La clase obrera se niega a pagar los costos de la crisis
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La clase obrera se niega a pagar los costos de la crisis
EN TODO EL MUNDO SE MULTIPLICAN Y ENDURECEN LAS LUCHAS CONTRA LOS CIERRES Y DESPIDOS La clase obrera se niega a pagar los costos de la crisis mundial capitalista Leandro Leiva M iles de fábricas cerradas, millones de despedidos y suspendidos, trabajo a tiempo parcial, bajas salariales: después de haber embolsado dinero a carradas durante los recientes años de auge, ahora las patronales —y en primer lugar las patronales imperialistas— descargan sin piedad la crisis mundial sobre las espaldas de los trabajadores. En Europa, en Estados Unidos y en todas las grandes potencias en general se multiplican las acciones obreras en defensa de sus puestos de trabajo o en reclamo de indemnizaciones justas. Unas veces con tácticas negociadoras; otras apelando a métodos de “acción directa” como paros, bloqueo o toma de fábricas y “retención” de gerentes; o con formas aún más elevadas de lucha proletaria, ocupando, disponiendo formas de autodefensa —como en los casos que aquí se describen de los obreros franceses y coreanos—, y a veces haciéndose directamente cargo de la producción en fábricas en peligro de vaciamiento por sus dueños, el proletariado mundial reafirma que existe (echando a la basura todas las teorizaciones sobre el “fin de la clase obrera” y los “nuevos actores sociales” puestas de moda en los ’90 por filósofos y pensadores imperialistas o revisionistas antimarxistas devenidos socialdemócratas), y hace oír su decisión de no ser “el pavo de la boda”, no permitiendo que las burguesías imperialistas ni las de los nº 68 (101) / agosto-octubre de 2009 / 69 países dependientes descarguen sobre las espaldas de la clase obrera los costos de la crisis mundial capitalista. Los plumíferos de la burguesía se alarman, y con razón. La “retención” de directivos fabriles, las ocupaciones y bloqueos de plantas, y la autodefensa de masas previniendo la intransigencia patronal o la represión estatal, desconocen y de hecho cuestionan y deslegitiman el más sagrado de los derechos burgueses: el de la propiedad absoluta de los medios de producción por una minoría que gracias a ella se hace dueña también del trabajo, de la contratación o el despido, de las condiciones laborales y salariales, de la vida toda de los trabajadores. Con la práctica de variados mecanismos de democracia directa (asambleas, delegados), la oleada de luchas que se extiende en todo el mundo también desconoce y deslegitima a todo el aparato institucional burgués —“autoridad”, parlamentos, leyes, sistema judicial, “opinión pública” moldeada por los grandes medios de comunicación— erigido para garantizar la sacrosanta “gobernabilidad” del sistema. Lo que sigue es un resumen incompleto de las innumerables luchas que en este sentido vienen desarrollándose desde fines del año anterior en todo el mundo. Francia En Francia se da el nombre edulcorado de “plan social” a los despidos y suspensiones masivos que la crisis mundial multiplica día a día. Si bien las luchas encaradas en general no lograron impedir los despidos, consiguieron que se revisaran sus condiciones y aumentar las indemnizaciones. Con ese fin se generalizó una verdadera ola de “secuestros de jefes”: los obreros y empleados retienen a los gerentes o jerárquicos en las plantas en peligro de cierre. Es lo que sucedió en Caterpillar, 3M, Hewlett Packard y Sony. A mediados de marzo, los obreros de la filial de la japonesa Sony en Pontoux-sur-l’Adour (en Landes, sudoeste del país) bloquearon el acceso a la planta industrial con ramas y troncos de árboles y “retuvieron” toda una noche dentro de la planta al director general y al gerente de recursos humanos de la fábrica, semanas antes del cierre de la misma, anunciado 70 / PolíticayTeoría para el 17 de abril. Reclamaban indemnizaciones equivalentes a las de otras plantas de Sony cerradas en la región francesa de Alsacia, y capacitación para conseguir trabajo. En medio de una sucesión de cierres de fábricas y de despidos a consecuencia de la crisis mundial, los 300 trabajadores de la fábrica de cintas de video declararon la huelga y bloquearon la planta con camiones. “No tenemos mucho que perder, porque ya perdimos nuestro empleo”, dijo el delegado sindical. Los directivos fueron liberados recién después de que, con mediación del gobierno local, los obreros recibieron garantías para renegociar con la patronal los términos del despido. También los empleados de la planta de 3M, en Pithiviers —centro de Francia—, tomaron como rehén al jefe de la misma durante más de 24 horas contra los despidos. En Francia la “retención” de ejecutivos en las fábricas retoma una “tradición” de las luchas obreras de la década de los ’70 y volvió a aflorar a principios de 2009. El ultrarreaccionario presidente Nicolas Sarkozy puso en práctica leyes que aseguran la prestación de los servicios mínimos ante la eventualidad de una huelga en sectores como el transporte. “Ahora, cuando hay una huelga, nadie se da cuenta”, se ufanó. El proletariado francés encontró la manera de que todos “se dieran cuenta”. Poco antes de los sucesos de Sony, un ejecutivo británico de una empresa de autopartes fue “retenido” durante 48 horas en el este del país. En Saint Dizier, en 2008, la policía hirió a 14 obreros al tomar por asalto una fábrica de helados para liberar al gerente, rehén de los obreros que rechazaban los despidos. Este “secuestro” —según describió Clarín (13-03-2009)— inspiró el filme francés Louise-Michel, que relata cómo un grupo de mujeres despedidas de una fábrica en el norte de Francia contratan a un matón para asesinar a su patrón. En marzo, una nutrida asamblea obrera chifló y arrojó huevos al director de la fábrica alemana de neumáticos Continental en Clairoix (norte de Francia), cuando intentaba explicar la política de despidos de la empresa. El directivo debió huir con dos huevazos en su cabeza y su traje. El 23 de abril, trabajadores franceses y alemanes de Continental llevaron a cabo en la ciudad alemana de Hannover una protesta conjunta contra el cierre de plantas y la amenaza de despido para 1.900 obreros y empleados de Hannover y Clairoix (desde principios de año, Continental ya había echado a 7.000 de sus 133.000 trabajadores en todo el mundo). Además de “Queridos colegas de Clairoix, bienvenidos a Hannover”, los carteles de los alemanes proclamaban: “Proletarios de todos los países, uníos!”. Técnicos y obreros de Numericable, operadora de Internet y de televisión por cable situada en un barrio de París, se declararon en huelga y ocuparon la empresa el viernes 13 de marzo. Los trabajadores exigían la reincorporación de tres personas que habían sido despedidas por rechazar una modificación de su contrato. La dirección exigió a los obreros que evacuaran el local como condición para negociar, pero los trabajadores se negaron. La situación fue sometida a una comisión mediadora. Los sindicatos franceses llevaron a cabo una segunda huelga nacional el jueves 19 de marzo. En la anterior el 29 de enero se habían movilizado alrededor de 2 millones de personas en las principales ciudades de Francia. El 31 de marzo, trabajadores de la planta en Grenoble de la empresa yanqui Caterpillar —el mayor fabricante de equipos para construcción y minería del mundo— retuvieron a cuatro ejecutivos de la empresa en repudio a los despidos. Caterpillar había anunciado planes para recortar empleos en sus plantas de Estados Unidos; en la de Francia serían despedidas más de 700 personas. La radicalización de las medidas que adoptan los trabajadores franceses acompaña la profundización de la crisis económica. Hay conciencia de que será muy difícil encontrar un nuevo trabajo. Y la bronca aumenta al saberse que los ejecutivos, como informa diariamente la prensa, cobran millones de euros en primas o bonus. En abril el banco Natixis anunció el despido de 1.250 empleados, mientras los traders –es decir, los agentes que manejaban las operaciones especulativas que desembocaron en el actual desastre global– recibirían 90 millones de euros. Y encima ¡el estado le daría a Natixis un “rescate” de 5.000 millones de euros! En junio, mil obreros siderúrgicos france- ses y belgas irrumpieron en la asamblea anual de los accionistas de ArcelorMittal, la mayor compañía de acero del mundo: destrozaron las puertas y rompieron las ventanas en la sede central de la compañía en Luxemburgo, y enfrentaron a la policía. A principios de julio, la oleada combativa de los obreros y empleados franceses tomó otro cariz. Anunciado el cierre de la autopartista New Fabris, en Châtellerault, los trabajadores, en reclamo de indemnizaciones dignas por despido, rodearon la fábrica con garrafas de gas conectadas por una mecha y amenazaron con volar la planta. Casi de inmediato se produjeron casos similares en otras dos empresas: la de fabricación de equipos de telecomunicación Nortel en Chateaufort (Yvelines), donde quienes tomaron la decisión fueron los empleados jerárquicos, y de JLG (en Faullet, cerca de Burdeos, sudoeste de Francia), una compañía que fabrica plataformas montadas en grúas para la reparación de equipamiento en altura. En esta última, después de tres semanas de huelga en apoyo a 53 compañeros dejados cesantes en el marco de la crisis mundial, y estimulados por el ejemplo de los de New Fabris y Nortel, el miércoles 15/7 los trabajadores ubicaron cuatro grúas valuadas en más de 350.000 dólares en una playa de estacionamiento y las rodearon de garrafas de gas y astillas de madera para encender fuego. Finalmente la gerencia aceptó la demanda de 30.000 euros de indemnización para cada uno de los trabajadores despedidos. Recién entonces los huelguistas removieron las garrafas y llevaron las grúas de vuelta a la fábrica. Los trabajadores de Nortel, por su parte, consiguieron que la gerencia reanudara las negociaciones. Corea del Sur Al cierre de esta edición de Política y Teoría entraba en su tercer mes la gran lucha de los obreros de la planta automotriz de SsangYong en Pyongtaek, Corea del Sur. Se trata de una empresa chino-coreana, ya que el 51% pertenece a la privada china Shanghai Automobile Industry Corporation (SAIC). En febrero último, en medio de un ascenso generalizado de luchas y manifestaciones contra el régimen proyanqui de Li Myong nº 68 (101) / agosto-octubre de 2009 / 71 Bak, la empresa SsangYong, afectada por la crisis mundial y local, se declaró en quiebra, imponiendo un plan de “reestructuración” que implicaba el despido o retiro anticipado de 1.700 de sus 7.000 trabajadores. El camino que eligieron los obreros fue distinto al que hasta entonces venían adoptando sus compañeros europeos y norteamericanos. No negociaron indemnizaciones o jubilaciones anticipadas: en abril iniciaron una seguidilla de huelgas contra los despidos, y finalmente los 1.700 de la lista de despedidos paralizaron la producción de autos y ocuparon la planta con tres demandas: ningún despido, seguridad del empleo para todos, y no contratación externa (es decir que SsangYong no “tercerizara” subcontratando a otra empresa para realizar las tareas de los despedidos). Las familias hacían llegar alimentos a los ocupantes, que se organizaron en 60 brigadas y un cuerpo de delegados que coordinaba la huelga. El 16 de junio la empresa movilizó a 1.500 jerárquicos en una manifestación contra la huelga. Desde las fábricas cercanas, incluida la automotriz Kia, unos 750 obreros hicieron una contramanifestación en apoyo a los de SsangYong. Para impedir el posible intento de desalojo, los obreros apilaron caños, barras metálicas y “bombas” molotov. El 26 de junio la policía y una cantidad de “carneros” pagados por la empresa ingresaron a la planta. Los ocupantes, según un plan acordado previamente, se atrincheraron en la unidad de pintura, sabiendo que la empresa no se arriesgaría a provocar un incendio en un área repleta de materiales químicos inflamables. Los “invasores” debieron retirarse al día siguiente. Los trabajadores que ocupaban la fábrica se apostaron en los techos apilando llantas metálicas y amontonando bulones para lanzarlos con hondas sobre la policía ante un nuevo intento de desalojo. El 11 de julio la policía rodeó la planta, con 100 policías en cada uno de los 4 portones de ingreso. El 16, mientras la policía intentaba cerrar las calles y detenía a decenas de personas para impedir el acceso a la fábrica, 3.000 trabajadores marcharon por Pyongtaek en solidaridad. 72 / PolíticayTeoría China Poco a poco, a través de los intersticios que deja la férrea censura del régimen imperialista de Beijing, comienzan a conocerse algunas de las duras luchas del proletariado chino, principalmente contra las propias patronales monopolistas chinas. En julio, la de los obreros de la siderúrgica estatal Tonghua Iron and Steel, en la provincia de Jilin (noreste), estremeció al mundo. El viernes 24 de julio, unos 3.000 trabajadores de la fábrica de acero bloquearon la producción y mataron a golpes a un gerente de Jianlong —un grupo privado de Beijing que estaba en proceso de adquisición de la Tonghua—, después que anunció que la privatización significaría el despido de 25.000 de los 30.000 obreros de la empresa. Según la agencia de noticias Xinhua, los manifestantes cortaron calles, volcaron tres patrulleros y arrojaron ladrillos y botellas a la policía. Otra agencia, Beijing News, informó que grupos de obreros bloquearon una vía ferroviaria,impidiendo la llegada de materiales al horno de fundición y forzando a la compañía a suspender la producción durante 11 horas. Los manifestantes levantaron el bloqueo recién una hora después que la dirección de Tonghua anunció que se anulaba la venta a Jianlong. El Centro para los Derechos Humanos y la Democracia, de Hong Kong, informó que en las manifestaciones participaron en total 30 mil personas, y que 100 resultaron heridas. La indignación de la gente se desbordó, además, cuando supieron que Chen Guojun, el emisario de la empresa compradora, habia cobrado 3 millones de yuanes (440.000 dólares) el año pasado, mientras que los jubilados de Tonghua cobran 200 yuanes (29 dólares) por mes. Ese mismo día el gobierno provincial debió parar tanto la venta como la “reestructuración” y los despidos de la siderúrgica Tonghua. El grupo Jianlong, fundado hace apenas diez años, es un gran monopolio con intereses en la producción de acero, astilleros y maquinaria, y ocupa el lugar 158 entre las 500 empresas más grandes de China. Desde 2005 era dueña del 35% de Tonghua; con la caída de los precios del acero en 2008 Jianlong trató de retirar su inversión; cuando los precios del acero volvieron a rebotar hacia arriba y Tonghua dio 6,3 millones de dólares de ganancia en junio, Jianlong revirtió su decisión y pujó para convertirse en accionista principal de la empresa. Para el grupo los obreros no son más que “capital variable” al que toman o despiden al ritmo de sus “oportunidades de inversión” y de su curva de beneficios. El régimen chino está embarcado en un vasto plan de “reestructuración” de la industria siderúrgica. China es el mayor productor y el mayor consumidor de acero del mundo, pero el gobierno está implementando planes para “consolidar” esa industria, es decir eliminar la capacidad de producción que ya era sobrante antes de la crisis mundial (y que ahora lo es aún más por la recesión), y crear consorcios siderúrgicos aún más gigantescos y “globalmente competitivos”. Sin embargo grandes sectores de esa industria, igual que muchas otras ramas del capitalismo chino, están bajo el control de gobiernos y funcionarios provinciales y locales que pugnan por mantener su dominio sobre esas enormes fuentes de ingresos, y resisten la llamada “consolidación”. Estas contradicciones entre sectores de la burguesía china —estatales y privados, nacionales y locales— se suman a la creciente resistencia popular frente a la explotación, ahora agravada por la política oficial que descarga despiadadamente sobre los obreros los efectos de la crisis mundial. En otras industrias también hay indicios de la rebeldía que desvela a la burguesía monopolista china y al gobierno. El 25 de noviembre de 2008, unos 500 obreros tomaron la fábrica Kaida Toy, situada en Dongguan, en la provincia de Cantón (sur de China) —donde se ubica buena parte del sector de la exportación chino—, cuando la empresa decidió despedir a unas 380 personas con indemnizaciones diferentes. Según informó el gobierno local, los trabajadores destrozaron cinco vehículos de policía, penetraron en la fábrica tras pelear con los guardias de seguridad y destrozaron cristales y maquinaria. Seis personas resultaron heridas y otras 19 fueron detenidas. Muchas compañías de la provincia de Cantón cerraron durante 2008 por la caída de la demanda y el aumento de los costos. En el caso de la industria de los juguetes, más de la mitad de los exportadores tuvieron que cerrar sus puertas ya en los primeros siete meses de 2008, incluso antes del apogeo de la crisis mundial. Alemania Más de 10.000 trabajadores del monopolio siderúrgico ThyssenKrupp de unas 200 plantas de toda Alemania manifestaron el 6 de abril en Duisburg contra los despidos y los recortes salariales. Después del cierre de su planta en Rheinhausen, el grupo aún emplea en total a alrededor de 85.000 obreros y empleados. Trabajadores de filiales de la empresa en Brasil enviaron saludos solidarios, y participó una delegación de la siderúrgica francesa ArcelorMittal. El grupo ThyssenKrupp pretende ahorrarse 500 millones de euros anuales “reestructurando” la producción a costa de los obreros, reduciendo el número de divisiones y hachando puestos de trabajo, salarios y condiciones laborales, no sólo con despidos sino también con trabajo a tiempo parcial, retiros voluntarios y jubilaciones anticipadas. Todo esto con la complicidad de los dirigentes del sindicato IG Metall que, protestando de boca para afuera, de hecho habían acordado con las medidas de la empresa en su carácter de miembros del consejo de supervisión. La crisis económica mundial golpeó duramente a la producción siderúrgica (también la de los astilleros). El mismo 6 de abril el conservador Frankfurter Allgemeine Zeitung escribió: “El mercado del acero está quebrantado. La producción local de acero está al mínimo. En todo el mundo están faltando los pedidos. En Alemania, en marzo estaban trabajando a medio tiempo casi uno de cada dos trabajadores... [En las compañías siderúrgicas] no ha habido recortes en la planta permanente, pero más de 10.000 subcontratistas ya han sido enviados a su casa”. A su vez, la superproducción de hoy es el desemboque del auge de ayer. El boom del acero de los últimos años, durante los cuales la demanda era insaciable —sobre todo por parte de China—, tocó a su fin, y las ganancias de los grandes grupos monopolistas se derrumban. Lo que a su vez derrumbó los nº 68 (101) / agosto-octubre de 2009 / 73 planes de expansión de ThyssenKrupp, que ahora propaga la crisis hacia todo el mundo al paralizar la construcción de una nueva planta siderúrgica en Brasil y otra planta de producción de acero inoxidable en Alabama (Estados Unidos). El Frankfurter Allgemeine Zeitung calificó la manifestación del 6 de abril de “rebelión en el jardín de infantes”, porque según el diario los obreros del acero “no entienden el signo de los tiempos”. Pero esas expresiones brutales expresan no sólo la posición de clase del diario, sino también el temor de la burguesía monopolista alemana de que el camino de los trabajadores de ThyssenKrupp se multiplique. Gran Bretaña 647 obreros que trabajaban en la construcción de una planta de desulfurización en la refinería de petróleo de Lindsay (Lincolnshire, Inglaterra), propiedad de la empresa Total UK y la tercera en magnitud en Gran Bretaña, fueron despedidos a fines de junio. Los despidos masivos fueron realizados por firmas contratistas en represalia por una huelga “salvaje” iniciada el 11 de junio en reclamo de la reicorporación de 51 trabajadores declarados prescindibles por una de las 9 contratistas. La huelga se extendió mucho más allá de la refinería: el 19 de junio, unos 4.000 trabajadores en al menos 17 plantas petroleras de Yorkshire, Gales y Escocia estaban en lucha, incluidos 900 contratados de la planta nuclear de Sellafield (Cumbria). Los monopolios petroleros venían tratando de dividir al movimiento de los trabajadores del sector con la contratación de trabajadores italianos y de otros países europeos por salarios más bajos en plena ola de despidos, lo que generó algunos enfrentamientos. El 23 de junio, 2.000 trabajadores (incluidos los de la refinería) participaron en una marcha con carteles que decían: “Injusticia Total”. El 29 de junio los obreros votaron el retorno al trabajo, tras lograr un acuerdo por el cual serían incorporados 1.200 trabajadores, incluidos los 51 originalmente despedidos y los 647 que habían sido echados por su huelga solidaria. Visteon es una empresa productora de autopartes, que se separó de Ford en 2000. En 74 / PolíticayTeoría una de las plantas, a cientos de trabajadores les avisaron apenas minutos antes de que la fábrica cerrara el 4 de abril. La compañía pretendía echar a 565 de sus 610 trabajadores, muchos de ellos con 20 y 30 años de antigüedad en la empresa. En Belfast (Irlanda), 200 trabajadores ocuparon la planta de Visteon con apoyo de sus familias y amigos. Al día siguiente otros 130 en Enfield hicieron lo mismo y 200 manifestaron en Basildon, Essex. Durante las semanas siguientes Visteon aumentó la indemnización ofrecida hasta 10 veces más que su oferta inicial, pero la compañía se negaba a depositar el dinero en las cuentas bancarias de los trabajadores hasta que abandonaran las plantas, y los trabajadores se negaron a abandonarlas hasta ver el dinero. La filial inglesa de Visteon, que fabrica aire acondicionado, interior y partes del tren delantero para Ford y las marcas de lujo Jaguar y Land Rover, alegaba haber perdido 669 millones de libras desde el 2000, y probablemente su cierre —mantenido en estricto secreto— era parte del plan de supervivencia del consorcio mundial, que emplea a 33.500 trabajadores en 27 países, principalmente China, Europa y Estados Unidos, pero también en Sudáfrica, Brasil y Argentina. Escocia El miércoles 4 de marzo los obreros ocuparon la Empacadora Prisme en Dundee, cuando la patronal pretendió despedir a 12 trabajadores sin indemnización. “¡Ni siquiera nos dicen quién es el dueño de la empresa!”, declaró un vocero de los huelguistas. “Recibimos la carta que indicaba cuánto era nuestro pago por despido, por falta de preaviso y por vacaciones acumuladas. Pero enseguida la carta decía: ‘Desgraciadamente no tenemos dinero para hacer esos pagos a usted’”. Irlanda En enero, la cristalería donde se fabrica el legendario cristal de Waterford, fue ocupada durante siete semanas, cuando una empresa estadounidense tomó el control de la compañía matriz Waterford Wedgwood para entrar en un tipo de bancarrota empresarial en la que se designa a una empresa para que controle la compañía. La compañía norteamericana puso 10 millones de euros en un fondo de indemnización y se entablaron negociaciones para mantener algunos de los puestos laborales. Pero los trabajadores no pudieron mejorar sustancialmente sus condiciones de trabajo o sus indemnizaciones de despido debido a la traición de la dirigencia sindical. Italia Cientos de miles de italianos colmaron el centro de Roma el 31 de marzo en rechazo a las políticas del reaccionario Berlusconi frente a los efectos catastróficos de la crisis. Organizada por la Confederación General Italiana de Trabajadores (CGIL), la principal central sindical del país, la enorme marcha congregó a trabajadores, jubilados, estudiantes y jóvenes. En un clima combativo, la CGIL reclamó “políticas sociales” y criticó el paquete de 4.000 millones de euros dispuesto por el putrefacto “cavaliere” Berlusconi para “combatir” la crisis. Pero el centro de la lucha se trasladó al proletariado industrial el sábado 16 de mayo, cuando 15.000 obreros de las plantas de Fiat en toda Italia —encabezando los de TerminiImerese en Sicilia y los de Pomigliano D’Arco cerca de Nápoles— salieron a la calle y marcharon hacia la sede central de la empresa en Turín (norte del país) manifestando contra la desocupación, la precarización y el traslado de la producción automotriz al exterior. Esas dos plantas ya estaban trabajando a tiempo reducido como consecuencia de los planes de Fiat para comprar la Chrysler y la Opel en crisis. Cientos de trabajadores parciales y subcontratados fueron despedidos al subcontratarse parte de las tareas a empresas externas. Tras una huelga en Pomigliano, 316 trabajadores fueron castigados —con la complicidad de la dirigencia sindical ligada a Refundación “Comunista”— a otra planta en Nola con peores condiciones laborales y salarios más bajos. La dirigencia gremial propatronal intentó usar la gran manifestación como respaldo de su único reclamo: conversaciones conjuntas entre las centrales sindicales, los empresarios y el gobierno de Berlusconi sobre el futuro de la Fiat. Pero el horno no estaba para bollos: el sindicalista democristiano Giuseppe Farina fue abucheado al grito de “¡Vendido!” y “¡Vergüenza!”. Los trabajadores repudiaron también las componendas que a sus espaldas llevaban a cabo el jefe de la empresa Sergio Marchionne con el capo Berlusconi. Sobre el trasfondo de un creciente desprestigio de las burocratizadas y pro-patronales centrales sindicales existentes (especialmente la vinc ulada a Refundación “Comunista”, que en las elecciones del año pasado se quedó sin representación en el Parlamento), los obreros del sur italiano están siendo crecientemente organizados por el nucleamiento Slai-Cobas (Sindicato de Trabajadores Autoorganizados Intercategorías—Comités de Base), al que la prensa reaccionaria acusó de “violento “ por los incidentes que se generaron cuando se impidió hablar a sus representantes en el escenario del acto de Turín. España Los trabajadores de Nestlé-España se movilizaron en la fábrica de helados de El Henares de Guadalajara. El viernes 13 de abril se concentraron en las puertas de la planta, y realizaron una nueva concentración el viernes 27 frente a la sede central en Barcelona. Los trabajadores, en repudio a la propuesta de la empresa de despedir a los empleados con contratos “fijos-discontinuos”, “prejubilar” a los mayores de 53 años y pasar al resto del plantel a Lactalis-Nestlé, discutieron la posibilidad de llevar a cabo una jornada de huelga. Grecia El miércoles 1º de abril, y encabezados por grandes carteles con las consignas “Basta de despidos – Basta de explotación”, los trabajadores ocuparon las oficinas del grupo bancario Citigroup (frente al parlamento griego), el monopolio de la aviación British Airways, y la empresa Alico en Glyfada. Las ocupaciones se produjeron en vísperas de la huelga general de 24 horas que paralizó al país el jueves 2, y en el marco de una serie de ocupaciones universitarias en toda Grecia, en respuesta al desalojo de la ocupación del nº 68 (101) / agosto-octubre de 2009 / 75 Decanato de la Universidad de Aristóteles en Tesalónica. Los estudiantes habían tomado las oficinas administrativas de la Universidad reclamando el cese de todos los contratos y subcontratos de la universidad con las compañías de limpieza en solidaridad con la lucha de los no docentes. El 31 de marzo el decanato había convocado una reunión para discutir la ocupación y sus demandas, pero la reunión fue interrumpida por la asistencia de cientos de estudiantes, y concluyó con un huevazo sobre el decano. Las amenazas de éste de abrir el campus universitario a la policía antidisturbios desató un aluvión de ocupaciones de decanatos universitarios a lo largo de todo el país: se tomaron los de la Universidad de Atenas, de la Universidad de Ciencias Sociales Panteios en Atenas, y el de Patras. Además del fin de las subcontrataciones de limpieza, se exigió el respeto a las ocupaciones como medio de lucha. El clima de la huelga del 2 de abril fue también anticipado por luchas obreras y agrarias. Cientos de trabajadores de las fábricas textiles de Lanaras acamparon cerca del Ministerio de Economía exigiendo la intervención del Estado para salvar esa industria y asegurar el pago de sus salarios. Obreros tejedores ocuparon el Ministerio de Agricultura y rodearon al ministro en su auto, siendo reprimidos violentamente por la policía antidisturbios. Pocas horas después, varios centenares de pastores se concentraron ante el mismo Ministerio y marcharon hacia el Parlamento exigiendo apoyo a su sector. Polonia En junio, en el sur de Polonia —el mayor productor de coque en Europa—, miles de obreros tapiaron la entrada a las oficinas centrales de su compañía, en protesta contra las reducciones salariales. Estados Unidos En Chicago, en diciembre de 2008, los 260 trabajadores de la pequeña fábrica Republic Windows and Doors ocuparon su planta durante seis días para impedir el cierre de la fábrica. La mayoría de los trabajadores de la fábrica son inmigrantes de Centro y Sudamérica. Sus 76 / PolíticayTeoría salarios son bajos, pero además llevan siempre la carga de una posible deportación y enfrentan una batalla diaria contra el racismo. Hacía décadas que en los Estados Unidos los obreros no tomaban una fábrica. La ocupación “a la Argentina” impidió que la patronal vaciara la planta de sus equipos. Como consecuencia de la crisis económica, las ventas de la empresa a las compañías contructoras, que antes llegaban a 30 millones de dólares anuales, en 2008 habían caído a 6 millones. El Bank of America —el mayor acreedor de la compañía— le cortó el crédito a la Republic a pesar del “rescate” de 25.000 millones de dólares que le había concedido el Congreso. Por eso los trabajadores pusieron allí el blanco coreando “¡A ti te rescataron, a nosotros nos traicionaron!”. La popularidad de la lucha y la masiva solidaridad nacional e internacional impidió la represión y obligó al gobierno de Barack Obama a declararse en favor del reclamo de esos obreros de su ciudad natal. Los trabajadores y trabajadoras de Republic lograron la indemnización que se les debía. La planta fue reabierta con nuevos dueños y nueva tecnología en la fabricación de ventanas, recontratando a todos los trabajadores con los mismos salarios que tenían. Hartmarx, también en Chicago, es una empresa de más de 100 años que hace trajes finos (por ejemplo los que Barack Obama usó cuando asumió la presidencia). Está en quiebra. Al igual que el Bank of America, la banca Wells Fargo, principal acreedor de Hartmarx, recibió un “rescate” del Estado por 25.000 millones de dólares. Wells Fargo quería liquidar la compañía aunque había dos ofertas para comprarla y mantenerla en operaciones. 650 trabajadores de Hartmarx votaron por ocupar la fábrica si el banco inicia el trámite de liquidación. En otro capítulo de la lucha entablada por los trabajadores contra los grupos bancarios, más de 100 trabajadores de Quad City Die Casting, en Moline (Illinois), fabricante de partes para Kawasaki y otras compañías, fueron informados a mediados de junio de que su empresa (en el rubro eléctrico) cerraría el 12 de julio si el banco Wells Fargo no renovaba su préstamo. El sindicato de la electricidad llamó a una jornada de acción el martes 23 de junio contra el Wells Fargo y el Wachovia —al que el primero había comprado recientemente—, exigiendo la extensión del préstamo para mantener la fábrica en funcionamiento. Ese día se hicieron concentraciones frente a las sucursales de esos bancos en Atlanta, Baltimore, Boston, Chicago, Denver, New Haven, Philadelphia, Pittsburgh, Washington y otras ciudades. El 11 de junio, miles de trabajadores y vecinos de Chicago, inspirándose en el ejemplo de los de Republic Windows and Doors, rodearon el edificio del Wells Fargo en esa ciudad. Canadá Mientras las tres grandes compañías automotrices estadounidenses colapsaban, el poderoso sindicato Canadian Auto Workers impulsó la ocupación de al menos cuatro plantas de autopartes y las oficinas de cuatro legisladores provinciales. En todos los casos, las fábricas estaban cerrando y los trabajadores no recibían la compensación que se les debía. Ocuparon las plantas “a la Argentina”, para que no se llevaran las máquinas y así obligar a las compañías a volver a la mesa de negociaciones. Corte de ruta de los obreros de Nissan, España nº 68 (101) / agosto-octubre de 2009 / 77 68 / PolíticayTeoría