Exposición Filatélica. Homenaje a Pío Baroja
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Exposición Filatélica. Homenaje a Pío Baroja
PORTADA: JOAQUIN SOROLLA DON PIO BAROJA Po r co r tesia d e THE HISPANIC SOCIETY OF AMERICA SAN SEBASTIAN 23 diciembre 1972/1 enero 1973 EXPOSICI ON: SALAS DE ARTE. LADO ALAMEDA. DEL EXCMO. AYUNTAM IENTO DE SAN SEBASTIAN HORARIO: Mañ ana: 12 a 2 · Tard e 6 a 9 Festivos; Mañana: 11 a 2 HOMENAJE A PIO BAROJA EN EL CENTENARIO DE SU NACIMIENTO 28 de diciembre de 1972 NUESTRO HOMENAJE A UN GUIPUZCOANO INSIGNE Si no hace apenas tres meses tuvimos ocasión de recordar y homenajear a Juan Sebastián Elcano, en el 450 aniversario de su gloriosa primera circunvalación a la Tierra, con una exposición totalmente filatélica del tema <<Mar», ahora se ofrece al aficionado y al curioso de todo lo cultural, una exhibición relacionada con la Literatura, y con el Libro, habida cuenta que estamos celebrando el «Año Internacional del Libro y de la Lectura», promoción de la Unesco en favor de una mayor difusión de la cultura, a través de la lectura. La Filatelia Española organizó en Barcelona, Córdoba y Zaragoza, que sepamos, sendas exposiciones de Literatura filatélica, y nosotros terminamos el año con ésta. Exposición que se ha hecho realidad merced al siempre desinteresado patrocinio de esta Institución modelo, juvenil a sus casi cien años de existencia, llena de buenas y generosas Obras que es la Caja de Ahorros Municipal de San Sebastián, a la importante colaboración de la Junta de Cooperación Cultural de la Excma. Diputación y a la no menos importante y desinteresada de muchos buenos filatelistas de toda España, entre los que debemos destacar a los casi decanos coleccionistas aragoneses don Gregario Sierra y don José María Cuairán, cuya aportación en la sección literaria ha sido básica, como la de doña Rafaela, como se conoce en el mundillo filatélico a la Viuda de M. Gálvez, las de don Ramón Ruiz de Arcaute, don Mario Bueno Heimerle, don Pedro González Rábago, don Gabriel I zquierdo, don Carlos Laín, don José María Ortuondo y todo el largo etcétera de expositores en el que no debo olvidar el esfuerzo desarrollado por los socios de la A. F. y N. G. doña Virginia Martínez del Castillo y don José Angel López Fernández-Velilla, que en un alarde de investigación literario-filatélica han montado una doble colección ilustrando con sellos y otros signos postales, la época de Baraja y su obra. Esta ha sido una labor difícil, ya que, como podrán apreciar, no existe ni en España, un sello dedicado al ilustre literato y así, los filatélicos han tenido que desarrollar un tema difícil, que han resuelto con verdadera originalidad. En esta exposición no hemos olvidado que don Pío fue médico, antes que literato, y así también hemos dado cabida a una formidable colección que sobre la Medicina, ha montado el gran filatélico y estomatólogo bilbaíno don Julián Alonso Lavega, a quien una vez más hemos de agradecer su valiosísima colaboración en todas nuestras organizaciones. Como también lo hacemos a uno de nuestros más infatigables coleccionistas y directivo de la A. F. y N. G. don Julián Iglesias, como expositor y como organizador. La Asociación Filatélica y Numismática Guipuzcoana no escatima esfuerzos en ensalzar a los hombres insignes que pasearon por el mundo, a través de sus hazañas o de sus obras, ensalzando el nombre de San Sebastián y de Guipúzcoa y en colaborar a promocionar Cultura -que eso es la Filatelia y la Numismática- por medio de estas exhibiciones y con los medios a su alcance, contando naturalmente con el apoyo de Instituciones tan admirables como son las Cajas de Ahorro y en este caso concreto de la Municipal de San Sebastián, obra del ahorro guipuzcoano, que legítimamente puede sentirse orgulloso de ella, pues numerosas y estupendísimas son sus obras sociales y numerosísimas sus aportaciones en pro de todo lo que signifique beneficio para Guipúzcoa y sus habitantes. Esperamos que la exposición guste y que en ella los visitantes aprecien, valoren y recuerden un poco más todavía a nuestro paisano y excepcional escritor Pío Baraja, a través de la colección que nuestros consocios han preparado para esta Exposición y con lo que el cronista de la Ciudad don José María Donosti y la mencionada doña Virginia Martínez, nos cuentan en este Boletín, que gustosos ofrecemos a todos los visitantes de la Exposición. F. GOMEZ SILVERIO Presidente de la A. F. y N. G. BAROJA, EL GRAN AUSENTE VIRGINIA MARTINEZ DEL CASTILLO No queríamos que faltase, en esta Exposición donostiarra del Año del Libro y la Lect ura, dedicada a Baraj a en su centenario, algo específicamente barojiano. Pero nuestro deseo tropezaba con un obstáculo que se nos antoj ó en un principio insalvable , ya que, ¿cómo hacer una expos ición con sólo dos matasellos? Y la verdad es que, ese es todo el material filatélico que tenemos sobre nuestro ilust re paisano. Ni siquiera un sello, por pequeño y humilde que fuera . En su ce ntenario, el ilustre don Pío no ha merecido el honor de figurar en los sobres de nuestras cart as. No hemos podido hacerle viajar en nuestros envíos post ales por el ancho mundo que él gustó de ve r, viajero incan sable, obse rvador minucioso de toda incidencia. Sus ojillos astutos bajo la vasca boina no irían a ver de nuevo, reproducidos en el diminuto papel de un sello, aunque fuese de peseta, las rutas que pisaron sus pies vascos de andar ín curioso. No habría nun ca un niño japonés que preguntara : ¿Quién es este señor que ha ll egado en el nuevo sello español de la carta de mi corresponsal? El año 72 se extingue ... No, no habrá sello en tu centenario que te haga ser un nuevo aventurero Zalacain. ¡Con qué alegría hemos visto ir apareciendo t antos ilustres cu ltivadores de nuestra literat ura! Gabriel y Galán, Espronceda, Unamuno, Pérez Galdós y un lar go etcétera amado y entra ñable. Y a mí, como mujer, me llena de orgullo cuando, de vez en cuando , se fil atel iza a una escritora. Rosalía, la dulce y galaica Rosalía , Concha Espina, la Pardo Bazán... que, por cierto, ¡pobre señora !, me imagino que no hab ría por ahí otro retrat o un poco más, di gamos, decorativo. Pienso al verlas: No, lo que es en la Academia, no entraréis, ilustres féminas , pero ahí vai s, por el mundo, pregonando que tambié n delicadas manos f eme ninas pueden sostener plumas que canten y digan bellamente el sonoro castella no. Sólo el donostiarra novelero s igue siendo el gran ausente. Pero. nosotros no nos res ignábamos; había que hacer algo filatéli co con Baroja, aun;que fuese sin Baroja. Y lo hemos hecho. ¿Bien? ¿Mal? En todo caso, con amor, capa sutil que puede t apar y hacer que se di sculpen mil errores. Y si dicen que conocer es amar. la t emática que hemos pergeñado entre José Angel López y esta vuestra humi lde compañera de afición, al hacernos leer compl eta. una vez más, la obra de Baroja, nos habrá servido, al menos. para sentirnos más unidos al espíritu del maestro. Lo mi smo que espe ramos, que sirva, dentro de su modestia, para exa ltar sus valores y, quizá, despertar una curiosidad por ellos en quien aún no los conozca por completo. Hemos dividido la colección en dos partes: a la primera la titu laremos · Baroja y su época •. Seguimos su v ida muy sucintamente, año por año, y en cada uno de ellos resaltamos algún hecho histórico nac ional o mundial , de cierto re lieve. Todo hombre es hijo de su época y el entorno ha de inferir en sus manifestaciones artísticas: Baroja hubi era sido otro de vivir en otro si glo. No es pos ibl e ignorar, pues, que vivió dos guerras mundiales, una civi l, y, en suma , el tránsito del ambiente decimonónico a la v ida actual. Cada año ha sido ilustrado. dentro de lo posible, con alguno o algunos sellos. Todos muy humildes, corrientes . y al alcance de cualqui er coleccionista, pero todos. asim ismo, exponentes del devenir histórico. principa l mérito de los qu e han servido para el franqu eo postal , pues ellos, tan frágil es y poca cosa, son los testi moni os casi indestructibles de lo que ocurrió, nos guste o no; pues se podrá volar con pólvora una enorme estatua de Hitl er o Stal in. según de dónde venga el ataque, pero. ¿quién sería capaz de hacer desaparecer sus infinitas efigies postales di seminadas por todos los países? La segunda parte de la colección la titulamos •Personaj es y Paisajes en la obra de Baroj a•. Hemos entresacado citas cortas en las que se hace referencia a un lugar o personaje que pudiera ser ilustrado con un se llo. El resu ltado, una co lecc ión temática que no tiene más valor que nuestro deseo de rendir homenaje de ad mi ración al escritor vasco que con su agud a mirada y fina intuici ón supo crear todo un mundo de seres que, ya muerto su autor. vivi rán por siempre en nuestros co razones. EXPOSITORES FILATELIA JULIAN ALONSO LAVEGA Medicina. DIRECCION GRAL. DE CORREOS Literatos. MANUEL FABEIRO GOMEZ O Mar l-Os Poetas. GABRIEL GARCIA Cervantes. JULIAN IGLESIAS MARTIN El Libro . MANUEL LAGO MARTINEZ Timbres y periódicos circulados. VIR GINIA Mtez. DEL CASTILLO Y JOSE AN GEL LOPEZ Baroja y su época y Personajes y Paisajes en la obra de Baroja. JOSE M.' ORTUONDO MENCHACA Textos Cervantinos en Sellos y Matasellos. LITERATURA ANTONIO ALCALA LOPEZ Artículos en Prensa. MARIO BUENO HEIMERLE Guía de Fil atelia Temática. JOSE MARIA CUAIRAN Boletines de Congresos, Asambleas y Jornadas. Boletines de Exposiciones. Revistas, Boletines, Circulares, Publ ica· ciones Diversas. M. GALVEZ Revistas MADR ID FILATELICO. Catálogos GALVEZ. EDICIONES GOMIS Revista VALENC IA FI LATE LI CA. Libros. Publicaciones. PEDRO GONZALEZ RABAGO Historia de la 11 Guerra Mundial a través de los sellos de correos. TEMAFILA HISPANIA Boletín de la Asociación Temática. GABRIEL IZQUIERDO Follet os de Exposiciones Fil at élicas de Va· lencia. MANUEL LAGO MARTINEZ Boletín del Círculo Filatélico Matrite nse. CARLOS LAIN Estudios Postales y Prefilatélicos. RAMON RUIZ DE ARCAUTE Revista EL BOLETIN FILATELICO ESPAÑOL. Catálogo de la Exposición Nacional 1948, San Sebastián. Album-Catálogo Maury, 1880. GREGORIO SIERRA MONGE Crónicas periodísticas. Boletines. Revist as. Libros. Catálogos. ASOCIACIO N FILATELICA V NU M ISMATICA GUIPUZCOANA Pub licaciones Diversas. ¿qué de ?• Un equipo de profesionales. preparados. cuya mis1ón cons1ste en asesorar a nuestros cl1entes. Nuestro oersonal ha sido rigurosamente seleccionado y se encuentm permanentemente actualizado. de manera q ue su formación le permite aconsejar en todos los problemas de Inversión o de f1nanc1ac1ón. No tema hacernos perder tiempo con su consulta. Estamos a su servicio y podemos ayudarle. LA lt\IFANCIA DONOSTIARRA DE PIO BAROJA JOSE M.' DONOSTY Cronista Oficial de la ciudad de San Sebastián. El día 28 de Diciembre de 1872 -ahora hace un siglo exactamente-, nació en San Sebastián Pío Baroja, el insigne novelista, la figura literaria de r.ucstm ciudad de mayor relieve de todos los tiempos. Y si bien es cierto que la r.1ayor parte de su vida la pasó fuera de su pueblo natal, no menos cierto es que fue en la capital de Guipúzcoa donde transcurrieron los siete primeros años de su existencia, esto es, su infancia. Dada su corta edad de entonces, la peripecia de su larga y azarosa vida y su deficiente memoria, agravada en sus últimos tiempos, nada de extraño tiene que los recuerdos e impresiones referentes a su infancia sean, al menos a través de sus escritos, un tanto erróneos y confusos. El mismo lo declara así con cierto humor: «Se me ha ocurrido escribir unas «Memorias» ahora que no tengo memoria. No me chocaría nada -añade- que muchos pequeños detalles estén transformados por el recuerdo.» Si no fuera porque el título había sido ya empleado por otro insigne escritor, las de Baroja hubieran podido intitularse «Memorias de un desmemoriado». En efecto: esta falta de memoria le hace decir, desde sus primeras líneas, que nació en la casa número 6 de la calle de Oquendo, cuando en realidad nació en la casa número 4 de dicha calle. Es más: durante cierto tiempo estuvo Baroja en la creencia de que había nacido en una casa húmeda y triste de la llamada Parte Vieja de San Sebastián, hasta que su madre le sacó de su error diciéndole que, por el contrario, había nacido en una hermosa casa de la parte nueva, frente al mar. Así era en verdad: la casa número 4 de la calle de Oquendo, construida por su abuelo paterno, en 1868-69, esto es, cinco años después del derribo de las murallas, fue de las primeras del Ensanche de San Sebastián. Lujosamente amueblada, llegó a pensarse en alojar en ella al rey don Ama· deo en su proyectada visita a nuestra ciudad; pero antes de que pudiera venir el rey -escribe Baroja-, comenzó la segunda guerra carlista. uEI rey tuvo que abdicar y mi abuela abandonar su proyecto" : el de alojar al rey en su propia casa. De estas últimas líneas parece deducirse que don Amadeo no vino a San Sebastián; pero también en este punto induce nuestro desmemoriado al equívoco, toda vez que el rey vino, efectivamente, a nuestra ciudad y permaneció en ella durante varios días del mes de Agosto de 1872, precisa· mente, cinco meses antes del mismo año en que nació Pío Baroja. ¿Qué impresión dejaron en el niño Baroja aquellos primeros siete años de su infancia donostiarra, años que tanta importancia tienen en la sensibi· lidad y carácter del ser humano? No creo que fuera una impresión del todo venturosa. Cuando en el epílogo de sus uMemorias .. un supuesto interlocu· tor le pregunta a Baroja la impresión de conjunto que tiene de su vida, éste contesta que una impresión más bien gris. V en cuanto a su infancia se re· fiere, upoca cosa ... Va es bien triste esta contestación , porque refleja que los recuerdos que de ella tenía su autor no parecían ser muy felices. Baroja, en efecto, no tenía por su pueblo natal el concepto admirativo, sentimental y entusiasta de un Peña y Goñi o de un Salaverría, sus más o menos correligionarios en literarias lides, contemporáneos y paisanos suyos . No obstante los peros que Baroja puso al San Sebastián de su tiempo, auguró a nuesta ciudad un porvenir alentador. uSan Sebastián, dijo, ha de llegar a ser, dentro de varios años, un pueblo importante y serio.» Cuando nació Pío Baroja, en el piso segundo de la casa número 4 de la calle Oquendo, vivían unas siete personas: en primer lugar sus padres y sus dos hermanos mayores, Ricardo y Darío; y en segundo término, sus dos abuelas paterna y materna: la famosa uKoncheshi" Zornoza y doña Gertrudis Alzate , re spectivamente. El abuelo don Pío había muerto ya cuando nació su nieto homónimo. Los más antiguos recuerdos del niño Pío Baroja se refieren a la guerra civil que a la sazón ardía en España en general, y en el país vasco en particular, habiendo sido San Sebastián una de sus propiciatorias víctimas: recuerdos, como él mismo escribe, muy borrosos, en los que ulo poco visto por mí se mezcla con lo oído... Recuerda el bombardeo de San Sebastián por los carlistas, perpetrado desde las próximas colinas, cuando las gentes que deambulaban por sus calles se refugiaban precipitadamente en los portales de las casas más próximos al oir el toque a rebato de la campana del Castillo, a la que hacían inmediato eco las de las iglesias de la ciudad. Quien tocaba aquella campana era un joven, lturrioz, que después fue pintor, estuvo en América y desempeñó el cargo de profesor en la Escuela de Artes y Oficios de nuestra ciudad. Gustábale mucho al niño Baroja subir al monte Urgull, esto es, al Castillo. Unas veces iba a él con su madre, otras con niños de su edad, que correteaban por el llamado Paseo de los Curas, la batería de las Damas, el cementerio de los Ingleses y el Macho, la parte más importante y elevada de la fortaleza. ¿Era ya por aquel entonces sensible Baroja al encanto del paisaje? El hecho es que no nos dice nada de tan panorámico lugar quien tan bellas descripciones nos ha dado ulteriormente del paisaje vasco, tan bien captado por el novelista. Pío Baroja, que más tarde había de manifestar su gran admiración por Bilinch, el poeta donostiarra en lengua vasca, recuerda que éste fue víctima de uno de aquellos disparos de cañón que los carlistas lanzaban sobre la ciudad desde las alturas de «Venta Zi kiñn, de Arratzain. Otra de las víctimas de aquellos bombardeos fue, según nuestro memorialista, un sargento muy marchoso que hacía gala de despreciar a los proyectiles, paseándose tan campante por las calles cuando sonaba la campana del Castillo, diciendo: u¡A mí no hay pepinill o que me mate! n Hasta que uno de ellos le dejó seco en plena calle. Pío Baroja recuerda la noche de bombardeo en que le llevaron de niño, envuelto en una manta, a refugiarse en el sótano de aquel «chalet» precisamente de los Errazu, en el Paseo de la Concha, que alojó al rey don Amadeo durante su breve estancia en San Sebastián. Más tarde presenció, desde el mirador de una casa del Bulevar, la entrada en nuestra ciudad, montado a caballo, del rey Alfonso XII, a quien las gentes aclamaban gritando: «¡Viva el Pacificador!» Uno de los recuerdos que más viva y gratamente quedaron grabados en su memoria fue el de la Nochebuena donostiarra. Le vemos a su buen padre -¡quién lo hubiera dicho del descreído don Serafín!-, construyendo el «Nacimiento» hogareño con figuritas de papel, que al inocente niño le gustaban mucho más que las tradicionales de barro cocido. En medio de aquel simulacro, susper.dido de un cielo azul cuajado de estrellas, balanceábase un ángel sosteniendo una banderola blanca en la que, con letras de oro, se leía esta inscripción: «Gloria in excelsis Deo». Pero lo que más entrañables re· cuerdos le dejaron, fueron los villancicos. «Algunos de ellos -escribe don Pío-, al oírlos ya de viejo, me dan ganas de llorar, por su sencillez e in· genuidad ... » No debieron serie muy gratos, por el contrario, sus recuerdos escolares. Concurría a la escuela primaria que en la calle del Campanario -aún subsiste el local de referencia- regentaba el famoso maestro don León Sánchez y Calleja, que practicaba la máxima pedagógica de ula letra con sangre entran. Sus aulas eran pobres, pero la escuela pasaba a la sazón por ser elegante y sus alumnos hijos de gente rica. Para los chicos de las Es· cuela Públicas, los alumnos de la escuela de don León eran unos «tirillas». Los niños de hoy -y ahora hablo por cuenta y experiencia propias- no pueden figurarse lo que hubimos de sufrir los niños de aquel entonces cuan· do nos llamaban «tirillas». ¡Cuántas refriegas hubimos de pelear, a causa de esta discriminación social, «tirillas» y umukizus»! Una verdadera lucha de clases a escala infantil. No debió ser Pío Baroja un muchacho precoz. ¿Qué opm10n tenía don León, su maestro de primeras letras, de quien, con el tiempo, llegaría a ser uno de los más grandes novelistas y miembro de la Real Academia Española de la Lengua? «Este -dijo de él un día- va a ser tan cazurro como su hermano. V se echó a reír, satisfecho de su profecía. Don León, según Baroja, empleaba la palabra «cazurro» como sinónimo de bruto .. . ¡Pobre niño! Apenas tenía seis o siete años de edad, cuando San Sebastián dejó de ser para él una realidad viviente, para convertirse en mero recuerdo. Hacia el año 1879, la familia Baroja hubo de trasladarse a Madrid, donde el bueno de don Serafín, su padre , como Ingeniero de Minas que era, fue destinado al Instituto Geográfico y Estadístico de la capital de España. El acto primero de la tragicomedia de la vida de Pío Baroja transcurrido en San Sebastián, había terminado ya, sin gran éxito. El acto segundo tuvo por escenario Madrid; el Madrid de la Restauración y de la Regencia, en el que veinte años después estallaría la llamada «generación del 98», de la cual Pío Baroja había de ser uno de sus más destacados paladines. HOMENAJE OFRECIDO POR LA PATROCINADO POR LA CAJA DE A HORROS MUNICIPAL DE SAN SEBASTIAN o o CAJil CON LA COLABORACION DE LA JUNTA DE COOPERAC ION CU LTU RAL DE LA EXCMA. DIPUTACION DE GUIPUZCOA Y EL EXCMO. AYUNTAMIENTO DE SAN SEBASTIAN o o cdm