LOS (NO) LUGARES TURÍSTICOS: LA CALLE BAQUEDANO DE

Transcripción

LOS (NO) LUGARES TURÍSTICOS: LA CALLE BAQUEDANO DE
LOS (NO) LUGARES TURÍSTICOS: LA CALLE BAQUEDANO DE IQUIQUE
Natalia E. Casadidio1
Los (no) lugares turísticos, es una categoría de espacio que podemos observar en
las ciudades modernas que se distancias de los lugares tradicionales de
encuentros al vaciarse de los contenidos históricos, identitarios y relacionales.
Fenómeno agravado por la pretensión de la industria turística de convertir lugares
históricos en espacios escenificados desde planificaciones políticas con ausencias
de participación ciudadana.
Palabras claves: Lugar, Historia, Identidad, Relacional y Turismo
The (not) tourist sites, is a category of space that we can observe that in the
modern cities that are distances from the traditional locations of meetings at the
empty of the historical content, identity and relational. Phenomenon aggravated by
the claim of the tourism industry to convert historical sites in semantically speaking
spaces from schedules policies with absences of citizen participation.
Keywords: Location, History, Identity, Relational and Tourism
1
Socióloga, Universidad Arturo Prat, Iquique, Chile. Especialista Gestión Social. Realizando tesis de Maestria
en Política y Planificacion Social de la Universidad Nacional de Cuyo- Mendoza, Argentina. Correo
electrónico: [email protected]
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INTRODUCCIÓN
En nuestros días, como un intento de redimir lo que en otrora formaban espacios
de encuentro, las ciudades reconstruyen lugares e intentan a través de una
estética de época devolver la vida que tenía en los tiempos que constituían el
punto de encuentro. No obstante, sólo se trata de escenarios ficticios que se
constituyen como atractivos turísticos y se posicionan en la categoría que Marc
Augé denominó “no lugares”.
El siguiente trabajo, está basado en la tesis de sociología “Los (no) lugares
turísticos”2 y pretende plasmar observaciones correspondientes a una de las
consecuencias de nuestra modernidad, el vacío de los espacios identitarios. Para
este fin, la base analítica será la calle Baquedano de la ciudad de Iquique
convertida hoy en un punto turístico que más que elementos de la época salitrera
(tiempo que intenta reproducir) se ha transformado en hibrido que mezcla todo tipo
de elementos que pretende seducir aunque sólo un momento a quienes lo visiten.
La problemática que se aborda en este texto se concentrará en los siguientes
cuestionamientos: ¿a qué se debe esta proliferación de atractivos turísticos que se
montan en nuestras urbes modernas,
como una especie de maqueta
arquitectónica previamente planeada y guiada por lo objetivos que los
movimientos turísticos reclaman? ¿Qué analogía podemos establecer entre los
lugares de la época que intenta producir estos escenarios actuales y por ende, con
los actuales lugares de paseo? ¿Qué tipo de relaciones sociales podemos
visualizar entre los actuales espacios y los de antaño? ¿Qué construcción de
historia e identidad podemos diferenciar entre uno y otros?
LA MODERNIDAD Y LA CIUDAD
Este texto está basado en el estudio del vaciamiento de elementos identitarios,
relacionales e históricos de los tradicionales lugares de encuentro. La hipótesis
que conduce este trabajo, gira entorno a la aseveración sobre la impresión de la
modernidad en los espacios de memoria, como consecuencia estos lugares se
vacían de contenido. Este agotamiento de los elementos propios de un lugar son
agravados por la influencia del turismo.
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Tesis presentada para optar al título de Licenciada en Sociología. Universidad Arturo Prat de Iquique, Chile,
2004.
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Los rasgos de la modernidad, devendrían en un fuerte individualismo,
diferenciación de los roles en el trabajo, dinámico consumo, racionalidad, cálculo y
despersonalización (organización burocrática), economicismo y criterios
económico en la cúspide dominando toda la vida social. Estas particularidades
modernas, se hacen sentir principalmente en la ciudad. Es este escenario que
sirvió de base analítica a los grandes teóricos para reflexionar sobre la nueva era
que abandona la idea de comunidad, de Dios y pasan a reinar los “valores de uso”
y de “valores de cambio” (Simmel, 1908).
La modernidad trae nuevas priorizaciones donde el consumo y la ilusión de tenerlo
todo imperan en la vida de cada ser humano:
“…con la modernidad también perdimos la idea de que la
fuerza está en la ausencia, que da la ausencia nace del poder.
Ahora,
por el contrario, queremos acumular acrecentar,
agregar cada vez más, y ya somos incapaces de enfrenta el
dominio simbólico de la ausencia. Por eso mismo, estamos hoy
sumergidos en una especie de ilusión inversa, una ilusión
desencantada: la ilusión material de la producción, de la
profusión, la ilusión moderna de la proliferación de imágenes y
de las pantallas….” (Baudrillar, 2000:1).
En los albores de la modernidad, Marx auguraba en sus análisis una modernidad
donde todo se disuelve en el aire (Lash y Urry, 1998:13) vaticinando procesos
etéreos que sufrían las categorías de tiempo y espacio. Zygmunt Bauman (2003)
en su libro “Modernidad Líquida”, asevera que la actual etapa histórica lo que
adolece es de formas, y su liquidez impide inmiscuirnos en su morfología. Bauman
demanda la necesidad de no soslayar los cambios que están ocurriendo en la
modernidad fluida:
“Sería imprudente negar no menospreciar el profundo cambio
que el advenimiento de la “modernidad fluida” ha impuesto a la
condición humana. El hecho que la estructura sistémica se
haya vuelto remota e inalcanzable, combinando con el estado
fluido y desestructurado del encuadre de la política de vida, ha
cambiado la condición humana de modo radical y exige
repensar los viejos conceptos que solían enmarcar su discurso
narrativo. Como zombis, esos conceptos están vivos y muertos
al mismo tiempo… Hemos elegido examinar cinco conceptos
básicos en torno a los cuales ha girado la narrativa ortodoxa de
la
condición
humana:
emancipación,
individualidad,
tiempo/espacio, trabajo y comunidad” (2003:14).
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Por lo tanto, se desprende la necesidad de pensar las nuevas maneras de
concebir los conceptos que elevan a las grandes reflexiones. He aquí, el espacio
urbano pensado según los nuevos condicionantes modernos. Entonces la ciudad
traspasa a todos sus componentes la modernidad. En este sentido, el espacio
urbano necesita del análisis de lo cotidiano, de lo micro, así aparece Simmel como
un clásico de la sociología que se desprende de las grandes estructura y se
interesa por la vida cotidiana en el espacio urbano.
En este texto se pretende analizar los efectos que la modernidad estampa en los
espacios “públicos” urbanos y las nuevas maneras de vivirlos. En este sentido,
Simmel se distanciaba de los grandes teóricos de la sociología interesándose más
por los que los que ocurría en lo cotidiano, en lo pequeño de las grandes
estructuras. Entendiendo que las relaciones sociales moderna están teñidas de
“vínculos fugaces y efímeros” (Delgado, 1999: 7).
De las secuelas de la modernidad que interesa visualizar en este trabajo, en
concordancia con el objetivo de comprender lo que acontece en las los lugares de
encuentro que preparan las ciudades, Zygmunt Bauman nos ilustra el proceso de
exanimación que padecen los lugares d encuentro moderno:
“Uno de los reproches que se le hacen con frecuencia a la
ciudades nuevas, surgidas de los proyectos de urbanización a
la vez tecnicista y voluntaristas, es el de no ofrecer el
equivalente de esos lugares animados producidos por una
historia más lenta, donde los itinerarios individuales se
mezclan, donde se intercambian las palabras y se olvida por un
instante la soledad…” (2003:72).
De este modo, la primera imagen que se puede comenzar a elaborar es el
alejamiento de la vida social en los lugares de encuentro. Para comenzar a vivir
superficialmente e individualmente. Los diseñadores de la ciudad advierten una
añoranza de la vida comunitaria y a través de lo que Canclini (2000) plantea en
relación a esta demanda, comienzan a visualizarse esfuerzos para reproducir lo
que en otrora eran los lugares donde el pueblo se reunía, interactuaba, construía
historia e identidad.
“hay que destacar el papel cultural que cumplen los
macrocentros comerciales que desarrollan, entre otras
funciones, un papel cultural: ofrecen espacios para escenificar
el consumo desde la monumentalidad arquitectónica se asocia
con el paseo y la recreación….muchos shopping…con
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atractivos diseños, seguridad e higiene, colaboran para que
estos espacios trasciendan sus fines comerciales, sirvan para
citarse, socializar, especialmente para jóvenes. La combinación
de estos ingredientes lo vuelve más seductores que los centros
exclusivamente culturales, más confiables que otros lugares
solo para comprar y pasear” (García Canclini, 2000:173).
Y serán las formas de vivir los espacios que las urbes preparan para el tránsito
fugaz y acorde a los principios modernos, lo que permitirá este tejido de
“relaciones sociales impersonales y racionales” (Park, 1999: 65), la experiencia
citadina emerge ininteligible y pesada para el sujeto urbano, esto lo lleva a
salvaguardar una actitud de indiferencia y desconfianza en las relaciones sociales
que se alejan cada vez más de los patrones de relaciones comunitarias.
Una de las ilustraciones más representativas del transeúnte urbano actual es el
que hace Isaac Joseph (1988) quien llamó a este sujeto “sonámbulo” como una
forma de graficar la no sociabilidad, la indiferencia, la carencia de identidad
colectiva que portan los actuales “urbanitas”. Asimismo, los vínculos que se
generan entre los ciudadanos, lo podemos ilustrar a través de los que Simmel
expresa:
“la desconfianza que tenemos frente a los elementos de la vida
de la gran ciudad que nos rozan ligeramente en efímero
contacto, nos obligan a esta reserva, a consecuencia de la cual
a menudo ni siquiera conocemos de vista a vecinos de años y
que tan a menudo nos hace parecer a los ojos de los
habitantes de las ciudades pequeñas como fríos y sin
sentimientos” (1986: 253).
Los modos de experimentar el espacio moderno ha producido la transformación de
los lugares de encuentro a lugares de flujo. En los espacios públicos actuales no
hay cabida para pasear, como nos señala Scott Lash y John Urry (1998),
disponiendo de todo el tiempo del mundo, porque lo anterior significaría una
oposición al recuento del tiempo, al taylorismo. A continuación, se hará una breve
contención teórica de los lugares de encuentro de las ciudades modernas.
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LOS ESPACIOS UBANOS MODERNOS
La modernidad imprime en los espacios urbanos sus atributos que devienen en un
fuerte individualismo, flexibilidad de las relaciones sociales, sensaciones de
vértigos, riesgos entre otros elementos que componen el actual período histórico.
Y del mismo modo que las estructuras transforman y re transforman el sujeto
urbano, éste experimenta los lugares en concomitancia con los elementos
modernos que desencadena en una serie de experiencias cotidianas,
desarrollando destrezas para hacer frente a la vida urbana y nadar en la corriente
de las interacciones fugaces (cómo lo son las relaciones de mercado),
racionalismos exacerbados, ausencias identitarias y otros elementos que
formatean la vida urbana.
Sin embargo, mientras que los lugares de memoria, son lugares en el sentido que:
“constituyen la construcción concreta y simbólica del espacio
que no podría por si sola dar cuenta de las vicisitudes y las
contradicciones de la vida social pero a la cual se refieren todos
aquellos a quienes ella les asigna un lugar, por modesto y
humilde que sea… es al mismo tiempo principio de sentido
para aquellos que lo habitan y principio de inteligibilidad para
aquel que lo observa” (Augé, 1998: 57-58).
Los sitios turísticos modernos responden más bien a lo Marc Augé denominó nolugares.
En la ciudades actuales, se intenta recrear a aquellos lugares que en tiempos
antiguos eran el escenario de la vida social de la cuidad. De esta manera
restauran y mantienen sitios que en pretenden ser el lugar de flujo de miles de
visitantes. Para Marc Augé (1998) las ciudades actuales aprisionan lugares que
responden al proceso de transición de la modernidad de los que el etnólogo
denomina “sobremodernidad”, mientras que los contemporáneos del francés
anuncian la muerte de los meta-relatos, el autor sostiene que lo que sucede es la
existencia de superabundancia de acontec<imientos que dificultan pensar los
tiempos modernos. Uno de los excesos que trabaja Marc Augé, son los espacios.
Los espacios forman parte de estas superabundancias de acontecimientos que en
palabras de Humberto Eco “realidad sobre la misma realidad, finalmente, espacios
de ficción (Augé, 1997:15). Cuando un espacio urbano se los destina al turismo, y
se lo “recrea” para hacerlos más atractivo, con la única finalidad de atraer
visitantes, sin ser un resultado de acciones culturales sino con intervenciones
planeadas “desde arriba”, es decir, sin la participación por quienes son los
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protagonistas contemporáneos y coterráneos de ese “embellecimiento” vendría a
constituir un “espacio de ficción”.
Las prácticas que se hacen en estos lugares, difícilmente puedan ascender a una
construcción de la civilidad, la fugacidad del paso por estos sitios y el
individualismo exacerbado desbordan los idearios de comunidad y de
construcciones identitarias. Al respecto Zygmunt Bauman nos retrata esta
categoría de espacio público “no civil” cuando analiza el sentido de la majestuosa
plaza La Défense en París, que a través de su Arco del Triunfo corona la idea del
capital financiero:
El visitante de La Défense advierte de inmediato que se trata de un lugar
inhóspito: todo lo que está a la vista inspira respeto pero desalienta la
permanencia. Los edificios de formas fantásticas que rodean la enorme plaza
vacía están hechos para ser mirados, no para entrar en ellos: envueltos de arriba
abajo en cristal espejado, no parecen tener ventanas ni puertas de acceso
abiertas a la plaza; con gran ingenio consiguen darle la espalda a la plaza que
rodean” (Bauman, 2008: 104).
Estos espacios urbanos, caracterizados por el flujo incesante de individuos,
encuentros impersonales entre otros modos de vivirlos, escapan de la categoría
de lugares. Seguidamente, se precisará sobre los conceptos de espacio y su
transformación en lugar o no-lugar.
DEL CONCEPTO DE ESPACIO DE LUGAR
Aristóteles definió al espacio como “…el límite inmóvil que abraza un cuerpo… la
materia, esto es que, donde existen objetos materiales, existe espacio…”
(Abbagnano, 1998:618) Más adelante, Georg Simmel (1908) es una forma que en
sí misma no produce efecto alguno. Lugar equivale pensar un espacio habitado,
fluido de vínculos sociales e historias que unes lazos entre los habitantes. De este
modo, cabe citar nuevamente a Simmel, quien asevera:
“en la necesidad que las figuras espaciales históricas estén
determinadas por funciones anímicas específicas, refléjese el
hecho de que el espacio no es más que una actividad del alma,
la manera que tiene los hombres de reunir, en instituciones
unitarias, los efectos sensoriales que en sí no poseen efecto
alguno” (Simmel, 1908:645).
Por consiguiente, es ese espacio colmado de prácticas sociales, identidades
grupales e historia se convierte en lo que en este estudio se entenderá por lugar.
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Marc Augé definió lugar:
“…reservaremos el término “lugar antropológico para esta
construcción concreta y simbólica del espacio que no podría
por si sola dar cuenta de las vicisitudes y de las contradicciones
de la vida social pero a la cual se refiere a todos aquellos a
quienes ella le asigna un lugar, por modesto por humilde que
sea…el lugar antropológico, es al mismo tiempo principio de
sentido para aquellos que lo habitan y principio de inteligibilidad
para aquel que lo observa…todos son lugares cuy análisis
tienen sentido porque fueron cargados de sentido, y cada
nuevo recorrido, cada reiteración ritual refuerza y confirma su
necesidad…estos lugares tiene por lo menos tres rasgos
comunes. Se consideran…identificatorios, relacionales e
históricos…” (1992: 57-58).
Siguiendo los elementos propios de un lugar veremos que ocurre con los rasgos
relacionales, históricos e identitarios.
RASGOS HISTÓRICOS
En el lugar se conjugan identidad y relaciones sociales. La historia constituye el
elemento temporal del lugar, y es que “los vínculos sociales y la identidad se
construyen en el tiempo…” (Augé, 1992: 60).
En este contexto la memoria juega un papel principal entendiéndose como el
conjunto de conocimientos adquiridos históricamente que permite al grupo social
que habita un espacio comprenderse a sí mismo. Por lo tanto, uno de los
fenómenos actuales es esa pérdida de memora la que permite la auto
comprensión y el sentido unido por una historia en común. En este eje, podríamos
hablar de lugares del anonimato, o mejor conceptualizado espacios del anonimato.
RASGOS RELACIONALES
La distancia entre una persona y otra sólo se acorta por el vínculo perdurable, por
el reconocimiento del otro.
“Cuando un número de persona viven aisladas dentro
determinados límites espaciales, cada una de ella llena, con
su sustancia y actividad, tan sólo el lugar que ocupa
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inmediatamente, y lo que queda entre este lugar y el ocupado
por el prójimo, es espacio vacío, prácticamente nada. Pero en
el momento que estas dos personas entran en acción
recíproca, el espacio que aparece entre ellas parece lleno y
animado” (Simmel, 1986:645).
Por su parte, Isaac Josep (1988) en el “el transeúnte y el espacio urbano” nos
habla de la precariedad de la vinculación social en el mundo urbano de hoy, lo
cual no quiere decir su falta de eficacia, sino más bien se trata de la alta
fluctuación de la manera de vivir los espacios urbanos. Los hombre y mujeres
urbanos establecen contactos unos con los otros en los sitios públicos de las
ciudades, no obstante se trata de interacciones efímeras, momentáneas y en su
mayoría de carácter contractual (relaciones de compra y venta) en la experiencia
citadina.
Por lo tanto son relaciones profundas, duraderas, trascendentales que en
comunión con la historia e identidades le dan vida al espacio y lo eleva a la
categoría de lugar.
RASGOS IDENTITARIOS
En relación a la identidad, Jorge Larraín quien define identidad como:
“…algo que está en permanente construcción y reconstrucción
dentro de los nuevos contextos y situaciones históricas, como
de lo cual nunca puede afirmarse que está finalmente resuelto
o constituido definitivamente como un conjunto fijo de
cualidades, valores y experiencias comunes” (2000:15-16).
Si por “lugar” se entiende aquel espacio animado por los vínculos relacionales
trascendentes, por la fuerza identitaria que marca quien habita el lugar y por
consiguiente una construcción histórica, entonces, que ocurre cuando esos
elementos pierden ímpetu. En este trabajo, se ha acudido al concepto de Marc
Augé de no-lugar para hacer referencia a los espacios urbanos que se alejan de
la categoría de lugar en cuantos espacios relacionales, históricos e identitarios.
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NO-LUGAR
Los lugares llevados por la corriente de la modernidad están experimentando un
proceso de vaciamiento de sus contenidos:
“la sobremodernidad es productora de no-lugares, es decir,
espacios en que no en lugares, es decir los espacios que no
en si lugares antropológicos y que contrariamente a la
modernidad baudeleriana, no integran los lugares antiguos:
éstos, catalogados, clasificados y promovidos a la categoría de
“lugares de memoria ocupan allí un lugar circunscripta y
específico” (Augé, 1992:83).
Aquellos lugares que inspiraron a Baudelaire, a escribir tan apasionadamente
sobre ciudades, hoy según Augé han eclipsado. Hoy los lugares que se presentan
como espacios para el cita y el paseo apenas permiten el cruce de miradas, la
intención es transitar sin detenerse no encontrarse. El tiempo apremia y la
velocidad impera.
De esta manera, un “no- lugar” sería un lugar turístico en esteticidad ad hoc a la
época que rememora con la finalidad de recibir visitantes:
“la sobremodernidad convierte a lo antiguo (historia) en un
espectáculo específico, así como los exotismo y todos los
particularismo
locales….se
puede
interpretar
muy
legítimamente que tienden a seducir y retener al pasajero, al
turista, pero no se le puede atribuir alguna eficacia en este
sentido salvo poniéndolo con el gusto de la historia, y de las
identidades enraizadas en el terruño…” (Augé, 1992: 74).
Se trata, entonces, de una redefinición de las categorías que llevan un espacio a
la categoría de lugar. Al abordar la historia como espectáculo o una identidad
como un objeto a intercambiar, van vaciando de sentido los elementos que en
otrora eran resultado de vínculos trascendentales, identidades construidas e
historias vividas.
Durkheim (1912) nos hablaba de la reificación cuando los elementos identitarios,
históricos y relacionales pueden definir a un grupo social que habita un lugar. Hoy
esos elementos para ser que funcionan ahiladamente sin relacionarse uno con el
otro. Se los coloca en escena como decorativos sin contenido alguno.
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EL TURISMO EN LA ECONOMÍA CULTURAL
Tiempo y espacio se tuvieron que vaciar e efecto y hacerse cada vez más
abstracto, por aquella circulación de sujetos y objetos en la economía política de
Marx y de los pos-marxistas. Ese éter espacio temporal se tuvo que hacer
abstracto para que los mercados se estiren por un espacio nacional e
internacional, pero también se tuvieron que hacer abstracto los objetos que en él
circulaban. Estos objetos se fueron vaciando de sentido, de carga emotiva,
durante el largo proceso de modernización que ya lleva varios siglos.
“Boudrillard…sugiere que el sentido se había desarraigado e gran medida con la
dominación del valor de uso…cuando la utilidad domina y el funcionalismo del
objeto prevalece sobre su significación simbólica, los símbolos particularistas ya
se han desarraigado del objeto…” (Lash y Urry, 1998: 31).
De esta manera llegamos lo que Scott Lash (1997) entiende por economía
cultural. En esta dimensión los objetos culturales se convierten también en
mercancía. Se convierten en elproducto que se desea ofrecer a quienes están
destinados estas recreaciones culturales, i.e, el turista:
“la tarea es consumir, el consumo es un pasatiempo absoluto e
individual, una cadena de sensaciones que solo puede ser
experimentada-vivida-subjetivamente. Las multitudes que
colman
los
templos
son
amontonamiento,
no
congregaciones…las personas no se apiñan en estos templos
para socializar, la compañía que eligen es la que llevan con
ellas, como los caracoles llevan consigo su hogar…” (Bauman,
2003: 105-106).
Por lo tanto, el turista experimenta los espacios de memoria con vinculaciones
efímeras, en la mayoría mediadas por relaciones de compra y venta. Su tránsito
por el lugar no es libre, esta todo programado y regulado aprovechando cada
instante porque el tiempo es plata. La real academia española define turismo
como “el conjunto de actividades que facilitan los viajes de placer”
Se trataría de un “sujeto rutinario” (Giddens, 1998), así la experiencia del turismo
es rutinaria. El turismo ha reemplazado el placer de experimentar los viajes en un
conocimiento profundo de otras culturas y formas de vivir, por un viaje rutinario,
perfectamente planeado que acorde con los mandatos modernos quienes turistean
no se relacionan, ni viven la experiencia de estar “en otra parte” sólo contemplan,
observan “desde lejos”. De esta manera, Joaquín Fermandois (2003) nos habla
que el viaje ha devenido en turismo. Mientras viajábamos tratábamos de descubrir
nuevas vidas, historias, entablar conversaciones, aprender el punto para instaurar
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nuevos géneros literarios, el de los diarios de viaje. El turista en cambio viaja a
todas partes y a una a la vez, y es que homogeneizadores los destinos hace
irreconocibles las particularidades de los distintos sitios.
Marc Augé (1997:14) en su libro Viaje Imposible: “El viaje imposible es ese viaje
que ya nunca haremos más. Ese viaje que habría podido hacernos descubrir el
espacio de nuevos encuentros”.
Seguidamente se expondrá el caso de la calle Baquedano de Iquique hoy
devenida en atractivo turístico y prepara para ser espectáculos de miles de
visitantes, que en sus itinerarios se encandilan con pasar por que debiera resultar
la estela de un pasado esplendoroso salitrero.
DEL “LUGAR” A LA CALLE BAQUEDANO
La síntesis de la contextualización teórica que se ha esbozado en este trabajo se
expresa en la calle Baquedano en la ciudad de Iquique, Chile. A través de este
lugar, hoy convertido en destinos turístico, podemos observar estos fenómenos de
agotamiento de contenido relacional, identitario e histórico.
La calle Baquedano es el vestigio más fehaciente de los que fue el pasado
esplendoroso de la disputada Iquique salitrera3 . Por lo tanto es necesario hacer
un poco de historia de los que fue este lugar que claramente a través de sus
nombres, de su arquitectura, de su historia podemos revelar lo que ha imperado
en Iquique en las diversas etapas de su historia de su fundación.4
En un primer momento la calle se llamaba Santa Rosa, la influencia peruana
dejaba su rastro con ese nombre que evoca a la patrona de Lima. Si bien en este
texto interesa el recorrido desde que la calle se llamaba Huancavelica a nuestros
días con su nombre castrense Baquedano, es importante reparar brevemente que
el nombre que ha ido adquiriendo la calle, responde a la importancia sobre lo que
acontecía en cada época. En el Iquique peruano y religioso, Santa Rosa, luego
cuando la actividad minera iba tallando la ciudad de Iquique, Huancavelica
haciendo referencia al centro minero en los Andes al sudeste de Lima,
representando la explotación de azogue más importante de la época hispana.
3
Debido a su gran contenido histórico cultural, el 25 de noviembre de 1977, la calle Baquedano, fue declarada
Monumento Nacional en la categoría de zona típica por el Decreto Supremo Nª 935. Luego en 1983, el 15
de noviembre sus límites fueron ampliados. Zona Típica significa que sólo Monumentos Nacionales puede
autorizar cualquier intervención.
4 Datos de historia en los libro de Sergio González Miranda: “Iquique puerto Mayor.Historia iconográfica desde
sus orígenes hasta nuetros días. Mallku, ediciones, Iquique 1995. Y Guerrero Jiménez, Bernardo “Del
Chumbeque a la Zofri”, ¿Los iquiqueños somos los mismos?, 1990
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Luego, y acorde a unos de los hechos bélicos de mayo relevancia para Chile fue
la Guerra del pacífico la calle comienza a cargar el nombre que representa uno de
los mayores héroes de la guerra, i.e, General Manuel Baquedano quien se
destacó en la batalla de Tacna - Arica en 1880.
Como la luz de una estrella extinga, hoy queda esa estela de los que fuel el
Iquique salitrero. Época que de gran influencia inglesa:
“… la industria salitrera representaba un poder económico y
político de una envergadura muy superior a lo que en sus
momentos de mayor auge representaron los intereses de la
plata, el cobre o el trigo… mientras en el ciclo anterior las
actividades de exportación estaban en manos de empresarios
chilenos, en el caso del salitre, pasaron casi enteramente a ser
propiedad de capitales extranjeros -principalmente inglesesprimordialmente concentrados bajo el control del monopolio
organizado por North. Por último, la importancia de la industria
salitrera y la vastedad de su red de mercados, transportes e
intereses financieros, la convirtieron en un gran negocio
internacional. En torno a él se movían los intereses econ6micos
y diplomáticos de Inglaterra, Francia, Alemania y 10s Estados
Unidos, como queda claramente demostrado en la Guerra del
Pacifico y en la Guerra Civil de 1891” (Cariola y Sunkel, 1991:
42).
Todos los elementos que quedaron o se han reproducido hoy en la calle, nos
remiten a este pasado salitrero, el lugar para residir de los señores ingleses que
construían sus casas al mejor estilo georgiano imponiendo su poder con las
soberbias viviendas hoy convertidas en museos, agencias de turismos, cafés,
kioscos y otros negocios que atienden a los visitantes de Iquique.
Esa imponencia inglesa se deja ver en el relato de Roos-Murray:
“La calle Baquedano esconde la anterior faceta de la vida del
obrero salitrero de esta tierra de antaño, en donde reinaban en
ellos el sacrificio y la miseria, contrariamente a la comodidad y
al lujos de sus patrones….” Seco, rígido, palacio Astoreca: ¿te
penan todavía, tus salones cesáreos, tus dueños, dominadores
de la sal y la siesta…”(Ross-Murray extracto del poema: ”Calle
Baquedano”).
La calle Baquedano, es objeto de intervención política en los años 90 del siglo XX,
con el fin de convertirla en destino turístico. De esa manera, fueron restaurando
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fachadas, se colocó atractivos infantiles como el tren, símbolo del imperio inglés y
americanos en la época del “Oro Blanco”
Un relato muy valioso y acorde a lo que se está analizando en este trabajo es el
que realiza el arquitecto José Maira, quien comprende que la Calle Baquedano es
un espacio público único en la región y uno de los más valiosos de Chile:
“pero que está quedando como una maqueta a escala natural
porque las actividades que le dieron vida en su época ya no
están. El desafío es decir qué hacemos con esta arquitectura,
para que se use y a través de su uso se incentive su
mantención y preservación" (Maira, 2003: 1-3).
Por lo tanto, hoy la calle Baquedano puede entrar dentro de esta categorías de
espacios de flujo, que se aleja de los que “lugares de encuentro”. Hoy convertida
en un diseño arquitectónico con una oferta de objetos que alguna vez tuvieron su
razón de ser lejos de su artificial esteticidad. La calle Baquedano es un ejemplo,
de una planificación poco participativa, que prepara la ciudad para el visitante.
CONCLUSIONES
Como una especie de imperativo, los espacios que las ciudades diseñan para el
turismo, homogenizan sus formas, dejan de ser lugares colmados de identidad, de
tradiciones, de vínculos sociales para posicionarse en la nueva categoría de
espacios emergentes de la fase histórica que nos acontece, lo que Marc Augé
denominó “no-lugares”(1998) o lo que Bauman señala como “lugares públicos
pero enfáticamente no civiles (2003)
La calle Baquedano, es un ejemplo de estas categorías de “espacios del
anonimato”. Lo que podemos observar en el sitio, no es el resultado de la
participación de la ciudadanía que acciona las direcciones políticas. Al contrario,
vemos, lo que quizás sucede en muchas ciudades del mundo, intentos de apaliar
crisis activando alguna industria como es la del turismo. Por lo tanto, en este tipo
de intervenciones se deja ver este debilitamiento de la participación ciudadana.
Dominando los valores de mercado, el consumo y llenando los espacios con
consumidores en vez de ciudadnos, con objetos arquitectónicos fatuos vacíos de
significados. Así, siguiendo las reflexiones de Bauman, las ciudades de hoy tienen
mucho espacios públicos pero “enfáticamente no civiles”
Una sumatoria de personas en un mismo espacio no es lo mismo que una
comunidad en lugar donde hay tiempo para el dialogo, el empatía con el otro la
construcciones de historia, de identidad y ciudadanía.
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De esta manera los puntos críticos de la modernidad se solucionan con el
mercado, de este modo se construyen sitios turístico disfrazados de historia para
quienes evocan ese pasado de intensa vida social. Para quieren seguridad los
shopping han venido ha devolver poder transitar “seguro” e individualmente. De
este modo, todos transitan, nadie se detiene
Las ciudades de hoy adolecen de estos espacios de encuentro. En su lugar
aparecen estos sitios que mezclan todo tipo de elementos para volverse
“transitable” pero que finalmente son fugaces, débiles e insostenibles.
BIBLIOGRAFIA
Augé, Marc
1997 “El Viaje imposible. El turismo y sus imágenes”. Edit. Gedisa; Barcelona,
España.
___1994
”Hacia una antropología de los mundos contemporáneos. Edit.
Gedisa; Barcelona, España.
Baudrillard, J.
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Recibido: Septiembre de 2013
Aceptado: Marzo de 2014
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