Definiendo la globalización.

Transcripción

Definiendo la globalización.
CLM.ECONOMÍA, Nº 10, Primer Semestre de 2007. Págs. 15-63
Definiendo la globalización.
Jan Aart Scholte
Centre for the Study of Globalisation and Regionalisation
University of Warwick
Resumen
El conocimiento de la globalización depende en gran medida de cómo se defina
el concepto. Tras un paseo por la historia del vocabulario “global”, este artículo sugiere
varios principios que deberían informar sobre la manera como se definen la globalidad
(la condición) y la globalización (la tendencia). Sobre esta base, se rechazan cuatro
concepciones comunes del término en favor de una quinta que identifica la globalización con la extensión de las conexiones transplanetarias –y más recientemente de la
supra-territoriales– entre la gente. Para distinguirla de las exageraciones globalistas, se
incorporan media docena de matizaciones a esta definición.
Palabras clave: globalidad, globalización, concepto, conocimiento, principios.
Clasificación JEL: F01, F59
Abstract
Knowledge of globalization is substantially a function of how the concept is defined.
After tracing the history of ‘global’ vocabulary, this paper suggests several principles that
should inform the way globality (the condition) and globalization (the trend) are defined.
On this basis four common conceptions of the term are rejected in favour of a fifth that
identifies globalization as the spread of transplanetary –and in recent times more
particularly supraterritorial– connections between people. Half a dozen qualifications are
incorporated into this definition to distinguish it from globalist exaggerations.
Key words: globality, globalization, concept, knowledge, principles.
JEL Classification: F01, F59
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DEFINIENDO LA GLOBALIZACIÓN
1.- Introducción.
La definición no lo es todo, pero todo involucra a la definición.
El conocimiento sobre la globalización está claramente en función
de cómo se define el término. La disección de la globalización debe
incluir un examen cuidadoso y crítico del término en sí mismo. Un
concepto clave confuso o equivocado compromete la comprensión
global del problema. Por contra, una definición nítida y reveladora
proporciona conocimiento eficaz, interesante y autorizado, que
ayuda a encaminar nuestro destino hacia direcciones positivas.
Las nociones de globalización han aprovechado mucha de la
imaginación intelectual de las dos décadas pasadas. En círculos
académicos y similares, han sido muchos los que han reivindicado la
intuición de que este concepto podría proporcionar un eje analítico
para entender la continuidad y el cambio en la sociedad actual. La
“globalización” no es el único (o necesariamente el mejor) punto de
entrada para tal indagación, por supuesto, pero ha generado un
gran número de comentarios provocativos y algunas veces
altamente ilustrativos en los tiempos que corren.
¿Pero qué subyace a este término? Este artículo desarrolla una
definición en cuatro etapas principales. Tras esta introducción, el
segundo apartado detalla el afloramiento del vocabulario relativo a
la globalización en el pensamiento académico y profano. El tercero
identifica varios callejones sin salida relativos a la globalización, esto
es, definiciones que generan conocimiento redundante y, de alguna
manera, inútil. El cuarto expone una conceptualización de la
globalización como la extensión de las relaciones sociales
transplanetarias 1 y, en los tiempos que corren, más específicamente
supra-territoriales. Para dejar claro que este análisis no sucumbe a
exageraciones globalistas, el quinto epígrafe aporta media docena
de matizaciones a esta definición, incluyendo por ejemplo que la
geografía territorial sigue teniendo importancia junto a la nueva
supra-territorialidad.
1) NOTA DEL TRADUCTOR: Entiéndase transplanetaria como a través del planeta.
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2.- Aparición del mundo G.
Aunque el término “globalización” no fue acuñado hasta la
segunda mitad del siglo veinte, tiene una larga historia. En ingles, el
sustantivo “globe” data del siglo XV (del latín globus) y comenzó a
denotar una representación esférica de la tierra hace varios cientos
de años (MWD, 2003; Robertson, 2001, p. 6254). El adjetivo “global”
entró en circulación al final del siglo XVII, empezando a querer decir
“a escala global” a finales del XIX, además de su significado primitivo
de “esférico” (OED, 1989, p. VI, 582). El verbo “globalize” apareció en
los años cuarenta del siglo pasado, junto con el término “globalism”
(Reiser and Davies, 1944, págs. 212 y 219). La palabra “globalization”,
emergió en el idioma inglés en 1959 y entró en el diccionario dos
años después (Schreiter, 1997, p. 5; Webster, 1961, p. 965). El
concepto de “globality”, como una condición, surgió en los ochenta
del siglo pasado (Robertson, 1983).
El vocabulario de la globalización se ha extendido también a
otras lenguas en las décadas pasadas. Entre los muchos ejemplos
existentes pueden citarse los términos lil ’alam en árabe,
quanqiuhua en chino, mondialisation en francés, globalizatsia
en ruso y globalización en español. Entre las principales lenguas
del mundo, solo el Swahili no ha adquirido (aún) el concepto de
globalización, y esta excepción quizás puede explicarse muy bien
por el uso generalizado del inglés en los círculos elitistas de los
países africanos donde se habla. Entre las restantes lenguas, de
igual manera, puede encontrarse globalisaatio en finlandés,
bishwavyapikaran en nepalés, luan bo’ot en timorés, etc., etc.
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Cuando un nuevo vocabulario gana tantos adeptos en tantos
continentes y culturas ¿este hecho puede considerarse solo como
una moda pasajera o la palabra novedosa pone de manifiesto un
cambio significativo en el mundo, donde se necesita nueva
terminología para discutir las nuevas condiciones? Por ejemplo,
cuando Jeremy Bentham acuñó el término “international” en los
1780 (1789, p. 326; Suganami, 1978), el concepto se afianzó porque
se hacía eco de una tendencia creciente en su día, a saber, el
surgimiento de los estados-nación y de las transacciones fronterizas
entre ellos. La actual proliferación de palabras relativas a lo global
también parece poco probable que sea accidental. La popularidad
DEFINIENDO LA GLOBALIZACIÓN
de la terminología posiblemente refleja una intuición generalizada
de que las relaciones sociales contemporáneas han adquirido un
importante nuevo carácter. El reto –y de hecho la necesidad
urgente– es pasar de la palabra de moda a un concepto riguroso.
Como instrumento analítico formado deliberadamente,
la idea de lo global apareció más o menos simultánea e
independientemente en varios campos académicos a comienzos de
los 1980s. En Sociología, por ejemplo, Roland Robertson empezó
a “interpretar la globalidad” en 1983 (Robertson, 1983).
Simultáneamente, en el ámbito de la Economía y la Administración
de Empresas, Theodore Levitt escribió sobre “la globalización de los
mercados” (Levitt, 1983). Estos años también vieron como algunos
investigadores del ámbito de las Relaciones Internacionales
cambiaron su punto de mira hacia la “interdependencia global”
(Rosenau, 1980). Economistas, geógrafos y otros, tomaron el
concepto más tarde (en la década).
Desde 1990 la globalización se ha convertido en una actividad
académica fundamental. Ahora el problema es estudiado por las
distintas disciplinas, en los distintos continentes, desde distintos
enfoques teóricos, y por todo el espectro político. Innumerables
académicos corrieron a reclamar el cliché del día. El número de
entradas por “globalización” en la United States Library of Congress
pasó de 34 en 1994 a 5.245 en 2005 (Waters, 1995; LoC, 2005). Un
gran número de institutos de investigación, programas de grado,
módulos de cursos, libros de texto y páginas web abordan
actualmente el problema. La reciente aparición de varias antologías
y la preparación de la primera Encyclopedia of Globalization
atestiguan también la consolidación de un nuevo campo de
investigación (véase Higgott y Payne, 2000; Lechner y Boli, 2000;
Held y McGrew, 2003; Robertson y Scholte, 2006). Desde 2000 han
emergido varios nuevos grupos profesionales: Asociaciones de
Estudios Globales en Gran Bretaña y los Estados Unidos, y una Red
de Estudios sobre la Globalización con miembros de todo el mundo.
Algunos teóricos incluso han presentado la globalización como
el centro de un paradigma alternativo de investigación social
(Shaw, 1999; Mittelman, 2002).
Pero la idea de globalización tiende a permanecer tan esquiva
como dominante. Nos damos cuenta de que el léxico significa algo
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–y algo significativo– pero estamos lejos de lo qué es ese algo.
Anthony Giddens afirmó que “existen pocos términos tan
frecuentemente usados y tan pobremente conceptualizados como
el de globalización” (Giddens, 1996).
La persistente ambigüedad y confusión sobre el término
ha avivado un considerable escepticismo sobre la “globaloney”,
“global babble” y “glob-blah-blah”. Un detractor ha descartado
deliberadamente la idea de dar importancia analítica a la noción
de globalización como “locura”. En verdad, algunos de estos
detractores han tenido motivos discutibles, como intereses creados
en la teoría ortodoxa o una pereza intelectual que impide la revisión
de los puntos de partida conceptuales. Sin embargo, otros
escépticos han exigido una conceptualización clara, precisa,
explícita, consistente y convincente antes de tratar la globalización
como una categoría perteneciente al campo académico.
3.- Conceptos redundantes de
globalización.
Gran parte, si no la mayoría, del análisis existente de la
globalización está viciado porque es redundante, fracasando a la
hora de proporcionar nuevos conocimientos no alcanzables
mediante otros conceptos. Cuatro definiciones principales han
llevado a este callejón sin salida: globalización como
internacionalización; globalización como liberalización;
globalización como universalización; y globalización como
occidentalización. Los argumentos que aportan estas concepciones
fracasan a la hora de superar al vocabulario ya existente. Quienes
rechazan la novedad y el potencial transformador de la
globalización en la historia contemporánea han definido casi
invariablemente el término en una o varias de estas cuatro
redundantes acepciones. Además, estas concepciones también
pueden suscitar objeciones de tipo político.
Internacionalización.
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Cuando la globalización se interpreta como internacionalización, el término se refiere a un incremento en las
DEFINIENDO LA GLOBALIZACIÓN
transacciones y la interdependencia entre los países. Desde esta
perspectiva, un mundo más global es aquel donde hay más
mensajes, ideas, mercancías, dinero, inversiones, contaminantes y
gente que cruza fronteras entre unidades nacionales-estatalesterritoriales. Para ciertos autores, como Paul Hirst y Grahame
Thompson, la globalización es una forma de internacionalización
especialmente intensa, de tal manera que lo global es un
subconjunto particular de lo internacional (1999, págs. 7-13).
Muchos otros analistas son menos exigentes y simplemente ven las
palabras “global” e “internacional” como sinónimos.
La mayoría de los intentos de cuantificar la globalización han
concebido el proceso como internacionalización. Así, por ejemplo,
Dani Rodrik ha medido la globalización en términos de cuenta
corriente como porcentaje del PIB (Rodrik, 2001). De forma similar,
los índices de globalización desarrollados por A.T. Kearney
Consultants y la revista Foreign Policy desde 2001 y por el Centre for
the Study of Globalisation and Regionalisation desde 2005 han sido
en buena parte calculados con referencia al número de actividades
fronterizas entre países. Esto es, sus valores se refieren a la inversión
directa extranjera, trayectos internacionales, pertenencia a
organizaciones internacionales, tráfico telefónico internacional, etc.
Además, su cálculo mide y compara los indicadores sobre una base
territorial, de tal manera que un país está más o menos globalizado
que otro (Kearney/FP, 2001; CSGR, 2005).
La idea de globalización como internacionalización es atractiva
en la medida en que implica mínimos cambios intelectuales y
políticos. Las relaciones globales de este tipo pueden examinarse en
el mismo terreno ontológico y metodológico que las relaciones
internacionales. La investigación en Economía Global puede ser
del mismo tipo que la investigación en Economía Internacional.
El estudio de la Política Global no necesita diferir sustancialmente
de la tradicional Política Internacional, la cultura global es
equivalente a la cultura internacional, y así sucesivamente.
La globalización como internacionalización proporciona el mensaje
reconfortante de que lo nuevo puede ser perfectamente entendido
en términos de lo familiar.
De hecho, la mayoría de las versiones de la globalización como
internacionalización recalcan que las tendencias actuales están
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repitiendo los primeros escenarios históricos. En particular, estos
análisis ponen frecuentemente de manifiesto que, en términos
proporcionales, los niveles de comercio fronterizo, inversión directa
y migración permanente eran tan grandes o más grandes al final del
siglo XIX que un siglo después (Hirst y Thompson, 1999; O’Rourke y
Williamson, 1999). Lo que se trata de transmitir es que la
globalización (léase interdependencia internacional) es una
característica del moderno sistema de estados y economía mundial
que fluye y refluye en el tiempo. Así, los investigadores sociales
actuales pueden relajarse y llevar a cabo sus investigaciones como
lo hacían las generaciones previas.
Pero estas reivindicaciones de familiaridad y repetición
histórica constituyen un buen terreno para rechazar la definición de
globalización como internacionalización. Si la globalidad no es más
que internacionalidad –pero, quizás, con una mayor intensidad¿por qué molestar con nuevo vocabulario? Nadie necesitaba un
concepto de globalización para interpretar experiencias previas de
mayor interacción e interdependencia internacional y este
concepto es igualmente redundante en la actualidad.
La idea de globalización como internacionalización puede ser
también políticamente objecionable. Implica inmediatamente que
las relaciones sociales mundiales son –y sólo pueden serorganizadas en términos de unidades-país, gobiernos estatales y
comunidades nacionales. Como tal, el vocabulario de la
internacionalidad tiende a ignorar, marginar y silenciar otras
modalidades de organización, gobierno e identidad existentes y
que son altamente valoradas por, por ejemplo, pueblos indígenas,
regionalistas y varios tipos de cosmopolitas.
Liberalización.
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Un segundo callejón sin salida habitual en las discusiones
sobre globalización ha identificado este concepto con el de
liberalización. En este caso la globalización representa un proceso
de supresión de restricciones oficialmente impuestas sobre los
movimientos de recursos entre países para crear una economía
mundial “abierta” y “sin fronteras”. Desde esta perspectiva, la
globalización tiene lugar cuando las autoridades reducen o
eliminan medidas regulatorias como las barreras al comercio,
DEFINIENDO LA GLOBALIZACIÓN
restricciones sobre las divisas, controles de capital y requisitos
relacionados con los visados.
Con esta definición, el estudio de la globalización es un debate
sobre lo que hoy se denominan políticas macroeconómicas
“neoliberales”. En un lado de esta discusión, muchos académicos,
ejecutivos del mundo de los negocios y decisores políticos han
apoyado las recetas neoliberales relativas a que la liberalización,
desregulación, privatización y limitaciones fiscales a escala mundial
traerían, con el tiempo, prosperidad, libertad, paz y democracia para
todos. En el otro lado, los críticos ubicados en el denominado
movimiento “antiglobalización” se han opuesto a las políticas
neoliberales, argumentando que una economía mundial del tipo
laissez-faire lleva a una mayor pobreza, mayor desigualdad, más
conflictos sociales, destrucción cultural, daño ecológico y déficit
democráticos.
Sin duda, la globalización a gran escala y la liberalización
económica generalizada se han dado de manera simultánea con
frecuencia en el último cuarto del siglo pasado. Por ejemplo, el
promedio de las tasas arancelarias para los productos no agrícolas
ha caído hasta niveles sin precedentes. Además, esta ola de
neoliberalismo a menudo ha jugado un significativo papel
facilitador (si bien no necesario) respecto a la globalización
contemporánea. Sin embargo, es demasiado combinar los dos
conceptos, de tal manera que globalización y liberalización se
conviertan en lo mismo. Además, tal identificación puede conllevar
la dudosa -y potencialmente perjudicial- implicación política de que
el neoliberalismo sea el único escenario político disponible para un
mundo más global.
De hecho, en las “re-preguntas” la mayoría de los manifestantes
“antiglobalización” parecen rechazar la globalización neoliberal más
que la globalización en sí misma. En verdad, algunos de estos
detractores han adoptado una posición de rechazo mercantilista,
que recomienda la “desglobalización” hacia un mundo de
economías zonales, nacionales o locales autárquicas. Sin embargo,
la mayoría de los oponentes al neoliberalismo han buscado
diferentes enfoques de la globalización –o “alter-globalizaciones”
que podrían hacer que la seguridad humana, la justicia social y la
democracia avanzasen mejor. Muchos en los círculos dominantes
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también han sugerido recientemente que la globalización puede
ser rescatada con garantías sociales, medio ambientales y de
derechos humanos. De ese modo también han reconocido que las
políticas neoliberales no son intrínsecas a la globalización.
En cualquier caso, el lenguaje de la globalización es innecesario
para repetir argumentos a favor y en contra de laissez-faire
económico. Durante varios siglos se han discutido las teorías y
prácticas de los mercados “libres”, sin hacer alusión a la
globalización. Por ejemplo, nadie necesitó el concepto de
globalización cuando la economía internacional experimentó una
sustancial liberalización en el tercer cuarto del siglo XIX (Marrison,
1998). De igual modo, la globalización como liberalización no añade
nada nuevo hoy en día.
Universalización.
Un tercer callejón sin salida en el análisis de la globalización
aparece cuando el concepto se concibe como universalización. En
este caso, la globalización pretende describir un proceso de
propagación de diferentes objetos y experiencias a la gente de
todos los lugares habitados de la tierra. En estas líneas, “global”
significa “mundial” y “por todas partes”. En consecuencia, hay una
“globalización” del calendario gregoriano, del tabaco, de los trajes
de ejecutivo, de las cenas con curry, de los bungalows, de las
muñecas Barbie, de las escopetas, etc., etc. Frecuentemente se
presupone globalización como universalización para vincular
homogeneización con convergencia cultural, económica, legal y
política a escala mundial. Por ejemplo, algunos economistas han
medido la globalización en términos del grado en que los precios
de determinados bienes y servicios son iguales en los distintos
países (Bradford y Lawrence, 2004).
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Pero esta tercera concepción tampoco aporta nada nuevo y
distintivo. Por cierto, ha habido cierta sorprendente difusión a
escala mundial en la historia contemporánea. Además, en el pasado
reciente ha tenido lugar una sustancial destrucción cultural, lo que
ha dado credibilidad a la tesis de homogeneización (aunque, como
se pondrá de manifiesto posteriormente en este artículo, la
dinámica de globalización es realmente más compleja). Sin
embargo, la universalización es una antiquísima característica de la
DEFINIENDO LA GLOBALIZACIÓN
historia mundial. De hecho, Clive Gamble escribió “nuestra
prehistoria global”, argumentando que la propagación
transcontinental de la especie humana -comenzó hace un millón de
años- constituye el primer ejemplo de globalización (1994, pag. ix,
8-9). Varias acertadamente denominadas “religiones mundiales” se
propagaron a través de grandes extensiones de la Tierra durante
siglos, y varias de ellas han tenido, explícitamente, pretensiones de
universalidad. Durante el pasado milenio, en múltiples ocasiones el
comercio transoceánico distribuyó varios tipos de bienes a grandes
distancias. No se creó ningún concepto de globalización para
describir la universalización en los tiempos pretéritos, ni tampoco
hay necesidad de crear un vocabulario nuevo para analizar ahora
este viejo fenómeno.
Además, como este enfoque conlleva la suposición
equivocada de la globalización como homogeneización, puede
tener consecuencias políticas desagradables. Los protectores de la
cultura pueden ser empujados a enfrentarse a la globalización per
se, cuando realmente sólo están en contra de una de sus posibles
consecuencias. De hecho, cuando se maneja de ciertas formas,
la globalización puede promover la diversidad, la renovación y la
innovación cultural.
Occidentalización.
Una cuarta concepción habitual de la globalización es la
occidentalización. Como tal, la globalización es vista como un tipo
particular de universalización en el que las estructuras sociales de
la modernidad (capitalismo, industrialización, racionalismo,
urbanismo, etc.) se expanden por toda la humanidad, destruyendo
en tal proceso las culturas pre-existentes y la autodeterminación
local. La globalización entendida de esta forma es a menudo
interpretada como colonización, americanización y (utilizando el
vocabulario del intelectual iraní Ale Ahmad) “occidentoxification”.
Para estos críticos, hablar de globalización es hablar de un discurso
hegemónico, de una ideología de supuesto progreso que
enmascara una gran destrucción y subordinación (Petras y
Veltmeyer, 2001).
Sin duda, podría decirse que la actual globalización a gran
escala ha resultado, fundamentalmente, de las fuerzas de la
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modernidad, como el conocimiento racionalista, la producción
capitalista, la tecnología de la automatización y los estados-nación
(Giddens, 1990). Al mismo tiempo, también la temprana conciencia
global posiblemente facilitaba la llegada de la modernidad
(Robertson, 1992, p. 170). En cambio, la globalización actual a
menudo ha insertado en el planeta los patrones de las modernas
relaciones sociales occidentales de forma más amplia y acusada.
Algunas veces esta occidentalización ha llevado consigo violentas
imposiciones que, de hecho, podrían justificar que se describiese
como imperialismo. Además, las instituciones gubernamentales, las
empresas, las asociaciones de académicos y personal de la sociedad
civil de la Europa Occidental y Norteamérica se encuentran entre los
más entusiastas defensores de la globalización actual.
Pero una cosa es afirmar que la globalización y la
occidentalización han estado interconexionadas y otra bien distinta
equiparar ambas. Después de todo, modernidad y civilización
occidental han aparecido en muchas otras formas además de como
globalización contemporánea. Además -y es importante reconocer
esto en el terreno político- la globalización podría tomar en
principio direcciones no occidentales: por ejemplo, globalización
budista, globalización confuciana, globalización islámica, o futuras
globalizaciones postmodernas. Tampoco está ni mucho menos
claro que la globalización sea intrínsecamente imperialista, dado
que hay tanto movimientos sociales globales de emancipación
como procesos globales de explotación.
En cualquier caso, occidentalización, modernización y
colonización tienen una historia mucho más larga que la
globalización contemporánea. Quizás las formas de globalidad
actuales podrían ser analizadas como un aspecto, fase y tipo
particular de modernidad. A partir de esta interpretación, una
definición de globalización necesitaría especificar qué hace distinta
a la modernidad global. Pero tampoco desde este enfoque,
occidentalización y globalización son colindantes.
En resumen, gran parte de lo dicho sobre globalización ha sido
analíticamente redundante. Las cuatro definiciones esbozadas más
arriba cubren la mayoría de los actuales debates académicos, de
corte empresarial, periodísticos, oficiales y populares sobre
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DEFINIENDO LA GLOBALIZACIÓN
cuestiones globales. Los críticos de la “globaloney” tienen razón
en atacar el analfabetismo histórico que caracteriza la mayoría de
las reivindicaciones de novedad asociadas con estas concepciones
de globalización
Por supuesto, no se está sugiriendo que los debates sobre la
interdependencia internacional, el neoliberalismo, el universalismo
frente a la diversidad cultural, la modernidad y el imperialismo no
sean importantes. De hecho, un concepto de globalización bien
formado podría arrojar mucha luz sobre estos problemas. Sin
embargo, no resulta inútil definir globalización como –para tratarla
como equivalente a- internacionalización, liberalización, universalización u occidentalización. De ese modo, no solo hacemos
simplemente un refrito de viejo conocimiento, sino que también
perdemos una muy buena oportunidad de entender –y actuar en
consecuencia- ciertas circunstancias clave de nuestro tiempo.
4.- Un camino hacia adelante.
Afortunadamente, las cuatro definiciones criticadas
anteriormente no agotan las posibles definiciones de globalización.
Una quinta concepción arroja mucha luz sobre relativamente
nuevas condiciones desde el punto de vista histórico. Este enfoque
identifica globalización con la extensión de las conexiones
transplanetarias -y en los tiempos recientes también de forma más
particular supra-territoriales- entre la gente. Desde esta perspectiva,
la globalización implica reducciones en las barreras para generalizar
a través del planeta los contactos sociales. La gente es cada vez más
capaz -físicamente, legalmente, lingüísticamente, culturalmente y
psicológicamente- de conectar e implicarse con los demás, sean de
donde sean.
Con esta utilización, la globalización hace referencia a un
cambio en la naturaleza del espacio social. Esta concepción
contrasta con las otras cuatro discutidas anteriormente, que
presumen (normalmente de forma implícita más que de forma
explícita) una continuidad en el carácter subyacente de la geografía
social. Para aclarar este punto crucial, las siguientes páginas
primeramente ponen de manifiesto la importancia del espacio en
las relaciones sociales y posteriormente explican en detalle las
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características de los vínculos transplanetarios y, más específicamente, supra-territoriales entre las personas. También ponen
de manifiesto las importantísimas implicaciones metodológicas
de esta manera de entender la globalización, aunque el epígrafe
final resalta varias matizaciones importantes a esta definición.
Para aclarar el vocabulario, en el enfoque adoptado ahora,
los términos “global”, “transplanetario” y “a través del mundo”
son tratados como sinónimos. Por tanto se utilizarán
indistintamente en el resto del artículo. Se harán referencias a
la “supra-territorialidad” siempre que esta cualidad particular de la
globalidad entre en juego.
Espacio.
El término globalidad suena a espacialidad. Dice algo sobre el
ruedo y el lugar de la acción y experiencia humana: el dónde de la
vida social. En particular, globalidad identifica el planeta –la Tierra
como un todo- como un campo de relaciones sociales por
derecho propio. Hablar de lo global indica que la gente puede
interactuar no sólo a escala local, provincial, de país y macro-zonal,
sino también en espacios transplanetarios en los que la Tierra es
tan sólo un lugar.
¿Por qué poner de relieve características del espacio? La
mayoría de los análisis sociales toman el aspecto espacial como algo
inexplorado. Pero la geografía es un aspecto definitorio de la vida
social (véanse, Lefebvre, 1974; Brenner et al., 2003). Las relaciones
entre la gente siempre tienen lugar en algún sitio. Ninguna
descripción de una circunstancia social está completa sin el
componente espacial.
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Además, ninguna explicación de tipo social está completa sin
una dimensión geográfica. El espacio importa. A modo de
ejemplo, las diferencias geográficas hacen que los nómadas del
desierto y la gente que vive en núcleos urbanos lleven un tipo de
vida muy diferente. El espacio es una característica esencial –como
causa y como efecto – de la vida social. Por un lado, el contexto
geográfico determina la forma en que la gente formula el
conocimiento, se relaciona con la naturaleza, lleva a cabo las
labores de producción, experimenta el tiempo, organiza el modo
de gobierno, construye identidades y forma colectividades.
DEFINIENDO LA GLOBALIZACIÓN
Simultáneamente, la cultura, ecología, economía, historia, política
y psicología también dan forma al contorno espacial de las
relaciones sociales.
Dadas estas densas interconexiones, un cambio en la
estructura espacial afecta a la sociedad como un todo. Una
reconfiguración de la geografía social está íntimamente entrelazada
con cambios en los patrones de producción, gobierno, ecología,
identidad y conocimiento. Por tanto, una transformación del
espacio social – como la globalización a gran escala- está envuelta
en una dinámica mayor de cambio social.
Globalidad: relaciones transplanetarias y
supraterritorialidad.
La globalidad, en la concepción aquí adoptada, tiene dos
versiones. La más general, conectividad transplanetaria, ha estado
presente en la historia humana durante muchos siglos. La más
específica, supra-territorialidad, es relativamente nueva en la
historia contemporánea. Dado que el reciente surgimiento de la
supra-territorialidad marca un parón importante de la geografía
territorialista anterior, esta tendencia tiene, potencialmente,
importantes implicaciones para una transformación social más
amplia.
La globalidad, en el sentido amplio de relaciones
transplanetarias (“a través del planeta”), hace referencia a los
vínculos sociales entre la gente ubicada en cualquier punto de la
Tierra. En estos casos, el terreno global es, por derecho propio, el
espacio social. El Globo, el planeta Tierra, no es simplemente una
colección de pequeñas unidades geográficas como regiones, países
y localidades. Es también, en sí misma, un claro ruedo de la vida
social. Por tanto, podemos distinguir entre “relaciones
internacionales” (como intercambios entre países) y “relaciones
globales” (como intercambios dentro de un campo planetario).
Por supuesto, este tipo de globalidad más general
-conexiones transplanetarias entre la gente- no es ni mucho menos
una novedad de las pasadas décadas. Las actividades
intercontinentales y de larga distancia han tenido desde hace
muchísimo tiempo una gran importancia en la historia de la
humanidad. Por otro lado, los vínculos transplanetarios
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contemporáneos son más densos que los de las épocas pasadas.
Más gente, más a menudo y con más intensidad, ve el ruedo
planetario como un único lugar social. El volumen de asociaciones
mundiales, comunicaciones, enfermedades, finanzas, inversiones,
viajes y actividades comerciales nunca ha sido tan elevado (para
más detalles véase Scholte, 2005, capítulo 3).
Sin embargo, el rasgo distintivo de la reciente globalización es
que es más que cantidad, frecuencia, alcance e intensidad de los
vínculos sociales transplanetarios. También, cualitativamente
mucha de la actual conectividad es diferente. A diferencia de antes,
la globalización contemporánea ha estado marcada por una
extensión de la supra-territorialidad a gran escala.
Tal y como sugiere la propia expresión, las relaciones
“supra-territoriales” son conexiones sociales que trascienden
sustancialmente la geografía territorial. Están relativamente
desvinculadas del territorio, esto es, de los dominios espaciales
que están delimitados en los mapas de la superficie terráquea
más algunas aguas adyacentes y esferas aéreas. El espacio
territorial está trazado en tres ejes: longitud, latitud y altitud. En la
geografía territorial, un lugar es una localización situada en esta
cuadrícula tridimensional; la distancia hace referencia a la
cantidad de territorio que separa dos lugares territoriales; y
frontera designa una delimitación territorial de secciones de la
superficie de la Tierra.
Pero las localizaciones territoriales, las distancias territoriales y
las fronteras territoriales no definen totalmente la geografía de los
flujos transplanetarios de hoy en día. Las conexiones globales a
menudo tienen las características de simultaneidad a través del
mundo (se extienden por todos los rincones del planeta al mismo
tiempo) y de instantaneidad a través del mundo (se mueven por
cualquier lugar del planeta de forma instantánea). Así, según parece,
cada segundo se beben una media de 3.000 tazas de Nescafé
en todo el planeta, y las conexiones telefónicas permiten la
comunicación transoceánica de forma tan inmediata como
la comunicación en una calle. Las relaciones globales con
características de supra-territorialidad no se trazan adecuadamente
en una cuadrícula territorial.
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DEFINIENDO LA GLOBALIZACIÓN
Las formas supra-territoriales de la globalidad son evidentes en
incontables facetas de la vida actual. Por ejemplo, los aviones
transportan pasajeros y carga a través del planeta en como máximo
veinticuatro horas, sea cual sea la distancia. Las redes de
telecomunicaciones efectúan conexiones instantáneas entre
cualquier punto del planeta, de tal manera que un centro de
llamadas o una oficina de procesamiento de datos para clientes
norteamericanos puede estar ubicada en la India. Los medios
globales de comunicación de masas distribuyen mensajes de forma
simultánea para audiencias de todo el mundo. El dólar americano y
el euro son ejemplos de monedas que tienen una circulación
transplanetaria inmediata. En las finanzas globales, varios tipos
de instrumentos de ahorro e inversión (por ejemplo, depósitos
bancarios extraterritoriales y eurobonos) fluyen de forma
instantánea por los dominios de todo el mundo. En el ámbito de
la ecología, acontecimientos como el cambio climático, la
degradación de la capa de ozono, ciertas epidemias y la reducción
de la diversidad biológica se extienden simultáneamente a escala
global. A la hora de formarse una idea, mucha gente tiene un
concepto supra-territorial del lugar, por ejemplo, cuando ven por
televisión alunizajes o eventos deportivos de carácter global
simultáneamente junto con cientos de millones de otras personas
dispersadas por el planeta. Las campañas globales de derechos
humanos no miden su apoyo a una causa en función de la distancia
territorial y de las fronteras territoriales que hay entre los que los
defienden y las víctimas.
Con éstos y muchos otros más fenómenos supra-territoriales,
la actual globalización constituye más que una extensión de la
compresión del tiempo, en términos relativos al espacio territorial,
que se ha desplegado en los siglos pasados. En esta tendencia
a largo plazo, los desarrollos en la tecnología del transporte como
el barco a motor, el ferrocarril y, más recientemente, el avión han
reducido progresivamente el tiempo necesario para cubrir una
distancia determinada sobre la superficie de la Tierra. Así, mientras a
Marco Polo le llevó varios años completar su viaje a través de Eurasia
en el siglo XIII, en 1850 un viaje por mar del sureste de Asia al
noroeste de Europa podía llevarse a cabo en 59 días (PTT, 1951,
p. 11). En el siglo XX, los barcos motorizados y los vehículos
terrestres utilizaban cada vez menos tiempo para unir localizaciones
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terrestres. Sin embargo, tal tipo de transporte aún requiere un
tiempo sustancial para cruzar largas distancias y además aún tiene
que hacer frente a importantes controles en las fronteras territoriales
Mientras esta vieja tendencia hacia un mundo encogido tenía
lugar en el terreno de la geografía territorial, la reciente expansión
de la simultaneidad e instantaneidad en todo el mundo lleva las
relaciones sociales más allá del espacio territorial. En casos de
supranacionalidad, el lugar no se fija territorialmente, la distancia
territorial no se cubre en tiempo alguno, y los límites territoriales
no presentan ningún impedimento particular. La diferencia entre
la compresión territorial del espacio-tiempo y el auge de la
supranacionalidad es cualitativa y conlleva un cambio estructural
de la geografía más profundo.
Una serie de investigadores sociales de varias disciplinas
académicas se han dado cuenta de esta reconfiguración
del espacio, si bien es cierto que sin invocar el término
“supra-territorialidad”. Hace más o menos cincuenta años, por
ejemplo, el filósofo Martin Heidegger proclamó el advenimiento de
la “no distancia” y la abolición de cada posibilidad de “lejanía” (1950,
págs. 165-166). Catorce años después, el geógrafo David Harvey
hablaba de “procesos que revolucionan tanto las características
objetivas del espacio y el tiempo que nos vemos forzados a alterar,
algunas veces de forma radical, la representación del mundo que
tenemos nosotros mismos” (1989, p. 240). El sociólogo Manuel
Castells ha destacado una “sociedad en red”, en la cual un existe un
nuevo “espacio de flujos” junto a un viejo “espacio de lugares” (1989,
p. 348). El antropólogo Marc Augé describió una instantaneidad que
pone “cada persona en relación con el mundo entero” (1994: 95). En el
campo de las relaciones internacionales, John Ruggie escribió sobre
una “región no territorial” en el mundo actual (1993, p. 172).
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¿Tal transformación geográfica podría marcar a más largo plazo
un hito como lo hizo el cambio al territorialismo en una coyuntura
histórica anterior? Después de todo, las relaciones sociales no han
operado siempre y en todos los lugares con una estructura
macroespacial que sea absolutamente territorial. Por ejemplo, las
culturas con una cosmología metafísica han dado una importancia
secundaria, si es que le han dado alguna, a los referentes
territoriales. De hecho, no se introdujo en ningún sitio una
DEFINIENDO LA GLOBALIZACIÓN
cuadrícula territorial para localizar puntos en un mapa hasta el siglo
II después de Cristo, por Zhang Heng en China (Douglas, 1996,
p. 22). En el medievo, los europeos no tenían definida una noción
de territorio por la geometría tridimensional aplicada a la superficie
de la Tierra (Zumthor, 1993; Hanawat y Kobialka, 2000). Hasta finales
del siglo XV no se tuvieron imágenes del mundo que mostraran los
continentes de forma parecida a la que los reconocemos hoy en día.
La aparición de los primeros mapas con países todavía llevó dos
siglos más (Campbell, 1987; Whitfield, 1994). Y no fue hasta la marea
alta del colonialismo a finales del siglo XIX cuando la lógica territorial
dominó la construcción de espacios macrosociales a través de
la Tierra.
Desde entonces hasta el tercer cuarto del siglo XX los espacios
sociales de una clase macro (es decir, como opuestos a lo que se
directamente consideran espacios microsociales como ambientes
creados) casi siempre tomaron una forma territorial. De hecho, se
podría decir que una estructura de territorialismo gobernaba la
geografía social. En una situación territorialista la gente identifica su
ubicación en el mundo fundamentalmente en relación a su posición
territorial (en la mayoría de los casos los puntos de referencia territorial
son fijos, aunque para los grupos nómadas los lugares pueden
cambiar). Además, en las relaciones sociales territorialistas la longitud
de las distancias territoriales entre lugares y la presencia o ausencia de
fronteras territoriales entre ellos tiene una gran influencia en la
frecuencia y significatividad de los contactos que la gente de
diferentes lugares físicos tienen entre ellos.
Sin embargo, como cualquier estructura social, el territorialismo,
como la moda imperante de la geografía, fue propio de contextos
históricos y culturales particulares. Ciertamente, mucha gente todavía
utiliza hoy en día los términos ”geografía” y “territorio” de manera
intercambiable, como para excluir la posibilidad de que el espacio
social pudiera tener otras formas distintas a las territoriales. Pero la
geografía mundial todavía es muy respetada hoy en día, aunque no
como a mediados del siglo XIX. Tras varias décadas de proliferación y
expansión de las conexiones supra-territoriales, la territorialidad perdió
la posición monopolista que había mantenido. Los dominios
territoriales todavía son muy importantes, pero ya no definen
completamente la estructura macro espacial.
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La mayor parte del avance de la supra-territorialidad es
reciente. Como con cualquier acontecimiento, pueden encontrarse
sus antecedentes a largo plazo. Sin embargo, la conectividad supraterritorial ha logrado, con mucho, su mayor expansión durante el
medio siglo anterior. Los períodos más tempranos no conocieron
los viajes en avión, los misiles intercontinentales, las migraciones a
través del mundo con remesas de dinero, las comunicaciones por
satélite, las imitaciones, Internet, las transmisiones televisivas
transplanetarias instantáneas, las cadenas de producción intercontinentales, el comercio minorista en el mundo, las tarjetas de
crédito a escala mundial, una dieta continuada de torneos
deportivos de alcance mundial, o cambios ecológicos
antropogénicos transplanetarios a gran escala. La historia
contemporánea es supra-territorial en un grado mucho mayor
que nada de lo anteriormente conocido.
Ciertamente, el entusiasmo por descubrir algo nuevo -una
reconfiguración significativa de la geografía social- no debe dar
lugar a exageraciones sobre su magnitud. La globalización en el
sentido más específico de la extensión de la supra-territorialidad ha
tenido menos envergadura que la globalización en el sentido más
general de incremento de las conexiones transplanetarias. Los
aspectos supra-territoriales de la globalización contemporánea
tienen un potencial transformador de gran alcance, pero son
solo parte de la tendencia más amplia, y la valoración del
cambio social actualmente desplegado necesita ser atenuada
correspondientemente.
Global, mundo, internacional y transnacional.
Se puede llegar a una mayor clarificación de la idea de
globalidad aquí sugerida comparando el término con conceptos
afines, como los vínculos “mundo”, “internacional” y “transnacional”.
Todos estos términos ponen la atención en las relaciones sociales
más allá de la sociedad concebida sobre los ejes nación/estado/país.
Sin embargo, las cuatro nociones implican diferentes énfasis y no
deberían refundirse.
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A primera vista, “mundo” podría considerarse sinónimo de
“global”, ya que en la moderna sociedad actual “el mundo” es
generalmente considerado como el planeta Tierra. De hecho, el
DEFINIENDO LA GLOBALIZACIÓN
presente análisis invoca “a través del mundo” como sinónimo de
“transplanetario” o “a través del planeta”. Sin embargo, en otras eras
y culturas la gente ha identificado su “mundo” de formas no
globales. Por ejemplo, la antigua China hacía mapas de su “mundo”
en términos de un Reino Central rodeado de una periferia de
bárbaros. Otras civilizaciones antiguas desplegaron un “mundo”
mediterráneo. Los europeos del medievo concebían el “mundo” en
términos de relaciones entre la humanidad, la Naturaleza y Dios. Por
tanto, “mundo” se refiere a la totalidad espacial que prevalece en un
determinado contexto. La globalidad (en el sentido de conectividad
a través del ámbito planetario) ha aparecido a través de la historia en
algunos “mundos” sociales, pero ha estado lejos de todos.
Además, el mundo actual tiene múltiples dimensiones
espaciales además de la global. Las relaciones sociales mundiales
tienen hoy en día aspectos geográficos zonales, nacionales, locales,
domésticos y de otro tipo junto con facetas transplanetarias. Por
tanto, “mundo” es el total socio-geográfico, mientras que “global”
es solo una de sus características espaciales.
La distinción entre “global” e “internacional” ya ha sido tratada
con atención, pero aún resiste la reiteración. Los intercambios
“internacionales” tienen lugar entre unidades país, mientras que las
transacciones “globales” se dan dentro de una unidad planetaria.
Mientras que las relaciones internacionales son relaciones
inter-territoriales, las relaciones globales son relaciones trans- y
algunas veces supra-territoriales. Por tanto, la economía global es
diferente de la economía internacional, la política global es diferente
de la política internacional, y así sucesivamente.
Finalmente, desde los setenta del siglo pasado una serie de
investigadores han adoptado un discurso de relaciones
“transnacionales” para analizar el intercambio social más allá de la
sociedad estatal y nacional (Merle 1974; Keohane y Nye, 1977). Esta
concepción tiene el mérito de destacar las relaciones no
gubernamentales entre países y las formas no nacionales de los
vínculos sociales (por ejemplo religiosos transnacionales y
solidaridad de clase). Sin embargo, la idea de transnacionalismo es
menos exitosa cuando se trata de elaborar una concepción más
específica del carácter de estas circunstancias no estatalistas y no
nacionalistas. En contraste, la noción de relaciones globales
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identifica positivamente las características de transplanetariedad y
supra-territorialidad de una serie de relaciones sociales.
Otra objeción al vocabulario de la transnacionalidad es que
aún toma la nación-estado-país como su punto de referencia y
en este sentido mantiene trazos del nacionalismo y estatalismo
metodológico. De hecho, las relaciones transnacionales
normalmente se conciben como transacciones a través de fronteras
estatales. Por otro lado, la idea de globalidad evita las dicotomías
nacional/extranjero, interior/ exterior, y por tanto alimenta una clara
e importante reorientación metodológica.
Implicaciones metodológicas.
Si la geografía social actual ya no es territorialista en carácter,
entonces deben ajustarse los hábitos tradicionales de la
investigación social. El territorialismo metodológico ha sido un
apoyo grande y omnipresente de las convenciones de la
investigación en el terreno de lo social. La extensión de la supraterritorialidad requiere un fuerte cambio de este enfoque.
El territorialismo metodológico hace referencia a la práctica
relativa a entender e indagar las relaciones sociales a través de la
lupa de la geografía territorial. El método territorialista se basa en
formular conceptos, hacer preguntas, construir hipótesis, recoger e
interpretar evidencias y extraer conclusiones en una estructura
espacial completamente territorial. Estos hábitos intelectuales están
tan asumidos que la mayoría de los investigadores de lo social los
reproducen más o menos inconscientemente.
El territorialismo metodológico yace en el corazón de los
conceptos llenos de sentido común imperantes actualmente en la
geografía, economía, gobernación, historia, cultura y sociedad. Por
tanto, la gran mayoría de los geógrafos sociales y políticos han
concebido el mundo en términos de unidades territoriales
(especialmente países) con fronteras. De igual manera, los
macroeconomistas normalmente han estudiado la producción, el
comercio y el consumo en relación a ámbitos nacionales (léase
territoriales) e internacionales (léase inter-territoriales). Los
estudiantes de Políticas han visto tradicionalmente la gobernación
como una cuestión territorial, esto es, como una cuestión del
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DEFINIENDO LA GLOBALIZACIÓN
gobierno local y nacional, con este último formando parte a veces
de organizaciones “internacionales” (de nuevo léase “interterritoriales). Igualmente, los historiadores de la corriente dominante
han examinado la continuidad y el cambio en el tiempo respecto a
contextos territoriales como localidades y países. La literatura
generalmente ha sido clasificada en términos de géneros
nacionales-territoriales: literatura inglesa, literatura indonesia, etc.
Por su parte, los antropólogos han concebido la cultura y la
comunidad, casi invariablemente, en relación a unidades
territoriales, en el sentido de pueblos locales y nacionales. Entre
tanto, las premisas territorialistas normalmente han llevado a los
sociólogos a asumir que la sociedad, por definición, adopta una
forma territorial (normalmente nacional): de ahí la sociedad
albanesa, la sociedad boliviana, la sociedad china, etc.
Como cualquier instrumento analítico, el territorialismo
metodológico implica simplificación. La práctica social real siempre
ha sido más complicada. No obstante, este supuesto ofreció un
atajo muy viable para las primeras generaciones de estudiosos. El
territorialismo metodológico reflejaba las condiciones sociales de
una época particular cuando las unidades territoriales franqueadas
por fronteras, separadas por distancias territoriales, se formaban
lejos de la estructura prioritaria para la geografía macro social.
Sin embargo, el análisis territorialista no es un método eterno
o aplicable universalmente. La emergencia de los estados-sistema,
el crecimiento del capitalismo mercantil e industrial y el avance de
las identidades nacionales animó a los investigadores de los
primeros tiempos a adoptar perspectivas metodológicamente
territorialistas, lo cual es comprensible. Aún hoy la globalización
a gran escala -incluyendo la sustancial extensión de la supraterritorialidad- debería estimular una reconstrucción de la
metodología sobre premisas alternativas no territorialistas.
Este llamamiento a fundamentos intelectuales diferentes sin
duda provoca resistencia en algunas áreas. Es difícil e incluso
doloroso cambiar el conocimiento que se da por sentado,
reconsiderar la piedra angular de la comprensión de las relaciones
sociales, soportar el trastorno y la confusión que conlleva la
transición entre abandonar un conjunto de primeros principios y
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consolidar otro. Además, una metodología post-territorialista tiene
implicaciones políticas a las que podrían oponerse ciertos intereses
creados. Por ejemplo, el conocimiento social post-territorialista
lógicamente debilitaría la primacía tanto de la investigación como
de la gobernación estadocéntrica.
Todavía podría decirse que puede ser bastante peligroso dar
más vida al territorialismo metodológico en el mundo actual, más
global. Por ejemplo, los supuestos territorialistas obviamente son
inadecuados para comprender -y tratar- cuestiones ecológicas
transplanetarias. De igual modo, si partes significativas del capitalismo
operan en la actualidad con relativa autonomía del espacio territorial,
entonces las viejas estructuras no pueden encarar adecuadamente las
cuestiones relativas a la justicia distributiva que invariablemente
acompañan los procesos de exceso de acumulación. Igualmente, una
teoría política que ofrece al mundo de hoy solo construcciones
territoriales de comunidad, ciudadanía y democracia está obsoleta.
Por tanto, los intereses en la llamada a la investigación postterritorialista son muchos más que los únicamente académicos.
Manifestaciones de la globalidad.
El carácter y escala de la globalización como la extensión de
las conexiones transplanetarias -incluyendo muchos vínculos
(principalmente recientes) que tienen un tinte supra-territorialpuede aclararse más con una inspección de actividades a escala
mundial. Tal revisión indica que la globalidad puede tocar bastante
bien todos los aspectos de la vida social. Dicho esto, como se pone
de manifiesto en la parte final del artículo, no quiere decirse que las
relaciones globales se hayan convertido en algo cercano a la única
característica de la geografía social, hoy o en el futuro inmediato.
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Una gran dosis de globalización se manifiesta a través de las
comunicaciones, esto es, a través del intercambio de ideas,
información, imágenes, señales, sonidos y texto. La comunicación a
escala mundial puede efectuare por medio del comercio de libros,
servicio postal, fascímil, telex, mensajes de texto, videoconferencia,
redes informáticas, periódicos, teléfono, revistas, radio, televisión,
video y películas. La supra-territorialidad entra en la comunicación
global cuando, por ejemplo, ciertas publicaciones (como los libros
de Harry Potter) y grabaciones (como los CDs de Eminem) se ponen
DEFINIENDO LA GLOBALIZACIÓN
a la venta en todo el planeta al mismo tiempo. Además, las
emisiones por satélite y los cables transoceánicos permiten que
la comunicación se lleve a cabo de forma instantánea entre
cualesquiera dos puntos de la Tierra, independientemente de la
distancia territorial y de las fronteras territoriales que existan entre
ellos. Los números 1-800 pueden conectar gratuitamente con un
centro de llamadas en cualquier continente.
Internet es la comunicación supra-territorial por excelencia,
transmitiendo instantáneamente un completo abanico de señales
visuales y acústicas a cualquier lugar del planeta donde haya
terminales para mandarlas y recibirlas. Mucha de la globalidad de
hoy es un “e-mundo” de e-comercio, e-amistad, e-gobierno y e-mail.
De hecho, en septiembre de 2001 Internet permitió a los doctores
en Nueva York, USA, trabajar con telecirugía transoceánica asistida
por robot en un paciente que se hallaba en Estrasburgo, Francia
(Pogue, 2001). La noción de que Internet involucra nuevos tipos de
geografía social es expresada por el término “ciberespacio”.
Otra forma de globalidad tiene lugar en el movimiento
transplanetario de la gente. Muchos trabajadores emigrantes,
profesionales, peregrinos, refugiados, turistas, aventureros, niños
adoptados, etc., realizan viajes de los denominados de carácter
global. Los medios de transporte a través del mundo más relevantes
incluyen las caravanas, barcos, trenes, automóviles y aviones. Los
aviones en particular han introducido algo que se aproxima a la
característica supra-territorial de los desplazamientos globales
actuales, ya que los pasajeros pueden volar de un punto a otro de la
Tierra en el día. Los viajes a través del mundo permiten grandes
eventos a escala global, como los haj, congresos profesionales,
centros turísticos, las ferias comerciales, y las Conferencias de
las Naciones Unidas. Los movimientos transplanetarios de las
empleadas del hogar y de las prostitutas han traído la globalización
a muchos hogares y burdeles (Ehrenreich y Hochschild, 2002).
Algunos ejecutivos tienen el Globo Terráqueo como oficina,
trabajando desde hoteles y salas de aeropuertos tanto como desde
una base fija. Los conflictos de Afganistán, Bosnia y Somalia
generaron olas globales de refugiados y solicitantes de asilo.
Aunque los controles fronterizos estatales restringen los
desplazamientos globales en muchos casos, millones y millones de
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personas se mueven cada año por el planeta como un solo lugar.
Incluso cuando la gente no está viajando, puede estar
conectada globalmente a través de organizaciones, esto es,
asociaciones que coordinan las actividades de individuos
diseminados por el planeta. Muchas de estas organizaciones tienen,
principalmente, fines comerciales, como las compañías globales
(a menudo denominadas de manera imprecisa “corporaciones
multinacionales”). Algunos ejemplos son Inter Press Service,
Mitsubishi, Nokia, Novartis, Standard Chartered y Royal Dutch/Shell.
Además, muchos negocios han desarrollado varios tipos de
coalición a escala mundial, a menudo denominadas “alianzas
estratégicas” (por ejemplo, joint ventures, acuerdos de
subcontratación, franquicias, etc.). Otras organizaciones a escala
mundial tienen fundamentalmente funciones regulatorias y pueden
ser perfectamente llamadas instituciones de gobierno globales.
Por ejemplo, las actividades del Fondo Monetario Internacional, de
la UNESCO y de la Organización Mundial para el Comercio se
extienden por todo el planeta. Algunos cuerpos de gobierno con
base regional 2, nacional y local como la Unión Europea, el gobierno
de los Estados Unidos y las autoridades municipales de Hong Kong
también tienen un significativo alcance global. Junto con las
agencias comerciales y gubernamentales, muchas asociaciones del
ámbito de la sociedad civil también tienen una organización global.
Éstas incluyen colectivos basados en la fe como el World Fellowship
of Buddhists, movimientos laborales como la International
Confederation of Free Trade Unions (ICFTU), organizaciones no
gubernamentales como Amnesty International, coaliciones de
campesinos como Vía Campesina, y cuerpos filantrópicos como la
Ford Foundation. Además, muchas asociaciones del ámbito civil
localizadas se organizan globalmente mediante coaliciones y otras
redes. Por ejemplo, la red global Oxfam englobaba en 2000 cerca
de 3.000 asociaciones locales en alrededor de 80 países (Hajnal,
2002: 57, 60). Otras organizaciones están involucradas en
operaciones clandestinas, como las redes del crimen a escala
mundial (Berdal y Serrano, 2002).
Algunas compañías globales también producen a escala
mundial. En las denominadas “factorías globales” (Fuentes y
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2) NOTA DEL TRADUCTOR: regional en el sentido de área o zona como concepto más amplio que el de país.
DEFINIENDO LA GLOBALIZACIÓN
Ehrenreich, 1983) o “cadenas de artículos globales” (Gereffi, 1994)
las diferentes etapas de la producción de un artículo se ubican en
distintos (quizás muy dispersos) lugares del planeta. Por tanto, en
principio, el centro de investigación, la unidad de diseño, la oficina
de compras, la planta de fabricación, la cadena de montaje, las
operaciones de control de calidad, la oficina de procesamiento de
datos, el despacho de publicidad y el servicio post-venta podrían
estar situados en diferentes provincias, países y zonas del planeta.
La producción global implica comercio intra-compañía en una
compañía a escala mundial, así como comercio internacional entre
países, e incluso más que eso. Es a través de las denominadas
“fuentes globales” como un productor toma los inputs necesarios
de un ámbito transplanetario, más que restringirse a un país o área
particular. Las diferencias en los costes laborales locales, materias
primas, regulación e impuestos a menudo tienen un papel más
importante en los cálculos empresariales que los costes de
transporte entre los distintos lugares de la cadena de producción.
Este tipo de fabricación se ha desarrollado de manera muy
especial en el ámbito de los textiles, prendas de vestir, vehículos
a motor, prendas de cuero, artículos deportivos, juguetes,
productos ópticos, consumibles electrónicos, semiconductores y
equipamiento aeronáutico y para la construcción. Un proceso de
producción global tiene carácter supra-territorial puesto que tiene
lugar simultáneamente y con una estrecha coordinación espacial
en el mundo.
La globalidad puede manifestarse en el consumo además de
en la producción. Muchos bienes se distribuyen y venden por los
mercados globales, algunas veces con una estrategia empresarial
supra-territorial estrechamente coordinada. En este sentido, los
consumidores dispersados por el planeta compran el mismo bien o
servicio, a menudo bajo una única denominación comercial como
Nike, Pepsi-Cola o Toyota. Ya en los ochenta del siglo pasado,
Howard Perlmutter, de la Wharton Business School, identificó 136
industrias en las que una estrategia global de marketing
supuestamente resultaba vital para el éxito comercial (Main, 1989,
p. 55). El amplio espectro de productos globales incluye numerosas
materias primas, alimentos empaquetados, bebidas embotelladas,
cigarrillos, ropa de diseño, artículos y electrodomésticos para el
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hogar, medicamentos, grabaciones musicales, producciones
audiovisuales, publicaciones impresas, servicios de información on
line, instrumentos financieros, equipamiento de oficina,
armamento, vehículos de transporte, servicios de viaje y muchos
más. Citicorp se ha proclamado a sí mismo “tu banco global”, y
Peter Stuyvesant se denomina a sí mismo “el cigarrillo global”. Los
productos a escala mundial han venido a ocupar un puesto en la
vida diaria de gran parte de la humanidad, sea a través de las
compras efectuadas realmente o de los deseos insatisfechos que
suscita la publicidad global.
Las comunicaciones globales, desplazamientos globales,
producción global y mercados globales han promovido -y han sido
facilitados por- el dinero global. Es decir, algunas unidades de
cuenta, medios de pago, reservas de valor y medios de cambio
tienen circulación transplanetaria. Por ejemplo, el dólar americano,
el yen japonés, la libra británica y otras monedas principales son
mucho más que monedas nacionales. Como dinero supranacional
que es, se utiliza en todos los lugares de la Tierra al mismo tiempo
y se mueve (electrónicamente o vía transporte aéreo) por todo el
globo terráqueo, de hecho, sin lapso de tiempo. Además, los
Derechos Especiales de Giro y el euro han surgido del Fondo
Monetario Internacional y de la Unión Europea, respectivamente,
como dinero supra-estatal con circulación a escala mundial. Muchas
tarjetas bancarias pueden obtener dinero en efectivo en la moneda
local en 900.000 cajeros automáticos de los más de 120 países que
actualmente están conectados a redes supranacionales como
Maestro y Cirrus (MasterCard, 2003). Varias tarjetas de crédito como
Visa, MasterCard y American Express pueden utilizarse para hacer
pagos en incontables establecimientos en casi todos los países del
planeta. Aunque todavía no tiene una amplia utilización, el dinero
digital puede almacenarse en ciertas tarjetas electrónicas
(denominadas monederos electrónicos) en múltiples monedas a la
vez, creando una especie de monedero global.
42
La globalidad también aparece en muchas áreas de las
finanzas. Por ejemplo, la mayoría de las transacciones de divisas
actualmente tienen lugar en un mercado de 24 horas y que incluye
todos los países del mundo, que conecta las mesas de dealing de
Nueva York, Singapur, Hong Kong, Zurich, Frankfurt y Londres. En la
DEFINIENDO LA GLOBALIZACIÓN
banca global, los depositantes colocan sus ahorros en una moneda
global y/o en un banco global y/o en una sucursal con ubicación
global como los denominados centros financieros “extraterritoriales”. Estas prácticas contrastan con la banca territorial, en la
cual los clientes depositan sus ahorros en su moneda nacional en un
banco nacional o local dentro de su país de residencia. Con los
pagos a escala mundial, los trabajadores emigrantes utilizan las
redes bancarias globales para enviar parte de sus ganancias a sus
parientes en la otra esquina del planeta. Mientras tanto, los
préstamos bancarios globales tienen lugar cuando una entidad
crediticia (o una agrupación de entidades crediticias, quizás
dispersas por varios países) da créditos en una moneda global. Así,
por ejemplo, un grupo de bancos con base en Austria, Holanda y el
Reino Unido podría dar un crédito en dólares americanos a un
prestatario en la República Dominicana. Generalmente el tipo de
interés de este tipo de créditos no es el que impera en el país, sino
que es función de un parámetro de referencia supranacional como
el London InterBank Offered Rate (LIBOR). Al mismo tiempo, los
planes de micro-créditos en comunidades locales pueden estar
vinculados a programas globales. Igualmente, los bonos globales
(a menudo denominados “eurobonos”) implican una moneda de
escala mundial así como prestatarios, inversores, agrupaciones de
directores y mercados de valores que se extienden por múltiples
países. En una línea similar, también tienen lugar transacciones
financieras globales de los títulos a medio plazo e instrumentos de
crédito a corto plazo como las letras del Tesoro y el papel comercial.
Entre tanto, en los mercados de renta variable, las acciones globales
son acciones de compañías que a) cotizan en varios mercados de
valores en la Tierra; y/o b) son sostenidas por inversores dispersos
por el planeta. Por su parte, los derivados tienen un carácter global
cuando, por ejemplo, los mismos contratos de futuros se comercian
en los mercados de Chicago, Singapur y Londres, así como por los
vínculos electrónicos entre ellos. Las pólizas de seguro, también
pueden tener cobertura global en moneda global y/o ser
manejadas por compañías globales en centros financieros globales.
Además, muchos inversores privados e institucionales mantienen
carteras globales. Esto es, distribuyen sus fondos entre bancos,
acciones, bonos, instrumentos del mercado monetario, contratos de
derivados y pólizas de seguro de todo el globo. De hecho, con una
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actividad supranacional, un broker puede comprar y vender
instrumentos financieros en cualquier lugar del planeta y de forma
instantánea por teléfono o pulsando el ratón de su ordenador.
Varios de los principales mercados financieros como la National
Association of Securities Dealers Automated Quotation system
(Nasdaq) no han fijado un lugar físico. En resumen, muchas de las
actividades con divisas, bancarias, con acciones, derivados y seguros
se realizan con una considerable desvinculación del espacio
territorial.
La globalidad también se manifiesta en algunas actividades
militares. Los arsenales actuales incluyen una serie de armas
globales que pueden recorrer bastante bien cualquier distancia
sobre la Tierra. Algunos ejemplos son los satélites espía, los
bombarderos de largo alcance, los aviones de vigilancia y los misiles
intercontinentales no pilotados. La guerra global tiene lugar cuando
una campaña de combate armado es gestionada desde puntos
muy diversos del planeta. Por ejemplo, aunque los campos de
batalla estén en Irak, la guerra de 2003 contra el régimen Ba’ath de
Saddam Hussein involucró cuarteles generales de mando en USA y
Qatar, bases aéreas en Europa y Kuwait, tropas y armas de varios
continentes y satélites en el espacio exterior. De igual modo, desde
2002 los militares británicos tuvieron presencia global con tropas en
más de 80 países (FT, 12 de julio de 2002). Las denominadas “fuerzas
de acción rápidas” pueden ser desplegadas en cualquier lugar del
planeta en cuestión de horas. Las operaciones de paz de las
Naciones Unidas llevan consigo el despliegue de ejércitos
multinacionales en cualquier lugar de la Tierra. Ciertos grupos
paramilitares como Al-Qaida y el Ejército Republicano Irlandés (IRA)
también han operado como redes a escala mundial. Los ataques del
11 de septiembre nos hicieron dar cuenta, como nunca antes, del
impacto potencial que tienen los ejércitos globales “informales”
cuando usan la comunicación global y las finanzas globales.
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En el ámbito de la ecología, desde el momento en que los
primeros organismos aparecieron en la Tierra está claro que ha
operado un sistema planetario de mantenimiento de vida. No
obstante, algunas cuestiones relativas a la ecología social también
pueden tener cualidades globales. Varios de los principales cambios
medio ambientales antropogénicos (es decir, inducidos por el
DEFINIENDO LA GLOBALIZACIÓN
hombre) han tenido una gran dimensión a escala mundial. Por
ejemplo, el efecto invernadero antropogénico supuestamente está
produciendo un cambio climático planetario, popularmente
conocido como “calentamiento global”. Ni las causas ni los efectos
de esta tendencia pueden especificarse y restringirse territorialmente. De igual manera, la degradación de la capa de ozono
(y su modificación) es efectivamente un proceso sin distancias y sin
fronteras. Con respecto a la biosfera, el mundo global actual está
siendo testigo de la reducción de la diversidad de ecosistemas, del
número de especies y de la variedad de genes que circulan en las
especies individuales. En la ingeniería genética actual, las técnicas
de cruce de ADN permiten tomar un gen de un organismo en
cualquier lugar de la Tierra y ponerlo en otro en cualquier otra
ubicación. Otra cuestión ecológica global de primera plana es la
relativa a cuánta gente puede soportar el planeta. Otras condiciones
medio ambientales con aspectos globales incluyen la lluvia
radioactiva, flujos de dióxido de azufre y óxido de nitrógeno
(la denominada “lluvia ácida”), la reducción de los bosques
húmedos tropicales, la desertificación, los cambios en el nivel del
mar, la polución marina, la gestión de las reservas de pescado en los
océanos, las grandes presas, la posible escasez de agua dulce y tierra
cultivable, y el problema de cómo deshacerse de los residuos en el
espacio exterior. Aunque puede discutirse la gravedad de varios de
los problemas ecológicos, está claro que ninguno de ellos está
confinado a un país o zona particular.
Algunas veces también determinadas cuestiones de salud,
relacionadas con asuntos ecológicos, tienen dimensiones globales
(WHO, 2001; Pirages, 2006). Desde la prehistoria, las fuerzas naturales
de las aguas y los vientos han transportado microorganismos a lo largo
del planeta. Además, durante muchos siglos, la gente ha llevado a
través de y entre continentes una serie de enfermedades transmisibles,
como la peste, la viruela, la sífilis, el sarampión, la tuberculosis y la gripe.
En los tiempos actuales ha aumentado la velocidad y la magnitud de
la extensión global de varias enfermedades de plantas, animales y
personas. Algunos ejemplos son el sida, el síndrome respiratorio
agudo severo, la encelofatía espongiforme bovina, la fiebre aftosa y los
virus gemini. En cuanto a los virus y bacterias, el plantea es una charca
en la que los agentes patógenos no llevan pasaporte. Otras cuestiones
relativas a la salud humana con claros aspectos transplanetarios son las
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relacionadas con las dietas, las drogas, las condiciones ocupacionales y
el consumo de tabaco. No es necesario decir que las estrategias que
pretendan tener éxito a la hora de tratar estas cuestiones requieren un
enfoque parcialmente global.
En el área del derecho también puede encontrarse una gran
dosis de globalidad. Incontables normas y regulación formal han
adquirido un carácter mundial. Entre los muchos y diversos
ejemplos se pueden citar los planes de control de armas, el
derecho penal, los acuerdos medio ambientales, las convenciones
de derechos humanos, los estándares técnicos y las reglas
comerciales. Además, algunos despachos de abogados han
desarrollado redes de oficinas por todo el mundo y las fuerzas
policiales han pretendido la cooperación transplanetaria a través
de la International Criminal Police Organization (Interpol). Entre los
tribunales globales supra-estatales pueden citarse el International
Court of Justice (ICJ), tribunales ad hoc para crímenes de guerra y
el recientemente creado International Criminal Court (ICC). Por si
fuera poco, algunos tribunales nacionales entienden de casos
relacionados con cuestiones de ámbito mundial, como varias
reivindicaciones sobre los derechos de propiedad globales que
han sido llevadas ante los tribunales americanos.
46
Finalmente, la globalidad resulta evidente en las relaciones
sociales a través de la conciencia global. En otras palabras, la
gente a menudo piensa globalmente. Además de mantener
concepciones microcósmicas del ámbito social, como un distrito o
un país, también puede mantener concepciones macrocósmicas,
en las que el planeta se considera un “pueblo global”. La gente con
una mentalidad global ve el planeta como la fuente principal de
su alimentación, su ocio, sus amenazas y sus amigos. Algunos
trabajadores como los comerciantes de Ghana y los empleados/as
del hogar filipinos consideran el globo terráqueo (en
contraposición a un país o localidad particular) como su lugar de
trabajo potencial. La conciencia mundialista también toma forma
en ciertas lenguas (por ejemplo el ingles, el esperanto y el
español), ciertos iconos (por ejemplo las etiquetas de Coca-Cola y
los lugares patrimonio de la humanidad), cierta narrativa (por
ejemplo las telenovelas), ciertas modas (por ejemplo los vaqueros),
ciertos rituales (por ejemplo mandar postales) y otros símbolos. La
DEFINIENDO LA GLOBALIZACIÓN
conciencia del planeta como un único lugar social es además
evidente en eventos como las competiciones deportivas globales
(incluyendo las peñas de seguidores globales), las exhibiciones
globales, festivales de cine globales, giras mundiales de grandes
estrellas de la música, conferencias globales y pánico global.
Además, la conciencia global surge cuando la gente concibe sus
afiliaciones sociales en términos transplanetarios, supraterritoriales, por ejemplo con solidaridad a escala mundial de clase,
género, generación, profesión, raza, religión, opción sexual y,
cómo no, de humanidad como tal. Las historias de alienígenas
procedentes del espacio exterior parecen contundentes a este
respecto: el “otro” extraño es visto no como de otra nacionalidad
de otro territorio sino como otro ser de otro planeta, por tanto
definiendo la humanidad y la Tierra como una sola cosa.
La anterior muestra de los muchos ejemplos de globalidad
demuestra la incidencia generalizada de las circunstancias
transplanetarias -incluyendo las, más particulares, supra-territorialesen la vida social actual. Acumulativamente, toda esta comunicación
global, viajes globales, organización global, producción global,
consumo global, dinero global, finanzas globales, militares globales,
ecología global, salud global, derecho global y conciencia global
indica que las relaciones sociales actuales no pueden describirse sin
una amplia referencia a los espacios mundiales.
5.- Matizaciones.
La discusión previa ha sido convincente en cuanto a qué es la
globalización, en términos de cambio en el espacio social tanto
cuantitativa como cualitativamente significativo. Sin embargo, es
igualmente importante enfatizar lo que no implica el incremento de
las conexiones transplanetarias y la extensión de la supraterritorialidad. En particular, resulta crucial rechazar las siguientes seis
incongruencias: globalismo, reification 3, la dualidad global/local,
homogeneización, universalidad y neutralidad política.
3) NOTA DEL TRADUCTOR: Se refiere al término anglosajón reification. Ante la dificultad de encontrar una
traducción para este término se ha optado por traducirlo como reificación, entendiendo por ésta la falacia
de tratar una abstracción como si fuera una cosa real. A veces se ha traducido como “cosificación”, pero nos
parece un término demasiado forzado.
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Globalismo.
En primer lugar, el avance de la supra-territorialidad no significa
en modo alguno que el espacio territorial haya dejado de importar.
No deberíamos remplazar el territorialismo por una metodología
globalista que mira sólo a las relaciones transplanetarias y que
ignora la importancia del espacio territorial. No vivimos en un
“mundo sin fronteras” donde el territorio está “obsoleto” (Ohmae,
1990; Rosecrance, 1995). Aunque la historia contemporánea ha
atestiguado el fin del territorialismo (donde el espacio social es
efectivamente reducible a las cuadrículas territoriales), ciertamente
no hemos visto el final de la territorialidad. Decir que la geografía
social ya no puede ser entendida en términos sólo de territorialidad
no es, claro está, decir que la territorialidad se haya convertido en
algo irrelevante.
48
Al contrario, la producción territorial, los mecanismos de
gobierno territoriales, la ecología territorial y las identidades
territoriales mantienen un significado importante en los comienzos
del siglo XXI, aunque no monopolicen la situación, como ocurría
anteriormente. Por ejemplo, muchos enlaces de comunicación
como los aeropuertos, carreteras, ferrocarriles y rutas de navegación
permanecen fijados territorialmente. Varios estudios económicos
recientes ha sugerido que la distancia territorial continúa teniendo
una fuerte influencia en las manufacturas así como -quizás más
sorprendentemente- en los activos financieros (Portes y Rey, 1999;
Aviat y Coeurdacier, 2004). En otras palabras, todavía es más
probable que la gente haga negocios con los países de su entorno
territorial. Además, las fronteras territoriales continúan ejerciendo
una fuerte influencia en los movimientos de bienes materiales y de
personas (Helliwell, 1998). Completar las docenas de documentos
oficiales necesarios para exportar legalmente a la India puede llevar
meses. Mientras tanto, son incontables los productos localizados
que permanecen anclados a mercados territoriales particulares.
Bienes agrarios y procedentes de la minería fuertemente atados
territorialmente han persistido mientras otros fuertemente supraterritoriales como la información y la comunicación han avanzado
de forma importante. Mientras que los pagos con dólares
americanos y tarjetas Visa cruzan el planeta de forma instantánea,
muchas otras formas de dinero continúan teniendo circulación
DEFINIENDO LA GLOBALIZACIÓN
restringida a un dominio territorial dado, y las monedas nacionales
no muestran signos de desaparición total (Gilbert y Helleiner, 1999).
Hoy en día la mayoría de la gente todavía mantiene sus cuentas
bancarias en una sucursal local. Gran parte de la degradación
ecológica está ligada a localizaciones territoriales específicas, por
ejemplo, la derivada de la utilización excesiva del pastoreo, la
salinización o del vertido de residuos tóxicos. En términos de
afiliaciones sociales, algunos observadores han sugerido que las
identidades limitadas territorialmente podrían incluso haberse
hecho más significativas, en vez de menos, en un mundo con
barreras territoriales en retroceso (Mlinar, 1992; Harvey, 1993).
Por tanto, el fin del territorialismo no ha marcado el comienzo
del globalismo. La incorporación de las características supraterritoriales de la geografía no ha eliminado los aspectos territoriales
(Brenner, 1998, 1999). De hecho, la globalización contemporánea
ha estado estrechamente conectada con ciertas formas de
re-territorialización, como el auge de las políticas micro-nacionalistas,
la urbanización y el crecimiento de ciudades conectadas globalmente
y la proliferación de acuerdos extraterritoriales.
Quizás la reterritorialización más sorprendente que acompaña
la reciente globalización ha sido la regionalización 4. Parte de esta
regionalización ha tenido lugar dentro de los estados, en casos como
Flandes en Bégica o Siberia en Rusia. Otro tipo de regionalización ha
tenido un carácter trans-estatal, como el país vasco-francés, que
afecta a España y Francia, o el movimiento kurdo, que afecta a Irán,
Irak, Siria y Turquía. Pero todavía puede encontrarse otro tipo de
regionalización: la que ha ocurrido entre estados; tal es el caso de
proyectos como la Comunidad del Este de África y la Cooperación
Económica Asia-Pacífico. Y también ha existido una considerable
regionalización sin carácter oficial: tal es el caso de iniciativas de
acción ciudadana como el Foro Social Europeo.
Claramente, el espacio social en el mundo actual es tanto
territorial como supra-territorial. De hecho, en la práctica social
las dos características siempre se interseccionan. La supraterritorialidad está solo relativamente desterritorializada, y la
territorialidad actual solo está supra-territorializada en parte. Las
4) NOTA DEL TRADUCTOR: entiéndase como reagrupación de áreas o zonas geográficas.
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relaciones territoriales ya no son puramente territoriales y las
relaciones supra-territoriales no son completamente no
territoriales.
Así, por ejemplo, cada usuario de Internet accede al
ciberespacio desde una ubicación territorial. Los productores
globales, las finanzas globales y las comunicaciones globales
siempre “aterrizan” en ubicaciones territoriales. Las tecnologías
militares supra-territoriales como los satélites espía se dirigen,
generalmente, a objetivos territoriales. Ciudades de las
denominadas “globales” como Londres y Tokio aún tienen una
longitud, latitud y altitud. Los cambios ecológicos globales tienen
impactos territorialmente específicos: por ejemplo, la elevación del
nivel del mar tiene diferentes consecuencias para las zonas costeras
que para las tierras altas.
En resumen, la sociedad actual conoce la globalidad no “pura”
que existe independientemente de los espacios territoriales. El
reciente crecimiento acelerado de la supra-territorialidad ha traído un
relativo repliegue de la territorialidad, más que su eliminación. En este
sentido, el término “desterritorialización” puede tener connotaciones
equívocas y por tanto se evita aquí. Las relaciones globales actuales
trascienden el espacio territorial sustancialmente, más que
completamente. Aunque la territorialidad no pone restricciones
infranqueables a la supra-territorialidad, los nuevos flujos todavía
tienen que engranarse en localizaciones territoriales. El mundo actual
se está globalizando, pero no está totalmente globalizado.
50
Por el mismo detalle, sin embargo, la poca territorialidad
existente hoy, si es que hay alguna, existe independientemente de la
supra-territorialidad. La mayoría de las condiciones zonales,
nacionales, provinciales o locales coexisten con –y están influenciadas
por- circunstancias globales. De hecho, la territorialidad se modifica
en sus encuentros con la supra-territorialidad. Por ejemplo, los
estados territoriales actúan de manera diferente en un mundo
globalizado que en un mundo territorialista. Igualmente, las
identidades territoriales tienen diferentes dinámicas cuando están
asociadas con diásporas globales (por ejemplo, armenios y Sikhs). Las
cuestiones medio ambientales territoriales, como la escasez local de
agua, adquieren diferente significación cuando forman parte de un
problema a escala mundial.
DEFINIENDO LA GLOBALIZACIÓN
En resumen, la globalización actual no está sustituyendo una
fórmula compacta (el territorialismo) por otra (el globalismo). Más
bien, el auge de la supra-territorialidad está trayendo una mayor
complejidad a la geografía –y por extensión también a la cultura,
ecología, economía, historia, política y psicología. La relativa
simplicidad de un mundo territorialista-estatalista-nacionalista se
está desvaneciendo.
Reificación 5.
El punto anterior relativo a la interrelación de los espacios
territorial y supra-territorial señala una segunda advertencia, a saber,
relativa a la reificación. La globalidad es un concepto discreto, no es
una condición concreta discreta. Es útil, analíticamente, para
distinguir diferentes esferas del espacio social; sin embargo,
concretamente, lo global no es un dominio en sí mismo, separado
de lo zonal, nacional, provincial, local y doméstico. No hay ninguna
circunstancia puramente global, divorciada de los otros espacios,
como no hay ningún dominio doméstico, local, provincial, nacional
o zonal que esté cerrado por otros ámbitos geográficos.
Por tanto, el espacio social no debería ser entendido como un
ensamblamiento de ámbitos discretos, sino como una interrelación
de esferas dentro de un todo. Los eventos o acontecimientos no son
globales o nacionales o locales o de alguna otra escala, sino una
intersección de características globales y otras de tipo espacial. Lo
global es una dimensión de la geografía social más que un espacio
por derecho propio. Es útil, heurísticamente, para distinguir una
cualidad global del espacio social contemporáneo pero no
debemos convertir lo global en “una cosa” separada de “las cosas”
zonales, nacionales, locales y domésticas.
Por ejemplo, un gobierno puede estar ubicado en el “nivel”
país, pero es un lugar donde los espacios supra-nacionales,
nacionales y sub-nacionales convergen. Así, los estados están
implicados en el derecho mundial y los acuerdos zonales, así como
en la regulación nacional y en las relaciones con las autoridades
locales y provinciales. De igual modo, las compañías y otros actores
son puntos de encuentro en las circunstancias globalizadoras
5) Véase la nota a pie de página número 3.
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actuales para co-constituir aspectos mundiales, zonales, nacionales,
locales y domésticos de la geografía. Por tanto, el vocabulario de
“escalas” interconectadas es preferible al de “niveles” separados.
El evitar la reificación es especialmente importante en estos
primeros días de los estudios globales. Varios siglos de estudios
internacionales han sufrido realmente una distinción reificada entre
lo nacional y lo internacional, donde lo “interno” y “doméstico” era
ontológicamente separado de lo “externo” y “extranjero”. En la
práctica, por supuesto, el “dentro” y “fuera” de los países está
profundamente entrelazado. Estos viejos errores de reificar lo
internacional no deben ser transferidos a la nueva investigación
sobre lo global.
Dualidad global/local.
La interrelacionalidad de las dimensiones del espacio social
(en contraposición a la existencia de dominios separados) sugiere
que es erróneo –como muchos han hecho- establecer oposiciones
entre lo global y lo local. Tal dualidad resucita de una forma nueva
la equivocada dicotomía nacional/internacional de antaño.
Normalmente, la polarización local/global ha descrito lo local como
“aquí”, inmediato e íntimo, y lo global como “allí”, distante y aislado.
Lo local es concreto, terrenal, auténtico y con significado, mientras
que lo global es abstracto, desconectado, artificial y sin significado.
Lo local, supuestamente, proporciona seguridad y civismo, mientras
que lo global alberga peligro y violencia. Lo local es inocente,
lo global es manipulador. Lo local es el ámbito de la autonomía y
el otorgamiento de poderes, lo global es el ámbito de la
dependencia y la dominación. Con tales supuestos, algunos críticos
han rechazado la globalización con llamadas a la localización
(Hewison, 1999; Hines, 2000).
52
Pero esta dualidad no aguanta bien un examen minucioso.
Después de todo, la gente puede tener relaciones intensas e
inmediatas con otros vía avión, teléfono e Internet. Por el contrario,
en las ciudades actuales muchos vecinos puerta con puerta ni
siquiera conocen el uno el nombre del otro. Las comunidades
supra-territoriales de gente (por ejemplo, que son de la misma clase
social, etnia, religión u orientación sexual) pueden tener una
solidaridad de gran alcance mientras que las localidades pueden
DEFINIENDO LA GLOBALIZACIÓN
experimentar profundos temores, odio e intolerancia. Los pueblos
indígenas han usado redes y leyes a escala mundial para promover
su autodeterminación, mientras que muchas elites locales han
ejercitado un poder autoritario arbitrario. Los flujos globales
generalmente involucran gente que lleva su vida diaria (escuchando
la radio y masticando comida de alguna cadena de comida rápida)
mientras crean objetos representativos de la cultura local. En
resumen, no hay nada inherentemente alienante en lo global y nada
intrínsecamente liberador en lo local.
Alternativamente, ambos, lo local y lo global, tienen
potenciales posiblitadores y no posibilitadores. De hecho, como ya
se ha puesto de manifiesto, las dos cualidades son inseparables en
la práctica social; por tanto, calificar a una circunstancia de “local”
y a otra de “global” es realmente arbitrario y confuso. Por ejemplo,
las compañías de teléfonos móviles a escala mundial pueden seguir
estrategias de marketing a escala local, mientras que las causas
campesinas a escala local pueden ser globalizadas a través de sus
televisiones y religiones. Una condición social no es positiva o
negativa según si es local o global, ya que la situación es
generalmente local y global al mismo tiempo. Es la mezcla particular
de local y global (y otras esferas espaciales) lo que importa, no la
localidad frente a la globalidad.
Homogeneización cultural.
La complejidad del espacio social multidimensional sugiere
igualmente que es erróneo –como muchos observadores han
hecho- ligar globalización con homogeneización. El crecimiento de
la conectividad transplanetaria y supra-territorial no reduce ipso
facto la diversidad cultural. Después de todo, los aspectos globales,
zonales, nacionales, provinciales, locales y domésticos del espacio
social pueden entrelazarse en numerosas combinaciones
diferentes. De hecho, inyectando una dimensión adicional
al espectro geográfico -ampliando así su complejidad- la
globalización podría incrementar también el pluralismo cultural.
En verdad, el mundo actual ha experimentado una
considerable destrucción cultural. Por ejemplo, las lenguas han
desaparecido a tasas tan preocupantes como las de la extinción de
especies (Wurm, 1996). La herencia de los pueblos indígenas se ha
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debilitado o borrado a través del planeta. Una marea alta de
consumismo ha impuesto aparentemente una nivelación cultural
en el mundo, incluso a través de multitud de agentes globales
como Carrefour, Michael Jackson, Microsoft y los anunciantes de
Madison Avenues.
Por otro lado, la percepción de homogeneización cultural en
el contexto de la globalización puede ser exagerada. Lo que
superficialmente parece ser el mismo lenguaje transplanetario de
hecho puede albergar una amplia variedad de léxicos y maneras
de entender las cosas en diferentes contextos sociales. Así, el
inglés de los mercados de Nairobi no es el inglés de las Tierras
Altas de Escocia, ni el español de los barrios del este de Los
Ángeles es el español de los bloques de oficinas de Santiago
(Rhedding-Jones, 2002). De igual modo, partes diferentes de una
audiencia a escala mundial pueden entender de maneras
enormemente distintas un éxito de taquilla de Hollywood. En este
aspecto puede cuestionarse cuán distinto los espectadores “ven”
la misma película global (Tomlinson, 1991). De forma similar, los
encargados del marketing global tienen que ajustar el diseño y la
publicidad de los productos de escala mundial a la forma que
guste a los diversos contextos culturales. Incluso un icono de la
americanización global como McDonald’s varía sus menús de
forma considerable a través del planeta de acuerdo con las
sensibilidades locales. Globalización es también glocalización
(Robertson, 1992, págs. 173-174; Salcedo, 2003).
En cualquier caso, la reducción de la diversidad cultural no es
intrínseca a la globalización como tal. Al contrario, las relaciones
transplanetarias y supra-territoriales pueden presentar una gran
heterogeneidad cultural (véase Breidenbach y Zukrigl, 1998).
54
Múltiples religiones mundiales ocupan sitios en Internet, y todo
tipo de gente desde diásporas étnicas a minorías sexuales ha
formado asociaciones mundiales. De hecho, la globalización ha
ofrecido oportunidades para la defensa de la diversidad cultural,
como cuando los pueblos indígenas usaron los mecanismos de las
Naciones Unidas y los medios electrónicos de masas para promover
su particularidad (Dowmunt, 1993; Wilmer, 1993). La globalidad
también puede fomentar la innovación cultural. Por tomar un
ejemplo específico, los jóvenes en Frankfurt-am-Main han
DEFINIENDO LA GLOBALIZACIÓN
combinado aspectos de la música rapera africano-americana y la
cultura hip-hop con elementos de su herencia norteafricana y turca
para crear nuevos modos de expresión para sus identidades híbridas
en Alemania (Bennett, 1999). Algunos observadores toman tales
acontecimientos como evidencia de que la globalidad actual es
cada vez menos occidentocéntrica (Appiah y Gates, 1997, p. ix;
Leclerc, 2000).
En cualquier caso, está claro que la globalización puede tener
efectos tanto heterogeneizantes como homogeneizantes. Puede
haber, y hay, muchas globalizaciones (Berger y Huntington, 2002).
El balance entre convergencia y divergencia cultural no descansa en
la globalidad como tal sino en las circunstancias contextuales. Las
relaciones sociales de poder que dan forma a las conexiones
transplanetarias son particularmente importantes en este aspecto.
Por tanto, en la medida en la que el imperialismo cultural afecta
perniciosamente a la historia contemporánea, es de largo un
problema de la voracidad de la modernidad occidental más que
un resultado de la globalización per se.
Universalidad.
Una matización adicional a la concepción de la globalización
como creciente conectividad mundial y supra-territorial, debe poner
de manifiesto que la tendencia no ha alcanzado a toda la humanidad
en el mismo grado. La globalidad une gente de cualquier sitio del
planeta, pero ello no implica que conecte gente de todos los sitios,
o con la misma intensidad. Volviendo a hacer uso del descargo de
responsabilidad expuesto anteriormente, bajo la definición aquí
sugerida, globalización no es universalización. Al contrario, la
incidencia de la conectividad transplanetaria contemporánea ha
variado considerablemente en relación a la localización territorial
y social. De hecho, alguna gente continúa viviendo vidas que no están
relativamente tocadas por la globalidad.
En términos de posición territorial, las redes globales
generalmente han involucrado poblaciones de Norteamérica, Oeste
de Europa y Este de Asia más que a gente de otras zonas del mundo.
También ha habido diferencias en la intensidad de la globalidad
entre zonas de los países. Por ejemplo, las provincias costeras de
China han experimentado una mayor globalización que las del
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interior del país. En los Estados Unidos, los residentes en Silicon
Valley han estado más inmersos en las comunicaciones globales
que los habitantes de las Dakotas. A grandes rasgos, los patrones de
globalización contemporáneos han seguido líneas urbano-rurales,
con las ciudades y poblaciones experimentando mayor
conectividad transplanetaria que los pueblos
En cuanto a la posición social, en general la gente rica ha
tenido más acceso a las relaciones a escala mundial que los pobres.
Mientras que los que tienen medios corren desde su banco global a
la sala del aeropuerto, cientos de millones de personas de renta baja
que viven hoy en día nunca han hecho una llamada telefónica. En
cuanto al género, los hombres, generalmente, se han conectado a
Internet mucho más que las mujeres (UNDP, 1999, p. 62). Pueden
distinguirse otros patrones de desigual entrada a, y beneficio de,
los flujos globales según civilización y raza.
Sin duda, la globalidad actual no ha sido un coto vedado del
Norte, las urbes, la elite, los varones, Occidente o los blancos. En el
margen territorial, por ejemplo, los vínculos a escala mundial se han
extendido a pueblos remotos en África (Piot, 1999; Mendonsa,
2001). En el margen social, los sin techo de Río de Janeiro a
menudo demandan una televisión antes que agua corriente
(Mariana, 2002). Pero aunque la globalidad puede haber llegado a
ser omnipresente, las estructuras culturales imperantes, la
distribución de recursos y las relaciones de poder han llevado a una
muy desigual propagación de las relaciones transplanetarias y
supra-territoriales en el mundo de hoy.
Neutralidad política.
56
Los comentarios anteriores relativos a la desigualdad de
oportunidades para utilizar y dar forma a las conexiones a escala
mundial destacan el riguroso carácter político de la globalización.
La geografía humana no es más neutral políticamente que cualquier
otro aspecto de las relaciones sociales como la cultura o la
economía. El espacio siempre involucra a la política: procesos de
toma, distribución y ejercicio del poder. Un campo social no es
nunca un campo llano. Por tanto, las conexiones transplanetarias y
supra-territoriales albergan invariablemente relaciones de poder y
luchas de poder asociadas, sean latentes o declaradas. Los vínculos
DEFINIENDO LA GLOBALIZACIÓN
globales son campos de conflicto y cooperación, jerarquía e
igualdad, oportunidad y su negación.
De hecho, nada en la globalización es apolítico. Incluso las
insulsas cuestiones de armonización técnica transplanetaria han
provocado luchas de poder. Por ejemplo, en el siglo XIX los
gobiernos francés y británico compitieron para que el meridiano
principal (para la medida de longitudes y el tiempo estándar
universal) pasara por sus respectivas capitales, resultando
ganador finalmente Greenwich. Más recientemente, diversos
sistemas operativos para ordenadores han ofrecido a sus usuarios
distintos grados de iniciativa y control (Raymond, 1999). Resulta
ilusorio pensar que algo en la globalidad pueda estar divorciado
de las cuestiones relativas al poder -y por tanto también de la
justicia social.
Cualquier análisis de la globalización debe, por tanto, examinar
los aspectos políticos involucrados. Por otro lado, estos aspectos
políticos involucran a actores: es decir, relaciones de poder entre
individuos, hogares, asociaciones, empresas y organizaciones
gubernamentales. Además, las políticas de globalización involucran
estructuras sociales: esto es, relaciones de poder entre civilizaciones,
entre clases, entre géneros, entre razas, entre gente con diferente
orientación sexual, etc. Como cualquier tendencia histórica
significativa, el crecimiento de las conexiones transplanetarias y
supra-territoriales da poder a unos y se lo quita a otros.
Por tanto, como proceso político, la globalización trata
contiendas entre diferentes intereses y valores que compiten. La
extensión de la globalización está -y no puede sino estar- cargada
normativamente y acusada políticamente. Es importante
determinar qué poderes salen ganando y cuáles salen perdiendo
bajo las prácticas de globalización imperantes en laactualidad y
considerar si otras políticas alternativas podrían tener mejores
implicaciones políticas.
De hecho, gran parte de la política de globalización tiene que
ver con alternativas entre las que elegir. Sin duda, fuerzas poderosas
conectadas con actores dominantes, profundas estructuras sociales
y procesos históricos a largo plazo han fomentado la reciente
expansión a gran escala de la conectividad transplanetaria y supraterritorial. Sin embargo, todos los actores sociales tienen
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oportunidades (hay que admitir que desiguales) para responder y
amoldarse a esta tendencia.
Son posibles múltiples globalizaciones. No hay ninguna
predicción acerca del alcance, velocidad, dirección y
consecuencias de la tendencia. En particular, como se puso de
manifiesto anteriormente, la globalización como proceso
geográfico y el neoliberalismo como proyecto político no son la
misma cosa. Podrían ser más deseables otros caminos para la
globalización, distintos de los que han imperado en el último
cuarto del siglo pasado. En este sentido, las decisiones personales
y colectivas (ambas activas y pasivas) pueden marcar una
sustancial diferencia.
Estas elecciones éticas y movimientos políticos incluyen la
manera en que uno define la globalización. Como siempre, la teoría
y la práctica son inseparables. ¿Quién logra definir la globalización y
quién se beneficia (o pierde con) la definición resultante? Para
ocuparse de los retos de la globalidad contemporánea la gente
necesita una concepción que no sólo proporcione claridad
intelectual sino que también ayude a tomar decisiones relevantes,
sabias, responsables y autorizadas sobre cómo actuar en un marco
globalizado. El concepto de globalidad como conectividad
transplanetaria y supra-territorial puede muy bien servir para el
fomento de la seguridad humana, la justicia social y la democracia
en la historia contemporánea.
6.- Conclusiones.
58
En este artículo se argumenta que, cuando se definen de forma
geográfica, los conceptos de “globalidad” y “globalización” pueden
ser valiosos añadidos al conjunto de herramientas conceptuales
para entender las relaciones sociales. Sí, mucha de lo dicho sobre lo
global en los últimos años no ha aportado nada nuevo. Y sí, el
pensamiento fácil y las políticas despreocupadas han devaluado
muchas de las ideas de “globalización”. Sin embargo, estos puntos
flacos no desacreditan en forma alguna el concepto. Después de
todo, la utilización generalizadamente descuidada de otros
conceptos clave –“clase”, “democracia”, “racionalidad” y “alma”, por
DEFINIENDO LA GLOBALIZACIÓN
nombrar algunos de ellos, no ha sido razón para desecharlos
totalmente.
Al contrario, una definición de globalización como reespacialización de la vida social da lugar a nuevos conocimientos y
engrana retos políticos clave de la historia actual en una forma
constructivamente crítica. Las nociones de “globalidad” y
“globalización” pueden captar como ningún otro vocablo el actual
crecimiento a gran escala de la conectividad transplanetaria – a
menudo supra-territorial. Tal oportunidad ofrece un muy
prometedor punto de entrada en la investigación y acción en la
historia contemporánea.
Reiterando, este concepto de globalización tiene un epicentro
distintivo. Es diferente de las ideas de internacionalización,
liberalización, universalización y occidentalización. Las conexiones
transterritoriales de la globalidad son diferentes de las conexiones
interterritoriales de la internacionalidad. Las transacciones
transfronterizas de la globalidad son distintas de las transacciones
tipo frontera-abierta de la liberalidad. La simultaneidad e
instantaneidad transplanetaria de la supra-territorialidad es
diferente de la mundialidad de la universalidad. El foco geográfico
de la globalidad es diferente del foco cultural de la modernidad
occidental. Aunque la globalización, definida como aquí se ha
hecho, tiene algún solapamiento y algunas conexiones con la
internacionalización, la liberalización, la universalización y la
occidentalización, no es equivalente a ninguno de estos viejos
conceptos y tendencias.
Por supuesto, el concepto de globalización elaborado en este
artículo no intenta, en modo alguno, decir la última palabra sobre lo
que podría significar el término. Como se puso de manifiesto
anteriormente, ninguna definición es definitiva. El objetivo no es
dictar un pronunciamiento final, sino ofrecer ideas, siempre con
carácter provisional, que provoquen más reflexión y debate.
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