BOTÁNICA DE CAMPO VIII

Transcripción

BOTÁNICA DE CAMPO VIII
BOTÁNICA DE CAMPO VIII
JARDÍN DE AYORA
Una vez más nos embarcamos en un recorrido botánico por uno de los jardines de
Valencia. Esta vez por el poco conocido Jardín de Ayora. Ya es el octavo recorrido por nuestra
ciudad y ello se nota al comprobar vuestros avances. Puedo deciros que ya estáis en el segundo
nivel de conocimiento de la flora de nuestras calles. Juzgar vosotros mismos y os daréis cuenta de
los avances. El primer nivel sería el del que solo sabe distinguir entre un pino y una palmera, y ese
no es vuestro caso, ni mucho menos. Pero lo más importante, amén de reconocer un montón de
nuevas especies, es que ahora os fijáis en lo que veis. Al pasar por las calles y ver las alineaciones
de las aceras; al pasar por un parque o un jardín, ya no solo veis árboles, sino que veis jacarandas,
veis falsas pimientas, veis washingtonias, tipuanas o ficus, y eso, os puedo asegurar, que es un
triunfo de todos vosotros, por el interés que habéis mostrado y también por la paciencia que
demostráis con mis explicaciones. Sobre todo cuando soportáis estoicamente tanto nombre
científico, que muchas veces os suenan a chino pero que anotáis con paciencia e interés, y ahí
están los resultados ¡Enhorabuena!
No hace falta que os lo diga, pero al reconocer la flora ciudadana, aunque solo sea
someramente; al ser capaces de distinguir y dar nombre a lo que vemos plantado en nuestras
calles, el paisaje cobra para nosotros una nueva dimensión. Los árboles que vemos ganan el
protagonismo que merecen como seres vivos, tan importantes como son para la vida en el
planeta. De otra parte está el orgullo personal de conocer sus nombres y algo de su existencia,
pudiéndolo trasladar también a nuestros hijos o nietos. Vuelvo a daros la enhorabuena y os animo
a continuar así. Por mi parte, seguiré apoyando y llevando adelante esta actividad que tanto nos
agrada y tanto beneficio nos reporta.
Comencemos con la exposición del Palacete y a continuación veremos su jardín:
Palacete de Ayora con su jardín y la huerta que le rodeaba. Imágenes tomadas en 1970
Palacete y jardines anexos. Fotografías tomadas en la actualidad.
El Jardín de Ayora, junto con el Palacete de su mismo nombre, corresponde a un conjunto
arquitectónico que es propio de la burguesía valenciana de finales del S.XIX y principios del XX. Al
igual que otros similares que aún quedan en la ciudad, eran las casas de recreo que se hacían
construir las familias adineradas de la época. Generalmente se edificaban en las afueras de la
ciudad, cerca de la playa o de la huerta. El palacete de Ayora, cuando se construyó, estaba en
medio de la huerta conocida como de Algirós, por ser la acequia de Algirós, principal ramal de la
acequia de Mestalla, la que regaba esas tierras. La vivienda, junto con el jardín que la rodea, fue
edificada en el año 1900 por el arquitecto valenciano Pelegrín Mustieles (1846-1905). El Palacete
es de estilo modernista con detalles clasicistas. Es de planta cuadrada y está rodeado por una
terraza con balaustrada de obra. Consta de tres plantas y está rematado por una torrecilla como
miramar. El interior está profusa y lujosamente decorado aunque, en la actualidad, permanece
cerrado al público a la espera de darle un uso definitivo. La obra se realizó como segunda vivienda
para la familia de José Ayora, importante comerciante de calzados de Valencia. Como referencia a
su actividad comercial, vemos coronando la fachada principal una imagen del dios Mercurio con la
fecha de 1900 y en una cenefa que rodea la segunda planta, unas imágenes en cerámica
policromada del Caduceo, otro símbolo del comercio. El jardín que envuelve la edificación y que se
prolonga hacia el sur, tiene una superficie total de 17.000 m2. Es de planta rectangular y está
rodeado por una tapia de obra. Está decorado con bancos de azulejos valencianos y una fuente.
En la actualidad, los árboles que ocupan el jardín en su mayoría son especialmente altos y
corpulentos. Muchos de ellos corresponden a la plantación original y otros, más pequeños, se han
ido plantando posteriormente por el Ayuntamiento que es quien ostenta actualmente la
titularidad del conjunto. Destacan las palmeras Washingtonias que flanquean la entrada y otros,
que por su importancia o dimensiones, se detallan a continuación.
SOBRE EL ARQUITECTO PELEGRÍN MUSTIELES
Pelegrín Mustieles Cano, nace en Valencia (1846-1905). Trabajó en Valencia desde el año
1870, proyectando y construyendo diferentes obras, muchas de ellas ya desaparecidas. En 1891
construye unos almacenes para los hijos de José Ayora en el camino de Algirós, frente a la estación
del Cabañal. En mayo de 1893 se encarga del proyecto de la casa de Ángeles Grau en la calle Pintor
Sorolla, más conocida como Palacete de Pescara, lo que ahora corresponde a las oficinas centrales
de Bankinter en Valencia. Entre los años 1890 y 1900 edifica para José Ayora el llamado Palacete
de Ayora. En el mismo año, proyecta la casa para F. Navarro en la calle del Reloj Viejo, 9 imitando
el estilo de los palacios del siglo XVIII. Tres años después realizará su última obra: la casa para
Ángeles Grau en la calle de la Paz, 36, que ostenta una fachada modernista como el resto de
edificaciones que embellecen dicha calle.
DESCRIPCIÓN DEL ARBOLADO
En la entrada principal hay cuatro palmeras washingtonias (Washingtonia filifera) de buen
porte y unas palmeras canarias (Phoenix canariensis) de más de cien años todas ellas. Rodeando la
casa podemos ver varios árboles de Júpiter (Lagerstroemia indica), árbol del amor (Cercis
siliquastrum), ciruelos rojos (Prunus cerasifera), un limonero (Citrus limon) y varios pinos carrascos
(Pinus halepensis). Pero lo más destacable en esta zona del jardín, además de las palmeras, son
dos grandes ficus (Ficus elastica) y otras dos araucarias (Araucaria heterophylla, var. columnaris)
de importantes dimensiones.
Si nos adentramos en el propio jardín a través de una cancela, encontramos un pequeño
bosquete de bambúes (Bambusa indica), también moreras (Morus nigra) y más grevilleas
(Grevillea robusta). Grupos de jacarandas (Jacaranda mimosifolia), pitosporos (Pittosporum
tobira), un conjunto de grandes chorisias, también conocidas como ceibas (Chorisia speciosa o
Ceiba speciosa), melias (Melia azedarach), unos aligustres (Ligustrum lucidum) casi irreconocibles
por la altura que han alcanzado. Más casuarinas (Casuarina cunninghamiana) y grandes eucaliptus
(Eucaliptus camaldulensis). De todos estos ejemplares, llaman la atención las ceibas, las casuarinas
y los aligustres, estos últimos porque en las plantaciones de la ciudad los solemos ver recortados y
mucho más pequeños.
Grevillea robusta con detalle de la inflorescencia y de las hojas.
Las Grevilleas las podemos ver ahora en plena floración. Encontramos muchas de ellas en
diferentes tramos del Jardín del Turia. Se identifican fácilmente por sus grandes inflorescencias
situadas en perpendicular al tronco, y por su color amarillo cobrizo. La grevillea es un árbol que
procede de Australia. La forma de sus hojas nos recuerdan las frondes de los helechos.
Casuarina cunninghamiana con detalle de sus frutos y las pequeñas flores rojas.
La Casuarina es otro árbol australiano que ya hemos visto y reconocido en los diferentes
paseos por la ciudad. Es abundante en parques y jardines y alcanza una gran altura. Recordad
cómo se le conoce vulgarmente por su parecido con los pinos. Precisamente por ese parecido
puede hacernos pensar que se trata de una gimnosperma pero, en realidad, es una angiosperma y
sus pequeñas flores se encuentran al final de las ramas femeninas.
Encontraremos también un espigado acebuche (Olea europea, var. sylvestris), bastantes
arces negundo (Acer negundo) y un par de ombús (Phytolacca dioica).
Phitolacca dioica (Ombú) con su abultado tronco y detalles de sus inflorescencias colgantes.
El ombú es fácil de reconocer por su grueso tronco. Generalmente, las abultadas raíces
emergen de la tierra y se apiñan entre sí creando muchas veces formas zoomorfas. Otro detalle
reconocible son sus inflorescencias que crecen en racimos péndulos. En Valencia lo hemos podido
ver en alguno de nuestros paseos y es fácil encontrarlo también en terrenos abiertos, pues necesita
mucho espacio para extender sus raíces. Para contemplar una espectacular alineación de estos
grandes árboles con las extrañas formas de sus troncos, os recomiendo la visita al paseo central de
la calle J.J. Dómine, la calle porticada frente al puerto. Allí encontraréis varias decenas de estos
preciosos árboles, plantados en los años sesenta. Es el árbol nacional de Argentina.
Vamos a ver algunas palmeras livistonas (Livistona chinensis) y un ficus Ali, de hojas
estrechas (Ficus bennendijkii). En el centro del jardín podemos contemplar un grupo de grandes
ficus australianos (Ficus macrophylla), varios ginkgos (Ginkgo biloba), algunos álamos (Populus
alba), también un ficus benjamina (Ficus benjamina), y un poco común árbol del coral (Erythrina
crista-galli). Y al fondo del jardín, pegados a la tapia de obra, encontramos unos viejos y grandes
cipreses (Cupressus sempervirens) que nos darán la despedida.
Erythrina crista galli con detalle de su llamativa inflorescencia y las hojas trifoliadas.
La Eritrina, conocida en nuestra latitud como árbol del coral, es un árbol que procede de
Sudamérica. Pertenece a la familia de las leguminosas. Su fruto es una legumbre estrecha y
negruzca, que encierra varias semillas rojas del tamaño de pequeñas alubias. Se le puede
identificar por su tronco tortuoso e irregular y sobre todo por sus racimos de flores rojas. Las hojas
son trifoliadas y las ramas espinosas. Es poco frecuente verlo en nuestros jardines, aunque lo
podemos encontrar en el tramo VII del Jardín del Turia, a la altura del Museo de Pio V.
El conjunto del jardín presenta un espacio agradable y relajado, muy poco conocido por los
valencianos y que vale la pena visitar de vez en cuando al igual que otros jardines clásicos de la
ciudad, como el Jardín de Monforte o el Jardín Botánico.
Los alrededores del jardín están urbanizados con un paseo arbolado, junto a la entrada de
la estación del metro. Allí también podremos admirar bonitos árboles que se plantaron no hace
mucho, como unos Tamariscos o Taray (Tamarix gallica), una poco frecuente Paulonia (Paulownia
tomentosa) y unos preciosos, al tiempo que rara variedad de Plátanos, con hojas profundamente
lobuladas (Platanus orientalis, var. insularis).
Tamarix gallica en flor y detalle de sus hojas.
El Tamarix gallica, conocido comúnmente como Taray, es un árbol con pequeñas
inflorescencias blancas o rosa pálido. Las hojas son escamiformes, muy parecidas a las del ciprés.
Son suaves y penden de las ramas como plumeros. Es reconocible por su copa desgarbada y su
follaje péndulo y suave. Se suele plantar en zonas de litoral. En Valencia lo podemos encontrar en
la franja ajardinada del Paseo Marítimo de la Malvarrosa y en diferentes calles de aquella zona. No
debemos confundirlo con el tamarindo, cosa que a veces ocurre por su nombre, pues el tamarindo
es un árbol frutal de hojas compuestas y abultados frutos colgantes en legumbre.
Paulownia tomentosa con detalle de sus frutos y flores.
La paulonia es un árbol muy reconocible por sus grandes hojas y sus flores violeta en forma
de dedal. El fruto es parecido a las almendras aunque más grandes. Es originario de China y puede
alcanzar los veinte metros de altura. Las hojas, así mismo, anchas y blandas, pueden llegar a los
sesenta centímetros. En Valencia es muy difícil encontrar esta especie, pero existe algún ejemplar
en los Viveros, en el Jardín del Turia y en el Parque de Benicalap. Más esta que hay plantada en el
exterior del Jardín de Ayora, junto a la estación del metro.
Platanus orientalis, var. insularis. Detalle de sus hojas estrechas y profundamente lobuladas.
El plátano es uno de los árboles más plantados en nuestras ciudades por su rápido
crecimiento y valor ornamental. Alcanza rápidamente una altura considerable y puede llegar hasta
los treinta o cuarenta metros de altura. Es originario del este de Europa, donde forma bosques
naturales en amplias zonas del Cáucaso. Se trata de una especie que resiste muy bien cualquier
tipo de suelo, así como la polución y el estrés de la ciudad. Se ha usado en España desde el siglo
XVII como árbol de sombra en espacios abiertos, parques y alineaciones en avenidas. Fácil de
reconocer por sus hojas más o menos lobuladas, sus frutos que forman pequeñas esferas con la
superficie llena de pequeñas prominencias incisivas, que son las semillas, y por la corteza escamosa
que se desprende en láminas.
Esta variedad de Platanus orientalis, está muy poco extendida por España. La alineación
que podemos ver junto al Jardín de Ayora, son los únicos ejemplares existentes en Valencia. Se
distingue de los demás plátanos en la profunda lobulación de sus hojas y en la corteza escamosa
de color verde claro. También resultan muy atractivos por su follaje que, en otoño, adquiere un
intenso tono rojo anaranjado. Veamos las diferentes especies plantadas en Valencia:
Platanus occidentalis.
Platanus x hispanica.
Platanus orientalis.
Platanus orientalis. var. insularis.
SOBRE LOS FICUS
Los ficus pertenecen a la familia de las moráceas, oriundos de las zonas tropicales e
intertropicales. En Valencia tenemos adaptadas diferentes especies de ficus distribuidas por
nuestros parques y jardines. Cada una de ellas es perfectamente distinguible si nos fijamos en sus
detalles. Los ficus son unas especies que en general se distinguen por sus hojas coriáceas, por su
nervio central profundamente marcado y por sus troncos macizos con raíces aéreas que caen
desde las ramas principales. Sus frutos son los higos que, más grandes o más pequeños, están
siempre presentes en los ápices de los tallos. Si tomamos uno de ellos y lo abrimos por la mitad,
veremos en su interior la clásica infrutescencia que todos hemos visto en nuestros higos
comestibles. La higuera común o higuera mediterránea es la única especie de ficus propia de
nuestras latitudes.
Algo que sorprende sobre los ficus y que ya os conté cuando estuvimos en el Parterre, es su
fecundación. La fecundación de los frutos del ficus es un capítulo apasionante en la historia de la
biología ya que solo se realiza a través del mutualismo entre el árbol y una pequeña avispa
polinizadora. Cada especie de ficus es polinizada por una especie concreta de avispa y cada avispa
solamente se puede reproducir dentro de esa especie de ficus. Recordad que la avispa que
fecunda y al mismo tiempo se reproduce en el Ficus macrophylla es la Pleistodontes froggatti. Así
mismo, desde hace sesenta millones de años la avispa Blastophaga psenes, se ha encargado de
polinizar nuestra higuera mediterránea (Ficus carica) y ha coevolucionado con ella.
Quisiera aprovechar aquí que hablamos de los ficus para haceros ver las notables
diferencias existentes entre el género ficus y los conocidos magnolios, que tantas veces se
confunden. Bien es cierto que las hojas de unos y otros se asemejan por ser brillantes y coriáceas,
pero solo eso, porque las hojas del magnolio, a diferencia con el ficus, se doblan sobre sí mismas y
tienen los bordes algo ondulados. El tronco también es totalmente diferente y sobre todo el fruto.
Sencillamente fijaros en el fruto: si es un higo, será un ficus. Y aquí un ejemplo:
Ficus macrophylla
Magnolia grandiflora
CLAVE PARA LA IDENTIFICACIÓN DE NUESTROS FICUS.
En las librerías están a la venta unas guías de árboles que recogen fotografías y
explicaciones, bien sobre los árboles mediterráneos o sobre los árboles de Europa o sobre los
árboles en general, pero no encontraréis nada concreto sobre los ficus. Así pues y dada la
comprensible dificultad para el reconocimiento de los diferentes ficus plantados en nuestra
ciudad, he creído conveniente componer esta clave que podrá ayudarnos a ir explorando los
detalles que les diferencian y, poco a poco, conocerlos mejor:
Ficus macrophylla: Hojas ovaladas, verde brillante por el haz y más
pálidas por el envés, de 20 x 12 cm. aprox. Peciolos de hasta 15 cm. Frutos de 2 a 2.5 cm. de
diámetro. Lo encontramos en nuestros principales jardines. Son nuestros árboles más
emblemáticos y centenarios, conocidos por su corpulencia: Jardín de Viveros, Glorieta, en el
exterior del Jardín de Monforte y el Parterre.
Ficus microcarpa. var. nitida: Hojas lanceoladas, coriáceas.
Color verde pálido, más claro por el envés de 10 x 5 cm. aprox. Frutos sésiles (sin pedúnculo),
dispuestos en pares. Lo podemos ver formando doble alineación en la calle Colón y también en
los Viveros y otras partes de la ciudad.
Ficus elastica: Hojas grandes de 30 x 15 cm. aprox., coriáceas
y de color verde brillante por el haz y más pálido por el envés. Estípula larga color rojo, de hasta 15
cm. Peciolos de 5 a 10 cm. Nervio central muy sobresaliente por el envés. Se suele cultivar para
interiores. Está presente en parques y jardines de nuestra ciudad. Porte parecido al Ficus
macrophylla, pero fácilmente distinguible por las hojas más grandes y oscuras.
Ficus benjamina: Ramaje colgante. Hojas de 6 x 10 cm.,
aprox. Con base obtusa y el ápice acuminado, prolongado unos dos centímetros. Color verde
pálido por ambas caras. Nervadura poco marcada. Se cultiva para interiores en macetas. Podemos
encontrarlo también plantado en tierra firme en nuestra ciudad y en macetones por todo el centro
histórico. También en su variedad “variegata” en dos tonos de verde.
Ficus binnendijkii: Hojas estrechas y largas de 4 x 15 cm.,
con el ápice pronunciado y la nervadura poco marcada. Color verde oscuro por ambas caras. Lo
podemos ver en el tramo VII del Jardín del Turia y, en el tramo VI del mismo jardín, recayente a la
calle Guadalaviar. También hay uno en el patio interior del Palacio Arzobispal.
Ficus religiosa: Muy raro. Especie muy poco común. Hoja
anchamente cónica de hasta 17 x 12 cm. Fácilmente identificable por su base truncada y un ápice
largamente acuminado de hasta 6 cm. Peciolo de unos 10 cm. No lo he encontrado en el centro de
Valencia, pero sí en Pinedo, en la Carrera del Riu, junto a la barraca Restaurante Genuina.
Ficus drupacea: Hojas elípticas de hasta 30 x 15 cm. Base
redondeada y color verde brillante. Peciolo de unos 5 cm., y nervadura marcada por ambas caras y
frutos rojos al madurar. Encontramos algunos ejemplares aislados en la prolongación del Paseo de
la Alameda, frente al Palau de la Música y también hay alguno en una pequeña zona ajardinada de
la calle Joan Verdeguer, frente al puerto.
Ficus carica: Nuestra higuera común a la que no hace falta
describir. La tenemos en patios interiores de casas antiguas y falta en parques y jardines. Al ser
una especie espontánea, a veces la vemos crecer en los lugares más insospechados, como solares
abandonados o en márgenes de viejos caminos.
Y esto ha sido todo. Muchas gracias y hasta la próxima.

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