INTRODUCCIÓN Cuando hace unos años leí La forja de un rebelde

Transcripción

INTRODUCCIÓN Cuando hace unos años leí La forja de un rebelde
Historia del relato y relato de la historia.
La obra autobiográfica de Arturo Barea, Elżbieta Bender, Wydawnictwo UMCS, Lublin 2016
I N T RO D U CC I Ó N
Cuando hace unos años leí La forja de un rebelde, me sorprendió la
manera tan personal y al mismo tiempo tan completa y convincente
en que Barea plasmaba su propia vida y la historia de su país. Gracias
a este libro tuve la sensación de haber entendido las emociones de
los españoles arrastrados a la Guerra Civil y de sus descendientes
que, todavía a finales del siglo XX, se negaban a opinar sobre aquella
confrontación fratricida. Siendo extranjera ignoraba los motivos por
los que el acontecimiento más dramático en la historia de España,
muchos años después de la transición democrática, seguía siendo un
tema tabú, hasta que un día un amigo español, incomodado por la
insistencia de mi curiosidad, estalló: “No puedes imaginarte cómo se
siente un campesino cuando de noche le sacan de su casa, le meten
un fusil en la mano y le obligan a disparar, sin preguntarle sus convicciones políticas, si es que las tiene”. En aquel momento entendí que
era indecente hacer preguntas sobre la Guerra Civil.
Más tarde, en la nueva centuria, descubrí que la percepción de los
españoles de su reciente pasado empezaba a cambiar1. Las nuevas
generaciones reclamaron información sobre la historia de su país. El
gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero inició una nueva
política histórica cuyo objetivo era dar voz a los vencidos, reparando
así los daños que estos habían sufrido, y esclarecer los enigmas de la
Segunda República, la Guerra Civil y la dictadura franquista. Desde
1
Para referirse a los cambios en la percepción del pasado reciente del país, se emplean
expresiones tales como: “despertar tras la amnesia”, “romper el pacto del silencio”,
la “memoria histórica”, la “nueva política histórica”.
entonces se publicaron numerosos estudios historiográficos, así como
novelas históricas inspiradas en aquella época2.
A pesar de este nuevo ambiente de sensibilidad histórica, la obra de
Arturo Barea sigue siendo relativamente poco conocida entre los lectores españoles, lo que se explica por la postura muy crítica del autor
frente a ambos bandos de la Guerra Civil. Ya que, durante el conflicto,
Barea apoyó a la República, pero con el tiempo se fue desencantando
al ver los errores de sus camaradas, y finalmente, tuvo que abandonar
Madrid porque le amenazaron personalmente.
En el último tomo de su autobiografía La llama, aparte de evocar la
heroica defensa del Madrid sitiado, Barea plasmó con todo detalle el
ambiente de terror político implantado por los comunistas. En consecuencia, para la derecha el escritor era un enemigo y para la izquierda,
un traidor a la causa. Rechazando la postura partidista, Barea consiguió dejar un testimonio hondamente humanista que desmitifica la
guerra y que amplía considerablemente los conocimientos acerca de
la época más oscura de la historia española.
Conviene subrayar que, a pesar de presentar ciertas diferencias en la
estructura narrativa, casi todos los relatos de Barea son autobiográficos o se inspiran en ciertos episodios de la vida real del autor, entre los
que destaca la experiencia de la Guerra Civil. Su autobiografismo hace
que las herramientas de la teorías narrativistas sean aquí difícilmente
aplicables, por lo que es necesario recurrir a otros métodos analíticos
que resalten los vínculos entre la forma del relato, la realidad histórica
plasmada en este relato y el mensaje ideológico del mismo.
La obra autobiográfica de Barea se presenta como materia idónea
para ensayar nuevas prácticas analíticas de la corriente sociocrítica
cuyo objetivo es explorar en las relaciones entre lo literario, o lo textual, y lo extraliterario, o lo real. Por eso, en el presente trabajo me
propongo llevar a cabo un análisis exhaustivo de la obra bareana que
contemple no solo la forma del texto, sino también las experiencias
vitales del escritor y la época en la que se concibió dicho texto. Se
trata de los elementos extraliterarios que las teorías narrativistas del
2
José Carlos Mainer (2006) define estas narraciones con el marbete la nueva novela
de la Guerra Civil.
/ 8 /
H is to ria del relato y relato de la his to ria …
siglo pasado desestimaron y que hoy se consideran como factores
que en muchos casos determinan la gestación, la forma y el mensaje
de una obra literaria.
Para el análisis de los textos autobiográficos de Barea, dada su complejidad argumental y su pluridimensionalidad, tendré que recurrir
a diferentes disciplinas como historiografía, sociología, psicología,
teoría y tradición literarias. De este modo, espero demostrar que una
obra literaria, especialmente la autobiográfica, no tiene por qué ser
únicamente un producto estético o intelectual: aunque es sobre todo
una narración muy personal que refleja sentimientos y reacciones de
su autor en determinadas circunstancias, también es un testimonio
de primera mano que recrea el ambiente de una época histórica. En
cualquier caso es siempre una respuesta a la necesidad emocional del
autor, quien desea compartir con alguien sus alegrías o temores.
En el presente trabajo me centraré en los tres tomos de La forja de
un rebelde, la colección de cuentos Valor y miedo y algunos relatos
sueltos, mencionando en ocasiones otros textos bareanos cuyo conocimiento es imprescindible para seguir el desarrollo social, emocional
y literario de Arturo Barea.
I N TRODUCCIÓN
/ 9 /
1. V I DA Y O B R A D E A RT U RO B A R E A
Los biógrafos de Arturo Barea han sido muy pocos y, además, han
contribuido muy escasamente a ampliar la información sobre la vida
del escritor. Pues, esta ha sido magistralmente plasmada por el mismo
Barea, quien, en su extensa autobiografía, La forja de un rebelde, trazó
detalladamente su infancia y su juventud, su experiencia de la guerra de
Marruecos y de la Guerra Civil y, finalmente, su exilio en Francia.
La famosa obra autobiográfica de Barea abarca tres copiosos volúmenes, La forja, La ruta y La llama. Su narración se inicia con la
imagen del pequeño Arturo jugando con otros niños en la orilla del
Manzanares, donde su madre trabajaba de lavandera. En seguida se
nos aclara a los lectores que la familia de Barea se trasladó de Badajoz
a Madrid, tras la muerte de su padre, cuando Arturo tenía tan solo
dos meses de edad3.
En La forja el escritor evoca su infancia y adolescencia marcadas
por su origen humilde. Cuenta cómo su madre, tras enviudar, tuvo que
mudarse con los niños a Madrid con la esperanza de solucionar allí sus
graves problemas económicos. Trabajaba como lavandera y asistenta,
pero a pesar de que aceptaba cualquier faena, disponía de escasos
medios para mantener a sus cuatro hijos. Por eso, el hijo mayor se fue
a Córdoba a casa de un tío materno y al pequeño, a Arturo, lo acogieron unos parientes acomodados: gracias a su dinero el chico iba a un
colegio privado y frecuentaba los lugares de tertulia más prestigiosos
y más concurridos del Madrid de la época. Esa circunstancia fue muy
3
Según Torres Nebrera (2002: 18), en la obra bareana casi no hay referencia a la etapa
pacense de su vida, porque el mismo escritor se consideró siempre madrileño.
importante para Barea porque supuso un considerable ascenso social. Sin embargo, también le hizo sentirse desarraigado de su propio
estamento. Barea reconoce varias veces haber experimentado la sensación de vivir entre dos clases sociales: la burguesía y el proletariado.
A la primera le unía el agradecimiento que sentía hacia sus tíos, con
quienes vivía los días de entresemana, mientras que con los obreros
se identificaba a causa de su madre y sus hermanos, a quienes visitaba
los fines de semana. Las experiencias de ambos ambientes, el burgués
y el del barrio obrero, le formaron como futuro socialista, consciente
de la situación de los trabajadores.
Después de la muerte de su tío, Arturo tuvo que abandonar sus
estudios y durante un par de años realizó varios trabajos pasajeros
hasta conseguir el puesto de meritorio en el Crédit Lyonnais. En este
reconocido banco entró en contacto con los sindicalistas y se concienció de los crecientes conflictos laborales. Como subraya muchas veces
el mismo Barea, en aquella época su actitud rebelde le hizo cambiar
frecuentemente de puestos de trabajo. Rodríguez Richart (1989: 238)
resume así su carácter de entonces: “independiente, rebelde, no exento
de arrogancia y orgullo, inconformista, intransigente, agresivo, incapaz de someterse a una disciplina”.
Gracias al siguiente volumen de la autobiografía, La ruta, conocemos la experiencia de Barea como soldado de filas en la guerra de
Marruecos. La narración del libro abarca el periodo de 1920 a 1925,
que corresponden principalmente a la traumática vivencia castrense del escritor en África, pero también a la etapa inmediatamente
posterior al licenciamiento. En Marruecos, Barea fue testigo de la
enorme corrupción de los oficiales y de las deplorables condiciones
en las que vivían los soldados. Vio la muerte de varios compañeros
y la espantosa crueldad del enemigo. La experiencia de la guerra le
hizo aborrecer la ambición colonial de España y le convirtió en un
hombre hondamente pacifista.
Después de su vuelta a Madrid, Barea se percató del tenso ambiente
socio-político de una España abrumada por la crisis económica, el alto
índice de paro, los conflictos laborales y regionalistas. El escritor pudo
entonces confrontar su propia experiencia marroquí con las opiniones
y los rumores que corrían al respecto entre el pueblo, los dirigentes
/ 12 /
H is to ria del relato y relato de la his to ria …
políticos y los medios de comunicación, llegando a la conclusión de
que las versiones oficiales sobre el conflicto distaban mucho de lo que
él mismo vio en África.
En una situación poco favorable para reintegrase a la vida civil,
a Barea le resultó sorprendentemente fácil encontrar trabajo: un viejo
amigo suyo le ofreció un puesto en su oficina; propuesta que aceptó
a pesar de un salario miserable. Poco después consiguió el empleo en
la Oficina de Patentes, lo que mejoró considerablemente su situación
económica y le convirtió en un burgués, aunque eso sí, en contra de
su voluntad. En 1924 Barea se casó con Aurelia Grimaldos, pero su
matrimonio resultó un verdadero fracaso: Arturo, a pesar de su acomodada posición económica, seguía siendo un hombre de izquierdas
y sus convicciones ideológicas no congeniaban en absoluto con las
aspiraciones típicamente burguesas de su mujer.
El último tomo de la serie, La llama, se abre con la escena en la
que Arturo viaja rumbo a Novés, un pueblo de Toledo, donde había
montado su casa del pueblo, un lugar de descanso para los fines de
semana. En esta ocasión el escritor vuelve a recalcar la incompatibilidad de carácteres entre su mujer y él y sus consecuencias: la separación amistosa, la reconciliación forzada por los familiares en vista
del bien de los niños y la relación extramatrimonial con María, una
compañera de la oficina.
Paralelamente a los problemas personales, Barea vivió con mucha
preocupación el aumento de la tensión social inmediatamente anterior a las elecciones de 1936. Participó activamente en la campaña
electoral apoyando al Frente Popular y luego, tras la victoria de la
coalición republicana, observó horrorizado los disturbios, el caos y la
inercia de las autoridades, incapaces de frenar la creciente crueldad
entre los oponentes políticos. En el momento del estallido de la Guerra
Civil, Barea estaba en Madrid, dispuesto a ayudar a la República en
lo que fuera necesario. Primero se hizo cargo de formar e instruir los
batallones de los milicianos, aplicando sus experiencias de sargento adquiridas en la contienda marroquí. Luego, aceptó el puesto de
censor en la Oficina de Prensa Extranjera en el Ministerio de Estado.
Fue un trabajo agotador, pero muy importante para la propaganda
republicana: Barea era responsable de controlar la información que
1 . V I DA Y O B R A D E A R T U R O B A R E A
/ 13 /
se enviaba al extranjero sobre el desarrollo de la guerra. En la oficina
de censores Barea conoció a Ilsa Kulcsar, una intérprete austriaca,
luchadora socialista, con la que compartiría sus ideales socialistas
y la que se convertiría primero en su amiga y luego en su esposa.
Arturo Barea con su esposa Ilsa Kulcsar en Inglaterra
(Fuente: http://www.cineraro.com/articulos/la%20forja%20de%20un%20rebelde%20arturo%20barea.htm)
En el Madrid sitiado por los franquistas, Barea fue testigo de la
valentía del pueblo madrileño y de las penurias de su vida cotidiana.
Al principio admiraba el heroismo de la defensa republicana y la solidaridad de los sitiados. Pero con el tiempo se fue decepcionando al
observar la creciente rivalidad entre los distintos grupos del bloque
republicano y la falta de coordinación del mando. Le indignaban la
crueldad y la injusticia de sus compañeros de lucha. Cuando los comunistas se hicieron con el poder en el Madrid sitiado, aumentó el
ambiente de sospechas y acusaciones. Ilsa y él se vieron afectados
por las luchas internas: sufrieron revisiones de su casa, frecuentes
interrogatorios y hasta detenciones. Se les acusó de simpatizar con los
trotskistas, por lo que algunos amigos suyos consideraron arriesgado
que siguiesen viviendo en Madrid y les aconsejaron abandonar la capital. La complicada situación personal de Barea, junto con la creciente
amenaza de los bombardeos, la omnipresente destrucción y la muerte,
se convirtieron en la cotidianeidad de la vida bareana durante la gue/ 14 /
H is to ria del relato y relato de la his to ria …
rra. Aquellas experiencias llevaron a Barea a padecer síntomas de una
enfermedad psíquica cada vez más alarmantes. Cuando en 1937 se
intensificaron los conflictos entre las diferentes facciones de la República, se agravaron también los problemas de salud de Barea, por lo que
el escritor decidió abandonar definitivamente Madrid. Se fue, junto
con Ilsa, a la costa de Alicante y luego a Barcelona. Allí, terminó la
redacción de sus cuentos en los que estaba inmerso desde hacía algún
tiempo. En 1938, Arturo e Ilsa abandonaron España y se trasladaron
primero a París, y posteriormente, en marzo de 1939, a Inglaterra.
La etapa de la vida bareana correspondiente a su exilio en Inglaterra ya no queda incluida en La forja de un rebelde. Entonces, para
completar la biografía del autor, hay que recurrir a la información
contenida en la prensa y en las fuentes de Internet. Así nos enteramos
de que durante los 18 años de exilio en Inglaterra, el escritor se adaptó perfectamente al modo de vida de su nueva patria, consiguiendo
icluso la nacionalidad británica en 1948. Continuó su actividad literaria y trabajó en la BBC londinense llegando a pronunciar más de
900 charlas radiofónicas bajo el pseudónimo de Juan de Castilla. Sus
emisiones gozaron de mucha popularidad entre los oyentes hispanos,
por lo que las autoridades franquistas hicieron todo lo posible para
desacreditar a su autor: en 1956, se difundió la noticia de que Barea,
que se declaraba español y trabajaba para el servicio de la BBC, era
“el inglés Arturo Beria”. De este modo, el régimen franquista intentó
que se confundiera el nombre de Barea con el del político ruso Beria,
sobre quien pesaban las acusaciones de ser responsable de las más
duras represalias de la época estalinista en Rusia4 .
Barea falleció a causa de un infarto, en Faringdon, un pueblo del
condado de Oxford, el 24 de diciembre de 1957. Sus cenizas fueron esparcidas en el jardín de su casa en una aldea a las afueras de Faringdon,
en la finca del aristócrata Lord Faringdon, quien apoyó activamente
la causa de la República española e incluso trabajó, en 1936, en un
hospital de campaña en el frente de Aragón durante la Guerra Civil
(Chislett: 2010).
4
http://www.rtve.es/television/20090526/forja-obra-clandestina-franquismo/
278774.shtml [Consulta: 7.06.2015].
1 . V I DA Y O B R A D E A R T U R O B A R E A
/ 15 /

Documentos relacionados