Otros géneros para completas para web 12
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Otros géneros para completas para web 12
© José Antonio Prades Villanueva [email protected] http://joseantonioprades.blogia.com www.3d3escritores.com Editado por la Asociación 3d3 LiterArt. Ésta es una edición digital. La edición impresa está realizada bajo demanda en la web www.bubok.es Todos los derechos reservados. No está permitida la distribución ni la reproducción íntegra de toda la obra o de relatos independientes sin permiso expreso del autor. La reproducción parcial debe incluir la referencia al autor. Se permite la descarga libre desde la web www.3d3escritores.com Diseño e ilustración de portada por Pilar Aguarón José Antonio Prades Otros géneros Poesía, canciones, teatro, reseñas, artículos En medio de la vida Compilación de obras (1961-2011) Relación de obras compiladas Relatos Arañazos Cuentos de Luz Fábulas de Montemolín El juego de las sillas Novelas Arreglos para una oficina impúdica El embrujo de una rubia platino Olor a Varón Dandy Pronto serás mía Jugué al fútbol… historia de una ilusión Otros géneros Poesía, Canciones, Teatro Reseñas, Artículos ( ir a pág.24) Literatura de la profesión ¡Qué cosas tienes, Ceferino! Hábiles o inútiles directivos EntrePersonas Desde Molintonia En primer lugar, Pág. Preludio.............................................................. 6 Semblanza autobiográfica ............................... 10 5 Preludio A los 50, edad difusa, intermedia, oculta entre el pasado y el futuro, cuando el cuerpo se queja y el alma busca su misión, he recopilado la mayoría de mis escritos para reconocerme y darte conocimiento de mí. Empecé este trabajo en las navidades del 2010 impulsado por una fuerza que se parecía al embrujo de una rubia platino, con alguna intención que aún no he podido descubrir del todo y de la cual sólo veo el perfil tapado, como aquel sombrero de Saint—Exupéry (sólo se ve bien con el corazón, lo esencial es invisible a los ojos) escondiendo un elefante. ¿Mi elefante es un portazo hacia el pasado? Me voy a contestar que sí y poco a poco me convenceré de ello, de que esta recopilación, esta investigación interna, esta obra tan gordota, es un cierre de etapa, una vuelta de postigo para guardar los retratos en sepia y buscar otros que rezumen más color. Estoy En medio de la vida, sea espacio o sea tiempo, que todo tiene que ver con un despertar todavía aturdido que llevo sintiendo desde hace siete años… siete años ya. He buceado por cajones y carpetas y me he sorprendido al encontrar mis recuerdos relativamente bien orde6 nados. Gracias a semejante extrañeza he saboreado con nostalgia momentos que reposaban en el cementerio de las desmemorias…. estremecimientos, lágrimas, sonrisas, dolores, amores, admiraciones, vergüenzas… lo que fui para ser lo que soy, plasmado en folios desgastados, con letras a lápiz, a tinta de pluma, a tinta de bolígrafo, a tinta de máquina de escribir, de impresora de puntos, de tóner, de chorro de tinta… Han aparecido obras inacabadas, obras olvidadas, obras escondidas, obras apartadas, de las que ya no conservaba registro o creía perdidas en alguno de los innumerables traslados que he tenido en mi vida. He puesto orden en lo encontrado y en lo existente para transmitir cierta idea de afinidad con el universo. Quise darle una exposición totalmente cronológica, pero conforme preparaba los ficheros entendí que sería más saludable aunarlos por géneros, y dentro de esa unidad, darles cadencia por fecha de creación. Comienzo por una corta semblanza autobiográfica y entro de lleno en los relatos porque un relato, Rosa Roja, fue la primera obra que me atreví a lanzar hacia rutas literarias; luego viene lo demás, porque la mayoría de las veces sólo importa lo primero, o sólo eso es lo auténtico. Gozo de una realidad excepcional: soy la única persona que se ha leído íntegras las páginas que siguen. Sueño, tal como soñé y soñaré siempre, que habrá más personas que también las lean, y también disfruten, sonrían, lloren, se estremezcan, se aburran, se ilustren y se encuentren. Aunque hace muchos años, en un mal ejercicio de introspección o egocentrismo dije que sólo escribía pa7 ra mí y que los demás que arreen; si les gusta, bien; si no, ¡aire!, y hoy pido perdón a mi conciencia por ello, me arrepiento y presento mi acto de contrición en este volumen que, tal como leerás en la carta al lector que incluí en el Epistolario de un oficinista, está escrito pensando en ti. No voy a extenderme porque a modo de refuerzo para mi recuerdo, como un buscador de tesoros enterrados, en cada apartado de la recopilación, he contado los motivos y las anécdotas que rodearon la creación de las páginas siguientes. Apenas he querido dejar unos apuntes biográficos, pero también han sido recopilados porque no deseaba preparar líneas nuevas para algo que viene del pasado lejano. Igualmente, he transcrito mis intervenciones en las presentaciones de los libros que he publicado, lo que sirve para evidenciar por dónde andaban mis rumbos en aquellos momentos, y sobre los que hoy quizá tendría discrepancias varias. Con agradecimiento… 8 9 Semblanza autobiográfica En 2008, envié unos relatos a www.ficticia.com. Para publicarlos, me pidieron que les hiciera llegar una semblanza personal (de ahí el título) que los acompañara. La elaboré en aquel momento, la actualicé en enero de 2010 y la he corregido levemente para esta recopilación. Nací en marzo, todavía en invierno, aunque a tiro cercano de la primavera, el día 9, en el primer año de la década revolucionaria, 1961. Mi padre, Gregorio, trabajaba en una carnicería, y mi madre, Josefina, era modista retirada del oficio por su matrimonio, ambos huérfanos de padre casi a la misma edad, en la adolescencia, época en la que comenzaron su relación como novios. Soy el hijo mayor de tres y mis hermanos son María José, un año menor, y Andrés, cuatro años y medio menor. Ejerzo como español, aragonés y zaragozano, de los que vinimos al mundo en un macrohospital que se llama Miguel Servet en honor al famoso aragonés librepensador. Casualmente, mis padres vivían en la calle Miguel Servet –número 97– en esos momentos, aunque en la otra punta de la ciudad, en el barrio de Montemolín, en un bajo con un gran corral en la trasera y el local de la carnicería en la delantera. Luego, transitamos por esa misma calle en dos locales diferentes, números 89 y 85, y tres pisos ubicados en Francisco de Quevedo, 1, en Montearagón, 2, y en Hermano Adolfo, 2. Perdón por la mul10 titud de datos, pero aunque rechace los límites y las fronteras, me gusta ubicarme. Cinco traslados en doce años… y los que vendrían a partir de una década después. El barrio de Montemolín se convirtió en ese idílico escenario que adorna las infancias de los niños sensibles a su crecimiento… Se transmutó en el Macondo privado que arropó a mis fantasmas y fantasías, las cuales se animaron a regir mis vuelos durante todos los instantes venideros. Mi tía Pili comenzó a nutrirme de historias fabulosas y mi yaya Edmunda me llevaba con ella a su trabajo, en el cine–teatro Argensola, donde viví la vida de muchos héroes en blanco y negro. Como en la primera sesión, de 5 a 7, no abrían el anfiteatro, mi amigo Paco, el acomodador, me subía para allá y así tenía todos los palcos para mí, qué lujo. Estudié maternales durante dos años con las hermanitas de Santa Ana en su colegio de la calle Numancia. Allí tuve mi primera novia y mi primera pelea por un amor que no quería compartir. Ella se llamaba Mariasun, y era morena. A mi rival se le conocía por su apellido: el Galisteo. Después de esas peleas, no me servía ser un chico listo en los estudios para librarme de los castigos de rodillas cara a la pared… aunque la hermana Teresa, llena de pecas, me apartaba algunas veces hacia el piso de arriba para enseñarme cuentos ilustrados. Empezaba a ser parte de mi territorio la plaza de Utrillas, configurada por una estación abandonada, dos largos edificios, un pretil de piedra y un hexágono repleto 11 de árboles y baldosas con hierbajos en los ribetes… Las gárgolas vigilantes de la entrada me impresionaban. Para cursar párvulos, me mudaron al colegio de La Salle Montemolín, situado en los principios del barrio, casi en la plaza de San Miguel, a tal distancia de mi domicilio que a veces tomábamos el tranvía para llegar hasta sus puertas, la línea 1, Bajo Aragón–Pza. San Miguel. Costaba el billete 1,30 pesetas y luego subió a 1,50. En aquel entonces comencé a disfrutar de cierta autonomía por la manzana limitada por las calles del Sol, Belchite, Higuera (Tomás) y Miguel Servet. Mis amigos José Julián y Juan Antonio compartían aquellas aventuras que culminaban en el kiosco de la Pilarín, comprando cromos, o caramelos, o algún tebeo de Bruguera (Tiovivo, Pulgarcito, DDT...), mientras nos miraba con ternura alguna señora que iba a cambiar las novelas de Marcial Lafuente Estefanía o de Corín Tellado. Juan Antonio me pasaba los tebeos de su colección del Jabato, que leí con interés… pero me decantaba por el Capitán Trueno, quizá porque me gustaba más su jerarquía castrense, la época de la Edad Media y Sigrid, la dama a rescatar. Mi tía Pili me regaló “Un capitán de quince años” cuando yo tenía nueve… y me trajo la afición por Julio Verne. Mi tía Paca trajo en su bolso dos libros: uno de los 12 ‘cinco pesquisidores’ y otro de los ‘siete secretos’, ambos de Enyd Blyton, suficientemente atractivos para luego comprar más y más con la misma firma. Añadí a mis aventuras grandes relatos que editaba también Bruguera con un página de tebeo, a modo de resumen, cada cuatro de letra algo pequeña… “Robinson Crusoe”, “Mujercitas”, “Las aventuras de Gulliver”, “La Flecha Negra”… Emilio Salgari y Sandokán, Karl May y Sitting Bull, Robert L. Stevenson y Tom Sawyer con Huckleberry Finn… Mis padres se hicieron socios del Círculo de Lectores y recibimos el rey y la reina de madera como sujetalibros que luego reconocí en tantas y tantas casas… Así recuerdo: “Maravillas de mundo I y II”, “Cien obras maestras de la pintura”, “Proyecto Apolo”, “Grandes acontecimientos de nuestra historia”… “Chacal”, “Los perros de la guerra”, “Nadie debería morir”, “La isla de las tres sirenas”, que contenía las primeras páginas eróticas que elevaron mis instintos y con las que me arreglé para que siempre el libro se abriera por ellas sin tener que perder tiempo acudiendo al índice. Mi primera obra con consciencia de crear algo diferente a las redacciones colegiales nació en la clase de literatura de sexto de la EGB, en el nuevo colegio de La Salle Montemolín, cuando escribí en versos pareados un comentario sobre el “Mío Cid” pedido por nuestro profesor de lengua. En los dos cursos siguientes, el hermano que nos impartía Literatura y Sociales, José María Bourdet, me provocó para conseguir la mejor nota en redacción, me dio el mejor sustento básico gramatical y me hizo 13 culminar esa etapa escribiendo una novela corta como trabajo fin de ciclo, que armé con influjos de los tebeos de Marvel, especialmente “Los 4 fantásticos”, con la base argumental de “Odessa”, y con un cierto toque romántico de los piratas de Salgari… extraña mezcla que dio contenido a mi primera publicación doméstica con tapas de cartulina, ilustraciones a lápices de colores (producto del arte de mi madre) y que por fin consiguió esa máxima calificación. Todo un acicate. Además, este hermano lasaliano creó una revista colegial que mantuvimos por dos años, de la cual me nombró miembro del comité de dirección y jefe de la sección de deportes. Se llamaba “La Tortuga”, por lo mucho que le costaba salir, y era de obligada compra por todos los chicos del curso al módico precio de cinco pesetas. Hace un par de años, Miguel Ángel Gracia, compañero de colegio y de trabajo, me hizo exclamar “¡no jodas”! cuando me reveló que guardaba todos aquellos números bien conservados gracias a una excelente encuadernación casera; ¡oh, dios!, un documento histórico. Me lo prestó y lo leí tal como mira el protagonista de “Cinema Paradiso” en su última escena aquellos trozos de celuloide con besos de películas que le dejó en herencia quien le había enseñado cuál era su destino. 14 Al año siguiente, ya en primero de BUP, en medio de un ligoteo de pub (la cacofonía por el palíndromo está puesta adrede, perdón), una de las chicas del grupo ‘a conquistar’, llamada Cristina, sacó de su bolso una cuartilla donde había escrito una linda redacción titulada “A él”. La leyó en voz alta y recogió admiración, lo que me sedujo. Aquella noche, ya en casa, recordé mis méritos en las clases de Literatura y, secretamente, escribí en otra cuartilla unas cuantas líneas que titulé A ella (luego cambié a Mi chica ideal, qué cursi). Cuando superé la vergüenza, la transcribí en un papel más pequeñito, me la metí en la cartera y la utilicé de arma de ligue con las chicas más sensibles, lo que siempre me sirvió de cierto reconocimiento entre ellas y de la mayor chirigota por parte de mis amigos. En segundo de BUP, fui galardonado con el primer premio de relato de La Salle Gran Vía por un relato anticipador de modernas tendencias entonces inexploradas y que hoy son inspiradoras de mi ocupación actual: el daño del ser humano al entorno natural. Nunca recibí las mil pesetas prometidas en libros y, además, perdí aquel original. Quizá por ello aún me creía más futbolista que escritor (ver Jugué al fútbol…) 15 En esos albores de la democracia, recibiendo información compleja desde los cientos de expertos políticos que brotaban como las setas, comencé a escribir en un cuaderno privado –con espiral de alambre, de tamaño folio y tapas de cartón semiduro–, mis reflexiones, cuentos y poesías, odas a mis amores y desamores tan profundos, cuaderno que aún guardo con ternura entre los papeles de mi intimidad adolescente como ese documento púber que se llena de súbitos enfrentamientos con la vida. Repleto de los suspiros ciegos por chicas atractivas y despertares filosóficos, inicié mi relación con el teatro, haciendo lecturas dramatizadas con obras cómicas varias. El hermano Ángel Oteiza me premió con la medalla de Declamación y Teatro, junto a mis camaradas de afición, Joaquín García Gil y César Casorrán. Con la inspiración de Ana, mi primera novia de verdad, a los diecinueve años, a las puertas del cierre sentimental que ella provocó, y anticipándolo en el argumento como intuición literaria, escribí mi primer relato largo, Rosa Roja, que se convirtió en inicio de una trilogía que titulé Un mundo feliz, sin saber que copiaba a Huxley, y que cambié más tarde por Vuelos en el jardín para finalmente llegar a Un amigo te guarda, tal como está publicado en esta recopilación. Quise haberlo prolongado hasta crear historias al modo de mi admirado “El principito”, pero las musas mandan, y mandaron parar ahí. Mi profesor de Literatura en tercero de BUP, el hermano César Pallarés, me hizo la primera disección crítica y fue amable, no lo dejó muy mal. Especialmente con él, y también 16 con Alicia en COU, aprendí a disfrutar de “El Quijote”, a pensar con Unamuno y su “San Manuel, bueno, mártir”, “Niebla”, “La tía Tula”… hasta saborear los versos de la generación del 27, sobre todo Lorca y Salinas. También empezaba a descubrir a Gabo. Desde aquel cuento, y desde aquella deriva sentimental, se inicia una época hasta los 28 años, con el matrimonio con Esmeralda, con dos hijos maravillosos, Raúl y David, y muchas pisadas literarias que no terminaban de hacer huella. Un veintena de cuentos (ver Arañazos), una novela fallida, varios poemas y unos cuantos sainetes de variedades surgían inopinadamente como fogonazos aquí y allá. Preparé la primera recopilación de relatos, que titulé Desenlaces de una partida, y se la pasé a mi jefe, un poco bruto: “¡Chico, pero todo eso has escrito tú!”, y a Juan Antonio, que me regaló su análisis crítico. Por lo demás, tuve relleno en esa década con un trabajo aburrido, universidad tardía, militancia y cargo sindical, fútbol, más fútbol… En 1989, una promesa incumplida para publicar una novela por entregas en una revista, gestó mi primera obra larga: El embrujo de una rubia platino, cuya culminación me confirmó que podría llamarme escritor algún día venidero. Antes, bajo la inspiración de Álvaro de la Iglesia (“Una larga y cálida meada”, “Yo soy Fulana de Tal”, “En el cielo no hay almejas”…), había comenzado una novela oficinesca que me animé a finalizar luego de desembrujarme de la rubia y que titulé La Marcha Nupcial, para 17 hacerla aparece aquí como Arreglos para una oficina impúdica. Detalle del análisis crítico de mi amigo Juan Antonio En la crisis de los treinta, ya mi matrimonio con final no deseado, sin pareja sentimental, acabados los sueños futbolísticos, y contactando con grupos de influencia espiritual, sucumbí a los deseos de trabajar en los Cuentos de Luz, obra publicada cuatro años después en el ‘nuevo mundo’ con una editorial despreocupada y una estafa del distribuidor (mi recuerdo y agradecimiento a Antonio Sempere, un enamorado de los libros, y a su mujer, Coca, por la ayuda y consejos prestados para atrapar al tramposo). Incluí en ellos mi primer relato, Rosa Roja, y la edición me costó un ojo de la cara. 18 Concretamente, el ‘nuevo mundo’ se localizó para mí en Buenos Aires, donde, a los treinta y dos años, comencé una nueva etapa profesional, fructífera, con cambio de especialidad y repleta de retos, ya acompañado por Esther, mi musa desde un tiempo antes de aceptar temerariamente aquella oferta para cruzar el océano. En el primer viaje intercontinental de mi vida, volé para residir en Buenos Aires durante tres meses, en los cuales se gestó el regreso literario a mis raíces con Fábulas de Montemolín –varios de sus relatos escritos sobre las mesas de mármol del Café Tortoni o en la habitación 619 del Hotel Continental–, que incluían mis recuerdos de chico en el barrio conjugándolos con gotas de fantasía y pinceladas de ternura (consecuencias de la añoranza, qué fructífero sentimiento). Después de esos meses, la aventura argentina se prolongó por más de cinco años, época de crecimientos, época de importantes responsabilidades, época de grandes sueños, con la venida de Eduardo, mi tercer hijo, que nació exactamente dos años después del primer día en que aterricé sobre las pistas de Ezeiza, un 13 de septiembre. Los aires argentinos me llenaron de aromas literarios y bebí de sus fuentes para hacerme fuerte en el relato corto y así, casi como ejercicios, surgieron varios relatos que he incluido en El juego de las sillas. Entre 1994 y 1995 publiqué los libros citados Epistolario de un oficinista (y aquí recibo un destello en mi memoria con un enorme resplandor de gratitud a Nelly Quintás y Alberto Prado, nuestros entrañables anfitriones) y Cuentos de Luz. También participé en tres antologías, una desde 19 Buenos Aires, Palabra y silencio, y dos desde Zaragoza, en El libro de los 500 y Los 500 enamorados. Cuando finalizaba …la rubia platino, leí “La muerte de Iván Ilich”, del gran Tolstoi, y me inspiré para preparar unas pinceladas de una supuesta próxima novela. Nueve años después de aquellas líneas iniciales, luego de haber cerrado con ilusión las Fábulas… de mi ángel extraviado y de haberme ilustrado con teoría literaria argentina, aquella idea tomó vida tras unos meses de creación compulsiva. Primero se tituló La muerte del abuelo, y más tarde, le adjudiqué a la totalidad el título de la tercera parte: Olor a Varón Dandy. Estamos allá por 1998. Siguiendo con el empuje compulsivo, tras dar por cerrada la susodicha novela, algún duende me sugirió escribir una novela erótica… y le hice caso. Antes de terminar el año, nació Pronto serás mía, que envié a la que debió ser la última (o de las últimas) convocatorias del Premio La Sonrisa Vertical. No gané. Regresé a España (aunque a Madrid, no a mi Zaragoza natal) al año siguiente, con el deseo de publicar en mi tierra las Fábulas… que a ella pertenecían. Lo hice en 2001, habiendo agregado a mi currículum en el año anterior el primer premio de artículo profesional convocado por AEDIPE, la Asociación de mis colegas de oficio como experto en Recursos Humanos. Gracias a este éxito, comencé a colaborar en revistas especializadas y a ser invitado a congresos y seminarios. De estas actividades, conjugadas con mis experiencias profesionales, han surgido 20 dos libros de relatos que unieron mi profesión y mi afición: cuentos sobre gestión de personas dentro de la gestión empresarial, agrupados en los títulos “Qué cosas tienes, Ceferino” y “Hábiles o inútiles directivos”, el primero publicado en 2008 por el Grupo RHM de mi amigo Raúl Píriz. También incluyo aquí con el título “EntrePersonas” la recopilación de los artículos profesionales. Entretanto, otros cuentos infantiles, escritos en Buenos Aires, me dieron nuevas satisfacciones: el primer premio de La Salle (nuevamente, y ahora como padre de alumno), y la selección como finalista en el concurso de la Fundación Cabana y en el concurso internacional de cuento breve Ciudad de México. En 2008, recién regresado a Zaragoza, un buen amigo me involucró en la Asociación del Deporte Solidario (ASDES, www.asdes.es), y publicó mi novela autobiográfica Jugué al fútbol, historia de una ilusión, en la que se unen tres de mis pasiones: fútbol, literatura y desarrollo de las personas. Cedí a ASDES los derechos de autor y con los beneficios obtenidos unos cuantos niños sin recursos disfrutaron de un campamento deportivo en el Pirineo. A los dos meses de mi vuelta, me asocié con los escritores aragoneses para vivir de cerca sus ilusiones, que son parecidas a la mías. He participado en algunas tertulias literarias, ¡cuánto enriquece la conversación, sobre todo escuchando!, y de una de ellas surgió la creación del colectivo de narrativa mediante la Asociación Cultural 3d3 LiterArt, con Anabel y Pilar, con quienes he compartido 21 dos libros de relatos, Tres de Tres y Tintas distintas, además de realizar lecturas públicas de cuentos para reivindicar el relato corto como género con gran futuro. Habrá más, seguro, pero en el otro medio de la vida. Hasta hoy, ça y est. 22 Uno de mis escritos extraído del cuaderno privado en espiral 23 Otros Géneros Índice Pág. Poesía ............................................................... 26 Canciones........................................................ 122 Teatro.............................................................. 136 Reseñas .......................................................... 233 Artículos ........................................................ 246 Poesía Mi primer sueño literario fue ser poeta. Porque como ya he contado, poesía fue mi primera obra con conciencia de creador, aunque fuera del género épico y en pareados. Y también porque las musas del amor adolescente me chistaban al oído benditos sentimientos que quería plasmar en palabras derretidas. Así jugué a enamorar muchachas bellas con letras ordenadas en renglones (a los que ingenuamente llamaba versos), a veces con acrósticos a modo de aparentar un manejo técnico “impresionante”. Quizá me sirvió para algo, pero lo cierto es que ninguna me lo expresó personalmente. Después pasé a la prosa poética, pero esa es otra línea argumental que sólo merece la pena mencionar como el inicio que me llevó a escribir ya relatos más largos, algunos tirados a la papelera por empalagosos, dulzones, harinosos… Repasando lo escrito a modo de poemas, he podido darme cuenta que me muevo hacia ese género en sentimientos concretos; tal como he anticipado, uno de ellos es la expresión del amor, ya sea a mujer concreta, casi siempre, u onírica, soñada o deseada y no palpada, o con amor de padre. Así los títulos, 26 Color de hoja, verde mar Mi niño, pequeño rey La luna escapa Por una estrella Otro sentimiento, quizá todavía más íntimo, es el de la desazón, la expresión de un estado de ánimo de abatimiento, a veces contra mí mismo, a veces contra el mundo, aunque siempre con esperanza, con la ventana en el techo de la prisión que deja pasar de vez en cuando el rayo de sol que no tapan las nubes. Trataba de desnudar mi alma con tanto pudor, que aun quitándome la ropa siempre me he dejado cualquier adminículo o postura que me sigue ocultando mis cosas. Así, Sensaciones de un desencanto frustrado Cuando crujen los corazones Y por último, en La ceremonia, escrita con motivo de la boda de una amiga, Paloma, inspirado por el relato de sus preparativos y la búsqueda de textos que le proporcioné, aplico cierto estilo narrativo que nunca antes habría usado como hilo conductor de un poema. 27 . Índice de Poesía Pág. Sensaciones de un desencanto frustrado (1980-1984) .. 29 A una ola (1985) ..........................................................44 Mi niño, pequeño rey (1985)....................................... 51 Color de hoja, verde mar (1982-1987) ........................ 59 La luna escapa (1989) ................................................ 89 Por una estrella (1992) .............................................. 103 La ceremonia (2005) .................................................. 111 Cuando crujen los corazones (2006-2007) ............... 117 28 Sensaciones de un desencanto frustrado I Con el alma entre las manos declina la materia impura, sumérgete en el espíritu de la imaginación. Toma entre los vientos el sendero del sentido y grita, calcinante, la apología de la libertad hallada. 30 II Para podar una montaña no necesitas un hacha afilada. Toma de la calle la crueldad que se respira y con tu dedo, con su daño, romperás de un golpe seco esa rama que le sobra. 31 III De un libro sin nombre Margen blanco. Cuando entro en la hoja sólo siento margen blanco. La hoja no tiene margen, no encuentro letra, y al cerrar los ojos tampoco veo. Si los abro, todo sigue blanco y no hay margen. Sólo busco una voz, una palabra. Todo está blanco, me pierdo en la luz. La hoja termina y al final de la hoja veo luz. Es la palabra. Ya no hay margen. Toda la hoja está escrita. 32 IV Entras en la cueva y gritas. El eco no te responde. Tu voz no se oye. Quieres de la luz que no te hiera. La cueva no es oscura, tiene luz: un rayo. Te tapas tras la piedra y rezas: dios, dios, dios. El dios no viene, le hablas. Gritas, gritas y el eco repite. Ya eres tú. La luz no te hiere... 33 V Tauromaquia Al despertar al cielo la sensación se vuelve estrella. No existe lo negro, porque cierro los ojos y veo luz. Molinete a la realidad sin sufrir del rojo rubí. Sueño blanco. Verde mar. Y despierto libre, saturado. El mundo sigue igual, no como antes; el cariz ha cambiado porque el filtro se tiñó. Sueño blanco. Verde mar. 34 VI Desde el alba grito libertad para un dios de sueño que reza en el mar perdido llorando por ti. Volverá de entre las rejas con las alas batidas, los ojos en luz, la fuerza en el alma vacía, llorando por ti. Y entre lágrimas de desencanto, cuando beba el sueño de ser libre y tenga entre sus dedos el cielo del amor, ya no llorará por ti, quebrará sus mejillas con el miedo de entender que no sólo el viento es senda de libertad. 35 VII Evasión Despertar. Rutina del amanecer. El mundo no se derrumba, sigue. Es tu vida lo que cae, y se levanta, y cae, y se levanta. El quehacer continúa y tú has tropezado... pero te arrastran. No te detienes, porque el mundo sigue y tú eres mundo. ¡Párate!, le exiges y no quieres sino pedir: ¡Avanza!, que pase el tiempo, que siga más rápido, y poder decir a la vuelta del desahucio: ¡Ya pasó! 36 37 VIII Descansa en la sombra sin respirar lo macabro de la espera, sin conocer el martirio de la reja que antaño cerró la puerta del mar. No quiere ver el sol que ofusca su mirada en el cielo de la soledad. ¿Por qué morir? No quiere despertar, sueña en un país mágico que no existe. Lo sabe. Morar en quimeras, pedirle a las brumas el sol que no luce, gritar sumergido queriendo que sepan su mal, y cuando se acueste la luna volver a vivir una lágrima de luz. 38 ¡Dios, ven!, No permitas su descanso en el mundo oscuro. Ha dejado de soñar porque el rayo le ha dormido las ansias del vacío. No morirá con el sol, abrirá los ojos entre miedo y cuando vuelva la luna encenderá su luz de sueño. ¿Por qué morir? 39 IX No, no, hoy no te buscaré. ¡Aléjate! Quédate en el cielo de la duda y muere por una vez. No me pidas desaliento, hoy soy feliz. 40 X Fuego, fuego del mundo que apaga la sed del deseado. Del río se desborda la espuma del desencanto y no apaga el fuego. No hay humo, porque veo. No hay calor o siento frío. Hielo y fuego, fuego de hielo. 41 XI Vibración de sentir un dios en mis entrañas. Ahogo de saber mal en el destino. Sin juicio, sin amor, puedo morir en el martirio de romper el encanto de una ilusión feliz. Ser, no separes mi carisma de mi muro fingido; no es para ti. 42 XII Agonizaba entre cipreses de aguja al cielo. Miraba la muerte entre ramas de angustia. Era dios y su luz, dios y una cruz. Cuando se abrió la tumba y respiró el aroma impuro, miró hacia lo alto: la noche, brío de victoria, talismán. Era dios y su luz, dios y una cruz. Y crecía la aurora en color, mataba la noche sin sangre con fuego eterno de luz. Ya no hay muerte, es la paz. 43 A una ola Nacía la calma y el horizonte teñido de rubí alejó un sueño blanco. Tu padre, el viento, se despertó con pereza, entre nubes doradas y sol inquieto. Quería llegar a tu madre, a tu madre inmensa, de seno grande y entraña misteriosa. Tu madre, vestida de azul y espuma, tu madre, la mar, suplicaba la caricia de su eterno compañero. Y la luz daba brío al viento, y el viento jugueteaba moviendo las nubes como piezas de ajedrez, siguiendo haces cada vez más amarillos, silbando melodías enamoradas y apenas rizando su estela para tocar ligeramente un poco de mar, un poco de madre enardecida, que abría su seno grande. El sol ascendía como único testigo del juego de amor y sonreía con rayos escurridizos 45 para dar calor al encuentro de los dioses. El viento se excitaba, ella se entregaba y, mientras el eterno varón descendía, la mar inmensa pedía el goce de un susurro en su seno. Al crearse aquel contacto, naciste tú, ola primogénita, marcada con el destino de errar sobre tu madre. Tuviste tiempo de soledad en calma con tus hermanas de compañeras mudas, unas veces a lo lejos, otras, casi empujándote en su absorta mirada al cielo. Descubrías a tu padre en lo alto, al sol bebé y al sol maduro, con sus rayos tibios o lacerantes, amarillo o rojizo, como cuando decía adiós cediendo su trono a la bella princesa blanca, que deslizaba su único rayo en torno a ti, acariciándote, 46 para suplicar una mirada a su rostro bonachón. Un día vino la tempestad, aquella señora gris que te obligó a asesinar. Te enardeció con sus truenos y luces, encrespó a tu padre y te hizo crecer a tamaño de muerte. El pequeño bajel, un barco bello, sutil -apenas dejaba estela-, aquel que tú querías saludar sin estrépito, quizá enamorada, murió donde tú naciste. Vagaste mucho tiempo dolida, ¿recuerdas? Los rayos hirientes caían en tu cresta ajada, tu padre también calló y tú, penitente, tragaste tus lágrimas mojando tus párpados con un hálito de horror. Errabas sin rumbo en una calma cruel, escuchando el silencio que tendía tus suspiros al horizonte rojizo del dios inmisericorde. Cuando la bella princesa blanca acarició tu cresta ajada con el rayo inmaculado, 47 tomaste vida de su rostro bonachón. Ella no quería perderte y tras un velo casi negro, quizá gris perla, te sonrió y despertó a los delfines. Tú debías guiarlos en su juego, tú debías darles felicidad. Y, mientras alzabas tu cresta, la princesa decía hasta mañana saludando al sol bebé. Él vio tu cuello largo y sus rastros de lágrima. Supo que sufrías, atrajo cruces del cielo, cruces rápidas, juguetonas, que te tapaban el haz corinto. Llegaban hasta ti picando en tu cresta, llevándose el rastro de tu llanto, te saludaban, aleteaban en tu honor, nadie del mar quería verte sufrir. Y hoy, mi ola, has llegado a mis ojos, desde mi terraza oigo cómo ríes y casi puedo ver cómo viertes tu estela de alegría, tu espuma de amor, al sentir a tus pies tu madre más pequeña. 48 Apoyado en un claro de rosas siento tu albor de agonía. No quieres creerlo en tu gozo, ¿verdad? Allí, donde tu madre casi muere, alguien que no es de la mar, un niño ingenuo, feliz, pide a tus hermanas que mueran sin querer herir, suplica de ellas el último estertor para sentir la espuma de su seno como juego inocente. Nadie del mar quiere verte morir, mi ola. Es un niño que no te conoce, que no sabe de tu mundo ni de aquel bajel escondido. Es un niño. No sabe del mal. El pertenecerá a otro mundo. No, no lo añores, y no creas que tu errar ha sido ingrato. Tu entorno vive por puro y en tu soledad has sentido calor. No añores este mundo, mi ola. Tú no has conocido rencores, ni monstruos de cemento, ni ansia de poder para quebrar con discursos a la gente incruenta. 49 Tu mundo no se autodestruye ni conoce engendros. Tú eres pura a pesar de todo, no querías dar muerte y tu dios te ha perdonado. Vas a morir, mi ola, pero morirás feliz. Valdrá la pena, porque tu estertor saciará el deseo de gozo en un ser inocente, porque tu fin creará sonrisa y tu último hálito acariciará un poco de mi mundo, de mi mundo de verdad. 50 Mi niño, pequeño rey Mi pequeño querubín de rostro moreno, mi pequeño, que en tu manos suaves escondes inocencia de mundo limpio, déjame besarte, besar tu piel dormida. Mi pequeño querubín de rostro inquieto, mi pequeño, que tu mente ingenua aún no sabe destruir la paz del alma, déjame besarte, besar tu piel dormida. 52 Incluido en Palabra y Silencio En ese lugar de la luna donde tú habitas, en ese lugar donde el día no llora y la noche te acuna con el parpadeo de mi estrella, en ese lugar, mi niño, jugarás un cuento de hadas con delfines y ballenas, piratas y corsarios que nunca más volverá a ocurrir. He visto a tus ojos volar con el ruido de un cascabel y he oído, sin eco en tus labios, papá, cuando soñabas con miedo una tormenta. Has robado las piezas de mi ajedrez y mientras rompías el rey blanco yo sonreía, yo sonreía cuando tus zapatos machacaban el barro y volteabas el cubo de arena, cuando, risueño, conducías el caballo de cartón por las aceras y mirabas a la gente como rey de un país infantil. 53 Me has enfadado con tus pataleos de capricho, con tus travesuras en el agua. Me has enfadado, pequeño, porque no comprendía la luna donde habitas. Y allá, por la mañana, cuando despiertas con los ojos encogidos y retozas en mi cama, tiras la sábana al suelo y castigas mis rodillas, sé que tu luna ha vuelto y la quieres acercar hasta mi puerta. Cuando alguna vez, mi niño, quieras llevarme a la luna donde habitas, enséñame tu sonrisa y tus manitas sucias de barro, que yo jugaré a ser tu vasallo en ese mundo de hadas y gigantes. Yo seré tu guardián, tú serás mi señor, y con los brazos entrelazados, el mundo no existirá, para vivir en la luna donde habitas. 54 Incluido en Palabra y Silencio Hoy he tenido tu mano en mi mejilla y una caricia regalada en la noche mientras dormía. La noche te dio un mal sueño con el capitán Garfio y sus piratas malvados, y me has convertido en Peter Pan para librarte de su acoso. Te oí llorar un llanto de miedo con un chasquido de espadas en tu sueño; llamabas: ¡Peter Pan, Peter Pan!, y yo me calcé las botas puntiagudas, el traje rojo y las ganas de volar con Campanilla. Te deslicé entre mi brazos y volamos, volamos, hasta el refugio de mi cama, bajo las sábanas y su calor. y entre hipo y sollozos, cuando te convenciste de tu salvación, tendiste tu mano a mi mejilla, mejilla de Peter Pan, con una caricia regalada en la noche mientras dormía. 55 Incluido en Palabra y Silencio Estabas riendo con tu carcajada limpia, tus ojos brillaban con destellos ingenuos y en tu rostro dibujabas los colores de un jardín feliz. Mientras, con la carga diaria tan pesada, con el cúmulo de tareas cumplidas, mi cabeza pugnaba por una paz que tú me negabas. Te odié por un estúpido momento, mi niño, lancé el periódico contra el jarrón y contraje mi garganta enardecida gritando que callaras. Entendiste terror, pequeño, te asustaste y corriste hasta la mesa para encontrar cobijo entre sus faldas de eterna protección... y con tu sollozo y tu cara asustada, con mi entraña estremecida, descendió hasta la puerta de mi alma la luna donde habitas. Quería prestarme su blanco, gris, azul. Me acerqué hasta tu escondite y tendí mi mano a la tuya, la tuya que temblaba 56 porque no me entendía... y tu mirada vacilaba. Yo te dije: “Soy el mago de la sonrisa y quiero hacerte volar, mi niño”, y tu mirada vacilaba. “Jugaremos a una aventura entre olas y gaviotas, yo seré un capitán, tú mi timonel, y navegaremos, navegaremos hasta la isla de la Fantasía”, y tu mirada vacilaba. Corrí al cajón de tus juguetes y tomé la espada de capitán y el bicornio de pirata. “Al abordaje, mi valiente”, te grité, y subiste a mis espaldas con la misma sonrisa que me enfadó, apretaste las rodillas a mi costado y ordenaste: 57 “Acabemos con Barba Azul”. Y el blanco, azul y gris de tu luna encantada pudo conquistarme y traspasar la puerta de mi alma con la misma sonrisa que me enfadó. 58 Color de hoja, verde mar Perder la inmensidad por ti. 60 Acércate, mar Mar, acude a mí y ahoga la pena que hace morir mi corazón. De tu verde, dame la caricia de una ola. De tu azul, dame la sonrisa de un susurro. Quiero vivir en ti como delfín que busca al náufrago de la crueldad dormida. Desde la roca te esperaré para sentir una sirena. Acude a mí, mar. 61 Marinero, ¡ven a mí!, llévame al mar. De la brisa tomaré el postigo que cierra mis agujas. De su entraña beberé la oscuridad del gran misterio, en la ola buscaré el delfín que me desliza por la cueva del sentido. Del mar quiero ver, ¡oh, dios!, otra vez a mi sirena. 62 Verde mar. Quiero estar solo en la hoja del mar. No me cubren las olas el apetito de una voz. El faro centellea. No viene nadie. Los peces me ven y escapan. Quiero estar solo. Me siento solo. Cuando el mar se enfurezca moriré entre las olas. Si Neptuno me llama, acudiré a su morada en un delfín sin alas. No diré nada, abriré mis brazos y besaré su tridente sin pasión. Estoy solo. 63 Sobre un remolino, una sirena cantaba. Me tendía la mano. De la roca tomé un impulso ciego y la traje a mí. No volverá al mar, porque no era una sirena; era una mujer morena que rompía con su canto el centelleo de la luna. Con sus dedos rasgaba las cuerdas de una lira. Con sus ojos pedía la mano del destino. De su pecho nacía la caricia de una brisa. Ya no estoy solo. 64 Estaba mirando cómo tu cabello lloraba estrellas de mar en lo oscuro de la noche tibia. A lo lejos de tu rostro, hacia el infinito de la nube, nacía el mástil de un velero. No había tormenta. El velero vacilaba. Tus cabellos de estrellas ondearon al viento ruiseñor figurando luz de guía. Y el velero entre la bruma despegaba la proa de las olas furioso por llegar a ti. 65 Despertar tu sueño con un beso de miel azul. Mesar tu cabello entre luces de noche sin fin. Sentir tu piel en la eternidad de un suspiro. Amarte. Más cerca. Desearte entre encajes de luna y brumas para dormir en tu sueño y escuchar la brisa de tu ser enamorado. Mujer, verde sol de piedra pura, hoy siento tu destino entre sombras de felicidad hoy siento de tu cielo la paz en mi espíritu sin miedo. Amarte, mujer, ¡qué fácil! 66 Ven, acaricia la palabra que suena sin eco, porque mi mano no se detiene en la linde de tu alma. 67 En el Edén, cuando el Sol se pone, tu rostro brilla entre las estrellas porque su luz no le pertenece. 68 He querido descansar de tu rostro y he buscado el rocío. Esta mañana no había flores, no había rocío. He buscado las flores y no había violetas. ¿Por qué tu rostro me sigue? He visto violetas, pero estaban marchitas en el frío de la noche. Estaba mirando al cielo desnudo cuando cantaba una alondra. No venían las nubes, estaba vacío. ¿Por qué tu rostro me sigue? Sonaba el río con aguas tranquilas y le he regalado una piedra. El agua no era clara y las ondas fueron turbias. He escalado la montaña y he tocado la nieve. La he tocado en mis manos y se ha derretido. 69 ¿Por qué tu rostro me sigue? He pisado la arena y he mojado mi piel en agua verde. El agua se ha enfadado y ha enviado sus olas. El cielo se ha vestido y ha lanzado su fuerza. Le he mirado y en el traje de nube he visto su rostro fuera de mi recuerdo. He querido descansar de tu rostro. ¿Por qué tu rostro me sigue? 70 Sorbo de soledad pensando en ti. Tu mirada, tu cabello negro, tu capa de fuego. Soledad para pensar en ti. 71 Un halcón hería las nubes. Tendí la mano. Debía sentir sus garras matando mi muerte... Una saeta sin cuerpo encendió mi entraña. Ven a mí, arquera. Sentí de su rostro luz inquieta, entereza sin pie. Descendí. Mi mano sin sangre prendió su carcaj vacío 72 y tomó su anhelo. El rey de las nubes moría en la noche. 73 Bella. Tiznadas cuevas de luz intensa; curva de viento, castigo suave; algodón de rubí, martirio indemne; manto nocturno de fuego muerto. Tu armonía inunda desde la selva del infierno. Tu luna simple deslinda la meta del sentido. Y el mortal desesperado que te admira sucumbe. Bella. 74 El silencio de un susurro brama en lo lejano de mi seno. La inconstancia de un gemido derrumba la razón de mi agonía. El capricho de un acorde repica en el umbral de mi sentido. No puedo morir sin ti. Eres la onda de un molino sin muela que gira sugestivo, la piedra de una playa sin arena que sonríe insinuante; el lucero de una noche sin estrellas que bizquea tembloroso. ¡Cálida inquietud!, aroma de ti. Sentir que estoy amando, sentir que te he besado, sentir que la esquila de mi entraña resuena prendida de tu anhelo. ¡Sentir de ti, qué fácil! 75 Al escuchar cómo tu voz repica en el eco del silencio, abro el cristal de mi alma a tu son para que mi entraña se estremezca. Cuando siento que vibras en tu canto para decir en el cielo la inquietud de tu sentido, cierro la puerta a mi pensamiento, llevando mi alma a tus pies. Si el ruiseñor te acompaña, apenas mi oído conoce su canto, porque entre haces de sonido tu voz se deslinda, se hace reina, como tú. Son colores de música, luces de malva y mar en mi corazón, llamadas de blanco en capa púrpura que robo al viento para quebrar tu soledad. 76 Sensación de unir dos almas, éxtasis del amor. Rozar el viento, no despertar. De sentirla dicha encontrada suspiro rayo que no hiere. Es torrente que no cesa, que mana del clamor de una canción. Es tormenta que no arrasa, que se esconde de la brisa cancelada por la nube oscura. Mujer de mí, ampara otra vez la noche del destino con tu fuego. 77 Brilla por siempre en la meta de mi anhelo y no escapes de la cerca sin fronteras que se tiende en mi sentido. 78 Amar tu sonrisa es tomar el cielo, el mar y la brisa. Mirar tu mirada es gozar el fuego sin mal y herir nada. Amor, quiero sentir en mi pecho el susurro del viento y tus caricias sedientas que piden una llamada de paz. Romper tu silencio es vender una estrella. 79 Estaba la luna roja, la luna, la luna roja, y tus labios reflejaban la sangre rubí caliente del torero herido. Estaba la luna blanca, la luna, la luna blanca y tus ojos me decían besa mi piel abierta de mujer enamorada. Estaba la luna azul, la luna, la luna azul, y tus manos me pedían toca mi pecho ardiente con tu espada ensangrentada. Estaba la luna muerta, la luna, la luna muerta y el sol naciente despertaba de mi sueño oscuro al rocío con una luz quebrada. 80 Tu mirada, niña, tus ojos A Federico García Lorca Brilla un lucero en al alba que en tus ojos se refleja; tus ojos, niña del alma, me miran y me desnudan. Revienta el sol en cascada mientras la luna se quiebra; por el monte un caballo anda, reluce el rayo amarillo, y tus ojos niña amada, me miran y me desnudan. Tus labios quietos me hablan, tu pelo negro me dice acércate, ven y ama, pero allá en el río, a lo lejos, tus ojos, niña del alma, me miran y me desnudan. Cae tu enagua en la rama y el sauce se despereza; 81 tus labios quietos me llaman, la luz del alba me ciega y tus ojos negros de hada me miran y me desnudan. El viento me arrastra y canta, desliza un carro de luces y allí me pide que vaya; quiero besarte, mi niña, pero tus ojos de amada me miran y me desnudan. Me lleva el carro a tu entraña sorteando el sol amarillo, y en la orilla, en la rama, no estás, te has ido, pequeña. Tus ojos, niña del alba, me miran y me desnudan. 82 83 En tus ojos habita el negro de la noche profunda, negro resplandor de verdad, noche limpia de rocío fresco y luna llena de sonrisa. Cuando los cometas aparecen en tu noche con su cola de fuego y sus destellos rabiosos, el negro se hace luz de amor o brasa inquieta. Sin tus ojos deshago el mundo, sin tu noche acaba el resplandor y mi alma pide con silencio que llegue un cometa ...quizá tuyo... Soledad, amarga sonrisa, espacio vacío a mi lado que despierta el ansia de ti, robando el tiempo al día, quemando al sol rojizo, llorando al amanecer. 84 Cuando hablas a una flor y recoges de su cáliz el rocío, descansa en tu voz una melodía de viento, descansa en tu piel un tibio aroma de espliego. Palabra de miel, susurros de estrella, y en tus labios un remanso de lunas y colores. 85 Caminando por un sendero con luces de colores mirabas un árbol seco en un desierto de frío. Tus dedos mesaban hilos de viento y tus manos esquivas rompían el cielo. Sobre tus cabellos volaban gorriones y alondras y entre rocas de hielo escuchabas la risa del miedo. Tus labios lamían dulce de ángel y las flores quebraban tu hastío en el cieno. El encanto se rompe entre ramas de fuego que prende tu espina de amor. 86 Se entreabrieron tus labios y rocé tu sabor a miel de lirio. Mil besos habría tomado, mil besos quise prender en miel de lirio, pero aquel dulce desesperado que mojó mi alma, aquel dulce estremeció mi dorso helado. No escondías tu dulzura ni aquella mirada de pasión que prendió el encantamiento. Se habían deshecho tus labios en los míos y la marca sensual de tu sabor había perdido el carisma del deseo. Un beso. Se entreabrieron tus labios. 87 Amor sin ti, ¡qué duro resulta saber miradas que mueren en tu seno!, amor sin ti. ¡Qué daño regalas cuando mis dedos se alargan en sus yemas y logran rozar tu cuerpo con risas de disculpa! No quiero que tus besos se dispersen, porque llora mi corazón cuando susurras a un desconocido matador de mi alma. Si muero alejado de tu esfinge te amparará mi agonía, porque sabrás que en la distancia siempre contuve mi pensamiento llorando por ti 88 La luna escapa En las fantasías y deseos de un color imposible me he acercado hasta tu puerta para esperar tu llamada y he creído encontrar las estrellas y las estrellas se desvanecen porque eres fantasía, es imposible. 90 En las fantasías y deseos... I Un día azul me cuenta tu recuerdo adornado con pétalos y estrellas, y sobre tu cabello revolotean los destellos de una luz blanca y tus labios se abren y me llaman. Extiendo mi mano a tu mano y no estás, no te encuentro, y con la luna blanca una pequeña lágrima conquista mi rostro. Sé que no te has ido, pero no estás, no te encuentro, te busco con las luces, te busco con la luna, pero no estás, no te encuentro. Un día gris se llevó tu mirada adornada de luces y margaritas. 91 ...de un color imposible... II Los vientos blancos me hablaban de ti y yo me dejaba llevar por sus coros vagabundos, los vientos blancos me alejaban suavemente y yo quería volver hacia ti con la luna entre las manos, los vientos blancos me contaban susurros que yo no quería oír y tus palabras huían, tus palabras morían con su eco lejano en la claridad imposible, en la belleza prohibida. He decidido cubrir el color de los vientos y el blanco se hizo gris, transparencia de perla, porque yo volaba hacia ti, y aunque el viento fuera tuyo y en sus labios callara quejidos de un adiós furtivo, no le creería, porque sé dónde te escondes, esperándome, con tu entraña descubierta y los ojos enrojecidos, con la luna deshojada y tu lecho desteñido. 92 ...me he acercado hasta tu puerta... III Está cayendo un rayo de sol sobre mi frente y siento el fuego cerca mientras tu recuerdo, caricias y susurros, me inunda de paz, con episodios de ilusión, con tu mirada azul y cálida, cuando tu piel toma mi piel y tus labios hablan de mí. Tus labios, pequeña, quiero que abran sendero en mis labios. Tus dedos, preciosa, quiero que abran mi cuerpo y mi entraña, y en esa perdida soledad quiero pensar en ti como en un dios maravilloso que todo lo hace fácil. Quiero pensar en ti. 93 ...para esperar tu llamada... IV He querido oír palabras, palabras de tus labios, que nacen como rosas blancas de tallos sin espinas. He creído conocer tu sonido entre los susurros del viento escandaloso y lúgubre, entre los gorjeos de un gorrión asustado, sin estridencias, calmado, como el vuelo de tu alfombra mágica que me eleva sobre lo blanco de tus nubes para olvidarme de ti. He recorrido tus labios, tus labios a veces malditos, pero siempre dulces, deseando escuchar murmullos de paz y de sol, y siempre surgía el vacío comiéndose el aire, y las palabras se escapaban en el silencio 94 y el sonido se escondía y tus labios, dulces y malditos, rompían tu mirada con el cristal del deseo inacabado. 95 ...y he creído encontrar las estrellas... V Desde una burbuja de paz y pasión la lucha se hace incruenta porque pienso en la hora calmada que desapareció. Los ángeles de la razón juegan un juego ingenuo de locos y me envuelven con auras extrañas para que no te entienda... aunque siga conociéndote sobre tu cuadriga de amor que conduces hacia aquello que no muere. Tu envoltura de cuerpo humano, columnas de piel dorada, corazón de papel cebolla, toca a mi puerta con los nudillos de tu alma y yo espero lo que jamás puede llegar, con cordura, contra los ángeles de la razón y con tu regalo de mujer enamorada. 96 En las noches de lluvia quiero acercarme a mi sueño mágico pasito a pasito, en silencio, de puntillas... y mi sueño mágico no está en la almohada ni entre las sábanas, se ha desvanecido con los ángeles de la razón que en un juego ingenuo de locos me arrebatan tu regalo, y cuando logro encarcelarlos en un aparte, eres tú, diosa de luna blanca quien se aleja mirándome con paz y pasión con tu lágrima de desencanto, con la mano asiendo el alma... y busco otra vez mi sueño mágico... y sólo encuentro lágrimas sedientas de morir en tu mano. 97 ...y las estrellas se desvanecen... VI Quizá luzcan las brumas, quizá el sol se haga oscuro, pero en cualquier vereda sinuosa la más leve sonrisa de tu alma enriquece la soledad escondida. El calor de las palabras, la niebla en la distancia y el gris de lo imposible se agolpan uno y otros y congenian, congenian con esos segundos únicos de tu presencia entera. Han venido hadas y magos para demostrar sus poderes -gnomos y brujas huyeron-, pero la magia blanca de varitas y deseos se diluye entre caricias y no sirve, claudica y muere. Y el canto del alba 98 envuelve la lucha dulce, la eleva hacia las nubes y se escapa, se escapa y desaparece. Quizá luzcan las brumas, quizá el sol se haga oscuro, pero el desvarío enternece y los días crujen y crujen como hojarasca que volverá a sentirse verde quién conoce cuándo. 99 100 ...porque eres fantasía, es imposible. VII Cuando tu imagen me inunda y tus palabras se deslizan hasta mi corazón vencido, cautiva mis ojos una lágrima dormida, cierro los párpados y entre las pestañas quedan tambaleantes días de rosas y esperanzas, y mi lágrima solitaria desciende lentamente buscando en mi rostro una rampa que le empuje hacia sus hermanas que viertes por mí. Con la noche ni la compañía de las estrellas consuelan a mi lágrima en su búsqueda inagotable; los destellos arrogantes le obligan a brillar y ella se esconde, se esconde hasta escaparse 101 con el calor rojo de mi mejilla. Mi lágrima ya desaparece, pero el surco ha hecho sendero que muere en mis labios para que con las lluvias de verano si alguna gota más quiere nacer lleve hasta mi seno el sabor de su hermana ya centenaria entre los días grises de invierno y de rosas. Si hoy cumpliera mil años, mil años te daría, mil veranos, mil lágrimas sin estrellas tendrías en tu regazo creadas para ti. Y al ocaso, con la luz más amarilla y las sombras alargadas, si alguien pregunta por el sol engrandecido y venturoso sólo les contaré tu regalo como una alegoría infantil de un dragón que se escapó cuando la luna se escondía. 102 Por una estrella I Una gota de luz cae hasta tus labios, y de tu vientre nace una llamarada, fuego de diosa, calor eterno, que llega hasta mis labios, sedientos de ti, se adueña de mi luz, -tu luzy en el impacto sutil se unen dos almas para rogar al cielo que nunca se apague, fuego de diosa, calor eterno, que muera jamás, porque mi entraña se abre, se cierran mis párpados... y sueño con tu morada encendida, con tu frescor de madrugada, con tu luna blanca, con un dios que, como tú, me ocupa el alma, conquista mi cielo, y vuela, vuela, entre destellos de amor y eternidad. 104 II Ojos de luz marina, ojos de luz al amanecer, labios abiertos, susurrantes, piel de luna y mirada clara, ojos de luz marina. Oigo tu voz, susurrante, tu sonrisa, diáfana, y mi cuerpo se convierte en un suspiro, mi alma, en un sinfín de colores, mi corazón, en un cielo enamorado. Nacen palabras en el aire que se tienen con hilos de seda, y mis manos en tu espalda se acurrucan en tu piel de luna: calor, quietud, bendito placer de amar. En el abrazo, entornamos los párpados, persianas de ilusión, y la brasa crea fuego con lentitud, como si no quisiera despertar, crece y crece el beso suave, tus manos, mi piel, acarician, acarician buscando un resquicio 105 deseando encontrar la puerta del amor en el otro cuerpo, nuestro cuerpo; y el amor no tiene puertas, ¿sabes?, cada dulzura de tu piel, cada latido de tu corazón, son los peldaños de la búsqueda inagotable; y ahí surge el cielo, quizá edén, porque tú y yo, entendiendo los silencios, nos unimos sin querer, por pasión o por instinto, convencidos de que somos alma, alma pura, es decir, de Dios. 106 III Con tu paz mi entraña se despereza, mi cuerpo busca las nubes, mi puerta se deshace y toda tú, princesa, invades con sonrisas la luna que miro, la luna que busco. Y esa transparencia, diamante de bondad, avanza hondo en mi alma, como termita, como hormiga, en suave camino hacia el amor, amor que dudas y tienes, amor de hombre, gota de Dios, que no lastima jamás, que siempre llena con dulzura, que siempre regala sin respuesta, gota de Dios que habita en tu alma, cielo de cariño, que colma tu fe, 107 sendero de esperanza, que habla de ti, palabras benditas de amor. Con tu paz mi suelo desaparece, mis ojos te sonríen, mis dedos te recorren, y toda tú, princesa, invades mi corazón, tal como deseé, tal como deseo. 108 IV Eres la caja de sorpresas, el sol, como el arrullo de las olas, el mar, como el cielo y un suspiro, el edén. Esther, mujer, los ángeles te acercan, tu ángel me sonríe, tu ángel, y al oído me dice amor, futuro, ventura, sólo dos, dos y el mundo por conquistar; y mi ángel, callado, te acaricia con ternura para que vueles y no escapes, para que te dejes tomar, para que muera el miedo y contemples, feliz, el camino en trazo corto donde mano con mano, unidos, podemos avanzar hacia la fe, la fe en el amor. Déjate llevar, mujer, con el sentimiento, con la paz, y mira hacia el destino de saberte amada con dulzura, con la pasión adolescente, con la experiencia de quien quiere amar, 109 y olvídate del mundo, que tu mundo está en gestación, en semilla por nacer y empieza hoy, cada día, con cada beso, con mis abrazos, con tu calor. Y sabremos amar, porque... eres la caja de sorpresas, el sol, como el arrullo de las olas, el mar, como el cielo y un suspiro, el edén. 110 La ceremonia Un hombre es enamorado. Ha ocurrido en una plaza, ahí delante, y la imagen es esperanzadora. Se han despertado unos pájaros y la soledad ha quedado desparramada, como rota en mil pedazos por los rincones bajo los árboles. Parece que ha sucedido así: ella paseaba alrededor de la estatua, un caballero doliente que adora a su caballo sin cabeza iba leyendo un libro de Salinas prologado por Cortázar. Poesía de Amor, decía la portada. Es de noche. Hay luna llena. Un rayo se espejaba en una gota de lluvia encima del caballero, la mujer se ha agachado a recoger un verso y el rayo le ha impactado, un rayo de luna que ha convertido en blanco su vestido. El hombre venía de negro, o quizá de oscuro, 112 la noche lo ennegrece casi todo. Iba despistado, pensaba en el número de sus tareas como un canario en su alpiste. Se han cruzado las pisadas y el rayo se ha escapado. Las pisadas del hombre y de la mujer, un pie de puntera sobre el suelo para sostener una rodilla en equilibrio, otro pie caminando sin sentido lleno de números sobre controles. Se han encontrado y el rayo se ha fundido, se ha fundido. Pero ahora refulge el traje negro y el vestido se ha quedado en oro. ¿Eso es el amor? No, no, viene después de ese impacto prolongado, miles de segundos para la escena. La escena se detiene cuando el caballero desciende del pedestal con su espada en la mano. El silencio se corta con acero. Un cura pasea trasteando entre el alpiste, se santigua, se exaspera, maldice al caballero del caballo gritándole que quién es él para ser sacerdote. “Sacerdote, Vuecencia, por ahora”, le lleva escrito en un papel una paloma despierta en nombre del de la espada. 113 ¿Será que la espada es el altar para los amantes? ¿O quizás un cáliz y la forma? Dos muchachas se han quedado paradas sonriendo. Ahora mueven las manos, para prender los restos del rayo de luna expandido. Ellas tienen lágrimas, y llevan una de sus gotas hasta la espada del caballero, que brilla, que está afilada de sabores, quizá el del mosto que van a beber en la ceremonia. El caballero se parece a Neptuno o a un guerrero que luchó contra los moros. Ella se está convirtiendo en una ninfa, su vestido se hace túnica, y sus ojos no son los mismos, son castaños. El hombre sigue sin moverse, el impacto le ha quebrado el movimiento, pero ella lo acaricia. Llega gente por la esquina de la plaza, gente para mirar el desgarro de ternura, porque ellos la perdieron, la ternura. La gente son otros. Los dos se miran y los otros miran, quieren vivir en ellos, 114 y no pueden. La paloma del mensaje se apoya en una rama, sobrevuela la escena como una pluma entrando en su tintero, y el ala derecha se aposenta en el hombro del caballero, sólo el ala, la paloma regresa a la rama y sonríe. Neptuno con espada también sonríe a la par de la paloma. Y ellos se miran, ya casi se besan con las manos, los dedos rozados, la túnica de la dama, la capa del amante. Los otros miran y se emocionan, ya no son gente, son Uno para la ceremonia, son los ángeles, las vestales, héroes y gigantes, musas y guardianes. Y cuando Neptuno baja la espada, los amantes reverberan, son como luz en un disparo, los dioses se arrodillan para rendir pleitesía a príncipes recientes, regresados, desde siempre, antes se amaron y ahora lo saben, nada es nuevo, 115 es renovado después de un giro casi eterno. Se reconocen. El cura enfadado se difumina, ya es sacerdote el caballero, ya es forma y cáliz la espada, ya se besan los esposos, ha sido un instante, un instante de infinito, de infinito. Y la plaza no es plaza, templo enarbolado, los árboles son señores de otros reinos, la gente, sus ejércitos, luna se hace la noche toda, y todos se difuminan como el cura, más alegres, mientras ellos, uno y otro, los dos, uno solo, márgenes de amor, página repleta de ternura, un aura dorada, un deseo en rebelión para las pieles, fuego, un Amor. ...solo mira la paloma, que ya tiene sus dos alas... 116 Cuando crujen los corazones Vendrá Resbala… a lo lejos, y va cayendo lentamente aplastando los árboles, los árboles y un templo, gente nadie se atreve a darle nombre y es gelatina que se esparce para esconderlo todo y atarlo y darle formas redondeadas, sutiles Avanza, avanza, avanza estoy en la ventana, viene hacia mí y todos corren porque han visto las delicadas estatuas de cálido metal que van quedando dentro de la masa que resbala, avanza, cubre, deglute Si miro atrás no queda nada, no hay nada, sí alguien, no nada enfrente la masa viniendo la quiero y seré libre, bello, dulce He subido al campanario sonriente miro abajo, atrás un poco resbala… lentamente aplastando árboles, un templo, gente y sonriente ya espero, fuera vendrá 118 Mil dudas y la espera Hacia donde los ojos respiran el aroma de la certidumbre quiero llevar mis pasos lentos y lejanos como una pluma sin tintero. Si volar fuera un deseo caminaría hasta olvidarlo en el camino con las alas de la paloma en mis alturas, alas risueñas con semblante de guía para la hondura de mis túneles. Vienes y te vas, ¿qué eres? ¿te llamo esperanza? ¿o te llamo quimera? Y las alas sonríen en un sarcasmo paternal Sigo mirando al suelo, unas piedras y una flor ajada, mientras a lo lejos se abre una boca -es una boca de luzy suspiro con los ojos cerrados en una esperanza sin colores. 119 Ni ternura La soledad y una mirada hacia dentro, no veo nada, ser de los arrecifes, ni a ti, y eres cueva o escarcha, lánguida, muerte, descalzo y triturado… como los bueyes uncidos hacia delante y ojos al suelo. ¡¡No!! Los horizontes no se detienen, nunca se detienen aunque los desechos del alma se alojen en esos huecos de la sonrisa. Císimo, laderonque, monisquela… que sí, que quiero nuevos vientos en nuevos mundos en nuevas palabras en nuevos significados. ¡No! Pero quién se arrastra, arañazo, sangre seca y escozor para forjar la senda que juegan a esconder, y está allí, la encontraré. Retira el rostro, no es tuyo, no tienes mérito ni valor ni mérito ni valor ni vergüenza ni ternura, olvídate. No. 120 El hueco de la mirada hueca En ese hueco de la mirada hueca, dulce donde existe la frontera de las pérdidas y los suspiros se cruzan con tu risa y los aromas se guardan bajo llave y mis palabras se equivocan porque mueren allí, en un gris alocado lucernario hueco me he varado para no verte, soledad… para no verte, soledad, para no verte… y estás, inevitable y dolorosa, sin quejidos con las golosinas amargas de un disparo que no puedes regalarme… aún, aún, aún La paloma me lleva y muere, sin corazón y abajo lodo y fiemo… oscuro y húmedo más soledad entre la mirada hueca, dulce el mundo sobre mí en la chistera roja así todos ríen, no como tú, soledad, ríen hiriendo, ríes protectora y amante te aferras, me arrastras, huyes conmigo, o no un chasquido, bramas, me giro, hablo y me quedo solo, soledad, sin ti 121 Canciones En mi búsqueda entre carpetas amarillentas con folios olvidados, he encontrado unas cuantas octavillas, como aquéllas en las que tomé apuntes para el Epistolario…, con varias canciones escritas para Esmeralda, que actuó como cantante durante casi tres años en varios locales de la ciudad. Sólo dos de ellas tuvieron música en acorde de guitarra y ninguna llegó a ser grabada, porque desde que fue madre ya no quiso volver a cantar. Así, las propuestas se quedaron entre los borradores de poesías escondidas y las he rescatado para esta recopilación. Algunas llevaban fecha y la he incluido. Algunas llevaban título, y las que no, se lo he puesto ahora. Están ordenadas tal cual las he encontrado. Se convierten en un homenaje especial. 122 Llegaste entre las nieblas Sin mirar hacia atrás no puedo comprender el sabor de tus besos ni el calor de tu piel. (estribillo) Amor, amor, enamorada de ti, encendida de pasión sobre un cielo sin fin Llegaste entre las nieblas de una fatal herida que has curado con mi alma encendida. (estribillo) Quiero tu amor eterno, quiero tu risa hermosa y que te sientas en mí como la vida en rosa. (estribillo) 9.5.84 123 Adiós, soledad He descubierto que el amor en nosotros sí mueve el mar. ¡Qué hallazgo de ilusión!, sentir en mi pecho tu paz. (estribillo) Amor, amor, enamorada de ti, encendida de pasión sobre un cielo sin fin Tu piel en mi corazón es ternura en un caudal que transporta en su candor el aliento de la verdad. (estribillo) Sentir dentro de mí el calor de tu vencida soledad sabe a fuego del albor de la eterna felicidad. (estribillo) 9.5.84 124 125 Amor perdido Eres tú la estela que riega la noche y deja tras ella la luz del destino. Eres tú el dolor que lanza su capa a las redes del alma y escapa a su nube. Eres tú el viento que rompe las hojas y quiebra las ramas con hilos de estrella. Eres tú la risa que nace en el cielo que muere en la tierra y marchita la rosa. Eres tú el recuerdo de una triste historia de un amor perdido que rompe mi vida. 126 Una moneda, por caridad Caminaba por las calles de la maldita ciudad con su rostro carcomido la chaqueta hecha jirones y en su boca una plegaria: “Una limosna, por caridad, tengo esposa y dos retoños. Tienen hambre, tienen frío y sin trabajo, sin dinero, ¿cómo los voy a alimentar? Trabajaba en una empresa bajo el mando de un buen jefe que murió una tarde fría y sus hijos como cuervos lo arrojaron a la calle. “Déme una moneda, por piedad. Me han robado mi trabajo. Tengo esposa y dos retoños. Tienen hambre, tienen frío, ¿cómo los voy a alimentar? Todos miran de reojo, todos pasan con desprecio 127 y él agacha la cabeza. El recuerdo de sus hijos le lastima la mirada “Una limosna, por caridad, por piedad, una moneda. Tengo esposa y dos retoños. Me han robado mi trabajo. ¿No sabéis qué es amar? 128 Háblame de estrellas No seas inquieto déjame vivir no seas pesado déjame soñar. Espera mi llamada quizá con el viento llegaré a tu morada quizá con el mar Olvida mi rostro mi ser, mis caricias vete con el mundo cántale al mar Soy libre todavía tu voz me consuela tu piel me estremece pero no quiero amar Cuando te acerques háblame de estrellas y quizás oiga el amor si me traes libertad 129 Eres tú el destino Te miré a los ojos del alma y encontré aquella ternura que tu rostro presagiaba. Eres tú el destino, amor. Con tus manos en mi regazo reposaba mi soledad entre lágrimas de pasado. Eres tú el destino, amor. El manantial de nuestras almas ha creado un nuevo cauce con mis lágrimas, con tus alas. Eres tú el destino, amor. Se han perdido aquellas brumas que nublaban el futuro, se han creado historias puras. Eres tú el destino, amor 130 Suspiros de arena Ayer soñé con tus besos, tu risa y tus caricias. Ayer soñe con tu rostro y aprendí a quererte más. Eran tus dedos olas de mar que tomaban mis brazos entre sollozos de viento y suspiros de arena. Ayer soñé con tus besos, tu risa y tus caricias. Ayer soñe con tu rostro y aprendí a quererte más. Tu voz era un soplo de brisa tus labios un pozo de amor y la luz de las estrellas un destello de ilusión. Ayer soñé con tus besos, tu risa y tus caricias. Ayer soñe con tu rostro y aprendí a quererte más. 131 132 Canción del encuentro Aquel veinte de febrero conocimos, extrañados, al buen niño caprichoso que jugaba con los dos (estribillo) Despertamos al amor tan sutiles como el aire que respira el infinito, tan desnudos como el agua que desborda el manantial. Aquel veinte de febrero nos sabía a novedad de fervor inesperado deseoso de pasión. (estribillo) Y descalzos nos prendimos al destino tembloroso que bailaba con el viento, señalando una ilusión. 26.7.83 133 El vagabundo Sin hacer ruido me acerqué hasta él. Estaba recostado en el quicio de una puerta. Tenía sus ropas desgarradas por el tiempo. (estribillo) Era un vagabundo que tendía la mano al viento y escondía su ruta entre el mundo de los sueños. Mirar sus ojos me daba calor. No habían muerto como su ropa gastada. Sufrían del alma que recordaba su vida (estribillo) Al sentir miedo me alejé de él. Sentía de su olor el vestigio del pasado. Temía de sus manos el saludo de la vida (estribillo) 134 Villancico Jesús está llorando entre la mula y el buey. En la paja del pesebre salpican dos lágrimas que Madre María ve: “Jesús del cielo, no llores. Hay una estrella en la noche que dice amor y paz, que ha rasgado las nubes para enviar al mundo gotas de felicidad”. El ángel está llorando entre una estrella y un pez. A la piedra del monte la hieren dos ríos que soñó Padre José. “Ángel del alma, no llores, hay una estrella en el cielo que dice amor y paz, que ha prestado su brillo a la noche del mundo para dar felicidad”. 135 Teatro En el colegio hice algo de teatro en el sentido literal del término (aunque también en el figurado). Recuerdo que en segundo de primaria fui elegido para escribir una obrita a representar y le adjudiqué al protagonista un rifle matador que, a la postre, se materializó en la escopeta de perdigón de mi primo Luisito, quien me la prestó para la ocasión y la llevé a clase escondida en el abrigo, porque en aquellos años cuando la Policía era el “gobierno”, apetecía mucho tener un motivo para pensar en correr una aventura por culpa de su persecución. Más tarde, leíamos obras de teatro en clase. En una de ellas me tocó representar a Chispa, mujer soldadera en El Alcalde de Zalamea que confirma en determinado momento: “Estoy preñada”, y aún me escondo ante el recuerdo del ataque de vergüenza y las jocosas intervenciones del respetable público. Y siguiendo con teatro clásico, en el mismo acto en el cual me entregaron mi primer premio literario, 1977, escenario del teatro de La Salle Gran Vía, interpreté a Tello, 136 el criado de El Caballero de Olmedo, que lo encuentra muerto en la última escena de las que representábamos. Tanto dramatismo quise darle a la interpretación, que me agaché ante el cuerpo moribundo del caballero para exclamar: ¡Traidores, villanos, perros; volved, volved a matarme; pues habéis, infames, muerto el más noble, el más valiente, el más galán caballero que ciñó espada en Castilla! Y el paquete de Marlboro que llevaba en el bolsillo de mi camisa se cayó sobre la cara de mi compañero César Casorrán, a la sazón don Alonso, el caballero de Olmedo. Apenas pude soportar el ridículo cuando, después de cogerlo rápidamente, me tocaba elevar el brazo gritando… ¡Venganza, piadosos cielos! Naturalmente, sin que se viera el paquete rojo en mi mano, aunque algunos cigarrillos quedaran sobre el escenario. Quizá de estos hechos cómicos me vino la vena para continuar, algunos años más tarde, mi vinculación con el género teatral, y cómico a más inri. Tomé contacto con los espectáculos de variedades a través de varios amigos, precisamente en el café Variedades de Zaragoza. Allí 137 cantaba mi entonces novia, Esmeralda, y el ambiente me llevó a querer participar en aquellos espectáculos jocosos y extravagantes. Como no me atrevía a ser actor (aunque lo intenté con un monólogo que titulé El Hacetiempo, y que no incluyo aquí porque se trataba de casi no hablar, sino solamente gesticular), comencé a escribir obritas cómicas muy “ligeras de cascos”, acordes con lo que el público tardío de la transición demandaba, obras picantes, incluso escandalosas en color verde y no precisamente por ecológico, en el descenso de aquel género tan espectacular llamado revista. Va aquí una muestra de ellas, las que más se representaron, algunas de ellas interpretadas por Miguel Ángel Tirado, a quien nombro por el buen recuerdo y cariño que me dejó, y que responde más por su personaje, Marianico el Corto, que por su apellido. No quiero dejarme en estos comentarios a Piluca, mi prima actriz, a quien le escribí un monólogo que incluyo, y que nunca se representó porque… lo perdí entre cientos de papeles borrador y que he encontrado por casualidad mientras rebuscaba papeles amarillentos para esta recopilación. Y finalmente, vaya mi saludo para el grupo de teatro La Peonza, de Cuarte de Huerva, población donde ahora vivo, y especialmente a su directora María Teresa Mur y a Julio Izquierdo, con quienes he vuelto a retomar ese gustillo por la actuación (como lecturas teatralizadas) convertido en un aragonés castizo con obras de Alberto Casañal. 138 Índice de Teatro Pág. Don Juan, don Juanito y doña Inés ............ 140 Desposorio de un idiota ............................... 155 Paris, oh, lá, lá! ........................................... 183 Desvarío ........................................................221 Inacabada .................................................... 225 139 ¡¡Vaya par de tres!!, Don Juan, don Juanito y doña Inés Doña Inés es una monjita que se hace la ingenua. Don Juanito, un chulapo que se siente dueño de Inés Don Juan, un pobre tontuelo que pierde los vientos por la monjita Doña Inés está tumbada en el sofá abanicándose. Suspira varias veces profundamente, mirando al vacío, y habla con tono de mojigata. DOÑA INÉS ¡Ay!, ¡ay! A ver si viene Don Juan Que tengo ganas de amar (Suspira) O si no, prefiero a Don Juanito Y que me alegre con su pito (Suspira) Me da igual uno que dos, Lo que quiero es su ardor, (Con voz aguerrida) Ardor de un buen amante Que sea muy tunante, (Con voz melancólica) O que le guste el amor. 140 DON JUANITO (Desde dentro) ¿Qué passsa con la Inés? DOÑÁ INÉS ¡Ohhh! Don Juanito viene ya Y seguro que para desenfundar. Hállome certera y lista Para dejar… que me desvista (Entra Don Juanito y se dirige a él) Don Juanito, hace tiempo que no os veo. DON JUANITO Esta mañana, chati. DOÑÁ INÉS …y echo en falta vuestro meneo. Venid, venid aquí, Traed vuestro pirulí, Que de añoraros tanto Siento perdido espanto De que vayáis a huir. DON JUANITO ¿Ya estamos otra vez, tía? A toas horas lo mismo, el mismo rollo, la misma historia. ¡Qué plomazo con la monja ésta! Quié estar tol día empolvá… toma paquí, toma pallá, ahora tráela, ahora tómala ¡Qué afición al polvo tié la gachí! 141 DOÑÁ INÉS Pero Don Juanito, mirad, mirad. ¿Es que no veis el mar en mis ojos, Que tú dices que son bisojos, Pero que brillan pidiendo guerra? Échame el cuerpo a tierra… Y no digas que soy gamberra. DON JUANITO ¿Gamberra tú?.. Nooooo, qué va. Salida es lo que eres. DOÑÁ INÉS Salida del convento Para dejarte contento Con tanta sesión Que será tu obsesión DON JUANITO ¡Y dale la tía! Yo he venío a lo de toas las semanas, ¿vale? A por la pasta del cepillo parroquial, ¿te enteras? Así que déjate de historias que quiero la tela, la pasta, el parné. DOÑÁ INÉS Pero Don Juanito, no seáis así. Preparad algo de vos para mí. Aguardo sedienta todo el día Hecha una porquería, Esperando este momento 142 Para coger vuestro cemento Y apuntalar mi frenesí. ¿Y ahora me venís así? ¡Hacedme vuestra, por Dios, Que si no, desfallezco! DON JUANITO Passso, tía. La pasta, que quiero pasta, guita, tela, money, pelas, ¿entiendes?, billetitos de quinientos o binladen si lo prefieres. Que si no hay pasta, me piro y no me ves más el pelo. DOÑÁ INÉS No seáis cruel, don Juanito. DON JUANITO ¿Cruel yo? ¿Contigo cruel? Tú estás mal de coco. ¿Dices que soy cruel? A ver si me aclaro. Yo vengo aquí cuando el cuerpo te lo pide, te echo el güete de rutina, tú con eso ya te quedas fina, satisfecha, vamos, creo yo… DOÑÁ INÉS Sí, don Juanito DON JUANITO Pues eso, a ver, que contigo mis sudores me cuesta. Te pido la manteca. Normal, lógico, necesario, indiscutible, ¿o no? Y ahora me sales con “no seáis cruel, don Juanito”. Anda, tía y que te escapulen. La ingrata ésta. 143 DOÑÁ INÉS Es que mi antiguo autor Me hizo tan casta y pura Que ahora sin rubor Puedo ser menos dura Y tener más ardor DON JUANITO ¡Joer con el autor! Pues mira, buscas al Zorrilla y que te vuelva a tu papel de monjita ñoña, porque a mí me vas a destrozar, y le cuentas el cambio que has dao, porque eso de Zorrilla parece que va de cachondeo, petardeo o recochineo, que más le cuadra ahora el apellido a su personaje monjil que al autor del susodicho… Pues no es ninfómana ni ná la tía ésta, que me deja tó chuchurrío. DOÑÁ INÉS Atacadme, don Juanito Que me sube un calorcito… DON JUANITO Pero es que ni el Zorrilla ni el Tirso de Molinilla pudieron crear una gachi tan salida. Pero es que no tuviste bien apretao al don Juan, ¿Qué te hacía, encanto? ¿Te calentaba y te dejaba de canto? ¿O es que no daba abasto? ¿Por qué no le pedías más y más? 144 DOÑÁ INÉS Él era un volcán… Reprimido, pero volcán. DON JUANITO Y me vas a decir que contigo no… Pero niña, si a tu lao dejas como santa a la Mesalina. ¿Me vas a decir que él no mojaba? DOÑÁ INÉS (Guardando la compostura y mirando al vacío) Don Juan Tenorio, don Juan, Que así todo el mundo le conoce, Es un caballero muy formal. DON JUANITO Eso es, y yo me lo creo. Me tengo que creer que al don Juan no le picaba el pito, que tú no se lo rascabas, vamos. Me gustaría echármelo al rostro, hombre. DON JUAN (Desde dentro) Doña Inés, ¿estáis visible? (Juanito hace mutis) DOÑÁ INÉS (Para sí) ¡Oh, es don Juan! Tengo que cambiar el plan (Entra don Juan) Pasad, pasad, gran caballero. 145 DON JUAN ¡Doña Inés del alma mía, Mi amor, mi monja virgen, El estigma de mi porfía, El régimen de mi entretela, De mi vientre la agonía, De mi bolsillo el agujero, De tus curvas me hartaría! DOÑÁ INÉS ¡Cuánto me amáis, don Juan! DON JUAN Más que la vaca al toro, Más que la oveja al carnero. Si es que yo os adoro Y por vos sería un cabrero. DOÑÁ INÉS ¡Cómo habláis, don Juan! DON JUAN ¡Amor mío, mi cariño, El juguete de tu niño, Tú eres mi noche, mi día, Mi sustento, mi alegría. Querría que fuerais alimento Aunque sólo fuera un momento 146 De mi hambrienta gaitica Que espera toda tiesecica Que os dignéis con vuestro amor Que la alojéis en vuestro cañón. Desespero, desespero, Porque no cato el agujero. DOÑA INÉS Esperad, don Juan, sed paciente Que mi virginidad se exaspera Con vuestra fea pelotera Por ser mi pretendiente. Pronto llegará el día En que sin demora Se repare mi avería Y me deis la cachiporra. DON JUAN (Enfadado) A ver si es verdad, coño, Porque ya estoy hasta el moño De oírte decir que te abrirás Y desde cinco años atrás Me tienes a dieta Sin catar siquiera una teta DOÑA INÉS No os enfadéis, amor Y venid hasta el sillón 147 DON JUAN (Se deja caer de rodillas ante ella y su entrepierna golpea en el pie de doña Inés, que no hace nada para apartarlo) Inés del alma mía… ¡¡puñetera!! Me habéis chafao la güevera. DOÑA INÉS Perdonad, sed clemente, Limpiaos vuestra frente Y habladme de amor Para oír vuestra voz. DON JUAN Inés, Inés mía. Sufro mucho por vos Aquí, en el corazón. Estoy sin alegría Porque me oprime A toda hora la bragueta Al recordar vuestras tetas. Si es que sois, Inés mía, La más bella de la montería. DON JUANITO (Aparte) De la montería, de montar, ya lo creo, de qué va ser si no. DOÑA INÉS ¡Oh, don Juan, don Juan! 148 DON JUANITO (Entrando en escena) Pero vamos a ver qué pasa aquí. Yo me olfateo algún marrón, pringao. Desembucha, Inés, ¿quién es este imbécil tan bien cebao y tan irrisoriamente dotao? DON JUAN (Muy sorprendido). ¡¡¡¡¡¿Eeeeeeeh?!!!!! DOÑA INÉS (Sin dejar hablar a don Juan, se dirige a don Juanito) Él es mi musa, mi inspiración, Mi alegría, mi desvarío, Mi turbulencia, mi turbación, Por él me arrojaría al río Y cogería un buen torzón. Él es, él es, sin más trapío, El dueño de mi corazón DON JUAN Por eso es tan grande mi alegría En este ambiente tan coqueto, Tan erótico, qué virguería, Que puedo prometer y prometo: (Cambia la voz para declamar) ¿No es verdad, ángel de amor, Que en esta apartada orilla Más pura la luna brilla Y se respira mejor? 149 DON JUANITO Pero , tío, ¿de qué vas? Ancianito, carrozón, ¿de dónde vienes?, obsoleto, caduco, viejo, perecedero, extinguido, vetusto, fósil, carcamal, zancarrón. ¿Qué es eso de dártelas de romanticón? Que esa manera de ligar ya es prehistoria. No me extraña que andes tan salido. ¿Pero es que tú mojas alguna vez? DOÑA INÉS (A don Juan) No le escuchéis, mi amor. DON JUAN Pero, ¿quién es este pollo Que lanza todo ese rollo Que cree que eres un chollo Y que parece un centollo? DOÑA INÉS Un amigo, un buen amigo. DON JUANITO Sí, sí, un buen amigo que se te come el higo. DOÑA INÉS (Reprochándole) ¡Don Juanito! DON JUANITO Así me llaman, el del gran pito. 150 DON JUAN Pero ¿qué es esto? DON JUANITO Pues mira, que te lo voy a decir en verso: Tú dices ¿qué es esto? Esto es un incesto Según la doctrina cristiana, Pues hermanos somos los tres Y la susodicha hermana En la cama se metería Con uno cada vez DON JUAN (A doña Inés) ¿Quién es este personaje Que hablando como un salvaje, Con este extraño ropaje, y su descastado lenguaje se cree un bonito guaje y no es más que un renacuaje. DON JUANITO A callar, Inés, que ahora contesto yo. (A don Juan) Mira, chorbo decadente, yo soy el chulito de la nena, el que le saca la pasta por su cara bonita y además se la trinca, se la tira, se la pasa por la piedra, se le come el dominguillo y la tiene a raya con el personal, ¿entiendes? 151 DOÑA INÉS (Suplicando) Don Juanito. DON JUANITO El piquito cerrado, nenita, que ya no vas a engañar a este pavo con ínfulas de marquesito. Se va a enterar ahora de los tíos que han pasao por este sofá, de lo que les has cobrao y de lo que a mí me das. DON JUAN ¿Acaso queréis decir Que doña Inés es prostituta Que no es mi monja virgen Que se acuesta con cualquiera? DON JUANITO (Al público) Aquí tenéis al iluso éste. DON JUAN (Hablando para sí) Así que todo es verdad. No hay duda, todo está claro, Las bragas en los tobillos, Las luces apagadas, Los cortinajes corridos, Tres pesetas en la mano. No hay duda, me la han jodido. (A doña Inés) O sea, que el pollo este se os tira. Pues me parece mentira 152 Tu infinita falsedad Y mi larga estupidez Menos mal, algo hay bueno (Mirándose la bragueta) Con todo este jaleo Ya se ha bajao mi apogeo. Si es verdad (Sollozando), Cómo va a aguantar Con el engaño de la Inés. Y yo dándole parné Para que se la dé al Don Juanito (Enfadado) Pues bien, ya ha soplao mi pito, Ya no haré más el canelo, Ya no me veréis más el pelo Que no seré tu cornudo Ni un idiota cojonudo. DOÑA INÉS No me dejéis, don Juan, Que ahora tendréis plan. DON JUAN (Traspuesto) Clamé al cielo y no me oyó Y puesto que sus puertas me cierra Clavo la gaitica en la tierra Y si queréis, jodéis los dos. Que yo no me apunto 153 DOÑA INÉS Don Juan, don Juan. ¡Hacedme vuestra! DON JUAN ¿Mía vos? Ni por asomo, Ni pensar que os deje el lomo, Que siento tres en la movida Lo más fácil es que al tonto Le caguéis la vida. (Se va) DON JUANITO Y ahora me toca a mí, pura y casta doña Inés. En mi cuadrilla quiero subalternas leales, no monjitas ñoñas como tú que sueñan con caballeros de carroza y espada. Así que si quieres, te vuelves con el Zorrilla, que no hago más de imbécil pa que tú alardees de tu virginidad. Que me piro, tía. (Se va) DOÑA INÉS Don Juan, don Juanito.. Ni Juanito, ni don Juan. (Al público, pícara) Y ahora, ¿quién apagará mi sed? ¡Eh, señor! ¿quiere ser usted? 154 Desposorio de un idiota Un padre La novia El hijo PADRE Este hijo no viene. Pues si a esto llega tarde ¿qué hará en la noche de bodas? Como le cueste tanto, en vez de hijos tendrá nietos. En fin, que el matrimonio salga bien es lo que hace falta. NOVIA (Desde fuera) ¿Se puede? PADRE Vaya, ya está aquí la niña y éste sin venir. NOVIA (Ya desde dentro) ¿Se puede? PADRE Sí, sí, pase, pase NOVIA No, si ya estoy dentro. ¿Que si puede empezar a comer? 155 PADRE ¿Tanta hambre trae usted? NOVIA Ya lo creo, pero de casarme. PADRE Pues vamos por buen camino. NOVIA Lo que hace falta es que vayamos por buena iglesia, a ver si se echa atrás, que en la agencia matrimonial “Casorios Apañaos” me han asegurado que nunca tienes problemas. A ver si es verdad. PADRE No se preocupe, que lo tengo todo muy bien agarrao. NOVIA Eso déjelo usted de mi cuenta, que ya lo agarraré yo. PADRE De acuerdo, señorita, que a una belleza como usted nada se le puede negar. NOVIA ¡Ay!, qué galante es usted. No me habían hablado de este detalle en la agencia. Además, pensaba que tendría usted 156 menos años, pero está apañaíto, está. Y esa cara, y esos ojos, y ese tórax. Me gusta, me gusta. PADRE Esto… que… NOVIA Y usted, ¿cómo funciona? PADRE Mujer, aún me defiendo, me hago mi footing. NOVIA A partir de ahora se lo haré yo. PADRE Agradecido. NOVIA De nada, que para eso están las esposas. PADRE Así me gusta NOVIA Bueno, mire, vamos al grano. Mi dote es esta: dos fábricas de puros heredadas de mi abuelo cubano; una casa en el pico de la Maladeta, ya se imagina como su propio nombre indica, una casa teta, una mansión de brujas, de 157 las que solo quedo yo, un ataúd tapizado, tres gatos, dos perros, un loro que canta La Marsellesa en inglés y un sujetador aerodinámico que funciona con pilas recargables. Mire, mire. PADRE Deje, deje NOVIA Ay, qué recatado. Empezamos mal PADRE Pues seguiremos así si se comporta de esta manera. NOVIA Me da igual (lo abraza y lo mira embobada). Mi cariño, mi amor, mi Aristóteles, mi Platón, contigo al fin del mundo; sin ti el tropezón; con mis manos, virguerías te haré; si no las quieres, una viga te dé en la sien; si me quieres, yo te querré; si no me quieres, una urticaria te mandaré. PADRE Pero señorita, compostura. NOVIA Con postura de amarte estoy. 158 PADRE Guarde el orden. NOVIA Muy bien, primero yo y luego tú. PADRE Quieta, por Dios. NOVIA Pero bueno, si nos vamos a casar… PADRE ¿Cómo casar? NOVIA Eso, tú y yo… eso PADRE De eso ni hablar. NOVIA Otro que se echa atrás PADRE Aclaremos. Usted es Dorita Plateada, ¿no? NOVIA Para casarle, digo, para servirle. 159 PADRE Entonces, usted viene a conocer a mi hijo. NOVIA ¡Ah! Ya decía yo que en la fotografía… Y su hijo, ¿querrá casarse? PADRE Esa idea lleva. Ya veremos cuando la conozca. NOVIA Y a usted, ¿qué tal le he caído? PADRE Pues no crea, que mi pecho se resiente… NOVIA Pero, ¿le parezco bien? PADRE ¿Qué quiere que le diga? NOVIA Ya le convenceré, ya. Y su hijo, ¿dónde está? PADRE Tenía hora con el psicólogo, pero ya debería haber llegado. 160 HIJO (Desde afuera) Papá, papá. Ya estoy aquí. PADRE (Mirando a la izquierda) Aquí llega mi Pepito NOVIA ¡Oh, si se llama Pepito! Yo tenía un vecino que se llamaba Pepito y le decía: Pepito, Pepito, Vente conmigo nomás Sin olvidarte el pito. Y si alegre estás Verás mi palmito Que te lo voy a enseñar ¡Qué alegría que también se llame Pepito¡ ¿Y es guapo Pepito? PADRE Ahora lo verá. (Entra Pepito) HIJO Hola, pa… ¿quién es este adefesio? NOVIA Buena entrada. 161 PADRE Tu novia, hijo mío. HIJO ¿Que me voy a casar? PADRE Con ella, sí, señor. HIJO Tú estás loco. Yo me voy. PADRE ¡Atención! ¡Firm… eiss! (El chico se cuadra pareciendo hipnotizado) Un, dos, un, dos, un dos… Así me gusta hijo. Obediencia, obediencia, que es la mejor virtud. HIJO Sí, papá. NOVIA Pero ¿esto es su hijo? PADRE Así lo tiene todo domadito. 162 NOVIA Y ¿cómo lo despierto? PADRE Así. (Chasquea los dedos) HIJO Uh, uh, ¿dónde estoy? PADRE En casa, hijo. Y yo me voy que tendréis mucho de qué hablar. HIJO ¡No me dejes, padre! PADRE ¡¡Silencio, hijo!! HIJO Pero padre… PADRE Peropadre era un torero. Miguel Peropadre “Cinco Villas”. HIJO Que no me quedo solo. 163 PADRE (Se acerca cariñoso) Hijo, ya es hora de que te comportes como un hombre, que ya eres mayorcito, que a tus treinta y tres años… a ver, repite conmigo, treinta y tres. HIJO Treinta y tres. PADRE Repite, repite. HIJO Treinta y tres, treinta y tres. PADRE A tus treinta y tres… HIJO Cuarenta y cuatro PADRE ¿Qué dices, hijo? HIJO Cuarenta y cuatro, y un zapato, una golondrina en el tejado ha hecho un nido con alambre de espino y una paloma ha pasado para defecar en mi tocado. Puf, qué olor 164 NOVIA Pero este tío está loco. PADRE Qué va, qué va, que va al psicólogo pero no es nada, le pasa pocas veces. HIJO Puf, qué olor PADRE Escucha, hijo, debes tener en cuenta que a tu edad debes sentar la cabeza. HIJO Imposible, padre, no me cabe en ninguna silla. PADRE … y ver que las cosas deben seguir siendo como siempre HIJO Pues gays hubo, haylos y los habrá, así que me vuelvo gay. PADRE Te dejo con Dorita para que habléis de vuestros asuntos. HIJO (Lloriqueando) No, padre, por favor, no me abandones, que se me suben los cordones. 165 PADRE ¡Atención! ¡Firm…eis! (El hijo se queda hipnotizado) (El padre le habla muy serio) Debes comprender que un hombre que se precie tiene honor, valentía y gallardía. Ante los problemas de la vida hay que presentar batalla. La patria necesita varones que la defiendan y sólo llegarán por medio del matrimonio y de la familia. Ese es tu deber, lo que tienes que afrontar, lo que tienes que ofrecer a tu bandera. Y tú eres hijo mío, y lo harás. HIJO Sí, padre. PADRE (A la novia) ¿No ve que fácil es de dominar? NOVIA Ya, ya. PADRE Todo suyo. (Se va) NOVIA ¡Eh! ¡Despierta! (Chasquea los dedos) 166 HIJO ¡Eh! ¡Oh! ¡Ah! NOVIA Te faltan la i y la u, muñequito HIJO ¡Eh! ¡Oh!, ¡Ah! ¡Ih! ¡Uh! NOVIA Ole la obediencia HIJO ¿Papá se ha ido? NOVIA Claro. ¿No querrás que se case por ti? HIJO Pues cuando era pequeñito me limpiaba el morrito y con el papelito hacía muñequitos NOVIA ¡Ay!, qué limpio HIJO Y me quitaba los moquitos con cartón de embalar. 167 NOVIA No te destrozaba las narices, claro. HIJO No, si es que los usaba para que duraran más, porque a mí en al colegio me llamaban “El Dos Velas sin Par”. Tenía unos mocazos que parecían dos dientes de vampiro. NOVIA Tuviste una niñez muy higiénica por lo que veo. Y ahora ¿cuántos años tienes? HIJO 33. ¿A que no los aparento? NOVIA Hombre… HIJO Gracias. (Se ahueca) (Llora) ¿Y mi papá? ¿Dónde está mi papá? Quiero que venga mi papá y se lleve a esta señorita. NOVIA ¿Acaso lloras, Pepito? 168 HIJO (Se pone serio) No, no, son lágrimas de adelgazamiento. Lloro de vez en cuando para perder kilos por deshidratación. ¡Papá, papá! NOVIA ¡Atención, soldado! ¡¡Firm…eis!! (El muchacho se estira y deja la mirada perdida) Eso es. Ahora vamos a ver qué me contestas que tenemos que ir a lo nuestro. Primero, ¿por qué eres tan feo? HIJO ¿Feo yo, señora? NOVIA Hombre. HIJO Gracias, señora. Es problema de ayuntamiento. NOVIA ¿Del alcalde? HIJO No, señora. De ayuntamiento, de coito, de fornicación. NOVIA Eso me suena a mecánica. 169 HIJO Que no, que es de la copulación, la cópula. NOVIA La de Florencia HIJO ¡De follar, narices! Que ya me has hartao. NOVIA Enterada, hijo. Menudos sinonimios usas. HIJO Yo no tengo madre. NOVIA Naciste de un árbol. HIJO Soy un niño probeta NOVIA Sin dinero no me caso, ¡eh! HIJO Que no soy pobrete, soy probeta. Verás, mi padre puso su parte y a la asistenta le quitaron la suya, las juntaron en un laboratorio y lo que salió se lo metieron a una gorila 170 enana del zoológico de Valdesalchichón de Calamarrana. A los nueve meses nací yo tan mondo y lirondo, ¿entiendes? NOVIA Ya. Eso no me lo creo yo ni que me dijeras que Miguel Bosé tiene novia. HIJO Verdad es, verdad de la buena. Imagínate la cara que puse yo cuando me enteré que mamé de una gorila. NOVIA Al mirarte parece que me lo empiezo a creer. HIJO Sin faltar. Feo, tonto y loco puede ser, pero honrao, a ver… un montón. NOVIA ¿Eres virgen? HIJO Sí. Del Rosario en invierno y del Carmen en verano. NOVIA De ésas no, de lo otro. 171 HIJO ¡Ah, ya! ¿Por delante o por detrás? NOVIA ¡¡Pepito!! HIJO Perdón. (Muy bajito, tímido) Sí, sí, soy virgen. NOVIA Eso quería yo. Un macho ibérico sin estrenar, con gallardía, buen mozo, alegre, inteligente, bien plantao. HIJO Ese soy yo. NOVIA Qué más quisieras y qué más quisiera yo… Pero me conformo. HIJO Algún día llegaré a ser alguien. NOVIA Con esa cara… con ese cuerpo… enano… y encima virgen. 172 HIJO ¿Y eso es malo? NOVIA No, pero influye. HIJO ¿En qué? NOVIA En la cama. HIJO ¿En la tuya? NOVIA En la nuestra, narices. ¿O no dormirás conmigo? HIJO ¿Y por qué? NOVIA Porque nos vamos a casar, leche. HIJO Y tú, ¿eres virgen? NOVIA (Mira al vacío. Suspira) Sí… soy virgen en el pensamiento. 173 HIJO Ya. Cosa espiritual. NOVIA (En éxtasis) Soy virgen como vestal griega o monja gallega. HIJO De las que sólo tocan los curas, vamos. NOVIA Soy virgen salida… HIJO Lo de salida me lo imagino. NOVIA …salida del templo de las diosas olímpicas y he caído en este mundo para ser amada física y sensorialmente hasta el fondo… HIJO Ya me lo imaginaba. NOVIA …hasta el fondo de mi alma. HIJO ¿Y eso está muy lejos? 174 NOVIA Aquí. (Se toca el pecho). HIJO A ver, a ver. NOVIA Quieto, que no estamos casaos. HIJO A este paso ni lo estaremos. NOVIA Eso ya lo veremos, que he venido dispuesta a casarme y de aquí no me voy sin compromiso. HIJO Como no te lleves el de Caspe. NOVIA Y ahora que nombras el mar. HIJO Estás bien de geografía. 175 NOVIA Yo estudié casología y con sobresaliente, pollo. A lo que estamos, tuerto. HIJO Tuerto tu padre. NOVIA Al nombrar el mar he de decirte que a mí me gustaría una luna de miel por el Caribe con esclavos abanicándome la espalda con hojas de palmera. Un crucero por Trinidad y Tobago. HIJO ¿Te quieres llevar a tu familia al viaje de novios? NOVIA Mira el que está bien de geografía… HIJO Por lo menos de geografía aragonesa. NOVIA Pues a ver si estudias la americana. HIJO Eso para los sastres. 176 NOVIA El viaje durará por lo menos un mes y visitaremos playas nudistas para bañarnos los dos juntitos muy muy desnudos. HIJO ¿Mucho mucho? NOVIA Mucho mucho. HIJO Me vas a salir barata. NOVIA Ya lo creo. Plancho, lavo, cocino, friego, limpio cristales… HIJO ¿Y moquitos? ¿Limpias moquitos? NOVIA Eso que te lo limpie tu padre, anda ya (da una palmada), no te fastidia. HIJO (Despertando). ¡Eh! ¡Oh! ¡Ah! ¿dónde estoy? 177 NOVIA ¡Señor!, que se ha despertado. HIJO ¿Dónde estoy? NOVIA En tu casa, rico. HIJO ¿Y papá? ¡Papá! ¡Papá! NOVIA Ven aquí y olvida a papá. HIJO ¡Ah!, usted es la que se quiere casar a toda costa con cualquiera que se ponga a tiro, ¿verdad? NOVIA Mira con el niño listillo. HIJO Sí, si yo conozco a algunas como usted, ¿sabe? Son todas feas carcamales que no se han jalado un rosco en su vida y van a la caza del marido como el que sale a buscar caracoles. 178 NOVIA Vaya, vaya, qué expresivo el pavo éste. HIJO Lo que quieren es un hombre para que les quite de trabajar, porque siempre lo buscan con mucho dinero. Salen a bronca diaria con mamporrazos y vajillas a la cabeza. Normalmente, hacen como que quieren sexo, sexo y sexo para enganchar al marido y fingen como nadie la culminación del placer… Pero cuando consiguen la Visa Oro, ya están cansadas por la noche, les duele la cabeza y nastis de plastis, Gumersindo. NOVIA Toma discurso del julay. HIJO Primero los buscan altos, guapos, educados, con bigote y mucho dinero, como si fueran el gordo de la lotería. Y como no los encuentran así, van bajando los humos diciendo que los hombres ya no son lo que eran. Incluso renuncian al bigote, y a la altura, y a la guapura, pero eso sí, al dinero jamás. NOVIA ¿Pero a ti quién te ha contado esto? HIJO Mi papá, quién va a ser. 179 NOVIA Y tu papá ¿sabe mucho de esto? HIJO Cantidad. Tiene una agencia matrimonial. NOVIA ¿Y cómo se llama esa agencia, hijo? HIJO Casorios apañaos. NOVIA ¡¿Qué?! HIJO Solterona y sorda la tía… Casorios apañaos. NOVIA No me digas, que lo mato. ¡Lo mato! HIJO ¡Ojo!, que es mi padre. NOVIA Tú eres probeta, imbécil. HIJO Y a mucha honra. 180 NOVIA Ya le he calao yo al tío trapalas ése. Quiere casar al niño para enjaretarlo y quitárselo de en medio, y ha aprovechado su negocio para fines personales. HIJO ¿Te ha enviado mi padre? NOVIA He sido vilmente engañada. HIJO ¿Y ya le has pagado? NOVIA Todo el oro del mundo, incluso el de Moscú. HIJO Pues te fastidias, bruja. NOVIA Mira el niño cómo cuida la economía familiar. HIJO Aun así, a mi padre no le perdono este lío en que me quería meter. ¿Te parece que le demos su merecido? 181 NOVIA Me parece, Pepito. Ya verás tú. (Saca del bolso una porra). Y no me quedaré sin marido. Como no te casas tú, si él no se arregla conmigo y me lleva a la iglesia, verás cómo queda su cabeza. HIJO ¡¡Al ataque!! (Se van cogidos del brazo). 182 Paris, Oh, lá, lá! Catalina Nabucodonosor El director del hotel Landelina (Voz en off) Doña Catalina es la marquesa de Chinchoncete. Se arruinó por el desfalco de su administrador y, llorosa por su estado económico y de soltería, visitando su única propiedad no embargada, toda una plantación de patatas con que alimentar a unos diez o doce gorrinos, conoció al cacique del pueblo, Nabucodonosor Bellota Gorda. Viendo la salida a sus males económicos, enamorólo como una bruja y casóse con él en la boda más estrambótica del siglo. Una vez consumado el matrimonio hasta la saciedad en pajares varios de la comarca, al gusto del buen Nabu, partieron de luna de miel hacia París, la ciudad del amor. París, ¡oh, là, là, Paris! 183 Escena I Catalina y Nabucodonosor Nabucodonosor, que va vestido con boina, chaleco y lleva gayata, y Catalina, muy encopetada. Entran al vestíbulo de un hotel. Se colocan frente al mostrador de recepción y tocan el timbre. CATALINA En seguida acudirán. Conozco este hotel y sé que siempre muestran una educación refinada. NABUCODONOSOR ¡Ma!, y a mí qué más me da. Con que haya una cama pa seguir el asunto del pajar me conformo. CATALINA ¡Qué ordinario eres! NABUCODONOSOR Sí, pero con perras CATALINA A mí no me importa tu dinero NABUCODONOSOR Eso dices ahora que ya sabes cómo te trabajo, que antes bien que abriste los ojos cuando te enseñé mis ovejicas, 184 mis cabricas y mis campicos de alfalfe con mi tratorico y mi cosechadora tan maja con esos pinchos grandes. CATALINA Tus propiedades no me impresionan. Tengo abundancia. NABUCODONOSOR Abundancia de patatas y gorrinos con triquinosis d’esa, no te digo. Menos mal que m’he vacunao. CATALINA Ni que yo fuera un gorrino NABUCODONOSOR ¿Ya sabes tú de qué viviste en tus vidas anteriores? CATALINA Yo no creo en supersticiones estúpidas. Soy católica. NABUCODONOSOR Apostólica, romana, beata y te acuestas con rosario. CATALINA Sí, señor. NABUCODONOSOR ¡Vaya, mujer! A mí también me gustaría acostarme con rosario. Sí, señora. 185 CATALINA ¡¡Sacrílego!! NABUCODONOSOR No, querida. Mu marchoso es lo que soy. CATALINA Pero sólo conmigo, deja en paz a la Rosario. NABUCODONOSOR Como te decía… sigamos… Yo sí que sé lo que fui en la otra vida. CATALINA ¡Ah!, que eres un zombi. Ya decía yo que esa cara no podía pertenecer a otra raza. NABUCODONOSOR Y a mucha honra, que me lo dio mi padre. CATALINA Supongo que sin gravamen económico. NABUCODONOSOR Con la ayuda de mi madre, no te joroba. CATALINA Dime, mi querido supersticioso, ¿cuál fue tu anterior personalidad? 186 NABUCODONOSOR Personalidad d’esa no creo que tuviera. Según me dijo el curandero del pueblo fui burro de tracción. CATALINA ¿Acémila tú, cariño? NABUCODONOSOR ¡Burro te he dicho, imbécil! CATALINA Inculto. NABUCODONOSOR Sí, pero con perras. CATALINA Así que prestaste servicios como asno de carga. CATALINA Ay, qué fina. (Con tono sarcástico). Prestaste servicios como asno de carga. CATALINA Ya pensé yo al conocerte que parecían quedarte vestigios de una infancia algo bruta. 187 NABUCODONOSOR Como sigas así, no verás un duro. CATALINA (Cariñosa) Perdóname, mi amor. Son bromas sin intención. NABUCODONOSOR Eso está mejor. ¡Hala!, déjate de achuchones y dale al timbrecico que ya tardan. CATALINA Dale tú, cariño, que eres más fuerte y más alto. NABUCODONOSOR (Al público): Esto paice recochineno, ¿no? (Toca el timbre) Ya me estoy poniendo furo, Catalina. ¿No notas qu’el pantalón se m’ensancha p’aquí? (Señala la entrepierna). CATALINA Pero, ¿por esa intención tan obscena… NABUCODONOSOR Esa palabreja dirás, pero bien que te gusta, pajara. CATALINA 188 Todo sea por los millo… digo, por nuestro amor. Como te decía, ¿por esa intención, ni niego que sana… NABUCODONOSOR ¡Ah!, bueno, eso es otra cosa, que va muy bien p’al cutis. CATALINA …has venido tú a París? NABUCODONOSOR ¡Toma! Yo he venido aquí, y mira que me caen mal los gabachos, porque me han dicho que en este país se pué trajinar con la luz encendida y no como en mi pueblo, que cuando echas la faena, la mujer te dice: “Cariño, ¿por qué no apagas la luz? Es que tengo vergüenza.” Con las ganas que tengo yo de verte con buena luz, de ver lo que toco, de verte toda desnudica, en pelotitas, con tus teticas, tu culico al aire… ¡Ay, cómo me estoy poniendo! CATALINA Mira que eres bruto. Venir a París con esa intención, a la ciudad del amor, el paraíso romántico, sus recuerdos del pasado, los monumentos, el glamour. ¿No te impresionan los Campos Elíseos? NABUCODONOSOR Sólo cuando llega un español de líder en la general y se va a empezar el resprín ese. ¡Hala! Todas bicicletas junticas 189 y el español to tranquilazo allá atrás, de amarillico pa ganar. CATALINA ¿Y el Parque de los Príncipes? NABUCODONOSOR D’eso nada, que el jodido Platini menuda colilla le clavó al Arconada. CATALINA Ciclismo, fútbol, deporte. ¿Es que no entiendes de otra cosa? NABUCODONOSOR Cultura deportiva se llama, que me lo ha dicho el alguacil. CATALINA ¿Y el Arco del Triunfo, símbolo del esplendor napoleónico. NABUCODONOSOR Miá pa qué quió yo ver una pared con un aujero. CATALINA La Torre Eiffel, ¿no te asombra observar tanto ingenio arquitectónico del siglo XIX? 190 NABUCODONOSOR ¿Ese amasijo de hierro que paice un poste de luz? CATALINA Y Versalles, palacio de reyes inmortales. NABUCODONOSOR Mujer, algo he oído d’eso, que una vez leí que es el edificio más grande que no tiene wáteres. Y yo me pregunto, ¿dónde lo harían esos duqueses empingorotaos? CATALINA En fin, ¿tampoco te dice nada especial la catedral de Nôtre Dame? NABUCODONOSOR Pues lo que a tol mundo. Una iglesia con punticas, todo punticas p’arriba, todo punticas. CATALINA Toca el timbre, por favor, que no tengo deseos de seguir escuchando sacrilegios culturales NABUCODONOSOR (Tocando el timbre) ¡Sereno! ¡Sereno! 191 Escena II Nabucodonosor, Catalina y el director del hotel (Entra el director) DIRECTOR Bonsoir, pardonnez-vous, monsieur et madame. Je m’excuse. NABUCODONOSOR ¿Qué dice el tío este? CATALINA Está hablando en francés. NABUCODONOSOR ¿Y eso es francés? CATALINA Claro. NABUCODONOSOR ¿Y aquí habla así tol mundo? CATALINA ¿Qué te creías? NABUCODONOSOR 192 Yo… como he visto películas francesas en la tele, de la Brigite Bardó, del Alain Delon, del Jean Paul Belmondo, y hablaban en español, yo no sabía que aquí… CATALINA Necio. (Al director). S’il vous plaît, monsieur. Nous voulons une chambre. DIRECTOR Je vous la prèpare inmediatement. Le monsieur doît signer ici. CATALINA Non, no, lui non, moi, moi. NABUCODONOSOR ¡Catalina, que te arreo! Pues no le echas besos al franchute este. CATALINA ¿Yo besos a este señor tan distinguido? NABUCODONOSOR ¿Y lo niegas, embustera? ¿O es que muá muá es el mugido de las vacas francesas? CATALINA En francés, muá significa yo. 193 NABUCODONOSOR Oye, que me da igual. Me voy al mingitorio a expeler líquido proveniente de la vejiga, una vez filtrado por una glándula par, oséase, el riñón. ¿A que te ha gustao, tía fina? ¿O no dices tú así ir a mear? CATALINA Ve, ve, yo rellenaré la ficha. NABUCODONOSOR Abur, franchute imbécil. (Al público). Como no me entiende. (Sale) Escena III Catalina y el director DIRECTOR ¡Imbécil tu padre! CATALINA (Finge estar escandalizada) ¡Señor! DIRECTOR Que uno es francés, pero tiene dignidad CATALINA 194 ¿Y por qué no se lo ha dicho cuando él estaba presente? DIRECTOR (Turbado) Es que… no soy nada valiente. CATALINA ¿Le tiembla la frente? DIRECTOR No, es que siempre salgo caliente. CATALINA Entiendo, será por la fiebre, digo yo. ¿Me parece que a usted le conozco? DIRECTOR (Asustado) ¿A mí… usted… me conoce? CATALINA Sí, claro, ya sé. En la boda del príncipe Pelobasto… Nos presentó mi amiga Gunilla del Carrobajo. DIRECTOR ¿A mí… usted… nos presentaron? CATALINA Claro que sí. 195 DIRECTOR ¿Yo… pobre de mí… imbécil y gabacho que soy… yo a usted? Imposible. CATALINA Ya entiendo. Usted tiene miedo a mi marido. No se preocupe, que aún tardará. Tiene problemas de próstata. Se le tapona la cosa. DIRECTOR Ah, bueno, eso es otra cosa… (Se relaja). (Pensando). Pues no, no caigo yo… CATALINA Pues cayó, cayó usted en este cuerpo serrano. DIRECTOR ¿Y le hice daño? CATALINA Va a tener razón mi marido con lo de imbécil. Usted y yo tuvimos un affaire interesante. DIRECTOR Ya me gustaría acordarme, ya. 196 CATALINA Yo sí recuerdo, sí. Tenía usted más pelo. DIRECTOR (Tapándose la calva con las manos) Es que… se me ha caído, ¿sabe usted? CATALINA Me imagino que no se lo habrá arrancado a tirones ni pelo a pelo. Oiga, usted no era tan tonto entonces. DIRECTOR Verá, he tenido problemas coyunturales. Yo era importante en el mundo, ¿sabe?, pero me descubrieron a tiempo. Sabía fingir muy bien. CATALINA ¿Qué descubrieron? DIRECTOR Que era tonto… CATALINA Ese es un problema de política y no me interesa. DIRECTOR Ah, bueno, pues gracias. ¡Qué amable es usted! 197 CATALINA (Se levanta para sentarse en las piernas del director) A mí lo que me interesa de verdad es recordar aquella noche. DIRECTOR ¡Señora, por favor! CATALINA A callar. DIRECTOR (Sollozando) Señora, que soy muy tímido, que no me atrevo, que tengo miedo, que está usted casada con un zopenco, cuadrúpedo animal. CATALINA Eso es lo de menos. No se enterará de nada, se lo aseguro. DIRECTOR ¡Ay, señora! Si le digo la verdad es que hacer todo eso… se me ha olvidado, que no sé, que no sé. CATALINA Yo te lo volveré a recordar, galán mío. 198 Escena IV Nabucodonor, Catalina y el director (Entra Nabucodonosor) NABUCODONOSOR (Enfadado): ¡¡¿Pero qué pasa aquí?!! ¡Ahhhhhhhh, ya entiendo mala pécora, te quieres encamar con él! ¡Y en el viaje de novios! Ya os daré yo cormamenta (los amenaza con la gayata). DIRECTOR ¡Sopla! El marido y con gayata. Lo que me va a arrear. ¡Sálvame, Catalina! CATALINA Pero si sabes mi nombre. DIRECTOR La amenaza de mamporros es el mejor estimulante del cociente intelectual. NABUCODONOSOR ¡Venid aquí, que os voy a hacer café con las costillas! (Los encorre por el escenario) ¿O preferís que os ensarte con los cuernos que me estáis poniendo? CATALINA (Al director) 199 ¡Llama, llama a alguien, que éste nos mata! DIRECTOR ¡Landelina, Landelina! NABUCODONOSOR Os voy a arreglar yo las cuentas. Escena V Nabucodonosor, Catalina, el director y Landelina (Entra Landelina) LANDELINA ¿Llamaba usted, señor director? DIRECTOR (Asustado) Sí, sí, mire, mire. NABUCODONOSOR ¡Andá! (Se queda extasiado mirando a Landelina). DIRECTOR Parece que se ha traspuesto la bestia. CATALINA Parece. 200 LANDELINA ¿Mandaba usted? DIRECTOR Nada, hija, nada, creo que ya está arreglado. Ven, Catalina, rellenaremos la ficha. (Se apagan las luces y el cañón enfoca a Nabucodonosor y Landelina) NABUCODONOSOR (Agitando la cabeza de un lado a otro, atónito) Es verdad, eres tú, Landelinica, maja. LANDELINA (Volviéndose) ¿Qué dice? No le entiendo. NABUCODONOSOR Mi Landelinica, ¿qué haces tú p’aquí? ¿Es tuyo este hotel u qué? LANDELINA (con acento francés) Creo que usted se equivoca, monsieur. NABUCODONOSOR ¿Qué me equivoco yo? 201 LANDELINA A usted no le conozco. NABUCODONOSOR ¿Tanto he cambiao, cachonda mía? ¿Ya no t’acuerdas de los revolcones en la era del Eustaquio, allí con ese aroma a gorrino que da gloria? LANDELINA No sé de qué me habla usted. NABUCODONOSOR Ya me estás hartando. A ver si m’equivoco pues. (Le levanta la falda para mirarle el muslo por detrás). Pues no m’equivoco, tontalpito. Aquí tienes la misma verruga que en el pueblo. LANDELINA Esa verruga no quiere decir nada. NABUCODONOSOR Por mucho que t’hayas vuelto franchuta no m’engañas. ¿Qué haces p’aquí, pues?... Yo, es que m’he casao, ¿sabes? y estamos de viaje de novios. LANDELINA (Con acento aragonés y ofendida) ¿Qué t’has casao, malhombre? 202 NABUCODONOSOR Esta es mi Landelina. Pues sí, mujer, m´he casado que ese piazo de marquesa que hablaba tan raro con el botones ese. LANDELINA ¡Calla, que es el director1 NABUCODONOSOR Pero, ¿no eres tú la dueña del hotel? LANDELINA (Carraspeando, pillada en falta) Sí, pero… NABUCODONOSOR ¡Anda, cuéntame, cuéntame! (Se van a un lado del escenario saliendo de la luz del foco). (El foco alumbra al otro lado a Catalina y al director) DIRECTOR A ver, dígame su nombre. CATALINA No me vengas con memeces otra vez. Tutéame y deja la ficha. 203 DIRECTOR Pero, señora, que esto es un hotel. CATALINA Por eso. Aquí hay camas, ¿no? DIRECTOR Sí, claro… Camas para dormir. DIRECTOR ¡Ah, no! Eso no, está totalmente prohibido. CATALINA (Con tono seductor) Para ti y para mí no, Hércules mío. DIRECTOR (Carraspea) Por favor, Catalina, compostura. CATALINA Con postura de amarte estoy, tigre mío. O es que has vuelta a perder la memoria. DIRECTOR (Con timidez) Sí, sí, sí. CATALINA (Nostálgica) ¡Qué noche la de aquel día! ¿Recuerdas cómo me conquistaste, cómo me seduciste con sutileza para que cayera en tus brazos y me entregara a ti? 204 DIRECTOR Me acuerdo de que al ir a besarte la mano, se me metió tu sortija en el ojo izquierdo, ¡qué dolor! CATALINA Y entonces yo te besé. DIRECTOR Sí, y me dejaste el otro ojo lleno de carmín. No veía nada. CATALINA Tú me agarraste por la cintura. DIRECTOR Buen arañazo me di con la hebilla del cinturón. CATALINA Y sujetabas fuerte, fuerte. DIRECTOR ¡Toma!, en las condiciones que me habías dejado ya podía andar solo, ya. CATALINA Hasta que te separaste de mí para que te echara en falta. DIRECTOR 205 Qué va, mujer. Tropecé con un escalón y me di de bruces con la pecera del recibidor. CATALINA Después engominaste tu pelo para atraerme todavía más. DIRECTOR ¿Engominar yo? Había metido la cabeza en la pecera y salí con una cigala enganchada a la nariz. CATALINA Expelías por tus labios espuma de pasión. DIRECTOR Qué va. Jabón y baba, jabón y baba. CATALINA En la habitación me hiciste tuya. DIRECTOR (cantando): Qué bulla, qué bulla, qué bulla. CATALINA Y observamos las estrellas. DIRECTOR Apagadas todas ellas. 206 CATALINA Y una, la que más lucía… DIRECTOR Sí, me acuerdo, era la bombilla de la galería. CATALINA …nos deslumbró de un fogonazo. DIRECTOR Se fundió de un golpazo. CATALINA Era la señal de nuestro amor. DIRECTOR ¡Ah! Pues yo pensé que era un apagón. CATALINA Fuimos felices. DIRECTOR Y nos comimos la cigala de mis narices. (Se apagan las luces. El cañón enfoca la entrada de Nabucodonosor y Landelina). LANDELINA Así que te has caso, ¿eh? Me has engañao. 207 NABUCODONOSOR Mujer, yo… LANDELINA Pero ¿cómo te ha dao la turruntela de enjaretarte a la tía encopetada ésta, que parece contigo la Pitita Ridruejo en un poblao de pigmeos? Me has sido infiel, canalla. NABUCODONOSOR De eso nada, Landelina. Que tu última carta tiene un año y decías que te habías convertido en la Tatcher de las finanzas hoteleras, que habías comprao cinco hoteles… LANDELINA Hombre, no exageres, cinco no. NABUCODONOSOR Y claro, como uno no es tonto y sabía que te fuiste del pueblo con una mano delante y otra detrás, sin braga y con liguero, de algún sitio tenían que haber salido las perras. LANDELINA Una que sabe. NABUCODONOSOR Que sabe ponerse mirando a Pamplona. 208 LANDELINA Sin faltar, tío bestia. NABUCODONOSOR Bueno, pues que vi esta oportunidad y… LANDELINA Y me pusiste los cuernos. NABUCODONOSOR ¿Y tú a mí qué? LANDELINA Yo te he sido fiel y leal. NABUCODONOSOR Ya me lo creo, ya. Con lo que te gustaba el revolcón me vas a decir que no lo has catao desde que te fuiste. LANDELINA Que no, que no, que estos franchutes son muy finos, que se la agarran con servilleta. NABUCODONOSOR Con lo bien que nos lo pasábamos. LANDELINA Acuérdate de la primera vez, Nabu. 209 NABUCODONOSOR Ay, Nabu, ¡cuánto tiempo hacía que no me llamaban así! LANDELINA Ya sabes que te lo mereces. NABUCODONOSOR Mis medidas me lo dicen, chati. Y lo de Nabuco también me gusta. Paice que suena a trabuco, ¿verdad? LANDELINA Y sin truco, sin truco. NABUCODONOSOR Me acuerdo de la primera vez, sí. Allí, entre las ovejicas con ese perfume tan sugerente. LANDELINA Y yo no quería, tan vergonzosa y tú tan lanzao. NABUCODONOSOR Tan lanzao, tan lanzao, que si no me empenta el carnero aquel pa rato acabo yo la faena. LANDELINA Si es que yo era muy virgen. 210 NABUCODONOSOR Pero tanto tanto… es que eso no está bien. LANDELINA Y cuando nos cogió la tía María en plena tarea. NABUCODONOSOR Sí, que le dijimos que tenías ladillas y que yo te las estaba buscando. LANDELINA Y ella contestó que si seguíamos así en el pajar, me ibas a encontrar cucarachas. NABUCODONOSOR Entonces nos dejó la cama de su hijo. LANDELINA Menuda faena, que estrenaba la falda con cremallera trasera y la llevaba atascada. No podía bajarla y entonces me atacaste. NABUCODONOSOR Sí, que me tuve que poner de puntillas, mira que eres alta y no bajabas el trasero. CATALINA Pero bien que acertaste. Allí agarrao a mí hasta el final. 211 NABUCODONOSOR Pero no sabes lo mal que se engancha de puntillas. Sin poder empentar ni apalancar. LANDELINA Ay, qué bien me lo pasé. NABUCODONOSOR Y yo que aujetas tuve. LANDELINA Estamos hecho el uno para el otro. NABUCODONOSOR Pero yo estoy caso y me alegro, por tus mentiras. LANDELINA ¿Mentirosa yo? NABUCODONOSOR ¿Te piensas que yo me creo tus mentiras de la compra de los hoteles o qué? Pues vas fina. Tú está aquí de limpiasartenes y portamaletas. LANDELINA Y tú, que me has engañao con esa pelandrusca. NABUCODONOSOR Es toda una señora y te lo merece, por patrañera. 212 LANDELINA No me insultes que te te doy, que te doy. NABUCODONOSOR Ven aquí, ven aquí. (Se abrazan pegándose). (Se enciende la luz). CATALINA ¿Qué ocurre ahí…? ¡¿Cómo?! ¿Qué estás haciendo, Nabucodonosor? Señorita, ¿qué son esas libertades? LANDELINA Libertades ninguna, que él me deja. CATALINA ¡Yo que lo vea! Ven aquí, marido mío. NABUCODONOSOR Deja, deja y arregláoslas vosotras dos (se sienta con el director, que se asusta). Tranquilo, mayo, tranquilo, que esto se va arreglar. Siéntate y no te muevas de ahí. DIRECTOR Bueno, bueno, si no, arrea. 213 CATALINA (A Landelina) ¿Se atreve usted a ponerle la mano encima a mi marido? LANDELINA Yo se la pongo donde quiero. CATALINA ¡Descarada! LANDELINA Usted insulte, insulte, pero bien que quiere agarrar los duros de mi Nabuco. CATALINA Eso es mentira. DIRECTOR Mentira, que lo dijo yo. NABUCODONOSOR Tú a callar, que te zumbo. LANDELINA ¿Y también es mentira que está usted arruinada, a dos velas, vamos? CATALINA ¿Y a usted qué le importa? 214 LANDELINA Claro que me importa. Nabucodonosor es mi novio. CATALINA (A Nabucodonosor) ¿Pero has oído,cariño? ¿Qué se ha creído esta niñata? NABUCODONOSOR A mí no me digáis nada. Discutir entre vosotras y a ver si os pegáis de una vez, que este señor y yo hemos pagao tribuna y queremos un buen espectaculo, ¿no le parece, madamo? DIRECTOR Hombre, yo creo que sería conveniente un arreglo. NABUCODONOSOR Usté a callar, qu’es un mandao. DIRECTOR Pero la situación podría arreglarse. NABUCODONOSOR (Se levanta y le amenaza con la gayata) A callar t’he dicho. DIRECTOR Usted manda. 215 NABUCODONOSOR Y vosotras a seguir. LANDELINA Él es mi novio desde la infancia y hemos acordao irnos a vivir juntos al pueblo. CATALINA Eso es lo que tú te crees. Los millones no me los roba nadie. LANDELINA Eso lo veremos. (Se enzarzan en una pelea) DIRECTOR Pero hombre de Dios, intervenga. NABUCODONOSOR A callar, hay que ver el combate del siglo. Landelina, la Quitapolvo, contra Catalina, la Cornufina. DIRECTOR Pero eso no esta bien. Mire cómo se están poniendo. NABUCODONOSOR ¡Silencio! (Se mantiene unos segundos la pelea). 216 ¡Alto! Según mi decisión irrevocable es campeona de los pesos gallina Landelina, la Quitapolvo. (Le levanta el brazo). Y por lo tanto, me voy con ella al pueblo. Adiós a París. (Y dirigiéndose a Catalina, que balbuceaba). Y tú a callar. CATALINA Pero Nabucodonosorcito… NABUCODONOSOR ¿No podías hacer más largo el nombre? CATALINA Es un apelativo cariñoso. NABUCODONOSOR Con recochineo. CATALINA Con mucho amor. NABUCODONOSOR Y una mierda. (A Landelina). Hala, vamos. CATALINA (Se agarra del brazo de Nabucodonosor) No es posible, amor, amor, amor. 217 NABUCODONOSOR Amortajada te dejaré como no me sueltes. (Se suelta él). Adiós. (Se van del brazo Landelina y Nabucodonosor). Escena VI Catalina y el director CATALINA (Al público) Me quedo sin marido y sin millones. Arruinada del todo. Necesitaré encontrar otro botarate que arroje su fortuna ante mí. (Se vuelve hacia el director). El cielo me ilumina. ¿No veo yo una calva reluciente que semeja estar lavada con Mistol? (Al director). Oh, là, là, pichoncito mío, ven aquí. DIRECTOR (Amedrentado) Voy, voy, diga, diga. CATALINA Esto… ¿Tienes acciones en este hotel? 218 DIRECTOR Sí, madame, en éste la mayoría. CATALINA ¿Acaso hay más hoteles? DIRECTOR Haylos, haylos. Vea la guía, vea, vea la lista, la vea. CATALINA (Al público) Parece lelo. Me interesa el tontuelo, me interesa. (Se vuelve hacia el director). ¿Y tienes mucha participación en los otros hoteles? DIRECTOR Muuuuuuuuuuuuuucha participación, muuuuuuuuuuuuuuuuuuchas acciones. CATALINA Pues haremos mmmmmmmmmmmmmmmmmuy buenas migas. (Pasea seductora ante él y lo provoca sensualmente). DIRECTOR Ya no puedo más. (Se arrodilla a los pies de Catalina). Ya no puedo más. Ya no puedo más. Desde aquella noche inolvidable soy todo tuyo, Catalina. Sueño con tus besos, con tus caricias, con tu olor a tocinillo silvestre del 219 Caribe. Con tu cabello tan suave como esparto siciliano… ¡Oh! (Canta). Son tus besos, tus caricias, oh, oh, oh, ¡cómo calienta el sol! He vivido ajado en la desventura. He perdido lucidez esperando este día. CATALINA No lo jures, no lo jures. DIRECTOR Y por fin, hoy soy feliz, rendido a tus pies, besando sus zapatos con sabor a betún. Esto es mi gloria. Te quiero. ¡¡Te quiero!! ¡¡¡Te quiero!!! CATALINA (Mira pícara al público) Lo conseguí otra vez. A millón muerto, millón puesto. (Se apagan las luces del escenario o cae el telón). FIN 220 Desvarío Monólogo para una mujer El escenario es la habitación de una muchacha soltera. A la derecha del público hay una cama pegada a la pared. Enfrente, en el medio de escenario, sobre otra pared, aparece una cortina que supuestamente tapa la ventana. A la izquierda, una mesa de escritorio con su silla. Por las paredes, se cuelgan hojas de revista vueltas adrede hacia la pared para tapar el contenido que deberían enseñar (fotografías eróticas de un hombre). La obra comienza con el escenario a oscuras totalmente. Un foco ilumina de pronto a la actriz, que está escribiendo una carta. El resto de luces irán tomando intensidad poco a poco. “No, no te puedo escribir, no puede ser. Tu madre me está mirando, lo sé, no se puede ocultar. ¿Qué te voy a contar de ella espiando por esta habitación? No te puedo insultar. (Se levanta y sigue mirando el folio donde escribía) “No te puedo escribir. ¿Dónde estás, bruja? (mira por el aire de la habitación) ¿Qué te crees que es tu hijo? 221 (Se sienta. Se queda pensativa) “Querido amor… No, muy cursi… Supongo que tendría que llorar, ¿no, cabrón?... Aborrecido diablo… Ojalá pudiera escribirte eso, es lo que te mereces… Aborrecid diablo… o quizá más irónico… Estimado demonio… ¡Cerdo, que eres un cerdo! (Se levanta. Mira alrededor buscando) “¿Por qué no me dejas en paz, mala puta? (Persigue unos pasos al fantasma) Vete, vete, déjame con él. Tú eres la bruja que lo aparta de mí… él me quiere, me ama, me idolatra, (mirando hacia la cortina) ¿no es verdad, cielo? Díselo, por favor, díselo a ella, aunque sea tu madre, rebélate… Pero no, cerdo, no, también tienes la culpa. ¡Qué fácil es decirme adiós desde tan lejos, sin mirarme a la cara, sin ver este rostro que tanto te ilusiona! ¡Cobarde, cobarde! (Se sienta) “…Querido amor… ¡qué bien suena!... No puedo negar que te adoro, maldito. ¡Cuántas veces te he tenido cerca, así, entre tus brazos, paseando a caballo, en el mismo caballo tú y yo, hablándome al oído, con tus labios en mi cuello, la mirada al frente, sin vernos las caras, qué falta nos hacía… Y esa carta… 222 (Se levanta) “Esa carta, cerdo, que no has escrito tú, que te han dictado. (Dirige el brazo con fuerza a la cortina) tú, mentiroso, cobarde, faldero… ¡maricón! Tú, el hombre, el macho, el dios de las mujeres, te pliegas a la orden de mamá… y yo aquí (va hacia la cama cabizbaja) yo aquí llorando por ti (acarica la almohada) deseando rozar tus mejillas, queriendo que me rodees con tus brazos poderosos… ansiando que nuestro calor haga hervir los cuerpos… como aquel día, ¿recuerdas?... como ese único día, mi cielo, que me mirabas a los ojos y me decías: amada, amada, amada… (Se revuelve) ¡Bruja, fuera, fuera, fuera! Sal de aquí, déjame a solas con él!... que quiero sentirlo en mi entraña… como tú lo tuviste… como lo voy a tener… (se encoge en posición fetal con los brazos rodeando su vientre y gime) (Se levanta y camina despacio y dulcemente, medio sonriendo, hacia el escritorio. Se sienta en la silla y vuelve a escribir) “Querido amor… Tan llena mi vida junto a ti (arruga el papel) ¡Mierda, cabrón! Y yo como una idiota guardándote el recuerdo (estruja el papel), como una imbécil haciéndome tu sierva, como una ingenua queriendo pedirte perdón (tira con fuerza el papel al suelo) (Se levanta y va rápido junto a la cama) 223 “Tú, cerdo, cerdo, tú que me amas, que me adoras, que me necesitas (habla hacia la cortina) ¡Tú!... no puedes hacerme esto, no, ¡no puedes! Porque eres mío, mío, para siempre, para siempre… (Va hacia la cortina, se abraza a ella y la tira. Aparece un póster del galán de moda. Apoya la mejilla sobre él, levanta los brazos y solloza) “Eres mío, mío… (Cae el telón). 224 Inacabada 225 Un hombre sencillo se encuentra con la Muerte. La Muerte le habla. El escenario contiene un ataúd y una silla. La luz va dirigida a la silla. El ataúd tiene iluminación indirecta y el escenario una luz tenue que permitirá ver el deambular del actor. El actor irá vestido de traje viejo con camisa blanca antigua y corbata roja. Llevará barba de varios días. La Muerte es voz en off. El actor aparece sentado en posición erguida y con los ojos cerrados. Tras encenderse paulatinamente la iluminación, el actor abre los ojos y se mantiene imperturbable en su actitud. Actor: No veo nada, sólo siento paz y silencio y ojos que me miran… (Se lleva la mano al pecho). La cicatriz ha desaparecido… Tengo la piel fría… El corazón no me late… (Inspira). Pero respiro… ¿Estoy muerto o no? (instantes de silencio con el foco parpadeante). (Se lleva las manos a los ojos y frota) ¡Pero mierda! Que sí, que me han dejado morir. ¡¡Dios mío, son unos inútiles!! ¡Me han dejado morir! ¡Estoy muerto, muerto! Muerte: Ha llegado tu hora mortal. No te irrites, no solucionará tu destino. Todo está arreglado. 226 A: ¿Quién habla? ¿Quién eres tú? M: Me llamáis la Muerte. A: ¿Y quién te envía? M: Qué más da. Vengo a buscarte. A: ¡Ja! A buscarme. Así de fácil, tan sencillo como tomarme de la mano para dar un paseo. Tan amable como dejarme paso ante una puerta… ¿Qué derecho tienes? M: El que los hombres me dais. A: ¿Yo? ¿Yo darte permiso? No, amiga, no. Quédate en tu casita de paja, troncos o ladrillo y no me molestes, por favor… No quiero ir contigo. M: Ya no puedes decidir. A: Que no puedo decidir… Ya… Semejante humillación… Prueba, toma, coge mi mano, intenta arrastrarme. No podrás. M: Está todo visto. Tu cuerpo no existe. A (Se toca): Y esto ¿qué es? ¿Un disfraz? M: Solamente tu aspecto mortal. 227 A: ¡Ah!, el chasis. M: Vengo a acompañar tu alma al juicio de los justos. A: O sea, que te quieres llevar el motor… ¿Con carburante o vacío? Anda, devuélveme a la mesa de operaciones que ya sé yo lo que tengo que hacer… Tengo ganas de vivir, ¿sabes? Me he dejado pendientes algunas cosillas para después de la operación. M: Tu labor ha terminado. A: ¡Joder con esta tía!... Escúchame, que no. Ni mucho menos ha terminado, ni siquiera ha comenzado. ¿Sabes cuántos años tengo? Treinta y cinco, muñeca, sólo treinta y cinco. Así como suena… Y tú, ¿cuántos tienes? Lo menos un millón, ¿o más?... y esa es tu arma ¿no? Te crees por encima de la eternidad, incluso. M: Yo no soy de este mundo. A: Pues con más razón. Quédate en el tuyo… ¡Hala!, enciende el foco ese y devuélveme al quirófano que voy a luchar un poco para seguir viviendo… ¡Hala, morena, que ya tardas! M: El quirófano está vacío. Los médicos han terminado su labor. 228 A: ¿Cómo no van a terminar si has aparecido tú? Me imagino que como te sales del mundo puedes dar un chasquido y dejar todo como estaba. ¡Venga, que lo he visto en algunas películas! Actúa, actúa. M: Hablas demasiado. Toma mi mano y sígueme. A: ¡Estás loca! Me quieres matar y pretendes que te ayude. Ni te doy la mano ni el pie ni la oreja. Me quiero mucho, ¿sabes? Mucho como para irme contigo así sin más. Entiéndeme, querida señora, no me gustan las bromas de mal gusto y estás empezando a cansarme. M: Cuando todo está escrito y sellado, ningún mortal puede sobreponerse a los deseos del Más Allá. Está escrito que tú morirás hoy, está escrito que yo vendré a buscarte y que te presentarás ante el Juez para que sentencie tu eternidad. Todo está escrito. A: Preciosa, se han equivocado de novela. Yo no soy el protagonista de esta historia… Mi historia no pertenece al Más Allá. Vivo más acá, ¿sabes? Ahí, detrás de esa manzana. Si lo prefieres, puedes llevarme a casa. Repasa, repasa la novela y mira si el último capítulo termina en mi casa. M: No hay novela. El Juez decide. 229 A: Y ¿cuál es la ley? M: La ley del Destino, la ley del Universo. A: Bien, bien, muy filosófico. Tenemos un refrán. Lo conocerás, claro. Tú conoces todo. Ahí va. Puesta la ley, puesta la trampa. Y por una vez quiero jugar a ser tramposo. M: La Ley es perfecta, no puede eludirse. A: Sí se puede, querida, sí se puede. Nada es imposible. Por ejemplo, ¿no puedes marcharte, ya, ahora mismo?, ¿dejarme en paz? M: Mi tarea es llevarte conmigo sin nada que lo impida. A: Sólo hay un problema, yo no quiero. M: Tu voluntad no cuenta. A: Entonces llamaré a un abogado de oficio. Tengo derecho, ¿no? M: Tu abogado se presentará ante el Juez. A: Yo lo quiero ahora, para que me asesore sobre ti, sobre el delito que he cometido. 230 M: Tú lo has dicho. Has cometido faltas. A: No tan graves como para sentenciarme a muerte. Además, es inconstitucional. La pena de muerte está abolida. M: Ha sido decidido por ley divina. A: Habrá que llevarla al Tribunal Constitucional, será declarada nula y quedaré libre. Todo solucionado. ¿Cuándo me voy? M: Estás muerto. Únicamente saldrás conmigo. A: Tendrás que arrastrarme y no creo que esté para esos trotes. Te hace falta un buen gimnasio. M: Es tarde. Nos esperan (lo agarra de la muñeca) A: (Se suelta con violencia) No te atrevas a tocarme… Y menos con esa mano tan fría. Deberás llamar a tu Jefe para envíe sus matones. No quiero saber nada contigo, ¿entiendes? Me estás cargando, niña idiota, olvídame, déjame en paz. M: Si no vienes conmigo en buena voluntad, tu espíritu vagará en el limbo por toda la eternidad. 231 A: Pero mira que eres antigua. Ni hay limbo, ni eternidad. Mi espíritu es mi cuerpo. Con éste (se toca) vivo. Mi eternidad es mi vida. M: No tienes poder sobre tu existencia. A: ¿Y quién lo tiene? ¿Lo tienes tú? Devuélveme al mundo y déjate de sentencias metafísicas. Soy un hombre, sin más, un cuerpo que vive, y no me digas lo contrario. Mientras esté aquí contigo, vivo, lo sé, y no podrás impedirlo. M: ¿Y qué es tu vida? A: ¡Vaya! Pregunta la sabia. ¿Acaso no lo sabes todo? ¿No estás por encima del mundo? M: Sólo cumplo órdenes. A: Pues documéntate… al menos. Pide información de tus clientes. Entérate. Si no lo haces, te equivocarás… y esto es una equivocación.. ¡una maldita equivocación! M: No quieras convencerte … 232 Reseñas de Ars mágica, de Nerea Riesco de Historias de sujetadores, de Anabel Consejo de Hueles a sándalo, de Pilar Aguarón 233 La junta directiva que lideró la Asociación Aragonesa de Escritores hasta 2009 incentivó a sus asociados, entre otras cosas, a escribir reseñas de libros y publicarlas en el blog de la web. Al principio, no me provocó mayor interés, pero en mi participación en la Feria del Libro de 2008 la Asociación me regaló un libro, “Ars Mágica”, con el compromiso de hacerle la reseña citada. Y me puse a ello, y la elaboré. El libro me pareció notable y me dio satisfacción que la propia autora, Nerea Riesco, a quien no conozco personalmente, la leyera en el blog y me enviara un emotivo mail de agradecimiento. Con este precedente, quise mantener esa actividad literaria, pero otras cuestiones me apartaban de ella. No obstante, aproveché el tirón para escribir un artículoreseña de la novela de Mario Benedetti, “La tregua”, a los pocos días de su fallecimiento, y que publicaron en la revista virtual ForoRH, dado su contenido orientado a la gestión de las personas. Benedetti fue oficinista algunos años, y esa novela se ambienta en un hábitat funcionarial. No incluyo aquí esta reseña porque va en su correspondiente lugar dentro del apartado Literatura de la profesión. Ya después, ayudando a mi socia Pilar con retoques para su novela “Hueles a sándalo” (antes “Boceto para un 234 retrato”) le ofrecí, y aceptó, que redactara su prólogo. Una vez terminado, quedó como una reseña de la obra, por lo cual también le dimos divulgación de esa manera. Y cómo no, Anabel, mi otra socia en la aventura de 3d3, también aceptó ese ofrecimiento para reseñar su libro de relatos “Historias de sujetadores”, reseña que se ha publicado en varios blogs del universo cibernético. Disfruté con todas ellas, tomando partido favorable por cada una de las obras comentadas, pero no tanto por lealtad al autor, sino más por compromiso con la buena literatura que contienen. 235 Reseña de la novela Ars mágica, de Nerea Riesco Me sedujo la portada: colores ocres para una joven desnuda de espaldas y a su lado estanterías con libros encuadernados en cuero, muy antiguos… y en letra blanca, casi de tarjeta de visita, una leyenda: Siglo XVII, norte de España: un inquisidor, una bruja… y algunos hechizos. El aperitivo se completa con la reseña de contraportada, que hace pensar, después de ver a la mujer desnuda, en una posible aventura del inquisidor con ella… Figuraciones atractivas, que animan a iniciar la lectura. Así me introduje en el auto de fe del 7 de noviembre de 1610, en la Plaza de Santiago, en Logroño, hecho histórico, narrado a modo de prólogo y que da pie a la historia protagonizada por Alonso de Salazar y Frías, un inquisidor de grado medio que quiere aumentar su fama de justo y ecuánime valorando la certeza de unas acusaciones de brujería con la compañía de dos jóvenes frailes: Íñigo de Maestu y Domingo de Sardo. Alonso duda de la existencia del diablo y se afana en descubrir pruebas que describan la falsedad de las denuncias, incluso duda de sí mismo y de su formación teológica para justificar, por ejemplo, un embarazo de soltera, del cual se acusa al demonio (¡oh!). Comencé el paseo literario con buenas perspectivas que se confirmaban con pequeños detalles, como el título 236 de cada capítulo (descripciones de fórmulas mágicas, recordando a Como agua para chocolate con sus recetas mexicanas) y unos iconos que acompañan principio y final de los capítulos (el dibujo de una bruja preparando sus mejunjes y una cruz que parece tomada de la tapa de un escapulario). La novela se desarrolla en dos planos que confluyen al final: las peripecias del inquisidor, convirtiéndose también en policía que investiga una muerte extraña relacionada con su trabajo, y las de Mayo de Labastide (quizá la joven de la portada), que deambula con su burro (ella está convencida de que es un hombre embrujado) en la búsqueda de su aya, Ederra, un personaje que nunca aparecerá en el plano real de la novela, aunque la autora le da una vida primorosa. En los primeros capítulos, sufrí algunos resbalones porque el lenguaje se escapaba por derroteros periodísticos más que novelísticos, y podría tratarse igual de una novela ambientada hoy que en el imperio maya… pero recuperé el paso sin llegar a caer, y me iban subyugando muchos elementos de la obra. Nerea Riesco navega con pericia sobre las aguas turbulentas de la novela histórica. Se palpa una excelente documentación, pero los textos apenas contienen referencias que pudieran hacerla indigesta. Mezcla sus personajes inventados con históricos de relevancia, como Felipe III, el duque de Lerma, la reina Margarita, Rodrigo de Calderón, secretario del duque, de una forma acertada y verosímil. 237 Por el género en que se encuadra, deberían primar los hechos antes que los personajes, el ambiente histórico antes que las profundidades psicológicas… en cambio, el mayor valor de esta novela es la perfilación de sus protagonistas, a veces con delicadas pinceladas, siempre con ternura, jugando con magia, ficción, historia, calor… apartándose de una visión omnipotente, dándoles la mano para acompañarlos y desde esa posición, dar fe de los sucesos que les ocurren, sin juzgar, incluso confabulándose con sus creencias ingenuas. Me quedo con Ederra, pero Mayo es una delicia, Íñigo cautiva con su candidez y Alonso, con sus dudas metafísicas y su amor platónico. La Inquisición es una época oscura de nuestra historia… pero Ars Mágica no pretende darle luz, ni mucho menos, sino convertirla en una excusa para imbuir a sus personajes… Hay amor, hay tutelas, hay corrupción, hay vicisitudes universales de hombres y mujeres que con acierto la autora ha insertado en un ambiente que le sirve como contrapunto de terrorismo de estado, de fuego y tortura, para que los personajes aún parezcan más humanos. Es una novela interesante, que se lee con fluidez, que no agobia con el ritmo, sino que marca pautas de lectura cadenciosa, a veces necesariamente atenta para disfrutar, sobre todo, de la ternura. 238 Reseña del libro de relatos Historias de sujetadores, de Anabel Consejo Siempre he dependido de la amabilidad de los extraños, dice Blanche Dubois en “Un tranvía llamado deseo” (cita en Historias de sujetadores) Imaginar un sujetador promovería, al menos, dos interpretaciones, según sea evocado por un varón o por una mujer. A través de un varón, las dos copas y el cierre presentarían un escenario erótico, un anticipo, quizá, de una intensa sesión amatoria. En la recepción de una mujer, convengamos que la imagen se alargaría, antes que por el erotismo, por las vicisitudes del mundo femenino, exclusivamente femenino, como prenda práctica y cotidiana. ¿Será Historias de sujetadores un libro erótico o un libro de mujeres? Hay contestación a las dos opciones, aunque no sólo a ellas. La autora se sumerge de lleno en el universo de la mujer; mujeres son las protagonistas principales de todos los relatos del libro, aunque en todos menos uno, “La ciega”, aparece replicando un hombre como parte importante en la acción. El mundo de Anabel en este libro es dual, sí, del yin frente al yan, movido por las remembranzas eróticas que a los varones nos puede despertar el título y que resultan atractivas desde las fantasías femeninas que 239 iremos encontrando: el jardinero musculoso o un amante esporádico, hacerlo en el baño de un tren o en la trastienda de una panadería, contratar un prostituto o seducir a un becario… Pero con el encanto de lo erótico sutil, dulce erotismo blanco, este libro de catorce relatos no solamente aterriza en el mundo sensual. A lo largo de sus páginas, nos llevamos también muestras para reflexionar sobre las mujeres prisioneras que se enfrentan a su destino, ya sea un matrimonio hundido en la rutina, un marido humillador, el avance de la edad, el abandono del amante o el síndrome de la cuidadora. También nos enfrentaremos al equívoco, escandalizándonos en la primera página del relato y riendo al final cuando comprobemos cómo las palabras juegan malas pasadas, sobre todo si somos curiosos impertinentes. Y por cambiar de ambiente en un ejercicio que requiere poco esfuerzo, podremos sentirnos en una sala de cine reviviendo películas especiales que la autora nos trae con un guiño cómplice: nada menos que el gran Hitchcock con “Rebeca”, o la escena tan recordada de “El cartero siempre llama dos veces” entre unos apasionados Jack Nicholson y Jessica Lange, o esa historia sublime de Tita, no tanto con su amado Pedro, sino en la relación con su madre María Elena, en “Como agua para chocolate”, de Alfonso Arau. A mí me gusta Ingrid, sueca tenía que ser, esa señora que se la juega frente a su marido bobo, insulso, superficial, asumiendo la nostalgia de lo que fue, pero ya no es, y 240 así se sobrepone a su realidad enfrentándose a los convencionalismos y prefiriendo su dignidad a la vida cómoda después de su último intento por recuperar un tiempo mejor. Anabel apenas se escabulle de lo cotidiano, se siente vital dentro de unos entornos de la intrahistoria que crean episodios relevantes, o que se hacen relevantes porque la autora los coloca en el escenario literario; tanto monta, monta tanto. Se atreve con la mirada ingenua de una niña narrando la aventura de su padre con una prostituta. Se atreve con aventuras electrizantes de amas de casa o ejecutivas de postín. Se atreve con la mujer madura y el joven transformado. Se atreve con insinuaciones de zoofilia. Se atreve con la grafología. Se atreve con el amor. Se atreve. Porque es valiente no le teme a una hoja en blanco ni a lo que en ella crea. Se arriesga y gana. “Sólo entre las hojas del libro hallé restos de su aroma”, en el relato Azules, no grises, de Anabel Consejo 241 Reseña de la novela Hueles a sándalo, de Pilar Aguarón Ella me daba la mano y no hacía falta más... Más que besarla, más que acostarnos juntos, más que ninguna otra cosa, ella me daba la mano y eso era amor. (de La tregua, por Mario Benedetti) Las grandes historias de amor siempre están de moda y nunca caducan: Marco Antonio y Cleopatra (ah, Julio César); Calixto y Melibea, con su Tragicomedia; Diego e Isabel, los Amantes de Teruel; Romeo y Julieta, Montescos y Capuletos; Oliver y Jenny, de “Love Story”; Florentino y Fermina, que amaron en los tiempos del cólera; Rick e Ilse, a los que siempre les quedará París; el conde Laszlo y Katherine, de “El paciente inglés”… Casi todos los escritores incluyen sentimientos de amantes en sus creaciones. Las pasiones amatorias son ingredientes que provocan atracción en el lector, quizá porque quien las ha vivido es capaz de revivirlas, o quizá porque quien no las ha vivido puede vivirlas con el transcurrir de la historia. La buena literatura arranca sensaciones dentro del mundo irreal que se crea por arte y magia de unas palabras, ya sean narrativa, poesía, teatro o guión de cine. La pasión amorosa es uno de los altercados humanos que más intensas emociones produce porque nos arrastra fuera de la razón y nos provoca el vuelco de los sentidos. 242 Cuando la literatura se involucra en ese frenesí de locura y, convertida en arte, nos trasmite sus sacudidas, llegamos al estado de lectores catalépticos… y sentimos. Oh, maravilla. “Hueles a sándalo” es una novela que sólo, nada más y nada menos, es una historia de amor, una historia de amor por sí misma, sin otra intención que mostrar cómo Fernanda y Rubén se aman, cómo se conocen, cómo se desean, cómo se divierten, cómo se separan, cómo se añoran, y cómo son capaces de amar el amor sin saciarse. Dos muchachos que maduran sin alejarse de su corazón juvenil para conservar las brasas del incendio sentimental que casi los destruye. Es una historia de ida y vuelta, con diferentes rutas y paradas, que se mueve por un trayecto repleto de peripecias inesperadas. El episodio de las tarjetas es tanta delicia como encontrarse cincuenta higos abiertos, jugosos, sabrosos, dulces, eróticos… recién caídos de la higuera. Y es también una novela histórica, aunque solamente sea así clasificada para encuadrarla en el género más mediático, que refleja una época reciente, nuestra época, desde los años 80 hasta hoy, treinta años de clamor, porque describe, tomando partido, los avatares de la historia internacional en esas décadas que acompañan a los protagonistas en su amorío. Sin la Segunda Guerra Mundial, “Casablanca” no habría existido tal como es (quizá Ilse aún viviría con Rick en París). Tengo la misma edad que Fernanda, catorce años cuando murió Franco, y vivo en la misma ciudad que 243 ella, Zaragoza… Conocí “Cancela”, la cafetería donde se ven por primera vez, me sentí indefenso en las artes del ligoteo cuando disputaba una chica a un cadete uniformado como es Rubén, supe de algunos de estos muchachos forasteros que se aprovechaban de las chicas zaragozanas para tener desahogo pasajero mientras cursaban en esa ciudad los tres años de Academia, y tuve mal (y bien) de amores juveniles por las mismas calles que ella transita: Paseo de Sagasta, Dato, Gran Vía, Plaza de Aragón, Independencia, César Augusto... ¿Quizá por eso he disfrutado con esta novela? Quizá. Pero no sólo por eso. Para mí, Rubén es el malo. Sí, ni siquiera me lo parece el padre de Fernanda, que también interviene lo suyo, o el del propio Rubén. Este chico se lleva mi etiqueta de malo, que debe existir en cada relato que fabrique vida para el lector. Y creo que opino así porque Fernanda me ha cautivado como debe cautivar cualquier protagonista de una buena historia para sumergirse en sus páginas y no parar hasta el desenlace… que, por cierto, es muy inteligente, así que más loores para la autora. Probablemente, a otra persona le cautive Rubén, es lo que tiene la vida, que nada es negro ni blanco, sólo lleno de tonalidades de gris que, en la paleta de Fernanda, se llenan de color para cubrir de pinceladas su eterna desazón, la que refleja en los ojos de su cuadro “Moreno de verde luna”, sin saber que ahí va a residir el imán que mantendrá viva la atracción. Misterio en el frenesí. Además, es una novela que nos hace viajar, no se queda en Zaragoza, su lugar de origen, sino que, como 244 vuela una pluma de paloma, nos pasea por Florencia, Madrid, París, Nayaf y Diwaniya (Irak), Herat (Afganistán), de la mano de dos rutas paralelas que no terminan de encontrarse, casi ni siquiera al final… Pero no cuento más. He sonreído. Me he enfadado. Me he emocionado… He vuelto a sentir escalofríos de hombre enamorado… 245 Artículos Al poco tiempo de publicar Jugué al fútbol…, y debido al contenido de esa novela, Inma y Miguel, me invitaron a dar una charla en su tertulia “Fuentes de la Mentira” sobre “Literatura y fútbol”. De aquellos apuntes sacados con bastante rapidez, se gestó después este artículo que incluyo a continuación con título Aproximaciones de la literatura al fútbol, y que se publicó en la revista “Imán” de la Asociación Aragonesa de Escritores. Aprovecho también este apartado como cajón de sastre, y añado dos artículos de opinión que escribí para mi blog (deseaba seguir con más artículos, pero ahí quedó el intento), uno de ellos publicado por el diario Heraldo de Aragón. Y aunque me resistía al principio, me ha costado varios meses tomar la decisión de incluir algún artículo de los que escribí en la revista sindical “Al corriente”, de ERZ, a cuyo Comité de Empresa pertenecí durante los años 1987 a 1991, siendo además coordinador de redacción de la susodicha revista. Mi reticencia estaba en que aquellas colaboraciones no llevaban firmas y dudaba si descubrirme como autor (¡demasiado pudor!). Como veinte años son veinte años, me ha podido la mirada nostálgica y ahí te pongo esa muestra. 246 Índice de Artículos Pág. Aproximaciones de la literatura al fútbol...... 248 Sombras de corrupción ................................. 260 Algo sobre el aborto ....................................... 263 La obroliosis o mal de la obra ....................... 267 247 Aproximaciones de la literatura al fútbol Incluido en la revista Imán, núm. 3 No es corriente encontrar estos dos términos tan juntos, literatura y fútbol, la primera considerada un arte mayor, de oficio refinado, intelectual y casi siempre solitario, en silencio creativo o contemplativo, mientras que el segundo es una actividad física, practicada en equipo, presentada ante masas enfervorizadas, de poco rigor para el intelecto y mucho que ver con las pasiones encendidas. Pero los caminos hacen extraños compañeros de viaje y como, ya desde el principio del artículo, me veo obligado a asegurar su relación para proseguir en la creencia de que transmito credibilidad, me permito incluir, a modo de prueba pertinente, una lista bibliográfica que los une, con el riesgo de que alguien me acuse de haber colocado la tirita antes que la herida. Salvajes y sentimentales, de Javier Marías, por Editorial Aguilar Los Cuadernos de Valdano, de Jorge Valdano, por Santillana El Fútbol contado con sencillez, de Alfredo Relaño, por Maeva El fútbol a sol y sombra, de Eduardo Galeano, por TM Editores Yo Soy el Diego, de Diego Armando Maradona, por Planeta 248 Me gusta el futbol, por Johan Cruyff, de Edic. B Cuentos de fútbol I y II, (Selección de Jorge Valdano), por Alfaguara El Fútbol que Viví...... y que siento, de Adolfo Pedernera, por IPESA Aquellos domingos de gloria, de varios autores, por La Esfera de los Libros - Marca Gracias, Vieja, de Alfredo Di Stefano, por Aguilar Locas por el Fútbol, de Eva Orúe y Sara Gutiérrez), por Temas de Hoy Historia del fútbol, del juego al deporte, por Alfred Wahl, de Editorial B Ronaldo, un genio de 21 años, por Wensley Clarkson, de Cooperación Editorial …Horacio Quiroga y su relato ''Suicidio en la cancha'' …Pablo Neruda, y su poema “los Jugadores”, en su obra Crepusculario …Mario Benedetti y su cuento ''Puntero izquierdo'' …Rafael Alberti y su ''Oda a Platko'', portero del Barcelona El poeta brasileño Vinicius de Moraes escribió un célebre poema a Garrincha; el español Camilo José Cela, sus “Once cuentos de fútbol”. Pero lo más conocido de todos es “El penal más largo del mundo”, de Osvaldo Soriano: la historia de un tiro desde los once metros que dura una semana entera, sobre lo cual se rodó una película en España hace tres años con el mismo título. 249 Estos datos sirven para avalar una realidad que se ha negado mucho tiempo: que la literatura y el fútbol están hermanados por un pacto de sangre, por algo más allá que un matrimonio. Algunos intelectuales despreciaron este deporte y estimaron que no debía ser objeto de atención, como Rudyard Kipling, que inició esa mala relación en 1880, desdeñando al fútbol y “a las almas pequeñas que pueden ser saciadas por los embarrados idiotas que lo juegan”. Y prácticamente, desde esa fecha, el desencuentro se mantuvo generalizado hasta los años setenta. Jorge Luis Borges también se despachó: "Es feo estéticamente. Once jugadores contra once, corriendo atrás de un balón no son especialmente hermosos", expresó. Estaba claro que entre las letras y la pelota no había amor. Borges abundó en ese desdén, influido o arropado por la idea de que el futbol es el opio de los pueblos, que engaña a millones de estúpidos, por cuanto se convirtió en arma de dictadores para despistar al pueblo, sobre todo en su país, con la celebración del Mundial de 1978 para mayor propaganda de la dictadura militar. En ese sentido, Eduardo Galeano también afirma: “El fútbol se parece a Dios en la devoción que le tienen muchos creyentes y en la desconfianza que le tienen muchos intelectuales. Su historia es un triste viaje del placer al deber. El fútbol y la patria están siempre atados y los políticos y los dictadores especulan con esos vínculos de identidad”. 250 Otra anécdota sarcástica de Borges sobre el fútbol sucedió precisamente en el Mundial citado, cuando Argentina venció a la magnífica selección holandesa y se proclamó campeona del mundo. Buenos Aires era un alboroto. Ese día Borges organizó una conferencia sobre Baruch Spinoza, el filósofo holandés. Los asistentes lo miraron con asombro y el maestro dijo: “¿Acaso alguno de ustedes piensa que ser de Argentina es mejor que ser de Holanda?”. No voy a seguir contando ataques de los literatos al fútbol, que los hay, porque ya desde mediados del siglo XX, con setenta años de historia futbolística, cuando la literatura dejó de ser elitista y llegó al pueblo llano, tuvo la osadía de embarrarse en un campo de fútbol. … Le preguntaron a Valdano: ¿Son incompatibles el fútbol y la literatura? Y Valdano contestó: “Leer un libro no sirve para jugar mejor al fútbol ni jugar un partido sirve para hacer mejor literatura. Son dos juegos (fútbol y literatura) que tienen diferentes modos de expresión y que resultan compatibles a fuerza de ser distintos”. Otra pregunta: ¿A qué cree debida esa relación de amor-odio entre ambas disciplinas? Contestación de Valdano: “Es la desconfianza que siempre ha tenido la mente con respecto al cuerpo. Los intelectuales se desmarcaron del fútbol por considerarlo 251 una expresión popular menor, por deducir que era, como la religión, "el opio del pueblo", por desconfianza hacia la masa y, finalmente, por snobismo. Por su parte, el mundo del fútbol presumía de hombría en el peor sentido, esto es, desde la exhibición de la brutalidad”. Sigo haciendo constar opiniones, ahora la de Juan Sasturain (1945), periodista editor de la sección Deportes del diario Página 12, de Buenos Aires, sobre los contactos entre el fútbol y la literatura: Tanto la práctica del fútbol como el ejercicio de la literatura, llevados a su grado de excelencia y respeto por los medios y posibilidades, pueden (aunque no suelen) alcanzar el grado de la artisticidad: pueden ser un arte, no sólo una actividad reglada por la eficacia o un trabajo marcado por la recompensa. El manejo de la pelota como el del lenguaje -puestos en buenos pies y manos- son un desafío a la creatividad y de ahí, de esa tensión por encontrar una forma original, cada vez única, para resolver dificultades expresivas, puede saltar la belleza. Ambas actividades tienen en común su condición de juego en tanto desafío, actividad en el fondo inmotivada, asunción de un riesgo y entrega personal. Las habilidades que requiere el fútbol (saber golpear una indócil pelota con cualquier parte del cuerpo que no sean las manos) no sirven absolutamente para nada... Para nada que no sea el fútbol. De ahí su equívoca grandeza. 252 Resulta evidente que Juan Sasturain es un apasionado del fútbol. Curiosamente, se da entre algunos intelectuales el deseo de justificar la unión de la literatura y el fútbol, como si se sintieran necesitados de ligar externamente esas dos pasiones que les producen cierta incomodidad en su conciencia. En cambio, Miguel Pardeza, interpelado en una entrevista televisiva sobre sus gustos literarios, contestó a la cuestión de si el fútbol es un arte, después de pensar largamente para medir sus palabras, algo así: “El fútbol requiere de habilidad corporal y, en su intento por agradar al público, se provocan acciones estéticas, pero de ahí a calificarlo de arte queda mucho trecho”. Me gustaría destacar una obra, cuya principal originalidad es que trata de futbol escrita por dos mujeres, las periodistas españolas Eva Orúe y Sara Gutiérrez y que fue publicada por primera vez en Internet. Se titula “Locas por el fútbol” y habla de un deporte, el fútbol, inventado por y para hombres, y que fue durante muchos años un terreno vedado a las mujeres. No sólo eso: el fútbol se convirtió en un rival, y miles de novias y esposas cantaron convencidas, durante años, aquel pegadizo por qué, por qué los domingos por el fútbol me abandonas. Sin embargo, poco a poco, las mujeres han saltado al campo para convertirse en protagonistas del espectáculo. ¿Qué tiene el fútbol que las vuelve locas? Ese es el argumento de esta novela tan divertida. Eduardo Galeano, escritor uruguayo, es el autor de esta definición tan aguda y repleta de sarcasmo y cali253 dad literaria: “el árbitro es arbitrario por definición. Este es el abominable tirano que ejerce su dictadura sin oposición posible y el ampuloso verdugo que ejecuta su poder absoluto con gestos de ópera. Silbato en boca, el árbitro sopla los vientos de la fatalidad del destino y otorga o anula los golpes. Tarjeta en mano, alza los colores de la condenación: el amarillo que castiga al pecador y lo obliga al arrepentimiento, y el rojo que lo obliga al exilio (...) A veces, raras veces, esa decisión del árbitro coincide con la voluntad del hincha, pero ni así consigue probar su inocencia. Los derrotados pierden por él y los victoriosos ganan a pesar de él. Coartada de todos los errores, explicación de todas las desgracias, los hinchas tendrían que inventarlo si él no existiera. Cuanto más lo odian, más lo necesitan”. Tras un partido entre Junior y Millonarios, Gabriel García Márquez declaró: ''No creo haber perdido nada con este irrevocable ingreso que hoy hago públicamente a la santa hermandad de los hinchas. Lo único que deseo, ahora, es convertir a alguien''. Mario Vargas Llosa llegó a ser columnista deportivo en “El País” durante el Mundial de 1982. Ha expresado su amor por el fútbol en reiteradas ocasiones y en su artículo “El corazón goleador” se expresa así: El fútbol (muy de vez en cuando) no es una operación matemática de resultados previsibles, sino un encuentro de seres vivos que juegan más para divertirse y gozar que para un salario o una copa. Esas tardes, en las que el corazón mete los goles y no los pies, se recuer254 dan después como una de esas experiencias que nos reconcilian a nosotros, los hinchas pobres diablos con la vida". Otras referencias al fútbol por artistas y literatos, recogidas por Hernán Bienza, son: Javier Marías dijo que ''el fútbol es la recuperación semanal de la infancia'' y ha escrito varios artículos sobre fútbol, especialmente uno que habla de Zinedine Zidane, autor de un “gol sobrenatural”. El intelectual comunista Antonio Gramsci lo definía como ''el reino de la lealtad humana ejercida al aire libre''. Con cierto tono meloso, el checo Milan Kundera escribía que ''tal vez los jugadores tengan la hermosura y la tragedia de las mariposas, que vuelan tan alto y tan bello pero que jamás pueden apreciar y admirarse en la belleza de su vuelo''. Y el multifacético Pier Paolo Pasolini dejó la mejor definición que la literatura pudo hacer de este deporte, que remite a los juegos circenses de la Roma antigua: ''El fútbol es un sistema de signos, por lo tanto es un lenguaje. Hay momentos que son puramente poéticos: se trata de los momentos de gol. Cada gol es siempre una invención, es siempre una subversión del código: es una ineluctabilidad, fulguración, estupor, irreversibilidad. Igual que la palabra poética. El goleador de un campeonato es siempre el mejor poeta del año. El fútbol que produce más goles es el más poético. Incluso el dribling 255 es de por sí poético (aunque no siempre como la acción del gol). En los hechos, el sueño de cada jugador (compartido por cada espectador) es partir de la mitad del campo, driblar a todos y marcar el gol. Si, dentro de los límites consentidos, se puede imaginar en el fútbol una cosa sublime, es ésa. Pero no sucede nunca. Es un sueño''. El periodista recopilador de estas definiciones, un apasionado argentino, después de transcribir las palabras del cineasta italiano, se siente obligado a rendir pleitesía a su dios con esta expresión: “Pasolini, obviamente, no había visto jugar a Diego Maradona. A pesar de desmentidas por el segundo gol del ''Diez'' a los ingleses, sus palabras están llenas de verdad poética. Pero de eso podría tratarse este desencuentro entre las letras y la pelota: Maradona tampoco había leído a Pasolini”. Es conocida también la anécdota del Bryce Echenique colegial que jugó en la selección infantil de Universitario contra el Independiente argentino. Bryce entregó a cero su portería en la primera parte, pero en el segundo tiempo pidió jugar por el cuadro rival. Según ha explicado el escritor, quería sentir lo que sentía el otro, sentir lo suyo, ponerse en su lugar. A Bryce lo botaron a patadas del estadio y hubo quien le gritó “traidor a la patria”. Se sabe que Albert Camus fue igualmente portero juvenil en la Universidad de Argel (Heraldo de Aragón, en “Hace 50 años”, publica el pasado 7 de Enero: El escritor francés Albert Camus… fue un excelente guardameta; una lesión pulmonar le hizo abandonar el fútbol); también, 256 que Rafael Alberti, hincha del Barcelona, tuvo un duelo en verso con Gabriel Celaya, fanático del Real Sociedad. Vladimir Nabokov jugó de portero y una vez, tras parar un balón en el césped, recibió tal cantidad de patadas en la cabeza que sufrió una conmoción. Günter Grass ha dedicado un poema al Friburgo, el equipo de sus pasiones. … Jugué al fútbol durante treinta años, lo que me ha proporcionado experiencia y conocimiento para saborear sus cualidades y entender sus defectos, pero además me dio base para entender que la literatura y el fútbol se unen tal como se convierten en una pasión doble, la del hincha, forofo, profesional o estudioso de ese deporte con la del escritor que la reverbera en sus páginas a modo de catarsis expresiva. En mi búsqueda para documentar este artículo, encontré un relato de un escritor argentino nacionalizado español, Andrés Neuman, ganador del último premio Alfaguara de novela, que me trajo sensaciones muy parecidas a las que me invadían en mi época futbolera. Por eso, quiero finalizar transcribiendo unos párrafos de ese relato que creo muy especiales: “Mi infancia son recuerdos de un patio con gravilla. Gritos desaforados. Mucho viento. La inminencia de un timbre. Los zapatos demasiado justos. Y algo más. Qué. Una pelota. De plástico anaranjado, o de cuero muy frágil, casi descosida. 257 Yo no sabía, por entonces, que a la pelota debía llamársela balón. Además, como estudiaba francés en el colegio, semejante mote me habría parecido una blasfemia o una concesión algo afeminada. Y en la escuela, señores, había que ser macho. Había que ser tan macho, tan rabioso y tan bestia, que el balón, no sé si me comprenden, de ningún modo podía ser masculino. A mí, qué quieren que les diga, el fútbol me salvó de muchas cosas. De ser el púber tísico, aspirante a poeta, al que todos martirizan en el patio. De no poder intercambiar más de tres o cuatro gruñidos vagamente sintácticos con la mayoría de la especie masculina; esa especie brusca y hermética con la que rara vez conseguía encontrarme cómodo. El fútbol me salvó, también, del riesgo de ignorar el cuerpo, tendente como era a elucubrar y a soñar despierto. El fútbol me enseñó que, en la vida, si uno echa a correr debe hacerlo hacia adelante. Que a la belleza, casi siempre, le ponen zancadillas. Y me enseñó, desde luego, que no conviene hacer la guerra solo, y que el enemigo, ay, es siempre demasiado parecido a nosotros. Cada vez que me preguntan qué habría sido de mí de no ser escritor, cuando estoy a punto de responder que nada en absoluto -un escritor de veras, como sabía Rilke, es incapaz de imaginarse un destino distinto a la escritura-, me viene a la mente un sueño infantil que duró algunos años. De modo que carraspeo, sonrío y replico: quizás habría sido futbolista.” 258 Sombras de corrupción Publicado en Heraldo de Aragón (21 de agosto de 2009) Nadie sabrá si es proclive o no a la corrupción hasta que la posibilidad de ser corrupto haya pasado delante suyo y haya tomado partido por poner ante ella la palma o el dorso de la mano. Gestionar grandes presupuestos públicos es una tentación que conjuga poder y dinero para crear un fuerte imán hacia el desvío de fondos, el tráfico de influencia o el nepotismo. La mayoría de los cargos públicos suelen vencer esa tentación y mantienen su honestidad impoluta. Otros en cambio, se enfangan engordando sus cuentas ocultas o favoreciendo a personas de su entorno. Ahora están saliendo a la luz pública más casos de corrupción que de costumbre, probablemente por la cercanía de las elecciones y para empuercar cada vez más al enemigo. Me pregunto qué ocurre por los entresijos del poder cuando no hay elecciones a la vista: la corrupción ¿se esconde bajo una cáscara?, ¿se va de vacaciones?, ¿gana el partido la honradez?... si no hubiera elecciones, ¿no habría corrupción? Y en este tornado de informaciones que pululan de uno a otro lado de la cancha, los políticos toman actitudes sorprendentes (participio activo del verbo sorprender, que viene de sorpresa): Investigan hasta la saciedad un presunto otorgamiento gratuito de unos cuantos trajes de caba259 llero, lo que me transmite el celo con el que la corrupción es perseguida, que hasta incluso un calzoncillo o tanga comprados fraudulentamente con fondos públicos serán perseguidos, y me alegro tanto... Callan cuando en sus alrededores se destapan pozos fétidos de sus colegas permanentes o temporales, lo que da idea de cómo esos pérfidos compañeros los han engañado y han traicionado su lealtad y me llenan de pena. Elevan la protesta hasta decibelios dañinos para la salud, exigiendo honestidad y buenas formas en el otro, lo que me provoca una sensación de alta estoicidad en los protestantes que casi me salta las lágrimas. Se alían con el imputado o imputada (en el texto queda mejor ‘imputado’, ¿verdad?) entendiendo que el enemigo es una mala persona que se inventa las acusaciones para conseguir unos cuantos votos más, lo que me incita a pensar en lo leales que son los políticos con su gente, y me emociono. … Pongo solamente cuatro ejemplos porque me preocupa más lo que no hacen que lo que sí hacen. ¿Qué no hacen? Ningún político ejercita la política de prevención, ni siquiera con hechos consumados, pues siempre apelan a 260 la justicia y a la presunción de inocencia. Amigos y enemigos sobreactúan mirando con asco el destape de la corrupción… y gran cantidad de ellos emite cantos de rechazo que suenan a músicas de hipocresía. Los mentideros de calle alargan rumores, algunos verdaderos, que se basan en lo que cuenta quien ha visto a un alcalde conducir como propio un vehículo muy muy caro, en quien ha visto cómo un concejal vive en un castillo remozado, en quien han visto cómo la mujer del diputado (o el marido de la diputada) recibe trabajos para su empresa, o cómo la/lo han colocado “por sus méritos” en un cargo bien remunerado, en quien ha visto cómo una alcaldesa pagaba con billetes de 18 centímetros (500 €) la manutención y cuidado de sus caballos pura sangre… Pero quienes ven estas acciones son ciudadanos aquejados del síndrome de la queja o del pecado de la envidia, que perjudican la percepción y, como los políticos están sanísimos, su vista no permite alcanzar estos panoramas. Debe haber algún otro mal desconocido que evita investigar y/o denunciar a tu compañero político cuando observas que su patrimonio o su nivel de vida supera lo esperado para sus ingresos conocidos. Será un mal para el que no se ha encontrado vacuna y por eso se contagia desde el poder y lo van padeciendo quienes se sientan tras una y otra y otra elección en los mismos sillones. Es probable que se contagie por el culo (con perdón), también llamado pompis, nalgas o posaderas, entre otros. 261 Algo sobre el aborto Esta chica del PSOE con apellido en género (que no sexo) masculino de Aída, ocupadora de una cartera ministerial para igualar cosas... nos va a volver locos. Sus filigranas verbales hacen época, y quizá serán motivo de muchas risas... pero toca los temas con hierro candente. Voy por lo del aborto. Hay muchas teorías y opiniones sobre la definición de "ser vivo" y "ser humano", sobre vida autónoma y sobre la gracia de Dios. En vista de tanta polémica, un Estado que pretende ser laico, cuasi aséptico, debe regular el aborto por una sencilla razón: hubo, hay y habrá abortos, no se puede apagar la luz ante la evidencia. El homicidio y el asesinato, figuras penales con las que se compara el aborto (en una exageración demagógica) tienen su condena porque todo el mundo (incluso el asesino) tiene claro que quien muere en esos casos tiene vida. Hablando de un feto, no todo el mundo tiene claro si está vivo, no todo el mundo tiene claro si pertenece a la madre, no todo el mundo tiene claro si el padre tiene derecho a opinar, no todo el mundo tiene claro si este debate pertenece al ámbito científico, espiritual o religioso. Lo que sí está claro es que pertenece al ámbito social, y lo social debe tratarlo el Estado. Se habla con ligereza extrema sobre el aborto, se habla con malicia, con terquedad, con vericuetos supermegahipermetafísicos... y creo que muy pocos de los parlan262 tes ha vivido lo que es un aborto. Yo tampoco. Pero quiero tratar el asunto con delicadeza, con respeto a quien toma la decisión, con distancia respecto a creencias... y con cercanía respecto a sentimientos... ¿Alguien se ha preocupado en estos días de arduo debate de pensar, sólo pensar, al menos pensar, en qué siente la mujer que se arroja a la solución de un aborto? Espero que hayan sido muchos más de las dos o tres personas que he leído y escuchado en ese sentido. Voy a suponer desde mi intuición (no augurio) que ninguna mujer en su sano juicio aborta como entretenimiento, ni siquiera como alternativa anticonceptiva. La realización de un aborto es un poquito más compleja y agresiva que quitar una verruga con bisturí eléctrico, por ejemplo... y en esta intervención debe estar presente un adulto responsable del menor que se somete a ella. La señora con apellido en género (que no sexo) masculino de Aída (la ópera) ha conseguido reclutar expertos que ven conveniente que una adolescente de 16 años pueda abortar sin que lo sepan sus padres. ¿No parece cruel? RodrígueZP, que lo de adivino se le da muy bien, ha declarado que el 90 (y pico) por ciento de las chicas lo compartirán con sus padres, pero que hay casos que claro... que puede ser necesario que los progenitores no intervengan ("por si acaso son muy fachas, y no le permiten abortar a la chica que sí quiere, y hasta a lo mejor le pegan", y esto es mío y especulo para ponerlo no en las dos sílabas de este último tiempo verbal, sino en un supuesto pensamiento). Digo lo de la crueldad porque a la niña se le da la posibilidad de ir sola, inmaduramente, 263 frente a un impacto psicológico que le marcará para toda su vida... y como los padres severos siempre molestan, igual que los maestros, y los curas... y cualquier persona que quiera educar con algo de disciplina... Es cruel para los padres (especialmente para la madre, por su condición de mujer al igual que su hija posible abortadora) porque la ley les está privando de asistir a esa intervención quirúrgica que tanto atenta contra los sentimientos, que tanto hiere el corazón, y así compartir y aliviar el trance con un ser querido. ¿Hacemos entonces leyes crueles? Y ahora me voy por otro vericueto, me arriesgo a extraviarme, no sé si de gozo, renuncia, éxtasis o frustración. Soy hombre y por lo tanto no puedo sentir qué es la maternidad. No sabré nunca qué es sentir un ser creciendo dentro de mi entraña, ventaja que nos lleva el sexo (que no género) femenino y sobre lo que me voy a plantear una petición de firmas para que la ministra me iguale a las mujeres. Pero soy padre, así que, sin firmas, le hago directamente una petición a doña Bibiana. ¿Me deja usted, señora Aído, intervenir en la decisión de abortar de esa chica con la que estoy saliendo y con la que me acosté? No, por supuesto que no. ¿Es el aborto sólo cosa de mujeres? ¿O nos sumergimos en el tópico de que el chico se echa un polvo y se va? Me duele como hombre su tratamiento en desigualdad. Me enseñaron hace mucho tiempo (en el colegio, sabe usted) que hay que saber leer lo que no se dice, porque más habla la elusión o la ausen264 cia que la presencia. Y el depositario del espermatozoide, llamado padre generalmente, no tiene hueco en la decisión. Es probable, que al menos ese casi 10% que RodrígueZP estima para las adolescentes abortadoras en solitario, aplicado al muchacho que ha participado en la fecundación del óvulo de la muchacha, quiera decir algo sobre lo que ha provocado... ¿o no?... ¿o supone el legislador que a esa minoría no hay que darle derechos? Me va interesando esto de la igualdad, con ministerio y todo. Confío en que las generaciones que van entrando en la madurez no se nutran de tantas semillas como determinados comportamientos están venteando para crear monstruitos. 265 La “obroliosis” o mal de la obra Un cuento con chispazo Incluido en la revista “Al corriente”, número 12/1987 Corría el año 1987 y hacía dos que teníamos nuevo dueño y nuevo Director General. Una de sus decisiones fue la reforma total del edificio de la sede central, reforma que veinticuatro años más tarde aún perdura. Las obras se realizaron desalojando parcialmente el edificio, y moviendo las ubicaciones del personal según se iban terminando las áreas a ocupar. Esta es una crónico jocosa de tal evento. La Universidad de Levèreg (Liechtenstein) va a sorprender a la opinión hispana con la próxima publicación de un estudio exhaustivo y profundamente documentado, fruto de la colaboración entre las unidades sociológica y epidemiológica de su Dirección de Medicina y Prevención. El objeto de las investigaciones parte del descubrimiento de una nueva enfermedad: la obroliosis –más adelante detallaremos al respecto, y de sus síntomas y consecuencia. Gracias a nuestros contactos de nuestra corresponsalía en Vaduz, capital del pequeño estado alpino, podemos ofrecer a los lectores un avance de su contenido. Si afirmamos que va a sorprender a la opinión española, no pretendemos diferenciarla por estimarle algún grado de susceptibilidad o superstición, sino por266 que el párrafo referido a la localización de los primeros atisbos epidémicos indica que los brotes más acusados se han detectado a través del Macizo Central de los Pirineos, en el eje Jaca-Huesca, y se están prolongando hasta la capital de antiguo reino aragonés, dejando entrever que podría extenderse hacia el sur de la Península, si las autoridades competentes no arrancan el mal de raíz. Con un lenguaje marcadamente teórico, las conclusiones demostradas explican los síntomas de esta enfermedad contemporánea. Hemos conseguido la colaboración de un cuadro de médicos que cultivan la pedagogía informativa y, gracias a sus amables traducciones, estamos en condiciones de presentar comprensivamente los estudios referidos. Definiremos la obroliosis, o mal de la obra –que nadie traduzca al latín-, como un conjunto de síntomas que se aprecian tras la acumulación, en un edificio o habitáculo más o menos reducido, de actividades encaminadas a un cambio de imagen física. Este mal se produce en aquellos individuos que por motivos laborales no pueden sustraerse a sus consecuencias. Nace como efecto de una trasmutación del estrés al uso de los actuales ejecutivos, que pretenden conseguir resultados en un corto espacio de tiempo. El apresuramiento ocasiona desorganización, descoordinación y sinlicencia, que son caldo de cultivo para el virus de la obroliosis. ¡Ay de los subordinados, porque el portador de la mente impulsora se inmuniza con vacuna de despacho! 267 Creemos necesario describir y divulgar los síntomas que presenta esta dolencia, debiendo constatar el carácter aproximativo del estudio, pues los casos aparecidos no parecen suficientes para dejar atadas todas las causas. Hay que advertir especialmente a aquellos individuos que observen a su alrededor un movimiento inusual de operarios de la construcción, aunque con anterioridad ya se habrá podido apreciar a topógrafos o topolinos, arquitectos o arqueólogos, en disposición de medir, remedir, medrar o remedrar, con una alegría inusitada. Generalmente, suele transcurrir algún tiempo hasta la segunda fase. En ella se comienza a divisar en las estancias una acumulación extraña de objetos: quits de andamiajes, continentes de escombros… y personas desconocidas que estudian la ubicación de enseres, muebles e individuos. A partir de ahí, se precisa actuar contra el mal de la obra, porque a continuación de estos síntomas visuales, aparecen los síntomas acústicos, que producen consecuencias molestas como irritación, desconcentración y otitis aguda. En caso de permitir el desarrollo de esta tercera fase, la evolución de la obroliosis es irreversible. Reunidos los emisores de esta información, decidimos elaborar un análisis empírico de la exposición y, una vez convencidos de que el mal se contagia a través de las mentes impulsoras mencionadas y no a través del contacto directo con los sufridores, nos dirigimos al lugar que el estudio nombraba como último foco descubierto de la obroliosis. Tal como hemos apuntado, no tuvimos que desplazarnos gran distancia: en Zaragoza, en el centro, en 268 la calle de San Miguel, bendito diablo que le ataca, en el número diez, donde se sitúa un edificio en chaflán con Isaac Peral, Premio de Arquitectura “Arquitecto Magdalena”, 1964, se apuntaba el desarrollo de esta enfermedad. Una vez observado el estado del edificio, no fue difícil obtener la primera conclusión: estaban claramente reflejados todos los síntomas que el equipo de Levèreg informaba. Algunos detalles introducirán al lector en el análisis: exceso de polvo depositado en todas las superficies horizontales, maderas apiladas en torno a muros desconchados, deambular de obreros con objetos propios de los gremios de la construcción, apiñamiento de sufridores en habitáculos restringidos, material de trabajo archivado en cajas de cartón propias de otro menester, exceso de contaminación acústica, golpeo de martillos, arrastre de mobiliario, gritos de capataz, protestas del colectivo sufridor… La comunicación con este colectivo nos confirmó las premisas enunciadas con anterioridad, verbigracia: topógrafos o topolinos, arquitectos o arqueólogos, midiendo, remidiendo, medrando o remedrando, en una época no muy lejana. Al comprobar las bases de la epidemia con una exactitud tan abrumadora, nuestro siguiente paso se dirigió a la observación y comprobación directa de las posibles consecuencias de la enfermedad. Antes de enumerarlas, creemos necesario informar de las condiciones especiales en que se desarrolla la obroliosis en este edificio. La estructura antigua y caduca va a ser sustituida por una dis269 tribución acorde con las circunstancias de una nueva empresa. Dicha distribución se fundamenta en el aprovechamiento de espacios, creando balconadas panorámicas, escaleras transparentes y decoración agradable y económica. Esto se consigue mediante el cubrimiento de un patio con una cúpula transparente, sin goteras y sin parasol, lo que facilita la eliminación de ventanas, antaño tan discretas, y la prolongación de las soleras sobre el anterior espacio abierto; en el interior, desaparecen las tabiques para animar la comunicación silenciosa y evitar el cabeceo matutino; se mejora la iluminación con pantallas difusoras y rejillas reflectantes, que dan un ambiente jocoso mediante sus destellos multicolores, y se cubren los suelos con moqueta desinfectada y antipolvo (¡ejem!) que impide el repiqueteo taconil de las señoras. Ya sentadas estas bases y, sin dejar de observar que son parciales en tanto que esta filosofía se mantiene con diferentes modificaciones por otras estancias, estamos en condiciones de enumerar las consecuencias reales y probables de esta grave epidemia: a) Alto nivel de alergia Se aprecia en el inicio de la segunda fase y queda reflejado por estornudos atípicos e irascibilidad del personal. b) Heridas inciso-contusas El traslado de enseres laborales provoca pequeños accidentes en los miembros superiores e inferiores, 270 como arañazos, cortes y quemaduras por frotamiento… sin olvidar el agotamiento físico en individuos poco habituados a estas tareas. c) Desarraigo Las nuevas ubicaciones ocasionan nostalgias y abatimientos, aumentadas por el desconocimiento de cuánto durará el nuevo emplazamiento, cuál será la instalación definitiva y si mejorará su anterior situación. d) Congestiones pulmonares El desarrollo simultáneo de los trabajos modificativos con la actividad laboral, en general sedentaria, provoca alteraciones de la temperatura idónea para dicha actividad, a causa de corrientes de aire a través de pasillos y grietas, incluso, adicionalmente, averías de los sistemas de acondicionamiento. e) Ansiedad El avance imprevisible de las modificaciones incide en un desconocimiento del estado puntual de las instalaciones, por lo que los individuos presentan una actitud inestable ante la incertidumbre de su seguridad: ascensor instalado provisionalmente, peldaño sin ajuste, bandado tambaleante, pintura fresca, agujero sin señalizar. 271 f) Claustrofobia El achique de espacios útiles ocasiona un apiñamiento humano y material en las estancias disponibles, lo que conlleva situaciones de agobio e indiscreción, cultivo de la rumorología por conversaciones mal escuchadas sin deseo expreso y con motivaciones censurables. Todas estas consecuencias desembocan en una sensación de impotencia, presión o abatimiento, según los casos particulares. g) Riesgo de embolias El descenso de las señoras vestidas a la antigua usanza o a la moda postmoderna por los descritos peldaños transparentes provoca avidez o sonrojamiento. En el primer caso, el estiramiento de las vértebras cervicales y, en el segundo, el agolpamiento instantáneo de sangre en el rostro, presentan el riesgo de crear coágulos que desembocarían en situaciones críticas. h) Pesimismo Aquellos individuos que logran superar las consecuencias anteriormente expuestas se lanzan a una cuestión espeluznante, no exenta de implicaciones posteriores: ¿y todo esto tendrá fin algún día? Con esta exposición no pretendemos ser agoreros, pero en cualquier caso creemos necesario informar de esta neófita epidemia a los lectores, para que en la observan272 cia de los indicados síntomas irreversibles tomen la precaución de someterse a los cuidados de un psicoanalista, o médico de cabecera, para aplacar con garantía sus secuelas inevitables. Sirva como esperanza la confirmación de que no se ha contabilizado por obroliosis ningún desenlace mortal. 273