curso de historia – primer año de magisterio

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curso de historia – primer año de magisterio
Departamento de Historia – Primer Año Magisterio – Fichas para debate y orientación
de lecturas – Mag. Luis F. Pacheco – Minas – Marzo 2016
INSTITUTO DE FORMACION EN EDUCACION
“Juan Antonio Lavalleja” - Minas
CURSO DE HISTORIA – PRIMER AÑO DE MAGISTERIO –
APORTES A LA INVESTIGACION
LOS INDIOS EN NUESTRA ICONOGRAFIA E HISTORIOGRAFIA
Introducción
El maestro es el profesional con formación terciaria que debe guiar a los alumnos en sus
aprendizajes y estar dispuesto a aprender y tener la capacidad de examinar un tema
desde diferentes posiciones y posibilidades didácticas.
El objetivo de este trabajo es ayudar a los maestros en el análisis de sus problemas
didácticos pedagógicos.
En esta oportunidad abordaremos el tema de las imágenes del indio en nuestra
iconografía, esto es representación pública – monumentos y láminas – y concepciones
historiográficas – en los textos de estudio y documentos de época –
La memoria histórica ó la recordación de un personaje, hecho ó colectivo, se realiza
dándole nombre a plazas, parques, avenidas y calles, construyendo monumentos,
agregándolo a museos e incluyéndolo en textos de estudio.
El tema del origen de la población indígena y africana ha sido incluido en la agenda del
Instituto de Derechos Humanos, de la acción de algunas ONG conformadas con
descendientes, la investigación genética y etnográfica en nuestros hospitales, bancos de
sangre, censo de población, acciones del Ministerio de Desarrollo Social...
La representación de nuestros indígenas en el imaginario colectivo se hace a través del
Arte, la Literatura, la Política y la Historia.
Sobre esto debemos señalar: un énfasis en lo “charrúa” sin que muchos tengan en claro
a que se refieren; negación explícita del aporte guaraní a la población y a la Historia del
Uruguay; considerar que todo lo indígena es “charrúa” sin reflexionar un momento en
que la macro etnia charrúa fue la última en una larga serie de una prehistoria
desconocida y en todo caso la que encontraron los españoles; el énfasis en la batalla,
masacre, genocidio... de Salsipuedes con particular adversión hacia la figura del general
Fructuoso Rivera.
En el caso de quien escribe estos párrafos tuvo la oportunidad de examinar los registros
bautismales de la parroquia de Villa de la Inmaculada Concepción de Minas entre 1783
y 1800 con el resultado de un importante aporte de indios provenientes de las Misiones
Jesuitas – un inmenso territorio extendido desde las Misiones Orientales del río
Uruguay, a las Misiones Occidentales del mismo río, a las Misiones sobre el Paraná y a
las Misiones sobre el Paraguay. Estos indios misioneros no tienen en el nomenclátor
minuano ni una calle, ni plaza, ni placa.... excepto algún club de fútbol..
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La presentación pública a través del Arte. 1
Hemos tomado cuatro ejemplos de monumentos:
El monumento a los charrúas – Montevideo – recuerda a los 4 charrúas llevados a París
por François de Curel, en 1832, como “muestra”: Senaqué enfermó en el viaje y murió,
Guyunusa tuvo una hija en París y murió; Tacuabé logró escaparse con la niña y
Vaimaca Peru se dejó morir. La obra data de 1938 a iniciativa de Gervasio Furest,
Enrique Lussich y Edmundo Prati.
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Fotos y notas tomadas de: www.portalvillaserrana.com.uy; www.chancharrúa.wordpress.com;
www.revisionistas.com.ar; www.doloresnet.com; lagazetta.zapicán.blogsport.com.uy;
wwwrepublica.com.uy; wwwlamochila.com.uy.
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Monumento al cacique Abayubá – muerto por Juan de Garay en San Salvador, 1573 y
modelo de la resistencia charrúa. La estatua originalmente estaba en Paso de la Arena y
ahora fue traslada a pueblo Abayubá por orden de la intendente de Montevideo Ana
Olivera y el Ministro de Educación y Cultura, Ricardo Erlich.
Monumento al cacique Zapicán – de Alberto Panzarti, inaugurado el 5 de Junio de 2011,
en la localidad de Zapicán, sobre ruta 14, departamento de Lavalleja.
Monumento a Tabaré, ubicado en Dolores, departamento de Soriano, personaje creado
por Juan Zorrilla de San Martín. Inaugurado el 17 de Noviembre de 1974, por iniciativa
de la Sociedad Criolla, encargó la obra al escultor Juan Habegger Balparda.
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Representación pública a través de la política:
Los restos del cacique Vaimaca Perú son recuperados por el Estado y depositados en el
Panteón Nacional, del Cementerio Central de Montevideo, después que el Museo del
Hombre de París, Francia, los devolviera, 18 de Julio de 2002.
Este es un caso de simbolismo revisionista y reivindicativo con aprovechamiento de los
recursos del Estado: negociación con Francia, alegato a favor de los derechos humanos,
aprobación de una Ley, asistencia de autoridades, acompañamiento militar con honores
de “ministro de estado”, polémica partidaria e interinstitucional si Vaimaca Perú debía
ser enterrado en el Panteón Nacional, en un mausoleo al estilo “charrúa” en las Sierras,
en algún departamento del Norte del país... Otro ejemplo es el proyecto de Ley para
ascender a Brigadier General a Andrés Guacurarí, el caudillo guaraní amigo de Artigas.
En el caso de esta ciudad de Minas hemos polemizado sobre la pertinencia y costos de
traer los restos del General Juan Antonio Lavalleja, exhumándolos de la Catedral de
Montevideo para algún sitio en esta ciudad. Como antecedentes podemos mencionar: la
construcción del Mausoleo para Artigas en Plaza Independencia; el descomunal
monumento a Artigas en Minas, escenario de la “Noche de los Fogones”; la repatriación
de los restos de Lorenzo Latorre, de Buenos Aires a Montevideo; el traslado de los
restos de Leandro Gómez a Paysandú y que sus descendientes impugnaron, regresando
los restos al cementerio familiar en Buceo, Montevideo. Otros movimientos similares:
fueron la repatriación de los restos de Juan Manuel de Rosas desde Inglaterra a Buenos
Aires, durante la presidencia de Carlos Menem ó la solemnidad del Panteón de los
Héroes en pleno centro de Asunción.
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Bernardino García, nacido en Tacuarembó, bisnieto del cacique Sepé, con el periodista
Juan Carlos López.
Parque arqueológico – con fines turísticos y míticos –
Con ingenuidad no exenta de ignorancia se asume que todo resto prehistórico en el
territorio, es charrúa. Así en los noventa, Gonzalo Abella, ganó notoriedad interesando
al entonces ministro Yamandú Fau con la promoción del Hilo de la Vida, zona de
Lavalleja, cercana a Minas.
No tengo referencias de excavaciones arqueológicas en la zona. Si tengo referencias de
vecinos que consideran que los montículos fueron construidos por los peones de campo
cuando hacían limpieza, tampoco se ha exhibido ningún documento colonial que los
mencione y de haber existido hubieran sufrido la suerte de todos los monumentos, esto
es, la excavación depredatoria en busca de tesoros.
En la promoción de esta zona, igual que se hace con la Gruta de Arequita, se incluye un
elemento mítico y místico, en cuanto a misterios, energías, lugares sagrados, de
iniciación, vórtices, portales, avistamiento de ovnis... en el caso de la gruta de Arequita,
la ambientación es de templo, ya que incluye un escenario con: descenso, ingreso,
sofocación, adaptación a la escasa luz, corriente de agua, “altar” y la visualización de la
luz desde dentro, el silencio y de nuevo el ascenso.
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En el caso de los Museos Nacionales de Antropología, del Indio, Nacional “Casa de
Rivera”, Fuerte de San Miguel y Municipales, todos admiten una Sala del Indio, donde
la pericia de los asesores implementa de forma didáctica mapas, líneas de tiempo,
ilustraciones, excavaciones, para dar entorno a lo que de otra forma son solo puntas de
flecha, lanzas, morteros, boleadoras... colocados en vitrinas, sin más información. Puede
el lector apreciar con su visita la Sala del indio y del gaucho del Museo de nuestra Casa
de la Cultura.
La representación en nuestra literatura
“Tabaré” –fragmento –
Juan Zorrilla de San Martín (1855 – 1931) considerado el “poeta de la patria”, autor de
“Tabaré”, “La Leyenda Patria”, “La epopeya de Artigas”. Docente, escritor,
diplomático, periodista, editorialista en el “Bien Público” y fundador de la Unión
Católica y después Unión Cívica.
La palma centenaria, el camalote.
El ñandubay, los talas y las ceibas.
La Historia de la sangre de un desierto.
La triste historia de una raza muerta.
…………….
Voces que llaman, que interrogan siempre.
Sin encontrar respuesta.
Palabras de un idioma indefinible.
Que no han hablado las humanas lenguas.
……………..
Allí cuajó en mi mente, obedeciendo.
A una atracción secreta.
Y, entre risas y llantos y alaridos.
Se alzó la sombra de la raza muerta.
De aquella raza que paso desnuda.
Y errante, por mi tierra.
Como el ruego de un eco no escuchado.
Que camino del cielo, el viento lleva.
…………….
Es la raza charrúa.
De la que el nombre apenas.
Han guardado las ondas y los bosques.
Para entregar sus notas al poema.
……………..
Cruza el salvaje errante.
La soledad de la llanura inmensa.
Y el amarillo tigre, como él hosco.
Cómo el fiero y desnudo, la atraviesa.
El tigre brama; el indio.
Contesta en el silbido de su flecha.
¿A dónde va? ¿Qué persigue? Tras su paso.
Sobre ese hermoso suelo. ¿Qué nos deja?
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La descripción de la poesía no se aleja del modelo de la época: las limitaciones para
concebir la prehistoria y conocer los procesos evolutivos de la población amerindia y de
verlo como “salvaje” en un hábitat igualmente hostil. Zorrilla de San Martín, como
poeta contribuyó a la creación del mito charrúa y de la nación construyendo un “puente”
directo entre charrúas y orientales. Hoy en día nos hemos acostumbrado a la “garra
charrúa”.
LOS INDIOS EN NUESTRA HISTORIOGRAFIA:
Francisco Bauzá (1849 – 1899) docente, historiador, político, católico y vinculado al
Partido Colorado. Su obra mas conocida “Historia de la dominación española en el
Uruguay” es modelo de erudición por los detalles en su relato. Entre otras obras se
agregan “Estudios literarios”, “Estudios constitucionales” e innumerables artículos
como periodista. Conjuntamente con Pablo Blanco Acevedo, Eduardo Acevedo y
Alberto Zum Felde son representantes de una corriente historiográfica reconocida como
positivista, historicista, liberal, oficialista y colorada.
“El país conocido hoy con el nombre de Uruguay, fue antigua comarca de tribus
salvajes, descubierta por navegantes europeos en los albores del siglo XVI, y desde
entonces destinada a soportar la acción de las rivalidades políticas, que durante tres
centurias dividieron a sus descubridores”.
El párrafo es claro en cuanto a que la población original solo se califica como salvaje y
que la entrada en la Historia se hace en función del descubrimiento y los conflictos
entre España y Portugal.
El libro primero de la obra “Historia de la Dominación Española en el Uruguay”, está
titulado “Habitantes primitivos del Uruguay” y es un largo y erudito ensayo sobre el
problema del indio desde el punto de vista religioso y científico para la época del
descubrimiento. Comienza con “el descubrimiento de América, puede decirse con
verdad, que fue la sustitución de un problema por otro. Mientras en el orden
geográfico resolvió todas las dudas, en el orden etnológico aglomeró innumerables
objeciones y dificultades”.
La Europa cristiana y feudal de los siglos XV y XVI carecía de conceptos para
comprender los problemas resultantes de grupos humanos con lenguajes y culturas
desconocidos en regiones que ignoraba, ni siquiera tenían vocabulario para designarlos
y no debe extrañar la pregunta más obvia de si eran o no humanos.
Negarle al indio su humanidad era sumamente eficiente para justificar su esclavitud. El
Papa Paulo III (Alejandro Farnesio, 1468 – 1549) afirmó “aunque estuvieran fuera de
la fe de Cristo, no estaban privados ni podían serlo de su libertad, ni del dominio de
sus bienes, y que no debían ser reducidos a servidumbre”. El rol de la Iglesia Católica
en América es un tema aparte, a veces omitido o disminuido por los historiadores
liberales anticlericales.
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Bauzá no desconoce en su texto que el lenguaje, los tatuajes y la ornamentación a la
cerámica son manifestaciones del pensamiento simbólico; tampoco omite que las
distancias, el aislamiento y el clima contribuyen a cambios y nuevos símbolos.
Finalmente recupera algunos conceptos básicos del problema: América no fue poblada
por los mismos pueblos que Eurasia, ni por colonia alguna salida de ellos; que se
desconocían plantas, animales y técnicas, más en el Sur que en el Norte del continente,
lo que hacía suponer pasaje de animales y de hombres; y que no podía ser más antigua
que la población europea porque sería superior, ni de la misma antigüedad porque sería
igual en desarrollo.
No desconoce la influencia de las corrientes marinas en las migraciones marítimas
aunque es difícil de explicar la pérdida de habilidad en navegación en casi todas las
poblaciones americanas. No desconoce el viaje de los chinos hasta el Cabo de Buena
Esperanza ni los tres puntos más cercanos entre continentes: Labrador-GroenlandiaIslandia, Behring y Brasil-África, que habrían facilitado la navegación. Tampoco
desconoce la mezcla entre mitología y geografía en los relatos de los antiguos
navegantes.
Aprecia los aportes de la Lingüística, la Antropología y la Arqueología, hace referencia
a los “montículos” de Rocha ó Cerritos de Indios, excavados hace pocas décadas y que
evidenciaron una población desconocida anterior a la población “charrúa”. También
hace mención a yacimientos o campamentos encontrados en Montevideo, en Maldonado
y en islas de ríos del interior.
Mapa clásico con las tribus mencionadas por Bauzá
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Nuevo mapa de corrientes migratorias pre hispánicas.
Bauzá reconoce las dificultades científicas para dar certeza a la evolución de la
población prehispánica tanto en las más avanzadas y de mayor concentración
demográfica como en las más dispersas y de menor número (caso del Uruguay) y la
falta de interés y de recursos de los conquistadores para conocerlas.
En este mapa vemos las rutas y las corrientes migratorias durante la Prehistoria
admitidas para el doblamiento del continente americano: por el estrecho o istmo de
Behring; por las islas Aleutianas, por la corriente del Pacífico Norte, navegaciones
transpacíficas desde Melanesia y Micronesia y desde Australia bordeando la Antártida;
admitidas por la academia a partir de Hdricla, Rivet y Mendes Correa, en el siglo XX..
Sobre el tema particular de la población amerindia de nuestro territorio apuesta al
idioma como lazo social de identidad, con las dificultades que resultan de la influencia
del guaraní, del vocabulario y alfabeto hispánico y de la transferencia de términos de
una región a otra hecha por los mismos españoles. En la lista de pueblos indígenas
mencionados por Bauzá encontramos: charrúas, chanás, yaros, bohanes y guenoas.
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En su apreciación del indio denota contradicciones “el salvaje uruguayo aparece ante la
historia como aparece una estatua desnuda en el taller de un artista, para ser materia
de estudio y no incentivo a la obscenidad. Por sus aptitudes geniales, brilló como una
excepción entre otras parcialidades corrompidas o feroces, y no cediendo en valor a
ninguna, superó a todas por la docilidad con que se abría al trato de las gentes,
siempre que la tentativa no viniese precedida de imposiciones o amenazas que
lastimasen su altivez... La mujer compañera de este hombre, complementaba por su
carácter sufrido, las dotes culminantes de la raza... De casal tan enérgico debía nacer
forzosamente una raza varonil, adiestrada desde la infancia a los combates más
acerbos de la vida...”
Insistiendo en el factor lingüístico afirma que “charrúa” se traduciría por “iracundos”
“destructores”, al tiempo que la palabra correcta para designar jefe es “tata” y no
“cacique”. Intentando resolver los problemas del atraso tecnológico (edad de piedra
pulida) y de origen, aventura la posibilidad de una migración desde el Caribe. Sobre
esto asume el estado continuo de guerra entre comunidades, por ejemplo: antropófagos
y no antropófagos. Agrega lo sabido respecto de la caza, la pesca, las viviendas
portátiles, la industria de la piedra, la desnudez, el hábitat hostil, la melancolía y la
escasez de elementos de música, juegos, cánticos y danzas...¿? y estima la población
charrúa en no más de 2.000 individuos. En el retrato psico social niega las
características de la antropofagia, sacrificios humanos o crueldad con prisioneros y
refugiados.
Pablo Blanco Acevedo (1880 – 1935) fue abogado y diputado por el Partido Colorado
y dejo como historiador una prolífica obra, impresionantes colecciones y fue fundador
del Museo Histórico Nacional. Entre sus títulos se destacan: “Historia de la República
Oriental del Uruguay”, “El Centenario de la Independencia”, “El Gaucho y su
formación social”, “La impresión de Montevideo ante la Revolución de Mayo”, “La
mediación de Inglaterra en al convención de paz de 1828”; “El gobierno colonial y los
orígenes de la nacionalidad”, “Historia nacional para Enseñanza Secundaria”, “El
Dr. Nicolás Herrera en la independencia argentina”, “Estudios constitucionales”,
“Estudios históricos” y “El federalismo de Artigas y la independencia nacional”. El
libro original fue escrito como texto de estudio y terminaba en ¡1852! La segunda
edición es de 1901 y la cuarta de 1906. En su alegato reconoce las dificultades para
escribir un libro de historia y que en todo caso todos los libros contienen errores
históricos, manifiesta su buena fe de seguir exhaustivamente las fuentes documentales –
metodología propia del siglo XIX y buena parte del XX –
Transcribimos el primer párrafo: “La América antes de ser descubierta, estaba poblada
por una raza de hombres salvajes casi en su totalidad, que se extendía desde el
Estrecho de Magallanes hasta las partes más septentrionales del Canadá. Esos
hombres, denominados indios por los primeros españoles, vivían en grupos y tribus,
llegando algunas de éstas, más adelantadas que otras, a formar imperios fuertes, como
el del Perú y el de Méjico”.
La idea es clara identificando indio con salvaje, lo cual no debe resultar extraño dada las
diferencias de desarrollo material entre Europa y las poblaciones americanas, al
momento del descubrimiento. Además siguiendo a la historiografía europea obsesionada
con el Imperio Romano, no había cultura, ni civilización, ni sociedad, si no era imperio.
Y en el 1900, Europa y EEUU los modelos del mundo.
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“El territorio que hoy constituye la República Oriental del Uruguay estaba poblado,
como los otros países de Sud América, por distintas tribus de indios que habitaban a lo
largo de las costas. Cada tribu se componía de una agrupación de indios que variaba
en número, sin ser, por lo general muy considerable. Los indios que ocupaban el
Uruguay estaban sumidos en completa barbarie; sin embargo se distinguían por su
valor e intrepidez. Varias eran las tribus que existían al tiempo de la conquista, siendo
las principales la de los charrúas, la de los chanás, la de los yaros y la de los
bohanes”.
En el segundo párrafo reforzamos el concepto de salvajismo con el de barbarie. En la
época se ignoraba y aún se ignora la complejidad de la una larga prehistoria. Siguiendo
a Bauzá reitera los nombres de tribus ó comunidades admitidas en la historiografía
tradicional pero omite otras, como los guaraníes.
“Los charrúas constituían una raza fuerte y valiente, que nunca se doblegó ante los
españoles. Eran de color moreno, cabello negro y lacio, de miembros fornidos, altos y
vigorosos, de ojos pequeños y vivaces, de nariz afilada, escasos de pelo, excepto la
cabellera, dientes fuertes y planos. Vivían de la caza y de la pesca, siendo hábiles en el
manejo del arco y de la flecha, y habitaban en tolderías para resguardarse de la
intemperie”.
Siguiendo los avances de época en materia de antropología no podía omitirse una
descripción física, tomada tal vez de Félix de Azara que estuvo en nuestro territorio a
fines del siglo XVIII y comienzos del XIX y que fue acompañado por José Artigas en
varias tareas de campo – delinear la villa de Batoví – entre otras. Tampoco deja de lado
la caracterización de la caza y la pesca que por agotamiento de recursos los hacía
nómades, aunque los pone a salvo de la antropofagia que se les atribuye con motivo de
la expedición de Juan Díaz de Solís en 1516.
“Los charrúas eran los indios mas belicosos de Sud América. En las luchas contra la
conquista, formaban un total de hasta mil hombres, organizados en columnas, con las
cuales entraban en combate. La tenaz resistencia que opusieron durante tres siglos,
hasta su completo exterminio, es una prueba de su valor inquebrantable”.
El juicio sobre el valor del indio es notorio. Lo que se presta a polémica es que no
habiendo registros demográficos no es posible afirmar que en Salsipuedes hubo un
genocidio completo de la etnia charrúa. Y, en todo caso antes que valor inquebrantable
es notable una falta de adaptación. Este salvajismo queda desmentido cuando el indio
adoptó el caballo, cazó vacas, aprovecho el cuero, comerció, abandonó la flecha por la
lanza... y si hubieran sido una amenaza espeluznante habrían exterminado a los pocos
cientos de españoles dispersos en la Banda Oriental. Unas pocas flechas incendiarias
hubieran dado cuenta de los ranchos de terrón, cuero y paja de Montevideo, en 1724.
Lo interesante es que Pablo Blanco Acevedo no desmarca el suceso de Salsipuedes de la
guerra civil entre Lavalleja y Rivera, durante el año 1832. Los sucesos que presenta
siguen una secuencia: ruptura con Lavalleja, derrota de los charrúas en Salsipuedes el
12 de Abril de 1831, derrota de los indios misioneros de Bella Unión el 5 de Junio de
1832, motín de Ojeda y Santana en el Cuartel de Durazno, amotinamiento de Eugenio
Garzón en la guarnición Montevideo; derrota de Lavalleja, del argentino Olazábal, en
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Tupambaé, Higueritas, Paso de la Cruz... eventos que duraron hasta 1834, instigados por
Juan Manuel de Rosas.
Eduardo Acevedo ( 1857 – 1948) abogado, periodista, escritor, historiador, rector de la
Universidad y decano de Educación Secundaria, dejó dos importantes obras “Historia
Nacional” como resumen de su monumental obra “Anales Históricos del Uruguay”.
“El territorio que hoy abarca la República Oriental del Uruguay, perteneció
primitivamente a varias agrupaciones o tribus de hombres salvajes”. Concluyente
desde el primer renglón. Sigue con la acostumbrada descripción física y social como
cazadores pescadores y no deja de reconocer la importancia que tuvo en sus hábitos la
introducción del caballo y el ganado vacuno.
Son reveladores los últimos párrafos del corto artículo que su obra de texto “Historia
Nacional” refiere a los charrúas. “ni por los medios violentos, ni por los medios
persuasivos, pudieron los conquistadores españoles dominar a los charrúas durante los
trescientos años en que unos y otros estuvieron en lucha, ganando terreno siempre los
primeros y perdiendo uno por uno sus hombres los segundos. Los sobrevivientes
tomaron parte en las guerras de nuestra independencia, bajo la bandera de Artigas al
principio y de Fructuoso Rivera después. Pero, sin perder su autonomía, ni renunciar a
su libertad. Todavía en 1832, ya en pleno funcionamiento constitucional la República
Oriental, quedaba un núcleo de charrúas al Norte del Río Negro, sobre los territorios
que hoy comprenden los departamentos de Salto y Artigas, y allí fueron exterminados
todos sus componentes, en una emboscada que organizó el coronel Bernabé Rivera”.
Otra afirmación concluyente en palabras de uno de nuestros pioneros historiadores y
que tuviera acceso a las personas y documentos oficiales.
Más adelante realiza otras afirmaciones como “Los indios, como se deduce de lo que
hemos dicho antes, tuvieron una participación muy poco importante en la colonización
del territorio uruguayo. Los charrúas que eran los más numerosos, no quisieron nunca
someterse a los españoles y, después de la fundación de Montevideo, fueron alejados a
viva fuerza al interior del país, y concluyeron por desaparecer totalmente”, la omisión
a los guaraníes es tácita, los mil indios que vinieron como trabajadores a Montevideo no
son mencionados ni tampoco el aporte guaraní a las guerras entre españoles y
portugueses alrededor de Colonia. No para aquí el etnocentrismo del criollo blanco,
europeo inmigrante y afirma: “también los negros y los mestizos han desaparecido casi
totalmente de nuestra población, en gran parte por efecto de nuestras guerras civiles,
durante las cuales los batallones que ellos integraban, constituían invariablemente la
llamada –carne de cañón”- Esta última una afirmación particularmente valiente en el
contexto de época.
Alberto Zum Felde (1887-1976) ensayista, periodista e historiador, nacido en Bahía
Blanca y fallecido en Montevideo. Sus dos obras más conocidas son “Proceso
Histórico del Uruguay” cuya primera edición es de 1919 y “Proceso Intelectual del
Uruguay” publicado en 1930. Fue director de la Biblioteca Nacional, fundador de la
Academia Nacional de Letras y recibió el Premio Nacional de Literatura. Zum Felde
toma muchos elementos de la Sociología a fin de explicar los procesos históricos.
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El primer capítulo, de “Proceso Histórico del Uruguay”, se titula “La Formación
Colonial” y abarca un período extenso comprendido entre “el país indígena” y el
Cabildo Abierto de 1808. En este se encuentran sus ideas básicas sobre el problema del
indio.
Transcribimos: “La Historia del Uruguay comienza con el descubrimiento y conquista
de este territorio por los españoles. Todo cuando existió y sucedió anteriormente,
pertenece a la oscura prehistoria indígena de esta región del continente.”
Los conceptos que encuadran su pensamiento son claros en cuanto: que en la época –
comienzos del siglo XX - la Historia es Historia escrita, por lo que nuestra Historia solo
pudo empezar con el Descubrimiento; que la población en 1919 era inmigrante o
descendiente de inmigrantes con un modelo de sociedad completamente europeo por lo
cual el vínculo solo podía explicarse a partir de la presencia europea y aunque no lo
aborda explícitamente admite que la Prehistoria es un período largo, complejo y difícil
de conocer de lo que se supone, aún hoy.
“Y, ello es así, no solo porque ese pasado indígena, hasta la hora de la Conquista, nos
es casi totalmente desconocido, sino porque las diversas tribus aborígenes.... se
hallaban en plena Edad de Piedra, carecían absolutamente de toda forma de
civilización. El estado de vida indígena rioplatense correspondía a los caracteres del
período neolítico, el de la piedra pulimentada; esas tribus no conocían los metales;
todos sus rudimentarios enseres y herramientas... eran de materia pétrea.
Admite tres aspectos básicos para reformular el problema: que el pasado indígena era y
es desconocido, el concepto de edad de piedra y que esta se divide en Paleolítico y
Neolítico.
Siguen una serie amplia de negaciones: “desconocían la agricultura y el pastoreo; no
plantaban ni criaban animales. Carecían, finalmente de toda institución política y
religiosa, no tenían gobierno ni practicaban culto alguno; y lo que es más extraño, no
usaban instrumentos de música, no poseían danzas ni canciones. Su lengua era gutural,
al parecer, al parecer emparentada con el tupí. Solo la ausencia entre ellos de la
antropofagia y de otras prácticas feroces, impide clasificar estas tribus entre las más
salvajes de América”.
En el modelo del positivismo e historicismo de principios del siglo XX, una civilización
necesitaba una economía organizada, relaciones comerciales, moneda, ciudades,
metalurgia, autoridades civiles, militares y eclesiásticas, arte, religión, educación,
normas escritas y con cánones y dogmas... si la extensión permitía calificar como
Imperio y un relato de reyes y conquistas, más eficiente era dicha civilización. Así se
consideraron civilizaciones e “imperios” a los Aztecas, Mayas e Incas.
La descripción continúa con la siguiente afirmación: “Las tribus que pueblan el
Uruguay se pierden en la sombra anónima del salvajismo primitivo. No poseyendo
ninguna forma de civilización, ni industrias, ni instituciones, ni artes, no aportan
elemento alguno a la formación de la sociedad colonial”.
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A partir de esta negación material se construye el concepto de identidad de la población
rural durante el período colonial: “Lo que caracteriza al vida rural del país durante su
formación colonial, y después, no pertenece a las tribus aborígenes del Uruguay; ha
venido de afuera: es español o quechua-guaraní. Ni el caballo, ni el rancho, ni el
poncho, ni el chiripá, ni la chuza, ni el mate, ni el facón, ni la bota de potro, ni la
guitarra, ni el asado, son charrúas; pues estas tribus desconocían tales elementos. El
caballo, la guitarra, el facón, son españoles; el poncho, el chiripá, el mate, y otros
elementos indígenas son traídos por los españoles del Paraguay y del Perú, cuando
fundan las reducciones de Soriano; o por los jesuitas y tapes de las Misiones. Los
mismos nombres geográficos y vocablos indígenas incorporados a la lengua común de
estos países, son en su mayoría guaraníes, no charrúas; es sabido que estos hablaban
una lengua gutural, casi imposible de pronunciar, y que el propio lenguaje que usaban
más tarde, posteriormente a la conquista, está lleno de influencias guaraníticas,
adquiridas por importación. Respecto a los dos únicos elementos nacionales
gauchescos que pueden considerarse como de origen charrúa, la vincha y las
boleadoras, son comunes a todas las tribus aborígenes del sur, usándose desde el
Paraguay hasta la Patagonia”.
El resultado es que debemos reflexionar sobre tres relatos: las imágenes contradictorias
de que “todo es charrúa” ó la “negación del indio”; la omisión explícita ó reducida a
aspectos marginales de los guaraníes en todo nuestro relato histórico y el propio período
colonial más complejo de lo que se quiere admitir.
LA POLEMICA CONTEMPORÁNEA
En publicación de diario “El País” de 22 de Noviembre de 1998, la encuestadora CIFRA
realizó un relevamiento como aporte al debate desatado sobre la prehistoria y los
indígenas entre Daniel Vidart, Renzo Pi, Danilo Antón, Gonzalo Abella, Rodolfo Porley
y otros.
Los resultados de Cifra determinaron que el 40 % de los uruguayos tenemos apellido
español; seguido por un 18 % de apellidos italianos y 12 % de apellidos portugueses,
sumándose un 8 % de apellidos de otro origen (armenios, alemanes, franceses, ingleses,
israelíes, libaneses...). Somos una población de inmigrantes y emigrantes.
Un 25 % respondió que probablemente tiene un antepasado indio y un 15 % respondió
que tiene un antepasado negro. El resumen final supone que el 31 % de la población
supone que tiene un antepasado negro o indio. América es una sociedad mestiza.
El análisis de CIFRA es consistente con 3 grandes eventos demográficos:
La Época Colonial con la presencia de charrúas, guaraníes, africanos, europeos
españoles y portugueses y sus descendientes criollos mestizos o blancos (criollo blanco,
mulato, mestizo, zambo...). Durante los primeros tiempos de la República llegan
numerosos vascos e italianos, algunos ingleses. El mayor volumen de población llegará
durante la Modernización. Esta población proviene de todas las regiones de España,
Italia, Suiza... Posteriormente a las dos guerras mundiales y la guerra civil española,
llegan nuevas corrientes.
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El Uruguay tiene en 1834, menos de 80 mil habitantes y crece a un millón en 1907.
Entre 1907 y 1963 crece de uno a dos y medio millones.
En palabras del antropólogo Daniel Vidart, de los 80 mil habitantes del Estado Oriental
por lo menos 15.000 eran guaraníes provenientes de Misiones. Los testimonios de los
registros parroquiales son consistentes con el hecho. Por otra parte los testimonios del
general Antonio Díaz es que los charrúas eran pocos centenares. Después de
Salsipuedes algunas familias permanecieron dispersas en el Norte y algunas mujeres y
niños fueron entregados a familias criollas para “civilizarlos”, por disposición del
ministro José Ellauri.
En lo referente al tema indígena es claro que el volumen de población europea que llegó
mestizó y ocultó demográfica y culturalmente al indio.
Julio María Sanguinetti (1936) abogado, historiador, periodista, diputado, senador y
dos veces presidente de la República (1985 a 1990 y 1995 a 2000). A sus innumerables
artículos y conferencias agrega numerosas obras sobre temas históricos: “Luis Batlle”,
“Pedro Figari”, “Agonía de la Democracia”, “La Reconquista”.
En “El Charruismo”, editorial publicado en “El País” de fecha 19 de Abril de 2009;
realiza las siguientes puntualizaciones: en primer lugar “no hemos heredado de ese
pueblo primitivo ni una palabra de su precario idioma, ni el nombre de un poblado o
una región, ni aun un recuerdo benévolo de nuestros mayores, españoles, criollos,
jesuitas o militares, que invariablemente les describieron como sus enemigos”. Esta es
la primera de las polémicas ¿Qué hemos heredado de los charrúas? Y, si todos se
equivocaron al describirlos como enemigos ¿?.
En segundo lugar, la exaltación del charrúa surge en un momento que nuestra identidad
nacional necesitaba mitología y buena parte del tema es creación del imaginario y no de
la Historia. Citando a Oscar Padrón Favre2, dice Sanguinetti “se basa en el
ocultamiento sustancial de la etnia guaraní misionera” presente en la construcción de
Montevideo, en la fundación de pueblos, integración del ejército, nombres de ríos y
arroyos y del mismo territorio “Uruguay”. Acotamos que en nuestros “Apuntes de
Historia y Genealogía de Minas, 1783 – 1800” encontramos guaraníes provenientes de
todos los pueblos de Misiones.
Se refiere al fracaso de los jesuitas en cristianizarlos y las guerras sostenidas entre
guaraníes y charrúas, en 1702 (batalla del Yi) y 1749 (campaña del gobernador de
Buenos Aires, José Andonaegui). Al momento que Rivera es presidente quedaban unos
cientos de una población que nadie estima como numerosa.
La orden de Lavalleja, entonces Ministro de Guerra, del Gobernador provisorio José
Rondeau, al Comandante de Campaña Fructuoso Rivera, de fecha 24 de Febrero de
1830, dice: “Por el adjunto parte que en copia autorizada se acompaña, se ha impuesto
al señor general de los excesos cometidos por los charrúas. Para contenerlos en
adelante y reducirlos a un estado de orden y al mismo tiempo escarmentarlos, se hace
necesario que el señor general tome las providencias más activas y eficaces,
2
Oscar Padrón Favre (1963), es director del Museo Municipal de Durazno, licenciado en Historia,
profesor en Formación Docente y prolífico investigador del aporte guaraní a nuestra población.
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consultando de este modo la seguridad del vecindario y la garantía de las propiedades.
Dejados esos malvados a su inclinaciones naturales y no conociendo freno alguno que
los contenga, se librarán sin recelo a la repetición de actos semejantes al que nos
ocupa y que les son familiares. El infrascrito ha recibido órdenes del gobierno de
recomendar al señor general, la mas pronta diligencia en la conclusión de este asunto,
en tanto se interesa al bien general de los habitantes de la campaña”.3
Dice Sanguinetti “Lavalleja le dio a Rivera, la orden de atacarlos, para no dejar a
estos malvados a sus inclinaciones naturales y no conociendo freno alguno que los
contenga”. Citando a Lincoln Maiztegui4, lo que hizo Fructuoso Rivera, lo hubiera
hecho Juan Antonio Lavalleja, Manuel Oribe o Eugenio Garzón. Previene Sanguinetti
de un enfoque ideológico más que de un enfoque histórico.
Danilo Antón (1940) y Rodolfo Porley (1946)
Danilo Antón es profesor de Geografía, Geólogo y ha incurrido en ensayos sobre temas
históricos: “El pueblo Jaguar” “Piriguazú” y “Uruguaypirí”
Rodolfo Porley es periodista: autor de “El Laberinto de Salsipuedes”.
El resumen de la polémica con Daniel Vidart y Renzo Pi, se resume en la separata
publicada por Leonardo Haberkorn5, con el título “Salsa Charrúa” de fecha 20 de
Marzo de 1998.
Las críticas hacia los textos devienen de las afirmaciones de sus autores:
Danilo Antón sostiene que los charrúas fueron cientos de miles, que conocieron la
agricultura, el calendario, dieron importancia a la mujer y formaron una sociedad
democrática y ética. Rodolfo Porley agrega que fueron una cultura de alta espiritualidad,
respetuosa del medio ambiente, con complejos conocimientos matemáticos y
constructora de cientos de monumentos de piedra.
Los autores manifiestan que tenemos una “historia” de menosprecio a los indígenas por
parte de las clases dominantes y que mantiene un profundo racismo inconsciente. La
convicción de que practicaban la agricultura del maíz, porotos, zapallo, mandioca... en
chacras escondidas en los montes y que su nomadismo era armónico con diferentes
ecosistemas; es otro tema de polémica. Agregan que estas actividades se realizaban de
acuerdo con un calendario lunar y un sofisticado sistema matemático, teniendo el
comienzo del año nuevo en el solsticio de junio.
Entienden que la llegada de los europeos transformó a los charrúas y estos
evolucionaron de pacíficos a guerreros y a nómadas por necesidad. Identifican cierta
cantidad de monumentos en piedra asociados a prácticas espirituales, de chamanismo,
de medicina holística y musicales. Este aspecto particular se hace más complicado con
la polémica sobre el idioma, vocabulario y pronunciación y la pretensión de reproducir
canciones y música. Y buscando la genealogía de los charrúas incluyen referencias
sobre el presidente francés, François Miterrand y el presidente uruguayo, Baltasar Brun.
3
Renzo Pi Hugarte, en “El Uruguay Indígena” tomado de Acosta y Lara.
Lincoln Maiztegui (1942), es periodista y ha producido una obra histórica monumental “Orientales” en 5
tomos con un muy minucioso y documentado relato.
5
Leonardo Haberkorn (1963) es escritor y periodista de Búsqueda y profesor en ORT.
4
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Gonzalo Abella (1947)
Es maestro, profesor y master en Ciencias Sociales con estudios en La Habana y en
Moscú. Ha publicado varios ensayos de revisionismo histórico como: “Nuestra Raíz
Charrúa”, “Mitos, leyendas y tradiciones de la Banda Oriental”, “Historia diferente
del Uruguay” y “Artigas, el resplandor desconocido”. Es otro representante de la
corriente revisionista e indigenista.
Su libro se abre con una conspiración académica para fabricar la Historia, considerando
lo que es y lo que no es científico y “usurpando la memoria”. En esta conspiración
ideológica participan el Estado y el Ministerio de Educación y Cultura, la Universidad y
los medios masivos de comunicación. Este planteo despierta inconsciente simpatía.
Apunta sus críticas contra “el Estado Oriental de 1830, que fue un proyecto liberal, pro
británico y por ello inicialmente anti artiguista, que liquidó los charrúas como cultura
organizada. Después ese mismo Estado trató de demostrar que eran pocos, brutos,
incorregibles.” Afirma Abella que claramente se busca asociar lo indígena con
barbarie, saqueo y asesinato. Es decir, el lector captado por la simpatía se embarca en la
cruzada contra una injusticia.
El problema cultural es mas profundo en cuanto se exalta el aporte europeo de los
inmigrantes y se ignora la cultura rural. Se admite como ciencia lo que es “positivo” y
puede enseñarse en las escuelas y omite, reprime y oculta “la yuyería” “los
curanderos” y “las religiones afro”. La admisión del aporte guaraní también implica la
devaluación del aporte charrúa por considerarse antagónicas y con la particularidad de
que los guaraníes se “civilizaron”.
Inmediatamente Abella destaca sus principales hipótesis: que los charrúas forjaron una
cultura milenaria, que guenoas-minuanes y bohanes pertenecen a la macroetnia charrúa
compartiendo una lengua común. Insiste con Porley y Antón que practicaron la
agricultura sin roturación ni roza y crearon farmacias de camino con yuyos agrupados y
combinados. Asume que ordenaron un ecosistema jardín como pradera natural
sustentable y tuvieron una religiosidad tolerante y respetuosa de la diversidad cultural
de los pueblos que los rodeaban y otras culturas de América.
Afirma que construyeron monumentos de piedra para sus rituales, túmulos cónicos de
más de 2 metros de altura, con bajo relieves y esculturas, que mejoraron cavernas,
construyeron refugios en piedra, que sus paraderos tenían muros de defensa en círculo y
dentro estaban las casas de barro, pieles y quinchado para las familias extensas con
fogones comunitarios en el centro. Que tenían conocimientos de balística de armas
arrojadizas.
Repite la idea de que el nomadismo es una consecuencia de la fuga frente a las cacerías
de esclavos y campañas de exterminio de portugueses, españoles y guaraníes
misioneros. Lo que si es indudable la adopción del vacuno por su rendimiento en carne
y cuero y el caballo como medio de movilidad. Al respecto Abella valora que los
charrúas se vincularon al contrabando y al mercado internacional de cueros.
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También recoge numerosas entrevistas y atribuye accidentes ocurridos en “paraderos
indígenas” y en Salsipuedes, avistamiento de “luces malas” y “ruidos de fantasmas” a
los espíritus indios de los antiguos cementerios olvidados.
ARQUEOLOGIA: El misterio de los cerritos de los indios en Rocha
En la Facultad de Humanidades existe una licenciatura con especialización en
Arqueología ó en Antropología. Con exiguos recursos del Gobierno y eventuales
aportes internacionales se realizan sucesivas campañas de excavaciones: Salto Grande,
Bajo Uruguay, Isla Gorriti, Cerro del Toro y Rocha. Algunos restos arqueológicos en
Salto Grande han sido datados en 12.000 años. Los restos encontrados en la Cuenca de
la Laguna Merín han sido datados en 4.000 años. Este es el primer concepto a tener
presente, la prehistoria del Uruguay es mucho más extensa que la breve relación entre
europeos y charrúas.
En toda la región este del Uruguay se han identificado los “cerritos de los indios”
construidos por lo menos hace 4.000 años y no son charrúas, guenoas, minuanes, ni
guaraníes. Este es el segundo concepto a tener presente, los charrúas y minuanes
estuvieron en contacto directo con los europeos desde el descubrimiento en 1516 y
¿antes? Por su parte los guaraníes se avinieron a convivir y mestizarse con los europeos.
En vocabulario guaraní se refieren a los constructores de “cerritos” y a los “cerritos”
como tapuias.
La Cuenca de la Laguna Merín abarca en territorio uruguayo los ríos Yaguarón, Tacuarí,
Cebollatí, Olimar, San Luis y aledaños los bañados de Rocha y las lagunas costeras:
Castillos, Rocha, Garzón, José Ignacio, Laguna Negra. Esta porción integra un territorio
más extenso, conectado por el río San Gonzalo a la Laguna de los Patos y al río Yacuy
en territorio brasileño.
José Enrique Figueiras hizo las primeras excavaciones en 1892. Recién en 1960 se
admitió que esta cultura podría datarse en 4.000 años. Un acuerdo entre Ministerio de
Educación, Facultad de Humanidades, Comisión de Patrimonio, Museos de
Antropología e Historia Natural permitió una serie de excavaciones más o menos
continuas hasta el año 2.000. La cultura de los “cerritos” se extiende desde Bahía hasta
nuestro territorio. Y en nuestro territorio por todo el Este. En el Uruguay se han
calculado 800 aunque su número puede superar 2.000, muchos sitios han sido afectados
por el desarrollo agrícola.
Respecto de los “cerritos” se debaten dos hipótesis: casa habitación (Dra. Alicia
Durán) y sitios religiosos de culto y enterramiento de sus muertos. Los hechos son que
los terrenos de Rocha son particularmente anegadizos durante las lluvias y que para
construirlos se necesitó tiempo, abundante mano de obra, permanencia en la zona y
organización. Estas construcciones de tierra también se encuentran en las llanuras de
Estados Unidos y en la región del Amazonas.
La novedad es el hallazgo de restos de perros autóctonos, en las tumbas de sus dueños.
Las razas actuales de perros en el país, incluido el cimarrón, son descendientes de los
mastines europeos traídos durante la colonización. Y, también la presencia de cuarzo,
que no se encuentra en la región.
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Los arqueólogos admiten varios grupos étnicos al momento de la llegada de los
europeos: guaraníes en el Bajo Uruguay – llegados desde Paraguay y Santa Catalina –
chanás en las islas del Paraná y del Río Uruguay; charrúas y minuanes hacia las
llanuras centrales y los tapuias, en el Este.
Los tapuias eran más oscuros de piel, cultivaban poroto, calabaza y maíz; su
desaparición pudo deberse a los guaraníes y a las capturas de esclavos por parte de los
bandeirantes, según el arqueólogo Leonel Cabrera6. Esto habría ocurrido como tarde
en el siglo XVII.
Un aspecto que merece ser tomado en cuenta es el factor biológico epidémico. América
antes del “descubrimiento” era un mundo biológicamente estable frente a las
infecciones que afectaron Europa – peste negra y viruela – Durante la conquista de
ciudad de México (1522) la viruela mató más que las armas.
Al final de la nota Leonel Cabrera expresa “habría que preguntarse porque interesa tan
poco nuestro pasado aborigen. Tomamos de este la garra charrúa y todo lo que nos
conviene, pero ignoramos todo lo demás. En la escuela y en el liceo, estudiamos los
incas y los mayas, pero nuestros indios no los estudiamos porque consideramos en
forma etnocéntrica que fueron culturas menores, que no merecen un lugar en nuestra
historia, ni en nuestro aprendizaje escolar. Mucha gente piensa que es porque este
pasado no tiene relación con nuestro presente”.
Renzo Pi Hugarte (1934-2012), profesor de antropología de la Universidad y en otras
de América durante su exilio. Es autor de “El Uruguay Indígena” e “Historias de
aquella gente gandul” entre otras publicaciones.
Daniel Vidart (1920), profesor de antropología en Uruguay, Colombia y Chile y autor
de innumerables artículos y libros como: “El Uruguay visto por los viajeros”,
“Cronistas de Indias” “Pueblos prehistóricos del territorio uruguayo” “El legado de
los inmigrantes” “El mundo de los charrúas” “Los cerritos de los indios del Este
uruguayo”. Ha donado su biblioteca al uso público.
En su libro el “Uruguay Indígena” Renzo Pi sostiene que en esta región a la llegada de
los europeos, no había ni oro ni una civilización indígena que organizada, al estilo de
México o de Perú. Los españoles se presentan como una sociedad urbanizada frente a
comunidades indígenas de cazadores recolectores.
En la crítica hacia las fuentes documentales, los europeos no abundaron en detalles de
vida de estas bandas por lo que su información es difusa en cuanto a las descripciones, a
veces muy confusas de pueblos y lugares, los prejuicios y el lenguaje. En este particular
debemos tener presentes que chanás, tupíes y guaraníes actuaron como intérpretes y
exploradores.
6
Leonel Cabrera y Alicia Durán, citados en “El País” – el secreto de los cerritos de indios en Rocha – del
periodista Antonio Álvarez, 24 de Diciembre de 1995. Leonel Cabrera es arqueólogo e integra la
Comisión Nacional de Patrimonio.
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Estas fuentes están limitadas al período de contacto a partir del siglo XVI. Los escritos
fueron realizados por hombres de acción sin ninguna preparación académica.
Particularmente polémica es la validez de la designación “charrúa” ¿?. No sabemos si en
su lengua se denominaban así, si es una trascripción fonética española ó si es solo un
apodo. Exceptuando el guaraní no se han conservado vocabularios completos.
La conquista produjo la aculturación de todos los indígenas por adopción de nuevas
pautas de cultura: ejemplo: aprovechamiento de vacas y caballos. En el intercambio
también podemos incluir, armas de metal, alcohol, telas, adornos, tabaco, yerba,
naipes... Guaraníes y chanás se convirtieron al cristianismo, se urbanizaron e integraron
a la economía agraria.
Los relevamientos arqueológicos han sido discontinuos, asistemáticos, sin cronologías
estratigráficas de los suelos, donde la humedad afecta la conservación, con limitaciones
tecnológicas,
Pi Hugarte y Vidart clasifican nuestra Prehistoria en tres estratos:
Precerámico – del 8.000 AC. Hasta el 2.000 AC – descripto como culturas paleo indias
y dividido en dos etapas:
Epiprotolítico ó de recolectores y paleo cazadores, identificados en yacimientos de
Catalán, Maldonado y grupos guayaná y yaro. Se los vincula a migraciones
provenientes de Tierra del Fuego (sur) y de Lagoa Santa (Brasil).
Epimiolítico, de recolectores, primeros plantadores subtropicales y cazadores esteparios,
identificados en Cuareim.
Proto cerámico – del 1.000 AC hasta el siglo XVIII – descripto como culturas meso
indias, semisedentarios, cazadores, pescadores y recolectores. Se identificarían con los
arachán, chanás y los charrúas. Estarían vinculados a migraciones desde la Pampa.
Con cerámica – del 1.400 DC – descripto como culturas neoindias, correspondientes al
Neolítico – cazadores, pescadores – canoeros y plantadores de aldea – identificados con
tupíes y guaraníes migrantes desde el Amazonas.
Queda entonces establecido que el poblamiento de nuestro territorio durante la
Prehistoria tuvo sucesivas oleadas y no hay acuerdos en su datación, duración,
vinculación y origen. Los elementos conservados con mayor duración son los realizados
en piedra (boleadoras, puntas de flecha, lanza, zoolitos, mazas, morteros,..) y las
cerámicas. Si el material está en superficie es más difícil su identificación y datación.
Solo se ha encontrado una canoa en la costa del Queguay y es admitida como guaraní.
Siguiendo los aportes de Rivet, Imbellioni, Canals Frau y Krikeberg podríamos
identificar tres corrientes de población indígena: una, por la costa atlántica desde el
Brasil, otra desde la Pampa y la tercera desde el Amazonas siguiendo las cuencas
fluviales.
Respecto a las afirmaciones de Abella, Antón y Porley; tanto Pi Hugarte como Vidart
consideran tres hechos concluyentes: la escasa población indígena al momento de la
conquista “si hubiera habido cien mil indios no bajaba ni un gallego”. La asimilación
cultural con otras comunidades indígenas y el aluvión de inmigrantes europeos durante
todo el siglo XIX y primera mitad del siglo XX.
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Y, esta población originaria de cazadores, al momento de la colonización era de escaso
número por la cortedad de la fauna disponible en el territorio: venado, ciervo, pecarí,
ñandú, perdiz, carpincho, lobos marinos, la cortedad de plantas comestibles y ausencia
de árboles apropiados para construcción de canoas.
El misterio de la muerte de Juan Díaz de Solís
Renzo Pi Hugarte en “Historia de aquella gente gandul” (1999) dedica un capítulo al
“banquete sospechoso”. Daniel Vidart recoge una colección documental sobre el mismo
tema, en “El Uruguay visto por los viajeros” (1999)
Según la historiografía clásica: Juan Díaz de Solís, llegó al Río de la Plata, fue
asesinado y comido por los indios, en 1516. Esta imagen repetida fue el motivo de
encendidas discusiones entre considerarlo un crimen imperdonable y quienes negaban la
culpa de los indios. Todo el debate cae cuando se consideran los siguientes aspectos
probados: los charrúas eran cazadores y no antropófagos; los guaraníes practicaban la
antropofagia ritual; la duda de que indios encontró Solís en 1516 y admitir que los
charrúas eran una colectividad entre varias que habitaban nuestro territorio.
Pedro Mártir de Anglería (1457 – 1526), cronista que nunca estuvo en América, anotó
en su monumental obra “Décadas del Nuevo Mundo” 7se refiere a la muerte de Juan
Díaz de Solís de las siguiente forma: “los indios cual astutas zorras, parecía que le
hacían señales de paz, pero en su interior se lisonjeaban de un buen convite, y cuando
vieron de lejos a sus huéspedes, comenzaron a relamerse cual rufianes. Desembarcó el
desdichado Solís con tantos compañeros cuantos cabían en el bote de la nave mayor.
Salió entonces de su emboscada gran multitud de indígenas y a palos los mataron a
todos a la vista de sus compañeros y apoderándose del bote, en un momento lo hicieron
pedazos; no escapó ninguno. Una vez muertos y cortados en trozos en la misma playa,
viendo su compañeros el horrendo espectáculo desde el mar, los aderezaron para el
festín; los demás espantados de aquel atroz ejemplo, no se atrevieron a desembarcar, ni
pensaron en vengar a su capitán y compañeros y abandonaron aquellas playas
crueles”8
Los problemas del relato serían los siguientes: ¿cuáles fueron los testigos o documentos
consultados por Pedro Mártir?. No se conoce versión del suceso dada por Francisco del
Puerto, grumete y sobreviviente del hecho. ¿Por qué sobrevivió Francisco del Puerto,
rescatado por Sebastián Gaboto, 11 años después?. Los detalles de la descripción son
excesivamente específicos y en consecuencia muy sospechosos. Solís disponía de dos
naves y 60 hombres, por lo cual habrían desembarcado no más de 8 hombres. La
referencia a los palos en un texto y a flechas en otros hace suponer que los guaraníes si
usaban - espadas de madera – y/ o flechas (estas también de madera dura). No se conoce
otro caso de antropofagia en la historia del Uruguay. El texto se refiere a indios sin
identificar ninguna tribu. La costumbre de la época de zarpar en secreto hace suponer
que Solís ya había visitado el lugar y bajó con certeza de encontrar indios “amigos”; en
todo caso ¿Por qué fue tan descuidado en territorio desconocido?, ya que las crónicas
abundan en encuentros violentos con los caribes.
7
8
En la serie Cronistas de Indias – publicada en separatas por La República.
Pedro Mártir de Anglería, “Décadas del Nuevo Mundo” citado por Renzo Pi Hugarte.
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Incluso se ha hecho suposición sobre un motín a bordo. Por último, la ineficiencia de la
artillería de la carabela para intimidar a los indios. Las armas de fuego han sido
presentadas repetidamente como decisivas durante la conquista de América.
Angel Zanón (1929) – en “Pueblos y culturas aborígenes del Uruguay” (1998).
El primer punto que desarrolla en su análisis refiere a la ignorancia obvia y falta de
elementos científicos de análisis al momento del encuentro entre europeos y pueblos
americanos, para admitir una “raza americana” “humana” “con alma” “libre” y “que no
estaban en las genealogías de Adán”.
Citando al jesuita Francisco López de Gomara (1511-1566) dice “más así, a bulto y
por discreción, podemos colegir de todo el discurso arriba hecho que el linaje de los
hombres vino pasando poco a poco, hasta llegar al nuevo mundo, ayudando a esto la
continuidad o vecindad de las tierras, y a tiempos alguna navegación, y que este fue el
orden de venir, y no hacer armada a propósito, ni suceder algún naufragio: aunque
también pudo haber en parte de esto; porque siendo estas regiones larguísimas y
habiendo en ella innumerables naciones, bien podemos creer, que uno de una suerte y
otros de otra se vinieron a fin a poblar. Más al fin, en lo que resumo, es que el
continuarse la tierra de Indias, en otras del Mundo, a los menos estar muy cercanas, ha
sido la más principal y más verdadera razón de poblarse las Indias; tengo para mi, que
el nuevo mundo e Indias Occidentales, no a muchos millares de años que las habitan
hombres, y que los primeros que entraron en ellas eran más hombres salvajes y
cazadores que no gente de república y pulida”.9
Son claras las 3 hipótesis que asume el jesuita en tiempos tan tempranos y sin más
conocimiento que el estudio hecho desde Europa. Las tres hipótesis tempranas son: que
la población llegó poco a poco, por cercanía o por navegación; las innumerables
naciones en el Nuevo Mundo y que no serían muchos miles de años de poblamiento.
La Etnología, Etnografía, Antropología y Arqueología de la segunda mitad del siglo
XIX, -auge el positivismo y la ciencia fundada en la observación y las pruebas
materiales – identifica tres opciones para el origen del Hombre Americano:
1. Florentino Ameghino (1854-1911) que sostiene al hombre americano como
autóctono y que actualmente esta descartada.
2. Alex Hrdlicka (1869 – 1943) que el hombre americano llegó por el estrecho de
Behring en una época entre 10 y 15 mil años.
3. Paul Rivet (1876 -1958) y Mendes Correa (1888 -1960) sostuvieron que hubo
varias migraciones y varias rutas de acceso hacia América.
Las actuales dataciones han llevado las cronologías hasta 40.000 años, A. C.
Aplicando los conceptos a nuestra región, Zanón identifica sucesivas migraciones con
una antigüedad estimada en 9.000 años AC. La “macro etnia charrúa” habría llegado
1.500 años AC, seguido hace 2.000 años de los Chaná y hace 500 años por los
guaraníes. Por lo demás coincide con Daniel Vidart en los estratos entre recolectores,
cazadores, plantadores, con o sin cerámica.
9
López de Gomara, citado por Zanón. Publicado en separatas del Diario La República.
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Destaca los cambios en el paisaje, clima y fauna. La Megafauna integrada por el
Gliptodonte, Megaterio, Mastodonte, Toxodon, Hippidon y Smilidón (tigre dientes de
sable) se habría extinguido y sustituido por la fauna actual. Destacamos tenemos tres
etapas biológicas: megafauna o paleofauna; fauna autóctona; fauna actual.
Gliptodonte, mega fauna o paleo fauna, hace 6 mil años.
Sus descendientes actuales son: mulita, tatú y peludo.
Pecarí, fauna autóctona, centro de cría, en Reserva Cerro Pan de Azúcar.
Jabalí europeo, importado en el siglo XIX por Aarón de Anchorena para caza mayor.
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En un análisis minucioso de las migraciones y sus evidencias arqueológicas, Zanón
identifica:
1. Cultura “catalán”, en el norte – 9.000 a 8.000 A: C. – cazadores y recolectores
inferiores. El nombre “catalán” corresponde al paradero identificado en 1955.
2. Cazadores superiores nómades, - 8.000 A.C. – y productores de proyectiles,
puntas de lanza – con motivos repetidos en todo el continente.
3. Cultura “cuareim” – 6.000 AC. – identificada en 1964 como diferente del
“catalán”.
4. Láguidos, caingang ó yaros – 3.000 AC, identificados como provenientes del
planalto brasileño, sobrevivieron como recolectores y cazadores y se habrían
extendido en todo el Este y serían los constructores de los “cerritos” de Rocha y
tendrían una abundante producción lítica y numerosos yacimientos
arqueológicos.
5. Cazadores superiores con arco y flecha, con abundante producción de material
lítico y cerámica lisa. Estos habrían llegado en sucesivas oleadas entre los 3.000
y 1.000 AC: “sambaqui” proveniente del Brasil y “pámpida – patagónica”
proveniente de Argentina. Los chaná serían contemporáneos de los charrúas. Por
último habrían llegado los guaraníes hacia el 1.400 de la era cristiana y que se
identifican como “Amazónicos”.
Para el caso de nuestro territorio la historiografía agrupó en la etnia charrúa las cinco
parcialidades: charrúas, guenoas, minuanes, bohanes y yaros. Esto sin contar los
diversos nombres que reciben en los documentos españoles y portugueses y la
indefinición de su territorio más allá de los actuales límites de nuestro país. Si quedan
fuera de esta etnia los chaná y los guaraníes.
En el caso de los guaraníes, los registros de los misioneros jesuitas que los organizaron
en las Misiones, cuentan para 1610 una población de 50.000 indios cristianos, 31
pueblos, extendidos desde el Paraná hasta el Uruguay – Misiones del Paraguay, del
Paraná, Occidentales y Orientales del Uruguay, sin contar las Misiones en el Yacuy y en
el Guayrá (22 pueblos). Nuestros registros parroquiales son evidentes en cuanto a la
cantidad de guaraníes que después del tratado de Madrid de 1750 y de la expulsión de
los jesuitas en 1767, se dispersaron en nuestra campaña y pueblos. 10
Mario Consens (1936) licenciado en antropología y arqueología; autor de “Prehistoria
del Uruguay – realidad y fantasía”, publicado en 2012.
En su prólogo plantea el concepto de una Historia del Uruguay dividida entre
Prehistoria e Historia, como períodos disímiles, enfrentados, polarizados... tanto en los
programas escolares, libros de historia y discurso político. Es parte del cambio
progresista la inclusión de los excluidos del relato histórico. Exclusión fundada en el
racismo la intolerancia y la discriminación.
La crítica a la obra se fundamenta en un discurso agresivo y profundamente ideológico.
La exclusión a la que dedica su introducción apunta al etnocentrismo europeo,
dominante y a la influencia de la Iglesia, originando muerte, castigos, exilios,
persecuciones, expropiaciones, acumulación pre capitalista, abusos religiosos y sociales.
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Pacheco – “Apuntes para Historia y Genealogía de la ciudad de Minas, 1783-1799”
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Departamento de Historia – Primer Año Magisterio – Fichas para debate y orientación
de lecturas – Mag. Luis F. Pacheco – Minas – Marzo 2016
En el mismo incluye el nuevo concepto de Prehistoria para apreciar la sofisticación de
las sociedades americanas para adaptarse a cambios en el paisaje, el clima, la flora y la
fauna.
En particular considera el problema de exhibir en los museos una serie de artefactos sin
contexto social y a veces carente de toda referencia cronológica o geográfica de su
hallazgo.
Agrega la introducción de enfermedades que son causa de la catástrofe demográfica de
las comunidades americanas mucho más que los dos siglos de enfrentamiento y
esclavitud a manos de los europeos.
Respecto de nuestro concepto de Prehistoria es concluyente en cuanto a la carencia de
fuentes para 12.000 años por lo menos y a las ciertas limitaciones de época, para que
los colonizadores comprendieran el tema. Resulta un anacronismo histórico condenar
a un cronista católico español del siglo XVI por no entender los temas como un
científico del siglo XXI. Para una “conquista y colonización” no tenían otra
experiencia que la Reconquista y las Cruzadas contra los musulmanes y la
historiografía clásica del Imperio Romano.
Del mismo modo la clasificación original de Prehistoria e Historia se fundó en la
escritura descifrada – jeroglíficos egipcios, demótico y griego antiguo – quedando todo
lo demás como Prehistoria. En la Historia de la Ciencia esto es cierto como también es
cierta la rápida evolución de la Arqueología de saqueadores de tumbas a científicos
(imagen de Indiana Jones en la filmografía del siglo XX).
Es consistente la definición de Consens que la arqueología es una ciencia que estudia
todas las culturas humanas, existentes o no, que han dejado totales o parciales vestigios,
recuperando, documentando, analizando e interpretando entornos epistémicos, restos
materiales y contextos.
En el capítulo 3 afirma el hecho que la población humana ha migrado y evolucionado
durante 5 millones de años. Respecto del proceso de migración hacia América ubica la
primera glaciación en 80.000 años, la que produjo el descenso del nivel del mar,
dejando un extenso paso entre Eurasia y América. La migración necesariamente no se
hizo en un único período y evidentemente la comunidad tenía suficientes hombres y
mujeres para consolidar la reproducción. Por lo tanto comprender el proceso de
poblamiento de América exige tres condiciones: subsistencia, cambios ecológicos y
número de integrantes de las comunidades.
El análisis también debe considerar la intencionalidad del grupo de desplazarse, que la
motivación humana va más allá de llenar espacios vacíos en la geografía y que el
movimiento pudo ser de ida y vuelta. Posiblemente los ríos, las costas y las islas
facilitaron los desplazamientos.
Consens toma en cuenta el cambio en el paisaje: en 15 mil años el Océano varió entre
80 y 120 metros su altura, las actuales costas estuvieron tal vez a 100 kilómetros;
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de lecturas – Mag. Luis F. Pacheco – Minas – Marzo 2016
avanzó y retrocedió, cambiaron los vientos y las corrientes marinas. Aparecieron y
desaparecieron lagos, lagunas, ríos, quebradas, barrancos, hubo períodos de sequía y de
desiertos, de enfriamiento y nieve, de lluvia y selva tropical, de llanuras... Establece seis
períodos de variación ecológica. Su cronología acuña un concepto polémico AP –
antes del presente – se separa del AC y DC, que es la referencia cronológica cristiana,
occidental e internacional admitida. Complementariamente NE – sería nuestra era -.
El otro punto discordante de Consens con la historiografía tradicional es respecto al
nomadismo, presentado como atraso funcional, en tanto que lo valora como estrategia
de supervivencia. Por otra parte, se debe valorar la mentalidad de estas comunidades y
la creación de la cerámica así como la producción de bienes a través de piedra, hueso,
fibras, maderas....
Del nomadismo se agrega un segundo aspecto, respecto de la posible cantidad de
indígenas en el país – estimada en 5.000 a la llegada de los europeos – los cálculos
paleo demográficos hacen suponer una población superior a 50.000 habitantes.
Construye un cuadro cronológico descriptivo del desarrollo de las comunidades:
Inicial – primeras comunidades en el territorio – más de 10.000 años AP, caracterizado
por la extinción de la megafauna y el reasentamiento de los grupos con nuevas
estrategias de supervivencia con la fauna autóctona.
Arcaico – subdividido en temprano, medio y tardío – de los 10.000 años a 2.000 AP, se
inicia con un período de sequía y desertificación culminando con un período lluvioso y
de acumulación de sedimentos. El cambio de humedad y temperatura se reflejó en la
relación bosque – pradera y fauna.
Formativo – subdividido en temprano y medio – del 2.000 AP al 1.600 de NE.
Caracterizado por la coexistencia de comunidades en el territorio y una mayor
complejidad simbólica – jefaturas, enterramientos...- hasta que el contacto con los
europeos cambia la situación y en especial la adopción del hierro por intercambio de
cueros o esclavos y el aprovechamiento de la vaca y del caballo.
RESUMEN
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de lecturas – Mag. Luis F. Pacheco – Minas – Marzo 2016
La Prehistoria es el período más extenso y menos conocido de la Historia de la
Humanidad. Los progresos en su conocimiento devienen de los adelantos en las técnicas
de excavación y análisis. El falseamiento de hipótesis (que se demuestran ciertas o
probables ó se demuestran falsas) permite los avances historiográficos que llegan al
público, a las bibliotecas y a las aulas escolares. Estos avances historiográficos nos
exigen repensar permanentemente el relato histórico haciéndolo más rico y complejo.
Particularmente interesantes los aportes en materia de cambios sociales a partir del
clima y la ecología.
Los humildes orígenes de la Arqueología Ciencia empiezan en la excavación realizada
por saqueadores de tesoros. En nuestro país tenemos: una licenciatura en Antropología y
Arqueología y los museos nacionales de Antropología, de Historia Natural, Histórico
Nacional, Municipal de Historia del Arte y del Indio... donde se han concentrado las
colecciones de artefactos recuperados en superficie y en excavaciones. Existen escasos
recursos para financiar excavaciones y los análisis en el exterior.
Los charrúas fueron una de las comunidades indígenas de las que se tiene noticia a
través de los españoles y portugueses, tanto militares como religiosos. Por lo tanto se
comenten varios errores al suponer que cualquier resto arqueológico es charrúa y que
todo fue la única comunidad americana en nuestra prehistoria. El hecho es que
ignoramos todo de tan largo período. No se rescató el idioma “charrúa” durante el
período colonial, ni se conservó aún después de 1830. Cierta es la habilidad de los
americanos para adoptar el uso del hierro, del caballo y del vacuno.
El aporte guaraní a la población de nuestra campaña está perfectamente documentado en
los registros parroquiales y esta comunidad es víctima de una negación explícita. Hay
una dificultad manifiesta para conocer las relaciones entre comunidades indígenas antes
de la conquista.
No podemos desarrollar una condena hacia los europeos del siglo XVI que ignoraban el
continente americano y que solo buscaban las rutas de comercio a las Indias Orientales.
Si es cierto que la conquista y colonización de América produjo un desastre
demográfico en las poblaciones que habiendo permanecido aisladas durante milenios no
conocían ni tuvieron defensas contra la gripe española y la viruela. Es absolutamente
exagerado atribuir a las armas de fuego el éxito militar ó suponer en términos militares
el éxito de la conquista. La conquista se consolidó por el mestizaje interracial. También
es cierto que se forzó la migración de africanos en carácter de esclavos.
Por último hablamos castellano, nuestros apellidos son españoles, italianos, franceses y
de cualquier parte de Europa y durante el siglo XIX recibimos el mayor volumen de
inmigración y adoptamos íntegramente un modelo nacional, liberal, positivista...hasta el
extremo que hoy conservamos un buen aporte de palabras castellanizadas del inglés y
del francés.
Mag. Luis F. Pacheco.
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