Anuario de Estudios Bolivarianos N°12 - Año 2005

Transcripción

Anuario de Estudios Bolivarianos N°12 - Año 2005
ANUARIO DE ESTUDIOS BOLIVARIANOS
© Bolivarium
Universidad Simón Bolívar
Caracas, Venezuela, 2005
Composición y diagramación: Mireya Roso de Pérez
Corrección: Evelyn Castro
Diseño de carátula: Luis Arismendi
Tiraje: 300 ejemplares
Impresión: Producción impresos USB
Depósito legal: pp.199008DF7
ISSN: 1315-0243
Reservados todos los derechos
ANUARIO DE ESTUDIOS BOLIVARIANOS
Instituto de Investigaciones Históricas
Bolivarium
Año XI, Nº 12, 2005
UNIVERSIDAD SIMÓN BOLÍVAR
Benjamín Scharifker
Rector
Aura López
Vice-Rectora Académica
José Ferrer
Vice-Rector Administrativo
Alejandro Teruel
Secretario
DIVISIÓN DE CIENCIAS SOCIALES
Y HUMANIDADES
Roberto Rodríguez
Director
DEPARTAMENTO DE CIENCIAS
SOCIALES
Juan Carlos Pérez Toribio
Jefe
DECANATO DE EXTENSIÓN
UNIVERSITARIA
Lorenzo González
Decano
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES
HISTÓRICAS-Bolivarium
Ezio Serrano Páez
Jefe
Carole Leal Curiel
Adjunto al Jefe
CONSEJO ASESOR - INSTITUTO DE
INVESTIGACIONES HISTÓRICASBolivarium
Germán Carrera Damas
(Universidad Central de Venezuela)
Juan Garrido
(Universidad Monteávila)
Lorenzo González
(Universidad Simón Bolívar)
Omar Noria
(Universidad Simón Bolívar)
Carmen Elena Kew
(Asociación de Amigos de la Universidad
Simón Bolívar)
Elena Plaza
(Universidad Central de Venezuela)
COMISIÓN EDITORIAL
Herbert Koeneke.
Postgrado en Ciencia Política–
Universidad Simón Bolívar, Venezuela
Aníbal Romero.
Departamento de Ciencias Sociales–
Universidad Simón Bolívar, Venezuela
María Eugenia Talavera.
Departamento de Ciencias Sociales–
Universidad Simón Bolívar, Venezuela
Paulette Silva.
Departamento de Literatura–
Universidad Simón Bolívar, Venezuela
Fabio Morales.
Departamento de Filosofía– Universidad
Simón Bolívar, Venezuela
Luis BarrónDivisión de Historia, Centro de
Investigación y Educación Superior en
Ciencias Sociales (CIDE), México
Dora Dávila.
Instituto de Investigaciones HistóricasUniversidad Católica Andrés Bello,
Venezuela
Luis Ricardo Dávila.
Centro de Estudios Políticos y Sociales
de América Latina, Facultad de Ciencias
Jurídicas y Políticas Universidad de Los
Andes, Mérida, Venezuela
Georges Lomné.
Instituto Hanna Arendt–Departamento
de Áreas Culturales, Universidad de
Marne-la-Vallée, Francia
ANUARIO DE ESTUDIOS
BOLIVARIANOS
Carole Leal Curiel
Coordinadora
CONTENIDO
Carole Leal Curiel
Presentación .......................................................................
7
Carmen América Affigne
1895: De fiestas patrias y mujeres que escriben.
Estudio político y cultural del primer centenario del
natalicio de Antonio José de Sucre…………………. . 11
Ángel Almarza Villalobos
Universidad y sangre: Actos administrativos de la
Universidad de Caracas en el siglo XVIII ...................... 43
Mathew Brown
The Birth of the Modern World, 1780-1914,
and Latin America ............................................................. 73
Juanita Buchholz
Cambios demográficos en las misiones del Caroní,
1816-1823 ........................................................................... 93
Alejandro E. Gómez
¿Ciudadanos de color? El problema de la ciudadanía
de los esclavos y Gente de color durante las
revoluciones francoantillanas, 1788-1804 ...................... 117
David González Travieso
El control del orden público y la criminalidad en el
cantón Petare de la República de Colombia,
1822-1830 ........................................................................... 159
Marco Morel
A Revolução do Haiti e o Império do Brasil:
intermediações e rumores ................................................ 189
Violeta Rojo
De la dama sumisa a la mujer aguerrida: Ser y deber
ser de las venezolanas de principios del siglo XIX ....... 213
Reseñas
.............................................................................................. 225
Índice general de la Revista Anuario de Estudios Bolivarianos (1990-2004) ..................... 259
Canje
.............................................................................................. 265
Normas de Publicación
.............................................................................................. 267
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
6
Presentación
PRESENTACIÓN
Con el Anuario de Estudios Bolivarianos, número 12, publicación del Instituto de
Investigaciones Históricas-Bolivarium de la Universidad Simón Bolívar, alcanza la
revista sus quince años de edad. Iniciada en 1990 por los profesores Juan María
Morales y Consuelo Cal Martínez, nació como un órgano de difusión plural y
abierta a todas las posiciones ideológicas y a la diversidad de enfoques historiográficos. Hoy, después de haber recorrido ese largo camino, conserva lo que han
sido esos principios rectores desde su creación.
Encontrará el lector en este número, correspondiente al año 2005, una variedad
de temas y orientaciones que se resumen en ocho artículos, diversos en temáticas
y enfoques analíticos, que han sido sometidos al rigor del arbitraje doble ciego:
seis de ellos producto del trabajo intelectual de investigadores venezolanos y dos
colaboraciones procedentes de centros académicos extranjeros. La presentación
de los textos sigue el estricto orden alfabético.
El primero de los trabajos, “1885: De fiestas patrias y mujeres que escriben.
Estudio político y cultural del Primer Centenario del Natalicio de Antonio José
de Sucre”, es obra de la profesora Carmen América Affigne del Departamento de
Literatura de la Universidad Simón Bolívar, quien analiza, a propósito de la
celebración de la fiesta patria del centenario del nacimiento del Mariscal de
Ayacucho, cómo se engarzan en el espacio público, literario, cultural y social
venezolano, las mujeres de las postrimerías del siglo XIX venezolano.
Ángel Almarza Villalobos, investigador del Instituto de Investigaciones
Históricas-Bolivarium, participa en este número con el análisis del discurso sobre
la limpieza de sangre durante la época colonial y muestra cómo este discurso es
crucial para la comprensión de los valores de las sociedades hispanas de este
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Anuario de Estudios Bolivarianos
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período. Bajo el título “Universidad y sangre: actos administrativos de la Universidad de Caracas en el siglo XVIII”, Almarza Villalobos reconstruye, a través del
examen minucioso de los expedientes de la Universidad de Caracas, la trama de
ese procedimiento administrativo que fue esencial para el mantenimiento del orden
colonial.
“The Birth of the Modern World, 1780-1914 and Latin America?” es el título de la
colaboración de Mathew Brown, profesor de la Universidad de Bristol, Inglaterra,
quien se propone examinar de manera crítica y a través de la obra de C.A. Bayly,
The Birth of the Modern World, 1780-1914: Global Connections and Comparisons, publicada
en el año 2004, el tratamiento simplista que los historiadores británicos han brindado sobre América Latina, lo que el autor inscribe en una tradición interpretativa
decimonónica.
Por su parte, Juanita Buchholz, profesora de la Universidad Católica Andrés
Bello de Guayana, presenta bajo el título “Cambios demográficos en las Misiones
del Caroní, 1816-1823”, una evaluación sustentada en nuevos datos sobre los
efectos que tuvo la guerra de la Independencia en las misiones del Caroní, entre
los que destacan la militarización de ellas a partir de 1817, la recluta forzosa para
la guerra y el incremento de enfermedades contagiosas.
Alejandro E. Gómez, egresado de la Escuela de Historia de la Universidad
Central de Venezuela y doctorando de l’Écoles des Hautes Études en Sciences
Sociales, Francia, evalúa, desde la perspectiva atlántica, el debate ideológico sobre
la concepción de la ciudadanía en el ámbito de la Revolución Francesa y el peso
que éste tuvo en las experiencias franco-antillanas, al tiempo que analiza cómo la
realidad socio-étnica antillana y los intentos de adaptar esa idea de ciudadanía en
sociedades multiétnicas influyó no sólo en las decisiones sino en la concepción
misma de ella que confluyó en un debate ideológico atlántico sobre el tema.
Con el texto titulado “El control del orden público y la criminalidad del cantón
Petare, 1822-1830”, colabora para este número David González Travieso,
estudiante de la maestría de Historia de la Universidad Católica Andrés Bello de
Caracas. En él, González Travieso desglosa la concepción del orden público y la
criminalidad en la naciente República de Colombia, lo que hace a través de las
medidas reglamentarias de policía del cantón de Petare.
Marco Morel, profesor del Departamento de Historia de la Universidad
Estadual de Río de Janeiro, estudia las repercusiones de la revolución de Haití en
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Presentación
América. Para ello, Morel evalúa la recepción que tuvieron entre el clero en Brasil
las ideas del abate Grégoire (1750-1831) sobre la abolición de la esclavitud, la
revolución de los esclavos en Saint Domingue y examina, en particular, el impacto
de ellas en el ámbito de los conflictos sociales y políticos durante el período de las
Regencias en Brasil.
La profesora Violeta Rojo, perteneciente al Departamento de Literatura de la
Universidad Simón Bolívar, colabora con el texto “De la dama sumisa a la mujer
aguerrida: ser y deber ser de las venezolanas de principios del siglo XIX”, en el cual
explora el discurso femenino a través del género epistolar con el fin de mostrar
que la descripción historiográfica que ha terminado asentando la supuesta pasividad
de las féminas del siglo XIX es fundamentalmente un constructo moral.
Finalmente, hemos incorporado en este volumen, además de las secciones
relativas a las reseñas de libros y canje, el Índice General de todos los artículos que
han sido publicados desde 1990 hasta el presente con el fin de presentar quiénes
son los colaboradores que forman parte de la historia de esta revista, mostrando
asimismo cómo ha sido la evolución temática de esta publicación.
Carole Leal Curiel
Coordinadora
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1895: De fiestas patrias y mujeres que escriben. Estudio político y cultural del primer centenario del natalicio ...
Carmen América Affigne
1895: DE FIESTAS PATRIAS Y MUJERES QUE ESCRIBEN.
ESTUDIO POLÍTICO Y CULTURAL DEL PRIMER
CENTENARIO DEL NATALICIO
DE ANTONIO JOSÉ DE SUCRE
Carmen América Affigne *
Departamento de Literatura
Universidad Simón Bolívar
Resumen: Esta propuesta de investigación se acerca al momento de la celebración
nacional –la fiesta patria del natalicio de Antonio José de Sucre (1895)– para
comprender las significaciones políticas y culturales del evento. Estas significaciones
ayudarán a describir de qué manera diversos agentes se aprovecharon del momento
de consagración nacional para sus propios beneficios. Así, el gobierno de Joaquín
Crespo propuso una ajetreada agenda de actividades que en definitiva le sirvió
para armar un tramado simbólico de paz y alianza social y nacional. Pero, además,
nos ha interesado retomar el asunto de la fiesta patria para re-construir otro tramado
simbólico y cultural: el de la participación femenina para estos días de celebración.
De las mujeres que escriben, componen piezas musicales y son también
organizadoras culturales, sobre el registro de estas mujeres hemos tratado de
comprender un modo de apropiación de la fecha como la oportunidad de oro
para relacionarse y poblar el espacio literario, cultural y social venezolano de finales
de siglo.
Palabras clave: Fiestas patrias, Venezuela, Joaquín Crespo, mujeres, desfiles, discursos.
Abstract : This investigation proposal is approaching the moment of the national
* Carmen América Affigne es profesora del Departamento de Literatura de la Universidad
Simón Bolívar.
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Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
celebration –the national holiday of the Antonio José de Sucre’s birthday (1895)–
to understand the cultural and political meanings of the event. These meanings
will help to describe of what way diverse agents took advantage of the moment
of national consecration for their own benefits. Thus the government of Joaquín
Crespo proposed a hectic agenda of activities that in final served him to arm a
weave symbolic of peace and national and social alliance. But, besides, it has
interested us to take up again the matter of the national holiday for re-build
another symbolic and cultural weave: that of the female participation for these
days of celebration. Of the women that write, that compose musical pieces and
that are, also, cultural organizers, on the registration of these women we tried to
understand a way of appropriation of the date as a golden opportunity to be
related and to populate the Venezuelan social, cultural, and literary space at the
end of century.
KEYWORDS: National holidays, Venezuela, Joaquín Crespo, women, parades,
speeches.
Los inicios sangrientos para un centenario en paz
A fines del siglo XIX un general venezolano se dirigió al cuerpo diplomático que
estaba presente en su país para pedir garantía de reconocimiento al nuevo gobierno.
No era una práctica extraña de esos años. Como resultado de una derrota política
debida a una insurrección armada –lo que ocurría con mucha frecuencia– o por la
finalización del período constitucional, los gobiernos vencedores trazaban sus
primeras líneas políticas de mando y poder. De esta manera, solicitar el aval de
reconocimiento de las otras naciones venía a ser una de estas principales medidas
de estabilidad.
Por lo tanto, el general Marco Antonio Silva Gandolphi, ministro encargado
de la cartera de Relaciones Exteriores del gobierno de Joaquín Crespo, envió una
correspondencia a los Enviados Extraordinarios y Ministros Plenipotenciarios de
diversas repúblicas donde asentaba los nuevos parámetros de la realidad política
del país y explicaba los eventos violentos sucedidos en Venezuela1. Así lo dejó
establecido en la circular del 19 de octubre de 1892:
1
En Venezuela lo que había sucedido era una insurrección armada, que se conoció
como la Revolución Legalista (del 11.03.1892 al 06.10.1892), conducida por el general
Joaquín Crespo, el hombre fuerte del momento. Crespo se alzó para detener el intento
del presidente Raimundo Andueza Palacio por continuar en el poder. El interés crucial
12
1895: De fiestas patrias y mujeres que escriben. Estudio político y cultural del primer centenario del natalicio ...
Carmen América Affigne
...el infraescrito solicita y ruega que el Excmo. Señor ............... á nombre
de su Nación y de su Gobierno, se digne reconocer, FORMAL Y PLENAMENTE, al Gobierno que en uso del inalienable derecho de inmanente
soberanía, y en protesta de insurrección armada, se ha dado á sí misma la
República de Venezuela, y del cual es digno Jefe el eximio ciudadano
GENERAL JOAQUÍN CRESPO2.
A través de este tipo de documento se manifestó un modo de organizar al país
desde el gesto político del borrón y cuenta nueva; con la promesa de organizar,
sanar o “encaminar” de nuevo al país, se insta a un reconocimiento de aceptación
para un nuevo orden político. Que otros reconocieran la victoria de un grupo
hegemónico sobre otro sirvió para trazar otras estrategias en busca de la estabilidad.
Lo siguiente para el gobierno de Joaquín Crespo fue “encaminar” la nación hacia
el efecto de la re-unión colectiva y nacional, reunir otra vez los pedazos del proyecto
hacia un destino común. Entre otras razones, por eso fue esencial esta solicitud
de reconocimiento y de aprobación para el gobierno vencedor. Así los diversos
caudillos venezolanos, en su función presidencial, reclamaron una primera
identificación para luego, al igual que otros gobiernos civiles y militares de América
Latina, iniciar, como hemos dicho, un proceso de reconstrucción y/o consolidación
nacional, de volver a hacer la tarea pendiente de la modernización (un sistema
jurídico e institucionalizado, la estabilidad y el progreso económico, la libertad de
prensa y el respeto de los derechos sociales, de propiedad, políticos, etc.); es decir,
intentar el esfuerzo histórico de consolidar la idea de nación moderna en paz,
libre y unida.
De tal manera, así como los sucesivos gobiernos reclamaron en los otros las
pautas de una distinción inicial como gobierno político, lo siguiente fue hacer lo
propio tierra adentro: lograr una aceptación colectiva interna que, en definitiva,
consolidara la idea de nación. Por lo que se pusieron en marcha unos dispositivos
muy concretos (circulares y manifestaciones políticas, nuevas constituciones y
2
de Andueza Palacio era modificar el período presidencial establecido en la constitución
de 1881 de dos años a cuatro (ver Manuel LANDAETA ROSALES, Biografía del Benemérito
General Joaquín Crespo, Caracas, Ministerio de la Defensa, 1968, pp. 56-106; Diccionario de
historia de Venezuela, Caracas, Fundación Polar, 1997, tomo 3, p. 918).
Hemos decidido respetar la grafía de la época, por lo que se transcribe tal cual las
respectivas referencias de los diversos textos de esos años. Marco Antonio SILVA
GANDOLPHI, Circular dirigida al honorable cuerpo diplomático por el General M. A. Gandolphi,
Caracas, Imprenta Bolívar, 1892, p. 13.
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Año XI, número 12, 2005
reglamentos, acuerdos económicos y alianzas políticas, entre otras prácticas de
legitimidad) para establecer una cadena de identificación a dos niveles (internacional
y nacional). Sin duda, todo este esfuerzo también implicó un trabajo de naturaleza
simbólica que persiguió el anhelo de palpar y hacer sentir esa idea de unión nacional.
Para el caso de Venezuela, habría que recordar que estos intentos por lograr
una estabilidad política y la tan ansiada normalidad social fueron promesas
básicamente incumplidas a finales del siglo XIX, sobre todo luego de la salida del
poder de Antonio Guzmán Blanco. Mientras estuvo al frente (desde 1870 hasta
1887)3, Guzmán Blanco se aseguró de mantener a raya a los tantos contrincantes
que amenazaron su proyecto de modernización nacional; lo que significó el control
férreo de las distintas revueltas y rebeliones. Con Guzmán se consiguió una relativa
paz social de algunos años. Luego de su salida definitiva del país, aunque siguió
señalando los derroteros de la actividad política hasta finales de siglo, el panorama
nacional de estabilidad y paz a costa de un largo período de autoritarismo empezó
a resquebrajarse. El país estaba harto del poder del guzmanato, sus propios aliados
políticos intentaron subvertir el acuerdo de permanencia en el gobierno y esto
disparó las ambiciones políticas. Los últimos años del siglo sirvieron para mostrar
las banderas de las últimas revoluciones del XIX. El hastío contra los mandatos de
Guzmán Blanco habría de dar pie a nuevos protagonismos políticos. De ahí que
se concretaran numerosos intentos por tomar el poder a la fuerza4.
3
4
Antonio Guzmán Blanco dirigió los destinos del país en tres períodos. El primero se
conoce como el Septenio (1870-1877), luego vino el Quinquenio (1879-1884) y la
Aclamación (1886-1887). En medio de estos períodos Guzmán Blanco se preocupó
de dejar en buenas y seguras manos el apreciado objeto de su deseo. Así Francisco
Linares Alcántara (1877-1878) y Joaquín Crespo (1884-1886) fueron los presidentes
escogidos como guardianes incondicionales mientras Guzmán permanecía en Europa.
Luego de 1887, en Venezuela pasaron por la presidencia –por períodos mucho menores
a los que alcanzó Guzmán Blanco– una serie de nombres que completaron los últimos
años del siglo XIX: Juan Pablo Rojas Paúl (1888-1890), Raimundo Andueza Palacios
(1890-1892), Joaquín Crespo (1892-1898) e Ignacio Andrade (1898). Este último no
vería su mandato concluido; pronto otra de las tantas revoluciones, la Liberal
Restauradora, lo derrocaría en 1899. Así concluye el siglo XIX con la última dictadura
del siglo y la primera del XX: los próximos nueve años (1899-1908) le correspondió el
mandato a Cipriano Castro, otro caudillo más dentro de esta lista de ambiciones
desmedidas e intentos vanos por consolidar una idea de nación en progreso.
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1895: De fiestas patrias y mujeres que escriben. Estudio político y cultural del primer centenario del natalicio ...
Carmen América Affigne
A los efectos de esta investigación, me ha interesado tomar en cuenta aquellos
esfuerzos y mecanismos, políticos y culturales, que se implementaron para llevar
a cabo el efecto de re-unión nacional. Como hemos visto, además del reconocimiento político –externo e interno–, los gobiernos necesitaron crear un efecto
de cohesión nacional. De manera que comenzaron a ensayarse diversas estrategias
para crear esta sensación de pertenencia e individualidad. Las celebraciones patrias
ayudaron a promover el efecto imaginado de estabilidad social y política; asimismo,
crearon una sensación de orgullo nacional. Festejar el centenario del natalicio de
Antonio José de Sucre, así como el de Simón Bolívar, sirvió para reorganizar al
país en torno a un reconocimiento colectivo de la historia nacional. Pero también
sirvió, al gobierno de Joaquín Crespo, para construir el efecto de alianza cívicomilitar como una marca de estabilidad política. Esta supuesta alianza, sin duda,
contrastaría con el implacable sistema personalista de Antonio Guzmán Blanco;
pero, lo más importante, vendría a “borrar” la mancha de nacimiento de un
gobierno insurreccional y sangriento.
Los objetivos de este artículo son varios y todos parten del estudio de los
festejos nacionales del primer centenario del natalicio de Antonio José de Sucre
(1895). En primer lugar, describiré el largo y pormenorizado programa oficial de
las fiestas en Caracas para, por un lado, vincular la elaboración y puesta en práctica
de este programa con la creación del efecto político de alianza social y nacional
que a Crespo le interesó estimular. En segundo lugar, me interesa señalar los
espacios de la participación femenina en estas fiestas tanto en Caracas como en el
interior del país y comprender las particularidades de esta contribución. Por cierto,
que en esta decisión por entender las implicaciones de estas prácticas sociales, se
asoma un objetivo especial: el de contrastar la participación de la mujer caraqueña
con la de las mujeres del resto de país. Un contraste que revelará unas prácticas
inéditas de gestión cultural en la ciudad de Coro. La Sociedad Alegría y otras
sociedades femeninas fueron verdaderas protagonistas en la organización de
programas de celebración y actos culturales de este centenario. En específico, nos
concentraremos en indicar la importancia de dos escritoras dentro de este complejo
mecanismo de re-unir la nación, finalmente, re-imaginarla desde otros parámetros
de la historia patria. Me refiero al aporte de Polita De Lima y Virginia Gil de
Hermoso. Nos interesa comprender la cooperación de estas escritoras venezolanas
en las fiestas de celebración patria, así como atender a las interpretaciones que
ellas mismas sugirieron del tema de la independencia.
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Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
Un largo programa de celebración
En el año 1894, Joaquín Crespo se ocupó de promulgar una serie de decretos que
vendrían a preparar la gran fiesta del centenario de Sucre. El 23 de mayo de 1894
apareció el decreto legislativo sobre esta celebración; se consagraba el día 3 de
febrero, natalicio de Sucre, como fiesta nacional. Luego, el 16 de agosto se divulgó
el decreto ejecutivo sobre “Celebración del primer Centenario del Natalicio del
Gran Mariscal de Ayacucho”; el 23 de agosto se decretó la construcción de una
estatua de Sucre en el Paseo Independencia (este paseo estuvo ubicado en la
colina El Calvario en la ciudad de Caracas). En otro decreto, del 15 de julio, se
designó al doctor Laureano Villanueva para que escribiera la biografía del héroe.
En el año 1895 siguieron las pautas del reconocimiento nacional: los decretos
ejecutivos del 4 y 18 de enero mandaban a colocar una lápida conmemorativa en
honor a Sucre e indicaban la consagración de una capilla en el Panteón Nacional5.
El camino se estaba abonando con tiempo suficiente. Luego de haberse establecido
los parámetros conmemorativos desde los textos de legalidad del Estado, comenzó
la tarea de la Junta Directiva del Centenario6. Su presidente, José Ramón Núñez,
quien también se desempeñaba como Ministro de Relaciones Interiores, fungió
como el principal vocero de Joaquín Crespo7 y como una bisagra importante en el
5
6
7
En Biblioteca de la Academia de Ciencias Políticas y Sociales, Leyes y Decretos de Venezuela.
Tomos 17 (1893-1894) y 18, Caracas, Biblioteca de la Academia de Ciencias Políticas y
Sociales, Serie República de Venezuela, 1990, pp. 233, 423-424, 430-431, 603-604 (tomo
17) y 6, 9-10 (tomo 18).
La Junta Directiva del Centenario de Sucre en Caracas estuvo integrada por: José R.
Núñez como el Presidente; Agustín Aveledo, Primer Vicepresidente; Pedro Arismendi
Brito, Segundo Vicepresidente; Luis A. Sucre, Tesorero y los Vocales: Lucio Pulido,
Tomás Michelena, H. L. Boulton, J. E. Linares, A. Valarino, A. Ernst, Jorge Nevett,
Jacinto Gutiérrez Coll, José Antonio Mosquera, Carlos Santana y Teófilo Rodríguez.
El Secretario era Luis Ramón Guzmán (en Diario de Caracas, Nº 409, jueves 31 de enero
de 1895, p. 1 y Centenario de Sucre. Programas de la celebración 1895, Caracas, Imprenta
Colón, 1895).
A propósito de esta labor de oratoria oficial llevada a cabo por Núñez y otros
funcionarios del gobierno, me resulta muy sugerente el contraste de esta práctica vital
del escenario político y social venezolano del siglo XIX –el arte de la oratoria– en el
personaje central de la vida política del momento: el propio presidente de la nación,
Joaquín Crespo. Revisé con especial atención los programas festivos y la prensa y no
hallé indicio de algún discurso presidencial para estos días de celebración. En aquellos
espacios emblemáticos del festejo –la Plaza Bolívar, el Panteón Nacional o el Paseo
Independencia– Crespo no pronunció los discursos esperados. Esta acotación resulta
16
1895: De fiestas patrias y mujeres que escriben. Estudio político y cultural del primer centenario del natalicio ...
Carmen América Affigne
empeño de formar un programa que incluyera a los sectores sociales más
representativos de la ciudad.
El resultado del trabajo de esta Junta Directiva fue la divulgación de un programa
oficial que contempló varias semanas de fiestas desde el 23 de enero hasta el 12 de
febrero de 1895. Luego se organizó un paseo de recreo dedicado a los delegados
extranjeros que participaron en las fiestas (desde el 12 de febrero hasta el 17)8.
Fueron días de mucha actividad y celebración. El programa de Caracas resulta
especialmente elaborado y extenso, como si no quisiera dejar por fuera a nadie, ni
siquiera a los sectores populares quienes tenían su día y hora asignados en dos
banquetes (el 4 de febrero a las dos de la tarde).
Desde los últimos días de enero se ofrecieron sesiones solemnes de las
principales sociedades y corporaciones privadas de la ciudad, además de los colegios
profesionales. El 23 de enero a las ocho de la noche comenzó la sesión solemne
del Colegio de Ingenieros. Días después, a la misma hora, se realizaron las sesiones
8
justificada si pensamos que él era precisamente el factor político principal que debía
terminar de consolidar la estrategia de la alianza nacional. Al decir frente a todos los
logros de todos (la idea de unión nacional y el sentimiento colectivo de honrar a Sucre),
Crespo estaría insistiendo, como tantos otros gobernantes, en los éxitos de la patria
junto a los triunfos de su gestión. Sin embargo, fueron otros los voceros de la satisfacción
nacional. Los actos programados estuvieron con los oradores indicados (José Ramón
Núñez, Marco Antonio Gandolphi y otros) que sí habrían de enfatizar el sentimiento
de consagración nacional tributado hacia el héroe de la patria, así como destacar las
obras ejecutadas para estas fiestas. Sin duda, esta falta de elocuencia en Crespo contrasta
con las excesivas dotes retóricas de Guzmán Blanco especialmente en los discursos
ofrecidos durante el centenario del natalicio de Simón Bolívar en 1883.
La asistencia a este paseo se cumplió como estaba previsto. Los invitados y una amplia
comitiva viajaron en tren hasta la ciudad de La Victoria. Allí se inauguró, el 12 de
febrero, una estatua a otro héroe emblemático de la historia nacional: José Félix Ribas.
La actividad también se ajustó a otros programas de celebración organizados por otras
juntas directivas del interior de la república. Las ciudades que se visitaron fueron: La
Victoria, Maracay, San Jacinto, Valencia y Puerto Cabello. El 17 de febrero regresaron
a Caracas. Como puede apreciarse, en este paseo se hizo un recorrido amplio y evidente
hacia otros escenarios del país donde también se estaba celebrando a Sucre. Los testigos
privilegiados de la comitiva (nacionales y extranjeros) percibieron a lo largo del trayecto
la idea de una comunidad imaginada desde diversos rincones de la geografía nacional.
De modo que a la ruta del paseo se empalmó el deseo político de alianza hacia otros
escenarios y eventos; lo que trajo la impresión de un país reunido en una muy arraigada
emoción patriota.
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Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
de la Sociedad Venezolana de Ingenieros Civiles (25 de enero), un certamen de la
Sociedad Cagigal (29 de enero) y el 30 de enero se dio una función de gala en el
Teatro Municipal por la compañía lírica española. Posteriormente, el ritmo de
actividades se aceleró: los días 1, 2, 3, 4 y 5 de febrero son especialmente de
ajetreo. Si para los últimos días de enero se había programado una sola actividad
diaria, desde la mañana del 1° de febrero empezaron a desarrollarse múltiples
acontecimientos diarios como: las salvas de cañonazos y de artillería; las retretas,
conciertos, veladas y certámenes literarios más otras sesiones solemnes de otras
corporaciones; por supuesto, estos festejos no podían dejar de lucir los
emblemáticos fuegos artificiales, los cuadros vivos, desfiles, banquetes y bailes de
rigor. La frecuencia de los actos disminuyó a partir del día 6.
Vamos a mencionar aquellas actividades que, desde el programa oficial de
esta fiesta, tuvieron un peso primordial en la conformación de una imagen
propagandística y de reconocimiento colectivo. El gobierno de Crespo permitió
una amplia participación de corporaciones, gremios, asociaciones sociales e incluso
de las colonias extranjeras y la masonería; esto para nada significó que el gobierno
dejaría de estar presente en los momentos cruciales de la celebración. Así, los días
más intensos estuvieron planificados para llevar a cabo el efecto de re-unión
nacional en una suerte de gran vitrina de exhibición. En estos actos debían estar
todos representados, para ser vistos y celebrados, para ser sentidos –todos los
representantes de la comunidad nacional– como uno solo a propósito de las
ofrendas y honras al héroe que se recuerda. Por lo tanto en esta parte del programa,
la más importante a nivel simbólico: la Apoteosis de Sucre9 y los desfiles, veremos
algunos rasgos que hablan de la “espontánea” alianza nacional.
Estos actos significativos que queremos sintetizar comenzaron a desarrollarse
con la misa pontifical y un Te Deum (el día 2); luego se escenificaron los desfiles
cívicos-militares al Panteón Nacional y al Paseo Independencia (los días 2 y 3,
respectivamente) y, por supuesto, se inauguraron emblemáticas obras públicas
(los enormes cuadros de Martín Tovar y Tovar: Boyacá, Junín y Ayacucho, el 2 de
febrero; la estatua de Simón Bolívar, la Plaza de Ayacucho y la puesta de la primera
piedra para una estatua a Sucre en el Paseo Independencia; la iluminación eléctrica,
el 3 de febrero y la inauguración del “Campo de Demostración”, el 4). Cada uno
9
El programa de la celebración indica los días 2, 3 y 4 de febrero como los de la Apoteosis
(Diario de Caracas, Nº 409, jueves 31 de enero de 1895, p. 1 y Centenario de Sucre. Programas
de la celebración 1895, Caracas, Imprenta Colón, 1895).
18
1895: De fiestas patrias y mujeres que escriben. Estudio político y cultural del primer centenario del natalicio ...
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de estos acontecimientos tuvo su peso al momento de conformar las piezas para
imaginar la nación, para verla y sentirla.
Los desfiles cívicos-militares: puesta en escena de la patria
En las fiestas de celebración del centenario de Sucre se realizaron dos desfiles
cívicos-militares de considerables proporciones, además de dos visitas adicionales
hacia el Panteón Nacional, una por parte de las escuelas y colegios de Caracas (4
de febrero) y otra de los funcionarios de la municipalidad de Caracas (5 de febrero).
Vale la pena detenerse en el itinerario ideado para los dos primeros desfiles.
El primer desfile del día 2 de febrero se proyectó hacia el Panteón Nacional y el
del 3, hacia el Paseo Independencia. Estos destinos representan dos espacios
característicos para ver la nación. En el primero se representó la gratitud colectiva
dentro del templo sagrado de la nación; lugar donde reposan los restos de los
prohombres de la Independencia (el Libertador Simón Bolívar; el general Juan
Bautista Arismendi, el general Santiago Mariño, el general Carlos Núñez, el
comandante Lorenzo Bustillos, el general José Tadeo Monagas y otros10). El
segundo destino, el Paseo Independencia, fue el escenario escogido para rendir
tributo al presente y futuro de la nación. Si la visita al Panteón pretendió honrar la
memoria del héroe pretérito, el ascenso al Paseo Independencia significó la
exhibición y logro de las tareas del presente –léase del gobierno–: se celebró a
Sucre y, al mismo tiempo, se inauguraron las obras de gobierno, todo dentro de
una misma ocasión (recordemos otra vez estas obras que se develan: una estatua
a Bolívar, una plaza –la de Ayacucho– y la primera piedra de la estatua a Sucre).
En el programa se dispuso un trayecto específico que debía seguirse en estos
desfiles y que implicó una labor de ornato público y privado. La ciudad se preparó
especialmente para la ocasión. Días antes de la gran celebración, ya se avisaba en
10
Estoy siguiendo el cuadro que presenta Manuel LANDAETA ROSALES en su texto El
Panteón Nacional, en Eduardo BLANCO y Manuel LANDAETA ROSALES, Centenario del Panteón
Nacional, Caracas, Ediciones de la Presidencia de la República, 1975, p. 98. Hay que
recordar que para la fecha del centenario de Sucre, los restos del Gran Mariscal de
Ayacucho no se hallaron, en consecuencia se dispuso la colocación de una lápida
conmemorativa en su honor y la consagración de una capilla en el Panteón Nacional.
Los restos de Sucre reposan en Ecuador.
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la prensa acerca de la normativa de la inspectoría general de coches y tranvías que
mandaba a pintar los coches de lujo, de plaza y de particulares; así como los carros
de bestias, de tranvías y mudanzas11. La ciudad debía lucir impecable, del mismo
modo sus ciudadanos. El programa también ofrecía especificaciones sobre el traje
adecuado para estas fiestas: “...frac para [los actos] que se efectúen de noche y
levita en los de día”12. El acompañamiento musical de la banda marcial igual estuvo
dentro de los planes del programa; del mismo modo que la construcción de
monumentos efímeros que recordaran la majestuosidad de estos días. Para el desfile
del día 2 de febrero se mandaron a ejecutar tres arcos triunfales que representaron
las batallas insignes de la gesta de Antonio José de Sucre: el arco de Pichincha, de
Junín y de Ayacucho. Estos tres arcos formaron parte del recorrido del paseo, todos
los participantes de los desfiles debieron pasar por ellos. La gran puesta en escena
de la nación supuso, entonces, escenarios elaborados para la ocasión, especialmente
adornados y embellecidos con elementos estructurales (arcos triunfales, iluminación
eléctrica, música de fondo, fuegos artificiales y otros) y un vestuario particular
para sus principales actores.
Se aseguró, asimismo, la presencia de un jefe de etiqueta y varios maestros de
ceremonia que ayudaron a llevar a cabo los grandes desfiles según el orden ya
establecido en el programa. Entre otras razones, esta presencia aseguraría una
apropiada contención de ánimos y emociones. Así se ensayó una manera de
comportamiento social apropiada para la puesta en escena de la nación: sin
estridencia, ni desafino. Estos guardianes de la compostura y el orden acometieron,
entonces, un trabajo de organización modélica. El resultado de esta labor se puede
leer en las crónicas de prensa que describen una participación muy numerosa en
estos actos. Para el desfile al Panteón Nacional, se aseguraba: “Ya habían entrado
al Templo de la gloria [se refieren al Panteón] todas las Corporaciones, y todavía
no acaba de salir la gente de la Plaza Bolívar y de los Boulevares de donde partió
la procesión”13.
11
Aviso publicado en Diario de Caracas, Nº 386, 4 de enero de 1895, p. 1.
“Centenario de Sucre. Programas de la celebración”, en Diario de Caracas, Nº 409, jueves
31 de enero de 1895, p. 1.
13
En León LAMEDA y Manuel LANDAETA ROSALES, Historia militar y política del General Joaquín
Crespo, 2 vols., Caracas, Imprenta Bolívar, 1897, p. 263 (tomo 2).
12
20
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En el desfile participaron varias corporaciones y gremios; además de los
funcionarios públicos, las escuelas de niños, niñas, jóvenes y señoritas, la prensa,
las colonias alemana, española, francesa, italiana, latinoamericana y norteamericana;
la masonería también fue incluida en el orden del gran desfile, junto con la
participación de los representantes de la Universidad Central, los delegados
extranjeros, representantes de la ciudad de Cumaná, deudos de Sucre, ministros,
el ejército y, por supuesto, el Presidente de la República14. Aunque no debe olvidarse
la participación del pueblo al final de esta larga parada que también quiso acompañar
a los representantes seleccionados de la nación, así integraron las piezas que faltaban
para protagonizar en escena esta puesta en práctica de la reunión nacional.
14
El orden de la marcha fue el siguiente: 1.- Banda Marcial, 2.- Gremio de artesanos, por
el orden alfabético de los ramos que ejercían las distintas agrupaciones, 3.- Gremio de
industriales, 4.- Gremio de comerciantes, 5.- Cámara de Comercio, 6.- Gremio de
agricultores y criadores, 7.- Club agrícola, 8.- Junta Central de Aclimatación y
Perfeccionamiento Industrial, 9.- Sociedad “Amantes del Saber”, Sociedad de Geografía,
Centro Científico-Literario y las demás sociedades literarias y científicas, 10.- Colonia
alemana, 11.- Colonia española, 12.- Colonia francesa, 13.- Colonia italiana, 14.- Colonia
latinoamericana, 15.- Colonia norteamericana, 16.- Colegios nacionales y particulares,
17.- Gremio de Institutores, 18.- Centro Católico Venezolano y Círculo de la Juventud
Católica de Caracas, 19.- Sociedades benéficas de Caracas, 20.- Grande Oriente Nacional
de los Estados Unidos de Venezuela (la masonería), 21.- Gremio de impresores, 22.Periodistas de Caracas, 23.- Representantes del Boletín Literario de Porlamar, de La Patria,
de Santiago de Cuba, y de la prensa venezolana, 24.- Secretario de la Gobernación y
empleados del Distrito Federal, 25.- Colegio de Médicos, Consejo de Médicos, Facultad
de Farmacia y Sociedad de Médicos y Cirujanos de Caracas, 26.- Colegio de Abogados,
27.- Colegio de Ingenieros, Sociedad Venezolana de Ingenieros Civiles y Sociedad
“Cagigal”, 28.- Directores de los ministerios y empleados nacionales, 29.- Academia
Venezolana Correspondiente de la Real Española, 30.- Academia Nacional de la Historia,
31.- Universidad Central, 32.- Cuerpo Consular, 33.- Comandancia de Armas y Oficiales
de Marina, 34.- Concejo Municipal del Distrito Federal, 35.- Arzobispo Capítulo
Metropolitano y Clero de Caracas, 36.- Representantes de los Estados de la Federación
Venezolana, 37.- Corte de Casación, 38.- Alta Corte Federal, 39.- Representantes de la
ciudad de Cumaná y deudos del Gran Mariscal de Ayacucho, 40.- Junta Directiva del
Centenario, 41.- Consejo de Gobierno, 42.- Ministros del Despacho Ejecutivo y
Gobernador del Distrito Federal, 43.- Presidente de la República, con los Delegados
especiales de las naciones amigas, 44.- Gran Consejo Militar, 45.- El Ejército. En
“Centenario de Sucre. Programas de la celebración”, Diario de Caracas, 31 de enero de
1895, p. 1.
21
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Los desfiles dejaron ver quiénes eran los integrantes de la nación: unos
personajes de pinta y pompa. El programa oficial señaló en 45 nichos los principales
componentes sociales de una idea de unidad nacional. La banda marcial encabezaba
la marcha, un inicio emblemático de la sonoridad nacional; y el ejército cerraba el
desfile en el puesto número 45, en un recordatorio simbólico de resguardo,
protección y/o ¿amenaza? Habría que recordar solamente que a este cuadro
magnífico de exhibición nacional se le juntó al final un último personaje que no
había sido incluido en el guión inicial: la marcha cerraba con la participación de la
gente común, ubicada detrás del ejército.
El paseo de las escuelas y colegios de Caracas al Panteón Nacional (el día 4 de
febrero), con la misma misión de ofrecer las ofrendas a Sucre, formó parte del
engranaje de la alianza nacional; la participación de los más pequeños en estas
fiestas del patriotismo contribuyó a crear un sentimiento colectivo de simpatía e
identificación. Además de la connotación simbólica que puede desprenderse de
un conjunto de niños que representan, justamente, el futuro de la nación; son
estos infantes, por tanto, la siembra más legítima de paz, esperanza y desarrollo.
De este modo, los niños, niñas, jóvenes y señoritas escolarizados también ayudaron
a conformar esta representación simbólica de la nación. La Junta Directiva del
Centenario no descuidó, por lo tanto, en este tramado representativo que fueron
las fiestas patrias, el aporte y la exhibición de las ofrendas infantiles. Los desfiles
cívicos militares y este paseo de niños no solamente permitieron experimentar la
sensación de comunidad en aquellos que se sintieron reconocidos en su mismo
gremio, corporación o escuela, sino que hicieron posible exhibir al resto de la
población lo que era el país, sus integrantes y representantes más conspicuos. Así,
el escenario ya estuvo completo: quienes representaron la nación en papeles de
importancia social –sus actores-corporaciones-gremios-militares– y quienes
observaron el desfile, el público-pueblo.
La “espontaneidad” de la alianza patriótica y “una verdad
práctica que á nadie causa espanto”
El éxito de las fiestas del primer centenario del natalicio de Antonio José de Sucre
fue reconocido por el gobierno de Joaquín Crespo como un logro importante de
la comunidad nacional. Así se deja ver en la circular Nº 313 del Ministerio de
Relaciones Interiores del 21 de febrero de 1895, donde se declara el fin de las
22
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festividades. Esta circular fue enviada por todo el país y estaba dirigida a los altos
representantes del gobierno, demás funcionarios públicos así como a significativas
personalidades15. En la correspondencia, que está firmada por José R. Núñez, el
Ministro de Relaciones Interiores y el presidente de la Junta Directiva del
Centenario, se insiste en declarar la satisfacción general del gobierno nacional por
el éxito de las fiestas.
La circular tiene varios aspectos que interesa destacar. En primer lugar, los
destinatarios. Al gobierno le importó hacer circular la idea de satisfacción general
por todo el país y para ello recurrió a sus principales representantes y demás altas
autoridades políticas y religiosas para insistir en el sentido especial de este éxito
–un éxito patriótico, de todos–. Quiere decir que el poder político nacional decidió
comunicar a su principal círculo de representación, así como a otras importantes
personalidades, el cumplimento del anhelado deseo de unión colectiva. En segundo
lugar, insisto en la importancia del mensaje a transmitir. ¿Cómo se entendió, en
esta correspondencia, tal éxito? Se entendió como un trabajo en equipo entre el
gobierno nacional y la ciudadanía. He acá la estrategia principal del poder político:
presentar el buen desempeño de las fiestas como resultado de una alianza cívica y
militar. Lo que en definitiva terminó por significar una idea de estabilidad política.
Núñez entendió el buen desempeño de las fiestas como un testimonio esencial
que habla de la: “...unidad del sentimiento patriótico que lo domina todo”16; cuyo
éxito mayor, sigue Núñez,
...tiene tanta mayor significación, cuanto ha sido absolutamente libre y
espontáneo el movimiento con que han funcionado en sus respectivas
órbitas, los numerosos y variados elementos que han contribuido á realizar
dignamente esta patriótica conmemoración17.
Esta “espontaneidad” de la alianza, como mensaje central de satisfacción, debe
divulgarse por todo el país. Los testimonios de quienes presenciaron la magnitud
15
La circular fue enviada a: los ministros del gobierno de Joaquín Crespo, al gobernador
del Distrito Federal, al presidente del consejo de gobierno, los presidentes de las cortes
nacionales, al presidente del gran consejo militar, al arzobispo de Caracas y Venezuela,
a los presidentes de los estados, a los obispos de Guayana, Calabozo, Barquisimeto y
Mérida, a los gobernadores de los territorios federales, a los jefes de penitenciarías y a
los comisarios generales de la nación. En LAMEDA y LANDAETA ROSALES, op. cit., tomo 2,
p. 245.
16
En LAMEDA y LANDAETA ROSALES, op. cit., tomo 2, p. 245.
17
Idem.
23
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Año XI, número 12, 2005
de los desfiles cívico-militares realizados en Caracas pudieron constatar no
solamente la participación numerosa de tantas corporaciones, sino que, después,
esas voces ayudarían a comprender que tal exhibición conmemorativa pudo
realizarse gracias a nuevos atributos paradigmáticos de una nación civilizada: además
de la libertad y la paz, la alianza “espontánea” como nuevo valor de la estabilidad
nacional. La aspiración final del gobierno pudo complementarse gracias a estos
avisos de éxito por todo el país. Las últimas líneas de Núñez recuerdan, una vez
más, la naturaleza de la re-unión:
Este carácter [el de la unidad patriótica] ha sido particularmente grato al
ciudadano Presidente de la República, por cuanto es una demostración
práctica de lo que pueden alcanzar la acción de los ciudadanos y la del
Gobierno, exentas de la influencia de toda prevención, y unidas por las
desinteresadas inspiraciones patrióticas18.
Como en otras ocasiones, la memoria al héroe de la patria, en este caso las
ofrendas a Sucre, su recuerdo y exaltación, pudo servir para re-unir, otra vez, a
Venezuela.
Habría que agregar que este mensaje de triunfo “espontáneo” circuló
simultáneamente por otros canales. Si bien fue importante divulgar esta satisfacción
a destinatarios con altos cargos políticos o religiosos; también fue útil hacer saber
a otros de esta “felicidad” nacional. La prensa fue un canal adecuado. Así muchas
más personas pudieron estar al tanto de esta vanagloria oficial y quizás percibieron
por qué se insistía una y otra vez en estos nuevos valores del intercambio social y
político. En este caso hago referencia a un artículo que apareció en el Diario de
Caracas titulado “Prácticas Republicanas” del 9 de febrero de 189519. En él se
reflexiona acerca del progreso del país. Se dibuja un cuadro inicial que describe el
desarrollo del país como el resultado de un equilibrio de fuerzas entre dos poderes
básicos: el poder del gobierno y el de la ciudadanía. Se destaca de qué manera el
progreso de un país termina siendo una realidad de muchos años, donde:
...preciso es reconocer que en su efectividad [de lograr el desarrollo de un
país] entra como factor principal no sólo la buena índole y espíritu patriótico
de la ciudadanía que busca por sendas honradas la satisfacción de sus
ideales, sino también la acción fecunda de los Gobiernos que enderezan á
rumbos trascendentales la nave del Estado, y ponen atento oído á las
18
19
Idem.
En Diario de Caracas, 1895, Nº 415, p. 2.
24
1895: De fiestas patrias y mujeres que escriben. Estudio político y cultural del primer centenario del natalicio ...
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manifestaciones y necesidades populares para rectificar sus apreciaciones ó
para poner los remedios que la prudencia y la ley aconsejan20.
De tal modo se dibujan los atributos de un gobierno benefactor y atento al
entorno social, con cualidades de observador y escucha de las necesidades de un
colectivo. Por supuesto que el artículo forma parte de un registro legitimador del
gobierno que en definitiva lo que buscaba era establecer otros anclajes simbólicos
de la estabilidad política. Esta vez desde la prensa. Tal idea de estabilidad política
y social se correspondió con la imagen contraria; es decir, la de la vacilación en los
tiempos de inestabilidad. Se lee en el artículo como:
...aquel profundo desequilibrio que en luengos años venía existiendo entre
las tendencias gubernamentales y los anhelos ciudadanos, y que venía
determinando violentas conmociones, esté sustituido en la época presente
por el honesto y regular equilibrio que en todo país republicano debe
reinar entre la autoridad, (...) y la opinión pública...21.
En las líneas que componen el artículo vuelve a mencionarse la palabra mágica
y feliz de las fiestas, vuelve a asomarse la espontaneidad como el mejor rasgo para
describir estos días de celebración nacional:
...y esta actividad incesante, esa pompa y entusiasmo, ese orden tan
extremado(...) esa espontaneidad con que pueblos y Gobiernos han
contribuido al mayor esplendor de la Apoteosis, son signos evidentes, de
que es profunda y sincera la fé que alienta á todos los espíritus en el
desenvolvimiento holgado y progresivo de la vida nacional, y que nada
será suficiente a turbar el orden establecido, afianzado como está en la
autoridad, prestigio y fuerza de un Gobierno recto, y justicioso, y en la
base inconmovible de la opinión sensata del país22.
Las citas, aunque extensas, vienen a destacar esta manera de sostener una política
de legitimidad puertas adentro. En este caso, la estabilidad necesaria se ha ido
armando desde varios frentes, aprovechando la propia emotividad de los días de
celebración nacional. Como recordatorio de esta estrategia tenemos un constante
llamado a la alianza nacional a través de distintos canales: desde el escenario del
gran desfile, intercalando a las corporaciones y gremios con los sables del ejército,
20
Idem.
Idem.
22
En Diario de Caracas, 1895, p. 2. El subrayado es mío.
21
25
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pasando por las líneas de la prensa, hasta las palabras de Silva Gandolphi, el
ministro que recordamos al inicio de este trabajo. En todos estos casos se está
desvaneciendo la sensación de inestabilidad que deja la guerra para demostrar
ante todos que “...la República es una verdad práctica que á nadie causa espanto”23.
Para finalizar este apartado, habría que traer las palabras que un cronista refiere
de Marco Antonio Silva Gandolphi, el mismo que tres años antes instaba a un
reconocimiento de legitimidad para Venezuela ante los delegados diplomáticos de
otras naciones. Esta vez, el día 2 de febrero de 1895 en el Panteón Nacional, era el
orador de orden y lo acompañaba el presidente Joaquín Crespo. En sus palabras
se advierte a una concurrencia local del peligro de la guerra. Su discurso, dicho
justamente en el escenario de la consagración nacional, parece recordar a aquellos
venezolanos la fragilidad de un cuento de hadas, el término de los días de
“estabilidad”, “espontaneidad” y “alianza nacional”. Ante la posibilidad de la
pérdida de la paz, el orador apela a las emociones para recordar cómo la mayor
ofrenda a Sucre es precisamente el esfuerzo del poder político por presentar una
fiesta de re-unión nacional. Una invitación a lograr la tan pretendida paz de la
República evitaría el espanto de la des-unión. El cronista del Diario de Caracas
escribe:
Sus últimas palabras fueron para excitar á sus conciudadanos á una
profesión de arrepentimiento y enmienda, á abandonar tortuosos caminos
de error, y renunciando á la guerra civil, laborar, gobernantes y gobernados,
por el bien de la República, como ofrenda grata á la memoria del Prócer y
mártir que aspiró á crear una patria próspera, independiente y libre24.
23
Ibidem. Sin ánimo de pecar de reiterativa, sólo quiero reseñar en otra circular, esta vez
del Ministerio de Relaciones Exteriores, lo que el ministro P. Ezequiel Rojas escribió a
los representantes diplomáticos de Venezuela en el exterior al dar cuenta del
cumplimiento de los actos estipulados en el programa oficial de estas fiestas del
centenario: “El entusiasmo ha sido tal y tan espontáneas sus manifestaciones, que en
vano se buscaría en nuestro pasado una fiesta oficial que ofrezca relación más íntima
entre los actos del Gobierno y la acción individual de todos los ciudadanos”. En Diario
de Caracas, Nº 415, 1895, p. 2 (el subrayado es mío).
24
En LAMEDA y LANDAETA ROSALES, op. cit., tomo 2, p. 263.
26
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De mujeres-adorno, mujeres-artistas y mujeres-escritoras
La participación de la mujer en las fiestas del centenario de Sucre en Caracas fue
registrada desde los parámetros convencionales que la describía como figura de
acompañamiento y ornato social. En los numerosos bailes, banquetes, en las
sesiones solemnes de las corporaciones y en los desfiles públicos aparecía una
marca de la mujer-adorno. La mujer venezolana estuvo como acompañante en los
actos de celebración social, se le describía como espectadora de los paseos cívicomilitares, o como parte del público de los actos artísticos celebrados en el Teatro
Municipal. En este primer registro de participación, la mujer se presentaba
asumiendo un rol de pasividad frente a la organización y puesta en marcha de las
fiestas del centenario. Las crónicas que describieron las diversas actividades de las
fiestas las mostraban desde este primer reconocimiento del adorno social: “La
mujer, gala y ornato de toda fiesta, estaba allí dando con su presencia mayor brillo
y encanto á aquella espiritual y patriótica solemnidad á tan nobles fines encaminada,
y al amparo de los más nobles propósitos concebida”25; acá se está refiriendo la
asistencia de la mujer caraqueña al acto del 25 de enero, en la sesión solemne de la
Sociedad Venezolana de Ingenieros Civiles. En esta relación la representación de
la mujer formaba parte del escenario especialmente preparado para la ocasión.
Ella era parte de la belleza del escenario dispuesto. En las calles también estaba la
mujer engalanando los trazos de una ciudad dispuesta a mostrar cómo se
complementaba con los actos preparados para la ocasión. Así se describe en el
Diario de Caracas (Nº 412) a propósito del paseo cívico militar del día 3 de febrero
hacia el Paseo Independencia:
El nombre de Sucre y de sus batallas se reproducía en innumerables escudos,
sostenidos por columnatas ornadas de insignias y banderas, y á las ventanas
exornadas también con flores y pendones, asomaban, apiñadas, señoras y
señoritas que constituían su mayor embellecimiento26.
En todos estos casos, la mujer-adorno estaba allí como complemento del paisaje
urbano, no como gestora importante en la organización de los actos celebrados
en el Colegio de Ingenieros, en la Sociedad Venezolana de Ingenieros Civiles, la
Sociedad Cagigal o en el Colegio de Médicos. En estos espacios sociales de
desempeño tradicional masculino, la mujer estuvo como testigo de lo que allí se
25
26
Ibidem, p. 248.
Ibidem, p. 274.
27
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Año XI, número 12, 2005
organizó. Quizá la figura de mayor presencia en la prensa local correspondió al
de la señora Josefa Vivero de González. Era una matrona ecuatoriana con familia
en Venezuela que había hecho el viaje desde Guayaquil para estar presente en estas
fiestas. La prensa no dejaba de reseñar su participación en los actos más importantes
de los festejos. Como en los del certamen de la Sociedad Cagigal (29 de enero de
1895) junto al presidente Joaquín Crespo y otros altos representantes del gobierno.
Los calificativos que se leen hablan de una actitud “...entusiasta por las glorias
americanas...” y una admiración por “...su espiritualidad y patriotismo”27. Puede
seguirse la presencia de esta señora en otros espacios y momentos: estuvo en la
función de gala del Teatro Municipal del 30 de enero; tributó una de las más
hermosas coronas ante el monumento de Sucre en el Panteón Nacional el 2 de
febrero y el 3 de febrero, en el paraninfo de la Universidad, el director de la
Academia de la Lengua, Dr. Rafael Seijas, la mencionaba recordando que la
venerable matrona había mandado otra corona de plata para el centenario de
Bolívar en 1883; pero no había podido viajar a Venezuela en aquella oportunidad28.
Como hemos insistido, los registros textuales describían a la mujer desde una
perspectiva genérica que le asignaba de modo “natural” esta manera de intercambio
que pasaba por el adorno y el acompañamiento; pero también en esas líneas se
hacía referencia a otros atributos “naturalmente” femeninos como la belleza, el
entusiasmo patriótico y la virtuosa condición de la maternidad. Sin embargo, será
en otros espacios donde hallaremos una participación femenina más activa. Donde
aparece como organizadora y como principal ejecutante de actividades que le
permiten figurar en el escenario público. Estas actividades son las artísticasmusicales y las actividades de desempeño intelectual.
Será en el Teatro Municipal o en algunas corporaciones como las Sociedades
Benéficas de Caracas, o en el Círculo de la Juventud Católica donde las mujeres
podrán desempeñar un papel distinto a esta primera categoría de representación.
La mujer-artista sería una segunda posibilidad para encontrar un modo de
participación que justificara la presencia de jóvenes con aficiones musicales y
artísticas en los escenarios del Teatro Municipal, por ejemplo. En este segundo
27
Diario de Caracas, 1895, Nº 408, en LAMEDA y LANDAETA ROSALES, op. cit., tomo 2, p. 250
y A. P. Ch. [sin título. Comentario de dos retratos], en El Cojo Ilustrado, Nº 79, año IV,
1895, p. 200, respectivamente.
28
LAMEDA y LANDAETA ROSALES, op. cit., tomo 2, pp. 250 y 263; Diario de Caracas, 1895, Nº
414, p. 2.
28
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grupo la mujer figuraba como organizadora de actos públicos de naturaleza
artísticos musicales y como ejecutora de estos hechos. Aquellas señoras y señoritas
con inclinaciones musicales y artísticas pudieron participar en estas ceremonias
de celebración como parte emblemática de la Apoteosis de Sucre29. Efectivamente,
la señorita Antonia Esteller, directora de la Escuela Normal de Mujeres, y la señora
María Brito de las Casas, directora de la Escuela de Canto, colaboraron junto con
Emilio J. Mauri en la organización de la parte artística de los actos celebrados en
el Teatro Municipal los días 2 y 3 de febrero. De nuevo, Antonia Esteller aparece
29
Aunque no pretendemos ofrecer un panorama completo y exhaustivo de la participación
femenina en estos actos artísticos y musicales, sí podemos mencionar algunos de estos
nombres que dejan ver de qué manera aquellas damas aficionadas al canto o a la ejecución
de un instrumento musical encontraron un modo adecuado para desplegar sus
habilidades en estas fiestas de celebración nacional. Por ejemplo, en la velada literaria y
musical de las sociedades benéficas de Caracas, el día 1º de febrero, participó la señorita
María Moreira, joven artista, quien cantó el aria de Rigoletto y también interpretó piezas
en el piano (LAMEDA y LANDAETA ROSALES, op. cit., tomo 2, p. 257). En el gran concierto
vocal e instrumental del día 2 de febrero actuaron: la señorita Luisa González, interpretó
el aria de Attila de Verdi; la señorita Clemencia Gómez, quien junto con el señor Ramón
Delgado Palacios interpretó la fantasía para dos pianos sobre temas de Norma; La
señorita María Alcántara contó Il sogno de Mercadante con acompañamiento de piano
de la señora María Irazábal; las alumnas de la escuela de canto que dirigía la señora
María B. de Las Casas interpretaron el Himno a Sucre, música de Carlos Montero y letra
de A. García Pompa; la señorita María Luisa Machado recitó la melopeya Glorias Patrias
con acompañamiento de coros, letra de Diego Jugo Ramírez y música de Isabel P. de
Mauri; la señora. R. de Basalo, directora de la escuela de piano, la señorita Isabel Ofelia
Silva, subdirectora y las señoritas María Rosales, María Teresa Silva, Isabel E. Lugo y
Adelaida Tummer interpretaron la sinfonía de la Gazza Ladra para 3 pianos de Rossini
(en Diario de Caracas, Nº 409, p. 2). En la velada literaria y musical del 3 de febrero
participó la señorita Trinidad Jiménez con una composición suya (un paso doble) titulada:
Gloria a Sucre y tocó el Roudó Oriental de Henry Herz; la señorita Luisa María Montero
el aria de Favorita O mio Fernando y la señorita María Graterol cantó una romanza
acompañada al piano por la señora María B. de Las Casas; recitación de la señorita
Luisa Navarro del poema Independencia de Heraclio Martín de la Guardia (LAMEDA y
LANDAETA ROSALES, op. cit., tomo 2, p. 278). Para el 8 de febrero en la sesión solemne
del Círculo de la Juventud Católica de Caracas también encontramos una notable
contribución femenina. Las siguientes señoritas se destacaron en el canto de trozos de
ópera, romanzas, arias y serenatas: Socorro Machado, Ana Cedillo, Lucía Pachano,
María Moreira y Lastenia Pachano. En la ejecución al piano se destacaron: la señora
Josefa de Montesinos, la señorita Magdalena Gómez y la señorita Antolina Pompa
(Ibidem, pp. 298 y 299).
29
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como parte activa en el diseño y ejecución de actos de celebración en ocasión del
natalicio de los héroes de la patria. Doce años atrás Esteller fue parte importante
en la recolección y disposición de objetos manufacturados por mujeres para el
salón femenino en el Palacio de la Exposición, obra especialmente construida
para llevar a cabo una gran exhibición nacional en el marco del centenario del
Libertador Simón Bolívar. Esta vez, Esteller colaboraba en la preparación de un
cuadro alegórico en honor a Sucre. De este modo, la Apoteosis de Sucre se
completó con la celebración de un elaborado programa musical y artístico el 3 de
febrero.
Ese día, junto al cuadro alegórico planificado, la señorita Luisa Navarro
comenzó a recitar el poema titulado Independencia de Heraclio Martín de la Guardia.
La crónica del evento expone:
Avanzó la señorita Luisa Navarro[30], vestida de túnica blanca azul, el gorro
frigio sobre las sienes como griega matrona, y circundándola otras cinco
alumnas de la escuela normal que dirige la señorita Antonia Esteller, con
los atributos de la libertad y las banderas de las cinco naciones que
contribuyó á redimir Sucre; seguidas las personeras de esos hermanos
pueblos por diminutas amazonas armadas, y por casi todas las alumnas de
la Escuela, comenzó la recitación de la poesía Independencia, nuevo triunfo
de la vigorosa imaginación del bardo caraqueño, ofrenda valiosa á la
Apoteosis. Aquel hermoso cuadro fue muy aplaudido31.
Esta larga cita recoge uno de los aportes de la mujer al concebir y llevar a cabo
una representación alegórica como emblema y sello de las fiestas de celebración.
Por lo que se estimularon, desde el escenario del teatro, las emociones y el sentido
de apego del público espectador, quien entre aplausos y alegría recorrió otro camino
para sentirse parte de la idea nacional. Esta velada terminó con otro cuadro
alegórico, “el cuadro simbólico de la deificación”, donde cinco sacerdotisas de la
fama rodeaban el busto de Sucre en el centro del escenario para coronarle de
30
Habría que acotar una modificación entre el programa y lo que aparentemente ocurrió
ese 3 de febrero de 1895. Mientras el programa de esta Apoteosis indica que el poema
de Martín de la Guardia sería recitado por la señorita Isabel Díaz. En Diario de Caracas,
Nº 409, jueves 31 de enero de 1895, p. 2. La crónica que cita León LAMEDA y Manuel
LANDAETA ROSALES, también del Diario de Caracas, menciona a la señorita Luisa Navarro
como la que recitó el poema en cuestión (1897, tomo 2, p. 278).
31
En LAMEDA y LANDAETA ROSALES, op. cit., tomo 2, p. 278.
30
1895: De fiestas patrias y mujeres que escriben. Estudio político y cultural del primer centenario del natalicio ...
Carmen América Affigne
laureles y guirnaldas. Luego, cinco jovencitas “...con las banderas de las Repúblicas
del Setentrión de la América austral, situarónse en las primeras gradas del
estrado...”32. De nuevo, desde el escenario, se ofreció a la vista de todos el
movimiento de la sacralización patria; allí, como en el Panteón Nacional o en el
Paseo Independencia, representaron alrededor de la imagen del héroe una serie
de actos de consagración. El héroe, personificado en su retrato o busto, se hizo
presente en el Teatro Municipal y en torno a él desfilaron las convicciones, la
honra y la fidelidad del público venezolano como respuesta, también simbólica,
de otra alianza. De esta manera, de la figura de Sucre se presentó una imagen de
reverencia de un nuevo santo de la patria33.
De todos estos actos llevados a cabo, uno en especial vino a convertirse en el
más celebrado por el público espectador. Vale la pena referirlo porque revela otra
de las facetas en las que las damas venezolanas contribuyeron al desarrollo de
estas fiestas. En este caso, debe insistirse en los aportes que ellas hicieron dentro
del campo de la composición musical. Se trató de la puesta en escena de la melopeya
Glorias Patrias, letra de Jugo Ramírez y música compuesta por Isabel Pachano de
Mauri, el 2 de febrero en el Teatro Municipal. Esta melopeya formó parte del
programa que se organizó para el gran concierto vocal e instrumental de señoras,
señoritas y caballeros. La recitación fue hecha por la señorita María Luisa Machado
quien estuvo acompañada por la propia compositora al piano. Las estrofas se
alternaban con música, un coro de niñas y las cuerdas de la orquesta de la noche.
El público se emocionó ante la declamación de un poema recitado con intención
y fondo musical, cuyo contenido apeló al buen recurso de aglutinar emociones y
sentimientos alrededor del festejo del héroe. En definitiva, también en estas butacas
el público asistente formaba parte de una importante cadena de reconocimiento
32
33
Ibidem, p. 279.
En torno a estas prácticas de la secularización, Rafael Gutiérrez Girardot comenta que
esta sacralización de la patria fue un proceso repetido en las sociedades de fin de siglo.
A medida que la Iglesia como institución guía iba perdiendo espacios de dominio, las
nuevas repúblicas fueron sustituyendo estos anclajes de control e identificación. Así se
enriquecieron los demás atributos de la nación; puesto que ahora junto con nuevas
instituciones, la voluntad de constituir la nación y una serie de normativas reguladoras
y represivas del Estado, se propondrán nuevas deidades correspondientes con el amor
a la patria, los héroes de la patria y por lo mismo se podrá hablar del sacrificio por la
patria (Rafael GUTIÉRRREZ GIRARDOT, Modernismo. Supuestos históricos y culturales, Bogotá,
Fondo de Cultura Económica, 1987, p. 58).
31
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
emocional que conectaba sensaciones de pertenencia. Por lo tanto, esa noche ante
el espectáculo poético y musical la exaltación no se hizo esperar: “Desde el
principio los aplausos se repetían en calurosos y prolongados, y el público exigió
reiteradamente la repetición, prueba la más alta de la bondad de la obra y de su
correcta interpretación”34. Sólo habría que agregar que al día siguiente, en la
Apoteosis en el Teatro Municipal, el público volvió a insistir en la representación
de la melopeya. Hubo entonces que modificar el orden programado y dar cabida
a la exigencia del público:
...el doctor Aveledo interpretó los deseos del público, pidiendo que se
hiciese oír de nuevo la celebrada obra que tanto acredita á la compositora.
Afortunadamente, allí se encontraban la señorita Machado, que la recitó,
la señora de Mauri y las alumnas de la Escuela de Canto y pudimos aplaudir
otra vez el acabado trabajo35.
Por último, un tercer registro de participación femenina en las fiestas de Sucre
es el que le correspondería a la mujer escritora. Esta última categoría la podríamos
dejar en blanco, si nos atenemos a las fuentes oficiales que diseñaron y describieron
el evento. Estas fuentes consultadas (el programa oficial del centenario, los
programas de las diversas asociaciones y corporaciones gremiales y privadas, la
recopilación de datos y de prensa hecha por León Lameda y Manuel Landaeta
Rosales y la revisión del Diario de Caracas) no mencionan a alguna escritora
venezolana que se haya destacado en estas fiestas de celebración, esto por lo
menos en Caracas. No se nombra a novelistas, poetas o escritoras dramáticas que
hayan participado directamente en las fiestas a través de alguna de sus producciones.
Ni siquiera aparecen, por lo menos, mencionadas. El panorama en Caracas
contrasta con la participación activa y organizada de la mujer que escribe en ciudades
del interior del país como Coro o Lobatera. El programa oficial de Caracas no
incluyó a alguna asociación literaria femenina; mientras que los programas de
otras ciudades, algunas ediciones privadas de revistas y libros en Caracas y en el
interior del país, como veremos en el próximo apartado, sí nos permiten detectar
una programación alterna diseñada y organizada por mujeres con inclinaciones
literarias, quienes se constituyeron en importantes asociaciones.
34
35
En Diario de Caracas, Nº 411, 1895, p. 3.
En LAMEDA y LANDAETA ROSALES, op. cit., tomo 2, p. 279.
32
1895: De fiestas patrias y mujeres que escriben. Estudio político y cultural del primer centenario del natalicio ...
Carmen América Affigne
Sin embargo, pese a este aparente lugar en blanco36, podemos mencionar una
contribución especial de una escritora en estas fiestas. Aunque fue una participación
desde lejos, desde otra nacionalidad y algo cuestionada. Me estoy refiriendo a la
escritora colombiana Soledad Acosta de Samper, quien decidió tomar parte en
estas fiestas al enviar para el certamen organizado por la Sociedad Científico
Literaria Amantes del Saber su obra en prosa Consideraciones históricas sobre el asesinato
del Gran Mariscal de Ayacucho. El 4 de febrero se dio a conocer los ganadores del
36
Definitivamente, este aparente lugar en blanco de la participación de las mujeres escritoras
dentro de las fiestas de Sucre se deshace completamente, como hemos dicho, al recurrir
a otras fuentes de estudio distintas a la del programa oficial y las reseñas de prensa de
algunos periódicos. Eso por un lado; por otro, la realidad del desempeño de la mujer
dentro de un campo cultural ya había empezado a manifestarse desde años atrás. Por lo
tanto, el panorama del campo literario femenino no es desolador aunque así lo parezca
para las fiestas de Sucre en Caracas. En éste ya encontramos algunas obras con firma
de mujer, mencionemos algunas sin ánimo de ser exhaustivos: la escritora Lina lópez
de Arámburu había publicado bajo su pseudónimo Zulima una obra dramática: María
o el despotismo en el año de 1885. De ese mismo año es su novela El medallón y en 1889
publicó Un crimen misterioso. Socorro González Guinán tenía escrita su Historia de Venezuela
para niños para 1883. La misma Antonia Esteller también había escrito dos obras
didácticas: Catecismo de Historia de Venezuela (1885) y Compendio de la historia de Cristóbal
Colón (1893). Blanca y Margot, los pseudónimos de Ignacia Pachano de Fombona y
Margarita Agostini de Pimentel publicaron una novela corta, Para el cielo, en 1893 y En
la playa de 1894. Margot publicó una divertida obra dramática: Juguete cómico de 1895.
Concepción Acevedo de Taylhardat, Rebeca fue su pseudónimo, incursionó en la poesía.
En 1888 y 1895 publicó sus dos primeros libros de versos: Flores del alma y Arpegios
respectivamente. Rebeca también fundó dos revistas literarias: El Ávila (1891) y La
Lira (1895-1928). La joven Julia Añez Gabaldón decidió traducir novelas y escribir sus
propias obras dramáticas: El premio y el castigo y El sacrificio por oro ó un padre ambicioso (de
1893 es el libro editado que recoge las obras, pero ellas son de mucho antes. Julia Añez
ya había muerto en 1886). Por supuesto está la importante producción poética de Polita
De Lima y las conferencias y futuras novelas de Virginia Gil de Hermoso, pero de ellas
dos hablaremos más adelante (Julia Añez Gabaldón, Producciones literarias de Julia Añez
Gabaldón, coleccionadas después de su muerte, Maracaibo, Imprenta Americana, 1893; Blanca
y Margot [pseudónimos de Ignacia Pachano de Fombona y Margarita Agostini de
Pimentel, respectivamente]: “En la playa”, en El Cojo Ilustrado, año III, Nº 50, 1894, p.
28; Margot: “Juguete cómico”, en El Cojo Ilustrado, año IV, Nº 75, 1895, pp. 73-75;
Osvaldo LARRAZÁBAL HENRÍQUEZ y Gustavo Luis CARRERA, Bibliografía integral de la novela
venezolana (1842-1994), Caracas, Facultad de Humanidades y Educación, Instituto de
Investigaciones Literarias, Universidad Central de Venezuela, 1996 y Diccionario de Historia
de Venezuela, 1997, tomo 1, p. 26 y tomo 2, p. 283).
33
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
certamen en la modalidad de prosa y verso. El señor Eduardo Gallegos Cellis
fue el ganador con su poema “Sucre, gloria americana” y el trabajo enviado por
Acosta de Samper resultó premiado en la categoría de escritos en prosa. Lo
curioso de esta participación es que la escritora, al aparecer, ya había enviado un
trabajo similar para otro concurso organizado por la Academia Nacional de la
Historia de Venezuela el 28 de octubre de 1890. Para esa fecha, la Academia
había propuesto un certamen también en honor a Sucre. En esa oportunidad el
título de la composición era otro: Sucre. Trabajo histórico y le había merecido el
segundo premio. No fue esto un secreto para el cronista de la época quien juzga
la calidad de las obras ganadoras:
La composición en verso es buena, valiente, de sonoras estrofas que cantan
la gloria de Sucre con refulgentes figuras. No tanto puede decirse del trabajo
en prosa, quizá por lo mucho que ha escrito ya sobre el mismo tema la
señora Acosta, premiada por nuestra Academia de la Historia, que en 1890
publicó el erudito trabajo que envió al certamen de entonces37.
Esta ponderación del trabajo de la colombiana, por lo menos, desvanece una
primera impresión sobre la no presencia de la mujer escritora en estas fiestas.
Aunque al cronista no le parece tan buena la composición que envió Acosta de
Samper, ya se registra un primer aporte. Sin embargo, debemos necesariamente
revisar otros textos de la época, puesto que el cuadro de la participación femenina
está todavía incompleto. A continuación veremos mucho mayor empeño en
comunicar los aportes de las escritoras venezolanas; algunas iniciativas privadas
muy concretas, la de las muchachas de la ciudad de Coro, al occidente del país. Allí
se cotejarán otras muestras específicas, distintas al programa oficial, que orientan
una vocación social y desarrollan otros espacios para considerar la divulgación del
trabajo intelectual y cultural de las escritoras venezolanas en estas fiestas de Sucre.
Polita De Lima y Virginia Gil de Hermoso: Alas para imaginar la nación
Desde años antes a 1895, un grupo de señoras y señoritas de la ciudad de Coro se
estaba organizando de un modo tan eficiente que cambió las características que
hasta el momento describían la participación social de la mujer. Esto no era un
37
En LAMEDA y LANDAETA ROSALES, op. cit., tomo 2, p. 285.
34
1895: De fiestas patrias y mujeres que escriben. Estudio político y cultural del primer centenario del natalicio ...
Carmen América Affigne
secreto para el resto del país, por lo menos no lo era para quienes solían leer El
Cojo Ilustrado y el Primer libro venezolano de literatura, ciencias y bellas artes, importantes
publicaciones de la época donde se divulgaron estas tareas de organización.
Méritos civilizatorios de Polita
En éstas y otras obras ya se estaba hablando de la interesante tarea de organización
cultural que Polita De Lima38 llevaba a cabo. Nos interesa sobre todo insistir en
una serie de razones y rasgos que describen una tarea singular de desarrollo social.
En todas estas palabras escritas a favor de De Lima se está, igualmente, considerando el peso específico que la autora debería tener dentro del campo cultural
de participación y representación venezolano. Estos diversos autores que
conocieron a Polita De Lima, su desempeño y que escribieron sobre ella, también
ayudaron a “institucionalizar” a Polita y su labor civilizadora; son estos mecanismos
de divulgación los que van consolidando este reconocimiento de la mujer venezolana dentro de los espacios de tradicional desarrollo cultural. Revisemos sólo a
dos de estos autores.
El novelista Manuel Vicente Romerogarcía estaba muy interesado en conocer
lo que las mujeres escribían, “...por saber como piensan”39, dice y así escribe una
reseña para la revista literaria Cosmópolis sobre Polita y sus compañeras de Coro:
“Las muchachas corianas”. La principal característica que Romerogarcía distingue
de la labor de estas jóvenes es su obra civilizadora con Polita De Lima a la cabeza40.
De ella reconoce una serie de atributos que consolida un lugar destacado dentro
de la vida cultural de esa ciudad: desde la fundación de la Sociedad Alegría, de la
cual hablaremos más adelante, pasando por la colección de una estupenda
biblioteca, así como la inauguración de obras emblemáticas para la cultura de la
región y la publicación de su propia revista literaria; en fin, Romerogarcía reitera
38
Polita DE LIMA (1869-1944) fue una escritora muy conocida y apreciada. Básicamente
se le recuerda como poeta, pero también se desempeñó en otros géneros. Es autora
de: Anatolia, comedia dramática, Coro, Tipografía Ramírez, 1917; Átomos, Curazao,
Imprenta de la Librería A. Bethencourt e Hijos, 1897; Ladrón de sal, Caracas, Cooperativa
de Artes Gráficas, 1938, entre otras producciones.
39
Manuel Vicente ROMEROGARCÍA, “Las muchachas corianas”, en Cosmópolis, Caracas, 20
de septiembre de 1894, Nº 10, p. 113.
40
Ibidem, p. 111.
35
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
en presentar a Polita como un pilar fundamental de la obra civilizadora de la
mujer, lo cual le sirve para insistir en la necesidad de educarla: “El que quiera
civilizar, que alce templos á la mujer; que dignifique y levante el molde que brota
los obreros del progreso”41. Romerogarcía, como otros autores de esos años,
comprende que los caminos de progreso del país pasan por la iniciativa de moldear
a quienes habrían de cuidar y educar a los futuros ciudadanos de la nación: la
mujer venezolana. Los empeños y alcances de las tareas que Polita De Lima llevó
a cabo pasa por la consideración del lugar de la educación que esta mujer adquirió.
Esta discusión no era nueva, el asunto de la emancipación femenina todavía tenía
un buen trecho que recorrer; en este caso la advertencia del novelista pasó por
señalar los alcances de una tarea llevada a cabo por mujeres, sus enseñanzas efectivas
de esta labor meritoria de alcance cultural:
...de la civilizadora quedará más que el nombre, la enseñanza: esa muchacha,
ha dado un grande ejemplo, protesta enérgica contra el oportunismo de
toda nuestra vida independiente: sólo arraigan y florecen las civilizaciones
que parten de la emancipación de la muger42.
Para quienes leyeron esta reseña se estaban conformando una serie de razones
y atributos que describían de un modo activo el desempeño intelectual de esta
autora en particular. Otros rasgos se agregarán como los que presenta Jacinto
Regino Pachano en 1894 cuando escribe “Para el Album de la Sta. Polita J. De
Lima” en El Cojo Ilustrado. Allí Pachano aprecia en Polita un valor absolutamente
moderno como es el reconocimiento de la autonomía del yo. Con la adquisición
de esta autoconciencia, Pachano reconoce el interés de la mujer coriana hacia el
mundo de las letras y las artes; lo ve como una aspiración justa en la medida en
que la mujer no abandone su misión como madre y esposa:
La mujer coriana (…) consciente, autónoma, con alta idea de su misión
sobre la tierra, con representación propia, segura de sí misma, segura de
sus facultades, aposesionada de su yo, sin romper el linde que circunscribe
las actividades morales é intelectuales de su sexo, aspira á segar en las lizas
del ingenio el lauro de las diosas del Parnaso43.
41
Ibidem, p. 112.
Idem.
43
Jacinto Regino PACHANO, “Para el Album de la Sta. Polita J. De Lima”, en El Cojo
Ilustrado, Caracas, año III , Nº 63, 1894, p. 288.
42
36
1895: De fiestas patrias y mujeres que escriben. Estudio político y cultural del primer centenario del natalicio ...
Carmen América Affigne
Con estas palabras, el autor avala un grado de madurez representativo de la
mujer, lo que significaba el resultado de estas exitosas incursiones en las tareas de
organización de actos de celebración en los días de las fiestas patrias. Esta seguridad
en sí misma, en sus facultades, este don civilizatorio, sin duda, legitima para todos
los lectores de estas reseñas la aspiración al ingreso dentro del mundo de las
letras. Como hemos visto, los lectores ya conocían estas adelantadas incursiones
de Polita dentro del mundo de las letras, años antes de 1895 y algunos años después,
los lectores también habrían de ver otros importantes reconocimientos de la
condición de Polita como poeta y “princesa del parnaso venezolano” en 191344.
Esta autonomía y conciencia de sí misma que sirvió de impulso para el desarrollo
de sus facultades y talento hizo posible la organización de una serie de actos
públicos en conmemoración de los días del centenario de Sucre y, sobre todo,
dibujó un registro maduro y eficiente de la participación femenina. No fue entonces
un secreto guardado estas iniciativas de organización cultural. Veamos estos
esfuerzos de Polita junto con Virginia Gil de Hermoso.
La Alegría del centenario de Sucre
Polita De Lima y Virginia Gil de Hermoso45 fundaron una sociedad cultural
femenina que vino a agrupar los intereses de las muchachas inquietas de la región.
La sociedad Alegría46 representó un esfuerzo reivindicativo del papel de la mujer
en la gestión cultural. Igualmente, esta sociedad tomó parte en la organización de
una serie de actos y veladas artísticas vinculados a los festejos de las más importantes
fechas patrias. En ese sentido, estamos ante el empeño de un grupo de mujeres
que se aseguró un lugar importante de representación. Veamos cuáles fueron las
44
Luego de una encuesta que hizo la revista literaria Idilios (de la localidad de Pampán, en
los Andes venezolanos) para seleccionar a la mejor poeta del país, se le concedió el
título de “Princesa del parnaso venezolano” a Polita De Lima por una votación “recogida
entre la prensa y diversas personas inteligentes”. En Jesús HERNÁNDEZ CHAPELLÍN,
Falconianas Ilustres, Caracas, Ediciones del Ministerio de Relaciones Interiores, 1959,
p. 47.
45
Además de una serie de discursos y monólogos, Virginia GIL DE HERMOSO (18561913) también se dedicó a escribir novelas. De estas últimas se conocen: Incurables,
Barcelona, Editor Toribio Taberner, 1905; ¡Sacrificios!, Barcelona, Editor Toribio
Taberner, 1908 y El recluta, Caracas, Biblioteca de autores y temas falconianos, 1978.
46
Esta sociedad femenina comenzó a operar en 1890 hasta 1895.
37
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
estrategias de esta sociedad que le permitieron sobrevivir dentro del campo de la
cultura nacional.
Los objetivos de la sociedad están claramente emparentados con una misión
nacional que es la de “...perpetuar la memoria de los Héroes y Patricios de que
enorgullece la Nación Venezolana”, palabras dichas por Polita De Lima en la
sesión extraordinaria del día 27 de julio de 189547, a propósito de la decisión de
promover un certamen literario de prosa y verso para conmemorar el centenario
de Sucre48. Para llevar a cabo esta meta, el grupo de señoras y señoritas editó su
propia publicación titulada Flores y Letras. Revista de Ciencias, Artes y Literatura;
asimismo ejecutó otras acciones que consolidaron mucho mejor un espacio activo
de participación49. Este ideal de la sociedad de contribuir con el “engrandecimiento”
de la patria estuvo íntimamente relacionado con aquellas premisas de las que
hemos estado hablando en torno a la labor civilizadora: la de llevar las luces del
progreso a cada rincón del país.
El éxito de la sociedad Alegría debe entenderse a partir de la principal estrategia
de las damas corianas. El impulso de la sociedad Alegría se llevó a cabo gracias a
las alianzas que se hicieron con los representantes políticos de la región y del país.
Esta organización femenina estaba, además, integrada por una Junta Directiva
compuesta por los hombres más ilustres de la región, lo que le aseguraba cierta
autorización y legitimidad para sus planes50. Los espacios de autonomía que se
ganaron hicieron posible comprender de qué manera estas mujeres pensaron la
nación.
La Sociedad Alegría intervino en las fiestas de celebración del natalicio de Sucre
47
Parece haber una incongruencia en la reseña de esta fecha; sobre todo al corroborar
que no es sino el 3 de febrero de 1895 cuando se conoce el resultado de los ganadores
de este certamen literario convocado por la sociedad Alegría. Mal puede entonces
fecharse en julio de 1895 la convocatoria a este certamen.
48
En Flores y Letras, 28 de febrero de 1895, Nos. 13 y 14, p. 144.
49
Algunas de las actividades que llevó a cabo la sociedad Alegría expresan una habilidad
exitosa al momento de ejecutar sus aspiraciones: la construcción del teatro Armonía, la
plaza Zamora, el bulevar Bolívar, la fundación de la Biblioteca Colombina, la Escuela
Nacional de Niñas; también llevaron a cabo diversas actividades de ornato público
(Diccionaro de Historia de Venezuela, 1997, p. 25).
50
Ver el importante estudio que Dunia GALINDO presentó a la Revista Iberoamericana donde
ofrece los pormenores de esta historia de exitosa gestión cultural: “Espacio público y
poder político en Armonía y Alegría: dos sociedades culturales de mujeres en el siglo
XIX”, Revista Iberoamericana, vol. LXX, Nº 206, enero-marzo, 2004, p. 184.
38
1895: De fiestas patrias y mujeres que escriben. Estudio político y cultural del primer centenario del natalicio ...
Carmen América Affigne
al convocar a los escritores del país y de toda la América Hispana a enviar sus
obras. Los dos temas del concurso: “Sucre y su tiempo”, para los escritos en
prosa, y “Patria”, para las composiciones en verso, son una invitación para explorar
el interior de una idea acerca de la fundación de la nación.
El discurso de Polita De Lima, a propósito del acto de entrega de los premios
literarios, recuerda los finales trágicos de excelsos hombres de la historia universal
y ahí incluye a Sucre. La idea de la oradora era resaltar el mecanismo de la memoria
nacional, que recuerda los atributos de grandeza de sus héroes caídos para luego
revivirlos por siempre en la memoria de todos. De la misma manera se está recordando al héroe en una celebración civil y en paz; se confrontan, por tanto, los
tiempos inestables de las guerras de emancipación con la tranquilidad del presente51.
Mas no era la primera vez que la sociedad Alegría proponía una velada literaria
con fines patrióticos. Otros discursos y conferencias nos muestran otras maneras
para volver a imaginar las marcas originarias de la nación.
Virginia Gil de Hermoso contó una versión interesante sobre la historia de la
Independencia, donde incluyó la participación de la mujer en estos espacios. Con
la diferencia de que Gil de Hermoso no se refirió a un personaje de ficción, sino
que recordó a una mujer de carne y hueso. La “Cuarta conferencia” del mes de
enero de 1895 formó parte de los actos en homenaje a la heroína de Colombia,
Policarpa Salavarrieta. Allí Virginia Gil de Hermoso reacomodó el espacio que
consagraba a los héroes militares; ahora éstos debían moverse un poco para que
entraran las heroínas de la nación.
Al principio de su disertación, la oradora enmarca sus palabras dentro de una
de las tareas emblemáticas de la sociedad Alegría y dice: “...permitidme cooperar
con la sociedad ‘Alegría’ en hermosa-tarea de mostrar las líneas de luz que han
dejado las huellas de aquellos que lucharon por nuestra emancipación política y
social”52. Esa tarea de labor educativa, consagrada en sus propios principios
constitutivos, como ya vimos, legitima el gesto que a continuación se desarrollará,
el cual es exaltar los méritos de Policarpa Salavarrieta53 en las luchas de la
independencia colombiana.
51
“Discurso de la Presidenta Srta. Polita de Lima”, en Flores y Letras, 28 de febrero de
1895, Nos. 13 y 14, p. 140.
52
En Flores y Letras, 31 de enero de 1895, Nº 11 y 12, p. 119.
53
Policarpa Salavarrieta (1795-1817), heroína y mártir de la independencia colombiana.
También se le conocía como la Pola. Fue condenada a muerte por servir a la causa
patriota.
39
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
Gil de Hermoso contaba cómo los registros que se acercaron a la labor de
independencia de Bolívar se habían multiplicado de tal manera, que parecería
difícil agregar algo nuevo a la historia que todos conocían: “No seguiremos á
nuestro glorioso Libertador en su maravillosa carrera de triunfos y prodigios. Ya
han sido repetidos los asombrosos hechos de aquel hombre extraordinario...”54.
La cantidad de adjetivos que usó para inflar la grandeza del personaje pareció
compensar la decisión de no hablar, en esta oportunidad, del Libertador. Gil de
Hermoso propuso, así, otra mirada de reconstrucción, porque aunque: “Suya es
la gloria de la libertad de la América, (...) á su lado también como astros del cielo
de nuestra libertad alumbran otros soles”55.
Exponer a este otro sol de la Independencia, significó pasar a contar cuál fue
el desempeño de la heroína Policarpa Salavarrieta opuesta al régimen español.
Llama la atención la interpretación que se ofrece de la historia de amor de la
propia Salavarrieta con el joven realista Alejo Savarain. Pues en esta narración se
propuso un valor importante para los imaginarios culturales del momento: la
separación entre mente y corazón. Al igual que algunos personajes femeninos de
novelas o dramas de la época, Policarpa preservó su honra al contener las
emociones de su alma. Ella “...no vacilaba en sacrificar los afectos mas caros del
corazón á la causa de la patria y la libertad”56. Pero, en esa oportunidad, este
sacrificio se cumplía lejos de casa y a solas, sin la compañía de la familia. La
historia de Policarpa Salavarrieta sitúa a la mujer en otros espacios de participación,
en medio de la plaza pública y frente a un pelotón de fusilamiento. Dos méritos se
ensalzan de la heroína: el primero es esta firmeza y contención en los momentos
cumbres de su vida (cuando fue hecha presa y luego fusilada) y el segundo es la
entrega en cuerpo y alma a una idea libertaria.
Al igual que los otros soles de la Independencia, éste merecía formar parte del
parnaso fundacional: “Policarpa Salavarrieta es digna de la deificación de la patria
y de los honores de la posteridad. Su alma al elevarse en el azul del cielo americano
fue á dar tintes á la aurora de la libertad”57.
Las conferencias de Virginia Gil de Hermoso y de Polita De Lima estaban
reconstruyendo la memoria de la nación, buscaron abrir espacios alternativos
donde la mujer se representa como otra pieza importante de la historia nacional.
54
Ibidem, p. 121.
Idem.
56
Ibidem, p. 123.
57
Ibidem, p. 125.
55
40
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Carmen América Affigne
Por último, habría que recordar que en una conferencia anterior del 28 de abril
de 1894, ya Polita De Lima había abonado el terreno de esta siembra cuando
presentó un bosquejo de “...algunas de las notabilísimas figuras femeninas que
tomaron parte en las luchas de la emancipación americana”58. Allí no se concentró
en exaltar solamente los logros y la significación de Policarpa Salavarrieta, sino
que incluyó “...un manojo de luz de egregias heroínas...”59. El catálogo de heroínas
venezolanas apareció para completar la participación de la mujer en la emancipación
del país, allí se encontraban los nombres de Luisa Cáceres de Arismendi, Josefa
Antonia Tovar, la Camejo, Cecilia Mujica, Bárbara de la Torre, Carmen Mercier.
En esta exposición se habló del sacrificio de todas ellas. La conferencia sugiere
una serie de argumentos que tenían que tomarse en cuenta por los nuevos historiadores del país. Estas heroínas podían aparecer referidas en las próximas novelas
históricas donde debían narrarse los sacrificios de los primeros venezolanos.
Las conferencias históricas de Virginia Gil de Hermoso y Polita De Lima
significaron un esfuerzo importante de las escritoras venezolanas por participar
en un proceso de reconstrucción nacional, pues en sus páginas y palabras se estaba
imaginando de nuevo el origen de la nación; esta vez desde otra sensibilidad y
desde otros protagonismos. En este caso, desde la periferia genérica y geográfica;
es decir, desde la condición de mujer que escribe y desde una desértica ciudad del
interior del país se estaban ofreciendo otras páginas para comprender la nación,
para imaginarla y celebrarla junto con sus héroes patrios, junto con el Mariscal
Antonio José de Sucre.
En estas fiestas de celebraciones patrias, como se ha visto, no solamente se
recordó al héroe del momento: Antonio José de Sucre, sino que su evocación y el
recuerdo de sus gestas y esfuerzos sirvió para hablar de los sueños de progreso y
paz en un país descorazonado por las guerras. De modo que quedó en evidencia
un modo de recordatorio y advertencia frente a los sinsabores de la guerra, la
posibilidad “espontánea” de salir de éstas y celebrar un acuerdo común de bienestar.
Eso hizo el equipo de la Junta Directiva de Caracas y, por supuesto, de este acuerdo
de fiesta nacional se benefició el gobierno de Joaquín Crespo. Por eso estos
programas de fiestas tan largos y concurridos, los numerosos desfiles, las retretas,
arcos triunfales y juegos de luces. Fue la celebración donde se exaltó la gesta
58
Polita De Lima: “Tercera conferencia”, en: Flores y Letras, número extraordinario,
Curazao, Imprenta de la Librería de A. Bethencourt e Hijos, 1894, pp. 13-22.
59
Ibidem, p. 13.
41
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
libertadora de Sucre y, al mismo tiempo, se celebró la paz de la República lograda
bajo el mandato de Crespo; pero, en estos días también se evidenció un proceso
interesante: el de la incursión de la mujer en tareas de organización social y cultural.
Esto último sirvió de marco justificativo para la participación femenina en los
escenarios de los teatros de las ciudades, donde se escucharon discursos y otras
sonoridades, y se hicieron puestas en escenas simbólicas. La mujer que escribe,
hace música, organiza concursos literarios, da discursos; todo esto se materializó
bajo un marco regulatorio –los programas de las fiestas– que simultáneamente
dejó ver los alcances de estas tareas de desempeño cultural junto con un
reconocimiento de los rasgos y valores distintivos de estos talentos. Por eso el
título de este trabajo, “1895: De fiestas patrias y mujeres que escriben…”, con el
que se busca resaltar que 1895 fue un año en el cual las mujeres también plantearon
otras marcas al considerar la fiesta de la nacionalidad: desde el nacimiento de sus
héroes, pasando por las marcas fundacionales del origen de la nación y las
particularidades femeninas en el campo cultural e intelectual venezolano de finales
de siglo.
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Universidad y sangre: Actos administrativos de la Universidad de Caracas en el siglo XVIII
Ángel Rafael Almarza Villalobos
UNIVERSIDAD Y SANGRE:
ACTOS ADMINISTRATIVOS DE LA UNIVERSIDAD
DE CARACAS EN EL SIGLO XVIII
Ángel Rafael Almarza Villalobos*
Instituto de Investigaciones Históricas-Bolivarium
Universidad Simón Bolívar
Resumen: El discurso de la limpieza de sangre es esencial para la comprensión de
los valores de las sociedades hispanas de la época provincial, las cuales estaban
fundamentadas en el Antiguo Régimen. Se trata de plantear cómo un discurso
que tiene origen en el continente europeo se convirtió en una de las bases fundamentales del sistema de estratificación social en el nuevo orden colonial, dándonos
a entender el impacto de la transferencia de las ideas de España a las sociedades
coloniales. El concepto de limpieza de sangre en la Provincia de Caracas fue distinto
al establecido en la metrópolis; así como eran distintas las condiciones sociales,
también fue diferente en la aplicación y funcionamiento del mismo. En estas
tierras, la limpieza de sangre fue preocupación de todos los grupos sociales que
conformaban la Provincia durante el siglo XVIII. Este discurso fue fundamental
para que la elite criolla mantuviera el control de las instituciones civiles y eclesiásticas,
siendo materia de interés de este artículo la Universidad de Caracas. Esta
investigación se basa en una amplia consulta bibliográfica y una extensa revisión
documental.
Palabras clave: limpieza de sangre, elites, estratificación social
* Ángel Almarza es investigador del Instituto de Investigaciones Históricas-Bolivarium
de la Universidad Simón Bolívar. Egresado de la escuela de Historia de la Universidad
Central de Venezuela, actualmente está culminando su maestría de Historia de Venezuela
Republicana en esa misma casa de estudios.
43
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
Abstract : The speech of the limpieza de sangre is essential for the understanding of
the values of the Hispanic societies at the provincial time, which were based on
the Old Regime. One is to rise how a speech that has origin in the European
continent turned one of the fundamental bases of the social stratification system
in the new colonial order, giving us a understanding on the impact of the ideas
transference from Spain to the colonial societies. The concept of limpieza de sangre
in the Province of Caracas was different from the established one in the metropolis;
as well as the social conditions were different, also it was different in the application
and operation from the same one. In this Province, the limpieza de sangre was
preoccupation of all the social groups that conformed the Province during the
18th century. This speech was fundamental in order to maintenance civil and
ecclesiastical institutions control in hands of the Creole elite, being matter of
interest of this article the University of Caracas. This investigation is based on an
ample bibliographical consultation and an extensive documentary revision.
Key words: Limpieza de sangre, elite, social stratification
La noción sobre limpieza de sangre surgió del enfrentamiento entre cristianos,
judíos y moros durante el proceso de fortalecimiento de la elite cristiana en el
momento de la Reconquista Española, que culminó a finales del siglo XV.
La limpieza de sangre fue un procedimiento institucional orientado a establecer
el linaje del solicitante para comprobar su calidad y demostrar no pertenecer ni
descender de judíos ni moros. Este formalismo dio origen al establecimiento de
los Estatutos de Limpieza de Sangre como mecanismo efectivo de exclusión de
los judíos, moros y sus descendientes de posiciones importantes en el ámbito
público y religioso de la sociedad española.
El cumplimiento de este requisito fue indispensable para la admisión en
instituciones militares, civiles y eclesiásticas, convirtiéndose en una cuestión de
honor tenerlo. Esta concepción originó la idea de cristiano viejo quien al no
pertenecer ni descender de judíos ni moros, demostraba ser limpio de sangre,
alcanzando el control y la preservación de las instituciones más importantes, así
como los valores en los cuales fueron sostenidos y, garantizando de esta manera
su hegemonía dentro de la sociedad peninsular de Antiguo Régimen.
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Universidad y sangre: Actos administrativos de la Universidad de Caracas en el siglo XVIII
Ángel Rafael Almarza Villalobos
La transferencia de la idea de limpieza de sangre hacia el Nuevo Mundo está
relacionada con el principio de control, orden social, político y religioso de las
provincias de ultramar por parte de la Península. Desde el punto de vista legal, la
incorporación de los Estatutos de Limpieza de Sangre en el Derecho Indiano se
evidenció en la prohibición de embarcarse a los descendientes de judíos o moros
hacia el Nuevo Continente, al igual que la ejecución de aquellas en las diferentes
reglamentaciones de las principales instituciones de las sociedades hispanoamericanas.
El concepto de limpieza de sangre se convirtió en la base ideológica de un
sistema de estratificación social jerárquica, basada en el origen del individuo:
español, indio o negro y fue utilizado como mecanismo efectivo para excluir a los
nativos de América, a los africanos y a sus descendientes de las instituciones civiles,
militares y eclesiásticas de las provincias de ultramar.
La presente investigación representa parte de la tesis (inédita) realizada para
optar al título de Licenciado en Historia de la Universidad Central de Venezuela
titulado La Limpieza de Sangre como valor fundamental de la Provincia de Caracas durante
el siglo XVIII (UCV, 2004)1. En este trabajo nos dedicamos a estudiar el caso particular
de la Provincia de Caracas durante el siglo XVIII, en donde en un inicio se observaron
evidencias de que practicaban, los referidos estatutos de limpieza de sangre, para
los más distintos fines al igual que en España y en otras regiones de la América
española. Los juicios o demostraciones de calidad y limpieza de sangre en la Provincia de Caracas, estaban sujetos a un procedimiento cuyo propósito era establecer
la pureza o calidad del individuo. En este juicio, y a través de la presentación de
testigos y documentación probatoria, se realizaba una investigación del origen,
méritos, comportamientos y estado del interesado con la finalidad de cumplir un
requisito indispensable en diversas instituciones o instancias de la sociedad.
En el caso de la Provincia de Caracas, nos interesa identificar y analizar, a
partir de la documentación sobre el tema, cómo este procedimiento se convirtió
en uno de los factores fundamentales de control del orden jerárquico de las sociedad
provincial, mediante la exclusión de los indios, negros y sus descendientes de
posiciones primordiales en la sociedad caraqueña en el siglo XVIII, ya fuese para
ingresar al Colegio de Abogados de Caracas, a las instituciones militares o
eclesiásticas o para contraer matrimonio entre gente de la misma calidad, para
1
Tercer lugar en el “Premio a la Investigación 2004” mención “Mejor Trabajo de Licenciatura”, Facultad de Humanidades y Educación, Universidad Central de Venezuela.
45
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
crear mayorazgos, para solicitar títulos de nobleza, o en el caso de la presente
investigación, para ingresar a la Universidad de Caracas.
La importancia de este estudio radica en la posibilidad de tener un mayor
conocimiento del sistema de valores de la sociedad provincial caraqueña,
profundizando sobre este aspecto específico algunos de los resultados ya
elaborados acerca de la familia, el matrimonio, la mujer, las redes sociales, el
comportamiento social, entre otros, que han favorecido la comprensión de los
fundamentos de la sociedad venezolana del siglo XVIII , temas, por cierto,
desatendidos hasta tiempos recientes por la historiografía venezolana.
En cuanto al arqueo de fuentes bibliográficas encontramos que el estudio
sobre limpieza de sangre ha sido materia de interés por parte de quienes se han
ocupado de la realidad hispanoamericana de la época colonial. En un principio,
quienes se dedicaron a temas relacionados con la limpieza de sangre, lo hicieron
desde la perspectiva del estudio de la nobleza a través de la genealogía, en donde
la preocupación fundamental fue reconstruir lo más fielmente posible la línea de
sucesión de los títulos nobiliarios, la calidad de la familia, el origen de los ancestros
y describir en tono apologético la trayectoria del linaje en cuestión, todos ellos
relacionados, de una u otra manera, con la limpieza de sangre.
Sin embargo, a mediados del siglo XX hubo una nueva orientación en este tipo
de estudios. Se trataba ahora de analizar la significación de los diferentes sectores
sociales, y de desarrollar estudios específicos sobre el tema de la limpieza de sangre2.
Más recientemente, desde la década de los setenta hasta nuestros días se ha
desarrollado un conjunto de trabajos sobre las clases sociales y sistema de valores
en general y, en particular, sobre la limpieza de sangre, tanto para el caso español
como para el americano. En la mayoría de estas obras, no se hace énfasis en el
conjunto de España y América Hispana, sino que se procura atender el problema
en cada una de las entidades que formaron parte del reino español. Se ha intentado,
pues, abordar el tema a partir de estudios que reflejan la situación particular de
algunas regiones del reino.
2
Expresión de esta tendencia son las obras que citamos a continuación: Albert A. SICROFF,
Los estatutos de limpieza de sangre, controversias entre los siglos XV y XVII, Madrid, Editorial
Taurus, 1985. Antonio DOMÍNGUEZ ORTIZ, La clase social de los conversos en Castilla en la
edad moderna, Madrid, Editorial Facsímil, 1991.
46
Universidad y sangre: Actos administrativos de la Universidad de Caracas en el siglo XVIII
Ángel Rafael Almarza Villalobos
Estos estudios, no solamente enfrentan el problema de la limpieza de sangre
sino que en muchos casos se analiza también el comportamiento económico de la
elite, sus relaciones endo ‘gámicas, la estructura familiar, la actuación política de
los sectores sociales, los sistemas de valores y representaciones, entre otros3.
La Limpieza de Sangre y la Universidad de Caracas
Desde los años de su fundación, en 1727, las Constituciones de la Real y Pontificia
Universidad de Caracas fijaban importantes consideraciones sobre la limpieza de
sangre, estableciendo un procedimiento institucional para revisar el linaje del
solicitante que aspiraba a ingresar en dicha institución o de aquellos que pretendían
ocupar un cargo en ella, para comprobar de esta forma que no pertenecía ni
descendía de negros, judíos, moros e indios.
El cumplimiento de este requisito llegó a ser indispensable para la admisión en
la Universidad y la obtención en ella de un cargo administrativo y fue utilizado
como mecanismo efectivo para preservar el estatuto jerárquico de la sociedad y
garantizar que los descendientes, de los indios y de los africanos no pudiesen
ingresar a las principales instituciones de la provincia.
3
Algunas de las obras más representativas son las siguientes: Antonio DOMÍNGUEZ ORTÍZ,
Las clases privilegiadas en el Antiguo Régimen, Madrid, Itsmo, 1979. Baltasar CUART MORNER,
Colegios Mayores y Limpieza de Sangre durante la edad Moderna. El Estatuto de San Clemente de
Bolonia (Siglos XV-XIX), Madrid, Anaya - Mario Muchnick, 1992. Jaime CONTRERAS, “Judíos,
judaizantes y conversos en la Península Ibérica en los tiempos de la expulsión”, Judíos
Sefarditas. Conversos. La expulsión de 1492 y sus consecuencias, Valladolid, Ed. Ángel Alcalá,
1995. Juan HERNÁNDEZ FRANCO, Cultura y Limpieza de Sangre en la España Moderna, Puretate
Sanguinis, Murcia, Universidad de Murcia, 1996. Marta CANESSA DE SANGUINETTI, El
bien nacer: limpieza de oficios y limpieza de sangre: raíces ibéricas de un mal latinoamericano,
Montevideo, Taurus, 2000. Emiliano FRUTTA, “Limpieza de sangre y nobleza en el
México Colonial: la formación de un saber nobiliario (1571-1700)”, Jahrbuch Fur Geschichte
Lateinamerikas, Nº 39, 2002. Luis LIRA MONT, “El estatuto de limpieza de sangre en el
Derecho Indiano”, Actas XI Congreso del Instituto Internacional de Historia del Derecho Indiano,
Buenos Aires, Instituto de Investigaciones de Historia del Derecho, 1997.
47
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
En las Constituciones de la Real y Pontificia Universidad de Caracas4, se fijaban
las preguntas para los aspirantes a los máximos cargos de la institución. Los puestos
de las principales autoridades de la mencionada universidad estaban destinados a
los miembros de las familias principales de la provincia, ya que eran los únicos
que podían cumplir con los requerimientos exigidos para optar a un cargo de
tanto prestigio, honor y estimación.
El Título I de la Constitución de la Universidad denominado De la elección del
Rector determinaba las características que debía cumplir el individuo que pretendía
dirigir la máxima casa de estudios de la provincia, entre ellas sus condiciones
académicas y limpieza de sangre o nacimiento:
…que dicho Rector, como a quien está cometida por la Bula de su Santidad
la facultad de conferir los Grados, haya de ser precisamente graduado de
Doctor en Sagrada Teología, Cánones o Leyes; y que asimismo sea de
conocido y limpio nacimiento, y si fuere graduado en otra Universidad,
sea incorporado en ésta…5
Para ocupar cualquier cargo en la Universidad de Caracas, los estatutos de
dicha institución establecían claramente las características de los individuos que
podían formar parte de ella.
Para la selección de la persona que ocuparía el cargo de Mayordomo, y de
Secretario, los Títulos XXIII y XXIV respectivamente de la Constitución de la
Universidad, hacían apreciaciones con respecto a la necesidad de poseer limpieza
de sangre para poder ejercer cualquiera de los dos cargos: “…haya de ser hombre
limpio y de las calidades que previene la ley, de lo cual hará información por ante
el Rector antes de tomar posesión en el oficio…”6.
El Título XXVI denominado Del Maestro de Ceremonias, determinaba algunas
consideraciones sobre las funciones del cargo, además de los requisitos necesarios
para optar al mismo:
4
5
6
El título original es: Constituciones de la Universidad Real y Pontificia, fundada en el
magnífico Real y Seminario Colegio de Señora Santa Rosa de Lima de la ciudad de
Santiago de León de Caracas, de la Provincia de Venezuela. Se encuentra completa en:
Ildefonso LEAL, (Comp.), Cedulario de la Universidad de Caracas (1721-1820), Caracas,
Universidad Central de Venezuela, 1962, pp. 54-106.
Constituciones de la Real y Pontificia Universidad de Caracas de 1727 (en adelante
Constituciones…) Título I. En Ibidem, pp. 54-55.
Constituciones… Título XXIII. Ibidem, pp. 97-98 y Título XXIV. Ibidem, pp. 98-100.
48
Universidad y sangre: Actos administrativos de la Universidad de Caracas en el siglo XVIII
Ángel Rafael Almarza Villalobos
…ítem estatuímos, que tenga cuidado de que ninguna persona de fuera ni
de dentro de esta Universidad en estos actos vaya dentro de los graduados,
aunque sea de cualquier condición o preeminencia (…) ítem estatuímos,
que el dicho Maestro de Ceremonias ha de ser ad nutum nombrado por el
Claustro, y que haya de ser eclesiástico, persona de respeto, habilidad y
limpieza de sangre, y en quien concurra algún grado, y tendrá por la
asistencia de estas funciones las rentas y propinas que se señalará en el
Arancel…7
Otro de los cargos, aunque no de prestigio como los anteriores, era el De Bedel
el cual estaba regulado por el Título XXIV, y en él se exigía la calidad de blanco para
ejercerlo:
…estatuímos, que en esta Universidad haya dos bedeles, que sean hombres
blancos y honrados, los cuales se han de elegir por el Claustro pleno, hayan
de ser seculares y ad nutum Universitatis…8
Para poder ingresar en la Universidad de Caracas a realizar estudios en alguna
de sus diferentes disciplinas, no se pedía más documentación que la partida de
bautismo que acreditase la calidad de blanco. Las condiciones del ingreso estaban
reguladas por las Constituciones de la Real y Pontificia Universidad de Caracas de
1727, en el Título XVI que lleva por nombre De los cursos, probanzas y exámenes que se
han de hacer para los grados de Bachilleres en todas las Facultades9.
Don Manuel Antonio de Gogorza, quien nació en Maracaibo en 1785, hijo
legítimo de don Manuel Gogorza y doña Benedita Blandia Lechuga, en 1800
solicitó al Sr. don Cristóbal José de Ortega, Comisionario del Santo Tribunal de la
Inquisición, una certificación de la partida de bautismo “…en donde se asientan
las partidas de bautismo de los hijos de vecinos blancos Españoles…”10.
Luego de solicitar la certificación que acredita su calidad de blanco, don Manuel
Antonio de Gogorza solicita formalmente su admisión en la Universidad de
Caracas:
7
Constituciones… Título XXVI. Ibidem, pp. 101-102.
Constituciones… Título XXV. Ibidem, pp. 100-101.
9
Constituciones… Título XVI. Ibidem, pp. 78-79.
10
Archivo Histórico de la Universidad Central de Venezuela (en adelante AHUCV).
Partida de Bautismo, legitimidad de sangre, buena vida y costumbres para vestir hábitos,
asuntos de becas, etc. 1800-1840 (en adelante Partida…), Letra D, Tomo 167, folio 3.
8
49
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
…natural de la ciudad de Maracaibo reverentemente dice a V. S. que aspira a
estudiar en esta Real y Pontificia Universidad y deseando hacerlo con la
formalidad debida suplica a V. S. se digne concederle licencia para vestir
hábitos escolares pues para efecto presento con toda solemnidad la partida
de bautismo en que se hace constar ser hijo de padres blancos y de legítimo
matrimonio…11
Otra solicitud fue presentada por don Vicente De Goycoechea, quien pretende
ingresar en la Universidad de Caracas. Para tal fin, solicita al Cura Rector, una
certificación de bautismo en la que conste su calidad de blanco:
…de esta Santa Iglesia Catedral que en el Libro 15 de Bautismos de
Españoles se halla la partida del tenor siguiente: en la ciudad Mariana de
Caracas al veinte uno de febrero de mil setecientos ochenta y cuatro el Dr.
Don Juan Félix Jerez de Aristeguieta, Presbítero con licencia… bautizó
sub conditione… a Juan Vicente José Benigno Valentín De Goycoechea…
que nació el trece de febrero de mil setecientos ochenta y cuatro, hijo
legítimo de don Juan de Goycoechea, natural del Reino de Navarra y de
doña Andrea Ángela de Castillo, natural de la ciudad de Caracas…12
Al tener tal certificado, don Juan Vicente de Goycoechea le envió un
comunicado al Sr. Maestre Escuela y Cancelario a fin de solicitar su admisión en la
Universidad asegurando ser:
…hijo legítimo de don Juan de Goycoechea y de doña Andrea Angela de
Castillo (…) como se acredita en la partida de bautismo y con la solemnidad
necesaria acompaño con el debido respeto a V. S. y digo: Que a efecto de
matricularme en esta Real y Pontificia Universidad para comenzar el curso
de Artes que debe abrirse el día dieciocho del presente septiembre, me
hallo examinado y aprobado en la gramática latina por el catedrático de
ella Dr. Don José Antonio Montenegro, como consta en su certificación
que con igual solemnidad presento: y necesito además la competente
licencia…13
Luego de presentar la documentación necesaria, Juan Vicente de Goycoechea
y Manuel Antonio de Gogorza fueron admitidos en la Universidad de Caracas.
11
AHUCV, Partida…, Letra D. Tomo 167, folio 5 vto.- 6. Caracas, 19 de septiembre de
1800.
12
AHUCV, Partida…, Letra D, Tomo 167, folio 13 vto.
13
AHUCV, Partida…, Letra D, Tomo 167, folio 14-14 vto. 1 de septiembre de 1800.
50
Universidad y sangre: Actos administrativos de la Universidad de Caracas en el siglo XVIII
Ángel Rafael Almarza Villalobos
De igual forma, en los años anteriores y posteriores a 1800, nos encontramos
con un gran número de documentos en el Archivo Histórico de la Universidad
Central de Venezuela en donde se solicita el ingreso a la institución otorgando la
documentación necesaria para hacerlo, la partida de bautismo que lo acreditara
como Blanco Español. En estos casos el procedimiento era exactamente el
mismo14.
Como vimos en los casos anteriores, la mayor dificultad no era ingresar en la
Universidad. Solventado el trámite de admisión, y concluido los estudios, la solicitud
de los grados exigía presentar una larga y detallada información de vita et moribus
para probar que el pretendiente era “…notoriamente blanco…” y limpio de sangre
y que sus padres y ascendientes “…son y han sido personas blancas, limpias de
toda mala raza de judío, moro, mulato o negro (…) gentes de conocida estimación,
no penitenciados por la Santa Inquisición…”15.
Para obtener el título de bachiller, licenciado, doctor y maestro, además de
haber concluido los estudios en la Universidad, se debía ofrecer información de
limpieza de sangre:
…Ítem estatuimos, que a ninguno se le pueda dar grado alguno, sin que
primero dé información por la cual conste al Rector ser hijo legítimo y
limpio de toda mala raza…16
El graduando debía presentar una serie de documentos para demostrar su
calidad. Esta documentación era examinada por un Fiscal Académico, y luego, el
Cancelario, si encontraban satisfactorios los informes autorizaba al graduando
para que rindiera los exámenes. La documentación era la siguiente:
1. Partida de bautismo de los padres.
2. Partida de casamiento de los padres y abuelos.
3. Partida de bautismo del pretendiente al grado.
4. Información de testigos (por lo menos cuatro) para testificar “…la buena
calidad…” del graduando, así como la de sus padres y abuelos17.
14
Estos casos se pueden encontrar en AHUCV, Partida…, Letras D, E, G, Tomo 167,
168, 169.
15
Constituciones de la Real y Pontificia Universidad de Caracas de 1727, Título XVII.
Ildefonso LEAL, Cedulario de la…, op. cit., pp. 82-84.
16
Constituciones…, Título XVIII. Ibidem, p. 86.
17
Idem.
51
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
En el Archivo Histórico de la Universidad Central de Venezuela se encuentra
un gran número de expedientes en donde existe información al respecto. Esta
sección se titula: Justificativo con Relación a la Limpieza de Sangre, Buena Vida y Costumbres.
Esta documentación data de los primeros años de la fundación de la Universidad
hasta bien entrado el siglo XIX. Veamos algunos ejemplos.
En 1731, don Joseph Dionisio del Castillo solicita información de vida y
costumbres para poder continuar con sus estudios en el Seminario. Para tales
fines, solicita información de testigos “…sobre limpieza, vida y costumbres (...)
para entrar en el Real Colegio Seminario de Santa Rosa de Caracas...”.
Una de las preguntas que se plantean en el interrogatorio es:
…si saben que el dicho don Joseph Dionisio y los otros, sus padres y
abuelos paternos y maternos (...) vienen, descienden y son Cristianos Viejos,
limpios de limpia generación, y que no descienden de casta de moros,
herejes ni judíos ni condenados por el Santo Oficio de la Inquisición...18
Otro personaje que solicita información con relación a su limpieza de sangre
y buenas costumbres es don Pedro Fernando Prado.
En tal solicitud, su padre don Josep Antonio de Prado y Velasco plantea que
todos sus antepasados y el de su mujer son:
…personas nobles, descendientes de personas limpias y nobles, y que han
sido, yo como dichos mis descendientes, han gozado del fuero de personas
principales en esta ciudad [Caracas], ejerciendo los oficios así políticos,
como militares, y en aquella opinión, y buena fama de personas de primera
clase, y así mismo que digan si dicho mi hijo lo he criado con buena
educación, y que siempre lo aplique al servicio y asistencia de la iglesia...19
En el año de 1785, Basilio Bararte solicita un justificativo con relación a su
limpieza de sangre y buena vida para poder vestir hábitos luego de los estudios
realizados en la Universidad de Caracas, y es el Obispo de Mérida quien da la
información:
18
AHUCV, Informaciones Pedidas, Justificativos con relación a la limpieza de sangre,
buena vida y costumbres, 1731-1796 (en adelante Informaciones…). Tomo 40, folio
52-62 vto.
19
AHUCV, Informaciones…, Tomo 40, folio 32-43.
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Universidad y sangre: Actos administrativos de la Universidad de Caracas en el siglo XVIII
Ángel Rafael Almarza Villalobos
...por cuanto a la información que nos ha presentado don José Basilio Bararte,
natural del pueblo de Boconó (...) consta su limpieza de sangre, arreglada
vida, y costumbres con las demás condiciones necesarias para vestir los hábitos
clericales...20
En el año 1793, don Juan Fernando Cisneros entrega justificación para solicitar
el grado de Licenciado. Su padre, don Josep Nicolás Cisneros, vecino del pueblo
de La Victoria solicita información de testigos ya que:
…tiene un hijo nombrado Juan Fernando estudiando (...) y como desea su
mayor sujeción enseñanza, adelanto y mérito en la carrera de las letras,
para que le reconoce bastante genio (…) a cuyo efecto y el de hacer constar
su edad, cristiandad, legitimidad, limpieza de sangre y buenas costumbres
acompaña la partida de su bautismo certificada de los libros parroquiales
de aquel pueblo...21
Una de las preguntas del interrogatorio dice así:
...si saben y les consta que es hijo y de legítimo matrimonio de don Nicolás
Cisneros y doña Petronila González, personas blancas tenidas y estimadas
por tales, cristianas y de buena opinión, sin mezcla de negro, mulato, judío,
ni otra raza ni penitenciados por el Santo Tribunal de la Inquisición ni por
delito grave o feo...22
Los graduandos de los casos señalados anteriormente, presentaron sin ningún
tipo de problema su examen para obtener el título que solicitaban. Sin embargo,
la situación no fue siempre así. Hubo casos en los cuales los interesados no
cumplían con los requisitos exigidos por la universidad dificultándose así la
culminación de su carrera.
Esta situación era común entre los individuos expósitos quienes al no
conocérseles sus orígenes y por tanto no poder demostrar su legitimidad y limpieza
de sangre, requisito establecido por las Constituciones de la Universidad de Caracas,
se les obstaculizaba la obtención de los títulos académicos.
20
AHUCV, Informaciones…, Tomo 40, folio 1-9 vto.
Idem.
22
AHUCV, Informaciones…, Tomo 40, folio 22-30 vto.
21
53
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
José Domingo Díaz23, José Ramón Madriz y José Lorenzo de Lassa, todos
expósitos y criados por familias con recursos económicos suficientes para costear
los gastos de su educación, tuvieron que solicitar al Monarca la dispensa de su
condición de expósitos para poder finalizar sus carreras universitarias.
Por Real Orden comunicada por el Marqués de Bajamar al Rector de la
Universidad de Caracas el 10 de septiembre de 1791, el Rey dispensa del defecto
de ilegitimidad a don José Domingo Díaz para que pudiera culminar sus estudios
de medicina en dicha universidad. Esta comunicación plantea lo siguiente:
…he dado cuenta al Rey de la instancia de don José Domingo Díaz,
profesor de Medicina en esa Universidad, que acompaña Vm. En carta de
22 de diciembre del año próximo pasado, sobre defecto de expósito que
padece dicho don José, y le imposibilitan las Constituciones de ese cuerpo
literario; S. M. enterado de todo, y por un efecto de su soberana bondad se
ha servido acceder a aquella solicitud, dispensando al referido don José el
impedimento de ilegitimidad que queda insinuado tan solamente para el
fin de que pueda obtener por esa Universidad dichos grados mayores y
menores; y de su Real Orden lo comunico a Vm. Para su inteligencia y
noticia del interesado…24
De igual forma, el 24 de septiembre de 1792, las autoridades peninsulares, en
nombre del Monarca, envían una Real Orden al Rector y al Claustro de la
23
Díaz, José Domingo (1772-1834). Médico, cronista, historiador, periodista, y autor de
Recuerdos de la rebelión de Caracas. Hijo expósito, criado por los sacerdotes Domingo y
Juan A. Díaz Argote, quienes le dieron su apellido. Estudió en la Universidad de Caracas,
en la cual obtuvo la licenciatura en Filosofía en 1788, luego continuó estudios de
medicina, hasta obtener su licenciatura como médico cirujano en 1794 y su doctorado
el 12 de abril de 1795. Una vez graduado, fue nombrado médico del Real Hospital y del
hospital San Pablo. Durante los años 1810 y 1811 redactó, junto con Miguel José Sanz,
el Semanario de Caracas, el periódico político-literario más importante de aquella época.
Triunfante Domingo de Monteverde en 1812, lo nombró inspector de los hospitales
de Caracas y director de la Gaceta de Caracas. Con la llegada de Simón Bolívar (1813),
abandonó el país y se refugió en Curazao, donde escribió varios artículos contra la
causa republicana. En 1814 fue nombrado secretario de Gobierno y en 1816 recibió la
orden de Caballero de Isabel La Católica por sus servicios a la causa realista.
24
Real Orden comunicada por el Marqués de Bajamar al Rector de la Real y Pontificia
Universidad de Caracas participándole haber S. M. dispensado el defecto de ilegitimidad
a don José Domingo Díaz, profesor de medicina. 10 de septiembre de 1791. AHUCV,
Libro de Reales Cédulas, Órdenes y Despachos, desde 1788 hasta 1808, folio 40.
54
Universidad y sangre: Actos administrativos de la Universidad de Caracas en el siglo XVIII
Ángel Rafael Almarza Villalobos
Universidad de Caracas para que no pongan ni consientan poner obstáculo a don
José Ramón Madriz para recibir los grados25.
Las órdenes del Rey al respecto son las siguientes:
…he resuelto conceder al mencionado don José Ramón Madriz la
habilitación que ha solicitado (…) del expresado defecto para que pueda
recibir los grados en las facultades humanísticas que estudiare en la referida
Universidad con arreglo a sus Constituciones, respecto de no deberle
perjudicar la indicada falta por haber sido expuesto en casa principal donde
se ha cuidado de su educación y crianza, donde permanece; que es de
arreglada conducta, y se halla reputado por todos desde su nacimiento de
calidad de blanco según su aspecto, y en estas circunstancias podría llegar
a ser vasallo útil en el estado eclesiástico a que parece se inclina y de que
hay escasez en aquellos mis Dominios…26
Es por esta razón que el Rey ordena:
…por la presente ordeno y mando al Gobernador y Capitán General de la
Provincia de Venezuela, a mi Real Audiencia de ella, al Rector y Claustro
de aquella Universidad, y a otras cuales quiera personas a quienes en todo
o en parte tocare el cumplimiento de esta mi Real determinación no pongan,
ni consientan poner obstáculo, embarazo ni impedimento alguno al
enunciado don José Ramón Madriz en que pueda recibir por la referida
Universidad los grados literarios en las Facultades que estudiare, no obstante
cuales quiera disposición, o Estatutos de ella que provenga lo contrario
(los cuales para este caso y por ahora, derogo y anulo, dejándola en su
fuerza y vigor para en adelante), sino que antes bien le den, y hagan dar,
todo el favor y auxilio que necesitase para que consiga y tenga efecto la
gracia que por esta mi Real Cédula le concedo, por ser así mi voluntad…27
El 27 de septiembre de 1795, es dispensado de su condición de expósito don
José Lorenzo de Lassa para que pueda recibir los grados académicos en la
Universidad de Caracas.
25
Que el Rector y Claustro de la Universidad de Caracas no pongan ni consientan poner
obstáculo, embarazo, ni impedimento alguno a don José Ramón Madriz para recibir
en la referida universidad los grados literarios en las facultades que estudiare. 24 de
septiembre de 1792 (en adelante Que el Rector y Claustro…). AHUCV, Libro de Reales
Cédulas, Órdenes y Despachos, desde 1788 hasta 1808 (en adelante Libro de Reales…),
folio 58.
26
Que el Rector y Claustro..., AHUCV, Libro de Reales…, folio 59.
27
Que el Rector y Claustro..., AHUCV, Libro de Reales…, folio 61.
55
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
En la Real Orden, el Rey informa sobre el caso a las autoridades universitarias:
…por cuanto a nombre de don José Lorenzo de Lassa, natural y vecino de
la ciudad de Caracas, y de los expósitos de ella, se me ha representado que
habiendo seguido con el aprovechamiento posible la carrera de estudios
en la Real y Pontificia Universidad de la denominada capital, y en la Facultad
de Medicina, sin que para su admisión le hubiese servido de obstáculo su
calidad de no haber conocido padres, como todo constaba de las certificaciones e informaciones que acompañaba, y poniéndosele para los exámenes
y concesión del grado de Bachiller en Medicina a que aspiraba por prevenir
las Constituciones hayan de ser hijos legítimos y de legítimo matrimonio,
suplicaba me sirviera dispensarle esta dificultad e impedimento y mandar
que mediante su naturaleza de blanco y suficiencia en la Facultad de Medicina, se le admitiera a los exámenes de ella y concediera no sólo el grado
de Bachiller sino los demás mayores que ganase y mereciese sin obstáculo
alguno…28
En virtud de su solicitud, el Rey decide conceder a don José Lorenzo de Lassa:
…la habilitación que ha solicitado del expresado defecto para que pueda
recibir los grados en las Facultades que estudiase en la referida Universidad,
con arreglo a sus Constituciones respecto de no deberle perjudicar la indicada falta por haber sido expuesto en casa particular donde se ha cuidado
de su educación y crianza, que es de arreglada conducta y se halla reputado
por todos desde su nacimiento de calidad de blanco según su aspecto…29
Ordenando de esta manera a las autoridades provinciales que se cumpla con lo
ordenado en esta Cédula:
…por tanto, por la presente ordeno y mando al Gobernador y Capitán
General de la Provincia de Venezuela, a mi Real Audiencia de ella, al Rector
y Claustro de aquella Universidad, y a otras cuales quiera personas a quienes
en todo o en parte tocare el cumplimiento de esta mi Real determinación
no pongan, ni consientan poner obstáculo, embarazo ni impedimento
alguno al enunciado don José Lorenzo de Lassa en que pueda recibir por
28
Dispensando a don José Lorenzo de Lassa, natural de la ciudad de Caracas, el defecto
de ilegitimidad que padece para que pueda recibir los grados en las Facultades que
estudiase en la Universidad de aquella ciudad, con arreglo a sus constituciones. (En
adelante Dispensando a don José Lorenzo de Lassa…), AHUCV, Libro de Reales...,
folio 71 vto.
29
Dispensando a don José Lorenzo de Lassa…, AHUCV, Libro de Reales…, folio 72.
56
Universidad y sangre: Actos administrativos de la Universidad de Caracas en el siglo XVIII
Ángel Rafael Almarza Villalobos
la referida Universidad los grados literarios en las Facultades que estudiare,
no obstante cuales quiera disposición, o Estatutos de ella que provenga lo
contrario (los cuales para este caso y por ahora, derogo y anulo, dejándola
en su fuerza y vigor para en adelante), sino que antes bien le den, y hagan
dar, todo el favor y auxilio que necesitase para que consiga y tenga efecto
la gracia que por esta mi Real Cédula le concedo, por ser así mi voluntad…30
En todos los casos, las Cédulas Reales eximían del defecto de expósitos a
los solicitantes. Finalmente, fue la Real Cédula del 19 de febrero de 1794 que
solventa el tema de los expósitos de manera definitiva. En ella el Rey expresa:
…todos los expósitos de ambos sexos, así los que hayan sido expuestos en
las Inclusas o Casas de Caridad, como los que hayan sido o lo fueren en
cualquier otro paraje, y no tengan padres conocidos, sean tenidos por
legitimidad por mi Real autoridad, y por legítimos para todos lo efectos
civiles (...) pues los expósitos mientras no consten sus verdaderos padres,
quedan y han de quedar en la clase de hombres buenos del estado general
gozando los propios honores, y llevando las cargas sin diferencia de los
demás vasallos honrados de la misma clase…31
En virtud de este despacho se dispensó de la calidad de expósito a José Félix
Blanco, estudiante de la Universidad de Caracas, para que pudiera obtener “…los
grados académicos que desea y a que se ha hecho acreedor por su conducta,
estudios y aprovechamiento...”. Esta resolución fue expedida en Madrid el 16 de
junio de 1806; pero como el Claustro de la Universidad se resistió a obedecerla,
las autoridades españolas tuvieron que sobrecartarla al año siguiente32.
José Félix Blanco presentó esta segunda Cédula en 1807 al Claustro universitario
y reclamó de inmediato su cumplimiento para poder recibir el doctorado en
30
Dispensando a don José Lorenzo de Lassa…, AHUCV, Libro de Reales…, folio 73.
AHUCV, Grados de Doctor en Ciencias Políticas, 1808-1810, Libro 5, Letras A-U,
folio 58-60 vto.
32
Instancia al presbítero José Félix Blanco sobre haber opuesto aquella universidad a la
recepción de grados en ella, sin embargo que le concedió en Real Cédula de 16 de julio
de 1806 por ser expósito. En vista de lo representado por la universidad, mandó la
Cámara de Indias pasase el expediente al Fiscal, quien en respuesta de 9 de agosto fue
del dictamen siguiente: se extrañase a la universidad su oposición a la concesión de
grado a Blanco, se dispensase la constitución 7º y se accediese a lo demás que solicita
aquel. 16 de julio de 1807 (en adelante Instancia al presbítero José Félix Blanco…). En
Ildefonso LEAL, Cedulario de…, op. cit., pp. 351-352.
31
57
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
Cánones, Derecho y Teología. Debido al retraso en la entrega de su grado en
Doctor, Blanco expuso lo siguiente:
…La Constitución séptima del título diez y ocho está contraída precisamente a los términos siguientes: ‘It. Estatuimos, que a ninguno se les puede
dar grado alguno, sin que primero dé información, por la cual conste al
Rector, sea hijo legítimo y limpio de toda mala raza’, sólo pide legitimidad,
nada dice de legítimo y verdadero matrimonio, y por consiguiente siendo
yo legítimo, nada menos que por beneficencia que distingue y caracteriza
la Monarquía, y no pudiendo ser confundido entre la mala raza y casta
baja, me hallo con toda la actitud necesaria, según el espíritu de nuestro
estatuto para recibir y condecorarme con los grados académicos (...) Estos
han sido los resortes que han movido la piedad de nuestro Católico Monarca
para querer que se apliquen a las Letras, a la Iglesia, y a las Armas unos
infelices jóvenes, que como los expósitos, por la flaqueza de sus progenitores, podían ser confundidos en la miseria y en la oscuridad...33
No obstante, el Claustro celebrado el 27 de mayo de 1808, presidido por el
Rector Gabriel Lindo, se opuso a conferir los títulos a José Félix Blanco, alegando
que en los estatutos de la Universidad se ordenaba:
…que no se pueda dar grado alguno (...) sin que el pretendiente dé primero
información de ser hijo legítimo, limpio de toda mala raza, la cual sólo
puede evacuarla el que sea de legítimo matrimonio, y de padres evidentemente conocidos por tales…34
Luego de hacer esta acotación, las autoridades universitarias aseguraban
que esta norma se había mantenido siempre:
…sin que haya siquiera un ejemplar de haberse conferido grado alguno,
sin esta precisa cualidad (...) a excepción del que obtuvo el doctor José
Domingo Díaz y los que recibieron los bachilleres don Ramón Madriz y
don José Domingo Laza (sic) todos tres expósitos...35
33
Archivo General de Indias (AGI), Audiencia de Caracas. Legajo 446. Tomado de
Ildefonso, LEAL, Cedulario de…, op. cit., p. 33. José Félix Blanco, político, sacerdote y
escritor venezolano, tuvo una sobresaliente participación en la guerra de Independencia
y en la vida republicana del país. La obra de Blanco se titula Bosquejo Histórico de la
Revolución de Venezuela.
34
Instancia al presbítero José Félix Blanco… En Ildefonso, LEAL, Cedulario de…, op. cit.,
pp. 354-355.
35
Idem.
58
Universidad y sangre: Actos administrativos de la Universidad de Caracas en el siglo XVIII
Ángel Rafael Almarza Villalobos
El Claustro le daba importancia a la calidad de crianza de sus graduandos, en
este sentido señalaba con preocupación la crianza que había tenido Blanco por
parte de la negra liberta Bartola Madriz:
…que por ejercitarse en vender de puerta en puerta efectos de mercancías
logró que el doctor don José Domingo Blanco fuese su padrino de confirmación; que así José Félix tomó el apellido de éste y se divulgó ser hijo
suyo, y fue admitido en la Universidad (...); pero que habiendo muerto
dicho doctor Blanco, posteriormente, declaró en su testamento, el número
y nombre de sus hijas naturales, y que don José Félix no lo era, sino su
ahijado…36
En carta de 13 de enero de 1809, la Universidad cuidadosa de sus estatutos,
refirió estos pormenores al monarca y pidió que no se admitiera a los expósitos
en los estudios universitarios:
…porque como en esta Provincia de las cinco partes de sus habitantes las
cuatro son de gentes de castas, resulta que otras tantas partes de los
expósitos son de esta clase y confiados en que no se les exige legitimidad
se irá multiplicando su número, pues todas estas gentes expondrán sus
hijos como que nada les interesa el criarlos y los colocarán con los demás
individuos de mérito, legitimidad y limpieza. Y siendo esta Universidad un
cuerpo literario que Vuestra Majestad ha distinguido con tantos privilegios,
y al que debe esta Provincia el crédito y esplendor que en todos ramos
felizmente disfruta, se envilecerá, desestimará y decaerá enteramente,
siempre que se admitan a ella el citado Blanco, y generalmente los expósitos
que en esta capital y su Provincia diariamente concurren…37
José Félix Blanco rebatió la exposición del Claustro y acusó al Rector Gabriel
Lindo de “…hombre débil y sin carácter…”, de haber preparado en compañía
del doctor Tomás Hernández Sanabria aquel escándalo para hacerlo “…víctima
del capricho y malevolencia…”. En fin, sostuvo que los argumentos de los
claustrales eran disimulos para no acatar la Real Cédula del monarca y que el
expediente remitido a España estaba plagado de “…crasos errores (...) dictados
por un espíritu de facción y de odio el más sanguinario…”. El autor de todas
estas confabulaciones, a juicio de Blanco, era Hernández Sanabria, a quien calificó
de “…voluntario y mortal enemigo…” y de “…ciudadano devorador que apenas
36
37
Ibidem, pp. 358-359.
Ibidem, pp. 360-361.
59
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
tiene en sus manos un corto rasgo de autoridad, cuando ya hace sentir los efectos
de su arbitrariedad, de su despotismo y de su depravado corazón…”38.
De inmediato, Blanco envió a la Corte una información firmada por quince
testigos para probar que era “…persona blanca, decente y de buen origen, buena
conducta y constante aplicación a los estudios…”, y que en lo sucesivo se le
considerara “…legítimo por autoridad suprema y por legítimo como los demás
vasallos decentes…” para desempeñar empleos, dignidades y honores eclesiásticos
y civiles, “…sin la menor contradicción, oposición ni pretexto…”39.
El Fiscal del Consejo de Indias, en su respuesta del 9 de agosto de 1810,
dictaminó que las reflexiones del Rector y Claustro de la Universidad de Caracas
se hallaban equivocadas, y que la dispensa de la calidad de expósito que se había
concedido a José Félix Blanco para obtener los títulos académicos, lejos de causar
perjuicios a tercero “…produce su ejecución un gran bien a la nación por el
interés que ésta tiene en que se premie el mérito y la virtud…”. También opinó el
Fiscal que el monarca se había constituido en padre universal de todos los expósitos
para que éstos fueran considerados como hijos legítimos, “…como si sus padres
les hubieran legitimado por el subsiguiente matrimonio…”; y en consecuencia,
los expósitos debían gozar “…de todos los derechos familiares, aun de los
vinculados…”40.
El Fiscal del Consejo de Indias continúa planteando:
…estos principios deben ser muy conocidos de un cuerpo literario como
la Universidad de Caracas (...) y así opina que se debe acceder a la solicitud
de Blanco en todos sus extremos...41
Por Real Orden de 10 de enero de 1813, la Corona solicitó informes del
Gobernador y Capitán General de Caracas para mayor información sobre la
situación del caso de José Félix Blanco, pero Domingo de Monteverde para ese
entonces Capitán General de la Provincia, que se desempeñaba en ese cargo,
participó que José Félix Blanco se hallaba fugitivo en las colonias extranjeras,
38
Ibidem, pp. 361-362.
Ibidem, p. 363.
40
Ibidem, p. 364.
41
Ibidem, p. 365.
39
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Universidad y sangre: Actos administrativos de la Universidad de Caracas en el siglo XVIII
Ángel Rafael Almarza Villalobos
“…en unión del Marqués del Toro y de otros que huyeron por Cumaná a la
entrada de las tropas de la nación…”42.
Los casos anteriores nos presentan las limitaciones que tenían los individuos
expósitos para ingresar a la Universidad de Caracas, ya que según sus estatutos se
necesitaba demostrar legitimidad y limpieza de sangre para optar a los títulos
académicos, y ellos en su condición de individuos con descendencia desconocida
no podían cumplir con este requisito exigido por la institución ya que no podían
comprobar su verdadera condición y calidad.
El ingreso y obtención de un título para estos individuos en la Universidad de
Caracas sólo fue posible a través de una merced real que les dispensara de su
calidad de hijos expósitos.
Los pardos también fueron considerados no aptos para ingresar a la Universidad
de Caracas, ya que no poseían las características mínimas para obtener los títulos
académicos tal como lo establecían las Constituciones de la Universidad43.
Diego Mexías Bejarano, de profesión curandero, luego de obtener su dispensa
de calidad por Real Cédula de 12 de julio de 1796, acudió a la Universidad de
Caracas en septiembre de 1803 para matricular a su hijo Lorenzo en el curso de
Filosofía.
…Señor Rector de la Universidad, Don Lorenzo Mexías Bejarano de este
vecindario con el respecto muy debido a V. S. dice: Que habiendo
pretendido examinarme en la Lengua Latina con el objeto de entrar a oír
Filosofía en el curso que está por abrirse (…) pidió se pasase orden a el
Catedrático de Mayores y Retórica al efecto haciendo presente que la
volunta del Rey Nuestro Señor, que Dios guarde, se ha dignado dispensarle
la calidad de pardo al exponente y a toda su familia según Real Cédula, de
la cual se pasó copia al Ilustre Ayuntamiento, al Ilustrísimo Señor Obispo
de esta Diócesis, a los señores Maestre Escuelas y Rector de esta Real y
Pontificia Universidad para que se le diese su debido cumplimiento dirigido
a que no se les ponga obstáculo a los contenidos en ella, y que puedan
obtener los privilegios, y ser aptos para los efectos civiles de que gozan las
42
43
Ibidem, p. 367.
Sobre el tema de los pardos se puede ver la obra de Luis Felipe PELLICER, La vivencia del
honor en la Provincia de Venezuela 1774-1809. Estudio de Casos, Caracas, Fundación Polar,
1996.
61
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
gentes blancas llanas del estado (…) se le admitiese el examen como lo
pidió, se le ha hecho saber el decreto del día de hoy en que V. S. se ha
servido mandar que pase la representación al venerable Claustro pleno…44
El Claustro Universitario en respuesta a la solicitud de Lorenzo de ingresar a
la Universidad, presenta una comunicación el 6 de octubre de 1803 sobre los
perjuicios que pueden seguirse de permitir que los hijos de Diego Mexías Bejarano
y otros se reciban en los estudios universitarios.
…El Claustro reflexionando con madurez y circunspección sobre el asunto
y teniendo presentes las Reales Cédulas de V. M. conoció que el indulto en
ellas comprendido no era extensivo a que pudiesen cursar en estos generales,
y mucho menos que puedan aspirar a los grados menores, y mayores que
son el premio de la aplicación, y progresos literarios de los niños de limpio
nacimiento y de origen puramente europeo los únicos que hasta el presente
con arreglo a las leyes particulares confirmadas por V. M. han podido
cursar, y condecorarse con el Bachillerato y Doctoral (…) denegarse a sus
pretensiones porque el Claustro las considera no sólo como dispositivas
de su última ruina y exterminio, sino también de más consecuencias las
más funestas para el Estado…45
El Claustro continúa su alegato sobre los perjuicios que traería la incorporación
de los pardos a la Universidad de Caracas de la siguiente manera:
…mirar con una especie de horror la incorporación de los pardos en su
gremio no ha sido conducido por la diferencia de color que accidentalmente los distingue de los que han nacido en un país más distinta del
Ecuador, y bajo de una zona más benigna. Son estas unas razones muy
superficiales para que fijen la atención de un Cuerpo que estribando sobre
44
Pedimento de don Lorenzo Mexías Bejarano al Sr. Rector de la Universidad. Suplica se
digne mandar citar a Claustro pleno a la mayor brevedad a fin de que en él se de la
providencia que corresponda en virtud de la Real Cédula en que S. M. dispensó la
calidad de pardo a Diego Mexías Bejarano y toda su familia, que está pronto a satisfacer
los costos que en ello se causare. Caracas, 17 de septiembre de 1803. En Santos Rodolfo
CORTÉS, El Régimen de las Gracias al Sacar en Venezuela durante el período hispánico, Tomo II,
pp. 186-187.
45
Informe de la Universidad de Caracas sobre los prejuicios que puedan seguirse de permitir
que los hijos de Diego Mexías y otros se reciban en los estudios generales de ella,
dispensándole para el efecto la calidad de pardo. Caracas, 6 de octubre de 1803 (en
adelante Informe de la Universidad de Caracas…). En Santos Rodolfo CORTÉS, El Régimen
de…, op. cit., p. 188.
62
Universidad y sangre: Actos administrativos de la Universidad de Caracas en el siglo XVIII
Ángel Rafael Almarza Villalobos
los fundamentos más sólidos de la razón de la humanidad, y de la sana
filosofía mira la diversidad de colores como insuficiente para diversificar
las clases, y privar que el mérito sea distinguido, y premiado en cualquier
sujeto que se encuentre (…) [El Claustro] suplica humildemente a V. M.
prohíba para siempre a los pardos profanar, e introducir sus manos impuras
en el santuario de la Literatura…46
Luego de la presentación de estas ideas, plantean las autoridades universitarias
los graves defectos y vicios que el sector de los pardos tiene por su origen negro,
lo cual les hace ser hombres impuros incapaces de demostrar limpieza de sangre
para poder ingresar a la Universidad según lo establecido en sus estatutos. Además
todos ellos descendían de los esclavos, conocidos por sus vicios y barbarie.
Señalaban que la ascendencia de los pardos proviene de:
….los primeros negros que pasaron a la América han llegado a nuestros
puertos marcados con toda la ignominia de la barbarie, y con toda la infamia
de la esclavitud. Hombres estúpidos, groseros, desnudos y sin más señal
de su racionalidad que una semejanza desfigurada, y casi oscuridad con el
ardor del clima. Hombres víctimas de la ferocidad de su cohermanos que
los privaron de la libertad. Hombres en quienes las pasiones más groseras
tienen un imperio que casi los degrada de su ser. Hombres inclinados al
robo, sanguinarios, suicidas, cubiertos por lo común de la confusión de las
costumbres más bárbaras, estos hombres son los ascendientes que forman
el principal tronco de la genealogía de los pardos (…) todos éstos terribles
escarmientos no se ejecutan por lo común sino en las personas de los
negros, pardos y zambos que en medio de las ciudades en lo solitario de
los caminos, en lo interior de las casas, aun en el mismo Sagrado de las
Iglesias perturban el orden público, e incomodan la sociedad con sus
atentados…47
Bajo estos alegatos el Claustro de la Universidad de Caracas negaba
categóricamente la admisión de cualquier individuo de origen pardo fundamentándose en sus estatutos para garantizar de esta forma el prestigio de la
institución.
Ante la negativa de las autoridades universitarias de admitir a Lorenzo Bejarano
en los estudios de Filosofía que pretendía realizar, su padre Diego Mexías Bejarano
46
47
Ibidem, p. 189.
Ibidem, p. 190.
63
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
le envió al Rey una instancia el 20 de octubre de 1803 solicitando se manden
admitir en el Colegio Seminario de Caracas a sus hijos, especialmente a Lorenzo
Bejarano.
…Señor. Diego Mexías Bejarano, natural de la ciudad de Caracas, capital
de la Provincia de Venezuela, puesto a los reales pies de V. M. con el más
profundo rendimiento dice: que en la justa confianza de que la piedad de
V. M. se ha dignado por reales cédulas de doce de julio de noventa y seis y
veintidós de septiembre de noventa y siete, dispensarle para todos los
efectos civiles su política de calidad de pardo, y por la de veinticuatro de
octubre de ochocientos uno ratificar la gracia y extenderla a sus hijos,
habilitándolos por el mismo hecho, y por las claras y terminantes expresiones con que se halla concebido el Real despacho para entrar en religión,
vestir hábitos clericales, y ascender al sacerdocio: dispuso que Lorenzo
Mexías Landaeta, uno de sus naturales y legítimos hijos, fuese admitido al
curso de Artes que debía abrirse en los Generales de la Real y Pontificia
Universidad de esta ciudad el día diez y nueve de septiembre próximo
pasado para cuyo efecto se presentó al Rector de Estudios (…) a fin de
que le examinase en la Gramática Latina, y de que encontrándole expedito,
le franquease el correspondiente certificado con que pudiese verificar su
entrada e incorporación al curso y ganar éste matriculándose en los libros
de Escolares…48
Bejarano continúa su exposición rechazando la resolución de las autoridades
universitarias de no aceptar la incorporación de su hijo en la Universidad de Caracas,
con la premisa de que se le había informado a todas las instancias públicas y
privadas de la provincia de las Reales Cédulas que lo libraban a él y a su familia de
la calidad de pardo. Es por esta razón que Bejarano envía nuevamente una
comunicación al Rey solicitando que se cumpla con sus órdenes reales para que
no se pueda
…suspender el cumplimiento de las precitadas reales cédulas, ni reputar
de los estudios a su hijo Lorenzo a pretexto de una cuenta o súplica que
forzosamente ha de tener en la consecuente e inalterable resolución de V.
48
Instancia de Diego Mexías Bejarano al Rey solicitando se manden admitir a estudios
en el Colegio Seminario de Caracas a sus hijos especialmente al nombrado Lorenzo.
Caracas, 20 de octubre de 1803 (en adelante Instancia de Diego Mexías Bajarano…).
En Santos Rodolfo CORTÉS, El Régimen de…, op. cit., pp. 197-198.
64
Universidad y sangre: Actos administrativos de la Universidad de Caracas en el siglo XVIII
Ángel Rafael Almarza Villalobos
M. el mismo suceso que las que hasta aquí se han hecho, y son constante en
el mismo contexto de aquéllas…49
Diego Mexías Bejarano prolonga su exposición ante el Rey de la siguiente
manera:
…especialmente cuando dispensada la calidad del que expone y la de sus
hijos, y habilitados éstos expresamente para entrar en religión, vestir hábitos
clericales y acceder al Sacerdocio: lo han quedado por necesaria consecuencia para todos los actos que por ley o por costumbre requieran limpieza
de sangre, y nominadamente para incorporarse a los estudios generales de
la Universidad de esta Ciudad, así porque desde la creación de ésos no se
han exigido otras circunstancias en los escolares que las de legitimidad y
limpieza de sangre, admitiéndose consiguientemente a todas las personas
del estado llano; como porque no habiendo en el país otros estudios que
los de la predicha Universidad, no podrían los hijos del suplicante adquirir
las luces que los hiciesen capaces del Sacerdocio, y se haría con este motivo
ilusoria la gracia que ha merecido a la soberana munificencia…50
La solicitud al Rey, expresamente, es la siguiente:
…suplica humildemente a V. M. que continuándole las demostraciones de
su Real clemencia, se sirva mandar que el Maestrescuela, Rector, Claustro
y Regentes de cátedras de la Real y Pontificia Universidad de esta Ciudad,
admitan en ellas al expresado Lorenzo Mexías, y a cualquiera otros de sus
hijos, dándoles las lecciones convenientes y tratándoles como a los demás
escolares, sin agraviarlos, calumniarlos, ni ofenderles por la accidental
diferencia de su color, y sin que éste les sirva de óbice para ningún acto
escolar atendida la Dispensa que han obtenido, la disposición general de
las leyes y las declaratorias recientemente hechas por V. M…51
El Claustro universitario presidido por el Rector Dr. Nicolás Antonio Osío, el
Carcelario Dr. Baltasar Marrero, entre otros, el mismo 20 de octubre de 1803,
redactaron y mandaron al Rey un memorando apoyado en documentación legal,
ratificando su negativa sobre los perjuicios que pueden seguirse de permitir que
49
Ibidem, p. 198.
Ibidem, pp. 198-199.
51
Ibidem, pp. 199-200.
50
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Año XI, número 12, 2005
los hijos de Diego Mexías Bejarano y otros se reciban en los estudios de la
Universidad de Caracas52.
Ante la solicitud, el Rector convocó al Claustro, tal como lo expresa la
comunicación antes mencionada, para analizar las Reales Cédulas el 10 de
septiembre de 1803 “…e instruido éste de no ser extensivas al Cuerpo literario,
en cumplimiento de las leyes y disposiciones jurídicas que tratan de rescriptos e
indican los casos y circunstancias en que son ejecutables, sólo acordó dar cuenta
a V. M. sobre el particular: y que de cualquiera gestión que se provocase a virtud
de las propias reales cédulas se notificase al Claustro…”53.
Acordó el Claustro esperar la resolución del Rey ante aquella solicitud. Los
argumentos de las autoridades universitarias para negarle la entrada a Lorenzo
Mexías y a los otros pardos que obtuvieron dispensa de calidad, se basaban en el
cumplimiento de las leyes y normas de la Universidad de Caracas que se dieron
desde los primeros años de fundación:
…que después que la estableció [El Rey Don Felipe V], pautó su distinguido
y privilegiado gobierno municipal, ya por medio de estatutos, y ya por
repetidas reales cédulas; que en ellos se previene, que los individuos que
se reciban en el gremio del Claustro hayan de hacer primero constar la
legitimidad y limpieza de su nacimiento: que los empleos de Rector, Secretario y Maestro de Ceremonias recaigan en sujetos de iguales circunstancias,
conocidos y tenidos por tales, y que las plazas de las Bedelías destinadas a
su ínfimo servicio en hombres blancos honrados: que la Cancelaria y
Judicatura de los estudios esté agregada a la dignidad de Maestrescolía de
la Santa Iglesia Católica con la concesión especialísima de los mismos
privilegios y excepciones que goza el Cancelario de la insigne Universidad
de Salamanca (…) que hay reiterados mandatos de V. M. sobre la
puntualísima observancia de todos los estatutos, y mencionadas reales
cédulas, prohibiendo no sólo su dispensación, sino hasta que puedan
interpretarse y prescribirse; y en conclusión conceptúa deber también
52
La Universidad hace presente con documentos los perjuicios que pueden seguirse de
permitir que los hijos de Diego Mexías Bejarano y otros se reciban en los estudios generales de ella, dispensándoles para el efecto la calidad de pardo, y pide que se conserve
aquel Claustro en la estimación, honor y lustre en que siempre ha estado sin consentir
se alteren los Estatutos y Reales Cédulas de su Gobierno Municipal con lo demás que
expresa la conclusión. Caracas, 20 de octubre de 1803 (en adelante La Universidad
hace presente…). En Santos Rodolfo CORTÉS, El Régimen de…, op. cit., p. 201.
53
Ibidem, p. 202.
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Universidad y sangre: Actos administrativos de la Universidad de Caracas en el siglo XVIII
Ángel Rafael Almarza Villalobos
exponer: que todas las constituciones y disposiciones emanadas de esa
Soberanía para el régimen de la Universidad, y sus estudios generales
publican el decoro, lustre y honor con que tanto V. M. como sus gloriosos
progenitores han querido criarla, sostenerla y conservarla…54
Otras de las razones que tenían las autoridades universitarias para no permitir
el ingreso a la Universidad de individuos pardos están fundamentadas en la
Legislación del Reino:
…por el contrario al gremio de los pardos, en medio de que los europeos
y sus hijos los han tratado siempre en esta ciudad con la benignidad que
inspiran los preceptos de la humanidad, y la Religión; les impone la
Legislación del Reino unos términos y reglas tan precisas a contenerlos en
la baja esfera a que la Providencia los tiene reducidos, que no les permite
acto alguno de distinción e igualdad aun entre los blancos del estado llano,
ni tampoco el de ingerirse en empleos políticos, eclesiásticos, ni del ejercito,
con tanto celo y escrupulosidad, que se encarga a los Virreyes y Audiencias
Reales: que no admitan ni consientan que los mestizos ni mulatos hagan
información para escribanos y notarios públicos: que en todos se ponga
especial pregunta de que los pretendientes no lo son: que despachen
provisiones para todas las Justicias de sus distritos ordenándoles hagan lo
mismo: y que si acaso con engaño les consientan usar de ellos, y que los
recojan de forma, que no pueden volver a su poder [Citan: Leyes del título
5, libro 7 de la Recopilación de Indias = Ley 40, título 8, libro 5 de la
misma recopilación]…55
A continuación expresan las razones específicas para no permitir que Lorenzo
Bejarano ingrese a la Universidad:
…y que por otra saben que aunque Diego Mexías y sus hijos hayan llegado
a la condición de libres deben descender precisamente de negros bozales
de la África, esclavos que fueron de sus causantes o parientes, reportando
siempre la despreciable nota que por el derecho de gentes trae consigo la
esclavitud: han de tener a menos ladearse, igualarse y reunirse con ellos en
la Universidad a las horas de estudio, y sin arbitrio para poderlo remediar
el Claustro, abandonarán las clases, los estudios y vendrá e fin obscurecerse
la Universidad confundirse y acabarse con lamentables desgracia de estas
Provincias…56
54
Ibidem, pp. 202-203.
Ibidem, p. 203.
56
Idem.
55
67
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
Recuerdan en el informe al monarca que la Real Audiencia de la Isla Española
de Santo Domingo les ordenó lo siguiente sobre el ingreso de individuos a los
colegios y universidades:
…previniendo sin duda los inconvenientes que podría haber de cualquiera
tolerancia y permisión, en esto de admitir en los colegios y universidades
jóvenes, que no fuesen de nacimiento legítimo, limpios de toda mala raza,
y de buenas costumbres, mandó librar Real Provisión en quince de julio
de mil setecientos ochenta y tres, por la que previno a los del distrito se
hicieran las informaciones de los que se admitiesen en ellas con pureza y
exactitud, y después de haberse recibido en estas de Caracas, prestándole
su obedecimiento…57
En definitiva, lo que solicitan las autoridades universitarias al Rey es que con
las pruebas expuestas:
…suplica a V. M. con toda sumisión, veneración y respeto se digne
conservar a esta Universidad, y sus estudios en la estimación, honor y
lustre en que siempre ha estado, sin permitir se alteren los estatutos y
reales cédulas de su gobierno municipal: reprender al Lorenzo Mexías por
el exceso de haberse dado el tratamiento que no se le ha concedido, y
aspirar por consiguiente se le reciba en estos públicos, sobre el falso
supuesto de haberle V. M. dispensado para ello la calidad de pardo: y
desatender en fin a Diego Mexías, sus hijos y cualesquiera otro que no
siendo de legítimo y limpio nacimiento, y al mismo tiempo de loables
costumbres ocurren a ese Real Solio a impetrar dispensa de estas cualidades
para igualarse con los jóvenes que las tienen, y hacen constar en
cumplimiento de los Estatutos del gobierno de la Universidad cuando
entran a cursar las clases, y aspiran a los grados; para lo que interpone el
Claustro los soberanos piadosos respetos a V. M. y los de su Real Corona…58
El 6 de diciembre de ese mismo año, el Obispo de Caracas Dr. Francisco de
Ibarra, antiguo Rector y Catedrático de la Universidad de Caracas, también remite
una carta al rey sobre los inconvenientes que traería el acceso al sacerdocio de los
sectores bajos de la sociedad, en este caso refiriéndose específicamente a Diego
Mexías Bejarano quien pretende realizar estudios de Filosofía en la Universidad
para luego ingresar a la institución eclesiástica.
57
58
Idem.
Ibidem, p. 204.
68
Universidad y sangre: Actos administrativos de la Universidad de Caracas en el siglo XVIII
Ángel Rafael Almarza Villalobos
…discúrrase ahora la novedad que causará ver [los pardos] volar
rápidamente hasta uno de los cuerpos más distinguidos del Estado en un
Reino Católico, cual es el clero y sacerdocio; hará una fuerte impresión,
produciría mucho abatimiento del clero, especialmente en una Provincia
donde hasta el día es muy respetable. No habrá noble o blanco de estimación
que voluntariamente entre y componga un gremio en que se adolece, se
una, se presente en las juntas públicas, en las funciones más solemnes con
personas en la general estimación negadas de enlazarse hasta con la gente
blanca solamente, y proscritas por las mismas leyes para los empleos y
oficios civiles. Con personas de cuya sangre les ha sido forzoso justificar
que no tienen en su linaje para cursar los estudios, poseer los beneficios y
recibir las órdenes sagradas, habiendo sido hasta este día práctica antiquísima en los Tribunales de esta Provincia poner cláusula en los interrogatorios
de limpieza de sangre, que no tienen mala raza de moro, judío o mulato;
por consiguiente se disminuirá el Clero; se retraerán los blancos del estudio
con el objeto de ordenarse; decaerá sumamente en su número y en su
estimación del estado sacerdotal...59
El 22 de febrero de 1805 se emitió la Real Cédula que daría por culminado el
asunto de Bejarano y la Universidad de Caracas.
El Rey envía a la Real Audiencia de Caracas una Real Cédula en la cual rechaza
la decisión de no admitir en la Universidad de Caracas a Lorenzo Mexías Bejarano
para estudiar en ella Filosofía y exige su incorporación a la institución. En dicha
Cédula se expresa lo siguiente:
…últimamente en Representaciones de dos de octubre de mil ochocientos
tres y cinco de enero de mil ochocientos cuatro, me ha hecho presente el
referido Diego Mexías Bejarano que sin embargo de la gracia concedida,
dispensándole la calidad de pardo, y reencargos hechos para su cumplimiento en las insertas mis Reales Cédulas no había querido esa Universidad
admitir a su hijo Lorenzo para estudiar en ella Filosofía y demás facultades,
como resultaba del testimonio que incluía, concluyendo con la súplica de
que tuviese a bien ampararle en el disfrute de la enunciada gracia. Visto en
59
El Obispo de Caracas representa a V. M. los graves inconvenientes que le han detenido
en el uso de sus facultades para llevar a efecto la pretensión de obtener beneficios
eclesiásticos, y ascender al sacerdocio los hijos y descendientes de los mulatos Diego
Mexías y Domingo Arebalo, y suplica a Vuestra Majestad se digne ordenarle lo que sea
de su Real agrado. Caracas, 1 de diciembre de 1803. En Santos Rodolfo CORTÉS, El
Régimen de…, op. cit., p. 205.
69
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
el expresado mi Consejo de Indias con lo que dijo mi Fiscal y teniendo
presentes los antecedentes del asunto, y cuanto acerca de este último punto
han expuesto el Gobernador Capitán General de esas Provisiones, el Muy
Reverendo Arzobispo, y la Universidad: he venido en declarar no ha habido
justo motivo para que dejen de observarse y cumplirse las gracias concedidas
a Bejarano en los términos expresados en las insertas cédulas, ni esa Real
Universidad lo tuvo para suspender el examen de recepción de Lorenzo
Mexías Bejarano al curso de Filosofía, como se la previene por cédula de
esta fecha; en cuya consecuencia he resuelto sobrecartaros dichas Reales
Cédulas, para que como os lo mando, dispongáis su más puntual y exacto
cumplimiento que así es mi Real voluntad…60
El mismo día, el Rey envía esta Real Cédula a la Universidad de Caracas para
que admita a Lorenzo Mexías Bejarano para estudiar Filosofía61; de igual forma se
la mandó al Arzobispo de Caracas para participarle lo que había resuelto en el
caso, a fin de que por su parte cumpla con estas reales disposiciones62. La Real
Cédula ordenaba pues que se admitiese a Bejarano, pero el parecer del Claustro se
mantenía aferrado a sus estatutos originales, en los cuales estaba contemplado
que sólo fuesen admitidos los limpios de toda mancha.
Pero esta preocupación y celo por la limpieza de sangre no se limitaba a la
institución antes descrita. En el caso de la Provincia de Caracas, tanto las instituciones
como los individuos, tuvieron conciencia de la existencia de un sistema de
estratificación social fundamentado en la calidad y limpieza de sangre. La
documentación existente sobre las instituciones y las prácticas sociales de los
individuos, nos permite entender la percepción y conciencia que tuvieron las
personas sobre el sistema de estratificación existente, el estrato al que se pertenecía
y los criterios de acuerdo con los cuales se determinaba el estatus de cada quien.
60
Real Cédula para la Audiencia de Caracas sobre lo resuelto acerca de no haber admitido
aquella Universidad a estudiar Filosofía en ella y demás facultades a Lorenzo Mexías
Bejarano, hijo de Diego a quien está dispensada la calidad de pardo. 22 de febrero de
1805. En Santos Rodolfo CORTÉS, El Régimen de…, op. cit., p. 221.
61
Real Cédula para que la Universidad de Caracas admita a estudiar Filosofía y demás
facultades a Lorenzo Mexías Bejarano, hijo de Diego, dispensado de la calidad de
pardo con la prevención que se expresa. 22 de febrero de 1805. En Ibidem, pp. 222-223.
62
Real Cédula para el Arzobispo de Caracas participándole lo resuelto a favor de Diego
Mexías Bejarano y demás, a quienes está dispensada la calidad de pardo y otras gracias,
a fin de que por su parte cumpla con estas Reales Disposiciones. 22 de febrero de
1805. Ibidem, pp. 223-225.
70
Universidad y sangre: Actos administrativos de la Universidad de Caracas en el siglo XVIII
Ángel Rafael Almarza Villalobos
De igual forma, nos permitió observar cómo la limpieza de sangre se convirtió
en uno de los valores fundamentales para el control social siendo un mecanismo
efectivo de exclusión de indios, negros y sus descendientes de las posiciones
primordiales de la sociedad caraqueña del siglo XVIII, ya fuese para ingresar a
instituciones de gran prestigio como la Universidad de Caracas, el Colegio de
Abogados o para fines más cotidianos, dándole cohesión de esta manera a la
sociedad en su dinámica interna, en donde la interrelación de actitudes y
comportamientos fundamentados en los valores dominantes de la vida diaria,
tendieron a la conservación del orden jerárquico de la sociedad.
71
The birth of the modern world, 1780-1914, and Latin America?
Matthew Brown
THE BIRTH OF THE MODERN WORLD, 1780-1914,
AND LATIN AMERICA?
Matthew Brown*
Department of Hispanic, Portuguese and Latin American Studies
Universidad de Bristol
Resumen: El artículo examina por qué los historiadores británicos se equivocan
tanto cuando tratan sobre América Latina en sus historias universales, lo que se
analiza a través del reciente libro de C.A. Bayly, The Birth of the Modern World, 17801914: Global Connections and Comparisons (2004) y el tratamiento que él brinda sobre
América Latina. En este trabajo no sólo evalúo ciertos temas de relevancia para
los latinoamericanistas, sino que también me interrogo acerca de si el desinterés
de Bayly por el continente latinoamericano puede explicarse por la ausencia de
una historiografía latinoamericanista en su bibliografía, o bien si acaso Bayly tiene
razón al adscribir a América Latina un rol puramente periférico (y a menudo ni
eso) en el “nacimiento de mundo moderno”. En la conclusión sugiero que
historiadores del imperio británico todavía ven a América Latina como una zona
de recreo y aventura sin mayor conexión al resto del mundo, igual como lo veían
sus antepasados en el siglo diecinueve.
Palabras clave: América latina; Historia; Historiografía británica, Bayly
Abstract : The article provides a general introduction to C.A. Bayly’s The Birth of the
Modern World, 1780-1914: Global Connections and Comparisons (2004) and its treatment
of Latin America. I draw out general themes of relevance to the Latin Americanist,
and ask whether Bayly’s relative neglect of the continent can be explained purely
by the absence of recent Latin Americanist literature from his bibliography, or if
* Mathew Brown es profesor del Departamento de Estudios hispánico, portugués y
latinoamericano de la Universidad de Bristol, Inglaterra.
73
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
he is correct in ascribing Latin America a purely peripheral role (and sometimes
not even that) in the ‘birth of the modern world’. I conclude that historians of
Britain’s empire continue to see Latin America as an adventurous playground
unconnected to the rest of the world, just as their forebears did in the nineteenth
century.
Key words: Latin America; History; British historiography, Bayly
In his 2004 novel The Way to Paradise [El paraíso en la otra esquina] Mario Vargas
Llosa traces the links, similarities and discontinuities between the travails and
struggles of the idealistic, often utopian, urges of the painter Paul Gaugin and his
grandmother, the Franco-Peruvian traveller and social campaigner, Flora Tristán1.
Their stories unfold in America, Europe and the Pacific islands: specifically in
Peru, France and Tahiti. Vargas Llosa, like C.A. Bayly in The Birth of the Modern
World 1780-1914: Global Connections and Comparisons (Blackwells, 2004) sees the
birth of the modern world –in which he posits Gaugin and Tristán as prime
movers– as embracing and being informed by the whole globe and its peoples,
rather than spinning out from Europe to the rest as was the conventional narrative
of modernity.
Unlike Vargas Llosa however, Bayly does not afford a prominent situation to
Latin America in his excellent book. Vargas Llosa is of course partial because of
his Arequipan birth (the Peruvian city where some of the book’s best scenes are
set). Bayly’s previous scholarly productions have been important contributions to
a historiography that has gradually wrenched British imperial history away from
its metropolitan centre and towards its ‘imperial meridian’2. In one such work he
quoted John Stuart Mill’s dictum that ‘those Englishmen who know something
about India, are even now those who understand Ireland best’ in order to emphasise
the connective and comparative dimension of the history of empire3. In the course
1
2
3
Mario VARGAS LLOSA, The Way to Paradise, translated by Natasha Wimmer, London,
Faber and Faber, 2003, originally published as El paraíso en la otra esquina, Madrid,
Alfaguara, 2003.
C.A. BAYLY, Imperial Meridian: The British Empire and the World 1780-1830, London, 1989;
BAYLY, Empire and Information: Intelligence Gathering and Social Communication in India, 17801870, London, 1996.
C.A. BAYLY, ‘Ireland, India and the Empire 1780-1914’, Transactions of the Royal Historical
Society, 2000, pp. 377-397.
74
The birth of the modern world, 1780-1914, and Latin America?
Matthew Brown
of this paper I will suggest that the unstated implication of Bayly’s account of the
birth of the modern world could be formulated, with apologies to Mill, as ‘those
who know something about Honduras and Chile can add very little to our
understanding of Holland and China’.
This ‘masterpiece of distance annihilating synthesis’ which ‘at a stroke [means
that] all other general histories of the nineteenth century have become parochial’4
relegates Latin America to the fringes of the periphery in its discussion of the
‘multi-centred’ birth of the modern world. C.A. Bayly’s The Birth of the Modern
World is an outstanding piece of scholarly work, an excellent, theoretically acute
and clearly-written account of the interactions between world regions in the long
nineteenth-century. It should be essential reading for any Latin Americanist
interested in the place of the continent in the world in this period. This paper and
this panel do not wish by any means to detract from Bayly’s excellent publication.
Instead, they hope to complement it, providing a nuanced and detailed Latin
American dimension, the omission of which is one of the principal flaws of an
otherwise exhilarating and stimulating work.
The key questions that we hope to answer are these: is the neglect afforded to
Latin America in Bayly’s book (relative to Europe, to North America, to China,
South-East Asia and to Australasia) justifiable? Why, despite the substantial efforts
of Latin Americanists over the past decade to trace the very ‘multi-centred
networks’ in which Bayly is interested, should the region remain on the bottom
layer of the periphery of such a multi-centred and multilayered account of the
rise global modernity?5. Can we argue for Latin America’s re-insertion into the
narrative of the birth of the modern world or should we acknowledge the
continent’s location on the periphery of the important changes and movements
in the global nineteenth century? Has the surge in monographs on localities, regions
and nations, alongside the overturning of the dependency school, been a cultural
cul-de-sac for Latin Americanists, one which threatens to be a pointless fad leaving
little impression upon the wider historical profession of which Bayly is only the
current representative?
There are three possible explanations, I would suggest, for Bayly’s relegation
of Latin America to the very fringes of his account:
4
5
Niall Ferguson, blurb on back jacket of The Birth of the Modern World, paperback edition.
C.A. BAYLY, The Birth of the Modern World, , p. 3 notes that he is writing a ‘reflection on’,
rather than a ‘narrative of ’, the birth of the modern world. Oxford, Blackwell, 2004.
75
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
a) Bayly’s perspective is sound, and Latin America barely contributed to the birth
of the modern world in the long nineteenth century.
b) Bayly’s account is misguided, largely because he is unaware of the existing
Latin Americanist literature which could have informed his account.
c) Bayly’s treatment of Latin America is partly justified, and partly ill-handled.
In this paper, I will do three things as a means of exploring these three possible
explanations. Firstly, I will provide a brief historiography of the ‘Birth of the
Modern World’ and other accounts of the coming of modernity to Latin America.
Secondly, I will introduce the general themes and arguments of Bayly’s book, and
outline what I see as its most basic omissions and weaknesses regarding Latin
America. Thirdly, I will attempt to reconcile Bayly’s principal themes – the global
consequences of local and regional events, the relative strengths of states, empires
and nations, the advent of liberalism and its international repercussions for
commerce, the rise of ‘new-style’ religion, the reconstitution of social hierarchies,
and the destruction of native peoples and ecological depredation – with the most
prominent and influential work in this field for Latin America.
The Birth of the Modern World
Tracing the history of the birth of the modern world (rather than of a particular
country or region) is an ambitious project attempted by few in recent years.
Nevertheless it is a project to which Latin Americanists have begun to call attention.
This call is timely. Paul Johnson’s The Birth of the Modern: World Society 1815-1830
(1991) concentrated on just fifteen years in an attempt to pinpoint the age in
which world society ‘became’ modern as a result of the thoughts and actions of
great statesmen, writers, warriors and thinkers. In Johnson’s world, Latin America
was a region to which ‘European’ ideas of Enlightenment, Romanticism and
Liberty were transported and where they were often deformed by obstacles posed
by geography, climate, population and barbarism6. Unlike Bayly, Johnson used
Latin America as an allegory for the birth of the modern world elsewhere. ‘What
6
Paul JOHNSON, Birth of the Modern: World Society 1815-1830, New York, Harper Collins,
1991.
76
The birth of the modern world, 1780-1914, and Latin America?
Matthew Brown
happened south of the Rio Grande in the years 1815-1830 epitomised all the
hopes and fears, but above all the ambiguities, of the modern world which was
being born’7. But in the world according to Johnson the ‘modern world’ could
not include Latin America because of its ‘savagery’. Indeed, this was the region’s
tragedy. It was largely ‘savages’ who fought for Hispanic American Independence
from Spain, and Simón Bolívar was continually thwarted because he ‘had no proper
maps, only Indian guides’8.
The latest contribution to the genre, which aims to provide an economic history
counterpoint to Johnson’s book without reference to Bayly or his like, is William
Bernstein’s The Birth of Plenty: How the Prosperity of the Modern World was created
(2004)9. Bernstein’s book is unashamedly euro-centric, dismissing any claims to a
contrary perspective in his preface, arguing for the uniqueness of the ‘modern
Western trick of continuously and permanently raising its citizens’ standard of
living’. Bernstein states his belief that ‘the four factors responsible for modern
wealth–property rights borne on the common law, scientific rationalism, advanced
capital markets, and the great advances in transport and communication–were
largely European in origin’10. Bayly’s chief merit is that he completely supersedes
and parochialises this genre that sees the birth of the modern world emanating
solely from Great Britain, the Netherlands, Germany and France. His is the only
account of the birth of the modern world that does aim at being a truly global
history.
7
Ibidem, p. 628.
Ibidem, p. 651, p. 627, p. 701.
9
William J. BERNSTEIN, The Birth of Plenty: how the prosperity of the modern world was created,
New York, McGraw-Hill, 2004. Searching COPAC for titles including the words ‘birth’,
‘modern’ and ‘world’ also brings up a few unlikely bedfellows for globalists like Bayly,
Bernstein and Johnson, for example Ian CHRISTIE, The last machine: early cinema and the
birth of the modern world, (London, BBC/BFI, 1994); Elizabeth DRAPER, Birth control in the
modern world : the role of the individual in population control, (Harmondsworth, 1964); Simon
WINCHESTER, The map that changed the world : William Smith and the birth of modern geology,
(New York, 2001); Jonathan BAILEY, The First World War and the Birth of the Modern Style
of Warfare, (Camberley, 1996).
10
BERNSTEIN, The Birth of Plenty…, op. cit., preface.
8
77
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
C.A. Bayly, The Birth of the Modern World
Bayly attempts ‘to explain how and why there occurred over little more than three
generations a worldwide shift to political and cultural uniformity accompanied by
the emergence of more complex and recognisably modern social and economic
patterns’. He defines an ‘essential part of being modern’ as ‘thinking you are
modern. Modernity is an aspiration to be “up with the times”. It was a process of
emulation and borrowing’11. His argument ‘gives prominence to the rise of
European dominance across this world, while at the same time acknowledging
the multi-centred origin of the shift towards this common, yet fiercely contested,
modernity’12.
The book has four parts. The first charts the links between the old regimes,
archaic globalisations, and the new ‘great domestications’ and ‘industrious
revolutions’ of 1780-1820. The most profound of these changes generally took
place far away from Latin America, generally in Northern America and Northern
Europe, as well as China and some parts of Asia. Part 2 examines ‘The Modern
World in Genesis’, focusing on the period ‘between world revolutions 1815-65’,
then Industrialisation and the New City, followed by an examination of ‘Nation,
Empire and Ethnicity c.1860-1900’. This section, in particular, fails to fully
incorporate Latin American experience in anything more than a superficial manner,
yet its themes: ‘the wreck of nations’, ‘wars of legitimacy’, ‘problems of hybrid
legitimacy’, ‘race and class in the new cities’ could have been taken from any study
of Latin America in the period. Part 3, ‘State and Society in the Age of Imperialism’
looks at the way the state triggered and resisted changes in Liberalism, Science
and Religion. Here he argues that liberalism, socialism and science were ‘potentially
revolutionary sets of ideas’ that enabled young people across the globe to ‘wake
up and see their situation afresh’ but which were ‘dramatically recast as they passed
from continent to continent, often losing their revolutionary character’13. Again,
this will sound familiar to Latin Americanists. Part 4, ‘Change, Decay and Crisis’,
considers the wreckage of the nineteenth century from the perspective of
indigenous peoples and ecology. The final section, ‘The Great Acceleration of
1890-1914’, attempts to tie up loose ends and draw some over-arching and general
conclusions. Bayly’s conclusions as to whether the period under discussion saw
11
BAYLY, The Birth of …, op. cit., pp. 10-11.
Ibidem, p. 27.
13
Ibidem, p. 284, p. 295.
12
78
The birth of the modern world, 1780-1914, and Latin America?
Matthew Brown
continuity or change are mesmerising. Resistance to imperialism was both a catalyst
and retardant of change. ‘It was the growing sophistication and coherence of
movements of resistance to Western domination in the non-European world
which created a new, contentious phase in European history’14. Bayly argues that
‘old supremacies bent in the face of these [social] changes and reconstituted
themselves in relation to it. Paradoxically, therefore, these continuities were
empowered by change itself ’ 15. The surge in the speed of international
communication after 1900 led to what Bayly calls ‘the great acceleration’ at the
beginning of the twentieth century. Both reactionaries and, especially, radicals,
were empowered by these technological changes that enabled them to meet at
global conferences and to ‘make analogies between their own plight and that of
other nations’16. In this period the ‘rapidity of political and social change was
throwing governments off balance more and more often’ 17. Porfirio Díaz
(mentioned just the once by Bayly) could certainly attest to that.
Towards a Latin Americanist critique of Bayly
Bayly’s standpoint is strong and forceful. His proposition that ‘national histories
and “area studies” need to take fuller account of changes occurring in the wider
world’ is well-made and particularly acute for Latin Americanists such as ourselves.
‘Ideas and political movements “jumped” across oceans and borders from country
to country’18. He notes as an example of this, that ‘US liberals in 1865 supported
Benito Juarez from French pressure; Mexican radicals had already received
enthusiastic support from Garibaldi and other revolutionary heirs of 1848’. He
could also have noted, of course, that Garibaldi himself had won his revolutionary
spurs (and his wife) as an adventurer in Brazil in the 1820s, and that he went on to
become a revolutionary icon in Mexico itself post-191019.
Bayly baulks at the idea of a ‘prime mover’ in these changes. He cautiously
asserts that ‘in the broadest terms, then, historical development seems to have
14
Ibidem, p. 472.
Ibidem, p. 431.
16
Ibidem, p. 432.
17
Ibidem, p. 467.
18
Ibidem, p. 3.
19
Guy THOMSON, “Mid-nineteenth-Century Modernities in the Hispanic World”, p. 14
15
79
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
been determined by a complex parallelogram of forces constituted by economic
changes, ideological constructions, and mechanisms of the state’20. He sees three
principal motors of change: ‘the rise and decline of “industrious revolutions”
across the world; the effects of the “great domestication” or settlement of the
world to peasant production; and, thirdly, the great expansion of seaborne
commerce which linked together these discrete phenomena over the oceans’21.
Bayly baulks at promoting any Euro-exceptionalism but confides in his conclusion
that ‘some differences were truly irreducible. Many societies and states were
“exceptional” to some degree. Some intellectual constructs were unique to
particular societies and particular periods. The point is to find out why these
special circumstances existed, and not merely base judgements of exceptionalism
on assumptions or prejudices’22.
This is indeed what The Birth of the Modern World does. Rather than focusing
on the ideologies and actions of states or empires as motors of changes, he
focuses on ‘the concatenation of changes produced by the interactions of political,
economic, and ideological change at many different levels’23. As Bayly himself
notes, ‘one aim of a world history such as this book … is to clarify and to probe
those connections and analogies between the histories of different parts of the
world’24. He is absolutely correct in asserting that ‘all historians are world historians
now, though many have not yet realized it’25. Due to the variety of foreign influences
that shaped Latin America in the nineteenth century, it could be argued that Latin
Americanist historians realized that they were world historians some time ago.
Bayly is cautious about many of the methodological and theoretical enthusiasms
that have swept up many scholars, Latin Americanists included. He is cautious
about the dangers of the view of James Scott and the ‘new imperial history’ that
‘sees the state as a homogenous and all-seeing entity’26, instead arguing that ‘local
political accommodation and conflict’ were obscured in the historical records by
20
BAYLY, op. cit., The Birth of …, op. cit., p. 7.
Ibidem, p. 473.
22
Ibidem, p. 469.
23
Ibidem, p. 475.
24
Ibidem, p. 469.
25
Idem.
26
Ibidem, p. 252.
21
80
The birth of the modern world, 1780-1914, and Latin America?
Matthew Brown
‘a thin patina of state power’27. He is careful to shy away from dismissing
postcolonial and postmodernists ‘trends’, allowing that ‘History has always
flourished when different types of historical writing are available on the same
bookshelf ’28. Nevertheless, he stringently rejects ‘the view that any type of
contradiction exists between the study of the social fragment or the disempowered
and the study of the broad processes which constructed modernity’29. Bayly accepts
the idea that ‘an essential part of being modern is thinking you are modern’30. On
this basis alone it could be argued that Latin Americans certainly did not form
part of the modern world in the nineteenth century, given that they spent so
much of that time actively striving for, rather than enjoying, their modernity. It is
a debate – whether striving to be modern can actually make you modern – which
Latin Americanists have engaged with in some detail (see below, 3c). However,
this definition is not enough for Bayly who goes further in his definition of the
modern world, and as such implicitly includes Latin America in his world:
… contemporary changes were so rapid, and interacted with each other
so profoundly, that this period could reasonably be described as “the birth
of the modern world”. It encompassed the rise of the nation-state,
demanding centralisation of power or loyalty to an ethnic solidarity,
alongside a massive expansion of global commercial and intellectual links.
The international spread of industralisation and a new style of urban living
compounded these profound developments. The merging of all these
trends does point to a step-change in human social organisation. The scope
and scale of change broadened dramatically. Modernity, then, was not
only a process, but also a period which began at the end of the eighteenth
century and has continued up to the present day in various forms31.
In other words, how did we start to get like we are now so quickly? It is a
question which historians like Mark Thurner are also asking, and explicitly
wondering why Spanish America has not been embraced by global theorists.
Thurner notes that ‘dissonance looms not only in the suspicion that Spanish
America’s and Spain’s old clothes do not match very well with the latest postcolonial
wardrobe (although black never goes out of style); lurking in our entrails is a
27
Ibidem, p. 283.
Ibidem, p. 8.
29
Ibidem, p. 9.
30
Ibidem, p. 10.
31
Ibidem, p. 11.
28
81
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
deeper apprehension that globalising the postcolonial so as to include Spanish
American historicities would only contribute to a nauseating universalisation or
normalisation of a postcolonial panopticon, thus closing the very critical slit that
an edgy postcolonial heterodoxy from the fragments cut open in the first place’
(p. 17). Dissecting this statement, I take it to mean that the postcolonial baby
should not be thrown out with the bathwater, even if it crying and sometimes
doesn’t wash.
Bayly’s approach to the exercise of a narrative of global history, therefore, is
admirable; well-conceived, finely explained and all in accordance with
historiographical tendencies. The weaknesses with regard to Latin America are
largely in execution rather than the conception. The first and principal weakness
is bibliographical. Above all, Bayly relies overwhelmingly on Peter Bakewell’s A
History of Latin America: Empires and Sequels 1450-1930 (1997), a fine general
introduction to the continent but not renowned for its synthesis of the scholarly
literature on the continent’s nineteenth century. As Will Fowler commented when
reviewing for the Journal of Latin American Studies it is ‘quite blatantly that of a
specialist in early colonial Mexico’, and dedicates just 46 pages (out of 520) to the
nineteenth century, as opposed to the 349 pages on the ‘more interesting and
more important’ sixteenth century32.
The only other Latin Americanist texts that Bayly references more than once
are Alan Knight’s The Mexican Revolution and David Brading’s The First America.
Whilst the references to Knight are generally sound, the reliance on Brading masks
the vast array of work on the Latin American nineteenth century which Brading
himself admits in the preface to The First America that he did not consult33.
The other Latin Americanist books referenced by Bayly in his principally
English language bibliography are as follows:
Duffy, Michael, Soldiers, Sugar and Seapower. The British Expeditions to the West
Indies and the War against Revolutionary France, Oxford: Clarendon Press, 1987.
Frank, Andre Gunder, Mexican Agriculture 1521-1630, Cambridge, 1979.
32
See Will FOWLER, Review of Bakewell, A History of Latin America, in Journal of Latin
American Studies, 30 (1998), pp. 641-642.
33
David BRADING, The First America: The Spanish Monarchy, Creole Patriots and the Liberal
State, Cambridge, Cambridge University Press, 1993 (Preface).
82
The birth of the modern world, 1780-1914, and Latin America?
Matthew Brown
Freyre, Gilberto, The Masters and the Slaves: A Study in the Development of Brazilian
Civilisation, New York, 1963.
Graham, Richard, Britain and the Onset of Modernisation in Brazil, 1850-1914,
Cambridge, 1972.
Hall, Catherine, Civilising Subjects: Metropole and Colony in the English Imagination
1830-1867, London: Polity, 2002.
James, C.L.R., The Black Jacobins: Toussaint L’Ouverture and the San Domingo
Revolution, London, 2001.
Knight, Franklin, Slave Society in Cuba during the Nineteenth Century, Madison,
Wisc. 1975.
Pagden, Anthony, The Lords of All the World: Ideologies of Empire in Spain, Britain
and France c.1500-c.1800, New Haven, 1995.
Saiz, M.C.G. Las castas mexicanas: un género pictorico americano, Mexico City, 1989.
Thomas, Hugh, Cuba: Or the Pursuit of Freedom, London, 1971.
There seems to be little logic to such a choice of material. I do not detect a
pro-Oxbridge partiality. There is just one text in Spanish, and none in Portuguese.
Yet more fruitful than speculating over Bayly’s choice of Latin Americanist
literature is to investigate the consequences of such a selection allied to an explicit
reliance on encyclopaedias and other reference works.
Firstly, in some cases Latin America is omitted from even the most basic
narratives and tables. For example, in Table 5.2 ‘Population of some major countries
(millions)’, figures are provided for the population of Great Britain, France,
Germany, United States, Ottoman Empire, China, Japan, India, and Latin America
in the years 1750, 1800,1850 and 1900. The only figure for Latin America is that
of 12 million for 1800. The other fields are left blank without explanation34.
Elsewhere Latin American examples are omitted from even the most obvious
cases. The occasional references to Knight tend to be on general factors and the
Mexican Revolution is barely mentioned, unlike other contemporary global
revolutions. These oversights contribute to veering the book’s conclusions off
course. An example: ‘Outside Japan, it was some years beyond the terminal date
34
BAYLY, op. cit., The Birth of …, p. 181. Based on figures compiled by the United Nations
World Population Prospectus 1998 Revision, figures for Latin America are estimated at
1750: 16 million; 1800: 24 million; 1850: 38 million; 1900: 74 million. Taken from:
www.ocn.ne.jp/~aslan/pfe/pop.htm after a cursory Google search.
83
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
of this book that this European dominance began to flake and decay over much
of the colonial world. It did not really happen until the 1930s in India and China,
the 1950s and 1960s in Africa, and the 1980s in the Soviet Empire and the Latin
American world, as native and indigenist movements began to emerge’35. With
regard to ‘the Latin American world’, this statement makes little sense, seeing as
Creole leaders had overthrown Spanish rule in the 1820s in most of the Hispanic
American mainland, Cuba and Puerto Rico had gained independence in 1898,
and ‘native and indigenist’ movements were still hard to perceive in much of
Latin America in the 1980s, let alone any ‘flaking and decaying’ that they might
have encouraged.
Secondly, and perhaps most excusably in a work of synthesis aimed at nonspecialists, is the recurrence of the same old staples of Latin American history to
provide some colour for a narrative with its interest and focus elsewhere. This is
certainly the case of Antonio Santa Anna’s leg, dragged onto the scene to illustrate
a period of political instability36. Otherwise, Latin America is predictably used to
provide a colourful example taking trends or characteristics to their extremes.
When discussing labour conflicts and organised resistance in the first decade of
the twentieth century, South America is wheeled out as an example where ‘labor
conflicts were particularly violent’. This claim is justified by the following evidence:
‘In 1906, the Chilean authorities put down labor disputes in the coastal town of
Antafagosta [sic], killing hundreds. In 1907 alone, 231 strikes took place in Buenos
Aires. Such people were jostling for advancement, like their European
contemporaries, rather than harbingers of social revolution’37. This extract brings
out all the perils of relying on general works for specific information. ‘Jostling for
advancement’ may well have applied to Buenos Aires strikers, but the Antofagasta
miners? Such comparisons are meaningless and only confirm Latin America’s
position in the narrative as peripheral and unconnected to the birth of the modern
world. Caudillismo (mentioned only in passing by Bayly38) –and the ample scholarly
literature it has generated– illustrates the ways in which conflicting levels were
often joined together, linking local, regional and national economic and social
processes to produce a cultural phenomena. Elsewhere there are simple mistakes.
35
BAYLY, op. cit., The Birth of …, p. 476.
Ibidem, p. 147.
37
Ibidem, p. 193. Data taken from Bakewell, A History of Latin America, p. 427.
38
BAYLY, op. cit., The Birth of …, op. cit., p. 474.
36
84
The birth of the modern world, 1780-1914, and Latin America?
Matthew Brown
Slavery was not still ongoing in 1898 in the Spanish Caribbean, but had been
abolished in Spain and its colonies (including Cuba and Puerto Rico) in 188639.
Thirdly, there are many occasions when an opportunity to inform the narrative
by means of use of the literature on Latin America is passed up. It is accepted by
early modern historians that the import of vast amounts of American silver was
one of the contributory factors, if not the principal reason behind, Europe’s
spurt in industrious and financial revolutions in the sixteenth and seventeenth
centuries40. In the nineteenth century French colonialism and then expansionism
repeatedly met their Waterloos in the Americas, first in Haiti (1791-1804) and
then in Mexico (1866-8). As Philip Curtin (1989) observed, throughout the
eighteenth and nineteenth centuries military adventure in the Caribbean continually
depleted European armies and caused long-term reformulations of military
strategy and re-assessments of what it meant to be French, British or Spanish.
The second-half of the nineteenth century saw Latin America further integrated
into the international economy, essentially as a producer of raw materials but also
as part of increasingly complicated and sophisticated commercial, cultural and
political networks. The extent to which these trends culminated between the two
world wars is exemplified by two events: the staging of the first Football World
Cup in Uruguay in 1930, and the assassination of the Russian revolutionary Leon
Trotsky in Mexico City in 1940. A couple of detailed examples from the text
should suffice here (more are examined in Section 3): in the section on ‘State and
Society in the Age of Imperialism’, we learn that ‘The French Republic and the
new Italian regime introduced state education to limit the power of the Catholic
Church’41. The example of Latin America and its nineteenth century disputes and
conflict over Church patronage of education and land would have added some
nuance to this picture. In the same period, the examples of French and British
imperial mapping and ‘the progress of the survey through the countryside
represented the triumph of Western science and technology and the final
establishment of [imperial] dominion’ are sound. Yet the mapping expeditions in
39
Ibidem, p. 398. On p. 405 he has the correct date.
Kirti CHAUDHURI, ‘World Silver Flows and Monetary Factors as a Force of Intenational
Economic Integration 1658-1758’, in W. FISHER, R.M. MCINNIs and J. SCHNEIDER (eds.),
The Emergence of a World Economy 1500-1914. Paper of the IX International Congress of
Economic History, Weisbaden-Stuttgart; 1986; Part I: 1500-1850, pp. 61-82.
41
BAYLY, op. cit., The Birth of…, p. 273.
40
85
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
Latin America, such as Codazzi’s in Colombia, were carried out not in the name
of empire, but in order to mark out the territory of new nations, a process omitted
from Bayly’s narrative and which would have served perhaps to complicate his
picture of the growth of nations in the extra-European world in the nineteenth
century (see below)42.
On occasions the use of Latin American examples to provide colour and
justification to an argument explored fully elsewhere is indeed successful.
Discussing the way that the ideas of liberalism and improvement were co-opted
and applied in the non-European world, Richard Graham’s The Onset of
Modernisation in Brazil is used to supply the information that the abolitionist Joaquin
Nabuco once stated that ‘I am an English liberal … in the Brazilian parliament’43.
From Brading, Bayly cites the Mexican radical Ignacio Altamirano urging his
countrymen to ‘love the patria and consecrate themselves to science’44.
Similarly, the example of Latin American elites’ adoption of the ideas of
Auguste Comte in order to ‘break the chains of the old thinking’ is useful and
enlightening. For Bayly though it was merely ‘ironic’ that it was ‘the notion of
scientific and technical modernisation which was the cherry that Latin American
leaders picked from Comte’s basket. Several of them went on to become, or
support, modernizing military autocrats in the later nineteenth century’45. There
is no mention of the scientific racism and whitening processes undertaken by
these elites and their leaders.
Despite Bayly’s neglect of the region, the place of Latin America within ‘Atlantic
networks’ has been underlined by historians over the last quarter century. As
Latin Americanist historians are increasingly vocal in pointing out, taking the
Atlantic as an area of study must mean much more than simply tracing links
between Europe and North America, if only because historical reality did not
adhere to such arbitrary distinctions. Africa and Latin America, too often absent
from discussions of Atlantic trends and processes, were always important in
initiating, shaping and identifying events. As Jorge Cañizares-Esguerra has argued,
following Mary Louise Pratt, in the eighteenth and nineteenth centuries travellers
42
Ibidem, p. 275.
Ibidem, p. 296.
44
Ibidem, p. 296.
45
BAYLY, The Birth of the Modern World, p. 308, taken from Bakewell, A History of Latin
America, pp. 420-422.
43
86
The birth of the modern world, 1780-1914, and Latin America?
Matthew Brown
and travel writing in the Southern half of the Western Hemisphere reinvented
relations between the Old and New Worlds46.
Bayly does include a good section on how the consequences of the Haitian
Revolution were a classic example of ‘bounce back’ of causes and effects to
Europe47. However, like the work of Peter Linebaugh and Marcus Rediker on the
‘many-headed hydra’ of sailors, slaves, commoners who criss-crossed the ocean
seeking revolutionary ideas of freedom and communal landownership (2000),
Bayly neglects the Latin American literature and therefore largely ignores Latin
America’s involvement in these Atlantic networks.
Bayly’s take on nations and nationalism is frequently contentious with regard
to Latin America. While his synthesis of the generalist literature, ‘where we stand
with nationalism’48 is succinct and compelling, it lacks any engagement with the
vast array of work on the subject by Latin Americanists. The categories of race,
gender, state and class have been incorporated into analyses of the Latin American
nation in the nineteenth century, to such an extent that recent trends suggest that
they are beginning to beyond to move ‘beyond the nation’ in their studies of the
period49.
Bayly, however, dismisses the fruits of Latin American independence, in line
with his reading of Brading, as ‘pseudo-nations’50. The new Creole rulers who
sought to ground national identity in pre-Columbian societies are ‘bizarre’51. Postindependence depictions of national heroes are reduced to clumsy and implausible
renderings of Napoleon Bonaparte52.
Bayly still has interesting comments to make about nations, however. He asserts
that Benedict Anderson’s concept of ‘imagined communities of print’ is useful
46
Jorge CAÑIZARES -ESGUERRA, How to Write the History of the New World: Histories,
Epistemoligies, and Identities in the Eighteenth-Century Atlantic World, Stanford University
Press, 2001.
47
BAYLY, The Birth of …, op. cit., p. 99.
48
Ibidem, pp. 218-219.
49
‘Beyond the Nation’ was the title of an Institute of Latin American Studies conference
in London in 2003. Contributors were many of the leading figures in this field, and
proceedings are due to published shortly. See also Naro 2002, Konig 1994, McFarlane
1999, Jaksic 2003.
50
BAYLY, The Birth of …, op. cit., p. 126.
51
Ibidem, p. 142.
52
Ibidem, p. 376.
87
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
‘not so much in creating nationalism as in spreading and generalising it’53. In
many ways the sophistication of the literature on Latin American nations, which
has long engaged with Anderson’s theorising in some detail, would have proved
useful. Without it, Bayly’s attempt to create a straw man looks simplistic and
outdated. He writes that ‘nationalism was not simply a sentiment forced on hapless
and naïve peoples by wicked power-brokers or greedy capitalists’54. The studies
of Florencia Mallon, Claudio Lomnitz, Tamar Herzog and many others have
demonstrated this55. Bayly’s vaguer generalisations about ‘the people’ would benefit,
for the Hispanic American case, from the work of Francois-Xavier Guerra56.
Bayly’s wider recommendations have much to recommend them to students
of Latin American nations. He observes that ‘global history… reveals a pattern
of causation invisible to national or regional specialists’57. Nevertheless, by the
end of the book, when Bayly describes the period after 1890, he seems to have
allowed Latin America to slip from his thoughts. 1890-1914 is the era in which
‘non-European nationalisms seemed finally to be making their long-heralded
breakthrough’58.
Throughout the nineteenth century the increasingly widespread ‘foreign-local’
encounters across the imperial world were fundamental in shaping regional and
national identities across the globe. Catherine Hall, whose work Bayly briefly
mentions, has explored the way that colonial Jamaican and metropolitan British
identities were moulded by their transatlantic relationship and by the experience
of those Britons who travelled to and lived in Jamaica before returning to Britain
to tell their stories59. Many scholars have worked in a similar vein to trace the
development of identities, projects and processes in Latin America across the
nineteenth century60.
53
Ibidem, p. 211.
Ibidem, p. 281.
55
MALLON 1983, 1995; LOMNITZ 2001; HERZOG 2003. More recently see CENTENO 2002;
APPELBAUM, MACPHERSON and ROSEMBLATT 2003; CASTRO-KLARÉN and CHASTEEN 2003.
56
BAYLY, The Birth of …, op. cit., p. 106; François-Xavier GUERRA, Modernidad e independencias,
Madrid, MAPFRE, 1992, summarised in English in Guerra 1994 and Guerra and
Quijada 1994.
57
BAYLY, The Birth of …, op. cit., p. 333.
58
Ibidem, p. 451, also p. 455.
59
Catherine HALL, Civilising Subjects: Metropole and Colony in the English Imagination, 18301867, Cambridge, Polity Press in association with Blackwell Publishers Ltd., 2002.
54
88
The birth of the modern world, 1780-1914, and Latin America?
Matthew Brown
These concerns grew out of sophisticated analysis of the ‘encounter’ between
New and Old Worlds during the conquest and colonisation of Latin America in
the early modern period61.
The work of Karen Racine uses prosopography and biography as a means of
illustrating the transatlantic and global travels that connected the birth of the
modern world (and Latin America) in the nineteenth century62. Racine’s study of
Francisco de Miranda provides ample ‘colour’ for this period, showing how
Miranda became aware of his Latin American identity and his ‘destiny’ as its
liberator, in his travels through Europe and Russia and in contact with many of
the principal figures of the period. London in particular was the ‘crucible’ of
Latin American identity, providing a meeting point for disgruntled Latin American
intellectuals and curious travellers such as Miranda, Andrés Bello, Simón Bolívar,
José de San Martín, and Bernardo O’Higgins. (Other research traces the other
side of this transatlantic relationship, exploring the role of European mercenaries
in the Wars of Independence conceptualised and fought by Bolívar et al in Latin
America) and the subsequent period of national identity formation63.
Similarly, the travels of Simón Bolívar throughout Europe, his celebrated pledge
in 1805 to bring ‘liberty’ to his patria, famously made upon the summit of Monte
Sacro near Rome, provide a startling illustration of the exact ways in which Latin
Americans re-interpreted new modern ideals of freedom and identity, picking
and choosing and re-fashioning from experience during their travels64. Just like
the Indian reformer Raja Ram Mohun Roy, described in detail by Bayly, Bolívar
60
See contributions to Joseph et al 2000, particularly Steve J. Stern’s article which sets out
the theory behind many of the essays. Consequent to the publication of Close Encounters
similar themes were continued at the 2001 Commonwealth Fund conference at
University College London, 29-30 June 2001.
61
See for example Peter HULME, ed., Colonial Encounters: Europe and the Native Caribbean
1492-1797, London, Methuen, 1987; Stuart B. SCHWARTZ, ed., Implicit Understandings:
Observing, Reporting and Reflecting on the Encounters Between Europeans and Other Peoples in the
Early Modern Era, Cambridge, Cambridge University Press, 1994.
62
Karen RACINE, Francisco de Miranda: A Transatlantic Life in the Age of Revolution, Wilmington,
DE: Scholarly Resources, 2003.
63
Matthew BROWN, Adventurers in Gran Colombia: The Birth of the New Nations in their Atlantic
Context, forthcoming Liverpool University Press, 2006.
64
See Tomás POLANCO ALCANTARA, Simón Bolívar, and David BUSHNELL, Simón Bolívar for
interpretations of this pledge.
89
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
saw his cause in parallel with those of other ‘subjected’ peoples across the globe.
Amongst his extensive letters can be found correspondence with Daniel O’Connell,
the Irish ‘Liberator’ from whom he took his epithet, and Lafayette of France.
After Bolívar’s death, Giuseppe Garibaldi visited Manuela Sáenz, Bolívar’s lover,
in her Peruvian exile65.
In contrast to these perspectives on the multiple natures and consequences of
the foreign-local encounter, the reader of The Birth of the Modern World takes only
the most simple and stereotypical examples of Amazonian Indians “who had had
little contact with outsiders over hundreds of years, and for whom ‘first contact’
with whites or other settlers in the nineteenth century represented an extraordinary
cultural trama”66. In his section on the ‘destruction of native peoples’ Bayly uses
the example of ‘successive governments of Chile’ who ‘did their best to clear
their central tracts of the so-called Araucanian Indians, tough mobile farmers
and fishermen who resisted the pressure to “improve” their agriculture’67.
Otherwise South American indigenous peoples are cited as commonplace examples
of groups who were ‘even’ reached by the large-scale processes most frequently
detected elsewhere’68.
Conclusions
Latin America was certainly better integrated to the birth of the modern world
than is made clear in Bayly’s The Birth of the Modern World. The key question is
which merits more research and discussion is, ‘How?’ An ample literature shows
that Latin America is an integral part of the Atlantic world and that the birth of
Latin American nations in the 1810s and 1820s was a path-breaking and original
direction for the modern world to take, with repercussions for policy and
geopolitics in Europe and beyond. Therefore, is it far to imply that Latin America
was always receiving trends from outside, no matter of the amount of adaptation
and resistance they received? In conclusion, the tentative answer must be ‘No,
65
Eduardo POSADA, Apostillas, (Bogotá, 1978), first edition Imprenta Nacional, 1926, p.
41.
66
BAYLY, The Birth of …, op. cit., p. 433.
67
Ibidem, p. 440.
68
Ibidem, p. 480 for the example of the rise of spiritual movements at the end of the
nineteenth century.
90
The birth of the modern world, 1780-1914, and Latin America?
Matthew Brown
not quite’. Scholars like Bayly see Latin America as occasionally ‘ahead of its time’
in some trends but refuse to contemplate the possibility that the continent might
have had some influence in the opposite direction, let alone across the Pacific. It
is the intention of this panel – and they signs are positive judging by the breadth
and ambition of the papers – to see if any argument can be made for asserting
Latin America’s position in any narrative of the birth of the modern world.
In the words of Guy Thomson, with the aforementioned absence of Latin
America from Bayly’s book, ‘any closer look at nineteenth-century Spain and
Latin America is bound to yield surprising glimmers of modernity’69. As a means
of conclusion, it is worth referring to the recent best-selling work on the birth of
the modern world written by one of Bayly’s admirers: Niall Ferguson’s Empire:
How Britain Made The Modern World (2003). The only insightful allusion to Latin
America in Ferguson’s book (aside from when rhapsodising on the activities of
pirates like Henry Morgan and Francis Drake) comes in the introduction, where
Ferguson casually tosses Latin America into the basket labelled ‘informal empire’
which will not assist his argument at all:
Thanks to the British Empire, I have relatives scattered over the world –in
Alberta, Ontario, Philadelphia and Perth, Australia. Because of the Empire,
my paternal grandfather John spent his early twenties selling hardware
and hooch to Indians in Ecuador [Ferguson’s footnote: Not a colony of
course, but part of Britain’s ‘informal’ economic empire in Latin America’]
I grew up marvelling at the two large oil paintings he brought back of the
Andean landscape, which hung luminously on my grandmother’s living
room wall; and the two Indian dolls, grim faced and weighed down with
firewood, incongruous beside the china figurines in her display cabinet70.
This comment –and the accompanying lack of analysis– reveals that way that
Latin America is presented as an adventurous cul-de-sac of global history by
many British historians. Processes, ideas and movements reach Latin America but
they are barely deemed worthy of inclusion in studies of global connections. The
continent is a Wild West adventure playground, where ‘hooch’ is drunk and from
where indigenous artisan products are brought back to sit ‘incongruously’ alongside
69
Guy THOMSON , “Mid-nineteenth-Century Modernities in the Hispanic World”,
Workshop: “When was Latin America Modern?”, Institute for the Study of the Americas.
70
Niall FERGUSON, Empire: How Britain Made the Modern World, London, Penguin, 2003,
p. XIII.
91
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
products from elsewhere. Bayly is certainly much better informed that Ferguson,
but even his account would benefit hugely from a better integration of Latin
America into his consideration of the birth of the modern world.
As Vargas Llosa’s narrator comments to Flora Tristán in El paraiso en la otra
esquina, ‘real history was a hideous mess, and written history was a maze of patriotic
trickery’71. It is to Bayly’s credit that he negotiates a path through this mess and
trickery, but it is our job to complement his work so that Latin America is reintegrated to the global networks of which it forms part, and so that the continent
is not reduced to a neglected cul-de-sac off a fork in a Borgesian garden.
71
Mario VARGAS LLOSA, The Way to Paradise, p. 231. There is an interesting possible link here
to another Peruvian novelist of the late twentieth-century, Bayly’s namesake Jaime Bayly,
chatshow host and author of the best-selling, tragic-comic coming-out autobiography
No se lo digas a nadie (1998). It is to be presumed that the two are not directly related despite
sharing a surname. The conclusion of The Birth of the Modern World would be,
presumably, that C.A. Bayly of Cambridge owed very little to his colourful Peruvian
cousin (but, perhaps, not vice versa).
92
Cambios demográficos en las misiones del Caroní 1816-1823
Juanita Buchholz
CAMBIOS DEMOGRÁFICOS EN LAS MISIONES
DEL CARONÍ 1816-1823
Juanita Buchholz*
Universidad Católica Andrés Bello
Guayana
Resumen: Este estudio ofrece nuevos datos sobre los efectos de la Guerra de
Emancipación en la región de las misiones del Caroní durante los primeros años
de la Gran Colombia. En un área de los más poblados al oriente de Caracas hacia
el año 1816, ha ocurrido un desastre demográfico con la militarización de las
misiones a partir de 1817, por el triple daño de recluta forzosa, enfermedades
contagiosas y huida de los naturales de sus pueblos. Al analizar los censos de 1823
levantados en varias de las misiones, se perciben cambios relevantes: un descenso
demográfico aparatoso, una presencia inusitada de personas criollas de distintos
lugares en los pueblos que antes eran misiones y un ajuste en la población indígena
por el desplazamiento interno en la región. Todo esto señala un esfuerzo para
repoblar la zona y reconstruir su capacidad agrícola una vez terminado el gran
conflicto.
Palabras clave: Sínodos, naturales, agregados
Abstract : This study offers new information about the effects of the Independence
War in the Caroní mission region during the first years of the Great Colombia. In
an area that was one of the most populated to the east of Caracas in 1816, a
demographic disaster occurred after the missions were militarized in 1817, because
* Juanita Buchholz es profesora e investigadora en el área de historia en la sede de Guayana
de la Universidad Católica Andrés Bello.
93
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
of triple damage caused by forced recruiting, contagious diseases and the flight
of the natives from their villages. By analyzing a census of 1823 that was made in
a number of the missions, relevant changes can be perceived: a sharp demographic
decline, an unusual presence of creoles from different locations in the villages
that had been missions, and an adjustment in the Indian population due to internal
migration in the region. All this is evidence of an effort to repopulate the zone
and reconstruct its agricultural capacity now that the great conflict has ended.
Keywords: Synods, Natives, Attachés
En las afueras de Ciudad Guayana, unos kilómetros arriba de las represas de
Macagua en el margen derecho del bajo Caroní, quedan “las Ruinas”: los restos de
la iglesia la Purísima Concepción de Caroní. Su torreón y sus altísimas paredes
frisadas de barro rojizo son visibles en la lejanía al bajar por la avenida Guayana
desde Altavista hacia el parque Cachamay o al entrar en la autopista Puerto OrdazSan Félix que pasa frente a las represas de Macagua. En las soleadas tardes
guayanesas los rayos luminosos reflejan en forma muy pintoresca su presencia
solitaria.
Hace unos 200 años fue la sede principal de los capuchinos catalanes que
regentaban las 27 misiones del Caroní fundadas por ellos en las vastas soledades
de Guayana, al oriente del río Caroní. En menos de cien años (1724-1817) habían
consolidado un excepcional sistema misional, como un poder civilizador en las
fronteras orientales de la Capitanía General de Venezuela.
En 1817 todo esto cambió. El ejército libertador, bajo el mando del general en
jefe Manuel Piar, tomó las misiones y toda Guayana llegó a ser tierra republicana.
De allí en adelante las misiones jugarán un papel especial, porque a raíz del
desarrollo de su agricultura y cría proporcionarían al ejército patriota la base de su
sustento en los años siguientes de lucha. Además de las riquezas agropecuarias,
los indígenas dependientes anteriormente de los frailes eran los que proveían los
reclutas, la ropa, la comida, los enseres, la mano de obra y los servicios que hacían
falta al cuartel general en Angostura.
El efecto de este cambio, según se ha podido averiguar, ha recibido poca
atención de los historiadores. El conocimiento de este período es bastante
superficial y muchas veces cuando hay alguna referencia acerca de la caída de las
94
Cambios demográficos en las misiones del Caroní 1816-1823
Juanita Buchholz
misiones, ella refleja más una añoranza por la presencia material de iglesias y
conventos que el interés de conocer el proceso vivido por los habitantes en aquellos
momentos de cambio. Hasta ahora, en cuanto a publicaciones, sólo hemos
encontrado dos estudios cortos sobre esta época en Caroní: “Estudio histórico y
geográfico de los centros poblados que se ubicaron en el territorio del actual
Municipio Caroní como contribución a la demostración de los derechos de la
municipalidad sobre los ejidos del extinto municipio San Félix del distrito Piar,
estado Bolívar” y “El ordenamiento político-territorial de la provincia de Guayana
durante el período Gran Colombiano (1819-1830)” realizados por el ex senador
de la república, ingeniero Reinaldo Rincón en la década de los años noventa cuando
el municipio Caroní luchaba por sus ejidos, y el libro El régimen de tenencia de la tierra
en Upata: una villa en la Guayana venezolana de Marcos Andrade Jaramillo que fue
publicado en 1993 por la Academia Nacional de la Historia en su colección
Estudios, monografías y ensayos.
El propósito de este trabajo es hacer un primer análisis de las transformaciones
ocurridas en las poblaciones de las misiones del Caroní y los cambios en cuanto a
número y clase de sus habitantes a partir del último censo de los frailes en 1816
hasta el levantamiento de un censo en 1823 de las misiones que existieron en lo
que es hoy el municipio Carona –Caruachi, Morocuri, Caroní, San Félix y San
Miguel de Unata– porque hemos encontrado una documentación más detallada
sobre éstas en los archivos. Se prestará especial atención a John Princep, un
observador del escenario en 1818. Nuestro esfuerzo está enfocado en:
• Determinar los efectos de la guerra sobre las misiones del Caroní y sus
habitantes.
• Precisar los cambios demográficos reflejados en la documentación encontrada.
• Analizar las formas de utilización de renglones en los censos para distinguir a
las personas censadas.
• Señalar el cambio de régimen sobre la demografía de la región.
• Mostrar los esfuerzos de la provincia en dinamizar su quebrada situación
económica.
• Sugerir nuevos enfoques de estudio necesarios para aclarar mejor lo ocurrido
en la antigua zona de las misiones del Caroní.
95
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
Para la elaboración de este trabajo hemos utilizado como fuentes documentales
los censos de 1816 y 1823, y las observaciones del diario de John Princep (1818).
También se han aprovechado estudios sobre esta época1.
El censo de 1816 es tomado de los documentos presentados por Buenaventura
de Carrocera en su estudio de tres tomos sobre las misiones de los capuchinos en
Guayana. El censo de 1823 se encuentra en el Archivo Histórico de Guayana en
Ciudad Bolívar2. Sólo se encontró un informe de viajeros que refleja aspectos
1
2
Entre ellos cito: Gabriela ALVARADO y Tomás ÁGUILA, Arqueología de Santo Tomé (Informe
final). Ciudad Guayana, Cauxi Consultores y CVG-Electrificación del Caroní (EDELCA),
1999; Marcos Ramón ANDRADE JARAMILLO, El régimen de tenencia de la tierra en Upata: Una
villa en la Guayana Venezolana, Caracas, Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia,
colección Estudios, monografías y ensayos, N° 159, 1993; Janet A. BUCHHOLZ, “Pueblo
Viejo (Santo Tomé del Baratillo: 1741-1764)”, en Arqueología de Santo Tomé (Informe
final), Ciudad Guayana, Cauxi Consultores y CVG-Electrificación del Caroní (EDELCA),
1999, Anexo 2, pp. 1-31; Manuel Alberto DONÍS RÍOS, Guayana: Historia de su territorialidad,
Caracas, UCAB y CVG-Ferrominera del Orinoco, 1997; Manuel LUCENA GIRALDO,
Laboratorio tropical, Caracas, Monte Ávila Editores Latinoamericana-Consejo Superior
de Investigaciones Científicas (CSIC), 1991; Buenaventura de CARROCERA (cap.), Misión
de los Capuchinos en Guayana: Introducción y resumen histórico. Documentos (1682-1758), (3
tomos), Caracas, Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia, Fuentes para la
Historia Colonial de Venezuela, N° 139, 140 y 141, 1979; Pablo OJER, La formación del
oriente venezolano: Creación de las gobernaciones, vol. I, Caracas, UCAB, 1966; Reinaldo RINCÓN
CH., “Estudio histórico y geográfico de los centros poblados que se ubicaron en el
territorio del actual Municipio Caroní como contribución a la demostración de los
derechos de la municipalidad sobre los ejidos del extinto Municipio San Félix del Distrito
Piar, Estado Bolívar”, Ciudad Guayana, 28 de junio de 1996 (inédito); Reinaldo RINCÓN
CH., “El ordenamiento político-territorial de la provincia de Guayana durante el período
Gran Colombiano (1819-1830)”. Ponencia presentada en el 4° Congreso Nacional de
Historia Regional y Local, Ciudad Guayana, Octubre, 1996. Ángel ROMERO CABRERA
(compilador), Papeles del Archivo Histórico: Origen de la Villa de San Antonio de Upata y La
primera lucha por la autonomía del cabildo municipal de Upata. Mimeografiado. Upata, Concejo
Municipal de Upata, s. f.; Luis UGALDE, El tesoro de los indios ¿Cómo hacerlos más útiles a la
economía española? Caracas, UCAB, 2000.
Quisiera recomendar en forma especial a otros que quisieran aclarar los procesos de la
provincia de Guayana, la importancia del Archivo Histórico de Guayana en Ciudad
Bolívar, por la cantidad de documentación encontrada, mucha en buen estado y ordenada
en catálogos por décadas a partir de 1820. En 1993, la labor de rescatar y ordenar este
archivo fue encargada a la licenciada en Historia de la Universidad de los Andes, María
García, a quien el estado Bolívar y la Nación deben un reconocimiento especial por su
labor realizada en el rescate de estas fuentes y por el entrenamiento de un pequeño,
pero valioso equipo que la acompaña, quienes siempre atienden las consultas con esmero.
96
Cambios demográficos en las misiones del Caroní 1816-1823
Juanita Buchholz
demográficos de este período: el diario del inglés, John Princep. El diario de Princep
es excepcionalmente rico en detalles sobre la vivencia en las misiones de Caroní
en noviembre y diciembre de 1818, casi dos años después de su toma por el
ejército libertador. Es un observador que brinda información geográfica,
demográfica, social, cultural y económica de gran valor y con una presentación
amena.
El proceso de poblamiento de Caroní por los capuchinos catalanes
Desde 1724 hasta 1816, los capuchinos catalanes laboraron industriosamente en
la creación y consolidación de una cadena de misiones al oriente del río Caroní,
con el fin de civilizar y cristianizar a las tribus indígenas que habitaban las tierras
guayanesas e instruirlas en ocupaciones útiles para su nuevo papel como súbditos
de la corona española. En el transcurso de sus labores extendieron y aseguraron el
dominio del rey sobre los terrenos entre el océano Atlántico, el río Orinoco, y el
río Caroní que dio nombre a la zona y, a la vez, desarrollaron un sistema misional
coherente con su concepto de la vida religiosa, dedicada al servicio de Dios y del
rey por medio del rescate de las almas “salvajes”.
El proceso de aumentar la población española de las tierras guayanesas había
sido muy problemático desde su inicio en 1595, con la fundación del poblado de
Santo Tomé de Guayana por Antonio de Berrío3. El incremento de los habitantes
de este pueblo español fue frenado durante más de un siglo por los ataques de
indígenas y piratas, el poderío de los caribes en todos los territorios circundantes,
el desconocimiento de las vastas tierras que se extendían hacia el sur y los problemas
de adaptación a la vida tropical, que se reflejaron en interminables problemas de
suministro de comida, falta de dominio de la agricultura de estas tierras calientes
y el azote de enfermedades tanto endémicas como traídas desde afuera. A la vez,
la actitud por parte de la corona hacia la provincia de Guayana era negligente,
porque su interés principal fue fijado en sus dominios más lucrativos como los de
la Nueva España y el Perú.
Durante el siglo XVIII hubo una serie de cambios que permitieron un lento
crecimiento de la población sujeta a la corona en la provincia de Guayana, tanto
3
El mejor estudio de este período es el de Pablo OJER, S. J. La formación del oriente venezolano
I. Creación de las gobernaciones, Caracas, UCAB, 1996, pp. 515-572.
97
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
por la reducción de indígenas como por la fundación de misiones para ser habitadas
por estos. El poderío de los caribes menguó debido a varios factores: la pérdida
de su población por enfermedades virales, menos apoyo de los holandeses porque
estos querían evitar el conflicto directo con los españoles, y el fortalecimiento de
la presencia española a raíz del trabajo de varios gobernadores y por la llegada de
la Expedición de Límites. La corona, en este período, tomó conciencia de la
necesidad de asegurar sus fronteras contra los franceses o ingleses de las Antillas,
los holandeses del Esequibo y los portugueses del Brasil4. La presencia de los
capuchinos catalanes en Caroní era parte de la estrategia de la corona para asegurar
sus territorios5.
Esta congregación había enviado varios misioneros a Trinidad y Guayana en
el siglo XVII y al principio del siglo XVIII, pero fue a partir de 1724 que afianzaron
su presencia en Guayana con el envío de un grupo de seis frailes. Los esfuerzos de
estos fueron frustrados desde su llegada por el problema de una alimentación
inadecuada. Su líder, P. Fray Tomás de Santa Eugenia, decidió ir en busca de
ganado en las misiones capuchinas de Píritu. En las décadas siguientes, el ganado
traído de este audaz viaje llegó a ser el sustento principal no sólo de los frailes,
sino también de los indígenas reducidos y de los españoles civiles y militares6.
Durante seis décadas, desde 1724 hasta 1788, los misioneros realizaron entradas
tierra adentro capturando a los indígenas o atrayéndolos para construir con ellos
nuevas misiones para su asentamiento. También fundaron dos villas de españoles,
San Antonio de Upata (1762) y San Isidro de Barceloneta (1770), para asentar a
los españoles, mayormente canarios, que tenían el deber de apoyar a los frailes en
las entradas y en el control de los neófitos. Es de notar que los capuchinos catalanes
nunca estuvieron de acuerdo de que los españoles y los indígenas convivieran en
los poblados. Las misiones eran para los indígenas; las villas para los españoles.
4
5
6
Janet A. BUCHHOLZ, “Pueblo Viejo (Santo Tomé del Baratillo: 1741-1764” en Arqueología
de Santo Tomé (Informe final), Ciudad Guayana, Cauxi Consultores y CVG-Electrificación
del Caroní (EDELCA), 1999, anexo 2, pp. 1-31.
Este tema está extensamente tratado por Manuel Alberto DONÍS RÍOS en Guayana:
historia de su territorialidad, Caracas, UCAB-CVG-Ferrominera del Orinoco, 1997, p. 227.
La información sobre las misiones de Caroní, excepto por puntos anotados
específicamente, está tomada de Buenaventura de CARROCERA, Misión de los capuchinos en
Guayana. Introducción y resumen histórico. Documentos (1682-1758), Tomos I, II y III, Caracas,
Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia, Fuentes para la Historia Colonial de
Venezuela, 1979.
98
Cambios demográficos en las misiones del Caroní 1816-1823
Juanita Buchholz
Con el paso de los años, el número de habitantes de las villas aumentó y los
pobladores quisieron extender sus terrenos y asumir más control de sus poblados;
esta situación creó ciertas tensiones exteriorizadas o latentes entre los frailes y los
españoles7.
Después de 1788, por cambios en la política económica y social de la corona,
los frailes no siguieron fundando nuevas misiones, sino consolidaron las existentes.
Sus constantes labores y una buena planificación llevaron las misiones de Caroní
a una situación económica ejemplar basada en la cría de reses y mulas, la siembra
de productos agrícolas para el consumo cotidiano y de exportación, y la enseñanza
de los indígenas en las faenas del hato, el campo y el hogar. El ingreso producido
por la venta en la provincia y en sitios circundantes como las Antillas, de reses y
mulas, las cosechas, y varios productos manufacturados útiles y necesarios para la
vida ordinaria fabricados por los indígenas, permitió la manutención de los frailes
y los indígenas y el fortalecimiento de las misiones, a pesar del hecho que el pago
de los sínodos8 adeudado a ellos por la corona, y que debían sostener la obra,
siempre estuvieron excesivamente atrasados.
La declaración de Independencia en 1811 y el comienzo de la guerra libertadora
tuvieron poca repercusión directa en las misiones, porque la provincia de Guayana
se declaró partidaria del rey. Durante siete años las actividades militares pocas
veces llegaron cerca del Caroní. Hubo la presencia de tropas republicanas enfrente
de Angostura entre 1810-1811; la batalla de Sorondo fue más sentida en las
cercanías del delta en 1812; la invasión de Monagas y Cedeño en 1815, que comenzó
por el oeste, sólo llegó hasta Angostura. Los frailes siempre apoyaron a las fuerzas
reales con reses, comida, indígenas armados, ropa, bestias y plata, ganando así el
favor y el agradecimiento de las Cortes de Cádiz y de la corona.
7
8
Hay una documentación interesante sobre esto en Ángel ROMERO CABRERA, Papeles del
Archivo Histórico, Origen de la villa de San Antonio de Upata y La primera lucha por la autonomía
del cabildo municipal de Upata, Upata, Concejo Municipal, s. f., pp. 48. Su lectura lleva a
un mejor entendimiento de la adhesión de los upatenses al régimen nuevo después de
la toma de la provincia por el ejército libertador.
El término “sínodo” refiere al pago fijado por la corona para el sustento de los
misioneros. Es similar a nuestro término moderno “situado”. En los documentos de la
época es la palabra utilizada tanto por los misioneros (CARROCERA, Misión de los capuchinos
en…, op. cit., t. III, p. 19) como por las autoridades, como el Gobernador Gil (Ibidem,
p. 103).
99
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
En 1816, la noticia de la venida de las fuerzas peninsulares para combatir a los
rebeldes fue un presagio de que la situación de los realistas mejoraría. Fue en este
tiempo cuando se levantó el último censo de las misiones de Caroní.
La cosecha de noventa años
En octubre de 1816, el prefecto de la misión de Guayana envió al comisario
general en España un “Estado de la misión de Guayana”9. El informe contiene
ocho renglones: Titulares, Fundaciones, RR. PP. Presidentes, Nación de indios,
Bautismos, Matrimonios, Difuntos y Existentes. Para el propósito de este trabajo
utilizaremos las informaciones de Titulares, Nación de indios y Existentes10.
Estado de la misión de Guayana en 1816
Titulares
Nación de Indios
Existentes
01 La Purísima Concepción de Caroní
Guayanos o pariagotos
946
02 Sta. María de Yacuario
Guayanos o pariagotos
661
03 San José de Cupapuy
Guayanos
1.168
04 N. P. S. Francisco de Altagracia
Guayanos
754
Guayanos y caribes
1.015
Guayanos
833
07 Ntra. Sra. de Monserrat de Miamo
Caribes
1.041
08 San Fidel de Carapo
Caribes
1.000
05 San Miguel del Palmar
06 La Divina Pastora de Yaruario
09 Santa Eulalia de Murucuri
Caribes y guaraúnos
730
10 San José de Leonisa de Ayma
Guaicas
710
11 Ntra. Sra. del Rosario de Guasipati
Caribes
984
Aruacas, caribes y guaraúnos
578
Guaraúnos y sálivas
517
12 Santa Ana de Puga
13 Santa Cruz del Calvario
11
9
Buenaventura de CARROCERA, Misión de los capuchinos en…, op. cit., t. III, pp. 314-317.
Las estadísticas de bautismos, matrimonios y difuntos parecen ser acumulativas, lo
cual no se presta a su utilización.
11
Por razones hasta ahora desconocidas, la Misión de Santa Cruz del Calvario o
Montecalvario, también fue conocida como San Félix, y después de ser tomada por los
patriotas, siempre fue utilizado este nombre.
10
100
Cambios demográficos en las misiones del Caroní 1816-1823
Juanita Buchholz
Titulares
Nación de Indios
14 San Ramón de Caruachi
15 San Antonio de Huicsatono
16 La Conversión de San Pablo del Cumamo
17 Ntra. Sra. de los Dolores de Puedpa
Existentes
Caribes
634
Guayanos
955
Caribes
364
Guayanos y guaicas
412
18 San Félix de Tupuquén
Caribes
736
19 San Pedro de las Bocas
Guaicas
638
Guaicas y caribes
758
Aruacas y guayanos
751
20 San Buenaventura de Guri
21 San Miguel de Unata
22 Santa Clara de Yavarapana
Guaicas
362
23 Santa Clara de Arabatayma
Guaicas
347
24 Santa Rosa de Lima de Cura
Guaicas
551
25 Santa Magdalena de Currucay
Arinagotos
355
26 San Juan Bautista de Avechica
Guaicas y arinagotos
732
27 Ntra. Sra. de Belén de Tumeremo
Guayanos
632
28 Villa de San Antonio de Upata
Españoles
1.598
29 Villa de San Isidro de Barceloneta
Españoles
494
Suma total
21.246
Suma total .......... 29
Estas misiones estaban distribuidas por la región del Caroní. Cuando se
considera que en este tiempo la capital de la provincia, Angostura, tenía una
población de unos 6.000 habitantes12 y estaba rodeada por pocas poblaciones, se
puede llegar a la conclusión de que Caroní, con 21.266 habitantes, era la región
más poblada de la provincia, y una de las zonas con una densidad demográfica
más alta de las tierras al oriente de Caracas. De estos habitantes, 19.266 fueron
indígenas y 2.092 españoles.
De 27 misiones, sólo diez agrupaban “naciones de indios” diferentes. De éstas,
exceptuando Avechica, una de las misiones más al sur, y Guri, muy al oeste, los
demás grupos mixtos habitaban las misiones más norteñas o alrededor de Upata
(Caroní, Yacuario, Palmar, Murucuri, Puga, Calvario, Puedpa, y Unata). Upata
12
Alejandro de HUMBOLDT, Viaje a las regiones equinocciales del nuevo continente, (5 vols.).
Traducción de Lisandro Alvarado, Caracas, Monte Ávila Editores, 1985, t. IV, p. 476.
101
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
estaba rodeada por cuatro misiones de las cuales los residentes españoles sacaban
las tandas de mano de obra para todo tipo de trabajo. Estas misiones fueron Santa
María de Yacuario con 661 habitantes, San José de Cupapuy con 1.168, N.P.S.
Francisco de Altagracia con 754 y San Antonio de Huicsatono con 955.
Cuatro misiones tenían 1.000 habitantes o más: Cupapuy, Palmar, Miamo y
Carapo. Sólo cinco tenían menos de 500 habitantes: Cumano, 364; Puedpa, 412;
Yavarapana, 362; Arabatayma, 347; Currucay, 355. Como la estadística del número
de indígenas en las misiones fue 19.174, se queda con un promedio de 709 por
misión.
Según la información ofrecida, Upata, con una población de 1.598, parece
habitada sólo por españoles, porque no hay ningún intento por indicar la presencia
en la villa de blancos criollos, mestizos y esclavos que probablemente vivían allí,
además de los indígenas que cumplían como servicio de hogar o como peones.
Los nombres de los misioneros asignados a cada misión están anotados bajo el
renglón RR. PP. Presidentes. Hubo 40 frailes. Guiándose por censos anteriores, el
número de pobladores es una representación aproximada de la cantidad de
habitantes “civilizados” de la región. No hay ninguna mención del número de
indígenas “no-civilizados” que quizás habitaban en las cercanías.
Si se considera que en 1775, cuando la Expedición de Límites llegó a Santo
Tomé de Guayana del Baratillo, este poblado apenas contaba con unos 500
habitantes13, y según Eugenio de Alvarado los misioneros sólo regentaban unas
12 misiones con 2.901 habitantes14, el aumento en número de poblaciones y de
habitantes había sido cuantioso.
Las consecuencias de la guerra en Caroní
Las misiones del Caroní fueron tomadas por el general en jefe Manuel Piar y su
ejército a principios de febrero de 1817. Para mayo no quedaba ningún fraile. De
13
Manuel LUCENA GIRALDO, Laboratorio tropical: la Expedición de Límites al Orinoco, 17501767, Caracas, Monte Ávila Editores Latinoamericana-Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), 1991, p. 154. Para conocer la vida de este poblado, cuna
de la población española de Guayana, se refiere al informe Arqueología de Santo Tomé
(Informe final), p. 335.
14
Buenaventura de CARROCERA, Misión de los capuchinos en…, op. cit., t. II, pp. 335-337.
102
Cambios demográficos en las misiones del Caroní 1816-1823
Juanita Buchholz
los cuarenta existentes en ese momento, sólo cinco lograron escaparse de la región.
De estos, tres sobrevivieron, porque los otros dos desaparecieron en su ruta de
escape. Catorce frailes presos murieron de una peste que asoló la comarca en
abril, uno falleció por vejez, y veinte sufrieron el martirio el 7 de mayo de 1817 en
la misión de Caruachi.
El desplome de las misiones fue total. A la vez hubo un marcado cambio en el
poder en la región. Antes, la congregación era la autoridad. Ni la diócesis de
Guayana ni los militares pudieron con ella. Después el poder fue asignado en la
figura del director de las misiones con sede en Upata, ejercido por el militar Pbro.
José Félix Blanco. En 1819, la región de las anteriores misiones de Caroní fue
elevada al rango de municipio con la villa de Upata como cabecera15.
El conocimiento de las condiciones de las misiones, después de ser tomadas
por los republicanos, lo debemos en gran parte a un comerciante inglés, John
Princep, que estaba en Angostura en 1818 para proveer armas y uniformes al
ejército. Su pago lo recibiría en tabaco de las misiones; también hubo conversaciones sobre la posibilidad de inmigración de personas de las islas británicas
para la zona. Para conocer mejor la región y sus condiciones hizo una gira por la
mayor parte de las misiones con un amigo, el “Dr. K.”. El viaje fue realizado entre
el 29 de octubre y el 18 de diciembre de 1818. Princep anotó sus observaciones en
un diario titulado en castellano, Diario de un viaje de Santo Tomé de Angostura en la
Guayana Española, a las misiones capuchinas del Carona. Gracias a sus observaciones
podemos conocer hoy la condición de las misiones y de sus habitantes a casi dos
años de su toma y cerciorarnos de los rasgos geográficos de la zona.
Para el propósito de este trabajo se buscaron los datos del número y la condición
social (indígena o criollo) de los pobladores según contado por el autor y registrados
por el orden de su visita. Es de notar que repetidamente, Princep comenta e
ilustra que la pérdida de población fue debido a “...la fiebre, la conscripción y la
deserción”16.
15
“Reglamento provisional para el gobierno y administración de las misiones del Caroní”,
tomado del Correo del Orinoco, N° 31, 15 de mayo de 1819, p. 3, y publicado en John
PRINCEP, Diario de un viaje de Santo Tomé de Angostura en la Guayana Española, a las Misiones
Capuchinas del Caroní. Prólogo del Dr. Efraín Schacht Aristeguieta. Introducción y notas
de Jaime Tello. Apéndice documental con artículos de periódicos de la época, Caracas,
Ediciones de la Presidencia de la República, Colección Viajeros y Legionarios, 1975,
pp. 82-83.
16
PRINCEP, Diario de un viaje de Santo Tomé de Angostura…, op. cit., p. 34.
103
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
Información dada por John Princep, noviembre y diciembre de 1818
Caruachi
Unos 100 indígenas y unas pocas familias criollas17.
Huicsatono
“El comandante, y toda su gente, con más de 100 indios... ni 30 permanecían
sanos: 230 habían muerto ya: cuatro entierros por días”18.
Upata
Sin datos.
Cupapuy
“...de los 7 u 800 habitantes... contamos 439 enfermos de la fiebre y muriendo a
un ritmo de 12 ó 14 por día”19.
Menciona que Cura, Currucay y Avechica han sido totalmente
abandonadas20.
Altagracia
8 a 15 personas21.
Santa María
“Contamos 125 enfermos, lo que excede el total de convaleciente que vimos; pero
la mayoría de la gente se ha retirado a sus conucos”22.
El Palmar
Sin número de personas pero “...muchos criollos se han mudado allá”23.
Cumamo
Unas 5 personas24.
El Miamo
405: 25 hombres, 250 mujeres, 130 niños25.
Tumeremo
286: 36 hombres, 125 mujeres, 125 niños26.
Tupuquén
113: 28 hombres, 60 mujeres, 25 niños27.
Carapo
415: 40 hombres, 250 mujeres, 125 niños28.
Guasipati
Sin datos.
La Pastora o Yaruari
Sin datos.
Ayma
“Muchos han regresado desde entonces” [refiere al tiempo de la recluta]29.
17
Ibidem, p. 8.
Ibidem, p. 10.
19
Ibidem, p. 16.
20
Ibidem, p. 20.
21
Ibidem, p. 24.
22
Ibidem, p. 26.
23
Ibidem, p. 31.
24
Ibidem, p. 33.
25
Ibidem, p. 52.
26
Idem.
27
Idem.
28
Idem.
29
Ibidem, p. 43.
18
104
Cambios demográficos en las misiones del Caroní 1816-1823
Juanita Buchholz
Puedpa
No más de 15030.
Santa Clara
Sólo la residencia estaba habitada31.
Guri
Unos 15032.
El Calvario (San Félix)
5 habitantes. Todos enfermos de la fiebre33.
San Miguel de Unata
“Unas 10 personas34.
Caroní
“No había ni cinco indios. Los residentes criollos ocupaban sólo un apartamento
en la mansión”35.
Murucuri
Apenas 5036.
El diario de Princep, más que cualquier otro documento, revela cómo Guayana
fue afectada por la guerra de Independencia y sus estragos. Había sufrido una
hecatombe demográfica y casi no quedaba gente para llorarla. Las secuelas de un
gran conflicto no se limitan a los campos de batalla; asumen una vida propia,
como una quebrada desbordada, que deja su marca en los espacios donde menos
se sospecha. En el caso de Caroní, la región menos tocada por el clarín de batalla,
el efecto fue una disminución espantosa en la población por la contaminación
viral, por la recluta de los hombres indígenas, y por el abandono de pueblos,
además de la desaparición de muchos de los recursos que significaban el bienestar
de la región, especialmente por la merma en el número de reses, caballos y mulas
que fueron sustraídos de las misiones para beneficiar al ejército.
La región necesitaría un largo tiempo para reponerse de los trastornos que
sufrieron por una pérdida tan abrupta de población y recursos. En las décadas
siguientes, el problema principal para dinamizar la economía siempre giró alrededor
de la falta de mano de obra. Sin embargo, hay dos hechos mencionados por Princep
que llaman la atención: uno es la huída al monte de muchos de los indígenas para
evitar ser llevados por la recluta o para evitar enfermarse, y el otro es la presencia,
aunque precaria, de familias criollas en las misiones, antes vetadas para su
permanencia.
30
Ibidem, p. 45.
Ibidem, p. 46.
32
Ibidem, p. 48.
33
Ibidem, p. 54.
34
Ibidem, p. 56.
35
Ibidem, p. 58.
36
Idem.
31
105
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
Intentos de poblamiento reflejados en el censo de 1823
Uno de los resultados del Congreso de Angostura fue poner en marcha nuevas
formas institucionales para representar al gobierno en las provincias. Al principio
las misiones de Caroní fueron divididas en cuatro distritos y luego en cinco: el
Este (Palmar, Cumamo, Miamo, Carapo, Tupuquén, Tumeremo y Cura); el Centro
(Altagracia, San Antonio, Guri, Cupapui, Upata y Santa María); el Sur (Guasipati,
Pastora, Ayma, Avechica, Puedpa, Santa Clara, San Serafín y San Pedro de las
Bocas); el del Bajo Caroní (Caruachi, Morucuri, Caroní, San Félix y San Miguel); y
del Bajo Orinoco (Puga, Piacoa, Santa Catalina, Sacopana y todas las rancherías de
indios de los caños)37.
Más tarde, en el tiempo de la República de Colombia, cada provincia fue dividida
en cantones y estos en parroquias. Hubo cinco cantones en la provincia de Guayana:
Angostura, Bajo Orinoco, Upata, Caicara y Río Negro. La mayoría de las misiones
de Caroní fueron parroquias del cantón Upata. Puga, por su relativa cercanía a la
Antigua Guayana, fue incorporada al Bajo Orincoco.
En el Archivo Histórico de Guayana hay varios documentos de un censo
levantado en 182338 que ofrecen indicaciones sobre la política del gobierno para
lograr el aumento de la población de las parroquias. Este censo, probablemente
fue levantado para determinar la población de la provincia, una estadística necesaria
para fijar su representación en el Congreso. El censo encontrado en el archivo no
tiene los datos de todas las parroquias. Parece limitado a las parroquias entre
Caruachi y Puga y unas de las parroquias del Cantón Bajo Orinoco (Santa Catalina,
Piacoa, y otras). Hay una mención de circuitos de parroquias que no está aclarada
en la documentación, pero aparentemente las parroquias del cantón Upata fueron
dividas en dos circuitos: Upata y Pastora39. Los censos encontrados son de unas
37
“Declaratoria sobre la división del Territorio de las Misiones” tomado del Correo del
Orinoco, N° 54, Angostura, 11 de marzo de 1820, p. 1, en PRINCEP, Diario de un viaje de
Santo Tomé de Angostura…, op. cit., 1975, pp. 89-90.
38
Archivo Histórico de Guayana (AHG), década de 1820. Padrón de las parroquias de
Piacoa, Isla de Tortola, Sta. Cat., Sacupana, Caruachi, Puga, San Miguel, S. Félix, Caroní,
Morocure, 1.1.3.59.1, 32 ff.
39
Hay una cantidad muy respetable de cartas en el Archivo Histórico de Guayana del
Juzgado Político del cantón Upata que durante años seguidos siempre debajo de las
palabras “Juzgado Político” tienen escritas “Upata y Pastora”.
106
Cambios demográficos en las misiones del Caroní 1816-1823
Juanita Buchholz
de las parroquias que pertenecen a la primera. No encontramos un censo de
Upata ni de las otras parroquias del cantón40.
Los censos trabajados son de Morocure, Puga, San Félix, Caroní, Caruachi y
San Miguel de Unata. También fueron vistos los de Santa Catalina y Piacoa donde
también se nota un esfuerzo en aumentar la población del Cantón Bajo Orinoco.
Los censos fueron levantados por diferentes personas y tienen siete renglones de
información: casa del ciudadano, nombres y apellidos, naturaleza, estado, oficio,
edad y el total; sin embargo, la forma de recoger los datos no es consistente y a
veces causa confusión.
• Casa del ciudadano: En unos censos enumeran las casas y se destaca quiénes
viven en ellas. Otros censos no tienen esta claridad. Varios se distinguen por
una división peculiar al documento levantado.
• Nombres y apellidos: Hay variaciones según el habitante. Unos tienen
apellidos, otros no. En la mayoría de los casos, la falta de apellido es por ser
“natural” o por formar parte de la casa de un ciudadano con apellido.
• Naturaleza: Indica el sitio de nacimiento o de dónde viene.
• Estado: Indica si es casado, soltero, viudo, u otro. En muchos casos es difícil
determinar la pareja.
• Oficio: Indica el tipo de labor que realiza.
• Edad: Número de años.
• Total: Siempre es “1”, y cuando termina, hay una suma.
En cuanto a número de habitantes, son 593 que pertenecen a las siguientes
parroquias:
San Félix
San Miguel
40
16
80
Puga
Morocure
90
105
Caroní
Caruachi
140
162
Vale anotar que las tierras de las misiones de Cumamo, Miamo, Curapo, Tupuquén,
Tumeremo y Palmar que probablemente fueron parte del circuito Pastora, fueron
alquiladas al Col. James Hamilton. Su petición de tierras está reseñada en el apéndice
de la publicación del Diario de Princep en una carta dirigida a D. Fco. Antonio Zea,
Vicepresidente de la República de Venezuela con fecha de 11 de mayo de 1819. Estas
misiones tenían las tierras más pingues de las misiones. Hace falta un estudio sobre
este inglés, aparentemente muy apreciado por el Libertador, que durante
aproximadamente dos décadas estuvo presente en las misiones de Caroní y en Angostura.
107
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
Datos de San Félix: 16 habitantes
Aparecen dos casas. Una de criollos (7 personas), otra de “naturales” (9 personas).
En la casa criolla, uno es de Brasil y su hija recién nacida del mismo San Félix,
pero no hay mujer anotada en esta casa. Él y su hija tienen el apellido Fonse. Los
otros son de Caracas, Moitaco, Upata y dos de Guapa. Los 3 hombres adultos
tienen diferentes apellidos. Los niños no tienen apellidos. Todos son solteros. 3
hombres adultos son labradores. Otro, el más viejo del grupo, con 44 años, está
anotado como Mayor que probablemente indica un rango militar.
Criollos: 741.
Edad Meses 1-5 6-10 11-15 16-20 21-25 26-30 31-35 36-40 41-45 45-50 51-60 61-70
Mas.
Fem.
1
1
1
1
1
1
1
Masculino, 6
Femenina, 1
En la casa de los naturales, ninguno tiene apellido. 4 son de San Félix, una de
Guasipati, otro de “Dito” y otra sin pueblo anotado. Todos son solteros y anotados
como labradores.
Naturales: 9
Edad Meses 1-5 6-10 11-15 16-20 21-25 26-30 31-35 36-40 41-45 45-50 51-60 61-70
Mas.
1
Fem.
2
Masculino, 3
41
1
1
1
1
1
1
Femenina, 6
La división en grupos de criollos o naturales es imprecisa y en ningún momento debe
ser tomada como algo que se puede verificar. En este caso sirve para una diferenciación
implícita en los censos.
108
Cambios demográficos en las misiones del Caroní 1816-1823
Juanita Buchholz
Datos de San Miguel: 80 habitantes
La división en casas no está hecha y es imposible determinar quiénes conforman
una familia. Hay un grupo que tiene apellidos (42 personas) y otro grupo anotado
como “naturales” que no los tienen (38 personas). De las personas con apellido,
1 es de Cumaná, 1 de San Carlos, 56 de Barcelona, 1 de Bajo Guayana, 1 del
Esquivo (sic), 5 de Pao, 1 de Trinidad, 6 de Guayana, 11 de Upata, 3 de Santa
Cruz, 1 de Irlanda y 1 de Portugal. Hay dos viudos (de 57 y 62 años), 4 viudas (de
30, 40, 48, y 50 años), 9 personas casadas pero sin reflejar con claridad su pareja,
y los demás son solteros. Un señor de 62 años es carpintero, los demás son descritos
como labradores.
Criollos: 42
Edad Meses 1-5 6-10 11-15 16-20 21-25 26-30 31-35 36-40 41-45 45-50 51-60 61-70
Mas.
1
Fem.
1
3
1
3
2
2
6
Masculino, 20
3
2
1
3
2
2
1
1
1
2
1
3
Femenina, 22
De los naturales, 21 tienen apellido. Los demás, incluso su Capitán y Teniente,
no lo tienen. La mayoría son de San Miguel, 7 son de Guayana. Todos son
registrados como solteros y con oficio de labrador.
Naturales: 38
Edad Meses 1-5 6-10 11-15 16-20 21-25 26-30 31-35 36-40 41-45 45-50 51-60 61-70
Mas.
3
10
3
Fem.
6
17
10
Masculino, 16
2
1
4
Femenina, 22
109
4
6
2
3
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
Datos de Puga: 90 habitantes
Los datos de Puga no recogen el número de hogares. En el primer grupo la
mayoría tiene apellido. Varios de los hombres son de otros países. Los naturales
están censados por sexo y edad (hombres, mujeres, niños/as de doctrina). El
primer grupo (19 personas) tiene una procedencia variada: 1 de Gascona, 2 de
Barbados, 1 de Barinas, 1 de Guadalupe, 2 de Villasana y 11 de Guayana. Hay una
pareja de casados, los demás son solteros. Todos están registrados como labradores.
Criollos: 19
Edad Meses 1-5 6-10 11-15 16-20 21-25 26-30 31-35 36-40 41-45 45-50 51-60 61-70
Mas.
1
Fem.
1
4
3
1
1
Masculino, 13
1
3
1
2
1
Femenina, 6
De los naturales ninguno tiene apellido. Hay un capitán, un teniente y un
fiscal. Todos son de Guayana. De los hombres 5 son casados, 3 viudos y los
demás solteros. De las mujeres 4 son casadas, 2 viudas (de 14 y 15 años) y las
demás solteras. Todos aparecen como labradores.
Naturales: 71
Edad Meses 1-5 6-10 11-15 16-20 21-25 26-30 31-35 36-40 41-45 45-50 51-60 61-70
Mas.
3
5
2
Fem.
3
2
4
Masculino, 32
2
3
3
Femenina, 39
110
4
2
3
1
2
1
Cambios demográficos en las misiones del Caroní 1816-1823
Juanita Buchholz
Datos de Morocure: 105 habitantes
El registro de Morocure es sólo de naturales. Hay una variación en el renglón de
casas por el uso de “agregados”. Si la palabra indica convivencia, había 12 hogares.
En cada grupo hay personas con apellido, y sin apellido. 93 personas son de
Morocure, 6 de Carapo, 3 de Guasipati, 1 de Sta. María y 2 de Miamo. 8 están
anotados como casados pero hay confusión en la anotación y puede ser que la
persona que siga es su mujer, o que hay varias mujeres (anotadas con idem) casadas
sin su esposo presente. Hay 6 viudos de 38, 39, 49, 40, 43 y 48 años. Hay 3 viudas
de 28, 30 y 43 años. Los demás están anotados como solteros. Todos son labradores.
Naturales: 105
Edad Meses 1-5 6-10 11-15 16-20 21-25 26-30 31-35 36-40 41-45 45-50 51-60 61-70
Mas.
3
1
6
9
5
8
10
Fem.
1
2
2
11
9
17
10
Masculino, 51
7
1
1
1
1
Femenina, 54
Datos de Caroní: 140 habitantes
Caroní tiene 20 casas registradas. Una vez más se utiliza la palabra “agregados”,
pero sólo con las primeras cabezas de casa, quienes son Felipe Domínguez oriundo
de Caracas y Elías de Santa Cruz de Inglaterra. En este caso parece indicar algún
tipo de responsabilidad por parte de estas dos personas. No hay ninguna mención
de naturales. Sin embargo, la mayor parte de las personas no tiene apellido.
En cuanto a naturaleza, la mayoría son de Guayana. Otros sitios de origen
son: Caracas, 4; Inglaterra, 1; Casanare, 1; Maturín, 1; Barrancas, 1; y Barcelona, 4.
Hay 22 personas casadas: 9 parejas, 1 hombre y 3 mujeres. Hay 14 viudos entre
28 y 50 años y viudas entre 24 y 56 años. Los demás son solteros.
La mayoría tienen oficio de labrador, pero hay un “Vague” (probablemente
vaquero), un pescador, dos carpinteros (uno de 21 y el otro de 38 años), una
mujer hilandera de 30 años y un herrero de 40 años.
111
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
Criollos: 140
Edad Meses 1-5 6-10 11-15 16-20 21-25 26-30 31-35 36-40 41-45 45-50 51-60 61-70
Mas.
8
9
13
3
7
10
3
10
Fem.
3
4
7
19
13
16
2
5
Masculino, 69
3
2
1
2
Femenina, 71
Datos de Caruachi:
162 habitantes
No hay indicación del número de casas. Un primer grupo de 21 personas viene de
diversos sitios. Después empiezan los nombres de los naturales de la parroquia,
primero los hombres y luego las mujeres. Las primeras 21 personas tienen nombre
y apellido. Las primeras 21 personas vienen de Chamariapa, 1; Angostura, 3;
Moitaco, 2; Pao, 1; Carona, 4; Borbón, 5; San Miguel, 2 y Caruachi, 3.
Del primer grupo hay un viudo de 40 años y una viuda de 50 años. Hay una
mujer casada de 30 años. Los demás son solteros. Todos están registrados como
labradores.
Criollos: 21
Edad Meses 1-5 6-10 11-15 16-20 21-25 26-30 31-35 36-40 41-45 45-50 51-60 61-70
Mas.
1
Fem.
1
1
Masculino, 9
3
2
2
5
1
1
1
1
2
Femenina, 12
Ninguno de los naturales tiene apellido. De los naturales 71 son de Angostura
y 70 de la misma parroquia de Caruachi. Sin embargo, la forma en que está hecha
esta estadística se presta a la creación de dudas en cuanto a su veracidad. De los
naturales hay 3 viudos de 40, 60 y 64 años y 2 viudas de 60 y 70 años. Hay una
mujer casada de 29 años. Un natural, el viudo de 60 años, es carpintero. Los
demás son labradores.
112
Cambios demográficos en las misiones del Caroní 1816-1823
Juanita Buchholz
Naturales:
141
Edad Meses 1-5 6-10 11-15 16-20 21-25 26-30 31-35 36-40 41-45 45-50 51-60 61-70
Mas.
Fem.
2
22
1
8
13
4
1
3
13
7
4
27
11
5
1
Masculino, 63
1
4
5
1
2
2
2
Femenina, 78 (Además, hay 2 mujeres de 80 años)
Análisis de los datos
Casa del ciudadano: Los criollos y los naturales no co-habitaban excepto en
caso de ser servicio o peón de la casa. La palabra “agregados” es interesante por
lo que podía reflejar: servicio de casa, o quizás, en alguna circunstancia, la
incorporación de personas dejadas a la deriva por la guerra.
Nombres y apellidos: La mayor parte de los naturales no tiene apellido; sin
embargo, varios sí lo tienen, lo que puede indicar una tendencia a asumir un
apellido para una mejor identificación. La palabra “indígena” nunca es utilizada.
El término común es “natural”. Aunque, como se ha dicho, la división criollo/
natural es sólo relativa y no es posible comprobar, y da en porcentaje una
aproximación de 38% (criollo) a 62% (natural).
Naturaleza: Aquí se aprecia la presencia de familias o grupos criollos que
vienen de sitios fuera de las misiones. Hay varias personas de fuera de Venezuela:
vienen de Brasil (1), Esequibo (1), Irlanda (1), Portugal (1), Gascona (1), Casanare
(1), y las Antillas: Trinidad (1), Barbados (2), Guadalupe (1). Es una pequeña
muestra de los diferentes puntos de origen de personas que se habían involucrado
en la lucha de emancipación.
Los criollos nacidos en Venezuela, pero fuera de Caroní, vienen de Barcelona
(10), Pao (6), Caracas (5), Borbón (5), Angostura (3), Moitaco (3), Villasana (2) y
1 cada uno de Cumaná, San Carlos, Barinas, Maturín, Barrancas, Bajo Guayana,
Santa Cruz y Chamariapa. Es un reflejo de la gran movilización que sufrió la
población por la guerra.
De los naturales, la mayoría son de la misma misión donde residen y los demás
vienen de otras misiones de Caroní. La excepción es en la parroquia de Caruachi
donde 70 son de Angostura. Es posible que hubieran venido en busca de tierras
113
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
mejores, porque desde la mudanza de Santo Tomé de Guayana del Baratillo a la
Angostura del Orinoco en 1764, siempre hubo problemas por la poca fertilidad
de las tierras alrededor de la capital42.
Estado: El gran número de personas solteras, aunque con edad para tener
pareja, probablemente refleja la falta de la presencia de la Iglesia en los años de
posguerra. Hay unas 18 parejas, y otras 16 personas que siendo casadas no es
posible saber si está su pareja. Hay un elevado número de viudos: 29 masculinos
y 25 femeninas, la mayoría de 30 años en adelante.
Oficio: Casi todos son labradores. Hay sólo un herrero, una hilandera, un
pescador y tres carpinteros. Aquí queda señalada la búsqueda de forjar una nueva
vida labrando la tierra en un país tradicionalmente agropecuario.
Edad: Totalizando las edades tenemos lo siguiente:
Meses 1-5 6-10 11-15 16-20 21-25 26-30 31-35 36-40 41-45 45-50 51-60 61-70 71-80
8
22
81
98
82
99
80
24
48
14
17
13
5
2
Hay un cierto equilibrio en las edades que corren desde 6-10 a 26-30 (un
promedio de 88), que se reduce marcadamente de 31 años en adelante. Los de 26
años o más en 1823, ciertamente tuvieron la edad necesaria para servir en las filas
durante la guerra, pero es difícil, o imposible, sacar una conclusión de estos datos.
El poco número de niños (30) es sugestivo, porque parece muy bajo en
comparación con los números siguientes. Hace falta un estudio estadístico de
nacidos, casados y muertos para entender mejor los problemas de sobrevivencia
en esta época, especialmente en niños de corta edad. Esto también puede reflejar
las condiciones desequilibradas de la posguerra cuando las parejas no vivían juntas
y los solteros no formaban familias.
Total: Hay una población de 593 personas en estas seis parroquias. 282 (47%)
son masculinos y 311 (53%) son femeninos.
En 1816, la población de estas seis misiones fue de 4.156 personas. Esto implica
que estas misiones sufrieron la pérdida de aproximadamente 86% de sus habitantes.
42
BUCHHOLZ, op. cit., pp. 26-27.
114
Cambios demográficos en las misiones del Caroní 1816-1823
Juanita Buchholz
Fue un desastre de grandes dimensiones, pero como ocurrió en una región tan
lejana y desconocida, pocos se percataron de ello. Un daño tan grave, da para
pensar en la memoria desaparecida de la provincia. Familias completas, linajes
enteros, totalmente acabados; ni quedaba quien les llorara. Una sabiduría milenaria
desapareció; nuevas competencias no llegaron a afirmarse. El pasado fue echado
al olvido.
Cinco años habían pasado desde la mortandad vista por Princep. Con el paso
del tiempo, muchos naturales volvieron a la misión donde nacieron, aunque una
cantidad respetable viene de otras misiones. Es notable el incremento en la
población criolla de la región. En Caroní, se percibe un esfuerzo dirigido a unir
grupos de personas de diferentes partes para comenzar una nueva vida en Guayana.
La vida continuaba para los que lograron sobrevivir a la guerra y sus estragos.
115
¿Ciudadanos de color? El problema de la ciudadanía de los esclavos y Gente de Color durante las revoluciones...
Alejandro E. Gómez
¿CIUDADANOS DE COLOR?
EL PROBLEMA DE LA CIUDADANÍA DE LOS ESCLAVOS
Y GENTE DE COLOR DURANTE LAS REVOLUCIONES
FRANCO-ANTILLANAS, 1788-1804
Alejandro E. Gómez*
Doctorando en la EHESS
Resumen: Desde finales del siglo XVIII, comenzó a aparecer en Francia un nutrido
grupo de filántropos ilustrados que propugnaban la abolición de la esclavitud y el
fin de la Trata africana. Esta tendencia se mantuvo durante la Revolución Francesa,
a lo cual se agregó la causa de la igualdad para la Gente de Color. El debate
ideológico que se generó entonces entre abolicionistas y pro-esclavistas estuvo
marcado por lo que aconteció en las Antillas Francesas, donde la revolución había
generado grandes expectativas entre esclavos y Mulatos por obtener libertad e
igualdad respectivamente. Esto suscitó una serie de conflictos que afectaron de
distinta forma las decisiones que se tomaron a este respecto en la metrópoli gala.
Este trabajo pretende estudiar desde una perspectiva atlántica, la forma cómo se
* Licenciado en Historia de la Universidad Central de Venezuela, y magíster en Ciencia
Política de la Universidad Simón Bolívar. Es investigador vinculado al Instituto de
Investigaciones Históricas-Bolivarium de esta última casa de estudios, y forma parte de
un equipo binacional ECOS NORD entre Francia y Venezuela “Los Republicanismos
en Francia y Venezuela”, coordinado por los profesores Chatan DELSOL (Universidad
de Marne-la-Vallée) y Omar NORIA (Universidad Simón Bolívar). En la actualidad se
encuentra radicado en Francia, donde es doctorando en la École des Hautes Études
en Sciences Sociales. Es autor de varios artículos sobre las revoluciones en el Área
Caribeña y el Mundo Atlántico, y de la monografía Fidelidad bajo el viento (México, Siglo
XXI Editores, 2004).
117
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
entrelazaron dichos eventos con el debate ideológico metropolitano, resaltando la
forma cómo fuera adaptado el concepto de Ciudadanía para ser aplicado en las
sociedades multi-étnicas franco-antillanas.
Palabras clave: Mundo Atlántico, ciudadanía, esclavitud, Caribe, Revolución Francesa
Abstract : In late 18th century appeared in France a group of enlightened
philanthropists who promoted the suppression of African slave trade and the
abolition of slavery. These aims persisted during the French Revolution, during
which many of them also supported the cause of political equality for Free
Coloureds. The ideological struggles that took place along that process, between
those who were in favor or against slavery, was strongly influenced by the situation
in the French Antilles. There, the revolution had generated great expectations of
freedom and equality among Slaves and Free Coloureds respectively. In
consequence, a series of conflicts broke out affecting in different ways
policymaking in the French metropolis concerning those racial sectors. This article
studies from an Atlantic perspective the way those events interacted with that
metropolitan ideological debate, pointing out the way the concept of Citizenship
was adapted to be applied to multi-ethnic societies in the French Antilles.
Keywords: Atlantic World, citizenship, slavery, Caribbean, French Revolution
118
¿Ciudadanos de color? El problema de la ciudadanía de los esclavos y Gente de Color durante las revoluciones...
Alejandro E. Gómez
De los bochornosos hierros de la esclavitud
Su país ellos han liberado
En su furia el despotismo
Sobre sus ruinas les ha inmolado… (bis)
Pero sacrificando su existencia,
Tranquilos en medio de tormentos
No sufrieron en esos momentos
Que de los males de su patria
Terrible verdad
Razón y Libertad
Vengaos, vengaos
Los derechos del hombre y la igualdad
La ciudadana criolla, Corbin,
Himno de los Ciudadanos de Color, 17941.
Durante la Revolución Francesa, el asunto de los derechos de los habitantes de las
colonias estuvo supeditado a las decisiones tomadas en París. A fin de cuentas, la
revolución era un asunto de los ciudadanos de la metrópoli que no pretendía
resolver los problemas de territorios tan distantes, de los cuales el hombre común
sólo tenía noticias cuando había escasez de azúcar o en el momento en que se
disparaba su precio. A partir de 1789, comienza a desarrollarse en Francia la
propuesta burguesa-liberal de ciudadanía activa; es decir, sujeta a restricciones en
el derecho al sufragio basadas en la propiedad2. Enterados de esto, los Mulatos o
Gente de Color (Gents de Couleur) de Saint-Domingue (hoy Haití) vieron en esto
una oportunidad para lograr su aspiración de igualdad con los Blancos, ya que
muchos de ellos tenían suficientes bienes materiales como para transformarse en
ciudadanos activos.
Empero, el camino de los miembros de ese grupo etno-social para lograr ese
objetivo estuvo lleno de obstáculos, los cuales fueron levantados por los grupos
1
2
La ciudadana criolla, CORBIN, “Himno de los Ciudadanos de Color” [1794], La Révolution
Française et l’Abolition de l’Esclavage, t. XI, doc. 10, Paris, Editions d’Histoire Sociale, 1968
[Traducciones del francés por el autor].
Para un trabajo general sobre el tema de la ciudadanía durante la Revolución Francesa,
consúltese: Irene CASTELLS, “La ciudadanía revolucionaria”, Erytheis, Nº 1 (mayo, 2005),
http://www.erytheis.net/texte-integral.php3?id_article=78 [Todos los vínculos en
internet referidos en el presente artículo estaban activos para mayo de 2005].
119
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
de influencia de las burguesías portuarias y de las aristocracias blancas o Plantadores
(Planteurs). Estos sectores temían que una flexibilización del estatus de la Gente
de Color pudiere conducir a un colapso sistema colonial, pues el mismo podría
ser seguido por la supresión del comercio de esclavos y la abolición de la esclavitud.
De ser así, ello equivaldría al fin del complejo de plantaciones y con éste el de toda
la estructura que se había erigido en la metrópoli basada en el comercio con las
Antillas francesas. Pero esta oposición no iba a ser una tarea sencilla, al menos no
desde un punto de vista teórico, ya que dadas las aspiraciones universalistas de la
Revolución Francesa, “¿cómo rehusarles esa igualdad [se pregunta el historiador
Yves Bénot] (…) luego de que [los Mulatos] han superado la barrera del dinero?”3.
A pesar de esta ventaja teórica, los miembros de ese sector etno-social no las
tuvieron todas consigo: Para fines de 1790 todavía no habían logrado el
reconocimiento que esperaban, por lo que muchos de ellos se insurreccionaron
en el norte de Saint-Domingue. Una situación parecida fue la que se presentó en
el debate sobre la condición de los esclavos Negros, aunque su causa, defendida
por un nutrido grupo de filántropos abolicionistas en la metrópoli, encontró una
oposición más intensa por parte de las ya señaladas burguesías portuarias y de las
aristocracias blancas o Plantadores. Para fines de 1791, el debate abolicionista
había llegado a un punto muerto, por lo que muchos esclavos Negros, creyendo
ver frustradas las expectativas que en ellos había sembrado la revolución, decidieron
conseguir la libertad por su propia cuenta. Esto se tradujo en una gran de revuelta
de esclavos y Negros Libres, la cual tuvo lugar en la Planicie del Norte (SaintDomingue) en agosto de 1791, con la cual dio inicio la Revolución Haitiana.
Eventos como los anteriores afectaron sensiblemente el debate de ideas que
tuvo lugar en la metrópoli gala sobre la ciudadanía de los habitantes de color de
las colonias. Esta causalidad recíproca otorga un carácter supraregional a nuestro
objeto de estudio, por lo que para su análisis se hace necesario establecer unos
límites espaciales que tomen en consideración tanto lo acontecido a nivel ideológico
en Francia como lo suscitado a nivel evenemencial en sus colonias caribeñas. Para
ello, vamos a analizar en un sentido prospectivo las opiniones, debates y medidas
suscitadas en distintas instancias metropolitanas entre 1788 y 1804, en conjunto
con las distintas formas de resistencia pero también de apoyo que se dieron en las
Antillas Francesas en este mismo período.
3
Yves BÉNOT, La Révolution française et la fin des colonies, Paris, Éditions La Découverte,
1988, p. 70.
120
¿Ciudadanos de color? El problema de la ciudadanía de los esclavos y Gente de Color durante las revoluciones...
Alejandro E. Gómez
El ‘estigma africano’ en las Antillas francesas
Hasta mediados del siglo XVIII, la Gente de Color de las Antillas francesas no era
sujeta a una segregación agobiante. Si bien existía el prejuicio de color basado en
el ‘estigma africano’, esto no era determinante a la hora de valorar la ‘calidad’ de
una persona4. Esto probablemente era un reflejo del espíritu igualitarista del Código
Negro (Code Noir) sancionado por Louis XIV en 1685, en el cual, a pesar de que
se exigía a los Negros emancipados “...guardar un respeto singular a sus antiguos
maestros Blancos”, también se les otorgaba los mismos “…derechos, privilegios
e inmunidades que a los Blancos”5. La situación comenzó a cambiar hacia 1760,
cuando las poblaciones de color y la de la baja burguesía o Pequeños Blancos
(Petit blancs) comenzaron a aumentar, lo que se debió respectivamente a las
emancipaciones masivas de esclavos que siguieron a las guerras de la época (la de
los Siete Años y la de Independencia de Estados Unidos) y a la atracción que
ejercía al boom azucarero que se experimentaba a la sazón en Saint-Domingue.
La razón para ese cambio residió en que los Pequeños Blancos a su llegada a
dicha colonia francesa pasaban a convertirse en artesanos, comerciantes y pequeños
Plantadores, por lo que entraban en competencia directa con los lugareños de
color quienes desarrollaban esas mismas actividades. La intolerancia que empezó
a sufrir la Gente de Color a partir de entonces, se manifestó principalmente en
dos sentidos: por un lado, en la introducción paulatina de una legislación
segregacionista que les afectaba en la vida cotidiana: como las medidas que les
impedían salir por las calles en horas de la noche, usar prendas lujosas, portar
armas, ser tratados de ‘sieur’, ejercer ciertos oficios, etc.6; y, por el otro, en
disposiciones que pretendían detener el aumento de su población: como la que
4
5
6
El término “calidad” (qualité) era usado con frecuencia en las Antillas francesas, lo que
probablemente se debía a un convencionalismo copiado de los Mundos Hispanos, en
los cuales, para fines del siglo XVIII, significaba: “Nobleza y lustre de la sangre.” Diccionario
de Autoridades [1780], Real Academia Española, en línea:
http://rae.es/ntlle/SrvltGUIMenuNtlle?cmd=Lema&sec=1.0.0.0.0.
“Code Noir” (1685), artículos 58 y 59. Cf. Trésor de la langue française au Québec, en línea:
http://www.tlfq.ulaval.ca/axl/amsudant/guyanefr1685.htm
Cf. Henri GRÉGOIRE, “Mémoire en faveur des gens de couleur ou sang-mêlés de St.Domingue” [Paris, Belin, 1789], La Révolution Française et l’Abolition de l’Esclavage, t. I,
Paris, Editions d’Histoire Sociale, 1968, p. 5 y ss.; H. GRÉGOIRE, De la Noblesse de la Peau,
Paris, Jerôme Million, 2002 (1826), pp. 26-30.
121
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
pechaba desproporcionadamente la emancipación de esclavos7 y la que prohibía
los matrimonios entre Blancos y personas de color8.
Entre tanto, en la metrópoli gala algunos sectores ilustrados comenzaban a
sensibilizarse en contra de la esclavitud. Ello se manifestó primeramente de manera
aislada en una obra del abate Raynal, Historia Filosófica y Política de los Establecimientos
y del Comercio de los Europeos en sus Indias (1770), en la cual hizo una severa crítica a
los monarcas que soportaban aquella institución en sus dominios9. Luego, en la
medida en que se conocían mayores detalles sobre las terribles vejaciones que
sufrían los Negros en la Trata Africana, la causa abolicionista comenzó a ganar
adeptos lo que sembró las bases para la formación de una sociedad abolicionista
francesa10. La misma fue fundada en febrero de 1788 a imagen del Comité
Abolicionista de Londres, y llevó por nombre Sociedad de Amigos de los Negros11.
Entre sus miembros estuvieron algunos de los políticos más notables del período
revolucionario (como Brissot, Condorcet, Gregoire, Lafayette, Mirabeau, Pétion,
Robespierre, entre otros)12, lo que es indicativo de hasta que punto la causa
abolicionista estaba ligada al destino de la revolución.
7
Desde 1745, en las islas francesas se empezó a cobrar un impuesto por esclavo
manumitido, el cual para 1782 había alcanzado 6.000 libras coloniales. Cf. Paul BUTEL,
Histoire des Antilles françaises, XVIIE-XXE siècle, Paris, Perrin, 2002, pp. 159-160.
8
Según J. Raymond, para 1763 había más de trescientos de estos matrimonios prohibidos
sólo en Saint-Domingue. Julien RAYMOND, Observations sur l’origine et les progrès du préjugé
des colons blancs contre les hommes de couleur. Paris, Belin, Desenne, Bailly, 1791, p. 5n.
9
Robin BLACKBURN, The Overthrow of Colonial Slavery, 1776-1848, London, New York,
1988, pp. 53-54.
10
“Discours sur la nécessité d’établir à Paris une société pour concourir, avec celle de
Londres, à l’abolition de la traite & de l’esclavage des Nègres” [Paris, 19/2/1788], La
Révolution Française et l’Abolition de l’Esclavage, t. VI , doc. 1, Paris, Editions d’Histoire
Sociale, 1968.
11
La Sociedad de Amigos de los Negros fue fundada por el girondino Jacques-Pierre
Brissot en febrero de 1788, a imagen del Comité Abolicionista londinense luego del
viaje que hiciera a Inglaterra el año anterior. La misma tuvo dos períodos de actividad:
entre ese año y 1792, cuando cae en desgracia luego del colapso de la Gironda; y a
partir de 1797, cuando renace con el título de Sociedad de los Amigos de los Negros y
de las Colonias, pero sin la misma influencia que tuvo durante la revolución Sobre este
tema véase Marcel DORIGNY, Bernard GAINOT, La Société des Amis des Noirs. (Contribution
à l’histoire de l’abolition de l’esclavage). Paris, Éditions UNESCO, 1998.
12
Suzanne D’HUART, Brissot: La Gironde au pouvoir. Paris, Éditions Robert Laffont, 1986,
pp. 100-102.
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¿Ciudadanos de color? El problema de la ciudadanía de los esclavos y Gente de Color durante las revoluciones...
Alejandro E. Gómez
En lo que concierne a la Gente de Color, ellos también se vieron beneficiados
de esa especie de ‘giro ilustrado’, lo que se reflejó en la corrección que se hiciera
del término ‘Mulato’ en un suplemento de La Enciclopedia publicado en 1776. El
mismo pretendía sustitución de la versión ‘racialista’ previa aparecida nueve años
atrás, cuando fue publicada la primera edición de esa obra. En la nueva definición
se reconoce, aunque en términos bastante prácticos, la importancia que tenía
dicho grupo etno-social en la sociedad colonial: por la colaboración que prestaban
a los Blancos para mantener y controlar las insurrecciones de esclavos, por la
defensa que ejercerían sus milicias en caso de invasión extranjera, y por su numerosa
población, lo que aumentaba la capacidad de consumo de los mercados coloniales13.
Aquel giro también afectó la política colonial metropolitana así como la actitud
de algunos gobernadores en relación a la Gente de Color y los esclavos. En 1782,
se ordenó a los administradores que estaban en Saint-Domingue hacer averiguaciones sobre “…la postura tomada sobre la degradación establecida [contra los
Mulatos] y de darle incluso término”. Más tarde, a fines de 1785, el gobernador de
esa colonia, Guillaume Léonard de Bellecombe, (quien fuera el autor de la actualización del término ‘Mulato’ en La Enciclopedia) ayudó a los Plantadores de esta
calidad, Julien Raymond y Vincent Ogé, a pasar a Francia. La intención de estos
era la de reclamar ante el ministro de colonias, Castries, la intolerancia de que
estaban siendo víctimas por parte de los Blancos en Saint-Domingue. Esta gestión
aparentemente fue exitosa, ya que un año más tarde (en 1786) ese alto funcionario
pedía al nuevo gobernador, La Luzerne, que hiciera consultas para ver si era posible
“...aportar algún temperamento al principio que excluía por siempre a la Gente de
Color y sus descendientes de la condición de los Blancos.” Al año siguiente, en
1787, el consejero de aquel ministro, Saint-Lambert, iba más lejos, considerando
que “aproximar desde ahora los Mulatos a los Blancos” era el primer paso de un
camino que llevaría a la emancipación general14.
Pero no todo el ideario del Siglo Ilustrado contribuyó a mejorar la situación de
Negros y Mulatos, pues el mismo también brindó nuevos argumentos para justificar
la esclavitud y la segregación. Los mismos se nutrieron del naciente ‘racialismo
científico’ surgido de los avances que estaba experimentando la Biología, sobre
13
Carminella BIONDI, “Le problème des gens de couleur aux colonies et en France dans
la seconde moitié du XVIIIe siècle”, Cromohs, Nº 8 (2002), p. 7.
14
Dominique ROGERS, “De l’origine du préjugé de couleur en Haïti”. Outre-Mers Revue de
Histoire, II, Nos. 340-341(2003), pp. 86-87 ; C. BIONDI, op. cit., p. 7; P. BUTEL, op. cit.,
p. 163.
123
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
todo a través de las clasificaciones e interpretaciones que hicieran del género
humano Linneo y Buffon15. Esta influencia se pudo apreciar en los escritos de
algunos teóricos políticos, como el abate Sièyes, quien llegó a concebir una nueva
raza trabajadora del cruce de Negros con monos16, y Voltaire quien estuvo de
acuerdo en que la raza de los Blancos era una especie superior a la de los Negros,
como estos lo eran, según él, “…a la de los monos, y como los monos lo son a las
ostras…”17. Esa tendencia también tuvo eco en la legislación metropolitana, como
se viera en un decreto real de 1777 que prohibía la entrada de Negros a Francia
sobre las bases de que estos podrían infectar la población local, mezclando sus
colores y alterando su sangre18.
¿Ciudadanos de color?
Esas concepciones racialistas no afectaron la concepción de ciudadanía que se
desarrolló durante la Revolución Francesa, lo cual probablemente se debió a la
aparente homogeneidad fenotípica que tenían los distintos grupos étnicos que
conformaban el pueblo francés (bretones, vascos, provenzales, etc.). El criterio
15
Eduardo BOTLOCH, “Ciencia, raza y racismo en el siglo XVIII”, Ciencia Hoy, VI, Nº 33
(1996), en línea: http://www.ciencia-hoy.retina.ar/hoy33/raza02.htm.
16
El Abate Sièyes en su obra Exposición Razonada de los Derechos del Hombre y del Ciudadano
(1789), expresó su preocupación por la incapacidad de las clases trabajadoras, aunque
hacían un trabajo fundamental para la existencia de la Nación, la dureza del mismo les
impedía desarrollar las habilidades necesarias para legislar. En sus notas privadas concibió
una solución extremadamente surrealista a este dilema, la cual consistía en generar una
nueva raza de trabajadores mediante la mezcla de Negros con algunas razas de monos.
De esta forma, indica el célebre abate, se desarrollarían distintos tipos de trabajadores
(unos altos, unos fuertes y otros bajos), cada uno con una atribución distinta. De esta
forma, eventualmente estas nuevas razas se encargarían de la producción de la Nación,
sustituyendo así a los trabajadores actuales quienes finalmente tendrían tiempo para
ilustrarse. Cf. Laurent DUBOIS, A Colony of Citizens (Revolution & Slave Emancipation
in the French Caribbean, 1787-1804), Chapell Hill, The University of South Carolina
Press, 2004, pp. 174-175.
17
VOLTAIRE, Traité de Métaphysique, cap. V: “Si l’homme a une âme, et ce que ce peut être”,
1737.
18
Cf. David BRION DAVIS, The Problem of Slavery in Western Culture. Ithaca, New York,
Cornell University Press, 1969 (1966), pp. 453 y ss. A este respecto, véase la entrada de
“Voltaire” en Wikipedia, sección “Voltaire et les noirs”, en línea:
http://fr.wikipedia.org/wiki/Voltaire#Voltaire_et_les_noirs.
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¿Ciudadanos de color? El problema de la ciudadanía de los esclavos y Gente de Color durante las revoluciones...
Alejandro E. Gómez
discriminatorio de los revolucionarios galos seguía más bien un sentido práctico,
ya que su principal sujeto de discriminación eran los nobles a los que se consideraba
holgazanes, inútiles e incluso extranjeros. Es por ello que, como indicara el abate
Sièyes, los ciudadanos de la Nación sólo podían estar conformados por miembros
del Tercer Estado, es decir, del pueblo llano y la burguesía. Pero aún entre los
miembros de este orden se hicieron diferencias, ya que los burgueses ilustrados
tenían la convicción de que las clases trabajadoras no podían tener sus mismos
derechos, ya que éstas aunque hacían un trabajo fundamental para la existencia de
la Nación, la dureza del mismo les impedía desarrollar las habilidades necesarias
para legislar.
En tal sentido, dicho abate diseñó un ingenioso mecanismo basado en las
capacidades censitarias de cada quien, el cual fue el que se terminaría imponiendo
como se pudo apreciar en la constitución francesa de 1791. Este mecanismo
consistía en la división de los ciudadanos en dos grandes grupos: los ciudadanos
pasivos, con derechos básicos, y los ciudadanos activos, con derecho a ser elector
y elegible (Sección II, Art. 7)19. Para ser ciudadano pasivo, sólo bastaba con cumplir
ciertas condiciones básicas (haber nacido en territorio francés, haber vivido cinco
años en éste, ser descendiente de un francés, etc.); en cambio, para ser activo, se
requería cumplir con una serie de requisitos materiales, los cuales limitaban esta
condición a aquéllos con capacidad de pagar “…un impuesto directo al menos
igual al valor de tres jornadas de trabajo”, y a los que no estaban sujetos “… a un
estado de domesticidad…” (Sección II, Art. 2)20. Esta división, sin embargo, no
impedía que los trabajadores pudiesen eventualmente convertirse en ciudadanos
activos, luego de que se hubiesen ilustrado y alcanzado la prosperidad material
exigida.
Cuando tocó aplicar estos postulados en las Antillas francesas, estos debieron
enfrentar el prejuicio del ‘estigma africano’ y las pugnas inter-étnicas entre los
distintos grupos sociales que conformaban las sociedades de plantación. En cuanto
a los Negros Libres, en vista de que estos no eran considerados como hombres
de acuerdo con las teorías racialistas de la época, mucho menos lo iban a ser como
ciudadanos. Más difícil aún lo tenían los Negros Esclavos, ya que estos, además
19
Omar NORIA, La Teoría de la Representación Política del Abate Sieyès (La idea de la voluntad
constituyente), Caracas, Universidad Católica Andrés Bello, 1999, p. 39.
20
“Constitution française du 3 septembre 1791”, Legisnet, en línea:
http://www.legisnet.com/france/constitutions/constitution_de_1791_1.html.
125
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
de lo anterior, eran considerados como una propiedad, y ésta –de acuerdo al
artículo segundo de los Derechos del Hombre y del Ciudadano– era pensada como uno
“…de los derechos naturales e imprescriptibles del hombre”21. En lo que respecta
a la Gente de Color, si bien no se dudó de su humanidad, sí se les negó algunos
privilegios de que gozaron los Blancos en esa época: como la designación de
diputados y la redacción de Cuadernos de Dolencias (Cahiers de Doléances) para ser
enviados a los Estados Generales convocados por Luis XVI en 178822.
Fue entonces cuando se trasladaron a París los Mulatos que habían salido de
Saint-Domingue en 1785: Vincent Ogé y Julien Raymond. Cabe decir que estos
formaban parte de una reducida elite de Mulatos de las regiones de Aquín y Tobec,
lo que se reflejaría en su accionar político durante el período revolucionario23. Por
lo tanto, su intención al llegar a esa ciudad fue la de convencer a los revolucionarios
metropolitanos de que ellos tenían tantos méritos como los Blancos para convertirse en Ciudadanos Activos. Para sustentar esta afirmación, ellos alegaron que
tenían los bienes materiales exigidos ya que eran propietarios de plantaciones y
poseedores de esclavos, y que tenían la ilustración requerida puesto que habían
sido educados en Francia. Ellos, además, estaban convencidos de haber superado
la barrera del color, ya que –como sostuviera Julien Raymond– eran hijos legítimos,
“originalmente el fruto” del amor de un blanco con una negra; y habían llegado al
nivel más alto de mezcla con Blancos, es decir, eran Cuarterones24.
21
“Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano” [Paris, 26/8/1789],
Bibliojurídica, en línea: http://www.bibliojuridica.org/libros/2/976/10.pdf.
22
ROGERS, “De l’origine du prejudge…”, op. cit., p. 59.
23
John D. GARRIGUS, “Colour, Class and Identity on the Eve of the Haitian Revolution:
Saint-Domingue’s Free Coloured Elite as ‘Colons américains’”. Slavery and Abolition, t.
XVII, Nº 1 (1996), p. 21.
24
ROGERS, “De l’origine du prejudge…”, op. cit., p. 94; J. RAYMOND, Observations sur l’origine
et les progrès du préjugé des colons blancs contre les hommes de couleur…, pp. 1 y ss. En las
colonias francesas en las Antillas se repitió un fenómeno muy parecido al que se diera
en las hispanas, donde, como resultado del gran número de vástagos producto de las
uniones interraciales entre Indios, Blancos y Negros, surgieron una serie de categorías
etno-sociales las cuales se englobaron en general bajo la denominación de ‘castas’. En
el caso galo, estas categorizaciones iban en términos valorativos –de acuerdo con la
clasificación que hiciera Saint-Mery a finales del siglo XVIII– desde el negro al blanco
de la siguiente manera: negro, sacatrá, zarpa (griffe), mirabou, mulato, cuarterón, mestizo,
mameluco, cuarterón, sangre-mezclado y, finalmente, blanco. Cf. Pamphile de LACROIX,
La Révolution d’Haïti, Paris, Éditions Karthala, 1995 (1819), pp. 36-40. Para el caso
hispano-americano, véase: Magnus MÖRNER, Race Mixture in the History of Latin America,
Boston, Little, Brown and Company, 1967.
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¿Ciudadanos de color? El problema de la ciudadanía de los esclavos y Gente de Color durante las revoluciones...
Alejandro E. Gómez
Esto último les hizo asumir posiciones que en ocasiones eran más asociables
con los Blancos: el mismo Raymond era de la opinión de que Blancos y Mulatos
deberían unir esfuerzos para controlar a los esclavos Negros, mientras que su
hermano, François, fue uno de los milicianos Mulatos que en 1791 apoyó a los
Blancos contra los alzamientos de Negros en la Planicie del Norte (SaintDomingue). Fue por ello que una vez en París a quienes contactaron no fue a los
amigos de los Negros, sino al grupo de influencia de los Plantadores. Estos se
habían reunido en el llamado Club Massiac (el cual toma su nombre del hotel
donde sesionaban en la capital gala) con el objetivo de aprovechar la coyuntura
revolucionaria para que las colonias tuviesen mayor autonomía política y
económica, sin que ellos viesen afectadas sus cuotas de poder ni los privilegios
que detentaban en las islas. A ellos se dirigió Vincent Ogé en 1789, con un emotivo
discurso que tocaba varios temas de pretendido interés mutuo, tales como: la
remoción de autoridades metropolitanas, la elección de generales o intendentes
por las asambleas locales, la apertura de puertos a embarcaciones extranjeras,
etc25.
En esa ocasión, este mulato franco-dominicano también resaltó el cuidado
que había de tener con el principio de libertad, por la interpretación que al mismo
podían dar los esclavos Negros. En tal sentido, sugería que había que tomar todas
las medidas necesarias si no se quería presenciar un espectáculo funesto:
Vemos la sangre que corre, vemos nuestras tierras invadidas, los objetos
de nuestra industria arrasados, nuestros hogares incendiados, vemos a
nuestros vecinos, nuestros amigos, nuestras mujeres, nuestros niños
degollados y mutilados, vemos al esclavo que levanta el estandarte de la
revuelta, las islas no serán más que un vasto y funesto estrujón; el comercio
está destruido, la Francia recibe una plaga mortal, & una multitud de
ciudadanos honestos se ha empobrecido, arruinado; nosotros perdemos
todo…26
Los delegados Mulatos se cuidaron de no secundar la causa abolicionista, quizá
para no enemistarse con algunos sectores pro-esclavistas (como el Club Massiac),
25
Vincent OGÉ (Jaune), “Motion faite à l’Assemblée des Colons Habitants de S. Domingue,
à l’Hotel Massiac...” [1789], La Révolution Française et l’Abolition de l’Esclavage, t. XI, doc. 2,
Paris, Editions d’Histoire Sociale, 1968, pp. 3-4.
26
Ibidem, p. 6.
127
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
aunque probablemente también por interés propio27. De tal forma que, así como
tenían claro que ellos “…debían constituir una sola clase con todos los hombres
libres de la colonia” de Saint-Domingue, también eran de la opinión, como indicaba
Julien Raymond, que se podía convivir con los esclavos, hasta tanto no se encontrase
“…un método seguro para llevarlos a un estado de libertad”28. A los Plantadores
no llamó la atención unir su causa con la de unos descendientes de Negros, por lo
que ignoraron a la delegación mulata. Al percatarse de esto, Raymond les acusó de
haber “…confundido artificiosamente la causa de las gentes de color con la de los
esclavos…”29. Fue entonces, a fines de 1789, cuando se produjo un acercamiento
entre esos delegados Mulatos con la Sociedad de Amigos de los Negros30.
Hasta ese momento los miembros de esta sociedad estaban dedicados por
completo a la causa abolicionista, y no se habían preocupado por la causa de la
igualdad de la Gente de Color. A mediados de aquel año, sus esfuerzos se vieron
recompensados con una importante victoria: Esta tuvo lugar durante las
deliberaciones de los Estados Generales a propósito de la representatividad que
debería tener cada cantón en la Asamblea Nacional. En ese contexto, los miembros
del Club Massiac pretendieron abrogarse una representación proporcional al
27
Esta postura de los Mulatos franco-dominicanos contraria a la abolición de la esclavitud
fue criticada por los Negros esclavos de las Antillas francesas: En Martinica, el 29 de
agosto de 1789, poco tiempo después de haberse recibido los Derechos del Hombre y del
Ciudadano, uno de ellos, indignado y firmando por “la Nación entera”, dirigió al
gobernador de la colonia su muy particular ‘cuaderno de dolencias’, en el cual arremetía
contra los Mulatos: “Acabamos de enterarnos con extrema decepción que los Mulatos
lejos de interesarse por su madre, hermanos, hermanas esclavas, han osado mostrarnos
como indignos de disfrutar como ellos de las bondades que otorgan las paz y la libertad
(…) No es para nada la envidia lo que nos obliga a quejarnos de los Mulatos, sino el
atrevimiento que ellos han tenido al hacer un plan de libertad para ellos solos a pesar
de que todos pertenecemos a una misma familia.” Copia de una carta de esclavos de
Martinica [Saint-Pierre, 29 de agosto de 1789] Cf. Monique POULIQUEN (comp.), Deléances
des peuples coloniaux à l’Assamblée Nationale Constituante. Paris, Archives Nationales, 1989,
p. 73.
28
Cf. Mercer COOK, “Julien Raymond”, Journal of Negro History, XXVI, Nº 2 (1941), p. 142.
29
J. RAYMOND, op. cit., p. 1.
30
M. Cook, quien ha estudiado la vida de este enigmático cuarterón, indica que el objetivo
de J. Raymond era obtener justicia para la clase a la que pertenecía; y que no habría
apoyado la causa abolicionista si los Plantadores del Club Massiac hubiesen dado un
mejor trato a la delegación mulata. M. COOK, “Julien Raymond”, op. cit., p. 142.
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¿Ciudadanos de color? El problema de la ciudadanía de los esclavos y Gente de Color durante las revoluciones...
Alejandro E. Gómez
número de habitantes de Saint-Domingue, incluyendo entre estos a los esclavos.
Esto provocó una reacción airada de los amigos de los Negros, sobre todo por
parte del Conde de Mirabeau quien refutó los alegatos de aquéllos en los siguientes
términos:
¿Las colonias pretenden guardar a sus Negros y a su Gente de Color en la
clase de los hombres, o en la de las bestias de carga? Sin embargo, la Gente
de Color es libre, propietaria y contribuyente, y sin embargo no han podido
ser electores. Si los colonos [Plantadores] pretenden que los Negros y la
Gente de Color sean hombres, que liberen a los primeros, que todos sean
electores, que todos puedan ser elegidos. En caso contrario, les pediremos
que observen que al [momento de] proporcionar el número de diputados
a la población de Francia, no tuvimos en cuenta la cantidad de nuestros
caballos ni de nuestras mulas; por lo tanto la pretensión de las colonias
por tener veinte representantes es absolutamente ridícula31.
Tras esta intervención, se acordó que el número de representantes coloniales
Blancos se viera limitada únicamente a seis diputados. Sin embargo, la fortaleza e
influencia que demostraban tener las burguesías portuarias (como las de Brest,
Boudeaux, Le Havre, Marsella y Nantes) dejó claro que no sería fácil acabar con la
esclavitud, por lo que los amigos de los Negros, ya al tanto de las aspiraciones de
los Mulatos, dieron prioridad a la causa de la igualdad de la Gente de Color como
un paso previo a su ambición abolicionista32. El primer texto importante que
circuló en Francia a favor de la causa de los Mulatos33, fue uno escrito a fines de
1789 por el abate Henri Grégoire el cual llevaba por título: Memoria a favor de la
Gente de Color o sangre-mezclados de Saint-Domingue. En el mismo, este prelado prosigue
la postura de Mirabeau: defiende la condición humana de los ‘sangre-mezclados’
(sang-mêlés), el derecho que tienen los Mulatos a la ciudadanía, y arremete en contra
de los Blancos oriundos de las Antillas, acusándolos de haber sido ellos quienes
inventaron el prejuicio hacia la Gente de Color:
31
Sesión del 3 de julio de 1789, Honoré-Gabriel Riqueti de MIRABEAU (Conde de), Discours
et opinions, Paris, Lecointe et Pougin, 1834, p. 133.
32
Thomas OTT, The Haitian Revolution, 1789-1804, Tennesse, The University of Tennesse
Press, 1995 (1973), pp. 28-29; D. BRION DAVIS, The problem of Slavery in the Age of Revolution,
1770-1823, Ithaca, London, Cornell University Press, 1975, p. 111.
33
BIONDI, “Le problème des gens de couleur aux colonies…”, op. cit., p. 9.
129
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
…los Blancos teniendo la fuerza, han pronunciado, en contra de la justicia,
que una piel pardusca excluía de las ventajas de la sociedad. Orgullosos de
su tinte, elevaron una pared separativa entre ellos y una clase de hombres
libres, que incorrectamente se llama Gente de Color o sangre-mezclada.
Ellos han condenado al envilecimiento a varios millares de estimables
individuos, como si todos no fuesen niños de un padre común34.
En este texto, el abate Grégoire ofrece además tres razones “prácticas” y hasta
“profilácticas” para otorgar igualdad a los Mulatos: En primer lugar, él alega que,
dado su creciente número, ellos representan un obstáculo en caso de que los
Blancos deseasen entregar las colonias a una potencia extranjera; en segundo
lugar, ello contribuiría a mantener el orden en las colonias, dado que sus milicias
eran las encargadas de controlar las revueltas de esclavos y reducir a los cimarrones;
y, en tercer lugar, de no hacerlo se corría el riesgo de que hiciesen causa común
con los Negros, y pasaran a arrasar en conjunto las colonias (“...el interés recíproco
bruscamente los acercará, y si alguna vez los sangre-mezclados izan el estandarte
de la libertad, todos los Negros los seguirán”). Para terminar, propuso que a los
Mulatos se les permitiese tener cinco diputados en forma provisoria, hasta que
tuviesen lugar nuevas elecciones libres en las Antillas sin distinción de colores35.
Esto último pareció materializarse el 22 de octubre de 1789, cuando los
miembros de la delegación mulata, tal vez aprovechando la reciente declaración
de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (la cual había sido proclamada el 26 de
agosto anterior), solicitaron ser aceptados como diputados en la Asamblea
Nacional. El abogado del consejo, M. Joly, siguiendo los argumentos del abate
Grégoire, alegó que estos estaban en su derecho como ciudadanos propietarios y
contribuyentes; y que, además, era absurdo que el sector etno-social al que
pertenecían fuese representado por los Plantadores, cuyos intereses eran opuestos
a los de ellos36. El presidente de la asamblea estuvo de acuerdo con estas alegaciones,
aun así a la delegación mulata sólo se le participa en una “sesión provisoria”,
34
H. GRÉGOIRE, “Mémoire en faveur…”, op. cit., p. 4.
Ibidem, pp. 38-45.
36
Según Le Patriote Français de ese día, M. Joly habría dicho lo siguiente: “...todos los
hombres son iguales en derecho, cualquiera que sea su color; que los Mulatos y
Cuarterones tenían el derecho de Cité (ciudadanía) por el Edicto de 1585 (sic); que
ellos pagaban los Impuestos & Subsidios; que ellos ofrecían, por su cuarto, 6 millones,
& la cincuentava de sus bienes raíces.” Sesión del 22 de octubre de 1789, Le Patriote
Français, t. LXXVII (23/10/1789), Paris, Impr. du Patriote Français, 1989, p. 3.
35
130
¿Ciudadanos de color? El problema de la ciudadanía de los esclavos y Gente de Color durante las revoluciones...
Alejandro E. Gómez
lo que de ninguna manera implicaba una incorporación formal a dicho cuerpo
legislativo.
La decisión de Ogé
En lo sucesivo, los diputados Plantadores y de las ciudades portuarias hicieron la
vida difícil a los amigos de los Negros, quienes apenas si pudieron intervenir en
las discusiones que concernían a la Gente de Color37. Entre tanto, los Plantadores
que habían venido haciendo presión para que las colonias tuviesen mayor
autonomía, dieron un importante paso el 8 de marzo de 1790. Ese día, la Asamblea
Nacional, prácticamente sin debatir y pese a los reclamos de algunos abolicionistas
(como Mirabeau, Pétion y Villeneuve), aprobó un decreto que otorgaba valor
legal a las asambleas coloniales, a las cuales se concedía mayor autonomía política
y económica38. Seguidamente, el día 28 de ese mismo mes, se aprobó una instrucción
que establecía que los electores para las asambleas coloniales eran sólo aquéllos
que cumpliesen con las condiciones para ser Ciudadanos Activos39. En el debate
previo a la aprobación de esta media, el abate Grégoire se preocupó por la poca
claridad que ofrecía el borrador en relación al alcance que tendría la ciudadanía,
por lo que propuso que se indicara claramente que los Mulatos eran también
ciudadanos. A esto no se opuso el diputado Arthur Dillon de Martinica, pero sí lo
hicieron los de Saint-Domingue, por lo que se terminó aprobando el decreto
como había sido redactado inicialmente40.
37
Un buen ejemplo de ello es la algarabía que se formó en la Asamblea Nacional el 8 de
marzo, cuando quisieron intervenir Mirabeau, Pétion y Villeneuve. Sesión del 8 de
marzo de 1790, Archives Parlementaires, t. XII, Paris, Librairie administrative P. Dupont,
1913, p. 74
38
Mediante este decreto, las Asambleas Coloniales tenían potestad para proponer ante el
Rey alteraciones sobre: las estructuras administrativo-políticas de las colonias, sobre la
constitución metropolitana, sobre el “régimen prohibitivo de comercio”. Ibidem, p. 72;
Y. BÉNOT, La Révolution française et…, op. cit., p. 72; L. DUBOIS, A Colony of Citizens, op. cit.,
p. 103.
39
Cf. Y. BÉNOT, La Révolution française et…, op. cit., p. 72.
40
Sesión del 28 de marzo de 1790, Archives Parlementaires, t. XII, Paris, Librairie administrative
P. Dupont, 1913, p. 383. Este decreto reviste particular importancia desde un punto de
vista comparativo, en relación a lo que sucederá posteriormente en Caracas y otras
partes de la América hispana. Mediante el mismo los Plantadores franco-antillanos
obtuvieron mayor autonomía política y económica, lo cual era una de las principales
aspiraciones de los blancos criollos hispano-americanos. N. del A.
131
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
La ambigüedad de este decreto suscitó una serie de conflictos en todas las
Antillas. Los mismos fueron iniciados por Pequeños Blancos quienes pretendían
impedir por la fuerza que los Mulatos ejerciesen el derecho de ser electores41. El
peor de esos conflictos tuvo lugar el 3 de junio de 1790 en la ciudad de SaintPierre (Martinica), donde muchos individuos de esta calidad fueron masacrados
durante las celebraciones de la tradicional Fiesta de Dios. Este hecho marcó el
inició de una guerra etno-civil en dicha isla en la que se vieron enfrentados el
partido de Mulatos y Plantadores contra el de los Pequeños Blancos y
representantes de las burguesías portuarias metropolitanas (los llamados
Comerciantes). Este conflicto no pudo ser aplacado sino hasta finales de aquel
año, tras la llegada de un contingente armado enviado desde la metrópoli42.
Para aquel momento, los delegados Mulatos en la metrópoli comenzaban a
cansarse de esperar que la Asamblea Nacional los aceptase como diputados,
mientras que en las Antillas les negaban los derechos ciudadanos a sus iguales.
“¿Por qué?”, se preguntaba Julien Raymond indignado, “…acaso no somos
propietarios, contribuyentes de impuestos, y sobre todo, de gran utilidad; por lo
tanto, se nos ha debido llamar a las asambleas primarias (…) para nombrar nuestros
representantes”43. El abolicionista inglés, Thomas Clarkson, quien para ese
momento se encontraba en París, pudo captar ese estado de desesperanza
directamente de la boca de Vincent Ogé, quien para aquel momento ya advertía
otro modo de hacer cumplir los derechos de sus congéneres:
Comienza a despreocuparme si la Asamblea Nacional nos admitirá o no.
Qué se cuiden de las consecuencias. No permitiremos que se nos mantenga
relegados a las sombras. Despachos saldrán directo para Santo Domingo;
y pronto nosotros les seguiremos. Podemos producir tan buenos soldados
en nuestras tierras, como en Francia. Nuestras propias armas nos harán
independientes y respetables44.
41
T. OTT, The Haitian Revolution…, op. cit., pp. 35-36.
Alejandro GÓMEZ, Fidelidad Bajo el Viento (Revolución y Contrarrevolución en las Antillas
Francesas en la Experiencia de Algunos Oficiales Franceses Emigrados a Tierra Firme,
1790-1795), México, Siglo XXI Editores (Col. Pensamiento Caribeño), 2004, pp. 22 y ss.
43
M. COOK, “Julien Raymond”, op. cit., p. 142.
44
Thomas CLARKSON, The history of the rise, progress and accomplishment of the abolition of the
African slave-trade by the British Parliament, t. II, London, Longman, Hurst, Rees, and
Orme, 1808, pp. 149-150 [Traducciones del inglés por el autor].
42
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¿Ciudadanos de color? El problema de la ciudadanía de los esclavos y Gente de Color durante las revoluciones...
Alejandro E. Gómez
Mientras tanto, los Plantadores seguían obteniendo prerrogativas a su favor
de la Asamblea Nacional: Luego de un debate que tuvo lugar el 12 de octubre de
1790, en el que nuevamente se negó el derecho de palabra a los defensores de los
Mulatos (Grégoire, Mirabeau y Pétion), se aprobó un decreto mediante el cual la
Asamblea Nacional se prohibía a sí misma discutir sobre el “estado de las personas”
de las colonias (incluyendo, por supuesto, a la Gente de Color), a menos que fuese
solicitado explícitamente por las asambleas coloniales dominadas por los
Plantadores locales45. Esta medida fue criticada duramente por el abate Grégoire,
quien, en su Carta a los Filántropos, sobre las desdichas, derechos y reclamos de las gentes de
color, la comparó con otra Noche de San Bartolomé (masacre de Hugonotes
ocurrida en París en 1572), ya que, según él, de nuevo “…una parte de la nación
había sido inmolada por los prejuicios, y la codicia de la otra”46.
Grégoire estaba muy consciente de lo volátil que se estaba tornando la situación
al otro lado del Atlántico, por lo que en ese mismo texto advertía: “...tarde o
temprano, la energía comprimida de los Mulatos se levantará con una fuerza
irresistible”47. De acuerdo con esta advertencia, es probable que para ese entonces
este abate ya estuviera al corriente de las intenciones de Vincent Ogé, quien desde
mediados de julio de 1790 había partido de vuelta a Saint-Domingue. Una vez en
esta colonia, Ogé conformó un pequeño contingente armado de alrededor de
700 Mulatos. Su cuartel general lo estableció al norte, en Grande Rivière, a pocas
millas de Le Cap Français. Desde allí envió una comunicación a la Asamblea
Colonial, exigiéndole que honrara la instrucción del 28 de marzo, aceptando en su
cuerpo a representantes de la Gente de Color. Para evitar confusiones, en esta
misiva dejó claro que su petición no incluía “…a los Negros en esclavitud”, aunque
en realidad se sabe que secretamente planeaba insurreccionar a los esclavos si esto
contribuía a lograr sus objetivos48.
Luego de una corta resistencia, la tentativa de insurrección mulata fue aplacada
por los Blancos, y sus cabecillas se vieron forzados a huir a la parte española de la
45
Y. BÉNOT, La Révolution française et…, op. cit., pp. 72-73.
H. GRÉGOIRE, “Lettre aux philanthropes, sur les malheurs, les droits et les réclamations
des gens de couleur de Saint-Domingue, et des autres îles françaises d’Amérique”, La
Révolution Française et l’Abolition de l’Esclavage, t. IV, doc. 9, Paris, Editions d’Histoire Sociale,
1968, pp. 1, 16.
47
Idem.
48
T. OTT, The Haitian Revolution…, op. cit., pp. 36-37.
46
133
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
isla. Estando en este territorio, fueron aprehendidos por las autoridades hispanas,
y luego extraditados. De vuelta en Saint-Domingue, se les siguió juicio tras el cual
fueron condenados a muerte. Así, el 9 de marzo de 1791, el cuarterón y líder del
movimiento, Vincent Ogé, era quebrado en la rueda. Cuando la noticia sobre los
detalles de esta ejecución llegó a París, esto provocó una ola de indignación entre
la población local. Entonces, una muchedumbre enardecida impidió el acceso a
los miembros del Club Massiac a su sede en la avenida Victoires amenazando con
lincharles49.
Esta situación fue explotada inteligentemente por los amigos de los Negros,
sobre todo por Jacques-Pierre Brissot, en un artículo publicado en enero de 1791,
el cual llevaba por título: Sobre la Nueva Insurrección de los Mulatos en Saint-Domingue.
En el mismo, defendió la legitimidad de la causa de los Mulatos y las motivaciones
que en este sentido tuvo Vincent Ogé para rebelarse, al tiempo que procuraba
desvincular esa causa de las revueltas de esclavos:
Él no pretendía otra cosa que la ejecución de los decretos que otorgaban
a los Mulatos libres el derecho a ser ciudadano activo; protestó que él no
estaba exigiendo nada en relación a la esclavitud; que él está lejos de
pretender levantar a los esclavos, de querer causar devastaciones50.
Con el pasar de los días, el apoyo a los Mulatos fue incrementándose, como se
pudo apreciar en las numerosísimas declaraciones de apoyo (votos) que hicieron
llegar a la Asamblea Nacional muchas sociedades de Amigos de la Constitución.
Las mismas venían de todos los rincones del hexágono francés, incluso de ciudades
portuarias como Bourdeaux, y todas compartían un reclamo común: “...los
derechos de Ciudadano activo en favor de los hombres de color de las Colonias”51.
La presión política ejercida por sectores como los anteriores, hizo que finalmente
se escucharan en la Asamblea Nacional las alegaciones de los defensores de la
causa de los Mulatos. Ello motivó un candente debate iniciado a principios de
mayo de 1791, sobre el cual vale la pena detenerse para resaltar sus momentos
más resaltantes:
49
Cf. Y. BÉNOT, La Révolution française et…, op. cit., p. 75.
“Sur la nouvelle insurrection des mulâtres à Saint-Domingue” [Paris, 5/1/1791], Le
Patriote Français, 515 (5/1/1791). Paris, Impr. du Patriote Français, 1991, p. 18.
51
“Lettres de Diverses Sociétés des Amis de la Constitution…” [3/4/1791], La Révolution
Française et l’Abolition de l’Esclavage, t. IV, doc. 10, Paris, Éditions d’Histoire Sociale, 1968.
50
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¿Ciudadanos de color? El problema de la ciudadanía de los esclavos y Gente de Color durante las revoluciones...
Alejandro E. Gómez
• El martes 10 de mayo, el abate Grégoire defiende la causa de Vincent Ogé, y
exige que los “ciudadanos de color libres, propietarios y contribuyentes, sean
comprendidos en el (…) decreto del 28 de marzo”52.
• El jueves 12, el abate Sièyes, decreto en mano, alegó que el influyente diputado
pro-Mulatos, Antoine Barnave había violado el texto original, emitiendo uno
nuevo que desfavorecía a los Mulatos53.
• El 13 el abate Grégoire y otros diputados pasan a la ofensiva: defienden los
derechos ciudadanos de los Mulatos e increpan a Barnave a definirse sobre
este asunto.
Los diputados de colonias, encabezados por Moreau de Saint-Méry, intentan
desviar la discusión hacia el peligro que según ellos se corría que se perdiesen las
colonias. Proponen entonces elaborar un nuevo decreto que siguiese reservando
a las asambleas coloniales cualquier legislación sobre el estatus de los esclavos.
Ante esta situación de estancamiento y por el riesgo de que los Plantadores se
saliesen con la suya evitando que se tomase una decisión definitiva favorable a los
Mulatos, Robespierre intervino pronunciando un acalorado discurso que terminó
por inclinar la balanza a favor de estos últimos:
Es de gran interés la conservación de sus colonias; pero incluso este interés
es relativo [frente] a vuestra Constitución; y el interés supremo de la nación
y de las propias colonias es que vosotros conservéis vuestra libertad y que
no derriben con sus propias manos las bases de esa libertad. ¡Eh! Qué
perezcan sus colonias, si han de conservarse a ese precio. (…) concluyo
que la mayor desgracia que la Asamblea puede lograr no es sobre los
ciudadanos de color, ni sobre las colonias, sino sobre todo el imperio
francés, si ha de adoptar esa desastrosa enmienda propuesta por M. Moreau
de Saint-Méry. Cualquier otro proyecto, cualquiera que sea, es mejor que
aquél. Pero como será imposible adoptarlo [debido a] los inconvenientes
extremos que acabo de presentar, pido que la Asamblea que declare que
los hombres libres de color tienen el derecho a gozar de los derechos de
ciudadanos activos54.
52
Sesión del 10 de mayo de 1791, Le Patriote Français, 643 (13/5/1791), Paris, Impr. du
Patriote Français, 1991, p. 525.
53
Ibidem, p. 527.
54
Sesión del 13 de mayo de 1791, Archives Parlementaires, XXVI, Paris, Librairie administrative
P. Dupont, 1913, p. 60.
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Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
Dos días más tarde, el 15 de mayo de 1791, se aprueba un decreto en el que
finalmente se permite el acceso a la ciudadanía activa a una parte de la población
de color: la que “tenía padre y madre libres”. Esta condición favorecía los intereses
de las élites mulatas, ya que, a diferencia de los Negros Libres, eran esas los que en
mayor medida podían cumplir con esta condición55.
El decreto del 4 de abril
Esta medida provocó la ira de los Blancos de Saint-Domingue, quienes impidieron
su aplicación arguyendo que no se debían eliminar las barreras “inalterables” e
“insuperables” del color, pues ello acarrearía el fin de la institución de la esclavitud.
Por lo tanto, siguieron impidiendo que la Gente de Color tuviese representación
en las Asambleas Coloniales. De inmediato los Mulatos se organizaron para
defender sus derechos, comenzando así otra guerra civil entre Blancos y Mulatos56.
Este conflicto se vio opacado por la gran revuelta de esclavos iniciada el 10 de
agosto de 1791 en los alrededores de Le Cap Français. La misma fue aumentando
en intensidad hasta contar con la participación de más de cien mil Negros57.
55
Artículo 2. La Asamblea nacional decreta que el Cuerpo legislativo jamás deliberará
sobre el estatus político de la gente de color que no haya nacido de padre y madre libre,
sin el deseo previo, libre y espontáneo de las colonias, que las asambleas coloniales
actualmente existentes subsistirán; pero que las gentes de color nacida de padre y madre
libre, serán admitidas en todas las Asambleas parroquiales y coloniales futuras, si tienen
por otra parte las calidades requeridas. “Décret de l’Assemblée Nationale” [Paris, 15/
5/1791], Académie de la Guadeloupe, en línea: http://www.ac-guadeloupe.fr/Cati971/
snd_degre/LGT_F_FLERET/fichiertextes/citoy-92.htm.
56
Carolyn FICK, The Making of Haiti (The Saint Domingue Revolution From Below),
Knoxville, University of Tennessee Press, 1990, pp. 118-121.
57
Para Ott, hubo varias razones que propiciaron ese levantamiento masivo: el odio
tradicional al amo, los papeles que habían puesto a circular los abolicionistas galos
entre los Mulatos, la organización a través del vudú, e incluso de lealtad al monarca. C.
Reinhardt añade que se debe tomar en cuenta que los Negros esclavos tenían su propia
tradición de rebeldía, la cual sólo necesitaba una chispa para dispararse. Y, en este caso,
esa fue la Revolución Francesa. T. OTT, The Haitian Revolution…, op. cit., pp. 40-41;
Catherine REINHARDT, “French Caribbean slaves forge their own ideal of liberty in
1789”, Doris Y. Kadish (ed.) Slavery in the Caribbean Francophone World (Distant voices,
forgotten acts, forged identities), Athens, University of Georgia Press, 2000, pp.
26-34.
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¿Ciudadanos de color? El problema de la ciudadanía de los esclavos y Gente de Color durante las revoluciones...
Alejandro E. Gómez
Este hecho propició una nueva alianza circunstancial entre Blancos y Mulatos
de la Provincia del Norte, los cuales unieron esfuerzos para suprimir la insurrección.
En prácticamente la totalidad de las ciudades de la colonia se firmaron acuerdos
(concordatos), en los que se convenía satisfacer las peticiones de los Mulatos, las
cuales se reducían en esencia a que los Blancos cumpliesen con el decreto del 15
de mayo. Una vez aplacada la insurrección la paz pareció imponerse en toda la
colonia, a lo que siguió una política de reconciliación. Esto se reflejó simbólicamente
en un acto celebrado en Port-au-Prince el 18 de octubre, en el cual desfilaron en
conjunto combatientes Blancos, Mulatos, Negros Libres e, incluso, una compañía
de Negros cimarrones que se llamaban a sí mismos “los Suizos” (en honor a la
guardia personal de Louis XVI)58. Estas festividades culminaron con un Te Deum
en la iglesia principal de la ciudad. Dos días más tarde, la Asamblea Colonial
acataba dicho decreto, pero ampliaba su cobertura a todos los hombres de color
sin limitaciones de parentesco, con lo que se incluía a los Negros Libres59.
Este estado de fraternidad inter-étnica habría de durar poco. En Francia, los
miembros de la Asamblea Nacional se habían dejado convencer por los Plantadores,
de que los desórdenes que estaban teniendo lugar en Saint-Domingue se debían
al decreto igualitario del 15 de mayo. Por esta razón, el 24 de septiembre de 1791,
se emitía uno nuevo que devolvía a las Asambleas Coloniales controladas por los
Plantadores, la potestad de legislar sobre el estatus “…de las personas no libres y
del estado político de los hombres de color y los Negros Libres”60. Al mismo
tiempo, Antoine Barnave se las arreglaba para que poco antes de que se aprobara
la constitución que se había venido elaborando en la Asamblea Nacional (la cual
tenía un carácter constituyente) se agregara una cláusula que indicara que la misma
no era aplicable a “…las colonias y posesiones francesas en Asia, África y América”
(Art. 8)61.
58
Inmediatamente después, los Negros “suizos”, luego de fallar su deportación, fueron
en su gran mayoría ejecutados con la anuencia de Blancos y Mulatos, por el peligroso
ejemplo que estos representaban para el resto de las esclavitudes. Cf. T. OTT, The Haitian
Revolution…, op. cit., p. 52.
59
Ibidem, p. 51; C. FICK, The making of…, op. cit., p. 124.
60
“Décret de l’Assemblée Nationale” [Paris, 24/9/1791], in Académie de la Guadeloupe, en
línea: http://www.ac-guadeloupe.fr/Cati971/snd_degre/LGT_F_FLERET/
fichiertextes/citoy-92.htm.
61
Y. BÉNOT, La Révolution Française et…, op. cit., p. 76.
137
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
Al conocerse esa noticia en Saint-Domingue, los Pequeños Blancos intentaron
aplicar el nuevo decreto pero los Plantadores locales, conscientes del peligro que
corría la colonia ante la rebelión de esclavos, decidieron ratificar los acuerdos
alcanzados con los Mulatos. A fines de noviembre, cuando la municipalidad de
Port-au-Prince estaba a punto de ratificar su concordato correspondiente, algunos
Pequeños Blancos asesinaron a un militar mulato, lo que significó el reinicio de las
hostilidades. En esta ocasión, muchos Plantadores que comenzaban a manifestar
una tendencia realista, se unieron a los Mulatos y Negros Libres en contra de la
facción de los Pequeños Blancos, quienes tenían una tendencia más jacobina62. A
partir de ese momento, la colonia quedó sumida en el caos y así lo reflejaron los
reportes que llegaban a la Asamblea Legislativa. Algunos de estos estaban
tergiversados por los Pequeños Blancos, quienes pretendían hacer ver a los Mulatos
como unidos a los Negros en una cruzada de exterminio contra todos los Blancos.
En respuesta a los informes de este tipo presentados el 21 de marzo de 1792
ante la Asamblea Legislativa (entidad que sustituyó a la Asamblea Nacional luego
de aprobada la constitución), el líder girondino, Jacques-Pierre Brissot, acusó a
sus autores de “…haber omitido una multitud de eventos importantes y de haber
disfrazado otros”, y propuso abrir el debate hasta tomar una resolución definitiva
sobre el estatus político de los Mulatos. El primero en participar fue el mismo
Brissot, quien pronunció un largo y emotivo discurso en el que defendió el apego
a la ley que estos manifestaban tener, y criticó la calumnia que se había levantado
en su contra63. El debate se extendió hasta el 28 de marzo. Al final, pese a las
objeciones de la diputación de los Plantadores, se votó a favor de una resolución
que reinstauraba los derechos ciudadanos activos a todos aquellos Mulatos y Negros
Libres que “…reúnan las condiciones preescritas”64.
Dos días más tarde, el 30 de ese mismo mes, tras dos años de intentos frustrados,
finalmente se permitió comparecer ante un legislativo metropolitano a una
diputación de ‘ciudadanos de color’. La misma hizo su entrada al recinto donde
62
C. FICK, The making of…, op. cit., pp. 125 y ss.
Sesión del 21 de marzo de /1792, Archives Parlementaires, t. XL , Paris, Librairie
administrative P. Dupont, 1913, p. 205 y ss.
64
Artículo 2: “Los hombres de color y Negros Libres, serán admitidos a votar en todas
las asambleas parroquiales y serán elegibles en todas las plazas, cuando reúnan las
condiciones preescritas”. “Décret de l’Assemblée Nationale” [Paris, 28/3/1792],
Académie de la Guadeloupe, en línea: http://www.ac-guadeloupe.fr/Cati971/snd_degre/
LGT_F_FLERET/fichiertextes/citoy-92.htm.
63
138
¿Ciudadanos de color? El problema de la ciudadanía de los esclavos y Gente de Color durante las revoluciones...
Alejandro E. Gómez
funcionaba la Asamblea Legislativa en el Palacio de Tullerías, en medio de los
aplausos de los presentes. Esta diputación estaba compuesta por ocho Mulatos
encabezada por Julien Raymond, quien, emocionado, se dirigió a los presentes en
los siguientes términos:
Señores, después y largas y crueles persecuciones, al fin se nos permite
esperar días más felices. Desde ya vuestra presencia y el asilo de la libertad
nos hacen olvidar todas nuestras desventuras. Es a vosotros, Señores, a
quienes estaba reservado llevar una visión bienhechora a las colonias, para
destruir el último y más desastroso de los prejuicios; es a vosotros a quienes
correspondía regenerar las colonias por esta verdad: la felicidad de toda
sociedad depende de la igualdad de derechos; que ella sola puede establecer
la prosperidad sobre las bases eternas de la justicia65.
Las consecuencias del decreto del 4 de abril (fecha en que el rey aprobó la
resolución del 28 de marzo) no se hicieron esperar. En Guadalupe y Martinica, la
misma sirvió para acercar los intereses de Plantadores y muchos sectores Mulatos
unidos en torno a la causa realista, en contra de los Pequeños Blancos que
conformaban el partido patriota. Cuando en septiembre de 1792 se conocieron
las noticias de que en Francia la monarquía había sido abolida siendo sustituida
por una República, los oficiales en esas islas –en su mayoría formados durante el
Antiguo Régimen– apoyados por los Plantadores deciden abrazar la causa realista,
por lo que muchos patriotas debieron emigrar a las islas vecinas. Este hecho afectó
la alianza con los Mulatos, debido a las diferencias ancestrales que tenían ambos
grupos entre sí y a las dudas que estos tenían en cuanto a que bajo el orden realista
mantuviese el estatus que habían alcanzado.
Estas dudas fueron avivadas por el agente que se enviara desde la metrópoli
para apoyar a los patriotas, el ciudadano Lacrosse. Éste sólo se pudo instalar en la
única isla francesa que desde un principio rechazó la causa realista, Sainte-Lucie,
desde donde puso a circular panfletos en los que increpaba a los Mulatos a abrazar
la causa republicana:
…hermanos & amigos, hasta el presente conocidos bajo el nombre de
gentes de color (…). La ley que vosotros desconocéis está completamente
a vuestro favor. El gobierno republicano es el suyo, el del pueblo; su reino
ya ha comenzado en la fiel Santa Lucía: sus hermanos, que han devenido
65
Sesión del 30 de marzo de 1792, Archives Parlementaires, t. XL, Paris, Librairie administrative
P. Dupont, 1913, p. 708.
139
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
los nuestros, no haciendo más que una familia, sentándose en la misma
mesa, compartiendo todos nuestros placeres en sociedad, nuestros trabajos
y los peligros ante la guerra (…) ¿Preferirían ustedes el antiguo régimen
donde una línea de demarcación humillante les separaba de los Blancos?66.
Como consecuencia de esto, muchos Mulatos, convencidos de que nada bueno
se podía esperar de los Plantadores y de que tendrían mejores posibilidades bajo
el régimen republicano, también tomaron el camino de la emigración. La mayoría
de los patriotas de las Antillas Menores se reunieron en la isla inglesa de Dominica67,
donde decidieron llevar a cabo elecciones para elegir sus representantes
parlamentarios que habrían de viajar a Francia para integrarse a la Convención
Nacional (nueva entidad legislativa republicana). Entre los sufragantes, el 15% se
identificó como Gente de Color, por lo que uno de ellos resultó electo: el mulato
martiniqués, Jean Littée. Llegado a Francia, fue objeto de un recibimiento similar
al que se le hiciera a Raymond unos meses atrás, y su ingreso a dicho ente legislativo
fue interpretado como una prueba fehaciente de la lealtad de los electores de las
islas hacia la República, y un vaticinio de la pronta recuperación de las mismas de
manos realistas68.
Y no se equivocaban, ya que en enero de 1793 las Antillas Menores francesas
pasaban de nuevo a estar bajo control republicano, luego de que tanto Mulatos y
Plantadores retiraran su apoyo a los oficiales realistas. Ello se debió en gran medida
a la propaganda desplegada por el ciudadano Lacrosse, quien, además de buscar
“voltear” a los Mulatos, también había hecho circular el rumor de que la República
estaba por enviar una poderosa escuadra naval y también había asegurado a los
Plantadores que no emanciparía a sus “propiedades pensantes” (esclavos)69. En
Guadalupe y Martinica, se le hicieron sendos recibimientos triunfales a Lacrosse
a su llegada a estas islas el 20 de enero y el 3 de febrero respectivamente. En
marzo, algunos Mulatos de Guadalupe le enviaron una misiva manifestándole su
adhesión al nuevo sistema, y en la que se describían como “nuevos ciudadanos”70.
66
Cf. A. GÓMEZ, Fidelidad Bajo el Viento, op. cit., p. 68.
Sobre las pugnas revolucionarias en las Antillas Menores francesas, véase: A. GÓMEZ,
Fidelidad bajo el viento, op. cit., pp. 17-114.
68
L. DUBOIS, “Ciudadanía por asimilación y por autonomía, 1792-1802”, Revista Mexicana
del Caribe, año V, Nº 10 (2000), pp. 93-94.
69
Cf. A. GÓMEZ, Fidelidad bajo el viento, op. cit., pp. 68.
70
L. DUBOIS, A Colony of Citizens, pp. 120-123.
67
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¿Ciudadanos de color? El problema de la ciudadanía de los esclavos y Gente de Color durante las revoluciones...
Alejandro E. Gómez
En lo sucesivo, la Gente de Color de esta isla comenzó a desarrollar cada vez
más devoción por la República. Esto se debió, sobre todo, a las medidas integracionistas puestas en práctica por el nuevo gobernador, Víctor Collot. Las mismas
estaban encaminadas a que los Mulatos tomasen consciencia de sus nuevos
derechos ciudadanos, lo que se hizo a través de la promoción de clubes jacobinos
(como la Sociedad de Amigos de la República de Basse-Terre), los cuales
comenzaron a jugar un papel estelar en la vida política de la colonia71. Otra medida
que se tomó en esa época tanto por Collot como por el gobernador de Martinica,
el general Rochambeau, fue el nombramiento de algunos miembros de ese sector
etno-social como oficiales de los batallones de colonias. Con ello se rompía con la
larga tradición de exclusión de los Mulatos de los grados más altos de los cuerpos
armados coloniales72.
El año 1 de la abolición
El colapso de los partidos realistas en las Antillas Menores galas en enero de
1793, coincidió con la ejecución en París de Luis XVI. Casi de manera inmediata,
España, Holanda e Inglaterra se sumaron a Prusia y a Austria, con lo que dio
inicio la guerra de la primera coalición contra la República francesa. Este conflicto
bélico encontró en el Caribe uno de sus principales escenarios de lucha. En 1794,
Martinica y Guadalupe cayeron en manos inglesas, mientras que ese mismo año
Saint-Domingue era invadida por tropas británicas y españolas. Esta circunstancia
fue aprovechada por muchos Negros esclavos de esta colonia quienes se sumaron
a las fuerzas españolas buscando adquirir su libertad. Entre estos se encontraban
dos nombres que posteriormente jugarán un papel protagónico en el devenir de
la Revolución Haitiana: Toussaint Louverture y Jean-Jacques Dessalines.
Desde septiembre de 1792 se encontraba en Saint-Domingue una comisión
liderada por el agente Léger Félicité de Sonthonax: un brissotino quien era miembro
activo de la Sociedad de Amigos de los Negros. Apenas llegados a dicha colonia,
estos comisarios hicieron una declaración pública de apoyo a la institución de la
esclavitud, en la que afirmaban que para ellos sólo había dos tipos de personas:
ciudadanos libres, sin distinción de color, y esclavos. Esta declaración de alguna
71
72
L. DUBOIS, “Ciudadanía por asimilación y por autonomía”, p. 96.
L. DUBOIS, A Colony of Citizens, p. 148.
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Año XI, número 12, 2005
manera reflejaba el objetivo de su comisión, el cual, aparte de poner coto a las
revueltas de esclavos, era el de hacer cumplir el decreto del 4 de abril de igualdad
para la Gente de Color. En relación a esto último, Sonthonax puso todo su empeño
en ganarse a los Mulatos aplicando las mismas políticas integracionistas y de
concientización ciudadana que se habían puesto en práctica en las Antillas Menores:
les nombró oficiales y fundó clubes jacobinos73.
Para mediados de 1793, contrariamente a lo que sucediera en Guadalupe y
Martinica, la causa republicana en Saint-Domingue seguía siendo aún muy fuerte.
Por esta razón, Sonthonax comenzó a ejercer la dirección de un ejecutivo fuerte a
fin de acabar con las pretensiones de los contrarrevolucionarios y con el poder de
los Blancos en general. Para esta empresa contó con el apoyo de los Mulatos, pero
luego, dándose cuenta de la importancia demográfica que tenían los Negros (Libres
y esclavos) en ese territorio, y considerando la cantidad que de estos se habían
pasado al bando español, decidió tomar una medida radical: Así, el 21 de junio de
aquel año emitió un decreto de conscripción de la esclavitud, en el cual se leía:
…que la voluntad de la República francesa y de sus delegados es la de
otorgar la libertad a todos los Negros guerreros que combatan por la República bajo las órdenes de los comisarios civiles tanto contra los Españoles
como contra los otros enemigos sean del interior, sean del exterior74.
A pesar de que este decreto sólo prometía una emancipación condicionada, la
cual se ajustaba a la tradición caribeña de liberar esclavos en forma limitada con
fines militares75. Pero esta ocasión fue diferente, ya que si bien la misma sólo
pretendía ser aplicada bajo esa condición en la Provincia del Norte, la gran
expectativa que tenían los esclavos negros con la instauración de la República, les
llevó a interpretarla como una abolición universal. Dado lo delicado que se
presentaba el panorama militar para finales de 1793, Sonthonax no hizo nada
para impedir esa interpretación; más bien la afianzó con un nuevo decreto fechado
el 29 de agosto, el cual cumplía con los términos universales que esperaban las
esclavitudes. Esta iniciativa tuvo el éxito esperado, ya que al poco tiempo muchos
de los Negros que se habían pasado al bando hispano comenzaron a volver a las
filas francesas, incluyendo los referidos Dessalines y Louverture76.
73
T. OTT, The Haitian Revolution…, op. cit., p. 67.
Ibidem, pp. 66-68.
75
D. BRION DAVIS, The problem of Slavery in the Age of Revolution, pp. 72 y ss.
76
C. FICK, The making of…, op. cit., p. 161.
74
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¿Ciudadanos de color? El problema de la ciudadanía de los esclavos y Gente de Color durante las revoluciones...
Alejandro E. Gómez
Esta medida no fue del agrado de los Mulatos, quienes nunca se habían
mostrado favorables a la abolición súbita de la esclavitud. Además, la misma
significaba una igualación con los Negros, lo que iba en contra de las aspiraciones
de casta que tradicionalmente habían tenido y que habían defendido sus
representantes en la metrópoli. En consecuencia, muchos combatientes Mulatos
comenzaron a abandonar sus posiciones militares a las fuerzas enemigas, e incluso
algunos se pasaron de nuevo al campo contrarrevolucionario de los Plantadores77.
Esta situación molestó profundamente a Sonthonax, como se puede apreciar en
una carta que enviara en julio de 1793 a un oficial mulato estacionado en el cantón
de Ennery, al norte de Saint-Domingue:
¡Vosotros, hijos del [decreto del] 4 de abril! ¡Vosotros y todos sus hermanos,
abandonarían ustedes la república, que no existe sino para la igualdad, y
fuera de la cual no puede haber igualdad! ¿Nos dejarán solos para defender
la colonia y la república? Lo haremos a riesgo de perder nuestras cabezas,
y nuestras cabezas no caerán…78
Una vez perdido el apoyo de los Mulatos, Sonthonax pasó a basar todo su
poder en la población de Negros Libres y ex esclavos, sobre todo en los experimentados combatientes que desertaban en masa de las filas españolas. Para
procurarse el apoyo del gobierno metropolitano, se envió para Francia una comisión
de tres individuos como diputados de Saint-Domingue. La misma estaba
conformada por un blanco, un mulato y un negro libre que respondía al nombre
de Jean-Baptiste Belley-Mars. Llegados a París a finales de enero de 1794, se
dirigieron de inmediato a la Convención Nacional, cuyos miembros, al ver entre
ellos a un diputado negro rompieron en aplausos79. Seguidamente, el 4 de febrero,
este ente legislativo aprobaba en forma unánime un decreto que abolía la “esclavitud
de Negros” en las colonias galas, y que concedía la ciudadanía francesa a todos los
hombres que en ellas residían “…sin distinción de color”80.
Este decreto fue celebrado como pocos lo habían sido en tiempos de la
Revolución, por la connotación universalista que éste tenía en cuanto a la igualdad
de todos los hombres. Las expectativas que el mismo levantó entre el pueblo
77
Idem.
Cf. P. LACROIX, La Révolution d’Haïti, op. cit., p. 168.
79
Cf. R. BLACKBURN, The Overthrow of Colonial…, op. cit., p. 224.
80
“Décret de la Convention Nationale qui abolit l’Esclavage des Nègres dans les Colonies”
[16 pluvioso, año II] La Révolution Française et l’Abolition de l’Esclavage, t. XII, doc. 8, Paris,
Editions d’Histoire Sociale, 1968.
78
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Año XI, número 12, 2005
parisino se tradujo en una gran celebración en las inmediaciones del Templo de la
Razón (nombre que se daba ahora a la catedral de Nôtre Dame en tiempo de la
revolución), donde las masas se reunieron para escuchar discursos y cantar himnos
alegóricos, ovacionando de esta forma el nuevo tiempo de libertad que aquel
decreto parecía anunciar. Manifestaciones de júbilo como la anterior se repitieron
en toda Francia: desde las grandes ciudades portuarias como Bourdeaux y Le
Havre, hasta pequeñas poblaciones provincianas. Tal fue el caso de la pequeña
ciudad sureña de Bourg-sur-Rhône (tan lejos de la costa como de la capital) en la
que cuando se conoció la noticia, unos jóvenes se pintaron los cuerpos de negro
y se introdujeron en una jaula, de la que fueron “rescatados” por los habitantes
del poblado en un emotivo acto simbólico81.
Muchos miembros de la ahora inactiva Sociedad de Amigos de los Negros, no
pudieron presenciar lo que sin duda habría sido un feliz día para ellos, ya que
habían sido ejecutados durante la represión desencadenada por el partido de la
montaña en tiempo del Terror. Entre los fallecidos estaban los líderes girondinos:
Jerôme Pétion y Jacques-Pierre Brissot. Pero en esa época también fueron
ejecutados algunos miembros del Club Massiac, como el diputado martiniqués
Arthur Dillon82. En consecuencia, muchos de ellos (como Malouet y Saint-Mery)
partieron al exilio esperando tiempos mejores, los cuales llegarían pocos años
más tarde bajo el régimen consular.
La libertad condicionada
El decreto de abolición de la esclavitud, se enmarca dentro del giro que diera
hacia la izquierda la revolución en Francia83. Desde principios de 1793, el apoyo
que dieran al rey cautivo provoca la caída de la Gironda, lo que dejó el campo
abierto al partido de la Montaña liderado por Robespierre. Es el momento del
pueblo llano parisino, de los sansculottes y de madame guillotine. Esta nueva realidad
se reflejó en la reciente constitución que fuera sancionada aquel año, en la cual se
81
Cf. L. DUBOIS, A Colony of Citizens, p. 163.
Cf. D. BRION DAVIS, The Problem of Slavery in the Age of Revolution, p. 148.
83
Roger CARATINI, Histoire Critique de la Pensée Sociale, I, Paris, Éditions Seghers, 1986, p.
247; René RÉMOND, L’Ancien Régime et la Révolution (Introduction à l’histoire de notre
temps, I), Paris, Éditions du Seuil, Col. Points H12, 1974, pp. 151-152.
82
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¿Ciudadanos de color? El problema de la ciudadanía de los esclavos y Gente de Color durante las revoluciones...
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suprimen las distinciones censitarias que habían determinado los derechos políticos
de cada quien en la carta magna burguesa de 1791. En lo sucesivo, para ser elector
sólo se requeriría estar domiciliado en Francia por más de un año y ser mayor de
21 años84.
El nuevo espíritu de igualdad imperante en el país galo, hizo posible que la
causa abolicionista tomara un segundo aire. Así, en agosto de 1793, la Convención
Nacional había suspendido los incentivos de exportación a los comerciantes de
esclavos. Como se puede apreciar, el ambiente político no pudo haber sido más
propicio para acabar con la esclavitud, como se reflejó en la forma efusiva cómo
los convencionalistas recibieron a los diputados franco-dominicanos, en la rapidez
con la que decretaron la abolición de la esclavitud el 4 de febrero del año siguiente,
y en las reacciones de júbilo que esta medida provocara en toda Francia.
Sin embargo, a pesar de este gran logro, a los legisladores abolicionistas galos
les seguía inquietando lo que podría pasar en las sociedades esclavistas en caso de
que se pusiera fin a la institución de la esclavitud en forma súbita. Esta era una
idea que previamente había desarrollado el abate Raynal en su obra, Historia filosófica
y política de los establecimientos de comercio europeo en las dos Indias, en la cual advertía que
la emancipación no podía ser súbita puesto que los Negros se habían embrutecido
con la esclavitud, por lo que no serían capaces en forma inmediata de asimilar su
libertad85.
Esta inquietud fue heredada por la Sociedad de Amigos de los Negros, por lo
que desde el mismo momento en que se propuso la creación de una sociedad
abolicionista en 1788, se precisó que la liberación de los esclavos no debería ser
de otra forma que “...sucesiva y subordinada a ensayos, [y] a precauciones...”86.
Esta preocupación también se debía al temor que en ellos despertaba la posibilidad
de que los Negros, una vez liberados, no pudiesen ser contenidos por las leyes de
los Blancos de los cuales desconfiaban, por lo que se entregarían “...al robo, a
84
“Constitution de l’an I (1793)”, Digithèque MJP, en línea:
http://mjp.univ-perp.fr/france/co1793.htm#3.
85
Esta referencia pertenece a la edición de 1786. Cf. L. DUBOIS, A Colony of Citizens, p.
182.
86
“Discours sur la nécessité d’établir à Paris une société pour concourir, avec celle de
Londres, à l’abolition de la traite & de l’esclavage des Nègres” [Paris, 19/2/1788], La
Révolution Française et l’Abolition de l’Esclavage, t. VI, doc. 1, Paris, Editions d’Histoire
Sociale, 1968, pp. 25-26.
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venganzas personales, a una vida vagabunda en las florestas y las montañas...”87.
Esta inquietud la plantearía uno de sus miembros, el Marqués de Condorcet, en
un discurso que pronunciara en la Asamblea Nacional a principios de 1790:
No, a nuestros espíritus nunca entró una idea semejante, ya lo hemos dicho,
impreso desde el origen de nuestra sociedad, y lo repetimos (...) La
liberación inmediata de los Negros no sería solamente una operación fatal
para las colonias; éste sería incluso un funesto presente para los Negros,
en el estado de abyección y de nulidad al que la codicia los ha reducido88.
Ante esta disyuntiva, se hacen propuestas alternativas para introducir a los
Negros en la ciudadanía, y sacarlos paulatinamente del estado de esclavitud al que
se encontraban sujetos89. En tal sentido, Condorcet, en sus Reflexiones sobre la
Esclavitud, propone una política de emancipación gradual que liberara a los esclavos
que hubiesen nacido después de cierta fecha y a los que cumpliesen 35 años. De
esta forma, según su criterio, la esclavitud estaría abolida al cabo de 66 años y sin
necesidad de haber causado una revolución. Para llevar a cabo este proyecto era
necesario “someter a los Negros a una disciplina severa”, para lo cual haría falta
un ‘hombre fuerte’ que fuese “firme, ilustrado, e incorruptible”, que “desprecie el
oro de los Blancos”, que combatiese sus intrigas, y que pudiera librar a los Negros
de sus cadenas sin caer en la tentación de la impunidad90.
A mediados de 1794, llegó a Guadalupe un contingente militar con el objetivo
de expulsar a los ingleses. El mismo estaba bajo el mando de varios comisarios
civiles, “armados” con el decreto de abolición de la esclavitud. De acuerdo al
historiador Laurent Dubois, el principal de esos comisarios, Víctor Hugues, habría
pensado que él podría convertirse en ese ‘hombre fuerte’ al que se refería
87
J. A. N. de Caritat, MARQUÉS DE CONDORCET, “Réflexions sur l’esclavage des nègres”
[1788], La Révolution Française et l’Abolition de l’Esclavage, t. VI, doc. 2, Paris, Editions
d’Histoire Sociale, 1968, p. 29.
88
Cf. Y. BÉNOT, La Révolution française et…, op. cit., p. 109.
89
Los delegados Mulatos también opinaron sobre este asunto: Julien Raymond era de la
opinión de que la solución residía en la aplicación de una legislación efectiva que
hiciese desarrollar en los esclavos Negros la moral necesaria para que, a través del trabajo duro y el aprecio por la propiedad, llegasen a convertirse en buenos ciudadanos. J.
RAYMOND, “Réflexions sur les véritables causes des troubles et des désastres de nos
colonies…” [1793], La Révolution Française et l’Abolition de l’Esclavage, t. XI, doc. 7, Paris,
Editions d’Histoire Sociale, 1968, pp. 19-21.
90
Cf. L. DUBOIS, A Colony of Citizens, pp. 180-182.
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Alejandro E. Gómez
Condorcet, por lo que en seguida se dio a la tarea –como el mismo Hugues dijera
en varias ocasiones– de cobrarles el “precio de la libertad.” El mismo habría
quedado establecido en la proclama que hiciera pública el 7 de junio de 1794
dirigida a los “Ciudadanos de todos los colores”, en la que se establecía que las
personas de color que no tuviesen propiedades, estaban obligadas a trabajar para
mantener sus personas y sus familias, “…y contribuir, además por este medio, en
apoyo de su patria”91.
Si bien este decreto permitió a Hugues conformar un ejército que pasaba de
2000 efectivos y reclutar tripulaciones para armar más de 120 corsarios que serían
la pesadilla de ingleses y españoles en los años subsiguientes92, en seguida quedó
en evidencia que sería muy difícil aplicarlo a la población civil de ex esclavos, ya
que muchos de ellos, con ánimo de venganza, se dieron a la tarea de invadir y
saquear las plantaciones. Otros ex esclavos, viéndose libres de sus cadenas, quisieron
sacar provecho de su recién ganada libertad, y abandonaron sus lugares de trabajo
simplemente para pasear por primera vez a voluntad por la isla o para encontrarse
con sus familiares. Fue por ello que el 13 de ese mismo mes se emitió un nuevo
decreto que les prohibía abandonar las plantaciones, sin el consentimiento expreso
de los terratenientes so pena de ser considerados como criminales.
Esos Negros ambulantes se reunían en distintas partes de la isla, lo que fue
también causa de alarma. Por esta razón, el 18 de junio se ordenó a la municipalidad
de Point-à-Pitre a hacer uso de la fuerza si fuere necesario, a fin de “…disolver
esas multitudes y forzar a los ciudadanos Negros a retornar a sus respectivas
plantaciones...”93. Pero el comportamiento de los ex esclavos siguió molestando a
Hugues, por lo que dos días más tarde se emitió una nueva proclama, esta vez
dirigida únicamente a los “ciudadanos Negros”, excluyendo así de ella a los Mulatos.
En esta ocasión se ordenaba a las distintas municipalidades a convocar a “…la
fuerza armada para disipar las aglomeraciones y hacer recoger a los ciudadanos
Negros en sus haciendas respectivas…”, al mismo tiempo que increpaba a los ex
91
“Commissaires civils délégués par la convention nationale aux Iles du Vent” [Point-àPitre, 7/6/1794] Archivos Nacionales (Paris), sección: C7A47, f. 8.
92
Anne PÉROTIN-DUMON, La Ville aux Iles, la ville dans lîle (Basse-Terre et Point-à-Pitre,
Guadeloupe, 1650-1820), Paris, Karthala, 2000, p. 229; Frédéric RÉGENT, Esclavage, métissage,
liberté (La Révolution française en Guadeloupe 1789-1802), Paris, Bernard Grasset,
2005, pp. 356-357.
93
Cf. L. DUBOIS, A Colony of Citizens, pp. 182 y ss.
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Año XI, número 12, 2005
esclavos a volver al trabajo en las plantaciones, so amenaza de considerarlos
“…como traidores a la patria y [de ser] entregados al rigor de la ley”94.
Entre tanto, los corsarios guadalupeños, además de llevar a cabo acciones
militares coordinadas en contra de los británicos (como se viera en Grenada,
Sainte-Lucie, y Saint-Vincent), también se dieron a la tarea de esparcir la ‘buena
palabra’ de la abolición de la esclavitud a donde quiera que fueran. Esto propició
–directa o indirectamente– cerca de una decena de conspiraciones y revueltas por
toda la región caribeña solamente en 179595. Luego de la remoción de Hugues de
la agencia de Guadalupe en 1798 por parte del Directorio Ejecutivo (nuevo
gobierno metropolitano constituido tras la Reacción Termidoriana), se produjo
una suerte de “deriva” en las acciones de esos corsarios, cuyos hostigamientos a
embarcaciones neutrales y aliadas condujo a Francia a una corta Casi-Guerra con
los Estados Unidos y a dos “impases” con potencias aliadas: uno con España,
luego de que las tripulaciones de dos corsarios intentasen iniciar una revuelta de
Mulatos (Pardos) en la ciudad hispano-venezolana de Maracaibo; y otro con la
República Bátava (Holanda), luego de la intervención que intentaran sobre Curazao
los nuevos agentes franceses en Guadalupe en 180096.
Esa “deriva” corsaria se convirtió en un problema para Francia, lo que se
reflejó en el accionar de sus representantes en el Caribe: en 1798, Philippe Roume,
quien a la sazón era el agente francés en Santo Domingo (colonia hispana que
había pasado bajo la égida francesa tras el Tratado de Basilea en 1795), propuso la
aplicación “…de la severidad de las leyes de todas las naciones” para limitar las
acciones de quienes para él no eran más que “...usurpadores del título de corsarios
franceses”97. Luego, debido a la gravedad de lo acontecido en Curazao, el gobierno
94
“Aux citoyens noirs” [Point-à-Pitre, 30 Prairial, año II] Archivos Nacionales (Paris),
sección: C7A47, f. 14.
95
Según los cálculos hechos por David Geggus, sólo en 1795 se habrían producido nueve
movimientos insurreccionales, muchos de ellos atribuibles a la influencia franco-antillana.
Lo que contrasta con uno solo en 1794 y dos en 1796. David GEGGUS, “Slavery, War,
and Revolution in the Greater Caribbean, 1789-1815”, D. Gaspar y D. Geggus (eds.),
A Turbulent Time (The French Revolution and the Greater Caribbean), Bloomington,
Indianapolis, Indiana University Press, 1997, p. 47.
96
Sobre estos casos, véase nuestro trabajo: Alejandro GÓMEZ, “La ley de los franceses”
[A ser publicado en Akademos].
97
Roume [29 messidor an 6 (14-07-1798)] Servicio Histórico de la Marina (Paris), sección:
BB4, legajo 129, f. 201.
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Alejandro E. Gómez
metropolitano francés, a través del Ministro de Marina y Colonias, M. Forfait,
nombró una comisión para llevar a cabo una investigación sobre lo allí acontecido.
Una vez concluida la misma, se llegó a la conclusión de que los agentes en
Guadalupe habían “…querido convertir a los franceses en piratas”98.
Estos actos de presunta piratería contribuyeron a alimentar la imagen de
descontrol que se tenía en la metrópoli sobre lo que pasaba en el Caribe. Pero este
no era el único factor que influía sobre esta apreciación, ya que para ese momento
venía de producirse un evento en Francia que habría de alterar la sensibilidad de
las políticas coloniales: El 9 de noviembre de 1799 (18 de Brumario) se dio un
golpe de estado al Directorio Ejecutivo, el cual fue sustituido por un régimen
consular encabezado por Napoleón Bonaparte. Entre las primeras medidas
tomadas por el nuevo ejecutivo estuvo la sustitución del titular de dicho ministerio,
Bourdon de Vatry (un abolicionista y amigo de los Negros), quien fue sustituido
por el referido M. Forfait99, lo que en cierta forma vaticinaba lo que estaba por
venir.
El retorno a la “normalidad”100
Desde un primer momento, el Primer Cónsul, Bonaparte, se mostró preocupado
por la situación de desorden que imperaba en las Antillas francesas. La apreciación
que tenía su gobierno sobre la misma era de anarquía y quiebra económica, cuya
causa era aducida a la imposibilidad de convertir a los ex esclavos en ciudadanos,
lo que dejaba en evidencia el fracaso de las medidas gradualistas implementadas
en años anteriores. En esa época, bajo el nuevo gobierno consular, los Plantadores
volvieron a ocupar su lugar en el espectro político galo. En ello contribuyó la
ayuda que les prestara la esposa martiniquesa de Bonaparte, Josefina de
98
99
100
“Registre de procés-verbaux des séances de la commission convoquée par le ministre
de la marine et des colonies pour examiner, conformément à l’arreté des consuls du
21 fructidor an 9, la gestion des citoyens Jeannet et Bresseau, ex-agents du
gouvernement à la Guadeloupe...” [2do día complementario del año 9 al 9 germinal
an X] Archivos Nacionales (Paris), sección: C7A54, f. 282vto.
Thomas PRONIER, “L’implicite et l’explicite dans la politique de Napoleon”, Yves Bénot,
Marcel Dorigny (eds.), Rétablissement de l’esclavage dans les colonies françaises 1802 (Aux
origines d’Haïti), Paris, Maisonneuve et Larose, 2002, p. 54.
Esta es una expresión del historiador francés, Bernard Gainot. N. de A.
149
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Año XI, número 12, 2005
Beauharnais. De hecho, fue en buena medida gracias a su cercanía afectiva con el
Primer Cónsul que algunos de ellos pasaron a formar parte de su gabinete: como
Barbé-Marbois, Moreau de Saint-Mery y Pierre Maluet, este último un ex miembro
del Club Massiac101.
La influencia que comenzaron a ejercer los Plantadores desde entonces se
reflejó en un cambio de la política colonial del Consulado hacia los “departamentos
de ultramar” –como se había comenzado a denominar a las colonias francesas a
partir de 1798102–. En diciembre de 1799, se hizo una proclamación dirigida a los
Bravos Negros de Saint-Domingue, en la que detrás de una garantía por mantener
vigente el decreto de abolición de la esclavitud de 1794, se escondía un mecanismo
para revertir los derechos adquiridos por los esclavos durante la Revolución
Francesa. El mismo consistía en la disgregación legal de los territorios de ultramar
en relación a la metrópoli, en términos muy parecidos a las aspiraciones que
mostraron los Plantadores durante el período revolucionario porque las asambleas
coloniales legislasen sobre todo lo referente al estatus de la población de color.
Esto se reflejó en la nueva constitución francesa del año de 1799 (VIII, según el
calendario republicano), en la que se indicaba que “el régimen de las colonias
francesas es determinado por leyes especiales”103.
El nuevo “espíritu” imperante entre los miembros del gobierno francés en
relación a los hombres de color, se reflejó en las acciones de los agentes
metropolitanos que serían enviados a las islas para meterla en cintura. En ocasiones
se trató de los otrora “paladines” de los hombres de color que algunos años atrás
contribuyesen de manera determinante a la victoria de la causa republicana en las
islas en tiempos de la Convención Nacional, como en los casos de Hugues y
Lacrosse. Este último fue enviado con el cargo de Capitán General a Guadalupe
en mayo de 1801, y en seguida llamó de vuelta a los antiguos Plantadores. Esta
medida que no agradó a los ciudadanos de color, lo que generó una serie de
incidentes con los recién llegados, los cuales se saldaron con el arresto de varios
oficiales de esa condición. Seguidamente, estos se rebelaron, depusieron a Lacrosse
y lo expulsaron del territorio, por los que el gobierno colonial pasó a manos de la
101
102
103
Cf. L. DUBOIS, A Colony of Citizens, pp. 351-352.
B. GAINOT, “La naissance des departments d’outre-mer: la loi du 1er. Janvier 1798",
Revue Historique des Mascareignes, Nº 1 (1998), pp. 51-74.
“Constitution de l’an VIII”, Digithèque MJP, en línea: http://mjp.univ-perp.fr/france/
co1799.htm.
150
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oficialidad mulata liderada por Magliore Pélage –éste había sido unos de los
primeros oficiales ascendidos en Guadalupe en 1793104–.
Esta especie de ‘golpe de estado’ cayó muy mal en la metrópoli, como se
reflejó en un artículo publicado en la Gazette de France, en el que se llamó a Pélage
como “uno de los más grandes malvados de este siglo”. Este descontento se
reflejó en el testimonio de uno de los miembros del gabinete, el nuevo Ministro
de Marina y Colonias, M. Decrès, quien atribuyó todos los males de los territorios
de ultramar antillanos a la abolición “precipitada” de la esclavitud, por lo que se
manifestaba favorable a reinstaurarla:
El abuso de libertad por parte de la casta de esclavos, en todas las colonias
donde esta fatal palabra ha sido pronunciada, determina los límites a los
que debe estar circunscrita (…) Deseo esclavos en nuestras colonias. La
libertad es un alimento para el que los estómagos de los Negros no están
aún preparados. Debemos aprovechar cualquier ocasión para devolverles
su comida natural, salvo por los aderezos requeridos por la justicia y la
humanidad105.
Este testimonio presagiaba la sanción de la Ley relativa a la trata de Negros y al
régimen de las colonias del 20 de mayo de 1802, la cual lleva la firma aprobatoria de
este ministro. En la misma se reinstauraba “…la esclavitud de conformidad con
las normas anteriores a 1789” en las Antillas Menores francesas, y también se
permitía la reanudación del comercio de Negros en barcos de bandera francesa106.
En un texto agregado a la ley, se exponen las razones que habían llevado a
proclamarla, las cuales coincidían con la visión de Decrès, y reflejaban una vez
más la apreciación de fracaso que tenían los legisladores galos en relación a las
medidas gradualistas introducidas durante la década anterior:
Se sabe en qué medida las ilusiones de la libertad y de la igualdad han sido
propagadas hacia esas regiones remotas, donde la diferencia notable entre
el hombre civilizado y el que no lo es, la diferencia de climas, colores,
prácticas, y principalmente la seguridad de las familias europeas, exigían
imperiosamente grandes distinciones en el estado civil y político de las
104
105
106
Cf. L. DUBOIS, A Colony of Citizens, pp. 353-363.
Cf. Ibidem, p. 368.
“Le 20 mai 1802, est proclamée la loi relative à la traite des Noirs et au régime des
colonies”, Académie de la Guadeloupe, en línea: http://www.ac-guadeloupe.fr/Cati971/
snd_degre/ LGT F_FLERET/fichiertextes/bicen_1802.htm#traite.
151
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
personas. También sabemos acerca de los desastrosos efectos que esas
innovaciones tan ardientemente deseadas por adeptos [zélateurs], la mayoría
de quienes, sin dudar, se entusiasmaron sólo por el honorable deseo de
servir a la humanidad, pero que, procurando hacer a los hombres de las
colonias indistintamente iguales, sólo lograron hacerles igualmente
miserables. Si, sobre un tema tan grave, estuviera permitido emplear
imágenes, diríamos que los énfasis de una filantropía falsamente aplicada,
produjeron en nuestras colonias el efecto del canto de las sirenas; con
ellos vinieron males de toda especie, la desesperación y la muerte107.
Con Pélage ya eran dos los líderes de color que escapaban al control del Primer
Cónsul; el otro era Toussaint Louverture en Saint-Domingue. Este incluso había
hecho sancionar una constitución especial para la colonia en 1801, a través de la
cual, además de asegurar que la esclavitud permaneciese abolida, se otorgaba el
grado de Gobernador vitalicio108. De ambos se pensaba que podían tener
pretensiones independentistas109. Esta sospecha, sumada a la presión ejercida por
los Plantadores en el gobierno por recuperar la economía de plantación, a la
convicción de que habían fracasado las medidas gradualistas y a la frustración que
debió sentir Bonaparte por el fracaso de la campaña que venía de realizar en
Egipto, hizo que se comenzaran a hacer planes para poner que las Antillas Francesas
estuviesen de nuevo bajo control directo de la metrópoli110. Para lograr este objetivo,
era necesario supeditarlas de nuevo al control político y militar de la metrópoli,
pero antes había que deshacerse de los líderes y combatientes de color, sin distingo
107
108
109
110
“Abolition de la traite”, Université Pierre Mendes, en línea: http://www.upmf-grenoble.fr/
Haiti/.
Es interesante resaltar que esta constitución, además de asegurarle de por vida a
Louverture la máxima magistratura de la colonia y de mantener abolida la esclavitud,
también introdujo importantes cambios que aseguraban que el control de la misma
quedará en manos de las personas de color, como la supresión de la ciudadanía activa
y asegurando que el estatus de los ciudadanos de color de la isla fuese igual a los de la
metrópoli. Hubo también aspectos que se podría interpretar como “regresiones”, como
la introducción del trabajo forzado, lo cual último produjo sublevaciones de negros
quienes, en ocasiones, asesinaron a algunos blancos. L. DUBOIS, Avengers of the New
World (The Story of the Haitian Revolution), Cambridge, London, Belknap/Harvard
University Press, 2004, pp. 242 y ss.
T. OTT, The Haitian Revolution…, op. cit., pp. 140-141.
Idem.
152
¿Ciudadanos de color? El problema de la ciudadanía de los esclavos y Gente de Color durante las revoluciones...
Alejandro E. Gómez
entre Negros y Mulatos. Para tal fin, el Primer Cónsul ideó un plan para recuperar
dichos territorios insulares, cuya ejecución en Saint-Domingue recayó en su cuñado,
el general Charles Víctor Emmanuel Leclerc, a quien dio las siguientes instrucciones:
Llegado el momento desembarácese de Toussaint, Christophe y Dessalines
y de los principales bandidos. Desarme las masas negras y expida sobre el
continente todos los Negros y Mulatos que hayan jugado un papel durante
la guerra civil111.
De acuerdo con Thomas Ott, este plan seguía una lógica tipo ‘Caballo de
Troya’112: en una primera etapa, se prometería a los Negros todo cuanto solicitaran,
a fin de no levantar sospechas mientras que las tropas tomaban las posiciones
estratégicamente más importantes; en la segunda, se deportaría a todo individuo
de color que resultara peligroso o rehusase rendirse; y, en la tercera, se desarmaría
a la población de color para que los Blancos retomasen el control. A fin de contar
con el apoyo de la Gente de Color, entre la tropa vendrían varios Mulatos de los
que habían sido derrotados por Louverture en la Guerra del Sur, como André
Rigaud y Alexandre Pétion. Estos tendrían la función de organizar ese sector
etno-social con el fin de combatir a los Negros. Eso sí, Bonaparte había dado
instrucciones secretas de que si no había enfrentamientos los combatientes Mulatos
también debían ser deportados113.
En diciembre de 1802, tras la firma del Tratado de Amiens que puso fin al
conflicto bélico que mantenían España y Francia contra Inglaterra, una poderosa
fuerza expedicionaria partió con dirección al Caribe con el objetivo de reinstaurar
el Antiguo Régimen Colonial en las islas francesas. Esta empresa fue vista con
buenos ojos por las distintas potencias de la época con intereses en la región
(sobre todo por Estados Unidos y España), las cuales preferían que Bonaparte
tuviera un enclave en América a que se propagase por las sociedades esclavistas
de la región el “mal ejemplo” de una República de Negros. Por esta razón, brindaron
111
112
113
Cf. José Luciano FRANCO, Revoluciones y Conflictos Internacionales en el Caribe, 1789-1854
(La Batalla por el Dominio del Caribe y el Golfo de México, t .II), La Habana, Academia
de Ciencias, 1965, p. 57.
T. OTT, The Haitian Revolution…, op. cit., p. 147.
Idem.
153
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
a los representantes del Primer Cónsul francés todo tipo de apoyo económico,
financiero, logístico y militar114.
Inicialmente, el plan ideado por Bonaparte tuvo el éxito esperado: Toussaint
Louverture fue arrestado y deportado a Francia. Los Mulatos que habían venido
con las fuerzas expedicionarias metropolitanas, al darse cuenta de las verdaderas
intenciones de los militares franceses, se unieron a los Negros de Saint-Domingue.
De esta forma dio comienzo una cruenta guerra inter-étnica de Mulatos y Negros
contra Blancos, la cual habría de extenderse por dos años. Entre tanto, en Martinica
–isla que había sido devuelta a Francia tras la firma de dicho tratado– apenas si
hubo problemas, ya que en ella nunca había sido aplicado el decreto de abolición
de la esclavitud por encontrarse bajo la égida inglesa desde 1794. Una vez que el
general Villaret-Joyeuse asumió el gobierno de la isla ordenó el arresto de los
Mulatos y Negros que le resistieron, los cuales fueron seguidamente abandonados
en las “salvajes costas” de México y Venezuela115.
Algo muy diferente fue lo que aconteció en Guadalupe, a donde fuera enviado
a principios de 1802 el general Richepance con la misma misión que Leclerc:
reinstaurar el Antiguo Régimen Colonial. Una vez en esa isla, sometió al oficial
insurrecto Magloire Pélage (el mismo que diera un golpe de estado al comisario
114
115
El gobierno de Jefferson en Estados Unidos, estuvo de acuerdo y hasta ofreció ayuda
militar en caso de que fuese requerida; mientras que Inglaterra, en la persona del
ministro Addington, dio su visto bueno, aduciendo que: “el interés de los dos gobiernos
es absolutamente el mismo, es decir, la destrucción del jacobinismo [en general] y de
los Negros en particular.” España fue quizá la potencia europea que más ayudas brindó
a las fuerzas expedicionarias napoleónicas. Esta potencia contribuyó con algunas
embarcaciones al mando del almirante Gravina, las cuales salieron de Cádiz al mismo
tiempo que las de Leclerc lo hicieron de puertos galos. También las autoridades reales
de las distintas dependencias coloniales hispanas en la región caribeña, incluyendo las
venezolanas, a sabiendas de las intenciones de esos “nuevos” franceses, les prestaron
toda la ayuda que pudieron. De acuerdo a las cuentas de las arcas reales de Madrid,
para 1804 la deuda de Francia por concepto de préstamos militares en el Caribe,
ascendía a más de 700 mil pesos. Cf. Johanna von GRAFENSTEIN, Nueva España en el
Circuncaribe, 1779-1808 (Revolución, competencia imperial y vínculos intercoloniales).
México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1997, pp. 260 y ss; J. L. FRANCO,
Revoluciones y Conflictos…, op. cit., pp. 57, 59.
Léo ELIZABETH, “Déportés des Petits Antilles Françaises, 1801-1823”, Yves Bénot,
Marcel Dorigny (eds.), Rétablissement de l’esclavage dans les colonies françaises 1802 (Aux
origines d’Haïti), Paris, Maisonneuve et Larose, 2002, pp. 78 y ss.
154
¿Ciudadanos de color? El problema de la ciudadanía de los esclavos y Gente de Color durante las revoluciones...
Alejandro E. Gómez
Lacrosse), quien cedió voluntariamente a las exigencias de Richepance. En seguida
se comenzó a desincorporar a los oficiales de color del ejército, lo que provocó
una rebelión dirigida por dos oficiales Mulatos: Ignace y Delgrès. Estos se opusieron
tenazmente aunque de manera infructuosa a la poderosa fuerza expedicionaria
que enviara la metrópoli. El 25 de mayo de 1802 cerca de Point-à-Pitre, más de
800 combatientes de color seguidores de Ignace fueron masacrados. Tres días
más tarde, en el último bastión de resistencia ubicado al sur del Basse-Terre, Delgrès
y 300 de sus combatientes se inmolaron haciendo saltar el polvorín de Morne
Matouba, aniquilando con ello la vanguardia de las fuerzas de Richepance.
Terminados los combates, alrededor de 10 mil Mulatos y Negros fueron deportados
o ejecutados116.
El 17 de julio de 1802, cuando ya todos los focos de resistencia habían sido
abatidos, Richepance ponía en efecto sus órdenes iniciales emitiendo una proclama
en la que declaraba que los “…sangre mezclada [han sido] siempre distintos a los
Blancos…” y que solamente estos últimos podían ser considerados como “…los
indígenas de la nación francesa…” Este mismo decreto ordenaba además que en
lo sucesivo a los Mulatos de Guadalupe se les retirara la ciudadanía en los siguientes
términos:
Hasta que se ordene lo contrario, el título de ciudadano francés no podrá
ser usado en los límites de esta colonia y dependencias más que por los
Blancos. Ningún otro individuo podrá tomar este título ni ejercer las
funciones que le son propias…117
El 2 de julio de 1802, se emitía un decreto similar en Martinica mediante el
cual la Gente de Color perdía los derechos políticos que habían adquirido en
1792, al mismo tiempo que en todas las Antillas Francesas se restablecía esclavitud
y la Trata Negrera. Al año siguiente salió con dirección a Cayena (Guyana francesa)
el otrora paladín de la Gente de Color de Guadalupe, Víctor Hugues, también con
instrucciones de revertir los logros socio-étnicos de la revolución en este territorio.
Esta fue quizá la dependencia de ultramar francesa donde la esclavitud fue
116
117
Cf. L. DUBOIS, A Colony of Citizens, pp. 393 y ss.
Auguste LACOUR, Histoire de la Guadeloupe, III, Basse-Terre, Impr. du gouvernement,
1858, pp. 354-355.
155
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
restablecida con menores problemas: esto se llevó a cabo, como indicara el mismo
Hugues, “…sin sacudidas ni castigos”118.
Sólo en Saint-Domingue los Mulatos lograron mantener su igualdad y los
Negros su libertad, debido principalmente a la mortandad catastrófica que sufriera
entre sus efectivos el ejército napoleónico a causa de la fiebre amarilla, entre cuyas
víctimas estuvo el mismo general Leclerc. En consecuencia, a su sucesor, el general
Rochambeau, no le quedó más remedio que negociar su retirada con los generales
de color en diciembre de 1803. A ello siguió la declaración de independencia el 1º
de enero del año siguiente, lo que dio nacimiento a la República de Haití. Bajo el
nuevo régimen republicano ya no habría divisiones jurídicas ni políticas entre los
distintos sectores etno-sociales que conformaban la sociedad haitiana, ya que en
lo sucesivo –como indica el artículo 14 de la constitución de 1805– todos los
habitantes de este país quedaban homologados bajo el nombre genérico de
“Negros”. Al año siguiente, en 1806, tras la caída del emperador Dessalines el
territorio haitiano se dividió en dos partes: al norte el reino del negro Henri
Christophe, y al sur la República mulata de Alexandre Pétion. Este último promulgó
una nueva constitución para el territorio bajo su control, en la que se retomaba de
nuevo el concepto de Ciudadano en el mismo sentido censitario que había tenido
en Francia hasta 1792119.
En cuanto a las Antillas Menores, todavía hubo que esperar casi 30 años para
que se volviese a otorgar ciudadanía francesa a los Mulatos, lo que se hizo en
febrero de 1831 mediante un decreto real de Louis XVIII. Sin embargo, las muy
restrictivas condiciones censitarias impidieron por mucho tiempo que estos
pudieran ser electores120. En Martinica, cuando esto finalmente se logró en 1843
los diputados Blancos del Consejo Municipal de Fort-Royal, se negaron a sentarse
118
119
120
Cf. Serge Mam LAM FOUCK, “La résistance au rétablissement de l’esclavage en Guyane
française: Traces et régards, 1802-1822", Yves Bénot, Marcel Dorigny (eds.),
Rétablissement de l’esclavage dans les colonies françaises 1802 (Aux origines d’Haïti), Paris,
Maisonneuve et Larose, 2002, p. 257.
“Constitution d’Haïti du 27 décembre 1806" Université Pierre Mendes France, en línea:
http://www.upmf-grenoble.fr/Haiti/Const1806.htm.
Cf. Armand NICOLAS, Histoire de la Martinique, t. I (Des Arawaks à 1848), Paris,
L’Harmattan, 1996, I, p. 349.
156
¿Ciudadanos de color? El problema de la ciudadanía de los esclavos y Gente de Color durante las revoluciones...
Alejandro E. Gómez
al lado de los dos Mulatos que habían sido electos por el voto popular, y
“renunciaron en masa” en forma de protesta. En cuanto a la esclavitud, ésta no
fue abolida en todo el territorio francés (incluyendo las Provincias de Ultramar)
sino hasta el año de 1845121.
121
Cf. Gabriel ENTIOPE, Nègres, Danse et Resistenc (La Caraïbe du
Paris, Montreal, L’Harmattan, 1996, p. 143.
157
XVIIe
au
XIX
e siècle),
El control de orden público y la criminalidad en el cantón Petare de la República de Colombia (1822-1830)
David González Travieso
EL CONTROL DE ORDEN PÚBLICO
Y LA CRIMINALIDAD EN EL CANTÓN PETARE
DE LA REPÚBLICA DE COLOMBIA (1822-1830)
David González Travieso *
Resumen: Se trata de un análisis de la visión que tuvo el Cabildo del cantón Petare,
durante la existencia de la República de Colombia, sobre los problemas de orden
público y criminalidad en su jurisdicción. En el artículo se estudian las medidas
reglamentarias y organizativas de policía que fueron adoptadas para enfrentar
situaciones como las borracheras, los juegos de azar, el robo y el pillaje. El trabajo
procura enmarcar esa realidad en el contexto del esfuerzo independentista de
consolidar un Estado donde privara la tranquilidad pública y la seguridad una vez
asegurada la victoria militar frente a los ejércitos españoles.
Palabras clave: Orden público. Criminalidad. Policía. Celadores. República de
Colombia. Petare. Cabildo. Cantones. Bandolerismo. Ocio. Borrachera. Robo
Abstract : It is a question of an analysis of the vision that it had the Chapter of the
canton Petare, during the existence of the Republic of Colombia, on the problems
of public order and criminality in its jurisdiction. In the article there are studied
the police’s regulation and organizational measures that were adopted to face
situations like the drunkenness, the games of random, the theft and the plunder.
The work tries to frame this reality in the context of the independence effort of
consolidating a State where the public tranquility and the safety was rules once
insured the military victory against to the Spanish armies
Keywords: Public order, Criminality, Police, Watchmen, Republic of Colombia,
Petare, Chapter, Cantons, Racketeering, Leisure, Drunkenness, Steal
* David González Travieso es periodista egresado de la Universidad Católica Andrés
Bello, Caracas, y estudiante de la Maestría en Historia de Venezuela de la misma
institución.
159
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
El estudio de las medidas de policías orientadas a controlar el orden público y a
prevenir el delito constituye una perspectiva de aproximación a las corrientes de
investigación histórica preocupadas por desentrañar el elemento social de la vida
de los hombres del pasado. En este trabajo se ha intentado delinear un acercamiento
a ese ámbito historiográfico a través del examen de un caso concreto, el del cantón
Petare, durante los años comprendidos entre 1822 y 1830, que abarcaron parte de
la existencia de la República de Colombia como entidad que unificó los antiguos
territorios del virreinato de Nueva Granada y de la Capitanía General de Venezuela.
El objetivo del presente trabajo es analizar las medidas de prevención de la
criminalidad y de control del orden público que fueron puestas en marcha en esa
jurisdicción en el período ya mencionado. En la época, el movimiento emancipador
echaba a andar el proyecto de organización del estado republicano en medio de
una coyuntura de guerra que finalmente se decantó con una victoria militar sobre
las fuerzas realistas. La consolidación de los triunfos bélicos de Boyacá y Carabobo
no sólo exigió la erradicación de los últimos focos de resistencia, sino la tarea de
propagar la tranquilidad pública, alterada por los efectos de la prolongada guerra
de Independencia y por situaciones heredadas de la colonia. El bandolerismo, el
pillaje en los caminos, la bebida y los juegos prohibidos formaron parte de los
asuntos a los que había que poner reparo: he allí lo que movió esta indagación.
El trabajo está dividido en cinco capítulos. El primero constituye un marco
general sobre el doble desafío militar e institucional que representó la creación de
la República de Colombia. En esa sección también se repasa la importancia que
tuvo entonces la adopción de medidas de policía y se estudia cómo evolucionaron
las formas de organización de ese ramo, que originalmente tuvo en los cabildos
una instancia básica de ordenamiento. El segundo capítulo presenta una óptica
general sobre el cuadro social de la posguerra. El tercero ilustra cómo era
comprendida la noción de policía en la época republicana, especialmente en los
aspectos referidos al control del orden público y de la criminalidad. De la misma
manera esboza los antecedentes coloniales del concepto policial. La cuarta parte
del trabajo procura caracterizar al cantón Petare en el período estudiado, de modo
particular en lo referido a los problemas concretos de seguridad que enfrentó
como la presencia de la partida de Dionisio Cisneros. El último capítulo expone
cómo se visualizaron y enfrentaron los problemas de control del orden público y
de prevención del delito en la jurisdicción petareña. Esto abarcó tres aspectos: el
diagnóstico que las autoridades realizaron de las principales dificultades, las
regulaciones que emitieron a partir de ese análisis y las providencias organizativas
que asumieron para concretar lo concebido. El estudio está basado en la consulta
160
El control de orden público y la criminalidad en el cantón Petare de la República de Colombia (1822-1830)
David González Travieso
de reglamentos de policía de la época o de proyectos de decretos sobre la materia,
de testimonios de funcionarios que recibieron asignaciones en ese ramo, de leyes
relevantes para el propósito del trabajo así como en el examen de una fuente
primaria impresa fundamental: las actas del cabildo de Petare. Evidentemente,
otras fuentes secundarias ayudaron a completar la investigación aquí propuesta.
Las páginas que siguen no contienen sino conclusiones parciales y representan
una aproximación susceptible de ser mejorada. Las limitaciones de tiempo
implicaron la imposibilidad de consultar fuentes que hubieran sido iluminadoras,
como expedientes criminales de la época en la localidad estudiada. Esto desde
luego hubiera hecho posible completar el cuadro retratado por las autoridades
cantonales y gubernamentales. De la misma manera, se considera conveniente
profundizar aún más en la perspectiva que facilita la identificación de los viejos y
nuevos problemas que coexistieron y que ameritaron previsiones referidas a la
materia delictiva y de orden público en los albores republicanos.
Colombia y la institucionalidad republicana
La creación de la República de Colombia constituyó para el movimiento
emancipador el tercer intento de organización institucional de un estado liberal
después de los fracasos de 1812 y 18141. Las vicisitudes de la guerra impidieron la
consolidación del modelo republicano en las tentativas previas a 18192. Pero los
hechos de armas abrieron paso a un nuevo ensayo de regularización que exigía el
éxito patriota en la empresa de derrotar de manera definitiva a las fuerzas realistas
1
2
Ver Graciela Soriano de GARCÍA PELAYO, Venezuela 1810-1830: Aspectos desatendidos de
dos décadas, Caracas, Cuadernos Lagoven, Serie Cuatro Repúblicas, pp. 71-90. La autora
analiza en esas páginas el proceso de “desinstitucionalización e institucionalización”
que implicó la ruptura del orden monárquico y el nacimiento de la república. Según
Soriano de García Pelayo las instituciones son instancias que a través del cumplimiento
de funciones específicas pueden canalizar necesidades colectivas que se mantienen en
el tiempo. Según Talcott Parsons las instituciones son “pautas normativas que definen
los modos de acción o relación social que se consideran apropiadas, legítimas o
esperadas”. Ver en La estructura de la acción social, Madrid, Guadarrama, 1968.
Excedería el propósito de este trabajo describir la suerte de los intentos previos de
establecimiento de la república en los territorios de la Capitanía General de Venezuela
entre 1810 y 1819. Ver Allan BREWER CARÍAS, “Estudio Preliminar” a Las Constituciones
de Venezuela, San Cristóbal, Universidad Católica del Táchira, 1985, pp. 26-30.
161
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
y de implantar el sistema que habría de oponerse al viejo orden monárquico. El
Libertador identificó la doble faceta bélica e institucional del reto en un discurso
que ofreció para declarar la conveniencia de convocar el segundo Congreso de
Venezuela, que finalmente se reunió en Angostura desde el 15 de febrero de 1819:
Y aunque el momento no ha llegado de que nuestra afligida patria goce de
la tranquilidad que se requiere para deliberar con inteligencia y acierto
podemos, sin embargo, anticipar todos los pasos que aceleren la marcha
que aceleren la restauración de nuestras instituciones republicanas (...) En
tanto nuestros guerreros combaten, que nuestros ciudadanos pacíficos
ejerzan las augustas funciones de la soberanía3.
No es posible detallar aquí cómo se eligieron los representantes y de qué manera
transcurrieron las deliberaciones4. Basta señalar que los legisladores –a propuesta
del Libertador– aprobaron el 17 de diciembre de 1819 la ley fundamental en la
que fijaron territorios unificados de los antiguos virreinato de Nueva Granada y
capitanía general de Venezuela como escenario donde habría de establecerse la
unión colombiana5. Ya entonces el Ejército Libertador había asegurado el control
de la jurisdicción granadina, luego de la campaña militar definida con la victoria
de Boyacá. La ley fundamental emitida en Angostura había reservado al Congreso
General que se reunió en la villa de El Rosario de Cúcuta a partir del 6 de mayo de
1821 la tarea final de diseñar la arquitectura organizativa de la unión colombiana.
El parlamento debía emitir una constitución y un cuerpo de leyes: la carta magna
y la legislación redactadas en Guayana le fueron entregadas como proyectos
ejecutados a medias en la realidad. Los congresistas iniciaron las sesiones cuando
todavía las fuerzas patriotas no habían logrado la victoria de Carabobo –obtenida
mes y medio más tarde– que garantizó el dominio de las provincias que estuvieron
3
4
5
“Sesión del Consejo de Estado del 1ero de octubre”, Correo del Orinoco, Angostura, 10
de octubre de 1818, número 12, página 4. Evidentemente la convocatoria al Congreso
de Venezuela también era una solución para garantizar la legitimidad del gobierno
provisional republicano constituido en Margarita en 1816 e instalado un año después
en Guayana bajo la jefatura suprema de Simón Bolívar. El propio Libertador lo señaló
en ese discurso. El Congreso de Angostura finalmente lo ratificó en la presidencia de
Colombia hasta que se tomaran nuevas decisiones en el Congreso de la villa de El
Rosario en Cúcuta, del cual se hablará en el cuerpo del trabajo.
Ver Actas del Congreso de Angostura, Caracas, Universidad Central de Venezuela, 1969.
“Ley Fundamental de la República de Colombia”, Angostura, 17 de diciembre de 1819,
en Iván Darío PARRA, La Gran Colombia, Maracaibo, Edición del autor, 1994, p. 22.
162
El control de orden público y la criminalidad en el cantón Petare de la República de Colombia (1822-1830)
David González Travieso
reunidas en la capitanía general venezolana. El parlamento de Cúcuta confirmó
en julio la Ley fundamental de Colombia y en agosto aprobó la nueva constitución6.
En octubre, Bolívar aceptó la presidencia ofrecida por el Congreso. La actividad
legislativa legitimó de esa manera la marcha del nuevo estado suramericano7.
Una vez consumada la derrota militar de las fuerzas realistas –después de
Carabobo sólo quedaron focos de resistencia que fueron progresivamente
sofocados– fue prioritario para la dirigencia colombiana atacar problemas
pendientes, algunos acentuados por la guerra y otros de data colonial, como el
pillaje en los caminos, las borracheras, la difusión de los juegos prohibidos y los
robos a las unidades productivas. En un primer instante los cabildos –cuya
supervivencia fue declarada constitucionalmente8– ejercieron un papel principal
en el cumplimiento de esa tarea. Luego cedieron espacios a favor de otras
modalidades organizativas centralizadas las cuales serán estudiadas con más detalle
en la próxima sección. De momento, sólo se pretende poner de manifiesto la
valoración que daban los máximos niveles de conducción del estado a la atención
del asunto policial en el período de consolidación política de la victoria armada.
El primer considerando de un proyecto de decreto sobre policía sometido a
evaluación pública por el Libertador en 1827 fue redactado de un modo elocuente
en ese sentido: “...la principal atención del gobierno, dada la paz a la República, es
formar, propagar y conservar la moral pública después de la desastrosa guerra
que hemos sostenido, y que los ciudadanos gocen tranquilos de seguridad, orden
6
7
8
J. J. SISO MARTÍNEZ, “Introducción” a Cuerpo de Leyes y Decretos de la República de Colombia.
1821-1827, Caracas, Universidad Central de Venezuela, Consejo de Desarrollo Científico
y Humanístico de la UCV, 1961, pp. VII-XIII. La Carta Magna nació con cuestionamientos
de la municipalidad de Caracas. Se considera que su implantación definitiva no se hizo
efectiva y que naufragó con la posterior separación de Colombia. Ello no puede llevar
a negar, sin embargo, la existencia en tanto tal del ensayo de institucionalización
republicana que se efectuó durante el período como lo explica Graciela Soriano de
García Pelayo.
Para evaluar la labor del parlamento ver Rafael GÓMEZ HOYOS, El Congreso de Cúcuta y su
proyección en la Historia de la Gran Colombia, Bogotá, Academia Colombiana de la Historia,
Editorial Kelly y J. J. VILLASMIL MOLINA, El Primer Congreso Constituyente de la Gran Colombia,
San Cristóbal, Imprenta del Estado Táchira, 1961.
“Constitución de la República de Colombia”, Cúcuta, 6 de octubre de 1821, en op. cit.,
Cuerpo de leyes..., p. 20. Ver artículo 155. Ver también Graciela SORIANO DE GARCÍA
PELAYO, op. cit., Venezuela 1810…, p. 72. La autora califica a los ayuntamientos de
“instituciones transepocales” dada su capacidad para responder a las necesidades y
aspiraciones locales.
163
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
y abundancia”9. El cuarto considerando señalaba las implicaciones económicas
que tenía la atención de dichos asuntos: “...la agricultura y la crianza de ganados
debe protegerse y auxiliarse por todos los medios, como el manantial inagotable
de la riqueza pública...”10. Como puede apreciarse, la tranquilidad general y el
fomento de la economía agraria formaban parte de la agenda de seguridad que
debía encarar el tejido institucional colombiano.
El cabildo y la función de policía
El proceso de organización adelantado en los primeros años de la República, sin
embargo, no supuso la total liquidación de instituciones de origen colonial como
los cabildos. Estos heredaron en el nuevo cuadro republicano funciones que ya
ejercían en el pasado11. Entre ellas adoptar medidas de policía en el sentido general
del término, lo que implicaba no sólo cooperar en el control del orden público y
la criminalidad sino también en el fomento de la comodidad de los vecinos12. En
las próximas líneas se intentará explicar cómo se insertaron las municipalidades
en el cumplimiento de las tareas de preservación de la tranquilidad colectiva y de
la contención del delito durante el período estudiado. Es necesario para ello
comenzar con la ubicación de los cabildos dentro de la estructura creada según la
constitución y la primera ley de división territorial y régimen político emitida el 2
de octubre de 1821 por el Congreso de Cúcuta. Los legisladores idearon un sistema
de gobierno centralizado con un Poder Ejecutivo cuya máxima instancia era ejercida
unipersonalmente por el presidente de la República. Entre otras materias, a ese
magistrado le fueron reservadas competencias para velar por la tranquilidad y el
9
Simón BOLÍVAR, Proyecto de Decreto sobre Policía General que somete al examen público el Libertador,
Caracas, Imprenta de Valentín Espinal, 1827, p. 2.
10
Idem.
11
Para aclarar las funciones que cumplían los cabildos en la época colonial se recomienda
ver Francisco DOMÍNGUEZ COMPANY, Estudio de la instituciones locales hispanoamericanas,
Caracas, Academia Nacional de la Historia, 1981.
12
Una sección completa se dedicará a la discusión de la noción de policía en la época
estudiada y sus antecedentes. De momento es suficiente señalar que el concepto reunía
tres dimensiones principales: la convivencia ciudadana –lo que suponía el fomento de
la higiene y salubridad colectiva y de la comodidad general de los vecinos–, el orden
público y la contención y represión de la criminalidad.
164
El control de orden público y la criminalidad en el cantón Petare de la República de Colombia (1822-1830)
David González Travieso
orden interior13. A pesar de que en la cúspide estatal había un gobernante con esas
facultades, el Poder Legislativo también estableció la creación de secciones
territoriales de amplitud decreciente: departamentos, provincias, cantones y
parroquias14. Al frente de éstos estaban intendentes, gobernadores, jueces políticos
y alcaldes ordinarios y pedáneos respectivamente15. Los parlamentarios atribuyeron
a cada uno de esos funcionarios competencias relacionadas con la policía16. Pero
los cabildos que funcionaban en el plano cantonal desarrollaron en los primeros
años de la República las tareas específicas de reglamentar y organizar lo referente
a esa materia. Los ayuntamientos tenían –según la ley del 2 de octubre de 1821–
facultades para auxiliar a los jueces políticos en la preservación de la integridad de
las personas y sus bienes y en el mantenimiento del orden público en la escala
local17. Además designaban a los alcaldes ordinarios y pedáneos, quienes eran los
funcionarios directamente encargados de asegurarse de la tranquilidad de los
cantones y parroquias. Todo con la supervisión de los jueces políticos18. Los
cabildos no tardaron en asumir sus responsabilidades. La municipalidad de Caracas
dictó un bando de policía en 1824 con el argumento de que “aun no existen
ordenanzas y estatutos generales que den a este interesante objeto todo el vigor
necesario para establecerlo bajo un sistema fijo conocido y útil a ejemplo de lo
que han hecho sobre este particular los pueblos más civilizados”19. Dos años
antes el cabildo de Petare –objeto de este estudio– había emitido su propio
reglamento sobre la materia. De la misma manera ocurrió en el resto de la República.
La profusión de normativas locales y sus diferencias de aplicación llevaron al
Poder Legislativo a tomar precauciones adicionales en una nueva ley de división
territorial y régimen político que fue emitida el 11 de marzo de 1825. Los cabildos
recibieron atribuciones explícitas para continuar la tarea de dictar reglamentos de
13
“Constitución de la República de Colombia”, Cúcuta, 6 de octubre de 1821, en Cuerpo
de leyes..., p. 17, ver artículo 113.
14
Ibidem, p. 8, ver artículo 8.
15
“Ley sobre organización y régimen político”, Cúcuta, 2 de octubre de 1821, en Cuerpo
de leyes..., pp. 77, 78, 79, 80 y 81. Ver artículos 4, 21, 33 y 48.
16
Idem. Ver artículos 5, 22, 38 y 48.
17
Ibidem, p. 79, ver artículo 47.
18
Ibidem, p. 80, ver artículo 38.
19
Bando de Policía dictado por la muy ilustre municipalidad de Caracas, Caracas, Imprenta de
Valentín Espinal, 1824, p. 1.
165
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
policía, que debían ser uniformados por los intendentes departamentales20. Los
ayuntamientos también podían nombrar comisarios según el número de cuarteles
en los que se decidiera dividir a los pueblos y ciudades21. En los aspectos restantes,
se conservaba en buena medida la arquitectura dispuesta por la legislación de
octubre de 1821. Pero la preocupación por las disparidades de criterio de las
normas, llevaron en 1827 a Bolívar a presentar el ya citado proyecto de decreto
sobre policía general. En el discurso preliminar de la propuesta se argumentó la
necesidad de sistematizar las regulaciones dictadas en los cinco años previos:
Informes mutilados y bandos de buen gobierno que formaban las
municipalidades de los cantones, los más contradictorios en muchas partes,
disminuidos todos, han sido las reglas que han dirigido la economía de los
departamentos... Encargada la policía por las leyes a las municipalidades y
jefes políticos, que si bien carecen de medios necesarios para llenar sus
funcionares, también están divididas sus tareas en cantidad de objetos que
se multiplican más con el cuidado que deben prestar a sus propios
negocios22.
El Libertador identificaba que la función de policía debía convertirse en un
ramo especializado de la administración pública con personal debidamente
remunerado y sometido a controles para evitar los excesos. “Prender a los
malhechores es una función estimable porque es útil, pero nada tiene de brillante:
un hombre no puede consagrarse a ella por entusiasmo, y así es preciso que sea
ventajoso”23. Hasta entonces, como se verá en el caso petareño, prácticamente los
propios vecinos asumían las labores que demandaba el cuidado de la tranquilidad
colectiva. La propuesta de Bolívar suponía la constitución de un cuerpo uniformado
con una organización propia dentro de la estructura estatal. Así se proponía el
establecimiento de prefectos que trabajarían al lado de los gobernadores de
provincias y tendrían bajo su responsabilidad guardias y celadores que operarían
en cantones y parroquias24. El proyecto entró en vigencia el 22 de diciembre de
1827 y privilegiaba la llamada “policía de seguridad”, es decir la que controlaba el
20
“Ley sobre organización y régimen político”, Bogotá, 11 de marzo de 1825, artículo
86, en Cuerpo de Leyes..., p. 82.
21
Idem.
22
Simón BOLÍVAR, op. cit., Proyecto de…, p. I.
23
Ibidem, p. VII.
24
Ibidem, p. III.
166
El control de orden público y la criminalidad en el cantón Petare de la República de Colombia (1822-1830)
David González Travieso
orden público y prevenía la criminalidad25. El 14 de febrero de 1828, José Antonio
Páez, como jefe superior de Venezuela, nombró al general Juan Bautista Arismendi
como jefe general de policía. En julio de ese año, el oficial dio parte sobre sus
actividades organizativas: “Uno de los grandes estímulos que va a hacer eficaz la
policía es el establecimiento de las rondas montadas acordadas por vuestra
excelencia el 26 de marzo pasado: para su ejecución he tomado todas las medidas
necesarias y desde el primero de junio entrante quedarán planteadas en todos los
cantones”26. Se aprecia pues una progresión hacia la preeminencia del ordenamiento
nacional de policía sobre el cantonal entre 1821 y 1828. Un decreto de Bolívar del
17 de diciembre de 1828 suprimió las municipalidades y finalmente encomendó a
los jefes políticos y a los de policía donde los hubiere todas las atribuciones que
hasta el momento ejercieron los cabildos.
El contexto de la posguerra en la República
Hasta aquí se han esbozado los dos modelos de organización de policía que se
alternaron en el período 1821-1830. El ejercicio de esas atribuciones debió
materializarse en un contexto social que había sido profundamente impactado
por los hechos del conflicto armado. La implantación del modelo republicano se
ensayó sobre una sociedad que vivía en términos prácticos una situación de
posguerra. La confrontación bélica –sumada al terremoto de marzo de 1812 y a
las epidemias que se difundieron entre la población en años posteriores– había
generado consecuencias negativas para la población del actual territorio venezolano,
sobre el cual se concentrará la atención en lo sucesivo. La reducción demográfica,
las migraciones internas y externas, el abandono de las unidades agropecuarias, la
destrucción de los caminos y la generalización de la pobreza se incluyeron entre
los efectos generales asociados a la guerra de Independencia durante el período
1812-182127. Se hará hincapié de inmediato en algunos aspectos en los que se
25
Ver Manuel PÉREZ VILA, “Policía”, en Diccionario de Historia de Venezuela (CD-ROM),
Caracas, Fundación Polar, 2000.
26
Juan Bautista ARISMENDI, “Policía”, Gaceta de Colombia, Bogotá, 13 de julio de 1828,
trimestre 29, número 359, pp. 1 y 2, en Gaceta de Colombia (Edición Facsimilar), Bogotá,
Banco República de Colombia, 1975, tomo IV.
27
Pedro CUNILL GRAU, Geografía del Poblamiento Venezolano del siglo XIX, Caracas, Ediciones
de la Presidencia de la República, tomo I, pp. 69-134.
167
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
materializó el difícil cuadro social heredado. La miseria tuvo uno de sus efectos
visibles en el incremento de los individuos sin ocupación fija y conocida. Entre
ellos estaban –de acuerdo con Pedro Cunill Grau– los holgazanes, los mendigos,
y otras personas inscritas en estilos de vida seminómadas o en situaciones de
subempleo o desempleo urbano y rural28. El investigador no deja de advertir que
esa masa humana formaba parte de las corrientes migratorias que existieron durante
el conflicto independentista29. En 1821 el Congreso de Cúcuta dictó una normativa
de conscripción militar que privilegiaba entre los reclutables a los “...vagos, en
cuya clase se consideran aquellos hombres a quienes su pobreza y desaplicación
les hace servir de carga pesada a sus conciudadanos”30. Un segundo elemento que
se hizo patente en la posguerra fue la aparición de las personas que, en palabras de
Cunill Grau, se desarraigaron de las acciones bélicas. Se trataba de esclavos fugados,
bandoleros, y guerrilleros entre otros31. Paradójicamente la reducción demográfica
había incidido en la disminución de la oferta de mano de obra para ocuparse de la
actividad agropecuaria. Otro aspecto fue la redefinición de determinados patrones
de ocupación del territorio: la guerra hizo asentar una tendencia hacia la
concentración demográfica en puntos alejados de los caminos principales y de las
zonas más fértiles donde se suponía que habría mayores peligros32. El 22 de abril
de 1825 el Poder Ejecutivo dictó un decreto para estimular la instalación de venteros,
posaderos y pulperos a la vera de las principales vías de comunicación terrestres y
fluviales33. Los voluntarios quedaban exceptuados de ser reclutados para las fuerzas
armadas: la población masculina solía huir de las levas que nutrían el servicio
militar34.
28
Ibidem, p. 92.
Idem.
30
“Resolución del Congreso General de Colombia sobre el orden que debe guardarse
en la conscripción de los ciudadanos para el servicio militar”, Bogotá, 25 de agosto de
1825, en Pedro CUNILL GRAU, op. cit., Geografía del…, p. 94.
31
Pedro CUNILL GRAU, op. cit., Geografía del…, p. 124.
32
Ibidem, p. 114. Se trató de una tendencia temporal, que se revirtió en los períodos
subsiguientes según el autor.
33
Ibidem, p. 116.
34
Idem.
29
168
El control de orden público y la criminalidad en el cantón Petare de la República de Colombia (1822-1830)
David González Travieso
Las nociones de policía, orden público y criminalidad
En esta sección se pretenderá estudiar con mayor detenimiento cómo las
autoridades republicanas comprendían la noción de policía. Más allá de las
diferencias de criterio sobre los modelos de organización, el concepto era
comprendido de una manera consistente. Se identificaba como un agregado de
tres aspectos interrelacionados estrechamente: los servicios y la convivencia
ciudadana, el orden público y la seguridad de los bienes y las personas35. El primer
elemento refería a las acciones orientadas a garantizar el bienestar y la armonía de
la comunidad. Suponía la regulación y vigilancia de asuntos como el correcto
funcionamiento de los establecimientos comerciales, el mantenimiento de la
salubridad, la preservación del aseo y la conservación de los caminos, acueductos
y el alumbrado. En el Reglamento de Policía dictado por el cabildo de Petare el 25
de noviembre de 1822 se incluyeron sanciones pecuniarias para las casas públicas
de venta que distribuyeran productos en mal estado; para los propietarios de
animales que provocaran daños en las labranzas de los vecinos y para los dueños
de viviendas que no mantuvieran en buen estado los empedrados de las calles36.
El artículo 16 de la normativa establecía multas para quienes no preservaran la
higiene de las áreas comunes:
Que del mismo modo los dueños de casas y los que habitaren en casas de
arquiler serán obligados a mantener con aceo todo el frente de sus
pertenencias sin tirar basura, ni aguas sucias, ni que estén enmontadas,
antes por el contrario deberán hacerlas barrer todos los sábados para quitar
35
Los fundamentos que nutrían la definición de policía pueden consultarse en: Joaquín
ESCRIRICHE, Diccionario Razonado de Legislación y Jurisprudencia, Caracas, Imprenta Espinal,
1840 en Pedro Vicente SOSA LLANOS, “La policía en la Venezuela Colonial (siglo XVIII),
Boletín de la Academia Nacional de la Historia, Caracas, Academia Nacional de la Historia,
Tomo LXXVIII, Nº 312, octubre-diciembre, 1995, pp. 119. Según Escririche “Policía
pues se toma comúnmente por el arte ciencia de procurar a todos los habitantes de un
pueblo una vida cómoda y tranquila... Son objetos de la policía la disciplina de las
costumbres, la seguridad y tranquilidad general, la observancia de los estatutos, leyes,
bandos u ordenanzas municipales, el uso de las armas, de ociosidad u holgazanería, y
de todas aquellas acciones que aunque poco o nada criminales por sí mismas puedan
tener malas resultas u ocasionar crímenes o males a los ciudadanos, y en fin todo lo que
concierne a la seguridad y bien estar de los moradores...”.
36
“Reglamento de Policía”, Petare, 25 de noviembre de 1822, artículos en 6, 12 y 15 en
Actas del Cabildo de Petare, Caracas, Publicaciones del Concejo Municipal del Distrito
Sucre del Estado Miranda, tomo I, 1972, pp. 16, 19 y 20.
169
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
las inmundicias que ocasionan las recuas de tránsito en el concepto de que
pagarán cuatro reales al ministro por cada vez que pasare a requerir de
parte de la autoridad el exacto cumplimiento de este artículo37.
La cuestión del orden público contenida en la noción de policía aludía
directamente a la conservación de la moral y las buenas costumbres a través de la
prevención y castigo de los vicios, a los cuales se les consideraba fuentes de
corrupción del ejercicio de la virtud. En el citado proyecto de policía general del
Libertador, puede identificarse una concepción según la cual la relajación de los
hábitos conllevaba al delito: “La moral pública en cuanto a precaver la corrupción
de las buenas costumbres y perseguir la ociosidad, origen de todos los males, es el
principal objeto de este plan en el que más bien se ha procurado prevenir los
crímenes que castigarlos” 38. La holgazanería, el juego de azar, la bebida eran
identificadas en la época como las principales desviaciones que debían atajarse
para evitar peores consecuencias. El diagnóstico se hizo patente en la propuesta
policial de Bolívar: “Por desgracia lamentamos la corrupción de las costumbres
en las poblaciones y el ocio en los campos: el juego, la embriaguez, las alevosías,
los crímenes de todas clases a favor del desorden, ocupan incesantemente los
tribunales de justicia”39. En su biografía de Páez, Tomás Polanco Alcántara dio
cuenta de cómo ese personaje se contaba en la lista de asiduos a los juegos de azar
en plena época republicana40. Finalmente, la necesidad de prevenir murmuraciones
y conspiraciones formaba parte también del catálogo de preocupaciones.
La seguridad de los bienes y las personas incorporaba en la noción de policía
el combate a las expresiones de criminalidad que afectaban a los miembros de las
distintas localidades de la República41. En un estudio sobre la Caracas del período
1822-1830, Elio Gómez Grillo identificó los atentados contra la propiedad, las
lesiones personales, el contrabando, y la difamación e injuria como algunas de las
37
Ibidem, p. 19.
Simón BOLÍVAR, op. cit., Proyecto de…, p. I.
39
Ibidem, p. IX.
40
Tomás POLANCO ALCÁNTARA, Páez, Caracas, Cemex de Venezuela, 2000, p. 110.
41
La criminalidad es comprendida como la incidencia de delitos en un área específica
durante un tiempo determinado. Se trata de un concepto con evidente dimensión
histórica y así ha sido definido en la literatura especializada. Ver Carmelo FLORES
CAZORLA, Lecciones de Criminología, Valencia, Editorial Vadell, 1991.
38
170
El control de orden público y la criminalidad en el cantón Petare de la República de Colombia (1822-1830)
David González Travieso
formas más frecuentes de delitos42. La evidencia sugiere que el pillaje en los caminos
y el hurto de ganado eran formas comunes de criminalidad de la época: pero no es
sencillo obtener conclusiones precisas a falta de investigaciones generales y
específicas sobre el tema para el territorio venezolano en el período aquí analizado.
Nos limitaremos a rescatar algunas apreciaciones de actores coetáneos como parte
de un diagnóstico preliminar. Aunque la guerra había sido superada, la costumbre
de la violencia se había incubado en la sociedad. En el proyecto de policía de El
Libertador se afirmó lo siguiente: “...el ejercicio de las armas ha hecho a los hombres
audaces y engendrado en ellos la aversión al trabajo”43. Hay evidencias sobre cómo
en su momento el Ejército Libertador debió depurarse de algunos miembros que
incurrían en el pillaje. En el diario de operaciones de esa fuerza se dio cuenta, por
ejemplo, de un soldado del Batallón de Granaderos de la Brigada de la Guardia de
Honor de Bolívar que fue pasado por las armas el 22 de septiembre de 1818 “por
desertor y salteador”44. Situaciones análogas se proyectaron en la vida republicana.
Juan Bautista Arismendi, en su condición de jefe de policía, procuraba reivindicar
sus logros en la contención de los desertores del Ejército y los esclavos fugados:
“Se presentan voluntariamente a ser hombres útiles en lugar de malhechores”45.
Las guerrillas que se levantaron después de Carabobo a favor del rey si bien
manifestaban intenciones políticas –incluso se emplearon unidades militares para
su represión– sus actos se tradujeron en acciones criminales cuyas consecuencias
eran resentidas por los moradores de las zonas donde éstas operaban y de manera
más acentuada por quienes se dedicaban a la agricultura. Una de la más temidas y
perseguidas fue la de Dionisio Cisneros que funcionó en los Valles del Tuy y otras
áreas del perímetro de Caracas: Petare entre ellas, como se verá. Miguel Izard, en
un estudio sobre la agricultura en el período de transición entre la guerra y la
república, citó la representación que redactó un síndico de Santa Lucía en julio de
42
Elio GÓMEZ GRILLO, La delincuencia en Caracas, Maracaibo, Editorial universitaria de la
Universidad del Zulia, 1970, pp. 41, 42 y 43. El autor evidentemente aclara que el
número de expedientes que consultó para elaborar la estadística –44– podría no reflejar
con exactitud el grado de incidencia delictiva en el período estudiado. Sólo entre 1827
y 1830 identificó 11 casos de atentados contra la propiedad, 11 de lesiones personales
y 6 de contrabando.
43
Simón BOLÍVAR, op. cit., Proyecto de…, p. IX.
44
“Diario de operaciones de la Brigada de la Guardia de Honor de su Excelencia el Jefe
Supremo”, 22 de septiembre de 1818, en Las Fuerzas Armadas de Venezuela en el siglo XIX,
Caracas, Ediciones del Ministerio de la Defensa, tomo 2, 1963, p. 411.
45
Juan Bautista ARISMENDI, op. cit., “Policía”, p. 1.
171
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
1825: “Pública y notoria es la devastación que han experimentado estos valles en
los últimos anteriores años en que el faccioso Cisneros ha redoblado sus esfuerzos
para turbar el reposo de sus moradores”46.
Los delitos estaban definidos por la legislación penal heredada de la colonia47.
En la carta magna de 1821 se declaró la vigencia de las leyes españolas en todo
aquello que directa o indirectamente no se opusiera a la propia constitución, ni a
los decretos o leyes expedidos por el Congreso48. Quedaron en pie como fuentes
para la calificación de los delitos las Siete Partidas de Alfonso el Sabio del año
1265 (tipificaban los homicidios, la barraganía, los robos, los hurtos, el adulterio y
el incesto); las Ordenanzas Reales de Castilla de 1480 (normaban los homicidios,
los estupros y adulterios y los robos); la Nueva Recopilación de Leyes de Castilla
de 1567 (con disposiciones sobre los robos, las injurias, los amancebamientos, los
adulterios, incestos y estupros y los homicidios); la Recopilación de Leyes de
Indias de 1680 (incluían el amancebamiento, la posesión de armas y los juegos
prohibidos); y la Novísima Recopilación de Castilla de 1808 (cuyo artículo preveía
el hurto, el robo, el uso de armas prohibidas, los homicidios y heridas, las injurias
denuestos y palabras obscenas, el amancebamiento, el adulterio, los incestos y
estupros, y la sodomía y bestialidad)49. El 13 de mayo de 1825 el parlamento
colombiano dictó una ley para establecer el criterio de prelación en la aplicación
46
Miguel IZARD, La agricultura venezolana en una época de transición, Caracas, Fundación John
Boulton, Separata del Boletín Histórico, número 28, 1972, p. 46.
47
Hay incontables enfoques para definir qué es un delito. Entre ellos está el “enfoque
juridicista” según el cual delito es todo comportamiento antisocial que genere una
acción punitiva. Tanto las acciones sancionables como sus castigos deben estar
establecidos en códigos conocidos colectivamente. Así delito es lo que el derecho penal
defina como tal. Ver: Carmelo FLORES CAZORLA, op. cit., Lecciones de…, ver también
Tulio CHIOSSONE, Manual del Derecho Penal Venezolano, Caracas, Facultad de Ciencias
Jurídicas y Políticas de la Universidad Central de Venezuela, 1993.
48
“Constitución de la República de Colombia”, Cúcuta, 6 de octubre de 1821, en Cuerpo
de leyes..., p. 23. Ver artículo 188. La carta magna estableció un catálogo de principios
relacionados directamente con asuntos referidos al procesamiento criminal: establecía
restricciones a las detenciones, a los allanamientos de morada, limitaba la aplicación de
las leyes militares en el ámbito penal. Ver en la Constitución el título XIII denominado
“Disposiciones Generales”.
49
Ver Antonio José GONZÁLEZ ANTÍAS, El proceso penal en la administración de justicia en
Venezuela. 1700-1821. (Casos de homicidios y heridas), Caracas, Biblioteca de la Academia
Nacional de la Historia, Estudios, Monografías y Ensayos, número 186, pp. 182-191.
172
El control de orden público y la criminalidad en el cantón Petare de la República de Colombia (1822-1830)
David González Travieso
de los instrumentos legales que regulaban todas las materias tribunalicias incluyendo
la penal. El orden de preeminencia de las leyes debía ser el siguiente: “1) Las
decretadas o que en lo sucesivo decretare el Poder Legislativo; 2) Las pragmáticas,
cédulas, órdenes, decretos y ordenanzas del gobierno español hasta el 18 de marzo
de 1808 que estaban en vigencia en el territorio que forma la República; 3) Las
Leyes de la Recopilación de Indias; 4) Las de la Nueva Recopilación de Castilla y
5) Las de las Siete Partidas”50. Sería muy difícil sintetizar el cuerpo de disposiciones
penales contenidas en ese conjunto de instrumentos que, como se explicará,
también contenían previsiones sobre la vagancia y los juegos prohibidos. Se
señalarán las tipificaciones de algunos delitos relevantes para el trabajo desarrollado
en las presentes líneas de acuerdo con las Siete Partidas. El robo se definía como
la toma “de una cosa mueble ajena sin el placer de su dueño” y se dividía en
manifiesto u oculto51. Implicaba la devolución de tres veces el valor de lo tomado.
Podía generar castigos corporales como los azotes o demandas contra el autor del
robo y sus herederos. En aquellos casos más graves, como el de quien arrebatara
cosas del rey, podía implicar la muerte. El homicidio, obviamente, era definido
como “el matamiento de un hombre” que, en términos generales, podía ser
deliberado, en defensa propia o por accidente52.
La herencia colonial de la noción de policía
La comprensión de la noción de policía como agregado de los tres elementos
señalados era una herencia colonial de la que se hará un muy sucinto repaso.
Desde los primeros tiempos el término fue empleado en la acepción de vida
civilizada de acuerdo con los valores españoles. Así era corriente –como lo anota
Manuel Pérez Vila– que en los documentos oficiales de los siglos XVI y XVII se
empleara la expresión de “reducir a los indios a policía” para hacer significar que
se pretendía formarlos en la educación y la religión católica53. Y, como ya se ha
dicho, entrado el siglo XIX el fondo del término aún refería al mantenimiento y
promoción de la convivencia ciudadana en un sentido integral. En los elementos
relativos al control del orden público hay que apuntar que el cuerpo mayor de
leyes ya citadas, y las reales cédulas, los bandos de buen gobierno y los reglamentos
50
Ver en J. J. SISO MARTÍNEZ, op. cit., Cuerpo de…, p. X.
Siete Partidas, Séptima Partida, Título XIII, Ley I, Valencia, Benito Monfort, 1767.
52
Ibidem, Ver Séptima Partida, Título VIII, Ley I.
53
Manuel PÉREZ VILA, op. cit., “Polícía”.
51
173
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
de policía emitidos por gobernadores y cabildos desarrollaron las pautas a seguir
en todas las escalas de los dominios americanos54. Se hará énfasis en algunos
aspectos cuya regulación generó preocupación no sólo para las autoridades
monárquicas, sino para las que se instalaron dentro del nuevo orden republicano.
Así es posible señalar que la vagabundería y el ocio fueron normados en las
Ordenanzas Reales de Castilla (Libro VIII, Título XIV, Leyes I y II) y en la Recopilación
de las Leyes de Indias (Libro VII, Título IV). En esta última, se ordenaba a los
virreyes, presidentes y gobernadores que ejecutaran el destierro de aquellos
vagabundos españoles que se negaran a aprender oficios o a ocuparse en alguna
actividad55. El juego también mereció la atención del Libro VII, Título II de la
recopilación de indias en el que se ordenaba a audiencias y justicias que “...con
mucho cuidado prohíban, y defiendan, imponiendo graves penas, los grandes, y
excesivos juegos, que hay en aquellas provincias...”56. Se hacía referencia a los
naipes, los dados y a las apuestas generalizadas. El miedo a la ociosidad y a la
vagabundería se había manifestado con particular expresividad a finales del siglo
XVIII en el actual territorio venezolano57. En 1787 un grupo de vecinos principales
de Caracas en conjunto con las autoridades políticas y eclesiásticas de la Capitanía
General de Venezuela acordaron enfrentar el problema de la “mendicidad
voluntaria” por las diversas consecuencias que atribuían al fenómeno:
...discernir y proteger los verdaderos pobres separándolos de los holgazanes
pordioseros falsos que con palabras estudiadas, semblante artificioso y
traje asqueroso viven cubiertos de vicios, corrompen a los buenos, usurpan
la limosna debida a los necesitados acechando las casas, roban siempre
que pueden, y no tienen con que descansar sino sobre una masa de arbitrios
inicuos contra la felicidad pública en cuyo supuesto es de la primera
54
Pedro Vicente SOSA LLANOS, op. cit., “La policía…”, p. 120.
Recopilación de Leyes de los Reynos de Indias, Libro VII, Título II, Madrid, Ediciones de la
Cultura Hispánica, tomo II, p. 284.
56
Ibidem, p. 280. Ver Libro VII, Título II.
57
Frédérique LANGUE, Aristócratas, Honor y Subversión en la Venezuela del siglo XVIII, Caracas,
Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia, Fuentes para la Historia Colonial de
Venezuela, número 252, 2000, p. 225. La autora considera que el referido miedo a la
ociosidad era expresión recelosa de las élites locales hacia las castas inferiores, de manera
particular los pardos. Si bien la caridad se practicó para aminorar la mendicidad y la
vagabundería, también la represión –mediante el encierro en cárceles particularmente
de pardos– también fue practicado.
55
174
El control de orden público y la criminalidad en el cantón Petare de la República de Colombia (1822-1830)
David González Travieso
obligación de los magistrados en observancia de las leyes contener los
progresos de los vagos...58.
Las borracheras tenían antecedentes coloniales y estaban directamente
relacionadas con las actividades de contrabando y de producción clandestina de
aguardiente de caña, bebida alcohólica que hasta la última década del siglo XVIII
debía ser importada del reino español. La preocupación de las autoridades
monárquicas y eclesiásticas con respecto al tema era común. El corregidor de
Carora escribió varias representaciones a la Capitanía General de Venezuela entre
1789 y 1780 en la que describió la naturaleza de los vecinos como “propensa a la
embriaguez”59.
La posesión de armas fue controlada igualmente a través de la Recopilación de
Leyes de Indias (Libro III, Título V y Ley IX, Título VIII y Libro VII...) y en la
Novísima Recopilación de Castilla (Libro XII, Título XIX, Leyes I-XXI)60. Aunque el
control del armamento involucraba a personas de todas las castas, había
disposiciones especiales para regular la posesión de los negros, zambos, mulatos
o esclavos como lo explica Pedro Vicente Sosa Llanos61. Evidentemente la
prevención frente a esos grupos sociales era parte importante del ordenamiento.
Durante la guerra de Independencia los bandos de policía hicieron hincapié en la
precaución frente a potenciales enemigos políticos, cuyos movimientos debían
ser sometidos a escrutinio. En un reglamento de 1817, se ordenaba lo siguiente:
“Todos los tenientes de justicia mayores están obligados a visitar los pueblos y
términos de su jurisdicción: averiguar la conducta y la ocupación de sus vecinos
para conocer al laborioso hombre de bien: entresacar al vago, al sedicioso, al
libertino, al perturbador de la tranquilidad pública, al propaga noticia a favor de la
causa de los insurgentes...”62. En el aspecto delictivo, vale apuntar que la declaratoria
de la vigencia de las leyes penales españolas en tiempos republicanos es señal de la
58
Actas del Cabildo de Caracas, 1787, folio 203 y siguientes en Frédérique LANGUE, op. cit.,
Aristócratas, honor…, p. 226.
59
José Ángel RODRÍGUEZ, “Clandestinidad, Contrabando y Consumo de aguardiente de
caña en Venezuela en el siglo XVIII”, Boletín de la Academia Nacional de la Historia, número
261, enero-marzo de 1983, pp. 145-160.
60
González ANTÍAS, op. cit., El proceso…, pp. 187, 189 y 190.
61
Pedro Vicente SOSA LLANOS, op. cit., “La policía…”, p. 120.
62
“Disposiciones gubernativas circulares a todos los tenientes”, Caracas, 2 de abril de
1817, artículo 7, en Pedro CUNILL GRAU, op. cit., Geografía del…, p. 94.
175
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
continuidad de expresiones criminales que se manifiestan como una pauta de
comportamiento desviado aunque evidentemente la época marcó particularidades
propias en ese sentido63.
El cantón Petare y su cabildo
El cantón Petare fue constituido el 30 de septiembre de 1822 por disposición del
Cabildo de Caracas. La instancia adoptó esa decisión por las dificultades que
suponía la administración de los asuntos municipales en las zonas foráneas64. La
nueva entidad reunía dentro de su jurisdicción los pueblos y contornos de Baruta,
El Hatillo (desplegados en las colinas y valles al sur del río Guaire y al oriente de
la confluencia de éste con la quebrada El Valle) y de Petare, que era la cabecera del
cantón. Este lugar limitaba al oeste con el pueblo cafetalero de Chacao y al este
con el cantón cañero de Guarenas. El norte era cortado por la serranía de El Ávila
y el sur por los Valles del Tuy. El pueblo de Petare era una escala en el camino que
conducía a Barlovento. El 26 de octubre de 1822 se instaló el cabildo petareño:
estaba integrado por dos alcaldes –uno primero y otro segundo– tres regidores,
dos vocales y un tesorero. En el cantón además había un juez o jefe político.
Aunque era representante del Poder Ejecutivo, el funcionario que detentaba el
cargo participaba en las deliberaciones del ayuntamiento. En los primeros años
republicanos, el juez político también fue comandante militar de la circunscripción.
Petare y Baruta fueron fundados respectivamente como pueblos de doctrina de
indios el 17 de febrero y el 19 de agosto de 1621 por el teniente general Pedro José
Gutiérrez de Lugo y el vicario Gabriel de Mendoza. Durante el período colonial,
63
Entre los comportamientos desviados castigados en la vida colonial –igualmente por
las leyes eclesiásticas– estuvieron los delitos sexuales en sus diferentes formas.
Investigaciones de la década pasada dan cuenta sobre el tema y sobre los mecanismos
de transacción social que generaron un ambiente de condescendencia más allá de lo
que a priori podría esperarse en la época frente a determinadas conductas. Ver Elías
PINO ITURRIETA, “Introducción” en Contra lujuria, castidad, Caracas, Alfadil Ediciones,
Colección Trópicos, 1992 y del mismo autor “Palabras sobre tradición, ilicitud y
transacciones” en Quimeras de Amor, Honor y Pecado en el siglo VXIII venezolano, Caracas,
Editorial Planeta, 1994.
64
Nelly PITTOL DE HERRADA, “La manumisión en Petare. Revisión histórica de las actas
del Cabildo de Petare 1822–1824” en Boletín del Centro de Historia Regional de Petare,
Número 6, 2000, p. 74.
176
El control de orden público y la criminalidad en el cantón Petare de la República de Colombia (1822-1830)
David González Travieso
hubo en esas localidades un teniente de justicia mayor. Algunas situaciones que se
expresaron en el período republicano tuvieron antecedentes coloniales. En su
visita pastoral de 1772, el obispo Mariano Martí recibió noticias de los escándalos
y borracheras en las que incurrían los petareños por el consumo del guarapo65.
En el período comprendido entre 1822 y 1830 la población de la cabecera del
cantón osciló aproximadamente entre 2.800 y 4.080 personas, de acuerdo con
investigaciones basadas en las matrículas del Archivo Parroquial de Petare y del
Archivo Arquidiocesano de Caracas66. El cabildo declaró en junio de 1823 que en
el pueblo había poco más de 4000 hombres y mujeres, aunque los censos
eclesiásticos señalaban que había aproximadamente 3.800 personas ese año67. En
cualquier caso, era importante la presencia de esclavos. En 1822 éstos constituían
la mayoría de la población con 44,7% (eran 1.269 de los 2.836 personas que
habitaban la jurisdicción)68. Le seguían los blancos que representaban el 31,1%
(884), los indios 15,3% (434) y los pardos libres 8,7% (249). Aún en 1830 había
1.134 esclavos según lo apunta Pedro Cunill Grau69. La agricultura representaba
la principal actividad económica. Esta se sustentaba en los cultivos de café y caña
de azúcar principalmente70. También se producía maíz, yuca y otras legumbres
que se vendían en Caracas al igual que manufacturas como el casabe71. Había una
red comercial que se expresaba en el funcionamiento de pulperías, como se verá
después. Los propietarios de las tierras –la mayoría de los cuales tenían residencia
fija en territorio caraqueño según la municipalidad de Petare– calificaban de
desastroso el estado de la agricultura y echaban de menos la falta de brazos para
hacer progresar el ramo72. El asedio de la facción del indio Dionisio Cisneros a
65
Lorenzo VARGAS MENDOZA, El Tiempo está puesto en Petare, (Crónicas), Caracas, Concejo
Municipal de Sucre, 1980, p. 63.
66
Nelly PITTOL DE HERRADA, “Crecimiento demográfico del municipio Sucre del estado
Miranda durante los siglos XVIII, XIX y XX”, en Boletín del Centro de Historia Regional de
Petare, Número 7, 2002, p. 60.
67
“Acta del 9 de junio de 1823”, en Actas del Cabildo de Petare, op.cit., tomo I, p. 56. Comparar
con los datos de Nelly PITTOL DE HERRADA, “Crecimiento demográfico...”, op. cit., p. 60.
68
Nelly PITTOL DE HERRADA, “La manumisión...”, op. cit. p. 77.
69
Pedro CUNILL GRAU, op. cit., Geografía del…, p. 481.
70
Susana RIVAS, “Producción y comercialización de la caña de azúcar en el entorno petareño
durante el siglo XIX (Aportes para su estudio)”, en Boletín del Centro de Historia Regional de
Petare, número 4, 1995, p. 41.
71
“Acta del 18 de julio de 1826” en Actas del Cabildo de Petare, op. cit., tomo II, p. 51.
72
Idem. Ver también “Acta del 9 de junio de 1826”, en Actas del Cabildo de Petare, op. cit.,
tomo II, p. 41.
177
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
partir de 1821 y una sublevación de esclavos ocurrida en diciembre de 1824 –
éstos se levantaron con el grito de ¡Viva el Rey!– incidieron directamente sobre el
desempeño de la agricultura. En junio de 1826 el Cabildo de Petare apreciaba en
el cantón “la notoria despoblación y desmejorada riqueza, con motivo del
movimiento de diciembre de 1824; por las hostilidades de la facción de Cisneros
y consecuentes medidas de seguridad y defensa...” y por otras razones expuestas
como una letanía73.
Interesa particularmente hacer referencia a los sucesos que provocó la partida
comandada por Cisneros. Se trataba de un indio de calidad natural de Baruta que
había trabajado como arriero y que posteriormente sirvió en las filas realistas74.
Luego de la Batalla de Carabobo, se puso al mando de una guerrilla que levantaba
las banderas del rey y que mantuvo la promesa de caer sobre Caracas para “matar
a todos los patriotas, masones y herejes”75. El grupo estaba integrado por hombres
que sirvieron en las fuerzas realistas, por desertores del Ejército Libertador y por
campesinos que voluntariamente se unieron a ella o que fueron reclutados de
manera forzada76. La movilidad permitió a Cisneros mantenerse a salvo de las
persecuciones en los montes de los Valles del Tuy y en las montañas de los pueblos
de Petare, El Hatillo y Baruta. La facción –según José Peñavera, uno de sus
miembros– se hacía de recursos “descaminando a los transeúntes, robando pueblos
y saliendo a los vecindarios y conucos”77. El juez político del cantón petareño
sospechaba que la facción era protegida por vecinos, entre ellos el presbítero
Marcos Borges78. Otros propietarios de tierra –según se desprende de la
investigación de Oscar Palacios Herrera sobre Cisneros– eran obligados a colaborar
con ella a través de la extorsión79. El gobierno republicano en una primera fase
organizó “campos volantes” para perseguir a Cisneros: se trataba de grupos
transitorios integrados generalmente por jornaleros que se constituían con la
colaboración de los vecinos. Luego decidió combatir militarmente al guerrillero y
73
“Acta del 12 de junio de 1824” en Actas del Cabildo de Petare, op. cit., tomo II, p. 43.
Oscar PALACIOS HERRERA, Dionisio Cisneros. El Último Realista, Caracas, Academia Nacional
de la Historia, Fuentes para la Historia Republicana de Venezuela, número 45, 1989, p.
28.
75
Ibidem, p. 51.
76
Ibidem, p. 48.
77
Ibidem, p. 53. (Palacios Herrera no citó la procedencia de la información en este caso).
78
Ibidem, p. 55.
79
Idem.
74
178
El control de orden público y la criminalidad en el cantón Petare de la República de Colombia (1822-1830)
David González Travieso
para ello encargó a la denominada Columna de Operaciones de los Valles del
Tuy80. Sólo a título ilustrativo puede mencionarse que según los hallazgos de
Palacios Herrera, Cisneros atacó entre enero de 1822 y agosto de 1823 dos veces
Petare, dos veces Baruta y una vez El Hatillo: en esta última saqueó y robó 102
libras de tabaco en rama que tenía almacenado el estanquero81.
Las medidas de policía adoptadas en el cantón Petare
En esta parte del trabajo serán analizadas las principales regulaciones y medidas
de policía adoptadas en el cantón petareño para controlar el orden público y
prevenir la criminalidad. No se profundizará en las disposiciones referidas a
garantizar el buen funcionamiento de los servicios comunes. Se empleará, pues,
un enfoque restringido que involucrará sólo dos de las tres dimensiones de la
noción de policía según fue expuesta en la sección número tres de este trabajo. La
revisión de las acciones emprendidas en el cantón se realizará fundamentalmente
a partir de las actas del cabildo local. Se dividirá esta parte del discurso en tres
unidades: en la primera se expondrá el diagnóstico de los principales problemas
identificados por las autoridades en lo referido a orden público y criminalidad; en
la segunda se hablará de las regulaciones acordadas y en la tercera de las medidas
organizativas ejecutadas para ofrecer las respectivas soluciones.
El diagnóstico
Las actas del cabildo dejan constancia de la reiterada preocupación de sus miembros
por los desórdenes diurnos y nocturnos que solían presentarse en las pulperías.
Las autoridades se quejaban de que en esos establecimientos usualmente se
congregaban jornaleros, esclavos y forasteros –y también miembros de la
comunidad– para consumir bebidas alcohólicas y participar de los juegos
prohibidos. La relajación de las costumbres era denunciada como fuente de los
delitos. El 16 de febrero de 1824, el cabildo acordó extender una representación
al juez político del cantón –en ese entonces el teniente coronel Carlos Núñez–
para denunciar la situación provocada por los “malentretenidos” que anidaban en
Petare:
80
81
Ibidem, p. 61.
Ibidem, pp. 63, 68, 81, 82 y 102.
179
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
No puede la municipalidad ver con indiferencia la multitud de robos que
casi diariamente se nota entre la circunferencia del poblado, y que esto no
puede provenir de otra cosa que de las varias rochelas de juegos prohibidos
se saben que circulan en algunas pulperías y casas ocultas donde al intento
se reúnen hombres y algunos hijos de familia a jugar lo que sus facultades
no les permiten; y mientras las autoridades no den a demostrar que la
policía en este pueblo tiene todo su decoro y respeto, sin duda los males
serán sin tamaño y el abrigo de personas forasteras infestarán de todos
modos este territorio82.
Una apreciación análoga fue vertida tres años más tarde cuando la municipalidad
insistió en justificar una disposición según la cual los pulperos debían colocar
rejas en las horas nocturnas por “los tumultos que de ordinario se observan en
semejantes casos no sólo por las noches, sino en los días de fiesta, que es mayor la
concurrencia al poblado de todas las esclavitudes y gentes del campo, de cuya
reunión y permanencia en las pulperías resultan consecuencias funestas a la moral
pública, el orden y sosiego del vecindario”83. Se creía que la erradicación y limitación
de los vicios incubados por el ocio podrían generar un ambiente más seguro.
La segunda gran preocupación de la municipalidad estaba referida, desde luego,
a la partida comandada por Cisneros. El faccioso era percibido simplemente como
un bandido que había afectado notablemente la actividad agrícola y comercial en
el cantón desde el año 1821. El Gobierno republicano, como se ha dicho, destinó
efectivos militares para la persecución de ese hombre y sus seguidores. Los
miembros del cabildo consideraban que los jornaleros y esclavos de la jurisdicción
nutrían las filas de Cisneros (no hay que olvidar las sospechas de las autoridades
militares según las cuales había vecinos que protegían la facción). He allí otro
diagnóstico referido a la criminalidad en la zona. El 14 de junio de 1826 se deliberó
sobre la propuesta gubernamental de retirar de Petare el batallón de veteranos
que se había instalado para la protección del área. La fuerza sería sustituida por
otra reclutada de entre los brazos que se ocupaban de la agricultura. Una de las
razones esgrimidas para oponerse a la disposición del gobierno era el riesgo de las
deserciones: “al paso que por escaparse (los peones libres)... andarían prófugos
en los montes y prestarían toda facilidad a la facción para su aumento cuando
espontáneamente no se uniesen a él”84. El 27 de abril de 1827 el cabildo manifestó
82
“Acta del 16 de febrero de 1824”, en Actas del Cabildo de Petare, op. cit., tomo I, p. 90.
“Acta del 20 de julio de 1827”, en Actas del Cabildo de Petare, op. cit., tomo II, p. 97.
84
“Acta del 14 de junio de 1826”, en Actas del Cabildo de Petare, op. cit., tomo II, p. 45.
83
180
El control de orden público y la criminalidad en el cantón Petare de la República de Colombia (1822-1830)
David González Travieso
nuevamente rechazo ante la posibilidad de una leva para organizar un batallón
que sería bautizado “Barlovento”. Entre las razones, además de la ruina de la
agricultura, se expuso lo que se señala a continuación:
…estima la municipalidad que un alistamiento semejante, va a hacer un
toque de retirada para estos vecinos, que en la mayor parte se concentrarán
unos en Caracas mismo; otros a los montes, otros al vecindario de Chacao
donde no existe esta disposición, acreditándolo así la experiencia en otras
ocasiones cuando se ha emprendido igual medida, no siendo pocos los
que vayan a formar causa y cuerpo con el faccioso, como otras veces ha
ocurrido85.
Las operaciones de la partida eran criterio para tomar decisiones como permitir
o negar la apertura de establecimientos comerciales en determinados puntos del
cantón. El 18 de agosto de 1823 se autorizó a Francisco Guía abrir una pulpería
en El Rodeo: “...respecto de no haber un obstáculo ni motivo particular que se lo
impida, en razón a que la facción de Cisneros se ignora su paradero, y que aún
cuando aparezca nunca puede ser auxiliado de los recursos de su pulpería por
estar defendida por un destacamento avanzado”86. Guía obviamente también se
comprometió a cumplir con las regulaciones que mandaban la conservación del
buen orden. El 30 de enero 1824 el ayuntamiento expresó desacuerdo con la
posibilidad de que Núñez fuera sustituido de su cargo como juez político: “...esta
corporación es testigo presencial de los esfuerzos de este magistrado para prosperar
los pueblos de su mando, disipando la facción del forajido Cisneros que amenazaba
la seguridad de estos pueblos”87. Así pues las actividades del “bandido” Cisneros,
sumados a los desórdenes de las pulperías y el robo formaban parte del diagnóstico
municipal sobre los problemas prioritarios de orden público y criminalidad que
debían ser encarados.
Reglamentos de policía
En la sesión del 25 de noviembre de 1822 la municipalidad dictó un Reglamento
de Policía de 20 artículos de los cuales 12 contenían normas dedicadas a regular el
85
“Acta del 27 de abril de 1827” en Actas del Cabildo de Petare, op. cit., tomo II, p. 95.
“Acta del 18 de agosto de 1823” en Actas del Cabildo de Petare, op. cit., tomo I, p. 63.
87
“Acta del 30 de enero de 1824" en Actas del Cabildo de Petare, op. cit., tomo I, p. 85.
86
181
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
uso de armamento, la iluminación nocturna, el consumo de bebidas alcohólicas,
las reuniones en las pulperías, los juegos prohibidos, las pendencias juveniles y los
alborotos callejeros. La violación de la norma sobre el armamento suponía tres
días de arresto en el caso de las personas libres, autorizadas para portar espada o
sable si iban a pie y pistola en caso de que viajaran a caballo88. Los esclavos, que no
podían llevar armamento alguno, podían recibir doce azotes por parte de sus
amos si faltaban a esa obligación89. Las restricciones en la materia eran amplias:
...se prohíbe con generalidad la cuchilla, hierro de lanza o puñal, pues
únicamente los arrieros podrán usar navaja o cuchillo en el acto de sus
viajes y no cuando estén desocupados en las poblaciones o caminos; del
mismo modo se prohíbe el uso de asta de lanza con la denominación de
garrote y todo palo así la gente libre de jornal, como todo esclavo…90
A los militares se les llamaba a usar las armas autorizadas por sus respectivos
jefes y no alguna otra91. En el segundo artículo del reglamento se limitaba el uso
de prendas de vestir –denominadas “fresadas caladas” y cuyo empleo resultaba
“sospechoso”– bajo las cuales pudiera ocultarse armamento prohibido: esto podía
acarrear también penas de tres días de arresto92.
El reglamento de Policía ordenaba que dentro de las pulperías no podían estar
ni hombres ni mujeres por más tiempo del razonable, y aquellos que se encontrasen
“arrochelados en ellas” –especialmente los días lunes en la mañana– recibirían
castigo de tres días de arresto93. Fuera de los establecimientos quedaba prohibida
toda reunión “con motivo de tocar instrumentos y bajo de cualquier pretexto,
para lo cual deberán impedirlo los pulperos bajo la pena de seis pesos de multa y
los concurrentes con pena arbitrada por las autoridades según conviniere por
reincidencia u otro motivo”94. Los negociantes que no tuvieran especial celo en
evitar que se agruparan personas dentro o en los contornos de sus locales eran
responsabilizados “de cualquier acontecimiento desgraciado”95. Igualmente, se
88
“Reglamento de Policía”, 22 de noviembre de 1822, artículo 1 en Actas del Cabildo..., op.
cit., tomo I, p. 15.
89
Idem.
90
Idem.
91
Ibidem, p. 16.
92
Idem. Ver artículo 2.
93
Idem. Ver artículo 4.
94
Idem. Ver artículo 3.
95
Ibidem, p. 17, ver artículo 9.
182
El control de orden público y la criminalidad en el cantón Petare de la República de Colombia (1822-1830)
David González Travieso
consideraban causantes de este tipo de incidencia a los dueños de los esclavos que
se distrajesen dentro de las pulperías96. Las casas de venta debían trabajar desde
las 5:00 de la mañana hasta las 10:00 de la noche, hora después de la cual estaban
obligados a atender a la clientela a través de una ventana: nadie podía acceder a
ellas desde entonces97. Una vez llegada la noche, el expendio tenía que ser
debidamente iluminado98.
La eliminación absoluta de la práctica de los juegos prohibidos fue especialmente
encomendada al encargado de la policía: “...en las pulperías no se permitirá ninguno
absolutamente sea cual fuere en esta materia”99. Los castigos pecuniarios eran de
150 reales para los dueños de las casas donde se realizaran y de 20 para quienes
participaran de la actividad: “En las reincidencias se irán duplicando estas cuotas
hasta tomarse las más providencias para su escarmiento”100. Diversiones públicas
como la de jugar novillos o encender fuegos debían contar con el expreso
consentimiento del cabildo101. Y aquellas calificadas de “honestas” podían tener
escenario en casas de “conocida honradez” bajo la responsabilidad de sus
respectivos propietarios y sin autorización previa102. Al preceptor de la escuela se
le demandaba el mayor cuidado: “...a favor de que los niños no se formen en
cuadrillas de que resultan las vagamunderías de tirar piedras, golpear las puertas y
ventanas, teñir las paredes con letreros y figuras indecentes, dar de gritos en los
bautismos y otros excesos semejantes que exigen necesariamente la debida
corrección”103. Las personas que gritaran en las calles palabras obscenas se exponían
al castigo de las autoridades104.
En la sesión del 17 de marzo de 1823, sin embargo, se trató sobre la reincidencia
de los desórdenes nocturnos en las pulperías. Se declaró indispensable la detención
de los concurrentes a aquellos alborotos y se ordenó a los dueños de los
establecimientos a colocar rejas en las ventanas destinadas al despacho. Debían
trabajar tras los barrotes desde el atardecer a la noche105. Esa fecha se reiteró
96
97
98
99
100
101
102
103
104
105
Idem.
Idem. Ver artículo 8.
Idem. Ver artículo 10.
Ibidem, p. 16, ver artículo 5.
Idem.
Ibidem, p. 18, ver artículo 11.
Idem.
Idem. Ver artículo 13.
Ibidem, p. 20, ver artículo 20.
“Acta del 17 de marzo de 1823”, en Actas del Cabildo de Petare, op. cit., tomo I, p. 49.
183
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
también la preocupación por las “muchas habitaciones sin puerta para la calle y
por tanto sospechosas por tener una entrada oculta para encubrir malhechores y
hombres de costumbres perversas”106. Los cabildantes habían acordado una semana
antes medidas para controlar el tránsito de los forasteros. Todo extraño que entrara
al pueblo de Petare para estar allí más de 24 horas debía informar al juez político
sobre los motivos y duración de su estadía. La municipalidad responsabilizaba a
los dueños de las propiedades donde se alojaran desconocidos que causaran
inconvenientes. No se aceptaban a los jornaleros que quisieran radicarse en
jurisdicción petareña sin informar sobre su antiguo domicilio y la naturaleza de su
oficio. De lo contrario serían tratados como vagos107. Esto en buena medida
respondía a la prevención frente a los movimientos de los seguidores de Cisneros.
El 30 de enero de 1826 se dictó un nuevo reglamento de policía de acuerdo con
los términos de la ley 11 del marzo de 1825 que ordenaba al intendente
departamental revisar, darle coherencia y aprobar las normativas sobre la materia
dictadas por cada cantón. En las actas del cabildo extrañamente no aparecen los
términos de la nueva reglamentación. Y como se ha dicho tres años después,
aplicó en toda la República el decreto de policía general emanado por el Libertador
y el plan de alta policía previsto por Páez.
La organización
La primera medida organizativa adoptada por el cabildo de Petare fue nombrar a
uno de los regidores del cabildo como diputado de policía. Se trató de Antonio
Xedler, quien poco después debió ser sustituido del cargo por razones de salud.
Al comisionado se le exigió “celo en particular de la policía del pueblo y observancia
puntual de todos los artículos que sancionare el cuerpo con arreglo a esta materia,
que los haga cumplir y ejecutar por quienes corresponda, según y como se acordare
cada uno de ellos bajo las penas que se impondrán a los contraventores”108. Los
otros dos regidores del cabildo debían alternarse mensualmente para apoyar al
diputado de policía. El reglamento del 25 de noviembre de 1822 ordenaba
especialmente a éstos últimos visitar los días lunes las pulperías “para exterminar
106
107
108
Idem.
“Acta del 10 de marzo de 1823”, en Actas del Cabildo de Petare, op. cit., tomo I, p. 46.
“Acta del 18 de noviembre de 1822”, en Actas del Cabildo de Petare, op. cit., tomo I, p. 14.
184
El control de orden público y la criminalidad en el cantón Petare de la República de Colombia (1822-1830)
David González Travieso
de raíz el ocio y demás males que son consiguientes”109. A pesar de las disposiciones,
fue frecuente la queja de la propia municipalidad del escaso cumplimiento de las
providencias organizativas. Así, en ocasión de la sustitución de Xedler por Juan
Ramón Marrero se recordó a los llamados “regidores de mes” que debían cumplir
con sus obligaciones110. Una semana después fueron designados los celadores de
policía bajo el mando del diputado Marrero. Los guardianes fueron organizados
en cuatro circunscripciones: Los Dos Caminos y La Cañada (Manuel Yánez); La
Cuesta hasta la vía de Guarenas (Juan López); El Rodeo (José Fagundes) y El
Xelechal (Pedro González)111. Se les encomendó principalmente la mejora de los
caminos “como todo lo concerniente al buen orden y tranquilidad pública y
conducta moral de sus habitantes en el territorio”112. El 16 de junio de 1824 el
ayuntamiento decidió pedirle al juez político que hiciera efectivas las medidas de
policía, ante el poco cumplimiento de las disposiciones aprobadas por la
corporación éstas: “...y si ésta (la municipalidad) por su órgano, que es el juez
político, no hace imponer el respeto debido a sus deliberaciones en vano será
dictarlas y en vano serán sus reuniones”113. La nueva ley del 11 de marzo de 1825
supuso la designación de cuatro regidores dedicados a la policía de salubridad, de
comodidad, a la rural o exterior y a la urbana o interior114. Las materias analizadas
en este trabajo estaban concentradas especialmente en los últimos dos
mencionados. Luego fueron nombrados “comisarios de policía” en las
jurisdicciones de La Cuesta, La Cañada, Los Dos Caminos, La Guairita, Guaire
Abajo, Curicara, El Rodeo, Mariches y el pueblo de Petare al igual que en Baruta
y El Hatillo115. En los años finales de existencia de la República de Colombia, el
jefe político del cantón coordinó las acciones de alta policía con el jefe general de
ese ramo y con los celadores y guardias de la jurisdicción petareña. Hay
correspondencia que así lo acredita: “He circulado la orden de vuestra señoría a
los celadores del cantón para que se empadronen las bestias que no lo estén y que
redoblen su vigilancia para evitar los frecuentes robos que se notan en ellas,
109
110
111
112
113
114
115
“Reglamento de Policía”, 25 de noviembre de 1825, en Actas del Cabildo de Petare, op.
cit., tomo I, p. 20. Ver artículo 4.
“Acta del 7 de julio de 1823”, en Actas del Cabildo de Petare, op. cit., tomo I, p. 60.
“Acta del 7 de julio de 1823”, en Actas del Cabildo de Petare, op. cit., tomo I, p. 60.
Idem.
“Acta del 16 de junio de 1824”, en Actas del Cabildo de Petare, op. cit., tomo I, p. 91.
Acta del 2 de enero de 1826, en Actas del Cabildo de Petare, op. cit., tomo II, p. 6.
Acta de 4 de enero de 1826", en Actas del Cabildo de Petare, op. cit., tomo II, p. 8.
185
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
conforme lo ordena vuestra señoría por su nota circular del 18 de agosto último...”.
El texto correspondía a una comunicación dirigida por Lucas Amaya, jefe político
del cantón, al jefe general de policía, Juan Bautista Arismendi116. Entonces ya la
disolución de la llamada Gran Colombia estaba prácticamente consumada. Sigue
siendo necesario profundizar en el estudio de la materia para aclarar los aspectos
relacionados con el proceso de organización de la policía en el actual territorio
venezolano.
Conclusiones
Luego de consumada la derrota militar de las fuerzas realistas en el territorio de la
naciente República de Colombia, la adopción de medidas orientadas a garantizar
la seguridad de bienes y personas y el orden público se convirtió en un asunto de
primera importancia para la dirigencia política y las autoridades del estado. Si bien
los reglamentos de policía fueron una constante durante la era colonial y aún
durante la guerra de Independencia, la urgencia de fomentar la tranquilidad pública
fue tarea impostergable para garantizar la marcha institucional, el progreso de las
actividades económicas y especialmente la normal vida cotidiana de los ciudadanos.
En el caso del cantón Petare, al igual que en el resto de la República, viejos
problemas de orden colonial se sumaron a nuevas amenazas surgidas por la guerra
de Independencia. Así el consumo de bebidas alcohólicas, la práctica de los juegos
prohibidos y las pendencias de los ociosos y malentretenidos que habían inquietado
a las autoridades coloniales, se sumaron a las actividades de pillaje y otras formas
de criminalidad que prosperaron como herencia del conflicto armado de los años
previos. Ello puede desprenderse de las normativas con vigencia local que fueron
dictadas y que establecían estrictos controles de las pulperías, de la posesión de
armas y de la circulación de extraños dentro de los contornos del cantón. El
cabildo petareño fue un factor de primera importancia en el diseño de las medidas
de policía que debieron ejecutarse dentro de la jurisdicción para evitar garantizar
la paz y contribuir a proteger la vida y los bienes de las personas. En una primera
fase la municipalidad aplicó en Petare esquemas organizativos que comprometían
a los propios vecinos en las funciones de custodia del orden público y prevención
116
Lucas Amaya, “Correspondencia al jefe general de policía”, 10 de septiembre de 1830,
Actas del Cabildo de Petare, op. cit., tomo II, p. 236.
186
El control de orden público y la criminalidad en el cantón Petare de la República de Colombia (1822-1830)
David González Travieso
de la criminalidad. Progresivamente, esas modalidades cedieron terreno frente a
otras formas centralizadas de organización de la policía que supusieron intentos
de crear un cuerpo especializado bajo control del gobierno central. A pesar de
todo, la constitución de jurisdicciones bajo responsabilidad de celadores y guardias
fue por excelencia la principal manera de atender los asuntos de seguridad y
disuasión del delito, sin importar si fue o no la municipalidad la instancia con
poder predominante. La evidencia señala que no siempre las providencias fueron
efectivas para controlar los males diagnosticados. Sin duda, este trabajo no puede
sino considerarse como una aproximación al problema. Un paso necesario para
futuros esfuerzos destinados a ampliar el tema refiere a la consulta de expedientes
judiciales que permitan establecer ideas más claras de cómo operaron las
providencias para el control del orden público y cuáles fueron las tendencias
concretas en las que se expresaron conductas criminales en la época estudiada.
187
A Revolução do Haiti e o Império do Brasil: Intermediações e rumores
Marco Morel
A REVOLUÇÃO DO HAITI E O IMPÉRIO DO BRASIL:
INTERMEDIAÇÕES E RUMORES
Marco Morel *
Departamento de Historia
Universidade do Estado do Rio de Janeiro (UERJ)
Resumen: A Revolução do Haiti (1791-1825) teve repercussões em todas as Américas,
inclusive no Brasil que se tornou independente na forma de monarquia imperial
constitucional em 1822. Para estudar um exemplo destas repercussões e suas
mediações destaca-se aqui o exemplo do abade Grégoire (1750-1831). As idéias
de Grégoire, revolucionário de 1789, sobre a revolução dos escravos de São
Domingos, abolição da escravatura, preconceito racial e dominação colonial
européia tiveram importância e impacto em sua época e foram recebidas no Brasil
de forma diversificada, entre o clero e no âmbito de disputas sociais e políticas no
período das Regências (1831-1840). Grégoire analisava a sociedade escravista
brasileira e foi um dos propagadores da discussão do modelo político haitiano no
início do século XIX.
Palavras-chave: Palavras-chave: Haiti, Revolução, História Intelectual, Abolição da
Escravatura e Brasil Império
Resumen: La Revolución de Haití (1791-1825) tuvo repercusiones en todas las
Américas, incluso en Brasil que se hizo independiente en una forma de monarquía
imperial constitucional en 1822. Para estudiar un ejemplo de estas repercusiones y
* Marco Morel, doctorado en Historia en la Universidad de París 1, es profesor e
investigador del Departamento de Historia de la Universidad Estadal de Río de Janeiro.
Ha publicado, entre otros trabajos, As transformaçoes dos espaços públicos: Imprensa, atores
políticos e sociabilidades na Cidade Imperial (1820-1840), São Paulo, Editora Hucitec, 2005.
189
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
sus mediaciones se destaca aquí el ejemplo del abad Grégoire (1750-1831). Las
ideas de Grégoire, revolucionario de 1789, sobre la revolución de los esclavos de
Santo Domingo, abolición de la esclavitud, prejuicio racial y dominación colonial
europea tuvieron importancia e impacto en su época y fueron recibidos en Brasil
de forma diversa, entre el clero y en el ámbito de disputas sociales y políticas del
período de las Regencias (1831-1840). Grégoire analizaba a la sociedad esclavista
brasileña y fue uno de los propagadores de la discusión del modelo político haitiano
en el inicio del siglo XIX.
Palabras clave: Haití, Revolución, Historia Intelectual, Abolición de la esclavitud en
el Imperio del Brasil
Abstract : The Revolution of Haiti (1791-1825) had repercussions in all the Americas,
even in Brazil that became independent in a form of imperial constitutional
monarchy in 1822. To study an example of these repercussions and its mediations
the example of the abbot Grégoire (1750-1831) is outlined here. The ideas of
Grégoire, revolutionary of 1789, on the revolution of the slaves of Santo Domingo,
abolition of the slavery, as racial concept and colonial European domination had
importance and I strike in his(her,your) epoch and they were received in Brazil of
diverse form, among the clergy and in the area of social disputes and policies of
the period of the Regencias (1831-1840). Grégoire analyzed the slave holder Brazilian
society and he was one of the propagators of the discussion of the Haitian political
model in the beginning of the 19th century
Keywords: Haiti; Revolution, Intellectual History; Slavery abolition in Imperial Brazil
Entre o modelo abolicionista da Revolução do Haiti e a construção nacional da
monarquia imperial e escravista brasileira não existia apenas uma evidente
disparidade, mas relações, isto é, pontos de contato, repercussões e mediações1.
1
A perspectiva de definir conceitualmente em termos históricos a Revolução do Haiti
está presente em historiadores como C.L.R. JAMES, Os Jacobinos Negros. Toussaint L´Ouverture
e a Revolução de São Domingos, São Paulo, Boitempo Editorial, 2000 (1938); Eugene
GENOVESE, Da Rebelião à Revolução: as revoltas de escravos nas Américas, São Paulo, Global,
1983 e David Geggus (dir.), The Impact of the Haitian Revolution in the Atlantic World,
Columbia, Univ. of South Carolina, 2001. Para uma bibliografia recente sobre a Independência brasileira ver a coletânea de István JANCSÓ (org.), Brasil: formação do Estado e
da Nação. São Paulo, Hucitec/Fapesp/Unijuí, 2003.
190
A Revolução do Haiti e o Império do Brasil: Intermediações e rumores
Marco Morel
Sabemos que o Haiti foi o segundo país das Américas a proclamar-se independente,
em 1804, concretizando um modelo de Independência que, em seus momentos
iniciais, teve especificidade marcante em relação ao republicanismo hispanoamericano, à autonomia negociada canadense e ao federalismo norte-americano.
No caso do Brasil, pode-se afirmar que a Revolução do Haiti constitui-se num
modelo político importante (em geral negativo, mas às vezes visto positivamente),
ao lado de outros modelos e referências políticas e culturais, no contexto das
disputas pela definição de rumos do Estado e da Nação após a Independência
oficializada em dezembro de 1822.
Foi intenso o impacto, no Brasil, dos episódios da colônia francesa caribenha
da ilha de São Domingos não somente em fins do século XVIII, mas também ao
longo do século XIX, espalhando medo e esperanças. É possível dividir a repercussão
da Revolução Haitiana no Brasil em três grandes tendências: a primeira (e mais
visível) estava nos parlamentos, na imprensa e nos registros governamentais e
apresentava tal evento como um terrível espectro que pairava sobre a ordem
vigente; outra forma era a acusação de “haitianismo”, palavra criada naquele
contexto para designar os que supostamente pretendiam eliminar a escravidão de
forma violenta e imediata –e servia em geral como denúncia recíproca entre
adversários políticos–. Havia ainda os que viam de forma positiva o que ocorrera
no Haiti, subdivididos, por sua vez, em três vertentes: seja pela valorização da
soberania nacional e postura anti-colonial, seja pela possibilidade de intervenção
na vida política de setores oprimidos do ponto de vista étnico e social (homens
brancos, mulatos livres, libertos e escravos) ou como perspectiva de progresso
social e fim inevitável da escravidão (entre homens de letras e redatores de jornais).
Em outras palavras, o exemplo do Haiti não era apenas o que se chamava
pejorativamente de “coisa de escravos” e se constituiu num dos modelos políticos
mais lembrados no momento inicial de formação de uma ordem nacional no
Brasil. Porém, seu potencial de ameaças à monarquia portuguesa e brasileira fez
com que sua memória histórica esfriasse e se ocultasse, sob o manto do silêncio,
da maledicência e da maldição2.
2
Para uma abordagem inicial, entre os trabalhos que tratam do assunto, temos: Luiz R.
B. MOTT, “A Revolução dos negros do Haiti e o Brasil”, Historia: Questões & Debates,
Curitiba, 3 (4), 1982; Flávio DOS SANTOS GOMES e Marco MOREL, “Trajetórias atlânticas:
dois brasileiros no Haiti no início dos oitocentos”, em Sandra Pesavento (org.), História
Cultural-Experiências de Pesquisa, Porto Alegre, UFRGS, 2003.
191
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
Abade Grégoire: a Revolução no presente
Para analisar um pouco mais de perto um aspecto desta questão ampla (com
ênfase na segunda vertente citada, a questão do haitianismo) traremos aqui uma
abordagem inicial sobre a obra e o papel do abade francês Henri Grégoire (17501831) que, situado no epicentro da metrópole colonial em plena Revolução
Francesa, relacionou-se com a Revolução do Haiti, do ponto de vista intelectual e
político, participando, assim, da discussão em torno do modelo haitiano, ao mesmo
tempo em que tratava em seus escritos das condições da América portuguesa.
Em seguida, traremos pistas das repercussões das idéias do abade Grégoire sobre
a escravidão e a Revolução do Haiti no Brasil.
Estamos, pois, no âmbito das reflexões, das atitudes e dos movimentos
antiracistas e anti-coloniais de fins do século XVIII e início do XIX, e da relação da
Revolução Francesa e suas heranças com o que os franceses passaram a chamar
de “problema colonial” e, ao mesmo tempo, com a escravidão.
O que era um abade? Tal título era diversificado na França em fins do século
Originalmente dado aos chefes das abadias (ou mosteiros) de ordens
religiosas, seu significado e função se ampliaram com o tempo. Havia vários tipos
de abades, inclusive membros do clero secular: os chefes de determinada paróquia
com os respectivos cônegos e padres, aqueles que encabeçavam uma paróquia
que havia sido bispado, alguns cardeais, os abades regulares, os abades
comanditários, os que eram nomeados pelo rei, entre outros. De modo geral, a
figura do abade se destacava da maioria do clero, seja pela atividade intelectual ou
pela projeção política, constituindo como que figura de peso intermediário entre
padres e bispos3. O abade do qual nos ocupamos aqui, portanto, não era chefe de
ordens religiosas ou de mosteiros, mas se incluía nas diferentes classificações que
tal título adquiriu na vida eclesiástica, política e intelectual.
XVIII.
Durante a Ilustração setecentista e sobretudo com a Revolução Francesa (convém
não confundi-las, apesar das ligações existentes) o clero, em seus níveis de
hierarquia, esteve atravessado pelas contradições das sociedades européias. Eram,
como se sabe, homens que dominavam o saber letrado, mas que nem por isso
ficavam isentos das marcas complexas e contraditórias das sociedades de Antigo
3
Cf. verbete “Abbé” em Jean le Rond D’ALEMBERT, Encyclopédie ou Dictionnaire raisonné des
sciences, des arts et des métiers (1751-1772), edição integral em CD-Rom, Marsanne, Edition
Redom, s.d.
192
A Revolução do Haiti e o Império do Brasil: Intermediações e rumores
Marco Morel
Regime, inclusive partilhando de diferentes aspirações sociais e formulações
intelectuais4.
Tal situação ganhou contornos marcantes durante a crise do Absolutismo e a
Revolução Francesa, quando, de um lado, centenas de religiosos identificavam-se
profundamente com o Antigo Regime e com a Aristocracia, sendo conhecidos as
profanações de igrejas e os massacres de clérigos cometidos pelos revolucionários,
do mesmo modo que a mobilização religiosa da população camponesa em
atividades contra-revolucionárias, como no caso de Vendéia. De outro lado, são
expressivas e freqüentes as adesões de setores do clero à Revolução Francesa, já
durante os Estados Gerais, quando membros das três ordens (Nobreza, Clero e
Povo) em que se dividia juridicamente a sociedade engrossaram as fileiras do
Terceiro Estado. São bastante citados os casos envolvendo o chamado clero
constitucional, composto por aqueles que comungavam com muitas das premissas
liberais e mesmo revolucionárias daqueles tempos5.
Para se compreender o papel do abade Grégoire é preciso levar em conta,
ainda, as multifacetadas idéias sobre raça, diversidade e unidade da espécie humana
tão debatidas pelos pensadores da Ilustração ao longo do século XVIII, idéias que
não eram monolíticas, onde não faltavam afirmações de cunho anti-racista, num
entrelaçar mesclado de embate e identificações entre Luzes, expansão da civilização
européia, domínio colonial, tráfico de escravos, escravidão e concepções de
liberdade. Tais formulações tiveram, em Grégoire, uma de suas expressões mais
reconhecidas e difundidas em sua época.
Henri Grégoire, Convencional de 1789 que presidia a sessão do dia 14 de
julho quando a Bastilha foi destruída, ficou conhecido como defensor dos direitos
dos judeus, dos negros, dos mulatos e dos habitantes das colônias. E até o fim de
sua vida este revolucionário francês foi fiel a tais convicções, que incluíam, também,
a necessidade de civilizar e esclarecer a todos os povos, nos moldes europeus e
cristãos6. Grégoire foi bispo da localidade de Blois (na região de Loir-et-Cher),
4
5
6
François FURET, A constituição civil do clero, em François Furet (dir.). Dicionário Crítico
da revolução Francesa, Rio de Janeiro, Nova Fronteira, 1989, pp. 537-545.
Ver os interessantes ensaios de Alberto SOBOUL, Os “Curés Rouges” de 1793 e de
Walter MARKOV, “Curés Patriotes” e Sans-Culottes no Ano II, in Frederick Krantz
(org.), A Outra História Ideologia e Protesto Popular nos séculos XVII a XIX, Rio de Janeiro,
Zahar, 1990, pp. 164-190.
Cf. Introdução biográfica de Frank Paul BOWMAN (org.), L’abbé Grégoire, évêque des Lumières,
Paris, 1988.
193
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
membro do Senado e, ainda, do Institut de France, do qual, aliás, seria excluído
durante a Restauração monárquica, em perseguição a suas idéias. E teve
envolvimento mais próximo com a Revolução do Haiti.
Sabe-se que Grégoire publicara, em 1808, o livro De la littérature des Nègres ou
Recherches sur leurs facultés intellectuelles, leurs qualités Morales et leur littérature; suivies de
Notices sur la vie et les ouvrages des nègres qui se sont distingués dans les Sciences, les Lettres et
les Arts7, onde, aprofundando a via aberta pelos autores enciclopedistas e ilustrados,
sustentava que as “insuficiências dos negros” resultavam da condição em que
viviam e não de atavismo racial. Esta obra, que procurava exaltar a Ilustração dos
negros ao longo da história, é uma expressão erudita das atividades da Sociedade
dos Amigos dos Negros, criada em Paris em 1788 pelo abade Brissot, da qual o
autor foi um dos membros8. Em suas páginas o abade Grégoire usa a expressão
“escravidão colonial”, para criticar tal instituição.
Logo no início do livro, à guisa de dedicatória e homenagem, Grégoire faz
longa lista dos abolicionistas franceses e ingleses, incluindo também alguns nomes
de negros e mestiços (sang-mêlés), de norte-americanos, alemães, dinamarqueses,
suecos, holandeses, italianos e um espanhol. Lamenta, em seguida, a ausência de
outros espanhóis e mesmo de qualquer português nesta lista, pois estes, a seu
conhecimento, não consideravam que os negros fizessem parte da grande famille du
genre humain9. Como exemplo, o abade Grégoire passa a criticar as posições do
bispo José Joaquim da Cunha Azeredo Coutinho por sua defesa da escravidão e
do tráfico (citado em outra parte deste trabalho).
Na conclusão do livro De la litterature des Negres..., Grégoire explicita o que seria
um dos pontos-chave de seu pensamento sobre o assunto: a configuração do
modelo haitiano, sua efetiva possibilidade de propagação, e o que considerava
como a inexorável libertação dos escravos para o restante das Américas.
Esse continente americano, asilo da liberdade, se encaminha para uma
ordem de coisas que será comum com as Antilhas, e da qual todas as
potências não poderão parar o curso. Os Negros reintegrados em seus
7
8
9
Paris, Maradan, 1808.
Para história, ideário e principais personagens da Sociedade dos Amigos dos Negros,
de Paris, durante a Revolução Francesa, ver Bernard GAINOT e Marcel DORIGNY, La
société des Amis des Noirs, 1788- 1799. Contribution à l’histoire de l’abolition de l’esclavage,
Paris, Unesco/Edicef, 1998.
De la litterature des Nègres..., p. X.
194
A Revolução do Haiti e o Império do Brasil: Intermediações e rumores
Marco Morel
direitos, pela marcha irresistível dos acontecimentos, serão dispensados de
todo reconhecimento diante desses colonos, aos quais teria sido igualmente
fácil e útil de se fazerem amados10.
Ou seja, o caminho para o fim da escravidão poderia ser gradual, feito a
partir da compreensão e concessões dos colonos e proprietários, ou poderia ser
violento e brusco, como ocorrera em São Domingos. Escrevendo tal texto quatro
anos após a proclamação da independência do Haiti, o abade Grégoire voltava,
também, a falar do Brasil, afirmando que a abolição da escravidão em São
Domingos fora o elemento irreversível que traria o fim do sistema colonial
(expressão sua) e da escravidão nas demais partes das Américas, assinalando que
no Brasil, nas Bahamas e na Jamaica já havia experiências bem sucedidas de trabalho
por empreitada. Ou seja, assinalava o exemplo haitiano como fator que parecia
irreversível para o caminho do progresso da humanidade em geral e do continente
americano em particular, acenando ao mesmo tempo com o fim da dominação
colonial e da escravidão. Restava saber, segundo ele, se o fim da escravidão se
daria pelo modelo haitiano ou de forma gradual e progressiva. Tal preocupação
de Grégoire reforça a densidade da repercussão da Revolução do Haiti (apontada
por ele como paradigma positivo, diante da persistência do escravismo e
intransigência dos senhores) que aparecia como um fator que –amedrontando
ou trazendo esperanças– marcava as referências da época, entre amplos setores
das sociedades americanas e européias.
No tocante à Revolução do Haiti, ficou conhecido o texto no qual Grégoire,
em 1791, afirmou textualmente (pouco tempo antes do início da insurreição dos
escravos):
... que um dia nas costas das Antilhas o sol só iluminará homens livres e
que os raios do astro que espalha a luz não cairão mais sobre ferros e
escravos11.
Tal asserção causou verdadeira ira entre os setores colonialistas e escravistas
da sociedade francesa, que passaram a associar o abade Grégoire aos fatos ocorridos
na ilha de São Domingos. Mesmo explicando que dirigira tais palavras impressas
apenas aos mulatos e negros livres, e reiterando que era, a princípio, a favor da
10
11
Tradução livre do trecho de H. GRÉGOIRE, De la litterature des Nègres..., p. XI, pp. 282-283.
H. GRÉGOIRE, Lettre aux citoyens de couleur et Nègres libres, Paris, 1791, p. 12, apud H.
Grégoire, De la litterature des Nègres..., p. 281.
195
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
extinção gradual do trabalho escravo (e não através de uma ruptura, do mesmo
modo, aliás, que seus colegas da Sociedade dos Amigos dos Negros), Grégoire
não renegaria aquela afirmação: pelo contrário, continuaria a lembrá-la pelo resto
da vida, atribuindo a responsabilidade do ocorrido nas Antilhas francesas às
intransigências e violências dos grandes proprietários e seus representantes12.
A maneira mais eloqüente com que o abade Grégoire demonstrou não rejeição,
mas solidariedade e adesão ao Haiti independente e ao exercício do poder por exescravos, ainda no calor dos acontecimentos, pode ser acompanhada através das
relações que ele estabeleceu, ficando na França, com a ex-colônia francesa, sobre
a qual ele afirmava sem meias palavras:
Haiti é um farol elevado sobre as Antilhas, em direção ao qual os escravos
e seus senhores, os oprimidos e opressores voltam seus olhares13.
Já no período em que Toussaint Louverture era o chefe de fato de São
Domingos (entre 1797 e 1802), Grégoire estabeleceu contato direto com ele,
visando colaborar com os ex-escravos que agora assumiam o poder. Uma das
dificuldades era a obtenção de religiosos para se instalarem na ilha caribenha.
Toussaint, que tinha formação católica, solicitou a Grégoire auxílio para a
organização da Igreja em São Domingos, dizimada ou dispersa após a insurreição,
como aliás ocorrera com a maior parte da infraestrutura européia existente.
Toussaint solicitara que se obtivesse um bispo e três padres: o próprio Grégoire
não se dispôs a ir, mas aceitou ser intermediário e, após buscas infrutíferas, não
conseguiu nenhum clérigo desejoso de se instalar nas Antilhas. Mas tentando
suprir esta falta, o abade Grégoire fez sucessivos envios à Toussaint, através de
abolicionistas, comerciantes, militares, viajantes, entre outros, de livros e impressos.
Que publicações eram essas que Grégoire fez chegar aos ex-cativos? Segundo
suas próprias palavras:
12
A mesma questão fora abordada por H. Grégoire em outros pronunciamentos, como
Mémoire en faveur des gens de couleur ou sang-mêlés de St.-Domingue, & des autres iles françoises de
l’Amérique, adressé à l’Assemblée Nationale, Paris, Belin, 1789.
13
Tradução livre do trecho de H. Grégoire, De la liberté de conscience et de culte à Haïti, Paris,
Baudouin, 1824, p. 42, apud Alyssa Goldstein SEPINWALL, “Grégoire et Haïti: um héritage
complique”, In: Yves Bénot e Marcel Dorigny (dir.), Grégoire et la cause des Noirs (17891831), combats et projets, Saint Dennos, Société française d’histoire d’outre-mer, 2000,
p. 109.
196
A Revolução do Haiti e o Império do Brasil: Intermediações e rumores
Marco Morel
Esses livros eram obras de piedade e de educação bem escolhidas e
exemplares das que eu havia publicado sobretudo em favor dos Africanos,
como, entre outras, o escrito sobre La traite et l’esclavage des noirs et des Blancs
par un ami des hommes de toutes les couleurs e recentemente o Manuel de piété à
l’usage des hommes de couleur14.
Ou seja, o ex-bispo de Blois colocava-se solidário com a luta pelo fim da
escravidão no Haiti (e também com o exercício do poder pelos antigos cativos
após o fim do escravismo) e fundamentava tal solidariedade a partir de uma ótica
cristã e iluminista, empenhando-se para que a nova situação se estabelecesse dentro
dos padrões civilizatórios e religiosos ocidentais, através do estímulo das Luzes,
da educação e da prática do catolicismo. É significativo ver a linha de coerência do
abade Grégoire (que lhe custou perseguições e ostracismo na França), contra o
preconceito racial e escravidão, e em seguida também de solidariedade aos escravos
rebelados, bem como de apoio efetivo ao Haiti independente, embasado em sua
visão de mundo fundada sobre a fraternidade revolucionária e cristã, imersa naquele
contexto histórico.
Grégoire estabeleceu, assim, contatos com os principais líderes da Revolução
do Haiti, relações que nem sempre eram fáceis, seja pela distância geográfica e das
comunicações, mas também por distâncias políticas e culturais. Em relação a
Henrique Cristóvão, por exemplo, este abade francês criticou duramente sua opção
pelo regime monárquico, o que não impediu que este governante haitiano mandasse
comprar em Londres 200 exemplares do livro De la litterature des Nègres... em 1814,
para serem distribuídos pelo país, ao mesmo tempo em que fez inserir trechos
deste livro em publicações impressas no Haiti.
Grégoire correspondeu-se também com os dirigentes do governo de JeanPierre Boyer, que o convidou para ser bispo do Haiti em 1818, convite novamente
recusado pelo abade, que alegou sua idade avançada. Mesmo assim, Boyer colocou
na sala de governo um retrato de Grégoire, a quem ele comparava, em grandeza e
importância, a frei Bartolomeu de Las Casas. Nesse período, o abade Grégoire
estabeleceu significativa correspondência epistolar com membros da nova elite
haitiana, bem como colaborou na imprensa francesa, combatendo todos os
14
Tradução livre do trecho de H. Grégoire, “Observations sur la constitution du Nord
d’Haiti et sur les opinions qu’on s’est formées en France de ce gouvernement”, In:
Yves Bénot e Marcel Dorigny (dir.), Grégoire et la cause des Noirs (1789-1831), combats et
projets, Saint Dennos, Société française d’histoire d’outre-mer, 2000, p. 151.
197
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
preconceitos raciais, defendendo a causa dos negros e do Haiti. Entretanto, quando
os governantes haitianos, na mesma época, conseguiram estabelecer um tratado
de reconhecimento da independência com a França em 1825 (durante a Restauração
monárquica), o retrato de Grégoire foi logo retirado do gabinete presidencial de
Boyer, gesto que deixou o abade vivamente magoado15.
Nos anos 1820, seus últimos de vida, Grégoire manteria e daria contornos
mais nítidos a seu combate contra diferentes formas de preconceito e, ainda, pela
possibilidade de exportação do modelo haitiano. No livro De la noblesse de la peau
ou du préjugé des blancs contre la couleur des Africains et celle de leurs descendents noirs et sangmêlés, de 1826, dividido em sete capítulos, constam algumas dessas idéias16. Ele faz
referência, por exemplo, à Santa Aliança dos Povos17, numa contraposição clara à
internacionalização das dominações aristocráticas, monárquicas e européias
centradas na Santa Aliança. Alerta para a possibilidade de que, com a manutenção
dos rigores da escravidão em várias partes das Américas, surja em cada colônia ou
país um Spartacus, um Toussaint Louverture18 que, à frente dos escravos, tomariam
pela força aquilo que lhes era negado pelo direito. E tal possibilidade se reforçava
na medida em que:
A Revolução Haitiana, pelo fato apenas de sua existência, terá talvez uma
grande influência sobre o destino dos Africanos no novo mundo19.
Fica evidente, pois, a caracterização do exemplo e do modelo haitiano, que
gerara, a seu ver, um evento fundador, portanto irreversível, cujas repercussões
poderiam se alastrar e gerar conseqüências concretas, de acordo com as condições
de cada localidade. Mesmo sem discutir, nesse escrito, as contradições internas do
Haiti pós-independência, ele apontava para a força de sua significação externa,
isto é, internacional, na composição daquilo que ele enxergava como a necessária
Santa Aliança dos Povos. Ao mesmo tempo, Grégoire dirigia tais palavras como
tentativa de convencer os proprietários e as autoridades a empreenderem, de forma
gradual, o fim do tráfico e da escravidão.
15
Sobre a relação entre Grégoire e o Haiti recém-independente ver o artigo de Alyssa G.
SEPINWALL, cit., de onde retiramos as informações deste parágrafo.
16
H. GRÉGOIRE, De la noblesse de la peau ou Du prejugé des blancs contre la couleur des Africains et
celle de leurs descendants noirs et sang-mêlés, Paris, Éditions Jerôme Millon, 1996 (1826). Os
trechos citados foram livremente traduzidos.
17
Ibidem, cap. 7, p. 111.
18
Ibidem, cap. 5, p. 88.
19
Ibidem, cap. 5, p. 81.
198
A Revolução do Haiti e o Império do Brasil: Intermediações e rumores
Marco Morel
Ainda no mesmo livro o abade Grégoire invoca o exemplo esclarecedor e
virtuoso de pensadores católicos em territórios escravistas, citando, entre outros,
o padre Antonio Vieira20. E retoma sua afirmação de que nos domínios espanhóis
e portugueses nas Américas, apesar da enorme quantidade de escravos, estes não
tinham uma sorte tão dura. Explicando tal característica por dois fatores: o espírito
religioso, que incentivou atividades de educação e de liberdade (alforria); e, como
conseqüência, assinala a existência de negros e mulatos, naquelas localidades, que
eram advogados, militares, médicos, padres e até bispos21. Vemos aí um conjunto
de três questões, a saber: o preconceito racial, a miscigenação e uma espécie de
democratização étnica da sociedade. São questões que, embora próximas e
relacionadas, têm suas lógicas e ritmos próprios e não se confundem
necessariamente, como já assinala o historiador David Brion Davis22. Neste caso,
particularmente para o Brasil, Grégoire parece concluir, a partir de uma visível
miscigenação já acentuada no começo do século XIX, pela ausência de desigualdades
mais acentuadas e até pelo enfraquecimento do preconceito racial.
Concluindo o livro, no qual desenvolveu e criticou a noção de nobreza da pele,
Grégoire aponta para a outra nobreza, que considera a verdadeira: a da virtude,
atributo de homens de todas as cores23.
As palavras atravessam o oceano
O sermão que frei Francisco do Monte Alverne pregou aos membros da irmandade
de Santo Elesbão e Santa Ifigênia serve como amostra de idéias e posições de
parte do clero brasileiro diante da escravidão24. Num exercício comparativo
constatamos que, ainda que sem a mesma contundência abolicionista ou
20
Ibidem, cap. 6, p. 102.
Ibidem, cap. 3, p. 55.
22
David Brion DAVIS, O problema da escravidão na cultura ocidental, Rio de Janeiro, Civilização
Brasileira, 2000.
23
H. GRÉGOIRE, De la noblesse de la peau..., cap. 7, p. 116.
24
A Capela de Santa Ifigênia, construída em 1747, na então rua dos Ferradores, centro
do Rio de Janeiro, pertencia a uma “confraria de pretos minas” e de “pouca fortuna”,
isto é, à Irmandade de Santa Ifigênia e de Santo Elesbão, cf. padre Luiz GONÇALVES
DOS SANTOS (Padre Perereca), Memórias para servir à História do Reino do Brasil, Belo
Horizonte, Itatiaia, 1981 (1825), t. I, pp. 57 e 128.
21
199
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
republicana, e usando metáforas e alusões, é surpreendente perceber a sincronia
de Monte Alverne, franciscano e pregador da Capela Imperial no Rio de Janeiro,
com as proposições do abade Henri Grégoire, que, entretanto, não é citado.
Neste sermão Monte Alverne proferiu as seguintes palavras:
Que estímulo para estes homens, que a religião chama seus filhos, e que
uma parte de seus irmãos retém como escravos, poder sacudir seus pulsos
apertados de algemas, e invocar estes protetores, que parecem tocar mais
de perto sua condição por a conformidade de sua cor, e que advogam sua
causa junto do Todo-poderoso!25
Convém lembrar o público ao qual se dirigia o sermão: mulheres e homens
negros, livres ou libertos, do Rio de Janeiro do início dos oitocentos. No trecho
acima, como em seus demais discursos, o pregador franciscano não procura
justificar a escravidão ou resignar os homens à sua condição. Ao contrário, ele fala
em estímulo para que se quebrem algemas, tratando-os, pois, como protagonistas,
inclusive para que advoguem sua causa, ainda que no âmbito da justiça divina.
Além de assinalar: os que praticam a devoção destes dois santos identificam-se
pela condição étnica.
Em seguida, reforça suas críticas à escravidão do seguinte modo:
Vós que todos os dias insultais o Cristianismo, lede a história do seu
estabelecimento, segui sua marcha, observai seus progressos; estudai a
moral do Evangelho e as maravilhas da civilização, que ele só efetuou; e
depois vinde blasfemar de uma crença, que arrancou a espécie humana da
escravidão e da barbaridade.
Dirigindo-se neste trecho aos que possuíam escravos ou defendiam a escravidão,
o pregador utilizava-se de um aparato conceitual típico da Ilustração, através da
valorização do progresso e da civilização, em contraponto à barbárie e escravidão.
Ele tratava desta última enquanto condição servil de trabalho e sujeição racial
(não no sentido do despotismo político). Ao alertar para os recentes progressos
do cristianismo, está implícita, pois, alusão a uma corrente renovadora da Igreja,
25
Panegyrico de Santo Elesbão e Santa Iphigenia, in Frei Francisco DO MONTE ALVERNE,
Obras Oratorias. Rio de Janeiro, Laemmert, 1854, t. III, pp. 158-159 (referência válida
para os trechos citados a seguir do mesmo sermão). Os sermões de Monte Alverne
foram proferidos entre 1811 e 1836, embora só publicados, em sua maioria, em 18531854.
200
A Revolução do Haiti e o Império do Brasil: Intermediações e rumores
Marco Morel
sobretudo do ponto de vista social e político, que se acentua após a Ilustração
setecentista e a Revolução francesa – embora, mais uma vez, não haja aqui menção
explícita. Ele apontava, pois, para a noção de que a marcha inelutável do progresso
e o espírito do cristianismo se incompatibilizavam com o trabalho escravo.
Alinhavando, em seu discurso, a proximidade simbólica entre os dois santos
venerados e seus seguidores daquele momento, o franciscano brasileiro afirmava:
Heróis privilegiados, gênios sublimes, que honrastes a humanidade com
as vossas lides gloriosas, vede aqueles que vêm hoje cobrir de votos o
altar, em que vos colocou a perseverança mais provada. Imprimi em sua
alma os grandes princípios, que atenuam a desigualdade das condições
chamando todos os homens ao mesmo fim.
Mais uma vez o orador destaca a atuação dos fiéis –no caso, os negros e negras
no Brasil escravista -, na medida em que é graças a eles que o culto a tais santos
permanece, associado, aliás, aos grandes princípios da humanidade. Em seguida,
destaca o papel que o cristianismo poderia ter para atenuar as desigualdades
decorrentes da escravidão – mesma tecla em que bateria o abade Grégoire ao se
referir especificamente ao Brasil.
Falando ainda dos seguidors de Santo Elesbão e Santa Ifigênia, o pregador
continuava:
Reconheçam eles na sublimidade da moral cristã, que os tem civilizado, a
fonte desta liberdade, que só se encontra no equilíbrio das nossas
faculdades, e na prática da justiça. (...). Possamos penetrar-nos da excelência
desta Religião, que descobriu a fonte da verdadeira nobreza.
A idéia de que a civilização cristã é o caminho para superação da escravidão e
da barbárie, a valorização das faculdades intelectuais de todos (sem excluir, portanto,
os negros), o realce da prática da justiça sob este ponto de vista e, sobretudo, a
valorização da verdadeira nobreza (que segundo Grégoire era a da virtude, não a
da cor da pele), permite uma interessante (e até certo ponto inusitada) aproximação
das posições públicas deste pregador brasileiro com os postulados do abade
Grégoire.
Não se tratava, pois, de exemplos mais conhecidos de pensamento liberal e
crítico, como os do clero pernambucano, paraibano ou cearense envolvido nos
movimentos republicanos de 1817 e 1824, mas das posições de um pregador do
Rio de Janeiro e com espaço privilegiado na Corte. Embora o caso de frei Monte
201
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
Alverne tenha sua peculiaridade, na medida em que ele nunca ocupou cargos
parlamentares ou funções diretamente políticas, ao contrário de outros clérigos
do período. Possuía, pois, uma certa autonomia intelectual, condicionada, está
claro, pela sociedade da época. Estes condicionamentos, ou limites, decorrentes
das relações sociais estabelecidas e do próprio enraizamento cultural da escravidão,
bem como do peso demarcatório do ambiente político do Rio de Janeiro (com
seu caráter de centralização política e controle social), fazia com que as referências
mais diretas a autores e posições identificadas como republicanas ou abolicionistas
fossem eliminadas. Entretanto, pode-se perceber, pela comparação acima, que
muitas destas idéias, ainda que despojadas dos “perigosos” rótulos, eram adotadas
e propagadas sob o véu de uma linguagem indireta.
Além da repercussão ou proximidade de idéias e posições, pode-se dizer que o
abade Grégoire acompanhou de perto e até relacionou-se com figuras importantes
do clero brasileiro. Às vezes negativamente, em contraponto, como as referências
que faz no seu famoso livro De la litterature des Negres... com críticas às posições do
bispo José Joaquim da Cunha Azeredo Coutinho (1742-1821) por sua defesa da
escravidão e do tráfico, explicitada por este, particularmente, na obra Analyse sur
la justice du commerce du rachat des esclaves de la côte d’Afrique, publicada em Londres em
1798. O fundador do Seminário de Olinda recebeu críticas contundentes de
Grégoire:
De nossos dias somente, através de aplicações forçadas, um português,
desnaturando as Sagradas Escrituras, tentou justificar a escravidão colonial,
tão diferente daquilo que, entre os hebreus, era quase um trabalho
doméstico; mas a publicação de Azeredo passou da loja do livreiro para a
o rio do esquecimento26.
Avaliação do bispo francês que, aliás, não passaria despercebida por Inocêncio
Silva em seu repertório bibliográfico27, mas que parece ter sido ignorada pela
maior parte dos autores que estudou a obra “reformista” do bispo luso-brasileiro,
cuja defesa da escravidão de certo modo aparece como naturalizada dentro do
26
27
Tradução livre do trecho de H. GRÉGOIRE, De la litterature des Nègres..., p. XI.
Verbete sobre José Joaquim da Cunha Azeredo Coutinho, em Innocencio Francisco
DA SILVA e Brito ARANHA, Diccionario Bibliographico Portugués, Lisboa, 23 volumes, Imprensa
Nacional, 1858-1914 (edição em CD-ROM, Lisboa, Biblioteca Virtual dos
Descobrimentos Portugueses, 09, Comissão Nacional para as Comemorações dos
Descobriment os Portugueses, s.d.). vol. IV, letra J.
202
A Revolução do Haiti e o Império do Brasil: Intermediações e rumores
Marco Morel
que seria o contexto cultural e social da época –sem levar em conta, portanto, as
discussões que então se travavam em torno da escravidão, da economia política e
da questão racial. Posições que não eram monolíticas nem no âmbito dos
pensadores católicos, como se pode ver por este exemplo. Encerrando o trecho
sobre Azeredo Coutinho, Grégoire afirma: “Os amigos da escravidão são
necessariamente os inimigos da humanidade”.
Entretanto, a seguir, o mesmo Grégoire faz curiosas e rápidas considerações
sobre as relações raciais e sociais nos “estabelecimentos portugueses e espanhóis”
nas Américas, afirmando que aí os negros são considerados como irmãos e que a
religião tem o papel de suavizar as violências e contrastes. O que entra em
contradição com sua afirmação anterior, de que os portugueses não consideravam
os negros como seres humanos. De qualquer modo, a América portuguesa (e
depois o Brasil) não ocupará local de grande destaque nas preocupações de
Grégoire, embora se encontre dentro de seu foco de interesse.
É certo, pois, que uma personalidade como o abade Grégoire acompanhava
periodicamente o que se passava no Brasil e, para isso, cultivava seus contatos.
Exemplar neste sentido foi a correspondência e amizade que Grégoire procurou
manter com um destacado integrante do clero luso-brasileiro, monsenhor Pedro
Machado Miranda Malheiro, mais conhecido como monsenhor Miranda, que
ganhou notoriedade por ter sido Inspetor da Colônia de Suíços de Nova Friburgo
(RJ) nos governos de d. João VI e d. Pedro I.
Monsenhor Miranda teve cargos de relevo. Formado em Coimbra, foi
Desembargador do Paço e da Mesa de Consciência e Ordem (1810), Chanceler
Mor do Reino do Brasil (1817), além de responsável pela colônia de imigrantes
suíços em Nova Friburgo, da qual foi um dos principais implantadores. Após a
independência, adotou a nacionalidade brasileira e tornou-se Chanceler Mor do
Império e ministro do Supremo Tribunal de Justiça em 1828, falecendo no Rio de
Janeiro em 1839.
Além dos cargos oficiais, monsenhor Miranda destacou-se em outras áreas.
Combatente militar contra as tropas francesas na invasão da península ibérica em
1808, comandou o Batalhão de Voluntários de Nossa Senhora de Oliveira e as
narrativas destas guerras destacam sua presença ativa. Tornou-se desde então
ligado a d. João VI e, quando do retorno deste do Brasil para Portugal em 1821,
acompanhou-o na comitiva e foi um dos que teve seu nome na lista dos que se
viram proibidos de desembarcar em Portugal, por ordem das Cortes de Lisboa.
203
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
Estabeleceu-se então definitivamente no Brasil onde revelou-se, nas duas primeiras
décadas do século XIX, um dos principais defensores da vinda de colonos europeus,
através de textos e de ações administrativas. Naquele contexto, a defesa da imigração
européia equivalia à busca de alternativa, ainda que paulatina, ao trabalho do escravo
africano.
Apesar de diferenças de posições políticas, monsenhor Miranda tinha em
comum com o abade Grégoire a imersão naqueles tempos da era das revoluções,
além da defesa do progresso e da civilização européia, através, entre outros pontos,
da propagação da ciência e da valorização da cultura francesa. Tais posições, aliadas
à fé cristã e a existência de um círculo de amizades em comum, justificam a ligação
e correspondência que mantiveram, ainda que intermitente, por pelo menos duas
décadas –e da qual foi possível encontrar extratos em duas cartas do próprio
Grégoire dirigidas ao monsenhor Miranda em 1815 e 182028–.
A primeira carta, datada de Paris na véspera do Natal de 1815 e com quatro
páginas, tivera como portador nada menos que Joachim Le Breton (1760-1819),
chefe da Missão Artística Francesa que chegou ao Brasil em 1816, trazendo, como
se sabe, expressivos nomes da vida artística como Jean-Baptiste Debret, Nicolas
Taunay, Grandjean de Montigny, entre outros. Le Breton chegara a entrar na carreira
religiosa, abandonando-a, porém, durante a Revolução Francesa, da qual foi ativo
participante, exercendo cargos na área cultural. Le Breton e Grégoire eram
membros do Institut de France, no qual conviviam harmoniosamente, embora
Grégoire, como já foi dito, acabaria excluído desta agremiação por suas posições
políticas. A segunda carta, escrita também de Paris, datada de18 de julho de 1820
[remetida em 24 de julho de 1821], com três páginas, parece ter seguido pelo
Correio.
Nestas duas missivas consta que o abade Grégoire remetia seus livros ao Brasil
e que recebia, na França, livros em português. Ao mesmo tempo, o abade francês,
conhecido defensor da Revolução do Haiti, reafirmava seus pontos de vista que
lhe custavam perseguições e indagava da existência de homens de letras negros e
28
“2 Cartas do Abbade Gregório, antigo Bispo de Blois, escriptas ao Monsenhor Miranda
pedindo-lhe, em huma dellas, notícias biographicas de escriptores pretos e pardos”.
Arquivo Nacional (RJ- Diversos SDH-Cx 1226, Pac 2, doc 24. Documentos classificados
como Colonização de Nova Friburgo. Trechos destas duas cartas livremente traduzidos
a seguir. Agradeço ao historiador Flavio dos Santos Gomes a indicação destes
documentos.
204
A Revolução do Haiti e o Império do Brasil: Intermediações e rumores
Marco Morel
mulatos no Brasil. Esta correspondência revela a ligação entre dois homens que,
apesar de posições diferentes, pertenciam a um mesmo meio cultural e
encontravam-se imersos na era das revoluções. As palavras de Grégoire apontam
neste sentido. Após destacar que os laços de amizade entre ambos mantinham-se
há 20 anos (carta de 1820) e sobreviviam às distâncias, o clérigo francês afirmava:
Depois de nosso último encontro, Monsenhor, alguns séculos se passaram,
pois as revoluções ocorridas nos dois mundos, os eventos acumulados, as
tempestades que atravessamos bastam para preencher períodos de séculos;
pessoalmente passei por provações que, quando se enfrenta corajosamente
os abusos, quando não se sabe (como tantos outros e, digo com dor, como
tantos eclesiásticos) transigir com os abusos e dar à sua consciência e aos
princípios uma leveza mundana, nos vemos às voltas com todos os furores
da calúnia e à raiva das perseguições. Após cerca de quarenta anos, sempre
numa luta constante, defendi os oprimidos de toda cor, de toda [ilegible],
judeus, negros, mestiços, combati o Despotismo, o feudalismo e a
Inquisição.
No mesmo trecho Grégoire reconhece que de suas atividades acumulou
“nuvens de inimigos”. Na carta anterior, de 1815, o abade francês já ressaltara:
…mas os sofrimentos, as vicissitudes das coisas humanas, as perseguições
de todo gênero, os ultrajes, não mudaram e Deus ajudando não mudarão
jamais nossos princípios e nossos sentimentos, religião, virtude, amizade,
Literatura, esses diversos objetos aos quais nossos espíritos [ilegible].
Em outras palavras, o abade Grégoire se colocava por inteiro em sua
correspondência brasileira, reafirmando seus princípios e realçando os pontos
em comum que encontrara com este monsenhor luso-brasileiro igualmente tocado
pelas Luzes da Ilustração, embora atuando em contexto bastante diverso das lides
revolucionárias de seu colega francês.
É sugestivo destacar que nas duas cartas Grégoire tratava da remessa de seus
livros ao Brasil –o que indica um esforço seu neste sentido–. Na correspondência
de 1815 informa que enviara por Le Breton sua última obra, da qual acabara de
sair tradução inglesa. Talvez por prudência o título não fosse citado na missiva,
mas neste ano Grégoire publicara apenas De la traite et de l’esclavage des noirs et des
blancs; par un ami des hommes de toutes les couleurs, Paris, Impr. de Egron, 1815, cuja
tradução inglesa sairia no mesmo ano em Londres, editada por J. Conder. Ou seja,
é possível constatar que na bagagem da Missão Artística Francesa vieram também,
205
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
ainda que precavidamente, textos como este candente libelo contra o tráfico e
contra a escravidão.
Do mesmo modo, na carta de 1820, Grégoire informava que estava enviando
vários de seus escritos pelo Correio para monsenhor Miranda e pedia particular
atenção e leitura crítica de um livro onde defendia a liberdade e pluralidade de
culto: Essai historique sur les libertés de l’Église gallicane et des autres Églises de la catholicité,
pendant les deux derniers siècles (Paris: Censeur, 1818), especialmente do capítulo
referente à Igreja em Portugal, para o qual Grégoire solicitava a Miranda
contribuição para correções de futuras edições. É interessante outro ponto em
comum encontrado pelo abade francês com seu interlocutor luso-brasileiro, ao
apoiar o que considera a “sábia decisão do Governo Brasileiro” de não restabelecer
a Companhia de Jesus em suas terras.
Na primeira carta, o abade Grégoire assinalava que solicitara a Le Breton “(...)
recolher para mim informações sobre escritores negros e mulatos e de procurar
suas biografias”. E pedia a monsenhor Miranda para que o ajudasse nestas pesquisas
–embora não se saiba se ambos tenham tido tempo ou interesse em responder a
Grégoire. Le Breton, envolvido nas disputas cortesãs luso-brasileiras, acabaria
falecendo doente e desestimulado em sua residência na Praia do Flamengo, no
Rio de Janeiro, três anos depois de desembarcar nos Trópicos. Monsenhor Miranda
continuaria a galgar postos públicos, em meio a um contexto onde a simples
menção ao nome do abade Grégoire viraria grave acusação política no Brasil
escravista– como veremos adiante.
Entretanto, pode-se compreender tal solicitação do abade francês a partir da
compreensão de sua própria obra, pois seu trabalho matriz, de 1808, De la littérature
des Nègres ou Recherches sur leurs facultés intellectuelles, leurs qualités Morales et leur littérature;
suivies de Notices sur la vie et les ouvrages des nègres qui se sont distingués dans les Sciences, les
Lettres et les Arts, se compunha de uma ampla coletânea de biografias e notícias
críticas de homens negros que se destacaram pelo talento ou cultura ao longo dos
tempos em diversos países. No mesmo livro, como já foi assinalado, Grégoire
lamentava a ausência de nomes do mundo português –e podemos perceber aqui
que, mais de uma década depois, ele ainda continuava à busca de tais dados para
enriquecer suas teorias anti-racistas–.
As repercussões, no Brasil da primeira metade dos oitocentos, das idéias de
personagens como o abade Grégoire, mesmo que não fossem maioria no
Parlamento nem guiassem os atos governamentais, podiam ganhar leitores e
206
A Revolução do Haiti e o Império do Brasil: Intermediações e rumores
Marco Morel
receptores favoráveis nas igrejas e conventos que, por sua vez, serviriam de
intermediários com outros setores da população, através inclusive da propagação
oral (os sermões), tocando, assim, homens e mulheres oprimidos do ponto de
vista étnico e social. Os caminhos das repercussões da Revolução do Haiti no
Brasil poderiam ser intermediados, sinuosos e surpreendentes.
Brasil 1831: os fios de uma trama
O abade Grégoire e o Haiti estiveram em foco na cena pública brasileira no início
do período Regencial através do rumor sobre a existência de uma suposta
“Sociedade Gregoriana”, isto é, de uma associação de cunho abolicionista, centrada
na figura do médico Joaquim Candido Soares Meirelles (1797-1868). A partir daí
ocorreu um rumor generalizado e forte –um Grande Medo– em torno de uma
possível articulação de tipo haitianista (levante de escravos para abolição da
escravidão de forma violenta) na capital da monarquia brasileira, três meses após
a abdicação de d. Pedro I.
A respeito deste rumor que trouxe receio e preocupações coletivas à capital
brasileira entre junho e agosto de 1831, sua amplitude pode ser dimensionada
pelo fato do representante diplomático francês no Brasil, Edouard Pontois, notificar
à Paris a disputa entre “deux chirurgiens mulâtres” que havia “excité vivement” a
população do Rio de Janeiro29. Quanto ao impacto deste mesmo rumor, o próprio
Meirelles relataria, com visível constrangimento e contrariedade:
Um boato corre, há dias, pela Cidade que tem enchido a huns de pavor, e
a outros de indignação, em cujo último numero me colloco30.
A existência de uma associação deste tipo naquele lugar e momento parece
pouco provável, porém, mais do que averiguar a veracidade de tais afirmações,
importa-nos aqui tratá-la em sua positividade, isto é, como um rumor que ocorreu
e repercutiu –procurando compreender seus significados e usos naquele contexto,
bem como as personagens e questões envolvidas–.
29
Correspondance Politique du Brésil, despacho de 23/8/1831, vol. 13, Archives du Ministère
des Affaires Etrangères, Paris.
30
Exposição da Intriga feita pelo cirurgião formado Joaquim José da Silva ao Doutor Joaquim Candido
Soares de Meirelles, Rio de Janeiro, Typographia de Gueffier, 1831.
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Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
Tudo começou com uma intrincada desavença pessoal envolvendo ciúmes,
intrigas e o renome político de dois cirurgiões da Santa Casa da Misericórdia do
Rio de Janeiro: Joaquim Candido Soares Meirelles e Joaquim José da Silva. Em
síntese, este sentiu-se ofendido por comentários desairosos que aquele teria feito
a seu respeito, em conversa informal na casa do então Regente e senador Nicolau
Vergueiro, questionando sua bravura e sua participação efetiva nos acontecimentos
de 7 de abril daquele ano, que resultaram na abdicação de d. Pedro I. Sentindo-se
atingido pelos comentários de Meirelles, o mesmo Joaquim José da Silva, passou
a espalhar para outras pessoas a seguinte informação, nas palavras de Meirelles:
Então explicou elle que eu era chefe de uma sociedade secreta, que tinha
por fim o assacinato dos brancos, e o crusamento ds raças; e que elle
sendo convidado para essa sociedade, foi, porém a ouvir o plano, opposse e não quiz fazer parte delle. ...e depois de mais de 20 pessoas lhe me
disseram –creia que o Silva o atassalha por toda a parte, e quando alguém
quer duvidar, elle até ameaça, dizendo– não quer crer, pois quando lhe
doer a pelle, então sentirão31.
Meirelles nega estas e todas as acusações que seu colega de trabalho faria em
seguida e o chama de malvado, caluniador e tartufo, além de lamentar o “rancor e
o ódio” que o movia.
É de se notar que a acusação, transformada em rumor público, compunha-se
de três pontos: formação de uma sociedade secreta, assassinato de brancos e
cruzamento de raças. Estes itens, portanto, tinham caráter de incriminação. Nesta
ocasião Meirelles responderia apenas aos dois primeiros pontos, que envolviam
crime, mas retomaria a discussão sobre miscigenação (que não era crime, mas que
atingia os costumes de determinada parcela da população) em outra oportunidade,
nas páginas do jornal Sentinela da Liberdade no Rio de Janeiro, de 1832. Note-se que,
na percepção do diplomata francês, citada acima, ambos, Meirelles e Silva, eram
mulatos.
O que inicialmente era um rumor, transmitido pela oralidade, acabou se
cristalizando no papel impresso, publicado por iniciativa de Meirelles, que assim
tentava desarmar a intriga e a trama. Meirelles então enviou carta ao “Amigo e
Collega” Joaquim José da Silva, em 3 de junho de 1831, fazendo-lhe quatro
perguntas, para esclarecer as imputações. A resposta de Silva (transcrita no impresso
31
Idem.
208
A Revolução do Haiti e o Império do Brasil: Intermediações e rumores
Marco Morel
feito por Meirelles) contém as perguntas e respostas, além de aumentar e detalhar
as acusações. Eis a carta de Joaquim José da Silva para Meirelles:
Recebi hoje 3 de Junho de 1831, huma carta, e na qual me diz que para
credito meu, e seu convinha que eu declarasse: 1º em que circulo club ou
ajuntamento propoz o assassinato dos brancos, e a necessidade de
cruzamento das raças; 2º quaes as pessoas, que se achavão presentes, e as
que o impugnarão; 3º qual o objecto da reunião, e quem a convocou, e
para que fim; 4º finalmente que fim tem essa associação, de que (diz)
somos membros, ou por acaso nos achamos ahi.
Posto que julgue que lhe há-de ser desagradável ouvir verdades duras,
para o satisfazer, e para que não perigue o seu credito, responder-lhe-ei,
que quanto ao 1º não fui convidado em club, etc., mas para huma sociedade,
que trabalhava segundo o plano do Abade Gregoire, com quem me disse
conversara muito em França, e que sabia bem como isso se fazia: este
convite me fez na rua dos Inválidos em huma coixeira onde nos recolhemos
do Sol, e para não ser ouvido: se o plano de Gregoire he para o assassinato
dos brancos, e crusamento das raças, o meu Collega o dirá, pois segundo
me disse, com elle conversara, e sabia32.
Quanto ao 2º bem sabe o meu Collega que nos achávamos sós, e ninguém
o impugnou. Quanto ao 3º não me dizendo, quem a convocou aqui, diceme (declarando-me alguns sócios da de cá) que Barata e Sabino a tinhão
ido estabelecer na Bahia, e que brevemente o Bahiano mudaria de linguagem
acerca do objecto; e fim está dito no 1º , isto he do Abade Gregoire.
E temos aqui a figura do abade Grégoire que sai da penumbra dos não-ditos e
é citada no âmago de uma disputa que repercutia de maneira intensa no Rio de
Janeiro, capital da monarquia escravista nas Américas. O que mostra que as
postulações desse clérigo francês sobre escravidão, Haiti e preconceito racial eram
conhecidas e difundidas –e não apenas por impressos, mas pelos rumores e pela
oralidade–.
A acusação de formar uma sociedade secreta era sensível naquele contexto,
pois, como é sabido, o afastamento do monarca do poder gerou, nos dois primeiros
anos da Regência no Brasil, uma verdadeira explosão da palavra pública e de
formas de mobilização política, que se verifica pelo crescimento destas ondas de
rumores, por motins em várias cidades brasileiras e, inclusive, por um notável
32
Nota de Meirelles nesse ponto: “Que sois covarde e vil calumniador.”
209
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
aumento quantitativo e qualitativo da imprensa e de associações33. O crescimento
do movimento associativo gerou entidades diversificadas como as filantrópicas,
patrióticas, explicitamente políticas, maçônicas, culturais, corporativas, mutualistas,
de estrangeiros, etc., algumas públicas, outras reservadas, outras secretas. Ao mesmo
tempo, este surto associativo foi acompanhado de temor e tentativa de controle,
por parte das autoridades.
O acusador envolvia ainda dois personagens conhecidos da vida política
brasileira, os cirurgiões baianos Cipriano Barata34 (que se encontrava preso naquele
momento, acusado justamente de haitianismo) e Francisco Sabino Álvares, que
seis anos depois estaria à frente da rebelião em Salvador que levou seu nome, a
Sabinada. É interessante destacar, entretanto, que Barata e Sabino eram adversários
pessoais, em função de disputas políticas na Bahia, sendo que este encabeçara um
manifesto contra Barata que, por sua vez, atribuía a Sabino a responsabilidade de
ser um dos que havia tramado por sua detenção. Meirelles também chamaria
atenção sobre este ponto, alertando sobre esta divergência, que tornaria difícil a
convivência de ambos numa associação secreta.
Meirelles tomou então a providência de enviar cartas às três pessoas citadas na
denúncia, pedindo que se pronunciassem publicamente. Perguntava aos três se o
conheciam, se já haviam se reunido com ele e se faziam, juntos, parte de alguma
sociedade secreta.
Cipriano Barata foi o primeiro a responder: preso na Fortaleza de Villegaignon,
no Rio de Janeiro, remete carta datada de 16 de junho 1831, na qual diz que ficou
“pasmado” com o pedido. Afirma então com toda polidez que não conhece
Meirelles, nem é seu amigo, nunca conversou com ele, e ignora qualquer tipo de
sociedade secreta.
A resposta de Francisco Sabino ainda não viera da Bahia (Meirelles redigiu o
folheto em 23 de julho).
Ao abade Grégoire, Meirelles escreveu carta, datada de 8 de junho 1831,
perguntando se lhe conhecia ou havia visto, freqüentado, se participava de alguma
sociedade secreta da qual o abade seria chefe ou membro. Vale transcrever aqui
33
Marco MOREL, As transformações dos espaços públicos: imprensa, atores políticos e sociabilidades
na cidade imperial (1820-1840), São Paulo, Hucitec, 2005; Marco MOREL, O período das
Regências (1831- 1840), Rio de Janeiro, Zahar, 2003.
34
Marco MOREL, Cipriano Barata na Sentinela da Liberdade, Salvador, Academia de Letras
da Bahia/Assembléia Legislativa do Estado, 2001.
210
A Revolução do Haiti e o Império do Brasil: Intermediações e rumores
Marco Morel
trecho da missiva enviada pelo médico mineiro:
Sr. Abade Grégoire,
Como tenho o direito de suppor em vós todas as qualidades de homem de
bem, peço-vos que me acuseis recepção desta carta por meio dos jornaes
de Paris, fazendo inscril-a, assim como vossa desposta…
Relaciona em seguida as questões. E assina com fórmula de polidez:
Vosso mui humilde e obediente servo, Soares de Meirelles, Doutor em
Medicina, e em Cirurgia pela Faculdade de Medicina de Paris.
Entretanto, o abade Grégoire nunca receberia a carta, pois falecera em Paris a
27 de maio de 1831. E uma viagem entre Rio de Janeiro e Paris naquela época
durava entre 45 a 60 dias. Meirelles explica que já havia remetido a carta, tendo-a
mostrado antes a várias pessoas, quando leu no Diário do Governo “a noticia da
morte daquelle respeitável ancião, antigo patriarcha da liberdade. Eu quando lhe
escrevi, não podia prever que estaria morto; porém a confiança, com que escrevi,
dá bem a entender que não temia a resposta”.
E realmente o Diário do Governo de 13 de julho de 1831, jornal oficial das
Regências, anunciava a morte do “célebre Abade Gregoire, que teve huma
enfermidade mui dolorosa, e cujo fallecimento deo causa a huma polemica entre
o Arcebispo de Paris, o Ministro da Instrução Publica, e mesmo o Presidente do
Conselho dos Ministros, acerca do enterramento”.
O jornal oficial não fazia os elogios fúnebres habituais na retórica da época.
Limitava-se a um ambivalente “célebre”. É de se notar, em contraste, no caso de
Meirelles, a maneira como ele se refere ao abade Grégoire, chamando-o de homem
de bem, respeitável ancião e patriarca da liberdade –o que não era linguagem
corrente no Brasil daquela época quanto ao personagem em questão–. Tratava-se,
como já foi dito, de um dos mais conhecidos integrantes da Revolução Francesa,
que presidia a Assembléia Nacional no dia 14 de julho de 1789, que não escondia
seu apoio e admiração pela Revolução do Haiti e pelo governo de ex-escravos, e
que combatia de maneira explícita a escravidão e o preconceito racial.
Entretanto, Meirelles não esclarece se conheceu pessoalmente o abade Grégoire.
Tal encontro não era impossível, pois sabe-se que este cirurgião brasileiro era
formado em Medicina pela Universidade de Paris, onde esteve em pelo menos
duas ocasiões, 1817 e 1825, mesmo período em que Grégoire encontrava-se lá.
De qualquer maneira, como foi visto, o médico brasileiro compartilhava o ponto
211
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
de vista do abade Grégoire sobre o preconceito racial - mas daí a um complô do
tipo haitiano há uma distância considerável.
Mas sem dúvida Joaquim Meirelles seguiu o exemplo do velho revolucionário
francês em outro domínio, o da propagação da sociabilidade científica. Nascido
em Minas Gerais, ele foi um dos fundadores da Sociedade de Medicina do Rio de
Janeiro (mais tarde Academia Imperial de Medicina) e pertencia também à
Academia Philomatica, à Academia de Ciências de Nápoles e à Sociedade Defensora
da Liberdade e Independência Nacional e era maçom. Com a Maioridade de d.
Pedro II envolveu-se na rebelião dos liberais de Minas Gerais em 1842, foi preso
e deportado. Em seguida, Meirelles parece ter transformado sua atuação na cena
política: foi nomeado Médico da Imperial Câmara e membro do Conselho de sua
Majestade O Imperador, além de receber condecorações como as Ordens da Rosa,
do Cruzeiro e de São Bento de Aviz. Ele seria um dos pioneiros no tratamento
das doenças mentais no Brasil no Hospital D. Pedro II e faleceria em 1868 aos 71
anos35. Seu filho, Soares de Meirelles, seguiu também a carreira médica e um de
seus netos, também chamado Soares de Meirelles, seria o discreto patrono do
poeta Cruz e Sousa, já no início do século XX. De algum modo, Joaquim Candido
Meirelles conseguira, com eficácia e obstinação, romper o cerco que se erguera
contra ele, por ser mulato e anti-racista.
Aliás, é sugestivo assinalar a epígrafe que Meirelles usou no folheto ao se
defender da acusação de haitianismo quando, de maneira lúcida, escolheu uma
frase das Máximas, de Carlet: “Il faut bien mépriser la calomnie, mais il ne faut
pas moins rechercher les causes qui ont pu y Donner lieu”. [Tradução livre: È
preciso bem desprezar a calúnia, mas é preciso também buscar as causas que
permitiram que ela ocorresse]
Através destes exemplos em torno do abade Grégoire, em geral obscurecidos
pela historiografia brasileira, é possível afirmar que a Revolução do Haiti constituiuse num vigoroso modelo político no Brasil no momento de construção inicial do
Estado e da Nação que, ao lado de outros modelos e referências, servia como
catalisador de disputas sociais e discussões políticas envolvendo a escravidão e o
preconceito racial, questões cruciais para a definição dos rumos da sociedade e
das identidades de seus cidadãos.
35
Informações biográficas sobre Meirelles extraídas de Joaquim Manoel DE MACEDO,
Anno Biographico Brazileiro, Rio de Janeiro, Typographia e Lithographia do Imperial
Instituto Artístico, 1876.
212
De la dama sumisa a la mujer aguerrida: Ser y deber ser de las venezolanas de principios del siglo XIX
Violeta Rojo
DE LA DAMA SUMISA A LA MUJER AGUERRIDA:
SER Y DEBER SER DE LAS VENEZOLANAS DE
PRINCIPIOS DEL SIGLO XIX
Violeta Rojo*
Departamento de Literatura
Universidad Simón Bolívar
Resumen: La visión general sobre las mujeres venezolanas del siglo XIX es que eran
pasivas, ignorantes y constreñidas por las pautas de comportamiento y el discurso
moralizante de la autoridad. Esta percepción está signada por la visión de los
historiadores, viajeros y testigos, sin embargo, es posible encontrar también
referencias historiográficas a una activa participación femenina en la guerra de
Independencia.
Ante los referentes contradictorios, analizaremos uno de los pocos discursos
femeninos que han sobrevivido: el epistolar. A partir de varias cartas enviadas a
principios del siglo XIX, podremos observar la manera de expresarse, sentir y
pensar de aquellas mujeres y comprobar que la descripción historiográfica es un
intento de adecuar los deseos del “deber ser” femenino con una realidad inexistente.
Esto es, que la pasividad de las mujeres es un constructo moral y no una realidad.
Palabras clave: discurso epistolar, mujeres, guerra de Independencia, Venezuela
Abstract : The general vision on the Venezuelan women of XIX th century is that
they were passive, illiterate and restricted by the guidelines of behavior and the
* Violeta Rojo es profesora e investigadora del Departamento de Literatura de la
Universidad Simón Bolívar. Actualmente realiza una investigación en la sede del Instituto
de Investigaciones Históricas-Bolivarium sobre la correspondencia inédita de Teresa
Carreño.
213
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
moralizing discourse of the prevailing mores. This perception is borne out by the
writings of historians, travellers and witnesses; nevertheless, it is possible to also
find historical references to active feminine participation in the War of
Independence. Before referring to the contradictory ones, we will analyze one of
the few feminine expressions that have survived: the epistolary. From several
letters sent at the beginning of the XIX th century, we will be able to observe the
way these women felt, thought and expressed themselves and to ascertain that
those women and to verify that the historical description is an attempt to adapt
desires of “having to be” feminine to a nonexistent reality. This is, that the described
passivity of these women is a moral construction and does not reflect reality.
Key-words: epistolary genre, women, Independence War, Venezuela
Los textos históricos, los discursos de la época y los testimonios de viajeros del
siglo XIX nos las describen como seres infantiles, perezosos, ignorantes, que se
comportaban como animalitos asustados, encerradas en sus casas, iletradas,
coquetas, sin opinión, desinteresadas de lo que las rodea. En esos mismos libros,
sin embargo, nos las muestran como mujeres de temple, que participaron en la
guerra, manejaban hombres y haciendas y vivieron con entereza el cataclismo que
significó en sus vidas la guerra de Independencia. Pareciera que los historiadores
y escritores se basaron más en los ejemplos de lo que deberían ser las mujeres del
siglo XIX que en lo que fueron realmente. Aún los más acuciosos analistas prefieren
mantener a las mujeres del siglo XIX en el nicho presupuesto más que intentar una
nueva visión de ellas.
Por otra parte, la voz de estas mujeres pocas veces se escucha. Los documentos
en los que se expresaron (cartas, ya que los diarios íntimos, que tanta información
podrían proporcionar parecen haber desaparecido en el fragor de la guerra), no se
contemplan para darles otra dimensión al análisis. En este texto intentaré mostrar
cómo la visión sobre la mujer venezolana en el siglo XIX ha sido falseada,
comparando tanto los análisis históricos, como los textos literarios y los epistolarios
femeninos.
Las ideas sobre el comportamiento de las mujeres decimonónicas, estuvieron
influidas por algunos libros religiosos del siglo XVI: Instrucción de la mujer cristiana de
Juan Luis Vives (1524); La perfecta casada de Fray Luis de León (1581); Jardín de las
214
De la dama sumisa a la mujer aguerrida: Ser y deber ser de las venezolanas de principios del siglo XIX
Violeta Rojo
nobles doncellas (1550) de Fray Martín de Córdova. En estos textos se hace hincapié
en su limitación intelectual, su inclinación a la molicie y la lujuria, su carácter
cambiante y poco serio. El padre Vives lo explicaba:
Al hombre muchas cosas le son necesarias; verbigracia: la prudencia, el
bien hablar, la ciencia política, la memoria, el talento, el arte de vivir, la
justicia, la liberalidad, la magnanimidad (…) Empero en la mujer nadie
busca la elocuencia, ni el talento, ni la prudencia, ni el arte de vivir, ni la
administración de la República, ni la justicia, ni la benignidad; en suma,
nadie reclama de ella sino la castidad, la cual, si fuere echada de menos, es
igual que si al hombre le faltaren todas. La castidad en la mujer hace las
veces de todas las virtudes1.
La complejidad de los hombres, por tanto, no puede ser comparada a la de las
mujeres. El comportamiento sexual de éstas es lo único importante. En estos
libros se explica que las mujeres no tienen capacidad para estudiar, no deben salir
a la calle y si lo hacen deben caminar modosamente; no deben levantar los ojos ni
ver a nadie directamente; deben ser parcas en la conversación y evitar la risa.
Podríamos pensar que las mujeres desde el siglo XVI hasta el XIX, eran efectivamente
unas criaturas ignorantes, sin ningún tipo de educación porque se consideraba
que la ciencia no es propia de mujeres ya que las induce a pensar, cosa contraria a
su condición; que tenían prohibida la lectura de novelas (que son lecturas poco
virtuosas que incitan al pecado), y sólo debían ocuparse del trabajo manual;
dedicadas en cuerpo y alma a sus hijos y esposo; sumisas y obedientes a los
hombres; legalmente impedidas; afectadas y ridículas hasta la exageración y que
sólo tenían por horizonte el ser esposas y madres o monjas. Esto pareciera
comprobarse con el siguiente texto.
Bartolomé Andrade, comerciante de cacao, gestiona en 1813 la dispensa
matrimonial por consanguinidad para que su hijo se case con su prima hermana.
Los argumentos que esgrime son:
Mi sobrina Rosa Manrique es de poco común belleza, y perfección, que
me permito relatarla (…) Importan sus años, que son quince, y blanca la
tez, y rubios, los cabellos, leves los pies, y dulce, la voz, se engañan los
1
Juan Luis VIVES, “La formación de la mujer cristiana”, En: Obra completas, Madrid,
Aguilar. La cita se encuentra en Inés QUINTERO, “Mujer, educación y sociedad en el
siglo XIX venezolano”, Revista Venezolana de Estudios de la Mujer, 1, Octubre-diciembre,
1996.
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Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
hombres simples que ven allí depositada la hermosura, y esbeltez. Esas se
depositan, en la sencillez de los ropajes, que encarga en piadosa sastrería,
en que no es preocupada, de las cosas del mundo, en que es ignorante, y
desinteresada, de la calle, en que no lee, lo que no deve leer, o en que zafa
de la conversación, con los hombres, como sortiara veneno, de un reptil,
porque prefiere dirigir la voz, a la Magestad de el Altar. ¿Puede mi hijo,
Sría Illma, encontrarse, con un refulgir de belleza, en otra muxer?2
Como vemos, las prendas de Rosa consisten más que nada en su ignorancia y
su desinterés por las cosas de la calle. Rosa es la mujer ideal para ese padre. Sin
embargo, su presentación es para la Iglesia, la misma que estableció con mayor
fuerza el “deber ser” de las mujeres y los que con más ahínco se dedicaron a su
descripción.
Monseñor Ibarra, en 1802 consideraba que es mejor que a las mujeres “…les
reserven dolores de cabeza con historias simples y no con asuntos de complicación,
pues que no entienden y es tiempo perdido”3. Opinión que ratifica Narciso Coll y
Pratt en 1811, quien se enfurece por la presencia de mujeres en las sesiones de la
Sociedad Patriótica. En una carta remitida a Juan Antonio Díaz Argote, cura de
La Guaira, afirma que
…no creo que los arrebatos políticos de las caraqueñas obedezcan a un
asunto de pensamiento, pues no pueden comprender nada de filosofemas,
ni de revoluciones políticas, ni de lectura de rudimentos (…) Para entender
que las cosas andan mal, baste verlas metidas en retórica con libros en la
mano, opinionando y hablando en las tertulias. Eso no se ha visto en las
civilizaciones, sino entre pueblos que caerán en el desgalgadero con ellas
en tono de capitanes. Mujeres opinando lo que no pueden saber, pueblo
sufriendo. ¡Y las consecuencias sólo Dios las sabe!4
Monseñor Coll se indigna por la asistencia de las mujeres a las reuniones
políticas, mientras que en la Biografía de José Félix Ribas, Juan Vicente González las
desprecia levemente: “Las mujeres platican también, saludan y sonríen, porque la
Sociedad Patriótica las recibe con atención en su seno, como medios de activa propaganda
2
3
4
Carlos DUARTE, La vida cotidiana en Venezuela durante el período Hispánico, Caracas, Fundación
Cisneros, 2001, tomo I, p. 150.
Elías PINO ITURRIETA, Ventaneras y castas, diabólicas y honestas, Caracas, Editorial Planeta,
1993, p. 34.
Ibidem, p. 35.
216
De la dama sumisa a la mujer aguerrida: Ser y deber ser de las venezolanas de principios del siglo XIX
Violeta Rojo
y como adorno e incentivo”5 y continúa describiendo el tipo de charlas que mantenían
estas mujeres: la hermosura de otras mujeres, la descripción de su atuendo, la
admiración por los caballeros y chismes variados sobre los asistentes.
Un poco después, en 1843, monseñor Fernández Peña también se preocupa
por la actitud femenina:
Más que el pueblo en la calle me preocupan las varonas. Si ellas se meten
se hará un revoltillo. Esas varonas no saben de comercio, mucho menos
de bancos. No saben de gobierno, mucho menos de partidos. No saben de
doctrinas, mucho menos de oposición a la europea. No pueden saber más
que de sus maridos y sus hijos. No saben aprender (…) Esas ideas no les
pueden entrar en la cerviz, por empeño que se haga. ¿Revoltillo dije? El
parto de las bachilleras será peor, que ni Páez lo podrá componer6.
Tanto Coll como Fernández Peña muestran que, a pesar de lo que debería ser
el comportamiento femenino, las mujeres están tomando otros rumbos,
inaceptables para ellos. Según sus textos podemos ver que no sólo su presencia
era aceptada en la Sociedad Patriótica, sino que no perdían ocasión de asistir.
También que, a pesar de los que predicaban las lecturas pías, las mujeres expresaban
libremente sus opiniones políticas. Esto además puede comprobarse con
referencias de otros autores. Arístides Rojas refiere que las americanas usaban
como adorno en sus tocadores las orejas cortadas a los realistas, lo que nos hace
pensar que la imagen de dulces damiselas no era aplicable a todos los momentos.
El mismo don Arístides afirma que
Entre las familias caraqueñas, los odios políticos estuvieron tan acentuados,
durante la guerra a muerte, que hubo algunas de ambos bandos, que con o
sin intención tropezaban, para vapulearse públicamente en las calles de
Caracas. Y aún se refiere de una dama, cuyo nombre dejaremos en el tintero,
que no contenta con los encuentros fortuitos, entraba de sopetón en las
casas de los contrarios y fustigaba a cuantos encontraba sin conmiseración7.
Rojas suele fantasear, pero la imagen de la mujer fuerte y activa puede
comprobarse en otras fuentes. El sargento Martín Curbelo, desde Casanare, le
envía una carta al general José de la Cruz Carrillo en 1815, pidiéndole permiso
5
6
7
Juan Vicente GONZÁLEZ, Biografía de José Félix Ribas, Caracas, Ministerio de Educación,
1975, p. 76. Las cursivas son mías.
Elías PINO ITURRIETA, op. cit., Ventaneras y…, pp. 35-36.
Arístides ROJAS, Crónica de Caracas, Caracas, Fundarte, 1994, p. 181.
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Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
para casarse con la señorita Ana, a la que todos ponderan “porque ama la patria,
y por la patria lucha. Si tiene que escoger, entre la casa, y la batalla, sale a pelear, y
entre un faldón y la libertad, se pone un uniforme, con cucardas, y todo”8. La
señorita Ana, entonces, actuaba como soldado, igual que tantas mujeres lo hicieron
durante esos años, como demuestran las actuaciones de Josefa Camejo y Juana la
avanzadora, entre otras.
Carlos Pulido, en 1817, envía una carta de excusa para explicar por qué
abandonó sus obligaciones para conversar con doña Juana Patiño, a la que había
pedido matrimonio ese día porque “Ella piensa mucho en el daño probbocado
por los españoles, y assí yo me henamoré mucho, y me salí a saludarla, como
quien saluda a la vandera de la patria”9.
Ante estas descripciones contradictorias, una manera de analizar el
comportamiento femenino en el XIX es a través de lo que ellas mismas contaban.
Pero ese discurso, en su mayor parte, se ha extraviado. Por ejemplo, no es posible
dar con un diario escrito por alguna de las mujeres de principios del XIX, que nos
de luz sobre su manera de pensar y actuar y sobre los eventos de su vida. La
guerra, las huidas, los terremotos, los incendios y, quizás, la censura impuesta por
las familias, los hicieron desaparecer. El único discurso femenino que permanece
es el epistolar. Este es también un discurso extraviado porque nos permite “poner
algo en otro lugar al que debería ocupar”10 y ver a estas mujeres de otra manera.
Al analizar el epistolario femenino, uno de los textos principales es una carta
pública, un manifiesto dirigido al nuevo Gobierno de Barinas: la Representación que
hace el bello sexo al Gobierno de Barinas el 18 de octubre de 1811. Allí diecinueve
barinesas que se llaman a sí mismas ciudadanas (título por cierto que se usó
libremente hasta el fin de la guerra cuando desapareció opacado por el tradicional
de señora) expresan su extrañeza por no haber sido llamadas para defender la
población de San Fernando:
Exmo. Señor: Las ciudadanas abaxo suscriptas, en nombre de las demás
de su sexo A V.E. representan: que noticiosas de la invasión que intentan
los Guayaneses en el punto de S. Fernando, y que ha sido forzoso dirigir
toda la fuerza que había de guarnición en esta plaza á aquel apostadero, no
8
Elías PINO ITURRIETA, Ideas y mentalidades de Venezuela, Caracas, Academia Nacional de la
Historia, 1988, p. 182.
9
Ibidem, p. 183.
10
Diccionario de la Lengua Española, Madrid, Real Academia Española, 2001.
218
De la dama sumisa a la mujer aguerrida: Ser y deber ser de las venezolanas de principios del siglo XIX
Violeta Rojo
han podido las representantes menos que extrañar no se haya contado con ellas para
proteger su seguridad, cuando se está incomodando las tropas de los pueblos
suburvios que podían reemplazar. No ignoran que V.E. atendida la debilidad
de su sexo acaso ha procurado eximirnos de las fatigas militares; pero sabe muy bien
V.E. que el amor a la patria vivifica a entes más desnaturalizados y no hay obstáculos
por insuperables que no venza. Nosotras revestidas de un carácter firme y apartando a
su lado la flaqueza que se nos atribuye, conocemos en el día los peligros a que está
expuesto el país, el nos llama en su socorro y sería una ingratitud negarle unas vidas que
sostiene. El sexo femenino, Señor, no teme los horrores de la guerra: el estallido del
cañón no hará más que alentarle: su fuego encenderá el deseo de libertad, que sostendrá
a toda costa en obsequio del suelo Patrio. En esa virtud y deseando alistarse en el
servicio para suplir el defecto de los militares que han partido a San Fernando, suplican
a V.E. se sirva tenerlas presente y destinarlas a donde le parezca conveniente baxo el
supuesto de que no omitirán sacrificios que conciernan a la seguridad y defensa. Barinas,
Octubre 18 de 1811.
Nicolasa Briceño, María Miyares, Manuela Méndez, Concepción Villafañe,
Josefa Camejo, Joaquina Gracies, María del Rosario Iribarren, Juana María
Norsagaray, Ana Josefa Bragado, Concepción Briceño, Concepción Coeto,
Rita Josefa Brizeño, Candelaria Coeto, Nicolasa Pumar, Josefa Villafañe,
Rita García, Josefa Porras, Josefa Montes de Oca, Josefa Linares,
Concepción Arevolasa11.
El discurso de estas mujeres es aparentemente ambiguo: hacen mención a su
condición de representantes del sexo débil y a su supuesta flaqueza, y al mismo
tiempo contradicen el estereotipo expresando su convencimiento de que las mujeres
no temen a la guerra, que harán cualquier sacrificio y que su patriotismo las
estimulará para tomar las acciones necesarias, esto es, irse a la batalla a defender a
la patria con las armas. No son unas delicadas damiselas, sino mujeres activas, que
quieren participar en los asuntos del país.
Juana de Clemente, hija de María Antonia Bolívar, también toma posición y le
escribe a su tío Simón Bolívar el 1º de mayo de 1826:
Mi querido tío:
Yo no había escrito (…) antes (…) pero ahora lo hago porque lo exige la
salud de nuestra Patria. D. Ibarra va a buscar a usted para que se venga
aquí (según dice él y otros de su partido) a coronarse. Esto, en mi poca
11
Gaceta de Caracas, Caracas, 5 de noviembre de 1811, Edición facsimilar 1808-1822,
Caracas, Academia Nacional de la Historia, 1983. Las cursivas son mías.
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Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
capacidad, es un disparate; además es cosa de cuatro, y aunque él diga a Ud.
que lo desean los pueblos es falso, pues aquí no se habló de eso hasta que
llegó Pedro Briceño de Bogotá, que lo habló con algunos, y dijo esta era cosa
de Santander y se hizo de algún partido aquí y, por supuesto, uno de los que
más se ganó como amigo fue a D. Ibarra. Ud. véngase que aquí cuando lo
vean hacen lo que usted quiera, y pone freno a tanto loco, el primero a
Santander que es el que ha inventado este modo de tiranizar a los pueblos.
Diego dirá a Us. que todos quieren esto, pero no se lo crea, que son los
militares y dos o tres familias bien conocidas que sabrás cuando vengas. El
pueblo tiene la esperanza en la venida suya, pues si usted se retira y no vuelve
aquí será víctima este pobre Pueblo de estos hombres fanáticos.
Su sobrina que mucho lo ama, Juana de Clemente12.
Otra vez la referencia a su minusvalía (“en mi poca capacidad”) pero expresa
opiniones políticas. No sólo eso, está tan segura de ser escuchada que por eso
escribe. Del mismo tenor son las muchas cartas que se conservan de Manuela
White a su padre Guillermo White, en las que habla con pasión de política, de los
últimos acontecimientos, de las opiniones de la gente acerca de las elecciones,
critica la creación de Bolivia y explica sus experiencias en la escuela de niñas que
manejaba. Manuela demuestra con su escritura que ha leído a Cervantes, que
observa con pasión los acontecimientos y que, además de la política tiene otros
intereses: la moda, los libros e incluso la manera de disimular una muela cariada.
Otra mujer que no hace melindres por los horrores de la guerra es Dolores
Jerez de Aristiguieta, esposa de Antonio Nicolás Briceño, llamado El diablo. Cuando
éste reglamenta los ascensos militares de acuerdo con el número de cabezas de
españoles cortadas (de soldado a alférez, 20 cabezas, a teniente 30, a capitán 50),
hasta los mismos patriotas protestan. Ella no, en carta a su esposo, desde Cúcuta,
en abril de 1813 expresa:
…he tenido varias razones con doña Carmen Ramírez sobre el hecho de
las cabezas remitidas, haciéndole ver las ventajas que podemos experimentar
con sólo la ejecución de estas dos cabezas; que lo que nos hacía daño era
que se pusieran con dichitos y murmuraciones (…) Y en una palabra, eres
el coco de estos lugares (…) Y yo bien contenta13.
12
Catálogo Donación Villanueva a la Academia Nacional de la Historia, Caracas, Academia
Nacional de la Historia, 1965.
13
Epistolario de la Primera República, Caracas, Academia Nacional de la Historia, 1960,
p. 113.
220
De la dama sumisa a la mujer aguerrida: Ser y deber ser de las venezolanas de principios del siglo XIX
Violeta Rojo
Pero estas cartas no sólo demuestran su activa participación en los eventos
independentistas, tanto como guerreras, opinando pública o privadamente, también
permiten apreciar su extraordinario estilo literario. Todos los datos sobre la
ignorancia de estas mujeres y sobre los garrapatos que escribían –“no tienen otra
educación, fuera de la que le dan sus padres, la cual se limita a rezar mucho, a leer
mal y a escribir peor”14– parecen falsos al leer la conmovedora carta que le envía
Mariana Carcelen, marquesa de Solanda, viuda de Antonio José de Sucre a José
María Obando, asesino de éste:
Estos fúnebres vestidos, este pecho rasgado, el pálido rostro y desgreñado
cabello están indicando tristemente los sentimientos dolorosos que
abruman mi alma. Ayer esposa envidiable de un héroe, hoy objeto lastimero
de conmiseración, nunca existió un mortal más desdichado que yo. No lo
dudes hombre execrable; la que te habla es la viuda desafortunada del
Gran Mariscal de Ayacucho.
Heredero de infamias y de delitos, aunque te complazca el crimen, aunque
él sea tu hechizo, dime, desacordado, para saciar esa sed de sangre, ¿era
menester inmolar una víctima tan inocente? ¿Ninguna otra podía aplacar
tu saña infernal? yo te lo juro é invoco por testigo al alto cielo, un corazón
más recto que el de Sucre nunca palpitó en pecho humano. Unida á él por
lazos que solo tú, bárbaro, fuiste capaz de desatar: unida á su memoria por
vínculos que tu poder maléfico no alcanza á romper, no conocí en mi
esposo sino un carácter elevado y bondadoso, una alma llena de
benevolencia y generosidad. Mas yo no pretendo hacer aquí la apología
del General Sucre. Ella está escrita en los fastos gloriosos de la patria. No
reclamo su vida, esa pudiste arrebatársela pero no restituirla. Tampoco
busco la represalia. Mal pudiera dirijir al acero vengador la trémula mano
de una mujer. Ademas el Ser Supremo cuya sabiduría quiso por sus fines
inescrutables consentir en tu delito, sabrá exijirte un dia cuenta mas severa.
Mucho ménos imploro tu compasión: ella me serviría de un cruel suplicio.
Sólo pido que me des las cenizas de tu víctima. Sí, deja que ellas se alejen
de esas hórridas montañas, lúgubre guarida del crímen y de la muerte, y
del pestífero influjo de tu presencia mas terrífica todavía que la muerte y
el crímen. Tus atrocidades inhumano no necesitan nuevos testimonios.
En tu frente feroz está impresa con caracteres indelebles la reprobación
del Eterno. Tu mirada siniestra es el tósigo de la virtud, tu nombre horrendo
14
Francisco DEPONS, Viaje a la parte oriental de tierra firme en la América meridional, Caracas,
Fundación de promoción cultural de Venezuela, 1987, p. 126.
221
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
el epígrafe de la iniquidad, y la sangre que enrojese tus manos parricidas el
trofeo de tus delitos. ¿Aspiras á más? Cédeme, pues, los despojos mortales,
las tristes reliquias del héroe, del padre y del esposo, y toma en retorno las
tremendas imprecaciones de su patria, de su huérfana y de su viuda. M.S.
de Sucre15.
Estos documentos permiten vislumbrar mujeres dadas a defender sus puntos
de vista, con criterio propio, que expresan opiniones, leen, observan a su alrededor
y establecen criterios sobre el mundo, manejan el dinero y los hombres de las
haciendas, tienen a su cargo las finanzas familiares y escriben correctamente
contando su visión del país. Son mujeres distintas a las descritas por los historiadores,
los sacerdotes y los viajeros de la época. Cada uno de ellos, por razones distintas
describió a las mujeres de acuerdo a un esquema. Para los sacerdotes, las mujeres
deben ocuparse únicamente de la procreación dentro del matrimonio, por tanto
especifican que éstas deben ser sus labores y no otras. Cualquier intento de salir de
los esquemas de madre y esposa es peligroso para la estabilidad de la familia
cristiana tradicional. Los viajeros contaron de las mujeres que conocieron, y a
partir de ellas generalizaron, mientras que los historiadores, si bien dan la
información sobre las mujeres activas, al mismo tiempo las describen como pasivas.
Siempre podemos pensar que las que opinan y discuten son la excepción a la
regla. Pero si eso es así, en los periódicos de la época, la Gaceta de Caracas sería
un ejemplo, hay avisos firmados por mujeres reclamando esclavos, vendiendo
mercancías, donando dinero a la guerra o entablando juicios.
A partir del epistolario de las mujeres del siglo XIX se nos da una visión distinta
de ellas. Allí podemos ver que las mujeres del siglo XIX no eran ignorantes, estaban
al tanto de los acontecimientos del país, tenían opiniones propias y fundadas, que
no dudaban en expresar, fueron valientes para enfrentarse al enemigo y, llegado el
caso, no tuvieron problemas en empuñar las armas para defender sus creencias.
Ha llegado el momento, entonces, de ver a estas mujeres como eran, no como la
costumbre, los lugares comunes y los intereses sociales quieren que las veamos.
Los hombres del XIX tuvieron buen cuidado de legarnos una imagen de lo que
debían ser las mujeres, de cómo éstas debían comportarse. Es más, hicieron
desaparecer el nombre de las verdaderas heroínas de la guerra de Independencia,
15
José F. BLANCO y Ramón AZPÚRUA, Documentos para la Historia de la Vida Pública del
Libertador, tomo XIV, Caracas, 1978, p. 288. En: Inés QUINTERO, Intimidades al descubierto
(Epistolario femenino del siglo XIX), Trabajo presentado para ascender a la categoría de
Agregado, Universidad Central de Venezuela, Caracas, 1998.
222
De la dama sumisa a la mujer aguerrida: Ser y deber ser de las venezolanas de principios del siglo XIX
Violeta Rojo
no sólo para que brillaran otros, sino también para que el comportamiento
femenino no tuviera ejemplos a seguir. También por esa razón instauraron un
esquema de actuación para las mujeres, que no tenía nada que ver con lo que éstas
eran, sino con lo que ellos querían que fueran.
Nuestras mujeres no eran tontas muñecas, cuyas “lindas orejas adornadas con
perlas y diamantes sólo estaban hechas para oír las dulces palabras que susurraba
el novio o el consejo paternal del viejo confesor. Nunca para ser ofendidas con
expresiones tales como revolución, libertad y, menos aún, libertad”16 sino todo lo
contrario. Eran mujeres decididas, informadas y activas. Muchos hombres, al
parecer, se negaban a aceptar esa realidad, por lo que seguían describiendo a las
mujeres tal como ellos pensaban que debían ser, mas no tal como eran realmente.
Michel de Certau dijo que la historia se escribe desde el poder y que es un discurso
legitimador de los poderes instituidos. En algún momento se decidió que las mujeres
debían ser pasivas y tranquilas, en otro que sólo algunas (las heroínas) deberían
aparecer en los libros de historia y que éstas deberían tener características y virtudes
especiales. Las mujeres del montón debían comportarse según lo ordenaba la
tradición y se prefirió construir una realidad paralela y ficcional en la que las
mujeres eran lo que la iglesia católica y los hombres convencionales deseaban que
fueran.
Lo que suele afirmar sobre las mujeres del siglo XIX, entonces, es un constructo
ficcional, que sigue funcionando como verdad histórica a pesar de las evidencias
contrarias que encontramos. Sin embargo, el análisis de las personalidades del
siglo XIX debería ir más allá de estas construcciones y tratar de ver los hechos de
estas mujeres, lo que pudieron hacer y lo que no. De esta manera podremos
entender desde otro punto de vista cómo se fue formando el país y la gente de
nuestro país.
16
Ermila TROCONIS DE VERACOECHEA, La mujer de “El Diablo” y otros discursos, Caracas,
Academia Nacional de la Historia, 1985, p. 17.
223
Reseñas
RESEÑAS
Jaime E. Rodríguez O. (coord.): Revolución, independencia
y las nuevas naciones de América,
Madrid, Fundación Mapfre Tavera, 2005, 614 p.
Ante la cercanía de los bicentenarios de los acontecimientos que llevaron a la
caída de las monarquías española y portuguesa y, por consiguiente, a la formación
de los nuevos estados nacionales en Europa y América, se han producido iniciativas
en diferentes regiones de Hispanoamérica para reflexionar sobre estos
acontecimientos. La obra Revolución, independencia y las nuevas naciones de América,
coordinada por el historiador Jaime Rodríguez (Departamento de Historia de la
Universidad de California), es una muestra de ello.
Jaime Rodríguez organizó en la Universidad de California, en Irving, entre el
23 y 24 de marzo de 2003 un simposio titulado “Revolución, independencias y las
nuevas naciones de América”, el cual contó con la participación de reconocidos
historiadores de España, Francia, Canadá, Estados Unidos, México y Brasil. Los
trabajos presentados en este evento abrieron nuevos caminos para la investigación
y el debate sobre el tema, y son esos mismos trabajos, mejorados y corregidos, los
que integran la presente edición.
La publicación pone toda su atención en los procesos políticos y en la política,
en la búsqueda por comprender la Independencia de la América ibérica y en la
conformación de las nuevas naciones dentro del contexto de la revolución atlántica.
El libro está dividido en dos partes: la primera, denominada “La Revolución”,
comprende seis artículos; la segunda, “La independencia y las nuevas naciones”,
con catorce trabajos. No es mi intención hacer un análisis completo de la obra
225
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
–aunque sí haré mención de cada una de sus partes y de sus respectivos autores–
; me dedicaré a analizar uno solo de los artículos sin descartar que en futuras
reseñas se examinarán las otras contribuciones que forman parte de esta obra.
El primer artículo de la primera parte, titulado “El proceso de la Revolución
Francesa, 1789-1794”, es contribución del historiador Timothy Tackett, catedrático
de Historia Moderna de Europa en la Universidad de California. La Revolución
Francesa –señala este autor– desencadenó guerras que, finalmente, llevaron a
Napoleón Bonaparte al poder. Su invasión a la península ibérica es el origen de las
revueltas y el descontento en toda Iberoamérica. El segundo trabajo, de la
historiadora Johanna von Grafenstein, profesora de la Facultad de Filosofía y
Letras en la Universidad Autónoma de México, titulado “La Revolución Haitiana,
1789-1804”, refleja cómo esta revolución afectó en diferentes formas e intensidad
tanto a la región del Caribe, que le era próximo, como a buena parte del continente
americano. La autora logra mostrar cuánto y cómo el “miedo haitiano” expresó el
miedo racial y la preocupación que suscitaba la intranquilidad de los diversos
sectores sociales de la América española.
El tercer ensayo, y el que ha sido seleccionado para un análisis más detenido,
lleva por nombre, “Las ‘dos tradiciones’. Soberanía popular e imaginarios
compartidos en el mundo hispánico en la época de las grandes revoluciones
atlánticas”. Realizado por la historiadora Mónica Quijada, investigadora del
Instituto de Historia del Consejo Superior de Investigaciones Científicas en Madrid,
el trabajo se integra en un proyecto de largo aliento titulado “Ingenieros sociales.
La construcción del método y el pensamiento antropológicos en Europa e
Iberoamérica, siglo XIX”. La autora plantea una crítica a la idea –bastante
generalizada en la historiografía– de que los procesos de la modernidad en el
mundo hispánico responden sobre todo a la adopción, y en el mejor de los casos
a la adaptación, de modelos exclusivamente externos a las realidades particulares
de la región. Un ejemplo clásico de esta interpretación son las independencias
hispanoamericanas. Esta tendencia historiográfica, que ha perdurado durante
muchísimos años, analiza el tema de las independencias hispanoamericanas en
tanto procesos institucionales y/o económico-sociales con menoscabo del
pensamiento político local o regional. La construcción subsiguiente de repúblicas
fundadas en la soberanía popular tendió a ser vista entonces como la apropiación
de modelos ajenos, incompatibles a las realidades locales, lo cual condujo a
frustraciones, ficciones y a “ciudadanías imaginarias”.
226
Reseñas
Quijada examina asimismo cómo en los últimos años han surgido nuevas
tendencias en la historiografía que han producido una re-lectura de las Cortes de
Cádiz y la Constitución de 1812; ambos elementos seminales de la modernidad en
el mundo hispánico1 con consecuencias decisivas para una más adecuada comprensión de las formas de representación política y de las elecciones y su incidencia en
los territorios americanos2. Continua la autora planteando:
…que a pesar del camino recorrido, que es considerable, las consecuencias
ideológicas y los imaginarios son recientes, y el tópico de la apropiación
defectuosa y frustrada de modelos políticos externos, por falta de propios,
sigue asomando en muchos textos historiográficos actuales.
En tal contexto, y como asegura Quijada,
…el reconocimiento de ese evento histórico y su proyección americana
vuelven una y otra vez a quedar oscurecidos por la infinidad de lugares
comunes e imágenes no contrastadas desde la que se consideran las
experiencias políticas y tradiciones ideológicas del mundo hispánico y que
dificultan la comprensión, aún el propio reconocimiento, de las formas y
tiempos de la modernidad en ese ámbito del contexto occidental.
Un tema como éste comprende innumerables problemáticas de conocimiento,
análisis e interpretación que, por supuesto, serían inabarcables en el espacio de un
ensayo. Es por esto que la autora se limita a estudiar el tema de la presencia o
ausencia de principios como los de soberanía popular, las bases contractuales de la
legitimidad y la moderna noción de libertad en la tradición política hispánica, que
1
2
Entre ellas vale resaltar los dos libros más influyentes sobre este tema: François-Xavier
GUERRA, Modernidad e independencia. Ensayos sobre las revoluciones hispánicas, publicada en
Madrid por Mapfre en 1992 y la obra de Jaime E. RODRÍGUEZ titulada La independencia
de la América Española, publicada en español por el Fondo de Cultura Económica en
1996. Es necesario recordar importantes trabajos pioneros como los de Mario RODRÍGUEZ, El experimento de Cádiz en Centroamérica, México, Fondo de Cultura Económica,
1983; Marie Laure RIEU-MILLAN, Los diputados americanos en las Cortes de Cádiz, Madrid,
Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1990; entre muchas otras que se ocupan
sobre todo de la proyección americana del experimento de Cádiz.
Además de los trabajos antes mencionados, en la última década numerosas publicaciones han contribuido a dar forma a esta auténtica “revolución” en las perspectivas
historiográficas como por ejemplo: Antonio ANNINO; Luis CASTRO LEIVA; FrançoisXavier GUERRA, De los imperios a las naciones: Iberoamérica, siglo XIX, Buenos Aires, Fondo
de Cultura Económica, 1995.
227
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
afecta no sólo la posibilidad de ver y valorar el sistema representativo allí donde
aparece, sino a los contenidos de la propia construcción republicana en Hispanoamérica.
El trabajo aspira, tal y como lo plantea Quijada “…a ser una modesta contribución
a esos análisis, en el marco de un proyecto de investigación de más largo aliento
del cual ofrecemos algunos resultados apenas incipientes, en forma de propuestas
abiertas al debate...”.
Con ese propósito en mente, Mónica Quijada examina a título ilustrativo dos
afirmaciones muy frecuentes en la historiografía:
Primera de ellas, la concepción de la “modernidad” como la consolidación del
principio o “imagen de una sociedad contractual o igualitaria, de una nación
homogénea, formada por individuos libremente asociados, con un poder salido
de ella misma y sometido en todo momento a la opinión o a la voluntad de sus
miembros”3; esta imagen o principio se contrapone a la sociedad de Antiguo
Régimen “integrada por cuerpos y estamentos en lugar de individuos; jerarquías,
en vez de igualdad; comunidades políticas heterogéneas producto de la historia y
no de la asociación; poderes fundados en la tradición o en la Providencia y no en
la voluntad de los ciudadanos”4. A partir de estas nociones, Quijada explica que a
pesar de existir un consenso más o menos generalizado en cuanto al concepto de
modernidad, no es este el caso en lo que se refiere a los tiempos y lugares en que
se habría generado la asociación de sus elementos básicos –contractualismo,
soberanía popular, libertad, igualdad, representación, etc.– dentro de un sistema
político operativo o que aspirara a serlo; tema que ha recibido interpretaciones
muy dispares según los autores y, fundamentalmente, según las tradiciones en las
que se insertan dichos autores. Es así como examina en la historiografía francesa
y anglosajona el concepto de modernidad y concluye dando su definición:
…la modernidad, tal cual la entendemos hoy –concretada en una forma
de legitimidad política fundada en la soberanía popular y basada en los
derechos individuales y el gobierno representativo– es un estadio en un
proceso secular de configuración de una forma de entender lo político,
donde interactúan, en primer lugar, la dialéctica conflictiva entre, por un
lado, los principios de libertad, derechos, consenso, la potestas colectivas y
su ejercicio contractual –que hace posible la representación– y, por otro,
3
4
Definición tomada por la autora de François-Xavier GUERRA, Modernidad e independencia.
Ensayos sobre las revoluciones hispánicas, p. 24.
Ibidem, p. 25.
228
Reseñas
la concentración de dicha potestas en un único gobernante que es asimismo
único depositario de la misma; y en segundo lugar, la retroalimentación
permanente entre los debates políticos teóricos y la acción práctica condicionada por el juego de intereses, la negociación y la fuerza.
Segunda, la asociación excluyente de la tendencia monista –es decir, centralizadora
y homogeneizadora5– del llamado “Antiguo Régimen” “con la hegemonía del
absolutismo monárquico, así como su corolario: la afirmación de que para llegar
a la concepción monista de ‘la nación’ fue necesario pasar por el proceso unificador
del absolutismo”. Categorías –asegura Quijada– “que se han utilizado también
para interpretar la ideología y acciones políticas en las independencias americanas”.
En el desarrollo de su trabajo, la autora empieza con un breve comentario
sobre algunas de las interpretaciones que suelen darse a los tiempos y lugares de la
modernidad y a su articulación con el principio de la soberanía popular. Posteriormente revisa dos temas que forman parte de ese debate: la experiencia española
en las grandes rebeliones de la edad moderna, y la relectura contextualizada de
algunos aspectos de tratadística hispana de los siglos XVI y XVII. Finalmente defiende
la existencia de “imaginarios compartidos” que se expresan en dos tradiciones
comunes a todo el ámbito occidental, y que confluyen en la configuración de los
imaginarios políticos que hicieron posible la amplitud y proyección de las grandes
revoluciones atlánticas en general, y el hecho de que el mundo hispánico formara
parte integrante y activa de las mismas.
El citado concepto de “imaginario político” es crucial para este trabajo; de allí
que haga hincapié en él, el cual define como:
…el conjunto de representaciones desde las que percibimos –concientes
o inconscientemente– lo que nos rodea, y a nosotros mismos en lo que
nos rodea. Desde él pensamos, entendemos, construimos y actuamos, y
también recibimos lo nuevo o lo externo; de hecho, es lo que nos
proporciona los hilos básicos con los que entretejemos eso nuevo o eso
externo. El imaginario nos permite conocer y pensar, actuar y reaccionar,
pero también nos permite manipular y ser él mismo manipulado.
Desde ese marco conceptual, la autora aspira a que la revisión de algunos
referentes del imaginario político que estaban vigentes en el mundo hispánico a
5
El término monista es muy utilizado por la historiografía francesa para conceptuar la
tendencia unificadora, filosófica, política, territorial, etc. del Antiguo Régimen, que
habrían así preparado el camino para la identificación del “pueblo” con “la nación”.
229
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
finales del siglo XVIII y principios del siguiente, contribuya a matizar cómo fue
percibida y recibida, pero también inventada y realizada en el ámbito de la Monarquía
Hispánica, la gran revolución política del mundo atlántico que consolidó un sistema
cuya legitimidad se cimentó en la soberanía popular.
El cuarto artículo es contribución del catedrático de Historia del Mundo
Atlántico de la Universidad de Texas, Jorge Cañizares-Esguerra. Bajo el título “La
Ilustración hispanoamericana: una caracterización”. El penúltimo trabajo de la
primera parte, “La Federación imposible. Los territorios europeos y americanos
ante la crisis de la Monarquía Hispana”, es obra del historiador José M. Portillo,
profesor de la Universidad del País Vasco y la Universidad de Santiago de
Compostela. Con la historiadora española Ivana Frasquet, de la Universidad Jaime
I de Castellón, se cierra la primera parte de este libro colectivo con su trabajo
titulado “La cuestión nacional americana en las Cortes del Trienio Liberal, 18201821”.
La segunda parte del libro, “La independencia y las nuevas naciones”, concentra
los análisis relativos a las transformaciones políticas en Hispanoamérica. En este
segmento se evidencia un desbalance con respecto a las regiones consideradas,
con predominio de trabajos sobre el proceso político mexicano: seis de los catorce
artículos de este fragmento del libro tratan sobre el caso mexicano; los otros
trabajos estudian el caso de Brasil (dos artículos), Centroamérica (un artículo),
Colombia (un artículo), Venezuela (un artículo), Bolivia (un artículo), Perú (un
artículo) y Ecuador (un artículo). El análisis de países como Argentina y Chile
quedó fuera de la compilación. Esta omisión, cuyas causas desconocemos, no
deja de ser lamentable en una obra de tanta significación.
Para el caso mexicano, seis trabajos revisan exhaustivamente una diversidad
de tópicos: Manuel Miño Grijalva, “La Ciudad de México. De la articulación colonial
a la unidad política nacional, o los orígenes económicos de la ‘centralización
federalista’”; Víctor Minués, “Fernando VII. Un rey imaginado para una nación
inventada”; Virginia Gueda, “El proceso de la independencia y las juntas de
gobierno en la Nueva España (1808-1821)”; Christon I. Archer, “Peanes e himnos
de victoria de la guerra de independencia mexicana. La gloria, la crueldad y la
“demonización” de los gachupines, 1810-1821”; Mariana Terán Fuentes,
“¿Recordar para qué? El discurso cívico-eclesiástico y la formación de la conciencia
nacional”. Zacatecas, 1821-1828 y Manuel Chust, “La nación en armas. La Milicia
Cívica en México, 1821-1835”.
230
Reseñas
Para el estudio de Centroamérica el trabajo de Jordana Dym, “La soberanía
de los pueblos: ciudad e independencia en Centroaméricam 1808-1823”. Clément
Thibaud, por su parte, evalúa en su artículo, “Formas de guerra y mutación del
Ejército durante la guerra de la independencia en Colombia y Venezuela”, el proceso
independentista en Colombia y Venezuela. Carl T. Almer con su contribución,
“La confianza que han puesto en mí. La participación local en el establecimiento
de los ayuntamientos constitucionales en Venezuela, 1820-1821”, analiza el caso
específico de Venezuela. Brasil es trabajado por Márcia Regina Berbel, “Nación
portuguesa, Reino de Brasil y autonomía provincial” y por Kirsten Schultz, “La
independencia de Brasil, la ciudadanía y el problema de la esclavitud: A Assembléia
Constituinte de 1823”. Bolivia, por su lado, con la contribución de Marta Irurozqui:
“De cómo el vecino hizo al ciudadanao en Charcas y de cómo el ciudadano
conservó al vecino en Bolivia, 1809-1830”. El artículo de Víctor Peralta Ruiz,
“De absolutista a constitucionales. Política y cultura en el gobierno del virrey
Pezuela, (Perú 1816-1820)”, concentra su atención en el virreinato del Perú. Y
cierra esta segunda parte de la obra con el caso de Ecuador y el aporte de Jaime E.
Rodríguez O.: “La antigua provincia de Guayaquil durante la época de la
independencia, 1809-1820”.
Los ensayos comprendidos en esta voluminosa obra atienden principalmente
a la política y los procesos políticos, en un esfuerzo por entender el desarrollo del
movimiento independentista dentro de “la más amplia revolución política que
buscaba un gobierno representativo dentro del mundo atlántico”. En total, veinte
ensayos distribuidos en dos secciones que ilustran la complejidad del fenómeno
revolucionario en el mundo ibérico y que, como señala el compilador en la
introducción, muestra un marcado tono revisionista, con escasa presencia de
“próceres o héroes de bronce”, desafiando las interpretaciones tradicionales del
proceso independentista y poniendo de relieve “lo mucho que queda por aprender
sobre la historia política del mundo ibérico”.
Ángel Rafael Almarza Villalobos
Instituto de Investigaciones Históricas-Bolivarium
Universidad Simón Bolívar
231
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
232
Reseñas
Lila Mago de Chópite; José J. Hernández Palomo:
El Cabildo de Caracas (1750-1821), Sevilla, CSIC, 2002, 529 p.
Los historiadores Lila Mago de Chópite y José Hernández Palomo publicaron
para el año 2002, con el apoyo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas,
Escuela de Estudios Hispano-Americanos, el Cabildo Metropolitano de Caracas
y la Universidad Pedagógica Experimental Libertador, una recopilación completa
de las cartas del cabildo de Caracas que se encuentran en el Archivo General de
Indias de Sevilla en sus secciones: Audiencia de Caracas, de Santo Domingo y
Santa Fe.
La revisión exhaustiva de las secciones del Archivo General de Indias de Sevilla
nos ofrece un cuerpo documental completo e inédito que permitirá una mejor
aproximación y correcto conocimiento de la realidad social, política y económica
de la ciudad de Caracas y la provincia de Venezuela entre el siglo XVIII y principios
del siglo XIX. Entre los posibles temas que se pueden investigar a partir de la
documentación antes mencionada, podemos señalar: el cabildo de Caracas y las
repercusiones de las reformas borbónicas; el tenientazgo y el cabildo de Caracas;
temas económicos, administrativos, gobierno militar y político y relaciones sociales;
relaciones entre la iglesia y el cabildo, y muchos otros tópicos relacionados con
esta institución de la ciudad capital de la provincia de Venezuela y sus alrededores.
El orden de la documentación presentada es cronológico; sobresalen en negritas
el lugar y fecha del documento e indica al final, entre corchetes, el número del
legajo correspondiente del Archivo General de Indias. Esta organización le
permitirá al investigador hacer un seguimiento detallado de los sucesos,
acontecimientos, realidades y conflictos del ayuntamiento de Caracas y sectores
aledaños entre 1750 y 1821, período lo suficientemente amplio para llegar a conocer
la evolución de esta institución político-administrativa más importante de la ciudad,
gobernada por las personas y familias, españolas y criollas, más influyentes y
poderosas de la provincia de Venezuela.
233
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
En el trabajo de transcripción, tal y como lo señalan los autores, se ha respetado
la mayoría de los cambios de grafía que se producen en una misma palabra en el
texto documental, a pesar de que para lograr un mejor entendimiento, comprensión
y fácil lectura por parte del investigador, en todos los textos sus palabras han sido
acentuadas e incorporada la correspondiente puntuación.
El libro, además de la documentación antes mencionada, está constituido por
un estudio introductorio realizado por los autores en el que se hace un análisis del
cabildo de Caracas entre 1750 y 1821, en especial tratando los aspectos relacionados con lo económico, político-militar, social y eclesiástico. De esa manera, la
introducción sistematiza temáticamente los posibles problemas a trabajar por los
investigadores que aborden esta documentación.
La obra cuenta, además, con una bibliografía extensa del tema del cabildo, no
sólo para el caso venezolano sino también para Hispanoamérica en general. Al
final se encuentra, de gran utilidad para el investigador, un índice onomástico de
las referidas cartas.
Podemos terminar agradeciendo la transcripción y publicación de este conjunto
de documentos, que esperamos sirva para animar las discusiones no sólo de la
institución del cabildo como tal, sino sobre el conjunto de la historia colonial y la
Independencia, bajo los aspectos sociales, económicos y culturales, una discusión
que en Venezuela nos parece rezagada en el plano factual y teórico, en búsqueda
de un nuevo orden de problemas y reinterpretación que puedan hacer avanzar el
conocimiento y comprensión de nuestra sociedad a través de su historia.
Ángel Rafael Almarza Villalobos
Instituto de Investigaciones Históricas-Bolivarium
Universidad Simón Bolívar
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Reseñas
Marco Morel: As Transformações dos Espaços Públicos. Imprensa,
Atores Políticos e Sociabilidades na Cidade Imperial (1820-1840),
São Paulo, Editora Hucitec, 2005
La obra de Marco Morel, un desarrollo posterior de su tesis doctoral en Historia
presentada en 1995 en la Universidad de París I bajo la dirección de FrançoisXavier Guerra, supone un acercamiento histórico-intelectual a la comprensión de
la dinámica socio política de los espacios públicos en la ciudad de Río de Janeiro,
capital imperial entre 1820 y 1840, período que coincide con el movimiento liberal
que encuentra su par institucional en las Regencias.
Morel extiende su deuda intelectual a los aportes de Jürgen Habermas y Reinhart
Koselleck en materia de espacios públicos, elemento que se ubica como pieza
central del andamiaje teórico de la obra; a Pierre Rosanvallon en cuanto a historia
intelectual y del pensamiento político; en lo tocante a la historia de los libros, de
las prácticas y de las distinciones culturales la deuda recae en Roger Chartier,
Daniel Roche y Pierre Bourdieu; a través del estudio sobre las asociaciones formales
de Maurice Agulhon y del trabajo de Arlette Farge se le hizo posible hacer una
historia de los conceptos y voces captados en las calles y espacios públicos. El
autor reconoce, con especial énfasis, haber tomado de su tutor Guerra, los
elementos histórico-políticos integradores de su trabajo, sobre todo el desarrollo
de la especificidad de sujeto histórico en el mundo iberoamericano.
El autor establece desde un principio la naturaleza del espacio público al cual
se refiere, en primera instancia, por medio de la oposición, es decir, distinguiendo
al espacio público de la estructura urbana o de la administración pública, y haciendo
alusión a la escena integrada por actores no-estatales, al espacio público como
una esfera cultural y literaria que sirve de vehículo a la expresión de los diversos
agentes históricos y, a su vez, a los espacios físicos que sirvieron de locación para
tales manifestaciones.
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Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
La obra se encuentra perfectamente encajada dentro de la tradición metodológica francesa, seccionada en tres partes, cuenta con nueve capítulos, uno por
cada parte. La primera parte, titulada As palavras em cena, ou como edificar uma
nação após a revolução (francesa), presenta “As revoluções nas prateleiras da Rua
do Ouvidor” como primer capítulo. En éste Morel ofrece una visión del contexto
social, político e intelectual de Río de Janeiro hacia 1824, utilizando la experiencia
del recién llegado editor francés Pierre Plancher. El escenario es de una latente
efervescencia liberal contenida por un sistema imperial que no recobraba del todo
su perdida estabilidad luego de las guerras napoleónicas.
En el segundo capítulo, “Identidades políticas: além das intrigas da Corte”,
intenta establecer una taxonomía general de la diversidad política de Río de Janeiro
durante la época estudiada. Las fuentes acudidas para tal fin son la discusión
teórica e historiográfica sobre los conceptos de partidos y clases, las fuentes
diplomáticas francesas y las crónicas anecdóticas que hacían referencias fabuladas
sobre los diversos tipos de actores políticos según su orientación. Este capítulo se
articula con el tercero –el último de lo que constituye la primera parte del libro–,
que lleva por título “As três soberanias: exaltados, moderados e restauradores”, y
en el cual se presenta la taxonomía política de Río de Janeiro –quizá la más
representativa de Brasil– sistematizada en secciones que recuerdan la manida
distinción entre izquierda, centro y derecha, de gran utilidad en procesos de
transformación sociopolítica, sobre todo en la primera mitad del siglo XIX.
En la segunda parte de la obra, Os construtores da opinião: um perfil coletivo,
acomete la tarea de recopilar y exponer lo que se entendía como “opinión pública”
en la época: la suma de todas las opiniones o nociones comunes de los miembros
de una sociedad, definición general que encuentra eco en la voluntad general
rousseauniana. La construcción de esa opinión general se desarrolla en una locación
geopolítica concreta: “Rio de Janeiro, cidade imperial” (capítulo 4). En éste realiza
una disertación sobre la ciudad en tanto espacio público que es, simultánea y
necesariamente, un espacio físico concreto. El objeto de dicho estudio es exponer
a la ciudad en tanto área de socialización política de carácter urbano y, por tanto,
capaz de relacionar a los constructores de la opinión pública.
El capítulo 5, “Trajetórias da ‘nobreza cultural’”, es un trazado sociológico en
procura de las fuentes de origen y de formación académica de la intelectualidad
constructora de opinión para consumo público, así como de los contactos
exteriores de la élite brasileña. En el capítulo 6, “Em nome da opinião pública: a
gênese de uma noção”, se revisa la polisemia y el carácter controversial de la
236
Reseñas
noción “opinión pública”. El período brasileño de las Regencias suscita un
crecimiento en el empleo del término en los medios impresos, lo que refleja el
declive de una fuente de legitimidad monárquica en tanto incorpora el auge de
otra fuente basada en la opinión ciudadana informada e interesada.
En la tercera parte de su obra, Formas de sociabilidade, Morel concede a las
asociaciones políticas de Río de Janeiro la mayor responsabilidad de la socialización
para la vida pública en el período de las Regencias. Esta parte se inicia con el
capítulo 7, “A Voz Popular através de manuscritos, gritos e gestos”. En éste se
explica cómo la concentración urbana, el régimen cada vez más liberal y la
proliferación de imprentas son fenómenos que han condicionado la vida política
de la ciudad imperial, en dónde la discusión pública ha alcanzado un lugar
privilegiado. Esta excitación por lo público en el espacio urbano concentrado de
un imperio, junto con los procesos de socialización de organizaciones políticas,
conduce a la discusión sobre sociedades masónicas y su papel en los movimientos
liberales en Río de Janeiro.
En el capítulo 8, “Luzes, sombras e divisões entre maçonarias”, se expone,
quizá hasta cierto punto de manera especulativa, el papel que podrían haber jugado
tales sociedades secretas en la temprana modernidad política brasileña, así como
en el resto del mundo occidental. El último capítulo, “Dinâmica das associações”,
revela un patrón de nacimiento, interés, naturaleza y composición de asociaciones
con algún grado de vocación política en Río de Janeiro. El desarrollo de esta
herramienta descriptiva surge como una validación a la tesis de Morel sobre el
incremento de la actividad política y el interés generado desde y hacia el espacio
público en la ciudad imperial en la era de las Regencias.
En las consideraciones finales, “A contextura dos espaços públicos”, se declara
expresamente que la naturaleza del trabajo ha sido seguir tres trayectorias: la de
las palabras, las de los actores políticos y la de los procesos de socialización, y
brevemente se explica que la misma elevación del interés político en el período
liberal fue seguido por un contramovimiento romántico en Brasil, lo cual, lejos de
suprimir la volatilidad política, generó unas más férreas oposiciones, las que sólo
conseguirían sosiego hacia la década de 1850 con la política de Conciliación, base
de la convivencia republicana posterior en Brasil.
Víctor M. Mijares
Instituto de Investigaciones Históricas-Bolivarium
Universidad Simón Bolívar
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Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
238
Reseñas
Tomás Straka: Las alas de Ícaro. Indagación sobre ética
y ciudadanía en Venezuela (1800-1830),
Caracas, Konrad Adenauer Stiftung/
Universidad Católica Andrés Bello, 2005, 269 p.
Con su más reciente obra, el profesor Tomás Straka plantea una nueva visión del
proceso político de la emancipación de Venezuela, esta vez adentrándose por los
caminos del substrato ético de un fenómeno que siempre ha sido presentado
como fundamentalmente militar, utilizando fuentes hasta ahora no del todo
explotadas de manera exhaustiva y de la más variada gama, como lo es la inusitada
riqueza de información escondida en la prensa coetánea. La utilización de un
variado aparato erudito le posibilita plantear explicaciones e interpretaciones que
en ocasiones, y dada su complejidad e implicaciones empalmadas con el campo
de la filosofía y más precisamente de la ética, hacen apurar el paso para no
rezagarnos en la lectura.
La inevitable referencia al Libertador en una tónica de contrapunteo intelectual
trata de ubicar al lector en una perspectiva muy diferente a los ditirambos habituales,
con el prolífico empleo de argumentos propios del terreno de la ética: felicidad,
virtud, moral, amor, libertad, buscándoles siempre el asidero republicano en los
actos, las palabras y las intenciones de los actores de la época y marcando un
deslinde de las sempiternas transitividades que aún, hasta el sol de hoy, nos
persiguen.
El autor une en rara simbiosis la densidad erudita con la agilidad de un discurso
que no deja de apoyarse en recursos casi coloquiales del habla actual del venezolano,
con lo que hace más digeribles conceptos y conexiones que, puestas en un abstruso
lenguaje académico, podrían –por exceso de intelectualidad– pasar desapercibidas.
Además, el estilo discursivo trata en todo momento de no dejarse abrumar por la
compleja gama de implicaciones que el tema tiene. En sus páginas también
percibimos la preocupación de Straka por dar a conocer actores de los cuales
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Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
solamente se conoce su más conspicua participación como lo puede haber sido
la figuración en los días de abril (1810) o en el año 11. Por allí vemos desfilar a
Juan Germán Roscio y sus posturas rayanas en el terreno teológico; a Miguel José
Sanz; a clérigos poco historiados como monseñor Mariano de Talavera y Garcés
o a ese otro clérigo devenido en militar y teórico como José Félix Blanco; a Tomás
Lander y Francisco Javier Yánes. Todos ellos apuntalan la nota tonal de fondo de
la obra, reafirmándonos la decisiva participación de civiles en el proceso
emancipador y la otra idea rectora: la independencia estuvo animada de un profundo
deseo de labrar un asidero cívico en el cual sustentarnos, una vez que el modelo
del antiguo régimen se había agotado.
A la manera de un discurso, a veces ensayístico en su despliegue formal, pero
con la densidad propia de una monografía, discurre a través de cinco capítulos
por el panorama de la historia de las ideas en la gesta independentista. Cinco
facetas –cada uno en sí mismo como universos con vida propia–, que de ser
tratadas con mayor detenimiento muy bien podrían generar por sí solas, o en
pequeñas combinaciones, una obra nueva. Tal es la riqueza erudita y la gama de
temáticas que en ellas se capta.
La Independencia obedeció a una profunda necesidad de formular un esquema
alternativo de vida en sociedad. Un proyecto ético-político que alcanzó destacadas
tomas de posición y elaboración de discursos ideológicos, escondidos en una
enorme diversidad de fuentes y autores. El autor plantea su convicción de que
Venezuela aún navega por aguas inciertas en cuanto a su formulación de un
proyecto de país y un patrón de ciudadanía. El bagaje heredado de la Colonia fue
la piedra angular al ofrecer a los nuevos tiempos un modelo inédito –el criollo–
para echar las bases de un nuevo esquema de sociedad civil.
En el primer capítulo se presenta el tono de fondo inicial de los patriarcas del
primer decenio: unos “españoles” que de pronto, y por la fuerza de los hechos, se
percatan de no serlo. Excluidos por las discriminaciones de la Junta en la península,
se hallan en un extraño limbo que los impele a huir hacia adelante fundando una
patria partiendo casi desde cero. En la segunda unidad conocemos cómo los
avatares de la guerra dan pie a la aparición de una categoría de aparentemente
dudosa civilidad como lo es la virtud armada, el único paradigma en el que se
sustentan los repúblicos de la época. A falta de parámetros más satisfactorios, la
aureola de heroicidad obtenida en los campos de batalla se ofrece como la referencia
esencial de virtuosidad. Este soporte deviene en suplemento y sustituto del modelo
del padre de familia procedente de las bases sinodales de 1687. El tercer capítulo
240
Reseñas
despliega las postreras potencialidades de los denominados “viejos usos” de la
sociedad civil en su herencia colonial. El espíritu corporativo de los habitantes de
las ciudades que, a través de la figura de los cabildos, luchó por mantener una
vigencia que vio brillar mejores tiempos. En el cuarto capítulo encontramos la
parte más abstracta de la temática atemperada a través del tratamiento
historiográfico obtenido por los aportes de los prohombres del proceso, como
Sanz. Allí encontraremos con ropaje histórico las nociones de libertad, independencia, felicidad. Conoceremos allí con más detalle los aportes de Francisco Javier
Yánes, en especial aquellos diferentes a sus contribuciones historiográficas de
nuestro pasado: el Yánes ideólogo en su papel de creador de un “abecedario
republicano”, sin dejar de lado las connotaciones teológicas de las ideas de libertad
y felicidad.
En la quinta unidad capitular el autor saca a relucir otra categoría básica de su
trabajo, la idea de patria y la formulación que de ella se elabora a través de los
discursos, y sus diversas combinaciones conceptuales. A propósito de este término,
Straka despliega una faceta muy reveladora acerca de la nunca agotada teología
bolivariana en sus momentos primigenios, y es el casamiento de la idea de patria
con la imagen del Libertador que plantea en sus escritos un hombre de la iglesia:
Monseñor Mariano de Talavera, clérigo que debe equilibrar su vida sobre el inestable
hilo de los cambios políticos de las segunda y tercera décadas de nuestro vivir
republicano. En su pensamiento, las disquisiciones toman un cariz hasta ahora no
manifestado en el libro: la unificación de la catolicidad y el republicanismo como
pares básicos para construir la virtud ciudadana.
Finalmente, en el epílogo de la obra el autor retoma dos conceptos que
terminarán formando un binomio que cerrará el círculo: Iglesia y Estado, las dos
referencias que en sinergia serán esgrimidas por los moldeadores de la república.
También enfoca la relación Iglesia-Estado desde la óptica de catolicidad que ponen
en práctica los organizadores primigenios de la incipiente nación, tal como lo
manifiestan los escritos de Simón Rodríguez y Tomás Lander, que no dejan de
recurrir a los viejos moldes extraídos de los evangelios: sobriedad, templanza y
castidad.
Francisco Castro
241
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
242
Reseñas
Manuel Donís Ríos: Ramón Ignacio Méndez,
Biblioteca Biográfica Venezolana, Vol. 20, Caracas,
El Nacional/Banco del Caribe, 2005, 146 p.
Hay frases que revelan todo un universo. La que a principios de noviembre de
1830 pronuncia Ramón Ignacio Méndez, primer arzobispo de la Venezuela
republicana, es una de ellas. Pocas circunstancias podían ser más intensas. Por
eso, pocas frases podían resultar más elocuentes. El congreso había promulgado
una constitución y ordenado que en los templos, ante el Santísimo, se la jurara,
para después celebrarla con un Te Deum.
Sin embargo, aquella muestra de piedad no era capaz de confundir a un hombre
curtido en tantas batallas –literalmente, con la lanza en la mano– y en tantos
vaivenes políticos, como lo era él. Primero, el congreso dispone de los templos
sin consultar al clero: pésima señal; segundo, ello no le resultaba tan grave como
el texto a jurar en sí, el cual no consagraba al catolicismo como Religión de Estado
y refrendaba, para más inri –y pocas veces se ha usado mejor el término– un
patronato que consideraba ilegítimo. Algo así, simplemente, no se podía jurar. Y
no lo juró.
El episodio es emblemático y sirve para definir todo lo que hasta entonces
había sido así como el final que tendría poco después. Fanático, necio, malcriado
lo llaman sus enemigos. Tal vez, efectivamente, su temperamento es volátil y sus
ideas inflexibles. Pero hay también mucho más. Para algo había arriesgado la vida
tantas veces. Nació en cuna de oro, en lo más alto de la aristocracia barinesa;
demostró cacumen suficiente para sacar dos doctorados y brillar tanto en la oratoria
sagrada como en los enrevesados folios de los autos canónicos; sin embargo,
renunció a todas esas bendiciones por la bendición mayor de jugársela por la
libertad. Votó a favor de la Independencia en el congreso de 1811, al que asiste
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Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
como diputado por su Barinas natal, y con la misma convicción soporta los
grillos en las bóvedas de Puerto Cabello cuando sobreviene el desastre de un año
después. Asume la gobernación eclesiástica de Barinas que le da el Libertador en
1813, pero cuando las lanzas de Boves vuelven a hacer añicos la República, él,
llanero al fin, se hace también lancero, se une como capellán a las tropas de Páez
y junto a la extremaunción que le impone a los heridos, reparte lanzazos a los
realistas.
Ve combate en El Yagual y demuestra lo que todos saben, que es corajudo.
Pero la República requiere del concurso de las pocas cabezas bien formadas que
hay y se lo lleva a la capital. Ocupa una curul en Angostura y otra en Bogotá para
finalmente ser preconizado como el primer arzobispo de Caracas en la era
republicana, convertirse en un férreo defensor de Bolívar cuando todos se le
voltean en los días de la Cosiata y asistir, siempre con la frente en alto, a esta nueva
hora, acaso una más en su vida jalonada de azares. Para algo, pues, había luchado
tanto. Para un ideal que no iba a traicionar así: la República y la Iglesia como los
marcos de la felicidad nacional.
Por eso no jura. No es por necio, es por convicción. Poco le importan las
amenazas de quitarle la autoridad y de extrañamiento que le hace el gobierno...
¿qué es una amenaza más? ¿Será peor que estar bajo la custodia y el arbitrio de
Monteverde en lo infame de su orgía de venganza; o en el campo de batalla con
un fusilero realista en frente, apuntándote? No, en modo alguno. Por eso no jura
y punto: “Usted me cree ignorante de mis deberes y justas responsabilidades, o se
me ha querido intimidar como a un niño”, le responde al general Ramón Ayala,
gobernador de Caracas. ¡Intimidarlo a él! ¡A él, que no dudó en darle su golpe a
Miranda, cuando en el Congreso del año 11 logró sacarlo de sus casillas, cosa, la
verdad, no demasiado difícil! ¡A él, llanero que sabe lo que es la emoción de una
carga de lanceros y el humo de los plomos a su alrededor! ¡A él, que fue suspendido
del Congreso de Bogotá por otro golpe bien asestado, esta vez en la humanidad
del diputado Diego F. Gómez! No jura, pues, y dice la frase colosal: “cuando
sostengo la libertad de la Iglesia, coopero más con la de los pueblos”. Releámosla
y tenemos a todo su cuerpo doctrinal.
Se trata del republicanismo católico (o de catolicismo republicano) de la mayor
parte de nuestros próceres. De Simón Rodríguez para abajo la mayor parte lo es.
Por eso la cabeza de Méndez, más allá de esa personalidad que le ponía las manos
peligrosamente flojas para quien se metiera con él, respondía a una lógica muy
244
Reseñas
clara, indistintamente de lo de acuerdo (o no) que estemos con ella. Una Iglesia
autónoma del Estado, es decir, libre del Patronato; y en posesión de los privilegios
de antaño (por ejemplo, el monopolio de la fe de sus conciudadanos), pero
comprometida con la Independencia y las instituciones republicanas, es la que
desea. El sector más laico y liberal de la elite piensa distinto. Se declara heredero
del Patronato español y crea la circunstancia, insólita, de la unidad de la Iglesia
con un Estado (su patrón: le nombra las autoridades y le paga los sueldos), que es,
a la vez, no confesional. Hacer, pues, libre a la Iglesia de los liberales –y no es un
juego de palabras– y a los pueblos de toda dominación, es la bandera que muchos
sacerdotes enarbolarán. Es la que lleva a Méndez a no jurar.
Naturalmente, eso le acarreó problemas. El final de su vida será tan agitado
como el resto anterior. Lo expulsan del país. Vuelve al poco tiempo, pero es
expulsado otra vez en 1836 y fuera de esa patria por la que tanto luchó, morirá. Es
un escarmiento muy duro, que vivirán unos cuantos obispos más. Pero surte
efecto: en adelante, el Estado liberal habrá de controlar a la Iglesia hasta 1964 y, en
grados mayores a los que suponemos el grueso de los venezolanos, sigue
influyéndola hoy. En consecuencia, la biografía que Manuel Donís Ríos acaba de
publicar dentro de la colección que editan El Nacional y el Banco del Caribe, es tan
ilustrativa. Porque no es la “vida y milagros” de un cura angélico; no es una
hagiografía. Es la estampa de un republicano, de un guerrero, de un luchador, y
así toca muchos problemas de la más angustiante actualidad. No sólo saca a luz
un Méndez del que se sabía muy poco (datos fundamentales como la fecha de su
nacimiento aún no están precisos), sino que lo dibuja en toda su dimensión
–heroica, dramática y, hay que admitir, en muchos momentos atrabiliaria– del
humano integral y comprometido que fue.
Por mil razones, Donís era el ideal para hacerlo. Profesor de Historia de la
Iglesia por muchos años, investigador en el área, discípulo dilecto del Padre
Hermann González Oropeza, SJ, tenía las herramientas necesarias para sortear
con éxito el compromiso. Como un detective que reuniendo datos dispersos arma
un caso, la familia, los estudios y la actuación de Méndez aparecen en la obra
tomados de las más diversas fuentes. A veces apenas son pistas. Piezas de un
rompecabezas que no siempre encajan bien. Alguien lo vio por acá; otro,
tangencialmente, lo nombra por allá, pero poco a poco su destino va tomando
forma. Hasta que no llega a la mitra y tiene sus grandes pleitos con el gobierno, el
personaje resulta más bien elusivo. Pero, en parte por eso mismo y en parte por lo
que hace (hay que imaginárselo con su sotana dándole un manotazo a Miranda o
en plena arremetida con los bravos de Páez), fascinante.
245
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
Todo un aporte es este trabajo. La historia de la Iglesia venezolana, disciplina
tan interesante como poco atendida fuera de los ámbitos eclesiásticos, se enriquece
con él; pero de igual e incluso en mayor modo lo hace nuestra historia de las ideas,
institucional y política. El drama de fundar una república en el seno de la catolicidad
colonial es lo que subyace. El drama de cada uno de sus hombres y las contradicciones, las angustias, los pesares de enfrentar sus valores inveterados con los
de su porvenir es lo que logra revelar.
Donís lo pinta bien con lo que ya Simón Alberto Consalvi pone en la
contraportada: “Valiente en los momentos difíciles en los que hay que serlo.
Capellán pero con una lanza en la mano, a caballo, partiendo como un rayo hacia
las primeras líneas, jadeante, sudado él y su cabalgadura...” (p. 62). E igual de
valiente en los Congresos o frente a la silla episcopal. Hacer libre a la Iglesia y a los
pueblos fue su objetivo. Y ambos, a la larga, se lograrían cumplir.
Muere don Ramón Ignacio en 1839, exiliado en Colombia. Sus restos son
enterrados en la catedral de Bogotá (en la actualidad ya están en el Panteón
Nacional). Sin embargo, mientras yació bajo tierra neogranadina, fue cubierto
con una lápida a la que borlaba un epitafio que dice todo lo que de su vida se
puede decir. Es una frase de San Gregorio VII. La frase definitiva, la síntesis de sus
angustias, aquella con la que hay que terminar: “Amé la justicia y odié la iniquidad,
por eso muero en el destierro”. Allí murió, sí, pero ya está de nuevo entre nosotros.
No sólo sus cenizas, sino gracias a este libro, sus ideas y su personalidad. Su
rescate para nuestra historia es el gran mérito de este trabajo de Manuel Donís.
Tomás Straka
Instituto de Investigaciones Históricas
Universidad Católica Andrés Bello
246
Reseñas
Sala virtual de investigación de la prensa de la emancipación
http://www.ucab.edu.ve/ucabnuevo/SVI/prensahome.htm
El Centro de Investigaciones de la Comunicación de la Universidad Católica Andrés
Bello (CIC-UCAB) avanza en un programa cuyo propósito es rescatar del olvido
la memoria periodística del país a través de la digitalización y su difusión en internet.
El programa se inscribe en la línea de investigación vinculada con el desarrollo de
proyectos que integran las Nuevas Tecnologías de Información y Documentación
(NTID) al estudio de la historia del periodismo venezolano.
Internet, en su carácter de red global con la capacidad de transmitir grandes
volúmenes de información digital a alta velocidad, permite que cualquier
computadora pueda fungir de emisor o receptor de mensajes de texto, imagen y
sonido. Esta característica la convierte en la herramienta tecnológica ideal, junto a
los archivos de datos en formato digital, para el intercambio y la discusión de la
memoria periodística.
El producto del trabajo realizado en este programa de investigación se ofrece
en la red global en la forma de Sala Virtual de Investigación (SVI), las cuales son
espacios en internet que contienen información detallada sobre un tema, hecho o
personaje particular, que se complementa con información de contexto que
contribuye con la comprensión del tema o personaje central. Este espacio funciona
como plataforma para la creación de una comunidad interesada en el intercambio
de información.
El CIC-UCAB aspira a desarrollar las Sala Virtual de Investigación que recojan
los trabajos impresos en los periódicos desde 1808 hasta la fecha. Hasta ahora se
ha realizado la SVI de la Prensa de la Emancipación, la cual recupera la obra
periodística venezolana desde la salida del primer número de la Gazeta de Caracas,
el 24 de octubre de 1808 hasta el año 1812.
247
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
Sala Virtual de Investigación
Una SVI es el acopio de información detallada sobre un tema que se organiza, y
se coloca en la plataforma de internet utilizando el recurso multimedia para ponerla
a disposición de los usuarios. Existe un coordinador en la SVI que orienta a los
usuarios en la búsqueda de información y en la manera de optimizar los recursos
que brinda la sala.
La Sala Virtual de Investigación crea el ambiente propicio para la creación de
una comunidad de individuos que tienen en común el interés por un tema, y que
promueve el intercambio de información entre sus miembros: coordinadores y
usuarios. La interacción entre los usuarios y el guía de la sala puede dar origen a
investigaciones y trabajos destacados que podrían alimentar el recurso audiovisual
enriqueciéndolo y haciendo que crezca con la colaboración de la comunidad que
se ha generado en torno a un interés específico.
La SVI de la prensa de la Emancipación
La Sala Virtual de Investigación de la Prensa de la Emancipación contiene la
memoria periodística de la Independencia, específicamente los artículos escritos
en las publicaciones caraqueñas de los años 1808-1812 –la Gazeta de Caracas, el
Semanario de Caracas, el Mercurio Venezolano, El Publicista de Venezuela y El Patriota de
Venezuela–, además, ofrece información sobre la trayectoria de los personajes que
cumplieron un rol fundamental en el nacimiento del periodismo venezolano e
información de contexto acerca de los acontecimientos políticos y sociales de la
época. Con la creación de esta SVI se incorporan las NTID al estudio de la prensa
caraqueña de la Independencia, además de relacionar a estudiantes e investigadores
con la historia de los medios de comunicación venezolanos.
Para la elaboración de la sala se realizaron varias tareas que comenzaron con la
recolección, selección, procesamiento e incorporación de los archivos periodísticos,
las imágenes y la investigación de contexto para pasar posteriormente a su ingreso
a la base de datos. Contiene un archivo digital en el cual se han incorporado y se
agregarán paulatinamente otras muestras de textos periodísticos del período, así
como una cronología y las biografías de los personajes de la época que influyeron
en el surgimiento de la prensa. También contiene un diccionario que aspira a
248
Reseñas
aclarar los términos indispensables para la comprensión del material y del contexto
en el cual fue escrito. Se incluyen, además, artículos cuyo tema de reflexión es la
prensa de los primeros años de la Independencia; sitios de interés para el
investigador, información sobre la Sala Virtual de Investigación, una galería de
imágenes relacionadas con el tema y una dirección de contacto para los interesados.
El recurso audiovisual es un sitio web que se hospeda en el servidor del CICUCAB, y se creó sobre la base de una arquitectura compatible con los anteriores
trabajos del CIC en este tipo de proyectos. Se incorporaron las siguientes secciones
a la SVI: el Archivo Digital que contiene la cronología, el glosario y los textos
publicados por la prensa caraqueña en el período 1808-1812; Biografías, la cual se
alimenta con la trayectoria de personajes importantes para la prensa de la época;
Galería, que contiene imágenes relacionadas con el período y con el desarrollo de
la prensa; Sobre el sitio, que abarca bibliografía, hemeroteca, investigaciones,
opiniones y otros; y Quiénes somos, donde puede conocerse el equipo de trabajo
de la sala.
La sala permite obtener informaciones relacionadas con la prensa de este
período a través de diversas modalidades de consulta, las cuales se apoyan en el
archivo digital, una base de datos a través de la cual se puede tener acceso a los
contenidos periodísticos producidos en los primeros años del periodismo
venezolano, así como a la trayectoria de sus protagonistas y al entorno social y
político de la época.
Se aspira a que la SVI cuente, en el futuro, con un historiador que se encargue
de coordinar el flujo de información con los usuarios, satisfacer las necesidades
de acceso a los contenidos, y promover el intercambio y crecimiento de la SVI a
través de foros de discusión y análisis. Este coordinador impulsará una comunidad
de investigación integrada por otros investigadores, profesionales y estudiantes
en torno a la historia de la prensa venezolana desde su nacimiento.
Esta sala facilitará el estudio y la profundización de la historia periodística
venezolana. Impulsará la comprensión de la trayectoria de sus personajes más
relevantes con ahorro de tiempo y esfuerzo; además, creará vínculos entre la prensa
histórica y los estudiantes e investigadores de la materia. Servirá como herramienta
para el estudio, la investigación y la creación de conocimiento a través de una red
en línea que abrirá las puertas al estudio de la historia del periodismo desde su
nacimiento en el siglo XIX. Por otra parte, servirá como instrumento para la docencia
249
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
y la difusión de conocimientos sobre el nacimiento, la evolución y las circunstancias
en las cuales comenzó el desarrollo de la prensa venezolana.
Diseño gráfico
En la Sala Virtual de Investigación de la Prensa de la Emancipación se combinan
la organización del contenido, las ilustraciones de los primeros años del siglo XIX
y el color sepia en diferentes grados de intensidad para dar la sensación de
antigüedad.
La interfaz gráfica, los contenidos, las múltiples posibilidades de interacción y
navegación, así como la identidad propia de la sala cautivan el interés del usuario,
y transmiten sensaciones que invitan al estudio de la historia de la prensa
venezolana.
En la sala se han dispuesto los textos de manera estructurada e independiente,
sin ninguna linealidad. Son fragmentos de texto con autonomía y jerarquización,
conectados a través de hipervínculos.
Diseño de contenido
Los contenidos plasmados en la sala se escogieron con la intención de presentar
al usuario el rol de la naciente prensa del período, la manera en la cual reflejó las
expresiones del pensamiento, las ideas y el espíritu del hombre de la época. Se
pretende también dar a conocer el uso que hicieron los bandos en guerra del
primer periódico venezolano –la Gazeta de Caracas–, sujeto a los vaivenes de las
victorias y derrotas de sus regentes de turno.
La sección Cronología brinda una mirada global de los cinco años cruciales
entre 1808 y 1812 en el aspecto político. Además de la secuencia de aparición y
cierre de los periódicos de la época.
La sección Biografías ofrece una mirada de la vida y trayectoria de los hombres
que hicieron posible el nacimiento y mantenimiento de los medios escritos en los
primeros años del periodismo caraqueño.
250
Reseñas
Las imágenes recrean situaciones y rostros de personajes importantes de la
época, así como la apariencia de los primeros periódicos.
Los contenidos de la sala se tornan cada vez más específicos a medida que se
profundiza en su estructura jerárquica. Se parte de un primer nivel de navegación
general en cuanto a temas y fechas hasta llegar a detalles específicos de acontecimientos o publicaciones que crean nueva posibilidad de generar conocimiento,
con el uso de la red global, sobre la historia del periodismo que surgió en una
sociedad que había permanecido 300 años bajo el dominio español.
Kairine Torrealba Arcia
251
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
252
Reseñas
Surroca y de Montó, Tomás: La provincia de Guayana
en la Independencia de Venezuela, Estudio preliminar
y notas por el General de Brigada Héctor Bencomo Barrios,
Caracas, Academia Nacional de la Historia,
Colección Fuente para la Historia
Republicana de Venezuela, 2003
Hasta ahora, el estudio sobre la independencia venezolana se ha realizado partiendo,
generalmente, de las fuentes republicanas; múltiples documentos, escritos por los
protagonistas de los hechos revolucionarios y compilados a lo largo del tiempo
por estudiosos e investigadores, de la que se han valido los historiadores para el
abordaje y análisis de los sucesos ocurridos. Pero, son pocos los escritos realistas
de esta época a los que se ha tenido acceso. En la década de los sesenta, el Instituto
de Antropología e Historia de la Facultad de Humanidades y Educación de la
Universidad Central de Venezuela, recopiló, en un anuario extraordinario, la
publicación que lleva por nombre Materiales para el Estudio de la Ideología Realista de
la Independencia, que reúne una serie de discursos, reflexiones, relaciones documentales, memorias militares, cartas, defensas e impugnaciones de destacados
sacerdotes, ministros, comisionados y militares españoles entre los que se destacan
don Melchor Jovellanos, Antonio Ignacio de Cortabarria, Pedro de Urquinaona y
Pardo, Fray Nicolás de Vich, Salvador de Moxó, Manuel Bonalde, Francisco
Heredia, Francisco Tomás Morales y Ramón Hernández de Armas. Además de
los mencionados, es importante citar las referencias que se encuentran en la Gazeta
de Caracas escritas por José Domingo Díaz y los Memoriales de Coll y Prat,
documentos que, en conjunto, ayudan a construir una visión más objetiva de la
historia con un enfoque más exacto de las ideologías presentes en el proceso
independentista.
La provincia de Guayana en la Independencia de Venezuela es otro de los materiales
que se puede considerar como un valioso aporte a la historiografía venezolana.
253
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
Escrito por Tomás Surroca y de Montó, oficial del ejército del Rey, que actuó
como sargento y ascendió hasta el rango de teniente coronel de las milicias
voluntarias de Angostura, con una destacada actuación durante 1817 en la defensa
de la mencionada ciudad ante los ataques patriotas y la toma de la ciudad por Piar.
En 1820 como comandante militar de Ocumare de la Costa le remite a Matías
Farreras, ex gobernador e intendente de Guayana, quien se encontraba en Puerto
Cabello, el documento manuscrito, objeto de esta reseña, para ser revisado. Farreras
en su carta de contestación a Surroca en 1821, le comenta que su trabajo “merece
un elogio universal por contener unos hechos dignos de eterna memoria, pintados
muy al vivo tal como sucedieron”1.
Inicia la obra con una breve introducción sobre las características geográficas
de la región y sus aportes, tanto de recursos militares como económicos, a la
Corona española. Además pone de manifiesto la fidelidad de la Capital y Provincia
de Nueva Guayana al gobierno español, aún cuando éste no le hubiera premiado
por sus sacrificios; manifiesta claramente la actitud controladora de Caracas en el
fomento de la agricultura, el comercio y el establecimiento de sujetos con
intenciones de criar ganado en la provincia. En adelante, los hechos relatados por
Tomás Surroca y de Montó, narran los sucesos políticos y militares de la provincia
de Guayana para 1810 y tras una detallada caracterización de la población (indios
dóciles, españoles obedientes a los mandatos de la Capitanía General y Audiencia
de Caracas y un gobernador, don José Felipe de Inciarte, opuesto a toda clase de
fomento), relata la llegada de los revolucionarios de Caracas y todos los
acontecimientos que se desarrollan en Santo Tomé de Guayana, capital de la
provincia. De esa misma forma descriptiva, se pasea por los hechos más resaltantes
del acontecer de la guerra hasta 1818, cuando los españoles abandonan la provincia.
Este diario de guerra presenta, de manera amena, clara y objetiva importantes
detalles de los hechos ocurridos durante la lucha de independencia, no sólo desde
la provincia de Guayana, sino desde ciudades y provincias vecinas. Quizá lo más
notable y destacado de este relato, es que siendo un diario bélico, que describe los
hechos resaltantes de la guerra, hace señalamientos críticos sobre aspectos políticos,
sociales y económicos entre los que podemos encontrar:
Primero, el abandono de la provincia de Guayana por parte de la Corona
española. Siendo ésta un lugar geográfico estratégico, rico en ganadería y con una
1
SURROCA
p. 51.
Y DE
MONTÓ, Tomás, La provincia de Guayana en la Independencia de Venezuela,
254
Reseñas
población leal al Rey y obediente a sus designios. Guayana fue proveedora de
alimentos, ganado caballar, hombres útiles, armas, municiones y dinero a los jefes
militares que desde Barcelona, Cumaná, Barinas, San Fernando y Calabozo
luchaban por mantener el poder real bajo control en todas las provincias de la
Capitanía General. La ciudad de Angostura era además un espacio para el descanso
y la recuperación segura de las tropas realistas. Sin embargo, nunca recibió, entre
1810 y 1817, la ayuda que con mucha frecuencia fue solicitada a la Metrópoli. Son
los comerciantes y, a partir de 1816 también los misioneros, los que aportan los
recursos necesarios para el mantenimiento de las tropas locales y vecinas que
defienden a la Corona; de hecho, para 1813, las Cajas Reales debían a varios
depósitos y comerciantes más de medio millón de pesos. Dice Surroca y de Montó:
“…no cesó Guayana de hacer remesas de armas y municiones para el ejército,
viéndose a tal extremo que hubo de mandar a los fabricantes de aguardiente que
presentasen las culebras de alambique que no estuvieran en uso, y a los comerciantes
las hebillas y otras frioleras de plomo y estaño que tuviesen, todo para hacer
balas”2. La llegada de las tropas de las provincias vecinas, enfermas y agotadas
después de largas luchas, trajo a la ciudad enfermedades que se convirtieron en
epidemias de gran magnitud; cuenta el autor que las calenturas y llagas atacaban
cada año con más fuerza, lo que afligía a los habitantes que jamás habían visto
enfermedad estacional: “…había días que pasaba de 30 cadáveres los que se
enterraban en el cementerio general, sin contar a muchos que por no tener con
que pagar los mal entendidos derechos de sepultura, sus allegados los enterraban
en el paraje que les parecía mejor fuera de la ciudad”3. Pese a lo expuesto, los
guayaneses fueron digno ejemplo de la fidelidad y constancia al Rey. Sin embargo,
la población se empobreció de tal manera y estuvo atacada por tantas enfermedades
y hambruna que disminuyó significativamente. Esto, más el abandono económico
y de refuerzos a la que fue sometida por la Metrópoli, finalizó con la no muy
dificultosa toma de la región por parte de Manuel Piar en 1817.
Segundo, también es importante resaltar la forma como se refiere, no sólo a
los aciertos del ejército del Rey, sino también a la cantidad de errores cometidos
por ellos, y en especial por Monteverde y por la Regencia. Critica, por ejemplo, el
error de ésta al confirmar a Monteverde como Capitán General. Esto, asegura el
autor, fue una decisión que no previó “jamás los males que de dicha elección
2
3
Ibidem, p. 159.
Ibidem, p. 191.
255
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
resultaron, los cuales ocuparán las historias por muchos años”4. Así comienza
Monteverde a gobernar dentro de un clima de desaciertos y el primero de ellos es
otorgarle el perdón y darle indulto a los rebeldes con la Capitulación de 1812 y
dice Surroca y de Montó al respecto: “La justicia bien administrada qué de males
le hubiera evitado a la España y a la América”5.
Habla de igual forma, de los desaciertos de Lorenzo Fernández de la Hoz, en
1813, ante las arremetidas de Mariño y Bermúdez durante la Campaña de Oriente,
quedando los oficiales revolucionarios al mando de Cumaná y Barcelona y de
todos sus intereses. Asimismo recoge la crítica de los habitantes de la provincia a
los gobiernos de don Lorenzo Fitzgerald y don Nicolás María Ceruti, calificados,
el primero, de inepto para el mando de las armas y el segundo, de despótico y
arbitrario con un carácter falso y antipolítico.
Entre otros señalamientos, hace referencia a los errores de La Torre que produjeron una desventurada jornada en El Calvario y la destrucción de su división el
11 de abril de 1817, complicando la situación de “sitio” que tenía la ciudad y
haciendo más crítico el desabastecimiento de alimentos que se sufría. Dentro de
este mismo punto se puede hacer referencia a la lucha que por el poder se manifestó
entre los oficiales del ejército realista. Con frecuencia se veían rivalidades y traiciones
con el objetivo de conseguir ascenso social y político. Entre los casos citados
puede hacerse mención a la forma como Ceruti logra la destitución del gobernador
Fitzgerald a través de la conspiración.
Tercero, otro aspecto es la crítica sistemática que expresa en sus escritos sobre
la poca honorabilidad y credibilidad de Juan Bautista Arismendi, y en especial de
Simón Bolívar. Con frecuencia, a partir de 1813, los califica de mentirosos,
tramposos, y a Bolívar de intrépido, cruel, malvado, desaplicado, mercader judío,
malicioso, incapaz de cumplir con sus promesas y de hacer burla a cuanta palabra
de honor daba. Sólo un hombre como él podía ser capaz de declarar la guerra a
muerte, causante de tantas atrocidades y barbaridades. Lo descrito por Sorroca y
de Montó sobre los crueles hechos cometidos por Bolívar y Arismendi en Caracas
y La Guaira contra los “pacíficos españoles y americanos realistas” los días 14, 15
y 16 de febrero de 1814, constituye el hecho que desencadena la irritación de
Boves y de su ejército haciendo la guerra más activa y a las tropas más aguerridas,
cuyo lema fue: “Vencer o morir”.
4
5
Ibidem, p. 121.
Ibidem, p. 139.
256
Reseñas
La provincia de Guayana en la Independencia de Venezuela, de Tomás Surroca y de
Montó fue publicada por la Academia Nacional de la Historia en 2003 con un
estudio preliminar realizado por Héctor Bencomo Barrios, cuya intención al
divulgar esta obra es que sirviendo de complemento a la información obtenida de
los documentos republicanos, los lectores tengan una visión más amplia y completa
de lo sucedido en aquella provincia de Guayana entre 1810 y 1817.
En el estudio preliminar Bencomo Barrios desarrolla el origen y evolución de
la provincia, el nacimiento de Santo Tomé de Guayana, la construcción de castillos
y fortines para la defensa de la ciudad, las acciones contra la provincia de manos
de piratas y corsarios y, por último, hace referencia a los sucesos políticos y militares
en Guayana, desde la repercusión en la provincia de los hechos del 19 de abril de
1810 ocurridos en Caracas, hasta la evacuación realista de la provincia, en 1818.
También agrega una crítica sobre el comportamiento de patriotas y realistas para
1817 y una breve reseña biográfica sobre Tomás Surroca y de Montó. Después
transcribe el documento original con algunas aclaratorias y notas a pie de página.
Con relación a estas notas, Bencomo Barrios aclara situaciones y en algunos
casos expresa que los hechos descritos por Surroca y de Montó no sucedieron de
la forma en que él los narra. Esto demuestra lo que historiadores como Germán
Carrera Damas han criticado acerca de la sobrevaloración de las fuentes patriotas
y la subestimación, poca credibilidad y desconfianza que los documentos escritos
por los afectos al Rey durante la primera mitad del siglo XIX han tenido entre
algunos investigadores. No hay que perder de vista que Tomás Surroca y de Montó
fue protagonista vivencial de estos hechos y su narrativa tiene una aparente
objetividad.
En definitiva, la obra de don Tomás Surroca y de Montó es un apreciable
documento que pasa a engrosar la valiosa y necesaria fuente realista en la
historiografía venezolana. Ella nos presenta otra visión de lo ocurrido durante los
largos años de independencia en Venezuela, lo que contribuirá a la importante
refundición de las fuentes, acabando con la poca sistematización metodológica y
a la escasa crítica a la que han estado sujetas a lo largo de la historia.
Elvira Fernández Villegas
257
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
258
Reseñas
ÍNDICE GENERAL DE LA REVISTA
ANUARIO DE ESTUDIOS BOLIVARIANOS (1990-2005)
Índice General del Anuario de Estudios Bolivarianos
Este número celebra los quince años de publicación continua del Anuario de Estudios
Bolivarianos. Por tal motivo, concluimos que era el momento propicio para elaborar
un índice general de todos los artículos publicados a lo largo de estos años.
Esperamos que su publicación sea útil a los lectores.
Anuario de Estudios Bolivarianos, Año I, Número 1, 1990
• Acheen, René: La Revolución y las Antillas Francesas, pp. 1-18.
• Bello Ricardo, Pío: Bolívar y la Iglesia, pp. 19-44.
• Brunilde, Carmen y Liendo Gómez: La masonería en Venezuela. La influencia en
la Emancipación, pp. 45-108.
• Consuegra Higgins, José: Las ideas económicas de Bolívar, pp. 109-130.
• García, Sonia: Guerra de papeles, pp. 131-150.
• Lovera Reyes, Elina: Autonomismo y realismo en la provincia de Coro durante la
independencia, pp. 151-214.
• Morales Álvarez, Juan M.: La participación extrajudicial de las joyas de Bolívar, pp.
215-226.
• Nweihed, Kaldone G.: Bolívar y el Tercer Mundo, pp. 227-248.
• Plaza, Elena: El miedo a la ilustración en la provincia de Caracas (1790-1810), pp.
249-288.
• Ramos, Demetrio: El propósito de Bolívar de ingresar en la diplomacia al pasar a España
para llevar a cabo sus estudios, pp. 289-324.
• Robinson, David J., Liberty, fragile fraternity and inequality in early Republican Spanish
America: Measuring the impact of French revolutionary ideals, pp. 325-372.
259
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
Anuario de Estudios Bolivarianos, Año II, Número 2, 1992
• Barrios-Ferrer, Gonzalo: Apuntes sobre política y sociedad en la Venezuela colonial del
siglo XVIII. El nivel institucional y las tensiones sociales, pp. 15-54.
• Donís Ríos, Manuel: Apuntes para una historia cartográfica en la Venezuela colonial del
siglo XVIII, pp. 55-86.
• Raynero M., Lucía: El fundamento histórico de la nacionalidad venezolana en la
historiografía de Francisco Javier Yánes, pp. 87-186.
• Serrano Páez, Ezio: Bolívar y Santander: la racionalidad política en tiempos de la Gran
Colombia, pp. 187-318.
• Vázquez de Ferrer, Belín: La realidad política de Maracaibo en una época de transición,
1799-1930, pp. 225-318.
• Wadell, D. A. G.: Bolívar y la Gran Bretaña, pp. 319-335.
Anuario de Estudios Bolivarianos, Año III, Número 3, 1994
• Fernández, Delfina: Bolívar y La Torre: Frustración de la esperanza de llegar a acuerdos
de paz en Venezuela en el Trienio Liberal, pp. 9-60.
• Filippi, Alberto: Bolívar en Europa entre Cesarismo y Fascismo (1850-1934), pp. 61116.
• González Oropeza S. J., Hermann: Apuntes venezolanos sobre el cubano Féliz Varela
y Morales, pp. 117-134.
• Ibarra, Ana Carolina: Don José Mariano de San Martín, clérigo y caudillo de la
Independencia mexicana, pp. 135-152.
• Lavalle, Bernard: Bolívar et les Indiens du Pérou, pp. 153-164.
• Martínez de Salinas Alonso, María: Los primeros años de vida independiente en la isla
Margarita. La reacción contra el secesionismo de Venezuela, pp. 165-198.
• Meléndez, Enrique: Notas de filosofía de historia tropical: Juan Vicente González, pp.
197-234.
• Moret, Rosalía: La insurgencia popular de 1781, pp. 235-264.
• Pérez Concepción, Hernel R.: Corsarios insurgentes en las costas holguineras, pp.
265-276.
• Quintana Moreno, Hugo José: Estudio preliminar sobre el primer Método de Guitarra
publicado en Venezuela. 184?, pp. 277-314.
• Ríos, Alicia: Los años de 1810 a 1830 en la historiografía venezolana, pp. 341-348.
260
Índice general de la Revista Anuario de Estudios Bolivarianos, (1990-2005)
Reseñas
Anuario de Estudios Bolivarianos, Año IV, Número 4, 1995
• García, Sonia: Nexos culturales entre el oriente venezolano y las islas caribeñas, siglo XIX,
pp. 9-36.
• Irwin G., Domingo: Notas sobre la evolución histórica del Aparato Militar Venezolano
1810-1830 (El Libertador y las relaciones civiles-militares), pp. 37-94.
• Mendoza, Irma Marina: El cabildo de pardos en Nirgua siglos XVII y XVIII, pp.
95-120.
• Quintana M., Hugo J.: Las canciones políticas de la independencia venezolana, pp.
212-170.
• Ramos Guédez, José Marcial: Esclavitud y manumisión en Venezuela colonial según el
testimonio de Alejandro de Humboldt, pp. 171-216.
• Rangel Prada, Egilda: Los secuestros y la confiscación de bienes en la Provincia de Caracas,
pp. 217-260.
• Reverón G., Eloy E.: Mito y realidad en la historiografía masónica (1808-1830), pp.
261-336.
Anuario de Estudios Bolivarianos, Año V, Número 5, 1996
• Banko, Catalina: Pugnas políticas y caudillismo en el oriente venezolano (1810-1835),
pp. 9-44.
• Donís Ríos, Manuel Alberto: Las fortificaciones construidas durante la colonia: factor
de integración político-territorial de Venezuela, pp. 45-68.
• Filippi, Alberto: Para una crítica de la historiografía europea antiliberal sobre la
independencia republicana y el pensamiento político-institucional de Bolívar, pp. 69-132.
• Franceschi González, Napoleón: Simón Bolívar: el culto al héroe máximo, pp.
133-186.
• Meléndez, Enrique: Notas de filosofía de Historia Tropical, Fermín Toro, pp.
187-228.
• Plaza, Elena: La idea de Nación en la historiografía política venezolana del siglo XIX. El
caso del Resumen de la Historia de Venezuela de Rafael María Baralt, pp. 229-352.
• Samudio A., Edda O.: Mérida en el terremoto de 1812, pp. 353-366.
261
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
Anuario de Estudios Bolivarianos, Año VI, Número 6, 1997
• Cal Martínez, Consuelo: Venezuela y los intentos independentistas de Cuba a mediados
del siglo XIX, pp. 9-50.
• Chibán, Alicia: De Choquehuanca para Bolívar: Avatares de un discurso, pp. 51-62.
• García, Sonia: Del teatro y sus alrededores. Venezuela, siglo XIX, pp. 63-82.
• Hébrard, Véronique: El elemento militar en la formación de la nación venezolana 18101830, pp. 83-132.
• Leal Curiel, Carole: El árbol de la discordia, pp. 133-188.
• Morales Álvarez, Juan M.: La muerte de un cura mantuano caraqueño del siglo XVIII,
pp. 189-242.
• Reverón, Eloy: El fantasma de Bolívar en la masonería venezolana, pp. 243-350.
• Salcedo-Bastardo, J. L.: Bolívar: Luz y vigencia ética, pp. 351-366.
Anuario de Estudios Bolivarianos, Año VII,
Números 7 y 8, 1998-1999
• Fernández Pascua, Delfina: La marina española en la reconquista de Paraguaná y Coro
(1821), pp. 11-30.
• Irwin G., Domingo: Comentarios sobre la génesis de las instituciones educativas militares
en Venezuela: del siglo XVIII a 1830, pp. 31-50.
• Micett, Ingrid J.: Participación política y militar de los hombres que intervinieron en la
guerra de Independencia de Venezuela, pp. 51-88.
• Bertrand, Michel y Gabriela Dalla Corte: Presentación de los trabajos sobre la familia:
parentesco, redes familiares y sociabilidad en el mundo hispanoamericano en los siglos XVIII
y XIX, pp. 89-96.
• Beltrand, Michel: En busca de una identidad social: redes familiares y élite colonial en
tiempos de crisis, pp. 97-118.
• Belaubre, Christophe: Cuando los curas estaban en el corazón de las estrategias familiares:
el caso de los González Batres en la Capitanía General de Guatemala, pp. 119-150.
• Langue, Frédérique: El honor es una pasión honrosa. Vivencias femeninas e imaginario
criollo en Venezuela colonial, pp. 151-168.
• Sánchez, Evelyne: El mérito y las élites de Puebla en la primera mitad del siglo XIX:
Industrialización y movilidad social, pp. 169-184.
• Caula, Elsa S. M.: Redes sociales y poder político: la trayectoria social, económica y política
de una familia vasca. Buenos Aires 1760-1850, pp. 185-204.
• Fernández, Sandra R.: La casa comercial-la casa industrial-familia y empresa en Rosario,
1880-1912, pp. 205-236.
262
Índice general de la Revisata Anuario de Estudios Bolivarianos, (1990-2005)
Reseñas
Anuario de Estudios Bolivarianos, Año VIII, Número 9, 2000
• Altez, Rogelio: Terremotos confundidos: los sismos del 26 de marzo de 1812 en Caracas
y Mérida, pp. 1-32.
• Barros, Carlos: Hacia un nuevo paradigma historiográfico, pp. 33-50.
• Dalla Corte, Gabriela: El pariente en el recuerdo. Reflexiones en torno al concepto de
diáspora mercantil catalana al Río de la Plata, pp. 51-80.
• Gartz, Joachim: América Latina Online: Recursos y estrategias de eficientes pesquisas en
el Eldorado Virtual, pp. 81-108.
• González, Daniuska: Carta de Jamaica, de Simón Bolívar, y Nuestra América, de José
Martí. El pensamiento continuo, pp. 109-132.
• López S., Roberto: Movimientos sociales y crisis de la sociedad colonial, pp. 133-168.
• Marín C., Orlando: La casa de la familia Blanco en la plazuela de San Jacinto de
Caracas. La consolidación de una morada mantuana durante la colonia (1610-1713), pp.
169-204.
• Morales Álvarez, Juan: La mala amistad con varias mujeres solteras y casadas de todas
las castas y colores de don Juan Vicente Bolívar, pp. 205-214.
• Rojo, Violeta: Verdades y ficciones en la historiografía de don Francisco de Miranda, pp.
215-232.
• Serrano Páez, Ezio: El patriotismo hispano y su debilidad estructural en América, pp.
233-258.
Anuario de Estudios Bolivarianos, Año IX, Número 10, 2003
• Chust, Manuel: Los orígenes de la representación nacional hispana: Las Cortes de Cádiz,
pp. 11-32.
• Falcón, Fernando: El cadete de los Valles de Aragua: Evaluación del contexto de la
primera formación militar de Simón Bolívar (1797-1802), pp. 33-56.
• Gartz, Joachim: Bolívar visto por Gervinus: El proceso de la independencia y formación de
estados en América Latina en la primera mitad del siglo XIX en la obra histórica de Geord
Gottfried Gervinus, pp. 57-74.
• Leal C., Carole: Del antiguo régimen a la «modernidad política». Cronología de una
transición simbólica, pp. 75-124.
• Lomné, Georges: El «Espejo Roto» de la Colombia bolivariana (1820-1850), pp.
125-152.
• Romero, Aníbal: Bolívar como héroe trágico, pp. 153-198.
• Salas, Yolanda: Piar, el héroe mártir de la independencia, pp. 195-220.
263
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
Anuario de Estudios Bolivarianos, Año X, Número 11, 2004
• Aizpúrua, Ramón: El comercio curazoleño-holandés, 1700-1756, pp. 11-88.
• Almandoz, Arturo: Historiografía urbana y urbanística de la Latinoamérica colonial y
decimonónica. De la morfología a la dependencia, pp. 89-108.
• Aveledo, Guillermo: ¡Calla Serpiente! El liberalismo y el problema de la tolerancia
religiosa reflejada en el proceso del folleto La Serpiente de Moisés de Francisco Margallo, en
la Caracas de 1826, pp. 109-144.
• Banko, Catalina: Las haciendas azucareras en la Venezuela del siglo XIX, pp. 145-168.
• Berbesí de Salazar, Ligia: El Cabildo de Maracaibo en tiempos de cambios, 1787-1812,
pp. 169-190.
• Conde, Jorge: Representación política y prácticas electorales en el Caribe colombiano, 18201836, pp. 191-218.
• Guerrero, Carolina: Una tercera especie de república: de los antiguos, de los modernos y la
república a la manera de Bolívar, pp. 219-248.
• Sanz Tapia, Ángel: Los gobernadores de Venezuela y su acceso al cargo, 1674-1700, pp.
249-276.
• Straka, Tomás: Bolívar y la historiografía eclesiástica o cómo un discurso histórico se convierte
en discurso pastoral, pp. 277-318.
264
Reseñas
CANJE
BRASIL
Boletim informativo do laboratorio de
ensino de historia
(Universidad Estadual de Londrina)
Episteme
(Universidad Federal do
Rio Grande do Sul)
Humanas
Revista do Instituto
de Filosofia e Ciencias Humanas
(Universidad Federal do
Rio Grande so Sul)
Populaçao et familia
(Universidade de São Paulo)
COLOMBIA
Desarrollo Indoamericano
(Universidad Simón Bolívar)
Historia Caribe
(Universidad del Atlántico)
COSTA RICA
Repertorio Americano
(Instituto de Estudios Latinoamericanos
de la Universidad Nacional)
ESPAÑA
Anuario de Estudios Americanos
(Consejo Superior de Investigaciones
Científicas)
Boletín Americanista
(Universitat de Barcelona)
Boletín Informativo Cultural
(Asociación Cultural Cristóbal Colón)
Cuadernos Hispanoamericanos
(Agencia Española de Cooperación
Internacional)
Debate y perspectiva
(Fundación MAPFRE-Tavera)
Obradoiro de Historia Moderna
(Universidad de Santiago de Compostela)
Reina Católica
(Instituto de Historia Eclesiástica
Isabel La Católica)
Revista Complutense de Historia de América
(Facultad de Geografía e Historia
de la Universidad Complutense)
Tiempos de América
(Centro de Investigaciones de América
Latina, Universitat de Jaume I)
ESTADOS UNIDOS
Colonial Latin American Historical Review
(CLAHR),
(University of New Mexico)
New Mexico Historical Review
(University of New Mexico)
Pacific Historical Review
(University of California)
The Journal of American History
(Organization of American Historian)
The Public Historian
(University of California)
FRANCIA
Cahiers des Amérique Latine
(Institut d’Hautes Études de l’Amérique
Latine, París III)
L’ordinaire latinoaméricain
(Université de Toulouse-Le Mirail)
ITALIA
Quaderni Ibero-americani
(Associazione Studi Iberici di Torino)
MÉXICO
América Latina en la Historia Económica
(Instituto Dr. José María Luis Mora)
Boletín de Antropología Americana
(Instituto Panamericano de Geografía e
Historia)
Estudios de Historia Novohispana
(Universidad Nacional
Autónoma de México)
Histórias
(Instituto Nacional de Antropología
e Historia)
Historia Mexicana
(El Colegio de México)
265
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
Revista Geográfica
(Instituto Panamericano
de Geografía e Historia)
Revista de Historia de América
(Instituto Panamericano
de Geografía e Historia)
Revista de la Universidad del Valle de Atemajac
(Universidad del Valle de Atemajac)
Secuencia
(Instituto de Investigaciones
Dr. José María Luis Mora)
Sólo Historia
(Instituto Nacional de Estudios
Históricos de la Revolución Mexicana)
PANAMÁ
Lotería
(Lotería Nacional de Beneficencia
de Panamá)
PERÚ
Histórica
(Pontificia Universidad Católica del Perú)
PUERTO RICO
Cultura
(Instituto de Cultura Puertorriqueña)
El Cuervo
(Centro de Investigaciones Históricas
de la Universidad de Puerto Rico)
Horizontes
(Pontificia Universidad Católica
de Puerto Rico)
Op. Cit.
(Centro de Investigaciones Históricas
de la Universidad de Puerto Rico)
VENEZUELA
Anuario del Instituto de Estudios
Hispanoamericanos
(Universidad Central de Venezuela)
Argos
(División de Ciencias Sociales de la
Universidad Simón Bolívar)
Ateneo. Revista de Literatura
(Ateneo de Los Teques)
Boletín de la Academia Nacional de la Historia
(Academia Nacional de la Historia)
Boletín del Archivo Arquidiocesano de Mérida
(Arquidiócesis de Mérida)
Boletín del Archivo General de la Nación
(Archivo Nacional de la Nación)
Boletín del Archivo Histórico
(Universidad de Los Andes)
Boletín del Archivo Histórico de Miraflores
(Archivo Histórico de Miraflores)
Boletín CIHEV
(Centro de Investigaciones de Historia
Eclesiástica de Venezuela, Universidad de
Santa Rosa)
Cuadernos Latinoamericanos
(Centro Experimental de Estudios
Latinoamericanos, Universidad del Zulia)
Montalbán
(Instituto de Investigaciones Históricas de la
Universidad Católica Andrés Bello)
Mundo Nuevo
(Instituto de Altos Estudios de América
Latina, Universidad Simón Bolívar)
Paramillo
(Universidad Católica del Táchira)
Presente y Pasado. Revista de Historia
(Escuela de Historia de la
Universidad de Los Andes)
Politeia
(Instituto de Estudios Políticos, Facultad de
Ciencias Jurídicas y Políticas de la
Universidad Central de Venezuela)
Revista de Ciencias Sociales de la Región
Centro-Occidental
(Fundación Buría y Centro de
Investigaciones Históricas de América
Latina y el Caribe)
Revista Nacional de Cultura
(CONAC-Fundación La Casa de Bello)
Segmentos. Revista de Historia, Cultura e Ideas
(Centro de Investigaciones y Estudios
Históricos de la Facultad de Ciencias de la
Educación, Universidad de Carabobo)
Tiempo y Espacio
(Centro de Investigaciones Históricas Mario
Briceño Iragorry, Universidad Pedagógica
Experimental Libertador)
266
Reseñas
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES HISTÓRICAS
Bolivarium
NORMAS DE PUBLICACIÓN
INSTRUCCIONES PARA LOS AUTORES
COMISIÓN EDITORIAL
El Anuario de Estudios Bolivarianos es una publicación anual del Instituto de
Investigaciones Históricas Bolivarium de la Universidad Simón Bolívar creado en
1990 con el objetivo de publicar y difundir sistemáticamente resultados de las
investigaciones relevantes del acontecer histórico hispanoamericano, latinoamericano y venezolano, con énfasis en la historia política, intelectual e institucional
del período que transita desde el dominio de los dos imperios (España y Portugal)
hasta la etapa de formación y consolidación de los distintos Estados Nacionales.
Las normas para la publicación en el Anuario de Estudios Bolivarianos son las
siguientes:
1. Los artículos publicados en el anuario son rigurosamente arbitrados, los
mismos clasificarán dentro de las siguientes categorías: aceptado; aceptado con
modificaciones y no aceptado. Los trabajos se evaluarán tomando en consideración
su originalidad y aportes en el campo. El trabajo de los evaluadores es
confidencial. En caso de discrepancia entre los árbitros, la decisión final
corresponde al Comité Editorial. Se informará de la decisión a los autores
en un plazo máximo de seis meses.
2. Sólo serán aceptados trabajos inéditos.
3. Se aceptarán colaboraciones en castellano, inglés, francés, portugués e
italiano.
267
Anuario de Estudios Bolivarianos
Año XI, número 12, 2005
4. Los autores enviarán a la redacción: 3 ejemplares del artículo impreso junto
con un disquete o CD en programa Word así como los datos personales del
autor (nombre, filiación institucional, dirección, etc.). Estos deben ir en
página aparte al artículo.
Los artículos deben entregarse impresos y en disquete o CD, a espacio y
medio, con márgenes de 3,5 cm (izquierdo) y 3 cm (derecho), en papel
tamaño carta y escritos en word o en formato rtf. La tipografía debe ser
Times New Roman o Garamond 12 puntos; las notas a pie de página en 10
puntos. Los artículos no excederán las 35 cuartillas. No se aceptarán artículos
enviados sólo por vía electrónica.
5. Las notas serán numeradas consecutivamente y colocadas a pie de página
(números arábigos). Las referencias bibliográficas se incluirán en el orden
que se enuncia: apellido(s) y nombre(s) del autor, título en cursivas, ciudad,
editorial, año. Si se trata de capítulos de libros, se citará en el orden que se
indica: apellido(s) y nombre (s)del autor, “título del capítulo” entre comillas,
título de la obra en cursivas, ciudad, editorial, año y páginas. Y en el caso de
artículos de revistas: apellidos(s) y nombre(s) del autor, “título del artículo”
entre comillas, título de la revista en cursivas, año entre paréntesis, número y
páginas.
6. Las referencias de documentos deben indicar lo siguiente: archivo o lugar
de procedencia (colección, por ejemplo), los datos de ubicación exacta del
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9. Los artículos deben ir acompañados de un resumen, en español y en inglés,
de no más de doscientas (200) palabras escritas y se debe incorporar hasta
un máximo de cinco palabras claves.
268
Reseñas
Normas de publicación
10. En ningún caso se devolverán los trabajos recibidos haya sido o no aprobada
su publicación. Se notificará a los autores sobre la aceptación –sin o con
modificaciones– o el rechazo de su trabajo en un plazo no mayor de seis
meses.
11. Las opiniones y las afirmaciones que aparecen en los artículos son de
exclusiva responsabilidad de los autores.
Los trabajos deben ser enviados a la siguiente dirección:
Instituto de Investigaciones Históricas Bolivarium,
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Apdo. postal 89000.
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Estado Miranda, Caracas - VENEZUELA
Correo electrónico: [email protected]
Reseñas:
Aquellas editoriales y autores que deseen enviar libros para reseñar, lo deben
hacer a la misma dirección indicada.
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