Esquemas que sirven de soporte a la imaginacion

Transcripción

Esquemas que sirven de soporte a la imaginacion
ESQUEMAS QUE SIRVEN DE SOPORTE A LA IMAGINACIÓN
"Creo que las artes que aspiran a imitar las creaciones de la naturaleza se
originaron del siguiente modo: en un tronco de árbol, un terrón de tierra, o
en cualquiera otra cosa, se descubrieron un día accidentalmente ciertos
contornos que sólo requerían muy poco cambio para parecerse
notablemente a algún objeto natural. Fijándose en eso, los hombres
examinaron si no sería posible, por adición o sustracción, completar lo que
todavía faltaba para un parecido perfecto. Así, ajustando y quitando
contornos y planos según el modo requerido por el propio objeto, los
hombres lograron lo que se proponían, y no sin placer. A partir de aquel
día, la capacidad del hombre para crear imágenes fue creciendo hasta que
supo formar cualquier parecido, incluso cuando no había en el material
ningún contorno vago que le ayudara" (Alberti, De Statua; citado en Ernst
H. Gombrich (1959), Arte e ilusión. Estudio sobre la psicología de la
representación pictórica, Editorial Gustavo Gili, Barcelona, 1979,
páginas 103 y 104)
En el capítulo precedente nos preguntábamos cómo ampliar nuestra capacidad de
“descubrimiento visual”; proponíamos entonces un método que, por medio de la
introspección analítica, nos permitiera recabar una información más rica sobre el modelo
que la ya almacenada previamente en nuestra memoria. Constatábamos también, en el
ejemplo aducido, cuánta información proviene de nuestra experiencia a la hora de
“descifrar” o simplemente leer una imagen y cuán expuestos a interpretaciones “parciales”
o simplemente erróneas podían derivarse de ello. En ambos casos se hacía patente aquella
manera de proceder de nuestra percepción visual que denominábamos como “proyección
en busca de un significado”. De lo que se trata ahora es de utilizar ese mismo mecanismo
en un sentido distinto, pero complementario al descrito entonces. Lo que proponemos es
un método para “guiar” la proyección mediante la utilización de “esquemas” o “patrones”
accidentales en el momento de dibujar o elaborar imágenes complejas.
El método como tal no difiere apenas del que utilizamos habitualmente a la hora de
dibujar (véase el capítulo siguiente), en general partimos de una serie de “esquemas” o
“patrones figurativos” que hemos ido adquiriendo con la práctica y que vamos
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gradualmente modificándolo hasta que corresponda con el tema que queremos
representar. El dibujante adiestrado adquiere una cantidad cada vez más rica de estos
esquemas que le capacitan para reproducir rápidamente sobre el papel el esbozo de un
animal, un paisaje o una figura humana. Este esquema previo le sirve como soporte para
la proyección de sus imágenes memorísticas, ajustándolo o rectificándolo hasta que se
ajuste a lo que desea expresar. Bajo este punto de vista, poco importa si la forma inicial
de este esquema es obra del dibujante o se produce accidentalmente porque, en última
instancia, lo que leeremos dependerá de nuestra capacidad de reconocer en ellas cosas o
imágenes ya almacenadas en nuestra mente.
OBJETIVOS
.- Estimular la imaginación creadora mediante ejercicios de carácter proyectivo.
.- Aprender a usar las formas accidentales con el propósito de extraer de ellas
“modelos” o esquemas que sirvan de punto de partida para la creación de un
determinado vocabulario gráfico.
.- Usar formas o manchas accidentales en lugar de “esquemas” como medio de empezar un
dibujo.
.- Ampliar la capacidad de acción del estudiante mediante la práctica del dibujo
“manchado” (por oposición a “esbozado”, véase más adelante), complemento ideal al
“libro de modelos y sistemas” que hasta ahora ha venido utilizando.
.- Una reflexión sobre los “accidentes” que surgen en el proceso de dibujar y la posibilidad
de ser “provocados” y utilizados en la creación de nuevas imágenes.
ACTIVIDADES A REALIZAR
Disertación teórica de tres horas de duración, repartidas en dos sesiones. Una vez
terminada aquella, se plantea al alumno el siguiente ejercicio:
Sobre diferentes superficies se hacen una serie de manchas utilizando diferentes
materiales y procesos:
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.- Manchado: aplicación directa sobre la superficie a tratar mediante trapos o papeles
arrugados y empapados en pintura.
.- Frottage: manchas a modo de huellas producidas colocando un papel encima del
objeto y frotando posteriormente con un lapicero o carboncillo1.
.- Decalcomanía: transferencia de la pintura a partir de una superficie a otra por medio
de presión.
Por cualquiera de los tres métodos, se trata de producir un patrón más o menos abstracto
sobre el papel que pueda llegarnos a sugerir una imagen nueva. Es obvio que las
manchas que produzcamos deben cumplir dos condiciones para que sea posible la
proyección posterior: la primera, que al espectador no le quede duda sobre la manera de
rellenar los huecos dejados en el dibujo, la segunda, que se de una “pantalla”, una zona
vacía o mal definida sobre la cual se pueda proyectar la imagen esperada.
Los patrones de manchas así creados son completados (dibujando directamente sobre
ellos con lápiz, rotulador o tintas de color) hasta que sea posible reconocer en ellas una
imagen completa.
Duración total: 16 horas (3 teóricas-13 prácticas)
MATERIALES A UTILIZAR
Diversos tipos de papeles de cualquier dimensión que más tarde se recortan en DIN-A4,
telas de textura fina. Lápiz blando 4B, carboncillo, tintas chinas de color y negra,
cualquier tipo de pintura (preferible témpera) y tintas calcográficas grasas. Pueden
también emplearse acetatos transparentes para producir las decalcomanías.
1
Técnica de fricción o frotamiento equivalente a la “escritura automática, descubierto por Max Ernst, que
transfiere al papel o al lienzo el veteado de una superficie rugosa con la ayuda de un sombreado a lápiz.
El “frottage” sirve como modelo de activación de la imaginación creativo-visionaria.
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CONTENIDO TEÓRICO
REFLEXIONES PREVIAS
Sabemos ya que el aprendizaje del dibujo sigue una línea que se desarrolla en el sentido
de una mayor “esencialización” de los medio y recursos utilizados, algo que solo se
consigue mediante la práctica constante y la asimilación de los diversos recursos
gráficos que nos permiten traducir la realidad en términos de imagen (dibujo). Todos
conocemos la imagen del dibujante principiante intentando dibujarlo todo, cualquier
detalle, cualquier irregularidad del modelo -por mínima que sea- es objeto de su ansia
por trasladarlo al papel. Por supuesto que es una tarea condenada al fracaso, no solo por
que nuestro cándido dibujante carezca de la pericia necesaria, sino también por que sus
propios medios materiales –siempre más limitados que la naturaleza misma- le
imposibilitará tener éxito en su tarea. De esta manera, su dibujo terminará casi siempre
en una anárquica confusión de trazos y manchas que, torpemente, pretenden asir la
realidad mediante una acumulación de elementos. Si quiere salir de este proceso sin
sentido, deberá aprender primero a discriminar entre lo que tiene que dibujar y lo que
debe (y puede) simplemente sugerir. Esto es así porque, afortunadamente para nosotros,
nuestro sistema perceptivo se encargará de suplir las limitaciones de nuestros materiales,
completando, mediante el buen uso de la proyección guiada, aquellos datos que la imagen
solamente sugiere, permitiéndonos ver, allí donde una exploración más de cerca sólo
encuentra formas confusas, toda la riqueza del original. Lo que se produce entonces es una
ilusión, por otra parte bien conocida por todo dibujante, de que en la imagen hay más cosas
de las que “realmente” se han dibujado.
En oposición al dibujo analítico, objetivo y nítido que el estudiante ha tenido
oportunidad de realizar en la asignatura de Dibujo y Sistemas, se le plantea ahora la
realización de otros más inacabados, apenas esbozados, a partir de una serie de manchas
o texturas más o menos arbitrarias impresas previamente en el papel. Es ciertamente un
ejercicio que recuerda al conocido instrumento de diagnóstico desarrollado por
Roscharch, en el que se usa manchas de tinta simétricas para diagnosticar las reacciones
del paciente, en nuestro caso utilizaremos estas manchas sobre el papel para, mediante
la proyección guiada, usarlas como formas accidentales que cumplan la misma función
de lo que llamamos en otra parte “esquemas de representación”, los puntos de partida
del vocabulario del artista.
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ANTECEDENTES DEL MÉTODO
Ya en la Grecia clásica, en su diálogo entre Apolonius y Damis, Philostratos hablaba de
"imágenes en las nubes" y concluía que era con la ayuda de la mente de observador que
se formaban tales imágenes, mientras que el pintor debe utilizar además sus manos para
imitar a la naturaleza.2
Por su parte Plinio, que destacaba el papel del azar en las invenciones del arte, cuenta la
historia de un pintor que se esforzaba vanamente en representar la espuma en la boca de
un perro hasta que, desesperado, arrojó una esponja empapada en pintura al panel y,
para su sorpresa, encontró en la mancha dejada por aquella el efecto que buscaba. Son
los primeros ejemplos conocidos en los que se cita un uso para las artes de estas
imágenes de formación compleja, “fractal”, podríamos decir.
También la teoría china del arte razona sobre la posibilidad de expresar mediante la
ausencia de pincel y tinta:
“Aunque la figuras estén pintadas sin ojos, tiene que parecer que miran;
sin orejas, tiene que parecer que escuchan [...]. Esas son cosas que diez
centenas de pinceladas no pueden pintar, pero que unas pocas pinceladas
sencillas, si están bien dadas, captan. Esto es la verdadera expresión de
lo invisible.”3
Dibujo procedente del Mustard Seed
Garden Manual of Painting, 1679-1701.
2
Las citas vienen de Ernst H. Gombrich (1959), Arte e ilusión. Estudio sobre la psicología de la
representación pictórica, Editorial Gustavo Gili, Barcelona, 1979.
3
Citado en Gombrich, Op. cit., página 185. El mismo Gombrich recoge una una máxima de la teoría
china del arte que resume perfectamente lo dicho: i tao pi pu tao (idea presente, pincel no trabaja).
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Siempre según Gombrich, el pintor chino Sung Ti (siglo XI) sugirió un método para dar
a sus pinturas un efecto más natural. Se coloca un pedazo de seda blanca sobre una
pared vieja o en ruinas. Al mirarla al cabo de un tiempo, uno puede entrever paisajes
fantásticos que puede después transferir a sus propias pinturas. Es posible que Wang
Ximeng, pintor de la dinastía Noth Song, utilizara esta técnica en su obra:
Wang Ximeng, A Thousand Li of Rivers and Mountains, pintura sobre seda.
En algunos cuadros de Andrea Mantenga, en el Renacimiento, podemos observar como
procedió a pintar nubes en las que podemos reconocer caras humanas.
Andrea Mantenga, Minerva expulsando a los Vicios del
Jardín de la Virtud, 1502, temple sobre tabla.
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Leonardo Da Vinci, Inundación, sanguina sobre papel.
Pero es Leonardo da Vinci, en su Tratado de Pintura, quien nos da una descripción más
detallada del poder de las “formas confusas”, como las de las nubes o el agua turbia,
para elevar el espíritu hasta nuevas invenciones. Llega incluso a desaconsejar, en
algunos casos, el tradicional método del dibujo minucioso, para recomendar el esbozo
rápido y desordenado que puede hacer surgir nuevas posibilidades:
“Tendríais que mirar ciertas paredes manchadas de humedad, o
piedras de color desigual. Si tenéis que inventar unos fondos, allí
podréis ver la imagen de paisajes divinos, adornados con
montañas, ruinas, rocas, bosques, grandes llanuras, colinas y valles
en gran variedad; y luego, también, veréis allí batallas y extrañas
figuras en acción violenta, expresiones de caras y ropajes, y una
infinidad de cosas que podréis reducir a sus formas completas y
condignas. En tales paredes ocurre los mismo que en el sonido de
las campanas, en cuyo ritmo encontraréis cualquier palabra
articulada que podáis imaginar.” (Leonardo Da Vinci, Tratado de
Pintura)
En la Holanda del Siglo XVII, nos encontramos con el testimonio de Hoogstraeten,
según el cual el pintor holandés Jan Van Goyen (1596-1656) era capaz de hacer emerger
un cuadro con “poco trabajo” a partir de unas manchas de pintura extendida sobre el
lienzo.
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Van Goyen, Dos hombres en una pasarela sobre una corriente
(detalle), 1655, óleo sobre lienzo.
Algo más tarde, en el siglo XVIII, Alexander Cozens escribe un tratado que titula A
New Method of assisting the invention in drawing original compositions of Landscape
(“Nuevo método para ayudar a la inventiava a dibujar composiciones de paisajes
originales”) en el que propugna un método que llamaba “manchado” mediante el cual se
hacía uso de manchas de tinta para sugerir un motivo de paisaje al aficionado
ambicioso. En el se diferencia concretamente entre esbozar y manchar:
“Esbozar [...] es transferir ideas de la mente al papel [...]; manchar
es producir marcas variadas [...] engendrando formas accidentales
[...] de las cuales se presentan ideas a la mente [...] Esbozar es
delinear ideas; el manchado las sugiere.”
Cozens, de “Un método nuevo...”, 1785.
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Los artistas surrealistas pronto se dieron cuenta de las posibilidades que el método les
ofrecía para crear imágenes fantásticas o inquietantes. El “frottage” ha sido muy
utilizado por artistas como Max Ernst o Salvador Dalí. También la “decalcomanía” ha
sido utilizada por Oscar Domínguez, Boris Margo, Hans Bellmer o André Masson entre
otros.
Max Ernst, Couple zoomorphe, 1933,
óleo sobre lienzo (uso del “frottage”)
Max Ernst, Europe After the Rain (detalle), 1940-42.
óleo sobre lienzo (uso de la decalcomanía)
Oscar Domínguez, León bicicleta, 1937, decalcomanía.
Txema Franco Iradi
Bilbao, Enero del 2004
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ALGUNOS EJERCICIOS REALIZADOS POR LOS ALUMNOS
Alejandro Ricondo
Ainara Sanjinés
Naiara Zárate
Naiara Zárate
Maikel Rivas
BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA
AYER, Fred C., The Psychology of Drawing, with Special Reference to Laboratory
Teachings, Baltimore, 1916.
COZENS, Alexander, A New Method of assisting the invention in drawing original
compositions of Landscape, Londres, 1785.
DUBUFFET, Jean, Escritos sobre arte, Barral Editores, Barcelona, 1975.
GOMBRICH, Ernst H. (1959), Arte e ilusión. Estudio sobre la psicología de la
representación pictórica, Editorial Gustavo Gili, Barcelona, 1979.
VINCI, Leonardo da, Cuaderno de notas, Ediciones Felmar, Madrid, 1975.
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