No entiendo este juego nuevo Caro Canales – TeCuentoUnCuento

Transcripción

No entiendo este juego nuevo Caro Canales – TeCuentoUnCuento
No entiendo este juego nuevo
Caro Canales – TeCuentoUnCuento.cl
Pelado:
Cuando saliste corriendo y gritaste ¡Max, ven!, pensé que querías que fuera a
buscar la pelota al patio, pero no tenía ganas de jugar. Mi olfato me acaba de decir que
el sillón del que siempre me bajas está en llamas. También las cortinas que uso para
esconderme cuando hice algo malo y la puerta que me abres cada vez que salimos a correr
por el barrio. Si es un juego nuevo, te aviso que me está dando calor, pero aprovecho de
contarte algunas cosas.
Te había dicho que me encanta cuando me
enseñas trucos nuevos? Encuentro muy divertido
eso de dar la patita, de hacerme el muerto y
rodar por el pasto. No entiendo cómo algunos
perros prefieren andar enojados todo el día y
ladrarle a todo el mundo. Mejor ser como yo, así
la gente me hace cariño, me dan galletas y te
ayudo a ti… con las mujeres, por ejemplo. Ni los
dos Golden Retriever de ese futbolista que tanto
admiras son tan encantadores como yo… un
Labrador con carita tierna y buen humor.
Ahora… esto no me lo esperaba, Pelado. No sé qué debería hacer, porque en
Beethoven, Balto y Marley yo, no sale nada parecido. ¿O estamos jugando a Hachiko? El
pastor alemán de la esquina me dijo que esa película da más pena que cuando doy vuelta
mi agua y tú no estás. ¡Ahora sí que sería bueno mojarme las patas, porque el suelo está
caliente! Tener zapatillas caninas también sería total. Hablando de eso, es el momento
de decirte que ese par que te compraste cuando recién llegamos a esta casa y yo era un
divertido cachorro, no se te quedaron en el gimnasio… las mordí yo mientras soñaba que
me comía un gran trozo de carne. Al despertar imaginé tu rabia, me asusté y las enterré
en el patio, debajo del arbusto que huele feo.
Ojalá que ahora que lo sabes no te enojes conmigo, fue una travesura típica de
mascota nueva. Además que una no es ninguna entre tanto momento bueno que hemos
vivido juntos, como cuando me oriné sobre la chaqueta de esa tal Lorena, la vecina
pesada, pero bonita, que trajiste un día a dormir siesta. Ah, eso tampoco lo sabías, pero
jajaja, qué más da. Lo importante ahora es que cuando leas esto no me haya ido al cielo
como todos los perritos. ¿Me escuchas ladrar?
No quiero que pienses que soy un mal Max, que no entiende tus juegos o que es
poco ocurrente. Sé que tu intención es verme siempre feliz y que por eso me traes comida
rica y me cuentas tus cosas. Prometo que cuando este juego termine voy a ir a morder al
taxista que te cobró de más ayer y lo denunciaré con Rex, ese perro policía que vemos en
la tele y que come pan con jamón. ¿Estará muy lejos?
Ya me aburrió el juego, así que mejor vuelve y llévame a la plaza, porque acá ya
no hay sillas, alfombra ni equipo de música. Además que mi pocillo de comida está un
poquito derretido, casi ni se nota, pero está deforme.
Ahora escuché que tratas de romper la puerta de atrás y que me llamas, así que
mejor dejo este papel en el fuego, porque si lo lees sabrás que me comí tus zapatillas. Te
lo estaba contando bajo la presión de no saber qué ocurría, pero ahora que sé que
seguiremos juntos, moveré mi cola con felicidad y me lanzaré sobre ti apenas entres.
Te quiere, tu perro favorito, Max.