cúpula semiesférica
nervada y cuidadas trompas en los ángulos que sirven de paso desde el cuadrado del
edificio al círculo de la cubierta. Abre sendos vanos en los muros este y norte, los único
exentos. Parece que inicialmente se iba a levantar una cúpula de planta ochavada, pero,
por razones que desconocemos, hubo cambio de planes lo que llevó a redactar un nuevo
documento el año 1633. Todo lo anterior nos indica que esta construcción estaba en
proceso constructivo en esa fecha.
Las obras de la sacristía estuvieron relacionadas, según indica la documentación,
con una escalera monumental ubicada en el espacio que con anterioridad había sido la
sala capitular, que acabó siendo un ámbito de tránsito y comunicación entre el templo y
las nuevas construcciones del conocido como claustro menor. Es precisamente en este
momento cuando se modifica la cubierta del anterior capítulo. De dicha escalera nos
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San Pedro de Arlanza: de las formas románicas, al mundo gótico y a la modernidad.
quedan algunos restos, el tramo desde el que se accedía desde la sala capitular a la
antesacristía. Además de los tramos de esta escalera podemos ver la portada adintelada,
hoy cegada, que comunicaba directamente con la susodicha antesacristía. Nos faltan los
tiros y tramos del resto de la escalera que llegaban hasta el piso superior, pero aún
vemos, sendas arcadas, que miran hacia la panda norte del claustro procesional.
A este maestro se debe la reforma de la antigua sala capitular. De un lado eleva
considerablemente la altura hasta el lugar actual y la articula en tres pisos. Abre un gran
arco al muro sur, con cuidado derrame en el arco de medio punto acasetonado,
resolviendo con elegancia y maestría la luz.
4.3.- El nuevo claustro (claustro menor) y la fachada este del monasterio.
Entendemos, así lo parecen indicar los protocolos del monasterio arlantino, de
diferente naturaleza, entre 1633 y 1655, en los que figura como testigo el maestro en
cantería Pedro Díaz de Palacios que él maestro que dirigió dichos trabajos. A lo anterior
deberemos añadir el hecho de que, en este tiempo, no hay referencia a otros maestros
canteros excepto a él y a sus colaboradores. Por tanto parece que las trazas y la
realización del conocido como “claustro nuevo”, en torno al que se articulan diferentes
estancias de lo que pudo ser la hospedería o tal vez la residencia del abad. Al sur se
colocan varias dependencias, en dos niveles, al norte apreciamos la misma distribución,
variando el muro oeste, que no tiene ninguna estancia, solo el ala del patio y al este
donde sólo vemos habitaciones en la parte superior y dos que enmarcan el zaguán de
acceso.
Sabemos que en dicha obra también participó el maestro carpintero Pedro López
de Pierredonda, quien, según un protocolo de 3 de marzo de 1647, estaba trabajando en
el claustro nuevo, en el que se estipulan las condiciones de manutención
Este patio, de planta trapezoidal y reducidas dimensiones, se articula en dos
pisos, con poderosos pilares rectangulares y otros angulares, sobre los que descargan los
correspondientes arcos de medio punto que forman las arcadas que comunica las alas
con el patio. Se cubre con bóveda de crucería, cuatripartita, que podemos denominar
casi de aristas.
La fachada principal de este patio, la principal del monasterio en relación el
exterior, abre al este. Desde ella se ingresaba en el cenobio y era la imagen de cara al
exterior. Es una sencilla estructura que presenta un buen muro de piedra sillería, con
cuidada armonía en sus trazas, destacando el elemento central que lo forman la portada,
de estructura adintelada, sobre cuyo arquitrabe, con cuidados pináculos, se coloca una
hornacina, también adintelada, rematada en frontón partido y remate en el escudo del
monasterio. El vano va recorrido por varis molduras y se remata en las correspondientes
orejas, todo ello enmarcado mediante cuatro pilastras cajeadas, sobre las que descarga el
arquitrabe con sencillas molduras y remate, en los extremos, en cuatro pináculos con
bolas al estilo escurialense.
En el arquitrabe, leemos, de izquierda a derecha, “AÑO DE, SOLI DEO
HONOR ET GLORIA, 1643”. Entendemos que se trata de la data del final de las obras
de esta fachada y que por tanto bien pudieran deberse los trabajos al arquitecto Pedro
Fernández de Palacios, quien trabajó en el monasterio de San Pedro de Arlanza y
también en muchas otras posesiones del monasterio y en numerosa obras de la diócesis
de Osma, como la portada principal de la iglesia parroquial de Gumiel de Hizán.
La fachada se completa con cuatro grandes balcones, abiertos a media altura y
cuatro pequeñas ventanas abiertas en las estancias de la planta principal. Se remata en
Autor: Dr. D. Félix Palomero Aragón (profesor de arqueología y patrimonio de la URJC - Madrid)
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San Pedro de Arlanza: de las formas románicas, al mundo gótico y a la modernidad.
una moldura a manera de alero. Es un trabajo de aires clasicistas mientras que sólo la
portada muestra las formas barrocas en las orejas y el frontón partido.
Las construcciones de la zona norte de este patio, al menos parte de ellas,
parecen haberse levantado a lo largo del siglo XVIII o tal vez ya en la siguiente
centuria.
En la portada de acceso al monasterio, la de la cerca, leemos el nombre del
maestro que la diseñó y dirigió y durante el abadiato que se llevó a cabo. Parece que se
concluyó el año 1628, durante el abadiato de fray Pelayo de San Benito. La epigrafía no
está bien conservada pero aún podemos leer:
“ESTA FUENTE Y LA DENTRO EL
CLAVSTRO, CON[stru]YO ONDV
TOS, ARCAS, HIZO N.M.R.PAD
F. PELAYO DE S. BE[ni]TO AÑO
DE 1628 YO”
El mal estado de esta data, referida a la fuente que había en el lugar y a la que se
ubicaba en el claustro procesional, en la actualidad en un plaza de Burgos, hace que
tengamos poca seguridad de que se deba leer tal como lo hemos hecho nosotros.
Autor: Dr. D. Félix Palomero Aragón (profesor de arqueología y patrimonio de la URJC - Madrid)
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San Pedro de Arlanza: de las formas románicas, al mundo gótico y a la modernidad.
Planta tomada de la Enciclopedia de Románico en Castilla y León. Burgos, T.IV
Planta del monasterio de Arlanza
(leyenda)
1.- Torre tardorrománica.
2.- Naves del templo abacial.
3.- Ábside central.
4.- Ábside lateral izquierdo, del evangelio.
5.- Ábside lateral derecho, de la epístola, donde estaba la Virgen de las Batallas.
6.- Nártex primitivo. Lugar donde estuvo ubicada la portada del M.A.N.
7.- Coro alto.
8.- Antesacristía.
9.- Sacristía moderna.
10.- Sala capitular.
11.- Claustro procesional.
12.- Sala de trabajos, encima dormitorio primitivo.
13.- Refectorio bajomedieval.
14.- Pabellón de celdas bajomedievales.
15.- Segundo claustro, moderno.
16.- Fachada principal moderna.
Autor: Dr. D. Félix Palomero Aragón (profesor de arqueología y patrimonio de la URJC - Madrid)
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San Pedro de Arlanza: de las formas románicas, al mundo gótico y a la modernidad.
Breve elenco bibliográfico sobre San Pedro de Arlanza.
La nota bibliográfica que aportamos no quiere ser otra cosa que un recordatorio.
Apuntamos algunas de las obras que, en tiempos más recientes o en épocas algo más
lejanas, abordaron diferentes aspectos del monasterio de San Pedro de Arlanza y del
cercano conjunto de San Pelayo. Dichos trabajos han sido la guía para confeccionar
estas breves líneas que buscan, de una parte, para presentar una breve reseña histórica
del monasterio arlantino en la Plena Edad Media y, de otra, señalar la evolución de la
construcción monástica a lo largo del tiempo.
CABALLERO ZOREDA, L. (1994) “La iglesia prerrománica de S. Pedro el Viejo de
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Burgos: noticias documentales de la obra de Pedro Díaz de Palacios en San Pedro de
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Autor: Dr. D. Félix Palomero Aragón (profesor de arqueología y patrimonio de la URJC - Madrid)

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