“Espectros del Grupo Gaur”, Mugalari, GARA, 17-07-2004

Transcripción

“Espectros del Grupo Gaur”, Mugalari, GARA, 17-07-2004
Espectros del Grupo GAUR
Hay una fotografía sacada en Irún, en el año 1966, que ha quedado como la foto
oficial del Grupo GAUR. En ella, de izquierda a derecha, aparecen Balerdi,
Mendiburu, Oteiza, Puig (arquitecto catalán), Chillida, Basterretxea y Sistiaga. La
imagen fue tomada de manera espontánea por Fernando Larruquert. Se trata de
la única foto colectiva y en ella, como si el destino hubiese querido desde el
comienzo dotar al grupo de una desaparición ya premonitoria, faltan dos de sus
miembros, Zumeta y Amable Arias.
Es quizás por esto que esta imagen marcada por una ausencia casi fundacional
no podría sino representar de la mejor manera posible el espíritu del grupo y su
rápida disolución.
En la exposición celebrada recientemente en Gasteiz bajo el título “Constelación
GAUR”, una fuerte sensación de ausencia recorría las salas, como si un espectro
del pasado hubiera encontrado allí su morada, negándose a abandonar el lugar,
proyectando su sombra sobre las obras.
A la hora de determinar cualquier identidad de grupo o colectividad se hace
necesario un análisis de la temporalidad que atraviese el periodo concreto hasta
su momento de recepción.
Es una teoría Althusser que la temporalidad como un fenómeno existencial,
como una modalidad de la experiencia vivida, es algo generado por el modo de
producción mismo.i En lugar de las estructuras de la historia dependiendo de las
del tiempo, son las estructuras temporales las cuales dependen de las de la
historia. Las estructuras temporales y sus diferencias específicas son producidas
en el proceso de constitución del concepto de historia.
En el caso GAUR, es preciso diferenciar entre una cronología personal y otra
colectiva (o histórica), entre los eventos de la experiencia individual y el
implícito o explícito reconocimiento de periodos en los cuales una temporalidad
de grupo es establecida.
La categoría de ‘generación’ trae siempre un cierto movimiento cíclico con ella,
mientras al mismo tiempo requiere de una intensa auto-conciencia colectiva
sobre la identidad y singularidad del periodo en cuestión.
Este nivel de auto-conciencia se resumiría en el siguiente extracto del manifiesto
que publicaron con motivo de la primera exposición del grupo en la galería
Barandiarán en 1966: “todos sabemos ya quiénes somos y que una poderosa
juventud de artistas vascos reclama el sitio y la atención y los derechos que se
les debe reconocer en nuestro país, y que tenemos pasado, presente y futuro,
para saber cuales son nuestros propósitos y nuestras necesidades y los medios,
puntualmente todos los medios, para concluir con la postración cultural y
material que sufrimos y el aislamiento entre nosotros con nuestro país”.
Ese pasado, presente y futuro al que aluden en el manifiesto (y es un hecho que
ya nadie apenas escribe manifiestos y que si se redactan, es porque la ansiedad
ante un cambio radical es ya insoportable), reflejaba una clara voluntad de
continuidad e inserción en la historia. Lo que es remarcable es que esta toma de
conciencia como grupo se haga a través de la afirmación radical del momento
presente, “hoy”, “aquí” y “ahora”.
Ha quedado sobradamente escrito que al nacimiento de GAUR, integrado por
artistas guipuzcoanos, le seguirían la constitución de otros grupos en el resto de
las provincias: EMEN, ORAIN, DANOK, nombres todos otorgados por Oteiza. Este
espíritu de inserción en la modernidad se extendería como una mancha de aceite
y provocaría una revolución cultural en el país.
En este “aquí” y “ahora” florecería el fundamento de la modernidad, un
proyecto colectivo donde participasen “todos”. Sólo faltaría ese GUK (“nosotros”)
– y aquí entramos en el terreno de la especulación transhistórica - encarnado por
el sujeto colectivo de la historia.
Porque la mayoría de los relatos de la identidad, lejos de ser individuales, son
siempre colectivos.
¿Dónde está, qué queda del espíritu GAUR? ¿Dónde se encuentra a día de hoy,
como un vestigio de nuestra prehistoria moderna, su espíritu? ¿Cómo y de qué
manera, y sobre todo, en quién?
Este espíritu, si es que todavía existe, permanece dormido pero no se ha
extinguido y lleva incrustada el germen - la semilla del tiempo - de su alcance
ulterior. Como un satélite lanzado al espacio exterior, el futuro le pertenece.
Un salto adelante en esta argumentación se encuentra en la afirmación del
carácter utópico de toda experiencia colectiva. Cualquier pensamiento utópico
conlleva una innegable carga de temporalidad futura y cualquier proyecto
grupal que se precie, en algún punto de su desarrollo, prefigura su propia
emancipación, y a menudo, su desaparición.
El Grupo GAUR, como un ejemplo mayor de fracaso colectivo, según las palabras
de Oteiza “la derrota más grave que hemos sufrido en nuestra lucha cultural”ii,
puede todavía iluminar esperanza y utopía.
En este sentido, como ha escrito Jacques Derrida, la metáfora de la espectralidad
funcionaría como una conjura del pasado, con sus espíritus, sus fantasmas
porque “ese ser con los espectros sería también, no solamente pero sí también,
una política de la memoria, de la herencia y de las generaciones”.iii
Louis Althusser et Etienne Balibar, Lire le Capital, Paris; Quadrige, 1996.
Miguel Pelay Orozco, Oteiza, Editorial La Gran Enciclopedia Vasca, Bilbao, 1978, p.125
iii
Jacques Derrida, Espectros de Marx, Editorial Trotta, Madrid 1995
i
ii

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