La palabra Atlas, al relacionarse con las artes visuales remite

Transcripción

La palabra Atlas, al relacionarse con las artes visuales remite
carmen araujo Ar te ®
La palabra Atlas, al relacionarse con las artes visuales remite inmediatamente a ese amplio espacio de
investigación teórica y práctica, que se ha abierto en la escena contemporánea, a raíz de la recuperación
del Bilderatlas Mnemosyne de Aby Warburg, y de los variados desplazamientos interpretativos que ese
proyecto ha tenido en distintos pensadores, especialmente en George Didi-Huberman. Este espacio
de indagación, en la mayor parte de los casos, apunta hacia una reconfiguración de las disciplinas
relacionadas con la imagen visual en todas sus formulaciones, en virtud de la que es posible transformar
sus lógicas de comprensión e interpretación, a partir del establecimiento de vínculos extraordinarios,
imprevistos e incidentales entre las imágenes: ya sea de unas con otras, o de ellas con respecto a
la realidad y las cosas que imaginan. Los Atlas, entendidos como operaciones en y con la imagen,
se encuentran siempre a medio camino entre la representación: los espacios puros y propios de la
imaginación, y el registro: los lugares materiales propios de la práctica, del hacer en el mundo, por ello,
transitan tanto por elementos formales como por planteamientos antropológicos. De allí que Warburg
describiera su labor como una “iconografía de los intervalos”, es decir, como un examen de aquello que
acontece en los plexos relacionales que las imágenes instauran o trazan.
Esta investigación se ha dado principalmente en términos teóricos, como un esfuerzo de reajuste
interpretativo, sin embargo, en Long Island City Small Atlas #2, la exposición que presenta Juan Iribarren
en Carmen Araujo Arte, esta indagación visual es eminentemente práctica, es del hacer, está elaborada
con imágenes que dicen de –o que examinan– imágenes: dibujos y fotografías que exploran la pintura,
lo pictórico, en la red de conexiones que su aparición genera, crea y proyecta. En efecto, es un Atlas
que reconfigura gráficamente “una geografía de lo pictórico” en dos de sus lugares limítrofes, en dos
intervalos: en el dibujo, el momento ideal o puro de una figuración a partir de elementos simples, en
su esencialidad formal o estructural; y en la fotografía, el momento de su re-inscripción en el mundo,
cuando siendo objeto e imagen ya elaborada se restituye a las cosas, para cumplirse y concretarse en
una pintura: el punctum silencioso que señala su origen y destino. Una geografía de la pintura que va
desde el dibujo a la fotografía, desde un complejo esquema reticular de líneas, borraduras y planos
blancos, a un meticuloso juego de volúmenes, luces y sombras. Una geografía que concentra y contiene
una de las más dinámicas dialécticas de lo visual, aquella que se desplaza y se tensa entre la forma –la
mirada y sus esquemas organizativos– y los cuerpos –el “estar” y sus propiedades: masa, contextura,
magnitud, firmeza–.
En los dibujos, hechos de líneas de diverso grosor y tonalidad que se entrecruzan poblando el plano
de formas insinuadas, Juan Iribarren hace evidente su modo particular de figurar y observar el mundo,
de configurarlo como imagen, hace evidente el recorrido íntimo, silencioso y secreto que sigue su
imaginar. Líneas, borraduras y planos blancos reservados, operan como señas y apuntes para dar
cuenta de un momento reflexivo de la pintura, en el que la forma es sugerida y el color es únicamente
potencia engranada entre grises, y en el que lo corporal cede su espacio a un imaginar abstracto, un
imaginar fundante que se manifiesta como movimiento y sensualidad, como despliegue subjetivo. En las
fotografías, por su parte, Juan Iribarren duplica abismal y meditativamente el modo de ser propio de la
pintura: su deuda con la luz y la sombra, su figuración quimérica y fantasmal, su presencia inaprehensible.
En ellas las formas sólidas y contundentes se crean a partir de un juego de luces y sombras, y del
registro de esa materialidad ineludible que son los cuadros ubicados en el mismo espacio del que son
expresión y traducción. Estas fotografías son, en sí mismas, un doblez de las pinturas que capturan, son
el secuestro del instante en el que éstas –las pinturas– se dan como espacio y lugar, como situación,
como emplazamiento y contexto. En la fotografía, Juan Iribarren atrapa imágenes imposibles, imágenes
evanescentes, imágenes instantáneas siempre a punto de desaparecer, y justamente por eso, trata en
ellas explícitamente los problemas de la presencia y los secretos del imaginar: la magia que logra que la
abstracción –la idealidad– se convierta en corporalidad, que lo geométrico se permee de sensualidad
haciéndose mundo y lugar específico, que las yuxtaposiciones y contigüidades lumínicas construyan
espacios y estructuras inexistentes.
long island city small atlas #2: juan iribarren | exposición 51. 18 de septiembre al 6 de noviembre de 2016
En este Atlas de la “geografía de lo pictórico”, la pintura confronta su condición esencial, y lo hace
exponiéndose en dos modos de expresión (dibujo y fotografía) que operan como su frontera, pero
también como una situación originaria en la que la pintura puede entrever sus propios cambios,
perdidas y restituciones. Mientras que con el dibujo, sutil y dúctil, se ejercita y manifiesta de manera
afirmativa la condición artificiosa y subjetiva de lo pictórico, con la fotografía, recia y compacta, se
ejercita y manifiesta la pertenencia de lo pictórico a la materialidad de la experiencia, a los cuerpos.
Ambas indican un margen, un confín, y lo pictórico es justamente la imagen elusiva que transita, o se
inscribe, entre el proyectar artificioso y la materialidad indómita: esa imagen esquiva que se encarna en
la pintura que completa tanto la sala de exposición como el recorrido que este Atlas incita.
Por otra parte, uno podría pensar que este Atlas, esta reconfiguración puramente visual, atiende a la
pintura en su despliegue lógico, trazando para ella una “premisa” asentada en el dibujo y una “derivación”
registrada en la fotografía; o podría pensar que relata un ejercicio arquitectónico que discurre entre
el plano –el diseño, el esqueleto lineal– y la presencia –la aparición, el fantasma–; o podría pensar que
narra dos vivencias, la del apunte en la que el ojo se hace mano para darse como dibujo e idealidad, y la
del registro en la que el ojo se hace encuadre para darse como instante detenido e imagen imposible.
Además de todas estos tránsitos, la referencia a Long Island City abre un conjunto de relaciones que
exceden, desplazan y transforman la “geografía de lo pictórico”, al cimentar o incrustar estos ejercicios
en vivencias, observaciones, miradas, lugares y momentos concretos. Long Island City, no sólo es el lugar
del taller en el que todas estas obras se realizan, el lugar de la observación detallada, es la propietaria
de esa luz y de esos movimientos lumínicos que construyen sus fotografías y dan lugar a sus cuadros,
sino que es también un lugar de transformaciones, de cambios, que pasó de ser un centro industrial
a ser una ciudad que concentra gran cantidad de instituciones dedicadas al arte y talleres de artistas.
La “geografía de lo pictórico” que este Atlas concentra, que se manifiesta en un atento y reflexivo
reconocimiento de lo que acontece en dos de sus intervalos o fronteras, atiende a una vocación
artística que se ubica en los territorios de la pertenencia, que se da como compañía continua, que se
concentra en lo cercano del ver y del recorrido, que comercia con la experiencia, pero sobre todo que
se dice en imágenes.
Sandra Pinardi
Juan Iribarren, (Caracas, 1956), vive y trabaja en Nueva York. Realizó estudios de Arte en la American University,
Washington, D.C y en la Université de Paris I, (Panthéon-Sorbonne), París, Francia. Entre sus numerosas exposiciones
individuales destacan: Juan Iribarren. Obra reciente, Carmen Araujo Arte (Caracas, Venezuela, 2014), Juan Iribarren.
Obra reciente, Galería Leme (São Paulo, 2013); Juan Iribarren, Henrique Faría Fine Art (New York, 2011); Obra reciente,
Faría+Fábregas Galería (Caracas, 2009); Juan Iribarren: Recent Works, Sicardi Gallery (Houston, 2004) y Juan Iribarren,
Museo Alejandro Otero (Caracas, 2001), entre otras.
Desde el año 1982 Iribarren ha participado en muestras colectivas en diversos espacios de Latinoamérica, Estados
Unidos y Europa, destaca su participación en la 30ª edición de la Bienal de São Paulo (2012). Su trabajo se encuentra
en importantes colecciones nacionales e internacionales.

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