Discriminación, racismo y violencia en la adolescencia de Ayacucho

Transcripción

Discriminación, racismo y violencia en la adolescencia de Ayacucho
Discriminación, racismo y violencia en la adolescencia de Ayacucho y Lima
13462 SER / Discriminacion Racismo Adolescencia / Caratula 30.2 x 20.5 cm. / Lomo OK : 8 mm / Foldcote C-14 / INT. 136 pp. Bond 75 gr. 14.5 x 20.5 cm. / Encolado / Edwin
Marisol Vega Ganoza
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Discriminación, racismo y violencia en la adolescencia de Ayacucho y Lima
Claves para la reflexión
Discriminación, racismo y violencia en la adolescencia en Ayacucho y Lima:
Claves para la reflexión
María Soledad Vega Ganoza
Asistente de investigación en Ayacucho:
Elena Peña Romero
Asistentes de investigación en Lima:
Elizabeth Pflucker Herrera
Raquel Reynoso Rosales
Revisión de contenidos:
Rosa Montalvo Reinoso
Raquel Reynoso Rosales
Corrección de estilo:
Madeleine Pérusse
Diseño y diagramación:
Carmen Javier
©Asociación Servicios Educativos Rurales – SER
Jr. Mayta Capac 1329, Lima 11, Perú
(51-1) 472-7937 / www.ser.org.pe
©Casa de Ana Frank
www.annefrank.org
Primera Impresión, Lima, febrero 2014.
Hecho el depósito legal en la Biblioteca Nacional del Perú N° 2014-03600
1,000 ejemplares
Impreso en Tarea Asociación Gráfica Educativa
Pasaje María Auxiliadora 156-164, Breña -Lima
Marzo 2014
La presente publicación ha sido elaborada con la asistencia de la Unión Europea.
El contenido de la misma es responsabilidad exclusiva de la Asociación Servicios
Educativos Rurales y la Casa de Ana Frank y en ningún caso debe considerarse que
refleja los puntos de vista de la Unión Europea.
Marisol Vega Ganoza
Discriminación, racismo y
violencia en la adolescencia
de Ayacucho y Lima
Claves para la reflexión
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Claves para la reflexión
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Marisol Vega Ganoza
ÍNDICE
1. INTRODUCCIÓN
13
1.1 Metodología
21
2. AYACUCHO
2.1. PERFIL DE LOS Y LAS ADOLESCENTES
25
2.2. IDENTIFICANDO LOS PROBLEMAS MÁS FRECUENTE
26
DE LOS Y LAS ADOLESCENTES
2.3. ¿CÓMO PERCIBEN LA DISCRIMINACIÓN?
32
2.4. DISCRIMINACIÓN Y VIOLENCIA EN EL COLEGIO
33
2.4.1. ¿Hay discriminación en el colegio?
33
2.4.2. ¿Quiénes discriminan?
34
2.4.3. ¿Cómo han sido discriminados y discriminadas?
34
2.4.4. ¿Cómo han discriminado a otras personas?
44
2.4.5. Factores que influyen en la discriminación
48
2.4.6. Efectos de la discriminación
50
2.4.7. ¿Cómo enfrentan la discriminación?
51
2.4.8. ¿A quién recurren cuando sienten la discriminación?
54
2.5. DISCRIMINACIÓN Y VIOLENCIA EN LA FAMILIA
55
2.6. DISCRIMINACIÓN Y VIOLENCIA EN LA COMUNIDAD
59
6
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Claves para la reflexión
3. LIMA
65
3.1. PERFIL DE LOS Y LAS ADOLESCENTES
65
3.2. IDENTIFICANDO LOS PROBLEMAS MÁS FRECUENTES
66
DE LOS Y LAS ADOLESCENTES
3.3. ¿CÓMO PERCIBEN LA DISCRIMINACIÓN?
74
3.4. DISCRIMINACIÓN Y VIOLENCIA EN EL COLEGIO
75
3.4.1. ¿Hay discriminación en el colegio?
75
3.4.2. ¿Quiénes discriminan?
77
3.4.3. ¿Cómo han sido discriminados y discriminadas?
81
3.4.4. ¿Cómo han discriminado a otras personas?
88
3.4.5. Factores que influyen en la discriminación
95
3.4.6. Efectos de la discriminación
97
3.4.7. ¿Cómo enfrentan la discriminación?
99
3.4.8.¿A quién recurren cuando sienten la discriminación?
100
3.5. DISCRIMINACIÓN Y VIOLENCIA EN LA FAMILIA
102
3.6. DISCRIMINACIÓN Y VIOLENCIA EN LA COMUNIDAD
107
4. REFLEXIONES FINALES
115
5. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
129
6. ANEXOS
133
Marisol Vega Ganoza
7
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Claves para la reflexión
presentación
Marisol Vega Ganoza
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PRESENTACIÓN
La Asociación Servicios Educativos Rurales, institución que cuenta con
más de 30 años de labores en el país, es una institución comprometida
con la búsqueda de una sociedad más justa, así como la promoción del
ejercicio de derechos ciudadanos, derechos que se ven restringidos
cuando en nuestro país nos encontramos con diversas situaciones de
discriminación y racismo de las que son objeto diversas personas, ya sea
por su lugar de procedencia, su opción sexual, algún tipo de discapacidad,
por su género, modo de vestir, de hablar o de vivir.
Por su parte, la Casa de Ana Frank es una organización independiente
encargada de preservar el lugar donde Ana Frank estuvo escondida
en Ámsterdam, Holanda, durante la Segunda Guerra Mundial, donde
escribió su diario y que se conoce como la Casa de Atrás. Preservar la casa
como un museo que es visitado por miles y miles de personas se debe
al convencimiento de que la memoria de Ana Frank es una fuente de
inspiración para todas las personas, motivándolas a reflexionar sobre los
peligros del antisemitismo, el racismo y la discriminación, y la importancia
de la libertad, la igualdad de derechos y la democracia.
SER y la Casa de Ana Frank mantienen una alianza desde 2009. En el
marco de esta alianza, se han realizado diversos proyectos y actividades,
siendo el último el proyecto Adolescencia y Juventud, enfrentando la
discriminación y el racismo, valorando la diversidad, que tiene el objetivo
de aportar a que jóvenes, adolescentes y profesorado fortalezcan sus
capacidades para enfrentar el racismo, la discriminación y la violencia que
viven cotidianamente en el aula y en la sociedad.
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Claves para la reflexión
Es en el marco de este proyecto que se planteó la realización de una
investigación cualitativa en Lima y Ayacucho, que fue llevada a cabo por
la psicóloga María Soledad Vega Ganoza.
Aunque existen diversas investigaciones sobre la discriminación y el
racismo en el ámbito escolar en las que se analiza y reflexiona sobre sus
causas y consecuencias en adolescentes y jóvenes que se ven involucrados,
consideramos importante realizar este trabajo que rescata las distintas
formas de afectación a nivel personal y familiar, así como las secuelas,
recuperando principalmente la propia voz de los y las adolescentes y
jóvenes, sus sentimientos y sus visiones.
La investigación no hubiera sido posible sin el apoyo y la colaboración
de la dirección, sub-dirección y docentes de las instituciones educativas
emblemáticas San Ramón, en Ayacucho, y Alfonso Ugarte, en Lima,
quienes mostraron en todo momento mucho interés y preocupación
por la problemática y nos abrieron generosamente sus puertas. Nuestro
agradecimiento y reconocimiento por la labor que realizan en contextos
tan adversos.
Esperamos que las reflexiones finales sirvan para generar alternativas
concretas para enfrentar la discriminación y el racismo en las aulas, en las
que se involucre a toda la comunidad educativa, ya que acabar con este
problema es tarea de todos y todas.
Raquel Reynoso Rosales
Coordinadora del Proyecto
Marisol Vega Ganoza
11
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Claves para la reflexión
introduccción
n
Marisol Vega Ganoza
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INTRoDUCCIÓN
La presente iniciativa continúa la línea trazada previamente en el proyecto
“Revelando Memorias”, ejecutado conjuntamente por la Asociación
Servicios Educativos Rurales – SER y la Casa de Ana Frank de Holanda
entre el 2009 y el 2010. En esa primera experiencia, se abordaron temas
de memoria, derechos humanos y discriminación con adolescentes de
Ayacucho y Lima, buscando abrir espacios de reflexión que generen
conciencia en torno a dichas problemáticas.
SER, junto con la Casa de Ana Frank, en el marco del proyecto “Adolescentes
y Juventud: enfrentando la discriminación y el racismo, valorando la
diversidad”, se planteó ahondar en el conocimiento del impacto personal
y social que tienen las diferentes formas de discriminación y el racismo en
los y las adolescentes de Ayacucho y Lima en el aula escolar, tomando en
cuenta el impacto por género.
Justificación
Para abordar el tema de la discriminación y el racismo, es conveniente
recordar que el Perú es un país pluricultural, diverso, con realidades
bastante heterogéneas, muy influidas por la compleja geografía en la que
cada cultura se asienta. Existen 51 lenguas indígenas que nos muestran la
presencia de diversas culturas en nuestra conformación como país. Cada
grupo cultural ha desarrollado una manera particular de relación con la
naturaleza, una propia manera de comunicarse entre sí, de alimentarse,
de buscar protección, de celebrar los acontecimientos importantes. Cada
grupo ha generado diferentes maneras de vivir, de sentir, de concebir el
mundo y de actuar para dar respuesta a los desafíos de la vida cotidiana.
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Claves para la reflexión
Sin embargo, el reconocimiento de nuestra diversidad ha estado plagado
de dificultades. Una manera cómo se expresa es que, a lo largo de nuestra
historia republicana, hemos tenido una convivencia conflictiva al sostener
una tensión entre desconocernos y reconocernos como diferentes, unas
veces marcando las diferencias de manera rígida (fundamentalmente
entre los blancos y los no blancos) sin tomar en cuenta nuestras
semejanzas, otras veces disolviendo las diferencias para así intentar
homogenizarnos en un “todos somos iguales”, o mestizos, pero negando
de esa forma lo que nos diferencia. Hemos vivido un proceso profundo de
cambio con la migración y el desplazamiento interno desde el campo a la
ciudad. Hemos ido transformando la vida de las ciudades en una dinámica
conflictiva de integración entre la tradición y la modernidad. Y aun así,
nuestras diferencias no han dejado de ser vividas como fracturas; no han
dejado de ser ordenadas jerárquicamente a través del uso del poder.
La exclusión, la marginación, la discriminación y el racismo son el
resultado de la forma conflictiva e irresuelta de procesar dichas
diferencias, en una historia que tiene larga data. Nuestra diversidad no ha
sido vivida como un potencial de desarrollo sino, hasta hace muy poco y
de manera restringida, a partir de la valoración de nuestra gastronomía y
de la apreciación de la riqueza inmensa de nuestros productos naturales.
Sin embargo, esta valoración todavía no alcanza para dar sentido y
reconocimiento integral a las diversas culturas en su singularidad.
Es cierto que es posible percibir algunos cambios importantes a nivel
de políticas institucionales. Tenemos, por ejemplo, la creación de un
Ministerio de Cultura y un Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social; hay
un reconocimiento de la necesidad de un enfoque intercultural desde la
academia e instituciones de la sociedad civil y el Estado; contamos con
leyes como la de consulta previa a los pueblos indígenas y la ley contra
toda forma de discriminación, y también iniciativas que buscan generar
conciencia en torno a esta realidad. Sin embargo, aún no hemos avanzado
demasiado; hasta el día de hoy, nuestros diferentes saberes, nuestras
diferentes maneras de pensar, las diferencias en el vestido, la lengua, las
costumbres y el color de la piel nos dividen y jerarquizan.
Y es que el cambio en la subjetividad, el cambio de las estructuras afectivas
de las personas no marcha al mismo ritmo que los cambios sociales,
políticos o económicos. Se requiere de procesos mucho más largos y
Marisol Vega Ganoza
15
complejos de entender para remecer y transformar esta modalidad de
vincularnos.
El racismo es un síntoma de esa dificultad de procesar nuestra diversidad
como peruanos. El racismo surge, como señala Nelson Manrique, de la
manera estamental en que se organizó nuestra sociedad durante la colonia,
institucionalizando la superioridad de unos sobre otros, fundamentalmente
a partir de las diferencias del color de la piel y los rasgos físicos. Los genes
y la biología daban una ubicación social superior o inferior a las personas
desde el nacimiento, atribuyendo así el mantenimiento de ese orden social
a la naturaleza y no a la persistencia de ciertos mecanismos de la cultura
dominante.1 Aquellas formas coloniales de ubicarnos discriminándonos se
han ido legando en la manera de relacionarnos de generación en generación
y han seguido su curso conflictivo desde entonces, prevaleciendo esa
manera de ordenar las diferencias hasta el día de hoy.
El racismo hoy en nuestro país es multidireccional, ya que lo encontramos
activo en todos los grupos sociales y étnicos. Es como si en cada
encuentro con otro/a, la mayoría de peruanos y peruanas relevase lo
que lo diferencia, no lo que lo une, a través de un proceso de evaluación
para ubicar al otro u otra en una posición de superioridad o inferioridad
respecto de sí mismo.
Asimismo, ahora la discriminación racista en el Perú es más englobante.
En la práctica, incorpora otros factores más allá del origen étnico y las
características físicas, tales como el estatus socioeconómico y el nivel
educativo. Como nos dice Gonzalo Portocarrero, a través de un proceso
conflictivo de mutuas evaluaciones, dependiendo de quién sea el o la otra,
si más o menos x, o si mejor o peor x, se creará una gradiente arbitraria
de prestigios.2
La concepción racista organizadora de nuestras diferencias, como afirma
Rita Segato, se ha ido instalando como prejuicio en nuestro fuero más
interno, transformándose no sólo en costumbre y en convicción personal.
1
2
“Entrevista a Nelson Manrique (Parte I): No hay democracia ni desarrollo con racismo”,
Alerta contra el racismo, Portal del Ministerio de Cultura del Perú, 15 de mayo del 2013.
http://alertacontraelracismo.pe/entrevista-a-nelson-manrique-parte-i-no-hay-democracia-ni-desarrollo-con-racismo
Gonzalo Portocarrero, Racismo, mestizaje y otros ensayos, Fondo del Congreso del Perú, 2007.
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Claves para la reflexión
Pasó de “socializarse” para legitimar el dominio de unos sobre otros a
formar parte de nuestras mismas estructuras mentales, asentándose en
nuestra subjetividad y en nuestro inconsciente3.
En cada situación de discriminación racial, ya sea como resultado de un
acto consciente, claro, explícito y directo o determinado de manera más
silenciosa, implícita e inconsciente, vamos ahondando nuestras diferencias
y negando nuestra base común como ciudadanas y ciudadanos diversos,
con nuestras singularidades y con igualdad de derechos y privilegios.
Sin embargo, tomamos poco en cuenta que la frontera que separa a quien
es una víctima y a quien es un victimario es bastante difusa. Hablar de la
discriminación y el racismo nos pone en contacto con aspectos menos
visibles en donde no sólo hay discriminadores y discriminados. Allí se
da una dinámica en la que también se pone en juego un conflicto con la
propia imagen devaluada de uno mismo. El “otro” diferente nos obliga a
ver algo en nosotros que no queremos ver. Como nos explica Jorge Bruce:
“A través del odio y el rechazo que llega a la fantasía de exterminio
hay un conflicto arraigado con la propia imagen, como si quisiera
matar en sí mismo la impronta de sus ancestros a través de esos otros
cuya presencia es la peor injuria narcisística imaginable: encontrarse
en la mirada ajena.” 4
El racismo también nos desafía a responder cómo en la propia dinámica
subjetiva actúan ciertos mecanismos y motivaciones más profundos, que
se expresan en la realidad social.
La reciente violencia del conflicto armado interno que vivió nuestro país
durante 20 años nos ha permitido visibilizar con bastante claridad quiénes
han sido las víctimas directas de esta guerra, en qué lugar de nuestro país
viven, cuál es su procedencia sociocultural, y cuáles son sus condiciones
3
4
Rita Segato, “Racismo, discriminación y acciones afirmativas: Herramientas
conceptuales”, en Ansión J. y Tubino F. (Eds), Educar en ciudadanía intercultural.
Experiencias y retos en la formación de estudiantes universitarios indígenas, Fondo Editorial
de la Pontifica Universidad Católica del Perú, 2007.
Jorge Bruce, Nos habíamos choleado tanto. Psicoanálisis y racismo, Fondo Editorial de la
Universidad San Martín de Porres, 2007.
Marisol Vega Ganoza
17
materiales de vida. El informe de la Comisión de la Verdad5 nos ha
mostrado con contundencia que la violencia se ha desatado de manera
descarnada sobre los indígenas andinos y amazónicos, los sectores más
pobres y excluidos de nuestro país, dejando al descubierto la manera
feroz, intensiva y prolongada de discriminarnos entre peruanos/as. Nos
ha reflejado con crudeza la estrecha relación entre pobreza, procedencia
étnica, exclusión y violencia.
La violencia que ha marcado nuestras relaciones y que se ha expresado de
manera tan contundente durante el conflicto armado interno nos desafía
a reflexionar sobre un ángulo reducidamente tratado como tema público,
como es el de la construcción de nuestros afectos, una dimensión compleja
y contradictoria, como nos muestra Bruce, hablando de la indiferencia y el
racismo que se reflejó ante el horror que se vivía en diversas regiones del país:
“La indiferencia y la apatía de los ciudadanos ordinarios no es mera
apatía, se requiere de una gran actividad para alcanzar un fin pasivo…
hay un ejercicio de violencia donde hay un borrado activo de la
percepción, haciendo como si el otro no existiera… esto engarza con
el deseo de que no existan. El racismo aloja esta pulsión de muerte.”6
El tema del racismo está en relación directa a nuestra forma de sentir,
pensar y convivir, y se expresa en la manera cómo nos tratamos en los
distintos espacios de la vida cotidiana. Y la manera de convivir está
bastante vinculada a la noción misma de democracia. Podríamos decir
que un obstáculo mayor para vivir en democracia y contribuir a alcanzar
el desarrollo pleno de todas las personas es la manera irrespetuosa y
despreciativa que tenemos de tratarnos entre peruanos/as. Como nos
dice Fidel Tubino:
“La discriminación es una manera de nombrar el irrespeto y el menosprecio
sistemático que injustamente se ha instalado en la sociedad. Es un
mecanismo estructural que frena el crecimiento de las personas, bloquea
el desarrollo de sus capacidades y frustra sus realizaciones personales. La
discriminación es la desrealización institucionalizada.” 7
5
6
7
Informe de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, Perú, 2003. cverdad.org.pe/ifinal/
Bruce, op.cit.
Fidel Tubino, “Las ambivalencias de las acciones afirmativas”. en Ansión J. y Tubino F.
(Eds), Educar en ciudadanía intercultural. Experiencias y retos en la formación de estudiantes
universitarios indígenas. Fondo Editorial de la PUCP, 2007
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Discriminación, racismo y violencia en la adolescencia de Ayacucho y Lima
Claves para la reflexión
La discriminación, el racismo y la violencia siguen siendo un flagelo que
atraviesa la vida de las peruanas y los peruanos y se cuela en la vida de
las y los niños y adolescentes de hoy en sus distintos escenarios, para a
través de ellos y ellas continuar reproduciéndose.
“La discriminación en cifras”
Una manera en que está expresada esta discriminación y cómo llega a la
vida de los y las adolescentes la podemos ver en algunas cifras.
En la actualidad, en el Perú convivimos 30 millones mil 875 personas.
En Lima provincia, tenemos una población de 8 millones 481 mil 415
habitantes y en Ayacucho, viven 666 mil personas. Según datos de INEI,
somos un país con una estructura poblacional joven. Los jóvenes de 15 a
29 de edad alcanzaron los 8 millones 227 mil 879 personas y representan
el 27.3% de la población total. Hay un equilibrio entre ambos sexos con
una ligera predominancia de población joven masculina, que representa
el 50.6% mientras que la población joven femenina representa el 49.4%
del total de este grupo de edad.8
La población menor de 18 años constituye el 35.5% de la población
total según la Encuesta Nacional de Hogares del último trimestre del
2012.9 Es decir, casi 4 de 10 habitantes son niñas, niños y adolescentes.
Los adolescentes en particular – considerados entre los 12 y 17 años –,
según un estudio realizado entre INEI y UNICEF, representan el 13%
con 3 millones 6 mil personas. Según esta información el 77% de los y
las adolescentes asiste a la educación secundaria quedando fuera de la
escuela más de 400 mil adolescentes.
A nivel de género, los datos parecen indicar que la brecha de asistencia
a la escuela se está cerrando. No obstante, las brechas por área de
residencia, pobreza y lengua materna siguen presentes: el 84% de los y
las adolescentes asisten a la educación secundaria en las zonas urbanas,
mientras que en las zonas rurales se reduce al 67%. De otro lado, el 57%
8
9
Instituto Nacional de Estadística (INEI), “11 de Julio: Día Mundial de la Población”, 2012. http://
www.inei.gob.pe/media/MenuRecursivo/publicaciones_digitales/Est/Lib1032/libro.pdf
INEI, Situación de la Niñez y del Adulto Mayor Octubre-Noviembre-Diciembre 2012,
Informe Técnico No 01, Marzo 2013. http://www.inei.gob.pe/media/MenuRecursivo/
boletines/16034.pdf
Marisol Vega Ganoza
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de quienes se encuentran en condición de pobreza extrema acceden a
educación secundaria frente al 84% de quienes no lo son. Y quienes tienen
lengua materna castellana tienen mayor acceso a la secundaria con un
79% frente a quienes tienen una lengua materna originaria (38%).10
Asimismo, el 33% de la población adolescente del Perú realiza actividades
económicas y la mitad de ésta lo combina con estudios; en el campo, el
40% de los y las que trabajan lo hace en actividades agropecuarias con
efectos en su escolaridad; el 49% de los y las que trabajan y estudian
tiene entre un año o más de atraso. Las trabajadoras del hogar asisten
a la escuela en un 38% con jornadas semanales de 57 horas, quedando el
62% de ellas fuera11.
De otro lado, los niños, niñas y adolescentes que asisten a la escuela
conviven con un nivel alto de violencia y discriminación que afecta
seriamente su desarrollo y su aprendizaje. Frente a esto, el Ministerio
de Educación pone una alerta12 y comparte los resultados de algunas
investigaciones que nos muestran la magnitud de la violencia escolar en
sus variadas formas, subrayando las siguientes: violencia física, violencia
sexual, intimidación o bullying, cyber-bullying, robos e insultos. Refiere los
resultados de una encuesta a nivel nacional realizada por el Ministerio de
Salud13 indicando que el 38% de estudiantes (43.4 % niños y 32.4% niñas)
sufrieron agresiones físicas en los 12 meses previos a la encuesta y cerca
de la mitad de los/las escolares (47.5%) fueron víctimas de “bullying” en
los 30 días previos a la encuesta. Muestra los datos de un estudio realizado
en Cajamarca, Cusco, Lima y Piura por la universidad Ruiz de Montoya14,
según el cual el 27% de escolares fue intencionalmente marginado de su
grupo en el último mes, uno de cada 20 escolares (6%) reportó haber sido
tocado en sus partes íntimas sin su consentimiento por otro estudiante
en los 12 meses previos a la encuesta y el 1% fue agredido del mismo
modo por algún profesor. Asimismo, el estudio indica que el 27% de
10 INEI y UNICEF, Estado de la niñez en el Perú, 2011. http://www.unicef.org/peru/spanish/
Estado_Ninez_en_Peru.pdf
11 UNICEF Perú. “Situación del País – Adolescencia”. http//www.unicef.org/peru/spanish/
children_3789.htm
12 Ministerio de Educación, Paz Escolar. Estrategia Nacional contra la Violencia Escolar 2013-2016,
Septiembre del 2013. http://pazescolar.pe/files/Archivos_descargables/PazEscolar.pdf
13 Ministerio de Salud, Encuesta Global de Salud Escolar: Resultados – Perú, 2011.
14 Plan internacional, Permitiendo que las y los escolares reporten la violencia con la que conviven
en sus instituciones educativas, comunidad y país, Universidad Ruiz de Montoya, 2010.
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Discriminación, racismo y violencia en la adolescencia de Ayacucho y Lima
Claves para la reflexión
escolares agreden a sus maestros y maestras. Además, el documento del
Ministerio de Educación recoge como resultado de un estudio realizado
en Lima Metropolitana15 que el 12% de los y las entrevistadas sufrieron
algún tipo de agresión virtual o cyber-bullying a través de sus celulares,
mensajes de texto y/o internet.
Por otro lado, un estudio realizado por investigadores de la UNMSM
muestra que cerca del 50% de escolares ha sido víctima de bullying;
el 65.9% de quienes sufrieron agresiones verbales fueron varones y
53.6% fueron mujeres. Un 34% no comunica los hechos y el 64% de los
compañeros son observadores y no tienen interés en defender a las
víctimas, siendo la ley antibullying 29179 letra muerta en el país.16
Todas estas cifras nos muestran de manera alarmante cómo la pobreza,
la inequidad y la exclusión son procesos que sostienen la discriminación
y a su vez nos señalan que la escuela es uno de los escenarios en donde la
violencia y la discriminación van marcando a los y las adolescentes en el
presente y pueden afectar seriamente su futuro.
Coincidimos con Eckholt y Hunermann17, cuando nos dicen que los y
las jóvenes son los sismógrafos de los procesos sociales ya que en su
vivencia, en sus reacciones y también en su padecer llevan un registro de
la manera como está nuestra convivencia social. Desde esta perspectiva,
nos preguntamos: ¿cómo se cristaliza la discriminación desde la escuela,
cuáles son los riesgos, los recursos desplegados, cuáles los desafíos, para
las y los adolescentes?
Para profundizar en el conocimiento de dicha problemática, incidiendo
de manera particular en la percepción que tienen las y los adolescentes
sobre la discriminación en base a sus nociones, su experiencia y su
vivencia, desarrollamos dos estudios con adolescentes de Ayacucho y
Lima, proponiéndonos lo siguiente:
15
García L., Orellana, O., Pomalaya, R. y otros, Cyber-bullying en escolares de educación
secundaria de Lima Metropolitana, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 2010.
16 “Cerca de 50% de escolares del Perú ha sido víctima de ‘bullying’”, El Comercio, 14
de abril del 2012. http://elcomercio.pe/actualidad/1401602/noticia-cerca-50-escolaresperu-ha-sido-victima-bullying
17 Peter Hunermann y Margit Eckholt (Ed.), La juventud latinoamericana en los procesos de
globalización: Opción por los jóvenes, Editorial Universitaria de Buenos Aires, Sociedad
de Economía Mixta, 1998.
Marisol Vega Ganoza
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Identificar los problemas más frecuentes en los y las adolescentes
y el lugar que le dan a la discriminación;
Recoger la noción que los y las adolescentes tienen de la
discriminación;
Identificar las principales formas de discriminación, racismo y
violencia que se producen en la comunidad educativa, así como
los principales actores, diferenciándolos por género;
Identificar los principales efectos psicosociales de la discriminación
y el racismo en el estudiantado que repercuten en sus vínculos
con otros grupos; y
Conocer la manera que tienen las y los adolescentes de enfrentar
la discriminación.
1.1. MEtodoLogíA
La metodología empleada para explorar la manera cómo perciben,
experimentan y vivencian la discriminación las y los adolescentes ha sido
cualitativa y nuestra propuesta metodológica ha sido de investigación
acción. Nos anima a explorar esta temática un objetivo doble: de un lado,
aportar a su comprensión y reflexión y, de otro lado, poner en marcha
cambios en la manera cómo se vinculan las y los estudiantes, atendiendo
de manera específica a las relaciones de discriminación.
En el proceso mismo del estudio, en el vínculo que se estableció entre
la entrevistadora18 y las personas entrevistadas, fuimos ofreciendo una
escucha activa que no sólo recogía las palabras de los y las entrevistadas/
os. También como dato de la investigación fuimos recogiendo en el
espacio grupal aquello que escenificaban a través de sus actitudes y
gestos respecto al otro, que en algunos casos contradecía lo que su
palabra decía. Cuando esto ocurría, lo devolvíamos al grupo para ampliar
la comprensión junto con las y los entrevistados/as. Se consideró a su vez
como dato valioso el vínculo que se estableció entre las y los participantes
del estudio y la entrevistadora, lo que facilitó recoger algunos sentimientos
de malestar que no habían sido verbalizados.
18 En Ayacucho, en la realización de las entrevistas, se contó con el valioso trabajo de la
psicóloga Elena Peña.
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Discriminación, racismo y violencia en la adolescencia de Ayacucho y Lima
Claves para la reflexión
La metodología empleada permitió asimismo abrir un espacio de
indagación y reflexión que puso en contacto a las y los estudiantes con
su experiencia, su vivencia y la posibilidad de descubrir aspectos de si
mismos/as referidos a la discriminación en sus relaciones que antes no
habían tomado en cuenta.
Los y las participantes
Se trabajó con adolescentes varones y mujeres, de cuarto y quinto de
secundaria de dos colegios estatales, uno ubicado en la ciudad de Lima,
en el departamento de Lima, y el otro ubicado en Huamanga, en el
departamento de Ayacucho.
En Ayacucho participaron 21 mujeres y 23 varones, haciendo un total de
44 jóvenes, y en Lima 26 varones y 26 mujeres, haciendo un total de 52.
Sus edades oscilaban entre 13 y 17 años.
técnicas utilizadas
Se realizaron grupos focales con los y las adolescentes, reuniendo
grupos sólo de mujeres, sólo de hombres y grupos mixtos, y se realizaron
entrevistas en profundidad tanto a varones como a mujeres.
En ambos casos, se recogió información teniendo como referencia
una matriz de preguntas guías construidas previamente en función de
la temática señalada en cada uno de los objetivos planteados para la
investigación. (Ver Anexo 1)
Además se incluyó una ficha de datos personales para todos los y las
participantes como una manera de obtener una suerte de perfil grupal y
contar con algo de información sobre su contexto familiar. (Ver Anexo 2)
Procedimiento
SER estableció las coordinaciones con la dirección de los dos colegios
estatales de manera que se pudiera garantizar la presencia de las y los
participantes para realizar la investigación. Una vez que se obtuvo el
permiso, se coordinaron horarios para organizar los grupos focales y
Marisol Vega Ganoza
23
realizar las entrevistas durante el horario escolar. Este aspecto, si bien
facilitó el encuentro con los y las estudiantes, también significó ajustarse
a los tiempos que tenían disponibles. Se utilizaron los recreos o el espacio
de algunas actividades a las que pudieron faltar o llegar tarde. Estos
límites en el tiempo determinaron algunos ajustes en los temas que se
tenían proyectado explorar.19
En Ayacucho, se realizaron 6 grupos focales; tanto en cuarto como en
quinto año de secundaria, se trabajó con 3 grupos respectivamente:
uno de mujeres, otro de varones y otro mixto. Además se realizaron 5
entrevistas a profundidad y se brindó un espacio de soporte emocional
a un adolescente con el cual no se pudo desarrollar la estructura de la
entrevista por el nivel de dolor emocional que le produjo abordar el tema;
sin embargo, se recogieron datos pertinentes para el estudio.
De manera similar, en Lima, se realizaron 6 grupos focales con estudiantes
de cuarto y quinto de secundaria: 3 grupos por cada año, uno de mujeres,
otro de varones y un tercero mixto. Asimismo, se llevaron a cabo 6
entrevistas en profundidad.
19 Dos temas que se habían incluido inicialmente en la investigación fueron proyección de
vida e impacto en las redes sociales, pero la información que se pudo obtener fue muy
escasa por la diversidad de temas a tratar.
24
Discriminación, racismo y violencia en la adolescencia de Ayacucho y Lima
Claves para la reflexión
ayacucho
Marisol Vega Ganoza
25
2. AYACUCHo
2.2. PERFIL dE LoS Y LAS
AdoLESCENtES
Participaron 44 estudiantes, 23 hombres y 21 mujeres, con edades que
oscilaban entre 13 y 17 años.
La mayoría de las y los alumnos habla básicamente el castellano; sólo el
10% indicó que hablaba quechua y castellano.
Más del 50% de las y los alumnos tienen como lugar de nacimiento de
su padre y madre otras provincias de Ayacucho (como Cangallo, Víctor
Fajardo, Vilcashuamán) y otros departamentos del Perú (como Huancayo,
Puno, Huancavelica, Apurímac, Cuzco).
Por lo menos un 43% tiene padre y/o madre que habla quechua y
castellano. Más o menos un 30% tiene padre y/o madre con instrucción
primaria (completa o incompleta) y un 39% tiene padre y/o madre con
instrucción superior, con una tendencia mayor en el caso de los padres.
El 41% de las y los alumnos tiene padre o madre comerciante. El 36%
tiene madre que se dedica a la casa y un 64% con madre que realiza
una actividad laboral. Un 18% tiene padre y/o madre profesor(a). Otras
ocupaciones frecuentes de los padres son: trabajador de la construcción,
agricultor, cerrajero y taxista.
26
Discriminación, racismo y violencia en la adolescencia de Ayacucho y Lima
Claves para la reflexión
A propósito del tema que nos ocupa, llama la atención la combinación
entre apellidos de origen andino y los nombres extranjeros que han elegido
los padres para identificar a sus hijos e hijas. La mayoría del estudiantado
(alrededor del 70%) tiene al menos un apellido de origen andino, como
por ejemplo: Atapillco, Cconislla, Huamán, Huamaní, Quispe, Pacotaype,
Yaranga, Choquerahua, Ayna, Chalco, entre otros. En contraste, llama
la atención la presencia en semejante proporción de estudiantes con
nombres extranjeros: Leidy, Mayreth, Estefany, Sharon, Margot, Sindy,
Jhonatan, Henry, Emerson Wilson, Franklin, Piero, Giamarcos, Yeltsin
Clinton, Keysi, Brayan, Yoselin, Cleison, Jhon Kenedy, Eduart, entre otros.
2.2. IdENtIFICANdo LoS
PRoBLEMAS MÁS FRECUENtES
dE LoS Y LAS AdoLESCENtES
Antes de entrar directamente a un análisis profundo de los temas de
violencia y discriminación, optamos por empezar con una exposición
más descriptiva del universo adolescente planteada desde su propia
percepción, en una suerte de introducción a los temas de fondo que nos
competen. Para esto, partimos por explorar los principales problemas
que presentan el y la adolescente, señalados y explicados por ellos y ellas.
A continuación se exponen los problemas que mencionaron como críticos
para los y las adolescentes.
Los cambios en la adolescencia
Algo que llama la atención es que la mayoría señala desde el inicio
que ser adolescente es un problema en sí mismo. Primero, porque los
cambios físicos y su correlato psicológico en esta etapa de la vida no
les hace sentirse bien: “por los cambios físicos y psicológicos… a veces
no aguantan los adolescentes”, “a veces nos es difícil pasar de niños a la
pubertad… nos volvemos rebeldes”. Y segundo, porque sus necesidades y
demandas no sintonizan con lo que sus padres y madres esperan de ellos
y ellas y tampoco parecen ser comprendidos/as por los docentes. Las y
los alumnos mencionaron reiteradas veces: “no me dan importancia…”,
“[mis padres] no quieren que tenga amigos, enamorados”, “si les contamos
Marisol Vega Ganoza
27
algo [a los padres]), dicen ‘te voy a sacar del colegio’”, “en los profesores no
hay confianza”.
En las palabras de los y las adolescentes parece haber una demanda de
atención y comprensión por parte de los adultos a los procesos por los que
tienen que atravesar y que implican cambios en el cuerpo, en su mundo
interno, en los vínculos familiares, en sus actitudes y respuestas. También
hay una demanda de reconocimiento de las necesidades propias de su
edad, tales como: necesidad de acompañamiento, necesidad de contar
con alguien mayor que les dé confianza y orientación, necesidad de
contar con amigos y amigas, de enamorarse.
En cambio, perciben que sí logran un reconocimiento entre las amigas y
los amigos o dentro de los grupos a los que se integran. Cuando necesitan
ayuda, “le cuento a mis amigas”. También refieren que en las pandillas
encuentran respuesta a sus necesidades, “entre ellos se sienten que se
valoran, los aceptan tal como son”. En ese sentido, señalan que la falta de
comprensión y aceptación del padre y de la madre es un problema para
sus vidas, problema que, a su vez, puede producir otros, como instalarse
en la rebeldía, buscar refugio en las pandillas, en las drogas, en el alcohol,
etc.: “nos volvemos rebeldes”, “se van a la drogadicción, al alcohol”, “las
personas que se vuelven drogadictos es porque no tienen apoyo en su casa”.
Valoración de la y el adolescente
Muy ligado a lo anterior y a la mirada que tienen los y las adolescentes
respecto al trato que reciben por parte de los adultos, encuentran que los
adultos tienen una expectativa estereotipada y rígida hacia ellos y ellas
que los y las afecta de manera directa en la escuela y en la familia. De un
lado, hay una valoración positiva hacia el estudiantado que muestra buena
conducta, buen rendimiento académico y no parece tener problemas.
De otro lado, hay poca valoración hacia las y los adolescentes que se ven
enfrentados a problemas y no siguen los patrones de conducta “deseable”
para los adultos, a lo que se suma una falta de comprensión hacia su vida.
Refieren que los y las adolescentes que son más valorados son quienes
“se comportan bien…”; “cuando no te sacas buenas notas, no te hablan”.
Asimismo, son valorados las y los considerados como “tranquilos, alegres,
dinámicos… que han vivido una vida tranquila y sus papás les han sabido
28
Discriminación, racismo y violencia en la adolescencia de Ayacucho y Lima
Claves para la reflexión
aconsejar…”, “por el comportamiento, cuando son cariñosos, inteligentes”,
“con valores, que se comporte bien con la comunidad”.
Por otro lado, los y las adolescentes con problemas no son valorados y
más bien son juzgados y rechazados. “Cuando tienen problemas o se
comportan mal… en estos casos no más saben juzgar… en vez que le digan
que hacen lo bueno y lo malo, sólo se empeñan en juzgar”. “Cuando se
van al consumo del alcohol, no les aceptan, les rechazan… dicen ‘esos son
pandilleros, roban’… y por eso los adolescentes buscan al grupo de amigos
donde se valoran; sienten que ellos sí les aceptan tal como son”.
Esta mirada que tienen de la valoración de los adultos estaría dando
cuenta de la falta de comprensión que sienten a sus problemas y el deseo
de ser aceptados de manera integral, con sus recursos y sus dificultades,
en los diferentes ámbitos de su vida. Es como si, como adolescentes, se
sintieran catalogados como los y las buenos y las y los malos, de manera
excluyente. De esta manera, encuentran una barrera a la necesidad
que tienen todas las personas de ser reconocidas y apreciadas en sus
particularidades y su complejidad, ambos aspectos fundamentales para
la construcción de la autoestima y la identidad.
Consideran que esta percepción puede contribuir, en muchos casos, a
empujarlos hacia otras maneras de encontrar reconocimiento, como, por
ejemplo, el pandillaje o la fuga a través del alcohol.
Violencia del padre y la madre hacia los
hijos e hijas
Otro de los problemas a los que se refieren es la violencia que hay en
los hogares de parte del padre y la madre hacia los hijos e hijas. En un
inicio, les resulta más fácil referirse a la violencia en “los otros” para luego
atreverse a hablar en primera persona.
Si bien se animan a hablar de la violencia en sus hogares, le buscan una
explicación que linda con la justificación. Refieren que está permitida
como resultado de la educación tradicional que han recibido sus padres
y abuelos. Es el caso de un alumno que reconoce la violencia que ha
experimentado en casa: “hay chicos que crecen con una violencia que tal
Marisol Vega Ganoza
29
vez antes era permitido (sic)… y ahora, como tenemos una edad de 15, 16
o 17 años, estamos pensando en la adolescencia; hemos vivido con una
violencia que era permitido (sic) antes”. Sin embargo, lo que nos devuelve
también con su comentario es que lo que podía ser considerado “natural”
en la violencia “que era la de antes” hoy es algo que ya no conciben como
justificable a pesar de que todavía esté presente en sus hogares. Hay una
mirada crítica que no acepta que forme parte de sus vidas.
Ausencia del padre y la madre
Otro de los problemas que señalan es la ausencia del padre y/o la madre,
ya sea por abandono real o porque las tareas del padre y la madre los
distancia y no les permite disponer del tiempo ni del espacio necesario
para desarrollar un vínculo que les de soporte a los hijos e hijas.
Hablan de los riesgos a partir de un caso extremo de abandono, contado
por una alumna: “yo tenía una amiga que no vivía con sus papás, la dejaron
en un orfanato a ella y sus hermanitos… y como nunca tuvo la comprensión
de sus padres, se fue por mal camino…”.
Pero también se refieren a situaciones que, aunque menos extremas,
hacen evidente la falta que sienten los y las estudiantes del padre y de la
madre que salen a trabajar. Una de las alumnas, que vive con su madre y
su padre, se queja de su madre comerciante: “la mayor parte del tiempo no
está con nosotros”. Otra alumna, con padre y madre separados y madre
profesora, dice que lo que no le gusta de su familia y a veces la hace sentir
sola es que no tienen tiempo para verse: “ella es un poco ocupada, no
siempre está con nosotros”.
Asimismo, señalan que quienes no viven con su padre o su madre “no
tienen el cariño… en su corta edad están afrontando muchos problemas…
algunos cometen errores y, al darse cuenta, ven a su alrededor y no están
sus papás para apoyarlos”. Los y las jóvenes nos ponen en evidencia que,
estando en una etapa en la que están buscando diferenciarse de su padre
y su madre, aún necesitan y demandan su presencia. Les hace falta como
compañía, orientación y soporte para enfrentar sus problemas y sus
errores.
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Discriminación, racismo y violencia en la adolescencia de Ayacucho y Lima
Claves para la reflexión
Esta falta de soporte familiar es vivenciada como desamparo, soledad,
falta de cariño y comprensión, y ocasiona en ellos y ellas un sentimiento
de desorientación, de no poder contar con el apoyo necesario para
manejarse en las dificultades. Frente a cualquier problema, subrayan que
“en una familia, mientras haya amor y armonía, todo se va a solucionar…
el adolescente ya no va a sufrir como otros”. Esta ausencia agregaría
sufrimiento a sus vidas.
La discriminación en los distintos ámbitos
del adolescente
Además de los problemas arriba mencionados, se refieren de manera
directa al tema de la discriminación, entendida como trato diferenciado,
desigual, manifiestamente despectivo. Indican que ésta sucede en los
diversos ámbitos de su vida como en el colegio, la familia, y la comunidad
y es ejercida de diferentes formas y por razones varias.
En términos generales, perciben en su colegio una naturalización de la
discriminación, de la cual les es muy difícil imaginar una salida. Refieren
que al interior de sus familias hay un trato diferenciado del padre y
la madre hacia los hijos e hijas, que perciben como discriminación.
Asimismo, encuentran que en la comunidad la discriminación hacia los
y las jóvenes está presente en diversas formas y por distintas causas,
llamando la atención una referida al hecho de pertenecer al colegio
San Ramón; es decir, perciben que en la calle son discriminados por ser
adolescentes y pertenecer a su colegio. Esta temática de la discriminación
en los distintos ámbitos será ampliada más adelante.
Bullying
Las y los adolescentes consideran el bullying como uno de los mayores
problemas y conflictos en su ámbito escolar, que adquiere el significado
de una potente manera de discriminar. Se expresa como el acoso
constante, casi sistemático, que ejerce un grupo de personas o una sola
hacia otra. Los y las estudiantes indican que las principales víctimas de
esta forma de violencia son “los que vienen de otras partes… a ellos aquí
lo discriminan”. Es decir, quienes vienen de otros colegios, de otras zonas
del país y no han venido formando parte de ese “nosotros” y buscarían
Marisol Vega Ganoza
31
incluirse en la dinámica de su nuevo colegio son los y las que más sufren
rechazo y ataques.
No obstante, esta situación que viven cercanamente, consideran que
es causada por los otros, los alumnos y las alumnas de los colegios
particulares, en donde esta forma de discriminación puede ser mayor y
peor: “más hacen bullying en los particulares”. Más adelante ampliaremos
este tema.
En resumen, en esta suerte de diagnóstico participativo inicial realizado
por los y las adolescentes desde los diferentes grupos focales, encontramos
que uno de los temas priorizados tiene que ver con los cambios físicos y
psicológicos que tienen que pasar en esta etapa de desarrollo en la que
se encuentran, y lo poco comprendidos que se sienten. Otro aspecto
central es la modalidad del vínculo que tienen con el padre y la madre,
ya sea porque éstos están ausentes en sus vidas o porque su presencia es
violenta a través de la desvalorización y los golpes que reciben. Asimismo,
hay una preocupación por el bullying en su colegio, tema que parece
agrupar a todas las formas de discriminación y violencia que se producen
entre los y las alumnas. Inicialmente, si bien la discriminación racial es un
aspecto que está presente en los estudiantes, no parece formar parte de
sus preocupaciones más relevantes. Cuando les proponemos explorarlo
con mayor profundidad, este tema parece cobrar fuerza.
32
Discriminación, racismo y violencia en la adolescencia de Ayacucho y Lima
Claves para la reflexión
2.3. ¿CÓMo PERCIBEN LA
dISCRIMINACIÓN?
La mayoría de las y los alumnos con quienes conversamos tiene una noción clara y bastante compleja de lo que es la discriminación.20 Ésta no
sólo es conceptual; la manifiestan a partir de las experiencias que viven.
Cuando hablamos del tema, éstas fueron algunas de sus definiciones:
“Es una crítica de alguien que se cree superior a otro por su forma de
vestir, discriminan algún aspecto de la persona”; “juzgar a las personas
por cómo se visten, la forma que hablan, si tienen dinero o no”; “rechazar
a una persona diferente a ti por diferente cultura, dialecto, ideología”.
Identifican la discriminación como un despliegue de acciones y actitudes
de alguien que se cree superior y que pretende imponerse mediante
el rechazo y la desvalorización de los otros a quienes considera que no
son sus iguales. Quien discrimina rechaza, critica y desprecia la forma
diferente de vestir, de hablar, de ser, de pensar del otro.
La manera en que perciben que se expresa la discriminación es a través
de distintas formas de violencia: “les insultan… les hacen bullying”,
“excluirles… menospreciar a las personas”, “hacer bullying”, “un acoso,
exclusión oral”, “abuso, exclusión social”, “abuso físico, abuso psicológico”.
Mencionan formas de violencia explícita, como insultos, acoso, abuso,
menosprecio, rechazo, y otras más sutiles, de apariencia menos nociva,
“no tomarles importancia, hacerles a un lado”, pero de efecto igualmente
dañino y doloroso. Reconocen claramente que estas acciones y actitudes
de rechazo y desprecio producen sufrimiento y efectos dañinos
duraderos en quien las sufre: “baja moralmente a una persona”, “daña
psicológicamente a una persona”, “daña la autoestima”.
Encontramos en esta definición inicial que dan los y las jóvenes el acento
puesto en la discriminación por la manera de vestir, de hablar, el dinero,
20 Para las Naciones Unidas, es discriminación racial “cualquier distinción, exclusión, restricción o preferencia basada en motivos de raza, color, linaje u origen nacional o étnica que
tenga por objeto o por resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio, en
condiciones de igualdad, de los derechos y de las libertades fundamentales”. (Artículo 1 de
la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación)
Marisol Vega Ganoza
33
la manera de pensar, el origen cultural y la ideología. Llama la atención
la omisión sobre aspectos referidos a los rasgos físicos y el color de la
piel. Lo que sí resaltan y de manera reiterada son los efectos dañinos que
produce en quien resulta ser una víctima.
2.4. dISCRIMINACIÓN Y
VIoLENCIA EN EL CoLEgIo
¿Qué formas de discriminación se dan en el colegio? ¿Quiénes discriminan?
Estas son las preguntas a las que vamos a dar respuesta desde las voces
de los y las adolescentes.
2.4.1. ¿Hay discriminación en el colegio?
Las y los alumnos reconocen que hay discriminación en su colegio y
muchos identifican esta situación como una problemática generalizada
que se estaría viviendo todos los días, casi “normal”, cotidiana, como si
ya se hubiese naturalizado.
Perciben que ya los ha invadido tanto que no hay espacio ni tiempo libre
para otra manera de tratarse. Es como si se hubiera consolidado cierto
conformismo – a diferencia de cierta rebeldía en el espacio familiar –
frente a una realidad que se ha hecho crónica, y que parece imponerse
sobre ellos. “Creo que todos lo han pasado”, “todos los días”, “casi siempre”,
“en cada esquina”, “la discriminación es en todo el mundo… y aunque
nosotros queramos ya no discriminar, siempre va a estar allí, siempre,
siempre, siempre”.
Junto con la discriminación, parece haberse instalado en las y los jóvenes
una sensación de fatalismo e impotencia, en donde no encontrarían
recursos para dar una respuesta diferente. Es un pesimismo que nos habla
de sentimientos de frustración sin perspectiva de salida, como si para el
estudiantado ya no pudiera haber cabida para un cambio en esa situación
escolar pues, aunque lo deseen, todo seguirá igual, más allá de su voluntad.
34
Discriminación, racismo y violencia en la adolescencia de Ayacucho y Lima
Claves para la reflexión
2.4.2. ¿Quiénes discriminan?
La mayoría manifiesta que principalmente son las y los compañeros/as
de aula quienes discriminan. Sólo uno de los grupos (el grupo focal mixto
de quinto) expresa que la discriminación viene más de los docentes hacia
las y los alumnos (con discrepancias entre ellos) ya sea por acción o por
omisión: “a un amigo le insultaban porque no era simpático; los profesores
escuchaban y no decían nada, él ya se fue del colegio”.
Cuando especifican quiénes son las y los discriminadores dicen “los que se
creen superiores”, “los que se sienten lo mejor”, indicando que son quienes
se sienten, se piensan y se colocan por encima de los demás, sin dar
mayores detalles.
Para la mayoría es más fácil y común reconocerse como objeto de la
discriminación en algún momento – “creo que a todos les ha pasado” –,
mientras que asumir que han discriminado a otros les genera un poco
de resistencia. Sin embargo, cuando se refieren a los apodos, sí pueden
aceptar de manera generalizada que los han puesto, para así burlarse de
alguna característica personal del otro. Reconocen que de esta manera
hacen sentir mal a las personas.
2.4.3. ¿Cómo han sido discriminados y
discriminadas?
Aun cuando reconocen como un hecho generalizable haber sido víctimas
de la discriminación, cuando se trata de abordar y compartir sus vivencias
en grupo, al inicio no les resulta fácil hablar de ello. Sin embargo, se van
animando a compartir y van expresando las distintas maneras cómo
experimentan y se asienta la discriminación.
Marisol Vega Ganoza
35
¿Cómo han sido discriminados y discriminadas por sus compañeros y
compañeras?
Insultos y “ninguneo” por ser nuevo, venir de otros colegios
A través de los distintos testimonios se refuerza la idea de que el hecho de
venir de otros colegios, de tener experiencias diferentes, de no tener una
historia compartida con el grupo y sentirse inhibidos por ser nuevos los y
las hace presas del maltrato y la discriminación. Una de las adolescentes
manifiesta con dolor su experiencia:
“Recién estoy estudiando desde el año pasado. Cuando ingresé
aquí, estaba un poco tímida y casi no hablaba mucho, me decían
‘mongola’… me sentí otra forma21 … ellos son bulleros, como ya se
conocen, y yo otra forma, como solitaria me sentía.”
Un alumno en la entrevista individual dijo:
“Cuando me trasladé a este colegio no me tomaban mucha
importancia, ellos se conocían y no me hablaban mucho. Al principio
me sentí mal, pero lo fui superando y me hice amistades.”
Y un alumno del grupo focal compartió lo siguiente, admitiendo que al
principio sí se sintió mal:
“Discriminan por venir de otra parte. No hay que hacerles caso...
Desde que llegué aquí, recién este año, por venir de la selva, eso
sigue, pero no le tomo importancia. Hablen lo que hablen… sólo son
palabras. Claro, te dañan psicológicamente si tú le haces caso… esa
persona no tiene conocimiento, no sabe qué es lo que habla.”
Quizás lo más relevante de este testimonio es el reconocimiento de cómo
las palabras pueden dañar afectivamente pero también sugiere otro
aspecto importante y es que la magnitud del efecto va a estar influida por
la importancia y el sentido que adquiere para quien las escucha.
Parece ser que la condición de integrante nuevo/a en el colegio adquiriera
el sentido de inferior, sin importancia, insignificante para quien está ahí
21
Expresión ayacuchana que alude a sentirse mal
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Discriminación, racismo y violencia en la adolescencia de Ayacucho y Lima
Claves para la reflexión
desde antes. En un caso, una de las jóvenes es tratada como “mongola”
atribuyéndole un coeficiente intelectual inferior, en otro caso, lo que
encontraba un joven era una dificultad para tejer vínculos porque no lo
tomaban en cuenta, y en el tercer caso, le dicen cosas que buscan dañarlo
psicológicamente. Es como si no pudiera haber una acogida a la persona
recién llegada, como si molestara, como si de saque no sólo se colocara a
prueba a ésta sino que la nueva parecería interpelar a las antiguas, como
si las amenazara en su posición, y entonces la opción para las antiguas es
rebajar a las nuevas o hacer como si no existieran.
Es importante anotar que durante la entrevista, una de los aspectos que
llama la atención a la entrevistadora es que, cuando las estudiantes hablan
de su dolor por haber sido discriminadas por “nuevas” en el colegio, aun la
hace sufrir como si todavía permaneciera irresuelto ese impacto.
Insultos y burlas por “racismo social”22: tamaño, color de la piel, lugar
de procedencia y pertenencia socio económica
En un grupo focal de hombres de quinto, se pudieron ver las contradicciones
afectivas que genera el tema de la discriminación, la manera cómo
muchas veces, aun cuando la persona no se considere racista, tiene muy
interiorizados algunos estereotipos, prejuicios o actitudes que afloran sin
que esté consciente de ello. Un alumno comentaba:
“Creo yo que uno se defendería si supiera hablar. Yo soy el más morenito
de mi familia, pero eso no me interesa, nunca me he sentido discriminado,
yo tengo la moral alta. Mi hermano mayor, como es blancón, me dice
cosas… pero yo también le respondo, hablando yo me defiendo. Algunas
veces les corrijo [a sus hermanos], sé defenderme, no voy a dejarme
golpear moralmente. Yo no me dejaría humillar acá en el colegio, porque
creo yo, todos… nadie es de clase más alta. Por el dinero de repente
me podrían molestar, porque soy pobre, pero con otras palabras, que
22 En Benavides M., Torero M. y Valdivia N., Más allá de los promedios. Afrodescendientes
en América Latina. Pobreza, Discriminación Social e Identidad: El caso de la población
afrodescendiente en el Perú, GRADE, Banco Mundial, 2006. “…el concepto de “raza
social” propuesto originalmente para la sociedad brasileña por Charles Wagley. Desde esta
perspectiva, la raza social se define a partir de tres criterios: ascendientes, apariencia física
y status sociocultural. Walter Twanama retoma el concepto planteando la hipótesis que ‘la
cuestión racial en el Perú encubre un conglomerado de variables en función de las cuales
las personas se discriminan entre sí’ (Twanama, 1992).”
Marisol Vega Ganoza
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eres cholito, ¡no!, ‘cholito tú’ yo le digo, ‘yo vengo de buena familia, mis
antepasados son casi de sangre azul… mi abuelo era un español.”
A través de este testimonio, podemos encontrar condensados varios
aspectos de la discriminación. De un lado, nos dice que la discriminación
por el color de la piel (ser morenito, no ser blancón) está presente en
el colegio y en sus espacios más cercanos y familiares. También señala
que la discriminación tiende a expresarse a través de la palabra (me dice
cosas, me molesta) y se convierte en un instrumento de agresión moral
que golpea y humilla. Aunque la palabra también puede servir como
defensa (hablando me defiendo).
El aspecto contradictorio aparece cuando reconoce y acepta que puede
ser “morenito” con hermano “blancón” y ser fastidiado por ello y tener que
defenderse. Asimismo, puede ser fastidiado por no tener dinero, ser pobre y
no pertenecer a clases “más altas”, pero lo que no tolera de ninguna manera
es recibir malos tratos por “cholito”, porque “vengo de buena familia, con
antepasados españoles, de sangre casi azul”. Si bien rápidamente podemos
recoger el talante racista de su comentario, también nos deja percibir que
frente al chequeo que hace de lo que lo hace presa fácil de la desvalorización
y discriminación por parte de sus compañeros, él encuentra un terreno de
contrapeso, como un refugio desde el cual siente que puede defenderse
del “no tener”. Es como si sintiera que tener antepasados españoles lo
compensaría, convirtiéndolo en alguien superior, de “sangre azul”, lo que le
permitiría andar con la moral bastante alta a diferencia de todos aquellos
otros a quienes llama “cholitos”, a los pertenecientes a una familia que sería
“no buena”, con antepasados indígenas.
Lo interesante es que en la dinámica del grupo focal, ante lo expresado por
ese alumno, los compañeros que lo escucharon reaccionaron. Uno dijo:
“se está sobreponiendo sobre nosotros, con eso nos quiere decir que nosotros
no tenemos esa sangre”. Otro señaló: “es como que nos está rechazando,
está alardeando”. A través de este registro, podemos encontrar cómo en la
discriminación racial y el rechazo hacia “el cholito”, el propio grupo capta esa
necesidad de alardear y crecerse, de querer ponerse por encima de los demás,
como una defensa para evitar no sólo el maltrato de los demás. Quizás lo
que estaría evitando con mayor fuerza es confrontarse consigo mismo y sus
propios sentimientos de inferioridad y de rechazo hacia si mismo.
38
Discriminación, racismo y violencia en la adolescencia de Ayacucho y Lima
Claves para la reflexión
Y cuando se le preguntó “¿y si no tuvieras ascendencia de raza blanca,
podrías defenderte cuando te discriminan?”, él respondió: “me defendería
solo, no buscaría pleitos… me esmeraría más en los estudios… si me están
haciendo bullying, más me esforzaría, cada vez más escalaría… ascendería
siendo profesional”. La manera de defenderse frente a la discriminación
sería el esfuerzo y el esmero para “escalar”, para ascender a través de
los estudios. A través de este testimonio, podemos recoger la asociación
que se establece entre educación y “blanqueamiento”. A través de la
educación, podría lograr un ascenso social que le permitiría sortear la
desvalorización de la que sería objeto por no ser blanco, pero también por
ser pobre. La manera de defenderse entonces dependería del esfuerzo
individual, de soluciones individuales.
Otra de las formas en que se ejerce la discriminación por lugar de procedencia,
color de piel, vestido, lenguaje o características personales se evidencia en
las competencias entre salones. Dos adolescentes mujeres que estaban en el
grupo focal y que anteriormente habían pertenecido a diferentes secciones
refirieron lo siguiente. Una de ellas dijo: “siempre hemos tenido pleitos con la
sección B, siempre nos hemos dicho de todo, por nuestros defectos, nos hemos
insultado…” Y la otra dijo: “los chicos así se pelean… se discriminan, te dicen
que eres así, que vienes de allá, que se viste así, por su forma de hablar, esa
es una gorda, una flaca, esa es una negra, mira esa gringa… en ese momento
del disturbio empiezan a hablar muchas cosas, pero de ahí la persona que tiene
corazón, que se da cuenta, se siente mal por dentro.”
No obstante, mencionan que no sólo hay malestar en quienes reciben el
rechazo, sino que también ocurre que, luego de pasado el enfrentamiento,
el desborde, el “decirse de todo”, algunos de los que discriminan logran
reconocer su propia violencia contra el otro y se sienten mal.
Sobre la discriminación por tamaño, una alumna contó: “como soy
chiquita, siempre me decían así, y la verdad me sentí muy mal (sus ojos
se humedecen)… ahora pienso que ya no debo hacerles caso, a veces voy
donde mi mamá y le cuento, ella me dice ‘ya no les hagas caso’”. Lo que
podemos observar es que esta recomendación de “no hacer caso” y hacer
como si la discriminación no existiera no parece ayudar a contrarrestar
los efectos de malestar. Y es que no basta proponerse no hacer caso, pasa
por comprender y procesar la experiencia vivida.
Marisol Vega Ganoza
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Otra estudiante precisó la forma racista en que la discriminaban: “por el
color de la piel, me insultaban, que yo no debía de estar en este colegio, me
sentí mal, trataron de bajarme la autoestima… pero lo superé”.
A través de estos testimonios, podemos encontrar cómo algunas de
las personas que se sienten víctimas de la discriminación en el colegio
expresan haber vivido un dolor silencioso que todavía permanece,
mientras que para otras, es un aspecto que van superando.
Gestos y burlas de connotación sexual por ser mujeres
Los alumnos molestan a las mujeres con insinuaciones o agresiones
sexuales. En una de las entrevistas individuales, una alumna dijo que
“algunos eran faltosos, te molestan, como mañosos”. Para defenderse de
estas agresiones, las mujeres del salón hablaron con sus auxiliares para
que los cambien de aula y las auxiliares hablaron con ellos y ya no las
molestan así. Sin embargo refiere una de ellas: “me siento incómoda…no
me gusta estar con esas personas”.
Otra de las alumnas también manifestó la presencia de este tipo de
gestos que las hace sentirse amenazadas:
“Parece que la mayoría de mi salón tuvieran problemas de sexualidad,
porque hacen dibujos en la mesa, y entre ellos se manosean. Me siento mal,
me da miedo estar con ellos… Antes nos tocaban y hablaban tonterías…
una falta de respeto.”
Consideran que aun cuando los profesores les han llamado la atención y
la agresión ya no se dirige expresamente a ellas, todavía constituye una
amenaza para ellas.
Burlas por no saber hablar
Una variante del trato discriminatorio y despectivo se presenta cuando
la o el adolescente se equivoca al hablar públicamente. “Cuando la
profesora hace una pregunta y respondes mal, todos se burlan o critican.
Te sientes mal, ya no da ganas de participar, te vuelves tímida.” Saber
hablar, no equivocarse da superioridad y es todo lo contrario cuando
hay algún error. La burla como un vehículo de la violencia entre las y los
compañeros parece generar inseguridad e inhibiciones duraderas. Sin
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Discriminación, racismo y violencia en la adolescencia de Ayacucho y Lima
Claves para la reflexión
embargo, es interesante observar que la alumna que manifestó haber
vivido la experiencia era una de las que más participó en el grupo, dando
muestras de la posibilidad de afrontar y superar lo vivido.
Burlas por pertenencia a un club deportivo
En el grupo de varones de cuarto, un alumno dijo que lo discriminaban
por ser de la “U”, le decían gallina y se sentía muy mal, lo que le daba
mucha rabia. “Me da ganas de lincharle”, dijo y otro alumno añadió “ganas
de pisarle en el cuello”. En estos casos, aparece como dato resaltante el
nivel de intensidad de la violencia en la respuesta, expresada como deseo
de destrucción, de venganza hasta la muerte, dándonos muestra de la
intensidad de la ofensa recibida.
Concluyendo, podemos apreciar, que para los y las estudiantes son
diversos los factores que son utilizados entre los jóvenes en el colegio
para discriminar. Por un lado, consideran que las características físicas
relacionadas con las condiciones socioeconómicas y culturales son
usadas para excluir y devaluar. Asimismo, tener la condición de alumno/a
nuevo/a los y las hace víctimas de maltrato como si tuvieran que pagar
un derecho a piso, frente a las y los alumnos antiguos que sienten tener
privilegios y “derechos adquiridos” para maltratar y despreciar. En esas
circunstancias, la y el estudiante nuevo deberá resistir los embates para
hacerse de un espacio y “ganarse” el respeto del grupo. Otro modo de
discriminar es el ataque por el lado de lo corporal en base a estereotipos
respecto a la estatura y la contextura deseables para el otro/la otra.
Asimismo, equivocarse al hablar, tener una filiación a un determinado
club, entre otras circunstancias, se convertirán en condiciones sensibles
que serán usadas por quien discrimina para demostrar que es mejor, que
está por encima de la persona a quien discrimina y que es quien fija las
reglas de qué es lo deseable.
Consideramos de suma importancia tomar en cuenta que estas formas
de discriminación cobran mayor sentido para los y las adolescentes por
encontrarse en una etapa en la que están experimentando profundos
cambios fisiológicos, corporales, psicológicos y sociales fundamentales
para la construcción de su identidad. Estos cambios vienen acompañados
de sentimientos de temor, ansiedad y tensión, y la mirada de los otros
y el modo en que se vincula con los otros van a influir en la manera de
pensarse y sentirse, es decir, en la valoración y aceptación de sí mismo.
Marisol Vega Ganoza
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¿Cómo se han sentido discriminados y discriminadas por los y las docentes?
Aun cuando refieren que la discriminación en el colegio se da
principalmente entre estudiantes, cuando se les pregunta directamente
si han percibido que los y las profesoras/es los y las discriminan, aceptan
que lo hacen. Reconocen que hay actitudes distintas: “hay profesores que
te ayudan”, “algunos tratan mal, a veces vienen renegando”.
Sin embargo, mencionan distintas modalidades bien precisas y explícitas
de discriminación por parte de los y las profesores a los y las alumnas que
llaman seriamente nuestra atención.
Incentivo a los buenos alumnos y abandono de quienes no lo son
Manifiestan como un evento común, y que a la vez es uno de los puntos
que más les molesta, la discriminación por el rendimiento. Las y los
alumnos/as sostienen que las y los docentes dan más importancia a
quienes estudian más, mientras que a quienes no obtienen buenos
resultados ya no las y los incentivan: “a los que siempre destacan están
allí, dándole duro, y a los otros que no destacan los tienen en un rincón”; “y
dicen: ese alumno ya para qué, no tiene cura”.
Un alumno dijo que se había sentido discriminado en el deporte. Y su
compañera dijo: “el profesor mismo excluye a los que no sobresalen, no
da la oportunidad de mejorar, en vez que lo aliente le baja la autoestima”.
También manifestó otro: “nos comparan por el estudio o por los materiales
costosos que traen los alumnos”.
Lejos de sentirse equitativamente motivados para el estudio y atendidos
en sus necesidades y demandas por las y los profesores, lo que
encuentran es una falta de acompañamiento para que puedan desarrollar
todo el potencial que tienen. La vivencia de abandono y exclusión que
experimentan no estaría contribuyendo a mejorar su rendimiento escolar,
creándose así un círculo vicioso.
“Los hijos de profesionales no más serán profesionales”
De la misma manera, las y los profesores dan un trato distinto con valoración desigual a quienes tienen padre y madre profesionales, haciendo de
lado a quienes no los tienen.
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Discriminación, racismo y violencia en la adolescencia de Ayacucho y Lima
Claves para la reflexión
Una alumna citó al profesor de comunicación que había dicho: “los que
tienen sus padres profesionales van a salir profesionales”. Otro alumno
hizo referencia al mismo profesor y dijo:
“El de comunicación a mis compañeros que sus papás son ingeniero,
y el otro doctor, a ellos más les incentiva. Me hace sentir como si no
fuera igual que ellos. Mis compañeros mismos se dan cuenta cuando
empieza a halagarlos.”
El mensaje que estarían recibiendo por parte de las y los profesores –
precisamente de las personas encargadas de su educación – sería que
sólo tienen oportunidad para una educación superior quienes son hijos e
hijas de profesionales, restándoles la confianza y el respaldo emocional
a las y los estudiantes cuyo padre y madre han tenido menos educación
formal, como si estuviesen destinados a reproducir la vida del padre y la
madre sin otra salida a futuro.
Trato diferenciado por género
Las y los jóvenes refieren que hay diferencias de trato hacia el alumno o
alumna según el género: “a los varones se le habla de manera más brusca,
a las mujeres más suave”. Un chico dijo: “a nosotros nos castigan por ellas,
nos hacen hacer más ejercicios, canguros…”. Pero también las mujeres
señalan que ellas son más tranquilas, mientras que los hombres son más
inquietos y que eso podría estar influyendo en el trato.
Por otro lado, otra alumna menciona:
“No me gusta el trato del profesor de educación física, todo lo ve… tiene un
pito con el que siempre nos tira en el trasero, y eso no debe de ser, para él
todo es golpe... No me parece que tire en el trasero… y más que nada a las
mujeres tira.”
Por el hecho de ser mujer, el profesor incurriría no sólo en actos de violencia,
sino específicamente en un tipo de tocamiento físico sexual.
También mencionaron algunos casos en los que las profesoras prefieren
a los varones. Sobre una profesora, una alumna dijo: “los varones se
comportaban mal y a nosotras nos trataba mal”. Los profesores varones
a veces también prefieren a los varones: “El profesor de física de este año
Marisol Vega Ganoza
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prefiere más a los varones, porque ellos pueden hacer más deportes que
nosotras”. Y una alumna dijo que “las profesoras mujeres tratan con un
poco más de cariño y los profesores con más carácter”.
Hijo de campesino o de familia de bajos recursos nunca va a aprender
En otro grupo, también contaron el caso de un compañero de bajos recursos
que a veces no se lustraba sus zapatos y el profesor le decía: “ay, pareces
un hijo de campesino, a los hijos de campesino no se les puede enseñar,
con ustedes es por gusto, nunca van a aprender, no entienden”. Es difícil
imaginar que adolescentes varones y mujeres no se vean perjudicados
en sus estudios con profesores altamente dañinos por sus prejuicios, que
constantemente están negándoles las posibilidades de saber, de pensar, de
aprender, y que no se vea afectada la valoración de sí mismos en una etapa
en la que es crucial la aprobación y el reconocimiento de personas que los y
las acompañan en su desarrollo para asumir las tareas propias de su edad.
Violencia física y verbal como señal de autoridad
La manera en que son tratados/as por las y los profesores cuando quieren
imponerles disciplina y autoridad los y las hace sentirse discriminados.
Uno de los grupos comentó sobre un profesor de religión que les grita y
los saca del salón de manera violenta: “sal mierda, te dije que salgas”.
También mencionaron que algunas profesoras les gritan e insultan. “Había
una compañera de clase que siempre se reía y la profesora nos decía palabras
muy fuertes: pareces una…, y no te podías mover en su clase porque te peñisca.
Estaba loca la profesora, por eso es que tenemos fobia a la profesora.”
Como podemos ver, a esa violencia verbal se añade maltrato físico e
incluso tocamientos indebidos, como ocurre con el profesor que, como
ya mencionamos, en la clase de educación física les tira con un pito en
las nalgas a las mujeres haciéndolas sentir muy incómodas. Otra alumna
manifestó que “una profesora tiene su palo”, con la idea de amenazarlas
y/o corregirlas con golpes.
Parece ser que algunas y algunos profesores hacen uso de los insultos
y el golpe, violentando a las y los jóvenes para demostrar su autoridad
y poner orden y control con total falta de respeto. Y mientras que para
algunas y algunos alumnos ese trato es inadmisible y penoso, para otras y
otros está totalmente aceptado y hasta es necesario. Una alumna, frente
a la queja de otra por los golpes, decía lo siguiente:
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Discriminación, racismo y violencia en la adolescencia de Ayacucho y Lima
Claves para la reflexión
“El profesor no acepta niñerías, y él avisa… Hay que decirle al profesor,
hablar con él… pero para mí el profesor no hace discriminación,
sino que tiene que tener carácter… si no, da la mano y se pasan al
codo… Él dice ‘cada uno defiende su nota, si quieres haces con buzo
y tendrás un doce, un once’.”
“¡Necesitamos psicólogos, urgente! ¡Estamos traumadas!” Esto fue lo que
dijeron un poco entre risas al final del encuentro grupal. Esta voz de
alarma que parecería una humorada podría ser también un serio llamado
de atención respecto a lo que ocurre en la escuela en el encuentro entre
docentes y estudiantes.
Si tomamos en cuenta las formas de discriminación por parte de profesores
que señalan las y los estudiantes – incentivo para las y los “buenos” alumnos
y abandono de quienes no los son; mensajes de algunos profesores que
anuncian que sólo los hijos de profesionales serán profesionales, o que los
hijos de campesinos o de familias de bajos recursos nunca van a aprender,
así como el trato diferenciado por género y el uso de la violencia física o
verbal para demostrar autoridad –, tenemos reunidas las principales
columnas para la consolidación de una convivencia muy poco saludable,
generadora de desigualdad y con muy poco respeto a las diferencias étnicas,
de género, socioeconómicas y de nivel educativo. Desde esa perspectiva,
es muy difícil imaginar actitudes empáticas que den lugar a experiencias
de satisfacción en los estudiantes, y ni hablar de un buen acompañamiento
psicosocial para el desarrollo del potencial de la y el alumno en igualdad de
oportunidades en la escuela. Más bien la experiencia del proceso para las y
los jóvenes en su vínculo con estas y estos profesores que discriminan es un
obstáculo para el aprendizaje y no hace más que acentuar las desventajas
y acuñar la desigualdad.
2.4.4. ¿Cómo han discriminado a otras
personas?
Llama la atención la dificultad que sienten las y los jóvenes para reconocer
que han discriminado, y cuando lo hacen, rápidamente explican haberse
sentido mal. Una alumna compartió lo siguiente: “Una vez insulté a una
amiga pero de allí me di cuenta que estaba muy mal porque a ninguna
persona es justo que le ofendan… es mejor ir y decirle a ella sola las cosas
que no te gustan”. Hay una conexión entre la discriminación como ofensa
pública a diferencia de una crítica en privado.
Marisol Vega Ganoza
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Un alumno manifestó que, al discriminar a su amigo diciéndole “burro”,
percibió cómo le había impactado su ofensa y se sintió mal: “te sientes mal
porque dijiste algo fuerte y tu compañero se siente menos, discriminado…
desde ese momento te empieza a odiar, a ver mal y a decir cosas de ti… sería
mejor dejarlo allí”. En esta viñeta podemos recoger no sólo el malestar
por la ofensa emitida sino también el temor y el malestar por la posible
ofensa por recibir.
A través de la reflexión de la dinámica de la discriminación a partir de
asumirse desde el lugar del discriminador y no sólo desde el lado de la
víctima, parece ser posible comprender mejor la complejidad del proceso
afectivo. En la viñeta, se expresa bastante bien cómo en una dinámica
de discriminación circula la ofensa, la culpa con el remordimiento y
el resentimiento y la venganza. El estudiante que percibió su ofensa
al discriminar también percibió que puede ser capaz de despertar
resentimiento y odio junto con sentimientos de venganza en el otro,
dando lugar a un círculo vicioso difícil de parar.
Los populares, los marginales y los chancones
Una clasificación muy elocuente que trasmitió uno de los jóvenes
del quinto año fue la ubicación que otorgan las y los alumnos a sus
compañeros y compañeras según la función que tienen en la dinámica del
salón de clases. La clasificación que propuso fue la siguiente, “en un salón
siempre están los populares, los marginados, los chancones”, y lo explicó
de la siguiente manera:
Los y las populares “…son los que molestan a todos”, “serían los que se sienten
superiores”. En este grupo estarían los y las que se imponen y discriminan,
los y las que colocan al otro y a la otra en un lugar de sumisión. Precisamente
esta actitud del “popular” fue escenificada en uno de los grupos focales
cuando uno de los alumnos con fuerte influencia en los demás empezó a
rechazar la actividad propuesta, con una actitud desganada y amenazando
con irse, y lograba ser seguido por los otros. Y cuando hubo un compañero
que opinó diferente le dijo en tono agresivo: “¿te rebelas?”.
Luego están las y los chancones “los también llamados nerds o inteligentes,
que también por ello pueden ser discriminados”. En este grupo estarían
quienes a veces ocupan una posición de inferioridad y son objeto de burla
de los populares, pero también pueden ser valorados por su inteligencia y
ser reconocidos en una mejor ubicación, aunque no como los populares.
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Discriminación, racismo y violencia en la adolescencia de Ayacucho y Lima
Claves para la reflexión
Y por último están las y los marginados, “… los más maltratados, marginados
por su forma de pensar, de vestir, de hablar…”, “los del campo, los que hablan
diferente, de más baja economía”. En este grupo se ubicaría a quienes
consideran como inferiores. ¿Y quiénes serían? Las y los estudiantes de
procedencia rural, quienes manejan el castellano como segunda lengua
y los y las que viven en condiciones de pobreza, pero también quienes
piensan y visten diferente. A este grupo pertenecerían los discriminados.
Esta clasificación fue aceptada por todo el grupo.Y aun cuando se acusaban,
diciéndose “tú sí molestas”, o “haces bullying”, cuando se les preguntó
dónde se ubicarían, todos optaron por colocarse en el intermedio. Decían
tener “un poquito de todo”, como una manera de disolver las diferencias por
el momento, aunque en la forma en que se vinculaban, se podía percibir
quienes representaban más marcadamente a tal o cual categoría.
Discriminación por el color de la piel
En el grupo mixto de quinto, una alumna compartió: “en mi anterior
colegio había llegado una compañera que era bien morenita, todos le
discriminaban, hasta yo… cuando se paraba a mi atrás, le decía qué hace tu
sombra allá, y de allí me di cuenta que ella se sentía mal… una vez conversé
con ella y me dijo que a ella le dolía que le digan esas cosas, hasta se puso
a llorar y todos allí reflexionamos…”. A través de esta viñeta, además de
identificar que el color de la piel es motivo de burla y rechazo, se estaría
expresando también como suele funcionar quien discrimina.
Es como si hubiese una cercanía física que lo permite, pero a la vez lo
facilitaría mantener al otro u otra diferente a distancia, fuera de su
entorno cercano, en condición de ajeno, resultando más fácil discriminar
a quien no se conoce. Cuando hay acercamiento y diálogo, es más posible
ponerse en el lugar del otro, sentir su dolor y reconocer el daño infligido.
Bullying
Las y los jóvenes refieren que el bullying es una situación que va en
aumento en el colegio y, al actuarse en grupo hacia una persona, no les
resulta fácil sustraerse. Consideran que la presión grupal que opta por la
violencia es tan fuerte que incluso involucra a las y los alumnos/as con
más capacidad de reflexión y empatía: “últimamente el bullying ha crecido
demasiado y ha cobrado vidas”, “sería mejor defender a esas personas…
Marisol Vega Ganoza
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aunque a veces tu quieras apoyar a la persona, como hay un montón de
personas que están atacando, no puedes… es el común, la mayoría gana”.
Es como si se percibieran no sólo impotentes ante la posibilidad de
contrarrestar la fuerza destructiva y masiva de la violencia, sino también
se sienten contagiados por ese numeroso colectivo, aun cuando su razón
les indica actuar en defensa de la víctima.
Por otro lado, también llama la atención la presencia de un silencio
cómplice que registran, que aumenta el potencial de daño: “y todo por
quedarse callado, por no decir lo que está pasando”. Lamentablemente ese
“quedarse callados”, como hemos visto anteriormente, es una conducta
en la que pueden caer no sólo las alumnas y los alumnos, sino también las
y los docentes.
Los apodos
Mencionan que los apodos pueden ser una vía para la discriminación, aunque
tratarse con apodos también es una forma de comunicación que puede expresar camaradería como parte del lenguaje y del trato entre adolescentes.
Unánimemente aceptaron que les habían puesto apodos y reconocieron
que los habían puesto sobre todo en el caso de los varones en los grupos.
En el grupo de mujeres de quinto dijeron: “todas tienen un apodo”.
También en el grupo mixto de quinto señalaron: “hasta los profesores
mismos ponen chapa”, “o nosotros ponemos a los profesores… pero ellos no
saben… si no, nos desaprueban”.
Con risas refieren los tipos de apodos que ponen: “de la farándula como
Susy Díaz”, “de los animales como rata, bóxer, rana”, “de las películas de
terror,” o según el aspecto físico como “barril”, “tanque”, “cachalote”,
“bodoque”, “gordo”, “anoréxico”, “jirafón”.
En una entrevista individual, un adolescente comentó que le decían
“sinkachiqui” (borrachito) de cariño, porque cuando era pequeñito,
no tenía buen equilibrio y se caía. Mencionan que “entre nosotros nos
ponemos, pero así nos entendemos”.
Reconocen que a través de los apodos se reflejan intenciones distintas.
Están los apodos que expresan cariño: “apodos por cariño… no tanto
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Discriminación, racismo y violencia en la adolescencia de Ayacucho y Lima
Claves para la reflexión
apodos, sino palabritas con cariño, no son ofensivos, causan risa, pero no
te hieren”. Y están los apodos que hieren: “decimos algo que no le gusta,
que le duele”.
Desde esta perspectiva, el apodo es una manera de darle un distintivo
a una persona y puede ser una vía para expresar cariño, pero también
para expresar agresión y ofensa. Resulta discriminador cuando hay una
intención de daño o cuando genera dolor, pena u otro tipo de malestar.
2.4.5. Factores que influyen en la
discriminación
Los y las estudiantes identificaron varios factores que influyen en la
discriminación y que exponemos a continuación.
La falta de conocimiento y valoración de la diversidad/del otro o la otra
Un adolescente sugirió que la discriminación se produce porque no se
tiene incorporada la noción de diversidad y entonces no se la valora. Lo
atribuye a una ignorancia, a una falta en el conocimiento que ha tendido a
homogenizarnos sin poder captar la riqueza en los saberes y las prácticas
diferentes, “la ignorancia de la persona, de que cada persona tiene su
costumbre, su ideología y que el Perú es más rico cuando hay diferentes
costumbres”, sugiriendo también que eso nos ha hecho menos ricos.
La organización jerárquica como un legado histórico en la manera de
relacionarnos
Un alumno se explica la presencia de la discriminación de la siguiente
manera: “de lo que hablan de los antepasados, los negros eran los esclavos
y los blancos dominaban”. Se establecería así una continuidad en las
relaciones de dominio y sumisión, organizadas jerárquicamente desde la
colonia hasta el día de hoy. En la actualidad, esta modalidad de vincularse
estaría expresada con la discriminación, en donde quienes se sienten
representantes del poder, o quienes se creen superiores, rechazan,
ofenden, devalúan y excluyen a los y las representantes de las culturas
diferentes o a quienes consideran inferiores.
Una variante de esto la plantean los y las estudiantes cuando refieren
que la discriminación para muchos está asociada a una idea, una creencia
Marisol Vega Ganoza
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y quizás una necesidad: “la creencia errada de superioridad, se sienten
superiores”, “lo hacen por sentirse bien, verse más superiores”, “por creerse
mejor”. En este caso, la superioridad parece hacerse una necesidad
porque si no estás arriba, estás entonces inevitablemente abajo; ese es
el ordenamiento heredado donde no parece haber iguales o semejantes.
La violencia en el hogar es reproducida con terceros en la escuela
La discriminación también es entendida como resultado de un proceso
en donde quien ha sufrido violencia y maltrato tiende a encontrarle una
salida a su rabia y su dolor reproduciéndola en otros espacios, de manera
no siempre consciente: “los que hacen bullying también son maltratados…
reflejan lo que hacen en el hogar”, “por el maltrato que tuvieron, quieren
hacerle a otros”.
De la misma manera, entienden que el maltrato recibido por las y los
profesores puede ser la causa de que discriminen a sus estudiantes: “los
profesores fastidian al alumno tal vez porque a él le trataron así”. Recuerdan
que un profesor que no los trataba bien les contó que cuando era joven su
papá era bien recto y le “tiraba látigo”.
Refieren que la discriminación puede cambiar cuando quien discrimina se
da cuenta de ello: “ahora el discriminado empieza a poner apodos, y dice
que lo hace porque le hicieron… también está cambiando”.
La violencia recibida es devuelta al agresor
Otra manera que tienen de entender el ejercicio de la discriminación es
cuando han sido agredidos/as y entonces, como respuesta defensiva o
reacción inmediata, devuelven la humillación y la ofensa a la persona que
los/las ofendió, guiados por la cólera: “cuando a ti te discriminan, o de ti
hablan mal, tú también te enojas y hablas de esa persona…”, “en mi cólera
yo también he insultado…. pero luego me di cuenta que he hecho mal al
responder a sus insultos, porque así peor…”
Hay un reconocimiento del sentimiento de rabia u odio que se les
despierta cuando se les insulta y que los lleva a actuar sin control. Sin
embargo, luego pueden reflexionar y reconocer que devolver con la
misma violencia y ofensa no les hace sentirse mejor.
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Discriminación, racismo y violencia en la adolescencia de Ayacucho y Lima
Claves para la reflexión
2.4.6. Efectos de la discriminación
Como efectos de la discriminación, los y las jóvenes refieren que las ofensas
y los maltratos recibidos pueden dejar huellas en el cuerpo: “llegan a los
golpes”. Asimismo, pueden quedar huellas de odio en la subjetividad a
través del resentimiento y el rencor: “rencor a la persona… (a quien agrede),
cierto resentimiento, odio que causa daño a las otras personas”.
Expresan que el dolor del impacto de la discriminación en las personas
puede ser tal que: “se vuelven tímidas, o se tapan la cara… o decir: ya no
valgo nada”. “Se pueden volver callados. Un compañero desde primero le
decían perro, y ahora es callado, parece un loquito, hace preguntas que no
se debe hacer.” Estas respuestas nos hablan de timidez, de vergüenza, de
humillación por las ofensas recibidas, del deseo de ocultarse que a veces
lleva hasta el aislamiento, amarrado a un sentimiento de inferioridad o
minusvalía que no las ayuda a enfrentar esa situación.
Po otro lado, refieren que quienes son testigos de la discriminación
tienden a quedarse de observadores – “la mayor parte se quedan callados,
no tanto se inclinan a defender” – o se muestran indiferentes, facilitando
así que ésta tienda a naturalizarse. De allí que surja el temor de que ya
no podrá desaparecer: “la discriminación es en todo el mundo… y aunque
nosotros queramos ya no discriminar, siempre va a estar allí”.
Con el silencio y el ocultamiento de la víctima y el silencio de quienes
observan, es muy difícil imaginar que esta situación de discriminación
pueda cambiar.
Además de los efectos mencionados, en todos los grupos subrayaron
que el sufrimiento y el dolor que produce la discriminación pueden ser
tan intensos e insoportables que para algunos, la salida es el suicidio:
“algunos se matan”. Esta experiencia ha sido cercana para varios y varias
estudiantes, que han conocido directamente algunos casos de su barrio
y del colegio: “un amigo de mi casa, en el colegio le hacían bullying, le
discriminaban porque hablaba quechua y se llegó a matar”. También
mencionaron el caso de una compañera que se tiró del puente que está
al frente del colegio y del caso de una alumna que era discriminada en el
colegio y su mamá la trataba mal, que también se suicidó.
Marisol Vega Ganoza
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Por último, otro efecto importante para el estudiantado es en su aprendizaje. Consideran que hay una relación directa entre la autoestima afectada
y el bajo rendimiento escolar: “cuando te bajan la autoestima, ya no puedes
exponer, te sientes… te da nervios”, “con ese pensamiento están y ya no se
concentran”, “la discriminación baja la moral”, “no podía expresarme, se me
bajaba la voz y te molestaban”, “piensas en qué dirán las personas”, “no da
ganas de estudiar, te sientes triste”, “los profesores, cuando no haces algo, te
humillan, entonces tienen miedo de asistir a clase, y faltan…”
Ponerse nerviosos y nerviosas a la hora de exponer, la inhibición, la inseguridad,
la falta de concentración para los estudios, el desgano, la tristeza, el miedo
y la falta de comprensión por parte de las y los profesores son sentimientos
que acompañan a quienes son discriminados y discriminadas, influyendo de
manera directa en el despliegue de sus capacidades para el estudio.
2.4.7. ¿Cómo enfrentan la discriminación?
A través de sus testimonios, podemos ver también cómo los y las
adolescentes van explorando diferentes maneras de afrontar la
discriminación. La manera de defenderse dependería para la mayoría del
esfuerzo individual, de soluciones individuales.
No hacer caso
La indiferencia, no dar atención o no dar importancia, parece ser el antídoto contra la discriminación: “si haces caso te dañan psicológicamente,
no hay que hacer caso a lo que nos dicen”, “ahora pienso que ya no debo
hacerles caso, a veces voy donde mi mamá y le cuento, ella me dice ‘ya no
les hagas caso’”.
No hacer caso, desvincularse de lo que les dicen pareciera ser sólo un
tema de voluntad, de proponérselo, y con eso está resuelto. Sin embargo, no es tan simple desoír, desestimar y desvincularse del dolor que les
produce. Allí hay una carga afectiva de resentimiento por desligar que requiere de un proceso de elaboración mayor.
Alejarse de las personas que discriminan
Muchos/as adolescentes prefieren alejarse de quienes discriminan o se
sienten superiores para sentirse en un grupo entre iguales, más afín, sin
malos tratos ni humillaciones. Un estudiante mencionó:
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Claves para la reflexión
“No me gusta estar con los compañeros creídos, que se creen más
que tú, y los que fingen ser otros, imitan a otros. Por ejemplo, una
persona que tiene plata y alardea… es como que nos humillan.”
Otro alumno dijo: “no me gusta estar con un gordito, es el más fastidioso,
empieza a insultar a todos aunque a él también le devuelven”. Otro señaló:
“no me gusta estar con los malcriados; discriminan, hablan groserías,
insultan”. Una adolescente, también en esa línea, manifestó que no le
gusta estar “con los que molestan, discriminan; algunos son faltosos, te
molestan, como mañosos”.
A través de esta actitud evitativa, los y las estudiantes prefieren tomar
distancia de quienes pueden ofenderlos, como una manera de poner
fronteras invisibles de protección, ante la falta de control y límites en la
escuela. Sin embargo, puede ser también una manera de ubicarse como
la y el observador/testigo presencial de la discriminación hacia las y los
otros compañeros, que no se mete, como si no fuese asunto suyo.
Poner en palabras la rabia
A veces la magnitud del dolor, el resentimiento y la rabia que sienten
encuentra salida al ponerlo en palabras en lugar de llevarlo a la actuación.
Un estudiante refiere que era tanta la rabia que sintió cuando se burlaron
de él por ser hincha de un equipo de futbol que, en su deseo de venganza,
lo que le salía era aniquilar al otro: “me da ganas de lincharle”, “ganas
de pisarle en el cuello”. Este deseo de destrucción, de venganza hasta
la muerte da cuenta de la magnitud de la rabia acumulada que puede
encontrar alguna descarga al ponerle nombre a sus sentimientos.
Otra manera de enfocarlo lo expresa otro estudiante que da importancia
a la palabra como mecanismo de defensa contra la discriminación.
Fortalecer la capacidad de respuesta, saber hablar sería una herramienta
de defensa contra el ataque.
“Creo yo que uno se defendería si supiera hablar. Yo soy el más morenito de mi familia, pero eso no me interesa, nunca me he sentido discriminado, yo tengo la moral alta. Mi hermano mayor, como es blancón,
me dice cosas… pero yo también le respondo, hablando yo me defiendo, algunas veces les corrijo [a sus hermanos], sé defenderme, no voy
a dejarme golpear moralmente.”
Marisol Vega Ganoza
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El esfuerzo personal para superarse
De un lado, a través de estos testimonios, encontramos que el esfuerzo
personal junto con el tiempo los y las ayuda a sentir que van superando el
dolor y el malestar que les ha producido ser una víctima de la discriminación:
“al principio me sentí mal, pero lo fui superando y me hice amistades”, “por el
color de la piel, me insultaban, que yo no debía de estar en este colegio… me
sentí mal, trataron de bajarme la autoestima… pero lo superé”.
De otro lado, a través de un alumno, encontramos que una manera de
defenderse sería el esfuerzo y el esmero para “escalar”, para ascender y
convertirse en un superior a través de los estudios: “me defendería solo, no
buscaría pleitos… me esmeraría más en los estudios… si me están haciendo
bullying, más me esforzaría, cada vez más escalaría… ascendería siendo
profesional”.
Poner un pare con la ayuda de los demás
Una de las alumnas refirió que algunos compañeros fastidiaban a las chicas
hablando con connotaciones sexuales. Ellas hablaron con sus auxiliares
para que los cambien de aula, y las auxiliares hablaron con ellos y ya no
las molestan así. Otra de las alumnas mencionó que su participación
en un programa de liderazgo la ayudó bastante: “me decían chata... yo
agachaba la cabeza, me quedaba callada… y ahora me ha ayudado mucho
ir a programas… ya no me dejo, les hago un pare…”. En otro momento, dijo:
“El año pasado más me empecé a dar cuenta, no me gustaba cómo
trataban a mis compañeros. A un gordito, le tiraban su mochila al
tacho, le decían chancho, puerco, y ahora que veo eso les hago el
pare, reacciono, les digo si les gustaría que le hagan así… hago que
le pida disculpa.”
Esta adolescente participa en un grupo de jóvenes del SER y también
ha estado en el grupo de líderes del colegio. Reconoce que antes tenía
una actitud resignada y guardaba en silencio lo que vivía. El mismo
hecho de haber sufrido discriminación y haber podido ponerle un pare
la ha fortalecido y la hace más sensible a las vivencias de las y los otros.
Cuando ve que alguien está siendo discriminado ayuda a la víctima y
exige disculpas del agresor.
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Discriminación, racismo y violencia en la adolescencia de Ayacucho y Lima
Claves para la reflexión
2.4.8. ¿A quién recurren cuando sienten la
discriminación?
Es importante señalar que en el espacio educativo, las y los adolescentes
cuentan con profesores de tutoría más no con un servicio psicológico. La
sensación generalizada que tienen es que cuando tienen problemas, las y
los tutores llaman a los familiares y no les dan respuesta ni apoyo.
Sobre las y los profesores, es importante anotar que ninguno/a dijo
espontáneamente que recurriera a ellos y ellas. Cuando se les preguntó,
su primera respuesta fue que no. Algunos dijeron “no entienden”, “son un
cero a la izquierda”. Parece que esporádicamente aparece alguien que les
genera confianza pero no es usual, menos en secundaria. Unos decían
que “a veces”, “en primaria, tenía una profesora que era muy buena, te
daba buena confianza”, “en primero, he recurrido a una profesora”. Otra
señaló: “el año pasado, tenía una tutora que era buena”. Y también: “en
primaria puede ser, pero en secundaria no”. En un caso, una estudiante
comentó a contracorriente de la opinión general, una más mesurada: “es
que hay unos profesores que te entienden y otros no, y tú debes saber en
quién confiar y en quién no”.
Como señalamos líneas arriba, recurren a las auxiliares o profesores
cuando se ha tratado de ponerle freno a palabras o actitudes agresivas de
claro contenido sexual.
Parece ser que cuando tienen dificultades, mayoritariamente recurren
a los amigos, sobre todo las mujeres a las amigas. Una adolescente
dijo: “cuando es problema de la calle, a las amigas; cuando es de la casa,
a la mamá”. Otra dijo que recurría a su enamorado. Varios y varias
mencionaron que a las madres o padres. Sin embargo, algunos dijeron
que hay padres muy duros y muy severos: “algunos entienden, algunos
no… a algunos le cuentas algo, y luego te dicen ‘te saco del colegio’”.
Llama la atención que sólo en el caso de maltrato y violencia sexual,
las estudiantes se sientan con el derecho de exigir a las autoridades del
colegio un cambio en el trato. Esto no ocurre respecto a las otras formas
que identifican como discriminación y malos tratos.
Marisol Vega Ganoza
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Sobre su participación en grupos de pares
Algunos han participado en grupos de jóvenes y se han formado como
líderes o como autoridades escolares, y desearían que tenga mayor continuidad. Son pocas las oportunidades que se les presenta y les gustaría
que la formación sea para todos y todas.
“El año pasado, había de los líderes que hablaban de la drogadicción,
el alcoholismo… los alumnos íbamos a capacitaciones y dábamos
conferencias a los chicos de acá, les informábamos.”
“También hay grupo de fiscales.”
“El año pasado hubo un grupo contra el bullying y contra las drogas
que recibían talleres.”
“Los llevan a las personas que más hablan o destacan… Deben hacer
para todos.”
Sólo una persona de uno de los grupos focales mencionó que en la
actualidad iba a Wawakunamanta donde le ayudan a hacer sus tareas y
realiza algunas actividades culturales, mientras que dos refirieron haber
participado en los trabajos del SER. Una de ellas mencionó que le había
ayudado de manera específica los cursos de oratoria que llevó.
2.5. dISCRIMINACIÓN Y
VIoLENCIA EN LA FAMILIA
Al reflexionar sobre la discriminación en la familia, en diversos grupos, las
y los estudiantes compartieron experiencias y vivencias de discriminación
por parte de su padre y su madre, mencionando que les sucede con frecuencia y toma diversas formas. Solamente un alumno de quinto expresó
que “en mi casa, mis padres nos enseñaron que al conversar siempre tienes
que dar tu aporte, tu granito de arena; nunca nos discriminaron”, negando
así categóricamente la discriminación al interior de su familia.
La discriminación que dicen sentir por parte de su padre y madre toma
diferentes formas, que detallamos a continuación.
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Discriminación, racismo y violencia en la adolescencia de Ayacucho y Lima
Claves para la reflexión
Trato diferenciado por preferencias hacia los hijos e hijas
Una de las formas que adquiere la discriminación es la diferenciación
que hacen los padres y madres entre sus hijos e hijas, por preferencias
personales que pueden tener por alguno/a de ellos/as: “a uno le compra más
cosas”, “te comparan, te dicen ‘tu hermana es así’”. También mencionaron
el tema de los estudios – “cuando entre hermanos uno es buen estudiante,
la madre lo prefiere”–, encontrando el mismo tipo de discriminación que
se da por parte de los profesores en el colegio.
Trato diferenciado por edad
Una adolescente da cuenta de la falta de atención y poca valoración que
siente por parte de su padre y su madre, simplemente por ser la menor:
“como soy la menor, no me escuchan, no me dan importancia… a veces me
siento sola”. Ella dice que ha hablado con su mamá de sus sentimientos,
pero, con pesimismo, cuenta, “sólo me escucha por ese momento, y
luego se olvida”, reforzando una vez más ese sentimiento de “falta de
importancia”. Otra señala: “hay mamás que discriminan a sus hijos por ser
menores, ya no les toman importancia… no toman en cuenta la opinión”.
También mencionan que a veces esta diferenciación se da por ser el hijo
o hija mayor: “cuando los papás no están en la casa, el hermano mayor se
encarga de todo… es como el segundo papá, y casi siempre el peso cae sobre
los mayores”. Sin embargo, son muy pocos quienes se adscriben a esta idea.
Discriminación por género
En el ámbito familiar, particularmente las mujeres señalan que hay una
diferenciación entre hijos e hijas por parte de su padre y su madre, no
sólo porque atribuyen la mayoría de las tareas de la casa a las mujeres
como si fuesen indesligables de su género, sino que además rechazan con
contundencia la posibilidad de que los varones se involucren. Ese trato
diferenciado les genera mucho malestar y cuestionamiento:
“Yo tengo mi hermano mayor, pero a mí es la que me hacen cocinar,
lavar… me mandan mucho a mí no más… ¿Y por qué no a mis hermanos?”
Otra alumna dice:
Marisol Vega Ganoza
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“Yo también tengo mi hermano varón, y por ser varón, ¿no va a hacer
nada? Eso a mí me molesta, y yo en vez que haga con amor las cosas,
hago renegando y todo me sale mal… No solamente yo por ser mujer
voy a hacer todo, pero mi mamá dice que él es varón… tiene que jugar...”
En algunos casos, ese malestar se transforma en dolor. Una estudiante
menciona:
“Cuando mi hermano hace algo en la cocina, se sirve; mi papá le dice
‘para eso está tu hermana’… Me dan ganas de llorar.”
Otra de las adolescentes dice con rabia y llorando que cuando le reclamaba
a su padre, le producía impotencia y dolor su respuesta:
“Él hasta ahora espera que una de sus hijas o mi mamá le sirvan, y
eso me da cólera. Yo le digo ‘¿qué te crees?’ y me dice ‘para eso están
mis hijas, para que me sirvan, para que me laven la ropa’.”
Como podemos ver, no sólo hay un tema de atribución de funciones por
género que les produce malestar. Es la manera como se sienten pensadas
y tratadas en la dinámica familiar lo que les resulta doloroso. La imagen
de padre que parecen tener es la de una persona que no las valora,
que concibe a las hijas como las que sirven/sirvientas, inferiorizadas, a
diferencia de los privilegios que tendrían los hombres por el hecho de ser
varones. Ello estaría marcando tanto la organización de su hogar como su
propia estructuración psíquica.
Perciben que es un tema que se repite y siente que es muy discriminatorio
e injusto que sea así “sólo por ser mujer”: “por ser mujer me tienen que
decir todo… haz tú esto, lava esto, cocina… simplemente por ser mujer”.
“Simplemente por ser mujer”. Esta frase nos muestra la percepción
de injusticia que tienen y, como vemos, va acompañada de una gran
indignación. Podemos decir entonces que las alumnas perciben ser objeto
de una doble discriminación: “por ser mujeres” y “por ser adolescentes”.
Parece ser que los y las jóvenes no logran sentir que hay en casa una
distribución justa y equitativa de las responsabilidades, las cuales
son impartidas de acuerdo al género. Tampoco parece haber una
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Discriminación, racismo y violencia en la adolescencia de Ayacucho y Lima
Claves para la reflexión
distribución equitativa de atención y reconocimiento hacia las y los
menores. Así en la familia se identifican problemas de discriminación
de género y generacional a pesar de los intentos por parte de los y las
adolescentes de cambiar esta manera de vincularse. Ellas se resisten a
aceptar las desigualdades que acompañan el trato en relación con sus
hermanos varones y los menores respecto a sus hermanos mayores, y se
permiten también compartir su rabia y dolor. Estos vínculos vividos como
discriminatorios les impiden sentirse en igualdad de condiciones
Disciplina a golpes
El uso de la violencia física como manera de educar, inicialmente fue
señalado como un tema de “otras familias”; decían que sucedía “en
algunos casos”. No lo reconocieron como parte de su experiencia personal
hasta que, en las entrevistas individuales, apareció.
Una estudiante señaló: “cuando un hijo integra una pandilla, tratan
de corregirlo a golpes”.
Según las y los estudiantes, hay en la manera de educar una transmisión
intergeneracional que les llega a ellos: “los que pegan a sus hermanos
menores en la casa, como los papás son así, sienten que deben hacer igual”.
Muchas veces, para ponerle un alto a los maltratos de los hijos e hijas,
recurren a una violencia mayor: “a mi hermana, cuando algo mi mamá le
reclama, ella le contesta mal, piensa que le tratan menos… y mi papá casi
le agarra a golpes”.
La impulsividad y el desborde de los padres es actuado por los hijos e hijas
hacia las y los hermanos menores, las y los compañeros de clase e incluso
hacia la madre. No parece haber una mirada crítica a los golpes por parte
de los adultos de la familia y más bien parecen reforzarla como respuesta.
En el caso de las y los adolescentes, hay quienes se interrogan por la
manera violenta de educar, pero también hay quienes son de la idea de
que los golpes forman parte de una educación adecuada: “así aprenden a
hacer sus tareas… hay chicos que no hacen caso”.
Los hijos también discriminan a los padres
También encontramos testimonios de un maltrato inverso: los hijos e
hijas que maltratan a su padre y su madre por su procedencia social o
étnica o por su nivel de educación.
Marisol Vega Ganoza
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Refieren que “a veces los padres le preguntan algo a sus hijos y les
responden: a ti qué te interesa”, mostrando como fastidio por la falta
de información del padre. De manera similar, expresan rabia, hacen
reclamos, culpan y desvalorizan al padre y la madre por no haber tenido
“más”: “si tu compañero tiene más, le reclamas a tu papá, le dices ‘¿por qué
no has estudiado?’”.
En otros casos, el trato despectivo y de rechazo se da en lo público. Se
avergüenzan de su padre y su madre, los esconden o disfrazan su lugar de
procedencia, nivel de educación formal, y ocupación ante el temor de ser
desvalorizados/as por sus compañeros/as: “un compañero decía que sus
papás estaban en Lima, y en verdad estaban acá… una vez su papá vino al
colegio y dijo que era su empleado… el señor se sintió muy mal”. También
dijeron: “algunos se sienten más superiores que algunos compañeros, dicen
que sus papás trabajan, son profesionales y en realidad no es así… y a veces
niegan a sus papás”. Esta situación puede ser tan severa que optan por
desconocerlos, o negarlos, negando así una parte de si mismos que los
avergüenza y los hace sentirse menos.
Al negar estos aspectos del padre o la madre, están también negando una
parte de sí mismos/as que no logran aceptar, que desprecian, y rechazan
porque los hace sentirse inferiores. De esa manera, pretenden escindir / no
integrar / proyectar aspectos propios en el otro, a quien tratan con crueldad.
2.6. dISCRIMINACIÓN Y
VIoLENCIA EN LA CoMUNIdAd:
Discriminación a los y las de su colegio por la gente de afuera
Todos y todas coinciden en que, a nivel de comunidad, hay una
percepción negativa de las y los alumnos del colegio y esto les molesta
mucho. Lo sienten injusto porque, por causa de algunos, el colegio y
ellos son mal vistos. Explican que esto ocurre porque han encontrado
a algunos alumnos con el uniforme, tomando en las calles, y/o porque
habían encontrado droga en el colegio. Esto salió en la televisión, de
modo que se ha generado rechazo por parte de la gente de afuera.
Una alumna contó el caso que vivió:
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Discriminación, racismo y violencia en la adolescencia de Ayacucho y Lima
Claves para la reflexión
“Cuando estaba en una combi y unos alumnos del colegio comenzaron
a insultar, hablar groserías… Entonces los pasajeros comenzaron a
decir que los del San Ramón eran pandilleros, que venimos al colegio
a tomar, que no nos enseñan bien, somos unos burros... Me sentí
mal porque no todos del colegio somos así, y como yo estaba con el
uniforme, el señor me miró y comenzó a hablar así, yo me sentí mal
por el colegio, porque discriminó al colegio.”
Refieren que las personas de la calle llaman a su colegio “reformatorio”,
“tira piedras”, “¿colegio emblemático, o problemático?” y, por todo eso, “los
alumnos tienen vergüenza de usar el uniforme”, “ya no quieren desfilar”,
“da vergüenza”, “el colegio ya quedó mal visto, peor que el Mariscal”, “da
roche… no tengo ni la foto”. Al mencionar todas estas cosas, las y los
estudiantes lo decían con mucha intensidad, y hasta molestia.
Por otro lado, están los casos de las y los estudiantes que se sienten
afectados/as no por la imagen que dan hacia afuera, sino por la existencia
misma de esa cultura trasgresora en algunas y algunos compañeros/
as. Un alumno dijo que se sentía “afectado, porque en el colegio que yo
estudio, haya ese tipo de alumnos”.
También aludieron a estudiantes de colegio particular que discriminan
a los de estatales, como a ellos, no sólo por el tema de la presencia de
alumnos en pandillas, sino por razones socioeconómicas: “se creen
superiores a nosotros”, “‘eres pandillero’, nos dicen”, “como el colegio es de
una condición económica superior a nosotros”, “te miran bajo el hombro”, “ni
siquiera se te quieren acercar”, “te dicen ‘chau, chau’, como un desprecio”.
Esta situación que perciben sobre su colegio genera sentimientos de
vergüenza, de querer esconder su filiación.
Sobre las pandillas
Las y los alumnos explican que en su colegio hay algunos y algunas que
pertenecen a pandillas con otros jóvenes de la calle: “más es los varones”,
“hacen quedar mal”.
Los reconocen por algunas particularidades en su apariencia y en su
conducta. Se les asocia al uso de drogas y a la invitación a su consumo,
al uso de adornos particulares que marcan su apariencia personal
como los piercing o perforaciones en el cuerpo. Son percibidos como
Marisol Vega Ganoza
61
amenazadoramente violentos, ostentando objetos punzocortantes que
usarían para robar y hasta matar.
“Hay chicos que acá fuman marihuana y que también están en pandillas,
y les quiere dar a otras personas; hemos escuchado a un joven que había
traído en un papelito y le quería dar a otros compañeros.”
“El año pasado se rumoreaba de una pandilla que tenía algo en la lengua…
ahora no escucho mucho.”
“Buscan pleitos… te dicen vamos al moras.” Es un campo donde pelean,
“un ring de box… allí se sacan la mugre”.
“Los que están en pandillas se juntan en el recreo y muestran su cuchilla o
espejitos rotos.”
“Ellos hacen daño a la gente, roban, llegan a matar.”
Aun cuando consideran que “está mal” la presencia de las pandillas, hay una
mirada comprensiva hacia las personas involucradas en éstas. Opinan que
quienes participan de estos grupos son jóvenes con falta de atención, de afecto
y ayuda familiar que encuentran en la pandilla un reconocimiento personal y
un refugio para sus problemas: “en primer lugar, antes de decir cualquier cosa,
tenemos que decir que ese grupo necesita ayuda”, “tienen problemas familiares”,
“los que le discriminaron antes”, “o viven solos”, “buscan refugio”, “buscan amor”,
“llamar la atención”, “mayormente los adolescentes que se escapan de sus casas,
se refugian en eso, los que viven en las calles”, “necesitan mucha ayuda, apoyo,
los psicólogos”, “deberían recibir consejos de sus padres”.
Llama la atención la percepción que tienen de sus necesidades y la manera
en que consideran se les debe dar respuesta. Antes que una respuesta
punitiva, se refieren a ofrecerles una ayuda afectiva, de acompañamiento
y orientación.
Discriminación por lugar de procedencia
Los y las adolescentes consideran que las personas de su edad que más sufren
en el país y que más problemas tienen en general son las y los provincianos,
ya que soportan la discriminación debido a su lugar de procedencia y a sus
recursos económicos, desde la época de los antepasados.
“Desde nuestros antepasados, siempre a la gente provinciana se le
ha discriminado por ser provinciana, por venir de una región que sea
serrana… o lejana… son discriminados allá en la capital.”
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Discriminación, racismo y violencia en la adolescencia de Ayacucho y Lima
Claves para la reflexión
“Migran a Lima y les tratan mal... les discriminan, los de Lima, no
conocen lo bello que es la Sierra… y cuando alguien va a Lima en
el colegio hay racismo, bullying... ellos no saben que Ayacucho es
hermoso, ven como si fuera puros cerros… los de Lima no entienden…”
Como podemos apreciar, hay una cadena asociativa entre ser
provinciano, ser de la Sierra, ser de lejos, no pertenecer a la capital y ser
discriminado y, de otro lado, ser de la capital, de allá, de las y los que
maltratan y discriminan, pero también las y los que no saben, las y los
que no entienden. Las y los de Lima serían quienes discriminan a las y los
habitantes de otras regiones, que serían discriminados y discriminadas.
Sin embargo, consideran que la discriminación no sólo es en Lima; ocurre
también en su propia región bajo la misma modalidad de trato entre las
personas de Lima y las de provincia. Se discrimina por no pertenecer a la
capital, por ser de lejos, por no hablar el castellano correctamente, por
pensar diferente.
“Hay algunas personas también que vienen de los pueblitos más
alejados. En la capital de Ayacucho los discriminan porque algunos no
pueden pronunciar bien algunas palabras, no dominan el castellano,
o no piensan igual que las demás personas, su ideología es diferente
y por eso los rechazan, los discriminan y los hacen a un lado.”
Asimismo, señalan que las y los de la ciudad en Ayacucho discriminan
a las y los del campo – “los compañeros de la ciudad rechazan a los del
campo, por el racismo, su forma de vestir o su idioma” –, haciendo notar
también que hay varias maneras de discriminar: por el lugar donde vives,
por tu manera de vivir, de pensar, de vestir, de hablar.
Llama particularmente la atención la manera cómo se ubican las y los
jóvenes como provincianos respecto de los otros y otras, que serían de
Lima y de los pueblos alejados de la capital de Ayacucho. Se refieren a
las y los de Lima de manera crítica como “los que no saben” y a quienes
proceden de los “pueblitos alejados” como las y los que “no dominan, no
saben, no pueden”. Para las y los estudiantes, las y los otros no saben,
no tienen, no dominan lo que ellos sí, deseando quizás mostrar de esa
manera que ellos serían superiormente diferentes.
Marisol Vega Ganoza
63
Como podemos observar, la discriminación no va en un solo sentido; va en
muchas direcciones, y ocurre que según quiénes sean los que participan
en la dinámica de una relación, unos pueden pasar de ser discriminados a
discriminar, y viceversa.
Discriminación por diferencias en la posición socioeconómica
También señalan que la pertenencia a un estrato socioeconómico
considerado como bajo es motivo de discriminación por quienes tienen
más recursos económicos. Consideran como un argumento que sostiene
la discriminación a la incapacidad de igualarse en la forma de vivir porque
no tienen lo que las y los otros tienen. Les faltaría igualarse.
“Los de bajos recursos… los que tienen más plata discriminan a los
que no tienen…”, “los discriminan porque no llevan la vida que los
otros llevan…”, “por la falta de economía surgen problemas en las
casas…”
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Discriminación, racismo y violencia en la adolescencia de Ayacucho y Lima
Claves para la reflexión
lima
Marisol Vega Ganoza
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3. LIMA
3.1. PERFIL dE LAS Y LoS
AdoLESCENtES
Se realizaron grupos focales con 48 estudiantes distribuidos en seis
grupos: tres grupos de quinto de secundaria y tres de cuarto. En cada
grado, se realizó un grupo focal de varones, uno de mujeres y uno mixto.
Además se realizaron seis entrevistas a profundidad: tres a mujeres
y tres a hombres. En total, se trabajó con 53 estudiantes (una de las
entrevistadas participó en uno de los grupos focales).
Las y los estudiantes tienen entre 14 y 17 años; casi el 80% tiene entre 15
o 16 años.
El 20% tiene al menos un apellido de origen andino.
El 100% indicó que su idioma es el castellano. Ninguno indicó que habla
quechua y sólo un alumno habla también inglés, alemán y francés.
La mayoría de los y las estudiantes nacieron en Lima, sólo 3 (el 5%)
nacieron en otros departamentos (Huancavelica, Cajamarca y Ayacucho);
uno nació en el Callao y otro en el extranjero (Argentina).
El 100% de los padres y madres habla castellano y sólo en dos de los
casos (3.7%), hablan también quechua. Un alumno apuntó que sus padres
hablan italiano, y otro que su madre es bilingüe (no especificó el idioma).
El 6% de los padres y madres tiene formación primaria (completa o
incompleta), el 48% tiene formación secundaria, el 18% técnica y el 28%
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Discriminación, racismo y violencia en la adolescencia de Ayacucho y Lima
Claves para la reflexión
educación superior. Con primaria y secundaria predominan las madres,
y con educación técnica y superior, los padres, aunque la brecha entre
ambas poblaciones no es demasiado marcada. La brecha más amplia se
da en formación secundaria: 28 son madres y 22 son padres.
El 19% de madres son amas de casa; el 81% realiza o realizó alguna
actividad laboral (una de las madres es jubilada).
Hay una heterogeneidad ocupacional marcada tanto en hombres como en
mujeres. No hay ninguna ocupación notablemente frecuente; encontramos,
entre las madres, enfermeras, cocineras, comerciantes, cosmetólogas,
lavanderas, profesoras, y entre los padres, obreros, abogados, taxistas,
contadores, ingenieros, microempresarios, vendedores, entre otros.
3.2. IdENtIFICANdo LoS
PRoBLEMAS MÁS FRECUENtES
dE LAS Y LoS AdoLESCENtES
Las y los adolescentes de Lima identifican una diversidad de problemas
específicos que los afectan de manera directa y cercana. Parece resultarles
fácil ponerse en contacto con lo que piensan y experimentan desde el inicio.
Los problemas que mencionan son los siguientes.
Problemas de Identidad y autoestima
Las y los estudiantes mencionan como problema los aspectos referidos al
proceso de construcción de su identidad. Refieren que tienen preguntas
sobre sí mismos/as, dudas, e inseguridades, además de dificultades con la
autoestima: “la identificación, te preguntas siempre qué soy, así, y siempre
estás con esa duda, y algunas veces te desvías”, “la autoestima”, “la baja
autoestima en los adolescentes”, “el autoconocimiento”, “la rebeldía de los
mismos hijos que se escapan de las casas, no obedecen a los padres”.
La sexualidad en la adolescencia
Éste es un problema que señalan las mujeres en su mayoría, con excepción
de un varón. Manifiestan que la sexualidad es un tema problemático para
sus vidas como adolescentes porque además del “enamoramiento” está
Marisol Vega Ganoza
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también presente “el sexo a esta edad”, y no saben cómo darle respuesta.
Perciben que hay “una falta de orientación sexual” que necesitan enfrentar.
De otro lado, perciben que hay una competencia tanto en hombres como
en mujeres: “a veces, por falta de personalidad, los chicos entran en ese
juego de quién es el más hombrecito, quién ha tenido relaciones sexuales con
qué chicas”, “eso también pasa entre las mujeres”. Y se lo explican como
una necesidad de aquellos y aquellas que se sienten poco fortalecidos/
as en su autoimagen, por dar una imagen de superioridad frente a sus
compañeros/as, mostrando un mayor número de encuentros sexuales.
Consideran también que en la sexualidad se expresan formas de
vincularse que dependen de ambas partes de la relación y no sólo del
varón: “si la mujer tiene buen carácter, se hace respetar”, “el hombre llega
hasta donde la mujer se lo permite también”, “de las que estamos acá, creo
que a la mayoría no le pasa ese tipo de cosas”.
Sin embargo, mencionan con preocupación que los medios de
comunicación, y en algunos casos los mismos padres, a través de la ropa
o ciertos juegos que ofrecen a los niños y niñas que no corresponden a su
edad, contribuyen a incrementar prematuramente su erotismo.
“Hay tantos estereotipos, que desde chiquitas ya las están vistiendo como si
fueran grandecitas; no está bien porque deberían dejarlos vivir su infancia.”
“Los medios de comunicación también influyen. Hay algunos programas
que van a un horario que es apto para toda la familia y no deben estar ahí…
Tienen unos mensajes subliminales que... por ejemplo, vi en las noticias, en
“Esto es Guerra”, un juego de las fresas y que la chica tenía que comerlo. Y
pueden ver ese programa e imitarlo en el salón, y así se va transmitiendo de
niño a niño. ¿Qué vamos a esperar en un futuro?”
A través de una alumna, se mencionó la preocupación por “las violaciones”,
tema que apenas es tratado. Es llamativo notar que el tema sexual fue
abordado casi en su totalidad en los grupos focales de mujeres, no así en
los grupos mixtos, ni en los de varones.
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Discriminación, racismo y violencia en la adolescencia de Ayacucho y Lima
Claves para la reflexión
El embarazo adolescente
Es un tema ligado a la sexualidad que les preocupa de manera particular.
Es mencionado casi exclusivamente por las mujeres y es tratado en mayor
profundidad en los grupos con participación sólo de mujeres.
La manera cómo se aproximan al problema del embarazo adolescente
parece centrarse en la importancia de la prevención. Consideran que las y
los adolescentes requieren de una preparación basada en la información
que les ofrezca el padre y/o la madre, para formarse mejor.
“Hay chicas que a los 15 años tienen sus hijos.”
“Un tema que se está tocando bastante es el embarazo adolescente. A esa
edad las chicas se embarazan por falta de información, con la familia o con
los padres, o a veces no están enterados muy bien del tema...”
“Pero eso también se debe educar, o sea es como una educación de casa que
debe ir saliendo, cómo prevenir la situación de embarazo.”
“Yo tengo amigas que, por no saber escuchar lo que sus padres les decían...
claro que el bebé no es algo malo, pero en este momento no, en su debido
momento, tienes que tener responsabilidad para hacer eso.”
Parecería que demandan mayor atención y cuidado de los padres, que
no informan ni educan, y también de las adolescentes, que no han
desarrollado la capacidad de escuchar a sus padres.
Es interesante notar que, siendo un problema planteado en su mayoría
por las mujeres posiblemente porque las involucra totalmente, en la
manera como es tratado por las mujeres, parecería como si no fuera
pensado por ellas como un tema de los varones.
Ausencia de los padres
Los y las estudiantes refieren como un problema serio y doloroso para
ellos y ellas la ruptura de la relación de sus padres: “cuando se separan los
padres y los hijos se sienten mal”.
De otro lado, consideran también un problema la ausencia del padre y
la madre en casa, ya que al concentrarse en el trabajo, no les prestan
atención y sienten su falta de apoyo y cercanía.
Marisol Vega Ganoza
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“Porque los padres trabajan y no son cercanos, no les preguntan cómo
les ha ido en el colegio, o en qué problema lo pueden ayudar. No sé,
enfocan más en el factor económico, que tienen que trabajar, y el stress.”
Con la falta del padre y de la madre, encuentran una falta de formación
que no les ha permitido desarrollar criterios suficientemente orientadores
para enfrentar las dificultades que se les presenta.
“Que no se informan bien acerca de temas, que se dejen llevar por
cualquier cosa que le digan, quizás no tienen buena formación en su
casa y sus padres no les orientan para que no se dejen llevar por ese
mal camino.”
“La formación en casa. Eso engloba todo porque en casa empiezan
todas las cosas.”
Una variante de la ausencia de padre y madre está expresada en la
dificultad que tienen para comunicarse con ambos. Los y las estudiantes
no se sienten escuchados/as ni comprendidos/as en sus particularidades
y perciben que los padres les restan importancia por ser adolescentes:
“la falta de comunicación entre otras personas mayores, porque no quieren
escuchar”, “que a veces no nos entendemos con los padres”, “la falta de
comprensión de nuestros padres, porque nuestros padres piensan que, o sea,
como nosotros somos adolescentes, ellos piensan que no sabemos nada”.
Trato desigual del padre y la madre según género
Otro problema que subrayan las alumnas es la manera como se sienten
tratadas por ser mujeres a diferencia de los varones. Hay una queja
sentida por la desigualdad en la distribución de las responsabilidades y
tareas de la casa. Mientras que ellas están realizando alguna actividad,
los varones descansan. De otro lado, perciben que los hombres tienen
mayores oportunidades.
“A veces en mi casa a mi hermano le dan más libertad que a mí, y
mi papá dice que es porque yo soy mujer, pero no deberían tener...”
“Hay algunos que siguen teniendo su pensamiento machista, y
favorecen más a los hermanos. Les dejan las tareas a las mujeres y
los hombres no...”
“Los hombres están ahí tirados en la cama.”
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Discriminación, racismo y violencia en la adolescencia de Ayacucho y Lima
Claves para la reflexión
“Hay un estudio también que, si hay hermanos mujeres y hombres, más se
dedican a los hombres, qué van a estudiar, qué profesión van a seguir, y a
las mujeres las dejan de lado. Más que todo dicen que las mujeres sólo deben
cocinar en la casa...”
“Todavía vivimos en una sociedad machista, de que creen que por ser hombres tienen más valor, o mayor fuerza o mayor conocimiento. Pero no es
así, porque ahorita, en la actualidad, vemos mujeres que se enfrentan, que
tienen más cargos que hombres, que no sólo son los hombres que pueden
llegar a ser presidentes. Pero en el Perú hasta ahora no ha llegado una mujer
a presidente. ¿Pero por qué? Porque todavía hay una sociedad machista.”
Llama la atención que la aproximación a este tema sea desde su
experiencia más cercana y también desde una mirada social crítica. Se
refieren a los hogares machistas pero también a una sociedad machista
que perciben que estaría cambiando, aunque no en Perú. Este tema será
ampliado posteriormente.
Discriminación de diversas formas
Las y los estudiantes identifican como un problema la discriminación de
diferentes tipos. Mencionan la presencia de la discriminación racial, hacia
las mujeres, por “el dinero”, por el color, por religión, por clases sociales
y por lugar de procedencia: “algunas personas discriminan a personas que
son descendientes de la sierra”.
Las estudiantes insisten en la discriminación basada en el aspecto físico:
“hasta por la estatura”, “por la apariencia que tenga, mayormente”, “por
su cuerpo”, “también hay algunos chicos que son simpáticos, y dicen que
algunas chicas son feas, no se juntan mucho con ellas… pero no hay chicas
feas”, “hay una chica a la que le dicen que tiene ’piernas de Boris’ (por
piernas de hombre)”.
Llama la atención que la manera de vestir sea un punto de partida para
discriminar, referido tanto por los varones como por las mujeres.
“Por forma de vestir también. No saber combinar su ropa, como
diciendo se pone un buzo, una chompa y una camisa. Eso es ya un
wachiturro, o una lacra.”
Marisol Vega Ganoza
71
“Mi hermano me contaba que en su colegio algunos chicos hablaban
de las chicas, mira, mira lo que tiene puesto.”
En otros casos, consideran que hay discriminación por la manera cómo
viven su sexualidad – “algunas adolescentes que son madres a temprana
edad”, “o las chicas que paran con diferentes chicos” – o por su orientación
sexual. Este último tema es discutido en uno de los grupos mixtos,
dejándonos saber cómo piensan acerca de la homosexualidad.
“Tú verías a un homosexual con otro, con su pareja, juntos, tú lo verías
mal, y no te gustaría que tu hijo, o un chico menor de edad vea eso.”
“Yo no estoy de acuerdo con eso.”
“Yo creo que sí, porque, como dice él, eso también es formación, otros
familiares van a ver eso y van a formar la idea de que eso es correcto,
y pucha, pueden decir ’yo también voy a estar con un hombre o con
una mujer’, y eso se ve mal.”
También consideran que hay discriminación por ciertas características
personales “o algunas veces, cuando las chicas son demasiado tranquilas”.
Este tema será desarrollado más adelante con amplitud.
La economía familiar
Las dificultades económicas son consideradas como un problema
asociado a un esfuerzo desmedido de los padres y madres para dar
respuesta a las demandas de los hijos e hijas.
“En mi hogar es la economía, porque hoy en día, como yo estoy pasando a último año, lo que uno más desea es irse de promoción con
sus compañeros, y mi mamá está que trabaja doble turno para que
pueda pagar el gasto; mi papá también…después todo está bien. Me
llevo bien con mis papás, mis hermanos, mi hermana.”
De otro lado, los problemas económicos son un desencadenante de
otros, como la violencia en la familia: “la economía en la familia, porque
a veces un día discuten porque no alcanza el dinero para comer, para salir a
alguna parte; yo creo que ese es un factor un poco importante”. Esta alumna
adolescente percibe que detrás de la pelea entre su padre y su madre
están las carencias económicas.
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Discriminación, racismo y violencia en la adolescencia de Ayacucho y Lima
Claves para la reflexión
Bullying
El bullying es también un problema al que hacen referencia en todos los
grupos y lo conectan con la discriminación racial: “creo que el bullying
tiene que ver más con la discriminación, tenemos compañeras que son de
distintos lugares, de provincia o por su forma de hablar”, “la discriminación...
no aceptan a personas que vienen de diferentes lugares”, “por el color”, “o
por el apellido también”.
Una explicación rápida de su presencia la encuentran en la influencia del
entorno: “eso tiene que ver con la influencia de los medios de comunicación
y las demás personas también que están en nuestro entorno influencian en
nuestro comportamiento”.
Mencionan que se ejerce a través de la agresión verbal, “los insultos”.
Regresaremos al tema cuando hablemos de discriminación en la escuela.
El pandillaje, las malas juntas
La mayoría menciona que las pandillas es un problema presente, que ha
estado activo en el colegio pero que ahora tiene mayor control. Parecen
percibir que el pandillaje o las malas juntas rondan su vida cotidiana en
la calle o entre los amigos y es un asunto de decisión individual lo que los
librará o no de pertenecer al grupo.
“Yo creo también que es la decisión de cada uno. Te puedes encontrar
en las calles a amigos que te lleven a algo malo, el pandillaje, y si tú
no le pones un alto, puedes ir con ellos.”
“En algunos colegios, como el nuestro, se puede ver que hay alumnos
que llevan por mal camino a otras personas que son buenas. (...)
Pandillas, delincuencia, en ese sentido.”
A veces también esa presión grupal es determinante para el uso de drogas
y el alcohol: “creo que también es la presión de grupo, que a veces pueden
hacer cosas que no queremos si nos presionan para decir A, B, las drogas, el
alcohol.”
No obstante, algunos/as estudiantes consideran que hay otros aspectos
afectivos que influyen más allá de la voluntad para involucrarse con el
Marisol Vega Ganoza
73
pandillaje, como la necesidad de encontrar reconocimiento entre sus
pares y la falta de valoración que sienten: “muchas personas deciden mal,
se dejan llevar por otro grupo... algunos por falta de autoestima también
lo hacen eso”, “creo que lo hacen por el hecho de ser aceptados en algunos
grupos, algunos compañeros”.
Este tema será ahondado cuando hablemos de discriminación en la
comunidad.
La educación que reciben
Una alumna mencionó como un tema de preocupación un aspecto
específico de la educación que reciben en el colegio: “la educación, la
comprensión lectora, porque la mayoría de las personas no entienden lo que
leen, mayormente”.
El futuro
Algunos pocos ponen como foco de preocupación su futuro y las
dificultades que tienen para tomar decisiones que los comprometen:
“a veces nos confundimos y no sabemos qué estudiar, qué carrera seguir
cuando terminemos el colegio”, “en qué desearíamos trabajar, el futuro, la
familia”.
74
Discriminación, racismo y violencia en la adolescencia de Ayacucho y Lima
Claves para la reflexión
3.3. ¿CÓMo PERCIBEN LA
dISCRIMINACIÓN?
La mayoría de las y los estudiantes perciben la discriminación como un
conjunto de acciones que tienen en común la desvalorización y el rechazo
de una persona hacia otra. La o el que discrimina no tolera, no acepta,
rechaza, ofende, excluye, humilla y no trata por igual a las otras personas
porque se cree superior.
“Excluir a personas por la religión que escojan, por el color que tengan
o no sé, por su opción sexual o lo que sea.”
“No toleras a una persona por sus rasgos físicos o por su forma de ser.”
“Y por su condición económica.”
“Ofender a otra persona por su trabajo y por su etnia… por su trabajo
y su dinero.”
“No aceptar a los otros como son o humillarlos.”
“No tratarlos por igual, tratarlos menos que a otro.”
“Creerse superior a otras personas.”
Los y las adolescentes encuentran que en la discriminación se hace uso
de las diferencias en aspectos tales como la religión, el color de la piel,
los rasgos físicos, el grupo étnico, la opción sexual, la forma de ser, la
condición económica y hasta el tipo de trabajo que se realiza.
Consideran que la persona que discrimina es alguien que tiende a
compararse con la o el otro para inferiorizarlo y así llegar a sentirse
superior, ”por comparación, sentirse superior a uno”. Al discriminar, realiza
una evaluación o escaneado rápido – acción a la que aluden Bruce y
Portocarrero – y se coloca en la posición de superioridad.
¿Y cómo así se coloca como superior? Los y las estudiantes aportan con
su mirada lo siguiente: “Aleja a una persona de un grupo porque no tiene
algo.” La o el que discrimina, entonces, da un valor superior a lo que
tiene, que el otro no tiene. De esa manera auto referencial, convierte la
diferencia en algo que le falta al otro. Desde esa perspectiva, cualquiera
Marisol Vega Ganoza
75
puede ser objeto de discriminación. Sólo quedaría libre de esa posibilidad
el idéntico, el que no tiene algo diferente.
Esta manera de entender la discriminación sería individualizada23 y de
múltiples posibilidades y combinaciones. Desde esa mirada, sería aplicable
a todo aquel que es diferente y sólo podrían ser cercanas y no alejadas, es
decir formar parte del mismo grupo, las personas que “tienen” igual.
Finalmente, refieren que la discriminación está presente en los distintos
ámbitos de su vida: en el colegio así como “en la TV...”, “en el barrio, en la
calle...”, “en el fútbol, cuando el Cuto le dijo a Fano ‘serrano pezuñiento’”.
Hay que señalar que espontáneamente no parecen pensar en la familia
como espacio de discriminación.
3.4. dISCRIMINACIÓN Y
VIoLENCIA EN EL CoLEgIo
3.4.1. ¿Hay discriminación en el colegio?
Cuando se les pregunta de manera específica si hay discriminación en
el colegio, algunos dicen, “no se da” o “en algunos casos”, y la mayoría
responde: “Sí hay”. Otro dice que “en el colegio somos muchos y se da de
varios tipos”.
Varios estudiantes señalan que entre jóvenes es “normal” bromearse a
partir de ciertas diferencias basadas en el color o en estilos personales, “sí,
pero así de broma, como a X (afrodescendiente) que le dicen negro… todo es
broma”, como si fuese una manera natural de tratarse en la vida cotidiana.
En el mismo sentido, de todo es en broma, hay quienes consideran que
entre los y las estudiantes, aun cuando la broma gire en torno a aspectos
raciales, si no hay una intención consciente de excluir, no es discriminación.
“Para hacer algo fuerte, así como que separarte de todo el grupo en
cosa seria, no lo creo. De repente en son de broma sí puede haber
23
Noción de discriminación individualizada de Gonzalo Portocarrero.
76
Discriminación, racismo y violencia en la adolescencia de Ayacucho y Lima
Claves para la reflexión
otros momentos en que ‘tú no juegas porque tú eres tal’, así. Eso es
algo normal entre todos los jóvenes… (¿Y qué tipo de bromas por
ejemplo?)… Por ejemplo, así que sea morenito. Yo, por ejemplo, en
son de broma, hice con un amigo que, o sea lo molestan de cholito
así, que o sea como que su estilo de jugar es diferente. Va y de frente
no va a la pelota, sino comienza a meter faltas y todo. Y yo le dije ‘oe,
si vas a jugar así juega bonito’, y nada, sólo en son de broma. De ahí,
en otras cosas así, no, para nada, yo creo que todos somos iguales.”
A través de ese comentario, podemos apreciar cómo el hecho de ser
“morenito o cholito” es motivo para bromear y jugar a la exclusión: “tú no
juegas porque eres tal… morenito”. Pero como todo parece quedar en el
decir, entonces no lo consideran discriminación. Y sin embargo, podemos
percibir que aun cuando sea tan normal y cotidiano, hay una manera
velada de diferenciar y separar a unos/as de otros/as por el color de la piel.
Para darnos a entender esta idea del maltrato en broma como algo
diferente a la discriminación, refieren que hay comentarios molestos e
insultos que, siendo en broma, no dañan. Para ser discriminación y que
dejara de considerarse como broma, algunos estudiantes consideran
que habría que identificar su impacto: “es por insultos, pero no a la
broma, sino que duelen y te bajan la moral”. De esa manera, dejaría de ser
broma si quien recibe los insultos se siente dolido y ofendido. Desde esa
perspectiva, subyace la idea de que la discriminación no dependería de
quien realiza la acción sino de quien la recibe. Y dando una vuelta más a
esta idea, si a quien es objeto de bromas se le baja la moral, allá ella o él;
si le duele, es porque es débil y tiene problemas.
De otro lado, parecen considerar que en la discriminación, y el racismo en
particular, hay grados y es aceptado por todos un nivel calificado como
“normal”.
“Pienso que hay como niveles de racismo porque un nivel normal que
siempre ocurre en todos los colegios es como decir de un compañero
de color negro o, no sé, pero otra cosa es ya discriminarlo o botarlo”.
Hacer una distinción sobre el color de la piel pareciera ser entendido
como un comentario neutro sin valoración, y sin embargo reconocen
que, aunque “normal”, es una forma no tan velada de molestar a quien
Marisol Vega Ganoza
77
es diferente y, precisamente por ello, lo asocian, aunque vagamente, a
cierto modo de discriminar.
Un estudiante se detuvo a comentar sobre estas formas más o menos
veladas de excluir: “bueno, por ejemplo, acá hay personas medio hipócritas,
no sé si podría decirlo... una persona está comiendo y un amigo le dice ‘¿me
puedo sentar a comer?’, y dice ‘no, está lleno, está lleno’, y se va el pobre”.
En este caso, habiendo un espacio libre, alguien cierra a otro la posibilidad
de utilizarlo, abusando del hecho de haber tomado primero posesión de
un espacio contiguo.
Lo que podemos encontrar es una aceptación de la presencia en el
colegio de relaciones de discriminación, que en muchos casos aparecen
de manera abierta, bajo la forma de insultos que hieren y ofenden, y de
otra manera que consideran más o menos velada, que va desde un apodo,
pasando por excluir a alguien de un juego hasta el impedimento del uso
de una mesa. Éstos serían los distintos grados de discriminación que
existirían en el colegio.
Llama nuestra atención, de un lado, que para algunas y algunos alumnos
sean aceptables esos “ciertos grados” de discriminación en su colegio,
y de otro lado, que consideren que la discriminación no dependería de
quién realiza la acción sino de quien la recibe y hace evidente el daño.
En esa lógica, si los y las estudiantes objeto de discriminación tienden a
guardar silencio y no manifiestan su dolor a pesar del acto de humillación,
entonces la discriminación parecería no existir.
3.4.2. ¿Quiénes discriminan?
Hay una percepción generalizada de que quién discrimina es alguien que
tiene la creencia de ser superior a los demás: “hay algunas personas que
se creen superiores a otras”, “eso sí siempre va a haber porque hay personas
que se creen superiores a nosotros y eso está mal”.
La mayoría manifiesta que la discriminación en su colegio está más
presente en los hombres que en las mujeres a través de bromas e insultos.
Esto es expresado tanto por los hombres como por las mujeres.
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Discriminación, racismo y violencia en la adolescencia de Ayacucho y Lima
Claves para la reflexión
“Mayormente son los hombres los que hacen eso, porque tratan de
ser hombres.”
“Entre hombres, con el debido respeto que se merece cada uno, ¿no?
O sea, si es algo en son de broma, sólo puede ser entre hombres,
porque se sabe que hacer eso con una mujer ya es una falta de
respeto. Eso no hacemos, a nadie se le escapa.”
“Ellos se molestan entre ellos, no nos molestan a nosotras; ellos se
juntan todos entre ellos nada más, y nosotras igual, hablamos, nos
reímos y coordinamos para salir entre nosotras. (¿Por qué?) No lo sé,
porque hablan malas palabras ahí, y siempre hay uno que dice ‘oye,
cálmate ya, acá hay mujeres’. Siempre hay uno, sí.”
Daría la impresión que la manera de vincularse entre los hombres es de un
nivel alto de maltrato naturalizado que parece demandarles un nivel de
tolerancia hacia esta violencia también alta. Esta manera de relacionarse
sería diferente con las mujeres y entre las mujeres. Mencionan que, en el
colegio, los hombres se regulan entre sí en presencia de las mujeres.
A la mayoría de las mujeres, cuando hablan de la discriminación, les es
difícil colocarse como discriminadoras y, por el contrario, tienden a verse
como víctimas de la discriminación. Cuando señalan el modo de sentirse
discriminadas, llama la atención que, a diferencia de los hombres, no son
insultos lo que reciben, sino acciones o gestos que las agreden.
“Hay unos chicos o varones, que la chica está tranquila y le comienza
a molestar sin que la chica le haga nada a él. Es patético que haga
eso, porque no le está respetando a una dama.”
“Los hombres son machistas, (mencionan al menos a dos) te quitan
la comida, ‘¿me vas a dar tu pan o te lo quito, cómo quieres a las
buenas o a las malas.?’”
Son algunas pocas mujeres quienes reconocen que hay también
discriminación entre mujeres y que han discriminado.
“Yo que he estudiado en colegio de puras mujeres, también se da.
Había una chica que había venido de Madre de Dios. Por la forma
como hablaba, todos sonreían. Me decían ‘no te juntes con Ana’.
Marisol Vega Ganoza
79
Tengo que admitir que yo también estuve en una parte, pero después
mi mamá me habló y me corrigió, y yo me corregí y ya pues, yo
comentaba eso a los demás, todo lo que le decía a mi mamá, y hubo
una queja, fuimos a la dirección a contar ese caso y sacaron a dos de
las chicas que la seguían insultando hasta ese momento.”
No obstante, señalan que luego cambiaron de actitud.
En una reflexión más general sobre las personas que discriminan, en todos
los grupos hay voces que expresan una mirada comprensiva. Consideran
que tras la apariencia de superioridad en la persona que discrimina,
se oculta mucho dolor y sufrimiento por ofensas, incomprensión e
indiferencia recibidas. En las personas que discriminan, habría un
resentimiento profundo y una rabia acumulada que no saben cómo darle
salida y la encuentran desquitándose con otras y otros.
“Pero yo creo que esas personas que ofenden a los demás han sido
ofendidos. Lo que tratan es buscar desquitarse con otras personas.”
“Creo que se desquitan con las demás personas porque quieren sentirse
superiores, tal vez por los problemas que frecuentan en sus casas.”
“Porque los padres algunas veces no te hacen caso, y tú quieres
decir lo que sientes pero eres incomprendido. Entonces en el colegio,
quieren dar a notar algo, insultan, quieren expresar sus sentimientos
pero no saben cómo, o sea que molestan, discriminan.”
“A veces también en su casa los tratan mal y no se pueden soltar,
y vienen al colegio a hacer bullying, todo eso, porque en su casa
también hay problemas.”
“No saben cómo defenderse.”
Estas reflexiones de los y las adolescentes tienen un argumento muy
similar al que sustentan cuando se refieren a quienes forman parte
de las pandillas. Al parecer, la persona que discrimina y la persona que
participa de una pandilla tendrían en común la posibilidad de expresar así
la rabia y el malestar que sienten por haber sido víctimas de otros, ya que
parecen no encontrarlo por otra vía. Un estudiante lo pone de esta forma:
discriminan “porque se sienten invisibles ante la sociedad”.
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Discriminación, racismo y violencia en la adolescencia de Ayacucho y Lima
Claves para la reflexión
Un aspecto que parecen remarcar los y las estudiantes es que quien
discrimina no es sólo un agresor. Perciben que la dinámica interna es
más compleja. El o la que discrimina también es una víctima, que habría
sido tratada en la misma medida en que trata a otros. Son personas que
reproducen el maltrato y la discriminación recibida porque no conocen
otra manera de defenderse. Además, encuentran que de esa forma se
dan la oportunidad de ser reconocidos y ser protagonistas en su vida, ya
que sienten que en el colegio, en la familia y en la sociedad, se lo niegan.
A través del diálogo que registramos a continuación podemos apreciar
cómo en uno de los grupos de mujeres expresan algunas ideas sobre las
“responsabilidades” en una dinámica de discriminación:
M: Pero el problema no es de la misma persona que tiene defectos; el
problema son de las personas que molestan.
M: No, yo creo que el problema es de cada uno, tú no debes dejar que
eso te afecte.
M: Todo explota en un momento, porque no vas a pensar que siempre
te va a resbalar, en algún momento, ya te hartas.
M: Hay mejores maneras de solucionar eso, porque hay otros que se
suicidan, como si eso fuera la solución.
M: Por eso te digo, cuando una persona no tiene autoestima, es capaz de hacer cualquier cosa.
M: Simplemente las personas que son sumisas, que no tienen personalidad, vienen de familias que sus padres no les brindan apoyo, o no
han estado mucho con ellos, y esas personas se sienten débiles al no
estar protegidas por alguien, y les afecta que otras personas las vean
por su físico y las discriminen. Y no todas las personas somos iguales,
no tenemos el mismo carácter, no sabemos superar lo que nos dicen.
Hay algunos que les afectan mucho. También nosotras tenemos culpa, las que estamos viendo, porque no apoyamos a la persona que le
agreden, no somos capaces de parar ahí mismo para que no sigan.”
En este diálogo, parece que subyace una lógica de culpabilidad en donde
las estudiantes parecerían estar buscando a quién culpar cuando ocurre
una situación de discriminación. Por un lado, señalan que el problema está
Marisol Vega Ganoza
81
en la persona que agrede y no en la que “tiene defectos”, pero también
hay quien opina que el problema está en la persona víctima que tiene
“defectos”, como ser sumisa, tener baja autoestima, ser débil y no tener
personalidad, y entonces hace caso cuando debía dejar que le resbale.
Por último, consideran que también son culpables de la discriminación
quienes son observadores pasivos y no asumen un rol más activo para
defender y apoyar a la persona que resulta agredida; desde esa posición
estarían permitiendo que la discriminación continúe.
A través de esta comprensión más dinámica de la discriminación,
podemos encontrar una visión de la víctima, que rescata la posibilidad
de que sea más que una víctima, ya que también puede ser protagonista
de sus cambios. Sin embargo, también está la idea de la víctima que está
en esa condición porque es débil, le falta carácter y deja que le afecten
el maltrato y las ofensas, como si para dejar de ser discriminada, sólo
bastaría ponerle decisión y voluntad.
3.4.3. ¿Cómo han sido discriminados y
discriminadas?
¿Cómo han sido discriminados y discriminadas por sus compañeros y
compañeras?
En algunos grupos, al inicio la respuesta inmediata es negar haber sido
víctimas, como si les fuera difícil imaginarse en esa situación: “a mí no”,
“a mí tampoco”, “no, porque yo mayormente hablo con las personas que
conozco... en el salón tampoco, más bien nos hacemos chongo entre todos”.
“Nosotros nos caracterizamos por ser un salón que nos queremos como
somos. No es necesario tener objetos o dinero para necesitarlos. Si nosotros
nos queremos entre nosotros, no nos importa lo que piensen los demás. En
fin, nosotros no vivimos de la gente, vivimos de uno mismo.”
Lo curioso de estas últimas afirmaciones es el argumento que despliegan.
No serían discriminados porque socializan entre conocidos, entre los
del salón de clases, entre los y las que forman parte de un “nosotros”.
Refugiados en la pertenencia al grupo del salón, en una suerte de
identidad colectiva, de grupo cerrado, preferirían, como estrategia, no
mirarse en lo personal, no distinguirse. Parecen decir: como colectivo,
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Discriminación, racismo y violencia en la adolescencia de Ayacucho y Lima
Claves para la reflexión
entre nosotros todos somos iguales, no vemos diferencias. Sin embargo,
cuando se explora un poco más, surgen algunas experiencias personales
de discriminación. Algunas son expresadas de manera fluida, otras van
emergiendo en la conversación con algún nivel de resistencia.
A través del testimonio de uno de los estudiantes, podemos recoger lo
difícil que parece ser reconocer haber sido víctima de discriminación.
Nos dice que le parece normal ser fastidiado, que a todos les pasa, y sin
embargo, mientras afirma esto, vamos explorando un poco y el alumno
va mostrando que ese modo tan “natural” y constante de tratarse va
dejando sus huellas hasta que “estalla”.
“¿A quién no le han puesto apodos? Sí me han puesto apodos, bastantes. Me
decían ’tanque’, ’lion’, me decían ‘RPG’…es una bazuka que estalla… Una vez
me pasó, pero no me acuerdo… porque pierdo la razón. No me acuerdo bien.
Solamente sé que aparecí en OBE, con la psicóloga hablando. Bueno, es que
en mi otra sección cada día molestan a uno. Creo que ese día me tocó a mí, me
estaban molestando y dije “ya, párala”. Por mí normal que molesten porque
son muchachos y es normal para mí. Pero ya al exceso tampoco.”
Sin embargo, la normalidad vuelve a aparecer como discurso, sin que
aparezca una mirada crítica a pesar de lo vivido. Sólo se subraya que
esta manera de relacionarse debe tener límites, habría que cuidar de “los
excesos”, palabra tan familiar cuando se cometían violaciones graves de
los derechos humanos durante el conflicto armado interno.
Una alumna refiere que sí hay discriminación, pero hay que dejarlo pasar
y no hay que darle importancia. (¿A ti te ha pasado?) “No. O sea, sí ha
habido bromas muy incómodas, pero mayormente... a mí me enseñaron en
casa que los comentarios van y vienen.” Nuevamente está presente la idea
de dejar pasar atribuyéndole poco peso a esa manera de tratarse.
Otra adolescente nos explica cómo percibe que funciona la discriminación
en el colegio: “Yo creo que acá en el colegio la mayoría de personas siempre
buscan un defecto para fastidiarte”. Esta idea del defecto quizás permitiría
entender en parte la naturalización de las relaciones marcadas por la
discriminación. Si una persona asume que tiene un defecto o una falla
porque es baja o alta, o gorda o delgada, o morena o blanca, entonces
quien discrimina no haría más que nombrar “el defecto”.
Marisol Vega Ganoza
83
Esta mirada fortalecería otra idea que han mencionado respecto a que
una situación de discriminación dependería más de la víctima que del
agresor. Si la persona se siente herida y dañada, entonces se reconoce
como discriminación; si es capaz de tolerar, no pasa nada.
Son distintas las formas por las que han sido discriminadas/os.
Burlas y bromas por procedencia étnica
En un grupo focal, se desplegó la siguiente secuencia: “Me dicen ‘negro’
pero ya pe, es por broma”, “Yo lo hago por molestar”, “Es que no sabemos en
qué momento se puede hacer esas cosas y en qué momento no”.
En esta dinámica, el estudiante afrodescendiente señala que le dicen negro y él
lo toma como una broma, mientras que el compañero que se lo dice menciona
que lo hace con la idea de fastidiarlo. Una tercera persona que sigue la
conversación se pregunta sobre cuándo una broma en apariencia poco nociva
es una forma de discriminación racista al compañero y cuándo no.
A través de esa secuencia daría la impresión que hay dudas sobre
cómo abordar el tema de la discriminación y cuándo considerar que es
discriminación. Como el comentario sobre el color de la piel aparece
como broma, genera confusión. Es como si no pudieran percibir que
precisamente porque está cargado de valoración es que se hace la broma.
También nos permite entrever que si la discriminación no aparece bajo
la forma de una violencia explícita, puede terminar siendo naturalizada.
En otro caso, una de las alumnas refiere una experiencia similar de ser
fastidiada también por el color de la piel, pero en este caso por ser blanca:
“A mí me decían que era muy blanca, pero era en primaria, ahora no”.
Algunas alumnas mencionan haber sido discriminadas por sus rasgos
físicos o por el apellido que llevan. “Por ejemplo, a mí en el salón me dicen
‘chilindrina’ porque yo soy china.” “Yo me apellido Inca, y en mi anterior
colegio me decían ‘chola’, ’serrana’ y me discriminaban así.” Pertenecer a
una familia de origen andino o chino se convierte en un motivo de broma,
de burla y hasta de ofensa.
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Discriminación, racismo y violencia en la adolescencia de Ayacucho y Lima
Claves para la reflexión
Burlas por la estatura o contextura
Varios estudiantes, varones y mujeres, mencionan haber sido
discriminados/as por su tamaño y por su peso. Algunas lo señalan como
un tema del pasado y otros reconocen que es un tema actual que les sigue
molestando. Da la impresión que para las y los adolescentes, esta forma
de discriminación que involucra estos aspectos de su físico les produce
mucho dolor por la intensidad afectiva que expresan cuando lo cuentan.
“Sí, por el tamaño, sí. A veces me río para no molestarme, pero sí, a
veces me molesta.”
“A mí antes, en mi otro colegio, me discriminaban por mi peso, era un
poco más gordita. Me decían ‘papilla’. Eso no me afectaba, lo que me
afectaba era que la gente, cuando me miraba, me veía mal. Pero eso
era por la situación que se daba en ese momento. Yo no vivo con mis
padres, y como en ese tiempo se fueron a otro país, a mí me miraban
o algunas personas me decían ‘huerfanita’, y no me gustaba.”
“Sí. Desde primaria era obeso. Como que en primaria eres un poquito
más arrebatado, inmaduro, comienzas a hacer cualquier cosa con tal
de llamar la atención. Yo quería llamar la atención y me ponían apodos. Al inicio, me gustó o simplemente lo veía como la broma, pero
pasaron los años y esos apodos ya no me gustaban para nada ya.”
“Yo de chiquita era gordita, y era la única gordita de todo el salón, y
me decían ‘no te sientes con ella, te va a contagiar’.”
Es importante tomar en cuenta que estas formas de discriminación que
se centran en la burla por la estatura y la contextura de las personas
pueden ser particularmente hirientes en el proceso de desarrollo de los
adolescentes, de un lado, debido a que los cambios corporales a esa edad
les genera muchas veces sentimientos de angustia y de inadecuación,
influyendo de manera importante en la valoración y aceptación de sí
mismos y de sí mismas, y de otro lado, debido a que la mirada que les
devuelve el par – el compañero y la compañera de su edad – tenderá
a cobrar una relevancia significativa en el proceso de descubrirse y
configurar su identidad como persona.
Exclusión de las actividades escolares por no ser bueno o buena
En el campo de los deportes, los jóvenes perciben que se activan relaciones
de discriminación. Es un terreno que parece ser clave para la segregación,
Marisol Vega Ganoza
85
como si el deporte sólo pudiese ser practicado por las personas que
muestran un buen desempeño, quedando excluidas las que no lo tienen.
Las que están aprendiendo no tendrían la oportunidad de jugar. Sólo hay
cabida para “los buenos”: “también en el fútbol uno es malo y el otro se
cree el mejor”, “o porque no haces algo bien, cuando estás jugando pelota y
juegas mal, te botan”. Ésta es una forma de discriminación muy frecuente
en diversas actividades escolares. Lo mismo suele ocurrir para quienes
desean participar en el grupo de danza, de música u otras artes, en donde
sólo parece haber cupo para “los buenos” y no se permite descubrir
potencialidades en los y las otras estudiantes.
Malos tratos por abuso de un cargo
Otro campo que parece ser un terreno fértil para que la discriminación se
ponga en práctica entre alumnos y alumnas es cuando se ostenta algún
cargo.
“El que se cree director, que parece Evo Morales. Nos trata como
animales, se cree superior. La cara de puñete también se cree, se
llama Rosmary, está en la escolta, se cree mala, se cree la directora
del colegio. Su enamorado está en el salón y lo para pisoteando.”
“El también discrimina a otros, se cree la gran cosa. Discrimina
porque es gordito, los dos se creen malos.”
Tener la responsabilidad de liderar a un grupo puede sacar a la luz
la franja más autoritaria y discriminadora de las personas. Los y las
adolescentes lo sienten como “pisoteo”.
¿Cómo se han sentido discriminados y discriminadas por los y las
docentes?
Cuando se les hace esta pregunta en general, es interesante encontrar una
respuesta diferenciada por género. Las mujeres, en su mayoría, perciben
que el trato que reciben de las y los profesores no hace diferencias ni
discrimina – “nos tratan igual que a todos” – y agregan que podría ser lo
contrario: “no de profesores a nosotras, más bien nosotros los rechazamos
(risas)”. Para ejemplificar esta afirmación, las y los estudiantes se burlan
de una profesora a quien consideran “cholita” y fastidian a un profesor de
inglés de origen andino, por su mal acento en inglés.
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Discriminación, racismo y violencia en la adolescencia de Ayacucho y Lima
Claves para la reflexión
Uno de los alumnos encuentra que el trato es “normal” a diferencia de
lo que ocurría en el pasado cuando los y las estudiantes debían abonar
dinero al profesor para salir aprobados.
“Bueno, para mí es normal, pero me habían dicho que años atrás
había como corrupción, pagaban por pasar, pagaban al profesor
para que pasen de curso.”
Para la mayoría de los varones, los profesores sí tienen una actitud y un
trato distinto hacia los y las estudiantes según el género.
Discriminación por ser varones
Los varones de cuarto mencionan que hay una actitud de mayor atención
y facilidades para las mujeres que “salen ganando”, mientras que para los
varones, el trato que reciben es agresivo hasta el extremo de ser excluidos
del salón de clases. Ellos serían los que salen perdiendo.
“Más caso le hacen a las mujeres que a nosotros”…”cuando hay una
pelea, siempre van a favorecer a las chicas”…“siempre las mujeres
salen ganando.”
“Algunos profesores, cuando hacen exámenes, es individual el examen
y los profesores dejan que las mujeres se junten para hacer en grupo, y
no dicen nada.”
Este modo de vincularse, considerado poco equitativo, manifestado por los
varones es aceptado y hasta justificado por algunas estudiantes mujeres.
“Sí, la mayoría sí. Algunos quizás, juegan con las chicas pero con los
varones, les tienen ahí no más.”
“En mi salón, los hombres son muy inquietos, a veces cansa y ya pues,
les tienen que hablar un poco más fuerte, gritándoles o sacándoles
del salón. Pero nada de insultos, ni que les toquen, nada.”
Discriminación por ser mujeres
Sin embargo, desde la perspectiva de algunas mujeres, ellas refieren que
en asuntos de evaluación y aprendizaje, las y los profesores sí tienden a
hacer diferencias y dan más facilidades a los varones que a las mujeres.
Marisol Vega Ganoza
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“Se nota que le dan preferencia a los hombres en cuestión de
notas y en revisión de cuadernos. A las mujeres nos revisa todo
detalladamente, están buscando algún defecto.”
“Y cuando les explica, les explica amablemente a los hombres y a
las mujeres no. Sentimos discriminación, nos sentimos incómodas.”
Esta percepción es confirmada por otra alumna que demanda igualdad
en el trato: “pero yo creo que aunque sea mujer o hombre, somos seres
humanos, y tenemos sentimientos, sentimos igual, y no por el simple hecho
de ser mujer va a haber esa desigualdad”.
Discriminación por abuso de autoridad
En uno de los grupos focales, manifiestan que hay algunos profesores que
abusan de su edad y de su cargo para imponerse, gritar y hasta humillarlos
por ser adolescentes.
“Por otras personas sí, porque se creen superiores. Como nosotros
somos adolescentes, ellos piensan que, como son mayores, nos
pueden mandar o decir lo que ellos quieren, pero no es así.”
“Es que hay profesores que se creen mejor que otros alumnos y porque
son autoridad lo tienen que mandar a uno y la gente se molesta.”
“Él asumió un mejor cargo y... se bota... se cree más.”
“Se le salió el ego...”
“De la nada te grita, te dice ‘vete a tu salón’.”
“Y te hace roche en la formación.”
“La gente se amarga; nadie lo quiere.”
También mencionan que estas actitudes de algunos profesores funcionan
porque los y las estudiantes sienten temor frente a la autoridad y no se
sienten capaces de ponerle freno: “pero también depende de la persona; si
le dicen que haga algo y no quiere hacer, y si es que lo obligan, simplemente
dices que no, sólo que algunos por miedo lo hacen”.
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Discriminación, racismo y violencia en la adolescencia de Ayacucho y Lima
Claves para la reflexión
3.4.4. ¿Cómo han discriminado a otras
personas?
Frente a la pregunta de si ellos y ellas han discriminado, algunos/as
asienten con la cabeza, otros/as lo niegan.
“No sé, sinceramente, porque no me imagino yo discriminar a
alguien. Una cosa, que no me gusta porque es una persona, y otra,
porque se vería mal y hablaría mal de mí en las otras personas. Si ves
que hay una persona que es discriminada, a mí me gustaría ayudar.”
Al final, dicen “a todos” y “siempre”, utilizando la estrategia colectiva que
evita una mirada más afinada. Así, lo que queda es “todos lo hacen”, como
si fuese una práctica natural: “es verdad porque todos somos iguales, nadie
es perfecto en la vida”.
Junto con esa manera naturalizada de percibir la discriminación que
algunos/as consideran que es una manera consciente de relacionarse,
también admiten que puede ser una práctica no consciente: “de alguna
u otra manera, todos hemos discriminado a alguien dándonos cuenta o tal
vez no, pero sí lo hemos hecho”, “sin querer también”.
Las mujeres consideran que hay discriminación por parte de ellas cuando
comentan entre burlas y de manera despectiva sobre los chicos.
“Mayormente las mujeres, cuando se juntan de dos, comienzan a
hablar de un chico en especial: ‘ay, ese chico está flaco, ese chico
está feo’. En verdad es así.”
Asimismo, señalan que en algunos casos el trato entre los varones en el colegio
puede ser muy agresivo y humillante y sin embargo los hombres se aguantan y
no lo demuestran para no agregar un motivo más para más ofensas.
“Pero a veces los hombres reaccionan diferente. Por el hecho de ser
hombres, no quieren demostrar que les afecta.”
“Hay un compañero que se apellida Coca, y lo paran fastidiando con
’cocaína’. Su mismo color que es medio oscuro, le paran diciendo
palabras feas, ‘caca’… No se le ve en el rostro, pero sí lo he visto y se
Marisol Vega Ganoza
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nota que le incomoda un poco, pero como está con sus amigos, para
que no le molesten de que es ‘homo’... Pero sí, toda persona creo que
sí, le afecta, por más fuerte que se quiera ver.”
Es importante subrayar que entre varones, dar cuenta de haber sido
víctima de discriminación o ser una persona que discrimina parece ser
más difícil de reconocer. De un lado, el trato ofensivo y excluyente tiende
a aparecer como naturalizado bajo la modalidad de bromas que se hacen
entre ellos. Tanto el discriminador que ofende como el discriminado que
tolera juegan así a ser “más hombres”. De otro lado, como lo manifiesta
esta última cita, para quien ha sido víctima, si reconoce que se siente
insultado o humillado, podría ser percibido como frágil y tildado de
“homosexual” o poco hombre, y puede implicar mayores malos tratos e
injurias. En ese proceso, sin el reconocimiento de la condición de estar
siendo discriminado, se puede diluir la condición de discriminador, y así
siguen encadenados.
Una alumna nos muestra que el tema no es tan lineal, ya que uno de
los estudiantes a quien maltratan y discriminan por el apellido y por el
color de la piel es uno de los que más fastidia. “Pero él también lo hace, es
como de los principales que hacen la chacota”, dice, manifestando de esa
manera que el discriminador y el discriminado pueden coexistir en una
misma persona.
Consideran que todos los y las estudiantes pueden ser discriminadores
cuando se trata de poner apodos, porque esa es una práctica usual.
“Poniendo apodos sí”.
Lo que las y los lleva a discriminar responde a diversas motivaciones y
pone el acento en diversos aspectos, como vemos a continuación.
Bromas por el color de la piel
Varios y varias estudiantes consideran que rechazan o se burlan de los
compañeros y las compañeras que tienen la más piel oscura. Una de las
alumnas lo expresa de la siguiente manera:
“Mi mamá me decía ‘no discrimines a Alex’. Es que él me acosaba,
y como es negri... no, bueno, trigueñito, chiquito, flaquito, yo como
que ‘no me toques, aléjate’, algo así… pero en el fondo él es bueno.
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Discriminación, racismo y violencia en la adolescencia de Ayacucho y Lima
Claves para la reflexión
Si lo tratas bien, es bueno. Una vez lo traté mal y me disculpé, y me
respondió, ‘es que ya estoy acostumbrado a que me traten así’, y yo me
sentí recontra mal. Y es buena persona, algunos no se dan cuenta, no lo
valoran.”
A través de este testimonio, esta alumna nos permite entender cómo el
racismo se presenta como un rechazo irracional, a primera vista, que a veces
sólo puede ser reconocido con ayuda de otros.
Una alumna señala ser testigo del racismo de terceros: “dicen ay, mira ese
cholo, cosas así, que se ve feo, mira ese gordo, ese feo, qué hace acá, para
qué estudia acá, cosas así”.
“Hay una chica que es media gringuita que discrimina mucho a las
morenas. No sé por qué. Eso es lo que he visto.”
Es interesante el siguiente comentario de una alumna que, por ser nueva,
parece advertir que a pesar de la broma, se revela una dinámica de
discriminación donde las burlas pueden hacer daño, aspecto que el resto
no parece tomar mucho en cuenta.
“Recién he entrado este año al colegio… Es que en mi salón hay un
compañero que es de color más o menos oscuro. Lo molestan. Una
vez una profesora le dijo, ’a ver tú, llévame esa mesa para el fondo’,
y él le dijo, ’pero profesora, ¿por qué?’, y todos comenzaron a decir,
’por negro’ (risas). O sea, todos se ríen, ¿no?, pero quizás eso le puede
afectar a él, quizás ahorita no, quizás ellos no lo ven, quizás en su
casa se pone a pensar. Y así lo molestan, le dicen ‘esclavo’, así se
molestan... entre ellos se molestan, las mujeres no.”
La discriminación racista no sólo se da entre las y los estudiantes, también
se da hacia los profesores y las profesoras.
“Nosotros también a veces discriminamos a algunos profesores, como
la profesora de contabilidad creo que era, la ‘pampañaupa porque era
medio cholita y de la nada se amargaba, y por eso la comenzamos a
molestar… Tú sabes que, como somos adolescentes, a veces somos un
poco extrovertidos, a veces molestamos a nuestros profesores, pero
así en esa forma de querer hacer algo peor contra ellos, eso ya no.”
Marisol Vega Ganoza
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Nuevamente se desliza la idea de una discriminación inocua, que, según
los jóvenes, no causaría daño o sufrimiento.
Burlas por estatura o contextura
Como ya hemos mencionado, tanto la estatura como la contextura parecen
ser un motivo generalizado para molestarse entre los y las adolescentes,
precisamente porque es un aspecto sensible para ellos y ellas.
Un alumno refiere haber sido objeto de bromas por su gordura y, cuando
adelgazó, comenzó a molestar a los gordos y a burlarse como lo habían
hecho con él.
“No me ha gustado nunca, pero creo que sí, una vez, o unas cuantas
veces. Pero sólo por broma lo hice. A gorditos también, porque cuando
estaba en secundaria comencé a bajar de peso y a practicar deporte,
comencé a estirarme. Y veía gorditos y les decía ‘gorda’, como me
decían a mí. Pero lo hacía por broma. Creo que también estaba mal,
sí estaba mal. Pero de vez en cuando, ellos se reían normal.”
Aunque la burla estaba nuevamente dentro del campo de las bromas, el
estudiante lograba percibir que algo no estaba bien. Él había sido objeto
de las mismas burlas que ahora él hacía a terceros. Había sido discriminado
en la primaria por obeso y, ahora más delgado, se identificaba con el
agresor fastidiando a las y los obesos. Sin embargo, logra ser consciente
que no estaba bien lo que hacía, porque, desde su experiencia y su
vivencia, también podía identificarse con la víctima.
Las y los adolescentes refieren que es usual fastidiarse por la estatura, sin
embargo reconocen que ese tipo de ofensas no les hace sentir bien.
“Hay dos chicas que son de talla menor, son pues chiquititas y a veces
les dicen ‘marcianas’. Quizás ellos no se den cuenta, pero creo que las
mujeres somos más sentimentales que los hombres. Yo pienso que
ellas quizás no lo dicen en ese momento en el salón, pero quizás en
sus casas se ponen a pensar y todo eso.”
“Discriminan porque eres el más alto, o bien bajo, enano. Por tu
forma, cómo eres, tu físico. Y es una forma que no les gusta a las
personas que están molestando.”
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Discriminación, racismo y violencia en la adolescencia de Ayacucho y Lima
Claves para la reflexión
Por lo económico
En varios estudiantes, aparece el aspecto económico como uno de los ejes
sobre el cual gira el rechazo: “económicamente, porque hay gente que no
tiene plata pa´ pagar y lo molestan”, “lo económico”, “algunos discriminan
por plata… pienso yo que es por no tener valores, es un tema de cultura”, “si
yo no te conozco a ti, yo puedo tener plata y tú puedes no tener plata, pero
conociéndote, puedes llegar a ser hasta mi mejor amigo”.
Discriminan por la forma de vestir/ apariencia
La manera de vestir es tomada en cuenta para clasificarse y ubicarse
entre las y los adolescentes. Según como están vestidos y vestidas,
tendrán mayor o menor aceptación y acogida: “Te vistes bonito, ‘ya, anda
conmigo’, es así”.
De otro lado, rechazan y estigmatizan a quienes visten diferente,
generando una cadena asociativa entre vestidos “inadecuadamente”,
descuidados en los estudios, y con mal comportamiento.
“En algunos chicos que quizás tienen problemas en su casa, porque
yo supongo, que no se visten adecuadamente, se nota. Tan sólo en
su forma de vestirse se nota cómo son. Quizás algunos tienen aretes,
piercings, unos tatuajes y ya se sabe qué tipo de persona es. Una persona
descuidada en sus estudios… (¿Sí? ¿Todos los que tienen piercing? ) No,
de acuerdo a su rostro, cómo se visten, en su forma de andar. Para mí,
yo los veo así. Y resulta que sí, es cierto. Cuando quiero ver sus notas, al
auxiliar pregunto cómo se comporta ese alumno: mal, pésimo, regular.”
Por ser una persona con alguna discapacidad
En un caso, se refieren a la discriminación a uno de los compañeros del
colegio, a quien molestaban por tener discapacidad mental.
“Sí.Yo entré el año pasado recién, en cuarto.Yo había visto que había un
chico de deficiencia mental, si no me equivoco, ’autónomo’. Y yo le veía
que todos los días sus compañeros le molestaban. Era un año menor.
Yo me sentía mal con él, le había dicho a sus compañeros, ’¿por qué le
molestan, qué les pasa? ¿Ustedes no saben que tiene una deficiencia
mental, que puede sufrir trastornos, o una baja autoestima?’ Y ellos,
como yo era su mayor, como que se pusieron a preguntarse, ’sí, ¿no?
Tiene un poco de razón.’ Y comenzaron a dejarlo.”
Marisol Vega Ganoza
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En esta práctica diaria, no parecen estar los representantes de la
autoridad, de la norma y el orden en el colegio. Es llamativo que sean los/
las estudiantes quienes se regulen entre sí, sin que se advierta la presencia
de las y los profesores.
El bullying
Todos señalan que el bullying es una forma de violencia que está presente
en sus salones de clase y que discrimina. Consideran que las personas
que hacen bullying “no tienen nada que hacer, lo hacen por aburrimiento”,
“quieren llamar la atención”, “es para desahogarse en la otra persona”,
“esas personas que hacen bullying están de baja autoestima”.
Y refieren que sus víctimas tienen algo en común: son personas que
no parecen ser capaces de defenderse. Son tranquilas, silenciosas y sin
capacidad de responder a las burlas: “a los que no se pueden defender”,
“las personas de baja autoestima”, “las tranquilas que no se defienden”, “X
es demasiado callado y todos le hacen bromas pesadazas, él se siente mal”.
La manera en que hacen el bullying es a través de la violencia física o
psicológica: “lo apanan”, “otra forma es por insultos”.
Los apodos
Para los y las estudiantes, los apodos pueden ser una manera de
discriminar y ofender pero también pueden expresar afecto y familiaridad.
Reconocen que, en el colegio, poner apodos es una práctica común, una
forma de identificarse como “familia” entre ellos y ellas. Les da un nuevo
nombre y constituiría una señal de integración. Pero para otros/as, el
apodo puede ser ofensivo y aunque no lo mencionen explícitamente, les
resulta una forma de ser excluidos.
Cuando se les pregunta si se ponen apodos, expresan lo siguiente: “más
de mil al día”, “la caporonga (quiere decir ‘volteado’, homosexual)”,
“Negro”, “Dinosaurio”, “Chivo”, “la lore”, “la bebita”, “Mono”, “el más
capo”, “es como un sobrenombre, como más corto, para poder llamarlo”.
Al preguntarles si les molesta lo que les ponen, las respuestas son: “al
principio puede ser, pero después ya lo tomas deportivamente”, “es una
costumbre, es como tu segundo nombre”, ”pero hay otros que ya se
resienten”. En esta lista que hacen, podemos advertir que entre los apodos
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Discriminación, racismo y violencia en la adolescencia de Ayacucho y Lima
Claves para la reflexión
aluden a la homosexualidad y al color de la piel. Como podemos apreciar,
aun cuando expresan familiaridad con los apodos, también reconocen
que éstos pueden hacer que se resientan.
Un alumno comenta:
“Me dicen timbre. Yo tengo esta cosa de acá (un lunar), y en son de
broma, como era alumno nuevo... y como ya tienes confianza con
alumnos, ya se dedican a ponerte chapa. Y no hay que picarse porque,
en fin, tú sabes que no eres eso, y todo. En cuanto a los demás, tengo
un amigo, ’Teté’, no sé la verdad por qué pero me dijeron ‘porque
era flaquito’, y nada, se quedó con esa chapa… Yo creo que ofendido
debería ser cuando le digan ‘negro’ o ’cholo’, así ¿no?”
Es como si tener una “chapa” expresara el nivel de confianza que
establecen entre las y los estudiantes. Desde esa perspectiva, quien no
tiene un apodo no es cercano o cercana. Sin embargo, reconocen que hay
apodos con connotación racista que sí ofenden.
Otro alumno refiere que, con los apodos que le ponían, percibía que lo
insultaban y no le hacía sentir bien. El apodo sobredimensionaba un
rasgo particular que lo desvalorizaba y estigmatizaba.
“En primaria me decían loco, porque era bien loco, extrovertido,
demasiado. Saltaba, corría, molestaba a las chicas, decía cualquier
tontería con tal de dar risa. Me decían loco, sonso, orate... Lo hacía
por llamar la atención y reírme, vacilarme. (¿Y qué te hizo cambiar
eso?) Me di cuenta primero yo que no se podía hacer eso. No me siento
bien que me insulten o que me estén poniendo apodos. Pasaron los
años y como que comenzaba yo a tener ya una atracción hacia las
chicas, y tampoco no me gustaba que ellas escuchen los apodos que
me ponían, y más aún, eso me impulsó más todavía a madurar.”
Entre los apodos que mencionan, resaltan los siguientes: “Precuelas”,
“Dobby”, “China, Chinex, es más cariñoso”, “A mí no me gustaba que en la
primaria me decían Lulú. Al comienzo sí me afectaba un poquito porque no
sé, era un poco tímida. Con el pasar del tiempo lo superé”, “Acá me dicen
‘Raquelator’ (risas). También me dicen ‘Iron man’”, “Chenchito, de cariño”,
“cuando estaba en primaria, usaba lentes, me decían cuatro ojos, pero ya no”.
Marisol Vega Ganoza
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También señalan que hay apodos que consideran “horrendos”. Recuerdan
el de una compañera que por su comportamiento le daba pie: “A X le
decían p-u-t... eso le decían”, “Pero es que se dejaba meter mano por los
hombres, ella se dejaba”, “No se valoraba. Ya se retiró del colegio”.
3.4.5. Factores que influyen en la
discriminación
Mencionan varios factores que influyen en el ejercicio de la discriminación.
Reproducción de las ofensas recibidas
Como nos señalaron al hablar sobre quiénes discriminan, atribuyen la
práctica de la discriminación a personas que a su vez han sido ofendidas
y discriminadas en otras circunstancias: “esas personas que ofenden a los
demás han sido ofendidas, lo que tratan es buscar desquitarse con otras
personas”, “a veces en sus casas los tratan mal y no se pueden soltar y
vienen al colegio a hacer bullying”.
El resentimiento y la rabia que no ha podido encontrar salida en el
momento en que ocurrió la ofensa y que ha pasado a ser silenciada o
reprimida encuentra de repente un campo propicio para expresarse con
otras personas con quienes se reproduce el maltrato y la discriminación
recibidos. Ese “desquite” tiende a no ser intencional; tiende a expresarse
sorpresivamente, de manera inconsciente al no haber encontrar otro
modo en el pasado. Sin embargo, se puede convertir en consciente
e intencional por los beneficios secundarios que produce. Muchos
encuentran en el ejercicio de la discriminación la oportunidad de ser
reconocidos por otros y tener algún protagonismo que les es negado en
otros espacios.
Proyección en el otro u otra de los aspectos propios devaluados
Hay jóvenes que encuentran en la discriminación como un juego de
espejos en donde quien discrimina es alguien que se siente con la
autoestima baja y se mira en el otro/la otra, atribuyéndole aspectos que
percibe como propios. Si se siente feo o fea, le atribuye su fealdad y así
cree que se va a ver mejor a sí mismo y el otro o la otra va a ocupar un
peor lugar.
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Discriminación, racismo y violencia en la adolescencia de Ayacucho y Lima
Claves para la reflexión
“[Quienes] se sienten perdidos por dentro y tratan de ofenderlos a
los demás para que se sientan mejor, pero no saben que a la otra
persona le afecta, le lastima.”
“Por envidia.”
“Piensan que vas a ser más bonita diciéndole feo a la otra persona.”
“Ellos no tienen una autoestima. Si tuvieran una autoestima alta,
no tendrían la necesidad de insultar a las personas para subirme el
autoestima a mí misma, porque ellos no se miran en el espejo.”
Por reacción defensiva/por rabia
Para algunas estudiantes, la discriminación se produciría como reacción,
como una respuesta inmediata que descarga la rabia contra la persona
que ha ofendido a una/o. Tiene un objetivo definido, que es agredir a quien
agredió, y en este caso el efecto no parece duradero: “tal vez cuando nos
amargamos, o sea cuando nos molestamos, nos peleamos, pero de ahí nos
pedimos disculpas… discriminamos con apodos horrorosos”.
Por conducta aprendida en el colegio
La imitación es una de las vías a través de las cuales los niños y las niñas en
la escuela van incorporando nuevas maneras de actuar y van aprendiendo
también modos de relacionarse. Una estudiante refiere que así fue como
aprendió a discriminar: “en primaria, por yo copiar a otras amigas, como
cualquier niñita, nos sentíamos superiores a alguien y lo tratábamos de
discriminar, pero en secundaria te das cuenta más de las cosas ”, “tus
amigas, ¿qué dirán?”.
Por chacota
Para otros/as, la discriminación es sólo parte de la diversión, y quien lo
hace es porque busca hacer reír.
“Son causas tontas, porque uno siempre busca hacerse el payaso de
la clase, los chicos mayormente, porque las chicas no. En el grupo
que se hace la chacota, empiezan y ya los demás los siguen; son
cosas tontas.”
“Realmente por chacota.”
Marisol Vega Ganoza
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3.4.6. Efectos de la discriminación
Los y las adolescentes tienen una mirada generalizada de que la
discriminación produce efectos negativos aunque éstos sean de distinto
grado. Parecen decirnos que la discriminación se juega en el terreno
de la autoestima y el impacto y nivel de sufrimiento sobre la persona
discriminada puede ser de distinta intensidad, según sus características
personales y su capacidad de respuesta.
“Las personas, cuando discriminan, se juegan mucho a la
autoestima del otro, bastante, porque hay algunas personas que
no están preparadas psicológicamente como para recibir ese tipo
de informaciones. Repercute mayormente porque no lo pueden ver
al instante, pero quién sabe si llega a su casa y se pone triste, o se
quiere matar.”
“Baja la autoestima completamente.”
“Pero creo que a algunos les afecta el autoestima; algunos la tienen
baja y les ataca ahí.”
“Hay algunos que sí lo toman bien. Creo que no les importa que los
demás los fastidien porque ellos saben quiénes son y no tienen por
qué sentirse ofendidos.”
Como nos refieren, consideran que las consecuencias sobre las personas
pueden generar sentimientos y acciones diversas. Puede generar una
inhibición prolongada: “hay veces uno siente que es mejor callar que
levantar la mano porque se van a reír”. Pueden sentir dolor – “un comentario
hiere bastante” –, con un sufrimiento de distinta intensidad, desde el
desánimo, la depresión, el deseo de morir hasta el suicidio: “te bajan el
autoestima”, “te dan ganas de llorar”. “Psicológicamente afecta mucho al
autoestima, el estado de ánimo de la persona, a veces no se siente ganas de
hacer nada de nada, sus notas bajan mucho, y si es físicamente, hasta no se
pueden bañar porque tanto les afecta que no pueden hacer nada. Se pueden
cortar, se pueden suicidar, se pueden maltratar, muchas cosas.”
También nos dicen que el impacto emocional de la discriminación puede
ser tan violento y atormentador que terminan por retirarse de los espacios
y las oportunidades que han logrado abrirse.
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Discriminación, racismo y violencia en la adolescencia de Ayacucho y Lima
Claves para la reflexión
“Tengo una prima que tenía una niña en su salón que la habían… era
de Tumbes y le habían dado una beca para que estudie en ese colegio,
y la discriminaban horrible hasta que la chica se salió, perdió su beca.
La chica ganó esa beca siendo inteligente, era una de las primeras.
La insultaban, le decían, no sé tú qué haces acá, sólo estás por tu
beca, nada más, acá no hay lugar para ti.”
Asimismo, encuentran que la discriminación racial es un obstáculo para
sus vidas porque les cierra oportunidades al ser rechazados/as en algunos
espacios por su aspecto físico.
“Tal vez en algunos lugares, porque a veces para algunos trabajos
te piden requisitos, la presencia, y a algunos no los aceptan porque
dicen que son cholos, no les dan el trabajo aunque sean buenos.
Miran eso, la presencia.”
Uno de los alumnos señala que, además de producirle angustia, le abrió
la posibilidad de ponerse en el lugar de las personas discriminadas y dejó
de ofender a otros: “angustia, empatía, sentía lo que le pasaba a él y que yo
pasé un tiempo por eso, así que a disculparse”.
También lo conectan con desórdenes alimentarios.
“Tengo una amiga que es delgada, y en el barrio siempre la paraban
molestando de anoréxica, ‘come bien’, ‘tus papás no te quieren’, y
ella en un momento comenzó a comer y a engordar. A ella misma le
daba cólera... Si antes la molestaban porque antes era flaca, ahora
la molestaban porque era gordita, y ella misma quería vomitar por
lo que estaba a veces empachada. Yo le hablaba, si tú te quieres a ti
misma, los demás comentarios te resbalan.”
Y por último, también puede conducir a las “drogas” o a “la delincuencia”,
Consideran que en algunos casos influye en el rendimiento escolar.
“Sí porque te sientes discriminado y tu autoestima baja y bajan tus
calificaciones.”
“En algunas personas influye en su rendimiento.”
“Por la baja de autoestima.”
Marisol Vega Ganoza
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“En algunos, no en todos. Depende de cada uno, si se deja bajar por
lo que le dicen.”
“Hay bajo rendimiento pero por flojos.”
Para uno de los alumnos que reconoce haber sido discriminado, no habría
significado una alteración en sus estudios:
“No influyó en mis estudios. Era un loco, pero normal, hacía mis
tareas. Participaba con los profesores, me gustaba ser sus amigos,
ser amigos, hablábamos, todo chévere.”
3.4.7. ¿Cómo enfrentan la discriminación?
Al preguntarles sobre cómo enfrentan la discriminación, las y los estudiantes mencionan algunas maneras que tienen para hacerlo y también
refieren algunas propuestas que ayudarían.
La reflexión colectiva
Los y las estudiantes refieren que el colegio debe ser más activo para
enfrentar la discriminación y encuentran que la reflexión colectiva es
importante para ello. Ponen el acento en la orientación a través de:
“charlas de reflexión a los jóvenes”, “que vengan más psicólogas al colegio,
nos expliquen, que hagan entrar en razón a las personas”, “que todos se
pongan a reflexionar sobre eso”, “que lloren, que hablen lo que les pasa, o
sea, que les duela y se den cuenta, y reflexionen”.
Abrir un espacio para informarse, recibir orientación y tener una reflexión
conjunta sobre la discriminación ofrece la posibilidad de que las personas
se pongan en contacto con la manera en que están conectadas con la
discriminación, tomen conciencia de la manera cómo la piensan y se
aproximen a los sentimientos y también al propio dolor, tanto de las
personas discriminadas como de quienes discriminan.
Revertir el silencio
Refieren la importancia de ponerle fuerzas para revertir el silencio en el
que se suelen encerrar como víctimas de la discriminación, pero también
señalan la importancia de salir del rol de testigo pasivo cuando se está
en contacto con una situación de discriminación: “nunca estar siempre
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Discriminación, racismo y violencia en la adolescencia de Ayacucho y Lima
Claves para la reflexión
callados frente a esas situaciones”, “si vemos discriminación, apoyar a la
persona”, “la comunicación”. No quedarse callados y calladas, hablar, salir
del encierro del silencio como una vía individual y colectiva.
Esfuerzo individual de superación
Otra posibilidad que mencionan es esforzarse en ser mejor o superior:
“si te sientes discriminado, demostrar que eres mejor y demostrar lo que
vales”. La idea que subyace en esto es que a través del esfuerzo personal,
asciendas y ocupes la posición de superioridad y así demuestres a los
otros y otras el valor que tienes.
Buscar ayuda
Por último, también mencionan la posibilidad de buscar ayuda: “En
general, yo no le tomaría importancia a eso (a los apodos). Porque no sé,
eso depende de cada uno. Si te afecta, tal vez tienes que encontrar a una
persona mayor que es de confianza y pueda solucionar el problema”.
3.4.8. ¿A quién recurren cuando sienten la
discriminación?
Algunos mencionan que no cuentan con nadie para enfrentar estos
problemas de discriminación: “hay algunos jóvenes que se lo guardan y se
quedan con todo el dolor adentro”. La mayoría busca diferentes referentes.
Familiares
Para un buen número de alumnas y alumnos, los familiares son quienes
los acompañan mejor para enfrentar sus problemas. Puede ser un tío:
“Hay un tío que sí me entiende bastante. Él fue el que más me explicó,
me detalló, me dijo que ‘si te molesta, no le hagas caso, ¿para qué
molestarse? Cuando tú puedes estar tranquilo, deja pasar esas cosas,
porque ellos de repente son unos inmaduros, y tú no vas a sentirte mal
por ellos’. Y ahí, se me quedó eso impregnado en la cabeza, comencé a
pasar los años y nada pues.”
En este caso el alumno, refiere que se sintió orientado para comprender
mejor como enfrentar las agresiones de los y las compañeras.
Marisol Vega Ganoza
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En otros casos, recurren al hermano, a la madre o al padre: “mayormente
yo consulto con mi hermano”, “con mi hermano mayor y mi mamá”, “con
los padres y los hermanos”, “en mi caso más con los padres que con los
amigos”, “yo con mi viejita”.
Un alumno se animó a decir que desearía que fuese su padre y su madre
pero no encontraba una actitud tranquila de escucha, sino más bien de
violencia e incomprensión:
“Yo sí mayormente con... con mis padres no mucho. Pero sí me
gustaría decirle para que puedan entenderme y todo, pero a veces
se ponen muy histéricos y de repente me gritan. Me gustaría que me
hablen de una forma correcta y así poder entenderlos.”
Los amigos
Para los varones, los amigos parecen ser mayor referencia.
“Varios compañeros a los que llamo mis amigos. En la escolta hay un
compañero, en mi salón, un amigo. Conversamos, y le entiendo, sí”,
“Entre nosotros”, “Con mi amigo”, “Mis amigos”.
Otros
Llama la atención que una de las alumnas mencione a “la iglesia” y otra a
“la Defensoría”.
Es importante resaltar que son muy pocos los y las estudiantes que
encuentran apoyo con las y los profesores. La mayoría menciona que no
hay un vínculo de confianza y tampoco encuentran acogida ni escucha
atenta y cuidadosa para sus problemas.
“No, con el doctor, y eso son pocas veces que le contamos.”
“En el caso de los profesores, no; no nos toman ninguna importancia.
Solamente dicen ‘hey, alumno, no hagas eso’, o ‘no la molestes’,
pero igual siguen con eso, nada más.”
“No se puede confiar en los profesores.”
“No, ninguno. Mi auxiliar sí. Con tanta libertad, no; pero alguna
libertad, sí.”
102
Discriminación, racismo y violencia en la adolescencia de Ayacucho y Lima
Claves para la reflexión
3.5. dISCRIMINACIoN Y
VIoLENCIA EN LA FAMILIA
Cuando se les pregunta si consideran que hay discriminación en la familia,
la primera respuesta casi automática que dan en algunos grupos es “no”
en coro. Un alumno refuerza la idea comentando lo siguiente:
“Nosotros no somos esas personas de discriminar. Al que discrimina
en mi casa, prácticamente lo excluimos del hogar. Con mis tíos
alemanes tampoco. Porque dicen que los alemanes son muy creídos,
un poco discriminatorios. Yo fui con mi papá todo y normal, mi tío
cocinó como una pollada, normal. Todo normal era. Al fin y al cabo,
hay que respetar, porque todos somos iguales, solamente que hay
diferentes rasgos, tenemos los mismos derechos.”
A través de esa cita, este alumno nos dice que su familia está constituida
también por parientes que proceden de Alemania, y se tratan como
iguales; si no fuera así, al que discrimina lo botarían. Sin embargo, lo que
nos está diciendo también de esta manera es que si alguien pensara o
actuara diferente sería excluido de la familia.
Cuando se explora el tema en las entrevistas, una de las alumnas
menciona que sí hay discriminación y mucha violencia en su casa pero no
quiere darle atención porque no le hace sentir bien. Otra alumna señala:
“Ha habido pero trato de no centrarme en eso. Si hay problemas trato de salir de la casa. Me aburre, me incomoda.”
Otra alumna al inicio niega que haya ese tipo de vínculos en su familia pero
conforme avanza la entrevista va poniendo en palabras una experiencia
que la hace sufrir mucho.
“Mis papás no discuten tanto, no son de discutir, nunca me han
levantado la mano. Nos enseñan buenos valores; mi papá más que
todo. Mi papá tiene más carácter que ella, es como el que manda
ahí en la casa. (¿Y cómo manda?) Hay veces que gritando. Me da
ganas de... dice ‘haz esto, haz el otro’, y a veces da cólera. Pero no
le puedo decir nada, porque es mi papá a pesar de todo. Me dice
Marisol Vega Ganoza
103
‘Eres una sonsa’, algo así, palabras bruscas. Y una que es mujer, y las
mujeres somos más sentimentales que los hombres, nos sentimos
mal… A veces cuando se junta todo, uno se pone a pensar y quiere
desaparecer. Aparte de la adolescencia, siempre hay esos cambios,
¿no? Antes yo me cortaba el brazo después de esas situaciones. Se iba
juntando y como que no tenía nadie con quien confiar, y solamente
hacía eso como para... no sé, sentía un dolor placentero al hacer eso, y
no sé, me gustaba. Después mi mamá me vio, me gritó y empezamos
a conversar, que no debería hacer eso, me estaba dando consejos, que
iba a hablar con mi papá. Y bueno, desde ahí ya no me hago nada.”
A través de estos testimonios, es necesario tomar en cuenta la importancia
de encontrar maneras creativas de acompañar a las y los adolescentes para
que puedan enfrentar estas situaciones de discriminación y violencia severa
al interior de sus familias. Recordemos además que son sólo algunos los
que recurren a los amigos cercanos para resolver sus dificultades, y que la
mayoría recurre al padre y a la madre. Entonces, si no encuentran ninguno
de estos canales, optarán por el silencio y esa carga emocional seguirá
produciendo dolor y daño contra sí mismos o contra los demás.
Cuando aceptan que hay discriminación, refieren distintas maneras de
haberlo vivido, desde su propia experiencia.
Trato diferente a hermanos como si fuese hija no deseada
A través de una alumna, se expresa un modo de discriminación cargada de
violencia física y psicológica, en la que la hija se siente rechazada por el padre
cuando éste le dice que, a diferencia de sus hermanos, ella no parece su hija.
“Mi papá es muy renegón, me ha dicho cosas hasta peores. Una vez
estaba en mi casa y ellos estaban trabajando y las luces estaban
apagadas y escuché que le dijo a mi mamá: ‘mejor nos hubiésemos
quedado con dos hijos’… La última vez que me iba a pegar, me corrí,
llegó a darme una patada en la espalda y me dijo: ‘tu no pareces mi
hija’. Una se siente mal que el padre le diga eso.”
Trato diferenciado por género
Esta forma de discriminación es percibida tanto por varones como por
mujeres aunque con matices distintos. Para algunos y algunas, le parece
natural que los padres tengan preferencias por las mujeres y las madres
104
Discriminación, racismo y violencia en la adolescencia de Ayacucho y Lima
Claves para la reflexión
por los varones: “yo siento que mi papá me prefiere más a mí que a mi
hermano, porque a mí me compra más cosas, y me apoya en más cosas”.
Un alumno refiere:
“Puedo confiar en los dos. Yo, por lo mismo que soy hombre, mi
mamá más me quiere a mí. Siempre me da algo a mí y mi papá le da
a mi hermana, y todo eso. Siempre entre ellos. Discriminación no es,
pero por lo mismo que son, como son hombre y mujer, y mujer con
hombre... Pero en los demás sentidos, es todo igual.”
Desde esta perspectiva, sienten que hay una distribución de los afectos
y un trato desigual según el género de los padres en relación al propio
género, que se compensa. Aunque cada quien recibe atención, cuidado y
afecto desde un lado, no parecen percibirlo como inequidad.
En otros casos, son las mujeres quienes expresan recibir con malestar
ese trato diferenciado por género. Una alumna dice que lo percibe en el
cuidado y atención a su salud.
“En mi casa sí hay discriminación. A mis hermanos, cuando se
sienten mal, siempre los llevan al hospital, y cuando yo me siento
mal, siempre me dan una pastilla y me tiene que pasar ahí.”
Hay una queja sentida por la desigualdad en la distribución de las
responsabilidades y tareas de la casa. Mientras que las mujeres trabajan,
los varones descansan. De otro lado, perciben que los hombres tienen
mayores oportunidades.
“A veces en mi casa a mi hermano le dan más libertad que a mí, y
mi papá dice que es porque yo soy mujer, pero no deberían tener...”
“Los hombres están ahí tirados en la cama.”
“A mí también me pasa.”
“Mi papá sí tuvo un trato diferente porque a mi hermana la mandaban
a hacer todo y a mi hermano no, tipo machista.”
Otra alumna refiere que las diferencias que percibe le resultan agresivas,
encontrando rechazo e intolerancia por parte de su madre.
Marisol Vega Ganoza
105
“En mi casa a mí me dejan de lado y a mi hermano siempre le dan
todo y yo siempre me pongo celosa, menos mi papá, porque siempre
he sido su engreída, pero a mi mamá... yo me peleo con mi mamá y
a mi mamá no le interesa, me bota. En cambio, cuando mi mamá
se pelea con mi hermano y mi hermano le pide disculpas, es como
si no hubiera pasado. Si yo le pido disculpas me dice, ‘no te voy a
disculpar’.”
En otros casos, perciben ser víctimas de discriminación tanto en el colegio como
en el hogar, y no encuentran en ellos espacios seguros y recurren a terceros.
“Un día, mi profesora le dijo a mi papá que yo me había portado mal, pero
era mentira. Esa profesora sí me tenía cólera. Llegamos a la casa… me
pegó pues, me agarró a correazos y eso. Luego llegó mi mamá y… es lo de
siempre: cuando tu hijo hace cosas buenas, ‘mi hijo’ (con orgullo); cuando
hace cosas malas, ‘tu hijo’, te echa el pato a ti (a la mamá). ‘Por tu culpa’.
Le echó la culpa a mi mamá, se armó un problemón. Yo no le aguanté y
nos peleamos, me fui a la casa de mis tíos, yo no quería regresar.”
Estos vínculos marcados por la preferencia por determinado género
también están presentes en la generación de los abuelos y abuelas. Sin
embargo, parece ser que la preferencia no está repartida. Abuelo y abuela
prefieren a los varones.
“Mi abuelita prefiere a sus hijos hombres que a las mujeres. Tienen
como 40 años y siguen viviendo en su casa, no trabajan. Sus hijas son
esforzadas, han salido adelante, incluida mi mamá, pero sus hijos
son recontra engreídos, no hacen nada.”
“Mi bisabuelo, no sé, sí es discriminador, es machista. Mi bisabuelo
en esa época estaba en el ejército y tiene más preferencia por los
hombres de la casa, por mi hermano, mi primo, mi abuelo, y a las
mujeres como que nos deja de lado. A todos los hombres que cumplen
años les compra una tortaza, gasta toda su plata, y en particular a
mí creo que me odia, no sé. No me saluda, no me compra torta, a mí,
ni a mi mamá, ni a mis tías.”
“En mi caso, mi abuela siente preferencia por mi hermano, y mi tío
por mí. Siempre hay enfrentamientos; a veces mi abuela me dice ‘ay,
por tu culpa le han gritado a tu hermano’. Eso a veces molesta, me
hace sentir mal.”
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Discriminación, racismo y violencia en la adolescencia de Ayacucho y Lima
Claves para la reflexión
Por color de la piel y lugar de procedencia
Es interesante observar que, cuando hablan de racismo, subrayan una
actitud de cambio al interior de la familia. Señalan que esta es una forma
de vincularse que viene desde las generaciones anteriores y, aun cuando
todavía persiste, pueden apreciar cambios en ellos y ellas.
“Mi abuelita es un poco racista en mi familia con los que han salido
triqueñitos, pero ya no tanto, ahora ha cambiado.”
“En mi familia también hay racismo, porque mi abuela crió a mis tías
diciendo que el serrano es cerrado y es malo. Entonces algunas tías siguen
discriminando. Pero mi abuelo se casó con una mujer morena, y no tiene por
qué discriminar. Pero nuestra generación, o sea mis primos, no, normal.”
Si bien hay claridad que es un tema de crianza, perciben a las y los jóvenes
de su familia con otra mirada y otro modo de vincularse.
Por dinero
Otra manera de discriminar entre los miembros de una familia es por el
dinero. El que tiene dinero parece menospreciar y estereotipar a quien
no lo tiene.
“En mi familia, un tío tiene dinero, tiene un colegio. Nosotros somos
la parte de la familia que él nos dice ‘los chicos malos’. Siempre habla
mal de nosotros y eso no nos gusta.”
Por ser mayor o menor
La diferencia de edad entre hermanos y hermanas al interior de la familia
es percibida como punto de partida para otra forma de discriminación.
“Mi mamá dice que yo debería darle el ejemplo a mis hermanitos. Si yo digo
algo, me dicen, ‘piensa en lo que vas a decir’, pero ellos dicen algo malo que
han aprendido en otros lugares, y yo le digo, ‘mamá pero no solamente
aprenden de mí’ o ‘yo no lo digo, lo aprenden de los demás’, y me dice ‘pero
tú le enseñas eso’. El ser mayor tiene sus ventajas y sus desventajas.”
De un lado, los y las mayores parecen tener mayores exigencias y
responsabilidades que los y las menores, ya que sirven de modelo para
ellos y ellas.
Marisol Vega Ganoza
107
“Mi mamá siempre me dice, ’tú eres el reflejo de tu hermana, así
que tienes que comportarte bien y hacer las cosas bien, porque
si no, ella aprende las cosas de ti’, y a veces es como que mucha
responsabilidad, no sabes qué hacer. Es como que la culpa la tiene
el hermano mayor.”
Por capacidad intelectual
Junto con las preferencias que advierten por ser varón o mujer, se
agrega otra dimensión de la discriminación al interior de la familia, entre
hermanos/as, que suele ser atribuida al marco de la escuela. Se trata de
las preferencias marcadas del padre y la madre por los hijos o hijas que
muestran buen rendimiento intelectual.
“A mí nunca me han dado plata; a mi hermana sí le dan plata, le
compran todo. Lo bueno de mi hermana es que es cráneo, es demasiado inteligente, y le dan todo, le dan plata, le compran cosas, a mí
no me compran nada.”
Llama la atención la demanda de atención que plantea el adolescente. Si eres
inteligente, te dan todo; si no muestras esa capacidad, entonces no recibes
nada. Es este extremo entre el todo y el nada que muestra la discriminación.
3.6. dISCRIMINACIÓN Y
VIoLENCIA EN LA CoMUNIdAd
Las y los estudiantes mencionan haber sido objeto de discriminación en la calle
y en distintos espacios públicos, como el microbús, cuando han ido a comer a
un restaurante, cuando ingresan a una tienda a comprar o en un banco.
Los excluyen de los servicios por ser escolares
Refieren que ser escolar es ser víctima de la discriminación por parte de
los conductores del transporte. “A mí me discriminan los micros (risas)
porque ven que soy escolar y no paran.” Aun cuando lo dicen entre risas,
también nos están hablando del malestar diario que deben enfrentar.
Un trato diferente según la ropa que visten
En otros casos, es la apariencia reflejada fundamentalmente en la ropa
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Discriminación, racismo y violencia en la adolescencia de Ayacucho y Lima
Claves para la reflexión
lo que consideran que los y las hace presa del maltrato y los pone en
desventaja en contraste con los privilegios que otros reciben.
“Ese día, fui a un restaurante con mi tata y en vez de darme lo que
a todo el mundo le daban, me dieron la del menú. Yo pensé que me
iban a dar la de cuero, me dieron la de plástico no más. Yo vine así con
mi ropa normal de trabajo, y me sentí discriminado.”
“En las tiendas, por ejemplo, Saga, Ripley, las personas ven cómo
supuestamente estás vestido y te tratan de esa manera. En los bancos...
que personas que se visten normal los hacen esperar y otras que vienen
bien vestidas los hacen pasar primero, y eso creo que no es justo.”
Estas experiencias de exclusión son percibidas como injustas y les
produce dolor.
Violencia sexual por ser mujeres
Las mujeres expresan haber sido víctimas de insultos, tocamientos y
otras situaciones de violencia sexual por parte de varones adultos en
el ómnibus o en la calle. Esto les ocurre cuando están con el vestido de
uniforme o cuando están con ropa de calle.
“Hasta hoy en la mañana, me pasó que un señor… yo estaba con
una chica en el carro paradas, estoy por acá volteando ya, llegando
al colegio, entonces se me ocurre agachar la cabeza y nos estaba
tomando fotos debajo de la falda. Y yo como que ‘¿qué tiene eso?’,
¡Asu madre! Me dio unas ganas de tirarle una cachetada de verdad.”
“Sí faltan el respeto los hombres, son faltosos.”
“Eso es lo que a mí no me gusta, una persona se quiere poner, o sea,
un vestido o algo, y ya te comienzan a molestar. Por eso que no me
gusta que mi polo sea así en V, o sea mostrando, siempre preferí que
sean cerrados, porque los hombres te dicen ‘mamacita’. Todos son
mañosos, sobre todo los viejos. Y lo peor es que te dicen cosas feas
aparte de mamacita, te hablan de tus cosas íntimas y eso da asco.”
“A veces es incómodo, porque a veces los señores paran filmando, o
dando piropos.”
“Hasta en el carro una chica tiene que cuidarse, tiene que estar con el
codo o con la mochila, o estar viendo quién está atrás. Y no puede ser
así, no puedes estar viendo quién está atrás.”
Marisol Vega Ganoza
109
“Yo he visto chicas que las han mañoseado, y algunas no hablan
y otras sí reaccionan fuerte. Pero cuando reaccionan fuerte, hay
señores que no les hacen caso. Si fuera el chofer, yo lo bajaría al
señor, y donde haya un policía, le diría que ha hecho eso. Pero
solamente lo deja pasar.”
“Una vez le contesté a un señor, ‘¿qué le pasa a usted? ¿no tiene
hermanas, no tiene hijas?’ Yo me fui y otra vez seguía.”
Discriminación hacia el colegio
Consideran que en la calle hay una mirada negativa hacia el colegio
Alfonso Ugarte y sus alumnos que los y las hace sentir mal.
“Cuando voy a tomar el Metropolitano, varios chicos del Alfonso
Ugarte suben. Ayer ocurrió que había un chico que estaba sentado en
la parte de atrás del bus y le tomaron foto para que vean cómo son,
sus características. Lo miran de pies a cabeza (por ser del Alfonso
Ugarte).”
Esto es expresado con mayor claridad por estudiantes que han venido de
otros colegios. En un caso, uno de los alumnos contaba que la información
que recibía a través de los medios de comunicación lo hacía rechazar la
posibilidad de trasladarse a este colegio.
“Yo por ejemplo no quería venir acá al Alfonso Ugarte pensando que
todos eran pandilleros, porque veía en las noticias siempre ‘Alfonso
Ugarte con Melitón Carbajal’, y eso sí afecta bastante al colegio.”
Otro de los alumnos tuvo que hacer su traslado por problemas
económicos, pero se sintió tan avergonzado con los comentarios hacia su
nuevo colegio que optó por esconder donde estudiaba.
“Estaba en un colegio particular, pero hubo un problema en el trabajo
de mi papá, y me pasó a este colegio. Y todos (los del otro colegio)
comenzaron a decir ‘asu’, estoy en un colegio donde hay puros
pandilleros. Entonces comencé a ocultar que estaba en este colegio.”
Lo mismo le pasó a otra de las alumnas, cuando se referían a su colegio
como de pirañas.
110
Discriminación, racismo y violencia en la adolescencia de Ayacucho y Lima
Claves para la reflexión
“Yo vengo de un colegio particular y, cuando entré acá, mis amigas
(del colegio particular) me dijeron, ‘¿cómo te vas a poner en ese
colegio, que hay puros pirañas?’ Pero, en realidad, no creo que sean
así. Tal vez en algún momento sí habrá habido, pero ahora no.”
Las pandillas
Cuando se les pregunta por las pandillas, algunos/as refieren que en el
pasado existieron las pandillas en el colegio, pero que en la actualidad ya
no hay.
“Eso era antes, pero ahora ya hay bastante control. Han sacado
a bastantes chicos que hacían eso. La mayoría que quedan tienen
conducta A.”
“Antes había mucho pandillaje (en el colegio), ahora ya no… Donde tú
ibas, había una manchita. En los baños, mucho graffiti había. Eso era
quinto de primaria y siempre los chicos de secundaria bajaban acá a
quitar las comidas.”
Otros/as señalan que todavía hay alumnos del colegio que participan en
pandillas que actúan en las calles.
“Antes era peor, sí había demasiado. En el aniversario del colegio, se
venían de otros colegios y se peleaban, tiraban piedras a los carros y
todo eso. Mi mamá siempre me venía a recoger porque era peligroso.
Y ha ido disminuyendo pero no ha acabado, siempre hay.”
Hay también grupo de pandillas de mujeres que están en la pelea: “las
felinas”, “las malcriadas”, “las ugartinas”. “Se tiran la pera, van a la fiesta
semáforo. Se juntan con chicos que han estado acá pero ya no están, se van
al Melitón Carbajal y se paran peleando, (ellas) haciendo barras.” “Están
con navaja, con lapicero.”
Otros/as agregan que las pandillas vienen de fuera y buscan pelearse
con los de su colegio. Sienten temor de encontrarse con estos jóvenes
porque les quitan sus casacas de colegio y se las pisotean como símbolo
de superioridad.
Marisol Vega Ganoza
111
“Siempre entre colegios quieren saber quiénes son mejores, les quitan
la casaca para pisarla y tomar foto pal Facebook.”
“Hacen quedar mal al colegio.”
“Tú puedes salir a la hora de salida en tu ciudad, varios chicos parados
que parecen ser nada, pero llegan los 4, 5, y ves sus polos, el grupo
en el que están. Y por caracterizarse que ellos son los que mandan,
y van y se pelean… el Melitón Carbajal y el Alfonso Ugarte, para que
todos vean que ‘en San Isidro, el que manda es el Alfonso Ugarte’, y
todo esto. Y en el Cercado, lo mismo; era el Guadalupe y el Mariano
Melgar. Por querer resaltar no más.”
Consideran que quienes forman parte de las pandillas están muy influidos
por su entorno familiar o de amigos y buscan ser reconocidos.
“Depende de cómo se han formado en su familia”,“De su entorno...”
“Se copian de lo que otros son así, y así se comportan. O de sus padres, a veces.”
“Hay personas que, como son grandes y en su casa tienen malos
tratos, ellos piensan que pueden venir acá a agredirnos físicamente.”
“Se desahogan.”
“Cuando entran en las pandillas, creo que quieren sentirse aceptados
por alguien, por ellos.”.
Es diversa la percepción que tienen de las personas que se involucran en
las pandillas.
“Se juntan para robar, para drogarse”, “para agredir a otra persona”,
“para sentirse superiores”.
“Los amixxers (risas) son personas que se van a tirar peras, escriben
mal, paran en la calle, tienen mala ortografía. [Están en] las pandillas.”
“Amixxers se llaman.” “Amixxer también sería una forma de
discriminar, porque lo estás discriminando por su forma de vestirse,
por su forma de hablar.” “No por la forma de sus acciones.” “Eso ya
es aceptar lo que es.”
112
Discriminación, racismo y violencia en la adolescencia de Ayacucho y Lima
Claves para la reflexión
Por vivir en un barrio peligroso… sólo tienes que saber afrontar, la
herida no va a durar para siempre
Un alumno trae la experiencia de vivir varias formas de discriminación y
violencia por haber crecido en un barrio peligroso.
“Hace dos años que estoy acá. Estuve en un colegio que era como
bravo y se tenía cólera con este colegio… Ya no paro con los del otro
colegio. Algunos están en la cárcel, otros están con drogas. Mi niñez
o juventud o pubertad, no creo que ha sido la adecuada para mí. O
sea, me refiero a que quería yo tener una mejor niñez. El lugar donde
vivo no es tan cómodo como San Isidro, ¿no? En San Isidro, yo camino
con libertad, sé que no me van a hacer nada malo porque hay mucha
seguridad. En mi casa, no. Ahorita estoy en un lugar peligroso. …
Me hicieron un corte en la pierna. No tenía nada de malo con ellos,
nunca estaba metido en nada malo, pero allá es tierra de nadie. Se
pelean en la calle, si te cae o te pasa algo, te pasó… Habían bajado
alumnos de otro colegio a pelearse con ellos, y por el simple hecho
que tú tengas una casaca del Guadalupe, estás ya frito. Te ven, te
pegan y te quitan tu casaca. Te ven y te dicen, ‘oe, dame tu casaca’, y
le tienes que dar, porque hoy en día ya no paran con piedras ni palitos,
¿no? Ya ellos tienen sable. Incluso ya tienen hasta armas de fuego
ya. El lío fue que yo salí fuera del colegio y todos estaban corriendo,
yo no entendía por qué. Mi amigo me dijo que estaban viniendo
los del otro colegio, así, y venían con sables, y me rozó, y me sacó
sangre de la pierna. ¡Cómo es la vida! O sea, tierra de nadie, ¿no?
Nunca sabes lo que va a pasar. Pero para eso, sólo tienes que saber
afrontar. La herida no va a durar para siempre… Mi mamá era más...
y habló con mi papá y le dijo que me tenía que cambiar de colegio.
Fue difícil porque tenía bastantes amigos aquí. Pero llegué aquí, aquí
me siento más seguro. Tengo amigos que son mucho diferente a los
de... A comparación de acá, yo sé que voy a salir del colegio y a mis
amigos de acá, yo sé que los voy a ver como ingenieros, profesores,
que van a ser algo en la vida, ¿no? Ahorita, suficiente con verlos a mis
amigos del otro colegio, ya los veo que están con drogas. Algunos
hasta ya tienen hijos. Tienen una diferente forma de pensar. Hacen
creérselas que son vivos. Pero el verdadero vivo se sale de todo eso.
Sólo el sonso se queda en eso. Sólo el sonso se mete a las drogas,
sólo el sonso roba. A pesar de vivir en medio de todo eso, de las
drogas, de rateros, sí, tengo el orgullo de decir que nunca he robado,
Marisol Vega Ganoza
113
ni nunca he ingerido drogas, ni nada. Trato de tener amigos que no
estén metidos en eso. Acá nuevos amigos, nueva personalidad. Lo
que soy aquí con mis amigos es muy diferente a lo que soy en mi
casa. Podría decir hoy en día que tengo una doble personalidad. Me
he acostumbrado en mi casa a decir muchas groserías. O sea, en mi
casa con mi familia misma, no; con mis amigos, me refiero. Con mis
amigos de mi casa, me he acostumbrado a decir muchas groserías.
Salimos a fiestas y llegamos de repente un poco tarde, pero con mis
amigos de acá no, procuro ser algo más respetuoso… Allá en medio
del peligro, chicos que te trabajan la psicología, si tú le hablas así
inocentemente, te van a tomar como un sonso y vas a ser para ellos
un lorna más. (No puedes ser respetuoso…) Yo soy respetuoso con las
personas que son respetuosas para mí. Acá nadie me falta el respeto.
Pero allá, con hablarte no más, ya te faltan el respeto. Por eso tienes
que hablarle lisuras, y saber que tienes calle, que no te van a agarrar
como lorna…. Si tú sabes que tienes calle, tranquilo, no es necesario
ir y robar para decir ‘ah, yo soy de calle’, ni nada. Estar callado. Si te
buscan así pelea, ya, afrontarlo.”
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Discriminación, racismo y violencia en la adolescencia de Ayacucho y Lima
Claves para la reflexión
reflexiones
finales
Marisol Vega Ganoza
115
4. REFLEXIoNES FINALES
1. Los principales problemas que identificaron los y las adolescentes,
a través de una suerte de diagnóstico participativo realizado en los
grupos, son los siguientes:
• Los cambios físicos y psicológicos que tienen que pasar en
esta etapa de desarrollo en la que se encuentran, y lo poco
comprendidos que se sienten por parte de los adultos;
• La modalidad de vínculo que muchos tienen con el padre y la
madre que no les ayuda a crecer y desarrollarse, debido a que
éstos están ausentes en sus vidas, o tienen una presencia que
las y los agrede a través de golpes físicos y maltrato psicológico;
aun cuando en esta etapa de sus vidas están buscando ser más
independientes, esperarían poder contar con el padre y la madre
cuando los necesitan:
• El bullying en el colegio, con el que parecen nombrar a las distintas formas
de discriminación y violencia que se actúan entre los y las estudiantes; y
• La discriminación que, si bien está presente en los estudiantes,
inicialmente no parecía tener la carga afectiva que luego expresan
cuando se explora con mayor profundidad; esta liviandad inicial
como es tratada la discriminación será explicada luego por las
distintas asociaciones que se establecen cuando una persona
reconoce que ha sido discriminada.
En estos temas anteriores, coinciden tanto las y los estudiantes de
Ayacucho como las y los de Lima, con algunas variaciones. En el caso
de Lima, cuando se refieren a su preocupación por los cambios en
la adolescencia, son las mujeres quienes en su mayoría se refieren a
la sexualidad como tema: les preocupa las relaciones sexuales a esa
edad, el embarazo adolescente, y una de ella señala la violación como
un problema. En Ayacucho, la sexualidad no es un tema mencionado.
116
Discriminación, racismo y violencia en la adolescencia de Ayacucho y Lima
Claves para la reflexión
Hay otros problemas que son mencionados por las y los adolescentes
de Lima que no aparecen en las y los de Ayacucho, como son: la
economía de la familia, la deficiente educación que reciben en el
colegio y su futuro.
2. La noción de discriminación racial que tienen las y los adolescentes
tanto en Ayacucho como en Lima es englobante. Hablan de
una relación donde alguien se siente superior y hace uso de las
diferencias para rechazar y humillar a otra persona basándose en
distintos aspectos como la manera diferente de hablar, los rasgos
físicos, la condición socioeconómica, la manera de vestir, en la línea
del concepto de “raza social”.
En Lima, perciben que en la dinámica de la discriminación, alguien
busca sentirse superior comparándose con el otro para inferiorizarlo. De
manera autoreferencial, quien discrimina convierte lo que lo diferencia
en algo que posee y que a la otra persona le “falta”, haciendo de ello
motivo de menosprecio. En esa lógica de evaluación, cualquiera podría
ser objeto de discriminación, abriéndose la posibilidad de muchas
combinaciones. Y sólo quedaría libre de este rechazo y desvalorización
alguien bastante parecido a quien discrimina.
En Ayacucho, haciendo una conexión más cercana entre la noción y
su experiencia, son capaces de diferenciar que hay formas explícitas
de violencia que son utilizadas para discriminar como insultos, abuso,
menosprecio, rechazo y otras formas más sutiles, como la indiferencia.
Sin embargo, consideran que ambas son igualmente nocivas.
Asimismo, identifican a partir de su experiencia, que la discriminación
produce dolor y sufrimiento y puede tener un efecto duradero.
3.
La discriminación en el colegio en Ayacucho aparece como una
problemática relevante y de atención urgente. Es percibida como
generalizada, “casi normal”, “del día a día”, como si se hubiera
instalado como una epidemia masiva con la que tienen que convivir.
No parecen imaginar que puede ser erradicada aunque lo quisieran y
parecen optar por el conformismo.
En Lima, la discriminación en el colegio aparece como un problema
de baja intensidad, considerado como normal, reconocido por una
Marisol Vega Ganoza
117
mayoría de mujeres y varones, pero también desconocido por otros.
Tienen una mirada de la discriminación en su colegio con varios
componentes:
a.
b.
c.
d.
e.
Señalan que hay bromas basadas en el color de la piel, e insultos y
maltrato en broma que son “normales”.
Para ser discriminación, tiene que doler y bajar la moral de quien lo
recibe.
En esa lógica, la discriminación no tiene un enfoque relacional. Más bien
dependería de quien recibe la acción y no de quien la realiza para que
sea discriminación. Para que se identifique como tal, no importaría la
ofensa o humillación ejercida aunque ese haya sido su objetivo, sino que
la víctima dé cuenta del impacto. Como veremos después, desde esta
perspectiva, como hay una tendencia a no reconocerse discriminado
porque está asociado a descubrirse como vulnerable y débil, se visibiliza
mínimamente y se opta por “naturalizarla” como defensa.
Consideran que hay formas abiertas de discriminar, que serían las
expresadas por la palabra, como son la burla y los insultos, y otras
más veladas que hacen diferencias y separan a las personas, que
sería a través de actitudes – como cuando los varones son excluidos
del equipo de deporte o cuando no permiten a alguien sentarse a la
mesa – que no les es fácil reconocer como discriminación.
Finalmente consideran que hay grados de discriminación, y algunos
de estos grados son aceptados por los y las estudiantes como algo
normal.
4. Los actores de la discriminación en el ámbito escolar estarían para
la mayoría entre los y las estudiantes. Una minoría se refiere a algún
profesor y en un grupo, se menciona que son las y los estudiantes
quienes discriminan a algunos profesores.
En Ayacucho, mencionan que son los compañeros varones quienes
tienden a discriminar. En Lima, la mayoría, hombres y mujeres,
afirma que la discriminación está presente entre los varones y se
discriminan a través de insultos y bromas. Las mujeres se ubican
más como víctimas de los varones y refieren que reciben maltrato
y humillaciones a través de gestos y acciones. Algunas pocas llegan
a reconocer que no es sólo un asunto de varones pues las mujeres
también discriminan.
118
Discriminación, racismo y violencia en la adolescencia de Ayacucho y Lima
Claves para la reflexión
Aun cuando en Ayacucho la mayoría señale que la discriminación está
siempre presente y es casi normal, y mencionen que se da entre todas
y todos, parecen tener un perfil muy definido de quienes discriminan,
que los individualizaría. Este perfil es muy similar al que se expresa en
Lima.
Tanto en Lima como en Ayacucho, tienen una mirada dinámica
del discriminador. 24 Señalan que quien discrimina expresa un
resentimiento y una rabia acumulados porque ha sido víctima de
otras personas y, por eso, no es sólo un agresor, es también una
víctima que reproduce el maltrato recibido. De esa manera, nos
dicen que en quien discrimina no sólo hay un uso intencional de la
violencia, también influyen aspectos afectivos, no conscientes.
A través de la discriminación, la o el que discrimina tiene una rabia
acumulada por haber sido víctima en una situación pasada – que
habría ocurrido en la familia – y entonces a ese resentimiento le
encuentra una salida en el colegio, entre las y los compañeros.
En Lima, mencionan a distintos actores de la discriminación: están la
o el que agrede, que se siente superior; la o el que recibe la agresión,
que sería de alguna manera también responsable por hacer caso a
la agresión; y los testigos que, estando presentes, deberían asumir
un rol activo para frenar la discriminación en lugar de quedarse de
observadores pasivos. A través de esta comprensión más dinámica
de la discriminación, podemos encontrar una visión de la víctima, que
rescata la posibilidad de que sea más que una víctima ya que también
puede ser protagonista de sus cambios. Sin embargo, también está
la idea de la persona afectada, que está en esa condición porque es
débil, le falta carácter y deja que le impacten el maltrato y las ofensas.
Hay otra idea que circula y es que quien discrimina busca “el defecto”
que tiene una persona para fastidiarla. Detrás de esta afirmación
estaría la idea de que los rasgos o aspectos que toma en cuenta
el discriminador para discriminar – tales como estatura, tamaño,
color de piel entre otros, es decir, las características personales de
24 En Ayacucho, esta mirada más dinámica se expresa cuando se refieren a los factores
que influyen en la discriminación, en un inicio no.
Marisol Vega Ganoza
119
la persona afectada – pueden ser considerados por el estudiantado
como “defectos” o fallas y no como atributos que los singularizan.
Parece haber una mirada más comprensiva hacia el o la que
discrimina a quien le reconocen una historia previa, que explicaría la
presencia de determinantes inconscientes en su actuar, mientras que
se desliza una mirada más severa y menos tolerante hacia la persona
que resulta en víctima, como si para dejar de ser discriminada, sólo
bastaría “no hacer caso” y poner en marcha su decisión y voluntad.
De otro lado, para la mayoría, tanto en Lima como en Ayacucho,
hay muchos factores que influyen para ser una víctima de la
discriminación.
5. Reconocerse
como víctimas de discriminación ha generado
resistencias para la mayoría. Si bien en Ayacucho reconocen que es una
práctica generalizada y que muchas y muchos lo han sido, les es difícil
en un comienzo ponerse en contacto con sus propias experiencias y
vivencias. En Lima, en un inicio, varios de las y los estudiantes lo niegan
con énfasis y se refugian en la pertenencia grupal del salón donde
“todos somos amigos”, ocultando así sus tensiones más personales.
Sólo cuando se explora un poco más, se animan a reconocerlo.
En esa misma línea, llama nuestra atención lo expresado por un alumno
de Lima que había sido afectado seriamente por la discriminación
en su salón, llegando a perder la conciencia como resultado del trato
recibido. Sin embargo, identifica como normal la discriminación y sólo
se trataría de cuidar de “los excesos”, palabra que nos ha sido tan
familiar en el marco de las violaciones de derechos humanos durante el
conflicto armado interno para restarle relevancia al acto de violencia.
Parece ser que la posibilidad de reconocer y aceptarse como una
persona que ha sido discriminada generaría mayor vulnerabilidad
grupal que las ofensas recibidas, como si fuera más soportable
mantener la fantasía de “todos estamos y somos iguales” que asumir
las desigualdades de las que es objeto, que tal vez lo colocaría en el
grupo de los vulnerables y por ello de los “perdedores”.
120
Discriminación, racismo y violencia en la adolescencia de Ayacucho y Lima
Claves para la reflexión
6. Todas las formas en que son discriminados son un llamado de
atención para toda la comunidad educativa:
Por ser nuevas y nuevos en el colegio, tienen que vivir el rechazo,
como si las y los antiguos tuvieran privilegios o derechos adquiridos
que siente amenazados con la presencia de los nuevos y el nuevo
tuviera que ser tratado como inferior, excluido o insignificante hasta
hacerlo tolerable. Esto es vivido tanto por varones como por mujeres
aunque ellas manifiestan que hasta hoy les duele recordar esa etapa.
No se trataría de los inicios de un proceso de ubicación en el colegio,
sino que se sostendrían en el tiempo, durante meses, haciendo
más difícil la construcción de un sentimiento de pertenencia grupal
escolar.
a.
Por características físicas, tamaño, estatura, color de la
piel, relacionadas con las condiciones socioeconómicas y la
procedencia étnica. Llama la atención de manera particular el
sufrimiento que expresan todavía las mujeres cuando se sienten
discriminadas por su estatura.
b. Burlas de connotación sexual de hombres hacia mujeres a través
de gestos, miradas, dibujos en la mesa, y hasta tocamientos,
que las mujeres sienten como una amenaza constante. Sólo en
estos casos las alumnas han recurrido a los auxiliares de colegio
para poner un alto y han encontrado respuesta. (Ha ocurrido en
Ayacucho y sólo ha sido mencionado en una entrevista.)
c. Exclusión de actividades deportivas por “no ser buenos” –
expresión que usan para aludir a la falta de destreza – o burlas
por pertenencia a un club deportivo diferente. Mencionada
exclusivamente por los varones.
d. Por abuso de algún cargo, cuando haciendo uso del poder, un
compañero o una compañera maltrata y discrimina.
7. En
un primer momento no parecen reconocer haber sido
discriminados/as por las y los profesores. Sin embargo, cuando se
explora un poco más, señalan distintas formas en que lo han vivido.
Las y los estudiantes tanto de Lima como de Ayacucho se refieren a la
discriminación basada en el género. En ambos colegios, los varones
Marisol Vega Ganoza
121
perciben en las y los profesores una actitud de mayor atención y
facilidades para las mujeres, y las mujeres refieren que, en algunas
circunstancias, las facilidades son para los varones.
En Ayacucho, identifican otras formas de discriminación por parte de
algunos profesores que son un serio llamado de atención. Mencionan
que discriminan dando incentivos para las y los alumnos que
muestran mejor rendimiento académico y abandonando a quienes
no lo hacen. Refieren que hay algunos profesores que anuncian
que sólo los hijos de profesionales serán profesionales, o que los
hijos de campesinos o de familias de bajos recursos nunca van a
aprender. Asimismo, hacen uso de la violencia física o verbal para
demostrar autoridad. Como hemos señalado, todas estas formas
de discriminación se constituyen en las principales columnas para la
consolidación de la desigualdad en el proceso escolar.
Desde esa perspectiva, es muy difícil imaginar experiencias de
satisfacción para las y los estudiantes en esas circunstancias, y menos
aún un buen acompañamiento psicosocial para el desarrollo del
potencial de la y el estudiante con igualdad de oportunidades para
todos y todas en la escuela. Más bien la experiencia de proceso para las
y los jóvenes en su vínculo con estas y estos profesores que discriminan
es un obstáculo para el aprendizaje y no hace más que acentuar las
desventajas y acuñar la desigualdad.
8. La reflexión sobre la manera en que han discriminado a otros y otras
abre la posibilidad de mirarse de otra manera y de una comprensión
mayor de la complejidad del proceso afectivo.
Reconocen que en el colegio, los hombres y las mujeres se discriminan
entre sí. Sin embargo, en Lima señalan que el trato entre varones
puede ser mucho más humillante y agresivo, porque estarían
jugando a “ser más hombres”. Por ese mismo motivo, el varón que
hace de víctima en una relación de discriminación se tiene que
aguantar. Si expresa su malestar por haber sido insultado o humillado,
podría ser considerado frágil y ser tildado de “homosexual”.
Al reflexionar en su rol de discriminadores, un estudiante pudo
reconocer no sólo la manera cómo ofendió, sino también cómo
122
Discriminación, racismo y violencia en la adolescencia de Ayacucho y Lima
Claves para la reflexión
su ofensa fue capaz de despertar resentimiento y odio junto con
sentimientos de venganza en el otro. Pudo darse cuenta de cómo así
se da lugar a un círculo vicioso difícil de frenar.
De esa manera, también se plantea la idea de que la y el discriminador
y la y el discriminado pueden coexistir en la misma persona, según
quien sea su interlocutor.
Una observación que hace una alumna sobre su experiencia como
discriminadora nos transmite cómo puede ser totalmente irracional el
racismo, del que no se da cuenta a primera vista la persona que lo realiza,
y que muchas veces sólo puede reconocerse con la ayuda de otros y otras.
Otra observación que hacen los y las estudiantes es la relación que
hay entre la distancia afectiva ente las personas y la discriminación.
Se les hace más fácil discriminar a quien no se conoce, pues cuando
hay un mayor acercamiento, hay intercambio y diálogo, es más
posible ponerse en el lugar del otro o de la otra, ser más sensible a
sus sentimientos y reconocerse mutuamente. Esto se conecta con la
discriminación que hacen a los nuevos y las nuevas estudiantes que
llegan al colegio.
9. Señalan distintas maneras
de haber discriminado que no son
muy diferentes a las formas que han mencionado cuando han sido
discriminados y discriminadas. Estas son: las burlas por el color de la
piel, por la estatura y la contextura, la forma de hablar, la manera de
vestir, el bullying y los apodos.
Sin embargo, en Ayacucho aportan nuevos elementos. Refieren que
entre las y los alumnos hay una clasificación que los ordena en tres
categorías y que guarda relación con la discriminación: “el popular,
el chancón y el marginal”. Esta manera de ordenarse lleva implícita
una organización jerárquica, en donde la o el popular es quien está
por encima de los demás y que discrimina, y la o el marginal, como
su nombre lo dice, es quien es excluido/a, la usual víctima de la
discriminación. La o el chancón permanece en las fronteras entre
ambos y puede ser más reconocido y valorado por los adultos, pero
a su vez puede ser discriminado y ser sujeto de las burlas de los
compañeros y las compañeras.
Marisol Vega Ganoza
123
Es alarmante y seria la percepción que tienen sobre el bullying.
a.
b.
Va en aumento en el colegio (Ayacucho).
La mayoría tiende a involucrarse con el grupo agresor por
presión grupal porque “son muchos y la mayoría gana”.
c. Aun cuando pueden sentir la necesidad de defender a las
víctimas, se sienten impotentes para sustraerse del bullying
ante la fuerza masiva de la violencia.
d. Perciben que hay un silencio cómplice tanto en el estudiantado
como en los y las docentes, que aumenta el potencial de daño
del bullying. Esta consideración sobre el silencio vale también
específicamente para la discriminación.
El uso de los apodos, tanto para Lima como para Ayacucho,
puede expresar una forma de camaradería así como una forma de
discriminación. Nos hacen ver que el apodo es una manera de darle
un distintivo a una persona y puede expresar cariño, pero también
puede ser una forma de agresión y ofensa. Resulta discriminador
cuando hay una intención de daño o cuando genera dolor, pena
u otro tipo de malestar, y hay que estar atentos a estas respuestas
afectivas. En Ayacucho, refieren que son los varones quienes suelen
poner los apodos tanto a las mujeres como a los hombres.
10. Dentro de los factores que influyen en la discriminación que han
identificado, están, por un lado, los factores que tienen que ver con
la dimensión subjetiva de las personas que discriminan, tales como:
•
•
•
Reproducción de las ofensas recibidas trasladadas a terceros
expresado de la siguiente manera: “en su casa los tratan más y
vienen al colegio a hacer bullying”;
Proyección en la otra persona de los aspectos propios
devaluados: “piensan que van a ser más bonitas diciéndole fea
a la otra persona”;y
Reacción inmediata de rabia contra su agresor.
Por otro lado, están factores relacionados con las diferencias
socioeconómicas y la diversidad cultural, que han dado lugar a la
exclusión y a la desvalorización entre las personas por las maneras
diferentes de hablar, de vestir, el color de la piel, entre otros, y que
124
Discriminación, racismo y violencia en la adolescencia de Ayacucho y Lima
Claves para la reflexión
las y los estudiantes refieren haber incorporado por imitación o
conductas aprendidas en el colegio.
En la reproducción de las ofensas hacia terceros, captan que en quien
discrimina ha habido una situación pasada que la o lo violentó y que el
resentimiento y rabia que no encontró salida entonces aparece en otra
circunstancia dirigida hacia otra persona a quien maltrata y discrimina.
Mientras que con la reacción inmediata de la rabia, la persona agredida
devuelve la ofensa a la persona que la discriminó o agredió.
Es importante anotar que los y las estudiantes, tanto de Lima como de
Ayacucho, mencionan que es en el espacio escolar donde aprenden
a agredir y discriminar, y también a menudo aprenden a naturalizar
la discriminación.
Si consideramos que la escuela es un espacio donde las y los
estudiantes aprenden a convivir con los demás, es muy llamativo
que adolescentes de los últimos años nos muestren cómo en ese
aprendizaje está incluida una suerte de normativa de la discriminación,
en la que se han venido entrenando desde pequeños, sin que haya
habido mayor cuestionamiento.
11. Efectos en el cuerpo, en la subjetividad y en el aprendizaje
Los y las estudiantes nos dicen que la discriminación se juega en el
terreno de la autoestima y el efecto que produce dependerá, de un
lado, de las características personales de las víctimas y de su capacidad
de respuesta, y de otro, del grado de intensidad de la discriminación.
Hay una fuerte conciencia de los efectos dañinos que produce la
discriminación. Refieren que éstos pueden ser también de distinta
intensidad. Puede producir actitudes y sentimientos pasajeros hasta
sentimientos prolongados de mucho dolor, que pueden llevar al suicidio.
En Ayacucho, subrayan que las huellas que deja la discriminación
quedan en el cuerpo por los golpes recibidos y queda en la subjetividad
a través de sentimientos de rencor y odio. Además precisan que
genera timidez, vergüenza, deseos de ocultarse y aislamiento, y en
algunos casos puede agudizarse hasta llegar al deseo extremo de
eliminarse.
Marisol Vega Ganoza
125
Tanto en Ayacucho como en Lima, mencionan los efectos en el
aprendizaje. Encuentran que la baja de autoestima tiene relación
directa con la inseguridad que les produce a la hora de exponer, la
falta de concentración para los estudios, el desgano.
En Lima, hay también la sensación de algunos/as de que los efectos
dependerán de la voluntad de las víctimas: “si se dejan bajar por lo
que les dicen, les afecta”. Si bien esta mirada resalta la capacidad
de respuesta que tenemos todas las personas para hacerle frente a
la adversidad, también es importante reconocer que a veces no es
suficiente la fuerza y la voluntad que uno le ponga para recuperarse
de los vínculos dañinos.
Llama la atención el dolor emocional y el sufrimiento expresados
por algunas adolescentes cuando han referido ser víctimas de la
discriminación por ser nuevas o por su tamaño, como si hubiese sido
reciente el hecho y el impacto todavía necesitara ser elaborado.
12. La manera como enfrentan la discriminación es diversa. Tanto en
Lima como en Ayacucho, los y las estudiantes encuentran una salida
a la discriminación en el esfuerzo individual. No sólo se trataría de
enfrentar individualmente el hecho. Algunos parecen considerar
que deben salir de la ubicación de “inferiores”, si se esmeran, por
ejemplo, estudiando, para así lograr superarse y por tanto superar
la discriminación. En esta mirada subyace la idea de salir de una
supuesta inferioridad – que estarían aceptando – para colocarse en
una ubicación superior a punta de proponérselo. Para otro y otras,
la manera de enfrentar la discriminación es buscando apoyo en
otras personas para ponerle un pare. En Ayacucho, además señalan
como alternativas: no hacer caso, evitar acercarse a las personas
que discriminan, poner en palabras la rabia. En Lima, mencionan la
importancia de la reflexión colectiva y revertir el silencio.
Aun cuando la convivencia está marcada por una dinámica de
discriminación, las y los estudiantes no parecen tener una mayor
reflexión crítica sobre esta problemática. Es como si tuvieran un
registro afectivo de lo que les ocurre en el aquí y ahora, que no llega
a mayores niveles de elaboración. Desde esa mirada, la salida que
encuentran para enfrentarla es individual y no parecen enfocarlo
como un tema de derechos.
126
Discriminación, racismo y violencia en la adolescencia de Ayacucho y Lima
Claves para la reflexión
13. Cuando precisan a quién recurren cuando buscan ayuda, algunos
estudiantes refieren que no cuentan con alguien y dicen quedarse
con todos los sentimientos dentro. Otros mencionan que buscan a su
padre o su madre, y en otros casos, a los amigos y las amigas.
Para las estudiantes de Ayacucho, los y las docentes no parecen ser
una alternativa de ayuda. Sólo han recurrido a éstos/as en situaciones
muy excepcionales, cuando se han sentido muy amenazadas por los
varones con sus burlas y gestos de connotación sexual. Lo cotidiano
parece ser que las y los estudiantes se regulen entre sí, ante la
falta de una presencia significativa de las y los profesores como
representantes de la autoridad que debería ayudar a poner los límites.
Los y las docentes no parecen haber generado vínculos de confianza
suficiente como para que las y los adolescentes les pidan apoyo y
tampoco parecen tener recursos, herramientas y actitudes para
enfrentar estas situaciones.
14. A partir de todo lo expuesto, se pueden proponer algunas pistas
para enfrentar la discriminación.
En primer lugar, escuchar las voces de los y las adolescentes
que desde su experiencia dan cuenta de la manera cómo se va
cristalizando la desigualdad y la exclusión a través de las distintas
formas de discriminación que se dan en el colegio.
Otro aspecto fundamental es una mayor sensibilización sobre la
discriminación al interior de la comunidad educativa, entre las y los
profesores, tutores, las y los psicólogos, promoviendo una profunda
reflexión y toma de conciencia del problema, y una disposición al
diálogo entre las y los estudiantes, ente estudiantes y profesores/as y
entre los y las estudiantes con el padre y la madre, que signifique un
mayor compromiso con acciones para enfrentarla.
De manera particular se debe ofrecer un servicio de acompañamiento
socioemocional a las y los estudiantes involucrados en dinámicas de
violencia y discriminación – tanto para la víctima como para la o el
que discrimina – de manera que puedan procesar los sentimientos de
rencor y odio que se ponen en juego en esta manera de vincularse.
Marisol Vega Ganoza
127
Se deberá desarrollar herramientas que sirvan para desarrollar
capacidades en las y los docentes para prevenir la discriminación
en los colegios, para acompañar a los y las estudiantes que sufren
los efectos de la discriminación y, de manera más específica, para
que sean capaces de identificar las señales de riesgo en los y las
estudiantes.
Asimismo, es preciso promover entre los y las estudiantes enfrentar
la discriminación generando un compromiso personal que implique
dejar el lugar de testigo pasivo y asumir un rol de agente de cambio
y un compromiso colectivo por la defensa y la promoción de los
derechos humanos de los y las estudiantes.
A su vez, se debe facilitar en la comunidad educativa un sistema que
involucre protección para la persona discriminada y posibilidades de
reparación para quien discrimina.
Por último, es importante promover programas de intercambio de
prácticas y saberes interculturales, que permitan sentir, pensar y
hacer con el otro diferente.
128
Discriminación, racismo y violencia en la adolescencia de Ayacucho y Lima
Claves para la reflexión
referencias
bibliográficas
Marisol Vega Ganoza
129
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130
Discriminación, racismo y violencia en la adolescencia de Ayacucho y Lima
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Twanama, Walter, “Racismo peruano, ni calco ni copia”, DESCO, Revista
Quehacer No 170, abril-junio 2008.
Marisol Vega Ganoza
131
132
Discriminación, racismo y violencia en la adolescencia de Ayacucho y Lima
Claves para la reflexión
anexos
Marisol Vega Ganoza
133
6. ANEXoS
ANEXO 1
Matriz de temas
Objetivo general
Conocer la percepción de las y los adolescentes sobre la discriminación y
el racismo.
Objetivos específicos
1. Identificar los problemas
más frecuentes en las y
los adolescentes
2. Recoger la noción
que tienen sobre la
discriminación
3. Identificar
- Identificar desde la percepción de las y los
adolescentes sobre cuáles consideran que son
sus principales problemas. (Una manera de
explorar qué lugar tiene la discriminación en
sus vidas.)
- Qué entienden por discriminación.
- Explorar la percepción que tienen sobre la
discriminación en el colegio:
a. Las formas principales de • ¿Hay discriminación en tu colegio?
discriminación, racismo y • ¿Quiénes son los que discriminan? Y
violencia en CCEE.
¿quiénes los discriminados?
b. Actores de discriminación • ¿Ustedes se han sentido discriminados?
en la CCEE
• ¿Cuáles son las principales formas
(patrones) de discriminación que ustedes
experimentan/ viven en el centro
educativo? ¿Cómo se manifiesta? Explorar
los apodos.
• ¿Ustedes han discriminado? ¿Cómo?
• ¿Qué hace que alguien discrimine a otra
persona? Qué factores influyen? ¿Por qué
crees que ocurre?
- Explorar la percepción que tienen las y los
adolescentes respecto a la discriminación
al interior de la familia. ¿Cuáles son sus
experiencias?
-Explorar la percepción que tienen sobre la
discriminación en la calle y/o el barrio. ¿Cómo
se presenta? ¿Cuáles son sus experiencias?
134
Discriminación, racismo y violencia en la adolescencia de Ayacucho y Lima
Claves para la reflexión
4. Identificar los efectos
psicosociales de la
discriminación en los
adolescentes
- Explorar cuáles consideran que son los efectos
que produce la discriminación. Cuál es el
impacto de la discriminación en la subjetividad
y el comportamiento del o la adolescente.
• Los sentimientos más llamativos
• Los mecanismos de defensa
- Explorar si se puede hablar de efectos
transgeneracionales.
- Indagar desde la percepción del o la
adolescente si hay alguna afectación en su
rendimiento escolar. ¿Cómo lo afecta?
5. Conocer cómo enfrentan - Identificar la capacidad de respuesta de las y
la discriminación
los adolescentes
• ¿Cómo canaliza la violencia?
- Participación en algún colectivo, organización
política, social, cultural, artística.
- ¿A quién recurre si es víctima de violencia y
discriminación?
135
Marisol Vega Ganoza
ANEXO 2
FICHA DE DATOS PERSONALES
DATOS GENERALES
AÑO ESTUDIOS:
NOMBRE COMPLETO:
EDAD:
IDIOMA:
LUGAR DE NACIMIENTO:
LUGAR DE NACIMIENTO DE LOS PADRES:
Mamá
Papá
IDIOMA DE LOS PADRES:
GRADO DE INSTRUCCIÓN DE LOS PADRES:
Mamá
Papá
¿EN QUÉ TRABAJAN?
Mamá
¿CON QUIÉNES VIVES?
Papá
136
Discriminación, racismo y violencia en la adolescencia de Ayacucho y Lima
Claves para la reflexión
Se terminó de imprimir en los talleres gráficos de
Tarea asociación Gráfica educaTiva
Pasaje María Auxiliadora 156 - Breña
Correo e.: [email protected]
Página web: www.tareagrafica.com
Teléf. 332-3229 Fax: 424-1582
Marzo 2014 Lima - Perú
Discriminación, racismo y violencia en la adolescencia de Ayacucho y Lima
13462 SER / Discriminacion Racismo Adolescencia / Caratula 30.2 x 20.5 cm. / Lomo OK : 8 mm / Foldcote C-14 / INT. 136 pp. Bond 75 gr. 14.5 x 20.5 cm. / Encolado / Edwin

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